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Spanish Pages 288 [286] Year 2008
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AURELIO PRETEL MARÍN
ALCARAZ Y SU TIERRA EN EL SIGLO XIII
INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES “DON JUAN MANUEL” DE LA EXCMA. DIPUTACIÓN DE ALBACETE Serie 0 – Corpus, documenta y bibliografía – Núm. 23 Albacete 2008
4 Cubierta: Fuero de Alcaraz. Versión romanceada de 1296. Biblioteca Nacional, Madrid. Detalle de la página 131 v.
INSTITUTO DE ESTUDIOS ALBACETENSES “DON JUAN MANUEL” DE LA EXCMA. DIPUTACIÓN DE ALBACETE, ADSCRITO A LA CONFEDERACIÓN ESPAÑOLA DE CENTROS DE ESTUDIOS LOCALES, CSIC
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Índice
•
INTRODUCCIÓN
•
CONJETURAS SOBRE LA TOPONIMIA Y LA TOPOGRAFÍA DEL ALCARAZ ISLÁMICO
11
•
ALCARAZ Y SU ENTORNO EN EL SIGLO ANTERIOR A SU CONQUISTA
31
•
LA CONQUISTA CRISTIANA DE 1213. EL CONCEJO Y EL FUERO
49
•
EL TÉRMINO INICIAL Y LAS DIFICULTADES PARA SU OCUPACIÓN
63
•
LAS PRIMERAS PRESIONES DE LAS ÓRDENES DE SANTIAGO Y SAN JUAN
89
•
LA CRISIS DEL CONCEJO Y LA SEGREGACIÓN DE LAS ALDEAS POR FERNANDO III
105
•
EL INFANTE HEREDERO, DON ALFONSO, Y EL APACIGUAMIENTO
125
•
ALFONSO X EL SABIO Y LA NUEVA POLÍTICA FORAL
149
•
LA REVUELTA MUDÉJAR, LAS VISTAS DE ALCARAZ Y EL IMPULSO A LAS FERIAS Y LA GANADERÍA
159
•
ALCARAZ Y LA CRISIS ALFONSÍ: DEVOLUCIÓN DEL FUERO Y ADICIONES AL MISMO
169
•
EL DESLINDE ALFONSÍ DEL NUEVO TÉRMINO
183
•
LA CONTIENDA CIVIL Y SUS POSIBLES EFECTOS SOBRE EL TÉRMINO
207
•
LA VILLA Y SUS PROBLEMAS A FINALES DE SIGLO
223
•
SELECCIÓN DOCUMENTAL
235
•
BIBLIOGRAFÍA
277
7
6
7
INTRODUCCIÓN
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H
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Hace ya treinta y cuatro o treinta y cinco años –y nos disculparán quienes tengan memoria del nivel en que estaban por entonces los estudios de Historia regional– osamos publicar nuestra tesina, Alcaraz, un enclave castellano en la frontera del siglo XIII; un libro que, sin duda, tenía su interés, suponía un avance desde el punto de vista de la investigación documental, y cumplió su papel divulgador. Un libro, sin embargo, que hoy revela a las claras toda la ingenuidad y las lagunas de formación científica de una opera prima que acaso no debiera haber visto la luz, por lo que es una suerte que se encuentre agotada. Después hemos tenido la ocasión de volver sobre el asunto en estudios parciales1, y de rectificar algunas de las fechas, datos y reflexiones que ofrecíamos allí (aunque a veces aún hemos vuelto a caer en el error al identificar algún topónimo o dar la datación de algunos documentos), y hemos tenido críticas, más o menos fundadas y bienintencionadas, que en muchas ocasiones han servido para abrirnos los ojos sobre algunos aspectos y hacernos que cambiemos de opinión sobre otros. En algunos, en cambio, como el que se refiere a la enorme extensión territorial que su conquistador, Alfonso VIII, concedió en un principio al naciente concejo de Alcaraz, y su disminución y expolio posterior por parte de los freires de la orden de Santiago, se confirman y aclaran, y con más argumentos, las ideas que entonces esbozamos, pero apenas supimos exponer. En todo caso, han puesto de relieve cuestiones y planteado problemas en los que ni siquiera reparamos en tan lejanas fechas, aunque hoy nos parecen del mayor interés. Ahora, con motivo de la edición facsímil del Fuero de Alcaraz, que debe acompañarse de una introducción relativa al momento en que se escribe, creemos que se ofrece una oportunidad inmejorable de revisar un libro del que ni mucho menos estamos satisfechos, sin gastar mucho tiempo en repetir lo dicho ni en desmentir errores, que sería demasiado pretencioso, pero sí enmendando lo que sea preciso. Pretendemos, por tanto, volver sobre el asunto del Alcaraz del siglo en que se consolidan los concejos, como ha señalado Valdeón2, y en que a la vez culmina y comienza a hacer crisis el feudalismo hispánico, dando paso al período conocido como Baja Edad Media. Y hacerlo, sobre todo, con nuevas perspectivas y con los nuevos datos que se han ido añadiendo en dos congresos de Historia de Albacete y una docena larga de artículos y libros de distintos autores que han tratado del tema, sin contar con los muchos en que se dan noticias o se aclaran extremos de orden general que pueden ayudar a su interpretación. Obviamente, no todos los aspectos aportados por la investigación en treinta y tantos años se abordarán aquí en toda su extensión, pues bastará extractarlos, sacar las conclusiones que sean pertinentes y enviar al lector a las publicaciones en las que se contengan. No se trata de hacer un compendio exhaustivo, sino de resumir de manera sintética los últimos avances, con mayor atención a su contexto histórico y su entorno geográfico, y apuntar las cuestiones que a nuestro juicio son más dignas de atención. En cambió, sí nos ha parecido importante completar estas páginas con una selección de documentos que se han publicado en diferentes obras, en su gran mayoría ya agotadas y de muy problemática consulta, que ofrecemos aquí depurados de errores, dentro de lo posible, y reunidos en una colección puede que no exhaustiva, pero sí ilustrativa y bastante completa, para un uso más cómodo por parte del curioso y el investigador. Aurelio Pretel Marín
A. Pretel Marín, “Conflictos de interés en el repartimiento y la repoblación de una villa realenga (Alcaraz), durante el siglo XIII, en Historia, Instituciones, Documentos, 27 (2000), pp. 205-273. A. Pretel Marín, “Despoblados y pueblas medievales en las sierras de Riópar, El Pozo y Alcaraz”, Homenaje a Miguel Rodríguez Llopis, IEA, Albacete, 2003, pp. 233-284. A. Pretel Marín, “Alcaraz, siglo XIII: la villa y el alfoz”, en González Jiménez (ed.), El mundo urbano en la castilla del siglo XIII” (Congreso en Ciudad Real, en 2005), Sevilla, 2006, pp. 257-266. 2 J. Valdeón Baruque, “El peso de las oligarquías municipales”, en M. González Jiménez (coord.), El mundo urbano en la Castilla del siglo XIII (Congreso celebrado en Ciudad Real, 2005), Vol. I. Sevilla, 2006, p. 99. 1
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CONJETURAS SOBRE LA TOPONIMIA Y LA TOPOGRAFÍA DEL ALCARAZ ISLÁMICO
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E
El nombre de Alcaraz –el Al-Karas islámico– es bastante anterior, a nuestro juicio, a la dominación musulmana de España, al igual que el de Carae, Carantium, Karakoi o Carcuvium, y otras tantas ciudades de esta misma raíz ya mencionadas por autores romanos, e incluso Karaouin, que pese a su apariencia, aparece en las obras de Apiano y Tolomeo3. Quizá pudiera ser hasta preindoeuropeo, y acaso derivado del vocablo común que en alemán da karst, en croata y esloveno kars o kras, y en italiano carso, terreno de poljés, dolinas y cavernas que se forman debido a la disolución de las calizas; o puede que de karra, que significa “roca”. Desde luego, conviene señalar que en toda la comarca los fenómenos cársicos son bastante frecuentes, y en el mismo Alcaraz, aunque la piedra sólo en parte es caliza, puesto que predomina la cuarcita impermeable, parece haber corrientes que bajan por la falda del cerro del castillo y alimentan los pozos en muchas de las casas. Y también que el castillo en el que al parecer se originó su primer poblamiento se asienta sobre un monte rematado por un crestón de rocas, que le sirven en parte de sustento y muralla. Los dos significados cuadran bien, por lo tanto, a las características de la misma ciudad y de su entorno, lo que no significa que los demos por buenos
Calizas y cuarcitas en la cumbre del cerro de Alcaraz. 3
J. M. Roldán Hervás, Itineraria Hispana, Anejo de Hispania Antiqua, Valladolid-Granada, 1973, pp. 129 y 228.
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ni que nos pronunciemos definitivamente por cualquiera de ellos, porque estas cuestiones son muy resbaladizas y porque puede haber otros significados y otras vinculaciones a lenguas bien distintas. Numerosos autores, por ejemplo, entendiendo que el nombre ha de venir del árabe, pues empieza por “Al”, que suponen artículo, han querido buscar en este idioma algún significado, traduciendo Al-Karaz por “El Cerezo”, “La Jarra”, o “La Alcarraza” (vocablo que designa a un tipo de vasija de barro muy poroso que enfría el contenido por evaporación del líquido exudado4). Hace ya casi un siglo, Amador de Los Ríos discutía, con bastante razón, a nuestro juicio, esta etimología, junto a otras no menos caprichosas, aunque admitía en cambio la de un Al-Caras que haría referencia a la frialdad del clima, y que no nos parece mucho más verosímil5. Tampoco es de creer que el topónimo aluda a un lugar “consagrado” –¿a qué divinidad?– como ha sugerido Pacheco Paniagua6. Puestos a imaginar alguna relación con las lenguas traídas por los conquistadores musulmanes, también cabe pensar que la tuvieran con los karez afganos7, acaso en alusión a las cuevas o túneles, o conductos de agua, que sabemos bajaban de lo alto del cerro, y algunos de los cuales todavía existían hará cincuenta años (al parecer, aún quedan restos de algunos en el número 2 de la Plaza Mayor y el Corralón, donde estuvo el convento dominico8). Pero, como apuntamos, parece más probable un origen no sólo anterior al Islam, sino a la llegada del Cristianismo a Hispania, lo que podría explicar la existencia de otros bastante semejantes en numerosos puntos de nuestra geografía –Cárcheles, Carcelenes, Caracenas– y en los alrededores de la misma Alcaraz, donde podemos ver un arroyo de La Carratalesa –o la Carrabalera, según el manuscrito de Amador de los Ríos– y una fuente llamada Garcilázaro de la que se surtía la ciudad a finales del XV, que pudiera venir de algún vecino que tuviera ese nombre, pero también, acaso, de un Karas o Kars, y un al-Lashar, que acaso pudiera referirse a la buena calidad de sus aguas9, De Al-Karraz o Al-Kuraz, de origen persa, según la enciclopedia Encarta 2005. En cambio, F. Maíllo Salgado, Los arabismos del castellano en la Baja Edad Media, Salamanca, 1991, p. 86, sigue a R. Dozy, para el cual pertenece al dialecto árabe iraquí. 5 R. Amador de Los Ríos, Catálogo de los monumentos históricos artísticos de la provincia de Albacete, Ed. Facsímil, IEA, Albacete, 2005, pp. 373 y sigs. 6 J. A. Pacheco Paniagua, “El castillo de Alcaraz en la obra del geógrafo musulmán al-Himyari (s. XV)”, Al-Basit, 10 (1981), pp. 73-83. 7 El kariz, o karez, que es el nombre pashtún, y el más frecuente en el Asia Central, se usa en Afganistán casi como sinónimo del árabe qanat, en su significado de galería hidráulica para la captación por filtración del agua –véase P. Beaumont, M. Bonine y K Mc. Lahlan (Eds.), Qanat, kariz and khatara, London, 1989- pero también se aplica a cualquier conducción subterránea, y en general a todas las cavernas o túneles (así, recientemente hemos podido leer en la prensa diaria que Ben Laden y otros líderes talibanes pudieran esconderse en los karez o grutas que existen en los montes, aun cuando muchas de éstas tengan poco que ver con captaciones). 8 Los vecinos más viejos nos dicen que, de niños, se adentraban en estas galerías con bóvedas de piedra, treinta o cuarenta metros, hasta que se estrechaban permitiendo pasar sólo a los más pequeños, que contaban haber llegado hasta el castillo. Descontando lo que haya de imaginación, puede que se tratara de las “cuevas” que hemos documentado a principios del siglo XVI, cuando se hace la plaza, o de “viajes” de agua y “albollones” e época ignorada, como el que atravesaba la plaza de Chinchilla a mediados del XV. 9 Al-Udrí y Al-Razí y otros autores árabes (Crónica del Moro Rasis, Ed. de Diego Catalán y otros, Madrid, 1975, p. 90; y E. Terés, Materiales para el estudio de la toponimia hispanoárabe. Nómina fluvial, Madrid, 1986, pp. 115-116.) dan el nombre de Lashar o de Laxer a la mejor de todas las fuentes del Río Tinto. Además, Al-Udrí menciona un Laysar, que pudiera ser Láchar, junto a Fuente Vaqueros y el Genil (M. Sánchez Martínez, “La Cora de Ilbira (Granada y Almería) en los siglos X y XI, según Al-Udrí (1003-1085)”, en Cuadernos de Historia del Islam, 7, Granada, 1975-76, p. 56) y Al Idrisi señala que de Laujar de Andarax baja el agua a un lugar que llama al-Asar, Lasar o Laysar (Al-Idrisí, “Los caminos de Al-Andalus... p. 89 y 251-252), y en Lanjarón se dice que el nombre de este pueblo procede de sus fuentes saludables, alAshar o al-Anshar (aunque a nuestro entender parece más probable que venga de al-Ayn ar-Rum, “la Fuente de los Rum”, que serían romanos o cristianos). Podemos añadir que en Vélez Rubio hay otra fuente de Lázar, y las tres que abastecen a Soto de Cameros se llaman de Los Caños, de Juan Real y del Corral de Lázaro, aunque ya no nos consta si éste es un antropónimo. En Yecla también hay una Fuente Alazar. Ya en tierras de Albacete, el barranco llamado Noguericas nace al norte de Liétor junto al denominado Caserío de Lázaro, cerca de los cortijos de Garrido y Carrasco, y cerca de Alcaraz está Casas de Lázaro. El Río de La Mesta, junto a Villapalacios, nace junto a otro Lázaro, y –otra coincidencia– muy cerca hay otra fuente llamada “del Acecho”, cuyo nombre pudiera proceder de az-zay (el sulfato de hierro, aceche o aceje), que da 4
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o un al-Asar (la Alegría10) o un al-Asal (de la Miel). Y aún cabría añadir la noticia de Pérez de Pareja sobre una fortaleza de Carriz o Ataly, que situaba en Cortes, aunque ésta nos parece una equivocación de este autor dieciochesco, que quizá la confunde con la misma Alcaraz y el castillo de Dueñas o AlTalŷ, conquistado en 1213, poco antes que ésta, como podremos ver.
Los árabes, sin duda, pudieron adaptar el primitivo nombre de raíz k-r-s o simplemente k-r a su pronunciación, e incluso asimilarlo a otros semejantes como Al-Kara de Siria o Al-Karak de Jordania, y en su significado a vocablos homófonos como los mencionados cerezos o alcarrazas. En sentido contrario, los cristianos, después de la conquista, tienden a traducir otros topónimos de la misma raíz, o de otras similares, como las de distintos Jaraíces (que no siempre derivan del árabe sahriŷ), Jereces11 o Cerezos (que a saber si pudieran venir de algún hidrónimo, más que de los frutales12); o bien, a mantenerlos de manera más o menos exacta, dando lugar a nombres como los diferentes “Alcaraces” de España y Portugal13, Carazos, Carazuelos (como el que se sitúa junto a Ojuel y la laguna de Hojo, nombre a otra de las fuentes del Río Tinto de Huelva según Al-Himyarí e Ibn Galib (ver Crónica del Moro Rasís, p. 91). Claro está que no siempre estas fuentes de Lázaro han de relacionarse con la bondad del agua: en la misma provincia de Albacete, un poco al Noroeste de las Casas de Ves, hay otra Fuente Lázaro, pero parece ser que su agua no es buena. 10 F. Franco Sánchez, Vías y defensas andalusíes en La Mancha Oriental, Alicante, 1995, p. 143. 11 J. Vallvé Bermejo, “La cora de Jaén...” p. 70. Señala que el castillo de Jerez o Yarisa se cita varias veces en los tiempos del emir Abd-Allah. En 913, Abd al-Rahman III tomará Muntilún y al dia siguiente el monte de Yarisa, que dominaba aquella fortaleza. En el XI se cita un Hisn Yarisa que pertenece al reino zirí de Granada, aunque Vallvé no sabe si estas cuatro noticias se refieren al mismo lugar. Se limita, por tanto, a informar de que hay un caserío de Jerez junto a los baños de Jabalcuz, en Jaén, y otro del mismo nombre cerca de Carchenilla y del Guadalquivir. Sobre los diferentes Yarisas y Jereces (y Sarsa o Sirsa), puede verse también Al-Idrisí, Los caminos de Al-Andalus..., p. 150 y 222. 12 En la villa de Orcera existía una cuesta llamada del Cerezo, “y hazia la mitad por lo alto Los Cannos, a causa de que alli se toman las aguas para la dicha villa de Segura” (A. Cebrián Abellán y J. Cano, Relaciones topográficas de los pueblos del reino de Murcia, Murcia, 1992, p. 217), y en Férez un Calar de este mismo nombre que surte con sus aguas a las huertas cercanas. En Chinchilla se quejan en 1501 de que la gente toma tierras en el ejido “fazia el pago de Santa Cruz e fazia la rambla de Los Çereços”, y en Fuencaliente hay un río Cereceda, cuyas aguas, después de una cascada, movían los molinos. 13 Además del que ahora nos ocupa, podemos señalar el Alcarrás de Lérida, el Alcarrache cerca de la actual Barcarrota (Badajoz), Alcarraques en Coimbra (Portugal) y los Alcaracejos del valle cordobés de Los Pedroches, donde existen vestigios ibérico-romanos, además de la Rambla de Alcaraz, en el límite actual de Murcia y Albacete, junto a la carretera de Montealegre a Yecla. Y en los repartimientos mallorquines podemos ver también un Rahal Alcarrachí (R. Soto i Company, “Repartiment i repartiments”, en De al-Andalus a la sociedad feudal, Anejo 25 del Anuario de Estudios Medievales, Barcelona, 1990, p. 27).
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al oeste de Soria), e incluso a algún “Alcázar”, pues aunque es evidente que en su gran mayoría éstos vienen de qasr, “fortaleza” o “palacio”, hay alguno de ellos, como el de Facialcázar, donde tienen lugar las famosas batallas de la guerra civil entre los almohades, que parece venir de Fahs al-Kars, “el Campo de Al-Kars”14, convertido en “Al-Cázar” por desconocimiento del primitivo nombre o por una metátesis fácil de comprender. No sería demasiado arriesgado suponer que se dieran errores o asimilaciones semejantes quinientos años antes, cuando los musulmanes se apoderan de España y tienen que integrar en su vocabulario una gran cantidad de nombres preexistentes, llegando algunas veces al error de explicar un topónimo por el significado de vocablos homófonos (recordemos el caso del poeta Ibn Handum, que en un juego poético vincula al de al-Bir –“el pozo, o la poza”– el de la Ilbira islámica, cuando lo cierto es que éste viene del nombre de la romana Iliberris). Sin embargo, tratar de estas cuestiones, cuando ni tan siquiera tenemos evidencias de que existiera el nombre, ni la localidad a la que se refiere, hasta fechas tardías de la dominación islámica de España, puede ser ejercicio, si no del todo inútil –porque reflexionar nunca lo es por completo– sí bastante accesorio en un estudio de estas características. Por la misma razón, aunque dedicaremos los párrafos siguientes a tratar brevemente esta cuestión, no nos extenderemos demasiado en la contemplación del pasado preislámico de Alcaraz y su entorno más cercano, toda vez que no hay restos que permitan decir que existió población en este enclave, salvando una estatuilla de un Mercurio de bronce y quizá una moneda del ultimo Califa, que Amador de los Ríos15 apunta se encontraron en lo alto del cerro del castillo, pero sin duda son traídas de otros puntos, probablemente ya en época moderna. La extrema rapidez con la que en la ciudad desaparecen edificios históricos sin dejar tan siquiera los cimientos, y la falta de una excavación a fondo, que pudiera sacar construcciones ocultas, nos impide afirmar rotundamente que no existiera aquí alguna población romana o visigoda; pero por el momento los restos materiales encontrados en ella o en sus alrededores se reducen tan sólo a la moneda y el bronce mencionados, una jarra litúrgica cristiana, unas cuantas estelas o lápidas de piedra del siglo VI o VII, que quizá fueron parte de un cancel visigodo o de un iconostasio16 –en una puede verse un arco de herradura, que se ha interpretado como un bosquejo de basílica17– y algunos capiteles de dudosa factura que se han reutilizado en algún edificio del siglo XVI.
Una jarra litúrgica, una estela –en la que puede verse un arco de herradura, abajo, a la derecha– y un capitel antiguo, algunos de los pocos y no muy claros restos de época preislámica que hay en Alcaraz.
J. González, Reinado y diplomas de Fernando III, Córdoba, 1980, pp. 301 y 303. R. Amador de los Ríos, Catálogo… p. 394-395. 16 B. Gamo Parras, La antigüedad tardía en la provincia de Albacete, IEA, Albacete, 1999, pp. 212 y 266. 17 B. Gamo Parras, La antigüedad tardía… pp. 144. L. G. García Saúco Beléndez, J. Sanchez Ferrer y A. Santamaría, Arquitectura de la Provincia de Albacete, Toledo, 1999, p. 47. Además de las lápidas citadas, que actualmente se encuentran en la iglesia y centro cultural de de San Miguel, hay otra en el convento de monjas franciscanas, que muestra en su cenefa, a nuestro juicio, una cierta influencia del arte musulmán. 14 15
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Peña del Santo. Restos del edificio gótico y poblamiento antiguo, con sepulcros cavados en la roca.
Los citados, sin duda, son hallazgos notables y a tener muy en cuenta, pero bien pueden ser traídos de otro sitio, quizá “Alcaraz el Viejo”, del que hablan los primeros documentos cristianos, que debía de estar en el paraje denominado “el Santo” (aunque tampoco en éste, saqueado a lo largo de los siglos, quedan muchos vestigios18), o de algún otro punto de su término donde pudiera haber poblamiento anterior, como ocurre hacia el Norte con Lezuza, Tiriez o Balazote, al Oeste con Montiel y Villanueva, o al Sur con Turruchel y con Villapalacios, que pudiera tomar su nombre de un balat (palacio, pavimento o calzada empedrada). En cambio, nos parece más significativa la presencia de un nudo de comunicaciones situado un poco al norte del actual Alcaraz, junto al santuario de la Virgen de Cortes19, en el que se entrecruzan las “carreras” de Alcaraz a La Peña y Alcaraz a Chinchilla,
El santuario de Cortes, enclavado en el valle que se abre hacia Alcaraz. Sí sabemos, en cambio, que se encontraron restos y monedas de tiempos romanos y anteriores, además de sepulcros cavados en la roca, que todavía existen, y vestigios de una mediana población. Véase la descripción redactada hace un siglo por Rodrigo Amador de los Ríos, Catálogo… pp. 400 y sigs. 19 Aunque la advocación de la Virgen de Cortes parece de principios del siglo XVI o a lo sumo de fines de la anterior centuria (que no del siglo XIII, como quiere la antigua tradición), el nombre del lugar existe ya en 1213-1214, como podremos ver. No se debe a unas Cortes del rey Alfonso VIII, y menos todavía a las que se supone celebró junto a Pedro II de Aragón, como quiere la misma tradición infundada. El topónimo abunda en distintos lugares (de Aragón, de Navarra, de Pallás, de Peleas, de Tajuña, de Baza, de Graena o Garallena, el aún más famoso Cortes de la Frontera, o la aldea de Cortes –Santa María de Cortes, entre el Tajo, Illana y Leganiel– que Alfonso VIII dio en 1168 al arzobispo de Toledo, según J. González, Repoblación… I, p. 278). Pudiera ser sinónimo de lugar de acampada de un ejército real, o bien de los corrales o apriscos de ganado, o más probablemente de una “Curtis” latina, que pasara al romance a través del árabe vulgar, pues el vocablo existe en textos musulmanes, y el geógrafo Istajrí explica que equivale al de diyar, o sea, aldea, cortijo o caserío (E. Terés, Materiales... p. 292). 18
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cuyas prolongaciones enlazan a su vez con el “camino de los Cartagineses”20 que viene de Cazlona por la Loma de Úbeda y la Sierra de Riópar a Chinchilla y Hellín, y con las rutas que van a Libisosa y a la antigua Laminio y a Iyyuh (en el llamado Tolmo de Minateda), importantes ciudades o de época romana e incluso prerromana. Este nudo viario, aun cuando quede un poco al norte de Alcaraz, pudiera hacer pensar, junto a otros indicios posteriores, que existiera en la zona alguna población de la que no han quedado ni siquiera las ruinas. No sería tan raro, visto que en Alcaraz los edificios tienden a derrumbarse y desaparecer en espacios muy breves, como ocurre en el caso del convento de frailes agustinos, levantado en el siglo XVII, y del que no han quedado siquiera los cimientos; pero es de pensar que, aun cuando fuera menos que en Valeria o Segóbriga, algo hubiera quedado en caso de existir una ciudad romana. Por lo tanto, sería temerario afirmar que la hubiera, y todavía más pretender que Alcaraz pueda ser la Mentesa que las fuentes romanas situaban entre Puebla del Príncipe y Lezuza (Mariana y Libisosa), que para Plinio estaba en la Tarraconense (no en las fuentes del Betis, como otros creían21, aunque res-
Las comunicaciones y la red hidrográfica del entorno inmediato de Alcaraz. M. Corchado Soriano, “Pasos naturales y antiguos caminos entre Jaén y la Mancha”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, XXXVIII, pp. 18-19. M. Corchado Soriano, “Estudio sobre vías romanas entre el Tajo y el Guadalquivir”, en Archivo Español de Arqueología, Nº 119-120, Vol. 42, pp. 148-149. Instituto Español de Arqueología, Madrid, 1969. 21 “El Betis tiene su nacimiento en la Tarraconense, no, como algunos han dicho, en el oppidum de Mentesa, sino en el Bosqe Tugiense, junto al cual corre el río Tader, que riega el campo carthaginensis...” J. Vallvé, La división territorial de la España Musulmana, CSIC, Madrid, 1986, p.126. Más tarde se sitúa, al igual que Baeza, Castulona y Guadix, en la Carthaginense, desgajada de aquélla. No obstante, también existe otra Mentesa en la provincia Bética, que puede ser La Guardia o la misma Jaén (J. Vallvé, La división territorial… p. 218-222 y 276-277). G. Arias, “Mentesa Oretana: un difícil acuerdo entre los itinerarios y la arqueología”, en J. A. Amador (coord.), “El Camino de Aníbal”, Aytº. de Villanueva de la Fuente, Diputación de Ciudad Real y Junta de Castilla-Mancha, 2001, pp. 11-12. 20
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pecto a éstas siempre hubo confusión, quizá porque Estrabón hablaba de su origen no en la Bética, sino en la Oróspeda y Oretania, es decir, en las sierras de Alcaraz y Segura22). Los últimos estudios arqueológicos localizan Mentesa, muy verosímilmente, en la actual Villanueva de La Fuente23, aunque también pudiera ubicarse en Montiel (unido a Villanueva por un tramo de calzada romana24 y donde el Toledano parece situar la primitiva sede25); o quizá en ambos puntos, porque no sería raro que existieran dos núcleos –incluso alguno más– como sucede en Iyyuh, en donde se distingue la medina, la ciudad visigoda, situada en el Tolmo de la actual Minateda, de otro Iyyuh al-Sahl o “Iyyuh del Llano”, que cabría buscar probablemente en Isso, aunque a más largo plazo la nueva capital comarcal será Hellín26.
Fuentes de Villanueva, nacimiento del río de su nombre.
Para Estrabón (Geografía, Gredos, Madrid, 2001, p. 229 y 232) “el Baitis, que tiene sus fuentes en la Oróspeda, atraviesa la Oretania, fluyendo hacia la Baitiké”. Quizá por esta causa, en los autores árabes, e incluso en nuestros días, hay cierta confusión entre su curso alto y el de sus afluentes, como el Guadalimar y el Guadalmena, a los que a menudo se suele señalar como el verdadero Alto Guadalquivir. La confusión es tal que en el mapa de La Haya, de 1630 aproximadamente, en el que Willem Jans intenta armonizar estas contradicciones, sitúa el Saltus Tugiensis en las sierras cercanas a Alcaraz, que identifica de forma discutible con los Montes de Plata de Estrabón (mapa reproducido en J. González, Apuntes geográficos de la Historia de Albacete, Popular, Albacete, 1999, p. 60). Por la misma razón, seguramente, se confunden los nombres de los altos afluentes, tanto del Guadalmena y el Guadalimar como el de éste y el Mundo (que lo es del Segura, pero nace en la misma sierra que el anterior), y por ende a los ríos principales, aunque algún autor árabe –Ma`sudi, que también se equivoca en otros puntos– ya desmiente la idea: “Muchos creen que el Wadi al-Kabir y el Wadi Tudmir, que baja hacia Murcia, nacen de una misma fuente que se divide en dos partes, una que baja hacia Córdoba y otra hacia Murcia, pero no es como dicen, ni existe entre ambos continuidad en el origen ni en el nombre” (E. Terés, Materiales... p. 401). Los errores se extienden al Guadiana y al Tajo, quizá por otro párrafo en que el mismo Estrabón habla del “río Betis, que tiene su origen en los mismos parajes que el Ana y el Tago, y que por su tamaño se encuentra entre estos dos”; párrafo que sin duda merece figurar en una antología del disparate, aunque hay que señalar que para muchos las fuentes del Guadiana están junto a Viveros, no lejos de Alcaraz, Villanueva y el río Guadalmena, y que el Guadalimar se llama río “Tejo” en su tramo más alto, cerca de Villaverde (puede verse en el mapa del geógrafo real don Tomás López, de 1784). Hasta cabe pensar si este nombre de Tejo no es el mismo de Tis del que pueden venir el del Bai-Tis, o “Río Tis”, y la ciudad de Tex de que habla Al-Razí. Pero lo que interesa es que Estrabón parece confundir o identificar el río principal –Guadalquivir– con el Guadalimar o el Guadalmena (o con la unión de ambos) cuando dice que aquél, navegable hasta Córdoba, ya no lo es al llegar a Castalón, que, sin embargo, está en el Guadalimar. 23 L. Benítez de Lugo Enrich (Coord), Tres años de trabajos arqueológicos en Villanueva de La Fuente/Mentesa Oretana, Ciudad Real, 2001. G. Arias, “Mentesa Oretana...” pp. 7-16. Desde luego, el curioso espectáculo de las fuentes del río Villanueva, junto a la población, y el hecho de que algunos crean que en este punto nace el río Guadalmena, pudo haber inspirado las creencias que Plinio refutaba y ayudar, por lo tanto, a situar el origen del río Guadalquivir al pie de Villanueva; sobre todo, sabiendo la confusión que existe entre el Guadalquivir y sus altos afluentes. Conviene señalar que, al hacer relación a Felipe II en 1575, la villa de Chiclana dice que el Guadalmena nace de Villanueva de la Fuente, “y en juntandose Guadarmena con Guadalimar pierde el nombre de Guadarmena y no se llama sino río de Guadalimar”. Pero hay que recordar que otro de los ríos que forman el caudal del alto Guadalmena nace junto a Alcaraz. 24 M. Corchado, Avance… p. 114. 25 Como podremos ver, en el pleito de 1238 dice el procurador del arzobispo “quod illarum dioceses ciuitatum que sarracenis inuadentibus proprios metrópolitanos anmiserunt dominus Alexander papa subiecit dicioni eccelesie toletane”. Y en el siguiente párrafo: “ponit quod Montiel et alia loca consequenter in libello expressa inuassa fuerunt a sarracenis” y “Ponit quod recuperata sunt a Christianis”, pero que a raíz de la conquista los freires santiaguistas “erexerunt altarie in Montiel”, como en otros lugares del entorno, “auctoritate propria uel sua” (es decir, por su propia autoridad y sin ninguna capacidad legal”). Véase D. W. Lomax, “El arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada y la orden de Santiago”, Hispania LXXVI, 1959, Doc. 1, p. 34. 26 A. Pretel Marín, Hellín Medieval, Albacete, 1998, pp. 11-16. 22
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Tolmo de Minateda. Ruinas de la basílica de Iyyuh y sepulcros cavados en la roca.
No parece imposible, desde luego, que Mentesa, como Iyyuh, tuviera dos o más emplazamientos en los alrededores de la actual Villanueva, debidos a abandonos, destrucciones, o traslados de capitalidad. Motivos no faltaron desde que Leovigildo devastara la Orospeda, a la invasión islámica y las guerras civiles entre los musulmanes, por no hablar de la endémica rebelión en las sierras de bandidos, mozárabes y conversos frustrados. Y uno de estos núcleos, pudiera ser Montiel, que acaso respondiera a un “encastillamiento” de los que se producen ya antes de la invasión con la huída de siervos y clérigos rebeldes contra la autoridad, y más aún, si cabe, después de la conquista. Otro pudiera estar acaso en Alcaraz, desde donde se ve Villanueva a lo lejos; o más probablemente en sus proximidades, puesto que en Alcaraz no queda rastro alguno. Incluso pudo haber algún otro lugar: de hecho, tanto Montiel como Alcaraz tienen en su contorno restos de construcciones cristianas antiquísimas (en Alcaraz, “el Santo”, del que luego hablaremos, y en Montiel una iglesia junto al viejo castillo de San Polo y otra en “Los Monasterios” situada a dos leguas). Esto no significa que la antigua Mentesa quedara despoblada definitivamente, porque pudo volverse a repoblar o mantener un mínimo grado de población con períodos de auge y decremento. En las excavaciones hechas en Villanueva han salido a la luz restos romanos con otros que parecen de época visigoda, y unos ataifores de cerámica verde típicamente omeya; y aunque el nombre de esta “Villanueva” –que encontramos muy pronto después de la conquista– parece remitir a una fundación de los cristianos, hemos de recordar que también encontramos alguna Billa Nuba, en contraposición al
Hellín visto desde Isso.
Ataifores Omeyas. Villanueva.
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de otro asentamiento visigodo-romano, en las fuentes islámicas27. Pero junto con esta posible Villanueva, refundada tal vez al fin del Emirato o ya en el Califato, acaso en un intento de reorganización del territorio, pudieron existir o seguir existiendo en sus alrededores núcleos de población de mayor o menor categoría, que pudieron poblarse o despoblarse alternativamente. Apenas tres kilómetros al sur de Villanueva existe un “Montilviejo”, no lejos de la ermita de la Virgen de los Desamparados, y aún podrían rastrearse algunos nombres más en la zona del Campo de Montiel, que pueden derivar de Montiel o Mentesa. Pero, además, existen a no muchos kilómetros, sobre todo hacia el sur, sin contar unas cuantas “torres” y “turrucheles”, Valle de Montilviejo, cerca de Villanueva. “platas”, “albaladejos” y “palacios” que aluden a las vías de comunicación, sus defensas y puntos de parada y control, diferentes topónimos que recuerdan las uillae, castella, vici, pagi... que se suelen poner en relación con los procesos de decadencia urbana y reorganización del espacio asociado. Hasta cabe pensar –sin gran seguridad, pero con cierta lógica– si el nombre de la sierra y la ciudad de Teye o de Tex, que menciona Al-Razí como una población arrasada y maldita, no vendrá en realidad de la falsa creencia de que “Mentesa” fuera un compuesto de “Mons” –la sierra, el monte– y el de esa “Teye” o “Tex”. Como es bien sabido, este autor señalaba que “a esta cidad fallamos escrito la consumieron otras gentes, ca los omes que en ella moraban eran malos e robaban a los que podian e sus ganados e fazienda, e se juntaron muchos a los destruir como lo fizieron, e quedo yerma e maldita de los omes” 28. Pero, aun dando por buena tal hipótesis, es difícil saber si esta leyenda se refiere a la toma y destrucción de la antigua Mentesa por parte de Tariq29, o a otra posterior. Ni siquiera se puede asegurar cuál de las dos Mentesas –la Oretana o la Bastia– fue la fortificada por Husayn ibn al-Dayn al-Uqaylí al fin del emirato de Yusuf al Fihrí30, o Hisn Mantisa, el castillo que sirve de refugio a Ishaq al-Uqaylí todavía en los tiempos del emir Abd-Allah31. Incluso cuál de ellas fue sede episcopal, cuyos obispos acudían a Toledo antes de la invasión musulmana de Hispania. Por lo común, se piensa sólo en la de Jaén, y aunque para nosotros diste de estar tan claro, ésta es una tarea que debe reservarse a los especialistas arabistas y arqueólogos, y en la que, de momento, no podemos entrar. E. Manzano, Los Omeyas y la fundación de Al-Andalus, Vol. 6 de la Historia de España de El País, dirigida por Lynch, Madrid, 2007, pp. 88-90. Por otra parte, Pocklington, estudiando el topónimo en la huerta murciana, llega a la conclusión de un origen mozárabe, del latín Villa Nova (Granja Nueva). R. Pocklington, Estudios toponímicos en torno a los orígenes de Murcia, Murcia, 1990, p. 107-108. 28 Crónica del Moro Rasis, pp. 33 y 293. El párrafo citado solamente aparece en el manuscrito de Copenhague, y falta en los demás, que se limitan sólo a informar de que “Teye fue una çibdad muy antigua, e agora fallan y rastros antiguos”. No sabemos si es un detalle olvidado, a través de una copia diferente que despreciara el dato por no añadir gran cosa al hilo principal de su relato, o una interpolación, que tampoco tendría demasiado sentido, tratándose de un pueblo ya desaparecido. La misma condición de estar poblada por ladrones y gentes engañosas “e de mala manera, e muy sotiles en sus obras” se predica también de Alicante (pp. 293-294), pero aquí no se dice que fueran castigados. 29 Jiménez de Rada, R. Historia de los hechos de España, Ed. Juan Fernández Valverde, Madrid, 1989, p. 154. 30 J. Vallvé Bermejo, “La división territorial de la España Musulmana. La Cora de Jaén”, pp. 68-69. Supone que se trata de la otra Mentesa, situada en Jaén. Dice que la Mentesa que destruyó Tariq estaba “cerca de Jaén”, pero esto no aclara demasiado, pues Alcaraz estaba en esa misma cora, y tampoco muy lejos. Además, puede ser que el arzobispo tuviera sus motivos para situarla allí. 31 J. Vallvé, La división territorial de la España Musulmana, Madrid, 1986, pp. 276-277. “La Cora de Jaén”, p. 68. Piensa que esta Mentesa es el mismo Jaén, y no La Guardia, y que fue capital de la provincia o cora de ese mismo nombre. J. A. Conde, Historia de la dominación... p. 87, dice que Ishaq ben Ibrahim al Ocailí “peleó con varia fortuna con las gentes de Aben Hafsun y logró echarlos de algunos fuertes que ocupaban, y se apoderó de la fortaleza de Montixon, las reparó de sus ruinas y las defendió largo tiempo, y conservó aquellas tierras hasta el tiempo del rey Anasir Abderrahman”. 27
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Por tanto, aunque Montiel y Alcaraz puedan ser herederas medievales de Mentesa Oretana y de una buena parte de su jurisdicción territorial –de la misma manera que Calatrava hereda las funciones de Oreto y Uclés las de Segóbriga– no parece probable que al menos en la última se ubique la ciudad visigodo-romana. En caso de buscar algún antecedente de la actual población, habría que pensar en la Carae de Plinio, o la Karaka que cita el Ravenate32, o la Carcesa o Carcere, de la que no se habla, que sepamos, en las fuentes antiguas, pero que la leyenda de los Siete Varones Apostólicos presenta como teatro de la predicación San Hiscio o Hesiquio33 (aunque hay que decir que distintos autores sitúan esta última en puntos tan distantes como Cieza, Cazorla y Uclés, y aún pudieran hallarse algunos otros más34). Hasta cabe pensar si la famosa “Urcesa” que distintos Las ciudades antiguas en el mapa de Nicolo Germano. autores buscan en Alcaraz (y en otros muchos puntos), no sería en realidad esta misma Carcesa, pues la sílaba “Ca” y la letra “u” se pueden confundir con gran facilidad en letra visigótica, e incluso más reciente, como es la del mapa de Nicolo Germano (si bien hay que advertir que éste la sitúa al norte del Guadiana y entre dos poblaciones tan identificables como son Caraca, mencionada en el Anómino de Rávena dentro del mismo grupo que Segóbriga, Puteis, Saltis o Libinosa, puede ser la Karakka de Plutarco, habitada por los karakitanous, vencidos por Sertorio, aunque el mismo autor dice que este pueblo, que no vive en ciudades, sino en cuevas, estaba en la zona del Tagonion, que se suele tomar por el Tajuña. Miller ya situaba Caraca junto a Córcoles, en el cerro de Santaver (aunque hay que decir que hay otro río de ese mismo nombre, que nace en El Bonillo). Saavedra proponía su identificación con la Carae de Plinio, y quería encontrarla en Villacadima, cerca de Monreal, en tanto que A. Blázquez proponía buscar esta Carae en el actual Zaorejas (J. M. Roldán Hervás, Itineraria Hispana, pp. 129 y 228). Pero tampoco falta quien propone buscarla en Taracena, junto a Guadalajara (A. Merino Madrid, Castilla-La Mancha en las fuentes clásicas, Albacete, 2001). Pero hay que recordar, aunque este argumento no tenga mucho peso, que en el mapa en que Nicolo Germano (1470) interpreta los datos que ofrece Tolomeo se señala una Carua o Caruaria situada en la Oretania y entre Libisosa y Mentesa, y un poco más al sur figura Carca entre Ilunum, Lacuris, Mentesa y Segisa (que pudiera ser Cieza). Quizá Carca y Caruaria puedan ser la misma población, dada la imprecisión que su cartografía presenta en esa zona (o puede que el error fuera de Tolomeo, que de hecho las presenta casi juntas). Es probable que sean ciudades diferentes de nombre parecido, y más teniendo en cuenta la abundancia de raíces en “Car...” Las localizaciones indicadas por Miller y Saavedra no encajan demasiado con las coordenadas de la Carca o Cara de que habla Tolomeo, que deberá buscarse al sur de Libisosa y Mentesa; pero hay que recordar que esa misma raíz pudiera estar presente en el topónimo de la misma Alcaraz. 33 Este Hesiquio, que suele ser citado como evangelizador de Carteia –otro nombre compuesto de la misma raíz–, aparece también en el Martirologio de Lyon como el introductor del cristianismo en Carcesa (A. C. Vega, “La venida de San Pablo a España y los Varones Apóstólicos”, BRAH, 154 (1964), pp. 33-34). 34 A. Pretel Marín, “Despoblados y pueblas medievales en las sierras de Riópar, El Pozo y Alcaraz”, Homenaje a Miguel Rodríguez Llopis, IEA, Albacete, 2003, p. 243. 32
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Libisosa y Valeria). Ni siquiera podemos descartar que fuera el mismo Karsis que las fuentes islámicas sitúan en la cora de Jaén, (aunque Vallvé Bermejo lo ha identificado con lógica impecable en el actual Garcíez35, no se puede olvidar que también Alcaraz perteneció a esa circunscripción). Pero hemos de insistir en que no existen vestigios arqueológicos de poblamiento ibérico, romano o visigodo en la ciudad actual, aunque sí puede haberlos en sus alrededores, por lo que, en todo caso, habría que buscar en la zona de Cortes o, más probablemente, en el cerro de El Santo (Los Batanes), donde, como veremos, se ubicaba hacia 1239 “Alcaraz el Viejo”. Pero ni en este caso cabría asegurar que esa población fuera Karka, Carcesa, Caruaria o la Karsis islámica, porque ni las medidas que ofrece Tolomeo son fiables por completo, ni menos todavía las interpretaciones que distintos autores hacen después de ellas, ni el resto de las fuentes son demasiado claras. Sin contar, claro está, con la ya mencionada abundancia de nombres de la misma raíz (para no ir más lejos, el mapa de Germano señala, por ejemplo, en Carpetania, las ciudades de Carsada y Carraca, cerca del río Tajo y aproximadamente entre Mantua, Titulcia y Valeria. Limitándonos sólo a las fuentes escritas que hacen referencia más o menos concreta a la comarca o al nombre de Alcaraz en tiempos musulmanes, hemos de comenzar por el breve relato del viaje del emir Abd al-Rahman I a las denominadas “Sierras de Alcaraz”, hacia el año 169-170 de la Hégira (es decir el cristiano de 785-786). Después de su victoria de septiembre de 785 en Majadat alFath, “Vado de la Conquista36”, que debe situarse en el Guadalimar, cerca de Qastaluna, el emir persiguió a uno de los hijos de Yusuf al-Fihrí, el rebelde Qasim, que huía hacia Tudmir –la actual región de Murcia, convertida en un nido de insurrectos por éste y por su aliado, el bandido Hafila– a través de las “Sierras de Alcaraz”37. Pero hay que comenzar advirtiendo, primero, que se habla de las sierras, y no de la ciudad, que puede no existir, porque no está tan claro si es ésta la que presta su nombre a la comarca, o lo toma de aquélla. Además, hay polémica tanto sobre el relato y su historicidad como sobre la zona a la que se refiere, pues aunque se señala con toda claridad que el emir, “habiendo sabido que en tierras de Tadmir andaban algunos rebeldes, acaudillados por Casim, el hijo menor de Yusuf al Fihrí, y por Hafila, que había allegado a los bandidos de toda la comarca, fue a tierras de Tadmir para acabar esta guerra: a su llegada a las sierras de Alcaraz tuvo nuevas de la derrota de los rebeldes por los walies de Tadmir... y visitó el rey el fuerte de Segura, que es como una ciudad edificada sobre la cumbre de un monte grande...”, Gaspar Remiro dice que la versión de Conde sobre estas correrías por tierras de Tudmir, “parécenos gratuita, o resultado de la torcida interpretación de algún texto árabe”38. Comentario hipercrítico que no se justifica, a Segura de la Sierra (Jaén). nuestro juicio, y que no invalida la traducción J. Vallvé Bermejo, “La cora de Jaén…”, p. 75. La división territorial…p. 283. J. Vallvé Bermejo, “la Cora de Jaén…”, p. 73. E. Terés, Materiales… p. 375, cita a F. Hernández, “Acerca de Majadat al-Fath y Sanguye”, en Al-Andalus, XXIX (1964), pp. 4-7. El nombre de este vado se debe a la creencia de que Tariq lo usó de camino a Toledo, y el del Guadalimar, al color de sus aguas (el “Río Colorao” le llama todavía un geógrafo moderno, según dice Terés). 37 J. A. Conde, Historia de la dominación... p. 57. E. Terés, Materiales… p. 375. Recogen el relato de los autores árabes sobre estos sucesos, que Conde resumía diciendo que después de vencer en Castulona al bandido Hafila y los hermanos Muhammad (Abu-l-Aswad) y Qasim, los hijos de Yusuf al-Fihrí, en 784, Abd al-Rahmán I regresó a Extremadura (Badajoz y Alcántara) persiguiendo a Muhammad, que se refugia en Coria, y muere en Alarcón, población dependiente de Toledo, con posterioridad (según Vallvé Bermejo, “Madrid musulmán”, Historia 16, Nº 280, p. 65, falleció en la alquería de Requena, término de Aranjuez). 38 M. Gaspar Remiro, Historia de Murcia Musulmana, Zaragoza, 1905, pp. 59 y 60. 35 36
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de Conde, sobre todo sabiendo que Abd al-Rahman I se dirige a Segura de La Sierra, y desde allí va a Denia –donde recibirá la cabeza de Hafila, capturado por fin– y a las tierras de Murcia; pero que nos obliga a tomar la noticia con prudencia. Conviene, en todo caso, insistir en el hecho de que aún no se menciona la existencia de ninguna ciudad en estas sierras llamadas de Alcaraz –que pertenecerían a la cora o provincia de Jaén y no a la de Tudmir39– ni se mencionará durante muchos años, lo que puede indicar que no hubiera castillo ni poblado hasta fechas tardías. Ni siquiera podemos confirmar que existiera un castillo en Alcaraz en pleno siglo X, época de la cual dice Torres Balbás40 que data el existente en lo alto del cerro, cosa que no nos consta se haya verificado. De hecho, no lo avala la documentación, e incluso nos parece muy significativo que el cronista Ibn Hayyan41, cuando habla del paso de Abd al-Rahman III, el año 935, por la antigua calzada que desde Sant Astiban (Santisteban del Puerto) y la alquería de B-n-wan, sobre el Guadalimar, conducía a
Fortaleza de Torres de Albanchez.
Torreón de Terrinches.
Caserío y santuario de Turruchel.
Balazote y Chinchilla, no mencione Alcaraz en el trayecto. De B-n-wan a Balazote únicamente cita un par de “Torrecillas” de ubicación dudosa, porque dependería del camino elegido: el del río Dañador o el del Guadalmena. La primera de estas torrecillas pudiera estar, tal vez, en la ciudadrealense Torre de Juan Abad, donde duermen en 1624 Francisco de Quevedo y el rey Felipe IV cuando van de camino a Santisteban, o en las Torres de Albánchez de Jaén, donde queda un notable torreón (aunque también en término de Beas de Segura existió un “Turrochel42). La segunda, según el camino elegido, podría situarse en el actual Terrinches, donde hay restos romanos y otra torre de grandes proporciones, o bien en Turruchel, cerca de Bienservida, donde la relación de esta población a Felipe II señala que “ay rastro de vn edificio y solar de castillo que diçen de Turruchel […] e çerca del muchos çimientos que pareçen ser fundamento de señalados edificios, e que el dicho castillo esta todo derribado e no tiene sino çimientos”). Hasta aquí no está claro, por lo tanto, si el Califa vendría por Terrinches, o por Puente de Génave, Turruchel y Reolid, por lo que la omisión de Alcaraz en la ruta puede no ser tan rara; pero a continuación se habla de su paso al Qabdhaq de Rimiyya (que creemos estaría en las proximidades de Como podremos ver, en tiempos califales la cora de Jaén llegaba hasta Al-Gudur, que a nuestro juicio es la zona lagunar de los llamados Ojos de Villaverde –de los que sólo queda una de las lagunas– y las que se extendían por el valle del río del Jardín, incluyendo quizás la del Arquillo y otra que pudiera haber en Villargordo, que sin duda deriva su nombre de Gudur; y en Balazote ya comenzaba Tudmir. Por lo tanto, Alcaraz, o sus montañas, con su anejo del Campo de Montiel y con las altas cuencas de los ríos Jándula, Guadalén, Guadalmena y Guadalimar, deberían estar en la parte de Jaén (J. Vallvé, La división territorial… pp. 274-275) y en ella continúan todavía el castillo y la villa cuando se reconquistan en 1213. 40 L. Torres-Balbás, “Arte Hispano-musulmán”, en la Historia de España de Menéndez Pidal, Vol. V, Madrid, 1976, pp. 647-648 y 670. 41 Ibn Hayyan, Crónica del califa Abd al-Rahmán III an-Nasir entre los años 912 y 942 (Al-Muqtabis, V), Trad. y notas de M. J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 198, p. 268. 42 A. Cebrián Abellán y J. Cano, Relaciones topográficas…, p. 54. 39
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Viveros –¿quizá el Faŷŷ al-Arus43, lugar del Fahs al Faŷŷ, o del Fahs al-Arus, donde otras fuentes dicen que nace el Guadiana44?– y las fuentes del río de Pinilla, que muchos consideran origen de este río45), y de otra acampada en Mahallat alGudur, “Campamento o Vivac de las Lagunas”, que a nuestro juicio son las del río del Jardín y Villaverde, con probable extensión a Villargordo, y no las de Ruidera, como suele afirmarse (aunque el Fahs al-Gudur, “Campo de las Lagunas, del que hablan otras fuentes musulmanas, puede ser más extenso y llegar a Viveros y Pinilla, cuando no hasta El Bonillo y Ossa de Montiel). Y desde este Al-Gudur la siguiente acampada es ya en Balat as-Suf, el actual Balazote, donde se dice empieza la cora de Tudmir y acaba la de Jaén, que en esta zona norte debería de estar bajo jurisdicción directa de Alcaraz, como la encontraremos en tiempos almohades. Como hemos apuntado, lo llamativo es que en este itinerario de Abd al-Rahman III, en pleno siglo X no se cite Alcaraz, cuando en el siglo XII el del califa Abu Yaqub Yusuf, que describe el cronista Ibn Sahib as-Sala46, sí señala su paso de Vilches a Alcaraz, desde donde prosigue al lugar de Al-Gudur, que se dice cabeza del Guadiana (obviamente, refunde en uno solo el Qabdhaq de Rimiyya y el Mahallat al-Gudur de
El lugar y la ermita de Pinilla junto al posible origen del río Guadiana.
Villaverde, laguna de los Ojos.
Ibn al-Kardabus, Historia de Al-Andalus (Kitab al-Iiktifa’). Ed. y notas de Felipe Maíllo Salgado, 2ª Ed. Madrid, 1993, p. 135. 44 L. Molina, Una descripción anónima de Al-Andalus, Madrid, 1983, p. 59. J. Vallvé, La división territorial, p. 134143 y 137-139, advierte la opinión de F. Hernández que sitúa Faŷŷ al-Arus en Hojalora cerca de Abenójar; pero al fin se pregunta si no hay otro al-Arus en la ruta que pasa por Ruidera, pensando que Al-Gudur y el Caput Anae que en el Itinerario de Antonino sitúa a siete leguas de Laminio están en esa zona. Pero a nuestro entender el Caput Anae se sitúa en la zona de Viveros, donde nace el Pinilla, que para muchos es el verdadero origen del Guadiana, o tal vez en la zona de El Bonillo, y Al Gudur en el campo de lagunas que va desde El Bonillo a los ríos del Arquillo y el Jardín, donde están Villargordo y Villaverde (junto a su Cerro Gordo y la última laguna de los denominados “Ojos de Villaverde”). Fahs y Faŷŷ al-Arus (¿Angostura de La Novia?) pudiera situarse también junto a Viveros. De hecho, junto a “La Vega” y la Fuente del Ojuelo, donde nace el Pinilla, se encuentra la llamada Cuesta del Pajarón, topónimo que acaso pudiera proceder de Fahs ar-Rum (Campo de los Romanos), o de Fahs al-Arus, o de Faŷŷ al-Arus. Y un Vaciacorreos, que creemos pudiera proceder de ese mismo Fahs. Quizá el mismo Viveros venga de un Bib-Arus, o de un Fahs al-Arus, aunque nada podemos afirmar. 45 El geógrafo al-Zuhrí apunta que el Guadiana “reaparece en el Collado del Viento ( Mahsar al-Rih) –en otras traducciones se habla del Sopladero– desde un lugar llamado Al-Gadr (la Laguna) o Al Gudur (Las Lagunas). No se sabe su inicio ni su salida, pues surge del suelo, desapareciendo en otro lugar y volviendo a fluir en otro y así sucesivamente hasta la ciudad de Calatrava...” (D. Bramón, El mundo en el siglo XIII. El tratado de Al-Zuhri, Orientalia Barcinonensia, Sabadell, 1991, p. 157). Por su parte, Al-Udrí, dice que nace en Faŷŷ al-Arus, o “Angostura de la Novia”, después desaparece y vuelve a aparecer en una alquería de Calatrava llamada Anna. J. Vallvé, La división territorial de la España Musulmana, Madrid, 1986, pp. 136-137. Hoy puede visitarse, junto a la interesante ermita de Pinilla, la pequeña laguna, resto de otras mayores, y habitualmente seca, como aquéllas, donde se considera que nace oficialmente el río Guadiana. 46 F. Franco Sánchez, Vías y defensas andalusíes en La Mancha Oriental, Alicante, 1995, p. 223-229 y sigs. Ibn Sahib as-Sala, Campaña de los almohades en España, Versión de Martínez Antuña, Separata de Religión y Cultura, El Escorial, 1935, pp. 14-15. 43
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que hablaba Ibn Hayyan) , y de aquí a Balazote, Albacete y el valle de Chinchilla. Puede que la omisión en la obra de Ibn Hayyan se deba a que el Omeya no fuera exactamente por la actual carretera de Jaén a Albacete, sino que desde B-nwan pasara por Terrinches, Villanueva y Viveros a Al Gudur, por la Venta de Segovia y Casa de Juan León47, que es el itinerario que recoge Villuga para ir a Balazote, Albacete o Chinchilla48, y que aún en el siglo XVI era el más frecuentado (el día 8 de junio de 1581, en el Ayuntamiento de Alcaraz, el regidor Buitrago “dixo que los dias pasados por orden de Su Magestad y señores de El lugar de Viveros, desde la carretera de Pinilla. su muy alto Consejo se enbio a mandar a su merçed del señor corregidor tuviese mucha cuenta y cuidado en la guarda desta çiudad y su tierra del mal de peste que dizen aver en la çiudad de Sevilla y otras partes, y ansi esta çiudad aviendo tiniendo notiçia dello acordo que por ser el lugar de Biberos y Ballestero lugares tan pasajeros que todos los dias pasan veynte o treynta arriadas”). Pero consta igualmente que el último de marzo de 1520 se ordena “hazer dos puentes en los rios del Salobre e de Reolid que son camino de la Andaluzia”49, y que antes de esas fechas ya se habla en esa zona de un “camino viejo del vado de Reolid”, lo que indica que había también otro camino: el que sigue más o menos por la actual carretera de Jaén, en paralelo al río Guadalmena, por Turruchel, San Blas, Villapalacios y Reolid a Alcaraz, Balazote y Chinchilla). La comarca parece despoblada en la Baja Edad Media, pero creemos que tuvo lugares habitados en época romana, tanto en Villarrodrigo o el Albaladejuelo como en Villapalacios –dos nombres derivados del árabe balat– como en Cerro Vico y el mismo Turruchel, sin descartar que hubieran otros más en Reolid y en las proximidades de la actual Bienservida. Un camino que acaso pueda ser más antiguo que el de Villanueva por Viveros, y enlazar a través dos o tres ramales a distintas alturas, quizá por Bienservida y por las cercanías del Camino paralelo a la actual carretera de Jaén, pero del otro lado de la sierra llamada de Caracolane, y a unos pocos kilómetros del trazado actual. El trazado coincide en buena parte con el de la Cañada Real de Andalucía (véase A. Ñacle y J. M. Velasco, Vías pecuarias de la provincia de Albacete, Albacete, 2001, p. 34), en la que se conservan topónimos tan típicos como los del Vallejo de Carretas o Cañada Empedrada, donde arranca el camino de Balazote a Tiriez. Desde allí, Balazote está ya solamente a unos pocos kilómetros. Lo que ya no sabemos es si este camino era solo un enlace entre El Ballestero y Balazote, o si era también la alternativa en la misma “carrera de Alcaraz a Chinchilla” para evitar el tramo de Villaverde al Norte, que necesariamente habría de sufrir numerosas crecidas de las aguas del río del Jardín y sus lagunas. Incluso es posible que, a partir de Tiriez y la Yunquera siguiera funcionando el antiguo camino de Lezuza a Chinchilla, que enlazara hacia el Pozo de Barrax (quizá por Paredazos), y hacia La Gineta, o bien directamente a Pozoamargo pasando no muy lejos de La Roda. Sin embargo, el Califa no sigue este camino, sino el de Balazote, mucho mejor dotado de aguas abundantes y con una calzada bastante más segura. 48 M. Jiménez Cobo, “La vía romana Castulo a Saetabis”, Boletín del I. E. Giennenses. Nº 179 (2001), p. 133. Dice que al nordeste de el actual Ballestero quedan algunos restos del agger o terraplén romano, reutilizado en parte y en parte levantado. Esta ruta que será muy transitada todavía en plena Edad Moderna, y Corchado, en sus “Pasos naturales y antiguos caminos entre Jaén y La Mancha”, Bol. del Instituto de Estudios Giennenses, pp. 30-31, señala la calzada que viene por Terrinches, Villanueva y Viveros (con desvío por La Venta con rumbo a Balazote), y otro pequeño tramo que se une con ella por la Venta, procedente del Sur, aunque ya no se indica desde dónde. Para él, la actual carretera de Jaén a Albacete es el camino real de época moderna, aunque a nuestro entender hay indicios bastantes para creer que hubiera por allí una vía romana, incluso prerromana, que quizá no estuviera en buenas condiciones en tiempos emirales, aunque no dejaría de tener algún tránsito. Desde luego, podemos afirmar que en 1520 a “sus merçedes –concejo de Alcaraz– mandaron que por quanto ay mucha neçesydad de mandar hazer dos puentes en los rios del Salobre e de Reolid, que son camino de la Andaluzia, por tanto que las mandavan e mandaron hazer”, con lo que queda claro que el de Villanueva y Viveros no era el único camino utilizado. 49 Actas Municipales de Alcaraz de las fechas citadas. 47
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actual Alcaraz (la llamada “carrera de Alcaraz a La Peña”) con el que desde Siles venía por Cotillas al castillo de Peñas de San Pedro50. Parece, por lo tanto, que había dos caminos, ambos utilizables, y además enlazados entre sí por otros transversales: uno de Albaladejo a Bienservida, otro por Villanueva de la Fuente a La Canalejuela (donde se halló un tesoro de dirhems califales) y por La Canaleja hasta las cercanías de Alcaraz, y todavía otro, un poco más al norte, que iría por Viveros o por El Ballestero Cerro Vico (a la izquierda), junto a Villapalacios y la actual carretera de Jaén. a Villaverde, pasado ya el difícil puerto de Los Pocicos y en la zona llamada de Al-Gudur, y desde allí, siguiendo el valle del Jardín, al actual Balazote, que como hemos dicho fue parada obligada y cruce de caminos (del Campo de Montiel y Alcaraz a Chinchilla y de Hellín y Las Peñas a Lezuza, la antigua Libisosa, y a Laminio, que acaso es la Rimiyya o Raymiyya de Al-Razí?51 y que unos sitúan en Alhambra y otros en La Ossa de Montiel52). Y en las intersecciones de casi todos ellos, aunque desfigurados, encontramos topónimos que a nuestro juicio hablan de otros tantos balat (que puede referirse a un palatium romano, o venir de balata o calzada empedrada53) como Villapalacios, varios Albaladejos, la “Hoya de La Plata” entre El Ballestero y el río de Pinilla, y Los Palatos no lejos de El Bonillo). Una zona poblada en época romana, que en tiempos pudo estar bajo la dependencia de la antigua Mentesa, aunque probablemente hubiera decaído en tiempos musulmanes. Por eso se nos hace más difícil creer que, aun cuando Abd al-Rahman no entrara Pedestales y estatuas romanas en Alhambra. M. Corchado Soriano, “Pasos naturales y antiguos caminos entre Jaén y la Mancha”, Boletín. del Instituto de Estudios Giennenses, XXXVIII, pp. 18-19. 51 Crónica del Moro Rasis. 113. L. Molina, Una descripción anónima... p. 18. J. Vallvé, La división territorial… p. 133. 52 Como advierte Vallvé (La división… p. 132), la identificación de Alhambra con Laminio por García Bellido viene de su creencia de que el nombre de aquella pudiera proceder de un Al-Laminium, cuando lo cierto es que procede del árabe y se debe al color del cerro en que se asienta. Pero aunque este argumento no nos sirva, sí parece probable que Alhambra, donde hay importantes hallazgos de la época y canteras de piedra de afilar como la que se dice existían en aquélla, sea la antigua Laminio (situada a siete millas del lugar en que nace el Guadiana por el Itinerario de Antonino). Tal piensa, por lo menos, L. A. Domingo Puertas, “En torno al problema de la localización de Laminium: algunas aportaciones”, y “La ciudad iberorromana de Laminium: evolución y municipalización”, en Hispania Antiqua, XXIV (2000) y XXV (2001). Y a estos argumentos se podría añadir la pugna excepcional entre los santiaguistas y Ximénez de Rada por la iglesia de Alhambra y por la de Montiel, que bien pudieran ser centros de culto antes de la conquista (lo que no significa que fueran obispados, pero sí que pudieron heredar las funciones de primitivas diócesis). Pero a nuestro entender tampoco es imposible que Laminio –o alguna de las villae o vici posteriores que hubieran heredado su función edilicia durante el Bajo Imperio– estuviera en cualquier otro lugar del Campo de Montiel (la única inscripción en la que consta el nombre “Laminitani Loco” se situaba en Fuenllana, y al parecer “se trujo de unos villares que están donde dicen el puerto de Valhermoso... a tres leguas... hará cuarenta años”, aproximadamente, 1535), incluida la Ossa de Montiel o la ciudad de Lagos, como ya apuntó Schulten, y más recientemente, con pequeñas variantes, Arias y Saavedra (J. M. Roldán, Itineraria Hispana, Valladolid-Granada, 1973, p. 245). 53 J. Vallvé Bermejo, “Toponimia de España y Portugal, II”, pp. 58 y 61. F. Corriente, Diccionario de arabismos y voces afines en iberoromance, Madrid, 2003, p. 253. F. Franco Sánchez, Vías y defensas andalusíes en la Mancha Oriental, Alicante, 1995, pp. 61-62. 50
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exactamente por el valle del río Guadalmena, la crónica no diga, por lo menos, que atraviesa el iqlim o nahiya de Alcaraz, como sería lógico si esta población fuera la dominante en dicho territorio, y como el mismo autor hace al pasar por otras o por sus cercanías (por ejemplo, se habla, en esta expedición, y un poco más al Norte, del Qabdhaq de Rimiyya, que parece heredera de la antigua Laminio, y en la de 935 del distrito o del Campo de Al-Luŷŷ, donde está Qasr Atiyya, o Alcázar de San Juan54). Por tanto, hay que pensar que, en caso de existir antes del Califato, Alcaraz no sería capital de distrito, ni siquiera un gran nudo de comunicaciones, lo cual no significa que no hubiera una vía romana o prerromana, acaso destruida o poco transitada todavía en los primeros siglos del Islam español, por el valle del río Guadalmena. No parece imposible que Alcaraz fuera una ciudadela55 de las que se erigieron en tiempos califales –o quizá algo después, según Azuar56– para la protección de los caminos y pacificación de las zonas rebeldes, donde los montañeses derrotados suelen ser asentados en las zonas más llanas, protegidas a veces por una fortaleza. Ciudadelas que suelen responder a la preocupación del poder cordobés o los reyes de Taifas por la seguridad en zonas marginales, y que tienen espacios interiores de tamaño mediano, a menudo muy bien delimitados por lienzos de muralla, y uno o dos arrabales, como los que veremos en la misma Alcaraz de época cristiana. Pero ni tan siquiera se puede asegurar que la muralla que rodea la villa medieval, abierta al exterior por puertas con los nombres de Granada, Montiel y Morcil o Morçí (que evidentemente es la “Puerta de Murcia”), se remonte al dominio musulmán (por lo menos en parte se debe a los ensanches de época cristiana como ocurre sin duda con los tramos donde se abren las puertas “de Las Torres”, la “Puerta Nueva Vieja” y otra “Puerta Nueva”). Es de pensar que al menos una parte de ella sea de tiempo islámico, como lo es sin duda el “alcázar” ruinoso, destruido con licencia de los Reyes Católicos, aunque en parte ocupado todavía a principios del siglo XVI; pero aunque Torres Balbás date la construcción de esta fortaleza en tiempos califales no parece que exista en sus escasos restos cerámica anterior al siglo XII-XIII57, lo que curiosamente coincide con los datos de las fuentes escritas, como podremos ver. La carencia de restos arqueológicos, y más en una zona que ha sido reocupada y arrasada con posterioridad en varias ocasiones, no permite negar radicalmente que existiera Alcaraz en tiempos califales, pero sí es un indicio muy a tener en cuenta. Hasta cabe pensar que, de haberse poblado, fracasara el intento, y el Alcaraz Omeya se hubiera trasladado a algún lugar más llano en los alrededores, donde pudiera estar otros doscientos años. Pero lo cierto y fijo es que no hay argumentos que Alcaraz y los restos de su alcázar en un grabado antiguo, del siglo XVII. Ibn Hayyan, Crónica del califa... pp. 271 y 439. A. Bazzana, Maissons d`Al-Andalus, Habitat medieval et structures de peuplement dans L´Espagne Orientale, Madrid, 1992, pp. 288-305. 56 R. Azuar, “Fortificaciones de taifas en el Sharq al-Andalus”, pp. 128 y 135. R. Azuar. “Campesinos fortificados frente a los conquistadores feudales”, en Mil anos de fortificaçoes na Peninsula Ibérica e no Magreb, Lisboa, 2002, pp.229-238, esp. 231. 57 E. Ramírez Segura y J. F. Ibáñez Sánchez, “Cerámica islámica de la provincia de Albacete”, en I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, Vol. V, 1988, p. 75. 54 55
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avalen esta hipótesis, más allá de la escueta afirmación de L. Torres Balbás y el título de hisn, que se suele aplicar a los viejos castillos de altura de la fitna, aunque la permanencia en el lenguaje de este antiguo vocablo permita que también sea de aplicación a cualquier fortaleza posterior, sobre todo si es cabeza de frontera, como ocurre en el caso de Alcaraz. Durante el siglo XI seguimos sin tener noticias de Alcaraz. Solamente las hay sobre una batalla que se dio en el río Guadalmena –Wadimena– cuando el joven monarca de Sevilla, Al-Mu’tamid Ibn Abbad, recién llegado al trono, venía de Jaén en dirección a Murcia, cercada a la sazón por fuerzas toledanas de Al-Mamún Ibn D-i-l Nun: “…al tiempo que estaba dándose la batalla llegó el rey Aben Abad con escogida caballeria que traía desde Gien, y al amanecer estaba sobre Segura, y al llegar a la orilla de Wadimena no pudo su caballería vadear el río, que venía muy crecido, y allí estuvo detenido todo el día, no creyendo que hacía tanta falta su gente, cuando vio llegar a la otra orilla las fugitivas reliquias de su gente, que venían huyendo de los vencedores […] y era tanto el temor de la muerte que traían que muchos se arrojaron a pasar el río y fueron arrebatados de la corriente…” 58.
La Puerta de Segura, y el río Guadalimar, todavía atascado en parte de aluviones tras las inundaciones del año 2007.
No se indica el lugar en el que se produce la batalla, que puede situarse en cualquier punto del curso de este río, o del Guadalimar, que con cierta frecuencia se confunde con él y que también está en el camino a Murcia59. Ni tampoco se dice nada sobre Alcaraz, lo que pudiera ser muy significativo, cuando sí poseemos bastantes referencias a otras poblaciones de la Mancha y la Sierra albacetense. Y esto, unido a lo dicho anteriormente, da mucho que pensar sobre su inexistencia o insignificancia durante el Califato y las primeras Taifas. Solamente podremos afirmar con certeza que existe cuando en el siglo XII los cristianos ya están luchando por los pasos de La Mancha a las tierras de Córdoba y Jaén, e intentando fundar –o refundar– castillos que defiendan los puertos. J. A. Conde, Historia de la dominación... p. 166. R. Dozy, en su Historia de los Musulmanes de España, T. IV, p. 140, habla de este episodio y lo sitúa a orillas del Guadiana Menor, pero parece lógico que sea el Guadalmena, conocido, además, por sus fuertes crecidas. No es de creer que Conde confundiera el nombre Wad al-Mena con el del Wadi Yana o Guadiana Menor (E. Terés, Materiales... p. 455), que ni siquiera está, por otra parte, entre Segura y Murcia. Como mucho, pudiera confundirse, como es más frecuente, con el Guadalimar, que se une con él, que sí esta en el trayecto, y que pudo cruzar en la zona de Siles o en La Puerta. Aunque el caudal de éste es bastante inferior, inundaciones como las de 2007 son una buena muestra del que puede alcanzar de forma ocasional.
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ALCARAZ Y SU ENTORNO EN EL SIGLO ANTERIOR A SU CONQUISTA
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La toma de Toledo, en 1085, dejará a merced de Alfonso VI las tierras de La Mancha. En el año siguiente, los cristianos ocupan hasta “ochenta ciudades con mezquita aljama, sin contar los pueblos y las aldeas florecientes” que habían pertenecido a los dominios de los Banu Dil-Nun, “desde Guadalajara a Talavera y Fafhs al-Luŷŷ, y todos los distritos de Santa María (de Albarracín)” 60. Alafuns ben Ferdland –Alfonso el de Fernando– que se titula ya “Emperador de las Dos Religiones”61, actúa como árbitro entre los reyezuelos de las distintas taifas y llega a prometer a sus embajadores que toda la Península será pacificada en breve plazo, y que no gozará de cuartel o refugio “salvo aquél que yo ponga bajo mi égida y prodigue mis cuidados”. Ibn Abbad de Sevilla, que había aprovechado el cerco de Toledo para ocupar las tierras de Úbeda y Baeza, intentará evitar la expansión castellana por La Mancha y las sierras aledañas, ofreciéndole parias y pidiendo que no prosiga con su avance, pero recibirá como respuesta que todo el territorio del reino de Toledo pertenece a Castilla, puesto que antes era del depuesto Al-Qadir, nuevo rey de Valencia y su vasallo. Y mientras Álvar Fáñez entroniza en Valencia al sumiso Al-Qadir y García Jiménez arrasa las comarcas de Murcia y Almería desde la inexpugnable fortaleza de Aledo, quinientos caballeros mercenarios cristianos llegan hasta Sevilla y Medina Sidonia ofreciendo su “ayuda” militar, y al no ser aceptados por el emir Al-Mu’tamid regresan a Castilla destrozando a su paso las fronteras del reino y llevando cautivos a niños y mujeres62.
Alfonso VI. Tumbo de la Catedral de Santiago.
Ibn al-Kardabus, Historia de Al-Andalus (Kitab al-Iiktifa’). Ed. Y notas de Felipe Maíllo Salgado, 2ª Ed. Madrid, 1993, p. 108. Otras fuentes islámicas no hablan del Fahs al-Luŷŷ, pero sí de Madrid, Guadalajara, Maqueda y otros puntos en la zona del Tajo, que tomó Alafuns ben Ferdland (Alfonso el de Fernando) y de talas y daños que hicieron los cristianos en la frontera del reino de Toledo, a pesar de su alianza con Al-Mu’tamid, y despues se refiere a que los castellanos dominaban Uclés, Huete, Cuenca, Consuegra y otras plazas, que recuperarán los sevillanos después de la derrota cristiana de Sagrajas en 1086. J. A. Conde, Historia de la dominación… pp. 110, 170 y 189. 61 Ibn al-Kardabus, Historia de Al-Andalus … p. 110, 170-189. 62 J. A. Conde, Historia de la dominación de los árabes en España, Madrid, 1874, p 169-171. 60
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En los años siguientes, la invasión africana, con su demoledora victoria de Sagrajas en 1086, y la guerra encendida entre los almorávides y el voluble Ibn Abbad, así como las grandes cabalgadas de Álvar Fáñez y El Cid sobre Murcia y Valencia y las contraofensivas africanas contra Consuegra, Uclés y otras posiciones cristianas avanzadas, tuvieron que traer muchas agitaciones a los pueblos situados cerca de las calzadas que cruzaban los pasos de la sierra. Desde luego, creemos muy probable que en 1091, tras haber fracasado en su campaña por tierras granadinas, y haberse distanciado otra vez de su rey, el Cid, que regresó “por un difícil camino”, lo hiciera por la vía de Alcaraz a Chinchilla o por la todavía más difícil y antigua de Siles y Cotillas a Riópar y Peñas de San Pedro; pero no se menciona todavía ninguno de estos puntos, ni siquiera se habla de Albacete, acaso despoblada aún en esas fechas. Tampoco encontraremos ninguna referencia en las dos ofensivas almorávides de 1097 y 1099 contra las posiciones castellanas de Toledo y el Tajo, ni en el paso del rey Alfonso VI a defender Valencia tras la muerte del Cid en 1099, ni en las numerosas cabalgadas de comienzos de la nueva centuria. Solamente sabemos que hacia 1103-1104, el emir Ibn A’iša, hijo de Ibn Tasufin, derrota a los cristianos de la zona de Cuenca en un Fahs al-Luŷŷaŷ, que pudiera situarse no lejos de Albacete; llegando hasta este punto por Balat al-Arus, que bien pudiera ser el actual Ballestero, aunque esto no es sino una conjetura. Poco tiempo después tuvieron que pasar casi forzosamente por la misma calzada de Alcaraz a Chinchilla las fuerzas que Tamim traía de Granada y que es de suponer se reunirían en los alrededores de Albacete con las que, procedentes de Murcia y Valencia, marchaban sobre Uclés, donde en 1108 aplastarían al infante don Sancho, hijo de Alfonso VI y de “la mora Zaida” y heredero del reino63. Pero tampoco ahora se menciona Alcaraz, lo que acaso es indicio de la poca importancia de esta ruta con respecto de los puertos principales de paso, que serían los del río Dañador y Calatrava, población esta última que parece haber sido cabecera de un reino independiente al fin del Califato, disputado más tarde por los reyes de Toledo y Sevilla64, y que a pesar de estar en un paraje insano era el más transitado para ir desde Toledo a Córdoba. Puede que no existiera todavía el castillo que veremos muy pronto en Alcaraz, y que fuera fundado con posterioridad para guardar el paso oriental de la sierra, que Ibn Abi Zar, Rawd al-Kirtas, Trad. y notas de A. Huici Miranda, Valencia 1964, p. 313 p. 310-311. J. E. Slaugther, “De nuevo sobre la batalla de Uclés”, AEM, 11 (1981), pp. 571-589. Tratamos de estos temas en A. Pretel Marín, Del Albacete islámico: notas y conjeturas, IEA, Albacete, 2007. 64 F. Ruiz Gómez, “Las Órdenes Militares y la Reconquista española del siglo XII: la orden de Calatrava”, en Alarcos, 95, Toledo 1995, p. 122. 63
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además, serviría para enlazar La Mancha y el norte de Jaén con los reinos de Murcia y Valencia. Porque lo que sin duda existía ya entonces es el viejo camino; mejor dicho, caminos, pues si no en Alcaraz, sí en sus alrededores, se unían un ramal del de Venta Quemada a Albaladejo, Villanueva, Balazote y Chinchilla, y el de Puente de Génave, Turruchel, Alcaraz, Balazote y Chinchilla. Una vía esta última probablemente usada por los cartagineses, cuanto más por los moros y cristianos, aunque quizá estuviera algo deteriorada por las grandes crecidas del río Guadalmena, y que enlaza, además, no lejos de Alcaraz, con el que desde Siles venía por Cotillas y Riópar a Elche de La Sierra. Por lo tanto, es posible, incluso muy probable, que en las expediciones de las que hemos hablado, tanto los musulmanes como los castellanos intentaran dejar alguna guarnición en esta zona de importancia estratégica, poblando, o repoblando castillos en los cerros que mejor se prestaran a ser fortificados, como éste de Alcaraz, que pronto encontraremos en las fuentes cristianas e islámicas. Ya entrado el siglo XII, y descartada la que ofrece Zurita65 sobre una improbable estancia en Alcaraz del rey Batallador en fecha poco clara que parece oscilar entre 1123 y su gran cabalgada de los años 1125-1126, podemos encontrar las primeras noticias que nos dan algunas garantías –tampoco demasiadas ni demasiado claras– sobre un asentamiento humano en Alcaraz. Paradójicamente, no hablan, sin embargo, de un pueblo musulmán, sino de un intento de fortificación de una tropa cristiana que se había infiltrado en territorio islámico, lo que, si fuera cierto, haría más difícil todavía pensar en la posible fundación califal de que habla Torres Balbás. En efecto, las fuentes musulmanas manejadas por Conde66 señalan que muy poco después de su derrota cerca de Badajoz, en el 520 de la Hégira (1126), “…volvieron los cristianos a entrar la tierra con poderosa hueste hacia los montes del Caraz, haciendo cruel estrago en pueblos y robos de ganados, que las gentes huían atemorizadas a las fragosidades de las sierras…” Y añaden que, después de consultar con todos los caudillos almorávides, hispanomusulmanes y cenetes, que mostraron deseos de luchar en la que reputaban como una jornada peligrosa, pero por eso mismo decisiva y gloriosa, el emir Tasufín partió de Córdoba y “salió con sus huestes conducidas de sus caudillos y avisadas de los adalides y espías, y fueron a buscar a los enemigos. Trataban éstos de fortificarse en Gebel el Cazar (el Monte del Alcázar), y subiendo la caballería de los muslimes con mucho trabajo a lo alto, trabaron sangrienta batalla con los cristianos, que no pudieron mantenerse mucho tiempo en sus ordenanzas y principiaron a huir por aquellas ásperas cuestas, y cayendo precipitados por las peñas, los muslimes siguieron el alcance; pero la fragosidad de la tierra estorbó el hacer en ellos mayor matanza. Abandonaron los cristianos sus bagajes, tiendas, presas de ganados y cautivos, y se rompieron las cadenas de millares de muslimes que estaban ensartados de cincuenta en cincuenta. De resultas de esta insigne victoria recobró Taxfin treinta castillos de los buenos de España y escribió a su padre esta venturosa expedición”. Jerónimo Zurita (Anales de Aragón, I. XLVII) habla una estancia del rey Batallador en una expedición, que se fecha en 1123, contra el reino de Murcia y Almería, cuando “mandó el emperador asentar su real sobre Alcaraz al pie de una montaña y allí se afirma que tuvo la fiesta de la Navidad, aunque el año es diferente deste tiempo”. Después dice que fue al reino de Granada y puso cerco a Córdoba, y a continuación habla de otra campaña por tierras de Valencia en el año 1125. Todo esto parece ser una confusión entre varios sucesos, y muy probablemente con su gran aventura de 1125-1126, que pasó por Alcira, Denia, Murcia, Guadix, Granada, Luque, Baena, Écija, Cabra, Córdoba y Salobreña –y no por Alcaraz– desde donde volvió al reino de Aragón con todos los mozárabes que pudo conseguir, con los que repobló la ribera del Ebro. Las fuentes musulmanas señalan que en la misma expedición don Alfonso atacó la vega de Granada y desde allí volvió por Alburagilat, Lagón y Guadiaxi, donde encontró a las tropas que dejó previamente en una fortaleza, y desde allí siguió hacia Levante, retomando la ruta por la que había venido por las tierras murcianas. No nos atreveríamos a descartar del todo alguna relación entre esta noticia y la que dan otras fuentes islámicas (J. A. Conde, Historia… p. 210-211) sobre una expedición del emir Tasufín contra unos cristianos que había en El Caraz, que esta vez sí creemos se refiere a Alcaraz; pero parece estar fuera de toda duda que se trata de dos hechos distintos, y que el mencionado por Zurita puede ser un error, o hablar, en todo caso, de algún otro Alcaraz, cercano a Guadix, como ha señalado, Torres Fontes, aunque Dozy creía que se trata más bien de Alcázar de San Juan (Ver J. Torres Fontes, “Alcaraz y la cantiga CLXXVIII”, en Alcanate, III, 2002-2003, p. 268). Aunque acaso pudiera plantearse la posibilidad de que Alburagilat, Lagón y Guadiaxi estuvieran en tierras de Albacete, donde algunos topónimos pudieran parecerse, lo más probable es que se trate de Bérchules (véase AlBarayila, de la cora de Ilbira, en Ibn Hayyan, Crónica del Califa… p. 424), y puede que de Lugros y el cercano Guadix. 66 J. A. Conde, Historia de la dominación... pp. 211-212. 65
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Con esta descripción del campo de batalla, creemos que los montes del Caraz son los de la actual Sierra de Alcaraz, y que Gebel el Cazar puede ser un error –por Gebel el Caraz, “montañas del Caraz o de Alcaraz”– o aludir en concreto al cerro del “alcázar”, que mantiene este nombre todavía en la Baja Edad Media, junto con una parte de la antigua muralla y varias de las torres. Lo que ya no sabemos es si ese asentamiento de cristianos sería un campamento, un antiguo castillo que se reconstruyera, o una fortaleza que estuvieran alzando con mayor intención de permanencia. Tampoco queda claro El cerro del Alcázar (arriba, a la derecha) que esos treinta castillos ocupados desdominando el acceso al Alcaraz moderno. pués de la batalla dependieran entonces de Alcaraz, pero es muy verosímil, a la vista de datos posteriores, que estuvieran sujetos a su jurisdicción. Bien pudiera tratarse del conjunto que el geógrafo Al-Zuhrí llama poco después, hacia mediados de este mismo siglo, “fronteras de Alcaraz” (“tugur al-Kursi”), entendido el vocablo no como un espacio fronterizo y lineal, sino como entramado de castillos, alquerías y aldeas dependientes de una población de rango superior67. En los años siguientes, tras haber reprimido a los mozárabes que apoyaron la entrada aragonesa, y sin duda también algunas castellanas, por más que Alfonso VIII, recién llegado al trono y enfrentado con el Batallador, no tiene todavía la lucha con los moros entre sus prioridades, el poder africano se impone en la frontera. Los problemas internos del joven rey leonés y las hostilidades con los aragoneses habían permitido su recuperación, sobre todo a raíz de la derrota y muerte de Gastón de Bearne y el obispo de Huesca en tierras valencianas hacia 1130, y del Batallador, cuatro años después, tras su desastre en Fraga. Las fuerzas africanas que ocupan Calatrava y Santisteban atacan a Toledo desde 1130, matando a su alcaide Gutierre Almíldez (1131) y a otros de la frontera en el año siguiente, cuando también capturan al alcaide de Mora, Munio Alfonso68; y si bien los cristianos entran por Santisteban y el Guadalimar (1132), los rechaza el emir Tasufin ibn Alí, llegado desde Arjona69, aunque al año siguiente, 1133, vuelven a atravesar el Muradal, llegando Alfonso VII al arrabal de Córdoba (y después hasta Cádiz70). Como se puede ver, son años muy movidos, sobre todo en las rutas que van de Calatrava hasta Despeñaperros y el río Dañador. Por eso extraña más la ausencia de Alcaraz entre los puntos citados en las fuentes, que debe atribuirse a su insignificancia –cosa poco probable– o la seguridad que sus caminos pudieran ofrecer frente a otras opciones, o todo lo contrario: a que hubiera caído en manos castellanas. Pero únicamente el Rawd al-Kirtas nos ofrece una escueta y oscura referencia a la toma por parte del mismo Tasufín Ibn Alí, hacia el año 1135-1136, de cierto Fahs Atiya –que algún autor sitúa Mª J. Viguera Molins, “De las taifas al reino de Granada”, Historia de España de Historia 16, Nº 9, Madrid, 1995, p. 13. M. Sánchez Martínez, en “La Cora de Ilbira (Granada y Almería) en los siglos X y XI, según Al-Udrí (1003-1085)”, en Cuadernos de Historia del Islam, 7, Granada, 1975-76, p. 9, acepta el parecer de H. Mu’nis, para el que la frontera o tagr es sinónimo de “región septentrional y fronteriza gobernada por un jefe militar”. El mismo autor apunta la opinión de Bosch Vilá para quien las provincias o distritos pacíficos se pueden convertir en tugur de forma coyuntural y quedar sometidas al mando militar; pero no nos parece que este sea el caso de este de Alcaraz. 68 M. Recuero Astray, M., Alfonso VII, Emperador. El imperio hispánico del siglo XIII, León, 1979, p. 112. 69 J. Vallvé Bermejo, “La división territorial… p. 137. La cora de Jaén”, p. 62. E. Terés, Materiales… p. 376. 70 Recuero Astray, Alfonso VII, Emperador, p. 210. B. F. Reilly, Reconquista y Repoblación de la Península, Vol. 7 de la Historia de España de El País, dirigida por Lynch, Madrid, 2007, p. 380. 67
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en sus alrededores, aunque sea dudoso a nuestro juicio71– y de otros castillos ocupados por las fuerzas cristianas, entre los que se cita uno llamado Karki, que puede ser –o no– el de nuestro Alcaraz, donde pasó a cuchillo a todos los infieles. A. Huici atribuía este nombre de Karki a una equivocación de Ibn Abi Zar –que, desde luego, no es un experto en Al-Andalus– y sigue la lectura del Nazm al-Djuman, según la cual, más bien pueda ser Escalona, atacada en ese año, a tenor de otras fuentes72. Pero a nuestro entender no sería difícil que, incluso si se trata de un ataque a Escalona, la retirada fuera por la llamada Karki, Castillo de Sabiote (Jaén). que quizá es Caracuel, como otros pensaban, o tal vez Alcaraz, donde vimos cristianos algunos años antes. Es una simple hipótesis sin mayor fundamento que el de esta observación, el de la semejanza toponímica y el de la relativa cercanía a la comarca de Alcázar de San Juan; pero no hay que olvidar que por los mismos años, 1136-1137, hay otra expedición de Tasufin contra las poblaciones de Alarcón, Huete y Cuenca73, donde pasó a cuchillo a todos los vecinos en castigo a haberse rebelado contra los almorávides, y otra de Alfonso VII contra Úbeda y Baeza, Andújar y Sabiote, plaza fundamental para el control de los pasos y rutas orientales que van por Torre Alver y el Guadalimar, que culmina en un cerco fracasado a la plaza de “Coria”, que a saber si no es más bien la de Alcaraz74. Todas estas noticias, que demuestran la pugna por cerrar o mantener abiertas las rutas orientales entre Cuenca y Jaén, hacen más verosímil –aunque estamos muy lejos de poder afirmarlo– que Karki sea Alcaraz, fortaleza estratégica y cabeza en los años siguientes de las denominadas fronteras de al-Kursi, como podremos ver. Años en que, además, los almorávides responden con ataques a Toledo y Oreja desde Murcia y Valencia75, y asientan en la Mancha de Albacete contingentes de tropas lamtuníes traídas de Marruecos por el emir Tasufin76. Presencia que quizá pudo influir, en parte, en que las sucesivas cabalgadas cristianas de los años siguientes, 1143-1144 se dirijan más bien contra Sevilla y Córdoba Granada y Almería, a través de los pasos principales –Santisteban y el río Dañador– aunque J. A. Conde, Historia de la dominación... p. 217. Ibn Abi Zar, Rawd al-Kirtas, p. 321. En sus notas a éste, Huici dice que Conde sitúa este lugar en la sierra de Alcaraz de forma caprichosa a su entender, cuando Yaqut lo pone más razonablemente en tierras del Algarve. La verdad es que Conde no dice dónde está, pero con ese nombre nos parece posible que estuviera en la zona de Alcázar de San Juan, donde está Qasr Atiyya, o más difícilmente, en la Madinat-Illa de la Medinatea o Minateda en que estuvo la Iyyuhh del pacto de Tudmir. 72 Ibn Abi Zar, Rawd al-Kirtas, p. 321-322. Fuentes que al parecer indican igualmente que a su regreso a Córdoba con las campanas y el botín conseguido en esta expedición se hizo una gran fiesta. No parece imposible conciliar ambas fuentes: la expedición bien pudo ser contra Escalona, y regresar después por Caracuel o por Alcaraz. De todas formas, Huici reconoce en su nota 33 que estas informaciones están enmarañadas con las que se refieren a la toma de Achkuniya –¿Arjonilla?– que supone quizá pueda ser la Escalona a que antes se refiere, de donde se llevó hasta 6.000 cautivos. 73 J. A. Conde, Historia de la dominación... p. 217. Ibn Abi Zar, Rawd al-Kirtas, p. 322. 74 M. Ruiz Calvente, “El castillo palacio de la villa de Sabiote (Jaén)”, en Castillos de España, 98, Madrid, 1989, pp. 17-30. J. Vallvé Bermejo, “La cora de Jaén…”, p. 78. Para Recuero Astray, Alfonso VIII… p. 164, el ataque a Jaén, Baeza, Úbeda y Andújar, sería dirigido por Rodrigo Fernández de Castro, en el verano de 1138, aunque ya antes hizo otras expediciones. Dice que terminó la expedición con un ataque a Coria, a la que puso sitio sin lograr expugnarla, y en cuya acción murió el conde leonés don Rodrigo Martínez. Pero se nos ocurre si el nombre de esa “Coria” no puede ser acaso una mala lectura del de Karas o Kursi con el que los autores musulmanes aluden a Alcaraz, una plaza bastante más cercana a las tierras de Jaén que se mencionan. Señalemos, no obstante, que la plaza de Coria, no menos estratégica, caerá en manos leonesas pocos años después, en 1142 (Reilly, Reconquista y repoblación… p.381). 75 M. Recuero Astray, Alfonso VII, Emperador…, León 1979, pp. 164-165. 76 J. A. Conde, Historia de la dominación... pp. 202 y 218. 71
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tampoco faltan acciones de concejos como los de Toledo y Segovia, que dan muerte a caudillos almorávides de Córdoba y Sevilla cuando el Emperador regresa de un fonsado por Córdoba y Granada77. El valor estratégico del paso de Alcaraz, aumentará, sin duda, con la rápida ruina del imperio almorávide a raíz de la muerte de Tasufín ibn Alí tras caer Tremecén en manos de Abd al-Mumin en 1145, y la de su heredero, que en el año siguiente será decapitado al perder Marraquesh. Ya antes, desde 1144, habían comenzado en el Algarve y Córdoba revueltas que serían explotadas por Abu Ya’far Ahmad ibn Hud, llamado Al-Mustansir y Sayf al-Dawla ibn Hud –o Zafadola– e hijo de Imad al-Dawla, que fue el último rey de Zaragoza, para hacerse cabeza de un reino andalusí sometido al imperio leonés. Un reino que muy pronto se extiende desde Córdoba a Murcia y Valencia, donde el qa’it Ibn Iyad, lugarteniente suyo, controla las fronteras de la Mancha Oriental, en que los almorávides habían asentado contingentes de guerreros lamtuna, “que hacían gente en tierra de Albacite y se hacían fuertes en sus fortalezas”78, y a las sierras de Jaén, entre las que se incluye también la de Alcaraz. El imperio almorávide va llegando a su fin cuando los almohades, vencedores en África, empiezan a meter tropas en la Península, ocupando el Algarbe y Badajoz desde 1146, y el gobernador Abengania (Ibn Ganiyya), incapaz de evitar los alzamientos de Córdoba, Almería, Murcia, Valencia…, empieza a negociar con los cristianos la entrega de Almodóvar, Calatrava y otras plazas fuertes, como Úbeda, Baeza y Jaén, que quizá prometió el Emperador a Zafadola Ibn Hud en pago de su alianza. Precisamente fue la petición de ayuda de Sayf al-Dawla ibn Hud a su señor cristiano para la sumisión de Úbeda y Baeza, que no le obedecían, y quizá el entusiasmo excesivo con el que los leoneses y Armengol de Urgel responden a su ruego, devastando sus tierras a su paso, la que precipitó la posible ruptura de la alianza con el Emperador. Zafadola, atacado por sus propios aliados, tuvo que responder a la provocación saliendo a defender su frontera manchega, y fue muerto en combate en el campo de Lug o de Al-Luŷŷ, no lejos de Albacete, en febrero de 1146. Ibn Iyad logrará efímeramente establecerse en Murcia y evitar que cayera en poder de Castilla y de su aliado moro, el frontero de Cuenca; pero perecerá en el año siguiente en otro oscuro encuentro con los Banu Chumail, que suele situarse en los Campos de Uclés79, aunque hay otros topónimos bastante parecidos al de esta población, más cercanos a Murcia y Albacete, como podremos ver. A raíz de estos hechos, los cruzados cristianos, que en agosto de 1146 se apoderan fugazmente de Córdoba y saquean la Mezquita, donde roban las lámparas de plata y las bolas o manzanas doradas que había en su alminar80, y a principios de 1147 ocupan Calatrava y la dotan de fuero, reciben de Abengania (Ibn Ganiyya) las ciudades de Úbeda y Baeza, puertas de Andalucía. En agosto ya vemos allí al Emperador con García Ramírez de Navarra, planeando la toma de Almería, que caería también en ese año gracias a la asistencia de barcos genoveses y tropas catalanas de Ramón Berenguer, conde de Barcelona y príncipe de Aragón. La frontera oriental parece más tranquila desde que Ibn Mardanis, el famoso “Rey Lobo”, que será el sucesor de Zafadola como aliado y vasallo del monarca cristiano, se apodera de Valencia y de Murcia (aunque en esta ciudad gobernaba su suegro, Calatrava la Vieja (Ciudad Real). M. Recuero Astray, Alfonso VII… p. 168. J. A. Conde, Historia de la dominación... pp. 202 y 218. 79 M. Recuero Astray, Alfonso VII… pp. 174-175. J. A. Conde, Historia de la dominación… p. 227y 229. 80 M. Nieto Cumplido, Historia de la Iglesia en Córdoba, Vol. II, Córdoba, 1991, p. 37. Recuero Astray, Alfonso VII, Emperador…, p. 224. 77 78
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Ibrahim ibn Hamusq81, que domina igualmente las sierras de Segura y quizá de Alcaraz). Cambios que, junto a algunas rebeliones habidas dentro de la familia del propio Ibn Mardanis82, pudieron afectar a los caminos y a los alrededores de Alcaraz, plaza que por entonces pudo haber alcanzado su consideración de castillo estratégico capaz de controlar el sector oriental de la frontera, aunque hay que advertir que todavía no tenemos noticias, ni siquiera se habla de Alcaraz cuando los almorávides entregan al leonés las ciudades de Úbeda y Baeza, queriendo contentarle o comprarle la paz. Con la ayuda del Lobo, los cristianos lanzan otra campaña contra Jaén y Córdoba en 1150, ponen cerco a Jaén (1151) y –tras una entrevista entre el Emperador e Ibn Mardanis en Lorca– otro asedio a Guadix (1152). Calatrava, entregada a los Templarios asegura el mejor y más cómodo paso, y muy posiblemente también el de Alcaraz a la Loma de Úbeda esté ya practicable a mediados de siglo, cuando el Emperador parece decidido a acabar con Al-Andalus, o al menos a poner bajo la autoridad de su vasallo, el Lobo, a todos los muslimes, pues Córdoba, la antigua capital califal, estaba despoblada después de los saqueos y las revoluciones83. Pero los almohades, que dominan Sevilla y van sustituyendo a los ya decadentes almorávides, y la muerte del propio Alfonso VII en 1157, harán cambiar las cosas de forma radical: en ese mismo año ya han caído en sus manos Granada, Úbeda y Baeza, además de Almería84, y después de la muerte del cristiano, una larga cadena de alzamientos y traiciones por parte de sus propios parientes y jefes militares llevará a Ibn Mardanis a replegarse y entregar a Castilla fortalezas de gran interés estratégico. Seguramente, entre ellas se encontrara Alcaraz, que ya por esas fechas debía de existir, aunque desconocemos desde cuándo y si estaba poblada por cristianos, como entonces ocurre en otros puntos bajo soberanía nominal del rey Lobo. Solamente sabemos que el geógrafo Al-Zuhrí, hablando del Segura y de sus afluentes, aunque confunda el Mundo con el Guadalimar y el Guadalmena, señala que “después de Halq al-Ayyl –la “Garganta del Ciervo”, el sitio en que Ibn Hamusq quiso hacer un pantano emulando el famoso de Ma’rib, en El Yemen– el río desciende hacia la Torre del Qadi (Burch al-Qadi), conocida también por Burch al-Aybir. En este punto tiene lugar la confluencia de sus aguas con las del Wadi-Armana, cuyas aguas fluyen por debajo de los castillos fronterizos de Al-Kursi (tugur al-Kursi). Las aguas de estos ríos dan como resultado el río Al-Ahmar, y a su vez todos ellos desembocan en el Tandabir (Segura), cuya corriente va hacia Murcia”85. Un nombre el de Al-Kursi que Terés86 y Vallvé87 han identificado con el de Alcaraz, como por otra parte es obvio a nuestro juicio, pues se habla del río Guadalmena y de su confluencia con otro que, sin duda, es el Guadalimar, aunque yerre al decir que éste da en el Segura. Desde luego, creemos que, aunque exista confusión en los ríos, se habla de Alcaraz –o de su territorio, porque aún cabe dudar que se aludiera a la actual población– y de una frontera que es de suponer adscrita a su castillo, que sabemos existe pocos años después, cuando lo recupera el califa almohade. Sin ser una medina –nunca tuvo tal título, quizá por lo reciente de su repoblación– parece que Alcaraz era considerada en época almohade población estratégica importante para el control del paso entre las sierras de Jaén y Segura, la llanura manchega y las tierras de Murcia, y cabeza de un tagr, distrito fronterizo en el que es de pensar se integraran no sólo las aldeas y castillos de la cuenca del Río Guadalmena (posiblemente todas las del futuro término y todas las que luego vendrían integrar el Campo de Montiel), sino también buen número de cortijos y torres situadas en las más imporDocumentos cristianos hablan de Ibn Mardanis como rey de Valencia, que acude “cum Rege Murçie Abenfamusco” a encontrarse en Zurita con el Emperador, en febrero de 1149. M. Recuero Astray, Alfonso VII… p. 183. 82 A. Carmona González, “El noroeste murciano en época árabe”, en Miscelánea Medieval Murciana, XXI-XXII (19971998), pp. 68- 69. 83 Nieto Cumplido, Historia de la Iglesia en Córdoba, Vol. II, Córdoba, 1991, p. 37. 84 Ibn Abi Zar, Rawd al-Kirtas, p. 386. 85 E. Molina López, “La Cora de Tudmir...”, p. 36. Nos recuerda este autor que en término de Yeste y cerca del actual pantano de Fuensanta existe todavía la aldea de Tendebar, que sin duda se debe al nombre primitivo del Segura: el Thader o Tandaber, de que ya hablaba Plinio. 86 E. Terés, Materiales para el estudio de la toponimia hispanoárabe. Nómina fluvial, Madrid, 1986, p. 375. 87 J. Vallvé, La división territorial… p 132. 81
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tantes alquerías agrícolas y a lo largo de todos los caminos. Atalayas y torres que pueden proceder de diferentes épocas, incluida la romana, y que sirven también al control de la vía, enlazadas visualmente entre sí, y a no mucha distancia, dependiendo del grado de visibilidad que existiera entre ellas. Refiriéndonos sólo al tramo de setenta u ochenta kilómetros que va de Balazote a Turruchel pasando por el nudo de Cortes y Alcaraz, podemos encontrar la torre de Albarruiz y la denominada Hoya de Las Alborgas –nombres que, a nuestro juicio, proceden de Al-Burŷ o Al-Buruŷ, significando “torres”88, con frecuencia preislámicas– y después las de Cortes, la Atalaya, Gorgojí y Turruchel (que parece venir de una Turricella, en latín decadente89); y en su alternativa por Terrinches encontramos la torre de esta localidad y las de Villanueva y los Baños del Cristo, Burgelista, Viveros y Pinilla. De Este a Oeste, cortando en perpendicular de Villanueva y Turra –sin La torre de Albarruiz, en el río del Jardín. duda un torreón– hacia el nudo de Cortes, veremos Povedilla, donde sabemos hubo un pequeño castillo de antigüedad ignorada, la Casa de La Torre, Torreblanca y las antes mencionadas de la Atalaya y Cortes, prosiguiendo después hacia las sierras de Riópar y Bogarra y el castillo de Peñas de San Pedro (con la denominada Haza Borriqueros Toromocho y Burrueco, que también nos recuerdan las torres o Buruŷ) y las sierras del Mundo (con la Torre de Haches en Bogarra y las del Escudero, Torre Pedro Torre del Escudero en El Llano Torre de Haches (Bogarra). y la Huerta, cerca de Molinide la Torre. cos). La lucha por los pasos entre los almohades, el reino de Castilla y sus aliados moros, el Lobo e Ibn Hamusq, se reanuda sin tregua en los años sesenta en tierras de La Mancha y en las sierras vecinas. Ibn Hamusq, con apoyo del “Calvo”, Álvar Rodríguez, nieto del Campeador, había conseguido llegar hasta Granada, pero fue expulsado por los hijos del califa africano en 116290 y perdió casi todas sus tierras andaluzas. Contingentes de árabes procedentes de Túnez y de Tripolitania, vencidos y enrolados por el califa almohade, que en este mismo año se apodera de Andújar y Baeza, comienzan a partir La torre de Albarruiz o de Alvar Ruiz, nos ofrece más dudas, porque en un documento aparece su nombre como “de Alonso Ruiz” (A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, “Villanueva de la Fuente…” Doc. VIII, p. 140). Sin embargo, tampoco tenemos garantía de que el nombre actual –más “medieval”, por cierto– sea el equivocado, y más cuando sabemos que existe otro “Albarruiz” en la misma provincia cerca del río Júcar, y un “Barruiz” situado en el viejo camino entre Villarrobledo y Tomelloso. En toda la comarca, de La Herrera y Balazote al Sur, abundan, además, los topónimos comenzados por Borg, como el de los cuartos de Borja y Alborga, o la hoya de Las Alborgas cerca de Villaverde y Villargordo; e incluso algunos Purg, que creemos de la misma procedencia. Según J. Vallvé (La división… p. 238-241), “la voz al-Burŷ, ‘torre’, puede significar una casa de campo fortificada que sirviera de defensa o atalaya en la campiña; presupone muchas veces la existencia de un ‘turrus’ (turris) de la época de la conquista árabe…” 89 J. Vallvé, La división… pp. 240. 90 Ibn Abi Zar, Rawd al-Kirtas, p. 391. Dice que en esta toma murió El Calvo (al-Akra). 88
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de 1165 a atacar las fronteras del Lobo y de su suegro en la Hoya de Baza, Segura, Caravaca, y hasta en la misma Murcia, donde es derrotado Ibn Mardanís91. En tanto, los cristianos ocupan posiciones en las tierras manchegas, desde Uclés a los futuros campos de Criptana y Calatrava: en el mismo 1162 la orden de San Juan recibirá Tirez, Villajos y Criptana, que dará en encomienda al mozárabe Miguel Assarafí para que éste construya un buen castillo92, y la recién fundada orden de Calatrava fortifica la plaza de este nombre, abandonada antes por los freires del Temple al ver que se acercaba el emir almohade, recibiendo además en 1168 las Minas de Chillón –o de Almadén– a medias con el conde Nuño Pérez de Lara, así como los diezmos del enclave santiaguista de Uclés, que luego venderá a la orden jacobea93. Y sabemos que al menos Alcaraz se encontraba hacia 1169, y como consecuencia de una decisión más o menos forzada del rey Lobo de Murcia, en poder de soldados castellanos, que la habían convertido en plaza fuerte capaz de controlar el camino oriental de Andalucía. Nada tiene de extraño que el rey Lobo, viéndose acometido por los gobernadores almohades y por sus auxiliares, y quizá barruntando la traición que empezaba a hacer mella entre sus oficiales y parientes, decidiera otorgar a los cristianos el derecho a asentarse en Huete y Almoguera, donde incluso comienza una repoblación, y entregar a su aliado castellano los castillos de Vilches y Alcaraz, que controlan la ruta principal de Córdoba a La Mancha –puerto del Muradal– y las más orientales de los ríos Montizón-Guadalén y Guadalmena. Y tampoco sería demasiado improbable que fuera justamente esta entrega a Castilla de plazas que Ibn Hamusq pensaría eran parte del “reino” o señorío propio que él se había labrado en Segura y las sierras del norte de Jaén, una de las razones de la traición de éste, que entró en negociaciones con Abu Yaqub Yusuf y se pasó a su bando. También pudieron darse otros motivos de orden personal, como el posible insulto y repudio de su hija, y sin duda ninguna la intuición de que el triunfo del califa almohade era ya inevitable, por lo que convenía buscar su protección. El hecho es que a mediados de 1172 Ibn Hamusq en persona se unió a la expedición que Abu Yaqub Yusuf dirigió contra Huete, y contra el propio Alfonso, que cercaba ya Cuenca, y condujo las huestes africanas por la ruta de Vilches a Alcaraz. Ibn Sahib as-Sala, que acompaña al Califa y a Ibn Hamusq en esta expedición, señala que a finales de junio de este año, tras haber ocupado el castillo de Vilches, salieron desde allí hacia Hisn Al-Karas, “para limpiarlo de la infidelidad, porque Ibn Mardanis lo había dado a cristianos”. Aquí –dice el cronista– encontraron “un castillo elevado, sobre un valle de grandes provechos y muchas aguas para regar sus campos, Alcaraz, entre el valle del río de su nombre porque se desliza alrededor de él el río llay el del Guadalmena. A. Huici Miranda, Historia política del Imperio Almohade, Tetuán, 1956, pp. 190-193. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, p. 280. 93 Antigua capital de Fath b. Musa. b. Di’l Nun, Uclés fue ocupada en 1085, tras la caída de Toledo. Se perdió en 1108, pero fue entregada a Sancho III por el rey Lobo en 1157, cumpliendo los acuerdos hechos con Alfonso VII poco antes de su muerte. En 1163 fue entregada a la orden de San Juan, pero en 1174 la entregó Alfonso VIII a la orden jacobea, que hizo consagrar al Apóstol la iglesia del castillo por el propio arzobispo de Santiago, y convirtió la villa en su gran encomienda de cara a la frontera. Los diezmos, concedidos en este mismo año a la de Calatrava –quizá para forzar la convivencia de ambas– serían entregados por ésta a Santiago en 1184, a cambio de la villa de Alcubilla, cerca de San Esteban de Gormaz. M. Rivera Garretas, La encomienda, el priorato y la villa de Uclés en la Edad Media. Formación de un señorío de la Orden de Santiago, Madrid-Barcelona, 1985, pp. 35-38. C. de Ayala Martínez, Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media, Madrid, 2003, pp. 120 y sigs. 91 92
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mado Wadi al-Ahmar94”, al pie del cual mandaron acampar a su ejército el día 30 de junio. Los cristianos pidieron rendirse aquella tarde, lo que les fue aceptado, y salieron de allí pocas horas después. La entrega sin combate permitió que el califa partiera al día siguiente, por la antigua calzada que iba por Al-Gudur (creemos que las lagunas que entonces ocupaban todo el valle del río del Jardín, incluyendo también las que van del Arquillo y Villargordo a los denominados “Ojos de Villaverde”), y de allí a Balazote, Albacete y el Júcar, desde donde siguieron en dirección a Huete. El que parece ser segundo asentamiento Un fondo de laguna desecada cerca de Villaverde. cristiano en Alcaraz concluye, por lo tanto, con otra ocupación, esta vez acordada, por las fuerzas islámicas, y presumiblemente con una integración en la gobernación –o reino casi autónomo– que Ibn Hamusq mantenía en las sierras del Norte de Jaén bajo la protección de Abu Yaqub Yusuf. Desde luego, parece que seguiría estando en la cora de Jaén, y no en la de Tudmir, ahora encabezada por la ciudad de Murcia, cuya frontera norte quedaría confiada al qa’it Abu Utman, sahib at-tagr en Chinchilla y en toda su frontera, que ya tuvo este cargo en época del Lobo y pudo conservarlo tras la muerte de éste y el acto de obediencia de todos sus vasallos –incluidos sus La ciudad de Chinchilla, cabeza del sistema defensivo de hijos– al califa almohade. La Mancha almohade. En los años siguientes, gran parte de La Mancha habría de quedar en manos almohades, aunque los castellanos resisten todavía en la lejana fortaleza de Dueñas, o de Dios, prácticamente aislada en terreno enemigo, y en Uclés, convertido en cabeza de la orden de Santiago, a la que el Papa otorga en 1175 el derecho a fundar y poseer iglesias en las tierras desiertas –en poder de los moros de tiempo inmemorial– que pudiera cobrar de poder del Islam95. Pero la situación empezará a cambiar tras la toma de Cuenca en 1177, con apoyo de Alfonso II de Aragón, que desde allí realiza una gran cabalgada hasta tierras de Lorca. En la siguiente década, tras devastar los campos de Requena y Utiel, los cristianos conquistan Alarcón (1184), Paracuellos e Iniesta (1186) y algunos otros puntos hasta la confluencia del Júcar y el Cabriel; pero los almohades responden reforzando Jorquera, Ves, Alcalá y las cuevas en el valle del Júcar, y también del Guadiana –frente a Alarcos, que intentan convertir los castellanos en la gran plaza fuerte de La Mancha central– por lo que la frontera apenas sufrirá algunas variaciones durante medio siglo, si bien los castellanos realizan incursiones al Axarach –quizá la zona de Jorquera, o quizás el Levante, ya que llegan al mar– y hasta Calasparra, junto al río Segura, en 1190. Son años en que alternan los períodos de lucha sin cuartel con otros de quietud e incluso de intercambios: el fuero de Alarcón –y el de Alcaraz más tarde– prohíbe bajo pena capital vender armas o viandas al enemigo islámico, pero aclara que vianda es pan, queso y demás artículos de boca, “sacaIbn Sahib as-Sala, Campaña de los almohades en España, Versión de Martínez Antuña, Separata de Religión y Cultura, El Escorial, 1935, pp. 14-15. Obviamente, se trata de una confusión –repetida otras veces– con el nombre del río Guadalmena, que es el que de verdad pasa por Alcaraz. Sin embargo, es posible que éste también fuera conocido por el nombre debido al rojo de la tierra que lleva en suspensión (Wadi al-Ahmar, “Río Rojo”). 95 D. W. Lomax, “El arzobispo...” p. 10. M. Rivera Garretas, La encomienda… p. 186. 94
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do ende ganados viuos menudos”96, excepción que permite un intenso comercio y trashumancia de cabras y ovejas. Sabemos que Al-Balawi, secretario de la gobernación almohade de Jaén, habla de que en momentos de tregua fronteriza los pastores cristianos compartían los pastos con los de sus vecinos musulmanes, y en los años del cambio de centuria el obispo de Cuenca establece un impuesto sobre la entrada y venta en su jurisdicción de ganados que vengan o que vayan a la tierra de moros 97, lo que indica a las claras que este trafico existe. Pero sería utópico pensar que estos contactos fueran siempre amistosos, ni que fueran la norma en vez de la excepción. Es Alarcón, fortaleza castellana en el Júcar. significativo que el recién conquistado concejo de Alarcón –donde además se crea un hospital dedicado al rescate de cautivos– no pueda repoblar ni una sola aldea al sur de sus murallas, ni celebrar siquiera en sus proximidades, durante medio siglo, el mercado que el rey le había concedido98, “por miedo de los moros que estaban cerca” (se supone que en Cortes de Pallás, Requena, Ves, Jorquera, Chinchilla y Albacete, en la primera línea, y puede que Las Peñas y Alcaraz en segunda). Y en sentido contrario, un párrafo del fuero de Alarcón, que pudiera datar de estos mismos años, deja un tercio de todas las ovejas y vacas que consigan quitar a los infieles “…los cabalgadores de Alarcón que ganado sagudieren a moros entre estos moiones: Villora, Yniesta, Ruch, Arboleda, Palomares, Ledina, Olmeda de las Piertigas, el Atalaya de M., La Ropda, el Nido del Aguila, Las Losiellas, el Robrediello, el Uillareio Rubio, Bezaiach…”99. Sin embargo, a partir del desastre de Alarcos (1195), que había puesto fin a los asentamientos de las órdenes de Santiago, San Juan y Calatrava –la más perjudicada, pues perdió hasta la villa de su nombre– y dejado la Mancha Occidental en manos almohades, el poder de Castilla retrocede a la línea del Tajo y Montes de Toledo, si bien los castellanos todavía resisten de momento en algunos castillos avanzados, como Chillón y Dueñas. En la Mancha Oriental, las perspectivas no serían mejores: el obispo de Cuenca había concedido a sus canónigos, en enero de ese mismo año, la mitad de los diezmos de Alarcón y la totalidad de las iglesias que existían en su término fuera de las murallas; pero es de creer que no rindieran mucho, ya que muchas aldeas estarían despobladas. Y aunque hay diferenBNE, Mss 17799, Fol. 64 r. J. Roudil, Les fueros d´Alcaraz et d´Alarcon, Klinksiech, París, 1968, p. 567. J. González, El reino de Castilla en la Época de Alfonso VIII, Madrid, 1960, Vol. III, pp. 227-229. Th. F. Glick, Cristianos y musulmanes en la España medieval, Madrid, 1991, p. 137. F. Martínez Fronce, “Vertebración pecuaria por el señorío de Villena”, Congreso de Historia del señorío de Villena, Albacete, 1987, p. 256. Se alude, como paso del ganado, a un lugar que se llama Paracuellos, y que creemos sea el castillo musulmán de Paracuellos de La Vega situado sobre Iniesta y junto a una vereda pecuaria muy usada. El castillo aparece como B.R.Q.L.S en el Uns al-Muhay de Al Idrisi, que viene a situarlo como etapa entre Chinchilla y Cuenca, a veinticinco y treinta millas de cada una de ellas (Al-Idrisí, “Los caminos de Al-Andalus... pp. 92 y 293). 98 J. González, Reinado y diplomas… Doc. 729. A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis: El señorío de Villena en el siglo XIV, IEA, Albacete, 1998, p. 45. 99 J. Roudil, Les fueros… p. 454. Puntos que grosso modo vienen a coincidir –aunque no exactamente, como podremos ver– con el futuro término que tendrá este concejo con posterioridad, aunque muchos de ellos quedarán despoblados después de la conquista, y hasta puede que antes, y serán entregados a distintas órdenes militares o a concejos vecinos, como el de Alcaraz, cuando esta población llegue a ser conquistada. Por ejemplo, veremos al Villarejo Rubio como aldea de Alcaraz, después de una disputa con la Orden de Santiago, que tendrá Bezaiach entre sus posesiones. Años después, y visto que no resulta fácil poblar de nuevo Iniesta, Alfonso X la entrega como aldea al concejo de Cuenca “con todos sus términos yermos e poblados, con montes, con fuentes, con ríos, con pastos, con entradas et con salidas et con todas sus pertenençias, assi como las ovo este lugar sobredicho en el tiempo que ella et las otras villas con que parte eran de moros”. 96 97
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cias en las fuentes, tanto sobre el momento como sobre el alcance de sus expediciones, parece que en abril de 1197 el califa Al-Mansur (Abu Yusuf Yaqub) avanzó desde Córdoba con un enorme ejército, atacó Talavera, Toledo, Madrid, Guadalajara, Cuenca, Huete y Uclés, pasó por Alarcón, “e dend ueno por Alcaraz destruyendo e estragando quanto fallaua fuera de los muros” 100. Un párrafo este último que nos hace dudar si esta población también era cristiana, o si las destrucciones se refieren tan solo a los puntos citados con anterioridad y de Alcaraz se habla solamente como vía de acceso a Andalucía, ya que no es de creer que la aceifa afectara a un pueblo musulmán. Son momentos oscuros, en los que los cristianos se mantienen aún en enclaves aislados e incluso recuperan, como los calatravos hacia 1198, uno tan estratégico como el de Salvatierra, que en los años siguientes dará nombre a la orden101. Por eso no podemos excluir que Alcaraz estuviera en poder de los cristianos en el año anterior, aunque de esto no hay evidencias directas102 y es difícil pensar que la hubieran tomado o mantenido en tales circunstancias. Menos clara, si cabe, y menos de fiar, parece la noticia que nos brinda la crónica de Rades y Andrada sobre una supuesta expedición del maestre santiaguista Suer Rodríguez, que en 1204 “movio guerra contra los moros por las partes cercanas al Campo de Montiel, y corrió la tierra que tenían cerca de Alcaraz; desta entrada dizen hauer ganado Castilsegura y Villanueua […]Por escripturas del archivo de Calatraua paresçe que en este mismo tiempo el maestre y caualleros de aquella orden entraron en tierra de moros por el puerto del Muradal por concierto que tenian hecho con la orden de Santiago, para que los moros, apretados por diuersas partes, fuesen menos poderosos para resistir103”. Noticia que no encuentra respaldo en otras fuentes –aunque las hay que apuntan incluso al nacimiento del infante heredero, don Enrique, en la misma Segura, o bien en Alcaraz, por estas mismas fechas, como podremos ver– y que tiene el aspecto de haber sido inventada con posterioridad, quizá con la intención de demostrar derechos de primer ocupante en esta zona por parte jacobea; aunque quizá responda simplemente a error de alguien que restara los 38 años de la Era de César a la fecha real en que Segura fue entregada a la orden de Santiago (1242). Por ello, por fecharse en un tiempo de tregua, y porque una conquista como la de Segura nunca hubiera pasado tan desapercibida al resto de las fuentes, descartamos el dato. Aun así, hay que decir que la tregua se rompe con gran facilidad y que las cabalgadas siguen atravesando las sierras que separan el norte de la actual provincia de Jaén de las tierras manchegas, que van desertizándose aceleradamente, si no lo estaba ya bastante hasta el momento, provocando la huída y la concentración en los pueblos más altos y mejor defendidos, que ni aun así se libran de frecuentes ataques. En efecto, la muerte del califa en 1199 y la necesidad de su heredero, Abu Abd-Allah Muhammad ibn Yaqub ibn Yusuf, de quedarse en Marruecos, reprimiendo una sublevación, había permitido rehacerse a los cristianos, que contraatacarían en todas las fronteras, intentando ganar los pasos fronPrimera Crónica General de España, p. 682. Prácticamente sigue de forma literal a Ximénez de Rada: “…Rex almohadum dictus Iucef anno secundo obsedit Toletum, deinde Maieritum et Alcalam et Optam et Concham et Uclesium, et deinde per Alcaratium est reversus vastatis omnibus et destructis quae extra murorum ambitum sunt inventa” (Ximénez de Rada, R. De Rebus Hispaniae, Lib. VII, Cap. XXX). Sin embargo, la Crónica Latina de los Reyes de Castilla, Ed. de L. Charlo Brea, Cádiz, 1984, p. 19, dice que regresó por Uclés, Huete y Cuenca, sin citar Alarcón ni Alcaraz, mientras que los Anales Toledanos señalan que el califa vino por Talavera, Maqueda, Uclés, Huete, Cuenca y Alarcón, “e de si fues por la ira de Dios”. De hecho, algunos autores ni siquiera hablan de ella al tratar de esta aceifa. M. Rivera Garretas, La encomienda… p. 103. 101 Véase F. Ruiz Gómez, “Las órdenes militares y la reconquista española del siglo XII: la orden de Calatrava”, en Alarcos, 95, el fiel de la balanza, JCCM, Toledo, 1995, p. 128. 102 Sí, en cambio, una mención, bastante posterior, relativa a las casas, huerto, molino y viña, que un tal Pedro Fernández recibió en el repartimiento de Alcaraz “en la primera conquista” ( D. W. Lomax, “Apostillas a la repoblación de Alcaraz”, Congreso de Historia de Albacete, Vol. II, Albacete, 1984, pp. 21-22). Un dato que quizá pudiera interpretarse como una alusión a un dominio cristiano anterior a 1213 (cosa que no sería en absoluto extraña si pensamos en casos como los de Salvatierra y Dueñas, que cambiaron de manos varias veces, aunque en éste no queda constancia por escrito). 103 F. Rades y Andrada, Crónica de las tres órdenes y Caballerías de Santiago, Calatraua y Alcántara… Toledo, 1572, p. 22. 100
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terizos, como el de San Esteban, donde está Alfonso VIII en 1200104, y quizá el de Alcaraz, aunque no haya noticias sobre esta comarca. La tregua de diez años, que se impone por el agotamiento de moros y cristianos, y que no es por completo respetada, degenera en acciones de clara hostilidad que amenazan romperla en el verano de 1207, cuando el nuevo califa, desde su campamento en Tremecén, envía una orden de movilización a sus autoridades militares de Córdoba, Granada, Almería, Murcia… ¡y Albacete! por raro que pueda parecer105. Puede que en esta plaza se hubiera establecido una base o un puesto militar avanzado, o que Albacete fuera por entonces una plaza importante en el dispositivo de defensa africano, como Julio González ha llegado a pensar, o que la orden aluda en general a los llanos manchegos, o incluso que se trate de algún otro Albacete106, aunque esto parece un poco más difícil. La tregua se mantuvo algunos años más, pero tanto La Mancha albacetense como las serranías de Alcaraz y el Segura siguieron padeciendo los efectos del miedo y la despoblación.
Ruinas de Salvatierra (Ciudad Real).
Al romperse la tregua, en 1210, los cristianos realizan correrías por Andujar, Baeza y Jaén (en 1210 y 1211), pero los almohades, que cruzan el Estrecho a mediados de mayo de 1211, toman las fortalezas de Salvatierra y Dueñas cerrándoles los pasos principales de acceso hacia estas poblaciones y causando un profundo desconcierto entre los castellanos y muy en especial entre los cistercienses y el guerrero arzobispo de Toledo107. La respuesta cristiana será la gran cruzada que convoca en Toledo en 1212 a la caballería de los reinos de España y a bastantes guerreros extranjeros. Y mientras se reúnen, el propio Alfonso VIII, quizá como maniobra de simple distracción, o buscando consuelo por la muerte reciente de su hijo heredero, como ya señalaba el Toledano, va a entrevistarse en Cuenca con el rey de Aragón, Pedro II, y en una cabalgada que toma como base la plaza de Alarcón conquista en M. Corchado, “Toponimia medieval en la región manchega”, en VII Centenario del Infante don Fernando de La Cerda, I. E. Manchegos, 1975”, p75. 105 J. González, El reino de Castilla … p. 981. Citando el Anónimo de Madrid, p. 106. 106 Como hemos podido comprobar, existen “Albacetes” cuando menos en Lorca, La Alpujarra, Sagunto y otros puntos semejantes de Al-Andalus (véase nuestro libro Del Albacete islámico: notas y conjeturas, IEA, Albacete, 2007, pp. 18-28). Pero es de pensar que en este caso se hable del Albacete de La Mancha, o del llano manchego, en general. 107 J. González, El reino de Castilla… p. 986. Citando el Anónimo de Madrid, p. 106. 104
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Garadén y Jorquera: una cueva-castillo y una villa amurallada en el valle del Júcar.
quince días los castillos del Júcar: Alcalá, Garadén, la ribera de Cubas y Jorquera, fortaleza esta última “quod inexpugnabile videbatur”, donde “falló muchos presos que tenían los moros et muchos despoios”, y a la que abasteció de hombres y pertrechos antes de regresar satisfecho a su tierra108 (a este empeño atribuye Ballesteros el pequeño retraso del monarca en llegar a Toledo y ponerse en cabeza de la hueste que habría de obtener el triunfo de Las Navas). Durante aquellos años, y como consecuencia de la inseguridad de las pasadas décadas, gran parte de La Mancha y las sierras anejas era casi un desierto. A excepción de los pueblos dotados de murallas y con cierta entidad (y ni siquiera todos), y de algunas aldeas donde se mantenían pobres comunidades a la sombra de un viejo torreón o un pequeño castillo, cualquier repoblación que más tarde se hiciera debería partir casi de cero, y ello condiciona, incluso hasta hoy, a pesar de los cam-
Alcaraz, torreones y muros del alcázar. “…fuit ad castrum quod dicitur Alarcon et ibidem dimissis uxore et filia, cum paucis militibus et hominibus quarundam villarum et domesticis suis cepit infra XV dies nobile Castrum de Xorquera, quod inexpugnabile uidebatur, et castrum de Alcala et las Cuevas de Garanden, que omnia muniuit armis et hominibus, et sic cum gaudio reuersus est in terram suam». Crónica latina de los Reyes de Castilla, p. 26.
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bios sucedidos a partir de la Baja Edad Media, tanto el poblamiento como su desigual distribución. Una simple ojeada al mapa de Albacete –y hasta del sur de Cuenca– revela las enormes distancias entre pueblos, en contraste evidente con lo que puede verse en provincias vecinas como Murcia y de Valencia, incluso en Toledo, Cuenca o Guadalajara; y eso que los dos tercios de sus ochenta y seis municipios actuales son de tiempos modernos, de manera que apenas ocho o diez –poblados o vacíos– existen cuando llegan los guerreros cristianos. De momento, Alcaraz, como Segura, Dueñas, Calatrava, Montiel, Yeste, Socovos, Chinchilla y otras plazas del norte de las antiguas coras de Jaén y Tudmir, que contaban con buenas fortalezas, pudo beneficiarse de la despoblación de su entorno inmediato, en el que es de pensar que alquerías y castillos de mediano tamaño fueran abandonados, o casi abandonados, ante la cercanía de las huestes cristianas. Al-Himyarí109 nos habla de este hisn al-Karas como de una buena fortaleza de Al-Andalus situada en la cora de Jaén, y sólo al referirse al asedio cristiano habla de sus murallas, que serán atacadas con máquinas de sitio. La Crónica Latina y la del Toledano, que estuvo en su conquista, la describen como un “nobile castrum” o un “castrum famosum”; sin duda por su buena situación estratégica, más que por su tamaño –que tampoco es pequeño– o por su población. Ninguna fuente cita en sus alrededores más villas o alquerías que el castillo de Riópar, lo que no significa que dejara de haberlas; pero aunque en las montañas y valles de la sierra pudiera haber aún población residual, es de creer que el entorno estuviera vacío al comenzar el siglo, y mucho más aún después de la victoria cristiana de Las Navas, que en 1212 fue el principio del fin del Islam en España.
Pendón de las Navas, conservado en Las Huelgas.
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Batalla de las Navas, por Francisco de Paula Van Halen. Palacio del Senado.
J. A. Pacheco Paniagua, “El castillo de Alcaraz…” p. 74.
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LA CONQUISTA CRISTIANA DE 1213. EL CONCEJO Y EL FUERO
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El 16 de julio de 1212, tras tomar Malagón y Calatrava, donde se despidieron en su gran mayoría los cruzados de allende el Pirineo, y ocupar Caracuel, Piedrabuena y Alarcos, que se habían perdido diecisiete años antes, el ejército aliado de los reinos hispánicos, en el que figuraban los obispos de Osma, Palencia, Barcelona y Toledo, los maestres del Temple, Calatrava y Santiago, el prior del Hospital, Gutierre Armíldez, Diego López de Haro y Lope Díaz, Álvar Núñez de Lara y sus hermanos, Suero Téllez, Gonzalo Ruiz Girón, y otros muchos cruzados, obtiene la aplastante victoria de Las Navas. Aunque algunos autores, como García Fitz, piensan que la batalla no fue tan trascendente como la ocupación de villas y castillos en los meses siguientes, creemos que Alfonso VIII fue consciente del éxito y de sus consecuencias, como podremos ver en algún documento posterior. Otra cosa es que el rey pudiera completar o explotar la victoria de inmediato, con el hambre y la peste que empezaba a cundir por la frontera. Tal vez por esta causa ordenó el abandono de Baños, Ferral, Vilches, Tolosa, Baeza y otras plazas, que encontró despobladas por el miedo, la hambruna y las enfermedades, y aceleró el asedio que había puesto a Úbeda, donde pasó a cuchillo a millares de moros de toda la comarca refugiados allí, llevándose otros muchos, y dejó la ciudad prácticamente en ruinas110, regresando a Castilla de inmediato. Es de creer que también en las tierras al norte de estos puntos, y sin duda en el Campo de Montiel y sierra de Alcaraz, la población islámica se fuera replegando a los puntos más fuertes, como Alhambra, Montiel y la misma Alcaraz. Los moros llegarán a aprovechar la retirada del rey de Castilla para contraatacar en la zona del Júcar y “Alaxar” (ocupación de Cubas y Alcalá del Júcar, que el rey recobrará poco tiempo después, en febrero de 1213) y
Alcalá y la Ribera de Cubas. Defensas almohades en la línea del Júcar.
Puede verse el relato de Ximénez de Rada, que fue organizador y testigo del hecho, en su Historia de los hechos de España, Madrid, 1989, pp. 307 y sigs. Y Crónica latina… p. 34. También, J. Gorosterratzu, Don Rodrigo Ximénez de Rada, Pamplona 1925, pp. 112-118, que cita algún autor, como Al-Marraquesí, para el cual el desastre de Úbeda fue, si cabe, peor que el de Las Navas para los musulmanes. 110
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en el Guadalquivir, donde dos arrancadas musulmanas son también derrotadas en los meses siguientes. Pero seguramente no podrían recobrar con sus escasas fuerzas la enorme cantidad de territorio que quedaba en poder de los cristianos, que tampoco tendrían, sin embargo, demasiados recursos para aguantar en ellos. En la zona del Campo de Montiel es posible que hubiera fortalezas en manos de los moros, como ocurre en los casos de Alhambra y Montiel, y otras abandonadas, o incluso en poder de los cristianos. En aquel desconcierto, no parece imposible que algunos caballeros, órdenes militares e incluso monásticas llegaran a ocupar enclaves muy concretos, sobre todo en lugares con tierras irrigadas, que valieran la pena plantar cara al peligro, aunque será muy raro que se afiancen en ellos. Quizá el mejor ejemplo sea el de Aueçaget, que a nuestro juicio es el mismo Bezaiach mencionado en el fuero de Alarcón, y el Auezgaiat o Veçeiate que hallaremos muy pronto en poder de la orden de Santiago, aunque según el Papa quedó primeramente en poder de Ximénez de Rada, que construyó su iglesia tras haberlo tomado de los moros (..ecclesias de Aueçaget et de Cabanis que tenpore tuo a sarracenorum erepte manibus diuina gratia inspirante ad manus tuas deuenisse noscuntur…) Pero es muy difícil saber en qué momento pudieron producirse estas ocupaciones, ni si pueden deberse a cabalgadas hechas por los particulares y la caballería de las órdenes en los meses siguientes a la gran batalla de Las Navas, o son contemporáneas del cerco de Alcaraz hacia la primavera de 1213. A comienzos de 1213 el rey y el arzobispo estaban preparando una nueva ofensiva, y el monarca tanteaba mientras tanto las fuerzas enemigas en la zona del Júcar. Hacia el mes de febrero recobraba, como ya queda dicho, la ribera de Cubas y Alcalá, y ordenaba que fueran reuniéndose en Toledo las milicias de esta importante ciudad, las de Madrid, Uclés, Guadalajara, Huete, Escalona y Maqueda, órdenes militares y algunos ricoshombres de Castilla, para una expedición definitiva destinada explotar la victoria del año anterior aplastando las últimas resistencias islámicas y ocupando lugares de valor estratégico en un espacio enorme y apenas defendido, del que probablemente ni siquiera sabía los límites precisos. Junto a él marchará el guerrero arzobispo don Rodrigo, que invirtió en la campaña sumas muy importantes111, y algunos caballeros que se incorporarán en los meses siguientes. Campaña que quizá pudo gozar aún de muchas indulgencias propias de la cruzada del año anterior, que Inocencio III había prorrogado para el caso de España112, sin duda a petición de Ximénez de Rada, aunque es muy dudoso, como señala Lomax113, que atrajeran a muchos extranjeros, y más teniendo en cuenta que la gran mayoría de los ultramontanos venidos para aquélla habían regresado a sus países aun antes de la gran batalla de Las Navas. Pero esto no quita importancia a la acción, que logrará ocupar en poco tiempo los castillos que aún dificultaban el paso a Andalucía por los tres caminos principales. La hueste, en la que estaban los concejos de Toledo, Maqueda y Escalona, y es de creer que también los freires de las órdenes y algunos ricoshombres, llegó probablemente a comienzos de marzo al castillo de Dueñas o de Dios114 –o de Inocencio III, el guerrero pontífice, impulsor de cruzadas. J. Gorosterratzu, Don Rodrigo Ximénez de Rada, p. 126 y 143. Más tarde, al concederle una torre en la villa, viñas, huertas, molinos y otra torre que había construido y la aldea de Cadreita, en noviembre de 1214, el joven rey Enrique dice hacerlo atendiendo al trabajo y a los cuantiosos gastos que hizo con su padre en la conquista del castillo de Alcaraz. 112 J. Gorosterratzu, Don Rodrigo… p. 133. 113 D.W Lomax, “Apostillas…”, p. 20. 114 Hace ya muchos años, Corchado Soriano, en su estudio “Localización del castillo de Dueñas”, Cuadernos de Estudios manchegos, 1, 1970, pp. 3-21, discutía con buenos argumentos, y creemos que con toda la razón, la identificación habitual del castillo de Dueñas, o de Dios, con el de Calatrava la Nueva, al que se trasladó la sede de la Orden según Rades y Andrada, en 1217. En su Repoblación de Castilla La Nueva, I, p. 288, Julio González cree que es el mismo Castillo, pues 111
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Al-Talŷ, o de Aluche115– que fue reconquistado y devuelto a la orden Calatrava. Después ocupará el de Eznavejor116 –el Hisn Abu Xoray de tiempos califales– que sería entregado a la orden de Santiago, aunque ya no sabemos si inmediatamente. Lo más probable es que se le concediera de forma transitoria en la misma conquista, mientras se demostraban los posibles derechos santiaguistas, y que la burocracia tardara todo un año en dar el privilegio117. Por lo menos, sabemos que en agosto de 1213, en otro documento dirigido a Ximénez de Rada, el rey ya reconoce haber dado esta plaza a la orden de Santiago, como podremos ver, aunque muesRuinas de Eznavejor (Ciudad Real). tra sus dudas sobre las pretensiones que el maestre tiene sobre la misma y sobre sus iglesias. Desde luego, al contrario de lo que ocurre en Dueñas, que sí fue calatrava antes de esta conquista, no parece probable, como ya apunta Lomax118, que la orden jacobea tuviera Eznavejor con anterioridad. Dada su antigüedad, puede que hasta estuviera abandonado ya en época almohade, en que los documentos casi no lo mencionan, cuando sí se refieren a menudo a Dueñas, Salvatierra, Calatrava, o la misma Alcaraz. Sin embargo, sería un castillo importante desde el punto de vista militar, por cuanto pudo ser cabecera de un término o distrito castral estratégicamente situado, dominando el llamado “Estrecho de La Torre” y el aún más histórico camino del río Dañador (an-Nazur, o “del la Crónica Latina de los Reyes de Castilla dice que Alfonso VIII conquistó “Castellum Dominarum, quod nunc dicitur Calatraua Nueua”; pero son dos distintos, como dice Corchado. El de Dueñas, bastante más al Sur, y junto al Muradal, pudiera haber servido de cabeza a la orden de forma transitoria, después de Salvatierra y antes de su traslado a Calatrava la Nueva, que al final acarrea su abandono, puesto que en Alcaraz veremos algún “freire del Castel de Dios” (aunque esto bien pudiera señalar su adscripción a esa fortaleza, y no forzosamente otro cambio de nombre de la orden). 115 E. Varela Agüi, “Salvatierra, simbolismo y poder en una fortaleza de la Orden de Calatrava” en Mil anos de fortificaçoes en la Península Ibérica e no Magreb, Lisboa, 2002, pp. 633-648, esp. 639. J. Vallvé Bermejo, Al-Andalus y el Magreb en la época de la conquista de Sevilla”, BRAH CXCVIII (2001), p. 24. Suponemos que “Aluche” pueda venir de Al-Luŷŷ, y que de una incorrecta pronunciación del nombre pueda venir después en “castillo de Dios” de que hablan los cristianos. Hasta pudiera ser que el nombre de Al-Talŷ, que suele traducirse por “La Nieve”, proceda en realidad del artículo “ta ” en lengua beréber, y de mismo Luŷŷ.Y nos queda la duda de si este castillo no sería “La Losa” de la que los Anales Toledanos dicen que se apodera el califa almohade antes de la batalla de Las Navas, con el fin de impedir el paso a los cristianos (“vino el rey de Marruecos con toda su huest e priso La Losa e non los dejaban pasar, e derronpieron la sierra e pasaron e fueron posar a las Navas de Tolosa…”). Incluso se podría especular –como ya hace Corchado, al hablar de un posible origen de este nombre en “Navas de La Losa”– con una relación entre esta misma “Losa” y la “To-losa” que a continuación repuebla Alfonso VIII, donde sigue existiendo un castillo, aunque casi ruinoso, no muy lejos de Vilches, hasta que los vecinos de Baeza lo hacen derribar en 1470 para impedir que sea de nuevo utilizado (Crónica del Condestable Iranzo, p. 423). 116 Frente a la opinión del profesor González (J. González, “La repoblación de La Mancha”, en VII Centenario del Infante don Fernando de La Cerda, Ciudad Real, 1975, pp. 12 y 16), que identificaba Eznavejor con Santiago de Montizón, porque así lo señala la Crónica Latina (“cepit Hecnauexore, qui locus nunc dicitur Santus Iacobus”), preferimos la tesis de M. Corchado Soriano, Avance de un estudio geográfico-histórico del Campo de Montiel, Madrid, 1971, pp. 71, 78-79, 124 y 157, y M. Corchado Soriano, “Toponimia medieval...”, en VII Centenario del Infante don Fernando de La Cerda, I. E. Manchegos, 1975”, p. 88-89, que sitúa el castillo un poco más al Norte, dominando el Estrecho de La Torre, entre Villamanrique y Torre de Juan Abad (ver foto en esta página). Y en este caso, al menos, creemos que el error de la Crónica Latina no resulta inocente. M. Corchado Soriano, “Toponimia medieval…”, p. 33 y 61. 117 Corchado, Avance… p. 78, dice que fue entregado el 7 de marzo de 1214, con la obligación de poblar “…castellum illud quod dicitur Feznavessore”. 118 D. W. Lomax, “Apostillas…” p. 20. Supone que su entrega a la orden de Santiago es un premio a la ayuda en su captura, no una devolución.
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Águila”119, o también “de la Guardia o torre de Vigía”120), que venía por Astiban (Santisteban) y por Venta Quemada hasta el nudo viario de la Puebla del Príncipe (¿Mariana?). Camino que creemos ha perdido importancia en época almohade, pero sigue existiendo y siendo utilizado como vía intermedia entre la de Alcaraz y la del Muradal.
Alcaraz. El alcázar y el solar de la medina islámica en lo alto del cerro, y la ciudad moderna en la parte más baja.
No es una coincidencia, por lo tanto, que el siguiente objetivo del rey y el arzobispo fuera la fortaleza de Alcaraz, “muy famado castiello”, que dominaba el más oriental de los pasos: el del río Guadalmena121, y sin duda también el del Guadalimar, que confluye con él y que viene de Riópar por Cotillas y Siles. Como antes apuntábamos, Al-Zuhrí, confundiéndolos en parte, e incurriendo en errores que sin duda se deben a que el Mundo, afluente del Segura, tiene su nacimiento junto al Guadalimar, se refiere a estos dos cursos fluviales que “fluyen por debajo de los castillos fronterizos de Al-Kursi (tugur al-Kursi)”, y añade que”las aguas de estos ríos dan como resultado el río Al-Ahmar, y a su vez todos ellos desembocan en el Tandabir (Segura), cuya corriente va hacia Murcia” 122. Si Para J. Zozaya, « Fortificaciones tempranas en Al-Andalus, ss. VIII-X, en Mil anos de fortificaçoes na Peninsula Ibérica e no Magreb, Lisboa, 2002, p. 46, los “Nidos de Águilas” o “Rocas de las Águilas” constituyen reductos defensivos de las aristocracias tras la invasión islámica, y el encastillamiento de las tropas tras repartir las fincas de los terratenientes visigodo-romanos. Y, aunque no está muy claro que haya que atribuir el nombre a este reparto, conviene señalar que el río Dañador se une al Guadalén un poco al sur de las “Piedras del Águila”, cerca de Montizón. 120 E. Terés, Materiales… p. 216, dice que an-Nazur significa “el que observa o vigila atentamente”, y en árabe magribí se suele utilizar con valor de lugar de guardia o vigilancia, como ocurre en el Hisn an-Nazur que cita Al-Idrisí en el camino de Bugía a Qal`a an-Nazur, en Nador, situado inmediato a Melilla y a las denominadas “Tetas de Nador”, que fueron aún usadas por fuerzas coloniales españolas como observatorio, o la “Peña del Águila” o Castillo de Hadjar al-Nasr, junto a Alcarzarquivir, que cita Ibn Abi Zar en su Rawd al-Kirtas (T. I, p. 100, 161, 163), o el Nador de Larache, junto al faro, o el Taraf an-Nazur del que habla Al-Idrisí, sin duda en el actual Faro de Santa Pola, o el Castillo de Águilas o de la Vigilancia, que es Calatañazor, o en Marruecos la torre o Burŷ al-Nazur, cerca de Safi, o el Borg in Nadur (“Torre de vigilancia”) en Birzebbuga, localidad costera cerca de Marsaxlokk (Puerto del Sur, en Malta), o los varios Nadur de las islas de Malta y Gozo. 121 Wadi Armana en algunos autores musulmanes –por lo que E. Terés, Materiales… p. 389, considera que puede ser preislámico– aunque Conde transcribe Wadimena, un nombre que coincide con el del Wadi Mina que existe junto a Tánger (Ibn Abi Zar, Rawd al-Kirtas, p.275), aunque ya no sabemos si puede referirse a las minas de época romana que pudieran quedar en esa zona. Pero, como dijimos, Al-Zuhrí lo confunde con el Wadi al-Ahmar, o Río Rojo. 122 E. Molina López, “La Cora de Tudmir...”, p. 36. Nos recuerda este autor que en término de Yeste y cerca del actual pantano de Fuensanta existe todavía la aldea de Tendebar, que sin duda se debe al nombre primitivo del Segura: el Thader o Tandaber, de que ya hablaba Plinio. Obviamente, se trata de un error de Al-Zuhrí, pues el Guadalimar y el Guadalmena van al Guadalquivir, y no al Segura. 119
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dejamos a un lado los errores, parece que se habla un distrito o frontera (tugur, pl. de tagr), que en estas fechas no es sinónimo de marca semejante a las que hubo en tiempos califales, sino de territorios mucho menos extensos, defendidos por torres y castillos coordinados desde una fortaleza o ciudad principal al mando de un alcaide (al-qa’it) o de un sahib at-tagr, prefecto de frontera, más o menos autónomo. Es de pensar, por tanto, que en tiempos almohades dependieran de Al-Kursi o Al-Karas las comarcas al norte de Segura que bañan estos ríos, hasta el actual embalse junto a Puente de Génave, y que su vigilancia se extendiera al menos a un ramal de los que procedían de la vía romana del río Dañador, que por Villamanrique y la Puebla del Príncipe enlazaba a Terrinches, Villanueva y Viveros. Un castillo, por tanto, el de Alcaraz, no solamente fuerte, sino de una importancia estratégica fuera de lo común –que puede equipararse a los de Eznavejor y Calatrava, aunque su fundación pueda ser más reciente– y que había que tomar aun cuando fuera a costa de grandes sacrificios. Después de un enconado y accidentado cerco, al que se incorporaron todavía el señor de Vizcaya, Diego López de Haro y otros ricoshombres, y gracias al empleo de admirables ingenios –“machinis miriabilibus”, almajaneques, torres, catapultas, buzones– la guarnición islámica se vio aislada y hambrienta, aunque aún fue capaz de realizar salidas con éxito notable: “e sallieron los moros e quemaron los buzones, e lidiaron el castiello muchos dias, e murieron y mas de dos mill christianos en prender el castiello”. La cifra no resulta del todo inverosímil, tras dos meses y medio de empeñados combates, aunque probablemente esté un poco abultada, como suele ocurrir en esas fechas (si bien, por lo común se tiende a exagerar el número de muertos enemigos, más que el de bajas propias). Entre ellas, por cierto, no debemos contar al famoso don Pedro González de Aragón, de Araço o de Arançon, que distintos autores dan por muerto en el cerco, y que bien puede ser, en realidad, como sugiere Lomax123, el maestre Pedro Arias, del que Rades y Andrada supone que murió hacia comienzos de 1213 de las graves heridas que recibió en Las Navas; o bien, su sucesor, don García Asedio a una ciudad con máquinas de sitio. González de Arauço, elegido en el sitio de Alcaraz, Miniatura de la época. aunque esta cuestión no está del todo clara. D. W. Lomax, “Apostillas…” pp. 20-21. C. de Ayala Martínez, Las órdenes militares… p. 200, considera posible, aunque no demostrado, que el maestre Pedro Arias muriera en Las Navas, y duda que existiera su fugaz sucesor, Pedro González. A lo dicho por ellos podemos añadir que en la Estoria de la Orden de la Caualleria de Sennor Santiago, de Pedro de Orozco y Juan de La Parra (Ed. Facsímil, Badajoz, 1978), fol. 49 y sigs., se dice –sin citar a don Sancho Rodríguez ni a don Fernán González Marañón, mencionados por Rades (pp.22-23) de 1205 a 1210– que al morir el maestre Suero Rodríguez los trece eligieron a don Fernan González –suponemos que el mismo Marañón– que dimitió del cargo por propia voluntad, siendo elegido entonces el maestre Pedro Arias. Dice también la Estoria que a la muerte de éste fue elegido don Pedro González de Arançon, “que fue del estado de los treze caualleros ynventores” (y en efecto, aparece como Trece y comendador de Oreja en la lista de Rades, justamente detrás de García González de Candamio, que lo era de León, lo que hace más difícil que ambos fueran el mismo, aunque pudiera ser el García González que junto a sus hermanos había hecho entrega a Pedro Arias de sus tierras de Arauzo de La Torre, o quizá uno de éstos), pero ya no señala su muerte en Alcaraz, sino que dimitió “de propia voluntad, por salud de su ánima”. Según esta versión, ya entonces comenzó el cisma de la orden, entre el maestre García González de Candamio –¿el que según la Estoria había dimitido con anterioridad?– y el intruso Martín Peláez Barragán, del que “dize el calendario de la dicha orden que lo mataron los moros, e non sennala donde ni como ni en que batalla o lugar”. Un dato de interés, puesto que Barragán, elegido en efecto por presiones del rey de León, fue maestre de 1217 a 1221, año en el que murió, según el mismo Rades, “habiendo gobernado la orden 10 años” (lo que hace posible la versión de la Estoria). Por tanto, ese maestre González de Arauzo que murió en Alcaraz puede ser un “fantasma”, quizá una confusión con García González de Arauzo, del que Rades señala fue elegido en este mismo cerco; o quién sabe si no uno de los hermanos que cedieron con él sus propiedades al maestre Pedro Arias, en cuyo caso pudo morir en Alcaraz, y dejar poco rastro en los archivos, al estar pocos meses en el cargo. Pero hemos de admitir que esto es solamente una especulación. En cualquier caso, es infundada y gratuita la atribución a Pedro González de Aragón del sepulcro y capilla de su nombre que hay en La Trinidad de Alcaraz.
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El 22 de mayo, día de La Ascensión, el alcaide, Ibn Faraŷ, capituló por hambre y ante las amenazas castellanas de pasar a cuchillo a quien no se rindiera, pero en condiciones tan honrosas que nos hacen dudar si Alfonso VIII no tendría también problemas de intendencia. Al-Himyari nos cuenta que un espía se introdujo en la villa fingiendo que se había convertido al Islam y que había escapado del real castellano “por miedo a las epidemias y a la escasez de víveres que éstos padecían”124; la crónica cristiana dice que este año “visitó el juyzio de Dios a Espanna”, el Toledano añade que los hombres morían por las plazas en todos los rincones de Castilla, e incluso las ovejas y las yeguas no quedaron preñadas ni parieron por la falta de pienso, y los mismos Anales Toledanos, tras hablar de la toma de Alcaraz, rematan la noticia diciendo que “este año fizo elada en october e en novenber e en december e janero e febrer, e non lovio en marçio ni en abril, ni en mayo ni en junio, e nunca tan mal anno fue, e non cogiemos pan ninguno, e fugieron los quinteros e ermaronse las aldeas de Toledo”. Un panorama, en fin, apocalíptico, según todas las fuentes, que invitaba tan poco a prolongar el cerco como a permanecer en Alcaraz cuando ésta se rindió. Pese a todo, Alcaraz, que habría de quedar en dominio realengo, quizá porque no había precedentes de anterior posesión por parte de las órdenes, sería guarnecida y dotada de un fuero del modelo de Cuenca, sin duda con la idea de implantar en esta “extremadura” o frontera del reino de Castilla un concejo capaz de defender la tierra y controlar los pasos de la Mancha Oriental hacia Jaén y Granada. No consta expresamente si ya en aquellas fechas campeaba en su escudo la leyenda “Caput Extrematurae, clavis totius Hispaniae”, aunque sí que figuran el castillo y las llaves en el sello de cera que empleaba el concejo pocos años después125, y también en la “seña” o estandarte que sostiene la imagen del monarca que decora la letra capital que inicia el libro décimo del Fuero de Alcaraz, dibujada a finales de este mismo siglo. Pero es evidente, Capital en el Fuero de Alcaraz, con la imagen en todo caso, que esa doble función de fortaleza y llave del rey llevando el estandarte del castillo y las estaba ya en la mente del rey y el arzobispo, que en los llaves de Alcaraz. días siguientes a la entrada en la plaza debieron de ocuparse de su incorporación al reino de Castilla y a la Cristiandad y de garantizarle la defensa frente a los musulmanes. Desde Alcaraz, el rey y Ximénez de Rada emprendieron la marcha hacia Riópar, importante castillo que también conquistaron antes de regresar a tierras de Toledo (en Orgaz le abrazaron la reina Leonor y doña Berenguela el día 2 de junio) y de Guadalajara126. Según Vallvé Bermejo127, esta empresa de Riópar pudo estar motivada por la gran importancia de las minas de hierro y atutía, calamina Véase la traducción en Lèvi-Provençal, La Peninsule Iberique au Moyen Age d’apres le Kitab al-Rawd al-Mitar d’ Ibn Abd al-Mum’in al-Himyari, Leiden, 1938, p. 190. O en J. A. Pacheco Paniagua, “El castillo de Alcaraz…” p. 74. Los informes de éste de que los musulmanes solamente tenían para sobrevivir una corta ración de pasas y de agua permitió a Alfonso lanzar el ultimátum, que el alcaide aceptó con condiciones. 125 R. Amador de los Ríos, Catálogo… pp. 399 y 438. 126 La Crónica Latina de los Reyes de Castilla, Ed. de L. Charlo Brea, Cádiz, 1984, p. 37, narra expresivamente los hechos de este año: “Deinde obsedit cum illis paucis qui cum eo erant nobile Castrum Alcaraz, quod mirabile fuit. Superuenit tamen postea dominus Didacus et quidam alii magnates et firmata est obsidio. Expugnatum fuit uiriliter et potenter cum machinis miriabilibus. Tandem per gratiam Dei redditum, fuit regi glorioso, salua vita maurorum qui tunc ibi erant. In die Ascensionis receptus fuit regi gloriosus in eadem uilla cum procesione solempni ab archiepiscopo toletano, purgata maururum spurcicia, recedentibus ipsis de uilla, et eadem die archiepiscopus missam celebrauit ibidem”. “Tunc et rex nobilis cepit Castrum aliud munitissimum natura, quod est inter Securam et Alcaraz, scilicet Riopal, et sic cum honore et gloria, circa festum Pentecostes reuersus est ad partes Guadalfaiara”. 127 J. Vallvé Bermejo, “Al-Andalus y el Magreb…”, pp. 25-26. 124
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El peñasco en que alzan el castillo y la villa de Riópar.
Riópar. El castillo.
o azófar –éstas, al parecer, conocidas ya entonces128, aunque se redescubran en el siglo XVIII– que existían en la zona; pero a nuestro entender se dirige más bien a llegar hasta el Mundo y terminar la conquista de todo cuanto en esas sierras no fuera dependencia de Segura, ni del reino de Murcia, así como el control del antiguo “camino de los Cartagineses”, que venía por el valle de aquel río, desde Elche de La Sierra, y seguía por el Guadalimar a Cotillas y Siles, desde donde enlazaba a Génave y Segura. Parece, en todo caso, que moros y cristianos dieron mucha importancia a estas operaciones, sobre todo a la toma de Alcaraz, que Ximénez de Rada y Al-Himyarí relatan –cada uno, obviamente, desde su perspectiva– con la extensión que sólo solían merecen los hechos trascendentes, aunque ninguno de ellos da a Alcaraz otro título que el de hisn o castillo, lo que indica a las claras que no es una medina, sino una fortaleza de función militar casi exclusivamente. Seguramente aún antes de retirarse, aunque es de suponer que el privilegio sea un poco posterior, el rey organizó el naciente concejo de Alcaraz otorgándole un fuero del modelo de Cuenca, entonces todavía en fase de expansión. No nos extenderemos demasiado sobre él ni sobre sus efectos en la vida diaria de la villa cristiana, porque lo hicimos ya de forma resumida en un libro anterior, y porque nuestro amigo José Sánchez Ferrer se va a ocupar de ello con mayor extensión. Además, nos parece que el fuero no refleja la vida real del municipio, sino que fue pensado para otra ciudad y otorgado a Alcaraz a manera de marco general de referencia al que debe adaptarse de manera flexible la convivencia diaria, y no como una ley que tenga que cumplirse en todo y a la letra (de hecho, podremos ver, que en Alcaraz la presión de los grandes poderes feudales hará que no se apliquen muchos de sus preceptos, y es de pensar que otros no sean efectivos por falta de los medios o las instalaciones necesarias). Solamente diremos que la vida cristiana se organiza, en principio sobre las “collaciones” o distritos formados en torno a las parroquias (que en principio, debieron de ser Santa María, San Ignacio y San Pedro, pues la de San Miguel puede ser posterior –aunque del siglo XIII– y de La Trinidad solamente nos consta que existía a finales del XIV, pero no desde cuándo). Allí son elegidos los alcaldes y el juez129 entre los caballeros que vivan en la villa por lo menos un año y que no tengan cargos o portillos del rey ni de otros poderes feudales del momento. Y es que desde el comienzo se advierte claramente la intención de poner a los repobladores que vinieran a ser vecinos de la villa a cubierto de la arbitrariedad de la nobleza y los hombres de armas forasteros: “…et si por auentura J. Vallvé, La división territorial… p 80. J. Vallvé, “La industria en Al-Andalus”, Al-Qantara I (1980), p. 215. De Alcaraz no tenemos documentos tan claros, pero sí de Alarcón, poblada al mismo fuero, donde a menudo vemos firmar las cartas del concejo al juez y los alcaldes, cada uno mencionado citando la parroquia por la que fue elegido. Ver P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón en el señorío de Villena (siglos XIII-XV), IEA, Albacete, 2003… Docs. III-V. 128 129
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algun ric’omne o cauallero alguna fuerça fiziere en el termino de Alcaraz e hy fuere ferido o muerto, non pechen calonna por ende…” Conviene, en todo caso, destacar, con Peset y Gutiérrez Cuadrado130, que estos fueros conquenses, aun cuando luego tiendan a quedar reducidos, pretenden en principio ofrecer “libertad” a los nuevos concejos frente al rey, la nobleza y órdenes militares –“libre lo fago yo de toda premia de rey e de sennor e de todo tributo e de todo pecho e de toda fonsadera”131– permitiendo la participación de los vecinos en la elección de alcaldes y demás oficiales, fomentando el comercio y la ganadería otorgando exenciones de pechos e impuestos (muy en particular, a la caballería, cuyos miembros tendrán la obligación de ir al apellido y defender la seña con su equipo completo y sin poder poner a otro en su lugar) y admitiendo el acceso a las actividades militares de hueste y cabalgada de gentes del común, ballesteros y peones, que pueden acceder a la caballería si disponen de medios para ello. Desde luego, resulta llamativa la generosidad hacia los pobladores y el extremo detalle con que se especifica todo lo referente a la defensa y a las expediciones concejiles por la tierra de moros132, típicas de un momento en el que la frontera debe ser defendida –y ampliada– con la espada en la mano. La función militar es un derecho, y no sólo un deber, puesto que la milicia concejil de la villa no tendrá que ir en hueste sino en su frontera y acompañando al rey133, aunque lógicamente el ansia de botín haría organizar frecuentes incursiones contra los musulmanes. Como hemos señalado, el gobierno local quedaría, en principio, en manos de los cargos electos de la villa, el juez y los alcaldes –“jurados” o anuales, y “fechizos”, según sean electos por parroquias o ejerzan el oficio de manera interina134– que habrían de poseer un caballo de valor superior a 20 maravedís, y reunirse los viernes en la cámara. Es de creer que sean los “jurados” y “alcaldes” que encontramos poco tiempo después, en los primeros años de la vida cristiana de Alcaraz135, actuando con el juez en representación de todos los vecinos (aunque a veces el rey ha de advertir que estos oficiales no deben abusar de los vecinos de la villa y aldeas136), pero no está muy claro en qué se diferencian, salvo por el origen de su designación y acaso por el plazo de mandato del cargo. Sobre ellos –auxiliados por oficios menores, como el almotacén, corredor, escribano, sayón y andadores– recae, en todo caso, la gestión de la vida y la hacienda del concejo, que tendrá como bienes comunales los montes, pastos, aguas y riquezas del término, incluidas las minas y salinas, “las pedreras, esseras, tegeras e molares”, así como los baños y solares de la misma ciudad, que podrán entregarse a nuevos pobladores, al igual que las tierras, pregonándolo antes en las plazas para evitar que alguien fuera perjudicado. Pero sobre el concejo existían también autoridades nombradas por el rey: “Et del rey en ayuso, un sennor, un alcayde e vn merino ayades en Alcaraz”. El sennor es, sin duda, un cargo equivalente 130 131 132
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M. Peset y J. Gutiérrez Cuadrado, El fuero de Úbeda, Univ. Valencia, 1979, pp. 148-149. BNE, Mss 17799, Fol. 83 v. J. Roudil, Les fueros… p. 295. Ya lo destaca así M. González Simancas, La España militar a principios de la Baja Edad Media, Madrid, 1925, p.
J. Roudil, Les fueros… p. 91. BNE, Mss 17799, Fol. 85 v, 86 r y 105 r. J. Roudil, Les fueros… p. 299-300, 351. “Si el iuez annal en su lugar en las aldeas a alguno a peyndrar enbiare e los pennos le tollieren, el iuez annal peyndre por la calonna de X sueldos si aquel iuez fechizo con I vezino firmar los pudiere”. “Saber deuedes que el iuez fechizo en su calonna ha la meatat, e el annal la otra meatat”. “Dos alcaldes, si quier sean iurados, si quier fechizos, puedan firmar”. 135 Por ejemplo, en la carta, que carece de fecha, pero que debe ser de los primeros años, puesto que aún figuran don Suero por señor, y don Gonzalo Ruiz como repartidor o cuadrillero, por la que el sanjuanista Montesino devuelve cierta tierra “que cercó cerca del su huerto al concejo”, y recibe de éste alguna propiedad cerca de Los Forcajos, se dice que “… metieron por mano el conçejo al juez e a los alcaldes e a los jurados e a los quadrelleros…” C. de Ayala y otros, Libro de privilegios… p. 528, Doc. 316. Y en los ordenamientos suntuarios de 1251 se prevé que las multas sean para los alcaldes y jurados. Ver nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, Docs. 5 y 16. 136 “…que nenguno, tan bien jurado como alcalde commo cauallero de la villa poderoso como otro qual quiera que mala cuenta nin mal despechamiento nin mala premia nin mal fuero fiziesse al pueblo tan bien de la villa como de las aldeas, nin les tomase conducho a fuerza nin a tuerto, que yo me tornasse a los que lo fiziessen a les fazer justiçia en los cuerpos e en los haueres…” En carta de Fernando III de noviembre de 1251, de la que trataremos en páginas siguientes. 133 134
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al de princeps militiae o dominus villae del fuero toledano, que posee la plaza “in custodiam”, sin posibilidad de interferir en su administración137, y no tanto un “señor” en sentido feudal. El alcaide es el jefe militar del castillo y de la guarnición, y el merino –que no podría ser judío ni tampoco vecino de Alcaraz– sería el encargado de las recaudaciones y demás intereses fiscales del monarca. Fuera de esto, en teoría, la autoridad de alcaides, merinos y señores parece limitada: ni tan siquiera pueden prender a los vecinos ni asistir a las juntas y juicios que celebran los viernes el juez y los alcaldes, para que éstos no puedan sentirse intimidados: “que por auentura el iuez o el alcalde, por miedo o por vergüenza del sennor, no iuzgue tuerto”. Ni siquiera el sayón, como oficial menor dependiente de aquéllos, podrá entrar en la cámara o asistir a reuniones del concejo, “ca nunqua seria poridat lo que a las oreias de alguno destos viniera”. Pero ésta es la teoría. Imaginamos que su comportamiento cotidiano sería bien distinto, y que los pobladores no siempre lograrían que se cumpliera el fuero. A través de los cargos de alcaldía y juzgado, reservados a la caballería, el concejo controla la riqueza del término. Se supone, aunque el fuero no se refiere a ello, e incluso contradice parcialmente la idea cuando se centralizan todas las decisiones respecto a las aldeas en las instituciones de la villa, que estaría prevista a largo plazo la organización de una “comunidad de villa y aldeas” como las que se daban en las “Extremaduras” del siglo anterior138 y como las que vemos con posterioridad en el vecino “común de Alarcón”. Sin embargo, el modelo comenzaba a perderse (de hecho, apenas lo vemos en las repoblaciones de Andalucía y Murcia) y las dificultades para la ocupación y la repoblación del territorio harán ya muy difícil que llegue a organizarse en tierras de Alcaraz. Como se ha señalado tantas veces, el concejo, en poder de un sector oligárquico –con las matizaciones que se quieran hacer139– tenderá a comportarse como un señorío colectivo140, “capaz de reducir o ampliar los límites de su alfoz como si de un señor feudal se tratase”141, y ejercerá en su tierra un poder casi omnímodo, cuando las circunstancias lo consientan (que no es, ni mucho menos, el caso de Alcaraz en las primeras décadas de su vida cristiana, cuando ve reducirse contra su voluntad el término otorgado por su conquistador, aunque sí lo será con posterioridad). En un primer momento, y pese al interés de su conquistador142, la población cristiana no pudo ser muy grande ni en la misma Alcaraz ni en sus aldeas. Si bien hay tradiciones muy antiguas sobre la pervivencia de una numerosa comunidad mozárabe, e incluso se atribuye tal origen al templo dedicado a la Virgen (el de Santa María, que, en efecto, ya existe y está en obras cuando se otorga el J. Alvarado Planas, “Los fueros de concesión real…” p.20. G. Martínez Díez, Las comunidades de villa y tierra de la Extremadura Castellana. E. N. Madrid, 1983, pp. 18-21. F. J. Martínez Llorente, Régimen Jurídico de la Extremadura Castellana medieval (Las Comunidades de Villa y Tierra, ss. X-XIV). Valladolid, 1990. 139 J. Valdeón Baruque, “El peso de las oligarquías municipales…” pp. 93, 96 y sigs. 140 A. Barrios García, Estructuras agrarias y poder en Castilla. El ejemplo de Ávila (1085-1320). Univ. Salamanca, 1984, Vol. II, p. 161: “el término de la villa de realengo –y por ende el conjunto de lugares y aldeas enclavados en él– es el señorío del concejo urbano”. 141 J. García Martín, “Fueros eclesiásticos de Toledo…”, en Alvarado Planas (coord.), Espacios y fueros en Castilla-La Mancha, Madrid, 1995, p. 209. 142 De la repoblación de Alcaraz han tratado, entre otros, J. Gorosterratzu, Don Rodrigo…, y Derek W. Lomax en varias de sus obras, y más concretamente en “Apostillas a la repoblación de Alcaraz”, Congreso de Historia de Albacete, Vol. II, Albacete, 198, pp. 19-30. También, Julio González (El reino de Castilla en la Época de Alfonso VIII, Madrid, 1960, Repoblación de Castilla la Nueva, Madrid 1975-76, y “La Repoblación de La Mancha”, VII Centenario del Infante don Fernando de La Cerda, Ciudad Real, 1976) y nuestro buen amigo M. Rodríguez Llopis. Ofrece documentos sobre el arzobispo de Toledo A. Lozano Sánchez: “Hacia un corpus documentorum toletanum para la Historia de las provincias de Albacete y Ciudad Real”, Al-Basit, Nº 8, pp. 55-90. Del fuero, publicado por J. Roudil (Les fueros d´Alcaraz et d´Alarcon, Klinksiech, París, 1968), se ocupa M. Peset Reig, “Los fueros de la frontera de Albacete: una interpretación histórica”. Congreso de Historia de Albacete (1984), pp. 31-47. Por nuestra parte, hacemos un resumen de sus aportaciones, añadiendo algún dato de interés, en Conquista y primeros intentos de repoblación del territorio albacetense (del período Islámico a la crisis del siglo XIII) IEA, Albacete, 1986, pp. 90-127, y en nuestros artículos “Conflictos de interés…”, en Historia Instituciones Documentos, nº 27 (2000) PP.235-273; y “Despoblados y pueblas medievales…” pp. 233-284. 137 138
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fuero, y será en adelante la decana de las cinco parroquias de la villa143, aunque el culto se inicia en San Ignacio, que es la antigua mezquita), y pese a las leyendas que hablan de Alfonso VIII como el fundador de sendas cofradías en las que se agruparon cristianos liberados después de muchos siglos de vida en cautiverio en la Peña del Santo, no hay ningún documento que permita afirmarlo con certeza absoluta. El fuero, desde luego, no conSanta María. Restos del templo gótico tiene ninguna noticia sobre ellos, ni en una foto antigua (Amador de los Ríos). hay tampoco una carta de mozárabes como ocurre en Toledo144 –sería una rareza en las villas pobladas con el fuero de Cuenca– pero tampoco puede descartarse del todo la posibilidad de su existencia, porque hay algún indicio, como la aparición de ciertos “santos” en “Alcaraz el Viejo” pocos años después de la conquista, la de ciertos vestigios arqueológicos que al parecer proceden de ese mismo cerro145, y el destino a la villa de sendos arcedianos o arciprestes de ascendencia mozárabe en la ciudad del Tajo (don Alfonso La Peña de El Santo, donde se dice estuvo “Alcaraz el Viejo”. Meléndez y don Pedro Yllán146), que exigen renunciar a cualquier apriorismo. Y más cuando sabemos que unos años después, cuando se reconquista la ciudad de Jaén, las fuentes musulmanas apuntan a que fue poblada con mozárabes, lo que puede indicar, según Vallvé147 que no todos habían salido de estas tierras después de la famosa expulsión que decretó en el siglo anterior el viejo Ibn Rusd, abuelo del famoso filósofo Averroes. Pudo 143 “Tod aquel que sin parientes e sin lengua muriere el quinto de su ganado sea dado a su collación por(a) los clérigos; lo otro sea pora la obra de su collacion; e sy collacion non ouiere el quinto sea de todos los clerigos de Alcaraz e lo al que fincare sea pora´l acabamiento de la obra de Santa María”. BNE, Mss. 17999, Fol. 37, r. Roudil, Les fueros... p. 176. Añade este autor, sin dar mayores pruebas (acaso se fió del poco fidedigno E. Pérez de Pareja, al que, sin embargo, no cita), que la iglesia existía en el año 900 y que fue destruida durante la dominación islámica. No parece probable que se trate de una iglesia mozárabe (si acaso, construida en los años de 1169 a 1172 en que los castellanos tuvieron Alcaraz). El único mozárabe que hemos conocido cuyo nombre parece oriundo de Alcaraz, Juan Alcaracení, estaba establecido en tierras toledanas, refugio para tantos emigrados de Al-Andalus, ya a principios del XII (J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, II,º p. 73). Pero la tradición, recogida por Pérez de Pareja, aunque poco creíble, se refiere a menudo a la existencia de esta comunidad, y hay algunos vestigios que impiden desmentirla de forma taxativa. Podemos añadir que San Ignacio se hunde a principios del siglo XVI, y Santa María a fines de esta misma centuria. Ver A. Pretel Marín, Alcaraz en el siglo de Andrés de Vandelvira... IEA, Albacete, 1999, pp. 153-155 y Doc. III. 144 J. Alvarado Planas, “Los fueros de concesión real en el espacio Castellano-Manchego (1065-1214): el fuero de Toledo”, en Espacios y fueros en Castilla-La Mancha, Madrid, 1995, pp.108-109 y 123. 145 B. Gamo Parras, La Antigüedad tardía… p. 212. Precisamente allí, en el cerro de El Santo, se radican después las cofradías que se dicen mozárabes, aunque dudamos mucho que esto sea cierto. 146 C. Ayllón Gutiérrez, Alfonso Meléndez, arcediano de Alcaraz (s. XIII), en Homenaje a Miguel Rodríguez Llopis, IEA, Albacete 2004, pp. 44-46. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, II, p. 78-83. 147 J. Vallvé Bermejo, “Al-Andalus y el Magreb…”, p. 32.
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haberlos también en algunos lugares del Campo de Montiel, como el cerro en que estuvo la vieja Libisosa, o el Almonecí de Torre Juan Abad, donde “se hallaron restos de iglesia de cristianos”148. Pero es aventurado extraer conclusiones sobre la duración de estas comunidades, y todavía más suponer que llegaran hasta la reconquista de Alcaraz y su tierra. Según las condiciones de capitulación que el alcaide Ibn Faraŷ pactó personalmente con el rey de Castilla, los moros derrotados venderían sus bienes antes de abandonarla camino de Jaén, y parece que ésa fue la tónica en otras fortalezas, como la de Riópar, donde los musulmanes son también expulsados. No parece, por tanto, que quedara en la villa población musulmana (la que podremos ver a finales de siglo pudo llegar bastante después de la conquista); pero ya no sabemos si ocurrirá lo mismo en todas las aldeas. Es de pensar que muchas quedaran despobladas quizás incluso antes de llegar los cristianos, y que las extorsiones de los repobladores castellanos y los tiempos de guerra y hambruna que siguieron pudieran acabar en poco tiempo por despoblar el resto. Pero hay muy pocos datos, y todo lo que han dicho diferentes autores sobre la ocupación en la misma campaña de Alcaraz de La Ossa, Munera o Lezuza, por ejemplo, carece por completo de justificación documental, aunque tiene su lógica. Y ni siquiera lógica, ni el menor fundamento, tienen otras noticias que podremos leer sobre la reclusión de prisioneros moros en el castillo de Carriz o Ataly –que se sitúa en Cortes, y que probablemente son dos nombres surgidos de una confusión con los de Alcaraz y Dueñas o Al-Talŷ, conquistado poco antes, como pudimos ver– o el envío a la aldea de Solanilla de la aljama judía149. Tampoco pudo ser demasiado importante la llegada de nuevos pobladores después de la conquista, pese a los incentivos que el fuero proporciona para el asentamiento no sólo de cristianos, sino de los judíos y los moros “de paz”, incluso de personas de condición servil150, y al repartimiento de heredades que parece comienza de inmediato bajo la dirección del merino de rey, Pedro Fernández151 –beneficiario él mismo de algunas heredades152– y participación de algunos freires de San Juan y Santiago, como don Montesino y don Gonzalo Ruiz que sabemos actúan de “cuadrilleros”. Reparto que, no obstante, parece limitarse, en un primer momento, a la villa y a sus alrededores, quizá porque no hubiera muchos repobladores para cubrir un término que evidentemente es desproporcionado para cualquier concejo, y mucho más aún en un tiempo de hambre y de calamidades. M. Corchado, Avance… pp. 130 y 171. E. Pérez de Pareja, Historia de la primera fundación de Alcaraz y milagroso aparecimiento de Nuestra Señora de Cortes, Valencia, 1740, Ed. Facsímil, IEA, 1997, pp. 46 y sigs. A menudo se trata de lecturas erróneas de documentación muy posterior. 150 BNE, Mss. 1799, Fol. 4 r. “…que tod aquel que a Alcaraz viniere a poblar de qualquier manera que seya, si quier sea cristiano, si quier moro, si quier iudio, si quier libre, si quier sieruo, uenga seguro, e non responda por enemistad ni por debdo, ni por fiadura ni por erençia ni por mayordomía ni por merinazgo ni por otra razon ninguna que ayan fecho antes que Alcaraz fuesse presa”. 151 C. de Ayala Martínez y otros, Libro de privilegios de la Orden de San Juan de Jerusalén en Castilla y León (siglos XII-XV), Madrid, 1995, Doc. 210. Lo tomamos de él para ofrecerlo en nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, con el nº 3. 152 Probablemente sea Pedro Fernández de Valdenebro, del que sabemos adquiere casas, huerto, molino y viñuela el repartimiento de Alcaraz “en la primera conquista” ( D. W. Lomax, “Apostillas a la repoblación de Alcaraz”, Congreso de Historia de Albacete, vol. II, Albacete, 1984, pp. 21-22). Era hermano de García Fernández, abad de Santa María de Lebanza (que heredará estas fincas y las venderá a su primo Martín Ibáñez, criado del obispo de Osma, quien a su vez las vende a dicho obispo, quien las traspasará a la orden de Santiago en 1239). No sabemos si es el mismo García Fernández que tuvo la heredad de Villar del Pozo, entre La Figueruela y el Villar de los Ballesteros, que cedió a Ordoño Álvarez. De todas formas, hay otro Pedro Fernández de Torrubia –que puede ser el mismo– que vivía en Alcaraz unos años después, en 1228, como podremos ver; y un Pedro Fernández de Alcaraz que sirve de testigo con su hijo, Fernán Pérez, en la avenencia hecha el 7 de mayo de 1237 entre las órdenes de San Juan y Santiago sobre los términos de Alhambra y Peñarroya y otras posesiones (D. W. Lomax, La Orden... p. 262). De esta misma familia tuvo que ser Nuño Ferrández de Valdenebro, que sería agraciado con una alquería, la de Faraya, en término de Alcalá de los Gazules, posesión que más tarde devolvería al rey para que éste la diera en 1279 a la orden de Santa María de España (J. Torres Fontes, “La Orden de Santa María de España”, AEM, 11, 1981, p. 819, Doc. 11). Añadamos, por último, que un Pedro Fernández asignaba a la orden de Santiago 70 maravedís para el rescate de cautivos en 1222 (J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, II, p. 147). 148 149
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El sistema previsto para el repartimiento pudiera anticipar, muy matizadamente, el modelo implantado con posterioridad en tierras de Sevilla –comisiones o juntas nombradas por el rey para entregar las tierras, moradas y solares– en lugar del seguido en el siglo anterior en la zona del Tajo, consistente en la entrega al arzobispo y los maestres de órdenes militares de grandes extensiones. Sin embargo, el modelo es aún compatible con la entrega de algunos latifundios –desde el principio ya parece estar viciado por la preponderancia de la caballería, la nobleza y las órdenes, que reciben las fincas mayores y mejores– y muy probablemente no se desarrolló en los años siguientes por las interferencias y abusos de los freires y clérigos. Aunque no hay muchos datos, lo que podemos ver apunta al predominio de la gran propiedad, que se extiende a menudo sobre aldeas completas. Quizá en algunos casos se tratara de alquerías y tierras ocupadas durante la campaña de Alcaraz, incluso antes que ésta (hemos podido ver cómo Aueçaget o Vaceiat parece conquistado por Ximénez de Rada, aunque luego termine en manos santiaguistas, y hablaremos de Cortes, heredad entregada a la orden de San Juan por Alfonso VIII, quizá legalizando un hecho consumado), pero la mayoría serán usurpaciones producidas tras la muerte del rey conquistador.
El actual Becejate (Aueçaget, Bezaiach, Vaçeiat o Torre Veçejate), a la orilla del Záncara, es un perfecto ejemplo de los cambios de manos habidos en la Mancha durante el siglo XIII. Conquistado primero por Ximénez de Rada e incluido en el término antiguo de Alcaraz, pasará a depender de la orden de Santiago y el concejo de Uclés, tras el acuerdo de éste con el de Alarcón. Luego será cabeza de una nueva encomienda santiaguista, y se despoblará, dejando paso a la nueva población de Socuéllamos.
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EL TÉRMINO INICIAL Y LAS DIFICULTADES PARA SU OCUPACIÓN
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Como ya queda dicho, los planes del monarca y Ximénez de Rada para el recién creado concejo de Alcaraz tropezaron muy pronto con los inconvenientes de un año catastrófico, que dificultará la ocupación de las tierras ganadas a raíz de Las Navas. Después de las conquistas de 1213, el rey volvió a Castilla, mientras el arzobispo, convertido en caudillo de toda la frontera, repoblaba el castillo de Milagro e intentaba afianzar la presencia cristiana deteniendo durísimas algazúas de moros como la derrotada por los cabalgadores de Toledo junto a Fegabraen (¿tal vez Foia Abrahem153, o más bien Fahs Abrahem?) y las que en adelante pondrían en aprietos a los repobladores de Milagro. Todo ello en un ambiente de hambre apocalíptica en el que aún fracasa otro ataque del rey contra Baeza, ocupada de nuevo por los moros, lo que obliga a pactar una tregua con ellos por culpa de la hambruna que obligó a sus soldados a comerse las bestias; carestía que, además, se extendió por el reino de Toledo, donde llegó a valer el almud de cebada hasta sesenta sueldos “…e murieron las mas de las gentes, e comieron las bestias e los perros, e los gatos, e los mozos que podian hurtar” (menos cruda, la crónica de Ximénez de Rada se limita a decir que el ejército tuvo que comer “carnes impropias del género humano”154). Y es de suponer que esta situación no sería mejor en Alcaraz, después del largo cerco y de las destrucciones de una hueste asentada sobre ella durante varios meses; y en sus alrededores, donde los musulmanes resistirán aún durante años en enclaves aislados, como el fuerte castillo de Montiel155, a la vez que defienden sus frontera desde las fortalezas de Segura y desde los husun inexpugnables de Chinchilla, Las Peñas y Albacete. El concejo, además, no logró controlar, ni que se deslindara de manera precisa, el término otorgado a esta población de los pertenecientes a concejos antiguos, como Alarcón y Uclés, o del que se otorgó a la de Eznavejor, conquistada poco antes que la misma Alcaraz y entregada formalmente a la orden de Santiago, para que la repueble156, casi un año después157. Un detalle importante, que don
J. González, Repoblación de Castilla La Nueva, p. 324. Jiménez de Rada, R. Historia de los hechos de España, Ed. de J. Fernández Valverde, Madrid, 1986, p. 327. 155 J. González, Repoblación de Castilla La Nueva, p. 355. 156 El Toledano dice “…cepit Castrum quod Eznavexore dicitur, et militiae Sancti Iacobi dedit illud” (R. Ximénez de Rada, Opera, Valencia, 1968, p. 161). El mismo rey afirma, en privilegio de 19 de agosto de 1213, y por tanto tres meses después de la conquista, que ha entregado a Ximénez de Rada las iglesias del término, “salvando los derechos de los freires de la orden de Santiago, a los cuales la dimos, si los tienen” (por tanto, reconoce haberla concedido). Los famosos Anales Toledanos, que dan puntual noticia de los hechos de este año, no hablan de la fecha de esta donación, limitándose sólo a decir que la hueste del rey “priso al Castiel de Dios e al Castiello de Avenxore, mediado marzo” , y Rades (Chrónica…, p. 25) sólo dice que el rey lo entregó “luego” al maestre de Santiago, aunque más adelante (p. 31) dice que el rey dio Dueñas al maestre calatravo, “cuyo avia sido antes por donación que del auia hecho don Rodrigo Gutierrez, mayordomo del rey”, y que después de esto “fueron a otro castillo llamado Eznauexore, el qual auia sido de la Orden de Sanctiago, y asi como el rey lo ganó se lo restituyó”. Versión que nos parece mucho menos fundada, porque dice que fue “restituido” –cuando no está tan claro que la orden lo tuviera con anterioridad– y porque se recoge en la parte de la obra dedicada a la de Calatrava, y no en la de Santiago, como sería lógico si el dato procediera de documentación del archivo de ésta. 157 Corchado, Avance… p. 78, dice que fue entregado el 7 de marzo de 1214, con la obligación de poblar “…castellum illud quod dicitur Feznavessore”. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, I, p. 277, da la fecha de 7 de mayo de ese año. 153 154
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El rey Alfonso VIII, doña Leonor, el maestre y un freire cualquiera de Santiago en una miniatura que ilustra el privilegio de donación de Uclés.
Julio González atribuye a una entrega verbal seguida del diploma con notable retraso, aunque en nuestra opinión no cabe descartar que en un primer momento –antes del mes de agosto, en que el rey reconoce haber dado la plaza a la orden de Santiago– hubiera diferencias entre los jacobeos, Documento real de 1213 que concede a Alcaraz las iglesias del término ganado y por ganar. que tal vez alegaban derechos anteriores sobre ella, como suelen hacer todas las órdenes, con o sin fundamento158, y el propio Alfonso VIII y Ximénez de Rada, que quizá no estuvieran muy dispuestos a darles validez si no se demostrara un anterior dominio del lugar y su iglesia. Cuando, con fecha en Burgos, 19 de agosto de 1213 –a menos de tres meses después de su conquista– el rey, anticipándose a cualquier decisión del Santo Padre, concede al arzobispo, mediante un solemne privilegio rodado, “...omnes ecclesias de Alcaraz et de omnibus terminis eius quos in presenti habet uel in posteum dante Domino a sarracenis poterit adipisci, necnon et decimas omnium regalium redditum que ibi ad nos et succesores nostros iure regio pertinebunt, necnon et ecclesias de Eznauexore, saluo tamen iure Fratrum Ordinis Sancti Iacobi quibus eam dedimus firmo, si quod habent. Omnes etiam ecclesias que edificate fuerint citra montanna illa que stenduntur de Alcaraz usque Muradal et portum de Borialamiel per confinia Castri Dominarum et Salueterre, saluo simili iure firmo milicie
A menudo decían haberse establecido en algunas de estas poblaciones durante muchos años, antes de la derrota de Alarcos. En alguna ocasión, puede ser cierto; por ejemplo, Las Navas de La Condesa, entre Despeñaperros y el río Guadalén, figura entre los límites confirmados en 1189 a la orden de Calatrava, como parte integrante del término de Calatrava la Vieja; o Criptana y Villajos, concedidas con Quero en 1162 a la orden de San Juan, que cedió la mitad al mozárabe Miguel Asarafí para que las poblara, aunque probablemente no fueron repobladas, como ha señalado J. Molero, debido a la presión almohade en la zona (J. Molero García Caminos y poblamiento en el Campo de San Juan”, en Las Órdenes Militares en la Península Ibérica, I, Cuenca, 2000, pp. 113-114. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, Madrid, 1975, p. 338. M Corchado Soriano, “Toponimia medieval en la región manchega”, en VII Centenario del Infante don Fernando de La Cerda, I. E. Manchegos, 1975, p. 85). Menos fiable es la pretensión de la orden de Santiago de haberse establecido durante treinta años en la denominada Algecira de Guadiana (J. González, El reino de Castilla..., p. 726). También es un error la tradición, respaldada por cierto documento de 1180, de que Alhambra fue dada a mediados del XII a la orden de Montfranc o Montegaudio, de la que se supone heredaría el derecho la orden de Santiago (M. Corchado, Avance de un estudio..., p. 41; y “Toponimia...”, p.86), cuando la realidad es que este documento se refiere a la Alfambra de Aragón, y que los herederos de Montfranc, tras su disolución, fueron los calatravos, y no los santiaguistas. 158
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Salvatierra, castillo de la orden de Calatrava.
Saluaterre in ecclesiis et decimis, si quod habent...”159, deja claras dos cosas: la posibilidad de que Alcaraz conquiste más aldeas completando sus términos con las que se pudiera tomar a los infieles, y la necesidad de que los santiaguistas, a los cuales se ha dado Eznavejor (“quibus eam dedimus”), y los de Salvatierra –que son los calatravos– demuestren sus derechos, “si los tienen”, en esos territorios. La expresión “si quod habent” parece traslucir alguna reticencia del monarca ante los argumentos de los freires, al menos de Santiago, quienes, más que en la previa conquista del enclave, que sería bastante discutible, podrían apoyarse en una bula de Alejandro III, que en 1175 había concedido a la orden las iglesias fundadas en lugares desiertos o que hubieran estado de tiempo inmemorial en poder de los moros. Frente a esto, el arzobispo defendía su derecho asegurando que el Papa Alejandro había sometido a su jurisdicción las iglesias de aquellas sedes episcopales cuyos obispos propios habían renunciado tras la invasión islámica160. Y es significativo que en el documento de concesión real de las de Eznavejor y Alcaraz a Ximénez de Rada –al que llama Primado en las Españas– se haga mención expresa de que ésta se debe a su agradecimiento a Dios por la victoria contra el rey de Marruecos, de quien se dice tiene el dominio de África, y en Europa hasta treinta diócesis españolas que en su día estuvieron bajo el culto cristiano, y parte de las cuales se devuelven ahora a su fe primitiva. Se planteaba, por tanto, un problema jurídico de enjundia, en el que se mezclaban la concesión de término a los nuevos concejos y las reclamaciones de posibles derechos anteriores por parte de los freires, desde el punto de vista puramente civil, con el pleito económico-eclesiástico sobre la posesión y rentas de los templos, que se presta también a discusión, por la dificultad de saber qué lugares contaron con parroquia antes de la conquista musulmana de España. Pero no cabe duda de que pronto se impuso un acuerdo de mínimos, que adjudicó a Toledo las iglesias que fueran construidas desde el mismo Alcaraz A. Lozano Sánchez, “Hacia un corpus…” pp. 61-63 (Lo ofrecemos también en nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, con el nº 1). Inexplicablemente, J. Gorosterratzu se equivoca en el año, que supone el de 1212, y con mucha razón se extraña de que el rey concediera los diezmos de Alcaraz antes de conquistarla. En realidad, se dice: “Facta carta apud Burgis era MCCLI, XIX die augusti, secundo anno quo ego, predictus rex A. regem Cartaginis apud Nauas de Tolosa, non meis meritis deuici, sed Dei misericordia et meorum auxilio vasallorum”; es decir, 19 de agosto de la era de 1251, que es el año cristiano de 1213. Así lo vio también, al transcribir la carta J. González, El reino de Castilla… Doc. 910. 160 “Item ponit quod dominus archiepiscopus est in possessione iuris diocesani in Riopal, in Alcaraz, in La Calzada, in Sancto Saluatore, in Çuqueca... Ponit quod illarum dioceses ciuitatum que sarracenis inuadentibus proprios metropolitanos anmiserunt dominus Alexander papa subiecit dicioni eccelesie Toletane...” Lomax, “El arzobispo...” p. 34. 159
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hasta Despeñaperros (Muradal) y los confines de Salvatierra y Dueñas, salvando los posibles derechos calatravos. Desde el punto de vista de la jurisdicción territorial, se dice expresamente que Alcaraz puede ensanchar su términos con las nuevas aldeas que pudieran conquistarse a los moros, cosa que no se dice respecto a Eznavejor. Los freires de Santiago no tienen, por lo tanto, nada que reclamar en estos territorios, a excepción de la propia villa de Eznavejor, que nadie les discute, y el derecho que puedan demostrar a su iglesia, cosa que les sería bastante más difícil. Poco tiempo después, el 28 de noviembre de 1213 (4 de las calendas de diciembre del año 16 de su pontificado161), Inocencio III, respondiendo a una solicitud de Ximénez de Rada –y confirmando así las mercedes que el rey le había hecho sin tener competencia para ello– concede al Toledano el diezmo de las rentas reales de Riópar y Alcaraz y todas las iglesias de los términos de la misma Alcaraz y Eznavejor. En este documento podemos comprobar que aparece Riópar, que antes no figuraba, quizá porque quedara abandonado después de la conquista y se hubiera poblado y dotado de iglesia en esos pocos meses, aunque no se deduce que esta población tenga término propio todavía, por lo que Bula de Inocencio III que concede a Toledo las iglesias de Riópar, Alcaraz y Eznavejor. puede ser aldea de Alcaraz. Parece, en todo caso, que sí existe la iglesia, con o sin feligreses, pues lo que se concede es la futura renta. En cambio, Alcaraz y Eznavejor sí poseen sus términos, con iglesias fundadas en algunas aldeas, aunque no se menciona cuáles puedan ser éstas, ni se dice tampoco cuál es la divisoria (quizá porque no es un asunto eclesiástico). Y el Papa ya no hace la menor referencia a que los santiaguistas tuvieran o pudieran tener sobre los templos, o sobre algunos de ellos, derechos preexistentes, como el rey admitía en el año anterior, aunque de forma vaga. Por lo tanto, la bula de Inocencio III, que fulmina además importantes sanciones eclesiásEl castillo y la iglesia de Riópar. ticas contra quienes la incumplan, protegía mejor los intereses de Ximénez de Rada y de su arzobispado que la carta rodada del monarca. Pero ambas, desde luego, ponen bajo su mitra un territorio y un número de iglesias ciertamente inusual, extendido por varias diócesis primitivas, aunque con referencia muy en particular a algunas poblaciones, sospechosas, tal vez, de haber tenido templos, incluso de haber sido sedes episcopales o herederas de éstas. Esto, unido a detalles como la posterior intención de cambiar el nombre de Alcaraz por el de Ignacia, la purificación de la antigua mezquita y su consagración solemne como iglesia bajo la advocación de San Ignacio –con todo el simbolismo de esta ceremonia– y el hecho de que el 20 de diciembre de 1213 A. Lozano Sánchez, “Hacia un corpus…”, p. 75 –y nosotros siguiéndole, equivocadamente– fecha este documento el Letrán el 28 de noviembre de 1214. Pero, como señala J. Gorosterratzu (Don Rodrigo… p. 57 y 418), y antes D. Mansilla, La documentación pontificia hasta Inocencio III (965-1216), Inst. Español de Historia Eclesiástica, Roma, 1955, p. 551, el primer año de un pontificado no comienza en el día en que se cumple un año, sino en el momento de la elección del Papa; y como Inocencio fue elegido el 8 de enero de 1198, se supone que el año 16 de su pontificado comienza en esa fecha de 1213 y corre todavía en el mes de noviembre, hasta enero de 1214, en que comenzaría el año 17. Ofrecemos ahora el documento en nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, con el nº 2. 161
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se otorgara también al Toledano la administración provisional de las antiguas sedes que se habían conquistado a los moros162, pudiera sugerir la posibilidad, apuntada por Lomax163, de que éste pretendiera soslayar una restauración de alguna sede de época visigoda, que pudiera mermar amplitud a la suya. La hipótesis quizá pueda ser arriesgada, pero viene a encajar con la mención expresa que se hace de Montiel cuando se habla de antiguas sedes episcopales, con las observaciones de Corchado Soriano sobre la de Mentesa, que dice fue heredada por la orden de Santiago164, y con varios escritos pontificios por los que se entregaba a don Rodrigo la administración de algunas viejas diócesis y se comisionaba al obispo don Tello de Palencia y a otros dignatarios para dar solución a las querellas entre los santiaguistas y Ximénez de Rada sobre la propiedad de ocho pueblos donados a los freires, presentación de clérigos en las iglesias de éstos y percepción de tercias y otras rentas en ellas165. Y llama la atención ver al procurador del arzobispo defendiendo en un pleito sus derechos y rentas eclesiásticas basándose en la bula de Alejandro III que había concedido a su archidiócesis las iglesias de aquellas sedes episcopales a las que renunciaron sus metropolitanos tras la invasión islámica, y acusando a los freires de haber fundado iglesias en Alhambra y Montiel –posibles sucesores de Laminio y Mentesa y futuras cabezas de encomienda– sin pedirle permiso166, aunque se reconoce que su patrocinado estaba en posesión de todos los derechos eclesiásticos de Riópar, Alcaraz, San Salvador, La Calzada y Zuqueca167 (probablemente, sitios donde se conservaban restos de antiguos templos, y que pudieran ser los sucesores de la misma Mentesa –o de su La ermita de Zuqueca, en las ruinas de Oreto (Ciudad Real). nueva sede– y de la vieja Oreto). J. Gorosterratzu, Don Rodrigo… p. 138. Otro, del mismo día 4 de las calendas de diciembre en el que se confirman a Ximénez de Rada las iglesias de Riópar y Alcaraz, somete al Toledano la Iglesia de Albarracín, cuyo obispo será su sufragáneo. J. Gorosterratzu, Don Rodrigo… p. 136 y 418. 163 D. W. Lomax, “Apostillas a la repoblación de Alcaraz”, Congreso de Historia de Albacete, vol. II, Albacete, 1984, p. 25. Lo curioso del caso es que Pérez Pareja, en su Historia de la Primera fundación de Alcaraz… p. 48, afirma, sin citar la fuente en que se basa, que Alfonso VIII quiso cambiar el de Alcaraz por el nombre de Alphonsía, que según él llevó la villa algunos años. Es de pensar que sea una de las leyendas que gustan a este autor, pero posiblemente estuviera inspirada en la intención de Ximénez de Rada de llamarla Ignatia, que sí está comprobada. Y el mismo D. W. Lomax, “El arzobispo don Rodrigo…”, p.11, habla de los manejos de sus antecesores para impedir que fueran restaurados los obispados góticos de Oreto y Alcalá, que fueron agregados a Toledo. 164 M. Corchado Soriano, Avance de un estudio... p. 105. 165 Sentenciada confirmada en Burgos, 6 de agosto de 1214, por el propio monarca. J. Gorosterratzu, Don Rodrigo… p. 138. 166 Como ya señalamos, en el pleito de 1238 dice el procurador del arzobispo “quod illarum dioceses ciuitatum que sarracenis inuadentibus proprios metrópolitanos anmiserunt dominus Alexander papa subiecit dicioni eccelesie toletane”. Y a renglón seguido: “ponit quod Montiel et alia loca consequenter in libello expressa inuassa fuerunt a sarracenis” y que al recuperarse por las armas cristianas, los freires “erexerunt altarie in Montiel”, como en otros lugares del entorno, “auctoritate propria” Véase D. W. Lomax, “El arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada y la orden de Santiago”, Hispania LXXVI, 1959, Doc. 1, p. 34. 167 D. W. Lomax, “El arzobispo...” p.34. De estos nombres no ofrecen duda alguna Riópar y Alcaraz. Es de creer que Calzada sea la de Calatrava, aunque no faltarían semejantes topónimos, y que Zuqueca sea la primitiva Oreto, donde queda una iglesia de tiempos visigodos. San Salvador, en cambio, nos es desconocida. Aunque pudiera estar en cualquier otro punto del amplio territorio concedido a Toledo, no parece difícil que se trate de El Santo de “Alcaraz el Viejo”, donde luego veremos aquella advocación, vinculada a leyendas de tradición mozárabe, y donde se construye la casa de merced cuando son descubiertos unos lugares santos hacia 1239. 162
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No se puede inferir automáticamente, como ha señalado Ayllón Gutiérrez, que el término otorgado al naciente concejo de Alcaraz tenga que coincidir con el arcedianato que Ximénez de Rada estaba organizando en Alcaraz, y menos todavía con el de las iglesias que serán sometidas a Toledo, que ocupan un espacio todavía mayor, correspondiente a varias diócesis primitivas. Pero sí es evidente que los términos de Alcaraz y Riópar, que parecen unidos todavía, y el de Eznavejor, situado al Oeste –y al Sur, como veremos– cubren todo el espacio desde allí al Muradal, Burjalamel y los confines de Salvatierra y Dueñas, que son de Calatrava y cubren la frontera oriental de esta orden hasta Despeñaperros. Todavía no se dice qué parte corresponde a cada uno de ellos, pero sí que sabemos que el de Alcaraz, al menos, quedaría muy pronto definido mediante un solemne “preuillejo rodado del rey don Alfonso, confirmatorio de muchas cosas de las que Alcaraz ha por fuero, asy de terminos commo de quintos; fecha fera de mill e dozientos e çinquenta e dos annos –es decir, en el año 1214– con vn sello de plomo pendiente en filos de seda a colores”. Privilegio que es de suponer fuera confirmación del que se concediera al crear el concejo, que no se ha conservado, pero estaba en su archivo cuando se hace inventario en el reinado de los Reyes Católicos168 y se incorpora en parte en el texto fuero por el que se regía la ciudad en la Baja Edad Media: “Don Alfonso por la graçia de Dios rey, en vno con mi muger donna Leonor e con el noble fijo nuestro don Enrique, el nasçimiento del qual ennobleçio la avan dicha çibdad169, con buena cara e con alegre, otorgo a los pobladores de Alcaraz e a los que y son agora e a los que vernan en pos dellos este fuero e confirmo lo que lo ayan firme e estable para siempre jamas; et a las primeras cosas do e otorgo a todos los que moran en Alcaraz e a los que desde aquí vernan morar doles Alcaraz en todos sus terminos con montes con fuentes con pastos, con rios, con salinas, con venas de plata e de fierro e de todo otro metal; otrosy sy ovejas o bestias o vacas o otro ganado entraren en los pastos de Alcaraz a paçer, mando que el conçejo que las quinten e que las saquen de todo el termino de Alcaraz syn calonna…”170 Quizá este privilegio no fuera muy explícito, pero al menos debía referirse de forma general a los límites máximos del término, que sin duda ya existe, como muestra la cláusula que autoriza a quintar y expulsar de sus pastos al ganado que entrara sin permiso. Pero además sabemos que Alfonso X el Sabio reconoce más tarde haber leído “fueros e preuillejos del muy noble e mucho alto e mucho honrrado rey don Alfonso mi visabuelo, e del muy noble e mucho alto e mucho honrrado rey don Ferrando mio padre, en que dieron e otorgaron al conçejo de Alcaraz e pora syenpre las villas e sus aldeas con todos sus terminos, sobre los quales terminos han muy grandes contiendas con las Hordenes de Santiago e Sant Juan e con los conçejos de Alarcón e de Chinchilla, en los quales se contiene que el conçejo de Alcaraz partien termino con Heznauaxore, e da en su derecho a la syerra del puerto Buen Varon e a la sierra Calamenna e a Guzques e a la syerra de las Piliellas, e dende adelante por
Contenido en una relación de documentos del arca de Alcaraz a finales del XV. A. Pretel Marín, Una ciudad castellana en los siglos XIV y XV (Alcaraz, 1300-1475), IEA, Albacete, 1978, Doc. LXIX, pp. 326. 169 No entendemos muy bien qué significa el párrafo. Ya Amador de Los Ríos, en su Catálogo… pp.128-129, critica a Cerdá y Rico, que deduce de aquí que don Enrique nació en Alcaraz en 1204, sin caer en la cuenta de que esta población aún era musulmana. Como, por otra parte, la misma afirmación aparece en el fuero de Segura, es de creer que se trate de una transcripción a partir de otro código; porque no es verosímil que en 1204, cuando nace el infante don Enrique, la reina Leonor pudiera haber estado ni en Segura ni en la misma Alcaraz, aún no conquistadas. Como ya señalamos, Rades y Andrada apunta que ese año el maestre de Santiago “movio guerra contra los moros por las partes cercanas al Campo de Montiel, y corrió la tierra que tenían cerca de Alcaraz; desta entrada dizen hauer ganado Castilsegura y Villanueua”; pero es una noticia sin el menor apoyo, que puede responder, como también dijimos, a un posterior intento de la orden de Santiago de afirmar sus derechos de primer ocupante en esta zona, o a la resta indebida de 38 años de la Era Hispánica al de la verdadera entrega de Segura, en 1242. Y aun cuando fuera cierta la efímera conquista de 1204, no se entiende qué hace la reina de Castilla, embarazada encima, en mitad de estas sierras. 170 Además de en el propio manuscrito del Fuero (BNE, Mss 17799), el párrafo figura en traslado parcial del mismo código sacado en Alcaraz el 28 de enero de 1461. Arch. Mun. Murcia, Cart. Real. 1391-1412, Fol. 6. Véase el texto completo en nuestra Selección Documental, Nº 36. 168
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las vertientes a la syerra del Pozo Amargo e a los Pexines e a la Syerra del Mundo catante al río de Segura e al collado que es entre Torres de Segura e Aluanchez”171. Como puede observarse, en el último año del rey Alfonso VIII, el concejo y la tierra de Alcaraz “partíen” –limitaban– con el de Eznavejor (Heznauaxore) en un punto, sin duda conocido, pero que no se cita, a partir del cual sigue una sucinta relación de mojones que rodean el término. Comienzan en la Sierra del Puerto de Buen Varón, que creemos pudiera ser el mismo que más tarde se llama de Perales, tal vez en referencia al Valle de Perales del Viso del Marqués (antes, Viso del Puerto), cerca de Almuradiel. Creemos que la sierra es la actual del Sotillo, junto a Despeñaperros y al sur de Almuradiel y las denominadas Navas de la Condesa (citadas ya en el año 1189 como límite máximo del término donado a Calatrava, y donde de luego vemos que subsiste el mojón); aunque acaso este nombre “Buen Varón” –y el mismo de Perales, frecuente en los caminos y puertos de montaña– pudieran extenderse a todo el tramo de la antigua calzada que lleva desde aquí hasta las cercanías del actual Valdepeñas, los Baños del Peral, de los que habla Corchado, y los primeros montes de la denominada Sierra de los Bailones, que va desde esta villa a San Carlos del Valle172. Un trecho paralelo, en todo caso, a la actual autovía de Bailén a Madrid, donde limitaría la tierra de Alcaraz con los dominios de la caballería calatrava, que por entonces tiene nombre de Salvatierra, aunque esta población ha vuelto a ser islámica, por lo que acaso Sierra de los Bailones desde las cercanías del actual Valdepeñas. puede haberse trasladado el convento mayor de aquella orden, de forma temporal, al castillo de Dueñas o de Dios. En ese mismo límite, y en un alto cercano a Valdepeñas, cabría situar la Mesnera o Meznera (una torre o mojón de ocho varas de alto, visible a cuatro leguas) que más tarde se cita como límite del término de Alhambra, que será el de la orden de Santiago, con la de Calatrava. Aunque Corchado piensa que está más al Oeste, suponemos que acaso pudo estar en un cerro situado hacia el sureste del actual Valdepeñas, donde se puede ver lo que parece un molino de viento y restos de una torre, que pudiera haber sido otro molino, pero puede que no. No muy lejos de allí, en el monte Montoso, comienza la citada Sierra de los Bailones. Desde las cercanías del actual Valdepeñas, el lindero seguía, en todo caso, por entre Manzanares y Membrilla, a la sierra llamada Calameña, conocida también por Jablameña o Sierra de Almenara, junto a Villamayor de Santiago (aunque el nombre se presta a confusión, no creemos que la haya El párrafo citado se contiene en otro documento posterior de Alfonso X el Sabio, de hacia febrero o marzo de 1272, pero hace referencia a otros de Alfonso VIII. Véase nuestro libro Alcaraz, un enclave castellano en la frontera del siglo XIII, Albacete, 1974, pp. 151-152, y el reciente artículo: “Despoblados y pueblas medievales en las sierras de Riópar, El Pozo y Alcaraz”, Homenaje a Miguel Rodríguez Llopis, IEA, Albacete, 2003, pp. 233-284, y muy en especial pp. 250-251 y mapa de la pág. 251-252. Consúltese también, en el presente libro, el mapa de las páginas 188-189. 172 Cabe relacionar el nombre “Buen Varón” –y el de “Los Bailones”– con el de los “Berones” que dan nombre al camino que atraviesa La Mancha. Pero más bien creemos que pudiera deberse a un “puente romano” (bunt ar-rum), como el que al parecer se encuentra en el origen de la alpujarreña Mecina Bombarón, o un “puerto romano”, buwayb ar-rum (también pudiera ser corrupción de buwayb el “Buey” de la Cabeza o monte que se alza no lejos, en el puerto de Castellar y Torrenueva). Podemos añadir que en la Sierra de Gata hay otra iglesia de esa advocación, pero ya no sabemos si hay un puerto o un puente; y en el mapa de apeo de Ugíjar, el siglo XVIII todavía se señala una “Rambla del Buen Burrón”, sin duda en referencia a la que viene de Mecina Bombarón. En su Avance..., p. 142, Corchado identifica una Fuente del Puerto de Perales que se cita después con los célebres baños del Peral, cerca de Valdepeñas; pero a nuestro entender debe estar más al Sur, aunque probablemente este nombre de Puerto de Perales aluda a todo el tramo de calzada que va desde Despeñaperros al actual Valdepeñas. 171
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Caballeros de la orden de Santiago. Miniatura de la época.
La villa de Montiel, con su castillo al fondo.
con la de La Mesnera, que hemos mencionado, cerca de Valdepeñas173), y a Guzques (o Los Gúzquez, muy cerca de Alcardete y de la carretera que va del otro Almuradiel –Almoradiel, Toledo174– a Puebla de Almenara). Por lo tanto, el espacio que más tarde podremos conocer con el nombre de “Campo de Montiel” –por ahora, Montiel todavía es de moros– no es aún de la orden de Santiago, sino de Alcaraz, que linda en esa línea con la de Calatrava. Su pérdida ulterior se debe, a nuestro juicio, a una operaM. Corchado Soriano, “Toponimia medieval…”, p. 33 y 61. Suponemos que el nombre Calameña venga de Jablameña, y éste a su vez proceda de Jebal al-Minhar (sierra de la Menara o Almenara), o de un Gebal Almina, como el que cita Conde: “Gebal Almina, monte alto a la parte oriental de la ciudad de Cebta” (J. A. Conde, Historia… p. 134). Si fuera Almina, acaso vendría de una mina de agua o de metal; pero siendo “Almenara”, parece más probable que venga de manara, alminar, torre o faro, que a menudo se usa a modo de señal, como las Al-Manarah tunecinas de Monastir y Gabes, o la archiconocida al-Manara de Cádiz, que al-Zuhrí comparaba con la de Alejandría (D. Bramón, El mundo en el siglo XIII. El tratado de Al-Zuhri, Orientalia Barcinonensia, Sabadell, 1991, p. 157). Pero, aunque es más difícil, también puede aludir al cauce de desagüe de una acequia o estanque, o al lugar donde el agua reposa y se decanta (en el siglo XIV, en la acequia de Alcira se ordena que si el agua viene turbia y “ruhinosa”, el acequiero “sia tingut de levar o fer levar los estalladors o almenares de la dita çequia”, y en Marrakesh se llama la Manara o Menara a un estanque famoso de época almohade, aunque puede deber este nombre a una torre de la que no tenemos ni la menor noticia; de hecho, Ibn Hamad habla de otro Al-Manar –traducido “El Fanal”– como uno de los grandes palacios de La Qala (Ibn Al-Jatib, Kitab al A’mal… p. 71). Podemos añadir que existen otros pueblos y sierras españolas con este mismo nombre; entre ellas la de Cádiz y las que encontramos cerca de Mazarrón, o entre Alcaraz y Riópar, provincia de Albacete. Y parece probable que sea otra “Almenara” la Mesnera o Meznera, que Corchado sitúa cerca de Valdepeñas, donde había un gran aljibe y una torre o mojón, visible a cuatro leguas (M. Corchado, Avance… p. 109). Hasta cabe pensar si Manzanares, situado muy cerca, y que aún tardará en aparecer en nuestros documentos, no habrá heredado el nombre del de esa antigua “Meznera”, con el que le coinciden todas las consonantes. Pero esta Meznera no es la misma Almenara llamada Jablameña. 174 Ver mapa de la pág. 188. M. Corchado, “Toponimia medieval en la región manchega”, en VII Centenario del Infante don Fernando de La Cerda, I. E. Manchegos, 1975,”, p. 33 y 61. M. Rivera Garretas, La encomienda… pp. 48 –mapa– y 55-56, y Porras Arboledas, La orden de Santiago en el siglo XV, pp. 246-247, tratan con extensión de este Almuradiel y Gúzquez y Alcardete, que la orden pretende repoblar en 1224 (cuando son concedidas a Añador con esta condición), y serán integradas en la tierra de Uclés y en parte compartidas con la orden Santiago, aunque, como veremos, Alcaraz reclama todavía Almuradiel en los años siguientes, diciendo que era parte de su término antiguo. Es posible que el nombre de este Gúzquez o Cúzques –citado con la sierra Jablameña en deslinde de 1241 entre Uclés y Alarcón– sea de origen beréber, como ha señalado Barceló (M. Barceló, “Loquella barbarica, II”, Faventia, 22/1, 2000, p. 97). Sin embargo a la vista de otro Golco –el Gutquh que menciona Al-Udrí en la Alpujarra– que está junto a Mecina Bombarón y muy cerca de Alcútar (M. Sánchez Martínez, “La Cora de Ilbira…”, en Cuadernos de Historia del Islam, 7, Granada, 1975-76, p. 59), y otra alquería del Godco “que agora es la villa de Santa Feé” (M. Espinar Moreno, M. Espinar Moreno, “Estructuras hidráulicas del reino de Granada”, en Agua, paisaje y territorio, Granada, 2006) no parece que pueda descartarse que estos nombres procedieran de “gothicus”, o de otro vocablo del que puedan venir los Gózquez de Madrid y la laguna sevillana del Gosque, y quién sabe si no el de Las Gascas , aldea de Alarcón, mencionada en 1194 (ver P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Docs. I y VII) o Los Gásquez, provincia de Almería (aunque puede que éstos vengan del apellido). 173
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ción extralegal de ocupación de hecho de aldeas y castillos, que protagonizaron muy en particular los freires de Santiago. Operación que acaso pudo ser espontánea y fruto del azar en un primer momento, aunque luego parece estar planificada, y que pudo empezar con la muerte del rey Alfonso VIII, concluyendo en la década siguiente, tras caer en sus manos la villa de Montiel, que sería la nueva capital de una gran encomienda en la que se integraron las aldeas de este territorio con la complicidad de Fernando III y sus tutores. Como se puede ver en el mapa del término que ofrecemos en este mismo libro (pp. 188-189), a partir de los Gúzques, el límite inicial bajaba bruscamente al Sureste, a la denominada “Sierra de Las Piliellas”, que puede situarse hacia Las Pedroñeras, o en el cerro de La Pila, ya junto a San Clemente175, o en las elevaciones conocidas por las “Pilas” del Sestero y la Legua, ya cerca de Sisante y Pozoamargo176, o quizá en todas ellas, si el plural aludiera a una sucesión de “Pilas” o “Pilillas”. Y el siguiente mojón que se menciona es el del Pozo Amargo, que bien pudiera ser el Amarguillo que
Pozoamargo y la sierra de su nombre, con la Loma y la Ermita de la Virgen (derecha).
se ha documentado apenas a una legua de La Alberca de Záncara177, aunque a nuestro entender debe aludir más bien a la elevaciones que destacan del llano, pese a su poca altura, desde Vara del Rey al actual Pozoamargo; un lugar este último que parece haber sido, cuando menos, una mansio romana y un nudo caminero de cierta relevancia178, y que conserva el nombre de manera más fiel. Pero como la sierra se extiende al Noroeste, hacia Vara de Rey, por las citadas “Pilas” del Sestero y la Legua, no podemos saber en qué lugar exacto estaría el mojón. Es de creer, no obstante, que fuera hacia el extremo, y quizá no muy lejos del mismo Pozoamargo. Se entiende, en cualquier caso, que las Casas de Haro, Minaya y San Clemente –o sus futuros términos, pues parece que estas poblaciones aún no se han fundado– quedarían aún, sobre el papel, del lado de Alcaraz, si bien, como veremos, se perderán muy pronto. De Pozoamargo al Sur, la poco detallada mojonera del rey Alfonso VIII da un salto a los “Pexines” (que creemos estaban junto al actual San Pedro y el río de La Quéjola, donde está la Cañada de Pechinas, o en la torre llamada de Albarruiz, aunque no descartamos que haya varios “Pexines” en ese Los cerros de La Pila y Pajarilla se sitúan junto a Las Pedroñeras, junto a Navalcaballo y el camino viejo de La Alberca de Záncara, y un poco al noroeste de Santiago de La Torre (“Labores del Quebrado,” que aún pertenecían a Alcaraz en época de Alfonso X el Sabio). Pero hay otro Cerro de La Pila apenas a un kilómetro al Nordeste del actual San Clemente y entre los caminos que viene de La Alberca y de Las Pedroñeras. 176 A mitad de camino del Simarro a Sisante, junto al punto en que parten estos términos con el de Pozoamargo y junto a los parajes de La Sierra y Loma de la Virgen (que recibe este nombre por la cercana ermita de Nuestra Señora de La Cabeza). 177 La dehesa de monte concedida en 1264 al concejo de Záncara limita con Belmonte en La Gotera, y la noria que estaba en la carrera procedente de Pedroñeras. Se menciona también Navalcaballo, el pozo del Amarguiello y la senda que sale de esta población. P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… p. 364, Doc. XIII. 178 J. M. Roldán Hervás, Itineraria Hispana, p. 261. 175
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Dos paisajes del Mundo, en el puente de la aldea de Mesones y en la zona de Ayna (Royo Odrea).
largo trecho), y desde estos “Pexines” proseguía a la Sierra del Mundo, mirando hacia el Segura. No sabemos muy bien si se incluían Riópar (castillo conquistado en la misma campaña que Alcaraz, pero quizá perdido poco tiempo después, o despoblado) y su aldea de Mesones, que debía de existir, pues las fuentes islámicas dan su nombre al río Mundo (Misawnis o Michunis), aunque probablemente no estuviera habitada. Es de creer que sí, pues las sierras del Mundo que mira hacia el Segura son las de los Calares y El Cujón, por donde luego irán los mojones del límite, como podremos El castillo de Riópar principal fortaleza en el ver, y ambas están al sur de Riópar y Mesones; pero no valle del Mundo. es muy seguro, porque en Riópar parece funcionar durante algunos años un concejo distinto del creado en Alcaraz, aunque luego se integre en su jurisdicción. Y obviamente, tampoco nos es dado saber si por aquellas fechas serían ya de Alcaraz los lugares de Ayna y Elche de La Sierra, que unos años después, tendrán término propio, aunque acaben también en poco tiempo siendo aldeas de Alcaraz179. Lo más probable es que ambas estuvieran todavía en poder de los moros, pero con los frecuentes cambios en la frontera, nada puede afirmarse, salvo que aún no aparecen en nuestros documentos. El último mojón del primitivo término de Alcaraz se sitúa, por fin, en el “collado entre Torres y Albánchez”, que no está exactamente en la localidad que hoy recibe el nombre de Torres de Albánchez, pues conviene advertir que Torres todavía sería musulmana, en tanto que Albánchez pertenece a Alcaraz, ya que el límite está situado entre ambas. Como podremos, ver, unos años después, en 1235, cuando los santiaguistas se apoderen de Torres, que está “circa Seguram”, dividirán “per medium” los términos de ésta con los de otras villas como Beas, Albánchez, Cotillas y Catena, quae sum circumiacentes villae”180, lo que indica que hay una buena distancia entre la misma Torres y cada una de Como luego veremos, en febrero de 1246, al conceder sus términos a la nueva encomienda de Segura, se dice que ésta linda con Hellín y Tobarra, y “como parte Liétor con Felin e con Touarra, y como parte Yso con Las Pennas de San Pedro, y como parte con Alcaraz, e como parte Bueycorto con Elche, e como parte Yxar con Ayna” (M. Rodríguez Llopis, “La evolución del poblamiento…” Doc. 1). Ignoramos si Elche poseía castillo en esos años, pero en Ayna sin duda existiría la “Cueva de los moros”, que sustenta el castillo de La Hiedra, y hasta puede que otro, situado justo en frente, en los denominados “Castillicos”, donde se aprecian restos de otra cueva hundida, protegida por una pared o barbacana, que según los vecinos fue un corral de ganados, pero pudo servir también como defensa (las cuevas-fortaleza son bastante corrientes en el valle del Mundo). Desde luego, la zona tiene un pasado islámico, como demuestra el nombre de Ayna (que significa “Fuentes), o el de La Alcadima (“la Antigua”), junto a Híjar. 180 D. W. Lomax, La Orden... p. 12. Chaves, Apuntamiento, p. 19. J. González, Reinado y diplomas… Doc. 554. 179
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ellas. Y sabemos también que al hacer relación a Felipe II los de Génave dicen que este pueblo se sitúa en la falda de una sierra que viene de la tierra de Alcaraz, y que aunque no conocen el nombre de la cumbre, sí han oído decir que existen dos collados, de los que uno se llama “el Puerto de Albánchez”, y que antes se llamó “los puertos de Alventosa” (un nombre que también nos dan la de Segura, añadiendo “que son los puertos entre Sigura y Villarrodrigo”, y la de Bienservida, situándolo cerca, y ha-
Bienservida (Albacete) y Villarrodrigo (Jaén) dos lugares nacidos en el sur de la tierra de Alcaraz.
cia el sur, del actual Turruchel181). El primitivo Albánchez pudo estar, por lo tanto, hacia Villarrodrigo o su término actual (donde, por cierto, había un santuario de la Virgen de Albánchez o Albasánchez); y el collado citado como límite extremo de Alcaraz puede ser el del Pino, a mitad de camino entre Villarrodrigo y el castillo de Torres, o quizá el inmediato de Los Yesos , en donde parten hoy Villarrodrigo, Génave y las Torres de Albánchez. Esta parece ser la opción más verosímil, aunque hemos de advertir que hay otros “Collados”, como el de Lagunillas y el Collado de Piedra, situados a ambos lados de la Peña del Cambrón y en el límite actual de las provincias de Albacete y Jaén, y los del Mercador y los Salelos cerca de Río Frío y en la carretera de Siles a Cotillas, todos ellos, no obstante, bastante más lejanos y en la divisoria con la villa de Siles, que no con la de Torres. En cualquier caso, queda fuera de toda duda que este límite excluye la población de Orcera, muy cerca de Segura, que también estaría en estos años en manos de los moros, y que no llegará a ser de Alcaraz, al menos de momento, contra lo que escribimos equivocadamente182. “A la dicha parte del norte, çerca de Xenabe, ay otra torre que se llama la Torre de los Canpos de Alventosa, que son los puertos entre Sigura y Villarrodrigo, quatro leguas de Sigura a la parte del Norte…” Bienservida señala que “vna legua desta villa ay rastro de vn edifiçio y solar del castillo que diçen de Turruchel, çerca de donde dizen los canpos de Aventosa, e çerca del muchos çimientos que pareçen ser fundamentos de sennalados edifiçios...”A. Cebrián Abellán y J. Cano, Relaciones... p. 85, 235 y 270. 182 Muchos años después, en 1285, Sancho IV da Orcera a la orden de Santiago, “como lo tenían los de Alcaraz” (véase B. de Chaves, Apuntamiento legal sobre el dominio solar de la orden de Santiago, Ed. Facsímil, Barcelona, 1975, pp. 19 y 45), de donde infiere Chaves que “en tiempo del nombrado maestre don Pelay Pérez Correa ya le pertenecía a la Orden todo aquel territorio –de Segura– a excepción de Orcera, que havia quedado a Alcaraz en la confirmación y deslinde de 1242”. Como también sabíamos que hubo otro documento “con vn sello de plomo cómo dio el rey don Fernando a Alcaraz a Orçera e su tierra, fera de mill e dozientos e veynte annos” (una fecha imposible, que puede atribuirse a un error del copista que hace el inventario, o más difícilmente a un documento de 1220, al que indebidamente se le añada la “era”, o tal vez a algún cambio temporal o a una garantía), y otro de 1286 por el que Sancho IV “dio la mitad de Orçera a Alcaraz” (A. Pretel Marín, Conquista y primeros intentos de repoblación del territorio albacetense, IEA, Albacete, 1986, pp. 244 y-245, y Una ciudad... pp. 324), siempre hemos dado crédito a la idea de Chaves de que Orcera –y Siles, por lo tanto– estarían comprendidos en el término antiguo de Alcaraz, o que le fueran dados por Fernando III, aunque las perdería definitivamente a finales de siglo. Así lo vio también M. Rodríguez Llopis (“La evolución del poblamiento en las sierras de Segura (provincias de Albacete y Jaén) durante la Baja Edad Media”, Al-Basit, Nº 19, 1986, p. 7), que habla de una primera, y muy pronto frustrada repoblación de Siles y Orcera por parte de Alcaraz; pero mucho tememos que lo diga por las mismas razones, que ahora nos parecen bastante más dudosas. Ignoramos, por tanto, de dónde procedían los posibles derechos de Alcaraz sobre Orcera en los años ochenta (ver pág 213 de este mismo libro). Pero parece claro que no era de Alcaraz cuando se reconquista. 181
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Dejando, de momento, el límite oriental, que es el de la frontera con los moros de Murcia y Segura, y centrándonos sólo en el occidental, conviene resaltar, aunque sea repetir una idea ya expuesta, que los mojones van desde un punto ignorado –creemos que en las llamadas Navas de La Condesa o en las inmediatas Casas de Monteagú, donde luego veremos se sitúa también el “medianedo” entre Eznavejor y Salvatierra– a la sierra del Puerto Buen Varón, siguiendo en paralelo a la autovía hasta las cercanías del actual Valdepeñas, y de allí a Manzanares y Membrilla. La opinión expresada de que allí limitaban la orden de Salvatierra o Calatrava y el alfoz de Alcaraz –usurpado muy pronto por freires santiaguistas– se confirma, en efecto, al comprobar que son los mismos límites aceptados después por ambas órdenes: cuando los dos maestres llegan a una concordia, en septiembre de 1239, establecen por límites desde la Torre Alver183 (que pocos años antes parecía tener su propio término184) a “Navas de La Condesa entre amos los Villares” –al límite del término del Viso del Marqués– y de allí a las cercanas Casas de Monteagú, que es el Monteagudo en que “fallaron el medianedo los maestres susodichos que era de Salvatierra et de Eznavejor185”. Desde aquí, los maestres siguieron dividiendo en dirección al Norte por la “Fonte del Puerto de Perales”, que bien pudiera ser, como quiere Corchado, los Baños del Peral, cerca de la citada sierra de Los Bailones y en la divisoria de Alhambra y Valdepeñas, aunque a nuestro entender debiera situarse bastante más al sur, quizá en el balneario de Cervantes (Santa Cruz de Mudela), o en cualquier otro punto en dirección al Puerto de Almuradiel y el Viso. El siguiente mojón no admite duda alguna, ya que “el Argamasilla que es so la Mimbriella”, tiene que ser por fuerza la que otros documentos llaman de “Pilas Bonas”, situada en el Campo del Tocón, cerca de Manzanares. Es decir, que se trata de los mismos linderos que Alcaraz había recibido del rey Alfonso VIII, por lo que no es extraño que el concejo reclame con posterioridad puntos tan al Oeste como el Monteagudillo o Monteagú, Navas de La Condesa, el Tocón y Membrilla, cercanos todos ellos a la actual autovía de Bailén a Madrid, que aproximadamente puede servir de límite del Campo de Montiel con el de Calatrava. Queda claro, por tanto, a nuestro juicio, que el naciente concejo de Alcaraz no lindaba con el de Eznavejor al Oeste, sino al Sur, en el trecho que va desde Terrinches y la Puebla del Príncipe hasta Monteagudillo (Casas de Monteagú, entre Aldeaquemada y la actual Santa Cruz de Mudela). Al parecer, el límite incluía también las torres de La Higuera y Juan Abad, que Alcaraz reivindica con posterioridad, lo que puede indicar que Eznavejor tuviera poco término, estrecho La Torre de la Higuera, cerca de Eznavejor y Montizón. y despoblado, quizá porque la misma cabeza del Torre Alber junto al puerto de su nombre, entre el de Santa Elena y el de Santisteban, y en la misma calzada de Navas de San Juan a Navas de La Condesa (puede verse en el mapa de Corchado Soriano, “Pasos naturales y antiguos caminos entre Jaén y La Mancha”, pp. 30-31). Escrito de esta forma puede venir de Al-Bir, significando El Pozo, aunque también la vemos como Turre de Albeb, lo que apunta a que acaso pueda venir de Al-Bab, que sería La Puerta. 184 Cuando el rey fija términos a los repobladores de Baeza, en 1231, dice que éstos van “desde el Puerto del Muradal assi como las aguas corren hazia Baeça, y com van por lo hondo de la sierra hasta en derecho de la parte onde Ferrumbral cae en Guadalquivir, y de Ferrumbral por Guadalquivir arriba hasta Torres, assi como divide el término con Jaén […] Y mas adelante asi como Baeza divide el termino con Úbeda. Y de alli como Vilches divide con Sant Esteban, y con la Torre de Alver, y de alli como van camino derecho al hondo de la sierra del Muradal […] Y quando Nuestro Sennor fuere servido de bolver a Ubeda al culto cristiano, tenga sus términos assi como los tenia en tienpo de los moros…” (J. Vallvé Bermejo, “La cora de Jaén..”, p. 63). 185 Documento de 1239 en M. Rivera Garretas, La encomienda… Doc. 172, p. 376. M. Corchado, Apuntes… p. 172. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, pp. 338-339, señala que Las Navas –en el término actual del Viso del Marqués– aparecían ya entre los mojones dados a Calatrava en 1189. La localización de Monteagudo en Corchado Soriano, Avance... pp. 111 y 141-142. 183
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concejo estuviera también bastante abandonada cuando se reconquista. Hasta cabe pensar que los alcaraceños hubieran ocupado de forma irregular estas dos alquerías y quizá algunas otras de los alrededores, incluida la actual Villamanrique, que se repoblará con posterioridad en tierras de la Torre de Juan Abad; pero no es de creer que Alcaraz, incapaz de defender aldeas situadas muy cerca de sus propias murallas, se atreviera a meterse en tierras de la orden, que tenía todas las de ganar. Es más fácil creer que en un primero momento Eznavejor tuviera poca tierra, quizá porque el monarca lo hubiera concedido sin demasiadas ganas, en ratificación de un hecho consumado, o porque este castillo se entregara a los freires de la caballería jacobea para que repoblaran un enclave estratégico situado en la frontera, no para convertirlo en un gran señorío. Pero, de todas, formas, como podremos ver, poco tiempo después los santiaguistas dejarán despoblado Eznavejor y lo sustituirán por el nuevo castillo de Sant Yague, que heredará su término. Castillo de Sant Yague (Montizón). El hecho es que Alcaraz reivindica después más de cuarenta pueblos situados al norte del río Guadalén, al Este del actual Almuradiel, de Valdepeñas y demás posesiones calatravas, y al sur de la citada Sierra de Almenara (es decir, en lo que hoy es conocido por Campo de Montiel), diciendo que “les fueran dados del ondrado rey don Alfonso […] e que avien hi poblado castiellos e aldeas”. También los santiaguistas afirmaban que eran de su orden, y que “mostrarien dello bonos privilegios e bonas cartas que tenien...186” Pero lo cierto es que no parece que lleguen a mostrarlos, mientras que Alfonso X sí Castillo de Montiel (Ciudad Real). dice conocer los de su bisabuelo que llevaban los límites antiguos de Alcaraz hasta el denominado Puerto de Buen Varon y sierra Jablameña. Sin duda, la tardía conquista de Montiel por la orden de Santiago187, más los asentamientos santiaguistas en Alhambra –que Álvar Núñez de Lara repobló y cedió a dicha orden– y en otras posiciones donde el maestre llega a un provechoso acuerdo con los hospitalarios, facilitaron mucho su dominio de unos territorios que Alcaraz no podía poblar ni defender, y que eran un estorbo entre sus posesiones de Criptana y Corral de Almaguer y las de Eznavejor. Pero el proceso pudo empezar mucho antes, quizás al poco tiempo de la muerte del rey Alfonso VIII y bajo la regencia de Álvar Núñez de Lara, como podremos ver. Bulario de la orden de Santiago, Fol. 160-162. Todavía en 1217, al describir los límites de Alhambra, se habla de la calzada de Montiel “quod es castrum sarracenorum”. No sabemos si acaso pudo ser conquistado en el año siguiente, como al parecer rezaba una inscripción situada a la puerta de la torre; pero aún hacia 1222, al confirmar La Ossa a Gutierre Suárez, se dice que ésta está “in frontaria maurorum in confinibus Alcaraz” (J. González, Reinado y diplomas… Doc. 157), lo que sólo se entiende si Montiel siguiera todavía o hubiera retornado a poder del Islam. En los años 1225-1226, Lomax (Op. Cit. p. 12) registra un nuevo cerco, que no conseguiría ocupar el enclave hasta el 15 de marzo de 1227, fecha en que el rey concede los castillos de Montiel y San Polo a la orden de Santiago (AHN, Órdenes militares, sección Privilegios, Carp. 14, nº 6). Poco tiempo después se erigirá en cabeza de una macroencomienda que se extiende por todo el Campo de su nombre, salvo el “tercio de Alhambra”, aunque ésta también acabará integrándose. Véase M. Corchado, Avance… pp. 114-118, y P. A. Porras Arboledas, La orden de Santiago en el siglo XV, Madrid, 1997, p. 251.
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Comprendemos las dudas que la contemplación de un término tan grande, tan desproporcionado a las capacidades de control de un concejo naciente, puede haber suscitado en algunos autores, pero a nuestro entender los documentos no pueden ser más claros. Sólo cabe apuntar que la adjudicación de semejante alfoz, que además estaría en gran parte vacío, se debiera a la falta de otras poblaciones realengas de igual categoría entre las ocupadas por entonces, y a la necesidad de Alfonso VIII de afianzar la presencia del dominio real en el espacio recién reconquistado (aunque, como veremos, se frustró esta intención). O que, al derrumbarse la frontera almohade, no estuvieran muy claros los mojones entre los anteriores y los nuevos concejos, que heredaron los términos de tiempos musulmanes, por lo que en el momento de entregarlos a los recién creados el rey debiera hacerlo de manera imprecisa, lo que unos y otros podrán aprovechar para ampliar los suyos a costa del vecino. De hecho, como antes pudimos comprobar, el fuero de Alarcón, ofrecía una prima, años atrás, a los cabalgadores de la villa que tomaran ovejas o vacas a los moros “entre estos mojones: Víllora, Yniesta, Ruch, Arboleta, Palomares, Ledina, Olmeda de las Piertigas, el Atalaya de M188, La Ropda, el Alarcón, en el Júcar. Nido del Aguila, las Losiellas, el Robrediello, el Uillareio Rubio, Bezaiach”189; mojones que sin duda señalaban las tierras bajo la vigilancia directa del concejo, y que lógicamente deberían haber quedado para él, aunque luego veremos que algunos de estos puntos quedarán excluidos de su jurisdicción: el Villarejo Rubio y Bezaiach (que creemos será el Vaceiat que veremos después, no lejos de Socuéllamos) quedarán, tras un largo período de disputas, en poder de Alcaraz y la Orden de Santiago, e Iniesta se repuebla a mediados del XIII como concejo aparte, aunque poco después es entregada a Cuenca en calidad de aldea190. La misma divisoria posterior de Alarcón con Chinchilla y Alcaraz permite comprobar sucesivos reajustes a lo largo del siglo que siguió a la conquista de la zona; reajustes que a menudo se realizan de manera lineal –usando como límites las “carreras” que unen puntos de referencia, que suelen ser las fuentes o los pozos de agua– y otras de manera puramente aritmética (“que lo ayan por medio”), lo que nos da una idea de la despoblación que existe en la comarca y de la vaguedad y volatilidad de las demarcaciones. Pero no cabe duda de que éstas existían ya desde los comienzos de la vida cristiana de Alcaraz, y la declaración de Alfonso X indica claramente cómo su bisabuelo concedió a este concejo territorios que iban desde el límite actual de las provincias de Cuenca y Toledo al de Jaén y Albacete, y desde Valdepeñas, o sus proximidades, a las de Manzanares y Alcázar de San Juan, a los Gúzquez cercanos a la actual Puebla de Almoradiel, bajando desde allí, por Pedroñeras, En el texto se lee una “M” con una abreviatura, que Roudil interpreta como Málaga. Es posible que sea la de Majarahelín, que encontramos después entre los límites de Alcaraz y Alarcón. 189 Roudil, Les fueros… p. 454. Ledina puede ser la actual Ledaña, aunque sobre este pueblo no hay ninguna noticia posterior. Ruch es sin duda Rus, La Ropda es La Roda, Robredillo, el del Záncara (no creemos que sea el actual Villarrobledo), Las Losillas tal vez pudieran ser La Losa y La Losilla en las inmediaciones de Casas de Benítez, y el Nido del Águila el paraje que aún conserva el nombre entre Las Pedroñeras y Las Mesas, aunque existen también la Cabeza del Águila, al norte de Casas de Benítez, y una Peña del Águila citada por mojón en el siglo XIV, cuando don Juan Manuel da término a La Roda. Del Villarejo Rubio y Bezaiach o Torre Vesejate, volveremos a hablar en páginas siguientes. No se dice que el término esté entre estos mojones, aunque así debe ser, por cuanto en el artículo gemelo del fuero de Alcaraz se dice textualmente “dentro en los moiones assí como las otras uezindades tienen” (es decir, que son límites con las villas limítrofes). 190 P. J. García Moratalla, Iniesta en el siglo XV, Aytº Iniesta (Cuenca), 1999, p. 37-38. 188
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cerca de San Clemente, a la de Pozoamargo, y de allí a los Pexines –frontera del castillo de Peñas de San Pedro, castillo inexpugnable conquistado y perdido en poco tiempo hacia 1217–1218– y a la frontera islámica de las sierras del Mundo y el Segura, en las proximidades de Riópar y Ayna, y al collado entre Torres y Albánchez. Es decir, que ocupaba casi media provincia de Albacete, todo el tercio oriental de la de Ciudad Real, un pedazo menor de la de Cuenca y una insignificancia –las tierras de Albánchez, que acaso no llegara a controlar de hecho– en las tierras limítrofes de El castillo de Peñas de San Pedro. Albacete y Jaén (ver mapa de la pág. 198). Otra cosa distinta es que Alcaraz pudiera repoblar, ni conservar siquiera, tan enorme extensión, que quizá respondiera a los Tugur al-Kursi de tiempos almohades y al proyecto del rey conquistador, pero no se adecuaba en absoluto a unas realidades geopolíticas nuevas impuestas tras su muerte. Como podremos ver, después de algunas décadas de tensiones y pleitos, el alfoz se verá muy recortado sobre todo en el Norte y el Oeste, quedando en la mitad, aproximadamente, cuando un arbitraje de Fernando III y un amojonamiento de su hijo Alfonso X (que no es confirmación, sino sentencia y rectificación destinada a imponer “paz y abenençia entre sy con todas sus vezindades”), establezcan los límites que mantendrá el concejo, con pocas variaciones, en el resto de la Baja Edad Media. Una disminución que a nuestro juicio está en relación directa con la gran expansión de la orden de Santiago, no desde Eznavejor, sino desde Montiel, Alhambra y Algecira191, ocupados después de que Alcaraz recibiera su término, dentro del cual están, pero antes de que hubiera conseguido ocuparlo. Y es que desde estos puntos la orden Jacobea se hará en muy poco tiempo con aldeas previamente cedidas a Alcaraz, aunque probablemente despobladas en muchos de los casos, durante las regencias de Enrique I y Fernando III, contando para ello con sus propios recursos militares, la colaboración de nobles poderosos que actuarán de terceros para la adquisición, y la complicidad de los hospitalarios, que practican la misma política de hechos consumados en toda la comarca de Villajos y Tirez y en las tierras cercanas a Ruidera. Así será más fácil introducir colonos y levantar iglesias en los lugares yermos, aunque fuera ignorando los posibles intentos previos de población y las bulas papales en favor de Toledo. Incluso en el espacio que más tarde podrá conservar Alcaraz, parece constatarse en las primeras décadas la falta de control por parte del concejo en unas tierras yermas o casi despobladas. En el norte del término, en donde limitaba con Alarcón, Uclés y la orden de Santiago, no tenemos noticias de que se mantuvieran los antiguos poblados, quizá porque tampoco quedaran fortalezas que sirvieran de apoyo a los moros del llano. Es significativo que aquí las mojoneras vayan de pozo a pozo, o de una fuente a otra, mencionándose sólo algunas “atalayas” –que pudieran ser morras o motillas del Bronce, aunque quizá no todas– y alguna que otra torre, como las que dan nombre a Torre Vaceiat o Torre Veçejate (creemos que el habitual de “Vejesate” se debe en buena parte a un antiguo error nuestro192), Como ya vio Corchado, Alhambra no figura entre las poblaciones que Alcaraz decía haber poblado, lo que hace suponer que fuera conquistada por la orden de Santiago, que la dio “ad populandum” a Álvar Núñez de Lara, a quien le es confirmada en 1º de mayo de 1215. Montiel, que se conquista unos años después, tampoco estuvo entre ellas, aunque su iglesia sí fue objeto de disputa entre los freires y el arzobispado de Toledo. Algecira –aunque hay dos con este mismo nombre– sí está entre las aldeas que Alcaraz reivindica (y en efecto, en abril de 1216 se dice “que est in termino de Alcaraz”, pero el arzobispado no pretende su iglesia, quizá porque entendiera las razones de la Orden sobre una anterior fundación de la misma. M. Corchado, Avance… pp. 37 y 42-43. 192 Hace treinta y tres años, al transcribir la carta de amojonamiento de Alfonso X el Sabio (Alcaraz, un enclave… p. 153) escribimos “la Torre Vejezate”, donde en el documento dice con claridad “la Torre Veçejate” o quizá “Vezejate” o “Vesejate”, pues tercera letra puede ser una c envuelta en su cedilla, o tal vez una z o una s. Lo hemos comprobado en una fotocopia del mismo documento del Archivo de Murcia (Cart. Real 1391-1412, fol. 5 vtº), que ahora transcribimos en nuestra Selección Documental (Nº 36), al final de estas páginas. 191
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o a la atalayuela de Majarahelín, actual Majarolín, al norte de El Provencio, donde luego veremos que Alcaraz linda con Alarcón. Tardaremos aún bastantes años en tener documentos sobre los “villarejos”, sin duda, despoblados, que pudieran quedar al sur del Záncara, y cuando los hallamos, se refieren a intentos de revitalizar El Villarejo Rubio –un nombre de por sí muy significativo193– por parte de la orden de Santiago, aunque Alcaraz también lo reivindicará. Pero hay que señalar que el control de la villa sobre esta comarca –o sobre parte de ella, porque no alcanzará a dominarla toda– no parece haberse hecho realmente efectivo hasta fechas tardías, lo que dará ocasión a los concejos de Uclés y Alarcón, así como a los freires de la orden de Santiago, a extenderse siguiendo una política de hechos consumados. Y algo muy semejante, pero con resultados mucho más duraderos, incluso irreversibles, ocurrirá en la zona de navas y lagunas que se extiende hacia Quero, Alcázar de San Juan y el término de Uclés, donde pronto veremos pleitos por las iglesias de Almuradiel, Criptana, Miguel Esteban, Gúzquez y otras poblaciones, que también Alcaraz reclamará, aunque sin resultados, como parte del término que le dio Alfonso VIII. Prácticamente todo lo que hoy conocemos por Campo de Montiel quedó bajo el control de la orden de Santiago probablemente antes de que la fortaleza de la que toma nonbre cayera en su poder; desde luego, lo está en los años siguientes, de forma que Alcaraz no podrá repoblarlo. Sin embargo, quizá pudo intentarlo en la zona limítrofe, de la que, con el tiempo, aún podrá retener al menos una parte. En toda la comarca de lo que se conoce por Campo de Montiel albacetense, la toponimia ofrece una confusa e interesante mezcla de los nombres latinos con las deformaciones posteriores, y algún vestigio urbano194; pero sólo nos consta que hubiera población en Ruidera, Lagunas de Ruidera. Mesa del Almendral. J. González, La repoblación de Castilla La Nueva, II, Madrid, 1976, II, pp. 286-287. El vocablo “villar” o “villarejo” alude a un despoblado, a menudo de época preislámica, aunque lógicamente se pueda reocupar después de la conquista. Sin gran seguridad, y a título de hipótesis, se podría pensar si tantos “rubios” como hay en la comarca –, donde hay Mesas Rubias, Peña Rubia, Villarejo y hasta Lavajo Rubio, e incluso el “robledo” de Villarrobledo y el Rubielo que existe junto a esta población– vengan del latín “rubidus”, seguramente a causa del color rojizo de la tierra que se da en esa zona, aunque tampoco puede descartarse del todo que haga referencia a los “rubios”, que es como los árabes llaman a los cristianos después de la invasión. F. J. Escudero Buendía, Tras los orígenes de La Mancha de Vejezate, Socuéllamos 2001, ofrece numerosos datos e ilustraciones del pasado romano de estas tierras. 194 Por ejemplo, creemos que La Ossa, la Ossilla y el Ossero, pueden ser corrupción de un nombre árabe –¿el Al-Lawz que más tarde se traduce como “el Almendral” y que puede dar nombre igualmente al Allozo?– que a su vez puede serlo de un anterior al-Luŷŷ, y que acaso más tarde volverá a deformarse dando el nombre de Lagos o Lagosa, que es el de la ciudad que algunos testimonios sitúan en las Lagunas. “Rochafrida” y “San Félix”, los dos nombres cristianos del castillo situado en la cercana laguna de San Pedro, quizá puedan venir del Rocapel (¿Roca-Fel?, ¿acaso procedente del nombre “Recafredo”, como ha sugerido Vallvé, La división… p. 140?) que Al-Razí situaba no lejos de Remón (que debe ser Laminio) y junto al nacimiento del Guadiana (por lo tanto, no puede tratarse de Recópolis, que parece tener el mismo nombre, pero no se sitúa junto a éste, aunque es de destacar que en la relación de Zorita a Felipe II se menciona también un Rochafrida). Peñarroya, sin duda, es una de las tantas Peñas Rubias, que pudieran deberse a su color rojizo (el de Alhambra es el mismo color en lengua árabe, y se debe sin duda al de la piedra), o a los mismos “rubios” de que hemos hablado. El de Algecira es árabe (“la Isla”, en la laguna), pero El Cabalgador –nombre que se repite en una fuente en la zona de Záncara, aldea de Alarcón– pudiera referirse a uno de los jinetes que ganaron la zona, o quizá resultar de una deformación de un compuesto de al-Godr o al-Gudur (las lagunas), como ocurre en el caso de Algodor. El del mojón de la Fuente del Puerco, de La Puerca o del Puerto, puede deberse más al de una torre (burŷ) que a un puerto de montaña o a los jabalíes que pudieran hallarse en las proximidades. Otro tanto se puede sospechar respecto a las Berrugas y a la Burrucosa de los alrededores. Y por mucho que pueda abundar este arbusto, nos parece altamente sospechoso la enorme cantidad de fuentes y de pozos llamados del Espino o Espinilla, que creemos pudiera proceder de un vocablo distinto, no sabemos muy bien si árabe o latino. Pero reconocemos que todo esto no son sino especulaciones. 193
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Unión de las lagunas Colgada y del Rey, desde el cerro Villares.
Rochafrida (San Félix) romancesco castillo en las lagunas.
La Ossa, La Algecira, San Félix (Rochafrida) y puede que en Sotuélamos (ni siquiera parece que la haya todavía en El Bonillo –que sería después la mayor de la zona– ni en los pozos cercanos, alguno de los cuales conserva un nombre árabe, como el de Almoranaz o La Almorada, aunque éste no está documentado hasta fechas tardías). También parece haberla en Munera, que sin duda sería fortaleza cuando menos de tiempos almohades195, pero nuestras noticias al respecto son casi treinta años posteriores al de la reconquista, por lo que no podemos saber a ciencia cierta si hay continuidad. Parece que en Lezuza, la antigua Libisosa, Castillo de Munera, en “Los Casares”. pudo haber ya un castillo, construido con piedras de la ciudad romana, y sin duda una aldea o alquería musulmana, no sabemos muy bien si en la misma colina –donde luego veremos un santuario de la Virgen Luciana o Luçiosana196– o en la vega cercana,
El castillo y la vega de Lezuza, junto al río de su nombre, que pudo haber formado una zona palustre. Suponemos que fuera la que hay junto al río, en “Los Casares” –¿de Al-Qasr, el Castillo?–, aunque existe otro “Cerro del Castillo” justo del otro lado, al este de la villa. 196 Véase nuestro artículo, “Despoblados y pueblas medievales…” pp. 235-237. 195
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Villanueva de la Fuente.
Restos de un edificio medieval excavado en Lezuza y una de las cruces encontradas en el piso del mismo.
donde se estableció con posterioridad197 y donde el río pudo estancarse quizá, formando un rosario de lagunas insanas, aún hoy perceptibles, pese a estar todas secas, pero favorecía al mismo tiempo los cultivos de huerta y el abastecimiento. No lejos del castillo, en el cerro y solar de la ciudad romana, se ha excavado hace poco un edificio con pequeña capilla y una sala aneja –¿sala capitular, o quizá refectorio?– con un banco corrido en las paredes, y en cuyo pavimento hay dos cruces paté, cuya presencia quizá pueda apuntar a un uso hospitalario, y quizá a una temprana instalación de la orden de San Juan, o de otra monástica198. También pudo quedar alguna población dispersa en alquerías entre el cerro y el llano circundante, y en aldeas medievales como las de Tiriez, La Yunquera y Lechina; pero no hay la menor referencia a Lezuza hasta el siglo XIV, lo que puede indicar que también esta aldea estuviera alejada del control del concejo durante algunas décadas después de la conquista. En cambio, Villanueva –la que luego será llamada de la Fuente– aparece muy pronto en nuestros documentos, y ya desde el principio con este mismo nombre, lo que puede indicar un desconocimiento del que hubiera tenido con anterioridad, aunque tampoco falta en las fuentes islámicas alguna Billa Nuba, quizá llamada así por contraposición al de una antigua villa visigodo-romana199. Por lo tanto, también
A principios del siglo XIV, cuando se repoblaba el lugar de Minaya, se cita por testigo a cierto Pedro Mínguez de Lezuza, lo que es indicio claro de que esta aldea existe, aunque posiblemente no en el mismo lugar, porque sigue bajando y subiendo del cerro en el que estuvo la colonia romana. En agosto del año 1411 Alcaraz da una carta eximiendo de pechos y tributos a todos los que vuelvan a vivir en el cerro, que “solía ser puebla de dicho lugar”, y que es “más sano e más fuerte” que el situado en el llano (A. Pretel Marín, Una ciudad... pp. 72 y 249, y “Despoblados y pueblas medievales...” p. 236). 198 Como en Lezuza existe este mismo topónimo, Lucía, y otros semejantes, en un primer momento llegamos a pensar que pudiera tratarse de la finca del “rivo de Lucía” que en momentos cercanos a 1212 habían ocupado ciertos monjes –“intraverunt monachi”– y que un Gonzalo Ruiz, señor de Ucero, cedería más tarde a la orden de Santiago junto con sus molinos, huertas, bueyes y otros ganados, que habrían de servir para “sacar los cativos de tierra de moros”. Hoy creemos, con Lomax y Rivera Garretas, que en realidad se trata del Ucero de Soria –cerca del cual existe una Cantalucía– y que estas heredades son las mismas cedidas algún tiempo después al obispo de Osma, con otras en Ayllón, Almazán y otros lugares de Castilla la Vieja, precisamente a cambio de otras en Alcaraz (ver Rivera Garretas, La encomienda..., 1985, Doc. 71 y p. 495. D. W. Lomax. “Apostillas…”, p. 22 y Doc. 4). Por tanto, no sabemos a que orden pudo pertenecer esta edificación. 199 E. Manzano, Los Omeyas... pp. 88-90. 197
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pudiera ser alguna traducción del topónimo árabe que pudiera aludir a un nuevo emplazamiento de otro núcleo anterior, aunque no es descartable suponer que se deba a un asentamiento de los conquistadores castellanos, contrapuesto al de una “Villavieja” todavía poblada por mudéjares como ocurre en Murcia y Alicante 200, o incluso al interés de los cristianos por borrar el topónimo que pudiera tener antes de la conquista. Lo cierto es que esta aldea es una de las pocas que parece tener población permanente, si bien, como veremos, no tardará en caer bajo el control de la orden de Santiago, que la repoblará con ayuda del conde Ordoño Álvarez, para integrarla al fin en la nueva encomienda de Montiel. Y esto, unido al constante forcejeo sobre su posesión, nos hace suponer que ambas partes conceden especial importancia a aquella población, quizá por su abundante nacimiento de agua, que alimenta la vega y el llamado Río de Villanueva –uno de los afluentes del alto Guadalmena– y garantiza el éxito de su repoblación; pero también acaso por su oscuro pasado de posible heredera de la antigua Mentesa, que quizá para algunos no fuera tan oscuro. En los alrededores de Alcaraz conocemos también algunas alquerías y torres de atalaya, sobre todo en la parte de la sierra, y algunos castillejos o cortijos dotados cuando menos de una barbacana, protegiendo las vías de comunicación y puntos de acampada. En Balazote entroncan las calzadas que vienen de Viveros, Ballestero y Lezuza con la que, por el valle del río Guadalmena, viene por Turruchel, Villapalacios y el nudo de Alcaraz –mejor dicho, de Cortes– al río del Jardín y Villaverde y el río del Arquillo, que es el de Villargordo y se une al del Jardín. Esta última vía, que como ya dijimos puede ser más antigua que la de Villanueva y Viveros, y que tiene otro Un fondo de laguna desecada en la vega del río del Jardín, enlace por la misma Alcaraz con el viejo camino cerca del despoblado Villaverde. que de Siles llegaba a Cotillas y Riópar, pudo probablemente estar deteriorada en muchos tramos por las grandes crecidas del río Guadalmena y de sus afluentes, que suelen destrozar los vados y los puentes, y hasta de las lagunas que sin duda existían de El Jardín y Los Chospes al mismo Balazote (aún se pueden ver los fondos lagunares, que se encharcan en tiempos de lluvias abundantes). Pero no cabe duda de que se utilizaba todavía, por la facilidad de sus puntos de aguada, en pleno siglo XII, cuando pasa el califa Abu Yaqub Yusuf, y aún seguirá en servicio –es la “carrera de Alcaraz a Chinchilla”– durante el siglo XIII, e incluso en el XIV, cuando Fernando IV pasa por Balazote desde Alcaraz a Murcia, si bien probablemente no será tan usada como la de Viveros. No muy lejos de esta comarca lagunar, aunque no se menciona en documentos árabes, los primeros cristianos parecen situar unos “Pexines” que creemos se extienden de la torre de Albarruiz y San Pedro hacia el río de Las Quéjolas, en donde Balazote y Alcaraz limitarán más tarde con Peñas de San Pedro, y donde este topónimo se puede conservar en la llamada Cañada de las Pechinas y quizá en el cercano Cortijo del Pichón, cerca de Villargordo. Aunque, por descontado, sólo sean preguntas sin respuesta posible, cabría plantearse si acaso esos Pexines –como el de la torre de Pechín cerca de Montealegre y del Llano de La Consolación– pueden ser un topónimo de carácter tribal, o una corrupción del árabe basit, en referencia al llano se adentra en la sierra de Alcaraz formando un corredor que aprovechan los ríos del Jardín y La Quéjola; o si aluden más bien a torres o atalayas, como ha señalado Así ocurre después en Murcia y Alicante. J. Torres Fontes, “Los repartimientos murcianos en el siglo XIII”, pp. 71.94), en Al-Andalus a la sociedad feudal: los repartimientos bajomedievales, Anejo 25 del Anuario de Estudios Medievales, Barcelona, 1990, pp. 71-94, y en esp. 78. J. Hinojosa Montalvo: “Urbanismo y poblamiento en el reino de Murcia en el siglo XIII”, en El mundo urbano en la Castilla del Siglo XIII, Vol. I, Sevilla, 2006, pp. 145-175; esp. 149, 153 y 172. 200
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Torre de Alvar Ruiz o de Albarruiz, en el río del Jardín.
Torrecica de los Baños del Cristo, entre Albaladejo y Villanueva.
Torreón de Terrinches.
Barceló201. En tal caso quizá pudiera referirse a toda una cadena de torres –muchas de ellas ya desaparecidas– que en línea casi recta viene desde la actual Estación de Minaya (donde hay un topónimo “Berchín” cerca de otro lugar que se llama La Torre), por una Atalayuela de Lechina (citada en documentos del mismo siglo XIII entre La Roda y Munera, aldea de Alcaraz), y Atalayas de Lara (citadas en el XV, quizá en Las Vandelaras) y Casas de Berruga, en la zona irrigada de Tiriez, a dar en Balazote y en la Torre llamada de Albarruiz o Álvar Ruiz –¿deformación, acaso, de Al-Burŷ o al-Buruŷ?– desde donde el Camino de la Torre, y la actual carretera, llevan a la citada Cañada de Pechinas y al actual San Pedro, Las Peñas de Elche y Minateda, mientras que hacia el sur prosigue todavía por el río del Jardín a enlazar con el nudo viario de Cortes y Alcaraz. Pero el único nombre que recuerda con toda claridad al de esos “Pexines” es el de la citada cañada de Pechinas, junto al actual San Pedro. De Alcaraz hacia el Sur encontramos también algunas torres a lo largo de toda la calzada que lleva a Puente Génave, y en las vías transversales. Algunas todavía tienen nombres comenzados por “Burg...” o bien por “Gorg...”, probablemente derivados de Burŷ, y otros, no menos claros, que vienen del latín turris o turricella202. Entre ellas se cuentan la imponente torre de Gorgojí, que pronto será objeto de enconadas pendencias, y la de Burgelista, muy cerca de la unión del río Guadalmena con el de Villanueva de La Fuente. Además, conocemos la Casa de La Torre, la de Turra203 y otra “Torrecica” de Los Baños del Cristo del Consuelo, en esa misma zona, puede que Torreblanca, cerca de Povedilla, y sin duda ninguna Turruchel, cerca de Bienservida, que vigilan las rutas al Oeste y al Sur, donde están Villanueva, Albaladejo, Terrinches
M. Barceló, “Loquella barbarica, II”, Faventia, 22/1, 2000, pp. 103-104. Señala que el topónimo Baŷŷana y alBaŷŷanis aparece a menudo en relación con las torres antiguas, como las de Pechina en Almería y Petxina en Menorca. Suponemos que acaso se pueda hablar también de la torre de Pechín cerca de Montealegre del Castillo, y quizá Mompichel o Monpechén en tierras de Albacete. Y la torre llamada de Alpechín, que fue de don Fadrique y se entregó después, en 1261, a la orden de Alcántara junto a las alquerías de Cambullón y Gelves a cambio de Alcantarilla, y la de Alpejiniz –alBayyanis– en Almería (véase Al-Idrisí, Los caminos de Al-Andalus... p. 241). Y aunque ya no nos conste si en ellas hubo torres, en Toledo encontramos las Pexinas de La Sagra y La Sisla (J. J. P. Molenat, Campagnes et monts de Tolède du XIIe au XVe siècle, Madrid, 1997, p. 445), y en Granada, además de la Peczina de la taha de Ugíjar, encontramos en fuentes musulmanas “el cercado sito en el alfoz de Bayyan, fuera de Baza” (F. Maíllo, Los arabismos… p. 425). 202 J. Vallvé, La división… pp. 240. 203 Este nombre, por sí, sugiere ya una torre; pero además existe junto a la actual aldea un cortijo “Purguete”, topónimo que creemos pudiera proceder de un antiguo Burŷ. 201
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Torre Pedro, citada en pleno siglo XIII.
Torre del Morcillar o las Hermanas y Cortijo León, cerca de Molinicos.
El castillo de El Santo, junto a La Vegallera.
(que creemos procede también de Turricella) y un Albaladejuelo, que hoy es Villarrodrigo. En esa misma zona sabemos igualmente que existieron castillos o torres defensivas, que no se han conservado, en la misma Pinilla204 y Povedilla205. En sentido contrario, hacia las sierras del Mundo y El Segura, hallamos otras torres, como mínimo, de tiempos almohades, como son la de Haches, en Bogarra –que tendría también su fortaleza, derribada en el XV– y la Torre del Moro o Torre Pedro, que se cita ya en tiempos de Alfonso X el Sabio, así como las ruinas de las de Molinicos, el castillo del Santo junto a La Vegallera206, y la de Las Hermanas –conocida también por “Torre de La Huerta” o “Morcillar”– en el camino a la del Escudero, de la que toma nombre el Llano de La Torre207. Algún otro topónimo, como los del Burrueco y Toromocho aún permiten pensar en la existencia de algunas torres más, ya desaparecidas, aunque la relación etimológica puede ser arriesgada. Y aún tendremos que hablar de los castillos de Ayna, Villares y Vicorto, en la misma frontera,
La torre de Pinilla tuvo alcaide en la Baja Edad Media, nombrado al parecer por sus señores -González de Aguilar, Ferrández de Villodre, Cribel, Sotomayor- (A. Pretel Marín, “Villazgo de El Bonillo: precedentes, proceso y consecuencias” en Privilegios de El Bonillo, ed. facsímil, IEA, Albacete, 2001, pp. 11-74.). En el libro de actas de Alcaraz (AHP Albacete, MUN 244) y con fecha de 13 de febrero de 1515, cierto Juan Vacariza, morador en Viveros, puja por la madera de derribo que hubiera en Pinilla, “con condiçion que derrueque el primer cielo de la torre”, cuyas piedras y tejas se sacan a subastan en ese mismo día. 205 En el siglo XIV, Povedilla tenía ya su iglesia de Santa Catalina, y pudiera tener su fortaleza, aunque ésta no se cita. En 1466 Alcaraz solicita licencia del monarca para hacer derribar las fortalezas de Bogarra y Povedilla, que han estado rebeldes. A. Pretel Marín, Una ciudad castellana..., p. 135. 206 Ni el castillo de El Santo, ni la torre que hubo, al parecer, en La Vegallera (hasta que se derriba a comienzos del siglo XVI) aparecen en nuestros documentos hasta fechas tardías, cuando Alcaraz envía guarnición al castillo, llamado San Vicente, a mediados del XV, previniendo una entrada de los moros. Puede que hasta entonces la comarca no estuviera poblada; pero sólo sabemos que la villa otorgó carta de poblamiento a once moradores de San Vicente de La Vegallera, y que la revocó a finales del XV por el incumplimiento de sus obligaciones –en realidad, se trata de una ocupación de don Pedro Manrique– convirtiendo su término en dehesa de pastos (I García Díaz, Agricultura, ganadería y bosque... Doc. II, pp. 97-99), aunque quedó una ermita a la que los de Riópar iban en romería a comienzos del siglo XVI, motivando conflictos con la caballería de sierra de Alcaraz. No parece que tenga fundamento la tradición que apunta a una fundación en el año 800, pero es evidente que el castillo es antiguo, quizá un antiguo hisn de tiempos emirales. El nombre “Vegallera”, que creemos compuesto de Vega y de Llera (terreno pedregoso, de glaream latino, o del árabe Haŷŷara, que viene a ser lo mismo), bien pudiera aludir a restos de poblados en el valle y la altura, que los cristianos ya encontraran ruinosos, incluso destruidos, al ocupar la zona a comienzos del XIII. 207 A. Ruibal, Castillos de Albacete, Lancia, Madrid, 1994. 204
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por lo que acaso estaban todavía en manos de los moros. De las torres que quedan, muchas pudieran ser solamente atalayas para el control vial, pero sin duda otras sirven de fortaleza y refugio siquiera ocasional a las comunidades campesinas situadas en sus alrededores, como muestra a menudo la existencia de abancalamientos y restos de acequiados en sus proximidades. Por desgracia, la inmensa mayoría de estas fortalezas y aldeas situadas en el término que Alcaraz conservó en la Baja Edad Media –que, como señalamos, sólo es una parte del que tuvo en principio– no están documentadas en los primeros tiempos de su vida cristiana. Solamente sabemos de alguna que otra aldea cerca de la ciudad, como la de Garbí, perteneciente a Ximénez de Rada, que pretendió cambiar su nombre por el de Cadreita, solar de su familia, aunque no lo logró. Y aunque hay algún topónimo como el de Casalazna (¿un compuesto de Casa o de Qas y del árabe al-Adna o al-Asnad?) junto a Casas de Lázaro, que pudiera apuntar hacia la permanencia de población mudéjar, lo cierto es que ninguna de estas poblaciones está documentada hasta fechas tardías. Un silencio que puede ser debido al azar –hay pocos documentos– pero también pudiera ser indicio de su despoblación. Y esta situación pudo ser aún peor en las zonas de sierra, donde vemos intentos, quizá no muy fructíferos, de repoblar Riópar –tal vez tras unos años de abandono o de posible vuelta a poder de los moros– y puede que Cotillas, pero nada sabemos de Bogarra, el Mencal y Paterna208, salvo que las dos
El valle del Mencal, en la carrera que atraviesa la sierra.
Paterna de Madera.
últimas, todavía pobladas hacia 1238, parecen despobladas y con todos sus términos dedicados al pasto de ganado desde poco después. Incluso lo sería en buena parte del Campo de Montiel, donde vemos aldeas ya con nombre cristiano –en apariencia, al menos– y bastantes “villares”, que sin duda están abandonados, pues en la zona el nombre viene a ser un sinónimo de lugar despoblado desde antiguo. Sin duda, este vacío, y esta disminución del alfoz de Alcaraz se comprende pensando en la violencia que trajo la conquista y las calamidades que siguieron después; pero quizá no menos pudieron influir la auténtica anarquía en que el reino se sume a raíz de la regencia –o secuestro, más bien– del niño don Enrique, hijo de Alfonso VIII, por el conde Álvar Núñez de Lara, verdadero instrumento de los nobles y de las poderosas órdenes militares. Su llegada al gobierno conducirá al conflicto no solamente ya con el naciente concejo de Alcaraz, sino con el prelado de Toledo, que tenía intereses en las tierras recién reconquistadas y muchas concesiones del rey Alfonso VIII todavía no bien consoliAunque evidentemente su nombre es antiquísimo –suponemos que incluso anterior al Islam– Bogarra no aparece todavía en documentación del siglo XIII, quizá porque el lugar se encuentra despoblado. Paterna sí figura, como podremos ver, en 1243, al lado del Mencal y el denominado “Puerto de la Madera”, que pudiera venir de la abundancia de árboles, aunque más bien pensamos que se trate de un nombre deformado, quién sabe si a partir del beréber mt’ira, que, según Barceló viene a ser un sinónimo de cultivo en terrazas irrigadas, o de una maŷra o matrice entendida no tanto como una captación o caño subterráneo, sino como un conjunto de cañadas y afluentes que conforman el río de este nombre (nombre que se repite, además, en otros muchos ríos y barrancos de Albacete, Jaén y otras provincias). En cuanto al del Mencal –¿de un antiguo manqal?– puede hacer referencia al puerto de montaña que atraviesa una antigua carrera, como podremos ver. Toda esta “Sierra Vieja” parece despoblada, o muy poco poblada, y dedicada a pastos, hasta bien avanzado el siglo XV. 208
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Alcaraz, una torre y un trozo de muralla, junto a Santa María.
dadas, que él se preocupará de hacerse confirmar durante el año que aún duró su actuación como testamentario del difunto monarca y privado de su hijo209. De hecho, el Toledano aún recibe del joven don Enrique, el 7 de noviembre de 1214, y en consideración a los muchos trabajos y expensas que hizo con su padre en la conquista de la misma Alcaraz, ya que no el señorío de esta poblaPrivilegio rodado (1214) en que Enrique I confirma al ción210, sí una torre y solares junto a Santa María arzobispo de Toledo diversas donaciones en tierra de Alcaraz. (iglesia que ya existe, como puede observarse) en los que edificar unos buenos palacios, además 211 de la aldea de Cadreita y otros bienes que antes le acotó don Montesino por orden del difunto212. Con esa misma fecha se le otorga también otras casas y viñas y solares para hacer un palacio en Alarcos, que se dice le había concedido el difunto213. Sin embargo, a raíz de su desplazamiento por parte de los Lara y su marcha al concilio de Letrán, las cosas cambiarán de forma radical en favor de las órdenes y de sus caballeros. Y si el prelado aún pudo defender sus derechos con mediana fortuna, gracias a su prestigio y al apoyo de Roma, el modesto concejo alcaraceño, que llevaba su pleito en paralelo, tenía un panorama bastante más oscuro en el tiempo revuelto que se abría con el nuevo reinado. 209 Sobre el breve período de privanza, y los enfrentamientos con los Lara, véase J. Gorosterratzu, Don Rodrigo … p. 149 y sigs, y la propia versión del Arzobispo en su Historia de los hechos de España, pp. 331 y sigs. 210 Aunque en algún momento llegamos a dudarlo, no parece muy cierta la noticia que da Rades y Andrada, y recoge después Gorosterratzu (Don Rodrigo… p. 126) de que el rey concedió Alcaraz “al dicho arzobispo de Toledo y a su Santa Iglesia, y así la tuvo hasta el tiempo del rey don Pedro, el cual, dizen que la tomo para su Corona Real y dio por ella al Arzobispo la villa de Talavera; mas por la escriptura de esto paresçe que la dio el rey don Enrique su hermano en la era de 1409”. Es verdad que este cambio se produjo con Enrique II (J. Gómez Menor, La antigua tierra de Talavera, bosquejo histórico y aportación documental, Toledo, 1965, Doc. 8. J. García Luján, Privilegios reales de la catedral de Toledo (1086-1462), II, Toledo, 1982, Doc. 103), pero no significa que Ximénez de Rada y sus más inmediatos sucesores tuvieran ya en el XIII la villa de Alcaraz como tal señorío, que bien pudo haber sido otorgado con posterioridad. 211 Es la actual de Garví, que recuperará su nombre andalusí (C. Ayllón Gutiérrez, “Alfonso Meléndez…” p. 47). La Cadreita navarra, lugar cercano a Alfaro, al otro lado del Ebro, fue el solar familiar de Ximénez de Rada, cuyo abuelo, Pedro Tizón de Rada, fue señor de Cadreita. (M. Ballesteros, Don Rodrigo Jiménez de Rada, Madrid, 1943, p. 31). 212 A. Lozano Sánchez, “Hacia un Corpus…” pp. 77-78; y J. González, El reino de Castilla… Doc. 968. Ofrecemos ahora el documento en nuestra Selección Documental, con el nº 4. Además de Cadreita, se habla de una torre construida por el propio Arzobispo junto a unos Molinos (quizá los que aún hoy llaman “del Arzobispo”, del Tío Pepe y de Flores), una viña, una huerta y una heredad junto a la villa. Sabemos, además, que el arzobispo tenía en Alcaraz bastantes posesiones, con la torre debajo de la villa y un horno, que le confirmará Honorio III en 1217 (D. W. Lomax, “Apostillas...”, pp. 23-24). 213 J. Gorosterratzu, Don Rodrigo… p. 145.
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LAS PRIMERAS PRESIONES DE LAS ÓRDENES DE SANTIAGO Y SAN JUAN
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Como ya señalamos, en agosto de 1213, Alfonso VIII dio a la sede primada de Toledo, en agradecimiento a Dios por su victoria del año anterior, a la que se refiere con autocomplacencia, “omnes ecclesias de Alcaraz et de omnibus terminis eius quos in presenti habet uel in posterum dante Domino a sarracenis poterit adipisci necnon et decimas omium regalium redditum que ibi ad nos et succesores nostros iure regio pertinebunt”, más las de Eznavejor, salvo el derecho previo que pudieran tener los freires de Santiago, y las que en el futuro pudieran erigirse desde el mismo Alcaraz hasta El Muradal, Burjalamel214 y los confines de Salvatierra y Dueñas, salvando los derechos que pudieran tener los calatravos. Un detalle importante, sabiendo que las órdenes, que tuvieron algunas posesiones en esas cercanías antes de la derrota castellana de Alarcos y en los años siguientes, podían esgrimir algunos privilegios y derechos de primer ocupante –más o menos auténticos– sobre aldeas despobladas de este territorio, donde además quedaban islotes musulmanes que se irían rindiendo poco a poco a su caballería. Pero también dijimos que en su bula del día 28 de noviembre de ese mismo año Inocencio III no dice que los freires tengan ningún derecho sobre iglesias situadas en los términos de Alcaraz, Riópar y Eznavejor, que Toledo posee “iuste e quiete”(“justa y tranquilamente”215). No cabe duda alguna, a nuestro juicio, de que Alfonso no quiso permitir que la orden de Santiago tuviera en la frontera más de lo necesario, bien porque le inquietara su excesivo poder, o bien porque dudase que pudiera tener derechos anteriores en la zona recién ganada al enemigo. También parece claro que el Papa no contempla la menor concesión que fuera en menoscabo de Ximénez de Rada y su archidiócesis. Sin embargo, a partir de la muerte del rey (6 de octubre de 1214) y del encumbramiento de la casa de Lara, comenzamos a ver concesiones reales, bastante sospechosas, que serán confirmadas por Enrique I y Álvar Núñez de Lara –beneficiario él mismo en alguna ocasión– no solamente ya a la caballería de Santiago, sino a la de San Juan. Documentos que acaso no hacen sino avalar usurpaciones realizadas mediante el uso de la fuerza a partir de Tumba de Alfonso VIII y su esposa Leonor Plantagenet.
Aunque este mismo autor encuentra otro topónimo de esa misma raíz –Bujalamé, del que ya habla Corchado en sus “Pasos Naturales…” p. 19– en un castillo en ruinas junto a la población de Llanos de Arriba, en término de La Puerta de Segura, Burjalamel ya fue identificado por Martínez Ortega con el actual Belvís, a unos 7 Km. al sur de Salvatierra y Calatrava la Nueva. R. Martínez Ortega, “Toponimia latina y textos medievales de España”, en Medievalismo, 10 (2000), p. 19. Es posible que el nombre fuera un diminutivo del de otro Burch al-Hamma, o Torre de los Baños, que se ha identificado con Baños de La Encina, provincia de Jaén (J. Vallvé, La división… p. 241). 215 Pub. Lozano Sánchez, “Hacia un corpus…” p. 75. Ver Doc. 2 de nuestra Selección Documental, al final de este libro. 214
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1215, cuando el joven monarca, don Enrique, cae en poder de los Lara y comienzan los muchos “desafueros”, por los que el Toledano los excomulgará, consiguiendo que el conde Álvar Núñez y el rey se retracten en Soria en febrero de 1216, aunque aún se producen censuras eclesiásticas por no haber reintegrado posesiones y rentas diocesanas y laicas en todo el territorio del reino de Toledo216. Son años, además, en los que la extremada debilidad del reino y la tregua existente con los moros, no menos agotados, impiden reanudar las campañas de años anteriores y aprovechar los éxitos logrados en Las Navas y en las estratégicas conquistas de Alcaraz, Dueñas y Eznavejor, para extender Castilla a través de unas tierras en gran parte desiertas. La desaparición en 1213 del rey Pedro II de Aragón y Abu Abd-Allah Muhammad ibn Yaqub ibn Yusuf (el “Miramamolín” derrotado en Las Navas), y en el año siguiente del propio Alfonso VIII, dejaba los tres tronos en manos de regentes mucho más preocupados por sus propias ganancias que por la guerra santa. La frontera, por tanto, quedó bastante en calma, pero sin repoblar y en tensión permanente, dada la resistencia de enclaves musulmanes en terreno cristiano y viceversa. Y en estas condiciones, los nobles y las órdenes, que son tan necesarios para garantizar la permanencia en los pueblos ganados, algunos de los cuales volverán al Islam, harán valer su peso y se harán conceder la mayor parte de castillos y villas fronterizas, desplazando al concejo de Alcaraz, que verá reducido en gran medida su término inicial probablemente antes de que hubiera llegado a ocupar sus aldeas. Desde luego, en Castilla, en donde la regencia y la administración han pasado de doña Berenguela y Ximénez de Rada al potente linaje de los Lara, la orden de Santiago, que tenía la fuerza de su parte, y contaba también con la amistad de Álvar Núñez de Lara, encontró la ocasión de sortear cualquier dificultad. No sería difícil, en caso necesario, confirmar privilegios que el difunto no había concedido, pero que servirían para justificar la ocupación de aldeas, ni evitar las sanciones eclesiásticas dejando abandonado Eznavejor, cuyas iglesias serían de Toledo, y fundando una nueva población –Castrum Sancti Iacobi, castillo de Sant Yague– en el que construir una nueva parroquia, exenta de hipotecas con el arzobispado, para sustituirle al frente de aquél término217. Término que ya no será
Castillo de Sant Yague (Montizón). Interior y muralla. Gorosterratzu, Don Rodrigo… p. 157. En el pleito de 1238 dice el procurador del Arzobispo que Eznavejor, Montiel y toda su comarca hasta Alcaraz y Riópar, la Sierra de Segura, Burjalamel y Torre Albeb habían sido entregados a su diócesis, cosa que negará el representante de la orden de Santiago. Y a continuación señala que los freires “construxerunt quoddan Castrum quod uocatur Castrum Sancti Iacobi, et in ipso castro nouiter construxerut ecclesiam”, cosa que reconocen los contrarios, aunque niegan haber construido el castillo (véase D. W. Lomax, “El arzobispo…” Doc. 1, pp. 30-32). Al fin en la concordia de 1244 don Rodrigo tendrá que conceder a la orden el derecho a tener tres iglesias conventuales, una de ellas “in castro quod S. Iacobus dicitur”. La forma subrepticia en que Pelayo Pérez levantó este castillo –más conocido hoy como de Montizón– se refleja, aunque sea de manera anacrónica y bastante inexacta, en la antigua leyenda de que para ocultar los trabajos en curso “puso una enramada de monte para que no lo vieran los moros que estaban en Xoray”. Véase M. Corchado, Avance... pp. 71, 78-79 y 157. 216 217
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el de Eznavejor, sino el de Santiago (aunque para Corchado la heredera del término pudo ser la llamada Torre de Juan Abad218), donde se erigirá un templo santiaguista exento de cualquier condición pontificia, al haberse creado en lugar donde nunca hubo culto anteriormente. Poco tiempo después ya encontramos iglesias no sólo en esta puebla de nueva creación, sino en las “tres aldee quas populant in termino de Sant Iague”. Pronto podremos ver que se habla de dos términos diferentes, el de Eznavejor y el de Santiago, que hacen comunidad o hermandad de pastos con Alhambra, Montiel, Segura y Alcaraz219, pero es muy probable que ya por estas fechas se hubiera abandonado Eznavejor, o estuviera avanzada su absorción por Santiago, de la misma manera que Alhambra se va subordinando a la gran encomienda de Montiel. Una despoblación y un cambio de lugar –y no sólo de nombre– que no es, a nuestro juicio, casual ni caprichoso, ni tampoco se debe a razones de orden sanitario –como ha señalado el profesor González para el de Calatrava220– sino a una maniobra del maestre para esquivar las graves censuras eclesiásticas y afirmar su poder también sobre los templos. El Prelado, que a fines de 1215 acudirá al IV Concilio de Letrán, donde contenderá ante los tribunales pontificios contra los santiaguistas y contra otros prelados, como el de Compostela, que ponían en duda el carácter primado de Toledo221, se defiende con más fortuna que Alcaraz del acoso de la orden jacobea y del mismo regente. Como hemos señalado, excomulga al de Lara, consiguiendo que éste se retracte, y logrando en noviembre de 1216 una orden del Papa para el rey de Castilla “et quidam principes regni tui”, exigiendo respeto a los derechos de la Sede Primada, y la devolución a sus vasallos de los bienes tomados de manera ilegal222. Y el recién elegido Papa Honorio III le confirma, además, en febrero de 1217223, la posesión de todas las “ecclesias de Alcaraz cum omnibus paramentis suis, ecclesias de Riopal, de Heznauexore, de Castro Dominarum, de Bilcich, de Bannos, de Tolosa, de Alarcos, de Caracuel, de Beneuent, de Çuqueca, de Petra Bona, de Malagón, de Guadalferça cum ómnibus terminis suis, decimas omnium redditum regalium supradictorum locorum; ecclesias de Aueçaget et de Cabanis que tenpore tuo a sarracenorum erepte manibus diuina gratia inspirante ad manus tuas deuenisse noscuntur, quam etiam omnes illas ecclesias que sunt citra montana de Rupe Sancti Petri et de Riopal et de Secura et de Turre de Albeb, et de portu de Almuradal et Borialamel et Andujar, et çitra Chilon et Migneça et Magaçela et Medelin et Turgelum et Safariç iuxta flumen qui dicitur Tyetar cum todo Campo de Aranuelo uersus Toletum...” Es decir, que Toledo recibe las iglesias de Alcaraz y Riópar, Eznavejor y Dueñas –independientemente de que la posesión civil y militar de estas dos fortalezas fuera de los maestres– y en general de todos los castillos que controlan los puertos de acceso a Andalucía y la parte central y occidental de toda la provincia de Ciudad Real (donde los calatravos ya habían conseguido Caracuel, Benavente, M. Corchado Soriano, Avance de un estudio... p. 169. No lo creemos así, porque La Torre será reivindicada después por Alcaraz, que en cambio no reclama Eznavejor, ni tampoco Santiago (sí lo hace el Arzobispo, pero es desde el punto de vista religioso). 219 La sentencia de 1243 distingue claramente los diferentes términos que la orden posee en Montiel, Santiago, Alhambra y Eznavejor. Queda claro, por tanto, que Eznavejor no es lo mismo que Santiago, y que éste se funda en gran medida con la finalidad de controlar su iglesia, así como también las que se están fundando en las nuevas aldeas. Bulario de la orden de Santiago, fol. 160-162. J. González, Reinado y diplomas… III, Doc. 705. Lo ofrecemos ahora nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, Nº 11. 220 J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, I, p. 287-288. 221 Responde el arzobispo llegando a cuestionar que el apóstol Santiago predicara en España, o que fuera importante dicha predicación para la introducción del cristianismo. M. Ballesteros, Don Rodrigo Jiménez de Rada, Madrid, 1943 (Reimp.), p. 98 y 153. Obviamente, el autor no cree que don Rodrigo se atreviera a poner en entredicho la venida del apóstol Santiago, “una gloria de España”. Para Duchesne, en cambio, no cabe duda alguna. J. Gorosterratzu (Don Rodrigo… pp. 162 y sigs.) parece inclinarse por la misma opinión, aunque acaba pensando que el Prelado no podía pensar lo que traslucen dichas afirmaciones. No estamos tan seguros de que no se dejara llevar por la pasión, o por la reflexión de carácter histórico, sobre todo sabiendo que el primer documento de la orden jacobea es un acuerdo entre el primer maestre y el Compostelano. 222 J. Gorosterratzu, Don Rodrigo… p. 421. 223 J. Gorosterratzu, Don Rodrigo… p. 423. A. Lozano Sánchez, “Hacia un corpus…” pp. 81-82. Lo ofrecemos también en nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, con el nº 6. 218
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Malagón, Guadalerza y Piedrabuena224), así como Cabanis –Cabañas, en Toledo225– y un Aueçaget226 que creemos el mismo Auezgaiat que muy pronto hallaremos en poder de la orden de Santiago. De estos dos se dice expresamente que cayeron en manos de Ximénez de Rada al ser arrebatados a los moros, es de pensar que antes, o no mucho después, que la propia Alcaraz. Como se puede ver, no se cita ninguna población del Campo de Montiel, pues Montiel estaría todavía en poder del Islam, y el resto se supone que formaría parte del alfoz de Alcaraz, no sabemos muy bien si porque dependieran de su jurisdicción en época almohade, o porque Alfonso VIII pretendiera crear un concejo realengo de una gran extensión para contrarrestar precisamente la expansión de las órdenes. En este documento se detallan, por tanto, los límites extremos de un amplio territorio, acaso el que en su día formó parte del reino de Toledo, con las antiguas diócesis que quedaron sin metropolitano con la invasión islámica, cuyas iglesias son concedidas en bloque a Ximénez de Rada, de acuerdo con la bula de Alejandro III. Se incluyen entre ellas las que pudiera haber “citra” (“de este lado”) de la sierra o montaña de Peñas de San Pedro, Riópar y Segura por el Este; Torre Alber, Muradal, Burjalamel, Andújar y Chillón por el Sur, y al Oeste Magacela, Medellín, Trujillo, Jaraíz y el Campo Arañuelo, donde limitaría con la sede de Emérita, que Calixto II había anexionado a la de Compostela hacía más de un siglo, en tiempos de Gelmírez227. Es decir, que el Pontífice entregaba a la mitra toledana las iglesias que hubiera de los Montes de Toledo y el Tiétar, al Oeste, a la frontera islámica del Sur, el Este y el Oeste. Desde luego, sabemos que Andújar, Salvatierra, Burjalamel, Chillón, Magacela, Trujillo, Medellín La montaña de Peñas de San Pedro, citada como límite y Segura de La Sierra, tardarán todavía algunos oriental del alfoz de Alcaraz. años en venir a poder de los cristianos228, por lo que es de pensar que el castillo de Peñas de San Pedro citado junto a ellos, estuviera también por esas fechas en manos de los moros, aunque fue conquistado y de nuevo perdido por un golpe de audacia de Ibn Hud al-Yudamí –el que luego sería rey de Murcia– en ese mismo año 1217-1218. Por su parte, Riópar, en la sierra del Mundo, ocupado en la misma campaña que Alcaraz, vaciado de moros y sin duda ninguna poblado de cristianos, ya que tenía iglesia, es citado también como límite externo, lo que puede indicar que ha caído igualmente en manos enemigas, o que se ha despoblado, o que resiste aislado, cosa poco probable, aunque no inverosímil, dada su fortaleza natural. 224 En 1245 ya existían iglesias en Malagón, Daimiel, Calatrava, Pozuelo, Villafranca, Benavente, Puertollano, El Viso, La Calzada, Castellanos y Aldea del Rey. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, I, pp. 338-341 y 420. Y es de creer que en Zuqueca, importante santuario en la calzada, no lejos de Granátula y las ruinas de Oreto. De hecho, en el pleito de 1238 dice que el arzobispo se encuentra en posesión de todos los derechos diocesanos en Riópar, Alcaraz, San Salvador, La Calzada y Zuqueca (Lomax, “el arzobispo...” p.34). 225 O Cabañas de Yepes, que Ximénez de Rada adquirió por 900 áureos poco tiempo después de tomar Alcaraz (véase Gorosterratzu, Don Rodrigo… p. 127). 226 En la fotografía de la bula de 1217 que da Lozano Sánchez se lee “Aueçaget”. Creemos que se trata del mismo Bezaiach del que hablaba el fuero de Alarcón, y el Torre Vecejate o Vaceiat que veremos más tarde al norte de Socuéllamos. 227 En el pleito de 1238 –que se remonta a tiempos veinte años anteriores– se habla de que Toledo limitaba al oeste con las provincias de Compostela y Brácara. Lomax, “El Arzobispo...” p. 33. En 1230, al conquistarse Mérida, la ciudad fue cedida al obispo de Santiago, que consiguió evitar una restauración y cedió la mitad a la orden de Santiago, que acabará teniendo el dominio completo (M. González Jiménez, Fernando III... p. 144). 228 Los primeros serán Borjalamel y Salvatierra, que serán entregados en 1226, “anno quo rex Baecie apud Nauas de Tolosa deuenit vasallus meus et osculatus est manus meas, et Saluaterram et Borialamer de manibus sarracenorum liberata cultui reddidi christiano” (J. González, Reinado y Diplomas… Doc. 215). Pero los extremeños aún tendrán que esperar a la siguiente década, y Segura al comienzo de los años cuarenta.
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Todavía tras la muerte del niño don Enrique (6 de junio de 1217) y tras recuperar su valimiento con doña Berenguela y Fernando III, el arzobispo logra que éste le confirme, en septiembre de 1218229, la carta de su abuelo que concedía el diezmo de las rentas reales de Alcaraz y las iglesias de su término actual y de los que pudieran conquistarse a los moros, así como también las del de Eznavejor, salvando los derechos que pudieran tener los santiaguistas, y hacia los confines de Salvatierra y Dueñas, excepto los que tengan los freires calatravos. Por lo tanto, no hay ninguna novedad, pero para esas fechas es bastante probable que tanto los derechos eclesiásticos de Ximénez de Rada como –en mayor medida– los del débil concejo de Alcaraz sobre aquellas aldeas que pudieran haber renacido en su término estuvieran bastante recortados, o hubieran comenzado a desaparecer, por la vía de los hechos consumados. El arzobispo aún podrá dar la batalla con ciertas garantías, pues el pleito se Privilegio rodado de 1218 por el que San Fernando confirma el de su abuelo a Ximénez de Rada. libra ante los tribunales eclesiásticos y tiene a su favor los privilegios de Inocencio III y de su sucesor; pero Alcaraz no tiene sus posibilidades: no sólo no podrá conquistar más aldeas y hacer nuevas iglesias, como estaba previsto, sino que ha de batirse en retirada, dejando muchas de ellas en poder de los freires, que ni siquiera dudan en emplear la fuerza contra los delegados pontificios, como podremos ver, y que son los que toman los últimos reductos del Islam en la zona del Campo de Montiel. Durante aquellos años Alcaraz, situada en mitad de un espacio todavía vacío (o dominado en parte por los últimos moros, que aguantan en Montiel durante algunos años), estratégicamente situada en las fronteras de Murcia y Segura, y en un nudo de vías de comunicación, atraerá las miradas de los grandes poderes feudales, desde el propio arzobispo de Toledo, que querrá recobrar las inversiones hechas en la campaña y asegurar las rentas eclesiásticas de los años siguientes, al prior y el maestre de las órdenes de San Juan y Santiago; todos ellos ansiosos, además, de tomar posiciones para la nueva etapa de conquista que se veía venir. Los años que siguieron contemplarán en ella y en sus alrededores un sordo forcejeo, suma de varios tipos de conflictos entre los intereses de cada uno de ellos y los de un concejo que acaba de nacer y que se desarrolla con graves hipotecas. Tensiones que limitan desde el primer momento el normal desarrollo de la repoblación y dejarán secuela durante todo el siglo, y que en grandes rasgos podemos resumir: • Conflicto entre el concejo –como representante del dominio realengo y como poseedor de tierras en litigio– y los comendadores y freires de las órdenes, bien en nombre de éstas o en el suyo propio, sobre la ocupación de aldeas y heredades. Una variante de éste será, probablemente el existente entre el mismo concejo y algunos caballeros que se prestan a hacer de intermediarios, o reciben las tierras en disputa para pasarlas luego a la orden en cuestión o a otros dignatarios eclesiásticos. • Conflicto, paralelo al anterior, entre el arzobispado de Toledo y las órdenes de San Juan y Santiago, y también entre éstas, por la jurisdicción de las iglesias fundadas en algunos lugares que se pueblan, despueblan y repueblan, en los Campos de Montiel y Criptana. • Tensión entre el concejo y las autoridades nombradas por el rey para no defender, paradójicamente, el interés no sólo del concejo, sino de la Corona. Tensiones que, obviamente, tienen 229
A. Lozano Sánchez: “Hacia un corpus… ”, Al-Basit, Nº 8, pp. 68-69.
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poco reflejo en nuestros documentos, pero que se producen todavía en la menor edad de Fernando III, como éste reconoce al decir que hizo mal al apartar las aldeas de la villa. • Conflictos entre el mismo concejo de Alcaraz y los que ya existían en las inmediaciones, como el de Alarcón, cuando éstos reclamen sus derechos sobre tierras limítrofes no bien delimitadas u ocupadas después de concedidas a los alcaraceños. Surgirán tardíamente, dada la lentitud de la repoblación, y a ellos se añadirán los producidos por nuevos señoríos y concejos realengos creados en la parte arrebatada a Murcia, como el de Chinchilla. • También tardíamente, pues no se documentan en los primeros tiempos, conflictos producidos entre los pobladores por la desigualdad de bienes y haciendas, y por la diferencia de oportunidades para acceder a puestos de representación. No están documentados hasta fechas tardías de mediados de siglo (1251, cuando el rey prohíbe las cofradías hechas y que los menestrales accedan al sorteo de los oficios públicos), pero es evidente que surgirían antes. Entre los pobladores de Alcaraz beneficiarios de un primer reparto de casas y heredades (que al parecer se hace todavía en 1213-1214), no faltan caballeros que venden o traspasan los bienes recibidos a personas afectas a los grandes señores laicos o eclesiásticos, como el obispo de Osma –que acabará cediéndolos al maestre de Santiago230– y freires de las órdenes de Santiago, San Juan, y el “Castiel de Dios” –es decir, el de Dueñas, que pudo ser el nombre adoptado por la de Salvatierra de
Calatrava la Nueva, sede definitiva de la orden de su nombre. Portada de la iglesia y vista general.
forma temporal, antes de trasladarse a Calatrava la Nueva231– aunque es de creer que la presencia de éstos fuera mucho menor, ya que sus intereses en la Mancha Oriental no eran tan importantes. Serán los santiaguistas y los hospitalarios –con bien ganada fama de acaparadores de riqueza232– los que En Burgos, 29 de noviembre de 1239, don Juan, obispo de Osma, cede al maestre Yáñez “las nuestras casas e el nuestro orto e el nuestro molino e la nuestra vinnuela en Alcaraz, que uos teniades ante de nos […] que fue heredamiento que dio el rey don Alfonso a Pedro Ferrández de Valdenebro en la primer conquista, e despues de la muerte de Pedro Ferrandez ouolo Garci Ferrandez so hermano, abat de Lavania, et vendiolo a Martyuannez nuestro criado que era so primo cormano, et nos compramoslo de Martyuannez”. D. W. Lomax, “Apostillas…”, p. 22 y Doc. 4. 231 En un primer momento dudábamos si cierto Martín Pérez, que aparece citado en Alcaraz como “freile de Çafiel de Dios” por C. de Ayala Martínez y colaboradores (Libro de privilegios…, Doc. 37), pudiera proceder del convento asturiano de San Juan de Dios, pero hoy suponemos que se trata de una mala lectura de un “Castiel de Dios”, en referencia al castillo de Dueñas, cerca del Muradal, que fue entregado a la orden calatrava, y que parece ser cabeza de la orden después de Salvatierra –que estaba todavía en poder de los moros– y antes de que se instale en Calatrava la Nueva, como ya señalamos. Citar a Martín Pérez como “freile del Castell de Dios”, junto a otros de Santiago y San Juan, puede indicar que la orden era ya conocida por tal nombre, quizá porque se hubiera trasladado el maestre a esta fortaleza fronteriza avanzada, aunque lógicamente también puede indicar que este freire vivía habitualmente en Dueñas. Tomándolo de Ayala, ofrecemos ahora el documento en nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, con el nº 3. 232 En 1218, Honorio III exhorta a los obispos a no creer semejantes rumores y no poner excusas al maestre del Temple y prior del Hospital, que estaban encargados, además, de la recaudación de la nueva cruzada en el arzobispado de Toledo, pues con estas riquezas se mantiene la guerra en Tierra Santa y se atiende a los pobres de Damieta. J. González, Reinado y Diplomas... p. 194. 230
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alcancen la parte del león, en dura competencia con Ximénez de Rada233; y aunque los caballeros y las órdenes tienen ya reservadas antes de que comience dicho repartimiento, con arreglo al modelo establecido en Cuenca234, algunas heredades (como Cortes, cedida al Hospital y confirmada en julio de 1214 por el propio monarca y por su esposa235), muchas casas y tierras concedidas a los freires a título privado terminarán también en manos de sus órdenes. No en vano, los dos nombres que hemos conocido entre los “quadrilleros” que ejercieron como repartidores son frey Gonzalo Ruiz236, de la orden de Santiago, y el hospitalario Montesino. El primero quizá pudiera ser el de idéntico nombre que construye una torre cerca de San Felices y Ossa de Montiel, y quién sabe si el mismo que después da a la orden la aldea de Ocañuela. El segundo –que no es únicamente un nombre legendario, como pudiera serlo el de ese Juan Abad que da nombre a otra aldea237– parece el que ya entonces era comendador de Peñarroya238, y el que dará su nombre a un molino citado en una carta de población de Quero239 y a la más conocida y cervantina Cueva de Montesinos240 cerca de las Lagunas de Ruidera y del castillo llamado San Felices (que es el romancesco Rochafrida, acaso el Rocapel o Racupel de que hablaba Al-Razí) donde registraremos algún que otro conflicto entre los santiaguistas y los hospitalarios, y obviamente también con Alcaraz. Y si los cuadrilleros obtienen propiedades, que traspasan después a sus maestres, no es nada de extrañar que quienes recibieron heredades de ellos hicieran otro tanto.
Cueva de Montesinos, cerca de San Felices y la ermita de San Pedro.
Castillo de San Felix (Rochafrida).
Laguna de San Pedro, cerca de Rochafrida y San Felices.
Como hemos señalado, Montesino, actuando como repartidor acotó a don Rodrigo una torre junto a Santa María, viñas, huertos y una heredad, unos molinos donde éste construyó una torre, y la aldea de Cadreita. 234 J. L. Martín, Orígenes de la orden militar de Santiago (1170-1195), Barcelona, 1974. 235 C. de Ayala Martínez, Libro de privilegios… Doc. 210. 236 J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, II, p. 210. 237 A este personaje, que ya poco después de la conquista daba nombre a la Torre, se atribuyen diferentes hazañas en la zona, desde la reconquista de castillos como el de Eznavejor hasta ser el alcaide defensor del castillo, o el abad de un convento que parece situarse en Los Villares (M. Corchado, Avance... pp. 79 y 168-171 y 174). Sin embargo, no quedan documentos que avalen su existencia. Hasta puede pensarse si su nombre no pudiera venir de Juan (apócope habitual en la comarca de la palabra “Fuente”), y de Abyad (“Blanca”, en árabe), o quizás de un Abez como el de la Mezquita y el Rabad Abez de la ciudad de Murcia (ver J. Torres Fontes, CODOM, II, doc. XXIV). 238 J. Molero García, “Espacios y sociedades: los primeros tiempos del Hospital en La Mancha (1162-1250)” en La orden militar de San Juan en La Península Ibérica, Alcázar de San Juan 2002, p. 214. 239 Lomax, “Apostillas…”, p. 22. J. González, Repoblación de Castilla La Nueva, I, p. 262. 240 La tradición procede de tiempos medievales. Ya Fernando Colón, en su Cosmografía, habla de Montesinos y la famosa Cueva, en la que se asegura existía una piedra sobre la cual hacía monedas Montesinos, cuando vino de Francia, desterrado. También dice que éste levantó la ermita de San Pedro de Sahelices (San Felices). Cervantes, por lo tanto, no inventa la leyenda, sino que la recoge de la voz popular y del romance. 233
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Esta actitud traerá numerosos conflictos entre los caballeros y sus comendadores, el no menos voraz Arzobispado y el naciente concejo de Alcaraz, al que se otorga un fuero del modelo de Cuenca y Alarcón –adecuado a las pueblas de frontera– con total libertad para hacer donaciones e instalar pobladores en su término y para limitar o impedir totalmente la adquisición de bienes por los “omnes de orden que dexan el sieglo por seruir a Dios”, a fin de evitar su amortización por los privilegiados. Poco tiempo después de la conquista, en otro documento, que carece de fecha, pero pudiera ser de estos mismos años241, Peñarroya, castillo hospitalario limítrofe con tierras de don Suero, el “senior” del rey en Alcaraz242, hará Alcaraz y la Orden de Santiago. de mediador y juez entre el concejo y el comendador don Montesino, que fue repartidor, y adjudicatario de algunas heredades. Entre ellas, un huerto, que él amplió por su cuenta y que ahora tendrá que recortar, no sin compensación con otras tierras, cerca de “Los Forcajos” (quizá las confluencias de los ríos de Cortes y El Horcajo y de éste con El Piojo, lo que encaja bastante con las tierras que rodean a Cortes, aunque el comendador de esta heredad no es ahora Montesino, sino Martín Fernández). Este acuerdo menciona –digámoslo de paso– a algunos pobladores de Alcaraz en los comienzos de su vida cristiana: además de don Suero, el senior de Alcaraz, y de algunos alcaldes y jurados –oficio que ya existe, como se puede ver– están Pedro González, hermano de don Suero y alcalde de la villa, y varios caballeros con título de “don”, alguno de los cuales, por lo menos, es vasallo del senior (“don García Martínez, cavallero de don Suero, testigo”). También vemos allí como testigos a don Gómez, don Iñigo, Miguel Muñoz, Miguel de Borachina, Muño Barchín y el juez don Martín de Alcaraz243, y a un numeroso grupo de freires de las órdenes y eclesiásticos, como Pedro Domínguez, mayordomo de Ximénez de Rada, don Gonzalo Ruiz y Bernal Salvatorez, de la orden de Santiago, y los hospitalarios Montesino, Juan y Martín Fernández (comendador de Cortes, que sería quizás el C. de Ayala Martínez, Libro de privilegios de la Orden de San Juan... Doc. 318. Creemos que el documento –que ofrecemos también en nuestra Selección Documental, tomándolo de él– ha de ser anterior a 1217, el año en que la orden de traslada al castillo de Calatrava la Nueva, pues en él aparece Martín Pérez, “freile de Castiel de Dios”, y es de creer que si fuera posterior a esa fecha se le hubiera llamado “freile de Calatrava”. 242 El documento indica solamente el nombre de don Suero, quien bien pudiera ser Suero Téllez de Meneses, sobrino del obispo de Palencia, que jugó un papel trascendental durante la regencia de Álvar Núñez de Lara, al que acabó oponiéndose. Como podremos ver, el 26 de abril de 1216, y tal vez en el curso de las negociaciones con el conde de Lara, Suero Téllez recibirá La Ossa, “in termino de Alcaraz”, un lugar en comarca disputada, donde en 1216 la orden de Santiago recibe La Algecira de Guadiana, la Orden de San Juan ocupa Peñarroya, y el propio arzobispo de Toledo comenzará muy pronto a instalar colonos cerca de San Felices. Sobre este personaje, ver J. González, Reinado y diplomas… p. 165. El padre de los Téllez, Tello Pérez, conquistador de Cuenca, fundó allí el hospital de Santiago, al que dotó más tarde con importantes mandas; y la vinculación a esta orden de toda la familia está bien comprobada, aunque Tello parece vinculado también a la de Calatrava (J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, II, p.147 y 265). Pero no es muy seguro que el Suero de Alcaraz sea el mismo Suero Téllez, entre otras razones porque en el documento se menciona también a un Pedro González, alcalde de Alcaraz y hermano suyo. 243 ¿No sería el Martín que compra la heredad de García Ferrández de Valdenebro y la vende después a su señor el obispo de Osma, y el Ibáñez de Alcaraz que Lomax (“Apostillas...” p. 23) encuentra en documentos sevillanos del siglo XIII? Este último también pudiera ser, no obstante, cierto Ferrand Ibáñez Alharilla que poseía un valle y una viña (que ya había vendido en 1240) en tierra de Alcaraz, cerca de San Felices, y que ya antes de eso, en 1220, había recibido cuatro aldeas en Toledo (Lomax, “Apostillas...”, p. 30). Sólo son conjeturas, pero estamos, con probabilidad, ante uno de aquellos caballeros que harían vecindad en Alcaraz durante algunos años, como una simple escala en su marcha hacia el sur. Quién sabe si Fernán Ibáñez de Alharilla no sería el Fernán Ibáñez Batisella, o Ibáñez de Limia, (hijo de Juan Fernández, tenente en Galicia de Limia, Lemos y Allariz) que sería heredado en el repartimiento de Sevilla (J. González, Reinado y diplomas... p. 173). 241
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primero en este cargo, si es que don Montesino no lo fue antes que él). Y también se menciona junto a ellos a cierto Martín Pérez, “freyle de Çafiel de Dios” (que creemos sería el castillo de Dueñas, o de Dios, aunque ya no sabemos si se alude a la adscripción concreta de este caballero a dicha fortaleza, o a un efímero cambio de denominación de la caballería calatrava antes de trasladar su convento mayor a Calatrava la Nueva, cerca de la anterior sede de Salvatierra). Como se puede ver, en Alcaraz abundan Salvatierra, en el viejo camino a Andalucía. los freires de las órdenes y la caballería militar Vista desde Calatrava la Nueva. vinculada a los nobles y al arzobispado de Toledo, y también al obispo don Tello de Palencia, probablemente hermano o pariente cercano de don Suero, y que quizá por ello parece poseer en Alcaraz bastantes intereses, sin contar con los muchos que tenían sus hombres, como ha destacado D. W. Lomax244. Y si los caballeros del segundo escalón reciben heredades, no hay que decir siquiera las que recibirán los de primera fila: por hablar solamente de los aquí citados, y sólo de un rincón del alfoz de Alcaraz, del que hay más noticias, sabemos que don Suero recibirá La Ossa, cerca de las Lagunas de Ruidera y de la cueva que aún conserva el nombre del semilegendario Montesinos. No muy lejos de allí, los santiaguistas tenían La Algecira y los hospitalarios Peñarroya y Ruidera, y don Gonzalo Ruiz –que bien pudiera ser el ricohombre Gonzalo Ruiz Girón, como piensa González245, pero también, acaso, el freire santiaguista de que hemos hablado, y hasta un comendador del Hospital de ese mismo nombre246– construía una torre pocos La iglesia santiaguista de Ossa de Montiel. años después; torre que bien pudiera ser la de Rochafrida (San Félix o Felices), quizá reedificada sobre otra anterior, aunque esto no consta expresamente. Y en el monte vecino comenzará muy pronto un segundo reparto de viñas y heredades afectas a la diócesis de Ximénez de Rada. Una concentración de coincidencias, en muy pocos kilómetros cuadrados, que permite observar con claridad la importancia que alcanzan la nobleza, las órdenes y el mismo arzobispo en el repartimiento no sólo de la villa, sino también del término. Parece que este ejemplo es generalizable; pero además creemos que pronto se dará una concentración de las caballerías y heredades otorgadas en el repartimiento –o de parte de ellas, por lo menos– a las que muchos freires, caballeros y Rochafrida. Una torre del castillo. otros vasallos de las órdenes renunciarán después en favor de D. W. Lomax, “Apostillas...” p. 21, nota 8. No sabemos si acaso –como sugiere ya J. González– será el Gonzalo Ruiz Girón, mayordomo del rey Alfonso VIII, aliado primero de los Lara, y luego de los Haro contra el conde don Álvaro, con quien rompe en diciembre de 1216; el mismo que después acudirá a León en 1217, junto con Lope Díaz, apenas fallecido el joven don Enrique, para traer a Castilla, con sigilo, al futuro Fernando III, del que fue mayordomo. (J. González, Reinado y diplomas... p. 130, 156-157 y 236, Jiménez de Rada, Historia… p. 335). 246 Gonzalo Ruiz, comendador de Tirez por la orden de San Juan. J. Molero García, “Espacios y sociedades…” p. 214. 244 245
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las mismas. Por ejemplo, sabemos que un Gonzalo Ruiz –que puede ser, o no, el antes mencionado– traspasará a la orden de Santiago su heredad de Ocañuela247 en enero de 1228, en un acto del cual serán testigos don Alfonso Meléndez, arcediano, Juan Gómez, arcipreste, y diversos vecinos de Alcaraz, como el adalid248 don Miguel de Las Castellanas, don J. Aparicio, don Bela y don Juan Aragonés, y un Pedro Fernández de Torrubia, y un tal Pedro Miguel, comendador de Cortes, que sería, por tanto, freire del Hospital. Pero además, las órdenes habían recibido –o quizás ocupado y pedido después en donación– enclaves estratégicos en los nudos de comunicaciones, no ya en la periferia, sino a la vista misma de Alcaraz y sus muros. Por ejemplo, la orden de San Juan y su prior en Castilla, don Gutierre Armíldez, habían recibido del merino del rey, Pedro Fernández, probablemente aún en 1213, y entre otras propiedades, la heredad de “Cordes”, tal como la acotó por su mandado el merino real, Pedro Fernández. Donación que sería confirmada por el propio monarca, Alfonso VIII, y su esposa, Leonor Plantagenet, el 12 de julio de 1214, a su regreso a Burgos tras su última campaña, poco antes de que el rey dejara de existir: “dono itaque vobis et concedo in Alcaraz casas, vineam, molendinum ortum et hereditatem de Cordes, sicut ea vobis dedit et determinavit Petrus Fernandi, merinus meus, de mandato meo”249. Una gran propiedad que, sin embargo, será objeto de ensanches ilegales y pleitos seculares, sólo en parte resueltos, treinta años después, por una mediación del infante heredero, como podremos ver. No en balde, en ella hubo un castillo estratégico –ignoramos si antiguo o levantado por los hospitalarios–
El santuario de Cortes, en un cruce de vías de comunicación, donde estuvo el castillo de la Orden de San Juan. D. W. Lomax, “Apostillas...” Doc. 2. Puede verse también en nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, con el Nº 7. Aunque este documento se hace en Alcaraz, no está claro si esta Ocañuela estaría en su término. Puede ser una aldea, como la de La Hoz, que se sitúa junto al monte “Cañuelas” (1.115 m.) muy cerca de Alcaraz y junto al río de Cortes, entre este y el santuario. Pero tampoco es demasiado difícil que sea la Ocañuela del partido de Ocaña mencionada en el fuero de esta población en 1251 y que recibe el suyo de la orden de Santiago en 1335 (Chaves, Apuntamiento... pp. 27, 40 y 205). 248 Experto en conducir expediciones en terreno enemigo, que señala los sitios adecuados para las acampadas o para preparar las emboscadas y hace de caudillo en las algaras. 249 C. de Ayala Martínez y otros, Libro de privilegios... Doc. 210 (Al final de este libro lo ofrecemos también en el Nº 3 de nuestra Selección Documental). Quizá, Gutierre Armíldez fuera nieto o biznieto de otro Gutierre Armíldez, alcaide de Toledo, que murió combatiendo contra los musulmanes en 1131, y quién sabe si hijo de un Armildo Meléndez, a quien Alfonso VII había dado Zuera en 1156, y hermano de María y Pedro Armíldez, que en 1228 venderían Zueruela –o Hinojosa– al arzobispo de Toledo (J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, p. 347). 247
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en un nudo viario en el que se cruzaban “la carrera que viene de Alcaraz al castillo de Cortes”250, la del mismo Alcaraz a Chinchilla y Lezuza, y la que por La Peña se internaba en las sierras de Paterna y Riópar. Ya lejos de la villa, la orden del Hospital, había recibido por esas mismas fechas Peñarroya, “qui iacetur in ripa de Guadiana”, y Ruidera251, que es uno de los pueblos que Alcaraz decía haber poblado, y que no tardará en ser entregada a la orden jacobea. De entonces adelante, el Hospital lindará en esta zona –en El Cabalgador252– con la misma Alcaraz, la orden de Santiago y el hijo de don Suero, que dominan La Ossa. Las relaciones distan de ser las más cordiales, pero al menos en esta ribera del Guadiana no son tan conflictivas como las que veremos entre los santiaguistas, Alcaraz y el arzobispado de Toledo; quizá porque los límites no pueden ser más claros, y porque el arzobispo llegó tempranamente (1228-1229) a un arreglo pacífico sobre la posesión de la iglesias, las que había en Consuegra y Peñarroya y las que se erigieran en sus términos, que a partir de esas fechas pagarían el diezmo a la orden y a Toledo las tercias253. Por su parte, los freires de Santiago habían ocupado el castillo de Alhambra, que les fue confirmado por Enrique I (con sus términos, hasta El Salidillo, Alcobela y Argamasilla) y cedido en tenencia o encomienda a Álvar Núñez de Lara el 1 de mayo de 1215254 “por los días de su vida” para que la repueble255. En
Peñarroya, castillo de la Orden de San Juan a orillas del Guadiana.
El castillo de Alhambra, posesión santiaguista repoblada por el conde don Álvaro.
C. de Ayala Martínez y otros, Libro de privilegios... Doc. 289-290. Pueden verse también en nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, Nº 12 y 13. 251 El 17 de junio de 1215, desde Soria, el joven don Enrique concede al Hospital el derecho de hacer una dehesa de una legua en sus cuatro castillos del Alto Guadiana: Peñarroya, Ruidera, Santa María y Villacentenos. J. González, “La repoblación en La Mancha”, VII Centenario del Infante Fernando de La Cerda, I.E. Manchegos, 1975. p. 19. C. de Ayala y otros, Libro de privilegios... Doc. 4. 252 F. J. Escudero Buendía, “Disputas territoriales entre Alcaraz y la Orden de Santiago en el siglo XIII: la partición definitiva de 1294, origen de Villarrobledo y Socuéllamos”, en II Congreso de Historia de Albacete, IEA, Albacete, 2002. p. 74, Doc. 1. “…como va derecho al portezuelo del Poço del Cavalgador do esta el mojon de los de Alcaraz con los del Ospital e con los freyres de Ucles y con don Gutierre”. 253 J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, p. 331. C. de Ayala y otros, Libro de los privilegios… Nº .249. 254 Un sistema empleado con frecuencia por la Orden, como dice González, Reinado y diplomas… p. 420. La entrega temporal y la existencia de otras concesiones semejantes por parte del monarca –hasta pudiera haber dos documentos de donación distintos– permitía, sin duda, confundir en la práctica, con el paso del tiempo, la situación jurídica y hacer que “retornaran” a la orden de Santiago tierras que en muchos casos no le pertenecieron (y en último extremo siempre cabría hacer o fingir una venta). Suponemos, con este mismo autor –Repoblación de Castilla la Nueva, p. 277, Reinado y Diplomas…, p. 146– que el conde don Álvaro sea Álvar Núñez de Lara, héroe de Las Navas, tenente de Alarcón y de Cañete, entre otras poblaciones, y hombre muy adicto a la orden de Santiago, que sería regente de Castilla a partir de 1215, enfrentado a los Haro, a doña Berenguela y al propio arzobispo de Toledo, cuyo representante, el deán don Rodrigo, que gobierna la diócesis mientras el arzobispo se encuentra en Letrán, llegará a excomulgar a Alvar Núñez en 1216, en respuesta al expolio de diezmos y derechos de su iglesia. Ello no evitará un ataque directo de Álvar Núñez y el rey, en 1217, que provoca la queja del prelado al Papa, y una reprensión de éste para el rey (M. Ballesteros, Don Rodrigo... p. 90). Alvar Núñez será también tenente de Alarcón y Cañete, entre otras poblaciones, aunque las perdería al exiliarse a León. En 1217 caerá prisionero de Alfonso y Suero Téllez de Meneses, que lo llevaron preso a doña Berenguela y lo pusieron bajo custodia de Gonzalo Ruiz Girón (Crónica latina… p. 57); pero libre de nuevo, en el año siguiente volverá a las andadas, morirá peleando contra estos caballeros y será sepultado en Uclés, tras haber recibido el hábito de Santiago. M. González Jiménez, Fernando III el Santo, Sevilla, 2006, pp. 659-61. 255 Chaves, Apuntamiento... p. 16. J. González, Castilla... Alfonso VIII, 3, p. 883. 250
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realidad, más bien, parece una manera de burlar los derechos de Alcaraz y Ximénez de Rada –que acusará a los freires de haber hecho una iglesia, no sólo un oratorio, afirmando además que fue don Álvaro quien dio este pueblo a la orden, no la orden a don Álvaro256– y conceder de paso a este caballero un enclave estratégico desde el que conseguir botín frente a Montiel, que todavía era un “castillo de moros”, “castrum sarracenorum”257. Desde allí, la influencia santiaguista se extenderá muy pronto a los alrededores, donde los de Alcaraz dicen haber poblado aldeas y castillos que les fueron quitados poco tiempo después. La delimitación del término de Alhambra, en enero de 1217, incluye, entre otros límites, Peñarrubia, El Sotillo, Azuel, Moraleja, Ruidera, Fuenllana, Carrizosa y “Argamasellam de Pilas Bonas cum omni campo del Tocon” (que sin duda será la “Argamasiella que es so la Mimbriella” citada en 1239 como hito en el acuerdo que firman en Membrilla los maestres de Santiago y Calatrava258). Se supone que éstas son aún, sobre el papel, al menos, aldeas de Alcaraz; pero no tardarán en quedar absorbidas por la orden, que también ha logrado que se le reconozcan, ya desde muy temprano, sus dudosos derechos sobre La Algecira de Guadiana, donde dice haber permanecido por más de treinta años, cosa no por completo inverosímil, pero sí muy difícil de creer. No muy lejos, La Ossa, situada, según se reconoce, “in termino de Alcaraz”, fue entregada en abril de 1216 a Suero Téllez mediante un privilegio del niño don Enrique que concede una legua de tierra alrededor. Una entrega que en 1222 será ratificada por Fernando III, que en cambio la sitúa “in frontaria maurorum, in confinibus de Alcaraz et de Sanctum Felicem” (es decir, no ya dentro, sino “en los confines” de Alcaraz). Es sólo el primer paso para la integración en la encomienda que no habrá de tardar en crearse en Montiel, de la que tomará su sobrenombre actual: La Ossa de Montiel. Don Suero, que figura entre los confirmantes de este documento, junto a su hermano Alonso y Álvar Díaz de Asturias, parece, por lo tanto, un simple intermediario en una operación pensada a largo plazo, que se culminará en tiempos de su hijo, don Gutierre, mediante una permuta259. De momento, no obstante, don Suero y don Gutierre seran un elemento de equilibrio en la zona, en la que confinaban Alcaraz y las órdenes de San Juan y Santiago, en El Cabalgador, “do esta el mojon de los de Alcaraz con los del Ospital e con los freyres de Ucles y con don Gutierre”. Interior de la iglesia de Ossa de Montiel. En el pleito de 1238 dice el procurador de Ximénez de Rada “quod comes Alvarus populauit Alhambra et dedit eam fratribus predictis”. También dice que la Orden ha erigido una iglesia en Alhambra, cosa que ésta niega, aunque sí admitirá tener un oratorio. D. W. Lomax, “El Arzobispo…” Doc. 1, pp. 33-34. 257 J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, p. 354. Corchado, Avance… pp. 114-118. 258 M. Rivera Garretas, La encomienda… Doc. 172, p. 376. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, pp. 338-339. M. Corchado, Apuntes… p. 55. El nombre “Pilas Bonas” puede hacer alusión a Manzanares, donde existe un castillo así llamado, pero según Corchado la Argamasilla estaba entre éste y Membrilla, en el sitio llamado del Juncar o Santa Ana. El Tocón se sitúa muy cerca de Membrilla, y es un viejo castillo que ya en el siglo XIII estaba despoblado, aunque se conservaba la parroquia, convertida en ermita, todavía en el siglo XVI. 259 B. de Chaves, Apuntamiento legal… pp. 18-19. J. González, Reinado y diplomas… Doc. 157. Se dice de La Ossa “que es Montaragón”; es decir, de la Mancha Oriental, y ya no propiamente del Campo de Montiel, aunque pasa a integrarse en este territorio. Cedida a Suero Téllez por Enrique I, confirmada luego en 1254, la Ossa será objeto de un deslinde con las tierras de la Orden de Santiago, pero en 1259 será dada a la Orden por don Gutierre Suárez, a cambio de la tenencia vitalicia de Dos Barrios, a la que renunció en 1270. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, p. 262, 267 y 59. 256
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Calatrava la Nueva. Las murallas.
La alianza y hermandad pactada entre las órdenes en Calatrava la Nueva, que vino a reforzar al maestre de Santiago, y la necesidad del joven rey Fernando de contar con sus tropas en la guerra que entonces se estaba reactivando, terminó de sellar la decadencia del concejo realengo de Alcaraz y la definitiva pérdida de unos términos donde prácticamente no existirían más fuerzas listas para el ataque y la defensa que las de dichos freires. Según Rades y Andrada260, al poco tiempo de firmar aquel pacto, en el año 1221, los dos maestres “con sus cavalleros y vasallos entraron juntamente en tierra de moros por las partes de Alcaraz y despues de auer talado y robado los campos, quemado muchas aldeas y captiuado muchos moros, fueron a juntarse con el exercito del rey don Fernando que estaua en Guadalimar haciendo guerra al rey moro de Baeça…” Puede que en esa entrada también participara la milicia concejil de Alcaraz, pero lo que nos consta es el protagonismo del rey y de los freires, cada vez más potentes y más imprescindibles. Apenas una década después de la conquista y la organización de su concejo, casi puede decirse que la orden de Santiago controla la mayor parte del territorio que Alcaraz recibió de su conquistador. Los bienes e intereses de los freires en él son ya tan importantes que hasta justifican la existencia de un comendador, que será nada menos que uno de los Trece que gobiernan la orden. Salvo error de lectura, en el que no creemos, en el valioso estudio de Milagros Rivera sobre la encomienda y el priorato de Uclés vemos un documento de hacia 1222 en el cual aparecen reunidos en capítulo en San Marcos de León los priores de San Marcos y Uclés con los Trece, entre ellos el joven y aún desconocido Pelay Pérez Correa, y cierto F. Pérez, “comendator de Alcaraz” 261. Un cargo llamativo, por cuanto Alcaraz no era santiaguista, aunque los freires sí tenían en su término numerosas aldeas. Quizá precisamente por lo que significa de reconocimiento de esta realidad, tan contraria a las tesis que la orden habrá de defender, este comendador desaparecerá; ya no vuelve a citarse, que sepamos, en ningún documento. Rades, Chronica… p. 37. M. Rivera Garretas, La encomienda… Doc. 91, p. 300. El mismo Fernán Pérez aparece más tarde como prior de Uclés (Ibíd. p. 394 y 418).
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Ruinas de Villaverde, despoblado junto al río del Jardín y las lagunas u “ojos” –secos hoy en su gran mayoría– que llevaban su nombre.
Villargordo. La iglesia, junto a una chopera en la hondonada, que pudo ser laguna.
Sin duda, sus funciones van a ser absorbidas por los comendadores de Montiel, cuando esta población sea reconquistada y pase a ser cabeza del Campo de su nombre (que antes fue de Alcaraz, como hemos señalado), y más tarde, quizá, por los de Villanueva, que en el siglo XIV ya gestiona los bienes de la orden en tierra alcaraceña. La presión santiaguista se extenderá también a la zona de aguas abundantes del río del Jardín, donde probablemente el dominio cristiano fuera contemporáneo del cerco de Alcaraz. Vemos que en Villargordo, Villaverde, e incluso Balazote, hay iglesias objeto de disputa entre el arzobispado de Toledo y la Orden (lo que implica, obviamente, un pleito paralelo por las jurisdicciones entre los santiaguistas y Alcaraz). Don Rodrigo decía haberlas erigido con anterioridad a 1217, el año en que termina la regencia de Álvar Núñez de Lara, tras la muerte del rey don Enrique y la llegada al trono de Fernando III, y en que Honorio III, terminado el Concilio de Letrán, había confirmado sus derechos sobre cualquier iglesia erigida “a este lado” de los montes de Peñas de San Pedro. Por tanto, las que la orden había construido después de aquellas fechas resultaban contrarias al derecho canónico. Luego comprobaremos que estas poblaciones quedarán al final en el arcedianato de Alcaraz, pero para el concejo será más complicado ejercer sobre ellas plena jurisdicción. No es extraño, pensando que incluso Villanueva, a muy pocos kilómetros de la misma Alcaraz, sigue aún en poder de la orden de santiago, que la conservará contra viento y marea, y contra toda lógica, como podremos ver, intentando adscribirla a Montiel cuando esta población se conquista a los moros.
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LA CRISIS DEL CONCEJO Y LA SEGREGACIÓN DE LAS ALDEAS POR FERNANDO III
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Como hemos señalado, en la primera década después de la conquista, el concejo y los pocos pobladores que pudieran venir en tan malos momentos262 deberían encargarse no solamente ya de defender la plaza, sino de completar la conquista del término –un territorio enorme, aunque disminuido por las usurpaciones de sus competidores– y asentar pobladores en sus lugares yermos y expuestos al peligro. Un empeño imposible, en un tiempo difícil que no facilitaba la llegada de nuevos pobladores, en mitad de unas sierras aún no muy seguras, rodeadas de moros por los cuatro costados, y en las que las fronteras aún registran cambios como el del castillo de Peñas de San Pedro –cuya vuelta al Islam, tras un breve período de ocupación cristiana, está documentada– y puede que Riópar, por no hablar de los límites del Campo de Montiel, donde resiste aún la plaza de este nombre. No menos decisiva sería la anarquía en que nobles y maestres de las órdenes, con el de Lara al frente, habían convertido las regencias de Enrique I y Fernando III. Frente a las libertades que aquéllos se tomaban, la villa carecía de posibilidades de hacer valer su fuero –que hasta le confería la facultad legal de destruir las pueblas que se hicieran sin licencia en sus términos263– y hasta de sostener las promesas que hiciera a sus colonos. De hecho, Alcaraz se queja de que algunos lugares repoblados por ella, y donde había iglesias adscritas a Toledo, han caído después en poder de la orden de Santiago, que ha vuelto a refundarlas. Pero también el rey contradice las cartas de sus antecesores y el precepto foral que amparaba el control por parte del concejo de toda la riqueza y los pastos del término ordenando quintar y expulsar de los mismos a ganados ajenos264. Por lo menos sabemos que en 1220 concedía licencia a los pastores de la villa de Huete para llevar sus reses a pastar en tierras de Alcaraz265, sin que conste Miniatura de la época que representa al rey que exista una contrapartida, ni que este concejo estuviera Fernando III el Santo de Castilla y León. conforme. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, II, p. 310. “Et todas las pueblas que a pesar del conçeio fueren fechas en el uuestro termino no sean estables e destruya las el conçeio sin calonna”. BNE, Mss 17799, Fol. 3 r. J. Roudil, Les fueros... p. 85. Y sabemos que en otras ocasiones, y en otras circunstancias, estas leyes se cumplen de la forma más drástica: en 1236 Madrid se querellaba de que los de Segovia habían hecho pueblas –Colmenar, Manzanares– sin permiso en su término, y Fernando III ordenó destruirlas; pero al no hacerse así, los madrileños las quemaron dos veces, provocando un conflicto que el monarca hubo de solventar ordenando una nueva destrucción en 1248, lo que no terminó con el problema. J. González , Repoblación de Castilla la Nueva… p.. 303-304. 264 BNE, Mss 17799, Fol. 197 v. Roudil, Les fueros… p. 85. 265 J. González, Reinado y diplomas de Fernando III, p. 540. 262 263
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Parece que Alcaraz está perdiendo ya, si no lo ha perdido, el control de su tierra. Y lo peor del caso es quel propio monarca y sus mentores contribuyen a ello: para facilitar la legalización del despojo del término por parte de las órdenes y de sus testaferros, el joven don Fernando segregó numerosas aldeas de Alcaraz –y también de otras villas, pues parece fenómeno común en esos años266– contradiciendo así la asignación de términos que realizó su abuelo. Una nueva política que en buena parte no es sino la aceptación de hechos consumados en los dos o tres años anteriores a su llegada al trono, y que para Alcaraz significó la amputación de parte de lo que le quedaba, cuando apenas habría dado tiempo a asentar pobladores tan siquiera en aldeas cercanas, ni a establecer los nexos e intereses comunes entre ellas y la villa a que pertenecían. Como compensación, probablemente, el rey había dado a los alcaraceños, en febrero de 1219, la ampliación de su antigua franqueza de portazgo al sur del Tajo, contenida en el fuero, a “toto meo regno”267. Puede que, conociendo la proliferación de ferias y peajes que estaba comenzando en numerosos pueblos adquiridos por Ximénez de Rada y la orden de Santiago, que hasta provocarán incidentes violentos entre vasallos de ambos, se quisiera crear en la villa realenga de Alcaraz un centro comercial, apoyado en las ferias y el mercado del martes que establecía el fuero268, y en el zoco o azogue del mercado diario asentado en las tiendas269. El objetivo es doble: eludir el peaje que la orden había establecido “in terminis de Montiel”270, y asegurar al tiempo el abastecimiento de toda la comarca, puesto que va quedando cada vez más aislada del resto de las tierras realengas y alejada de las actividades fronterizas de guerra y cabalgada por el protagonismo de los nobles y los freires guerreros. El comercio estará muy protegido por el “coto de feria” –que llega a castigar a quien cause una muerte con la pena de ser enterrado debajo del difunto– y por excepcionales garantías para los mercaderes en el resto del año: “tod omne que con mercadura uiniere a Alcaraz, si quier sea cristiano, si quier iudio o moro, ninguno non lo peyndre, sy non fuere deudor o fiador, e qui a otro peyndrare peche al conceio C morauedis e al querelloso la peyndra doblada”. Pero probablemente no se conseguirá, por el momento, crear el pretendido foco de desarrollo, aunque sí asegurar la llegada de viandas en unos años duros, en que, además, la villa será la retaguardia y habrá de abastecer a las tropas cristianas en las nuevas conquistas (recordemos que en 1221 los maestres de Santiago y Calatrava “entraron juntamente en tierra de moros por las partes de Alcaraz y despues de auer talado y robado los campos, quemado muchas aldeas y captiuado muchos moros”, se unieron al monarca en el Guadalimar, para seguir la guerra contra el rey de Baeza). Puede que la milicia concejil de Alcaraz ayudara también, pero probablemente el rey confiara más en los “profesionales” de la guerra, mesnadas nobiliarias y órdenes militares, que en los hombres buenos y la caballería de alarde, a la hora de pensar en las campañas que estaban preparándose y que tendrán lugar en las fronteras de Murcia y Valencia, Baeza y Jaén. Recordemos las dos cruzadas fra-
266 Por ejemplo, hacia 1222, al dar fueros a Uceda y Madrid, ya ordena “que las aldeas no sean apartadas de vuestra villa, mas que sean con la villa en aquello que eran en tiempo del rey don Alfonso mi abuelo”, lo que indica que ya por esas fechas era uso común el segregarlas. Sabemos que también apartó las aldeas de Alcalá de Henares, aunque rectificó en 1250 diciendo que “era ninno e non pare y tanto mientes”, que es la misma frase que usará en el caso de Alcaraz. Véase J. Gorosterratzu, Don Rodrigo Ximénez de Rada, Pamplona 1925, p. 236. 267 D. W. Lomax, “Apostillas...” p. 28. Documento confirmado en 1233, que ofrecemos también en nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, Nº 17. En enero de 1222 se había confirmado a Alarcón otro muy semejante (ver P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Doc. X). 268 “Otrossi por fuero estableçemos ferias en el tienpo de la Cuaresma fasta el dia del viernes de las ochauas de Resurrection…” y “…en tiempo de las mieses…”, “estableçemos los dias destas ferias de la fiesta de Sant Peydro fasta el postrimer dia viernes de agosto…” Además de otra feria en la vendimia, del día de San Miguel al 1 de noviembre, y algunas otras fiestas a lo largo del año. 269 M. A. Ladero Quesada, Las ferias de Castilla, siglos XII al XV, Madrid, 1994, p. 38. 270 D. W. Lomax, “El arzobispo...” p. 30.
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casadas de Ximénez de Rada y contra Sierra, Requena, Utiel y sus comarcas271, a lo largo de 1219 y comienzos de 1220272, las entradas de 1223 y 1224 por las tierras limítrofes del reino de Valencia (que acabó con el acto de homenaje del sayyid Abu Zeyt de Valencia a Fernando III en la villa de Moya273), la efímera conquista y concesión a la orden de La Selva de Cubas, Garadén y Alcalá del Júcar en 1224, las campañas del obispo de Cuenca y de Alonso Téllez de Meneses con los cabalgadores de Cuenca y Alarcón por el reino de Murcia, con su victoria en Aspe en 1225274... Y en Andalucía, la entrega por el rey de Baeza de plazas tan significativas como Burgalimar y Salvatierra, a las que se unirán las conquistas del rey, acompañado por don Gonzalo Ruiz y otros caballeros, por tierras de Jaén, donde la capital logrará resistir, pero caen fácilmente Baeza, Iznatoraf, Santisteban del Puerto, Quesada... Capilla –un “castrum munitissimum” de especial interés275– que pese a la distancia llegará a formar con Alcaraz un solo arcedianato, el de “Ignatia y Capilla”276, quizá por un empeño de Ximénez de Rada de marcar su dominio episcopal sobre los dos extremos dela frontera sur. En la misma Alcaraz, por otra parte, sin contar con los propios de freires y vasallos de las órdenes y de las dignidades eclesiásticas, también existirían intereses distintos e incluso contrapuestos entre los pobladores, a la hora de formar la hueste concejil. Como han visto Peset y Gutiérrez Cuadrado, la movilización de cara a la defensa de todos los recursos humanos disponibles en el tercer estado, y la igualdad aparente de los fueros conquenses, que permiten al peón llegar a caballero adquiriendo caballo y armamento, no implican abolir las jerarquías sociales277. Las distancias entre los caballeros –con sus “caballerías” o extensiones de tierra importantes– y peones –que tienen solamente “peonías”– marcan las diferencias, y aunque todos se unan a menudo en defensa del fuero frente a los privilegios de los nobles y órdenes militares –o del propio arzobispo de Toledo, que también tiene tierras y solares, incluida una torre en el alcázar, y recibe un solar para hacer un palacio contra la prohibición contenida en el mismo de que haya más palacio que el del rey278–, lo cierto es que hay entre ellos distancias abismales. Distancias que sin duda aumentarán aún con la llegada de nuevos pobladores, menestrales y gentes de aluvión, que encontrarán las tierras y riquezas copadas por los que se asentaron en el primer momento, y muy en especial por los que poseyeran armamento y caballo. En el fuero se exime a los vecinos (ciudadanos, les llama) que tuvieran su casa principal en la villa de pagar cualquier pecho, salvo para el reparo de los muros y torres de su término; pero al tiempo se añade que cualquiera de ellos que tuviera caballo de valor igual o superior a cincuenta mencales, “non peche en muros ni en torres ni en otras cosas ningunas por sienpre iamas”279. No se dice qué ocurre con los del arrabal (aunque luego sabremos que no gozan las mismas exenciones que los que tienen casas “de los muros adentro”), pero sí queda claro que los de las aldeas contribuyen económicamente y no por ello están exentos de acudir a la hueste. Es decir, que unos pagan y no tienen derechos, otros pagan tan sólo los gastos de defensa, y otros no pagan nada, por tener un caballo de cierta calidad y vivir en la parte más noble de la villa, lo cual, a buen seguro, no haría popular a Y puede que también por la de Almansa, pues por aquellas fechas las fuentes musulmanas dicen que los cristianos “despues de haber talado los campos de Almansa y Requina se adentraron cargados de despojos en tierras de Valencia”, sin embargo, “salieron contra ellos los fronteros y les dieron batalla en Canabat y los rompieron y destrozaron, quitándoles la presa y cautivos y haciendo en ellos cruel matanza”. Canabat puede ser El Cañavate (Cuenca), o tal vez el Cañete de la misma provincia (J. Gorrasterratzu, Don Rodrigo… p. 199). 272 González, Reinado y diplomas... p. 283. 273 González, Reinado y diplomas... p. 295. P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón…, p. 36. 274 J. González, Reinado y diplomas... p. 301. 275 A. Rubio Flores, “El milagro de la curación de doña Beatriz y la conquista de Capilla”, en Alcanate, III, 2002-2003, pp. 297-308. J. González, Reinado y diplomas… pp. 303-305. 276 D. W. Lomax, “Apostillas…”, p. 25. 277 M. Peset y J. Gutiérrez Cuadrado, El fuero de Úbeda, Univ. Valencia, 1979, p. 171 y sigs. 278 J. González, Reinado y diplomas… p. 414. 279 BNE, Mss 17799, Fol. 3 v. J. Roudil, Les fueros… p. 86. 271
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la caballería que dirige el concejo, ni animaría a nadie a poblar los lugares vacíos en el término, que en su gran mayoría acabarán cayendo en manos de los nobles y freires de las órdenes, al igual que un buen número de casas y heredades en la misma Alcaraz. Algo que, sin embargo, contribuiría a unir, paradójicamente, al común de vecinos, opuestos a cualquier apropiación privada de los bienes que el fuero declaraba comunes, y a la caballería, que creía tener un derecho exclusivo a usufructuarlos. Quizá por esta causa, los mayores conflictos que pueden percibirse todavía no son entre vecinos, sino entre el colectivo ciudadano y los freires de Uclés y de San Juan, que habían comenzado por su cuenta a ampliar heredades que les fueron cedidas en los repartimientos; o entre el mismo concejo y los maestres, que tienen ocupadas las aldeas del término, alegando unas veces estar en posesión de antiguos privilegios, y recurriendo otras a la fuerza y al hecho consumado. Un asunto que da lugar al largo pleito que, en su doble vertiente civil y religiosa, enfrentará a estas órdenes con el joven concejo de Alcaraz, indefenso ante ellas, y con el arzobispo de Toledo, que es un hueso bastante más duro de roer, pero aun así tendrá que abandonar parte de sus derechos, sobre todo ante la orden de Santiago, de creciente influencia y poder militar. Conviene recordar que si en tiempos del rey Alfonso VIII, e incluso en los comienzos del reinado de Fernando III, fue Ximénez de Rada el principal puntal de la lucha contra los musulmanes, pronto serán los freires –ya muy favorecidos durante la regencia de Álvar Núñez de Lara– los que se encargarán de defender las grandes extensiones tomadas al Islam; y ello, lógicamente, aumentará su peso e influencia política ante la monarquía. El caso es que al principio, con la llegada al trono de Fernando III, y todavía más tras la caída de Álvar Núñez de Lara, había parecido que iba a modificarse la relación de fuerzas. El joven don Fernando, en su coronación como rey de Castilla, juró ante su madre y ante toda la corte, respetar los derechos de Alcaraz –y de otros concejos, convocados sin duda para esta ocasión– conforme “a aquellos fueros e a aquella vida e a aquellos vsos que ouiestes en tienpos del rey don Alfonso mio auuelo, e a su muerte, assi commo uos los yo prometi e uos los otorgue quando fui rey de Castiella que uos los ternia e uos los guardaria ante mi madre e ante mios ricos omnes e ante el arçobispo e ante los obispos e ante caualleros de Castilla e de Estremadura e ante toda mi corte…” 280” Sin embargo, muy pronto se impondría la fuerza de los hechos y el poder de las órdenes, tal vez a consecuencia de las negociaciones con Alfonso IX de León, seguidas de un período de actitud levantisca de los nobles, y sin duda ninguna de la ayuda de la caballería de Santiago, San Juan y Calatrava en el mantenimiento de las nuevas fronteras frente a los almohades –que están recuperándose– y en las grandes campañas que se sucederán desde los años veinte. Hasta el propio Pontífice tendrá que conceder al maestre de Santiago, en 1223, las iglesias de aldeas como Alhambra, Algecira, Alcobilla, Paterna281 y Gorgojí282, que estaban en el término otorgado a Alcaraz y al arzobispado de Toledo, pero bajo el control efectivo En carta posterior, de 1251. Transcrita con fecha equivocada en A.. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… Doc. III, y en Conquista y primeros intentos de repoblación... Doc. 4. Su fecha verdadera es de 25 de noviembre de 1251. Lamentamos haber inducido al error a otros autores, como R. Mª Pérez Marcos, que lo añade a su apéndice en su artículo “Fueros cartas pueblas y privilegios de concesión real en Castilla-La Mancha”, en Alvarado Planas (coord.), Espacios y fueros en Castilla-La Mancha, Madrid, 1995, p. 167, Doc. II. 281 Bullarium... p. 79. Lomax, “El Arzobispo...” p. 6. En principio, sería más lógico pensar que no se trate aquí de la actual Paterna del Madera, sino un despoblado cerca de Albaladejo, que la bula papal llamaba todavía “castellum de Paterno” hacia 1223, aunque en el XVI es citado tan sólo como “villar de Casa Paterna” (M. Corchado, Avance... p. 135. A. Ruibal, “El castillo de Albaladejo, ¿Villar de Casa Paterna?, un enclave medieval de origen romano”, en I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, V, 1988, pp. 287-294). Pero, como veremos, en el pleito de 1238 aparecen unidos los nombres de Paterna y el Mencal, lo que parece apunta a estas localidades serranas de Albacete. 282 “Gurgují”, en la confirmación pontificia a la Orden en 1223, según M. Corchado (Apuntes… p. 84). Aunque el mapa menciona otro cortijo de ese mismo nombre junto al río Povedilla, entre el de Matallana y el de Torreblanca, creemos que se trata de la torre y aldea de Gorgojí, junto al río Guadalmena y a la carretera que lleva a Villanueva desde la general de Albacete-Jaén. Éste es el descrito en documentación del siglo XV como una heredad con su iglesia o ermita con cubierta de teja y madera, con pórtico, retablo de San Cristóbal, imagen de la Virgen, y al parecer abierta a un culto ocasional. Junto a ella hay “vn cuerpo de torre de calycanto bien alto, e alrededor desta torre esta vn çircuito que solia ser segund pareçe fortaleza, e alrededor su caua”, aunque todo está, en parte, caído por el suelo. A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, “Villanueva de la Fuente…” Doc. 7. 280
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Los castillos gemelos de San Polo y Montiel.
de la orden. Y al caer en poder de ésta la plaza de Montiel y su castillo padrastro de San Polo, el rey consentirá no sólo que se quede en su jurisdicción, sino que se convierta la nueva cabeza de encomienda que articula el espacio del Campo de su nombre. El despojo del término concedido a Alcaraz, y de las concesiones que hizo Alfonso VIII a Ximénez de Rada, comienza a dar el salto desde la situación de ocupación de hecho al dominio legal, que se consumará cuando el rey contravenga abiertamente las cartas de su abuelo y conceda a los freires la inmensa mayoría de Torre de Gorgojí, posición santiaguista pueblos en disputa, fomentando a la vez un arremuy cerca de Alcaraz. glo entre ellos y el arzobispado de Toledo –dos poderes feudales mucho más importantes que un simple concejo– sobre la posesión de sus iglesias. A la altura de 1230, con el alejamiento de las tierras manchegas del peligro inmediato de los moros, la creación de ferias y el aumento de rentabilidad de los peajes y el tráfico pecuario, se acelera, si cabe, como ha visto Molero283, la tendencia a marcar límites y mojones, a crear nuevas pueblas y adscribir a las gentes que se asientan en ellas a la jurisdicción de los concejos o los comendadores de las órdenes. Tendencia que, obviamente, motiva un incremento de los antiguos roces entre las mismas órdenes, y todavía más entre ellas y los pueblos realengos del contorno o sus autoridades eclesiásticas. Precisamente entonces se reactiva en la Curia Romana la querella entablada contra los jacobeos por Ximénez de Rada, que a mediados de 1231 cuestionaba el derecho de la orden a fundar nuevos templos en lugares tenidos por “desiertos”, arguyendo que algunos santiaguistas “son laicos, y algunos además casados, y construyen iglesias y altares de nuevo en lugares en que hubo iglesias antaño, llamándoles desiertos, sin consultar al arzobispo ni recibir agua para las abluciones ni presentar a los clérigos, en gran detrimento de la Iglesia de Toledo”284. Pero Gregorio IX no era Honorio III, ni Inocencio III; ni Rodrigo pesaba en Roma como antes, ni Fernando III era su abuelo Alfonso. El pleito religioso entrará en vía muerta: entrevistas fallidas, citaciones, trampas de leguleyo, presiones de los freires para instalar sus propios curas en las parroquias, incluso excomuniones a quienes recibieran sacramentos de ellos… Y en tanto proseguía la ocupación de hecho de aquellas poblaciones cuyas iglesias eran objeto de disputa. 283 284
J. Molero García, “Espacios y sociedades…” p. 212. M. Rivera Garretas, La encomienda… p. 194.
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Un largo documento, publicado por Lomax , nos presenta el estado de las reclamaciones de Ximénez de Rada a mediados de 1238, siete años después de comenzar su pleito contra los santiaguistas, a quienes acusaba de haber fundado iglesias sin su consentimiento en “Cuzqas, Muradiel, Uilladaios, Migael Estauia, Critana, La Roydera, la Fuent del Puerco, Açuuer, El Salidiello, Alfambra, La Carrizosa, el Puerto del Carrizal, La Membriella, El Cobiellas, La Moraleia, la Fuentplana, la Fuent de la Sarza, Pennaflor, Uillar de Iamba, Torres, Odes, El Almedina, Cernina, Uilla Alua, la Torre de Iohan Abbat, La Albaladejo. El pueblo y el castillo de la Orden de Santiago Figuera, el Uillar del Finoio, Terrinches, Alua(en lo alto, a la derecha). ladeio, Alcolea, Villafranca, Uillanoua, Cannamares, Turra, Cerraconti286, Fazalfaraz287, Montiel, Sant Iague, Sant Polo, Mencal, Paterna, Gorgojí, Aluanchez, La Puerta, Uillauerde, Casasola, Aloyon, Ualadizot, el Pozo de la Cierua, Uillar Gordo, et populationem quam de nouo faciunt, et alie tres aldee quas populant in termino de Sant Iague”. Es decir, en un amplio territorio que va desde la Puebla de Almoradiel y Gúzquez, en el extremo Norte, a Albánchez, en el Sur, y al Oeste, de Membrilla y los confines de la orden Calatrava, al Mencal y Paterna, en las sierras del Mundo, por el Este288. Límites que coinciden de manera bastante aproximada con los que Alfonso VIII había concedido a Eznavejor y a la misma Alcaraz (se añaden, además, La Puerta y Salfaraz, que quizá se perdieron y fueron ocupadas con otras dependencias de Segura289, si no fueron compradas por la orden de Santiago a algún intermediario, como ocurre con Beas). Y es que, por esas fechas, la orden de Santiago, valiéndose a menudo de la complicidad de algunos caballeros y prelados que le venden o cambian sus aldeas, mantiene en su Una torre de origen musulmán poder no sólo Eznavejor, sino el que denomina “término de en la Puerta de Segura. 285
D. W. Lomax, “El arzobispo…” Doc. 1, p. 31. Suponemos que sea el Çarracotin que la villa de Génave, al hacer relación a Felipe II, dice estaba en su término, aunque ya derruido. 287 El actual Salfaraz, junto a Puente de Génave. 288 Creemos que en este caso se habla de Paterna del Madera y la aldea del Mencal, junto al río de su nombre. Aunque este topónimo, Mencal, también puede deberse a la moneda (cosa que nos parece bastante más difícil), según Asín Palacios (Contribución a la toponimia árabe de España, Madrid, 1944, p. 121), Manqal quiere decir tránsito o paso, lo que cuadra muy bien a este Mencal por el que la “carrera” atraviesa la sierra, y también a otro pico de ese mismo nombre situado en los montes del norte de Guadix. El nombre de Mencal no lo encontramos en documentos árabes, pero sí pocos años después de la conquista, en 1238 y 1243, y sigue manteniéndose en el de el del río y en el caserío de Riomencal, situado en el valle. Sospechamos, no obstante, que el poblado que está documentado en el reinado de Fernando III no estuviera en el valle, sino quizá en las ruinas de pueblo y fortaleza que se ven desde la carretera en el monte inmediato, que se llama La Piedra del Castillo. 289 De hecho, en su relación a Felipe II la villa de Segura dice que, aunque la villa y parte de su tierra caen en el obispado de Cartagena, la parte donde están Villarrodrigo, Génave, Torres y Bayonas caen en el de Toledo. Sin embargo, la Puerta de Segura y Santiago, por esas mismas fechas, dicen pertenecer a Cartagena (A. Cebrián Abellán y J. Cano, Relaciones topográficas…, p. 233, 247y 259). 285 286
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La Puebla de Montiel, actual Puebla del Príncipe.
Santiago” –un castillo construido ex novo por los freires y dotado de iglesia, según acusación de Ximénez de Rada– donde los freires han poblado tres aldeas al menos (entre ellas, quiTorreón santiaguista en la Puebla zá, Villamanrique y el llamado Castellar de Santiago). Y tamdel Príncipe. bién el que ahora denomina la orden “término de Montiel”, que antes fue de Alcaraz: muy cerca de esta villa, domina Villanueva, “aquel que pobló la Orden en termino de Montiel”, que será entregada en 1232 al conde Ordoño Álvarez, “por la aiuda que fezistes quando la poblamos”290. En esa misma zona, aunque más cerca ya de la de los Infantes, la mitad de la aldea de Peñaflor, la puebla que es en termino de Montiel”, sería concedida al alcalde del rey, García Perez, que al parecer se presta a hacer de intermediario para la transmisión de esta propiedad, que reclama el concejo de Alcaraz. Y en el antiguo cruce de comunicaciones del río Guadalén a Almedina y Terrinches, no tardará en nacer la “Puebla de Montiel” –actual Puebla del Príncipe– donde los santiaguistas construirán una torre de grandes dimensiones. Son sólo tres ejemplos, pero seguramente serán extrapolables a otros muchos lugares del que luego sería conocido por “común de Montiel”291. De hecho, el pleito de 1238 publicado por Lomax demuestra que la orden tiene el dominio fáctico de toda la comarca, y aunque por el momento se limita a callar ante la mayoría de las acusaciones, muy pronto negará que sus iglesias se encuentren situadas dentro de la archidiócesis292. Por esas mismas fechas, hacia mayo de 1237 el maestre de Santiago y el prior de San Juan habían deslindado sus tierras en La Mancha, tanto en la divisoria de Consuegra con Criptana y Villajos, que en adelante quedan para los santiaguistas, como en la de Alhambra y Peñarroya y en la de La Ruidera y Este Ordoño, que tiene un gran heredamiento en término de Alarcos, recibido de manos de Alfonso García, recibe en enero de 1226 la heredad de Villar del Pozo, entre La Figueruela y el Villar de los Ballesteros, cedida por Alfonso Téllez y García Fernández; y en ese mismo mes recibe de Fernando III la azuda de Argamasilla del Guadiana. Creemos que se trata del conde Ordoño Álvarez, hijo de Alvar Díaz de Asturias, que será repartidor en Jaén y colaborará en la toma de Córdoba (J. González, Reinado y diplomas... p. 171 y 431). En 1244 entregó a la orden de Santiago su casa de Toledo (J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, II, p. 268). 291 El Común integrado por Montiel y las villas que fueron sus aldeas sería confirmado en enero de 1351(M. Corchado, Avance… p. 116), y sigue manteniéndose durante el siglo XV, a finales del cual será integrado en la nueva provincia de Alcaraz de la Santa Hermandad. Con fecha 10 de octubre de 1477 se reúnen en esta capital representantes de Montiel, Villanueva del Infante, Villahermosa, Fuenllana, Torre de Juan Abad, Villamanrique, Alhambra, La Solana, Membrilla, Terrinches, Almedina y Torrenueva, “…que asy mismo tengan hermandad esta çibdad e su tierra e la dicha villa de Montiel e su comun vnos e otros…” Véase más detalle en nuestro artículo “La guerra sucesoria de los Reyes Católicos…”, en Homenaje a Miguel Rodríguez Llopis, IEA, Albacete, 2002. pp. 116-150, 139, o en el Libro de Acuerdos de Alcaraz de 1477-1478, Fols. 4, 6, 11, 12. Y sabemos también que en 1520 hubo algunos contactos entre representantes de Alcaraz y los de los concejos del Común de Montiel, para impedir que éstos se sumaran a la revolución de las Comunidades. 292 D. W Lomax, “El arzobispo...” pp. 18 y 20. 290
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Moraleja, que “partieron por soga”, señalando un mojón desde el que los demás irán derechamente a “La Mancha de Auezgaiat”293. Como luego podremos comprobar, este último topónimo –que creemos el mismo Bezaiach mencionado en el Fuero de Alarcón y el Aueçaget, Aueçagat o Uenzaiat que la bula papal de 1217 dice fue conquistado de los moros por Ximénez de Rada y que luego figura como último lugar de su archidiócesis en dirección a Cuenca294– viene a corresponderse con el del Vaceiat o Veceiat, o Veçejate, que veremos después al norte de SocuéllaRuinas de Vaceiat o Becejate (La Casa de La Torre), mos, aunque tal vez convenga reparar en que no lejos de Socuéllamos, en una elevación sobre el nombre se aplica en estas fechas no sólo a el valle del Záncara. este lugar y a la torre que pudo haber en él o en sus proximidades, sino a todo un pedazo de la Mancha algo diferenciado, quizá por despoblado y poco definido en su jurisdicción, o porque antiguamente dependiera de este viejo lugar abandonado295. Por lo tanto, se trata de un topónimo extenso, tal vez emparentado con el de los Basit de Albacete, la Alpujarra y Levante, y el Beseit o Beceite de Teruel, que haría referencia a un llano cultivado, y que puede aplicarse al mismo tiempo a toda la comarca y a un lugar concreto que le sirve de centro296. Desde luego, la “Casa de La Torre” (Torre de Becejate, que es el nombre que hoy aparece en los mapas), se sitúa sobre una pequeña elevación en una zona llana y sobre una hondonada donde probablemente se juntaran las aguas del Záncara y los ríos Saona o Monreal y Taray, no lejos del embalse actual de Muleteros, formando una laguna –la que don Juan Manuel llama de “Vocegate” en el siglo XIV– que pudiera extenderse en los tiempos lluviosos hasta el puente “romano”, o medieval, al menos, del Paso de la Torre; y parece que es una zona acequiada y regada de antiguo, cuyos antecedentes se remontan a los tiempos preislámicos297. Quizá porque estuviera aún en discusión si su iglesia era la última de la jurisdicción de Ximénez de Rada o la primera del obispo de Cuenca, y si pertenecía al alfoz de Alcaraz, de Alarcón o de Uclés, lo que pudo ser causa de un primer abandono, la Torre Vaceiat, o Becejate no sirve como base en un primer momento a la repoblación de la llamada “Mancha de Auezgaiat”. Será un lugar situado bastante más al Este, el Villarejo Rubio, reclamado por parte de Alcaraz, pero ocupado de hecho por la orden de Santiago, el que sirva al efecto. El maestre lo entrega inicialmente a un Gonzalo Sánchez, cuyo hijo, Sancho Sánchez –¿quizás el de Mazuelo?– lo recibe también en prestimonio, alrededor de 1237, con un término extenso que limita con el de Pedro Muñoz, Miguel Esteban y Criptana298; es decir, los linderos que más tarde tendrá la encomienda de Torre Vesejate, y es de sospechar que estos D. W Lomax, La Orden de Santiago, Madrid 1964, p. 258. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, p. 332. D. W. Lomax, “El arzobispo…”, Doc. 1, pp. 30 y 32, transcribe un documento de 1238 en el que se detalla el estado del pleito. En él se hace una nueva transcripción de la bula de 1217 por las que se conceden a Toledo “ecclesias de Auezagat et Cabannis”, y expone la opinión de los procuradores toledanos de que en dirección a la jurisdicción diocesana de Cuenca “protenditur diocesis Toletana usque ad Uenzaiat inclusiue”, cosa que rechazaban los contrarios. 295 Muchos años después, en pleno siglo XV, cuando el lugar ya está por completo vacío, todavía se dice que “esta torre está en La Mancha, saliendo del Canpo de Montiel, y esta en un canpo syn ningund poblado, y es de buen muro, fuerte, de cal y canto”. Escudero Buendía, “Disputas…”, p. 68. 296 Véase nuestro libro Del Albacete islámico: notas y conjeturas, IEA, Albacete, 2007, p. 33. 297 F. J. Escudero Buendía, Tras los orígenes de la Mancha de Vejezate, Aytº de Socuéllamos, 2001. 298 F. J. Escudero Buendía, “Disputas territoriales…” pp. 65-76. Se pregunta el autor si este Sancho Sánchez no será el de Mazuelo, que unos años después parece vinculado a la orden de Santiago y es beneficiado con tenencias como la de Las Peñas de San Pedro, y algunos señoríos en las tierras murcianas recién reconquistadas. 293 294
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incluyeran por el Este los términos que hoy son de Villarrobledo (y el Villarejo Rubio, donde limitaría con el gran concejo de Alarcón). Poco tiempo después, como veremos, los concejos de Uclés y Alarcón dividirán sus términos siguiendo la carrera que va desde Las Mesas Rubias a la Fuente del Espino –separando, según nuestra opinión, los que hoy pertenecen a Socuéllamos y a Villarrobledo, que son los sucesores de Torre Vesejate y el Villarejo Rubio299– y aunque este reparto no parece tener virtualidad, pudo ser el origen de una repoblación más efectiva tanto del El Villarejo Rubio (Los Santos), entre Villarrobledo y Villarejo como de Vaceiat o Becejate. Torre Becejate. No muy lejos, la orden de Santiago continúa adquiriendo posesiones en tierras de Alarcón –Zafra y Valhermoso– y entrando en competencia también con esta villa. Y también las adquiere en la frontera sur, donde en muy pocos años a partir de 1235 recibe del monarca las recientes conquistas de Torres, “que est circa Seguram”, Fasalfaraz, la Puerta y Beas de Segura –que en un primer momento fue del obispo de Osma300– y la aldea de Albánchez, lo que viene a cerrar definitivamente las posibilidades de expansión de Alcaraz e incluso arrebatándole un pedazo de tierra (recordemos que el límite estaba situado entre Torres y Albánchez, lo que incluye a esta última en tierra Alcaraz). Albánchez, desde lueLa Puerta de Segura, con su famoso puente sobre el go, ha pasado a los freires cuando, poco después, Guadalimar. y entre los testigos de un amojonamiento, encontramos a un Lope Fernández, “comendador d´Albánchez”301. Y dudamos si no ocurrirá lo mismo con la localidad serrana de Cotillas, que parece tener concejo propio, al igual que Albánchez, cuando en 1235, al concederse Torres a la Orden de Santiago, se dividen sus términos por medio “cum Albánchez et cum Veas et cum Cathena et cum Cotiellas, quae sum circumiacentes villae”302. Más tarde, y tras pasar un período de oscurecimiento, que quizá se debiera a su despoblación303, veremos que Cotillas 299 Como podremos, ver, creemos que la Fuente del Espino no es el pueblo conquense de Fuentelespino de Haro, junto a Osa de La Vega, situado al norte de Las Mesas, sino el manantial o fuente del Espino, bastante al sur de éstas, sito entre el Lanternoso y las Casas de la Fuente del Espino, en que limitan hoy Villarrobledo, El Bonillo y Ossa de Montiel, al oeste de Sotuélamos. En pleno siglo XV la Fuente del Espino compartía un curato con El Cabalgador, de donde se deduce que fue lugar poblado. 300 La relación de Beas a Felipe II apunta que en su archivo se conserva un escrito por el que dicho obispo cambia al maestre Iñiguez su posesión de Beas, que le dio el rey Fernando, por otras heredades en Ciruelos, Quintana y Almazán. A. Cebrián Abellán y J. Cano, Relaciones topográficas…, p. 47. Lo confirma también Chaves, Apuntamiento... p. 18. 301 M. Rivera Garretas, La encomienda… pp. 381-382. Suponemos se trate de este Albánchez, porque el otro, el de Úbeda, parece responder a una adquisición de la orden de Santiago bastante posterior (P. A. Porras Arboledas, la orden de Santiago en el siglo XV, p. 256). 302 D. W. Lomax, La Orden... p. 12. Chaves, Apuntamiento, p. 19. J. González, Reinado y diplomas… Doc. 554. 303 A. Pretel Marín, “Despoblados y pueblas…”, p. 263. Como se puede ver, Cotillas limitaba por entonces con las tierras de Torres, lo que implica que el término comprendiera el actual de Villaverde y puede que también de Bienservida o de Villapalacios, por donde luego vemos que parece extenderse el término de El Pozo. Véase nuestro artículo “Despoblados y pueblas medievales…” pp. 263-268.
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Cotillas. El castillo llamado de la Hiedra.
Riópar Viejo. La peña sobre la que se ven las torres del Castillo.
es aldea de Alcaraz, pero en estos momentos no sabemos si pudiera ser otra de las intromisiones santiaguistas, o quizás una villa independiente, como la de Riópar, en la que al parecer se está intentando, sin demasiado éxito, crear otro concejo, al que tal vez se añaden de forma temporal las tierras de Cotillas304. Aquella competencia –y la comunidad de intereses entre el arzobispo y el concejo de Alcaraz– producirá curiosos e insólitos efectos. Habiéndose encontrado poco antes unos “santos” –¿tal vez unas imágenes romanas o ibéricas305?– en un lugar cercano que se identificaba como “el Alcaraz Viejo” (en el cerro de El Santo, que no en Cortes, como algunos han querido entender, que sería tal vez la
Documento de 1239 concediendo licencia para hacer una casa de merced en “Alcaraz el Viejo”.
Escultura romana de Hércules y Anteo procedente de El Santo.
En febrero de 1246, cuando Pelayo Pérez da su fuero a Segura, traza la divisoria “como parte Yeste con Riopal, e como parte Torres con Riopal, e como parte Alvanchez con Riopal e con Alcaraz e con Villanueva” (M. Rodríguez Llopis, “La evolución del poblamiento…”, Al-Basit, Nº 19, 1986, Doc. I). Por lo tanto, parece que Cotillas ha desaparecido, y en su lugar se extienden los términos de Torres y Albánchez, Riópar y Alcaraz, que parecen haberse repartido su antiguo territorio, salvo que fuera Riópar el único ocupante. 305 En una historia inédita del Sr. Marco Hidalgo, que menciona el Catálogo de Amador de Los Ríos (p. 405), se habla del hallazgo en el cerro del Santo, a finales del siglo XIX y principios del XX, de monedas romanas e ibéricas y una “estatua de mármol” –suponemos que el Hércules y Anteo que él mismo reproduce– que se depositó en la Diputación Provincial de Albacete. 304
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población o el eremitorio de tiempos visigodos que hubiera precedido a Alcaraz como cabeza de todo aquel distrito, y que ya en estas fechas estaba abandonado), el concejo acudió a Ximénez de Rada, que a mediados de 1239 concedió su licencia para fundar allí una casa de merced dedicada al rescate de cautivos –y es de creer que también a cárcel o depósito de prisioneros moros, mientras se negociaba su rescate306– bajo el patronato concejil y con las bendiciones del prelado, que habría de recibir el diezmo de sus frutos y nombraría al clérigo307. La erección de esta casa –de la que hoy en día se conservan las ruinas en la “Peña del Santo”, cerca de Los Batanes308– venía a distanciar la posibilidad de que la misma orden de Santiago, o bien la de San Juan (que acaba de llegar en 1237 a un acuerdo con ella sobre la divisoria de los términos de Alhambra, Peñarroya, Membrilla, Moraleja y otras posesiones en el Alto Guadiana309), acentuara aún más su influencia en la villa fundando un hospital como los que los freires de Santiago, pioneros del negocio del canje de cautivos, poseían en Cuenca y Alarcón310. Desde luego, conviene recordar que ya por estas fechas la villa de Alarcón, que en años anteriores cedía posesiones al hospital de la orden, se negaba a pagar para el mantenimiento de este establecimiento311, y que algo semejante ocurría en los casos de Huete, Cuenca y Moya312, lo que hace posible suponer que el maestre pensara trasladar un poco más al sur, más cerca de los moros, alguna de estas casas (de hecho, parece ser que instaló en Villanueva de la Fuente una casa o prisión para las sarracenas). Es posible también que esta sospechosa y oportuna aparición de “santos”, que permite erigir un establecimiento piadoso en “Alcaraz el Viejo” tenga algo que ver con la idea de cambiar el nombre de Alcaraz por el de Ignatia, que Ximénez de Rada parece acariciar por esos mismos años, aunque sin conseguirlo; y quién sabe si no con la declaración, en el pleito de 1238, de que el arzobispado de Toledo estaba en posesión de todos los derechos eclesiásticos de Riópar, Alcaraz, La Calzada, Zuqueca... y un San Salvador313, no identificado, que puede ser el “El Santo” donde luego veremos sigue la advocación vinculada a leyendas y a las dos cofradías de La Peña y de San Salvador, de tradición mozárabe (Pérez Pareja incluso transmite la creencia de que fue la primera iglesia de Alcaraz, y que en ese lugar, al que aún hay romerías a principios del siglo XVI314, estuvieron cautivos los cristianos bajo el dominio islámico). Desde luego, no es del todo inverosímil, vistos los edificios, sepulturas y símboAunque menos “vistosa” que las hospitalarias, esta era otra función de estas instituciones. Poco antes de fundarse la casa de Alcaraz, en 1234, se había producido un famoso incidente al fugarse unos moros prisioneros que había en la de Moya cuando el rescate ya estaba negociado en 1.200 maravedís, y ser favorecidos por jinetes y peones salidos de Requena, que aún era musulmana. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, I, p. 360. 307 Véase el documento en A. Lozano Sánchez, “Hacia un corpus…” p. 86. Lo ofrecemos ahora en nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, con el nº 8. 308 A. Pretel Marín, Conquista y primeros intentos... p. 127. 309 Chaves, Apuntamiento, p. 16. D. W. Lomax, La orden... p. 262. C. de Ayala y otros, Libro de privilegios… Nº 267. 310 Es significativo que los “Santos” de Alcaraz se descubran, y se funde la casa de merced, justo en el mismo año en que Gregorio IX autoriza a la orden de Santiago a rescatar cautivos de los moros canjeándolos con otros prisioneros, o dándoles a cambio vacas y ganados, a excepción de caballos y mulas, por bulas otorgadas en Letrán a 4 de febrero y 13 de marzo de 1239 (AHN, Códices, 838 D, pp-206-207); y en el mismo año en que la Orden adquiría de don Juan, el obispo de Osma, las casas y heredades que tocaron en el repartimiento a Pedro Fernández de Valdenebro, dentro de una política de adquisición de tierras en esta misma zona (Beas, Chiclana, Andújar, Baños...) D.W. Lomax, La orden... p. 104, y “Apostillas...” p. 24. 311 D. W. Lomax, La orden de Santiago... pp. 168-169. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, II, p. 149. Iradiel, “Bases económicas...” pp. 226-227. 312 P. Iradiel Murugarren, “El hospital de Santiago en Cuenca”, AEM, 11, 1981, pp. 196-197. 313 D. W. Lomax, “El arzobispo...” p. 34. 314 Por voto concejil que puede remontarse, según Pérez Pareja, al tiempo en que Alcaraz todavía era villa (es decir, anterior al de 1429, en que se le otorgó título de ciudad). Según esta versión se iba “en procesión rogativa por agua, y conservación de los frutos, a la hermita de San Salvador”, en lo que constituye un precedente de la más popular y menos elitista –aunque favorecida por el Ayuntamiento– que desde los inicios del siglo XVI comienza a dirigirse al santuario de Cortes. E. Pérez de Pareja, Historia de la primera fundación de Alcaraz… p. 161-162. 306
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los cristianos que aún se pueden ver encima de la peña315, y casos semejantes en comarcas vecinas316, que hubiera algo de cierto en estas tradiciones (quizá un eremitorio, o un centro conventual que se hubiera apartado de Mentesa, si no un emplazamiento temporal de la sede). O que el arzobispado y el concejo pretendieran sacar ventaja del hallazgo para crear un centro de piedad comarcal –el papel que más tarde heredará el de Cortes– consiguiendo de paso los diezmos de la iglesia, y competir con otros posibles hospitales, al tiempo que refuerza su control eclesiástico sobre las viejas diócesis. Pero, sea como fuere, es Peña del Santo. Estancia con el suelo excavado en la roca. de creer que esta fundación durara poco tiempo, pues al mediar el siglo, sobre todo a raíz de la conquista del reino de Sevilla, como ha señalado el profesor González317, estas instituciones tienden a reciclarse en otras obras pías. La de San Salvador, o “El Santo” de Alcaraz terminó convirtiéndose en ermita y parece que en sede de aquellas cofradías que decían proceder de la comunidad de cristianos “cautivos” a que nos referimos, lo que pudiera ser un eco deformado de la nueva función hospitalaria a la que se destina el edificio, o aludir, en efecto, a un enclave mozárabe. Resulta, en todo caso, muy significativo Peña del Santo, restos del antiguo edificio que esta fundación se produzca a raíz de la reacconstruido hacia 1239. tivación del pleito entre el prelado y la Orden de Santiago en torno a las iglesias que, según el primero, había fundado ésta de manera ilegal en cuarenta lugares del que hoy conocemos por Campo de Montiel318; justamente en el año en que los santiaguistas, tras haber reemprendido la guerra en la frontera, reciben una bula de Gregorio IX en que les autoriza a rescatar cautivos de manos de los moros –se acusaba a la Orden de hacer tratos con ellos para obtener ganancias para esa función– entregando a cambio prisioneros o vacas y ganados, a excepción de caballos y de mulas319… Y también en el año en que la Orden adquiría de don Juan, el obispo de Osma, las casas, heredades y molino que tocaron en el repartimiento de Alcaraz a Pedro Ferrández de Valdenebro, dentro de una política de adquisición de bienes en la frontera sur, que incluía heredades de Alcaraz, Baños, Beas, Chiclana, Andújar, y otras poblaciones320. B. Gamo Parras, La Antigüedad tardía… p. 212. F. Salvador Ventura, “Las ciudades del Alto Guadalquivir en época visigoda”, en Hispania, Al-Andalus, Castilla, Jornadas históricas del Alto Guadalquivir, Granada, 1998, pp. 31-43. A. González Blanco, P. Lillo Carpio y A. Selva Iniesta: “La cueva de la Camareta (Agramón – Albacete), eremitorio cristiano”. Congreso de Historia de Albacete, I, 1984, pp. 331-340. M. Corchado, Avance… pp. 130 y 171. 317 J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, II, p. 149. 318 D. W. Lomax, “El arzobispo...”, Doc. 1, p. 31. La Orden... p. 123. J. González, “La repoblación en La Mancha”, p. 18. 319 Letrán a 4 de febrero y 13 de marzo de 1239 (AHN, Códices, 838 D, pp-206-207). Bulario, p. 112. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, II, p. 148. 320 D.W. Lomax, La orden... p. 104, y “Apostillas...” p. 24. Chaves, Apuntamiento... p. 18 (adquisición de Beas al obispo de Osma en 1239). 315 316
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Por lo tanto, es posible que Ximénez de Rada y el concejo realengo de Alcaraz quisieran impedir, adelantándose, la creación por parte de la orden de Santiago de alguna institución que monopolizara las mandas y limosnas de toda la comarca y sirviera a la vez de cabecera a todos estos bienes conseguidos en tierra de Alcaraz y de los que pudiera ganar en el futuro. Conviene recordar que por aquellas fechas el maestre, después de haber llegado con la orden de San Juan al convenio de 1237 que hemos mencionado, establece otro acuerdo con la de Calatrava, en septiembre de 1239321, señalando los límites entre ésta y el Campo de Montiel, desde la Torre Alver, Navas de La Condesa y Monteagudo –“o fallaron el medianedo los maestres de suso dichos que era de Salvatierra e de Eznavexore”– y desde Monteagudo (Casas de Monteagú, entre Almuradiel y el Castellar) a la fuente del Puerto de Perales, y desde aquí al mojón que ya existía antes entre la Argamasilla (que es la de Pilas Bonas, en el Campo del Tocón, cerca de Manzanares) y el cercano lugar de La Membrilla, donde tiene lugar la firma del acuerdo; y desde allí a los Pozos del Ciervo y Peñarroya, donde ambas confinan con la del Hospital. Es decir, que consuma definitivamente el despojo del término antiguo de Alcaraz –que era el que limitaba en esa misma zona con los de Eznavejor y Salvatierra– por parte de los freires, controlando los pueblos del Campo de Montiel y usurpando sus rentas eclesiásticas, como hemos señalado; rentas que es de pensar debieran aumentar con las repoblaciones que empezaban a hacerse por entonces en las tierras manchegas recién pacificadas. Igualmente, parece que Ximénez de Rada, para contrarrestar la expansión de la orden y aumentar sus ingresos, venía fomentando el cultivo de fincas y heredades cedidas a su diócesis entre Sierra Morena y el Tajo, no sólo en lo que fue término de Alcaraz, sino en Almonacid, Milagro y otros pueblos, donde había recibido igualmente, en enero de 1226, la cesión personal de alguna renta del cabildo eclesiástico322. En tierra de Alcaraz sabemos que dará un mandamiento al arcediano de Alcaraz y Capilla, don Alfonso Meléndez, para llevar a cabo un reparto de viñas entre nuevos colonos: en abril de 1240, se arrendaba por plazo de ocho años “dos pedaços de vinnas desiertas de San Feliz, que son en el monte” –se supone, por tanto, que en el cerro cercano a San Felices (Rochafrida y la ermita de San Pedro de Sahelices, junto a la laguna de su nombre)– a cierto matrimonio, Juan y Mari Martín, que deberán pagar el sexmo a San Felices –¿una iglesia con culto, por lo tanto?– y labrar dichas tierras sin faltar ningún año, so pena de perder el derecho a Ermita de San Pedro (San Felices), cerca de Rochafrida. explotarlas. Sin duda es una más de varias concesiones que se estaban haciendo, pues una de las viñas fue del mismo arcediano con anterioridad, y la otra de Ferrand Yuannez Alfariella, del que sabemos era beneficiario de otras propiedades en tierras toledanas323, y que posiblemente será el Hernandibáñez que da origen a un famoso apellido vinculado después durante siglos a la aldea de El Bonillo, aunque pueda extenderse a otras del contorno. Esto muestra que ya antes había comenzado la colonización, ahora intensificada; pero además se citan, a manera de límites de dichas concesiones, dos caminos de carros o “carreras” –una que va a Pozuela y otra al mismo San Félix– y las fincas que estaban en poder de don Lorenzo y el clérigo don Polo. No existen, por desgracia, documentos que avalen la implicación directa en la repoblación del débil y pasivo concejo de Alcaraz, que ha perdido gran parte de su término antiguo a manos de los freires, o ha visto separarse de su jurisdicción otras muchas aldeas por decisión real. Sólo los sanAcuerdo de Membrilla, de 4 de septiembre de 1239. M. Rivera, La encomienda… Doc. 172. Gorosterratzu, Don Rodrigo... p. 245. 323 D. W. Lomax, “Apostillas...” p. 25 y doc. 5. Ofrecemos también el documento en nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, con el Nº 10. 321 322
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tiaguistas y algunos caballeros parecen ocuparse por entonces de ello en los alrededores de Alcaraz, quizá porque el concejo haya perdido ya incluso la esperanza de mantener los restos del término que tuvo. Pero era patente la urgencia de poblar cuantos lugares se pudieran labrar, pues se estaba cerrando la frontera de Murcia (en abril de 1240 ya vemos un “senior” castellano en La Roda324, y en el año siguiente el rey daba Albacete como aldea a Alarcón325, mientras que los parientes portugueses del maestre de Santiago se apoderaban de Híjar, Villares y Vicorto, junto a Ayna y Elche de La Sierra326 y los aragoneses se aproximan por Caudete y Villena) y todos los concejos de los alrededores intentaban poner sus límites en claro antes de que nacieran otros nuevos capaces de cerrarles el paso, y antes de que llegasen a aclararse del todo los límites del reino, que distaban aún de estar bien definidos, como ha señalado M. Rodríguez Llopis327.
Villargordo, la ermita y los vestigios del antiguo poblado.
Ruinas en Villaverde, despoblado junto a una laguna desecada.
Por si acaso, y pensando probablemente en ello, la orden de Santiago se había anticipado a ocupar poblaciones situadas junto a los territorios musulmanes de Murcia. Ya hemos dicho que había iglesias santiaguistas no sólo en Balazote, sino en el Villargordo y Villaverde del río del Jardín328, lo que hace pensar que estos poblados estuvieran en manos jacobeas, aunque Alcaraz pudiera conservar sus derechos y pleitear por ellos en los años siguientes. No sabemos qué fue de los Pexines que Alfonso VIII dio a Alcaraz como límite casi treinta años antes, pero sí que parece que la Quéjola –la inmediata comarca del actual municipio de San Pedro– fue dada en señorío a Sancho de Mazuelo, un caballero vinculado a la orden, al que se entregará también como tenencia el castillo de Peñas de San Pedro. Parece que, por lo tanto, que la expansión al Este iba a ser muy difícil para el ya no tan joven concejo de Alcaraz, probablemente incluso antes de que se abriera la frontera de Murcia. Si acaso, 324 325
VI.
C. Ayllón Gutiérrez, “Sobre los orígenes medievales de La Roda”, Al-Basīt, 37 (1995), p. 39. J. Torres Fontes, CODOM, III, pp. 1-2. Publicada también por P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Doc.
M. López Fernández, “Las incursiones sobre las sierras albaceteñas en otoño de 1241 y primavera de 1242”, en AlBasit, 48, 2004, pp. 35-51. 327 M. Rodríguez Llopis, “Repercusiones de la política alfonsí en el desarrollo histórico de la Región de Murcia”, en Alfonso X. Aportaciones de un rey castellano a la construcción de Europa, Murcia, 1997, p. 191. 328 D. W. Lomax, La orden... p. 123. Ualadizot es el actual Balazote. Villaverde y Villargordo, como hemos señalado, son hoy dos despoblados, próximos entre sí, junto al río de El Jardín y el del Arquillo, no lejos de El Jardín; sin duda el antiquísimo al-Gudur –las Charcas o Lagunas– citado en los escritos musulmanes antes de la conquista (aunque Lomax supone equivocadamente que se trata del actual Villaverde de Guadalimar). Se menciona también la iglesia de Paterna, pero ya no sabemos si será Paterna del Madera, en la Sierra (que sabemos existe por esas mismas fechas), o el llamado Castillo de Paterno, cerca de Albaladejo, (M. Corchado, Avance... p. 135), o algún otro lugar con ese nombre, que suele repetirse. 326
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se podría extender al Sureste, por la Sierra del Mundo hacia Ayna y Elche de la Sierra, pero estas aldeas parecen disfrutar de sus términos propios después de su conquista, al igual que Riópar. Y el Mencal y Paterna, situadas en medio, figuraban también, como pudimos ver, entre las poblaciones donde los santiaguistas habían hecho iglesias contra la voluntad de Ximénez de Rada, lo que hace presumir que se encontraran en poder de los freires. Al Norte, los concejos de Uclés y Alarcón –que, hemos de recordar se extiende hasta Albacete en un primer momento– parecen repartirse en septiembre de 1241 un pedazo del término concedido a Alcaraz329. Actuando de árbitro entre aquéllos, el obispo de Cuenca, don Gonzalo, al que ambos pertenecen desde el punto de vista religioso, encuentra que ya estaban divididos los términos en todos los linderos exUn paisaje del valle del Mundo en Royo cepto en el Sur, a partir de la Sierra Jablameña, que, como ya Odrea, caserío de Ayna. dijimos, es la de La Almenara, donde antes alcanzaba el de Alcaraz lo más septentrional del otorgado por su conquistador, y donde es evidente que ahora ya no llega. Al contrario, serán los de Uclés y Alarcón los que entren en cuña en el que fue su alfoz, hasta un punto llamado La Fuente del Espino, que no creemos sea Fuentelespino de Haro, al norte de Belmonte y Villaescusa de Haro, sino el punto de ese mismo nombre, junto a Pasaconsol y El Lanternoso, a unos doce kilómetros al oeste de Sotuélamos, donde parten hoy día La Ossa de Montiel, Villarrobledo y El Bonillo330. Si estamos en lo cierto, el entrante que antes perteneció a Alcaraz, llegando hasta los Gúzquez331, se ha convertido ahora en una cuña inversa, perdiendo este concejo todo lo situado al norte de la Fuente del Espino, incluido el espacio en que más tarde surgen Villarrobledo, El Provencio y Las Mesas; y todo ese terreno es el que se reparte entre Alarcón y de Uclés, que sin duda se han aprovechado de la segregación de las aldeas para ampliar sus términos332 (ver mapa de las páginas 198-199). Los mojones que fija el prelado de Cuenca entre Alarcón y Uclés, corrían, en efecto, a partir de una peña situada al final de la sierra Jablameña, a otro “en el collado que es en la carrera que va de Fuent Annaya al Finojoso”, a otro en “la carrera que lleva al Finojoso”, y al pozo de este pueblo, que sirve de mojón. Y desde El Hinojoso –dividido en dos “barrios” por la misma calzada, por lo que en el futuro será “Los Hinojosos” 333– siguen por la carrera hasta la entrada del Campo del Aljibe y al Pozo del Aljibe, que pudie- Santa María de los Llanos. El aljibe, reformado, en ra situarse junto a Santa María de Los Llanos, donde, su aspecto actual. M. Rivera Garretas, La encomienda, el priorato y la villa de Uclés en la Edad Media. Formación de un señorío de la Orden de Santiago, Madrid-Barcelona, 1985, Doc. 179, pp. 381-382. P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Doc. VII. 330 M. Corchado Soriano, “Toponimia medieval de la región manchega”, p. 62. A. Ñacle, Vías pecuarias... p. 98 331 “…la quadrilleria de Cuzques, yermo e poblado, lavrado e por lavrar”, que la orden cambiará a Juan Vela y Domingo Ibáñez, tras haber intentado repoblarla desde 1224 y fundar una iglesia que dará la mitad o el cuarto de sus diezmos al obispo de Cuenca M. Rivera Garretas, “La encomienda…” pp. 210-211, Doc. 187 y p. 394. 332 Ver el mapa de ambos en Rivera Garretas, “La encomienda…” p. 48, aunque a nuestro entender la Fuente del Espino que cita el documento no es el Fuentelespino al norte de Belmonte, sino la que encontramos al oeste de Sotuélamos. 333 P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón…, pp. 268-270 y Doc. VII. 329
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aunque transformado e irreconocible, existe todavía un famoso y antiquísimo pozo con una galería horizontal para la captación, y viejas tradiciones sobre la fundación del pueblo en ese punto y su ulterior traslado al actual centro urbano. “E del Pozo adelante fasta Las Mesas Ruuias –continúa el documento– pusiemos por mojon la carrera que ua del Pozo fasta las Mesas Ruuias, assi que la mesa que es de diestro yendo por la carrera, que sea de Uclés, e la mesa de siniestro que sea de Alarcón, e la carrera que ua entramas las Mesas que sea por moion; e el otro moion que sea la Fuente el Espino, e la carrera sea moion, lo de diestro sea de Ucles e lo de siniestro sea de Alarcon”. Las Mesas pueden ser la población conquense que conserva ese nombre, o –puesto que hay dos Mesas– ésta y la situada un poco al sur de Casas de Los Santos, entre Villarrobledo y Socuéllamos y casi en el actual límite provincial entre Ciudad Real, Cuenca y Albacete. Parece, en todo caso, que Belmonte y las tierras que luego serán de Pedroñeras, de El Provencio y de Villarrobledo, quedan para Alarcón, por estar a la izquierda de dicha carretera, que iría en paralelo al arroyo Saona o Monreal. Por último, a partir del mojón situado en la carrera que une las dos Mesas, la divisoria va directamente al Sur, a la Fuente del Espino que, como señalamos, no es la actual Fuentelespino de Haro, situada muy al norte de esta mojonera, sino el punto en que parten hoy en día La Ossa de Montiel (entonces posesión de don Gutierre Suárez), Villarrobledo (que será el heredero del Villarejo Rubio, que según el deslinde quedaría también para Alarcón, aunque los santiaguistas lo habían concedido previamente a don Gonzalo Sánchez) y El Bonillo, que entonces todavía no está documentado, pero sin duda está en tierra de Alcaraz. Es posible que el nombre de las “Casas del Rincón de Alcaraz”, situadas al sur de la Fuente del Espino, sea un recuerdo del tiempo en que este concejo lindaba en ese punto con estos dos señores, que pronto darán paso al dominio de la orden de Santiago, o con los territorios de Uclés y Alarcón. Parece, por lo tanto, que entre Uclés y Alarcón –y con el beneplácito del obispo de Cuenca, que de esta manera incorpora a su diócesis las tierras situadas al norte de la Fuente del Espino– se reparten ahora, dividiéndola por la antigua carrera o camino de carros (que sin duda sería el que da nombre llamado Carril de Las Carretas, junto a Casas de Las Mesas y Los Santos), la que a nuestro entender pudiera ser la antigua “Mancha de Auezgaiat” o “Aueçaget”, que es el Vaceiat o Torrevesejate de que hemos hablado, y que probablemente se extendía en principio al Villarejo Rubio, que reclama Alcaraz como parte del término que le dio Alfonso VIII. Algunos años antes, cuando este lugar fue concedido a don Gonzalo Sánchez, lindaba al Noroeste con Criptana y con Miguel Esteban, y como bien observa Escudero Buendía334, este límite es el que tuvo después la encomienda de Torrevesejate (o Torre Vaceiat o Torre Veçejate), de donde se deduce que todo el territorio del priorato de Uclés al sur del río Záncara, que compondría el término del Villarejo Rubio, acabó absorbido por aquella encomienda.
Paredazos (los Santos), donde estuvo el Villarejo Rubio. 334
J. Escudero Buendía, “Disputas territoriales…” p. 65.
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Una interpretación que creemos acertada, pero con un matiz: sólo se incorporó al priorato de Uclés la parte situada a la derecha –Oeste– de la antigua calzada, donde estaba el antiguo Vaceiat; pero la de la izquierda, en la que se incluían el mismo Villarejo y el solar del actual Villarrobledo, que nacerá después, quedaría del lado de Alarcón, aunque un par de años después una sentencia de Fernando III entre los santiaguistas y Alcaraz la entrega a los primeros, y aunque mucho más tarde vuelva a ser de Alcaraz, como podremos ver. De momento, parece, en todo caso, que en los años cuarenta de este siglo XIII, Alcaraz ha perdido cualquier autoridad en esta zona norte de lo que fue su término. Mejor documentado está el mismo fenómeno en la zona del Campo de Montiel, donde Alcaraz pleitea, con escasa fortuna, como ya adelantamos, por una cuarentena de aldeas y castillos que según su versión “les fueran dados del ondrado rey don Alfonso mio avuelo, e que avien hi poblado castiellos e aldeas”…, aunque los santiaguistas también aseguraban poder justificar sus derechos sobre ellos: “que mostrarien dello bonos privilegios e bonas cartas que tenien”335. Un pleito paralelo al que el arzobispado de Toledo seguía con la orden por los templos fundados en las mismas y en otras poblaciones, en el que, pese a varios intentos de concordia a lo largo de 1240 y 1241, incluso una sentencia favorable a Toledo en este último año336– los freires llegarán a utilizar la fuerza. En febrero de 1242, las tropas a caballo de la orden, alineadas en orden de batalla, y los arqueros moros que tenía a su servicio, ahuyentaron del término de Alhambra con sus lanzas y flechas, “crudeliter et inhumaniter et irreuerenter”, a don Pedro, abad de Monsalud, y a los obispos de Cuenca y Sigüenza, que venían a cumplir la sentencia eclesiástica de entregar las iglesias a los representantes de Toledo337; incidente violento que obligó a los legados a hacer sólo una entrega simbólica y verbal antes de retirarse para salvar la vida. En un primer momento, los sucesos de Alhambra tuvieron por secuela el entredicho sobre todos los templos en disputa, incluyendo también los de Montiel, Alhambra, Santiago y Uclés, la excomunión de varios de los comendadores implicados y del propio maestre, que hubo de dimitir a finales de año; pero éste sería relevado por don Pelayo Pérez, quien sabría salirse con la suya sin recurrir a métodos tan poco diplomáticos, pero sin dar un paso atrás en la disputa ni cumplir la sentencia. En marzo del siguiente ya se había llegado a un compromiso favorable a los freires338 (aunque Lomax supone que lo fue para el arzobispado de Toledo, “porque sometió a las iglesias jacobeas a la organización diocesana, dejando a los freiles como unos patronos cualesquiera, con sólo el derecho de presentación y una parte de los réditos”339). Y no hay ni que decir que si frente al prelado y a los tribunales eclesiásticos la orden era capaz de imponer su criterio a mano armada, frente al débil concejo alcaraceño no habría de tener más consideraciones. Pronto podremos verla dueña no sólo ya de aquella Villanueva que fue de las primeras aldeas de Alcaraz, pero ahora figura en el llamado “término de Montiel”, sino de todo el resto del “Campo de Montiel”. Y es de creer que también conserve por lo menos parte de Balazote y los lugares del río del Jardín, dominando el camino de Alcaraz a Chinchilla, y Gorgojí, heredad situada todavía más cerca de Alcaraz y en la vía hacia el Sur. Pero, además, la orden seguía progresando en las tierras del reino de Granada y Jaén –que no de Murcia, con el que había tregua– situadas al sur de Alcaraz340. Su dominio de Torres y Beas de Segura se ampliará en 1239 con la entrega de Hornos, “in frontaria de Segura”, y en agosto de 1242 de Bulario de la orden de Santiago, Fol. 160-162. Gorosterratzu, Don Rodrigo... pp. 333-334. Como señala Lomax, “El arzobispo…”, p. 342, para los jueces era fácil dar la sentencia a favor de Toledo, pero harto más difícil de llevar a efecto. 337 D. W. Lomax, “El arzobispo…” Doc. 2, pp. 40-45. 338 Bulario de la orden de Santiago, Fol. 126. M. Rivera, La encomienda… p. 204. Lomax, “El Arzobispo...p. 24. 339 D. W. Lomax, El arzobispo… p. 26. Obviamente, depende de qué punto de vista tengamos al respecto. También puede decirse que los freires ganan estos derechos, y que el arzobispado perdía el patronato sobre aquellas iglesias que habían sido suyas, y en unos territorios sobre los que, en principio, tenía la exclusiva. 340 M. Rodríguez Llopis, “Repercusiones de la política alfonsí en el desarrollo histórico de la Región de Murcia”, en Alfonso X. Aportaciones de un rey castellano a la construcción de Europa, Murcia, 1997, pp. 176-177. 335 336
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la misma Segura, con todos sus castillos, alquerías y aldeas que tenía al presente y debiera de tener: “quos tempore donationis habere debebat”341 (una expresión que acaso pueda hacer referencia a una disminución de su distrito en tiempos anteriores a la propia conquista, tal vez a los que tuvo en tiempo de Ibn Hamusq). Se exceptúan, no obstante, de esta donación las villas y castillos que estuvieran ahora en el reino de Murcia, y las pertenecientes a Riópar y Alcaraz –como se puede ver, son concejos distintos– y a los recién creados de Úbeda y Baeza. En febrero siguiente, el infante heredero concederá a la orden, como agradecimiento a la ayuda prestada en la reciente toma de Chinchilla y otras fortalezas de su jurisdicción, la villa de Galera y sus castillos de Orce, Ytur, Caztalla y las Cuevas de Almizra342. Sin duda, esta expansión, que introduce una cuña santiaguista entre los reinos moros de Murcia y Granada, pero Segura de la Sierra. Capilla del convento. cierra también a Alcaraz su frontera del sur, ahora dominada por la orden de Santiago, que convierte a Segura en la nueva encomienda mayor, sustituyendo a Uclés343, tendrá repercusiones en la zona de Albánchez, donde Alcaraz lindaba con estas posesiones, así como en los límites con Yeste y Taibilla, que quedarán adscritos, de momento, a Segura, aunque no tardarán en convertirse en nuevas encomiendas. Para colmo, además de perder sus aldeas, la villa de Alcaraz caerá bajo el control –no sabemos muy bien de qué naturaleza– del alférez real Diego López de Haro, al que el rey perdonó en 1242, después de un par de años de andar en rebeldía: “perdono a ese don Diego et le torno toda la tierra luego, y, et aun ennadiol demas Alcaraz, que ante non teníe”344. Un párrafo que cabe interpretar de distintas maneras: como que Diego López fuera un representante del rey ante el concejo345, Segura de la Sierra. La villa y el castillo. como establece el fuero346; como un señorío, contradiciendo al mismo; o como una tenencia, que se añadiera a otras que el de Haro y su padre tuvieron por el rey347; aunque cabe también interpretar que las tierras devueltas fueran las que estos nobles se hubieran apropiado en años anteriores sin permiso real, y que ahora se añadieran también las de Alcaraz. Pero dado que no hay ni la menor noticia de que la villa salga de dominio realengo durante el siglo XIII, ni de que el de Vizcaya vuelva a ser mencionado ni como tal señor ni como guarda en ella, es de pensar que fuera una medida quizá coyuntural, destinada a agradar al revoltoso noble, cuyo apoyo sería necesario bien pronto, y quizá a controlar la inquietud del concejo ante las concesiones que sería preciso realizar a favor de las órdenes, no menos necesarias para la monarquía. M. Rodríguez Llopis, Conflictos fronterizos y dependencia señorial: la encomienda de Yeste y Taibilla. Albacete, 1982, Doc. I, p. 113. Chaves, Apuntamiento... p. 19. J. González, Reinado y diplomas… Doc. 700. 342 J. Torres Fontes, CODOM, III, Doc. 2. M. Rivera Garretas, La encomienda… Doc. 190, pp. 396-397. 343 M. Rivera Garretas, La encomienda… p. 207. 344 Alfonso X, Primera Crónica General de España, Ed. R. Menéndez Pidal, Madrid, 1955, Vol. II, p. 741. 345 D. W. Lomax, “Apostillas…” pp. 26-27. 346 “So el rey no aya sennor en Alcaraz. Et del rey en ayuso, un sennor e un alcayde e vn merino ayades en Alcaraz…” BNE, Mss 17799, Fol. 5 r. J. Roudil, Les fueros… p. 91. Apuntemos, no obstante, que podría tratarse de una interpolación, pues semejante cláusula no aparece en los fueros de Alcázar y Alarcón, que son gemelos de éste. 347 F. Veas Arteseros y M. C. Veas Arteseros, “Alférez y mayordomo real en el siglo XIII”, en Actas del Congreso Internacional Alfonso X el Sabio, I, Madrid, 1989, p. 63. 341
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EL INFANTE HEREDERO, DON ALFONSO, Y EL APACIGUAMIENTO
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A principios de 1243 se estaba preparando la rendición de Murcia. Baha al-Dawla ibn Hud, que es el Abén Hudiel en las fuentes cristianas, envió a su heredero a ofrecer vasallaje a Fernando III, prometiendo la entrega de todos sus castillos, de Chinchilla hasta Lorca y Alicante, incluidos los de la capital. Sin embargo, el infante don Alfonso, que mandaba las huestes castellanas en toda la frontera, y que ya por entonces se había apoderado del bastión de Chinchilla, no le dejó pasar más allá de Toledo, donde se vio con él a fines de febrero o comienzos de marzo, y le citó a unas nuevas vistas en Alcaraz a mediados de abril. En ese mes y medio, y mientras los cristianos conseguían rendir numerosas aldeas y castillos murcianos en La Mancha, que ya no se incluirán en los acuerdos de capitulación, don Alfonso y su padre, enfermo en Burgos, decidieron librar definitivamente los enojosos pleitos entre los santiaguistas, la villa de Alcaraz y el arzobispado de Toledo, que, por así decirlo, eran vestigios de problemas pasados y un estorbo en los tiempos de expansión y riqueza que estaban por llegar. Y obviamente, el maestre de Santiago, sus parientes y otros caballeros afectos a la orden, que están con el infante durante aquellos días348, y que mandan las tropas de vanguardia, no desperdiciarán la influencia política e incluso personal que han llegado a alcanzar. El pleito entre Alcaraz y la orden de Santiago quedaría saldado mediante una sentencia de Fernando III –18 de febrero de 1243349– que otorgaba a los freires la inmensa mayoría de los pueblos que estaban en litigio, “…los nonbres de los quales castiellos e aldeas son estos que aqui son escritos: Villanueva, Gorgojí, Villafranca, Alvaladeio, Borralista, Terrinches, El Finoio, Santa Marina, La Fuente del Maielo, Odes, El Almedina, la Fuente de la Figuera, La Torre de Iohan Abbat, Cernina, Jamila, Peñaflor, Alcobiella, Montagudiello, Las Navas de La Condesa, La Çarça, Cannamares, Cannamareio, Turra, El Salidiello, La Carrizosa, La Algecira, La Escudo de la orden de Santiago, en la iglesia de Albaladejo. Roydera, El Tocon, la Membriella, El Carrizal, Quitrana, Possadas Como ya señalamos, el 15 de febrero, en Toledo, don Alfonso concede la villa de Galera a la orden por la ayuda prestada al conquistar Chinchilla. Entre otros testigos figuran los Guzmán, Álvar Díaz de Asturias, Gómez Pérez Correa y Sancho de Mazuelo, que muy pronto serán beneficiarios de tierras y tenencias en la nueva conquista. M. Rivera Garretas, La encomienda… Doc. 190, pp. 396-397. 349 Alcaraz se quejaba de “que les entraran sos terminos, que les fueran dados del ondrado rey don Alfonso mio avuelo, e que avien hi poblado castiellos e aldeas”, aunque también los freires afirmaban “que de la Orden eran, e que mostrarien dello bonos privilegios e bonas cartas que tenien” . La solución del pleito se adoptó –dice el rey– tras leer con detalle las cartas que trajeron tanto los de Alcaraz como cinco o seis “de los mayores freires de la Orden”, entre ellos Rodrigo Iñiguez, que antes fue maestre, Ruy Buesso, Martín López y un cierto Gil Gómes que sin duda será Gil Gómez do Vinhal, el portugués, pariente del maestre Pelay Pérez Correa, que conquista Abejuela, Villares y Vicorto, muy cerca de Alcaraz. El texto se publica en el Bulario de la orden de Santiago, fol. 160-162, y en J. González, Reinado y diplomas… III, Doc. 705. Lo ofrecemos ahora nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, Nº 11. 348
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Vieias, Villaaios, Migael Estevan, Almuradiel, La Figuera, El Cuervo, Villarejo Rubio, Maniavacas… ”350. Sólo los dos primeros, Gorgojí y Villanueva (con su anexo de Turra y una cuarta parte del término que había entre ella y Montiel) serán para Alcaraz, quedando los restantes treinta y siete lugares para los santiaguistas. La sentencia establece al propio tiempo comunidad de pastos y aprovechamientos, excepto en dos dehesas, una que acotaría la orden donde quisiera (se comprende que en tierras del Campo de Montiel, aunque en esta hermandad entraban también Eznavejor, Alhambra y la gran encomienda de Segura), y otra para Alcaraz –la que luego sería llamada “Sierra Vieja”– que estaría comprendida entre Paterna, el Mundo y el camino de Riópar: “assi como salle la carrera de Alcaraz e salle al Puerto del Espino e passa entre Paterna e el Mencal, e assí como va al Puerto de la Madera e assí como salle al río del Mundo, e la otra pora Riopal e desend al río Mundo”.
Las ruinas de El Mencal, en alto, entre dos montes.
La aldea de Mesones, en el valle del Mundo.
Como se puede ver, faltan en esta lista algunas poblaciones que Ximénez de Rada reclamaba para su Arzobispado, pero es que algunas de ellas eran de la archidiócesis, pero no de Alcaraz, otras nunca llegaron a estar en posesión de los alcaraceños –además, aquí se habla de castillos y aldeas, no de iglesias– y otras probablemente ya hayan sido devueltas, o estaban en la sierra oriental de Alcaraz, como ocurre en los casos de El Mencal y Paterna, que, quizá despobladas, se integran en la dehesa que hemos mencionado. Sin embargo, interesa destacar que entre los reclamados y ahora adjudicados a la orden jacobea hay pueblos tan distantes como Almoradiel, Miguel Esteban y La Mota del Cuervo, por el Norte; El Tocón y Membrilla, cerca de Manzanares, al Oeste; y al Sur Monteagudillo (Casas de Monteagú), Navas de La Condesa, Torre de Juan Abad… Extremos que confirman aproximadamente, como ya señalamos, los linderos fijados en las sierras Calameña y Buen Varón y el de Eznavejor; los mismos que sabemos otorgó Alfonso VIII, aunque probablemente este rey nunca hizo relación detallada de los pueblos, sino que marcaría solamente los límites, que obviamente debían comprender las aldeas que en él pudiera haber. Aldeas que de hecho ya se habían perdido hacía muchos años, pero ahora se pierden de derecho y de una vez por todas. Incluso Villanueva y Gorgojí, que son adjudicadas formalmente a Alcaraz, no se reintegrarán a su jurisdicción, como podremos ver. Al tiempo, y superados los violentos momentos a que nos referimos, proseguían los contactos de los freires con los representantes de Ximénez de Rada, que darán como fruto otro arreglo pacífico, negociado tal vez durante el mes de marzo de 1243 y afianzado sin duda a finales del mismo, cuando Bulario de la Orden de Santiago, Fol. 160-162. Éste tiene que ser el mismo documento al que se refería un inventario del archivo local realizado en 1496, que habla de un privilegio de Fernando III “sobre Villa Nueua e sobre los amojonamientos de todos los terminos. La fecha, diez e ocho dias de febrero de mill e dozientos e ochenta e vn annos” (Pretel, Una ciudad... p. 326). Muchos de los topónimos se reconocen bien; otros fueron objeto de estudio por Corchado, que aclara muchos de ellos, y de otros nos hemos ocupado en nuestros dos recientes trabajos sobre el tema, “Conflictos de interés….” y “Despoblados y pueblas medievales…”
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el infante es huésped de la orden en Montiel351. De camino a Alcaraz, donde habría de verse con la delegación de los moros de Murcia, don Alfonso se pudo detener algún tiempo en los lugares objeto de disputa, incluso en Villanueva, concedida a Alcaraz por la sentencia de Fernando III, pero que no volvió a poder del concejo, ante la resistencia del maestre y los freires. Probablemente entonces se negociara ya la única solución viable del problema: que Alcaraz concediera al infante la aldea, junto con Gorgojí, para que él las cediera con posterioridad a la orden de Santiago, y que a cambio se diera al concejo una compensación –el castillo y la villa mudéjar de Tobarra, como luego veremos– en las tierras recién reconquistadas o que estaban a punto de ocuparse en el reino de Murcia. Y puede que también resolviera el problema que planteaba la iglesia existente en la misma Villanueva, que se reservaría para el rey, seguramente sólo para obviar nuevos roces entre el arzobispado de Toledo y las autoridades santiaguistas. Por entonces también se llegaría a un amplio compromiso –confirmado más tarde por Inocencio IV– entre el arzobispo don Rodrigo y el maestre Pelay Pérez Correa respecto a las iglesias de Oreja, Moratilla, Villandín, Alboer, Fuentidueña, Dos Barrios, Salvanés, Paracuellos… y de las poblaciones del Campo de Montiel y sus alrededores –Villanueva, Alhambra, Cañamares, Fuenllana, Salidillo, Alcubillas, Montiel, Torres, Odes, Santiago, Torre de Juan Abad, Santa Marina, Terrinches, Torres de la Frontera, Catena, La Membrilla, El Puerto, La Almedina… y otras por construir– donde se reconoce el catedrático y un tercio de los diezmos, aunque el patronato y una parte importante de las rentas queden para los freires352. El convenio permite que Toledo las tenga como suyas, incluso las declare comprendidas en el arcedianato de Alcaraz353, aunque su autoridad no vaya más allá de aprobar a los clérigos que propone el maestre. Poco a poco, el problema se va tranquilizando, aunque es de suponer que en la renuncia de Ximénez de Rada tenga mucho que ver la promesa de tierras en las nuevas conquistas, y muy en especial en las de Baza, que Fernando III le ofrecía a cambio de los Montes de Toledo en abril de 1243354. Los tratos concluirán el 11 de septiembre355 con la entrega a los freires del templo parroquial de Villanueva, uno de los lugares que debían quedar para Alcaraz, pero donde el monarca reservó la iglesia, al menos formalmente, “quando dedi Vilanouam concilio de Alcaraz”, con prohibición expresa de que el arzobispado de Toledo pudiera erigir otra (por la razón que fuera –quizá relacionada con lo que ya dijimos de las antiguas diócesis– la orden no quería la menor competencia de Toledo en esta población). El mismo privilegio incluía, además, lo que parece ser alguna fundación de tipo hospitalario, dedicada al rescate de cautivas, o al menos a prisión de las mujeres cautivadas en tierras enemigas (“illas domos ubi sarracene uestre morare solebant”), porque no tiene lógica que se trate de casas de mudéjares. Se podría pensar que se refiera a una expulsión de moros para el asentamiento de colonos, lo que en cierta medida explicaría el nombre de la localidad (las “Villanuevas” son a menudo poblados que ocupan los cristianos, frente a las “Villaviejas” en que viven los moros), pero ese femenino hace más que dudosa esta interpretación. Parece, en todo caso, que tras la mediación del infante y el rey hay un clima de claro entendimiento entre el arzobispo y el maestre: el mismo mes de abril de 1243, en el capítulo de San Marcos de León, éste otorgaba un fuero del modelo de Cuenca al concejo de villa y aldeas de Montiel, y en el año siguiente don Rodrigo concedía a la orden, previa negociación entre los dos poderes, el derecho a erigir su iglesia conventual en esta población, que asume en adelante la misión de poblar el campo de 351 El día 31 se tratara en Montiel del matrimonio del mayordomo real don Rodrigo González Girón con una hija del rey de Portugal, viuda de Alfonso Téllez de Meneses. J. Torres Fontes, CODOM, III, p. XXVIII. 352 Fecha, 15 de marzo. M. Rivera Garretas, La encomienda… Doc. 192. p. 399 y 205. Lomax, “El arzobispo...” pp. 24-25. 353 De esa forma figuran todavía en el XV en el Libro Becerro de aquella catedral. R. Torres Jiménez, “Organización eclesiástica”, La Provincia de Ciudad Real, II, Historia. Ciudad Real, 1996, p. 241. 354 J. González, Reinado y diplomas... p. 544. 355 Publicada en Bulario, pp. 117-118, y en J. González, Reinado y diplomas... Doc. 716. Referencia en p. 180.
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su nombre356. Una vez aprobado por el Papa el convenio, quedará suspendido el entredicho puesto el año anterior sobre aquellas iglesias, y el maestre, por su parte, ordenará a sus comendadores en todos estos pueblos que obedezcan a Ximénez de Rada y le den sus derechos y rentas eclesiásticas357. En su doble vertiente civil y religiosa, los pleitos se saldaban, por lo tanto, con la clara victoria de los freires, que ganaban incluso lo poco que perdieron conforme a la sentencia de Fernando III. Victoria que sería más redonda, si cabe, si tenemos en cuenta que por aquellas fechas ya habían ocupado en las “sierras del Mundo y el Segura” –límites de Alcaraz, según Alfonso VIII– los castillos de Yeste, Taibilla y Socovos, que se anexionarán, junto con otros muchos (Moratalla, Vicorto, Letur, Gutta, Abejuela, Férez, Liétor, Aznar, Abeneizar, Agraya, Nerpio, Albánchez, Miravet, Vulteriola, Burgueya), a su gran encomienda de Segura, por privilegio dado en la ciudad de Murcia por el mismo infante don Alfonso358. Y, como señalamos, antes de que se cierren definitivamente los acuerdos de rendición de Murcia, las fuerzas castellanas, mandadas con frecuencia por freires santiaguistas o personas afectas a la orden, conquistarán aún numerosos castillos de la zona manchega perteneciente a Murcia (Hellín359, Isso, Tobarra, la torre de Pechín, y la zona del Júcar, con Alcalá, Jorquera, Garadén y otras cuevas fortaleza), que serán entregadas a varios caballeros de los que acudirán con el infante a la toma de Murcia y a las conversaciones con don Jaime I de Aragón, que finalizarán en el pacto de Almizra360. Muchos beneficiarios –Gómez Pérez Correa, los Eanes y Gómez do Vinhal, los Sánchez de Mazuelo– estarán vinculados a la orden jacobea, a la que andando el tiempo Los Villares de Gutta y Vicorto, castillos santiaguistas en el venderán o darán las fortalezas conquistadas por límite oriental de Alcaraz. ellos o entregadas en premio por el rey. Esto no solamente impediría la eventual expansión de Alcaraz, convertida en una isla de realengo entre las posesiones de la orden, sino que rodeaba su frontera oriental de señoríos afectos a la misma. Y el apego evidente del infante heredero a la caballería de Santiago, a la que prometió confiar la crianza del primer hijo varón que tuviera al casarse con la infanta Violante de Aragón, permitía pensar que esta situación fuera algo irreversible. M. Corchado, Avance… p. 115. Lomax, “El arzobispo...” p. 27. 358 Confirmados en Murcia, el 5 de julio de 1243, por el infante Alfonso. M. Rodríguez Llopis, Conflictos fronterizos… Doc. II, p. 115. M. Rivera Garretas, La encomienda… p. Doc. 194, p. 402-403. J. Torres Fontes, CODOM, III, pp. 4-5. 359 En su estudio “Repercusiones…”, p. 178, Miguel Rodríguez Llopis piensa que Hellín y Liétor ya habían sido ocupados en el año anterior. No parece imposible, pero tampoco hay pruebas. 360 Ver J. Torres Fontes, ha sido revisada por este mismo autor, con incorporación de algunas novedades, en “Del tratado de Alcaraz al de Almizra, de la tenencia al señorío (1243-1244)”. Miscelánea Medieval Murciana, XIX-XX, Murcia 19951996, pp. 279-302. Más recientes aún son los capítulos dedicados al tema en los grandes volúmenes que coordina Miguel Rodríguez Llopis sobre Alfonso X, y en el reciente artículo de M. López Fernández, “Las incursiones…” pp. 35-51. 356 357
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Durante la segunda mitad del mes de abril de 1243, y en presencia de varios arraeces o jefes militares de Elche, Crevillente, Alicante, Orihuela, Val de Ricote, Alhama, Cieza, Aledo y algunos otros pueblos “que eran señoreados sobre sí”, Ahmed, hijo de Ibn Hud, firmaba en Alcaraz un acuerdo de paz con don Alfonso, heredero del rey de Castilla, por el que sometía el principado hudí a la soberanía de Castilla y a su protectorado. Durante aquellos días, con la presencia de los raís musulmanes y del brillante séquito del infante cristiano, en el que figuraban el flamante maestre portugués de Santiago, Paio Péres Correia (o sea, Pelayo Pérez, que “ayudó mucho et bien en razon de las pleytesías, et en gran costa que fizo… partiendo su conducho por las fortalezas et con quien non lo tenie”361), con sus comendadores de Montiel y de Uclés y con su parentela lusitana (Gómez Pérez Correa, el tenente de Cieza, y Gonzalo Eanes, que tiene Hellin e Isso), los Guzmán, Álvar Díaz (Hijo de Ordoño Álvarez), Hernán Fernández Niño, y puede que también algunos caballeros como son Lope López, Guillén el Alemán y Sancho de Mazuelo –tenente de Las Peñas y señor de La Quéjola, “que es entre Las Pennas e Alcaraz”– que siguen al infante cuando ése entra en Murcia, Alcaraz se convierte en el centro de atención de Castilla… Y también de Aragón, que por entonces seguía atentamente las conquistas del reino del Segura, tratando de evitar que afectaran al suyo de Valencia, y hacía correrías por tierras fronterizas de Villena, Caudete y Almansa, buscando posiciones para una eventual negociación. Después vendrá la rápida ocupación del reino y el Santa María do Castelo, la iglesia de Tavira reparto en tenencia o señorío de algunas heredades a los donde está sepultado Paio Péres Correia. nobles y a algunos caballeros afectos a las órdenes (sobre todo, a Santiago, que jugará un papel “sencillamente clave” en dicha operación, como ha señalado C. de Ayala). Y a principios de marzo de 1244 se produce una nueva visita a Alcaraz del infante heredero, don Alfonso, con un brillante séquito en que parece están el obispo de Cuenca, los maestres del Temple y Santiago, el alférez real Diego López de Haro y su hijo Lope Díaz, Juan García, Alfonso Téllez, Pedro López de Arana, los Guzmán –Pedro y Nuño, tenentes de Chinchilla y otros cuatro castillos, y también Pedro Núñez de Guzmán, que tenía Jorquera y tres castillos más– y otros caballeros. Alcaraz no es la corte, desde luego, pero en aquellos tiempos, pese a su postración como concejo y su disminución territorial, aparenta tener un papel relevante no solamente ya en las Extremaduras, sino en toda Castilla. No en balde, es por entonces, con Alarcón y Cuenca, pero mucho más cerca que ellas de la frontera, la única población que merece este nombre en la zona lindante con el reino de Murcia y los aragoneses, que están sitiando Játiva en dura competencia con algún caballero castellano, como el de Mazuelo, que intenta negociar con los moros de Alcira la entrega de esta plaza, y el obispo de Cuenca, cuyo hermano será ejecutado por órdenes directas del rey Jaime I al pretender lo mismo en la villa de Játiva362. Pero lo que interesa para nuestro propósito es que, apenas un año después de la visita en que había firmado el pacto de Alcaraz, y tras la ocupación del principado hudí, don Alfonso volvía a estar en esta villa, donde actúa otra vez de pacificador –casi de testaferro– al pedir al concejo, y traspasar después a la Orden de San Juan, con fecha 2 de marzo de 1244, aunque probablemente conforme a decisiones ya adoptadas tiempo antes, la tierra que esta última había usurpado en los alrededores de su heredad de Cortes, donde ya hay un castillo, no sabemos si nuevo y erigido por los hospitalarios, 361 362
C. de Ayala Martínez, Las órdenes militares…, p. 436. J. González, Reinado y diplomas… I, p. 351.
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o vestigio de tiempos musulmanes, como quiere la antigua tradición363. Previamente, y a ruegos del infante364, aquellas propiedades, que serán confirmadas en ese mismo día junto con el primer heredamiento, fueron amojonadas por el propio concejo, “por fazer serviçio al sobredicho infante don Alfonso, assi como gelo cobdiçiamos fazer en todas cosas”, juntamente con el comendador de Consuegra, don Guillén: “…E sobre esto mandonos que enbiassemos onbres buenos de nuestro concejo e que desterminasen por mojones donde era el heredamiento del castillo de Cortes, entrando hy este heredamiento que nos entonçe le dimos a nuestro señor el infante e que el dio a la Horden [...]Estos son los mojones: el vado de Malvierco assi como va la carrera de Chinchilla e assi como van los mojones que paresçen orilla de la carrera e van debaxo de Val de Servan, e el Val de Servan dentro el heredamiento de Cortes, e de encima del valle por cima del cerro, e como las aguas vierten, e como van los mojones al vado de la Tova que es en la carrera de Alcaraz que va a La Peña, e como sale del vado a somo de la Cabeça de la Solana, e de somo de la Cabeça al mojon que es en la carrera de Alcaraz que va a La Peña e encima de la Atalaya de Martín Fernandez, e dende encima de la Atalaya al mojon que es en la carrera que viene de Alcaraz al castillo de cortes, e de aquel mojon al padron que es cerca del vado de Malvierco, e del padron al vado de Malvierco que es desuso dicho”. De los hitos citados, el vado de Malvierco365en la carrera de Alcaraz a Chinchilla, pudiera situarse en el puente que existe todavía junto a la Carretera Nacional 322 de Albacete a Jaén –que, más o menos, va por la antigua carrera– donde arranca hoy en día la que conduce a Cortes, La Hoz y Peñascosa. El del Val de Serván, que quedará incluido en la heredad de Cortes, ha dejado su nombre en un “Villacervantes” que alude a todo el valle que se extiende desde el actual santuario a la denominada “Venta de Fernandillo”, espacio atravesado por una vía pecuaria que se une a la cañada real
El Valle de Serván y el Santuario de Cortes, desde la carretera de Alcaraz a Chinchilla.
El Santuario de Cortes, en el sitio que ocupaba el castillo de la orden de San Juan.
La concesión real de 1214 sólo habla de una casa, entre otras propiedades, pero acaso pudiera ser una casa fuerte, un pequeño castillo. Sin embargo, tampoco es imposible que fuera levantado por los hospitalarios a raíz de la conquista. En todo caso, existe en 1244, cuando los documentos hablan ya inequívocamente de este “heredamiento del castillo de Cortes”. 364 “…por ruego de don Guillen que era estonçe comendador de Consuegra, rogue al concejo de Alcaraz que me diessen aquella heredat que ellos demandavan, que tenie la horden del Hospital de su termino buelta con aquella su heredat de Cortes; et todo el concejo de Alcaraz otorgome aquella heredat e yo dila a la horden del Hospital como de ante se la tenien; e mande a los de Alcaraz que fuessen a amojonar con don Guillen el comendador sobredicho de Consuegra por qual lugar iva su termino de aquella su casa de Cortes…” C. de Ayala Martínez y otros, Libro de los privilegios... pp. 495496, Docs. 289 y 290. Pueden verse también en nuestra Selección Documental, al final de estas páginas, Nº 12 y 13. 365 El nombre de Malvierco –mejor dicho, “Malvierto”– permanece aún en Alcaraz en el siglo XIV, y hasta bien avanzado en siglo XVI, aunque como apellido o apodo. Precisamente hay a principios del siglo XVI un cantero llamado Pedro Gómez Malvierto, que se especializaba en construcción de puentes. 363
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de Andalucía366. El Vado de la Toba, es más difícil de identificar367, pero es de creer que la carrera de Alcaraz a La Peña sea la carretera que lleva a Peñascosa, y desde allí al castillo de Peñas de San Pedro368. En cuanto a La Solana, hay distintos parajes que pudieran responder a este nombre, desde La Solanilla, junto al Cerro del Águila, del otro lado ya de la actual carretera de Jaén, a distintas laderas de los montes cercanos, incluido el Cañuelas, que domina el camino y la aldea de La Hoz, por lo que no podemos situarla con certeza. El siguiente mojón de nuevo es la carrera de Alcaraz a La Peña, y a partir de ella se cita la Atalaya del tal Martín Fernández, que quizá es la existente en la falda del cerro llamado “La Atalaya”, y que puede tomar su nombre del que fue comendador de Cortes por la orden de San Juan. De allí va a la carrera de Alcaraz al castillo de Cortes, que no parece ser la carretera acA. Ñacle y J. M. Velasco, Vías pecuarias de la provincia de Albacete, Albacete, 2001, p. 53, han identificado este Villa Cervantes con la actual Venta de Fernandillo, pero un trabajador del santuario nos apunta que el nombre se aplica a todo el valle, y no sólo al cortijo, lo que es más coherente con lo que conocemos sobre el Val de Serván. En principio creímos que “Serván” pudiera originarse en la deformación de un vocablo extranjero alusivo a sirvientes o criados (“Conflictos de interés...” p. 253); pero hoy encontramos más probable que proceda del árabe as-sarb (el desagüe o azarbe), o de sarab, bebida o lugar de refresco, o de otro vocablo preexistente, que puede ser mozárabe, o puede que latino (¿un servatus, tal vez?), o incluso prerromano. Tampoco descartamos que sea un antropónimo convertido en topónimo, pues el nombre “Servante” o “Servand” existía en pleno siglo XIII, como podemos ver en los repartimientos de Córdoba y Sevilla y en los documentos toledanos, donde además había toda una familia de apellido Cervatos (J. González, Reinado y diplomas… p. 442 y J. P. Molenat, Campagnes… p. 151 y 165). Pero aun así, parece sospechosa su aparición frecuente en relación con vestigios antiguos y con sitios con agua. No lejos de Gandía, en la villa de Xera, existe una alquería, donde han aparecido antiquísimos restos, llamada “La Servana”, y en la Murcia recién reconquistada encontramos el barrio o arrabal de Sirván (J. Hinojosa Montalvo: “Urbanismo y poblamiento en el reino de Murcia en el siglo XIII”, en El mundo urbano en la Castilla del Siglo XIII, Vol. I, Sevilla, 2006, p. 153); y ya “santificados”, encontramos también topónimos “Serván” en algunos lugares de poblamiento antiguo: dos o tres Saint Serván en Bretaña y Provenza, el Servant de Auvernia, el paraje y la fuente San Serbante de que habla Villarrubia los Ojos al hacer relación a Felipe II, Arroyo San Serván (cerca de Mérida), el fuerte de Servad, destruido por Mázdali en su ataque a Toledo, hacia 1113 –J.A. Conde, Historia... p. 202– y que indudablemente es el castillo actual de San Servando, aunque al lado de éste existió un parador llamado San Cervantes. Incluso se podría suponer un parentesco con diversos Cervantes, Cerveres y Cerveras, la Cervera a orillas del Guadiana, concedida en 1215, a la orden del San Juan, la Cañada y los Pozos del Ciervo entre Alhambra y Membrilla, Cervatos (en Toledo, junto al río Guajaraz), Villaciervitos (Soria), la Cervera de tierra de Alarcón, o Cervera y Cérvol entre Benicarló y Alcanar, o la denominada Cañada Cervalera en Albacete, o el Pozo de la Cierva disputado en 1238 entre los santiaguistas y Ximénez de Rada (se le cita en unión de Balazote y Villargordo, lo que no significa que necesariamente esté cerca de ellos, aunque puede apuntar en esa dirección). Vocablos que pudieran proceder de los ciervos, animales sagrados en tiempos prerromanos y que existen en toda la geografía hispánica, pero cuya abundancia pudiera indicar un origen distinto, o hasta del dios Zerván, cuya imagen hallamos repetida en el Museo de Mérida –donde, por cierto, hay un Arroyo e incluso un acueducto con nombre de Serván– aunque estas hipótesis nos parecen demasiado arriesgadas, incluso temerarias. Parece interesante, sin embargo, apuntar la posible relación de este nombre con la fuente llamada Siriguyna donde el itinerario de Fernando Colón señalaba que nace el río de Lezuza, o la del Sivirino de Peñas de San Pedro y la de Segurana al nordeste de Almansa. 367 No parece probable que se trate de la Casa de La Tova, entre Catalmerejos y la Dehesa del Val, pues aunque se sitúa junto a la carretera que viene desde Cortes a las Casas de Lázaro y Peñas de San Pedro (bifurcada en El Berro, inmediato a la Peña del Cabrón), se encuentra muy al Este de la actual Peñascosa. Pero cabe también la posibilidad de que La Peña sea Las Peñas de San Pedro (la Rupe Sancti Petri de años anteriores), o quién sabe si no la misma del Cabrón, por lo que no se puede descartar tal idea. Pero también existe el actual Vado Blanco, y el Vado de la Nava de las Perdices (¿una deformación del árabe barid?) en la antigua vereda o cañada real de Andalucía, que lleva al Masegoso y Peñas de San Pedro; y el de Las Puentecillas de la denominada Casa de la Tobica, camino al Tobarejo y al Burrueco. 368 Por cuanto la carrera confluía con la que iba a Chinchilla en el Val de Serván, parece que La Peña es la actual Peñascosa, si es que el documento no hace referencia a una carretera de Alcaraz a Las Peñas de San Pedro, como hemos señalado en la nota anterior. En los Catalmerejos, no lejos de La Toba, un enlace hacia el sur pudiera conectar, entonces como hoy, con la “carrera” que iba de de Alcaraz al Puerto del Espino, Paterna, el Mencal, mencionada también en 1243. Para Pérez Pareja (O. C. p. 24) “La Peña” –por lo menos, la que era conocida como tal en su tiempo– es la Peña del Santo, o de San Salvador, o de Nuestra Señora de La Peña, ermita que comparte con el Santo citado la iglesia primitiva: “Un paraíso son las riberas de Alcaraz, pues para hacerlas más vistosa y deleytable la cercan por la parte del Norte el royo y río de Cortes, con muchas huertas de sazonadas frutas, y por el mediodia el río que baxa de Nuestra Señora de La Peña, con el agua de La Mesta, uniéndose las aguas del Norte y mediodia para formar el celebrado río de Guadalmena, que conserva su nombre hasta unirse con las aguas del Betis o Guadalquivir”. 366
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Cortes desde la carretera de La Hoz y Peñascosa.
Caballeros de la orden de San Juan.
tual, sino más bien, acaso, el camino que existe todavía entre estos dos puntos, pasando por la falda del cerro de la Atalaya. Se trata, por lo tanto, de una propiedad, quizá no muy extensa, comparada con otras, pero sí respetable, y que además controla un enclave estratégico en el nudo viario que forman la carrera de Alcaraz a Chinchilla (que une la Loma de Úbeda con los llanos de Albacete y Chinchilla) y la que por La Peña se dirige hacia Riópar, Las Peñas de San Pedro y Elche de La Sierra, y de allí a Hellín y Murcia. Los conflictos con la orden de San Juan sobre esta heredad durarán varios siglos, y al fin encontrarán solución “milagrosa”, aunque tardía –desde luego, no en 1222, como una tradición sin fundamento se empeña en mantener369– cuando se aparezca, precisamente en Cortes, la imagen de la Virgen patrona de Alcaraz, lo que lleva a un acuerdo que permite al concejo visitar este monte y erigir un santuario famoso en la región, que será utilizado en época moderna para la cohesión territorial del término. De momento, no obstante, el castillo y el cerro, con su valle, quedarán en poder de los hospitalarios. La espinosa cuestión de Villanueva, que enfrentaba a Alcaraz con la orden se Santiago, también será resuelta con una mediación directa del infante. El día 10 de marzo de 1244, estando ya en Chinchilla, en donde al parecer esperaba el comienzo de las conversaciones que habrían de acabar en los tratos de Almizra a finales de ese mismo mes, don Alfonso entregaba a Alcaraz el castillo y la villa mudéjar de Tobarra, “que yo gané por heredat”, cambiándola al concejo por la de Villanueva y el pequeño lugar de Gorgojí, que cederá a la orden cuatro años después. Según el documento, la entrega de Tobarra se produce “por camio de aquella heredat de Villa Nueva e de Gorgogi que me dieron”370, Interesa apuntar que en ningún documento medieval se cita el santuario –aunque sí se menciona en 1244 el “castillo de Cortes”– ni se dice que exista devoción a la Virgen; un dato que sin duda se hubiera reflejado en caso de existir ya por aquellas fechas. El propio Alfonso X, que estuvo en esta villa en varias ocasiones (1243, 1244, 1265 y 1272) y sin duda conoce todas sus tradiciones, compone una cantiga a un milagro ocurrido en Alcaraz, pero no es el milagro conocido de la Virgen de Cortes. Hasta la tradición que menciona otro hecho milagroso en 1282, cuando una campana se puso a tocar sola y salvó a los vecinos de un ataque de los benimerines, tampoco se refiere a esta advocación, a la que a partir de principios del siglo XVI –que es el del nacimiento de esta devoción– se atribuye la inmensa mayoría de acontecimientos milagrosos ocurridos en toda la comarca. Sobre el pleito de Cortes, el milagro y la Virgen, consúltese R. Serra Ruiz, “La Orden de San Juan de Jerusalén en el reino de Murcia”, AEM, 11, 1981, p. 574. También, del mismo autor, Estudios de Historia de Murcia, Murcia, 1981, pp. 193 y 207-208. Y también J. Sánchez Ferrer, “En torno al origen de la devoción de la Virgen de Cortes”, Información Cultural Albacete, Nº 70, Albacete 1983, y A. Pretel Marín, “Iglesia, religión y religiosidad en la Baja Edad Media albacetense”, en Al- Basit, 44 (2000), pp. 46-109. 370 En Chinchilla, el 10 de marzo de 1244, el infante entregaba a Alcaraz la villa y castillo de Tobarra, que él había ganado a los moros, “por camio de aquella heredat de Villa Nueua e de Gorgoji que me dieron”. A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… Doc. II. Sobre la posterior evolución de estas poblaciones, que serán disputadas entre Alcaraz y La Orden a lo largo de siglos, ver A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, “Villanueva de la Fuente, un concejo rural en tierra de Alcaraz y una encomienda atípica de la Orden de Santiago (1213-1525)”. Anales del Centro Asociado de la UNED de Albacete, Nº 3, 1981, pp. 91-123; y A. Pretel Marín, “Un monumento medieval poco conocido: la torre de Gorgojí”, Al-Basit, 1 (1975). Véase el documento en nuestra Selección Documental, al final de este libro (Doc. Nº 14). 369
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Torre de Gorgojí y ruinas de la aldea.
pero parece claro que se trata de una ocupación irregular por parte santiaguista, a la que ahora se da cobertura legal con la complicidad del heredero, que hace de intermediario. Durante algunos años pudo darse Carta del infante don Alfonso concediendo a Alcaraz la villa de una cierta ficción de dominio efectivo por Tobarra a cambio de Villanueva y Gorgojí. parte del infante, y un cierto Pedro Ruiz, que en algun documento de 1246 se titula señor de Gorgojí371, pudo beneficiarse de una concesión “ad populandum”, no sabemos si suya o del maestre; pero pronto, en agosto de 1248, y por un documento concedido en el cerco de Sevilla372, don Alfonso concede a la orden de Santiago Villanueva, “que es entre Montiel e Alcaraz, con su cellero e con la torre, todo asi como fue de la sobredicha orden”, y también Gorgojí, con todos sus derechos, pertenencias y términos “como dante las auien mientre de la orden eran”373. Curiosa redacción, que evita, por un lado, decir si Villanueva estaba todavía en tierra de Alcaraz o en la de Montiel, como el maestre dijo al darla a Ordoño Álvarez catorce años antes, y por otro refuerza el derecho de la orden al señalar que antes ya habían sido suyas, sin desautorizar la sentencia real que las cedió a Alcaraz (aunque, como dijimos, no dejaron de estar en poder de los freires). Se culminaba así el despojo del término disputado a Alcaraz por la orden jacobea, aunque en esta ocasión tendría, por lo menos, una compensación en las tierras recién reconquistadas. La Estoria de la Orden y el Apuntamiento de Bernabé de Chaves recogen estos hecho diciendo, como apunta el mismo documento, que el infante “compró” estas dos posesiones a Alcaraz para darlas a la orden de M. Corchado Soriano, Avance de un estudio… p. 84. Ya antes, se menciona por testigo en un cambio de una heredad en Zafra por otra en Baeza, en septiembre de 1236, a una hermana de “don Lope de Gorgojí”, aunque ya no sabemos si sería señor o tenente por la Orden, ni siquiera si se habla del mismo Gorgojí (aunque no hemos sabido de otro de este nombre, salvo otro cortijo cerca de Matallana y el río de Povedilla). Rivera Garretas, La encomienda… Doc. 162. 372 A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, “Villanueva de la Fuente…” Doc. 1. Lo ofrecemos también en nuestra Selección Documental, al final de este libro, con el Nº 15. 373 No sabemos qué términos tenía Villanueva, que unos años después veremos incluida en el de Alcaraz. Pero los que tenía cuando en 1440 se entrega a Juan Pacheco son: “El primer mojon que fuese asentado en vn alcor que esta çerca de la Puente la Reyna, e otro en vn risquillo donde entra el camino e el alcor ayuso fasta vn mojon que esta en la Dehesa del Palomar […] fasta dar en Guadarmena, e Guadarmena ayuso fasta donde se ayunta el arroyo de Villa Nueua, e el rio arriba fasta el termino de la orden. Et desde la cunbre del alcor de la Puente la Reyna la cunbre adelante fasta el Piçorro del Quintanar, e de alli fasta la Cabeça Ruuia que esta en la defesa de La Pouedilla, e de alli a las carrascas de Martín Sanchez que esta en la Fuente Martín Pérez, e de alli a la Fuente del Sotillo, e la senda adelante fasta dar en la senda de los Golondrynos fasta Moheda Alta, e la cañada Hanga ayuso e al Charco e luego al Tarancon e a la Madriguera e la Cannada Fonda ayuso fasta dar en la Orden” (AHN, Nobleza, Frías, 51-79). 371
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Santiago374; pero cuando Alcaraz se refiere a este cambio, muchos años después, al hacer inventario de su archivo, habla de un privilegio en que el infante “fizo merçed a Alcaraz de Touarra porque quito a Alcaraz a Villa Nueua e a Gorgoji”. La palabra “quitó” es bastante expresiva de que el cambio no fue pactado libremente, o al menos no era esa la percepción que tuvo el concejo al respecto. En cualquier caso, el trueque estaba consumado, y Alcaraz debió de comenzar probablemente a repoblar Tobarra de cristianos, aunque sin muchas prisas, pues el concejo adquiere, junto con los derechos señoriales, todos los compromisos que el infante había contraído al rendirse sus súbditos mudéjares, y además debería imaginarse que la repoblación llevaría consigo a medio plazo la creación de un concejo y la emancipación de esta lejana aldea. Parece, por lo tanto, que empieza a producirse cierto desplazamiento hacia Levante del término cedido a Alcaraz. Puede que de esta forma se buscara eludir el cerco de la orden de Santiago, y puede que ya entonces se estuviera buscando una ampliación por el río de Las Quéjolas y el distrito castral de Peñas de San Pedro, que estaban en poder de Sánchez de Mazuelo, y quizá por las tierras de Ayna y Elche de La Sierra, que parecen tener términos propios durante aquellos años, pero pronto se incluyen en el de Alcaraz375. Sin embargo, si tal era el propósito que animaba al concejo, quedaría frustrado en buena parte: sólo se consiguió, unos años después, incorporar los términos de Elche y Ayna, pero ya limitados por tierras concedidas directamente a la orden o a freires de la misma, como el portugués Gil Gómez do Vinhal, que pronto las cedieron o cambiaron a aquélla por otras posesiones. Poco tiempo después de que este caballero traspasara a la orden los castillos de Híjar, junto a Ayna, y Vicorto y Gurta (los Villares de Gutta376, junto a Elche), el maestre negociaba con Sánchez de Mazuelo la compra o intercambio por otras posesiones de sus nuevos dominios de Pechín, Albatana y Ontur, y “lo que nos auemos en Ayna y Elche, las últimas aldeas orientales del alfoz de Alcaraz. Orozco, P. Y De La Parra, J, Estoria de la Orden... fol. 59. Chaves, Apuntamiento... p. 17. El 12 de febrero de 1246, al conceder sus términos a la nueva encomienda de Segura, el maestre de Santiago precisa que limita con Hellín y Tobarra, y que la divisoria de la orden continúa “como parte Liétor con Felin e con Touarra, y como parte Yso con Las Pennas de San Pedro, y como parte con Alcaraz, e como parte Bueycorto con Elche, e como parte Yxar con Ayna” . M. Rodríguez Llopis, “La evolución del poblamiento…”, Al-Basit, Nº 19, 1986, Doc. I. De esta zona tratamos con mayor extensión en “Ayna medieval: del hisn andalusí a la villa cristiana”, en Privilegio de villazgo de Ayna, Ed. Facsímil, estudio y transcripción, IEA, Albacete, 2002, pp. 11-38. 376 31 de mayo de 1243, Murcia. M. Rivera Garretas, La encomienda… Doc. 193, p. 401. M. Rodríguez Llopis, Conflictos fronterizos... p. 53, identifica Gutta con el actual Villares. Torres Fontes (CODOM, II, Doc. II), transcribía el topónimo por “Gurta”, lo que acaso pudiera sugerir alguna relación –o confusión– con vocablos latinos como curtis u orta (recordemos que Horta, en Tarragona, aparece citada como Wurta en el Uns al-Muhay de Al-Idrisí), aunque también es cierto que existen otras “Gutas”, con un significado bastante similar, en las huertas de otras poblaciones. El nombre de Vicorto parece derivar de buwayb (el “puerto”, o “puertecillo”, según la traducción que da Félix Fernández y aceptan, entre otros, Rubiera y Franco Sánchez) y quizá de esta Gurta. Pero se trata sólo de especulaciones que muy difícilmente se podrán comprobar. 374 375
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Dos paisajes del río de Las Quéjolas, en el actual San Pedro y en Casas de la Quéjola.
Quexola377, que es entre Las Pennas e Alcaraz, con molinos e con casas e con todas sus pertenencias, lo que avemos en Alcaraz et aver debemos con casas et con quanto que nos y avemos e aver debemos” (se refiere, obviamente, al actual término de San Pedro, y puede que también al pedazo de río de las Quéjolas que lleva hasta la aldea que conserva este nombre) con otras propiedades378. La operación fue objeto de un acuerdo firmado en 1253, que sigue demostrando la presión santiaguista en los alrededores de Alcaraz; pero por el momento no parece que llegara a ejecutarse. La rendición de Murcia, el tratado de Almizra con los aragoneses –26 de marzo de 1244– y la toma de Jaén en febrero de 1246, cambiarán, además, el panorama en toda la comarca de Alcaraz y en sus alrededores. De momento, supone un cierto alejamiento de la guerra en todas las fronteras, y por tanto de una economía basada en el botín y en las cabalgadas; pero también, El Torreón de Isso. quizá, un moderado alivio de la presión constante que ejercieron las órdenes en tiempos anteriores sobre su territorio, y que ahora ejercerán sobre las nuevas tierras (ya vimos el avance de la orden de Santiago, la de Alcántara tuvo por un tiempo Isso y Medinatea –Minateda379– y la del Hospital acaso controló, no sabemos muy bien cuándo ni cómo, los castillos de Alpera, Carcelén y Jumilla, en principio entregados a López de Arana y a Téllez de Meneses380). Ahora se imponía una reconversión de aquella economía predatoria de los primeros años hacia la agricultura y la ganadería, lo cual El castillo de Alpera, abandonado ya desde el siglo XV. Creemos que La Quéxola es el actual San Pedro, aunque puede haber más –por lo menos hay otra, las Casas de la Quéjola, en el camino hacia Casas de Lázaro– a lo largo del “Río de Las Quéjolas”, o de Montemayor. Se trata de una zona irrigada de antiguo que está documentada durante casi toda la Baja Edad Media, con su caz, sus molinos y sus abrevaderos. Véase nuestro libro El castillo de Peñas de San Pedro, del encastillamiento al villazgo (siglos X-XVI), IEA, Albacete, 2005, pp. 35-36, 64-65, 105, 137, 140 y 208-209. 378 J. Torres Fontes, CODOM, II, Murcia, 1969, pp.15-16. 379 Bullarium Ordinis Militiae de Alcantara. Tipographia Antonnii Marín, 1759. A. Pretel Marín, Hellín Medieval, Albacete, 1998, Doc. 1. 380 C. de Ayala y otros, Libro de los privilegios… Docs. 291-292. Sólo una posterior concesión a la Orden puede justificar la inclusión entre sus privilegios de estas donaciones a López de Arana y Alonso Téllez; pero no hay documento que respalde la hipótesis. 377
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exigiría la recuperación de términos perdidos y, hasta donde el propósito resultara factible, asentar pobladores y establecer un férreo control sobre los pastos y las demás riquezas. Después de la sentencia de Fernando III parecía ya claro, en todo caso, que la mitad del término otorgado en 1213 (prácticamente todo lo que estaba en disputa con las órdenes de Santiago y San Juan) era irrecuperable. Quizá por esa causa se hizo imprescindible otorgar a las pocas aldeas que quedaban –o a las que en adelante se irán recuperando– alguna autonomía, con el fin de aumentar su poblamiento y evitar su caída en poder de los freires, aunque probablemente muchos de los cortijos y alquerías menores habrían caído ya en poder de distintos caballeros de la misma Alcaraz. Así, en el mes de octubre de 1247, los alcaldes y el juez de este concejo concedían Munera, “que es nuestra aldea e nuestro término”, una dehesa acotada, que a juzgar por su nombre “de doña Berenguela” pudo serle otorgada en alguna anterior independencia, quizá por mediación de la gobernadora381. Aunque la información de García Solana y Pérez de Pareja sobre el nombre que tuvo la dehesa y sobre un palacio que suponen morada de la misma regente no está documentada, que sepamos, nos llama la atención que estas tradiciones nos vengan por dos vías diferentes y sin contacto entre ellas. Y no es inverosímil, desde luego, que fuera concedida durante la regencia, o quizá en los comienzos del reinado de Fernando III, porque hay otros casos semejantes, como el de la dehesa la Torre de La Presa, que el juez y los alcaldes de Alarcón amojonan en diciembre de 1220, “regnante el rey don Ferrando in Castiella et in Toleto, la reyna donna Berenguiella su madre…” 382. La dehesa de Munera se extendía desde “el atalayuela entre Sotuelamos e Munera, e el otro mojon como va al Miron de los Loseros, e el otro mojon como va a la Losa Cauada e al Quintanar e a la Losiella de la carrera e al çerro del Gato, como va fasta la Cabeça del Aguila al fondon de la cannada de Lechina e a los dornajuelos de los Fitos, e desy como va al Atalayuela de Lechina e a la
La villa de Munera, vista desde el castillo. A. Pretel Marín, Conquista… Doc. 24. E. García Solana, Munera por dentro, Albacete, 1974, p. 32, dice que el nombre antiguo de Munera era el de Dehesa de Doña Berenguela. No señala de dónde saca la información, aunque el padre Pareja coincide al afirmar que la antigua Munera estaba en un paraje llamado Los Casares, donde se dice estaba la primitiva iglesia y “el palacio en que habitó la infanta Berenguela”, que sin duda es el viejo castillo de El Casar que aparece en los mapas actuales. 382 P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Doc. III. 381
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Cabeça de Maymon383 asi como va a la Foradada”; es decir, más o menos los mojones que dos siglos después tendrá el futuro término384. Pero es muy difícil saber si a mediados del XIII la concesión incluye solamente el derecho de caza y pastoreo, y tal vez a explotar otros recursos, o si –como pretende con posterioridad el concejo de aldea– entraña la de un término propio con su jurisdicción independiente, aunque subordinada a la de la ciudad385. Y no menos difícil es saber, obviamente, si se hace en beneficio de todos los Castillo de Munera, El Casar. vecinos, que pudieran formar una comunidad de campesinos libres, o exclusivamente de la caballería hacendada en zona. El fuero prescribía que “los aldeanos non ayan ninguna defesa si non aquella que fuere del común del conceio de aldea, e el aldea aya tres caualleros”386, pero no tardaremos en contemplar ejemplos de un concejo de aldea –el de Las Peñas, aunque pudiera ser un caso excepcional– ejerciendo un control exclusivo en su término, y también algún otro en que toda la aldea, o gran parte de ella, pertenece a uno o varios linajes importantes. En esa misma zona, aunque existen al menos algunos de estos nombres, no tenemos noticias de que estén habitados todavía Sotuélamos Viveros, Povedilla, Pinilla o Lezuza, que creemos tenían población antes de la conquista y sabemos existen en el siglo XIV, siquiera como fincas en poder de linajes autóctonos o ajenos a La aldea de Sotuélamos, ganadera y agrícola. E. García Solana (Munera por dentro, p. 28) intenta explicar el nombre del Maimón, conservado en un pozo de esta villa, en el hecho de que nunca se agote, lo que lo hace, en efecto, “Bienaventurado” (Maíllo Salgado, Los arabismos… p. 169, traduce “afortunado” o “feliz”, aunque el nombre también se da en español y en árabe a un tipo de bollo o roscón, que se suele ofrecer con hechizos para la buena suerte). Sin entrar ni salir en esta explicación –y advirtiendo que al norte de El Bonillo existe otro cerro del Mamón no lejos de Santa Ana y La Mencala, y que en Alicante está documentado en pleno siglo XIII el llamado barranco del Maymón– preferimos fijarnos en que hay en el Magreb topónimos bastante semejantes, como el del oasis llamado Timimoun, en Argelia, el estanque o Guelta de Mimoun, en Tunicia (con un enorme aljibe excavado en la roca) o el de Lala Mimoun, que señala unas termas en Marruecos, cerca de Tinejdad, y en región donde el pozo, a menudo acompañado de un canal subterráneo, es la forma común de captación de agua. 384 Cuando se delimita el término que tiene la aldea de Munera hacia 1440, los mojones propuestos iban desde:“ el Mirón de los Loseros, e al alcor de la Talayuela e a la Talayuela el Pedregal e a los Tajadales, al mojon que esta puesto en el camino de Sotuélamos, et a las Saleguillas que estan en las cabeçadas del ero de Juan Mateo, e al vallejo de la Madera, e a la vertiente de la cannada de Yuanes Ynnego, e la vertienente adelante a la carrasca que esta en el camino del Bonillo, que tiene una piedra en los forcajos, e al mojon de la Cabeça de Naualcudia, e a Naua Quemada, e a un robre que esta en el camino que va al molino, e al paridero viejo e a la Fuente Llobo e a los Torneruelos e al mojon que esta camino de Lezuza, e a cabeça Ruuia e al Pozo de Lechina, e al Atalayuela de Lechina, e al Çerrillo de la Losa la Traición e al çerrillo Terçero, e a la Losa Miguell –¿Mingoll?– Viejo e al Ensogadilla e a la Cabeça el Aguila e la vertiente del çerro del Gato e a la Coxcojosa e al çerro Maryn, e a la Losilla Lonbardo e a la Cannada el Perro arriba e a la Losa Cauada, e torna al Miron de los Loseros” (AHN, Nobleza, Frías, 51-79). 385 Arch. Mun. Alcaraz, Docs. 384 y 386. Dos traslados y actas notariales de 13 y 14 de mayo de 1512 en los que se transcriben tanto la donación de octubre de 1247 y su confirmación de 3 de agosto de 1272 como otras concesiones y sentencias de 1477 y 1483, por las que el concejo de Alcaraz reconoce el derecho de la aldea de Munera a vigilar sus términos y hacer justicia en ellos, por lo que se conmina a la caballería de sierra alcaraceña a no actuar en ellos. Una interpretación que suscribe también la reina doña Juana en una ejecutoria de 18 de enero de 1510. 386 BNE, Mss 17799, Fol.181 r. J. Roudil, Les fueros… p. 545. 383
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Abside de la ermita de Pinilla.
Pinilla. Las salinas.
Alcaraz387. Tampoco las tenemos de otras, como Susaña y el actual Ballestero (Fuente de Ballesteros388), de donde luego vienen las gentes que repueblan la aldea de El Bonillo (este lugar tampoco figura todavía, aunque es un topónimo bastante sospechoso). Todas estas aldeas aparecen pobladas en el XV, después de más de un siglo sin apenas noticias, lo que hace posible, aunque no garantiza, que existieran doscientos años antes, e incluso que tuvieran poblamiento continuo desde el período islámico (de hecho, ya dijimos que quizá El Ballestero sea el Balat al-Arus de la obra de Ibn al-Kardabus, el nombre “Almallaes” que tenían las salinas de Pinilla en el siglo XIV remite claramente a los tiempos islámicos389, y en los alrededores de El Bonillo, junto a nombres
Vista actual de El Bonillo desde la carretera que conduce a Pinilla.
Cuando se amojona San Felices, en 1254, ya aparecen Domingo de Alcañiz y Juan de Robres, vecinos de Pinilla, y otros dos de “Sotcuelamos”, que puede ser Socuéllamos (F. J. Escudero Buendía, “Disputas…” Doc. 1), aunque también pudiera ser el actual Sotuélamos, que está documentado algunos años antes, cuando Alcaraz concede su dehesa de Munera. Lezuza ya existía en el siglo XIV, y muy probablemente en el siglo anterior, aunque ya no sabemos en el cerro de la antigua ciudad o en el valle cercano, del que vuelve a subir en 1411; pero nunca llegó a tener poblamiento importante. 388 Ver R. Sánchez González, “El partido de Alcaraz a través de las relaciones del cardenal Lorenzana”, en Al-Basit, 28, Albacete, 1991, p. 48-49. 389 Pinilla y sus salinas, llamadas de “Almallaes” (de al-Mallah, “las Salinas”) figuran hacia 1334 en poder del señor de Aguilar, Fernán González, biznieto de Gonzalo Eanes do Vinhal, que en tal fecha dejaba la casa y las salinas del “mi lugar de Peniella, cerca de Alcaraz”, a su hija Leonor, para el mantenimiento de una capellanía con cargo a sus rentas (E. Cabrera, “La extinción de un linaje señorial en el siglo XIV. La casa de Aguilar”, en Meridies, VII, Córdoba, 2005, pp. 154 y 192). Doce años después, Pedro I la confisca a Rodrigo Álvarez de Varea, esposo de Leonor González de Aguilar, y la vende en subasta en Alcaraz, con su torre y sus términos. La compró en 1356, y de forma bastante sospechosa, Elvira Sánchez, viuda de un bastardo del señor de Villena, cuya hija y heredera, doña Inés, era esposa a su vez de Garcí Ferrández de Villodre, caballero que siempre fue leal a don Pedro I, y que aportó el dinero con ayuda del rey y de Samuel Leví, su tesorero (J. Torres Fontes, “La descendencia del infante don Manuel y el señorío de Pinilla”, Mvrgetana 109, 2003, pp. 9-17). Declarado proscrito por Enrique II, este Garcí Ferrández, perdería sus bienes tras la guerra civil, pero en 1383 Juan I ordenó compensar a la viuda por lo que había perdido en las salinas de Pinilla (Col. Salazar y Castro, M.46, Fols. 45-46, 46-47 y 112-v). La recobró su yerno, Enrique Cribel, que se llama señor de Pinilla, y de éste pasó a los Sotomayor a comienzos del XV (véanse los trabajos de C. Ayllón Gutiérrez, “Presencia dominica en Alcaraz”, en II Congreso de Historia de Albacete, II, pp. 196-214, y “Enrique Cribel, semblanza de un caballero medieval, en Al-Basit, 46, Albacete 2002, pp. 5-41), pero pronto acabó por convertirse en finca de labor de un linaje converso, que el concejo compró a comienzos del siglo XVI (como hemos señalado, en febrero de 1515 se estaban derribando los restos de la torre y vendiendo la teja y la madera). Povedilla también pudiera haber sido de los Villodre, pues luego la veremos como una posesión, por lo menos parcial, de Enrique Cribel, a comienzos del XV, aunque tiene su iglesia y fortaleza, lo que hace suponer que estuviera poblada de forma permanente desde el repartimiento de Alcaraz. 387
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de neta raigambre castellana, hay una toponimia de claro origen árabe, cuando no más antigua todavía390). Sí parece que tuvo población permanente la aldea de La Ossa, que a principios del XIII figuraba en la tierra de Alcaraz, aunque bajo tenencia o posesión de don Suero y su hijo don Gutierre, que sin duda ayudaron a poblarla. Pero, como dijimos, éste la permutó, a cambio de Dos Barrios, traspasándola a la orden de Santiago a mediados de siglo (1259), cuando hacía ya tiempo que no se situaba en tierra de Alcaraz, sino “in confinibus de Alcaraz et de Sanctum Felicem”391. Desde luego, no vuelve a integrarse en el término, aunque sí lo estarán puntos cercanos, como El Cabalgador y Cabeza Morena, que servirán de límites. Pero en general tenemos la impresión de que se ha producido una despoblación más o menos completa de lugares que estaban habitados antes de la conquista, probablemente en parte por la huída de moros y la dificultad de atraer pobladores castellanos, que ya empieza a notarse; pero también, sin duda, a las hostilidades entre los diferentes poderes feudales, y muy en especial por los actos de fuerza de los freires. A mediados de siglo, sin embargo, y aun cuando siga habiendo fricciones entre ellos, ya se van asentando los distintos poderes en conflicto. A raíz de la toma de Sevilla, el rey, asesorado por su hijo don Alfonso, da comienzo a una nueva política que marcará el camino de la transformación del modelo feudal en una monarquía “autoritaria”, con todas las reservas que se quieran poner a dichos términos, como apunta González Jiménez en su reciente libro dedicado al Rey Santo. Se restringen las nuevas donaciones, que además se verán condicionadas al homenaje ligio al rey y a su heredero, y se va propiciando un nuevo orden bajo la autoridad de la Corona, que recompensa más a quienes son más fieles y evita enfrentamientos entre la aristocracia y los repobladores de los nuevos concejos, y también de los viejos, que saldrán reforzados. Las Cortes de Sevilla (1250) contemplan, además, la decisión real de defender los fueros concejiles frente a los poderosos, atender los problemas que venían produciéndose dentro de las ciudades y villas castellanas de las Extremadura por los enfrentamientos entre los caballeros y la menestralía, y devolver a algunas de estas poblaciones las aldeas segregadas “quando yo era mas ninno”, rectificando así lo hecho en los primeros años de su reinado. Decisión que será comunicada en diferentes fechas del año que siguió a las villas que enviaron a sus procuraHacia 1440, al otorgar su término a El Bonillo, “sennalauan el vn mojon el Nauajo el Peral, e otro en Nava la Ysla, e a la Fuente de Susanna, e la Cannada ayuso a Naua Las Ençebras e a la cabeça de La Naua, e al Pozo el Picado, e la cannada ayuso fasta la Penna el Arconçillo e al pozo del Almoranad, e el carril viejo adelante fasta el Puerco e al Nauajo el Robre e al Ojo Bernaldo e al Prado Mingo Quiles, e a los Gayuuares, e a la Cabeçuela don Garçia, e a la cannada Mal Calçado e al Pozo la Papalua, e que torne al Navajo el Peral”. Véase en qué poco espacio se cita un Arconcillo (sin duda Alarconcillo, que puede ser la actual Cañada de Alarcón), un pozo Almoranad (que será La Almorada), un Puerco (que pudiera venir de una torre –burŷ– o quizá de una birka/alberca alberca, aunque lógicamente tampoco faltarían en la zona cerdos y jabalíes)– y una Papalua que bien puede venir de bab o “puerta”, además de un “carril” y un “Mal Calzado” que creemos aluden a la vía romana. El mismo de El Bonillo –que creemos pariente de Bonilla y de los diferentes Bunieles, Albuñueles, Buñueles y Arbunieles, como el de Jaén, que es el Al-Buniyul que cita Ibn Hayyan en pleno siglo X y el Bonil cercano a Montejícar que arrasan los cristianos hacia 1226 (J. González, Reinado y diplomas… p. 299, Vallvé, La división… p 237 y 276), del Albanuel que el Papa confirma al arzobispo de Toledo en 1217 (Gorosterratzu, p. 423), y puede que de algunos Boniches y Bonaches– tiene todo el aspecto de ser un nombre antiguo, aunque ya no sabemos si árabe (como los Bunayyah, Bunnayan y Bunaya que vemos en Iraq, Arabia y Líbano) y quizá derivado de bunyan o buniyat (o sea, “construcción”, ver Alfonso Carmona, “De lo romano a lo árabe: el surgimiento de la ciudad de Murcia”, en La Ciudad Islámica, Zaragoza, 1991, pp. 291-302, p. 300; y F. Franco Sánchez, Vías y defensas… p. 129, que habla de un Sahib al-Bunyan o prefecto para las construcciones), o de origen mozárabe, como cree el profesor Julio González, que piensa que procede de un “balnellum” romano (J. P. Molenat, Campagnes… p. 138, documenta la forma Banyulus en la jurisdiccíón de Talavera) o quizá de un pontículum, o de un diminutivo romance de un bunt árabe, que viene ser lo mismo. Hemos visto en los mapas un Bonillo en un cerro cercano a Alatoz, pero nada sabemos sobre su antigüedad, y del que nos ocupa solamente sabemos que ya estaba poblado en 1440, cuando es entregado a Juan Pacheco y recibe su término. 391 Chaves, Apuntamiento... p. 18. Ballesteros, Alfonso X... p. 1.065. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, p. 262, 267 y 59. 390
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dores, entre ellas las de Cuenca, Segovia, Guadalajara, Uceda o Calatañazor, en sendos documentos prácticamente idénticos392.
Documento de 1251 por el que San Fernando devuelve a Alcaraz las aldeas segregadas, la defiende en el uso de sus fueros y da otras instrucciones para su buen gobierno y la elección de oficios.
Alcaraz también fue uno de los concejos que concurren a Cortes en Sevilla y reciben aquel ordenamiento. Y como consecuencia, con fecha 25 de noviembre de 1251393, el rey, aconsejado según él mismo dice, por el comendador del Hospital y maestres de las órdenes (incluido el de Santiago), su hijo don Alfonso y distintos magnates y prelados, transmitía a la villa su determinación “…de tornar las aldeas a sus villas assy commo eran en tiempo del rey don Alfonso mio auuelo e a so muerte, e M. González Jiménez, Fernando III... p. 258 y 353. J. Martínez Moro, La tierra en la comunidad de Segovia… Valladolid, 1985, p. 124. M. Asenjo González, “Fiscalidad regia y sociedad en los concejos de la Extremadura castellanooriental durante el reinado de Alfonso X”, Homenaje al prof. Torres Fontes, I, Murcia, 1998, pp.74-75. 393 Documento que habíamos transcrito, con fecha equivocada, en Alcaraz un enclave… Doc. III, y en Conquista y primeros intentos de repoblación... Doc. 4. Como se puede ver en la fotografía que ofrecemos arriba, la verdadera es 25 de noviembre de 1251: “Facta carta apud Sibiliam, Rege exprimente, XXV die nouenbris era M-CC-LXXX-Nona”. Con ella lo ofrecemos, al final de este libro, en nuestra Selección Documental, Nº 16. 392
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que esse fuero e esse derecho e essa uida ouiessen los de las aldeas conbusco e uos con los de las aldeas que ouiste en dias del rey don Alfonso mio auelo e a so muerte…”, cambiando por lo tanto la decisión política inconsciente adoptada en sus tiempos juveniles, cuando “era mas ninno e non pare hy tanto mientes”. Por consiguiente –dice– “mando que las otras cartas que yo di tan bien a los de la villa como a los de las aldeas, que las aldeas fuesen apartadas de las villas e las villas de las aldeas, que non ualan”. Una devolución demasiado tardía, que no evita la pérdida de la gran mayoría de los pueblos disputados en tiempos anteriores, pero al menos permite que Alcaraz mantenga un alfoz más pequeño –si bien mucho mayor que el de otros concejos castellanos– pero más coherente y preciso en sus límites, en el que se podría establecer una “comunidad de villa y aldeas”. El mismo documento defiende a los vecinos de posibles abusos de las autoridades e intenta regular la convivencia entre el grupo oligárquico que domina la villa y las gentes modestas tanto de las aldeas como del vecindario de la misma Alcaraz: “defiendo uos so pena de mio amor e de mi graçia e de los cuerpos e de quanto que hauedes que ninguno, tan bien jurado como alcalde como cauallero de la villa poderoso como otro qual quiera que mala cuenta nin mal despechamiento nin mala premia nin mal fuero fiziesse al pueblo tan bien de la villa como de las aldeas, nin les tomase conducho a fuerça nin a tuerto, que yo me tornasse a los que lo fiziesen a fazer les justiçia en los cuerpos e en los haueres e en quanto han como en ommnes que tal atrevimiento e tal yerro e tal tuerto fiziesen al sennor”. Se limitan también el salario y el número –no más de tres o cuatro, y con dietas cada uno de hasta un maravedí, o de medio, si el viaje no pasara más allá de Toledo– de los procuradores que la villa enviara a ver al rey cuando éste los llamara (lo que indica que sigue la costumbre de acudir a las Cortes); pero al tiempo se asigna esta función a la caballería, y a la vez se prohíbe que cualquier menestral pueda participar en el sorteo del oficio de juez, “ca el juez deue tener la senna, e tengo que si a afruenta uiniesse o a logar de periglo e omne vil o rafez touiesse la senna, que podrie caer el conçeio en grand onta”. Y de paso, se ordena disolver “…algunas “cofradrías e ayuntamientos malos a mengua de mio poder e de mio sennorio e danno del conçeio e del pueblo”, con la única excepción de las asistenciales o piadosas: “pora soterrar muertos e pora luminarias e pora dar a pobres e pora confuerços, mas non pongades alcaldes entre uos nin coto malo…”, y se dictan medidas suntuarias, como la que prohíbe que asistan a las bodas más allá de cinco hombres de la parte del novio y cinco de la novia, para excusar los gastos excesivos –parece que ya apunta la crisis que veremos amargar el reinado de Alfonso X el Sabio– y puede que también para evitar las solidaridades peligrosas y prevenir tumultos. Son medidas de corte general, dirigidas también, como dijimos, a otros municipios, donde hay documentos semejantes sobre las cofradías y “ayuntamientos malos” en perjuicio del rey y su justicia; pero de su existencia en Alcaraz se deduce que aquí también hubiera ese ambiente de inestabilidad y conflicto social que hacía necesario aplicar tales normas. Desde luego, creemos con Asenjo González que el enriquecimiento de algunos menestrales capaces de comprar sus caballos y armas e intentar competir con la caballería por los oficios públicos, creando asociaciones y solidaridades, había provocado los recelos de ésta y el rechazo del rey a lo que significa una ruptura demasiado violenta del esquema feudal. Sin embargo, aunque no nos parece imposible que el sector oligárquico organizara ya otras más elitistas, no estamos tan seguros como otros autores de que las cofradías prohibidas por Fernando III sean el precedente de otras, como las de La Peña y de San Salvador, que desde el siglo XV, por lo menos, pretendían reunir a los hidalgos de la localidad394, y que incluso se dicen heredeA. Romero Martínez, “El asociacionismo del poder: las cofradías de hidalgos y caballeros”, En la España Medieval, Nº 18, Madrid, 1995, pp. 135-162. Junto a algún otro párrafo de un interrogatorio de unos de los pleitos del siglo XVI, esta autora transcribe una declaración de Cristóbal de Luna contando la brillante romería a la ermita del Santo o de La Peña, que hacían los cofrades: “…como la dicha ermita esta casi una legua de la dicha çiudad de Alcaraz, y aquel dia que alli van es de regoçijo e fiesta, van los dichos cofrades a cavallo; e que saliendo al canpo salen algunos dellos con sus espadas çeñidas e sus moços de algunos dellos con lanças y otros con sus bohordos y cascaveles en los caballos, porque es dia de plaçer y exerçicio de cavalleros. Y el pueblo, o muchos del –curiosa precisión, que indica reticencias en algunos sectoresse huelgan y esperan aquel dia, y asi vienen de vuelta a la dicha çiudad a la carrera, y son reçibidos muchas vezes de la justiçia de la dicha çibdad e de otros cavalleros del pueblo, que salen a los resçebir”.
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Alcaraz, contemplada desde la carretera de la Peña del Santo.
ras de la comunidad mozárabe que había en Alcaraz –mejor dicho, en El Santo– cuando se reconquista395. Es probable que estas pretensiones no sean sino fruto del orgullo insensato de unos cuantos linajes de Alcaraz que buscan un motivo para diferenciarse del común, realizando ostentosas romerías, imponiendo unas pruebas de limpieza de sangre más estrictas, si cabe, que las habituales, y que incluso se enfrentan con algún arcipreste de “diabólica astucia” que quería acabar con semejante invento, con ayuda de algunos “aliados” y del mismo Demonio. Incluso es posible, a juzgar por lo dicho sobre el descubrimiento de “santos” hacia 1239 y sobre la mención en el año anterior de un San Salvador bajo jurisdicción del Arzobispo, que hubiera algo de cierto, y que las cofradías de La Peña y de San Salvador sean ya del siglo XIII. Pero no nos parece, en cualquier caso, que sean precisamente estas corporaciones de signo aristocrático las vedadas por carta de Fernando III. Más bien, hay que creer que se refiera a las que promovieran menestrales y gentes del común, que encontraban difícil prosperar en unas poblaciones donde la propiedad ya estaba repartida, y puede que también los propietarios y comerciantes ricos que se ven marginados por no ser caballeros, para mutua defensa de sus aspiraciones.
Interior y exterior del antiguo edificio de la Peña o de San Salvador.
Pérez Pareja niega que la de El Santo sea la iglesia más antigua de la misma Alcaraz, aunque da como bueno el resto de la historia e incluso la existencia de dichas cofradías en aquel recoleto y alejado paraje, en el que se supone estuvieron “cautivos” los cristianos a lo largo de todo el dominio musulmán. Añade que en un libro de copia de ordenanzas realizado en 1529 constaba que las viejas de La Peña y de San Salvador databan de 1267, que bien pudiera ser 1229, si descontamos la era, aunque es de pensar que se trate de un error o un engaño, apoyado tal vez en tergiversaciones de la carta de 1239 por la que se fundó la casa de merced. E. Pérez de Pareja, Historia de la primera fundación… pp. 149-162. 395
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La autoridad del rey, que a la vez establece medidas suntuarias para que se moderen las distancias sociales y castiga el abuso de las autoridades y de la oligarquía, restringe sin embargo los derechos activos de las gentes comunes, que sin duda querían romper el monopolio de la caballería sobre los cargos públicos y al parecer habían comenzado a organizarse corporativamente para reivindicar su participación. Algo que no podían consentir ni el monarca –pues no estaban los tiempos como para “comunas”– ni los grandes poderes feudales del contorno, ni la caballería de la misma Alcaraz. Por eso solamente serán autorizadas hermandades de carácter piadoso, y de éstas si que puede venir la tradición, que con dificultades se puede rastrear en la Baja Edad Media alcaraceña, de formar cofradías y solidaridades de tipo asistencial –por ejemplo, San Blas, o San Julián– entre los artesanos, menestrales y demás profesiones, cuyas actividades van de lo gastronómico a lo caritativo, y al socorro alos huérfanos y viudas, pasando por desfiles con su pendón al frente en las fiestas mayores. Desde luego, parece que a mediados de siglo se iba consagrando un modelo social menos igualitario, pero más ordenado, que el que describe el fuero. Modelo que dejaba, como aquél, bajo el total control de la caballería de la villa el gobierno y riquezas de los términos recién recuperados, con notable perjuicio de la gente menuda de la villa y de los aldeanos. Y por mucho que el rey quisiera proteger “al pueblo de la villa commo de las aldeas”, lo cierto es que no vemos todavía en Alcaraz mercedes comparables a las que da Toledo a su aldea de Los Yébenes en 1258, que pasan por las más generosas de la época, y que incluso permiten la elección de alcaldes y alguaciles396. No parece imposible que el concejo suavice la vuelta a su poder de las pocas aldeas habitadas que ahora se reintegran, pero no lo sabemos, y al contrario, tenemos indicios posteriores de que las relaciones entre los aldeanos y el concejo de villa se han desequilibrado a favor de este último, dominado por una oligarquía de grandes ganaderos, lo que provocará numerosas tensiones, que al tiempo participan del eterno conflicto entre los ganaderos y los agricultores y del no menos viejo entre el campesinado y el poder señorial, aunque aquí éste no sea ejercido por nobles, sino por un concejo de grandes propietarios. Pero antes de abordar una repoblación o una explotación predatoria del término, se imponía aclarar los límites del mismo, lo que seguramente tuvo que ser objeto de una negociación con la orden de Santiago, promovida tal vez por el rey o el infante don Alfonso en aquellas reuniones de Sevilla. Y una vez definidos, al Oeste, los linderos del Campo de Montiel, solamente quedaban los del Sur, quizá más problemáticos, ya que los santiaguistas de Segura habían ocupado las tierras de Albánchez, que fueron de Alcaraz, incorporando al menos las que hoy son de Villarrodrigo y haciendo necesarios unos nuevos mojones, diferentes a los de Alfonso VIII. No sabemos si el término de “El Pozo”, que según el llamado Libro de La Montería397 se extiende por el sur de “la Miniatura de caza. Libro de la Montería. Molenat, Campagnes… p. 124. Libro de la Montería del rey Alfonso XI, Ed. de Gutiérrez de La Vega, Madrid, 1877, pp. 365-366. Incluye entre los montes de “tierra de Alcaraz” unos montes “del término de Riópar”, y otros “montes del término del Pozo”, que al parecer ocupan todo el sur de la actual provincia de Albacete desde el Bellotar y Río Frío, junto al Castro Bayonas de Jaén, a los denominados Picos de Villanueva, en los linderos del Campo de Montiel. Es decir, lo que hoy ocupan Bienservida, y quizá Villaverde, desde el punto en que el río Guadalmena se une al de Villanueva en el límite actual de Albacete y Jaén con Ciudad Real, al Hituero, Río Frío y La Fresneda, junto al Castro Bayonas de Jaén.
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Puerto del Bellotar, cerca de Bienservida.
Sierra del Relumbrar, desde Albaladejo.
tierra de Alcaraz” y de la actual provincia de Albacete, lindando con Jaén, desde el inconfundible Puerto del Bellotar, donde linda con Riópar y Segura, a Río Frío y la dehesa de Cotillas cerca del Villaverde del río Guadalimar, y a los denominados “Picos de Villanueva”, que serán el “Baldío de los Picos del Guarmena” del mapa del Catastro de Ensenada, lindando con Terrinches y al sur del Relumbrar398, exis-
Villaverde, en un hondo o “pozo” entre montañas.
Ruinas de un edificio subterráneo cerca de Villaverde.
Nos extendemos más sobre esta cuestión en nuestro artículo “Despoblados y pueblas…” pp. 263-268. En él se identifican diferentes topónimos que se citan en término de El Pozo, como el Valverzoso, el arroyo Sotillos y la denominada Cañada de La Puerca, situados todos ellos en los denominados “Picos de Villanueva”, y se sugiere que otros, como Las Peralejas, Pico Rubio y Colle Vella, pudieran encontrarse en torno a Pilas Verdes y desde allí hacia Cardos (por lo menos, allí está la Peraleja en el mapa del siglo XVIII del famoso Catastro de Ensenada). Más difícil resulta ubicar Gutarajas, Casa del Ermitaño y el Masegosillo de la Dehesa de Cenillas, que sabemos estaban igualmente en término de El Pozo, pero probablemente en su extremo oriental, cerca de Villaverde. Sí son reconocibles con toda claridad la Peña del Cabrón y El Bellotar, así como la Peña de Orceña o Lucena, no muy lejos de ésta, Río Frío y La Fresneda y el Castillo Bayonas de tierras de tierras de Jaén. 398
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tía ya en tiempos de Fernando III399, o si nace después, cuando tenemos ya noticias de un lugar que se llamaba “El Pozo” y que parece ser el actual Villaverde, o la hoya en que se encuentra400. Pero incluso en el caso –que hoy consideramos mucho más improbable– de que hubiera existido en aquel tiempo una villa de El Pozo independiente y con término propio, lo más fácil sería que a mediados de siglo se hubiera despoblado y perdido su tierra en favor de Alcaraz, como parece ocurre por esos mismos años con Riópar y Cotillas. Desde luego, Alcaraz es ya la que limita con la orden de Santiago en todo este sector, donde el 8 de agosto de 1251 hay “vna convenençia que fue fecha entre don Pelayo Perez con la çibdad de Alcaraz sobre el despartimiento de los terminos entre Alcaraz e Segura”401. Acuerdo que, sin duda, responde al mismo espíritu de pacificación bajo la autoridad superior del monarca que hemos visto nacer a partir de las Cortes de Sevilla, y que viene a cerrar toda una etapa de la historia local. Por lo menos, sabemos que fijó definitivamente los linderos entre los santiaguistas y Alcaraz –más o menos los que hoy separan las provincias de Albacete y Jaén– en los mismos mojones que siguen manteniéndose a lo largo de la Baja Edad Media, aunque tampoco falten querellas y amenazas, como podremos ver.
Mapa de Bienservida. Catastro de Ensenada. En su prólogo a otro libro de montería (Tratado de Montería del siglo XV, Ed. Facsímil, Madrid, 1992, p. 126), el Duque de Almazán hace constar que el atribuido al rey Alfonso Onceno es, al menos en parte, una copia de otros de hacia el año 1250, tal vez obra del propio infante don Alfonso. Puede tener razón, pero la falta de noticias de “El Pozo” nos impide afirmar que ya existiera en el reinado de Fernando III. Sí sabemos que existe a finales de siglo, bajo su nieto Sancho, pero es sólo una aldea que carece de término apartado, y que lógicamente no deberá tenerlo en la Baja Edad Media; al menos, el descrito en el citado libro es mucho más extenso que la humilde dehesa del río del Almendro, que sabemos tendrá con posterioridad por merced del concejo de Alcaraz (Véase nuestro artículo “Despoblados y pueblas…” p. 281). Tampoco lo tendrá el castillo de Riópar, que lo tuvo en su día, antes de convertirse en aldea de Alcaraz, y que fue, en todo tiempo, mucho más importante. Esto hace pensar que el término de El Pozo fuera anterior también, pero nada se puede afirmar al respecto. 400 Muchos años después, al hacer relación a Felipe II, Villaverde asegura que “solíase dezir El Pozo, y ansi se halla en los libros antiguos, y la razon por que se solia dezir ansi se entiende porque esta sita en un valle y en vna legua a la redonda esta çercada de çerros y pennas, de manera que paresçe ser pozo, y el pueblo la boca del por estar en lo mas hondo”. Sin embargo, no hay datos sobre su fundación, que pudiera datar de finales del XIII –cuando el nombre aparece en nuestros documentos– o quizá remontarse a la época islámica a juzgar por el nombre “Garahuete” –“Cueva del río”– que se da al encañado (un profundo barranco cubierto bajo tierra con bóvedas y arcos de buena cantería, que parece cristiana, y quizá vinculada al convento fundado con posterioridad por don Pedro Manrique, pero puede tener remotos precedentes) de donde sale el agua “muy dulze e delicada” del mejor de los ríos que surten a la villa. Hasta cabe pensar si el nombre “Villaverde” no pudiera deberse al de una “Villa al-Bir”, significando “el Pozo”, más que al verdor que impera en sus alrededores, aunque, por descontado, esto es sólo una hipótesis. 401 Inventario de 1496, Pub. en A. Pretel Marín, Una ciudad... p. 325. Confirma la existencia de una negociación en este año Lomax, “El Arzobispo...” p. 26. 399
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ALFONSO X EL SABIO Y LA NUEVA POLÍTICA FORAL
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Muerto el rey don Fernando en 1252, su hijo, Alfonso X, comenzó su reinado, verdadero “anticipo de los tiempos modernos”402, imprimiendo una nueva orientación, quizá menos guerrera, puesto que Andalucía estaba conquistada, pero más legalista y favorecedora de una monarquía autoritaria, y mucho más madura desde el punto de vista político, fiscal, e incluso cultural403. Monarquía que aún depende en gran medida de la alta nobleza y órdenes militares, a las que tanto dio el nuevo soberano cuando sólo era infante404, pero que ya comienza a esgrimir frente a ellas su idea de un poder por encima de todos y vicario de Dios, procurando crear en las ciudades y villas de sus reinos un número creciente de “vasallos del rey”, recompensados con cargos y prebendas, cuando no con dinero, como hace también San Luis en Francia, y evitando que puedan medrar en los concejos los freires y vasallos de poderes feudales405. Quizá sea muy pronto para hablar de tensiones entre el rey y las órdenes, que tardarán aún veinte años en surgir con toda claridad, pero es evidente que el enriquecimiento y el proceso de oligarquización en el seno de éstas –sobre todo, Alfonso X, rodeado de juristas y sabios de su corte. Santiago, donde los hijosdalgo van copando los Miniatura de la época. puestos y cambiando las normas de admisión406– las iban convirtiendo en rivales incómodos para la monarquía, en vez de en eficaces ayudas militares. Es más, con el final de las grandes campañas andaluzas, que han dejado a los moros reducidos a Niebla y Granada, pueden llegar a ser no solamente inútiles, sino muy peligrosas, además de un obstáculo al autoritarismo y el intervencionismo creciente del monarca407. Por eso no es extraño que éste, sin re-
J. Valdeón Baruque, Alfonso X el Sabio. La forja de la España moderna, Madrid, 2003. J. A. García de Cortázar, “De las conquistas fernandinas a la madurez política y cultural del reinado de Alfonso X”, en Alcanate, III, 2002-2003, pp. 19-54. 404 M. González Jiménez, “Alfonso X y las órdenes militares: historia de un desencuentro”, en Alcanate, II, 2000-2001, p. 211. Repara en el contraste entre la extraordinaria generosidad del infante hacia las órdenes, que se fue moderando con el tiempo –sobre todo a partir de 1272– y el mal pago que éstas le dieron al final. 405 M. González Jiménez, “Los ‘hombres del rey’ en la Andalucía del siglo XIII”, en Actas del III Congreso de Historia de Andalucía, Córdoba, 2001, pp. 363-396. 406 J. González, Reinado y diplomas… I, p. 178-182. Señala que a partir de mediados de siglo los sargentos ya son únicamente escuderos o criados de los caballeros, que en el capítulo de 1259 se reserva a los freires santiaguistas hidalgos la tenencia de castillos de la orden, y que desde 1271 se exige la hidalguía para entrar a la orden. 407 C. de Ayala Martínez, “Las órdenes militares y los procesos de afirmación monárquica en Castilla y Portugal (12501350)”, en Revista da Faculdade de Letras – Historia, Vol. XV, Porto, 1998, pp. 1282-1286. 402 403
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nunciar a imponerse a los maestres, buscara otros apoyos, que al tiempo permitieran una financiación mejor de sus proyectos. ¿Y quién mejor para ello que los buenos concejos, que podían aumentar su fuerza militar y ofrecerle recursos económicos sin exigir a cambio los costosos honores y prebendas que solían pedir los ricoshombres? Por eso, Alfonso X tenderá a proteger a las villas realengas ya existentes, y a crear otras nuevas, como Villa Real –“una grand villa e bona”– donde nace un concejo con un pequeño término y sólo cinco aldeas, pero con perspectivas totalmente distintas a las que hasta el momento se vieron en La Mancha; una villa mercado que enriqueciera al rey y lo hiciera más fuerte en un espacio dominado por los grandes maestres408. Los mismos objetivos debió de perseguir también para Alcaraz en agosto de 1254, cuando, en una fugaz y no bien conocida estancia en Murcia, acaso motivada por la necesidad de evitar el contagio del vecino alzamiento de Al-Azraq409, confirma el privilegio que su padre otorgara en febrero de 1219 a “meos populatores de Alcaraz, quod non dent portaticum in toto meo regno”, exceptuando ahora los portazgos de Murcia, Sevilla y Toledo410. Excepción que no puede interpretarse como una restricción, ya que Sevilla y Murcia todavía no eran castellanas cuando se concedió, y Castilla ha crecido desde entonces desde el punto de vista geográfico y también económico. Más bien, es un intento de impulsar el comercio de una villa realenga, que necesariamente tendrá que reorientar hacia el comercio y la ganadería toda su actividad, insertándose al tiempo en una economía más moderna, mayor y mejor integrada con el resto del reino, y sobre todo, más sometida al control fiscal de la Corona, que se encuentra en la base de la “génesis del Estado Moderno”. De la misma manera, el rey intentará unificar los fueros existentes en distintos concejos, difundiendo, a partir de mediados de siglo, sobre todo de 1255 y del verano de 1256, con el “ayuntamiento” celebrado en Segovia411, un código legal mucho más romanista y favorable para la monarquía. Es el Fuero Real, cuya versión primera parece redactar Millán Pérez de Ayllón412, aunque hay opiniones al respecto413; pero que, en todo caso, responde a ese carácter rupturista del rey y su desconfianza respecto a los grandes, y pretende –en palabras de García de Cortázar– “encardinar una a una a las villas y ciudades del reino en su programa político de fortalecimiento de la autoridad real”414, pero sin marFracasado el intento de repoblar Alarcos, Alfonso X creará en 1255 la actual Ciudad Real, bajo fuero de Cuenca y franquezas de Toledo para sus caballeros, a cuyos moradores concederá licencia en 1263 para sacar madera de los términos de Alcaraz y Alarcón. J. González, “La repoblación en La Mancha”, p. 22. L. R. Villegas Díaz, Ciudad Real en la Edad Media: la ciudad y sus hombres, 1255-150, Ciudad Real, 1981. L. R. Villegas Díaz, “De nuevo sobre la fundación de Ciudad Real”, en Homenaje al profesor Torres Fontes, II, Murcia 1987, pp. 1779-1787. L. R. Villegas, “De Alarcos a Villarreal”, en Alarcos 95, Toledo, 1995, pp. 61-80. 409 M. González Jiménez, “Itinerario de Alfonso X, rey de Castila y León”, en Poder y Sociedad en la Edad Media Hispánica, Estudios en homenaje al profesor Luis Vicente Díaz Martín, p. 767. 410 Publicado por Lomax, “Apostillas...” Doc. 1, quien sin duda entendió que era un error la fecha de “la era de mill e CCLXXXII annos” que se da al documento en el traslado del siglo XVI que nos lo ha transmitido. Nosotros no advertimos el error al citar este mismo documentos en Fondos Medievales del Archivo Municipal de Alcaraz, Albacete, 1976, Nº 259, y pensamos por tanto que la fecha era de 1244, y de allí lo tomó recientemente nuestro buen amigo, el profesor González Jiménez (Alfonso X el Sabio, pp. 27-28), pensando que lo dio cuando aún era infante, cuando en el documento se dice claramente que se dio “en el anno terçero que el rey don Alfonso reynó”. El error, además, queda de manifiesto en otra cita del mismo documento, en el inventario de 1496: “E otro preuillejo pequenno del rey don Alonso en que manda que no paguen portadgo los pobladores de Alcaraz, con vn sello de plomo pendiente en filos de seda a colores, la fecha en la fera de mill e dozientos e nouenta e dos” ( A. Pretel, Una ciudad... p. 325). Queda claro, por tanto, que la fecha es de agosto de 1254, y pedimos disculpas al maestro por haberle inducido al error. Volvemos a ofrecer el documento en nuestra Selección Documental, al final de este libro, con el número 17. 411 M. González Jiménez, Alfonso X el Sabio, Barcelona, 2004, pp. 92-95. M. González Jiménez, “Sobre fueros, concejos y política municipal de Alfonso X”, en II Congreso de Historia de Albacete, T. II, pp. 11-19. M. González Jiménez, “La creación del derecho local y territorial andaluz. De Alfonso X a los Reyes Católicos”, Initium, Revista Catalana d´Historia del Dret, 9, 2004, p. 129. 412 Alfonso X el Sabio, Fuero Real. Ed. A. Palacios Alcayne, PPU, Barcelona, 1991, p. XVIII. 413 García Gallo, “Nuevas observaciones sobre la obra legislativa de Alfonso X”, A.H.D.E. 46 (1976), p. 657. 414 J. A. García de Cortázar, “De las conquistas fernandinas a la madurez política…” p. 41. 408
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ginar a la caballería ciudadana y a los hombres buenos, consolidados ya como los naturales dirigentes urbanos, y que podrían ser en el futuro apoyos importantes de su nueva política. Precisamente allí, en ese “ayuntamiento” de concejos celebrado en Segovia en 1256, al que Alcaraz debió de concurrir como uno de tantos que en Castilla tenían tal derecho, y con la falsa excusa, repetida también en otros casos415, de que hasta ese momento “non avia fuero cunplido por que se juzgasen commo devian, e la justizia non se cunplie assi commo deven”, el monarca otorgaba el 22 de julio de ese mismo año, al concejo “tanbien de villa cuemo de aldeas”, como a otras muchas villas, “el fuero que yo fiz con consejo de mi corte, escripto en libro e sellado con mi sello de plomo” 416. Un fuero que mejora los derechos del rey desde el punto de de la fiscalidad, porque aumenta sus rentas y las hace depender del comercio, más que de las campañas contra los musulmanes, que ya no producían lo que en tiempos de Fernando III, como ha visto Peset417; y puede que también los de los caballeros que pudieran vivir en Alcaraz, aunque sería difícil mejorar las ventajas de una caballería ya muy favorecida por el fuero de Cuenca. Se ha dicho que quizá se pretende frenar o controlar al tiempo el proceso de señorialización menor en los alfoces, beneficiando sólo a aquellos caballeros que tuvieran su casa mayor en las ciudades, lo que de hecho equivale a “urbanizarlos”418 y atraerlos a la órbita del rey. Puede ser, pero no es demasiado seguro. En todo caso, el fuero reforzaba el control de la justicia por parte del monarca, que nombrará en la villa a las autoridades judiciales –los “alcaldes del rey”, en vez de los “foreros”– y se reservará las interpretaciones de los puntos oscuros de la norma419. Quizá por esta causa, el nuevo fuero habrá de ser “vendido” a la ciudadanía como una concesión hecha por el monarca atendiendo a sus méritos, como dice González Jiménez420, y “endulzado” con nuevos privilegios para los caballeros. Como ha señalado García de Cortázar421, el rey necesitaba la ayuda militar y financiera de los concejos libres, y de paso hacer fuerte “un tercer brazo que adquiriera capacidad suficiente como para ser un componente de la configuración constitucional del reino”, y tenía que buscar a toda costa una alianza con sus oligarquías. De la misma manera, Valdeón422, recordando los trabajos de Asenjo, Diago Hernando, Rucquoi, Monsalvo Antón y otros estudiosos de varios municipios de Castilla y León, y Ladero Quesada y González Jiménez de los de Andalucía, ha hablado de una alianza entre los intereses del monarca y los del patriciado ciudadano, que se benefició del apoyo de aquél a las ciudades y del freno que impone a sus competidores, la nobleza y los freires de las órdenes. Así ocurre también en el caso concreto de Alcaraz, a cuyos caballeros –que deberán tener en el alarde anual del domingo anterior a San Miguel sus caballos y armas de valor superior a 100 maravedís, y “escudo e lanza e capiello de fierro, espada e loriga, brafuneras e yuntas”– se conceden mercedes importantes, como no pagar nada por lo que poseyeran en otras poblaciones, eximir de pechar a sus amos, criados, pastores, molineros, hortelanos y demás paniaguados, y poder acotar “prados M. González Jiménez, “Sobre fueros…” p. 15. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Docs. XVI y XXVII. La justificación figura en el preámbulo o prólogo del Fuero: “…entendiendo que la mayor partida de nuestros reynos no uvieron fuero hasta el nuestro tiempo, y juzgavanse por fazañas e por avedrios de partidos de los homes…” 416 Documento transcrito en A. Pretel Marín, Conquista... Doc. 5. A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz (s. XIII)”, en Homenaje a Mª Angustias Moreno Olmedo, Granada, Universidad, 2006, Doc. 1. pp. 223-225. Lo ofrecemos también al final de estas páginas en nuestra Selección Documental, Nº 18. 417 M. Peset y J. Gutiérrez Cuadrado, El fuero de Úbeda, p. 204, 212 y 223. Por ejemplo, transcribe una carta real al concejo de Úbeda, en 1451, aceptando que cobren el almojarifazgo según fuero de Cuenca, y no según el fuero de Toledo, sin duda más gravoso. 418 L. R. Villegas Díaz, “La fundación de Villa Real y el mundo urbano manchego”, en González Jiménez (Ed.) El mundo urbano en la Castilla del siglo XIII, Congreso celebrado en Ciudad Real, en 2005, I, Sevilla, 2006, p. 51. 419 M. Rodríguez Llopis, Alfonso X y su época, Barcelona, 2001, p. 115. M. González Jiménez, “Sobre fueros…” p. 14. 420 M. González Jiménez, “Sobre fueros…” p. 15. 421 J. A. García de Cortázar, “De las conquistas fernandinas a la madurez…” p. 41-42. 422 J. Valdeón Baruque, “El peso de las oligarquías municipales”, en González Jiménez (Ed.), El mundo urbano en la Castilla del siglo XIII, Vol. I (Congreso celebrado en Ciudad Real en 2005), Sevilla, 2006, pp. 93-100. 415
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dehesados en las sus heredades conozidas para sus bestias e sus ganados, e estas dehesas que sean escusadas con razon, porque non venga ende dannos a los pueblos” (“con razón”, obviamente, quiere decir con orden y conforme a la norma, para evitar abusos, que sin duda se habían producido en tiempos anteriores y se producirán inevitablemente en los últimos años del reinado). Derechos que parecen una compensación por las limitaciones que el nuevo fuero impone a los concejos libres423. Con ello no se frena el proceso señorializador iniciado en el término con los repartimientos, pero al menos se encauza y se controla desde la misma villa, sometida a su vez al control del monarca. A la vez, se concede al concejo el control de su alfoz –aunque muy reducido respecto al inicial y quizá todavía no bien delimitado– con sus “montes e dehesas libres e quitas assi como syenpre las ubieron”, y el derecho a poner “deheseros”, “montaneros” o guardas en los mismos. Es decir, los que luego habrían de llamarse en Alcaraz caballeros de sierra, policía rural que vigilaba el término e imponía sanciones a quienes intentaban cazar o cortar leña, coger grana, bellota y otros subproductos, o apacentar ganados sin tener la licencia preceptiva: “e que lo que dentro fallieren que lo den al conçejo para meterlo en su pro” (es decir, el derecho a convertir en “propios” 424 los bienes comunales). Se feudaliza así, pero de una manera mucho más ordenada y más centralizada en la misma Alcaraz, no ya sólo el dominio de aldeas y heredades de propiedad privada, que siguen vinculadas a las grandes familias de la caballería que domina el concejo, sino el resto del término, que será un señorío gestionado de forma colectiva por los mismos linajes –que copan el concejo– en perjuicio evidente de las comunidades campesinas, si es que ya en estas fechas se han organizado. Hasta parece ser que se entrega a Alcaraz, en calidad de aldea, alguna antigua villa, acaso despoblada, que quizá ni siquiera había sido suya: el 26 de julio de 1256, y mediante un solemne privilegio rodado expedido en Segovia, se le da como aldea el lugar de Riópar425, que, como ya dijimos, era un concejo aparte en años anteriores. Y puede que otro tanto ocurriera en el caso de Cotillas, aunque en esta comarca, donde además parece haber extraños cambios, todo está muy oscuro. También parece lógico que por aquellas fechas estuvieran adscritas a la jurisdicción alcaraceña aldeas como Ayna y Elche de La SieLa iglesia de Riópar, un lugar que se está rra, que tenían sus términos aparte en los años volviendo a repoblar en los últimos años. cuarenta, y que pronto veremos dentro del de Alcaraz, aunque no hay documentos que acrediten la entrega. Desde luego, sabemos que se integran en el arcedianato de Alcaraz –y por tanto en Toledo– cuando se pone en marcha en Cartagena un nuevo obispado, al que se adscribirán las poblaciones cercanas de Peñas de San Pedro, Liétor y Vicorto, y las pertenecientes a Siles y Segura. La línea divisoria entre los obispados, y entre las vicarías y arcedianatos de ellos dependientes (los de Alcaraz , Chinchilla y Hellín, más la jurisdicción excepcional de la orden de Santiago sobre Yeste y Socovos, Liétor y Letur) es de por sí un indicio de pertenencia Así lo ven también C. Almagro Vidal y Mª A. Martín Romera, “Sobre oligarquías urbanas de caballeros: el caso de Alcaraz (siglo XIII), en González Jiménez (Ed.), El mundo urbano en la Castilla del siglo XIII , Vol. II (Congreso celebrado en Ciudad Real en 2005), Sevilla, 2006, pp. 11-19, y en especial 13. 424 La expresión, “bienes de propios”, será muy posterior, pero no cabe duda de que ya muy temprano los concejos comienzan a disponer así de una parte del término, acotando dehesas y pedazos de tierra que no puede gozar ningún particular. Véase a este respecto A. Bermúdez Aznar, “Bienes concejiles de propios en la Castilla Bajomedieval”, Actas del III Symposium de Historia de la Administración, Madrid, 1974, p. 835. 425 A. Ballesteros Beretta, Alfonso X el Sabio, Barcelona 1961, p. 1075, nº 326. Conservamos mención de este documento en un inventario del archivo de Alcaraz hecho en 1496: “E otro preuillejo del rey don Alfonso en pargamino con una rueda en medio como es Riopal de Alcaraz; no tiene sello, que se cayo, saluo la seda en que estaua pendiente; e la fecha del fera de mill e dozientos e nouenta e quatro annos” (A. Pretel Marín, Una ciudad… p. 322). 423
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a uno u otro de los concejos. Y hemos de constatar que esta línea venía desde el punto en que parten La Roda (obispado de Cuenca, como toda la tierra de Alarcón) y La Gineta (que es ya de Cartagena), dejaba Balazote del lado de Toledo (aunque ya hemos visto disputas por su iglesia con la orden de Santiago) y del de Cartagena y de su arciprestazgo de Chinchilla, Las Peñas de San Pedro y el río de Las Quéjolas426. Después continuaba por las sierras del Mundo hasta Elche de La Sierra y seguía hacia el Sur, dejando al nuevo obispo las tierras de Segura, incluidas las de Beas y Chiclana. Límites que coinciden –salvando la anexión posterior de Las Peñas, que de todas maneras tiene término propio y es de Cartagena desde el punto de vista eclesiástico– con los que mantendrá el arcedianato, y también el concejo, en la Baja Edad Media. Parece, en cualquier caso, que el reforzamiento del poder real en Alcaraz permitió la expansión del realengo en la zona, o evitó, cuando menos, que la debilidad de los pequeños núcleos siguiera propiciando la expansión de los nobles y las órdenes. Desde luego, parece adivinarse el interés del rey por calmar las “querellas que auien los vnos de los otros”. Bajo su presidencia, y quizá por su impulso, se reúnen en Sevilla, el 13 de marzo de 1263, el maestre de Santiago y los alcaraceños Miguel Pérez, Gil de Moya, Juan Mateo y Juan Donate, que acuerdan prohibir la apertura de dehesas, excepto las creadas veinte años atrás, y nombrar una nueva comisión integrada por los comendadores de Segura y Montiel y por Alfonso Gómez y Miguel Pérez “por sí e por el conçeio de Alcaraz de villa e de aldeas”, los cuales, juntamente con Ferrand Pérez de Cuenca en representación de la Corona, “uayan e uean los terminos de Alcaraz e de la Horden sobre que han las contiendas, e alli do mostraren que tienen preuilegios cada vna de las partes, que pongan hi los moiones…” 427. Y aunque ya no sabemos en qué paró el asunto, es de pensar que hubiera un acuerdo pacífico, vista la voluntad que demuestran las partes y el consenso que existe nueve años después (aunque para nosotros no estén claros los términos). Otro posible efecto de esta nueva política de apaciguamiento pudo ser igualmente la rectificación de los linderos de la orden de Santiago y Alcaraz en la denominada “Mancha de Auezgaiat”, en la que se separan definitivamente el Villarejo Rubio (que pronto encontraremos como aldea de Arbitraje de Alfonso X el Sabio en el pleito pendiente Alcaraz) y tal vez –aunque esto no parece tan claentre Alcaraz y la orden de Santiago. ro– “el cortijo que dicen de ¿Abeiazat?428 en La Sevilla, 13 de marzo de 1263. Véase nuestro artículo “Iglesia, religión y religiosidad…” pp. 79-80, y mapa de la p. 62. Documento fechado en Sevilla el 13 de marzo de 1263 AHN, Montiel, Cax. 214, Nº 71. Arch. Mun. Alcaraz. Transcrito, aunque con fecha de 22 de marzo, en nuestros libros Alcaraz, un enclave… Doc. IV, y Conquista... Doc. 7. Lo ofrecemos también al final de este libro en nuestra Selección Documental, Nº 19. 428 B. de Chaves, Apuntamiento… fol. 16 y 39. J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, p. 358. J. Torres Fontes, CODOM, III, Nº XXV, pp.36-37. F. J. Escudero Buendía, “Disputas territoriales…” p. 66. El nombre del cortijo aparece confuso, de manera que algunos leen Abeiazot, o “Abeiazat” o “Abeyazat, en La Mancha” –siguiendo a B. de Chaves –que lo identifica con Socuéllamos y dice que la orden lo adquirió en 1256– y otros “Abeigazat, que es en La Mancha”, aunque para este párrafo nos faltan muchas letras. También cabría leer “Abeniay que es en La Mancha”, o “Abeniageht, en La Mancha”, o “Abençageht, en La Mancha”, o algo semejante, dependiendo de si la última sílaba forma parte del nombre o es una abreviatura de “q’es” o de “que es”. Consúltese –con lupa– la foto del rodado que ofrece F. J. Escudero Buendía en su libro Tras los orígenes de la Mancha de Vejezate… p. 73. 426 427
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Mancha”, que el rey entregaría a dicha orden y a su comendador Pedro Ferrández mediante privilegio otorgado en Segovia el 5 de julio de 1256, por servicios que éste prestó “sobre Orihuela”. Si bien cabe la duda, dada la diferencia entre ambos topónimos y el contrasentido que supone entregar a la orden algo que ya tenía bastantes años antes, creemos que se trata de Torrevesejate o Vaceiat, y que tal vez de entonces date la partición que otorgara a los freires el cortijo y una parte del término, y a Alcaraz otra parte y el Villarejo Rubio. Desde luego, está claro que Alcaraz recupera el Villarejo Rubio, con el término que hoy es de Villarrobledo, desde la divisoria con Las Mesas de Cuenca a la Fuente del Espino, donde antes partían Uclés y Alarcón. Quién sabe si la entrega a este último concejo de la aldea de Rus, previamente comprada por el rey a los concesionarios de una antigua merced429, no sería una especie de indemnización por parte del monarca, dispuesto a poner paz en esta zona donde hoy en día aún parten las provincias hermanas de Albacete, Cuenca y Ciudad Real. Ignoramos si habría convenios semejantes en la zona limítrofe del Campo de Montiel, donde parece haber mayor tranquilidad y en donde Montiel –con su fuero y su feria ganadera430– es la nueva cabeza de una gran encomienda. En cambio, sí sabemos que los hubo en el Sur, donde la divisoria era más problemática. En el futuro habrá numerosos problemas, quizá en parte debidos a la incorporación de Albánchez a Segura, y sin duda también a la despoblación de las pocas aldeas que pudieran quedar en torno a Cerro Vico y de otras que pudieron servir de precedentes al actual Bienservida y a Villapalacios, en tierra de Alcaraz, y al Albaladejuelo –actual Villarrodrigo– y Bayonas por parte santiaguista431. Pero, por el momento, desde 1251, en que hay un acuerdo “sobre el despartimiento
Cerro Vico (a la izquierda), sierra del Relumbrar (a la derecha) y en el centro el actual Villapalacios, que surgirá muy tarde en el extremo sur del alfoz de Alcaraz.
El Albaladejuelo de la Sierra, actual Villarrodrigo, posesión santiaguista en el límite sur de Alcaraz.
de los terminos de Alcaraz e Segura”, parece que estos límites están también tranquilos –al menos, silenciosos– no sabemos si acaso a consecuencia del tremendo vacío demográfico que debía imperar en ambos lados, o de la protección que el rey pueda extender sobre los pobladores de esta parte del término, que no serían muchos. Como ha visto Peset432, con el Fuero Real, más romanista, el monarca refuerza su autoridad real en villas y ciudades, e interpone su mano entre ellas y los grandes poderes feudales; pero también refuerza la los municipios sobre aldeas y términos. Algo muy necesario en Alcaraz ante la ordenación territorial que la comarca iba a experimentar con la aparición de otros nuevos concejos realenD. Torrente Pérez, Documentos para la Historia de San Clemente, Madrid, 1975, Docs. 2 y 4. P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… p. 361, Doc. XI. 430 M. Corchado, Avance… p. 115. J. González, Reinado y diplomas… p. 420. 431 Véase el citado artículo “Despoblados y pueblas…”, pp. 274-275. 432 M. Peset Reig, “Los fueros de la frontera de Albacete: una interpretación histórica”. Congreso de Historia de Albacete (1984), p. 37. 429
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gos como el de Chinchilla, que se está repoblando y demuestra interés por aclarar sus límites, hasta entonces muy mal establecidos. O Alarcón, que también tiene el Fuero Real, y que, sin renunciar a incorporar aldeas, como hemos señalado en el caso de Rus, comenzaba a entregar nuevas dehesas a concejos de aldea, como el de Záncara433, o a algunos caballeros hacendados en ellas, como ocurre con los de Talayuelas434, que degenerarán en señoríos, cuando los propietarios se arroguen, con el tiempo, el derecho a poblarlas e incluso a impartir justicia a sus vasallos. Quizá pensando en ello, y para limitar los posibles abusos de la caballería en la repoblación de las aldeas, un alcalde llamado Gil de Moya, al que pronto veremos actuar con frecuencia como representante del concejo, como suelen hacer los “vasallos del rey”435, procedió a revocar, con la curiosa excusa de que la carta estaba “vieja e carcomida”, la dehesa que Alcaraz había concedido a la aldea de Munera436 unos años atrás (¿tal vez al reintegrarla a su jurisdicción, o quizá cuando aún era concejo exento?). Desde luego, el control de las riquezas del alfoz que Alcaraz había conservado, y de las
Munera y su castillo, aldea de Alcaraz.
que se iban integrando en el mismo, es cada vez mayor, aunque no está tan claro si esto perjudicaba solamente a quienes pretendían apropiarse la caza y los pastos en perjuicio del poblamiento aldeano, o si en igual medida era un obstáculo para la puesta en marcha de una economía ganadera y agrícola mucho más repartida y menos oligárquica en las mismas aldeas. Aunque probablemente hubiera descontentos, no constan resistencias a la entrada en vigor del nuevo fuero, en parte porque éste se presenta “endulzado” y envuelto en privilegios para quienes pudieran verse perjudicados. García de Cortázar ha apuntado que las oligarquías “se dejaron querer”, aunque les molestara la injerencia real y la llegada de jueces de salario437. Pero, por otra parte, ¿quién osaba oponerse a un rey autoritario como era Alfonso X? Además, el monarca, que convoca en Sevilla otra asamblea de concejos de las Extremaduras, donde es de sospechar que éstos solicitaran el regreso a sus fueros primitivos, añadió todavía a los ya concedidos un nuevo privilegio de orden general –“el paso decisivo para la alianza entre la Corona y los caballeros” 438– pretendiendo aplacar el malestar de estas oligarquías ciudadanas y vinculando al tiempo a la caballería de las villas al servicio real, y no al de la nobleza y órdenes militares, de cuyas ambiciones comenzaba a cansarse. Con él, los hacendados caballeros villanos podían convertirse en “vasallos del rey” directamente, comparándose así con la nobleza, aunque evidentemente estuvieran muy lejos de integrarse en la misma. P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Doc. 13. 1264, mayo, 20, Alarcón. P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Doc. 12. 1257, Alarcón. A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, El señorío de Villena en el siglo XIV, p. 113. 435 M. González Jiménez, “Los “hombres del rey” en la Andalucía del siglo XIII”, p. 368-369. 436 A. Pretel Marín, Conquista... Doc. 24. Véase en nuestro apéndice, Doc. 27. 437 J. A. García de Cortázar “De las conquistas fernandinas…”, p. 41-42. 438 M. Rodriguez Llopis (Coord.) Alfonso X y su época, Barcelona, 2001, p. 115. M. González Jiménez, “Sobre fueros…” p. 16. 433
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LA REVUELTA MUDÉJAR, LAS VISTAS DE ALCARAZ Y EL IMPULSO A LAS FERIAS Y LA GANADERÍA
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La buena sintonía de Alfonso X el Sabio con la caballería de Alcaraz y otras poblaciones de la Extremadura se hará más necesaria todavía a raíz de la revuelta de los moros de Andalucía y Murcia, que se alzaron en 1264, con apoyo efectivo de Granada, poniendo en un aprieto a los señores y a los comendadores de las órdenes, que en muchos de los casos se vieron despojados de las tierras, castillos y poblados sometidos a su jurisdicción. No hay que ponderar los apuros del rey, que veía en peligro todo lo que su padre y él mismo, siendo infante, habían conquistado en anteriores décadas. En Murcia, los abusos de los grandes señores y los repobladores castellanos, con el incumplimiento de aquel pacto firmado en Alcaraz veinte años atrás y de los compromisos contraídos con distintas aljamas al rendirse, llevaron a los moros a lanzarse contra las guarniciones y los aún escasos moradores cristianos y hacerse con gran parte de los pueblos, incluida la misma capital, donde el hijo de Ibn Hud será destituido, quedando en su lugar el rebelde Al-Watiq, confederado con Muhammad I, que envió a su servicio jinetes granadinos. Prácticamente todo lo conquistado allí se perdió en poco tiempo; y mientras la nobleza cedía posiciones e incluso aparecía como una de las causas de aquella rebelión y como un obstáculo para la sumisión de los mudéjares (a menudo se niegan a rendirse si no se les ofrece garantías de no ser entregados a su antiguo señor, o de no padecer represalias de él), los concejos realengos de La Mancha y la misma Alcaraz quedaban en frontera del enemigo islámico, y eran casi los únicos que podían aportar una ayuda inmediata, aunque toda era poca en tales circunstancias. Don Alfonso emprendió en Andalucía una dura campaña y acudió en petición de socorro a su suegro, don Jaime de Aragón, que en abril de 1265, y mientras convencía a su propia nobleza de la necesidad de ayudar a Castilla, envió contra Murcia a su hijo, don Pedro, en una destructiva expedición por el Vinalopó hasta la capital. Después vino don Jaime, recibiendo a su paso comisiones de moros que querían pedir su intercesión para una rendición sin represalias. En tanto, el castellano mantenía otra asamblea con los procuradores de la Extremadura “que vinieron al rey en Córdoba quando nos viniemos de la Hueste de Granada, el anno segundo que començo la guerra”, y escuchaba de ellos la clara petición de que les devolviera sus fueros de frontera439. Por lo menos sabemos que Alarcón lo logró, con Alfonso X vestido con arreos guerreros. 439
M. González Jiménez, “Sobre fueros…” p. 16.
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fecha 24 de septiembre de 1265, cuando desde la antigua capital califal el rey les devolvía “los fueros e las costunbres que ouieron en tienpo del rey don Ferrando nuestro padre e del rey don Alfonso nuestro visauuelo…”440. Y puede que también se suspendiera de hecho la aplicación del Fuero Real en otros puntos, aunque sin derogarlo; pero sobre Alcaraz ni siquiera sabemos si sus representantes concurrieron a aquel “ayuntamiento”. No parece que hubiera todavía devolución del fuero primitivo a Alcaraz, a pesar de que el rey regresó a esta villa en el mes de diciembre de 1265, haciéndola escenario de otra serie de hechos de alcance nacional e internacional. No sabemos muy bien si González Jiménez441 acierta al suponer que aquí se produjera la rendición y entrega del rebelde Al-Watiq, o Alboaquez, que el cronista supone ocurrió en Santisteban; pero si él lo dice, no nos atreveríamos a pensar otra cosa. Por lo tanto, es de creer que aquí se decidieran otra vez los destinos de Murcia, y que aquí se adoptara la decisión real –sugerida quizá por el aragonés y por el granadino, que se había sometido poco antes– de perdonar la vida al rebelde vencido y nombrar nuevo rey al hermano de Ibn Hud. Y lo que, desde luego, está fuera de duda es la celebración en Alcaraz de una conferencia familiar y política en la que Alfonso X y su suegro don Jaime, junto a doña Violante de Aragón, los infantes don Pedro y don Manuel, y otros caballeros y nobles de ambas cortes –y hasta medio millar de hombres de armas, lo que quizá trasluce un clima de recelo a pesar de las buenas relaciones formales442– estuvieron reunidos durante ocho días para planificar el fin de la campaña, las posibilidades de asentar súbditos de don Jaime en los lugares que fueran sometiéndose y el reconocimiento en todos ellos de la soberanía castellana. Muchos años después, el castellano rememora su estancia diciendo que “el concejo de Alcaraz nos siruieron bien e lealmente en la guerra que oviemos con el rey de Granada, e otrossy por seruiçio que nos fizieron quando fuiemos en Alcaraz a las juntas que oviemos con el rey de Aragón…” 443 Es de creer que en ella tendría la ocasión de escuchar tradiciones e historias de la vida local –como la que nos cuenta en la hermosa cantiga del Niño de Alcaraz444– y observar los progresos de la repoblación respecto a lo que vio en visitas pasadas. Y sin duda también escucharía las entonces comunes peticiones de que se restaurara el primitivo código, apoyadas ahora por la ayuda que el concejo prestó al enviar sus tropas, junto a las de Alarcón y otras poblaciones, a aplastar los reductos rebeldes de la sierras cercanas a Segura y Cartagena, bajo el mando de Gil García de Azagra y el merino mayor Diego López Salcedo445. La revuelta mudéjar convenció, en todo caso, a Alfonso X de la necesidad de confiar a fuertes concejos de realengo y a la caballería villana de los mismos, visto el estrepitoso fracaso de los nobles, la tarea de poblar los términos vacíos. En estas latitudes no sería precisa la creación de pueblas, como las que abundaron en el norte del Reino –aunque alguna hay también– sino que bastaría en muchos de los casos delegar la tarea en los concejos, devolviendo, si fuera necesario, la antigua autonomía de P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Doc. XIV. M. González Jiménez, Alfonso X el Sabio, pp. 182-183. 442 Sobre esta campaña y sobre la entrevista de Alcaraz, véase C. de Ayala Martínez, “Jaime I y la sublevación mudéjargranadina de 1264”, en Homenaje al prof. Juan Torres Fontes, I, Murcia, 1987, pp. 93-107. 443 A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… p. 150. 444 Se trata de un niño al que su padre regaló una mula, que murió, y a la que la Virgen hizo resucitar ante la fe del niño, que le había ofrecido un cirio de igual longitud que la difunta bestia (véanse los trabajos de J. Torres Fontes, “Una cantiga de Alfonso X, el niño de Alcaraz”, en Al-Basit, 6, Albacete, 1979, pp. 199-203, y “Alcaraz y la cantiga CLXXVIII”, en Alcanate, III, 2002-2003, pp. 256-269). Conviene reparar en que la Virgen que hace este Milagro es la Virgen de Salas, no de Cortes, y que no hay la menor razón para creer que ya por estas fechas se hubieran producido la “aparición” de ésta, ni que Jaime I y Alfonso X el Sabio visitasen la ermita y tuviesen sus Cortes en la misma, ni que contribuyeran a ampliar el santuario, como dice la Historia de Pérez de Pareja. Es posible que ya en el siglo XIII existiera una iglesia o ermita, erigida tal vez por la orden de San Juan, de la misma manera que hubo otras santiaguistas en Gorgojí, Pinilla o Villargordo; incluso un hospital o casa de merced, del que acaso pudieran venir ciertas leyendas sobre liberación de prisioneros mediante intercesiones de la Virgen. Pero la advocación de la Virgen de Cortes parece comenzar a principios del siglo XVI o, como mucho, a finales del XV. 445 J. Torres Fontes, La reconquista de Murcia en 1266 por Jaime I de Aragón. Diputación, Murcia, 1967, p. 98. 440 441
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los fueros de Cuenca y Alarcón (concedido a Chinchilla en 1269, junto con privilegios comerciales como el mercado franco, y fiscales a la caballería446). Sin embargo, el retorno a los antiguos códigos no se producirá de forma general hasta que el rey no vea, unos años después, el peligro de una alianza ocasional de la caballería ciudadana con la indisciplinada nobleza descontenta. Al contrario, se intenta atraer cada vez más a esta caballería, villana, pero rica, al servicio real, en vez de a la nobleza o a las mismas órdenes; pero sin renunciar al control de las villas. En el caso concreto de Alcaraz no consta, como en otros municipios, que reciben el fuero de 447 Sevilla , que fueran concedidos los cargos del concejo de manera exclusiva a caballeros vasallos del monarca (“mando que nenguno non sea y alcalde nin alguacil nin jurado nin en ningun otro ofiçio si non fuere mio uassallo”), ni que se postergara a quienes no lo fueran (“e quales quier que fuessen uassallos de otros, que pierdan los heredamientos que y ouieren”), pero es evidente que existía esa misma intención, y que probablemente se consiguen iguales resultados (de hecho, aunque no tenemos noticias de este siglo, sí hay varios testimonios del XIV y el XV del rechazo a la entrada en los oficios públicos de personas afectas a la orden de Santiago o a la alta nobleza). Tampoco existen datos que permitan hablar de un grupo restringido entre los caballeros vinculados al rey por homenaje ligio –es decir, exclusivo– y pagados por él con los 500 sueldos que luego se argumentan muchas veces como demostración de una cierta nobleza; pero sí que se puede considerar que cobran un salario o una compensación cuando se les permite repartir entre ellos una séptima parte de los pechos reales de la villa, y cuando se les deja el monopolio de todos los oficios concejiles –cosa, por otra parte, que ya estaba en el fuero– y el derecho a excusar de pechos a sus amos, criados y pastores448. Es de creer, además, que la caballería de Alcaraz no tuviera motivos para estar descontenta, pues seguía controlando el concejo, y con él los recursos comunales, y ejercía unos derechos cada vez más “feudales” sobre sus propiedades en las “caballerías” y heredades del término, sin que el rey lo impidiera. Se ha consolidado toda una jerarquía del espacio en la villa y en su tierra, que viene en realidad del fuero primitivo, pero aumenta, si cabe, con el Fuero Real, que ha robustecido a esta oligarquía independiente de los grandes poderes feudales y dependiente en cambio de la benevolencia del monarca. En la cúpula están el juez y los alcaldes, elegidos de y entre los mismos caballeros; por debajo, el común de los vecinos, los que moran “de los muros adentro”, herederos aún muchos de ellos de los repartimientos de principios de siglo, a los que se reservan numerosas ventajas, no solamente ya sobre los aldeanos sino sobre los mismos habitantes del o los arrabales449. El último escalón, durante mucho tiempo, lo ocupan las aldeas; al menos, los vecinos humildes de las mismas, porque en muchas tendrían propiedades los mismos caballeros de la villa, que estaban amparados por el fuero y por los sucesivos privilegios que la Corona añade con posterioridad, más los que les procura el control del concejo y de sus donaciones. Claro, que, en este caso, más que comunidades aldeanas, son grandes latifundios poblados por pastores, yegüeros y hortelanos mantenidos a sueldo, cuando no en servidumbre o semiservidumbre, por los miembros de la caballería de Alcaraz. Pese a todo, parece todavía evidente que Alcaraz se sigue repoblando. Son años en que todos los concejos vecinos dan muestras de interés por aclarar sus términos, lo que a su vez indica un moderado éxito en el asentamiento de nuevos inmigrantes, incluso en el caso especial de Chinchilla, que en estos mismos años ha de acudir al rey en petición de ayuda para sus moradores frente al incumplimiento de sus nuevas franquezas por parte de Alcaraz, Alarcón y otras villas de los alrededores, que ponían obstáculos a su repoblación impidiendo la saca de carne y provisiones. Precisamente a fines de 1269, un año en que el monarca se volcó con Chinchilla concediéndole el fuero de Alarcón, la total exención para sus pobladores de pechar durante cinco años por bienes que tuvieran en cualquier otro
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A. Pretel Marín, Conquista… Docs. 15-18. En Orihuela y Murcia. M. González Jiménez, “La creación del derecho local y territorial…”, p. 167. M. González Jiménez, “Los “hombres del rey”…” p. 367. M. Asenjo González, “Fiscalidad regia y sociedad…” p. 78. M. Peset, “Los fueros de la frontera...” p. 42.
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punto, y un mercado franco a celebrar los viernes450, ordenaba también delimitar sus términos con todos sus vecinos, encargando de ello al famoso Jacobo de Las Leyes y a Gil García de Azagra en la parte limítrofe con Almansa y Jorquera, mientras que la lindante con los viejos concejos de Alcaraz y Alarcón se dice solamente “que lo ayan por medio”, y en la que confinaba con Tobarra (aldea de Alcaraz, aunque dotada de su término propio, y quizá ya poblada de cristianos) se dejan a Chinchilla cinco de las seis leguas que separan las dos localidades451. Obviamente, Alcaraz, más poblada de antiguo, y en la que Alfonso X había residido algunas temporadas, estaba en condiciones mejores que Chinchilla. Algo que a buen seguro se debía en gran parte a la preocupación de la Corona por sentar unas bases más modernas de la hacienda real –“revolución fiscal”, la ha llamado Ladero452– basada en los impuestos sobre la producción de bienes y servicios, el comercio y el tráfico pecuario, y no tanto en la guerra o en los pechos antiguos453. En octubre de 1266, estando en Sevilla, el rey reglamentaba las mestas de Alcaraz, “tan bien de la villa como de las aldeas”, mandando celebrar estas grandes reunioUn rebaño pastando en el Val de Serván, nes de pastores y dueños de ganado tres veces entre el Horcajo y Cortes. cada año, por la Virgen de Agosto, San Miguel y San Juan, en los “Forcajos del Guadalmena”, y ordenando elegir seis alcaldes de mesta, cuatro de los pastores y dos de los vaqueros, para juzgar las causas que entre ellos ocurrieran. Además, en lo no previsto en esta carta, concedía al concejo libertad para reglamentarlo, “e que fagades de lo que menguare segund vuestra vezindad de Cuenca e Alarcón”454. Se fomentan así unas actividades –quizá no excepcionales, pues Klein, Bishko, Pastor y Argente del Castillo, entre otros autores, han rastreado ya algunos precedentes de esta organización455– pero que en el futuro habrán de ser, sin duda, la fuente de riqueza principal de Alcaraz, aunque, lógicamente, no beneficiará en la misma medida a todos los vecinos. A algunos hasta pudo serles perjudicial, por cuanto exigiría el desacotamiento de algunas de las dehesas que las comunidades aldeanas solían reservar a sus propios ganados o bueyes de labor. Mayor aún, si cabe, es el impulso a las actividades mercantiles. En aquel mismo año, Alfonso X accede a establecer la exención de derechos de portazgo sobre armas y conducho que vecinos de A. Pretel Marín, Conquista... Docs. 15-17. A. Pretel Marín, Conquista... Doc. 18. 452 M. A. Ladero Quesada, “La hacienda real castellana en el siglo XIII”, en Alcanate, III, 2000-2001, p. 216. M. A. Ladero Quesada, “Hacienda, mercado y moneda en la política de Alfonso X”, en El Mundo Urbano en la Castilla del siglo XIII”, Congreso Ciudad Real, 2005, I, Sevilla, 2006, p. 70. 453 M. A. Ladero Quesada, “Las transformaciones de la fiscalidad regia castellano-leonesa en la segunda mitad del siglo XIII (1252-1313)”, en Historia de la Hacienda Española, Homenaje al prof. García de Valdeavellano, Madrid, 1983, p. 405. 454 Publicado en Conquista... Doc. 13, y ahora nuevamente en nuestra Selección Documental, Nº 20. En el catálogo de la Exposición Alfonso X el Sabio (Toledo 1984) señala Valdeón que ésta de Alcaraz es la mesta local más antigua de que haya quedado constancia por escrito; pero como se ve en este privilegio, ya existían unos usos semejantes en Cuenca y Alarcón. Y también las habría en ese año en Sevilla, y en Badajoz, donde el rey reglamenta sus reuniones en 1267. Sin duda, estas reuniones son la continuación de los usos antiguos de la esculca, de larga tradición en los textos forales de Cuenca y Alarcón. Ver P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón en el señorío de Villena, IEA, Albacete, 2003, pp. 67-69. 455 R. Pastor, “La Lana en Castilla y León antes de la organización de La Mesta”, en Moneda y Crédito, 112, 1970, pp. 47-70. R. Pastor, Conflictos sociales y estancamiento económico en la España medieval, Ariel, Barcelona, 1973, pp. 136137. J. Klein, La Mesta, p. 24. C. Argente del Castillo Ocaña, “Precedentes de la organización del Concejo de La Mesta”, En Congreso Internacional Alfonso X el Sabio, I, pp. 115-125. 450
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Murcia y Alcaraz compraran mutuamente en ambas poblaciones456, y el 7 de marzo de 1268, mediante un solemne privilegio rodado fechado en Jerez457 –donde se celebraban Cortes a la sazón– otorgaba al concejo “que ayan feria en su villa dos uezes en cada anno, e que dure cada vna dellas quinze dias, e que comiençe la vna ocho dias antes de Cinquegesima e que dure fasta ocho dias despues, e la otra que comiençe ocho dias antes de Sant Miguel e que dure fasta ocho dias despues”. Dos períodos, por tanto, de una duración excepcional –la concedida a Murcia son sólo 15 días en torno a San Miguel, y la de los ganados que funciona en Montiel se reduce de un mes a los diez días siguientes a San Lucas458– que venía a doblar el de la feria contenida en el fuero, que era solamente la de la Quincuagésima459 y que probablemente sólo se celebrara de forma ocasional. Durante aquellos días se asegura a cuantos mercaderes quisieran Privilegio rodado de Alfonso X el Sabio otorgando a Alcaraz concurrir, “tan bien de nuestros dos ferias cada año. Jerez, 7 de marzo de 1268. regnos commo de fuera dellos”, la mayor protección en el viaje y estancia. Es algo coherente con la gran atención que Alfonso X presta al hecho ferial en todo el reino, donde se dobla el número de las que antes había460; pero en esta ocasión se trataba, sin duda, de crear, como ha visto Ladero para Ciudad Real461, un punto de intercambios y expansión comercial en una población realenga y situada entre Castilla, Murcia y Andalucía Oriental. Como el mismo Ladero ha señalado, si en Andalucía muchas ferias se establecieron tarde, no se sabe muy bien por qué razón, en las de Extremadura y La Mancha –Cáceres, Badajoz, Montiel y Alcaraz– hay un claro propósito de crear nuevos centros comerciales urbanos. Y en esta misma línea están tamJ. Torres Fontes, CODOM, I (1963), p. 29. Privilegio transcrito en A. Pretel, Conquista... Doc. 14. Volvemos a ofrecerlo al final de este libro en nuestra Selección Documental, Nº 22. 458 Entre las concedidas por esos mismos años, sólo las de Sevilla y las de Córdoba –30 días en torno a San Miguel y Cincuagésima o Pentecostés– la superan en días, y tan sólo la igualan las de Valladolid, Cáceres, Badajoz, Cádiz y quizá alguna otra, aunque a veces no tienen dos períodos, sino uno de treinta. M. A. Ladero Quesada, Las ferias de Castilla, siglos XII al XV, Madrid, 1994, pp. 54-5 y 110, y M. Corchado, Avance… p. 115. J. M. Gual López, “La política ferial alfonsí y el ordenamiento general de las ferias castellanas en su época”, Congreso Internacional Alfonso X el Sabio, I, Madrid, 1989, pp. 95-114. 459 BNE, Mss 17799, Fol. 7 v. J. Roudil, Les fueros… p. 99. 460 J. M. Gual López, “La política ferial alfonsí…”, pp. 98-99. 461 M. A. Ladero Quesada, Las ferias… p 58, atribuye en parte este mismo propósito a la fundación de Ciudad Real, en medio de las órdenes, aunque será también una idea frustrada, al menos desde el punto de vista mercantil. 456 457
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bién las mestas, fenómeno integrado en las actividades mercantiles, que además facilita, a través del servicio y montazgo, por no hablar de la aduana, una gran cantidad de ingresos para el fisco462. Sin duda el rey quería hacer de la ganadería y el comercio a distancia los futuros pilares de una nueva Alcaraz, alejada definitivamente de la frontera islámica y destinada a ser una isla de realengo entre las tierras de la orden de Santiago. Quizá pecando un poco de excesiva ambición –o “megalomanía”, como dice Villegas refiriéndose a Alarcos y a Villa Real463– quería fomentar, aunque esto no conste expresamente, otra “grand villa e bona”, en el doble sentido de rica y de rentable para la monarquía, al tiempo que sumisa a las leyes de ésta y capaz de asumir funciones protourbanas y de organización de un espacio realengo rodeado de encomiendas y señores feudales, tal como comenzaban a entender los franceses, y en especial San Luis464. Desde luego, la villa tenía condiciones: era la capital de un territorio amplio, aunque disminuido, estaba situada junto a un nudo de comunicaciones, tenía sus recursos comerciales y agrícolas… Y una buena muralla, algo muy importante cuando hablamos de una época en la que Alfonso X definía la ciudad como “aquel lugar que es çerrado de los muros, con los arrauales e los edifiçios que se contienen con ellos”. Es de creer, por lo tanto, que la caballería de Alcaraz, propietaria de tierras y rebaños, se aprestara a adaptarse a estos modos de vida, que no habían de ser del todo incompatibles con el tradicional (es curioso observar que la única excusa que se admite para no ir a la mesta sea precisamente salir en apellido, es decir, a la guerra contra los musulmanes). Se comprende también que “hombres buenos”, tratantes y dueños de ganado, pretendieran al tiempo comprar caballo y armas, o mudarse a vivir dentro de las murallas, a fin de compartir los mismos privilegios; todo ello, sin duda, bajo la protección de los nuevos alcaldes nombrados por el rey. Suponemos que no será casualidad que en esos mismos días de la estancia en Jerez de Alfonso X –el 6 de marzo de 1268, la víspera de aquél en el que se otorgaban las ferias a Alcaraz– Juan Mateo y Gil de Moya, dos de los enviados a Sevilla cinco años atrás para solucionar las diferencias con los comendadores de Montiel y Segura, y otros representantes del concejo, que sin duda serían procuradores suyos en las Cortes que allí se celebraban, adquirieran al moro Aboaballa, hijo del alcayat o alcaide de Albacete, el señorío de Sierra465, lindante con Hellín y con Tobarra, quizá para tener una escala en el tránsito de ganados de herbaje al extremo murciano y enlazar con las tierras de esta aldea, que era de Alcaraz desde hacía muchos años, y que tal vez ahora empezara a poblarse de cristianos. Tampoco descartamos, sin embargo, que fuera un compromiso del monarca y el tal Aboaballa, que quizá no estuviera muy cómodo en Castilla tras el aplastamiento de la sublevación de los mudéjares, o fuera compensado de esta forma para que se marchara al reino de Granada, y que el rey no encontrara mejor forma de hacerlo que pedir a Alcaraz que comprara sus tierras, antes de concederle las mencionadas ferias. El “castellar” de Sierra, señorio del moro Aboaballa. M. A. Ladero, “La hacienda real castellana en el siglo XIII”, pp. 239-240. L. R. Villegas, “De Alarcos a Villarreal”, en Alarcos 95, Toledo, 1995, p. 73 y 79. 464 L. R. Villegas, “De Alarcos a Villarreal”, p. 73. L. R. Villegas Díaz, “La fundación de Villa Real y el mundo urbano manchego”, y en el Congreso El Mundo Urbano en la Castilla del siglo XIII, Sevilla, 2006, pp. 51-66. 465 Sierra era señorío del moro Aboaballa, cuyo padre, alcayat o alcaide de Albacete, lo había recibido del mismo don Alfonso, tal vez en recompensa por haber entregado Albacete en 1241. Documento bilingüe, árabe y castellano, transcrito en nuestros libros Alcaraz, un enclave… Doc. V, y Conquista... Doc. 13 (ahora lo ofrecemos en la fotografía de la siguiente página y en nuestra Selección Documental, Nº 21). También lo publicó J.A. Pacheco Paniagua, “Sobre la etimología de Albacete”, Al-Basit, Rev. de E. Albacetenses, Nº 6, 1979, pp. 71-78, ofreciendo, además, la traducción, del árabe, aunque la castellana, a nuestro juicio, sea menos correcta. 462 463
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Documento bilingüe de 1268 por el que personeros de Alcaraz compran a Aboaballa el señorio de Sierra, que el rey le concedió.
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Aunque poco después, en los años ochenta, Alcaraz perdería no solamente Sierra, sino también Tobarra, como podremos ver, y aunque las mismas ferias no alcanzaron jamás el desarrollo que parece pretende el privilegio, es de creer que el comercio, las mestas y las nuevas aldeas orientales fueron muy importantes para su economía comercial y pecuaria, ya de por sí importante, por cuanto la extensión del dilatado término, incluso recortado, permite todavía la trashumancia interna, como ocurría en Cuenca466, pero ahora aumentada con la nueva salida hacia la gran cañada entre La Mancha y Murcia. Ya en 1271 un alcalde de mesta, Ibáñez o Yuannes de Alcaraz (en representación, seguramente, de Bendición de una feria medieval. Miniatura francesa. todos los señores de ganado de esta población), junto a los de Alarcón, Huete y otros concejos, establecía un pacto con un Domingo Bru, avecindado en Murcia, que habrá de construir un puente en el Segura, cobrando una res por millar de cabezas que pasaran por él hacia el extremo467. Ello muestra a las claras que el trasiego pecuario se ha consolidado, e incluso va en aumento. Y hay que recordar que todo esto sucede antes de la creación formal por la Corona del Honrado Concejo de la Mesta, lo que al menos indica que Alcaraz estaba a la cabeza de esta nueva tendencia, que tan amplio futuro habría de tener. Pero ya por entonces la nobleza, apremiada por sus necesidades económicas, una vez acabadas las guerras de conquista y la entrega de rentas y grandes propiedades como “heredamientos”, veía con recelo la tendencia del rey a crear nuevas pueblas, incluso realizando nuevos repartimientos, en distintos lugares. Su descontento estaba a punto de estallar, y con él las tensiones que dentro de las villas había acumulado la presencia del fuero y las autoridades alfonsíes. Se trata de intereses a veces contrapuestos, a veces coincidentes, pero siempre impregnados, como ha visto Ladero468, de “una concepción del poder político muy distinta de la que pretendía el Rey Sabio”. Y con ello, la crisis estaba ya servida.
R. Pastor, Conflictos… p. 195. Señala con acierto la trashumancia interna del ganado conquense de las sierras del norte a los llanos de Iniesta, desde donde –añadimos– podían enlazar con la vía del Júcar y con la gran cañada de La Mancha a Murcia. 467 R. Serra, Estudios de Historia de Murcia, pp. 12-13. 468 M. A. Ladero, “La hacienda real castellana durante el siglo XIII”, p. 248. 466
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ALCARAZ Y LA CRISIS ALFONSÍ: DEVOLUCIÓN DEL FUERO Y ADICIONES AL MISMO
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Parece que a principios de los años setenta Alcaraz comenzaba a encarrilarse en unas coordenadas económicas totalmente distintas a las de la conquista, que tal vez incluyeran, junto con el comercio y la ganadería, una reactivación de las actividades agrícolas del término. Un término al que ahora se han incorporado las aldeas segregadas por Fernando III en sus años más jóvenes y devueltas por él a mediados de siglo, y otras que no lo fueron, como Sierra, comprada al moro Aboaballa, o Tobarra y Riópar, que se integran ahora como compensación de las que se perdieron (Gorgojí y Villanueva) o como donación, quizá relacionada con la despoblación de las sierras del Mundo y el Guadalimar y el apaciguamiento de las viejas querellas con la Orden de Santiago. Sin embargo, el progreso se reduce a las capas más altas de una sociedad que se va anquilosando, en gran parte debido a la hiperprotección de la caballería frente a los menestrales y el común de vecinos (al fin y al cabo, el rey, pese a ser rupturista en su política, tampoco se desprende del modelo mental del feudalismo, que reproducirá en sus relaciones con sus propios vasallos de las villas, postergando al común no militar). Además, Alcaraz, por su carácter de zona de montaña y su clima extremado, por la falta de mano de obra musulmana y la misma estructura de una propiedad latifundista que no admite reformas, no puede competir en atractivo con otras poblaciones que se están repoblando por entonces. A este respecto es muy significativo el hecho de que aquí no tengamos noticias de un repartimiento de tierras posterior a los de la conquista, cuando en Murcia y en Lorca, por ejemplo, se hacen tres o cuatro. Incluso puede ser que algunos caballeros de los que en un principio se habían asentado en aldeas del término, ahora controladas por las autoridades de Alcaraz, o aquellos que no optaron por la vinculación al servicio real y pudieron sentirse marginados, piensen también en irse a las nuevas conquistas de Andalucía y Murcia. Por ejemplo, un Ibáñez de Alcaraz, al que Lomax469 encuentra en los repartimientos de Sevilla, o cierto “don” Ibáñez de Munera al que vemos en Lorca junto a otros inmigrantes procedentes de esta misma aldea. Un dato de interés, sobre todo sabiendo que este apellido, Ibáñez (o Yuannes o Iuannez), ya destaca en la época en la misma Alcaraz y en sus aldeas de toda la comarca de Munera, Lezuza y El Bonillo, donde pervivirá en la Cañada Ibáñez, la laguna llamada Peribáñez, e incluso en la familia de los Hernandibáñez, que aún conoceremos a comienzos del siglo XVI. En efecto, vecinos no sólo de Alcaraz, sino de sus aldeas y de otras del entorno, y no sólo personas de humilde condición, marchan a probar suerte en los repartimientos que se hacen de nuevo en toda Andalucía y en el reino de Murcia. En el de Lorca vemos, además del Ibáñez de Munera del que hemos hablado, y otro Ibáñez que es hijo de Domingo Riópar470, a cierto Juan Martínez de Alcaraz (otras veces llamado “de Munera”), un Andrés de Alcaraz, un Miguel de Alcaraz y su padre Domingo de Alcaraz, otro Juan de Alcaraz (que recibe dos caballerías y media), un tal Pedro Serrano de Munera
D. W. Lomax, “Apostillas…” p. 22. Un nombre que, por cierto, queda en la toponimia de Alcaraz, en la rada de Domingo Riopal, que cita Alfonso X, y que es la Hoya de Riópar que existe todavía cerca de Molinicos y Horno Ciego. Véase lo referente al amojonamiento alfonsí de 1272 en este mismo libro. 469 470
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y su hija doña Olalla, un Ramón Boniol, que acaso es de El Bonillo –aunque, con ese nombre, es más fácil que sea de Buñol– y Aparicio y María de Riopal, Pascuala de Bogarra, Mateo de Balazote y la mujer de Domingo Esteban de Las Peñas471. Algunos son personas de cierta calidad, a juzgar por el título de “don”, y quizá algunas viudas, pues abundan también los femeninos y las “mujeres de...” Otros son menestrales, como cierto “Aparicio de Alcaraz, maestro de las siellas”472 –un indicio posible de cierta decadencia de la caballería, que hace que se marchen fabricantes de sillas de montar– y no faltan las gentes dedicadas de manera casi profesional a la pequeña guerra fronteriza, que en Alcaraz ya apenas rendía beneficios, pero en Lorca seguía produciéndolos473. Parece, en todo caso, que hay emigración, pero probablemente más importante aún pudiera ser el número de los que ni siquiera vendrán a establecerse en una población donde las perspectivas de progreso y enriquecimiento estan muy limitadas; y menos todavía en un momento en que toda Castilla, pero en particular la tierra al sur del Tajo, empieza a presentar claros indicios de incapacidad repobladora por falta de efectivos. Se ha dicho muchas veces, y con toda razón, que Sevilla y su tierra, por ejemplo, se repueblan mucho antes que los llanos manchegos, conquistados prácticamente al tiempo, y Lomax474 atestigua este mismo fenómeno en tierras santiaguistas de Montiel y Segura (aunque en parte atribuye esta debilidad y atraso demográfico a la “voracidad” de Ximénez de Rada, que disuadió a la orden de construir iglesias, cosa muy discutible). Por eso, aunque Alcaraz estaba ya poblada –parece ser la única población importante en un radio de más de cien kilómetros– y quizá este fenómeno no es tan visible en ella, la citada carencia de nuevos pobladores sí pudo haber tenido efectos en su término, sobre todo en la sierra, donde faltan los moros y no llegan cristianos, y de la que quizá por esta misma causa hay muy pocas noticias. Son las contradicciones de un reinado en que empieza a entrar en crisis la sociedad feudal, y aunque al principio puedan beneficiar al menos a una parte de los alcaraceños, a medio y largo plazo serán perjudiciales para la mayoría o la totalidad, y determinarán una gran división entre sus habitantes y entre el conjunto de éstos y todos los concejos y poderes vecinos. La larga estancia en Murcia de Alfonso X el Sabio, en 1271–momento en el que pudo visitar Alcaraz una vez más, y quizá otros concejos de la Mancha Oriental– y en los primeros meses del año que siguió, le daría ocasión de apartarse algún tiempo del ambiente de traición y miserias cortesanas que empezaba a rodearle, y tomarse unas buenas vacaciones rumiando su nostalgia por los tiempos pasados. Recelando, quizá, que no habría de tardar en llegar la tormenta, se ocupó mientras tanto de la caballería de Alcaraz –población que quizá visitó en este tiempo475– a la que a mediados de abril daría un privilegio concediendo exención de pecho y fonsadera, aunque no de monedas, a “todos los cavalleros vezinos e moradores en la villa de Alcaraz de la çerca adentro... que estudieren guisados de cavallos e de armas... que ayan todos escusados según los han los cavalleros de guerra por el previllegio que les nos dimos”476. Es decir, privilegios que vienen a otorgar a la caballería de alarde alcaraceña ventajas semejantes a las de la pequeña nobleza militar, con el triple objetivo de restar J. Torres Fontes, Repartimiento de Lorca. Murcia, 1977, p. 9-12, 40, 44, 47. J. Torres Fontes, Repartimiento de Lorca. Murcia, 1977, p. 47. 473 Por ejemplo, un vecino de Lorca, Nicolás de Alcaraz, que sin duda procede de esta localidad, relata que salió con otros dos, Juan y Don Ibáñez, a cazar algún moro en la Sierra de Cabrera, pero cuando ya habían cautivado a dos de ellos se vieron rodeados en la Fuente de Pulpí por catorce almogávares de Vera que “veníen de correr”, los cuales los vendieron a su vez como esclavos en esta población almeriense. J. Torres Fontes, Repartimiento de Lorca, p. 112. 474 D. W. Lomax, “El arzobispo...” p. 27. 475 M. González Jiménez, Alfonso X el Sabio, p. 229 y 242, sugiere alguna estancia en Jaén o Alcaraz hacia fines de marzo o comienzos de abril de 1271, pues hay en esas fechas un hiato pronunciado de documentación que se puede explicar por este viaje, y a continuación distintos privilegios a favor de la caballería de Alcaraz –15 de abril– y de la catedral de Jaén y la villa de Úbeda. Pero acaso también pudo estar esos días ocupado en La Mancha, donde concederá algunos privilegios a Chinchilla y a la villa de Ves (fuero de Cuenca) en febrero de 1272. A. Pretel Marín, Conquista… Docs. 19-23. 476 A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” Doc. 2, pp. 225-226. Se pregunta esta autora, y con razón, si la cita que hacemos de este documento, con fecha 11 de abril de 1271, en nuestro libro Conquista y primeros intentos de repoblación... p. 247, se debe a algún error, o si es otro distinto. En efecto, se trata de un error. 471 472
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adhesiones entre ella a los nobles, ganarse la lealtad de estos villanos ricos, y aumentar la potencia militar de la villa ante una previsible rebelión nobiliaria. No está claro que ya en aquellas fechas supiera don Alfonso de la conspiración de su hermano Felipe y de los nobles para alzarse contra él, y menos todavía de que éstos hubieran entablado contactos con la caballería de las villas contra el Fuero Real y el autoritarismo de su promulgador; pero no cabe duda de que el rey sí los tuvo con los procuradores de Alcaraz, que además de ventajas de carácter fiscal pedirían su apoyo para el mantenimiento de su término y la devolución de su fuero anterior. Peticiones que éste tendría que aceptar, en momentos tan críticos, intentando ganar las simpatías de aquel grupo social, tan importante desde el punto de vista militar, aun cuando su pericia fuera muy inferior a la de la pequeña nobleza de linaje. Quizá por esta causa, y a modo Privilegio rodado de 1272 por el que Alfonso X devuelve a Alcaraz las franquezas de Cuenca y hace algunas mercedes para que se repueble. de anticipo de lo que pronto haría de modo general, en el último día de febrero de 1272477, que sería 29, y no 28, al ser año bisiesto, como advierte Ballesteros Beretta478, decidió devolver a los alcaraceños “las franquezas que el conçeio de Cuenca solien auer en el su fuero que ante auien”. Con ellas devolvía, sin entrar en detalles, el disfrute del término que otorgó Alfonso VIII y confirmó su nieto, añadiendo, de forma muy significativa,“…que aquellos terminos que se deuen labrar e poblar que los pueblen, e que faga cada vno en lo suyo e de lo suyo todo lo que quisiera, en guisa que non faga danno nin tuerto a otro ninguno; e todo omne que touiere casa poblada dentro de los muros de la villa de Alcaraz, que no peche en ningun pecho, si no fuere en las lauores de las torres e los muros de la villa e su termino, pero los caualleros que touieren dentro en la villa casas pobladas e cauallo que uala treynta marauedis o mas, que no pechen en ninguna destas cosas sobredichas en ningund tienpo, e que escusen de pecho a sus paniaguados e sus amos e sus aportellados segund los escusaron fasta aquí los vezinos de Cuenca”. Es una confesión del fracaso alfonsí en sus intentos de implantar y extender su propio fuero, y una devolución no declarada del que tuvo la villa durante los reinados de sus predecesores, o al menos de la parte que más interesaba a la caballería479; pero al tiempo es también una matización importante del mismo y tal vez un intento de salvar los derechos o intereses creados del patriciado urbano desJ. Roudil (Les fueros... p. 8) creyó perdido en la Guerra Civil este documento del Archivo de Alcaraz, que citaba Urueña y Smenjaud. Sin embargo, existe todavía. Lo hemos publicado en Alcaraz, un enclave... Doc. VII, y ahora lo ofrecemos en el Nº 24 de nuestra Selección Documental, al final de estas páginas. Lo transcribe también A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” Nº 7, pp. 232-234. Roudil lo interpretó como devolución del derecho de Cuenca, y supuso –esta vez equivocadamente– que Bartolomé de Uceda, que dice traducir el fuero al castellano a finales de siglo (1296), pudiera comenzar a hacerlo en estas fechas. En realidad, el rey encarga esta tarea a su legista Millán Pérez de Ayllón, en 1272, como podremos ver, por lo que se podría sospechar que la labor de Uceda no fuera más allá de copiar la versión que Pérez de Ayllón había hecho un cuarto de siglo antes. 478 A. Ballesteros Beretta, Alfonso X el Sabio, Barcelona, 1961, p. 546. 479 M. Peset, “Los fueros de la frontera...” p. 37. 477
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cendiente de los beneficiarios de los repartimientos, y no forzosamente vinculado al monarca, ante la ineludible tarea de poblar y aumentar las aldeas, atraer inmigrantes a la villa y a la vez evitar el debilitamiento de la caballería. Por ello se refuerza la antigua prohibición de que “ningun realengo non pase a abadengo nin a omes de orden ni religión por compras ni por mandamientos ni por camios ni en ninguna manera que seer pueda”; prohibición que protege al concejo y a la población en general frente a las ambiciones de las órdenes y de los eclesiásticos. Y al tiempo se reitera la exención de portazgo –ahora solamente al sur del río Tajo– con excepción de Murcia, Sevilla y Toledo. Además, frente al pecho y los servicios, cada vez más gravosos480, el rey devolverá la exención de pechar, excepto en las labores de los muros y torres de la villa y su término, a todos los que vivan dentro de las murallas, añadiendo que quienes mantuvieran caballo de valor superior a 30 maravedís estarían exentos también de estos impuestos y podrían excusar a todas las personas dependientes de ellos. Un derecho que luego sería matizado por el propio monarca para evitar abusos481, pero que de momento consolida el poder de este grupo social, que convierte el alfoz en un conjunto de grandes propiedades afectas a vecinos de la misma Alcaraz, cuyos repobladores les quedan sometidos de manera directa y personal. El mismo documento les consiente que “todos aquellos que estudieren o moraren en las casas o en las heredades de los vezinos de Alcaraz que touieren casas pobladas dentro de los muros de la villa que sean uassallos del sennor de la heredat do moraren o do estudieren, e a el respondan con pecho e fazendera, assi como fue en Cuenca fasta aquí”. A juzgar por el párrafo anterior, parece que no son sólo los caballeros los que se benefician de esta concesión, sino cualquier vecino que viva entre los muros; pero otros documentos de aquellas mismas fechas matizan claramente que se trata de aquellos que mantengan caballo, sin contar con que pocos serían los vecinos que tuvieran vasallos y heredades si no formaban parte de la caballería. Además, por entonces prácticamente sólo vive dentro del cerco el sector más “honrado” de la elite local, y no hay gran diferencia entre los “hombres buenos”, que no están obligados a mantener caballo, pero pueden comprarlo cuando así les convenga, y los que los mantienen durante todo el año. Elite que, además, se ve beneficiada con el cobro del siedmo (una séptima parte) del importe total de pechos y pedidos que pudieran cobrarse en la villa y su término, “assy commo el rey don Alfonso nuestro visauuelo lo ouo dado a los de Cuenca”; aunque –añade el monarca– “de tal manera ge lo otorgamos que lo podamos nos parar [¿de la manera?] que veamos que será mas a nuestro seruiçio” 482. Como se puede ver, el rey impone el diezmo –que no estaba en el fuero, aunque sí aparece en los de Úbeda y Baeza, de la misma familia483– pero lo acompaña de una concesión a todos los vecinos que vivieran dentro de la ciudad (que no en las aldeas ni en el arrabal), lo que convierte a éstos en co-beneficiarios de la recaudación. Hacia febrero o marzo de 1272, en otro documento que sólo conocemos por una transcripción bastante posterior484, Alfonso X ordena al legista Millán Pérez de Ayllón “que faga romançar este fuero e ponga e mejore en el todas aquellas leyes que los mensajeros del conçejo de Alcaraz entendieren que seran mas a su pro, por que los que ouieren de judgar puedan mas de ligero librar los pleytos”. Se refiere, obviamente, al derecho de Cuenca, pero modificado y con aportaciones de los mismos vecinos de Alcaraz, convertidos así en “colegisladores”, dicho sea con todas las cautelas que el empleo hiperbólico del vocablo merece. Algo que, a nuestro juicio, dota a este documento de interés especial, que rebasa con mucho el ámbito local. Y todo ello en el año en que Craddock485 supone que comienza la M. Asenjo González, “Fiscalidad regia…” p. 79. El inventario de 1496 habla de “otro preuillejo pequenno commo el rey don Alfonso mando pechar a los amos e a los otros criados de los caualleros, fecha mill e trezientos e diez e nueue annos” (A. Pretel Marín, Una ciudad... p. 324) y en efecto tenemos un traslado de la carta de 8 de mayo de 1281 –verlo en la Selección Documental al final de este libro– que no impide del todo, pero sí que restringe el disfrute de dichos privilegios a quienes a su vez cumplan las condiciones. 482 A. Pretel Marín, Una ciudad… p. 149, Doc. VIII. Confirmación de Alfonso X de privilegios de Fernando IV. 483 Parece que en principio se lo reserva el rey, aunque luego lo cede. M. Peset, “Los fueros de la frontera...” p. 41. 484 Véase el documento al final de este libro en nuestra Selección Documental, Nº 36. 485 J. Craddock, “La cronología de las obras legislativas de Alfonso X” A.H.D.E., 6 (1981), pp. 386-387. 480 481
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nueva redacción del Fuero Real, que a lo mejor no es tal, sino sólo unas “leyes”, como las de Alcaraz, que intentan completar y homogeneizar los fueros anteriores. Desde luego, el Real estaba fracasando estrepitosamente en casi todo el reino, y el rey se debatía en sus contradicciones, intentando implantarlo todavía en unas poblaciones, mientras que en otras muchas se veía forzado a restaurar el derecho de Cuenca para ganar adeptos frente a la indisciplina de los grandes, que a su vez exigían una vuelta al Fuero de Castilla. En estas adiciones hechas a sugerencia de sus procuradores debe de estar, sin duda, el origen de muchas, si no todas, las “leyes” sobre guarda de montes que aparecen después añadidas al fuero de Alcaraz, y puede que de otras, también del siglo XIII, sobre el procedimiento de adquirir propiedad en las roturaciones de terrenos incultos, de que a continuación habremos de ocuparnos. Leyes, probablemente, que el rey conocería y autorizaría durante su estancia en Alcaraz, a finales de junio de 1272, aunque en las circunstancias en que ésta se produce es bastante dudoso que pudiera ocuparse del asunto. Leyes que, en todo caso, fueron “incorporadas” en el libro del Fuero que otorgó Alfonso VIII, junto a la carta de éste en que se concedió y una relación de mojones del término que después confirmó Alfonso X y que prácticamente serán los que Alcaraz mantenga ya en el resto de la Baja Edad Media. Casi doscientos años después de que el monarca permitiera estos cambios y aclarara los límites del alfoz concejil, el 28 de enero de 1461, un Juan Ruiz de Alcalá, como procurador síndico del común, solicita al alcalde nombrado en la ciudad por el corregidor don Lope de Mendoza que abra información, preguntando a vecinos distinguidos si “el libro de fuero que ante el auia presentado sy era el fuero original donde esta çibdad esta situada e por cuyas leyes e ordenanças e fueros se libran los pleytos asy çeuiles como criminales en la dicha çibdad e su tierra, e asy mismo la dicha carta del dicho sennor rey don Alfonso e leyes en el encorporadas que fablan de los dichos terminos e limites e mojones en ella declarados, que de muchos tienpos aca que memoria de omnes non es en contrario syenpre se an guardado e se guardan e vsan continuadamente syn perturbación nin contradiçion alguna”; y siendo la respuesta unánime al respecto, se hace sacar de él un traslado parcial, “por el dicho libro oreginal e fuero e leyes e cartas del dicho sennor rey ser tan grandes y prolixa escriptura e tal que non lo podría leuar a cada parte a lo mostrar e presentar en guarda e fauor del derecho de la dicha çibdad e comun della e de su tierra”486. Como se puede ver, las leyes sugeridas por los alcaraceños fueron “incorporadas” al código foral devuelto el mismo año, y forman parte de él, junto con los mojones de un término menor que el que dio Alfonso VIII, pero que se ha “blindado” –como ahora se dice en relación a ciertos estatutos y normas autonómicas– definiendo sus límites en el libro del fuero. Alfonso X emplea la misma redacción que usó su bisabuelo, concediendo “…a todos los que moran e moraren en Alcaraz, e a los que de aquí en adelante vernan morar, Alcaraz con todas sus aldeas e con todos los términos sobre dichos, con montes, con fuentes, con pastos, con rios, con salinas, con venas de plata e de todo otro metal, que lo ayan libre e quito para sienpre jamas…” Pero es evidente que ese “los que moran” se puede interpretar –y se interpretará, por descontado– como “los caualleros e omnes bonos que moran dentro de los muros de la villa de Alcaraz”. Al menos, estos son los que luego veremos al frente del concejo y monopolizando todas las decisiones sobre el uso y disfrute de la tierra y sus rentas. No hay que creer, por tanto, que este privilegio beneficiara a todos, porque era muy difícil aspirar a vivir dentro de las murallas, y más aún poseer el caballo y las armas necesarias para participar en la elección de oficios. En lo que se refiere a las tierras del término, no cabe interpretar que la capacidad de hacer roturaciones alcanzara a todos ni a todos los rincones; primero porque ya estaban repartidas entre la oligarquía las mejores y más cercanas a la villa –aunque el fuero prevé que cualquier poblador pudiera hacerlo– y segundo porque era preferible el desarrollo de la ganadería al de la agricultura. Sin contar, claro está, con que el concejo –de cuya dirección se ha exceptuado a la menestralía y a las clases modestas– intentará frenarlas mediante subterfugios, añadidos al fuero o interpretaciones restrictivas del mismo. Algo que se percibe como casi evidente en las citadas “leyes”. Arch. Mun. Murcia, Cart. Real. 1391-1412, Fols. 5-6. Documento transcrito en nuestra Selección Documental (Nº 36) al final de estas páginas. 486
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En efecto, si el fuero de Alcaraz seguía protegiendo los derechos de las comunidades aldeanas, a cuyos moradores no podía negarse que roturaran tierras hasta entonces incultas, “con aradro o con açada”487, o bien, como señala la ordenanza, “a reja yunta e pala de azadón”, el concejo impondrá restricciones mayores a estas actividades manteniendo las dehesas acotadas, declarando otras nuevas, y exigiendo que las roturaciones se hagan de la manera más costosa y difícil, lo que de hecho equivale casi a un prohibición, como muy bien ha visto Isabel García Díaz488. Estas imposiciones, so pretexto de “mejorar” el fuero en aquellos aspectos menos desarrollados, se hacen por ordenanzas del juez y los alcaldes, que en parte se acumulan al final aquél código –sin duda el añadido de Pérez de Ayllón, que pudo haber servido de modelo, pues también aparece en otros fueros de la misma familia– y en parte son escritas en “leyes” diferentes, que no hemos encontrado en el texto foral, aunque no descartamos que estuvieran en él en versiones perdidas. Leyes, que, desde luego, acompañan al fuero y aclaran los aspectos que en él no se detallan, y que son revisadas con el tiempo por el propio concejo para actualizar las sanciones y multas, pero sin variar la esencia de la norma. Un desarrollo, claro, mucho más cicatero en su espíritu, que intenta regular las relaciones entre los ganaderos y los agricultores, casi siempre en perjuicio de los últimos, y que restringe el fuero sin faltar a su letra (de hecho, en la creencia popular, se tiende a confundir a estas leyes con “el fuero a que esta villa está poblada”, cosa que solamente responde a la verdad porque el rey autoriza el añadido y porque se contienen en el mismo becerro). Conservamos algunas de estas “leyes”, que habrían de inspirar las ordenanzas de montes de Alcaraz a lo largo de toda la Baja Edad Media, en un ordenamiento de la misma ciudad489 y en otras que se insertan al principio de un cuaderno de normas de la caballería de la sierra del castillo de Peñas de San Pedro (una aldea que entonces no era aún de Alcaraz, pero no tardará en caer en su poder y tomará el modelo jurídico de ésta490). En ellas hay preceptos que aparecen, como ya queda dicho, en las últimas páginas del fuero de Alcaraz (traducido al romance a finales del XIII), como pronunciamiento del juez y los alcaldes (no ya de Alfonso VIII, por lo que es de pensar que sean añadidos). Por ejemplo, el que exige que cada San Miguel las aldeas envíen a la villa un caballero y un alcalde a jurar (se supone que a hacer un pleito homenaje plenamente feudal, como luego veremos era norma todavía a comienzos del siglo XVI), a los cuales se otorga responsabilidad en la guarda de montes y pinares. También se reproducen, aunque a veces con penas algo más elevadas (200 mencales en lugar de 60, etc.) las que hablan del castigo de quienes provocaran incendios en los montes o sacaran madera o corteza de árboles, o a los que labraran el ejido de la villa o aldeas. Pero también hay otras de las que el mismo fuero –o la ampliación escrita en sus últimas páginas– no nos daba noticia; sobre todo las que hablan “sobre el arronper y paniaguar” y establecen las Alfonso X el Sabio. Miniatura que ilustra las Cantigas. normas de las roturaciones, en parte similares a BNE, Mss 17799, Fol. 10 v. Roudil, Les fueros... p. 108. I. García Díaz, Agricultura, Ganadería y bosque. La explotación económica de la Tierra de Alcaraz (1475-1530). IEA, Albacete, 1987, p. 51. 489 Transcripción en I. García Díaz, Agricultura... pp. 108-109. 490 Arch. Mun. Peñas de San Pedro, Nº 26. Cuaderno de 30 de mayo de 1596 que traslada a su vez otro traslado de 29 de diciembre de 1558, recogiendo las ordenanzas de 29 de septiembre de 1545, y al principio de ellas algunas ordenanzas antiguas de Alcaraz, que son del siglo XIII, pues incluso el importe de las multas se expresa unas veces en maravedíes y otras en mencales, al igual que en el fuero. Parcialmente editado en nuestro artículo “Conflictos de interés…”, pp. 270-273, ahora lo ofrecemos en nuestra Selección Documental, Nº 35. El cuaderno completo se publica en el libro, El castillo de Peñas de San Pedro… Doc. 37. 487 488
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la antigua presura, aunque más sometidas al control del concejo. Puede que todas ellas formaran un conjunto de “leyes” añadidas al fuero, que solamente en parte quedarán recogidas en el de Alcaraz y en otros semejantes, lo que acaso pudiera contestar muchas de las preguntas que se hacen Peset y Gutiérrez Cuadrado en torno a los orígenes de algunas adiciones a los fueros de Úbeda, Alcázar y Alarcón, que tienen semejanzas, y también divergencias, con el que comentamos491. Aunque merecería más detenido estudio, diremos solamente que qualquier morador de la villa y aldeas podría roturar –“arromper”– nuevas tierras “a rexa yunta e pala de açadon conforme a las ordenanças”, no haciéndolo en majadas o ejidos concejiles, en lo cual no se hace sino ratificar lo que mandaba el fuero. Sin embargo, se hacen ciertas matizaciones: no se podrá empezar otra roturación mientras no haya acabado la primera, ni cercar la heredad; si se le da una reja (una labranza) se tendrá posesión –no propiedad– por el plazo de un año, y si le dieran dos, serán dos años más492. La propiedad se adquiere, “conforme al fuero a que esta villa esta poblada”, sembrándola de pan, “…y siendo senbrada, puesto caso que coxga o no, en tal caso gane la propiedad de ella para sienpre xamas e sea suya e de sus herederos e pueda hazer della como de cosa propia suya conforme al dicho fuero”. Sin embargo, el fuero original493 únicamente hablaba de que “el arrotura que cada uno fuera de exido o de rayz agena fiziere sea firme”, de que quienes tuvieran raíz en Alcaraz pudieran empeñarla o venderla (salvo a “omnes de orden que dexan el sieglo por seruir a Dios) y de posibles pleitos entre los litigantes por una propiedad; pero no de la forma de adquirirla. El Fuero de Alcaraz (BNE, Mss 1799) transcrito por Roudil (Les fueros... pp. 585-589) y ahora por Ayllón y Carrilero, ofrece este añadido, que entendemos debe corresponder a la versión romance –primera traducción, antes de la que hace Bartolomé de Uceda en 1296– basada en sugerencias de Alcaraz y encargada a Millán Pérez de Ayllón hacia 1272, a raíz de la devolución a esta localidad del derecho conquense. Por eso suponemos fuera esta versión –y los ordenamientos o leyes de Alcaraz– la que sirve de pauta para los otros fueros, o que responde, al menos, a un modelo común basado en el de Cuenca y en las aportaciones que pudieran hacer diferentes concejos. El añadido que hace referencia a la guarda de montes y a la caballería de la sierra aparece también en el título XCIII del de Úbeda (M. Peset y J. Gutiérrez Cuadrado, Fuero de Úbeda, pp. 405-406). Sin embargo, en ninguno, ni siquiera en el fuero de Alcaraz traducido a finales de este siglo por Bartolomé de Uceda, aparecen las leyes referentes a las rozas y al modo de adquirir propiedad de las tierras abiertas, que pueden ser también de esas mismas fechas, o algo posteriores, y que pudiera ser el “modelo común” que buscaban Peset y Gutiérrez Cuadrado, cuando apuntan que el estema de los fueros de Cuenca se entrecruza hasta llegar a Alcaraz (p.142). Piensan que el de Alcaraz es traducción de Cuenca (p.108), pero que no procede directamente de éste (p. 112), aunque sí se percibe un parentesco a través del modelo conocido de Huete; y añaden una hipótesis del mayor interés: “es probable que ese texto no presentara la división en títulos y leyes o en libros y leyes, sino solo en leyes. Como Alarcón–Alcázar muestran huellas de Cuenca, no sabemos si el modelo de Alarcón-Alcázar y Zorita-Huete ya tenía las adiciones tipo Alcaraz y las suprimió en el modelo de Zorita y Huete, que sin duda llevó a cabo una reorganización e su modelo, o Alarcón y Alcázar se encontraron con un modelo contaminado, procedente a su vez de otro más general, de donde derivan Zorita-Huete, que no presentaban esas adiciones. Nos inclinamos por esta segunda hipótesis” (M. Peset y J. Gutiérrez Cuadrado, Fuero de Úbeda, p. 120). 492 “…que qual quier vezino que fuere de la dicha villa que quisiere arronper y arronpiere en los terminos della lo pueda hazer desta manera: que en qualquier tierra lleca fuera de exidos concexiles e de maxada según que adelante sera declarado lo pueda arronper a rexa yunta o pala de açadon conforme a las hordenanças, que no hagan çercados ni asurcados en manera de ensanchar mas e tomar, y que tome su avesana conviniente de çiento e veynte pasos y dende abaxo y que aquella labre hasta donde vbiere lugar de labrar, y no pueda enpeçar otra hasta ser acabada la primera; y lo que ansi arronpiere sea a rexa yunta y se entienda desta manera: que el que le diere vna rexa yunta commo es dicho goze de la tal tierra por posesion vn anno, y que se entienda que el dicho anno e tienpo que se le a de guardarse hasta en fin del mes de março del anno primero que viene despues que ansi lo vbiere arronpido; y si en el dicho anno le diere dos rexas, que se entendera ençima de la rexa yunta que lo arronpio otra rexa yunta, que le sea guardada por tienpo de otros dos annos por esta orden suso dicha; y que qual quiera que asi arronpiere e labrare como dicho es que adquiera posesion de la tal tierra que ansi labrare e abriere y la pueda vender la dicha posesion dentro el termino suso dicho con tanto que el que la conprare sea obligado a hazer las diligençias que son dichas para que pueda ganar la propiedad de la tal tierra como adelante se dira, por manera que si arronpiere antes del dia de Anno Nuevo y le dieren vna rexa yunta a de gozar de aquí a en fin de março del anno que luego viniere; y si lo arronpiere despues del dicho dia de Anno Nuevo que es en prençipio del mes de enero de cada vn anno que pueda gozar de la dicha posesion con solamente vna rexa todo el anno en que lo arronpiere hasta en fin del mes de março del otro anno luego siguiente que viniere apres del que lo arronpio”. 493 BNE, Mss 17799, Fol. 12 v. Roudil, Les fueros... pp. 100-105 y 112. 491
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Sin duda, la ordenanza es posterior al fuero, y tiende al desarrollo de un precepto genérico. Ésta ha de ser la “ley” a la que luego habrán de referirse las citadas ordenanzas de Alcaraz del siglo XVI al decir que “ay vna ley del fuero desta çivdad que los vezinos desta çiudad e de su tierra puedan arronper para senbrar a reja yunta e pala de açadon en todos sus terminos sin pena ninguna”494. Una ley que regula, pero también recorta, el derecho de los nuevos colonos y de los aldeanos para beneficiar a la villa en conjunto y a sus caballeros y dueños de ganado muy en particular. Y es que los caballeros villanos de Alcaraz tienden a comportarse igual que la nobleza, muy poco partidaria de estimular las pueblas que, con tiempo, pudieran hacerse independientes y mermar sus derechos colectivos. Aparte de que ya es difícil hallar nuevos repobladores, no soplan buenos vientos para la creación de nuevas poblaciones, ni siquiera de aldeas en los términos de las que existen ya conforme dice el fuero, con sus propios concejos semiautónomos capaces de ayudar a vigilar el término y otorgar y quitar propiedades a quienes desatiendan los trabajos de reparo de acequias495. Las ciudades y villas tienden a funcionar como unos señoríos colectivos en los que enfranquecer a las aldeas y dotarlas de término significa restar privilegios e ingresos al común ciudadano y al concejo. En el caso concreto de Alcaraz, parece que se dieron todavía excepciones, como la de Munera, a la que se devuelve en agosto de 1272 la dehesa que pocos años antes le habían revocado496; o Tobarra, que, siendo aldea de Alcaraz, parece conservar su término apartado y hasta tener algún poblamiento cristiano (en 1269, Chinchilla había partido sus términos con ambas, pero por separado, y el amojonamiento de Alcaraz en 1272 no incluye el de Tobarra, aunque sí que sabemos que seguía siendo aldea), así como un concejo con cierta autonomía497, aunque no tardará en independizarse, acaso a consecuencia del confuso período de conflictos y guerras que dan fin al reinado. Pero nada sabemos sobre las relaciones del concejo matriz con aldeas como Riópar, que antes fue independiente, o Bogarra y Paterna, que se sitúan dentro del espacio destinado a dehesa, y puede que por ello se hubieran despoblado. Ni siquiera tenemos documentos que nos digan si existe población en lugares bastantes más propicios, como son los cercanos al Campo de Montiel (Sotuélamos, Lezuza, Pinilla...), en donde sí la vemos en el siglo siguiente.
La torre de Lezuza, en mitad de la antigua ciudad de Libisosa.
Salinas de Pinilla. Vista parcial.
I. García Díaz, Agricultura... pp. 50-51 y 116. “…quando quier que las acequias sean derronpidas, restauren las e refagan las los sennores d’aquellas que fueren en las uegas de las acequias; e aquellos que las no quisieren refazer, pierdan sus heredades las que alli ouieren e los conceios de las aldeas den las heredades a otros pobladores…” 496 A. Pretel Marín, Conquista... p 281-282. Ver nuestra Selección Documental, Nº 27. 497 Un “Pedro de Tovarra, aldea de Alcaraz” declara que en 1282, cuando iba con cartas del concejo de Tobarra al de Murcia, le capturó en el puerto de la Mala Mujer una tropa de moros al mando de Zaén. J. Torres Fontes, Repartimiento de Lorca, p. 113. 494 495
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El final de la larga estancia en Murcia de Alfonso X el Sabio, con alguna excursión hasta Alicante para una entrevista con su suegro, estuvo ensombrecido por la preocupación del malestar creciente que los nobles sembraban contra ambos. Pretendiendo privarles del apoyo de Muhammad I de Granada, que a su vez parecía estar en tratos con los benimerines, Alfonso concertó con éste una entrevista, a celebrar en Jaén, y el 16 de junio de 1272 salió para Alcaraz, donde ya le encontramos siete días después, dando dos privilegios a Cieza y Cartagena los días 23 y 25 de junio498. Aquí se detendrá seguramente hasta fines de mes, esperando el momento de acudir a Jaén, y quizá en estos días de la que al parecer es su última visita a la villa que estamos estudiando pudo tener contacto con la caballería y las autoridades de la localidad, que debían de estarle agradecidas por la devolución reciente de su fuero y el aseguramiento de su término frente a sus vecindades. Incluso pudo ver las “leyes” añadidas a la nueva versión romance de este código, aunque es de pensar que hubiera poco tiempo para estos menesteres. En efecto, la crónica nos dice que “seyendo en Alcaraz llegaron y cartas del infante don Ferrando e del infante don Manuel, que eran en Seuilla, en que enbiauan dezir que eran pasados grand conpanna de moros de allen mar por que enviara el rey de Granada, e que auian corrido la tierra e muertos e catiuados muchos omnes, e que combatieron el castillo de Bejer e que leuaron y ganados e todo lo que fallaron”. Y por esta razón, sintiéndose engañado, el rey ya no acudió al encuentro acordado con Muhammad I: envió sus mensajeros “a todos los de la frontera, que fiziesen guerra al rey de Granada”, y salió para Huete, donde está entre los días 5 y 8 de julio, intentando evitar la rebelión de los grandes señores, aliados con los moros, que le inquietaban más que los daños de éstos, con cartas que apelaban –obviamente, sin ningún resultado– a su triple deber de caballeros, patriotas y cristianos499. Un viaje, sin embargo, medido y sosegado, como si le asustara el tener que hacer frente a tantos ricoshombres y a su propio hermano, el infante Felipe, que estaba a la cabeza de la conspiración. Estando aún en Huete, y sin duda atendiendo peticiones que hubiera recibido en su reciente estancia, el rey otorgaría a la caballería de Alcaraz, y en sendos privilegios dados el mismo día –martes 5 de julio500– las viejas exenciones de pechos y pedidos, incluido esta vez el servicio que estaba pagando a la sazón el resto de su tierra, y el derecho a excusar a paniaguados y ayos de sus hijos. Lo curioso del caso es que en uno de ellos se refiere “a todos los vezinos que son cavalleros e moraren en la villa de Alcaraz de los muros adentro”, que quedan excusados de pecho y pedido; mientras que en el segundo se hace esta merced “a todos los cavalleros que moraren en la villa de los muros adentro y estuvieren guisados de cavallos y armas y aguardaren la escribanía del conçejo, que sean quitos para siempre de todo pecho e de todo pedido e del serviçio que nos prometieron a dar por toda la tierra; e por hazer más bien e merçed a ellos y a todos los otros cavalleros que moraren en el arrabal y estuvieren guisados de cavallos y armas y aguardaren la senna, asi commo dicho es, quitamos este serviçio a sus amos y a todos su paniaguados por toda via, asy como son libres de todos los otros pechos por el previllegio de las franquezas que les nos diemos”. Derechos que, además, se extienden a sus viudas y huérfanos menores, “hijos de caballeros, tanbien de la villa commo del arrabal, que estuvieren sus maridos e sus padres guisados de cavallos e armas en su vida e al tienpo que finaren”. Aunque parece claro que lo que se pretende es primar sobre todo a la caballería de verdad, la que tiene sus armas y caballo, viva o no entre los muros, al tiempo que halagar e institucionalizar a este grupo social próximo a la nobleza –pese a no tener títulos, sí comparte con ella privilegios y se J. Torres Fontes, CODOM, III, Doc. CXXVII. A. Ballesteros Beretta, Alfonso X… p. 1101. A. Ballesteros Beretta, Alfonso X… p. 560. M. González Jiménez, Alfonso X el Sabio, pp. 236-237. 500 A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” Nº 4 y 5, pp. 229-231, transcribe dos traslados de sendos privilegios, uno de ellos rodado, que Alfonso X da en Huete, martes 5 de julio de 1272, excusando de pechos a la caballería que posea caballo y viva entre los muros, aguardando la seña, aunque parece extiende el mismo privilegio a los del arrabal que posean las mismas condiciones. No estamos muy seguros de su interpretación, pero no cabe duda de que había cierta rivalidad entre los caballeros de la villa y los del arrabal, que en este caso pierde mucha de su importancia, porque lo que interesa a quien da el privilegio es reforzar ambos ante la perspectiva de un enfrentamiento con la caballería de linaje y con los ricoshombres. Ofrecemos ahora los dos textos, tomados de esta autora, en nuestra Selección Documental, Nº 25 y 26. 498 499
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aparta del resto de vecinos– como ha señalado Adelina Romero, el hecho de que haya documentos distintos en una misma fecha y el matiz que introduce la diferenciación entre los caballeros que aguardaban la seña y los que aspiraban a dicha escribanía, permiten suponer cierta rivalidad entre los que residen fuera y dentro del muro, que el monarca suaviza concediendo privilegios a todos. Pero esto no hizo sino extender a todos el deseo –casi necesidad, para no cargar solos con pechos y pedidos– de obtener semejantes privilegios. Nueve años después, el concejo, “por si e por los de los pueblos”, se quejaba al monarca de la mengua de las recaudaciones, pues desde que empezó a cogerse el servicio los pecheros más ricos “se entraron a morar a la villa por razon de los previllegios por escusar los mis pechos”, mientras que “ay cavalleros que toman escusados de mayor contia de quanto yo mande por mi carta”, y otros no mantienen las armas y caballo a que están obligados por la exención de pechos. Pero además se dice que “ay cavalleros ensennoreados que toman los escusados e no quieren aguardar la senna con el conçejo quando va en mio serviçio”; lo que acaso pudiera referirse a que han comenzado a ennoblecerse y rehúsan servir al rey con el concejo501. Semejantes abusos de una merced real otorgada en momentos de extrema gravedad, y sin duda la pérdida de rentas y el colapso fiscal que estaba produciéndose con semejantes prácticas, harán que el rey atienda esta solicitud y excluya del disfrute de dichos privilegios, nueve años después de haberlos otorgado, a quienes no cumplieran todas las condiciones, limitando hasta 100 maravedís la cuantía mayor del paniaguado que hubiera de excusarse, así como a tres años la exención de los huérfanos de caballeros muertos, y ordenando un alarde en cada San Miguel para la exhibición pública de las armas y caballos o potros de la caballería; todo ello –se dice– “en guisa que se me non yermen los mios pechos nin se me enbien mas querellar sobre esta razon” 502. Pero, por el momento, la gran preocupación eran los ricoshombres, que se reúnen en Lerma poco antes de enfrentarse al monarca en las Cortes de Burgos, donde piden la vuelta a los fueros de tiempos de su padre y de su bisabuelo. La presencia entre ellos de algunos caballeros villanos conocidos contribuyó, sin duda, a que el rey intentara soslayar una posible alianza de los dos colectivos, que sin duda tendría nefastas consecuencias para su autoridad. Para ello estará dispuesto a acrecentar los viejos privilegios de la caballería y los concejos para restar apoyo a aquellos sediciosos y ganarlos, en cambio para su propia causa. Y aun cuando a largo plazo trajera más problemas, esta nueva política pudo dar resultados y aumentar el apoyo de las oligarquías a la causa real. En los meses siguientes, el fracaso de las negociaciones y los tensos debates de las cortes de Burgos, en septiembre y octubre de 1272, llevaron al monarca a ceder en su empeño y autorizar la vuelta a sus antiguos fueros –o a los privilegios que los complementaban– a distintos concejos, como Soria, Madrid, Cuenca, Sepúlveda, Baeza, Úbeda o Ávila, aunque sin derogar expresamente el suyo en la gran mayoría de los casos503. Con ello no logró desactivar la traición de los nobles, que a finales de año acabaron por marcharse a Granada –quizá por Alcaraz, como se ha sugerido504– robando y saqueando a su paso numerosos lugares indefensos; pero sí les privó, por el momento, del apoyo que hubieran hallado en las ciudades, consiguió conjurar la actitud poco clara del maestre de Santiago y
No sabemos muy bien si esta expresión alude a que se han hecho “señores” de las gentes que viven en sus fincas, o si más bien indica que se han hecho vasallos de un señor –que sería un ricohombre– o una orden militar, lo que sí explicaría que no quisieran ir al servicio del rey ni tuvieran derecho de entrar en el sorteo de los oficios de alcaldía y juzgado. 502 A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” pp. Nº 6, pp. 232-233. Documento de 8 de mayo de 1281. Hay traslado del siglo XVIII en el Archivo Municipal de Alcaraz, que ofrecemos también transcrito en nuestra Selección Documental, Nº 28. 503 M. González Jiménez, “Sobre fueros…” p. 19. M. González Jiménez, “La creación del derecho local…” p. 137. 504 M. González Jiménez, Alfonso X el Sabio, p. 254. Ya muy cerca de Úbeda, en Sabiote, salieron a su encuentro el infante heredero, don Fernando, y su tío Manuel, con los maestres de las tres órdenes militares y hasta cuatro obispos, que intentaron en vano disuadirles. Pero no se menciona más detalle sobre su itinerario. Sabiote está muy cerca de Torreperogil y de la ruta de Alcaraz a Granada por Baeza y Jaén; pero también se puede acceder a este punto por la de Santisteban. 501
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del de Calatrava –en los que el rey ya no volverá a confiar505– y tal vez aplazó por una década la crisis que al final determino su ruina. El profesor González Jiménez se plantea si estas devoluciones de los fueros conquenses significan la marcha atrás del rey respecto a su política anterior, y concluye que no, pues añade a los viejos priCaballeros de Uclés y Calatrava, y ejército cristiano con auxiliares moros. vilegios los que él mismo otorgo, incluido el propio fuero. En el caso concreto de Alcaraz, que es un poco anterior, como dijimos, pudiera parecer que lo que se devuelve son sólo “las franquezas que el conçeio de Cuenca solien aver en el su fuero que ante auien”, pero por esas fechas se hace alusión también a los fueros que dieron a Alcaraz su padre y bisabuelo, y lo que luego vemos confirmado, traducido al romance y mencionado en varias ocasiones, es el fuero de Cuenca que otorgó Alfonso VIII. Sin embargo, sabemos que se añaden variantes y ampliaciones otorgadas mediante privilegios, y con matizaciones posteriores como la que revoca la exención de pechar a los criados y demás paniaguados de quienes residieran de los muros adentro y tuvieran caballo si no cumplen fielmente todas las condiciones. Además, se incorpora al gobierno local a un representante (en una carta, el rey alude “a los alcaldes e el juez de Alcaraz e al home que estubiere por mi”), que sin duda será un alcalde del rey, y un antecedente del “justiçia por mi y en Alcaraz” que encontraremos a finales de siglo, cuya sola presencia contradice el fuero primitivo, y que percibe un sueldo a costa del concejo. Por lo tanto, es posible que, en efecto, se trate de una devolución muy matizada y muy condicionada por las nuevas mercedes, que pueden ocultar –o suavizar– recortes para adaptar la ley a unos nuevos tiempos. De la misma manera, como podremos ver, el rey confirma el término que dio su bisabuelo al naciente concejo de Alcaraz, pero al fijar sus límites definitivamente reduce su perímetro de manera notable, como podremos ver, sin que en ningún momento se haga referencia a la gran diCaballeros cristianos. Cantigas alfonsíes. ferencia entre el viejo y el nuevo. En su carta a su hijo Fernando de La Cerda, el rey le pone en guardia contra la hipocresía del maestre de Santiago y la vinculación del calatravo al linaje de Haro, y pensando tal vez en la experiencia de Fernando III, de quien sin duda oyó quejas en tal sentido, expresa claramente las razones de los nobles rebeldes: “…porque querían tener syenpre los reyes apremiados e lleuar dellos lo suyo pesándoles e buscando carreras por do los deseredasen e los deshonrasen, como lo buscaron aquellos que dellos vienen; et asy como los reyes criaron a ellos punaron ellos de los descriar e tollerles los reynos, algunos dellos seyendo ninnos…” Crónica de Alfonso X, Ed. y estudio de M. González Jiménez, Murcia, 1999, pp. 145-146. M. González Jiménez, “Alfonso X y las órdenes militares”, p. 215. M. González Jiménez, “Los hombres del rey…”, p. 379. M. A. Ladero Quesada, “La hacienda real…” p. 248. Por su parte, J. A. García de Cortázar, “De las conquistas fernandinas a la madurez política…” p. 40-41, señala que de forma todavía no explícita, a partir de estas fechas, las órdenes cambiaron su política de colaboración y fueron acercándose al grupo de los nobles, al que se adherirán en 1282. 505
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EL DESLINDE ALFONSÍ DEL NUEVO TÉRMINO
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Como hemos señalado, el privilegio de fecha 29 de febrero de 1272 que devuelve a Alcaraz las franquezas de Cuenca le reintegra también “todos sus terminos que Alcaraz ha, con montes, con fuentes, con rios, con pastos […] assi commo ge los dio el rey don Alfonso nuestro visauuelo e ge los otorgo el rey don Ferrando nuestro padre, e segund que ellos los ouieron despues aca”. Un párrafo habitual en las confirmaciones, pero que en este caso entrañaba inevitablemente una contradicción: el término entregado por Alfonso VIII era mucho mayor que el que la villa tiene en tiempos del Rey Sabio, y ni siquiera en éste faltaban las fricciones con los concejos y ordenes del entorno inmediato. Por eso, en otra carta que pudiera datarse aproximadamente hacia las mismas fechas506, el rey rectificaba de manera sutil. Por una parte, dice conocer “fueros e preuillejos del mucho alto rey don Alfonso mi visabuelo e del muy noble e mucho alto e mucho onrrado rey don Ferrando mio padre, en que dieron e otorgaron al conçejo de Alcaraz e pora syenpre las villas e sus aldeas con todos sus terminos, sobre los quales terminos han muy grandes contiendas con las hordenes de santiago e Sant Juan e con los conçejos de Alarcón e de Chinchilla”.…” Y como consecuencia, tras haber consultado con su hermano, el infante don Manuel, el maestre Pelay Pérez, el leal repostero Enrique Pérez de Arana y Alfonso García, adelantado en el reino de Murcia, y ciertos “caualleros e otros omnes bonos de Alcaraz e de Alarcón e de Chinchilla, sabidores de la tierra”, procedía a fijar “nuevamente” los límites, con la intención expresa de que “los de Alcaraz ayan paz e abenençia entre sy con todas sus vezindades”. La expresión “nuevamente” maravilla por su deliberada ambigüedad, porque puede entenderse que se hace otra vez la concesión para evitar problemas y reforzar la antigua, pero también –y es el sentido correcto– que hace una nueva, en términos distintos. Una sola palabra servirá en este caso para revalidar los antiguos derechos de Alcaraz, legalizando al tiempo, sin duda con acuerdo y por consentimiento de las partes, el recorte efectivo de los mismos, que ahora pasarán a escribirse en el fuero para mayor firmeza, pues al tiempo que el rey mandaba traducirlo y “mejorar” las leyes que los representantes de Alcaraz sugirieran, ordenaba a Millán Pérez de Ayllón “que ponga en este fuero todos los mojones nonbrados e por nonbrar segund que lo acorde con los antedichos, los quales mojones son aquestos...” Y sigue una larguísima relación de linderos, que solamente en parte vienen a coincidir con los de Alfonso VIII, pues el término antiguo ha sido recortado de forma sustancial por las sentencias de Fernando III y otros avatares.
Publicamos el texto, que carece de fecha, en nuestro libro Alcaraz, un enclave castellano en la frontera del siglo XIII, Albacete, 1974, p. 150-154, Doc. IX. Entonces lo datábamos aproximadamente entre 1272 y 1275, y más tarde (Conquista... p. 206) entre fines de 1271 y los primeros meses de 1272. Hoy creemos que sea de febrero o marzo de 1272, pues se encarga a Millán Pérez de Ayllón de verter al romance el fuero antiguo –devuelto a finales de febrero– y sabemos que éste acompañaba en Murcia al rey don Alfonso. No mucho más allá, pues también aparece como adelantado Alfonso García de Villamayor, que duró poco tiempo en el oficio, en el que acaso cesa a principios de marzo. Junto a él aparece Enrique Pérez de Arana, que tomará el relevo en el cargo en este mismo año (J. Torres Fontes, Documentos de Fernando IV, CODOM V, p. XVIII-XIX). Ahora lo ofrecemos en nuestra Selección Documental (Nº 36), al final de este libro. 506
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Sin duda, la sentencia de Alfonso X el Sabio podría interpretarse como una concesión a la orden de Santiago, la gran beneficiaria de esta reducción del alfoz de Alcaraz; pero en nuestra opinión es todo lo contrario: un modo de evitar que el concejo perdiera lo que aún conservaba y un freno a la política de expansión de los freires a costa del realengo. Como se ha señalado, de estos años data el comienzo del mal entendimiento entre el rey y unas órdenes –muy en particular la del maestre Pelay Pérez Correa, a quien Alfonso X llega a acusar de hipócrita en algunos escritos dirigidos a su hijo– que cada vez servían menos a la función para la que nacieron, pues se iban convirtiendo en grandes señoríos con las mismas tendencias de los nobles507. Y también un impulso a la reactivación del poblamiento de un término aún poco habitado, tarea que exigía una visión realista por parte del concejo, y una relación distinta entre la villa y las pocas aldeas que seguían pobladas. En esa dirección pudiera ir, por ejemplo, el reconocimiento en agosto de 1272 de la dehesa que algunos años antes se había revocado a Munera con la insólita excusa de que la antigua carta en que se concedía estaba “vieja e carcomida” 508. El nuevo territorio, mucho más recortado al Oeste y al Norte, y puede que en el sur, donde ya no parece que se incluya el término de Albánchez, incorpora, no obstante, los que fueron de Riópar y Cotillas. Quizá valga la pena repasar los mojones, con ayuda del mapa de las páginas 188-189, planteando de paso unas cuantas cuestiones de interés en que no reparamos cuando, hace treinta años intentamos su identificación sin demasiado acierto en algunos de ellos. El documento dice: “…El primer mojon el mojon de la Cabeça Gorda509, que es mojon e parte termino entre Alcaraz e Letur e Yeste, e dende adelante como salle al varranco de la Penna Ruuia e a la cabeçuela de los Vannos de la Penna Ruuia510, e dende adelante al forno del Foyo Çiego511, e dende adelante a la cabeçuela mas alta de los Casarejos512, e derechamiente dende adelante como va al agua del arroyon de las Caraueruelas513, e dende adelante commo va en su derechera al fondo de la rada de Domingo Riopal514 e salle al carril de los Alcornocales de los Xarales, derecho por el carril que deçiende de la Torre del Escudero515 e da en el Torre del Escudero. M. González Jiménez, Alfonso X el Sabio, p. 404, y “Alfonso X y las órdenes militares. Historia de un desencuentro”, pp.209-221. 508 A. Pretel Marín, Conquista... Doc. 24. Véase en nuestro apéndice, Doc. 27. 509 Actual Cabeza Alcalde, unos 6 Km. al norte de Letur y entre Peñarrubia y Elche de La Sierra. 510 Peña Rubia, al oeste de la Cabeza Alcalde. 511 Horno Ciego, algo al norte del actual Pantano de La Fuensanta. 512 Quizá Casica Caída, junto a La Cacarucha, entre Royo Morote de Arriba y Horno Ciego. 513 Hay uno de ese nombre que va por el cortijo de La Capellanía, ya en término de Yeste, pero es de pensar que se refiera a la rambla o barranco de Horno Ciego, que va a la Hoya de Riópar. 514 Quizá la Horadada de la Hoya de Riópar, al norte de Horno Ciego, cerca de El Morcillar y Molinicos, y al oeste de la Umbría y el Puerto del Pino. 515 Es la que da su nombre, al Llano de La Torre. Pudo ser en su día un nudo caminero, pues por allí pasaba el camino de Raspilla a Elche de La Sierra, que no es el aludido. Éste, denominado de los Alcornocales, daba en el arroyo de Torre Pedro, que en efecto se junta al del Colmenarejo (creemos que el actual Arroyo de Los Collados, que desagua en el Llano de la Torre). Documentos de Yeste hablan de propiedades de su iglesia en el “Collado de los Alcornocales” (M. Rodríguez Llopis, Conflictos fronterizos... p. 79). El Corral, por lo tanto, y el Colmenarejo, deberán situarse cerca del caserío actual de Los Collados, donde termina hoy –pero quizá no entonces, puesto que hay un carril por la montaña– la carretera que enlaza con la que va de Riópar a Elche de La Sierra a través de Mesones y el puerto de El Peralejo. Puede que El Peralejo, y Los Pardales no sean sino rastros toponímicos de un antiguo barid –camino, en árabe– aunque esto, claro está, sólo es una hipótesis. 507
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arroyo que salle de la Torre Peydro516 e se ayunta al arroyon del Colmenarejo e da en el carril e va arroyon arriba fasta el corral, e como vierten las aguas, e da en el collado cabero del alcornocal catante a Raspiella517, e dende adelante en su derechera como va al mojon que esta ençima del puerto de la Çelada de Benfeta518, e dende adelante a la cannada del Avellado519, e por la cumbre cómo se parte520el camyno que viene a Riopal e va a Cotiellas; e dende adelante a la Fuente Pennilla521 por la cunbre allende la majada de Martín Pastor522, e dende adelante al Hituero catante a Castro Vayona, e adelante en su derechera al puerto de las Salinas de Alcaraz catante a Castro Vayona e subiente a la Cabeça de Testiellos catante al río de Syles…”
Torre Pedro, no lejos del actual Molinicos.
Hoyo Guarde, los Chorros, nacimiento del Mundo.
Torre Pedro, no lejos y al oeste del actual Molinicos. El “Arroyo de Torre Pedro” lleva desde esta torre al límite actual, en el Collado del Hondo. 517 Raspilla, aldea de Yeste, en la Loma Pelada, frente al Calar del Mundo. El collado quizá puede ser el del Hondo, donde están el Arroyo del Collado y el de Torre Pedro, y donde parten hoy Yeste con Molinicos, que era de Alcaraz. Sin embargo, muy cerca también existen otros, como los de La Hoya y del Fresno, cerca del caserío de “Los Collados” y el paraje llamado “Los Carriles”, junto a la carretera y el carril que van a las Quebradas y Torre de Raspilla. 518 Se trata del actual Collado de La Celada, cerca las Quebradas de Raspilla y el denominado Monte de Los Collados, por donde corre hoy el límite con Yeste. El arroyo Celada –“Celada del Bufete” en el Libro de La Montería– nace en las cercanías del Cerro de los Tornajos y la Fuente del Buitre, y va a dar en el Mundo en el molino de ese mismo nombre, enfrente de Mesones. Aunque tampoco faltan los buitres en la zona, y aunque esto sólo sea una especulación, los topónimos “Buitre” y “Bufete” o “Buhete” pudieran ser quizás sendas deformaciones de un bawayb o buwayb, que significa “puerto”, y que en otros lugares se convierte en un “Buey”. 519 Existe una cañada de del Avellano bastante más al sur, entre Jaén y Albacete, donde el Tus se introduce en esta última. Pero ya no sabemos si se refiere a ésta, no como un mojón, sino indicando la dirección final de esta mojonera, o si puede tratarse de otro nombre de la de Los Mojones, que tiene su comienzo en el Calar del Mundo, entre Las Raigadas y el Puntal del Poyo de Cotillas. 520 De la misma cañada de Los Mojones, y cerca de la Fuente de la Raigada parte hoy un camino que va por arroyo de la Puerta a enlazar con la actual carretera de Siles a Riópar. Del mismo punto parte otro camino a Riópar, siguiendo la Cañada de Los Mojones, que se ve interrumpido delante de la cueva de Los Chorros (paraje de Hoyo Garde, Hoyoguarde o Royoguarda), en el que se sitúa el Faŷŷ al-Ma`din (Angostura o Garganta de la Mina) que describe al-Zuhrí como el inconfundible nacimiento del Mundo, cerca del nacimiento del río Guadalimar. Es lógico pensar que el nombre medieval cristiano de Hoyo Guarde venga de Gar, o “cueva”, aunque también pudiera proceder de ga’ur, “oculto o subterráneo”, pues había la creencia de que parte del agua se hundía bajo tierra y volvía a surgir poco después. E. Terés, Materiales... p. 197, señala que Al-Idrisí da también al Guadiana este otro nombre, Al-Ga’ur, debido justamente a esta característica. Por su parte, Vallvé (La división… p 154) recuerda que Madoz, en el siglo pasado, situaba el nacimiento en la Fuente del Espino, en lo alto del cerro del Calar, y decía que apenas a unos 200 pasos las aguas se infiltraban e iban a salir muy aumentadas por la cueva llamada de Los Chorros). 521 Aunque este topónimo abunda demasiado, sobre todo en las fuentes, creemos que la Fuente Pinilla es la del mismo nombre que en la relación de la villa de Yeste se cita como límite entre Alcaraz y Yeste y las tierras de Siles, en Segura. Un amojonamiento entre Yeste y Segura de 1325 (M. Rodríguez Llopis, Conflictos fronterizos... p. 118) sitúa este fuente como primer mojón. Pudiera situarse hacia el norte del cerro de Pinilla, donde fluye la fuente llamada Peñamel, donde nace el arroyo Colladillos, cerca de Covatillas y de la Umbría de Angulo y el mojón de las Cruces, que separa las tierras de Alcaraz de las de Yeste y Siles. Pero también pudiera ser la Fuente del Espino, ya citada, que E. Pérez de Pareja (Op. Cit. p. 25) identifica con la de Oyoguardia: esa “maravillosa fuente de Oyoguardia, llamada también de El Espino, en el calar de un río llamado Mundo”, aunque para mayor exactitud habría que situarla en mitad del Calar, un kilómetro al este de la cueva de Los Chorros, y entre ésta y el Cerro de Las Cruces. 522 La de Martín pastor pudiera ser la Majada del Soto, en el valle del río de Cotillas, o quizás el llamado Majadal de la Cumbre, al norte de Río Frío. 516
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TÉRMINO CONCEDIDO A ALCARAZ POR ALFONSO VIII EN 1213-1214. Discurre desde el límite con el Eznavejor a la Sierra del Puerto Buen Varón, la Sierra Calameña y Gúzques, Sierra de las Piliellas, Los Pexines y la Sierra del Mundo al Collado entre Torres y Albánchez.
EL TÉRMINO SEGÚN EL AMOJONAMIENTO DE ALFONSO X EL SABIO EN 1272. De la Cabeza Gorda va a la Peña Rubia, Horno Ciego, Rada Domingo Riópar, Carril de la Torre del Escudero, arroyo de Torre Pedro, Collado enfrente de Raspilla, Puerto de la Celada, Camino de Riópar y Cotillas, Fuente Penilla, Hituero, Cabeza de Testiellos, Collado del Mercador, Camino de la Covatilla a Siles, Cabezuela Rubia, Arroyón de las Cañadas, Junta de los ríos Vayona y Albaladejo, Camino de Turrruchel a Terrinches, Junta del Guadalmena y el río de Villanueva, Burgelista y río de Villanueva, río de Albaladejo, Camino de Odes, Camino de Turra a Cañamares, Enzina Fermosa, Fuente del Puerto, Laguna de Medio, Pozo el Cabalgador, Cañada de Torre Veçejate, Villar (Villarejo), Peña Rubia de las Mesas, Cabeza del Pinarejo, Atalayuela Blanquilla, Záncara frente al Quebrado (Santiago de la Torre), Majarahelín, Pozo Arenal, Villar de Guillamón, Pozo Minaya, La Coscoja, Espartosilla Fondonera, Losa Picada, Losa del Romeral, Argamasilla, Cañada del Quintanar, Fuente Felipe, Cabeza Mahomad, La Ventosa, Fuente del Pino, Pozuelo de Herroneal (La Herrería), Moriscote, Villarejo, Camino de Liétor, Rambla de Hyjar, Peña Tuerta, Alcadima, Madroñal, Calderón del Azebuche, Sierra Seca y Cabeza Gorda.
DIVISORIA DE TÉRMINO DE ALARCÓN Y UCLÉS EN 1241. Del mojón de la Sierra Jablameña va a los Hinojosos, al Campo del Aljibe, Las Mesas, Villarejo y Fuente del Espino.
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El Collado del Hondo.
Hasta aquí, los mojones que separan los términos de Alcaraz y de Yeste, de la orden de Santiago, que ya identificamos en su día con cierta exactitud –que no completo acierto– y que van entre el valle del Mundo y el del Tus, siguiendo más o menos la carretera actual de Elche de La Sierra a Peralta y las Casas del Pantano, y de allí en adelante la del valle del Tus hasta Raspilla. A partir del collado cercano a un alcornocal enfrente de esta aldea –que bien pudiera ser el Collado del Hondo o la aldea llamada Los Collados– siguen atravesando el monte del Calar en el que nace el Mundo, por encima de Tus, y limitan con Siles en la Umbría de Angulo, un estrecho pasillo, perteneciente a Riópar aún en nuestros días, que queda entre el actual término de Cotillas y el límite de Jaén. Desde allí llega al puerto inmediato al arroyo Celada –quizá el del Peralejo, que está al sur de Riópar y su aldea de Mesones, incluidas ya ambas en tierra de Alcaraz– y al camino de Riópar a Cotillas, que creemos será el de la carretera de Riópar a Siles. Por lo tanto, parece que el alfoz de Alcaraz incluye ya el de Riópar (que pasó a ser su aldea quince años atrás). En cuanto al de Cotillas (y el de Villaverde, que sería el del Pozo523), pueden caber más dudas, puesto que hay en la zona diferentes “Hitueros” (nombre que suele darse a las montañas altas que sirven de mojón). No hace mucho524 decíamos que el citado en la carta de Alfonso X el Sabio pudiera ser acaso el que conserva el nombre junto al actual Coti-
Vista de Los Collados desde el carril que conduce a Raspilla.
El Pozo (Villaverde), hundido entre los montes.
Riópar en el Catastro del Marqués de la Ensenada.
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sigs. 524
Nos extendemos más sobre estas cuestiones en el citado artículo “Despoblados y pueblas medievales…”, pp. 271 y Véase nuestro artículo “Despoblados y pueblas medievales…” pp. 271-282.
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llas, pues la expresión “catante a Castro Bayona525” no necesariamente indica cercanía, sino una orientación. Sin embargo, hoy creemos que el Hituero en cuestión estuviera situado junto a Castro Bayona, al sur de la llamada Dehesa de Santiago, o “de Las Covatillas”, que hoy comparten mancomunadamente Villaverde y Cotillas y donde hubo una antigua población que se consideraba como origen de ambas526. Precisamente allí, al sur de la Dehesa, junto a Los Enebrales y Las Talas, y en el límite actual de las provincias de Albacete y Jaén, encontramos un monte bien visible, de hasta 1144 metros, y entre éste y la Cotillas, el castillo y uno de los Hitueros. Loma del Salero, la llamada “Tinada del Lituero”, cuyo nombre creemos debe ser corrupción del ya citado Hituero. Suponemos, por tanto, que el denominado Puerto de Las Salinas de Alcaraz ha de ser el que lleva al “Salero” o “Salar” de Villaverde, en la misma Dehesa de Santiago, por donde va el “camino de Siles a Cotillas”, mencionado después (nótese que se llaman “Salinas de Alcaraz”, no de Cotillas, ni de La Covatilla, ni menos todavía de Villaverde, nombre que todavía tardaremos en ver). La llamada Cabeza de Testiellos ha de ser El Cabezo, entre el Guadalimar y el Río Frío, que efectivamente mira al río Carrizas, que comienza a formarse en el Collado López y se dirige a Siles. De donde concluimos Un cortijo en Río Frío. que Cotillas también quedaba en Alcaraz, y que la mojonera seguía en este tramo más o menos los límites actuales de Albacete y Jaén. Desde allí, el documento continúa: “…e dende adelante como va e deçiende al Collado del Mercador, e esta y mojon en el camino que va de la Covatiella a Syles527, e dende adelante a la CaCastro Bayona, hoy provincia de Jaén, a unos tres o cuatro kilómetros de Siles. No debe confundirse con la aldea y la dehesa de Bayona, en la misma provincia, pero algo más al Norte, cerca de Bienservida, aunque consideramos muy probable que ambas tomen su nombre de un antiguo topónimo extendido a toda la comarca. 526 Según la relación de Villaverde a Felipe II, “en la dehesa de Santiago, y a dicha una legua desta villa hazia el mediodia, ay unos edifiçios muy viejos y antiguos y una ermita que se dize San Llorente, la qual ermita por su antigüedad está muy vieja y se quiere dezir que de muy antiguo solía este pueblo y la villa de Cotillas estar allí, y que de causa de una fuente que está más arriba de la dicha hermita, y bebiendo los niños della se morian, de suerte que la gente no multiplicaba, se mudaron a esta villa do esta y la villa de Cotillas, media legua de esta villa do está dicho, y se dividieron, y ansi se dize que entonces se quedo aquella dehesa de Santiago por de ambas villas. Dizese que la ermita de señor Sant Llorente que esta allí era la yglesia mayor; desto no se puede tener çierta relaçion por la mucha antigüedad, mas de dezirlo el vulgo y averlo oydo dezir a los antiguos y mas ançianos, y que el pueblo se dezia entonçes alli Covatillas”. La misma relación añade que en la Dehesa de Santiago hay unas salinas –el famoso “Salero”– de las que se abastece la comarca. Véase A. Cebrián Abellán y J. Cano Valero, Relaciones topográficas... pp. 336-338. También lo indica así el mapa de Cotillas del famoso Catastro de Ensenada, que presenta el “Salero” dentro de la Dehesa de Santiago. 527 La Covatilla está en la mencionada dehesa de Santiago o Covatillas: según Ayllón Gutiérrez (“Presencia dominica en Alcaraz”, en II Congreso de Historia de Albacete, II, IEA, Albacete, 2002, p. 208), en 1472 Ruy González de Llerena cede a los dominicos de Alcaraz “la dehesa de La Covatilla, en los términos de Alcaraz y Villaverde”. Puede que el nombre tenga un origen común con el de “Covatillas”, e incluso el de “Cotillas”, que bien pudiera ser contracción del topónimo. La carretera actual que por Arroyo Frío va de Siles a Cotillas y Riópar, cruza el límite actual entre las dos provincias junto al Collado López, que bien pudiera ser ése del Mercador al que se refería el documento. 525
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Mapa de Villaverde en el Catastro de Ensenada. Hacia el Sur, el Salero y Dehesa de Santiago.
La Peña del Cabrón, o del Cambrón, desde El Bellotar.
beçuela Ruuia e al mojon del Atalayuela catante a Guadalimar, e dende adelante como pasa e da en el Arroyon de las Cannadas528, e en ese derecho como vierte las aguas e da en la Penna del Cabron529, e en ese derecho como da en la Penna Aguda catante al río de Vayona, e por la cumbre ayuso como vierten las aguas e deçiende en ese derecho al río sobre el Prado de Alcaraz, e el río ayuso fasta do se ayunta el río de Vayona e de Alualadejo, e dende adelante por la penna arriba commo vierten las aguas e va por el çerro de la Coscoja e da en el mojon entre amas las cabeças, e pasant a la otra cabeça, dende adelante como deçiende al mojon que esta en medio de la cannada de la Nava (¿Navaja?), y dende adelante a la Penna Aguda como va al Colmenar e da en el camino que va de Torrechiel a Terrinches, e por el camino adelante como va al fituero catante a la yunta de los rios de Guadarmena e del rio de Villanueva…” Si bien tiene topónimos que son inconfundibles, este trecho plantea algún problema de identificación, y sin duda notables diferencias respecto a los mojones que otorgó Alfonso VIII después de la conquista. Las integración de Albánchez, en la nueva encomienda de Segura, y la nueva inclusión de los concejos de Riópar y Cotillas en la jurisdicción concejil de Alcaraz, ha provocado cambios muy significativos, como la amputación del término de Albánchez –al menos, lo que hoy es de Villarrodrigo– y puede que algún otro de menor relevancia, como el que acaso afecta al “Haza de Cotillas”. Parece que Albánchez –que creemos pudo estar hacia Villarrodrigo, aunque no descartamos que estuviera más hacia Bienservida– ha entrado en un proceso de creciente abandono, que habrá de terminar con su despoblación en beneficio de “Torres de Albánchez”, que heredará hasta el nombre530. En su lugar veremos la llamada “Dehesa de Albaladejo” o “El Albaladejuelo” –actual Villarrodrigo– y los El Arroyón de Las Cañadas, que conserva este nombre, comienza en el cortijo de la Casa del Amo, no lejos de la Peña del Cambrón, y acaba en Las Cañadas del Señor, siguiendo luego al Norte por la Peña Lucena y el Collado de Piedra. Por tanto, hay un pedazo de la actual provincia de Jaén que en tiempos dependía de Alcaraz, y que aún lleva el nombre de Haza Alta de Cotillas, quizá porque en su día perteneció a este término, o por su cercanía. 529 Hoy Peña del Cambrón, donde históricamente limitaron los montes de Segura con Riópar y El Pozo. 530 Torres es repoblada en el siglo XIV con gente procedente del despoblado Albánchez (M. Rodríguez Llopis, Señoríos y feudalismo en el reino de Murcia, Murcia, 1986, p, 205) y de ahí su nombre actual, aunque antes se conoce solamente por Torres, o Torres de Segura. Sin embargo, ignoramos dónde estaba Albánchez. Suponemos que fuera en el Villarrodrigo actual, donde hay un torreón de apariencia antiquísima, y en cuyo término hubo un antiguo santuario de la Virgen de Albánchez o Albasánchez... Aunque tampoco puede descartarse del todo que fuera en Bienservida, donde aún quedan vestigios de una fortaleza que Amador Ruibal (Castillos de Albacete, Madrid, 1994, p. 30) supone musulmana (aunque en su Relación a Felipe II Bienservida sólo habla de la de Turruchel), o en sus proximidades. Por desgracia, esta zona no será repoblada definitivamente hasta fechas tardías, y aun entonces hay cambios de nombre y de lugar de los pocos lugares que van apareciendo. 528
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Torreón del Albadalejuelo (actual Villarrodrigo).
Torre de Bienservida. Restos del interior.
dos o tres “barrios” que más tarde se juntan para formar Bayonas, cerca de Bienservida, y aunque al menos sabemos que los nombres existen, pues se dan a los ríos de Bayonas y de Albaladejo, no sabemos si existen también las poblaciones en época alfonsí. En tierras de Alcaraz no tenemos tampoco todavía noticias de La Puebla, La Matilla y Cenilla, que serán precedentes de la actual Bienservida y de Villapalacios. Puede que la comarca estuviera vacía, tal vez a consecuencia de posibles presiones santiaguistas, que se repetirán en los siglos siguientes531. Pero parece ser que en época alfonsí los mojones ya siguen, más o menos, los límites actuales de Albacete y Jaén. Es difícil saber el punto exacto en que se situaba el llamado Collado del Mercador, del que solo sabemos que está en la carretera de Siles a Cotillas; pero es de creer que se ubique en el punto donde ésta atraviesa los actuales límites provinciales Un cortijo en los límites de Albacete y Jaén, (precisamente allí está el Collado López, junto a Castro Bayona. entre Castro Bayona y San Blas, cerca de donde “ay un castillo malparado e munchos çimientos de cal e canto de donde se denota aver avido poblaçion en tienpo de moros”). La Cabezuela Rubia es la de Moraleda, citada como tal en amojonamientos de fecha posterior, y el llamado Arroyón de Las Cañadas aún conserva el nombre, al igual que Tratamos de aclarar algo de estas cuestiones en el citado artículo “Despoblados y pueblas medievales…”, p. 265-279. Sin embargo, hoy creemos despejadas algunas de las dudas que entonces planteábamos. 531
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El Cambrón, desde Siles.
la Peña del Cabrón –hoy puritanamente llamada “del Cambrón”– inconfundible por su forma y su altura, que la hacen visible desde todos los puntos del contorno: “la qual es a manera de rueda de molino... y en lo alto de la Penna ay edifiçios viejos como antiguamente los moros se debieron de hacer fuertes... y de lo alto de la dicha peña se puede alcançar a ver en mas cantidad de veinticinco o treynta leguas”532, y famosa por ser límite conocido de Segura con Riópar y el término de El Pozo. Hasta aquí no hay problemas importantes de identificación. Sin embargo, a partir de esa “Peña Aguda”, que puede ser cualquiera de los montes que hay entre Villaverde y Bienservida (probablemente el pico del Padrón o La Sarga), la toponimia está deformada y confusa, ya que muchas aldeas han cambiado de nombre, incluso de lugar, o desaparecido, tal vez a consecuencia de las pugnas con la orden de Santiago, que aún se prolongarán en la Baja Edad Media. Lo único seguro es que el mojón antiguo del collado entre Torres y Albánchez queda ya muy al sur del límite alfonsí, que pudiera correr aproximadamente por el de las provincias actuales de Albacete y Jaén, como ocurre en los siglos XV y XVI, o quizá más al Norte, por el valle del río Turruchel. Hasta cabe pensar que fuera todavía un poco más al Norte, junto a Villapalacios, donde existe un “Prado de Alcaraz533” cuyo nombre coincide con
La dehesa del Oso y Peña del Cambrón desde la carretera de montaña de Onsares.
Bienservida, entre montes y la cumbre nevada del Padrón.
El solar donde estuvo el castillo de Villapalacios. Al fondo, cerro Vico.
Relación de Villaverde a Felipe II. A. Cebrián Abellán y J. Cano Valero, Relaciones topográficas de los pueblos del reino de Murcia, Murcia, 1992, p. 335. 533 Junto a Villapalacios, y un poco más al Norte de esta población, encontramos un “Prao de Alcaraz”, donde se han encontrado cerámica, monedas y sillares romanos. P. Montano Algaba, “Nuevos asentamientos romanos en Villapalacios: Matasancho y el Prao Alcaraz”,. en II Congreso de Historia de Albacete, I, pp.219-223. 532
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el del documento, pero a nuestro entender puede tratarse de otro con el mismo topónimo, y el citado en el límite alfonsí debería de estar cerca de Bienservida. Lo más probable es que el límite siguiera aproximadamente los actuales de Albacete y Jaén, pues a continuación del Prado de Alcaraz se menciona la junta del río de Bayonas –que es uno de los nombres del que nace cerca de Bienservida y va por Turruchel– con el de Albaladejo, que creemos sería el de Villarrodrigo (población conocida en la Baja Edad Media como Albaladejuelo de la Sierra, Relumbrar. Pilas Verdes, desde la carretera que conduce a Terrinches. aunque al parecer existió alguno más534). Esta unión se produce cerca de Turruchel y del actual límite provincial, pero a partir de aquí ya no identificamos los siguientes mojones (Cerro de la Coscoja, las Cabezas, Cañada de La Nava o Navaja, Peña Aguda como va al Colmenar), lo que hace problemático saber si continúa por el norte o el sur del río Turruchel. En el siglo XIV, en unos de los muchos altercados que surgen entre los santiaguistas y los representantes de Alcaraz, los primeBienservida y la vega de Bayonas. Detrás de la montaña está ros se empeñan en que el antiguo límite Villarrodrigo. estaba definido por los ríos de Bayona y Villanueva, lo que en principio deja dentro de la encomienda de Segura la llamada Dehesa de Pelaez –una faja de tierra al sur de dicho río y entre el término actual de Bienservida y el de Villarrodrigo– que en los mapas del siglo XVIII figura en Alcaraz y todavía hoy pertenece a Albacete; pero es de suponer esta afirmación, defendida con fuerzas y amenazas, no fuera muy exacta. Puede que en el origen de estas diferencias estuviera la desaparición del término de Albanchez, que integró en la encomienda la limítrofe “Dehesa de Albaladejo, que es en Val de Segura535”; pero Según R. Sanz Gamo (Cultura ibérica.... p. 75), en Cerro Vico hubo un poblado ibérico-romano llamado Albaladejo o Pico Hondonero. La Relación de Villapalacios a Felipe II menciona en dicho cerro una torre antiquísima, y atribuye al conde de Paredes, don Pedro Manrique, la construcción allí de otra fortaleza con torre de homenaje y cuatro torreones. Sería, en todo caso, una reconstrucción, pues Vico se abandona un siglo antes de que Pedro Manrique herede el señorío de estas poblaciones. Hoy se conserva el nombre solamente en el Albaladejo del Campo de Montiel, pero quizá también Villa-Palacios, y quizá la dehesa de Peláez, puede tomar su nombre de un “balat” o “balata” como los que producen de manera habitual los Albalates y los Albaladejos. 535 Libro de la Montería, Ed. de Gutiérrez de La Vega, Madrid, 1877. “Los fitueros de la dehesa de Albaladejo, que es en Val de Segura, et las Vecedillas, con la Foya del Oso, es buen monte de oso en verano. Et son las vocerías la vna Bayena ayuso fasta el Ojuelo de Bayona de la otra parte catante las cannadas de Donoria, et la otra por el carril de la Penna del Cabron fasta la Laguniella”. Dentro de lo posible –pues no es tarea fácil– tratamos de indagar sobre estas cuestiones en el citado artículo: “Despoblados y pueblas medievales…” pp. 274-284, aunque hoy descartamos muchas de las hipótesis que entonces formulábamos sobre estos topónimos. Los Hitueros, que a primera vista remiten a los montes de ese nombre en Cotillas, pudieran ser, más bien, algunos situados algo más al Oeste. El mapa del famoso Catastro de Ensenada muestra una “Vecedilla” hacia el nordeste del actual Villaverde, pero puede haber otras algo más al Oeste (¿cerca de Bienservida?); El Ojuelo de Bayona y La Hoya parecen situarse cerca del Bellotar, aunque no queda claro si al Norte o al Sur, y existen varias “hoyas” y “ojuelos” en la zona. La Peña del Cabrón es la actual del Cambrón, y esa Lagunilla será la del collado y el Río Lagunillas, entre ésta y la dehesa del Oso, al este de Onsares. 534
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la mojonera está ya definida en tiempos del Rey Sabio, aunque para nosotros sea difícil seguirla. Por eso es de creer que los enfrentamientos y pleitos posteriores sean sólo consecuencia del deseo de la orden de percibir el diezmo en esa estrecha faja y aprovechar el río para poner molinos u ocupar los que allí existían de antiguo (sabemos que después habrá pleito por ellos, que se ventilará a través de una compra: “robra de dos molinos que heran de Alualadejo de la Syerra, que los dio a Alcaraz”). Desde luego, Alcaraz mantuvo siempre que los límites iban “allende el dicho rio, e que asi lo vsaron siempre, e que podrien muy bien paresçer e se podrie muy bien yr escauar los dichos mojones cada que menester fuese”, y parece que al fin se salió con la suya, fundando La Matilla –que más tarde sería la actual Bienservida– aunque no sin debates y altercados con el comendador don Rodrigo Manrique, que hacia 1434 consiguió una sentencia favorable y una excomunión para los regidores de Alcaraz que no reconocían la autoridad del juez536.
Sierra del Relumbrar vista desde el castillo de Terrinches.
Turruchel. Al fondo, el Relumbrar y “Picos de Gualmena”.
El siguiente mojón del lindero alfonsí se encuentra en el camino de Terrinches a Turruchel, que es la carretera que desde Albaladejo –el de Ciudad Real– bordea el Relumbrar y cruza el Guadalmena entre el Cerro Jaroso y Lentiscares, pasa por Turruchel, rodeando por el norte la Dehesa de Peláez, y después se bifurca hacia Villarrodrigo y Bienservida. Turruchel y Terrinches son dos viejos poblados protegidos por sendas “turricellae”, de las que toman nombre537, dominando los dos caminos principales que van hacia Jaén por ambos lados del río Guadalmena, por la Puebla del Príncipe y por Puente de Génave. Y aunque al respecto cabe menor seguridad, parece que el Hituero que mira hacia la junta de los ríos Guadalmena y Villanueva pudiera ser el cerro de Cañada Conejo, o más bien el Jaroso o el del Cuarto Nuevo, más cerca de la junta y del límite actual de las provincias de Albacete y Jaén con Ciudad Real. Desde allí es más sencillo seguir la divisoria de Alcaraz y el Campo de Montiel, que se dirige al Norte, dejando Alba-
Sierra del Relumbrar desde un torreón de Albaladejo.
Véase nuestro artículo “Despoblados y pueblas medievales...” p. 275 y nota 217. Como ya señalamos, Bienservida dice en su relación a Felipe II que “ay rastro de vn edificio y solar de castillo que diçen de Turruchel, çerca de donde diçen los Canpos de Abentosa... Y en Terrinches aún queda una imponente torre rodeada por una barbacana, que se está restaurando. 536 537
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ladejo para los santiaguistas (su nombre medieval será precisamente el de “Albaladejo de los Freires”, quizá para evitar la confusión con el de Cerro Vico y el de Villarrodrigo), e incluyendo en cambio Villanueva en tierra de Alcaraz, conforme a la sentencia de Fernando III (aunque éste la entregó en agosto de 1248, junto con Gorgojí, a la orden de Santiago, parece que al final fue devuelta a Alcaraz, y acabó convirtiéndose en cabeza de una encomienda “atípica”, por cuanto la justicia y la guarda del término serían competencia del concejo de ésta, y los comendadores deberán limitarse al papel de administradores de los bienes de la orden538). Parece, en todo caso, que a partir Fortaleza de Albaladejo. de la junta del río Guadalmena con el de Villanueva, aproximadamente en el límite actual entre las tres provincias, el deslinde transcurre por parajes que hoy son ciudadrealenses, hasta las actuales lagunas de Ruidera y el camino de Torre Becejate, no lejos de Socuéllamos: “…e dende adelante como pasa al çerro catante a Burgelista539 e al rio de Villanueva, e por la cumbre y por las vertientes al arroyon que sale de Alvaladejo540, e en este derecho al mojon que esta çerca del camino que va de Villanueva a Alvaladejo541 e sube a la Atalaya Aguda; e dende adelante en su derecho commo da en el mojon de la muñeca en el camino que va a Odes542, e en su derecho al camino que va de Alcaraz a Montiel, en mannera que desde Villa Nueva fasta Montiel que sean quatro partes e que sean las tres partes de la Horden fasta Montiel, e la terçera parte de Alcaraz fasta Villa Nueva543; e en su derecho como da en el mojon que esta en el mojon en el camino que va de Turra, termino de Alcaraz544, a Cannamares, e derecha mente de mojon en mojon al Enzina Fermosa545 e a çerca del Molar, e en su derecho a la Fuente del Puerto546 e derecha A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, “Villanueva de la Fuente...”, p. 114. Hace años, y a raíz de las informaciones de un pastor amigo y buen conocedor de aquella zona, que hablaba de un paraje llamado Bojolista en la finca Berzares entre el Guadalmena y el río de Terrinches, situábamos allí a esta Burgelista, llamada Borralista –la raíz Bur o Burg indica, en todo caso, que se trata de una antigua torre– en otros documentos del mismo siglo XIII, y situada en otros de fecha posterior a una legua y media de Albaladejo y en la margen derecha del río Guadalmena. Según informaciones del siglo XVI era ya una dehesa dependiente de la gran encomienda de Segura (A. Pretel, Alcaraz, un enclave... p. 159. M. Corchado, Apuntes... p. 60 y 118). En efecto, los mapas actuales sitúan “Bujalista” entre Berzares y el Cerro Jaroso, cerca de un cortijo llamado La Encomienda. 540 Puede ser el arroyo de la Fuente de La Bola, afluente del río de Villanueva. 541 La “Cuesta del Mojón”, junto a la carretera y enfrente del cortijo Tarambana y Los Baños del Cristo. 542 Posiblemente, Odes es la actual Santa Cruz de Los Cáñamos, como quiere Corchado. El camino, por tanto, será el paralelo al de Albaladejo y Villanueva. 543 Se trata del camino que va por Povedilla y Villanueva, y de ésta a Montiel. El mojón, por lo tanto, puede estar hacia el cerro Agujeta y la Cabeza Rasa. 544 Mojón actual de los Derramaderos de Turra. 545 Se sitúa este mojón junto a Navalcaballo y el Pozo de La Vieja. 546 Es la Fuente del Puerco, o de La Puerca, entre las lagunas Blanca y del Concejo, cuyo nombre quizá proceda de una torre (burg o purg), más que de un jabalí o un puerto de montaña. Aparece citada por mojón en la sentencia de Fernando III de 1243: “e Turra es de Alcaraz; e desend adelante a la Fuente del Puerco el otro moion, e nenguno non la pueble; e dent adelante es moion la laguna de Enmedio...” En el Itinerario de Fernando Colón se dice que es la fuente donde nace el Guadiana. 538 539
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mente es mojon la laguna de Medio547, e en su derechera al Pozol Cabalgador548, al Lauajo termino, e dende adelante por la senda de la cannada de los ganados549 que va al çerriello çerca de la Torre Veçejate550e dende adelante salle al Villar, e en este derecho da en la Penna Ruuia de Las Mesas551…” Este último Villar, a nuestro juicio, tiene que ser por fuerza el Villarejo Rubio cedido a Sancho Sánchez, y el mismo que Alcaraz seguía reclamando hasta que la sentencia de 1243 lo adjudicó a los freires, aunque pronto podremos comprobar su recuperación por parte del concejo. La línea divisoria parece ir, por lo tanto, por El Puente medieval (hoy restaurado), del Paso de la Torre, cerca de Becejate, que se ve a duras penas a lo lejos. la senda o camino ganadero –Colada de Socuéllamos– que pasa por la casa del Vado de los Santos. Y aunque nos caben dudas de si la Peña Rubia de Las Mesas son las Mesas de Cuenca (Mesas Rubias) o algún punto cercano a “Las Mesas” y “Casas de Las Mesas” situadas al sur de las Casas del Vado y de Los Santos, hacia La Macatela y el Carril de Carretas, parece que el Villar está en el mismo límite o muy cerca de él. Parece, en todo caso, que hay un solo Villar, lo que tiene importancia si tenemos en cuenta la supuesta división ulterior de este territorio entre los villarejos de San Bartolomé y de San Nicolás, que son los precedentes de Socuéllamos y de Villarrobledo, como podremos ver. Del siguiente mojón en adelante hay algunos problemas, aunque parece claro lo esencial del trazado: el alfoz de Alcaraz incluía las tierras de El Provencio, llegando un poco al sur del actual Santiago de La Torre; descendía después, formando un ángulo, por el límite actual de las provincias, dejando fuera el término que hoy es de San Clemente, y volviendo a adentrarse en la de Cuenca para incorporar, al parecer, los que tienen las Casas de Los Pinos y Casas de Roldán. El documento dice: “…e dende adelante da en el Enzina de Los Ballesteros552 e a la Cabeça del Pinarejo553 e al Atalayuela Blanquiella554, e dende adelante al rio de Zancara ençima de las lauores del Quebrado termino de Alcaraz, e dende adelante a la Atalayuela de Majarahelín va por el camino derecho al pozo del Suponemos que sea la laguna del Rey, y que el mojón esté en el molino Ossero. Pozo El Cabalgador, situado no lejos de la sierra y rincón de este mismo nombre, entre Ciudad Real y Albacete. En el siglo XV todavía compartía un curato con la Fuente del Espino. Mª L. Guadalupe Beraza, Diezmos de la sede toledana y rentas de la mesa arzobispal (s. XV). Univ. de Salamanca, 1972, pp. 96-97. 549 Sin duda es la misma de Torre Vesejate y de La Perdigüela a la que se refiere M. Martínez Fronce, “Vertebración pecuaria...” p. 257. Desde el sur de Socuéllamos proseguía hacia el Norte, tal vez atravesando el puente de la Torre, cerca de Becejate, junto al cual existía todavía hace muy pocos años un tramo de empedrado. Es de crer que fuera una continuación de la “carrera” o calzada romana que venía de Alhambra y Ruidera. 550 Obviamente se trata de Torre Vesejate, Veceiat o Bezaiach, por citar sólo algunos de los nombres de este antiguo poblado al norte de Socuéllamos y junto al río Záncara, cuyo nombre real debe ser Veceiate o Beseiate –¿derivado quizá de un antiguo Basit?– aunque por su rareza se presta a confusiones. Como podremos ver, parece remontarse a tiempos visigodos o al imperio romano, y será cabecera de una nueva encomienda de la orden de Santiago antes de despoblarse por completo. 551 Aunque esta población tampoco está tan lejos, no creemos que se trate de Las Mesas de Cuenca, sino de otras situadas junto al Córcoles, a un par de Kms. al sur de Casas de Los Santos (el Villarejo Rubio), donde vemos las “Mesas” y “Casas de las Mesas”, junto al Cuarto de Doña Catalinas y el Carril de Carretas. 552 ¿El Cuarto de Carrascas, junto al Záncara y las Casas del Pino y Malagana? 553 ¿Actual Casas del Pino, cerca del río Záncara, o bien la del Pinar, junto a la cañada Valdelobos y el pico Calderones? 554 Quizá la Atalayuela al SW de El Provencio, situada entre el Záncara y la vereda de Socuéllamos, junto al Monte Negro. 547 548
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Arenal, e el pozo Mojon, e dende adelante al Pozo Seco en el Villar de Guillamon…” Como ya señaló Miguel Rodríguez Llopis555, El Quebrado es, sin duda, Santiago de La Torre (que tomará este nombre de la que se conserva todavía dentro de su castillo); y esa atalayuela de Majarahelín tiene que estar por fuerza en el Majarollín de nuestros días556. El Arenal del pozo que sirve de mojón no es fácil de encontrar, aunque cabe pensar que no estuviera lejos de las denominadas Ventas de Alcolea, donde el límite actual de las provincias hace un quiebro violento en dirección al Norte. En cambio, el Pozo Seco del citado Villar de Guillamón tiene que estar por fuerza en “Los Villares”, cosa de tres kilómetros al norte de Casas de Los Pinos y Las Torres, y al S.E, del actual San Clemente, entre “Las Cruces” –nombre que creemos se debe a las que señalaban el mojón– y el paraje hoy en día llamado “Villamón”. Conviene reparar, en todo caso, en que en este sector Alcaraz ha crecido en dirección al Norte, incorporando el término del Villarejo Rubio, que en la división de 1241 entre Uclés y Alarcón había quedado para esta última villa, La torre de El Quebrado, límite de Alcaraz. por estar a la izquierda del carril o carrera que iba entre Las Mesas Rubias, y según la sentencia de Fernando III, dos años posterior, quedó adjudicado a la orden de Santiago. Pero no solamente el Villarejo Rubio: asomándose al Záncara, las tierras de Alcaraz incluyen el actual término de El Provencio –pueblo no mencionado todavía, aunque no tardará en aparecer en nuestros documentos– y llegan a la vista de Santiago el Quebrado (Santiago de La Torre), San Clemente y Socuéllamos557. Casi puede decirse que se ha recobrado en esta parte el límite inicial que Alfonso VIII marcó con Alarcón, aunque al norte El Provencio, nacido en la tierra perdida por Alcaraz de aquí se ha perdido, sin duda, todo el al norte de su término. M. Rodríguez Llopis, “Procesos de movilidad social en la nobleza conquense: la tierra de Alarcón en la Baja Edad Media”, en Tierra y familia en la España Meridional, siglos XIII-XIX. Universidad de Murcia, 1998, p. 64 y 67 556 Prados de Majarollín, cosa de una legua al norte de El Provencio y un poco al sureste de Santiago de la Torre. El nombre puede estar en relación con los maharis, que se han señalado como plural de la palabra mahras, “campamento fortificado” (J. Vallvé y J. Ruiz Girela, La primera década del reinado de Al-Hakam I, según el Muqtabis II de Ben Hayyan de Córdoba (m. 469 h/ 1076 J.C. RAH Madrid 2003, p. 121), o “torres de vigía” (M. Sánchez Martínez, en “La Cora de Ilbira..., p. 45. F. Franco Sánchez, Vías y defensas… p. 158), lo que encaja muy bien con esa “atalayuela” que completa el topónimo. Más difícil sería que viniera de un marŷ, almarjal o pradera, que estaría en consonancia con los “prados” actuales, o de uno de esos machares (del árabe maŷsar) que en tierras andaluzas son cortijos o casas de labor, que suelen tomar nombre de de sus antiguos dueños, como Aben Zohar o Abén Jaldún. (M. González Jiménez, “Repartimientos andaluces del siglo XIII”, en “De Al-Andalus a la sociedad feudal: los repartimientos bajomedievales, Anejo 25 del Anuario de Estudios Medievales, Barcelona, 1990, p. 104-105) y E. Manzano, Los Omeyas... pp. 85. 557 En una revisión de límites del término de 1532, y al llegar al mojón de Los Villarejos, se dice que éste está “a ojo de los majuelos de Socuéllamos” (A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… p. 160). Y en efecto, Socuéllamos se ve en el horizonte desde el lugar que ocupan las ruinas de Los Santos, o de los Villarejos. 555
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trecho que va de la denominada Sierra de Las Piliellas (que hemos situado aproximadamente hacia Las Pedroñeras o La Alberca) a Gúzquez y Alcardete; aproximadamente unos cuarenta kilómetros lineales, que ya no volverán a ser de Alcaraz. A partir del Villar de Guillamón, al sur de San Clemente –pueblo que aún no existe, y que no nacerá en tierra de Alcaraz, como se puede ver– la mojonera baja a retomar de nuevo el límite actual entre las dos provincias en el Pozo de Minaya (no está claro si con o sin este lugar, que algún tiempo después parece ya excluido558). El documento dice: “… e dende adelante va por el camino derecho al Pozo Minaya, mojon, e dende adelante anda en derredor todo al llano e va a la cabeça del Espartosa que dizen la Coscoja559 e dende adelante al Espartosiella Fondonera560, e este mojon parte termino Alcaraz con Chinchilla, e va a la Losa Picada561 e da en el Pozo Ancho562, e dende al mojon de la Losa del Romeral…” Es decir, que partiendo del pozo de Minaya –que bien pudiera ser el que hasta no hace
El Terrero (Minaya), con el charco donde pudiera estar el “Pozo de Minaya” del amojonamiento alfonsí. Un deslinde de tierras de Alcaraz y Alarcón hacia 1318 dice: “...que sean el primero en la Cabeçuela del Espartosiella de la Coxcoja, que esta çerca del camino de va de Balaçote a Sant Clemeynte, en el qual mojon parten termino los de Alarcón con Alcaraz e Chinchiella... ... e al mojon que esta en la orilla del Monte Moreno, hazia Minaya” (A. Pretel Marín, Una ciudad.. p. 249). Monte Moreno está junto a la actual estación de Minaya, lo que parece excluye la población actual del alfoz de Alcaraz, pero no no hay garantía de que esto fuera así en tiempos alfonsíes. 559 Creemos que La Coscoja es el monte llamado de esa forma, a unos diez kilómetros al norte de Barrax, y Casa La Coscoja, al sur de Valtenebroso y al norte de Hondoneros y La Campana (de La Coscoja sale un camino a La Roda, que cruza al de Carretas en la Casa del Monte), situado en el vértice del ángulo que forma el actual término de Minaya entre los de Munera (Santa Marta), La Roda y Barrax. El 1º de diciembre de 1519 en una donación de tierras de Alcaraz se dice que el mojón de La Coscoja y el Cerro Verde –que suponemos sea el de Cerros Verdicos– se encuentran en el Campo de Barrax. 560 Debe de ser la actual Casa de Hondoneros, entre la de Los Hitos y la de La Campana. 561 Unos pocos kilómetros al norte de Barrax existe una Casa de La Picada, y un paraje más amplio de ese mismo nombre, junto a la Cañada Real de La Mancha a Murcia, al sur de Casa Arnedo y del Cerro Verdicos, donde la tradición dice que limitaban los obispos de Cuenca, Toledo y Cartagena, y a unos cuatro kilómetros al oeste de los Blancares Nuevos. Pero también existe la “Charca de la Losa”, junto a Casas de Abril y el Pozarrón. 562 Entre la Casa de La Picada y El Romeral existen varios pozos, todos en el actual término de Barrax (un lugar que, por cierto, aún no es mencionado). Puede que el Pozo Ancho sea el mismo que sabemos existía en Barrax (donde acaba también la llamada “Cañada de los Pozos”), o quizás el Pozarrón, junto a Casas de Abril. 558
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mucho había en “el Terrero” de esta población, en el que se recogen todavía las aguas aluviales, y en el que hubo una noria que recuerdan aún los vecinos mayores– la mojonera baja aproximadamente al punto en que su término se divide actualmente con Munera (que era de Alcaraz) y La Roda (que entonces sería de Alarcón). Desde allí, todo indica que llegaba a la Casa de Hondoneros y a esa Losa Picada, que pudiera estar cerca de la actual Casa de La Picada, unos cuantos kilómetros al norte y al este de Barrax, junto a los Cerros Verdes –donde las Relaciones de Felipe II sitúan el mojón entre los obispados de Cuenca, Cartagena y Toledo– y a la Cañada Real entre La Mancha y Murcia. Más difícil resulta ubicar el Pozo Ancho, que bien pudiera estar hacia Casas de Abril (el Pozarrón); y la denominada Losa del Romeral, que debiera buscarse hacia la casa y el cerro de este nombre, donde parten hoy día Santa Marta, Lezuza y Barrax563, aunque aquí no sabemos que exista alguna losa, cuando sí existen otras –que no se corresponden con la que nos ocupa– en los alrededores564. Es probable que sea la Charca de La Losa, en el camino de Las Casas de Abril a Barrax y La Herrera. Desde allí, los mojones se dirigen derechos al Sureste, pasando más o menos por el actual Barrax –que aún no se menciona– y dividiendo el término de Alcaraz con Chinchilla, es de creer que siguiendo el citado camino o la actual carretera regional CM3135, o más bien la C12 y el Trasvase del Tajo al Segura, hasta las cercanías de Santa Ana. Casi en el mismo límite, pero dentro de aquél, al parecer, renacerá más tarde, en el siglo XIV, el lugar de Barrax, que ya estaba poblado, si bien mínimamente, a principios del XV y que será objeto desde fines del mismo de una roturación planificada e incluso financiada por los alcaraceños, que en 1501 harán un “edificio”, o acueducto, y un “río de Barrax”, convirtiendo la aldea en su granero, aunque la perderán al independizarse en el reinado de Felipe II. Como hemos señalado, a partir de la Losa cercana al Romeral, la mojonera busca la linde con Santa Ana y el castillo de Peñas de San Pedro: “…e dende adelante en su derechera como va al mojon de la Argamasiella, e dende adelante commo va e da en fondon565 de la cannada del Quintanar de la Madriguera…” La Argamasilla, acaso, pudiera ser Santa Ana, donde hubo una “abadía” con ese sobrenombre, o más bien el lugar en que ésta limitaba con tierras de Alcaraz –puede que Los Casutos, cerca de la llamada Hita de La Abadía– donde los documentos del siglo XVI encuentran “un mojon que esta hacia la parte que dicen de Santa Ana, a la mano derecha del camino que va de la dicha iglesia de Santa Ana a Valaçote”. También pudiera estas en El Argamasón, donde en 1427 había otro mojón que Chinchilla y Las Peñas tenían por antiguo566; pero puede que el límite no llegara tan lejos, y que se dirigiera al Suroeste por la actual divisoria de La Herrera y Pozuelo. Después sigue al “hondón” de la Cañada del Quintanar de La Madriguera, que no está exactamente en la aldea de este nombre, sino hacia la Cabeza del Losal, un poco más al Norte, y se hunde bruscamente en dirección Oeste en tierras de Alcaraz, excluyendo los términos actuales de El Pozuelo y San Pedro y cruzando el valle de El Jardín hasta el de El Ballestero. Mojonera que creemos haber aclarado por fin, después de muchas dudas y rectificaciones en trabajos antiguos y recientes. Cabeza del Romeral, junto a Casas del Romeral, entre Casas de Abril, término de Barrax, y el cerro Zamanzo, de Munera, un poco al Nordeste de Marigutiérrez. Un amojonamiento de Lezuza, hacia 1440, parece situar la Losa del Romeral al noroeste de la Losa de Barrax y antes de llegar a “Cabeça Çamanço”, que es el cerro Zamanzo, junto a Casas de Abril. Es decir, en el cerro llamado Romeral, donde parten hoy día Santa Marta, Lezuza y Barrax; pero este lugar, situado al Oeste de Barrax, se aparta de la línea que veníamos siguiendo de Hondoneros a La Picada. 564 Las “losas” son lavajos o charcas que permiten abrevar los ganados. En el Campo de Barrax, lindando con los términos de Alcaraz y La Roda, estaba la famosa Losa de Los Navazos, “en la qual no ay agua natural, saluo quando face tanta luuia de agua que faze represa en la dicha losa e tura mucho tiempo”, (R. Carrilero, Libro de privilegios de Albacete, p. 185). El amojonamiento de Albacete (1415) a costa de las tierras que fueron de Chinchilla, habla de “la traviesa de fazia la Losa de la Gyja, aquende la Losa Llana de fazia Varrax, en el mojon de La Robda”. Pero además parece que existía otra losa mucho más importante que se sitúa dentro del alfoz de Alcaraz. En septiembre de 1504 este concejo ordena: “relaçion de la Losa de Barrax, que la mandan limpiar, e que la monden los vezinos que alli estan y pues han de gozar dello” (A. M. Alcaraz, A.M. 26 sept. 1504). Pero ninguna de éstas es la losa citada, que debe de encontrarse cerca del Romeral. 565 Cabeza del Losal, un poco al norte de la Cañada del Quintanar. 566 Véase nuestro estudio El castillo de Peñas de San Pedro… pp. 100-101. 563
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Balazote y las Peñas, límites de Alcaraz al Este de su término.
La aclaración obliga a hacer algunos cambios en la idea que teníamos sobre esta mojonera, por cuanto deja fuera del alfoz de Alcaraz no ya el de Balazote –que parece tener su término apartado, lindante con Las Peñas, aunque probablemente dentro del de Alcaraz567– sino una buena parte del actual de El Jardín, con todas las lagunas que entonces se extendían desde allí a Villargordo: “…e dende adelante como sube a la syerra vertientes las aguas e viene derecha miente a la carrasca que esta por mojon entre Valadaçote e Las Pennas568, e dende adelante a la Cabeça del Ballestero569, e dende adelante a las Cabeçuelas, a la mas altiella570, e dende adelante como vierten las aguas e deçiende al rio de Quexola çerca de Alcaraz…” O sea, que la linde cruza el valle del río de El Jardín, excluyendo el solar de la actual población, bordea las montañas del actual Ballestero, y vuelve bruscamente a cruzar dicho valle, como vierten las aguas, probablemente cerca de El Cubillo y Los Chospes, dejando, por lo tanto, fuera de este perímetro la zona lagunar donde están Villaverde y Villargordo, donde hemos podido comprobar en años anteriores la fundación de sendas iglesias jacobeas. Es una larga cuña, de apenas unos pocos kilómetros de ancho, que deja en Alcaraz la zona montañosa, excluyendo las vegas de aquellas poblaciones. Según esto, los límites de tiempos musulmanes, en los que Balazote perteneció Fondo lagunar seco cerca del Villaverde del Río del Jardín. Si trazamos la recta desde la Cañada del Quintanar a la Cabeza de Villaverde, que creemos será la de Los Ballesteros, El Jardín, Villaverde y Villargordo quedan un poco al Sur, y Balazote al Norte, lo que en principio deja a esta población dentro de Alcaraz, pero parece ser que con término propio, pues en el documento alfonsí se habla de la carrasca que sirve de mojón entre Balazote y Las Peñas. Puede que se tratara de una gran propiedad todavía ocupada por la orden de Santiago, aunque formara parte del alfoz de Alcaraz. 568 Quizá el Cerro Mojón, donde parten hoy día Balazote, San Pedro y El Pozuelo, cerca del Guijarral. 569 Si en su día expusimos dudas a este respecto, hoy creemos que este nombre es el del pueblo actual del Ballestero, aunque lógicamente no se refiere al mismo, sino a un monte cercano, que bien pudiera ser la Cabeza de Villaverde (1062 m.) al norte de Ojo Lóbrego. 570 En tiempos sospechamos que estas cabezuelas fueran las dos alturas cercanas a El Jardín (Alcaraz, un enclave…, p. 161). Luego creímos más bien que estarían más cerca de San Pedro, quizá en El Guijarral o en el Cerro Mojón. Hoy creemos que están –y conservan el nombre– bastante más al Oeste: una pudiera ser la Cabeza del Negro, de 1045 m., situada algo al sur de la de Villaverde. La otra pudiera ser “La Cabezuela”, de 1049 m., a unos cuatro kilómetros al oeste de la del Negro, dos o tres al SW del actual Ballestero y otros tantos al norte del Cortijo de La Monja. 567
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a Tudmir, como hemos señalado, mientras que Al-Gudur era ya de la cora de Jaén –y de Alcaraz, por tanto– se han modificado levemente, quizá por la presión de la orden de Santiago, aunque sea tan sólo de forma temporal. En su giro al saliente, la mojonera llega al río de La Quéjola, “cerca de Alcaraz”, es decir, en la parte en que este río –que hasta entonces discurre por tierras de San Pedro– vuelve a ser de Alcaraz, en su curso más alto571; seguramente ya junto a Casas de Lázaro y cerca de la aldea que todavía hoy conserva ese nombre: las Casas de la Quéjola. Y a partir de este punto –y de Peñablanquilla, al sureste de Casas de La Quéjola– se ciñe estrictamente a los actuales límites de las Casas de Lázaro y Bogarra (que eran de Alcaraz), con San Pedro/La Quéjola (señorío de Sancho de Mazuelo, que acaso en estas fechas ya estaría integrada en la jurisdicción del castillo de Peñas de San Pedro) y Alcadozo (también término de Las Peñas): “…e dende adelante a la Penna Blanquiella, e dende adelante al atalayuela de la Fuente Felipe a la Cabeça Mahomad, e dende adelante a la cabeçuela de la Fuente la Ventosa, e la fuente e todos sus prados finca de Alcaraz, e dende adelante el pino cruçado e dende adelante a la cabeça del mojon, e dende adelante va al mojon que esta en el canton de la ranbla dela Fuente el Pino, e dende adelanta a la Penescosiella de ençima del Xaral, e dende adelanta finca de Alcaraz e va al Pozuelo del Herroneal572, e dende adelante a la fuente de Mariscote, e la fuente con todas sus lauores fincan termino de Alcaraz, e de la fuente adelante parte termino Alcaraz con Lietor…” Mojones todos ellos bien identificados y que en su mayoría conservan el topónimo de manera más o menos exacta573; incluso, como ocurre en “Mariscote”, el actual Moriscote –pueblo aún hoy dividido en tres partes o barrios de los tres municipios colindantes– la alberca que recoge las aguas de la fuente574.
Fuente de Mariscote o Moriscote, citada por mojón.
El cruce de caminos cerca del Villarejo.
Después de Moriscote, la línea sigue al Sur, incluyendo los términos de Ayna y Elche de La Sierra –que ya son de Alcaraz– y excluyendo los de Híjar, Villares y Vicorto, poblaciones en manos de la orden de Santiago por cesión que le hizo Gil Gómez do Vinhal casi treinta años antes575. En efecto, se dice que la linde sale de Moriscote “… e va derechamente al Villarejo que pasa el camino 571 La aclaración parece en extremo oportuna, pues el río de La Quéjola –hoy de Montemayor– parece alimentar regadíos en dos aldeas de ese nombre –la principal, sin duda, en el actual San Pedro o “Quéjola de Abajo”– y quizá alguna más. El “cerca de Alcaraz” significa, por tanto, río arriba, en los alrededores de Casas de La Quéjola y de Casas de Lázaro, y no en los de San Pedro. 572 También puede leerse Herronnal o “Herrennal”, pues hay abreviatura. Se trata, en todo caso, de la actual Herrería. 573 Véase nuestro estudio El castillo de Peñas de San Pedro… pp. 100-103. Aunque, como hemos dicho, hay que rectificar lo referente al límite de Alcaraz con La Quéjola. 574 En Moriscote parten actualmente Ayna, Alcadozo y Liétor –los términos antiguos de Alcaraz, Las Peñas de San Pedro y Liétor– que tienen cada una uno de los tres barrios del lugar, aunque el más importante es el que pertenece al término de Ayna. Consúltese la obra de M. Rodríguez Llopis, La villa santiaguista de Liétor en la Baja Edad Media. IEA, Albacete, 1993, p. 17. La fuente, que jamás ha llegado a secarse, abastece una alberca que sirve para el riego y para los ganados; incluso existe allí un lavadero público. 575 M. Rivera Garretas, La encomienda… Doc. 193, p. 401.
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Ayna y su castillo.
que va a Hellín576; e dende adelante a la çabeçuela de las Matas Gordas que esta en el camino que va a Lietor577, e dende adelante derecha mente a la fuente que esta en la ranbla de Hyjar578, e dende adelante a la Penna Tuerta579, e dende adelante va por la cunbre entre el Alcadima e las Salinas580 e va derecho e da en el río del Mundo, e derecho sube suso a la sierra más alta a ojo del Calderón del Azenbuche, e dende adelante va por el llano del Madronnal581 e va al Calderon del Azenbuche, e en esta cabeçuela del Azenbuche es mojón entre Alcaraz e Letur e Liétor582; e del Calderon adelante como va por la cumbre de la Syerra Seca e deçiende al camino que va a Elche e sube en su derecho a En efecto, aún hoy la carretera de Peñas de San Pedro hacia Ayna y Elche de La Sierra se cruza en el llamado Villarejo con la que lleva a Liétor y Hellín. 577 No creemos que sea el Cerro Gordo, que está encima de Liétor y demasiado lejos de la actual mojonera. Como mucho, será el Castillarejo, junto al cual encontramos una “Casa del Guarda”, que es lo más parecido en los alrededores al topónimo “Gordo”. O quizá la inmediata al Cortijo de Garrido. 578 Sin duda se refiere a una de las fuentes que alimentan la rambla llamada del Mojón (denominado así porque en ella estaría el de la divisoria). Pero la rambla es la unión de varias otras, llamadas de La Fuente y La Sarguilla, que nacen en la actual divisoria de términos, y El Castillarejo, algo más desviada, pero junto a la cual está la Fuente Vieja. Suponemos, por tanto, que la rambla en cuestión sea la que todavía se llama de La Fuente, nacida en el cortijo llamado La Sarguilla. 579 Cueva de Peña Tuerta, al sur de La Sarguilla y al norte de Alcadima. 580 Es decir, más o menos por el límite actual, cerca de La Alcadima (cuyo nombre, por cierto, quiere decir “La Antigua”). 581 Suponemos que sea el valle que se extiende a los pies del Molar y del Ginete, drenado por las ramblas de la Peña de La Albarda y Dílar. 582 No es fácil hallar el “Azembuche”, que parece situarse junto a la Sierra Seca (que mantiene este nombre), pero ya no sabemos si al norte o al sur. En la primera hipótesis, pudiera estar muy cerca del Puntal de Las Viñas. Si está al sur, puede ser Los Bañuelos, junto a la Fuente Ivete. Una rambla llamada Acebuchar nace entre Elche, que era de Alcaraz, y Vicorto y Villares, de la orden de Santiago, y puesto que se dice que en el Azembuche parte Alcaraz con Liétor y Letur, la cabeza citada puede ser el Cerrón o el Cerro del Campillo, que están entre los tres y sobre dicha rambla. El nombre “Azembuche” bien pudiera deberse a un olivo silvestre o acebuche, pero también, quizás, a un azeuch emyé, expresión popular que E. Terés (Materiales... p. 29) documenta como “entrambasaguas”, procedente de la voz coloquial zawch amiyah, aludiendo a la unión de dos arroyos (y en efecto, podemos afirmar que la gran mayoría de “Acebuches” que encontramos en nuestra toponimia provincial están entre dos ríos o corrientes de agua, como ocurre también en el Acehuche extremeño). 576
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la Cabeça Gorda583 que esta y un canto picado, e dende adelante al mojon de la Penna Aguda584çerca la Covatiella que es sobre la Fuente El Pino585, e dende adelante en ese derecho como va al mojon que dixiemos primero de la Cabeça Gorda586, que es mojon entre Alcaraz, Letur e Yeste...” O sea, Cabeza Alcalde, en donde comenzaba el amojonamiento. Estamos, por lo tanto, ante un territorio menor que el que Alcaraz había recibido –sólo sobre el papel, porque puede afirmarse que no llegó a ocuparlo– en los primeros años de su vida cristiana. Sin embargo, es aún mucho más importante que el de otros concejos de las Extremaduras, incluido el vecino de Chinchilla, que tampoco es pequeño. Un término variado en climas y paisajes, que va desde la Mancha del Záncara, en los límites de Santiago el Quebrado y El Provencio, a las sierras del Mundo –Riópar y Molinicos– y del Guadalimar en los de las provincias actuales Albacete y Jaén. De Oeste a Este van desde el Cabalgador y Villanueva, en los linderos del Campo de Montiel, al Campo de Barrax, Argamasón, el río de Las Quéjolas, la Alcadima de Ayna y Elche de La Sierra, que vienen a marcar el límite oriental. Sin contar, claro está, con la aldea mudéjar de Tobarra, que le dio don Alfonso en permuta por las de Villanueva y Gorgojí, y Sierra, que el concejo compró de Aboaballa, adquisiciones ambas que están fuera del término, y que por tal razón no figuran en él.
Cumbres de la Almenara y Sierras de Alcaraz, vistas desde Los Chorros (nacimiento del Mundo).
Demasiada extensión, de todas formas, para lo que el concejo podría gestionar en la Baja Edad Media, aunque menos, sin duda, de la que deseaba el patriciado urbano, que se consideraba propietario de toda la riqueza que existiera en su término. Ésa pudiera ser, como veremos, una de las razones, quizá la principal, del notable retraso en la repoblación del ámbito rural, que no despegará hasta bien avanzado el siglo XV, cuando nacen –o puede que renazcan– las aldeas más ricas, ganaderas y agrícolas, que inmediatamente querrán emanciparse para huir del expolio de los alcaraceños. Creemos que la Cabeza Gorda que se menciona es la misma citada algo después, y no indica un mojón, sino la dirección que llevan los mojones. 584 Quizá el Cerro del Agua, un poco al Suroeste del cerro de San Blas, que está Junto a Villares. 585 Quizá “Las Covachicas” del Collado de La Viña, junto a Peñarrubia y cerca de Horno Ciego, y junto al Canalizo que viene del Fontanar y del Puerto del Pino, situado este último cuatro o cinco kilómetro al norte de Peña Rubia. 586 Actual Cabeza Alcalde. 583
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LA CONTIENDA CIVIL Y SUS POSIBLES EFECTOS SOBRE EL TÉRMINO
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A finales de siglo se registran aún algunos cambios, que se creemos se deben en gran parte a presiones de los grandes poderes feudales que actúan en la crisis de autoridad monárquica que acompaña el final del rey Alfonso X, un rey desprestigiado por la huida de nobles al reino de Granada, su oscura intervención en el asesinato de su hermano Fadrique, su nefasta política económica y su empecinamiento en el “fecho del Imperio”, que sin duda él veía como culminación del “imperio español” que venía ejerciendo587 y como proyección extrapeninsular de toda su política, pero que ni los nobles ni el pueblo compartían. Desprestigio que aún habría de aumentar en su última década de vida por sus vacilaciones entre los intereses de sus nietos y su hijo don Sancho, que ponían en peligro la unidad de sus reinos, y el autoritarismo, un tanto inoportuno, al que a veces debía recurrir frente a ciertos sectores de las oligarquías concejiles, a los que intentará limitar los derechos que él mismo había dado. Como ya señalamos, estando en Andújar, el día 8 de mayo de 1281, respondía a las quejas del concejo de Alcaraz sobre las corruptelas de muchos caballeros –y de algunos pecheros que se iban a vivir dentro de las murallas– que querían gozar de su exención y de sus paniaguados sin mantener caballo o sin querer servir al rey con los demás que seguían la seña del concejo588. Un estado de cosas que demuestra la gran división existente no sólo entre los nobles, sino entre las ciudades y dentro de las mismas, y que no tardaría en conducir a la guerra civil que da fin al reinado. En efecto, don Sancho, que pretendía ser heredero del reino tras la muerte en agosto de 1275 del hermano mayor, Fernando de La Cerda, comenzó a erosionar la popularidad del viejo don Alfonso, con el inestimable apoyo de su madre, su tío don Manuel y muchos ricoshombres, incluidos los maestres de Santiago y Calatrava, a los que llegaría a prometer donaciones de tierras y ciudades como Villa Real, joya de la Corona en mitad de la Mancha dominada por ellos589. Pronto acabó quitándole el poder efectivo en el golpe, asamblea, conciliábulo, o lo que fuera aquella sediciosa reunión que hubo en Valladolid durante el mes de abril de 1282. Y como el viejo rey se resistió al despojo, respaldado por algunas ciudades y aliado con los benimerines, comenzó una feroz guerra contra su hijo, apoyado a su vez por muchos nobles –con su tío Manuel a la cabeza– y los moros del reino de Granada. Sin proclamarse rey, don Sancho ejercerá de hecho como tal, compensando a los nobles con nuevas donaciones de las rentas y tierras de dominio realengo, “así que non retovo para sí ninguna cosa por cuidar de les fazer pagados”; es decir que llegó casi a vender el trono para sentarse en él. Y uno de los que más favores recibió fue su tío, don Manuel, que añadió al ya importante señorío de Villena las tierras de Chinchilla, Ves, Jorquera, Alcalá, y quizá algunas otras –como Isso y Hellín– que aparecen después en su poder, sin que conste el momento en que las recibió. Por el contrario, el rey mandará secuestrar los dominios y rentas de su hermano y de otros rebeldes, y algunas encomiendas M. González Jiménez, Alfonso X el Sabio, Barcelona, 2004, p. 111. A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” Doc. 6, pp. 231-232. Sobre la situación castellana en la época, véase M. González Jiménez, “Sancho IV, infante”, en Historia, Instituciones, Documentos, 28, 2001, pp. 151-216. 589 L. R. Villegas, “La fundación de Villa Real…” p. 59. 587 588
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de las órdenes del Temple, Calatrava y Santiago, cuyos maestres también le habían traicionado, alentando al infante en su aventura: “alçandosenos con la nuestra tierra, fezieron al nuestro linage que se alçase contra nos para tollernos nuestro poder e nuestro sennorio” 590. Es de creer que Alcaraz, como otras muchas villas y ciudades del reino descontentas del rey por sus quiméricos proyectos imperiales, minadas por la crisis y por la corrupción de la moneda y el aumento excesivo de la fiscalidad, y atraídas por la hábil propaganda que don Sancho despliega sin pudor contra su padre, tuviera tentaciones de unirse a los rebeldes, sobre todo sabiendo que éstos parecían tener las de ganar y que contaban con apoyos cercanos (en mayo se reúnen en Andújar los concejos de Córdoba, Jaén, Baeza y Úbeda con algunos magnates y hacen homenaje de servir al infante, y muy poco después atacan a Sevilla, leal al viejo rey). Entre las posesiones del infante Manuel, de la orden de Santiago, y de aquellos concejos, Alcaraz se encontraba completamente aislada. Sin embargo, a la vista de lo que luego ocurre, da toda la impresión de que no sólo no traicionó al monarca, sino que le sirvió con toda lealtad, recordando, tal vez, las distintas visitas y el favor que le hizo en la última de ellas. Quizá su decisión se debiera también a la necesidad de defender su término y calidad realenga frente a los santiaguistas y frente al poderoso infante don Manuel, cuando no a los abusos de la caballería “enseñorada”, que gozaba de todos los derechos, sin cumplir con ninguna de sus obligaciones, como el propio concejo había denunciado ante el viejo monarca. Es de pensar que hubiera movimientos de tropas y daños importantes en tierras de Alcaraz y en sus alrededores, pero sólo sabemos del paso destructivo de los benimerines, aliados con el rey, que devastan el Campo de Montiel y destruyen Terrinches, razziando desde Córdoba y Jaén a Toledo y Madrid en el otoño de 1282, llegando a Talavera en el año siguiente y volviendo por Baeza, donde habían dejado el campamento591. Hay alguna noticia, quizá no muy exacta, de que llegaron cerca de la misma Alcaraz, que sólo se salvó, según la tradición, que recoge en su libro el milagrero y poco fidedigno Pérez de Pareja, porque una campana comenzó a tocar sola en San Ignacio, alertando a la gente que dormía e impidiendo el asalto por sorpresa. Pero aunque nos parece bastante verosímil que los benimerines, o al menos una parte de aquel enorme ejército que pasó de las tierras de Jaén a Toledo, seguramente usando diferentes caminos, llegaran cerca de ella, y que sus habitantes se pusieran nerviosos ante la muchedumbre de moros africanos, parece a nuestro juicio mucho más de creer que Alcaraz se salvara por estar en el bando del monarca legítimo, cuyas tropas también iban en esta hueste. También hay narraciones –las de Pedro Marín y sus “milagros”– que hablan de los asaltos, nada nuevos y nada excepcionales, que almogávares moros de Granada, aliados de don Sancho, aunque no distinguieran demasiado entre los castellanos amigos o enemigos, hacen en los caminos de Caudete a Villena o de Isso a Socovos, así como en el Puerto de la Mala Mujer, término de Hellín, incluso en un ataque a Tobarra, “aldea de Alcaraz”, donde moros al mando de adalides como Musa Barrach, Abenbúcar de Vera, o el famoso Zaén, “sennor de 3.000 cavalleros”, hicieron prisioneros a bastantes vecinos592. Pero es de suponer que los mayores daños, y los más permanentes, vinieran de la lucha entre los castellanos partidarios del rey y los de sus vecinos santiaguistas de Montiel y Segura, que rodean Alcaraz por el Este y el Sur. También, de los vasallos del poderoso infanUna tropa de moros durante una acampada. Miniatura de la época. te don Manuel, que domina Chinchilla, y pronto se apodera, M. González Jiménez, “Alfonso X y las órdenes militares…” p. 217. F. García Fitz, Alfonso X y sus relaciones con el emirato granadino: política y guerra, en Alcanate, IV, 2004-2005, p. 75. Relación detallada en el Rawd al-Kirtas de Ibn Abi Zar, II, pp. 636-639. 592 Los miráculos romançados de Pedro Marín, Ed. Crítica de Karl Heinz Antón, Silos, 1988, pp. 132-136. J. Torres Fontes, Repartimiento de Lorca. Murcia, 1977, pp. 112-114. 590 591
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al parecer, de Isso y Hellín –que al terminar la guerra estaban en sus manos, o en las de su hijo, pues don Manuel murió poco antes que su hermano, en Navidad de 1283– sin que conste cuándo los adquirió593– y quizá de Las Peñas de San Pedro, que veremos también bajo la autoridad de sus adelantados en el reino de Murcia, al igual que otros pueblos que le pertenecieron. Una de las primeras medidas de don Sancho, al convertirse en rey por muerte de su padre, fue venir a estas tierras, creemos procurando sosegar los problemas creados por la lucha. En la villa de Alhambra, del Campo de Montiel, se encontraba a finales de mayo de 1284594, y desde allí atendía las quejas del obispo de CartagenaMurcia por las usurpaciones de sus rentas por parte de vasallos del difunto infante don Manuel: “…Sancho Sanchez alcayde de Xorquera, et Fruela alcayde de Hellin et de Ysso, et el alcayde de Las Pennas de Sant Pedro, et algunos otros alcaydes et omnes de los concejos toman sus diezmos et lo suyo et desapoderaron dellos a sus omnes et quel quebrantaron sus casas syn derecho e syn razon et non tienen ni preçian sus sentençias…”595 Ambiente de violencia rayano en la anarquía, que aún podremos ver durante algunos años y que creemos responde al de una ocupación por parte del infante de las rentas de pueblos donados por don Sancho o tomados por fuerza durante la contienda, así como al mandato que al comenzar la misma había dado el Papa596 suspendiendo los pactos y avenencias que en años anteriores habían hecho las órdenes –y los señores laicos– con la iglesia de Murcia sobre el pago de un canon por el diezmo de sus vasallos Murallas de Jorquera y torreón de Isso, fortalezas en manos del señor de Villena. moros. En sentido contrario, también podremos ver que la orden de Santiago ha perdido el control de algunos pueblos, como sucede en Cieza, que recibe del rey los privilegios que tenía del maestre, pero bajo dominio realengo, de manera “que nunqua sean de la horden de Hucles como eran fasta aquí, ni d’otro sennorio, sino solo del nuestro”. Y en la zona limítrofe de Alcaraz con el Campo de Montiel, donde precisamente hemos visto a don Sancho en 1284, encontramos noticias de interés que pudieran tener relación con lo dicho, aunque no es muy seguro: varias casas y fincas de Alcaraz y una buena heredad de regadío, la de Peñahoradada, son devueltas al maestre calatravo Rodrigo Pérez Ponce por Solamente sabemos que en 1305 el rey Fernando IV confirma a Hellín e Isso“sus fueros e sus usos e sus costunbres, e los preuillegios e cartas de merçedes e de franquezas que an del rey don Alfonso mi abuelo e del rey don Sancho mi padre que Dios perdone e del ynfante don Manuel e de don Juan su hijo quando estos lugares eran suyos”. A. Pretel Marín, Hellín Medieval, Albacete, 1998, Doc. 2. 594 J. Torres Fontes, Documentos de Sancho IV, CODOM, IV, Docs. XX-XXIV. 595 J. Torres Fontes, Documentos de Sancho IV, CODOM, IV, Doc. XX. 596 J. Torres Fontes, Documentos del siglo XIII, CODOM, II; Doc. LXXVIII. 593
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Juan García, hijo de don Garcí Jofré de Loaysa, que había sido leal a Alfonso X, por carta dada en Burgos el 28 de mayo de 1286, dado “que es de la orden de Calatraua, con todos quantos eredamientos a estas casas apertenesçen, las quales casas touo el dicho mio padre en todos sus dias... de las quales casas e de los eredamientos finque yo en tenençia”597. Ignoramos la causa y el momento en el que se produjo la cesión de Peñahoradada a don Garcí Jofré, que ya estuvo en el círculo Alfonsí con anterioridad, siguió al rey en la guerra598, y después recobró el favor de don Sancho599. Lo más probable es que ya estuviera en sus manos, sobre el papel, al menos, bastantes años antes, pues se dice los tuvo “en todos los sus días”, pero no descartamos alguna relación con los embargos que al empezar la lucha decretó Alfonso X contra las posesiones del Temple, el Hospital, Calatrava y Santiago; y aunque aquí no tenemos documentos tan claros, los que nos han llegado sobre lo sucedido en Estepa Matrera, Cazalla, Fregenal, Jerez de Badajoz, Montemolín y Cieza600, hacen muy verosímil esta suposición. Podemos añadir que Peñahoradada no tardará en pasar a la orden de Santiago y a su comendador de Villanueva601, que también administra Gorgojí, heredad santiaguista que encontramos ahora en poder del despensero Enrique Pérez de Arana, cuyo hijo lo vende en 1307 al maestre de Santiago602. Puede que este dominio venga de una merced anterior de la orden, que quizás entregara Gorgojí a los Arana para que lo poblaran; pero es sospechoso que se pierda y se compre en unos años, y no nos cabe duda de que en esta comarca se sucedieron cambios durante la contienda. Por lo menos, sabemos que, antes de morir, Alfonso X el Sabio pronunció una sentencia –que sin duda sería favorable a Alcaraz– en su querella con la orden de Santiago, dada en Sevilla en marzo de 1283603, y que poco después de acabada la guerra hubo que proceder a otro nuevo deslinde entre este concejo y la Hermandad del Campo de Montiel604, que suponemos fuera para pacificar las Torre de Gorgojí. querellas surgidas. Bullarium Militiae de Calatrava, Ed. de J. Ortega Cotes, Madrid, 1761, p. 148-149. J. González, Repoblación de Castilla-La Nueva, I, p. 363. Mencionada con fecha 18 de marzo en Colección Salazar y Castro, Tomo XXIX, Nº 46524, M 6, fol. 164. 598 M. González Jiménez, Alfonso X el Sabio, p. 355, le sitúa entre otros seguidores del rey en septiembre de 1283. 599 La Crónica Latina de los Reyes de Castilla de Jofré de Loaysa (Ed. García Martínez, Murcia, 1982, pp.122-125), dice que tras la muerte del monarca y la coronación de su hijo don Sancho éste marchó a Sevilla, desde donde salieron a su encuentro en Córdoba el infante don Juan y varios caballeros, entre ellos Garcí Jofré, camarero mayor de don Alfonso, y que tras perdonarles el nuevo rey les dio diferentes oficios: a don Garcí Jofré, el adelantamiento en el reino de Murcia. 600 M. González Jiménez, “Alfonso X y las órdenes militares…”, pp. 209-221. 601 Éste se enfrentará con los alcaraceños por el derecho a hacer justicia en el lugar. A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, “Villanueva…”, Doc. III. 602 M. Corchado Soriano, Avance... p. 84. Lo compra Mofarix, criado del maestre Juan Osórez, a Pedro Enríquez de Arana, en septiembre de 1307, junto con la torre, el cortijo y demás dependencias, y con la obligación de repoblarla que el vendedor había contraído con la orden. Quedará administrada por el comendador de Villanueva (A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, “Villanueva…”, p. 115 y sigs. 603 A. Ballesteros, Alfonso X, p. 1128. 604 “E otro preuillejo de entre la çibdad de Alcaraz e los terminos e mojones de la horden de Sanctiago de la hermandad de Montiel; la fecha del miércoles seys dias andados de março, hera de mill e trezientos e veynte e quatro…” (A. Pretel Marín, Una ciudad... p. 321). Las hermandades son, en esta rebelión, la forma general de organizarse en favor de don Sancho (M. Rodríguez Llopis (Coord.), Alfonso X y su época, Barcelona, 2001, p. 119), aunque Sevilla y Murcia firmarán también una a favor del monarca. Por lo tanto, no es raro que hubiera una en Montiel, que además formará un común con las villas nacidas en su término, como ya señalamos. 597
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En el límite Sur, la mojonera, que en tiempos alfonsíes parecía estar clara (aunque para nosotros es poco inteligible, al haberse perdido numerosos topónimos y haberse despoblado y vuelto a repoblar con posterioridad las aldeas existentes entre Villarrodrigo y Bienservida), también puede tener cambios en sus mojones. Pero lo que sin duda llama más la atención es que Orcera, alejada de los límites, y que es prácticamente arrabal de Segura, aparece en poder de los alcaraceños, no sabemos muy bien por qué razón. Solamente nos consta su cesión a la orden de Santiago por el rey Sancho IV en noviembre de 1285, con todos sus derechos, “segund lo tenían los de Alcaraz”605, y que en un inventario de documentación que realiza esta villa mucho tiempo después se habla de un privilegio de 1286 por el que el mismo rey “dio la mitad de Orçera a Alcaraz”606; aunque debió de haber un cambio de opinión, ya que nunca volvemos a encontrar esa mitad de Orcera entre las posesiones de la villa. Estas contradicciones y noticias extrañas –que en su día nos llevaron al error de afirmar que Orcera había sido aldea de Alcaraz hasta este momento– pudieran ser reflejo de las vacilaciones de don Sancho en las negociaciones con distintos poderes feudales para recomponer las relaciones después de la contienda. Pero lo que interesa ahora es constatar que, aunque pudiera haber algún desconocido precedente, del que apenas nos queda algún dudoso indicio607, el dominio de Orcera por parte de Alcaraz fue ocasional y breve, y muy probablemente consecuencia directa de alguna ocupación en cumplimiento del embargo real de los bienes de la orden de Santiago, que desapareció al acceder don Sancho al trono de Castilla. De ninguna manera se puede mantener la idea de que Orcera fuera término de Alcaraz La población de Orcera, vista desde el castillo de Segura. desde que se conquista, como hemos expuesto en otras ocasiones. En todo caso, es perfectamente lógico que, acabada la lucha, don Sancho procediera a un reajuste de las jurisdicciones en toda la comarca, devolviendo a la orden jacobea las aldeas perdidas, y quizás compensando a Alcaraz o a los caballeros en cuya mano estaban con otras posesiones. Desde luego, Alcaraz se desprende de Orcera, como ya queda dicho, pero también parece que ha perdido Tobarra, que compró años atrás y que era todavía “aldea de Alcaraz” al comenzar la guerra, como pudimos ver. En el mismo inventario de documentación de que antes hablamos se hace referencia a “otro preuillejo de cómo el rey don Alfonso dio a Alcaraz las Pennas e Valaçote en troque e satisfaçion de Touarra e otros logares, con vn sello de plomo pendiente en filos de seda colorados e blancos e verdes; la fecha del en la hera de mill e trezientos e veyntiçinco annos” 608. Una fecha imposible, por cuanto en este año –1287– ya no vivía el Rey Sabio, y por cuanto el castillo de Peñas de San Pedro está bajo el control de los adelantados en el reino de Murcia, que lo eran en nombre de don Juan, hijo de B. de Chaves, Apuntamiento… pp. 19 y 45. Estoria de la orden… fol. 63. A. Pretel Marín, Conquista... pp. 244 y-245, y Una ciudad... pp. 324. 607 Como hemos señalado (pág. 75, nota 182), entre los documentos que Alcaraz conservaba en su archivo a finales del XV, se había un privilegio “con vn sello de plomo, cómo dio el rey don Fernando a Alcaraz a Orçera e su tierra, fera de mill e dozientos e veynte annos”. La fecha es imposible, por lo que puede ser un error de la persona que hace el inventario, y acaso referirse a alguna donación ocasional y poco duradera de Fernando III, tal vez en garantía de alguno de los cambios producidos durante aquel reinado. O quién sabe si no podría ser un documento falso, porque, como dijimos, Alcaraz confinaba con las tierras de Siles y Segura entre Torres y Albánchez, en un primer momento, y luego todavía un poco más al Norte, lo que hace que su término inicial se quedara muy lejos de Segura y Orcera. 608 Inventario de 1496, publicado en A. Pretel Marín, Una ciudad... p. 322. 605
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don Manuel, y no de Alcaraz, todavía hacia 1284609. Por lo tanto, y sabiendo que, además, el deslinde alfonsí del término de ésta en 1272, al que hemos aludido, excluía de él Las Peñas de San Pedro y todo su distrito, tenemos que pensar que el inventariador se equivoca en el rey, y no en la fecha; que quien cambia es su hijo, Sancho IV, y que hasta ese momento Las Peñas se mantuvo independiente, no sabemos si acaso como concejo libre y sobre sí –de hecho, parece que hubo un intento fallido de repartir su término a nuevos pobladores610– o como señorío más o menos legal del infante don Manuel que la hubiera ocupado por la fuerza, aunque, como dijimos, no está documentado. Podemos afirmar, en todo caso, que a partir del reinado de don Sancho, Tobarra –que parece poblada de cristianos, lo que no significa que no queden mudéjares– se hace independiente, y quizá se convierta en señorío de don Pedro Enríquez de Arana611. Y también que el castillo de Peñas de San Pedro se convierte en aldea de Alcaraz, que nombra a sus alcaides en los años noventa, y en 1305
Castillo de las Peñas.
Balazote, en la vega del río de su nombre.
procede a repoblarlo repartiendo su término a treinta pobladores, a los que el rey concede poco tiempo después la exención de los pechos y tributos reales612. Parece, por lo tanto, que se ha producido la citada permuta, lo que sin duda afecta también a Balazote, que de allí en adelante es “aldea de Alcaraz”, o por lo menos se encuentra en su término, aunque los santiaguistas, tras un posible intento de hacerse conceder el lugar y sus tierras en señorío pleno en 1310, seguirán adquiriendo posesiones allí y en En 1284, y a ruegos del obispo Martínez de Magaz, Sancho IV escribía a su adelantado en el reino de Murcia, que era al propio tiempo vasallo del señor de Villena –y no a los alcaldes y al juez de Alcaraz, como haría por motivos semejantes pocos años después, en 1292, cuando ya era aldea suya– para que impidiera algunos atropellos del alcaide de Peñas de San Pedro (también del de Jorquera y del de Isso y Hellín, y de “algunos otros alcaydes e omes de los conçejos”), que tomaban los diezmos “et desapoderaron dellos a sus omnes, et que le quebrantaron sus casas syn derecho e syn razon, et non tienen nin preçian sus sentençias”. (J. Torres Fontes, CODOM IV, Doc. XX- XXI y CLXII-CLXVI). Isso, Hellín y Jorquera estaban por entonces en poder del señor de Villena, el joven Juan Manuel, hijo del poco antes fallecido infante don Manuel; lo que hace pensar en que Las Peñas, de hecho o de derecho, estuviera por aquellos momentos en poder de un alcaide nombrado por aquél. 610 Véase nuestro estudio El castillo de Peñas de San Pedro… pp. 71-75. 611 Unos años después, en 1325, y después de otro nuevo saqueo de los moros, el rey Alfonso XI confirmará a Tobarra algunos privilegios que otorgó María de Molina, viuda de Sancho IV, a petición de Pedro Enríquez de Arana. A. Pretel Marín, Don Juan Manuel... IEA, Albacete, 1982, p. 254. 612 A. Pretel Marín, El castillo de Peñas de San Pedro… pp. 71-75 y Docs. 4 y 5. 609
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los alrededores, parece que a través de algunos caballeros que hacen de intermediarios613. Así, aunque Balazote estuviera sujeta a los alcaraceños, su posesión de hecho seguirá en gran medida en manos de la orden; y algo muy semejante sucede en Gorgojí y en Peña Horadada, donde podremos ver el siglo siguiente que los comendadores santiaguistas pretenden el derecho a prender delincuentes, a pesar de estar ambas bajo jurisdicción alcaraceña614. Es de creer que estos cambios –y quizá alguno más, pues no sabemos nada de esos “otros logares” trocados por Tobarra junto con Balazote y Peñas de San Pedro, que bien pudieran ser los del río del Jardín– respondan a un reajuste entre antiguos y nuevos poderes de la zona, que se haría necesario tras las ocupaciones de la guerra civil entre los seguidores de Alfonso X y su hijo. La pacificación se hará más necesaria todavía a finales de siglo, cuando, tras la invasión aragonesa de las actuales tierras de Murcia y Alicante, y el recrudecimiento de las siempre abundantes entradas nazaríes, toda esta comarca vuelve a ser fronteriza. Ignoramos si acaso tienen que ver con ello la recompra por parte del maestre de Santiago –o más exactamente de su criado moro, llamado Monfarix, Farix o Mofarix– del derecho que Pedro Enríquez de Arana, hijo del despensero Enrique Pérez, heredó de su padre en Gorgojí615 y el castillo de Pliego, lindante con Alhama, Librilla y Sierra Espuña; operación que se hace, por cierto, en Alcaraz, en 1305616. O la repoblación, en ese mismo año, del castillo de Peñas de San Pedro por parte de Alcaraz, que por aquellas fechas ya tenía Balazote y englobaba en su término los lugares del río del Jardín, y quizá pudo haberse repartido con los nuevos vecinos de Las Peñas el río de La Quéjola, que en tiempos fue dominio de Sancho de Mazuelo, y que luego aparece dividido entre los dos concejos617. En el extremo Norte del alfoz de Alcaraz, el concejo realengo de Alarcón, que sin duda fracasa en la repoblación del Amarguillo, Záncara, Las Pedroñeras y Martín Ovieco, consigue, sin embargo, recobrar El Quebrado, “que agora dizen Santiago” (Santiago de La Torre, que el rey había cedido a la orden marinera de La Estrella o de Santa María de España618), y poblar el lugar de El Robredillo, al que se han añadido los términos de Záncara en 1282619. Robredillo “de Záncara” –que no es Villarrobledo, como en algún momento habíamos supuesto– pervive todavía a finales de siglo, cuando se le menciona entre otras aldeas de Alarcón que pagan la campaña del joven Juan Manuel en el reino de Murcia. Pero lo que interesa desde el punto de vista alcaraceño es constatar que, cerca, surgirá El Provencio, en tierra que el deslinde de tiempos alfonsíes dejaba en Alcaraz. Por lo tanto, se trata de otro nuevo recorte, no sabemos si acaso producido en la guerra civil. En 1310 el maestre recibe del monarca “la aldea de Valadaçote que es en termino de Alcaraz, con montes, fuentes, ríos, con dehesas, con terminos, con entradas y salidas e todas sus pertenencias e derechos…”, incluida justicia (A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, “Villanueva de la Fuente…”, p. 115, 117 y Doc. II). Pero esta decisión no debió de ser firme, porque poco después, en octubre de 1316 el maestre adquiría de Diego Gómez de Castañeda y de su esposa una torre y cortijo en Balazote, “aldea de Alcaraz”, con otras heredades en Cieza y Villanueva (M. Rodríguez Llopis, CODOM XVII, p 1), lo que provocará numerosos conflictos en los años siguientes. 614 A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, “Villanueva de la Fuente…”, Doc. III. 615 M. Corchado Soriano, Avance... p. 84. Lo compra Mofarix, criado del maestre Juan Osórez, a Pedro Enríquez de Arana, en septiembre de 1307, junto con la torre, el cortijo y demás dependencias, y con la obligación de repoblarla que el vendedor había contraído con la orden. Quedará administrada por el comendador de Villanueva (A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, “Villanueva…”, p. 115 y sigs. 616 J. Torres Fontes, Documentos del Siglo XIII (CODOM II), Murcia, 1969, Doc. CLXIX. 617 Esto daría respuesta a los interrogantes planteados en nuestra obra El castillo de Peñas de San Pedro… pp. 99 y 101; pero no hay documento que avale tal idea. 618 Quizá para evitar los problemas de límites surgidos en la zona entre Alcaraz, Alarcón y la orden de Santiago, Alfonso X el Sabio entregaría Santiago el Quebrado a la orden de la Estrella (o de Santa María de España), que estaba repoblándolo hacia 1279 (Torres Fontes, “La orden de Santa María de España”, Miscelánea Medieval Murciana, III, (1977), pp. 109110). Al disolverse ésta, pasa a ser de Alarcón, entre cuyas aldeas figuraba a finales del XIII (P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… p. 65). A comienzos del XV (1404), el concejo la cede en señorío a Rodrigo Rodríguez de Aviles, cuyos hijos habrían de venderlo poco tiempo después a fin de rescatarle de la cautividad en que había caído tras caer prisionero de los moros en el desastre de Húrtal. M. Rodríguez Llopis, “Procesos de movilidad social…” p. 64 y 67. 619 P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Doc. XVIII. 613
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Minaya –en cuyo pozo se sitúa un mojón en el deslinde de Alfonso X El Sabio– se poblará también en el siglo XIV, en 1330, por una iniciativa del señor de Villena, aunque sin duda existe con anterioridad. Sabemos que hacia 1318 numerosas “contiendas en razón de los términos” habían motivado la sentencia arbitral del caballero Sancho Ximénez de Lanclares, que, el primero de octubre de este año, estando en San Clemente, establece los límites de Alcaraz y Alarcón “desde la Cabeçuela del Espartosilla de la Coscoxa620 que esta çerca del camino que va de Balaçote a Minaya, situada en el límite norte del término Sant Clemeynte, en el qual mojon parten termino alfonsí de Alcaraz. los de Alarcon e de Alcaraz e de Chinchilla; e dende adelante el mojon que esta en el dicho mojon del Espartosilla e del mojon que esta en la orilla del Monte Moreno621, segund se sigue adelante, e dende el dicho mojon que esta en la orilla del Monte Moreno hazia Minaya, e dende adelante derecha mente al mojon que esta en La Retamosa622, entre este dicho mojon de Monte Moreno e Las Fuessas, e dende adelante derechamente al mojon de Las Fuessas en el camino de Sant Clemeynte e de Munera, e dende adelante al mojon que esta en la Losilla del Calderoncillo, e dende adelante derecha mente al mojon que esta çerca de las Claqueras del cabo de hazia Sant Clemeynte, e dende adelante derecha mente al otro mojon que esta en el Romeral, e dende al otro mojon en el camino que va al Robledillo e al Provençio deyuso del alcor hazia El Provencio, e dende al mojon que esta ayuso del río Zancara, ençima del Prado Ancho623, e dende adelante el río Zancara ayuso fasta el camino que va de Villarejo Ruuio a Las Mesas…” Como se puede ver, en la zona, que está experimentando una repoblación acelerada, acaso por impulso del señor de Alarcón, don Juan Manuel, ya existen hacia 1318, y sin duda años antes, San Clemente, Minaya y El Provencio. No está del todo claro –aunque tampoco es asunto relevante624– si El Provencio seguía siendo aún aldea de Alcaraz, o si se encuentra ya en tierra de Alarcón, en la que, desde luego, no tardó en integrarse, pues en marzo de 1319 recibía de don Juan, como señor, carta puebla que incluye la franqueza de pechos y el derecho a labrar en los vecinos términos de Santiago el Quebrado, San Clemente y Las Mesas, Pedroñeras y otras aldeas de Alarcón. Lo más probable es que la sentencia venga a dar legalidad a una usurpación de estos territorios por los repobladores de Alarcón o por los servidores del señor de Villena. Parece, en todo caso, que fue don Juan Manuel quien, prevaliéndose de la capitanía que la reina María de Molina le dio sobre Alcaraz, favoreció a sus súbditos a costa de las tierras que fueron de esta villa, recortando un pedazo de su término, de la misma manera que sabemos se hizo conceder la mitad de las aguas del río de Balazote, que después cedería a sus vasallos de Albacete y Chinchilla. 620 Como ya señalamos, creemos que La Coscoja es el monte de este mismo nombre, a unos diez kilómetros al norte de Barrax, y Casa La Coscoja, al sur de Valtenebroso y al norte de Hondoneros y La Campana. De allí sale un camino un camino que conduce a La Roda, cruzando el de Carretas en la Casa del Monte. 621 Monte Moreno está un Km. al sur de la Estación de Minaya, y al este de las Casas de La Retamosa. 622 La Retamosa, monte junto a Casas de La Peña, tres o cuatro kilómetros al sur de Casas de Roldán. Junto a él, y el en límite, se conserva el paraje de “El Mojón”. 623 Prado Ancho, al sur del Záncara, junto al Rincón del Moro y entre Villarrobledo y El Provencio. 624 No lo es, porque en 1319 ya se ha segregado, en todo caso, y es de don Juan Manuel, como toda la tierra de Alarcón. Pero en la sentencia de 1318, publicada en el libro de Torrente (Documentos para la Historia de San Clemente, I, Doc. 6) y por nosotros mismos (Una ciudad castellana… Doc. III) este párrafo ofrece dos lecturas distintas: “…dende al otro mojon en el camino que va al Robledillo e al Provençio deyuso del alcor hazia El Provencio” y “…dende al otro mojon en el camino que va del Robledillo al Provençio deyuso del alcor hazia El Provencio”. Y como por entonces existe un Robredillo –actual Villarrobledo– en tierra de Alcaraz, y el denominado Robredillo de Záncara, en la de Alarcón, es difícil saber de cuál de ellos se trata, y si el mojón está en el camino entre ambas poblaciones, o en el que lleva a ellas.
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Alcaraz, sin embargo, conserva todavía El Villarejo Rubio, que perdió con arreglo a la sentencia de Fernando III, pero recuperó con el deslinde de Alfonso X el Sabio. En octubre de 1294 -no antes, como siempre habíamos creído625– la orden y Alcaraz amojonan los términos del Villarejo Rubio y Torrevesejate (Vaceiat/ Veceiat), donde los santiaguistas crean una encomienda, con ánimo, sin duda, de repoblar la zona. El acuerdo amistoso se confía a una comisión de seis hombres buenos, tres que nombra Alcaraz entre los caballeros santiaguistas y otros tres designados por la orden entre los principales vecinos de Alcaraz: Lope Pérez (¿tal vez el Lope Documento de 1294 que divide los términos de Pérez Dávalos que en 1305 figura como juez danTorrevesejate y el Villarejo Rubio. do una carta puebla a su aldea de Las Peñas de San Pedro?), cierto Gonzalo Alfonso (que figura en el mismo documento y que antes fue alcaide de Alcaraz en Las Peñas626), y Sancho Díaz de Bustamante, sin duda el personaje que un par de años atrás ejercía en la villa el oficio de justicia del rey627. La sentencia establece comunidad de pastos y fija los mojones: “el primer mojón es así como el camino de las Mesas Rubias, así como viene hasta el pozo del Villarejo Rubio sobredicho, et el pozo que sea la meytad de la orden a la parte de la mano derecha, y la otra meytad de la mano izquierda que sea de Alcaraz...” Después va por la senda que va a la Nava Blanca y al Lavajo Rubio, que estaba en el camino de La Los Santos (Paredazos, antiguo Villarejo). A lo lejos, se Ossa a Torre Veceiat. La partición, por tanto, se intuye, más que verse, Socuéllamos. parece bastante a la que vimos ya entre Alarcón y Uclés cincuenta años atrás (dividiendo a partir de un camino o carril, y llegando a partir el pozo en dos mitades). Quizá por esta causa se pide la presencia de algunos caballeros de Alarcón, que firman por testigos, y que conocerían mejor la mojonera donde antes lindaban con Uclés. En esta división, que no terminará con todas las pendencias628, puede tener su origen la antigua tradición recogida en las obras de Blas Franco y Francisco de La Cavallería, y que después repiten El error, que procede de Bernabé de Chaves (Apuntamiento… p. 16), y en el que casi todos habíamos caído, ha sido puesto en claro en un valioso artículo de F. J. Escudero Buendía, “Disputas territoriales…” En II Congreso de Historia de Albacete, p. 67. 626 A. Pretel Marín, El castillo de Peñas de San Pedro… Docs. 3 y 4. 627 F. J. Escudero Buendía, “Disputas territoriales…” Doc. II. Transcribe el documento de manera dudosa, pero en su obra Tras los orígenes de La Mancha de Vejesate, Socuéllamos, 2001, p.74, el mismo autor ofrece una fotografía en pueden leerse claramente los nombres. 628 A finales del XV, la Orden todavía acusaba al concejo de Alcaraz de tener ocupado ilegalmente desde el Lavajo Rubio hasta el Pozo del Cabalgador (A. Porras Arboledas, La orden... p. 245, F. J. Escudero Buendía, Tras los orígenes… p. 113114). Este Cabalgador es el mojón de que antes hablábamos entre Alcaraz, La Ossa y los dominios de San Juan y Santiago, y el Lavajo Rubio es el del mismo nombre que adquirirá después Villarrobledo, cuando amplíe su término a mediados del siglo XVI. Del Villarejo Rubio a Las Mesas existía un camino, que está documentado hacia 1318 (A. Pretel Marín, Una ciudad castellana... p. 249), y que probablemente es la misma carrera citada en el deslinde entre Alarcón y Uclés (M. Rivera Garretas, La Encomienda... p. 381-382). 625
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numerosos autores, sobre una sentencia del rey Fernando IV, que hacia 1298 ordenó despoblar los Villarejos de “San Bartolomé” y “San Nicolás” y fundar otros dos –los de Villarrobledo y Socuéllamos– cada uno a una legua del núcleo primitivo, para evitar querellas entre los pobladores asentados en tierras santiaguistas y los de Alcaraz. Hasta nosotros mismos, después de muchos años de rechazar la idea, llegamos a creerla629, y seguimos creyendo que puede haber un fondo de verdad en la historia, si bien probablemente estará deformada, o incluso referida a tiempos anteriores (no fue nada infrecuente en los convenios de órdenes militares prohibir que se poblaran aldeas en conflicto, como hemos podido comprobar en la Fuente del Puerco, Turra o los villarejos entre Alhambra y Ruidera). Desde luego, es posible que el Villarejo Rubio compartiera el pozo de su nombre, e incluso el nombre mismo630, con otro situado en el actual término de Socuéllamos y a no mucha distancia. La tradición apunta que en ambos Villarejos, muy pronto abandonados, quedarían las iglesias fundadas por la orden de Santiago y el arcedianato de Alcaraz631, que se convertirían en ermitas, a las que se acudía en romería en la Baja Edad Media, y hasta el siglo XVIII, sin duda con la idea de marcar de manera indeleble, como ocurre también en otros casos632, el dominio de aquellos despoblados, que estarían, por tanto, a ambos lados del límite (aún llamado “La Raya”). Sin embargo, Francisco de La Cavallería habla sólo de uno (el de Los Paredazos o de San Nicolás, donde estuvo la iglesia de esta advocación, que sería sin duda el Villarejo Rubio), y de otro fundado con posterioridad en el actual Socuéllamos, bajo la advocación de San Bartolomé, que tendría derecho al mismo pozo, “aunque no huviesen sido los primeros en llegar al sitio”, y añade que después, se trasladó el de San Nicolás al solar del actual Villarrobledo; versión que nos parece bastante más conforme a lo que conocemos. Desde luego, hoy en día solamente perdura el nombre de “Los Santos” –que se debe sin duda a las ermitas– o de “Los Paredazos” en sendos caseríos arruinados, próximos entre sí, y ambos situados del lado albacetense de la citada “raya”. Más difícil parece todavía saber si el poblamiento de Socuéllamos y de Villarrobledo fue causa o consecuencia, como quiere la misma tradición, de una orden real de trasladar el o los villarejos a una legua del pozo. Cierto que estas dos villas parecen repoblarse en esos años de finales de siglo y quizá en los primeros del siguiente, pero el mismo deslinde de 1294 tiene como testigos a un Gonzalo Ruiz, comendador de Vezeiat (la encomienda de Torrevesejate, creada poco antes y que englobaría con el tiempo a Las Mesas de Cuenca y Manjavacas633), y a cierto don Guillén, “clerigo del Rrobrediello”, Robredillo que acaso puede ser el de Záncara, aldea que Alarcón repoblaba poco antes634, pero que a nuestro juicio también pudiera ser el que hoy conocemos como Villarrobledo, que al parecer recibe todavía aquel nombre en pleno siglo XV. Si esto fuera así –cosa que no afirmamos, pero no descartamos, a la vista de algunas noticias posteriores635– podríamos estar ante una prueba de que Villarrobledo ya Véase nuestro prólogo a la edición facsímil de la obra de Francisco de La Cavallería y Portillo, Historia de Villarrobledo, IEA, Albacete, 1987. Y A. Pretel Marín, “Conflictos de interés…”, p 267. 630 Según dice Socuéllamos en 1578, “llámase a este sitio Los Villarejos Rubios, porque hay otro tanto en tierra de Alcaraz, en el termino de Villarrobledo allí junto con otra ermita, y los de Villarrobledo les llaman así mismo los Villarejos Rubios”. F. J. Escudero Buendía, “Disputas territoriales…”, p 64. 631 En pleno siglo XV aún vemos un curato afecto al Villarejo, aunque anexionado a la parroquia de San Blas, la de Villarrobledo. Mª Luisa Guadalupe Beraza, Diezmos de la sede toledana... pp. 96-97. Escudero Buendía, “Disputas territoriales...”, p. 64. 632 Villargordo, Susaña, Sotuélamos, Pinilla… Ver R. Sánchez González, “El partido de Alcaraz a través de las relaciones del cardenal Lorenzana” Al-Basit, 28, Albacete, 1991, p.48-49. 633 P. A. Porras Arboledas, La orden de Santiago en el siglo XV, p. 245. 634 Robredillo de Záncara, citado en el testamento de don Juan Manuel (1340) como uno de los pueblos cuyas rentas habrían de entregarse a Urraca de Hermosilla, el ama de sus hijos, como compensación de las de El Provencio y Congosto, que tenía anteriormente. También, probablemente, el mismo Robredillo al que Alarcón había concedido las tierras del Záncara en 1282, y el citado en 1294 como uno de los pueblos de tierra de Alarcón que han contribuido a pagar la campaña del joven Juan Manuel en el reino de Murcia. 635 La tradición apunta que la antigua ermita de San Blas, la de Villarrobledo, hecha por los primeros pobladores de ésta, existía ya antes de que se abandonara del todo el Villarejo, y que se convirtió en parroquial al trasladarse a ella el cura con el pueblo. F. De la Cavallería, Historia de Villarrobledo… p. 20. 629
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existiera antes del abandono de ambos villarejos; algo que a buen seguro influiría en el maestre Juan Ossórez a la hora de impulsar la puebla de Socuéllamos que muy pronto eclipsó a Torrevesejate636. En las primeras décadas de la nueva centuria, mientras Villarrobledo y Socuéllamos comienzan a crecer a ambos lados del límite, aún se documentan en los alrededores –y en el norte del término concedido a Alcaraz por su conquistador, aunque este concejo nunca llegó a ocuparlo– intentos de crear algunas nuevas pueblas. Entre ellas, Criptana y Villajos y el “Común de La Mancha”, en el que éstas se integran junto a Posadas Viejas, Puebla de Almoradiel, Miguel Esteban, Gúzquez el Quintanar y Puebla del Aljibe. Sin embargo, las pestes y las guerras de los años centrales del XIV terminaron haciendo despoblarse buena parte de ellos (Villajos, La Higuera, Posadas Viejas, Gúzques, Almoradiel, Pedro Muñoz, Aljibe), aunque algunos volvieran a surgir en aldeas cercanas con posterioridad. Ninguno de estos pueblos era ya de Alcaraz, pero es muy posible que ocurriera otro tanto con algunas aldeas que seguían estando en su jurisdicción, como El Cabalgador y Fuente del Espino, que en el siglo XV comparten un curato, o las de Villarachos (¿quizá el denominado Pozo de Villavachos, que creemos alude al de los Villarejos), que comparte curato con Sotuélamos637. Sin embargo, ignoramos si estas poblaciones son restos de las que hubo durante el siglo XIII o surgieron después como proyectos de colonización. En el resto del término la carencia de documentación nos impide saber si hubo más aldeas que las ya mencionadas. Es de creer que MuneLa villa de Lezuza vista desde el castillo ra –y puede que Lezuza638– continúen pobladas. y la ciudad romana. F. J. Escudero Buendía, “Disputas territoriales... pp. 70-72. Mª. L. Guadalupe Beraza, Diezmos de la sede toledana... pp. 96-97, menciona un curato compartido en el XV por La Fuente del Espino y El Cabalgador, y otro que compartían Sotuélamos y el llamado Pozuelo de Villarachos. En el mapa de la recién creada provincia de Albacete grabado en 1853 por Ramón Alabern –que no es ningún prodigio de exactitud geográfica– se sitúa un “Pozuelo de Villavachos” entre El Salobral y Balazote, donde nunca ha existido, que sepamos, semejante topónimo, y otro “Villavachos” entre Villarrobledo y Socuéllamos, aproximadamente donde sí que sabemos están los Villarejos. El del Arzobispado de Toledo grabado en Madrid en 1683, señala solamente Sotuélamos, no lejos de Munera, y El Villarejo, junto a Villarrobledo. Por tanto, es de creer que el nombre “Villavachos” sea una mala lectura del de los “Villarachos”, pues la “r” se puede confundir con la “v”. 638 Como ya señalamos, en 1330 se cita a Pedro Mínguez “de Lezuza”, lo que es un indicio de que existe esta aldea. En agosto del año 1411 Alcaraz da una carta eximiendo de pechos y tributos a todos los que vuelvan a vivir en el cerro, que “solía ser puebla de dicho lugar”, y que es “más sano e más fuerte” que el situado en el llano (A. Pretel Marín, Una ciudad... pp. 72 y 249). Y hacia 1440, cuando es entregada a Juan Pacheco se le otorga por término: “el mojon primero de la Cueua del Lobo a la Cabeça del Tocon e al pozo de Gil de Moya, e dende al Puerto Mingote e a la Cabeça del Tamaral e a la Fuente del Puerco e al Ojuelo el Reuellado e el vallejo arriba fasta el camino viejo, e asi fasta do cruza el camino real con la senda de las torres e a la sima de los çerros de Valaçot e a las Atalayuelas de Lara e a la Atalaya Mornegrillo e a la Losa de Barrax e a la Losa las Gualdas e a la Losa el Romeral e a la Cabeça Çamanço e a la Atalaya de Lechina e al Pozo e al mojon del camino de Munuera e a la Naua don Gorgorio que torna a la Cueua del Lobo” (AHN, Nobleza, Frías, 51-79). De ellos, la Cabeza del Tocón aún conserva su nombre, y está cerca de la Casa, cañada y manantial de Gil de Moya. El Puerto de Mingote debe estar no muy lejos de la aldea de Casas de Mingote y Nava de Mingote, un poco al norte de la Cabeza de Villaverde. La sima de los cerros ha de estar en la denominada Cañada de la Sima, hacia el sur de Tiriez, y entre éste y Balazote, y las Atalayuelas de Lara quizá en las Vandelaras. La Losa de Barrax la Charca de La Losa, junto a Casas de Abril, y la del Romeral debe de situarse cerca de la Casa del Romeral actual. La Cabeza Çamanço sería, en buena lógica, el cerro Zamanzo, al norte de Munera, aunque la Atalayuela de Lechina debería situarse antes de este mojón (también puede ocurrir que la atalaya no esté en el mismo sitio que la aldea y el pozo de Lechina, sino acaso en la morra que también lleva el nombre). Nava de don Gorgorio puede ser las Gregorias, al sur de Navamarín y al norte del Calzadizo del camino de Munera a Lezuza, muy cerca de una Fuente del Lobo), o cualquier otra nava de los alrededores (¿Quizá junto a las Casas de Rodrigo?). Pero queda situar esa Cueva del Lobo, que no debe estar lejos de esa misma zona. 636 637
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Sotuélamos: la vega.
El Bonillo desde la carretera de Lezuza.
Parece que también lo estaba Balazote, y es de suponer que lo estuvieran Villargordo, Sotuélamos, Pinilla y Susaña –San Miguel de Susaña, Junto a Nava Redonda y a la carretera de El Bonillo a Lezuza– que en el siglo, XV, al despoblarse, dan lugar a la puebla de El Bonillo639. Creemos que igualmente lo estarían las viejas atalayas de Lechina y de Lara, y quizá caseríos junto al término de Peñas de San Pedro, como los de Las Quéjolas y las Casas de Lázaro, aunque sólo el primero es mencionado en nuestros documentos medievales. Pero, como decimos, no hay testimonio escrito, ni siquiera de pueblos como el de Barrax, que sabemos existe en el siglo XIV y será en el siguiente uno de los graneros de Alcaraz; o el Berrueco y las Casas de Berruga (tres aldeas con ese mismo nombre, que puede derivar de otros tantos “Buruŷ”). En la sierra, es dudoso que sigan habitadas El Mencal, Bogarra y Paterna, en la zona acotada y dedicada a dehesa ganadera; o las torres de Haches y otras atalayas de tiempos Torre de Haches (Bogarra). musulmanes dispersas por los montes. En su gran mayoría las aldeas pequeñas se habrían convertido en propiedad privada de unas pocas familias de patricios, como son los Ibáñez, los Villodre, los Estúñiga, Alfonso y Pérez Dávalos, que tendrían residencia en Alcaraz, y que a menudo dejan sus nombres o apellidos en la toponomástica de lagunas, lavajos, fuentes, ríos… O, al contrario, lo toman del lugar en que tienen su finca principal, como ocurre en el caso del linaje Ferrández de Reolid, y puede que también del de los Ballesteros. Las mayores no pierden –porque el fuero continúa en vigor– el derecho a labrar y roturar los campos, pero La Fuente de Susaña –un nombre que encontramos igualmente en una fuente en Lorca, un castillo y un río no lejos de Jaén (ver J. González, Reinado y Diplomas, Nº 666), y en árabe, Suŷana, en la costa murciana cerca de Mazarrón (J. Vallvé, “Toponimia…”, p. 29)– está colonizada a mediados del XV por gente de El Bonillo. Sotuélamos, Pinilla y la misma Susaña parecen pervivir con diversa fortuna hasta bien avanzado el siglo XV, en el que el crecimiento de El Bonillo y de otros nuevos núcleos, como el de El Ballestero, las irán despoblando, aunque alguno –Sotuélamos– tiene “asaz vecinos” todavía a finales de esa misma centuria (I. García Díaz, Agricultura, ganadería y bosque... p. 38). De toda esta comarca nos hemos ocupado en A. Pretel Marín, “Villazgo de El Bonillo: precedentes, proceso y consecuencias” en Privilegios de El Bonillo, ed. facsímil, IEA, Albacete, 2001, pp. 11-74. 639
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sí su control y la capacidad normativa sobre ellos, que ha asumido el concejo de Alcaraz, quien somete los bienes comunales a estrictas condiciones, acota nuevas dehesas y cobra por el uso de aprovechamientos de propiedad común. A excepción de Las Peñas de San Pedro, que conserva su término apartado –aunque es un castillo despoblado, y por tanto no ejerce jurisdicción sobre él– y quizá las dehesas reservadas de antiguo al boyalaje de las comunidades aldeanas, el resto de las tierras son propios del concejo, que percibe las borras y asaduras y establece la veda de la caza, la grana, la bellota y el resto de riquezas, concediendo además las preceptivas licencias de apertura de las nuevas labranzas. La obligación foral de ayudar en la guarda de los montes, que exige la presencia de los representantes de las comunidades aldeanas para hacer juramento cada año a la villa, servirá de pretexto, además, para hacer de este acto una réplica de cualquier ceremonia de homenaje feudal. No sabemos si ya durante el siglo XIII –suponemos que sí, aunque son muy escasas las aldeas pobladas y no se documentan estas formalidades– pero sí en los siguientes, unos representantes elegidos por las aldeas del término acuden a Alcaraz por el mes de septiembre u octubre (en torno a San Miguel, fecha en la que también se renueva el concejo por mandato foral) y hacen pleito homenaje, como buenos vasallos que cumplen sus deberes “según fuero e costumbre de España e fijosdalgo della”, como llega a decirse en alguna ocasión640, aunque entre los presentes no haya ni un solo hidalgo. Al tiempo, y además de los tributos para reparación de los muros y adarves de la misma Alcaraz, deberán abonar una llamada “Cuenta de San Miguel” en reconocimiento del dominio de la villa ejercía sobre ellos641, y para subrayar la humillación, traer un par de perdices a cada regidor o alcalde de la villa, a modo de yantar, lo que levantaría abundantes protestas642. Con estas condiciones, no es raro que tardaran en nacer o volver a poblarse las aldeas, ni que, cuando nacieron y se desarrollaron, desde el siglo XIV en adelante (sobre todo en el XV, que es el del crecimiento), comenzaran a dar muestras de su rechazo al modelo feudal que se les imponía por parte de un concejo que tiende a funcionar como un señorío colectivo643, aunque a su vez rechaza, paradójicamente, cualquier intromisión de la nobleza sobre su territorio y cualquier privilegio de carácter feudal que se oponga a sus propios intereses. Pero por el momento solamente podemos afirmar que no tenemos datos que nos hablen de la vida aldeana ni de las relaciones entre sus moradores y el concejo matriz. Ni siquiera sabemos si existen fortalezas con alcaides nombrados por la villa en Munera y Lezuza, o en las menos pobladas de Riópar y Cotillas, o Paterna y Bogarra, donde sí que los vemos en
A. Pretel Marín, El castillo de Peñas de San Pedro… p. 129. También Cuenca exigía el llamado “pecho de San Miguel”, y colaboración en los repartimientos para las obras públicas y fortificaciones a todas las aldeas nacidas en su suelo, sin importar que algunas fueran de Señorío (Juan I, en las Cortes de Segovia de 1386 ordenó de manera general que también estas últimas pagasen en todos los tributos concejiles, puesto que aprovechaban las riquezas del término). Consúltese al respecto M. C. Quintanilla Raso, “La Implantación de la nobleza y relaciones de poder en la tierra de Cuenca en la Baja Edad Media”, Relaciones de Poder en Castilla: el ejemplo de Cuenca. UCLM, Cuenca, 1997, pp. 126-127. 642 Todavía en 1539, tras la emancipación de El Bonillo y el castillo de Peñas de San Pedro, y en su comparecencia anual de San Miguel, los alcaldes de Lezuza y Munera, aldeas de Alcaraz, “dixeron que ellos no son obligados a dar perdizes, que depositaban para ellas veynte e seys reales syn perjuyzio de su derecho... e que reçiba los dichos veynte e seys reales en lugar de las dichas perdizes e que dellos conpre veynte e seys pares que son los que an de dar los dicho ofiçiales e los reparta conforme a la hordenança que sobrello habla, que sy algo sobrare conpradas las dichas perdizes se lo buelva”. Nos extendemos más sobre estas cuestiones en es citado estudio “Villazgo de El Bonillo…” pp. 33-58. 643 “...Las ciudades de la Edad Media deben ser contempladas ante todo como piezas plenamente integradas en el sistema feudal. Desde el punto de vista jurisdiccional, la ciudad funcionará como un señorío colectivo que extiende su radio de acción sobre las aldeas de su territorio” J. Valdeón, El Feudalismo, Historia 16, Madrid, 1999, p. 78. Sobre las relaciones de Alcaraz y sus aldeas, y el aprovechamiento económico del término, se extiende ampliamente Isabel García Díaz: Agricultura... IEA, Albacete, 1987. 640 641
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los siglos siguientes644. En Alarcón, los hay, conforme a un privilegio que otorga Sancho IV645, y es de creer que también los haya en Alcaraz, siquiera en los momentos de inquietud o peligro; pero sólo nos consta que lo había en el castillo de Peñas de San Pedro antes de que el concejo lo diera a pobladores, como ya queda dicho, en 1305. Y también –lo que es muy significativo– que será justamente esta aldea, que tenía ya antes su término apartado, y a partir de esas fechas gozará de especial autonomía, la primera en buscar la independencia medio siglo después.
El castillo de Peñas de San Pedro, nueva aldea de Alcaraz, que el concejo repuebla en 1305.
Aunque poco poblados, cuando no mantenidos a base de mercedes y exenciones fiscales, sabemos que Cotillas y Riópar pervivieron en el siglo XIV, pero sobre Paterna y Bogarra no tendremos noticias hasta bien avanzado el siglo XV, cuando Alcaraz mandaba alcaides y soldados a estas fortalezas, y a las menos pobladas de Ayna y San Vicente, ante las amenazas de los moros (A. Pretel Marín, Una ciudad.… pp. 112). Y tampoco sabemos, obviamente, si hubo poblamiento permanente e ininterrumpido desde el siglo XIII. 645 Dado en Valladolid el 23 de mayo de 1293. Entre otras mercedes se confirma a la caballería de Alarcón el derecho a elegir juez y alcaldes por sorteo, a cobrar las entregas de judíos y cristianos de su término a tomar tres cabezas por millar de montazgo al ganado que atraviese su término, y a poner caballeros como alcaides en todos los castillos que tuviera en el término. Véase el documento en P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Doc. XXVIII. 644
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LA VILLA Y SUS PROBLEMAS A FINALES DE SIGLO
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Pese a todo lo dicho, y pese a las tensiones que siguen percibiéndose y que probablemente aún aumentarán, la villa de Alcaraz está consolidada a finales de siglo, y es una de las pocas de los alrededores que no corre el peligro de una despoblación. Sin duda, ha desbordado las murallas antiguas (el perímetro islámico se encontraba en la parte hoy vacía, en la cima del cerro, que seguía siendo aún el estrecho e incómodo reducto en el que residía el grupo dirigente) y obligado a crear una nueva muralla. Ya en el siglo XIV, pero seguramente desde fines del XIII, vemos representantes del concejo y vecinos que viven “de los muros viejos afuera” –se supone, por tanto, que entre éstos y los nuevos– pleiteando con Sancho Ferrández de Avilés, recaudador real de las cuatro monedas que otorgaron las cortes de Madrid. Y creemos, desde luego, que la cuarta parroquia –San Miguel646– pudiera estar ya fuera o al borde de los muros, porque probablemente su pared fuera parte de la cerca, que creemos seguiría aproximadamente el trazado de la que luego fue la actual Calle Mayor. El sector dominante de la caballería, y también los hidalgos y algunos hombres buenos que se han integrado o aspiran a integrarse en el grupo oligárquico, viven entre los muros, en su gran mayoría; pero hay un arrabal que parece acoger a numerosos vecinos más modestos, y al parecer también
Alcaraz: el alcázar y el solar de la ciudad antigua, vistos desde la plaza de la ciudad moderna.
San Miguel y una parte del Alcaraz actual visto desde el solar de la ciudad islámica.
Debe de ser la cuarta, tras las de San Ignacio, Santa María y San Pedro, y es mencionada ya en 1305, aunque es de creer que sea más antigua. La de La Trinidad existe como mínimo a fines del XIV, en octubre de 1391, cuando vemos reunirse en ella al concejo para otorgar su antigua dehesa a Munera (M. Rodríguez Llopis, “Expansión…” p. 169), pero no conocemos cuándo se fundaría. 646
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algunos hacendados. Igualmente, encontraremos una más que mediana judería647, indicio de una cierta riqueza mercantil, aunque da la impresión de que las ferias no se han desarrollado de la forma prevista y que la situación de esta comunidad se ha deteriorado respecto a la prevista en las normas forales648. Hay también una aljama mudéjar respetada, que presumiblemente se habría establecido en la segunda mitad de la centuria, como ocurre en los casos de Córdoba y Sevilla, pues ya hemos señalado que los moros autóctonos salieron expulsados después de la conquista649. Algunos de sus miembros –Hassan el Alcayat, Abdalaziz, don Musa, Hamete, Alí el Romo– figuran por testigos en 1305, junto a otros vecinos de religión cristiana, en una Un vendedor judio. compraventa del castillo de Pliego, hecha “a Miniatura de la época. la colaçion de Sant Miguel, domingo sallida misa mayor, como fuero de Alcaraz manda”650. Sin embargo, a pesar de otra confirmación a finales de siglo (1295651), y de otra traducción a la lengua romance que en el año siguiente realizó Bartolomé de Uceda652, el fuero no será respetado en su letra ni en su espíritu por los reyes y las autoridades que envían a la villa. Sabemos, por ejemplo,
Según muestra el padrón establecido en Huete en 1290, la aljama de Alcaraz tributaba el 0’81% del total que pagaban los judíos del reino. M. Gaibrois, Sancho IV de Castilla, T. III, Madrid, 1928, p. 204, y C. Carrete Parrondo, “El repartimiento de Huete de 1290”, en Sefarad, XXXVI, 1976, pp. 121-140. Este mismo reparto, y las entregas de distintas aljamas en 1292, en F. J. Hernández, Las rentas del rey. Sociedad y fisco en el reino castellano del siglo XIII, T. I. Fundación R. Areces, Madrid, 1993, pp. 135 y 139. A tenor de esos datos, se trata de una aljama menor que las que existen, por ejemplo, en Toledo, Talavera, Ciudad Real o Cuenca, pero mucho mayor que otras de su entorno, como la de Montiel, y aproximadamente equiparable a las de que hay en Madrid o en Guadalajara. En el siglo XIV, sin embargo, cuando destaca en ella don Mayr el Leví de Alcaraz, arrendador del almojarifazgo de Murcia y alcabalas del rey Pedro I, parece que la aljama comienza a decaer: cierto Zag el Levi de Alcaraz ya no vive en la villa, sino en Garcimuñoz, donde se está formando un influyente grupo (Ver A. Pretel Marín, “Notas sobre judíos y conversos en la Baja Edad Media albacetense”, Información Cultural Albacete, Nº 63, 1992, pp. 3-22). Podemos añadir que todo lo que Pérez de Pareja nos dice sobre el confinamiento en Solanilla de esta minoría es una confusión que carece de todo fundamento. 648 Véase M. Ratcliffe, “Judíos y musulmanes en las Siete Partidas de Alfonso X”, en Congreso Internacional Alfonso X el Sabio, I, Madrid, 1989, p. 243. 649 En su día , guiándonos por las apreciaciones de A. Merino Álvarez sobre la pervivencia de la aljama mudéjar y de las numerosas familias de moriscos que había en Alcaraz a comienzos del siglo XVII, según el mismo autor y H. Lapeyre, creímos que después de la conquista permaneció en la plaza gran número de moros (A. Pretel, Alcaraz… p 46). Hoy sabemos, en cambio, que aquellos expulsados llegaron a Alcaraz desde las Alpujarras en el siglo anterior, y creemos que no pudo haber muchos después de la conquista de 1213, cuando la población salió para Jaén. A finales del XIII aparecen algunos, que parecen bastante respetados, como muestra su cita por testigos y ese tratamiento de “don” que se da a algunos de ellos, pero en el XIV la aljama decaerá hasta casi extinguirse, y en el XV será muy poco numerosa. 650 J. Torres Fontes, Documentos del Siglo XIII(CODOM II), Murcia, 1969, Doc. CLXIX. 651 “Otro preuillejo que esta incorporado en otro priuillejo, que fabla de la confirmaçion del fuero, con vn sello de plomo pendiente en filos de seda verde e blanca; la fecha del, quinze dias del mes de março hera de mill e trezientos e treynta e tres annos”. Inventario de 1496, publicado en A. Pretel, Una ciudad castellana... p. 322. 652 BNE, Mss 17799, Fol. 198 v. J. Roudil, Les fueros... p. 590. Para Peset se trata de una de las últimas traducciones del fuero. A nosotros nos llama la atención que se haga una nueva traducción, cuando teóricamente ya la hizo Millán Pérez de Ayllón, veintidós años antes, por encargo de Alfonso X el Sabio. 647
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que en los años noventa existe en Alcaraz un “justicia del rey”, Sancho Díaz de Bustamante653 –hijo de Día Sánchez, el que fue adelantado en el reino de Murcia, y sin duda patriarca de un linaje de larga descendencia en la localidad654– cuya presencia misma significa una contravención de las normas conquenses. El mismo Sancho Díaz aparece también en 1292655 como beneficiario de una merced de “todos los pechos e derechos e los derechos e las rentas que el rey a de auer en el aldea que dizen El Pozo656, que es termino de Alcaraz, que lo aya por en todos sus dias”, lo que indica, además, la apropiación de rentas, y puede que de aldeas, por un particular, no sabemos si fruto de una concesión por parte del monarca de las correspondientes a una gran propiedad adquirida con anterioridad, o de la misma aldea con todos sus derechos. Y no sería el único en gozar de otras rentas reales de la villa: Pedro Enríquez de Arana, señor de Gorgojí, percibía por esas mismas fechas 5.400 maravedís del portazgo y de la martiniega de Alcaraz (7.800) y el total de las tercias, que ascendía a 2.400657. Pero no solamente corre peligro el fuero por las intromisiones de los representantes del monarca y los nobles del séquito. Aunque no está muy clara la razón ni el momento, parece que el concejo llegó a sentirse inquieto por la eventualidad de que la misma villa fuera o pudiera ser sacada de realengo, y pidió a Sancho IV garantías escritas de que esto nunca sucedería. Por lo menos, sabemos que tenía en su archivo, mucho tiempo después, un “preuillejo en pargamino con vn pedaço de çera con çiertos filos verdes e blancos de seda del rey don Sancho, en que prometio de no dar la çibdad a persona ninguna”658. Documento que indica los temores que sentía la villa, y que acaso pudiera estar relacionada con los tratos del rey con su sobrino, Alfonso de La Cerda, a quien llegó a ofrecer por mediación francesa, en las conversaciones de Bayona (1290), darle el reino de Murcia en plenitud de su soberanía, y algunas poblaciones, como Villarreal, con la tierra que fuera necesaria para el mantenimiento de 500 soldados, como feudo sujeto al vasallaje del rey de Castilla659. Y Alcaraz, desde luego, era la única villa realenga de importancia entre Villarreal y el reino de Murcia, y capaz de aportar al menos una parte de esos 500 hombres, o la renta para ello. Burgos, 1 de marzo de 1292, confirmada en Valladolid, 15 de marzo de 1296 y el 18 de marzo de 1318: “…vi vuestra carta que me enbiastes con Sancho Diaz de Bustamante, justiçia por mi y en Alcaraz, e entendi muy bien lo que en ella dezia, e a lo que me enbiastes dezir que touiesse por bien que ouiessedes el siedmo de todos los pechos e pedidos que a mi dieredes en Alcaraz e en su termino segund dizen vuestros preuillegios…” A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… Doc. VIII. Una ciudad castellana… Doc. II. Lo ofrecemos también en nuestra Selección Documental, nº 33. 654 Según la tradición de Pérez de Pareja (Historia… p 56), Juan Díaz de Bustamante, “descendiente del Emperador de Francia”, fue el primero en poner la bandera cristiana en Alcaraz, y él y su hijo fueron honrados por el rey con el cargo de Alcaide y Justicia Mayor del rey en Alcaraz. Hemos podido ver que a finales de siglo, en efecto, lo tiene un Bustamante, pero es de pensar que el resto de la historia sea pura fantasía, procedente quizá de alguna ejecutoria del siglo XVI, o puede que del XV, cuando los Bustamante se muestran más activos, que obrara en el archivo concejil, y que probablemente sería el privilegio que Pérez de Pareja dice haber consultado. Es más fácil que vengan del citado Día Sánchez, adelantado en Murcia, o de algún hijo suyo. Sobre su descendencia en Alcaraz pueden verse, entre otros, el libro de A. Mackay, Anatomía de una revuelta urbana: Alcaraz en 1458, IEA. Albacete, 1985, y un artículo nuestro, “La guerra sucesoria de los Reyes Católicos…”, en II Congreso de Historia de Albacete, Vol. II, Edad Media, pp. 115-150. 655 F. J. Hernández, Las rentas del rey… pp. 83-84. 656 Suponemos que sea el actual Villaverde del Guadalimar, pero hay otros “Pozos” en tierra de Alcaraz, por lo que no se puede afirmar con certeza. Muchos años después, a principios del XV, la propiedad de “El Pozo”, con huertas, hazas, viñas y otras propiedades, fue cedida a un convento de Alcaraz por Enrique Cribel, el yerno y heredero del famoso caballero petrista Garcí Ferrández de Villodre. Véase C. Ayllón Gutiérrez, “Presencia dominica...”, pp. 196-214, y también nuestro artículo “despoblados y pueblas medievales...”, pp. 278-282. 657 F. J. Hernández, Las rentas del rey… p. 135. 658 A. Pretel, Una ciudad... p. 321. Inventario de 1496. Por desgracia, no hay referencia a la fecha de este documento. El error que supone hablar de “la çibdad”, que se debe sin duda a un lapsus del copista, puesto que cuando escribe Alcaraz ya tenía ese título, no debe hacer pensar que el dato sea falso. 659 “…Offerebat et dabat prefato dompno Alfonso, filio Infantis, Murcie regnum predictum liberum, videlicet quod nullum ibidem superiorem haberet, et eciam Villamregalem et cum ipsa terram pro quingentis militibus…” Jofré de Loaysa, Crónica latina de los Reyes de Castilla, Murcia, 1982, p. 146. De hecho, Villa Real ya había sido entregada o prometida en años anteriores por el rey don Alfonso y Sancho IV a la infanta Beatriz o la orden Calatrava. En enero de 1293, don Sancho disponía, sin embargo, que nunca se pudiera sacar de la Corona (L. R. Villegas, “La fundación de Villa Real…”, p. 60). 653
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Sin duda, el desmentido y el nuevo privilegio de don Sancho pudo tranquilizar a los alcaraceños. Pero no faltarán en los años siguientes otros nuevos motivos de inquietud, desde la cercanía de algunos caballeros del partido de Alfonso de La Cerda, como el revoltoso señor de Albarracín, don Juan Núñez de Lara (que en aquel mismo año, 1290, saqueaba la tierra de Alarcón y siguiendo hacia el Sur derrotó entre Chinchilla y Albacete a las tropas reales comandadas por Pay Gómez Chirino y Juan Fernández, regresando a Aragón cargado de botín), hasta las pretensiones de súbditos “leales” como don Juan Manuel, hijo de don Manuel, que estuvo junto al rey en su lecho de muerte y que ya muy temprano manifestó interés por poseer Alarcón y Alcaraz, que acabó consiguiéndolo poco tiempo despues. De momento, el acuerdo firmado en Monteagudo en noviembre de 1291 entre Jaime II y Sancho IV disipó la tensión con Aragón, y el éxito logrado al conquistar Tarifa –por cierto, al parecer, con ayuda de tropas de Alcaraz entre otros concejos660– contribuyó a salvar el prestigio del rey, aunque no terminó ni con los revoltosos ni con el descontento que aumentaba entre sus propios súbditos de las villas realengas, a los cuales impuso nuevas contribuciones661. Él, que había utilizado la presión tributaria de su padre como arma arrojadiza contra el viejo monarca, no iba a ser ahora mucho más popular por los mismos motivos. Y pese a las cesiones del propio Sancho IV y su hijo don Fernando, en Alcaraz, al menos, conocemos algunos documentos de finales de siglo en que los caballeros y hombres buenos se quejan de la falta de respeto a sus antiguos usos en materia fiscal, e incluso de tener que pagar el salario de las autoridades que les envía el rey662. Quizá, en parte, es reflejo de la nueva política militar de los reyes, que no confía tanto en las milicias y en la caballería concejil –“milites de conciliis”– como en los ricoshombres y en sus grandes mesnadas663, por lo que ya no cuidan a la caballería en la misma medida del Rey Sabio en sus mejores años –aunque la misma inercia les hace mantener las viejas exenciones– ni renuncian por ello a ejercer su control sobre las villas. Todo esto, sin duda, redundó en deterioro y desprestigio de la caballería popular, la cual, aún en vida del mismo Alfonso X, daba muestras patentes de degeneración y corruptelas que, como señalamos, obligaban al rey a recordar la obligación de mantener caballo, hacer alarde anual y mantenerse en guisa de acudir a la hueste en caso necesario. Con todo, en este grupo, que hasta parece haber aumentado en su número, aunque no en eficacia, seguía estando aún el estrato social preponderante de la localidad, junto con los hidalgos, que parecen tener privilegios iguales, incluso superiores en al-
Según información de Pérez de Pareja, Historia de la primera fundación… p. 66, una carta del rey Sancho IV, dada en 1292 en Medina del Campo, alude a los servicios que había recibido de los concejos de la Extremadura –y por tanto también de Alcaraz– y cita en especial “lo de Monteagudo” y “cuando Aben Juceph y Aben Jacob su hijo cercaron a Xerez por dos vezes, y nos fuimos y por nuestro cuerpo la descercamos, y acatando el servicio que nos hicieron en la cerca de Tarifa, que nos combatimos e tomamos por fuerça de armas…” No cabe duda alguna de la autenticidad del documento, porque hay otro igual a la ciudad de Murcia, dado en Valladolid el 23 de mayo de 1293 (Torres Fontes, CODOM, IV, Doc. CLIII), aunque cabe entender que se refiere de forma general a las villas que enviaron su colaboración, y no sólo Alcaraz, pero también a ésta, que de otra manera no tendría esta carta en su archivo. Lo raro es que no esté reflejada, como otras, en el inventario de 1496, del que hemos hablado. 661 “...et maiorem honera tributorum imposuit hominibus terre sue quam unquam fecerat pater eius...” Jofré de Loaysa, Crónica latina… p. 158. 662 A. Pretel Marín, Una ciudad… Doc. I. Burgos, junio de 1299. Ver nuestra Selección Documental, nº 34. 663 La Crónica Latina de Jofré de Loaysa, p. 127, dice que cuando el cerco de Jerez por los benimerines, Sancho IV reunió 5.000 caballeros (“baronum et militum suorum generosorum”), con los cuales logró descercar la ciudad, puesto que no quería llevar en esta empresa “milites de conciliis”. 660
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gunos momentos664, aunque son desplazados del poder poco a poco665, o terminan uniéndose con ellos para imponerse juntos al común de vecinos (de hecho, la distancia entre los caballeros y los simples pecheros es bastante mayor que la que hay entre los dos sectores del patriciado urbano, y seguirá aumentando en los tiempos siguientes). Parece, en todo caso, que estas oligarquías, a veces enfrentadas por querellas internas, y por las disensiones entre nuevos y viejos caballeros, sufrirán igualmente el autoritarismo y las vacilaciones de una monarquía siempre condicionada por las necesidades de una fiscalidad que necesariamente se opone a la exención que se había prodigado, y las de la defensa, que requiere seguirlas manteniendo. Esas vacilaciones, obviamente, contribuyen muy poco a mejorar las cosas: en enero de 1287 Sancho IV confirma en un solemne privilegio rodado aquél en que su padre devolvía a Alcaraz su fuero primitivo añadiendo ventajas a la caballería, como el siedmo de todos los pechos y tributos,
Privilegio rodado por el que Sancho IV confirma las franquezas que concedió su padre a la caballería de Alcaraz.
Documento de 1318 por el que Alfonso XI confirma privilegios de su padre y su abuelo para los caballeros y hombres buenos de dentro de los muros de Alcaraz.
Los hidalgos se eximen de moneda forera, según un privilegio de 1292: “E otro preuillejo que non paguen moneda forera hidalgos nin duennas nin doncellas, con vn sello de plomo con filos de seda a colores; Fera de mill e trezientos e treynta”. El inventario del archivo de 1496 se refiere a “otro preuillejo del rey don Alonso que los caualleros de Alcaraz non paguen moneda forera; la fecha en la fera de mill e trezientos e veynte e çinco” (es decir, 1287, un año en que no reina ningún rey don Alonso, por lo que es evidente que existe algún error, y puede que se trate del rey Alfonso XI). Pero, además, el mismo documento, justamente en el párrafo anterior, habla de otro de 1351, de Pedro el Cruel, “de confirmaçion de la merçed que fizo el rey don Alonso a los caualleros de Alcaraz, que non paguen tributo alguno saluo en hueste e en moneda forera; la fecha de fera de mill e trezientos ochenta e nueue”. A. Pretel Marín, Una ciudad… p. 324. A. Pretel Marín, Una ciudad… p. 322. Inventario de 1496, p. 324. 665 M. Peset y J. Gutiérrez Cuadrado, El fuero de Úbeda, Valencia 1979, pp. 204-206. 664
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aunque con la importante condición de poder dedicarlo a otros menesteres si lo considerara conveniente666. Pero poco después, en 1292 y 1296 –coincidiendo con graves amenazas externas– él y su hijo conceden “que lo que tomaredes de este siedmo que lo partades entre uos daqui adelante, ca como quier que dizen los uestros preuilegios que yo que parta este siedmo en aquellas cosas que fueren mas mio seruiçio e pro de la villa, e tengo que esta es vna de las cosas que mas mio seruiçio seran, e por razon que la villa este mas guardada e se pueble meior…”667. Como se puede ver, ha desaparecido la posibilidad de que estas cantidades se aplicaran a fines que no fueran el reparto entre los habitantes del cerco de la villa. En lo que se refiere a los pechos reales, siguen la ambigüedad y las contradicciones en la siguiente década, pero hay que apuntar que en 1308 hay “otro preuillejo del rey don Ferrando que los que poblaren en el arrabal sean esentos como los que moraren en la çibdad”668, lo que indica un reparto del derecho –más bien, del privilegio– entre ambos colectivos, siguiendo la política que tan mal resultado dio al viejo Alfonso X. Creemos que se alude sólo a los caballeros, pero aun así se trata de una mala noticia para los ya asentados, que habrán de compartir su derecho exclusivo, y también para el resto de vecinos, que habrán de cargar solos con los pechos de todos. Como es natural, intentarán también hacerse caballeros por motivos fiscales, aunque sea incumpliendo los deberes que conlleva este título, mientras que los que viven dentro de las murallas pretenden eximirse sin mantener caballo. Y en estas circunstancias, obviamente, se va desprestigiando el ejercicio de la caballería, entre otras razones porque los privilegios compartidos por muchos ya no son privilegios, y menos si se otorgan sin ningún requisito. De ahí, probablemente, el prestigio que adquiere poco a poco una caballería que se declara hidalga, aunque a veces no lo es, y que entrará en litigio con la caballería ciudadana por los oficios públicos, de los cuales estaban excluidos sus miembros, a menudo por ser vasallos de las órdenes o de otros señores. En el siglo XIV veremos abundantes reprensiones reales a quienes se decían caballeros sin serlo669, y también los reflejos de la pugna entablada entre los “caballeros y escuderos” –es decir, caballeros de cuantía y de escudo o linaje– aunque para nosotros resulta muy difícil distinguir las familias integradas en estos dos subgrupos, que juntos acaparan el poder oligárquico670. Pero no adelantemos los acontecimiento. De momento, a finales de este siglo XIII que estamos estudiando, la proliferación de la caballería, aparte de causar el colapso fiscal de una población donde sólo las clases menos favorecidas pagan todos los pechos, estaba provocando importantes perjuicios para la oligarquía, que se ve presionada por los recaudadores y las autoridades que mandaba el monarca. A mediados de 1299 tanto los caballeros como los hombres buenos que viven en el cerco de los muros se quejan de la falta absoluta de respeto de las autoridades hacia sus privilegios en materia fiscal, diciendo “…que les peyndran porque pechen en las soldadas de las justiçias que les yo enbio alla, Valladolid, 27 de enero de 1287. Pub. A. Pretel Marín, Conquista… Doc. 33. Lo ofrecemos también en nuestra Selección Documental, Nº 29. A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” Nº 2 y 8, pp. 225 y 234, transcribe otro, también de Alfonso X, dado en Murcia el 15 de abril de 1271, concediendo excusados y la exención de pechos a la caballería de Alcaraz, y su confirmación por Sancho IV el lunes 27 de enero de 1287. Lo tomamos de ella en nuestra Selección Documental, Nº 30. 667 A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… Doc. VIII. A. Pretel Marín, Doc. II. A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” Nº 9, pp. 234-236. Lo ofrecemos también en nuestra Selección Documental, Nº 31. 668 A. Pretel Marín, Una ciudad… p. 322. Inventario de 1496. 669 A. Pretel Marín, Una ciudad… pp. 52-53. 670 Hay noticias de “otro preuillejo del rey don Alonso que los que viuieren de los muros adentro no pechen avn que no mantengan cauallos, la fecha, fera de mill e trezientos e setenta e tres annos” (una fecha imposible, que creemos puede corresponder a Alfonso XI y quizá a 1335), y otro por el que el mismo Alfonso XI, en 1315, concedió un privilegio “de cómo los caualleros que moran en el arrabal tengan la misma preheminençia que los de la çibdad, fecha hera de mill e trezientos e çinquenta e tres annos”, y todavía otro “de vna conuenençia fecha por mandado del rey don Alonso sobre la yguala entre caualleros e escuderos, e cómo no pueden fazer ayuntamiento los vnos syn los otros, fecha nueue dias de março [era] de mill e trezientos e setenta e ocho annos”, que corresponde al año 1340. A. Pretel Marín, Una ciudad… p. 322 y 324. Inventario de 1496. También hay referencias a otras confirmaciones en C. Almagro Vidal y M. A. Martín Romera, “Sobre oligarquías urbanas…” pp. 15 y 19. 666
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et esto que nunca lo ovieron por vso nin por costunbre fasta oy de pagar e pechar ni de fazer otra fazendera ninguna en esta razon…”671, y que en otros lugares de Castilla, “ les peyndran e les cogen lo que les fallan e lo venden en uuestros lugares do acaecen por razon que muestran cartas sobre el conçeio de Alcaraz selladas con su sello de Alcaraz e signadas de los escriuanos publicos dese mesmo logar en que faze mençion que obligaua a todos a aquel el debdo o debda a pregon llamado segund que es vso e costunbre de su lugar, et por tales cartas como estas e testimonios que paresçen e testimonios que dan los escriuanos a mengua de lo que los del arraual an de pagar e de pechar, que por esta razon que les peyndran non auiendo ellos a pechar nin fazer ninguna fazendera a ellos segunt diRespuesta de Fernando IV a las quejas de los caballeros y hombres cho es, et por esta razon que pierden buenos que moran dentro de los muros de Alcaraz, en 1299. e menoscaban mucho de lo suyo”. Sin duda, se trataba de una pretensión insolidaria por parte de este grupo de vecinos –no sólo caballeros– que tienen residencia dentro de las murallas y pretende eludir los compromisos y deudas contraídas por el concejo en nombre de la comunidad, quizá para pagar la cabeza del pecho u otras exacciones; pero la misma queja indica los problemas que venían produciéndose por las contradicciones entre los excesivos privilegios que se habían otorgado y las necesidades de una monarquía que pretende, sin éxito, incrementar sus rentas. Y era sólo el comienzo: en el siglo siguiente veremos personeros del “concejo de y de Alcaraz de los muros viexos afuera” que esgrimen privilegios que dio Fernando IV y logran derrotar en un reñido pleito a los recaudadores del monarca, que tan sólo admitían la exención de “caualleros, escuderos, e dueñas e doncellas e los que an franquezas de cauallería...”672 Y en peor situación, por descontado, aunque no detectemos sus protestas, estarían las clases populares, menestrales y “pobres” –en un sentido amplio– que no tuvieron nunca el menor privilegio (salvo los colectivos como simples vecinos, que de todas maneras van siendo absorbidos y monopolizados por las oligarquías), pero sí padecieron los efectos del hambre y de las guerras, y los padecerían si cabe mucho más con las calamidades del cambio de centuria, que afectan a Alcaraz de manera especial. En efecto, eran sólo los comienzos de la tremenda crisis que se abre al morir Sancho IV en abril de 1295, cuando la misma crónica de Jofré de Loaysa habla de los acuerdos del infante don Juan, que se hacía llamar rey de León, y Alfonso de La Cerda. Tras su reunión en Dueñas con Juan Núñez de Lara y otros partidarios, deciden repartirse la herencia del recién coronado monarca, el niño don Fernando, aún bajo tutela de su madre, María de Molina, que se había acercado a Salamanca tratando de calmarlos, pero tuvo que huir hasta Valladolid, y vio entrar “gladio et igne” por todas sus fronteras A. Pretel Marín, Una ciudad… Doc. I. Burgos, en junio de 1299, no se lee bien el día, que puede ser el 15, el 20 o el 30. Lo ofrecemos también en nuestra Selección Documental, Nº 33. 672 Sentencia pronunciada en Toledo con fecha 17 de mayo de 1333, contenida en traslado del siglo XVIII (Arch. Mun . Alcaraz), que creemos muy poco fidedigno (por ejemplo, nos habla de “personas” en vez de personeros, y de las cuatro “ayudas” –en lugar de monedas– que otorgaron las Cortes de Madrid. 671
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al de Lara y a todos los demás conjurados. “Entonces, ¡oh, dolor¡ –dice el cronista– ningún mercader ni hombre honrado transitaba por Castilla, ni el pastor guardaba sus ganados, ni el buey araba la tierra, sino que las llanuras estaban desiertas, los caminos solitarios, cubiertos de hierba y frecuentados por liebres más que por ganado, y los hombres no gustaban de otra cosa que de muertes, robos y despojos; y muchos que antes solían ganarse el sustento como artesanos o agricultores, convertidos ahora en guerreros, despojaban a cuantos podían, robaban, pasaban a fuego los poblados, y ya no se respetaba lugar sagrado, sexo ni edad u orden”673. Un buen aperitivo de los tiempos difíciles –los “tiempos de miseria” de que habla Valdeón– que inauguran la crisis de la Baja Edad Media con el siglo XIV (aunque, como hemos visto, tenían precedentes). Crisis que afectará más de cerca, si cabe, a Alcaraz y su tierra, cuando, con la invasión aragonesa de 1296 de las tierras actuales de Murcia y Alicante, y la nueva ofensiva nazarí, vuelve a quedar de nuevo en la frontera de Aragón y Granada, y expuesta a las algaras de la caballería de ambos enemigos. Las tropas de Aragón hacen daño en las tierras vecinas de Chinchilla, y es de pensar que ataquen también las de Alcaraz; y sabemos que Zaén, capitán de 300 jinetes granadinos, que en años anteriores ya habían hecho estragos en toda la frontera, entrando habitualmente desde Galera y Huéscar por Cieza o Moratalla, sería derrotado en ese mismo año, 1296, cuando “desbarató el conçejo de Alcaraz a Zaen en Canpo de Zacatin –creemos que la sierra que hoy conserva el topónimo, no muy lejos de Nerpio674– e tollieron toda la presa que leuaua e aduxieronla a Alcaraz, e fue desbaratado el primer viernes de Cuaresma en la era de mill e CCC e treynta e quatro annos” 675. Pero si el enemigo producía inquietud, no sería menor la que causan “amigos” como don Juan Manuel, que tras haber perdido antiguas posesiones en las tierras de Murcia y Alicante, quedó por capitán castellano en Chinchilla y Hellín –y sin duda también en Alcaraz, cuya tenencia pide a la regente María de Molina– con el falso pretexto de guardar la frontera con mayor eficacia, cuando la realidad es que empezó a entenderse con los aragoneses para ver si pudiera rescatar lo que había perdido en Elche y su comarca, sin renunciar por ello a posibles favores de la reina en Castilla. Una nueva amenaza que se conjurará por el momento, pero por poco tiempo676. Para colmo, en enero de 1301, al saber que el alcaide de Lorca pretendía entregar esta importante plaza a los aragoneses, María de Molina, que confiaba poco en el joven señor de Villena y Chinchilla, preparó un gran ejército y, contra la opinión de los nobles del reino, que más bien preferían soluciones acordes con su propio interés, “salió de Burgos cuatro días de enero, e cada día andaba su jornada muy grande, e non se detovo fasta Alcaraz, salvo un día en Guadalajara e otro día en Huepte, que ivan esperando la gente, e desque llegaron a Alcaraz atendió y al infante don Juan cuatro días…” La villa, por lo tanto, se convierte otra vez, durante un par de meses, en corte de Castilla y cuartel general de la ofensiva, lo que significaba alojar y atender no ya sólo a la reina y a sus cortesanos, sino a un contingente de varios miles de hombres, que se abastecerían sobre el propio terreno, y aportar al esfuerzo su propia gente de armas y todos los recursos y víveres posibles. Jofré de Loaysa, Crónica latina… pp. 174-177. En esta misma sierra existen hoy en día, en el límite actual de Murcia y Albacete, dos aldeas con el nombre de Zaén “de Arriba” y “de Abajo”, y unas Cuevas de Zaén, cuyos nombres pudieran aludir al caudillo vencido. 675 BNE, Mss 17799, Fol. 198 v. J. Roudil, Les fueros... p. 590. Este Zaén pudiera estar relacionado con Hazan AbenBucar ben Zayan, un caudillo famoso de origen africano que en 1294 ya atacó las fronteras castellanas de Murcia, en las que se enfrentó con los vasallos del joven Juan Manuel, como éste mismo cuenta en su Libro de Las Armas, y a milicias de Tierra de Alarcón, y quizá de Alcaraz. J. A. Conde, Historia de la dominación… p. 279, señala que “…en el año seiscientos noventa y cuatro (1295) entraron los fronteros de Granada en tierra de cristianos (…) y el frontero de Lorca Alhazan Aben Bucar ben Zeyan corrió la tierra de Murcia con mil y quinientos caballos y peleo con los cristianos que acaudillaba el infante don Juan, hijo de don Manuel, que era mancebo de doce años; pero no pudo evitar la tala de mieses, viñas y olivares…” Y prosigue contando la toma de Quesada y Alcaudete por el rey Sancho IV poco antes de su muerte, y la vuelta de ambas a poder del Islam en 1298. 676 A raíz de la invasión aragonesa de finales de siglo, el joven Juan Manuel pidió a la reina viuda, María de Molina, en 1299, que le diera Alarcón en mayorazgo y Huete y Alcaraz mientras viviera. La reina se negó, pero al final acabó claudicando, en la siguiente década, concediéndole el mando militar de la plaza y otras atribuciones, que de hecho permitieron manejarla a su antojo. 673 674
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La regente, al saber la rendición de Lorca, se quedó en Alcaraz, “para catar vianda que les enviase”, al tiempo que enviaba a su hijo con la hueste, a intentar sorprender al monarca enemigo en la ciudad de Murcia; pero al fracasar la operación, en parte a consecuencia del juego desleal del joven Juan Manuel y otros caballeros, que avisaron a aquél, la hueste regresó junto a doña María, que tenía “mucha vianda allegada para les enviar” y tuvo un gran disgusto al ver el desperdicio de un esfuerzo tan grande. Por tanto, decidió regresar a Castilla: “movieron su camino de Alcaraz e llegaron a Burgos en el mes de marzo, ante de la Pascua de Resurrección”. Atrás quedaba el sueño de cobrar lo perdido en el reino de Murcia. En Alcaraz, que nunca fue demasiado rica y ahora estaría agotada por la saca de vianda, quedaría una hambruna todavía mayor de la que era habitual y de la que padece por entonces Castilla, donde dice la Crónica del rey Fernando IV que “…los omes moríense por las plazas e por las calles de fambre, e fue tan grande la mortandad en la gente que bien cuidaran que muriera el cuarto de toda la gente de la tierra…” En 1305 los acuerdos de Elche, en gran parte debidos a la nada altruista mediación del señor de Villena, que sacará de ellos importantes ventajas, deMortandad medieval. Miniatura francesa de la época. volvían a Castilla una parte importante de su reino de Murcia, incluida la misma capital, pero dejaba en manos de los aragoneses lo que hoy es provincia de Alicante. Don Juan Manuel perdía el valle de Elda y Elche, conservando Villena bajo soberanía aragonesa, y recibiendo a cambio de la reina María la villa de Alarcón con su importante término, que ya tenía antes de manera interina677. En Castilla perdía Hellín e Isso, que debía entregar a la Corona678, pero en cambio ganaba la tenencia o la capitanía militar de Alcaraz, que pronto utilizó con muy pocos escrúpulos en beneficio propio y de algunos vasallos, como los de Chinchilla y Albacete, a los que cedería una parte del agua del río de Balazote; o de los de Alarcón, a los que una sentencia promovida por él entregará las tierras en litigio en la zona del Záncara (El Provencio), como ya señalamos. Pero estas cuestiones exceden ya del tiempo que estamos estudiando y entran plenamente en el siglo XIV, que afortunadamente, en este caso, también está estudiado679, aunque puede que no viniera mal del todo revisarlo de nuevo, como hemos hecho aquí con el que fue objeto de nuestra opera prima.
P. J. García Moratalla, La tierra de Alarcón… Doc. XX. 1297, mayo, 26, Cuéllar. También, Docs. XXI y XXII. Jofré de Loaysa, Crónica latina… p. 224-225. A. Pretel Marín, Don Juan Manuel… pp. 54-58. A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, El señorío de Villena en el siglo XIV, pp. 68-70. 679 Véase nuestro libro Una ciudad castellana en los siglos XIV y XV (Alcaraz, 1300-1475), IEA, Albacete, 1978, y el de I. García Díaz, Agricultura, Ganadería y bosque. La explotación económica de la Tierra de Alcaraz (1475-1530). IEA, Albacete, 1987. 677 678
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SELECCIÓN DOCUMENTAL
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1 1213, agosto 19, Burgos. Privilegio rodado del rey Alfonso VIII concediendo las décimas de las rentas reales y las iglesias de Alcaraz, entre otras, al arzobispo de Toledo Ximénez de Rada. Archivo Catedral de Toledo. Pub. A. Lozano Sánchez, “Hacia un corpus…”, pp. 61-66. Cristus. Quoniam omne datum optimum et omne donum perfectum desursum est, descendens a patre luminum, non debet sapiens in sapientia, non fortis in fortitudine, non diues in diuicii stari; Dominus enim est qui operat omnia in omnibus, Dominus Ihesus Xristus, huic ego flectatur omne genu, huic omnis lingua confiteatur, quia in eo qui Summi Patris sapiencia est; Summus Pater deuincit superbum et umiliat ut uulneratum, cuius vero sapiencia in hoc manifeste claruit quod regem marrochitanum Mahomat Almiramomen, cuius potestatestati non est potestas super terram que suficit comparari, qui factus est ut neminem tineret, quia solus occupat terciam partem totius orbis que Africa dicitur, et de alia tercia scilicet Europa in Yspanis usque ad triginta dioceses que quondam cristiano cultu subfuere noscitur occupare; qui etiam in superbiam elatus tanquam Lucifer omnibus crucem Xristi adorantibus indixit campestre bellum... Hunc iniquum regem per nostram paruitatis ministerium uenientem in multitudine maxima et conminanten cultum destruere xristianum, apud Nauas de Tolosa sternere Sancti Crucis victoriam campestri bello misericorditer est dignatus, ubi cesis de suis ferme ducentis milibus armatorum, ipsi fugacis equi vehiculo fuge presidio est saluatus. Cum itaque retribuere Domino pro hiis que nostris retribuit non suficiam, saltem de hiis que tribuit magna lue pro paruitates nostri modulo retribuere aliqua laborem. Ea propter ego Aldefonsous Dei gracia rex Castelle et Toleti, una cum uxore mea Alionore regina, et cum filio meo infante domino Henrico, libenti animo et uoluntate spontanea, de hiis que non ego sed gracia Dei mecum cultui subdidit, tibi domine Roderici Toletane Sedis Archiepiscopo et Yspaniarum Primati et successoribus tuis damos et concedimus plene et perfecte et libere omnes ecclesias de Alcaraz et de omnibus terminis eius quos in presenti habet uel in posteum dante Domino a sarracenis poterim adipisci, necnon et decimas omnium regalium redditum que ibi ad nos et succesores nostros iure regio pertinebunt, necnon et ecclesias de Eznauexore saluo tamen iure Fratrum Ordinis Sancti Iacobi quibus eam dedimus firmo si quod habent. Omnes etiam ecclesias que edificate fuerint citra montanna illa que stenduntur de Alcaraz usque Muradal et portum de Borialamiel per confinia Castri Dominarum et Salueterre, saluo simili iure firmo milicie Saluaterre in ecclesiis et decimis si quod habent. Statuimus ergo ut nulli de succesoribus nostris liceat hanc nostri institutionis infringere paginam aut ausu temerario uiolare, quod si quis forte fecerit iram Dei Omnipotentis et Beate Uirginis incurrat, et quod persumpserit efecto careat et cum Datan et Abiron quos uiuos terre absorbuit dapnosam sentiam ultionem. Facta carta apud Burgis, era MªCCª LIª, XIX die augusti, II anno quo ego predictus rex Adefonsus regem Cartaginis apud Nauas de Tolosa non meis meritis deuici, sed Dei misericordia et meorum auxilium uasallorum.
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Et ego rex Aldefonsus regnans in Castella et Toleto hanc cartam quam fieri iussi mano propria roboro et confirmo. Rodericus, Toletane Sedis Archiepiscopus Yspaniarum primas, confirmat. Tellius, Palentinus Episcopus, confirmat. Didacus Lupus de Faro confirmat. Giraldus, Secobiensis Episcopus confirmat. Rodericus Didaci confirmat. Melendus Oxomensis episcopus, confirmat .Lupus Didaci confirmat. Rodericus Segontinus episcopus confirmat. Rodericus Roderici confirmat. Johannes Calagurritanus episcopus confirmat. Gomitius Petri confirmat. Garsias Conchensis episcopus confirmat. Gullielmus Gonzaluii confirmat. Domnicus Abulensis electus confirmat. Martinus Munnoz confirmat. Dominicus placentinus electus confirmat. ¿Ferrandus Ferrandi? ¿ ? Castella confirmat. SIGNUM ALDEFONSI REGIS CASTELLE. Gonçaluus Roderici maiordomus curie regis confirmat. Aluarus Nunnii Alferiz regis confirmat. Petrus Poncii, domini regis notarius. Didaco Garsie existente cancellario, Petro Scriptori scribere iussit. Cristo. Como quiera que todo don óptimo y toda dádiva perfecta viene de arriba, descendiendo del Padre de la Luz, no debe gloriarse el sabio en su sabiduría ni el fuerte en su fortaleza ni el rico en sus riquezas, pues es el Señor el que obra todo en todos, el Señor Jesucristo: ante él se doble toda rodilla, a él confiese toda lengua , porque en él, que es sabiduría del Padre Eterno, el Padre Eterno vence y humilla como herido al soberbio. Por eso, su sabiduría se manifestó con toda claridad en el hecho de que se dignó vencer en batalla campal, a través del ministerio de nuestra pequeñez, junto a Las Navas de Tolosa al rey de los marroquíes Mahomat Almiramomen, con cuyo poderío no puede compararse ninguno sobre la Tierra, que a nadie temía porque él solo ocupaba la tercera parte del Orbe, es decir, África, y de la otra tercera parte, es decir, Europa, había ocupado en España hasta treinta diócesis que en otro tiempo habían estado bajo el culto cristiano; que, lleno de soberbia como Lucifer, amenazó con guerras campales a todos los que adoraban la Cruz de Cristo, decidido a destruir el culto cristiano amparado en la gran muchedumbre de sus seguidores… Pues este rey inicuo, muertos en la mencionada batalla casi doscientos mil de sus guerreros, se salvó gracias a la huida y a la velocidad del caballo y vehículo. Así pues, considerando absolutamente insuficiente mi acción de gracias al Señor por todo lo que nos proporcionó, sin embargo me esforzaré por agradecerle, en la medida de mi pequeñez, de alguna manera, todos los beneficios que nos dispensó en aquella tan gran batalla. Por lo cual yo, Alfonso, por la gracia de Dios rey de Castilla y Toledo, junto con mi mujer la reina Leonor y mi hijo don Enrique, con grato ánimo y espontánea voluntad, de todas aquellas cosas que no yo, sino la gracia de Dios conmigo sometió al culto cristiano, te damos y concedemos a ti, don Rodrigo, Arzobispo de la Sede Toledana y Primado de las Españas, plena perfecta y libremente, todas las iglesias de Alcaraz y de todos sus términos, tanto de los que tiene al presente como de los que en el futuro con el auxilio de Dios pueda arrebatar a los sarracenos; también las décimas de todas las rentas reales que allí nos pertenecen y pertenecerán a nuestros sucesores por derecho regio; también las iglesias de Eznavejor, salvo el derecho firme que puedan tener sobre ellas los hermanos de la orden de Santiago a quienes se las dimos anteriormente. También todas las iglesias que se edifiquen a este lado de las montañas que se extienden desde Alcaraz hasta el Muradal y el puerto de Borialamel, por los confines de Castro Dueñas y Salvatierra, salvo el semejante derecho firme que la orden militar de Salvatierra pueda tener en las iglesias y en las décimas. Establecemos, pues, que a ninguno de nuestros sucesores les sea lícito infringir o violar con osadía temeraria esta página de nuestra institución, y si alguno lo hiciere incurra en la ira de Dios Omnipotente y de la Bienaventurada Virgen, carezca de efecto lo que intentare y sufra del doloroso castigo de de la condenación con Datán y Abirón, a quienes la tierra se tragó vivos. Hecha la carta en Burgos era MªCCª LIª, XIX día de agosto, II año que yo el antedicho rey don Alfonso vencí al rey de Cartago en Las Navas de Tolosa, no por mi propio mérito sino por la misericordia de Dios y el auxilio de mis vasallos.
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Y yo, el rey Alfonso, reinando en Castilla y Toledo, rubrico y confirmo con mi propia mano esta carta que mandé hacer. Rodrigo, arzobispo de la Sede Toledana, Primado de Las Españas, confirma. Tello, obispo de Palencia, confirma. Diego López de Haro confirma. Giraldo obispo de Segovia confirma. Melendo obispo de Oxma confirma. Lope Díaz confirma. Rodrigo obispo de Sigüenza confirma. Rodrigo Rodríguez confirma. Juan obispo de Calahorra confirma. Gómez Pérez confirma. García obispo de Cuenca confirma. Guillermo González confirma. Domingo Electo de Ávila confirma. Martín Muñoz confirma. Domingo obispo de Plasencia confirma. ¿Fernando Fernández? Confirma. [En la rueda] SIGNUM ALDEFONSI REGIS CASTELLE. Gonzalo Rodríguez mayordomo de la curia del rey confirma. Álvaro Núñez, alférez del rey confirma. Pedro Ponce, notario del rey. Diego García Poncii, domini regis notarius. Didaco García canciller la mandé escribir a escribano Pedro escribano. 2 1213, noviembre, 28, Letrán. Bula motu proprio de Inocencio III por la que se concede a Ximénez de Rada el diezmo de las rentas reales de Alcaraz y las iglesias de ésta (también la de Riópar) y las de Eznavejor. Archivo Catedral de Toledo. Pub. A. Lozano Sánchez, “Hacia un corpus…”, p. 75. D. Mansilla, La documentación pontificia hasta Inocencio III (965-1216), Inst. Español de Historia Eclesiástica, Roma, 1955, p. 551. Innocentius Episcopus, seruus seruorum Dei, venerabili fratri Archiepiscopo Toletano. Salutem et apostolicam benedictionem: Cum a nobis petitur quod iustum et honestum, tam uigor equitatis quam ordo exigit rationis ut id per solicitudinem officii nostri ad debitum perducatur efectum. Eapropter Uenerabili in Xpo filio tuis iustis postulationibus grato concurrentes assensu, decimas regalium reddituum de Halcaraç et de Riopa; ecclesias quoque de Halcaraç et de Heznauesore cum aliis que in eorum sunt terminis constitutae, sicut eas iuste posides et quiete, tibi et per te ecclesiae toletanae auctoritate apostolica confirmamos et presentis scripti patrocinio conmunimus. Nulli ergo omino hominum liceat hanc paginam nostrae confirmationis infringere uel ausu temerario contraire; si quis autem hoc aptenptare presumpserit, indignationem Omnipotentes Dei et beatorum Petri et Pauli apostolorum se nouerit incursus. Datum Laterani, IIII Kal. Decembris, Pontificatus nostri anno sexto decimo. Inocencio, siervo de los siervos de Dios, al venerable hermano Arzobispo de Toledo, salud y bendición apostólica: Cuando nos es pedido lo que es justo y honesto, tanto el vigor de la equidad como el orden de la razón nos exigen que lo llevemos a su debido efecto por la solicitud de nuestro oficio. Por lo tanto, venerable hijo en Cristo, accediendo con grato asentimiento a tus justas peticiones, a ti y a través tuyo a la Iglesia Toledana, te confirmamos con la autoridad apostólica y reforzamos por el patrocinio del presente escrito las décimas de las rentas reales de Alcaraz y de Riópar, así como las iglesias de Alcaraz y de Eznavejor, con cuantas hay fundadas en sus términos, tal como las posees justa y tranquilamente. A nadie, por lo tanto, sea lícito infringir o contrariar con osadía temeraria este documento de nuestra confirmación, y si alguien se atreviera sepa que incurrirá en la indignación de Dios Omnipotente y de los santos apóstoles Pedro y Pablo. Dada en Letrán, IIII de las calendas de Diciembre, en el año, año decimosexto de nuestro pontificado.
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3 1214, julio, 12, Burgos. Confirmación por parte del rey Alfonso VIII del molino, la viña y las casas de la heredad de Cortes, ya antes concedida a la orden de San Juan y que delimitó el merino del rey, Pedro Fernández. Pub. C. de Ayala y colaboradores, Libro de privilegios de la orden de San Juan… pp. 394-395. Doc. 210. Per presens scriptum tam presentibus quam futuris notum sit ac manifestum quod ego Illefonsus, Dei Gratia rex Castelle et Toleti, una cum uxore mea Alienor regina et cum filio meo domno Henrico, libenti animo et spontanea voluntate, pro remedio anime mee et parentum nostrorum, necnon et salute propria, facio cartam donationis, concessionis, confirmacionis et stabilitatis, Deo et Hordini Hospitale et vobis domno Guterrio Armilli, instante priori Castella, et vestris sucessoribus et uniuso (sic680) eiusdem Ordinis fratrum conventui perpetuo valituram. Dono itaque vobis et concedo in Alcaraz casas, vineam, molendinum, ortum et hereditatem de Cordes sicut ea vobis dedit et determinavit Petrus Fernandi, merinus meus, de mandato meo, ut ea iure hereditario habeatis et irrevocabiliter sine contradictione aliqua possideatis perpetuo pacifice et quiete. Si quis vero contra hanc carta ire presumpserit, iram Dei Omnipotentis plenarie incurrat, et regie parti mille aureos in cauto persolvat et dapnum insuper vobis illatum restituat duplicatum. Facta carta apud Burgis, rege exprimente, XII die julii, era Mª CCª LIIª, tercio videlicet anno postquam ego predictus Adefonsus Rex Almiramomenium regem de Marrochos, apud Navas de Tolosa campestri proelio devici, non meis meritis sed Dei misericordia et meorum auxilio vassallorum. Et ego Aldefonsus rex regnans in Castella et Toleto hanc cartam quam fieri iussi mano propria roboro et confirmo. Rodericus, Toletane Sedis Archiepiscopus et Yspaniarum primas, confirmat. Tellius, Palentinus Episcopus, confirmat. Giraldus, Secobiensis Episcopus confirmat. Garsias Conchensis episcopus confirmat. Domenicus Abulensis episcopus confirmat. Melendus Oxomensis episcopus confirmat. Rodericus Segontinus episcopus confirmat. Iohannes Calagurritanus episcopus confirmat. Mauricius Burguensis episcopus confirmat. Didacus Lupus confirmat. Lupus Didaci confirmat. Comes domnus Fernandus confirmat. Guillelmus Gonçalvi confirmat. Guillelmus Petri confirmat. Rodericus Roderici confirmat, Suerius Tellii confirmat. Petrus Poncii domini regis notarius confirmat. Gonçalvus Roderici, maiordomus curie regi confirmat. Signum Illefonsus, regis Castelle. Por el presente escrito sea conocido y manifiesto tanto a las personas presentes como futuras que yo, Alfonso, por la gracia de Dios rey de Castilla y Toledo, junto con mi mujer la reina Leonor y mi hijo don Enrique, de buena gana y espontánea voluntad, para remedio de mi alma y de nuestros padres, ya también por la propia salvación, gago carta de donación, concesión, confirmación y estabilidad, a Dios y a la orden del Hospital y a vos don Gutierre Armíldez, actual prior de Castilla, y a vuestros sucesores y a todos los hermanos del convento de la misma orden, perpetuamente valedera. Por lo tanto, os doy y concedo en Alcaraz las casas, viña, molino, huerto y heredad de Cortes, como os la deslindó Pedro Fernández, mi merino, por mandato mío, para que la tengáis por derecho hereditario, irrevocablemente y sin contradicción alguna, pacífica y tranquilamente. Pero si alguien intentara ir contra esta carta, incurra en la ira de Dios Omnipotente y pague mil áureos de multa a la parte del rey y os devuelva a vosotros el daño que os causara doblado. Hecha la carta en Burgos por orden del rey, XII de julio era Mª CCª LIIª, en el tercer año después de que yo, el antedicho rey Alfonso, vencí al Miramomenin rey de Marruecos en las Navas de Tolosa, no por mérito mío, sino por la misericordia de Dios y el auxilio de mis vasallos. Y yo Alfonso, reinando en Castilla y Toledo rubrico con mi mano propia y confirmo esta carta que mandé hacer. Rodrigo arzobispo de Toledo, primado de las Españas, confirma. Tello obispo de Palencia confirma. Giraldo obispo de Segovia confirma. Garcia obispo de Cuenca confirma. Domingo obispo Suponemos que sea “universo”, expresión que se usa para hablar de la totalidad de un colectivo (por ejemplo, “universum de Uclés Concilium”, en Rivera Garretas, La encomienda… p. 63.) 680
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de Ávila confirma. Melendo obispo de Osma confirma. Rodrigo obispo de Sigüenza confirma. Juan obispo de Calahorra confirma. Mauricio obispo de Burgos confirma. Diego López confirma. Lope Díaz confirma. El conde don Fernando confirma. Guillermo González confirma. Guillermo Pérez confirma. Rodrigo Rodríguez confirma. Suero Téllez confirma. Pedro Ponce, notario del señor rey, confirma. Gonzalo Rodríguez mayordomo de la curia del rey confirma. Signo de Alfonso, rey de Castilla. 4 1214, noviembre, 7, Burgos. Privilegio rodado de Enrique I confirmando distintas propiedades a Ximénez de Rada y al Arzobispado de Toledo por los gastos que hizo en tomar Alcaraz. Archivo Catedral de Toledo. Pub. A. Lozano Sánchez, “Hacia un Corpus…” pp. 77-78; y J. González, El reino de Castilla… Doc. 968. In nomine Sancte et Indiuidue Trinitatis, Patris et Filii et Spiritus Sancti. Notum sit omnibus presentem paginam inspecturis quod ego Henricus Dei Gratia rex Toleti et Castelle, attendens lauores varios et graues expensas quas fecisti cum patre meo in captione castri de Alcaraz, do et concedo Deo et ecclesie Toletane et tibi domino Roderico Toletano Archiepiscopo, Hispaniarum primati, turrem illam que est iuxta Sanctam Maríam cum bono solari ubi bona hedificetis palatia et magna, et cum illis molendinis ubi vos turrem construxistis, et cum uinea et orta et hereditatem que est iuxta uillam et cum aldea illa que dicitur Cadreita, que omnia exterminauit tibi dominus Montesinus, frater Hospitalis, de mandato patris mei. Hec in quam omnis predicta do et concedo tibi et Ecclesie iure in perpetuum libere et pacifice possidenda. Si quis vero hanc cartam infringere uel diminuere in aliquo presumpserit, iram Dei Omnipotentis plenarie incurrat, et cum Juda Domini proditore penis infernalibus subiaceat et regie parti mille aureos in cauto persoluat et dapnum tibi super hoc illatum restituat duplicatum. Facta carta apud Burgis, era MªCCªLII, VII die nouenbris. El ego predictus rex regnans in Toleto et Castella hanc cartam quam fieri iussi manu propria roboro et confirmo. Tellius palentinus episcopus confirmat. Comes dominus Ferrandi confirmat. Rodericus, segontinus episcopus confirmat. Rodericus didaci confirmat. Melendus oxomensis episcopus confirmat. Lupus Didaci confirmat. Iohannes calagurritanus episcopus confirmat. Rodericus Roderici confirmat. Giraldus, jacobiensis episcopus, confirmat. Gillermus Gonçalvi confirmat. Dominicus abulensis episcopus confirmat. Gillermus Petri confirmat. Mauricius burguensis episcopus confirmat. Petrus Ferrrandii merinus regis in Castella confirmat. Gonzalus Roderici maiordomus Curie Regis confirmat. SIGNUM HENRICI REGIS CASTELLE. Aluarus Nunnii Alferiz Regis confirmat. Petrus Poncii domini regis, notarius, Didaco Garsie existente Cancellario, Petro Scriptori scribere iussit. En el nombre de la Santa e Indivisa Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Conocido sea a todos los que vieren esta página que yo, Enrique, por la gracia de Dios rey de Toledo y de Castilla, atendiendo los muchos trabajos y pesados gastos que hiciste con mi padre en la captura de la fortaleza de Alcaraz, doy y concedo a Dios y a la Iglesia Toledana, y a ti don Rodrigo arzobispo de Toledo, Primado de las Españas, aquella torre que hay junto a Santa María con un buen solar donde edificar buenos y grandes palacios, y con aquellos molinos junto a los cuales construisteis una torre, y con la viña y los huertos y la heredad que hay junto a la villa, con la aldea que llaman Cadreita; todo lo cual te delimitó don Montesino, hermano del Hospital, por orden de mi padre. Todas las cosas sobredichas te las doy a ti y a la Iglesia para que las poseáis libre y pacíficamente por derecho perpetuo; más si alguno osare infringir o disminuir en algo esta carta, incurra en la ira de Dios Omnipotente y sea sometido con Judas el traidor a las penas del Infierno, y además pague al rey mil aureos como multa y a
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ti te restituya el daño duplicado. Hecha la carta en Burgos, era Mª CCª LIIª, VII día de noviembre. Y yo el rey antedicho, reinando en Toledo y en Castilla, firmo de mano propia y confirmo esta carta que mandé hacer. Tello obispo de Palencia confirma. Conde don Fernando confirma. Rodrigo obispo de Segovia confirma. Rodrigo Díaz confirma. Melendo obispo de Osma confirma. Lope Díaz confirma. Juan Obispo de Calahorra confirma. Rodrigo Rodríguez confirma. Giraldo obispo de Segovia confirma. Guillermo González confirma. Domingo Obispo de Ávila confirma. Guillermo Pérez confirma. Mauricio obispo de Burgos confirma. Pedro Ferrández, merino del rey en Castilla, confirma. Gonzalo Rodríguez mayordomo de la Curia del Rey confirma. SIGNO DE ENRIQUE REY DE CASTILLA. Alvar Núñez Alférez del rey confirma. Pedro Ponce notario del señor rey, la mandó escribir al escribano Pedro, siendo canciller Diego García. 5 S. F. ¿1214-1217 ? Acuerdo entre el concejo de Alcaraz y el comendador don Montesino sobre la propiedad de un pedazo de tierra inmediato a su huerto. Pub. C. de Ayala y colaboradores, Libro de privilegios de la orden de San Juan… p. 527, Doc. 318. 681
In Dei nomine et eius gratia. Notum sit omnibus hominibus, tam presentis quam futuris, quam ego don Montesino fago avenencia con el concejo de Alcaraz delante de don Suero e delante de mi Gonçalo Roiz freire de Vcles682 e quadrillero de Alcaraz, que ovieron su avenencia entre don Montesino e el concejo de Alcaraz, que diesse don Montesino la tierra que cerco cerca del su huerto al concejo, e el concejo dio a don Montesino assi como parte el […]683 el de los Forcajos, que deste pleito es pagado don Montesino e todo el concejo de Alcaraz. E metio don Montesino al concejo en la cerrada. E metieron por mano el concejo al juez e a los alcaldes e a los jurados e a los quadrilleros que le fuessen meter en la heredat, e metieronlo luego por mandado del concejo en ella. E metieronle a don Montesino delantre don Suero e delantre Gonçalo Royz, freile de Ucles e cuadrillero de Alcaraz. E deste pleito son pagados don Montesino e los freiles del Hospital e todo el concejo de Alcaraz. E desto son testigos don Suero, señor de Alcaraz; e Pedro Gonçalvez alcalde d’Alcaraz, su hermano de don Suero, e don Gonçalo Royz freile d’Ucles e cuadrillero, testigo; don Montesino, comendador, testigo; don Gonçalo Perez freile del Hospital; Juan Fernandez, freile del hospital, testigo; Martin Fernandez freile del Hospital e comendador de Cortes, testigo, Martin Perez freile de Castiel de Dios684, testigo; Bernal Salvatre, freile de Vcles, testigo; frey Pedro de Bonaval, testigo; don Garcia Martinez cavallero de don Suero, testigo; Pero Dominguez, mayordomo del arçobispo, testigo; Miguel Moñoz testigo; Miguel de Borachina testigo; Mucho Barchin testigo; el juez don Martin de Alcaraz testigo; don Gomez testigo; don Yenego testigo; los jurados e los alcaldes e los cuadrilleros e el concejo de Alcaraz oidores e veedores, placenteros e confirmadores de esta carta. Desde luego, creemos que anterior a 1217, fecha en la que los freires del Castiel de Dios, que antes se llamaron Milicie Saluaterre (ese nombre le daba AlfonsoVIII en 1213), se establecen en Calatrava la Nueva de la que toman nombre otra vez. 682 Parece más correcto que se trate de Uclés, que no de Velez, como dice la fuente por la que conocemos esta carta. De hecho, después se cita a este Gonzalo Ruiz como freire de Uclés. 683 Espacio blanco de una línea. Advertencia del transcriptor del que hemos tomado el documento. 684 Como ya señalamos, y aunque no hemos podido leer el documento original –que tampoco diría la última palabra, puesto que es una copia– creemos que se trata del Castiel de Dios (el castillo de Dueñas) y no Çafiel de Dios, como dice la fuente que nos transmite el nombre. Con la letra de la época, es fácil confundir la grafía sti central de “Castiel” con la fti de ese extraño “Çafiel”. 681
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E qualquier que contra esta carta fuere sea maldito e descomulgado e con Judas el traidor en el infierno dañado. E todo aquel que esta carta quebrantare peche al rey mill maravedis en coto e duple toda la heredat e toda la demanda que demandare. Petrus Gonçalvus scripsit. 6 1217, Febrero, 6-8685, Letrán. Bula motu proprio de Honorio III confirmando a Ximénez de Rada y al Arzobispado de Toledo las iglesias y diezmos de las rentas reales de Riópar, Alcaraz, Exnavejor, Vilches, Baños, Alarcos y otras poblaciones hasta el Tiétar y Campo Arañuelo. Pub. J. Gorosterratzu, Don Rodrigo… p. 423. A. Lozano Sánchez, “Hacia un corpus…” pp. 81-82. Honorius, episcopus seruus seruorum Dei, venerabili fratri Roderico archiepiscopo toletano, salutem et apostolicam benedictionem. Cum a nobis petitur quod iustum est et honestum tam uigor equitatis quam ordo exigit rationis ut id per solicitudinem officii nostri ad debitum perducatur effectum. Eapropter uenerabilis in Xpo frater tuis iustis postulationibus grato concurrentes assensu, ecclesias de Alcaraç cum omnibus paramentis suis, ecclesias de Riopal, de Heznauexore, de Castro Dominarum, de Bilcich, de Bannos, de Tolosa, de Alarchos, de Caracuel, de Beneuent, de Çuqueca, de Petra Bona, de Malagon, de Guadalferça, cum omnibus temnis suis; decimas omnium redditum regalium supradictorum locorum; ecclesias de Aueçaget et de Cabanis que tempore tuo a sarracenorum erepte manibus diuina gratia inspirante ad manus tuas deuenisse noscuntur quam etiam omnes illas ecclesias que sunt citra montana de Rupe Sancti Petri et de Riopal et de Secura et de Turre de Albeb, et de portu de Muradal et Borialamel et Anduiar et cum Chilon et Mignesa etr Magaçella et Medellin et Turgellum et Safariç iuxta flumen quod dicitur Tyetar cum todo Campo de Aranuelo uersus Toletum construenda, tibi et per te ecclesie toletane presentium auctoritate concedimus, et presentis scripti patrocinio communimus. Nulli ergo omino hoiminum liceat hanc paginam nostre concessionis infringere uel ausu temerario contrarire; si quis autem hoc attemptare presumpserit, indignationem Omnipotentis Dei et beatorum Petri et Pauli apostolorum eius se nouerint incursurum. Datum Laterani VI Idus Februari pontificatus nostri anno primo. Honorio, siervo de los siervos de Dios, al venerable hermano Rodrigo arzobispo de Toledo, salud y bendición apostólica. Cuando se nos pide lo que es justo y honesto, tanto la fuerza de la equidad como el orden de la razón nos exigen que lo llevemos a efecto por exigencia de nuestro ministerio. Por ello, accediendo con grato asentimiento a tus justas peticiones, a ti, venerable hermano en Cristo, las iglesias de Alcaraz con todas sus pertenencias, las iglesias de Riópar, de Eznavejor, de Castro Dueñas, de Vilches, de Baños, de Tolosa, de Alarcos, de Caracuel, de Benevent, de Zuqueca, de Piedra Buena, de Malagón, de Guadalerzas, con todos sus términos, las décimas de todas las rentas reales de los mencionados lugares; las iglesias de Aueçaget y de Cabañas, que se sabe fueron arrebatadas en tu tiempo de manos de los sarracenos por inspiración de la divina gracia y vinieron a tus manos; y también todas aquellas iglesias que hay más acá de Las Peñas de San Pedro y de Riópar y de Segura y Torre Albeb y el Puerto del Muradal y Burjalamel y Andújar, y más acá de Chillón y Migneça y Magacela y Medellín y Trujillo y Jaraíz junto al río que llaman Tiétar, con todo el campo de Arañuelo hacia Toledo. A nadie, pues, sea lícito infringir o contrariar con osadía temeraria esta página de nuestra concesión, y si alguien se atreviera a intentarlo, sepa que incurrirá en la ira de Dios Omnipotente y de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo. Dada en Letrán, VI idus de Febrero, en el año primero de nuestro pontificado.
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Descontando los 6 del día 13 (los idus de febrero) Gorosterratzu fecha la bula el día 8, y Lozano el día 6.
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7 1228, enero, s.d. Alcaraz. Don Gonzalo Ruiz y su esposa doña Navarra conceden a la orden de Santiago la heredad de Ocañuela. Pub. D. W. Lomax, “Apostillas a la repoblación de Alcaraz”, Doc. II. De Ocannuela que dio don Gonzalo Roiz a la Orden. XII. Sabuda cosa sea a todos los omnes que son agora e son por uenir quomo yo don Gonzalo Roiz e mi mugier dona Nauarra de buena uoluntad e de buen coraçon damos a la orden de Sancti Iague Ocannuela con quanta heredad y auemos e nos deuemos auer. E desto son testigos don Alfonso Melendez el arcidiagno de Alcaraz e don Pedro Miguel el comendador de Cortes e don Juan Gomez el arcipreste de Alcaraz e don Miguel de las Castellanas el adalid. Don Pedro Ferrandez de Torrubia e don Bela e don Iohan el aragones e don J. Apparitio. Facta carta apud Alcaraz, regnante rex Ferrando cum uxore sua regina domina B. in Castella et in Toleto, sub era Mª CCª LXª VIª, mense ianuarii. 8 1239, Julio, 5, Brihuega. El arzobispo de Toledo, don Rodrigo Ximénez de Rada, da licencia al concejo de Alcaraz para la construcción de una casa de merced, dedicada al rescate de cautivos, en los “Santos” poco antes descubiertos en “Alcaraz el Viejo”. Pub. A. Lozano, “Hacia un corpus…” p. 86, y D. W. Lomax, “Apostillas…” p. 29, Doc. 3. Nos don Rodrigo por la graçia de Dios arçobispo de Toledo et primado de las Espannas, fazemos saber a todos los que esta carta uieren como bonos homnes de Alcaraz nos fizieron entender de parte del conceio que quieren fazer una casa de merçet en los Santos ques descubrieron en Alcaraz el Uieio, e que farien hy sus bienes et sus merçedes granados de ganados et de heredat et de mueble et de raiz por que aurien hy buen logar e honesto, et sobre tal condiçion, que tomásemos primera mientre la decima parte de todos los fructos que Dios hy diesse tan bien de ganados commo de todo lo al, et desi de las otras VIIII partes que las partieren en tres partes, et que darien la tercera part pora los catiuos sacar et la otra pora el clerigo et pora los homes que ouiessen de ueer lo de la casa, et la otra pora la huebra de la eglesia e pora lo que hy fuesse mester. Et nos, porque entendiemos su buen proposito et honesto, otorgamos les que fiziessen su casa sobre tal condicion como desuso es dicho, et que el clerigo que hy ouiesse de seer que lo pongamos nos e que sea en nuestra obediencia. Et nos el conceio de Alcaraz como a padre et a sennor ondrado en Cristo gradimos et tenemos en grande merçet al Arçobispo esto que nos faze, et prometemos et otorgamos que aceptamos quanto es puesto en esta carta que mando fazer partida por a. b. c. seellada con so seello e con el nuestro por que fuesse la cosa mas firme et por non seer ninguno osado de fazer contra ella tan bien los que son como los que han de uenir. Facta carta apud Brioga, v die julii, anno domini MCCXXXnono, Era M CC LXX septima. 9 1239, noviembre, 29, Burgos. El obispo de Osma concede a la orden de Santiago sus heredades en Alcaraz. Pub. D. W. Lomax, “Apostillas…” p. 3, Doc. 4. In nomine sancte et indiuidue Trinitatis, Patris et Filii et Spiritus Sancti, namen. Connoscida cosa sea a quantos esta carta uieren como nos don Iohan, por graçia de Dios obispo de Osma e chanceller del rey don Ferrrando en Castiella e en Leon, damos a uso don Rodrigo Yenneguez maestre de la orden de la caualleria de Sanct Iague, e a todos uuestros sucesores e a toda la orden de Vcles, las nuestras casas e el nuestro orto e el nuestro molino e la nuestra vinnuela que uso teniedes ante de nos. Damosuoslo por Dios e por nuestra alma, que lo ayades por heredat e podades dello fazer como uos
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quisieredes, uender, enpennar, dar o enagenar sin contradezimiento de todo omne del mundo, ca estas casas e lo al sobredicho que fue el heredamiento que dio el rey don Alfonso a Pedro Ferrandez de Valdenebro en la primera conquista, e despues de la muerte de Pedro Ferrandez ouolo Garci Ferrrandez so hermano, abbat de Lavania, et vendiolo a Martyuannes nuestro criado que era su primo coreano, et nos conpramos los de Martyuannes. Et porque esta nuestra carta de donacion sea firme e uala por siempre, mandamos fazer esta carta e seellarla con nuestro seello. Facta Carta Burgis, III kalendas decembris, anno domini Mº CCº XXXº nono; era Mª CCª LXXª septima. Testigos que fueron presentes quando fue fecha esta donacion: don Guillem, abbat de Sant Fagunt, Alfonso Garcia arcidiano de Campos, Ferrand Perez arcidiano de Calaforra, Johan Guterrez calonge de Palencia, Ouieco Garcia, Garci Mendez. 10 1240, abril, S. D. Don Alfonso Meléndez, arcediano de Alcaraz y Capilla, en representación del arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada, concede en arriendo a Juan Martín y su esposa dos pedazos de viña abandonada en el monte cercano a San Félix. Pub. D. W. Lomax, “Apostillas…” p. 30, Doc. 5. In Dei nomine. Conoçuda cosa sea a quantos esta carta uieren como yo don Alfonso Melendez, arcidiagno de Alcaraz e de Capiella, do por mandamiento de nuestro sennor el Arçobispo don Rodrigo los dos pedaços de vinnas desiertas de Sant Feliz que son en el mont a Juan Martin e a su mujer Mari Martin; e dogelos a pleito que los planten e que los entremetan e que los labren de todas labores, escauar e podar, cauar e vinnar, e que los esquilmen VIII annos, e que den ellos o sus herederos a Sant Feliz el sexmo de las vinnas e de lo que y ovier cada anno. Et si por aventura estos pedaços fincaren por labrar algun anno, que pierdan el esquilmo dellos, e si fincaren por labrar dos annos, uno empues otro, que pierdan la rayz ellos e sus herederos. Los terminos destos pedaços son aquestos: del vn pedaço menor la vinna que fue del arcidiagno Alfonso Melendez, de las otras dos partes las carreras de la encrucijada, la una que descende contra Ual de Ferrand Yuannes Alfariella e ua quentra Pozuela, e la otra que ua quentra Sant Feliz e quentra Pozuela. E del pedaço mayor terminos: de la una parte la vinna que fue de Ferrand Yuannes Alfariella, e de las otras dos partes tienes con dos carreras, con la que deçend al Val de Ferrand Yuannes Alfariella o son los alamos, e con otra que ua contra lo de don Lorentz e quentra lo de don Polo el clerigo. E yo Juan Martin e mi muger Mari Martin los, cononbrados, ambos a dos de mancomun, otorgamos de complir todas estas lauores a estas vinnas segund escripto es en esta carta e todos los otros pleitos que hy son. E porque esta cosa sea mas firme, fazemos dos cartas partidas por ABC. Facta carta mense aprilis anno domini Mº CCº XLº, era Mª CCª VIIIª. 11 1243, Febrero, 28, Valladolid. Sentencia arbitral de Fernando III en el pleito seguido entre Alcaraz y la orden de Santiago sobre las poblaciones del Campo de Montiel. Pub, Bulario de la Orden de Santiago, Fols. 160-162, y A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… Doc. 1. Conocida cosa sea a los que agora son e a los que son por venir que el conceio de Alcaraz se embio querellar por sos bonos omnes a mi don Ferrando por la gracia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de Leon e de Gallicia e de Cordova, de los freyres de la Cavalleria de Sant Iague, que les entraran sos terminos, que les fueran dados del ondeado rey don Alfonso mio avuelo, e que avien y poblado castiellos e aldeas, los nonbres de los quales castiellos e aldeas son estos que aqui son escritos: Villanueva, Gorgojí, Villafranca, Alvaladeio, Borralista, Terrinches, El Finoio, Santa Marina, La Fuente del Maielo, Odes, El Almedina, la Fuente de la Figuera, La Torre de Iohan Abbat, Cernina, Jamila,
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Pennaflor, Alcobiella, Montagudiello, Las Navas de La Condesa, La Çarça, Cannamares, Cannamareio, Turra, El Salidiello, La Carrizosa, La Algecira, La Roydera, El Tocon, la Membriella, El Carrizal, Quitrana, Possadas Vieias, Villaaios, Migael Estevan, Almuradiel, La Figuera, El Cuervo, Villarejo Rubio, Maniavacas. Et estas querellas me dieron los de Alcaraz delante del maestro que era a la sazon e ante el comendador e ante otros muchos freyres, e ellos dixieron que estos terminos e estos logares que los de Alcaraz demandaban que de la Orden eran, e que mostrarien dello bonos privilegios e bonas cartas que tenien. Sobre esto yo el rey don Ferrando puseles dia de plazo a que viniessen los vnos e los otros, e el maestro e los freyres recibieron este plazo e otorgaron que el maestro por su cuerpo vernie a este plazo e darie e mostrarie los privilegios, o si el non podiesse venir que enbiarie de los mayores freyres de la Orden con las cartas e con todo recabdo. A este plazo que fue puesto vinieron los de Alcaraz e el maestro enbiose escusar que non podie venir, e enbio sus freyres omes bonos don Rodrigo Yenneguez, que fue maestro, e don Roy Buesso, e Martin Lopez e Gil Gomez e otros freyres omes bonos cinco o sex, e mostraron sus cartas e leimos a la por una. Des que oviemos vistas las cartas de la vna part e dela otra, e despues de muchos razonamientos todo el pleito fue librado desta guissa: Que los freyres se partieron de Villanueva e de quanto derecho hi avien e cuidaban aver, e de la heredat de Gorgoji e de quanto derecho hi avien e devien aver, e dexaron le en mi mano sueltamientre e de plano para darlo a los de Alcaraz o ser dello lo que yo quisiera, e yo do al conceio de Alcaraz por heredamiento, a los que agora son e a los que siempre seran Villanueva por su aldea entegradamientre con su torre e con todos sus terminos labrados e por labrar, e con entradas e con exidas, e con montes e con fuentes, con pastos e con todas sus pertenencias; e este es el termino de Villanueva a la parte de Montiel, que de Villanueva fasta Montiel e fasta Montiel que la quarta parte sea termino de Villanueva e las tres partes sean termino de Montiel, e en este logar deben ser puestos buenos moiones porque este departimiento destos terminos sea siempre sabudo. A la parte de Alvaladeio es termino de Villanueva assi como el maestro e los freyres devisaron e departieron termino para Villanueva e assi como los de Villanueva labraban e tenien el dia que esta carta fue fecha, e deben hi seer puestos bonos moiones porque este departimiento de estos terminos sea siempre sabido; e de la otra parte como toma del moion que entre Villanueva e Montiel, e como va derechamientre a Turra, e seer en Turra el vn moion, e Turra es de Alcaraz; e desend adelante a la Fuente del Puerco el otro moion, e ninguno non la pueble, e dent adelant es moion la laguna de Enmedio. Otrossi do yo por heredamiento a los de Alcaraz el heredamiento que los freyres avien en Gorgogi que lo ayan libre e quito por siempre los que agora son e seran. Otrosi do e otorgo e confirmo a Dios e a la orden de la cavalleria de Sant Iague todos aquellos logares que son desuso nombrados de que los de Alcaraz se me avien querellado, que los aya siempre libres e quitos sin contradicho nenguno con todos sus terminos e pertenencias, que nin yo nin nenguno de mios sucesores, nin los de Alcaraz podamos demandar cosa ninguna nin moverles pleito ninguno sobre ellos. Et yo, porque la Orden e los de Alcaraz ayan siempre avenencia e paz entre si, mando e establesco que vivan desta guisa: Que en sus montes e en sus sierras ayan siempre vso de pacer e cortar comunalmientre los vnos en lo de los otros, sacadas ende dos defesas, una de Alcaraz que es en tal logar, assi como salle la carrera de Alcaraz e salle al Puerto del Espino e passa entre Paterna e el Mencal, e assi va al Puerto de la Madera, e assi como salle al río del Mundo, e de la otra pora Riopal e desend al rio del Mundo. E otrossi la orden de Vcles que tome otro tanto de monte do mas quisiere en termino de Montiel o de Segura o en otros logares do ellos mas quisieren que suo sea. E estos dos montes sobredichos non sean defesados de pastura nin de iacer tan bien a los de Alcaraz e de sus aldeas e de sus castiellos como a los de la Orden e sus vasallos. E en todos los otros terminos tan bien de Alcaraz como de Montiel como de Segura como de Sant Iague como de Alfambra como los de Eznavexore, que ayan comunaleza tan bien los de Alcaraz e de todas sus aldeas e de todos sus castiellos e de sus terminos, como de Montiel e de sus aldeas e de sus castiellos e de sus terminos e como de Sant Iague e de sus aldeas e de sus castiellos e de sus terminos e como de Alfambra e de Eznavexore e de sus aldeas e de sus castiellos, en pacer e en cortar e en iacer. Et los de Alcaraz nin el alcayd de Alcaraz nin de sus aldeas nin de sus castiellos nin de sus terminos non montadguen a los de Montiel nin de sus aldeas
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nin de sus castiellos nin de sus terminos nin a los de Segura nin de sus aldeas nin de sus castiellos nin de sus terminos, nin a los de Sant Iague nin de sus aldeas nin &c. Et los de Montiel et de sus aldeas & non montadguen a los de Alcaraz nin de sus aldeas &c. Et los de Segura nin de sus aldeas & non montadguen a los de Alcaraz &c. Et los de Alfambra et de Eznavexore & non montadguen a los de Alcaraz. Et ego supradictus rex Ferrandus regnans in Castella & Toleto, Legione, Gallecia & Cordoua, Badellocio & Baecia, ex assensu & beneplacito reginae dominae Berengariae genetricis meae, una cum vxore mea regina Iohana & cum filiis meis Alfonso , Frederico, Ferrando & Enrico, praedictam cartam cum ómnibus ibidem contentis manu propria roboro & confirmo. Si quis autem hanc cartam infringere seu in aliquo diminuere praesumpserit, iram Dei Omnipotentis plenarie incurrat & regiae partis mille aureos persolvat, & damnum super hoc illatum tam Ordinis quam concilio restituat duplicatum. Facta carta apud Vallisoletum, XVIII die februarii, era MCCLXXXI. 12 1244, marzo, 2, Alcaraz. El infante heredero, don Alfonso, confirma al Hospital su posesión de Cortes con ciertas ampliaciones a costa de Alcaraz, para cuya cesión hace de intermediario. Pub. C. de Ayala y colaboradores, Libro de privilegios de la orden de San Juan… pp. 494-495, Doc. 289. Conoscida cosa sea a quantos esta carta vieren como sobre que dezian omes buenos del concejo d’Alcaraz que los freiles de Consuegra que son de la Horden del Hospital tenien de sus terminos una pieça de heredat buelta con aquel heredamiento de Cortes de que fue la Horden tenedor del tienpo del rey don Alfonso aca, yo infante don Alfonso, fijo del rey don Fernando de Castilla e Toledo, de Toledo, de Leon, de Galizia, de Cordova e de Murcia, por ruego de don Guillen, que era estonçe comendador de Consuegra, rogue al concejo de Alcaraz que me diessen aquella heredat que ellos demandavan que tenie la Horden del Hospital de su termino buelta con aquella su heredat de Cortes; e todo el concejo de Alcaraz otorgome aquella heredat e yo dila a la horden del Hospital como de ante se la tenien. E mande a los de Alcaraz que fuessen a amojonar con don Guillen el comendador sobredicho de Consuegra por qual lugar iva su termino de aquella su casa de Cortes, e de cómo ellos amojonassen con el comendador que diessen al comendador mismo carta abierta del amojonamiento de toda la heredat de Cortes, sellada con el sello de su concejo. E los omnes buenos de Alcaraz fizieron lo desta guisa; onde yo corroboro e confirmo aquella heredat de Cortes a la horden del Hospital assi commo dize la carta del Concejo de Alcaraz que amojonaron aquellos sus hombres buenos que fueron amojonalla. E mando e defiendo firmemente que de aquí en adelante ninguno non sea osado de fazelles fuerça nin agravio nin contrallo ninguno en aquel su heredamiento de Cortes, ca qualquier que lo fiziesse mucho pesar me faria e pecharia quinientos maravedis en coto, e a la horden del Hospital el daño doblado. Facta carta apud Alcaraz, infante exprimente, II die Marcii, era Mª CCª LXXXª IIª. 13 1244, marzo, 2, Alcaraz. El concejo, por ruego del infante don Alfonso, que hace de intermediario, amojona los límites de la heredad de Cortes, de la orden de San Juan, incluyendo en los mismos el pedazo de tierra que los freires se habían apropiado y que los de Alcaraz hubieron de ceder. Pub. C. de Ayala y colaboradores, Libro de privilegios de la orden de San Juan… pp. 495-496, Doc. 290. Conoscida cosa sea a quantos esta carta vieren como nuestro señor el infante don Alfonso, fijo del rey don Ferrando de Castilla e de Toledo, de Leon, de Gallizia et de Cordova e de Murcia, demando a nos el concejo de Alcaraz aquel heredamiento que nos deziamos que nos tenien los freyres del Hospital, que era buelto con aquella heredad de Cortes de que les heredo el rey don Alfonso. E nos
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por fazer servicio al sobredicho infante don Alfonso asi como gelo cobdiciamos fazer en todas cosas, dimosle este heredamiento que nos demando e porque nos rogo e de si diolo a la Horden del Hospital, asi como lo tenien mezclada con aquella su heredat de Cortes. E sobre esto mandonos que enbiassemos onbres buenos de nuestro concejo e que desterminassen por mojones desde donde era el heredamiento del castillo de Cortes, entrado hy este heredamiento que nos entonces le dimos a nuestro sennor el infante e que dio el a la Horden. E nos por mandamiento de nuestro sennor el infante sobredicho enbiamos alla nuestros omes buenos que desterminassen e amojonassen, e estonçe fue alla con ellos don Guillen, el comendador mismo de Consuegra, e desterminaron e amojonaron segund esta carta dize, que nos mando fazer nuestro sennor el ynfante sobredicho, e sellada con el sello de nuestro concejo. Estos son los mojones: el vado de Malvierco assi como va la carrera de Chinchilla e assi como van los mojones que paresçen orilla de la carrera e van debaxo de Val de Servan, e el Val de Servan dentro el heredamiento de Cortes, e de encima del valle por cima del cerro, e como las aguas vierten, e como van los mojones al vado de la Tova que es en la carrera de Alcaraz que va a La Peña, e como sale del vado a somo de la Cabeça de la Solana, e de somo de la Cabeça al mojon que es en la carrera de Alcaraz que va a La Peña e encima de la Atalaya de Martín Fernandez, e dende encima de la Atalaya al mojon que es en la carrera que viene de Alcaraz al castillo de cortes, e de aquel mojon al padron que es cerca del vado de Malvierco, e del padron al vado de Malvierco que es desuso dicho”. Facta carta apud Alcaraz, concilio exprimente, dos dies Marcia, era Mª CCª LXXXª IIª. 14 1244, marzo, 10, Chinchilla. El infante heredero, don Alfonso, otorga al concejo de Alcaraz el castillo y la villa de Tobarra, a cambio de Villanueva y Gorgojí, que Alcaraz le entregó con anterioridad. Pub. A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… Doc. II; y Conquista y primeros intentos… Doc. 3. In Dei nomine et ei gratia. Connocida cosa sea a todos quantos esta carta uieren como yo el infante don Alfonso fijo del rey don Ferrando de Castiella e de Toledo, de Leon e de Gallizia, de Cordoua, de Murcia, con plazer e asentimiento del rey mio padre e de la reyna donna Berenguela, e por seruicio que el conceio de Alcaraz ficieron al rey mio padre e a mi, e por camio de aquella heredat de Villa Nueva e de Gorgogi que me dieron, doles yo el castillo e la villa de Touarra, que yo gane por heredat, con todos los terminos e con todas sus heredades, con montes e con pastos, con rios e con fuentes e con todas sus pertenencias, assi como la yo auia a Touarra quando la yo gane. Et aquellos derechos que auien a mi a fazer los moros de Touarra, que ellos mismos fagan al conceio de Alcaraz. Otrossi mando que aquellos pleytos que los moros de Touarra pusieron conmigo e yo les prometi e les firme en mis cartas que tienen de mi, que esos mismos pleytos les tengan el conceio de Alcaraz, et que non les passen a mas, e otrossi que los moros de Touarra que non les mingue ende nada al conceio de Alcaraz de commo lo auien todo a mi a fazer e a conplir, assi commo dize la mi carta que es entre mi e ellos, que fue fecha cuando los yo gane. Otrossi si acaeciera que Cristianos ouiere hy en Touarra de poblar, mando que ayan fuero de Alcaraz. Demas el conceio de Alcaraz a quien yo sobredicho infante don Alfonso fago este donadio, fizieron me pleyto omenaje como vasallos fazen a sennor que deste logar de Touarra que les yo do por heredamiento que no se nos leuante destorio ni desseruicio ninguno al rey mi padre ni a mi en toda nuestra tierra tan bien de moros como de cristianos ni en ninguna de nuestras cosas, et el que tal deseruiçio nos fiziesse que todo el conceio de Alcaraz sea tenudo de aduzirlo a nuestras manos e a nuestro poder por que fagamos del justicia; et si por auentura de otro lugar ageno fuere el malhechos, que sea otrossi el conceio de Alcaraz tenudo de buscar lo a nos segunt so poder a buena fe sin mal enganno, e si no lo fiziesen, que a los cuerpos e a quanto ouieren nos tornariemos por ello. Et porque este mio donadio sea mas firme e mas estable pora siempre iamas, do ende al conceio de Alcaraz mi carta abierta seellada con mio seello. Facta fuit et concessa apud Chiriellam, Infante exprimente, Xª die Marcii, era MCCLXXX secunda.
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15 1248, VIII, 3. Cerco de Sevilla. Privilegio plomado del infante heredero don Alfonso concediendo a la orden de Santiago Gorgojí y Villanueva, que “compró” del concejo de Alcaraz. Pub. A. Pretel Marín y M. Rodríguez Llopis, “Villanueva de la Fuente…” Doc. 1. In Dei nomine et eius gratia, amen. Connocida cosa sea a quantos esta carta uieren como yo el infante don Alfonso, fijo del rey don Ferrando, do e otorgo a don Pelay Perez, maestro de la cauallería de la orden de Santiague, e a la Orden, Villanueua, que es entre Montiel e Alcaraz, con el cellero e con la torre, todo asi como fue de la sobredicha orden. Et otrosi doles con ello Gorgoji, que conpre del concejo de Alcaraz, todo por heredat, con montes e con fuentes e con pastos, con entradas e con sallidas, con todos sus terminos e con todas sus pertenencias, asi como dante las auien mientre de la orden eran. Et que el maestro e la orden fagan destos sobredichos logares al rey mio padre e a mi e a los que de nos vinieren guerra e paz e lo que solien hazer quando estos logares suyos eran. Et porque este mio donadio sea mas firme e mas estable mandeles dar esta carta seellada con mio seello de plomo. Facta carta en la de Sebilla, infante expediente, III die augusti era Mª CCª LXXXª sexta. El infante don Frederic, confirma. El infante don Emmanuel, confirma. Don Diago Lopez de Faro confirma. Don Rodrigo Gomez confirma. Don Pedro Ponz confirma. Don Remiro Fruelaz confirma. Don Pedro Guzman confirma. Don Pedro Lopez de Harana confirma. Martin Ferrandez, notario del sobredicho infante don Alfonso, confirma. Agostin perez escriuano, scripsit. 16 1251, noviembre, 25, Sevilla. Fernando III restituye a Alcaraz las aldeas segregadas de su término “cuando era más niño”, ofrece mantener los privilegios y fueros de la villa y da otras instrucciones para su buen gobierno, la elección anual de los oficios y la asistencia a Cortes de sus representantes, entre otras cuestiones. Pub686. A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… pp. 137-139, Doc. III; y Conquista y primeros intentos de repoblación… Doc. 4. Sepan todos los que esta carta uieren como yo don Ferrando por la gracia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de León, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murçia e de Jahen enbie mis cartas a los conçeios e a los bonos omnes de las Estremaduras de Castilla, que enbiassen los omnes bonos de cada conçeio ante mi por cosas que auia de açer e de fablar con ellos por buen paramiento de Estremadura, e uos el conçeio de Alcaraz enviastes ante mi vuestros omnes bonos e yo fable con ellos aquellas cosas que entendía que era buen paramiento de la tierra, e ellos salieron me bien e recudieron me bien a todas las cosas que les yo dixe, de guisa que les yo fui pagado; et esto passado rogaron me e pidieron me por merçed por uos, que uos touiesse a aquellos fueros e a aquella uida e a aquellos usos que ouistes en tienpo del rey don Alfonso mi auuelo e a su muerte, assi como uos los yo prometi e uos los otorgue quando fui rey de Castilla que uos los ternia e uos los guardaria ante mi madre e ante los mios ricos omnes e ante el Arçobispo e ante los obispos e ante caualleros de Castilla e de Estremadura e ante toda mi corte. Et yo bien conozco e es uerdat que quando era mas a mas ninno que aparte las aldeas de las villas en algunos logares, e a la sazon que esto fiz era mas ninno e non pare hy tanto mientes. Et porque tenia que era cosa que deuia enmendar, oue mio conseio con don Alfonso mio fijo e con don Alfonso mio hermano, e con don Diego Lopez e con don Nunno Gonzalez e con don Rodrigo Alfonso e con el obispo de Palençia e con el obispo de Segouia e con el maestre de Calatraua e con el maestre del Tenple e con el grande comendador del Ospital e con otros ricos omnes e con caualleros e con otros omnes bonos de Castilla e de Leon, e toue por derecho e por razon de tornar las aldeas a las villas assy como eran en dias del rey don Alfonso mio auuelo e a so muerte, e que esse fuero e esse derecho e essa uida ouiessen los de las aldeas conbusco e uos con los de las aldeas que 686
Con fecha equivocada de 25-XI-1245, que en realidad ha de ser 25-XI-1251. Ver foto en nuestra pág.142.
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ouiste en dias del rey don Alfonso mio auuelo e a so muerte. Et pues que esta graçia e este amor uos fiz e toue por derecho de tornar las aldeas a las villas, mando otrossi a uos los de la villa e deffiendo uos so pena de mio amor e de mi graçia e de los cuerpos e de quanto auedes que nenguno, tan bien jurado commo alcalde commo cauallero de la villa poderoso como otro qual quiera que mala cuenta nin mal despechamiento nin mala premia nin mal fuero fiziesse al pueblo tan bien de la villa como de las aldeas, nin les tomase conducho a fuerza nin a tuerto, que yo me tornasse a los que lo fiziessen a les fazer justiçia en los cuerpos e en los haueres e en quanto han como en omnes que tal atreuimiento e tal yerro e tal tuerto fiziesen al sennor. Et maguer yo entiendo que todo esto deuo uedar por mio debdo e por mio derecho como sennor, plego a ellos e otorgaron me lo e touieron que era derecho que yo diesse aquella pena sobre dicha en los cuerpos e en los haueres a aquellos que me errasen e tuerto me fiziessen a mios pueblos, assi como sobredicho es en esta carta. Et mando et tengo por bien que quando yo enviare por omnes bonos de uuestro conceio que uengan a mi por cosas que ouiere de fablar con ellos, o quando uos quisieredes a mi enviar uuestros omnes bonos por pro de uuestro conceio, que uos catedes caualleros de uestro conçeio aquellos tales quales touieredes por guisados de enviar a mi, e aquellos caualleros que en esta guisa tomaredes pora enviar a mi que les dedes despensa en esta guisa: que quando uinieren fasta Toledo que dedes a cada vno medio marauedi e non mas, e de Toledo aca contra la frontera que dedes a cada cauallero vn marauedi cada dia e non mas; et mando e deffiendo que estos que a mi enbiaredes que non sean mas de tres fasta quatro sy non enbiasse yo por mas. Et otrossi mando e tengo por bien que quando yo enbiare por estos caualleros asy commo es dicho, o uos los enbiaredes a mi por pro de uuestro conçeio, que traya cada cauallero tres bestias e non mas, e estas bestias que gelas apreçien dos jurados e dos alcaldes quales el conçeio escogieredes pora esto, e apreçien cada vna que uale quando fiziere la muebda del logar, que si por auentura muriere alguna daquellas bestias que sepades el conçeio que hauedes a dar por ella, et que dedes tanto por ella por quanto fuere apreçiada de aquellos dos jurados e dos alcaldes assi como sobredicho es. Otrossi mando que los menestrales non echen suerte en el judgado por seer juez, ca el juez deue tener la senna, e tengo que si a afruenta uiniesse o a logar de periglo e omne vil o rafez touiesse la senna, que podrie caer el conçeio en grand onta. Otrossi se que entre uos que se fazen unas coffradrias e unos ayuntamientos malos a mengua de mio poder e de mio sennorio e a danno del conçeio e del pueblo, o se fazen muchas malas encubiertas e malos paramientos; e mando so pena de los cuerpos e de quanto auedes que estas coffradrias que las desfagades e que daqui adelante non fagades otras fuera en tal manera pora soterrar muertos e pora luminarias e pora dar a pobres e pora confuerços, mas non pongades alcaldes entre uos nin coto malo, e pues que yo uos do carrera por do fagades bien e almosna e merçed con derecho, si algunos a mas quisiessen passar a otros cotos o a otros paramientos o a poner alcaldes en coffradrias, a los cuerpos e a quanto ouiessen me tornaria por ello. Et mando que ninguno non sea ossado de dar nin de tomar calças por casar su parienta, ca el que las tomare pagarlas ye dupladas al que gelas diere, e pecharie en coto çinquenta marauedis, los ueynte a mi e los diez a los jurados e los diez a los alcaldes e los diez al que los descubriese con uerdat. Et mando que todo omne que casare con mançeba en cabello que nol de mas de sessaenta maravedis pora pannos pora sos bodas, e qui casare con biuda que nol de mas de quarenta maravedias pora pannos pora sus bodas, e qui mas diese desto que yo mando pecharie çinquenta maravedis, los ueynte a mi e los diez a los jurados e los diez a los alcaldes e los diez al que lo descubriesse con uerdat. E otrossy mando que non coman a las bodas mas de diez omnes, çinco de la parte del nouio e çinco de la parte de la nouia, e quantos demas hy comiessen pecharie cada vno diez marauedis, los siete a mi e los tres al que los descubriesse con uerdat, e esto sea a buena fe e sin escatima e sin cobdicia ninguna. Et mando que las otras cartas que yo di tan bien a los de las villas como a los de las aldeas que las aldeas fuesen apartadas de las villas e las villas de las aldeas, que non ualan. Et mando e defiendo firme mientre que nenguno non sea ossado de uenir contra esta mi carta nin de quebrantar la nin de menguar la en ninguna cosa, ca aquel que lo fiziesse aurie la yra de Dios e la mia, e pechar ye en coto mill marauedis. Facta carta apud Sibiliam, Rege exprimente, XXV die nouembris, era M CC LXXX Nona. Michael Petri Soriensis scripsit.
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17 1254, agosto, 10, Murcia. Alfonso X confirma la carta de Fernando III de febrero de 1219, que eximía de pagar portazgo en todo el reino a los repobladores de Alcaraz. En traslado de 1522, Pub. D. W. Lomax, “Apostillas…” p. 28, Doc. 1. Conoçida cosa sea a todos los omes que esta carta vieren cuemo yo don Alfonso por la graçia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de Leon de Galizia, de Sevilla, de Cordova, de Murçia e de Jaen, vi carta del rey don Ferrando muyo padre, fecha en esta guisa: Ferrandus Dei gratia rex Castelle et Toleti, Legiones et Gallecie, ómnibus hominibus regni sui has cartas videntibus, salutem et gratiam. Sciatis quod ego quito meos populatores de Alcaraz quod non dent portaticum in toto meo regno, et mando qod nullum sit ausus eos contrariare nec in aliquo faltare, qod qui faceret iram haberet et centum morabetinos in cauto mihi pectaret, et dapnum sibi illatum redderet duplatum. Facta carta primo apud Saldaniam, III die februarii era Mª CCª Lª septima; innovata vero apud Burgos era Mª CCª LXXª prima. El yo sobredicho rey don Alfonso otorguo esta carta e confirmo la e mando que vala, sacando ende que den portazgo en Toledo e en Seuilla e en Murçia, e porque esta carta sea firme e estable, mandola sellar con mio sello de plomo. Fecha la carta en Murçia por mandado del rey X dias andados del mes de agosto, era de mill e CCLXXXII annos. Alvar Garçia de Fromesta la escrivio el anno terçero que el rey don Alfonso reyno. 18 1256, julio, 22, Segovia. Privilegio rodado de Alfonso X el Sabio, concediendo a Alcaraz el Fuero Real, y distintas mercedes a los caballeros que tuvieran sus casas dentro de las murallas. En traslado de 1704, en el Archivo Municipal de Alcaraz. Pub. A. Pretel Marín, Conquista… pp. 266-267, Doc. 5. También, en un traslado del siglo XVI, del Arch. De la Real Chancillería de Granada, en A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz....” Doc. 1, pp. 223-225. Conozida cosa sea a todos los omnes que esta carta vieren como yo don Alfonso por la graçia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de Leon, de Galizia, de Sevilla, de Cordova de Murçia e de Jaen, porque la villa de Alcaraz non auia fuero cunplido por que se juzgasen asi como deuien, e por esta razon avien muchas dudas e muchas contiendas e muchas enemistades, e la justizia no se cunplie asi como deue, yo el sobredicho rey don Alfonso, queriendo sacar todos estos daños, en uno con la reyna donna Violante mi muxer e con nuestro fijo el infante don Ferrando, doles e otorgoles aquel fuero que yo fiz con consejo de mi corte, escripto en libro e sellado con mi sello de plomo, que lo ayan el conzejo de Alcaraz tanvien de villa cuemo de aldeas porque se juzguen por el en todas cosas para siempre jamas ellos e los que dellos vinieren. E demas por fazerles vien e merçed e por darles galardon por los muchos seruicios que fizieron al muy noble e mucho alto e mucho honrrado rey don Alonso mio visabuelo, e al muy noble e mucho alto e mucho honrrado rey don Ferrando mio padre, e a mi antes que reynase e despues que reyne, doles e otorgoles estas franquezas que son escriptas en este priuilexio: mando que los caualleros que touieren las mayores casas pobladas en la villa con muxeres e con fixos, e los que non ouieren muxeres con la conpanna que ouieren, desde ocho dias antes de Navidad fasta ocho dias despues de la Cuaresma, e touieren cauallos e armas de zien marauedis arriba, escudo e lanza e capiello de fierro, espada e loriga e brafuneras e yuntas, que sean escusados de pecho e por los otros heredamientos que ovieren en las otras villas de nuestros reynos, que non pechen por ellos e que escusen sus paniaguados e sus yegueros e sus molineros e sus hortelanos e sus pastores que guardaren sus yeguas e sus ganados, e sus amos que criaren a sus fixos; estos escusados que ovieren sy cada vno oviere valia de zien maravedis en mueble, en rayz, en quanto que oviere, e dent ayuso que le puedan escusar e que peche al rey. E quando el cauallero muriere e faltare, su muxer mando que aya aquella franqueza que hauia su marido mientras que touiere viudedad, e si casare con cauallero que
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tenga cauallo e armas assi como sobredicho es, que ayan su franqueza commo los otros caualleros, e si casare con pechero, que peche; e si la viuda fixos oviere en su marido que non sean de hedad, sean escusados fasta que sean de hedad de diez e seys annos, e si de que fueren de hedad touieren cauallo e armas e fizieren fuero como los otros caualleros, que ayan su honra e su franqueza ansi commo los otros caualleros, e sy non, pechen. E otrosi tengo que el conzejo de Alcaraz que ayan sus montes e sus dehesas libres e quitas assi como sienpre las ubieron, e lo que dentro fallieren que lo metan en pro de su conzejo, e los montaneros e los deheseros que fizieren que los tomen a soldada e que juren en conzejo a los alcaldes, e escriptura que la tomen los alcaldes en voz del conzejo, que guarden vien sus montes e sus dehesas, e que toda quanta pro e vien pudieren fazer que la fagan e que lo que dentro fallieren que lo den al conzejo para meterlo en su pro en lo que meterlo vieren que sea pro del conzejo, e el conzejo que den omnes buenos de conzejo a quien den cuenta e recaudo los deheseros de todo quanto tomaren cada vno quando quier que se lo demandaren; e estos omnes buenos que den fiadores que aquello que los montaneros fizieren que lo metan alla o el conzejo mandare que pro sea del conzejo. E otrosi mando que los caualleros que puedan fazer prados dehesados en las sus heredades conozidas para sus bestias e para sus ganados, e estas dehesas que sean escusadas con razon, porque non venga ende dannos a los pueblos. E demas desto les otorgo que el anno que el conzejo de Alcaraz fueren en hueste por mandado del rey, que non pechen mercaderia aquellos que fueren en la hueste. E mando e defiendo que ninguno non sea osado de ir contra este priuilexio deste mio donadio, ni de quebrantarlo ni de menguarlo en ninguna cosa, ca qual quier que lo fiziese abrie nuestra ira e pecharme ie en coto diez mill maravedis, e al conzejo de Alcaraz todo el daño doblado. E porque este preuilexio sea firme e estable mandelo seellar con mio sello de plomo. Fecha la carta en Segouia por mandado del rey, veynte e dos dias andados del mes de jullio, en hera de mill e dozientos e noventa e quatro annos. E yo sobredicho rey don Alfonso reynante en vno con la reyna donna Violante mi muxer e con mio fixo el infante don Fernando en Castiella, en Toledo, en Leon, en Galizia, en Seuilla, en Cordova, en Murzia, en Jahen, en Vaeza, en Vadajoz, en el Algarbe, otorgo este priuilexio e confirmolo. Don Sancho electo de Toledo e chanciller del rey = Don Phelippe electo de Seuilla = Don Aboabdille Abenazar rey de Granada vasallo del rey = Don Aparizio obispo de Burgos = Don Fernando obispo de Palencia = Don Remundo obispo de Segovia = Don Pedro obispo de Siguenza = Don Gil obispo de Osma = Don Mateo obispo de Cuenca = Don Benito obispo de Avila = Don Agnar obispo de Calahorra = Don Lope electo de Cordova = Don Adam obispo de Plasenzia = Don Pascual obispo de Jaen = Don Frey Pedro obispo de Cartagena = Don Pedro Ibáñez maestre de la orden de Calatraua = Don Alfonso de Molina = Don Fadrique, Don Nunno Gonzalez = Don Alfonso Tellez = Don Simon Roiz = Don Alfonso Lopez = Don Fernan Roiz de Castro = Don Pedro Nunnez = Don Nuño Guillen = Don Pedro Guzman = Don Rodrigo Gonzalez el Niño = Don Rodrigo Aluarez = Don Fernan Garzia = Don Alfonso Garzia = Don Diego Gomez = Don Gomez Royz = Don Gutierre Suarez = Don Suer Tellez = Don Alfonso fixo del rey don Iohan emperador de Constantinopla e de la emperatriz donna Berenguela, heredero, vassallo del rey = Don Juan fijo del emperador e de la emperatriz sobredichos, conde de Monfort, vassallo del rey = Don Mahomat Abenmahomat Abenjut rey de Murzia vassallo del rey = Don Gaston vizconde de Beart vassallo del rey = Don Gui vizconde de Limoges vasallo del rey = Don Juan arzobispo de Santiago e chanciller del rey = Don Aben Mafot rey de Niebla vassallo del rey = Don Martin obispo de Leon = Don Pedro obispo de Oviedo = Don Suero obispo de Zamora = Don Pedro obispo de Salamanca = Don Pedro obispo de Astorga = Don Leonarz obispo de çibdat = Don Miguel obispo de Lugo = Don Juan obispo de Orense = Don Jil obispo de Tuy = Don Juan obispo de Mondonnedo = Don Pedro obispo de Coria = Don frey Roverto obispo de Silue = Don Frey Pedro obispo de Vadajoz = Don Pelayo Perez maestre de la horden de Santiago = Don Garci Fernandez maestre de la horden del Temple = Roy Soarez merino mayor de Galizia =Don Suero obispo de Zamora notario del rey en Leon = Don Manuel = Don Fernando = Don Luis = Don Alfonso Fernandez fixo del rey = Don Rodrigo Alfonso = Don Martin Alfonso = Don Rodrigo Gomez = Don Rodrigo Frolaz = Don Juan Perez = Don Fernan Ibáñez = Don Martin Gil = Don Gonzalo Ramirez = Don Ro-
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drigo Rodriguez = Don Alvar Diaz = Don Pelayo Perez = Roy Lopez de Mendoza almirante de la mar = Sancho Martinez de Jodar adelantado de la frontera = Don Garci Perez de Toledo notario del rey en el Andaluzia = Garci Suarez merino mayor del reino de Murcia = Don Garcia Martinez de Toledo notario del rey en Castilla. Juan Perez de Cuenca la escriuio en el anno quinto que el rey don Alfonso reyno. 19 1263, marzo, 13 Sevilla. Carta de Alfonso X nombrando a cinco árbitros para acabar de manera amistosa el pleito por los términos entre los santiaguistas y Alcaraz. A. H. N. Montiel, Cax. 214, Nº 71, y Arch. Mun. Alcaraz. Pub. con fecha equivocada de 22 de marzo en A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… pp. 139-141, Doc. IV. Sepan todos los omnes que esta carta vieren cuemo nos don Alfonso por la graçia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murçia, de Jaen e del Algarbe, otorgamos que sobre contienda que era entre don Pelayo Pérez, maestre de la orden de Caualleria de Sanctiago, por si e por su orden e por sus vassallos, et el conceio de Alcaraz de villa e aldeas en razon de sus terminos e de otras querellas que auien los vnos de los otros, vinieron ante nos don Pelayo Perez el maestre sobredicho, e Migael Perez e Gil de Moya e Iohan Matheo de Villa Nueva e Joan Donate., personeros del concejo de Alcaraz, sobre que fueran aplazados por razonar estos pleytos los vnos con los otros. Et ante que en pleyto entrassen avinieron se amas las partidas, plaziendo a nos que todos los pleytos e todas las demandas e todas las querellas que auien los vnos de los otros en razon de los terminos e todas las otras cosas, que lo metien en mano destos çinco omnes bonos: el maestre de Vcles tomo por si e por su orden e por sus vasallos Pedro Gutierrez comendador de Segura e Lope Ferrandez de Montiel, sus freyres, et estos personeros del conceio tomaron por si e por el conceio de Alcaraz de villa e de aldeas Migael Perez e Alfonso Gomez vezinos de Alcaraz, et nos diemos y de nuestra parte Ferrand Perez de Cuenca nuestro alcalde, que estos çinco omnes bonos sobredichos que uayan e uean los terminos de Alcaraz e de la orden sobre que han las contiendas, e alli do mostraren que tienen preuilegios cada vna de las partes, que pongan hy los moiones segund que dixeren los preuilegios, et ho fallaren que non ay puestos moiones que los pongan en aquellos lugares entrel termino de Alcaraz e de la orden alli por o mayor uerdat fallaren que deuen fazer, e de los terminos que non pudieren fallar uerdat por o fueron los moiones, que estos çinco sobredichos partan los terminos e pongan los moiones por aquellos lugares que ellos entendieren que seran con guisa e con razon; et si por aventura todos estos çinco sobredichos non se abiniesen en deparar esto assi commo dicho es, abinieron se que o la mayor partida destos çinco se otorgaren que sea firme lo que ellos fizieren. Et otrossi todas las querellas que han los vnos de los otros pusieron que estos çinco sobredichos que las sepan de la vna parte e de la otra e las fagan enmendar e enderezar en aquella guisa que estos çinco o la mayor partida dellos se acordaren e touieren por bien. Et otrossi abinieron se amas las partes que ni el maestre nin su orden nin sus vasallos, ni el conceio de Alcaraz de villa e de aldeas non fagan otras deffesas sinon assi como manda el priuilegio del rey don Fernando nuestro padre. Et pidieron nos merced amas las partidas que esta abenencia que ficieron assi como dicho es que nos ploguiesse e que lo mandassemos assi fazer e conplir; et nos por su ruego e por sacar contienda entrellos, e porque entendemos que sera nuestro seruicio e a pro dellas, otorgamos esta abenencia asssi como dicho es, e mandamos a Ferrand Perez de Cuenca nuestro alcalde e a Pedro Gutierrez comendador de Segura e a Lope Ferrandez comendador de Montiel, freyres de la orden de Vcles, e a Miguel Perez e a Alfonso Gomez vezinos de Alcaraz, que uayan departir los terminos entre Alcaraz e la orden de Vcles e que fagan enmendar e enderezar todas las otras querellas que han los vnos de los otros assi como dicho es, de guisa que lo ayan fecho e acabado todo antes de la Pascua de la Cinquegesima esta primera que viene que sera en la era desta carta. Et de como lo fizieren que nos lo enuien escripto e seellado son sus seellos, et nos segunt de aquello mandaremos dar a cada vna de las partes mas privilegios. Et qual quier de las partidas que non
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quisiessen fincar por quanto estos cinco sobredichos fiziesen assi como dicho es pecharnos ye la pena que dize en el priuilegio del rey don Fernando nuestro padre, e a la otra partida quinientos marauedis e el danno doblado, e demas mandariamos que fincare por quanto estos cinco sobredichos fiziesen. E porque esto non venga en dubda diemos esta nuestra carta abierta seellada con nuestro seello a estos cinco sobredichos. Fecha la carta en Seuilla por mandado del rey, yueues XIII dias andados de março, era de Mill e trezientos e vn anno. Yo Garcia Dominguez la fiz escreuir. 20 1266, octubre, 17, Sevilla. Alfonso X ordena las mestas de Alcaraz, que habrán de celebrarse tres veces cada año. Arch. Gen. Simancas. Pub. A. Pretel Marín, Conquista y primeros intentos de repoblación… Doc. 11. Connosçida cosa sea a quantos esta carta vieren como yo don Alfonso por la graçia de Dios rrey de Castilla, de Toledo, de Leon, de Galiçia, de Sevilla, de Cordova, de Murçia, de Jaen, del Algarve, mando e otorgo a vos los pastores e vaquerizos de Alcaraz, tan bien de la villa como de las aldeas, que fagades mesta tres vezes al anno, vna por el San Juan, otra por Santa María de mediado agosto e otra por San Miguel, e que la fagades en los forcajos del Guadalmena; e que vengan a la mesta de cada cabanna el pastor e el vaquerizo o el rabadan e el vaquero, e si estos fueren ydos a tal lugar que no puedan venir a la mesta e a esto dieren recavdo, envien vn honbre de los ayudadores. E mando que fagades quatro alcaldes, dos de los pastores e dos de los vaquerizos quales los de la mesta tengays por bien, que estos quatro alcaldes que hagan derecho entre vos todos que seades por ello, e quien al fizieren pechen çien maravedis. E quien a la mesta no viniere asi como dicho es, que pechen el pastor çinco carneros e el vaqueriço vna vaca, y esta pena que la tomen de lo del pastor o del vaquerizo, o si [en] cosa suya no fallaren entrega que lo tomen de lo de su amo, e el que gelo tome doblado; e si por culpa del amo non viniere a la mesta e lo pudiere provar, que peche el amo el coto. E si por aventura los de la cavaña fueren ydos en apellido e non pudieren venir a la mesta, provandolo, non pechen nada. E estas calonnas sean de los de la mesta e fagan dellas lo que tovieren por bien. E quien la mesta volviere por pelea que pechen diez maravedis. E quien fallare ganado atajado de çinco cabezas arriba que de apellido, e si aquel que arribare non gelo quisiere tomar que peche çinco carneros, e el fallador sea creydo por su jura con otro que sea de creer. E quien perro ajeno fallare, que lo pregone e que lo aduga a la mesta, e si lo non fiziere e despues lo fallaren, que de el perro a su dueño e a la mesta diez maravedis. E si alguno fallare vna res o mas e despues se perdiere, faziendo derecho que se non perdio por su culpa, que non peche nada. E por res fallada non den nada, E mando que trayan el ganado mostrenco a la mesta de Agosto, e que el que lo toviere e lo non aduxere que gelo demanden por de hurto e que lo de como manda fuero; e el ganado mostrenco que non le saliere dueño que le fagan sennal nueva e que lo den por quenta a dos honbres buenos, e ellos que lo fagan guardar vn anno e al cabo del anno que lo traygan la mesta de agosto, e si le saliere dueño, si non, denlo a otros dos honbres buenos leales que lo reçiban por quenta e faganle otra sennal nueva e guarden lo para mi, e que acudan con ello a quien yo toviere por bien. E el aplaçado e el aplaçador que non viniere o afrentare a otro pechen segun manda fuero. E si algunas posturas quisieredes poner que sean a pro de la mesta de que esta carta non faze mençion, que valan, e que fagades de lo que menguare segund vuestra vezindad de Cuenca e Alarcón. E ninguno non sea osado de yr contra esta carta, ca qual quier que lo fiziese al cuerpo e a quanto que oviese me tornaria por ello. E porque esto non venga en duda dimos esa carta sellada con nuestro sello pendiente. Dada en Sevilla, el rey la mando, domingo diez e siete dias de otubre, hera de mill e trezientos e quatro annos. Juan Garçia la fizo escrevir.
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21 1268, marzo, 6, Jerez. Compraventa otorgada por el moro Aboaballa, hijo del alcayat de Albacete, de la aldea de Sierra, que el rey le concedió, a favor del concejo de Alcaraz. Arch. Mun. Alcaraz. Pub. A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… Doc. V; y Conquista… Doc. 13. J. A. Pacheco Paniagua “Sobre la etimología árabe de Albacete”, en Al-Basit, 6 (1979), pp. 71-78, que traduce también el texto árabe. Sepan quantos esta carta uyeren como yo Aboaballa moro fijo del alcayat de Albaçet, otorgo que uendo a uos don Bernalte, e a uos don domingo de Xea e a uos don Gil de Moya e a uos don Iohan Matheo e a uos don Gil de Ryabarga, uezinos de Alcaraz, e poral conçeio de Alcaraz, todos los terminos de Sierra, que es çerca Fellin e çerca Touarra, todos pocos e muchos asi como los yo e en jur e en poder e asi como se contienen en la carta plomada que yo del rey myo sennor tengo. Todos uos los uendo con entradas e con salidas e con todas sus pertenençias, con quantas que an e deuen auer uendida buena e verdadera e sana e sin escatima e sin todo entredicho, por preçio nombrado ochoçientos marauedis chicos contados cada marauedi a razon de ocho sueldos e quatro dineros de pipiones, e veynte carneros. E estos marauedis e estos carneros me deuedes dar uos don Bernalt e uos don domingo de Xea e uos don Gil de Moya e uos don Iohan Matheo e uos don Gil de Ryabarga fasta el dia de Sant Miguel este primero que verna en la era desta carta, e si a este plazo non me pagardes que me pechedes cada dia quantos dias passare del plazo adelante tres marauedis alfonsis por pena e costas e missiones quantas que yo fare por trato de recabdar estos ochoçientos marauedis sobredichos, todos o dellos, e los veynte carneros que non me uos ¿pagardes? por ninguna manparança de fuero nin por otra deffension que ante uos pongades, ni por carta de rey ni de otro sennor ganada ni por ganar, mas que me paguedes a este plazo sin toda escatima e sin todo entredicho; e yo euos de dar la carta plomada que del rey tengo destos heredamientos fasta el dia de Sant Miguel sobredicho en esta misma era, e si la carta plomada no uos diera a este plazo, que uos peche cada dia quantos dias pasaren del plazo adelante tres marauedis alfonsis por pena. E yo don Bernalt e yo don Domingo de Xea e yo don Gil de Moya e yo don Joan Matheo e yo don Gil de Ryabarga, nos todos çinco e cada vno por si, otorgamos que nos metemos en esta fiadura desta debda los unos a los otros, a pleyto que si alguno de nos estos dineros pagare e danno alguno reçebiere por razon desto, que los otros seamos tenudos de ielos pechar todos doblados e de lo sacar ende sin danno; e yo don Bernalt e yo don Domingo de Xea e yo don Gil de Moya e yo don Joan Matheo e yo don Gil de Ryabarga, nos todos çinco de mancomun a boç de uno e cada uno por todos otorgamos que nos somos debdores e pagadores a uos don Aboaballa por uos pagar estos ochoçientos marauedis chicos e los veynte carneros al plazo sobredicho, e si al plazo no fueredes pagado que uos pechemos cada dia tres marauedis por pena e las costas de la guisa que sobredicho es, e obligamos nos e todos nuestros aueres muebles e rayzes por uos pagar a este plazo sin otro alongamiento e sin toda escatima e sin todo entredicho. E yo don Aboaballa el sobredicho uendedor me desapodero de todo el derecho e del poder de la tenençia que yo e e deuia auer en estos terminos e en estos heredamientos deste logar sobredicho e apodero en todos ellos a uos los conpradores poral conçeillo de Alcaraz que faran el conçeio dellos e en ellos todo lo que fazer quisieren, asi como de todo lo suyo mismo, e so uos fiador de riedra e de sanamyento con myo cuerpo e con todos myos aueres muebles e rayzes quantos que oy dia e e aure daqui adelant, por uos redrar de todos los omnes del mundo que uos alguna cosa quisieran demandar e contrallar en estos terminos sobredichos en todos o en alguna cosa dellos; e de manna a tal riedre yo e quien lo mio heredare como uos el conçeio de Alcaraz sobredicho e uuestros herederos e quien uos quisieredes finquedes syenpre en todas sazones e en todas maneras con estos terminos sobredichos e los ayades liures e quitos por jur de heredamiento sin toda contralla e sin toda mala uoç. Et ay en esta carta en el segundo renglón cabel de somo una parte sobrescripta do dize de, e ay otra sobrescripta do dize alfonsis, que es en el quinto so el primero, e otra do dize mas, que es un renglon so este. Fecha la carta en Xereç en seys dias del mes de março, era de mill e trezientos e seys annos. E desto son firmas de moros Aboaballa fijo de Abenmahomat Abenachem, e Yuçaf fijo de Mahomat
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Abenlocman, e Hamet fijo de Omar Abenazam; e de cristianos son firmas don Guillen Perez de Pinna e don Aluar Perez de Pinna uezinos de Lorca. Et yo Pero Sánchez escriuano en logar de don Garçia Fuertes, escriui esta carta e so testigo. E yo Garçia Fuertes, notario publico del conçeio de Xerez, por ruego damas las partes fiz escreuir esta carta e pus por testimonio este signo [signo notarial]. Siguen ocho líneas largas y tres cortas, escritas en caracteres árabes. 22 1268, marzo, 7, Jerez. Privilegio rodado de Alfonso X concediendo a Alcaraz dos ferias cada año. Arch. Hist. Prov. Albacete. Pub. A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… Doc VI; y Conquista… Doc. 14. Christus. Sepan quantos este priuilegio uieren e oyeren cuemo nos don Alfonso porla graçia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murcia, de Jahen e del Algarue, en uno con la reyna donna Yoland mi mugier e con nuestros fijos el Inffante don Ferrando primero e heredero e con don Sancho e don Pedro e don Iohan e don Jaymes, por muchos seruiçios que el conçeio de Alcaraz nos fizieron e por sabor que auemos de les fazer bien e merçed, otorgamos les que ayan feria en su villa dos uezes en cada anno e que dure cada vna dellas quinze dias, e que comiençe la una ocho dias ante de Cinquegesima e que dure fasta ocho dias despues, e la otra que comiençe ocho dias ante de Sant Miguel e que dure fasta ocho dias despues. Onde mandamos que todos aquellos que a estas ferias vinieren tan bien de nuestros regnos commo de fuera dellos que uengan saluos e seguros con sus mercaduras e con todas sus cosas, e dando sus derechos o los deuieren a dar defendemos que ninguno non sea osado de los contrallar nin de los peyndrar si non fuesse por su debda connosçuda o por fiadura que ellos mesmos ouiessen fecha, ca qual quier que lo fiziesse aurie nuestra yra e pechar nos ya en coto mill marauedis e a los que el tuerto reçibiesen todo el danno doblado. E sobre todo esto acotamos esta feria que qualquier que pelea ni otra cosa leuantare en ella por que se aya de boluer, que nos peche en coto dos mill marauedis e demas que gelo calonnemos en el cuerpo e en todo quanto que ouiere. E porque esto sea firme e estable mandamos seellar este priuilegio con nuestro seello de plomo. Fecho el priuilegio en Xerez por nuestro mandado, miércoles siete dias andados del mes de março, en era de mill e trezientos e sex annos. E nos el sobredicho rey don Alfonso regnant en uno con la reyna donna Yoland mi mugier e con nuestros fijos el inffante don Ferrando primero e heredero e con don Sancho e con don Pedro e don Iohan e don Jaymes, en Castiella, en Toledo, en Leon, en Gallizia, en Cordoua, en Murzia, en Jaen, en Baeza, en Badalloz e en el Algarue, otorgamos este priuilegio e confirmamos lo. Don Sancho Arçobispo de Toledo e chançeller del rey confirma. Don Remondo arçobispo de Seuilla confirma. Don Alfonso de Molina confirma. Don Felip confirma. Don Loys confirma. Don Yugo Duc de Bergonna uassallo del rey confirma. Don Henrri duc de Lorregne confirma. Don Alfonso fijo del rey Iohan Dacre enperador de Constantinopla e de la enperadrid donna Berenguela, conde Do, uassallo del rey confirma. Don Luys fijo del enperador e de la enperatriz sobredichos, conde de Belmont, uasallo del rey, confirma. Don Iohan fijo del enperador e de la enperatriz sobredichos, conde de Monfort, uassallo del rey confirma. Don Abuiassar rey de Murçia vassallo del rey confirma. Don Gaston de Beart uassallo del rey confirma. La Eglesia de Sanctiago uaga. La eglesia de Burgos uaga. Don Alfonso obispo de Segouia confirma. Don Andrés obispo Sigüenza confirma. Don Agostin obispo de Osma confirma. Don Pedro Obispo de Cuenca confirma. Don Fray domingo obispo de Auila confirma. Don Ferrando obispo de Cordoua confirma. La eglesia de Plazenzia uaga. Don Pascual obispo de Jahen confirma. Don fray Pedro obispo de Cartagena confirma. Don fray Johan obispo de Cadiz confirma. Don Iohan Gonçaluez maestre de la orden de Calatraua confirma. Don Nunno Gonçaluez confirma. Don Iohan Alfonso confirma. Don Ferrand royz de Castro confirma. Don Iohan Garçia confirma. Don Diag Sanchez confirma. Don Gil Garçia confirma. Don Pedro Cornel confirma. Don Gomez Royz confirma. Don Rodrigo Rodriguez confirma. Don Henrique Perez repostero del rey confirma. Don Martin obispo de Leon confirma. Don Pedro obispo de Ouiedo confirma. Don Suero obispo de Çamora. La eglesia de Salamanca uaga. Don German obispo de Astorga confirma. Don Do-
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mingo obispo de Çibdat. Don miguel obispo de Lugo confirma. Don Iohan obispo de Orense confirma. Don Gil obispo de Tuy confirma. >Don Munno obispo de Mondonnedo confirma. Don Ferrando obispo de Coria confirma. Le eglesia de Silues uaga. Don Fray Lorenzo obispo de Badalloz confirma. Don Pelayo Perez maestre de la orden de Sanctiago confirma. Don Garci Ferrandez maestre de la orden de Alcantara confirma. Don Alfonso Ferrandez fijo del rey confirma. Don Iohan Perez confirma. Don Gil Martinez confirma. Don Martin Gil confirma. Don Iohan Ferrandez confirma. Don Ramir Diaz confirma. Don Ramir Rodriguez confirma. Don Aluar Diaz confirma. EL INFANTE DON MANUEL, ERMANO DEL REY E SU ALFEREZ CONFIRMA. EL INFANTE DON FERRANDO FIJO MAYOR DEL REY E SU MAYORDOMO CONFIRMA. SIGNO DEL REY DON ALFONSO. Don Alfonso Garçia adelantado mayor de tierra de Murçia e del Andaluzia confirma. Don Gutier Suarez adelantado mayor de Leon confirma. Don Esteuan Ferrandez adelantado mayor de Gallizia confirma. Maestre Iohan Alfonso notario del rey en Leon e Arçidiano de Santiago confirma. Johan Perez de Çibdat lo fizo de Millan Perez de Aellon en el anno sezeno que el rey don Alfonso regno. 23 1271, abril, 15, Murcia. Alfonso X concede a los caballeros que viven entre los muros de Alcaraz la exención de pechos, salvo moneda, y el derecho a tener sus excusados. En traslado del siglo XVI, Arch. Real Chancillería de Granada. Pub. A. Martínez Romero, “Documentos sobre Alcaraz...” Nº 2, pp. 225-226. Sepan quantos esta carta vieren e oyeren como nos don Alfonso, por la graçia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de Leon, de Galizia, de Sevilla, de Cordova, de Murcia, de Jahen e del Algarbe, por hazer bien e merçed a todos los cavalleros vezinos e moradores en la villa de Alcaraz de la çerca adentro, que agora son o seran de aquí para siempre, que estuvieren guisados de caballos e de armas, mandamos que ayan todos escusados según losan los caballeros de guerra por el previllegio que nos les dimos. Otrosi por sabor que abemos que la villa se pueble mejor, thenemos por bien e mandamos que todos los que moraren de la çerca adentro, que sean quitos de todo pecho e de toda fonsadera, sacando ende moneda que debamos [¿deban dar a nos?] e a los que reynaren despues de nos. E mandamos e defendemos que ninguno no sea osado de yr contra esta carta para quebrantarla ni para amenguarla en ninguna cosa. Qualquiera que lo hiziere abrie nuestra yra y peche nos y en coto [¿pecharnos ye en coto?] çinco mil maravedis, e a los cavalleros sobredichos todo el danno doblado. E porque esto sea firme e estable mandamos sellar esta nuestra carta con nuestro sello de plomo. Fecha la carta en Murçia, miércoles quinze dias andados del mes de abril, en hera de mill e trezientos e nuebe annos. Millan Perez de Ayllon la hizo escribir por mandado del rey en el anno diez y noveno quel rey sobre dicho regno. 24 1272, febrero, 29687, Murcia. Privilegio rodado de Alfonso X devolviendo a Alcaraz su antiguo fuero y otorgando mercedes a la caballería. Arch. Hist. Prov. Albacete. Pub. A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… Doc. VII. Conquista... pp. 289-291. Pub. también, con fecha 28 de febrero, y a partir de un traslado del Arch. De la Real Chancillería de Granada, por A. Romero Martínez, “Documentos...” Doc. 3, pp. 226-228. Christus. Sepan quantos este priuilegio uieren e oyeren como nos don Alfonso por la graçia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murcia, de Jahen e A. Ballesteros Beretta, Alfonso X el Sabio, Barcelona, 1961, p. 546, advierte de que el último día de febrero sería 29, al ser año bisiesto.
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del Algarue, en uno con la reyna donna Yoland mi mugier e con nuestros fijos el Inffante don Ferrando primero e heredero e con don Sancho e don Pedro e don Iohan e don Jaymes, por muchos seruiçios que fizieron el conçeio de Alcaraz al muy noble e mucho alto e mucho onrrado rey don Ferrando nuestro padre e despues a nos, e por sabor que auemos de fazer bien e merçed tan bien a los que agora y son moradores como a los que seran daqui adelante pora siempre iamas damos les e otorgamos les las franquezas que el conçeio de Cuenca solien auer en el su fuero que ante auien, que son estas: Primeramientre les damos e les otorgamos todos sus terminos que Alcaraz ha con montes, con fuentes, con rios, con pastos, con entradas e con sallidas e con todas sus pertenençias e con todos sus derechos assi commo gelos dio el rey don Alfonso nuestro visauuelo e gelos otorgo el rey don Ferrando nuestro padre e segund quellos los ouieron despues aca; e aquellos terminos que se deuen labrar e poblar que los labren ellos e los pueblen, que faga cada uno en lo suyo e de lo suyo todo lo que quisiere, en guisa que non faga danno nin tuerto a otro ninguno. E todo omne que touiere casa poblada dentro de los muros de la villa de Alcaraz que no peche en ningun pecho sino fuere en las labores de los muros e de las torres de la villa e de su termino. Pero los caualleros que touieren dentro de la villa casas pobladas e cauallo que uala treynta marauedis o mas que non pechen en ninguna destas cosas sobredichas en ningun tiempo, e que escusen de pecho a sus paniaguados e a sus amos e a sus aportellados segund los escusaron fasta aquí los vezinos de Cuenca. E mandamos que todo vezino de Alcaraz que no de portazgo ni montadgo desde Taio aca en ningund logar de nuestro sennorio si no fuere en Toledo e en Seuilla e en Murçia. Otrossi todo uezino de Alcaraz pueda tener en su casa pesos e medidas derechas sin calonna ninguna, e el que non las touiere derechas que peche la calonna segund nuestro fuero manda; pero salvo finque pora nos el otro peso mayor que y auemos, tan bien el del mercado como el otro peso mayor de la villa, que sea para nuestras rentas. E mandamos que todos aquellos que estudieren o moraren en las casas o en las heredades de los vezinos de Alcaraz que touieren casas pobladas dentro de los muros de la villa que sean uassallos del sennor de la casa o de la heredat o moraren o do estudieren e a el respondan con pecho e con fazendera assi como fue en Cuenca fasta aquí. Otrossi les otorgamos que todo ganado ageno que entrara en los pastos de Alcaraz que lo quinte el conçejo e lo eche de todo su termino sin calonna, saluo ende que lo non tomen por fuerça nin lo roben. Mandamos otrossi e defendemos que ningund realengo non passe a abadengo nin a omnes de orden nin de religion por conpras nin por mandamientos nin por camios ni en ninguna manera que seer pueda sin nuestro mandado. Otrossi les otorgamos que de todo pecho e de todo pedido que el conçeio de Alcaraz dieren a nos o a otro cualquiera, o d lo que nos tomaremos en la villa o en el termino, que los moradores de dentro del muro de la villa de Alcaraz ayan ende el siedmo assi como el rey don Alfonso nuestro visauuelo ouo dado a los de Cuenca; pero de tal manera gelo otorgamos que lo podamos nos parar en aquellas cosas que uieremos que seran mas a nuestro seruiçio e a pro de la villa. E mandamos e deffendemos que ninguno non sea osado de ir contra este privilegio pora crebantar lo nin pora minguar lo en ninguna cosa, ca qual quier que lo fiziere aurie nuestra yra e pecharie en coto diez mill marauedis e al conçeio sobredicho todo el danno doblado. E porque esto sea firme e estable mandamos seellar este priuilegio con nuestro seello de plomo, fecho el priuilegio en Murçia lunes postremero dia del mes de febrero en era de mill e trezientos e diez annos. E nos el sobre dicho rey don Alfonso regnant en uno con la reyna donna Yoland mi mugier e con nuestros fijos el infante don Ferrando primero e heredero, e con don Sancho e don Pedro e don Iohan e don Jaymes, en Castiella, en Toledo, en Leon, en Gallizia, en Cordoua, en Murçia, en Jaen, en Baeça, en Badalloz e en el Algarue, otorgamos este priuilegio e confirmamos lo. Don Sancho arçobispo de Toledo e chançeller del rey confirma. Don Remondo arçobispo de Seuilla, confirma. Don frederic, confirma. Don Felip, confirma. Don Loys, confirma. Don Yugo duc de Bergonna uassallo del rey, confirma. Don Henrri duc de Lorregne uasallo del rey, confirma. Don Loys fijo del rey don Iohan d’Acre enperador de Constantinopla e de la enperadrid donna Berenguella, conde de Belmont, uassallo del rey, confirma. Don Iohan fijo del enperador e de la enperadrid sobredicha e conde de Monfort, uassallo del rey, confirma. La eglesia de Sanctiago vaga. La eglesia de Burgos vaga. Don Thello obispo de Palençia confirma. Don Ferrando obispo de Segouia, confirma. La eglesia de Siguença vaga. Don Pedro obispo de Cuenca, confirma. La eglesia
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de Auila vaga. Don Pascual obispo de Jahen , confirma. La eglesia de Cartagena vaga. Don Frey Iohan obispo de Cadiz, confirma. Don Iohan Gonçaluez maestre de la orden de Calatraua confirma. Don Nunno Gonçaluez, confirma. Don Lope Diaz, confirma. Don Simon Royz, confirma. Don Iohan Alfonso confirma. Don Ferrando Royz de Castro confirma. Don Diago Sanchez confirma. Don (ilegible) García confirma. Don Pedro Cornel confirma. Don Gomez Royz, confirma. Don Rodrigo Rodriguez, confirma. Don Henri Perez repostero mayor del rey, confirma. Don Martin obispo de Leon confirma. La eglesia de Ouiedo vaga. Don Suero obispo de Çamora confirma. La eglesia de Salamanca vaga. Don Erman obispo de Astorga confirma. Don Domingo obispo de Çibdat confirma. La eglesia de Lugo vaga. Don Iohan obispo de Orense confirma. Don Gil obispo de Tuy confirma. Don Nunno obispo de Mondonnedo confirma. La eglesia de Coria vaga. Don Frey Bartolome obispo de Badalloz confirma. Don Pelay Perez maestre de la orden de Sanctiago confirma. Don Garci Ferrandez maestre de la orden de Alcantara confirma. Don Alfonso Ferrandez fijo del rey confirma. Don Rodrigo Yuannes pertiguero de Santiago confirma. Don Gil Martinez confirma. Don Martin Gil confirma. Don Iohan Ferrandez confirma. Don Ramir Diaz confirma. Maestre Gonçalo notario del rey de Castilla, arcidiano de Toledo, confirma. Millan Perez de Aellon lo fizo escriuir por mandado del rey el anno veynteno que el rey sobredicho reyno. Pedro Garçia de Toledo lo escriuio. 25 1272, julio, 5, Huete. Alfonso X excusa a perpetuidad a los caballeros de Alcaraz residentes intramuros, de todo pecho y pedido, así como del servicio que daban en ese momento al rey en toda la tierra. En traslado del siglo XVI, Arch. Real Chancillería de Granada. Pub. A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” Nº 4, p. 229. Sepan quantos esta carta vieren e oyeren como nos don Alfonso por la graçia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de Leon, de Galiçia, de Sebilla, de Cordova, de Murçia, de Jahen e del Algarbe, por hazer bien e merçed a todos los vezinos que son cavalleros e moraren en la villa de Alcaraz de los muros adentro, escusamoslos por syenpre de todo pecho e de todo pedido y deste serviçio que nos dan por toda nuestra tierra. Y mandamos y defendemos que ninguno non sea osado de yr contra esta carta para quebrantarla nin para amenguarla en ninguna cosa. E a [¿ca?] qual quier que lo hiziese avrie nuestra yra y peche nos y en coto [¿pecharnos ye en coto?] çinco mill maravedis, y a los vezinos sobredichos e a quien su vos tuviese todo el danno doblado. Y porque esto sea firme y estable mandamos sellar esta carta con nuestro sello de plomo. Hecha la carta en Huete, martes çinco dias andados del mes de jullio en hera de mill e trezientos e diez annos. Millan Perez de Ayllon lo hizo escrivir por mandado del rey en veynte e vn anno que el rey sobre dicho regno. Pedro Garcia de Toledo lo escribio. 26 1272, julio, 5, Huete. Alfonso X concede a los caballeros de Alcaraz la exención de pechos pedidos y servicio, y el derecho a excusar amos y paniaguados, extendiendo también estas mercedes a sus viudas y huérfanos. En traslado del siglo XVI. Arch. Real Chancillería de Granada. Pub. A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” Nº 5, pp. 229-231. Sepan quantos este previllegio vieren e oyeren como nos don Alfonso por la graçia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de Leon, de Galiçia, de Sevilla, de Cordova, de Murçia, de Jahen, del Algarbe, en uno con la reyna donna Violante mi muger e con nuestros fijos el ynfante don Hernando
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primero heredero, e con don Sancho e don Pedro e don Juan e don Jaymes, por hazer bien y merçed a los cavalleros de Alcaraz por muchos serviçios que hizieron a los reyes donde nos venimos e a nos, e porque la villa se pueble mejor, otorgamos a todos los cavalleros que moraren en la villa de los muros adentro y estuvieren guisados todavía de cavallos y armas y aguardaren la escribania del concejo, que sean quitos para sienpre de todo pecho e de todo pedido e del serviçio que nos prometieron a dar por toda la tierra. E por hazer mas bien e merçed a ellos y a todos los otros cavalleros que moraren en el arrabal y estuvieren guisados de cavallos y armas y aguardaren la senna, asi como dicho es, quitamos este serviçio a sus amos y a todos sus paniaguados por todavía, asy como son libres de todos los otros pechos por el previllegio de las franquezas que les nos diemos. Otrosi por hazer bien e merçed a las viudas que fueren mugeres de caballeros e a los huerfanos hijos de caballeros, tan bien de la villa como del arrabal, que estuvieren sus maridos e sus padres guisados de cavallos e armas en su bida y al tienpo que finare, otorgamosles quesean quitos de todo pecho e del serbiçio et ayan sus escusados bien e conplidamente asy como los caballeros. Y mandamos e defendemos que ninguno no sea osado de yr con este previllegio por quebrantarlo ni por amenguarlo en ninguna cosa, e a [ca] qual quier que lo hiziere avrie nuestra yra e peche nos y en coto [¿pecharnos ye en coto?] diez mill maravedis, y a los que el tuerto resçibiesen todo el danno doblado. E porquesto sea firme y estable, mandamos sellar este previllegio con nuestro sello de plomo. Fecho e previllegio en Huete, martes çinco dias andados del mes de jullio, en hera de mill e trezientos e diez annos. Y nos el sobredicho rey don Alfonso, reynante en uno con la reyna donna Violante mi muger, e con nuestros hijos el ynfante don Hernando primero heredero, y con don Sancho e don Pedro e don Juan e don Jaymes, en Castilla, en Toledo, en León, en Galiçia, en Sebilla, en Cordova, en Murçia, en Jahen, en Baeça, en Badalloz y en el Algarbe, otorgamos este previllegio e confirmamoslo. Don Sancho arçobispo de Toledo, chançiller de Castilla, capellan mayor del rey, confirma. El ynfante don Fadrique confirma. El ynfante don Felipe confirma. Don Remondo arçobispo de Sebilla confirma. La yglesia de Santiago vaga. La yglesia de Burgos vaga. Don Tello obispo de Palencia confirma. Don Ferrando obispo de Segovia confirma. La yglesia de Çiguença vaga. Don Agustin obispo de Osma confirma. Don Pedro obispo de Cuenca confirma. La yglesia de Avila vaga. Don Veuian arçobispo de Calahorra confirma. Don Hernando obispo de Cordoba confirma La yglesia de Plasençia vaga. Don Pascual obispo de Jahen confirma. La yglesia de Cartagena vaga. Don frey Iohan obispo de Cadiz confirma. Don Juan Gonçalez maestro de la orden de Calatraba confirma. Don Martin obispo de Leon confirma. La yglesia de Oviedo vaga. Don Suero obispo de Çamora confirma. La yglesia de Salamanca vaga. Don Hernan obispo de Astorga confirma. Don Domingo obispo de Çiudad confirma. Don Hernando obispo de Lugo confirma. Don Juan obispo de Orense confirma, don Gil obispo de Tuy confirma. Don Nunno obispo de Mondonnedo confirma. Don Gonçalo obispo de Coria confirma. Don frey Bartolome obispo de Silbe confirma. Don fray Lorenço obispo de Badalloz confirma. Don Pelay Perea maestre de la horden de Santiago confirma. Don Gonçalo Hernández maestre de la orden de Alcantara confirma. El ynfante don Loys confirma. Don Guillermo Martinez de Montefort vasallo del rey confirma. Don Iñigo [¿Yugo?] duc de Borgoña vasallo del rey confirma. Don Enrique duque de Loregne vasallo del rey confirma. Don Loys hijo del rey Juan dAcre enperador de Constantinopla e de la enperatriz donna Berenguela, conde de Belmonte, vasallo del rey confirma. Don Juan hijo del enperador e de la enperatriz sobredichos, conde de Montforte vasallo del rey confirma. Don Simon Royz de los Cameros confirma. Don Juan Alfonso de Haro confirma. Don Hernando Ruis de Castro confirma. Don Diago Sánchez adelantado de la frontera confirma. Don Gil Garçia mayordomo del rey por el ynfante don Fernando confirma. Don Pedro Cornel confirma. Don Gutierre Suarez de Meneses confirma. Don Alfonso Tellez de Villalva confirma. Don Rodrigo Gonçalez de Çisneros confirma. Don Gomez Roiz Mançanedo confirma. Don Diego Lopez de Haro confirma. Don Hernando Pérez de Guzman confirma. Don Enrric Perez repostero mayor del rey, adelantado en el reyno de Murçia por el ynfante don Hernando confirma. Don Diego López de Salzedo adelantado en Alaba y en Guipuz-
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cua confirma. Don Alfon Hernandez hijo del rey e sennor de Molina confirma. Don Esteban Rodriguez adelantado de Galizia confirma. Don Guillen maestre de la horden del Tenple confirma. Maestre Gonçalvo notario del rey en Castilla e arcediano de Toledo confirma. Maestre Juan Alfonso notario del rey en Leon e arcediano de Santiago confirma. Maestre Gonçalvo confirma. Don Rodrigo Yuannes pertiguero de Santiago confirma. Don Ferrand Perez Ponz confirma. Don Gil Martinez de Portugal confirma. Don Martin Gil su hijo confirma. Don Juan Hernandez Batesella confirma. Don Ramiro Diaz de Cientfuentes confirma. Don Roy Gil de Billalobos confirma. García Minués notario del rey en el Andaluzia confirma. En las letras del signo dize: Signo del rey don Alfonso. El Infante don Manuel Ferrandez rey (sic) y su alferez, confirma. El ynfante don Ferrando, hijo mayor del rey y su mayordomo, confirma. Millan Perez de Ayllon lo hizo escribir por mandado del rey en veynte e vn anno que el rey sobre dicho regno. Pedro Garçia de Toledo lo escribio. 27 1272, agosto, 3, Alcaraz. Nueva confirmación por parte del concejo de Alcaraz de la antigua merced de octubre de 1247 por la que concedió una dehesa acotada a su aldea de Munera. Contenida en traslado de 1512, Arch. Municipal de Alcaraz. Pub. A. Pretel Marín, Conquista… Doc. 24. También, con otra fecha, que creemos errónea688, y en otro traslado obrante en el Archivo de la Real Chancillería de Granada, en M. Rodríguez Llopis, “Expansión agraria y control de pastos...” Doc, 1. pp. 169-170 Sepan quantos esta carta vieren commo nos el conçejo de Alcaraz, el juez e los alcaldes e los jurados, de nuestras buenas voluntades, damos e otorgamos al conçejo de Munera, que es nuestra aldea e nuestro termino, dehesa a Munera, a los que agora son e a los que son por venir, conviene a saber por donde e fasta que lugar son los mojones desta dehesa: el primero mojon es en el atalayuela que es entre Sotuelamos e Munera, e el otro mojon como va al Miron de los Loseros e el otro mojon como va a la Losa Cavada e al Quintanar e a la losiella de la carrera e al Çerro del Gato, commo va fasta la Cabeça del Aguila al fondon de la Cannada de Lechina e al fondon de los dornajuelos de los fitos, e desi como va al Atalayuela de Lechina e a la Cabeça de Maymon asi como va a la Foradada; destos mojones adentro es dehesa del conçejo de Munera. Desto son testigos Apariçio Tribaldo que era Juez a la sazon, don Vela alcalde, don Andres alcalde, domingo Perez de Pliego alcalde, (en blanco) alcalde, don Aparicio de la Torre alcalde, Diego Nauarro alcalde, Diego Gonzalez Carrascosa alcalde. Juan Donate escriuano del conçejo de Alcaraz. Don Miguel Perez el jurado, don Pedro Aragones hermano de don Pascual Aragones, e todo el concejo. Fecha esta carta dia domingo en el mes de octubre, hera anno de mill dozientos e ochenta e çinco annos. Esta carta es reuocada por mandado de don Gil de Moya, alcalde, porque era vieja e carcomida la otra carta que tienen de ante, e es renovada miércoles tres dias de agosto, hera anno de mill e trezientos e diez annos. Juan Donate la fizo por mandado de don Nicolas, escriuano publico de Alcaraz. 28 1281, mayo, 8, Andújar. Alfonso X limita las ventajas de la caballería a quienes se mantengan en esta condición, hagan alarde anual y cumplan los demás requisitos previstos, para evitar los fraudes que vienen produciéndose. En traslado del siglo XVIII. Arch. Municipal Alcaraz, Nº 196. Lo publica también A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” Nº 6. La fecha, según él, es de diciembre de la era de 1403 (1365) y la confirmación de 15 de octubre de 1391. Pero aunque los textos son idénticos, con pequeñas variantes (por ejemplo, “Socuéllamos”, en lugar de “Sotuéllamos”) no coinciden los nombres de quienes autorizan el traslado, y se advierte que no se lee el pergamino, que se encuentra muy roto. Sospechamos que pueda tratarse de traslados de fecha posterior, que enlazan un pedazo del primer documento con otros procedentes de sus confirmaciones posteriores. 688
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Don Alfonso por la graçia de Dios rey de Castiella de Toledo, de Leon de Galizia, de Seuilla, de Cordova, de Murzia, de Jahen e del Algarue; a los alcaldes e el juez de Alcaraz e al home que estubiere por mi, salud e graçia. El conzejo de Alcaraz se me enviaron querellar por si e por los de los pueblos que despues que me mandaron estos seruiçios que los mas ricos de los pecheros que se entraron a morar a la villa por razon de los privilegios por escusar los mis pechos. E otrosi se me querellaron que ay caualleros que toman escusados de mayor quantia de quanto yo mande por mi carta; e otrosi se me querellaron que los caualleros que toman los amos que traen sus fixos que los excusan por no pechar los mios pechos por mayor tiempo de quanto yo enbie mandar por mi carta. E otrosi se me querellaron que ay caualleros enseñorados que toman los escusados e non quieren aguardar la senna con el conzejo quando van en mio seruiçio. E otrosi se me querellaron que ay caualleros que no tienen guisamiento de cauallo e de armas asi como el priuilegio manda, que escusan los mios pechos e non fazen alarde cada anno asi como lo fazen en las otras mis villas de Extremadura. E por todas estas cosas que non pueden cumplir la caueza de los mios pechos, e pidieron me merzed que mandase y lo que toviese por bien. E yo tengo por bien e mando que aquellos pecheros que fueron a morar a la villa son [¿sin?] los mios privilegios por razon de escusar los mios pechos que pechen con ellos e que les ayuden a cumplir la caueza de la ayuda terzera en quanto les mentaren [¿metieren?] en estos seruicios que me mandaron. E otrosi mando que los caualleros que no tomen a paniaguados de mayor quantia de zien marauedis de la moneda nueva a raçon de quatro por vno. E otrosi mando que los amos que traen los fixos de los caualleros que non sean escusados mas de por tres annos mientras mamare la catura [criatura] e dende adelante que pechen en todos los mios pechos. E otrosi mando que los caualleros que fagan alarde cada año por San Miguel, e aquellos que no salieren guisados de cauallo e de armas asi como el priuilexio manda que pechen en todos los mios pechos, e si fazer non lo quisieren que non ayan escusados ningunos e que pechen. E otrosi mando que todos los caualleros de la uilla que aguarden la senna y aquellos que fueren enseñorados e que vayan con ella quando saliere el concejo para ir en mio seruiçio, e aquellos que lo non quisieren fazer que non ayan escusados ni apaniaguados ningunos. E demas mando a cada vno de vos so pena de mi merzed que todas estas cosas sobredichas que las fagades cumplir e guardar en guisa que se me non yermen los mios pechos nin se me enbien mas querellar sobre esta razon; si non, a los cuerpos e a todo quanto ovieredes me tornaria por ello. Dada en Andujar ocho dias de mayo, hera de mill e trezientos e diez e nueve annos. Yo clemente Perez la fize escriuir por mandado del rey. 29 1287, I, 27, Valladolid. Privilegio rodado de Sancho IV por el que se confirma otro de Alfonso X de febrero de 1272 devolviendo a Alcaraz el fuero que tenía y otorgando mercedes a su caballería. Arch. Hist. Provincial Albacete. Pub. A. Pretel Marín, Conquista… Doc. 33. En traslado del siglo XVI, A. Romero Martínez, “Documentos...” Nº 7, pp. 232-234.. En el nonbre de Dios Padre e Fijo e Spiritu Sancto, que son tres personas e un Dios, e a onrra e a seruiçio de Sancta Maria su madre, que nos tenemos por sennora e por auogada en todos nuestros fechos. Porque es natural cosa que todo omne que bien faz quiere que gelo lieuen adelante e que se non oluide nin se pierda, que como quier que canse e mingue el curso de la uida deste mundo, aquello es lo que finca en remenbranza por el al mundo, e este bien es guiador de la su alma ante Dios, e por no caer en oluido lo mandaron los reyes poner en escripto en los preuilegios porque los otros que regnassen despues dellos e touiessen el so lugar fuessen tenidos de guardar aquello e de lo leuar adelante confirmando lo por los preuilegios; por ende nos catando esto queremos que sepan por este nuestro preuilegio los que agora son e seran de aquí adelante como nos don Sancho por la graçia de Dios rey de Toledo, de Castiella, de Leon, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murçia, de Jahen e del Algarue, viemos preuilegio del rey don Alfonso nuestro padre fecho en esta guisa: Sepan quantos este priuilegio uieren e oyeren como nos don Alfonso por la graçia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murcia, de Jahen e del Alga-
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rue, en uno con la reyna donna Yoland mi mugier e con nuestros fijos el Inffante don Ferrando primero e heredero e con don Sancho e don Pedro e don Iohan e don Jaymes, por muchos seruiçios que fizieron el conçeio de Alcaraz al muy noble e mucho alto e mucho onrrado rey don Ferrando nuestro padre e despues a nos, e por sabor que auemos de fazer bien e merçed tan bien a los que agora y son moradores como a los que seran daqui adelante pora siempre iamas damos les e otorgamos les las franquezas que el conçeio de Cuenca solien auer en el su fuero que ante auien, que son estas: Primeramientre les damos e les otorgamos todos sus terminos que Alcaraz ha con montes, con fuentes, con rios, con pastos, con entradas e con sallidas e con todas sus pertenençias e con todos sus derechos assi commo gelos dio el rey don Alfonso nuestro visauuelo e gelos otorgo el rey don Ferrando nuestro padre e segund que ellos los ouieron despues aca; e aquellos terminos que se deuen labrar e poblar que los labren ellos e los pueblen, que faga cada uno en lo suyo e de lo suyo todo lo que quisiere, en guisa que non faga danno nin tuerto a otro ninguno. E todo omne que touiere casa poblada dentro de los muros de la villa de Alcaraz que no peche en ningun pecho sino fuere en las labores de los muros e de las torres de la villa e de su termino. Pero los caualleros que touieren dentro de la villa casas pobladas e cauallo que uala treynta marauedis o mas que non pechen en ninguna destas cosas sobredichas en ningun tiempo, e que escusen de pecho a sus paniaguados e a sus amos e a sus aportellados segund los escusaron fasta aquí los vezinos de Cuenca. E mandamos que todo vezino de Alcaraz que no de portazgo ni montadgo desde Taio aca en ningund logar de nuestro sennorio si no fuere en Toledo e en Seuilla e en Murçia. Otrossi todo uezino de Alcaraz pueda tener en su casa pesos e medidas derechas sin calonna ninguna, e el que non las touiere derechas que peche la calonna segund nuestro fuero manda; pero salvo finque pora nos el otro peso mayor que y auemos, tan bien el del mercado como el otro peso mayor de la villa, que sea para nuestras rentas. E mandamos que todos aquellos que estudieren o moraren en las casas o en las heredades de los vezinos de Alcaraz que touieren casas pobladas dentro de los muros de la villa que sean uassallos del sennor de la heredat o moraren o do estudieren e a el respondan con pecho e con fazendera assi como fue en Cuenca fasta aquí. Otrossi les otorgamos que todo ganado ageno que entrara en los pastos de Alcaraz que lo quinte el conçejo e lo eche de todo su termino sin calonna, saluo ende que lo non tomen por fuerça nin lo roben. Mandamos otrossi e defendemos que ningund realengo non passe a abadengo nin a omnes de orden nin de religion por conpras nin por mandamientos nin por camios ni en ninguna manera que seer pueda sin nuestro mandado. Otrossi les otorgamos que de todo pecho e de todo pedido que el conçeio de Alcaraz dieren a nos o a otro cualquiera, o d lo que nos tomaremos en la villa o en el termino, que los moradores de dentro del muro de la villa de Alcaraz ayan ende el siedmo assi como el rey don Alfonso nuestro visauuelo ouo dado a los de Cuenca; pero de tal manera gelo otorgamos que lo podamos nos parar en aquellas cosas que uieremos que seran mas a nuestro seruiçio e a pro de la villa. E mandamos e deffendemos que ninguno non sea osado de ir contra este privilegio pora crebantar lo nin pora minguar lo en ninguna cosa, ca qual quier que lo fiziere aurie nuestra yra e pecharie en coto diez mill marauedis e al conçeio sobredicho todo el danno doblado. E porque esto sea firme e estable mandamos seellar este priuilegio con nuestro seello de plomo, fecho el priuilegio en Murçia lunes postremero dia del mes de febrero en era de mill e trezientos e diez annos. E nos el sobre dicho rey don Alfonso regnant en uno con la reyna donna Yoland mi mugier e con nuestros fijos el infante don Ferrando primero e heredero, e con don Sancho e don Pedro e don Iohan e don Jaymes, en Castiella, en Toledo, en Leon, en Gallizia, en Cordoua, en Murçia, en Jaen, en Baeça, en Badalloz e en el Algarue, otorgamos este priuilegio e confirmamos lo. Millan Perez de Aellon lo fizo escreuir por mandado del rey en el anno veynteno que el rey sobre dicho regno. Pedro Garçia de Toledo lo escriuio. E nos el sobre dicho rey don Sancho, reinante en vno con la reyna donna Maria mi mugier e con nuestros fijos el infante don Ferrando primero e heredero e con el infante don Alfonso en Castiella, en Toledo, en Leon, en Galizia, en Seuilla, en Cordoua, en Murcia, en Jaen, en Baeça, en Badalloz e en el Algarue, otorgamos este preuilegio e confirmamos lo, e mandamos que uala assi como ualio en tiempo del rey don Alfonso nuestro padre. E porque esto sea firme e estable mandamos seellar este preuilegio con nuestro seello de plomo. Fecho el preuilegio en Valladolit, lunes veynte e siete dias andados del mes de enero, era de mill e trezientos e veynte e çinco annos.
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Don Mahomat Aboabdille, rey de Granada, vasallo del rey, confirma. Don Lope Díaz conde de Haro sennor de Vizcaya e mayordomo mayor del rey, confirma. El infante don Iohan confirma. Don Gonçalo arçobispo de Toledo, primado delas Espannas e chançeller de Castiella, confirma. La eglesia de Seuilla uaga. La eglesia de Sanctiago uaga. Don Iohan Alonso obispo de Palençia e chançiller del rey confirma. Don frey Ferrando obispo de Burgos confirma. Don Martin obispo de Calahorra confirma. La eglesia de Siguença vaga. La eglesia de Osma vaga. Don Rodrigo obispo de Segouia confirma. La eglesia de Auila vaga. Don Gonçalo obispo de Cuenca confirma. Don Domingo obispo de Plasençia confirma. Don Diago obispo de Cartagena confirma. La eglesia de Jahen vaga. Don Pascuuela obispo de Cadiz confirma. La eglesia de Aluarrazin vaga. Don Roy Perez maestre de Calatraua confirma. Don Ferrant Perez comendador mayor del Hospital confirma. Don Gómez Garçia comendador mayor del Temple confirma. Don Iohan fin del infante don Manuel confirma. Don Aluar Nunnez confirma. Don Alfonso fi del infante don Alfonso de Molina confirma. Don Iohan Alfonso de Haro confirma. Don Diago Lopez Salzedo confirma. Don Diago Garçia confirma. Don Vela confirma. Don Roy Gil de Villalobos confirma. Don Gomez Gil so hermano confirma. Don Yenego de Mendoza confirma. Don Roy Diaz de Finoiosa confirma. Don Diago Martinez de Finoiosa confirma. Don Gonçalo Gomez de Mançanedo confirma. Don Rodrigo Rodriguez Manrique confirma. Don Diago Froyaz confirma. Don Alonso Yannez de Aguilar confirma. Don Pedro Anriquez de Harana confirma. Don Sancho Martinez de Leyua merino mayor de Castiella confirma. Don Fernant Perez de Guzman adelantado mayor en el regno de Murçia confirma. Don Martin obispo de León confirma. Don Pelegrin obispo de Ouiedo confirma. La eglesia de Astorga vaga. La eglesia de Çamora vaga. Don Frey Pedro obispo de Salamanca confirma. Don Antón obispo de Çibdat confirma. Don Gil obispo de Badajoz notario mayor de la camara del rey confirma. Don Frey Bartolome obispo de Silues confirma. La eglesia de Mendonnedo uaga. Don Pedro obispo de Orense confirma. La eglesia de Lugo vaga. Don Iohan obispo de Tuy confirma. Don Gonçaluo Perez maestre de la caualleria de Sanctiago confirma. Don Ferrando Paez maestre de Alcantara confirma. Don Sancho fi del infante don Pedro confirma. Don Esteuan Ferrandez pertiguero mayor en tierra de Sanctiago confirma. Don Ferrando Perez Ponz confirma. Don Iohan Ferrandez de Limia confirma. Don Iohan Alfonso d’Alboquerque confirma. Pero Aluarez fi de don Pero Aluarez confirma. Don Diago Ramirez confirma. Don Ferrant >Rodriguez de Cabrera confirma. Don Arias Diaz confirma. Don Ferrant Ferrandez de Limia confirma. Don Gonzalo Yuannes confirma. Don Iohan Ferrandez confirma. Iohan Rodriguez merino mayor en el reyno de Galizia confirma. Esteuan Nunnez merino mayor en la tierra de Leon confirma. Don Iohan obispo de Tuy e notario en el Andaluzia confirma. SIGNO DEL REY DON SANCHO. DON DIAGO SO HERMANO, ALFEREZ DE REY, CONFIRMA. Don Ferrando Perez eleyto de Seuilla e notario en el regno de Castiella confirma. Don Martin obispo de Calahorra e notario en el regno de Leon confirma. Don Pero Diaz e don Munno Diaz de Castanneda almirantes de la mar confirman. Don Roy Paez justiçia de la casa del rey confirma. Yo Roy Martinez capiscol de la eglesia de Toledo, la fiz escreuir por mandado del rey en el terçero anno que el rey sobre dicho regno. 30 1287, enero, 27, Valladolid. Sancho IV confirma la carta de su padre concediendo exenciones a la caballería de Alcaraz. En traslado del siglo XVI, del Arch. Real Chancillería de Granada. Pub. A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” Nº 8, p. 234. Sepan quantos esta carta vieren e oyeren como nos don Sancho por la graçia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de Leon, de Galiçia, de Sebilla, de Cordova, de Murcia, de Jahen e del Algarve, vimos una carta plomada del rey don Alfonso, nuestro padre, fecha en esta guisa:
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Sepan quantos esta carta vieren e oyeren como nos don Alfonso, por la graçia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de Leon, de Galizia, de Sevilla, de Cordova, de Murcia, de Jahen e del Algarbe, por hazer bien e merçed a todos los cavalleros vezinos e moradores en la villa de Alcaraz de la çerca adentro, que agora son o seran de aquí para siempre, que estuvieren guisados de caballos e de armas, mandamos que ayan todos escusados según los an los caballeros de guerra por el previllegio que nos les dimos. Otrosi por sabor que abemos que la villa se pueble mejor, thenemos por bien e mandamos que todos los que moraren de la çerca adentro, que sean quitos de todo pecho e de toda fonsadera, sacando ende moneda que debamos [¿deban dar a nos?] e a los que reynaren despues de nos. E mandamos e defendemos que ninguno no sea osado de yr contra esta carta para quebrantarla ni para amenguarla en ninguna cosa. Qualquiera que lo hiziere abrie nuestra yra y peche nos y en coto [¿pecharnos ye en coto?] çinco mil maravedis, e a loa cavalleros sobredichos todo el danno doblado. E porque esto sea firme e estable mandamos sellar esta nuestra carta con nuestro sello de plomo. Fecha la carta en Murçia, miércoles quinze dias andados del mes de abril, en hera de mill e trezientos e nuebe annos. Millan Perez de Ayllon la hizo escribir por mandado del rey en el anno diez y noveno quel rey sobre dicho regno. E nos el sobredicho rey don Sancho otorgamos esta carta e confirmamosla, e mandamos que vala asi como valio en tiempo del rey don Alfonso nuestro padre. E porquesto sea firme e estable mandamos sellar esta carta con nuestro sello de plomo. Hecha la carta en Valladolid, lunes veynte e siete dias andados del mes de henero en hera de mill e trezientos e veynte e çinco annos. Yo Ruy Martinez capiscol de la yglesia de Toledo, la hize escribir por mandado del rey en el terçero anno que el rey sobre dicho regno. 31 1291, junio, 3, Burgos. Orden de Sancho IV para que los alcaides de Alcaraz en el castillo de Peñas de San Pedro devuelvan al obispo y cabildo de Cartagena-Murcia los diezmos que les han arrebatado en esta población y en Las Quéjolas. B.N. Mss. 13076. Fol. 95. Transcripción de un antiguo documento incompleto, y en parte ilegible por roturas, cuyo sentido íntegro se puede conocer, sin embargo, por coincidir con otros semejantes, pero de 1292, que edita Torres Fontes en CODOM, IV, Docs. CXLII y CXLVI. Pub. A. Pretel Marín, El castillo de Peñas de San Pedro… Doc. 3. [Don Sancho] por la graçia de Dios rey de Castilla [...] de Sevilla de Cordova [...] a los conçejos e a los alcaldes [...] el obispo e el cavildo de la eglesia [...] ar que Pedro Gómez vuestro vezino que [....] Las Pennas de Sant Pedro, e otrosi los [...] los quales tomaron el diezmo e la primicia las [...las] que son en su obispado, tan bien en fr[...] de los ganados que y crian e de los que vienen al [estremo] e de todas las otras cosas que ellos deben haver el diezmo de derecho commo quier que muchas vegadas vos lo ayan enbiado mostrar, dizen que nunca les quisistes dar el su derecho dellos, e por esta razon que pierden e menoscaban ellos mucho de su derecho, et que me pidian merçed que mandasse y lo que tuviesse por bien. Onde vos mando vista esta mi carta, si assi es, que fagades a Pedro Gomez e a Lope Perez los sobre dichos que entreguen al obispo e al cavillo de Cartagena o a aquellos que lo ovieren de recabdar por ellos todo lo que les tomaron de los diezmos e de los derechos que ellos havian a haber en estos lugares sobre dichos, e que de aqui adelante non consintades a ninguno que les tome ninguna cosa de los diezmos nin de los derechos que la Eglesia de Cartagena ha en estos logares, mas que les recudan con ello cada anno bien e cunplida mente en guisa que les non mengüe ende ninguna cosa; et si fazer non lo quisieredes mando a Bernalt Merian? merino por Iohan Sánchez Dayala adelantado en el regno de Murcia, que vos peyndre e vos tome todo quanto vos fallare e vienda ende fasta que vos entregue al obispo e al cavillo de todo lo que ellos o el so personero mostrare que han a aver, tan bien
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de lo del tiempo pasado commo de lo presente, et a qual quier que conprare la peyndra que el fiziere por esta razon yo se la fago sana por el traslado desta mi carta seellada con so seello e signada de escriuano publico del logar do esto acaeciere. Et si pora esto conplir menester oviere ayuda mando a los conçejos e a los alcaldes e a las justicias e a los otros aportellados que quales quier logares do esto fuere que le ayuden en guisa por que lo el pueda conplir e non fagan ende al por ninguna manera; e non fagan ende al por ninguna manera nin se escusen los vnos por los otros, mas que cunplan los primeros o el primero que fueren llamados sobre esta razon; si non quanto danno e menoscabo el obispo e el cavildo resçiviesen por ellos no conplir esto que les yo mando, de lo suyo gelo faria pechar doblado. Dada en Burgos, tres días de junio era de MCCCXXIX annos. Alfonso Perez la mando fazer por mandado del rey. Yo Martín Alfonso la fiz escrevir . Alfonso Perez, Essidro Gomez, Garçia Fernandez. 32 1296, marzo, 15, Valladolid. Privilegio rodado de Fernando IV, confirmando el de Sancho IV (1287, enero, 27, Valladolid) que a su vez confirmaba el de su padre, Alfonso X (Febrero, 29, 1272), concediendo exenciones a la caballería de Alcaraz. En traslado del siglo XVI, Arch. Real Chancillería de Granada. Pub. A. Romero Martínez, “Documentos sobre Alcaraz...” Nº 9, p. 234236. En el nombre de Dios Padre e Hijo e Espiritu Santo, que son tres Personas e un Dios, e a honrra e servicio de Santa María su madre, que nos tenemos por sennora e abogada en todos nuestros fechos. Porques natural cosa que todo ome que bien haze quiere que gelo lieven adelante e que no se olvide ni lo pierda, que como quier que canse e mengue el curso de la vida deste mundo aquello es lo que finca en remenbrança por el al mundo, e este bien es guiados de su alma por el ante Dios; e por no caer en olbido lo mandaron los reyes poner en escripto en sus previllegios porque los otros que regnasen despues dellos e tuviesen el su lugar fuesen tenidos de guardar aquello e lo llevar adelante confirmandolo por sus previllegios. Por ende, nos catando esto, queremos que sepan por nuestro previllejio los que agora son e seran de aquí adelante, como nos don Hernando por la graçia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de León, de Galiçia, de Sevilla, de Cordova, de Murçia, de Jahen, del Algarbe, e sennor de Molina, vimos [¿un?] previllegio del rey don Alfonso nuestro Abuelo, confirmado del rey don Sancho nuestro padre, hecho en esta guisa: (Se insertan los citados privilegios de 1287 y 1272) E el concejo de Alcaraz enbiaronnos pedir merçed que les confirmasemos este previllegio. Et nos el sobredicho rey don Hernando reinante en Castilla, en Toledo, en Leon, en Galizia, en Sebilla, en Cordoba, en Murcia, en Jahen, en Baeça, en Badalloz, en el Algarve e en Molina, con voluntad e con otorgamiento de la regna donna María mi madre e del ynfante don Enrrique mi tio e nuestro tutor, otorgamos este previllegio e confirmamos [¿lo?] e mandamos que vala asi como valio en tienpo del rey don Alfonso nuestro abuelo e del rey don Sancho nuestro padre, e defendemos firmemente que ninguno non sea osado de yr contra este previllegio para quebrantarlo ni para amenguarlo en ninguna cosa. E qualquier que lo hiziese avrie mi yra e demas pecharnos ye la pena sobredicha. E desto les mandamos dar este previllegio sellado con nuestro sello de plomo. Fecho el previllegio en Valladolid, quinze dias de março, hera de mill e trezientos e treynta e quatro annos. Don Sancho arçobispo de Toledo primado de las Espantas, chançiller de Castilla e de Leon e del Andaluzia, confirma. Don Fray Hernando obispo de Burgos confirma. Don Fray Nunno obispo de Palençia confirma. Don Juan obispo de Osma confirma. El ynfante don Enrrique heredero del rey confirma. El ynfante don Pedro confirma. El ynfante don Felipe sennor de Cabrera e Ribera confirma. Don Diego sennor de Vizcaya confirma. Don Fray Rodrigo obispo de Santiago confirma. Don Sancho electo de Sebilla confirma. Don Almoravid obispo de Calahorra confirma. Don Sancho obispo de Cuenca confirma. Don Sancho obispo de Çiguença confirma. Don Blasco obispo de Segovia confirma.
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Don Pedro obispo de Avila confirma. Don Diego obispo de Palençia confirma. Don Diego obispo de Cartagena confirma. Don Gil obispo de Cordova confirma. La yglesia de Jahen vaga. Don Aparisçio obispo de Alvarrazin confirma. La Yglesia de Cadis confirma. Don Fray Rodrigo obispo de Marruecos confirma. Don Hernando obispo de Leon confirma. La yglesia de Oviedo baga. Don ¿Olno? obispo de Astorga confirma. Don Pedro obispo de Çamora confirma. Don frey Pedro obispo de Salamanca confirma. Don Antón obispo de Çibdad confirma. Don Alfonso obispo de Coria confirma. Don Gil obispo de Badajoz confirma. Don frey Diego obispo de Silves confirma. Don Alvaro obispo de Mondonnedo confirma. Don Arras [Arias] obispo de Lugo confirma. Don Juan obispo de Tuy e chanciller de la regna confirma. Don Pedro obispo de Orense confirma. Don Gonçalo Yannez maestre del Tenple confirma. Don Juan fi del ynfante don Manuel adelantado mayor en el regno de Murçia confirma. Don Alfonso hermano de la reyna confirma. Don Juan Alonso de Haro confirma. Don Hernan Pérez de Guzman confirma. Don Garcia Hernández de Villamayor confirma. Don Hernan Ruyz de Saldaña confirma. Don Diego Martinez de Hinojosa confirma. Don Ruy Gomez Mançanedo confirma. Don Rodrigo Rodriguez Manrique confirma. Don Peran [riquez] de Arana confirma. Juan Rodriguez de Rojas merino mayor en Castilla confirma. Don Sancho hijo del ynfante don Pedro confirma. Don Juan Hernandez adelantado mayor de la frontera confirma. Don Hernan Hernandez de Luna [Limia] confirma. Don Arras [Arias] Diaz confirma. Don Per Alvarez confirma. Don Rodrigo Alvarez su hermano confirma. Don Diego Ramirez confirma. Esteban Perez adelantado mayor en tierra de Leon confirma. Don Juan Osorez maestre de la horden de la cavalleria de Sanctiago confirma. Don Hernan Perez maestre de la horden de Alcantara confirma. Don Tel Gutierrez justiçia mayor en casa del rey confirma. Hernan Perez e Juan Mathe almirantes mayores de la mar confirman. Ruy Perez chançiller mayor del rey confirma. Cle [Tel] Gutierrez, justiçia mayor de la casa del rey e amo del ynfante don Pedro, lo mando hazer por mandado del rey e del ynfante don Enrrique su tio e su tutor. E yo Pero Ximénez lo hize escribir en el anno primero que el rey sobredicho regno. Las letras de la rueda son estas: Signo del rey don Hernando. Don Pero Ponçe mayordomo del rey confirma. Don Nunno alferez del rey confirma. Tel Gutierrez. Garçia Perez. 33 1296, marzo, 15, Valladolid. Confirmación por parte del rey Fernando IV, de otra de Sancho IV (Burgos, 1 de marzo de 1292) que concedía el siedmo de los pechos y pedidos reales, como le habían pedido, a través del justicia Sancho Díaz de Bustamante, tanto los caballeros como los hombres buenos que vivían dentro de las murallas de Alcaraz. Contenidas en otro privilegio de 28 de marzo de 1318, del rey Alfonso XI. Arch. Municipal de Alcaraz. Pub. A. Pretel Marín, Una ciudad castellana..., Doc. II. Sepan quantos esta carta vieren commo yo don Ferrando por la graçia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murçia, de Iahen, del Algarbe e sennor de Molina, vi una carta del rey don Sancho mio padre que Dios perdone, fecha en esta guisa: Don Sancho por la graçia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murçia, de Iahen, del Algarbe, a los caualleros e los omnes bonos que moran dentro de los muros de la villa de Alcaraz, salud e graçia. Vi vuestra carta que me enbiastes con Sancho Diaz de Bustamante justiçia por mi y en Alcaraz, e entendi muy bien lo que en ella dizia, e a lo que me enbiastes dezir que touiese por bien que ouiessedes el siedmo de todos los pechos e pedidos que a mi dieren en Alcaraz e su termino segund dizen uuestros preuilegios e lo auien los de Cuenca. Digo uos que lo tengo por bien, et por uos fazer mas merçed e porque la villa se pueble meior e porque estedes bien guisados e me podades meior seruir quando fuere menester en aquello que uos yo mandar, tengo por bien que lo que tomaredes de este siedmo que lo partades entre uos de aquí adelante, ca como quier que dizen los uestros preuilegios que yo que parta este siedmo en aquellas cosas que fueren mas mio
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seruiçio e pro de la villa, e tengo que esta es vna de las cosas que mas mio seruiçio seran, e por razon que la villa este mas guardada e se pueble meior; et mando e defiendo que ninguno non sea osado de vos contrallar esto que yo mando, ca qual quier que lo fiziesse a el e a lo que ouiesse me tornaria por ello, e demas pecharme ya la pena que dice el preuillegio que de mi tenedes en esta razon. Dada en Burgos, primero dia de março, era de mill e trezientos e treynta annos. Yo Alfonso Rodriguez chantre de Çibdad la fiz escreuir por mandado del rey. Roy Diaz. Alfonso Perez. Iohan Perez. Et porque los caualleros e los omnes bonos que moran dentro de la villa de Alcaraz me enbiaron pedir merçed, yo el sobredicho rey don Ferrando con conseio e con otorgamiento de la reyna donna Maria mi madre e del infante don Enrique mi tio e mio tutor, por fazer bien e merçed a los dichos caualleros e omnes bonos que moran dentro de los muros de la villa de Alcaraz otorgoles e confirmoles esta carta e mando que vala bien e conplida miente assi commo sobre dicho es, et defiendo firme miente que cogedores nin sobrecogedores nin arrendadores nin pesqueridores nin otros ningunos non sean osados de les yr nin de les pasar contra esta merçed que les yo fago por ninguna manera, ca qual quier que lo fiziesse pecharme ya la pena que en el dicho preuilegio dize, e a los dichos caualleros e omnes bonos todo quanto danno e menoscabo por ende resçibiessen doblado, e demas a el e a lo que ouiesse me tornaria por ello. Et desto les mande dar esta mi carta seellada con mio seello de plomo. Dada en Valladolit quinze dias de março, era de mill e trezientos e treynta e quatro annos. Tel Gutierrez, justiçia mayor de la casa del rey e amo del infante don Pedro la mando por mandado del rey e del infante don Enrique su tio e su tutor. Yo Pedro Ximénez la fiz escriuir en el anno primero que el rey sobredicho regno. Tel Gutierrez. Iohan Garçia. Garçia Perez. 34 1299, junio, ¿15? , Burgos. Fernando IV exige a las autoridades de sus reinos respeto a las franquezas que los caballeros y hombres buenos que residen dentro de las murallas disfrutan por merced de reyes anteriores. Arch. Municipal de Alcaraz. Arch. Municipal Alcaraz. Pub. A. Pretel Marín, Una ciudad castellana… Doc. I. 689
Don Ferrando por la graçia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de Leon, de Gallizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murçia, de Iahen, del Algarbe, e sennor de Molina, a todos los conçeios, alcaldes jurados, juezes, justiçias, merinos, alguaziles, maestres, comendadores e a todos los otros aportellados de las villas e de los lugares de nuestros regnos que esta mi carta vieren, salut e graçia. Sepades que los caualleros e los omnes buenos que moran dentro del çerco de los muros y en Alcaraz se me enbiaron querellar e dizen que ellos teniendo priuileios e cartas de los reyes onde yo uengo e les yo confirme, en que non pechen ninguna cosa, et otrosi que non sean peyndrados saluo por su debda conosçida o por fiadura que ellos mismos ayan fecho, que ay algunos que les peyndran e les cogen lo que les fallan e lo venden en uuestros lugares do acaecen por razon que muestran cartas sobre el conçeio de Alcaraz selladas con su sello de Alcaraz e signadas de los escriuanos publicos dese mesmo logar en que faze mençion que obligaua a todos a aquel el debdo o debda a pregon llamado segund que es vso e costunbre de su lugar, et por tales cartas como estas e testimonios que paresçen e testimonios que dan los escriuanos a mengua de lo que los del arraual an de pagar e de pechar, que por esta razon que les peyndran non auiendo ellos a pechar nin fazer ninguna fazendera a ellos segunt dicho es, et por esta razon que pierden e menoscaban mucho de lo suyo. Otrosy dizen que les peyndran porque pechen en la soldada de las justiçias que les yo enbio alla, et esto que lo nunca ouieron por vso nin por costunbre fasta oy de pagar e de pechar ni de fazer otra fazendera ninguna en esta razon, segund dizen sus priuileios; et que me pedien por merçed que mandasse yo lo que touiesse por bien, por que vos mando vista esta mi carta a cada vnos de uos en uestros lugares que pues ellos tales priuileios e cartas tienen de los reyes onde yo uengo e confirmadas de mi, que non consintades a ningun cogedor nin sobrecogedor nin a otro ninguno que les tome ninguna cosa de lo suyo, maguer muestren cartas seelladas 689
No se lee bien el día, que pudiera ser 15, 20 o 30.
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con el seello de Alcaraz nin testimonio de escriuano publico sobre ello que se faze mençion que el conçeio se obligaron todos al debdo a pregon llamado segund que es vso e costunbre de su lugar, et sy en las dichas cartas e testimonios non fueren puestos nonbres algunos de los moradores suso dichos escriptos de sus manos o el nonbre o el sello de su procurador, et sy alguna cosa o pendras les ouieren tomado por esta razon, que gelo fagades luego tornar bien e conplida miente syn otro detenimiento ninguno, en guisa que les non mengue ende ninguna cosa. Et non fagades al por ninguna manera nin uos escusedes los unos por los otros de conplir esto que yo mando [ilegible por deterioro] los primeros o el primero a quien esta mi carta primera mente fuere mostrada so pena de los mill marauedis de la moneda nueua a cada vno que dize en las cartas e en los priuileios que ellos tienen en esta razon. Et non lo dexedes de fazer por cartas que uso muestren que contra esta sean; e sy lo asy non queredes conplir como sobre dicho es, mando a los dichos moradores e al su procurador o al que esta mi carta mostrare o el traslado della firmado de escriuano publico que enplaze al conçeio por sus personeros e a los otros por sus personas que parescades ante mi o quier que yo sea del dia que uos enplazare a nueue dias so pena de çient marauedis de la moneda nueua a cada vno, et de cómo uos enplazare e para qual dia e como conplides esto que dicho es mando a los escriuanos publicos do esto acahesçiere que les den testimonio dello porque yo sepa en como la conplides e mande yo lo que touiere por bien e fallare por derecho. Et non fagan ende al so la dicha pena; si non, mando al procurador del dicho cabildo que me lo enbie dezir por su carta seellada de su seello, tan bien del conplimiento que fuere fecho a los escriuanos como a los otros e en todo lo al. E desto les mande dar esta carta seellada con mio seello de plomo, dada en Burgos, quinze? dias de junio, era de mill e trezientos e treynta e syete annos. Yo [nombre ilegible, ¿acaso Ferrant Royz?] la fiz escriuir por mandado del rey e del infante don Enrique su tutor. 35 Siglo XIII, sin fecha. Comienzo de las “leyes” añadidas al fuero de Alcaraz e incorporadas luego en ordenanzas de la Caballería de la Sierra (policía rural) de la misma Alcaraz y sus aldeas, que las heredan de ella. Las sacamos de unas ordenanzas de Peñas de San Pedro, del siglo XVI, parcialmente rehechas y adaptadas a su uso. Pub. parcialmente en A. Pretel Marín, “Conflictos de interés…”, pp. 270-273, y completo en A. Pretel Marín, El castillo de Peñas de San Pedro… pp. 37-213. En la villa del castillo de Las Pennas de San Pedro, lunes veintiocho dias del mes de setienbre año del naçimiento de Nuestro Sennor e Salvador Jesu Xpo de mill e quinientos e quarenta e çinco annos, dia setuado de ayuntamiento, este dicho dia en la sala del ayuntamiento de la dicha villa donde tienen por costunbre de se ayuntar para ver y determinar las cosas neçesarias para el serviçio de Dios Nuestro sennor e de Sus Magestades e los negoçios e pleitos e otras cosas tocantes al bien comun de la dicha villa […] dixeron que por razon que en el libro delas hordenanças de la cavalleria de la sierra que hablan de la determinaçion y como se avian de penar las cortas y fuegos y sagudir la villota y sacas de madera y caça, e penas de los abrevaderos y otras cosas a la dicha renta anexas, y ansimismo ordenanças de la almotaçania y fuente y redonda y de la borra y asadura y de las viñas y de los molinos y dehesas y otras muchas cosas que tenian respeto al bien y conservaçion de la dicha villa y sus terminos y sierras e montes e rentas e propios, […] escriviese o hiziese escribir en vn libro en donde todas las ordenanças de la dicha villa estuviesen juntas y recopiladas para que estuviesen ad perpetuan res memorian y las hiziese pregonar publicamente porque viniese a notiçia de todos, y que al prinçipio dellas pusiese vna lei del fuero muniçipal al qual esta villa esta poblada que habla en razon de los suso dicho, y luego las hordenanças que hablan sobre el arronper y abrir de nuevo […] las quales dichas ordenanças e titulos dellas yo el dicho escrivano hize escrevir, su tenor de las quales vnas en pos de otras son las siguientes con la dicha ley del fuero que es esta que se sigue: Esta es la lei del fuero muniçipal que desuso se haze mençion: Sabida sea cosa por los que son e por los que vernan, nos el conçexo de Alcaraz el juez e los alcaldes afirmamos por fuero por sienpre por San Miguel vengan de cada collaçion vn alcalde e vn
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cavallero a jurar, e estos cavalleros para guarda e la sierra e los estremos e las aguas y los pinares e los montes. Ningun ome que pino descortezare en la sierra peche diez maravedis y pierda la mano, y el ome que çenllos llevare fuera de termino pierda la bestia e lo que llevare e peche diez maravedis, e si no fuere vezino despechen lo como a moro; y el omne que llevare madera peche diez maravedis e pierda la madera; y el ome que monte ençendiere peche quinientos sueldos si pudiere ser, si no salvese con doze vezinos y sea creydo, o jure solo e responda al redito asi como el fuero manda. E ningun conexero que monteare quando el monte fuere vedado peche diez maravedis e pierda quanto llevare; y ningun pescador que pescare con trasmocho o con barredera peche diez maravedis y pierda quanto llevare. Y el ome que exidos de concexo labrare ansi de la villa como de las aldeas peche dozientos mencales al juez e a los alcaldes e a los cavalleros e dexe la heredad. E el ome que toviere ovexas o vacas aparçeadas o acomendadas fuera de la villa peche veynte maravedis; el ome fuera de la villa quinten le el ganado; el ome fuera de la villa que entrare en nuestros estremos sin mandamiento del concexo o del rey quinten le el ganado, de la grey diez carneros e del busto de las vacas vna vaca la mexor, e saquen los ganados de los estremos; e si alguno vbiere sospecha que trae ganado aparçeado e no se lo pudieren provar jure con dos vezinos y sea creydo. Y ningun ome que a estos cavalleros mano alçare o los desonrrare o livores les fiziere peche çient maravedis, o matare quatroçientos maravedis, e que si fuere preso justiçien el cuerpo y pierda quanto oviere. E ningun ome que al cavallero matare al cavallero y duple el quel le mato. Ninguna aldea que a estos cavalleros no ayudare peche çien maravedis. Ningun vezino de Alcaraz o ningun pastor que en fazienda les viere e no les ayudare a los cavalleros peche çien maravedis. E si estos cavalleros hirieren algun ome ellos non pudiendo mas o lo mataren o tornando sobre sus cuerpos, non pechen calonia ni sean enemigos, y parientes del muerto saluden los en concexo dia de domingo, y si no lo hizieren ni quisieren hazer pechen çien maravedis quantos domingos pasaren a tantos çien maravedis; y estas calonias las medias sean del juez y de los alcaldes y las otras medias de los cavalleros, fueras muerte de ome; y el ome que renqura ubiere destos cavalleros e no se la demandare desde el dia de San Miguel hasta el dia de Navidad despues no responda. Por fuera mandamos que den los alcaldes dos sus conpaneros vayan a ver con estos cavalleros los egidos del concexo quatro vezes en el anno, los alcaldes por aplazar e çitar e para los cavalleros ayudar, e si los caballeros no llamaren a los alcaldes pechen çinco maravedis a los alcaldes, e sy los alcaldes no quisieren yr con los cavalleros pechen X maravedis a los cavalleros. Nos el concexo damos a los cavalleros por soldada de la grey de las ovexas vna borra, a si çiento ovexas de vna e quien mas oviere e quien no oviere çient ovexas no de nada, e del busto de las vacas den vna annoxa, y los cavalleros coxgan esta soldada de Pasqua Florida hasta el dia de San Juan, y el xurado que no la aduxere peche dobladas690. Titulo V que ningun ganado estranno pazca en el termino de Alcaraz. Otrosi sy ovexas o vacas u otro ganado entrare en los pastos de Alcaraz mando que el conçejo que las quinten e que las saquen de todo el termino de Alcaraz sin calonia691. Ley primera que habla sobre el arronper y paniaguar692. Primera mente ordenamos y mandamos que agora y de aquí adelante para sienpre xamas que qual quier vezino que fuere de la dicha villa que quisiere arronper y arronpiere en los terminos della Como se puede ver, hasta aquí, la ordenanza es transcripción puntual, más o menos correcta, del añadido al fuero que publica Roudil, Les fueros... pp. 585-589. Se recoge también en la ordenanza de la misma Alcaraz que publica Isabel García Díaz (Agricultura... pp. 108-109). 691 Este “título” es copia literal, no de los añadidos, sino del mismo fuero (Roudil, Les fueros... p. 85). 692 A partir de este punto, la ordenanza no está entre las que recoge Isabel García Díaz, ni tampoco en el fuero, pero es evidente que es la continuación de las leyes añadidas al mismo, aunque el preámbulo distingue entre la ley del fuero, colocada al principio, y las ordenanzas que le siguen (sin embargo, después, llama “leyes” a éstas). Claro está que las leyes primera y segunda son ordenanzas de tiempo posterior, pero a nuestro entender transcriben puntualmente –con alguna posible adaptación– las leyes primitivas. Por si quedara duda, las mismas ordenanzas de Alcaraz (I. García Díaz, Agricultura... p. 116), que no incluyen las leyes mencionadas, sí dicen que “ay vna ley del fuero desta çivdad que los vezinos desta çiudad e de su tierra puedan arronper para senbrar a rexa a yunta e pala de azadon en todos sus terminos sin pena ninguna”. Por lo tanto, se trata del añadido al fuero. 690
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lo pueda hazer desta manera: que en qualquier tierra lleca fuera de exidos concexiles e de maxada según que adelante sera declarado lo pueda arronper a rexa yunta o pala de açadon conforme a las hordenanças, que no hagan çercados ni asurcados en manera de ensanchar mas e tomar, y que tome su avesana conviniente de çiento e veynte pasos y dende abaxo y que aquella labre hasta donde vbiere lugar de labrar, y no pueda enpeçar otra hasta ser acabada la primera; y lo que ansi arronpiere sea a rexa yunta y se entienda desta manera: que el que le diere vna rexa yunta commo es dicho goze de la tal tierra por posesion vn anno, y que se entienda que el dicho anno e tienpo que se le a de guardarse hasta en fin del mes de março del anno primero que viene despues que ansi lo vbiere arronpido; y si en el dicho anno le diere dos rexas, que se entendera ençima de la rexa yunta que lo arronpio otra rexa yunta, que le sea guardada por tienpo de otros dos annos por esta orden suso dicha; y que qual quiera que asi arronpiere e labrare como dicho es que adquiera posesion de la tal tierra que ansi labrare e abriere y la pueda vender la dicha posesion dentro el termino suso dicho con tanto que el que la conprare sea obligado a hazer las diligençias que son dichas para que pueda ganar la propiedad de la tal tierra como adelante se dira, por manera que si arronpiere antes del dia de Anno Nuevo y le dieren vna rexa yunta a de gozar de aquí a en fin de março del anno que luego viniere; y si lo arronpiere despues del dicho dia de Anno Nuevo que es en prençipio del mes de enero de cada vn anno que pueda gozar de la dicha posesion con solamente vna rexa todo el anno en que lo arronpiere hasta en fin del mes de março del otro anno luego siguiente que viniere a pres del que lo arronpio. Ley segunda que habla como se puede llamar verdaderamente panyaguado. Otrosi ordenamos e mandamos que para que verdadera mente se pueda llamar panyaguado y se pueda y adquiera propiedad de la tal tierra, que la personna o personas vezinos de la dicha villa que ansi la vbieren abierto, para que puedan gozar della para en sienpre conforme al fuero a que esta villa esta poblada, sea obligado a la senbrar la dicha tierra de pan, y siendo senbrada, puesto caso que coxga o no, en tal caso gane la propiedad de ella para sienpre xamas e sea suya e de sus herederos e pueda hazer della como de cosa propia suya conforme al dicho fuero. Y qual quier persona o personas que de otra manera lo arronpieren o abrieren de nuevo las teles tierras y en el tiempo y terminos declarados en el capitulo antes deste no hizieren las dichas diligençias, que se oponiendo qualquier otro vezino de la dicha villa, se pueda entrar en ella y labrar e ay gozar della haziendo las dichas diligençias. Ley tercera que habla sobre el asurcar y arredondear. Otrosi ordenamos y mandamos que agora y de aquí adelante para sienpre xamas ninguna persona ni personas sea osada de asurcar ni hazer ningun çercado para tomar cantidad de tierra como dicho es en la primera ley; e si alguno vbiere hecho e hiziere de aquí adelante no pueda defender que otro no entre en el a romper, y si lo defendiere cayga en pena de forçador, salvo tomar su avesana de los dichos çiento y veynte pasos y dende abaxo como dicho es. Y si otro vezino quisiere arronper que pueda tomar otra avesana a la parte de la que el otro tomare o tomo de la dicha cantidad, y pueda llevalla hasta donde se pudiere labrar dexando su lindazo en medio; y el que de otra manera arronpiere o asurcare mandamos que no le sea guardada, e si se defendiere o echare a arar delante que por el mismo caso cayga e yncurra el que asi perjudicare al otro y echare a arar delante o le estorvare que no tome la dicha avesana a la par del en pena de tres mill maravedis693, la terçera parte para la camara de sus Magestades e la otra terçera parte para las obras publicas desta villa y la otra terçera parte se parta entre el conçexo justiçia y regidores desta villa y los cavalleros desta villa, y quede a salvo el derecho de la justiçia para lo castigar por la dicha fuerça, esto asi por sabida como por tomada. Aunque esta ley tercera es la continuación de las dos anteriores, parece evidente que está modificada y adaptada en el siglo XVI no ya para Alcaraz, sino para Las Peñas de San Pedro, que utiliza sus viejas ordenanzas para regulación de sus roturaciones. Lo demuestra la enorme cantidad –3.000 maravedís– de la multa prevista, que sería inconcebible en el siglo XIII, y también el empleo de ese tratamiento “sus majestades”, que se daba a don Carlos I y su esposa, pero no a los reyes de la Baja Edad Media; y también la mención del “conçejo, justiçia y regidores”, que responde a una organización concejil propia del siglo XV o XVI, no al concejo compuesto por alcaldes y juez con arreglo al modelo que inspiró el añadido, y que perdura aún en la primera ley. Por eso interrumpimos aquí la transcripción, que el lector más curioso puede seguir leyendo en el citado libro El castillo de Peñas de San Pedro… pp. 198-213, Doc. 37 693
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36 1461, enero, 28, Alcaraz. Traslado, a petición del síndico Juan Ruiz de Alcalá, de la carta en que Alfonso X el Sabio –1272, febrero o marzo694?– señala “nuevamente” los mojones del término, que ordena incorporar a una nueva versión del fuero romanceado, y también del antiguo privilegio por el que Alfonso VIII otorgó fuero y término al naciente concejo de Alcaraz, contenidos los dos, junto las ordenanzas y leyes de la villa, en el libro del Fuero de Alcaraz. Arch. Municipal Murcia, Cart. Real 1391-1412, Fols. 5-6. Pub. parcialmente en A. Pretel Marín, Alcaraz, un enclave… Doc. IX. Carta de los preuillejos de Alcaraz En la çibdad de Alcaraz miércoles veynte e ocho dyas del mes de enero anno del nasçimiento del Nuestro Sennor Ihesu Xpo de mill e quatroçientos e sesenta e vn annos, este dicho dia ante el honrrado bachiller Juan Martinez de Segouia, alcalde en la dicha çibdad por el honrrado e virtuoso cauallero Lope de Mendoça capitan mayor de las artellerias de la guerra de nuestro sennor el rey e su corregidor e justiçia mayor en la dicha çibdad e su tierra, e en presençia de mi Juan Ortiz de Segouia, escriuano publico d la dicha çibdad e escriuano e notario publico del dicho sennor rey en la su corte e en todos los sus regnos e sennorios, e de los testigos deyuso escriptos, pareçio y presente ante el dicho alcalde Juan Royz de Alcala escriuano del dicho sennor rey vezino en la dicha çibdad procurador syndico de la dicha çibdad e comun della e de su tierra, e mostro e presento ante el dicho alcalde vn libro de pargamino de fuero de leyes de la dicha çibdad en el qual estauan escriptas muchas leyes e fueros e ordenanças por los reyes de gloriosa memoria, entre las quales presento e leer fizo por mi el dicho escriuano vna carta del rey don Alfonso de gloriosa memoria que en el dicho libro estaua escripta e encorporada, e asy mesmo çiertas leyes contenidas en el dicho libro del dicho fuero, su tenor de lo qual vno en pos de otro es este que se sygue: Don Alfonso por la graçia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de León, de Galizia, de Seuilla, de Cordoua, de Murçia, de Jahen, del Algarbe, en uno con la reyna donna Violante mi muger e con nuestros fijos el ynfante don Fernando primero e heredero, e con don Sancho e don Pedro e don Juan, porque el conçejo de Alcaraz nos syruieron bien e leal miente en la guerra que ovimos con el rey de Granada, e otrosi por seruiçio que nos fizieron quando fuiemos en Alcaraz a las juntas que oviemos con el rey de Aragon, e por sabor que avemos de les fazer bien e merçed, otorgamos e conoçemos que viemos fueros e preuillejos del muy noble e mucho alto e mucho honrrado rey don Alfonso mi visabuelo, e del muy noble e mucho alto e mucho honrrado rey don Ferrando mio padre, en que dieron e otorgaron al conçejo de Alcaraz e pora syenpre las villas e sus aldeas con todos sus terminos, sobre los quales terminos han muy grandes contiendas con las Hordenes de Santiago e Sant Juan e con los conçejos de Alarcón e de Chinchilla, en los quales se contiene que el conçejo de Alcaraz partien termino con Heznauaxore, e da en su derecho a la syerra del puerto Buen Varon e a la Sierra Calamenna e a Guzques e a la Syerra de las Piliellas, e dende adelante por las vertientes a la Syerra del Pozo Amargo e a los Pexines e a la Syerra del Mundo catante al río de Segura e al collado que es entre Torres de Segura e Aluanchez. Y sobre esto ove mio acuerdo con el ynfante don Manuel mi hermano e con don Gutierre Ferrandez e con don Pelayo Perez maestre de la horden de Santiago e con don Enrique Perez mio repostero mayor, e con don Alfonso Garçia adelantado mayor del regno de Murçia e de Andaluçia e con caualleros e otros omnes bonos de Alcaraz e de Alarcón e de Chinchilla sabidores de la tierra; e yo porque he muy grand sabor quelos de Alcaraz ayan paz e abenençia entre sy con todas sus vezindades avan dichas, nuevamente hordeno e establezco terminos a los de Alcaraz, que los ayan firmes e estables pora siempre jamas; e mando a Millan Perez de Ayllon que faga romanear este fuero e ponga e Como ya señalamos, esta carta, que esta relacionada con la de 29 de febrero de 1272 transcrita anteriormente, debe de ser también de fines de febrero o principios de marzo de 1272, pues en ella se encarga a Millán Pérez de Ayllón –que acompañaba al rey en este viaje a Murcia– de verter al romance el fuero antiguo devuelto por aquélla, y todavía vemos como adelantado en este reino a Alfonso García de Villamayor, que cesó en el oficio a principios de marzo (J. Torres Fontes, Documentos de Fernando IV, CODOM V, p. XVIII-XIX). 694
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mejore enel todas aquellas leyes que los mensajeros del concejo de Alcaraz entendieren que seran mas a su pro por que los que ouieren de judgar puedan mas de ligero librar los pleytos quando acaesçieren, e que ponga en este fuero todos los mojones nombrados e por nombrar segund que lo acorde con los antedichos, los quales mojones son aquestos: El primer mojon el mojon de la Cabeça Gorda, que es mojon e parte termino entre Alcaraz e Letur e Yeste, e dende adelante como salle al varranco de la Penna Ruuia e a la cabeçuela de los Vannos de la Penna Ruuia, e dende adelante al forno del Foyo Çiego, e dende adelante a la cabeçuela mas alta de los Casarejos, e derechamiente dende adelante como va al agua del arroyon de las Caraueruelas, e dende adelante commo va en su derechera al fondo de la rada de Domingo Riopal e salle al carril de los alcornocales de los xarales, derecho por el carril que deçiende de la Torre del Escudero e da en el arroyo que salle de la Torre Peydro e se ayunta al arroyon del Colmenarejo e da en el carril e va arroyon arriba fasta el corral, como vierten las aguas, e da en el collado cabero del alcornocal catante a Raspiella, e dende adelante en su derechera como va al mojon que esta ençima del puerto de la Çelada de Benfeta, e dende adelante a la cannada del Avellado, e por la cumbre cómo se parte el camyno que viene a Riopal e va a Cotiellas; e dende adelante a la Fuente Pennilla por la cunbre allende la majada de Martín Pastor, e dende adelante al Hituero catante a Castro Vayona, e adelante en su derechera al puerto de las Salinas de Alcaraz catante a Castro Vayona e subiente a la Cabeça de Testiellos catante al río de Syles. E dende adelante como va e deçiende al Collado del Mercador, e esta y mojon en el camino que va de la Covatiella a Syles, e dende adelante a la Cabeçuela Ruuia e al mojon del Atalayuela catante a Guadalimar, e dende adelante como pasa e da en el Arroyon de las Cannadas, e en ese derecho como vierte las aguas e da en la Penna del Cabron, e en ese derecho como da en la Penna Aguda catante al río de Vayona, e por la cumbre ayuso como vierten las aguas e deçiende en ese derecho al río sobre el Prado de Alcaraz, e el río ayuso fasta do se ayunta el río de Vayona e de Alualadejo, e dende adelante por la penna arriba commo vierten las aguas e va por el çerro de la Coscoja e da en el mojon entre amas las cabeças, e pasant a la otra cabeça, dende adelante como deçiende al mojon que esta en medio de la cannada de la Nava, y dende adelante a la Penna Aguda como va al Colmenar e da en el camino que va de Torrechiel a Terrinches, e por el camino adelante como va al fituero catante a la yunta de los rios de Guadarmena e del rio de Villanueva. E dende adelante como pasa al çerro catante a Burgelista e al rio de Villanueva, e por la cumbre y por las vertientes al arroyon que sale de Alvaladejo, e en este derecho al mojon que esta çerca del camino que va de Villanueva a Alvaladejo e sube a la Atalaya Aguda; e dende adelante en su derecho commo da en el mojon de la muñeca en el camino que va a Odes, e en su derecho al camino que va de Alcaraz a Montiel, en mannera que desde Villa Nueva fasta Montiel que sean quatro partes e que sean las tres partes de la Horden fasta Montiel, e la terçera parte de Alcaraz fasta Villa Nueva; e en su derecho como da en el mojon que esta en el mojon en el camino que va de Turra, termino de Alcaraz, a Cannamares, e derecha mente de mojon en mojon al Enzina Fermosa e a çerca del molar, e en su derecho a la Fuente del Puerto e derecha mente es mojon la laguna de Medio, e en su derechera al Pozol Cabalgador, al Lauajo termino, e dende adelante por la senda de la cannada de los ganados que va al çerriello çerca de la Torre Veçejate e dende adelante salle al Villar, e en este derecho da en la Penna Ruuia de Las Mesas, e dende adelante da en el Enzina de Los Ballesteros e a la Cabeça del Pinarejo e al Atalayuela Blanquiella, e dende adelante al rio de Zancara ençima de las lauores del Quebrado termino de Alcaraz, e dende adelante a la Atalayuela de Majarahelín va por el camino derecho al pozo del Arenal, e el pozo mojon, e dende adelante al Pozo Seco en el Villar de Guillamon, e dende adelante va por el camino derecho al Pozo Minaya, mojon, e dende adelante anda en derredor todo al llano e va a la cabeça del Espartosa que dizen la Coscoja e dende adelante al Espartosiella Fondonera; e este mojon parte termino Alcaraz con Chinchilla, e va a la Losa Picada e da en el Pozo Ancho, e dende al mojon de la Losa del Romeral, e dende adelante en su derechera como va al mojon de la Argamasiella, e dende adelante commo va e da en fondon de la cannada del Quintanar de la Madriguera; e dende adelante como sube a la syerra vertientes las aguas e viene derecha miente a la carrasca que esta por mojon entre Valadaçote e Las Pennas, e dende adelante a la Cabeça del Ballestero, e dende adelante a las Cabeçuelas, la mas altiella, e dende adelante
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como vierten las aguas e deçiende al rio de Quexola çerca de Alcaraz, e dende adelante a la Penna Blanquiella, e dende adelante al atalayuela de la Fuente Felipe a la Cabeça Mahomad, e dende adelante a la cabeçuela de la Fuente la Ventosa, e la fuente e todos sus prados finca de Alcaraz, e dende adelante el pino cruçado e dende adelante a la cabeça del mojon, e dende adelante va al mojon que esta en el canton de la ranbla dela Fuente el Pino, e dende adelanta a la Penescosiella de ençima del Xaral, e dende adelanta finca de Alcaraz e va al Pozuelo del Herroneal (¿Herrennal?), e dende adelante a la fuente de Mariscote, e la fuente con todas sus lauores fincan termino de Alcaraz, e de la fuente adelante parte termino Alcaraz con Lietor e va derechamente al Villarejo que pasa el camino que va a Hellín; e dende adelante a la çabeçuela de las Matas Gordas que esta en el camino que va a Lietor, e dende adelante derecha mente a la fuente que esta en la ranbla de Hyjar, e dende adelante a la Penna Tuerta, e dende adelante va por la cunbre entre el Alcadima e las Salinas e va derecho e da en el río del Mundo, e derecho sube suso a la sierra más alta a ojo del Calderón del Azenbuche, e dende adelante va por el llano del Madronnal e va al Calderon del Azenbuche, e en esta cabeçuela del Azenbuche es mojón entre Alcaraz e Letur e Liétor; e del Calderon adelante como va por la cumbre de la Syerra Seca e deçiende al camino que va a Elche e sube en su derecho a la Cabeça Gorda que esta y un canto picado, e dende adelante al mojon de la Penna Aguda çerca la Covatiella que es sobre la Fuente El Pino, e dende adelante en ese derecho como va al mojon que dixiemos primero de la Cabeça Gorda, que es mojon entre Alcaraz, Letur e Yeste. Por ende, en las primeras cosas do y otorgo a todos los que moran e moraren en Alcaraz e a los que de aquí adelante vernan morar, doles Alcaraz con todas sus aldeas e con todos los terminos sobredichos, con montes, con fuentes, con pastos, con rios, con salinas, con venas de plata e de fierro e de todo otro metal, que lo ayan libre e quito para syenpre jamas. &----& Don Alfonso por la graçia de Dios rey en vno con mi muger donna Leonor e con el noble fijo nuestro don Enrique, el nasçimiento del qual ennoblesçio la avan dicha çibdad, con buena cara e con alegre otorgo a los pobladores de Alcaraz, a los que y son agora e a los que vernan en pos dellos, este fuero e confirmo lo que lo ayan firme e estable para syenpre jamas. Et a las primeras cosas do e otorgo a todos lo que moran en Alcaraz e a los que desde aquí vernan morar doles Alcaraz en todos sus terminos, con montes, con fuentes, con pastos, con rios, con salinas, con venas de plata e de fierro e de todo otro metal. Otrosy sy ovejas o bestias o vacas o otro ganado entraren en los pastos de Alcaraz a paçer mando que el conçejo que las quinten e las saquen de todo el termino de Alcaraz syn calonna… El qual dicho libro de dicho fuero de la dicha çibdad de Alcaraz e carta del dicho sennor rey e leyes en el escriptas que suso van encorporadas asy presentado alcalde, leyda por mi el dicho escriuano en la manera que dicha es, luego el dicho Juan Royz de Alcala syndico procurador de la dicha çibdad e comun della e de su tierra dixo que por quanto la dicha çibdad e sus procuradores en su nonbre se entendian aprouechar en algunas partes e lugares del dicho libo el dicho fuero, espeçial mente de la dicha carta del dicho rey don Alfonso e leyes suso dichas en el encorporadas çerca de las cosas e casos e terminos e mojones en ella contenidos e limitados e declarados por el dicho sennor rey, e porque se temia e reçelaua que por el dicho libro oreginal e fuero e leyes e cartas del dicho sennor rey ser tan grande e prolixa escriptura, e tal que lo non podian leuar a cada parte a lo mostrar e presentar en guarda e fauor del derecho de la dicha çibdad e comun della e de su tierra, e se le podia perder por fuego o por agua o por robo o por otro caso fortuyto en tal manera que su derecho podria pereçer, por ende que el en el dicho nonbre dixo que pedia e pidio al dicho sennor alcalde que de su ofiçio, el qual dixo que ynploraua e ynploro, ouiese su ynformaçion e se ynformase de Pedro de Pinilla escriuano e de Rodrigo Ordonnez e de Juan de Busto e de Diego Ordonnez vezinos en la dicha çibdad que ay estauan presentes, e de cada vno dellos, e sopiese dellos la verdad sobre juramento que dellos reçiba en debida forma, e sy aquel dicho libro de fuero que ante el auia presentado sy era el fuero oreginal donde esta çibdad esta situada e por cuyas leyes e ordenanças e fueros se libran los pleitos asy çeuiles como criminales en la dicha çibdad e su tierra, e asy mismo la dicha carta del dicho sennor rey don Alfonso e leyes en el encorporadas que fablan çerca de los dichos terminos e limites e mojones en ellas
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declarados que de muchos tienpos aca que memoria de omnes non es en contrario syenpre se an guardado e vsado e se guardan e vsan continuada mente syn perturbaçion nin contradicción alguna e que asy era e es notorio en esta dicha çibdad e en su tierra e comarcas, e asy auida la dicha ynformaçion sy por el dicho alcalde fuese fallado ser asy mande a mi el dicho escriuano que saque del dicho libro vn treslado de la dicha carta del dicho sennor rey don Alfonso e leyes en el encorporadas suso contenidas, o dos o mas quales e quantos el en el dicho nonbre del dicho conçejo e comun dela dicha çibdad ouiesen menester, a los quales dichos treslado o traslados que yo el dicho escriuano sacase o fiziese sacar e sygnase de mi sygno ynterpusiese para ello su liçençia e abtoridad e decreto en deuida forma para que valiesen e fiziesen fe en todo tiempo e lugar e cada e quando e donde pareçiesen asy en juyzio commo fuera del commo valdria e valer podria el dicho libro libro oreginal del dicho fuero y la dicha carta e leyes en el encorporadas, paresçiendo lo qual todo dixo que pedia e pidio en el dicho nonbre en la mejor forma e manera que podia e deuia e de derecho se requeria en tal caso, e luego el dicho alcalde romo e resçiuio juramento de los dichos Pedro de Pinilla e Juan de Busto e Diego Ordonnez e Rodrigo de Gamis e de cada vno dellos sobre la sennal de la Cruz en que cada vno de ellos tanxo corporal mente e por las palabras de los Sanctos Euangelios do quier que estan segund forma de derecho, que commo buenos e fieles e verdaderos cristianos diran la verdad de lo que sopiesen e por el dicho alcalde les fuese preguntado sobre la dicha razon que lo non dexarian de dezir por cabtela nin encubierta nin otro fraude nin enganno alguno por amor nin por desamor nin por dadiua nin promesa nin otro ynterese alguno, e que sy lo asy fiziesen que Dios que es todopoderoso les ayudase en este mundo a los cuerpos e en el otro a las animas donde mas ayan de durar, e que sy lo contrario fiziesen que Dios gelo demandase mal e caramente commo aquellos que juran e se perjuran en el su santo nonbre en vano, los quales dichos testigos e cada vno dello fizieron el dicho juramento segund e por las palabras suso dichas e respondieron a la confusion e conclusion del dicho juramento que por el dicho alcalde les fue echada, e cada vno dellos respondio por si e dixo asy lo juro e amen, e luego el dicho alcalde pregunto a los dichos testigos e a cada vno dellos so cargo del dicho juramento que le dixesen e declarasen sy aquel dicho libro que ante el auia presentado el dicho Juan Royz de Alcala syndico procurador de la dicha çibdad e comun della e de su tierra e en su nombre sy era el libro del fuero oreginal e leyes e ordenamientos en el contenidas e carta del dicho sennor rey suso encorporada, e sy fasta aquí que sy era guardado e vsado en la dicha çibdad e sy se auian oydo e librado los pleytos çeuiles e criminales en la dicha çibdad e su tierra por los fueros del, e asy mismo sy auian seydo guardados los limites e terminos e mojones contenidos en la dicha carta del dicho sennor rey e leyes suso dichas; de lo qual todo suso dicho e cada cosa dello los dichos testigos e cada vno dellos dixeron e depusieron sus dichos e depusiçiones que ellos sabian e auian visto de grandes tienpos aca, e conoçian e conoçieron el dicho libro oreginal e que aquel era el libro del fuero e leyes de la dicha çibdad, e que de muy grandes tienpos a esta parte que memoria de omnes non es en contrario syenpre se vso e acostunbro librar los pleytos çeuiles e criminales en la dicha çibdad e su tierra, e que la dicha çibdad e su tierra esta sytuada so el dicho fuero e leyes e limites e mojones contenidos e declarados en la dicha carta del dicho sennor rey, e que fasta aquí syenpre han estado e estan en tal posesyon syn contradicción alguna, e que esto es lo que sabian del fecho para la jura que fizieron. E luego el dicho alcalde dixo que por el visto el pedimiento a el fecho por el dicho Juan Royz en nonbre de la dicha çibdad e comun della, e asy mismo la dicha ynformaçion de los dichos testigos en este caso por el auida, que veya el dicho libro claro e bien escrito, en espeçial la dicha carta del dicho sennor rey e leyes suso encorporadas, e non lo veya roto nin cançellado nin en lugar nin en parte del viçioso nin sospechoso, por virtud de lo suso dicho que el en la mejor forma e manera que podia e deuia e se requeria en tan caso que mandaua e mando a mi el dicho escriuano que yo sacase o fiziese sacar de la dicha carta del dicho sennor e leyes en el dicho libro de fuero contenidas vn traslado o dos o mas quales e quantos el dicho Juan Royz en el dicho nonbre ouiese menester e los sygnase con mi sygno en manera que fiziese fe, para lo qual dixo que me daua e dio liçençia e abtoridad, al qual dicho treslado o treslados que yo asy sacase e fiziese sacar e sygnase con mi sygno en la manera que dicha es dixo que ynterponia e ynterpuso su decreto para que valiesen e fiziesen fe en todo tiempo e lugar e cada e quando e donde pareçiesen asy en juyzio commo
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fuera del bien e asy e tan conplida mente como valdria e valer podria asy de fecho commo de derecho el dicho libro oreginal del dicho fuero e carta del dicho sennor rey don Alfonso e leyes suso encorporadas en el contenidas pareçiendo. E desto en commo paso el dicho Juan Royz de Alcala en el dicho nonbre pidio a mi dicho escriuano que gelo diese asy por testimonio sygnado con mi signo por guarda e conseruaçion del derecho del conçejo de la dicha çibdad e comun della e su tierra, e a los presentes rogo que fuesen dello testigos, que son estos: Lope del Val escriuano, e Gonçalo de Soria vezino de Villaharta e Gonçalo de Segouia escudero del dicho alcalde. Va enmendado o diz de la e o diz a e escripto entre renglones o diz conclusión, non le enpezca. E yo el sobredicho Juan Ortiz de Segouia escriuano e notario publico sobre dicho fuy presente a esto que dicho es en vno con los dichos testigos ante el dicho alcalde, e de ruego e pedimiento del dicho Juan Royz de Alcala sindico procurador del dicho conçejo de la dicha çibdad de Alcaraz e comun della e de su tierra por mandamiento e liçençia e abtoridad del dicho alcalde la sobre dicha carta del dicho sennor rey don Alfonso e leyes en el dicho libro del dicho fuero oreginal contenidas suso encorporadas fiz escreuir e sacar en publica forma segund que suso se contiene, e las ley e conçerte con el dicho oreginal del dicho libro e van çiertas e escritas en nueue fojas de papel de quarto de pliego e mas esta plana en que va mi sygno e en fin de cada vna plana va sennalado de la vna rublica de mi nonbre, e por ende fiz aquí este mio sygno atal en testimonio. Juan Ortiz.
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