107 92 47MB
Spanish Pages 520 [947] Year 2014
ANEJOS AEspA
ANEJOS DE
AEspA LXVIII
AL AMPARO DE LOS LARES
LXVIII 2014
María Pérez Ruiz
al amparo de los lares El culto doméstico en las provincias romanas Bética y Tarraconense
ISBN 978-84-00-09790-5
ARCHIVO ESPAÑOL DE
CSIC
ARQVEOLOGÍA
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ANEJOS DE ARCHIVO ESPAÑOL DE ARQUEOLOGÍA LXVIII
AL AMPARO DE LOS LARES
ANEJOS
DE
AESPA
Director: Francisco Pina Polo, Universidad de Zaragoza, España. Secretario: Carlos Jesús Morán Sánchez, Instituto de Arqueología, CSIC-Gobierno de Extremadura, Mérida, España. Comité Editorial: José Beltrán Fortes, Universidad de Sevilla, España; Manuel Bendala, Universidad Autónoma de Madrid, España; Rui Manuel Sobral Centeno, Universidade de Porto, Portugal; Adolfo J. Domínguez Monedero, Universidad Autónoma, Madrid, España; Sonia Gutiérrez Lloret, Universidad de Alicante, España; Pedro Mateos, Instituto de Arqueología, CSIC-Gobierno de Extremadura, Mérida, España; Manuel Molinos, Universidad de Jaén, España; Ángel Morillo, Universidad Complutense, Madrid, España; Inés Sastre Prats, Instituto de Historia, CSIC, Madrid, España; Ricardo Olmos Romera, Instituto de Historia, CSIC, Madrid, España; Almudena Orejas, Instituto de Historia, CSIC, Madrid, España; Isabel Rodà de Llanza, Universidad Autónoma de Barcelona, España; Ángel Ventura Villanueva, Universidad de Córdoba, España. Consejo Asesor: Luis Caballero Zoreda, Instituto de Historia, CSIC, Madrid, España; María Paz García-Bellido, Instituto de Historia, CSIC, España; Juan Manuel Abascal, Universidad de Alicante, España; Filippo Coarelli, Universitá degli Studi di Perugia, Italia; Pierre Gros, Université Aix-Marseille, Francia; Simon Keay, University of Southampton, Reino Unido; Pilar León, Universidad de Sevilla, España; Giuliano Volpe, Università degli Studi di Foggia, Italia; Carmen García Merino, Universidad de Valladolid, España; Javier Arce, Université Lille, Francia; Michel Amandry, Bibliothèque Nationale de France, París, Francia; Xavier Aquilué, Museu d’Arqueologia de Catalunya, Empúries, España; Pietro Brogiolo, Università di Padova, Italia; Francisco Burillo, Universidad de Zaragoza, España; Monique Clavel-Lévêque, Université Franche-Comté, Besançon, Francia; Teresa Chapa, Universidad Complutense de Madrid, España; Carlos Fabião, Universidade de Lisboa, Portugal; Carmen Fernández Ochoa, Universidad Autónoma de Madrid, España; Pierre Moret, Universidad de Toulouse, Francia; Sebastián Ramallo, Universidad de Murcia, España; Domingo Plácido, Universidad Complutense de Madrid, España; Thomas Schattner, Instituto Arqueológico Alemán, Madrid, España; Armin Stylow, München Universität, Alemania.
MARÍA PÉREZ RUIZ
AL AMPARO DE LOS LARES EL CULTO DOMÉSTICO EN LAS PROVINCIAS ROMANAS BÉTICA Y TARRACONENSE
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID MADRID, 2014
6Reservados MANUEL BENDALA todos los derechos GALÁN por la legislación en materia de Propiedad Inte-
Anejos de AEspA LXVIII
lectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones
Imagen de cubierta: Pinturas del altar hallado en la Casa n.º 2 de Ampurias (L’Escala, Gerona). Fotografía de María Pérez Ruiz. Imagen de contracubierta: Estatuilla de Lar en bronce, procedente del larario de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona). Fotografía de María Pérez Ruiz.
Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicacionesoficiales.boe.es EDITORIAL CSIC: http://editorial.csic.es (correo: [email protected])
© CSIC © UAM © María Pérez Ruiz NIPO: 723-13-169-2 e-NIPO: 723-13-168-7 ISBN CSIC: 978-84-00-09790-5 ISBN UAM: 978-84-8344-396-5 e-ISBN: 978-84-00-09791-2 Depósito Legal: M-6039-2014 Impreso en España, Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado TCF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.
Imprenta TARAVILLA S. L. Mesón de Paños, 6. 28013 MADRID
A mis padres A Javi
Amiga, mi larario está vacío: desde que el fuego del hogar no arde, nuestros dioses huyeron ante el frío; hoy preside en sus tronos el hastío las nupcias del silencio y de la tarde. El tiempo destructor no en vano pasa; los aleros del patio están en ruinas; ya no forman allí su leve casa, con paredes convexas de argamasa y tapiz del plumón, las golondrinas. ¡Qué silencio el del piano! Su gemido ya no vibra en los ámbitos desiertos; los nocturnos y scherzos han huido... ¡Pobre jaula sin aves! ¡Pobre nido! ¡Misterioso ataúd de trinos muertos! ¡Ah, si vieras tu huerto! Ya no hay rosas, ni lirios, ni libélulas de seda, ni cocuyos de luz, ni mariposas... Tiemblan las ramas del rosal, medrosas; el viento sopla, la hojarasca rueda. Amiga, tu mansión está desierta; el musgo verdinegro que decora los dinteles ruinosos de la puerta, parece una inscripción que dice: ¡Muerta! El cierzo pasa, y suspirando: ¡Llora! AMADO NERVO
SUMARIO
PRÓLOGO de Manuel Bendala Galán ..........................................................................
15
I. INTRODUCCIÓN..........................................................................................................
19
II. APUNTE
25
III. EL
HISTORIOGRÁFICO ........................................................................................ ANTIGUA ...........................................................
33
1. Definición del culto doméstico romano ..........................................................
33
2. La formación del culto doméstico, ¿la primera religión de Roma? ...............
35
3. Las divinidades domésticas .............................................................................
39
-El Lar familiaris ...........................................................................................
39
-Genius e Iuno ...............................................................................................
48
-Los dioses Penates .......................................................................................
52
-Vesta y el fuego del hogar ...........................................................................
57
-Los antepasados ...........................................................................................
60
-La serpiente ..................................................................................................
68
4. Espacios de culto en la casa romana ..............................................................
73
-La casa romana como espacio revestido de sacralidad................................
73
-Larario. El problema de la terminología ......................................................
78
-Caracterización de los lararios .....................................................................
79
Lararios pictóricos ...................................................................................
80
Nichos ......................................................................................................
83
Lararios pictóricos con nichos.................................................................
85
Altares......................................................................................................
86
Aediculae .................................................................................................
87
Sacraria ...................................................................................................
90
Sacella .....................................................................................................
92
-Ubicación de los lararios en la casa.............................................................
94
-Propuestas interpretativas.............................................................................
96
5. Objetos de culto y del ritual doméstico. Indicadores de sacralidad ...............
103
6. El ritual doméstico y las festividades familiares ............................................
109
7. El culto doméstico más allá de las ciudades vesubianas ................................
115
CULTO DOMÉSTICO EN LA
ROMA
IV. EL
ANTE LA LLEGADA DE LOS ROMANOS ...................
123
1. El culto doméstico en el mundo ibérico .........................................................
123
-Las sociedades iberas y el culto dinástico-gentilicio ...................................
127
-Espacios de culto doméstico ........................................................................
134
Contestanos ..............................................................................................
139
El Oral (San Fulgencio, Alicante) .....................................................
139
La Bastida de les Alcusses (Mogente, Valencia) ..............................
154
La Illeta dels Banyets (Campello, Alicante) .....................................
155
Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante) ................................................
157
Edetanos...................................................................................................
160
Edeta (Tossal de Sant Miquel de Llíria, Valencia) ...........................
160
Castellet de Bernabé (Llíria, Valencia) .............................................
161
Puntal dels Llops (Olocau, Valencia) ................................................
169
Kelin (Los Villares, Caudete de las Fuentes, Valencia)....................
175
Ilercavones ...............................................................................................
176
La Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona) ......................................
176
Cosetanos .................................................................................................
179
Alorda Park (Calafell, Tarragona) .....................................................
179
Fondo del Roig (Cunit, Tarragona) ...................................................
184
Layetanos .................................................................................................
185
Penya del Moro (Sant Just Desvern, Barcelona) ...............................
185
Turó de Ca n’Olivé (Cerdanyola del Vallès, Barcelona) ..................
186
Can Balençó (Argentona, Barcelona) ................................................
186
Indiketes ..................................................................................................
186
Puig de Sant Andreu (Ullastret, Gerona) ..........................................
186
Mas Castellar de Pontós (Gerona) .....................................................
189
-Reflexión final ..............................................................................................
196
2. El culto doméstico en la Hispania indoeuropea y céltica ...............................
200
-Espacios de culto doméstico ........................................................................
204
Contrebia Belaisca (Botorrita, Zaragoza) ................................................
204
Alto de la Cruz (Cortes de Navarra, Navarra) ........................................
204
Cerro de El Castillo (Reillo, Cuenca) .....................................................
204
Cuéllar (Segovia) .....................................................................................
205
La Corona/El Pesadero (Manganeses de la Polvorosa, Zamora) ............
207
El Raso (Candeleda, Ávila) .....................................................................
207
CULTO DOMÉSTICO EN
HISPANIA
El Cerrón (Illescas, Toledo) ....................................................................
209
-Concluyendo... .............................................................................................
211
V. ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO EN LAS PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE .......................................................................................
213
1. Estructuras para el culto..................................................................................
221
-Tipología de las estructuras de culto doméstico ..........................................
226
Lararios pictóricos ...................................................................................
228
Lararios tipo nicho y nichos como equipamiento añadido .....................
230
Lararios tipo altar y altares como equipamiento añadido .......................
233
Lararios tipo aedicula y aediculae como equipamiento añadido............
237
Lararios tipo sacrarium ...........................................................................
246
Lararios tipo sacellum .............................................................................
260
Otras estructuras para el culto .................................................................
264
-Ubicación en la casa ....................................................................................
270
-Cronología ....................................................................................................
274
-Equipamiento añadido ..................................................................................
275
-Materiales asociados ....................................................................................
277
2. Materiales para el culto ...................................................................................
280
-Caracterización de los materiales para el culto ...........................................
282
Imágenes de culto ....................................................................................
284
Objetos rituales ........................................................................................
299
Arae y arulae anepigráficas ...............................................................
299
Recipientes para líquidos ...................................................................
313
Lucernas .............................................................................................
314
Quemaperfumes .................................................................................
315
Instrumentum domesticum .......................................................................
315
Otros objetos asociados a espacios de culto doméstico ..........................
317
Monedas .............................................................................................
317
Otros materiales .................................................................................
319
3. Epigrafía asociada al culto doméstico ............................................................
320
-Caracterización de los soportes para epígrafes de culto doméstico ............
323
Arae y arulae con inscripción .................................................................
323
Placas .......................................................................................................
332
Elementos arquitectónicos .......................................................................
335
-Divinidades documentadas ...........................................................................
337
-Fórmulas de dedicación ...............................................................................
342
4. Otras evidencias del culto doméstico..............................................................
344
-Enterramientos infantiles .............................................................................
344
-Depósitos votivos .........................................................................................
348
VI. ESTUDIO INTERPRETATIVO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO EN LAS PROVINCIAS BÉTICA Y LA TARRACONENSE...........................................................................
359
1. El culto doméstico en el proceso de integración de Hispania en el Imperio Romano .......................................................................................
359
2. Divinidades documentadas en ámbito doméstico en la Bética y la Tarraconense ................................................................................................
369
3. Los enterramientos infantiles y los depósitos votivos. Peculiaridades regionales del culto doméstico ...........................................................................
375
4. La topografía del culto en la casa y su significado religioso y social ............
376
5. El agua, los triclinia y los espacios concebidos entre lo religioso y lo social......
398
6. Otros aspectos sustantivos del culto doméstico en época romana en las provincias Bética y Tarraconense ..................................................................
409
VII. CONCLUSIONES .....................................................................................................
415
Corpus del testimonios de culto doméstico en las provincias romanas Bética y Tarraconense ..........................................................................................................
423
Catálogo (en CD) Tablas
...........................................................................................................
435
ABREVIATURAS ...........................................................................................................
477
BIBLIOGRAFÍA ...........................................................................................................
481
EDICIONES
509
CONSULTADAS PARA LAS FUENTES CLÁSICAS ...................................................
PRÓLOGO
Las investigaciones que sobre la Hispania romana hemos ido llevando a cabo durante decenios en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, particularmente el grupo o equipo que he tenido el privilegio de dirigir, han tratado de abrir varios frentes de acción, que han ido desde los aspectos —podríamos decir— más matéricos (técnicas edilicias, materiales de construcción) a los más conceptuales y metodológicos (revisión del concepto de ‘romanización’, condicionantes antropológicos: autorrepresentación, etnicidad, etc.). Todos se unifican o se traban entre sí, en buena manera, en el entramado de las perspectivas abiertas —o consolidadas— por la llamada «Arqueología del paisaje», en la medida en que todo viene a confluir en la realidad, y en la lectura que de ella podemos hacer desde el punto de vista histórico y arqueológico, que representa el paisaje antropizado generado por cada comunidad, sobre todo en el grado de evolución y de alta caracterización que es propio de las sociedades estatales o urbanas. El grueso de nuestra investigación se fue decantando hace tiempo por el estudio de la ciudad antigua, hispanorromana, con múltiples puntos de vista y siempre desde la perspectiva de haber consistido la ‘ciudad material’, la que afrontamos como documento primero de nuestros estudios arqueológicos, en el precipitado o la materialización de la ‘ciudad real’, en su básico sentido humano y social o comunitario. Los complejos matices, las mil pulsiones que conviven en las sociedades urbanas, tienen su correlato en la materialidad que hoy nos sirve, mermada y mutilada por el paso del tiempo, de testimonio de las comunidades de entonces. Hemos tratado de poner a punto los conceptos y los métodos de aproximación a esa realidad, de lo que puede ser buen ejemplo el libro de Alicia Jiménez editado en esta misma colección,1 según criterios revisionistas de nuestra tradición historiográfica acerca de las realidades culturales hispanorromanas
y de las consecuencias del concepto de ‘romanización’ generalmente aplicado en esa tradición, como yo mismo traté de mostrar en no pocos trabajos, uno de ellos de claras intenciones críticas y polemistas, expresadas en las claves argumentales aupadas a su misma titulación.2 Sobre la idea de que los diferentes elementos del paisaje urbano, de cada ciudad, tienen un papel distinto y pueden obedecer, en su configuración última, a profundas razones de raigambre cultural, étnica e ideológica, hemos prestado especial atención a ambientes del paisaje urbano particularmente sensibles a las pulsiones más íntimas y profundas del registro colectivo, las que otorgan mayor cauce a las necesidades englobables en el rico marco conceptual de la etnicidad. Hace mucho que personalmente transito por el camino que señalan estos hitos conceptuales y reales debido a la generosa entrega de sugerencias de las necrópolis hispanorromanas que han ocupado y ocupan nuestra atención. Nunca agradeceré lo suficiente a la necrópolis llamada romana de Carmona haberme proyectado a este plano de reflexión histórica, cultural y antropológica, desde el que es posible atisbar nuevos horizontes en nuestro quehacer arqueológico. Junto al rico filón que para esta dinámica de explotación investigadora ofrecen las necrópolis, situadas en el espacio más libre de convenciones oficiales del exterior de las urbes, las enormes posibilidades que proporciona esta clase de miradas se ha proyectado también a los principales núcleos úrbicos, como los foros mismos y los demás centros de la vida más oficial o más institucional, especialmente proclives a una lectura más ‘oficialista’, que en la investigación habitual de las ciudades hispanorromanas suele conducir a la búsqueda de los patrones oficiales romanos que los determinan, sin más preguntas ni mayor preocupación por las dificultades de correspondencia que a menudo se presentan, generalmente explicadas como anomalías, a la hora de superponer o contrastar los modelos
1 A. Jiménez Díez, 2008: Imagenes hibridae. Una aproximación postcolonisalista al estudio de las necrópolis de la Bética. Anejos de AEspA 43, CSIC, Madrid.
2 M. Bendala, 2006: «Hispania y la “romanización”. Una metáfora: ¿crema o menestra de verduras?», Zephyrus 59. Homenaje a Francisco Jordá Cerdá, 289-292.
16
MANUEL BENDALA GALÁN
oficiales romanos y sus correspondientes aplicaciones provinciales y locales. Es lo que plantea, según mis propias investigaciones últimas, el entendimiento y la valoración del particular aspecto del foro de Baelo Claudia y de los tres templos en batería que lo presiden, inentendibles, a mi parecer, como ‘foro romano’ unilateralmente, pero sí como foro resultado de una hibridación determinada por la fusión de los modelos romanos con las tradiciones cívicas y cultuales en una ciudad originariamente púnica, que proyecta en el centro úrbico, como más evidentemente lo hace en sus características necrópolis, su personalidad colectiva en elocuentes gestos de etnicidad activa.3 En esta línea se inscribe y desarrolla la investigación de la que se da cuenta en el presente libro. Atiende al culto doméstico en dos provincias de la Hispania romana, la Bética y la Tarraconense, que protagonizaron una profunda inmersión en los procesos de romanización que se derivaron de su inclusión en el Imperio como provincias desde muy pronto, y lo hicieron cuando habían alcanzado previamente un gran desarrollo en la configuración de estructuras culturales y estatales de fuerte personalidad; y todo ello, constituyendo un paisaje cultural que combina una gran diversidad con la existencia de notas y aspectos comunes, que determinan —y en cierta manera preludian— los procesos que se desarrollarán ya en el seno del Imperio romano. Es de subrayar que las dos provincias hispanas citadas, escenario de las más desarrolladas civilizaciones protohistóricas hispanas —ibéricas y celtibéricas—, se corresponden con los ámbitos secularmente inmersos en procesos coloniales de gran calado, con protagonismo principal en el de origen fenicio-púnico y, menor, pero también muy significativo, en el de origen griego. Quiere decirse que estaban inmersas en un proceso de integración en las koinés mediterráneas alentadas por la acción colonial que la imposición y la colonización romanas vendrán a continuar y subrayar. Por ello, la presunción de ruptura con lo anterior que ha marcado la investigación de la época del dominio romano —y de la romanización—, es la menos adecuada para entender las complejas realidades culturales que fueron configurándose en los nuevos tiempos, entre ellas las 3 Así lo argumento ampliamente en: M. Bendala, 2012: «Baelo Claudia y su personalidad ciudadana y urbana: diálogo desde el estudio y la amistad», en P. Moret y Ch. Rico (coords.), Ab Aquitania in Hispaniam. Mélanges d’archéologie et d’histoire offerts à Pierre Sillières. Pallas 82, Université de Toulouse-Le Mirail, Toulouse, 465-481. Una reflexión general en esta línea en: M. Bendala, 2012: «Etnicidad y ciudad: la caracterización del paisaje urbano», en C. del Cerro, G. Mora, J. Pascual y E. Sánchez Moreno (coords.), Ideología, identidades e interacción en el Mundo Antiguo, Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, 545-560.
Anejos de AEspA LXVIII
que tienen que ver con las parcelas correspondientes, por su naturaleza, a las más intimistas y conservadoras, como son las de índole religiosa. La asunción de estos puntos de partida determina la concepción y el desarrollo de la investigación acometida por María Pérez que aquí se presenta. Había que plantearla sobre la atención a tres aspectos básicos: la realidad, si existía y era detectable, de las formas de culto familiar y doméstico en las sociedades ibéricas y celtibéricas; el carácter y las formas de expresión del culto doméstico romano, abordado en toda su complejidad y con la profundidad que permite la privilegiada información existente —sobre todo en comparación con otras culturas antiguas, como las hispanas mismas—; y el análisis de los procesos detectables en la Hispania ya romana teniendo en cuenta los fenómenos de interacción que debió de afectarles, lejos del paradigma científico que sobre esta —y las demás cuestiones— sólo suele tener en cuenta la presencia, el traslado y la imposición de las formas y los modelos romanos y su documentación en estas o aquellas evidencias. Había que proceder a un detenido estudio del culto doméstico romano para penetrar en él y percibir en sus contenidos y expresiones todos los matices que pueden permitir después establecer las concurrencias, diferencias y formas de confluencia o de conflicto con la religiosidad del mismo o parecido carácter en las comunidades hispanas integradas en el Imperio sujetas aquí a estudio. La necesidad de subrayar y hacer explícitas las principales facetas de la religión doméstica romana para entender desde dentro los procesos que pudo experimentar por la vecindad, la confluencia o el contraste con las hispanas explica la plasmación de todo ello en un amplio primer apartado que constituye, por sí mismo, una valiosa actualización del conocimiento sobre el culto doméstico romano y un punto de partida imprescindible para el estudio de su implantación en Hispania. En esto han sido determinantes los estudios llevados a cabo por María Pérez en varias Universidades e instituciones hispanas y europeas —como el Instituto Arqueológico Alemán, en su sede de Berlín— del máximo nivel en la atención a la Arqueología clásica; y, por supuesto, el directo análisis de conjuntos monumentales principales para el tema, como especialmente lo es la ciudad de Pompeya. El estudio de los testimonios de posibles formas de culto doméstico en las culturas ibéricas o hispanas ha sido una cuestión difícil de abordar, por la parquedad y la heterogeneidad de los datos y por su difícil lectura, resuelta con la detección y ordenación de una serie de evidencias que, vistas en conjunto, constituyen una primera aproximación global a la cuestión y
Anejos de AEspA LXVIII
una forma hasta cierto punto privilegiada de comprobar notas específicas de las comunidades y culturas hispanas analizadas, notas que tienen que ver con el conservadurismo o ciertas vertientes de arcaísmo social e ideológico o religioso, que van percibiéndose igualmente con estudios realizados sobre otros aspectos y con otros horizontes y objetivos. El meollo del trabajo lo constituye el análisis de cuantas evidencias de culto doméstico pueden detectarse y valorarse en las dos provincias hispanas, sean de raigambre local o puramente romanas. En esto, el rigor y la exigencia han sido extremos. Todas las evidencias, que son fundamentalmente de carácter arqueológico o epigráfico, se analizan y estudian en su contexto, única manera de poder proceder a valoraciones adecuadas e interpretaciones sólidas. Se han descartado posibles testimonios, en su mayoría esculturillas de Lares o de otras divinidades, lucernas u otros objetos, descontextualizados o de origen desconocido, que no aportan mucho, o lo hacen confusamente, al conocimiento del culto doméstico. Me parece particularmente importante la revisión de todos los monumentos o testimonios conocidos, una exigencia que ha obligado al análisis directo y al estudio sobre el terreno de muchos lugares de culto doméstico, tenidos por tales o no en la literatura científica al caso. Esto ha permitido descartar no pocos presuntos testimonios de tal culto y, lo que ha sido más importante, reconocer muchos que han pasado inadvertidos, o revisar aspectos importantes de los mismos cuando así lo ha exigido en sus directos aspectos formales o en la lectura de sus elementos y contextos. El hecho es que se ha obtenido un notable corpus de datos ordenados y críticamente valorados, que por sí sólo constituye otra aportación relevante del estudio, un punto de partida ideal para las valoraciones e interpretaciones de la propia autora y de cuantos quieran acometerlas a partir de este nuevo y bien calibrado instrumento de trabajo. El estudio analítico e interpretativo, que cierra el libro en dos largos y densos capítulos, concentra lo principal de las aportaciones de la investigación realizada, sintetizadas en un breve capítulo final de conclusiones. En su lectura se advierte la profunda inmersión de la autora en los temas de que se ocupa, la acertada observación de los ingredientes más remotos y profundos de la religión doméstica romana para, entre otras cosas, acceder a conclusiones como una de las más interesantes de la investigación realizada: el hecho de que aspectos originarios de la religión doméstica romana, como su dimensión agrícola y atenta al ciclo de la vida y sus connotaciones ctónicas, que con el tiempo se fueron desdibujando, se revitalizaron en lugares de Hispania por la confluencia
PRÓLOGO
17
con formas de culto doméstico propias, que, por su carácter arcaizante, estaban todavía vigentes y conectaban con los estratos más arcaicos o primigenios del culto doméstico romano. Es la directa alusión a una cuenta del rico rosario de observaciones y conclusiones que podrá comprobar el lector y que hacen del estudio y del libro un nuevo y sólido componente de la gran biblioteca que actualmente pudiera reunir lo mejor y más certeramente conseguido acerca de las culturas y las comunidades que formaban el gran mosaico hispanorromano, la realidad múltiple de las Hispanias romanas. La calidad y el interés de las observaciones y de las conclusiones obtenidas son fruto, en fin, de un trabajo riguroso y exigente, que ha obligado a transitar a la autora del libro por caminos previos muy variados y llenos de no pocas dificultadas, conducentes a la necesidad de ensamblar, comprender y valorar los innumerables y distintos componentes de un horizonte tan complejo como las creencias religiosas y las formas rituales y de culto que de ellas derivan. El rigor en las bases de partida, los datos de una y otra esfera y su entendimiento, y la capacidad para ponerlos en relación siguiendo los criterios y los métodos más operativos y certeros puestos a punto en la reciente investigación acerca de las culturas provinciales del Imperio y sus dinámicas multidireccionales, acreditan la juvenil madurez de María Pérez. Su trabajo llena un hueco importante en la investigación de la Hispania romana y ofrece, junto al grueso de sus conclusiones, un cúmulo de resortes conceptuales y metodológicos que son también un destacado resultado de la investigación realizada. El libro aporta losas sólidas al camino de la recuperación de nuestras culturas pasadas, pero además —como su misma autora destaca en las conclusiones finales— pretende ser sobre todo el impulso a seguir recorriendo ese camino, seguro que por ella misma en el presente y en el inmediato futuro y, sin duda también, que por muchos otros animados a emprenderlo, entre otras cosas por la brillantez de esta entrega, por la sugestiva trama de realidades y su interpretación que dan forma y color al tejido científico obtenido. Toda la comunidad de los interesados por la España antigua, por las culturas que finalmente se desarrollaron y cobraron cuerpo en ella, estamos en hora buena. Y no quiero cerrar esta presentación sin dejar constancia del reconocimiento que merecen los responsables de la edición en el seno de esta prestigiosa serie de los Anejos de Archivo Español de Arqueología, empezando por el Consejo de redacción de la revista y los propios Anejos, presidido por Francisco Pina Polo, que aprobó su publicación, y
18
MANUEL BENDALA GALÁN
por la gestión de la misma por José Manuel Prieto, jefe de producción editorial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Para llevarla finalmente a cabo ha sido cuestión principal la participación, como entidad coeditora, del Servicio de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad en cuyo seno se realizó el estudio que ahora ve la luz, en la que se formó la autora y en la que yo mismo desarrollé una labor de más de treinta años como catedrático de Arqueología. La deferente atención del director del Servicio, Juan Manuel Guillén Mesado,
Anejos de AEspA LXVIII
ha sido determinante del buen fin del proyecto de edición. Y en el mismo han colaborado también el Instituto Catalán de Arqueología Clásica, gracias a la gentil atención de su directora hasta hace pocos meses, Isabel Rodá de Llanza, y la Universidad Nacional de Educación a Distancia, por la gentileza, en este caso, de María Jesús Peréx, decana de la Facultad de Geografía e Historia. A todos mi reconocimiento, con el añadido de la más calurosa felicitación a María Pérez por su trabajo bien hecho y por ser la promesa de muchas y venturosas empresas científicas futuras. MANUEL BENDALA GALÁN Catedrático de Arqueología
I INTRODUCCIÓN
... vosotros, Lares, que cuidáis de nuestro hogar desde los cimientos... Enn, ann., sedinc. 619
El culto doméstico hace referencia a una parcela muy concreta de la religión. Su estudio en profundidad es una muestra de la diversidad de enfoques desde los que es posible abordar el conocimiento profundo de las sociedades y culturas de la Antigüedad. El objetivo es siempre la aprehensión lo más completa posible de la realidad pasada, para lo cual se plantea como necesario desde hace tiempo ya y cada vez con más fuerza el estudio no solo de los grandes monumentos y de los más destacados acontecimientos históricos, sino también de la microhistoria, de los aspectos —en ocasiones aparentemente nimios— que conformaban la vida cotidiana. El conjunto de las divinidades domésticas y el culto que se les rendía en la casa, que entran dentro de este concepto de microhistoria, pueden parecer a priori un campo de estudio restringido. Sin embargo, su análisis inserto en la búsqueda del conocimiento global de las sociedades antiguas permite acercarse a aspectos de estas difíciles de apreciar desde otros ámbitos, como la mentalidad, las creencias y el sentimiento religioso más íntimos, la ritualidad familiar e incluso la perduración de ciertas tradiciones. En el marco de esta concepción amplia del tema se ha planteado este trabajo sobre el culto doméstico en las provincias romanas Bética y Tarraconense, ante la ausencia de un análisis detallado y en profundidad sobre este aspecto para la realidad hispanorromana, pues aunque otros investigadores han dedicado ya una cierta atención a esta cuestión, esta resulta limitada en
su alcance y en su contenido a pesar de su vocación en ocasiones generalista.1 Es el caso, sin embargo, que el culto doméstico ha sido tradicionalmente uno de los focos de atención principales de los estudiosos de la vida cotidiana romana, gracias en parte a los lararios excepcionalmente bien conservados en Pompeya y Herculano, cuyas estructuras, decoración y materiales llamaron su atención desde un momento muy temprano. A través de estos estudios el culto doméstico se ha ido revelando como un componente no menor del microcosmos que es la casa y se ha convertido en un interesante vehículo de acercamiento a la mentalidad romana, no solo desde el punto de vista religioso sino también social y familiar. Parece oportuno, por tanto, tratar de llenar este vacío en la investigación para la Península Ibérica. Este estudio se encuadra, además, en dos líneas de investigación de larga tradición en el Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid —donde lo hemos desarrollado—,2 iniciadas y dirigidas ambas durante largo tiempo por el Prof. Manuel Bendala. Una de ellas se ha centrado en el estudio de la arquitectura hispanorromana, tanto desde un punto de vista formal y metodológico como conceptual, mediante el análisis de la funcionalidad de 1 A estos trabajos haremos referencia en el capítulo II, dedicado a cuestiones historiográficas. 2 Este trabajo ha sido posible gracias al disfrute de una beca-contrato de Formación de Profesorado Universitario concedida por el Ministerio de Educación y Ciencia (FPU-MEC) y adscrita a este Departamento (AP-2004-4978).
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los espacios y de su significado y simbolismo.3 Esta línea de investigación ha tomado en consideración principalmente los edificios públicos, considerándolos dentro del entramado urbano desde un punto de vista orgánico, es decir, entendiendo la ciudad como un cuerpo que toma forma por las necesidades de muy diverso tipo de la ciudadanía, cuyas soluciones se materializan en el urbanismo y en la arquitectura. El análisis de la arquitectura y del espacio domésticos que aquí se ha abordado, aunque centrado en lo referente al culto, ha contribuido a completar este panorama al valorar la casa inserta en la estructura urbana, como un elemento no menor de ella, ya que se configura en cierto modo como un microcosmos y a la vez, en ocasiones, como modelo de la sociedad y de la urbe. A través del análisis del culto se ha pretendido precisamente trascender de los aspectos formales de la casa para comprender su significado como espacio revestido de sacralidad y el papel que juega en ella la capilla, mediante el análisis de su función, su peso y su simbolismo en la topografía doméstica; se ha buscado, en definitiva, comprender el espacio de culto no como entidad aislada sino en el contexto del lenguaje simbólico de la morada. La segunda línea de investigación a la que nos referimos se ha preocupado del análisis de la realidad hispanorromana, entendida como el resultado de un proceso histórico-cultural peculiar de integración de las comunidades hispanas en el Imperio romano. Esta integración se entiende no de forma lineal, como una obliteración de la realidad vernácula para sobreponer a ella las costumbres y tradiciones romanas como si de una tabla rasa se tratara, sino como un proceso complejo en el que se entremezclaron perduraciones, innovaciones y transformaciones que afectaron de manera diversa a cada ámbito de la vida y de la sociedad. Los estudios desarrollados en relación con esta línea de investigación se han centrado en dos aspectos principales, el análisis de la estructura territorial y urbana y el de las creencias y la ritualidad funerarias, como laboratorios privilegiados en los que apreciar las pulsiones que dieron forma a esta sociedad y las diferentes velocidades a las que fueron tomando forma cada uno de los aspectos que la conformaron, como resultado de diferentes intereses y actitudes ante ellos.4 El estudio del culto doméstico se imbrica de alguna forma en los dos aspectos principales mencionados 3 M. Bendala, 1992; 1998a; 2000-2001; 2003a; 2009; R. Durán, 2004; A. Pizzo, 2008; 2009; 2010; O. Rodríguez, 1999; 2004; 2008; 2009; L. Roldán, 1992; 1993; L. Roldán y M. Bendala, 1999, entre otros. 4 Para un análisis detallado de esta línea de investigación, remitimos últimamente a los trabajos de M. Bendala; 2002; 2006a; 2006b; 2009; 2010b, con bibliografía.
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de esta línea de investigación, a la vez que supone una innovación. Por un lado, el análisis territorial y urbano desde este punto de vista no puede en realidad disociarse de la línea de investigación anterior, pues se trata de una misma cosa, ya que la estructura urbana y la arquitectura de las ciudades hispanorromanas son el reflejo de la sociedad que las habitaba y de sus peculiaridades. En este sentido, nuestro trabajo abre una puerta al estudio de la familia y de la vida doméstica, pero también un nuevo enfoque desde el que abordar la vida ciudadana, en el caso de la casa urbana, y el significado de la villa en la organización territorial, en el caso de la arquitectura rural. Por otro lado, las creencias y la ritualidad funerarias están marcadas por una especial afección a las mores antiquae. Su estudio ha demostrado que se trata de un ámbito excepcional de análisis de los fenómenos de etnicidad activa de las comunidades hispanas, pues este conservadurismo y esta perduración de tradiciones vernáculas parecen deberse no únicamente al atavismo que marca las creencias de ultratumba, sino a un interés activo por convertir dichas tradiciones en un vehículo de afirmación de la identidad étnica.5 Puesto que el conservadurismo afecta no solo al ámbito funerario sino al conjunto de la religiosidad privada de la que forma parte, se ha explorado aquí el potencial del culto doméstico como campo de estudio igualmente adecuado para analizar el fenómeno de la etnicidad activa, que pueda aportar información que complete las conclusiones extraídas del mundo funerario, secundándolas o matizándolas.6 A la vez, el culto doméstico es un aspecto no abordado aún por esta línea de investigación y supone, en este sentido, una innovación, pues añade un escenario más, la casa, y un aspecto de la sociedad diverso, las creencias familiares y personales, desde el que analizar el proceso de integración de Hispania en el Imperio. La valoración de la evolución que sigue esta parcela de la vida, marcada especialmente por la privacidad y la intimidad, puede ofrecer conclusiones novedosas que vengan a reforzar las tesis ya formadas o que abran la puerta al planteamiento de otras nuevas. Teniendo en cuenta estos planteamientos de partida, se han establecido las líneas maestras y los límites de la investigación, que parten necesariamente de la definición del objeto de estudio, el culto doméstico. Podría definirse de la siguiente manera: 5 Además de los trabajos de M. Bendala ya citados, el análisis más completo de estas cuestiones ha sido realizado por A. Jiménez en su tesis doctoral (A. Jiménez Díez, 2008). 6 Recientemente hemos abordado esta cuestión de forma específica. Véase M. Pérez Ruiz, 2013b.
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Conjunto de manifestaciones de piedad realizadas en el ámbito de la casa, urbana o rural, por parte de la familia y destinadas a cumplir con los ritos preceptivos a las divinidades tutelares del hogar y a obtener su protección y mostrarles gratitud.
Esta definición establece a la vez el marco teórico y los límites de nuestro trabajo, como línea de guía maestra de la investigación que hemos llevado a cabo. Es el resumen del objeto de este trabajo, de lo que a lo largo de estas páginas se tratará de buscar, individualizar y comprender, para poder así interpretarlo y explicarlo de la manera más solvente posible. Esta investigación tiene límites temporales y geográficos claros. Los temporales abarcan el período de pertenencia de Hispania al Imperio romano. A pesar de ser un arco de tiempo muy amplio (fin. s. III a.C.-s. V d.C.), tiene la virtud de permitir realizar un análisis diacrónico lo más completo posible. Los límites geográficos se han establecido en las provincias Bética y Tarraconense, dejando al margen la Lusitania, pues en ella se ha apreciado una dinámica distinta respecto del resto de Hispania, en la que la religiosidad privada y popular parece exceder los límites de la casa establecidos aquí en la definición de culto doméstico. Dentro de estos límites, se han tenido en cuenta evidencias estructurales y muebles, epigrafía sobre cualquier soporte y otras evidencias que remiten a algún tipo de ritualidad religiosa clara. Esto ha creado un conjunto de testimonios heterogéneo, con la complejidad que ello conlleva, pues cada tipo requiere un análisis diferenciado. Sin embargo, la ventaja resulta evidente, ya que el trabajo con un conjunto de restos materiales tan diversos contribuye a paliar el problema de su relativa escasez, a la vez que permite obtener una visión más completa del fenómeno del culto doméstico, al complementarse la información aportada por unos testimonios con la de los otros. Todas las evidencias que se han tomado en consideración proceden de estructuras de tipo doméstico y, dentro de estas, se han tenido en cuenta las que han demostrado con cierta seguridad tener un uso religioso. La única excepción realizada en este sentido ha sido la recopilación de epígrafes que remiten a la ritualidad doméstica, a pesar de no conocerse su lugar de hallazgo. En el propio planteamiento del trabajo se ha visto la necesidad de dedicarle especial atención y desarrollo a dos aspectos aparentemente colaterales pero que en realidad se han considerado partes fundamentales del culto doméstico en la Hispania
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romana y necesarios, por tanto, para su comprensión: el culto doméstico propiamente romano y los existentes en la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos. Si se atiende a la configuración de otros aspectos de la realidad hispanorromana, es coherente proponer que ambos hubieron de ser la base sobre la que tomó forma el culto hispano de época romana, por decantación, podríamos decir, de un proceso evolutivo que comenzó en dos zonas del Mediterráneo diferentes, Roma e Iberia, y que en el proceso de integración de Hispania en el Imperio se fusionó dando lugar a una realidad nueva y peculiar, con numerosos y claros componentes de la religión doméstica de tipo itálico pero con un sustrato propio que le otorgó rasgos específicos en determinados aspectos. Se trata este de un planteamiento de partida que nos ha hecho tener la convicción de que el análisis pormenorizado e independiente de ambas realidades favorecería la apreciación de matices peculiares en la hispanorromana posterior. En la práctica, su estudio se ha mostrado fundamental para poder elaborar un cuerpo coherente del culto doméstico desarrollado en la Hispania romana. Ha sido necesario no solo impregnarse de estas dos realidades de partida, sino trabajarlas desde dentro como una parte más del problema a resolver, mediante el estudio de las tesis de otros autores y la elaboración de una argumentación propia. Ello ha permitido alcanzar algunas conclusiones que de otra forma hubiesen quedado incompletas, pues se basan en matices a menudo sutiles de la realidad «material», pero que son especialmente visibles y cobran sentido si se sigue su hilo a través del tiempo. Por esta razón, se han incluido sendos capítulos dedicados a estas realidades, aparentemente con una personalidad propia dentro del discurso general, pero en realidad integrados en él. Con la referencia constante a estas premisas se han marcado una serie de objetivos, el primero de los cuales la recopilación crítica y la sistematización de las evidencias de culto doméstico en época romana, en las provincias Bética y Tarraconense, a partir de un catálogo que se presenta al final de este trabajo y en un CD y que conforma el núcleo de nuestra investigación. Con las evidencias recopiladas en él se ha trabajado en la caracterización del culto doméstico en Hispania romana, concretamente en las dos provincias analizadas, como otro de los objetivos principales a alcanzar. A un nivel ya interpretativo se ha pretendido valorar las peculiaridades regionales o locales del culto doméstico en el territorio hispano y el papel de este en
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el proceso de integración de Hispania en el Imperio romano, atendiendo a los sustratos prerromanos y a los aportes foráneos. No menos importante es la comprensión del significado del culto doméstico y los espacios dedicados a este en el ámbito de la casa y de las dinámicas de la vida familiar, a través del análisis de su integración en la topografía doméstica. Teniendo todo esto en cuenta, se pretende, por un lado, ofrecer un nuevo punto de vista, el de las creencias privadas, desde el que analizar la realidad hispanorromana y, a la vez, contribuir al mejor conocimiento del culto doméstico en el mundo romano en términos generales. En esta última cuestión los estudios regionales se están mostrando especialmente enriquecedores, al completar la visión tradicionalmente centrada en las ciudades vesubianas que, a pesar de su riqueza, no cubren el largo período de tiempo en el que este culto se mantuvo vivo ni la gran diversidad que alcanzó. El resultado del trabajo aquí esbozado es el libro que el lector tiene en sus manos, en el que seguiremos el camino para tratar de alcanzar las metas marcadas. Pero antes resulta obligado y aún más grato detenerse en los agradecimientos a quienes han contribuido de una u otra manera a este trabajo. En el largo camino recorrido, muchas han sido las personas y las instituciones que me han ayudado y acompañado y que han compartido conmigo las satisfacciones y han contribuido a mitigar los sinsabores. A todas ellas quiero agradecerles su apoyo y su colaboración, sin los cuales no habría sido posible concluir este trabajo. En primer lugar a las instituciones que con su apoyo han hecho posible la publicación de esta obra. Al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, tanto al Consejo de redacción de la revista Archivo Español de Arqueología y su serie de Anejos como al departamento de producción editorial y, especialmente, a José Manuel Prieto y a Enrique Barba. Asimismo, a la Universidad Autónoma de Madrid, cuyo Servicio de Publicaciones coedita este trabajo, y a la Universidad Nacional de Educación a Distancia y al Instituto Catalán de Arqueología Clásica, entidades colaboradoras. Al Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, en el que he podido desarrollar esta investigación gracias a los medios y las facilidades que me ha proporcionado y, dentro de él, especialmente al Prof. Juan Blánquez, así como a la Prof. Lourdes Roldán, del Departamento de Historia y Teoría del Arte de la misma universidad, con quienes he colaborado estrecha y fructíferamente en estos años.
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Al Instituto Arqueológico Alemán en sus sedes madrileña, berlinesa y romana, y, muy especialmente, a la directora de su sede española, Dra. Dirce Marzoli, una ayuda y un referente constantes, por lo cual le estoy especialmente agradecida. A la Università degli Studi di Roma «La Sapienza» y al Prof. Patrizio Pensabene, así como a la Escuela Española de Historia y Arqueología-CSIC en Roma y a los Dres. Ricardo Olmos y Trinidad Tortosa, por el interés mostrado en mi proyecto y su cálida acogida. Quiero hacer constar también mi agradecimiento a las personas e instituciones con las que he contactado durante el trabajo de campo y que me han permitido consultar datos fundamentales para el desarrollo de la investigación, a la vez que me han proporcionado interesante información, en algunos casos inédita: a la Soprintendenza Archeologica di Napoli e Pompei y a Maria Paola Guidobaldi, directora del yacimiento arqueológico de Herculano; a María Comas Gabarrón y Miguel Martín Camino, del Museo Municipal de Cartagena; al Prof. José Miguel Noguera y a Alejandro Quevedo, de la Universidad de Murcia; a Sandra Rodríguez de Guzmán y Juan Bosco Martínez, del Conjunto Arqueológico de Itálica; a Xavier Aquiluè, Marta Santos, Joaquim Tremoleda y, especialmente, Pere Castanyer, del Museu d’Arqueologia de Catalunya-Empúries; al equipo de investigación de la Villa de Carranque y, especialmente, a Virginia García-Entero y Yolanda Peña; al Centro CIL II de Alcalá de Henares y a su directora, Helena Gimeno. A Helena Gimeno y a Javier del Hoyo les agradezco asimismo la ayuda prestada en las cuestiones epigráficas. A Maddalena Bassani y a Raffaela Ribaldi, que hayan compartido generosamente sus investigaciones y su conocimiento sobre el culto doméstico romano conmigo. Los inestimables comentarios a este trabajo de los profesores Lorenzo Abad, Patrizio Pensabene, Isabel Rodà, Carmen Fernández Ochoa y Joaquín Ruiz de Arbulo, así como los de los profesores Emanuele Papi y Simon Keay, han contribuido a su sensible mejora y por ello les estoy enormemente agradecida. Pero no solo se establecen estrechas relaciones profesionales en un trabajo de tan larga duración, sino también personales. Por ello quiero agradecer a Clara Bencivenga, Walter Trillmich, Trinidad Nogales, José María Álvarez Martínez, Rosa Sanz y Maria y Enzo que fueran mi familia en el extranjero. A algunas amigas, buenas amigas, les debo importantes contribuciones que han ayudado a mejorar el resultado de este trabajo: Helena Jiménez, Kika Beneyto, Laura Gandullo y, especialmente, Mara Canela, esforzada
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diseñadora del catálogo. Además de ellas, otros muchos amigos han estado presentes en este proceso, apoyándome y animándome, y a ellos va también mi agradecimiento: a Menara Guizardi, Ángela García Carballo, Guillermo González, Carla Cioffi, Susana González Reyero, Carmen de Miguel, Fernando Prados, Antonio Pizzo, Alejandro Garcés, Valerio Rocco, Concepción Álvarez, Diana Pérez, Aldara Barrientos, Vanessa Sarmiento y Teresa Monleón, más que una amiga. E incondicional y fundamental ha sido Mariela.
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Mi agradecimiento más profundo se lo dedico a mi familia: a mi hermano, a mi tía y especialmente a mis padres, por creer en mí y por animarme y ayudarme siempre, por ser mi referencia. Y el agradecimiento más especial es para Javi, mi compañero, que con su cariño y su presencia me hace la vida fácil y bonita. Finalmente, a Manuel Bendala le debo en gran parte la satisfactoria conclusión de este trabajo, por su sabiduría, su generosidad, su comprensión y su ánimo constante. A él también le dedico este libro, así como mi admiración, mi respeto y mi cariño.
II APUNTE HISTORIOGRÁFICO*
Ven aquí y al Genio con juegos y al Genio con danzas festeja y colma tus sienes de mucho vino. Tib., I, 7, 49-54
El culto doméstico de la Roma antigua ha sido un tema tratado ampliamente en la literatura científica desde antiguo. Eruditos del siglo XIX dedicaron numerosos trabajos —muchos aún hoy en vigor— a la religión privada de los romanos, a su significado, a su desarrollo, a las manifestaciones del culto… Desde entonces, el volumen de información y de análisis sobre el tema no ha dejado de crecer, favorecido por una especial fascinación, arraigada seguramente en la idea de que es posible aprehender y recrear a través de ella los aspectos más íntimos de la sociedad romana. La segunda mitad del siglo XIX fue un período de importantes avances en el conocimiento de la religión y las creencias romanas,1 en la que el culto doméstico no quedó al margen, pues precisamente en este período comenzó a generalizarse el interés por sus vestigios materiales, que antes habían pasado bastante desapercibidos2 (G. K. Boyce, 1937: 7). En ello jugaron un * En este apartado nos limitaremos a trazar la evolución que han seguido los estudios sobre el culto doméstico romano. La discusión sobre las teorías expuestas en ellos y sobre las corrientes de estudio forma parte del discurso de los capítulos siguientes. 1 G. Wissowa escribía en 1887 al respecto: «Die wesentlichen Förderung, welche unsere Kenntniss von römischem Glauben und Kultus in den letzten Jahrzehnten durch die genauere Erforschung des Bodens der Stadts und durch die zahlreichen inschriftlichen und monumentalen Funde erhalten hat...» (G. Wissowa, 1887: 29). 2 Sólo algunas obras generales sobre la ciudad de Pompeya recogían descripciones generales y, en ocasiones, imágenes de los principales lararios hallados en sus casas. Entre ellas destacan la obra dirigida por A. Nicolini sobre el Museo Borbonico (1823-1868) y la de F. Mazois (1824-1838).
papel clave las excavaciones de la ciudad de Pompeya, pionera en tantos aspectos. Esta ciudad vesubiana ha sido siempre una referencia clave en el estudio de la arquitectura doméstica romana por el grado de conservación de sus casas y de lo que guardaban en ellas, entre otras cosas las evidencias materiales de un culto doméstico que estaba presente en casi todas las moradas.3 De ahí que las primeras publicaciones que encontremos sobre el tema hagan referencia a hallazgos concretos en esta ciudad, presentados por Henry Jordan (1862), Augusto Reifferscheid (1863) o Giulio De Petra (1870), entre otros, como breves informaciones en los boletines de referencia de la época, los Annali dell’Instituto di Corrispondenza Archeologica y el Giornale degli Scavi. También en los trabajos recopilatorios sobre los nuevos hallazgos en la ciudad vesubiana, llevados a cabo por relevantes personajes de la historia de las excavaciones de Pompeya como Giuseppe Fiorelli (1860-1864; 1873; 1875), se hacían eco de las capillas de culto doméstico, al igual que otros estudios monográficos sobre algún aspecto de la ciudad, como los de Wolfgang Helbig (1868) y Antonio Sogliano (1879) sobre la pintura, recogían algunos testimonios concretos. Estos y otros autores, como Carlo L. Visconti, se interesaron pocos años después por los vestigios encontrados en Roma (H. Jordan, 1882; C. L. Visconti, 1885), 3 Con más de cuatrocientos testimonios, las casas de Pompeya concentran la mayor cantidad de lararios domésticos del Imperio, no comparable a los encontrados en ningún otro lugar.
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los cuales —a diferencia de los pompeyanos— se han perdido en muchos casos, de manera que estas publicaciones son en ocasiones el único testimonio con el que se cuenta para conocer las estructuras de los lararios, no así los materiales, conservados en diferentes museos de la ciudad, pero cuyo valor sería históricamente mucho menor si estos eruditos no se hubiesen interesado por estudiar y describir el contexto de su descubrimiento. Tal es el caso del destacado hallazgo de San Martino ai Monti (C. L. Visconti, 1885; S. Ensoli, 1993), bajo la iglesia del mismo nombre en la Via Giovanni Lanza, cuya excepcional colección escultórica —tanto por su calidad como por su cantidad y variedad y la dimensión de algunas de sus piezas— se encuentra hoy en los Museos Capitolinos, mientras que del larario del que procede no quedan ya vestigios. Las publicaciones de estos primeros investigadores interesados por el culto doméstico tienen, por tanto, un valor añadido, no solo por describir hallazgos que en algunos casos ya no existen sino por haberlos ilustrado con imágenes fotográficas y dibujos de cómo eran cuando fueron descubiertos, lo que aporta una información tan valiosa como la posición original de las esculturas y otros objetos de culto en alguno de los lararios pompeyanos sellados por la lava, la reproducción de pinturas ya perdidas4 o la reconstrucción de lararios como el de San Martino ai Monti a partir de restos que ya no existen.5 También en la segunda mitad del s. XIX aparecieron algunos trabajos en los que, de forma monográfica o no, autores como Georg Wissowa (1887) o August Preuner (1864) atendían a algunas de las divinidades veneradas en la casa romana, como Vesta o los Penates. Además, este culto era analizado de forma más o menos directa en obras sobre la religión y la vida privada de los romanos, como las elaboradas por Johachim Marquardt en solitario (1889-1890) o en colaboración con August Mau (1886: 28-61). Sus elementos constitutivos eran descritos en enciclopedias dedicadas a la Antigüedad Clásica, como el Dictionaire des Antiquités grecques et romaines o el Ausfürliches Lexicon der griechischen und römischen Mythologie o la Realencyclopädie der classischen Altertumswissenschaft. A finales del siglo XIX llegaba la primera obra dedicada por completo al culto doméstico romano de la mano de Attilio De Marchi, que la completó con un volumen sobre los cultos de los collegia romanos ya a principios del siglo XX (A. De Marchi, 1896; 1906). En ella, el autor se basaba tanto en las fuentes
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escritas como en las evidencias arqueológicas procedentes de Pompeya —pinturas, esculturas…— para desarrollar sus teorías, lo cual le da un especial valor a su trabajo, así como el amplio enfoque con el que trató el tema, interesándose a la vez por los dioses domésticos, por los espacios y los materiales para el culto, por el ritual en sí mismo y por la familia en relación con este. La obra de De Marchi es, gracias a estos ingredientes, un referente aún para los estudios sobre religiosidad privada romana. Los inicios del nuevo siglo trajeron consigo una multiplicación de las obras sobre este tema, entre las que cabe destacar tanto estudios teóricos como corpora razonados. En el plano teórico, son interesantes los trabajos en torno al origen y la naturaleza de diversas divinidades domésticas, algunos no exentos de polémica, como en el caso de los Lares (G. Wissowa en Roscher, ML II.2, s. v. Lares: 1868-1897, passim; 1912: 167; E. Samter, 1901: 105-123) o el Genius (J. Hild en Daremberg-Saglio, II.2, s. v. Genius: 1488; W. Otto, en RE Paulys XIII, s. v. Genius: 11551159; G. Wissowa, 1912: 175).6 El más destacado es, quizá, el realizado por Georg Wissowa (1912), en el que, como parte de la religión y el culto de los romanos, abordaba una por una la naturaleza de los principales dioses de la casa. La mayor parte de estos trabajos eruditos se basaban en el análisis de las fuentes clásicas como elemento fundamental de estudio, completadas con los restos arqueológicos utilizados principalmente como evidencia de lo dicho por los escritores clásicos. En contraposición a estos trabajos encontramos recopilaciones que atendían únicamente a los hallazgos arqueológicos y que solían adolecer de falta de interpretación. Cabe destacar dos obras aún hoy fundamentales: la publicación de los lararios pompeyanos realizada por George K. Boyce (1937), en la que se presentaba una clasificación de estos que ha sido después mantenida por otros autores que han publicado estas capillas (D. G. Orr, 1972; M. Bassani, 2008), y la recopilación de las pinturas de tema religioso doméstico hecha por Marcel Bulard (1926b) en la ciudad de Delos. Este mismo autor fue, sin embargo, un paso más allá, al analizar en otra obra complementaria la religión doméstica de esta ciudad a partir de dichas pinturas (M. Bulard, 1926a). Mucho se ha avanzado desde estos primeros trabajos, si bien las obras a las que hemos aludido siguen siendo clásicos de obligada consulta para todo aquel que quiera acercarse a este fenómeno religioso.
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Véase la Fig. 23 del capítulo III. Véase la Fig. 112 del capítulo III. Para otros trabajos decimonónicos sobre la ciudad de Pompeya en los que se pone cierta atención a los lararios, véase G. K. Boyce, 1937: 7-8. 5
6 Para la bibliografía específica sobre cada divinidad doméstica, así como para otras referencias sobre estas polémicas, remitimos al capítulo III.
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En la segunda mitad del s. XX y comienzos del s. XXI destacan, desde el punto de vista interpretativo, los trabajos dedicados a divinidades concretas asociadas al culto doméstico. Anna Krzyszowska (2002) ha estudiado, una a una, la presencia de las principales divinidades domésticas en las capillas pompeyanas; Hille Kunckel (1974) ha analizado al Genius desde el punto de vista formal y teórico, proponiendo una interesante vía de interpretación sobre su origen y naturaleza; George K. Boyce (1942) ha buscado explicación a la presencia de la serpiente en los lararios; Harriet I. Flower (1996) y Marie-Odile Charles-Laforge (2007) se han planteado el problema de las imagines maiorum y el culto doméstico a los antepasados; Antonella Coralini (2001) se ha centrado en el Hercules domesticus, deteniéndose en su dimensión como dios tutelar de la casa y la familia; Hildebrecht Hommel (1972) y Carl Koch (en RE Paulys II.16, s. v. Vesta) se han preocupado por el origen de Vesta y su dimensión doméstica y pública; de la relación entre esta y los Penates se ha ocupado Gyburg Radke (1981), mientras que Pierre Boyancé (1952) ha estudiado la relación de estos últimos con la religión más antigua de Roma, analizando su dimensión doméstica en este contexto; por su parte, Annie Dubourdieu (1989) ha dedicado un extenso trabajo al análisis del origen, el significado y la doble dimensión privada y pública de los Penates, y Giulia Piccaluga (1961) y Rita Rescigno (2000) los han contextualizado en el conjunto de los dioses domésticos. Precisamente los estudios sobre los orígenes de Roma y la religión arcaica son especialmente valiosos para el análisis del origen de las divinidades domésticas y de la formación de la religión familiar. Las obras que podrían citarse a este respecto son numerosas, pero quizá baste recordar el trabajo clásico de Georges Dumézil (1974) sobre la religión romana arcaica y los recientes estudios realizados por Andrea Carandini (1997; 2004; 2006a; 2006b; 2007) sobre los orígenes de la Urbe, en algunos de los cuales analiza con detenimiento la formación de ciertos aspectos de la religión más propiamente romana, que atañen en cierto modo a su dimensión doméstica. También resultan de especial interés algunos trabajos dedicados a la familia romana y los rituales y las festividades relacionadas con ella, pues son estos los que se dedican con un mayor detalle a desentrañar el funcionamiento del culto doméstico en general o en relación con determinados momentos de la vida o del año. Cabe destacar el detallado estudio realizado por Daniel Harmon (1978) sobre las fiestas familiares, si bien la obra de Ernst Samter (1901) sobre el mismo tema sigue siendo un referente clásico.
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Durante estos años se han realizado pocos análisis de conjunto del culto doméstico que puedan compararse, por ejemplo, con el de Attilio De Marchi. Suelen ser más bien exposiciones más o menos amplias en trabajos genéricos sobre la religión, la casa o la familia. Destaca, en este sentido, la obra de Federica Giacobello (2008), con una vocación generalista de estudio del culto en su conjunto y en su complejidad, que tiene en cuenta tanto las fuentes escritas como las arqueológicas y se plantea preguntas y respuestas innovadoras sobre el significado de las capillas domésticas y, a partir de ello, del culto en general. Cabe señalar también el trabajo generalista de Marie-Odile Charles-Laforge (2009) sobre la religión privada en Pompeya. Más breves que los anteriores son el trabajo de Annemarie Kaufmann-Heinimann (2007c) sobre la religión en la casa romana, que analiza esta cuestión desde un punto de vista más genérico de la presencia ella de imágenes divinas y de culto, y el nuestro sobre los aspectos principales del culto doméstico romano: las divinidades, los espacios de culto y la ritualidad de la familia (M. Pérez Ruiz, 2007-2008). Otros autores han realizado interesantes reflexiones al hilo de conjuntos concretos de materiales o de estudios colaterales sobre la funcionalidad de los espacios domésticos, por ejemplo, que han contribuido a avanzar sensiblemente en la investigación, introduciendo innovaciones como los enfoques antropológicos, fruto de las nuevas corrientes historiográficas. Uno de los trabajos más interesantes es el de Stefania Adamo-Muscettola (1984) sobre algunos conjuntos de imágenes de culto halladas en los lararios pompeyanos y las consideraciones de tipo más general realizadas a partir de su composición; en la misma línea de este trabajo se encuentra el de Annemarie Kaufmann-Heinimann (2007a) sobre las estatuillas en bronce de los lararios pompeyanos; Pedar W. Foss (1997) ha estudiado el culto en relación con la cocina, uno de los espacios domésticos privilegiados para la colocación de los lararios en Pompeya, ofreciendo algunas claves para la comprensión de esta ubicación predilecta; Wilhelmina F. Jashemski (1979; 1993) se ha ocupado de la presencia de estas capillas en los jardines. Otros trabajos le han dedicado una mayor atención a la recopilación en catálogos de las evidencias materiales, generalmente de un tipo de ellas (arquitectura, escultura en bronce…), teniendo el aspecto interpretativo de estas evidencias un peso variable en el conjunto de los trabajos. Uno de los más equilibrados es el realizado por Maddalena Bassani (2008) sobre las estancias de culto domésticas documentadas en el agro pompeyano, que, aunque centrado en un tipo
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específico de larario, se plantea problemas generales a partir de las fuentes y del registro arqueológico, como la cuestión de la terminología, los posibles indicadores que existen en la casa romana para identificar espacios de culto o la funcionalidad y el significado de estos espacios.7 Algo similar es el planteamiento del estudio de Thomas Fröhlich (1991) sobre las pinturas de fachada y los lararios pictóricos del área vesubiana, en el que realiza un catálogo de estas pero se preocupa también por su interpretación desde el punto de vista técnico y religioso,8 aportando, entre otras cosas, interesantes hipótesis sobre la naturaleza y las atribuciones de algunas divinidades; el trabajo tiene además un valor añadido por el excelente aparato gráfico que lo acompaña, un testimonio fundamental si se tiene en cuenta el deterioro al que muchas de estas pinturas están expuestas.9 La tesis doctoral de David G. Orr (1972), publicada en versión resumida en la colección Aufstieg und Niedergang der römischen Welt (D. G. Orr, 1978), tiene el valor de completar el trabajo de George Boyce (1937), al recopilar los lararios hallados en Pompeya posteriores a su catalogación, así como los de Herculano; el catálogo cuenta además con un extenso preámbulo en el que el autor estudia el origen, la naturaleza y las atribuciones de las principales divinidades domésticas, seguido de un análisis pormenorizado del larario, de su forma, su decoración, su ubicación, etc. y de una visión panorámica de los lararios campanos no pompeyanos y de los vestigios de culto hallados en el resto del Imperio. El trabajo de Federica Giacobello (2008), al que ya hemos aludido, incorpora también un catálogo de las capillas domésticas pompeyanas, estructurado en coherencia con las propias hipótesis formuladas por la autora. Finalmente, citaremos el corpus realizado por Annemarie Kaufmann-Heinimann (1998) de las esculturas en bronce de culto doméstico halladas en Augusta Raurica (Augst, Suiza), que se completa con interesantes apéndices entre los que destaca una recopilación de los conjuntos sellados de lararios con objetos de bronce hallados en el Imperio. La práctica totalidad de las obras citadas hasta ahora, salvo la de A. Kaufmann-Heinimann (1998), se han centrado en Pompeya o en el conjunto de las ciudades vesubianas y del agro campano. Sin em-
bargo, se ha avanzado también sensiblemente en el estudio del culto doméstico en otras zonas del mundo romano, especialmente en la parte occidental. En la propia Italia, destacan los vestigios de la ciudad de Ostia, analizados por Jan T. Bakker (1994) y no muy numerosos, pero con el interesante particular de recoger ejemplos de lararios en insulae. Destacan también los trabajos de M. Bassani sobre las estancias de culto en las casas romanas de Túnez (M. Bassani, 2003b), sobre los espacios subterráneos de culto doméstico(M. Bassani, 2003a) y sobre los ambientes y edificios de culto en Galia y Britania (M. Bassani, 2007).10 Por su parte, Jacques Santrot (2007) ha realizado una breve valoración de conjunto sobre las evidencias de culto halladas en la Galia y George Boon (1983) se ha ocupado del estudio de algunos lararios británicos. La elaboración de catálogos y de recopilaciones y análisis regionales ha sido posible gracias al incremento general de hallazgos arqueológicos como resultado del crecimiento de las excavaciones arqueológicas en las últimas décadas, especialmente las llamadas de urgencia. Partimos, por tanto, de un panorama en el que la cantidad de vestigios del culto doméstico es mayor que nunca, pero, a pesar de que nos acabamos de referir a interesantes trabajos de conjunto, las publicaciones de estos hallazgos suelen ser puntuales,11 provocando una atomización de la información. Continúa siendo la referencia imprescindible la ciudad de Pompeya, completada con Herculano y Ostia, pero también otros lugares en los que la cantidad de lararios encontrados permite poder plantearse la resolución de preguntas de carácter global acerca de este tema, como es el caso del yacimiento de Augusta Raurica o el territorio de la actual Túnez. Para las cuestiones teóricas siguen siendo referencia obligada los autores de finales del s. XIX y comienzos del s. XX, cuyo estudio de las fuentes literarias no tiene parangón, si bien puede ser completado con trabajos menos ambiciosos pero igualmente rigurosos sobre algunos aspectos concretos de la religión doméstica y sus connotaciones en diferentes aspectos de la vida romana. Y no podemos dejar de mencionar el valor de la documentación gráfica, no solo en las publicaciones sino también en las colecciones de instituciones como el Istituto
7 Un interesante antecedente de este trabajo es el estudio de F. Di Capua (1950) sobre los sacraria pompeyanos. 8 La recensión de este trabajo realizada por R. Tybout (1996) aporta también interesantes apuntes interpretativos sobre las cuestiones planteadas por Th. Fröhlich. 9 Durante la realización de este trabajo hemos tenido oportunidad de estudiar parte de estas pinturas in situ y hemos podido comprobar cómo desde la publicación de la obra de Th. Fröhlich en 1991 algunas han sufrido un grave deterioro.
10 La misma autora ha dedicado un estudio a la Península Ibérica (M. Bassani, 2005) que será tratado más adelante, en el análisis historiográfico sobre Hispania. 11 Citaremos solo algunos de estos trabajos dedicados al hallazgo de capillas domésticas concretas: Z. Bánki, 1984; F. Baratte et al., 2007; D. Costa, 1960; C. Ebnöhter y A. Kaufmann-Heinimann, 1996; J.-B. Gardiol et al., 1990; C. Grella, 1987; L. Mercando, 1965-1966; S. Rebetez, 1992; J. Santrot, 1993; E. B. Thomas, 1965.
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Germanico de Roma o la Soprintendenza Archeologica di Napoli e Pompei, que aporta información sobre los hallazgos arqueológicos del culto no recuperable por otras vías. Por lo que se refiere a la Hispania romana, el culto doméstico ha recibido poca atención, por lo que los trabajos dedicados a este tema no son muy numerosos y son bastante recientes si se comparan con la tradición historiográfica de las ciudades vesubianas. Pero antes de adentrarnos en pormenores conviene valorar brevemente lo que respecta a los testimonios de culto doméstico anteriores a la llegada de los romanos, con objeto de seguir el orden temático del libro. También en este caso, la atención pormenorizada a estas cuestiones es bastante reciente. La existencia de posibles espacios de culto doméstico en los yacimientos ibéricos comenzó a contemplarse con un mayor interés en los años noventa del siglo XX, en los que algunos investigadores interesados en los espacios cultuales en determinados yacimientos o regiones, o incluso en el conjunto del mundo ibérico, valoraban también la presencia de estos en casas; destacan, en este sentido, los trabajos de Francisco Gracia y otros (1994: 92), Adolfo Domínguez Monedero (1995: 35; 1997: 392-393), Helena Bonet y Consuelo Mata (1997: 177), Lourdes Prados (1997: 134-137) o Francesc Gusi (1997: 174), que en sus sistematizaciones de estos espacios de culto contemplan ya la existencia de capillas domésticas. La primera catalogación sistemática de estos santuarios ha sido realizada por Teresa Moneo y Martín Almagro, que los han incluido en sus catálogos sobre los santuarios ibéricos (M. Almagro y T. Moneo, 2000; T. Moneo, 2003), siendo este el primer intento de recopilación sistemática de este tipo de espacios de culto. Sin embargo, diversos autores han puesto el acento en la dificultad de identificar inequívocamente espacios domésticos como capillas o santuarios y en la necesidad de valorar toda la información arqueológica con la que se cuenta para hacerlo. Se han planteado incluso algunas pautas y criterios a tener en cuenta para realizar esta identificación, entre las cuales destacan especialmente las propuestas por Helena Bonet y Consuelo Mata (1997), pues aunque se centran en lo conocido para la Edetania, su vocación generalista permite extenderlas al conjunto del mundo ibérico, adaptando, eso sí, algunas cuestiones puntuales a las peculiaridades de cada región. Más recientemente, Jesús Bermejo (2008: 84-90) ha incidido en esta línea, tratando de definir qué se puede entender por santuarios domésticos ibéricos y qué se puede saber de ellos con una cierta certeza. Otros trabajos tienen también un cierto carácter generalista. Entre ellos cabe mencionar el realizado
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por Maria Carme Belarte y Joan Sanmartí (1997) sobre los espacios de culto y las prácticas rituales en la zona catalana, en el que se preocupan no solo por los santuarios, entre ellos los domésticos, sino por otras manifestaciones de culto, como los enterramientos infantiles y los depósitos faunísticos. A partir de aquí, hay que hablar de investigaciones puntuales de santuarios domésticos concretos, bien estudiados en sí mismo o bien en el contexto de la valoración general de los yacimientos en los que se encuentran. Puesto que, en este sentido, la bibliografía es relativamente amplia, citaremos solo los que, a nuestro juicio, han realizado una presentación más exhaustiva y completa de dichos espacios. Por un lado, destacan los trabajos de Lorenzo Abad, Feliciana Salas y su equipo en El Oral (San Fulgencio, Alicante), en los que se ha dedicado especial atención, en ocasiones casi monográfica, a los santuarios domésticos (L. Abad y F. Sala, 1993; 1997; L. Abad et al., 2001; F. Sala y L. Abad, 2006). El magnífico estudio sobre Castellet de Bernabé (Liria, Valencia) recoge también todos los pormenores del santuario doméstico hallado en la casa principal, así como de otros posibles espacios domésticos con actividad ritual (P. Guérin, 2003; véase también P. Guérin, 1999). Las publicaciones de H. Bonet y C. Mata (1997; 2002) sobre los espacios de culto edetanos y el Puntal dels Llops (Olocau, Valencia) son también una referencia obligada en el estudio del culto doméstico de las sociedades ibéricas. Más hacia el norte, destaca la información aportada al respecto de los posibles santuarios domésticos de la Moleta del Remei12 (Alcanar, Tarragona), Alorda Park13 (Calafell, Tarragona) y, especialmente, Mas Castellar de Pontós (Gerona). En este último se ha dedicado una especial atención al análisis del espacio central de la casa principal del poblado y a su actividad ritual, tanto desde el punto de vista material como interpretativo (E. Pons, 1997; E. Pons et al., 1998; 2002). La investigación no se ha centrado únicamente en los espacios de culto, sino que ha atendido también a otras manifestaciones religiosas ibéricas que tienen como escenario la casa, entre otros lugares. Especialmente relevantes han sido los estudios sobre la práctica de enterrar niños bajos los pavimentos de las viviendas y de otros edificios; algunos de ellos han tratado el fenómeno en su globalidad, con objeto de entender su significado, como el realizado por Nuria Molist (2005); en otros se han valorado los 12 Véanse F. Gracia y G. Munilla, 1993; F. Gracia et al., 2006. 13 Véase D. Asensio et al., 1998; 2003; 2005; J. Sanmartí y J. Santacana, 1992.
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hallazgos de este tipo en yacimientos concretos, como en Castellet de Bernabé (P. Guérin et al., 1989), la Penya del Moro (J. Barberà et al., 1989), en Turó de Can’Olivè (O. Barrial, 1991) o en la Moleta del Remei (F. Gracia et al., 1989). Otro foco de interés de la religiosidad ibérica que afecta al ámbito doméstico ha sido el de los llamados «pebeteros» con forma de cabeza femenina y las cabezas de terracota. Las publicaciones al respecto son numerosas, pero destacaremos entre ellas la realizada por Helena Bonet y otros (1990) sobre las cabezas votivas en Edetania y la reciente monografía editada por M.ª Cruz Marín y Frédérique Horn (2007), así como los trabajos de la propia M.ª C. Marín (2004), de Joaquín Ruiz de Arbulo (1994) y de M.ª José Pena (1987) sobre la cuestión de los «pebeteros» en la Península Ibérica, que reflejan la polémica vigente en relación con su funcionalidad y su significado. Por lo que respecta al área céltica e indoeuropea, las investigaciones sobre el culto doméstico se engloban en las más generales sobre la religión y la religiosidad de los pueblos que conformaban este área. Destacan, en este sentido, los trabajos de Francisco Marco (1987; 1993; 1994; 2001; 2005a; 2005b; 2008) que dan, en conjunto, una visión bastante completa sobre la religiosidad céltica e indoeuropea hispana, con pinceladas sobre el ámbito doméstico; también algunos de los realizados por Gabriel Sopeña (1995; 2005; véase también G. Sopeña y V. Ramón, 1994) son ilustrativos en este sentido. Pero quizá los trabajos más interesantes desde el punto de vista de la religiosidad doméstica sean los realizados recientemente por Silvia Alfayé (2005; 2007, y, especialmente, 2009), que le ha dado cuerpo como manifestación ritual en sí misma en el conjunto de sus investigaciones sobre la religión de la Hispania céltica, recopilando de forma sistemática las evidencias materiales y haciendo ciertas valoraciones de conjunto. Estas evidencias materiales son escasas, pero algunas han sido estudiadas con gran detenimiento, especialmente el espacio de culto encontrado en el yacimiento de Cuellar (J. Barrio, 2002). Pasando ya a una valoración historiográfica de los estudios sobre el culto doméstico en la Hispania romana, las palabras de Alberto Balil en el marco del congreso sobre La casa urbana hispanorromana celebrado en Zaragoza en 1988 (AA.VV., 1991), en el que se hizo una puesta al día de los avances de la investigación en la arquitectura doméstica hispanorromana, pueden ilustrar el estado de su conocimiento en las últimas décadas del s. XX: «Me parece indicativo el tema de los lararios por cuanto se considera una de las estructuras domésticas más indicativas y diferen-
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ciadas [de la arquitectura doméstica]. Algo inherente a la religiosidad romana itálica pero no planteado en un ámbito provincial y posible heredero de otras ideologías religiosas. A este propósito me parece interesante señalar que un elemento tan distintivo de un larario como es el del ara de culto doméstico de la “casa n.º 2” de Ampurias sigue siendo un unicum cuyo contexto sigue siendo inédito y, por ello, desconocido. Este es el caso de un monumento insigne en nuestra documentación, y un ejemplo aislado en la arqueología romana de la Península Ibérica» (A. Balil, 1991: 11). Las palabras de Alberto Balil demuestran lo limitado que era el conocimiento sobre el culto doméstico en la Hispania romana todavía a finales del s. XX, cuando en las ciudades vesubianas la tradición de su estudio cumplía ya un siglo y medio. El altar pintado de Ampurias, estudiado por Martín Almagro Basch (1958) y por el propio A. Balil (1962b) entre otros, no era el único larario interpretado como tal entonces, aunque apenas se pueden sumar otros, como el sacrarium de la Casa de los Pájaros de Itálica, identificado por Antonio García y Bellido (1960a: 85-86). Desde mucho antes de que Balil expresara sus reflexiones sobre el culto doméstico, se conocían numerosas esculturillas en bronce y aras de pequeño formato que, en muchos casos, por sus propias características formales se identificaban como objetos de culto doméstico, tomando como referencia lo conocido en Pompeya y sin atender a la información dada por el contexto, generalmente desconocido. Pero la publicación de estas piezas fue generalmente individualizada o en estudios sobre materiales, sin dedicarles atención como conjunto de testimonios de un tipo concreto de manifestación religiosa. El primer trabajo relacionado de alguna forma con el culto doméstico y referido al conjunto de la Península Ibérica fue el realizado por M.ª Isabel Portela (1984) sobre los dioses Lares, en el que atendía, entre otras, a la dimensión doméstica de estas divinidades. Pero fue Pedro Rodríguez Oliva (1994) el primero en dedicarle una atención monográfica a este asunto, realizando la recopilación de buen número de las evidencias materiales de culto doméstico —o interpretadas como tales— conocidas en ese momento para Hispania. El autor hacía, a la vez, una llamada de atención ante la falta de un trabajo exhaustivo de sistematización de dichas evidencias (ibid.: 5). Más reciente ha sido el trabajo de Maddalena Bassani (2005) sobre los espacios y edificios de culto doméstico en la Hispania romana, que, como el de Rodríguez Oliva, ha supuesto un hito en la investigación sobre este tema, pues se trata de la primera
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recopilación más o menos sistemática de estructuras de culto realizada para la Península Ibérica; de nuevo la autora pone énfasis en el vació de la investigación sobre este tema (ibid.: 73). Los últimos estudios de carácter generalista publicados hasta la fecha sobre el culto doméstico en Hispania romana han sido el de Pilar Fernández Uriel y Teresa Espinosa (2007) sobre algunos lararios y materiales de culto hispanos y el nuestro mismo (M. Pérez Ruiz, 2010), en el que se plantea un estado de la cuestión y se valoran las posibilidades de estudio a partir de la documentación conocida. Además de estos trabajos, hay que destacar algunos sobre hallazgos concretos, valiosos tanto por sus detalladas publicaciones de los datos como por los análisis de carácter general sobre el culto realizados a partir de ellos. En primer lugar, cabe hacer mención al completo estudio del sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona), presentado en varias publicaciones por Pere Castanyer y Joaquim Tremoleda (1997; 1999; véase también P. Castanyer et al. 1988a y J. Tremoleda et al., 1989), en los que se exponen con detalle las condiciones del hallazgo y se realiza un pormenorizado análisis del espacio y de sus materiales, no solo desde el punto de vista formal sino también simbólico. También ha sido publicado con sumo detalle el larario de la Villa de Las Musas (Arellano, Navarra) por M.ª Ángeles Mezquíriz (2003), con atención no solo a la estructura sino a los materiales asociados y, en la misma línea, se puede destacar el sacellum de la Villa de Cornelius (L’Ènova, Valencia), estudiado por el equipo dirigido por Rosa Albiach y José Luis Madaria (2006). En todos los casos, el análisis del larario en el conjunto de la villa tiene la virtud de combinar una visión de conjunto del espacio de culto con una detallada descripción tipológica de los materiales encontrados en él. Además de estos, se han producido otros hallazgos significativos que han sido publicados con detalle y han contribuido a ampliar el panorama de la investigación. En este sentido, se puede aludir a la aedicula encontrada en la Domus portuaria de Tárraco (M. Adserias et al., 2000), al sacrarium de la Casa de la Fortuna de Carthago Nova (B. Soler, 2000: 72-73; 2001: 69-70), a la aedicula del Edificio del Atrio en la misma ciudad (M. Pérez Ruiz, 2009) y al larario pictórico de la Casa de la Fortuna (C. Guiral y M. Martín-Bueno, 1996: 235-245)y al sacrarium de la Casa del Ninfeo (J. C. Sáenz et al., 2005: 386-388; 2006: 414-417; S. Morales y A. Payueta, 2008; A. Payueta, 2009; J. C. Sáenz et al., 2010: 446-448; J. C. Sáenz y M. Martín-Bueno, 2010), ambos de Bíl-
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bilis. En todos los casos, los lararios forman parte de trabajos más extensos sobre los edificios domésticos a los que pertenecen, lo que permite contextualizar la capilla en la evolución del conjunto de la casa, algo que no siempre es posible. Por otro lado, algunas de estas publicaciones se acompañan de un generoso aparato gráfico, tan importante para poder apreciar los pormenores del hallazgo. Se han realizado también trabajos sobre materiales y epígrafes asociados al culto doméstico, que, sin embargo, están más atomizados que los relativos a las estructuras y adolecen con cierta frecuencia del problema del desconocimiento de los contextos, lo cual ha supuesto un lastre para las conclusiones obtenidas en algunos casos. Citaremos el análisis de P. Fernández Uriel (1998) sobre las esculturas en bronce de pequeño formato con representación de Venus, atendiendo a su posible uso como imágenes de culto doméstico; el estudio de J. A. González Ballesteros (2003) sobre un epígrafe de culto doméstico procedente de la Rambla de la Boltada (Cartagena-La Unión); el de J. Ruiz de Arbulo (1996) sobre un árula con lucernas adosadas hallada en la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) y un último sobre un Lar de piedra de grandes dimensiones hallado en las cercanías de Mérida (M. Pérez Ruiz, 2008). El único estudio regional sobre el culto doméstico en la Península Ibérica ha sido realizado por P. Rodríguez García (1999) para el territorio de Galicia. Finalizaremos señalando que se ha prestado una cierta atención a manifestaciones religiosas domésticas que no responden a tradiciones romanas, especialmente a los depósitos votivos de jarras cerámicas con alimentos en su interior. Este tipo de trabajos ha puesto sobre la pista de una ritualidad de origen local y tiene la virtud de haber subrayado su importancia mediante valoraciones de conjunto. Los trabajos más destacados en este sentido han sido los realizados por Josep Casas y Joaquín Ruiz de Arbulo (1997) y Arturo Pérez Almoguera (1998). Por supuesto, no son estos los únicos trabajos en los que se aborda de alguna forma la cuestión del culto doméstico en la Hispania romana o se analiza alguna evidencia material que tiene que ver con él. Los autores y las publicaciones aludidas son los que lo han tratado con mayor profundidad y autoridad, en nuestra opinión y según la valoración que hemos podido hacer mediante nuestro propio trabajo. Estas breves notas historiográficas pretenden dar una visión general del punto en el que se encuentran los estudios en el momento de abordar nuestra investigación y se verán completadas con análisis más profundos en los capítulos siguientes.
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Pero no queremos finalizar este apunte bibliográfico sin mencionar un pequeño grupo de obras dedicadas a los temas que nos ocupan y que han visto la luz durante el proceso de publicación de este trabajo, cuyas aportaciones son especialmente relevantes.14 En el ámbito de los estudio sobre el culto doméstico en el mundo romano destaca especialmente la publicación del congreso celebrado en Padua en 2009 y dedicado a los sacra privata (M. Bassani y F. Ghedini, 2011). Los trabajos recogidos en ella atienden a una amplia variedad de temas: desde análisis conceptuales e historiográficos sobre el tema (J. Scheid; D. Scagliarini) hasta recopilaciones y análisis de espacios y manifestaciones de culto a nivel regional (M. Bassani para la Cisalpina,15 P. Bonini para Grecia y S. Santoro et al. para la Galia Bélgica), pasando por análisis de determinadas divinidades domésticas (M. Torelli; F. Giacobello), de ciertos espacios para el culto (F. Pesando; L. Anniboletti), la valoraciones de dichos espacios en el contexto de la casa (W. van Andringa), el análisis de materiales (E. Pettenò; E. Di Filippo; G. Gorini) y la versión cristiana del culto en la casa en época tardoantigua (A. Chavarría). Por lo que se refiere a los espacios de culto doméstico en el mundo ibérico, Helena Bonet ha publicado recientemente un trabajo recopilatorio de gran valor
14 A algunas nos referiremos también en el texto, siquiera de forma puntual. 15 Sobre este particular, la autora ha publicado también recientemente otro trabajo. Véase M. Bassani, 2012.
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no solo por los testimonios recogidos sino por la visión de conjunto ofrecida, así como por su propuesta de definición de este culto y de los aspectos que lo caracterizan especialmente (H. Bonet, 2010). El trabajo de M.ª C. Belarte y C.-A. de Chazelles (2011) viene también a completar la visión que se tiene de las prácticas rituales domésticas en el mundo ibérico. Las terracotas votivas y los «pebeteros» con forma de cabeza femenina han sido objeto de una nueva revisión realizada por Frédérique Horn (2011) en su monografía sobre las terracotas en el ámbito ibérico. En relación con el culto doméstico en la Hispania romana, Alberto Sevilla ha publicado un trabajo recopilatorio sobre los testimonios de enterramientos infantiles, en el que contempla los realizados bajo los suelos de las casas, que completa en parte nuestro propio catálogo con algunos hallazgos nuevos (A. Sevilla, 2010-2011). En los últimos tiempos hemos tenido oportunidad también de desarrollar algunos trabajos más específicos sobre ciertas cuestiones del culto doméstico en las provincias romanas Bética y Tarraconense, que se abordarán también aquí. Aunque se hará referencia a ellos en las páginas que siguen, remitimos a M. Pérez Ruiz, 2011; 2012; 2013a; 2013b, y 2013c.
III EL CULTO DOMÉSTICO EN LA ROMA ANTIGUA
Pero protegedme, dioses Lares; me criasteis también vosotros, cuando niño correteaba ante vuestros pies. Tib., I, 10, 15-16
1. DEFINICIÓN DEL CULTO DOMÉSTICO ROMANO
La creencia de los romanos en sus dioses domésticos es una de las manifestaciones religiosas ancestrales y, a la vez, más longevas de esta sociedad, cuya tradición se extendió por todo el Imperio. El ritual en el que se materializaba fue siempre una actividad fundamental de la vida cotidiana, un deber a observar y un derecho adquirido que pasaba de padres a hijos como parte de la herencia familiar. Las divinidades veneradas fueron múltiples y su significado, sus atribuciones y su origen no siempre están claros, pues parecen entremezclarse e intercambiarse incluso a lo largo de los siglos. Todas ellas recibieron culto en lugares destinados específicamente para ello en el interior de la casa, los lararios. Desde estas capillas domésticas, los dioses de la familia, que habían salido del campo cuando esta lo abandonó por la vida urbana, se mantuvieron vigilantes en la casa hasta los últimos estertores del paganismo. Para poder definir este culto es necesario, en primer lugar, establecer los tipos de sacra existentes en la religión romana. Este término latino —sacra— era utilizado en Roma para referirse a las ceremonias de culto y, por extensión, a los cultos mismos. Dichas ceremonias se agrupaban en sacra romana y sacra peregrina, de los cuales los más importantes eran los primeros, divididos a su vez en sacra publica y sacra privata (J. Toutain en Daremberg-Saglio, IV.2, s. v. Sacra: 948).
La única definición que se ha conservado de los dos tipos de sacra romana procede de Festo: Publica sacra, quae publico sumptu pro populo fiunt, quaeque pro montibus, pagis, curis, sacellis. At privata, quae pro singulis hominibus, familiis, gentibus fiunt1 (Fest., 245, 28-31). Según el autor latino, la diferencia entre ambos no radicaba, como podría parecer por su nombre, en el lugar de celebración, sino en el colectivo al que estaban dirigidos (pro…) y en la procedencia de su financiación (sumptu) (J. T. Bakker, 1994: 1): los sacra publica eran los financiados por el Estado y celebrados para el conjunto del pueblo (populus) o para alguna de sus subdivisiones locales, políticas o sagradas, mientras que los sacra privata, costeados a expensas privadas, estaban formados por el culto familiar, las manifestaciones religiosas individuales y los cultos de gentes, collegia, sodalitates y de las diferentes divisiones sociales (no políticas) de personas orgánicamente ordenadas (A. de Marchi, 1896: 17).2 El culto doméstico formaba parte, pues, de los sacra privata y compartía con el resto de los de1 «Son publica sacra los hechos con dinero público para el pueblo, así como para los montes, los pagi, las curias y los templos. Por el contrario, son privata sacra los hechos para cada persona, cada familia y cada gens». 2 En este capítulo se citan algunas obras que pueden considerarse clásicas en el estudio de la religión romana en general y doméstica en particular. Por esta razón, para evitar confusiones y subrayar que nos referimos a dichos clásicos, se ha optado por citar la fecha original de publicación de la edición que se ha manejado, según la cual aparece también recogida en la bibliografía final. En esta, la fecha real de la edición o reimpresión consultadas aparece referida entre paréntesis, después de la original.
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dicados pro familiis el sujeto del culto, es decir, la familia.3 La diferencia se encuentra fundamentalmente en el contexto de desarrollo de estos ritos, limitado a la casa, de forma que los llevados a cabo en otros espacios privados, como la tumba, no formaban parte de este grupo.4 En función de esto, se podría definir el culto doméstico como el conjunto de ritos desarrollados en la casa por la familia, destinados a la veneración de las divinidades y espíritus encargados de protegerla y garantizar su subsistencia y su perpetuación. Las principales divinidades veneradas eran las encargadas de proteger a la familia y su morada, así como de garantizar su subsistencia y su perpetuación: los Lares, el Genius, los Penates, Vesta y los antepasados. Pero no eran las únicas, pues, como en cualquier otro aspecto de la vida romana, todos los lugares de la casa (Serv., Aen. II, 469) y todas las actividades cotidianas (Plin., nat. XXVIII, 27), así como los momentos destacados de la vida familiar (nacimientos, matrimonios…), estaban protegidos por divinidades específicas, a las que en muchas ocasiones se veneraba solo en momentos puntuales del año. No existían, además, restricciones en cuanto a los dioses a los que se podía rendir culto, a diferencia del ámbito público (J. T. Bakker, 1994: 2), lo cual explica que algunos entrasen en el panteón romano primero por esta vía (A. de Marchi, 1896: 28). Como parte de la religión romana, tampoco la doméstica contaba con una teología o una teogonía elaboradas o con dogmas escritos (D. G. Orr, 1978: 1559), sino que se basaba en un conjunto de ritos mediante los cuales se establecía una relación contractual, un do ut des,5 entre los miembros de la familia y sus dioses tutelares6 (J. Scheid, 1987-1989: 129). El 3 Nos referimos aquí a la familia entendida a la manera romana, es decir, a la formada por todas las personas bajo la custodia del paterfamilias, tanto las vinculadas por lazos de sangre o de adopción, como los siervos domésticos y los esclavos manumitidos (F. Baudry en Daremberg-Saglio, II.2, s. v. Familia: 972; Ulp. ap. Digest. L, 16, 195, 2). Véase la prescripción de celebrar las fiestas familiares con los esclavos en Cic., leg. II, 19. 4 La relación existente entre ambos tipos de culto resulta, sin embargo, evidente, especialmente en lo referente al ritual funerario y a la veneración de los antepasados, que combina ambos escenarios, la casa y la tumba (vid. inf. pp. 67, 114115, 411-414). 5 M. P. Nilsson (1941: 53) define de la siguiente forma el principio religioso del do ut des: «Das do ut des-Prinzip kommt am deutlichsten zum Ausdruck in der Vituvgabe, die so heißt, weil sie von einem Menschen, wenn er sich in Gefahr befindet, oder etwas zu erreichen strebt, einem Gott versprochen wird unter der Bedingung, daß dieser seinen Wunsch erfüllt». 6 Esta idea aparece reflejada en la obra de Catón (agr. 148, 1): si deus, si dea es, quoium illud sacrum est, uti tibi ius est
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culto era oficiado por el paterfamilias como máxima autoridad religiosa doméstica (R. Turcan, 2000: 14) y depositario de la tradición familiar, si bien podía delegar determinadas funciones en otros miembros de la familia (vid. inf. p. 109). No existía, por tanto, un colegio sacerdotal, a diferencia de lo que ocurría para los cultos públicos, pero el doméstico, a pesar de gozar de una gran libertad, no se encontraba al margen del conjunto de la religión del Estado, pues era este el encargado de supervisarlo y de solventar eventuales problemas a través del ius divinum7 (J. T. Bakker, 1994: 2) para evitar desviaciones respecto a la tradición, a la vez que podía imponer determinadas pautas, observancias o celebraciones (Ov., fast. II, 635-639) en momentos puntuales que afectaban al ámbito privado (A. de Marchi, 1896: 23-24). Sin embargo, por encima de la sanción legal, en el buen desarrollo del culto doméstico imperaba el temor a los dioses: Quod autem non iudex, sed deus ipse uindex constituitur, praesentis poenae metu8 (Cic., leg. II, 25, 9; A. de Marchi, 1896: 25-26).
porco piaculo facere illiusce sacri coercendi ergo harumque rerum ergo, siue ego siue quis iussu meo fecerit, uti id recte factum siet, eius rei ergo te hoc porco piaculo immolando bonas preces precor, uti sies uolens propitius mihi domo familiaeque meae liberisque meis: haruce rerum ergo macte hoc porco piaculo immolando esto. «Ya seas un dios ya una diosa aquel a quien este bosque está consagrado, así como tienes derecho a que se te sacrifique un cerdo como expiación, por impedir que se extienda libremente este lugar sagrado y por estos actos, ya sea yo, ya cualquier otro por orden mía el que haga [el sacrificio], que se lleve a cabo justamente; en virtud de ello te pido con súplicas buenas, al inmolarte este cerdo como expiación, que seas benévolo y favorable a mí, a mi casa, a mis esclavos y a mis hijos; por esto, que seas honrado por la inmolación de este cerdo como acto expiatorio» (trad. A. Castresana). 7 Plutarco (Num. 9, 8) resume el papel del Pontífice Máximo en la religión privada de la siguiente manera:ᙉɁᚓɊɚɀɇɐɒɍɑ ɒᛟɋ ȫɍɋɒɇɔɜɈɘɋ ɍᚲɍɋ ᚌɌɄɀɄɒɍᛒ ɈȽᚷ Ɏɏɍɔɛɒɍɓǡ Ɋᙽɉɉɍɋ Ɂᚓ ᚯɂɏɍɔəɋɒɍɓ ɒəɌɇɋ ɂᚬɉɄɖɂɋǡ ɍᛅ Ɋɟɋɍɋ ɒᛟɋ ɁɄɊɍɐɜ ɁɏɘɊɚɋɘɋ ᚌɎɇɊɂɉɍɠɊɂɋɍɑǡ ᙳɉɉᙼ ɈȽᚷ ɒɍᛑɑ ᚫɁɜ ɅɠɍɋɒȽɑ ᚌɎɇɐɈɍɎᛟɋɈȽᚷɈɘɉɠɘɋɎȽɏɂɈȾȽɜɋɂɇɋɒᙼɋɂɋɍɊɇɐɊɚɋȽǡɈȽᚷ ɁɇɁəɐɈɘɋᚿɒɍɓɒɇɑɁɚɍɇɒɍɎɏᛂɑɅɂᛟɋɒɇɊɋᚖɎȽɏȽɜɒɄɐɇɋ. «El sumo pontífice tiene el cargo casi de exegeta e intérprete, pero, en especial, de hierofante y no solo está al cuidado de las creencias públicas, sino que también vigila a los que ofrecen sacrificios privados, impidiendo que se aparten de los usos tradicionales y enseñando cuándo se debe pedir a los dioses honores y perdón» (trad. A. Pérez Jiménez). Ante el posible desconocimiento del ritual doméstico, Cicerón (leg. II, 20, 8-9) dice: Quoque haec et privatim et publice modo rituque fiant, discunto ignari a publicis sacerdotibus. «De qué modo y con qué ritual se hacen estas cosas en privado y en público, los que no lo sepan apréndanlo de los sacerdotes oficiales» (trad. T. Pabón). 8 «Por lo demás, el no ser el juez, sino la misma divinidad la que se erige como castigador, parece dar a entender que el espíritu religioso se reafirma por el temor a un castigo inmediato» (trad. C. T. Pabón).
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2. LA FORMACIÓN DEL CULTO DOMÉSTICO, ¿LA PRIMERA RELIGIÓN DE ROMA?
El proceso de formación del culto doméstico romano sigue resultando oscuro, pues está determinado por una serie de tradiciones y creencias que hunden sus raíces en los estadios formativos, preurbanos, de la sociedad romana, todavía hoy relativamente mal conocidos, a pesar de los importantes avances realizados por la investigación.9 En este contexto, las creencias privadas han dejado una huella limitada, que en la mayoría de los casos debe ser rastreada a través de fuentes tardías o indirectas, lo cual dificulta la posibilidad de presentar un panorama claro. La relación e incluso la simbiosis entre las dimensiones pública y privada de la religión romana más arcaica vienen a complicar aún más la situación, pues resulta difícil separarlas y definir con claridad qué hay de familiar y qué de comunitario en los procesos de formación de algunos ritos y creencias.10 Para algunos autores, hablar de los orígenes de la religión doméstica es hablar de los de la religión romana, pues esta tuvo una dimensión familiar antes que comunitaria o cívica (A. de Marchi, 1896: 26-27). Numa Denys Fustel de Coulanges, en su libro clásico sobre la ciudad antigua (1864), dedicaba precisamente los dos primeros capítulos a la religión y a la familia respectivamente, como componentes básicos en la formación de la comunidad cívica y del Estado. Así debió de ocurrir en Roma, pues en los estadios formativos de su sociedad, cuando la estructura urbana carecía aún de una sanción estricta, la familia era la agrupación social de referencia y la religión giraba en torno a ella (A. de Marchi, 1896: 26-27). Los orígenes de la religión doméstica deben buscarse, por tanto, en estos estadios formativos de una sociedad aún agropastoril y todavía expuesta y dependiente de los imperativos de la naturaleza,11 que 9 En este sentido son paradigmáticos los últimos trabajos realizados por A. Carandini sobre los orígenes de Roma (A. Carandini, 1997; 2006a; 2006b; 2007; A. Carandini y R. Capelli, 2000). 10 En este estado de cosas, no resulta extraño que incluso obras de referencia sobre la religión privada romana, como la de A. de Marchi, aborden este tema con escasa profundidad (A. de Marchi, 1896: 26-28) y que apenas tenga cabida en trabajos tan relevantes sobre la religión romana arcaica como los realizados por G. Dumézil (1974: 520-529). 11 Estos orígenes deben situarse incluso antes de la fundación de Roma, es decir, en un período de desarrollo preurbano de esta sociedad lacial, pues, como han demostrado diversos investigadores de la talla de G. Dumézil o A. Carandini, figuras como el rex (G. Dumézil, 1974: 31-32) o espacios como la cabaña de Rómulo en el Palatino, reinterpretada como la primera Regia y asociada ya a algunos de los cultos estatales más antiguos (A. Carandini, 2003: 59-69), muestran que la historia de Roma arranca con una organización social supra-
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ponía sus anhelos y sus preocupaciones en manos de unas fuerzas «divinosas»12 cercanas, de espíritus de lo cotidiano, que solo con el tiempo cobrarían cuerpo de verdaderas divinidades (P. Boyancé, 1972a: 2-3). Estas fuerzas divinosas tienen mucho que ver con los di indigetes13 y con otros dioses primitivos de la religión romana, que Georges Dumézil (1974: 48) considera únicamente vinculados al campo y a la familia —ni siquiera a la guerra— como pilares básicos de la sociedad romana más arcaica.14 Para Albert Grenier, todos ellos hacen referencia a «la survivance bien plutôt des temps antérieurs aux dieux et aux génies tels que nous les concevons d’après les Grecs de l’époque classique, des temps où toute chose, tout être, tout acte divin, où le divin ne se distinguait pas de la nature, où ce n’était pas l’homme, mais une forcé indéfinie qui coupait l’arbre, qui remuait la terre et faisait pousser la moisson» (A. Grenier, 1969: 108). Estos dioses sin forma, sin mitología y sin genealogía divina caracterizan a la religión romana de los orígenes y son en su mayoría abstracciones, conceptos divinos y sagrados, que van más allá de una interpretación animista o naturalista del entorno y que se deben relacionar con el concepto más rico establecido por Mircea Eliade de la hierofanía. Esto es la manifestación de lo divino a través de las formas y los medios más diversos15 (M. Eliade ap. R. Del Ponte, 1998: 36-37), haciendo que casi cualquier realidad sea sagrada o haya estado vinculada a lo sagrado por alguna cultura, en algún momento de la Historia16 (M. Eliade, 1949: 35-36). Son estas familiar ya claramente sancionada. Debe, asimismo, tenerse en cuenta que las creencias domésticas de los romanos, como las de muchos otros pueblos de la Antigüedad, están vinculadas a necesidades, podría decirse, universales, cuyos orígenes deben retrotraerse incluso a la Prehistoria, como ocurre, por ejemplo, con la sacralización del fuego (vid. inf. p. 57). 12 M. P. Nilsson desarrolla esta idea de las «fuerzas divinosas», que considera derivadas de una idea divina única y primordial, en un estado evolutivo anterior de las creencias (M. P. Nilsson, 1941: 41-42, 60-63; 1961: 105-107, 135). 13 Para Nilsson, estos dioses a los que se invocaba en los indigitamenta de los pontífices serían, de hecho, una elaboración sacerdotal de las fuerzas divinosas de carácter indeterminado, en las manos de las cuales se ponían diversos aspectos de la vida cotidiana (M. P. Nilsson, 1961). 14 Estas mismas son las bases de la religión griega más antigua, según Nilsson (1961: 152). 15 Sobre el concepto de hierofanía, expresado aquí de forma muy sintética, véase el complejo análisis realizado por M. Eliade (1949: 25-56). 16 Esta es la idea que parece habernos transmitido Festo (321) para el mundo romano: Gallus Aelius ait sacrum esse, quocumque modo atque instituto civitatis consecratum sit, sive aedis, sive ara, sive signum, sive locus, sive pecunia, sive quid aliud, quod dis dedicatum atque consecratum sit: quod autem privati[s] suae religionis causa aliquid earum rerum deo dedicent, id pontifices Romanos non existimare sacrum. At si qua
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presencias divinas y no su «historia» las que, según Angelo Brelich, garantizan y dan sentido a la realidad para el hombre romano (A. Brelich, 1966: 226). En este contexto, cada aspecto de la vida cotidiana y cada rincón de la casa romana estaban protegidos, como se ha dicho, por presencias divinas que, en muchos casos, respondían en su forma original a miedos y necesidades atávicas.17 Mediante la celebración de los ritos preceptivos, la familia buscaba proteger su propiedad, que incluía inicialmente el campo, del que dependía su subsistencia, y se restringió posteriormente a la casa; buscaba también garantizar y proteger el alimento, así como su lugar de almacenaje y los medios de los que dependía para su obtención; buscaba, igualmente, asegurar la fecundidad y garantizar así la perpetuación de la estirpe.18 La religión doméstica y la familia se conformaron, por tanto, como elementos consustanciales de una misma realidad desde las fases preurbanas y protourbanas de la sociedad romana. Cada familia contaba con sus dioses propios, intransferibles, que debían pasar por transmisión hereditaria de padres a hijos y que existían mientras la línea familiar se mantuviese.19 Tito Livio (XLV, 40, 7) nos ilustra sobre esto en un pasaje de su obra: nam duobus e filiis, quos duobus datis in adoptionem solos nominis, sacrorum familiaeque heredes retinuerat domi, minor, ferme annos natus, quinque diebus ante triumphum, maior, quattuordecim annorum, triduo post triumphum decessit.20 En esta simbiosis entre sacra privata succepta sunt, quae ex instituto pontificum stato die aut certo loco facienda sint, ea sacra appellari, tamquam sacrificium; ille locus, ubi ea sacra privata facienda sunt, vix videtur sacer esse. 17 Según M. P. Nilsson (1961: 148), «Son las necesidades del hombre las que crean a los dioses». 18 La antigüedad de algunos cultos relacionados con la fertilidad familiar y del campo, así como con los antepasados, es subrayada por M. Torelli (2000: 64-65). En todas las divinidades domésticas, así como en el culto que se celebraba en época histórica, se pueden apreciar rasgos marcadamente arcaícos que remiten de nuevos a estas etapas formativas del culto, como se irá viendo. 19 Sobre la consustancialidad del culto doméstico y la familia, véase también la disertación de N. D. Fustel de Coulanges, 1864: 40-42 y 53-55. Para la transmisión hereditaria de las divinidades domésticas, véase Cic., leg. II, 19. 20 «Al haber dado en adopción a dos de sus hijos, en efecto, había conservado en casa a los otros dos como únicos herederos de su nombre y de los ritos familiares, y de estos, el menor, de apenas doce años de edad, falleció cinco días antes del triunfo, y el mayor, de catorce años, murió tres días después del triunfo» (trad. J.-A. Villar). Según A. de Marchi (1896: 18-21), Livio se refiere a los sacra pro familiis, que no deben confundirse con los sacra familiarum, pues los primeros —a los que nos referimos aquí— eran comunes a todas las familias y la obligatoriedad de su observancia y herencia de padres a hijos era una cuestión moral, no sancionada por
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Fig. 1. Capeduncola con asa sobreelevada que formaba parte del ajuar de una tumba infantil, en el depósito fundacional hallado bajo el umbral de la Porta Mugonia del recinto murario de la Roma del s. VIII a.C. [M.ª A. Tomei, 1997: 74].
la familia y los dioses domésticos jugó también un papel destacado la casa, pues era la morada de ambos a partes iguales. La propia terminología latina, como subraya Pierre Gros (2006: 20), pone este hecho de manifiesto, al referirse a ella, entre otras, con la palabra aedes (vid. inf. p. 74). Las evidencias materiales de la religión doméstica más arcaica son verdaderamente escasas y por ello resulta especialmente interesante la valoración que hace Mario Torelli de la forma cerámica de época protohistórica capeduncola con asa sobre elevada (Fig. 1),21 como objeto ritual utilizado en el culto doméstico de los Lares, los Penares y el Genius, así como en las ceremonias vinculadas al culto de los antepasados. La forma en la que se perpetúa esta capeduncola en época histórica, el skyphos ático, demuestra su uso en el consumo de vino indígena, el temetum, lo cual resulta ser una evidencia de su valor ideológico. La continuidad de esta forma cerámica a lo largo del tiempo y su hallazgo miniaturizada en contextos votivos viene a reforzar la idea de su uso ceremonial, que Mario Torelli (2000: 64) termina por relacionar con el culto doméstico gracias a su hallazgo, en miniatura o no, en las cabañas del Palatino.22 la ley pontifical, a la vez que la extinción de la familia implicaba su propia extinción. Los sacra familiarum, en cambio, estaban ligados a la riqueza familiar y se heredaban junto con ella, independientemente de que el heredero fuese o no parte de dicha familia; esta obligación estaba además sancionada por la ley. 21 Las referencias a figuras en el texto aluden a las del propio capítulo. Las indicaciones a figuras de otros capítulos se realizan en el pie. 22 En una pintura que decora el interior de un larario pompeyano tipo nicho en la pompeyana Casa del Cenacolo, aparece Hércules junto a un altar encendido y sosteniendo en la mano derecha un skyphos (Fig. 19), lo cual parece ser una prueba del uso de esta forma cerámica en el culto doméstico. La utilización de microvasos, con especial gusto por determinadas formas, está atestiguada también en la religión doméstica ibérica (véase el capítulo IV).
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Pero son las fuentes escritas las que mejor documentan la formación de la religión privada de los romanos y su papel en la sociedad. Si bien son tardías respecto de su origen, pues las primeras datan ya del s. III a.C.,23 recogen tradiciones antiguas aún existentes en su época,24 lo cual da una idea de la íntima vinculación de estas con elementos sustanciales de la sociedad,25 tanto como para mantenerse a lo largo de los siglos, a pesar incluso de que para entonces las atribuciones originales de cada divinidad parecían haberse difuminado en la memoria colectiva.26 Este olvido de la naturaleza y de las atribuciones originales de los dioses domésticos no debe resultar extraño pues, como se ha dicho, sus competencias se centraban en garantizar aspectos básicos de la vida cotidiana, algunos de los cuales perdieron importancia con la urbanización de la vida romana y otros, aun manteniéndola, se encontraban altamente asegurados por dicha forma de vida. La disociación entre la pérdida del recuerdo de las funciones de cada divinidad y el mantenimiento de rituales que parecen remitir a orígenes remotos no resulta tampoco extraña,27 pues 23 Plauto y Nevio nos ofrecen en sus obras las referencias más antiguas que conservamos a las divinidades domésticas. Plauto convirtió al Lar familiaris en el protagonista de una de sus obras, Aulularia, aportando una valiosa información sobre el culto que recibía, su importancia en la casa y su vinculación con el fuego del hogar. Nevio, que se refiere también al Lar, ofrece la primera descripción de uno de sus dos tipos iconográficos, el de Lar danzante (Naev., Tunic. 99-102, vid. inf. pp. 45-46). 24 Catón recoge, en su tratado de agricultura, algunas «recetas mágicas», como las llama G. Dumézil (1974: 522), utilizadas por el villicus en su actividad cotidiana, que ponen de manifiesto lo arcaico de estas creencias: modos de proceder para proteger de enfermedades o curar a los animales (Cato, agr. 70-71), encantamientos contra luxaciones y fracturas (ibid.: 160), rituales previos a la poda del bosque (ibid.: 139), etc. Estas «recetas» son la manifestación de preocupaciones propias de sociedades agropastoriles aún altamente dependientes de la naturaleza y que confían, por tanto, a lo sobrenatural el éxito de sus cosechas y, con ello, su subsistencia. 25 En relación con esto se puede mencionar un bello pasaje de M. P. Nilsson (1961: 100) sobre la religión griega primitiva: «[...] una religión sumamente evolucionada es como la vegetación total de un bosque. Los grandes dioses son los árboles altos, que levantan su copa poderosa hacia lo más elevado, que más se destacan ante la vista y que determinan el carácter del bosque. Pero son también los más fáciles de derribar y de remplazar con otros nuevos. Más difícil resulta extirpar la maleza, que a esas copas ocultan y privan de aire pero sin ahogarla; eso que acostumbramos a llamar figuras menores de las creencias populares. El pasto pegado a la tierra es todavía más tenaz, siempre nacen las mismas hojas y siempre florecen las mismas flores sencillas». 26 Así parece ocurrir, al menos, desde la época de Cicerón, quien se refería de manera indistinta a los Lares y a los Penates, al hablar de las divinidades de su casa (Cic., dom. 1; 106, 4; 108, 10; vid. inf. pp. 70-71, n. 105). Censorino, por su parte, igualaba en el s. III d.C. al Genius con el Lar (Cens., III, 2). 27 La pérdida del recuerdo no fue total, sino que parece que subyació en el culto y se mantuvo en su esencia y en la
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la estricta observancia del ritual era uno de los elementos característicos de la religión romana. Solo así se consideraba que era posible garantizar que sería del agrado de la divinidad y que esta sería propicia; esto explica el arcaísmo y el tradicionalismo propios de esta religión y que el rito, no solo el público sino también el doméstico, se mantuviera inmutable siglo tras siglo (vid. inf. pp. 121-122). Las fuentes escritas vinculan también a las divinidades protagonistas del culto doméstico con los orígenes míticos de Roma. En la Eneida, Virgilio recoge la tradición según la cual Eneas huyó de Troya en su viaje hacia la Península Itálica llevándose consigo no solo a su padre y a su hijo, sino también a los dioses de su familia, los Penates, a lo cuales rindió culto al desembarcar en el Lacio28 (Verg., Aen. VIII, 121), tal y como ilustra uno de los relieves de la fachada principal del Ara Pacis (Fig. 2). También los Lares aparecen ligados al héroe troyano en una inscripción fechada entre finales del s. IV y comienzos del s. III a.C., aparecida en Tor Tignosa (Italia), en las cercanías de la antigua ciudad de Lavinium, fundada, según la tradición, por el héroe troyano. En ella se lee: Lare Aineia d(ono) (M. Torelli, 1984: 181). La relación del culto doméstico y de sus divinidades con los orígenes de Roma, tanto en testimonios materiales antiguos como en la reelaboración tardorrepublicana y de comienzos del Imperio de los mitos fundacionales, es la expresión de la íntima relación que estos tenían con elementos estructurales que se encontraban en la base de la cultura romana, como la familia y el hogar. Precisamente, este carácter estructural es lo que explica que determinados elementos de este culto se convirtieran, más o menos transformados, en componentes sustanciales de la religión de Estado (M. Torelli, 2000: 67). Los paralelismos a diferente escala, como si de un juego de muñecas rusas se tratase, que la organización social romana establecía entre la familia doméstica y la gran familia que era el Estado y entre la morada privada y la gran morada que era la Urbe explican que la religión privada encuentre equivalencias claras en la religión del Estado, al menos desde la época de las reformas religiosas que la tradición atribuye al rey Numa Pompilio. El lugar en el que se materializó de forma más clara esta equivalencia fue el Foro republicano —el atrio de la gran casa de Roma—,
de los dioses, recuperándose en cierto modo cuando convenía por las circunstancias específicas (vid. inf. cap. VI, apdos. 1, 2 y 4). 28 En relación con esto, véase también la p. 55.
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Fig. 2. Relieve en el frontal del Ara Pacis Augustae (Roma, Italia). Eneas ofrece un sacrificio a los Penates, dentro del templo construido en su honor [M. Pérez Ruiz].
en el cual fue construida la Regia,29 la morada de los monarcas romanos a la cual estuvo siempre asociado el culto público de Vesta, que es quizá el ejemplo más claro de la relación existente entre la religión privada y la pública (Fig. 3; A. de Marchi, 1896: 27). La Regia se configuró, según la hipótesis de Andrea Carandini, como un complejo palacial que se fue transformando ya desde la monarquía, en un proceso en el que cultos como el de Vesta, los Penates o los Lares pasaron de formar parte de la casa del rey a separarse formal y conceptualmente en espacios independientes (A. Carandini, 1997: 512-513, láms. XVII-XXI). Este parece ser el proceso por el cual los cultos domésticos de la familia real, agrupada no solo en la Regia, sino posiblemente también en las casas documentadas en torno a ella,30 habrían adquirido paulatinamente un ca29 Esta sería la continuadora, según A. Carandini (1997: 59), de una primera regia ubicada en el Palatino e identificable con una de las cabañas interpretadas como la casa de Rómulo, según la tradición. 30 A. Carandini (1997: 510-511) propone la existencia de todo un barrio real en torno a la Regia, en el que morasen, en las destacadas casas de atrio halladas en la zona de la Sacra Via, los miembros de la gens de los Tarquinios.
rácter más público —otorgado precisamente por ser los desarrollados en la morada del gobernante— y perdido poco a poco el privado, proceso que habría culminado con el derrocamiento de la monarquía y la vinculación de dichos cultos a la ciudad, a la comunidad cívica y, por ende, al Estado.31 La similitud en las funciones desarrolladas por las vestales y las hijas o la esposa de cualquier familia en relación con el fuego, la aparente equivalencia del pontifex maximus con el paterfamilias en su relación con las vestales, el similar significado de la llama eternamente encendida en relación con la casa y con la ciudad o la ubicación de los Penates en el penus doméstico y en el penus Vestae parecen de31 En este sentido, resulta interesante la ubicación, según las recostrucciones más recientes (F. Coarelli en LTUR, s. v. Lares, aedes; A. Carandini, 2004: 50-53), del primer templo dedicado a los Lares en Roma (s. VI a.C.), el aedes Larum in summa sacra via (R. Gest. div. Aug. IV, 7), junto al atriumaedes Vestae, ya que se trataría de la monumentalización e independización del altar dedicado a los Lares existente previamente en la Regia, pero manteniendo la relación con esta y con el templo de Vesta (véase F. Giacobello, 2008: 39, n. 15, con bibliografía), según la costumbre romana de perpetuar el uso de los espacios urbanos.
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Fig. 3. Planta del Foro romano, con indicación de la Regia [F. Just y M. J. Miller a partir de S. B. Platner, Wikimedia Commons].
mostrar ampliamente la estrecha relación entre el ritual y las creencias domésticas y determinados aspectos de la religión del Estado.32 El diálogo entre público y privado es, por tanto, tan antiguo como la propia Roma y se mantuvo constante a lo largo de los siglos, pues la legitimación de determinadas cuestiones de Estado se buscó precisamente en los elementos constitutivos de la sociedad romana, entre ellos la familia y su culto.
3. LAS DIVINIDADES DOMÉSTICAS
EL LAR
FAMILIARIS
Los Lares se encuentran entre las divinidades más antiguas del panteón romano,33 relacionándose incluso 32 A. de Marchi (1896: 27) pone también el acento en el origen doméstico de gran antigüedad al que responden algunas de las ofrendas realizadas a Vesta, así como en los instrumentos y el procedimiento usados para prepararlas, algo en lo que abunda J. C. Saquete (2000: 41-43) en su trabajo sobre las vestales, al destacar las antiguas tradiciones a las que responden algunas de sus actividades domésticas. Otros aspectos arcaicos de la religión romana como las ceremonias de lustración del recinto de la ciudad o los sacra popularia son también puestos en relación con ritos domésticos por A. de Marchi (1896: 27). 33 Los estudios etimológicos de la palabra Lar realizados por los propios historiadores y anticuarios latinos ya subraya-
con sus mitos fundacionales (vid. sup. p. 37), y presentan una doble dimensión pública y privada, con una línea de separación entre ambas a veces muy sutil. Como parte de ese grupo de divinidades de gran antigüedad, fueron inicialmente fuerzas divinas poco definidas (F. Giacobello, 2008: 38) y de orígenes poco claros. Existen tradicionalmente dos teorías principales sobre el origen y la naturaleza primitiva de estos dioses. Una de ellas, defendida en primer lugar por Georg Wissowa (en W. H. Roscher, ML II.2, s. v. Lares: 1868-1897, passim; G. Wissowa, 1912: 167), los considera dioses del lugar y los relaciona con la propiedad agrícola y con la naturaleza domesticada. Según el investigador alemán, el origen de los Lares se encuentra fuera de la casa, en los compita, originalmente capillas colocadas en los cruces de caminos en los que colindaban varias propiedades,34 puntos ban la antigüedad de esta divinidad, asociándola a un origen sabino (Varro, ling. V, 74) o etrusco (Val. Max., X). Véase, al respecto, G. Wissowa en W. H. Roscher, ML II.2., s. v. Lares: 1868-1870. 34 Isidoro de Sevilla define así los compita: compita sunt, ubi est usus conuentus fieri rusticorum, et dicta compita, quod loca multa in agris eodem competant, et quo conuenitur a rusticis. «Compita (encrucijadas) son los lugares en que los campesinos acostumbran celebrar sus reuniones; y se llaman compita muchos lugares que, en medio de los campos van a
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inestables y peligrosos que era necesario poner bajo la protección divina35 (G. Wissowa, 1872). Según esta teoría, por tanto, los Lares eran en origen dioses liminales y tópicos,36 protectores del fundo37 —casa familiar incluida—, que tenían su morada en el compitum, el cual contaba con tantos accesos y altares como propiedades confluían en él, de manera que cada familia podía llevar a cabo las ofrendas y sacrificios a su Lar de forma independiente38 (Id., 1912: 167). Esta naturaleza agrícola original de los Lares viene avalada, según G. Wissowa, por la antigüedad de los testimonios que hacen referencia a los Lares como guardianes de los campos, frente a lo tardío de las fuentes que los relaciona con los antepasados (G. Wissowa en W. H. Roscher, ML II.2., s. v. Lares: 1889-1889; vid. inf.). Sus apoyos principales, en este sentido, son el Carmen Fratrum Arvalium, original de los ss. V-IV a.C. y en el cual los Lares aparecen invocados por primera vez, con la palabra Lases,39 como divinidades ctónicas adoradas junto con Marte40 en el bosque sagrado de la dea Dia (M. D. Petruševski, 1967: 417); la inscripción del ara Consi referida por Tertuliano (spect. 5), en la que aparecen junto con Marte y Consus,41 y la devotio de Decius, referida por Tito Livio (VIII, 9, 6), en la que junto a divinidades principales como Júpiter, Jano, Marte o Quirino,42 todas ellas entre las más antiguas del panteón romano, se invoca a Belona y a los Lares, a los di indigetes y a los di novensides (G. Wissowa en W. H. Roscher, ML II.2., s. v. Lares: 1870). También la antigüedad de las
desembocar (competere) a un mismo punto» (Isid., orig. 15, 2, 15; trad. J. Oroz y M. A. Marcos). 35 J. Aronen (1989: 71) explica cómo estas zonas de confín espacial, al igual que las de confín temporal (paso de la infancia a la vida adulta, de la vida a la muerte...), son la materialización de la idea romana del «luogo critico tra l’ordine e il disordine» y como tales, todas ellas están bajo la protección de los Lares. 36 G. Wissowa los compara con otros muchos Lares que protegían lugares: viales, permarini, militares, del Estado o del pagus (G. Wissowa en W. H. Roscher, ML II.2., s. v. Lares: 1890). 37 Tibulo los denomina agri custodes (Tib., I, 1, 19-20). Vid. inf. este y otros epítetos que recibían los Lares domésticos. 38 Por tanto, según Wissowa, aunque en cada compitum había varios Lares, cada familia tendría solo uno. 39 Enos Lases iuvate (CIL I1-2, 2). 40 La naturaleza primitiva del Marte itálico como divinidad de la agricultura, asociado a la llegada de la primavera, y su identificación con otros dioses de la naturaleza como Silvano es argumentada por J. Frazer (en Ov., fast., pp. 397-403) y M. D. Petruševski (1967). En contra, A. Carandini, 1997. 41 Consus presidía, junto con Ops, el ritual de almacenamiento de las provisiones en las profundidades del penus doméstico (M. Torelli, 2000: 65). 42 Júpiter, Marte y Jano son invocados como divinidades protectoras de la actividad agrícola en diferentes pasos de la obra de Catón (agr. 132, 141 y 134, respectivamente).
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Compitalia,43 como fiesta familiar agrícola celebrada en origen en los compita rurales, sirve de apoyo a su teoría (ibid.: 1872-73). Siempre según esta teoría, cuando la sociedad romana se urbanizó y dejó atrás su carácter rústico, el Lar mantuvo su función de dios del lugar pero pasó a proteger únicamente la casa como propiedad familiar y a ser venerado, junto con el resto de divinidades domésticas, en el fuego del hogar, altar de la morada. En ello jugaron, en opinión de algunos autores, un papel importante los siervos de la familia, protegidos por este dios (Plin., nat. XXVIII, 267) y a los cuales les estaba permitido participar en el culto, que incluso se les habría confiado en determinados momentos44 (G. Wissowa, 1912: 168-169; W. Warde Fowler, 1911: 78). El recuerdo de la vinculación del Lar con la propiedad agrícola parece haberse mantenido en la villa, donde siguió siendo venerado en el compitum, además de en el hogar (Cato, agr. 2, 1; Tib., II, 1, 59-60). Ernst Samter (1901: 105-123) ha formulado, en cambio, una teoría en la que se le da al Lar familiaris una dimensión funeraria, dando forma a una idea ya presentada más someramente por otros autores, a partir de datos aportados por las fuentes escritas (Arnob., 3, 41; Serv., Aen. VI, 152, entre otros). Samter considera que el origen del Lar familiaris se encuentra en la casa, no en los compita,45 como personificación de los espíritus de los antepasados. Además de los argumentos encontrados en las fuentes literarias, esto explicaría ciertos comportamientos de los miembros de la familia con este dios: la ofrenda en el fuego del alimento caído de la mesa, que, en la cultura romana como en muchas otras, se debía a la creencia de que la comida caída al suelo pasaba a pertenecer a los muertos (E. Samter, 1901: 108-110; Plin., nat. XXVIII, 27); la colocación de muñecos de lana, con sexo 43 Celebradas entre las Saturnalia y el 5 de enero (W. Warde Fowler, 1899: 279). 44 Cic., leg. 2, 27: neque ea quae a maioribus prodita est cum dominis tum famulis, posita in fundi uillaeque conspectu, religio Larum repudianda est. «Y tampoco se debe rechazar aquel culto religioso de los lares que ha sido transmitido por nuestros antepasados, tanto a señores como a siervos, y que está a la vista en sus tierras y en sus fincas» (trad. C. T. Pabón).Véase también Cato, agr. 5, 3; 143, 1-2. Tradicionalmente, se ha subrayado la especial vinculación de los esclavos con el culto a los Lares; sin embargo, el peso de estos miembros de la familia en el desarrollo y la evolución del rito doméstico es controvertido y de ello se hablará en la valoración de los espacios de culto doméstico (vid. inf. p. 100). 45 Argumenta que, de proceder de los compita, los Lares de la familia deberían ser múltiples, como lo eran en estas capillas de las encrucijadas (E. Samter, 1901: 107-108). Véase, en contra, lo dicho en n. 38.
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diferenciado, en los umbrales de las puertas durante la fiesta de las Compitalia (Macr., Sat. I, 7, 34-35), como ofrenda sustitutiva de antiguos sacrificios de sangre ofrecidos a los espíritus de los antepasados46 (E. Samter, 1901: 110-112). Una ulterior confirmación a esta teoría se encuentra en la relación entre los Lares y Larentia, cuya fiesta, las Larentalia, tenía un carácter indudablemente funerario (ibid.: 115). Larentia o Acca Larentia es una de las divinidades propuestas en la tradición literaria como madre de los Lares, al igual que Mania, Lala, Lara, Larunda o Muta, todas ellas conectadas con el mundo de los muertos47 (A. de Marchi, 1896: 40). El hecho de que el Lar se trasladase con la familia en caso de cambiar de casa,48 en vez de quedarse ligado a la anterior, es para Samter una evidencia clara de que esta divinidad doméstica no tenía una naturaleza tópica (E. Samter, 1901: 108). Por otro lado, su presencia en el Carmen Fratrum Arvalium se explica, según esta teoría, por su carácter de espíritus protectores de la familia, que bendecían los campos para que diesen abundantes frutos (ibid.: 118). Los razonamientos de múltiples investigadores a favor de una u otra teoría se han sucedido hasta la actualidad, sin que ninguna de las dos se haya impuesto sobre la otra.49 Los estudios llevados a cabo 46 El hecho de que se realizara de noche subraya, para E. Samter, el carácter ctónico del Lar. En contra de esta teoría, véase D. Harmon (1978: 1595), quien, a partir de ideas desarrolladas por G. Dumézil, defiende que estas bolas y muñecos de lana formaban parte de un rito lustral. 47 G. Dumézil (1974: 302) rechaza el argumento de la madre de los Lares en la exégesis de su origen y de su naturaleza, ya que considera que este aspecto del mito es una especulación docta tardía. En contra de esta idea, véase J. Aronen (1989: 65-75), quien reivindica además la importancia de la Mater Larum para entender la naturaleza y atribuciones de los Lares. Véase el mismo autor para los nombres recibidos por esta Mater Larum y la relación entre ellos. 48 Plauto plasma en el Trinummus (I, 2, 1) una ofrenda realizada a los Lares por la matrona, con motivo del cambio de casa. 49 Entre otros, M. C. Waites (1920: 241-249) o P. Vanucci (1919) han defendido la relación de los Lares con el ámbito funerario, mientras que J.-A. Hild (Daremberg-Saglio, III.2, s. v. Lares: 939-941), W. Warde Fowler (1911: 77-79) o G. Dumézil (1974: 301-104) se han decantado por su relación con la agricultura. Se han desarrollado también teorías alternativas, la mayoría sin seguimiento posterior (G. Laing, 1921; I. Paladino, 1988: 207-211; G. Piccaluga, 1961: 94-97). En este debate, debe tenerse en cuenta que, en las culturas circunmediterráneas, la relación entre el mundo de los muertos y el ciclo agrícola resulta francamente estrecha. Basta pensar en el mito griego de Perséfone, pero no solo en él, ya que otras tradiciones, como la ibérica, aglutinan en una divinidad femenina primordial, asociable a la Tanit o la Astarté semitas o a la propia Perséfone (T. Tortosa, 2006: 50), un conjunto de atribuciones relacionadas con ambas cuestiones (vid. inf. pp. 198-199). La ambigüedad en torno al origen de los Lares y la dificultad para discernir si se trataba de divinidades agrícolas o
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últimamente sobre los orígenes de Roma han primado y reforzado la teoría de Ernst Samter (A. Carandini, 1997: 76-78, 82-84), en lo que ha jugado un papel importante la inscripción Lare Aineia d(ono), hallada junto a Lavinium (vid. sup. p. 35). En ella, la palabra Lar como aposición a Eneas se ha interpretado con el sentido de «un summus pater e di un antenato divinizzato» (F. Giacobello, 2008: 38), concepto subrayado en la leyenda sobre la concepción de Servio Tulio, en la que el Lar familiaris, padre del rey, es denominado por Dionisio de Halicarnaso y por Plutarco con el término ᚙɏɘɑɍᚫɈɍɓɏɍᛓ, aludiendo al concepto extrahumano de héroe50 (ibid.: 38-39; Dion. Hal., ant. IV, 2, 1, 1-4; Plut., mor. 323 C). Pero hay también elementos a favor de la vinculación del Lar familiaris con la agricultura y con la naturaleza cercana, como inicialmente propuso Georg Wissowa, que no deben ser pasados por alto y que, en nuestra opinión, deben ponerse en relación con las creencias domésticas más antiguas, que buscaban, como hemos dicho, poner en manos de los dioses los elementos básicos para la subsistencia, como los campos de los que se obtenía el alimento (vid. sup. apdo. 2). Se ha hablado ya de la invocación de los Lares en el Carmen Fratum Arvalium y en el ara Consi, en los cuales aparecen relacionados con Marte como divinidad agrícola (M. D. Petruševski, 1967: 417), pero los Lares aparecen también vinculados a otras divinidades, cuya relación con la naturaleza domesticada y semisalvaje es incontestable, tales como Silvano, Pan o Fauno51 (J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, III.2, s. v. Lares: 939). Marcel Bulard ha puesto precisamente de manifiesto las concomitancias existentes entre los Lares y Silvano a partir de las representaciones de este último en las pinturas de lararios de Delos52 (Fig. 4; M. Bulard, 1923: 463-465). El mismo autor recoge un epígrafe conservado en el lapidario vaticano que subraya la relación entre ambas divinidades y la dimensión agrícola del Lar invocado, al acompañarse del epíteto agrestis: Silvano / Lari agresti / A. Larcius Pro / culus d(edit) d(edicavit).53 Esta misma de antepasados divinizados no resulta, por tanto, sorprendente en este contexto mediterráneo. 50 Véase, más abajo, la p. 44, n. 67. Al rey Servio Tulio se le atribuye el establecimiento de compita en los cruces de las calles de Roma, a imagen de los de los caminos rurales. 51 P. Grimal (2000: 50) lo relaciona también con Príapo. 52 G. Dumézil llega incluso a interpretar a Silvano como «una sorta di Lare, più irsuto» (G. Dumézil, 1974: 306). Sobre la relación de ambas divinidades se volverá al abordar las cuestiones hispanas, a partir del análisis de las figurillas de bronce aparecidas en el larario de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona; véase el registro GE/Vilauba01-C del catálogo). 53 CIL VI, 646.
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Fig. 4. Decoración pictórica del altar junto a la entrada de la casa D, en la insula I del Barrio del Estadio, Delos (Grecia). A la izquierda, fauno con flauta de Pan y corona vegetal entre dos palmas [M. Bulard, 1926b: lám. XVIII].
dimensión parecen tener los Lares de un ara hallada en Ostia (Italia)54 en la que dos Faunos, cada uno con una sítula (atributo típico de los Lares), aparecen acompañados de sendas figuras que, por la vestimenta y la inscripción presente en el ara,55 pueden ser identificados como Lares; encabeza la escena Hércules, en el centro del relieve, junto a un altar cuadrangular colocado delante de un árbol56 (Fig. 5a-c). La vestimenta, las ofrendas y algunos de los atributos que presentan las representaciones de Lares son comunes también a divinidades de la fertilidad y de la abundancia.57 Un elemento de importancia no desdeñable en este contexto es la cornucopia (Fig. 9), que aparece como atributo no solo de los Lares sino también del Genius y de Vesta.58 Se trata de un símbolo de fertilidad, de prosperidad y de abundancia que expresa la idea de «bien-être et de richesse, à une époque où la boisson et les fruits de la terre suffisaient à la nourriture essentielle de l’homme» (Pottier en Daremberg-Saglio, I.2, s. v. Cornucopia: 1515). Con este sentido, la cornucopia se extiende como atributo a divinidades como el Genius, que representan la fertilidad y la perduración de la estirpe y, por tanto, la prosperidad de la familia. 54 El ara, de época tardoaugustea o claudiana, fue hallada en el compitum mejor conservado de Ostia, en la llamada Piazza dei Lari, donde se conserva todavía. 55 [vicom]ag(ister/istri) d(e) s(ua) p(ecunia) f(aciendam) c(uravit/uraverunt) / Laribus / Vicin(alibus/is/iae) sacr(um) /aram marmoream. 56 Sobre este ara, véase G. Calza, 1916. Estas cuestiones han sido ya abordadas en M. Pérez Ruiz, 2008: 284-285. 57 F. Giacobello (2008: 94) subraya, en cambio, la relación de algunos de estos elementos con el ámbito funerario. 58 Vid. inf. los apartados dedicados a ambas divinidades.
Pero la cornucopia aparece también en representaciones griegas y romanas como atributo de Plutón y de su esposa Proserpina (ibid.: 1516), de manera que adquiere una dimensión diferente, más amplia, al convertirse, en manos de estos dioses, en un símbolo del ciclo agrícola y del ciclo vital, dos conceptos indisociables en la coiné mediterránea (M. P. Nilsson, 1961: 117), razón por la que se condensan en la mayoría de las culturas en una misma idea divina, generalmente una gran diosa madre.59 De manera que es posible preguntarse si la cornucopia en manos del Lar no subraya precisamente ambas naturalezas, agrícola y funeraria, como conceptos indisociables. Las dos teorías principales sobre su origen pueden considerarse, según este enfoque, no antitéticas sino complementarias. El Lar, como divinidad encargada de proteger los campos de la familia, tiene una dimensión ctónica y una conexión con la tierra que justifican su vinculación con el mundo de los muertos y con divinidades ultraterrenas. Las alusiones a la muerte y a la vida que renace están presentes en los cultos agrarios de la antigüedad, por lo que no es de extrañar encontrarlas en los que atañen al Lar. Sin embargo, no podemos evitar mostrar escepticismo en la identificación directa del Lar con los antepa59 Véase, en el capítulo siguiente, lo dicho a este respecto para la cultura ibérica. M. Eliade dedica un pequeño apartado de su Tratado de historia de las religiones a las divinidades agrarias y funerarias, en el que subraya la idea de que «La mayoría de las veces, las divinidades de la fertilidad telúrico-vegetal se convierten también en divinidades funerarias» (M. Eliade, 1949: 354).
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c) Fig. 5. Ara del compitum de la Piazza dei Lari, Ostia (Italia): a) el ara tal como se encuentra actualmente; b) detalle de Fauno y Lar danzante; c) desarrollo de la decoración y del epígrafe [a-b) M. Pérez Ruiz; c) G. Calza, 1916: 16, fig. 2.5].
sados pues, como se verá en el apartado dedicado a estos, parece que tienen una representación y una identidad propias en el contexto del culto doméstico y del larario.60 60 Precisamente, la conservación de una aparente representación de Lar junto con figurillas de antepasados en el larario pompeyano de la Casa del Menandro ha sido esgrimida como argumento a favor de la interpretación del propio Lar como
La vinculación entre el ciclo agrícola y el ciclo vital, así como el carácter ctónico de todo lo que en la representación de los antepasados. Recientes estudios parecen demostrar, sin embargo, que se trata más bien de una representación de Mercurio sedente sobre una roca, pues, como se verá, los Lares se presentan, en sus dos tipos iconográficos principales, como figuras estantes. Sobre esta cuestión se hablará con más detenimiento en el apartado dedicado a los antepasados (vid. inf. p. 61).
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Antigüedad tenía que ver con la agricultura son cuestiones ampliamente estudiadas y aceptadas y en las que, a nuestro juicio, debe enmarcarse la naturaleza del Lar, como protector en origen del fundo doméstico, es decir, de la propiedad que incluía la casa, pero también y especialmente los campos de los que se abastecía la familia. Solo en un momento posterior, cuando la sociedad romana pasó a ser urbana, el ámbito de competencia del Lar se vio restringido a la casa y solo en las villae se mantuvo como protector de los campos. En cuanto a sus atribuciones, parece que el Lar entró en la casa como un numen dedicado a la protección y la vigilancia61 (D. G. Orr, 1978: 1565), que proporcionaba salud, bienestar y prosperidad, a la vez que defendía la morada de intrusos (en el plano humano o divino) y era el representante divino de la familia.62 Attilio de Marchi (1896: 43-44) recopila los epítetos con los que se alude a él en las fuentes clásicas, haciendo referencia a estas atribuciones: aequi (Hor., sat. II, 3, 164-165) por su severa justicia y su benévola condescendencia; salutares (Ann. Corrisp. Arch., 34: 300), por su protección y patrocinio; paterni (Plaut., Merc. 834), por su tradición familiar como divinidades heredadas de padres a hijos;63 proprii (Hor., sat., II, 6, 66) o suoi (Cic., dom. 108, 10; Phil. 2, 75, 11-12), por su vinculación a una determinada casa y a una determinada familia, razón por la que eran también llamados domestici (CIL III, 4160) o casanici (Henzen, 5770). Recibieron también, como se ha visto, epítetos relacionados con su carácter agrícola, como agresti (CIL VI, 646) o agri custodes (Tib., I, 1, 19-20). Pero las fuentes se refieren principalmente a él como Lar familiaris (Plaut., Aul.; Plaut., Mil. 1339; Apul., flor. 22, 1; Sall., Catil. XX, 12, 1, etc.), inicialmente en singular y solo a partir de finales de la República en plural. Las primeras referencias literarias a los Lares domésticos en plural parecen encontrarse en la obra de Cicerón, como en De domo sua, de 57 a.C.: ista tua pulchra Libertas deos penates et familiares meos lares expulit 64 (Cic., dom. 108). En la segunda mitad del s. I a.C., Tibulo utiliza, sin embargo, la palabra Lar en singular y en plural: reddereque antiquo menstrua tura
61 Vosque, Lares, tectum nostrum qui funditus curant. «Y vosotros, Lares, los que cuidan nuestro hogar desde los cimientos» (Enn, ann., sedinc. 619; trad. J. Martos). 62 Algunas referencias literarias interesantes a este respecto son Plaut., Aul. 1-5; Tib., I, 10, 15-16; Ov., fast. V, 137-140. 63 En relación con los siervos domésticos, no serían Lares paterni, sino Lares domini (Colum., XI, 1, 19, 4). 64 «¿Esa tu hermosa Libertad ha expulsado a mis dioses penates y a mis lares familiares...?» (trad. J. M. Baños).
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Lari 65 (Tib., I, 3, 34); Vos quoque, felicis quondam, nunc pauperis agri / custodes, fertis munera vestra, Lares 66 (Tib., I, 1, 19-20). Parece, por este uso ambiguo del número que hace Tibulo, que la transformación del Lar familiaris en una pareja de Lares se produjo en esa época. La razón de la generalizada duplicación del dios en el ámbito doméstico debió de ser su asimilación con los Lares públicos (compitales 67 o praestites), representados siempre en pareja, o bien con los Dioscuros, cuya iconografía tuvo una gran influencia en la de los Lares según algunos autores68 (F. Giacobello, 2008: 52-54, 95-96). Las primeras representaciones de Lares conocidas datan del s. II a.C. Inicialmente, las imágenes de culto de los Lares se realizaban con materiales modestos, madera (Tib. 1, 10, 16-20) y posiblemente terracota, pero son las de bronce y piedra, así como las pinturas, las que han llegado hasta la actualidad. No se debe descartar, sin embargo, que la madera y la terracota se siguieran usando a la vez que el bronce y la piedra, en las representaciones de Lares, si bien la ausencia de restos impide afirmarlo.69 Existen, por otro lado, representaciones de Lares en otros materiales, como la moneda de la gens Caesia o lucernas de terracota (Tran Tam Tinh en LIMC VI.1, s. v. Lar, Lares: 210; VI.2, lám. 101). Un caso singular es el de una escultura de Lar hallada en las cercanías de Mérida en el s. XIX y actualmente expuesta en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz (Fig. 6), la única del tipo II 65 «Pero que a mí me quepa honrar los penates patrios / y ofrendar al antiguo Lar el incienso debido al mes» (trad. E Otón). 66 «Vosotros también, del antaño fértil, hoy pobre campo, / guardianes Lares, tenéis vuestras ofrendas» (trad. E. Otón). 67 Nos referimos aquí a los Lares compitales urbanos, cuyo culto fue establecido en los cruces de calles, según la tradición, por el rey Servio Tulio, quien —cuenta el mito—, descendía él mismo de los Lares. Este culto se considera una trasposición del original rural, al que nos hemos referido en relación con el origen de los Lares; en él los dioses se fosilizaron en número de dos, al menos desde que se tienen representaciones figuradas de ellos. 68 F. Giacobello destaca las similitudes conceptuales entre ambas parejas divinas, puestas de manifiesto en la iconografía. La primera es su naturaleza heroica y divina, como hijos de un dios y una mortal. Esto debe ponerse en relación con la palabra ᚙɏɘɑ, usada por algunos escritores griegos para referirse al Lar familiaris y esgrimida como argumento a favor de interpretarlos como la representación divinizada de los antepasados familiares (vid. sup. pp. 40-41). 69 En el larario hallado en una de las exedras del peristilo de la Casa del Menandro (Pompeya), una de las figurillas que se encontraban en su interior y que eran originalmente de madera se ha interpretado generalmente como un Lar. Sin embargo, la iconografía parece ajustarse más a la de Mercurio sedente sobre una roca (P. M. Allison, 2006: 85; vid. inf. pp. 62-63). Tampoco se han conservado Lares de terracota, si bien hay representaciones de otras divinidades en este material en lararios pompeyanos (G. K. Boyce, 1937: 26, n.º 42; 53, n.º 202; 89, n.º 446; 91, n.º 459).
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Fig. 7. Hermae con representación de Lares bullati [H. Jordan, 1882: lám. M].
como Lares por la presencia de la bulla pendiendo del cuello71 (Fig. 7; H. Jordan, 1882: 71). Existen dos tipos iconográficos para las representaciones de Lares. En ambos casos, el Lar aparece como un joven de cabello rizado, tocado frecuentemente con una corona vegetal (Fig. 39), floral o de espigas (Figs. 8-9), de la que penden sendas infulae que descansan sobre los hombros (Fig. 6); viste túnica por encima de la rodilla, ceñida a la cintura y con amplia manga hasta el codo, y calza embades (Figs. 8-9) o calcei mullei. El tipo I,72 el más común, presenta como atributos un rython en una de las manos y en la otra una pátera o una sítula;73 la vestimenta se completa con un pallium anudado en la cintura, con los extremos que penden a ambos lados de las caderas, o recogido en los brazos, cayendo o no desde los hombros; aparece con una de las piernas ligeramente elevada y en actitud de danza74 (Fig. 8). El Lar del tipo II porta como atributos una pátera en la mano derecha y una cornucopia que sostiene con el brazo izquierdo; el pallium, en este caso, sube al hombro desde la parte inferior de la espalda para caer por delante desde este y cruzarse por el pecho hasta anudarse en la cintura, de donde penden sus extremos; Fig. 6. Escultura de Lar en piedra hallada en las cercanías de Mérida (Badajoz). Museo Arqueológico Provincial de Badajoz. N.º inv. 231 [M. Pérez Ruiz].
—según la tipificación que se verá a continuación— en bulto redondo realizada en piedra conocida hasta la fecha70 (M. Pérez Ruiz, 2008). Singulares son también dos hermae en piedra de la antigua colección del Museo Torlonia, en Roma, identificados por H. Jordan 70 También las dimensiones, de casi un metro de altura, son inusuales.
71 La relación de los Lares con la bulla se verá al referirnos a la ritualidad en relación con estos dioses (vid. inf. p. 112). Este atributo no es común en las representaciones de Lares, pero el término aparece atestiguado en las fuentes escritas como epíteto: duo Lares bullatos (Petron., 60, 8, 2). 72 Se describen aquí las variantes más comunes de cada tipo iconográfico documentadas en ámbito doméstico. Para una recopilación completa de dichas variantes, véase Tran Tam Tinh en LIMC VI.1, s. v. Lar, Lares: 205-212; VI.2, láms. 97-102. 73 Al representarse normalmente en pareja y simétricos, los Lares del tipo I no llevan cada atributo en una mano concreta, sino que el rython se coloca en la exterior de la composición y la pátera o la sítula en la interior. 74 Este tipo iconográfico se conoce también como Lar danzante o ludentis (Naev., Tunic. 99-102).
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Fig. 8. Lares tipo I [S. De Caro, 1994a: 249].
Fig. 9. Lar tipo II [LIMC VI.2, s. v. Lares: lám. 97, n.º 10].
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la posición de las piernas es más estática que en el tipo I, lo cual, junto con la ausencia de movimiento en los ropajes, le da un aspecto más sereno (Fig. 9). El tipo iconográfico I se considera la imagen de los Lares compitales, mientras que el II se asocia al Lar familiaris.75 Sin embargo, la identificación de cada uno de ellos con la dimensión pública o privada de esta divinidad comporta una serie de problemas en su confrontación con el registro material (F. Giacobello, 2008: 92-94, con bibliografía). Si bien es cierto que el Lar del tipo II se suele representar solo, como el Lar familiaris, y el Lar del tipo I lo hace en pareja, como los Lares compitales, existen casos en los que el Lar del tipo II aparece en pareja (Tran Tam Tinh en LIMC VI.1, s. v. Lar, Lares: 211; A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 218, GFV23; ibid.: 237-238, GF16), lo cual no encaja con su identificación con el Lar familiaris. Otro problema no menor es el de la cronología, pues si bien el tipo II debería ser anterior al tipo I —ya que el Lar familiaris era inicialmente uno—, este no aparece en el registro arqueológico antes de mediados del s. I d.C., mientras que el tipo I está ya atestiguado en pinturas de lararios en Delos del s. II a.C. (Fig. 10a-c; F. Giacobello, 2008: 94). Precisamente la presencia temprana de este tipo iconográfico en ambiente doméstico suscita dudas sobre la teoría, defendida por algunos autores, de que su elección por Augusto como modelo para los Lares de los compita (en la reforma que llevó a cabo del culto compitalicio) fuese la razón de que predominase como representación de los Lares en ámbito doméstico a partir de entonces (Tran Tam Tinh en LIMC VI.1, s. v. Lar, Lares: 211). Los Lares recibían muestras de piedad por parte de la familia al realizar actividades concretas de la vida cotidiana, a la vez que eran objeto de veneración periódicamente, en las calendas, nonas e idus de cada mes y en la fiesta anual de las Caristia. Eran partícipes, además, de los momentos destacados de la vida familiar, como los nacimientos, los ritos de paso hacia la madurez o los matrimonios76 (F. Giacobello, 2008: 43-44), así como de los cambios de casa (Plaut., Trin. I, 2, 1). Se les ofrecía incienso, espelta, uvas, guirnaldas de grano, pasteles de miel, panales, las primicias de la primavera, vino o sacrificios de sangre77 (D. G. Orr, 1972: 23), así como los alimentos que 75 Esta división, presentada en el LIMC, sigue la diferenciación establecida por G. Wissowa (en W. H. Roscher, ML III.2, s. v. Lares: 1891-1894), ampliamente aceptada. 76 Véase Plaut., Aul. 385-387; Pers., V, 30-31; Petron., 29, 8; Cic., leg. II, 55. 77 Se recogen sacrificios y ofrendas realizados a los Lares en Tib. I, 1, 19-24; 1, 3, 34; Hor., carm. 3, 23, 1-6; Plaut., Aul. 385-387; Ov., fast. 2, 631-634.
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c) Fig. 10. Lares danzantes en lararios de Delos (Grecia): a-b) pintura mural a ambos lados de la entrada a la Maison du Lac Sacré; c) pintura mural a la derecha de la puerta de la casa H, en la insula VI del Barrio del Teatro [a) M. Bulard, 1926b: lám. I.1; b) ibid.: lám. I.2; c) ibid.: lám. IX].
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caían al suelo durante las comidas.78 Buena parte de estas ofrendas y sacrificios ocurrían ante el fuego del hogar doméstico, lo cual muestra la estrecha relación de este con los Lares79 (F. Giacobello, 2008: 40-41).
GENIUS
E IUNO
El origen del Genius, como el del Lar, resulta oscuro. Se encuentra en las etapas formativas de Roma, pero no existe consenso sobre si se trata de un concepto divino propiamente romano, como uno de los elementos más antiguos de su religión (G. Wissowa, 1912: 182; W. Otto en RE Paulys XIII, s. v. Genius: 1155; W. Warde Fowler, 1901: 75), o si procede, en cambio, de la etrusca (M. Pallottino, 1975: 158, 295). En cuanto a su naturaleza, las fuentes clásicas lo definen como deum, qui vim obtineret omnium rerum generandum (Paul. ex Fest., 94, 16), o bien como deus, cuius in tutela ut quisque natus est vivit. Hic sive quod ut genamur curat, sive quod una genitur nobiscum, sive etiam quod nos genitos suscipit ac tutatur, certe a genendo genius appellatur 80 (Cens., 3, 1). Estas y otras definiciones del Genius,81 así como el estudio de la propia etimología de su nombre — gen, gignere—, han llevado a la formulación de dos teorías principales sobre su naturaleza, que en los últimos años han sido combinadas en una «tercera vía», que parece haberse impuesto en la investigación. Esta tercera vía presenta al Genius como el principio generador, la esencia y la fuerza vital de todo ser, lugar o cosa (H. Kunckel, 1974: 11), aunando las dos propuestas anteriores: la que lo consideraba una deifi78 Cibus etiam e manu prolapsus reddebatur utique per mensas, vetabantque munditiarum causa deflare, et sunt condita auguria, quid loquenti cogitantive id acciderit, inter execratissima, si pontifici accidat dicis causa epulanti. in mensa utique id reponi adolerique ad Larem piatio est. «La comida que caía de las manos solía recogerse al menos durante los servicios, y estaba prohibido tirar, por pulcritud, cualquier desperdicio; hay augurios registrados de las palabras o pensamientos de comensales que dejaron caer comida, siendo un presagio espantoso que lo haga el Pontífice en una comida formal. En cualquier caso ponerla de nuevo sobre la mesa y quemarla ante el Lar sirve de expiación» (Plin., nat. XXVIII, 27; trad. a partir de W. H. S. Jones). 79 Los ritos religiosos domésticos serán tratados más extensamente en el apartado 6 de este capítulo. 80 «... dios bajo la tutela del cual esta cada uno durante toda la vida, desde el momento en que nace. Este dios, bien sea porque preside nuestra generación, bien sea porque nace con nosotros, o bien sea porque, una vez engendrados, nos protege y nos defiende, se llama Genio, del término latino genere» (trad. a partir de J. Mangeart). 81 Véase Hor., epist. II, 2, 187-188; Serv., georg. I, 302; Varro áp. Aug., civ. VII, 13.
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cación del poder generador (J.-A. Hild en DarembergSaglio, II.2, s. v. Genius: 1488; G. Wissowa, 1912: 175) y la que, rebatiendo esta, lo interpretaba como la divinización de un concepto cercano a la noción del propio «yo», que como tal nacía y moría con él (W. Otto en RE Paulys XIII, s. v. Genius: 1155-1159; G. Dumézil, 1974: 315-316). Como principio fecundador, el Genius estaba íntimamente ligado a la perpetuación de la estirpe y a la continuidad del nombre de la familia (G. Wissowa, 1912: 175), conceptos que, como ya se ha visto, se encontraban en la base de la religión romana. Todas las personas contaban con esta especie de alter ego, incluidas las mujeres. Sin embargo, según una concepción netamente romana, la familia se perpetuaba únicamente por línea patrilineal, precisamente porque se consideraba que su esencia se encontraba, desde su origen, en el Genius del paterfamilias, que la transmitía a sus herederos a través del semen.82 El Genius, por tanto, se perpetuaba en el hijo tras la muerte del padre y así sucesivamente (D. G. Orr, 1972: 47). Se considera comúnmente que la protección de la mujer estuvo en manos de la Iuno (Petron., 25, 4-5; Tib., III, 6, 48-50), que, para autores como Georg Wissowa (1912: 175), existió desde siempre como paredro del Genius (Plin., nat. II, 16; Sen., epist. 110, 1-2), siendo ambos la divinización de dos conceptos distintos y complementarios, la generación (Genius) y la concepción (Iuno).83 Walter Otto (en RE Paulys XIII, s. v. Genius: 1157-1158) y Georges Dumézil (1974: 262-263, 315316) defienden, en cambio, que la creación de una Iuno personal para cada mujer, como paredro del Genius, se produjo en un momento tardío, ya a finales del período republicano, a juzgar por las primeras referencias a ella halladas en las fuentes escritas84 (Tib., III, 6, 48; III, 19, 15). Como muestra la epigrafía, las mujeres podían tener también un Genius,85 a lo que hay que sumar que los 82 En relación con esto pueden ponerse las palabras de W. Warde Fowler (1911: 74): «The soul of a man is often conceived as the cause of life, but not often as the procreative power itself; and that this latter was the Latin idea is certain, both from the etymology of the word and from the fact that the marriage-bed was called lectus genialis». 83 De este mismo parecer es J.-A. Hild (en DarembergSaglio, II.2, s. v. Genius: 1489). 84 Sobre su presencia en el Carmen Fratum Arvalium, véase G. Dumézil, 1974: 263. 85 Así parece demostrar una inscripción funeraria hallada en Tripolitania: D(is) M(anibus) s(acrum) / Genio Tarquitiae / Marcell(a)e matri piissimae / Bisfizl Thaeafa (A)emilia Rusill/a s(ua) p(ecunia) f(ecit) matri sanctissim/ae vixit annis LXI p(lus) m(inus) (CIL VIII, 22770). Un ejemplo similar en otra inscripción lo da G. Dumézil, en este caso en relación con la aplicación de la palabra Genius de forma indistinta a dioses y diosas (CIL II, 2407). Para otros casos similares, véase W. Otto, en RE Paulys XIII, s. v. Genius: 1557.
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Fig. 11. Variantes iconográficas del Genius doméstico: a) tipo FI. Procedencia desconocida. Museo del Louvre (París, Francia), n.º inv. 628; b) tipo FIII, variante con los granos de incienso. Hallado en Lyon (Francia). Musée de la Civilisation Gallo-Romaine (Lyon, Francia); c) tipo FIII, variante con la pátera. Hallado en Boscoreale (Nápoles, Italia). Walters Art Gallery (Baltimore, EE.UU.), n.º inv. 54.752; d) tipo FV. Hallado en las cercanías de Aquisgrán (Alemania). Musée Royaux d’Art et d’Histoire (Bruselas, Bélgica), n.º inv. R 907 [a) H. Kunckel, 1974: lám. 39; b) ibid.: lám. 48; c) ibid.: lám. 45; d) ibid.: lám. 63].
romanos no identificaban a esta divinidad con el principio masculino, como parece demostrar la inscripción de un escudo consagrado en el Capitolio, transmitida por Servio (Aen., II, 351): genio urbis Romae, sive mas sive femina; estos datos parecen reforzar la segunda teoría. Como fuerza procreadora, el Genius se convirtió en la manifestación de las facultades relacionadas con la juventud y la inteligencia. Se identificaba, asimismo, con todo acto bueno y agradable. Estaba vinculado al lectus genialis, locus en el que se materializaba la continuidad familiar,86 y presidía el acto de la generación, manifestándose especialmente el día del nacimiento (Hor., epist. II, 2, 183). Era él quien determinaba el carácter del recién nacido, era el principio director de sus actos, el protector de su existencia (Cens., 3, 1) y la explicación ideal de su destino. Las dotes del Genius variaban en cada persona, su calidad moral y su energía diferían de unos a otros, explicando y determinando el resultado de los enfrentamientos personales, como Plutarco pone de manifiesto en el caso de Marco Antonio y Augusto:ȽᚯɁᚓɎɂɏᚷɒᙼɑɎȽɇɁɇᙼɑᙸɊɇɉɉȽɇ 86 Véanse las siguientes referencias al lectus genialis y a su relación con el Genius y la continuación de la estirpe: Serv., Aen. VI, 603; Paul. ex Fest., 214 L2; Arnob., 2, 67. A partir de estos textos, G. Dumézil (1974: 317) defiende que la invocación al Genius en el lectus genialis no se dirige al principio generador del nuevo miembro de la familia, sino al Genius del paterfamilias, en quien recae la responsabilidad de la perpetuación de la línea familiar: «La consacrazione del letto nuziale al Genio del rappresentante attuale della serie [familiar], e l’omaggio reso al Genio da colei che è stata scelta per continuare la serie, non vanno intesi dal punto di vista sessuale, ma dal punto di vista della gens, della continuità delle generazioni, che è quindi anche continuità dei Genii».
ɒᛂɋ ᗸɋɒɣɋɇɍɋ ᚌɉɠɎɍɓɋǡ ᙳɂᚷ ɒɍᛒ ȥȽɜɐȽɏɍɑ ᚍɉȽɒɒɍɋ ɔɂɏɟɊɂɋɍɋǤᚗɋɀəɏɒɇɑᙳɋɏɐᛑɋȽᛅɒ᛫ɊȽɋɒɇɈᛂɑᙳɎǯ ȜᚫɀɠɎɒɍɓɒᛟɋɒᙼɑɀɂɋɚɐɂɇɑᚌɎɇɐɈɍɎɍɠɋɒɘɋǡᛀɑɂᚬɒɂ ȥɉɂɍɎəɒɏ ɖȽɏɇɃɟɊɂɋɍɑɂᚬɒɂɖɏɣɊɂɋɍɑᙳɉɄɅɂɜ Ɏɏᛂɑ ɒᛂɋᗸɋɒɣɋɇɍɋᚌɎȽɏɏɄɐɇəɃɂɒɍǡɉɚɀɘɋɒɋɒɠɖɄɋȽᛅɒɍᛒ ɉȽɊɎɏɍɒəɒɄɋɍᛈɐȽɋɈȽᚷɊɂɀɜɐɒɄɋᛉɎᛂɒɑȥȽɜɐȽɏɍɑ ᙳɊȽɓɏɍᛒɐɅȽɇǡ ɈȽᚷ ɐɓɋɂȾɍɠɉɂɓɂ Ɏɍɏɏɘɒəɒɘ ɒɍᛒ ɋɂȽɋɜɐɈɍɓɎɍɇɂᚸɋᚏȽɓɒɟɋ87 (Plut., Ant. 33, 2; J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, II.2, s. v. Genius: 1489). En el tipo iconográfico principal, el Genius del paterfamilias se representa como un hombre maduro vestido con una toga, normalmente praetexta, que le cubre la cabeza, en actitud sacrificante.88 Los atributos que porta pueden variar, siendo los más comunes una cornucopia, en la mano izquierda, y una patera umbilicata, en la derecha (tipos FI y FII de Kunckel; Fig. 11a); en otros casos, la cornucopia es sustituida por una acerra con incienso en el interior, mientras que en la mano derecha tiene una pátera o granos de incienso (tipos FIII y FIV de Kunckel; Fig. 11b-c); el tercer grupo mantiene la 87 «Y es que tenía con él a un adivino egipcio, de esos que examinan los horóscopos, el cual, ya fuera por agradar a Cleopatra o porque estuviera convencido de lo que decía, hablaba a Antonio con total libertad, diciéndole que su fortuna, por más grande y brillante que fuese, quedaba eclipsada ante la de César y aconsejándole que se estuviera lo más lejos posible del jóven: “Porque tu Genio teme al suyo”, decía, “y aunque es resuelto y arrogante cuando está a solas, se vuelve más tímido y ruin cuando está a su lado”» (trad. J. F. Martos). 88 Excepcionalmente, el Genius doméstico aparece desnudo, como ocurre con una estatuilla en bronce de los ss. II-III d.C., hallada en Mâlain (Côte d’Or) y conservada en el Museo de Dijon (Francia), en cuya base aparece la inscripción Iuno et Genius (Romeo, en LIMC VIII.1, s. v. Genius: 601, n.º 11; VIII.2: lám. 372).
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Fig. 12. Genius vestido con toga praetexta, en actitud sacrificante ante el altar. Pintura en el interior del nicho en la pared oeste del peristilo de la Casa degli Archi (Pompeya I, 17, 4) [Th. Fröhlich, 1991: lám. 9.1, L37].
pátera, pero sujeta con su mano izquierda un rotulus89 (tipos FV y FVI de Kunckel; Fig. 11d). La versión con la cornucopia y la pátera es la más frecuente en las representaciones pintadas, en las que el Genius aparece delante de un altar90 acompañado, en la mayoría de los casos, por dos Lares danzantes91 (Fig. 39). Cabe considerar algunas cuestiones en relación con la iconografía del Genius. Por un lado, la utilización de la toga praetexta (Fig. 12) ha llevado a Thomas Schäfer (1993: 445-446) a dudar de la interpretación, comúnmente aceptada, de que el Genius representado en las casas romanas fuese el del paterfamilias,92 proponiendo, en cambio, que se tratase del Genius Augusti. Se basa en su afirmación en que el uso de este tipo de toga estaba restringido a los niños y a determinados magistrados, por lo que la mayoría de los patresfamilias no podían vestirla, mientras que era el atuendo oficial del emperador. Schäfer apoya su teoría con la probable identificación del Genius 89 Véase H. Kunckel, 1974: 19. Otros tipos en Romeo, LIMC VIII.1, s. v. Genius: 599-607; VIII.2: láms. 372-377. 90 Esta es la actitud en la que aparece, al menos, en todas las pinturas pompeyanas (Th. Fröhlich, 1991: 28). 91 Véanse los diferentes tipos de composiciones pictóricas en los que aparece el Genius en Th. Fröhlich, 1991: 28-29. 92 Esta identificación, presentada inicialmente por G. Wissowa (1912: 173), ha sido seguida hasta la actualidad (Th. Fröhlich, 1991: 33).
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Augusti en algunas pinturas de lararios pompeyanos93 (Th. Schäfer ap. R. A. Tybout, 1996: 371). Rolf Tybout rebate la teoría de Th. Schäfer argumentando que el Genius incorpora en su iconografía rasgos distintivos del oficiante del culto y no de su «protegido». Se apoya para ello en el culto compital al Genius Augusti, en el cual, a diferencia del culto doméstico, oficiante y protegido son distintas personas, pues en este caso los sacerdotes eran los vicomagistri, esclavos o libertos, y no el emperador mismo. Tybout, siguiendo la teoría de Paul Veyne sobre la interrelación entre la esfera divina y humana, considera que el Genius adoptó la vestimenta de sus sacerdotes (Liv., XXXIV, 7, 2-3), como en otros cultos los sacerdotes adoptaban las de su dios, y recuerda que este tipo de toga aparece ya documentada en el culto compitalicio antes de la reforma de este realizada por Augusto en 7 a.C. (R. A. Tybout, 1996: 371-374). Por otro lado, en diversas pinturas delias de culto doméstico aparecen figuras ataviadas con la toga praetexta que deben ser interpretadas como Genii, lo cual pone de manifiesto que la antigüedad de este tipo de representación era mayor que el culto al Genius Augusti (Fig. 13). Pero no sólo Th. Schäfer ha visto al Genius Augusti en los lararios domésticos. Federica Giacobello (2008: 79), en el conjunto de su tesis sobre la existencia en la casa pompeyana de «lararios principales» —en las cocinas o junto a ellas— y «lararios secundarios» —en otros ambientes—,94 ha propuesto identificar a los Genii representados en los primeros como del paterfamilias y a los hallados en los segundos como los del emperador. Pero lo cierto es que no existen más indicios que esta diferente ubicación para interpretarlos de forma distinta. 93 Uno de los casos más conocidos, y en el que Th. Schäfer (1993: 445-446) se apoya principalmente para elaborar su teoría, es una pintura de larario hallada en el jardín de la casa pompeyana IX, 9, 13, en la cual se veían dos Genii, uno algo atípico y otro vestido con la típica toga praetexta (G. K. Boyce, 1937: 93, n.º 466). La pintura se ha perdido por completo, pero Augst Mau (1890: 244-245) y George K. Boyce (1937: 93, n.º 466) parecen haberla descrito de visu y ambos coinciden en haber visto un grafito bajo el segundo Genius, con las letras «EX SC». Estas se han desarrollado como Ex S(enatus) C(onsulto) y se han puesto en relación con el de 29 a.C. recogido por Casio Dión (LI, 19, 7), en el que se decretaba rendir culto al Genius de Augusto en todas las casas (R. A. Tybout, 1996: 370). Este es, sin embargo, un caso aislado, pues no existen referencias similares al senatus consultum en otros lararios y son muy raros los casos de pinturas de larario con más de un Genius. Autores como Ittai Gradel, en su trabajo sobre el culto imperial (2002: 207-212), se muestran incluso muy escépticos en cuanto a aceptar esta evidencia como una muestra del culto dedicado en las casas al Genius del Princeps. 94 Esta tesis novedosa se analizará con más detalle en pp. 100-101.
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Fig. 13. Genii con toga praetexta. Pintura en la cara frontal del altar colocado en la fachada N del almacén XIX de Delos (Grecia) [M. Bulard, 1926b: lám. XIX].
Thomas Fröhlich (1991: 33, n. 154) ha reconocido en algunas pinturas de larario pompeyanas Genii con rasgos personalizados, algunos de los cuales fueron identificados por Augst Mau como retratos de Nerón (Fig. 14); otros, en cambio, son personajes anónimos. Esta dualidad indica, en todo caso, que el Genius Augusti y el Genius del paterfamilias se representaron contemporáneamente en lararios domésticos, sin que el primero sustituyese al segundo como propone Schäfer. Seguramente en este, como en otros casos, razones religosas o sociales de cada familia fueron las que llevaron a decantarse por una u otra opción. Resulta también interesante detenerse en la actitud del Genius como oferente, con la cabeza cubierta y una pátera en la mano, el único atributo que se mantiene en todas las variantes del tipo iconográfico; en las pinturas, esta actitud suele aparecer subrayada por la presencia de un altar hacia el que se acerca la pátera (Fig. 12). Se han propuesto varias lecturas para esta representación del Genius. Hille Kunckel (1974: 21) y Thomas Fröhlich (1991: 28) consideran que se trata del motivo «Opfer an sich», en el que el dios realiza un sacrificio dedicado a sí mismo.95 Fede95 Eso mismo parece estar haciendo Hércules en uno de los lararios de la Casa del Cenacolo, en Pompeya, donde aparece en una actitud similar, sujetando con la mano derecha un skyphos sobre un altar encendido (Fig. 19). La relación de esta forma cerámica con el culto de Hércules (aunque no solo) parece demostrada por su presencia como instrumentum sacerdotal en la casa pompeyana de Pinario Ceriale (L. Barnabei, 2007: 34), un miembro de la antigua familia de los Pinarios, encargados seculares con los Poticios del culto a Hércules en el Ara Máxima de Roma. De
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Fig. 14. Detalle del rostro del Genius pintado en el larario del atrio secundario de la Casa dei Vetti (Pompeya VI, 15, 1-2), interpretado como un retrato de Nerón [M. Pérez Ruiz].
rica Giacobello (2008: 120) propone, en cambio, que el sacrificio estuviera dedicado a los Lares, en consonancia con la teoría propuesta en su trabajo de que eran estos dioses los protagonistas del culto desarrollado en el larario.96 Paul Veyne (1990: 19), finalmente, interpreta que la pátera no funciona en este caso como un objeto ritual, sino que, en manos de un dios, tiene un valor conceptual con el significado de «sagrado», de forma similar al nimbo cristiano. En cuanto a la Iuno, en las escasas ocasiones en las que aparece representada, lo hace como una mujer madura, vestida con túnica larga y con una palla sobre ella, con la que se cubre la cabeza en actitud piadosa. En la mano derecha porta una pátera, que en ocasiones acerca a un altar, con una actitud, por tanto, muy similar a la del Genius y cuyo significado debió de ser también el mismo (Fig. 15). En el culto del Genius del paterfamilias participaban todos los miembros de la familia, lo cual reforzaba su autoridad de pater y dominus, a la vez que servía para rendirle pleitesía y mostrarle fidelidad, especialmente por parte de los miembros no manera que Hércules, en la imagen de la Casa del Cenacolo, estaría utilizando el mismo tipo de objeto de culto que sus propios sacerdotes, lo cual vine a reforzar la idea del «Opfer an sich». Este tipo de representación de dios oferente está, además, atestiguada con cierta frecuencia en el arte griego y romano. 96 De esto se hablará más adelante, en relación con las propuestas interpretativas sobre el significado y la funcionalidad del larario (vid. inf. pp. 100-101).
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en Daremberg-Saglio, II.2, s. v. Genius: 1490). El Genius, en este contexto, parece haber representado la continuación de la existencia personal del muerto98 (G. Wissowa, 1912: 176).
LOS
Fig. 15. Larario pintado en el acceso a la cocina del atrio secundario de la Casa di Iulio Polibio (Pompeya IX, 13, 1-3). Junto al altar y en actitud sacrificante, el Genius, con toga praetexta, y la Iuno, con túnica y palla [Th. Fröhlich, 1991: lám. 14.2, L109].
de sangre (esclavos y libertos). Podía ser objeto de veneración cotidiana (Tib., III, 11, 9-10), pero como fuerza vital de cada persona la fiesta principal del Genius era el natalicio del paterfamilias, momento en el que se le daba el nombre de Genius natalis y en el que recibía ofrendas incruentas,97 como vino, incienso, guirnaldas, pasteles de miel y nardos (Tib., I, 7, 49-54; II, 2, 1-8). Como fuerza generadora, se le confiaba además simbólicamente la preparación del lecho marital, el lectus genialis, en la noche de bodas (A. de Marchi, 1896: 57). Pero también en las fiestas de los muertos, en las Larentalia y Parentalia, se recordaba al Genius paterno y a los Genii de los antepasados en general, a los que se realizaban ofrendas propiciatorias siguiendo el ejemplo de Eneas (Ov., fast. II, 533-547; III, 57-58). También las Feralia, en calendarios imperiales tardíos, tomaron el nombre de Genialia y los juegos celebrados se consagraron a los muertos genialici (J.-A. Hild 97 En algunas otras ocasiones recibía también ofrendas cruentas de cerdos y, ocasionalmente, corderos (Hor., carm. III, 17, 14-16).
DIOSES
PENATES
«Con tale nome poteè […] intendere il campagniolo romano non quella o questa divinità, ma genericamente tutte quelle che sive deus sive dea dessero prosperità ai prodotti del campo, nutrimento annuale della famiglia prima e poi del comune che modellò la propria sulla religione domestica». Así define Attilio de Marchi (1896: 52) a los dioses Penates, originarios del Lacio (Varro, ling. V, 144; J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, IV.1, Penates: 376) y que formaron parte desde un principio de las divinidades domésticas congregadas alrededor del hogar. Los Penates carecían de género y número definido e incluso de nombre propio, puesto que penates no es más que un epíteto que acompaña a la palabra latina di (G. Radke, 1981: 354). El origen y la naturaleza de estos dioses no están exentos, como en otros casos, de polémica, centrada principalmente en torno a la etimología de su nombre. Para algunos investigadores eran las divinidades que habitaban el penus99 o despensa de la casa (G. Wissowa, 1887: 30), que se encargaban de proteger junto con los víveres que se almacenaban en él100 (J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, IV.1, s. v. Penates: 376; G. Wissowa, 1912: 162; D. G. Orr, 1978: 1563). Para otros, en cambio, su nombre deriva del adjetivo penetrale, que hace referencia a la 98 En Roma se ha hallado una típica esculturita de Genius en bronce dedicada a un niño fallecido (H. Kunckel, 1974: 97, FV 15; CIL VI, 7806). También algunas de las inscripciones a las que se ha hecho referencia en relación con el Genius de las mujeres responden al ámbito funerario (vid. sup. n. 85). A diferencia de estos Genii, las representaciones de los antepasados a las que se rendía culto en la casa parecen carecer de individualidad (vid. inf. apdo. dedicado a los antepasados). 99 Cicerón define así el penus en el siguiente pasaje: Nec longe absunt ab hac vi di Penates, sive a penu ducto nomine (est enim omne quo vescuntur homines penus) sive ab eo quod penitus insident; ex quo etiam penetrales a poetis vocantur. «Y no distan mucho de esta atribución los dioses “Penates”, nombre sacado de “víveres” (porque víveres son todo aquello que nutre a los hombres), o del hecho de que tienen su sede “en lo profundo”, por lo que los poetas también los llaman “habitantes de la profundidad”» (Cic., nat. deor. II, 68; trad. A. Escobar). 100 Sobre el origen de la sacralización del penus, localizable al menos en la época de la fundación mítica de Roma, así como sobre su significado en el conjunto de los ritos que sacralizaban el ciclo cerealístico, véase M. Torelli, 2000: 64-65.
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zona más apartada e íntima de la vivienda, donde morarían, según lo cual se ha interpretado que su función era proteger la totalidad de la casa (P. Boyancé, 1952: 112; G. Radke, 1981: 353; Serv., Aen. III, 12, 20-21 y II, 514, 1).101 Franz Bömer solucionó esta dicotomía sobre la naturaleza de los Penates argumentando que se trataba de realidades diferentes, de manera que habría que «distinguer les Penates, dieux de la réserve aux provisions (penus), des Pénates honorés à l’époque classique. Les premiers sont en leur essence una pluralité d’êtres semblables. Les autres sont la collectivité des dieux vénérés dans la maison, dieux qui sont ceux de la mythologie avec leurs figures bien déterminées; ce sont les di patrii, ceux que nous voyons dans ces chapelles domestiques de Pompéi...» (F. Bömer ap. P. Boyancé, 1952: 112). Pero cabe también valorar que, más que tratarse de dos realidades distintas, en las vicisitudes por las que pasó el culto doméstico a lo largo de los siglos, los Penates sufrieran una transformación de la realidad informe primitiva a realidades concretas, personificadas en cualquier divinidad que, a ojos del paterfamilias, pudiera ofrecer protección a la casa y la familia, ajustándose a la definición que Servio da para los Penates como «omnes dii, qui domi coluntur» (Serv., Aen. II, 514). Inicialmente, pues, los Penates pudieron habitar el penus y proteger las provisiones del año almacenadas en él, lo cual explica que fueran venerados especialmente en enero, en pleno período de descanso agrícola, es decir, cuando los peni estaban llenos (J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, IV.1, s. v. Penates: 376). Las despensas se ubicaban, según una antiquísima tradición relacionada con el ocultamiento de las provisiones (M. Torelli, 2000: 65), detrás del fuego del hogar, en la parte trasera del atrio (D. G. Orr, 1978: 1563), es decir, en la zona que en las casas más antiguas y sencillas era considerada como los penetralia102 (J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, IV.1, s. v. Penates: 376).
101 Véase una revisión de estas cuestiones en relación con la etimología del término «Penates» en A. Dubourdieu, 1989: 13-33. Esta autora defiende que el término «penus» tuvo en origen el significado de «la parte más profunda de la casa», del que derivó una segunda acepción asociada a las provisiones de la familia. De ello deduce que los Penates eran los dioses de la parte interior de la casa. 102 Esta tradición de ocultar las provisiones se puede rastrear en cabañas protohistóricas laciales y, más recientemente, en palacios etruscos como el de Acquarossa (M. Torelli, 2000: 64-65), lo cual demuestra la enorme antigüedad de las creencias asociadas a la protección del alimento.
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La ubicación de su morada en el atrio y la vinculación con los alimentos hicieron que los Penates tuvieran una especial relación con el fuego del hogar, altar en el que recibían las ofrendas (Verg., Aen. VIII, 39; Serv., Aen. IX, 211), y con su divinidad tutelar, Vesta.103 De manera que, cuando los espacios de la casa se diversificaron con funciones específicas y el fuego fue trasladado a la cocina, con él lo hicieron, según la tradición, las divinidades que le estaban asociadas, entre ellas los Penates, que dejaron, por tanto, de morar en el penus y en los penetralia de la casa. Perdida su morada original, no resulta descabellado pensar que la familia hubiese ido perdiendo también el recuerdo exacto de sus atribuciones iniciales, las cuales, por otro lado, se habrían vaciado de contenido al dejar de depender la subsistencia del penus doméstico y de ser, por ello, perentoria su protección. Todas estas transformaciones, unidas a la ambigüedad original de estas divinidades, tuvieron presumiblemente como consecuencia que el epíteto «penates» se fuese ampliando con el tiempo, hasta englobar de forma genérica a todos los dioses protectores de la casa, confundiéndose con ellos incluso las divinidades que gozaban de una personalidad propia en la religión doméstica, como los Lares. Las palabras de Attilio de Marchi (1896: 54) son muy ilustrativas a este respecto: «[Los Penates] Non hanno [...] attribuzioni e poteri diversi dei Lari, onde si domanda in che consistesse la distinzione fra Lari e Penati. Non mi par dubbio che la distinzione fosse più sentita nelle origini quando la religione era più semplice, e lo spirito religioso popolare più attivo e cosciente, assegnandosi alla protezione del Lare domestico la casa come sede, come stanza, come focolare; ai Penati il nutrimento, i mezzi di vita. Ma col tempo Lari e Penati rappresentarono pressapoco lo stesso concetto, e l’uso stesso promiscuo e indifferente di Lares e Penates negli scrittori mostra come non si facesse più vera distinzione fra il carattere e l’azione degli uni e degli altri».104 103 Algunos autores ubican precisamente el fuego del hogar en los penetralia, donde moraban también los Penates: ... in penetralibus (adhuc) perpetuos fovetis focos (Arnob., II, 67); ... deorum ignis, solia, mensas, abditos ac penetralis focos «... los fuegos, los sitiales, las mesas de los dioses, los altares escondidos y recónditos...» (Cic., har. resp. 57, 12-13; trad. J. M. Baños). Los Penates estaban también presentes en el templo de Vesta, donde se ubicaban en el penus o parte más privada (Fest., p. 250). 104 Véanse invocaciones conjuntas a Lares y Penates en Tert., nat. I, 10, 20; Ov., trist. I, 43; Paut., Merc. V, 1, 5; Front., epist. 5. También Cicerón, en De Domo sua, se refiere en varios pasajes solo a los Penates o a estos y a los Lares de forma indistinta como dioses de su casa y de sus antepasados (Cic., dom. 1, 10; 106, 4; 108, 10). En otras obras de Cicerón
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Fig. 16. Imágenes de culto en plata con dorado halladas en el larario de Mâcon (Francia): Mercurio (representado cuatro veces), Júpiter, Luna, Tutela Pantea y un Genius [F. Baratte et al., 2007: portada interior].
Parece, por tanto, que el epíteto «penate» pasó a agrupar a todas las divinidades que, ubicadas en los lararios, tenían como función garantizar el bienestar familiar y con las que la familia o el paterfamilias sentían un vínculo especial, pues no debe olvidarse que era la familia la que elegía a sus dioses penates (por su especial relación con ella a lo largo del tiempo, por su vinculación con la actividad económica familiar, etc.), por lo que estos tenían un profundo significado para ella. Como consecuencia, los lararios se llenaron con el tiempo con los más variados tipos de divinidades y de héroes y no solo de ellos, sino también de personajes considerados de alguna forma como modelos a seguir. Buen ejemplo de estos lararios densamente poblados (Fig. 16) pueden ser el sacrarium de Heius, en Mesina,105 compuesto por imágenes de culto de los más notables escultores griegos (Cic., Verr. 2, IV, 3-7), o el del emperador Alejandro Severo, con imágenes de Cristo, Orfeo y Alejandro Magno, entre otros (HA Alex. Sev. 29, 2; 31, 4-5; vid. inf. p. 78). Siendo esto así, el recuerdo de las especiales atribuciones de los Penates como garantes de la subsistencia familiar parece, sin embargo, no haberse perdido con el paso del tiempo. En los locales de negocios pompeyanos, los lararios solían estar poblados con las divinidades tutelares de la profesión106 (Fig. 17), pero también en las casas se encuentran alusiones a divinidades protectoras de la actividad económica del paterfamilias, nueva garantía de la subsistencia famipueden leerse alusiones a los Penates como el conjunto de los dioses domésticos: Cic., S. Rosc. 23.5; Verr. II.4.17.17; leg. agr. II.57.12. 105 Véase el trabajo de O. Rossbach (1899) sobre este sacrarium. 106 En los pistrina pompeyanos era frecuente encontrar representaciones de Vesta como divinidad tutelar de los panaderos (vid. inf. p. 60).
Fig. 17. Larario pintado en una caupona en la Via dell’Abbondanza (Pompeya I, 8, 8). Junto a los Lares y el Genius, Mercurio y Baco [M. Pérez Ruiz].
liar, como antes lo fuera el alimento almacenado en el penus. En este sentido, resulta paradigmático el caso de la Casa del Larario del Sarno (Pompeya), en la que un pseudoedículo, ubicado al fondo del jardín y rodeado de un canal de agua, está decorado en la cara frontal con una escena en la que se desarrolla la actividad económica del dominus de la casa, representado con una toga con una banda azul y acompañado de algunos de sus esclavos. Esta actividad implica el transporte de mercancías de y hacia el puerto, a lo largo del río Sarno, el cual mana de un ánfora colocada bajo un personaje togado y recostado, que encarna al propio río como divinidad tutelar que permite el desarrollo de dicha actividad107 (Fig. 18a-b). Además de su relación con los medios de subsistencia familiares, en los Penates se hace especialmente evidente la vinculación de las divinidades domésticas con la perduración de la estirpe, pues son apelados paternos o patrii en diversas fuentes escritas, 108 en referencia a su transmisión por herencia de padres a hijos.109 Los Penates sufrían las vicisitudes de la familia y eran indisociables de la casa pues ambos, 107 Véanse otras representaciones del Sarno como Penate en Pompeya en G. de Petra, 1870. El conjunto de divinidades encontradas en el larario hispano de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona; véase el registro GE/Vilauba01-C del catálogo), tres de las cuales son penates (Mercurio, Fortuna y Silvano), representa un cuadro coherente de dioses protectores de la actividad productiva y económica basada en la agricultura que se llevaba a cabo en la villa, lo cual sirve también de ejemplo de esta función protectora de la subsistencia familiar por parte de los Penates en las provincias romanas (vid. inf. pp. 371-373). 108 Véase como ejemplo Plaut., Merc. 834; Cic., Verr. 2, II, 13; 2, IV, 17. 109 Alusiones a la herencia de los Penates domésticos en Liv., I, 47, 4, entre otros. En relación con esta cuestión véase G. Piccaluga, 1961: 82, n. 8.
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b)
Fig. 18. Larario del Sarno: a) vista general del pseudoedículo, en el jardín de la Casa del Larario del Sarno (Pompeya I, 14, 6-7); b) detalle de la pintura en la cara frontal del podium [a-b) M. Pérez Ruiz].
casa y divinidades domésticas, eran la esencia del linaje, como ya se ha dicho, y, por tanto, el núcleo más importante de la herencia (J.-A. Hild en DarembergSaglio, IV.1, s. v. Penates: 378). Giulia Piccaluga (1961: 82, n. 8), basándose en algunas fuentes y en determinadas cuestiones relacionadas con el culto público a los Penates, les atribuye también a estos dioses una función oracular. Los Penates están también ligados estrechamente con la leyenda de Eneas y los orígenes de Roma, de lo cual dan cuenta autores como Virgilio o Varrón.110 Según esta tradición legendaria, los Penates fueron traídos de Troya por Eneas, quien les dedicó una invocación solemne tras terminar la primera comida ritual en tierra itálica (Verg., Aen. VIII, 121), así como el primer templo latino, en Lavinium, la ciudad fundada por él según la tradición (Varro, ling. V, 144; Fig. 2). A través de la leyenda de Eneas se tiende un puente entre la dimensión doméstica y la dimensión pública de los Penates.111 Esta segunda no era menos importante que la primera, pues eran considerados los dioses patrios, protectores de la hegemonía 110 Las referencias textuales a la presencia de los Penates en el viaje de Eneas hacia la Península Itálica son numerosas. Podemos destacar como las más expresivas las de Virgilio en Aen. I, 375; II, 293-297; II, 717-720; III, 147-153; VIII, 541-545, con un claro afán propagandístico de la pietas de Augusto, una de sus virtudes más cuidadas y potenciadas (P. Zanker, 1992: 240), y para legitimar su posición como primus inter pares y su proyecto político, atendiendo al valor de los Penates como símbolo de la perduración de la estirpe. También Varrón (ling. V, 144, 2) vincula a los Penates con la leyenda de Eneas al hablar de los orígenes de Roma. 111 Sobre la mayor antigüedad de una u otra dimensión, véase A. Dubourdieu, 1989: 59-61. La autora defiende, creemos que con razón, la anterioridad del culto privado frente al público.
romana (D. G. Orr, 1978: 1563). Eran invocados como testigos en el juramento que los magistrados realizaban al aceptar su cargo y su presencia en este acto sancionaba oficialmente el propio cargo, que de otra forma carecía de valor (G. Piccaluga, 1961: 84). El hecho de que tuvieran como función la de guardianes y protectores y de que en los juramentos de los magistrados fueran invocados conjuntamente los Penates públicos y privados es una muestra, para autores como Giulia Piccaluga (1961: 85), de que ambas dimensiones estaban íntimamente asociadas en estas divinidades, así como de la estrecha relación entre religión doméstica y pública.112 Además del epíteto de patrii, los Penates del Estado recibieron otros como publici (Val. Max. V, 1, 1f, 11) y populi Romani (Tac., ann. XV, 41, 6). Contaron inicialmente con dos lugares públicos de veneración en Roma, la Regia —junto con Vesta y el fuego del Estado en el templo de esta (vid. inf.)— y un templo in Velia,113 construido ya en la segunda mitad del s. III a.C. 112 Para S. Weinstock (en RE Paulys XXXVII, s. v. Penates: 422) el significado de los Penates públicos es una trasposición de su significado doméstico: «Zwischen den avitae sedes und dem Land des Väter besteht natürlich kein Unterschied». Sobre la relación entre la religión pública y la doméstica, vid. sup. pp. 37-39. 113 Se desconoce la ubicación exacta del templo de la Velia, si bien parece que sus restos deben identificarse con los hallados bajo la iglesia de los Santos Cosme y Damián, en uno de los extremos del foro romano (Platner-Ashby, s. v. Penates Dei, Aedes: 388). Algunas de las fuentes escritas que hablan de este templo son Varro, ling. V, 54, 4; Liv., XLV, 16, 5, 2; R. Gest. div. Aug. 4, 7. Según J.-A. Hild (en DarembergSaglio, IV.1, s. v. Penates: 379), la diferencia entre ambos lugares de culto es que en la Regia se veneraba a unos Penates originados en la tradición romana, mientras que en el templo de la Velia se trataba de los Penates de Lavinio, vinculados a la tradición de Eneas. Para Weinstock (en RE Paulys XXX-
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Fig. 19. Nicho ubicado en el corredor de comunicación con el jardín de la Casa del Cenacolo (Pompeya V, 2, h). En la pintura de fondo, escena de Hércules sacrificante ante un altar encendido, con un skyphos en la mano y un cerdo como ofrenda [M. Pérez Ruiz].
(Varro, ling. V, 54) y donde, según la tradición, se encontraba previamente la casa de los reyes Tito Tacio y Tulio Hostilio.114 Pero sus dos primeros santuarios (Varro, ling. V, 54) yendonde, según tradición, se fueron los construidos Lavinium —allaque acabamos encontraba la casa los reyes Tacio de aludir— previamente y en Alba Longa, en de relación conTito el mito de 114 yEneas. TulioEnHostilio. sus dos primeros lasantuarios el caso delPero santuario de Lavinium, tradición VII, s. v. Penates: 449-450), en cambio, el templo de la Velia era en realidad dependiente del dedicado a los Dioscuros en Tusculum, traído a Roma por las principales familias de esta ciudad lacial. Precisamente Dionisio de Halicarnaso (I, 68) narra que en este templo los Penates mostraban una apariencia similar a la de los Dioscuros, relacionados a su vez con los grandes dioses de Samotracia (Serv., Aen. I, 378; II, 325). Esta identificación iconográfica se vería confirmada por las monedas acuñadas por algunos miembros de las familias tusculanas, en las que aparecen dos dioses representados como los Dioscuros pero denominados Penates (Weinstock en RE Paulys XXXVII, s. v. Penates: 449-450). No entraremos en detalle en estas cuestiones iconográficas y en su significado último en relación con los Penates públicos, pero resulta interesante dejarlas apuntadas, pues parecen entrar en contradicción con la tesis de F. Giacobello (2008: 95-96) sobre la influencia de la iconografía de los Dioscuros y los Cabiros de Samotracia, no en la de los Penates, sino en la de los Lares (vid. sup. p. 42). 114 Sabemos por Suetonio (Aug. 92, 1) que los Penates contaron además con un lugar de culto en la casa de Augusto, que compartían con Vesta (Ov., met. XV, 864-865), trasladada por el emperador —a instancias del Senado— del templo en el Foro a su morada el 28 de abril de 12 a.C. (Ov., fast. IV, 949-952), poco después de ser nombrado pontifex maximus. A. Carandini y D. Bruno (2008: 77-81, 192-198) han propuesto la reconstrucción de este espacio en la domus publica del emperador en el Palatino, con una ubicación simétrica a la del larario en la domus privata. Según esta hipótesis, no exenta de polémica (T. P. Wiseman, 2009), a la vez que Augusto mantenía el carácter estatal de estas divinidades por su colocación en la domus publica, subrayaba su dimensión privada
Fig. 20. Estatuilla de Venus en bronce con apliques en oro, procedente de Herculano [S. De Caro, 1994a: 248].
prescribía la ofrenda de sacrificios a los Penates por parte de cónsules, pretores y dictadores al comienzo y al final de su magistratura115 (R. H. Klausen, 1839: 621). En cuanto a su iconografía, los Penates domésticos eran en origen anicónicos y solo cuando comenzaron a identificarse con otras divinidades del panteón romano adoptaron su imagen. Por tanto, no tenían una iconografía específica, sino que todas las divinidades eran susceptibles de aparecer representadas en las capillas domésticas como Penates e incluso, como hemos dicho, personajes considerados por el paterfamilias como modelos a seguir (Mambella en LIMC VII.1, s. v. Penates: 288). Entre las divinidades más representadas en los lararios se enasociada a su figura como divinidades familiares de la estirpe Julia, descendiente de Eneas (A. Carandini, 2008: 82). Nótese que esto suponía la realización del camino inverso al seguido por estas divinidades durante la época de la monarquía, según lo expresado en el apartado 2, con un claro valor programático para Augusto por su vinculación, por derecho de herencia, a las divinidades del Estado, lo que legitimaba su posición de primus inter pares. 115 La discusión erudita en relación con la dimensión pública de los Penates, ciertamente interesante y sugestiva, excede los límites de este trabajo, por lo que remitimos a los autores que la han tratado con más conocimiento y autoridad de lo que podríamos hacerlo aquí. Ver, entre otros, J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, s. v. Penates: 378-381; R. H. Klausen, 1839; G. Radke, 1981: 345-353; G. Wissowa, 1887; Íd. 1912: 164-166; Weinstock en RE Paulys XXXVII, s. v. Penates: 428-451.
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cuentran Mercurio (Figs. 16-17), Hércules (Fig. 19), Fortuna (Fig. 56), Baco (Fig. 55) o Venus (Fig. 20). Los Penates presidían las comidas, colocados como sigilla en la mesa (G. Radke, 1981: 353) alrededor de la cual se reunían padres, hijos y siervos. Estos les agradecían la comida y la bebida a punto de ser ingeridas mediante la ofrenda de una patella llena de sal y harina en el fuego del hogar (Pers., 3, 24; Verg., Aen. V, 745; Hor., carm. II, 23, 20), o bien arrojando a este su parte correspondiente de los víveres, acción a través de la cual quedaban todos bendecidos (G. Wissowa, 1912: 162, con bibliografía).116
VESTA
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Fig. 21. Materiales de la tumba Y del Sepolcretto del Foro (Roma), entre los cuales una urna cineraria con forma de cabaña [M.ª P. Guidobaldi, 1998: 71].
Y EL FUEGO DEL HOGAR
Antes de que la casa fuera la morada de los Lares o los Penates, fue sagrada por contener a la primera y más sensible forma divina, el fuego del hogar, «le feu et le foyer, instruments et symboles de la vie groupée et sédentaire, succèdant à l’état nomade et dispersé» (J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, V, s. v. Vesta: 742). Tan sagrado como el fuego era el lugar en el que ardía, el focus, del que dice Varrón: … ignis ipsa flamma est; quidquid autem ignem fovet, focus vocatur, seu ara sit, sive quid aliud in quo ignis fovetur117 (Varro ap. Isid., Orig. XX, 10, 1). La sacralización del fuego se remonta a tiempos prehistóricos, en los que este era garante de luz, de calor, de alimento y de protección y un objeto de celoso cuidado por la propia dificultad de obtenerlo (A. de Marchi, 1896: 55). La reunión alrededor del hogar, en el que se debía mantener siempre vivo, hizo que se convirtiera en símbolo de unión supratemporal (F. Gracia, 2001: 99) de la comunidad en general y de la familia en particular y, como tal, en la esencia propia del grupo. Así, como centro de la vida, llegó a la cultura romana, en la que simbolizó, tanto en la esfera privada como pública, la perpetuación de la estirpe,118 pues, al igual que el fuego debía mantenerse 116 Para el culto a los Penates véase también A. Dobourdieu, 1989: 83-91. 117 «“Fuego” es la llama misma; de manera que todo lo que alimenta el fuego se denomina focus, ya se trate del altar, ya se trate de cualquier otro lugar en el que se alimenta (fovere) el fuego» (trad. J. Oroz). 118 G. Dumézil (1974: 280-281) dice a este respecto, en relación con el fuego del templo de Vesta: «Il fuoco perenne dell’aedes Vestae, l’ignis Vestae, è [...] il focolare di Roma e, come tale, una delle garanzie del suo vincolo sulla terra, della sua permanenza nella storia. [...] Il primo fuoco è dunque assolutamente essenziale: non è figlio di alcun altro fuoco; ed appartiene nettamente a questo mondo: la sua funzione è in tutto terrestre, poiché assicura agli uomini romani stabilità e durata nel loro sito».
Fig. 22 Maqueta de una cabaña de época romulea excavada en el Cermalo (Roma). Antiquario Palatino, Roma; reconstrucción de A. Davico [M. Pérez Ruiz].
encendido perpetuamente, lo mismo debía hacerse con la llama de la familia (A. Preuner, 1864: 233). En el ámbito privado, el fuego ocupó en los estadios más primitivos de esta sociedad el centro de la casa y, por tanto, de la vida doméstica, como parecen mostrar las sencillas cabañas redondas representadas en las urnas funerarias vilanovianas y laciales (Fig. 21), tan similares a lo que conocemos de las primeras habitaciones del monte Palatino, germen de Roma (Fig. 22). Pero esta posición preferente no fue privativa de Roma sino que se repitió en toda la arquitectura doméstica antigua, y, concretamente en las más antiguas formas domésticas griegas, cabañas redondas como las laciales y como el santuario tradicional de Vesta (Gachon en Daremberg-Saglio, II.2, s. v. Focus: 1194). La sacralidad del fuego queda demostrada en el tratamiento ritualizado que la familia le dedicaba. No podía ser alimentado con cualquier tipo de madera y debía conservarse siempre puro, tanto en sentido
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literal como figurado, de manera que no podían cometerse actos impuros junto a él, como tampoco era lícito acercársele sin haberse purificado previamente después de un acto de este tipo. Debía mantenerse perpetuamente encendido (Arnob., II, 67; Tib., I, 1, 6), a excepción de los días de duelo por la muerte de un familiar y durante la fiesta de las Parentalia en febrero, tras lo cual se renovaba encendiéndolo de nuevo y decorándolo con nuevos laureles (Macr., Sat. I, 12, 6), siempre observando las pautas marcadas por el antiguo ritual (N. D. Fustel de Coulanges, 1864: 19). Se ha visto, al hablar del Lar familiaris y de los Penates, que el hogar era el altar por antonomasia de la casa romana (G. Dumézil, 1974: 520), en el cual se realizaban las ofrendas a estos dioses. La vinculación entre ellos y la sede doméstica del fuego era tan estrecha que no son pocos los casos en los que, en las fuentes escritas, se ven utilizadas las palabras «lar» o «penates» como metonimia de «hogar»119 (A. Dubourdieu, 1989: 83; F. Giacobello, 2008: 41). Pero la divinidad identificada de forma más directa e inequívoca con el hogar y con el fuego que ardía en él fue siempre Vesta. Su origen no está claro, como en el caso de otras divinidades domésticas, y parece ser el mismo que el de la diosa griega Hestia. La teoría de Theodor Mommsen sobre el origen griego de la divinidad romana parece, sin embargo, superada si se tiene en cuenta la antigüedad de la fiesta de las Vestalia, ya presente en el calendario numano (C. Koch en RE Paulys II.16, s. v. Vesta: 1718-1719). En cambio, no parece que se pueda negar un común origen de su nombre, de raíz indoeuropea120 (H. Hommel, 1972: 398). Algunos autores, como James G. Frazer (en Ov., fast., pp. 430-431), consideran, de hecho, que la institucionalización de un hogar comunitario con un fuego sagrado perpetuo se produjo mucho antes de la construcción de ningún templo en Roma y que su tradición procede de un pasado indoeuropeo común a griegos y romanos, lo que explicaría no solo la cuestión del nombre sino otros paralelismos como la ubicación de este fuego sagrado dentro del perímetro de la casa del rex o del pritanis. Para N. D. Fustel 119
Servio recoge esta identificación entre hogar, Lares y Penates, explicándola de la siguiente forma al hilo de la Eneida de Virgilio: AMARE FOCOS sacrificia celebrare. quidam ‘focos’ lares et per hoc domicilia tradunt. ergo ‘focos’ pro ‘penates’ posuit. at e contrario penates pro focis, ut «flammis adolere penates» (Serv., Aen. III, 134). 120 Cicerón afirma que el origen del nombre de Vesta estaba en el griego Hestia (nat. deor. II.67.10-12; leg. II.29.15-16). Sobre la etimología de este nombre, véase C. Koch en RE Paulys II.16, s. v. Vesta: 1718-1720.
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de Coulanges (1864: 21-24) la raíz común de HestiaVesta se encuentra en la Agni védica, la divinidad del fuego que en la cultura grecorromana recibió el nombre con el que se designaba el propio altar donde ardía: ᚏɐɒɜȽ. También Georges Dumézil (1974: 278281) considera que Vesta debe ponerse en relación con las tradiciones védicas, si bien él propone como su homólogo el «fuego del cabeza de familia». Según este origen, debería entenderse que la naturaleza de Vesta es la propia llama del hogar; sin embargo, las interpretaciones son diversas. Algunos investigadores (D. G. Orr, 1978: 1560; A. de Marchi, 1896: 55) lo consideran así, en función de las palabras de Ovidio: Vestam quam vivam intellege flammam121 (Ov., fast. VI, 291). Otros, en cambio, creen que ninguna divinidad debe identificarse con el fuego y que Vesta era la encargada de cuidar el hogar en el que ardía (C. Koch en RE Paulys II.16, s. v. Vesta: 1720) o el hogar mismo (G. Wissowa, 1912: 157). El conocimiento que se tiene de la faceta privada de esta divinidad es escaso, especialmente en comparación con lo que se conoce para la pública. Parece que, además de su vinculación al fuego, tuvo una destacada dimensión agrícola (D. G. Orr, 1972: 34; Ov., fast. VI, 267; Cato, agr. 132, 2). Se la considera además como uno de los dioses Penates, pues su relación con ellos era estrecha122 (A. de Marchi, 1896: 55; D. G. Orr, 1978: 1560), y como tal se la identifica en algunas pinturas de larario pompeyanas halladas en pistrina (Fig. 23-24). Algunos autores han puesto en duda la visión tradicional de la relación de Vesta con la religión doméstica, como es el caso de Carl Koch (en RE Paulys II.16, s. v. Vesta: 1761-1766), quien argumenta que no existen evidencias para suponer la existencia de una diosa Vesta de cada familia a la que se le rendía un culto específico en la casa, sino que más bien debía de existir una única diosa que tenía que ver con el conjunto de los hogares.123 Se apoya para su argumentación en una relectura de las fuentes escritas, en la que destaca las diferencias de tratamiento respecto a los Lares y los Penates domésticos, como la ausencia, por ejemplo, de epítetos que la relacionen 121 «Por Vesta no debes entender otra cosa que la llama viva» (trad. B. Segura). 122 Vesta y los Penates son divinidades estrechamente ligadas en el panteón romano. Según la tradición, los Penates de Eneas estaban custodiados, junto con el Palladium y otros objetos sacros de gran antigüedad, en la parte más retirada del templo de Vesta, el penus Vestae (J. C. Saquete, 2000: 43), si bien algunos autores consideran que se encontraban en el templo que se les dedicó en la Velia (vid. sup. n. 113). 123 «... eine Göttin V[esta] hat es mit sämtlichen Herden zu tun» (C. Koch en RE Paulys II.16, s. v. Vesta: 1761).
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Fig. 23. Larario pintado en el pistrinum de la Casa del Labirinto (Pompeya VI, 11, 9-10), hoy perdido. En el centro de la escena superior, representación de Vesta sacrificante ante el altar, con el asno detrás de ella [J. K. Boyce, 1937: lám. XXI.1].
Fig. 24. Larario pintado en un pistrinum pompeyano (VII, 12, 11). En el centro de la escena superior, representación de Vesta en actitud sacrificante y sentada en un trono, detrás del cual se encuentra el asno [Th. Fröhlich, 1991: lám. I, L91].
con el ámbito privado, algo que, por otra parte, ya señaló en su momento Attilio de Marchi (1896: 56) sin interpretar en ello un indicio de inexistencia de una dimensión doméstica en esta divinidad. A ello añade Koch la ausencia o escasa presencia de evidencias arqueológicas de esta diosa en los espacios domésticos de Delos y Pompeya, algo en lo que
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abunda Anna Krzyszowska (2002: 122-123) para el caso vesubiano. Según esta autora, Vesta apenas aparece representada y se asocia especialmente a ámbitos en los que el fuego juega un papel importante en la economía doméstica, como es el caso de los pistrina. Krzyszowska argumenta además que la diosa estaba ligada a Roma y que su culto apenas se desarrolló más allá de los límites de la ciudad. Pero volviendo a la argumentación de Carl Koch, este vincula a Vesta con Jano, ambos dioses protectores del acceso a la casa —del vestibulum y la ianua, respectivamente—, y considera que si, por el hecho de proteger la puerta, Jano no fue objeto de un culto específico en cada vivienda, tampoco tuvo por qué serlo Vesta. Ambos estaban también relacionados en los cultos estatales desarrollados en la Regia,124 los cuales no deben confundirse, según C. Koch, con el culto doméstico del rey, que tenía su propio hogar al margen del existente en el templo de Vesta. De hecho, el culto de Vesta pudo haberse visto precisamente truncado en su origen, siempre según este autor, por su conversión al culto estatal, lo que la habría separado de la casa. Sobre la vinculación de los cultos de la Regia con el ritual doméstico del rex se ha hablado ya en relación con la formación de la religión doméstica (pp. 3739), por lo que no se abundará aquí en ello.125 Baste recordar la existencia de destacados paralelismos entre el ritual doméstico y el desarrollado por las Vestales, que parecen además identificarse con las hijas o la mujer del rey126 y que posteriormente pasaron a estar bajo la tutela del pontifex maximus, creándose una equivalencia casi directa entre este y el paterfamilias (A. de Marchi, 1896: 27). La preparación de algunas ofrendas dedicadas a la diosa y las actividades de mantenimiento del santuario llevadas a cabo por las vírgenes remiten, además, a tradiciones domésticas romanas de un gran arcaísmo127 (vid. sup. p. 38). No es desdeñable tampoco, en la valoración de la dimensión doméstica de Vesta, su identificación con Hestia, cuya presencia en la casa es incuestionable en el mundo griego. Hestia encarna el estatismo de la casa, en la cual se fundan y prosperan las fami124 Jano era la divinidad representante de la antigua monarquía romana. 125 Véase a este respecto, H. Hommel, 1972: 403. 126 Sobre los interrogantes que plantea la identificación exacta de las vestales, véase H. Hommel, 1972: 403-405. 127 La utilización del farro para la preparación de la mola salsa, su tratamiento según las tradiciones domésticas más antiguas o el uso de agua procedente de fuentes sagradas, no canalizadas, para las actividades cotidianas son algunos ejemplos de este arcaísmo (J. C. Saquete, 2000: 41-42).
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lias alrededor del hogar; es la llama permanente que simboliza el principio divino y como diosa del fuego doméstico constituye la unidad familiar; es la condición primordial de la habitación y el instrumento del sacrificio (J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, V, s. v. Vesta: 743, passim). El paralelismo entre ambas divinidades y su origen común, que se ve reflejado incluso en su nombre, como ya se ha dicho, resulta difícil de explicar si Vesta carece de una clara dimensión doméstica. La propia forma redonda de los templos de esta diosa ha sido puesta en relación con la de las cabañas de la Roma preurbana (Ov., fast. VI, 261-262), como si el templo de Vesta fosilizara esas casas primitivas, en las que el fuego era el centro material y simbólico.128 La escasa presencia de representaciones de Vesta en el ámbito doméstico debe leerse quizá, como propone Attilio de Marchi (1896: 55), como la prueba de que Vesta estaba representada en la llama de cada fuego y como tal se mantuvo a lo largo de los siglos, sin que su versión antropomorfizada calase apenas en el imaginario romano.129 En línea con esto, José Carlos Saquete (2000: 61) ha apuntado que en el culto doméstico debió de imponerse la imagen abstracta de la diosa, quedando la antropomorfa reservada al público. Las representaciones de Vesta en capillas privadas proceden en su mayoría de pistrina, como diosa protectora de los panaderos. Aparece vestida con quitón y palla, con la cabeza cubierta y tocada con una corona vegetal; en unas ocasiones se la representa estante, cercana o no a un altar y con un cetro en la mano izquierda y un ramo de espigas o una pátera en la derecha (Pompeya VII, 12, 7; VI, 11, 9-10; Fig. 23); en otras, aparece sentada en un trono cubierto con un manto, con los pies reposando sobre un escabel, 128 Al respecto dice P. Monceaux: «En Italie, comme en Grèce, l’habitation de l’époque classique a pour point de départ la cabane du paysan cultivateur. [...] Les dispositions essentielles de ces constructions primitives se conservèrent à Rome, jusq’à une époque avancée, dans un certain nombre d`édifices vénérés comme des antiquités nationales ou des santuaires des plus anciens cultes: par exemple, l’aedes Vestae, toujours représentée comme un petit temple circulaire» (P. Monceaux en Daremberg-Saglio, II.1, s. v. Domus: 349). También en Grecia, en el andrón de la casa, el altar de Hestia podía estar colocado en el interior de una pequeña capilla redonda (Ʌɟɉɍɑ), cuya máxima expresión la encontramos en edificios como el palacio macedonio de Palatitza (s. V a.C.), en el que se dedicó toda una sala con forma de tholos al hogar (ibid.: 346, fig. 2503). Cabe preguntarse, por tanto, si la tradición griega de esta forma tiene el mismo posible origen que la romana. G. Dumézil (1954: 27-43), por su parte, plantea una lectura alternativa para la forma redonda del templo de Vesta. 129 Según Ovidio, Vesta carecía de imagen en su propio templo, donde solo estaba el fuego sagrado (Ov., fast. VI, 295-299).
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mientras que en el brazo izquierdo sujeta una cornucopia y con la mano derecha una pátera que acerca a un altar o mesa de ofrendas coronada de espigas (Fig. 24). Detrás de ella suele aparecer su animal más querido, el asno130 (Figs. 23-24; Fischer-Hansen, en LIMC V.1, s. v. Hestia/Vesta: 413-416). Por su parte, Antonio d’Ambrosio y Mariarosaria Borriello (2001: 17-18, 47) proponen la posibilidad de reconocer a Vesta en los pequeños bustos femeninos que adornaban un grupo peculiar de quemaperfumes con forma de cuenco, solo documentados por el momento en área vesubiana, algunos de ellos en lararios. El fuego de Vesta fue, con toda probabilidad, cuidado y atendido por las hijas o la esposa del paterfamilias, quienes se encargaban de mantenerlo permanentemente encendido y lo embellecían con guirnaldas y flores. En él, la diosa recibía un plato con alimentos y otras ofrendas similares a las de los demás dioses domésticos (D. G. Orr, 1978: 1561).
LOS
ANTEPASADOS
El culto a los antepasados tenía como escenario principal la tumba. Sin embargo, los ancestros gozaban también de un espacio en la casa como protectores de la familia. Se ha visto ya cómo algunos investigadores consideran que deben identificarse con el Lar familiaris; otros, en cambio, proponen al Genius como su personificación. También las imagines maiorum se han considerado tradicionalmente la representación doméstica de los antepasados a los que se rendía culto. Finalmente, algunas figurillas singulares halladas en los lararios pompeyanos han sido relacionadas con ellos. En lo que se refiere al Lar familiaris, remitimos al apartado dedicado a este para las teorías favorables y contrarias a su identificación con la deificación de los antepasados de la familia (pp. 39-44). Recuérdese únicamente que aquí se propone una dimensión agrícola de esta divinidad, ligada estrechamente con el mundo ultraterreno por su carácter ctónico, pero sin que por ello, creemos, se deba considerar al Lar como la personificación divinizada de los antepasados de la familia. Algunos investigadores han subrayado también ciertas cuestiones que parecen oponerse precisamente a la identificación del Lar con los antepasados: 130 Sobre el significado arcaico del asno como animal asociado a Vesta, véase M. Torelli, 2000: 64.
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Gordon Laing (1921: 132) considera significativo el hecho de que los Lares no fueran venerados en las Parentalia (13-21 de febrero), sino en las posteriores Caristia (22 de febrero), pues la primera festividad estaba dedicada a la veneración de los antepasados y, de ser su personificación doméstica los Lares, estos deberían haber sido venerados entonces y no en las Caristia, que cierran el período del duelo y están dedicadas a los miembros vivos de la familia y a la veneración de sus dioses domésticos (Ov., fast. II, 617-634); para Laing esto demuestra que los Lares eran dioses de los vivos y no de los muertos.131 Por su parte, Harriet I. Flower (1996: 210) considera que la propia representación iconográfica de los Lares, como jóvenes alegres, en muchos casos danzantes, no armoniza con la sobriedad y dignidad que son propias de las representaciones de antepasados. También el Genius parece haber tenido una dimensión funeraria (vid. sup. p. 52), pues en determinadas fiestas de los muertos, como las Larentalia o las Parentalia, se invocaba a los Genii paternos y de los antepasados. En función de esto, algunos autores han interpretado la naturaleza de esta divinidad, no como la fuerza generadora y vital de cada persona, sino como el ancestro procreador de la gens: «…l’ancêtre qui procrée lui-même dans la gens. issue de lui» (P. Boyancé, 1972b: 25). En este sentido, podría entenderse al Genius como el antepasado por antonomasia de la familia, representante de todos los posteriores y que, por tanto, condensaba en su figura el culto doméstico a los ancestros. Sin embargo, por los argumentos ya expuestos en el apartado dedicado a esta divinidad, consideramos que el Genius estaba conectado principalmente con los vivos y no con los muertos y que su dimensión funeraria es más una consecuencia que un origen. De las imagines maiorum se sabe que eran rostros de antepasados, modelados en cera y realizados en vida de la persona representada (H. I. Flower, 1996: 2), los cuales se colocaban en el atrio, en armarios de madera individuales para su mejor preservación (Fig. 25; Plin., nat. XXXV, 6; J. Arce, 2000: 30). La tradición científica le ha dado a estas imagines, por su naturaleza de representación de los antepasados, un valor cultual, el cual han puesto en entredicho Franz Bömer (1943: 115-117) y, más recientemente, Harriet I. Flower (1996: 2-3, 10), quien defiende 131 En relación con esto debe considerarse el hecho de que, al final del período de duelo de nueve días tras la muerte de un familiar, el Lar era purificado como la casa y el resto de miembros vivos de la familia (J. M. C. Toynbee, 1971: 51; vid. inf. pp. 114-115).
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Fig. 25. Relieve con dos bustos en el interior de sendos armarios de madera. Museo Nacional de Copenhague (Dinamarca), n.º inv. 1187 [J. Arce, 2000: 31, fig. 1].
que su uso no fue religioso, sino social y político. Al respecto, dice la autora: «An imago was not a “religious” mask, although it was made to command respect and admiration for the achievements of past leaders. Nor was the imago like a status symbol to be found in a purely hereditary aristocracy. Imagines were indeed an important part of inheritance, but their aim was to mark merit and service within an elite caste based on the holding of magisterial office, and not solely on birth» (ibid.: 10). De hecho, solo las personas que hubiesen desempeñado al menos el cargo de edil tenían derecho a tener una imago propia, de manera que la posesión de estas estaba restringida a las principales familias romanas, quienes utilizaban dicha prerrogativa como forma de propaganda política (J. Arce, 2000: 31). Esta limitación en el uso de las imagines parece contradecirse con la posibilidad de que fueran el objeto del culto doméstico a los antepasados, pues este era un derecho y un deber extendido al conjunto de los ciudadanos. Franz Bömer (1943: 115-116) subraya, por su parte, que nada hace pensar que las imagines fuesen personificaciones de los antepasados en sí mismas, ni que existiese un culto dedicado a ellas, pues, entre otras cosas, se encontraban físicamente separadas del resto de los dioses domésticos y de sus lararios. Sin embargo, creemos que no debe despojarse completamente a estos objetos de un valor religioso. Según Jocelyn Toynbee (1971: 61-62), el culto a los muertos estaba basado en dos pilares esenciales: garantizar la pervivencia del difunto en el recuerdo de los vivos, a nivel familiar o comunitario, y asegurar los medios, a través de los miembros vivos de la familia, para obtener el reposo y el descanso del espíritu inmortal.132 Teniendo esto en cuenta, el propio 132 Animas placate paternas parvaque in exstructuras munera ferte pyras «Es un testimonio de respeto el tratar de aplacar en sus sepulturas a las almas de los antepasados y llevarles modestas ofrendas a las tumbas que se les han levantado» (Ov., fast. II, 533-534; trad. M. A. Marcos). Las palabras de Ovidio dan una idea de lo que implicaba, en las creencias romanas, no realizar estos ritos: vix equidem credo: bustis exisse
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papel social y político desempeñado por las imagines maiorum, que H. I. Flower (1996: 341) defiende, implica que estas cumplían entre la élite romana con la consecución del primer objetivo enunciado por J. Toynbee, al ser elementos definidores y dignificadores de la identidad familiar a través del recuerdo de los logros de sus difuntos133 (Fig. 26). En este sentido, puede relacionarse a las imagines maiorum con el culto de la élite romana a los antepasados. El recuerdo de los difuntos entre los grupos sociales inferiores hubo de realizarse, en cambio, de una forma más modesta, quizá más limitada a la tumba134 (J. Andreu, 2009: 334) y ausente, al menos en una dimensión social, de la casa. Las cuestiones enunciadas más arriba imposibilitan, sin embargo, que las imagines maiorum sirviesen para cumplir con el segundo objetivo del culto doméstico marcado por J. Toynbee. Estos objetos de prestigio, restringidos a la élite social, no podían ser los depositarios del ritual dedicado al descanso de los espíritus de los antepasados en la casa porque este, como se ha dicho, debía ser observado por el conjunto de la población. En algunos lararios de las ciudades de Pompeya y Herculano se han encontrado curiosas figurillas, toscamente trabajadas,135 que ponen sobre la pista de cuáles eran las imágenes del culto a los antepasados en la casa romana.136 Las más conocidas son las de la magnífica Casa del Menandro, en Pompeya ferurunt et tacitae questi tempore noctis avi, perque vias Urbis latosque ululasse per agros deformes animas, volgus inane, ferunt. Post ea praeteriti tumulis redduntur honores, prodigiisque venit funeribusque modus. «Cuentan –aunque yo me resisto a creerlo— que nuestros antepasados salieron de sus tumbas y comenzaron a gemir en medio del silencio de la noche; y afirman que a través de las calles de la ciudad y por lo extensos campos anduvieron ululando los espíritus sin forma, una muchedumbre de fantasmas. Después de estos portentos, vuelven a rendirse a las tumbas los honores de los que se les había privado, y los fúnebres prodigios finalizaron» (Ov., fast. II, 551-556; trad. M. A. Marcos). También Tibulo dice al respecto: Ne tibi neglecti mittunt mala somnia Manes. «Que no te envíen sus Manes despreciados malos sueños» (Tib., II, 6, 37). El significado y la importancia de proveer a los antepasados el reposo eterno aparecen ampliamente desarrollados en N. D. Fustel del Coulanges, 1864: 11-18, 34, 41-45. 133 Esta función parece quedar clara a partir de la descripción que hace Polibio de la conservación, exposición y uso de las imagines maiorum. Véase el análisis que J. Arce (2000: 25-41) realiza del pasaje polibiano y del uso y el significado de las imagines maiorum a partir de este. 134 Un ejemplo paradigmático lo representa la tumba de Vestorius Priscus (necrópolis de Porta Vesuvio, Pompeya), interpretada en todos sus matices por J. R. Clarke (2003: 187203). 135 A. Maiuri señala que la tosquedad de estas figurillas se debe, no al proceso de obtención del vaciado en yeso, sino al propio trabajo original de la pieza (A. Maiuri, 1932: 100). 136 Amadeo Maiuri fue el primero en proponer este uso (A. Maiuri, 1932: 98-106).
Fig. 26. Togado Barberini, con los bustos de su padre y de su abuelo en las manos. Museo Nazionale Romano. Palazzo Massimo alle Terme [J. Arce, 2000: 32, fig. 2].
(I, 10, 4/14-15; Fig. 27a-b), que en su última fase perteneció probablemente a una rama de la familia de la esposa del emperador Nerón, Popea Sabina. Las figurillas fueron halladas en un gran nicho practicado en la pared oeste de una de las exedras (25) que rodeaban el peristilo. Se trata de dos bustos y dos cabezas con sexo diferenciado,137 probablemen137 P. Allison (2006: 85) identifica una cabeza masculina y un busto femenino. A. Maiuri y G. K. Boyce (ap. M.-O.
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a)
b) Fig. 27. a) Larario con figurillas de antepasados en una exedra (25) del peristilo de la Casa del Menandro (Pompeya I, 10, 4/14-15). b) Detalle del nicho con las figurillas en el momento del hallazgo, cuando aún se conservaba la de Mercurio (a la izquierda) [a) M. Pérez Ruiz; b) P. M. Allison, 2006: lám. 26.1].
te de madera, de los que se conserva únicamente el vaciado en yeso in situ; junto a ellas apareció una figura masculina desnuda y sedente, tocada con una corona de flores, probablemente Mercurio138 (P. Charles-Laforge, 2007: 158) interpretan las dos cabezas como masculinas. 138 Esta figura, que ya no se conserva in situ, fue identificada inicialmente como un Lar praestes, por comparación con los
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M. Allison, 2006: 85). El nicho donde se encuentran estas figuras debió de estar cerrado mediante puertas de madera o una cortina;139 delante del él, se construyó un podium, sobre el cual se colocó un altar cúbico de tufo (Boyce, 1937: 28). Podium y nicho están decorados con imitación de crustae marmóreas, mientras que el altarcito está pintado de rojo. El resto de la exedra está decorado con finas pinturas del II Estilo, a diferencia del conjunto de la casa, recientemente redecorada en IV Estilo en el momento de la erupción del Vesubio en 79 d.C. Este conservadurismo en la decoración, que creaba un contraste deliberado con el resto del peristilo, es una muestra del especial significado que tenía el espacio para la familia (H. I. Flower, 1996: 43), fácilmente explicable si en él, como se postula, se rendía culto a sus antepasados.140 En el biclinium-cubiculum del primer piso de la Casa a Graticcio de Herculano (III, 13, 15) se halló un busto femenino en madera junto con un larario del mismo material (Fig. 28; M.-O. Charles-Laforge, 2007: 160), que Amadeo Maiuri (1932: 102) comparó con uno de los hallados en la Casa del Menandro.141 En otra casa pompeyana, la Casa di Balbo (I, 8, 18; Fig. 29), se halló también un nicho en una de las paredes de la cocina,142 en cuyo interior había un arula de terracota, acompañada de dos figurillas toscas y esquemáticas de toba, en las cuales se distinguen la cabeza y dos apéndices laterales, quizá brazos. Alrededor del nicho había originalmente una pintura de larario (hoy perdida), en la que podían verse dos Lares danzantes, a ambos lados reproducidos en una moneda de la gens Caesia (A. Maiuri, 1932: 102; LIMC VI.2, s. v. Lares: fig. 89). La iconografía propia de los Lares domésticos hallados comunmente en los lararios es, sin embargo, muy diversa (vid. sup. pp. 45-46), lo cual ha llevado a P. M. Allison a identificarla con Mercurio, cuyo carácter psicopompo es claro, por lo que su presencia junto a las representaciones de los antepasados resultaría fácilmente justificable. 139 Dos anchas espigas de hierro halladas sobre el nicho así parecen demostrarlo (M. Bassani, 2008: 172). 140 A. Wallace-Hadrill (1988: 72) valora de la siguiente forma la utilización del II Estilo pompeyano para destacar determinadas estancias de la casa: «…the second style opens up possibilities […] of making an area as both intimate and privileged. By concentrating the language of public architecture within a confined space, a feeling of rich luxury is generated, as if all the power and grandeur of the public figure who slept there had been focused on a single spot». 141 Según M.-O. Charles-Laforge (2007: 160), H. Drerup da noticia de un segundo busto de madera en Herculano, de procedencia desconocida y colocado en una vitrina en la Casa del Cortile, que no ha sido nunca publicado. La misma autora, tratando de vincular estos bustos con las imagines maiorum, ha interpretado que la tosquedad del trabajo se debe a que estarían recubiertos por una máscara de cera hoy perdida. 142 Sobre la ubicación errónea dada tradicionalmente a este nicho y la real, véase P. W. Foss, 1997: 199-200.
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Fig. 30. Columelle en un monumento funerario de la necrópolis de Porta Nocera, en Pompeya [M. Pérez Ruiz].
Fig. 28. Busto de madera hallado en la Casa a Graticcio de Herculano (III, 14.13.15) [V. Catalano, 2002: lám. XXIX.3].
Fig. 29. Larario con figurillas de antepasados en la cocina de la Casa di Balbo (Pompeya I, 8, 18) [Th. Fröhlich, 1991: lám. 25.10, L10].
de este, y dos serpientes afrontadas reptando hacia un altar, debajo (F. Giacobello, 2008: 142-143, n.º 14). Estas figurillas toscas, bustos y cabezas, difieren claramente de los detallados rostros de los antepasados modelados en cera que eran las imagines maiorum. Pueden ser, además, masculinas y femeninas, mientras que las imagines debieron de ser siempre masculinas, pues solo los hombres que hubiesen sido al menos ediles tenían derecho a tener una propia (vid. sup.). Parecen ser, por tanto, una representación genérica de los antepasados familiares, a los que se veneraba en la casa como un conjunto unitario de espíritus protectores (A. Jiménez Díez, 2007: 95). En este sentido, las figurillas domésticas guardan una cierta relación con las estelas funerarias de la necrópolis de Porta Nocera, en Pompeya, conocidas como columelle (Fig. 30) y documentadas también en otros yacimientos campanos (ibid.: 92-93). Y al hilo de esta relación con ciertas estelas funerarias, cabe preguntarse si las representaciones domésticas de los antepasados pueden recibir el nombre de Manes, que, según Servio, sunt animae illo tempore, quo de aliis recedentes corporibus necdum in alia transierunt (Serv., Aen. III, 63). Cicerón (leg. II, 22) le reconoce a los Manes un carácter divino: Deorum Manium iura sancta sunto. nos leto datos diuos habento.143 Para J.-A. Hild, «La notion des Mànes […] est, dans la religion romaine, celle qui exprime le mieux la croyance à une certaine immortalité de l’âme après la dissolution du corps» (J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, III.2., s. v. Manes, Mania: 1571). Se trata de un término aplicado en las fuentes literarias a diferentes conceptos, todos ellos asociados con el mundo de ultratumba, pero que 143 «Sean sagrados los derechos de los dioses Manes. Sean tenidos como divinidades los familiares difuntos.» (trad. C. T. Pabón).
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principalmente se identifica con los espíritus de los antepasados (ibid.: 1571-1574, passim). El análisis de la etimología del término, a partir del adjetivo romano arcaico «manus» (bueno), ha llevado a Chiara de Filippis (1997: 25) a suponer que los Manes fueron considerados desde los orígenes espíritus bondadosos, una idea entre lo religioso y lo supersticioso que estima original de la mentalidad romana. Esta autora, así como J.-A. Hild (en Daremberg-Saglio, III.2., s. v. Manes, Mania: 1571) e Ian A. Richmond (1950: 25-28), consideran que estos espíritus carecían de la personalidad individualizada que tuvieron en vida, pasando a ser una masa indefinida de sombras anónimas, pero deificadas,144 lo cual concordaría con su representación genérica en las figurillas que acabamos de analizar. Jocelyn Toynbee (1971: 37), en cambio, cree que no hay razones para considerar que los muertos perdieran su identidad en el ideario romano. Pero los espíritus de los antepasados familiares no parecen haber recibido siempre el nombre de Manes, sino que este debió de extenderse solo a partir del cambio de Era.145 Previamente, autores como Plauto, que hacen referencia a los Lares o los Penates, no mencionan a los Manes; tampoco Cornelia, la madre de los Gracos, en la carta en la que le envía recomendaciones a sus hijos utiliza este término, sino que hace referencia a sus antepasados como deum parentem (Nep., frg. 12; J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, III.2., s. v. Manes, Mania: 1572-1573). J.-A. Hild (ibid.: 1573) defiende, por tanto, que el término Manes definió hasta finales de la República a las divinidades infernales y a los espíritus de los muertos de forma colectiva, y que solo a partir de la época augustea se impuso sobre esta idea la de identificarlos popularmente con los espíritus benéficos de los ancestros.146 Parece, según esto, que en origen los antepasados familiares fueron nombrados con fórmulas como dii parentes —usada por la madre de los Gracos— o similares, asociadas en ocasiones a los nombres de otras divinidades domésticas (Plaut., Merc. 834). Pero, cuando el término Manes se generalizó a partir del cambio de Era, cabe preguntarse si lo hizo también en relación con el ámbito de la casa, pues no existen 144 Ch. de Filippis (1997: 25) se basa, para esta afirmación, en las palabras de Cicerón: Deorum Manium iura sancta sunto (Cic., leg. II, 22). 145 Es a partir de este momento cuando comienza a expandirse la fórmula D(is) M(anibus) S(acrum) en los epitafios de las tumbas por todo el Imperio. 146 El mismo autor detalla otras acepciones del término Manes, basadas, según él, en elaboraciones eruditas de ideas filosóficas de raíz griega, las cuales no habrían tenido apenas calado entre la población (J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, III.2., s. v. Manes, Mania: 1571-1574, passim).
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Fig. 31. Pintura en el interior del larario tipo nicho en el jardín de la Casa del Larario del Sarno (Pompeya I, 14, 6-7). Escena de banquete funerario [M. Pérez Ruiz].
evidencias escritas de ello, literarias o epigráficas. A ello hay que sumar que, según J. Toynbee (1971: 37), aunque no existía una idea clara sobre el lugar donde moraban los Manes, la creencia más extendida debió de ser que lo hacían bajo tierra, en las cercanías de la tumba, donde recibían su alimento. Un ulterior dato lo proporciona el Codex Theodosianus (XVI, 10, 12), en el que al prohibir el culto a las divinidades domésticas se hace referencia a los Lares, al Genius y a los Penates, pero no a los Manes. Estas cuestiones impiden, en nuestra opinión, realizar una identificación directa entre ellos y el concepto de antepasado venerado en la casa. Finalmente, en esta búsqueda de los antepasados venerados en la casa, cabe valorar un grupo singular de figuras halladas en lararios pompeyanos que han sido interpretadas de forma sugerente como representaciones de los antepasados por Thomas Fröhlich (1991: 44-48). Cuatro de ellas se pintaron en lararios tipo nicho (Fig. 31), mientras que otras fueron realizadas en terracota y proceden, aquellas de las que se conoce el lugar del hallazgo, de contextos de larario; también en el sacrarium de una villa de Boscoreale (Italia) se halló otra figura similar en mármol147 147 Pinturas: Casa del Larario del Sarno (Th. Fröhlich, 1991: 263, L34); casa con hospitium y thermopolium VI, 1, 1 (ibid.: 273, L55); casa con thermopolium VII, 15, 5 (ibid.: 290, L92); edificio VI, 15, 18 (G. K. Boyce, 1937: 55, n.º 218). Esculturas en terracota con contexto del hallazgo: Casa dell’Efebo (ibid.:
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Fig. 32. Estela con forma de aedicula procedente de la necrópolis de Lilibeo (Marsala, Italia), con escena de banquete funerario en el interior. Museo Archeologico Regionale di Palermo [G. dell’Orto, Wikimedia Commons. CC BY-SA].
(Fig. 33). Todas las de bulto redondo parecen ser figuras femeninas, vestidas con túnica y recostadas en una kliné precedida, en el caso de las pinturas, por una mesa de tres patas con vajilla. Los atributos que presentan son variables: una rama, una cornucopia, una pátera, un cántaro, etc.; algunas esculturas de bulto redondo están además acompañadas de una serpiente.148 La ausencia de atributos concretos es considerada por Thomas Fröhlich como una importante pista a la hora de identificar estas figuras, no como divinidades, sino probablemente como personajes heroizados, concretamente antepasados, asistentes al banquete funerario.149 Pero el argumento principal esgrimido por este autor es la existencia de tipos similares de representaciones iconográficas en pinturas funerarias (Fig. 32).150 26, n.º 42); casa IX, 9, 6 (ibid.: 91, n.º 459); casa VI, 14, 27 (ibid.: 53, n.º 202). Escultura en mármol: villa di Via Casone Grotta, Boscoreale (L. Fergola, 1987: 164-165, fig. 26). 148 La relación de la serpiente con el culto a los antepasados se verá en el apartado siguiente. 149 Previamente se han propuesto otras lecturas para estas figuras recostadas, como Bona Dea, Genius familiaris, Genius lectalis o Agathe Tyche (véase Th. Fröhlich, 1991: 44-45, con bibliografía). 150 Especialmente interesante es el conjunto de estelas funerarias con forma de aedicula halladas en la necrópolis de Lilibeo (Marsala, Italia) y datadas entre los ss. III a.C. y I d.C. Estas estelas, en las que se sincretizan tradiciones púnicas, griegas y romanas, están decoradas con escenas de banquete funerario en el interior, muy similares a algunas de las pinturas pompeyanas aludidas aquí, y con símbolos de Tanit y Mercurio, entre otros dioses, a los lados (Fig. 32; M. Vento, 2000).
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Precisamente, la esculturita hallada en Boscoreale (Fig. 33) resulta muy semejante a los sarcófagos etruscos, de los cuales el más conocido es el «Sarcófago de los Esposos» (Fig. 34) de la necrópolis de la Banditaccia (Cerveteri, Italia), en el que se ve a una pareja recostada en una kliné, con las manos en actitud de sujetar copas y páteras —hoy perdidas— en alusión al banquete aristocrático y al banquete funerario a la vez. Más similar a la pieza vesubiana es el sarcófago de Larthia Seianti (Fig. 35) procedente de Chiusi (Italia), en el que una mujer recostada en un lecho y ricamente vestida sujeta una pátera con la mano izquierda.151 Pero la escultura de la villa de Boscoreale presenta una particularidad que subraya aún con mayor claridad, a nuestro juicio, la identificación de este tipo de figuras con los antepasados: entre las patas de la kliné puede verse esbozada una figura femenina tendida en el suelo, con el cuerpo orientado hacia abajo, como puede apreciarse inequívocamente por la posición del rostro, de las manos y de los pies. De manera que la pieza parece recrear un auténtico sarcófago, en cuyo interior se encuentra la difunta, representada a su vez sobre el lecho, a modo de antepasado heorizado o divinizado, asistiendo al banquete fúnebre con la pátera en la mano.152 La colocación del cadáver boca abajo, es decir, mirando hacia el humus, subraya la pertenencia de la difunta al mundo de los muertos —inferior— y no ya al de los vivos —superior—, a la vez que el simple esbozo de su cuerpo parece querer recordar que ya no es un ser de carne y hueso, sino solo una sombra. Resulta altamente probable, por tanto, que este tipo de figuras recostadas en lechos representadas en los lararios haga referencia a los espíritus de los difuntos familiares, de manera que deben interpretarse de forma similar, e incluso equipararse, a las cabezas y bustos de tosca factura a los que nos hemos referido aquí, como otro tipo de representación doméstica de los mismos antepasados venerados en la casa. Las diferentes connotaciones de uno y otro tipo de representación, si es que las hubo, se nos escapan y resulta ciertamente difícil apreciarlas, habida cuenta de los escasos ejemplos con los que contamos por el momento para ambos casos. 151 Incluso en la Península Ibérica existen ejemplos de este tipo de iconografía, como muestra una figurita de terracota del s. V a.C., con la representación de un personaje masculino reclinado en un lecho con una copa en la mano izquierda, hallada en la tumba griega de inhumación n.º 77 de la necrópolis Martí, en Ampurias (X. Aquilué et al., 1999: 39). 152 Véase más abajo lo dicho por F. Bömer sobre la pátera en relación con el culto a los muertos.
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Fig. 33. Estatuilla femenina en mármol, recostada sobre una kliné. Hallada en el larario de la Villa di via Casone Grotta, en Boscoreale (Italia) [L. Fergola, 1987: 165, fig. 26].
Fig. 34. «Sarcófago de los Esposos», procedente de la necrópolis etrusca de la Banditaccia, en Cerveteri (Italia). Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia, Roma [GerardM, Wikimedia Commons CC BY-SA].
Fig. 35. Sarcófago etrusco de Larthia Seianti, hallado en Chiusi (Italia). Museo Arqueológico de Florencia [A. Cavini Benedetti, Flickr. CC BY-NC-SA].
En cuanto al desarrollo del culto a los antepasados en la casa, es escasa la información que se tiene más allá del propio registro arqueológico. Parte del ritual fúnebre tenía como escenario la vivienda, con la exposición del cadáver previa al entierro y el
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banquete celebrado por la familia tras este, así como con la purificación ritual de casa y familia tras acabar el período de duelo (vid. inf. pp. 114-115). Se sabe también por Ovidio (fast. II, 617-638) que después de las Parentalia se celebraba una comida ritual en la casa, que reunía a toda la familia y en la que se veneraba a las divinidades domésticas, pero esta fiesta, las Caristia (22 de febrero), parece tener más que ver con el regreso a las actividades propias de los vivos que con el tributo a los antepasados, realizado en los días anteriores (vid. sup. p. 61). La fiesta de las Lemuria (9, 11 y 13 de mayo) tenía también lugar en la casa y su objetivo era aplacar a los fantasmas y a los espíritus errantes y malignos de los muertos para protegerse de ellos en la morada, costumbre que parece hundir sus raíces en épocas muy antiguas (W. Warde Fowler, 1899: 106-108). Aunque la fiesta estaba dedicada a aplacar a todos los muertos, Ovidio (fast. V, 419-444) parece hacer una alusión explícita a los espíritus enfurecidos de los ancestros (Manes exite paterni).153 En opinión de James Frazer (ap. Ov., fast., pp. 424-425), esta era la única ocasión en la que los muertos visitaban su antigua casa y el ritual desarrollado por el paterfamilias estaba expresamente encaminado a devolverlos a tumba para que no volviesen a perturbar a los vivos hasta el año siguiente.154 Pero además de estos ritos asociados a determinados momentos de la vida familiar o a festividades anuales, la existencia de capillas expresamente dedicadas a estos ancestros, como las que se acaban de ver, implica, en nuestra opinión, la existencia de ritos periódicos desarrollados en ellas, como se entiende que ocurre en las dedicados a otros dioses domésticos. Desconocemos cómo serían estos ritos, pues las fuentes escritas no han dejado testimonio alguno de ellos, aunque pueden suponerse similares a los realizados para los Lares, los Penates..., con libaciones y ofrendas incruentas de alimentos. Cabe preguntarse, en función de la interpretación que se hará a continuación de la presencia de serpientes en los lararios, si el hallazgo de piñas y piñones en los lararios pompeyanos no debería ponerse en relación con estas ofrendas domésticas a los antepasados.155 153 J. Toynbee (1971: 296, n. 263) considera que Ovidio se equivoca al referirse a los Manes paterni en relación con esta fiesta. 154 Este festival, que tiene su correspondencia en Grecia, es común, según M. P. Nilsson (1961: 130), a la mayoría de los pueblos indoeuropeos. 155 Otros autores como M.-O. Charles Laforge (2007: 168), consideran que no existió un culto doméstico a los antepasados: «... il n’existe pas de culte des défunts dans la maison, sauf en cas de divinisation, ce qui n’est pas attesté, jusq’uà présent, à Pompéi».
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a)
b)
Fig. 36. a) Hogar en la gran casa central n.º 54 de Lepenski Vir (Serbia), en las fases Ib y Ic [http://www.donsmaps.com/images7/ lepenskiesculptdig1.jpg (consulta: 26/05/10)]; b) Esqueletos hallados en el santuario, entre el hogar y la gran piedra anicónica, de la casa n.º 65 de Lepenski Vir, en la fase Ib [http://www.donsmaps.com/lepenski2.html (consulta: 26/05/10)].
En relación con esta cuestión, es sugerente la idea desarrollada por Franz Bömer (1943: 125-135) sobre la relación de la pátera con las ofrendas a los antepasados y su uso en el ámbito doméstico como reminiscencia de un antiguo culto a estos desarrollado ante el fuego del hogar. Para Bömer, las ofrendas que se realizaban en el fuego estaban dirigidas a los antepasados, pues era este su lugar de culto doméstico y no el de los Lares y los Penates.156 Ya se ha visto cómo el traslado del fuego del atrio a la cocina influyó también en el del culto y las divinidades domésticas, por lo que no parece verosímil desvincularlo de estas y relacionarlo solo con las antepasados, pero la idea del mantenimiento de rituales ancestrales de carácter funerario en relación con él no resulta en absoluto descabellada. La práctica documentada entre diversos pueblos pre y protohistóricos indoeuropeos de enterrar a los difuntos bajo el fuego del hogar podría poner sobre la pista de las creencias religiosas que subyacían en el ritual romano al que hace referencia F. Bömer y que, como muchas otras cuestiones vistas aquí, hubo de tener un origen altamente arcaico, incluso anterior a la propia modelación de los romanos como pueblo. 156 «Die di parentes, deren Kultstätte der Herd des Hauses ist» (F. Bömer, 1943: 134).
El yacimiento prehistórico de Lepenski Vir, en Serbia, ofrece información valiosa a este respecto, pues en la fase Ib (6000 a.C.) se ha documentado un complejo ritual de enterramiento de los antepasados bajo el hogar doméstico, creando un vínculo que conecta a ambos entre sí y con la casa y que explica la religión de esta cultura como un culto a la tierra y al fuego, a los antepasados y, posiblemente, al sol (Fig. 36; D. Srejovic, 1972: 118-123). Pero el análisis del papel de los antepasados en el culto doméstico no puede quedar completo, a nuestro juicio, hasta que no se analice el significado de la serpiente en los lararios.
LA
SERPIENTE
En numerosas pinturas de lararios de las ciudades vesubianas aparecen serpientes. Las variaciones de este motivo son múltiples: pueden aparecer solas o en pareja, afrontadas o juntas, reptando con el cuerpo formando ondas o complicados bucles sobre sí mismo, con o sin cresta, con o sin barba… En buena parte de las escenas aparecen acercándose o enroscándose a un altar sobre el que hay depositadas ofrendas —huevos y piñas frecuentemente (Figs. 29, 37)— o en el que arde un fuego (Fig. 15), mientras que la superficie
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Fig. 37. Pintura en el interior de un nicho, en el atrio de la Casa degli Scienziati (Pompeya VI, 14, 43). [M. Pérez Ruiz].
Fig. 38. Larario formado por pintura y altar, en el peristilo de la Casa del Primo Piano (Pompeya I, 11, 9.15) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 39. Pintura del larario de la Casa dei Vettii (Pompeya VI, 15, 1-2) [M. Pérez Ruiz].
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por la que reptan suele estar decorada con hierba y flores (Fig. 38). Todas estas variantes se combinan de formas múltiples, sin que exista un patrón único. A veces aparecen solas y otras combinadas con otras escenas típicas de larario, como representaciones de Lares y Genii o escenas de sacrificio; en estos casos las serpientes suelen aparecer en un registro inferior, separadas del resto de la composición (Fig. 39), o bien en un mismo registro, pero procediendo de la parte inferior de la escena (Fig. 15). La reiterada presencia de este motivo, que no se limita al agro vesubiano,157 ha llevado a numerosos investigadores a interesarse por él, sin que se haya llegado, por el momento, a una interpretación definitiva de su significado. La más extendida es que se trata de la representación zoomorfa del Genius del paterfamilias,158 en algunos casos acompañada de la representación, también serpentiforme, de la Iuno (Plut., Tib. Gracch. 1, 2). La diferencia entre ambas vendría dada por la barba y la cresta, que ya Aeliano identificó en su tratado como atributos de la serpiente macho159 (Ail., nat. X, 15, 11, 26). La presencia frecuente del Genius y la serpiente (Figs. 15, 39) en una misma pintura de larario viene, según esta teoría, a reforzar el estrecho vínculo existente entre ambos160 (D. G. Orr, 1972: 78). Los argumentos en contra de la interpretación anterior son varios: una relectura de las fuentes literarias en las que se apoya, interpretándolas no como referencias al Genius personal sino a la serpiente como mensajera de la fortuna de un determinado personaje; la dificultad de justificar la duplicidad del concepto Genius en una misma pintura, con forma humana y animal a la vez, o la diferencia entre las ofrendas recibidas por el Genius y las ofrecidas a las serpientes en sus altares (G. K. Boyce, 1942: 16-17, 20; F. Giacobello, 2008: 123). 157 En Ampurias (Gerona), un altar hallado en el peristilo de la Casa 2B está decorado con pintura en todas sus caras, en tres de las cuales se desarrolla una escena con dos serpientes afrontadas acercándose a un altar con ofrendas en la parte superior (véase el registro GE/Emporiae03-E del catálogo). La representación tiene una gran similitud con las halladas en Pompeya y Herculano. 158 Véanse G. Dumézil, 1974: 318; D. G. Orr, 1972: 55-81; Id., 1978: 1572-1575; L. Preller, 1881-1883: 196; G. Wissowa, 1912: 176-177; J.-A. Hild en Daremberg-Saglio, II.2, s. v. Genius: 1490; A. de Marchi, 1896: 60; W. Otto, en RE Paulys XIII, s. v. Genius: 1159 y H. Kunckel, 1974: 18. 159 Este esquema, sin embargo, no se cumple siempre, pues existen diversos casos en los que las dos serpientes representadas en la pintura presentan cresta y barba (Fig. 39). 160 El caso más evidente de estas duplicidades es el de una escultura de bronce en pequeño formato, procedente de Pompeya, en la que una serpiente se enrosca en el brazo del Genius para subir por su espalda hasta colocar su cabeza sobre la de este (H. Kunckel, 1974: 90, F I 5, lám. 37).
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Fig. 40. Pintura mural hallada en las cercanías de la Casa dei Cervi (Herculano IV, 21), con representación de una serpiente enroscada a un altar, acompañada de Harpócrates. A la derecha de la serpiente estaba escrito Genius huius loci montis. Museo Archeologico Nazionale (Nápoles, Italia), n.º inv. 8848 [Th. Fröhlich, 1991: lám. 13.2, L121].
Como alternativa, George K. Boyce (1942) propone una lectura diferente de la serpiente, como Genius sí, pero no de la persona sino del lugar, como Genius loci. Esta propuesta viene confirmada, para los autores que la defienden,161 por las propias fuentes clásicas (Verg., Aen. V, 91-103; Pers., 1, 112) y por la existencia, en Herculano, de una pintura con una serpiente enroscada en torno a un altar, acompañada de la inscripción Genius huius loci montis (Fig. 40; F. Giacobello, 2008: 124-125). La representación de la serpiente en numerosos ambientes de la casa es, para G. Boyce (1942: 21), un argumento más a favor de esta hipótesis, pues demuestra que esta no habría estado originalmente vinculada al larario, sino a los espacios que requerían su protección. Sin embargo, esta teoría no resuelve satisfactoriamente la cuestión de la barba y la cresta como atributos de la serpiente, ni la de la presencia de una o dos en las pinturas, que Boyce interpreta en clave estética162 (ibid.: 18, 21). La propuesta realizada por Jocelyn Toynbee, con menor seguimiento que las anteriores, resulta muy sugestiva. La investigadora considera que las serpientes de las pinturas pompeyanas son la representación del antepasado fundador de la familia, en consonancia con 161 Además de G. K. Boyce, Th. Fröhlich (1991: 56-61), A. Krzyszowska (2002: 50-56) y F. Giacobello (2008: 121125). 162 La simetría, a la que G. K. Boyce otorga un valor estético, no se confirma en la Casa del Crittoportico (Fig. 65), donde una de las serpientes se acerca al nicho que forma parte del larario, mientras que la otra se enrosca a un altar, sin que haya una aparente conexión entre ellas.
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la tradición de origen griego de identificar o relacionar estrechamente a estos reptiles como los espíritus de los muertos,163 que habría tenido continuidad durante la república y los primeros momentos del Imperio romano, y para lo cual se apoya también en las fuentes literarias, algunas ya interpretadas en relación con las otras teorías (J. M. C. Toynbee, 1973: 224; Verg. Aen. V, 84-96; Val. Fl., 3, 457-358). Se mantiene, sin embargo, la dificultad de explicar la falta de un patrón a la hora de representar una o dos serpientes, con o sin barba y cresta, pues cada familia tendría un antepasado y, en todo caso, una antepasada fundadores. El problema podría quedar resuelto si se interpreta a estas serpientes de forma similar a las figurillas de la Casa del Menandro (vid. sup. pp. 6263), es decir, como representaciones impersonales del conjunto de los espíritus de los antepasados familiares, venerados de forma no individualizada. La identificación de la serpiente con el mundo de los muertos no es algo original de la mentalidad romana, sino que existe en el acerbo cultural mediterráneo desde épocas prehistóricas. Es el animal ctónico por antonomasia, que procede de la tierra y que repta por ella, con una parte de su cuerpo en constante contacto con el mundo de los muertos y otra con el de los vivos, creando un diálogo y un límite vertical entre ambos.164 Y así aparece precisamente en las pinturas de los lararios pompeyanos, en un nivel inferior de la escena o procedente de este.165 Para Marijas Gimbutas (2004: 57-58), «La serpent est l’image principale de la continuité de la vie, garant de l’énergie vitale domestique, symbole de fertilité et de régénération. […] Son hibernation est analogue à la mort tandis que sa mue saissonnière est l’image de l’immortalité. Le retour du serpent au printemps signifie la régénération du monde naturel». Como en el caso de los Lares (vid. sup. pp. 41-44), la serpiente presenta una doble vinculación con el mundo del Más Allá y con la fertilidad, que puede ponerse también en relación con el ciclo agrícola (J. M. C. Toynbee, 1973: 234). También las ofrendas que recibe en el altar, huevos y piñas (Fig. 41), tienen que ver con el ciclo 163 M. P. Nilsson (1961: 130) afirma que en Grecia la serpiente es el animal anímico más corriente. Véase también su relación con los muertos en Gossen-Steier, RE Paulys XXX, s. v. Schlange: 514-517. 164 Agradecemos al Dr. Ricardo Olmos las interesantes ideas compartidas al respecto de estas cuestiones. 165 El larario de la casa I, 12, 16 de Pompeya parece enfatizar esta idea al presentar a la serpiente saliendo de una oquedad practicada en la pared, en uno de los extremos inferiores de la pintura (Th. Fröhlich, 1991: 260, L28, lám. 29.1).
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Fig. 42. Vista general de la necrópolis de Marzabotto, con algunas tumbas señalizadas con piedras en forma de huevo [G. Sassatelli, 1989: 37, fig. 9].
Fig. 41. Detalle del larario pintado en una pared de la letrina de la Caupona di Euxinus (Pompeya I, 11, 10-12). Junto a la piña y el huevo aparece otra ofrenda, probablemente una breva [M. Pérez Ruiz].
de la vida: el huevo simboliza la fecundidad y el principio de vida necesario para la resurrección de los muertos (M. P. Nilsson, 1908; Id., 1961: 117), mientras que la piña es el símbolo del propio renacimiento y de la vida nueva (F. Cumont, 1942: 219). La relación de ambas ofrendas con el ámbito funerario está, de hecho, ampliamente atestiguada. El huevo es una ofrenda funeraria típica del mundo semita, que se extiende por buena parte del Mediterráneo de la mano de fenicios y púnicos (vid. inf. p. 143). En el ámbito itálico, tanto el huevo como la piña se utilizan con frecuencia como coronamiento de las tumbas etruscas, en necrópolis como la de Marzabotto (Figs. 42-43; G. Sassatelli, 1989: fi gs. 7, 9), y el huevo aparece también en la decoración pintada de algunos hipogeos (W. M. Gaugler, 2002: 82). En la propia Pompeya, en época imperial, se encuentra el huevo en contextos funerarios, concretamente, como coronamiento de un monumento funerario en la necrópolis de Porta Nocera (Fig. 44); Petronio se refiere a él como uno de los alimentos servidos durante la cena novemdialis que cerraba el período de luto por la muerte de
Fig. 43. Señalizadores de tumbas etruscas: piña y huevo. Ny Carlsberg Glyptotek (Copenhague, Dinamarca) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 44. Monumento funerario coronado con un huevo en la necrópolis de Porta Nocera, Pompeya [M. Pérez Ruiz].
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Fig. 45. Estela funeraria de Vésone (Francia), decorada con una piña y una luna cerciente. Musée Gallo-Romaine de Périgueux (Francia) [F. Cumont, 1942: lám. XVII].
un familiar166 (Petr., 66). En las estelas funerarias galorromanas la piña aparece frecuentemente junto a la luna creciente o en sustitución de esta (Fig. 45), ya que, según Franz Cumont (1942: 219), son símbolos intercambiables. Estas ofrendas, colocadas en los altares dedicados a las serpientes, hubieron de ser el alimento necesario para garantizar el reposo de los antepasados en el inframundo. Como se ha visto (p. 59), asegurar esta vida pacífica era uno de los dos objetivos principales del culto funerario romano y los espíritus de los antepasados se mostraban como seres benefactores o vengativos en función de que se cumpliese o no con los ritos que lo permitían.167 La presencia reiterada de huevos y piñas en las pinturas puede entenderse como una especie de ofrenda permanente por parte de la familia, que se aseguraba así de mantener aplacados a los difuntos. La serpiente sirve también en este caso como perfecta representación de esta doble cara de los muertos, pues era a la vez un ani166
Sobre la cena novemdialis, vid. inf. pp. 114-115. Ch. de Filippis (1997: 25) considera que la connotación bondadosa que tenían para los romanos los Manes es un «eufemismo che esprime senso di pietoso rispetto per i trapassati, ma anche paura, ansia di non inimicarseli». 167
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mal con connotaciones benéficas y maléficas,168 si bien la representación de las ofrendas garantizaba el predominio de su función como protectora en el ámbito de la casa. Según esta teoría, la serpiente doméstica romana puede compararse con el Agathos Daimon griego. También él, representado en ocasiones como este reptil,169 actuaba como protector de la casa y como garante de la fertilidad de los campos, a la vez que tenía una dimensión funeraria (F. Dunand en LIMC I.1., s. v. Agathodaimon: 277). De hecho, la identificación de la serpiente romana con el Genius ha llevado a diversos autores a ver un mismo concepto entre este y el Agathos Daimon, lo cual ha sido rechazado, en cambio, por Martin P. Nilsson (1950: 206-207).170 En relación con esta identificación entre la serpiente de los lararios y el Agathos Daimon hay que poner la vinculación de Pompeya con regiones de fuerte tradición helenística, Alejandría entre ellas, donde era común la representación de Agathos Daimon con una iconografía similar a la pompeyana.171 Sin embargo, existe, a nuestro juicio, una diferencia destacable entre este «Buen Espíritu» griego y la serpiente doméstica romana, tal y como la entendemos aquí, de forma equivalente a las representaciones en estatuas y pinturas antropomorfas de los difuntos, ya analizadas. El Agathos Daimon era —o se convirtió con el tiempo en— un verdadero dios, vinculado estrechamente con Agathè Tychè (F. Dunand en LIMC I.1., s. v. Agathodaimon: 280-281), mientras que la serpiente parece haber sido la personificación de los espíritus de los antepasados, elevados a un plano divino más cercano a la idea de héroe que a la de dios en sí mismo. Finalmente, resulta interesante destacar que las serpientes reptan en los lararios sobre un paisaje de fondo lleno de vegetación, con altas hierbas salpicadas de flores, con pájaros y con guirnaldas (Fig. 38). Este tipo de decoración —el «flower-style» de Michael Rostovtzeff (L. Abad, 1982: 330)— es utilizado también para la decoración de tumbas en el mundo romano, no solo en la Península Itálica, sino también en otras provincias del Imperio, como en la 168 Piénsese en el término pharmacon, que tiene la doble acepción de medicina y veneno. 169 También representado en ocasiones con barba, lo cual, en el caso griego, parece explicarse por el hecho de que la representación antropomorfa del Agathos Daimon fuera un anciano barbado, identificable, según M. P. Nilsson (1950: 203) con Zeus, como otras divinidades domésticas. 170 Véase un análisis de esta cuestión en D. G. Orr, 1972: 55-77. 171 También en Hispania el lugar donde se han documentado serpientes en un larario, Ampurias (L’Escala, Gerona), tiene una clara tradución griega.
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EL CULTO DOMÉSTICO EN LA ROMA ANTIGUA
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propia Hispania172 (Fig. 46). J. Toynbee (1971: 63) considera que las representaciones de lluvias de rosas y de jardines con las mismas flores en las paredes y bóvedas de las tumbas deben ponerse en relación con el gusto por usarlas como ofrenda a los difuntos, cuya máxima expresión era la fiesta de las Rosalia, celebrada entre mayo y julio, en función del momento de florecimiento de los rosales (C. Riedweg en DNP 10, s. v. Rosalia: 1134-1135). Cabe la posibilidad, por tanto, de que las representaciones de paisajes ajardinados sobre los que reptan las serpientes, con decoraciones de flores rosas (Fig. 47), tengan una relación con estas pinturas de necrópolis, siendo un argumento más a favor de la identificación de estos reptiles con los antepasados, que creemos es la más acertada.
4. ESPACIOS DE CULTO EN LA CASA ROMANA LA
CASA ROMANA COMO ESPACIO REVESTIDO
DE SACRALIDAD
Fig. 46. Decoración de tipo «flower-style» en la tumba del Banquete Funerario, en la necrópolis de Carmona (Sevilla) [M. Bendala, 1976, vol. 2: lám. LXX, fig. 1].
Fig. 47. Detalle de la decoración floral del larario pintado en la cocina de la Casa del Colonnato Tuscanico (Herculano VI, 17.25) [M. Pérez Ruiz].
Quid est sanctius, quid omni religione munitius quam domus unius cuiusque civium? hic arae sunt, hic foci, hic di penates, hic sacra, religiones, caerimoniae continentur: hoc perfugium est ita sanctum omnibus ut inde abripi neminem fas sit173 (Cic., dom., XLI, 109). Estas palabras de Cicerón cargadas de retórica transmiten la importancia y el significado que tenía para los romanos la casa174 en relación con su religión privada. La casa era el contexto físico en el que se celebraban los ritos familiares, donde se hallaban los objetos sagrados del culto doméstico y, más importante aún, donde moraban las divinidades domésticas y los antepasados de la familia.175 La casa 172 Las tumbas de las Tres Puertas y del Banquete Funerario (Fig. 46), en la necrópolis de Carmona, aparecen decoradas con este «flower-style» (L. Abad, 1982: 330). 173 «¿Hay algo más sagrado y más protegido por toda la religión que la casa de cada ciudadano? En ella se encuentran los altares, el fuego, los dioses penates; en ella tienen lugar los sacrificios, las prácticas religiosas y las ceremonias; es un refugio tan sagrado para todos que está prohibido arrancar a nadie de él» (Trad. J. M. Baños). 174 En este apartado nos referiremos, por defecto, a la casa romana aristocrática, teniendo como modelo la domus pero sin perder de vista la villa, pues las concomitancias entre la pars urbana de esta y la casa de ciudad son claras. Entre la domus y la villa, como moradas de una misma élite social, existe un constante diálogo de fondo y forma en el cual ambas se influyen irremediablemente, pero quizá lo más interesante es que el objetivo de esta mutua interacción es siempre el mismo: resaltar las cualidades del dominus, su posición social, la tradición de su familia, su dignitas y su riqueza. 175 Plauto lo expresa así en el prólogo del Aulularia: ego Lar sum familiaris ex hac familia unde exeuntem me aspexis-
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era, por tanto, un locus sanctus (hoc perfugium est ita sanctus omnibus), un pequeño templo cuyos límites estaban protegidos por dioses y espíritus y cuya violación constituía un sacrilegio.176 Es por ello que el estudio del culto doméstico romano pasa necesariamente por el análisis de la casa entendida como espacio sagrado.177 Religión doméstica y ámbito doméstico eran, de hecho, dos conceptos indisolublemente unidos en el mundo romano, que se completaban solo con la presencia del sujeto del culto, la familia. Así lo pone de manifiesto Pierre Gros (2006: 20-21) al analizar los tres términos básicos que definen el concepto de casa aristocrática romana: aedes, domus y oikos/oecus. Cada uno de ellos hace referencia a un aspecto de su naturaleza: espacio religioso, sede de la familia y lugar de reunión social, respectivamente. Estos tres elementos no solo permiten captar en toda su complejidad el significado que para los romanos tenía su casa, sino que son conceptos complementarios, sin uno de los cuales no se comprenden los demás. La casa era el centro básico de la subsistencia de la familia romana y en torno a ella se articulaban los ejes de la vida cotidiana y la identidad familiar, de manera que la casa se llenaba de sentido solo en función de las necesidades de la familia y la familia revelaba su identidad solo a través de la articulación de la casa (A. Wallace-Hadrill, 1996: 13). Cicerón resulta bastante claro a este respecto al hablar de la casa de Cneo Octavio, poseída después por Escauro: Et quoniam omnia persequimur, volumus quidem certe, dicendum est etiam, qualem hominis honorati et principis domum placeat esse, cuius finis est usus, ad quem accommodanda est aedificandi descriptio et tamen adhibenda commoditatis dignitatisque diligentia. Cn. Octavio, qui tis. Hanc domum iam multos annos est cum possideo et colo patri avoque iam huius qui nunc hic habet. «Yo soy el dios lar de esta familia de aquí, de donde me habéis visto salir ahora mismo. Ya hace muchos años que estoy instalado en esta casa y encargado de su tutela, en tiempos ya del padre y del abuelo del que vive ahora en ella» (Plaut., Aul. 2-5; trad. M. González-Haba). 176 La utilización del adjetivo sanctus por Cicerón en este contexto, en el que busca criminalizar los atropellos de Clodio contra él, debe entenderse desde el punto de vista jurídico, como definidor de aquello que es inviolable y puro y cuya violación está penada (A. Dubourdieu y J. Scheid, 2000: 61). 177 El adjetivo «sagrado» y sus derivaciones se utilizan en este contexto como sinónimos del calificativo latino sanctus, tal y como se ha definido en la nota anterior. No equivale, por tanto, a sacer, término aplicado a todo aquello que está dedicado y consagrado a la divinidad (A. Dubourdieu y J. Scheid, 2000: 60). La casa y lo que en ella hay de religioso no están consagrados y no pueden recibir este epíteto, sino el de sanctus, como se ha visto en el paso de Cicerón. Sin embargo, el adjetivo «santo» está cargado en castellano de connotaciones cristianas, mientras que la idea que encierran lo sagrado y la sacralidad se acerca más a lo que para un romano era sanctus.
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primus ex illa familia consul factus est, honori fuisse accepimus, quod praeclaram aedificasset in Palatio et plenam dignitatis domum, quae cum vulgo viseretur, suffragata domino, novo homini, ad consulatum putabatur. Hanc Scaurus demolitus accessionem adiunxit aedibus. Itaque ille in suam domum consulatum primus attulit, hic, summi et clarissimi viri filius, in domum multiplicatam non repulsam solum rettulit, sed ignominiam etiam et calamitatem. Ornanda enim est dignitas domo, non ex domo tota quaerenda, nec domo dominus, sed domino domus honestanda est178 (Cic., off. I, 138-139). Precisamente, la vinculación indisoluble de la vivienda romana a la familia179 hizo que la primera se fuese moldeando conceptual y formalmente en función de la evolución de las necesidades —sociales, religiosas y domésticas— de la segunda, lo que le confirió una originalidad y una identidad propias respecto de los modelos de los que evolucionó. La casa se convirtió, por tanto, en el único lugar apto para la celebración de los ritos que daban sentido a la familia y la unían generación tras generación, entre ellos los religiosos. El punto de arranque de esta modelación de la casa romana debe buscarse, desde el punto de vista conceptual, en épocas pre y protohistóricas, como ocurre con la mayoría de las creencias domésticas más arraigadas. La casa era entonces el lugar que servía de refugio a la familia, en el que se garantizaba su subsistencia y en el 178 «Más ya que vamos recorriendo todas las obligaciones (a lo menos éste es nuestro deseo), hemos de recordar también de qué porte ha de ser la casa de un caballero noble y principal, cuyo fin es el uso y al cual debe corresponder el todo del edificio, sin olvidarse de la dignidad y conveniencias. A Cneo Octavio, que fue el primer cónsul de su familia, sabemos que le granjeó mucha estimación una casa magnífica y suntuosa que edificó en el monte Palatino, la cual, como iban todos a ver, se cree que le concilió el favor del pueblo, aunque hombre nuevo, para el consulado. Ésta la demolió Marco Escauro para hacer mayor la suya; pero Octavio entró en su casa el primer consulado que obtuvo su familia, y estotro, hijo de un hombre muy ilustre, introdujo en la que engrandeció, no solo la repulsa del consulado, sino también la ignominia y un desgraciado fin. Se ha de adornar, pues, con la casa la dignidad de la persona, no se ha de buscar en la casa toda la dignidad ni el dueño ha de ser honrado por la casa, antes a ella ha de honrar su dueño» (trad. M. de Valbuena). 179 R. P. Saller (1984: 343) ha analizado el uso de la palabra domus para referirse a la familia en las fuentes escritas. Subraya que, mientras que la palabra latina familia suele aplicarse a los esclavos domésticos, domus tiene un significado más amplio que engloba a la mujer, los hijos, etc. Con esta acepción parece que deben entenderse también, en parte, las últimas líneas del paso de Cicerón referido anteriormente: Ornanda enim est dignitas domo, non ex domo tota quaerenda, nec domo dominus, sed domino domus honestanda est. El trabajo de Saller resulta también esclarecedor sobre la importancia de la domus como símbolo de la dignidad y del estatus de la familia romana (ibid.: 349-355).
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que se evidenciaba la unión del núcleo familiar, de lo que surgió el trinomio indisoluble hogar-subsistencia-perpetuación, o dicho de otra forma, casa-fuego-antepasados. En este contexto, el fuego —como ya se ha visto— se debe entender como la fuerza divina que garantizaba la supervivencia, pero está además asociado estrechamente a los antepasados,180 pues era la llama viva de la estirpe que se había perpetuado gracias a ellos hasta llegar a los miembros vivos y que, por tanto, representaba no solo la renovación sino también la continuidad de la línea familiar. La casa, como espacio delimitado que contenía y protegía esta llama, pasó a identificarse con la estirpe que la habitaba y se revistió de sacralidad (N. D. Fustel de Coulanges, 1864: 30-31). Estos conceptos, que pueden parecer vagos, primitivos y ambiguos, demasiado alejados de la casa aristocrática romana tal y como la conocemos y de la religión doméstica de los tiempos históricos, encuentran, en cambio, su correspondencia incluso en tiempos tan avanzados. La recuperación de la casa de Rómulo para la memoria histórica de la ciudad, en el momento en el que la necesidad de recrear un pasado mítico que legitimase un presente y un futuro gloriosos impulsó a la búsqueda de símbolos nacionales (A. de Albentiis, 1990: 7-8; Dion. Hal., ant. I, 79, 11), representa magnificado el papel que jugaba la casa en la identidad de la familia: Roma, como una gran familia, veía en su fundador al antepasado por antonomasia y en su casa el símbolo de los orígenes de la estirpe y, por ende, el sentido de su identidad cívica. Esta casa se perpetuó y se fosilizó en la Regia del Foro, donde el fuego del rey, del paterfamilias de la comunidad, se convirtió en el fuego del Estado y donde sus divinidades domésticas dieron el salto a la dimensión pública. La legitimación del poder pasó en parte de nuevo por este mismo tamiz con la recuperación de la imagen «original» de la Regia por Julio César (F. Coarelli, 1983: 199-200) y con la alusión 180 La relación casa-antepasados se pone de manifiesto en las urnas cinerarias con forma de cabaña de la cultura lacial, en las que el difunto recuperaba aquello de lo que había sido despojado por la muerte, es decir, su morada y la posición en ella, esta vez como antepasado heroizado a través de su paso por el fuego, símbolo por antonomasia de la unidad doméstica (E. de Albentiis, 1990: 19). Esta heroización tuvo, además, un escenario privilegiado en la casa: piénsese en los palacios etruscos como Murlo o Acquarossa, en los que el poder del cabeza de la gens venía sancionado por la presencia de los antepasados divinizados, y en cómo el significado del corazón de estos palacios e incluso su disposición arquitectónica se trasladaron a la domus, donde el dominus se veía legitimado de nuevo en el atrio por la presencia de sus antepasados en las imagines maiorum y en la gloria de sus trofeos. Esta presencia de los antepasados en la casa, sin embargo, si bien contribuía a subrayar su sacralidad, superaba la dimensión de lo religioso y se adentraba especialmente en la social (vid. sup. p. 61).
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Fig. 48. Planta de la primera fase de la Casa del Chirugo (Pompeya VI, 1, 9-10.23), modelo de casa de atrio. Obsérvese el protagonismo del conjunto atrio (4)-tablinum (8)-alae (6) [P. Gros, 2006: 40, fig. 23].
permanente a sus antepasado que hacía Augusto en su casa privada —construida junto a la de Rómulo y, según la tradición, sobre la de Remo— y en su casa pública que era el Foro, para legitimar su posición como princeps.181 Como descendiente de Rómulo, Augusto se llevó el fuego del fundador de nuevo a su casa, pues seguía siendo la llama de su estirpe.182 Estas cuestiones le dieron sentido a la casa como aedes, pero no solo pues también era tal como morada del resto de divinidades domésticas que tenían en ella su ámbito de acción. Estas divinidades estaban especialmente vinculadas, como se ha visto al hablar de cada una de ellas, al fuego del hogar como altar doméstico y, por tanto, debieron de tener una estrecha relación inicial con el atrio, el lugar donde ardía este como espacio central de la vida doméstica. El valor social e ideológico del atrio en la casa romana es innegable, ya que conformaba, junto con el tablinum y las estancias adyacentes, el corazón público de la casa romana (Fig. 48), en el que se resumía 181 En el foro construido por el mismo, en el que se presentaba como heredero y catalizador de la historia de Roma, Augusto se acompañó, entre otras divinidades, de Marte y Venus, antepasados de la familia Julia según la tradición. En la propuesta reconstructiva realizada por A. Carandini y D. Bruno (2008: 73-76) de su domus privata del Palatino, estas mismas divinidades junto con Rómulo-Quirino (también su antepasado) presidían el jardín dedicado al rito religioso doméstico, donde estaba también el larario. Sobre el papel de estas divinidades en el programa de propaganda ideológica de Augusto, especialemente en relación con su foro, véase el trabajo ya clásico de P. Zanker (1992: 233-249). 182 Nos referimos a las palabras de Ovidio en sus Fasti (IV, 949-952), que recogen el traslado del fuego de Vesta a la casa de Augusto: Vesta, diem! Vesta recepta est / limine: sic iusti constituere patres. / Phoebus habet partem, Vestae pars altera cessit; / quod superest illis, tertius ipse tenet. «¡Disfruta, Vesta, de este día! Vesta ha sido recibida en la morada de un pariente. Asi lo decretaron los justos senadores. Febo ocupa una parte del edificio; otra parte ha sido cedida a Vesta; el resto lo ocupará el propio César» (trad. M. A. Marcos). A. Carandini y D. Bruno han propuesto recientemente que el lugar reservado a Vesta en la casa de Augusto estaba en la domus publica (vid. sup. n. 114).
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Fig. 49. Mosaico en las fauces de la Casa del Poeta Tragico (Pompeya VI, 8, 5) [M. Pérez Ruiz].
buena parte de su significado y, en este sentido, la presencia de los dioses domésticos en él no hacía sino ahondar en su importancia y en su tradición como espacio de autorrepresentación, de autolegitimación y de dignificación de la familia a través de valores tan importantes como la pietas (vid. inf. pp. 96-97). El atrio era un foro en miniatura,183 en el que se desarrollaba una parte sustancial de la vida social del dominus y, como todo foro, reservaba un espacio destacado para los dioses.184 183 El conjunto formado por el atrio-tablinum es el espacio de la casa en el que se evidencia de forma más clara su paralelismo con la ciudad. Ambas parecen la representación a pequeña y gran escala de una misma realidad en la que casa y urbe, familia y sociedad pueden ser equiparadas (A. Zaccaria, 1995: 371). La singularidad radica en que, en el mundo romano, la dimensión doméstica es el espejo primero de la dimensión social y no viceversa en muchos y muy importantes aspectos de la organización cívica y del Estado. R. P. Saller (1984: 344) se hace eco del tratamiento de la casa como una res publica en miniatura por autores clásicos como Séneca (epist. 47, 4) y Plinio el Joven (epist. 8, 14, 16). Sobre la diferencia entre comunia loca y loca privata y la dimensión social de la casa romana se han escrito numerosos trabajos; remitimos como referencia a los de A. Zaccaria (1995: 289409) y A. Wallace-Hadrill (1988). Por otro lado, resulta casi obligado hacer referencia aquí a los palacios etruscos de Murlo y Acquarossa, como antecedentes formales y conceptuales de la casa de atrio. Los grandes patios en torno a los cuales se organizaban sus dependencias pueden equipararse con esta pieza principal de la casa romana, mientras que las estancias de fondo serían el equivalente al tablinum y las alae (M. Torelli, 1981: 86). Estos palacios albergaban las reuniones de la gens, reforzada en su unidad por la sanción de unos antepasados comunes, cuya heroización se representaba en la propia decoración del palacio, donde contaban también con una capilla dedicada a su culto (ibid.). 184 La máxima expresión del valor ideológico de la religión
Pero el registro arqueológico muestra que cualquier espacio de la casa romana era susceptible de albergar una capilla para las divinidades domésticas: peristilos, jardines, cocinas, cubicula, triclinia, pasillos, etc. La presencia de los dioses en cada lugar parece haber tenido significados distintos, que, como se verá más adelante (vid. inf. pp. 96-102), se pueden apreciar solo en parte. Pero esta diversidad demuestra que la casa en su conjunto, y no solo su espacio más destacado, era sagrada e inviolable, como reivindicaba el mismo Cicerón. El muro perimetral, que servía para separar el espacio público del privado, constituía un límite no solo jurídico sino también sagrado, similar al del pomerium de la ciudad. Los espacios de tránsito —como en cualquier otro ámbito romano— eran lugares inestables y peligrosos desde el punto de vista de la religión romana, razón por la que todas las entradas y espacios abiertos de la casa estaban protegidos y vigilados por divinidades y espíritus. La entrada principal, ianua, estaba bajo la protección de Jano, el dios de las dos caras que podía vigilar a la vez el interior y el exterior de la casa185 (Cic., nat. deor. II, 67; W. Warde Fowler, 1911: 75-77). También elementos con un valor apotropaico, como mosaicos con representaciones de perros (Fig. 49) o símbolos fálicos o figurillas de en la casa romana lo representa probablemente el fenómeno tardorrepublicano de apropiación o creación de templos públicos en espacios privados, estudiado por F. Coarelli (1983). 185 En estas cuestiones se puede apreciar una repetición en la casa del concepto romano de templum, como recinto sagrado perfectamente delimitado en su perímetro, con un acceso revestido de connotaciones mágicas.
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Fig. 52. Peristilo de la Casa dei Vettii, en Pompeya (Italia) [W. Jashemski, 1979: 35].
Fig. 50. Larario pictórico en las fauces de la Casa dei Vetti (Pompeya VI, 15, 1-2), con representación de Priapo [M. Pérez Ruiz].
Fig. 51. Oscillum de la Casa del Citarista (Pompeya I, 4, 5). Museo Archeologico Nazionale (Nápoles, Italia), n.º inv. 6551 [S. De Caro, 1994a: 213].
Príapo (Fig. 50), guardaban los accesos a la casa. Los espacios abiertos —atrios, peristilos, jardines— estaban también protegidos con objetos apotropaicos como los oscillae que colgaban de los intercolumnios (Fig. 51) y que ahuyentaban a los malos espíritus (P. Corrales Aguilar, 2002: 263-264). La casa se encontraba llena de elementos decorativos de tema religioso en esculturas, pinturas o mosaicos que, más allá del mero valor ornamental, debieron de tener una carga simbólica que en parte se nos escapa, aunque no por ello se los deba considerar como objetos de culto en sentido estricto. Viendo ejemplos como los pompeyanos y herculaneses es posible apreciar que la dimensión sagrada de la casa excedía el espacio concreto del larario y se expandía por zonas como los jardines y los peristilos, adornados con ninfeos, esculturas de divinidades o hermae en una evocación del paisaje sagrado186 (Fig. 52). La casa en su conjunto, por tanto, y no solo los espacios destinados específicamente al culto, debe entenderse como un espacio sagrado en el mundo romano, que precisamente por albergar a las divinidades domésticas y por la carga ideológica que acumuló a través de los siglos, no solo como escenografía perfecta de la familia sino como símbolo mismo de ella con la que se identificó como una misma cosa, debía ser respetada y tratada como un verdadero aedes. La arquitectura doméstica romana no puede comprenderse en toda su complejidad si se analiza solo desde el punto de vista formal y se despoja de todo su valor simbólico e ideológico pues, como la ciudad, su verdadero significado no está en sus escenarios de vida sino en la idiosincrasia de sus moradores. 186 Esta idea ha sido desarrollada especialmente por P. Grimal (2000, 48-66, 306-308) y W. F. Jashemski (1979: 115140). Sobre el valor social y religioso a la vez de algunos espacios, no considerados estrictamente lararios, en casas hispanas, véase el capítulo VI, apartado 5.
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LARARIO. EL
PROBLEMA DE LA TERMINOLOGÍA
La utilización del término latino lararium para referirse a los espacios domésticos destinados al culto, ampliamente extendida en la literatura científica, resulta algo problemática (M. Bassani, 2008: 63) pues tiene un origen tardío en las fuentes escritas y un uso bastante limitado (E. Hübner en TLL, VII, pars altera, s. v. Lararium: 967). La primera referencia que se conoce procede de una inscripción hallada en las cercanías de Beneventum (Benevento, Italia) y datada entre 235-238 d.C.187 (CIL IX, 2125). Se encuentra en la parte inferior frontal de un relieve rupestre con la representación —probable— de Silvano, como un hombre desnudo y estante, con una pequeña hoz en la mano derecha y ramas de ciprés o cañas en la izquierda, acompañado de un perro y colocado junto a un altar ardiente (A. de Marchi, 1896: 111, n. 21). En ella se lee: PI[3]TI[3]AT[3]O[3] / Q(uintus) Satrius Secundus SID[3]ISIM[3] / e[t] signum scul(p)tum lara[rio // Imp(eratori) Maximi/no et Africa/no co(n)s(ulibus) Silvano / Lusiano sellam / sintoniacis / R EVS[3] / [3]VS, donde el lararium parece ser el lugar en el que se colocaba la imagen de culto. En las fuentes clásicas, las primeras referencias a la palabra lararium aparecen en la Historia Augusta del s. IV d.C., siempre como alusión a un lugar donde se veneraba a las divinidades personales, por lo que parece que en ese momento el término se había asentado ya para designar a este tipo concreto de espacio de culto. Se da noticia de las imágenes de oro contenidas en el lararium de Marco Aurelio: tantum autem honoris magistris suis detulit, ut imagines eorum aureas in larario haberet ac sepulchra eorum aditu, hostiis, floribus semper honoraret188 (HA Marci Anton. 3, 5). Pero especialmente interesante es la descripción que se hace del interior del lararium del emperador Alejandro Severo, así como de sus costumbres respecto a este: usus vivendi eidem hic fuit: primum ut, si facultas esset, id est s non cum uxore cubuisset, matutinis horis in lario suo, in quo et divos principes sed optimos electos et animas sanctiores, in quis Apollonium et, quantum scriptor suorum temporum dicit, Christum, Abraham et Orfeum et huius ceteros habebat ac maiorum effigies, rem divinam faciebat (HA Alex. Sev. 29, 2) 187 Años del gobierno de Maximino el Tracio, cuyo nombre aparece en la inscripción del lateral derecho del relieve. 188 «Fue tanto el honor que tributó a sus maestros, que mantenía imágenes suyas de oro en su larario y honraba sus sepulcros acudiendo a visitarlos y ofreciendo sacrificios y flores» (trad. V. Picón y A. Cascón).
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Vergilium autem Platonem poetarum vocabat eiusque imaginem cum Ciceronis simulacro in secundo larario habuit, ubi et Achillis et magnorum virorum. Alexandrum vero Magnum inter optimos et divos in larario maiore consecravit189 (ibid., 31, 4-5). La última cita se refiere a los presagios que precedieron la muerte del emperador Tácito, entre los cuales: in larario di omnes seu terrae motu seu casu aliquo conciderunt190 (HA Tac. 17, 4). La peculiaridad de estas referencias es que en ninguna de ellas se menciona a los dioses propiamente domésticos, si bien en el caso de Tácito se hace referencia a una imagen de Apolo (HA Tac. 17, 5), cuya presencia está atestiguada arqueológicamente en lararios. El origen tardío del término ha sido ya puesto de manifiesto en numerosas ocasiones (A. de Marchi, 1896: 111, n. 21; G. K. Boyce, 1937: 7, n. 1; D. G. Orr, 1972: 84; M. Bassani, 2008: 61-62), con mayor o menor énfasis en el problema que supone su uso anacrónico para referirse a realidades materiales, en muchos casos, sensiblemente más antiguas. Parece, además, por el uso que se le da en la Historia Augusta, que el término lararium se acuñó o, al menos, se extendió coincidiendo con una importante mutación en la concepción interna de las capillas domésticas, seguramente fruto de la evolución durante siglos de la actividad religiosa en la morada. Esta aparece reflejada en la descripción que se hace del lararium de Alejandro Severo, en el que se incluían no solo emperadores divinizados sino también personajes —reales o míticos, así como procedentes de diferentes tradiciones culturales y religiosas— venerados por el emperador como figuras ejemplares191 (HA Alex. Sev. 29, 2 y 31, 4). Pero la búsqueda de otra palabra latina más precisa que sustituya a lararium no resulta fructífera pues, si bien las fuentes textuales atestiguan una multiplicidad de ellas para referirse a las capillas 189 «Esta fue su plan de vida: primero, si le era lícito, es decir, si no se había acostado con su esposa, hacía un sacrificio por la mañana en su larario en el que tenía las estatuillas de los emperadores divinizados, aunque solamente una selección de los mejores, y las de seres de gran honorabilidad, entre los que se hallaban Apolonio y, según el testimonio de un escritor de su época, Cristo, Abrahán, Orfeo y otros personajes parecidos a ellos, y las estatuas de sus antepasados. [...] Llamaba a Virgilio el Platón de los poetas y tenía a su busto junto con el de Cicerón en su segundo larario, donde también los bustos de Aquiles y de otros ilustres personajes. En cambio deificó a Alejandro colocándole en un larario mayor entre los más eximios y los “divinos”» (trad. V. Picón y A. Cascón). 190 «Todos los dioses de su capilla privada cayeron al suelo, por azar o como consecuencia de un terremoto» (trad. V. Picón y A. Cascón). 191 Sobre algunas transformaciones apreciables en los lararios tardíos se hablará más adelante (pp. 120-122).
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domésticas (aedicula,192 sacrarium,193 sacellum,194 aedes,195 cubiculum),196 todas se refieren a un tipo concreto de estructura y ninguna resulta, por tanto, fácilmente extensible al resto, como ha demostrado el estudio realizado por Maddalena Bassani (2008: 52-61) al respecto. Dado, por tanto, que no hay ninguna palabra latina que se ajuste por completo a la idea general de espacio doméstico destinado al culto, lo más apropiado parece la utilización del término castellanizado «larario», pues su uso en la literatura científica es ya consuetudinario y parece ser el que mejor expresa este concepto sin limitaciones tipológicas, cronológicas o contextuales.
CARACTERIZACIÓN
DE LOS LARARIOS
Los principales léxicos sobre antigüedades clásicas (Daremberg-Saglio, s. v. Lares; RE Paulys s. v. Lararium; EAA s. v. Lares; DNP s. v. Lararium, entre otros) definen el larario como el lugar sagrado o capilla, ubicada principalmente en el atrio pero también en otros lugares de la casa como el peristilo o la cocina, donde se alojaba o se representaba pictóricamente a las divinidades domésticas y donde estas eran veneradas. Se hace también mención de las diferentes formas que podía adoptar pero, por encima de estas, lo importante es su conceptualización como el espacio dentro de la casa romana en el que se veneraba a los dioses domésticos. Es esto lo que convierte a un lugar en larario, independientemente de su forma, tamaño o entidad, por lo que en el registro arqueológico será posible hallar tipos concretos de lararios, como los que se verán a continuación, o combinaciones de ellos, las cuales deben considerarse también lararios. Por tanto, conviene aclarar, antes de comenzar a analizar los diversos tipos, que existen casos en los que un mismo elemento puede ser un larario en sí mismo o parte de un larario más complejo, lo cual debe dilucidarse en función de cada contexto específico. En la caracterización de los lararios han sido siempre referencia obligada las ciudades vesubianas de Pompeya y Herculano, donde se encuentran abundantemente documentados en la práctica totalidad 192
Petr., 29, 8; Iuv., 8, 111. Cic., Verr., 2, IV, 4-27; Catil. 1, 24, 6; 2, 13, 11; Liv., XXIV, 26, 2. 194 Cic., fam. VII, 12, 3, 9-10. 195 Tib., I, 10, 20. 196 Suet., Aug. 7, 1; Dom. 17, 2. 193
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de las domus y en numerosas tabernae, cauponae o thermopolia. La cantidad y la calidad de los hallazgos, con un gran número de tipos en diversos ambientes domésticos y en estructuras domésticas de muy diversa categoría, han convertido a estas ciudades en un modelo sin parangón, a pesar de que no sea el único.197 Pero debe tenerse en cuenta que la visión que ofrecen resulta inevitablemente restringida, pues se trata de una foto fija en el s. I d.C., que permite, en todo caso, hacer algunas lecturas hacia atrás, mientras que el culto doméstico se prolongó varios siglos más. Esta limitación no resta valor a los testimonios pompeyanos y herculaneses, que siguen siendo la referencia principal para cualquier estudio sobre culto doméstico romano, pero hace necesaria su complementación con testimonios de otras zonas y otras épocas. En la tipología de lararios que se presenta aquí se han tomado como referencia los trabajos ya realizados por otros investigadores a partir, principalmente, de los lararios pompeyanos, pero también de los herculaneses y los ostienses. La primera presentación de tipos fue realizada por Attilio de Marchi (1896: 80-93), que diferenciaba entre sacraria, sacella, aediculae, nichos y pinturas. Esta tipología fue consolidada por George K. Boyce (1937: 10-18) al presentarla de una manera más sistemática, si bien este destacó especialmente los nichos, aediculae y pinturas, añadiendo como nuevo tipo los altares y pasando muy por encima de las estatuas de culto y de los sacella. Más adelante, David G. Orr (1972: 86-94; 1978: 1576-1578) ha seguido a grandes rasgos a G. Boyce: destaca los nichos, poniendo nombre a un subtipo del que ya este había hablado, el de los pseudoedículos; el altar, además de ser considerado un tipo en sí mismo, pasa a convertirse en un elemento del equipamiento del larario; las aediculae, las pinturas y los sacella son el resto de tipos contemplados por este autor. Jan T. Bakker (1994: 8) ha seguido la clasificación dada por estos dos últimos autores y, finalmente, en su reciente trabajo sobre los lararios pompeyanos, Maddalena Bassani (2008: 23-33) mantiene los mismos tipos establecidos por G. K. Boyce: nichos, aediculae, altares, pinturas, estatuillas y otros objetos de culto y, finalmente, locales de culto. En la tipología que se presenta a continuación, aun apoyándonos en las realizadas por los autores mencionados, debemos aclarar que hemos incluido únicamente los lararios que pueden ser identificados como permanentes, es decir, espacios convertidos en 197 De otros conjuntos interesantes de lararios en el Imperio se hablará más específicamente en el apartado 7 de este capítulo.
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puntos de referencia constante —al menos en función de su apariencia arqueológica— para el desarrollo del culto dentro de una morada. Ello no implica que en otros ambientes no pudiera llevarse a cabo cualquier tipo de rito o veneración puntual, mediante la colocación de aras portátiles o pequeñas estatuas de culto, convirtiendo el lugar en el que se colocaban en un espacio sacro (vid. inf. p. 103). Sin embargo, ya que el reconocimiento de estos lugares está condicionado por la presencia en el registro arqueológico de materiales muebles y que estos pueden aparecer o no en su lugar de uso habitual en el proceso de excavación, hemos creído oportuno tratarlos como elementos integrantes del culto y valorarlos como indicadores de sacralidad pero no como lararios en sí mismos. Esto implica que en nuestra clasificación quedan excluidos los altares portátiles y las estatuas de culto.
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Fig. 53. Larario pictórico en la cocina de una caupona con casa (Pompeya I, 12, 3) [Th. Fröhlich, 1991: lám. 4.2, L24].
Lararios pictóricos Las pinturas son, junto con los nichos, los lararios más sencillos. Si bien acompañan a casi todos los demás tipos de capillas, es muy frecuente encontrarlas como única manifestación de la sacralidad de un espacio doméstico y, por tanto, como lararios pictóricos en sí mismos.198 Los motivos representados con más frecuencia en ellas son los Lares, solos o acompañados y, casi sin excepción, en actitud danzante y en posición simétrica, flanqueando o dividiendo una escena (Fig. 53). Entre ellos es frecuente la presencia del Genius en actitud sacrificante delante del altar (Fig. 39). La composición puede complicarse con la suma de otros participantes en el sacrificio, como la Iuno, el tibicen, el popa y el camillus (Fig. 15), así como con representaciones de comida y objetos de uso cotidiano, creando verdaderas escenas de sacrificio como la de la Casa di Sutoria Primigenia199 (Fig. 54). La parte inferior del panel pictórico, de haberla, está perfectamente diferenciada y se reserva a la representación de una o dos serpientes (Figs. 39, 53), que se acercan o se enroscan a un altar con ofrendas (vid. sup. p. 70), 198 Estas pinturas de lararios han sido objeto de un estudio monográfico en el trabajo de Th. Fröhlich (1991), donde se analizan con detalle todos los motivos y combinaciones que presentan, así como su valor y su significado, no solo desde el punto de vista formal sino también en función de diferentes aspectos conceptuales. Por esta razón, no nos detendremos aquí en un detalle pormenorizado de los lararios pictóricos, sino que daremos solo las características principales y algunos apuntes significativos. 199 Véase el completo estudio realizado de esta escena por D. Clarke (2003: 76-78).
Fig. 54. Larario pictórico con nicho en la cocina de la Casa di Sutoria Primigenia (Pompeya I, 13, 2). A la derecha, multitudinaria escena de sacrificio; a la izquierda, diferentes tipos de alimentos [Th. Fröhlich, 1991: lám. 28.1, L29].
aunque este animal puede aparecer también como único motivo del larario (Fig. 37). Muchas otras divinidades, con la función de Penates, aparecen también representadas en las pinturas de lararios, junto a los Lares y al Genius o en composiciones independientes: Apolo, Mercurio (Fig. 17), Baco (Fig. 55), Hércules (Fig. 19), Vesta (Fig. 24), Fortuna (Fig. 56), divinidades orientales como Isis (Fig. 57), etc. Todo ello suele ir acompañado de adornos como flores, paisajes vegetales o guirnaldas (Figs. 53, 55, 56, 58). En algunas composiciones, la jerarquía de las figuras se marca por la diferencia de tamaño (A. de Marchi, 1896: 93), de manera que personajes secundarios como los ayudantes del sacrificio tienen un tamaño muy reducido frente a las descomunales dimensiones del Genius o los Lares (Figs. 15, 58).
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Fig. 57. Detalle de la pintura del larario en el peristilo de la Casa degli Amorini Dorati (Pompeya VI, 16, 7), con Isis en el centro [M. Pérez Ruiz].
Fig. 55. Pintura en la pared lateral del sacrarium en el atrio secundario de la Casa del Centenario (Pompeya IX, 8, 3/6), junto a la cocina. Representación de Baco vestido con un racimo de uvas, junto al Vesubio. Museo Archeologico Nazionale (Nápoles, Italia), n.º inv. 112286 [Th. Fröhlich, 1991: lám. 11, L107].
Fig. 56. Larario pintado en la cocina de la Casa di Acceptus et Euhodia (Pompeya VIII, 5, 39), con representación de Fortuna [Th. Fröhlich, 1991: lám. 46.2, L97].
En el conjunto de las pinturas de larario pompeyanas y herculanesas se observan además una serie de patrones de base, comunes no solo al ámbito campano sino que responden a modelos ampliamente difundidos (Th. Fröhlich, 1991: 125-126). A pesar de ello, no existen dos casos cuya composición, motivos o ejecución sean idénticos, lo cual es el resultado de la plasmación de los gustos y las creencias de cada familia en ellas200 (O. Elia, 1938: 165-168). Todas estas características hacen de los lararios pictóricos una expresión artística peculiar, alejada de los patrones estilísticos oficiales, lo cual ha llevado a diversos autores a valorar la conveniencia o no de tipificarla como arte plebeyo, según lo definió Ranuccio Bianchi Bandinelli (1950).201 En cuanto a su cronología, si bien algunas de ellas datan de comienzos del gobierno de Augusto, la mayoría fueron realizadas a lo largo del s. I d.C., coincidiendo con la difusión del IV Estilo (Th Fröhlich, 1991: 108-109). El hecho de que las pinturas representen con cierta frecuencia ceremonias de culto lleva a preguntarse 200 En relación con esto, D. G. Orr (1978: 1578) ha puesto de relieve las similitudes existentes entre las pinturas de larario y los primeros motivos pictóricos cristianos romanos, lanzando la hipótesis de que su matriz se encuentre precisamente en las representaciones de culto doméstico paganas. 201 No nos detendremos sobre esta cuestión, pues su análisis detallado implicaría introducirse en una discusión científica al margen de la abordada aquí, de manera que remitimos al trabajo de Th. Fröhlich (1991: 189-210), quien la ha tratado con detenimiento.
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Fig. 58. Larario pictórico procedente de una casa en la insula VII u VII de Pompeya. Museo Archeologico Nazionale (Nápoles, Italia), n.º inv. 8905. Junto a los Lares y el Genius aparecen un tibicen, un camillus y un victimarius, a menor escala [Th. Fröhlich, 1991: 10.2, L98].
por el significado de estas composiciones. Attilio de Marchi (1896: 85) sugiere que pudieron tener una función doctrinal, al modo de las pinturas religiosas medievales y del primer Renacimiento, de manera que acercasen el culto a quien lo viera. Otra posible lectura, teniendo en cuenta que la religión romana le daba una especial importancia al perfecto cumplimiento del ritual, es que estas escenas fuesen la representación simbólica de los ritos domésticos cotidianos, incluyendo incluso en ocasiones las ofrendas (comida, incienso...) que se debían realizar a los dioses domésticos202 (Fig. 54). En cuanto a las representaciones de Lares y Genius, este último sacrificando ante el altar y los pri202 El cerdo, un animal representado en ocasiones en los lararios, era una de las ofrendas de sangre que, según las fuentes escritas recibían los Lares en determinadas ocasiones (vid. sup. p. 46; Fig. 58). Al respecto de esta cuestión, F. Giacobello (2008: 101) considera que las escenas más complejas de los lararios pintados son la auténtica expresión del culto doméstico a los Lares.
meros vertiendo el líquido de sus ritones en sítulas o páteras (Fig. 58), se ha hablado ya de la posibilidad de interpretarlos como escenas del «Opfer an sich», el sacrificio a sí mismos, atestiguado en la pintura religiosa grecorromana, si bien, al menos en el caso del Genius, se ha barajado también la posibilidad de que la pátera fuese un símbolo de divinidad (vid. sup. p. 51). Federica Giacobello (2008: 120), recuperando una idea de H. Jordan y apoyándose en la jerarquización por el tamaño de las figuras, defiende, por su parte, que en estas escenas el Genius, personificación del paterfamilias, realizaba el sacrificio en honor de los Lares, verdaderos protagonistas del ritual y divinidades veneradas en los lararios principales, a los que se oponen, según esta autora, los lararios secundarios, donde se veneraba a otros grupos de dioses. Sin embargo, como en tantas otras cuestiones relacionadas con el culto doméstico, siguen sin despejarse por completo las dudas al respecto del significado de lo representado en estas composiciones pictóricas.
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Nichos Se trata de oquedades practicadas en la pared a una altura fácilmente accesible, salvo excepciones en las que se realizaron a ras de suelo203 o a gran altura. Las formas son múltiples, con plantas y paredes rectas, curvas o semicirculares y cubriciones adinteladas, arcuadas o abovedadas204 (Fig. 59). También el tamaño es variable, aunque no suelen ser de grandes dimensiones.205
Fig. 59. Clasificación de lararios tipo nicho, según J. T. Bakker [J. T. Bakker, 1994: 20, fig. 1].
Fig. 60. Nicho revestido con lastras de mármol en la pared frontal del sacrarium de la Casa del Centenario (Pomp. IX, 8, 3/6) [M. Pérez Ruiz].
La base del nicho está realizada de obra (Fig. 65), con estuco, con una losa de piedra (Fig. 60) o, más frecuentemente, con una tegula (Fig. 61), que sobresale de la pared creando una repisa en la que colocar las imágenes u objetos de culto. Esta tegula, recubierta de estuco en muchos casos y con los extremos proyectados hacia arriba, se asemeja a la parte superior de un altar, rematado con pulvini (G. K. Boyce, 1937: 10). Los nichos aparecen generalmente recubiertos con estuco o pintados con colores lisos206 (Fig. 61) o con diversos motivos figurados: guirnaldas, flores (Fig. 62) y otros motivos vegetales, pajaros, repesentaciones de dioses (Figs. 19, 31), escenas de culto (Fig. 12), etc. (M. Bassani, 2008: 24). Los ángulos y el 203 J. Bakker (1994: 9) distingue entre nichos de pared y de suelo. M. Bassani (2008: 24), en cambio, basándose en estudios de tipo arquitectónico, afirma que solo son nichos los que están realizadas en altura y que aquellos a ras de suelo deben llamarse ábsides o exedras, porque comportan una modificación en la planimetría del edificio. 204 G. K. Boyce (1937: 10-12) describe este tipo de larario de forma detallada. 205 Así ocurre en las ciudades vesubianas, pero en Ostia los nichos, fechados a partir del s. II d.C. y, por tanto, posteriores a los vesubianos, son con frecuencia de grandes dimensiones (vid inf. p. 116). 206 Abundan el rojo, el amarillo y el azul.
Fig. 61. Nicho en el jardín de la Caupona di Euxinus (Pompeya I, 11, 10-12), con una tegula por base y revestido de pintura amarilla [M. Pérez Ruiz].
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Fig. 62. Nicho en la taberna I, 4, 15-16 (Pompeya), decorado con manchas que simulan flores rosas [M. Pérez Ruiz].
Fig. 64. Nicho con fachada en forma de templo, en la cocina de la Casa del Fauno (Pompeya VI, 12, 2) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 63. Nicho en el ala (6) de la Casa del Mobilio Carbonizzato (Herculano V, 5), decorado con una bóveda de estuco con forma de concha [M. Pérez Ruiz].
límite exterior suelen destacarse mediante una banda pintada, frecuentemente en rojo. En algunos casos, la decoración interior se realiza con estuco en relieve, creando bóvedas con forma de concha (Fig. 63) o representando figuras en la pared de fondo del nicho. Existe un tipo peculiar, cuya parte exterior está decorada con estuco en relieve imitando la fachada de un templo, con escalinata, columnas —o más frecuentemente pilastras— que flanquean el acceso y remate en frontón triangular (Fig. 64). El interior
responde a las mismas características descritas para el resto de nichos, si bien estos últimos suelen ser ligeramente mayores.207 La variedad de ejemplos es altísima y hace casi imposible recoger de forma general todas las posibilidades de forma, tamaño y decoración que presenta este tipo de lararios. Son además, con diferencia, los más comunes en las casas de Pompeya y Herculano, llegando a sumar casi la mitad del total de estas evidencias de culto, mientras que en Ostia la superan.208 Existe, sin embargo, el problema de la identificación de su función cuando aparecen vacíos, pues en estos casos podrían haber sido usados para otros menesteres (J. T. Bakker, 1994: 13-14).
207 D. Orr (1972: 100-101) le dio a esta variante del larario tipo nicho el nombre de «pseudoedículo». Aquí, en cambio, el término será utilizado para definir una variante de los lararios tipo aedicula (vid. inf.), tal y como lo acuñó G. K. Boyce (1937: 13). 208 Los datos cuantitativos expresados en estas páginas sobre Pompeya han sido obtenidos a partir de los catálogos de G. Boyce (1937), D. Orr, (1972), Th. Fröhlich (1991), M. Bassani (2008) y F. Giacobello (2008); todos menos el primero han servido también para obtener los de Herculano y el agro pompeyano, mientras que para Ostia se ha utilizado el trabajo de J. T. Bakker (1994).
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Lararios pictóricos con nichos Como se ha dicho al hablar de las pinturas, estas pueden acompañar a otros tipos de lararios, bien sean nichos, aedicuale, altares, etc. También al hablar de los nichos se ha hecho referencia a su posible decoración pintada. Sin embargo, existen casos en los que un larario pictórico engloba un nicho, el cual forma parte de la propia escena representada, creándose un
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diálogo entre ambos elementos en el que el nicho adquiere la función de altar o sirve como espacio diferenciado en el que desarrollar determinados motivos cultuales (Figs. 65-66). En estos casos, no es posible establecer una jerarquía que permita incluirlos en la categoría de nichos o en la de pinturas, pues es el conjunto de ambos el que crea el espacio de culto. Por esta razón, nos parece conveniente presentar esta combinación como
Fig. 65. Larario pictórico con nicho en el pórtico del peristilo de la Casa del Crittoportico (Pompeya I, 6, 2.16) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 66. Larario pictórico con nicho. Pared de fondo del peristilo de la Casa della Venere in Conchiglia (Pompeya II, 3, 3) [M. Pérez Ruiz].
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un tipo de larario en sí mismo. Las características de cada uno de los elementos que lo componen son las mismas que se han visto para ellos por separado.
Altares «L’autel est sans doute le plus ancien monument du culte; il était l’indispensable instrument des sacrifices...» (E. Saglio en Darember-Saglio, I.1, s. v. Ara: 347). El altar marca con su simple presencia, más que ningún otro objeto, un lugar destinado al culto y a la veneración de los dioses. En las casas, muchos de los altares de obra son un elemento más dentro del contexto de otros tipos de lararios, como los sacraria (Fig. 67), o bien acompañan a nichos y
Fig. 68. Conjunto de altar y pintura en el peristilo de la Casa del Primo Piano (Pompeya I, 11, 9.15) [a-b) M. Pérez Ruiz].
Fig. 67. Sacrarium en el atrio de la Casa di Pupius Rufus (Pompeya VI, 15, 5), equipado con nichos y altares [M. Pérez Ruiz].
pinturas (Fig. 68), pero existen algunos que aparecen como el único elemento de culto existente en un determinado espacio, lo cual es evidencia suficiente de que este estaba revestido de sacralidad.209 Estos altares suelen estar realizados en mampostería (Fig. 68) y, menos frecuentemente, en piedra bien 209 La descripción más completa sobre los lararios tipo altar puede encontrarse en G. Boyce, 1937: 14-15.
Fig. 69. Larario de la Casa di Apollo (Pompeya VI, 7, 23) [Th. Fröhlich, 1991: lám. 34.2, L64].
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escuadrada.210 Las formas son también diversas, bien cadrangulares (Fig. 68) o rectangulares, bien cilíndricas, pudiendo aparecer exentos (Fig. 68) o adosados a la pared (Fig. 67). En la parte superior presentan pulvini y focus o una depresión en la superficie que actúa como tal (Fig. 69; G. K. Boyce, 1937: 15). En ocasiones, una tegula estucada hace las veces de coronamiento del altar, imitando los pulvini con sus extremos (Fig. 68). La mayoría de los altares de piedra y todos los de mampostería están revestidos de estuco o pintados, con una decoración variada: imitaciones de mármol, objetos religiosos, como guirnaldas o candelabros (Pompeya III, 3, 20); motivos vegetales, como flores; escenas de serpientes acercándose a un altar (Pompeya VI, 15, 18), etc. Algunos conservaban aún en el momento de su descubrimiento restos de los sacrificios realizados en ellos, como ocurre en el caso de la casa VII, 2, 7 de Pompeya.211 En algunas casas pompeyanas es posible encontrar objetos diversos utilizados como sustitutos de los altares tradiciones, tales como columnas (casa VIII, 7, 9) o mesas (casas II, 4, 1 o VI, 9, 9/10, entre otras) (ibid.: 15-16; M. Pérez Ruiz, 2011a: 290-291).
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a)
Aediculae Si bien el término aedicula tiene numerosas acepciones en latín (E. Saglio en Daremberg-Saglio, I.1, s. v. Aedicula: 92-95), en el ámbito doméstico se refiere al tipo de larario que sigue la forma de un templo (aedes) en miniatura, con dos partes diferenciadas: el templete en sí mismo y un basamento. Los modelos pueden variar desde los muy esquemáticos a los más elaborados, pero en todos ellos se reconocen los elementos que caracterizan este tipo de estructuras de culto: columnas y/o pilastras, entablamento y frontón (M. Bassani, 2008: 25). Se colocan adosados a la pared en uno o dos lados (Figs. 70-71). El basamento, macizo y de forma cuadrangular o rectangular, tiene una altura variable que eleva al templete a un nivel adecuado para acceder a él con facilidad. Su decoración es variada, desde pintura con colores lisos o, más frecuentemente, imitaciones de crustae marmóreas (Fig. 70a), hasta lastras de mármol auténticas (Fig. 71), pasando por motivos 210 Algunos de estos altares forman, en Pompeya, un conjunto verdaderamente antiguo de lararios, cuyo origen está en el s. II a.C. y que se mantuvieron en uso hasta el 79 d.C. (G. K. Boyce, 1937: 15). 211 G. K. Boyce (1937: 36, n.º 103) da noticia del hallazgo de huellas de fuego en el altar de esta casa por parte de sus excavadores.
b) Fig. 70. Aedicula en el peristilo de la Casa degli Amorini Dorati (Pompeya VI, 16, 7). a) Vista general; b) detalle del interior del cuerpo [a-b) M. Pérez Ruiz].
figurados de mayor o menor complejidad compositiva. Excepcionalmente, algunos presentan una oquedad a modo de nicho (Fig. 72). En cuanto al templete, el cuerpo está formado por columnas o pilastras212 (Fig. 70a), apoyadas a veces sobre un basamento y con el espacio entre ellas cerrado en ocasiones por celosías (Fig. 73); sobre el cuerpo, el entablamento y el frontón completan la forma del templo (Figs. 70a, 72, 73). La decoración incluye la misma variedad que ya hemos visto para 212 Normalmente de orden dórico, pero existen también ejemplos de tipo corintio (G. K. Boyce, 1937: 14).
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Fig. 73. Aedicula en el atrio de la Casa del Menandro (Pompeya I, 10, 4) [M. Pérez Ruiz]. Fig. 71. Aedicula en el atrio de la Casa di Caecilius Iucundus (Pompeya V, 1, 26) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 72. Aedicula en el peristilo de la Casa del Mobilio Carbonizzato (Herculano V, 5) [M. Pérez Ruiz].
otros casos: colores lisos con líneas que destacan los ángulos (Fig. 74a), motivos de tipo geométrico, vegetal, representaciones de animales, tales como serpientes (Fig. 74b), o divinidades y escenas de culto (M. Bassani, 2008: 25). Es frecuente la utilización de relieves de estuco como parte de la decoración, especialmente en la cubrición de la aedicula, pero también creando molduras que marcan la separación entre el podium y el templete y cornisas entre el cuerpo y el entablamento (Fig. 70b). Excepcionalmente se utilizan también teselas y conchas para decorar toda la superficie (Fig. 75). Una variante de este tipo de aedicula de obra es la denominada por George Boyce (1937: 13) «pseudoaedicula». Estos pseudoedículos se diferencian del resto porque su cuerpo, en lugar de estar formado por columnas o pilastras, está realizado mediante paredes o un bloque macizo de mampostería, con el interior hueco en forma de nicho (Figs. 18a, 76). Boyce (ibid.) destaca la relación entre estos pseudoedículos y los nichos con fachada y, de hecho, sus similitudes podrían dar lugar a confusión entre los dos grupos, si bien los nichos con fachada están siempre realizados en la pared y carecen de podium (Fig. 64), mientras que los pseudoedículos siempre cuentan con este elemento y el nicho que conforma el cuerpo del templete suele estar exento de la pared, delimitado por las propias
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a)
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Fig. 75. Pseudoedículo en un patio de luz de la Casa dello Scheletro (Herculano III, 3) [M. Pérez Ruiz].
paredes del larario (Fig. 76); con menos frecuencia, el nicho del pseudoedículo está realizado en la pared de la estancia. Existe además otro tipo de aedicula de madera, del cual excepcionalmente se han conservado cuatro ejemplos en Herculano (S. T. A. M. Mols, 1999: 58). Se trata de un larario híbrido, pues mientras que la parte superior responde a las características de un templete —en los casos conservados todos siguen el modelo etrusco-itálico (ibid.)—, la parte inferior, que en las aediculae de obra suele ser un basamento macizo, tiene en este caso función de armario, en el cual se guardaban tanto imágenes de culto como instrumentum domesticum, como se ha documentado en el edículo de la Casa del Sacello di Legno213 (V, 31; Fig. 77), que Stephan Mols ha comparado con el armario con aedicula que describe Petronio en El Satiricón (29, 8), argumentando que este tipo de larario debía de ser bastante común.214 Tres de los b) Fig. 74. Aedicula en el atrio de la Casa delle Colonne Cilindriche (Pompeya I, 16, 4). a) Vista general; b) detalle de la decoración del cuerpo [a-b) M. Pérez Ruiz].
213 Esta casa recibe su nombre precisamente por el hallazgo en su interior de esta singular pieza, descrita en S. T. A. M. Mols (1999: 192-197, n.º 29, figs. 139-145). 214 «The fact that Petronius here mentions an aedicula without any further explanation would seem to indicate that this short of furniture was generally known» (S. T. A. M. Mols, 1999: 60).
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Fig. 76. Pseudoedículo en un patio de luz en la Casa del Salone Nero (Herculano VI, 11) [M. Pérez Ruiz].
cuatro edículos lígneos han sido hallados en pisos superiores, lo cual hace pensar que este tipo de larario, más ligero, fuera especialmente apto para estos espacios.215 Dada la estrecha relación que existe entre el culto doméstico y el funerario, puede resultar interesante resaltar la presencia de aediculae también en las necrópolis. La explicación del uso de un pequeño templo —utilizado por lo general para albergar las imágenes de dioses— para conmemorar la memoria de un muerto se explica por la consideración de divinidades que se daba a los antepasados (E. Saglio en Daremberg-Saglio, I.1, s. v. Aedicula: 93). Este monumento funerario tiene su origen en la Grecia del s. V a.C. como derivación de la estela funeraria (E. Cahen en Daremberg-Saglio, IV.2, s. v. Sepulcrum: 1223) y se convirtió en uno de los tipos más frecuentes en las necrópolis de la Magna Grecia, en cuyo interior aparecía representada la imagen del 215 Se trata de las aediculae halladas en un cubiculum de la Casa a Graticcio, en una habitación tras la cocina de la taberna con casa V, 17 y en la Casa del Salone Nero (Mols, 1999: 188-189, n.º 27, fig. 137; 190-192, n.º 29, fig. 138 y 197-200, figs.146-147, respectivamente).
Fig. 77. Aedicula de madera hallada en la Casa del Sacello di Legno (Herculano V, 31) [E. Kusch, 1959: lám. 36].
difunto (ibid.: 1226). Las evidencias romanas son numerosas, pero más interesante que su descripción (W. Altmann, 1905: 136-142) es el hecho de constatar que un mismo tipo de monumento sea utilizado en dos ámbitos unidos tan estrechamente.
Sacraria Este término latino se usa principalmente para referirse a espacios domésticos entendidos como capillas (A. Dubourdieu y J. Scheid, 2000: 76), si bien aparece también en relación con lugares públicos y se refiere en términos generales a toda habitación destinada a guardar, al abrigo de cualquier profanación, los objetos sagrados, bien sea en un templo o en una casa (E. Saglio, en Daremberg-Saglio, IV.2, s. v. Sacrarium: 955). Es un espacio, por tanto, asociado
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al culto, pero como dice Ulpiano no necesariamente consagrado: sacer locus est locus consecratus, sacrarium est locus, in quo sacra reponuntur, quod etiam in aedificio priuato esse potest, et solent, qui liberare eum locum religione uolunt, sacra inde euocare (Dig. I, 8, 9, 2). A partir de este y otros textos clásicos,216 el término ha sido analizado por eruditos e investigadores ya desde finales del s. XIX con objeto de definir su funcionalidad, su estructura arquitectónica y, especialmente, sus límites sacros, es decir, la posibilidad o no de que el sacrarium fuera, además de un lugar donde albergar los sacra, un espacio de desarrollo del culto.217 Los resultados han sido muy diferentes e incluso opuestos, si bien del análisis de las fuentes realizado por Maddalena Bassani puede desprenderse que el sacrarium era una estancia más dentro de la casa, marcada en este caso por «una sorta di “inviolabilità”» (M. Bassani, 2008: 55) por ser un espacio revestido de sacralidad, como demuestran los ejemplos dados por Nepote y Livio en relación con Temístocles y con la familia de Hierón de Siracusa respectivamente (ibid.: 52-53; Nep., Them. II, 8; Liv., XXIV, 26). Si atendemos al registro arqueológico, el sacrarium es una habitación reservada por entero al culto, de dimensiones variables pero, por lo general, no muy grande218 (M. Van Doren, 1958: 69). En su interior puede haber nichos, altares, basamentos para estatuas, pinturas e incluso edículos, así como mesas o bancos corridos para el asiento de los participantes en el ritual (Figs. 67, 78-79; M. Bassani, 2008: 72-81), todo lo cual formaba el conjunto del larario (vid. sup. p. 79). Las formas de la planta son diversas: rectangulares o cuadrangulares, rematadas o no en ábside, o curvas. En cuanto a la decoración, la mayoría de los ejemplos vesubianos conservan restos de esta en las paredes, bien sea pintura, estuco en relieve o mármol (Fig. 80). Tanto en estos como en los documentados en otras zonas del Imperio puede apreciarse también una decoración pavimental relativamente frecuente en opus tesellatum, con motivos de tipo geométrico o 216 Véanse, por ejemplo, los textos casi contradictorios de Cic, har. resp. 30 y Apul., apol. LVI sobre la posibilidad o no de que las posesiones de un privado fueran o contuvieran espacios consagrados, es decir, sometidos a rituales específicos de competencia sacerdotal (M. Bassani, 2003b: 156). 217 Un detallado estudio sobre el significado de esta palabra, tanto desde el punto de vista arquitectónico como religioso, ha sido realizado por M. Van Doren (1958: 31-33) y actualizado por M. Bassani (2008: 49-52). 218 Oscilan, en el área vesubiana, entre los casi 2 y los más de 30 m2 (M. Bassani, 2008: 66-68).
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Fig. 78. Sacrarium en el atrio secundario de la Casa del Centanario (Pompeya IX, 8, 3/6), con un nicho en el interior. Las pinturas parietales, de motivos religiosos, se han retirado [M. Pérez Ruiz].
Fig. 79. Sacrarium en el atrio de la Casa dei Mosaici Geometrici (Pompeya VIII, 2, 16), con una aedicula en el interior [M. Pérez Ruiz].
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vegetal, o incluso simples alfombras de teselas blancas; en raras ocasiones presentan motivos figurados. También los techos podían aparecer decorados con pinturas y estucos219 (Fig. 80b).
Sacella
a)
b) Fig. 80. Sacrarium en el atrio de la Casa del Sacello Iliaco (Pompeya I, 6, 4). a) Vista general; b) detalle de la decoración del techo [a-b) M. Pérez Ruiz].
Attilio de Marchi (1896: 83) diferencia los sacraria de otro tipo de espacios, los sacella, en función de la definición que da Festo de estos últimos: Sacella dia? dis sacrata sine tecto220 (Fest., 318). Otro interesante dato para la identificación de este tipo de espacios de culto es el que aporta Aulo Gelio: Nam in libro de religionibus secundo: sacellum est —inquit— locus paruus deo sacratus cum ara221 (Gell., VII, 12, 5). Según esto, debe entenderse por sacellum el espacio consagrado a una divinidad en torno a un altar y que carece de cubrición, aunque sí parece estar delimitado en extensión, a la manera de un templum. La presencia de un altar parece, por tanto, condición necesaria para considerar un espacio consagrado como un sacellum, si bien junto a él pueden alojarse otros muchos elementos vinculados al culto, tales como esculturas, fuentes, árboles, etc. (E. Saglio en Daremberg-Saglio, IV.2, s. v. Sacellum: 933-934). En cuanto a los sacella privados, Annie Dubourdieu y John Scheid (2000: 77) los consideran equiparables a los sacraria y a los lararia, pues, a partir de las referencias textuales, los tres términos se refieren aparentemente a habitaciones dedicadas por entero al culto, si bien con posibles connotaciones estructurales (sacella exentos o a cielo abierto) o cronológicas (lararia solo a partir del s. III d.C.) diferentes. Pero del estudio de las fuentes Maddalena Bassani (2008. 56-59) extrae que no tenían por qué ser siempre espacios a cielo abierto, sino que podía tratarse de construcciones exentas con techo (como se documenta en jardines), ubicadas dentro de la casa como espacios de culto (Figs. 81-82).
219 Un análisis detallado de los diferentes tipos de decoración presentes en este tipo de lararios, en Bassani: 2008, 93. El larario de la Casa del Sacello Iliaco (Fig. 80) presenta en el techo una de las decoraciones más interesantes y elaboradas de este tipo. 220 «Llaman sacraria a los lugares sin techo consagrados a los dioses». 221 «... pues en el segundo libro Acerca de las práticas religiosas, el sacellum es —dice— un lugar pequeño consagrado a un dios, con un ara» (trad. A. Gaos).
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Fig. 81. Sacellum en el jardín de la Casa della Regina Carolina (Pompeya VIII, 3, 14) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 82. Sacellum en el jardín de la Casa di Octavius Quartius (Pompeya II, 2, 2) [M. Pérez Ruiz].
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Fig. 83. Aedicula en el atrio de la Casa del Menandro (I, 10, 4) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 84. Larario pictórico con nicho en la cocina de la Casa del Cenacolo (V, 2, h) [M. Pérez Ruiz].
UBICACIÓN
DE LOS LARARIOS EN LA CASA
Buena parte de los trabajos generalistas sobre religión o vida cotidiana romanas, en los que se hace referencia al culto doméstico, afirman que el lugar de ubicación del larario en la casa era el atrio (Fig. 83). El análisis de las evidencias arqueológicas pompeyanas muestra, en cambio, que estas capillas domésticas podían encontrarse en casi cualquier ambiente, desde los atrios hasta las cocinas (Fig. 84), pasando por
peristilos (Fig. 68), cubicula o zonas de paso.222 De todos ellos, son los peristilos/viridaria, las cocinas y los atrios las zonas en las que más lararios se han 222 Incluso estas ubicaciones poco frecuentes en el registro arqueológico están atestiguadas en las fuentes escritas: Suet, Aug. 7, 1; Domic. 17, 2. Vitrubio (VI, 3, 6), en cambio, a pesar de ser explícito en la colocación que deben tener ciertos objetos en la casa, como las imagines maiorum en las alae, no hace referencia alguna al larario, de lo que se puede extraer la misma conclusión que ofrece el registro arqueológico, que no existía un lugar preferente para su colocación.
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a) Fig. 85. Fauces de la Casa del Cenacolo (V, 2, h). En la pared de la izquierda se conserva parcialmente un larario pictórico con nicho [M. Pérez Ruiz].
documentado; en concreto, tres cuartas partes del total, repartidos casi a partes iguales, pero con predominio de los peristilos y las cocinas. La otra cuarta parte está ubicada, por este orden, en ambientes de uso indefinido, jardines (Fig. 81), zonas de paso, fauces/ accesos (Fig. 85), estancias de representación, cubicula y zonas de servicio diferentes a las cocinas (Fig. 86). Las casas pueden, además, tener más de un larario, lo cual no está necesariamente en consonancia con la riqueza del inmueble, como demuestran casos como el de la modesta Casa del Larario del Sarno, con dos lararios en su pequeño jardín223 (Fig. 87). El análisis de la ubicación de los lararios por tipos ofrece también datos interesantes, pues no todos aparecen en todos los ambientes antes referidos. Los nichos, los lararios pictóricos y los lararios formados por la combinación de ambos —los dos primeros los más numerosos— se han documentados en todo tipo de espacios, salvo en zonas de servicio y cubicula, donde no aparecen los lararios pictóricos con nichos. Los lararios pictóricos, sin embargo, se encuentran 223 E. M. Evans (1980, 229) da los siguientes datos a partir del corpus de G. Boyce: de las casas con un solo larario, 41 se encuentran en jardines y peristilos, 34 en cocinas y treinta en atrios. De las treinta cosas con más de un larario, en veintitres de ellas una de sus ubicaciones es el jardín o el peristilo y solo en catorce, el atrio.
b) Fig. 86. Pseudoedículo en el atrio secundario de la Casa dei Vetti (VI, 15, 1-2), junto al acceso a la cocina [a-b) M. Pérez Ruiz].
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PROPUESTAS
Fig. 87. Vista de los dos lararios en el jardín de la Casa del Larario del Sarno (Pompeya I, 14, 6-7). En primer término, lateral del pseudoedículo; al fondo, nicho [M. Pérez Ruiz].
preferentemente en cocinas, mientras que los nichos y la combinación de ambos están ubicados casi por igual en cocinas, atrios y peristilos. Las aediculae y los sacraria, menos numerosos que las pinturas y los nichos, están vinculados casi exclusivamente a los espacios públicos y de representación de la casa, principalmente a los peristilos y a los atrios y, en menor medida, a los jardines. Los altares que aparecen solos son muy escasos224 y se concentran, principalmente, en peristilos y jardines. Finalmente, los sacella, bastante escasos también, aparecen únicamente en espacios abiertos, peristilos y jardines, pues, como se ha dicho (vid. sup.), son espacios exentos y, en ocasiones, a cielo abierto.225 De todos estos datos cuantitativos se pueden extraer algunas valoraciones en relación con el desarrollo del culto doméstico romano. 224 Los que aparecen formando un conjunto con sacraria, nichos, pinturas u otros tipos de lararios, son, en cambio, bastante numerosos. 225 Es interesante señalar aquí que en Delos, donde se ha documentado un elevado número de lararios, a pesar de conservase algunos en el interior de las casas, buena parte de ellos se encuentran en la fachada, junto a la entrada (M. Bulard, 1926b: 14), sin que esté claro el significado de esta práctica, al parecer única (ibid.: 19-20).
INTERPRETATIVAS
A pesar de que anteriormente hemos definido de forma nítida los diferentes tipos de lararios existentes en las casas romanas, su lectura a veces no resulta tan directa como podría parecer. La presencia de nichos, lararios pictóricos, altares o aediculae en una determinada zona de la casa, jardines o peristilos por ejemplo, implica, en ocasiones, que no solo este elemento sino toda o parte de la zona en la que se encontraba estaba revestida de una cierta sacralidad, lo cual no resulta siempre fácil de discernir. Al contrario, la presencia de una pintura o un nicho en el interior de una estancia no tenía por qué indicar necesariamente que toda ella era un ambiente de culto (M. Bassani, 2008: 35-43). Las cuestiones que permiten trascender del elemento material que es el larario, en cualquiera de sus formas, para realizar lecturas más complejas en relación con el concepto que entraña son, por lo general, muy sutiles y están basadas en detalles observables solo teniendo en cuenta el conjunto de la casa, mediante el trabajo con datos de excavación en sus contextos exactos y teniendo a disposición un elevado número de casos que permita detectar concomitancias significativas, parámetros repetidos con una frecuencia suficiente como para ser interpretados como norma. Todas estas necesidades convierten a Pompeya y a Herculano en laboratorios únicos para el análisis de este fenómeno y en la referencia obligada para su estudio en cualquier otra parte del Imperio. Pueden realizarse dos grandes grupos de lararios, en función del tipo y la ubicación. Por un lado, los existentes en los comunia loca de la casa, prácticamente los únicos espacios aptos para la colocación de aedicuale, sacraria y sacella; por otro lado, las zonas de servicio y, concretamente, las cocinas, donde se concentran la mayoría de las pinturas y buena parte de los nichos. Los lararios más monumentales coinciden, por tanto, con las zonas públicas de la casa, mientras que los más modestos lo hacen con las más apartadas en la circulación doméstica, de lo cual cabe hacer varias lecturas diferenciadas. La monumentalidad y la cantidad de los lararios ubicados en los comunia loca —más de la mitad del total de los pompeyanos—, debe ponerse en relación con la dimensión social de estos espacios públicos de la casa (vid. sup. pp. 75-76). En ellos, el larario era la materialización de la religión doméstica, uno de los elementos constitutivos de la familia romana, y la evidencia de la pietas del paterfamilias,226 quien, 226 Precisamente estos argumentos han llevado a W. Van Andringa (2011: 91-92, 97) a considerar que el lugar «natural» para la colocación del larario principal era el atrio.
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Fig. 88. Planta de la Casa del Principe di Napoli (Pompeya VI, 15, 7-8), con la señalización de las relaciones visuales de cada larario con las diferentes estancias [V. Strocka, 1984: fig. 42].
mediante la presencia del larario hacía una tácita pero explícita manifestación de su estricta observancia de los ritos domésticos debidos a sus dioses y a sus antepasados y demostraba su respeto por la tradición, por la mos maiorum. Todas las personas ajenas a la familia, clientes o amici, que accedían a estos espacios captaban, por la sola presencia del larario, este mensaje de forma clara. La diferencia en la riqueza y monumentalidad de los lararios en los comunia loca y en las cocinas es una muestra de que la ostentación de que pudieron hacer gala no estaba orientada a las divinidades y que, por tanto, no tenía una finalidad religiosa sino más bien ligada a cuestiones de autorrepresentación. Maddalena Bassani (2008: 111-112) ha dedicado cierta atención a estas cuestiones, poniendo también el acento en que algunos lararios parecen haber sido apartados intencionadamente, mediante diferentes fórmulas arquitectónicas, de la zona más visible de las estancias en las que se encuentran, buscando una especie de «visión progresiva» en relación con las personas que accedían a la casa, así como una enfatización del lugar de culto. También Volker M. Strocka (1984: 49) ha puesto de manifiesto el simbolismo que encierra la colocación exacta del larario, en relación con la Casa del Principe di Napoli (Fig. 88), modesta y de reducidas dimensiones y en cuyo interior se conservan dos lararios, un nicho en la cocina, sobre el fuego, y una aedicula en el peristilo (Fig. 90b). Strocka ha obser-
vado cómo toda la casa y, por tanto, sus habitantes se encontraban bajo la vigilancia de uno u otro larario, a través de los diferentes vanos practicados en las paredes de las estancias, algunos de los cuales no tienen sentido como fuentes de luz ni de aireación, sino solo para establecer una relación visual directo entre una determinada estancia y el larario. En relación directa con esta función de vigilancia de los lararios hay que poner algunos otros casos pompeyanos,227 normalmente aediculae, nichos y, en menor medida, sacraria, que parecen tener una vinculación especial con el acceso a la casa. Estos se encuentran ubicados en el eje axial de la vivienda, pero ligeramente descentrados, de manera que son visibles desde la puerta principal, salvo una muy pequeña parte. Esta aparece tapada por un elemento arquitectónico en un plano anterior, que actúa como obstáculo en la relación visual que se establece entre la persona que entra en la casa y el larario. En la mayoría de los casos, sin embargo, habría sido posible salvar dicho obstáculo (Figs. 89, 90a). Se podría pensar que el larario se colocó en esta posición para ser visto por cualquiera que entrara o pasara por delante de la casa, en función de lo dicho anteriormente sobre su dimensión social. Sin embargo, 227 Damos como ejemplos ilustrativos las casas pompeyanas del Sacello Iliaco, del Larario del Sarno, della Venere in Bikini, del Poeta Tragico y la casa I, 13, 2, si bien no son las únicas en las que se produce este fenómeno. Véanse las Figs. 89 y 90.
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a)
b)
c)
d)
Fig. 89. «Lararios vigilantes»: a) Sacrarium en el atrio de la Casa del Sacello Iliaco (Pompeya I, 6, 4); b) Nicho en el jardín de la Casa I, 13, 2 (Pompeya); c) Nicho en el jardín de la Casa della Venere in Bikini (Pompeya I, 11, 6); d) Pseudoedículo en el peristilo de la Casa del Poeta Tragico (Pompeya VI, 8, 5). Obsérvese que todos ellos aparecen ligeramente descentrados en la relación visual con la puerta de la casa, desde donde están tomadas las imágenes [a-d) M. Pérez Ruiz].
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es posible también la lectura contraria, es decir, que el objetivo de esta conexión visual entre la puerta y el larario fuera que las divinidades alojadas en él pudieran ver a todo el que accedía a la casa, para poder así protegerla de todo tipo de intrusos,228 ejerciendo de esta manera una de sus funciones principales, la tutela de la familia desde «lararios vigilantes». Precisamente esto explicaría que la mayoría de los lararios a los que se les puede adjudicar esta función sean nichos, aediculae o sacraria, es decir, aquellos en los que se podían colocar esculturas de divinidades tutelares. En cuanto a la ocultación simbólica de una pequeña parte del larario, esta tiene que ver, en nuestra opinión, con la propia dicotomía de la casa romana, con su doble dimensión pública y privada.229 Mientras que la casa permanecía abierta durante el día para todas las personas que debían o querían visitar al dominus y, por tanto, expuesta a las miradas de cualquier extraño, la planificación arquitectónica mostraba la búsqueda explícita de intimidad y de aislamiento respecto del exterior, con una disposición de los espacios en torno a patios interiores y sin apenas puntos de contacto con la calle. En este sentido, la parte que queda oculta del larario debió de tener la función de preservar simbólicamente la privacidad de las divinidades domésticas de la casa y, más allá, de las creencias íntimas de la familia. Esta cuestión puede parecer más clara si comparamos la aedicula de la Casa del Larario del Sarno con la de la Casa del Principe di Napoli (Fig. 90). En el primer caso, el larario, que se puede ver perfectamente desde la entrada, está ligeramente descentrado respecto del eje axial, con lo que se oculta una pequeña parte de él; en el segundo caso, la aedicula, en un viridarium interior al que solo podían acceder las personas invitadas por el dominus, se encuentra perfectamente centrada entre las columnas de acceso al jardín. La ubicación, por tanto, no solo en una estancia o en otra, sino también en el conjunto de la casa, parece determinar la función y el significado del larario. Respecto a los ubicados en las zonas de servicio y, concretamente, en las cocinas, se han barajado tradicio-
Fig. 90. a) Vista del larario de la Casa del Larario del Sarno desde la entrada; b) vista del larario de la Casa del Principe di Napoli desde el acceso al peristilo [a-b) M. Pérez Ruiz].
228 Vid. sup. p. 76 sobre la necesidad de proteger los accesos a la casa. 229 Vitrubio deja clara esta doble dimensión: tunc etiam animaduertendum est quibus rationibus priuatis aedificiis propria loca patribus familiarum et quemadmodum communia cum extraneis aedificari. «…estese atento entonces al tipo de arquitectura que requieren, en las construcciones de particulares, las piezas privadas del dueño de la casa y la que conviene a las piezas abiertas igualmente a las personas ajenas». (Vitr., VI, 5, 1; trad. propia a partir de L. Callebat).
nalmente dos teorías: la primera de ellas se basa en la estrecha vinculación que existía entre las divinidades domésticas y el fuego del hogar, en el cual los Lares, los Penates y Vesta recibían sus ofrendas (vid. sup.). En las casas más antiguas, este fuego se encontraba en el atrio, centro de la vida doméstica, pero la diversificación de los espacios tuvo como consecuencia su traslado a la cocina y, con él, el del culto doméstico,
a)
b)
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sus dioses y sus capillas230 (E. Salza Prina, 1978-80: 247-249). La segunda teoría asocia esta ubicación con la especial relación que los esclavos tenían con el culto doméstico, razón por la cual se habrían construido lararios en las zonas de servicio, especialmente en las casas de grandes dimensiones, para separar el acto ritual de los miembros libres de la familia del de los esclavos (P. Foss, 1997: 201-202, 217-218). Esta teoría choca, sin embargo, con la escasa presencia que los lararios tienen en habitaciones de servicio que no sean cocinas, que Pedar Foss (ibid.) resuelve por la relación que, tanto los Lares como los esclavos, tenían con la preparación de los alimentos. Por otro lado, se sabe por las fuentes escritas que el encargado de oficiar el culto doméstico era el paterfamilias, que lo tenía como una de sus principales obligaciones (vid. inf. p. 109), razón por la cual no parece verosímil que descargase por completo esta obligación en sus siervos, colocando el larario en la cocina. Por esta misma razón, tampoco resulta fácil defender la multiplicación de los lararios en algunas casas como el resultado de una actividad cultual diferenciada entre los señores —en los comunia loca— y los siervos —en las zonas de servicio—, ya que en un buen número de casas en las que solo había uno, estaba ubicado en la cocina (vid. sup. n. 223). En nuestra opinión, la presencia de lararios en cocinas está, por tanto, más relacionada con la primera que con la segunda teoría, si bien ello no quiere decir que los esclavos no tuviesen un papel en el desarrollo del culto doméstico o que no tuviesen una especial devoción por las divinidades domésticas. Precisamente, la participación en el culto subrayaba la pertenencia de los esclavos a la familia, a la vez que era un vehículo de expresión de la fidelidad y la veneración por sus dueños, como parece demostrar la inscripción 230 Esta idea deriva de las palabras de Servio (Aen. I, 637), según el cual el atrio era el lugar donde se cocinaba y se comía en las casas romanas más antiguas, sin apenas diversificación de los espacios domésticos. A. Zaccaria (1995: 356-358) considera, sin embargo, que esta interpretación serviana de la presencia del fuego en el atrio se basa en una construcción erudita sobre la severidad y la austeridad propias de la vida romana antigua, en contra del lujo en las casas, y no en una actividad culinaria real en el atrio. La autora cree, en cambio, que la presencia del fuego en el atrio debe asociarse precisamente con la estrecha relación que tenía con el culto a los Penates (Serv., Aen. XI, 211), que, como ya se ha visto, moraban en la parte más íntima de la casa, tras el atrio, y que recibían sus ofrendas, como otros dioses, en el hogar convertido en altar. El fuego del atrio y el de la cocina no serían, según esta teoría, el mismo trasladado de un lugar a otro, sino dos fuegos diferentes, pero la desaparición del atrio habría llevado a asociar a las divinidades domésticas al de la cocina.
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que acompañaba al larario pictórico en el acceso a la cocina de la Casa di Iulio Polibio, en la que los siervos dedican el larario a sus dueños, representados como el Genius y la Iuno231 (Figs. 15, 91). La novedosa lectura realizada por Federica Giacobello sobre los lararios pompeyanos, que desarrolla en parte ideas ya apuntadas por Eugenia Salza Prina (1978-80: 252), añade matices interesantes a lo anteriormente dicho. Giacobello considera que solo una parte de ellos, a los que denomina «lararios principales», pueden considerarse dedicados al culto a los Lares, mientras que el resto, «lararios secundarios», estaban destinados a la veneración del resto de divinidades a las que se les atribuían propiedades protectoras en el ámbito doméstico y a los antepasados (F. Giacobello, 2008: 59, 71-80). Según esta autora, los lararios principales coinciden casi exclusivamente con los ubicados en cocinas o, en su defecto, en áreas anejas. Este era el único lugar verdaderamente destinado al culto a los Lares y se explica por la relación de estos con el fuego, tan estrecha que llegaron incluso a identificarse los unos con el otro. De manera que la forma de expresión, casi única, del culto fue la representación pictórica de la escena de sacrificio, acompañada o no de un nicho (ibid.: 64-66, 110). Los lararios secundarios se corresponden casi por completo con los ubicados en las zonas de mayor visibilidad de la casa, lo cual vendría a demostrar su función como elementos de autorrepresentación, en consonancia con su mayor monumentalidad (ibid.: 66-67), a lo que ya hemos aludido anteriormente. Los colocados en cubicula respondieron siempre, según esta autora, a expresiones más privadas del culto (ibid.: 68). Pero lo cierto es que existe una repetición de las divinidades representadas en los dos grupos de lararios, lo que la propia autora justifica argumentando que, en el caso concreto de los Lares, los colocados en los secundarios estaban vacíos de su significado original (ibid.: 59, 79). Resulta extraño, sin embargo, que una misma divinidad fuese interpretada con su verdadero significado o privada de él en función del tipo de larario en el que se colocase, incluso dentro de una misma casa. La presencia duplicada del Genius es explicada por Giacobello como la representación del Genius del paterfamilias, en los «lararios principales», y la del 231 En la cartela con forma de tabula ansata pintada entre los Lares puede leerse: Pro salutem et victoria(m) C. Iuli Philipi votum h(ic) fecit Laribus P. Cornelius Felix et Vitalis Cuspi. Véase también lo dicho a este respecto para algunas inscripciones hispanas (vid. inf. p. 342).
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Fig. 91. Atrio secundario de la Casa di Iulius Polybius (Pompeya IX, 13, 1-3), con la cocina en primer término y la pintura delante del acceso a la misma, a la izquierda [M. Pérez Ruiz].
Genius Augusti, en los «secundarios» (ibid.: 79). Pero no existen otras razones para realizar esta identificación con el Genius Augusti, más allá de una diferente posición en la casa y la propia teoría desarrollada por esta autora.232 En cuanto al resto de divinidades, en su mayoría identificadas con los Penates como dioses protectores de la casa, tal y como se vio en el apartado dedicado a ellos, debe tenerse en cuenta que su relación con el fuego del hogar fue, al menos, tan estrecha como la de los Lares (A. Dubourdieu, 1989: 83), como se ha señalado en varias ocasiones, por lo que no resulta fácil explicar su diversa colocación en la casa, lejos de la cocina. Por otro lado, aunque pocos, existen «lararios primarios» con representaciones de divinidades propias de los «secundarios», como el de la Casa delle Pareti Rosse (VIII, 5, 37; Fig. 101) o el del atrio secundario de la Casa del Centenario (IX, 8, 3.6.a; Fig. 78), lo 232 Sobre las diferentes propuestas de identificar al Genius doméstico con el Genius Augusti, véanse pp. 50-51.
cual es explicado por la investigadora como una posible «espressione di culto ibrida» (ibid.: 202). La hipótesis de Pedar Foss (1997, 217) completa, en cierta medida, la tesis planteada por F. Giacobello, al relacionar los lararios de las cocinas con los Lares y los ubicados en los comunia loca con los Penates, ambos implicados en el proceso de preparación e ingesta de los alimentos. Esta hipótesis se basa en una particular lectura de las divinidades domésticas, según la cual el presente (la preparación) sería el dominio de los Lares y el pasado (la ingesta) el de los Penates. W. Van Andringa (2011) coincide con Federica Giacobello en interpretar la presencia de lararios en cocinas con la relación de los lares con el fuego y con la preparación de los alimentos, incluso los dedicados a él mismo como ofrenda, como el cerdo (ibid.: 96-97). Sin embargo, realiza una jerarquización opuesta de los lararios en cocinas con la relación de los lares con el fuego y con la preparación, pues considera que los ubicados en atrios o, en su defecto en peristilos y jardines, eran los principales, pues
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el atrio era el lugar «natural» de colocación de la capilla doméstica en tanto en cuanto era el corazón de la casa, mientras que los construidos en otras zonas de la casa eran secundarios (ibid.: 91-95). Van Andringa pone el acento, a lo largo de su trabajo, en la importancia de valorar los lararios en el contexto de la topografía doméstica, lo cual, como se puede ver en las diversas propuestas aquí recogidas, está dando pie a ricas y sugerentes hipótesis que nos acercan a la mejor comprensión del culto doméstico romano, aunque presenten contradicciones entre sí.233 En esta misma línea, cabe valorar también la propuesta de Michael Lipka (2006), quien a partir del análisis de los espacios de culto conservados en tres casas pompeyanas, propone que las únicas imágenes de culto eran las representadas en las estatuillas, como las encontradas en el nicho de la zona de paso hacia el jardín de la Casa del Cenacolo. La presencia de más de un larario en una casa se debía, según este autor, a que existía un larario principal y otros subsidiarios y las imágenes de culto se llevaban de uno a otro —en el atrio, en la cocina...— en función del rito que la familia fuera a desarrollar (ibid.: 333). Lipka descarta también la opción de leer los lararios en cocinas como asociados al culto de los esclavos y coincide con Federica Giacobello en establecer una jerarquía entre los lararios de una misma vivienda, si bien desde una óptica radicalmente distinta. En nuestra opinión, algunas de las afirmaciones en las que M. Lipka basa su hipótesis, como que las divinidades representadas en los lararios pictóricos no pueden ser consideradas imágenes de culto, carecen de suficiente argumentación (ibid.: 331), a la vez que solventa determinadas cuestiones con cierta ligereza, como el hecho de que en una misma casa pudiera haber esculturas de divinidades en más de un larario a la vez, en relación con lo cual considera que solo las presentes en el larario principal (que él equipara al de mayor riqueza) eran las verdaderas imágenes de culto (ibid.: 333, n. 22). Las teorías sobre la función de los lararios y el significado concreto que tenían cada uno de sus tipos o las diferentes ubicaciones en las que podían encontrarse son, como se puede observar, múltiples y la decantación por unas u otras difícil de realizar, pues todas ellas resultan sugestivas y cuentan, en mayor o menor medida, con apoyos en la documentación. El 233 Precisamente esta convicción en las bondades del análisis topográfico de los espacios de culto doméstico nos ha llevado a dedicarle un apartado específico en relación con los testimonios hispanos en el capítulo VI. Véase también sobre esta cuestión M. Pérez Ruiz, 2013a.
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excepcional registro material de las ciudades vesubianas y, especialmente, de Pompeya, ha permitido construir todas estas tesis, pero no debe olvidarse que las creencias son algo abstracto e intangible, lo que implica que buena parte de lo que tuvo que ver con ellas no haya dejado huella en el registro material y que, por tanto, sea altamente difícil de captar. A ello hay que añadir el carácter íntimo del culto doméstico, que ha determinado que apenas fuera objeto directo de interés por parte de los escritores antiguos. La libertad religiosa que existía en el interior de la casa influyó también en la gran diversidad que ofrece el registro material, pues cada familia pudo imprimir un matiz especial a su larario, plasmándolo en su ubicación, en su forma o en la elección de determinadas divinidades, encerrando en todo ello un simbolismo que se nos escapa en muchos casos. Estas cuestiones dificultan el acercamiento a respuestas seguras de las múltiples preguntas que el culto plantea, muchas de las cuales deben quedar, por el momento, en el aire. Creemos, sin embargo, que el análisis de conjunto ofrece una importante pista a seguir en el camino de estas interpretaciones. La información que nos ofrecen las fuentes y el registro material demuestran que es posible atisbar la continuidad de componentes del culto doméstico romano más antiguo, a pesar de las trasformaciones sufridas por él a lo largo de los siglos. Se mantiene, especialmente, el carácter subsistencial de los aspectos de la vida que se ponen en las manos de los dioses, evolucionados a la par que la sociedad pero que responden, en la base, a las mismas necesidades arcaicas de los orígenes; igualmente, el diálogo con los dioses mantiene esa misma sencillez (Tib., I, 10, 15-25) y cercanía, así como el ritual cotidiano.234 De manera que parece razonable pensar que las interpretaciones que se elaboren para explicar el registro material que nos ha llegado de este culto deben tender a esa misma sencillez de planteamiento que llevó al hombre romano a utilizarlo en su ritual doméstico; se debe huir, en nuestra opinión, de teorías que requieran explicaciones complejas, con elaboraciones teóricas demasiado eruditas, pues probablemente el romano, en la relación cotidiana con sus dioses domésticos, no desarrolló tal tipo de lucubraciones.235
234 Véase el apartado 6 de este capítulo, sobre el ritual doméstico. Si se atiende al Codex Theodosianus (XVI, 10, 12), en el s. IV d.C. las divinidades domésticas seguían recibiendo vino, flores o incienso como ofrendas (vid. inf. p. 122). 235 Creemos que es así en el aspecto religioso. La dimensión social de larario, que parece potenciarse especialmente en época tardoantigua, merece, en cambio, una valoración distinta (vid. inf. pp. 120-121).
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5. OBJETOS DE CULTO Y DEL RITUAL DOMÉSTICO. INDICADORES DE SACRALIDAD No siempre resulta fácil identificar un larario, pues en ocasiones aparecen integrados en la casa como un espacio más en el que solo es posible apreciar su sacralidad gracias a los elementos que lo componen (J. T. Bakker, 1994: 15). Puede también darse el caso de que no exista un larario fijo, sino que sea la colocación de determinados objetos muebles la que convierte temporalmente a un espacio en tal. Estos elementos que definen el uso sagrado de una estancia son los que Maddalena Bassani ha denominado «indicadores de sacralidad»236 (M. Bassani, 2005: 74; 2008: 9). El grupo de estos indicadores es amplio, si bien no todos tienen el mismo valor. Pueden relacionarse inicialmente con lo que para George Boyce (1937: 10) son los dos componentes comunes a todos los lararios pompeyanos: la representación de las imágenes veneradas y la presencia de objetos para el desarrollo del culto ante dichas imágenes. Pero Maddalena Bassani (2008: 9) considera que además de estos debe tenerse en cuenta el equipamiento de la estancia: altares, basamentos, nichos, pinturas, elementos arquitectónicos que en un determinado contexto pueden dar la clave de su uso religioso —columnas, pilastras, asientos, mesas237 o ménsulas— y, por supuesto, epigrafía. La presencia de uno o varios de estos elementos puede convertir un lugar de la casa en sagrado y hacerlo apto para el sacrificio doméstico. Pero estos indicadores deben valorarse de forma particular en cada contexto, de manera que un nicho en sí mismo no es evidencia suficiente de su uso como larario, pero sí la presencia en él de estatuas de dioses o pinturas religiosas; en cambio, la presencia de un nicho junto 236 Se refiere a ellos usando los términos «indicatori del sacrum», para los elementos inmuebles de equipamiento del larario, y «vettori del sacro», para los objetos de culto muebles que pueden hallarse en la casa romana, dentro de un larario o no (M. Bassani, 2005: 74). Posteriormente, todos ellos han sido unificados bajo el nombre «indicatori di cultualità» (M. Bassani, 2008: 9). En este trabajo nos referiremos también a todos ellos como un único grupo, bajo el nombre de «indicadores de sacralidad». 237 La mesa no es un elemento frecuente en los lararios, pero es una pieza del mobiliario doméstico con un destacado valor sacro, relacionado con épocas arcaicas en las que, según las fuentes escritas, en ella se colocaba a los dioses para que participasen de las comidas familiares (Prop., III, 7, 45; Ov., fast. VI, 305-306; Tib., I, 1, 37-38). Plutarco (qu. R. 64) recuerda que la mesa de los romanos, como objeto sagrado, no podía quedarse completamente vacía (A. de Marchi, 1896: 98-100). Pero esta tradición, más que perpetuarse en relación con el larario, parece haberlo hecho con el cartibulum colocado en el atrio.
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a un altar en el interior de una habitación de pequeñas dimensiones puede llevar a la conclusión de que nos hallamos ante un sacrarium. Existen, en cambio, indicadores que parecen disipar cualquier duda sobre la función sacra de una estancia, tales como altares o edículos (ibid.: 10-11). Por tanto, incluso un tipo de larario como los analizados más arriba puede ser, en un contexto concreto, un indicador de sacralidad, como parte de un espacio de culto más complejo. De igual manera, hay objetos muebles cuya sacralidad es intrínseca y su presencia sacraliza, aunque sea solo de forma temporal, un lugar, como es el caso de las árulas (M. Bassani, 2005: 74). Puesto que los principales elementos estructurales de los lararios romanos han sido ya estudiados en el apartado anterior, nos centraremos en este en los componentes muebles más destacados, cuyo valor como indicadores de sacralidad es más alto. El primer grupo a destacar es el de las esculturas, pues se trata quizá del conjunto más abultado de materiales hallados en el interior de lararios, no solo en los vesubianos, sino en el conjunto del mundo romano y son, por ello, uno de los indicadores de sacralidad que más valor tienen. En su gran mayoría, se trata de esculturas de pequeño formato, normalmente no superiores a los 30 cm y un gran número incluso inferiores a los 15 cm.238 Pero existen también ejemplos de esculturas de mayor tamaño, entre los 50-100 cm, mientras que solo una, hallada en la Villa dei Misteri (Pompeya) supera el tamaño natural, con 185 cm (M. Bassani, 2008: 127). El material más utilizado y predominante en las pequeñas esculturas es el bronce (Figs. 92, 101), con mucha menor presencia de la terracota239 (Fig. 93) y el mármol, como muestra el estudio realizado por Annemarie KaufmannHeinimann (2007a: 155, fig. 4); excepcionalmente se han conservado en las ciudades vesubianas restos o improntas de bustos en madera (Figs. 27-29; Tib., I, 10, 10-15). Las fuentes escritas dan cuenta también del uso de otros materiales en las esculturas de los 238 Así parece desprenderse a partir de la observación de las dimensiones de las esculturas de bronce recogidas por A. Kaufmann-Heinimann en su estudio sobre los lararios de Augusta Raurica (1998), que acompaña de un catálogo con los hallazgos de este tipo de piezas en contextos cerrados («geschlossene Funde») de lararios en la parte occidental del Imperio, referencia obligada para su estudio. S. Boucher y H. Oggiano-Bitar (1995: 233) afirman, por su parte, que la media de los pequeños bronces de larario es inferior a los 12 cm. 239 Véase, especialmente, el conjunto de esculturas del larario en el jardín de la casa IX, 7, ?, de Pompeya, representado en la Fig. 93 (G. K. Boyce, 1937: 89, n.º 446; S. Adamo-Muscettola, 1984: 10, fig. 2). A. Kaufmann-Heinimann (2007a: 155) considera que la utilización exclusiva de estatuillas de terracota en este larario se debe a su antigüedad, ya que data del s. I a.C.
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Fig. 92. Esculturas y jarra en bronce en la aedicula de la Casa degli Amorini Dorati (Pompeya VI, 16, 7) [M. Bassani, 2008: 32, fig. 6].
Fig. 93. Figurillas en terracota del larario de la casa IX, 7, ?, en Pompeya. Museo Archeologico Nazionale, Nápoles (Italia) [S. Adamo Muscettola, 1984: 10, fig. 2].
lararios: metales preciosos como la plata240 (Petron. 29, 8) o el oro (Suet., Aug. 2, 5), de los cuales se conservan algunos testimonios arqueológicos (Fig. 16), o materiales modestos como la cera (Iuv., 12, 8789) sin representación en el registro arqueológico. Excepcionalmente, se usaron también el marfil y el ámbar241 (A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 185). La relativa abundancia de hallazgos de esculturas en bronce de pequeño formato en contextos de larario 240 El ejemplo más sobresaliente de imágenes de culto en plata es el que forma parte del conocido como «Trésor de Mâcon», interpretado como probablemente procedente de un larario (A. Kaufmann-Heinimann, 2007b). También en plata están realizadas las esculturillas halladas en el larario de la villa de Scafati, en el agro vesubiano (ibid.: 30), y la estatuilla de Harpócrates de la Casa di M. Memmius Auctus, en Pompeya (VI, 14, 27) (A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 219, GFV26). 241 Se ha hallado una Venus de marfil en la Casa degli Epigrammi, en Pompeya (V, 1, 18.11-12) (A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 217, GFV20). En la misma ciudad, del larario de la casa V, 4, 9 proceden otra escultura de Venus de alabastro y una escultura masculina de marfil (ibid.: 219, GFV24).
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ha hecho que tengan un alto valor como indicadores de sacralidad y permitan suponer, casi de forma inmediata, la existencia de una actividad cultual, con o sin espacio definido, cuando se hallan en estructuras domésticas.242 No resulta igual de sencillo identificar esculturas en piedra con valor cultual, a pesar de que representen divinidades, pues su uso ornamental es bien conocido, a lo que se suma la inexistencia de un patrón de tamaño —como sí ocurre con las de bronce— o de tema iconográfico que permita plantear su uso cultual cuando carecen de tal contexto.243 Por lo que respecta a las esculturas de terracota, ya Annemarie Kaufmann-Heinimann (1998: 159) ha puesto de manifiesto que resulta difícil saber si su escasa presencia en el registro material se debe a un mayor interés de la investigación actual por otros materiales, como las esculturas de bronce, con el consiguiente descuido de estos hallazgos en las excavaciones y olvido en las publicaciones, o si se trata del reflejo de la realidad antigua. La lectura en clave económica del uso de materiales como la terracota o la madera frente al bronce o la piedra debe quedar también en el aire por el momento, ante la falta de una documentación suficiente para abordar la cuestión. En cuanto a las figuras representadas, se trata de las divinidades domésticas y de otras del panteón romano en su gran mayoría: predominan los Lares y, en segundo lugar, Mercurio, seguido por Minerva, Venus, Júpiter y Fortuna y, en menor medida, por el Genius, Hércules, Apolo, Harpócrates, Victoria y Eros244 (Fig. 94). Pero también muchas otras figuras, como se ha dicho en las páginas anteriores, podían estar presentes en los lararios: figurillas de antepasados, como las de la Casa del Menandro en Pompeya (vid. sup. pp. 62-63); bustos de emperadores (Suet., Aug. 7, 1; Vit. 2, 5; Ov., Pont. II, 8, 1-6); filósofos; oradores, o místicos (HA Alex. Sev. 29, 2, 31, 4) tenían también 242 Aunque este es el tipo de estatuas hallado con más frecuencia en lararios, el número de ellas o de conjuntos de ellas procedentes con seguridad de estos espacios en Pompeya es de treinta, una cifra no muy elevada frente a las más de 800 casas documentadas en la ciudad (A. Kaufmann-Heinimann, 2007a: 151). Su colocación en otros lugares de la casa tras el terremoto de 62 d.C., mientras se reparaba la capilla doméstica, o el hecho de que los habitantes de la ciudad se las llevaran consigo en su huída de la erupción del Vesubio, son posibles razones para este número no muy alto de hallazgos in situ (S. Adamo Muscettola, 1984: 9). Para algunas esculturas en bronce halladas en las calles, véase G. K. Boyce, 1937: 108-109. 243 Una idea de esta diversidad se puede tener observando las esculturas en piedra halladas en los sacraria pompeyanos (M. Bassani, 2008: 127). 244 Datos de los contextos cerrados con escultura en bronce en la parte occidental del Imperio, tomados del trabajo de A. Kaufmann-Heinimann (1998).
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Fig. 94. Gráfico con el volumen de divinidades representadas en las estatuillas en bronce halladas en lararios in situ, quasi in situ o en depósito [A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 193, fig. 138].
cabida en las capillas domésticas romanas. También se han documentado algunos animales, como serpientes, toros, perros, gallos, leones, etc.245 (Fig. 95). Las composiciones, como en el caso de las pinturas, son múltiples, de manera que no hay un grupo prioritario de divinidades presentes en los lararios. Las repeticiones de divinidades son raras, con la excepción de los Lares, que aparecen normalmente pareados (Fig. 101). Annemarie Kaufmann-Heinimann (2007a: 15) y Michael Lipka (2006: 335-336, 344345) subrayan la heterogeneidad de las esculturas procedentes incluso de un mismo larario, entre las que podía haber variaciones en los materiales, en la factura, etc., lo cual demuestra que los conjuntos de imágenes de culto familiares se iban ampliando con el paso del tiempo, generación tras generación. Especialmente interesante es el caso referido por Lipka (ibid.: 339-341) en relación con la pompeyana Casa di Marcus Lucretius (IX, 3.5, 24), de cuyo larario proceden cinco estatuillas de bronce de Júpiter, Hércules, Isis-Fortuna, el Genius y, posiblemente, Neptuno o Asclepio (G. K. Boyce, 1937: 83, n.º 408); en una casa aneja, más modesta (IX, 3.2), se encontraron las mismas cinco esculturas en el nicho del jardín Fig. 95. Esculturas en bronce halladas en el larario de Bavay (Francia), entre las cuales hay diversos animales [A. KaufmannHeinimann, 1998: 238, fig. 189].
245 A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 215, GFV9; ibid.: 226, GFV47; ibid.: 224, GFV43; ibid.: 229, GF4; ibid.: 237, GF16, respectivamente.
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(G. K. Boyce, 1937: 82, n.º 406).246 M. Lipka considera que la coincidencia de ambos grupos de esculturas en dos casas vecinas se debe, no a una casualidad, sino a que hubo de existir un lazo familiar entre los dueños de ambas, quizá padre e hijo o patrón y liberto. Por lo que respecta a la datación, las imágenes de culto presentan precisamente el problema de su utilización durante un período dilatado en el tiempo por su valor sacro. Por ello, la datación estratigráfica del contexto no coincide siempre con el momento de su elaboración. Para conocer este y, por tanto, el período que estuvieron en uso hasta su amortización es necesario analizar cada caso individualmente, como han demostrado Stéphanie Boucher y Hélène Oggiano-Bitar (1995: 236) para las estatuillas de bronce de Lares, en las que el contexto, el estilo, la calidad, la comparación y la evolución estilística se han mostrado insuficientes como criterios absolutos de datación, dando en ocasiones importantes márgenes de error.247 Otro elemento mueble básico en los contextos de culto doméstico son las arulae. Como se ha dicho ya al hablar de los altares de mampostería, este tipo de piezas marcan con su sola presencia el desarrollo de una actividad religiosa en el lugar en el que se encuentran, bien sea de forma permanente o temporal, por lo que su valor como indicadores de sacralidad es evidente. George Boyce (1937: 16) hace una recopilación de las arulae domésticas pompeyanas, muy pocas de las cuales fueron halladas en lararios (Fig. 96). Están realizadas en piedra (Figs. 96, 97), terracota (Fig. 98) y bronce, con una enorme variedad de formas, tamaños, tipos y decoraciones: existen arulae de bronce con incrustaciones de plata; de mármol decoradas con objetos de culto en relieve (páteras, guirnaldas, urcei, teniae…); de tufo con forma cilíndrica y revestimiento de estuco, etc. Un caso excepcional lo componen las arulae de terracota, que han sido recientemente estudiadas en detalle, junto con los quemaperfumes y los thymiateria del mismo material hallados en Pompeya (A. D’Ambrosio y M. Borriello, 2001). Se han establecido cinco tipos diferentes de arulae de terracota, algunos formados por varios subtipos (ibid.: 13), pero de muchos de ellos se desconoce la procedencia exacta y ninguno aparece asociado a un larario (ibid.: 91-92). Las pequeñas aras halladas 246
G. K. Boyce considera que, en esta segunda casa, la figura no identificada debió de ser un Lar y que la barba está descrita erróenamente, pero ciertamente las cinco estatuillas resultan iguales en sus características en las dos viviendas. 247 Sobre la datación de estatuas de bronce de pequeño formato según criterios estilísticos, véase M. C. Galestin, 1995.
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Fig. 96. Pseudoedículo en el peristilo de la casa VI, 16, 36 (Pompeya), con un arula en el interior [G. K. Boyce, 1937: lám. 33.2].
Fig. 97. Arula de tufo tipo altar, hallada en Herculano (Ins. Or. 10, amb. b). Presenta restos de fuego en el foculus. En la cara frontal, se ve la fachada de un edículo, bajo la cual aparecía la inscripción Hercules, hoy perdida casi por completo. En las caras laterales se ven un gorgoneion y un skyphos, ambos atributos de Minerva y el skyphos, también de Hércules [M.ª P. Guidobaldi, 2003: 109, I.30].
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Fig. 98. Arula en terracota hallada en la Casa di L. Helvius Severus (Pompeya I, 13, 2) [A. D’Ambrosio y M. Borriello, 2001: 30-31, n.º 25].
Fig. 99. Quemaperfumes cilíndrico de cuerpo liso, hallado en la aedicula del atrio de la casa V, 4, 9 (Pompeya) [A. D’Ambrosio y M. Borriello, 2001: 40-41, n.º 39].
en Pompeya, dice Francesco Di Capua (1950: 84), «non si prestavano per i sacrifici cruenti, erano adatte alle semplici libagioni e per farvi ardere abbondante l’incenso». Las inscripciones no parecen frecuentes en estos objetos rituales en el área vesubiana: George K. Boyce (1937) no da testimonio de su existencia en ningún árula pompeyana; en Herculano, Virgilio Catalano (2002: 176) recoge un ara de mármol oscuro procedente del atrio de la Casa di C. Messenius Eunomus, con la inscripción SALVTI / SACRVM.248 Pero no son estos los únicos objetos rituales hallados en los lararios, sino que se acompañaban de quemaperfumes (Figs. 99-100), lucernas (Fig. 101),
248 Fuera del área vesubiana, además de los ejemplos hispanos de los que se hablará en el capítulo V, puede señalarse algún caso más, como el árula dedicada a Zeus Katabates en una casa de Cos (Grecia) junto con esculturas de Dioniso y Afrodita y restos de una pila lustral (P. Bonini, 2011: 213).
Fig. 100. Quemaperfumes cilíndrico con la parte superior cerrada y decoración plástica de serpiente enroscándose a él. Hallado junto al larario tipo nicho en el corredor de acceso al jardín de Casa del Cenacolo (Pompeya V, 2, h) [A. D’Ambrosio y M. Borriello, 2001: 42, n.º 47].
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Fig. 101. Conjunto de figurillas y lucerna en bronce halladas en la aedicula del atrio en la Casa delle Pareti Rosse (Pompeya VIII, 5/6, 37) [G. K. Boyce, 1937: lám. 31.1].
candelabros o trípodes, entre otros.249 Menos presencia arqueológica tienen las páteras (patellae), de las que tenemos noticia de una de pequeñas dimensiones procedente del sacrarium de la Villa Fondo d’Acunzo (M. Bassani, 2008: 126, tabla 12; 212-213, n.º 26), si bien este objeto es considerado por algunos autores «l’instrument religieux par excellence» (E. Pottier en Daremberg-Saglio IV, s. v. Patella: 341). Del salinum, que era sagrado por contener la sal (W. Deonna y M. Renard, 1961: 30) o de otros objetos rituales referidos por las fuentes, como el guttus (Hor., sat. I, 6, 118) para las libaciones y el lanx (Cic., Mos. 104) para la ofrenda de los productos del suelo (A. de Marchi, 1896: 102) no tenemos testimonios arqueológicos ligados a lararios. 249 Para más información sobre estos objetos rituales asociadas al culto doméstico, remitimos a M. Pérez Ruiz, 2011a: 291, con bibliografía.
En cambio, se han hallado numerosas piezas de instrumentum domesticum en lararios, como parte de los objetos usados para el ritual doméstico: sítulas, páteras, jarros, botellitas, balsamarios, cucharitas, copas, vasitos, platos, etc. (Figs. 77, 92, 102). Junto a ellos se han encontrado objetos de uso personal como anillos, pendientes, gemas o dados, e incluso monedas.250 Francesco Di Capua (1950: 78-81) hace referencia a curiosos materiales encontrados en lararios pompeyanos y herculaneses, como bolitas de mármol, conchas, dados, medias lunas, espejos o vasitos.251 250 De las monedas encontradas en lararios se hablará con más detenimiento en el capítulo V, al abordar el análisis del sacrarium aparecido en la Villa de Vilauba (Camós, Gerona). Remitimos también a M. Pérez Ruiz, 2011a, 292-294 para estos y otros materiales hallados en los lararios domésticos. 251 Se ha documentado una bola de mármol en un peculiar sacrarium ubicado en una cueva bajo el patio detrás del atrio de la Casa VIII, 2, 14.16 de Pompeya (G. K. Boyce, 1937:
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6. EL RITUAL DOMÉSTICO Y LAS FESTIVIDADES FAMILIARES
Fig. 102. Piezas de vajilla halladas en un larario de Aventicum (Avenches, Suiza) [C. Ebnöther y A. Kaufmann-Heinimann, 1996: lám. B2].
A partir del testimonio de Apuleyo (apol. 55-56), los interpreta como sacrorum crepundia, emblemas y recuerdos que poseían los iniciados en los ritos mistéricos y que en ocasiones se conservaban en los lararios como signa et memoracula de la iniciación. Como tales considera los objetos —entre ellos 373 piezas de coral— que aparecieron en el peristilo de la pompeyana Casa di M. Gavius Rufus (VII, 2, 6) junto con varias imágenes de divinidades, todo asociado a dos grandes nichos; da también noticia del hallazgo de un arcula con muchos crepundia guardada en un armario cerrado dentro del cubiculum del villicus en una villa de Boscoreale. Sobre las bolitas de diferentes materiales halladas en lararios, Maddalena Bassani (2008: 133-134) ofrece una lectura alternativa como elementos apotropaicos, basándose en la creencia antigua de que los espíritus maléficos no podían penetrar en ningún objeto redondo. Todos estos objetos, hallados en mayor o menor medida en contextos de larario, tienen un valor mucho menor como indicadores de sacralidad que las arulae y las esculturas, al no tener un uso cultual intrínseco sino solo circunstancial. Su amplia diversidad impide además establecer posibles tipologías de estos grupos de materiales especialmente adecuadas para el culto doméstico,252 de manera que solo por comparación con objetos contextualizados es posible proponer un uso cultual para otros similares, sin poder pasar del plano de la hipótesis cuando se carece de contextos de procedencia. 74, n.º 344); una concha en el larario de la Casa di Guiseppe II, también en Pompeya (VIII, 2, 39); un espejo en la Villa Fondo d’Acunzo (Boscoreale), en un larario con numerosos materiales (M. Bassani, 2008: 126, tabla 12). 252 No debe desecharse la posibilidad, sin embargo, de que un estudio completo de los materiales hallados en contexto de lararios en ciudades como Pompeya y Herculano, no realizado hasta la fecha, permita obtener tipologías concretas o, al menos, objetos usados preferentemente en el ritual doméstico.
Ya se han visto algunas cuestiones relativas al ritual doméstico, en relación con las divinidades familiares. Abordaremos ahora un análisis más global sobre cómo se desarrollaba y cuáles eran las principales festividades domésticas. La base principal del conocimiento de estos ritos son los datos aportados por los textos clásicos, si bien ya Daniel Harmon (1978, 1592) señala sus limitaciones: «We must often wonder how many of the domestic rituals, about which the ancient sources give such random details, were regularly observed, and by what strata of society, at the end of the Republic and in the Early Empire. All too often the insufficient data of our sources do not allow us to decide». A esta dificultad se une la libertad que existía en el mundo romano en lo referente a la religiosidad doméstica, que hacía que cada persona pudiera manifestar sus creencias en función de unas coordenadas fijadas por la tradición ancestral, por los nuevos cultos y por el factor personal, con arreglo a las propias vivencias y a la propia educación. Teniendo esto en cuenta, trataremos de trazar un panorama de cómo se desarrollaba la actividad ritual en la casa romana. Todos los miembros de la familia romana participaban en los ritos domésticos, de forma activa o pasiva. La máxima autoridad recaía en el paterfamilias como receptor y transmisor de la tradición familiar y debía ser él el oficiante del culto (Fig. 103), si bien podía delegar determinadas acciones en otros miembros. No existen muchos datos sobre el reparto de las responsabilidades religiosas, pero se sabe, por comparación con el culto público de Vesta, que la esposa o las hijas tenían a su cargo el fuego del hogar, que debían mantener encendido permanentemente, asegurándose de que estuviera bien alimentado. Solo una vez al año se apagaba, durante las fiestas dedicadas a los difuntos, y se volvía a encender de forma ritual como símbolo de purificación y renovación de la familia y de la casa. Los hijos parecen actuar también como camilli en el ritual doméstico, portando algunas ofrendas (Tib., I, 10, 24; A. de Marchi, 1896: 96). A través de Catón y Columela se tiene conocimiento de cuáles eran, por su parte, las competencias religiosas que el dominus delegaba en el villicus y la villica durante su ausencia de la villa.253 Los esclavos podían ocuparse también de algunos aspectos religiosos dentro de la casa, como de la ofrenda que se debía 253
Cato, agr. 5, 3; 143, 1-2; Colum., 1, 8, 5.
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Fig. 103. Recreación de un ritual llevado a cabo por un paterfamilias en el interior de un sacrarium [G. K. Boyce, 1937: lám. 40.3].
hacer diariamente a los dioses domésticos en la mesa o de la apertura del larario (Prop., IV, 3, 54; A. de Marchi, 1896: 97-98). Pueden distinguirse tres grandes grupos de actos rituales en el culto doméstico romano: los ritos realizados de forma cotidiana, a diario, con una periodicidad mensual o en relación con determinadas actividades domésticas; las celebraciones familiares, y las fiestas del calendario en las que la familia tenía un papel destacado. Martin P. Nilsson (ap. Di Capua, 1950: 82) subraya que en la época imperial se debió de difundir la tradición de honrar a las divinidades domésticas de forma cotidiana mediante oraciones acompañadas de sacrificios no cruentos, como la quema de incienso, y no son pocas las fuentes escritas que hacen referencia a una veneración diaria de las divinidades domésticas,254 en muchas ocasiones a modo de oración matinal. También el banquete era un momento destacado en el diálogo con los dioses, que lo presidían 254 Véanse Cic., Verr. 2, IV, 18; HA Alex. Sev. 29, 2, entre otros.
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incluso físicamente en forma de simulacra (Colum., XI, 1, 19; Petr., 60, 8). Antes de comenzar, se le ofrecía a los Penates una patella llena de sal y harina o de parte de los alimentos en el fuego del hogar (Pers., 3, 24; Verg., Aen. V, 745; Hor., carm. II, 23, 20) para agradecerlos y bendecirlos ritualmente antes de consumirlos; por otra parte, los que caían al suelo se consagraban a los Lares (Plin., nat. XXVIII, 27), mientras que los que sobraban después del banquete y no eran consumidos el día siguiente eran ofrecidos, según Festo, a Hércules y Sanco (Fest., 229; A. de Marchi, 1896: 100).255 Los Lares recibían además otras muestras de piedad de forma regular por parte de la familia. Plauto hace referencia, en el Aulularia, a una veneración diaria: huic filia est. ea mihi [Lar familiaris] cottidie / aut ture aut vino aut aliqui semper supplicat, / dat mihi coronas256 (Plaut., Aul. 23-25); Catón se refiere, en cambio, a las calendas, nonas e idus de cada mes, días festivos en el calendario romano: focum purum circumuersum cotidie, prius quam cubitum eat, habeat. Kal., Idibus, Nonis, festus dies cum erit, coronam in focum indat, per eosdemque dies lari familiari pro copia supplicet 257 (Cato, agr. 143, 2). En todos estos momentos, los Lares recibían coronas de flores, las mismas con las que aparecen tocados en pinturas y esculturas; parecen haber sido, por tanto, una ofrenda especialmente querida por ellos, como muestran las palabras de Tibulo (II, 1, 59-60). El Genius, por su parte, debía de recibir ofrendas de incienso a diario, según los versos del mismo autor: Mane Geni, cape tura libens votisque faveto, / si modo, cum de me cogitat, ille calet 258 (Tib., III, 11, 9-10). Cuando se regresaba a la casa después de una larga ausencia era también preceptivo presentarse ante los dioses domésticos en primer lugar (Cato, agr. II, 1) y a ellos se dirigían todo tipo de oraciones, en busca de salud, de riqueza, de consejo y de ayuda (A. de Marchi, 1896: 162). En las villae rústicas, otros dioses como Marte, Silvano o Júpiter, recibían sacrificios propiciatorios 255 Veánse en M.-O. Charles Laforge (2009: 141-142) algunas de las oraciones que se le dedicaban también a los dioses domésticos en los momentos de las comidas. 256 «... tiene una hija única que no deja pasar sin venir a rezarme, me ofrece incienso, vino o lo que sea y me pone coronas de flores» (trad. M. González-Haba). 257 «…que tenga [la vilica] el fogón limpio y barrido todos los días, antes de ir a la cama. En las calendas, idus y nonas, cuando sea festivo, que ponga una corona en el hogar y durante esos mismos días que haga, según sus medios, una ofrenda al lar familiar» (trad. A. Castresana). 258 «Quédate, Genio, recibe tu incienso gustoso y mis deseos favorece / si alguna vez, cuando piensa en mí, se inflama» (trad. E. Otón).
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para garantizar la salud de los animales, para purificar los campos o para asegurar una buena siega. Se les ofrecían alimentos y productos agrícolas como farro, manteca, vino, tortas o cerdos en ceremonias sencillas que involucraban al dominus y a los siervos. Solo la ceremonia de lustración de los campos requería un sacrificio más costoso y complejo, con un suovetaurilium de animales de leche (ibid.: 104-106; Cato, agr. 83, 131-132, 134, 139, 140, 141). Attilio de Marchi (1896: 104-109), tomando los breves apuntes presentes aquí y allá en los textos clásicos, ha trazado un sugerente panorama de la ritualidad doméstica romana, en el que los miembros de la familia, purificados y vestidos para la ocasión, decoraban los lararios, los altares, los cestos de ofrendas y la casa en general con guirnaldas, coronas, cintas… y dedicaban a sus dioses sacrificios incruentos, como incienso, vino, leche, miel, tortas, frutos o flores, y cruentos, principalmente de cerdos (Fig. 58). Las palabras de algunos poetas latinos nos introducen en este escenario recreado por De Marchi: iam sequar et sacro, quod praestat, rite peracto / inde domum repetam, graciles ubi parua coronas / accipiunt fragili simulacra nitentia cera. / hic nostrum placabo Iouem Laribusque paternis / tura dabo atque omnis uiolae iactabo colores. / cuncta nitent, longos erexit ianua ramos / et matutinis operatur festa lucernis259 (Iuv., 12, 86-92). Huc ades et Genium ludis Geniumque choreis / concelebra et multo tempora funde mero: / illius et nitido stillent unguenta capillo, / et capite et collo mollia serta gerat. / Sic venias hodierne: tibi dem turis honores, / liba et Mopsopio dulcia melle feram260 (Tib., I, 7, 49-54). Pero esta parafernalia no se ponía en marcha en las expresiones cotidianas de piedad, sino especialmente en las fiestas y celebraciones señaladas. Los dioses domésticos asistían a la familia en momentos destacados y críticos de su devenir vital, como demuestra Tibulo al invocar a sus Lares antes de marcharse a la guerra (Tib., I, 10, 13-15). Estaban especialmente presentes en los momentos de transición y en los 259 «Yo os seguiré, y una vez haya ofrecido oportunamente el rito principal, regresaré a mi casa, donde unas humildes estatuillas, a las que se habrá sacado brillo con cera rallada, reciben pequeñas coronas. Allí aplacaré a mi Júpiter doméstico, ofreceré incienso a los Lares paternos, y esparciré violetas de todos los colores. En aquel lugar todo fulge: la puerta ha alzado altos ramajes y de buena mañana se asocia a la fiesta con sus luminarias» (trad. M. Balasch y M. Dolç). 260 «Ven aquí y al Genio con juegos y al Genio con danzas / festeja y colma tus sienes de mucho vino. / De tu cabello brillante rezumen también los ungüentos / y sobre tu cabeza y cuello lleva las suaves guirnaldas. / Ven así hoy mismo: que en tu honor te rinda el homenaje del incienso / y te traiga pasteles y dulces de miel de Mopsopio» (trad. E Otón).
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ritos de paso como el nacimiento, el comienzo de la edad adulta, el matrimonio o la muerte, así como en los cumpleaños. El nacimiento estaba presidido por Juno Lucina, que protegía a la madre durante el parto, y por los dioses Nixi, que protegían al hijo (A. de Marchi, 1896: 140), cuyo Genius también estaba presente (vid. sup. p. 49). Los ocho o nueve días siguientes estaban repletos de ceremonias, ritos y gestos simbólicos destinados a alejar el peligro de la madre y el hijo y a introducir a este último en el mundo de los vivos y en la sociedad. El día del nacimiento se coronaba la puerta ungida de la casa y se encendía un fuego en el altar; poco después, el recién nacido se colocaba en el suelo para recibir la fuerza vital de la tierra y posteriormente era alzado por su padre en señal de reconocimiento (D. Harmon, 1978: 1596). Durante esos días la casa pasaba a poblarse de dioses arcaicos, di indigetes, cuya acción protectora dentro de la casa se limitaba casi exclusivamente a ese momento (A. de Marchi, 1896: 140-141). Finalmente, en el dies lustricus, el noveno después del nacimiento para los niños y el octavo para las niñas, el recién nacido era purificado de la polución derivada del alumbramiento y reconocido como miembro de la familia y de la sociedad mediante la concesión de un nombre261 (D. Harmon, 1978: 1597). En conmemoración del solemne día del nacimiento se celebraba una fiesta dedicada al Genius o a la Iuno del homenajeado (vid. sup. p. 52), siendo la más importante en el seno de la familia el dies natalis del paterfamilias, que marcaba un hito en la perpetuación familiar. Los miembros de la familia, ataviados con ropas de fiesta, dedicaban oraciones y ofrendas incruentas al Genius o a la Iuno ante el altar decorado con guirnaldas: Dicamus bona verba: venit Natalis ad aras: / quisquis ades, lingua, vir mulierque, fave. / Urantur pia tura focis, urantur odores, / quos tener e terra divite mittit Arabs. / Ipse suos Genius adsit visurus honores, / cui decorent sanctas mollia serta comas. / Illius puro destillent tempora nardo, / atque satur libo sit madeatque mero, / adnuat et, Cornute,
261 Tertuliano (de idol. 16) llama a esta fiesta sollemnitas nominalium. Macrobio (Sat. I, 16, 36) la describe de la siguiente forma: Est etiam Nundina Romanorum dea a nono die nascentium nuncupata, qui lustricus dicitur. Est autem dies lustricus quo infantes lustrantur et nomen accipiunt: sed is maribus nonus, octavus est feminis. «Nundina es igualmente una diosa romana que toma su nombre del noveno día tras el nacimiento, día llamado lustral. En cuanto al día lustral, es aquel en el que los recién nacidos son purificados y reciben su nombre, pero es el noveno para los varones, el octavo para las hembras» (trad. F. Navarro).
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tibi, quodcumque rogabis262 (Tib., II, 2, 1-9). Incluso tras la muerte de un familiar se seguía celebrando su natalicio, acto de una importancia tal que muchas personas dejaban donaciones para asegurarse de que así fuera (I. Ramelli, 1999: 341). El rito de paso masculino de la infancia a la juventud, llamado sollemnitas togae purae (Tert., de idol. 16), tenía lugar en el larario, donde los jóvenes se quitaban la bulla (Fig. 104) y la colgaban como una ofrenda.263 Este acto tenía lugar el día de la festividad de las Liberalia (17 de marzo), en el que el joven dejaba la toga praetexta para vestirse con la toga virilis o libera, símbolo de madurez. Era también costumbre que el padre y el hijo acudieran al Foro y al Capitolio, donde se invocaba a Júpiter y se ofrecía una moneda a Iuventas (A. de Marchi, 1896: 144). La madurez de las chicas se posponía hasta la noche anterior al matrimonio, en la que dedicaban a los dioses domésticos y a Venus los símbolos de la infancia: muñecas, pelotitas y cintas para el pecho (ibid.: 144; D. Harmon, 1978: 1598). También en el matrimonio participaban los dioses domésticos y la casa era el escenario principal de su celebración, si bien otros dioses no estrictamente familiares, como Juno Pronuba, participaban también en ella y ciertos ritos previos se realizaban en los templos públicos. Existían tres tipos de matrimonio, confarreatio, coemptio y usus, de los cuales solo en la confarreatio el acto religioso era la esencia (A. de Marchi, 1896: 132), aunque Daniel Harmon (1978: 1599) puntualiza que «there were, however, religious components in both coemptio and confarreatio; and in a wider sense (Modestinus, Dig. 23.2.1) all forms of roman marraige in the Classical age were considered a divini et humani iuris communicatio». De hecho, en todos ellos se respetaba la observancia de los días 262 «Digamos palabras de buen augurio: se acerca Cumpleaños a sus altares, / todo el que asista, hombre y mujer, guarde silencio / Que se queme piadoso incienso en los hogares, que se quemen los perfumes / que desde su rica tierra envía el refinado árabe. / Que venga el Genio mismo a contemplar sus honras, / cuya sagrada cabellera engalanen delicadas guirnaldas. / Sus sienes rezumen nardo puro / y quede saciado con su manjar y se embriegue de vino, y te propicie, Cornuto, cualquier cosa que pidieres» (trad. E. Otón). 263 Propercio y Persio dan cuenta de este rito: mox ubi bulla rudi dimissa est aurea collo, / matris et ante deos libera sumpta toga... «... luego, cuando la bula de oro del joven cuello fue echada, y habida ante maternos dioses la libre toga...» (Prop., elegiae IV, 1, 131-132; trad. R. Bonifaz). Cum primum pauido custos mihi purpura cessit / bullaque subcinctis Laribus donata pependit... «Tan pronto como a mí, atemorizado, dejó de custodiarme la púrpura y la bulla quedó colgada en ofrenda a los Lares de ceñida toga...» (Pers., 5, 30-31; trad. R. Cortés). Trimalción presentó también a sus comensales la imagen de sus Lares bullati (Petr., 60, 8).
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Fig. 104. Bulla de oro hallada en Herculano. Museo Archeologico Nazionale (Nápoles, Italia) [T. Giove, 2008: 129].
prohibidos para la celebración de este rito (A. de Marchi, 1896: 133). Así describe Servio cada tipo de matrimonio: tribus enim modis apud veteres nuptiae fiebant: usu, si verbi gratia mulier anno uno cum viro, licet sine legibus, fuisset; farre, cum per pontificem maximum et Dialem flaminem per fruges et molam salsam coniungebantur —unde confarreatio appellabatur— , ex quibus nuptiis patrimi et matrimi nascebantur; coemptione vero atque in manum conventione, cum illa in filiae locum, maritus in patris veniebat, ut siquis prior fuisset defunctus, locum hereditatis iustum alteri faceret. et bene «serviat», quia, quaecumque in manum convenerat, omnia protinus, quae doti dicebantur, marito serviebant (Serv., Georg. I, 31). En la coemptio y la confarreatio, el día comenzaba con la toma de auspicios,264 la realización de un sacrificio y la invocación a las divinidades protectoras del matrimonio (D. Harmon, 1978: 1599). 264 Sobre la importancia de los auspicios, véase A. de Marchi, 1896: 134-135.
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Posteriormente, la novia, vestida y peinada para la ocasión, era llevada a la casa del novio265 (domus deductio), acompañada de un cortejo que, precedido por una antorcha de espino blanco (Ov., fast. II, 558), cantaba himnos rituales266 acompañados de música y de más antorchas. Al llegar, la novia ungía el umbral con aceite y colgaba de él cintas de lana (Serv., Aen. IV, 458), para después atravesarlo en volandas y ser recibida por el novio, quien le ofrecía el fuego y el agua,267 símbolos de su autoridad en la casa, si bien no se conoce cuál era el rito exacto, pues las fuentes dan varias versiones. Ernst Samter (1901: 15-18) desarrolla, a partir de la información dada por todas ellas, una sugerente hipótesis: la novia simbolizaba el abandono del hogar paterno y de sus dioses apagando la antorcha encendida en el fuego de su antigua casa en el agua llevada de un manantial a su nueva morada por un niño; a continuación, entraba a formar parte del hogar de su marido al ser tocada con una nueva antorcha, ya encendida en el fuego de la nueva morada y rociada con el agua. Nicole Boëls-Jannsen (2004: 212-215) ofrece una interpretación complementaria y diferencia las antorchas que acompañaban a la novia hasta la casa del novio del fuego recibido en esta. Estas antorchas nupciales no tenían relación alguna con el agua y tenían un valor apotropaico, similar al de las usadas en los cortejos fúnebres; por otro lado, la antorcha de espino blanco que abría el cortejo se llevaba en honor de Ceres, con el valor de presagio de la fecundidad de la esposa. Al llegar a su nueva casa, la novia era recibida por el novio con un tizón tomado de su propio fuego y un cuenco de agua obtenido por un niño en un manantial, cosas que probablemente ella debía coger en sus manos como símbolo de acogida en su nueva casa y de invitación a formar parte en la nueva vida común. 265 Esta parte era también común al usus (D. Harmon, 1978: 1600). 266 Parece que en estos himnos se invocaba a algunos di indigetes de la religión romana más arcaica (A. de Marchi, 1896: 138). 267 La importancia del fuego y el agua en el matrimonio romano se explica por la concepción de que el primero representaba el principio masculino, fecundador, y la segunda el principio femenino, receptivo (D. Porte, 2004: 155), tal y como explica Varrón: igitur causa nascendi duplex: ignis et aqua. ideo ea nuptiis in limine adhibentur, quod coniungit hic, et ma[r]s ignis, quod ibi semen, aqua femina, quod fetus ab eius humore, et horum vinctionis vis Venus. «Por tanto, la causa del nacimiento es doble: el agua y el fuego. Por eso, estas cosas se emplean en las bodas en el umbral, porque aquí se produce la unión y el hombre es el fuego (porque allí está el semen), el agua es la mujer (porque el embrión procede de la humedad) y la fuerza de la unión (vinctio) de estos es Venus (Venus)» (Varro, ling. V, 61, 4-7; trad. L. A. Hernández).
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Exclusiva de la confarreatio268 era la presencia de sacerdotes públicos en el ritual, como relata Servio, concretamente el pontifex maximus y el flamen Dialis, quien debía ofrecerle a Júpiter el panis farreum de los novios, verdadero acto sacramental de este tipo de matrimonio (A. de Marchi, 1896: 135). La unión de las manos de los contrayentes (dextrarum iunctio) y el sacrificio posterior eran comunes a este y a la coemptio; este último sacrificio, no sancionado estrictamente, podía ser cruento o incruento (ibid.: 137). Por Nonio se sabe también que la novia llevaba consigo tres monedas de cobre para marcar su paso de una familia a otra, de manera que el rito prescribía que entregase una de ellas al Lar compitalis, otra a su marido y que depositase la tercera en el fuego del hogar, altar del Lar familiaris de su nueva familia269 (E. Samter, 1901: 19). Mediante este rito, la novia pasaba a honrar a los dioses domésticos de su marido, abandonando definitivamente a los de su padre, pues ninguna persona podía invocar a dos hogares distintos (N. D. Fustel de Coulanges, 1864: 35). La materialización definitiva de esta transición ocurría cuando, a la mañana siguiente a la boda, la esposa presidía por primera vez los sacra domésticos de su nueva casa como materfamilias270 (D. Harmon, 1978: 1600). 268 La confarreatio fue el matrimonio patricio por excelencia hasta la época altoimperial, en la que, por lo onerosa que resultaba, desapareció casi por completo sustituida por la coemptio (A. de Marchi, 1896: 136). 269 Resulta interesante la idea desarrollada por E. Samter (1901: 24-25) sobre el valor «censal» que tenía la ofrenda de monedas en el mundo romano, no solo con ocasión del matrimonio, sino coincidiendo con la llegada o la partida de un miembro de la familia, como en los nacimientos y en las muertes, de manera que, mediante la dedicación de una moneda ante la divinidad correspondiente, se le presentaba a esta una nueva alma bajo su protección. 270 Subiciet aliquis: Cur ergo Nonis, si feriatus dies non est, prohibetur celebritas nuptiarum? Huius quoque rei in aperto causa est. Nam quia primus nuptiarum dies verecundiae datur, postridie autem nuptam in domo viri dominium incipere oportet adipisci et rem facere divinam, omnes autem postriduani dies seu post Kalendas sive post Nonas Idusve ex aequo atri sunt, ideo et Nonas inhabiles nuptiis esse dixerunt, ne nupta aut postero die libertatem auspicaretur uxoriam aut atro immolaret quo nefas est sacra celebrari. «Alguien objetará: si las nonas no son días de fiesta, ¿por qué está, entonces, prohibido celebrar bodas en las nonas? La razón de esta prohibición es también evidente. En efecto, dado que el primer día de las nupcias se reserva para la intimidad, y al día siguiente la recién casada debe tomar posesión de la casa de su esposo y realizar un sacrificio, y dado que todos los días siguientes, tanto los posteriores a las calendas como los posteriores a las nonas o los idus, son igualmente negros, por esta razón se decía que las nonas son igualmente días inhábiles para las nupcias, para evitar que la recién casada estrene su libertad de esposa el día siguiente a las nonas o que ofrezca un sacrificio un día negro, en el que está prohibido celebrar ceremonias» (Macr., Sat. I, 15, 22; trad. F. Navarro).
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El ritual funerario (funus) se celebraba también parcialmente en la casa y, de hecho, tenía inicio en ella;271 su correcta celebración era el primer deber del heredero. El ceremonial comenzaba cuando la muerte se mostraba inminente, momento en el que el familiar más cercano presente daba el último beso al moribundo (Sen., Cons. Marc. 6, 3, 2; Ov., Trist. 3, 44) para atrapar su alma, que abandonaba el cuerpo con el último aliento,272 y le cerraba los ojos tras el fallecimiento (Verg., Aen. IX, 486-487). Posteriormente se producía la conclamatio, un gesto ritual en el que los presentes proclamaban el nombre del difunto para asegurarse de que estaba muerto, a la vez que proferían lamentos; este proceso se repetía periódicamente hasta que se llevaba a cabo la cremación o la inhumación (J. M. C. Toynbee, 1971: 44). El siguiente paso consistía en colocar al muerto en el suelo, lavarlo y ungirlo, tras lo cual se le vestía (con una toga a los hombres y una estola a las mujeres) y se le colocaba una corona en la cabeza273 —especialmente si había obtenido una en vida— y una moneda en la boca para pagar al barquero Caronte (ibid.: 44). Entonces el difunto era expuesto274 en el atrio, en un lecho (lectus funebris) adornado con flores y con incienso ardiendo ante él (D. Harmon, 1978: 1601), con los pies colocados hacia la puerta275 (Pers., 103-105; Figs. 105-106). El fuego del hogar se apagaba, las puertas se cerraban y se colocaban ramas de ciprés delante de ella para indicar que la casa estaba contaminada por la muerte (C. de Filippis, 1997: 54). Los ritos de purificación para eliminar la polución provocada por la muerte en la casa y en la familia (considerada funesta durante el luto) se sucedían durante días, comenzando incluso con el cadáver aún presente, cuando el heredero (everriator) llevaba a cabo un barrido ritual (A. de Marchi, 1896: 149). Al volver a la casa tras el entierro, los miembros de la familia se purificaban de nuevo por medio del fuego y 271 Solo se hará referencia aquí a la parte del ritual desarrollada en la casa. 272 C. de Filippis (1997: 50) considera que esta captación del alma era una forma de evitar que cayera en manos de demonios hostiles. 273 C. de Filippis (1997: 55) subraya el valor como señalizador de sacralidad que tenía la corona, en este caso relacionado con la nueva dimensión del muerto como divinidad del inframundo. 274 La preparación hasta la exposición podía tardar hasta siete días en el caso de las familias más destacadas (J. M. C. Toynbee, 1971: 45). 275 El valor social de autorrepresentación familiar de la prothesis resulta evidente por la ubicación del difunto en el corazón de la parte pública de la casa y por la riqueza de los materiales usados, tanto para el lecho como para la decoración que lo acompañaba (C. de Filippis, 1997: 56).
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Fig. 105. Detalle del relieve de la tumba de los Haterios, en Roma. Representación del rito de exposición del cadáver en el atrio de la casa [R. Bianchi Bandinelli, 1969: 217, fig. 242].
Fig. 106. Relieve en mármol hallado en París, en el que el cadáver de una niña es llorado por sus familiares [J. M. C. Toynbee, 1971: lám. 10].
el agua en la ceremonia de lustración llamada suffitio: funus prosecuti redeuntes ignem supergrediebantur aqua aspersi, quod purgationis genus vocabantur suffitionem (Fest. ep. 2 o 3). En ese momento comenzaba el período de luto —feriae denicales— de nueve días de duración y en el que se celebraban diversas ceremonias de purificación (C. de Filippis, 1997: 72). El último día del luto se realizaban libaciones sobre la tumba del difunto y se celebraba, en ella o en la casa, una comida sagrada, la novemdialis cena,276 un banquete funerario colectivo que, según Attilio de Marchi (1896: 152), tenía el carácter sagrado de los epula celebrados en honor de los dioses. Ese mismo día se procedía a la purificación del Lar mediante el sacrificio de un carnero castrado277 (Cic., leg. II, 55; 276 Esta cena estaba precedida por el sacrificium novemdiale, celebrado en la tumba en honor del muerto, y eventualmente por los ludi novemdiales o juegos fúnebres (A. de Marchi, 1896: 152). 277 A. de Marchi (1896: 151-152) y C. de Filippis (1997: 72)
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J. M. C. Toynbee, 1971: 51). Pero la memoria de los antepasados no dejaba de honrarse a partir de este día sino que se seguía recordando periódicamente en momentos señalados, como el día de su nacimiento, y en diversas fiestas, de las cuales la más importante eran las Parentalia o Feralia, celebradas entre el 13 y el 21 de febrero, durante las cuales se mantenía apagado el fuego del hogar: ture vacent arae stentque sine igne foci278 (Ov., fast. II, 564). Otras festividades relacionadas con el mundo de los muertos eran las Lemuria (9, 11 y 13 de mayo), dedicadas a aplacar y alejar de la casa a los espíritus errantes y malignos que la rondaban, los Lemures.279 A medianoche, el paterfamilias recorría la casa descalzo chasqueando los dedos, se hacía un signo en la frente con el pulgar, se lavaba las manos en agua limpia de manantial, se giraba, tomaba habas negras en su mano y las lanzaba apartando el rostro y diciendo nueve veces: «haec ego mitto, / his —inquit— redimo meque moesque fabis».280 Se creía que los fantasmas reunían las habas y se mantenían fuera de la vista del devoto, que no debía mirar hacia atrás; entonces tocaba el agua, hacía chocar el bronce y pedía a los espíritus que abandonasen la casa, diciendo otras nueve veces: Manes exiti paterni281 (Ov., fast. V, 431-444). Chiara de Filippis (1997: 100) pone de manifiesto las connotaciones supersticiosas y de sortilegio que tenía este rito: el andar descalzo era una forma de mantenerse en contacto con las fuerzas ctónicas, mientras que los sonidos hechos con los dedos y con el bronce servían para alejar a la fuerzas maléficas, sensibles al ruido; la utilización de agua de un manantial otorgaba especial eficacia a la lustración; evitar darse la vuelta mantenía al margen a los espíritus maléficos, al igual que repetir tres veces tres las fórmulas mágicas; las habas, por su parte, debían ser consideradas un sustituto de los miembros de la familia, o bien, como considera la propia De Filippis (1997: 101-102), un receptáculo de las almas de los muertos en cuyo interior había consideran, en cambio, que este ritual se debía de desarrollar durante las feria denicales. 278 «Los altares estén desprovistos de incienso, y los hogares permanezcan sin fuego» (trad. M. A. Marcos). 279 Pomponio Porfirión, escoliasta de Horacio, los define como Umbras vagantes hominum ante diem mortuorum et ideo metuendas (Epod. 2, 2, 209; 408 Holder). La referencia a los Manes en los Fasti de Ovidio (V, 431-444) hace pensar, sin embargo, que la fiesta tenía como objetivo aplacar a los antepasados enfurecidos por eventuales negligencias en su culto, las cuales impedían su descanso (Ch. de Filippis, 1997: 102). 280 «Lanzo estas habas, y con ellas me redimo a mí y a los míos» (trad. M. A. Marcos). 281 «Salid de aquí, manes de mi familia» (trad. M. A. Marcos).
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sangre, la misma que se les ofrecía a los difuntos en los sacrificios cruentos. Cabe destacar algunas otras festividades privadas fijadas en el calendario romano y celebradas en el ámbito de la casa. Entre ellas se encuentran las Caristia, desarrolladas el 22 de febrero, es decir, el día siguiente al final de las Parentalia, en las cuales se abandonaba el duelo y el mundo de los muertos para volver al mundo de los vivos. Tal y como lo relata Ovidio (fast. II, 617-638), la de las Caristia era una fiesta alegre, en la que se conjuraba toda tristeza y todo mal para que se mantuviese lejos de la familia, mientras esta se reunía alrededor del fuego del hogar para ofrecer incienso a los dioses domésticos y alimentar a los Lares: dis generis date tura boni: Concordia fertur / illa praecipue mitis adesse die; / et libate dapes, ut, grati pignus honoris, / nutriat incinctos missa patella Lares282 (Ov., fast. II, 631-634). Las Matronalia tenían también, en parte, lugar en la casa. Era la festividad de las esposas y, por extensión, de todas las mujeres y se celebraba en las calendas de marzo, en las que las madres, vestidas de fiesta, recibían regalos y felicitaciones y servían un banquete a los siervos, de forma similar a lo que ocurría en las Saturnalia. Esta fiesta, celebrada el 19 o el 17 de diciembre según la época, implicaba la celebración de una comida ritual que se servía en primer lugar a los siervos y después a los amos, o bien era disfrutada por todos a la vez (A. de Marchi, 1896: 157-158). Este panorama de ritos domésticos y fiestas señaladas muestra cómo los dioses domésticos estaban presentes de forma permanente en la vida de los romanos, tanto en su actividad cotidiana como en los momentos destacados de su vida, y cómo, por tanto, el ritual religioso doméstico era una parte sustantiva de su quehacer cotidiano.
7. EL CULTO DOMÉSTICO MÁS ALLÁ DE LAS CIUDADES VESUBIANAS En el análisis que se ha realizado hasta aquí de los dioses, las capillas y el ritual doméstico, buena parte de la información utilizada procede de época tar282 «Vosotros, los virtuosos, ofreced incienso a los dioses de la familia (dicen que la dulce Concordia muestra especialmente sus asistencia en ese día) y ofrendad también alimentos para que el plato que se les sirve —garantía de la veneración que les es grata— sirva de alimento a los Lares de túnica remangada» (trad. M. A. Marcos). Véase también A. de Marchi, 1896: 156-157.
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dorrepublicana o altoimperial, con el protagonismo principal, en el caso de las evidencias materiales, de las ciudades de Pompeya y Herculano. Con estos datos se ha construido la imagen tradicional del culto doméstico romano, pero su existencia llegó mucho más allá en el espacio y en el tiempo, siendo uno de los últimos testimonios de paganismo (vid. inf.). Son las evidencias conservadas en otras zonas del Imperio y en épocas posteriores las que permiten llenar ese vacío y completar la visión, excesivamente cerrada y estanca en ocasiones, del culto doméstico romano. Como en muchos otros aspectos de la vida, la imagen modélica del culto doméstico que se ha ofrecido en las páginas anteriores se llena de matices al expandirse por las provinciae y al evolucionar en el tiempo. Por ello, resulta conveniente analizar otros testimonios de culto doméstico y tomar cierta perspectiva respecto del modelo vesubiano. La documentación arqueológica para construir la evolución de esta manifestación de religiosidad privada a partir de finales del s. I d.C. es, sin embargo, sensiblemente menos numerosa y menos homogénea que la que ofrecen las ciudades vesubianas, que no tienen parangón en ningún otro yacimiento. En la parte occidental del Imperio resulta una referencia obligada para este período la ciudad de Ostia, cuyas evidencias de culto doméstico —todas a partir del s. II d.C.— han sido estudiadas por Jan T. Bakker (1994). La cantidad de lararios no es muy alta (18 en domus y tres en otro tipo de unidades habitacionales) pero tienen el interés de abarcar el período cronológico entre los ss. II-V d.C. y de contar con interesantes evidencias en insulae. La escasez del número es explicada por Jan T. Bakker (1994: 13) por el hecho de que la mayoría de las insulae han perdido los pisos superiores, en los que supone que se encontrarían la mayoría de los lararios, los cuales además serían principalmente de madera, según parecen demostrar las evidencias herculanesas. En las domus ostienses la variedad de lararios documentada es menor que la conocida para las ciudades vesubianas, siendo principalmente nichos (Fig. 107) y aediculae y pseudoedículos (Fig. 108), con apenas algún sacrarium y ningún larario pictórico, de tipo altar o de tipo sacellum (J. T. Bakker, 1994: 37, fig. 5). En cuanto a la ubicación, destacan los construidos en comunia loca: peristilos, jardines y estancias de representación, principalmente; de forma excepcional, se han documentado un sacrarium subterráneo en la Domus del Protiro283 y un mosaico con decoración 283
Véase la Fig. 63 del capítulo V.
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de falo —interpretado como un larario por Bakker (ibid.: 232, cat. A, n.º 71)— en el vestíbulo de Domus di Giove Fulminatore. Resulta interesante la apreciación de Bakker de que buena parte de los lararios ubicados en estancias de representación se encuentran en una posición central respecto de los accesos o de los ejes visuales de la casa (ibid.: 37-38), a diferencia de lo que ocurre en Pompeya (vid. sup. pp. 97-99). Así mismo, resulta proporcionalmente más frecuente la utilización de nichos en estancias de representación, si bien sus dimensiones son sensiblemente mayores que las de los lararios de este tipo del área vesubiana (ibid.: 189) y presentan una factura mucho más cuidada (Fig. 107), características ambas que les confieren una mayor monumentalidad. Todos estos lararios se fechan entre los ss. II y V d.C., siendo varios de ellos posteriores a mediados del s. III d.C. Estas diferencias sustanciales parecen estar poniendo de manifiesto una evolución en el significado de las capillas de culto doméstico, en la cual el pretendido ocultamiento simbólico que parece ser relativamente frecuente en los lararios altoimperiales de las ciudades vesubianas habría ido perdiendo importancia con el tiempo frente a la función social y representativa del larario en las estancias más destacadas de la casa,284 lo cual habría provocado incluso que los tipos más modestos, como los nichos, hubieran sido objeto de un proceso de monumentalización. Por lo que respecta a las insulae, solo dos de ellas conservan lararios, pseudoedículos en ambos casos, mientras que en una tercera se hallaron dos bustos de mármol atribuidos a la capilla doméstica (J. T. Bakker, 1994: 54). La escasez de estos restos y la práctica inexistencia de paralelos en otros yacimientos impiden realizar apenas comparaciones, si bien debe destacarse que el único larario hallado en una insula en Hispania responde al tipo del pseudoedículo.285 El estudio de estos lararios junto con los hallados en otros tipos de establecimientos de propiedad privada, como tabernae, cauponae o thermopolia, ha llevado a J. T. Bakker (1994: 179) a la conclusión de que el interés por el culto doméstico se mantuvo constante al menos durante el período entre 230-425 d.C., en el que se concentran la mayoría de los hallazgos. Los trabajos a nivel regional están resultando, por su parte, altamente interesantes, como es el caso del 284 En esta misma línea se encuentran las hipótesis planteadas por J. T. Bakker (1994: 181) sobre las diferencias existentes entre los espacios de culto ostienses y los pompeyano. 285 Larario del Edificio del Atrio, en Carthago Nova. Veáse el registro MU/CarthagoNova03-E en el catálogo.
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Fig. 107. Nicho en una de las estancias de representación de la Domus della Fotuna Annonaria (V, 2, 8), en Ostia (Italia) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 108. Pseudoedículo en el peristilo (14) de la Domus della Fortuna Annonaria (Ostia, V, 2, 8). La escultura de Diana procede de la estancia 15 [M. Pérez Ruiz].
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Fig. 109. Planta de la Sollertiana Domus, en Thysdrus (El Djem, Túnez). Sombreado en gris, el sacrarium [M. Bassani, 2003a: 185, lám. Va].
Fig. 110. Planta de la Casa de Venus, en Thugga (Dougga, Túnez). Sombreado en gris, el sacrarium [M. Bassani, 2003b: 183, lám. IIIa].
realizado por Maddalena Bassani (2003b) para los sacraria tunecinos, veinte en total. La variedad de estos lararios es alta, con plantas que van desde la forma cuadrangular o la rectangular a la absidal, pasando por soluciones intermedias. Por esta razón, en su identificación se han mostrado especialmente valiosos los indicadores de sacralidad, especialmente los elementos de equipamiento añadido, tales como podios, columnas, nichos o la decoración, ya que la propia tipología de estos espacios ha resultado ser demasiado heterogénea como para ser indicativa. Los nichos son un tipo de equipamiento añadido frecuente en los sacraria vesubianos, no así los podios, de forma cuadrangular, semicircular o escalonada, como los hallados en la Casa de la Pajarera, en Carthago; en la Sollertiana Domus, en Thysdrus (Fig. 109), o en el Edificio de los Asklepieia, en Althiburos (M. Bassani, 2003b: 158-162). La presencia de este tipo de podios adosados a la pared, de mayor o menor envergadura, en estancias que a primera vista podrían parecer de representación, no solo en domus tunecinas sino también de otras zonas del mundo romano, lleva a Maddalena Bassani (ibid.: 159-160) a plantearse la necesidad de realizar una relectura de la funcionalidad de algunas estancias consideradas tradicionalmente de recepción, pues podrían albergar en su interior elementos cultuales o ser en sí mismas estancias de culto. Las columnas y las pilastras pueden aparecer colocadas en el acceso al sacrarium, como en la Casa de Venus en Thugga (Fig. 110), o dentro de él, resaltando un ábside o un altar —Casa del Gran Oecus, Útica—, con un valor sacralizador y dignificador claro
(M. Bassani, 2003b: 162-165). Los paralelos, como en el caso de los podios, se encuentran por todo el mundo romano, incluida la propia Pompeya, pero quizá el ejemplo más llamativo es el de Villa Filosofiana (Piazza Armerina, Italia), donde el sacrarium presenta cuatro columnas colocadas en las esquinas internas del espacio (Fig. 113). Resulta interesante también la posición central de estos lararios en las casas tunecinas, de manera que solo tres se hallan en zonas apartadas, mientras que el resto aparecen en peristilos (M. Bassani, 2003b: 171-175) y, en su mayoría, cerca de estancias de representación o frente a ellas; no se produce, en cambio, el fenómeno de axialidad que parece caracterizar a la mayoría de los lararios ostienses antes vistos. Esta ubicación de los sacraria en comunia loca no resulta sorprendente si se compara con lo conocido en otras zonas, especialmente en las ciudades vesubianas pero también en la propia Hispania, como se verá más adelante, pues se trata de uno de los tipos de lararios más monumentales y más adecuados, por tanto, para el desarrollo de la función social que este componente doméstico desempeñaba. Todos los sacraria tunecinos se fechan entre mediados del s. II y los ss. IV-V d.C. (M. Bassani, 2003b: 176), de manera que, como los de Ostia, permiten completar la visión general sobre las estructuras de culto doméstico romanas, sobre la base de las vesubianas. Estos casos norteafricanos demuestran una vez más la importancia del larario en la topografía doméstica, especialmente en relación con las salas de representación, como se verá que ocurre también en Hispania. Esto lleva a M. Bassani (ibid.: 178)
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Fig. 111. Plantas de algunos de los sacraria subterráneos hallados en Compiègne (Francia) [M. Bassani, 2003a: fig. 147, detalle].
a plantearse una serie de interesantes cuestiones al respecto de la relación entre ambos tipos de salas, algunas de las cuales abordaremos también aquí en relación con los casos hispanos, como el valor sociorreligioso del larario en estos contextos o la relación entre el culto doméstico y el banquete (vid. inf. apdos. 4 y 5 del cap. VI). Sin embargo, en el caso concreto de Túnez, debe tenerse en cuenta que el estudio de M. Bassani contempla únicamente un tipo de larario especialmente monumental y presente en zonas destacadas de la casa, de manera que la recopilación de datos complementarios sobre otros tipos de estructuras podrá servir para matizar esta visión. También Maddalena Bassani (2003a) ha realizado un estudio de los sacraria subterráneos, la mayoría de los cuales se concentan en la Italia centro meridional (veinte) y en la Galia, entre los ss. I a.C.-I d.C., con tres tipos diferentes de soluciones arquitectónicas: «sotterranei», «interrati» y «seminterrati» (ibid.: 427). Las características arquitectónicas y los indicadores de
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sacralidad que presentan no se diferencian de los de los sacraria en superficie, si bien en la Galia presentan un elemento constante: la presencia de nichos en el interior (ibid.: 428; Fig. 111). Bassani se plantea la posibilidad de que la elección de colocar el larario bajo tierra estuviese relacionada con la veneración de divinidades particulares o bien que, aun tratándose de las mismas divinidades veneradas en otras capillas, su ubicación subterránea subrayase su dimensión ctónica286 (ibid.: 427, 430). Precisamente en la Galia, la concentración de lararios subterráneos resulta llamativa respecto del resto del mundo romano, pues son relativamente frecuentes. Además de ellos, se conservan nichos y aediculae en superficie, recogidos por Jacques Santrot (2007) y Maddalena Bassani (2007: 107-109).287 Santrot ha hecho una breve valoración de las evidencias de culto doméstico halladas en esta provincia, en la que incluye un estudio de las figurillas de Lares en bronce, cuya conclusión más interesante es la ausencia de estos objetos en la zona oeste y suroeste de la Galia, donde tampoco se han encontrado inscripciones dedicadas a estos dioses (J. Santrot, 2007: 85-88). Señala también algunas peculiaridades propias del culto doméstico galorromano y germanorromano, tales como el diferente significado de una misma divinidad según el material usado para realizar su escultura o la sustitución de las figuras de los Lares y el Genius por la de Mercurio (ibid.: 95). Por lo que se refiere a Britania, Maddalena Bassani (2007: 110-111) da noticia de varios espacios y estructuras dedicados al culto en Silchester, Dorchester, Catterick y Verulamium. También en esta región algunos de ellos eran subterráneos, como en la villa de Lullingstone (Kent), dedicado a una divinidad asociada al agua, o en la villa de Witcombe (ibid.: 113). Las evidencias muebles de culto han sido, en parte, recopiladas por Annemarie Kaufmann-Heinimann (1998), que las ha sumado a su estudio sobre los lararios con estatuillas en bronce del mundo romano con el mismo tipo de escultura. La variedad de tipos iconográficos presentes en estas esculturas y de objetos de culto relacionados con ellas ha sido ya puesta de manifiesto previamente, por lo que no volveremos aquí sobre ello (vid. sup. apdo. 5). 286 Sobre los estudios realizados para Hispania, entre los que se cuenta un trabajo de la misma investigadora sobre los sacraria (M. Bassani, 2005), no se hablará aquí, pues se abordarán en el capítulo V. 287 La misma autora ha dedicado dos trabajos específicos a los espacios para el culto en las domus y villa de la Cisalpina (M. Bassani, 2011; 2012), con casos especialmente interesantes, como el de la villa di Val Catena (Brioni, Croacia).
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Fig. 112. Reconstrucción ideal del larario de San Martino ai Monti (Roma) [C. L. Visconti, 1885: lám. III].
A estos estudios de conjunto, a nivel regional o de yacimientos concretos, hay que sumar otros relativos a hallazgos puntuales, como los realizados en Francia, en Gran Bretaña o en Suiza.288 De esta forma se va trazando una visión más global del culto doméstico en época romana, que completa y enriquece la elaborada tradicionalmente por la investigación, basada principalmente en las fuentes escritas y arqueológicas tardorrepublicanas y altoimperiales. Este panorama permite apreciar, por otro lado, una cierta coincidencia cronológica entre las fuentes escritas y las materiales, como ha puesto de relieve Maddalena Bassani (2003b: 177). De su cotejo se extrae que la delimitación de espacios concretos para el culto —sacraria, aediculae, etc.— en la casa romana debió comenzar en el s. II a.C., como muestran los casos de Delos (M. Bulard, 1926a; 1926b) o los altares más antiguos de Pompeya (vid. sup. n. 210), y difundirse a partir del s. I a.C., cuando las fuentes escritas comenzaron a hablar de ellos con cierta frecuencia, si bien se continuó haciendo referencia también al fuego289 como 288 Citaremos, entre otros, F. Baratte et al., 2007; G. C. Boon, 1983; C. Ebnöther y A. Kaufmann-Heinimann, 1996; J. Santrot, 1993. 289 Mientras Cicerón habla del sacrarium de Heius en Mesina (Cic., Verr. 2, IV, 3-7), Tibulo se refiere al fuego como el hogar de su Lar (Tib. I, 1, 6).
morada de las divinidades domésticas. Por otro lado, las referencias escritas a los lararios se mantuvieron en la literatura hasta el s. V d.C.,290 coincidiendo de nuevo con las evidencias arqueológicas. El conocimiento de testimonios arqueológicos y escritos que abarcan todo el arco cronológico de uso de los lararios permite atisbar las transformaciones que sufrió el culto doméstico a lo largo de los siglos, algunas de las cuales debieron de ser notables, a tenor de la información aportada por las fuentes tardías, que dibujan un paisaje muy distinto al de los lararios vesubianos. En este sentido, la Historia Augusta muestra un panorama novedoso, a partir del siglo III d.C., al hablar del larario del emperador Alejandro Severo (vid. sup. p. 78), poblado de personajes reales a los que se veneraba por ser considerados ejemplares por distintos motivos. El larario hallado bajo la iglesia de San Martino ai Monti (s. IV d.C.) (Fig. 112), en Roma, da testimonio de esta creciente complejidad de los lararios por medio de su excepcional conjunto de esculturas e imágenes de culto, entre las cuales se halla una Isis de aproximadamente un metro de altura (S. Ensoli, 1993). 290 Véase el diálogo entre Querolus y su Lar en la obra Querolus.
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Fig. 113. Planta de la Villa Filosofiana, en Piazza Armerina (Italia), con indicación del sacrarium (19a) [D. Scagliarini, 1995: 859, f ig. 6].
Otros lararios, como el de Villa Filosofiana (Piazza Armerina, Italia; Fig. 113), de principios del s. IV d.C., demuestran que incluso cuando el cristianismo estaba ya ampliamente extendido por el Imperio los lararios, lejos de perder su importancia como componente de la casa romana, la mantuvieron e incluso la aumentaron, apareciendo totalmente visibles en las zonas y en los ejes de circulación principales y monumentalizándose mediante la utilización de los materiales más nobles para su decoración (M. Pérez Ruiz, 2008: 281-283). Cabe preguntarse por las razones de este cambio precisamente en dicho momento y es posible que en la época en la que se produjeron se encuentre la respuesta pues, en un momento en el que los paganos desarrollaban una lucha ya casi desesperada contra el avance del cristianismo, la casa parece haberse mostrado como el lugar idóneo para seguir exhibiendo unas creencias cada vez más restringidas y perseguidas. El larario veía entonces multiplicado exponencialmente su valor social291 como evidencia 291 Como se ha dicho previamente, ya J. Bakker (1994: 181) ha apuntado la posibilidad de que algunos lararios os-
no solo de unas creencias sino de una cultura, de una forma de vida y de una tradición en vías de ser fagocitada por una nueva realidad.292 El mantenimiento del culto doméstico en épocas muy tardías y lo extendido y arraigado de su práctica, debido probablemente a su propio carácter privado, quedan demostrados en las prohibiciones expresas de su desarrollo recogidas en concilios y códigos legales cristianos, de las cuales la más conocida es la del Codex Theodosianus (XVI, 10, 12), redactado en 439 d.C., si bien ya se recogían prohibiciones de este tipo en el concilio de Elbira, celebrado entre 300 y 324 d.C. (J. Arce, 2006: 120), lo cual da una idea de la resistencia de estas creencias. En las palabras del Codex Theodosianus puede verse además el fuerte conservadurismo que caracterizó a este culto y cómo sus sencillos ritos se mantuvieron vivos y cargados de tienses, ubicados en una posición central, tuviesen un valor social diverso a los vesubianos, proponiendo que «Perhaps in Late Antiquity the need to strengthen social relations was more strongly felt». 292 También A. de Marchi (1896: 174, n. 3) ha apuntado esta idea en su obra.
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significado durante más de diez siglos, pues, incluso compartiendo espacio con personajes variopintos, los Lares, los Penates y el Genius seguían recibiendo las mismas ofrendas que los romanos, desde sus orígenes como pueblo, les habían dedicado: Nullus omnimo ex quolibet genere ordine hominum dignitatum vel in potestate positus vel honore perfunctus, sive po-
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tens sorte nascendi seu humilis genere condicione fortuna in nullo penitus loco, in nulla urbe sensu carentibus simulacris vel insontem victimam caedat vel secretiore piaculo larem igne, mero genium, penates odore veneratus accendat lumina, inponat tura, serta suspendat.293
293 «Ninguna persona, de ninguna clase u orden, ya sean ciudadanos o dignidades, ocupe una posición de poder o haya revestido tal honor, sea poderoso por nacimiento o humilde en linaje, posición legal y fortuna, sacrificará una víctima inocente a imágenes sin sentido en ningún lugar y en ninguna ciudad. No venerará, mediante sacrificios más ocultos, su lar con el fuego, su genius con vino, sus penates con fragancias; no encenderá fuegos en su honor, no colocará incienso delante de ellos ni colgará guirnaldas para ellos.» (trad. a partir de C. Pharr.)
IV EL CULTO DOMÉSTICO EN HISPANIA ANTE LA LLEGADA DE LOS ROMANOS
¡Disfruta, Vesta, de este día! Vesta ha sido recibida en la morada de un pariente. Ov., fast. IV, 949-952
1. EL CULTO DOMÉSTICO EN EL MUNDO IBÉRICO El conocimiento que se tiene de las sociedades iberas es cada vez más amplio y completo y se encuentra en constante evolución. Piénsese en el congreso El mundo ibérico. Una nueva visión en los albores del año 2000 (1985-1995),1 celebrado a finales de la década de los 90 del siglo XX con objeto de hacer balance de la situación de los estudios ibéricos a las puertas del cambio de siglo, y en el que muchos de los participantes resaltaban el cambio cualitativo que se venía dando en la caracterización del mundo ibérico (L. Abad, 1996: 123-127; M. Almagro-Gorbea, 1996: 35-36; M. Bendala: 1996, por citar solo a algunos), así como las nuevas puertas que se abrían a la investigación (R. Olmos, 1996: 83-87). Desde entonces, el conocimiento de lo ibérico no ha dejado de aumentar. Como resultado de todos estos avances, hoy en día el concepto «mundo ibérico» es un término consuetudinario que se sabe que alberga en su interior, no una sociedad homogénea, sino un mosaico de ellas, diferentes entre sí y con características regionales muy marcadas, que compartían, eso sí, importantes afinidades en diversos aspectos de su cultura, resultado de un sustrato, unos contactos y una evolución comunes. Otra de las cuestiones que eran dignas de mención ya en aquellos años (M. Bendala, 1996: 26), 1 Sus actas fueron publicadas en la REIb, en los números 2 y 3, 1996 y 1998, respectivamente.
y lo ha seguido siendo hasta la fecha (Id., 2009: 346), es el avance en la identificación de espacios con connotaciones religiosas en el interior de los poblados, bien sea templos o santuarios en sí mismos o meras capillas o habitaciones en las que se han documentado actividades cultuales entre otras.2 Frente al conocimiento que tradicionalmente se ha tenido de santuarios extraurbanos de mayor o menor envergadura y diferente funcionalidad, las nuevas excavaciones y la relectura de otras antiguas en el interior de los asentamientos van sacando a la luz espacios «singulares», como se han llamado durante algún tiempo3 precisamente por la peculiaridad de su estructura y, especialmente, de sus materiales y por la dificultad para interpretarlos, pues parecían indicar con claridad una actividad diferente a la del resto de habitaciones del poblado (vivienda, almacenaje, producción…) pero difícil de precisar.4 Esta actividad «singular» se ha ido concretando gracias al estudio pormenorizado de las evidencias arqueológicas con las que contamos, así como por la multiplicación de los 2 Sigue sin existir una convención terminológica homogénea para designar a estos espacios, para los cuales se usan los términos de santuario, templo o capilla en función de los autores y de la entidad y ubicación de cada lugar (M. Belén, 2001a: 1). Véase, al respecto, la recopilación realizada por F. Gusi (1997: 172-173) de las diferentes propuestas de sistematización de los lugares de culto ibéricos que se han realizado. 3 Sobre este término, véanse M. Bendala, 1998b: 30 y A. Domínguez Monedero, 1998: 196. 4 Sobre los criterios usados para la identificación de determinados espacios urbanos como templos, así como los problemas que algunos de estos criterios plantean, véase C. Vilà, 1997: 537-541.
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hallazgos; el resultado es la interpretación de muchos de estos espacios como lugares de culto5 urbanos.6 El hallazgo de estos templos y capillas no supone una cuestión baladí en el intento más ambicioso de definir y entender a las sociedades iberas, si tenemos en cuenta que su ausencia —por falta de documentación o de interpretaciones en este sentido— fue un argumento esgrimido por investigadores de la talla de Miquel Tarradell (1976; M. Bendala, 2009: 345) a la hora de caracterizarla como limitada o poco desarrollada desde el punto de vista urbano, en comparación con las grandes culturas del Mediterráneo, tales como la griega, la feniciopúnica o la etrusca.7 Según esta argumentación, estas culturas superiores —entendiendo como un elemento fundamental del concepto «superior» su carácter urbano— utilizaban precisamente como vehículo de aglutinación de su compleja organización social e ideológica el desarrollo de cultos poliados. Sin evidencias materiales de estos cultos cívicos en los poblados ibéricos, la ecuación era clara: su no existencia era consecuencia de la ausencia de necesidad por la inexistencia de una organización compleja similar a la de otras culturas mediterráneas más evolucionadas. El hallazgo y la identificación de cada vez más espacios urbanos de culto repartidos por toda el área ibérica debe, por tanto, interpretarse en sentido inverso y viene a confirmar que estas sociedades, lejos de ser limitadas o escasamente desarrolladas, eran organizaciones complejas plenamente insertas en la coiné cultural mediterránea, como su cada vez mayor conocimiento está demostrando desde hace ya décadas. Era, por tanto, de esperar que existieran espacios de culto intramuros, los cuales, por el tipo de organización de la propia sociedad ibera, que no alcanzó las cotas de vida cívica que se dieron en otras culturas mediterráneas (M. Bendala, 2009: 346), no parece 5 El aumento de estructuras de este tipo identificadas en poblados ibéricos es tan significativo que ha permitido incluso dedicarle trabajos monográficos como el realizado por M. Almagro y T. Moneo (2000). 6 Entiéndase urbanos en este contexto, no como referido a cultos propios de una sociedad urbana, sino como espacios de culto intramuros. 7 Decía Miquel Tarradell (1976: 291-292) en relación con la realidad existente en la Península Ibérica en época protohistórica: «Aparte de los casos de ciudades coloniales (Emporion y Ebusus) ¿es lícito referirnos a ciudad? […] resulta evidente que cuando nos referimos a ciudades en nuestro caso, cuyo modelo se toma de las griegas o romanas, el concepto se delimita: en nuestras civilizaciones indígenas no tuvimos nada semejante; en todo caso lejanamente aproximado. La falta de edificios públicos —religiosos o civiles—; la simplicidad de las estructuras urbanísticas y, en la mayor parte de los casos, la extensión del conjunto, nos aleja del modelo de ciudad mediterránea clásica…».
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correcto interpretar como sedes de cultos poliados al estilo griego o romano, pero sí como comunitarios y aglutinadores de la sociedad. Pero, ¿qué papel ocupa en este panorama el culto doméstico? Lo cierto es que no es fácil de definir pues, si bien, como hemos dicho, los hallazgos de espacios urbanos con una función cultual clara o probable se han multiplicado en los últimos años, estos son aún escasos y fragmentarios en su conjunto y lo son aún más en el caso de los posibles espacios domésticos con actividad cultual, pues su identificación se complica al no diferenciarse aparentemente del resto de ambientes de la casa. Si a ello se añade la casi total ausencia de fuentes escritas en las que apoyarnos para el conocimiento de la religión ibérica y la parcialidad de estas (A. Domínguez Monedero, 1998: 195-196), nos vemos abocados a la interpretación de algo tan inmaterial como la religión a través un registro arqueológico, que en el caso del ámbito doméstico es especialmente escaso y difícil de reconocer, pues objetos comunes podían adquirir un carácter simbólico en un momento concreto sin que nos quede huella alguna de ello. Aun así, el conocimiento cada vez mayor que se tiene de las sociedades iberas ofrece un contexto cada vez más rico, en el que la interpretación de estas manifestaciones religiosas encuentra paulatinamente nuevos apoyos en los que sustentarse. Precisamente por las dificultades a las que nos acabamos de referir parece conveniente, antes de iniciar el recorrido por los posibles espacios domésticos de culto ibérrcos, recordar los criterios fundamentales que hacen un espacio susceptible de ser considerado como tal. En primer lugar, su ubicación en el interior de una estructura doméstica y, en segundo, su realización por y para el grupo familiar que vive en su interior. Según esto, de los espacios urbanos de culto solo un pequeño grupo cumple el primer criterio, pues solo unos pocos forman parte de estructuras habitacionales. Por otro lado, se plantea un problema a la hora de aplicar el segundo requisito pues, en muchos casos, el tipo de casas en las que se encuentran estos espacios, claramente destacadas en el interior del poblado, y la propia organización social ibera, jerarquizada y aristocrática, plantean la duda de si los espacios de culto que albergaban eran verdaderamente domésticos o si, por el contrario, contaban con una dimensión comunitaria que no es fácil de apreciar. Estas cuestiones se irán dilucidando a medida que se analicen los casos concretos, pero baste poner aquí algunos ejemplos, como la gran casa de Molí
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d’Espigol (Fig. 1), algunas de cuyas estancias han sido identificadas como un templo adosado a la vivienda pero sin comunicación con ella (M. Cura, 1997: 35-37); el edificio IIIJ de El Oral (Fig. 2), en cuyo interior se realizaba una actividad de tipo comunitario sancionada por la presencia de un motivo de piel de toro extendida en su pavimento, y que estaba adosada a una de las casas más complejas del poblado;8 o la sencilla habitación F1 de La Serreta (Fig. 3), aparentemente exenta respecto de cualquier unidad habitacional pero perfectamente inserta en la trama urbanística de uno de los barrios de este yacimiento que ya cuenta, además, con un templo9 (I. Grau et al., 2008). De manera que, en diferentes áreas del mundo ibérico y en diferentes cronologías, se dejan entrever complejos entramados de ideas religiosas que se asocian estrechamente al concepto de poder aristocrático y a su sanción y demostración por medio de cultos de tipo dinástico-gentilicio, en los que la línea entre los privado y lo público no siempre queda nítidamente definida y el componente, podríamos decir, familiar es muy destacado. Quizá el mejor ejemplo de la ambigüedad que implica lo que se está diciendo sean algunas clasificaciones de espacios de culto ibéricos, tales como la realizada por Teresa Moneo (2003),10 en la que se encuentra un nutrido grupo de «santuarios domésticos» (ibid.: 268-279) formado no solo por los espacios insertos en casas sino por otros, con una posible asociación o no a estructuras de vivienda, en los que se han hallado evidencias de un culto dinástico o gentilicio, razón que ha llevado a interpretarlos como domésticos. A estos elementos de tipo dinástico o gentilicio nos referimos al hablar de un componente de tipo familiar destacado en la religión ibérica y su presencia es frecuente y relativamente evidente, explicada por la propia organización sociopolítica de estas sociedades (A. Domínguez Monedero, 1998: 196), como se verá. Pero no creemos que por ello, siempre en función de los criterios que se han esgrimido, todos 8 Véase, más adelante, el apartado dedicado a este yacimiento. 9 Aunque aquí consideramos estancia F1 de La Serreta como un espacio de culto de tipo comunitario, siguiendo la propuesta de I. Grau et al. (2008), H. Bonet (2010: 194) aboga por su interpretación original como capilla doméstica perteneciente a la vivienda de un de una familia de alto rango. Esta divergencia de interpretaciones no es sino la muestra de lo difícil que resulta establecer una diferenciación clara entre cultos domésticos y comunitarios en el mundo ibérico. 10 Esta clasificación se encuentra en la línea de lo ya definido por esta investigadora y Martín Almagro-Gorbea en publicaciones previas (T. Moneo y M. Almagro-Gorbea, 1998: 93-95; M. Almagro-Gorbea y T. Moneo, 2000: 120-137).
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Fig. 1. Edificio singular A de Molí d’Espigol (Tornabous, Lérida) [M. Cura, 1997: 37, fig. 2].
los espacios en los que se identifica este componente deban ser considerados santuarios domésticos, pues el hallazgo de elementos que remiten al ámbito de lo privado no implica necesariamente un rito de y para la familia, sino que en muchos casos debió de trascender al ámbito de lo comunitario (ibid.: 197). Este es el caso de los ejemplos referidos de Molí d’Espigol, El Oral y La Serreta, que, por su dimensión comunitaria reconocida, quedan al margen de este estudio. La respuesta a esta ambigüedad está en la propia organización de las sociedades iberas, fuertemente jerarquizadas y aristocráticas y en las que lo terrenal venía sancionado por lo divino. Nuevamente, se debe recordar que no se trata de una cultura homogénea y que las diferencias regionales son destacadas. Sin embargo, a riesgo de caer en ciertas inexactitudes, parece conveniente señalar algunos rasgos generales de la organización social en el mundo ibérico, para poder entender mejor el significado tanto de estos santuarios urbanos, asociados al culto dinásticogentilicio, como de los más puramente domésticos y, con ello, poder establecer con más claridad las diferencias entre ambos.
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Fig. 2. Planta de la casa IIIJ de El Oral (San Fulgencio, Alicante) [L. Abad y F. Sala, 1993: 152, fig. 139].
Fig. 3. Ubicación del departamento F1 en el urbanismo de La Serreta (Alcoy, Alicante) [I. Grau et al., 2008: 9, fig. 3].
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LAS
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SOCIEDADES IBERAS Y EL CULTO DINÁSTICO-
GENTILICIO
«Lo que […] define a la sociedad ibera es haber construido un modo de vida urbano, como base de un sistema de relaciones sociales tributarias». Esta afirmación de Arturo Ruiz (2009: 155) sirve como punto de partida para la caracterización de las sociedades iberas y del papel jugado por la religión en ellas. Nos hallamos ante sociedades complejas, en las que, a diferencia de lo que durante muchos años se creyó, se alcanzó una elevada cota de madurez urbana (M. Bendala, 1998b: 25-26) no como resultado de la romanización, sino como fruto de una evolución propia —apoyada, eso sí, en las influencias de las poblaciones foráneas afincadas en la Península con mayor o menor presencia— que arrancaba al menos de época tartésica (M. Bendala, 1996: 21-22) y que avanzó hasta responder a las necesidades de ese sistema clientelar de base urbana al que se refiere Arturo Ruiz, en ese punto sí, truncado en lo que a evolución interna se refiere por la conquista romana. Estas sociedades se mantuvieron, sin embargo, dentro de los límites de un tipo de organización ciertamente arcaizante (M. Bendala, 1998b: 31), basada en una rígida jerarquización y estratificación del orden social según un modelo de tipo aristocrático alejado de los más evolucionados de otras culturas mediterráneas, como la griega, la romana o la púnica, que avanzaron hacia formas de organización más isónomas. Como consecuencia, la vida cívica en el mundo ibérico no alcanzó los niveles de desarrollo que pueden observase en las otras culturas mediterráneas mencionadas (M. Bendala, 1996: 26) y los elementos que la componían se mantuvieron dentro de dichos parámetros arcaizantes. Esto es lo que ocurrió precisamente con las manifestaciones religiosas. Como en todas las culturas del Mediterráneo, la religión fue en el mundo ibérico un vehículo de legitimación del poder y de cohesión social (E. Sánchez- Moreno, 2008: 84), adaptado a los modelos de tipo aristocrático y monárquico de estas sociedades, cuyas necesidades se basaban precisamente en «la reafirmación de las virtudes de clase y las relaciones de parentesco» (M. Bendala, 1998b: 31), como forma de mantener esa organización de tipo tributario o clientelar. Antes del siglo IV a.C., estos conceptos de poder se materializaron en jefaturas unipersonales al modo de monarquías heroicas transmitidas de forma hereditaria siguiendo el hilo de un linaje; a partir de entonces, en cambio, estas monarquías evolucionaron hacia grupos de poder
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aristocráticos con un marcado carácter militar que, si bien adquirieron funciones monárquicas en algunos casos, se alejaron conceptualmente de las de los siglos anteriores (F. Gracia y G. Munilla, 2004: 688). Antes y después, la pieza básica de estas sociedades fue el concepto de gens (ibid.: 686), entendido, en los primeros momentos y especialmente en las zonas en las que el sustrato fenicio fue más fuerte, a una escala más limitada, relacionada con un concepto amplio de familia, como el grupo unido por un antepasado —generalmente epónimo— y unas divinidades protectoras comunes (E. Sánchez-Moreno, 2008: 68). Posteriormente, el concepto evolucionó hacia un significado más amplio y complejo y pasó a regirse por cuestiones de dependencia social, tanto mediante la integración en la gens original de grupos inferiores como mediante una organización jerarquizada del terri torio con dependencia de dicha gens aristocrática (F. Gracia y G. Munilla, 2004: 686-687). En este tipo de sociedades antiguas de base gentilicia, aristocráticas y jerarquizadas y que proliferaron por todo el Mediterráneo, se dio con fuerza un fenómeno de proyección del culto familiar al ámbito comunitario, con el doble objetivo ya mencionado de autorrepresentación y de cohesión social. Ya se ha mencionado en el capítulo anterior cómo esto ocurrió de forma evidente en los momentos de formación de la sociedad romana, cuando, por iniciativa de los diferentes monarcas etruscos —comenzando por Numa Pompilio—, muchos de los cultos desarrollados por la familia en el interior de la casa (veneración al fuego, a los antepasados…) se proyectaron a gran escala en el culto cívico (veneración a Vesta, a los Penates…), creando un cuerpo de ritos comunitarios que aglutinaron desde entonces a la sociedad romana y que fueron considerados por ella como un elemento constitutivo fundamental del propio concepto de «Roma». Las sociedades iberas entroncan, por tanto, con este tipo de organización monárquica o aristocrática, cuyo origen está en las concepciones de poder orientales que se expanden por la coiné mediterránea y que llegan a la Península Ibérica de forma directa desde el Mediterráneo oriental.11 Las necesidades de sus dirigentes, por tanto, fueron las mismas que las de cualquier sociedad de este tipo: autorrepresentación para legitimar una posición dominante frente al resto de la sociedad y cohesión social en torno a su persona, de manera que el gobernante se convertía en la pieza clave del engranaje social. Como en el caso de Roma 11 Ricardo Olmos (2003: 37-38) lo ejemplifica con gran claridad y belleza en el cinturón de oro del tesoro de la Aliseda.
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y del resto de sociedades antiguas de este tipo, una de las vías para la consecución de estos fines fue precisamente el desarrollo de cultos comunitarios de raíz familiar, que se adaptaron a las necesidades de cada época y de cada territorio. Puede resultar interesante en el hilo de este discurso detenerse brevemente en algunos santuarios turdetanos,12 tanto por su cercanía a las concepciones orientales13 a las que nos acabamos de referir, como por la antigüedad de algunos de ellos, que los convierte, en cierto modo, en la génesis peninsular del culto dinástico-gentilicio que se desarrolló en el interior de los poblados ibéricos y en el referente más antiguo y más expresivo de algunos elementos simbólicos que se vieron repetidos en otras zonas y cronologías, para cuya mejor comprensión será necesario volver sobre estos casos.14 Es el caso del santuario hallado bajo el Palacio del Marqués de Saltillo,15 en Carmona (Sevilla) (segunda mitad del s. VII-s. V a.C.; Fig. 4), un edificio de culto que podría haber estado vinculado a una estructura de mayor envergadura con una posible función palacial (M. Belén, 1996: 26) y del cual interesa especialmente su fase más antigua (finales del s. VII-ppios. s. VI a.C.), con materiales asociados que remiten a la veneración a los antepasados y a divinidades tutelares. Del conjunto de ellos destacan tres pithoi, dos decorados con lotos entrelazados, mientras que el 12 La inclusión o no de la Turdetania en lo que se entiende por cultura ibérica es una cuestión que ha sido largamente debatida en los últimos años (M. Bendala, 2000: 162-164; M. Bendala y R. Corzo, 1992; J. Fernández Jurado et al., 1997; G. Cruz-Andreotti, 2010; M. Álvarez Martí-Aguilar, 2012, entre otros). Sin ánimo de entrar en este debate, creemos que, al menos en las cuestiones cultuales que aquí nos ocupan, los puntos en común que existen entre lo que conocemos para esta y otras regiones justifican su presencia en este discurso. 13 Su cercanía a las concepciones religiosas fenicias ha llevado a no pocos investigadores a cuestionarse el origen, indígena o fenicio, de la población que construyó y usó estos santuarios. Precisamente, la creciente importancia del sustrato fenicio en el mundo ibérico nos ha hecho considerar necesario introducir aquí este excurso sobre los santuarios turdetanos, de tipo comunitario pero con una raíz doméstica cada vez más clara. El sustrato oriental que presentan santuarios como el de El Oral (San Fulgencio, Alicante) o prácticas como depositar restos de perros bajo los suelos de casas como la de Mas Castellar de Pontós (Gerona) hacen necesario, a nuestro entender, remitir a estos ejemplos del sur peninsular. 14 Curiosamente, para la región turdetana no se cuenta con ejemplos de posibles capillas estrictamente domésticas, por lo que en el análisis que se realizará más adelante de ellas, región por región, la Turdetania no aparecerá reflejada. Esta ausencia se debe, creemos, no a que no existieran, sino a que carecemos, para esta zona, de excavaciones de poblados en extensión (C. Belarte et al., 2009: 93). 15 Remitimos, como obras de referencia para este santuario, a los siguientes trabajos: M. Belén, 1996; M. Belén y J. L. Escacena, 1997; M. Belén et al., 1997.
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Fig. 4. Reconstrucción axonométrica del santuario de Carmona (Sevilla), en su primera fase [J. Blánquez y M. Belén, 2003: 87, fig. 6].
Fig. 5. Pithoi con decoración de lotos, hallados en el santuario de Carmona [M. Bendala, 2003: 29, fig. 14].
tercero presenta una procesión de grifos (Figs. 5-6). Si se atiende al significado del tallo de loto como símbolo de la divinidad y de la realeza en Oriente (R. Olmos, 2003: 38) y asociado especialmente en la esfera de lo divino a Astarté y Tanit (M. Belén, 2001a: 9), y si se tiene en cuenta que los grifos son la representación de «los valores de la realeza y su naturaleza sagrada, [de] la personalidad y atributos de determinadas divinidades», así como «su condición de guardianes de templos y sepulturas y el carácter de seres benefactores en el difícil paso al Mas Allá» (J. Blánquez y M. Belén, 2003: 140), el valor simbólico y ritual de estas piezas se muestra de forma evidente, asociado a partes iguales a lo divino y a lo aristocrático, como dos caras —la celeste y la terrestre— de una misma moneda. Todo ello, junto con peculiaridades en la decoración como la presencia de grifos con y sin barba16 y la representación de series de lotos en 16 Aunque se trata de realidades culturales diversas, recordemos que las serpientes representadas en los lararios pictóricos pompeyanos, que se han relacionado con la representación de los antepasados, pueden aparecer también con y sin barba (vid. sup. p. 68).
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Fig. 6. Pithos con decoración de grifos, hallado en el santuario de Carmona [J. Blánquez y M. Belén, 2003: 85, fig. 4].
capullo, florecidos y marchitos, remite a un lenguaje de tipo simbólico difícil de descifrar (M. Belén y J. L. Escacena, 1997: 107), pero que se vincula con el mundo funerario (J. Blánquez y M. Belén, 2003: 140) y, más concretamente, con «un ciclo vital completo, que nos lleva a la diosa Astarté» (M. Belén, 2001b: 303; véase también M. Belén y J. L. Escacena, 2002: 171-174). Los paralelos iconográficos ofrecidos por M. Belén y J. L. Escacena (1997: 107) para este conjunto de pithoi hacen referencia en todos los casos a contextos de tipo funerario, a la vez que se encuentran asociados con frecuencia a las diosas Astarté y Tanit, lo cual viene a refrendar la interpretación de los materiales del santuario de Carmona. Todo ello lleva a una interpretación del edificio bajo el Palacio del Marqués de Saltillo como un santuario dedicado a la diosa Astarté o quizá a una pareja divina en la que el elemento femenino fuera esta diosa (M. Belén, 2001a: 9). Poniendo el acento en las connotaciones funerarias a las que hemos aludido, Teresa Moneo (2003: fig. V.1) ha interpretado este santuario como dinástico; María Belén (2001a: 7), por su parte, subraya, junto con su clara vinculación a Astarté, su ubicación estratégica en un punto elevado del río Carbones, razón por la que es verosímil relacionarlo con los santuarios portuarios vinculados
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al comercio, como los de Coria del Río (Sevilla) o El Carambolo (Camas, Sevilla) (ibid.: 13-14). No hay evidencias para pensar que ambas funciones sean excluyentes y que, por tanto, no pudieran coexistir en un mismo santuario, que, por otro lado, tiene destacadas concomitancias con otros posteriores tanto de tipo dinástico-gentilicio como de tipo familiar, como se verá más adelante. Las creencias reflejadas en los materiales analizados responden a patrones orientales, origen, como se ha señalado, de este tipo de culto y que queda explicado por el asentamiento de población fenicia en la región (M. Belén, 2001a: 13). Pero no solo los materiales y su decoración, sino todo en el primer edificio del santuario carmonense, desde la construcción hasta el equipamiento, pasando por el uso reiterado del color rojo, remite a la tradición orientalizante y al mundo semita (M. Belén, 1996: 26). En la Península, el asentamiento de población oriental implicó un traslado de este tipo de culto sin intermediarios, de la mano del propio contingente colonial. Sin embargo, una vez asentado, siguió un derrotero propio al margen de la metrópoli, resultado de la implantación de modelos sociopolíticos, económicos, ideológicos y culturales de esta en un contexto nuevo con su propia idiosincrasia (A. Fernández Flores y A. Rodríguez Azogue, 2007: 269-271). Esto es lo que parece hallarse en Carmona, pues los objetos de prestigio de tradición orientalizante hallados en la fase antigua del santuario no responden a una mera importación de materiales y modelos orientales sino a un desarrollo independiente, como parece demostrar la fabricación local de algunos objetos, entre ellos al menos dos de los pithoi, así como por las divergencias en la iconografía de los grifos respecto de los modelos orientales17 (M. Belén, 1996: 22-24). El de Alhonoz (Herrera-Écija, Sevilla) es también un caso interesante (Fig. 7), pues se ha documentado únicamente el edificio construido en la última fase, datado de los siglos IV-III/II a.C. (T. Moneo, 2003: 54) y bastante más tardío, por tanto, que el santuario 17 Las excavaciones realizadas en el sur peninsular, entre las cuales destacan las de santuarios como el de Carmona o las más recientes de El Carambolo, demuestran cada vez con más fuerza que la presencia fenicia en la zona excedió con creces la mera creación de colonias de intercambio comercial, como durante mucho tiempo se creyó, y que, en cambio, debió de responder a unos patrones de asentamiento y control territorial mucho más amplios y ambiciosos, en la línea de lo que relataba Estrabón en su paso III, 2, 13 (M. Bendala, 2003b: 21). Nos encontramos, por tanto, ante una población colonial fenicia que evolucionó localmente y que interaccionó con la población local, con las importantes transformaciones culturales que ello implicó (A. Fernández Flóres y A. Rodríguez Azogue, 2007: 253-254).
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Fig. 7. Planta del edificio singular de Alhonoz (Herrera-Écija, Sevilla) [T. Moneo, 2003: 52, fig. IV.5].
de Carmona, por lo que puede servir para completar la visión que ofrecen los santuarios turdetanos. Esta estructura ha sido interpretada como un conjunto de viviendas (L. A. López Palomo, 1981: 130-132), como una residencia aristocrática (A. Almagro-Gorbea y A. Domínguez de la Concha, 1988; 1989: 365) con una capilla doméstica de tipo dinástico en su interior (T. Moneo, 2003: 54) y, últimamente, como un santuario urbano al estilo de los de Carmona (Sevilla), Coria del Río (Sevilla) o Setefilla (Lora del Río, Sevilla) (A. M. Arruda y S. Celestino, 2009: 39); pero lo cierto es que ni las estructuras, ni el equipamiento ni los materiales permiten decantarse por ninguna opción con plena seguridad. Lo interesante de este caso y lo que permite vincularlo con mayor seguridad a un posible culto de tipo dinástico-gentilicio es el hallazgo de un depósito votivo, probablemente asociado al edificio18 y que 18 Recientemente M. Belén (2011-2012) ha reestudiado este depósito desvinculado del edificio, ya que lo considera asociado a un santuario «todavía por descubrir» (ibid.: 335), a la vez que lo data en un momento más tardío, seguramente hacia finales del siglo II a.C. Este trabajo, que difiere sustancialmente en algunas cuestiones de lo planteado aquí, ha llegado a nuestro conocimiento ya en proceso de publicación de este libro,
contenía objetos rituales que han sido identificados como los gentilicia sacra del grupo o familia en el poder (T. Moneo, 2003: 54). Este depósito debió de sellarse en el siglo III a.C., coincidiendo con la fase del edificio que está documentada, como evidencia la presencia de cientos de vasos cerámicos con esta cronología (ibid.: 51) que compartían espacio con un grupo de materiales fechados entre el siglo VII y principios del siglo VI a.C., de elevado valor simbólico, y que habrían sido los gentilicia sacra de la familia. Se trata de parte de un thymiaterion de bronce con decoración de sépalos de tipo «chipriota», así como un posible fragmento de su tapa; la parte superior de una figura también en bronce de «smiting goddess»; una placa oculada en plata; un quemaperfumes cerámico decorado con palomas, y una campanilla broncínea. El thymiaterion (Fig. 8) cuenta con paralelos peninsulares muy cercanos en el ámbito funerario, como los hallados en la tumba n.º 17 de la necrópolis de La Joya (Huelva). Sin embargo, su gran similitud con al menos un thymiaterion hallado en el yacimiento
por lo que no ha sido posible recoger en extenso y valorar su propuesta junto con las demás.
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Fig. 9. «Smitting goddess» de Alhonoz [T. Moneo, 2003: 53, fig. IV.6.1].
Fig. 8. Thymiaterion en bronce hallado en el edificio de Alhonoz [T. Moneo, 2003: 53, fig. IV.6.2].
chipriota de Angolemi19 (L. A. López Palomo, 1981: 93) ha llevado a proponer no un origen peninsular, a modo de copia, sino propiamente oriental, por lo que en este caso nos encontraríamos no ante producciones locales orientalizantes, sino ante uno de esos objetos suntuarios de importación cuya posesión estaba restringida a la élite y cuya escasez y valor material le conferían un valor simbólico y ritual que lo convertía en apto como elemento sancionador del poder dinástico, bien como parte del ajuar de uno de sus miembros o bien como uno de sus gentilicia sacra (M. Almagro-Gorbea, 1992: 42), lo cual entronca perfectamente con el caso de Alhonoz. Nos encontramos, por tanto, nuevamente ante objetos de clara filiación oriental —pues no solo el thymiaterion, sino también la «smiting goddess» (Fig. 9) y el quemaperfumes20 (Fig. 10) lo son—, los cuales tienen una lectura a la vez funeraria y cultual, relacionada en ambos casos 19 La frecuente relación que existe entre estos materiales orientales u orientalizantes peninsulares con modelos chipriotas fue ya puesta en relieve hace algún tiempo por Manuel Bendala (1977), junto con la relevancia que esto puede tener desde el punto de vista de su interpretación. 20 El quemaperfumes de Alhonoz parece ser una imitación local de un modelo chipriota (L. A. López Palomo, 1981: 72).
Fig. 10. Quemaperfumes cerámico de Alhonoz [T. Moneo, 2003: 53, fig. IV.6.5].
con rituales familiares de veneración a los antepasados. La amortización definitiva en el depósito votivo del siglo III a.C. de materiales tan antiguos podría ser la evidencia de la existencia previa de un culto dinástico en el oppidum, transmitido de generación en generación junto con los objetos sancionadores del poder y cuyo centro ritual —santuario o palacio— podría haber estado en la misma zona que el edificio conservado (M. Almagro-Gorbea y A. Domínguez de la Concha, 1988-1989: 365; T. Moneo, 2003: 54), lo que atestiguaría, por tanto, la continuidad de uso de los espacios urbanos a través de los siglos. La amortización definitiva de estos materiales en la favissa coincide con importantes cambios sociales
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MARÍA PÉREZ RUIZ
Fig. 11. Plaquita oculada de Alhonoz [T. Moneo, 2003: 53, fig. IV.6.3].
documentados en numerosos yacimientos ibéricos, que en el plano religioso se materializan en la «creciente separación entre el santuario y el “palacio” o residencia aristocrática» (T. Moneo, 2003: 342); esta amortización, por tanto, puede ser la evidencia en Alhonoz de dicha evolución en las creencias, que, sin embargo, no parece suponer una ruptura drástica con la tradición anterior si, efectivamente, se demuestra la relación de la favissa con el edificio (ibid.: 51), pues este, aun con un significado nuevo, se asentaría en la tradición previa materializada en los gentilicia sacra colocados en el depósito votivo. La presencia en el mismo conjunto del thymiaterion, como objeto con connotaciones de tipo funerario, y de la figurita de «smiting goddess» (Fig. 9) y la placa oculada (Fig. 11), como representaciones de la divinidad, recuerdan la simbiosis entre elementos funerarios y vinculados a una divinidad femenina que se da en los motivos iconográficos de los pithoi de Carmona. Por un lado, parece claro que una serie de motivos y objetos rituales tienen a la vez una lectura funeraria y cultual, posiblemente indisociable por lo que de culto a los antepasados había en la tumba y lo que de vinculación con lo ultraterreno había en el culto. Por otro lado, esta divinidad femenina, posiblemente Astarté en ambos casos,21 aparece reiteradamente asociada al mundo de los muertos, lo cual subraya, de entre todas sus atribuciones, la de dadora de la vida y de la muerte, a la vez que parece refrendar la verosimilitud de su función como diosa tutelar de la dinastía o el grupo de poder al cual pertenecían estos sacra. Finalmente, los objetos del depósito de Alhonoz parecen ser el resultado de la perpetuación en el tiempo de unos valores e ideas de legitimación del poder de la élite, que la vinculaban con un pasado heroico sacralizado y cuya antigüedad y tradición estaban precisamente representadas por estas piezas. Los casos de santuarios con materiales con connotaciones dinástico-gentilicias en el área turdetana son más 21 En el caso de Alhonoz, T. Moneo (2003: 54) propone a Astarté como la divinidad femenina representada en estos materiales, al igual que en La Algaida (Cádiz) se atribuye la placa oculada hallada allí a esta divinidad como diosa de la luz (A. M. Arruda y S. Celestino, 2009: 32).
Anejos de AEspA LXVIII
numerosos que los analizados aquí. Piénsese, por ejemplo, en el fragmento de escultura de «smiting goddess» y en la placa oculada de La Algaida (Cádiz), en los altares en forma de piel de toro de los santuarios de Coria del Río (Sevilla) y El Carambolo (Camas, Sevilla) o en los materiales asociados a banquetes ritualizados de Montemolín (Marchena, Sevilla). Sin embargo, creemos que Carmona y Alhonoz son la mejor representación de la dimensión familiar y doméstica que los santuarios de tipo dinástico y gentilicio debieron de tener, al menos en origen, y en la cual parece que se apoyaron como base para su posterior proyección comunitaria. Por ello son una referencia útil para el desarrollo de algunas cuestiones a las que nos tendremos que referir más adelante, al analizar las capillas domésticas en el mundo ibérico. En Carmona y Alhonoz encontramos, por tanto, espacios dedicados a un culto centrado en la veneración de los antepasados, presentados como héroes o semidioses (E. Sánchez-Moreno, 2008: 69-70), como forma de legitimación del poder. Pero la constatación más evidente de esta heroización o quasi divinización de los antepasados en el ámbito ibérico se encuentra en las necrópolis, en las cuales los monumentos funerarios eran auténticas celebraciones de esta sacralización del difunto, con representaciones de este en franca proximidad a la divinidad —piénsese en los relieves de Pozo Moro (Fig. 12)— o reinterpretado él mismo como un dios, como parecen demostrar algunas lecturas de la Dama de Baza22 (Fig. 13; M. Bendala, 2010a). La iconografía presente en todos estos monumentos muestra que se trató de reutilizaciones y reinterpretaciones del acervo ideológico orientalizante, adaptado a las nuevas necesidades de las élites iberas23 (R. Olmos, 2003: 49-52), como debió de ocurrir también con los gentilicia sacra de Alhonoz. Las divinidades con las que los difuntos se fundían eran, 22 Nuevamente, esta tradición de heroización/divinización de los antepasados como medio de legitimación de la posición social dominante mediante una cierta sacralización del poder tiene su origen en Oriente (E. Sánchez-Moreno, 2008: 84), donde el dinasta recibía su poder directamente de la divinidad. Y nuevamente esta tradición debió de llegar a Iberia de forma directa por los contactos con poblaciones orientales, si bien se encuentra también en escalas intermedias como Etruria, según demuestran casos como el de Murlo (Poggio Civitate, Italia) y sus relieves de terracota, que narran todo el proceso de heroización del difunto común que aglutinaba al grupo que se reunía en el palacio. 23 Sobre la continuidad y la transmisión de códigos, bien sea a través de objetos materiales o de tradiciones orales, en las culturas antiguas y, concretamente, en la ibérica y sobre su importancia como forma de legitimación del poder establecido, véase M. Bendala: 2003-2004. Cabe destacar, en este sentido, la propuesta de relectura del monumento de Pozo Moro realizada en el mismo trabajo, que vendría a incidir en esta idea.
Anejos de AEspA LXVIII
EL CULTO DOMÉSTICO EN HISPANIA ANTE LA LLEGADA DE LOS ROMANOS
Fig. 12. Ritual del cocimiento del héroe en el caldero. Relieve de una de las metopas en el friso principal del monumento funerario de Pozo Moro (Chinchilla, Albacete). Museo Arqueológico Nacional, Madrid [Luis García. Wikimedia Commons].
Fig. 13. Dama de Baza. Museo Arqueológico Nacional, Madrid [M. Bendala Galán].
a la sazón, como ya se ha dicho, protectoras de la familia, siendo este el otro componente fundamental del culto comunitario de tintes domésticos. El desarrollo de este tipo de ritos, en el santuario o en la necrópolis, mostraba al gobernante o gobernantes en una esfera superior al resto de la sociedad, tanto por
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la herencia de un linaje representado en la veneración de los antepasados, como por la propia cercanía a la divinidad que había destacado a ese linaje frente a cualquier otro, convirtiendo a su fundador en un ser cercano a ella mediante la heroización. De esta forma, el culto familiar adquirió una dimensión comunitaria, pues la participación pasiva o activa de la comunidad en estos ritos era lo que les daba precisamente su validez como sancionadores del poder. La comunidad, dependiente en todo de la persona o grupo de poder, se adhirió, por tanto, a un culto que puede considerarse restringido a un grupo familiar en origen, pero que en la realidad traspasó con creces este ámbito por su papel como legitimador de la organización social establecida, al revestir al gobernante, mediante la veneración de sus antepasados y dioses tutelares, de un halo de heroización.24 Así es como ciertas pautas y conceptos religiosos vinculados a rituales de tipo dinástico-gentilicio son identificados tanto en el ámbito doméstico como en el comunitario, pues fue el mismo grupo social quien los promovió y llevó a término en ambas esferas, sin que por ello todas sus manifestaciones se deban adscribir al culto doméstico en sentido estricto. Volviendo al ámbito de lo comunitario, las formas en las que el conjunto de la sociedad se integró en estos ritos de autocelebración del poder son tan diversas como diversas son las relaciones que se establecieron entre la élite y la comunidad en función de las regiones y las épocas. Sin embargo, si no antes, desde el momento de integración de las clientelas en las gentes aristocráticas parece poder percibirse en el desarrollo de los cultos dinástico-gentilicios un cierto paternalismo sobre el grupo, en el cual debieron de jugar un papel fundamental las fórmulas de la devotio y la fides, ambas desarrolladas en el marco de las nuevas relaciones de poder basadas precisamente en el clientelismo, especialmente a partir del siglo IV a.C. Este clientelismo se produjo en dos sentidos, por una parte de los grupos de poder hacia el resto de la comunidad, que pasaba a integrarse en la gens aristocrática como miembro dependiente; por otra parte, entre los propios grupos de poder, que se jerarquizaron mediante la adopción de alianzas verticales y horizontales sancionadas por la fórmula de la fides (E. Sánchez-Moreno, 2008: 88-89). El concepto de fides tuvo interesantes consecuencias a partir de la llegada de los romanos, desde el punto de vista del desarrollo de cultos personales y 24 Las complejas ecuaciones sociales que llevaron a esta situación han sido planteadas recientemente por Arturo Ruiz (2009: 153-154).
134
MARÍA PÉREZ RUIZ
de la veneración de determinados dirigentes como monarcas, como ocurrió con Escipión y más tarde con Sertorio o Pompeyo, hasta culminar en el temprano desarrollo peninsular del culto a Augusto.25 Pero más interesante aún para el tema que nos ocupa es incidir en las implicaciones del sistema clientelar sancionado por la devotio, pues está directamente vinculado con la inclusión de la comunidad en los cultos gentilicios (M. Bendala, 2005-2006: 375). A través de los lazos de la devotio se generaba una dependencia entre la clientela y el aristos que era cabeza de la gens, mediante la cual este adquiría el compromiso de garantizar cuestiones básicas de la vida como el abastecimiento, la redistribución de bienes o la defensa. Esto hizo que la figura de este aristos se revistiese de un cierto halo de paternalismo, que tomaba pleno significado en la celebración de los cultos gentilicios, pues como si de una gran familia se tratara, el cabeza de la gens, padre simbólico, oficiaba el ritual en el que toda la comunidad participaba por pleno derecho como parte de esa gran familia gentilicia (A. Ruiz, 1998: 289). De nuevo se pueden establecer aquí paralelos con la Roma más antigua, pues el rey aglutinaba, como el aristos ibero, todo el poder en su mano, político, económico y religioso. Como jefe religioso se convirtió en el rex sacrorum, que no era más que la proyección a la esfera pública del sumo sacerdocio ejercido por el paterfamilias en el seno de la familia. El rex, como paterfamilias de la sociedad romana, era su sacerdote máximo y el oficiante de sus ritos. La importancia de esta figura queda demostrada por su mantenimiento tras la abolición de la monarquía y durante toda la historia pagana de Roma. 25 Piénsese en la relación de dependencia y fidelidad establecida entre algunos régulos indígenas y Escipión, que no se rompió hasta la muerte de este último (F. Gracia y G. Munilla, 2004: 689). Escipión recibió en Hispania honores reales, mediante la supeditación de los régulos locales a él cual primus inter pares, sancionada por el pacto de la fides. Estos honores no solo eran ajenos a la ideología romana del momento, sino totalmente contrarios y frontalmente rechazados. Sin embargo, entroncan con la idea del príncipe helenístico que en el momento de la Segunda Guerra Púnica se extendía por el Mediterráneo y que era, en definitiva, una reinterpretación de las concepciones de realeza teocrática orientales. En Hispania, en cambio, esas concepciones traídas de Oriente muchos siglos atrás por manos semitas se habían mantenido vivas en el concepto de monarquía imperante, razón por la que no fue necesaria reinterpretación alguna y la imagen del príncipe helenístico encontró una perfecta acogida. Avanzando en el tiempo, el mantenimiento de estas ideas dinásticas y principescas de tipo arcaizante explica el carácter de precursora que Hispania tuvo en la creación de un culto al emperador, pues el desarrollo de cultos personales era algo presente en el acervo cultural de las poblaciones indígenas desde siglos atrás. Véase a este respecto M. Bendala, 2005-2006: 375-377.
Anejos de AEspA LXVIII
La materialización de todos estos elementos ideológicos de las sociedades iberas la hallamos, entre otros espacios, en los templos y espacios de culto urbanos. La planificación urbanística y la construcción de edificios para el desarrollo de las actividades públicas es algo que en las sociedades aristocráticas competía al gobernante, lo que convertía a esta actividad en un vehículo propagandístico y legitimador fundamental (F. Gracia et al., 1994: 90). Los espacios de culto se deben entender, por tanto, como un instrumento ideológico al servicio de la élite para hacer evidente en el conjunto de la sociedad todo lo dicho hasta ahora. Se creaba un espacio público en el que desarrollar un culto comunitario, pero que a la vez estaba especialmente vinculado a la familia gobernante, promotora del edificio. El valor ideológico de estos edificios lleva a pensar, por tanto, que su estructura, su equipamiento y los materiales hallados en su interior fueron cuidadosamente elegidos por su valor para transmitir el mensaje fundamental de autorrepresentación y cohesión social para el que habían sido construidos. Esta argumentación nos lleva, por tanto, a concluir que existen santuarios y templos en los poblados y oppida ibéricos en los que las connotaciones domésticas y familiares del culto que en ellos parecen documentarse son muy destacadas. Pero ello no significa que nos encontremos ante espacios de culto doméstico, en tanto en cuanto no están restringidos a la familia, sino que fueron vehículos de autorrepresentación que dirigían su mensaje al conjunto de la sociedad. Cuando las casas se convierten en palacios y las capillas en templos, la esfera privada desaparece en favor de la pública. Todas estas cuestiones relacionadas con los cultos y rituales comunitarios pueden parecer superfluas en un análisis del culto doméstico de las sociedades iberas pero, puesto que, como se ha visto, la línea entre la esfera pública y privada es fina y poco nítida y, sobre todo, permeable, creemos que para poder entender el significado de las manifestaciones cultuales halladas en ámbito doméstico es necesario tener de fondo estas ideas relacionadas con la organización social ibera y sus manifestaciones de poder pues, en muchos casos, será en las casas de la élite donde se encuentren dichas manifestaciones.
ESPACIOS
DE CULTO DOMÉSTICO
Las síntesis más recientes sobre el mundo ibérico coinciden en reconocer (E. Sánchez-Moreno, 2008: 46) o incluso afirmar rotundamente (F. Gracia y G. Muni-
Anejos de AEspA LXVIII
EL CULTO DOMÉSTICO EN HISPANIA ANTE LA LLEGADA DE LOS ROMANOS
lla, 2004: 761) la existencia de un culto doméstico en este ámbito cultural. También algunas de las tipologías realizadas de lugares de culto recogen esta categoría.26 Efectivamente, existen espacios en el interior de algunas casas que han sido identificados como capillas, no en función de su singularidad arquitectónica, reducida a muy escasos ejemplos, sino más bien por la peculiaridad de sus materiales y equipamientos. Lo cierto es que estas capillas no son fácilmente identificables, pues aparecen plenamente integradas en las estructuras domésticas y no suelen presentar diferencias apreciables con el resto de los espacios (A. Domínguez Monedero, 1997: 393), algo que sí ocurre en otros ámbitos culturales, como el griego, el púnico o el itálico (H. Bonet y C. Mata, 1997: 117). A ello cabe añadir que en muchos de los casos tampoco el uso ritual parece haber sido el único dado a la habitación, en un tipo de arquitectura doméstica que se suele caracterizar por la multifuncionalidad de sus espacios, dada la escasez de ambientes en relación con el número de actividades que hubieron de desarrollarse en su interior. Ante este panorama, determinados elementos del equipamiento o hallazgos materiales, tales como hogares complejos, altares, objetos rituales y con connotaciones funerarias, cerámicas de lujo, depósitos faunísticos o inhumaciones infantiles, etc., son los que han puesto sobre la pista del posible uso cultual de un espacio doméstico, sea este uso exclusivo o no.27 Ninguno de estos elementos es, sin embargo, por si solo garante inequívoco de este uso religioso, pues se han hallado también en estancias dedicadas a otras actividades. Existen, por tanto, una serie de componentes arquitectónicos, materiales o de equipamiento que pueden y deben ser considerados como indicadores de un posible uso cultual en el interior del espacio doméstico. Pero este uso no puede ser deducido por la única presencia de uno de ellos, sino que es la conjunción de varios indicadores lo que da validez a la propuesta. Diferentes autores como Helena Bonet y Consuelo Mata (1997: 117) y, más recientemente, los miembros del G.I.P. (2005: 663) o A. Margarida Arruda y Sebastián Celestino (2009: 43-44), entre otros, basándose todos ellos 26 H. Bonet y C. Mata, 1997; A. Domínguez Monedero, 1995: 35; 1997: 392-393; F. Gracia et al., 1994: 92; T. Moneo, 2003: 268-279; L. Prados, 1994: 134-137, entre otros. 27 C. Belarte et al. (2009: 99) dicen al respecto de los espacios de culto: «…els espais de culte no sempre estan presents però, quan és possible identificar-los, són petites estances on es devien realitzar rituals de caràcter domèstic que, en molts casos, devien implicar la celebració de banquets rituals. Entre els indicadors d’aquestes pràctiques cal esmentar la presencia de ceràmiques amb representació d’escenes rituals, vasos per beure, deposició de petits vasos així con de restes animals i humanes (infants) sota els paviments, peveters de cap femení, etc.».
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en las pautas dadas por Colin Renfrew (1985) en su trabajo sobre la «arqueología del culto», han puesto el acento en la validez de estos indicadores si se valora, como se ha dicho, la coincidencia de varios de ellos en determinados espacios, pues esto permite despejar las dudas en cuanto a su uso, cuanto menos singular y en muchos casos religioso, sea exclusivo o no. Algunos de estos indicadores son comunes a la mayoría de los espacios analizados. Suele ser frecuente encontrar capillas en casas destacadas en el conjunto del poblado, tanto por su tamaño y su estructura como por su ubicación, razón por la cual suelen asociarse a la élite aristocrática. Ya en el interior del propio espacio destaca la presencia de pavimentos singulares; de hogares rituales, acompañados en ocasiones por altares; de cerámicas de importación, en muchos casos de barniz negro, y con una posible función o lectura ritual; enterramientos infantiles y depósitos faunísticos; terracotas votivas y, en los territorios de la Contestania y la Edetania, los llamados «pebeteros» con forma de cabeza femenina; etc. A ello hay que sumar que, en muchos casos, estos objetos singulares presentan una conexión clara con el mundo funerario.28 De todo esto se irán viendo ejemplos a continuación, pero puede resultar interesante verlo plasmado en una tabla que permita apreciar la coincidencia o no de estos indicadores en los diferentes casos analizados29 (Fig. 14). A pesar de la tipificación de estos indicadores de culto, que deberían hacer, a priori, más sencilla la identificación de capillas domésticas en los yacimientos ibéricos, autores como Adolfo Domínguez Monedero (1997: 394) han señalado hace ya tiempo la dificultad a la hora de distinguir entre santuarios cívicos y capillas domésticas, pues las diferencias entre ellos «pueden depender […] de la postura que el espectador actual asuma de cara a tales estructuras». Domínguez Monedero hace referencia al caso de Molí d’Espigol (Tornabous, Lérida) (Fig. 1), poblado en el que el conjunto de estancias que se abren a la confluencia de las calles 3 y 5 aparecen destacadas ya desde el s. IV a.C., documentándose un siglo más tarde el enterramiento de dos recién nacidos, los cuales ponen de manifiesto, a partir de este momento, una clara actividad cultual para esos espacios, que quizá les era ya propia desde mucho 28 Véase una valoración de los elementos materiales y de equipamiento que caracterizan los espacios de culto doméstico en el mundo ibérico en H. Bonet, 2010: 178-181. 29 En coherencia con lo ya dicho sobre la validez de los indicadores de culto, en la tabla se han recogido únicamente los espacios en los que han aparecido al menos dos, por lo que no están presentes todos los posibles lugares de culto a los que se aludirá posteriormente.
DEPÓSITOS
ENTERRAMIENTOS
Pavimento singular Paredes pintadas o con tratamiento especial Banco corrido Hogares Altar Hornacina Pila/Balsa Utensilios de cocina Cerámica de barniz negro Cerámica ibérica pintada Otras cerámicas importadas o de prestigio Microvasos Lucernas Terracotas votivas «Pebeteros» con forma de cabeza femenina Betilos Armas Fusayolas Otros objetos de uso ritual Otros objetos de prestigio Enterramientos infantiles Depósitos faunísticos Depósitos votivos X X X
X X X
X
X
Edeta Casa n.º 1
X
X X
X?
X X X X
X
X
C. Bernabé Vivienda E
X
X X X
X?
X
X
X
X
C. Bernabé Dpto. 3
X
X
X
X? X
X
X X
X?
X
X
X X
X X X X X X X X
X?
X
X X X
X
X
X
X
X
X
P. Llops Dpto. 3
X
X
X
X
CONTESTANOS El Oral. Illeta dels Dpto. IVF1 Banyets
EDETANOS P. Llops P. Llops Dpto. 1 Dpto. 14 X X
El Oral. Dpto. IVG3
X
X X
P. Llops Dpto. 4
X
X
X
X
X
Kelin Casa n.º 1
X X
X
X
Kelin Casa n.º 1 X
X
X?
X
X
X
X X
Ílici. Sector 4-C Ílici. Sector 5-F
MARÍA PÉREZ RUIZ
MATERIALES
EQUIPAMIENTO
ESTRUCTURALES
ELEMENTOS
DEPÓSITOS
ENTERRAMIENTOS
MATERIALES
EQUIPAMIENTO
ELEMENTOS ESTRUCTURALES
Pavimento singular Paredes pintadas o con tratamiento especial Banco corrido Hogares Altar/Mesa Hornacina Pila/Balsa Utensilios de cocina Cerámica de barniz negro Cerámica ibérica pintada Otras cerámicas importadas o de prestigio Microvasos Lucernas Terracotas votivas «Pebeteros» con forma de cabeza femenina Betilos Armas Fusayolas Otros objetos de uso ritual Otros objetos de prestigio Enterramientos infantiles Depósitos faunísticos Depósitos votivos
El Oral. Dpto. IIIL2 X
136 Anejos de AEspA LXVIII
DEPÓSITOS
ENTERRAMIENTOS
MATERIALES
EQUIPAMIENTO
Pavimento singular Paredes pintadas o con tratamiento especial Banco corrido Hogares Altar Hornacina Pila/Balsa Utensilios de cocina Cerámica de barniz negro Cerámica ibérica pintada Otras cerámicas importadas o de prestigio Microvasos Lucernas Terracotas votivas «Pebeteros» con forma de cabeza femenina Betilos Armas Fusayolas Otros objetos de prestigio Otros objetos de uso ritual Enterramientos infantiles Depósitos faunísticos Depósitos votivos
Pavimento singular Paredes pintadas o con tratamiento especial Banco corrido Hogares Altar Hornacina Pila/Balsa Utensilios de cocina Cerámica de barniz negro Cerámica ibérica pintada Otras cerámicas importadas o de prestigio Microvasos Lucernas Terracotas votivas «Pebeteros» con forma de cabeza femenina Betilos Armas Fusayolas Otros objetos de uso ritual Otros objetos de prestigio Enterramientos infantiles Depósitos faunísticos Depósitos votivos X X X
X X?
X
X X
X X
X
LAYETANOS Ca n’Olivé Hab. I
X
X
ILERCAVONES M. Remei M. Remei Dpto. 67 Dpto. 17 X
X
X
Alorda Hab. AA X
X X X
X
P. Sant Andreu Casa sur, zona 14 X X
X
X X?
M. Remei Dpto. 52
X X
X X?
Alorda Hab. A
X
X?
X X
X
X
INDIKETES Mas Castellar Casa 1
X
X?
X
X X X?
COSETANOS Alorda Alorda Hab. 2N Habs. 2B, 2E X
X?
X
X?
Fondo Roig X
Mas Castellar Casa 2
X
X X X
Alorda. Hab. D X X X? X?
EL CULTO DOMÉSTICO EN HISPANIA ANTE LA LLEGADA DE LOS ROMANOS
Fig. 14. Tabla de yacimientos con posibles espacios domésticos de culto o con actividad ritual religiosa, en función de los indicadores documentados.
ELEMENTOS ESTRUCTURALES
DEPÓSITOS
ENTERRAMIENTOS
MATERIALES
EQUIPAMIENTO
ELEMENTOS ESTRUCTURALES
M. Remei Dpto. 7
Anejos de AEspA LXVIII 137
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MARÍA PÉREZ RUIZ
Fig. 15. Reconstrucción infográfica de la planta conservada del poblado de La Quéjola (San Pedro, Albacete). El thesaurus estaba dignificado en la fachada mediante sendas columnas [J. Blánquez, 1996: 162, fig. 7].
antes sin que ello, sin embargo, se pueda afirmar con rotundidad (ibid.). Otros casos parecidos pueden sumarse a este, como el del edificio singular excavado en Alhonoz (Herrera-Écija, Sevilla) —ya tratado al hablar de los santuarios turdetanos—, el departamento F1 de La Serreta (Alcoy-CocentaniaPenàguila, Alicante) (Fig. 3; I. Grau et al., 2008), el thesaurus de La Quéjola (San Pedro, Albacete) (Fig. 15; J. Blánquez, 1996) o los sectores 6/13 y
Anejos de AEspA LXVIII
11/3 de Els Vilars (Arbeca, Lleida) (Figs. 16-17; G.I.P., 2005). Regiones y cronologías diversas en las que, en poblados de diferente rango territorial, se han documentado espacios que, a simple vista, en poco o nada se diferencian del resto de estructuras de habitación, pero que por su independencia respecto de una casa, por la singularidad de alguno de sus componentes, etc. parecen responder a un culto de tipo comunitario, aunque en muchos casos estrechamente ligado a la familia de poder, como demuestra su colocación en zonas adyacentes a la vivienda principal del poblado. Ante este panorama, queremos hacer nuestra la interrogante formulada por Adolfo Domínguez Monedero: «¿cuándo, a partir de la documentación arqueológica, podemos asegurar que nos hallamos ante un culto de índole familiar y, en cierto modo, privado y cuándo este culto, si bien manteniendo las formas de un culto familiar (quizá más gentilicio que dinástico), se ha convertido en una manifestación asumible por el conjunto de la comunidad cívica, es decir en un culto de carácter público?» (A. Domínguez Monedero, 1997: 394). Una vez conocidos, por tanto, los límites y las posibilidades que ofrece el acercamiento al culto doméstico en el mundo ibérico, analizaremos a con-
Fig. 16. Planta del sector 6/13 de la fase IIb de Els Vilars (Arbeca, Lérida) [G.I.P., 2005: 657, fig. 2].
Anejos de AEspA LXVIII
EL CULTO DOMÉSTICO EN HISPANIA ANTE LA LLEGADA DE LOS ROMANOS
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Contestanos El Oral (San Fulgencio, Alicante)
Fig. 17. Planta del sector 11/3 de la fase IIb de Els Vilars (Arbeca, Lérida) [G.I.P., 2005: 659, fig. 4].
tinuación los casos concretos,30 encuadrados en su contexto regional y cronológico, pues, en el caso de una cultura tan extendida y longeva como la ibérica, realizar afirmaciones de conjunto que no tengan ambos factores en cuenta sería enormemente incorrecto (H. Bonet y C. Mata, 1997: 116). Debe tenerse en cuenta, sin embargo, como ya han apuntado Carme Belarte et al. (2009: 93), que existe una gran desigualdad en el conocimiento arqueológico de la arquitectura doméstica en las diferentes regiones que conforman en mundo ibérico, así como una especial concentración de testimonios en el Ibérico Pleno.
30 En la siguiente recopilación de capillas domésticas analizamos exclusivamente los espacios que han sido ya publicados como tales y, dentro de estos, los que menos dudas plantean sobre su uso doméstico frente al comunitario. Consideramos, sin embargo, que un análisis detallado de las estructuras habitativas conocidas en los yacimientos ibéricos, teniendo en cuenta tanto los indicadores sacros como las peculiaridades regionales y cronológicas de cada caso, unido a los conocimientos derivados de nuevas excavaciones, podrá ampliar considerablemente el corpus de estas capillas y ahondar en su conocimiento y definición.
Este enclave costero contestano (Fig. 18) de finales del s. VI y s. V a.C. es, a pesar de sus pequeñas dimensiones, uno de los yacimientos más interesantes a la hora de analizar el fenómeno religioso doméstico en el mundo ibérico. Incluido en la órbita de control de la ciudad de Ílici, pero con unos patrones territoriales diferentes a los que ordenaron el interior de la región, volcado al Mediterráneo (I. Grau, 2005: 113-114), en su interior se han identificado diferentes espacios con una posible actividad cultual, tanto pública como privada. En el caso de la primera, ya hace tiempo (L. Abad y F. Sala, 1993: 1997) se identificó un edificio (IIIJ; Fig. 2) ubicado en la zona central del poblado (III), en cuyo interior la sala principal (IIIJ1) podría haber tenido un uso «como lugar de reunión de las “fuerzas vivas” del poblado» (L. Abad et al., 2001: 161), funcionalidad que se apoya en la presencia de un motivo con forma de piel de toro extendida en el centro del pavimento (L. Abad y F. Sala, 1993: 80), interpretado como un símbolo relacionado con «la divinidad, el poder y la riqueza»31 (L. Abad et al., 2001: 161) y más recientemente asociado a un ritual de exaltación del solsticio de verano, por comparación con paralelos peninsulares (L. Abad y F. Sala, 2009: 504). A ello cabe añadir su ubicación adyacente a una de las casas más grandes y complejas del poblado (IIIG; L. Abad y F. Sala, 1993: 62), sin duda, perteneciente a un miembro destacado de su sociedad. En cuanto a los espacios de culto doméstico, también desde las primeras excavaciones se documentó una capilla (IIIL2; Fig. 19) en una casa de grandes dimensiones (IIIL; Fig. 20 ), en la misma zona central del poblado (III) en la que se encuentra la sala de reunión pública a la que acabamos de referirnos. En el interior de esta capilla se ha documentado una gruesa capa grisácea, resultado de la superposición de siete pavimentos (Fig. 21), seis de los cuales se fueron creando como resultado de la deposición de capas de ceniza sobre el suelo original, las cuales, en vez de ser limpiadas, fueron consolidadas con arcilla y cal o yeso (L Abad y F. Sala, 1997: 95). La excavación del espacio ha revelado que las cenizas, que inicialmente se creía traídas de otras habitaciones 31 Para este motivo, véase el estudio comparativo realizado por A. Fernández Flores y A. Rodríguez Azogue (2007: 194197) de los altares y pavimentos con forma de piel de toro en la Península Ibérica, entre ellos el de la habitación IIIJ1 de El Oral.
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Fig. 18. Planimetría del poblado de El Oral (San Fulgencio, Alicante) [F. Sala y L. Abad, 2006: 27, fig. 3].
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Fig. 19. Planta de capilla (IIIL2) de la casa IIIL [L. Abad et al., 2001: 35, fig. 17].
de la casa, debieron de ser generadas en la propia capilla por medio de un proceso de combustión que hubo de llevarse en un plano superior al del suelo (ibid.) y que se ha interpretado como el del fuego purificador propio de este tipo de culto doméstico32 (ibid.: 96), colocado en una plataforma cuadrangular de piedras irregulares ubicada en el lado O de la habitación, bien directamente sobre ella o bien sobre un objeto exento a modo de altar. Sobre todos los pavimentos se documentaron fragmentos de cerámica de cocina y, en menor cantidad, de común y pintada, pero destaca especialmente la presencia en la estancia de un conjunto 32 Se ha encontrado un depósito similar en el exterior del santuario de Coria del Río (Sevilla), donde también se han documentado fragmentos de huevos de avestruz, como esta capilla de El Oral (L. Abad y F. Sala, 2009: 508). Sobre la consideración divina del fuego en la Antigüedad, véase el apartado dedicado a Vesta y el fuego del hogar en el capítulo III.
de materiales que pueden considerarse singulares en el contexto del poblado, como son un asador de bronce doblado (Fig. 22); fragmentos de cáscara de huevo de ánade y de avestruz, uno de ellos con el borde dentado (Fig. 23), y restos de un conjunto de tres o cuatro copas de cerámica griega de barniz negro (Fig. 24). Por lo que respecta a estas últimas, se trata de una acumulación infrecuente en los poblados de este período (ibid.: 96), a lo que hay que añadir que, en función de las tablas realizadas por Lorenzo Abad y su equipo para la interpretación de la funcionalidad de los espacios del poblado, la presencia de cerámica de barniz negro es totalmente determinante para la adscripción de un espacio a un uso cultual33 (L. Abad et al., 2001: 152). 33 No es este el único caso, pues en los poblados edetanos de Castellet de Bernabé y Puntal dels Llops, de los que se hablará más adelante, la cerámica de barniz negro se considera también un indicador de culto destacado.
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Fig. 20. Planta de la casa IIIL de El Oral [L. Abad y F. Sala, 1993: 154, fig. 141].
Fig. 21. Sección A-A’ de la capilla (IIIL2) y el vestíbulo (IIIL1) de la casa IIIL. Obsérvese la mayor superposición de pavimentos en IIIL2 [L. Abad et al., 2001: 36, fig. 18].
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Fig. 23. Fragmento de cáscara de huevo de avestruz procedente de la capilla [L. Abad y F. Sala, 1993: 296, lám. XX (12)].
Fig. 24. Fragmentos de copas de barniz negro [L. Abad et al., 2001: 144, lám. 53.1].
Fig. 22. Asador de bronce hallado en el interior de la capilla [L. Abad y F. Sala, 1993: 228, fig. 169 (4)].
La cáscara de huevo de avestruz es, como señalan Lorenzo Abad y Feliciana Sala (1993: 231), un objeto propio de las ofrendas funerarias del mundo feniciopúnico, que suele aparecer —como en el caso de El Oral— decorada con motivos geométricos o figurados realizados con pigmento rojo. Los fragmentos hallados en El Oral entran dentro del tipo identificado por Miriam Astruc (1951: 117) como «cáscara en forma de vaso […] una vasija hecha para el uso exclusivo de los muertos, para contener una bebida idealmente vivificante y regeneradora». En su detallado estudio de este tipo de material (ibid.: 87-122), la investigadora subraya su enorme dispersión geográfica y cronológica, desde el IV milenio en algunos yacimientos mesopotámicos hasta los primeros siglos de la Era en la zona de Orán, pasando por ambas orillas del Mediterráneo durante
los siglos intermedios. La gran cantidad de cáscaras de huevo de avestruz halladas en la Península Ibérica y en Ibiza se acerca más a lo conocido para el norte de África que para la costa norte del Mediterráneo, lo cual encaja bien con el hecho de que la mayor dispersión en Iberia se produzca a partir del s. VI a.C., momento de inicio de los contactos con el mundo púnico. La mayoría de estos huevos han sido documentados en contextos funerarios,34 con independencia de la época o el lugar del hallazgo, por lo que su vinculación con el culto a los muertos parece bastante clara, si bien requiere una explicación, la cual da la propia M. Astruc por medio de las conclusiones presentadas por Martin P. Nilsson (1908) en su trabajo sobre el uso del huevo en el culto antiguo a los difuntos. Astruc dice que la clave se halla en «la presencia en el huevo de un principio de vida necesario para la resurrección de los muertos» (ibid.: 111). 34 En la Península Ibérica, sin embargo, existen otros casos de cáscaras de huevo de avestruz halladas en contextos de habitación además de El Oral (L. Abad y F. Sala, 1997: 231).
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Fig. 25. Olpe y rallador de bronce hallados en la habitación IIIL4 [L. Abad y F. Sala, 1993: 228, fig. 169 (1-2)].
La forma dada a estas cáscaras de huevo servía para subrayar el significado concreto de este objeto, siempre en relación con el mundo de los muertos, la vida en el Más Allá y la resurrección. La hallada en El Oral, que responde al tipo de «cáscara en forma de vaso» (M. Astruc, 1951: 117), presenta como peculiaridad la forma dentada del borde. Lorenzo Abad y Feliciana Sala (1993: 231) comentan a este respecto que se trata de un tipo muy abundante en las necrópolis, de manera que su uso en la habitación IIIL2 de El Oral puede estar subrayando la vinculación del culto desarrollado en ella con el dedicado a los muertos en la propia tumba, con la cual esta pieza estaba especialmente vinculada. Otro de los materiales de especial valor es el asador de bronce (Fig. 23). Se trata de un tipo de pieza presente en contextos domésticos desde finales del s. VII a.C. y que ha sido considerado por algunos investigadores como un objeto de carácter cultual (L. Abad y F. Sala, 1993: 229). En el caso de El Oral, además, debe asociarse a otras dos piezas de especial valor halladas en la casa: un olpe y un rallador de bronce etruscos (Fig. 25) encontrados en una de las habitaciones principales (IIIL4). Ambas son piezas únicas en el contexto del poblado, parco en objetos realizados con este material, y comparten un mismo significado simbólico, pues, junto con el asador, constituyen el servicio básico para la celebración del banquete heroico al estilo etrusco o griego (L. Abad et al., 2003: 89): el rallador remite siempre en la Península Itálica a contextos de tumbas de presti-
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gio y, por su asociación con la preparación de una bebida «heroica» de origen griego, parece que debe vincularse a contextos litúrgicos relacionados con el ceremonial aristocrático (ibid.); en cuanto al olpe, hallado en el interior de un depósito de tierra que fue removido ya de antiguo en un intento frustrado por recuperarlo (L. Abad y F. Sala, 1993: 96-97), se asocia a usos tanto litúrgicos como profanos, como elemento del simposio (L. Abad, 1988: 341). El hallazgo de estos objetos en la misma casa no debe considerarse, por tanto, casual (L. Abad et al., 2003: 89), sino que debe relacionarse con el significado litúrgico de la habitación IIIL2 y, de manera más general, con la posición social de sus habitantes, sin duda por este ajuar, una familia aristocrática que debió de formar parte del grupo de poder del poblado, pues estos materiales son la muestra de una actividad ritual asociada al banquete y las ceremonias propias de la élite. Las propias características de la vivienda vienen a apoyar esta hipótesis. Se trata de una de las de mayores dimensiones del poblado (L. Abad y F. Sala, 1993: 165); forma parte de su sector central (III), organizado en una manzana con un patio abierto en el interior y del que también forman parte una de las casas más destacadas del poblado (IIIG) y el lugar que ha sido interpretado como de reunión del grupo gobernante (IIIJ; vid. sup.). La casa está compuesta por seis estancias articuladas en torno a un corredor central (IIIL1-5), al fondo del cual hay una alacena (IIIL6); a un lado de este corredor se abre la habitación de culto (IIIL2), mientras que al otro se han documentado dos estancias similares entre sí (IIIL3 y IIIL4), ambas con hogar central, siendo una de ellas (IIIL4) el lugar en el que se han hallado el olpe y el rallador. Por todo lo visto hasta ahora parece que, en el caso de la casa IIIL y de su capilla doméstica, nos hallamos ante un culto relacionado con la veneración a los antepasados, como demuestra la estrecha vinculación de algunos de los hallazgos con el ámbito funerario. Este culto parece haber estado integrado o complementado, entre otros ritos, por ceremonias de banquete con un carácter heroico que vendrían a reforzar los lazos familiares y a reafirmar su posición social. A diferencia de los ritos comunitarios dinástico-gentilicios que parecen llevarse a cabo en el espacio señalado con el motivo de piel de toro extendida (IIIJ1), en este caso se trataría de un tipo de culto más privado, posiblemente restringido a la familia que habitaba la casa y que, por tanto, podemos considerar como doméstico.
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Fig. 26. Planta del edificio IVG de El Oral [L. Abad et al., 2001: 106, fig. 87].
Fig. 27. Detalle de la estancia IVG3 de la casa IVG de El Oral [L. Abad et al., 2001: 63, fig. 46].
Además de para esta capilla, se ha planteado la posibilidad de una función sacra para otros espacios domésticos dentro del poblado. En el sector este, donde ha sido también identificado un grupo de casas de tipo aristocrático (F. Sala y L. Abad, 2006) adosadas al lienzo interior de la muralla, llama la atención por
sus características peculiares un edificio alargado y estrecho (IVG; Fig. 26) y, en su interior, la estancia de fondo (IVG3; Fig. 27), considerada una posible capilla. Este edificio se adosa a una de las casas de mayores dimensiones del poblado (IVH; Fig. 28) y que en las publicaciones más recientes sobre el ya-
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Fig. 28. Planta de la casa IVH de El Oral [L. Abad et al., 2001: 107, fig. 88].
cimiento de El Oral ha sido interpretada como la de mayor prestigio (ibid.: 29-31). Si bien inicialmente se consideró que se trataba de estructuras independientes, recientemente se ha planteado la posibilidad de que los dos edificios formen una misma casa, pues, entre otras razones, parecen una misma unidad constructiva (ibid.: 42-43). Además, ni la distribución, ni el equipamiento, ni los materiales del edificio menor (IVG) parecen responder a una función doméstica, pues se trata de una estructura alargada de tres ambientes en la que cada uno da paso al siguiente hasta llegar, al fondo, a la habitación principal (IVG3), la cual, sin embargo, carece de ventanas y, por tanto, de luz y aireación más allá de la que entra por la puerta (ibid.: 43). A ella se accedía a través de un umbral sobreeleveado de adobes y en su interior las paredes y el techo estaban pintadas de rojo, mientras que el pavimento estaba realizado con una gruesa capa de tierra arcillosa (ibid.); en el centro destaca una estructura rectangular de adobes interpretada como una mesa baja (Fig. 29; L. Abad y F. Sala, 2009: 505). La asociación de este edificio a una casa podría avalar inicialmente su lectura como capilla domés-
tica, pero la función también pública como centro de ritos comunitarios, propuesta por sus excavadores (F. Sala y L. Abad, 2006: 43), toma especial fuerza si tenemos en cuenta algunos paralelos para su planta. Esta tiene claras concomitancias con el templo hallado en el centro del oppidum de Edeta (San Miguel de Liria, Valencia; Fig. 30) y con la segunda fase del santuario de entrada de Torreparedones (Castro del Río-Baena, Córdoba; Fig 31). Los tres edificios presentan una planta rectangular alargada en la que cada ambiente da paso al siguiente, hasta llegar al principal, al fondo. En los tres casos, un vestíbulo35 da paso a un espacio abierto a modo de patio, en cuyo interior aparecen diversas estructuras: una favisa en Edeta, una plataforma con función de banco o repisa en El Oral36 y Torrepare35 En el caso de Edeta, el vestíbulo no forma parte de la estructura arquitectónica, pero se podría considerar como tal al espacio abierto (24) desde el que se accede al patio. 36 En El Oral, junto a la pared oeste de esta plataforma se han documentado tres ánforas y un lebes seccionados longitudinalmente por la mitad, cuya funcionalidad se desconoce (L. Abad et al., 2001: 62, fig 42). Este tipo de piezas se encuentran en el mundo semita utilizadas para enterramientos infantiles, si bien
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Fig. 29. Restitución axonométrica y secciones del hogar de la estancia IVG3 [L. Abad et al., 2001: 131, fig. 100].
Fig. 31. Santuario de Torreparedones (Castro del Río-Baena, Córdoba) [M. C. Fernández Castro y B. Cunnlife ap. T. Moneo, 2003: 58, fig. IV.9].
Fig. 30. Templo hallado en el oppidum de Edeta (San Miquel de Liria, Valencia) [T. Moneo, 2003: 174, fig. IV.61.2].
dones. A través de este patio se accede a la estancia principal, la más cuidada y verdadera capilla del santuario, sobreelevada en todos los casos respecto del nivel del patio y con acceso a través de un vano es cierto que en El Oral no se han hallado restos humanos en su interior.
ubicado en el lado derecho de la pared de fondo de este, provisto de una pequeña escalera realizada con esmero.37 Los tres edificios presentan elementos peculiares dentro de esta estancia principal, además de equipamientos destacables: en Edeta, en el centro de la habitación y sobre un pavimento de adobes, se alza una gran piedra prismática, interpretada como un betilo (H. Bonet, 1995: 365); en Torreparedones, adosada a la pared norte y sobre un pavimento de piedras perfectamente delimitado por otras hincadas, una columna se levanta también a modo de betilo estiliforme (I. Seco, 1999; 2010: 291-308). En El Oral, la estructura rectangular hallada en el centro del pavimento, similar a un hogar pero que por la ausencia de huellas de fuego ha sido interpretada como una mesa de ofrendas (L. Abad et al., 2001: 37 En el edificio de El Oral, el umbral está formado por una alineación de adobes rojos y oscuros trabados con barro blanquecino (L. Abad et al., 2001: 60).
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Fig. 32. Restitución infográfica del Carambolo III [A. Fernández Flores y A. Rodríguez Azogue, 2007: lám. 15].
Fig. 33. Planta de la casa IVF de El Oral [L. Abad et al., 2001: 106, fig. 86].
65), podría haber sido de nuevo la base para la colocación de un betilo o una ashera. Los templos de Edeta (fin. s. III-ppios. s. II a.C.) y Torreparedones (s. III a.C.) presentan medidas similares (13x3,7 y 17x4,2 m, respectivamente) y las mismas proporciones, lo que «responde […] al modelo tripartito semita ulam- hekal-debir habitual en el mundo feniciopúnico, como el templo de Salomón o el de Melkart en Gadir» (M. Bendala, 2009: 347). La misma estructuración, si bien no tan claramente delimitada arquitectónicamente, se ha documentado en la planta de los templos A-1 y A-40 del santuario de El Carambolo III (791-506 a.C.) (Fig. 32; A. Fernández Flores y A. Rodríguez Azogue, 2007: 231). Las similitudes del edificio IVG de El Oral con estos casos hace verosímil incluirlo en este grupo de edificios sacros peninsulares de tradición oriental,38 algo que no resulta descabellado en un poblado con una tradición arquitectónica de clara base fenicia (L. Abad y F. Sala, 2009: 510). La distancia cronológica del edificio de El Oral (s. V a.C.) con sus paralelos es considerable, pero es también conocida la perpetuación de modelos a través del tiempo en lo que respecta a cuestiones relacionadas con la religión y, en este sentido, el templo contestano parece que podría ser el paso intermedio que llena el vació entre El Carambolo y Edeta y Torreparedones.39
Otro espacio con una posible actividad cultual se halla en el interior de un edificio interpretado como una casa (IVF; Fig. 33), ubicado en el sector este del poblado y adyacente al espacio sagrado al que acabamos de aludir. Dicho edificio estaba formado por dos únicas habitaciones (IVF1-IVF2), según el tipo de estructura doméstica más frecuente en El Oral. Este tipo de casas se caracteriza, debido a su sencillez, por la multifuncionalidad de los espacios, pero el hallazgo de algunos objetos y equipamientos singulares en el interior de la estancia IVF1 permite pensar que pudo estar dedicada al culto. En cuanto al equipamiento, destacan un basamento adosado a la pared sur de la habitación y una estructura circular formada por un anillo de barro blanquecino realzado que delimita una placa de arcilla rojiza rehundida, que es muy similar a los hogares hallados en otros espacios del poblado (IVH, por ejemplo) pero no presenta restos de fuego en la superficie (Fig. 46; L. Abad et al., 2001: 53). Entre los objetos, hay que resaltar una urna ibérica pintada y lañada40 y la base de una copa de barniz negro; una figurita de terracota que representa la parte superior de un cuerpo humano muy esquematizado (Fig. 34); varias piezas de metal, dos de ellas refuerzos de vainas de armas (Fig. 35); un larnax de piedra (Fig. 36), y varios cantos rodados de piedra no local, muy pulidos y con trazas de uso en los extremos de algunos de ellos, con restos de ocre en la superficie (Fig. 37).
38 En el edificio de El Oral, además de la planta y de la posible base para una ashera, se han documentado, como ya se ha dicho, restos de color rojo en la decoración de las paredes, cuyo uso se ha atestiguado también en santuarios como el de Carmona (vid. sup. p. 129). 39 La interpretación de este edificio como un posible templo de tradición fenicia que aquí presentamos, así como la relectura del siguiente espacio al que nos referiremos y del conjunto de ambos, ha surgido de la discusión de estas cuestiones con por el Prof. M. Bendala durante la revisión de
este trabajo. Estas reflexiones están en fase de desarrollo por él mismo y el equipo que investiga el poblado de El Oral, dirigido por Lorenzo Abad y Feliciana Salas. 40 Recuérdese que también los pithoi del santuario de Carmona tenían lañas de restauración, muestra del elevado valor simbólico de las piezas. Esta urna de El Oral presenta además la peculiaridad de haberse hallado fragmentada en tres concentraciones diferentes de material en el interior del espacio (L. Abad et al., 2001: 53).
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a)
a)
b) Fig. 34. Dibujo a) del fragmento de figurita de terracota hallado en la habitación IVF1; imagen b) [a) L. Abad et al., 2001: 55, fig. 36 (7); b) ibid.: 149, lám. 56 (1-2)].
a)
b) Fig. 36. Dibujo (a) e imagen (b) del larnax de piedra procedente de la habitación IVF1 [a) L. Abad et al., 2001 55, fig. 36 (10); b) ibid.: 149, lám. 56 (5)].
b)
Fig. 35. Dibujo (a) e imagen (b) del refuerzo de vaina en bronce procedente de la habitación IVF1 [a) L. Abad et al., 2001: 55, fig. 36 (8); b) ibid.: 147, lám. 55 (3)].
Fig. 37. Piedras con forma cónica o pseudocilíndrica [L. Abad et al., 2001: 55, lám. 36.2-4].
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Al valor ritual otorgado a la cerámica de barniz negro en este poblado nos hemos referido ya al hablar de la capilla doméstica (IIIL2) de la casa ubicada en el sector central del poblado, lo cual es válido también para este espacio. En cuanto al fragmento de figurita en terracota, cabe traer a colación la afirmación que hacen Helena Bonet y Consuelo Mata (1997: 119-120) en relación con la identificación de espacios de culto en función de la presencia de terracotas: «Los objetos más delatores de un ámbito cultual son, por excelencia, las terracotas. Su presencia, dependiendo del número, tipología, ubicación, etc., señala la existencia de un santuario, un templo o un altar doméstico. Las terracotas se consideran ofrendas que depositaban los fieles en los lugares sagrados y en algunos casos, cuando se hallan en contextos domésticos podrían ser antepasados heroizados o dioses lares».41 En el caso de El Oral, la terracota es muy esquemática y sencilla, pero ello no impide reconocer parte de una figura humana, sin que se pueda discernir si se trata de un exvoto o de la representación de una divinidad protectora, que, por el hueco cilíndrico que se aprecia en su parte inferior, debió de estar encastrada en una varilla fina (L. Abad et al., 2001: 150). La caja de piedra ha sido interpretada como un larnax por su similitud con una urna funeraria hallada en la necrópolis de El Molar (Fig. 38; L. Abad et al., 2001: 150; M. Monraval, 1992: 14, lám. III, tipo 6, fig. 181), según lo cual nos hallaríamos de nuevo, en El Oral, ante un objeto con una doble dimensión funeraria y doméstica, posiblemente cultual, como ocurre con varios de los objetos hallados en la casa del sector central del poblado. Sin embargo, la lectura en clave oriental del edificio adyacente a este (IVG) sugiere revisar con parámetros similares los hallazgos a los que nos hemos referido, comenzando por este larnax. Su ubicación original resulta sumamente interesante (Fig. 39), pues se encontraba caído junto a una estructura cuadrangular adosada a la pared sur de la habitación, similar a un pedestal, de manera que es posible que la caja estuviese colocada sobre él. Llama 41 El uso del término Lares en este contexto no es correcto, pues los Lares eran divinidades itálicas, traídas a la Península Ibérica por los romanos (véase cap. III), de manera que, en el caso de existir divinidades que fueran equiparables en el mundo ibérico, habría que definirlas en sí mismas, algo que las propias autoras apuntan al comienzo de su trabajo (H. Bonet y C. Mata, 1997: 117). Precisamente, uno de los objetivos de este trabajo es tratar de identificar este tipo de divinidades de origen itálico en suelo hispano y su posible sincretismo con divinidades locales previas con una función similar.
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Fig. 38. Larnax de piedra hallado en la necrópolis de El Molar (San Fulgencio, Alicante) [M. Monraval, 1992: 121, n.º 181].
la atención, al observar el dibujo de la pieza, el gran grosor de la base, pero este podría explicarse si se interpreta, no como un larnax, sino como la base de un objeto que iría encastrado en él, quizá un betilo estiliforme. El hallado en la necrópolis romana de Carmona, aunque bastante tardío, podría servir para ilustrar esta idea, si bien está realizado en una única pieza (Fig. 40; M. Belén, 2001c); también algunas estelas cartaginesas con representaciones de betilos de este tipo, que parecen encastrados en sólidas basas (Fig. 41), dan una idea del uso que podría haber tenido la pieza de El Oral. La altura del hipotético betilo explicaría, por tanto, el grosor de la pieza, necesario para darle estabilidad. De ser, por tanto, esta caja de piedra la base de un betilo estiliforme, nos hallaríamos de nuevo, probablemente, ante un espacio de culto de tradición semita. En función de ello, es conveniente revisar la lectura del resto de piezas y del equipamiento de la habitación, todo lo cual parece encontrar paralelos en contextos orientalizantes peninsulares: la terracota recuerda a las encontradas por Bonsor en Carmona42 42 También similares son algunas de las terracotas más sencillas halladas en el santuario de La Serreta, cuya fase conservada fue construida en los ss. III-II a.C. Precisamente la presencia de esta alta concentración de terracotas, la mayoría femeninas, así como los atributos que presentan algunas, ha llevado a pensar que estuviese dedicado a una diosa madre vinculada con la fertilidad y con el ciclo de la vida y la muerte
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Fig. 39. Planta de la habitación IVF1 [L. Abad et al., 2001: 54, fig. 34].
Fig. 40. Betilo estiliforme hallado en la necrópolis de Carmona (Sevilla) [M. Bendala Galán].
Fig. 41. Estela de arenisca, procedente de Cartago y fechada hacia los ss. IV-III a.C. Museo del Louvre, París (Francia).
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Fig. 42. Figuritas de terracota orientalizantes halladas por Bonsor en Carmona (Sevilla) [A. Blanco, 1960: lám. VI].
a)
b) Fig. 43. Dibujos (a) e imagen (b) de betilos con forma de guijarro hallados en El Carambolo (Camas, Sevilla) [a) M. Belén y J. L. Escacena, 1997: 128, fig. 9; b) ibid.: 131, lám. III].
(Fig. 42); los guijarros podrían ponerse en relación con las «piedras raras» encontradas en una de las estancias del santuario de El Carambolo, interpretadas como betilos (Fig. 43; M. Belén y J. L. Escacena, (T. Moneo, 2003: 104-106, fig. IV.33). Resulta también interesante destacar la estructura del edificio, muy mal conservado pero en el que se pueden apreciar tres ambientes sucesivos: un vestíbulo, un espacio rectangular y una sala de fondo interpretada como el santuario propiamente dicho, cuyo nivel de uso está sobreelevado respecto de los anteriores. Esto recuerda a la disposición de los templos de Edeta y Torreparedones y el posible templo de El Oral, al que nos acabamos de referir y que está adosado a este en el que se encontró la terracota.
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Fig. 44. Altar circular del santuario de Cancho Ruano «C» [S. Celestino, 2001: 24]
1997: 112-113); finalmente, la estructura circular en el centro de la estancia recuerda en su forma y disposición al altar del santuario orientalizante de Cancho Roano «C» (Fig. 44), cuyos suelos estaban recubiertos por una sólida capa de arcilla de color rojo intenso.43 La estructura del edificio IVF coincide, como se ha dicho, con la de las casas modestas del poblado de El Oral, pero esta nueva lectura de los materiales hallados en el interior de su habitación principal dificulta su interpretación como vivienda, pues la entidad de los objetos de carácter religioso trasciende lo que cabría esperar de un pequeño espacio doméstico dedicado en determinados momentos del día a capilla familiar, a lo que hay que añadir su cercanía al edificio alargado, de manera que puede que los dos formaran un conjunto de edificios de culto consagrados a divinidades orientales de origen fenicio.44 Además de estas estancias, en las que la concentración de indicadores permite suponer un uso cultual, existen en el registro material de El Oral evidencias aisladas que hacen pensar en la existencia de un posible culto doméstico en otras zonas y viviendas del asentamiento. Una de estas evidencias es un fragmento de figurita femenina en terracota (Fig. 45), correspondiente a la parte inferior de un cuerpo humano, en la que se aprecia la túnica, el manto y la mano izquierda, que sujetaría un objeto desconocido (L. Abad y 43 Resulta evidente el reiterado uso del color rojo, por su valor simbólico, en los espacios de culto peninsulares de tradición oriental, como ya se ha visto en Carmona, en el edificio IVG de El Oral o como ocurre también en Edeta. 44 Debemos aclarar que hemos incluido este espacio en la tabla sobre indicadores del culto doméstico (Fig. 14) porque, hasta que la hipótesis de trabajo presentada aquí sobre su funcionalidad como templo comunitario de tradición oriental u orientalizante se analice y se contraste, la estructura arquitectónica del edificio, similar a la de muchas de las casas del poblado, no aconseja descartar su uso doméstico con función de capilla en determinados momentos.
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Fig. 45. Fragmento inferior de la figurita antropomorfa de terracota hallada sobre las casas IIIC y IIID de El Oral [L. Abad y F. Sala, 1993: 140, fig. 128 (14)].
F. Sala, 1993: 224). Esta pieza fue hallada en el nivel superficial sobre dos casas del sector central del poblado (IIIC y IIID), por lo que no se puede vincular a ninguna habitación en concreto, pero sí al ámbito doméstico. Si nos atenemos a lo ya dicho sobre el valor de las terracotas como indicadores de culto en relación con la estancia IVF1, debemos considerar esta pieza una evidencia más de culto doméstico en el poblado, aunque no se conozca el contexto de procedencia exacto. Finalmente, cabe hacer una mención especial a los hogares hallados en el interior de las casas de El Oral. Se han identificado un total de 28, repartidos entre el 70% de las viviendas del poblado con diversas funciones: transformación de alimentos, caldeado del ambiente y ritual, según Lorenzo Abad y su equipo (2001: 127). Es precisamente esta última la que nos interesa, si bien no es fácil de apreciar, pues probablemente y especialmente en las casas más modestas no debió de ser necesario construir un hogar-altar ad hoc, sino que los existentes para otros usos podían servir a la vez como tales. Sí se ha documentado el valor ritual del fuego en el único espacio identificado con seguridad hasta el momento como capilla doméstica en todo el poblado, el IIIL2. Sus pavimentos son una sucesión de capas de ceniza consolidadas con cal, resultado de un proceso de combustión que se ha puesto en relación con un fuego purificador. En este caso, la habitación no presenta un hogar en el que ardería este fuego, que probablemente estaría en un altar sobre la plataforma de piedras de uno de sus extremos, pero una vez dada la pista sobre el valor sagrado del fuego en El Oral, los hogares conservados resultan altamente sugerentes. Resulta llamativo, por ejemplo, que la mayoría de ellos presenten una cuidada factura, como el de la habitación IIIG5 de la casa principal (IIIG) del sector central del poblado o el de otra habitación (IIIK8), inserta en el gran edificio (IIIK) con importante actividad industrial del mismo barrio; ambos hogares están
Fig. 46. Hogar circular en la habitación IVF1 [L. Abad et al., 2001: 129, lám. 49].
formados por capas sucesivas de arcillas, guijarros y fragmentos cerámicos (L. Abad y F. Sala, 1993: 177). Es interesante también que muchos de estos hogares presenten restauraciones o fases sucesivas, de manera que durante todo el período de uso de la vivienda el hogar se mantuvo en el mismo lugar,45 como ocurrió con el de la estancia IVF1, antes mencionado (Fig. 46) o con los hogares de la gran casa (IVH) del mismo sector, uno de ellos restaurado (L. Abad et al., 2001: 129-130). Finalmente, cabe destacar dos hogares (en las habitaciones IIIL4 y IIIK9) que presentan decoración geométrica de círculos concéntricos o realizada mediante la impresión de esteras sobre la arcilla aún fresca46 (L. Abad y F. Sala, 1993: 176-177). Todas estas cuestiones hacen de los complejos hogares de El Oral un conjunto singular, cuyas peculiaridades hacen pensar que no se trataba solo de elementos funcionales que formaban parte del equipamiento de las casas de este poblado, sino que estuvieron posiblemente revestidos, algunos o todos ellos, de un carácter ritual asociado al valor sagrado del fuego, razón por la que habrían sido realizados con tanto esmero y pensando cuidadosamente su colocación en la habitación, mantenida a través del tiempo.47 45 Ambas características son comunes también a los hogares del poblado edetano de Castellet de Bernabé (Liria, Valencia) (P. Guérin, 1999: 89). 46 También el hogar de la capilla de la casa principal del poblado edetano de Castellet de Bernabé presenta una decoración en la superficie mediante cuerda incisa, como se verá más adelante. 47 La ubicación de los hogares parece ser distinta en función de su uso. Los dedicados a la transformación de alimentos se construyeron en un rincón o adosados a la pared y, generalmente, cerca de la puerta (L. Abad et al., 2001: 130). Los que cumplían la función de caldear el ambiente, en cambio, estaban en el centro de la estancia (ibid.) pero descentrados respecto del eje de la entrada, salvo escasas excepciones (IIID1 y IIG2), de manera que no eran visibles desde fuera de la estancia (L. Abad y F. Sala, 1993: 175).
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Los interesantes ejemplos de El Oral parecen demostrar la existencia de una actividad ritual de tipo doméstico extendida por todo el poblado, pues, como se ha visto, se puede rastrear en elementos dispersos por las diferentes zonas del poblado. En este ritual doméstico, la veneración a los antepasados debió de ocupar un lugar destacado, como muestran algunos materiales cuya vinculación con la tumba y el mundo de los muertos queda atestiguada por su presencia también en necrópolis. Componente destacado debió de ser también el fuego, al menos, como elemento purificador y quizá también como divinidad en sí misma, lo cual no resultaría descabellado a la luz de su interpretación como tal por muchas otras culturas mediterráneas,48 si bien, en el caso de El Oral y con los datos con lo que contamos, no es posible afirmar rotundamente tal cosa. Pero más allá de esto, resulta difícil extraer otras conclusiones, pues aún no se sabe lo suficiente de cómo era la comunidad que habitaba en El Oral. Parece evidente que las diferencias en complejidad y tamaño de las casas tuvieron que suponer diferencias sociales (L. Abad et al., 2001: 199), pero ante qué tipo de diferencias estamos es algo más complicado de acotar (F. Sala y L. Abad, 2006: 41), ya que no sabemos si toda la comunidad dependiente del poblado habitaba en el interior del recinto fortificado o si, aun en las casas más modestas, los moradores del interior del poblado eran solo la élite, como se ha propuesto para otros yacimientos ibéricos como La Quéjola (San Pedro, Albacete; J. Blánquez, 1996). Este dato, sin embargo, es fundamental para poder saber si el culto doméstico era algo exclusivo del grupo dominante o no, por lo que por el momento, esta y otras cuestiones deberán quedar abiertas, a la espera de contar con más datos y de que se tenga un mejor conocimiento de la organización de las sociedades que poblaron la Contestania ibera y de sus posibles actividades cultuales domésticas.
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La Bastida de les Alcusses (fin. s. V-s. IV a.C.) formaba parte del conjunto de oppida de mediano tamaño insertos en el territorio controlado por la ciudad de Saiti (I. Grau, 2005: 112; Fig. 47). Aunque durante un tiempo se identificó uno de los edificios de este poblado como un templo (E. Díes y N. Álvarez García, 1997), las investigaciones recientes demuestran que no hay hallazgos significativos como
para proponer este uso, de manera que parece más acertado interpretarlo como una residencia principal, incluso con una cierta dimensión pública (H. Bonet y J. Vives-Ferrándiz, 2011a: 90). Por el momento, por tanto, las actividades rituales se circunscriben al espacio doméstico, si bien no se ha identificado el uso de ninguna estancia como estrictamente cultual. Aún así, merece la pena repasar las evidencias de ritos religiosos encontradas en las casas de La Bastida, según el estudio realizado por Helena Bonet et al. (2011: 155-159). Los objetos más llamativos son dos exvotos de bronce: el conocido como Guerrero de Mogente o el Guerrero de La Bastida y una figurita de buey. El Guerrero de Mogente (Fig. 48) representa a un jinete desnudo a caballo y fue hallado en el departamento 218, perteneciente a una casa del Conjunto 4 del poblado. Originalmente fue el remate superior de un cetro, pero posteriormente la pieza se recortó por los pies del caballo y el jinete cambió completamente de significado. Es posible que fuera parte de la representación de un ancestro (ibid.: 159), por similitud con otras piezas interpretadas en el contexto peninsular como signa equitum, objetos propios de la élite aristocrática que representaban al heros equitans o antepasado mítico (A. Lorrio y M. Almagro-Gorbea, 2004-2005). Este hallazgo ha llevado a algunos investigadores a interpretar la habitación en la que se encontró como una capilla doméstica (T. Moneo, 2003: 173), pero no hay más indicadores que acompañen esta lectura, por lo que no parece que fuera así. En cuanto al buey, apareció unido a un fragmento de yugo hoy separado (Fig. 49), pero que muestra que el exvoto era más complejo y que seguramente estaba formado por una pareja de bueyes uncidos. Se ha relacionado con los ritos agrarios, si bien puede interpretarse también como un símbolo asociado a la fundación de ciudades, según el valor que la mitología mediterránea antigua le otorgaba al arado y la lectura que se ha hecho de otras representaciones de este apero en el mundo ibérico (H. Bonet et al., 2011: 159). Además de estas dos significativas piezas, que remiten de nuevo al culto a los antepasados y a una posible ritualidad asociada al ciclo agrario, en las casas de La Bastida se han encontrado con frecuencia microvasos, pateritas y jarras que pudieron usarse para libaciones u otros actos rituales (ibid.: 158), de forma similar a lo que se ha documentado en otros espacios de culto doméstico ibéricos. A ello hay que añadir la documentación de clepsidras (Fig. 50) utilizadas para el trasvase de líquidos.49
48 Sobre el valor sagrado del fuego, véase el apartado dedicado a Vesta en el capítulo III.
49 Al hablar de los espacios de culto en el área céltica e indoeuropea, se verá que en un interesante espacio de culto
La Bastida de les Alcusses (Mogente, Valencia)
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Fig. 47. Planta del poblado de La Bastida de les Alcuses (Mogente, Valencia) [H. Bonet y J. Vives-Ferrándiz, 2011b: 87, fig. 28].
Fig. 50. Clepsidras encontradas en espacios domésticos de La Bastida de les Alcusses [H. Bonet et al., 2011: 165, fig. 27]. Fig. 48. Guerrero de Mogente, hallado en el departmanto 218 del Conjunto 4 [A. Lorrio y M. Almagro-Gorbea, 2004-2005: 32, fig. 1].
La Illeta dels Banyets (Campello, Alicante)
Fig. 49. Exvoto con forma de buey y yugo encontrado en el departamento 237 de La Bastida [H. Bonet et al., 2011: 167, fig. 30].
doméstico documentado en el yacimiento de Cuéllar (Segovia) se ha documentado un aspergillus para el que se propone un uso similar al de estas clepsidras (vid. inf. pp. 205-206).
Este yacimiento, probablemente un emporion, se encuentra en una antigua península al norte del Campello (Alicante), que quedó separada de la costa por un proceso natural de erosión. La ocupación ibera abarca desde el s. V a comienzos del s. III a.C. y en este período se han documentado una serie de edificios organizados según un urbanismo planificado: un templo (Templo B), otro posible templo o, según otras lecturas, un palacio (Templo A; vid. inf. p. 162 n. 62), un almacén, varias calles y una manzana formada, según los estudios más recientes de Adoración Martínez Carmona et al. (2009) que seguimos aquí, por un lagar y la única
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Fig. 51. Vista aérea del yacimiento de la Illeta dels Banyets (Campello, Alicante) [A. Martínez Carmona et al., 2009: 155, fig. 2].
vivienda documentada, construida en la segunda fase del yacimiento (med. s. IV-ppios. s. III a.C.; Fig. 51). Esta vivienda estaba dividida en dos mitades prácticamente iguales (Fig. 52): un patio semicubierto y la zona de vivienda, formada inicialmente por cuatro estancias que fueron profundamente remodeladas en la segunda fase del edificio. De las estancias iniciales, en la denominada Ib 30 se han documentado una serie de elementos que muestran el desarrollo de una actividad ritual (H. Bonet, 2010: 194). Se trata de un espacio de 7,28 m2, al que se accedía desde el espacio distribuidor Ib 27. Según los diarios de excavación, estaba pavimentado con una
capa de arcilla o adobe sobre un depósito de esparto sin trabajar (A. Martínez Carmona et al., 2009: 158161). Las paredes estaban revestidas con cenizas entre el enfoscado y el enlucido, técnica constructiva de propiedades hidrófugas que se documenta también en otros yacimientos ibéricos (ibid.: 161), entre ellos en el departamento 14 del Puntal dels Llops, interpretado como una capilla doméstica (vid. inf. pp. 171-172). En la esquina oeste de la estancia había un hogar circular de 0,7 m de diámetro, construido con piedras de mediano tamaño trabadas con mortero de barro al exterior y un relleno de piedras hincadas más pequeñas, algunas con huellas de fuego. Junto al
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Fig. 52. Planta de la vivienda de la Illeta dels Banyets [A. Martínez Carmona et al., 2009: 157, fig. 4].
hogar se hallaron un «pebetero» con forma de cabeza femenina y una lucerna de barniz negro, ambos objetos con un marcado carácter ritual,50 lo cual podría estar indicando el uso de este espacio como capilla doméstica, según Adoración Martínez Carmona et al. (ibid.: 158-161). En la segunda fase de la vivienda, debida a una remodelación realizada en la segunda mitad del s. IV a.C., se unieron las estancias Ib 30 y Ib 27, pero en la nueva distribución se mantuvo la ubicación del hogar prácticamente idéntica (ibid.: 161). Se ha propuesto que este edificio doméstico perteneciese a la familia dirigente del asentamiento, por ser el único de este tipo hallado hasta el momento 50 Sobre estos llamados «pebeteros» se hablará en relación con el hallado en la vivienda principal del Castellet de Bernabé (vid. inf. pp. 165-166).
en la Illeta, si bien la austeridad arquitectónica no acompaña demasiado a esta propuesta (ibid.: 162).
Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante) El yacimiento de La Alcudia51 fue probablemente uno de los asentamientos más destacados del sureste peninsular en época ibérica (L. Abad, 2004: 69) y uno de los centros territoriales de la región contestana. En este importante oppidum se conoce ya desde hace tiempo la existencia de un templo dedicado a la Gran Diosa (R. Ramos Fernández, 2001-2002: 118-119), 51 En función de la organización territorial contestana, hubiera sido lógico analizar este yacimiento antes que El Oral, La Bastida o la Illeta. Sin embargo, nos ha parecido más coherente presentar este caso como el último para la Contestania por la baja cronología de los materiales analizados.
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fechado entre finales del s. IV y finales del s. I a.C. y ubicado en la zona centro-meridional del poblado. En otra de las zonas, el sector 9-E, se ha documentado también un recinto de carácter cultual que parece de nuevo dedicado a una divinidad femenina (ibid.: 122-125). Además de estos dos espacios religiosos de carácter público, se ha propuesto la existencia de un culto de tipo familiar en el interior de algunas viviendas en función de los materiales hallados en ellas y, concretamente, de algunas cerámicas de tipo ilicitano que, por su forma y su decoración, parecen haber tenido un uso ritual asociado a la veneración de una Gran Diosa de la fertilidad; este culto doméstico tendría, por tanto, un carácter agrario (ibid.: 119-120). La primera de estas viviendas (228/218-42/38 a.C.) es la hallada en el sector 4-C, en uno de cuyos ambientes, con piso enlosado, se encontraron tres interesantes vasos cerámicos fechados entre los siglos III y I a.C.52 (T. Tortosa, 2004a: 157): un kernos circular, formado por una base tubular sobre la que descansan varios recipientes comunicados entre sí y con la propia base y en los que se representan animales, a excepción de la copa central, decorada en la base con un rostro femenino engalanado (Fig. 53a);53 un thymiaterion de base acampanada sobre la que se eleva un cuerpo globular decorado con tres aberturas rectangulares entre las que surgen otras tantas máscaras en relieve (Fig. 53b), y una botellita de panza ancha con decoración pintada ibérica (Fig. 53c). Los tres recipientes han sido interpretados como objetos rituales, en el caso del kernos como un vaso de libaciones asociado posiblemente al agua como principio fecundador (R. Ramos Fernández, 2001-2002: 120-121), mientras que la botellita pudo haber servido como contenedor del líquido para dichas libaciones;54 en cuanto al thymiaterion con decoración plástica de máscaras, sus características han llevado a proponer que fuera de origen oriental (ibid.).55 Bajo la vivienda romana excavada en el sector 5-F de La Alcudia se encontraron niveles ibéricos pertenecientes también a una casa, de la que forma parte una gran habitación con el conocido como 52 La estancia y los materiales han sido incluidos en el catálogo de testimonios de culto doméstico en la Hispania romana por su cronología final, por lo que remitimos también al registro AL/Ilici01-C. 53 La decoración de esta pieza responde al estilo I ilicitano (T. Tortosa, 2004a: 157). 54 T. Tortosa (2004a: 157) plantea su posible uso como contenedor de perfumes. 55 Sobre estas piezas se hablará con más detalle en el capítulo V, véanse pp. 264-265.
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a)
b)
c) Fig. 53: Materiales cerámicos hallados en la vivienda del sector 4-C de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). a) kernos; b) thymiaterion; c) botellita [a-b) AA.VV., 2004: 279; c) ibid.: 276].
«mosaico helenístico», un peculiar pavimento con la inscripción de un antropónimo ibero, razón por la que se ha pensado que pudo tratarse de la morada de un miembro de la élite local. Adyacente a esta, se documentó una habitación con pavimento de adobes recubiertos de cal y paredes elucidas y pintadas de
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rojo, en cuyo interior había dos depósitos cerámicos56 (R. Ramos Fernández, 2001-2002: 121). En uno de ellos se encontró una cerámica crateriforme (Fig. 54), del Estilo II ilicitano y fechada en torno al cambio de Era (T. Tortosa, 2004a: 136, n.º 74), decorada en toda la superficie con motivos antropomorfos, acompañados por una decoración zoomorfa y fitomorfa menor y enmarcados en un friso. En la cara A, la cabeza alada con rostro arrebolado de una divinidad surge de la tierra en una posición frontal, acompañada de sendos pájaros; en la cara B, dos cabezas masculinas orientadas hacia la izquierda, interpretadas como la representación de dos personajes de rango, parecen surgir también de la tierra, mientras entre ellas se entrelazan dos serpientes (ibid.). La cabeza femenina ha sido interpretada por Rafael Ramos (1989: 238) como un ejemplo de las «epifanías divinas de la cerámica de Elche […] asociada siempre a un mundo vegetal y animal como referencia al sagrado dominio de la diosa…», en el que el surgimiento de la cabeza de la tierra representa el tránsito entre la muerte y la vida, el viaje fúnebre que supone el ascenso de los infiernos o ánodos, común a la coiné ideológica mediterránea sobre la muerte y estrechamente vinculado con los cultos de tipo agrario (R. Ramos Fernández, 1992: 175-178, passim). Esta lectura se ve enriquecida por la de Ricardo Olmos (1998: 152) sobre el significado simbólico de autoctonía de la composición iconográfica del vaso, que permite establecer «una relación estrecha entre el surgimiento de la naturaleza y la historia de los antepasados y de la comunidad». En el interior de la crátera se halló una gema decorada con una paloma rodeada de signos epigráficos y, junto a ella, una olla y un cántaro de pequeñas dimensiones (R. Ramos Fernández, 2001-2002: 121). La paloma que decora la gema ha querido asociarse a la diosa representada en la crátera, lo cual reforzaría el significado sacro del vaso57 (R. Ramos Fernández, 1989: 240). El segundo depósito de la estancia contenía un vaso crateriforme con decoración vegetal, un «pebetero» con forma de cabeza femenina,58 un cuchillo y un removedor de hierro y dos fragmentos de relieves cerámicos con forma de cabeza de Dionisos y Sileno (Figs. 55-56; R. Ramos Fernández, 2001-2002: 122). 56 Recogidos también en el catálogo, en los registros AL/Ilici10-O y AL/Ilici11-O. 57 Cabe recordar que la versión griega de la diosa de la agricultura que parece representada aquí, Deméter, solía tener entre sus atributos una paloma (M. Bendala, 2000: 221). 58 Sobre este tipo de piezas hablaremos con más detalle al abordar el caso del Castellet de Bernabé.
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Fig. 54. Crátera hallada en el primer depósito de la casa íbera del «mosaico helenístico», en el sector 5-F de Ilici (La Alcudia de Elche, Alicante) T. Tortosa, 2006: 206].
Fig. 55. Fragmento de relieve en terracota con representación de rostro de Sileno. Hallado en el segundo depósito de la casa del «mosaico helenístico», en Ílici [R. Ramos Fernández, 20012002: 123, lám. 8].
Fig. 56. Fragmento de relieve en terracota con representación de rostro de Dioniso. Hallado junto con el anterior [R. Ramos Fernández, 2001-2002: 123, lám. 9].
Resultan sumamente interesantes y sugerentes estos testimonios sobre la existencia en el oppidum de Ílici de un culto doméstico de tipo agrario, presidido por una divinidad femenina de la fecundidad y de la muerte —posiblemente asimilada a Tanit (J.
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A. Santos, 2004: 239-240)— y vinculado también con mitos aristocráticos de autoctonía. Dado que los hallazgos se introducen cronológicamente en la época romana, estas hipótesis se considerarán con más detalle en el apartado dedicado a la interpretación del culto doméstico en dicho período (vid. inf. apdo. 1 del cap. VI), pero es interesante subrayar que estos conjuntos tienen especial relevancia en el análisis del culto doméstico en los primeros momentos de presencia romana en Hispania, pues este tipo de testimonios son la evidencia de la continuidad en esta zona de la veneración doméstica de una gran diosa de la fertilidad —independientemente de los sincretismos a los que fuera sometida— al menos hasta época altoimperial (J. A. Santos, 2004: 240). Sobre esta cuestión volveremos más adelante.
Edetanos Edeta (Tossal de Sant Miquel de Llíria, Valencia) En la manzana 7 de este oppidum, capital de uno de los territorios que conforman la región edetana, se han documentado dos viviendas que por sus características parecen haber pertenecido a la élite, las n.º 1 y 2. De ellas interesa especialmente la n.º 1 (s. III-inicios del s. II a.C.), en la que se han registrado materiales que parecen remitir a una actividad cultual de tipo doméstico (Fig. 57). Proceden de la habitación principal de la casa (dpto. 41), según parece colegirse por su ajuar, que carece de materiales relacionados con la
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producción agrícola o artesanal y está configurado, en cambio, por el grupo más numeroso y prestigioso de objetos de la casa (H. Bonet y C. Mata, 1997: 131). Esta habitación, con acceso directo desde la calle, tiene forma cuadrangular y está equipada con un banco corrido en la pared de fondo, flanqueado por dos basamentos de piedra adosados a la pared. En el centro de la estancia apareció una piedra rota y plana, que se ha interpretado como un molino de la Edad del Bronce (H. Bonet, 1995: 368). En cuanto a los materiales, destacan por su valor simbólico ocho microvasos (tarritos, copitas, botellitas); ocho pateritas; un oinochoe; una phiale decorada con peces; un cazo, pieza única en el yacimiento que recuerda los simpula de bronce de las necrópolis; un fragmento de pie de kilix tipo delicate class; fusayolas; conchas; un cuchillo; una punta de espada de hierro, y cinco excelentes vasos con decoración figurada, entre ellos un gran lebes conocido como el Vaso de la Danza Guerrera (ppios. s. II a.C.; Fig. 58) (ibid.: 168-178; H. Bonet y C. Mata, 1997: 129-130; H. Bonet, 2010: 188). Nuevamente encontramos en este poblado objetos en el ámbito doméstico con una estrecha conexión con los ajuares funerarios, al igual que se ha visto en los casos contestanos. Por otro lado, la presencia de microvasos se revela con bastante claridad, al menos en el territorio de Edetania, como un indicador de actividad cultual, como se verá en los yacimientos de Castellet de Bernabé y Puntal dels Llops. La presencia de los vasos con decoración figurada de escenas de cacería, combates
Fig. 57. Planta de la casa n.º 1 de la manzana 7 de Edeta (Tossal de San Miquel de Liria, Valencia) [H. Bonet, 2010: 186, fig. 4].
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Fig. 58. «Vaso de la Danza Guerrera», procedente del dpto. 41 de la casa n.º 1 de Edeta (Tossal de San Miquel de Liria, Valencia) [H. Bonet, 1995: 175, fig. 85].
rituales y desfiles de guerreros viene a reforzar el uso de esta habitación de Edeta para actos rituales de tipo familiar (H. Bonet, 2010: 188). En la misma casa, en las estancias 42 y 46, dedicadas a la molienda, se han encontrado varios enterramientos infantiles (ibid.). En cuanto a los hogares, si bien se han documentados en las excavaciones, especialmente en las llevadas a cabo a partir de los años ’80 del siglo XX, ninguno de los conocidos ha sido identificado como ritual (H. Bonet, 1995: 360).
Fig. 59. Planta del poblado del Castellet de Bernabé (Liria, Valencia) [P. Guérin, 2003: 9, fig. 15].
El caso del Castellet de Bernabé (450-200 a.C. aprox.) resulta sumamente interesante para el conocimientos del culto doméstico en esta región, ya que se trata de un yacimiento excavado en toda su extensión y estudiado con gran detalle, de manera que las evidencias documentadas en el poblado aparecen perfectamente contextualizadas y ha sido posible realizar un completo análisis de su organización social. Se trata de un pequeño poblado (Fig. 59) dedicado a la explotación agrícola y dependiente del gran oppidum de Edeta (San Miguel de Liria, Valencia), organizado en torno a una única calle con forma de L, en cuyo codo se creaba una zona más amplia interpretada como una plaza.59 La organización religiosa en este tipo de poblados, en función de lo estudiado por Helena Bonet y
Consuelo Mata (1997: 139-140), parece responder a modelos aristocráticos en los que el gobernante aglutinaba «los cultos de todos los habitantes del caserío, puesto que los lazos de dependencia existentes entre ellos los convierte en miembros de la misma unidad doméstica».60 En coherencia con el patrón de asentamiento de la región, los cultos comunitarios se desarrollaban en el oppidum de Edeta, donde existían templos específicos para ello, o bien en lugares sagrados extraurbanos (H. Bonet y C. Mata, 1997: 140). En coherencia con esto, en el Castellet de Bernabé se ha identificado una capilla en una de las estancias (dpto. 2) que conformaban la gran Vivienda E, ubicada en la esquina noreste del poblado (Fig. 60) e interpretada como morada del gobernante. Se trata de una casa formada por cinco departamentos organizados en torno a un corredor con forma de L y que cuenta con dos accesos, uno al sur que comunica la casa con el resto del poblado y otro al noreste, que permite entrar directamente desde el exterior de la muralla y que es el más monumental. Cuatro de sus departamentos (2, 5, 9 y 22) se disponen en hilera,
59 El poblado corresponde al modelo llamado «de calle central», propio de la zona valenciana, de Aragón y de Cataluña (P. Guérin, 2003: 9).
60 Recuérdese aquí lo comentado al inicio de este capítulo al respecto de la figura «paternal» del gobernante o del aristócrata respecto de sus clientes (p. 134).
Castellet de Bernabé (Llíria, Valencia)
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de culto (2), áreas de almacenaje y transformación de la producción (5 y 9) y un androon (22) (P. Guérin, 1999: 87) que resumen en ellos los poderes político, económico y religioso que se concentraban en la figura del gobernante.62 El departamento que ha sido interpretado como capilla doméstica de la familia aristocrática (2; Fig. 61) es el primero de los colocados en hilera si se accede a la casa desde la puerta abierta en la muralla. Se encuentra además frente al departamento en el que se llevaba a cabo buena parte de la vida doméstica (1), el de mayores dimensiones de la vivienda. En esta capilla se han documentado dos fases de uso, la primera de ellas asociada a una actividad metalúrgica desarrollada en el s. V a.C., la segunda relacionada con una actividad de tipo cultual. En esta segunda fase, la habitación estaba equipada con una hornacina rectangular en el centro del muro sur; un hogar rectangular con decoración de líneas y bucles en la superficie —realizada mediante la incisión de una cuerda trenzada—, en el centro del pavimento (Fig. 62)63, y otro gran hogar delimitado por dos hileras de piedras y adobes y repleto de cenizas y carbones en la esquina suroeste (ibid.: 17-18). El hogar central presenta varias características que lo alejan de una función meramente doméstica (ibid.: 246): sus dimensiones son mayores que las de los hogares destinados a funciones culinarias, los cuales tampoco suelen estar colocados en el
Fig. 60. Planimetría de la Vivienda E del poblado del Castellet de Bernabé [P. Guérin, 2003: 9, fig. 16].
adosados al lienzo este de la muralla, mientras que el quinto (1) queda aislado en el extremo norte de la casa (ibid.: 11); en ellos se proyectaron a pequeña escala los valores propios de las aristocracias gentilicias: una zona doméstica (1)61 unida a un espacio 61 F. Prados (2006: 61-62) ha publicado recientemente una nueva lectura de este departamento, considerándolo, por
comparación con paralelos arquitectónicos tanto peninsulares como foráneos, como el espacio sagrado dentro del santuario que, en su opinión, es este edificio. Sin embargo, creemos que, en función de los materiales hallados en él y del contexto más amplio del poblado, su interpretación como una casa de prestigio es más verosímil. 62 La misma distribución y función de los espacios se halla en El Campello (Alicante), si bien a una escala completamente diferente, si se admite la función de «palacio» para el denominado «Templo A» (en torno a esta discusión véase M. Almagro-Gorbea y A. Domínguez de la Concha, 1988-1989: 366; F. Gracia et al., 1994: 93; E. A. Llobregat, 1983, 1985, 1988). Según esta lectura, El Campello constaba de un edificio con funciones representativas (el palacio), una estructura con carácter sacro (Templo B), un almacén y un edificio con funciones domésticas (T. Moneo, 2003: 120; vid sup. pp. 155-156.), de manera que en el complejo se aglutinaban todas las formas de poder asumidas por el gobernante del oppidum —político, económico y religioso—, al estilo de otras zonas del Mediterráneo (M. Bendala, 1998b: 30). En el Castellet de Bernabé, un poblado mucho más modesto, esta aglutinación se da de forma resumida en la casa del aristos, pero en ambos casos nos encontramos ante espacios en los que lo público y lo privado se entremezclan para evidenciar y legitimar la posición dominante del gobernante, a grande o pequeña escala según el caso, pero respondiendo siempre a las mismas concepciones de poder. 63 También en el poblado contestano de El Oral algunos hogares presentaban decoración incisa o mediante la presión de esteras sobre la superficie aún fresca (vid. sup. p. XX).
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Fig. 62. Dibujo del hogar central del dpto. 2 [P. Guérin, 2003: 244, fig. 305].
Fig. 61. Detalle de la planta del dpto. 2 de la Vivienda E, interpretado como capilla doméstica [P. Guérin, 2003: 17, fig. 28].
centro de la estancia; a ello se unen su forma rectangular y su decoración, únicas en el poblado, y su orientación astronómica (T. Moneo, 2003: 179). Lo complejo y cuidado de su construcción recuerda a los hogares de El Oral (P. Guérin, 2003: 246) y, especialmente, a los documentados en la zona de Languedoc (Fig. 63), interpretados tradicionalmente como hogares-altares dedicados al culto a los antepasados, herederos de una tradición griega que se introdujo presuntamente en la zona por el contacto con la población colonial de Marsella (B. Dedet et al., 1968; P. Larderet, 1957a: 69; 1957b: 32-34); sin embargo, esta función está actualmente en revisión por ser estos hogares-altares, en algunos casos, el único hogar de la vivienda64 (P. Guérin, 64
Recordamos aquí lo dicho a propósito de El Oral sobre la posible función cultual de sus hogares, compartida o no con otros usos domésticos en función de la modestia o riqueza de la casa y de la posibilidad o no de contar con más de uno. En cuanto a la discusión abierta sobre el uso de altares-hogares de Languedoc, remitimos como referencia al trabajo de J.-C. Roux y Sth. Raux (1996: 409) sobre los hogares hallados en Lattara (Lattes, Francia), en el que, sin negar un posible uso cultual para los planos y decorados, consideran que no hay evidencias suficientes para defender que esta sería su única función, ni que todos ellos tuvieran la misma.
Fig. 63. Hogar-altar de la habitación IVA de la fase II del yacimiento de La Roque (Francia). Mediados del s. IV a.C. [P. Larderet, 1957: 75, fig. 3].
2003: 246-247). La existencia de otro hogar en la esquina suroeste implica una diferente funcionalidad de ambos, habiéndose interpretado este último como un bothros (ibid.: 17-18). En cuanto a los materiales hallados en la habitación, destaca en primer lugar el elevado número de objetos con valor simbólico, bien sea intrínseco o contextual. Las cerámicas forman la mayor concentración de producciones y formas con este
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Fig. 65. Cerámica ibérica pintada con decoración floral y geométrica, hallada en el interior del dpto. 2 [P. Guérin, 2003: 20, fig. 36].
Fig. 64. Cerámica iberoturdetana (51-52) y ática (53-54) hallada en el interior del dpto. 2 [de P. Guérin, 2003: 23, fig. 39, n.º 51-54].
valor dentro del poblado —a excepción de la calle—, ocho de un total de trece (ibid.: 212). Se trata de cerámicas de importación iberoturdetanas y de barniz negro (Fig. 64), así como con decoración floral. De estos tres grupos, las cerámicas de barniz negro son especialmente significativas, pues también en otros poblados ibéricos han sido asociadas a espacios cultuales; es el caso de El Oral (San Fulgencio, Alicante), al que ya hemos aludido, y del Puntal dels Llops (Olocau, Valencia), como se verá. En cuanto al barniz rojo iberoturdetano, salvo un hallazgo aislado en el departamento 1, todos los demás proceden de los mismos contextos que las cerámicas de barniz negro, evidencia probablemente de que ambas tenían un valor simbólico similar. En cuanto a la cerámica con decoración floral (Figs. 6566), no resulta claro si se trata de piezas con carga religiosa o de prestigio pues, aunque la mayoría de los fragmentos se han hallado en la capilla, los hay también en otros departamentos de la casa, siendo esta el único contexto habitacional del poblado en el que se han documentado (ibid.). Las formas de estas cerámicas parecen tener también un valor ritual. Frasquitos y botellitas (Fig. 66) como los de este departamento han sido asociados a contextos funerarios, mientras que los microvasos con forma de oinochoes y páteras de pequeño tamaño y los
Fig. 66. Cerámica ibérica pintada con decoración floral y geométrica (30-35), entre la cual oinochoi (32-33) y un fragmento de botella (34), y vasos caliciformes (36-37) y pateritas (38-40) en cerámica ibérica lisa, entre otros [de P. Guérin, 2003: 21, fig. 37, n.º 30-40].
caliciformes responden a contextos cultuales en otros yacimientos (ibid.: 212-213). Bajo el pavimento del departamento se hallaron dos enterramientos infantiles (P. Guérin, 2003: fig. 374) y frente a la puerta los restos de un «pebetero» en forma de cabeza femenina (Fig. 67), que se cree que podría proceder de este espacio (H. Bonet y C. Mata, 1997: 138). Sobre los enterramientos infantiles bajo pavimentos de casas volveremos más adelante,65 65 La presencia de enterramientos infantiles es también un indicador de la existencia de un culto doméstico, pero en ellos nos detendremos más adelante al analizar los yacimientos de la zona catalana, pues es en ella donde se concentra la mayoría
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Fig. 67. Fragmento de «pebetero» con forma de cabeza femenina hallado en la entrada del dpto. 2 [P. Guérin, 2003: 261, fig. 328].
pero merece la pena detenerse aquí en los llamados «pebeteros».66 Los «pebeteros» aparecen de forma recurrente en todo el levante ibérico entre los siglos IV y II a.C. (a veces incluso I a.C.). Se ha planteado un origen griego o cartaginés67 y un uso local cultual asociado a la veneración de una divinidad femenina de la agricultura y la fertilidad,68 relacionada, por tanto, con el ciclo de la vida y la muerte y con el mundo funerario, bien sea en su identidad púnica (Tanit), griega (Demeter-Koré) o ibérica (?) (T. Tortosa, 2006: 49-50).69 Como objetos sacros, aparecen documende los casos. Recordemos también que, en el edificio alargado de El Oral para el que se ha propuesto un uso como templo de tradición semita, se han encontrado ánforas cortadas por la mitad usadas tradicionalmente en el mundo fenicio para enterramientos infantiles, si bien en el caso hispano no hay restos humanos asociados. 66 Entrecomillamos el término por el debate abierto en torno a la función de este tipo de objetos, sobre la cual la comunidad científica no ha llegado aún a una conclusión clara (M.ª J. Pena, 2007: 28-29). Mantenemos, por tanto, el nombre que se les ha otorgado tradicionalmente, pero entrecomillado para subrayar que se trata de un uso consuetudinario, ya que parece claro que muchos de los objetos peninsulares de este tipo no pudieron tener la función de pebeteros al no presentar huellas de fuego. 67 M.ª J. Pena (2007: 18) abogaba recientemente por un origen griego y una difusión cartaginesa. 68 Volviendo a las propuestas de uso que se han realizado para estos objetos, conviene traer aquí a colación la realizada por Joaquín Ruiz de Arbulo (1994: 164-165), quien considera más acertado denominarlos kernoi, pues muchos de ellos no presentan restos de cremación en su interior que permitan interpretarlos como pebeteros y tanto la funcionalidad del kernos como su significado en el contexto del culto a la diosa parecen aplicables a muchas de estas piezas. 69 Se han realizado diversas propuestas de interpretación para las figuras representadas en estos «pebeteros» (M.ª C.
Fig. 68. «Pebetero» con forma de cabeza femenina del depósito de Camarles (Museo de Reus). Propuesta de uso de este tipo de piezas como imágenes de la divinidad y receptoras a la vez de las ofrendas que se le consagran [J. Ruiz de Arbulo, 1994: 165, fig. 8].
tados en santuarios, necrópolis y espacios urbanos, donde se han hallado en templos, pero también en contextos de vivienda, como en el Castellet de Bernabé. En el contexto doméstico, los «pebeteros» se han interpretado como representaciones de la divinidad en los altares y capillas domésticos, que recibían en su interior las ofrendas de la familia (Fig. 68; J. Ruiz de Arbulo, 1994: 159). En función de esta interpretación, debe considerarse a estas piezas por sí solas como indicadores de la existencia de un culto doméstico en las casas en las que se han documentado, como es el caso de esta vivienda aristocrática del Castellet de Bernabé. Marín, 2004: 330-331; J. Ruiz de Arbulo, 1994: 167-168, entre otros). Sin embargo, en el estado actual del conocimiento de la religión ibérica creemos que lo más apropiado es dejar la cuestión abierta, tal y como la plantea T. Tortosa.
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Trinidad Tortosa (2006: 50) pone además el acento en otro dato interesante en relación con estos «pebeteros» y es el hecho de que parecen ser «un signo de adopción de cultos y objetos mediterráneos, destinados a fines cultuales ibéricos». Su extensión por el sureste peninsular, seguramente durante el período de presencia bárquida, implica «un reconocimiento del código iconográfico que estas piezas exhibían», aunque no seamos capaces de establecer el grado de sincretismo que supuso su implantación en la zona.70 Estos «pebeteros» son, por tanto, una evidencia de que el culto doméstico existente en esta región peninsular ante la llegada de los romanos estaba formado por una amalgama de creencias y símbolos tanto propios como adoptados por el contacto con poblaciones foráneas, en una mezcla en la que los ingredientes son difíciles de separar, pues no es fácil, en el estado de conocimiento actual, establecer en qué y cómo se produjeron los posibles fenómenos de sincretismo como el que presentan estos «pebeteros». Lo que sí resulta claro es que muestran un panorama religioso complejo en el ámbito de la casa al que, con seguridad, se unieron y no suplantaron los nuevos influjos itálicos, algo que se valorará en el capítulo VI. El resto de materiales del departamento responde en su mayoría a actividades de tipo femenino (fusayolas, pesas de telar…), si bien debe señalarse también el hallazgo de aperos de labranza y, especialmente, el de un fragmento de empuñadura de caetra (Fig. 69) (P. Guérin, 2003: 23-24). La predominancia de materiales «femeninos» ha llevado a vincular especialmente el culto de esta estancia con las mujeres de la familia (ibid.: 334), que tendrían una gran presencia y peso en la casa, pues se han cuantificado, en función de los telares documentados, al menos cuatro mujeres adultas (P. Guérin, 1999: passim). Nos encontramos, por tanto, ante la capilla doméstica de la familia que gobernaba el pequeño poblado del Castellet de Bernabé, la cual no debía de ser mononuclear sino que respondía al modelo de familia extensa, formada por varias generaciones y ramas colaterales (ibid.: 92). El equipamiento y los materiales hallados en la capilla parecen remitir a un culto de tipo gentilicio dedicado a los antepasados y 70 Recientemente se ha encontrado en Cartagena una pieza de piedra similar a estos pebeteros de terracota, aunque más esquemática (J.M. Noguera y M.ª J. Madrid, 2013: 508). La procedencia del hallazgo, así como su cronología (último cuarto del s. III a.C.) refuerzan la relación de estas piezas con tradiciones cartaginesas de época de los Barca. Además, esta pieza carece de huellas de fuego pero presenta pequeños orificios en la parte superior para la colocación de ofrendas, de forma similar a como se representa en la Fig. 68.
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Fig. 69. Fragmento de empuñadura de caetra hallado en el dpto. 2 [P. Guérin, 2003: 24, fig. 40 (63)].
a una diosa de carácter agrícola, posiblemente tutelar de la familia, aunque no tenemos datos de ello. El culto se centraba, por tanto, en los elementos que garantizaban la continuidad de la familia en el poder: por un lado, la veneración de las fuerzas —los antepasados— que sancionan el mantenimiento del poder en manos de la familia y que reforzaban su cohesión interna y con los demás miembros de la comunidad; por otro la propiciación de una divinidad agrícola de la que dependía la continuidad de la familia y de la comunidad mediante el éxito de las cosechas. Este caso del Castellet de Bernabé nos pone, sin embargo, ante una pregunta fundamental a la hora de valorar el culto doméstico de las sociedades iberas: ¿nos encontramos ante un culto y un espacio restringidos a la familia que vivía en esta casa o abierto a toda la comunidad? (H. Bonet y C. Mata, 1997: 140). Parece que su ubicación dentro de un espacio doméstico subraya la vinculación del culto con la familia en el poder, pero precisamente lo destacado de la casa y el papel de sus moradores en el grupo social le confieren un carácter gentilicio y, por tanto, comunitario. Para Arturo Ruiz (1998: 297), la separación de los departamentos que conforman la casa del resto del poblado, creando una vivienda aislada, y la inclusión en ella del espacio de culto
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Fig. 70. Planta de los dptos. 3 y 8 del Castellet de Bernabé [P. Guérin, 2003: 41, fig. 65].
supone, por un lado, la ruptura de la igualdad social que hasta ese momento (finales del s. III a.C.) habría caracterizado el grupo y, por otro, «una verdadera privatización espacial del culto a los antepasados del grupo, de tal modo que todos los habitantes de Castellet estuvieron obligados a entrar en la casa del patrono para encontrarse con sus ancestros». Pero resta aún valorar otros posibles testimonios de culto doméstico en el poblado, que matizan la visión dada por la capilla de la vivienda principal. El departamento 3 (Fig. 70), adyacente a la gran vivienda aristocrática, se encuentra en el sector oeste del poblado y forma una unidad doméstica con el 8 (P. Guérin, 2003: 264). Destaca la alta concentración de hogares (tres) y de cerámica de cocina en su interior, que conviven con un conjunto de materiales de gran riqueza (ibid.), entre los que destacan algunas de esas cerámicas a las que, ya en relación con la capilla doméstica de la vivienda principal, se les ha dado un valor simbólico, como las de barniz negro, las de barniz rojo iberoturdetanas y un fragmento de vaso esquifoide ibérico que es único en el poblado (ibid.: 212). La riqueza de estos materiales ha llevado a proponer que casas como esta demuestran la existencia de
una gradación social más compleja que la simple aristócrata-clientela (ibid.: 264) e incluso la posibilidad de que la familia que vivía en la casa 3-8 tuviera una especial vinculación con el gobernante (P Guérin, 1999: 96). En el ángulo norte de este departamento se ha hallado un enterramiento infantil (Figs. 71-73), como ocurre también en la capilla de la vivienda principal. El recién nacido fue enterrado con ajuar, como ocurre solo en el espacio doméstico (dpto. 1) de la casa principal, y siguiendo una determinada estructura en la deposición, lo cual ha llevado a pensar que, a diferencia del resto de enterramientos del poblado, los de estos departamentos (3 y 1) podrían ser la muestra de que, a partir de una determinada edad (5-7 meses para el caso del dpto. 3), los niños accedían al mundo funerario adulto, adquiriendo el derecho de ser enterrados con un cierto ritual (P. Guérin, 2003: 332). En este sentido, algunos de los adornos personales que forman parte del ajuar se han interpretado como posibles equivalentes ibéricos de las bulas que los niños romanos recibían al ser reconocidos como miembros de la familia por el paterfamilias (P. Guérin et al., 1989: 68).
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Fig. 71. Enterramiento infantil en el interior del dpto. 3 [P. Guérin et al., 1989: 65, fig. 1]. Fig. 73. Ajuar del enterramiento infantil: aro de bronce (a), alcotana en miniatura (b), caracol marino (c), campana (d), objetos de bronce y madera no identificados (e) y fragmento de tobillera de hierro (f ) [P. Guérin et al., 1989: 68, fig. 3].
Fig. 72. Restos óseos y ajuar en su disposición original [P. Guérin, 2003: 332, fig. 376].
En cuanto al significado que tuvieron estas inhumaciones infantiles en espacios domésticos,71 tan generalizadas en algunas zonas del mundo ibérico, la discusión sigue abierta, con opiniones que van desde su interpretación como sacrificios rituales hasta meras evidencias de la alta mortalidad infantil 71 En el Castellet de Bernabé se han documentado hasta veinte enterramientos infantiles, un buen número de ellos en la Vivienda E (T. Chapa, 2008: 626-627).
(P. Guérin, 2003: 331; vid. inf. p. 199). En el caso concreto del Castellet de Bernabé parece que la coincidencia de la fecha de la construcción del dpto. 3 con la del ajuar (primera mitad del s. IV a.C.) indica una naturaleza de rito fundacional para este enterramiento (P. Guérin et al., 1989: 65). En el resto de viviendas del poblado, entre nueve y once (ibid.: 95), no se han documentado testimonios de actividad ritual. Sin embargo, Pierre Guérin (1999: 94-95) reconoce que ello no significa que no existiese sino que es solo una muestra de la polivalencia de los espacios en las casas más modestas y le confiere al hogar un valor simbólico destacado, resaltando el mantenimiento de su posición en las estancias a través de sus diferentes fases (P. Guérin, 2003: 259), algo que ocurre también en otros yacimientos como El Oral. Esta propuesta del uso de los hogares domésticos como altares implicaría la existencia en el Castellet de cultos a escala estrictamente familiar y de otro culto que, estando también asociado a la familia en el poder y ubicado en una casa, trascendería lo doméstico y, por su carácter gentilicio, actuaría como aglutinante de la comunidad. La interpretación de los hogares como altares presenta, sin embargo, dudas, como se ha visto, máxime cuando por ser este solo un posible uso no quedan testimonios concretos del mismo. El mayor apoyo para esta interpretación reside en el propio valor sacro que el fuego tenía entre las sociedades mediterráneas antiguas (vid. sup. p. 57).
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Fig. 74. Planta del poblado del Puntal dels Llops (Olocau, Valencia) [H. Bonet y C. Mata, 2002: 9, fig. 5].
Puntal dels Llops (Olocau, Valencia) El Puntal dels Llops (Fig. 74) (fin. s. V-ppios. s. II a.C.) forma parte de los pequeños asentamientos denominados con el término de fortín en el entorno de Edeta (C. Mata, 2001: 258). A pesar de sus reducidas dimensiones, este yacimiento ha proporcionado un amplio conjunto de materiales que pueden relacionarse con prácticas de culto doméstico. En este sentido, destacan varios departamentos del poblado, concretamente los n.º 1, 3, 4 y 14. El departamento 1 (Fig. 75) presenta una serie de características únicas que han llevado a plantear su uso como lugar de culto y de reunión del grupo (H. Bonet y C. Mata, 2002: 219). De planta rectangular, ocupaba un espacio central en el poblado, ubicado entre los dptos. 2 y 8. En el interior, al cual se accedía bajando dos escalones, se documentó un suelo de tierra apisonada, bajo el que apareció una capa de cerámicas que actuaba como base aislante; sobre este suelo, abundantes restos de estera trenzada hacen suponer que toda la estancia estuvo alfombrada. El único equipamiento que presenta es un enlosado en el ángulo noreste con forma de cuarto de círculo, que ha sido interpretado como base de un hogar (ibid.: 38-39) con posible función ritual (ibid.: 116). Bajo el pavimento se ha hallado una olla cerámica con restos de vid carbonizada dentro, tal vez una ofrenda fundacional. También bajo el suelo de uso se encontró el único enterramiento infantil del poblado (H. Bonet, 2010: 192), un recién nacido inhumado y colocado directamente sobre la tierra (H. Bonet y C. Mata, 2002: 39). Puesto que se trata del único enterramiento infantil del poblado, se ha puesto en
conexión con el significado ritual del departamento, bien como personaje que por su prestigio fue elevado al rango de divinidad, convirtiéndose en el protector de la actividad cultual desarrollada en el recinto, o bien como ofrenda fundacional de este en tanto que espacio cultual (ibid.: 40). Los materiales hallados en el departamento (Fig. 76) forman, con diferencia, la concentración más alta de objetos de prestigio del poblado. La aparición en los estratos de derrumbe hace suponer su colocación en repisas y hornacinas en la pared, o bien en el piso superior del edificio. Al juego de objetos de prestigio que se han hallado —ponderales y platitos de balanza, recipientes cerámicos de importación, llave, inscripción en griego— hay que sumar la presencia destacada de elementos rituales y litúrgicos: un asador de bronce, una sítula, gutti, microvasos, jarras de libaciones, ungüentarios, cerámica de barniz negro, una lucerna,72 kernoi, cabecitas votivas de terracota y tres «pebeteros» con forma de cabeza femenina (Fig. 77), similares al hallado en la capilla de la vivienda principal de Castellet de Bernabé (ibid.: 42). La presencia de fusayolas y recipientes de almacenaje se ha interpretado como la evidencia de una actividad doméstica en este espacio, que ha sido considerado junto con el dpto. 4 como la residencia de la familia de mayor rango del poblado, con funciones 72 En relación con el valor litúrgico de las lucernas en el mundo ibérico y, concretamente, en esta zona, dice H. Bonet (1995: 390): «Las lucernas ibéricas son escasas en los poblados ibéricos y, en concreto, en la zona del Camp de Túria se han hallado en contextos de carácter religioso, como son el templo de Sant Miquel o la capilla doméstica del Puntal dels Llops, junto con otros objetos rituales. Las piezas ibéricas que sustituirían funcionalmente a la lucerna serían las pateritas y las lucernas tipo V.6.7».
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a)
b) Fig. 76. Materiales hallados en el interior del dpto. 1, entre los cuales dos cabezas votivas en terracota [a) H. Bonet, 2010: 191, fig. 9; b) H. Bonet y C. Mata, 2002: 42, fig. 44].
Fig. 75. Planta del dpto. 1 del Puntal dels Llops y ubicación en el poblado [H. Bonet y C. Mata, 2002: 40, fig. 42].
Fig. 77. «Pebeteros» con forma de cabeza femenina en terracota, hallados en el dpto. 1 [H. Bonet y C. Mata, 2002: 164, fig. 179].
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Fig. 79. Materiales cerámicos del dpto. 14 [H. Bonet y C. Mata, 2002: 85, fig. 99; 86, fig. 100].
Fig. 78. Planta del dpto. 14 del Puntal dels Llops y ubicación en el poblado [H. Bonet y C. Mata, 2002: 84, fig. 98].
de reunión de la comunidad y de desarrollo del ritual doméstico (ibid.). El departamento 14 (Fig. 78) se encuentra en el extremo del ala izquierda del poblado, en la hilera este de habitaciones, haciendo esquina con el corredor de acceso y la calle central. Se trata de un espacio rectangular de 15 m2, pavimentado con tierra apisonada de color blanquecino sobre una capa de piedras de nivelación. Junto a la puerta y pegado al muro de fachada se colocó un hogar lenticular —el único con esta forma en el poblado—, construido con una capa de arcilla, rubefactada por el uso (ibid.: 84). Los materiales hallados (Fig. 79), la mayoría en torno al hogar, son fundamentalmente domésticos; sin embargo, se ha encontrado una gran concentración de
cabezas votivas (Figs. 80-82) —cinco reconstruidas y fragmentos de otras tres o cuatro— que, por sus rasgos diferenciados, han querido interpretarse como las representaciones de oferentes o las imágenes de antepasados venerados a través de ellas (H. Bonet y C. Mata, 1997: 137). Junto a estas piezas rituales, otras como microvasos (platitos, pateritas y caliciformes), un biberón y una lucerna completan el conjunto de uso litúrgico. Los materiales hallados en este espacio han llevado a sus excavadoras a interpretarlo como un ambiente «doméstico y privado, en donde se realizaban ceremonias de carácter religioso» de veneración a los antepasados y dioses del hogar y que es, al menos en la última fase del poblado, la evidencia clara de «la importancia que tuvieron los cultos y la religión en la vida cotidiana ibérica» (H. Bonet y C. Mata, 2002: 87). Los restos de fauna (dos conejos y dos cerdos) y las ollas que se han encontrado junto al hogar del departamento deben de ser los restos de banquetes
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Fig. 80. Cabezas votivas de terracota halladas en el dpto. 14 [H. Bonet y C. Mata, 2002: 86, fig. 101].
Fig. 82. Cabeza votiva femenina del dpto. 14 [H. Bonet y C. Mata, 2002: 163, fig. 178].
Fig. 81. Cabeza votiva masculina del dpto. 14 [H. Bonet y C. Mata, 2002: 163, fig. 177].
rituales asociados a este culto doméstico (H. Bonet, 2010: 192), como ocurre en otros contextos domésticos iberos donde los depósitos faunísticos fueron realizados de manera claramente ritualizada (vid. inf.). Además de los dos departamentos ya descritos, destacan el 3 y el 4 por la presencia en su interior de terracotas votivas. El primero de ellos (Fig. 83) se encuentra en la zona central del poblado, en el lado oeste y muy cercano al dpto. 1. Como la mayoría de los espacios de este poblado, se trata de una habitación rectangular, de 21,5 m2, pavimentada con tierra batida y dividida, en este caso, en dos estancias en profundidad, sobre las cuales se desarrollaba un segundo piso (ibid.: 51). El único equipamiento que presenta el departamento es un banco corrido en la habitación delantera, mientras que carece de hogares y molinos. Entre el material hallado destaca la alta concentración de cerámica de barniz negro y de imitación —la mayor de todo el poblado en ambos casos—, así como la presencia de huesos calcinados y cerámicas deformadas y vitrificadas por la acción del calor, pero lo más interesante es la presencia de varias figuritas de terracota (Fig. 84) junto al muro
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Fig. 84. Algunos de los materiales hallados en el dpto. 3, entre los cuales fragmentos de figuritas antropomorfas y cabecitas votivas en terracota [H. Bonet y C. Mata, 2002: 55, fig. 58].
Fig. 83. Planta del dpto. 3 del Puntal dels Llops y ubicación en el poblado [H. Bonet y C. Mata, 2002: 52, fig. 55].
divisorio del espacio (ibid.: 52). Si tenemos en cuenta la afirmación realizada por Helena Bonet y Consuelo Mata (1997: 119-120) sobre la función de las terracotas como indicadores de culto en sí mismas, debemos interpretar su presencia en este departamento de Puntal dels Llops como la evidencia del desarrollo de una actividad ritual en él, la cual compartió es-
pacio con otras domésticas, como la hilatura o la transformación de alimentos. La documentación en este departamento de la mayor concentración de cerámica de barniz negro del poblado resulta también significativa en este sentido. El departamento 4 (Fig. 85) se adosa por el norte al n.º 3 y forma, por tanto, parte de la hilera de habitaciones colocada al oeste de la calle central. Se trata de un espacio rectangular de 18 m2, con dos pisos; el inferior conserva aún restos de enlucido en el alzado, así como de estera en el suelo, parte de un posible alfombrado parcial de la habitación. Adosado a la pared oeste aparece un banco corrido y repartidos por toda la habitación varios molinos, completos o fragmentados (H. Bonet y C. Mata, 2002: 57). La gran cantidad de materiales hallados en este departamento lo convierten en uno de los más ricos del poblado y en él se han documentado todas las actividades propias de una vivienda, en la que solo parece faltar la presencia de un hogar (ibid.: 68). El hallazgo de varios fragmentos de, al menos, dos cabecitas de terracota (Fig. 86) hace suponer, en función de lo dicho también para el departamento 3, que la actividad cultual formaba parte de las desarrolladas en este espacio. Por tanto, en el Puntal dels Llops se han hallado diferentes objetos de terracota, todos con una función votiva. Se trata de tres pebeteros con forma de cabeza femenina, hallados en el dpto. 1; tres figuritas de terracota, halladas en el dpto. 3, y 14 cabezas votivas, además de fragmentos de otras en número indeterminado, documentadas principalmente en los dptos. 1 y 14, pero también en el 4 (H. Bonet y C. Mata, 2002: 163). La frecuencia de la presencia de estas terracotas votivas en el ámbito doméstico del Puntal
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Fig. 86. Fragmentos de cabecitas votivas de terracota hallados en el dpto. 4 [H. Bonet y C. Mata, 2002: 67, fig. 72].
Fig. 85. Planta del dpto. 4 del Puntal dels Llops y ubicación en el poblado [H. Bonet y C. Mata, 2002: 57, fig. 61].
dels Llops, así como su hallazgo en otros yacimientos de la zona como Edeta o el Castellet de Bernabé ha llevado a plantear la hipótesis de la existencia de altares domésticos en las casas de la región edetana, como una parte más de la expresión religiosa, algo
que se documenta también en Aragón y Cataluña (H. Bonet y C. Mata, 1997: 137). En los «pebeteros» y en las figuritas de terracota no nos detendremos, pues lo hemos hecho ya; diremos únicamente que, de los pebeteros, dos son importados y otro una imitación local, y, de las figuritas, dos representan a hombres desnudos y la tercera a una mujer. En cuanto a las cabezas de terracota votivas, puede resultar interesante comentar brevemente su caracterización. Se trata de piezas realizadas a molde, presionando la parte interior hueca para que tomaran forma; el cuello adquiría una forma acampanada para servir como base de apoyo, mientras que la parte trasera, sin modelar, tenía en ocasiones orificios de aireación o de seguridad. Se trata de piezas policromadas, con elementos realizados a mano y añadidos con posterioridad al moldeado, como las orejas y los tocados (H. Bonet et al., 1990: 185-186). Las diferencias que se aprecian entre unas y otras han permitido distinguir entre cabezas masculinas y femeninas, en función del color de la piel, de los labios y del tocado (H. Bonet y C. Mata, 2002: 163). Su cronología abarca, en el Puntal dels Llops, desde finales del s. III hasta comienzos del s. II a.C. Respecto a su origen, parece que derivan de un modelo mediterráneo occidental de tradición griega, evolucionado en la Península Ibérica en función de las tradiciones locales, que marcan la vestimenta o el tocado, y con influencias púnicas en elementos como las orejas o los pendientes; de manera que los ejemplares peninsulares son un híbrido entre tradiciones foráneas de distinta índole y locales (H. Bonet et al., 1990: 188-189). Se trata de piezas con una función religiosa, como parece demostrar el
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hecho de que se hayan hallado en contextos de templos, funerarios y domésticos; el significado concreto en cada caso debió de variar, de manera que en el doméstico han sido interpretadas como objetos de culto y, concretamente para las piezas del Puntal dels Llops, como imágenes de los antepasados, lo cual podría venir avalado por la singularidad de cada pieza en cuanto a indumentaria, tamaño y rasgos faciales (ibid.: 189). Tanto los contextos propios de estas piezas como su funcionalidad, significado e incluso técnica de fabricación, acercan estas cabezas a los «pebeteros» con forma de cabeza femenina hallados en este y otros yacimientos (ibid.: 190). Interesante resulta también que, con la excepción del dpto. 14, estas piezas se encuentren en los departamentos de la zona central oeste del Puntal dels Llops, algunos de los cuales considerados entre los más destacados del yacimiento. En concreto, el departamento 4 parece ser la morada del dirigente del poblado, pues a lo sobresaliente de los materiales y de las actividades realizadas en él hay que sumar la presencia de una panoplia completa de jinete y caballo, signo inequívoco de prestigio entre las sociedades iberas como muestran tanto los ajuares de las tumbas como la iconografía de las cerámicas. Esto parece demostrar que el gobernante del poblado, representante del poder edetano en él, debió de ser un aristócrata asociado a la posesión de un caballo (H. Bonet y C. Mata, 2002: 219), que habitó este fortín junto con su familia y sus clientes (ibid.: 220). En este contexto social es en el que se ha interpretado la existencia de una capilla doméstica (dpto. 14) y de un espacio de reunión y de culto con un carácter más público (dpto. 1) (ibid.: 219). Quizá más correcto sería hablar, en el caso del departamento 14, de una vivienda con actividad cultual en el interior, como ocurre también en los departamentos 3 y 4, si bien, en el caso del Puntal dels Llops, hablar de viviendas refiriéndonos a un solo departamento resulta impreciso, como ya se ha dicho (ibid.: 218-219). Por otro lado, que el fortín estuviese habitado únicamente por la familia gobernante y su clientela deja poco margen de diferenciación entre el culto doméstico y el público, pues la clientela debió de ser, en cierto modo, parte de la familia, de manera que en este caso la línea entre culto público y privado es aún más difusa que en otros, razón por la que hemos incluido el departamento 1 en nuestro discurso. Las manifestaciones más privadas de los departamentos 3, 4 y 14 parecen, por el carácter de estos espacios, ligadas directamente a la familia gobernante, de manera que, en el Puntal dels Llops el culto doméstico parece haber estado
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restringido a la élite, aunque el resto de la población pudiese asistir a él, probablemente de manera pasiva, en un espacio como el departamento 1.
Kelin (Los Villares, Caudete de las Fuentes, Valencia) Se trata de un gran asentamiento, lugar central, al igual que Edeta, de un extenso territorio dentro de la región edetana, con una amplia cronología que abarca desde el s. VII al I a.C., si bien se han documentado materiales hasta época islámica. En el interior han sido identificadas varias viviendas, de las cuales la n.º 1 (Fig. 87) resulta especialmente interesante por la existencia de posibles evidencias de culto doméstico en su interior. Se trata de una construcción formada por varios departamentos y organizada en su núcleo original en un amplio recinto cuadrangular dividido en dos sectores rectangulares comunicados entre sí por un vano en el centro de la pared medianera (C. Mata, 1991: 23), que en un momento posterior (s. III a.C.) se dividieron en ambientes diversificados. La casa contaba con dos accesos, ambos en la fachada principal; uno de ellos, por sus dimensiones y por la presencia de rodadas en la calle, se ha interpretado como un acceso para carro (ibid.), algo ya visto para otros poblados ibéricos y estrechamente vinculado con una posición social de prestigio de su morador. De los dos departamentos de mayores dimensiones destaca el 14a por la disposición y por el equipamiento, pues tenía en el centro un posible hogar rectangular de grandes dimensiones, así como por los materiales, ya que en ella se encontraron cuatro de los siete vasos de importación documentados en la casa (ibid.), todos de cerámica de barniz negro y ubicados en las cercanías del hogar (P. Guérin, 2003: 283). Por estos motivos, se ha interpretado esta estancia como la principal de la casa y se ha planteado la posibilidad de que se llevase a cabo algún tipo de culto doméstico en ella (ibid.: 283). En la misma vivienda llama la atención una habitación (1a) de menores dimensiones al fondo del dpto. 14a. El acceso debió de estar a un nivel superior a los del resto de la casa, ya que carece de umbral, razón por la que se desconoce si se abría al espacio 14a o a la calle trasera.73 El pavimento estaba realizado con 73 Un caso similar de estancia sin acceso aparente lo tenemos en el edificio singular de La Quéjola, al cual se accedía por el tejado (J. Blánquez, 1996: 164). Lo mismo ocurre en Alorda Park con uno de los espacios singulares del período IIb (habitación AH de la casa 203), del cual se hablará.
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lectura sacra de algunos de los elementos de la casa, pero la falta de más datos por el momento nos lleva a ser cautos con el caso de la vivienda n.º 1 de Kelin.
Ilercavones La Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona)
Fig. 87. Planta de la casa n.º 1 de Kelin (Los Villares, Caudete de las Fuentes, Valencia) [H. Bonet y P. Guerin, 1995: 94, fig. 10].
tierra de color amarillento y el interior estaba equipado con un banco corrido que rodeaba parcialmente la estancia. Ha aportado un número considerable de materiales en relación con su tamaño, además de muy variados: recipientes de importación, un platillo de balanza, pasta vítrea, vajilla de mesa, un lingote de hierro, un ánfora completa, etc. Además de esto, se encontró una olla con un enterramiento infantil en el interior, incrustada en el banco (C. Mata, 1991: 23). La dignidad de esta casa y la posición social destacada de la familia que la habitaba parece demostrada, no solo por estos ricos materiales, sino por el acceso para un carro en uno de los departamentos principales (13a), así como por la gran capacidad de almacenaje que demuestran sus materiales, lo cual ha llevado a pensar que pudo pertenecer a un gran propietario agrícola (C. Mata et al., 2001: 80). En cuanto a la existencia de una posible actividad cultual en ella, propuesta por Pierre Guérin, la ecuación hogar más cerámica de barniz negro en un mismo departamento hace pensar en su existencia, pues parece cumplirse también en posibles capillas domésticas de otros yacimientos de la zona (Castellet de Bernabé, Puntal dels Llops…); sin embargo, se ha comentado ya que las extrapolaciones en materia de culto doméstico son arriesgadas en función del conocimiento que se tiene actualmente, pues los mismos materiales o equipamientos pudieron variar sustancialmente de significado en función del territorio y de la época. La presencia de una estancia tan singular como la pequeña habitación cerrada al fondo de la casa, con un enterramiento infantil y algunas cerámicas de prestigio en su interior, podría avalar una
La Moleta del Remei (med. s. VII-fin. s. II a.C.), situada en la región ilercavona, es un yacimiento fortificado en colina que dependió, en la fase más antigua (s. VII-primer cuarto del s. VI a.C.), del poblado ubicado en Sant Jaume-Mas d’en Serra y, a partir del s. III a.C., de la capital de la región, la Tyrichae o Hibera de las fuentes (F. Gracia et al., 2006: 29-30); en el período intermedio formó parte de una zona con asentamientos atomizados e independientes entre sí. En este asentamiento (Fig. 88) se han identificado varios espacios con materiales y equipamientos singulares, que se han interpretado como lugares destinados a rituales domésticos, vinculados posiblemente a los diferentes grupos familiares. En la primera fase de ocupación del poblado (s. VII-ppios. s. VI a.C.) se ha identificado ya un espacio con actividad ritual. Se trata de una habitación (7) ubicada en el anillo de casas adosadas a la muralla, en la parte central del lado este. Su planta (Fig. 89) es rectangular, con una distribución interna en dos ambientes divididos por dos muretes que definen un área de vestíbulo irregular y una habitación cuadrangular (F. Gracia y G. Munilla, 1993: 217). En la parte delantera de la habitación cuadrangular, cercano a los muretes divisorios, se ha documentado un hogar circular con reborde de arcilla y superficie interna de tierra rubefactada; más al fondo, una estructura de combustión de planta rectangular delimitada por paredes de piedra ha sido interpretada como un horno o un altar;74 adosada al muro norte del recinto, a la altura del hogar circular, se ha hallado además una posible cista de planta rectangular y construida con lajas de piedra, en cuyo interior, bajo una tapa realizada con un lingote de plomo, había restos faunísticos, material fenicio y cerámica a mano informe (ibid.: 217-218). Los restos de fauna pertenecen a un ovicáprido (patas y cráneo) y a un Bos Taurus (costilla). Junto a la cista se documentó también el sacrificio de un ovicáprido joven, del que se enterraron las extremidades y el cráneo sin descarnar o cocinar en 74 En las lecturas más recientes del espacio se ha propuesto su uso como horno metalúrgico (F. Gracia et al., 2006: 39).
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Fig. 88. Planta del poblado de la Moleta del Remei (Alcanar, Tarragona) [F. Gracia et al., 2006: 15].
un acto cuyo significado se desconoce (¿ritual, fundacional, sustitutivo?) (F. Gracia y G. Munilla, 1993: 218, n. 41). Además de estos depósitos faunísticos, en el ángulo noroeste de la estancia se documentó una inhumación primaria de un niño de unos ocho meses y medio de edad, colocado en un hoyo excavado en el pavimento de la sala y cubierto con losas planas (ibid.: 218). El carácter público o privado de esta habitación no está claro, como muestra su identificación a la vez como parte de las construcciones de carácter comunitario y de las viviendas del poblado (F. Gracia et al., 2000: 64-65). Si bien el equipamiento y los restos de enterramientos hacen de este un espacio singular al interior, no hay indicios al exterior que lo diferencien del resto del poblado, de manera que los datos de los que se dispone pueden ser esgrimidos tanto para su uso como espacio comunitario como para el de espacio doméstico destacado. Aquí optamos por la segunda opción, pues no encontramos elementos de peso que identifiquen la habitación 7 como un espacio comunitario. En esta misma fase del asentamiento se documentan actividades de tipo ritual en otras habitaciones del poblado. En varias de ellas (62, 63, 67 y 70) se ha hallado una valva de molusco colocada en el centro de las capas de solera de sus hogares.75 En cuanto a Fig. 89. Planta del ámbito 7 de la Moleta del Remei. 1. Cista ritual; 2. Hogar; 3. Horno o altar; 4. Restos de ovicáprido; 5. Enterramiento infantil [F. Gracia y G. Munilla, 1993: fig. 1].
75 Esta práctica se ha documentado también en los yacimientos de Penya del Moro (Sant Just Desvern, Barcelona), Turó dels Dos Pins (Cabrera de Mar, Barcelona) y la Illa d’en Reixac (Ullastret, Barcelona).
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los depósitos faunísticos, además de en la habitación que se acaba de analizar, se han documentado en la n.º 66. Lo mismo ocurre con las inhumaciones infantiles, halladas también en la habitación 67, en el interior de un banco corrido (ibid.: 65). Los enterramientos infantiles parecen no ser una práctica ritual generalizada en el caso de la Moleta del Remei, sino más bien específica de un grupo social concreto, el cual mantuvo a lo largo del tiempo el mismo uso para los espacios en los que se realizaron estas inhumaciones, como demuestra su recurrente utilización como lugares con este fin. En cuanto a los individuos enterrados, desde fetos a término hasta bebés de unos cuatro meses, no responden a muertes violentas o de tipo sacrificial, sino naturales (ibid.). Ya en las fases plenamente ibéricas del poblado, se documenta este tipo de práctica en la habitación (8) adosada por el norte a la que ya se ha analizado para el período anterior (7). En este caso, el niño fue depositado en posición fetal dentro de una pseudocista de planta rectangular, colocada bajo el pavimento en la parte central de la habitación (C. Belarte y J. Sanmartí, 1997: 15). En el mismo anillo de casas adosadas a la muralla en el que se encuentran las estructuras a las que ya nos hemos referido, pero en este caso en el lado norte, otra habitación (67) presenta evidencias de actividades relacionadas con las creencias de sus moradores (Fig. 90). El espacio estaba compartimentado en una primera estancia que actuaba como vestíbulo y zona de tejido y molienda y dos espacios traseros con funciones de almacén y sala principal de la vivienda. En esta última, en la mitad delantera y junto al vano de acceso, se ha documentado un hogar circular con una valva de molusco en el centro. En el banco corrido adosado a la pared de fondo se hallaron además siete enterramientos infantiles76 (F. Gracia et al., 2006: 40-41). Hay, finalmente, un último espacio en el que se han documentado enterramientos infantiles. Se trata de una habitación (17) ubicada también en el anillo de casas adosadas a la muralla, en el lado sur. 76 La conjunción de hogares y enterramientos infantiles o depósitos de fauna en un mismo espacio doméstico, como se ve en la Moleta del Remei, es relativamente frecuente. Sin embargo, H. Bonet (2010: 185) señala que esto no es una evidencia inequívoca de que se tratara de espacios de culto. Los enterramientos y los depósitos son frecuentes en la zona catalana e indican una práctica religiosa pero no que el lugar en el que se encuentran fuera de culto; sobre la dificultad de interpretar el uso estrictamente ritual de los hogares se ha hablado ya. Por tanto, es necesario contar con más indicadores para extrapolar el carácter religioso de estos hallazgos a la estancia en la que se encontraban.
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Fig. 90. Restitución del ámbito 67 de la Moleta del Remei [F. Gracia et al., 2006: 40].
En la fase más antigua (ss. V-IV a.C.) presenta un interior muy cuidado, en el que destacan tanto el pavimento de tierra batida como el hogar cuadrangular, por la calidad de su ejecución. En el ángulo noroeste, en el interior de una fosa común excavada en el suelo y delimitada por piedras, se hallaron cinco inhumaciones infantiles de fetos y recién nacidos, cubiertas por dos grandes lajas a modo de tapadera. Dichas inhumaciones fueron realizadas en épocas diversas, como demuestran las diferentes capas del pavimento de la estancia, resultado de su refacción tras cada nueva inhumación. Por otro lado, el análisis de los huesos ha puesto de manifiesto una selección de las partes enterradas, consecuencia, posiblemente, de que se trataba de deposiciones secundarias. La ausencia de ajuar se explica posiblemente por la corta edad de los individuos enterrados, que debieron de morir antes de tener derecho a cualquier tipo de objeto personal77 (F. Gracia et al., 1989: 135-142). En función de todas estas evidencias, los excavadores del poblado han preferido interpretar este espacio, no como una casa, sino como un espacio de culto (ibid.: 18), si bien Helena Bonet (2010: 185) considera que no hay evidencias suficientes para considerar que el espacio 17 tuviera una función cultual. Otra habitación con una posible actividad cultual es la 52, que pudo compartir esta función con la doméstica, sin que ninguna de las dos haya sido 77 En relación con esto, recuérdese lo dicho para el caso de las inhumaciones con ajuar del Castellet de Bernabé p. 167.
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Fig. 91. Planta de la fase I del poblado de Alorda Park (Calafell, Tarragona) [D. Asensio et al., 2005: 611, fig. 2B].
documentada con certeza. En el interior hay un basamento de piedras relacionado con un hogar, situado en el centro de la habitación. Este basamento, de forma cuadrada y coronado con un bloque circular, ha sido interpretado como un altar. Además de estos elementos, los únicos materiales con un posible carácter ritual encontrados en la habitación son dos vasitos de cerámica gris tulipiformes y con pie (C. Belarte y J. Sanmartí, 1997: 21). La asociación de un hogar con una estructura de piedra con posible función de altar se ha documentado también en varios ambientes del yacimiento de Alorda Park, en los cuales suelen aparecen vinculados con depósitos faunísticos, lo que viene a reafirmar la hipótesis de considerar estas estructuras pétreas como altares y los espacios en los que se encuentran como sacros. La dificultad estriba, tanto en el caso de la Moleta como en los de Alorda, en definir si esta fue la única actividad de estos espacios o si estaba asociada a otras de carácter doméstico. Cosetanos Alorda Park (Calafell, Tarragona) Alorda Park, en el territorio de la Cosetania, forma parte del grupo de pequeños poblados denominados ciudadelas, asentamientos de segundo orden en el
patrón establecido para esta región ibérica. El interior está ocupado por un grupo reducido de casas de gran tamaño, que se han interpretado, por las propias características del asentamiento, como las moradas de un grupo de poder que controlaba la zona, su población y sus excedentes (D. Asensio et al., 1998: 378). En los diferentes períodos en los que se desarrolló la vida del poblado se han documentado espacios cuyos materiales y equipamiento han llevado a pensar en una actividad de tipo cultual en su interior. Del primer período de vida del poblado78 (550-450/400 a.C.; Fig. 91) se conocen escasos restos, tanto de muralla como de habitación; sin embargo, una habitación (AA) ubicada en el lado este ha dado interesantes hallazgos. El suelo presenta un pavimento de gran calidad, realizado mediante finas capas de cal intercaladas con otras de ceniza. A estas pavimentaciones se asocian tres hogares sucesivos, todos ellos de forma cuadrada y con una factura muy cuidada, que repiten la misma ubicación dentro del espacio. Entre las diferentes capas del pavimento se han localizado los cráneos y las extremidades de seis ovicápridos jóvenes (D. Asensio et al., 2005: 599). Estos hallazgos, en un espacio para el que no se aclara su uso doméstico o comunitario, parecen remitir, en función de lo 78 Seguimos aquí la periodización más recientemente publicada para el poblado, en D. Asensio et al., 2005.
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Fig. 92. Planta de la fase IIa de Alorda Park [D. Asensio et al., 2003: 271, fig. 2].
conocido para períodos posteriores, a una actividad de tipo cultual, que podría haber convivido con otras, como la estrictamente doméstica. También en este período fueron hallados los restos de otro ovicáprido bajo el suelo de uno de los espacios (1A) colocados en batería y adosados al muro de cierre del poblado en el lado norte. Todos ellos han sido identificados como casas sencillas de un solo ambiente (ibid.). En el período IIa (450/400-300 a.C. aprox.; Fig. 92) destacan cuatro habitaciones (A, 2N, 2B y 2F) repartidas por zonas periféricas del poblado, en cuyo interior se han documentado estructuras interpretadas como altares y asociadas, en algunos casos, con sacrificios de animales. La primera de ellas se ubica en el extremo suroeste de la parte excavada (A; Fig. 93) y en su interior se han documentado numerosos depósitos faunísticos (todos de ovejas, salvo el de un perro) y un enterramiento infantil. Como equipamiento, la estancia presenta un hogar de factura diferente a los del resto del poblado, así como una estructura troncocónica revestida de barro y un hueco de poste en el suelo. Todos estos elementos han llevado a pensar que en esta habitación se realizaron diversos
Fig. 93. Planta de la habitación A en la fase IIa de Alorda Park [J. Sanmartí y J. Santacana, 1992: 42, fig. 17].
ritos de fundación o refundación del espacio, mediante el sacrificio de animales que pudieron estar sujetos a una estaca hincada en el suelo, en el lugar donde se ha documentado el hoyo, y que presumiblemente fueron inmolados sobre la estructura troncocónica, todo alrededor de un fuego sagrado que ardía en el hogar (J. Sanmartí y J. Santacana, 1992: 41-43). Otro de los recintos (2N) se halla en el barrio este del poblado, formado por casas relativamente modestas adosadas a la muralla. En el interior presenta también una estructura troncocónica de piedras recubierta de barro y adosada a la pared norte, que por similitud con la documentada en el edificio A ha sido interpretada como un altar, al cual estaba asociada la deposición de una cabeza de perro. Se ha propuesto, por tanto, que también en el interior de este espacio se llevaron a cabo sacrificios rituales de animales (D. Asensio et al., 2005: 601). El conjunto de habitaciones sencillas adosadas al lienzo norte de la muralla resulta también interesante.
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Fig. 94. Planta de las habitaciones 2A-2E de la fase IIa de Alorda Park [D. Asensio et al., 2005: 612, fig. 3B].
Todas las estancias presentan una o varias de las siguientes características: una sucesión de pavimentos de cal y cenizas,79 bancos adosados a la pared de fondo, hogares cuadrangulares, estructuras de piedra con la misma forma y enterramientos faunísticos múltiples (ibid.: 602). Para dos de los espacios (2B y 2E) se propuso inicialmente una función cultual y una interpretación, junto con los espacios A y 2N, como posibles centros rituales y de reunión de los diferentes grupos familiares —entendidos en sentido amplio— que habitaban el poblado, lo cual explicaría su ubicación dispersa y periférica (D. Asensio et al., 2003: 270). Según esto, en estos espacios debieron de celebrarse ritos destinados a estrechar los lazos de dichas familias y a reafirmar su identidad de grupo. En este sentido, estos casos, como otros a los que ya se ha aludido, se encontraban en la difusa frontera entre los ritos domésticos y comunitarios, pues el grupo reunido no excedía, según la hipótesis propuesta, los límites de la familia, pero sí los de la casa, en tanto que se 79 El mismo tipo de pavimento se ha documentado en una de las capillas domésticas (IIIL2) de El Oral, lo cual se ha interpretado como el resultado de purificaciones periódicas del espacio tras el desarrollo de rituales religiosos vinculados con el fuego en su interior (véase lo dicho a este respecto en el apartado dedicado a El Oral).
trataba de espacios de reunión de todos los pequeños núcleos familiares de una misma estirpe. Posteriormente se ha ampliado el grupo de estancias singulares en la zona norte (2A, 2B, 2C, 2D y 2E) y se ha propuesto una función conjunta para todas ellas, bien sea cultual o artesanal (Fig. 94; D. Asensio et al., 2005: 602). De ser así, la interpretación anterior quedaría invalidada, pues ya no existiría esa distribución dispersa y periférica de los lugares de culto, sino que habría una zona con especial concentración o con ausencia total de ellos. A ello se suma, además, la existencia de un posible espacio de culto (D) en una de las casas complejas de la zona centromeridional del poblado (Fig. 95), cuyo uso como tal comienza en este período (ibid.: 601) y se dilata hasta el s. III a.C. (J. Sanmartí y J. Santacana, 1992: 52). Se trata de un espacio de singulares características, con un porche de entrada al que se accedía desde el vestíbulo de la casa y con una columna en el centro del umbral (Fig. 96). Las paredes estaban enlucidas con una capa de cal y arcilla y el suelo realizado mediante un pavimento de gran calidad y dureza, continuado al sur por un enlosado. Sobre este se construyó una gran estructura cuadrangular en cuyos ángulos se conservaban aún los clavos que sujetaban un elemento superior (Fig. 97). La funcionalidad de esta estructura como un hogar con una parrilla encima, sujeta por
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Fig. 95. Planta de la habitación D en la fase IIa de Alorda Park [J. Sanmartí y J. Santacana, 1992: 47, fig. 23].
los clavos, provoca dudas por la ausencia de cenizas a su alrededor, razón por la que se ha planteado la posibilidad de que el elemento que sujetase los clavos fuese, no una parrilla, sino un cuadro de hierro de La Tène final. De ser así, se trataría de un unicum peninsular, si bien en el poblado de Puig Castellar de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) se halló un morillo emparentado con el de Alorda Park y también único en Iberia; ambos objetos se asocian a una actividad religiosa de tipo doméstico. El resto del equipamiento de la habitación —dos pilares de piedra adosados a la pared para la sujeción de un banco o una repisa, una pila de piedra plana (de nuevo un unicum) y un gran bloque de piedra calcárea formando parte del muro pero sin función estructural— vienen a reforzar el carácter singular del espacio. En el período IIb (300/275-200 a.C. aprox.; Fig. 98) proliferaron las casas complejas y de gran ta-
maño y en muchas de ellas se han documentado espacios singulares, con una posible función ritual. En el sector norte del poblado, en el extremo oeste, una gran vivienda (201) interpretada como un palacio conservaba bajo el pavimento los únicos tres enterramientos infantiles documentados en esta fase (Fig. 99; D. Asensio et al., 2005: 603). En la vivienda adyacente (202), la estancia ubicada al fondo (AG) mantuvo la estructura cuadrangular interpretada como altar que ya se documentó en la fase previa, cuando este espacio era solo una de las casas (2E) adosadas al lienzo norte de la muralla (D. Asensio et al., 2003: 273). En la casa (203) adosada a la anterior por el lado este se han documentado los restos de nueve ovicápridos, enterrados en una de las habitaciones de fondo (AB). Otra de las habitaciones (AH), de pequeñas dimensiones, tenía la particularidad de ser accesible solo por el
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Fig. 96. Recreación del alzado de la habitación D [J. Sanmartí y J. Santacana, 1992: 67, fig. 49].
Fig. 98. Plano de la fase IIb de Alorda Park [D. Asensio et al., 2003: 272, fig. 3].
Fig. 97. Estructura cuadrangular en el centro de la habitación D [J. Sanmartí y J. Santacana, 1992: foto 3].
techo80 y de tener en el interior una pila de piedra y dos cráneos de perro sobre el pavimento (Fig. 99; D. Asensio et al., 2005: 604). A ello hay que añadir que la estancia singular (D) de la casa ubicada en la zona centro-meridional del poblado siguió en uso, como evidencia la pavimentación más reciente, fechada en el s. III a.C. La continuidad de uso de este espacio contradice la interpretación dada por David Asensio y otros (2003: 80 Ya hemos visto un posible caso similar en Kelin, que a su vez asociábamos al de La Quéjola (vid. sup. pp. 175-176).
273) sobre la concentración de espacios de posible carácter cultual en la zona norte del poblado, según la cual todos ellos estaban asociados de alguna manera al palacio, como resultado de un proceso de concentración del poder en manos de un solo grupo familiar durante este período. Parece más bien que en muchas de las numerosas casas complejas que proliferaron por el poblado y que debieron de pertenecer a familias aristocráticas —aunque destacase una de ellas por encima del resto— debió de desarrollarse una actividad de tipo cultual por el momento no definida. Por otro lado, aunque la casa identificada como un palacio es una de las ubicadas en la zona norte del poblado, no parece baladí el dato de la presencia de una columna en el umbral de la capilla de la gran casa de la zona central. La utilización de columnas en la arquitectura ibérica es poco frecuente y parece reservarse principalmente para espacios públicos, mientras que en los casos en los que se asocia a espacios domésticos (Molí d’Espigol, Mas Castellar de Pontós) suele tener una función dignificadora del espacio, asociada a un cierto valor ritual. El caso de Alorda Park se asemeja al de Mas Castellar de Pontós, que se verá con detalle más adelante y en el
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Fig. 99. Planta de las casas 201 y 203 de la fase IIb de Alorda Park [D. Asensio et al., 2005: 613, fig. 4B].
que dos columnas marcan la entrada porticada a la estancia principal de la casa, con actividad litúrgica documentada en su interior; dicha casa ha sido interpretada como la del gobernante del poblado. La columna documentada en esta casa de Alorda Park, por tanto, podría indicar que no nos encontramos ante una casa aristocrática más del poblado.
Fondo del Roig (Cunit, Tarragona) a)
Se trata de un yacimiento de pequeñas dimensiones (360 m2), fechado entre principios del s. IV y mediados del s. III a.C. y con una organización interna de habitaciones yuxtapuestas con un muro de cierre común (C. Ferrer et al., 2003: 339). En la segunda fase, resulta interesante uno de los espacios centrales de la zona norte (6; Fig. 100). En el interior se han documentado restos del pavimento, formado por una cama preparatoria realizada con tierra rojiza y pequeñas piedras y un acabado enlucido, sobre el que se halló una piedra circular. Todo ello aparece recubierto por restos de grasa animal, en función de lo cual se han propuesto varias interpretaciones: que se tratase de un espacio de habitación, cuyo suelo estaba cubierto con pieles animales; que fuese un espacio industrial destinado a la preparación de carne; o bien, que se trate de un lugar de culto relacionado con rituales asociados a animales (ibid.: 346). Para esta tercera hipótesis, sus excavadores se apoyan en los paralelos, aportados por el yacimiento de
b) Fig. 100. Planta (a) y restitución axonométrica (b) de la segunda fase de Fondo del Roig (Cunit, Tarragona) [a) C. Ferrer et al., 2003: 342, fig. 3; b) ibid.: 343, fig. 4].
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Fig. 101. Planta del poblado de la Penya del Moro (Sant Just Desvern, Barcelona), con ubicación de los enterramientos infantiles, las ofrendas animales y los hogares [J. Barberá, 2000: 39, fig. 7].
Alorda Park, de estructuras de piedra identificadas como posibles altares sacrificiales asociados a hogares en el interior de diversas habitaciones, a lo que ya nos hemos referido. Pero en el Fondo del Roig, a diferencia de Alorda Park, no se han documentado hogar ni depósitos faunísticos en el espacio. Los datos para apoyar la hipótesis de un posible espacio de culto en este pequeño poblado son, por tanto, exiguos. Sin embargo, de confirmarse y dadas las reducidas dimensiones del yacimiento, parece verosímil que en él se desarrollara el culto de la familia que habitaba y gestionaba el poblado y su entorno. Layetanos Penya del Moro (Sant Just Desvern, Barcelona) Este poblado layetano, fechado entre el Bronce Final III y el 300 a.C., destaca por la existencia de un elevado número de deposiciones faunísticas ritualizadas, muchas de ellas (18 de 27) en el interior de casas, en un número variable (Fig. 101). En buena parte de estos depósitos, todos de ovicápridos,81 se recogía una parte del animal (las patas y el cráneo con frecuencia), mientras que en otros se inhumaba el animal completo, en ocasiones con marcas de descarnación 81 En el conjunto del poblado, sin embargo, se han hallado restos de muchos otros animales (cerdos, conejos…) no incluidos en los depósitos y que formaban parte de la dieta de sus moradores (J. Barberà, 2000: 151).
o cremación. Las deposiciones, que siguen un patrón de colocación, se realizaban bajo el pavimento de las casas, junto o bajo sus muros, en fosas talladas en el terreno o en la roca, con forma rectangular, elíptica o circular. La mayoría de ellas pueden datarse entre los años 425-300 a.C., período de mayor actividad del poblado (J. Barberà, 2000: 152-154). También en este yacimiento se han encontrado cuatro enterramientos infantiles bajo los pavimentos de algunas casas (BE, Y, L y X). Todos ellos eran fetos a término, colocados en las cercanías de muros, siendo estos los únicos aspectos comunes a todos ellos (J. Barberá et al., 1989: 163). Otras posibles evidencias relacionadas con las creencias domésticas son las conchas de molusco colocadas en el centro de la preparación de algunos hogares, así como un huevo de gallina, hallado a unos 20 cm sobre el nivel del suelo, dentro del enlucido de barro que recubría el muro oeste del sector BEI (J. Barberà, 2000: 151). Este último hallazgo debe asociarse con un culto de fertilidad y se relaciona con las ofrendas del mismo tipo en algunas necrópolis (C. Miró y N. Molist, 1990: 316). Volviendo a los enterramientos de animales, este tipo de práctica, en la que se aprecia un cuidado y una intencionalidad en la deposición, con patrones que se repiten, parece remitir a una actividad de tipo cultual cuyo desarrollo y significado es, sin embargo, difícil de definir, si bien Josep Barberà, en su estudio sobre este fenómeno (1998), apunta algunos datos
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interesantes sobre rituales semitas de tipo comunitario que incluían el sacrificio de animales, parte de los cuales (frecuentemente las patas y los despojos, entre los que se incluye la cabeza) eran después llevados a sus casas por los oferentes. Esta vinculación de los animales enterrados con actividades sacrificiales era la que hacía necesaria su deposición ritualizada, a diferencia de los numerosos huesos de otros animales resultado del consumo cotidiano que se han hallado en el poblado (J. Barberà, 2000: 154). En el caso de la Penya del Moro, carecemos por el momento de datos que permitan acotar con mayor claridad esta práctica, así como su dimensión, pública, privada o ambas. Lo que sí parece inferirse del registro arqueológico es que no estaba relacionada con banquetes rituales, al menos domésticos, pues no se han hallado fragmentos cerámicos junto a los restos óseos. Parece más probable que fueran el resultado de ofrendas y sacrificios de diversa índole en función del tipo de deposición y de los restos enterrados (J. Barberà, 1998: passim).
Turó de Ca n’Olivé (Cerdanyola del Vallès, Barcelona) El caso de Turó de Ca n’Olivé (VI-I a.C.) es bastante similar al de Penya del Moro, pues en él se documentan también enterramientos infantiles y deposiciones de animales, estas últimas en un número elevado. La mayoría, como en el caso de Penya del Moro, son de ovicápridos, pero se han documentado también gallos, conejos y cerdos, todos enterrados bajo pavimentos en las cercanías de muros y frecuentemente en grupo, aunque hay casos de ofrendas individuales, como la del espacio II, en el que se ha hallado una oveja completa acompañada de un huevo. También como en Penya del Moro, se produjo una selección de las partes enterradas, sometidas previamente a un proceso de descarnación y, en ocasiones, al fuego (C. Belarte, 1997: 188). Un caso especial es el de la habitación I, en la que, dentro de un hogar y junto a restos de dos gallinas jóvenes y un feto de oveja, se hallaron los restos de un feto humano a término. El conjunto fue interpretado como un sacrificio de fundación (O. Barrial, 1991: 138). Además de este, han sido hallados muchos otros enterramientos infantiles en el poblado, en diversas habitaciones, con edades que comprenden desde los nonatos hasta el año y una cronología que abarca desde el siglo IV hasta 250/100 a.C. (C. Belarte,
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1997: 190), lo que evidencia una continuidad en este tipo de prácticas tras la llegada de los romanos a la Península Ibérica. Finalmente, cabe destacar la presencia de numerosos fragmentos (48) de «pebeteros» con forma de cabeza femenina, muchos de ellos procedentes de los niveles de amortización de las viviendas (J. Francès et al., 2007: 392).
Can Balençó (Argentona, Barcelona) En la fase fundacional de este poblado ibérico tardío (mediados s. II-finales s. I a.C.) han sido hallados, en el interior de uno de sus recintos (P), los restos de una estructura circular formada con piedras y arcilla y colocada sobre un pavimento de barro, junto a la cual un conjunto de cuatro piedras parecen haber sido colocadas de manera intencionada. Por similitud con los hallazgos de Alorda Park se cree que podría tener una función cultual, en el interior de un recinto de tipo doméstico (C. Belarte, 1997: 197), si bien ningún hallazgo más acompaña esta hipótesis82 (CODEX, 1992: 166).
Indiketes Puig de Sant Andreu (Ullastret, Gerona) El asentamieno de Puig de Sant Andreu, con más de 12 ha de superficie, presenta un urbanismo que refleja una ocupación densa del espacio, con una cronología que abarca desde el s. VI a finales del s. III a.C. Las excavaciones recientes han puesto al descubierto casas complejas, estructuradas en torno a patios y compartimentadas en múltiples estancias, con un alto grado de especialización funcional. Estas son un testimonio más de la existencia de una sociedad bien jerarquizada, con una gran concentración de poder económico en algunas de las familias de la ciudad (C. Belarte et al., 2009: 99; A. Martín et al., 2004: 265). Especialmente interesante resulta la casa sur de la zona 14 (Figs. 102-103), adosada a la muralla y que forma un conjunto con la casa norte de la misma zona. Ambas han sido interpretadas como dos residencias pertenecientes a un mismo grupo familiar de clase aristocrática, que fueron construidas entre mediados 82 Véase también el registro BA/Balenço01-E en el catálogo de evidencias materiales de culto doméstico de la Hispania romana.
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Fig. 102. Planta general del Puig de Sant Andreu (Ullastret, Gerona) [A. Martín et al., 2004: 266, fig. 2].
y el tercer cuarto del s. IV a.C. y se mantuvieron en uso hasta principios del s. II a.C. (A. Martín et al., 2004: 276-277). La casa sur estaba formada, en la primera fase, por un patio (sector 12) al que se abrían varios espacios cubiertos, precedidos por porches. Destaca el sector 1, una gran sala de 60,5 m2, con pavimento de mortero de cal y preparación de grava, salvo una pequeña zona al noreste pavimentada con losas de piedra; las paredes estaban revestidas de mortero hidráulico pintado con una banda negra correspondiente al zócalo y con un fondo blanco con líneas finas de color rojo para el resto del alzado. En el centro de la estancia se conservan los restos de un gran hogar cuadrado (1,40 m2), realizado mediante una base de cal mezclada con arena, sobre la cual se aplicó una capa de cerámica y finalmente una capa de terracota con los bordes delimitados por líneas incisas finas (ibid.: 269-270). En este sector se han hallado varias ofrendas fundacionales de diverso tipo: seis ovicápridos (Fig. 104), dos de ellos juntos y el restos aislados, colocados bajo la preparación del pavimento; un conjunto de
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malacofauna marina, formado por una valva de Glycymeris, dos Acanthocardia, un Carastoderma y un fragmento de Cardidae, junto con una fíbula decorada con coral, y fragmentos de huesos, posiblemente de un recién nacido. Además, en el espacio de resulta 27, entre el sector 1 y la muralla, se ha documentado otra ofrenda fundacional formada por los huesos de un perro, en conexión anatómica y con la cabeza bajo el muro oeste del sector 1 (ibid.: 270). También en el sector 5 se han documentado dos ofrendas de ovicápridos bajo el pavimento, en las esquinas de la estancia más cercanas a la puerta. El espacio estaba dotado de un hogar hecho con solera de cerámica y contaba entre sus materiales con dos ollas de cerámica de cocina de tradición púnica (ibid.). En la segunda fase de la casa (Fig. 103) se ha documentado la ofrenda de un ovicáprido bajo el pavimento de tierra quemada en el nuevo sector 25. También en el sector 8, bajo el pavimento, se han encontrado ocho ofrendas de fundación, formadas por ovicápridos colocados en fosas, tres de ellas con dos animales y el resto con uno; en la estancia había además un hogar con solera de cerámica y piedras (ibid.: 272). Los excavadores del oppidum plantean la posibilidad de que el sector 25 fuera un espacio de culto. En la fase 3 (Fig. 103) se ha documentado también una ofrenda bajo su pavimento, de una cabeza de animal; en el nivel de uso, los materiales hallados son muy escasos, solo dos vasos bicónicos de cerámica gris de la costa catalana, uno en cada esquina del lado oeste de la habitación, además de un cuchillo de hierro con empuñadura de hueso decorado con incisiones (Fig. 105; ibid.: 273, 275). Se documenta aún otro tipo de actividad ritual relacionada con las casas de la zona 14. En la misma fase 3, en el sector de la calle 13 entre los accesos a los espacios 12 y 13, se han hallado dos espadas de La Tène inutilizadas, una dentro de la vaina, y una vaina más, así como numerosos restos de cráneos y mandíbulas humanas. Todo ello se encontró dentro de la canalización principal de la calle junto con otros restos metalúrgicos importantes y debió de estar expuesto en las fachadas de las dos casas en la fase anterior, al igual que el cráneo y la espada hallados en el sector 13. En la fase 4, de abandono del edificio, se han documentado nuevamente restos humanos que debieron de haber estado expuestos en la fase anterior; se trata de un cráneo en el sector 12, de otro en la calle 13 y de cuatro mandíbulas inferiores y restos de una calota craneal sobre el enlosado del sector 11 (ibid.: 273-274).
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Fig. 103. Planta esquemática de las diferentes fases identificadas en los edificios de la zona 14 [A. Martín et al., 2004: 268, fig. 4].
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su parte, a un ritual de exposición que ha sido también documentado en Ullastret y en la Illa d’en Reixac, así como en otros yacimientos de la zona más septentrional y oriental de Cataluña, asociado a lugares púbicos, de tránsito y en posición elevada. Finalmente, parece poder reconocerse también un espacio de culto como tal en el sector 25 de la casa sur, anejo a la entrada meridional en la zona interpretada como dedicada a las actividades públicas de la familia: la defensa del oppidum, la administración y la representación social (A. Martín et al., 2004: 275-276).
Mas Castellar de Pontós (Gerona) Fig. 104. Ofrenda de ovicáprido hallada bajo el pavimento del sector 1 de la zona 14 [A. Martín et al., 2004: 270, fig. 7].
Fig. 105. Materiales hallados en la fase 3 del sector 25 [A. Martín et al., 2004: fig. 11]
En las diferentes fases de estas casas se documenta, por tanto, un conjunto amplio y diverso de actividades rituales, especialmente relacionadas con el edificio sur. El conjunto de ofrendas bajo los pavimentos muestra la complejidad de rituales fundacionales que se produjeron en el momento de construcción del edificio y en sus posteriores remodelaciones. El hallazgo asociado de cráneos83 y espadas remite, por 83 A. Martín et al. (2004: 282) recogen las diferentes interpretaciones que se le ha dado a estos cráneos, como restos de antepasados o cabezas de enemigos, sin descartar ninguna de
El poblado de Mas Castellar de Pontós se encuentra ubicado a unos 20 km. de los asentamientos griegos de Rhode y Emporion. Presenta una fase antigua de ocupación que termina a inicios del s. IV a.C. y otra reciente, la más importante, entre los siglos III y II a.C., con destrucción a comienzos del segundo (E. Pons et al., 1998: 55). Los hallazgos se dividen entre la zona del oppidum (al sur), la del asentamiento rural (al este) y el campo de silos (al oeste) (Fig. 106; E. Pons et al., 2002: 58). En el asentamiento rural se han documentado varias viviendas de diferente nivel, algunas de las cuales han proporcionado interesantes materiales en relación con una posible actividad cultual en su interior. Hay que analizar, en primer lugar, una gran casa (1) excavada en la zona este del poblado (Fig. 107), que formaba parte de un conjunto de viviendas organizadas a ambos lados de la calle principal. Esta casa (225-175 a.C.) es una gran estructura arquitectónica de 438 m2 dividida en ocho departamentos, de los cuales destacaba el ubicado en el centro (n.º 3) por su función como lugar de culto84 (Figs. 108-109). Este departamento es, a la vez, el de mayores dimensiones y su equipamiento y sus materiales muestran que se trataba de la habitación principal, la cual actuaba, con su posición transversal respecto de la orientación de la casa, como área de comunicación entre la zona pública, al sur, y la privada, al norte, mediante sendos vanos abiertos al patio (n.º 7) y al recibidor principal (n.º 1), respectivamente. Precisamente en el acceso desde la parte pública, la habitación estalas dos posibilidades para los restos hallados en Ullastret, si bien estos conservan marcas de decapitación. 84 Por su cronología, que se adentra ya en época romana, este espacio se ha incluido también en el catálogo de evidencias de culto doméstico en la Hispania romana. Véase el registro GE/MasCastellar01-C.
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Fig. 106. Plano del yacimiento de Mas Castellar de Pontós (Gerona), con la ubicación del oppidum (zona 30), el asentamiento rural (zona 20) y el campo de silos (zona 4) [E. Pons et al., 2002: 97, fig. 8.1a].
ba dignificada mediante la presencia de un pórtico (n.º 7a), que servía también para resguardar el espacio del exterior (E. Pons et al., 2002: 120-121). Las actividades documentadas en la casa son las propias de una vivienda de prestigio en un poblado agrícola de estas características, como son la hilatura, la molienda, el tueste y la transformación del grano (documentados en la zona oeste de la habitación central y en el pórtico que la precede) o el reaprovechamiento de objetos metálicos (realizado en una de las estancias —n.º 9— abiertas al patio meridional) (E. Pons, 1997: 74-77). El hallazgo de un conjunto de materiales singulares junto a los molinos, armas y aperos que atestiguan estas actividades domésticas ha llevado a plantear que junto a ellas se desarrollasen otras de tipo ritual en el interior de la habitación central. Las propias características arquitectónicas la convierten en un espacio singular. A la calidad de los muros, realizados con grandes bloques de piedra regulares y bien escuadrados, se suma la monumen-
talidad de los accesos. El norte, desde el vestíbulo septentrional de la casa, estaba marcado por un umbral exterior, mientras que el sur estaba precedido por un espacio porticado que se abría a un gran patio distribuidor y que aparecía dignificado por la presencia de dos basamentos de piedra, que sostendrían sendas columnas, sobre las que se apoyaba el tejadillo. En el interior de esta habitación central, en el lado sur, se abría otra estancia (n.º 6) de pequeñas dimensiones y forma cuadrada, con bancos corridos adosados a las paredes sur y oeste y con un hogar circular situado delante de la entrada (Fig. 110). Esta estancia ha sido interpretada como el andrón de la casa (E. Pons et al., 2002: 535). En cuanto al equipamiento de la habitación 3, cabe señalar la presencia de un hogar rectangular de grandes dimensiones (2 m de largo) y cuidada factura en el centro, acompañado a su vez por cinco más pequeños repartidos por las zonas periféricas. Delante del hogar, en su mismo eje longitudinal, se ha documentado además la presencia de una fosa
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Fig. 107. Planta de las casas n.º 1 y n.º 2 del asentamiento rural de Mas Castellar de Pontós [E. Pons et al., 2002: 97, fig. 8.1b].
contenedora de agua, a la que se le ha atribuido una función litúrgica o de ritualidad social, de tipo aristocrático (E. Pons, 1997: 78). Entre los restos hallados, es llamativo el alto número de huesos de animales, especialmente de perro, repartidos por toda el área pero principalmente concentrados en torno al vano de comunicación con el pórtico y en el hogar lenticular junto a este acceso, en el que todos los huesos son de cánidos. Este tipo de restos animales no es frecuente en el mundo ibérico y no se repite, ni en el resto de esta casa (a excepción del vestíbulo norte), ni en las demás viviendas
de Mas Castellar de Pontós, razón por la que su alta concentración en la habitación central y en el pórtico llama la atención, si bien se desconoce su significado exacto: el sacrificio de perros aparece documentado tanto en el ámbito latino como en el galo pero, si bien el galo parece el más cercano, la conexión entre ambas tradiciones no resulta clara (ibid.: 79-80); se ha relacionado también con ritos de protección de las cosechas y con la diosa Hékate (L. Colominas, 2008: 228229). En ámbito peninsular esta práctica está documentada, en momentos cronológicos anteriores, en Carmona y Cádiz, según una tradición de origen semita.
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Fig. 108. Habitación 3 y porche 7a de la casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós [E. Pons et al., 2002: 128, fig. 8.27].
Fig. 109. Reconstrucción de la parte meridional de la casa n.º 1, con representación de la habitación sagrada (3) [E. Pons et al., 2002: 534, fig. 24.1].
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Fig. 110. Planta de la habitación 6 de la casa n.º 1, identificado como un posible androon [E. Pons et al., 2002: 132, fig. 8.30].
Algunos de los objetos hallados en la estancia son también significativos. En primer lugar, del escaso grupo de microvasos (cuencos, crateriformes…) del poblado (once), todos menos uno proceden en la casa que nos ocupa y, de ellos, cuatro de la habitación central y dos del porche (Fig. 111). Uno de estos vasos se halló precisamente entre las cenizas del hogar ubicado junto al acceso a la habitación desde dicho porche y contenía restos de colorante rojo (E. Pons et al., 2002: 129); otro de ellos contenía restos de aceite y un tercero (hallado en el andrón), restos de levadura, cerveza y hongo cornezuelo del centeno. Estas piezas aparecen relacionadas en yacimientos del entorno con rituales de fundación y sacrificios de animales (E. Pons, 1997: 80); en Ampurias se han documentado en los niveles cronológicamente equivalentes a esta casa del llamado «santuario de Asclepio», junto con exvotos anatómicos (E. Pons et al., 1998: 62). En el caso de Mas Castellar han sido interpretados como vasos de ofrendas (ibid.: 59). Del repertorio cerámico destaca también el hallazgo de una lucerna de aceite campaniense —la única del poblado (Fig. 112)—, en la esquina suroeste de la fosa contenedora de agua, con señales de escritura
Fig. 111. Microvasos hallados en la habitación 3 de casa n.º 1 [E. Pons et al., 2002: 377, fig. 12.11].
ibérica en la superficie (E. Pons et al., 2002: 129). Esta lucerna, con el significado simbólico y ritual que estas piezas encierran, viene a añadirse como un dato más para apoyar una actividad de tipo cultual en la estancia. Pero el hallazgo más excepcional en este sentido han sido los restos de una pieza de mármol pentélico, con forma de columna jónica (Fig. 113), encontrados junto al gran hogar central y que parecen ser fruto de una destrucción ritualizada de la pieza en el mo-
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Fig. 112. Lucerna hallada en la habitación 3 de la casa n.º 1 [E. Pons et al., 2002: 381, fig. 12.33].
mento de abandono del poblado (E. Pons, 1997: 81). En la parte superior del capitel puede observarse un rebaje rectangular, mientras que en la parte baja del fuste se aprecia un raspado de las estrías para una cartela; por otro lado, una de las caras del capitel no está trabajada en detalle, lo que lleva a pensar que estaba más retirada de la vista. En función de estos datos, se han realizado diversas propuestas sobre su uso (E. Pons et al., 1998: 60-61): altar ritual, lo que explicaría el rebaje de la parte superior del capitel por su uso como foculus; soporte de una pila o una mesa, cuyo tablero encajaría en el mismo rebaje; pedestal de estatua, encajada de nuevo en la oquedad superior, o elemento sacro en sí mismo, convertido en tal por un proceso de interpretatio ibérica de una pieza que originalmente tuvo otro uso.85 Lo cierto es que todas las hipótesis presentan problemas y dudas que impiden decantarse con seguridad por una de ellas, si bien, cualquiera le otorga un carácter ritual a la pieza, bien en sí misma, bien como parte de un conjunto.86 Finalmente, cabe destacar la presencia de un fragmento de mandíbula con cuatro dientes perteneciente a un varón de unos 25 años. Entre los datos obtenidos de ella, llama la atención la presencia de restos del hongo cornezuelo, el mismo que se ha encontrado en el microvaso del andrón y un poderoso alucinógeno, cuyo uso está documentado en los ritos eleusinos, si bien ello no prueba inequívocamente que en el caso de Mas Castellar su presencia no fuera fortuita (ibid.: 62).
85 En este sentido, quizá sea interesante señalar que el uso de altares de mármol pentélico está documentado en casas griegas de las colonias occidentales, pero que ninguno de ellos responde a la tipología de la pieza de Mas Castellar de Pontós (E. Pons et al., 2002: 537). J. Ruiz de Arbulo (2002-2003: 181) se decanta por el uso de la pieza como objeto ritual en sí mismo, considerando que en su nueva ubicación de Mas Castellar de Pontós la pieza griega debió de ser reinterpretada como un betilo al estilo semita. 86 Sobre estas cuestiones se volverá con más detalle en el capítulo V (vid. inf. pp. 265-268).
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En cuanto al significado de un resto de cráneo de individuo adulto en un contexto doméstico, se ha puesto en relación con los rituales celtas de veneración a los antepasados, pero también con el hallazgo en un bothros del santuario portugués de Garvao (s. III a.C.) de restos óseos de animales, entre los que se incluyen perros, y del cráneo de una mujer que parece haber sido sacrificada (ibid.). Nuevamente, si bien el carácter religioso del hallazgo queda patente, su significado último se nos escapa. A la luz de todos estos datos parece, por tanto, que en esta gran casa de Mas Castellar de Pontós —la más destacada y propiedad por ello, posiblemente, de la familia gobernante del poblado o, al menos, de una de las más importantes— se llevaba a cabo un ritual de tipo doméstico en la habitación principal, identificada con el oikos de las casas griegas por las similitudes de esta vivienda con las de tipo pastas (E. Pons, 1997: 74). El desarrollo de este culto aparece vinculado al fuego y al agua, así como a los sacrificios de animales, concretamente de perros, y posiblemente humanos, pero el significado último de estas prácticas no está claro por el momento, pues presenta peculiaridades difíciles de interpretar. Pero no es esta la única casa que ofrece materiales singulares con una posible adscripción cultual. En otra casa de grandes dimensiones (n.º 2), hallada en la misma zona que la anterior pero ubicada al otro lado de la calle principal, se ha hallado un fragmento de terracota interpretado como la imagen de un Eros desnudo, a la que se le ha dado un especial valor simbólico (E. Pons et al., 1998: 57-59). El hallazgo se produjo en la habitación 11-1, ubicada en el ángulo noreste de la casa (Fig. 114), que ha sido interpretada como despensa y en cuyo interior se han documentado tres hogares y una fosa, así como un abundante conjunto de materiales en el estrato de abandono, entre los cuales se halló la terracota (Fig. 115). En esta pieza puede verse en relieve una figura humana desnuda y alada que responde a un modelo iconográfico helenístico y que se ha interpretado como una representación de Eros funerario, por la identificación del objeto de apoyo de la figura como una antorcha invertida. Esta terracota es un fragmento de un objeto de mayores dimensiones que por el momento no ha sido posible identificar, aunque se ha propuesto que se tratase de una antefija o de un contenedor de perfumes de tradición ática. La falta de funcionalidad concreta impide acotar el valor ritual de la pieza; sin embargo, nos parece sumamente sugestiva la definición que los investigadores que la han analizado han dado para la
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b)
a)
c) Fig. 113. Pieza de mármol pentélico hallada en la habitación n.º 3 de la casa n.º 1. a) Reconstrucción axonométrica y alzados de la base; b) alzados del coronamiento; c) imagen de la pieza, obsérvese el raspado de las estrías en la parte inferior del fuste [a) E. Pons et al., 1993: 44, fig. 9; b) A. Adroher et al., 1993: 43, fig. 8; c) E. Pons et al., 2002: 401, fig. 12.33].
imagen de Eros: «Se trata […] de la imagen de un Eros funerario, un numen psicopompo que facilitaba los ritos de tránsito mortuorio considerado también el símbolo de una relación establecida entre la divinidad y la persona fallecida especialmente cuando se trataba de un niño o un adolescente.» (ibid.: 58). Esta definición,
aun con las reservas a las que hemos aludido sobre la función de la pieza y su consiguiente significado, encaja perfectamente en el tipo de ritual doméstico gentilicio de veneración a los antepasados y de vinculación con una divinidad protectora que es común en el culto doméstico ibérico analizado hasta ahora.
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Fig. 114. Planta de la estancia 11-1 de la casa n.º 2 de Mas Castellar de Pontós [E. Pons et al., 2002: 142, fig. 8.40].
REFLEXIÓN
Fig. 115. Relieve con representación de Eros funerario, hallado en el interior de la habitación 11-1 [E. Pons et al., 2002: 383, fig. 12.28].
FINAL
El culto doméstico en el mundo ibérico es una realidad compleja de definir. La existencia de una actividad ritual en el interior de algunas casas parece demostrada en función de los casos vistos hasta aquí. Sin embargo, a lo largo de estas páginas han ido surgiendo dudas sobre el carácter de dicho culto, pues en algunos casos no resulta claro que fuera estrictamente doméstico (espacio IVF1 de El Oral, departamento 2 del Castellet de Bernabé, departamento 1 del Puntal dels Llops, habitación 17 de la Moleta del Remei, entre otros). El desarrollo de un ritual de este tipo implica necesariamente la conciencia propia de unidad doméstica, de familia, puesto que dichos cultos estaban encaminados a la veneración de los elementos que le daban significado: antepasados, divinidades protectoras… Hasta qué punto todos los miembros de las sociedades iberas tuvieron una conciencia de familia como unidades independientes y autónomas es algo que no siempre es posible establecer y que debió de ir evolucionando con el paso de los siglos y con la propia transformación en las formas de organización social. Arturo Ruiz argumentaba recientemente (2009: 153) que la familia nuclear ibera se fundamentaba
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en «el principio del doble antepasado, uno lejano, mítico y común a los linajes, y otro más próximo, restringido al linaje y real, pues eran conocidas las sucesivas generaciones que llegaban hasta él». Esto, sin embargo, es aplicable solo a las familias de la aristocracia pues, como se ha visto al comienzo de este capítulo, el resto de la sociedad carecía de un linaje propio y quedaba incluida en el de la aristocracia por medio de un sistema clientelar. Según esto, la conciencia de familia debe restringirse en el mundo ibérico a la élite, al menos hasta el s. III a.C., momento en que, al menos en algunas zonas, todos los estratos de la sociedad comenzaron a hacerse visibles en los santuarios. El desarrollo de un culto comunitario de tipo dinástico-gentilicio es una de las más claras evidencias de la posesión de esa conciencia de familia por parte de la élite, puesto que potenciaba precisamente el reforzamiento de los lazos familiares, entre otras cosas. Tanto la ubicación de muchas de las capillas domésticas que hemos analizado, en casas de prestigio, como los materiales hallados en su interior, relacionados con el mundo de los muertos, divinidades tutelares, etc., parecen demostrar que los ritos desarrollados en ellas tenían un significado similar de cohesión familiar, aunque a diversa escala y con diferentes objetivos. Si el resto de la población desarrolló este tipo de cultos es algo más difícil de definir. Poblados como El Oral, Puntal dels Llops, la Moleta del Remei, Alorda Park o la Penya del Moro parecen mostrar que se trataba de prácticas relativamente extendidas, pero la propia definición de la posición social de los moradores de este tipo de yacimientos y del carácter público o privado de algunos de sus espacios singulares siguen dejando la cuestión abierta. Hay que tener en cuenta que seguramente en el interior de los poblados ibéricos y, especialmente, en los más pequeños (El Oral, Castellet de Bernabé, Puntal dels Llops…) vivían únicamente los miembros más destacados de la comunidad, la élite o las familias más cercanas a ella, a los que quedaban asociados los principales lugares de representación y de culto, los almacenes y los centros de producción más importantes para la economía. En la baja época, a partir del s. III a.C., debió de tenderse a un cambio social que desembocó, en lo que a creencias se refiere, en la propuesta lanzada por Trinidad Tortosa (2006: 50) para el área edetana: «Quizás, la presencia masiva, en general en todo el territorio [edetano], de exvotos —terracotas, bronces—, desde el s. III a.C., nos proporcionan no sólo
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un elemento que, tal vez, haya podido introducirse a través del mundo púnico, sino que representa la generalización, a través de estos exvotos, de la religiosidad individual, ya sea ésta de carácter privado —doméstico— o público…». Aunque no debemos generalizar sin más esta hipótesis al conjunto de las sociedades iberas, tomarla en consideración como rumor de fondo a la hora de valorar el culto doméstico nos parece interesante, especialmente si se tiene en cuenta que este planteamiento comienza a acercarse a las concepciones romanas de familia que más adelante se implantarán en la Península. En cuanto a las pautas para la detección de estas capillas domésticas, estas varían no solo entre regiones sino dentro de estas mismas, como puede observarse en la Fig. 14, en la que ni por regiones ni por cronologías puede establecerse un patrón, sino, en todo caso, recurrencias que ponen sobre la pista de una actividad ritual en el interior del espacio doméstico.87 De manera que en cada caso es necesario hacer una lectura atenta de todas las evidencias materiales con las que contamos. No existen, por tanto, elementos que marquen de manera inequívoca el uso de un espacio como capilla doméstica o una actividad cultual compartida con otras en el interior de la estancia, a lo que hay que añadir que, en muchos de los casos vistos queda la duda de si las actividades rituales que parece que se realizaban eran privadas o públicas, familiares o comunitarias. Cabe hacerse la pregunta incluso de qué diferencia habría, en poblados de pequeño tamaño, entre familia y comunidad, si es que había alguna. A pesar de la inexistencia de patrones, puede resultar interesante detenerse en algunos de esos elementos recurrentes que nos llevan a sospechar la existencia de una actividad cultual en algunas casas. Si hay un elemento que se repite con frecuencia y que supera las diferencias regionales, ese es el hogar, pero ni siquiera este es un elemento determinante a la hora de interpretar la funcionalidad sacra de un espacio (H. Bonet, 2010: 178). Algunos, como los documentados en El Oral y Castellet de Bernabé, decorados y cuidadosamente construidos, o los de la región catalana, marcados en el centro con una concha, parecen mostrar a través de su singularidad un 87 Así, por ejemplo, en el caso de Contestania y Edetania, la presencia de materiales con connotaciones funerarias o de cerámica de prestigio o ritual, sea o no de barniz negro. En el caso de Edetania y de todas las regiones ubicadas en la actual Cataluña son significativos los enterramientos infantiles y, en estas últimas, también los de animales y la presencia de conchas en el centro de las capas de preparación de algunos hogares.
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uso diferente al meramente doméstico, pero muchos otros más sencillos, ubicados en estancias dedicadas al desarrollo de la vida doméstica, pudieron serlo también, aun sin contar con ningún elemento que los dignificase. El simbolismo de los hogares como lugares de culto en sí mismos, rituales y conectados con la divinidad, es algo perfectamente verosímil en el contexto mediterráneo en el que nos movemos,88 pero la identificación de una actividad sacra a su alrededor es algo mucho más difícil de determinar en la mayoría de los casos. Otro elemento significativo es la presencia de pavimentos superpuestos formados por finas capas de cal y ceniza en el interior de algunas estancias, como la IIIL2 de El Oral o el grupo de las adosadas al lienzo norte de la muralla de Alorda Park en su fase IIb. Esta práctica parece ser la fosilización de una actividad determinada llevada a cabo alrededor del fuego, de manera que la consolidación de sus restos (frente a su eliminación) parece ser una señal de su especial significado. Esto viene en todo caso a reforzar la idea de la importancia del fuego en el ritual doméstico, pues las cenizas, resultado de su presencia (divina) en el espacio y de lo que en un momento puntual pudo arder en él, no eran barridas sino conservadas como parte del pavimento, quizá como elemento sacralizador del espacio. Otra cuestión interesante es la relación de algunos objetos rituales con el ámbito funerario. La veneración de los antepasados fue un componente básico de los cultos domésticos del Mediterráneo antiguo —baste pensar en el romano—, por lo que las connotaciones funerarias en los objetos rituales ibéricos no resultan extrañas. La posición social dominante de una familia dentro la comunidad descansaba en la herencia de sus propios antepasados y la cohesión de dicha familia se reforzaba por medio del ritual doméstico; todo ello adquiría una importancia determinante en sociedades tan jerarquizadas como las iberas y en las que, como se ha dicho, el ritual doméstico hubo de ser, al menos en algunos casos, una ramificación privada del comunitario de tipo dinástico-gentilicio. 88 Recordemos, por ejemplo, que para P. Larderet (1957a: 69) una de las manifestaciones religiosas domésticas mejor conocidas en el mundo griego es el culto al fuego, asociado íntimamente a los ancestros. No queremos con ello decir que sea necesario buscar influencias foráneas para el desarrollo de un culto de este tipo entre las sociedades iberas, ya que la veneración del fuego aparece de manera reiterada en todas las culturas mediterráneas antiguas por lo que de principio vital tenía este elemento. Por otro lado, la presencia de un fuego ritual y purificador no implica necesariamente su consideración como elemento divino, pero sí, en cualquier caso, una actividad ritual a su alrededor.
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Dentro de este grupo de objetos con connotaciones funerarias y en relación con los antepasados venerados en el ritual doméstico, es importante recordar aquí que las cabezas votivas de la región edetana halladas en viviendas han sido interpretadas como imágenes de los antepasados, lo cual explica las singularidades de cada ejemplar y el hecho de que representen tanto a hombres como a mujeres. Resultan especialmente interesantes también los «pebeteros» con forma de cabeza femenina, pues introducen un componente fundamental del culto doméstico e ibérico en general, como es su connotación agraria. Añadir este componente le da al funerario una dimensión diferente y complementaria a la que acabamos de exponer. Ya hemos hablado, al analizar estas piezas, de su lectura como representación de una gran diosa de la fertilidad y de la agricultura, común a todas las culturas del entorno del Mediterráneo,89 y de cómo la introducción de piezas y modelos de tipo helenístico dotó a esa divinidad de imagen en el mundo ibérico. De qué diosa se trataba es algo que no es posible establecer, pero cualquiera de las posibilidades —Tanit, Demeter/Coré o una divinidad ibérica equivalente— implican, precisamente por su carácter de divinidades agrícolas, una dimensión ctónica que las conecta con el inframundo. En el caso de Deméter/Coré, Joaquín Ruiz de Arbulo (1994: 167) considera que en los contextos siciliotas y magnogrecos (uno de los posibles orígenes de los «pebeteros») era Coré la protagonista del culto, en su doble vertiente de señora de los infiernos y de generadora del ciclo agrícola por su propio ciclo vital. Esto vincularía aún más estrechamente estos objetos con el mundo funerario y su dimensión ctónica. El significado de las creencias que representaban estos pebeteros ha sido muy bien expresado por Francisco Gracia y otros: «Las estructuras sociales iberas desarrollaron un sistema de creencias basado en los conceptos de muerte y resurrección ejemplificados en el ciclo agrario de la nueva germinación que sigue a la cosecha y la siembra. El fin último de los rituales era obtener la protección de las divinidades para la fertilidad humana, animal y agraria, las bases de la estructura económica y el desarrollo social» (F. Gracia et al., 2006: 32). Por tanto, la presencia en el culto doméstico de una diosa agrícola y ctónica resulta justificada en unas sociedades agrarias estrechamen89 La asociación del ciclo vital al ciclo vegetal tiene una rica expresión en los ambientes y épocas orientalizantes de tradición fenicio-oriental, con ejemplos como el del santuario de Carmona y la decoración de sus pithoi, alusiva precisamente a esta constante repetición de vida-muerte-resurrección (véase lo dicho al respecto al inicio del capítulo).
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te vinculadas a la naturaleza y que veían en ella la epifanía de la divinidad. Por otro lado, la dimensión funeraria de este tipo de divinidades asociadas al ciclo anual remite de nuevo a las conexiones que parece tener este culto con el mundo de los muertos.90 En cuanto a la presencia de inhumaciones infantiles en espacios domésticos, se trata quizá del tipo de manifestación que remite de forma más directa al ámbito funerario dentro de la casa. Sin embargo, salvo en algún caso puntual, su lectura es diferente a las dadas para los objetos que acabamos de analizar (veneración de los antepasados, vinculación con el ciclo agrario). Suelen aparecer en fosas practicadas en el suelo de habitaciones, en muchos casos viviendas, y sin ningún tipo de ajuar. Las deposiciones son mayoritariamente individuales, aunque existen enterramientos múltiples, siendo principalmente niños de pocos meses e incluso fetos a término y con menos frecuencia niños con más de uno o dos años. Los esqueletos solían enterrarse completos, si bien en ocasiones aparecen solo partes de ellos. La cronología de los testimonios recopilados abarca desde finales del s. V/ppios. s. IV hasta el primer cuarto del s. I a.C., si bien la mayoría se concentran en el s. IV; excepcionalmente, en la zona de Lérida existen enterramientos infantiles desde el Bronce Final II91 (C. Belarte, 1997: 192). Los enterramientos de un solo individuo suelen circunscribirse al ámbito doméstico (M. Molist, 2005: 1019), lo cual no quiere decir que en este no se hayan documentado también enterramientos múltiples, como se ha visto en algunos casos (por ejemplo, en las habitaciones 67 y 17 de la Moleta del Remei o en la vivienda 201 de Alorda Park). La interpretación de esta práctica resulta complicada, pues no existen patrones generalizables al conjunto de los yacimientos ibéricos en los que ha sido documentada. Los enterramientos infantiles se realizaron tanto en espacios domésticos como públicos, de carácter ritual o productivo, y en todos ellos se les ha otorgado un carácter cultual y ritual (ibid.). En ocasiones, estos enterramientos convivían 90 La cuestión de los «pebeteros» con forma de cabeza femenina, su origen, dispersión, significado y funcionalidad se mantiene abierta, como demuestra la monografía que se les ha dedicado recientemente (M.ª C. Marín y F. Horn, 2007). En ella, el análisis realizado por Ricardo Olmos (2007) da una idea de la complejidad iconográfica y semántica que estas piezas entrañan, así como de lo sugerente y sugestivo que resulta su estudio. 91 En el catálogo y el capítulo dedicado al culto doméstico hispanorromano se verá que esta práctica se mantiene en algunas regiones catalanas, entre ellas la propia Lérida, hasta bien avanzada la época imperial.
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en el mismo poblado o, incluso, en la misma vivienda con depósitos de animales y los hallamos tanto en deposiciones primarias como secundarias, muertos de forma natural o violenta… (C. Belarte, 1997: 192). Como resultado, las hipótesis sobre su significado son múltiples. Para algunos investigadores se trata de una práctica funeraria ibérica según la cual los individuos que morían antes de ser considerados miembros de la comunidad eran inhumados en las casas en vez de ser cremados en las necrópolis; algunos incluso ven en ello una cuestión de carácter social más que ritual, pues serían los hijos fallecidos de las élites aristocráticas los únicos que tendrían este derecho (F. Gracia et al., 2006: 34). Para otros, existe un simbolismo en este tipo de práctica asociado a las creencias de estas sociedades, que en algunos casos, incluso, se ha puesto en relación con los depósitos faunísticos, pues se considera a estos últimos como sacrificios sustitutivos de los primeros. En función de esto, cabría aplicar los mismos significados simbólicos a esta práctica que a la de enterrar animales: sacrificios fundacionales, rituales propios de familias destacadas y asociados con el fuego, etc. (vid. inf.). Esta interpretación comporta, sin embargo, problemas tanto geográficos como cronológicos, pues no siempre coinciden los yacimientos ni las épocas en las que ambos tipos de deposiciones fueron realizadas (C. Belarte, 1997: 193). Se ha barajado también la posibilidad de que se tratase del resultado de controles de la población o, incluso, de ocultamientos para evitar la percepción de malos augurios en la muerte de los recién nacidos (M. Molist, 2005: 1020). Finalmente, los enterramientos infantiles se han vinculado con la idea de fertilidad, por la relación que existía para las comunidades de tipo agrícola entre la inhumación como retorno a la tierra y el ciclo fecundador estacional de esta, que permitiría un eventual renacer, como ocurría con las cosechas (F. Gracia et al., 1989: 149-150). En función de esto, la presencia de enterramientos infantiles en un determinado lugar debería interpretarse como una garantía de la perpetuación de la estirpe que lo frecuentaba o habitaba (F. Gracia et al., 2006: 36). Algunas de estas propuestas de interpretación resultan compatibles e incluso complementarias entre sí, especialmente si se llega a definir el sexo y el rango de los restos infantiles hallados. Por el momento, sin embargo, muchas cuestiones deben quedar abiertas. En la resolución de las dudas que todas estas interpretaciones plantean tendrán mucho que decir los
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estudios forenses y de ADN de los restos (M. Molist, 2005: 1020). Por lo que respecta a las deposiciones de restos de animales, en ellas predominan los ovicápridos por encima de otras especies, como gallináceas o suidos. Los restos solían estar depositados en fosas sin ningún tipo de preparación y sin una ubicación concreta en el recinto, si bien se repite con frecuencia su colocación junto a los muros. En muchos casos se seleccionaron las partes del animal enterradas, normalmente patas y cráneo, que se colocaban siguiendo un orden y normalmente sin mezclarse con las de otros individuos. Este tipo de deposiciones suele relacionarse con un ritual previo de banquete, en el cual se consumían las partes más carnosas, mientras que las menos (patas, cráneo…) eran las ofrecidas a la divinidad. En cuanto a su cronología, si bien los sacrificios animales más antiguos se remontan al s. VII a.C., la mayoría de ellos datan del s. IV a.C. (C. Belarte, 1997: 191-192). La lectura de estos depósitos no está clara por la falta de patrones que se repitan en todos los poblados en los que se han documentado. El único punto sobre el que existe unanimidad es su carácter de sacrificios rituales, pero el significado de dichos sacrificios no es fácilmente definible, ya que no aparecen en todas las habitaciones de los poblados ni lo hacen siempre en el mismo tipo de ellas (casas destacadas, templos…), por lo que las interpretaciones que parecen válidas para unos yacimientos no lo son para otros. Se ha propuesto su función como sacrificios fundacionales para purificar un espacio nuevo o renovado, como rituales asociados a los hogares de las viviendas destacadas, como prácticas asociadas a espacios de culto o como rituales de protección de puntos sensibles del poblado, como los accesos o las torres (C. Belarte, 1997: 192). Todas las hipótesis resultan válidas aplicadas a cada uno de los yacimientos para los que fueron formuladas, pero ninguna de ellas resiste a su generalización, por lo que quizá el mismo fenómeno —un sacrificio cruento con las connotaciones expiatorias, propiciatorias y lustrales que estos tenían para el conjunto de las culturas de la Antigüedad— tuvo aplicaciones diversas en función del contexto y la época. Sin embargo, su vinculación con creencias domésticas y que tienen que ver con la casa parece clara, si tenemos en cuenta que la mayoría de estos enterramientos faunísticos fueron realizados en este tipo de edificaciones; el tipo de creencias a las que se asocian en cada caso deberá quedar, por el momento, sin determinar. Hay que destacar que tanto las inhumaciones como los depósitos de restos de animales y la presencia de
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conchas en el centro de la preparación de algunos hogares parecen ser una constante bastante repartida, al menos en las regiones ibéricas que se extienden por la costa catalana. Los casos recogidos no son los únicos, sino que se han documentado también en otros yacimientos,92 lo cual demuestra lo extendido de este tipo de prácticas y su valor como indicadores de un culto doméstico en esta zona, aunque, como ya hemos visto, no siempre sea posible definir su naturaleza. En todo lo dicho hasta ahora hay sugerencias, hipótesis, creencias apenas vislumbradas o comprendidas a partir de multitud de realidades materiales que hablan pero no expresan aún lo suficiente. Ante este panorama, resulta evidente que los interrogantes superan las certidumbres, algo lógico en el contexto de una religión ibérica que, a día de hoy, suscita no pocas dudas aún por resolver. Así las cosas, el análisis exhaustivo de las evidencias de posibles cultos domésticos, integradas en sus contextos cronológicos y regionales concretos e insertas en la problemática más general que es la religión ibérica es un trabajo que será necesario abordar en un futuro. Las bases, de las que nosotros nos hemos servido aquí, están sentadas, pero el camino está aún por recorrer. La evolución y la transformación de estas creencias personales a partir de la llegada de los romanos a la Península Ibérica será de lo que nos ocupemos en el capítulo VI y algunos de los yacimientos analizados aquí, como Ílici o Más Castellar de Pontós, servirán de bisagra de unión entre las dos realidades.
2. EL CULTO DOMÉSTICO EN LA HISPANIA INDOEUROPEA Y CÉLTICA En el estudio de la religión de los pueblos hispanos de raíz indoeuropea y céltica, los investigadores tienden a coincidir en el grave problema que supone la fragmentariedad de las fuentes conservadas y lo tardío de la cronología de algunas de ellas, que, por otro lado, son las más elocuentes (F. Marco, 1994: 313-315). Este es el caso de las fuentes escritas y, más concretamente, de las epigráficas, pertenecientes ya a época imperial y, por tanto, fruto del contacto con otras realidades culturales y de la asunción de algunos de sus elementos y de las ideas que subyacen en ellos, como se refleja, por ejemplo, en la utilización no solo de la escritura —latina— sobre 92 Hemos seleccionado los yacimientos que nos han parecido más significativos, especialmente por la identificación de posibles capillas domésticas o por la singularidad o variedad de los hallazgos asociados a ritos religiosos domésticos.
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soporte pétreo sino de las fórmulas propiamente romanas (F. Marco, 2008: 277). A pesar de ello, se reconoce en las divinidades y manifestaciones religiosas reflejadas en la epigrafía una tradición que arranca de mucho antes del inicio del control de Roma en Hispania (F. Marco, 1994: 314), pero que se presenta ya a través del tamiz del contacto con la Urbe. De hecho estos documentos escritos, aunque no puedan considerarse propiamente prerromanos, resultan imprescindibles en el estudio de la religión de los pueblos indoeuropeos y célticos y, más concretamente, de sus divinidades. Pero no son las inscripciones votivas los únicos documentos escritos con los que contamos, sino que las fuentes literarias ofrecen también alguna información sobre la religión de los celtíberos, vettones, cántabros, astures… con los que los romanos se fueron topando en su camino hacia el interior de la Península. Estos datos deben tomarse con cierta cautela, pues son tardíos, escasos y parciales, ya que se trata de comentarios o caracterizaciones de estos pueblos al hilo de la conquista romana de sus territorios, por lo que, además de ser secundarios en la narración, buscan subrayar el contraste entre la barbarie de las poblaciones indígenas y el carácter civilizador romano, a modo de justificación y propaganda de la política militar del Imperio, principalmente augustea (ibid.). Ante este panorama de fuentes escritas tardías, la arqueología se revela como el único camino para conocer de primera mano las manifestaciones religiosas de la Hispania indoeuropea y céltica, a la vez que su contraste con lo que nos dicen los documentos epigráficos y literarios sirve para valorar el grado de veracidad y de proximidad respecto a la realidad prerromana de estos (F. Marco, 2005b: 213). Sin embargo, estas evidencias no resultan fáciles de identificar y mucho menos de interpretar (F. Marco, 1994: 314), pues los códigos por los que se rigen y la iconografía representada nos son ajenos y resultan de difícil lectura. Las manifestaciones más claramente reconocibles son las asociadas a las formas más ceremoniales de religiosidad (santuarios, ritos comunitarios, mundo funerario…) (ibid.), nada cercano al ámbito de la casa. Quizá por eso la existencia de un posible culto doméstico es una cuestión que apenas ha sido abordada por la investigación hasta los últimos años. El enfoque prioritariamente filológico, centrado preferentemente en la información aportada por la epigrafía y por las fuentes literarias, ha provocado, en nuestra opinión, que el planteamiento de la posible existencia de un culto doméstico en la Hispania céltico-indoeuropea
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haya quedado al margen de la discusión científica y no haya aparecido reflejado en los trabajos monográficos y de conjunto sobre el tema.93 Cierto es que los hallazgos no son abundantes, como se verá, y algunos de ellos, como el de Cuéllar (J. Barrio, 2002), responden a intervenciones arqueológicas recientes, pero el descubrimiento de materiales que ponían sobre la pista de una posible manifestación religiosa de este tipo se remonta en algunos casos incluso a las primeras décadas del siglo XX (B. Taracena, 1941). Resulta curioso que tampoco las evidencias epigráficas hayan suscitado el debate al respecto de esta cuestión, pues algunos epígrafes hispanorromanos en los que la investigación se apoya para conocer a las divinidades de esta zona han aparecido en ámbito doméstico, como es el caso de las aras dedicadas a las Matres halladas en algunas casas de Clunia94 (Peñalba de Castro, Burgos), o de la plaquita con la inscripción dedicada a Marte Tileno que, si bien se asocia a un santuario al aire libre dedicado a este dios (F. Marco, 1994: 326-327), apareció en el contexto de la villa romana de Los Villares,95 en Quintana del Marco (León). De manera que solo en los últimos años los trabajos de Silvia Alfayé (2005: 233-234; 2007: 316-317; 2009: 262-267) están logrando introducir los espacios de culto doméstico en el marco más general de los santuarios hispanos indoeuropeos y célticos. Como ocurre con el mundo ibérico, la Hispania céltico-indoeuropea era un mosaico de pueblos con destacadas diferencias entre sí, por lo que la forma correcta de abordar sus manifestaciones religiosas, en este caso las domésticas, debería ser atendiendo a cada región de manera individualizada, a pesar de que la religión en toda esta zona presentara unas características básicas comunes, que iban más allá incluso del propio ámbito peninsular (F. Marco, 1993: 478). La escasez de datos, sin embargo, nos constriñe a hacer una valoración más generalista que la realizada para el caso ibero. 93 Este tema está ausente, incluso para cuestionar su existencia, en los trabajos de referencia de Francisco Marco sobre la religión de los pueblos indoeuropeos peninsulares, tanto en los más generales (F. Marco, 1993; 1994; 2005a) como en los dedicados a regiones concretas (F. Marco, 1987; 1999; 2001; 2005b; 2008). Tampoco Gabriel Sopeña (1995) ni Manuel Salinas (1984-1985), al analizar la religión celtibérica, aluden a esta cuestión, que tampoco encuentra espacio en el gran catálogo realizado con motivo de la exposición «Celtas y Vettones» (J. M.ª Blázquez, 2001; F. Marco, 2001). Solo Alberto Lorrio (2005: 334), en su volumen monográfico sobre los celtíberos, hace alusión a la existencia de un posible culto doméstico en este territorio. 94 Véanse los registros BU/Clunia04-I y BU/Clunia09-I, en el catálogo. 95 Véase el registro LE/Villares01-I, en el catálogo.
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El propio término con el que nos referimos a estos pueblos, indoeuropeos o célticos, es una convención terminológica que engloba en su significante diferentes realidades que, aun con un sustrato común, resultan diferentes entre sí en sus costumbres, tradiciones, cultura o forma de organización, pero que comparten una base lingüística común, de raíz indoeuropea, según la cual se justifica su agrupación (F. Marco, 1994: 315). En esta búsqueda de elementos comunes entre los pueblos hispanos de raíz celta o indoeuropea, se pone también el acento en la religión como «otro de los criterios más firmes» para definir, por ejemplo, la celticidad (F. Marco, 1993: 478). En este sentido, una cuestión que parece haber sido común al conjunto de la Hispania indoeuropea y céltica era la ubicación preferente de los santuarios al aire libre, en lugares concretos que tenían un significado especial para la comunidad que allí vivía (F. Marco, 1994: 321). Esto entra en contradicción con las visiones primitivistas de la religión céltica, que consideraban que el culto se rendía a elementos y fenómenos naturales en general (las aguas, los montes, etc.). Las divinidades no hacían referencia a cultos genéricos de este tipo, sino que eran el resultado de la individuación de un espacio sagrado concreto —aquel en el que se desarrollaba el culto—, de ahí su marcado carácter tópico. Francisco Marco (ibid.: 323) lo explica con gran claridad: «…la concepción religiosa que ve en el bosque al espacio sagrado cuyo misterio oculta la presencia invisible de la divinidad va a dar lugar, en un segundo nivel, a su identificación con ésta, expresada en el paso de un nombre genérico —nemeton— a un teónimo recogido por la epigrafía de entrada la época imperial». En relación con esto resulta interesante un pasaje de Tácito en su libro sobre Germania (9): Ceterum nec cohibere parietibus deos neque in ullam humani oris speciem adsimulare ex magnitudine caelestium arbitrantur: lucos ac nemora consecrant deorumque nominibus appellant secretum illud, quod sola reverentia vident. A pesar de que la cita se refiere a las costumbres de los pueblos germanos, la base común a todas las religiones indoeuropeas ha llevado a investigadores como Francisco Marco (1994: 322-323) a considerar válidas estas apreciaciones de Tácito también para el caso hispano. De manera que, si tenemos en cuenta las palabras del autor latino, no parece posible encontrar evidencias de presencias divinas entre las cuatro paredes de una casa. Si retomamos de nuevo los criterios básicos que ya hemos esgrimido en más ocasiones para considerar un culto como doméstico —celebración en el interior
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de la casa y por y para la familia—, esta afirmación debería implicar la negación de cualquier culto de este tipo en la Hispania indoeuropea. Textos como el de Tácito, así como los destacados hallazgos arqueológicos de santuarios en espacios naturales abiertos, han provocado que durante mucho tiempo se considerase que no existían espacios de culto en el interior de los poblados. Sin embargo, Silvia Alfayé (2007: 315) ha mostrado que esta teoría debe ser revisada, pues excavaciones modernas están sacando a la luz santuarios urbanos al aire libre y, lo que es más importante en nuestro caso, también en el interior de edificios. De manera que, a la luz del registro arqueológico, no parece tan descabellado como el texto de Tácito nos haría suponer que existiese una religiosidad privada y que esta se desarrollase, al menos en parte, en el interior de la casa. Una cita de la Geografía de Estrabón, clásica ya en los textos que abordan la religión hispana indoeuropea, puede aportar luz a esta cuestión si se analiza desde la perspectiva del culto domésticoǣ ᚍɋɇɍɇ Ɂᚓ ɒɍᛑɑ ȥȽɉɉȽɝɈɍᛑɑ ᙳɅɚɍɓɑ ɔȽɐɜǡ ɒɍᛑɑ Ɂᚓ ȥɂɉɒɜȾɄɏȽɑ ɈȽᚷ ɒɍɠɑ ɎɏɍɐȾɟɏɏɍɓɑ ɒᛟɋ ᚾɊɟɏɘɋ ȽᛅɒɍᚹɑᙳɋɘɋɠɊᛠɒɇɋᚷɅɂ᛫ሾɅɠɂɇɋሿɒȽᚸɑɎȽɋɐɂɉ᚜ɋɍɇɑ ɋɠɈɒɘɏɎɏᛂɒᛟɋɎɓɉᛟɋǡɎȽɋɍɇɈɜɍɓɑɒɂɖɍɏɂɠɂɇɋ ɈȽᚷ ɎȽɋɋɓɖɜɌɂɇɋ (Strab., III, 4, 16). La traducción de Antonio García y Bellido (1945: 174), muy expresiva, recoge los dos elementos que nos interesan especialmente de este paso: «Según ciertos autores, los kallaikoí son ateos; más no así los keltíberes y los otros pueblos que lindan con ellos por el Norte, todos los cuales tienen cierta divinidad innominada, a la que, en las noches de luna llena, las familias rinden culto danzando, hasta el amanecer, ante las puertas de sus casas». Sobre este texto se han realizado diversos análisis en los que se considera la veracidad o no de lo relatado por Estrabón en cuanto al ateísmo de los galaicos y la presencia de divinidades sin nombre entre los celtíberos. La conclusión que parece imponerse en la actualidad es que se trata de una dramatización del autor con objeto de subrayar el grado de primitivismo y barbarie de las poblaciones hispanas frente a Roma, reflejado en la existencia de dioses que carecían aún de nombre o, incluso, en la inexistencia de dios alguno (F. Marco, 2005a: 291-292). El elevado número de epígrafes votivos hallados en la Gallaecia, mayor incluso que en otras zonas de la Hispania indoeuropea, contradice las palabras del geógrafo y pone de manifiesto la intencionalidad de su comentario.96 96
Véase el análisis detallado de esta cita de Estrabón en
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Pero lo que interesa aquí es la alusión que se hace en la celebración de este rito a la familia, que danzaba durante toda la noche ante la puerta de su casa. Para Gabriel Sopeña (1995: 38) podría tratarse de una «forma ceremonial de tipo regenerador, recapitulador», una conmemoración trascendental similar a otras asociadas a momentos destacados del ciclo lunar o solar, como el descrito por Diodoro Sículo (II, 47) sobre el regreso de Apolo a las Islas Británicas cada diecinueve años (G. Sopeña, 1995: 39). Pero parece que este ritual comunitario al que se refiere Estrabón tenía también algo de doméstico, pues la familia estaba involucrada como tal y celebraba el rito delante de su casa.97 De manera que parece lícito suponer la existencia de ritos en los que, aun siendo comunitarios, la familia como colectividad jugaba un papel destacado. Más allá de eso debemos entrar en el terreno de las lucubraciones: si una parte de ese ritual estaba destinado a la protección de la familia o la casa, si la divinidad tenía alguna vinculación especial con el ámbito doméstico, si se trataba de una celebración periódica en la que la familia tenía un especial significado… Todas estas son cuestiones que, por el momento, quedan en el aire. En cuanto a la divinidad a la que se alude, si bien muchos autores abogaron por interpretarla como la luna, en las más recientes investigaciones se opta por identificarla con Dis Pater, interpretatio romana, según Gabriel Sopeña (1995: 39), de la divinidad primordial de los celtas, Dagda, señor de los infiernos y proveedor de la vida y la muerte, a lo que se suma una interminable lista de atributos que lo colocan como el «dios obvio» del panteón celta. Su carácter ctónico es, por tanto, evidente, así como su vinculación con el ciclo de la vida y la muerte. Este tipo de divinidad asociada estrechamente con el mundo de los muertos y con el ciclo vital ha aparecido relacionada con el ámbito de la casa de manera reiterada en el mundo ibérico y es común a la coiné mediterránea, si bien, en el caso ibérico al menos, tiene carácter femenino. De manera que, quizá, a pesar de que el dios al que alude Estrabón fuera el de toda la comunidad, de la cual era protector en una de sus facetas, otra de estas —la relacionada
con su dimensión ctónica y con su carácter de dador de vida— lo vinculase al ámbito más restringido de la familia, dándole a esta última un cierto protagonismo dentro del ritual descrito, como elemento constituyente de la comunidad.98 El texto de Estrabón, por tanto, nos pone cuanto menos sobre la pista de un culto céltico hispano que tenía especial relación con la unidad básica de la sociedad, la familia, y con su morada, los dos criterios esenciales que hacen que un culto sea doméstico. A partir de aquí, es necesario buscar en el registro material el rastro de esa pista y, como hemos dicho, son los trabajos de Silvia Alfayé (2005, 2007, 2009) los que compilan por primera vez los posibles espacios de culto doméstico en la Hispania indoeuropea, los cuales define como «estancias integradas en viviendas que no presentan rasgos arquitectónicos que las singularicen al exterior, pero en cuyo interior se han hallado materiales que permiten plantear una posible funcionalidad cultual de esas dependencias» (S. Alfayé, 2005: 233). A esta definición se ajustan, según la misma autora, ciertas estancias halladas en los yacimientos del Cerro del Castillo (Reillo, Cuenca), Cuéllar (Segovia), el Alto de la Cruz (Cortes, Navarra), La Corona/El Pesadero (Manganeses de la Polvorosa, Zamora) o Contrebia Belaisca (Botorrita, Zaragoza), este último ya de época tardorrepublicana (S. Alfayé, 2005: 233; 2007: 316-317; 2009: 162-167). La identificación de estas estancias como espacios de culto no resulta, sin embargo, clara, pues las evidencias que inducen a realizar esta lectura son escasas y no descartan, al menos, su uso polifuncional (S. Alfayé, 2009: 162167, passim). Por otro lado, al igual que para algunas regiones ibéricas, en la Hispania céltico-indoeuropea existen también evidencias de enterramientos infantiles y depósitos faunísticos bajo las casas. Los primeros están además más extendidos de lo que se creía tradicionalmente y en comparación con el mundo ibérico (ibid.: 262), siendo especialmente abundantes en el territorio celtibérico y en el vacceo y menos en el vettón99 (ibid.: 298). La quema de sustancias aromáticas en contenedores específicos para ello po-
F. Marco, 1994: 324-326, G. Sopeña, 1995: 29-42 y G. Sopeña y V. Ramón, 1994. 97 S. Alfayé (2009: 262) pone en relación con este paso los triskeles tallados en los dinteles de algunas casas numantinas, que «como performativas imágenes de finalidad apotropaica revelan la importancia simbólica de la puerta y los espacios de tránsito entre las poblaciones indígenas», de forma similar a lo que se ha visto también para el mundo romano (vid. sup. pp. 76-77).
98 Puede ser interesante recordar aquí que, según Julio César (Gall. VI, 18), los galos se consideraban hijos de Dis Pater. 99 Para la relación detallada de los yacimientos en los que se han realizado este tipo de hallazgos remitimos al trabajo de S. Alfayé (2009), mientras que en las páginas siguientes haremos referencia solo a los encontrados en poblados en los que se han documentado también posibles estructuras destinadas al culto doméstico, como se ha hecho también para el caso ibérico.
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dría estar hablando también de una actividad ritual, en este caso ligada al fuego como elemento purificador y sagrado. Finalmente, ha querido verse un culto dedicado a los antepasados en unos curiosos hallazgos de esqueletos humanos en el interior de casas en los yacimientos de «La Hoya» (Laguardia, Álava) y Numancia, que según Gabriel Sopeña podrían pertenecer a los antepasados de los moradores de las casas (S. Alfayé, 2007: 317).
ESPACIOS
DE CULTO DOMÉSTICO
Contrebia Belaisca (Botorrita, Zaragoza) En relación con la habitación I del sector XII de esta ciudad se han puesto una mano profiláctica realizada en terracota, restos de un torso femenino y un fragmento de escultura masculina en piedra, así como parte de un quemaperfumes. Las informaciones al respecto son dudosas y contradictorias, como señala S. Alfayé (2009: 164), por lo que la identificación en dicha estancia de una actividad ritual debe quedar por el momento en suspenso.
Fig. 116. Fragmentos cerámicos con decoración de carneros y serpientes, procedentes del Cerro de El Castillo (Reillo, Cuenca) [M. Maderuelo y M.ª J. Pastor, 1981: 168, fig. 5].
Alto de la Cruz (Cortes de Navarra, Navarra)
Cerro de El Castillo (Reillo, Cuenca)
En el departamento 87/19 de este poblado se ha documentado, en el ángulo suroeste, un hogar ritual que se ha puesto en relación con los «autel-foyers» de Languedoc (S. Alfayé, 2009: 163; J. Maluquer et al., 1990: 28-31), sobre los que se ha tenido ocasión de hablar también en relación con los hallazgos de algunos poblados ibéricos (vid. sup. p. 163). El hogar tiene una forma cuadrangular, de 66 cm de lado, y está delimitado por losas de piedra calcárea hincadas, mientras que en la boca se colocó una placa de arcilla de 36 cm, decorada con motivos geométricos de líneas, espigas y círculos.100 En la misma estancia se documentaron una inhumación infantil femenina y tres depósitos de ovicápridos jóvenes, enterrados en la zona central del espacio y que se han interpretado como ofrendas o sacrificios de fundación (S. Alfayé, 2009: 164). También en este poblado se han documentado enterramientos infantiles bajo los pavimentos de algunas casas.
En este poblado celtibérico se halló, en la parte superior del cerro, una estructura identificada inicialmente con una tumba (M. Maderuelo y M.ª J. Pastor, 1981: 174) y que posteriormente se ha reinterpretado como un hogar ritual, posiblemente ubicado en el interior de una casa de la élite del poblado (T. Moneo, 2003: 164-167). Bajo los adobes que formaban parte de este hogar se hallaron tres pequeños vasos con decoración incisa (uno de ellos con técnica de boquique), dos vasijas globulares, tres vasos menores y otro cilíndrico. En el nivel superior se encontraron los restos de lo que parecía la destrucción de un edificio, entre los cuales apareció una gran cantidad de cerámica de diverso tipo: ibérica con decoración astral, ática del s. V a.C., a mano decorada con cordones, estampillada y con apliques en forma de carnero y de serpiente (Fig. 116). De este conjunto destaca un morillo rematado en forma de cabeza de carnero y decorado con serpientes y motivos geométricos (ibid.: 164; Fig. 117). La decoración de algunas cerámicas con estas cabezas de carnero y serpientes ha llevado a Teresa Moneo (ibid.) a plantear la posibilidad de que el culto desarrollado alrededor del hogar respondiese a la
100 El hogar se diferencia de otros hallados en el mismo nivel habitacional del poblado (S. Alfayé, 2009: 164).
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a)
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b)
Fig. 117. Vista lateral (a) y frontal (b) del morillo aparecido en el Cerro de El Castillo [M. Maderuelo y M.ª J. Pastor, 1981: 164, fig. 1; ibid.: 167, fig. 4].
vez a concepciones solares y ctónicas, representadas respectivamente por el carnero, que haría alusión a una divinidad como el Apolo Karneios griego, y la serpiente, cuyo significado ctónico hemos tratado ya previamente (vid. sup. pp. 70-73). Recordemos que, en función del detallado estudio de Gabriel Sopeña (1995), la divinidad a la que debía de aludir Estrabón en su texto, y que se ha identificado con Dis Pater-Dagda, aglutinaba en sí misma esta doble y aparentemente dicotómica dimensión.
Cuéllar (Segovia)101 En la fase del yacimiento vacceo de Cuellar —bajo la Plaza del Castillo— conocida como Poblado II (s. V a.C.) se ha hallado un espacio de culto en el interior de una vivienda destacada, parcialmente destruida102 (Fig. 118). En esta fase se aprecia un salto cualitativo en la evolución del poblado, tanto desde el punto de vista cultural como urbanístico, pues se sustituyeron las casas de planta circular por otras más 101 Para el análisis de este espacio seguimos el trabajo publicado por Joaquín Barrio en MM en 2002. 102 J. Barrio la identifica con una estructura prácticamente arrasada por la apertura de una calle moderna, mientras que S. Alfayé (2009: 165-166) cree que la estancia de culto se debe relacionar más bien con una vivienda cercana, en la cual se ha encontrado también un fragmento de cuenco con decoración a peine similar a los del espacio de culto y que se describirán a continuación.
complejas, de planta rectangular y adosadas entre sí. El espacio doméstico de culto, del cual desconocemos la forma y las dimensiones completas, estaba formado por un hogar rectangular elevado sobre el nivel de suelo de la habitación y que parecía conservar restos de un enlucido de cal y escasas huellas de uso, a diferencia de otros hogares documentados en el poblado. Lo flanqueaban dos poyetes que han sido interpretados como un banco corrido exento y un vasar o mesa para el desarrollo del culto; el diseño de ambos elementos auxiliares resulta, sin duda, de acusada singularidad (J. Barrio, 2002: 85). Tanto el banco como el vasar y el suelo presentaban restos de encalado, mientras que las paredes estuvieron revestidas de rojo. En cuanto a los materiales hallados en la estancia, los vasos y contenedores cerámicos se concentran junto al hogar y al vasar, mientras que los recipientes de almacenaje parecían haberse ubicado junto a las paredes perimetrales. La documentación de fusayolas y pesas de telar demuestra además el probable desarrollo de una actividad textil en la estancia. De todo este conjunto sobresalen una serie de piezas en las que se ha apoyado la interpretación del espacio como cultual. En primer lugar, de las cerámicas realizadas a mano destaca un conjunto de cuencos con decoración a peine, de los cuales dos, con perfil hemiesférico y especialmente grandes, y un tercero troncocónico, han proporcionado restos de un colorante rojizo y espeso pegado a las paredes internas (Fig. 119). Más llamativo aún es un peculiar
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Fig. 118. Planta de los cortes 3 y 5 de la Plaza del Castillo de Cuéllar (Segovia), con parte de los restos exhumados de la capilla [J. Barrio, 2002: 84, fig. 4].
aspergillus (Fig. 120), cuyo hallazgo ha servido para afianzar la interpretación cultual del espacio. Tiene un perfil bitroncocónico de carena marcada, con el cuello alargado y borde con forma de piel de toro extendida y una abertura tubular en el centro; la base presenta, en cambio, ocho perforaciones. La función de esta pieza debió de ser a la vez la de asperger y trasvasar líquidos de un recipiente a otro, dejando los posos o impurezas en el recipiente cerámico. En cuanto a la cerámica de importación a torno, se han documentado cuencos y un plato de pasta gris y tradición orientalizante, así como un vaso anforoide de pasta clara pintado (Fig. 121), en cuyo interior se documentaron restos de un colorante rojizo que sería el mismo que el hallado en los pithoi orientalizantes del santuario de Carmona (J. Barrio, 2002: 97). Este paralelo podría servir para interpretar esta pieza de Cuellar como de uso cultual. También un cuenco pintado muestra restos de este colorante rojo. Dos soportes cerámicos, varios fragmentos de granito de molinos barquiformes, cantos de cuarcita, un vástago y un hocino de hierro completan el conjunto de materiales hallados en la estancia. Nos encontramos, por tanto, ante un espacio doméstico sin aparentes diferencias arquitectónicas respecto del resto de las estructuras documentadas en el poblado, si bien, tanto algunos de los materiales recuperados en la casa como su propia decoración demuestran que se trataba de una vivienda de prestigio. El centro del espacio de culto, con posible función de altar, sería el hogar, mientras que a su alrededor una de las actividades que pudieron haberse llevado a cabo, en función de los materiales encontrados, sería el banquete ritual (ibid.: 103, n. 5). No resulta necesario incidir aquí en el significado simbólico y estrechamente vinculado con la actividad religiosa de
Fig. 119. Vasos con decoración a peine y soportes de barro para sujetarlos, con restos de colorante rojo en su interior [J. Barrio, 2002: 92-93, figs. 8-9].
algunos de los elementos documentados, pues han sido ya puestos de relieve al hablar de diversos espacios de culto ibéricos: hogar rectangular relacionado con los altares-hogares de Languedoc, presencia de la forma de piel de toro extendida en un objeto cerámico con uso ritual, revestimiento de las paredes con pintura roja, restos del mismo colorante en el interior de algunos recipientes cerámicos.103 A ello hay que sumar la asociación directa de alguno de estos objetos con actividades rituales, como el aspergillus, un tipo de pieza perforada que aparece ya documentada en contextos próximo-orientales del II milenio, desde donde se expandió hacia Occidente con un uso vinculado al ritual del vino (ibid.: 109). Objetos como el aspergillus y hallazgos como el del colorante rojo en algunos recipientes cerámicos 103 Véase el análisis detallado de los objetos aparecidos en el espacio en J. Barrio, 2002.
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hacen que Cuellar se venga a sumar al conjunto de asentamientos interiores en los que se constata la existencia de relaciones con la cultura orientalizante del sur peninsular, bien sea de forma directa o indirecta, así como la existencia de vías comerciales que atravesaban la Península hacia el norte hasta zonas muy interiores de la Meseta. En cuanto al rito llevado a cabo en la capilla de Cuéllar, Joaquín Barrio propone que fuese de tipo sacrificial, entendiendo por él no un acto cruento sino de libación y trasvase de líquidos, en el cual jugaría un papel destacado el aspergillus. La preparación y utilización de un colorante rojo a base de hematites y arcilla habría tenido también un papel importante en el desarrollo del rito (ibid.: 115-116). Finalmente, en la zona III del mismo poblado se han documentado diversos restos óseos pertenecientes a un neonato y a dos fetos a término, que debieron de ser enterrados bajo el pavimento de algunas casas (S. Alfayé, 2009: 299).
La Corona / El Pesadero (Manganeses de la Polvorosa, Zamora)
Fig. 120. Aspergillus cerámico con boca en forma de piel de toro extendida [J. Barrio, 2002: 95, fig. 11].
En la fase de la Primera Edad del Hierro de este poblado vacceo se han identificado ciertas construcciones domésticas interpretadas como espacios de culto. Tienen una forma circular y baja altura y están realizadas en adobe; en el interior se han documentado restos óseos, fragmentos cerámicos y adobes pintados y decorados con motivos geométricos (S. Alfayé, 2009: 164).
El Raso (Candeleda, Ávila)
Fig. 121. Vaso anforoide con restos de colorante rojo en el interior [J. Barrio, 2002: 98, fig. 14].
Algunos objetos y elementos hallados en este poblado vettón han llevado a investigadores como Joaquín Barrio (2002: 104-105) a proponer un uso cultual para algunas de sus habitaciones (A1 y C1). Estas fueron inicialmente interpretadas como viviendas (F. Fernández Gómez, 1986), pero el hallazgo de un kernos en una de ellas y de un pebetero en otra ha llevado a suponer que en su interior se debió de realizar algún tipo de rito. El kernos fue hallado en la habitación del fondo de la vivienda A1 (Figs. 122-123), en el espacio interpretado como despensa, mientras que en la estancia inmediatamente anterior el hogar que presidía la vida familiar estaba decorado con improntas circulares y sobreelevado ligeramente respecto del suelo. Resulta
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Fig. 122. Planta de la casa A1 del poblado de El Raso de Candeleda (Ávila) [F. Fernández Gómez, 1983: 52-53, fig. 11].
destacable el hecho de que este hogar no presente restos de quemado (ibid.: 58), especialmente si se considera que fue el centro de la vida doméstica (ibid.: 57), pues no parece que se usara ni para cocinar ni para calentar el espacio. Esta peculiaridad de un hogar central sin apenas huellas de uso ha sido ya observada en la capilla de Cuéllar y en algunos espacios con actividad cultual de diferentes regiones iberas, lo cual podría tomarse como un dato más que añadir a la hipótesis del uso de esta estancia o conjunto de estancias con fines rituales. La distancia cultural entre este caso y los iberos, sin embargo, obliga a ser cautos a la hora de sacar conclusiones. El pebetero fue hallado en la vivienda C1 (Figs. 124-125), en una pequeña habitación sin función específica denominada 2 bis. En el momento del hallazgo se documentaros restos de carbón bajo los fragmentos de la pieza, dispersos a lo largo del muro oeste del ambiente (ibid.: 290-291). Ningún otro objeto de los hallados en el mismo espacio parece compartir este posible uso ritual con el pebetero.
Fig. 123. Kernos de la casa A1 de El Raso [F. Fernández Gómez, 1983: 65, fig. 17 (36)].
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Fig. 124. Planta de la casa C1 de El Raso [F. Fernández Gómez, 1983: 282-283, fig. 160].
De manera más general, Fernando Fernández plantea la posibilidad de que los hogares de las casas de El Raso puedan considerarse altares domésticos, hipótesis que ya se ha visto desarrollada también para algunos poblados ibéricos (El Oral, Castellet de Bernabé…). Según F. Fernández (2005: 24-25), este carácter sacro de los hogares debería vincularse con tradiciones y creencias de tipo indoeuropeo que harían de ellos el equivalente doméstico del roble sagrado alrededor del cual se reunía la comunidad antes de acometer cualquier empresa colectiva. El hogar sería el aglutinante no solo físico sino también espiritual de la familia.
El Cerrón (Illescas, Toledo)
Fig. 125. Pebetero hallado en la casa C1 [F. Fernández Gómez, 1983: 306, fig. 175].
Conocemos solo una habitación con interesantes hallazgos, que ha sido interpretada como una capilla doméstica, inserta con probabilidad en una gran vivienda perteneciente a un régulo (T. Moneo, 2003: 164). Consta de dos fases sucesivas (330 y 210 a.C. aprox. respectivamente), en las cuales se han documentado restos de enlucido rojo en las paredes y de sucesivas capas de cal en el pavimento. Pero la más interesante es probablemente la segunda (Fig. 126), por sus materiales y especialmente por su equipamiento. Destaca, en primer lugar, una estructura adosada a la pared oeste del ambiente, interpretada
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Fig. 126. Dibujo reconstructivo de la segunda fase del edificio de El Cerrón de Illescas (Toledo) [T. Moneo, 2003: 165, fig. IV.56].
Fig. 127. Bajorrelieve que decora el frontal del banco o altar adosado a la pared oeste [T. Moneo, 2003: 166, fig. IV.57.1].
Fig. 129. Antefija de terracota con relieve con imagen de procesión. Palacio etrusco de Murlo (Poggio Civitate, Italia) [S. Stopponi, 1985: 58, I 30-I 32]. Fig. 128. Dibujo de la esculturilla de bronce hallada en las inmediaciones del edificio [T. Moneo, 2003: 166, fig. IV.57.2].
como banco o altar, cuya cara frontal estaba decorada con un bajorrelieve en el que se ven dos carros tirados por caballos y guiados por sendos aurigas, a los que sigue un grifo; frente al segundo carro aparece una figura humana estante que levanta el brazo izquierdo en lo que parece una señal de saludo o despedida (Fig. 127). En el centro de la habitación apareció un hogar rectangular, en cuyo interior había fragmentos de cerámica pintada y jaspeada típica de la Carpe-
tania. En el suelo, tres pequeñas losetas de piedra formaban una caja interpretada como base para una viga o un soporte. Junto a esta estructura apareció, en esta segunda fase, un depósito de huesos de cabra y oveja junto con fragmentos de cerámica pintada y ática y también en las cercanías fue hallado un pequeño bronce con forma de figura masculina desnuda, posiblemente un jinete (Fig. 128; ibid.: 162-164). El bajorrelieve parece poder interpretarse como la narración del proceso de heroización de un personaje, probablemente el antepasado mítico de los moradores de la casa. La tradición orientalizante de
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los conceptos reflejados en el bajorrelieve resulta evidente por la presencia del grifo, cuya asociación al mundo funerario y al ciclo de la vida hemos explicado ya al hablar de los pithoi del santuario de Carmona. Por otro lado, este relato figurativo de heroización se puede relacionar también con los relieves de las antefijas de terracota del palacio de Murlo (Fig. 129), en Italia.104 Pero este bajorrelieve no es el único elemento de tradición semita, pues, como hemos dicho, se han hallado restos del enlucido rojo de las paredes, que ya se ha visto que es un color con unas connotaciones religiosas claras y que se repite insistentemente en paredes, equipamientos y materiales en los espacios de culto que hemos analizando aquí. En cuanto al espacio delimitado por las losetas de piedra, a la luz de ejemplos como los de El Oral, puede pensarse en su relación con la colocación de un betilo o una ashera, en consonancia precisamente con la filiación oriental de parte de los elementos de este ambiente, si bien su función como soporte de una viga no es descartable en función de la información con la que contamos hasta el momento. Nos hallamos, por tanto, como en el caso de Cuéllar, ante una posible capilla de culto doméstico en el interior de la Península, en la que las concomitancias con edificios y tradiciones de origen oriental parecen claras, lo cual supone un dato más que sumar a la cada vez más clara penetración de este tipo de influencias culturales hacia la Meseta y norte peninsular.
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Como decíamos al inicio de este apartado, los testimonios de culto doméstico en el ámbito de la Hispania indoeuropea y céltica son limitados. La escasez de capillas o espacios con actividad ritual en su interior impide extraer conclusiones genéricas o regionales, pues en la mayoría de los casos solo contamos con uno o ningún ejemplo para cada región. Sin embargo, los casos recogidos aquí permiten afirmar que existió una actividad ritual en el interior de las casas y que esta, a juzgar por la dispersión de los hallazgos, parece común a todo este territorio. Para algunos autores, la existencia de este tipo de ritos domésticos está fuera de toda duda, al margen de la existencia o no de evidencias que lo demuestren; es el caso de Narciso Santos Yanguas (2006: 307), quien da por hecho que existió un culto privado entre
los astures, oficiado quizá por el cabeza de familia. Sin embargo, no podemos decir prácticamente nada de él, ya que nada se conoce, como el mismo autor reconoce al estudiar la religión de este pueblo, basándose, eso sí, en la ausencia de referencias a este tipo de ritos en las fuentes literarias. Tampoco podemos decir mucho sobre cómo era, cómo se desarrollaba o a quién iba dirigido ese culto en los casos para los que conservamos registro arqueológico. Algunas cuestiones parecen similares a las que hemos analizado al hablar del mundo ibérico, tales como el carácter sacro del hogar o, más bien, del fuego, que convertía al hogar en un altar ocasional o permanente; la presencia de materiales de importación con una posible función ritual; el uso de colores vinculados con la sacralidad, como el rojo, o la presencia de depósitos faunísticos y de inhumaciones infantiles bajo los suelos de las casas. Todo ello pone sobre la pista de la existencia de una actividad de tipo religioso en el interior de las casas, de todas o solo de algunas, y permite afirmar que existió un culto doméstico. Pero ni los restos materiales ni las fuentes escritas nos dicen nada sobre cómo se desarrolló y apenas nada sobre a qué divinidades se dedicó. A partir del texto de Estrabón puede barajarse la posibilidad de que Dagda o Dis Pater, el «dios obvio» de estos pueblos, tuviese, en alguna de sus múltiples facetas, una relación especial con la familia. Parece también verosímil que el fuego fuese un elemento divinoso en el interior de la casa, algo que, por otro lado, fue común al conjunto de los pueblos antiguos, como hemos comentado en ocasiones anteriores. El carácter eminentemente ganadero de muchos de estos grupos étnicos permite pensar también en la posibilidad de que se rindiera culto a una divinidad vinculada con los animales. En cuanto a la presencia de una posible diosa madre, las inscripciones dedicadas a las Matres, algunas de ellas encontradas en casas romanas de Clunia,105 parecen hacer referencia a la existencia de un culto doméstico dedicado a una divinidad femenina de la fecundidad, que, por otro lado, fue venerada por todo el mundo celta (G. Sopeña, 2005: 350). En cuanto al culto a los antepasados, como el del fuego, formaba parte de la cultura religiosa de los pueblos circunmediterráneos e indoeuropeos; sin embargo, los materiales que remiten a él no son numerosos por el momento. El que más claramente lo hace es el relieve con escena de heroización de El Cerón de Illescas.
104 Véase lo dicho a este respecto en la nota 22 de este mismo capítulo.
105 Véanse los registros BU/Clunia04-I y BU/Clunia09-I en el catálogo.
CONCLUYENDO...
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El estudio del culto doméstico en Hispania indoeuropea y céltica permanece, por tanto, plagado de interrogantes y de asuntos por resolver, a la espera de que los hallazgos arqueológicos amplíen los datos y aclaren las ideas e hipótesis propuestas. Sin embargo, su contemplación dentro del conjunto
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más amplio del análisis de los lugares de culto de estos pueblos, como ha hecho Silvia Alfayé en sus trabajos, puede hacer que poco a poco se llame la atención sobre esta discreta manifestación religiosa, evitando así pasar por alto lo que de ella queda en el registro arqueológico.
V ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO EN LAS PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE Vosotros también, del antaño fértil, hoy pobre campo, guardianes Lares, tenéis vuestras ofrendas. Tib., I, 1, 19-20
El conjunto de las evidencias materiales de culto doméstico en las provincias Bética y Tarraconense se presenta numeroso y variado, con un total de 162 recopiladas entre estructuras, materiales, inscripciones, conjuntos de estructuras con materiales e inscripciones y otras manifestaciones de culto, que se han concretado en enterramientos infantiles y depósitos rituales (Tabla 1).1 El grupo más abultado es el de los materiales sin relación con estructuras de culto, seguido de cerca de las estructuras sin materiales asociados; en cambio, las que sí los tienen son con diferencia el grupo menos numeroso (Figs. 1-2). Esta escasez de estructuras con materiales asociados es una de las características que presenta el registro arqueológico de las provincias analizadas, algo que ha condicionado sin duda este estudio, pues el análisis de materiales por un lado y de estructuras por otro ofrece una información más incompleta que la que se puede obtener de contextos arqueológicos completos. 1 Este capítulo y el siguiente tienen como complemento necesario el catálogo de evidencias de culto doméstico en las provincias Bética y Tarraconense, que se proporciona en CD. Por tanto, para las descripciones detalladas de cada testimonio arqueológico al que se alude, así como para su bibliográfia completa, se remite a dicho catálogo. Una introducción al mismo y un resumen de los datos principales, en forma de tablas sintéticas, se pueden consultar al final de este volumen. Durante el proceso de publicación de este libro hemos podido recopilar algunas evidencias nuevas (22 en total), que aportamos en el apéndice del catálogo en CD. No ha sido posible incluirlas en las valoraciones y análisis de este capítulo y el siguiente, si bien no implican diferencias sustanciales con lo referido en ellos. En los casos en los que suponen una matización o un complemento, se ha añadido una nota al pie para indicarlo.
Antes de pasar a analizar estos tipos de evidencias materiales de culto doméstico, cabe realizar algunas consideraciones de conjunto, entre las que hay que destacar la dispersión geográfica de los testimonios, que aparecen repartidos por la práctica totalidad de las provincias Baetica y Tarraconensis (Fig. 3). Las mayores concentraciones se producen en la zona de la costa levantina, entre Murcia y Gerona, así como en algunos puntos del interior, en el norte y este peninsular, en provincias como Zaragoza, Cuenca, Soria o Burgos. En cambio, en otras regiones, como la zona oeste de Andalucía y sur de Badajoz, la zona sur de Castilla-La Mancha, algunas provincias de Castilla y León como Valladolid y Palencia, y la cornisa cantábrica y Galicia han dado pocas o ninguna evidencia de culto doméstico contextualizadas. Si se atiende a la distribución por provinciae se observa que, al margen de la diferencia de tamaño entre ellas, la densidad de datos es sensiblemente mayor en la Tarraconensis que en la Baetica, con 149 testimonios frente a trece. Por otro lado, en la Baetica todas las evidencias materiales proceden de contextos urbanos, mientras que en la Tarraconensis hay también un abultado número de contextos rurales, cincuenta2 en total frente a 99 urbanos. No deja de ser significativo este desequilibrio entre provinciae y, en este sentido, quizá convenga recordar el desconocimiento por el momento de 2 De tres de ellos se tienen dudas sobre su identificación como rurales: Can Balenço (Argentona, Barcelona), Ponte Puñide (Gonzar, O Pino, La Coruña) y Sagunto (Valencia), números 18, 22 y 64 de la Fig. 3.
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Fig. 1. Volumen de evidencias materiales de culto doméstico por tipos.
espacios de culto doméstico como tales en la Bética en época prerromana, como se ha visto en el capítulo IV, aunque esto en parte pueda achacarse no a razones culturales sino coyunturales y de la propia práctica arqueológica (vid. sup. p. 128, n. 14). El culto doméstico de tradición romana está presente en la Bética, como demuestran los trece casos recopilados, y lo está desde un período bastante temprano, pues los primeros testimonios se fechan a partir de la segunda mitad del s. I a.C.,3 momento en el que en el conjunto del territorio estudiado comienzan a aparecer manifestaciones de ritualidad privada de tradición itálica (vid. inf. p. 221). De manera que en este caso, con más razón incluso que para la época prerromana, las causas que explican la escasez de datos podrían ser circunstanciales, pero no puede por menos que valorarse que quizá ambos fenómenos estén interconectados y que las manifestaciones de religiosidad más privadas en la Bética deban buscarse en lugares distintos a la casa o en evidencias cuyo valor como indicadores de sacralidad por el momento se nos escapan. Por lo que respecta a la Tarraconense, prácticamente en todo su territorio se han encontrado evidencias de culto doméstico, aunque muy escasas en zonas como las actuales Castilla y León, Cantabria, Navarra, País Vasco,4 Asturias y Galicia. La densi3 Larario tipo nicho de la Casa de la Torre del Rocadillo, en Carteia (San Roque, Cádiz), e inscripción en un fragmento de columna en la casa romana de la C/ Ramírez de las Casas Deza, en Córdoba. Véanse los registros CA/Carteia01-E y CO/Corduba02-I en el catálogo, respectivamente. 4 Si bien en el catálogo no se ha recogido ningún testimonio de culto doméstico para el País Vasco, han aparecido inhumaciones infantiles en Las Ermitas (Espejo, Álava) e Iruña/
dad de los testimonios decrece, por tanto, cuando se avanza hacia el norte y el oeste de la provincia. En la zona de la Gallaecia, por ejemplo, no se cuenta con testimonios de culto doméstico previos a la llegada de los romanos, como ocurre en el sur, mientras que para el resto (Castilla y León, País Vasco…) sí hay alguno, a pesar de que, en general, el territorio indoeuropeo y céltico peninsular es parco en este tipo de hallazgos, al menos en lo que a espacios para el culto se refiere.5 Ante este panorama cabe preguntarse hasta qué punto la existencia de una tradición de prácticas religiosas domésticas indígenas influyó en la implantación y difusión en los diferentes territorios del culto doméstico de tradición romana. Para ello habría que conocer seguramente con más detalle la propia realidad indígena, muy fragmentaria en este sentido, como se ha visto en el capítulo IV. Aún así se tratará de ofrecer algunas respuestas a esta cuestión en el capítulo dedicado a la interpretación de los testimonios (vid. inf. apdo. 1 del cap. VI). Pero, como se ha dicho, no pueden descartarse otras razones que nada tienen que ver con los procesos históricos para explicar la mayor o menor concentración de hallazgos asociados al culto doméstico e, incluso, su ausencia en determinadas zonas. Una de las que hay que valorar es la cantidad y la calidad de la información arqueológica que existe para cada territorio, pues ello puede resultar determinante. Por otro lado, debe tenerse en cuenta que existen tipos de evidencias materiales que desaparecen fácilmente en el registro arqueológico peninsular, no solo las realizadas en materiales perecederos, sino incluso estructuras realizadas a una determinada altura en las paredes (nichos, pinturas) y que, por tanto, no suelen conservarse.6 Incluso a pesar de no conservarse dichas estructuras de culto, sería posible rastrearlo mediante la presencia de determinados materiales en estancias Veleia (Iruña de Oca, Álava). Estas y otras evidencias han sido recogidas en el apéndice del catálogo, pues han llegado a nuestro conocimiento ya durante el proceso de publicación de este trabajo. Por esta razón no se verán reflejadas tampoco en el análisis presentado en este y en el siguiente capítulo, si bien es cierto que no cambian en lo sustancial las conclusiones a las que se llega en ellos. 5 Véase el apartado 2 del capítulo IV. Los enterramientos infantiles, en cambio, son más numerosos y están más extendidos de lo que muestran los datos recogidos en el capítulo IV, pues nos hemos centrado en los encontrados en yacimientos donde también hay evidencias de espacios domésticos de culto. 6 Véase, en la Fig. 16 de este capítulo, la diferencia de volumen entre los lararios tipo nicho y tipo pintura y las aediculae y los sacraria, totalmente invertida respecto de lo que se conoce para los yacimientos paradigmáticos de Pompeya y Herculano (vid. sup. pp. 95-96).
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Fig. 2. Volumen de evidencias materialesde culto doméstico, por tipos y yacimientos.
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Fig. 3. Mapa con ubicación georreferenciada de los yacimientos con evidencias de culto doméstico en las provincias Bética y Tarraconense. 1. Abdera (Adra, Almería); 2. Carteia (San Roque, Cádiz); 3. Gades (Cádiz); 4. Córduba (Córdoba); 5. Iliberri (Granada); 6. Acinipo (Ronda, Málaga); 7. Celti (Peñaflor, Sevilla); 8. Híspalis (Sevilla); 9. Itálica (Santiponce, Sevilla); 10. Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante); 11. Veranes (Gijón, Asturias); 12. Barcino (Barcelona); 13. Camp de les Lloses (Tona, Barcelona); 14. Darró (Vilanova i la Geltrú, Barcelona); 15. Iluro (Mataró, Barcelona); 16. Ca l’Arnau-Can Mateu (Cabrera de Mar, Barcelona); 17. Can Palauet (Mataró, Barcelona); 18. Can Balenço (Argentona, Barcelona); 19. Clunia (Peñalba de Castro, Burgos); 20. L’Alter (Chilches, Castellón); 21. Montiel (Ciudad Real); 22. Ponte Puñide (O Pino, La Coruña); 23. Agro de Nogueira (Toques, La Coruña); 24. Ercávica (Cañaveruelas, Cuenca); 25. Segóbriga (Saelices, Cuenca); 26. Ermita de San Bartolomé (Atalaya del Cañavate, Cuenca); 27. Los Asperones (Cañaveruelas, Cuenca); 28. Los Quintanares (Osa de la Vega, Cuenca); 29. Emporiae (L’Escala, Gerona); 30. Mas Castellar de Pontós (Gerona); 31. Vilauba (Camós, Gerona); 32. Casa del Racó (Sant Juliá del Ramís, Gerona); 33. Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà, Gerona); 34. Tolegassos (Viladamat, Gerona); 35. Osca (Huesca); 36. Puypullín (Loarre, Huesca); 37. Pollentia (Alcudia, Mallorca); 38. Los Villares (Quintana del Marco, León); 39. Ilerda (Lérida); 40. Corbins (Lérida); 41. Torre Andreu (La Bordeta, Lérida); 42. Villamanta (Madrid); 43. Carthago Nova (Cartagena, Murcia); 44. El Rihuete (Mazarrón, Murcia); 45. El Alamillo (Mazarrón, Murcia); 46. Balsapintada (Valladolises, Murcia); 47. El Villar (Coy, Murcia); 48. Rambla de la Boltada (Cartagena-La Unión, Murcia); 49. Arellano (Navarra); 50. Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria); 51. Los Villares (Santervás del Burgo, Fuentearmegil, Soria); 52. Gazala (Tardesillas, Soria); 53. San Pedro del Valdanzo (Langa de Duero, Soria); 54. Tárraco (Tarragona); 55. Els Munts (Altafulla, Tarragona); 56. Río Francolí (Tarragona); 57. La Canaleta (Vila-seca, Tarragona); 58. El Cementiri (Alcanar, Tarragona); 59. Casa Blanca (Tortosa, Tarragona); 60. Carranque (Toledo); 61. Valentia (Valencia); 62. L’Ènova (Valencia); 63. Pou de la Sargueta (Riba-roja de Turia, Valencia); 64. Saguntum (Sagunto, Valencia); 65. El Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora); 66. Bílbilis (Calatayud, Zaragoza); 67. Caesaraugusta (Zaragonza); 68. Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza); 69. Convento de los Santos (Zuera, Zaragoza) [H. Jiménez Vialás y M. Pérez Ruiz].
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Fig. 4. Las estatuillas en bronce del sacrarium de Vilauba (Camós, Gerona), en el momento del hallazgo [P. Castanyer y J. Tremoleda, 2007: 22].
domésticas, lo cual permitiría saber que en un atrio, en un peristilo, en una cocina, etc. hubo algún tipo de espacio de culto del que no han quedado restos. Esto es lo que ha ocurrido en la villa de Vilauba,7 en cuyo sacrarium se presume que debió de haber un nicho, no solo por los materiales encontrados, sino por la forma en la que se hallaron (Fig. 4; P. Castanyer y J. Tremoleda, 1997: 173-174). Pero este es un caso excepcional, pues normalmente la disociación de los materiales respecto de sus contextos específicos impide realizar este tipo de interpretaciones y nos deja ante la duda de si un importante número de piezas hispanorromanas repartidas por museos y colecciones —especialmente esculturas en bronce de pequeño formato y árulas con o sin epigrafía— pudieron formar parte o no del culto doméstico. Lo mismo ocurre con numerosas estructuras que carecen de materiales asociados, para las cuales puede intuirse un uso religioso, en ocasiones más claro, como en algunas de las recogidas en el catálogo, y en ocasiones menos, lo que ha obligado a dejarlas al margen de este trabajo. Para ilustrar el importante condicionante en que se ha convertido este hecho en nuestra investigación puede ser interesante poner un ejemplo. En Pollentia solo se ha podido documentar la posible existencia de un larario tipo aedicula y el hallazgo de un ara anepigráfica, en la misma casa.8 En la misma ciudad se han hallado dos estatuillas de Lar en bronce, un número elevado para un yacimiento hispano, pero dado que no se conoce el contexto del hallazgo solo puede suponerse su pertenencia al ámbito doméstico, por lo que no los hemos tomado en consideración aquí (vid. inf. p. 430). En cambio, de haberse conocido
dicho contexto, las esculturas habrían enriquecido significativamente el conjunto de evidencias materiales de culto doméstico en Pollentia y el del conjunto recopilado de esculturas en bronce relacionadas con este, entre las que solo hay una estatuilla de Lar, procedente de la Villa de Vilauba en Gerona.9 El propio interés dedicado por la investigación a este tema resulta un condicionante determinante a la hora de conocer las manifestaciones de culto doméstico en determinadas regiones, de lo cual es un buen ejemplo el estudio de los depósitos rituales de jarras con restos de fauna y huevos hallados en la villas de la zona catalana (J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997; A. Pérez Almoguera, 1998), que ha permitido poner sobre aviso a los arqueólogos ante un tipo de testimonio de culto peculiar que, de no haber sido estudiado en conjunto, podría haber pasado más desapercibido. La falta incluso de una tipificación de las evidencias materiales de culto doméstico para Hispania ha hecho, en nuestra opinión, que parte de ellas no se hayan valorado adecuadamente, pues no siempre es fácil reconocerlas, especialmente en el caso de estructuras que no conservan materiales asociados y cuya planta o equipamiento no resultan llamativos dentro del conjunto de la casa.10 Estas cuestiones condicionan, por tanto, la identificación de las evidencias materiales de culto y, consecuentemente, los mapas de dispersión aquí presentados. Por tanto, los datos que se pueden obtener de ellos deben considerarse como eminentemente orientativos e ilustrativos y las conclusiones históricas deben extraerse, como ya se ha dicho, con cautela. Por lo que se refiere a los yacimientos urbanos, hay que subrayar la concentración de testimonios en algunos de ellos, como Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), con quince; Ilerda (Lérida), con trece; Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante), con once; Clunia (Peñalba de Castro, Burgos), con nueve; o Tárraco (Tarragona), con ocho. Les siguen otras ciudades como Uxama Argaela, con seis testimonios; Barcino (Barcelona), con cinco; o Emporiae (Ampurias, L’Escala, Gerona), Carthago Nova (Cartagena, Murcia) y Bilbilis (Calatayud, Zaragoza), con cuatro cada uno. Pero a la hora de valorar estos conjuntos debe tenerse en cuenta, no solo la cantidad de la documentación, sino también la calidad. Sirvan como ejemplo yacimientos como Carthago Nova, donde la totalidad de las evidencias materiales son estructuras de larario bien documen9
7
Véase el registro GE/Vilauba01-C en el catálogo. 8 Véanse los registros IB/Pollentia01-C e IB/Pollentia02-M en el catálogo.
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Registro GE/Vilauba01-C del catálogo. Esto ha llevado, por ejemplo, a identificar algunos lararios con cubiculae (P. Uribe, 2007: 98-99). Véanse los registros BU/ Clunia02-E y HU/Osca01-E en el catálogo. 10
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tadas, algunas de las cuales incluso con materiales asociados; o Celsa, donde a la cantidad de datos se suma la variedad, a nivel de yacimiento y de cada casa, ya que se han hallado estructuras, materiales y enterramientos infantiles. En Ílici se han documentado en un mismo edificio doméstico (Casa del Sector 5-F) un posible sacrarium en la fase romana y dos depósitos votivos en la iberorromana, de manera que es la única vivienda estudiada en la que se atestiguan evidencias de culto en los dos períodos. Al observar el mapa de dispersión de yacimientos podría decirse que existen también ausencias significativas, es decir, núcleos urbanos hispanorromanos destacados, para los que se conoce un número relativamente alto de casas o grupos más reducidos pero excavados por completo, en los que no ha sido posible apreciar evidencias de culto doméstico. Entre ellos están, en la Bética, Baelo Claudia (Bolinia, Tarifa, Cádiz), con un caserío reducido pero bien documentado; Ástigi (Écija, Sevilla), ciudad en la que las excavaciones de urgencia también han sacado a la luz numerosas casas; o Munigua (Villanueva del Río y Minas, Sevilla), donde se conocen también interesantes ejemplos de su caserío. En la Tarraconense son significativos los casos de Baétulo (Badalona, Barcelona), Iluro (Mataró, Barcelona), Azaila (Teruel), Iulióbriga (Campoo de Enmedio, Cantabria) o Astúrica Augusta (Astorga, León), en los cuales se ha documentado un número no desdeñable de casas que, sin embargo, no han dado indicios de culto doméstico.11 Pero el argumento ex silentio no resulta válido para extraer conclusiones, de manera que nuevamente parece lo más acertado atribuir la falta de información al respecto a razones no históricas sino coyunturales como la conservación o no de las evidencias, los procesos de excavación y el azar en el caso de las intervenciones urbanas. La información aportada por las villae tiene un gran valor, pues de ellas proceden algunos de los mejores conjuntos, como el de Vilauba (Camós, Gerona), el de la Villa de Cornelius (L’Ènova, Valencia) o el de la Villa de las Musas (Arellano, Navarra); 12 así como otros menos llamativos pero interesantes por su diversidad, como el de la Villa de Materno13 (Carranque, Toledo), o por su singularidad, como algunas villas de la zona catalana: Tolegassos (Viladamat, Gerona), Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà, Gerona), 11 En Astorga se ha interpretado una estructura hallada en un patio como un posible podium para una estructura de culto (M. Burón, 1997: 39), pero la escasez de la información al respecto nos ha llevado a dejarla fuera del catálogo. 12 Véanse los registros GE/Vilauba01-C, VA/Enova01-C y NA/Arellano01-C. 13 Registros TO/Carranque01-E y TO/Carranque02-M del catálogo.
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Casa Blanca (Tortosa, Tarragona), Corbins (Lérida) o Torre Andreu (La Bordeta, Lérida).14 En cuanto al arco cronológico abarcado en este estudio, puesto que el objetivo es analizar el culto doméstico en Hispania en época romana, se han tomado en cuenta las evidencias materiales fechadas en algún momento desde el final de la Segunda Guerra Púnica hasta la llegada de los visigodos (vid. inf. p. 431). Se trata de fechas consuetudinarias útiles para acotar el discurso, si bien, puesto que se pretende captar la evolución del culto doméstico en época romana en las provincias analizadas, no se aplica un corte drástico en ellas. En el caso de los testimonios más antiguos, se contemplan todos los amortizados ya en el período de presencia romana en la Península Ibérica, independientemente de que su datación inicial sea anterior a la finalización de la Segunda Guerra Púnica;15 en el caso de los más tardíos, se recogen todos los que alcanzan hasta el s. V d.C., momento de la extinción de las manifestaciones paganas de culto doméstico en Hispania16 (Figs. 5-6). Se documentan testimonios de culto doméstico a lo largo de todo este arco cronológico, si bien la densidad varía mucho por épocas. En el período más antiguo, hasta aproximadamente el último cuarto del s. II a.C., el número de evidencias en uso no supera las cuatro, elevándose ligeramente a partir de entonces y hasta finales del s. I a.C. hasta unas diez. Los testimonios más antiguos responden a tradiciones locales o a influjos no romanos,17 pero ya desde el último cuarto del s. II a.C. se documentan materiales de culto de tipo itálico, concretamente arulae anepigráficas, incluso en asentamientos indígenas,18 lo cual pone de manifiesto la existencia de un hibridismo religioso de tipo doméstico durante época republicana.19
14 Véanse los registros GE/Tolegassos01-O, GE/Guso01O, TA/CasaBlanca01 a 05-O, LR/Corbins01-O y LR/Torre Andreu01-O. 15 Véanse los registros AL/Ilici01-C y GE/MasCastellar01-C en el catálogo. 16 Véanse los registros SE/Hispalis01-E; VA/Sargueta01-E y ZA/Requejo01-E del catálogo. 17 Véanse los registros AL/Ilici01-C; BA/Balenço01-E; BA/Mateu01-O; BA/ Mateu02-O; GE/MasCastellar01-C en el catálogo. 18 Es el caso del Camp de les Lloses (Tona, Barcelona), un asentamiento indígena donde se han documentado testimonios de culto locales y romanos, entre ellos un arula (M. Durán et al., 2004: 434-436). Véase el registro BA/Lloses01-M en el catálogo. Véase también TA/Tarraco05-M para otro arula de datación temprana. Un análisis de las evidencias de culto en época republicana en las provincias Bética y Tarraconense en M. Pérez Ruiz, 2013b (e.p.). 19 En relación con el culto doméstico en el proceso de integración de la Península Ibérica en el Imperio romano, véase el apdo. 1 del capítulo VI.
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a)
b)
c)
d)
Fig. 5. Mapas con la ubicación georreferenciada de los testimonios de culto en uso entre finales del s. [H. Jiménez Vialás y M. Pérez Ruiz]. a) S.
III
III
a.C. y s.
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d.C.
a.C. 1. Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante); 2. Mas Castellar de Pontós (Gerona).
b) S. II a.C. 1. Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante); 2. Camp de les Lloses (Tona, Barcelona); 3. Darró (Vilanova i la Geltrú, Barcelona); 4. Ca l’Arnau-Can Mateu (Cabrera de Mar, Barcelona); 5. Can Balenço (Argentona, Barcelona); 6. Mas Castellar de Pontós (Gerona); 7. El Alamillo (Mazarrón, Murcia); 8. Tárraco (Tarragona). c) S. I a.C. 1. Carteia (San Roque, Cádiz); 2. Córduba (Córdoba); 3. Celti (Peñaflor, Sevilla); 4. Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante); 5. Barcino (Barcelona); 6. Camp de les Lloses (Tona, Barcelona); 7. Darró (Vilanova i la Geltrú, Barcelona); 8. Iluro (Mataró, Barcelona); 9. Can Balenço (Argentona, Barcelona); 10. Ercávica (Cañaveruelas, Cuenca); 11. Emporiae (L’Escala, Gerona); 12. Osca (Huesca); 13. Carthago Nova (Cartagena, Murcia); 14. El Rihuete (Mazarrón, Murcia); 15. Rambla de la Boltada (Cartagena-La Unión, Murcia); 16. Tárraco (Tarragona); 17. La Canaleta (Vila-seca, Tarragona); 18. Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). d) S. I d.C. 1. Abdera (Adra, Almería); 2. Carteia (San Roque, Cádiz); 3. Gades (Cádiz) 4. Córduba (Córdoba); 5. Iliberri (Granada); 6. Celti (Peñaflor, Sevilla); 7. Itálica (Santiponce, Sevilla); 8. Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante); 9. Barcino (Barcelona); 10. Can Palauet (Mataró, Barcelona); 11. Clunia (Peñalba de Castro, Burgos); 12. L’Alter (Chilches, Castellón); 13. Montiel (Ciudad Real); 14. Ercávica (Cañaveruelas, Cuenca); 15. Emporiae (L’Escala, Gerona); 16. Vilauba (Camós, Gerona); 17. Casa del Racó (Sant Juliá de Ramís, Gerona); 18. Osca (Huesca); 19. Puypullín (Loarre, Huesca); 20. Ilerda (Lérida); 21. Carthago Nova (Cartagena, Murcia); 22. El Rihuete (Mazarrón, Murcia); 23. Balsapintada (Valladolises, Murcia); 24. El Villar (Coy, Murcia); 25. Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria); 26. Gazala (Tardesillas, Soria) 27. La Calaneta (Vila-seca, Tarragona); 28. Casa Blanca (Tortosa, Tarragona); 29. Valentia (Valencia); 30. Saguntum (Sagunto, Valencia); 31. Bílbilis (Calatayud, Zaragoza); 32. Caesaraugusta (Zaragoza); 33. Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza); 34. Zuera (Zaragoza).
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e)
f)
g) Fig. 5. Mapas con la ubicación georreferenciada de los testimonios de culto en uso entre finales del s. [H. Jiménez Vialás y M. Pérez Ruiz] (continuación).
h) III
a.C. y s.
V
d.C.
e) S. II d.C. 1. Carteia (San Roque, Cádiz); 2. Gades (Cádiz); 3. Iliberri (Granada); 4. Itálica (Santiponce, Sevilla); 5. Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante); 6. Barcino (Barcelona); 7. Clunia (Peñalba de Castro, Burgos); 8. Segóbriga (Saelices, Cuenca); 9. Los Quintanares (Osa de la Vega, Cuenca); 10. Vilauba (Camós, Gerona); 11. Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà, Gerona); 12. Osca (Huesca); 13. Puypullín (Loarre, Huesca); 14. Pollentia (La Alcudia, Mallorca); 15. Ilerda (Lérida); 16. Corbins (Lérida); 17. Torre Andreu (La Bordeta, Lérida); 18. Villamanta (Madrid); 19. Carthago Nova (Cartagena, Murcia); 20. El Rihuete (Mazarrón, Murcia); 21. Balsapintada (Valladolises, Murcia); 22. El Villar (Coy, Murcia); 23. Arellano (Navarra); 24. Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria); 25. Gazala (Tardesillas, Soria); 26. San Pedro del Valdanzo (Langa de Duero, Soria); 27. Tárraco (Tarragona); 28. Els Munts (Altafulla, Tarragona); 29. Río Francolí (Tarragona); 30. El Cementiri (Alcanar, Tarragona); 31. Valentia (Valencia); 32. L’Ènova (Valencia); 33. Pou de la Sargueta (Riba-roja de Turia, Valencia); 34. Bílbilis (Calatayud, Zaragonza). f) S. III d.C. 1. Córduba (Córdoba); 2. Itálica (Santiponce, Sevilla); 3. Barcino (Barcelona); 4. Clunia (Peñalba de Castro, Burgos); 5. Segóbriga (Saelices, Cuenca); 6. Los Quintanares (Osa de la Vega, Cuenca); 7. Vilauba (Camós, Gerona); 8. Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà, Gerona); 9. Tolegassos (Viladamat, Gerona); 10. Osca (Huesca); 11. Los Villares (Quintana del Marco, León); 12. Torre Andreu (La Bordeta, Lérida); 13. Carthago Nova (Cartagena, Murcia); 14. Balsapintada (Valladolises, Murcia); 15. Arellano (Navarra); 16. Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria); 17. Los Villares (Santervás del Burgo, Fuentearmegil, Soria); 18. San Pedro de Valdanzo (Langa de Duero, Soria); 19. Tárraco (Tarragona); 20. Els Munts (Altafulla, Tarragona); 21. Valentia (Valencia); 22. L’Ènova (Valencia); 23. Pou de la Sargueta (Riba-roja de Turia, Valencia). g) S. IV d.C. 1. Híspalis (Sevilla); 2. Veranes (Gijón, Asturias); 3. Barcino (Barcelona); 4. Carthago Nova (Cartagena, Murcia); 5. Carranque (Toledo); 6. L’Ènova (Valencia); 7. Pou de la Sargueta (Riba-roja de Turia, Valencia); 8. El Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora). h) S.
V
d.C. 1. Híspalis (Sevilla); 2. Pou de la Sargueta (Riba-roja de Turia, Valencia); 3. El Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora).
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ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO...
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Fig. 6. Volumen de evidencias de culto doméstico por años.
A partir del cambio de Era el número de evidencias se eleva considerablemente, siendo el período de mayor concentración el s. II d.C., con hasta unas ochenta en uso a la vez. La cantidad se reduce en el s. III y, como cabe esperar por el empuje del cristianismo, a partir del s. IV el culto doméstico pagano comienza a estar escasamente representado, pero no desaparecerá hasta el s. V. Durante este período ya tardío no solo se van a mantener en uso lararios ya existentes, sino que se van a construir algunos nuevos, como el nicho de posible uso cultual hallado en una de las estancias de la Casa del Sectile, en Híspalis (Sevilla) o la aedicula en el peristilo de la Villa de Materno, en Carranque (Toledo).20 También el contexto de la Villa de Veranes (Gijón, Asturias) en el que se ha encontrado el fragmento de escultura en bronce de Mercurio es del s. IV d.C., aunque probablemente la pieza sea de factura anterior.21 El mantenimiento y la nueva construcción de estructuras de culto en este período tan tardío no debe extrañar pues, como se ha visto, no son casos únicos en el mundo romano y la explicación puede estar en la propia libertad que permitía el desarrollo del culto de puertas para dentro de la morada e, incluso, en una posible reivindicación del paganismo en un momento de importantes tensiones entre paganos y cristianos (vid. sup. p. 121).22 Este panorama general se va a repetir al analizar por separado cada uno de los tipos de evidencias materiales estudiados, con la salvedad de la epigrafía, que se concentra entre finales del s. I a.C. y el s. III d.C. (Fig. 199) y de los enterramientos infantiles y los 20 Véanse los registros SE/Hispalis01-E y TO/Carranque01-E del catálogo. 21 Registro AS/Veranes01-M del catálogo. 22 La valoración de estos lararios tardíos es algo que aún está por hacer y que aportará valiosa información sobre el fin de esta religión privada de tipo romano y su papel, más o menos destacado, en el enfrentamiento entre paganismo y cristianismo.
depósitos votivos, que tampoco van más allá del s. III d.C. (Figs. 226, 234). Pero al igual que la dispersión geográfica, la cronológica tiene también limitaciones que conviene poner de manifiesto. Por una parte, no en todos los casos se conoce la datación exacta de las evidencias de culto, especialmente en lo que respecta a las estructuras, de forma que la que se maneja es la de las viviendas en la que se encuentran, sin que en ocasiones se pueda saber si la fecha de construcción y de amortización coinciden exactamente en los dos casos, ya que la estructura de culto podría pertenecer solo a alguna de las fases de la casa. Por otro lado, se da con cierta frecuencia el caso de que la datación que se tiene es la de realización de la pieza, algo especialmente frecuente en los materiales y los epígrafes fechados por criterios estilísticos o paleográficos. Casos como el de la Villa de Vilauba, en Gerona, demuestran que algunos materiales pudieron estar en uso durante siglos, como ocurre con las esculturillas de bronce halladas en el sacrarium;23 sin embargo, cuando el contexto se ha perdido es imposible recuperar este dato. Las dataciones son, por tanto, aproximativas en diversos casos y se deberá tener cierta cautela en relación con las conclusiones que se puedan obtener de ellas.
1. ESTRUCTURAS PARA EL CULTO Las estructuras para el culto, con y sin materiales asociados, conforman el grupo más abultado de evidencias de culto doméstico en las provincias Baetica y Tarraconensis, con 42 registros (Tabla 2; Fig. 7). 23 Véase el registro GE/Vilauba01-C en el catálogo e inf. p. 282.
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Fig. 7. Mapa con ubicación georreferenciada de las estructuras de culto y los conjuntos de estructuras con materiales asociados, hallados en la Baetica y en la Tarraconensis. Los números del mapa remiten a los n.º inv. de cada evidencia material en el catálogo [H. Jiménez Vialás y M. Pérez Ruiz].
Las estructuras con materiales asociados son minoritarias (ocho) y todas proceden de la Tarraconense, mientras que las que carecen de ellos se han documentado en la Bética (ocho) y en la Tarraconense (26; Fig. 8). Algunas de estas estructuras tienen otras asociadas a modo de equipamiento (sacraria con aedicula, por ejemplo). En cuanto al contexto de procedencia, en la Bética todos son urbanos, mientras que en la Tarraconense proceden de contextos urbanos en 21 casos y rurales en trece. Predominan, por tanto, las estructuras halladas en contexto urbano (Fig. 9). Los edificios domésticos urbanos en los que se encuentran estos espacios de culto son en su mayoría casas unifamiliares, que en muchos casos pueden interpretarse como domus con una planta más o menos cercana al canon vitrubiano, entre las que destacan las emporitanas Casa n.º 1 y Casa n.º 2B por su adscripción a este modelo (Figs. 10-11). Otras casas, aun siendo unifamiliares, presentan plantas más
heterodoxas e incluso unas dimensiones algo limitadas para una domus; es el caso de la Casa Triangular de Clunia (Peñalba de Castro, Burgos) o de la Casa de la Fortuna de Carthago Nova (Cartagena, Murcia) (Figs. 12-13). De otras muchas desconocemos buena parte de la planta, por lo que no es posible valorarla en conjunto. Excepcionalmente, existe un caso de larario en una insula, concretamente la aedicula del Edificio del Atrio en Carthago Nova (Fig. 14). En el ámbito rural, todos los lararios se encuentran en edificios interpretados como villae, en todos los casos en la pars urbana salvo en la Villa de las Musas, en Arellano (Navarra), donde la aedicula se construyó en una zona de producción. Por lo que respecta a las estructuras de culto que no son lararios, la de Mas Castellar de Pontós (Gerona) forma parte de la casa principal de un asentamiento rural de tradición ibérica y también en Can Balenço (Argentona, Barcelona) parece tratarse de una habitación principal en un asentamiento de tipo rural.
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Fig. 8. Distribución de las estructuras con y sin materiales asociados en las provincias Bética y Tarraconense.
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Fig. 9. Distribución de las estructuras con y sin materiales asociados en ámbito urbano y rural.
Fig. 10. Planta de la Casa n.º 1 de Ampurias (L’Escala, Gerona), con ubicación del larario [R. Mar y J. Ruiz de Arbulo, 1993: 396].
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Fig. 11. Planta de la Casa n.º 2B de Ampurias (L’Escala, Gerona), con ubicación del larario [M. Santos, 1991: 32, fig. 15].
Fig. 12. Planta de la Casa Triangular de Clunia (Peñalba de Castro, Burgos), con ubicación del larario [P. de Palol, 1994: 77, fig. 97].
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Fig. 13. Planta de la Casa de la Fortuna de Carthago Nova (Cartagena, Murcia), con ubicación del larario [A. Fernández Díaz, 2008: 259, fig. 42].
Fig. 14. Planta de la fase II del Edificio del Atrio, en Carthago Nova (Cartagena, Murcia), con ubicación del larario [Cortesía de J. M. Noguera Celdrán].
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TIPOLOGÍA
DE LAS ESTRUCTURAS DE CULTO DOMÉSTICO
La gran mayoría de las estructuras para el culto pueden identificarse formalmente como lararios en su acepción genérica (Fig. 15), según la tipología presentada en el capítulo III, si bien debe tenerse en cuenta que algunos, aun encajando en ella, resultan algo peculiares, como ocurre con el sacrarium de la Casa de C. Iulius Sylvanus en Segóbriga (Saelices, Cuenca).24 De otros, los restos conservados son tan escasos que no es posible saber el grado de similitud que habrían tenido con el tipo con el que se identifican, de haberse conservado completos. De hecho, peculiaridades como las dos balsas encontradas en el interior del sacellum de la Villa de Cornelius,25 en L’Ènova (Valencia) (Fig. 124), para las que por el momento no conocemos paralelos, podrían ser evidencias de la simbiosis de tradiciones locales y romanas. Por otro lado, en la tipificación de este conjunto de evidencias, que abarca desde el inicio de la Segunda Guerra Púnica hasta el s. V d.C. y en el que la mayoría de estas se concentran en los ss. I-III d.C., hay que tener en cuenta que el grueso de los paralelos con los que contamos y que son los que permiten principalmente construir patrones y tipologías proceden del área vesubiana y, por tanto, no superan el año 79 d.C., mientras que los paralelos más tardíos, dispersos por el Imperio, son mucho menos numerosos y, sobre todo, no constituyen conjuntos tan completos y ricos como los de Pompeya y Herculano.26 Hay tres estructuras de culto doméstico recogidas en nuestro catálogo que claramente no pueden ser interpretadas como lararios: la habitación con objetos de culto hallada en la casa iberorromana del Sector 4-C de Ílici27 (La Alcudia de Elche, Alicante); la estructura del recinto P de Can Balenço (Argentona, Barcelona) y la estancia principal de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona).28 Los tres casos tienen una cronología republicana y proceden de contextos de tradición ibérica, aunque en Mas Castellar de Pontós parece existir una destacada influencia griega (vid. sup. pp. 189-194). Estas tres estructuras no responden, sin embargo, a una tipología específica ni común, sino que se trata de estancias en las que han aparecido elementos de equipamiento y materiales que hacen pensar en el desarrollo de algún tipo de 24
Registro CU/Segobriga01-E del catálogo. Registro VA/Enova01-C del catálogo. Véase el apartado 7 del capítulo III. 27 Véase la Fig. 53 del capítulo IV. 28 Registros AL/lici01-C, BA/Balenço01-E y GE/MasCastellar01-C. Véanse las Figs. 108-109 del capítulo IV. 25 26
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Fig. 15. Volumen de estructuras para el culto que pueden caracterizarse como lararios y de otros tipos de estructuras.
ritual en su interior, en consonancia con lo que se ha visto para el conjunto de espacios para el culto de época protohistórica. Volviendo a los lararios, estos presentan la misma diversidad de tipos que los analizados con carácter general a partir de los casos vesubianos. Se han documentado pinturas, nichos, aediculae, pseudoedículos, altares, sacraria y sacella, así como sacraria con aediculae, altares y fuentes. El tipo más común29 es el de los sacraria,30 al que se podrían sumar los sacella,31 como estancias dedicadas por completo al culto; le siguen las aediculae,32 de las cuales tres son pseudoedículos;33 los nichos,34 las pinturas35 y 29 No se tienen en cuenta aquí las estructuras que forman parte de otros lararios como equipamiento. De ellas se hablará más adelante, al analizar los lararios con equipamiento añadido. 30 Véanse los registros del catálogo CO/Corduba01-E; SE/Italica01-E; AL/Ilici02-E; BU/Clunia01-E; BU/ Clunia 02-E; CU/Segobriga01-E; GE/Emporiae01-E; GE/Vilauba01-C; HU/Osca01-E; MU/CarthagoNova02-E; MU/Rihuete01-E; TA/Munts01-E; ZA/ Requejo01-E; ZR/Bilbilis02-E; ZR/Celsa01-E. 31 Véanse los registros del catálogo; MU/CarthagoNova01-C; VA/Enova01-C; VA/Sargueta01-E. 32 Véanse los registros del catálogo CA/Gades01-E; ML/Acinipo01-E; SE/Italica02-E; IB/Pollentia01-E; MU/ CarthagoNova03-E; MU/CarthagoNova04-E; MU/Alamillo 01-E; NA/Arellano01-C; SO/Villares01-E; TA/Tarraco01-E; TO/Carranque01-E; ZR/Caesaraugusta01-E. 33 Véanse los registros del catálogo MU/CarthagoNova03-E; MU/CarthagoNova04-E; ZR/Caesaraugusta01-E. 34 Véanse los registros del catálogo CA/Carteia01-E; GR/Iliberri01-E; SE/Hispalis01-E; GE/Emporiae02-E. 35 Véanse los registros del catálogo VA/Valentia01-E; ZR/Bilbilis01-C; ZR/Celsa06-E.
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Fig. 16. Volumen de lararios por tipos.
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Fig. 18. Tipos de lararios por provinciae.
Fig. 17. Porcentaje de lararios por tipos.
los altares36 están, sin embargo, escasamente representados y se da también el caso de un larario de tipo indeterminado37 (Fig. 16). El porcentaje resultante de lararios por tipos (Fig. 17) está completamente invertido si se compara con lo conocido para las ciudades vesubianas pues, como se dijo en el capítulo III, los lararios más numerosos en ellas son los nichos, seguidos de las pinturas, mientras que las aediculae y los sacraria resultan bastante más escasos. Sin embargo, aunque más adelante se hablará del valor social destacado de muchos lararios hispanos conservados, principalmente aediculae y sacraria (vid. inf. pp. 376-396), no es posible establecer una comparación equitativa de tipos con los testimonios vesubianos, ya que el estado de conservación del registro arqueológico con el que contamos en Hispania hace especialmente difícil que se conserven los colocados a una cierta altura en las paredes de las casas, como son precisamente las pinturas y los nichos, mientras que las aediculae y los sacraria o sacella pueden, en muchos casos, rastrearse en planta. 36 37
Véase registro GE/Emporiae03-E del catálogo. Véase registro SO/Villares02-E del catálogo.
Fig. 19. Distribución de cada tipo de larario en ámbito urbano y rural.
El análisis de los tipos por provinciae muestra que en la Bética la variedad de estructuras para el culto es alta en relación con el número total de casos, ya que se han documentado sacraria, aediculae y nichos; en la Tarraconense están representados todos los tipos (Fig. 18). Si atendemos al contexto de procedencia, no parecen existir grandes diferencias entre los lararios hallados en ámbito rural y urbano (Fig. 19), pues la proporción de los más numerosos, sacraria y aediculae, parece estar bastante equilibrada con el total de lararios que han aparecido en cada ámbito, en una relación aproximada de 1:3 en favor del contexto urbano; en cuanto a las pinturas, los nichos y los altares, su representación es demasiado escasa como para extraer conclusiones de su ausencia en ámbito rural. Se puede concluir, por tanto, que no se aprecian tipos de lararios elegidos preferentemente ni por provinciae ni en función del contexto urbano o rural.
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Lararios pictóricos Los lararios pictóricos son uno de los tipos menos numerosos, pues solo hemos documentado tres posibles casos, todos en la Tarraconensis y en contexto urbano (Tabla 3; Figs. 20-22). La cronología de estos testimonios abarca desde el último cuarto del s. I a.C. hasta el s. III d.C. En cuanto a su procedencia, es también variada: el acceso de la Casa de la Fortuna en Bilbilis (Caltayud, Zaragoza), el hortus de la Casa de la Tortuga de Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza) y un contexto arqueológico en la Plaza Cisneros en Valencia asociado a una casa romana.38 El único que no parece ofrecer dudas sobre su interpretación como un larario pictórico es el de la bilbilitana Casa de la Fortuna, datado entre la segunda mitad del s. I y el s. II d.C. En él se representa a la diosa que da nombre a la casa como imagen de culto. Viste chiton rojo y posiblemente llevaba un himation sobre él; con el brazo izquierdo sostiene la cornucopia (conservada solo en la parte inferior) y con el derecho un timón, que se apoya en una rueda o un globo terráqueo; tiene la pierna izquierda ligeramente flexionada y el peso del cuerpo recae sobre la derecha, con la cadera curvada hacia ese mismo lado; la cabeza se ha perdido39 (C. Guiral Pelegrín y M. Martín-Bueno, 1996: 236-239). Bajo la pintura había una repisa y un altar construido con posterioridad, ambos enlucidos y hoy perdidos. Al altar se sujetó un árula, que se ha conservado en parte (ibid.: 235; M. Martín-Bueno, 1979: 300-301, n.º 3). La pintura de Bílbilis tiene paralelos cercanos en las Fortunas representadas en los lararios pompeyanos (Th. Fröhlich, 1991: 132-134), especialmente en el de la cocina de la Casa di Acceptus et Euhodia (ibid.: 292, L97, lám. 46.2) y en el del acceso a la caupona IX, 7, 21/22 (Fig. 23; ibid.: 296, L106).40 En cuanto a la pintura con el titulus pictus [I]uppite[r] hallado en el hortus de la Casa de la Tortuga de Celsa, de época augustea, el contexto del hallazgo, en una zona de material de deshecho (M. Beltrán Lloris, 38 Véanse los registros del catálogo ZR/ Bilbilis01-C, ZR/Celsa06-E y VA/Valentia01-E. 39 Precisamente la falta de esta parte del cuerpo ha llevado a algún autor a interpretarla como Isis-Fortuna (J. Alvar, 1981: 315). Puesto que ambas tienen el timón, la rueda o el globo terráqueo y la cornucopia por atributos y visten chiton e himation (F. Rausa, en LIMC VII.1, s. v. Tyche/Fortuna: 130131, 136-137) coincidimos con C. Guiral y M. Martín-Bueno (1996: 239) en que con la parte conservada la lectura como Isis-Fortuna es arriegada. 40 Véanse más paralelos pompeyanos en C. Guiral Pelegrín y M. Martín-Bueno, 1996: 240-241.
Fig. 20. Larario pictórico con representación de Fortuna, hallado en el acceso a la Casa de la Fortuna, en Bílbilis (Calatayud, Zaragoza) [C. Guiral y M. Martín-Bueno, 1996: lám. III].
Fig. 21. Fragmento pictórico con titulus pictus referente a Júpiter, hallado en la Casa de la Tortuga de Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). Museo de Zaragoza. Centro Monográfico de la Colonia Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), n.º inv. 78.126.3 [M. Pérez Ruiz].
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Fig. 22. Fragmento pictórico con representación de Venus pompeyana, hallado en las excavaciones de una domus en la Plaza de Cisneros, en Valencia [J. L. Jiménez Salvador, 2000: 31].
Fig. 23. Larario pictórico en el acceso a la caupona IX, 7, 21/22, en Pompeya, con representación de Isis-Fortuna [Th. Fröhlich, 1991: lám. 10.1, L106].
1986: 415), y la limitada información que ofrece el fragmento conservado nos plantean dudas sobre su lectura, de manera que, si bien se debe contemplar su posible significado religioso, no se puede tampoco descartar que se tratase de parte de un cuadro mitológico con los personajes identificados mediante los nombres escritos. De hecho, no resulta frecuente que las figuras representadas en los lararios pictóricos se identificaran con letreros; en los casos pompeyanos que conocemos se utilizó para resolver posibles ambigüedades, como la identificación de los Lares como
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Lares Augustos, cuya iconografía era la misma que la de los domésticos.41 Finalmente, en el fragmento de pintura de Valentia, hallado en la Plaza Cisneros y fechado entre los ss. I y III d.C., se conserva la cabeza de una mujer engalanada con corona y ricas joyas y enmarcada por dos guirnaldas que parten simétricas sobre su cabeza; a la izquierda se reconoce un fragmento de una rama verde. Esta imagen tiene destacadas semejanzas con la Venus pompeyana (J. L. Jiménez Salvador, 2000: 33), como la conservada en la fachada de la Taberna delle Quattro Divinità, que se caracteriza por estar tocada con una corona turrita de oro, decorada con ricas joyas, como los pendientes y los anillos con los que se adorna. Está vestida con túnica y manto, ambos de aspecto pesado y con numerosos pliegues, que le cubren el cuerpo casi por completo. Como atributos, sujeta una pequeña y fina rama en la mano derecha y un timón y un cetro en la izquierda. Sobre la cabeza, la escena queda enmarcada por dos guirnaldas simétricas. Acompañando a la diosa, Eros sujeta un espejo y dos amorcillos portan sendos signos de la victoria: una palma y una corona vegetal (Fig. 24; Th. Fröhlich, 1991: 148). La presencia del timón como atributo en estas representaciones subraya el carácter de esta divinidad como protectora de los marineros, algo que encaja en el contexto de Valentia, donde la pintura se halló en las cercanías del puerto (J. L. Jiménez Salvador, 2001: 309), aunque en este caso el timón no se ha conservado. En Pompeya, de donde es la diosa protectora —como su propio epíteto indica—, las representaciones pictóricas de Venus pompeyana aparecen normalmente en comercios o en fachadas. Su presencia en lararios domésticos se circunscribe al atrio de la casa V, 4, 3 (Th. Fröhlich, 2001: 271-272, L52, lám. 33.1) y al peristilo de Villa Aselli, en Boscoreale (G. K. Boyce, 1937: 99, n.º 496). Esta relación de la diosa con capillas domésticas, aunque no muy frecuente, y el hallazgo en la misma excavación en la que apareció la pintura valenciana de parte de una casa incitan a pensar que pudo ser parte de un larario pictórico en dicha casa. Sin embargo, no existe una relación directa entre la estructura doméstica y la pintura, por lo que no es posible afirmarlo con seguridad. 41 Nos referimos a la pintura dentro de un nicho en la casa pompeyana I, 10, 3, en la que aparecen representados dos Lares flanqueando un altar. Debajo del nicho puede leerse el grafito LARES AUGUSTOS, seguramente para diferenciarlos de los familiares (G. K. Boyce, 1937: 27, n.º 47).
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Fig. 24. Larario pictórico con representación de Venus pompeyana en la fachada de la Taberna delle Quattro Divinità, en Pompeya [M. Pérez Ruiz].
de los lararios (vid. sup. pp. 68-69), pues presenta unas motas en el cuerpo para las que no se conocen paralelos (Fig. 25). Por esta razón, se prefiere tener cautela y no presentar este testimonio como parte de una capilla doméstica.42 Solo en Bílbilis el larario presenta equipamiento y materiales asociados, las ya mencionadas repisas debajo de la pintura de Fortuna y el arula anepigráfica fijada a una de ellas.
Lararios tipo nicho y nichos como equipamiento añadido Fig. 25. Fragmento pictórico procedente de las excavaciones realizadas en la Plaza de Cisneros, en Valencia, con representación de parte de una posible serpiente [Cortesía M. Serrano].
En la misma excavación de la Plaza de Cisneros, en Valencia, se ha documentado otro fragmento pictórico en el que aparece representada una posible serpiente y que, por tanto, podría ser parte de un larario pictórico (J. L. Jiménez Salvador, 2000: 32). Sin embargo, la figura se conserva solo parcialmente y no resulta fácil identificar en ella a la serpiente propia
Los nichos documentados son cinco (Tabla 4; Figs. 26-30), cuatro de ellos lararios en sí mismos y el quinto como equipamiento de un sacrarium. Tres proceden de la Baetica y los otros dos de la Tarraconensis, pero solo uno ha sido hallado en ámbito rural. 42 Agradecemos al Prof. J. L. Jiménez Salvador la información que amablemente nos ha proporcionado sobre este fragmento pictórico.
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La cronología que abarcan en conjunto es amplia, como en el caso de las pinturas, desde finales del s. I a.C. hasta el s. V d.C. En cuanto a la ubicación, los de la Casa de la Torre del Rocadillo en Carteia (San Roque, Cádiz), la Domus del Callejón de los Negros en Iliberri (Granada) y la Casa n.º 19 de Ampurias (L’Escala, Gerona) se encuentran en atrios o espacios de distribución equivalentes; el de la Villa de El Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora) forma parte de un sacrarium, y el de la Domus del Sectile está en una estancia cuyo uso exacto se desconoce pero que debió de tener un carácter noble.43 Los nichos de Carteia, Granada, Ampurias y El Requejo tienen paredes rectas y planta rectangular, sin que se conozca la cubrición, por lo que coinciden de forma genérica con los tipos A1, B1, C1 y D propuestos por Jan T. Bakker.44 Solo el hallado en la hispalense Casa del Sectile tiene base y pared curva, de forma semicircular, adaptándose por tanto a los tipos A2, B2, y B2-C2 de la clasificación de Bakker. La base de apoyo del nicho está realizada, en los de Ampurias y Carteia, con un bloque de piedra (Figs. 29, 31), que en el caso de Ampurias forma parte del alzado del propio muro y en el de Carteia parece ser un bloque reutilizado. En el nicho de la Casa del Sectile, la base es de ladrillos (Fig. 28), mientras que en la de Granada es la propia roca madre (Fig. 27; F. Pérez de Baldomero y M. A. Castillo, 2001: 178) y en la Villa de Requejo el suelo de la estancia, a juzgar por la planta de la misma (Fig. 30). En ningún caso la base está realizada con un ladrillo o una teja saliente a modo de repisa, como es habitual en los nichos documentados en Pompeya y Herculano (vid. sup. p. 83). En cuanto al revestimiento, solo el de Granada conserva pintura mural y ninguno conserva vestigios de fachada decorada a imitación de templo. Ninguno de los nichos cuenta con materiales asociados, lo cual plantea el problema de la interpretación de su funcionalidad. Si bien la ubicación en zonas preferentes de la casa parece avalar su posible fun43 Véanse los registros del catálogo CA/Carteia01-E, GR/Iliberri01-E, GE/Emporiae02-E, ZA/Requejo01-E y SE/Hispalis01-E. En relación con la funcionalidad de la estancia en la que se encuentra el larario de la Casa del Sectile, D. González Acuña (2011: 218) considera que toda ella debe ser interpretada como un espacio para el culto, por la presencia del propio nicho y por la decoración del umbral con un pavo real, ave documentada en otros lararios. Sin embargo, dado que no se conoce la planta completa de la casa y que, en función de lo conocido, la estancia en cuestión es una de las más grandes, preferimos ser cautos en nuestra lectura y circunscribir el larario al nicho por el momento. 44 Véase la Fig. 59 del capítulo III.
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Fig. 26. Nicho en el atrio de la Casa de la Torre del Rocadillo, en Carteia (San Roque, Cádiz) con ubicación del nicho en el atrio [© Proyecto Carteia].
Fig. 27. Nicho en el atrio de la Casa del Callejón de los Negros, en Iliberri (Granada) [F. Pérez de Baldomero y M. A. Castillo, 2001: 182, lám. VII].
Fig. 28. Nicho en la pared de una de las estancias de la Casa del Sectile, en Híspalis (Sevilla) [D. González Acuña, 2011: lám. VII.7].
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Fig. 29. Nicho en la estancia de distribución de la Casa n.º 19 de Ampurias (L’Escala, Gerona) [M. Pérez Ruiz]. Fig. 32. Opus tesellatum delante del umbral de la estancia con larario tipo nicho en la Casa del Sectile, Híspalis (Sevilla). Obsérvese la pata y la cola de un posible pavo real como emblema [D. González Acuña, 2011: fig. VI.6].
Fig. 30. Planta del sacrarium de la Villa de El Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora), con un nicho en una de las esquinas de fondo [F. Regueras, 1991: 167, fig. 2].
Fig. 31. Bloque de piedra que actúa como base del nicho hallado en el atrio de la Casa de la Torre del Rocadillo, en Carteia (San Roque, Cádiz) [M. Pérez Ruiz].
ción como lararios, lo cierto es que los nichos podían tener otros usos en el conjunto de la casa, por lo que la falta de materiales asociados hace que siempre se deba mantener un margen de duda. En el caso de la Casa de la Torre del Rocadillo de Carteia, la existencia de una placa con inscripción dedicada a Fortuna Augusta45 es un dato más para apoyar la existencia de un espacio de culto en la casa y que este pudiera ser el nicho practicado en la pared del atrio, si bien la placa se ha encontrado en otra estancia. En la Villa de Requejo, el hecho de que el nicho se encuentre dentro del sacrarium despejaría todas las dudas, pero la propia identificación de este último es algo dudosa por no haber materiales asociados, aunque su forma, dimensiones y ubicación parecen avalar la hipótesis. En la Casa del Sectile es un dato de apoyo la decoración del pavimento delante del umbral con un posible pavo real en opus tesellatum (Fig. 32), el mismo motivo que se ha documentado en la estancia en la que se encuentra una aedicula en la domus portuaria de Tárraco46 (Fig. 33; M. Adserias et ál., 2000: 149, fig. 18) y que aparece también en la pared de fondo del larario tipo nicho de la pompeyana Casa di Poppaeus Sabinus (VI, 16, 36; Th. Fröhlich, 1991: 282, L76, lám. 39.3) y en los pavimentos musivarios de los sacraria de la Maison du Paon y de la Maison d’Achille, en Thysdrus (El Djem, Túnez) y 45
Véase registro CA/ Carteia02-I del catálogo. Véase el registro TA/Tarraco01-E y, más abajo, el apartado dedicado a las aediculae. 46
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Fig. 33. Pintura con representación de pavo real en una de las paredes de la estancia con aedicula de la Domus portuaria de Tárraco (Tarragona) [M. Adserias et al., 2000: 149, fig. 18].
de la Maison des Masques, en Hadrumentum (Susa) (M. Bassani, 2003b: 168-169). Para los nichos hallados en Iliberri y en Emporiae no contamos con más apoyos que los datos ya presentados, relativos a sus propias características y a su ubicación en la casa. También en este grupo cabe mencionar el nicho que probablemente existió dentro del sacrarium de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona),47 donde debieron de estar alojadas originalmente las esculturillas de bronce halladas en él y que debió de ser, en opinión de Pere Castanyer —uno de los estudiosos de la villa— una estructura sencilla, carente de fachada, a pesar de que la propuesta reconstructiva la incluya (Fig. 123). Se apoya para esta afirmación en el hecho de que no se hallaron restos de esta posible fachada en el nivel de abandono de la estancia, muy bien coservado.48
Fig. 34. Vista de las cuatro caras del altar de la Casa n.º 2B de Ampurias (L’Èscala, Gerona), antes de la retirada de las pinturas [L. Abad, 1982, vol. 2: fig. 173].
Lararios tipo altar y altares como equipamiento añadido Los altares domésticos son un tipo de larario poco numeroso, con solo tres casos en la Tarraconensis: en la Casa n.º 2B de Ampurias (L’Escala, Gerona), en la Casa de C. Iulius Sylvanus de Segóbriga (Saelices, Cuenca) y en la Casa de la Fortuna en Bíbilis (Calatayud, Zaragoza) (Tabla 5; Figs. 34-35).49 En los dos últimos casos, el altar forma parte de un la47 Véase el registro GE/Vilauba01-C y, más abajo, el apartado dedicado a los sacraria. 48 Agradecemos a Pere Castanyer la inestimable ayuda prestada para el estudio in situ del larario y de los materiales de Vilauba, así como sus valiosos comentarios y apreciaciones. 49 Véanse los registros GE/Emporiae03-E y CU/ Segobriga01-E en el catálogo.
Fig. 35. Vista del sacrarium de la Casa de C. Iulius Sylvanus y del equipamiento y los materiales asociados a él, entre los cuales el altar con forma de columna quasi dórica [M. Pérez Ruiz].
rario más complejo: un sacrarium en Segóbriga y un larario pictórico con repisa en Bíbilis, mientras que el emporitano estaba situado en la parte ajardinada del peristilo. Los dos proceden de ámbitos urbanos, teniendo el de la Casa n.º 2B de Ampurias una cronología en torno al cambio de Era y el de la Casa de C. Julio Silvano de época severiana. El altar de la Casa n.º 2B de Emporiae es un caso excepcional en este corpus. El revestimiento pintado de la pieza tiene una clara semejanza con los lararios pictóricos de las ciudades vesubianas,
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lo que lo convierte en uno de los casos hispanos de culto doméstico de tradición más claramente itálica. Además, esta pintura es la más rica asociada a un larario hispano hasta la fecha. Como hemos dicho, se encontró en la parte ajardinada del peristilo sur de la casa. La parte conservada de la estructura está todavía in situ, desprovista ya de las pinturas que la revestían, que se han trasladado a un nuevo soporte. Gracias a ello, puede observarse que el altar se construyó en partes independientes entre sí: base, cuerpo y coronamiento, si bien este último no está in situ, sino que parece estar actualmente caído y semienterrado junto al resto del altar (Fig. 36). Tiene una base escalonada en dos niveles, cuerpo cúbico y coronamiento también escalonado, rematado en pulvini. En el momento del hallazgo, la parte más deteriorada era la superior, con un pulvinus casi completamente perdido (Fig. 34). El revestimiento pictórico se conserva en todo el cuerpo, en parte del escalón superior de la base y en parte del escalón inferior del coronamiento. El escalón superior de la base está decorado, en la cara vertical, con una delicada rama de olivo con hojas verdes estilizadas y aceitunas negras que surgen de ella; en la cara horizontal, la pintura imita crustae marmóreas, al igual que en el escalón inferior del coronamiento. En el cuerpo se desarrollan las escenas más ricas y complejas: en las caras este, norte y sur, dos serpientes afrontadas, que se enroscan sobre sí mismas, acercan su boca a una piña que surge de un kantharos de oro o de bronce dorado, sobre un fondo vegetal de altas plantas silvestres con tallos rematados en flores rosas; en la cara oeste, un gallo de plumaje oscuro, con zonas rojizas en el ala, el cuello y la cresta, camina en posición erguida por un paisaje vegetal igual al de las serpientes. Recorriendo la parte superior de todas las caras del cuerpo hay una guirnalda fina, roja y verde, que pende de las esquinas de cada cara. El motivo de la serpiente, tan frecuente en los lararios pictóricos pompeyanos, aparece solo documentado en Hispania en este altar y, acaso, en una pintura hallada en la Plaza de Cisneros de Valencia, si bien este último caso presenta serias dudas (vid. sup. p. 230). En un arula de Itálica50 (Santiponce, Sevilla) y en una escultura de Zuera, en Zaragoza,51 aparece también este motivo iconográfico, sobre el que volveremos en su momento. La cara frontal de este altar debió de ser la central de la escena con las serpientes, precisamente por su 50 51
Registro SE/Italica03-M del catálogo. Registro ZR/Zuera01-M del catálogo.
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Fig. 36. Imagen actual del altar de la Casa n.º 2B de Ampurias, in situ. Junto a él, semienterrado, un bloque de piedra que parece ser el coronamiento superior del ara [M. Pérez Ruiz].
mayor desarrollo frente a la del gallo y por estar orientada al este, coincidiendo con el único acceso al jardín del peristilo, que sería, por tanto, el lugar desde donde mejor se verían el larario y su decoración. Esta escena con las serpientes afrontadas presenta una extraordinaria similitud con las ampliamente documentadas en los lararios de Pompeya y de Herculano, que han sido analizadas en el cap. III. Los colores elegidos, la disposición de los cuerpo enroscados sobre sí mismos, el dibujo de las escamas, la cresta en una de las serpientes, la posición afrontada de ambas, el uso de la piña como atributo, la decoración del fondo con un paisaje de plantas con pequeñas flores rosas y la presencia de la guirnalda recorriendo la parte superior de la escena encuentran paralelos casi idénticos en los numerosos lararios pictóricos vesubianos, de lo cual son un buen ejemplo las casas dell’Efebo (Fig. 37), del Primo Piano52 y dell’Ara Massima (Fig. 38). También el gallo aparece representado en los lararios pictóricos pompeyanos, aunque no con la misma frecuencia que las serpientes. En una ocasión parece tener entidad propia, en la taberna VII, 5, 15 (G. K. Boyce, 1937: 67, n.º 285), mientras que en otras dos acompaña a Mercurio, en una composición que incluye en ambos casos la representación del omphalos, con una serpiente enroscada al mismo, como ocurre 52
Véase la Fig. 68 del capítulo III.
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Fig. 37. Larario pictórico con nicho en la pared del acceso a la cocina de la Casa dell’Efebo, en Pompeya [M. Pérez Ruiz].
Fig. 38. Larario pictórico con nicho en una de las paredes del atrio de la Casa dell’Ara Massima, en Pompeya [M. Pérez Ruiz].
en la taberna IX, 8, 4 y en la casa V, 4, 3 (ibid.: 39, n.º 118; 90, n.º 449). Pero más interesante para el caso que nos ocupa es la presencia del gallo en la decoración pintada de dos altares pompeyanos, en una habitación dedicada al culto de la casa I, 2, 3 y en el
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interior del sacellum ubicado en el viridarium de la Villa delle Colonne a Mosaico (Fig. 39; ibid.: 21, n.º 4 y 97, n.º 479, respectivamente).53 La relación del gallo con el culto doméstico parece antigua y asentada si se tiene en cuenta su representación también en los lararios de la ciudad de Delos, como en la casa C de la insula I del Barrio del Estadio (Figs. 40-41), donde aparece dos veces, asociado a un pavo y a Hércules, respectivamente. También este dios está presente en el altar de la Villa delle Colonne a Mosaico y a él y a Baco está consagrado el sacrarium en el que se encuentra, con numerosas alusiones a ambos (Fig. 39; M. Bassani, 2008: 232-233). La piña, junto con el huevo, es la ofrenda típica asociada a las serpientes en las pinturas pompeyanas (vid. sup. pp. 70-72; Fig. 37), pero la presencia del kantharos resulta, en cambio, anómala, pues estos reptiles suelen recibir sus ofrendas en altares pintados (Figs. 37, 38),54 en repisas que sobresalen de la pared (Pompeya, Casa del Fabbro, I, 10, 7) o incluso en nichos (Herculano, Ins. Or. II, 9). Solo en la pintura de la taberna con thermopolium IX, 1, 8 de Pompeya aparecía un kantharos asociado a serpientes, que, según la descripción de George Boyce (1937: 79, n.º 382), no parece que tuviera la función de altar para ofrendas. La tradición itálica que impregna la decoración del larario emporitano resulta, por tanto, clara, como también nos lo parece su interpretación como escenas y motivos propios del culto doméstico, como ya diversos investigadores han subrayado (L. Abad, 1982, vol. 1: 371; A. Balil, 1962b: 121-122; D. G. Orr, 1972: 145). Discrepamos, por tanto, de la lectura de F. J. Nieto (1971-1972: 388-390) que asocia el altar al culto a Asclepio, pues, si bien parece que todos los elementos presentes en la decoración tienen por separado una relación con este dios, como el autor analiza, la composición iconográfica y el hecho no menos importante de que el altar se encuentre en una estructura doméstica, en la ubicación propia de este tipo de lararios —peristilos y jardines (vid. sup. p. 96)—, despeja, en nuestra opinión, todas las dudas sobre la adscripción cultual del altar. Sobre el significado de la composición iconográfica nos detendremos en su momento (vid. inf. pp. 392-394). 53 A diferencia de estos, las serpientes no aparecen como motivo iconográfico de ningún altar en esta ciudad, pero sí en estrecha relación con él en la Casa del Primo Piano, donde uno de obra se colocó delante de una de las paredes del viridarium, en la que aparecían representadas dos serpientes acercándose a otro altar con un huevo como ofrenda (Fig. 68 del capítulo III). 54 Véase también la Fig. 68 del capítulo III.
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Fig. 39. Dibujo de las pinturas que decoraban el altar de la Villa delle Colonne a Mosaico, en Pompeya [Th. Fröhlich, 1991: lám. 48.2, L112].
Fig. 40. Dibujo de un nicho rodeado de pinturas en la Casa C de la insula I del Barrio del Estadio, en Delos [M. Bulard, 1926b: lám. XIV].
Al altar se accedía, como se ha dicho, a través del vano practicado en la mitad sur del lado este del murete de separación entre el pórtico y el jardín del peristilo. Centrada en este mismo murete se conserva una amalgama de piedras trabadas con argamasa, de 80 cm de anchura y 30 cm de profundidad aprox., entre las cuales puede observarse un fragmento de mármol similar al cipollino con una decoración moldurada (Fig. 42). Si bien los restos son casi inexistentes, es posible que se trate del arranque de un podium, tal vez de otro larario (en este caso de tipo aedicula), en el cual habrían estado alojados los dioses
Fig. 41. Pintura de larario en la Casa C de la insula I del Barrio del Estadio, en Delos [M. Bulard, 1926b: fig. 50].
domésticos, formando un conjunto ritual con el altar para las ofrendas del peristilo. En cuanto al altar de Segóbriga, tiene forma de columna quasi dórica, con una platabanda en la parte superior que serviría como superficie para la realización de ofrendas (R. Cebrián, 2002-2003: 132). No conserva ningún tipo de revestimiento y se encontraba originalmente en el interior de un recinto cerrado y
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Fig. 42. Amalgama de piedras y argamasa adosada a la pared exterior en el lado este del murete que delimita el peristilo de de la Casa n.º 2B de Ampurias [M. Pérez Ruiz].
techado, en el cual se halló también una base y fuste de columna en una sola pieza. El altar hallado en la Casa de la Fortuna de Bilbilis es un añadido posterior a un larario pictórico con representación de Fortuna, colocado sobre una repisa a la que dicho altar cubrió en parte. Estaba construido con una base de mampostería sobre la que se asentaba una hilera de pequeños sillares; sobre ellos descansaban tres hileras de adobes unidos con lechadas de argamasa, todo ello relleno con materiales de construcción. Estaba recubierto por una capa de enlucido blanco, hoy perdida. Sobre este altar se halló un árula anepigráfica adherida a él con argamasa (C. Guiral y M. Martín-Bueno, 1996: 235).
Lararios tipo aedicula y aediculae como equipamiento añadido Las aediculae son catorce en total, doce lararios y dos que constituyen el equipamiento añadido de sendos sacraria (Tabla 6). Cuatro de ellas responden a las características de los pseudoedículos, un subgrupo de las aediculae con el cuerpo formado por paredes que crean un nicho, en vez de por columnas (vid. sup. pp. 88-89). Centrándonos en las doce que tienen entidad propia como lararios, tres proceden de contextos urbanos en la Baetica y el resto de la Tarraconensis, cuatro de contextos rurales y cinco de urbanos.55 En cuanto a la cronología, la mayoría de los edículos se construyeron entre los siglos I-II d.C. Un caso excepcional es el fragmento de podium de un posible 55 Véanse los registros del catálogo CA/Gades01-E, ML/Acinipo01-E, SE/Italica02-E, BU/Clunia01-E, IB/Pollentia01-C, MU/CarthagoNova03-E, MU/CarthagoNova04E, MU/Alamillo01-E, NA/Arellano01-C, SO/Villares01-E, TA/Tarraco01-E, TO/Carranque01-E, ZR/Bilbilis02-E y ZR/ Caesaraugusta01-E.
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edículo conservado en el Complejo de El Alamillo (Mazarrón, Murcia), amortizado en el último cuarto del s. II a.C. y, por tanto, el único de época republicana; sin embargo, existen dudas sobre su lectura como posible estructura para el culto por lo poco que se conoce de la planta del edificio y la falta de materiales asociados, por lo que este dato debe tomarse con precaución. El período de amortización más común es el s. III d.C y solo la aedicula de la Villa de Materno, en Carranque (Toledo) es posterior a esta fecha, con una datación del s. IV d.C. A tenor de las aediculae recopiladas, parece que no había un lugar preferente donde colocarlas en las casas de la Bética y la Tarraconense: en la Villa de Materno, en Carranque (Toledo), y en la Casa de la Cañada Honda, en Itálica (Santiponce, Sevilla), se encuentran en el peristilo; en Carthago Nova, en el Edificio del Atrio la aedicula se encuentra en el mismo atrio y, en la Casa del Arx Hasdrubalis, en una zona de representación;56 en la casa de la C/ Palomeque 12, en Zaragoza, la aedicula se construyó en el hortus y el espacio donde apareció el edículo en la domus portuaria de Tárraco fue probablemente un jardín; en la domus de Acinipo se encuentra en un patio abierto, cuya función en el contexto doméstico no está clara; en la Villa de las Musas, en Arellano (Navarra), y en fábrica de salazones de Gades aparecieron en zonas de producción; en la Casa del Ninfeo de Bílbilis (Calatayud, Zaragoza) y en la Casa Triangular de Clunia (Peñalba de Castro, Burgos), en el sacrarium y en el resto de casos se desconoce la funcionalidad de la estancia en la que se encuentran.57 La aedicula de la Villa de Las Musas, en Arellano, y la de la Casa de la Cabeza de Bronce, en Pollentia, son las únicas que presentan materiales asociados, de tipología muy diversa. Solo la segunda de ellas conserva una posible imagen de culto, una cabecita en bronce, seguramente de Baco niño, mientras que a la primera se asocian materiales relacionados también con el vino.58 56 El espacio en el que se encuentra este pseudoedículo aparece delimitado en al menos uno de los lados por un murete, razón por la que es posible que se encontrase dentro de un sacrarium abierto al pasillo que daba acceso a una de las salas principales de la casa. 57 Es el caso de los edículos hallados en el Casa de las Cabeza de Bronce, en Pollentia; en el Complejo del Alamillo, en Mazarrón (Murcia), y en la Villa de los Villares, en Santervás del Burgo (Fuentearmegil, Soria). Véanse los registros del catálogo IB/Pollentia01-C, MU/Alamillo01-E y SO/Villares01-E. 58 Véanse estos materiales con más detalle en el apartado dedicado a los materiales asociados a lararios y, más adelante, en el dedicado a los materiales asociados al culto doméstico.
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La forma de la planta abrumadoramente mayoritaria es la rectangular, normalmente más ancha que profunda;59 solo en la Casa Triangular de Clunia la aedicula es de planta cuadrangular (Fig. 43). La altura conservada es normalmente escasa, por lo que en la mayoría de los casos se cuenta solo con el podium o incluso solo con el arranque (Figs. 44-45) o la cimentación (Fig. 46) del mismo. Únicamente en la casa de la C/ Palomeque de Zaragoza no se ha documentado el podium, sino el cuerpo y la cubrición. Las aediculae que conservan restos del cuerpo sobre el podium son la del Edificio del Atrio (Fig. 47), la de la Casa del Arx Hasdrubalis, ambas halladas en Carthago Nova y que responden al subtipo de pseudoedículo; la de la domus de Acinipo, también un pseudoedículo, y la que forma parte del sacrarium de la Casa del Ninfeo en Bílbilis. En la Casa de la Cabeza de Bronce de Pollentia y en la Villa de Las Musas de Arellano se han hallado restos de las columnas y, en el último caso, también de la cubrición (Fig. 66) pero no in situ ni completas. Las aediculae que presentan, por tanto, una imagen más completa son las del Edificio del Atrio y la Casa del Arx Hasdrubalis, en Carthago Nova; la de la domus de Acinipo, la de la Villa de Las Musas, en Arellano, y la de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis. En cuanto a la técnica constructiva, buena parte de los podia se realizaron en mampostería de piedra o de ladrillo, trabada con mortero, si bien en algunos se utilizó la mampostería para el núcleo, mientras que la parte exterior se construyó con hiladas más o menos regulares de piedra, como en el edículo del Edificio del Atrio (Cartagena), o de ladrillo, como en los edículos de la domus de Acinipo, de la Casa de la Cañada Honda (Itálica) y de la Casa Triangular (Clunia) (Figs. 48, 43). Otros podia están realizados completamente en piedra, como es el caso del de la domus portuaria de Tárraco o del de la fábrica de salazones de Cádiz, según parece por los escasos restos conservados (Fig. 49); también la descripción de la posible aedicula de la Casa de la Cabeza de Bronce, en Pollentia, parece referirse a una construcción enteramente de piedra (A. Arribas et al., 1973: 83), en todos los casos de procedencia local. En la Villa de Las Musas de Arellano cada parte del podium (zócalo, cuerpo y remate superior) se realizó en un bloque de piedra independiente (Fig. 50), mientras que los restos del podium de la Villa de Los Villares de Santervás del Burgo (Fig. 51) parecen realizados completamente en ladrillo (T. Ortego, 1954-1955: 175). 59 En algunos casos, debido a defectos de fábrica, la forma es casi trapezoidal.
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Fig. 43. Restos conservados del sacrarium de la Casa Triangular de Clunia (Peñalba de Castro, Burgos), con el arranque del podium de la aedicula al fondo [P. de Palol, 1994: 78, fig. 100].
Fig. 44. Vista lateral del arranque del podium de la aedicula en el patio de la fábrica de salazones de Gades (Cádiz) [Cortesía de J. M.ª Gener, J. M. Pajuelo y M.ª Á. Navarro. Excavación arqueológica del Teatro Cómico de Cádiz].
Fig. 45. Dibujo de una de las estancias del Complejo del Alamillo (Mazarrón, Murcia), con el posible podium de una aedicula adosado a la pared de fondo [M. Amante et al., 1990: 320, fig. 6.7].
Se trata, por tanto, de construcciones de una cierta solidez y realizadas con algún cuidado, las cuales, sin embargo, no se verían, pues debe suponerse que en la mayoría de los casos los podia estuvieron revestidos con estuco o pintura, como de hecho demuestran los restos conservados en varios casos. El de la fábrica de salazones gaditana ha conservado únicamente restos de estuco blanco (Fig. 44), pero resulta más frecuente que estuviesen pintados con colores lisos, como en el Complejo de El Alamillo (M. Amante et ál., 1990: 314) o con imitación de crustae marmóreas, como en la Casa del Arx Hasdrubalis (Cartagena) o en la del Ninfeo (Bílbilis) (Figs. 52-53; A. Fernández Díaz, 2008: 247; J. C. Sáenz et ál., 2010: 446-448).
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Fig. 46. Cimentación del podium de la aedicula en el peristilo de la Villa de Materno (Carranque, Toledo) [M. Pérez Ruiz]. Fig. 48. Podium de la aedicula en el peristilo de la Casa de la Cañada Honda, en Itálica (Santiponce, Sevilla) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 49. Vista cenital del podium de aedicula en el patio de la fábrica de salazones de Gades [Cortesía de J. M.ª Gener, J. M. Pajuelo y M.ª Á. Navarro. Excavación arqueológica del Teatro Cómico de Cádiz].
Fig. 47. Pseudoedículo hallado en el Edificio del Atrio, en Carthago Nova (Cartagena, Murcia) [Cortesía de J. M. Noguera Celdrán].
Sobre el edículo de la domus de Acinipo se dice que sobre la decoración de fondo, en tonos azules, rojos y amarillos principalmente, había una decoración «relativa a los dioses lares» (J. M. Castaño Aguilar y B. Nieto González, 2009: 98), de la que sin embargo no tenemos datos.
Excepcionalmente, el revestimiento del podium de la aedicula de la domus portuaria de Tárraco está realizado con verdaderas placas de mármol (Fig. 54; M. Adserias et al, 2000: 140), para lo cual conocemos solo un paralelo pompeyano, en la Casa di C. Caecilius Iucundus60 (V, 1, 26). Se trata, por tanto, de un caso excepcional de marmorización de la estructura doméstica destinada al culto, en lo que parece un afán por subrayar la dignidad de este componente de la casa. El cuerpo del pseudoedículo del Edificio del Atrio, en Carthago Nova, está construido con mampostería para las paredes laterales y con la propia pared del 60
Véase la Fig. 71 del capítulo III.
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Fig. 53. Podium de la aedicula adosada a la pared de fondo del sacrarium de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis (Calatayud, Zaragoza) [J. C. Sáenz et al., 2010: lám. XLIII].
Fig. 50. Podium de la aedicula en la cella vinaria de la Villa de las Musas (Arellano, Navarra) [M.ª A. Mezquíriz, 2003: 136, detalle].
Fig. 54. Podium de aedicula hallado en la Domus portuaria de Tárraco (Tarragona) [J. Macías, 2004: 78, fig. 51].
Fig. 51. Detalle de la planta de la Villa de los Villares (Santervás del Burgo, Soria). Restos de una posible aedicula en una de las esquinas de fondo de la habitación III [T. Ortego, 1954-1955: planta, detalle].
Fig. 52. Vista frontal del podium del pseudoedículo hallado en la Casa del Arx Hasdrubalis, en Carthago Nova (Cartagena, Murcia) [A. Fernández Díaz, 2003: 188, lám. 5].
atrio para el fondo, creando un nicho de paredes rectas cuya cubrición se desconoce (Fig. 55). La fachada se ennobleció mediante la colocación de dos pilastras de mármol blanco de Luni reutilizadas (Fig. 56), de unos 130 cm de altura, lo que provocó que el cuerpo fuera sensiblemente más alto que el podium (M. Pérez Ruiz, 2009).61 El interior del nicho estaba revestido de estuco blanco y la base se realizó con una lastra de piedra reutilizada, con ladrillos de forma triangular tras ella para completar el espacio (Fig. 57). La cubrición de la aedicula, de la que no se conservan restos, pudo muy bien realizarse con un frontón triangular, como se ha propuesto en su reconstrucción (Fig. 58; J. M. Noguera y M.ª J. Madrid, 2009: 270), de manera que la imagen completa de este larario debió de ser similar a la de aediculae como las de las pompeyanas casas delle Danzatrici (VI, 2, 22.15; Fig. 59) y 61 Las pilastras se encontraron caídas junto a la aedicula. En los extremos de las paredes de esta pueden verse las improntas dejadas por las molduras (M. Pérez Ruiz, 2009; B. Soler, 2009).
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Fig. 55. Detalle del cuerpo del pseudoedículo del Edificio del Atrio, en Carthago Nova [Cortesía de J. M. Noguera Celdrán].
Fig. 58. Propuesta reconstructiva de la aedicula del Edificio del Atrio [J. M. Noguera y M.ª J. Madrid, 2009: 270].
Fig. 56. El pseudoedículo del Edificio del Atrio con una de las pilastras de mármol que decoraban el cuerpo caída junto a él [Cortesía de J. M. Noguera Celdrán].
Fig. 57. Vista cenital de la base del nicho que conforma el cuerpo del pseudoedículo del Edificio del Atrio [Cortesía de J. M. Noguera Celdrán].
Fig. 59. Pseudoedículo en el peristilo de la casa delle Danzatrici de Pompeya (VI, 2, 22.15) [G. K. Boyce, 1937: lám. 33.2].
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VI, 16, 36,62 si bien con paredes laterales de cierre, a diferencia de la primera, y con volúmenes menos contundentes que la segunda. Otro pseudoedículo del que se ha conservado parte del cuerpo es el hallado en la Casa del Arx Hasdrubalis, también en Carthago Nova. En este caso, el nicho era de planta arcuada al interior, con muros rectos al exterior, de los que solo se pudo documentar el arranque. La base estaba pintada de color ocre, mientras que uno de sus extremos laterales lo estaba de verde.63 Con las debidas precauciones, pues no se tienen imágenes del cuerpo de este pseudoedículo, puede pensarse que se parecería en cuanto a forma al de la Casa del Salone Nero, en Herculano64 (VI, 13.11). Precisamente este larario o el de la Casa dell´Efebo en Pompeya (I, 7, 10-12. 19; Fig. 69) pueden servir también de paralelos para el pseudoedículo de la domus de Acinipo, en función de los datos con los que contamos, pues sabemos que tiene también un cuerpo con paredes rectas al exterior y curvas al interior, que crean un espacio a modo de hornacina. Algo distinta es la aedicula que se encuentra al fondo del sacrarium de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis. Sobre el podium se desarrolla una triple repisa escalonada que debió de servir para colocar las imágenes y los objetos del culto, realizada con fragmentos de ánforas recubiertos de mortero (Fig. 60), revestido a su vez con pintura de color rojo en la cara vertical —con algunos trazos de azul egipcio— y blanco en la horizontal. Además, en la repisa inferior se han documentado dos oquedades (Fig. 61), utilizadas con seguridad para el encastre de las columnas que sostenían la cubrición, de las cuales se han conservado algunos fragmentos, así como de molduras de estuco con apliques con forma de rostro que debieron de ser utilizadas como parte de la cubrición (Fig. 62; C. Sáenz et ál., 2010: 447-448). En la Domus del Protiro, en Ostia (VI, II, 4-5), y en la Villa di San Marco, en Stabia, se han documentado sendos sacraria cuyas paredes de fondo están ocupadas por podia (Figs. 63-64) similares al encontrado en la Casa del Ninfeo de Bílbilis, con la diferencia de que el ostiense no tiene repisas y el estabiano es curvo, a la vez que ambos carecen de cuerpo superior (J. T. Bakker, 1994: 235-236, n.º 80; M. Bassani, 2008: 204-205). En la Villa de Las Musas, en Arellano, no se conservan, en cambio, restos del cuerpo o de la cu62
Véase la Fig. 96 del capítulo III. Información proporcionada por la Prof. A. Fernández Díaz. 64 Véase la Fig. 76 del capítulo III. 63
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Fig. 60. Fragmentos de ánfora utilizados para la construcción de las repisas de la aedicula en el sacrarium de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis [J. C. Sáenz et al., 2006a: 415, fig. 9].
Fig. 61. Oquedades practicadas en la repisa inferior de la aedicula para el encastre de las columnas [J. C. Sáenz et al., 2006a: 415, fig. 8].
Fig. 62. Fragmento de moldura de estuco con decoración de cabeza humana [J. C. Sáenz et al., 2006: 414, fig. 7].
brición sobre el podium de la aedicula, a excepción de las basas de las columnas que estaban adosadas a la pared de fondo de la cella vinaria (Fig. 65). Sí se han encontrado algunos fragmentos de molduras de estuco en relieve esparcidas por el entorno, así como tres veneras cóncavas del mismo material (Fig. 66), a
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Fig. 65. La aedicula de la Villa de las Musas (Arellano, Navarra) durante el proceso de excavación. Obsérvese la presencia de dos basas para las columnitas del cuerpo en la parte superior del podium [M.ª A. Mezquíriz, 2003: 12, fig. 4].
Fig. 63. Sacrarium de la Domus del Protiro, en Ostia (Italia) [Ostia. Harbour city of Ancient Rome. Disponible en: http://www.ostia-antica.org/privrel/a80-03.jpg (Consulta: 12/04/2010)].
a)
Fig. 64. Sacrarium de la Villa di San Marco, en Stabia (Italia) [M. Bassani, 2008: 205].
partir de lo cual se ha propuesto la reconstrucción de la cubrición con forma de frontón arcuado, con una venera en el centro y otra en cada extremo (Fig. 67; M.ª A. Mezquíriz, 2003: 136). La ausencia de paralelos para este tipo de remate nos lleva a proponer otra posible solución, con un frontón triangular decorado
b) Fig. 66. Imagen (a) y dibujo (b) de los fragmentos de estuco utilizados en la cubrición de la aedicula de la Villa de las Musas [a) Mezquíriz, 2003: 102; b) ibid.: 138].
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Fig. 67. Dibujo reconstructivo de la aedicula de la Villa de las Musas [M.ª A. Mezquíriz, 2003: 137].
con un arco en el centro de la base, como se ve en la aedicula de la Casa del Principe di Napoli, en Pompeya (VI, 15, 7-8; Fig. 68). Sin embargo, este es también un caso único, por lo que la reconstrucción propuesta para la aedicula de la Villa de Las Musas resulta verosímil sin necesidad de paralelos, especialmente si se tiene en cuenta que la curva que trazan los fragmentos de estuco conservados para el remate superior se adapta mejor a esta propuesta que a la del paralelo pompeyano. Del pseudoedículo encontrado en la domus de la C/ Palomeque 12, en Caesaraugusta,65 no se conoce el podium, como se ha dicho, pero se sabe en cambio que el cuerpo estaba formado por un nicho con las paredes pintadas a imitación de crustae marmóreas y con una cubrición interior con forma de media cúpula gallonada, de aspecto similar, suponemos, al pseudoedículo en el peristilo de la Casa dell’Efebo, en Pompeya (I, 7, 10-12.19; Fig. 69). La fachada del nicho estaba dignificada por la colocación de sendas columnas pintadas de rojo. El coronamiento, con forma de frontón triangular, estaba estucado con molduras denticuladas y ovas (M. Beltrán, 1982: 31, 63). 65 No hemos podido ver imágenes de dicho pseudoedículo, por lo que debemos apoyarnos únicamente en la descripción dada en la publicación sobre el mismo (M. Beltrán Lloris, 1982: 31, 63).
Fig. 68. Aedicula en el peristilo de la Casa del Principe di Napoli, en Pompeya [M. Pérez Ruiz].
La imagen que ofrecen estos edículos y pseudoedículos más completos no difiere especialmente de la conocida para las ciudades paradigmáticas de Pompeya, Herculano u Ostia, como se ha ido viendo con los paralelos propuestos. A la vez, ofrecen un conjunto que, aunque poco numeroso, resulta bastante diversificado, manteniendo los elementos principales de este tipo de larario pero con una amplia diversidad en las soluciones decorativas y arquitectónicas empleadas, de manera que no contamos con dos exactamente iguales, como, por otro lado, ocurre en el grupo mucho más numeroso de los edículos y pseudoedículos vesubianos. Cabe destacar la existencia de un canal no muy profundo rodeando el podium de la aedicula de la domus portuaria de Tárraco (Fig. 54), único caso documentado en la Península Ibérica pero que, sin embargo, tiene un paralelo en el pseudoedículo de la Casa del Larario del Sarno, que estaba también rodeado por un canal, estrecho y profundo, y que tenía una especial relación con el agua pues, como ya se dijo, en él se representó al río Sarno como Penate (vid. sup. p. 54). En este sentido, debe subrayarse que precisamente la casa de Tárraco se encuentra en la
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Fig. 70. Vista cenital del podium de la aedicula hallado en la fábrica de salazones de Cádiz, con la tegula delante de él [Cortesía de J. M.ª Gener, J. M. Pajuelo y M.ª Á. Navarro. Excavación arqueológica del Teatro Cómico de Cádiz].
Fig. 69. Pseudoedículo construido en el pórtico del peristilo de la Casa dell’Efebo, en Pompeya [M. Pérez Ruiz].
zona portuaria de la ciudad y que quizá la complementación del larario con un canal tiene también que ver con una actividad económica asociada directamente al agua, en este caso al mar y al puerto, por parte de la familia que habitaba la domus. Cabe también pensar que, como en el caso de la Casa del Larario del Sarno, el de Tárraco pudo encontrarse en una zona ajardinada, como hemos propuesto aquí. Otro aspecto singular de este conjunto de edículos que es interesante destacar es la presencia de una tegula delante del podium de uno de ellos, hallado en la fábrica de salazones de Gades (Fig. 70). Esta, que se conserva in situ y casi completa, aunque fragmentada, estaba fijada al suelo de opus signinum del patio y adosada a la parte frontal del zócalo de la aedicula
mediante una capa de mortero de cal mezclado con fragmentos cerámicos. La función como altar o como mesa de ofrendas, apuntada por los excavadores de la fábrica, parece muy probable, si bien la tegula carece de restos de fuego en la superficie. Por esta razón, cabe barajar también la posibilidad de que actuase como superficie diferenciada para la colocación de un altar o una mesa de ofrendas exentos que, ubicados delante de la aedicula, sirviesen para la realización de ofrendas, de forma similar a lo que ocurre en la Casa dei Dioscuri (VI, 9, 6-7; Fig. 71) o en la casa VI, 16, 36, 66 ambas en Pompeya. No conocemos ningún otro caso como este, pero resulta similar el del nicho de la Domus del Larario, en Ostia (V, VIII, 2), debajo del cual sobresalía de la pared una placa gruesa de mármol blanco, sustentada por ménsulas de travertino (Fig. 72). La placa presenta una acanaladura curva en la parte derecha, que la recorre desde la pared hasta el frontal, con una función desconocida (J. T. Bakker, 1994: 238-239, n.º 90). 66
Veáse la Fig. 96 del cap. III.
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También es llamativo, como se ha comentado ya, que dos de las aediculae estudiadas, la de la fábrica de salazones gaditana a la que acabamos de aludir y la de la Villa de Las Musas en Arellano, se encuentren en zonas de producción, pues no es un tipo de ubicación en absoluto frecuente para los lararios. La explicación podría estar en el especial interés de la familia por encomendar a sus dioses la actividad productiva y, por tanto, su medio de subsistencia, por encima de otros aspectos de la vida doméstica. Tampoco hay que descartar que estos lararios colocados en zonas algo atípicas se complementasen con otros en otros lugares más comunes de la casa, de los que sin embargo no tenemos testimonio.
Lararios tipo sacrarium
Fig. 71. Aedicula en el peristilo de la Casa dei Dioscuri, en Pompeya [G. K. Boyce, 1937: lám. 29.1].
Fig. 72. Nicho con repisa hallado en la Domus del Larario, en Ostia [Ostia. Harbour city of Ancient Rome. Disponible en: http://www.ostia-antica.org/privrel/a80-03.jpg (Consulta: 12/04/2010)].
Los lararios tipo sacrarium67 son el grupo más numeroso, con 15 casos. Dos de ellos se encuentran en la Baetica, en contextos urbanos, y el resto en la Tarraconensis, de los cuales nueve proceden de contextos urbanos y cuatro de rurales (Tabla 7).68 La construcción de los más antiguos data del s. I a.C., mientras que el más tardío, construido a finales del s. IV d.C., se amortiza a mediados del s. V.69 Sin embargo, se produce una especial concentración en la amortización de sacraria a lo largo del s. III y principios del s. IV d.C., algo que ya se ha visto también para las aediculae. En muchos casos esto coincide con la amortización de la domus o la villa en la que se encuentran o con el final de una fase de uso. En cuanto a la ubicación de este tipo de lararios, ya se ha comentado que se concentran principalmente en atrios, peristilos y estancias de representación. El sacrarium de la Casa de la Corredera en Córdoba se encuentra en el atrio, frente al triclinum, como en el atrio están también los de la Casa n.º 1 de Ampurias (L’Èscala, Gerona), la Casa del Ninfeo de Bílbilis (Calatayud, Zaragoza) y la Casa del Emblema Blanco y Negro de Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza); en la Casa de las Rosetas de Osca (Huesca), el sacrarium se encuentra en una estancia que últimamente ha sido 67 Una primera aproximación a este tipo de lararios ha sido realizada por M. Bassani (2005). 68 Véanse los registros del catálogo CO/Corduba01-E; SE/Italica01-E; AL/Ilici02-E; BU/Clunia01-E; BU/Clunia02-E; CU/Segobriga01-E; GE/Emporiae01-E; GE/Vilauba01-C; HU/Osca01-E; MU/CarthagoNova02-E; MU/Rihuete01-E; TA/Munts01-E; ZA/Requejo01-E; ZR/Bilbilis02-E; ZR/Celsa01-E. 69 Se trata del posible sacrarium de la Villa de el Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora). Véase el registro ZA/Requejo01-E.
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Fig. 73. Sacrarium en la estancia de representación de la Villa de El Rihuete (Mazarrón, Murcia) [S. Ramallo, 1985: 83, fig. 14].
interpretada como el patio principal y de distribución de la vivienda (Uribe et al., 2012: 10), creemos que con razón. En Itálica (Santiponce, Sevilla), el sacrarium de la Casa de los Pájaros se construyó abierto al peristilo y adyacente al triclinum, la misma ubicación que tiene el larario de la Casa de las Cuevas de Clunia, si bien este presenta la peculiridad de tener un segundo acceso que lo comunicaba directamente con la sala de banquetes; también el sacrarium de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante) estaba en la zona del peristilo más cercana al triclinio, mientras que en la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) era adyacente al almacén. Los sacraria de la Casa de la Fortuna en Cartagena (Murcia), en la Villa de El Rihuete (Mazarrón, Murcia) (Fig. 73) y en la de El Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora) se construyeron, en cambio, dentro de estancias de representación. Del sacrarium de la Casa de C. Iulius Sylvanus, en Segóbriga (Saelices, Cuenca) (Fig. 74), se desconoce el lugar que ocupaba en la casa, pues no se conoce la planta completa. En cuanto al de la Casa Triangular de Clunia, está ubicado en la estancia de mayores dimensiones, que pudo ser un jardín (G. López Monteagudo et ál., 1998: 76),70 el cual habría quedado prácticamente inhabilitado para otro uso distinto del religioso, debido al espacio que ocupaba la capilla.71 Finalmente, el sacrarium de la 70
M. Bassani (2005: 82) interpreta, en cambio, toda la habitación como un sacrarium. 71 La ubicación central del espacio en la casa y sus dimensiones, mayores que las de cualquier otra estancia, así como la presencia en su interior de la capilla, hacen probable que se trate de un jardín dedicado al culto doméstico, ya que el larario ocupa la práctica totalidad del espacio. Sin embargo, el
Villa de Els Munts (Altafulla, Tarragona) se construyó al fondo de un conjunto de dos estancias adyacentes al oecus triclinar, que por dimensiones y disposición creemos que pudieron ser un cubiculum con cámara y antecámara (Fig. 75). La forma de la planta predominante en este tipo de lararios es la rectangular, en algunos casos tendente a cuadrangular (Fig. 76). En otras ocasiones la adaptación al espacio disponible le dio a las capillas forma trapezoidal. En cambio, en la Casa de los Pájaros, en Itálica, el sacrarium tiene una planta rectangular rematada en ábside curvo en el lado largo (Fig. 77), mientras que el de la Villa de Els Munts es el único con planta completamente curva. En Pompeya y en su entorno todos los sacraria estudiados por Maddalena Bassani (2008: 67) presentan paredes rectas, formando espacios rectangulares no siempre regulares, como la mayoría de las capillas hispanas. Solo en algunos casos los lararios vesubianos tienen ábsides curvos o rectos en alguna pared, de forma similar a lo que ocurre en la Casa de los Pájaros, aunque ninguno de ellos se parece demasiado al sacrarium bético. Incluso en la Villa dei Papiri (Herculano), que podría considerarse el caso más similar, el sacrarium tiene dimensiones mucho mayores y el ábside está construido en uno muro de separación entre esta estancia y el pasillo no se diferencia del resto de muros medianeros de la casa, lo que hace pensar en una construcción de altura similar, en contraste con los muretes bajos que suelen separar estos espacios abiertos del resto de estancias de la casa, permitiendo el paso de luz y aire. La pavimentación del espacio no ofrece información adicional, pues aunque es de tierra, no se diferencia de la del resto de la casa, a excepción del propio sacrarium.
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Fig. 74. Larario tipo sacrarium en Casa de C. Iulius Sylvanus, Segóbriga (Saelices, Cuenca) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 75. Planta de la Villa de Els Munts (Altafulla, Tarragona), con ubicación del sacrarium [F. Tarrats et al., 2008: 215, fig. 2].
de los lados cortos de la planta; se ubica en una zona preeminente, al fondo del eje axial que atraviesa desde las fauces hasta el tablinum, pasando por el atrio (Fig. 78; ibid.: 203, n.º 20). Resultan más cercanos, tanto para el sacrarium de la Casa de los Pájaros como para el de la Villa de Els Munts, algunos lararios de otras zonas del Imperio. El italicense es similar al documentado en el
peristilo de la Maison d’Asinius Rufinus Sabinianus, en Acholla (Botria, Túnez), también con planta rectangular y con el ábside colocado en uno de los lados largos; las dimensiones (1,2x1,5 m) y las cronología (ss. II-III d.C.) son también similares y está ubicado en el peristilo (Fig. 79; M. Bassani, 2003b: 180). Son paragonables también el sacrarium de Villa Filosofiana, en Piazza Armerina (Italia), si bien está decorado con mucha mayor riqueza y es algo posterior en el tiempo72 (A. Carandini et al., 1982: 125); el sacrarium de la Maison des Mosaïques Blancs, en Thysdrus (El Djem, Túnez) (M. Bassani, 2003b: 158-159, fig. 1), y el de la Villa de Vallon (Suiza) (Fig. 80; M. Bassani, 2003b: 163, fig. 5; S. Rebetez, 1992: 7-9). Para el de Els Munts son buenos paralelos el posible sacrarium de la Maison des Colonnes Rouges, en Acholla (Túnez), de dimensiones algo mayores pero de cronología similar73 (M. Bassani, 2003b: 180) y los de la Maison des Dauphins y la Maison de la Procession Dionysiaque, en Thysdrus (El Djem, Túnez), fechados entre finales del s. II y principios del s. III d.C. y similar en dimensiones el segundo (ibid.: 180, lám. 4a-b). Las dimensiones de la mayoría de los sacraria oscilan entre los 2-4 m2, con solo uno más pequeño, en la Casa del Emblema Blanco y Negro de Celsa (Fig. 81), de menos de 1 m2. El de la Villa de El Requejo es algo superior a los 5 m2 y dos son de dimensiones considerablemente mayores a la media, 17 m2 el de la Villa de Vilauba y 45,68 m2 el de la Casa de C. Iulius Sylvanus en Segóbriga. Si se tiene en cuenta la división establecida por Maddalena Bassani (2008: 67-68) para los sacraria pompeyanos en pequeños, con 0-5 m2; medianos, con 72 73
Véase la Fig. 113 del capítulo III. Véase la Fig. 30 del capítulo VI.
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Fig. 76. Planta de la casa de la Plaza de la Corredera (Córdoba), con ubicación del sacrarium [J. M. Blázquez, 1981: fig. 1].
Fig. 77. Sacrarium de la Casa de los Pájaros, en Itálica (Santiponce, Sevilla) [M. Pérez Ruiz].
6 -12 m2; grandes, con 13-20 m2, y los que superan estas dimensiones, la gran mayoría de los hispanos se incluyen en la categoría de sacraria pequeños, con solo un sacrarium mediano, uno grande y otro sensiblemente mayor que todos los demás. También en Pompeya abundan los sacraria pequeños, pero los de dimensiones medianas y grandes son más numerosos que los documentados en la Baetica y la Tarraconensis; ninguno de ellos supera, sin embargo, las dimensiones del sacrarium de la Casa de C. Iulius Sylvanus, en Segóbriga. En el Africa Proconsularis
todos los sacraria oscilan entre la categoría pequeña y la mediana, más o menos en el mismo número (M. Bassani, 2003b: 180). Las técnicas utilizadas para la construcción de los sacraria suelen ser las mismas que para el conjunto de la casa a la que pertenecen, ya que se trata de estancias insertas en la planta general. La escasa altura conservada de los muros permite conocer normalmente los materiales y técnicas utilizados para los zócalos —mampuestos de piedra más o menos regulares trabados con argamasa o con tierra, en la mayoría de los casos—, pero no para los alzados, solo conservados en la Casa del Ninfeo de Bílbilis, donde se realizó con adobes, y en la Villa de Vilauba, con tapial (Fig. 82). En algunos casos, el sacrarium está delimitado dentro de una estancia mediante muretes de menor entidad adosados a la pared, que precisamente por la menor calidad de su construcción apenas se conservan a ras de suelo, como ocurre en la Casa Triangular de Clunia74 (Fig. 83) o en la Casa n.º 1 de Ampurias (Fig. 84); incluso en la Casa de las Rosetas de Osca es probable que el sacrarium estuviese delimitado en ambos lados por muretes, pero solo se conserva el que lo separa del acceso a la estancia en la que se encuentra (M.ª N. Juste, 1994: 153). 74 Estos muretes no son visibles actualmente, ya que están cubiertos con una capa protectora de arena.
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Fig. 78. Planta de la Villa dei Papiri, en Herculano. Sacrarium sombreado en gris [M. Bassani, 2008: 203, n.º 20].
Fig. 79. Planta la Maison d’Asinius Rufinus Sabinianus, en Acholla (Botria, Túnez), con el sacrarium sombreado en gris [M. Bassani, 2003b: 181, lám. Ia].
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a)
b) Fig. 80. a) Planta de la Villa de Vallon (Suiza), con el sacrarium señalado como M40; b) Planta del sacrarium de la Villa de Vallon con diseño de los mosaicos y ubicación de los hallazgos materiales [a) S. Rebetez, 1992: 5, fig. 4; b) M. Fuchs, 2001: 204, fig. 8].
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Fig. 81. Sacrarium en el atrio de la Casa del Emblema Blanco y Negro, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza) [M. Pérez Ruiz].
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Fig. 82. Sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 83. Sacrarium de la Casa Triangular, en Clunia (Peñalba de Castro, Burgos) [P. de Palol, 1994: 78, fig. 100].
En todos los sacraria el acceso se realizaba mediante un único vano, a excepción del que se encuentra en la Casa de las Cuevas Ciegas de Clunia, que tenía uno abierto al peristilo y otro al triclinium (Fig. 85). También en este caso se conservan los sillares de apoyo para las jambas de las puertas o canceles, con las oquedades para el encastre de los goznes (Fig. 86). Los vanos de acceso a los sacraria suelen ocupar todo el frente y en diversos casos no conocemos huellas de cierre alguno75 (Figs. 81, 87), por lo que cabe preguntarse si este se realizaba por otros sistemas distintos a la puerta —con cortinajes, por ejemplo— o si estarían abiertos permanentemente a las 75 CO/Corduba01-E; SE/Italica01-E; MU/CarthagoNova02E; MU/Rihuete01-E; TA/Munts01-E; ZA/Requejo01-E; ZR/Celsa01-E.
estancias en las que se encontraban. Los delimitados por muretes de menor entidad suelen presentar solo cierres laterales pero no frontales76 (Fig. 83), con la excepción del sacrarium en el atrio de la Casa n.º 1 de Ampurias (Fig. 84b). En otros casos, el vano ocupa solo una parte del frente del sacrarium, como en la Casa del Sector 5-F de Ílici (Fig. 88), en la Casa de las Cuevas Ciegas de Clunia (Fig. 85), en la Casa del Ninfeo de Bílbilis (Fig. 89) o en la Villa de Vilauba, donde estaba además ennoblecido con la colocación de dos grande sillares a modo de jambas y señalado con un escalón que permitía salvar el desnivel entre el pórtico del peristilo y la estancia77 (Fig. 82); en este caso tampoco se observan señales en el umbral 76
BU/Clunia01-E; CU/Segobriga01-E; HU/Osca01-E. El resto de estancias de la villa carece de escalón a pesar de estar también a un nivel superior al del peristilo. 77
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a)
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a)
b) b) Fig. 84. Restos del sacrarium en el atrio de la Casa n.º1 de Ampurias (L’Escala, Gerona) [a-b) M. Pérez Ruiz].
c)
Fig. 85. Sacrarium de la Casa de las Cuevas Ciegas, en Clunia (Peñalba de Castro, Burgos) [M. Bendala Galán].
Fig. 86. Bloques de piedra para el apeo de las jambas en los vanos de acceso al sacrarium de la Casa de las Cuevas Ciegas, en Clunia [M. Pérez Ruiz].
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Fig. 87. Sacrarium en el tablinum de la Casa de la Fortuna, en Carthago Nova (Cartagena, Murcia) [M. Pérez Ruiz].
de la colocación de ningún tipo de puerta o cancel de cierre, pero se conserva el pomo de la puerta (Fig. 192). También los accesos al sacrarium de la Casa de las Cuevas Ciegas estuvieron ennoblecidos, pues los bloque de piedra que servían de apoyo para las puertas o canceles eran más anchos que el resto del muro y estaban rebajados en la parte sobresaliente para la colocación de placas decorativas u órdenes arquitectónicos apilastrados, lo cual se repite también en el acceso al triclinium con el que se asocia (Figs. 90-91).78 El tipo de pavimentación más sencilla documentado es el mortero de cal, en los sacraria de la Casa del Sector 5-F de Ílici y de la Villa de Vilauba. En la Casa del Ninfeo de Bíbilis se ha documentado, en cambio, una especia de empedrado tosco. Más elaborados son los pavimentos de opus signinum de las capillas de las casas de Las Rosetas (Osca), de la Fortuna (Carthago Nova) y del Emblema Blanco y Negro (Celsa) y de las villas de El Requejo y El Rihuete. En las casas de la Plaza de La Corredera (Córduba), de los Pájaros (Itálica) y Triangular (Clunia) los sacraria 78 La unidad de la fachada que debieron de presentar ambas estancias resaltaría la relación del larario con la sala de banquete.
Fig. 88. Planta de la Casa del Sector 5-F de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante), con ubicación del sacrarium [J. Sarabia, 2013: fig. 5].
se pavimentaron con opus tesellatum y en el de la Casa n.º 1 de Ampurias se ha documentado la cama de preparación del único realizado en opus sectile (E. Pérez Olmedo, 1996: 114, n.º 67). En los pavimentos de opus tesellatum predominan los motivos vegetales, como en la Casa de los Pájaros de Itálica (Fig. 92; I. Mañas, 2011: 41, n.º 23), o en la Casa Triangular de Clunia (Fig. 83; G. Ló-
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Fig. 90. Vano de acceso al sacrarium de la Casa de las Cuevas Ciegas (Clunia) desde el peristilo [M. Pérez Ruiz].
Fig. 89. Sacrarium en el atrio de la Casa del Ninfeo, Bílbilis (Calatayud, Zaragoza) [J. C. Sáenz et al., 2006: 414, fig. 6].
pez Monteagudo et al., 1998: 74-76). En este último caso podría decirse que la composición es algo más compleja pues, a diferencia del de la Casa de los Pájaros, en el que los motivos rellenan el espacio del sacrarium, en la Casa Triangular se desarrolla una composición sencilla, en la que tallos de vid acabados en hojas también de vid y de acanto surgen de una crátera flanqueada por dos palomas; sobre dicha composición y flanqueando la aedicula hay dos tallos con tres hojas cada una, todo lo cual remite a una idea de exuberancia y fecundidad vegetal. Pero en el conjunto de pavimentos musivos de estas estancias de culto, destaca el de la cordobesa Casa de la Plaza de la Corredera, pues consiste en un emblema central polícromo con la representación de una divinidad acuática rodeada de diversos peces y animales de río y marinos, que nadan entre olas azules muy esquemáticas (Fig. 93). De los pavimentos de opus signinum, el de la Casa de las Rosetas, en Huesca, presenta una decoración de rosas cuatripétalas, con teselas blancas para los pétalos y negras para el botón central (Fig. 94), que dan nombre
Fig. 91. Vano de acceso al triclinium de la Casa de las Cuevas Ciegas [M. Bendala Galán].
a la casa (M.ª N. Juste, 1994: 153). El opus signinum en el sacrarium de la Villa de El Rihuete, en Mazarrón (Murcia; Fig. 95) está decorado con teselas blancas, como suele ser común en este tipo de pavimentos; estas forman un semicírculo con apéndices rectos y decoración vegetal con hojas lanceoladas y volutas en las esquinas externas (S. F. Ramallo, 1985: 84).
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Fig. 93. Mosaico del sacrarium de la Casa de la Plaza de la Corredera, en Córdoba. Alcázar de los Reyes Cristianos, Córdoba [M. Pérez Ruiz].
Fig. 92. Mosaico del sacrarium de la Casa de los Pájaros, en Itálica (Santiponce, Sevilla), parcialmente reconstruido [© Archivo fotográfico del Conjunto Arqueológico de Itálica (Consejería de Cultura, Junta de Andalucía), n.º 9557].
Los pavimentos que se conservan en los sacraria pompeyanos están realizados con opus caementicium o con opus tesellatum, a excepción de un caso en el que se utilizaron lastras de mármol (M. Bassani, 2008: 90). La decoración que presentan los de opus tesellatum es geométrica o lisa, en ocasiones enmarcada por orlas, combinando siempre los colores blanco y negro (ibid.: 91). Resultan más cercanos a los hispanos algunos mosaicos de los sacraria del África Proconsular, como el de la Maison de la Procession Dionysiaque, en Thysdrus (El Djem, Túnez), decorado con una crátera sin asas de la que surgen dos exuberantes tallos de vid, de forma similar al mosaico de la Casa Triangular de Clunia, y que ha sido interpretado como una alusión al culto a Dioniso, no sin cierta polémica (Fig. 96; M. Bassani, 2003b: 168-170; L. Foucher, 1963: 36). En la Villa de Vallon (Suiza), la decoración del ábside de fondo del sacrarium es también similar a la cluniense, si bien en este caso los tallos surgen de una crátera con forma de loto (Figs. 80b,
Fig. 94. Pavimento de opus signinum del sacrarium de la Casa de las Rosetas, en Osca (Huesca) [M.ª N. Juste, 2000: 98, fig. 14].
Fig. 95. Detalle de la decoración vegetal del opus signinum del sacrarium de la Villa de El Rihuete (Mazarrón, Murcia) [M. Martínez Alcalde y M. Blanco, 2009: 231, lám. 2].
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Fig. 97. Mosaico del ábside del sacrarium en la Villa de Vallon (Suiza) [S. Rebetez, 1992: 15, fig. 24]. Fig. 96. Mosaico del sacrarium de la Maison de la Procession Dionysiaque, en Thysdrus (El Djem, Túnez) [L. Foucher, 1963: lám. 6c].
97). En Túnez se encuentra, así mismo, un mosaico parangonable al del sacrarium de la Casa de la Plaza de la Corredera; se trata del que pavimenta el larario dentro de la estancia IV de la Maison des Colonnes Rouges,79 en Acholla (Botria, Túnez); está fechado a mediados del s. III d.C. y decorado con una cabeza de Oceanus (Fig. 98; M. Bassani, 2003b: 170; S. Gozlan, 1999: 204-207). El alzado de los muros de los sacraria béticos y tarraconenses no suele conservarse, como se ha dicho, por lo que son pocos los casos para los que se conoce el revestimiento parietal, que suele estar realizado con pintura mural o con estuco blanco. Precisamente este último fue el usado para el sacrarium de la Casa de la Fortuna, en Cartagena, y para el de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona), decorado únicamente con una banda roja que señalaba la separación entre el zócalo y el alzado (Fig. 123). En la Casa del Sector 5-F de Ílici y en la Casa del Ninfeo de Bílbilis se conservan restos de pintura mural: en la primera, la decoración más llamativa son los candelabros en amarillo y castaño sobre fondo rojo que decoran la zona media, separada del zócalo amarillo por una banda verde delimitada con filetes blancos (R. Ramos Fernández, 1991: 76);80 en la segunda, el zócalo está decorado con imitación de crustae marmóreas, mientras que la zona media, separada por una banda negra con ribetes blancos, está dividida en dos paneles 79
Véase la planta de la casa con indicación del larario en la Fig. 30 del capítulo VI. 80 Esta composición pictórica es la más común en la casa y se adscribe al cuarto estilo pompeyano, que parece mantenerse fuera de Pompeya hasta la primera mitad del s. II d.C. (A. Fernández Díaz ap. J. Sarabia y V. Cañavate, 2009: 104).
a)
b) Fig. 98. a) Detalle de la planta de la Maison des Colonnes Rouges en Acholla (Botria, Túnez). Estancia de representación con sacrarium en el interior. b) Mosaico que pavimenta el sacrarium [a) S. Gozlan, 1999: lám. 86.1; ibid.: lám. 86.3].
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Fig. 99. Decoración pictórica del sacrarium de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis (Calatayud, Zaragoza) [J. C. Sáenz y M. MartínBueno, 2010: lám. LXXV].
rojos enmarcados por una franja verde ribeteada de blanco y separados por un interpanel negro con banda central blanca, todo ello diferenciado a su vez de la aedicula de fondo mediante sendas pilastras de estuco (Fig. 99; J. C. Sáenz et al., 2006a: 416). La decoración de sacraria a imitación de crustae marmóreas y con colores lisos es relativamente frecuente en Pompeya (M. Bassani, 2008: 89-91), si bien en esta ciudad resulta también común que en las paredes de los sacraria aparezcan representadas algunas de las divinidades veneradas, de lo cual, por el momento, no se tienen ejemplos en la Península Ibérica. Una decoración similar a la del sacrarium de la Casa del Ninfeo puede verse en el de la Villa di San Marco, en Stabia (Italia), con paneles rectangulares de diversos colores separados por filetes e interpaneles a imitación de lastras marmóreas polícromas (Fig. 64; ibid.: 82-91). No se han documentado, en cambio, candelabros como los del posible sacrarium de la Casa del Sector 5-F de Ílici. Las técnicas constructivas, la dignificación de algunos accesos o la decoración pavimental y parietal muestran en varios casos un afán especial por otorgar cierta monumentalidad al sacrarium y, por tanto, al espacio dedicado al culto en el conjunto de la casa. Así parece poder apreciarse en casos como el de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona), donde la estancia para el culto es la única con un acceso señalado mediante sendas pilastras y un escalón; o en la Casa de las Cuevas Ciegas de Clunia, cuyo acceso debió de estar también ennoblecido por la colocación de órdenes arquitectónicos apilastrados o elementos decorativos en las jambas. La decoración pavimental es igualmente expresiva en casos como la Casa Triangular de Clunia, donde el sacrarium es
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el único espacio doméstico pavimentado con opus tesellatum, o en la Casa n.º 1 de Ampurias, donde la zona del posible sacrarium es el único del atrio en el que se ha documentado la cama para un pavimento de sectile.81 Por otro lado, los sacraria eran el tipo de larario que se acompañaba del equipamiento más completo, pues, al tratarse de estancias dedicadas por completo al culto, es normal que estuvieran dotadas de estructuras para la colocación de imágenes y de objetos para el desarrollo del ritual. En el sacrarium de la Casa de C. Julio Silvano, en Segóbriga, había una fuente ritual, de la que se conserva un fragmento del surtidor (Fig. 100); un altar con forma de columna dórica para la realización de ofrendas o sacrificios (Fig. 35), una basa y fuste de mármol en una sola pieza y seguramente en ella debió de estar también originalmente el ara dedicada por el dueño de la casa a Zeus Theos Megistos82 (Fig. 206a), que se encontró reutilizada en las cercanías del sacrarium y en la cual se hacía precisamente referencia al ofrecimiento de un santuario para este dios (R. Cebrián, 2002-2003). La habitación de culto de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis, tiene toda la pared de fondo ocupada con una aedicula con varias repisas para la colocación de imágenes y objetos de culto (Fig. 89; J. C. Sáez et al., 2006a: 414-417), mientras que en la Casa Triangular de Clunia, la aedicula ocupa la parte central del muro de fondo (Fig. 83). En la Villa de Vilauba y en la de El Requejo el sacrarium se completaba con sendos nichos, el primero perdido por el derrumbe de la pared (Fig. 123) y el segundo aún in situ y visible en planta (Fig. 101). En el resto de casos no existe equipamiento añadido o bien no ha sido posible documentarlo, si bien debe tenerse en cuenta que no siempre el desarrollo del ritual se apoyaría en estructuras de equipamiento, sino también en objetos muebles como arulae, que no se han conservado in situ. Todas estas estructuras de equipamiento añadido a las que hemos aludido aparecen también en los sacraria pompeyanos (M. Bassani, 2008: 72-77) y en otras zonas del Imperio. Resultan especialmente ilustrativos el de la Villa di San Marco, en Stabia (ibid.: 204-205), y el de la Domus del Protiro, en Ostia (J. T. Bakker, 1994: 235-236, n.º 80), como paralelos para el sacrarium de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis, pues ambos contienen podia que ocupan por completo las paredes 81 Sobre el valor simbólico de estas cuestiones se volverá más adelante (vid. inf. apdo. 4 del cap. VI). 82 Véase el registro CU/Segobriga02-I del catálogo.
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Fig. 100. Fragmento de surtidor hallado en el sacrarium de la Casa de C. Iulius Sylvanus, en Segóbriga (Saelices, Cuenca) [R. Cebrián, 2002-2003: 133, fig. 4].
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de fondo (Figs. 63-64). De forma similar a lo que ocurre en la Casa Triangular de Clunia, los sacraria de las casas pompeyanas dei Capitelli Colorati (VII, 4, 31.51; Fig. 102), dei Mosaici Geometrici (VIII, 2, 14.16; Fig. 103) y de M. Epidius Rufus (IX, 1, 20), entre otros, están equipados con aediculae adosadas a la pared de fondo (M. Bassani, 2008: 186-187, n.º 10; 190-191, n.º 12; 194-195, n.º 15); también la Casa de la Pajarera, en Carthago, o la Villa del Naniglio, en Gioiosa Ionica (Italia), conservan los restos de una aedicula dentro del sacrarium (M. Bassani, 2003b: 158; 2003a: 408-409). Los altares de obra están presentes en numerosos sacraria pompeyanos (M. Bassani, 2005: 87; 2008: 73-74) y también en algunos tunecinos (M. Bassani, 2003b: 158-160), pero ninguno con forma de columna como en la Casa de C. Julio Silvano. En cuanto a los nichos, los de pared son también un tipo de equipamiento frecuente y están presentes en casas pompeyanas como la delle Vestali (VI, 1, 7.25) con uno en cada pared, la de M. Pupius Rufus (VI, 15, 5) con tres en la pared de fondo, o la del Centenario (IX, 8, 3.7) con uno solo revestido
Fig. 101. Planta de la Villa de El Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora) con ubicación del sacrarium [F. Regueras, 1991, 167, fig. 2].
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Fig. 102. Sacrarium equipado con aedicula en la Casa dei Capitelli Colorati, en Pompeya [M. Bassani, 2008: 186, n.º 10].
Fig. 103. Sacrarium en el atrio de la Casa dei Mosaici Geometrici (Pompeya), con aedicula en el interior [M. Pérez Ruiz].
de lastras de mármol83 (M. Bassani, 2008: 179, n.º 6; 180-181, n.º 181; 198-199, n.º 17). También en el África Proconsular algunos sacraria están equipados con nichos, como es el caso del de la Maison du Triomphe de Neptune, en Acholla (Botria, Túnez), con un nicho rectangular, o el de la Maison de la Pêche, en Althiburos (Medeïna, Túnez), con un nicho semicircular (M. Bassani, 2003b: 165). En la Galia, los sacraria subterráneos de Alesia y de Compiegne se caracterizan por los numerosos nichos practicados en las paredes (M. Bassani, 2003a: 410-411, 417-418). Todos los componentes de los sacraria a los que hemos aludido —decoración, equipamiento...— ofrecen valiosa información a la hora de identificar una estancia como tal, así como para entender mejor cómo se usaban. La forma de la planta y la decoración pavimental marcan, en ocasiones, una diferencia de uso dentro del sacrarium que permite suponer la existencia de arae, pedestales para estatuas u otros elementos para el culto. Es lo que ocurre en el larario de la Casa de los Pájaros, en Itálica, donde el remate del fondo en ábside curvo marca una diferencia subrayada por la propia composición del pavimento musivo; en la Villa de El Rihuete, en Murcia, el cambio de la decoración del pavimento dentro del sacrarium delimita un espacio curvo al fondo, con opus signinum liso; en la Villa de El Requejo, en Zamora, se da también
un cambio en la pavimentación entre el conjunto de la estancia y el nicho de fondo. En los tres casos, las pequeñas zonas diferenciadas dentro de los sacraria debieron de servir para la colocación de imágenes de culto o de altares portátiles para el desarrollo del rito, mientras que el resto del espacio estaría reservado para la colocación de la familia o del oficiante del culto. Finalmente, en cuanto a los materiales asociados, solo se han documentado en el sacrarium de la Villa de Vilauba, si bien se trata de uno de los conjuntos más destacados por el hallazgo de tres esculturillas en bronce y fragmentos de una cuarta (Fig. 126), así como los pedestales de todas ellas, seis monedas (Fig. 191) y una lucerna. A pesar del valor que tiene este conjunto de hallazgos, resulta llamativamente escaso para un espacio tan grande como este sacrarium, de 17 m2. Pero precisamente la ausencia de materiales, que contrasta con la abundancia en otras estancias de la villa destruidas por el mismo incendio, hace pensar a sus excavadores —creemos que con razón— que actuó únicamente como espacio de culto (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 61).
83
Véanse las Figs. 67 y 78 del capítulo III.
Lararios tipo sacellum Los sacella forman un grupo reducido de lararios, con solo tres casos, todos en la Tarraconensis, en la Villa de Cornelius en L’Ènova (Valencia), en la
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Villa del Pou de la Sargueta, en Riba-roja de Turia (Valencia) y en la Casa de la Plaza de San Ginés, en Cartagena (Murcia)84 (Tabla 8). Todos se encuentran en jardines y horti, como no podía ser de otra manera, pues la ubicación en espacios abiertos es una de las características que los diferencia de los sacraria (vid. sup. p. 92). En cuanto a la cronología, el sacellum de la Casa de la Plaza de San Ginés, en Cartagena, es del s. I d.C., mientras que los dos hallados en la provincia de Valencia fueron construidos entre finales del s. II y principios del s. III y amortizados a fi nales del s. IV o comienzos del s. V d.C. En la Casa de la Plaza de San Ginés, en Carthago Nova, no se conoce muy bien la estructura del sacellum, pues se documentaron únicamente los dos muros que cerraban la vivienda por ese lugar, entre los cuales se creaba un espacio de resulta triangular que albergaba tres arae (Fig. 104). De manera que se ignora cómo sería el acceso o la posible cubrición del espacio —si bien parece que estuvo al aire libre—, así como sus dimensiones totales (M. Martín Camino y B. Roldán, 1997: 128). Mucho mejor conocido es el sacellum de la Villa de Cornelius en L’Ènova (Valencia), que es, de hecho, uno de los lararios más completos documentados en las provinciae estudiadas (Fig. 105). Se trata de una estructura exenta de planta rectangular, construida con muros de mampostería de ladrillo, con un único acceso desde el jardín por el lado este (Fig. 106; R. Albiach et al., 2006: 72). También en la Villa del Pou de la Sargueta (Valencia) la estructura es exenta, pero de ella se conserva solo la plataforma maciza sobre la que se elevaría el alzado del posible sacellum, como si de un verdadero templo se tratase (Fig. 107); no se conoce, por tanto, donde tendría el acceso. La técnica constructiva es más cuidada que en la Villa de Cornelius, con el uso de mampostería careada trabada con hormigón, así como la propia construcción maciza del podium. Las dimensiones varían también significativamente entre los dos sacella, pues el del Pou de la Sargueta mide 15,07 m2 frente a los 1,77 m2 del de la Villa de Cornelius. Los datos con los que contamos para la identificación del sacellum del Pou de la Sargueta son, sin embargo, escasos; la ubicación, las dimensiones y las características de la estructura hacen pensar que la propuesta de sus excavadores de interpretarlo como un espacio de culto (I. Hortelano, 2007: 121) es verosímil, pero aún así este caso debe tomarse con cautela a falta de más datos. 84
Véanse los registros del catálogo VA/Enova01-C, VA/ Sargueta01-E y MU/CarthagoNova01-C.
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Fig. 104. Sacellum hallado en la Casa de la Plaza de San Ginés, en Cartagena [© Archivo Fotográfico del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena, n.º 1129].
Fig. 105. Sacellum encontrado en el hortus de la Villa de Cornelius, L’Ènova (Valencia) [R. Albiach y J. L. de Madaria, 2006: 73].
Fig. 106. Vista aérea del jardín de la Villa de Cornelius (L’Ènova, Valencia), con el sacellum en el centro [R. Albiach y J. L. de Madaria, 2006: 72].
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Fig. 107. Planta de la villa de la Villa del Pou de la Sargueta (Riba-roja del Turia, Valencia), con indicación del sacellum [I. Hortelano, 2007: fig. 3].
Los pavimentos son modestos en todos los casos. El del sacellum de la Casa de la Plaza de San Ginés es de tierra, mientras que en la Villa de Cornelius y en la del Pou de la Sargueta son de mortero de cal; de gran calidad en la segunda (ibid.: 121). En cuanto al revestimiento parietal, se conserva únicamente en la Villa de Cornelius, con pintura blanca para las paredes exteriores, decorada con bandas finas de color naranja, en sentido vertical, y rojo, en sentido oblicuo (Fig. 108); las esquinas estaban resaltadas con una banda roja más gruesa. En el interior se han documentado restos de pintura roja (R. Albiach et al., 2006: 73). El sacellum de la Villa de Cornelius es también el único con equipamiento, pues en el interior se han encontrado dos balsas realizadas con mortero (Fig. 124), quizá para libaciones o quizá relacionadas con algún rito asociado al agua (R. Albiach et al., 2006: 74). No se conocen casos de otros sacella con balsas en el interior, por lo que resulta difícil discernir cuál fue efectivamente su uso, pero quizá sí conviene destacar que en la habitación principal de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós se ha documentado una fosa para contener agua asociada al ritual religioso doméstico85 (vid. inf. p. 276). En cuanto a los materiales asociados, en la Casa de la Plaza de San Ginés se han hallado un ara y dos arulae, las cuales precisamente han permitido 85
Sobre la relación de los espacios de culto doméstico hispanos y el agua, véase el apartado 5 del capítulo VI.
Fig. 108. Decoración pictórica de las paredes externas del sacellum de la Villa de Cornelius [R. Albiach y J. L. de Madaria, 2006: 73].
Fig. 109. Vista aérea de las arulae en el sacellum de la Casa de la Plaza de San Ginés (Cartagena, Murcia) [© Archivo Fotográfico del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena, n.º 1131].
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Fig. 110. Planta de una domus hallada en Tolemaida (Libia), con un sacellum en el centro del jardín [M. Bassani, 2003b: 174, fig. 11].
identificar el espacio como un sacellum. Las tres muestran huellas de haberse usado para sacrificios de fuego (Fig. 109) y la mayor de todas ellas presenta también restos de estuco rojizo como revestimiento (Fig. 166d). El conjunto de materiales del sacellum de la Villa de Cornelius es más variado, con una escultura (Fig. 149) y un ara (Fig. 204f) dedicados a Hércules, lucernas y monedas (Fig. 190) y un arula anepigráfica (Fig. 170e) y un sillar al exterior. Precisamente, estos materiales han permitido conocer que el larario estaba dedicado al culto de Hércules (R. Albiach et al., 2006: 74), mientras que se desconoce a qué dioses concretos estarían consagrados los demás. Los sacella son un tipo de larario escasamente documentado en otras zonas del Imperio, siendo habitualmente superados en número por los sacraria, como ocurre, por ejemplo, en Pompeya (M. Bassani, 2008: passim) o en el Africa Proconsularis (M. Bassani, 2003b: passim). No conocemos ninguno de características similares al hallado en la Casa de la Plaza de San Ginés, mientras que para el de la Villa de Cornelius puede servir como paralelo el sacellum de la domus bajo la Iglesia de San Martino ai Monti, en Roma, hoy perdido pero que, a juzgar
por el grabado de C. Visconti (1885: lám. III), estaba construido también con ladrillo y con los muros asentados directamente sobre el terreno, sin podium intermedio; no estaba, en cambio, completamente exento, pues su pared de fondo era la perimetral del jardín86 (S. Ensoli, 1993). Podría traerse también a colación el sacellum de Villa Filosofiana, en Piazza Armerina (Sicilia), a pesar de que la planta rectangular de esta está rematada en ábside y de que su decoración resulta más lujosa, con la utilización de mármoles para el revestimiento parietal y columnas dignificando el acceso y las esquinas internas.87 Otro sacrarium que podría confrontarse con los de las villas de Cornelius y del Pou de la Sargueta es el construido en interior del peristilo de una domus en Tolemaida (Libia), de planta cuadrangular reforzada en las esquinas, de 14,8 m2 y en cuyo interior hay una fila de bloques de piedra a lo largo de la pared de fondo, que subraya un espacio decorado con imitación de crustae marmóreas y que debía coincidir con un nicho en altura (Fig. 110; M. Bassani, 2003b: 173). En la Casa della Regina Carolina, en Pompeya, hay también un sacellum ado86 87
Véase la Fig. 112 del capítulo III. Véase la Fig. 113 del capítulo III.
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sado a la pared de fondo del jardín, formado por un podium escalonado de mampostería, cuya parte frontal está ennoblecida por la colocación de dos columnas de ladrillo y dos hermae-retrato88 (M. Bassani, 2008: 228-229).
Otras estructuras para el culto Como se dijo al comenzar a hablar de las estructuras de culto, tres de ellas no encajan en la caracterización de lararios que se ha aplicado a las demás. Se trata de la habitación de culto de la Casa del Sector 4-C de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante), del recinto P del yacimiento de Can Balenço (Argentona, Barcelona) y de la habitación principal de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona).89 Pero estos tres casos no responden tampoco a una tipología común, sino que cada uno de ellos tiene sus propias características y han sido los materiales y el equipamiento los que han llevado a interpretarlos como espacios de culto, así como su análisis en el conjunto de las estructuras de culto doméstico peninsulares anteriores a la llegada de los romanos, pues los tres casos se encuentran a caballo entre la época ibérica y la romana (Tabla 9). La cronología es, por tanto, republicana, siendo las más antiguas las estructuras de Can Balenço y de Mas Castellar, construidas poco antes o en torno al comienzo de la Segunda Guerra Púnica, si bien la de Mas Castellar se amortizó en el primer cuarto del s. II a.C. y la de Can Balenço se mantuvo en uso hasta casi el cambio de Era. La estructura de Ílici pertenece a la fase iberorromana de la ciudad y se fecha entre mediados del s. II y el s. I a.C. Por tanto, estas tres estructuras y algunos materiales de datación temprana y de adscripción cultural similar son los testimonios más tempranos de culto doméstico en época romana en las provincias estudiadas y sirven de unión con los de época anterior. Pero, como ya se ha dicho, debe tenerse en cuenta que estas estructuras no responden a una tradición cultural nueva, de llegada y difusión temprana a la Península Ibérica, sino a la continuidad de las existentes y que solo con el tiempo van a desaparecer o transformarse en realidades distintas.90 Todas ellas se encuentran en la Tarraconensis, dado que no se conocen por el momento evidencias claras de culto doméstico en la región de la Baeti-
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ca anteriores a la época romana (vid. sup. cap. IV). En el caso de Ílici, se trata de un núcleo urbano de grandes dimensiones y larga tradición, mientras que Can Balenço y Mas Castellar responden a un formato de asentamiento más pequeño y de vida más corta. La identificación de la habitación de culto en la Casa del Sector 4-C de Ílici viene dada por el hallazgo en el interior de tres peculiares objetos rituales de cerámica: un kernos, un thymiaterion y una botellita, a lo que se podría sumar el suelo enlosado, pues se ha visto que este es un tipo de pavimento singular que se repite en una cierta cantidad de espacios de culto doméstico de tradición ibérica (vid. sup. pp. 136-137). El kernos,91 de forma circular, tiene una base tubular sobre la que descansan varios recipientes, cuatro de ellos comunicados entre sí y a través de la propia base, tres con forma de vasitos y el cuarto de anforisco; el quinto recipiente, un cuenco de mayores dimensiones, recibe el líquido vertido por el anforisco. Los recipientes interconectados están decorados con motivos vegetales y animales de significado simbólico, así como la parte exterior del cuenco; el interior, en cambio, muestra el único motivo antropomorfo: un rostro femenino engalanado con joyas y con las mejillas arreboladas. La decoración, que responde al estilo I Ilicitano (T. Tortosa, 2004a: 157), pone sobre la pista del tipo de culto que debía de desarrollarse en este espacio, probablemente con un carácter agrario asociado a la veneración de la Gran Diosa de la fertilidad, representada en el rostro del kernos92 (R. Ramos Fernández, 2001-2002: 119-120). Se trata de uno de los cultos documentados más claramente y de manera más amplia en los espacios de culto ibéricos analizados en capítulos anteriores y que, en Ílici, demuestra mantenerse, con este y otros testimonios,93 hasta un momento muy tardío con su forma original (vid. inf. pp. 365-367). La pieza tiene un paralelo cercano en otra hallada en una sepultura (n.º 29) de la necrópolis de Les Corts, en Ampurias (A. Ramos Folqués y R. Ramos Fernández, 1976: 21). Similar también aunque más sencillo es el kernos encontrado en uno de los depósitos de ofrendas votivas asociados a un probable edificio de culto ubicado en el ángulo noroeste de la misma ciudad, construido a finales del s. VI o comienzos del s. V a.C., quizá un santuario portuario 91
Véase la Fig. 53a del capítulo IV. Precisamente, objetos de este tipo se han encontrado en espacios de culto griegos dedicados a divinidades femeninas como Deméter, Hera y Atenea (M. Santos y J.-C. Sourisseaeu, 2011: 226, con bibliografía). 93 Véase el registro AL/Ilici10-O en el catálogo. 92
88
Véase la Fig. 81 del capítulo III. Véanse los registros AL/Ilici01-C; BA/Balenço01-E y GE/MasCastellar01-C del catálogo. 90 Véase una valoración de estas cuestiones en pp. 357-367. 89
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(M. Santos y J.-C. Sourisseaeu, 2011: 225). Además, resulta formalmente similar a un kernos hallado en Samos, también con una base tubular con vasitos sobre ella, y a un grupo de piezas encontradas en una tienda de alfarero de Carthago, fechadas antes de mediados del s. I a.C. (T. Tortosa, 2004a: 157). Respecto a la funcionalidad de estas piezas, el kernos se ha interpretado como un vaso de libaciones, asociado posiblemente al agua como principio fecundador (R. Ramos Fernández, 2001-2002: 120121); parece responder también al tipo usado en las Kernophoria o fiestas de las primicias celebradas en el Ática y en Sicilia, según algunas fuentes, y cuyos vasitos contendrían miel, aceite, vino, leche, trigo, cebada, etc. (T. Tortosa, 2004a: 157). Para la botellita se ha propuesto un uso como contenedor del líquido para las libaciones realizadas en el kernos (A. Ramos Folqués y R. Ramos Fernández, 1976: 21) o como un recipiente para perfumes (T. Tortosa, 2004a: 157). En el poblado ibérico tardío de Can Balenço (Argentona, Barcelona) se documentó, en el recinto P, una estructura circular formada por piedras y arcilla y ubicada sobre un pavimento de barro, que estaba acompañada por un conjunto de cuatro piedras que parecían estar colocadas de forma intencionada (C. Belarte, 1997: 197). La similitud de este hallazgo con algunos de Alorda Park (Calafell, Tarragona) ha llevado a proponer un uso ritual del espacio (ibid.), si bien con reservas, ya que ningún hallazgo más acompaña esta hipótesis (CODEX, 1992, 166). Finalmente, en el poblado indikete de Mas Castellar de Pontós (Gerona) se ha documetado una estancia (3) en el interior de la casa principal (n.º 1) con equipamiento añadido y unos materiales de una gran riqueza e interés. De ellos se ha hablado ya también en el capítulo IV, pero nos detendremos de nuevo aquí por lo interesante de este caso. La casa pertenece a la segunda fase del asentamiento,94 fechada entre el s. III y el primer cuarto del s. II a.C., momento en el que se destruyó (E. Pons et ál., 1998: 55). La estancia central, que servía de comunicación entre la parte pública y la privada de la vivienda, era a la vez la principal, destinada probablemente a una actividad ritual de tipo social y religioso (E. Pons et al., 2002: 120-121). El espacio destacaba por la calidad de sus muros, de piedras regulares bien encuadradas, y por la monumentalidad de sus accesos, con un umbral exterior en el norte y un pórtico en el sur, sujetado y dignificado por dos columnas. Como equipamiento se construyó
un gran hogar central de forma rectangular y cuidada factura, que se acompañaba de otros cinco periféricos más pequeños; en eje con el hogar central, delante de él, había una fosa para contener agua, seguramente con algún tipo de función litúrgica o de ritualidad social95 (E. Pons, 1997: 78). Entre los materiales más destacados de la estancia está un conjunto de microvasos,96 un tipo de ajuar aparentemente característico de los espacios de culto de tradición ibérica (vid. sup. pp. 136-137) y que apenas ha sido documentado en otras zonas del poblado. En uno de estos vasos, hallado entre las cenizas de un hogar periférico, se conservaban restos de colorante rojo, mientras que en otro quedaban aún aceites y resinas olorosas. Los acompaña una lucerna de aceite campaniense,97 única en el poblado y hallada en la esquina suroeste de la fosa contenedora de agua; presenta además señales de escritura ibérica en la superficie (E. Pons et al., 2002: 129) y su valor como objeto ritual aparece atestiguado en diversas estancias de culto doméstico de tradición ibérica (vid. sup. pp. 136-137). Pero el hallazgo más significativo ha sido una pieza de mármol pentélico (Fig. 111) con forma de columna jónica achatada, de tradición helenística y que parece haberse roto de forma ritualizada en el momento de abandono del poblado (E. Pons, 1997: 81). Se trata de un objeto de importación, probablemente de un taller ateniense, que debió de llegar a Mas Castellar desde las cercanas Ampurias o Rhode (E. Pons et al., 1998: 60). Esta pieza estaba colocada junto al gran hogar central de la estancia, como demuestra el hallazgo in situ de la basa. La reconstrucción casi completa con el resto de fragmentos ha permitido recuperar una pieza de gran calidad y cuidada factura, con una base acampanada rematada en un plinto moldurado, el cuerpo estriado y el coronamiento realizado mediante un capitel jónico de volutas. Presenta tres peculiaridades dignas de ser señaladas: las volutas del coronamiento no están trabajadas de igual manera en las dos caras, por lo que debió de tener una anterior y otra posterior; en la parte inferior del fuste se han alisado algunas estrías, dejando un espacio rectangular liso, similar a una cartela, y en la superficie superior del capitel se ha practicado una oquedad rectangular de 4 cm de profundidad y de uso incierto. 95 96
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Véase la Fig. 107 del capítulo IV.
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97
Véanse las Figs. 108-109 del capítulo IV. Veáse la Fig. 111 del capítulo IV. Véase la Fig. 112 del capítulo IV.
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Fig. 111. Pieza con forma de columna jónica achatada encontrada en la habitación principal de la casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona) [E. Pons et al., 1998: 60, figs. 8-10].
Este objeto singular guarda un gran parecido con el perirrhanterion de abluciones encontrado en 1909 en el llamado «Santuario de Asclepio», en Ampurias (Fig. 112; E. Pons et al., 1998: 60; J. Ruiz de Arbulo y D. Vivó, 2008: 82-83). Pero este último, a pesar de formar parte del gran santuario urbano, está realizado con un material mucho más modesto, piedra caliza local, y, por tanto, trabajado en la propia Ampurias, a diferencia de la pieza de Mas Castellar, que debió de producirse en el Ática (E. Pons, 1997: 83; E. Pons et al., 2002: 401). También similar y especialmente interesante por el contexto doméstico de procedencia es la pieza de terracota hallada en la capilla de la Casa del Sacello Domestico, en Mozia (Italia), con forma de columna achatada en la base, con fuste acanalado y rematada, en este caso, en un capitel eólico trabajado solo por una cara y con un rebaje seguramente rectangular en la parte superior; la pieza es similar a los soportes de louteria documentados también en Mozia y en los centros griegos de Sicilia, como Selinunte, Himera o Agrigento, pero la terracota de Mozia debió de tener otro uso ritual aún por determinar con seguridad (L. Nigro, 2004: 201-202, láms. LV-LVIII). En lo que respecta al uso de la pieza de Mas Castellar, por el momento tampoco se ha llegado a ninguna interpretación concluyente. Se ha propuesto su uso como ara, apoyándose en la interpretación como foculus de la cavidad rectangular de la parte superior del capitel y, en cierto modo también, por comparación con el perirrhanterion de Ampurias,
Fig. 112. Perirrhanterion del considerado «Santuario de Asclepio», en Ampurias (L’Escala, Gerona) [M. Pérez Ruiz].
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que, como se ha dicho, ha sido considerado tradicionalmente un altar portátil (E. Pons et al., 1998: 60). En Grecia, sin embargo, a pesar de haberse hallado altares de mármol pentélico en las casas, ninguno tiene esta forma (E. Pons, 1997: 83), a lo que hay que añadir el hecho de que la base se encontró junto al gran hogar de la estancia, que tendría él mismo las funciones de altar ritual (E. Pons et al., 1998: 60). Otra opción tenida en cuenta, a partir también de la oquedad rectangular en el capitel, es que se tratara de un monopodium para una mesa de ofrendas o una pila para abluciones, lo cual, a pesar de la larga tradición de este tipo de objetos en el mundo clásico, presenta el problema de la ausencia de restos de la parte superior de la mesa o pila, lo cual es difícil de explicar teniendo en cuenta que en la estancia se conservaban todos los restos del hipotético pedestal (ibid.: 61). Se ha propuesto que hubiese sido utilizado como pedestal de estatua, el valor simbólico de la cual habría provocado que hubiese sido robada o trasladada en el momento de la destrucción del poblado, razón por la que no habría quedado huella de ella, sino solo de la peana (ibid.: 61). Se ha barajado también la opción de que hubiese sido un altar para sacrificios cruentos (E. Pons et al., 2002: 401), relacionado quizá con los huesos de animales repartidos por la estancia, pero en cuyo caso resulta llamativo que no queden restos de la sangre derramada sobre él. Finalmente, se ha considerado también la posibilidad de que la columna adquiriera un significado nuevo en el contexto ibérico de Mas Castellar de Pontós, sin relación alguna con el uso original para el que fue concebida, de manera que su valor intrínseco habría podido llevar a convertirla en una pieza de culto en sí misma (E. Pons et al., 1998: 61). Su forma invita a ponerla en relación con los betilos estiliformes documentados en diferentes yacimientos ibéricos, de los cuales el más significativo es, quizá, el hallado al fondo de la cella del santuario de Torreparedones (Castro del Río-Baena, Córdoba) (Fig. 113; ibid.: 61; I. Seco, 1999; 2010: 291-308) si bien no es el único, pues este tipo de betilos se ha encontrado también en yacimientos más cercanos al gerundense de Mas Castellar y más plenamente ibéricos, podría decirse. Anteriormente hemos planteado la posibilidad de que una caja de piedra documentada en la casa IVF del poblado de El Oral (San Fulgencio, Alicante) e interpretada como un larnax (L. Abad et al., 2001: 150) fuese, en realidad, la base de sujeción de un betilo estiliforme (vid. sup. p. 150), en un contexto en el que las influencias semitas se revelan cada vez más
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claras; precisamente, la lectura de las piezas aparecidas junto con el larnax a la luz de estas influencias hace dudar del uso del edificio IVF con fines residenciales (vid. sup. pp. 152-153). En el templo de La Escuera (San Fulgencio, Alicante), en las cercanías del poblado de El Oral, se ha documentado también la existencia de un posible betilo estiliforme colocado en una hornacina en la pared sur del departamento «d» (L. Abad et al., 2001: 208). Más cerca aún de Mas Castellar, en el poblado de Els Vilars (Arbeca, Lérida), se ha documentado también un betilo, en este caso hecho mediante un cilindro de arcilla hincado en el pavimento del recinto cultual 11/3 (G.I.P., 2005: 663-664), con claras influencias semitas. En su estudio sobre la columna de Torreparedones, Irene Seco define los betilos estiliformes de la siguiente manera: «Los betilos estiliformes, por el hecho de ejemplificar el eje divino de comunicación cielos-tierra-infiernos fueron especialmente adecuados para las divinidades de carácter funerario, y, en general, ctónico […] muchos de los ejemplos que hasta nosotros han llegado pertenecen a este tipo de figuras relacionadas tanto con el submundo como con la fertilidad y la renovación» (I. Seco, 1999: 140). Estas ideas encajan bien en el contexto del culto doméstico que se ha perfilado en relación con el mundo ibérico, en el que el ámbito funerario y el mundo agrícola, asociados a conceptos de fertilidad y renovación, están tan presentes (vid. sup. pp. 198-199). La existencia de betilos tampoco sería algo chocante en el contexto de estas sociedades, eminentemente anicónicas hasta el comienzo de los contactos con culturas como la griega y que mantuvieron este gusto, aunque ya en combinación con manifestaciones icónicas, hasta un momento muy tardío, como demuestra precisamente el ejemplo de Torreparedones, fechado, en la fase que nos ocupa, entre finales de la República y el s. I d.C. Sin embargo, las características de la columna de Mas Castellar no parecen encajar bien con las de los betilos estiliformes, más allá de su propia forma. A ello hay que sumar que los casos de Torreparedones, El Oral, La Escuera y Els Vilars se encuentran en contextos públicos de santuarios y templos, frente al carácter doméstico del edificio n.º 1 de Mas Castellar, a pesar de que se trate de la casa más destacada del poblado. La identificación de la columna como betilo estiliforme debe quedar, por tanto, en el plano de la hipótesis, como el resto de usos sugeridos. El valor de la pieza es evidente, pues se trata de un objeto de importación realizado en un material de lujo, como era el mármol pentélico. Esto la convierte
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a)
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b)
Fig. 113. a) Planta del santuario de Torreparedones (Castro del Río-Baena, Córdoba); b) Betilo estiliforme del santuario [a) M.ª C. Fernández Castro y B. Cunnlife ap. T. Moneo, 2003: pg. 58, fig. IV.9; b) I. Seco, 1999: 156, fig. 3].
en un objeto más valioso que su paralelo emporitano, realizado con piedra local. La nobleza del material utilizado y la calidad de la ejecución ponen de nuevo de manifiesto el valor simbólico que parecen haber tenido en la Bética y en la Tarraconense los espacios de culto doméstico, para cuya construcción, decoración y equipamiento se reservaron, en ocasiones, los materiales más suntuosos de la vivienda. La constatación de este hecho en Mas Castellar demuestra que fue una tradición de larga duración, que se prolongó en época romana. En cuanto al resto de materiales de la estancia, los microvasos son también muy similares a los encontrados como ofrendas junto a exvotos anatómicos en el llamado «Santuario de Asclepio», en Ampurias (Fig. 114), que proceden de niveles del s. III a.C. y, por tanto, coinciden con la cronología de los de Mas Castellar (E. Pons et al., 1998: 62). Repartidos por toda la estancia se hallaron huesos de diversos animales, especialmente de perro, concentrados mayoritariamente en torno al vano de
comunicación con el pórtico. Sobre el hogar lenticular junto a dicho acceso se han documentado aún más huesos, en este caso únicamente de perro, al igual que en la fosa cisterna (E. Pons, 1997: 78). Un porcentaje de restos de cánido tan alto como este no es frecuente en los poblados ibéricos y no se da en ninguna otra zona de la casa, a excepción del pórtico de acceso a esta sala, ni en ninguna otra zona de Mas Castellar de Pontós, salvo en la calle que corre delante de la Casa n.º 1, a la altura de uno de sus accesos, y en las amortizaciones de silos (ibid.: 79). Pero no resulta fácil explicar esta peculiaridad pues, aunque se han documentados sacrificios de perros tanto en el mundo romano como en el galo, con ninguno de los dos existe una conexión clara (ibid.: 79-80); por otra parte, en la Península Ibérica este tipo de depósitos faunísticos se ha documentado en épocas anteriores en santuarios y necrópolis de tradición semita, como en Cádiz o en Carmona. El estudio al respecto de Ana María Niveau y Eduardo Ferrer (2004) demuestra que los sacrificios de perros tuvieron una larga tradición
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Fig. 114. Microvasos encontrado en el considerado «Santuario de Asclepio», en Ampurias [M. Pérez Ruiz].
tanto en el mundo semita como en el griego, asociados en ambas culturas a divinidades ctónicas y con una clara dimensión funeraria y apotropaica, como Reshef-Mukol o Hécate. Estas parecen ser las connotaciones que explican esta práctica en el territorio peninsular (ibid.: 75-78), lo cual, en el caso de Mas Castellar de Pontós, coincide con el valor que tendría la pieza con forma de columna, de haber sido usada como betilo estiliforme. Pero además de este grupo de huesos, se produjo también el hallazgo excepcional de un fragmento de mandíbula humana con cuatro dientes, perteneciente a un adulto de unos 25 años. Entre los dientes se han encontrado restos del hongo del cornezuelo del centeno, el mismo que se ha hallado también en un microvaso del andrón al que se accede desde la sala principal y que es un poderoso alucinógeno, cuyo uso está documentado en los ritos eleusinos, aunque no puede descartarse que su presencia sea fortuita (E. Pons et al., 1998: 62). Aunque la utilización de cráneos como parte del ritual doméstico de veneración a los antepasado se dio en la vecina Galia, e incluso su conservación como botín de guerra, quizá el contexto que presenta más similitudes es el del santuario de Garvao (Portugal), donde en el interior de un gran bothros se hallaron numerosas ofrendas —entre ellas una moneda del s. III a.C.— junto con restos óseos de perros y otros animales y un cráneo de una mujer adulta conservado dentro de una cista (ibid.: 62). Las diferentes tradiciones culturales que se aprecian entre muchas de las ofrendas, de matriz «céltica», y la propia estructura y dedicación del santuario, que parece remitir a patrones semitas, han llevado a pensar que Garvao es el resultado de las estrechas relaciones que existieron, al menos al final de la Edad del Hierro, entre las dos comunidades étnicas principales del suroeste peninsular (A. M. Arruda y S. Celestino, 2009: 39). Resulta llamativo que los paralelos más cercanos para los hallazgos de la capilla doméstica de Mas Castellar de Pontós se encuentren en templos y san-
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tuarios de gran entidad y con una clara dimensión comunitaria y que los materiales de Mas Castellar, como la pieza con forma de columna jónica, superen en calidad a los de un santuario público de la relevancia del llamado «Asklepieion» de Ampurias. Esto parece demostrar que esta «capilla» ejerció la función de espacio de propaganda y autolegitimación de la familia principal del poblado, en ese sutil punto intermedio entre lo público y lo privado en el que se ha visto que se mueven los santuarios domésticos de los territorios ibéricos e indoeuropeos, carente en ocasiones de una verdadera línea divisoria, pues el único santuario posible en las comunidades más pequeñas parece haber sido el que se construyó en la casa del gobernante, reforzando así la estructura clientelar de la sociedad. Las concepciones según las cuales se construyó el espacio de culto de la Casa de Mas Castellar de Pontós no tienen aún nada que ver, por tanto, con las que imbuirían a las capillas domésticas romanas y a las que se construirán en las provincias Baetica y Tarraconensis en época romana, con un fuerte componente social pero sin traspasar el espacio privado, como sí parece claro que lo hace el santuario doméstico de Mas Castellar. Esto no debe resultar llamativo, puesto que la cronología del yacimiento (225-175 a.C.) coincide solo con los primeros años de presencia romana en Hispania. Es singular también la confluencia de tradiciones en un mismo espacio. En una casa principal de un poblado ibérico se hallan objetos de importación o de tradición helenística y de un alto valor simbólico, que, sin embargo, parecen remitir tanto a cultos griegos como semitas, con unas raíces mediterráneas aparentemente comunes. Las cuestiones a despejar sobre el espacio singular de Mas Castellar de Pontós son aún numerosas, en nuestra opinión, para poder apreciar de una forma más clara ante qué tipo de culto y de creencias nos encontramos, pero parece que se trata de un buen ejemplo del crisol de culturas que era la realidad peninsular antes de la llegada de los romanos y que con esta no hizo sino enriquecerse. Según lo visto hasta aquí, el panorama de conjunto que presentan las estructuras de culto halladas en la Baetica y en la Tarraconensis es de una gran riqueza formal y conceptual, con interesantes ejemplos paragonables a los conocidos para otras zonas del Imperio, pero también con destacadas peculiaridades que permiten intuir una cierta personalidad propia en el culto doméstico hispanorromano. La existencia de estructuras de tradición local en época romana permite además apreciar el mantenimiento de tradiciones
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propias durante largo tiempo. De estas cuestiones se hablará con más detalle más adelante. Ahora realizaremos una breve recopilación de aspectos destacados de estas estructuras que se han ido viendo por separado al hablar de cada tipo.
UBICACIÓN
EN LA CASA
La ubicación de los espacios de culto en la casa es un dato sustantivo que permite apreciar diferentes significados y usos (vid. sup. pp. 94-102), tanto religiosos como de otros tipos. Por esta razón, resulta necesario dedicarle especial atención al análisis y a la valoración de este aspecto, aunque el lugar en el que se encontraba cada estructura para el culto se haya ido viendo en el análisis tipológico. Del total de las 42 estructuras analizadas hay que restar nueve, de una de las cuales se desconoce la ubicación exacta, mientras que de las otras ocho no se sabe con certeza el uso que tuvo la estancia o la zona en la que se hallaban, aunque se pueden avanzar algunas hipótesis. De las 33 estructuras restantes, la mayoría se ubican en espacios abiertos y de distribución: nueve en atrios o patios de distribución,98 siete en peristilos99 y siete en jardines u horti.100 Seis de ellas se encuentran en salas de representación.101 Los cubicula, los accesos y las zonas de producción son ubicaciones bastante menos representadas, con uno,102 uno103 y dos104 casos respectivamente (Fig. 115). Si se realiza una comparación de los lararios con lo que se conoce para las ciudades vesubianas, los atrios y los peristilos aparecen como las ubicaciones preferentes en ambos casos. El predominio de las zonas nobles de la casa como lugar de ubicación de los lararios estudiados no resulta anómalo si se tiene en cuenta, como se ha visto al analizar los tipos, que 98 Véanse los registros del catálogo CA/Carteia01-E; CO/Corduba01-E; GR/Iliberri01-E; GE/Emporiae01-E; GE/Emporiae02-E; HU/Osca01-E; MU/CarthagoNova03-E; ZR/Bilbilis02-E; ZR/Celsa01-E. 99 Véanse los registros del catálogo SE/Italica01-E; SE/Italica02-E; AL/Ilici02-E; BU/Clunia02-E; GE/Emporiae03-E; GE/ Vilauba01-C; TO/Carranque01-E. 100 Véanse los registros del catálogo BU/Clunia01-E (probablemente en un jardín); MU/CarthagoNova01-C; TA/Tarraco01-E (probablemente en un jardín); VA/Enova01-C; VA/Sargueta01-E; ZR/Caesaraugusta01-E; ZR/Celsa06-E. 101 Véanse los registros del catálogo SE/Hispalis01-E; GE/MasCastellar01-C; MU/CarthagoNova02-E; MU/ CarthagoNova04-E; MU/Rihuete01-E; ZA/Requejo01-E. 102 Véase el registro TA/Munts01-E del catálogo. 103 Véase registro del catálogo ZR/Bilbilis01-C. 104 Véanse los registros del catálogo CA/Gades01-E y NA/Arellano01-C.
Fig. 115. Ubicación de las estructuras de culto, por tipos, en el edificio doméstico.
los más monumentales —aediculae, sacraria, sacella— son los más numerosos y que estos se colocaban principalmente en espacios privilegiados, en comunia loca —atrios y peristilos principalmente—, con una función social destacada, además de la propiamente religiosa. El catálogo hispano presenta una peculiaridad en comparación con Pompeya, como es la alta concentración de lararios en estancias de representación (Figs. 13, 73, 101), algo poco habitual en la ciudad campana.105 En este sentido, resulta de nuevo más cercano el caso de Ostia, donde la mayoría de las capillas domésticas se encuentran en peristilos (Fig. 116), estancias nobles y de representación y salas de banquete (Fig. 117), con dos tipologías predominantes: nichos y pseudoedículos, a excepción de una aedicula (J. T. Bakker, 1994: 32-42, 54-55, 179, 181-182). En Túnez, de los lararios estudiados por Maddalena Bassani —todos ellos sacraria— solo uno está en una sala de representación106 (Fig. 98), mientras que la localización abrumadoramente mayoritaria es el peristilo (M. Bassani, 2003b: 171-175).107 A los lararios construidos dentro de este tipo de salas nobles hay que añadir los que, encontrándose en otras piezas domésticas, tienen una especial relación con tablina, triclinia, oeci, etc. Es el caso del sacrarium de la Casa de las Cuevas Ciegas de Clunia (Peñalba de Castro, Burgos) (Fig. 85), el único con dos accesos, uno desde el peristilo y otro desde 105 Según el catálogo de G. K. Boyce (1937), solo un larario pompeyano procede de un tablinum (p. 68, n.º 297). 106 Sacrarium de la Maison des Colonnes Rouges, en Acholla (Botria, Túnez), datado en el s. III d.C. (Bassani, 2003b: 180, lám. I.b). 107 Otros casos de lararios en zonas nobles de la casa en otras zonas del mundo romano, en M. Pérez Ruiz, 2013a (e.p.).
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Fig. 116. Pseudoedículo con imagen de culto en el interior, en el peristilo de la Insula dei Dipinti, en Ostia (Italia) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 117. Nicho en la pared de fondo del triclinium de la Domus della Fortuna Annonaria, en Ostia [M. Pérez Ruiz].
la sala de banquetes, con la que debía de formar un conjunto unitario, ya que debían de presentar el mismo tipo de decoración en la fachada, como se ha dicho.108 La aedicula en el peristilo de la Villa de Materno, en Carranque (Toledo) (Fig. 46), está ubicada en el mismo lado que el gran triclinium, con el cual tiene una relación visual directa, así como con la cocina.109 En la Villa de Els Munts (Altafulla, Tarragona) (Fig. 75) el posible sacrarium se encuentra en la pared de fondo de una estancia adyacente 108 Véase el registro BU/Clunia02-E en el catálogo. Véase la planta de la casa en la Fig. 27 del capítulo VI. 109 Registro TO/Carranque01-E del catálogo. Véase la planta de la villa en la Fig. 24 del capítulo VI.
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al triclinium —probablemente un cubiculum—, si bien no tiene acceso directo desde este sino a través de otra sala intermedia que parece hacer las veces de antecámara.110 En la domus portuaria de Tárraco (Fig. 54), la aedicula está situada en una estancia detrás del triclinium, seguramente un jardín;111 en la Casa de los Pájaros, el sacrarium está adosado a la pared lateral del triclinium;112 en la casa n.º 2B de Ampurias, la relación visual principal del altar colocado en el interior del peristilo se establece con el triclinium.113 A todos estos casos hay que sumar, además, la existencia de otros ambientes, asociados principalmente a triclinia, que no son estrictamente lararios —razón por la que no han sido incluidos en el catálogo—, pero cuya función tampoco parece únicamente social y representativa. De todos ellos creemos interesante realizar un análisis más pormenorizado, por lo que se remite al apartado 5 del capítulo siguiente. Otro aspecto singular de la ubicación de los lararios béticos y tarraconenses en la casa es la presencia de dos aediculae en zonas de producción —una fábrica de salazones asociada a un espacios doméstico en Gades (Cádiz) (Figs. 44, 118) y la cella vinaria de la Villa de las Musas, en Arellano (Navarra) (Figs. 50, 119)—,114 donde no abundan los lararios, a lo que hay que sumar que en estas zonas secundarias y de uso restringido el tipo de larario elegido es, como se ha dicho en más ocasiones, uno de los más monumentales. Un caso similar al de la Villa de Las Musas es el de Villa Regina, en Boscoreale (Italia), donde se ha conservado un nicho con fachada monumental en la zona de almacenamiento y fermentación del vino.115 En cuanto al larario de la fábrica de salazones, los encontrados en tabernae, cauponae, thermopolia y pistrina pompeyanos, con zonas de vivienda asociadas, pueden servir como paralelo, a pesar de que no 110 La disposición de la habitación en la que se encuentra el sacrarium y la que la precede parece responder a la composición de cubicula con cámara y antecámara estudiados por P. Uribe (2007: 96), quien además subraya la frecuente asociación de estas estancias a salas de banquete (ibid.: 101). Véase el registro TA/Munst01-E del catálogo. En relación con los lararios en cubicula, véase M. Pérez Ruiz, 2013a (e.p.). 111 Registro TA/Tarraco01-E del catálogo. Véase la planta de la casa en la Fig. 46 del capítulo VI. 112 Registro SE/Italica01-E del catálogo. Véase la planta de la casa en la Fig. 19 del capítulo VI. 113 Registro GE/Emporiae03-E del catálogo. Véanse las Figs. 38-39 del capítulo VI. 114 Registros CA/Gades01-E y NA/Arellano01-C del catálogo. 115 Sobre esta villa véase De Caro, 1994b. Veánse el larario y la cella vinaria en la Fig. 44 del capítulo VI.
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Fig. 118. Planta de la fábrica de salazones con estructura doméstica asociadas hallada en Cádiz [Cortesía J. M.ª Gener, J. M. Pajuelo y M.ª Á. Navarro. Excavación arqueológica del Teatro Cómico de Cádiz].
se conozca otro caso similar en un establecimiento industrial del mismo uso.116 En estas ubicaciones parece que se encuentra la mejor expresión de la confianza que, en la tradición religiosa doméstica romana, se depositaba en los dioses como protectores de los medios de subsistencia de la familia. Un buen ejemplo se vio ya al hablar del pseudoedículo de la Casa del Larario del Sarno, en Pompeya, donde el río se presentaba como Penate protector de la actividad mercantil desarrollada por el dominus (vid. sup. p. 54), pero en los dos casos hispanos se fue un paso más allá y el larario se colocó en el lugar exacto donde se llevaba a cabo la producción doméstica. Por otro lado, se da una ausencia destacada entre las ubicaciones atestiguadas para los lararios béticos y tarraconenses: la cocina. Esta pieza de la casa es la que alberga el mayor número de lararios pompeyanos junto con los peristilos, por lo que llama la atención que no haya ninguno hispano con esta localización. Pero cabe recordar que en estos ambientes de servicio los lararios abrumadoramente más frecuentes son los nichos y las pinturas, de los cuales, como ya se ha 116 Véanse estas cuestiones, tratadas con más detalle, en p. 586-588.
dicho, resulta raro que se conserven evidencias por las características del registro arqueológico con el que contamos, con estructuras domésticas con alzados de escasa altura conservada. Por otro lado, en otra de las ciudades con un catálogo más amplio y variado de lararios, Ostia Antica, tampoco se han registrado lararios en cocinas117 (J. T. Bakker, 1994: 179). Además de las cocinas, existen otros ambientes susceptibles de albergar lararios no representados por el momento en las provincias Baetica y Tarraconensis, pues tampoco han aparecido en zonas de paso o en zonas de servicio diferentes a la cocinas. Las estancias subterráneas dedicadas al culto son relativamente comunes, a tenor del estudio realizado por Maddalena Bassani (2003a), pues se han encontrado en diversas zonas del Imperio Occidental como la propia Italia, Galia o África. En Hispania, sin embargo, el único larario en una zona subterránea que conocemos por el momento es la aedicula de la cella vinaria de 117 Ostia resulta un referente destacado, tanto por estas razones como por la cronología de sus hallazgos (vid. sup. p. 116), pero los 17 lararios documentados en estructuras domésticas no pueden compararse con los más de 400 pompeyanos, ni con los aproximadamente cincuenta de Herculano, donde, sin embargo, tampoco son comunes los lararios en cocinas. A este respecto, véase M. Pérez Ruiz, 2013a (e.p.).
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Fig. 119. Planta de la Villa de las Musas, en Arellano (Navarra) [M.ª A. Mezquíriz, 2003: 34].
la Villa de las Musas, pero no se ha documentado ningún ambiente subterráneo dedicado por completo al culto como los referidos por Bassani. El análisis de las ubicaciones elegidas para las estructuras de culto presenta un cuadro coherente con lo dicho hasta ahora y con las propias características de las edificaciones domésticas rurales y urbanas hispanorromanas (Fig. 120). En los casos en los que contamos con más de un larario identificado en un mismo tipo de ubicación, esta se da tanto en domus como en villae, con un mayor volumen de ejemplos en domus, como resulta lógico por ser estas más numerosas que las villae. Solo en el caso de los atrios, todas las evidencias son urbanas, pero precisamente esta pieza doméstica no es común en contexto rural, donde es sustituida casi invariablemente por el peristilo. Las ubicaciones para las que solo hay una evidencia registrada se encuentran todas en contexto urbano, del que más lararios proceden.
Fig. 120. Distribución de las estructuras para el culto en los diferentes ambientes domésticos, en ámbito urbano y rural.
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Fig. 121. Volumen de estructuras para el culto por años.
En cuanto a los lararios en estancias o zonas con ubicación indefinida, en la domus de Acinipo (Ronda, Málaga) sabemos que se trata de un espacio abierto que albergó un estanque antes de la aedicula, pero desconocemos la función que desempeño cuando se colocó la capilla; es posible que todo el espacio se dedicase a partir de entonces al culto como ocurre con otros espacios abiertos de pequeñas dimensiones que albergan lararios, pero carecemos de datos suficientes para afirmarlo por el momento.118 En la Casa de la Cabeza de Bronce, en Pollentia (Alcudia, Mallorca), aunque no se conoce el uso de la habitación en la que se encuentra la posible aedicula, esta forma parte del conjunto del peristilo.119 De los dos posibles lararios de la Villa de Los Villares (Santervás del Burgo, Fuentearmegil, Soria), uno de ellos se encuentra en el área más apartada de un conjunto de estancias a las que se accede desde el peristilo, mientras que el otro se abre directamente a este.120 Para la estructura del Complejo de El Alamillo (Mazarrón, Murcia) (Fig. 45) no es posible proponer funcionalidad, ya que es el único ambiente que se ha documentado de todo el edificio.121 Tampoco se puede especificar la zona en la que se encontraba el sacrarium en la Casa de C. Iulius Silvanus en Segóbriga, pues la planta se conoce sólo parcialmente122 (Fig. 35). Hasta aquí se ha hecho referencia a la ubicación de los lararios. Por lo que se refiere a las tres estructuras que no lo son, la única cuya ubicación está clara es la de Mas Castellar de Pontós (Gerona), que 118
Registro ML/Acinipo01-E. Registro IB/Pollentia01-C del catálogo. Registros SO/Villares01-E y SO/Villares02-E del catálogo. 121 Véase el registro MU/Alamillo01-E del catálogo. 122 Véase el registro CU/Segobriga01-E del catálogo. 119 120
es la sala principal de reunión de la casa (E. Pons et al., 2002: 120-121).123 También la estancia en la que se ha encontrado equipamiento ritual del poblado de Can Balenço (Argentona, Barcelona) debió de ser una sala principal,124 mientras que el conocimiento parcial de la casa a la que perteneció la habitación con objetos religiosos hallada en Ílici (La Alcudia de Elche, alicante) no permite saber cuál fue su uso.125
CRONOLOGÍA Como se ha visto, las estructuras de culto analizadas abarcan todo el arco cronológico considerado en este estudio (Fig. 121), desde el período en torno al final de la Segunda Guerra Púnica hasta el s. V d.C., momento en el que se registran los últimos testimonios de culto doméstico pagano.126 Sin embargo, las más antiguas son excepcionales, pues se trata de estructuras que responden a tradiciones culturales previas, con cronologías iniciales incluso anteriores a la presencia romana en la Península y que se amortizan antes del cambio de Era. Como se ha dicho (vid. sup. p. 218), se las contempla en este trabajo precisamente por su perduración en época romana, pero no puede obviarse que se trata de casos muy particulares en el conjunto de las estructuras de culto doméstico estudiadas. Precisamente, la amortización de la última de estas estructuras127 coincide con la aparición de las 123
Registro GE/MasCastellar01-C del catálogo. Registro BA/Balenço01-E del catálogo. 125 Registro AL/Ilici01-C del catálogo. 126 En el análisis de la cronología se ha trabajado con 34 de las 42 estructuras recopiladas, pues de ocho de ellas se desconoce la datación exacta. 127 Habitación de culto de la Casa del sector 4-C de Ílici (AL/Ilici01-C). 124
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primeras de tradición romana o latina —al menos en lo formal—, en la segunda mitad del s. I a.C. En este momento se produce un crecimiento exponencial del número de capillas de culto doméstico documentadas, que se mantendrá hasta finales del s. II d.C., cuando las evidencias comienzan a descender. El siglo III parece ser una barrera importante en el uso de este tipo de estructuras, pues entre este y comienzos del s. IV se amortizan un gran número de ellas, coincidiendo probablemente con la mayor popularidad de otro tipo de cultos, entre ellos el cristianismo.128 Sin embargo, también en el s. IV se da la construcción de algunos lararios nuevos,129 lo que demuestra que esta manifestación de culto pagano sigue viva y mantiene una cierta fuerza, que durará hasta el s. V, a lo largo del cual se produce la amortización definitiva de todas las capillas de culto doméstico pagano. Interesante resulta también el uso continuado de muchos de estos lararios, durante uno, dos y hasta tres siglos, lo cual implica una cierta continuidad también en las tradiciones religiosas familiares.130 En esta valoración cronológica debe tenerse en cuenta, sin embargo, que no siempre es posible conocer con exactitud la datación de las estructuras de culto, de manera que se les aplica la de uso de las viviendas en las que se encuentran, sin que pueda establecerse si su construcción se produjo en el mismo momento que estas o con posterioridad, o bien, si sufrieron una amortización previa a la definitiva de la vivienda en la que se encuentran.
EQUIPAMIENTO
AÑADIDO
Algunas de las estructuras de culto contienen otras en su interior a modo de equipamiento para el desarrollo del rito, que en ocasiones aporta valiosa información para la interpretación del conjunto ritual. Por ello, merece que se le dedique una atención pormenorizada. 128 Sobre los espacios de culto en las villas hispanas tardoantiguas ha realizado un estudio K. Bowes, quien, sin embargo, deja al margen los lararios por la escasez de información al respecto (K. Bowes, 2006: 75). 129 El nicho de la Casa del Sectile en Híspalis (SE/Hispalis01-E), el edículo de la Villa de Materno en Carranque (TO/Carranque01-E) y un posible sacrarium en la Villa de El Requejo (ZA/Requejo01-E). 130 Entre los lararios que más tiempo estuvieron en uso se encuentran el sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona), desde el s. I a finales del s. III d.C. y el de la Casa de las Rosetas en Osca (Huesca), entre el s. I a.C. y los ss. II-III d.C.; este último es además uno de los lararios de cronología más temprana.
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Fig. 122. Vista actual del podium de la aedicula construida en el sacrarium de la Casa Triangular de Clunia [M. Pérez Ruiz].
En el sacrarium de la Casa Triangular de Clunia (Peñalba de Castro, Burgos) se conserva el arranque del podium de una aedicula centrado en la pared de fondo (Fig. 122), a lo que hay que sumar la posibilidad de que el espacio en el que se encuentra el sacrarium estuviese dedicado por completo al culto, bien como una estancia cerrada o bien como un ambiente a cielo abierto (G. López Monteagudo et al., 1998: 76), a modo de pequeño «jardín sagrado» (vid. sup. p. 247). En la Casa de C. Iulius Sylvanus, en Segóbriga (Saelices, Cuenca), se ha documentado un espacio doméstico completamente dedicado al culto, con una fuente sagrada y un altar con forma de columna (Fig. 35; R. Cebrián, 2002-2003). En la Casa del Ninfeo en Bílbilis (Calatayud, Zaragoza) ha aparecido un sacrarium con una aedicula que ocupa toda la pared de fondo (Fig. 89), mientras que en el sacrarium de la Villa de El Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora), en la pared de fondo parece abrirse un nicho que llega hasta el suelo (Fig. 30).131 El sacrarium de la Villa de Vilauba132 (Camós, Gerona) resulta algo especial, pues en su interior no se ha documentado ningún tipo de estructura que funcione como equipamiento, pero la forma en la que se hallaron los materiales demuestra que debieron de caerse de la pared en el momento en el que se produjo el incendio que destruyó parte de la villa, afectando al larario (Fig. 4; P. Castanyer y J. Tremoleda, 1997: 173-174). Por ello, lo más probable es que las imágenes de culto estuviesen alojadas en un nicho (Fig. 123), que debió de ser sencillo 131 Estas estructuras que actúan como equipamiento de otras no han sido contempladas en la valoración cronológica y de ubicación que se acaba de realizar, pues la entidad de espacios de culto recae sobre las estructuras que las albergan. Véanse los registros BU/Clunia01-E, CU/Segobriga01-E, ZR/ Bilbilis02-E y ZA/Requejo01-E. 132 Véase el registro GE/Vilauba01-C del catálogo.
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Fig. 124. Balsas documentadas dentro del sacellum de la Villa de Cornelius (L’Ènova, Valencia) [R. Albiach y J. L. de Madaria, 2006: 74, fig. 2].
Fig. 123. Reconstrucción ideal del interior del sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona). El nicho debió de carecer de la fachada que se propone [P. Castanyer y J. Tremoleda, 2007: 22].
a juzgar por la ausencia de fragmentos de estuco que conformaran su posible fachada (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 62-64). Por otro lado, se encontró también entre los escasos restos materiales de la estancia un asa de un mueble de madera (Fig. 193), que podría haber estado destinado a contener objetos para el rito, si bien ninguno de ellos se ha encontrado in situ. Otro tipo de equipamiento es el que presentan el sacellum de la Villa de Cornelius (L’Ènova, Valencia) o las estructuras de culto de Mas Castellar de Pontós (Gerona) y de Can Balenço (Argentona, Barcelona).133 En el primer caso, en el interior del sacellum se realizó una balsa en el ángulo suroeste del pavimento, que posteriormente se dividió en dos más pequeñas, revestidas de mortero y de las cuales se conserva una completa —28x42 cm de lado, 36 cm de profundidad— y parte de la otra —43x33 cm de lado, 40 cm de profundidad (Fig. 124; R. Albiach et al., 2006: 74). En la estancia principal (3) de la Casa n.º 1 de Mas Castellar se ha documentado un gran hogar de cuidada factura y dos metros de largo, en posición central y acompañado de cinco más pequeños repartidos por zonas periféricas; en el mismo eje del hogar principal había una fosa para contener 133 Registros VA/Enova01-C, GE/MasCastellar01-C y BA/Balenço01-E.
agua134 (Fig. 125; E. Pons, 1997: 78). En el recinto P de Can Balenço se encontraron los restos de una estructura circular formada por piedras y arcilla, colocada sobre el pavimento de barro, junto a la cual había un conjunto de cuatro piedras que parecían haber sido colocadas de forma intencionada (C. Belarte, 1997: 197). Finalmente, resulta singular el equipamiento de la aedicula de la fábrica de salazones de Gades135 (Fig. 70), una tegula casi completa, aunque fragmentada, fijada al suelo de opus signinum del patio de la fábrica y adosada al podium de la aedicula mediante una capa de mortero de cal mezclado con fragmentos cerámicos. No conocemos paralelos para esta disposición pero su función como mesa de ofrendas o como altar es muy probable, si bien carece de restos de fuego en su superficie;136 quizá sirviese también 134 A tenor de los datos con los que hemos trabajado, consideramos que el agua es un elemento destacado en los espacios de culto de la Baetica y la Tarraconensis. A esta fosa contenedora de agua documentada en Mas Castellar hay que sumar la fuente que formaba parte del sacrarium de la Casa de C. Iulius Sylvanus, en Segóbriga (CU/ Segobriga01-E), y de la que se ha hallado parte del surtidor (R. Cebrián, 2002-2003). También está relacionado con el agua el motivo de tema marino con el que se decoró el opus tesellatum que pavimentaba el sacrarium de la Casa de la Plaza de la Corredera de Córdoba (CO/Corduba01-E). Las balsas del sacrarium de la Villa de Cornelius (VA/Enova01-C) se han interpretado como receptáculos para libaciones (R. Albiach et al., 2006: 74), pero creemos que no debe descartarse una vinculación con el agua. Otras estructuras que no han sido incluidas en el catálogo pero que serán analizadas más adelante, presentan también una estrecha relación con el agua, que dejamos aquí ya apuntada y sobre la que volveremos (vid. inf. apdo. 5 del cap. VI). 135 Registro CA/Gades01-E del catálogo. 136 Información inédita facilitada por J. M.ª Gener, J. M.
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Fig. 125. Planta y secciones de la fosa contenedora de agua hallada dentro del ambiente principal de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona) [E. Pons, 1997: 79, fig. 5].
como superficie diferenciada para la colocación de un altar portátil. Debió de tener un uso similar, por tanto, al de la repisa que sobresalía de la pared debajo de la pintura de la Casa de la Fortuna, en Bílbilis137 (Calatayud, Zaragoza), usada como soporte para el altar, que estaba fijado a ella con mortero, y quizá también para la colocación de ofrendas (C. Guiral y M. Martín-Bueno, 1996: 235; M. Martín-Bueno, 1979: 300). Casi cualquier estructura puede, por tanto, ser susceptible de ser adaptada como equipamiento de un espacio para el culto, incluso habitaciones enteras. No hay una tipología establecida para estos equipamientos, aunque la presencia de aediculae o nichos dentro de sacraria es bastante frecuente en las ciudades vesubianas138 (Figs. 64, 222). La presencia de balsas y fosas para contener líquidos o para la realización de Pajuelo y M.ª Á. Navarro, responsables de la Excavación Arqueológica del Teatro Cómico de Cádiz. 137 Véase el registro ZR/Bilbilis01-C del catálogo. 138 Véase el catálogo de este tipo de lararios realizado por M. Bassani (2008: 167-233).
libaciones es mucho menos frecuente, pero especialmente interesante por lo que permite atisbar sobre las prácticas cultuales.
MATERIALES
ASOCIADOS
Es claro que los materiales hallados en estructuras de culto, 139 al igual que el equipamiento, tienen el valor de aclarar el carácter ritual de la estancia en la que se encuentran, a la vez que aportan información destacada sobre algunos de los ritos o devociones asociados a ellas. Sin embargo, son pocos los casos de estructuras con materiales asociados con los que contamos para las provincias Baetica y Tarraconensis140 y los grupos 139 En este apartado se presentan los materiales que han sido encontrados en contextos de estructuras de culto. Su análisis pormenorizado se realizará al abordar los diferentes tipos de materiales de uso religioso. 140 Registros del catálogo: AL/Ilici01-C; GE/MasCastellar01-C; GE/Vilauba01-C; IB/Pollentia01-C; MU/CarthagoNova01-C; NA/Arellano01-C; VA/Enova01-C; ZR/Bilbilis01-C.
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Fig. 126. Conjunto de esculturas en bronce con sus pedestales, hallado en el sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [M. Pérez Ruiz].
de materiales resultan bastante heterogéneos entre sí, por lo que no es posible extraer de ellos una visión de conjunto extrapolable, siquiera de forma hipotética, a las estructuras de culto estudiadas. Las únicas esculturas en bronce de pequeño formato contextualizadas que se han documentado en el territorio estudiado proceden del sacrarium de la Villa de Vilauba141 (Camós, Gerona), lo cual no deja de ser llamativo, pues este tipo de escultura se considera uno de los materiales de larario más característicos, si no el que más. Se trata de cuatro figurillas en bronce de pequeño formato con sus pedestales (Fig. 126) tres de ellas conservadas completas —Lar, Fortuna y Mercurio— y otra solo en dos pequeños fragmentos —Silvano o Pan.142 Las características del hallazgo —todas las piezas concentradas en un radio de 50 cm, algunas de ellas boca abajo, y junto a la pared (Fig. 4)— demuestran, como se ha dicho, que se encontraban colocadas a una cierta altura en la pared oeste, probablemente en un nicho (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1997: 173). También de bronce es la cabeza infantil (Fig. 160) de la Casa de la Cabeza de Bronce, en Pollentia143 (Alcudia, Mallorca), asociados a una probable aedicula. A pesar de haberse encontrado estos y otros objetos, el de Pollentia es el larario con materiales asociados que más dudas suscita, pues la cabeza tiene unas dimensiones (14 cm) superiores a las de las esculturas en bronce que, como en Vilauba, suelen encontrarse en los lararios y el resto de objetos no resultan significativos como indicadores de sacralidad.144 Sin embargo, existen paralelos que hacen 141
Registro GE/Vilauba01-E del catálogo. Véase la argumentación que nos lleva a esta identificación en el apartado dedicado a la escultura (vid. inf. pp. 294-297). 143 Véase el registro IB/Pollentia01-C del catálogo. 144 Se trata de un oinochoe en bronce y de un pie de ungüentario cerámico, de los que se hablará en seguida. 142
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Fig. 127. Basa de columnilla encontrada en una estancia con posible aedicula, en la Casa de la Cabeza de Bronce de Pollentia (Alcudia, Mallorca) [A. Arribas et al., 1973: 89, fig. 125].
pensar que la cabeza puede ser una representación de Baco niño,145 lo cual, junto con los restos de un posible podium de aedicula, el hallazgo de la basa de una columnilla (Fig. 127) y, en otra zona de la misma casa, de un ara anepigráfica,146 parece sustentar la hipótesis de que fuera un larario. Se ha documentado solo otra escultura en contexto de larario, en el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova147 (Valencia). Se trata de tres fragmentos de una cabeza de Hércules joven en mármol, tocado con la piel del león (Fig. 149), junto a los cuales apareció un arula de piedra arenisca local con inscripción en la cara frontal dedicada también a Hércules, con el epíteto de Invicto (Fig. 204). El hallazgo de ambos materiales ha sido fundamental, por tanto, para saber que el sacellum estuvo dedicado a esta divinidad (R. Albiach y J. L. Madaria, 2006: 74). Las arae y arulae se encuentran representadas en mayor número que la escultura en los lararios analizados. De la recién mencionada Villa de Cornelius proceden dos, la dedicada a Hércules Invicto a la que acabamos de aludir148 y otra anepigráfica al exterior del sacellum (Fig. 170e). El hallazgo más significativo de este tipo de piezas es, sin embargo, el del ara y las dos arulae de la Casa de la Plaza de San Ginés,149 en Cartagena (Murcia), encontradas 145 Otra cabeza de Baco, joven en este caso, se ha encantado en un larario encontrado en la Insula 5 de Augusta Raurica (Augst, Suiza) (A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 143-144, fig. 105; vid. inf. p. 298). Recientemente S. Moreno et al. (2011: 931-933) han subrayado también la similitud de la cabeza de Pollentia con representaciones de Dionysos niño. 146 Véase el registro IB/Pollentia02-M del catálogo. 147 Registro VA/Enova01-C del catálogo. 148 Única arula con epígrafe encontrada en un larario en las provincias Bética y Tarraconense. 149 Registro MU/CarthagoNova01-C del catálogo.
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in situ (Fig. 104) en una zona probablemente al aire libre (M. Martín Camino y B. Roldán, 1997: 128) destinada al culto, a modo de sacellum, ya que se trata de un espacio de cierre de la casa de forma triangular y algo angosto, llenado por la presencia de estos altarcillos. El más grande conserva aún restos del revestimiento de estuco (Fig. 166d), así como huellas de fuego, que también presentan los otros dos (Figs. 166e, 168e). El más pequeño está decorado en la cara frontal con una estrella y en las otras tres con acanaladuras suaves. En la Casa de la Fortuna, en Bílbilis,150 se halló otro arula fijada con mortero al altar que sobresalía de la pared, debajo del larario pintado con la representación de la divinidad que le da nombre a la casa. Como única decoración mostraba un triángulo equilátero con otro invertido inscrito en la cara frontal, que ha sido interpretado como la tetractys mística. La cara posterior, que no se vería, estaba solo desbastada (Fig. 170f; M. Martín-Bueno, 1979: 300-301, n.º 3). Por lo que respecta a otros objetos rituales, una de las estructuras de culto que presenta un conjunto más interesante es la habitación de la Casa del Sector 4-C de Ílici.151 Está formado por un kernos de base tubular circular con cinco recipientes aplicados, con una compleja comunicación entre ellos; un thymiaterion de base acampanada y cuerpo globular con decoración antropomorfa en relieve y una botellita panzuda con decoración pintada ibérica de tipo geométrico.152 Los tres han sido interpretados como elementos de culto doméstico (R. Ramos Fernández, 2001-2002: 120-121) y, a pesar de haber sido encontrados en una casa amortizada entre 42 y 38 a.C., no tienen parecido con ningún otro grupo de objetos rituales hallados en la Bética o en la Tarraconense en época ya romana, pues sus características y su iconografía remiten más bien a tradiciones ibéricas anteriores (vid. sup. cap. IV). Lo mismo ocurre con los cuatro microvasos hallados en la habitación principal de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós153 (Gerona), un tipo de objeto ritual relativamente frecuente en los santuarios domésticos de tradición ibérica, pero también en el considerado «Santuario de Asclepio» de Ampurias (E. Pons et al., 1998: 72; vid. sup. p. 268). Objetos rituales e instrumentum domesticum se han documentado en la Casa de la Cabeza de Bronce, en Pollentia (Alcudia, Mallorca) y en la Villa
150 151 152 153
Véase el registro ZR/Bilbilis01-C del catálogo. Registro AL/Ilici01-C del catálogo. Véase la Fig. 53 del capítulo IV. Registro GE/MasCastellar01-C del catálogo.
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de las Musas (Arellano, Navarra).154 En la primera, un oinochoe en bronce, un aplique con forma de cabeza de Sileno del mismo material y la base de un ungüentario cerámico (Figs. 189, 195) completan el conjunto formado también por la cabecita infantil en bronce. En la segunda, alrededor de la aedicula aparecieron una serie de materiales, algunos de los cuales se han asociado al ritual desarrollado en ella. El más singular es una jarra de cerámica pigmentada con barniz negro (Fig. 185a), con tres asas y un pico vertedor debajo del cual, al nivel del arranque de las asas, hay un elemento saliente que soporta una pequeña cazoleta, destinada quizá a recoger el líquido que pudiera gotear del pico, si bien su propia colocación dificulta el vertido (M.ª A. Mezquíriz, 2003: 92-93). Además de esta pieza singular, se han relacionado con la aedicula un anforisco de cerámica (Fig. 185b), una copa de bronce con el cuerpo gallonado (Fig. 186a), un cazo colador de bronce (Fig. 187) y una frasca y fragmentos de una bandeja de vidrio (Fig. 186b y c). A ello hay que sumar los dolia para el almacenaje de vino que se encontraban a ambos lados del larario. Otro tipo de objetos rituales son las lucernas. Una de ellas, campaniense, procede del espacio singular de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós155 (E. Pons, 1997: 81). También en la Villa de Vilauba se ha documentado el disco de una de estas lamparitas, tipo Loeschcke VIII con decoración vegetal (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 62). En el sacellum de la Villa de Cornelius se han hallado otras dos, una de producción local y otra africana, y el asa de una tercera (R. Albiach et al., 2006: 74).156 Otro hallazgo significativo es el de las monedas documentadas en el sacrarium de la Villa de Vilauba y el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova.157 El conjunto de Vilauba, de seis piezas, abarca una cronología desde el 20/10 a.C. hasta el 233/235 d.C., mientras que el de L’Ènova, de cinco, se concentra en torno a mediados del s. IV d.C. (Figs. 190-191; P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 62; N. Lledó y A. Sáez, 2006: 121). Las monedas de Vilauba parecen tener alguna relación con uno de los pedestales de las figurillas en bronce, con una ranura en la parte superior a modo de hucha (Fig. 158-159), razón por la que se sospecha que estos hallazgos monetales en lararios, que no parecen casuales, tienen que ver 154 Véanse los registros IB/Pollentia01-C y NA/Arellano01-C en el catálogo. 155 Véase la Fig. 112 del capítulo IV. 156 Véanse los registros GE/MasCastellar01-C; GE/Vilauba01-C y VA/Enova01-C. 157 Véanse los registros GE/Vilauba01-C y VA/Enova01-C.
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con algún tipo de ofrenda pecuniaria a los dioses158 (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 110; A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 174-176). Único ha sido el hallazgo de un sillar de caliza, con la superficie enmarcada por una cenefa, en la parte exterior del acceso al sacellum en la Villa de Cornelius.159 Y única también es la documentación, en la habitación principal de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós,160 de una pieza de mármol pentélico de tradición helenística, con forma de columna jónica achatada (Fig. 111) y uso indefinido,161 así como de un alto número de huesos animales, especialmente de perro, repartidos por toda la estancia pero con una especial concentración en una esquina de la puerta sur y en el hogar que hay junto a ella, y un fragmento de mandíbula humana, de un individuo adulto (E. Pons et al., 2002). El hallazgo de restos animales y humanos —en su gran mayoría infantiles— en estancias de culto es algo relativamente habitual en la tradición ibérica (vid. sup. pp. 199-200) pero, sin embargo, en época romana estos hallazgos, que son muy frecuentes en ciertas zonas, no se asocian a los espacios donde se desarrolla el ritual religioso doméstico, como se verá más adelante al hablar de los enterramientos infantiles y de los depósitos votivos (vid. inf. pp. 344-358). Aunque hubiese sido nuestro deseo perfilar características regionales del culto doméstico a partir de los materiales asociados, la escasez de datos no permite hacerlo. El grupo de estructuras con materiales asociados es tan escaso, con solo ocho casos —seis de tradición romana y dos de tradición local o con otro tipo de influencias—, que no resulta suficiente para extraer conclusiones sobre las características de las imágenes de culto y los objetos rituales que formaban parte de los espacios dedicados al ritual doméstico en las domus y villae de la Tarraconensis, pues en la Baetica ni siquiera se ha hallado ninguna estructura con materiales asociados. Puede destacarse que en tres contextos hayan aparecido arae y arulae, solo una de las cuales, sin embargo, tiene inscripción. También resulta significativo el hallazgo de lucernas en otros tres contextos y que en dos de los lararios más completos, en Vilauba (Gerona) y en L’Ènova (Valencia), se hayan encontrado conjuntos monetales. Llamativa, pero en el sentido contrario, es la presencia 158 Sobre esta cuestión se hablará detenidamente en el apartado dedicado a las monedas (vid. inf. pp. 317-319). 159 Registro VA/Enova01-C del catálogo. 160 Registro GE/MasCastellar01-C del catálogo. 161 Remitimos al análisis pormenorizado realizado sobre la pieza al abordar el espacio de culto en el que se encuentra (vid. sup. pp. 265-268).
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de esculturas en bronce de pequeño formato solo en la Villa de Vilauba, mientras que otra en mármol, material de uso menos frecuente para la realización de imágenes de culto doméstico, procede de la Villa de Cornelius (L’Ènova, Valencia). Los conjuntos de materiales han aportado información valiosa en cada caso particular, permitiendo identificar las divinidades a las que estaban dedicados el sacrarium de la Villa de Vilauba y el sacellum de la Villa de Cornelius o apreciar la influencia helenística en la habitación principal de la Casa n.º 1 de Mas Castellar. Nos han puesto también sobre la pista de algunos posibles rituales domésticos, como las ofrendas monetarias. Sin embargo, como ya se ha dicho, la heterogeneidad de los materiales impide extraer conclusiones de conjunto sobre los objetos «típicos» de las estructuras de culto doméstico béticas y tarraconenses.
2. MATERIALES PARA EL CULTO El conjunto de los materiales para el culto doméstico recopilado en el catálogo se concentra exclusivamente en una de las dos provinciae estudiadas, la Tarraconensis.162 En este grupo de 86 evidencias materiales puede hacerse una primera distinción en función del contexto de procedencia. Por una parte, están los materiales hallados en estructuras de culto, es decir, los que forman los conjuntos de estructuras con materiales asociados estudiados en el apartado anterior y que suman 48 evidencias. Este grupo no presenta dudas sobre su utilización en el ritual religioso familiar precisamente por conocerse su procedencia, a excepción de la posible aedicula de la Casa de la Cabeza de Bronce, en Pollentia (Alcudia, Mallorca),163 donde las dudas sobre la funcionalidad de la estructura se extienden a los materiales asociados. Por otra parte, están los materiales de los que se conoce su procedencia de un contexto doméstico, urbano o rural, pero no su relación con un posible espacios de culto. Sin embargo, su tipología, sumada al contexto doméstico de procedencia, otorga un alto grado de probabilidad a su función como objetos de o para el culto. En este caso, los tipos de materiales se reducen a dos, aras y esculturas (Fig. 128). 162 Recientemente hemos tenido noticia de algunos materiales asociados al culto en la Bética: una esculturita hallada en Iliberi (Granada) y otra y un árula procedentes de una villa en Aurgi (Jaén). Véase el apéndice al catálogo en el CD. 163 Véase el registro IB/Pollentia01-C en el catálogo.
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Fig. 128. Mapa con ubicación georreferenciada de materiales asociados al culto doméstico en las provincias Baetica y Tarraconensis. Los núms. remiten al n.º inv. de cada evidencia [H. Jiménez Vialás y M. Pérez Ruiz].
En cuanto al ámbito de procedencia, la mayoría se han encontrado en contextos rurales, asociados a lararios; en los contextos urbanos, en cambio, los que tienen esta asociación son minoría (Fig. 129). De la escultura de Ponte Puñide164 (Gonzar, O Pino, La Coruña) no se especifica si el contexto es urbano o rural, aunque parece más probable lo segundo.165 Excepcionalmente, de algunos materiales no se conoce la procedencia exacta, pero se han encontrado en excavaciones en las que han aparecido estructuras domésticas, por lo que existe una alta probabilidad de que estén asociados a ellas.166 Solo en un caso 164
Véase el registro CR/Puñide01-M en el catálogo. A efectos de clasificación en tablas, gráficos y mapas, ha sido considerado como procedente de un contexto rural. 166 Es el caso de las arulae de la Plaça del Rei de Barcelona, donde, entre otros edificios, han sido documentadas varias domus, por lo que las arulae, que han sido presentadas como objetos de culto doméstico (J. Beltrán de Heredia, 2001a: 155), podrían proceder de alguna de ellas. Lo mismo ocurre en la C/ Fortuny de Tarragona, donde se han encontrados dos arulae que alguno autores interpretan como de culto doméstico (G. Gamer, 1989: 271, T16) y donde se han atestiguado los 165
Fig. 129. Volumen de materiales con y sin asociación a estructuras de culto doméstico en contexto urbano y rural.
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Fig. 130. Volumen de materiales de culto doméstico en uso, por años.
no se tiene ningún dato del contexto, concretamente para la escultura de Zuera, en Zaragoza,167 pero la iconografía que presenta, vinculada estrechamente al culto doméstico, nos ha inclinado a introducirla en el catálogo. Por lo que respecta a la cronología, buena parte de los materiales para el culto se fechan en el período entre la segunda mitad del s. I a.C. y principios del s. IV d.C. y, especialmente, entre finales del s. I y finales del s. III d.C. Los materiales más antiguos, sin embargo, se remontan a finales del s. III a.C., pero se ha de tener en cuenta que se trata de piezas procedentes de estructuras de culto también antiguas, a caballo entre el período ibérico y el romano168 y que se mantienen en uso en época republicana, durante un lapso más o menos largo de tiempo. Por otro lado, a partir del s. IV d.C. hay una caída brusca de los materiales documentados, si bien se mantiene en cierta manera debido a los hallazgos en el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia),169 para caer definitivamente a lo largo del s. V d.C. (Fig. 130). Debe aclararse que para las piezas asociadas a lararios y amortizadas a la vez que estos, la cronología que se tiene en cuenta no es la de fabricación sino todo el período de uso, de manera que las escultu-
restos de estructuras domésticas (J. Macías et al., 2007), de manera que es posible suponer una relación entre ambos hallazgos. 167 Véase el registro ZR/Zuera01-M en el catálogo. 168 Véase, más arriba, lo dicho para las habitaciones de culto halladas en la Casa del Sector 4-C de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante) y en la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona) y, en el catálogo, los registros AL/Ilici01-C y GE/MasCastellar01-C. 169 Véase el registro VA/Enova01-C en el catálogo.
ras de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona),170 fechadas formalmente en el s. I d.C. tienen, en este estudio, una cronología que abarca hasta finales del s. III d.C., momento en el que se amortiza el larario y en cuyos niveles de abandono aparecen. Lo mismo ocurre con los materiales de la Villa de Cornelius, lo cual influye en parte, como acabamos de decir, en la imagen de un siglo IV aún con cierto número de materiales asociados al culto doméstico en uso.
CARACTERIZACIÓN
DE LOS MATERIALES PARA EL CULTO
Los materiales documentados se agrupan en las siguientes categorías: imágenes de culto, objetos rituales, instrumentum domesticum y otros objetos asociados a espacios para el culto. A su vez, entre los objetos rituales podemos diferenciar aras y árulas, recipientes para líquidos, lucernas y quemaperfumes (Figs. 131-132). El grupo más voluminoso es el de las arae —de más de 30 cm— y arulae —de 30 cm o menos—, 34 en total. Las esculturas documentadas son 15, que se diferencian por el material de fabricación, bronce o piedra. El resto de piezas proceden, en todos los casos, de espacios para el culto y entre ellas destacan los recipientes para líquidos, tanto los que tienen un valor ritual intrínseco como las piezas de instrumentum domesticum que lo adquieren por el contexto. En tres de estos espacios se han encontrado también lucernas y en dos, monedas. Otros materiales son un thymaterion, un colador, un sillar sin función definida, una columna cuya función estructural no está 170
Registro GE/ Vilauba01-C del catálogo.
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Fig. 133. Materiales asociados o no a estructuras de culto doméstico, por tipos. Fig. 131. Volumen de materiales de culto doméstico, por tipos.
Fig. 132. Porcentaje de materiales de culto doméstico, por tipos.
clara, el pomo de una puerta, un asa de mueble, un aplique en bronce y una pieza con forma de columna jónica achatada, de función indefinida. Si se comparan, por tanto, los tipos de materiales con y sin contexto de larario (Fig. 133), se puede observar que los que lo tienen son mucho más variados, lo cual se explica por el hecho de que para la mayoría de estas piezas no es posible conocer su uso ritual sin el contexto de procedencia, con la excepción de algunas imágenes de culto y de los altares portátiles. Las piezas de instrumentum domesticum y las lucernas tienen usos más comunes que el ritual en el ambiente doméstico, por lo que si no existe una asociación clara a una capilla no es posible apreciar dicho uso, máxime cuando, en los casos con los que contamos, no predomina ninguna tipología o forma que pudiera pensarse característica del culto doméstico. En cuanto a las monedas, solo los contextos de sacraria en la
Villa de Vilauba (Camós, Gerona) y en la Villa de Cornelius (L’Ènova, Valencia) permiten pensar que su presencia se debió no a pérdidas fortuitas sino a algún tipo de ofrenda pecuniaria. Finalmente, para los objetos rituales, al margen de los altarcitos portátiles, no existe tampoco una tipología clara que permita establecer con una cierta seguridad que el hallazgo de una pieza con una forma o un uso determinado está indicando la posibilidad de que en la estructura doméstica de la que procede se hubiese desarrollado algún tipo de culto doméstico. Solo es posible apreciar una cierta recurrencia, como hemos dicho, en la presencia de recipientes para contener o libar líquidos, pero con una gran heterogeneidad de tipos. En cuanto a las arae y arulae y a las esculturas, se ha dicho ya en otras ocasiones que se trata de dos grupos de piezas privilegiados en el estudio del culto doméstico, ya que su sola presencia en viviendas las convierte en indicadores de sacralidad, es decir, en indicadores de una posible actividad ritual,171 característica que no comparte el resto de materiales documentados. Por esta razón, son los únicos grupos de los que se han recogido testimonios a pesar de no estar asociados a estructuras de culto, siendo el más abultado, con diferencia, el de las arulae. Como se especifica en los criterios para la realización del catálogo (vid. inf. p. 430), se ha interpretado que toda ara, arula o escultura en bronce de pequeño formato hallada en ámbito doméstico es un indicador de sacralidad, lo cual es obvio para las arae y arulae, pues su uso es siempre ritual. En cuanto a las esculturas en bronce de pequeño formato, podrían plantearse otras funciones, como la ornamental, pero 171 Sobre los indicadores de culto, véase el apartado 5 del capítulo III.
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en los casos contextualizados conocidos a lo largo del mundo romano su carácter de imágenes de culto es tan mayoritario que parece justificado interpretarlas como tales a priori, siempre, claro está, que tengan un contexto doméstico. El problema se plantea con las esculturas en piedra, cuya presencia en lararios es mucho más limitada que para las realizadas en bronce y cuyo uso como ornamentación es más común que el cultual; los casos que se han tenido en cuenta son, por tanto, solo los que por sus características podían considerarse más aptos como imágenes de culto doméstico. Si se comparan los indicadores de sacralidad por excelencia a los que nos acabamos de referir, se aprecia que las aras y árulas son más numerosas que las esculturas en bronce, tanto en casos asociados a estructuras de culto como no. Tres de las estructuras con materiales asociados cuentan, al menos, con un ara,172 mientras que dos tienen esculturas en bronce173 y, de ellas, solo una lo que podrían llamarse figurillas típicas de larario.174 No es posible proponer ninguna explicación satisfactoria para este fenómeno pero debe pensarse en la gran cantidad de esculturas en bronce sin contexto que se conservan en los museos españoles, lo cual pone en evidencia que no se trata de un tipo de pieza infrecuente o de poco uso en las provinciae estudiadas, ya que al menos una parte de ellas debieron de pertenecer a lararios.
Imágenes de culto Las esculturas documentadas en contexto doméstico con uso seguro o probable como imágenes de culto son quince, diez de las cuales en bronce175 y cinco en piedra, la mayoría procedentes de villae (Tablas 10-11; Fig. 134).176 Se fechan mayoritariamente en el 172 Sacrarium de la Casa de la Plaza de San Ginés en Cartagena, sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova y larario pictórico de la Casa de la Fortuna en Bílbilis. Véanse los registros MU/CarthagoNova01-C, VA/Enova01-C y ZR/Bilbilis01-C en el catálogo. 173 Sacrarium de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona), y aedicula en la Casa de la Cabeza de Bronce de Pollentia (Alcudia, Mallorca). Véanse los registro GE/Vilauba01-C e IB/Pollentia01-C en el catálogo. 174 Sacrarium de la Villa de Vilauba. 175 Una de estas esculturas está formada por tres fragmentos: un pedestal, la cola y una pezuña de un posible Silvano. Véase el registro GE/Vilauba01-C y, más abajo, pp. 294-297 y Figs. 151-154. 176 Véanse los registros del catálogo AS/Veranes01M, BA/Barcino01-M, CS/Alter01-M, CR/Puñide01-M, GE/Vilauba01-C, IB/Pollentia01-C, MU/Balsapintada01-M, MU/Villar01-M, TA/Francoli01-M, VA/Enova01-C, ZR/Celsa09-M y ZR/Zuera01-M.
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Fig. 134. Volumen de esculturas en bronce y en piedra de culto doméstico, halladas en contexto urbano y rural.
s. I d.C., si bien algunas se mantienen en uso incluso hasta el s. III.177 La cabeza de bronce de Pollentia (Alcudia, Mallorca) y la escultura en piedra de la villa en el entorno del río Francolí (Tarragona) pertenecen al s. II d.C., mientras que la hallada en la Villa de Veranes (Gijón, Asturias) procede de un contexto del s. IV d.C., aunque es probable que su fecha de realización sea anterior.178 De este grupo, varias esculturas proceden de lararios: las tres estatuillas en bronce y el pedestal y los fragmentos de una cuarta encontradas en la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona); la cabeza infantil en bronce hallada en la habitación con la posible aedicula de la Casa de la Cabeza de Bronce, en Pollentia (Alcudia, Mallorca), y la cabeza de Hércules joven en piedra documentada en el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia). Para el resto de esculturas en bronce se desconoce el lugar exacto de procedencia dentro de la vivienda, si bien el fragmento de Mercurio de la Villa de Veranes, en Gijón (Asturias), se encontraba entre los materiales de derrumbe del segundo piso179 y el de El Villar, en Coy (Murcia), procede de la parte residencial de la villa. 177 Es el caso de las esculturas de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona). Véase el registro GE/Vilauba01-C en el catálogo. 178 La datación de las esculturas en bronce de pequeño formato no es una tarea fácil. Algunos investigadores abogan por el estilo como único criterio fiable (M. C. Galestin, 1995: 253), pero otros consideran que, al analizar cada pieza individualmente, se pone de manifiesto que ningún criterio puede aplicarse de forma absoluta: el contexto, el estilo, la calidad, la comparación o la evolución son insuficientes y dan un importante margen de error (S. Boucher y H. OggianoBitar, 1995: 236). 179 Agradecemos a la Prof. C. Fernández Ochoa la información facilitada sobre la pieza.
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En cuanto a las demás esculturas en piedra, se cree que el fragmento también de Mercurio hallado una domus excavada en la Plaça del Rei de Barcelona procede del atrio o del peristilo, mientras que el Mercurio de la Casa de Hércules, en Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), se encontró en una estancia de representación. La altura de las esculturas completas oscila entre los 35 cm de la Fortuna de la Villa junto al Francolí, en Tarragona, y los 7 cm del Mercurio de la Villa de Balsapintada, en Valladolises (Murcia). En el grupo de las esculturas en bronce, que es el más homogéneo, la media es de 13 cm, siendo la más pequeña, de nuevo, el Mercurio de Balsapintada y la mayor el Mercurio de la Villa de El Alter, en Chilches (Castellón), con 21,6 cm. La altura media resulta algo mayor de lo común para las esculturas en bronce, que, según el estudio de S. Boucher y H. Oggiano-Bitar (1995: 233), suele estar por debajo de los 12 cm. Todas las esculturas y fragmentos de ellas recogidos aquí representan con seguridad a divinidades, con la excepción de la cabeza de bronce de Pollentia, que se ha interpretado como la representación de una niña, y la pieza hallada en Zuera, en Zaragoza, formada por una roca a la que se enrosca una serpiente, y en cuya parte superior hay un altar coronado con una piña (Fig. 163). Para estas dos últimas se propondrán a continuación interpretaciones que podrían también relacionarlas con dioses o con espíritus divinizados. Entre las divinidades representadas, la más común es Mercurio (Fig. 135), al que ya se ha aludido en relación con la Villa de Veranes (Gijón, Asturias) y con la domus de la Plaça del Rei de Barcelona, pero que se ha documentado también en la Casa de Hércules, en Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), y en las villas de L’Alter (Chilches, Castellón), de Balsapintada (Valladolises, Murcia), de El Villar (Coy, Murcia) y de Vilauba (Camós, Gerona), en todos los casos en bronce. Le sigue en número Fortuna, aunque con solo dos casos, la de la Villa de Vilauba y la hallada junto al río Francolí (Tarragona). De otras divinidades se ha hallado por el momento solo una escultura de cada una: Lar en la Villa de Vilauba, Genius en Ponte Puñide (Gonzar, O Pino, La Coruña), Hércules en la Villa de Cornelius en L’Ènova y Pan o Silvano, también en Vilauba. Por tanto, aunque el Lar es una de las divinidades más representadas en las esculturas en bronce de lararios y la más común en los campanos (A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 193),180 en las provincias Baetica y Tarraconensis solo se ha encontrado 180
Véase la Fig. 94 del capítulo III.
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Fig. 135. Divinidades representadas en las esculturas de culto doméstico halladas en la Tarraconensis.
una contextualizada en un espacio doméstico, en la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona).181 El resto de esculturas de este tipo, todas en bronce,182 son de procedencia desconocida. De hecho, el número de estas imágenes broncíneas de Lares halladas en las provinciae estudiadas no es desdeñable, con casos en Axati (Lora del Río, Sevilla), Linares (Jaén), Pollentia (Alcudia, Mallorca), Almazán (Soria), La Laguna (Barca, Soria) o Cacabelos (León).183 La función de todas estas estatuillas como imágenes de culto parece clara, ya que las representaciones de Lares están siempre asociadas a contextos de culto, ya sea público o privado (M. Pérez Ruiz, 2008: 279-280). Por otro lado, las esculturas de bulto redondo en bronce de esta divinidad proceden casi invariablemente de contextos habitacionales, por lo que el simple hecho de encontrar un Lar podría tomarse como una evidencia de culto doméstico en aquellos lugares de los que proceden. Pero lo cierto es que, aunque muy esca181
Véase el registro GE/Vilauba01-C en el catálogo. En Lusitania, en las cercanías de Augusta Emerita, ha aparecido un caso excepcional de Lar en piedra de grandes dimensiones (M. Pérez Ruiz, 2008; Fig. 6 del cap. III), pero en las provincias Bética y Tarraconense son todos de bronce, como, por otro lado, es lo más frecuente. 183 Lar de Axati: AA.VV., 1990: 239, n.º 142; P. Fernández Uriel y T. Espinosa, 2007: 105; A. García y Bellido, 1949: 104-105, n.º 98, lám. 81; I. Portela, 1984: 168-169, fig. 5; P. Rodríguez Oliva, 1994: 25; R. Thouvenot, 1927: n.º 230, lám. 14. Lar de Linares: A. García y Bellido y M.ª P. García-Bellido, 1993: 266, lám. 293, 1; J. R. Mélida, 1900: 407-408, n. 64, lám. XXI; P. Rodríguez Oliva, 1994: 25. Lares de Pollentia: AA.VV., 1990: 233-234, n.º 131-132; I. Portela, 1984: 171, figs. 7-8; S. Pozo, 1989: 68-69, n. 1-2; P. Rodríguez Oliva, 1994: 25. Lar de Almazán: I. Portela, 1984: 171, fig. 9; P. Rodríguez Oliva, 1994: 25. Lar de La Laguna: P. Rodríguez Oliva, 1994: 25. Lar de Cacabelos: A. García y Bellido, 1949: 105, n.º 99, lám. 81; P. Rodríguez Oliva, 1994: 25-26. 182
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sos, hay Lares de este tipo que proceden de espacios públicos (A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 73, S27), por lo que no parece acertado interpretar una imagen en bronce de Lar como un indicador inequívoco de sacralidad doméstica. Por lo que respecta al Lar de Vilauba (Fig. 136), se trata de una escultura en bronce de 11,1 cm de altura, que responde al tipo II de la clasificación iconográfica de V. Tran Tam Tinh (en LIMC VI.1, s. v. Lar, Lares: 211). Se caracteriza, por tanto, por tener una posición estante, con el peso del cuerpo sobre la pierna derecha, mientras que la izquierda está ligeramente retraída y flexionada. Se viste con la típica túnica corta, ceñida a la cintura y cubierta con un pallium que cae desde el hombro izquierdo para sujetarse en el cinturón y llegar hasta las rodillas. La cabeza está tocada con una corona vegetal con una flor en el centro y dos infulae que caen sobre los hombros; el pelo es corto y rizado. En el rostro destacan los ojos por estar realizados con otro material (Fig. 137). Calza embades, de los que se aprecia solo la forma típica de este tipo de zapato, pero no los detalles. En el brazo izquierdo porta la cornucopia, de la que solo se conserva la mitad inferior del cuerno. La mano derecha resulta desproporcionadamente grande, seguramente realizada así para fijar mejor la pátera, hoy perdida. La pieza no es de gran calidad técnica, pero presenta un buen estado de conservación a pesar de la pérdida de algunas partes (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1997: 169-170). Los paralelos para esta pieza son innumerables pues, como se ha dicho, es una de las esculturas de bronce más comunes en los lararios del Imperio. Por ello, solo se dará uno, que presenta bastantes similitudes con el Lar de Vilauba, no solo iconográficamente sino también en el estilo y en la factura.184 Se trata de una escultura hallada en Bonn (Alemania) que representa a un Lar estante, vestido con túnica y pallium, coronado con una corona vegetal con infulae y que porta como atributos una pátera y una cornucopia (Fig. 138; V. Tran Tam Tinh, en LIMC VI.1, s. v. Lar, Lares: 206; VI.2: fig. 4). La posición de la figura, el tratamiento de los paños y de la corona y otras características lo hacen cercano al caso hispano, que sin embargo presenta un rostro más expresivo. De Ponte Puñide (Gonzar, O Pino, La Coruña) procede el único Genius en bronce de pequeño formato hallado en un contexto doméstico en las provincias
184 Muchos otros pueden verse referidos en trabajos como el de G. K. Boyce, 1937; A. Kaufmann-Heinimann, 1998; S. Adamo Muscettola, 1984, o en el LIMC, s. v. Lar, Lares.
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Fig. 136. Escultura en bronce de Lar hallada en el sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [M. Pérez Ruiz].
Fig. 137. Detalle del rostro del Lar [M. Pérez Ruiz].
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Fig. 138. Escultura en bronce de Lar hallada en Bonn (Alemania). Landesmuseum, Bonn (Alemania) [LIMC VI.2, s. v. Lar, Lares: fig. 4].
Baetica y Tarraconensis (Fig. 139),185 otra de las divinidades romanas típicamente domésticas. Esta es una imagen de culto menos común en formato escultórico que la de los Lares, pero aun así se cuenta con numerosos casos a lo largo del Imperio186 (A. KaufmannHeinimann, 1998: 193). En los territorios bético y tarraconense, el resto de los conocidos carecen de contexto o no proceden de viviendas y debe aclararse que tampoco en Ponte Puñide se tienen apenas datos del lugar del hallazgo, salvo que se trata de un ámbito doméstico (P. Rodríguez García, 1999: 147-148). La escultura mide 21 cm de altura y se desconoce su cronología. Representa a un hombre maduro, estante y vestido con una toga que le cubre la cabeza; la pierna izquierda está ligeramente flexionada. Los atributos se han perdido, presumiblemente una pátera en la mano izquierda, abierta y extendida, y un rotulus en la derecha, con el puño cerrado. Ya entre los dioses del panteón romano no estrictamente domésticos, el representado con más frecuencia en las esculturas recopiladas es, como hemos dicho, Mercurio. Hemos recogido siete imágenes de culto
Fig. 139. Escultura en bronce de Genius hallada en Ponte Puñide (Gonzar, O Pino, La Coruña) [P. Rodríguez García, 1999: 148].
de este dios, cinco en bronce y dos en piedra (Fig. 140). De las realizadas en bronce, la que presenta mejor calidad es la procedente de la Villa de L’Alter, en Chilches (Castellón),187 seguido por el de la Villa de El Villar (Coy, Murcia),188 mientras que las de las villas de Vilauba (Camós, Gerona)189 y Balsapintada (Valladolises, Murcia)190 muestran peor ejecución, especialmente la segunda. El estado de conservación es bueno en todos estos casos, salvo en el de Vilauba, pues la pieza se encontró bastante deteriorada y erosionada, con la pierna separada del resto del cuerpo (Fig. 141), así como el pedestal, que se halló aparte (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 63). El Mercurio de la Villa de Veranes (Gijón, Asturias),191 el de la domus de la Plaça del Rei en Barcelona192 y 187 188 189 190
185 186
Véase el registro CR/Puñide01-M en el catálogo. Véase la Fig. 94 del capítulo III.
191 192
Véase Véase Véase Véase Véase Véase
el el el el el el
registro registro registro registro registro registro
CS/Alter01-M en el catálogo. MU/Villar01-M en el catálogo. GE/Vilauba01-C en el catálogo. MU/Balsapintada01-M en el catálogo. AS/Veranes01-M en el catálogo. BA/Barcino01-M en el catálogo.
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a)
b)
c)
d)
e)
f)
g)
Fig. 140. Imágenes de culto doméstico de Mercurio. a) Villa de Veranes, Gijón (AS/Veranes01-M); b) Domus de la Plaça del Rei, Barcelona (BA/ Barcino01-M); c) Villa de L’Alter, Chilches (CS/Alter01-M); d) Villa de Balsapintada, Valladolises (MU/ Balsapintada01-M); e) Villa de El Villar, Coy (MU/Villar01-M); f) Villa de Vilauba, Camós (GE/Vilauba01-C); g) Casa de Hércules, Celsa (ZR/Celsa09-M) [a) M. Pérez Ruiz; b) J. Beltrán de Heredia, 2001a: 157, n.º 73; c) N. Mesado y J. L. Gil, 2000: portada; d) S. Ramallo y M.ª M. Ros, 1988: 161, lám. 2.3; e) A. Martínez Rodríguez, 1991-1992: 211, lám. 2; f-g) M. Pérez Ruiz].
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Fig. 141. Escultura de Mercurio de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona), antes de la restauración de la pierna [P. Castanyer y J. Tremoleda, 1997: lám. 13a].
el de la Casa de Hércules en Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza)193 se encontraron en estado fragmentario. Parece que todas las piezas, a excepción de la de Veranes, se fechan inicialmente hacia el s. I d.C.; en cuanto al Mercurio de Veranes, la fecha del s. IV responde al momento de amortización, pero es probable que la fabricación de la pieza se produjera bastante antes. En las esculturas que se conservan completas, Mercurio se representa estante y desnudo, con el peso del cuerpo sobre la pierna derecha y la pierna izquierda ligeramente flexionada y retraída, salvo en el caso de la Villa de El Villar, en Murcia, en el que el peso recae sobre la izquierda. En las estatuillas fragmentarias de este dios, la posición del cuerpo, siempre estante, parece ser la misma (Fig. 140). Volviendo a los casos completos, los Mercurios de las villas de L’Alter (Chilches, Castellón) y de Vilauba (Camós, Gerona) se tocan con el pétasos 193
Véase el registro ZR/Celsa09-M en el catálogo.
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alado. El encontrado en la Villa de Balsapintada (Valladolises, Murcia) no tiene nada en la cabeza y al de la Villa de El Villar (Coy, Murcia) las alas parecen nacerle directamente del cuero cabelludo. En todas las esculturas el pelo es corto y rizado, tapando solo parcialmente las orejas. El rostro es sereno, con los ojos grandes y la boca cerrada, con rasgos apenas perceptibles en la escultura de la Villa de Vilauba, muy deteriorada. Como única vestimenta portan la clámide, que en los Mercurios de las villas de Balsapintada, Vilauba y L’Alter y en el de la Casa de Hércules de Celsa se sujeta sobre el hombro con una especie de nudo y cae sobre el brazo izquierdo —flexionado—, cubriéndolo hasta la mano y llegando a la rodilla. La clámide del Mercurio de la Villa de El Villar, en Coy, se apoya sobre el mismo hombro y se enrolla en el antebrazo izquierdo para caer algo por debajo de la articulación de la rodilla, dejando el antebrazo visible. Se calzan con sandalias bajas, provistas de alas en el caso de la Villa de Veranes, en Gijón, y en el de la Villa de Vilauba, en Camós. Como atributos sujetan el marsupium con la mano derecha y seguramente el caduceo con la izquierda, aunque no se ha conservado en ningún caso;194 solo el Mercurio de la Casa de Hércules, en Celsa, sujeta lo que parece el marsupium en la mano izquierda (Fig. 140g), mientras que el Mercurio de El Villar (Fig. 140e) sujeta en esa misma mano un objeto pequeño, además del marsupium en la derecha, quizá un pajarito como el que muestra uno de los Mercurios de plata del tesoro de Mâcon, en Francia (Fig. 142; A. KaufmannHeinimann, 2007b: 23-24). Las representaciones de Mercurio son, con diferencia, las más comunes en los lararios del Imperio, solo superadas por las de los Lares en Campania195 (A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 193). El tipo iconográfico predominante es el que se ha visto para las esculturas hispanas, el cual aparece en Pompeya, en casas como la de Trebius Valens196 (III, 2, 1; Fig. 143), con la clámide enrollada en el brazo izquierdo; en la Casa de Iucundus e Quartilla197 (IX, 6, 5.7), con el caduceo, o en la Casa delle Pareti Rosse198 (VIII, 194 La barra de bronce del Mercurio de L’Alter (Chilches, Castellón) es un añadido reciente. 195 Véase la Fig. 94 del capítulo III. 196 G. K. Boyce, 1937: 30, n.º 64, n. 2; S. Adamo Muscettola, 1984: 26, fig. 24; A. Kaufmann- Heinimann, 1998: 216, GFV15, fig. 159. 197 G. K. Boyce, 1937: 186, n.º 431, n. 2; S. Adamo Muscettola, 1984: 25-26, fig. 23; A. Kaufmann- Heinimann, 1998: 222-223, fig. 170. 198 G. K. Boyce, 1937: 77, n.º 371; S. Adamo Muscettola,
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Fig. 142. Mercurio del tesoro de Mâcon, en Francia [A. Kaufmann-Heinimann, 2007b: 25, fig. 10].
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Fig. 143. Mercurio encontrado en el larario de la Casa de Trebio Valente, en Pompeya [S. Adamo Muscettola, 1984: 26, fig. 24].
5, 37), uno de cuyos Mercurios calza sandalias con alas. Similar al Mercurio de la Villa de El Villar, en Coy (Murcia), es el hallado en Dijon (Francia) y perteneciente en su día a una colección particular; este ejemplar no solo balancea el cuerpo hacia el mismo lado que el hispano, sino que, carente de tocado, las alas le surgen también directamente desde el cuero cabelludo, aunque la clámide se coloca de otra forma y está acompañado de un cabrito199 (Fig. 144; A. Kaufmann-Heinimann, 2007b: 25). En Mathay (Francia) se ha encontrado un Mercurio similar en calidad y estilo al de la Villa de L’Alter, en Chilches (Castellón), que presenta como diferencia, sin embargo, un torques colocado alrededor del cuello (A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 256-257, fig. 210). En cuanto a las esculturas en piedra de Mercurio, no se conocen casos en lararios de otros lugares del 1984: 20, fig. 9; A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 222-223, fig. 169. 199 Con cierta asiduidad, las esculturas de Mercurio se acompañan de animales, aunque en la mayoría de los casos suelen ser gallos.
Fig. 144. Escultura en bronce de Mercurio hallada en Dijon (Francia) [A. Kaufmann-Heinimann, 2007b: 25, fig. 11].
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a)
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b)
Fig. 145. Imágenes de culto de Fortuna halladas en contextos domésticos tarraconenses. a) Villa de Vilauba, Camós (GE/Vilauba01-C); b) Villa junto al río Francolí, Tarragona (TA/Francoli01-M) [a) M. Pérez Ruiz; b) A. García y Bellido, 1949, vol. II: fig. 168].
Imperio, pero, como se ha visto, la tipología de los de las casas de las Plaça del Rei (Barcelona) y de Hércules (Celsa) encajan perfectamente con la de muchas estatuillas en bronce. Fortuna aparece representada en dos esculturas, que difieren entre sí en el tipo iconográfico (Fig. 145). La procedente de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona),200 está realizada en bronce, mientras que la hallada en una villa en las cercanías del Francolí, en Tarragona,201 es de mármol blanco. Esta es además la escultura más alta de las recogidas aquí, con 35,5 cm de altura; la Fortuna de Vilauba, en cambio, con sus 14,5 cm de altura se encuentra en la media de las esculturas de bronce, siendo la más alta del 200 201
Véase el registro del catálogo GE/Vilauba01-C. Véase el regristro TA/Francoli01-M en el catálogo.
conjunto al que pertenece. En cuanto a la cronología, la primera se ha fechado en la segunda mitad del s. II d.C., mientras que la segunda fue hecha en el s. I y se mantuvo en uso hasta finales del s. III d.C. El estado de conservación en ambos casos es bueno y ambas piezas están completas, salvo por la pérdida del atributo de la mano derecha de la Fortuna de Vilauba y por el antebrazo también derecho de la del Francolí. La Fortuna de Vilauba responde a un tipo iconográfico ampliamente difundido y atestiguado con frecuencia en contextos de larario, el de la diosa estante, vestida con chiton e himation y portando como atributos la cornucopia, en este caso en el brazo derecho, y el timón, sujeto con la mano izquierda (F. Rausa en LIMC VIII.1, s. v. Tyche/Fortuna: 128130). Este último no se ha conservado en la escultura hispana, pero debió de ser tal por la posición de la
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MARÍA PÉREZ RUIZ
Fig. 146. Detalle del rostro de la escultura de Fortuna hallada en la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [M. Pérez Ruiz].
mano. En algunas ocasiones, el timón descansa sobre un globo o una rueda, pero en la figura de Vilauba no existen evidencias de que fuera así. En esta pieza se ha conservado excepcionalmente el relleno de las pupilas de los ojos, realizado en un metal distinto al bronce (Fig. 146). Una escultura similar se ha encontrado en una casa de Lugdunum (Lyon, Francia), en una de cuyas estancias han aparecido dos depósitos de piezas de plata, uno de los cuales contenía varias imágenes de culto, entre ellas una Fortuna estante, vestida con chiton e himation y aún con la cornucopia como atributo (A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 253-254, fig. 205), si bien no tiene ningún hombro descubierto como ocurre con la Fortuna de Vilauba, lo cual no parece ser una característica muy extendida.202 También en una villa en Straubing (Alemania) se ha encontrado una Fortuna de similares características y carente también de timón, pero en este caso la cornucopia es doble (ibid.: 275, GF64, fig. 237). Aunque no son las únicas piezas, en este conjunto aparecieron también dos Lares y un Mercurio, de forma similar a lo que ocurre en Vilauba. A todas las esculturas de Vilauba, Lar, Mercurio y Fortuna, les falta el atributo realizado en pieza aparte. Dado el excelente estado de conservación del hallazgo, cabe suponer que lo perdieron ya de antiguo. Esta coincidencia en los tres casos podría tener explicación por el prolongado período de tiempo en el que las figuras estuvieron en uso, ya que la fecha 202 Puede verse en una figurilla de Fortuna procedente de Apulum (Alba Iulia, Rumanía) y conservada en el Kunsthistorischesmuseum de Viena (F. Rausa en LIMC VIII.1, s. v. Tyche/Fortuna: 130, 66g; VIII.2: lám. 97, fig. 66g). Esta pieza, sin embargo, es de bastante menor calidad que la de Vilauba y se desconoce su contexto exacto de procedencia.
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de su fabricación se ha fijado en el s. I d.C. pero no se amortizaron hasta finales del s. III, momento en el que se quemó el larario junto con parte de la villa. Las imágenes de culto se utilizaron y se conservaron, por tanto, a lo largo de varias generaciones (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 112), lo cual demuestra el elevado valor de este tipo de piezas como reliquias familiares, así como la continuidad en la tradición familiar de venerar a un determinado grupo de divinidades domésticas, fruto del conservadurismo que caracteriza a las creencias religiosas. Las restauraciones y reparaciones de antiguo que en ocasiones se aprecian en las imágenes de culto parecen totalmente justificadas en función de esto. En cuanto a la escultura del Francolí, fue inicialmente interpretada como Ceres (A. García y Bellido, 1949, vol. 1: 157, n.º 168; S. Ventura, 1942: 133) y, más recientemente, como Fortuna (E. Koppel, 1993: 227). La comparación con los diversos tipos iconográficos de ambas diosas parece demostrar que la segunda opción es la más acertada, de manera que la figura responde a la iconografía de Fortuna sedente en un trono, vestida con chiton e himation y provista de la cornucopia y el timón o la pátera (F. Rausa en LIMC VIII.1, s. v. Tyche/Fortuna: 131-132), atributo que, en el caso de la escultura de la villa del Francolí, no se ha conservado, ya que todo el antebrazo derecho se ha perdido. Como peculiaridad, la pieza estudiada tiene la cabeza velada, algo que no siempre ocurre en las Fortunas de este tipo. La tosquedad de la factura de la parte trasera de la escultura, apenas trabajada hace verosímil pensar que se encontrara colocada en un nicho u hornacina, como una posible imagen de culto. Las esculturas similares a la de la Villa junto al Francolí halladas en lararios están realizadas en bronce y resultan bastante más barrocas, especialmente en la representación del trono. Es el caso de la Fortuna sedente hallada en la Casa di D. Caprasius Felix e Fortunata o Casa della Fortuna, en Pompeya (IX, 7, 20), que está vestida con el mismo atuendo y con la cabeza cubierta con el himation; está además provista de cornucopia y pátera y sentada en un trono calado y ricamente decorado con hipocampos, flores, etc. (Fig. 147; A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 225, GFV45, fig. 173). Una pieza más cercana, aunque más esquemática y más tardía, de época de Constantino, es una escultura del Landesmuseum de Treveris (Alemania), también sedente, vestida con chiton e himation y con la cornucopia como atributo; a diferencia de la del Francolí, sin embargo, tiene la cabeza descubierta (Fig. 148; F. Rausa en LIMC VIII.1, s. v. Tyche/
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Fig. 149. Cabeza de Hércules joven hallada en el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia) [R. Albiach y J. L. de Madaria, 2006: 74].
Fig. 147. Fortuna sedente hallada en la Casa di D. Caprasius Felix e Fortunata o Casa della Fortuna, en Pompeya [A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 225, GFV45, fig. 173].
Fig. 148. Escultura entronizada de Fortuna. Landesmuseum de Treveris (Alemania) [LIMC VIII.2, s. v. Tyche/Fortuna: fig. 99d].
Fortuna: 131, 99d; VIII.2: lám. 99, fig. 99d). Algunos autores han propuesto que el modelo de esta estatua de culto sería común a Cibeles, Ceres y Fortuna y que se remonta a un original griego realizado por Fidias o por Agorácrito, en la segunda mitad del s. V a.C., y transformado en el s. IV a.C. (E. Koppel, 1993: 227). Otra divinidad documentada como imagen de culto en la Tarraconense es Hércules. La única escultura del semidios recogida aquí procede de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia) (Fig. 149),203 y de ella se conservan solo algunos fragmentos de la cabeza, en mármol blanco. Representa al héroe joven, tocado con la piel de león, único rasgo que permite identificarlo. Bajo la piel se ve el pelo rizado y corto, que enmarca un rostro de ojos grandes y almendrados, con la frente despejada y una nariz recta y ancha (F. Arasa, 2010: 319-320). Este mismo tipo iconográfico se ha documentado en un bronce de pequeño formato hallado en la aedicula de la Casa delle Pareti Rosse, en Pompeya (VIII, 5, 37) (Fig. 150), y se ha identificado con una de las variantes en las que se representa a Hércules Invicto en los contextos domésticos de culto. Precisamente, este epíteto aparece en el epígrafe dedicado al héroe también en la Villa de Cornelius y hace referencia a la dimensión doméstica de Hércules, según los testimonios recogidos en el área vesubiana (A. Coralini, 2001: 59; vid. inf. pp. 374-375). 203
Véase el registro VA/Enova01-C en el catálogo.
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a)
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b)
Fig. 150. a) Conjunto de esculturas en bronce halladas en el larario de la Casa delle Pareti Rosse, en Pompeya; b) detalle de la cabeza de Hércules joven [a) S. Adamo Muscettola, 1984: 16, fig. 9; b) ibid.: 17, fig. 10].
Fig. 152. Pezuña de una escultura en bronce hallada en el sacrarium de la Villa de Vilauba [M. Pérez Ruiz]. Fig. 151. Pedestal cuadrado para una escultura en bronce de pequeño formato, hallado en el sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [M. Pérez Ruiz].
Del conjunto de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona), falta por valorar el cuarto pedestal (Fig. 151) y los fragmentos de la cuarta escultura en bronce (Figs. 152-153), que formaban una única pieza,204 como demuestra la coincidencia de la pezuña conservada con una de las dos huellas de soldadura en la superficie del pedestal (Figs. 154, 158). De la estatuilla se conservan solo dicha pezuña de ungulado y una pequeña cola, de 2,2 cm de longitud, a partir de lo cual se ha propuesto que se trate de una estatua ecuestre (P. Castanyer et al., 1988a: 54), o bien de un carnero (A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 228). Sin embargo, ambas hipótesis plantean algunos problemas. 204
Véase el registro GE/Vilauba01-C en el catálogo.
Fig. 153. Cola de animal hallada en el sacrarium de la Villa de Vilauba (M. Pérez Ruiz].
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Fig. 154. Composición del pedestal con la pezuña encima, colocada en el lugar en el que encaja con la huella dejada por el material de soldadura [M. Pérez Ruiz].
Fig. 155. Escultura ecuestre en bronce hallada un larario de Reims (Francia) [A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 260-261, GF41 fig. 215].
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En el caso de la primera, se han documentado estatuas ecuestres en conjuntos escultóricos broncíneos asociados a zonas de habitación y, por tanto, posiblemente procedentes de lararios, en ciudades como Reims (Francia) (Fig. 155), pero en ningún caso se representan sostenidos solo sobre sus patas traseras205 (A. Kaufmann-Heinemann, 1998: 260-261, GF41, fig. 215), postura en la que debería haber estado la estatua de Vilauba por las dimensiones del pedestal y por las improntas en su superficie, solo dos; a esto cabe añadir que la pezuña de Vilauba está partida y, por tanto, no es posible que fuera de caballo, a la vez que la cola es algo corta para este tipo de animal. En cuanto a la hipótesis del carnero, este tipo de animal aparece con cierta frecuencia entre las figuras de lararios, siendo un ejemplo de excepcional calidad el hallado en Ursins (Suiza), cuyas pezuñas son muy semejantes a la de Vilauba (Fig. 156; ibid.: 284285, GF82, fig. 247). Pero los carneros se sostienen siempre sobre las cuatro patas, lo cual no coincide, de nuevo, con las improntas y las dimensiones del pedestal. Creemos, pues, que los fragmentos conservados en Vilauba pertenecieron a una divinidad mitad humana y mitad animal, como Fauno o, más bien, Pan o Silvano. Si se atiende a lo dicho por Pierre Pothier y Pierre Rouillard, autores del artículo correspondiente a la voz Faunus en el LIMC (VIII.1, s. v. Faunus: 582-583), el Fauno romano carece de representaciones figuradas, pues es parte de las divinidades anicónicas del panteón romano arcaico y solo habría adquirido forma por sincretismo con Silvano o Pan (P. Pouthier y P. Rouillard, 1986), siendo este último el que se representa con más frecuencia con un cuerpo mitad humano, mitad ovicáprido (J. Boardman en LIMC, VIII.1, s. v. Pan: 922-941; VIII.2.: láms. 612-631). Un buen ejemplo es la excelente figura de bronce conservada en una colección privada neoyorquina, donde Pan, con rostro barbado y rasgos ovicaprinos, aparece desnudo, con torso y brazos humanos y piernas de cabra, terminadas en pezuñas, obviamente partidas (Fig. 157). Por su parte, Silvano puede aparecer representado de forma completamente antropomorfa, pero también con cierta frecuencia como un ser híbrido entre humano y ovicáprido; de hecho, algunos autores consideran que Silvano y Pan no se diferencian en absoluto desde el punto de vista iconográfico (M. Bulard, 1923: 159-163).
205 Las esculturas ecuestres sostenidas sobre las patas traseras del caballo son, de hecho, una innovación barroca.
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Fig. 157. Escultura en bronce de Pan. Colección privada. Nueva York (Estados Unidos) [LIMC VIII.2, s. v. Pan: fig. 108].
Fig. 156. Carnero documentado en un larario de Ursins (Suiza) [A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 285, GF82, fig. 247].
Por lo que respecta a la presencia de ambos dioses en los lararios, las esculturas en bronce de Pan no son frecuentes, a juzgar por el estudio realizado por Annemarie Kaufmann-Heinimann (1998: 193),206 según el cual solo tres o cuatro figurillas de Baco, Príapo, Sátiro, Sileno o Pan se han encontrado en los lararios campanos y en los de la Galia y Germania, ninguna de las cuales se ajusta a las características de los fragmentos conservados en Vilauba (ibid.: 209-314). En el mismo estudio, Silvano no aparece en absoluto atestiguado en este tipo de contexto. Solo una pezuña de similares características se ha encontrado en Lapovo (Paramythia, Grecia), como parte de un conjunto de esculturas de divinidades 206
Véase la Fig. 94 del capítulo III.
en bronce (ibid.: 310-311, GF116), y no es posible identificar la figura a la que perteneció porque no se conservan más fragmentos. En Pompeya, se atribuye al pseudoedículo de la Casa del Poeta Tragico una escultura en bronce identificada como un Fauno (H. U. Cain y F. Pirson, 2001: 14), pero lo cierto es que existen informaciones contradictorias al respecto y, por tanto, su identificación como imagen de culto es dudosa (G. K. Boyce, 1937: 49). Sí se conocen, en cambio, otro tipo de representaciones en ámbito de culto doméstico de estos dioses, como en el altar de la Casa D en la insula I del barrio del Estadio de Delos (Grecia), en una de cuyas caras se muestra una representación pintada de un ser híbrido, humano y ovicáprido, provisto de una siringa y enmarcado por dos palmeras engalanadas con cintas, que ha sido interpretado como Pan (A. Plassart, 1916: 216-217) o como Silvano (M. Bulard, 1923).207 También en Ostia, en el Palazzo Imperiale o Domus Signorile (III), se documentó un larario con un relieve pintado en las cercanías, interpretado como una representación de Silvano; 207
Véase la Fig. 4 del capítulo III.
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este testimonio, fechado en la época de Cómodo o posterior, ya no existe en la actualidad (J. T. Bakker, 1994: 228, n.º 60). En las casas de Carnuntum (Petronell, Austria) se han documentado también modestos lararios dedicados a Silvano (P. F. Dorcey, 1992: 24). La dimensión doméstica de Silvano, más que la de Pan, y su relación con los dioses de la familia —especialmente, con los Lares y los Penates— ha sido estudiada por diversos investigadores (M. Bulard, 1923: 463-478; P. F. Dorcey, 1992: 24-25, 135-144) y queda patente en la epigrafía y en la propia escultura (M. Pérez Ruiz, 2008: 284-285), especialmente en el altar redondo del compitum de la Piazza dei Lari, en Ostia (G. Calza, 1916: 145-148), en cuya decoración en relieve aparecen dos figuras medio humanas medio caprinas portando una sítula y acompañando a sendos Lares danzantes; estas figuras, que han sido interpretadas como Faunos (ibid.: 145-148), se asemejan iconográficamente al Pan y al Silvano de los que se habla aquí.208 Por lo tanto, la identificación propuesta aquí de los fragmentos de la cuarta escultura de Vilauba como Silvano o Pan nos parece, a la luz de estos datos, la más verosímil. Como se ha dicho, esta figura se elevaba sobre un pedestal, como el resto del conjunto de figuras de Vilauba. Este, sin embargo, es algo peculiar pues, mientras que los del resto de esculturas en bronce recopiladas son de base circular —variando entre formas troncocónicas, cilíndricas, etc.—, este es cúbico (Fig. 151). Se eleva sobre unas patas cortas, prolongación de las esquinas inferiores del cuerpo, y presenta una base y un coronamiento salientes, decorados con sendas bandas incisas, la inferior con hojas terminadas en punta y la superior con ovas, mientras que el cuerpo es liso. En la superficie de apoyo se aprecian aún los restos del metal usado para la soldadura de la escultura que sostenía (Fig. 158), con una de las cuales casa la pata conservada (Fig. 154). También en la superficie de apoyo, entre las dos huellas de soldadura, tiene una ranura oblicua realizada con posterioridad a la fundición del pedestal, cuya relación con ofrendas pecuniarias en los lararios se debatirá más adelante.209 El interior del pedestal estaba hueco y carecía de cierre inferior (Fig. 159). Por lo que respecta a la cabeza en bronce hallada en la casa del mismo nombre en Pollentia (Alcudia,
208 Véase el ara en la Fig. 5 del capítulo III. Sobre la dimensión doméstica de Silvano y su relación con los Lares, véase también más abajo pp. 372-373. 209 Vid. inf. el apartado dedicado a las monedas.
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Fig. 158. Parte superior del pedestal cuadrado hallado en la Villa de Vilauba (Camós, Gerona), con restos del material usado para la soldadura de la escultura que soportaba [M. Pérez Ruiz].
Fig. 159. Vista de la parte inferior del pedestal [M. Pérez Ruiz].
Mallorca)210 es quizá el hallazgo broncíneo más singular de los asociados a estructuras de culto doméstico en el territorio analizado (Fig. 160). El propio contexto del que procede suscita ciertas dudas sobre su interpretación como estructura de culto, si bien la existencia de un podium adosado a una de las paredes de la estancia D, junto al cual se halló parte de una columnita, y la documentación de un ara anepigráfica 210
Véase el registro IB/Pollentia01-C en el catálogo.
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Fig. 160. Cabecita infantil, probablemente de Baco, hallada junto a la aedicula de la Casa de la Cabeza de Bronce, en Pollentia (Alcudia, Mallorca) [AA. VV., 1990: 261].
en el peristilo de la misma211 casa parecen avalar la hipótesis (A. Arribas et al., 1973: 50, 83-90). Se ha interpretado comúnmente como la representación de una niña (AA. VV., 1990: 261, n.º 184; M. Prevosti y N. Rafel, 1983: 59, n.º 17) con el cabello recogido con forma de corona o diadema. Nosotros proponemos, en cambio, coincidiendo con los estudios más recientes (S. Moreno et al., 2011: 539-541), la posibilidad de que fuese la representación infantil de una divinidad, probablemente Dioniso o Baco. Este tipo de hallazgo de una cabeza de divinidad no es frecuente en los contextos de lararios que se conocen, pero el de Pollentia tampoco es un caso único. En la capilla de una de las casas de la Insula 5 de Augusta Raurica (Augst, Suiza) se han hallado un busto de Dioniso y otro de Hércules niño, coronados respectivamente con una parra y una clava en vertical (Fig. 161; A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 143-144, fig. 105). En este caso, Baco aparece representado como un joven y no como un niño y presenta además esa peculiaridad de estar coronado con una parra, pero las similitudes entre este hallazgo y el de Pollentia parecen claras. En el nicho de la estancia k de la Casa del Cenacolo, en 211
Véase el registro IB/Pollentia02-M en el catálogo.
Fig. 161. Conjunto de piezas en bronce halladas en el larario de una de las casas de la insula 5 de Augusta Raurica (Augst, Suiza). Entre ellas, una cabeza de Hércules niño, coronado con la clava, y otra de Baco joven, coronado con una parra [A. Kaufmann-Hienimann, 1998: 143, fig. 105].
Pompeya (V, 2, h), se encontró un conjunto de piezas, entre las cuales una cabeza de bacante en terracota (Fig. 162; G. K. Boyce, 1937: 37, n.º 108; A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 218, GFV21, fig. 162). Estas cabezas sin cuerpo de relativamente gran tamaño parecen ser, por tanto, otra forma de representar a las divinidades en los contextos de larario, si bien desconocemos si tenían algún tipo de connotación simbólica que las diferenciara de las esculturas de cuerpo entero. Finalmente, la escultura de Zuera (Zaragoza) resulta muy interesante por su iconografía (Fig. 163), lo que nos
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Fig. 163. Escultura en mármol blanco hallada en el Convento de los Santos, en Zuera (Zaragoza) [M. Beltrán y J. A. Paz, 2003: fig. 103].
Fig. 162. Fragmento de cabeza de bacante en terracota, hallado en el larario de la Casa del Cenacolo, en Pompeya [A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 218, GFV 21, fig. 162].
ha animado a incluirla en el catálogo. Está realizada en mármol blanco y tiene una altura conservada de 27 cm. La base de la escultura está formada por una roca, alrededor de la cual repta una serpiente, ascendiendo por ella hacia el altar cúbico que la corona. La base de este está formada por un plinto, una moldura curva y un filete, el cuerpo es liso y el coronamiento sobresale en dos molduras paralelas. Sobre el altar hay colocada una piña, a la cual se acercaría la serpiente, si bien la parte superior, probablemente realizada en pieza aparte, se ha perdido. El conjunto recuerda la decoración pictórica de numerosos lararios, en los que aparecen serpientes reptando hacia un altar sobre el que se han depositado huevos y piñas como ofrenda,212 razón por la que hemos considerado que podría tratarse de una pieza de culto doméstico. En este caso, a pesar de que se ha dicho más arriba que no representa a una divinidad, esto es cierto solo en parte pues, de tratarse de un objeto de culto, la serpiente sería probablemente la representación de los antepasados divinizados, como se ha propuesto ya (vid. sup. pp. 70-73). Puede resultar llamativo el hecho de que no se recoja en el catálogo ninguna escultura en terracota, 212
Véanse las Figs. 15, 37 y 38 del capítulo III.
pues este tipo de piezas está atestiguado en los lararios vesubianos con cierta frecuencia, mayor incluso que las esculturas en piedra (vid. sup. p. 103). Lo cierto es que se han hallado casos en el interior de estructuras domésticas, pero estas esculturas, como las de piedra, pueden desempeñar otro tipo de funciones con tanta o más probabilidad que la cultual, sirviendo como ornamento e incluso como juguetes. Esta es la razón por la que conjuntos como el de la villa suburbana del Antic Portal de la Magdalena, en Lérida (A. Loriente y A. Oliver, 1994: 73-74), o ejemplares como el de la Plaça del Rei de Barcelona (J. Beltrán de Heredia, 2001a: 154) no han sido incluidos en el catálogo, a pesar de que algunos autores han propuesto un uso ritual para ellas (I. Garcés, 1993: 221-222).
Objetos rituales Arae y arulae anepigráficas La diferencia entre arae y arulae radica en la altura de la pieza, que hemos establecido en más de de 30 cm las primeras y hasta 30 cm las segundas. Según esto, predominan las arulae, con treinta casos frente a cuatro arae. Todas proceden de ámbitos domésticos de la provincia Tarraconensis,213 rurales en mayor número que urbanos (Tabla 12; Fig. 164). 213 A este conjunto ha que añadir la primera documentada de la Bética, hallada en una villa de Aurgi (Jaén). Véase el apéndice al catálogo en CD.
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MARÍA PÉREZ RUIZ
Fig. 164. Volumen de arae y arulae anepigráficas halladas en contexto urbano y rural, en la provincia Tarraconensis.
Como ocurre con buena parte de las evidencias materiales de culto que ya se han analizado, muchas de las aras y árulas estudiadas fueron fabricadas y usadas en algún momento entre los siglos I y III d.C., con algunos casos que se mantienen hasta el s. IV. Un reducido grupo de cinco piezas concentrado en la zona catalana214 presenta, sin embargo, una cronología algo más temprana, que abarca desde finales del s. II a.C. hasta el s. I d.C. Cinco de estos objetos rituales proceden de estructuras de culto doméstico, tres de ellas del sacellum en la Casa de la Plaza de San Ginés, en Cartagena (Murcia), otra del sacellum también de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia), y una última se encontró en la repisa bajo el larario pictórico de la Casa de la Fortuna, en Bílbilis (Calatayud, Zaragoza).215 De buena parte de las demás piezas no se conoce el lugar exacto del hallazgo dentro de la vivienda y para los pocos que sí se sabe, este resulta dispar: la estancia de representación en el Edificio B de Camp de les Lloses, en Tona (Barcelona); la despensa de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona); el peristilo de la Casa de la Cabeza de Bronce, en Pollentia (Alcudia, Mallorca); el jardín de la casa de la C/ Unió 9 de Tarragona, o un depósito practicado en el suelo del posible torcularium de la Villa de Casa del Racó, en Sant Julià de Ramis (Gerona).216 214 Árula de la Villa en la C/ Montevideo de Barcelona; árula del Edificio B del Camp de les Lloses, en Tona (Barcelona); árula de la Casa en la C/ Lleida n.º 27 de Tarragona, y árulas de la Villa de la Canaleta, en Vila-seca (Tarragona). Véanse los registros del catálogo BA/Barcino05-M, BA/Lloses01-M, TA/Tarraco05-M, TA/Canaleta01-M y TA/Canaleta02-M. 215 Véanse los registro MU/CarthagoNova01-C, VA/Enova01-C y ZR/Bilbilis01-C del catálogo. 216 Véanse los registros del catálogo BA/Lloses01-M, GE/ Vilauba02-M, IB/Pollentia02-M, TA/Tarraco04-M y GE/CasaRaco01-M.
Anejos de AEspA LXVIII
De este grupo de arae y arulae contextualizadas parece desprenderse, por tanto, a pesar de su escaso número, que no existe una ubicación preferente para este tipo de objetos rituales en la casa, lo cual resulta lógico si se tiene en cuenta que se trata de objetos portátiles y que, del hablar de la ubicación de las estructuras de culto, se ha visto que cualquier estancia de una vivienda era susceptible de albergar un espacio para el ritual religioso doméstico, permanente o temporal (vid. sup. pp. 94-95). Excepcionalmente, se han incluido en el catálogo cinco piezas, todas ellas urbanas, para las que no se conoce con exactitud si proceden de una vivienda, pero que se han encontrado en excavaciones donde se han documentado estructuras domésticas, por lo que dicha procedencia es verosímil. Esto es lo que ocurre con las árulas de la Plaça del Rei de Barcelona y con las de la C/ Fortuny en Tarragona.217 El material con el que están realizadas es mayoritariamente piedra, con dos excepciones en terracota: un árula de la Villa de Materno, en Carranque (Toledo), y el arula con lucernas adosadas de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona).218 La piedra utilizada es local, entre la que abunda la caliza y destaca, en algunos casos, el uso de mármoles. En cuanto a las dimensiones, la altura media de las arulae para las que se conoce este dato es de 13,5 cm, sin que exista una medida predominante, siendo la más alta de 20,5 cm219 y la más baja de 6 cm aprox.220 El ara más baja es la de la Villa del Cementiri, en Alcanar (Tarragona), de 33,5 cm, mientras que más alta es la hallada en la Casa de la Plaza de San Ginés, en Cartagena, de 45 cm de altura.221 Es posible establecer una tipología general para las arae y arulae anepigráficas de culto doméstico recogidas en este catálogo, partiendo de la realizada por Félix Montón (1996: 7) y teniendo en cuenta la forma de la base, del cuerpo, del coronamiento y del remate superior. Dicha tipología, sin embargo, resulta bastante genérica pues, como se verá, los ejemplares incluidos dentro de cada uno de los tipos presentan destacadas variaciones entre sí, tanto en la decoración como en los detalles de cada parte de la pieza (Fig. 165). 217 Véanse los registros BA/Barcino02-M, BA/Barcino03-M, BA/Barcino04-M, TA/Tarraco02-M y TA/Tarraco03-M en el catálogo. 218 Registros TO/ Carranque02-M y GE/Vilauba02-M del catálogo. 219 Árula de la casa de la C/ Fortuny, en Tarragona. Registro TA/Tarraco02-M del catálogo. 220 Árula de la Villa de Materno, en Carranque (Toledo). Véase el registro TO/Carranque02-M del catálogo. 221 Registros TA/Cementiri01-M y MU/CarthagoNova01-M del catálogo.
ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO...
Anejos de AEspA LXVIII
TIPO I Ia II IIa III IIIa IV
DESCRIPCIÓN Arae y arulae con base y coronamiento diferenciados, cuerpo prismático y remate superior formado por pulvini y foculus Variante del tipo I con frontón entre los pulvini Arae y arulae con base y coronamiento diferenciados, cuerpo prismático y remate superior sin pulvini y con foculus sin delimitar Variante del tipo II con foculus delimitado Arae y arulae sin base ni coronamiento diferenciados, con cuerpo prismático y remate superior formado por un foculus Variante del tipo III con pulvini Arae y arulae con lucernas adosadas
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OBSERVACIONES Equivalente al tipo I de Montón (1996)
Equivalente al tipo V de Montón
Equivale al tipo VI de Montón Equivalente al tipo II de Montón
Fig. 165. Tipología de arae y arulae anepigráficas para el culto doméstico en la provincia Tarraconensis.
a)
c)
b)
e)
f)
d)
g)
h)
Fig. 166. Aras y árulas anepigráficas del tipo I. a) Plaça del Rei, Barcelona (BA/Barcino03-M); b) Can Palauet, Mataró (BA/Palauet01-M); c) Villa de Casa del Racó, Sant Julià de Ramis (GE/CasaRaco01-M); d-e) Casa de la Plaza de San Ginés, Cartagena (MU/CarthagoNova01-C); f) Villa de la Canaleta, Vila-seca (TA/Canaleta01-M); g) Villa del Cementiri, Alcanar (TA/Cementiri01-M); h) Casa n.º 1 o n.º 2, Ampurias (GE/Emporiae04-M). [a) J. Beltrán de Heredia, 2001a: 15, n.º 76; b) J. García Roselló, 1999: 46; c) J. Burch et al., 1995: 104, fig. 10; d-e) M. Pérez Ruiz; f) M. Adserias, 1998: 65; g) D. García i Ruibert, 2000: 154, fig. 10; h) M. Pérez Ruiz].
Al tipo I, con base y coronamiento diferenciados, cuerpo prismático y rematado con pulvini y foculus, pertenecen una de las árulas de la Plaça del Rei de Barcelona, otra de Can Palauet (Mataró, Barcelona), la de la Villa de Casa del Racó (Sant Julià de Ramis, Gerona), el ara y el árula de mayores dimensiones de la Casa de la Plaza de San Ginés en Cartagena, una de las árulas de la Villa de la Canaleta (Vila-seca, Tarragona), el ara de la Villa del Cementiri (Alcanar, Tarragona) y el árula de la Casa de la Tortuga,
en Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza).222 También en este grupo parece oportuno incluir el árula hallada entre las casas n.º 1 y 2 de Ampurias223 (L’Escala, Gerona) pues, aunque ha perdido la mitad inferior, la parte conservada concuerda con las características del tipo I (Fig. 166). 222 Véanse los registros BA/Barcino03-M, BA/Palauet01-M, GE/CasaRaco01-M, MU/CarthagoNova01-M, TA/Canaleta01M, TA/Cementiri01-M y ZR/Celsa07- M. 223 Véase el registro GE/Emporiae04-M del catálogo.
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MARÍA PÉREZ RUIZ
Anejos de AEspA LXVIII
a)
b)
c)
Fig. 167. Aras y árulas anepigráficas del tipo Ia. a) Plaça del Rei, Barcelona (BA/Barcino04-M); b) Edificio de Camp de les Lloses, Tona (BA/Lloses01-M); c) Villa de Materno, Carranque (TO/Carranque02-M) [a) J. Beltrán de Heredia, 2001a: 155, n.º 77; b) R. Álvarez Arza et al., 2000: 279, fig. 12; c) M. Pérez Ruiz].
A la variante Ia, con frontón entre los pulvini, pertenecen un árula de la Plaça del Rei de Barcelona, con frontón triangular, y el árula del Edificio B de Camp de les Lloses, en Tona (Barcelona), con frontón denticulado. El árula de la Villa de Materno, en Carranque (Toledo), también con frontón, encaja también en este grupo, a pesar de que el cuerpo sea troncopiramidal en vez de prismático (Fig. 167).224 En el tipo II, similar al I pero sin pulvini, se agrupan dos de las árulas asociadas a la Casa del Sector 5-F de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante), una de las halladas en la Plaça del Rei de Barcelona, la de la Villa de Puypullín (Loarre, Huesca), el árula de menor tamaño del sacellum de la Casa de la Plaza de San Ginés en Cartagena y las de la Villa de Els Munts (Altafulla, Tarragona) y de la Canaleta (Vila-seca, Tarragona) (Fig. 168).225 El árula hallada en la Casa de la C/ Lleida de Tarragona pertenece a la variante IIa, con el foculus delimitado (Fig. 169).226 Existe además un grupo de piezas de las que se conserva únicamente la parte inferior, con la base diferenciada, por lo que no es posible saber si forman parte del tipo I o del tipo II. Se trata de dos arulae asociadas a la Casa del Sector 5-F de Ílici, la procedente de la Villa de la C/ Montevideo en Barcelona, la hallada en la Villa de la Ermita de San 224
Registros BA/ Barcino04-M, BA/Lloses01-M y TO/Carranque01-M del catálogo. 225 Registros AL/Ilici04-M, AL/Ilici05-M, BA/Barcino02-M, HU/Puypullin01-M, MU/CarthagoNova01-M, TA/Munts02-M y TA/Canaleta02-M del catálogo. 226 Registro TA/Tarraco05-M del catálogo.
Bartolomé (Atalaya del Cañavate, Cuenca), el ara encontrada en el exterior del sacellum de la Villa de Cornelius (L’Ènova, Valencia) y el arula asociada al larario pictórico de la Casa de la Fortuna de Bílbilis (Fig. 170).227 El tipo III se caracteriza por tener cuerpo prismático sin base ni coronamiento diferenciados y remate con foculus. A él se adscribe solo una de las arulae halladas en la C/ Fortuny de Tarragona228 y a la variante IIIa, con pulvini, el otro arula hallada en la misma calle229 (Figs. 171-172). El árula de terracota de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) es también la única del tipo IV que se conoce por el momento en las provinciae estudiadas (Fig. 173).230 Tiene base y coronamiento diferenciados, cuerpo troncopiramidal invertido y se caracteriza especialmente por tener dos lucernas adosadas a los costados. De otras piezas no conocemos con detalle su forma, por lo que no es posible incluirlas en esta tipología. Se trata de varias arulae asociadas a la Casa del Sector 5-F de Ílici; el arula de la casa de Can Palauet (Mataró, Barcelona), provista de pulvini y foculus; el ara de la Casa de la Cabeza de Bronce de Pollentia y el arula de la Casa de la C/ Unió de Tarragona, con la base diferenciada y foculus.231 227 Registros AL/Ilici03-M, AL/Ilici06-M, BA/Barcino05-M, CU/Bartolome01-M, VA/ Enova01-M y ZR/Bilbilis01-M. 228 Registro TA/Tarraco03-M del catálogo. 229 Registro TA/Tarraco02-M del catálogo. 230 Registro GE/Vilauba02-M del catálogo. 231 Registros AL/Ilici07-M, AL/Ilici08-M, AL/Ilici09-M, BA/Palauet01-M, IB/Pollentia02-M y TA/Tarraco04-M.
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ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO...
a)
c)
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b)
e)
g)
d)
f) Fig. 168. Aras y árulas anepigráficas del tipo II. a-b) Casa del Sector 5-F de Ilici (AL/Ílici04-M y AL/Ilici05-M); c) Plaça del Rei (BA/Barcino02-M); d) Villa de Puypullín, Loarre (HU/Puypullin01-M); e) Casa de la Plaza de San Ginés, Cartagena (MU/ CarthagoNova01-C); f) Villa de Els Munts, Altafulla (TA/Munts02-M); g) Villa de la Canaleta, Vila-seca (TA/Canaleta02-M) [a) G. Gamer, 1989: lám. 131b; b) ibid.: lám. 131c; c) J. Beltrán de Heredia, 2001a: 155, n.º 75; d) J. M.ª Gurt et al., 1985: 165, fig. 1; e) M. Pérez Ruiz; f) F. Montón, 1996: 36, n.º 15; g) M. Adserias, 1998: 65].
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Fig. 169. Árula del tipo IIa, hallada en una casa romana de la C/Lleida, en Tarragona [F. Montón, 1996: 59, n.º 71].
a)
d)
b)
e)
c)
f)
Fig. 170. Aras y árulas del tipo I o II. a-b) Casa del Sector 5-F de Ílici (AL/Ilici03-M y AL/Ilici06-M); c) Villa de la C/ Montevideo, Barcelona (BA/Barcino05-M); d) Villa de la Ermita de San Bartolomé, Atalaya del Cañavate (CU/Bartolome01-M); e) Villa de Cornelius, L’Ènova (VA/Enova01-M); f) Casa de la Fortuna, Bílbilis (ZR/Bilbilis01-M) [a) G. Gamer, 1989: lám. 131a; b) G. Lara, 2005: 154, fig. 54; c) J. Beltrán de Heredia, 2001a: 157, n.º 78; d) Cortesía de J. Polo; e) R. Albiach y J. L. de Madaria, 2006: 69, n.º 11; f ) M. Martín-Bueno, 1979: 304, fig. 3].
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ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO...
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Fig. 171. Árula del tipo III, hallada en la C/Fortuny de Tarragona [F. Montón, 1996: 32, n.º 4].
Fig. 172. Árula del tipo IIIa, hallada en la C/Fortuny de Tarragona [F. Montón, 1996: 38, n.º 19].
Fig. 173. Árula de terracota del tipo IV, hallada en la despensa de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona) [M. Pérez Ruiz].
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MARÍA PÉREZ RUIZ
Esta tipología permite agrupar y ordenar el material recogido pero no da información concluyente acerca de los tipos de arae o arulae especialmente utilizados en el culto doméstico. Por el momento y en función de la información disponible no parece poder establecerse una prioridad tipológica por zonas ni por épocas, por lo que el único dato que permite asociar un altar portátil al culto doméstico sigue siendo el contexto de procedencia. Paralelamente a esta tipología, es posible establecer una clasificación de la decoración de las bases y los coronamientos, ya que suelen repetirse en rasgos generales. En las bases se puede distinguir entre: -Plinto recto, en ocasiones separado del cuerpo por un bisel. -Plinto recto con molduras escalonadas encima. -Filetes paralelos separados por acanaladuras. -Filetes escalonados. En los coronamientos, los tipos de decoración son los siguientes: -Moldura recta, en ocasiones separada del cuerpo por un bisel. -Filetes o molduras paralelos. -Filetes o molduras escalonados. Estas decoraciones se dan indistintamente en los tipos I y II. Las combinaciones entre la base y el coronamiento no son siempre las mismas, pero dado que se repiten en algunos casos es posible hacer algunas agrupaciones (Fig. 174). Los cuerpos tienen forma cúbica, pseudocúbica, ortoédrica y, más excepcionalmente, troncopiramidal o troncopiramidal invertida. Por lo general son lisos, pero en ocasiones presentan algún tipo de decoración, que puede también tipificarse, pero la clasificación resultante es independiente de los tipos formales ya presentados, pues no hay una relación entre estos y la decoración elegida para el cuerpo (Fig. 175). Estos tipos de decoración no siempre aparecen de forma independiente, sino que a veces se combinan entre sí. Entre las arae y arulae con decoración más sencilla se encuentra una de las asociadas a la casa del Sector 5-F de Ílici, con una acanaladura que recorre horizontalmente la parte central del cuerpo (Fig. 168a). También sencilla es la decoración de un arula hallada en la C/ Fortuny de Tarragona, con doble acanaladura rectangular a modo de marco en la cara frontal, como si se tratase de la delimitación de una cartela, si bien no hay rastro de escritura (Fig. 171). El arula de menor tamaño del sacellum de la Casa de la Plaza de San Ginés en Cartagena tiene las caras laterales y trasera estriadas, mientras que la cara frontal está decorada con una estrella en relieve (Fig.
Anejos de AEspA LXVIII
168e). También geométrico es el relieve en la cara frontal del arula hallada con el larario pictórico de la Casa de la Fortuna en Bílbilis. Se trata de un triángulo equilátero, aparentemente con otro de base curva en el interior y enmarcado todo ello por una moldura (Fig. 170f). El motivo ha sido interpretado como la tétractys mística de los pitagóricos (M. Martín-Bueno, 1979: 300), símbolo del cielo que contiene todas las cosas y de la vida divina y celeste, el cual tiene un claro valor funerario y aparece por ello representado en numerosas estelas (F. Cumont, 1942: 223-224, figs. 44-45). Pero esta tétractys no tiene ninguna figura inscrita dentro, por lo que el significado del relieve del árula de Bílbilis sigue siendo dudoso. El cuerpo de una de las arulae de la Plaça del Rei de Barcelona está engalanado con una guirnalda vegetal de escaso relieve (Fig. 166a), como también lo está la cara frontal del arula de la Villa de Els Munts, en Tarragona (Fig. 168f). En este caso, sobre la parte central de la guirnalda se ve una patera umbilicata, mientras que en uno de los laterales se ha esculpido una sítula y en el otro un praeficulum, objetos rituales muy frecuentes en la decoración de aras públicas. El árula de la Villa de Puypullín, en Huesca, muestra diferentes figuras en relieve en todas las caras: un gallo en la frontal, un kantharos y un cervatillo en cada una de las laterales y una cabeza de toro en la trasera (Fig. 168d). El gallo aparece también representado en el altar pintado de Ampurias, mientras que el kantharos, vaso ritual asociado a Dioniso y al concepto de inmortalidad, es una forma presente también en los microvasos de Mas Castellar de Pontós (vid. inf. p. 411). Pero la decoración más compleja es la que presenta la cara frontal del arula con lucernas adosadas encontrada en la despensa de la Villa de Vilauba, en Gerona. Se trata de una escena en la que se aprecia, en primer plano, un carro tirado por cuatro leones, en cuyo interior hay una figura sentada, desfilando ante un grupo de personas, en el fondo de la escena (Fig. 176). A pesar de que los detalles no se aprecian con claridad por el deterioro de la pieza, debido al fuego al que estuvo expuesta, parece tratarse del desfile triunfal que cierra el mito de Cibeles y Attis (J. Ruiz de Arbulo, 1996: 121-122). Finalmente, las árulas de la Villa de la Ermita de San Bartolomé, en Cuenca (Fig. 170d), y el de la Villa de Materno, en Toledo (Fig. 167c) tienen una serie de incisiones en la cara frontal que parecen imitar una inscripción, incluso con las líneas de guía, pero no es posible reconocer en ellas ninguna palabra, quizá, en todo caso, algún número en la última línea del aru-
Anejos de AEspA LXVIII TIPO
I/Ia
I/Ia I/Ia I/Ia
II/IIa
II/IIa II/IIa
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DECORACIÓN
PIEZAS GE/CasaRaco01-M; MU/CarthagoNova01-C (93.1); Base y coronamiento rectos, con o sin bisel de separación del cuerpo TA/ Canaleta01-M; TA/Cementiri01-M; TO/Carranque02-M (?) BA/Lloses01-M; Base con plinto recto con molduras escalonadas encima; coronamiento con filetes BA/Palauet01-M; o molduras escalonados MU/CarthagoNova01-C (93.2) Base con filetes paralelos separados por acanaladuras; coronamiento con filetes o BA/Barcino03-M; molduras paralelos GE/Emporiae04-M (?) Base con filetes paralelos separados por acanaladuras; coronamiento con filetes o BA/Barcino04-M molduras escalonados AL/Ilici05-M; BA/Barcino02-M; Base con filetes paralelos separados por acanaladuras; coronamiento con filetes o HU/Puypullin01-M; molduras paralelos MU/CarthagoNova01-C (93.3) TA/ Munts02-M TA/Tarraco05-M; Base y coronamiento rectos, con o sin bisel de separación del cuerpo TA/Canaleta02-M Base con filetes escalonados AL/Ilici04-M
Fig. 174. Combinaciones posibles de la decoración de las bases y los coronamientos de las arae y arulae anepigráficas.
TIPO DE DECORACIÓN Geométrica Vegetal Zoomorfa Objetos rituales Escenas religiosas Otros
VARIANTES Marco, estrías, estrella, triángulo Guirnalda Gallo, ciervo, toro Pátera, crátera, sítula, praeficulum Desfile triunfal de Cibeles y Attis Acanaladura, pseudoepígrafe
Fig. 175. Tipos de decoración hallados en las arae y arulae anepigráficas de culto doméstico.
Fig. 176. Detalle de la decoración en relieve del árula de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [M. Pérez Ruiz].
la de San Bartolomé. Estos pseudoepígrafes debían de tener la función de imitar inscripciones votivas, confiriéndole a la pieza el mismo valor que si hubiese tenido una verdadera dedicación a una divinidad. Podría deducirse de esto, que, en algunos casos, lo realmente importante no era lo que pudiera expresar el epígrafe, que el dueño del arula posiblemente no sabría leer, sino que la pieza estuviese inscrita, pues eso le daba ya un valor añadido (H. Gimeno, 2009: 166). Las pequeñas dimensiones de ambas piezas, su decoración sencilla y, en el caso de la Villa de Materno, el material usado hacen pensar que nos encontramos ante un objeto de culto personal, perteneciente quizá a algún miembro modesto de la familia —¿un siervo?— que quisiera tener un objeto ritual propio para sus oraciones, realizado a imagen de los utilizados en el larario familiar, incluso en el epígrafe. De las posibles variantes en el remate superior de las arulae se ha hablado ya en relación con los tipos,
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MARÍA PÉREZ RUIZ
Fig. 177. Dibujo del árula hallada en la estancia 11 del Edificio B del Camp de les Lloses (Tona, Barcelona) [M. Duran et al., 2004: 442, fig. 8].
pero cabe hacer alguna puntualización. Los pulvini oscilan entre los que tienen un gran relieve, como el de la Villa del Cementiri, en Alcanar (Tarragona) (Fig. 166g), y los apenas perceptibles, como en una de las arulae de la Casa de la Plaza de San Ginés de Cartagena (Fig. 166e), y solo en un caso son oblicuos a la pieza (Fig. 167b). Como foculus se utiliza en muchos casos la simple superficie plana del remate del árula, sin mayor delimitación que el espacio enmarcado por los pulvini o sin ni siquiera esta (Figs. 166b-c, 168e). En otras ocasiones, el foculus está marcado mediante un rebaje (Figs. 171-172) o delimitado por una moldura en relieve (Fig. 169), que puede imitar una pátera, incluso umbilicata (Figs. 166a, 167a). De los tres frontones documentados, uno de ellos es triangular (Fig. 167a), otro pseudotriangular (Fig. 167c) y el último, el más peculiar, denticulado (Fig. 167b). Para terminar con esta caracterización de las arae y arulae anepigráficas, cabe apuntar que algunas de ellas conservan restos del estuco con el que se recubrió la superficie (Figs. 166d, 166h). Es posible que otras, cuya superficie no está alisada, recibiesen también este tipo de revestimiento, quizá para escribir encima una dedicación votiva pintada. Algunas de las piezas conservan también restos de quemado, evidencia de la realización de ofrendas de fuego como parte del culto doméstico (Figs. 166a, 166c, 166d, 166e, 169). Dentro de este grupo de arae y arulae hay algunas piezas especialmente significativas, que merecen una atención mayor. Las primeras son el arula del Edificio B del Camp de les Lloses (Tona, Barcelona) y una de las halladas en la de la Villa de la Canaleta (Vila-seca, Tarragona).232 El árula del Camp de les Lloses se halló en una estancia (11) del edificio B (Figs. 167b, 177) donde también se documentaron un plato de cerámica campaniense B (Lamboglia 5-7), varias piezas de cerámica calada y un denario de plata. En función 232 Registros BA/LLoses01-M y TA/Canaleta01-M del catálogo.
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de este ajuar, la sala se ha interpretado como un espacio de culto (M. Duran et al., 2004: 435), aunque quizá se trate más bien de la estancia principal del edificio doméstico, con un uso ritual entre otros (Fig. 178). Del lugar de hallazgo del árula de la Canaleta (Fig. 166f) no se tiene información alguna, si bien la única zona excavada de la villa parece responder a actividades productivas (M. Adserias, 1998: 68). Formalmente, estas dos árulas se asemejan a otras halladas en la zona catalana y caracterizadas por presentar un cuerpo de escasa altura y generalmente estrecho, que contrasta con el gran desarrollo de la base y el coronamiento, bastante salientes; el remate superior suele estar formado por pulvini, un frontón geminado o denticulado y un foculus plano en el espacio resultante. El material usado puede ser piedra local, mármol o terracota (J. Principal et al., 1999: 336). Buena parte de estas piezas se han documentado en la zona del Penedés, en yacimientos como Darró (Vilanova i La Geltrú), la Massana, Cal Noia (Castellví de la Marca), Cal Gallego (Les Cabanyes), Cal Miret de Monsarre (Sant Martí Sarroca), la Bassa (Els Monjos), Vinya d’en Pau, La Bisbal del Penedés, Casalot d’Espuny o Mas de Valls (Pòrpores, Reus), donde todas han aparecido amortizadas en silos o en contextos superficiales (Fig. 179; ibid.: 339; A. Ros, 2005: 151-153). También en Iesso (Guisona, Lérida) se ha encontrado una pieza de similares características (Fig. 180; M. Tarradell, 1961: 269; A. Ros, 2005: 151), pero la concentración más alta en un solo yacimiento se encuentra en Tárraco, donde seis árulas responden a esta tipología, sin que de ninguna de ellas se conozca el lugar de procedencia (Figs. 181-182; F. Montón, 1996: n.os 1, 9, 11, 17, 67 y 68). La cronología, para las árulas que se conoce, es siempre anterior al cambio de Era, entre los ss. II y I a.C. y la adscripción cultural de la mayoría de los yacimientos de los que proceden, ibérica (A. Ros, 2005: 154). El arula de les Lloses presenta una factura más cuidada y mejor calidad que la de la Canaleta y que el resto de piezas a las que acabamos de aludir, pero parece bastante claro que todas responden a una misma tipología. La de les Lloses y la de la Canaleta son, sin embargo, las únicas que proceden de un contexto habitacional y que pueden relacionase sin reservas con el culto doméstico, a pesar de que ya otros autores han hablado de la posibilidad de que las arulae de este tipo tuvieran dicho uso (J. Principal et al., 1999: 342; A. Ros, 2005: 150). Se trata, por tanto, de dos testimonios de gran valor pues, aunque no demuestran que todas las arulae
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Fig. 178. Planta del Edificio B del Camp de les Lloses (Tona, Barcelona) [M. Duran et al., 2004: 441, fig. 2].
Fig. 179. Conjunto de árulas de época republicana halladas en la zona del Penedés. 1. La Bisbal del Penedés; 2. Cal Gallego; 3-4. La Vinya d’en Pau; 5. La Massana; 6. Casalot d’Espuny; 7. Pórpures; 8. La Bassa; 9. Cal Noia [A. Ros, 2005: 152, lám. I].
Fig. 180. Árula de época republicana hallada en Iesso (Guisona, Barcelona) [G. Gamer, 1989: lám. 34a].
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Fig. 181. Árula de caliza procedente de Tárraco (Tarragona). Museo Nacional Arquològic de Tarragona, n.º inv. 341 [F. Montón, 1996: 31, n.º 1].
Fig. 182. Árula de caliza procedente de Tárraco (Tarragona). Museo Nacional Arquològic de Tarragona, n.º inv. 348 [F. Montón, 1996: 37, n.º 17].
de este tipo tuvieran una función ritual doméstica, sí demuestran que fue uno de sus posibles usos. En cuanto a la cronología, el árula del Camp de les Lloses y otras piezas233 fechadas entre el s. II y el s. I a.C. parecen demostrar que estos altarcitos portátiles de tradición itálica se introdujeron en el culto doméstico hispano en primer lugar a través de la costa catalana, pues todas las fechadas antes del cambio de Era se han documentado en esta zona. Del árula de la Villa de la Canaleta, en cambio, no se conoce su cronología estratigráfica, si bien la mayoría de los materiales hallados en la zona son de los ss. I a.C.-I d.C. (M. Adserias, 1998: 68) y tipológicamente no parece haber dudas de que forma parte de este grupo de árulas de época republicana, pues resulta muy similar a la de la Massana (Barcelona), 233 Árulas de la Villa en la C/ Montevideo de Barcelona, de Can Palauet (Mataró, Barcelona) y de la casa de la C/ Lleida, n.º 27 de Tarragona. Véanse los registros BA/Barcino05-M; BA/Palauet01-M; TA/Tarraco05-M.
entre otras (Fig. 179). El árula encontrada en una estructura habitacional de Can Palauet, en Mataró (Barcelona) (Fig. 166b) y fechada en el s. I d.C. (J. García Roselló, 1999: 46) resulta tipológicamente también muy parecida a este grupo, por lo que es posible que se fechase inicialmente también antes del cambio de Era, aunque su período de uso se prolongase en el tiempo algo más allá. Otra pieza singular es el árula de terracota con lucernas adosadas de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona),234 que se encontró en la despensa adyacente al larario,235 afectada por el mismo fuego que destruyó a este, lo cual ha permitido hallar in situ los objetos que se almacenaban en ella y poder conocer así su funcionalidad (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 66). El árula apareció en la esquina de unión de los bancos de obra que corrían por las paredes norte y 234 235
Véase el registro GE/Vilauba02-M del catálogo. Registro GE/Vilauba01-C del catálogo.
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Fig. 183. Dibujo del árula hallada en la despensa de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 285, fig. 176].
este de la despensa, muy fragmentada y afectada por el fuego (ibid.: 67). Tiene base acampanada, cuerpo troncopiramidal invertido y remate superior denticulado, con una profunda cazoleta en el interior; en los costados se adosan sendas lucernas, también de terracota (Figs. 173, 176, 183). La cara frontal del cuerpo presenta la decoración más llamativa y elaborada, como ya hemos comentado: una escena en la que aparece, en primer término, un carro tirado por cuatro leones y en el que va montada una figura; al fondo, un grupo de personajes contempla el desfile. La existencia de un paralelo en Sabratha (Fig. 184), en el que se reconoce a Cibeles en un carro tirado por cuatro leones y guiado por un personaje interpretado como Attis, acompañados ambos por Fortuna, ha permitido interpretar la escena del árula de Vilauba como la culminación del mito de Cibeles y Attis, cuando la diosa se pasea con su amante en un carro tras haberlo reconquistado (J. Ruiz de Arbulo, 1996: 122). La asociación de lucernas al árula se explica por la relación que la luz tiene con los ritos funerarios y, por extensión, con algunos cultos mistéricos con un marcado carácter fúnebre, como los de Deméter, Isis o el propio de Cibeles y Attis, en el que la procesión de los canóforos y dendróforos y el velatorio
Fig. 184. Árula de terracota con lucernas adosadas procedente de Sabratha (Libia). Museo de Sabratha [J. Ruiz de Arbulo, 1996: 123, fig. 6.2].
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de Attis requerían necesariamente la presencia de luz (ibid.: passim). La función religiosa de esta pieza está fuera de dudas, según el estudio realizado por Joaquín Ruiz de Arbulo, a partir de su tipología como árula y de la propia decoración con motivos religiosos, como otras piezas halladas en ciudades como Pompeya, Herculano o Éfeso (ibid.: passim), además del paralelo más cercano de Sabratha, al que se acaba de aludir. La cercanía formal y decorativa con esta pieza ha llevado a este autor a proponer que el ejemplar hallado en Vilauba procediese del mismo taller e, incluso, del mismo molde, situando el origen de ambas piezas en algún lugar del Mediterráneo oriental, desde donde habría llegado a Vilauba a través del comercio con Ampurias (ibid.: 122-123). Sin embargo, el hallazgo del árula en la despensa de la villa y no en el larario anejo resulta llamativo, aunque no tanto si se tiene en cuenta, como ya se ha dicho, que apenas había objetos de ningún tipo en la capilla doméstica a excepción de las figurillas en bronce, un fragmento de lucerna y varias monedas (vid. sup. p. 260). La explicación de su presencia en la despensa puede estar, como propone Ruiz de Arbulo, en el hecho de que el árula se usó en momentos concretos del año, coincidiendo quizá con el festejo de la muerte y resurrección de Attis, con una clara dimensión agrícola (ibid.: 122-124; F. Cumont, 1929: 46-47, 52-54). Pero, precisamente por esta razón, quizá deba valorarse la posibilidad de que el árula fuese utilizada para algún tipo de ritual en la propia despensa, relacionado quizá con el momento en el que se almacenaban en ella las provisiones procedentes del cultivo de los campos de la villa.236 Cabe también la posibilidad de que, incluso si el ritual en el que se utilizaba este árula se celebraba en el larario, esta se guardase en la despensa y no en la propia capilla doméstica porque se le supusiese una función apotropaica respecto del alimento almacenado en la despensa. Otra cuestión a destacar en relación con las arae y arulae es la concentración de estos objetos rituales que se produce en algunas casas. El caso más claro es el de la casa de la Plaza de San Ginés, en Cartagena, en cuyo sacellum se han hallado un ara y dos arulae alineadas, todas con restos de fuego y, por tanto, utilizadas para sacrificios domésticos (Fig. 104).237 También en Ílici se ha documentado un conjunto de siete árulas que se ha puesto en relación con la Casa 236 Sobre los rituales desarrollados en el momento de almacenar el alimento, concretamente el grano, véase J. Salido, 2010: 135. 237 Registro MU/CarthagoNova01-C del catálogo.
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del Sector 5-F como probable lugar de procedencia.238 En la Plaça del Rei, en Barcelona, algunas de las árulas que han aparecido podrían proceder del mismo edificio doméstico,239 si bien se han documentado varios, por lo que no es posible afirmarlo. De la Villa de la Canaleta, en Vila-seca (Tarragona), proceden dos arulae, de las cuales, sin embargo, no se conoce el contexto estratigráfico, por lo que no es posible saber con seguridad si son de la misma cronología o si se encontraban ubicadas en la misma estancia.240 Las arae y arulae son el instrumento indispensable para la realización de sacrificios (E. Saglio en Daremberg-Saglio I.1, s. v. Ara: 347), por lo que su presencia en espacios de culto doméstico está más que justificada, pero la incógnita radica en por qué no se realizaban todos los sacrificios en un mismo árula, sino en varias diferentes. En la Plaza de San Ginés, donde todas ellas estaban claramente en uso a la vez, cada una presenta dimensiones diferentes, estando, en el momento del hallazgo, la más grande colocada en el centro y flanqueada por las dos más pequeñas, en un espacio que, como se ha dicho, apenas permitía la colocación de algún otro elemento de culto, al menos sobre el pavimento, aunque se desconoce si habría nichos en la pared. La disposición de las arulae como los elementos principales del sacellum parece convertirlas en las protagonistas del ritual realizado en él, a diferencia de lo que se conoce para yacimientos como Pompeya o Herculano, donde el máximo número de aras documentadas en un larario es de dos (G. K. Boyce, 1937: 41, n.º 123) y siempre como objetos subsidiarios en el conjunto del espacio de culto.241 Quizá en el caso de la Casa de la Plaza de San Ginés cada árula estuvo dedicada a una divinidad, de manera que la gradación de tamaño que muestran pudo responder a la importancia de las divinidades veneradas, como si se tratase de una tríada. Una ulterior pregunta en función de esto es si las árulas pudieron haber actuado como verdaderas representantes anicónicas de dichas divinidades en el sacellum o si, por el contrario, sus imágenes estuvieron colocadas en hornacinas en la pared.
238
Registros AL/Ilici03 a AL/Ilici09-M del catálogo. Registros BA/Barcino02-M a BA/Barcino04-M del catálogo. 240 Registros TA/Canaleta01-M y TA/Canaleta02-M del catálogo. 241 Aunque existen varios trabajos que atienden a las árulas procedentes de espacios domésticos en Pompeya (A. D’Ambrosio y M. Borriello, 2001; O Elia, 1962, entre otros), está todavía por hacer una catalogación que las recoja todas y las estudie en su contexto. 239
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Recipientes para líquidos Los objetos rituales que nos son altares portátiles se han documentado únicamente en contextos de espacios de culto, pues, como se ha dicho, si no se conoce esta procedencia no es posible asociarlos con seguridad al ritual religioso doméstico. Solo en la Casa del Sector 4-C de Ílici ha sido la propia tipología de los objetos y su concentración en una misma estancia lo que ha llevado a proponer el uso de esta como espacio de culto. De estos otros objetos rituales, el grupo más abultado es el de los recipientes para líquidos, como contenedores o para realizar libaciones (Tabla 13). Se trata del kernos y la botellita hallados en la Casa del Sector 4-C de Ílici, del anforisco y la jarra encontrados junto al edículo de la Villa de las Musas (Arellano, Navarra) y de los cuatro microvasos del espacio ritual de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona).242 Sobre el kernos y la botellita hallados en la habitación singular de la Casa del Sector 4-C de Ílici se ha hablado ya al analizar el propio espacio de culto, por lo que se remite a lo dicho en páginas anteriores (vid. sup. pp. 264-265). Sin embargo, conviene subrayar que el kernos es una pieza especialmente destacada, pues su decoración permite saber que tanto ella como probablemente el ritual en el que se utilizaba estaban dedicados o, al menos, relacionados con la gran diosa de la fertilidad venerada en el mundo ibérico (J. A. Santos, 2004: 239-240) y documentada en diversos espacios de culto doméstico con esta tradición cultural, como en la estancia con depósitos votivos de la Casa del «mosaico helenístico», en la propia Ílici. La cronología tardía de esta pieza, cuyo uso parece llegar hasta casi el cambio de Era, demuestra que la veneración de esta divinidad se mantuvo hasta un momento bastante avanzado de la presencia romana en la Península Ibérica, al menos en el yacimiento de Ílici, con formas de representación propiamente ibéricas. En la Villa de las Musas, junto a la aedicula de la cella vinaria han aparecido un anforisco y una jarra con pico vertedor (Fig. 185). La jarra tiene una forma peculiar, con tres asas —dos laterales y una posterior— que arrancan del cuello y llegan hasta la 242 Registros AL/Ilici01-C, NA/Arellano01-C y GE/MasCastellar01-C del catálogo. Se han encontrado otros objetos para contener líquidos en contextos de larario, pero hemos preferido clasificarlos en el apartado de instrumentum domesticum, pues su uso ritual es contextual, mientras que los analizados aquí, creemos, tenían un valor ritual intrínseco.
a)
b) Fig. 185. Jarra con pico vertedor (a) y anforisco de cerámica (b), encontrados en la cella vinaria de la Villa de las Musas (Arellano, Navarra) [a) M.ª A. Mezquíriz, 2003: 203; b) ibid.: 97].
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panza y con un pico vertedor, bajo el cual hay una pequeña cazoleta soportada por un saliente, colocada aparentemente para recoger el líquido que goteaba pero que, a la vez, dificultaba el propio vertido (M.ª A. Mezquíriz, 2003: 92-93). El anforisco parece adquirir un significado especial por su presencia en un espacio de producción de vino. La elección de esta forma para un objeto ritual parece deberse a la relación directa que el larario de la Villa de las Musas tenía con la producción de vino, de manera que quizá el propio anforisco contuvo esta bebida y pudo ser utilizado para libaciones especiales propiciatorias de la actividad productiva, o puede que se tratase de un exvoto dedicado a los dioses para favorecer el proceso de elaboración del vino (M. Pérez Ruiz, 2011a: 301). En ambos casos, esta pieza refuerza la relación del larario con la actividad desarrollada en el lugar en el que se colocó y, consecuentemente, la idea de la relación directa que existía entre la veneración de los dioses domésticos y las actividades que garantizaban la subsistencia de la familia. En la habitación principal de la Casa n.º 1 Mas Castellar de Pontós se han hallado cuatro microvasos con forma de jarrita, cuenco, copa y kantharos, a los que se ha hecho ya referencia anteriormente.243 En uno de estos microvasos, que se encontró entre las cenizas del hogar ubicado junto al acceso a la estancia desde el porche, se han documentado restos de colorante rojo (ibid.), un tipo de pigmento encontrado con frecuencia en espacios de culto doméstico ibéricos y del área peninsular indoeuropea, tanto aplicado en el revestimiento de paredes como guardado en recipientes;244 otro de los vasitos contenía restos de aceites y resinas olorosas (E. Pons et al., 1998: 62). El uso ritual de estos objetos parece, por tanto, evidente en función de los restos hallados en su interior, a lo que hay que sumar que los microvasos son un tipo de material relativamente frecuente en los espacios de culto doméstico de tradición ibérica, hasta el punto de ser un indicador de sacralidad de alto valor. La presencia de objetos rituales para contener o libar líquidos en tres de los espacios de culto con materiales asociados documentados en la Tarraconense245 parece poner de relieve la importancia de la utilización de líquidos en el ritual doméstico, que se documenta 243
Véase la Fig. 111 del capítulo IV. Véanse, en el cap. IV, la habitación con depósitos votivos de la Casa del «mosaico helenístico» de Ílici (pp. 158-159) o la estancia de culto en una vivienda del yacimiento vacceo de Cuéllar (pp. 205-207), entre otros. 245 Recordemos que en la Bética las estructuras para el culto encontradas carecen de materiales asociados. 244
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en contextos tan antiguos como el de Ílici (228/21842/38 a.C.) o tan recientes como el de la Villa de las Musas (ss. II-III d.C.). Por tanto, estos objetos rituales serían el complemento mueble para equipamientos añadidos en las estructuras de culto, como las balsas documentadas en el interior del sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia),246 relacionadas también con libaciones o con el almacenaje de agua con algún tipo de uso ritual (R. Albiach et al., 2006: 74); la balsa de la estancia principal de la Casa n.º 1 en Mas Castellar de Pontós, o la fuente que formaba parte del equipamiento añadido del sacrarium de la Casa de C. Iulius Sylvanus, en Segóbriga (Saelices, Cuenca), de la que se ha encontrado solo parte del surtidor (vid. sup. p. 258).247
Lucernas Las lucernas halladas en estructuras de culto ascienden a cinco, tres de ellas en el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia), otra en el sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) y una última en la estancia principal de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona) (Tabla 14).248 La forma de todas las que han sido identificadas es diferente, siendo la más antigua la hallada en Mas Castellar de Pontós,249 una lucerna de aceite de tipo helenístico en cerámica campaniense A, la única de todo el asentamiento y que presenta signos de escritura ibérica en la superficie (E. Pons, 1997: 81). Se encontró en la esquina suroeste de la fosa contenedora de agua. El valor ritual de las lucernas en los contextos de culto doméstico ibéricos es bien conocido y se trata de un tipo de objeto apenas existente en otro tipo de espacios. La lucerna del sacrarium de la Villa de Vilauba responde a la forma Loeschcke VIII —predominante en la villa en época altoimperial (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 287)—, con una cronología postaugustea. De ella se ha encontrado solo un fragmento de disco con decoración vegetal de hojas y frutos. Como las figurillas en bronce de este sacrarium, la lucerna debió de estar en uso durante mucho tiempo después de su fabricación, pues se encontró en un 246
Registro VA/Enova01-C del catálogo. Sobre la especial relación del agua con el ritual religioso doméstico se hablará más adelante, en el apartado 5 del capítulo VI. 248 Véanse los registros VA/Enova01-C, GE/Vilauba01-C y GE/MasCastellar01-C del catálogo. 249 Véase la Fig. 112 del capítulo IV. 247
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contexto de amortización de finales del s. III d.C., lo cual demuestra que no solo las imágenes de culto, sino también el resto de objetos que se utilizaban en el ritual religioso doméstico tenían un alto valor simbólico que llevaba a sus dueños a conservarlos generación tras generación como reliquias familiares (vid. sup. p. 284). Es probable que esta lamparita se encontrase en la repisa del nicho donde estarían colocadas las imágenes de culto, casi como único acompañamiento de estas, pues, como ya se ha indicado, solo estos materiales, unas monedas y un asa de mueble se encontraron dentro del larario. Finalmente, en el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova, se encontró una lucerna de canal, de probable producción local, similar a la forma Deneauve IXA, Dressel-Lamboglia 5A.5 y con decoración de líneas oblicuas en el disco. Junto a ella, otra lucerna de cerámica africana importada, con decoración de hojas de olivo en el mango y un asa de lucerna con engobe amarillento (R. Albiach et al, 2006: 74). Los trabajos de George K. Boyce (1937: 102) y Maddalena Bassani (2008: 133) demuestran que era común la presencia de una o más lucernas, de bronce o de terracota, en los lararios pompeyanos, en muchos casos colocadas dentro de nichos (G. K. Boyce, 1937: 28, n.º 52) o en edículos y pseudoedículos250 (ibid.: 77, n.º 371). Se ha propuesto que su uso, más allá de la propia iluminación, tuviese que ver con determinados ritos, especialmente los de tipo mistérico251 (M. Bassani, 2008: 133), o bien que su luz fuese el complemento de las ofrendas de incienso en el altar (J. Ruiz de Arbulo, 1996: 119); pero, dado que no siempre estos ritos están relacionados directamente con el larario, es posible pensar también que la llama de la lucerna simbolizase el fuego que debía mantenerse encendido permanentemente en la casa.
Quemaperfumes De la habitación para el culto de la Casa del Sector 4-C de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante) procede, además del kernos y la botellita antes mencionados, un thymiaterion de base acampanada y cuerpo globular, decorado con tres «ventanas» entre las cuales se han aplicado otras tantas máscaras en relieve, con un orificio circular debajo. Para esta pieza se ha propuesto 250
Véase la Fig. 101 del capítulo III. Sobre el valor de las lucernas en los rituales mistéricos, véase J. Ruiz de Arbulo, 1996: 120-121. 251
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un origen oriental (A. Ramos Folqués y R. Ramos Fernández, 1976: 21; Tabla 15).252
Instrumentum domesticum Los materiales agrupados en esta categoría son heterogéneos y solo ha sido posible relacionarlos con el culto doméstico por su procedencia de estructuras dedicada a este uso. Proceden de la aedicula en la cella vinaria de la Villa de Las Musas, en Arellano (Navarra), y de la Casa de la Cabeza de Bronce, en Pollentia (Alcudia, Mallorca) (Tabla 16).253 Las piezas de la Villa de las Musas, una copa en bronce con decoración gallonada, una bandeja de vidrio, una frasca del mismo material y un colador, aparecieron en el entorno de la aedicula, en la cella vinaria (M.ª A. Mezquíriz, 2003: 93-94, 136). La copa de bronce (Fig. 186a), de perfil troncocónico invertido y cuerpo gallonado, podría haber servido para la ingesta ritual de algún tipo de líquido, seguramente vino mismo, siendo un complemento del jarro ritual antes comentado o de la frasca de vidrio de color verde azulado (Fig. 186b), hallada también en las inmediaciones del larario. M.ª Mezquíriz (2011: 92, n.º 1) propone, de hecho, un uso ritual para esta copa, relacionado con la libación de vino por la cercanía al edículo. De la bandeja de vidrio del mismo color que la frasca (Fig. 186c), se desconoce su uso concreto pero debió de utilizarse también en el ritual. La presencia de vajilla en estructuras de culto resulta relativamente frecuente a lo largo del mundo romano, si se observan los hallazgos en contextos cerrados estudiados por A. Kaufmann-Heinimann, entre los que destacan los de Winterthur (Suiza), Parma (Italia) y Wels (Austria) por ser los identificados con mayor seguridad como conjuntos de larario (A. KaufmannHeinimann, 1998: 288, GF86; 294-295, GF97; 303304, GF106). También en Pompeya se ha encontrado este tipo de objetos en algunos lararios, como recoge Maddalena Bassani (2008: 134-135). En todos los casos se puede apreciar que, como en Hispania, no hay un tipo de piezas de vajilla asociado especialmente al culto doméstico, sino que en los lararios se podían encontrar los más diversos: cuencos, escudillas, platos, etc. El cazo colador en bronce o colum hallado también en las cercanías del edículo, al cual le faltan algunas partes (Fig. 187), podría haber sido utilizado sim252 Véase el registro AL/Ilici01-C del catálogo y, más arriba, pp. 264-265. Véase la Fig. 53b del capítulo IV. 253 Registros NA/Arellano01-C e IB/Pollentia01-C.
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a) Fig. 187. Collum hallado en la cella vinaria de la Villa de las Musas, en Arellano (Navarra) [M.ª A. Mezquíriz, 2011: 101].
b)
c)
Fig. 186. Copa de bronce (a) y frasca (b) y bandeja (c) de vidrio, procedentes de la cella vinaria de la Villa de las Musas (Arellano, Navarra) [a) M.ª A. Mezquíriz, 2011: 96; b-c) M.ª A. Mezquíriz, 2003: 101].
plemente para colar el vino, sin valor ritual alguno (M.ª A. Mezquíriz, 2003: 93), pero la cercanía al larario y la asociación a este de objetos que podrían haber servido para contener —jarro, anforisco, frasca— y consumir —copa— vino de forma ritual hace verosímil que el colador fuese utilizado también con funciones litúrgicas. Aunque la distancia cronológica y cultural es significativa, se debe recordar al hilo de este hallazgo de Arellano el aspergillus documentado en el espacio de culto de una casa aristocrática del poblado vacceo de Cuellar, en su fase del s. V a.C. (vid. sup. pp. 205-207). Esta pieza, también singular en su época y su contexto, ha sido interpretada como un objeto con la doble función de asperger y trasvasar líquidos, recogiendo los posos, de forma similar a un colador. Su carácter ritual resulta demostrado, si no por otros datos, por la forma de piel de toro con la que está hecho el borde y se ha asociado a objetos de similar diseño y función ya presentes en contextos próximo-orientales del II Milenio a.C., desde donde estas piezas se expandieron hacia Occidente con un uso vinculado al ritual del vino (J. Barrio, 2002: 109).254 No creemos que se pueda establecer una vinculación directa entre ambos objetos pues, como se ha dicho, entre ellos existe un abismo cronológico sin puentes intermedios, pero ambos pudieron compartir una misma funcionalidad revestida por un mismo significado ritual asociado al trasvase y al filtrado del vino, lo cual sí resulta significativo. Resulta más cercano temporalmente el cazo colador del posible larario en el sótano de una casa romana de Homburg-Saar (Alemania), fechado entre los ss. II y III d.C. El cazo está completo, con los orificios para colar formando un motivo floral, enmarcado por 254
Véase la Fig. 120 del capítulo IV.
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Otros objetos asociados a espacios de culto doméstico Monedas
Fig. 188. Collum encontrado en el posible larario de una casa romana, en Homburg-Saar (Alemania) [A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 269, GF57, fig. 230].
a)
b) Fig. 189. Oinochoe en bronce (a) y pie de ungüentario de cerámica (b), encontrados junto a una posible aedicula en la Casa de la Cabeza de Bronce, Pollentia (Alcudia, Mallorca) [a) A. Arribas et al., 1973: 90, fig. 26, detalle; b) ibid.: 87, fig. 24, detalle].
una circunferencia doble (Fig. 188; A. KaufmannHeinimann, 1998: 269, GF57). En la estancia con una posible aedicula de la Casa de la Cabeza de Bronce se han atestiguado un oinochoe en bronce y el pie de un ungüentario cerámico (Fig. 189). Estas piezas, como la copa gallonada y la frasca de vidrio de Arellano nos ponen de nuevo sobre la pista de ritos religiosos domésticos que implicaban la presencia de liquídos, agua o, probablemente, vino en el caso de Arellano. Maddalena Bassani, en su estudio sobre los espacios de culto vesubianos (2008: 132), hace referencia también a recipientes para líquidos hallados en ellos, como vasitos, botellas, ungüentarios y otros objetos no documentados por el momento en los lararios hispanos, pero que muestran que este tipo de instrumentum domesticum era relativamente común como objetos subsidiarios del culto doméstico en época romana.
En el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia), y en el sacrarium de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona), se han documentado sendos conjuntos de monedas (Tabla 17).255 En la Villa de Cornelius las cinco monedas (Fig. 190) tienen una cronología similar, en torno a mediados del s. IV d.C. (N. Lledó y A. Sáez, 2006: 121), es decir, poco anterior de la amortización del larario. En la Villa de Vilauba, en cambio, las cuatro de las seis monedas (Fig. 191) para las que se conoce la cronología fueron acuñadas en momentos diferentes, entre la época augustea y el primer tercio del s. III d.C., abarcando, por tanto, todo el período de uso de la fase de la villa en la que estuvo en uso el larario y siendo la más antigua incluso anterior a esta. Todas las monedas son ases, a excepción de un sestercio (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 62). La coincidencia cronológica de las monedas de la Villa de Cornelius ha llevado a proponer que su presencia en el larario se debiese a pérdidas fortuitas muy cercenas en el tiempo, por la alta frecuentación del espacio,256 o bien a su depósito en el lugar como parte del ritual doméstico (N. Lledó y A. Sáez, 2006: 121). La coincidencia de un hallazgo similar en el sacrarium de la Villa de Vilauba nos inclina a pensar que la presencia de estas monedas se debe a la realización de algún tipo de ofrenda pecuniaria, hipótesis que se ve apoyada por el pedestal de estatua de Vilauba en el que se practicó una ranura para su uso a modo de hucha (Figs. 158-159), como ya ha estudiado Annemarie Kaufmann-Heinimann (1998: 174-176). Parece probable, por tanto, que las monedas, en el caso concreto de Vilauba, fuesen ofrecidas a los dioses en general o a Silvano o Pan en particular, divinidad sustentada por el pedestal con la ranura (vid. sup. pp. 294-297) y, teniendo en cuenta el amplio arco cronológico abarcado por las monedas y el cuidado que se debió de poner en la conservación de las piezas del larario de Vilauba, como se ha visto ya al hablar de las esculturas en bronce de pequeño formato y de la lucerna, no sería de extrañar que se hubieran ido atesorando también durante el período de uso del sacrarium. 255 Véanse los registros VA/Enova01-C y GE/Vilauba01-C del catálogo. 256 En este caso las monedas más antiguas no se conservarían porque se habrían retirado al hacer limpieza.
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Fig. 191. Algunas de las monedas halladas en el sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: lám. 126, n.os, 3-6].
Fig. 190. Monedas procedentes del sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia) [R. Albiach y J. L. de Madaria, 2006: 118, lám. 5, n.os 41, 44, 45, 47, 48].
El pedestal ha sido estudiado por A. KaufmannHeinimann (1998: 176) junto con otras piezas similares aparecidas en otras zonas del mundo romano: esculturas con ranuras en ellas mismas o en los pedestales, entre las que destaca el alto número de representaciones de Mercurio, e incluso verdaderas huchitas. Como el pedestal de Vilauba, la mayoría de estos objetos carecen de cierre en la parte inferior, por lo que KaufmannHeinimann propone que tuvieran un tapón realizado
en un material perecedero, un recipiente debajo para recoger las monedas o bien que las ofrendas se dejaran caer simplemente a la superficie de apoyo de la escultura. En Las Ermitas (Espejo, Álava) se ha hallado en prospección un pedestal muy similar al de Vilauba, de la misma forma, hueco y con una ranura en la parte superior; la base está cerrada con una fina lámina de bronce, lo que aporta una solución más al cierre de estos pedestales-hucha (I. Filloy y E. Gil, 2000: 108, 256). En cuanto al significado de las ofrendas pecuniarias, A. Kaufmann-Heinimann (1998: 174) propone que la finalidad fuera obtener fortuna y bienestar, a partir de una escultura con ranura perteneciente a una corporación de aerari y valorando también que las esculturas de Mercurio son las utilizadas más comúnmente como huchas. Pero quizá se deba contemplar también la hipótesis de Ernst Samter (1901: 24-25) sobre el valor censal de las monedas en los ritos familiares. El autor hace referencia a la donación de una moneda en el templo de Juno Lucina cada vez que nacía un niño, en el templo de Iuventas cuando el niño alcanzaba la madurez, en el templo
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de Juno Libitina cuando se producía una muerte y en el compitum y en el fuego del hogar —en ambos casos a los Lares— por parte de la esposa durante la ceremonia de la boda. A partir de esto, propone que estas monedas fuesen la forma de congraciarse con la divinidad bajo cuya protección se pasaba a estar en esos momentos de tránsito, así como que sirviesen para hacerla partícipe de que tenía una nueva alma a su cargo. La presencia de monedas en los lararios podría haber tenido este mismo valor censal, para hacer conocedores a los dioses domésticos de los miembros de la familia que tenían bajo su custodia. Sin embargo, se generan algunas cuestiones a partir de esta hipótesis, como por qué solo se han encontrado cinco o seis monedas en los lararios de Vilauba y L’Ènova si toda la familia estaba protegida por las divinidades familiares. Quizá algunas se perdieron o se fueron retirando pero, en este caso, ¿por qué en el larario de Vilauba había monedas tan antiguas y no solo las más recientes, como en el de L’Ènova? Por otro lado, las fuentes que relatan estas prácticas de ofrecer monedas solo se refieren a la casa en relación con el rito del matrimonio y la ofrenda pecuniaria de la novia al Lar familiaris en el fuego del hogar (vid. sup. p. 113); en el resto de casos, las ofrendas se realizan en templos. ¿Serían las monedas de los lararios fruto solo de los diversos matrimonios celebrados en la familia? Y, si no fuese así, ¿por qué las fuentes no recogen las ofrendas de dinero a los dioses domésticos como hacen con otras, como las bulas o las muñecas en los ritos de paso de la infancia a la madurez? Al margen de estas cuestiones, que quedan por el momento en el aire, la presencia de monedas en lararios está atestiguada en otras zonas del Imperio. En Pompeya se han documentado en la aedicula de la Casa di Obellius Firmus (G. K. Boyce, 1937: 30-31, n.º 67), en el nicho de la Casa del Cenacolo (ibid.: 37, n.º 108), en el edículo (ibid.: 57, n.º 220) y en el sacrarium (M. Bassani, 2008: 221) de la Casa degli Amorini Dorati, en los sacella de la Casa del Vinaio (ibid.: 230) y de la Praedria de Iulia Felix (ibid.: 219) y en los lararios de las casas VII, 15, 8 y IX, 8, 8 (G. Gorini, 2011: 248, tabla 1). También en el entorno vesubiano, se han documentado seis denarios de plata y otras 35 monedas de época imperial en el sacrarium de la Villa Fondo d’Acunzo (Boscoreale) (M. Bassani, 2008: 126, 212). En el sacrarium de la Casa excavada en la C/ Boukaouri de Patrás se encontraron numerosas monedas junto con otros materiales asociados al culto (P. Bonini, 2011: 208).257 257
Véanse estos paralelos con más detalle en M. Pérez Ruiz,
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Fig. 192. Pomo de la puerta de acceso al sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 61, fig. 38].
Fig. 193. Asa de mueble hallada dentro del sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 61, fig. 39].
Otros materiales Además de los grupos de materiales ya vistos, se han encontrado otros dentro de algunas estructuras de culto que aparecen, por tanto, asociados a ellas pero que no permiten agrupaciones por ser hallazgos únicos (Tabla 18). En la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) se han encontrado un asa de mueble y un pomo de puerta, ambos en bronce (Figs. 192-193).258 El pomo debió de ser parte de la puerta de acceso al sacrarium y está formado por un tirador de forma circular con orificio central, decorado con molduras sencillas e incisiones concéntricas y un tope de forma troncocónica, con la misma decoración que el tirador (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 61). El asa es de pequeñas dimensiones, de sección romboidal y forma semicircular y 2011a: 292-294. 258 Véase el registro GE/Vilauba01-C del catálogo.
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se ha hablado ya en relación con la estructura de culto a la que pertenece, por lo que se remite a dicho apartado para los detalles (vid. sup. pp. 265-266). En la Casa de la Cabeza de Bronce, en Pollentia (Alcudia, Mallorca), se ha documentado un aplique en bronce con forma de rostro de sileno junto al resto de materiales asociados al posible larario, sin que se sepa a qué tipo de mueble pertenecería (Fig. 195; A. Arribas et al., 1973: 88).260 En la Casa de C. Iulius Sylvanus, en el interior del recinto dentro del sacrarium se encontró una basa y un fuste de columna en una sola pieza (Fig. 74), cuyo uso se desconoce (R. Cebrián, 2002-2003: 132), si bien pudo ser parte de la decoración arquitectónica del propio recinto, parte de otra estructura o un elemento exento con un posible significado ritual en sí mismo.261 Al exterior del sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia), se ha documentado la presencia de parte de un ara y, junto a ella, un fragmento de sillar (Fig. 105), nuevamente de función desconocida, aunque es claro que no habría formado parte de la propia construcción del larario, pues este estaba realizado en mampostería (R. Albiach et al., 2006: 74).262
Fig. 194. Pieza de mármol pentélico con forma de columna jónica achatada, encontrada en la estancia principal de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona) [E. Pons et al., 2002: 401, fig. 12.33].
Fig. 195. Aplique en bronce encontrado junto a la posible aedicula de la Casa de la Cabeza de Bronce [A. Arribas et al., 1973: 90, fig. 26].
se supone que perteneció a un mueble de madera del que no se ha conservado resto alguno y cuya forma, por tanto, se desconoce (ibid.: 62). En la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona), en la estancia principal con uso ritual se encontró una pieza singular (Fig. 194), con forma de columna jónica achatada,259 que estaba rota y esparcida por la estancia, con solo la base in situ, junto al hogar central. De esta pieza y de su posible uso y significado
3. EPIGRAFÍA ASOCIADA AL CULTO DOMÉSTICO Los materiales con inscripciones referidas a la ritualidad doméstica son menos numerosos que los grupos de las estructuras y de los materiales para el culto analizados precedentemente, si bien forman también un conjunto abultado de testimonios, 31 en total, repartidos por las provincias Baetica y Tarraconensis (Tabla 19; Fig. 196). A ellos habría que sumar el fragmento de posible larario pictórico con titulus pictus hallado en la Casa de la Tortuga de Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza) (Fig. 21), ya analizado como parte de las estructuras de culto (vid. sup. pp. 228-229), razón por la que no se contabiliza como parte de las evidencias materiales con epigrafía. La mayoría de los epígrafes se concentran, de nuevo, en la Tarraconensis (Fig. 197). Todos los materiales con epígrafe carecen de asociación directa a un larario, a excepción del ara encontrada en el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia).263 Ocho de ellos carecen, de hecho, de relación física alguna con una estructura 260 261 262
259
Véase el registro GE/MasCastellar01-C del catálogo.
263
Véase Véase Véase Véase
el el el el
registro registro registro registro
IB/Pollentia01-C del catálogo. CU/Segobriga01-E del catálogo. VA/ Enova01-C del catálogo. VA/Enova01-C del catálogo.
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Fig. 196. Mapa con la ubicación georreferenciada de los epígrafes asociados al culto doméstico, hallados en las provincias Baetica y Tarraconensis. Los números remiten al n.º inv. de cada evidencia material en el catálogo [H. Jiménez Vialás y M. Pérez Ruiz].
doméstica (Fig. 197),264 lo cual ha sido razón para excluir de este estudio a otro tipo de materiales, como esculturas o árulas anepigráficas. La razón para realizar esta excepción con los epígrafes es que el propio texto que presentan hace altamente probable su asociación al culto doméstico. Diecinueve inscripciones proceden de ámbitos urbanos, todas en el caso de la Baetica y poco más de la mitad en el de la Tarraconensis (Fig. 197). De tres de ellas se desconoce por completo el contexto de procedencia, mientras que de otras se conoce pero no es doméstico por tratarse de deposiciones secundarias o de reutilizaciones.265 Los epígrafes hallados en do264 Se trata de una placa hallada en Abdera (Adra, Almería), un árula encontrada en Itálica (Santiponce, Sevilla), un ara de Villamanta (Madrid), un elemento arquitectónico de la Rambla de la Boltada (Cartagena-La Unión, Murcia), un árula de Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria), un ara de Tárraco y un árula hallada en el término municipal de Sagunto (Valencia). Véanse los registros del catálogo AM/Abdera01-I, SE/Italica03-I, MA/Villamanta01-I, MU/RamblaBoltada01-I, SO/Uxama03-I, TA/Tarraco06-I y VA/Saguntum01-I. 265 Caso del árula hallada en el relleno de una cisterna junto con materiales domésticos en Uxama Argaela (C. García Merino, 2001: 129) y del ara reutilizada en un muro en Segóbriga, pero seguramente procedente de la Casa de C. Iulius Sylvanus
mus no tienen relación con estructura de culto, si bien en la Casa de la Torre del Rocadillo, en Carteia (San Roque, Cádiz), donde se ha documentado una placa con inscripción en una estancia de representación (F. Presedo et al., 1982: 57-58), existe también un posible larario de tipo nicho en el atrio (Fig. 26).266 De los doce epígrafes encontrados en ámbito rural, todos ellos en la Tarraconensis (Fig. 197), diez proceden de villae, mientras que de dos no se conoce el contexto original. De los epígrafes procedentes de villae, solo uno se encontraba en un larario, en la Villa de Cornelius de L’Ènova (Valencia), en la cual se ha hallado también otra inscripción religiosa en otra estancia (Fig. 198).267 En la Villa de los Villares, en Santervás del Burgo (Fuentearmegil, Soria), el hallazgo de un ara con epígrafe es una evidencia destacada para interpretar dos estructuras como posibles espacios de culto, que, sin embargo, no tienen relación directa (J. M. Abascal y G. Alföldy, 1998: 157). Véanse los registros SO/Uxama03-I y CU/Segobriga02-I del catálogo. 266 Véanse los registros CA/Carteia01-E y CA/Carteia02-I del catálogo. 267 Véanse los registros VA/Enova01-C y VA/Enova02-I.
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Fig. 197. Volumen de epígrafes asociados al culto doméstico, según el contexto de procedencia.
Fig. 198. Árula con inscripción procedente del tablinum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia), en el momento del hallazgo [R. Albiach y J. L. de Madaria, 2006: 76, fig. 1].
Fig. 199. Volumen de epígrafes asociados al culto, por años.
con el ara.268 El resto de piezas no tiene ningún tipo de relación con estructuras de culto. En cuanto a la cronología, a diferencia de las estructuras y los materiales, que abarcan prácticamente todo el período objeto de este estudio, la epigrafía asociada al culto doméstico en la Bética y la Tarraconense se concentra entre la segunda mitad del s. I a.C. y 300 d.C. (Fig. 199). Dos de los testimonios son especialmente tempranos, de entre finales de la época republicana y el principado de Augusto; se trata, curiosamente, de las dos únicas inscripciones documentadas sobre elementos arquitectónicos.269 Las primeras inscripciones religiosas de uso privado en 268 Véanse los registros SO/Villares01-E, SO/ Villares 02-E y SO/ Villares 03-I. 269 Columnita hallada en la Casa de D. Rafael Castejón (Córdoba) y bloque de piedra procedente de la Rambla de la Boltada (Cartagena-La Unión, Murcia). Registros CO/Corduba02-I y MU/RamblaBoltada01-I del catálogo.
las provincias Tarraconensis y Baetica coinciden en el tiempo, por tanto, con las primeras estructuras de culto doméstico de tradición romana documentadas en esos territorios (vid. sup. pp. 274-275) y podrían ser ellas mismas testimonios de lararios de gran antigüedad, al encontrarse precisamente en elementos arquitectónicos (vid. inf. p. 335). El período de tiempo en el que coincide el mayor número de epígrafes religiosos en viviendas es el s. II d.C. Será a comienzos del s. III cuando se produzca una brusca caída y a partir del 300 d.C. no se realizarán más inscripciones de este tipo. Sin embargo, las fechas propuestas para las piezas se basan, en su mayoría, en criterios paleográficos o estilísticos y, en menor medida, estratigráficos; por esta razón, la fecha de finales del s. III d.C. como momento de «desaparición» de la epigrafía asociada al culto doméstico en la Bética y en la Tarraconense resulta algo engañosa, como demuestra el caso
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de la Villa de Cornelius (L’Ènova, Valencia): el ara encontrada en su sacellum se ha fechado entre los ss. II y III d.C. (J. Corell y X. Gómez, 2006: 65; R. Albiach et al., 2006: 74), pero el larario se amortizó a finales del s. IV d.C., lo cual demuestra que el ara estuvo en uso hasta entonces. Lamentablemente, el desconocimiento de los contextos de procedencia o de los detalles estratigráficos de estos contextos impide realizar precisiones similares para otras piezas.
CARACTERIZACIÓN
DE LOS SOPORTES PARA EPÍGRAFES
DE CULTO DOMÉSTICO
Los soportes documentados para el conjunto de epígrafes asociados al culto doméstico en la Bética y en la Tarraconense son de tres tipos: arae y arulae, placas y elementos arquitectónicos. De ellos, el grupo mayoritario es el de las arae y arulae, con 26 casos de los 31 totales. Las placas son tres y los elementos arquitectónicos dos (Fig. 200).
Fig. 200. Porcentaje de epígrafes asociados al culto doméstico, por tipo de soporte.
Arae y arulae con inscripción Las arae y arulae son el tipo de soporte mayoritariamente utilizado para las inscripciones votivas de carácter doméstico (Tabla 20). En total suman 26 de los 31 epígrafes documentados (Fig. 200). De ellas, once son arae —de más de 30 cm— y quince son arulae —de 30 cm o menos—, de manera que existe un cierto equilibrio entre piezas de mayor y menor tamaño, a diferencia de lo que ocurre con las arae y arulae anepigráficas, entre las que predominan claramente las segundas (vid. sup. p. 299). La mayor parte de estas piezas se ha hallado en ámbito urbano (Fig. 201). Ninguna tiene una cronología
Fig. 201. Volumen de aras y árulas con epígrafe halladas en ámbito rural y urbano.
anterior al s. I d.C. ni posterior al s. III d.C., siendo el s. II en el que se concentra el mayor número en uso. En este sentido, la valoración es similar a la realizada para la cronología de los testimonios epigráficos en general (vid. sup.); la diferencia sustancial con dicha visión general radica en lo dicho para las piezas más antiguas, pues las fechadas antes del cambio de Era no son aras. Solo una de las aras, dedicada a Hércules Invicto, se encontró en un contexto de larario, en el sacellum de la Villa de Cornelius (L’Ènova, Valencia); esta pieza y la presencia en el mismo espacio de parte de una escultura en mármol de Hércules joven han permitido saber que era a esta divinidad a la que estaba dedicada la capilla doméstica (R. Albiach et al., 2006: 74).270 El resto de las pocas aras y árulas para las que se conoce el lugar de procedencia dentro de la vivienda se han hallado tanto de zonas nobles como de servicio. En el peristilo se halló el árula de la Villa de San Pedro de Valdanzo (Langa de Duero, Soria),271 dedicada probablemente a Marte (A. Jimeno et al., 1988-1989: 441-442), mientras que en la Villa de Cornelius se ha encontrado otra ara con epígrafe en el tablinum, esta vez dedicada a Júpiter Óptimo Máximo (R. Albiach et al., 2006: 75-76).272 El ara con dedicación a Fortuna y encontrada en la casa que se construyó sobre el antiguo foro de Uxama Argaela procede del triclinium (A. Jimeno, 1980: 37-38, n.º 21).273 En zonas de servicio se han documentado el árula de la Villa del Agro de Nogueira (Piñeiro, Toques, La Coruña), dedicada a Mercurio (P. Rodríguez García 270 271 272 273
Registro Registro Registro Registro
VA/Enova01-C del catálogo. SO/Valdanzo01-I del catálogo. VA/Enova02-I del catálogo. SO/Uxama01-I del catálogo.
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y F. Acuña, 1999: 326), y una de las aras de la Casa de Taracena en Clunia (Peñalba de Castro, Burgos), dedicada a Júpiter Óptimo Máximo (P. de Palol y J. Vilella, 1987: 25, n.º 9).274 En este último caso, la zona de servicio pertenece a las dependencias subterráneas del edificio, al igual que ocurre con el lugar del hallazgo del árula de la casa n.º 2 de Uxama Argaela, que formaba parte de los escombros que rellenaban el sótano de una de las habitaciones del ángulo noroeste;275 precisamente, la procedencia de niveles de relleno provoca ciertas dudas sobre la ubicación original del árula en la casa (C. García Merino, 2001: 126-128, n.º 1). La de la Casa n.º 2 de Clunia procede de la estancia n.º 3, de la cual no se conoce la funcionalidad.276 De las restantes aras, once proceden con seguridad de domus y villae, mientras que la asociada a la Casa de C. Iulius Sylvanus, en Segóbriga (Saelices, Cuenca),277 se encontró reutilizada en un muro de la ciudad, aunque su ubicación original en la vivienda parece bastante clara, ya que en la inscripción se habla de la dedicación de un santuario privado a Zeus Theos Megistos por parte de Julio Silvano, probablemente el que se ha identificado en su casa (R. Cebrián, 2002-2003: 132).278 El ara hallada en la Pedrera del Port, en Tarragona, parece relacionada también con el culto de alguna estructura doméstica de la zona.279 En Abdera (Adra, Almería), Villamanta (Madrid), Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria) y el término municipal de Sagunto (Valencia) se han documentado aras y árulas probablemente asociadas al culto doméstico pero que carecen de contexto de procedencia preciso;280 en Tarragona, entre las calles del Governador González y de la Unió se documentó un ara de grandes dimensiones, sin relación tampoco con estructuras domésticas pero que podría haber sido un objeto singular de culto doméstico281 (Fig. 202). El material utilizado es, en todos los casos, la piedra, a diferencia de las arae y arulae anepigráficas, entre las que se cuentan dos en terracota. En cuanto a las dimensiones, la altura de las aras oscila entre los 31 y los 127 cm, si bien sobre las dos de mayores dimensiones tenemos reservas acerca de su posible asociación al culto doméstico. Se trata, por un lado, 274
Registros CR/Nogueira01-I y BU/Clunia03-I del catálogo. Registro SO/Uxama02-I del catálogo. 276 Registro BU/Clunia09-I del catálogo. 277 Registro CU/ Segobriga02-I del catálogo. 278 Registro CU/Segobriga01-E del catálogo. 279 Registro TA/Tarraco08-I del catálogo. 280 Registros AM/Abdera01-I; MA/Villamanta01-I; SO/Uxama 03-I; VA/Saguntum01-I. 281 Registro TA/Tarraco06-I del catálogo. 275
Anejos de AEspA LXVIII
Fig. 202. Volumen de arae y arulae con epígrafe, según los contextos domésticos de procedencia.
de un ara tosca hallada en la localidad de Villamanta (Madrid).282 Esta pieza, actualmente perdida, tenía una sencilla inscripción votiva dedicada a los dioses Lares —Laribus sacrum / Vale[ri]us Secundus— que resulta similar a otras procedentes de contextos domésticos y que utiliza una fórmula ritual, sacrum, muy común entre las inscripciones votivas privadas (vid. inf.). Ambas razones, así como la dedicación a los dioses Lares sin ningún epíteto, acercan este ara a otras votivas domésticas, pero la altura de 127 cm resulta totalmente inusual, lo cual, junto con el hecho de que haya desaparecido y no sea posible realizar un análisis de visu, nos lleva a ser especialmente cautos con este testimonio. La otra ara de dimensiones inusualmente grandes es la hallada entre las calles del Governador González y de la Unió, en Tarragona, de 87 cm de altura y que está dedicada a los Lares, a Tutela y al Genius (R. Comes e I. Rodà, 2002: 237, n.º 75).283 Tanto las dimensiones como la forma o la decoración, con objetos rituales en los laterales, acercan esta pieza más a las aras de carácter público que a las de carácter privado; las divinidades a las que se dedica y la fórmula votiva, en relación con los dedicantes, parecen dar verosimilitud, sin embargo, a la opción de que sea un testimonio de culto doméstico, como se verá más adelante. En cuanto a las árulas, las alturas oscilan entre los 9 y los 25 cm. La mayoría se encuentran, sin embargo, entre los 10 y los 20 cm, de manera que la altura media del grupo es de 15,5 cm, algo superior a la de las árulas anepigráficas. Para establecer una tipología de aras y árulas con epígrafe se sigue la misma clasificación presentada 282 283
Registro MA/Villamanta01-I del catálogo. Registro TA/Tarraco06-I del catálogo.
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TIPO
ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO...
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DESCRIPCIÓN
OBSERVACIONES
I
Arae y arulae con base y coronamiento diferenciados, cuerpo prismático y remate superior formado por pulvini y foculus
Equivalente al tipo I de Montón (1996)
Ia
Variante del tipo I con frontón entre los pulvini
II
Arae y arulae con base y coronamiento diferenciados, cuerpo prismático y remate superior sin pulvini y con foculus sin delimitar
IIa
Variante del tipo II con foculus delimitado.
III
Arae y arulae sin base ni coronamiento diferenciados, con cuerpo prismático y remate superior formado por un foculus
Equivalente al tipo V de Montón
Equivale al tipo VI de Montón
Fig. 203. Tipología de las arae y arulae con epígrafe asociadas al culto doméstico.
para las anepigráficas, teniendo en cuenta las características de la base, el cuerpo, el coronamiento y el remate superior. De los cuatro tipos establecidos para las arae y arulae anepigráficas, solo los tres primeros se documentan en las que presentan epígrafe (Fig. 203). El grupo mayoritario es el de las aras y árulas del tipo I, en el que se engloban varias de las halladas en la Casa de Taracena de Clunia (Peñalba de Castro, Burgos), la de la Villa de los Asperones, en Cañaveruelas (Cuenca), y la de la Pedrera del Port de Tarragona.284 El ara encontrada en el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia),285 la procedente del tablinum de la de la misma villa y la de la Casa n.º 2 de Clunia pertenecen a la variante «a» del tipo I, con frontón (Fig. 204).286 Al tipo II responden el árula hallada en Itálica y una de las árulas encontradas en la Casa de Taracena de Clunia.287 Más numerosas son las de la variante IIa, con foculus delimitado; a él se adscriben otra de las árulas de la Casa de Taracena de Clunia, la encontrada en el Agro de Nogueira (Piñeiro, Toques, La Coruña), la de la Villa de los Quintanares, en Osa de la Vega (Cuenca), una hallada en Uxama Argaela y otra en la Villa de los Villares, en Santervás del Burgo (Fuentearmegil, Soria) (Fig. 205).288 284 Véanse los registros BU/Clunia03-I, BU/Clunia04-I, BU/Clunia06-I, BU/Clunia08-I, CU/Asperones01-I y TA/Tarraco08-I del catálogo. 285 Ha perdido la base, pero es de suponer que, en función del coronamiento, encajase también con las del tipo I. 286 Véanse los registros VA/Enova01-C, VA/Enova02-I y BU/Clunia09-I del catálogo. 287 Véanse los registros SE/Italica03-I y BU/Clunia05-I del catálogo. 288 Véanse los registros BU/Clunia07-I, CR/Nogueira01-I,
Este grupo presenta algunas peculiaridades, como el saliente en la parte trasera del coronamiento del árula de Itálica (Fig. 205a), en el que se realizó la inscripción; por otro lado, en la superficie de dicho coronamiento, delante del saliente, se aprecia al menos una oquedad en el extremo izquierdo, que podría haber servido, junto con dos espigas que sobresalen del resalte trasero, para la sujeción de algún tipo de elemento escultórico. El árula de la Villa de los Quintanares (Fig. 205e) presenta un foculus rebajado que no está cerrado en la parte delantera, lo cual incluso plantea la duda de que, en vez de para las ofrendas, el rebaje sirviera también para la colocación de una imagen de culto que, a juzgar por la inscripción, sería Mercurio (G. Baratta, 2001: 26, T8). El árula de la Villa del Agro de Nogueira (Fig. 205d) es también algo peculiar, pues carece de coronamiento y presenta un resalte y dos oquedades circulares a los lados en el remate superior, lo cual hace pensar también en la posibilidad de que hubiese servido como soporte a algún objeto, quizá, como en el caso de la Villa de los Quintanares, a una escultura de Mercurio. Por tanto, estos casos singulares del grupo de árulas pertenecientes al tipo II podrían, de hecho, ser una mezcla entre altares y pedestales de estatua. Como ocurre con las anepigráficas, existe un grupo de aras y árulas con epígrafe que han perdido el coronamiento y de las que, por tanto, no se puede saber si pertenecerían al tipo I o II. Se trata del ara asociada al sacrarium de la Casa de C. Iulius Sylvanus en Segóbriga (Saelices, Cuenca), el árula hallada en la casa sobre el antiguo foro y la encontrada en la CU/Quintanares01-I, SO/Uxama03-I y SO/Villares03-I del catálogo.
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a)
b)
d)
c)
e)
g)
f)
h)
Fig. 204. Aras y árulas con epígrafe del tipo I/Ia. a-d) Casa de Taracena, Clunia (BU/Clunia03-I; BU/Clunia04-I; BU/Clunia06-I y BU/Clunia08-I); e) Pedrera del Port, Tarragona (TA/Tarraco08-I); f-g) Villa de Cornelius, L’Ènova (VA/Enova01-C y VA/Enova02-I); h) Casa n.º 2 de Clunia (BU/Clunia09-I). [a-d) Cortesía de J. del Hoyo; e) F. Montón, 1996: 53, n.º 55; f ) R. Albiach y J. L. de Madaria, 2006: 65, n.º 1; g) ibid.: 65, n.º 2; h) Cortesía de J. del Hoyo].
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a)
c)
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e)
g)
Fig. 205. Aras y árulas con epígrafe del tipo II/IIa. a) Itálica (SE/Italica03-I); b-c) Casa de Taracena, Clunia (BU/Clunia05-I y BU/Clunia07-I); d) Villa del Agro de Nogueira (CR/Nogueira01-I); e) Villa de los Quintanares, Osa de la Vega (CU/Quintanares01-I); f) Uxama Argaela (SO/Uxama03-I); g) Villa de los Villares, Santervás del Burgo (SO/Villares03-I). [a) M. Pérez Ruiz; b) P. de Palol y J. Vilella, 1987: 32; c) ibid.: 34; d) Rodríguez Martínez, 1999, 333; e) G. Baratta, 2001: 26, T8; f) C. García Merino, 2001: lám. I.2; g) A. Jimeno, 1980: lám. VIII.2].
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a)
b)
c)
d)
f)
e)
g)
Fig. 206. Aras y árulas con epígrafe del tipo I o II. a) Segóbriga (CU/Segobriga02-I); b) Casa sobre el antiguo foro, Uxama Argaela (SO/Uxama01-I); c) Casa n.º 2, Uxama Argaela (SO/Uxama02-I); d) Villa de Gazala, Tardesillas (SO/Gazala01-I); e) Villa de San Pedro del Valdanzo (SO/Valdanzo01-I); f) Tárraco (TA/Tarraco06-I); g) Término municipal de Sagunto (VA/Saguntum01-I) [a) M. Almagro y J. M. Abascal, 1999: 163, fig. 116; b) A. Jimeno, 1980: lám. VI, fig. 2, c) C. García Merino, 2001: lám. I.1; d) A. Jimeno, 1980: lám. VIII.3; e) A. Jimeno et al., 1988-1989: 454, lám. VI.1; f) G. Gamer, 1989: lám. 3b; g) ©Archivo Fotográfico Centro CIL II].
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Fig. 207. Árula del tipo III hallada en una domus entre las C/ Lleida, Cervantes, Colón y Reding, en Tarragona (TA/Tarraco07-I) [F. Montón, 1996: 37, n.º 18]. TIPO
DECORACIÓN
PIEZAS
I/Ia
Base con plinto recto y cyma recta o inversa, invertida. Coronamiento con cyma recta o inversa y moldura recta
BU/Clunia03-I; BU/Clunia06-I; VA/Enova02-I
I/Ia
Base con plinto recto y molduras escalonadas. Coronamiento con molduras escalonadas y sobre ellas otra recta
BU/Clunia04-I; BU/Clunia08-I; BU/Clunia09-I; TA/Tarraco08-I
II/IIa
Base con filetes paralelos separados por acanaladuras; coronamiento con filetes o molduras paralelos
BU/Clunia05-I; CR/Nogueira01-I (?)
II/IIa
Base y coronamiento rectos, con o sin bisel de separación del cuerpo
CU/Quintanares01-I; SO/Uxama03-I
II/IIa
Base y coronamiento con molduras escalonadas
BU/Clunia07-I
II/IIa
Base con plinto recto y cyma recta o inversa, invertida. Coronamiento con cyma recta o inversa y moldura recta
SE/Italica03-I; SO/Villares03-I
Fig. 208. Clasificación de la decoración de las bases y los coronamientos de las aras y árulas con epígrafe, por tipos.
Casa n.º 2 de Uxama Argaela, el ara de la Villa de Gazala (Tardesillas, Soria), el árula de la Villa de San Pedro de Valdanzo (Langa de Duero, Soria) y el ara hallada entre las C/ del Governador González y de la Unió en Tarragona.289 El árula procedente del término municipal de Sagunto (Valencia) ha perdido la base casi por completo y todo el coronamiento, así como parte del cuerpo (Fig. 206).290 Del tipo III se ha documentado un único ejemplar, en la domus entre las C/ Lleida, Cervantes, Colón y
289 Véanse los registros CU/Segobriga02-I, SO/Uxama01-I, SO/Uxama02-I, SO/ Gazala01-I, SO/Valdanzo01-I y TA/Tarraco06-I. 290 Registro VA/Saguntum01-I del catálogo.
Reding de Tarragona291 y procedente, por tanto, de la misma ciudad que los otros dos ejemplares anepigráficos de este tipo (vid. sup. p. 302). Este árula es similar a la encontrada en la C/ Fortuny,292 con un rebaje semicircular en la parte superior de la pieza, con la parte más ancha abierta al frente; sin embargo, ante la ausencia de restos de fuego, cabe plantearse también que la pieza hubiera podido servir como pedestal para una estatua de Júpiter Óptimo Máximo, a quien está dedicada (Fig. 207). La decoración de la base y el coronamiento de las aras y árulas con epígrafe del tipo I resulta bastante 291 292
Registro TA/Tarraco07-I del catálogo. Véase el registro TA/Tarraco03-M del catálogo.
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Fig. 209. Árula hallada en la Casa n.º 2 de Uxama Argaela, con decoración geométrica de circunferencias [C. García Merino, 2001: fig. I.1].
homogénea. En todos los casos tienen plinto recto, que solo en el árula de la casa n.º 2 de Clunia tiene forma de aspa; sobre este plinto se desarrollan molduras escalonadas o cymas rectas o inversas. Los coronamientos son especulares, por lo que presentan cymas rectas o inversas o molduras escalonadas, según la decoración de la base; sobre ellas, se desarrolla una moldura recta, salvo en el caso de la pieza con plinto con forma de aspa. Entre las árulas del tipo II, en cambio, hay menos homogeneidad en la decoración de las bases y los coronamientos, pudiéndose diferenciar entre molduras paralelas, molduras escalonadas y bases y coronamientos rectos sin molduras (Fig. 208). Los cuerpos tienen forma cúbica, pseudocúbica u ortoédrica, salvo en el caso excepcional del árula de la Villa de los Villares, en Soria, con forma de prisma triangular.293 En la cara frontal de dicho cuerpo se desarrolla la inscripción, excepcionalmente continuada en la base294 o realizada en el coronamiento;295 el campo epigráfico aparece enmarcado solo en dos árulas procedentes de Uxama, en una de ellas con una moldura con forma de cyma recta y en la otra con una sencilla acanaladura.296 Algunas piezas presentan también algún tipo de decoración en la cara frontal o en las laterales del cuerpo, como ocurre con el árula de la Casa n.º 2 de Uxama, decorada con una circunferencia con el centro rehundido, bajo el epígrafe, así como en el centro de las caras laterales y en la base, donde se suceden 293
Registro SO/Villares03-I del catálogo. Así ocurre en los altarcillos de la Villa de los Villares de Soria y en la de Cornelius de Valencia. Registros SO/Villares03-I y VA/Enova02-I del catálogo. 295 Puede verse en el árula procedente de Itálica, registro SE/Italica03-I del catálogo. 296 Registros SO/Uxama03-I y SO/Uxama02-I respectivamente. 294
Fig. 210. Ara hallada en Tárraco, con decoración de objetos rituales en las caras laterales [G. Gamer, 1989: lám. 3c-d].
Anejos de AEspA LXVIII
ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO...
tres circunferencias, la central más grande que las laterales (Fig. 209). El ara de grandes dimensiones procedente de Tárraco está decorada en los laterales con un praeficulum y una patera umbilicata en relieve (Fig. 210). Pero la decoración más elaborada es la del árula hallada en Itálica (Fig. 205a), en la que se puede ver, en la cara frontal del cuerpo, un relieve con un altarcito de similares características a la propia pieza, coronado con una piña central y dos posibles huevos a los lados; a ambos lados del altar se ven dos serpientes, enroscadas sobre su propio cuerpo, en actitud de engullir los posibles huevos, en una composición que se asemeja a las atestiguadas en muchos lararios pictóricos pompeyanos297 y en el altar de la Casa n.º 2 de Ampurias.298 Precisamente la semejanza de esta decoración con las escenas de serpientes propias de los lararios pictóricos avala la probable relación de la pieza con el culto doméstico, a pesar de carecer de contexto de procedencia y de que algunos autores hayan relacionado las serpientes con el culto a Asclepio (A. García y Bellido, 1960a: 25; M. Martínez Munilla, 1951: 209). Por otro lado, la similitud del árula representada en el relieve con la propia pieza lleva a pensar en la posibilidad de que esta se completase con la presencia de elementos escultóricos exentos, que reprodujeran los frutos sobre el altar o las serpientes acercándose a ellos, sujetos mediante las espigas de bronce que sobresalen del resalte del coronamiento o encastrados en la oquedad de la superficie superior de este (Fig. 205a). De forma similar a lo hecho con las arae y arulae anepigráficas, la decoración que presentan estas piezas se puede clasificar de la siguiente forma (Fig. 211): TIPO DE DECORACIÓN
VARIANTES
Geométrica
Marco, circunferencia
Objetos rituales
Pátera, praeficulum
Escenas religiosas
Serpientes acercándose a un altar con ofrendas alimenticias
Fig. 211. Decoración en relieve de las aras y árulas con epígrafe.
Sobre los remates superiores cabe realizar también alguna puntualización. En el caso de las piezas del tipo I o Ia, solo el ara encontrada en el tablinum de la Villa de Cornelius tiene los pulvini colocados 297 298
Véanse las Figs. 53 y 58 del capítulo III. Véase el registro GE/Emporiae03-E del catálogo.
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Fig. 212. Árula hallada en la zona de servicio de la Casa de Taracena, en Clunia (BU/Clunia03-I) vista desde arriba [Cortesía de J. del Hoyo].
en los extremos laterales (Fig. 204g), mientras que en el resto aparecen centrados en la parte superior del coronamiento, dejando una especie de marco liso alrededor, de lo cual el ejemplo más claro es el ara encontrada en una estancia de servicio en la Casa de Taracena de Clunia (Fig. 212). En las aras y árulas del tipo I de Clunia, los pulvini se prolongan hacia el interior en una superficie cóncava con función de foculus, de manera que pulvini y foculus se convierten en un único elemento (Fig. 213);299 solo el ara procedente de una estancia de servicio de la Casa de Taracena presenta, sobre dicha superficie cóncava, un foculus en relieve con forma de patera umbilicata (Fig. 212). El árula del tipo Ia de la Casa n.º 2 de Clunia tiene unos pulvini algo peculiares, pues están rebajados en la parte exterior, creando un espacio cóncavo y dándole al pulvinus un perfil en S; el frontón triangular presenta un remate doble, y el foculus está delimitado por una circunferencia en relieve (Fig. 214). El ara del tipo Ia de la Villa de Cornelius en L’Ènova (Valencia) 299 Registros del catálogo BU/Clunia03-I, BU/Clunia04-I, BU/Clunia06-I y BU/Clunia 08-I del catálogo.
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Fig. 213. Vista superior de una de las árulas halladas en la Casa de Taracena, en Clunia [Cortesía de J. del Hoyo].
Fig. 214. Vista superior del árula hallada en la Casa n.º 2 de Clunia [Cortesía de J. del Hoyo].
tiene un frontón semicircular y un foculus cuadrado entre los pulvini (Fig. 204g). Entre las aras y árulas del tipo II, los foculi son lisos (Fig. 205b), con relieve (Fig. 205c, 205g) o en rebaje (Figs. 205a, 205e, 205f). Rebajado está también el posible foculus de la única arula del tipo III (Fig. 207). Como ocurre con las aras y árulas anepigráficas, también en algunas casas se produce una especial concentración de estas piezas con epígrafe. Este fenómeno es especialmente llamativo en la Casa n.º 1 o de Taracena, en Clunia, donde se han documentado cuatro árulas y dos aras con epígrafe;300 en la Villa de Cornelius, en L’Ènova, se han encontrado dos aras.301 En los dos casos, las divinidades a las que se dedican son distintas entre sí: en la Casa de Taracena se han documentado con seguridad una dedicación a Júpiter Óptimo Máximo y otra a las Matres, mientras que en una tercera no se explicita la divinidad y en el resto el epígrafe está demasiado perdido como para conocer este dato;302 en la Villa de Cornelius, las divinidades nombradas en
los epígrafes son Hércules Invicto y Júpiter Óptimo Máximo. Esta variedad de divinidades documentadas en los epígrafes de una misma casa podría corroborar la hipótesis ya planteada en relación con las árulas anepigráficas de que cada ara y los sacrificios realizados en ella se dedicaran a divinidades distintas (vid. sup. p. 312). Los hallazgos del sacrarium de la Villa de Cornelius, en L’Ènova, demuestran, sin embargo, que al menos no para todas las aras se puede plantear un valor como representaciones anicónicas de los dioses venerados, pues junto al ara dedicada a Hércules se encontró un fragmento de escultura del héroe.
300
Registros BU/Clunia03-I a BU/Clunia08-I del catálogo. Registros VA/Enova01-C y VA/Enova02-I del catálogo. Registros BU/Clunia03-I, BU/Clunia04-I y BU/Clunia08-I del catálogo. 301
Placas Se han documentado tres placas con inscripciones asociadas al culto, dos en la Bética y una en la Tarraconense (Tabla 21; Fig. 215a-c). Las dos béticas proceden de ámbito urbano, Abdera (Adra, Almería) y Carteia (San Roque, Cádiz),303 mientras que la tarraconense procede de la Villa de los Villares,
302
303
Registros AM/Abdera01-I y CA/Carteia02-I del catálogo.
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ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO...
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a)
b)
c)
Fig. 215. Placas con inscripción. a) Abdera (Adra, Almería); b) Casa de la Torre del Rocadillo, Carteia (San Roque, Cádiz); c) Villa de Los Villares (Quintana del Marco, León) [a) J. Lázaro, 1980: lám. I; b) F. Presedo et al., 1983: fig. 144; c) © Archivo fotográfico Centro CIL II].
en Quintana del Marco (León).304 Solo de la placa de Carteia se conoce el contexto del hallazgo, la habitación C de la Casa de la Torre del Rocadillo, probablemente una estancia de representación; en el atrio de la misma casa se ha documentado un posible larario tipo nicho.305 Entre las tres piezas abarcan una cronología del s. I al III d.C., pues la placa de Abdera se ha fechado a mediados del s. I d.C., la de Carteia en el s. II d.C. y la de la Villa de los Villares en el s. II o III d.C., siendo quizá más probable la datación del s. III por el hecho de que el resto de materiales de la villa son de los siglos III-IV d.C. No existe homogeneidad en este grupo de soportes, ni en el material, ni en la forma ni en las dimensiones. El material de fabricación es la piedra en los dos casos béticos, caliza para la placa de Abdera y mármol para la de Carteia; la placa de la Villa de los Villares es de plata. Esta última tiene forma ovalada, frente a la rectangular de las otras dos. La placa de los Villares mide 4,5 cm de ancho, 0,3 cm de grosor y 8,5 cm de altura, frente a los 304 305
Registro LE/Villares01-I del catálogo. Véase el registro CA/Carteia01-E del catálogo.
Fig. 216. Aedicula situada en el peristilo de la Casa di Epidius Rufus, en Pompeya [G. K. Boyce, 1937: lám. 29.2].
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50,5 cm de anchura, 5 cm de grosor y 17,5 cm de altura de la placa de Abdera; la de Carteia tiene unas dimensiones intermedias de 12,4 cm de anchura, 2 cm de grosor y 14,4 cm de altura. El hecho de que en la inscripción de la placa procedente de Abdera se haga referencia a una aedicula hace pensar en la posibilidad de que la pieza estuviese encastrada en un larario de este tipo, de forma similar a lo que ocurre en la aedicula de la Casa di Epidius Rufus en Pompeya (IX, 1, 20), en cuyo podium hay inserta una placa con la inscripción Genio · M · N · et / Laribus / 3 duo · Diadumeni / liberti (Fig. 216; G. K. Boyce, 1937: 79-80, n.º 385), similar, de hecho, a la que presenta la pieza hispana: C(---) C(---) N(---) / Suauis · l(ibertus) · et ·/ 3 Faustus · vilic(us) Lar(es) et Genium / cum aedicula primi in familia d(e) s(uo) d(ant) d(edicant) (CIL II: 1980 + S. 877). Sin embargo, sobre la primera línea, que resulta aún incierta, se han planteado diversos desarrollos, en función de los cuales no siempre se vincula esta placa al culto doméstico. Algunos autores, comenzando por Emil Hübner en su edición del CIL, han interpretado las iniciales C C N como abreviatura de algún collegium público, al cual pertenecerían Suavis y Faustus, como cabezas de la propia familia que sería el collegium. Así, se ha propuesto que se trate de un collegium dedicado a Némesis —C(ultorum) C(ollegii) N(emesis) (E. Hübner en CIL II: 1980 + S. 877)—, a Neptuno —C(ultorum) C(ollegium) N(eptuno) (G. Fabre, 1973: 429)— o incluso a Mitra —C(auti) C(autopati) N(uminibus) (S. Mariner apud J. A. Tapia, 1989: 34). Ciertamente, el término villicus puede aplicarse a agentes subalternos de las diversas administraciones públicas (G. Lafaye en Daremberg-Saglio V, s. v. Villicus: 893) y, en este sentido, se encuentran diversas inscripciones repartidas por el Imperio en las que villici públicos hacen dedicaciones a los Lares y al Genius, como la procedente de Tifernum Mataurense (San Martino Vecchio, Italia): [Geni]o ordinis Fort[i] / [Fort]unae Lar[i]bus /3 sacr(um) [perm]issu decurionum / [3]us vilicus p[ub(licus)] / [6] / culto[ribus] (AE, 2004: n.º 539). En otros casos, similares al de Abdera, no se especifica, en cambio, si el villicus es privado o público. Es lo que ocurre en las inscripciones halladas en Careiae (Tragliatella, Italia), Melite (Polace, Croacia) o Carseoli (Carsoli, Italia): Iucundus vilic(us) / Laribus et / 3 Fortunae d(onum) d(edit).306
Anejos de AEspA LXVIII
Pro salute / C(ai) Balbinian / 3i templum cu / m portico(!) ad / ampliavit M / 6agnus vilic / us Libero Pat(ri) / libe(n)s fecit.307 Philargurus vilicus Corri / aed(em) Lar(ibus) d(e) s(ua) p(ecunia) f(aciendum) c(uravit).308 En los dos últimos casos, de Melite y Carseoli, parece por la referencia al patrón que el villicus es privado y que dedica, como en Abdera, un espacio sagrado para el culto doméstico, lo cual está en relación directa con la propuesta realizada por algunos investigadores de interpretar la pieza hispana en clave privada. En este sentido, Theodor Mommsen interpretó las abreviaturas C C N como los tria nomina del dominus de Suavis y Faustus (CIL II: 1980 + S. 877), propuesta que han seguido autores como Pedro Rodríguez Oliva (1985: 188) o Guillermo Fatás, para el cual es imprescindible en la inscripción la presencia del patrono, «sin cuyo permiso es prácticamente imposible que pudiera hacerse esta ofrenda» (G. Fatás, 1978: 115, n. 7). Rafael Portillo y otros (1985: 213) han propuesto, en cambio, que se trate de los preanomina de dos patrones: Caii Nostri. La propuesta original de Mommsen soluciona la cuestión de que Suave y Fausto, un siervo y un liberto, no hagan referencia a su filiación mediante el praenomen y el nomen. La familia, en este caso, sería la familia rustica a cargo del villicus, el encargado, de hecho, de organizar para esta las fiestas tradicionales (G. Lafaye en Daremberg -Saglio V, s. v. Villicus: 892) y que jugaba un papel destacado en el ritual religioso doméstico de la villa por delegación del dominus, como Catón explica en su tratado (Cato, agr. 143). Algunos autores (J. M.ª Santero, 1978: 46, 153, n.º 15; V. M. Smirin, 1987: 47) han querido ver, precisamente a partir de esto, en las abreviaturas C C N una referencia a un collegium familiar, que aglutinase a los siervos y libertos que trabajaban en la villa, asociando de esta forma la primera línea de la inscripción a Suavis como c(urator) c(ollegii) n(nostri) (H. Schulze-Oben, 1989: 183-185). La inscripción sería equiparable, en este sentido, a la encontrada sobre un cipo en la Casa de Asinio Rufino, en Acholla (Túnez), y dedicada por los cultores domus a sus amos309 (Y. Thébert, 2000: 359). El problema de la inscripción abderitana radica en la atípica presencia del cargo antes que el propio nombre del siervo. En resumen, la interpretación del villicus y de la 307
AE, 1990, n.º 792. CIL IX, 4053 = CIL I, 1825 (p. 1047) = ILLRP 197 (p. 321). En el peristilo de esta casa se ha documentado un sacrarium (vid. sup. p. 248). 308
309
306
AE, 1999, n.º 634.
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Fig. 217. Bloque de piedra con inscripción hallado en la Rambla de la Boltada (Cartagena-La Unión, Murcia) [M. Pérez Ruiz].
familia en clave pública es verosímil a partir de la comparación con otras inscripciones aparecidas en el mundo romano. Sin embargo, en nuestra opinión, el desarrollo de las abreviaturas de la primera línea parece ajustarse mejor a las propuestas que asocian la pieza al ámbito privado, siendo las que la relacionan al público más forzadas. Por esta razón, parece probable que la placa de Abdera formase parte de algún templete de culto doméstico dedicado al dominus por dos miembros dependientes de su familia, lo cual, por otro lado, no es un caso único, como demuestran no solo los ejemplos de Melite y Carseoli a los que nos acabamos de referir, sino también el ara, posiblemente dedicada al culto doméstico, encontrada en Tarragona entre las C/ Governador González y de la Unió.310 La placa de la Villa de los Villares, en León, de solo tres milímetros de grosor, pudo también estar encastrada en algún tipo de soporte, tal vez un pedestal de estatua en el que se reprodujese la imagen del Marte Tileno al que hace referencia la inscripción, realizada con letras de oro aplicadas sobre la placa, de las que solo queda la huella (Fig. 215c). En Carteia, la placa es el tipo de soporte más abundantemente documentado para la epigrafía de la ciudad (J. del Hoyo, 2006), por lo que no resulta extraño que fuera el elegido para la realización de la inscripción que nos ocupa, sin que haya indicios de que estuviese encastrada a su vez en otro soporte.
Elementos arquitectónicos Los elementos arquitectónicos con inscripciones de culto doméstico documentados son dos, uno de ellos en la provincia Bética y otro en la Tarraconense.311 El
ejemplar bético, hallado en una domus de Córduba, procede claramente de un ámbito urbano, mientras que el tarraconense se encontró reutilizado en una casa moderna de la Rambla de la Boltada (Cartagena-La Unión, Murcia), en una zona en la que resulta más probable que el ámbito de procedencia fuera rural, aunque no es posible asegurarlo por las circunstancias del hallazgo (Tabla 22). El caso cordobés es una columna de pequeñas dimensiones, mientras que en la Rambla de la Boltada se halló un bloque de piedra, ambos probablemente parte de estructuras de culto. Ambos son también los testimonios más antiguos de inscripciones asociadas al culto doméstico en las provincias Tarraconense y Bética, pues la columnita se ha fechado entre la segunda mitad del s. I a.C. y principios del s. I d.C. y el bloque en el último cuarto del s. I a.C. Coinciden en el tiempo, por tanto, con los primeros testimonios de lararios en las mismas provinciae (vid. sup. pp. 274-275), entre los cuales se encuentra el sacrarium de la Casa de la Fortuna en Carthago Nova,312 geográficamente cercano al lugar donde se encontró el bloque de piedra. Las divinidades a las que hacen referencia las inscripciones sobre estos elementos arquitectónicos son dos de las principales y más antiguas veneradas en el culto doméstico romano, el Genius en el caso de la columnita de Córduba y los Lares en el del bloque de la Rambla de la Boltada. La columnita, actualmente perdida, estaba realizada en mármol y presentaba como única inscripción la palabra Genius en la basa (A. Blanco, 1983: 6, n. 6).313 Se encontró entre los restos de una casa romana, sin que se conozca el lugar exacto de procedencia. Dado que en la descripción de la columna se 312
310
Véase el registro TA/Tarraco06-I del catálogo. 311 Registros CO/Corduba02-I y MU/RamblaBoltada01-I del catálogo.
Véase el registro MU/CarthagoNova02-E del catálogo. En CIL II2/7: n.º 226 se propone la lectura Genio, pero la pieza no se vio directamente, como si parece haberlo hecho A. Blanco (1983). 313
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MARÍA PÉREZ RUIZ
subrayan sus reducidas dimensiones (ibid.), cabe la posibilidad de que se tratase de parte del cuerpo de una aedicula construida en dicha casa. El bloque de piedra de la Rambla de la Boltada (Fig. 217), realizado en micrita gris, apareció reutilizado en una casa moderna. La interpretación como una pieza de culto doméstico se hace, por tanto, con reservas, ya que se basa únicamente en la inscripción que presenta en la cara frontal: Sex(tus) · Numisius · l(ocum) · s(anctum) · Larib[us] / et · signa · et · aram · faciun[dam] / 3 coiravit · et · eisdem · dedic[avit]. La dedicación a los Lares hace verosímil la asociación al ámbito doméstico, pero no la convierte en la única posibilidad, ya que estas divinidades tienen también una dimensión pública, ampliamente documentada epigráficamente en la Península Ibérica (I. Portela, 1984: 157-167). La referencia a un locum sanctum dedicado a estas divinidades, así como a un ara y a signa, encaja también de forma verosímil con una capilla de culto doméstico, posiblemente un sacrarium o un sacellum, dentro del cual se habría colocado un altar de obra o un altarcito portátil y las imágenes de las divinidades veneradas, los Lares con toda probabilidad y quizá alguna otra, que el dedicante y las personas que utilizaron dicha capilla sabrían bien cual era, ya que no aparece especificada en la inscripción. Ya otros investigadores han abogado por la dimensión privada de esta pieza (A. Beltrán Martínez, 1950: 257-258; J. A. González Ballesteros, 2003: 19-20), interpretándola como la parte superior del podium de una aedicula (Fig. 218). Se basan para ello en la presencia de cuatro rebajes en la parte superior, dos más pequeños en el centro y adelantados y otros dos mayores en los extremos (Fig. 219); precisamente, se ha supuesto que estos dos últimos rebajes sirvieron de base para el encaje de sendas columnas, que soportarían a su vez la cubrición de la aedicula. Sin embargo, no se conocen paralelos de aediculae con las columnas encastradas en rebajes, sino que estas descansan directamente en la superficie superior del podium; solo la aedicula en el interior del sacrarium de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis,314 muestra claramente la realización de oquedades para las columnas, pero se trata de un caso particular, pues la base de apoyo para estas parece lo suficientemente estrecha como para que necesitaran una sujeción adicional. Por otro lado, la superficie de los rebajes es irregular (Fig. 220), por lo que no parece apta como punto de apoyo. Por las mismas razones, las oquedades más 314
Véase el registro ZR/Bilbilis02-E del catálogo.
Anejos de AEspA LXVIII
Fig. 218. Propuesta reconstructiva del bloque como una aedicula [J. A. González Ballesteros, 2003: 19].
Fig. 219. Bloque de piedra de la Rambla de la Boltada, visto desde arriba [M. Pérez Ruiz].
Fig. 220. Detalle de una de las cazoletas grandes de la parte superior de la pieza [M. Pérez Ruiz].
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b)
a)
c)
Fig. 221. Sacrarium en el atrio secundario de la Casa del Centenario, en Pompeya. a) Vista general; b) Interior del nicho; c) detalle de la cazoleta practicada en la superficie de apoyo del nicho [M. Pérez Ruiz].
pequeñas no pudieron servir para la colocación de las esculturillas a las que se hace referencia en la inscripción. La posibilidad de que este bloque forme parte de una aedicula resulta factible únicamente, por tanto, si se lo considera solo el remate frontal del podium, que tendría un desarrollo posterior en el que descansarían las columnas del cuerpo y en el que estarían colocadas las esculturas. Los rebajes parecen más bien cazoletas para ofrendas, de forma similar a la que se conserva en la base del nicho en el interior del sacrarium de la Casa del Centenario, en Pompeya (IX, 8, 3.6; Fig. 221). Otra interpretación propuesta es que la pieza forme parte de la misma ara de la que se habla en la inscripción (J. M. Abascal y S. Ramallo, 1997: 471), lo cual resulta quizá más probable que la opción de la aedicula, ya que a esta última no se hace mención. La función de las cazoletas sería la que ya se ha propuesto. Puesto que se habla también de un locum sanctum, cabe proponer, como hipótesis reconstructiva del contexto del bloque de la Rambla, un sacrarium similar al conservado en la Casa di M. Pupius Rufus315 315
Véase la Fig. 67 del capítulo III.
(VI, 15, 5), un espacio con dos altares de obra en el interior y tres nicho detrás, en la pared de fondo. En el caso de la Rambla de la Boltada, el altar sería uno en vez de dos y de él formaría parte el bloque con la inscripción; la presencia de nichos en la pared de fondo del hipotético sacrarium es verosímil pero no hay datos al respecto.
DIVINIDADES
DOCUMENTADAS
Las inscripciones son el grupo de testimonios de culto doméstico a través del cual se ha documentado un mayor número de divinidades veneradas en las viviendas béticas y tarraconenses, once en total, algunas con diferentes epítetos (Fig. 222). En prácticamente todos los epígrafes conservados aparece el nombre de la divinidad a la que se dedicó. Solo en una de las árulas halladas en la Casa de Taracena, en Clunia (Peñalba de Castro, Burgos),316 es evidente que la divinidad no estaba explicitada, ya que todo el campo epigráfico lo ocupa la palabra sac(rum). Otras dos árulas y un ara de la misma casa 316
Registro BU/Clunia08-I del catálogo.
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MARÍA PÉREZ RUIZ
Anejos de AEspA LXVIII
Nº TOTAL DE EPÍGRAFES
EPÍGRAFES EN LOS QUE APARECE
Lares
5
AM/Abdera01-I; MA/Mantua01-I; MU/ RamblaBoltada01-I; TA/Tarraco06-I; VA/Saguntum01-I
Genius
3
AM/Abdera01-I; CO/Corduba02-I; TA/Tarraco06-I
Fortuna
1
SO/Uxama01-I
Hércules
2
CU/Montiel01-I; SO/Gazala01-I
Hércules Invicto
1
VA/Enova01-C
Júpiter Óptimo Máximo
7
BU/Clunia03-I; SO/Uxama02-I; SO/Uxama03-I; SO/Villares03-I; TA/Tarraco07-I; TA/Tarraco08-I; VA/Enova02-I
Marte
1
SO/Valdanzo01-I
Marte Tileno
1
LE/Villares01-I
Matres
2
BU/Clunia04-I; BU/Clunia09-I
Mercurio
2
CR/Nogueira01-I; CU/Quintanares01-I
Minerva
1
CU/Asperones01-I
Minerva Augusta
1
CA/Carteia02-I
Tutela
1
TA/Tarraco06-I
Zeus Theos Megistos
1
CU/Segobriga02-I
DIVINIDAD VENERADA
Fig. 222. Divinidades documentadas en epígrafes asociados al culto doméstico en las provincias Bética y Tarraconense.
están demasiado deterioradas como para poder saber si se aludía en las inscripciones a algún dios,317 aunque algunos autores han propuesto lecturas que indican a Neptuno (P. de Palol y J. Vilella, 1987: 32, n.º 20) o a Minerva (J. M.ª Solana y L. Hernández Guerra, 2000: 247, n.º 63), el primero no atestiguado en ningún otro epígrafe de culto doméstico. En los dos casos, los restos de inscripción conservados en las árulas son tan escasos que las lecturas propuestas resultan bastante arriesgadas. Finalmente, el árula encontrada en Itálica318 tiene una rotura en el resalte del coronamiento en el que está la inscripción, zona en la que algunos autores consideran que estaría el nombre de la divinidad (A. Canto, 1985: 155-156, n.º 18; CILA 3, 1991: 34-35, n.º 360), aunque también es posible que este no apareciese. La divinidad con mayor presencia epigráfica es Júpiter Óptimo Máximo, con siete dedicaciones repartidas por las zonas norte y este de la Tarraconensis, en las ciudades de Clunia, Uxama Argaela y Tárraco y en las villas de Los Villares (Santervás del Burgo, 317 Registros BU/Clunia05-I, BU/Clunia06-I y BU/Clunia07-I del catálogo. 318 Registro SE/Italica03-I del catálogo.
Fuentearmegil, Soria) y de Cornelius, en L’Ènova (Valencia).319 En Uxama, en una de las dos árulas la dedicación a Júpiter es hipotética a partir del fragmento de palabra -servatori, que se ha interpretado como Conservatori y que haría referencia precisamente a Iovi Optimo Maximo, cuyo nombre aparecería en la parte perdida de la pieza (Fig. 206c). Precisamente, en la inscripción del árula de la Villa de Los Villares, también en Soria, se puede leer este epíteto asociado a Júpiter Óptimo Máximo (Fig. 205g). En el árula encontrada en la Pedrera del Port, en Tarragona, el nombre del dios va acompañado del epíteto Capitolino (Fig. 204e). Las siguientes divinidades más presentes en epígrafes son los Lares, con cinco dedicaciones, una de ellas en la Bética y el resto en la Tarraconense.320 La cronología de estos epígrafes abarca desde el último cuarto del s. I a.C. hasta la segunda mitad del s. II d.C. En todos los casos se alude a los Lares en plural, lo cual es especialmente significativo en el caso del 319 Registros BU/Clunia03-I, SO/Uxama02-I, SO/Uxama03-I, TA/Tarraco07-I, TA/ Tarraco08-I, SO/Villares03-I y VA/Enova02-I. 320 Registros AM/Abdera01-I, MA/Villamanta01-I; MU/RamblaBoltada01-I; TA/Tarraco06-I; VA/Saguntum01-I.
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epígrafe de la Rambla de la Boltada, en Murcia, pues se fecha en el último cuarto del s. I a.C., es decir, poco después de que aparezcan las primeras referencias textuales en plural a los Lares domésticos, en la obra de Cicerón, y sin que aún hayan desaparecido las alusiones al Lar único, como se puede ver en los poemas de Tibulo (vid. sup. p. 44). Tampoco los epígrafes de época republicana con alusiones a los Lares en plural son muy abundantes, a juzgar por los dos únicos casos recogidos en el CIL I, ambos aparentemente asociados al ámbito público (CIL I, 2820; CIL I, 3180). Cabe, por tanto, plantearse dos cuestiones. Por un lado, si, en función de la ausencia aparente de otros testimonios tan tempranos de epígrafes hispanos dedicados a los Lares domésticos en plural, el de la Rambla de la Boltada sería público o privado, duda que ha sido ya expresada al abordar la pieza más arriba. Por otro lado, si, dando por hecho que la pieza fuera doméstica como se propone aquí, el concepto de dios Lar llegó a la Península Ibérica ya en plural, como una pareja, y, por tanto, en este ámbito no se conoció al Lar familiaris original en singular. Iconográficamente, en Hispania se han documentado los dos tipos de Lares más comunes, el que muestra una actitud danzante, o tipo I, y el que presenta una pose más serena, o tipo II.321 Se ha tendido a identificar el tipo I con la representación de los Lares compitales y el tipo II con la del Lar familiaris; sin embargo, se ha visto ya al abordar la naturaleza y atribuciones de esta divinidad (vid. sup. p. 46), que existen serias dificultades para aplicar esta lectura iconográfica, por lo que la presencia en Hispania de ambos tipos no arroja luz a la pregunta planteada. La antigüedad del bloque de piedra de la Rambla de la Boltada convierte además a los Lares en una de las primeras divinidades atestiguadas epigráficamente en ámbito doméstico en las provincias Bética y Tarraconense, junto con el Genius, al que se hace alusión en la basa de la columnita encontrada en la domus de la C/ Ramírez de las Casas Deza, en Córdoba. Precisamente estas divinidades, documentadas en los testimonios epigráficos hispanos de culto doméstico más antiguos, coinciden con las más comúnmente representadas en los lararios itálicos (vid. sup. p. 104) y se encuentran a la vez entre las principales recep-
toras de la veneración doméstica, como se ha dicho al analizar sus soportes. La información que ambos testimonios aportan sobre la introducción de la veneración de divinidades domésticas propiamente itálicas entre la población indígena peninsular en un momento relativamente temprano es, sin embargo, limitada, pues el epígrafe de la Rambla de la Boltada fue realizado por un miembro de la familia de los Numisios, asentada en Carthago Nova y dedicada a la explotación de las minas del entorno (M. Koch, 1988: 406), y de la columnita cordubense con la inscripción Genius no se conoce el oferente. El Genius es la siguiente divinidad más abundante en los epígrafes votivos domésticos, junto con Hércules, con tres dedicaciones cada uno. El Genius se ha atestiguado en dos ocasiones en la Bética y en una en la Tarraconense322 y solo en un caso, en la columnita de Córduba, aparece solo, mientras que en los otros dos epígrafes se acompaña de los Lares y, en uno de ellos, también de Tutela. Junto con los Lares, el Genius es la única divinidad que aparece en los tres tipos de soporte con inscripciones votivas domésticas: arae y arulae, placas y elementos arquitectónicos. Hércules solo ha aparecido en inscripciones votivas domésticas de la Tarraconensis, en todos los casos en ámbito rural y sobre soporte de ara, en las villas de Cornelius (L’Ènova, Valencia), de las cercanías de Montiel (Ciudad Real) y de Gazala (Tardesillas, Soria).323 La hallada en el sacrarium de la Villa de Cornelius es la única procedente de un contexto de larario, como se ha dicho en más ocasiones, y gracias a ella y a la escultura encontrada en el mismo lugar se sabe que esta capilla estaba dedicada al héroe. El epígrafe aporta un dato más, pues en él Hércules aparece acompañado del epíteto Invicto, el más frecuente entre los que se le atribuyen en la Península Ibérica según algunos autores (J. Corell, 2006: 135-136, n.º 81), si bien todos los casos salvo este proceden de la Baetica.324 También en la Villa de Cornelius se ha encontrado un ara dedicada a Júpiter Óptimo Máximo, en el tablinum, lo que la convierte en el único contexto doméstico, junto con la Casa de Taracena de Clunia, donde ha aparecido más de un testimonio epigráfico de culto.
321 Responden al tipo I el Lar hallado en Axati (Lora del Río, Sevilla) y el procedente de Linares (Jaén) (AA.VV., 1990: 239, n.º 142; I. Portela, 1984: 168-169, fig. 5; A. García y Bellido y M.ª P. García-Bellido, 1993: 266, lám. 293, 1; P. Rodríguez Oliva, 1994: 25). Son del tipo II el Lar encontrado en Vilauba (GE/Vilauba01-M) y el excepcional Lar de piedra hallado en las cercanías de Mérida (M. Pérez Ruiz: 2008).
322 Registros AM/Abdera01-I, CO/Corduba02-I y TA/Tarraco06-I en el catálogo. 323 Registros VA/Enova01-C, CR/Montiel01-I y SO/Gazala01-I del catálogo. 324 Dato extraído de la base de datos epigráfica ClaussSlaby. Disponible en: http://oracle-vm.kueichstaett.de:8888/ epigr/epiergebnis_es [Consulta: 10/08/2010].
340
MARÍA PÉREZ RUIZ
En el ara dedicada a Hércules no hay fórmula ritual, presuntamente perdida por la rotura de la pieza. Sí las hay en los de las villas en las cercanías de Montiel (Ciudad Real) y de Gazala (Tardesillas, Soria), muy similares entre sí: votum fecit libens merito y votum solvit libens merito.325 En estas dos villae, a diferencia de la de L’Ènova, se desconoce el lugar exacto del hallazgo. Respecto al epíteto Invicto que acompaña a Hércules en el epígrafe de L’Ènova, se trata de la acepción propia del héroe en el culto doméstico romano, según el estudio realizado por Antonella Coralini (2001: 59): «L’Ercole della sfera del culto ha infatti l’aspetto e il significato dell’Hercules Invictus, dell’eroe già ammesso fra gli Dei Consentes». Otras divinidades documentadas en epígrafes son Marte, las Matres, Mercurio y Minerva, con dos casos cada uno. De los epígrafes dedicados a Marte, el de la Villa de San Pedro de Valdanzo, en Langa de Duero (Soria),326 resulta algo dudoso, pues solo se han conservado las últimas letras del nombre de la divinidad. El encontrado en la Villa de los Villares de Quintana del Marco (León) se refiere a esta divinidad como Marte Tileno, con un epíteto que ha suscitado diversas lecturas por su origen no itálico. Para numerosos investigadores, Tileno es un término indígena que pone de manifiesto un fenómeno de sincretismo (C. Blánquez, 1986: 230-231), asociado a la presencia cercana del actual monte Teleno. En función de ello, algunos autores apuntan la posibilidad de que Tileno sea el nombre de un dios indígena de la guerra, lo cual explicaría que el sincretismo se produjera con Marte y no con Júpiter, que es quien suele identificarse con las montañas divinizadas (A. Quintana, 1969: 73-76, n.º 21; M.ª L. Albertos, 1983: 485). Tileno podría identificarse, según esto, con Cosus, el gran dios indoeuropeo de la guerra y del cielo, vinculado con ciertos montes y que, después de la conquista romana se equipara con Júpiter o Marte. La denominación del dios como Tileno se habría producido como resultado de la imponente presencia del monte en el entorno (J. M.ª Blázquez, 1962: 126; A. Quintana, 1969: 73-76, n.º 21). Otros autores, en cambio, consideran que no es el monte el que le dio el nombre al dios, sino que un dios indígena le dio su nombre al lugar en el que era venerado, como demostraría el hecho de que otros montes repartidos por la Península Ibérica e incluso en Francia compartan la misma denominación. Por 325 326
Véanse registros CU/Montiel01-I y SO/Gazala01-I. Véase el registro SO/Valdanzo01-I del catálogo.
Anejos de AEspA LXVIII
tanto, sería este dios Tileno el que habría sufrido el fenómeno de interpretatio como Marte, por las similitudes entre ambos (F. J. Lomas, 1989: 135, n.º 22; T. Mañanes, 1982: 1245, n.º 121). En la mayoría de estas interpretaciones del dios, se considera a Marte Tileno como una divinidad de advocación guerrera, pero algunos investigadores abogan porque se trate de un dios protector de la agricultura, de modo que el sincretismo se habría producido por la dimensión agrícola de Marte y no por la guerrera (C. Blánquez, 1986: 230-231). Finalmente, Julio Mangas plantea la posibilidad de que el epíteto Tilenus no sea de origen indígena hispano en absoluto. Se basa en su argumentación en el hecho de que se ha documentado epigráficamente en la antigua región de Lidia, en un ara dedicada a Apollon Tillénos, fechada entre 167-166 a.C., y en una inscripción funeraria con el topónimo Tillo, de 104-105 d.C. Puesto que tanto el monte Teleno como la villa en la que se encontró la plaquita se encuentran en una zona de importante presencia militar y civil romana, asociada a la explotación de las minas de Las Médulas, J. Mangas (1996: 487) se plantea la posibilidad de que la veneración a Marte Tileno hubiera llegado a la zona desde Asia Menor de la mano del ejército, aunque no descarta un caso de homotoponimia. De ser acertada esta última interpretación del origen de Marte Tileno, las dos árulas dedicadas a las Matres son los únicos testimonios epigráficos evidentes de veneración doméstica a divinidades indígenas, aunque de ascendencia indoeuropea. Las dos proceden de Clunia327 (Peñalba de Castro, Burgos) y las dos se fechan en el s. II d.C., en un momento, por tanto, en el que Hispania llevaba ya varios siglos formado parte del Imperio Romano. La cuestión que se plantea ante este hecho es si las divinidades indígenas se quedaron, por lo general, al margen de la religión doméstica en época romana, o si en la casa fueron normalmente veneradas a través de la divinidad romana con la que se sincretizaron. Sobre ello se volverá más adelante. En la ciudad de Clunia se produce una concentración especialmente alta de epígrafes dedicados a las Matres —siete en total—, lo cual no es extraño si se tiene en cuenta que las inscripciones dedicadas a estas diosas son un fenómeno especialmente característico del Conventus Cluniensis y de su entorno (F. Beltrán Lloris y B. Díaz Ariño, 2007: 31, 37). Según diversos 327 Véanse los registros BU/Clunia04-I y BU/ Clunia09-I en el catálogo.
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investigadores, el carácter salutífero de las Matres asociado al agua parece claro (ibid.: 37-38; J. GómezPantoja, 1999: 424-425), por lo que la existencia de aguas subterráneas en el subsuelo de la ciudad, a las que se accedía por medio de pozos realizados en las propias casas, habría creado una especial cercanía con estas diosas. Esto explicaría su veneración doméstica, además de la pública, que se ha puesto en relación con el santuario de la «Cueva de Román» (F. Beltrán Lloris y B. Díaz Ariño, 2007: 37-38), si bien algunos autores creen que todos los epígrafe dedicados a las Matres en Clunia estaban vinculados de alguna manera a dicho santuario y tenían, por tanto, un carácter público (J. Gómez-Pantoja, 1999: 429). Pasando a Mercurio, este es uno de los dioses con mayor presencia en el culto doméstico hispano, si se suman los testimonios escultóricos (vid. sup. p. 287) y los epigráficos, aunque todos los casos se han hallado en la provincia Tarraconense. Los epígrafes, sin embargo, son bastante menos abundantes que las esculturas, pues suman dos casos frente a los siete de la plástica. Ambos proceden de ámbito rural, de las villas del Agro de Nogueira, en La Coruña, y de la de Los Quintanares, en Cuenca,328 zonas en las que, en cambio, no hay esculturas de esta divinidad contextualizadas en viviendas. Minerva, a diferencia de Mercurio, está documentada solo en epígrafes, uno de ellos en la Bética, en la Domus de la Torre del Rocadillo de Carteia (San Roque, Cádiz), y otro en la Tarraconense, en la Villa de los Asperones (Cañaveruelas, Cuenca).329 La placa con epígrafe de Carteia está dedicada a Minerva Augusta (J. del Hoyo, 2006: 3, n.º 2), un epíteto que no está presente en ningún otro epígrafe votivo doméstico de los analizados y que suele encontrarse en inscripciones de ámbito público. Esta placa, hallada en una sala de representación, coincide con la presencia de un posible larario de tipo nicho en el atrio de la misma casa.330 Finalmente, de tres divinidades tenemos solo un testimonio epigráfico en cada caso. Se trata de Fortuna, Tutela y Zeus Theos Megistos. De ellas, solo Fortuna está presente en otros tipos de evidencias materiales de culto doméstico, en las esculturas de las villas de Vilauba (Camós, Gerona) y junto al río Francolí (Tarragona)331 y en el larario pictórico de la Casa de la Fortuna de Bílbilis (Calatayud, 328 Véanse los registros CR/Nogueira01-I y CU/Quintanares01-I en el catálogo. 329 Registros CA/Carteia02-I y CU/Asperones01-I del catálogo. 330 Véase el registro CA/Carteia01-E del catálogo. 331 Véanse los registros GE/Vilauba01-M y TA/Francoli01-M del catálogo.
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Zaragoza).332 Fortuna es de hecho, la divinidad que más versatilidad presenta de las documentadas en cuanto a tipos de evidencias materiales de culto en las que aparece representada. El ara en el que se alude a ella ha aparecido en Uxama Argaela, en el triclinium de la Casa sobre el antiguo foro (A. Jimeno, 1980: 37-38, n.º 21).333 A Tutela se alude, en cambio, solo en un ara de grandes dimensiones encontrada en Tárraco,334 cuya procedencia doméstica no es segura, ya que no está asociada a ninguna estructura de este tipo; comparte la dedicación con los Lares y el Genius (R. Comes e I. Rodà, 2002: 237, n.º 75). En cuanto a Zeus Theos Megistos, tampoco el ara en la que aparece tiene un contexto doméstico claro, pues fue encontrada reutilizada en un muro medieval de la ciudad de Segóbriga, en la zona de la palestra (J. M. Abascal y G. Alföldy, 1998: 157).335 No obstante, la inscripción hace referencia a un hieron, un santuario seguramente privado (J. M. Abascal, 2000: 25) que parece claro que pueda ser el hallado en la casa del procurator Augustorum de la Citerior, C. Iulius Sylvanus, natural de Esmirna y dedicante del ara.336 Este epígrafe es el único testimonio de creencias de tradición griega en la Meseta hispana, así como de la construcción de un santuario dedicado a una divinidad con esta procedencia, lo que, según Juan Manuel Abascal, es una prueba más de la convivencia pacífica en la Hispania romana de cultos de lo más dispares, lejos, por tanto, de la idea de una imposición de la religión romana sobre el resto de creencias (ibid.: 26-27). Así refleja el autor esta idea: «Aparentemente, casi doscientos años después de Augusto, a nadie le preocupaba la homogeneidad de las mentalidades ni el sometimiento a una religión común. Y desde luego que en ningún caso se hizo nada por forzar esa unificación religiosa antes de finales del siglo IV» (ibid.: 33). El altar a Zeus Theos Megistos es además una evidencia más de que las divinidades que se veneraban en la casa eran fruto de una elección estrictamente personal del dominus, que las elegía según criterios personales, por una especial afinidad, por tradición familiar, por relación con la actividad económica llevada a cabo, etc. Parece claro, por tanto, que Julio Silvano, natural de Esmirna, se trajo de su ciudad natal a su propio dios doméstico. 332 333 334 335 336
Véase Véase Véase Véase Véase
el el el el el
registro registro registro registro registro
ZA/Bilbilis01-C del catálogo. SO/Uxama01-I del catálogo. TA/Tarraco06-I del catálogo. CU/Segobriga02-I del catálogo. CU/Segobriga01-E del catálogo.
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MARÍA PÉREZ RUIZ
El muestrario de divinidades presente en la epigrafía votiva doméstica de las provincias Baetica y Tarraconensis permite apreciar que, como ocurre en la escultura y la pintura, buena parte de ellas son propias del panteón romano. Pero a diferencia de estos dos últimos tipos de evidencias materiales, la epigrafía abre la puerta a otras posibilidades que, aunque minoritarias, están presentes en el culto doméstico, al menos, de la Tarraconense: las divinidades indígenas, representadas por las Matres, y las foráneas no romanas, representadas por Zeus Theos Megistos. Como se ha dicho ya, la libertad de culto en el interior de la vivienda era casi total (vid. sup. p. 34), por lo que la conclusión que cabe sacar de la gran diversidad de dioses aportados por las inscripciones, once en 31 epígrafes, augura que la variedad podrá seguir creciendo en el futuro, a pesar de lo cual parece clara la predominancia de la veneración a algunos dioses, como Júpiter Óptimo Máximo o los Lares. Sobre ello se volverá en su momento.337
FÓRMULAS
DE DEDICACIÓN
Las fórmulas de dedicación documentadas en los epígrafes votivos domésticos de la Bética y la Tarraconense son bastante variadas (Fig. 223). De una forma más o menos elaborada, todas las fórmulas con la palabra votum expresan en realidad una misma cosa, el cumplimiento del voto prometido a la divinidad por parte del devoto. Por ello, si se suman todas las variantes, se puede apreciar que este es el tipo de fórmula mayoritario, seguido del sencillo sacrum. Solo en un caso, en la inscripción dedicada a Minerva Augusta en Carteia, ambos se combinan. Parece existir una diferencia sustancial entre estos dos tipos de fórmulas rituales más usados, coherente con lo que se quiere expresar a través de la propia inscripción. En las que se utiliza la fórmula sacrum no se especifica el nombre del dedicante, salvo en un caso,338 mientras que en aquellas realizadas por voto —las únicas que estrictamente podrían considerarse votivas—, el dedicante está explícito en todos los casos salvo en uno, en el que no es posible saberlo porque parte de la inscripción se ha perdido por la fractura de la pieza (SO/Uxama02-I). La razón parece más o menos clara, pues en un ara u otro objeto consagrado (sacrum) a la divinidad, no resultaba 337
Véase el apartado 2 del capítulo siguiente. Ara hallada en Villamanta (Madrid), para la que, recordamos, tenemos ciertas dudas sobre su relación con el culto doméstico. Véase el registro MA/Villamanta01-I. 338
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necesariamente relevante saber quién consagraba la ofrenda; en cambio, en el caso de las piezas destinadas a cumplir un votum, era importante que el nombre apareciera en la dedicación, pues era la forma de mostrar a la divinidad y a quien la leyera que la persona había cumplido el voto contraído. Las otras tres fórmulas documentadas —de sua dant dedicant, donum dederunt y faciendum coiravit et dedicavit— implican un interés por subrayar la autoría de la ofrenda a los ojos de los demás. La primera y la segunda aparecen, respectivamente, en el epígrafe encontrado en Abdera y en el de las C/ Governador González y la Unió, en Tarragona.339 Precisamente, en ambos casos está en duda la adscripción de las piezas al ámbito doméstico, pues no están asociadas a ninguna estructura de este tipo. La placa de Abdera y lo que en ella se describe podrían haber estado dedicados, según la propuesta que seguimos aquí, por un esclavo y un liberto a su o sus domini, en función de la interpretación de las abreviaturas de la primera línea como tria nomina o como la referencia a Caii Nostri. Otros autores, en cambio, consideran que dichas abreviaturas hacen referencia a un collegium público.340 El ara de Tárraco se ha relacionado también con el ámbito privado en función de las abreviaturas L N en l. 2-3, que Geza Alföldy (RIT: n.º 37), seguido por otros autores, ha desarrollado como L(uci) N(ostri). Sin embargo, la pieza presenta unas dimensiones inusualmente grandes en comparación con otras arae y arulae domésticas, que la acercan más a los altares públicos, así como también la decoración con objetos rituales en relieve de las caras laterales. Debe tenerse en cuenta también la supuesta identificación en las cercanías de un posible templo dedicado a Tutela, divinidad a la que se dedica el ara junto con los Lares y el Genius, por lo que, de confirmarse el dato, la pieza podría proceder de este contexto (M.ª J. Pena, 1981: 77). La excepcionalidad de las fórmulas rituales de ambas piezas en el conjunto de las arae y arulae analizadas aquí podría considerarse una prueba más de su carácter público; sin embargo, esta peculiaridad puede explicarse también en clave doméstica. En ambos casos los dedicantes eran personas dependientes, siervos o libertos, que en una de las posibles lecturas propuestas le dedicaron la pieza con la inscripción y lo que en ella se describía a su dominus o sus domini, 339
Véanse los registros AM/Abdera01-I y TA/Tarraco06-I. Estas cuestiones han sido ya analizadas, por lo que se remite a las pp. 334-335 y al registro AM/Abdera01-I del catálogo. 340
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FÓRMULA DE DEDICACIÓN
N.º VECES DOCUMENTADA
EPÍGRAFES EN LOS QUE APARECE
sacrum
7
CA/Carteia02-I; BU/Clunia08-I; CR/Nogueira01-I; CU/Asperones01-I; MA/Mantua01-I; SO/Uxama03-I; TA/ Tarraco08-I
ex voto
5 (una en griego)
SE/Italica03-I; BU/Clunia09-I; CU/Segobriga02-I; SO/Valdanzo01-I TA/Tarraco07-I
merenti posuit votum
1
CA/Carteia02-I
votum solvit
1
VA/Saguntum01-I
votum solvit libens merito
4
BU/Clunia04-I; SO/Uxama01-I; SO/Uxama02-I; SO/Gazala01-I
votum fecit libens merito
1
CU/Montiel01-I
de sua dant dedicant
1
AM/Abdera01-I
faciendum coiravit et dedicavit
1
MU/RamblaBoltada01-I
donum dederunt
1
TA/Tarraco06-I
Fig. 223. Fórmulas de dedicación documentadas en los epígrafes de culto doméstico en las provincias Bética y Tarraconense.
como una forma de honrarlos y demostrarles su fidelidad y su vinculación. De ser esto así, las fórmulas rituales empleadas estarían plenamente justificadas, pues irían destinadas a subrayar, frente al resto de la familia y de quienes vieran el epígrafe, a cargo de quién había corrido su realización y a quién se le dedicaba, quedando así implícita la fidelidad y respeto demostrados a los amos a través de este acto. La muestra de fidelidad no radicaría únicamente en la propia dedicación sino que lo dedicado podría ser excepcionalmente monumental o lujoso para subrayar el mensaje que se quería transmitir, lo cual explicaría las dimensiones del ara de Tárraco o que un villicus y un liberto construyeran con su propio dinero un templito para el culto doméstico. El mensaje que encerrarían estas ofrendas sería, por tanto, similar al transmitido por medio de los hermae-retrato dedicados por los siervos y los libertos a sus domini o a los genii de estos, colocados normalmente en lugares preminentes de la casa, como el acceso al tablinum. Estas piezas se han encontrado con cierta asiduidad en la Península Ibérica —especialmente en la Bética— y presentan fórmulas rituales similares a las de las dos piezas que nos ocupan (R. Portillo et al., 1985). Un ulterior dato que puede avalar la dimensión doméstica de ambas piezas es el hallazgo en Pompeya de una aedicula en cuyo podium aparece una placa con el epígrafe Genio · M · N · et / Laribus / 3 duo · Diadumeni / liberti (Fig. 216; G. K. Boyce, 1937: 79-80, n. 385), al que ya nos hemos referido anteriormente (vid. sup. p. 334). El carácter doméstico de este testimonio es indiscutible y su similitud
con los casos estudiados es también clara. Como en las inscripciones de Abdera y Tárraco, en esta de la Casa di Epidio Rufo dos libertos dedicaron un elemento de culto a los dioses domésticos de su amo, concretamente la aedicula en la que estaba encastrada la inscripción, que era el mismo tipo de larario al que se hacía referencia precisamente en el epígrafe de Abdera. La pieza de la Rambla de la Boltada podría haber tenido una función muy similar a la del epígrafe pompeyano y al de Abdera, como se ha comentado ya (vid. sup. p. 334), pues la de los Numisios era una familia de libertos dedicados a la explotación de las minas de Carthago Nova. Por la expresión utilizada, faciendum coiravit et dedicavit, es evidente que también el dedicante de este epígrafe pretendía subrayar su ofrenda, si bien en este caso no se hace referencia a dominus alguno, por lo que las connotaciones que la envuelven podrían ser diferentes. A partir de los nombres que aparecen en las arae y arulae estudiadas, puede observarse que entre los oferentes hay un cierto equilibrio entre personas libres y dependientes, tanto libertos como siervos. En varios casos, la fórmula pro… pone de manifiesto la dedicación de la ofrenda en nombre de una tercera persona. Es el caso del árula dedicada a las Matres por Arria Nothis para Secundo (P. de Palol y J. Vilella, 1987: 30, n.º16), o de la dedicada a Hércules por un padre para su hijo, Cayo Herculente (A. Jimeno, 1980: 46-47, n.º 30). En algunos casos, es posible que el oferente fuera un siervo o un liberto que hacía la ofrenda por su dominus. A los casos ya analiza-
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dos de la placa de Abdera y el ara de Tárraco, hay que añadir, en este caso, el árula encontrada en el término municipal de Sagunto (Valencia), en la que junto al ostiarius Surus aparece la abreviatura L N, posiblemente en referencia a su amo, L(uci) N(ostri) (J. Corell, 2002: 429-430, n.º 333).341
4. OTRAS EVIDENCIAS DEL CULTO DOMÉSTICO Se han documentado dos tipos de evidencias domésticas de culto no encuadrables en los grupos anteriores. Se trata de depósitos rituales de diversa índole y de enterramientos infantiles en casas, que se analizarán por separado, pues no tienen tampoco relación tipológica entre sí. Estas y otras manifestaciones de culto y ritualidad doméstica no son siempre fáciles de identificar, ya que en ocasiones pasan desapercibidas como tales y solo la repetición en diversos contextos permite poner sobre la pista de que nos encontramos ante una expresión de piedad. Por ello, no será extraño que en el futuro se puedan añadir a los depósitos rituales y a los enterramientos infantiles otras evidencias de culto doméstico peculiares, quizá propias del ámbito hispano.
ENTERRAMIENTOS
INFANTILES
Se han contabilizado un total de treinta enterramientos de individuos de corta edad bajo los pavimentos de viviendas, todos ellos en la Tarraconensis, a excepción de un caso en la ciudad bética de Celti (Peñaflor, Sevilla) (Tabla 23). Tampoco en la Tarraconensis se encuentran repartidos por toda la provincia, sino que se concentran mayoritariamente en la zona noreste de la península (Fig. 224). La dispersión geográfica de los enterramientos infantiles de época romana varía algo, por tanto, respecto de lo conocido para la Hispania ibera e indoeuropea. En la zona ibera, en época prerromana se documentan en yacimientos mucho más al sur que en época romana, llegando hasta el territorio edetano con casos como el de Castellet de Bernabé o Puntal dels Llops (vid. sup. pp. 161-175). En el área indoeuropea, el mayor número de estos hallazgos de época prerromana parece encontrarse en territorio vacceo, no alcanzando zonas tan al este como los territorios de 341 Véanse los registros BU/Clunia04-I, SO/Gazala01-I y VA/Saguntum01-I del catálogo.
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Celsa y Bílbilis hasta época romana (S. Alfayé, 2009: 298-300). El territorio donde esta práctica mantiene una continuidad más clara es, por tanto, el catalán, donde los enterramientos infantiles, tan comunes en época ibérica, lo siguen siendo en la romana; se trata, de hecho, del territorio con mayor concentración de este tipo de manifestación ritual, así como el que presenta casos con una cronología más tardía, de hasta finales del s. II d.C. en la ciudad de Ilerda (Lérida). Precisamente el arco cronológico abarcado por los enterramientos infantiles aquí estudiados permite apreciar la continuidad de esta práctica a lo largo de los siglos, desde época ibérica hasta época romana, pues muchos enterramientos se concentran en el período del s. II y especialmente del s. I a.C. De hecho, solo en Ilerda, en Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria) y en Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza) existen testimonios del s. I d.C., siendo Ilerda el único yacimiento en el que se mantienen hasta el s. II (Fig. 225). La propia tradición cultural de algunos de los yacimientos en los que se han encontrado los enterramientos infantiles más antiguos es ibérica, más que romana, como ocurre en el Camp de les Lloses (Tona, Barcelona) o Darró (Vilanova i la Geltrú, Barcelona), en una zona donde, en épocas anteriores, se han hallado enterramientos en poblados como la Penya del Moro (Sant Just Desvern, Barcelona) o Turó de Can Olivé (Cerdanyola del Vallès, Barcelona) (vid. sup. pp. 185-186). Apenas en tres casos se conoce la funcionalidad de las estancias en las que han aparecido los enterramientos: una sala de representación en la posible Casa del Peristilo Axial de Celti (A. King et al., 2001: 147-148), el pasillo que bordeaba el tablinum de la Casa de los Plintos de Uxama (C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996) y una estancia interpretada como cella ostiaria en la Casa B de la Insula II de Celsa (J. A. Mínguez, 1989-1990: 108), pero que, por las reducidas dimensiones del edificio, podría haber tenido otra función más genérica.342 Algunos de estos enterramientos han aparecido en casas en las que existen también otras evidencias de culto doméstico.343 En la Casa del Ninfeo de Bílbilis (Calatayud, Zaragoza) y en las del Emblema Blanco y Negro y de la Tortuga de Celsa se han documentado estructuras para el culto, dos sacra342 Véanse los registros SE/Celti01-O, SO/Uxama04-O y ZR/ Celsa15-O del catálogo. 343 Véanse los registros ZR/Bilbilis03-O, ZR/Bilbilis04-O, ZR/Celsa02-O a ZR/Celsa05-O, ZR/Celsa08-O, ZR/Celsa10-O a ZR/Celsa13-O, BA/Lloses02-O, LR/Ilerda1-O a LR/Ilerda12-O y SO/Uxama04-O, en el catálogo.
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Fig. 224. Mapa con ubicación georreferenciada de enterramientos infantiles documentados en viviendas de las provincias Bética y Tarraconense. Los números remiten al n.º inv. de cada evidencia material en el catálogo [H. Jiménez Vialás y M. Pérez Ruiz].
Fig. 225. Volumen de enterramientos infantiles documentados en viviendas, por años.
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ria y un posible larario pictórico respectivamente.344 También en la Casa de la Tortuga y en el edificio B del Camp de les Lloses (Tona, Barcelona) se han encontrado sendas árulas anepigráficas; en este segundo edificio, en otra estancia, se ha documentado también un depósito ritual formado por una acumulación de cenizas mezclada con restos de fauna y fragmentos cerámicos.345 En la Casa de Hércules, en Celsa, además de los cuatro enterramientos infantiles, ha aparecido parte de una esculturita de Mercurio en piedra.346 En Ilerda, en el gran edificio bajo el antiguo Portal de la Magdalena, interpretado como una villa suburbana con ciertas reservas, se han hallado siete depósitos votivos repartidos por diferentes estancias e inmediatamente al exterior del edificio,347 los cuales compartían espacio con la concentración más alta de enterramientos infantiles en una misma vivienda de la que tenemos noticia, doce en total; también en este edificio se ha documentado un alto número de estatuillas de terracota, para las que se ha propuesto un posible uso ritual (I. Garcés, 1993: passim) pero de las que se desconoce el lugar exacto de procedencia.348 En Uxama, en la Casa de los Plintos, se han encontrado dos depósitos rituales, uno de ellos en la estancia adyacente al pasillo donde apareció el enterramiento infantil y otro en el sótano rupestre de otra habitación.349 Por tanto, los enterramientos infantiles no parecen responder a rituales religiosos sustitutivos o alternativos a otros desarrollados en la casa, así como tampoco parecen incompatibles con ellos. En las ciudades de Celsa y Bílbilis, los enterramientos coinciden en una misma vivienda con testimonios de un culto formalmente romano, lo cual puede considerarse una evidencia de la convivencia de prácticas locales y tradiciones de origen foráneo en el seno de una misma familia, si bien cabe también preguntarse si los ritos desarrollados en el larario serían de origen romano o indígena. Sin embargo, quizá estas cuestiones tengan más que ver con el propio devenir de la investigación actual que con la realidad antigua, pues es probable que en esta época ya no existiera una distinción tan clara entre indígena y foráneo, sino que los moradores 344 Véanse los registros ZR/Bilbilis02-E, ZR/Celsa01-E y ZR/Celsa06-E del catálogo. 345 Véanse los registros ZR/Celsa07-M, BA/Lloses01-M y BA/Lloses03-O del catálogo. 346 Véase el registro ZR/Celsa09-M del catálogo. 347 Véase el registro LR/Ilerda13-O. 348 Por esta razón no han sido contempladas en el catálogo, ya que podrían haber tenido otros usos en lugar del ritual. 349 Registros SO/Uxama05-O y SO/Uxama06-O del catálogo.
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Fig. 226. Individuos enterrados en la Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, en Ilerda (Lérida, Lérida) [A. Loriente y A. Oliver, 1992: 47].
de casas como la del Ninfeo, la del Emblema Blanco y Negro o la de la Tortuga tuvieran unas creencias fruto de la simbiosis de tradiciones culturales diversas, que se habían convertido en una única realidad en la que no se hacían diferencias entre propio y ajeno. En otros casos, los enterramientos infantiles coinciden con depósitos rituales que, al igual que ellos, tampoco parecen tener una adscripción cultural itálica, sino local. Puesto que no se produce la coincidencia en la misma casa de evidencias materiales formalmente romanas, puede que en estos casos nos encontremos ante creencias y ritos domésticos más propiamente indígenas, en los que el enterramientos de niños o de fetos a término y los depósitos de ofrendas dentro de objetos cerámicos tenían significados distintos y complementarios que, salvo en algunos casos de ritos fundacionales, se nos escapan. En cuanto al tipo de enterramiento, todos son inhumaciones, a excepción de una cremación en la habitación 3 de la Casa del Ninfeo de Bílbilis (C. Sáenz et al., 2006: 421, n. 20).350 También excepcional es el enterramiento múltiple en la Casa B de la Insula II de Celsa (J. A. Mínguez, 1989-1990: 108),351 pues todos los demás son individuales. En buena parte de los casos, se trata de fetos a término o neonatos y solo algunos individuos habían cumplido meses de vida, siendo el mayor de 6-7 meses (C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: 204).352 La colocación que predomina, en los casos en los que se ha podido conocer, es el decúbito lateral, seguido por el decúbito supino (Fig. 226). Los restos óseos suelen encontrarse en fosas excavadas en el suelo de la estancia. Algunas de ellas están realizadas con especial esmero, como la del edificio B de Camp de les Lloses (Tona, Barcelona) (Fig. 227), con las paredes recubiertas de cerámica y delimitada 350 351 352
Véase el registro ZR/Bilbilis03-O del catálogo. Registro ZR/Celsa15-O del catálogo. Registro SO/Uxama04-O del catálogo.
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Fig. 227. Enterramiento infantil en el Edificio B del Camp de les Lloses (Tona, Barcelona) [R. Álvarez Arza et al., 2000: 278, fig. 10].
por piedras (M. Duran et al., 2004: 434), o una de las encontradas en la Casa de Hércules de Celsa, realizada con yeso y rodeada también de pequeñas piedras (J. A. Mínguez, 1989-1990: 106). Las colocadas en el lado norte de la fosa de uno de los enterramientos de la Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, en Lérida, parecen ser también un señalizador de la tumba (A. Loriente y A. Oliver, 1992: 45). La inhumación de la Casa de los Plintos, en Uxama estaba, por su parte, cubierta con una piedra plana (C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: 207). En cuanto al individuo cremado, hallado en la Casa del Ninfeo de Bílbilis, se encontraba en el interior de una olla trípode de cerámica común, sellada mediante una cantimplora de TSH (C. Sáenz et al., 2006: 421, n. 20).353 La mayoría de estos enterramientos infantiles no presentan ajuar o este no se especifica en la descripción del hallazgo. Los casos en los que sí hay muestran un panorama muy heterogéneo. En el edificio B de Camp de les Lloses, el feto estaba acompañado de pequeñas piezas de forma hemisférica, fragmentos de escoria de hierro y fragmentos indeterminados del mismo material; bajo él se documentó un hacha de hierro de doble corte, sin huellas de uso, que carece, por el momento, de paralelos (R. Álvarez Arza et al., 2000: 278). Uno de los individuos enterrados en la Villa de l’Antic Portal de la Magdalena de Lérida presentaba entre las costillas un fragmento de bronce, quizá parte de un adorno muy deteriorado o de una fíbula de la mortaja (A. Loriente y A. Oliver, 1992: 45). El individuo de seis o siete meses enterrado en el Casa de los Plintos de Uxama tenía como ajuar una copita de TSH 353 Véanse los registros BA/Lloses02-O, ZR/Celsa12-O, LR/Ilerda11-O, SO/Uxama04-O y ZR/Bilbilis03-O del catálogo.
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y un vaso de vidrio verde claro (C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: 206). En la ollita con cremación infantil de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis, se encontró una fíbula tipo Auccisa (C. Sáenz et al., 2006: 421, n. 20). En el enterramiento en fosa de yeso de la Casa de Hércules, en Celsa, se encontró un anillo de hueso (J. A. Mínguez, 1989-1990: 106).354 También en Celsa, en la Casa D de la Insula II, se ha documentado, en las cercanías de la inhumación infantil,355 una jarrita bitroncocónica de cerámica gris emporitana con un huevo, una aguja de bronce y una cuenta de pasta vítrea en el interior, todo lo cual se ha interpretado como una posible ofrenda funeraria (J. A. Mínguez, 1989-1990: 108). Igualmente, parecen ofrendas funerarias los restos de animales encontrados junto con algunas inhumaciones,356 así como los huevos o cáscaras de estos.357 Tanto el cuidado en la realización de la fosa como la presencia de ajuar muestran una especial atención puesta en ciertos enterramientos. Esto puede ser señal de que el valor que se le otorgaba al individuo enterrado era mayor, si bien desconocemos el significado último de estas muestras de respeto. En dos casos, en el edificio B de Camp de les Lloses y en uno de los enterramientos de la Casa de Hércules, coincide la realización esmerada de la fosa con la presencia de ajuar y, en el segundo caso, también con una ofrenda de huesos de animales no identificados.358 La colocación de los enterramientos en la estancia suele repetir un cierto patrón, pues aparecen cerca de esquinas o paralelos a muros en muchos casos, bajo el suelo de las estancias y alejados de las puertas. Solo en la Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, en Ilerda, un enterramiento se hallaba en el centro de la sala (A. Loriente y A. Oliver, 1992: 45) y únicamente en la casa de Can Mateu, en Barcelona, apareció debajo de un muro (J. García Roselló et al., 2000: 35).359 La ollita con cremación de la Casa del Ninfeo de Bílbilis se encontró, en cambio, sobre el pavimento (C. Sáenz et al., 2006: 421, n. 20).360 La preferencia, dentro de estas ubicaciones, parece ser la colocación en el lado oeste361 de la estancia, el lado del ocaso. 354 Registros BA/Lloses02-O, LR/Ilerda09-O, SO/Uxama04-O, ZR/Bilbilis03-O y ZR/ Celsa12-O del catálogo. 355 Registro ZR/Celsa14-O del catálogo. 356 Registros LR/Ilerda12-O y ZR/Celsa12-O del catálogo. 357 Registros LR/Ilerda07-O y ZR/Celsa13-O del catálogo. 358 Registros BA/Lloses02-O y ZR/Celsa12-O del catálogo. 359 Véanse los registros LR/Ilerda08-O y BA/Mateu01-O, en el catálogo. 360 Registro ZR/Bilbilis03-O del catálogo. 361 En la mayoría de los casos, los enterramientos no aparecen en el lado oeste exactamente, sino en esquinas al noroeste o al suroeste.
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Qué significado exacto tenían estos enterramientos es algo que se desconoce; solo para el de Can Mateu (Mataró, Barcelona) se ha propuesto que se trate de un rito fundacional (J. García Roselló et al., 2000: 35). Es posible, como se barajó ya al hablar de este fenómeno en época ibérica, que el significado variase en función de la región e incluso de la casa. Quizá los enterramientos infantiles pudieran tener una función expiatoria, propiciatoria o lustral en función del momento en el que se realizasen, quizá estemos únicamente ante un rito funerario realizado en el interior de la vivienda. Ciertas peculiaridades podrán quizá ayudarnos en el futuro a desentrañar el significado de estos enterramientos, como la concentración de inhumaciones en un mismo edificio doméstico, especialmente llamativa en la Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, en Ilerda, donde se han documentado doce. También en la Casa del Ninfeo de Bílbilis se han documentado dos —uno de ellos una cremación— y en las casas del Emblema Blanco y Negro y de Hércules, en Celsa, cuatro enterramientos en cada una.362 En la Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, tres de las doce inhumaciones coinciden además en la misma estancia y en la Casa del Emblema Blanco y Negro todas se concentran en un único espacio, siendo también de la misma cronología. La cremación en la Casa del Ninfeo de Bílbilis y el enterramiento múltiple en la Casa D de la Insula II de Celsa son muestra también de la diversidad en los ritos en torno a un mismo fenómeno de enterramientos infantiles,363 lo cual podría estar poniendo de manifiesto diversas tradiciones o significados de los hallazgos.
DEPÓSITOS
VOTIVOS
Por depósitos votivos entendemos conjuntos significativos de objetos, en ocasiones mezclados con restos animales o incluso humanos, que suelen aparecer enterrados bajo los suelos de viviendas, dentro de fosas realizadas con más o menos esmero. Casi invariablemente se encuentran en estos depósitos recipientes cerámicos, que en algunos casos contienen otros objetos o restos de ofrendas de algún tipo. Dentro 362
Véanse los registros LR/Ilerda01-O a LR/Ilerda12-O, ZR/Bilbilis03 y ZR/Bilbilis04-O, ZR/Celsa02-O a ZR/Celsa05-O y ZR/Celsa10-O a ZR/Celsa13-O del catálogo, respectivamente. 363 Véanse los registros ZR/Bilbilis03-O y ZR/Celsa5-O del catálogo.
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de esta definición genérica se engloba, por tanto, un grupo de evidencias materiales no homogéneo, pues los recipientes enterrados y las ofrendas encontradas varían entre sí, pero sí se producen coincidencias regionales que permiten apreciar que dichos depósitos fueron fruto de un ritual y de una tradición religiosa comunes en toda la zona. Los depósitos votivos recopilados son en total 22, todos en la Tarraconensis (Tabla 24). Los documentados más al sur se encuentran en Ílici364 (La Alcudia de Elche, Alicante) y responden a una tradición cultural ibérica, a juzgar por los materiales encontrados (R. Ramos Fernández, 2001-2002: 121-122). Los demás se concentran principalmente en la actual zona catalana, pero están presentes también en el interior, en Caesaraugusta (Zaragoza), Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria) y Ercavica (Cañaveruelas, Cuenca) (Fig. 228).365 A diferencia de los enterramientos infantiles, el ámbito de hallazgo es tanto urbano como rural, con doce casos encontrados en viviendas urbanas y diez en villae. A pesar de conocerse, en muchos casos, el lugar del hallazgo de los depósitos dentro de la vivienda, no es posible, en la mayoría de ellos, identificar la funcionalidad exacta del espacio en el que aparecieron. Sí se conoce en la Villa de Vilauba, en Gerona, donde el depósito apareció bajo uno de los muretes del peristilo (Fig. 229; P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 110); en las villas de Mas Gusó y de Tolegassos, también en Gerona, en cada una de los cuales se han hallado varios depósitos en relación con el muro perimetral de la villa (Figs. 230-231; J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997); en la Villa de Corbins, en Lérida, donde apareció en un edificio destinado a almacén y establos (J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 217218); y en la Casa de los Plintos de Uxama, donde uno de los dos depósitos se halló en la parte subterránea de una de las estancias de la vivienda (Fig. 232; C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: 210).366 Las ubicaciones, por tanto, varían mucho entre sí y no hay un lugar preferente para el enterramiento de estos depósitos rituales. El depósito votivo más antiguo se ha documentado en Can Mateu, en Barcelona, en un edificio sobre el que, sin embargo, se tienen dudas de su función doméstica (J. García Roselló et al., 2000: 35). Tam364 Véanse los registros AL/Ilici10-O y AL/Ilici11-O del catálogo. 365 Véanse los registros ZR/Caesaraugusta02-O, SO/Uxama05-O, SO/Uxama06-O, CU/Ercavica01-O y CU/Ercavica02-O, en el catálogo. 366 Registros GE/Vilauba03-O, GE/Guso01-O, GE/Tolegassos01-O, LR/Corbins01-O y SO/Uxama06-O del catálogo.
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ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO...
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Fig. 228. Mapa con ubicación georreferenciada de los depósitos votivos hallados en viviendas de las provincias Bética y Tarraconense. Los números remiten al n.º inv. de cada evidencia material en el catálogo [H. Jiménez Vialás y M. Pérez Ruiz].
bién en Barcelona, en el Camp de les Lloses, se han encontrado dos depósitos rituales de gran antigüedad (120-90 a.C.) en el edificio B, de tradición ibérica. Algo más modernos, del período en torno al cambio de Era, son los depósitos de Ercavica y de Ílici.367 El resto de depósitos votivos se concentra entre mediados del s. I y finales del s. III d.C., siendo especialmente abundantes a lo largo del s. II d.C. (Fig. 233). Los depósitos votivos documentados en viviendas en época ibérica son relativamente escasos, si bien algunos de los analizados, aunque fechados ya en época romana, responden a esta tradición cultural, como se ha dicho para Ílici y el Camp de les Lloses. El resto parecen responder a tradiciones locales o regionales de origen más ambiguo, pues en la zona catalana,
Fig. 229. Lugar del hallazgo del depósito votivo en la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [M. Pérez Ruiz].
367 Registros BA/Mateu02-O, BA/Lloses03-O, BA/Lloses04-O, CU/ Ercavica01-O, CU/Ercavica02-O, AL/Ilici10-O y AL/Ilici11-O.
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MARÍA PÉREZ RUIZ
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Fig. 230. Planta de la Villa de Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà, Gerona), con ubicación de los depósitos votivos [J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 214, fig. 3].
Fig. 231. Planta de la Villa de Tolegassos (Viladamat, Gerona), con ubicación de los depósitos votivos [J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 213, fig. 2].
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ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO...
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Fig. 232. Planta de la Casa de los Plintos, en Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria), con ubicación de los depósitos votivos [C. García Merino, 1996: fig. 1].
Fig. 233. Volumen de depósitos votivos, por años.
donde se repite el hallazgo de jarros cerámicos con restos de huevo en el interior, fechados ya a partir del cambio de Era, no parece haber evidencias más antiguas que atestigüen que se trataba de una tradición que procede de época prerromana que perduró a través de los siglos. Como ocurre con los enterramientos infantiles, los depósitos votivos conviven en algunos casos con otro tipo de manifestaciones de culto en una mis-
ma vivienda, lo cual parece demostrar de nuevo que se trata de ritos que se complementan y que tienen diferentes objetivos. En el edificio B del Camp de les Lloses, además de los dos depósitos rituales, se encontraron en otras estancias un árula anepigráfica y un enterramiento infantil.368 También en Ilerda, en 368 Véanse los registros BA/Lloses01-M y BA/Lloses02-O del catálogo.
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la Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, y en la Casa de los Plintos de Uxama los depósitos votivos se combinan con enterramientos infantiles.369 Finalmente, en la Villa de Vilauba, en Gerona, al depósito encontrado en el peristilo hay que sumar el larario tipo sacrarium y el árula de terracota con lucernas adosadas, que, sin embargo, tienen una cronología bastante posterior.370 La coincidencia se da, por tanto, predominantemente entre enterramientos infantiles y depósitos votivos. Es también común que en una misma vivienda se encuentren varios depósitos. Ocurre en la Casa del «mosaico helenístico» de Ílici; en el edificio B del Camp de les Lloses, en Barcelona; en las Villas de Mas Gusó y de Tolegassos, en Gerona; en la Villa de l’Antic Portal de la Magdalena de Ilerda; en la Casa de los Plintos de Uxama, y en la Villa de Casa Blanca, en Tarragona.371 En las villas de Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà, Gerona) y de Tolegassos (Viladamat, Gerona) parece que todos los depósitos votivos se realizaron en el mismo momento, concentrados además en la misma zona (Figs. 230-231; J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 217). Sobre el posible significado de estas ofrendas reiteradas se volverá más adelante. Los depósitos documentados son de muy diversa índole entre sí. Entre los que responden a una tradición ibérica se encuentran los dos hallados en la Casa del «mosaico helenístico», del Sector 5-F de Ílici, bajo la posterior casa romana en la que se ha hallado un posible sacrarium. Los dos depósitos fueron encontrados en la misma estancia, a una distancia aproximada de un metro (R. Ramos Fernández, 2001-2002: 121). Este dato, junto con otros como la pavimentación del suelo con adobes recubiertos de cal y la pintura de las paredes en color rojo, podrían hacer pensar que, como en la casa iberorromana del sector 4-C de la misma ciudad, nos encontramos ante una verdadera estancia para el culto, pues tanto los materiales encontrados en ella como su acondicionamiento podrían considerarse indicadores de sacralidad, según lo visto en el capítulo IV, aunque la cronología de la casa resulta tardía (fin. s. I a.C.-ppios. s. I d.C.) y, por tanto, estos criterios se deben aplicar con cautela. Aún así no parece descabellado pensar que pudo ser 369 Véanse los registros LR/Ilerda01-O a LR/Ilerda12-O y SO/Uxama04-O. 370 Véanse los registros GE/Vilauba01-C y GE/Vilauba02-M del catálogo. 371 Registros AL/Ilici10, AL/Ilici11-O, BA/Lloses03O, BA/Lloses04-O, GE/Guso01-O, GE/Tolegassos01-O, LR/Ilerda13-O, SO/Uxama05-O, SO/Uxama06-O, TA/CasaBlanca01-O a TA/CasaBlanca05-O.
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este el uso de la habitación y que, en el momento de su amortización para la construcción de la casa posterior, los materiales analizados aquí se enterraron ritualmente.372 El primero de los depósitos373 está formado por una crátera de cerámica pintada ibérica con una gema de ágata adularia dentro, una olla de pasta negra y un cantarito con decoración reticulada pintada. Lo más llamativo del conjunto es la crátera, perteneciente al II estilo ilicitano y fechada en torno al cambio de Era374 (T. Tortosa, 2004a: 136, n.º 74). Está decorada, en una de las caras, con una cabeza alada de frente, con el rostro arrebolado, que surge de la tierra acompañada de dos pájaros, mientras que en la otra aparecen dos cabezas masculinas de perfil, separadas por dos serpientes que se entrecruzan. La composición se ha interpretado como la epifanía divina en la que el surgimiento de la cabeza de la diosa de la tierra simboliza el tránsito entre la muerte y la vida o ánodos, resumen del ciclo vital y natural, al que las dos cabezas masculinas le otorgan un valor de autoctonía al hacer referencia a los antepasados y la comunidad375 (R. Ramos Fernández, 1989: 238; 1992: 175-178, passim; R. Olmos, 1998: 152). La paloma entallada en la gema del interior de la crátera ha querido asociarse también a la diosa, lo cual reforzaría aún más el significado sacro del vaso (R. Ramos Fernández, 1989: 240). De nuevo, como en la estructura de culto de la casa del Sector 4-C, la divinidad a la que parece venerarse es la gran diosa de la fertilidad, asociada al ciclo de la vida y la muerte, tan presente en el mundo ibérico y en su culto doméstico. En el otro depósito de la misma estancia376 se han encontrado un vaso crateriforme con decoración vegetal, un «pebetero» con forma de cabeza femenina incompleto, un cuchillo y un removedor de hierro y dos fragmentos cerámicos con relieves de Dioniso y 372 A pesar de que consideramos que, efectivamente, la estancia podría haber estado dedicada al culto, los materiales hallados en los depósitos no resultan lo suficientemente elocuentes, por lo que preferimos dejar esta posibilidad como hipótesis. Por ello, hemos catalogado estos hallazgos como dos depósitos votivos y no como una estructura de culto con materiales asociados. Por otro lado, la excavación de la casa presenta una serie de problemas relativos a la estratigrafía y a la lectura de las fases que invitan a ser cautos con los datos con los que contamos sobre los depósitos. Véase J. Sarabia y V. Cañavate, 2009 para un último estudio de las fases de la casa. 373 Registro AL/Ilici10-O del catálogo. 374 Véase la Fig. 54 del capítulo IV. 375 Puesto que sobre esto se ha hablado con más detalle en el capítulo IV, nos nos extenderemos más aquí. Véase p. 157. 376 Registro AL/Ilici11-O del catálogo.
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Sileno.377 La crátera es una forma que se repite en los microvasos, tan frecuentes en los espacios con actividad cultual de las casas aristocráticas ibéricas. También se ha hablado ya del valor sacro de los llamados «pebeteros» con forma de cabeza femenina, por lo que no se ahondará aquí (vid. sup. pp. 165166, 198-199). Lo más interesante en este punto es quizá subrayar, como ha ocurrido en el caso de la estructura de culto de la Casa del Sector 4-C, el mantenimiento de una tradición religiosa ibérica en un momento ya tan avanzado como es el cambio de Era. La divinidad venerada sigue siendo la gran diosa ibérica de la fertilidad y del ciclo de la vida y los objetos rituales elegidos para honrarla siguen siendo también de tradición ibérica, por lo que en las casas de la fase iberorromana de Ílici, o al menos en algunas, dos siglos después de la llegada de los romanos a la Península, la tradición religiosa familiar parece seguir teniendo un importante componente indígena, en un momento en el que se han documentado ya los primeros testimonios de culto doméstico de tradición romana en la Baetica y en la Tarraconensis, incluso en zonas no tan lejanas, como el entorno de Carthago Nova.378 Puesto que en la fase romana de la misma casa se han documentado un posible sacrarium y varias árulas anepigráficas,379 cabe preguntarse si la divinidad que se veneraba seguiría siendo la misma o si la tradición religiosa ibérica se abandonó en algún punto intermedio de transición. Lamentablemente, las evidencias de culto más tardías no ofrecen información alguna al respecto, por lo que la cuestión deberá quedar abierta. Otro conjunto de depósitos de gran antigüedad, más incluso que los de Ílici, es el del Edificio B de Camp de les Lloses, en Tona (Barcelona), fechado entre 120 y 90 a.C.380 Los dos depósitos se encontraron en estancias diferentes entre sí (12 y 14) y en relación con el árula (11) y el enterramiento infantil hallados en la misma vivienda (Fig. 178). El depósito encontrado en la estancia 12, formado por un vasito de paredes finas con restos de microfauna, una taba y un as de bronce en el interior, se ha interpretado como un rito fundacional, mientras que el de la estancia 14, compuesto por vasos calados y una jarrita 377
Véanse las Fig. 55-56 del capítulo IV. Véase el epígrafe sobre un bloque de piedra, pertenenciente probablemente a un larario, hallado en la Rambla de la Boltada (Cartagena-La Unión, Murcia) y del que se ha hablado al abordar la epigrafia asociada al culto doméstico. Registro MU/ RamblaBoltada01-I del catálogo. 379 Registros AL/Ilici02-E y AL/Ilici03-M a AL/Ilici09-M del catálogo. 380 Registros del catálogo BA/Lloses03-O y BA/Lloses04-O. 378
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de cerámica gris emporitana asociados a un nivel de cenizas y a huesos animales, parece formar parte de un ritual religioso doméstico (M. Duran et al., 2004: 435). El depósito votivo de la Casa de la Plaça Gran de Mataró381 (Barcelona) tiene cierta similitud con el posible rito fundacional del Edificio B del Camp de les Lloses. Está formado por una jarrita de cerámica gris ibérica y en su interior, como en el Camp de les Lloses, se encontró una moneda. También este depósito ha sido interpretado como un rito de fundación (J. García Roselló et al., 2000: 47-50) de una casa fechada en el segundo cuarto del s. I a.C., solo algo posterior a la del Camp de les Lloses. En el yacimiento de Ca l’Arnau-Can Mateu (Cabrera de Mar, Barcelona), en un edificio posiblemente residencial de Can Mateu, se ha hallado un depósito votivo aún más antiguo que los del Camp de les Lloses, datado entre mediados y el tercer cuarto del s. II a.C.382 El asentamiento, sin embargo, responde a una planificación romana y se ha relacionado con el proceso de control de este territorio llevado a cabo a lo largo del s. II a.C. (Martín, 2001: 395). No se descarta, sin embargo, la presencia de población indígena (ibid.), de lo cual puede considerarse una prueba el propio depósito votivo, formado por un conjunto de huesos probablemente humanos, cubiertos por fragmentos informes de cerámica y acompañados de un vaso también de cerámica ibérica común, que ha perdido el borde. Nuevamente, el hallazgo se ha interpretado como un rito fundacional. Ritos fundacionales se han considerado también el depósito de la Casa del Médico y el de la Casa al sur del Foro de Ercavica (Cañaveruelas, Cuenca).383 En ambos casos se trata del enterramiento de una pareja de vasos en los niveles de cimentación de las respectivas casas, uno de ellos de cerámica común republicana y otro de tradición indígena. También los dos coinciden en la fecha en la que fueron realizados, entre finales de la República y comienzos del Imperio, por lo que parece que al menos dentro de la misma ciudad podía existir un patrón unitario para la realización de ritos de fundación (A. J. Lorrio, 2001: 113-114). El grupo de los depósitos rituales hallados en la zona catalana presenta también una imagen bastante homogénea. El más antiguo de ellos es el encontrado bajo el murete norte del peristilo de la Villa de Vilauba, 381
Registro BA/ Iluro01-O del catálogo. Registro BA/Mateu02-O del catálogo. Registros CU/Ercavica01-O y CU/Ercavica02-O, respectivamente. 382 383
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Anejos de AEspA LXVIII
Fig. 235. Conjunto de jarras con ofrendas, halladas en la Villa de Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà, Gerona) [J. Casas y V. Soler, 2004: 266, fig. 212].
Fig. 234. Jarra de cerámica común. Parte del depósito votivo hallado en la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [P. Castanyer y J. Tremoleda, 2007: 44].
en Camós (Gerona),384 formado por una jarra de cerámica común, dentro de la cual había un cráneo de ave (Fig. 234). Se realizó aproximadamente en el último tercio del s. I d.C. y se ha considerado como una ofrenda fundacional (J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 217; P. Castanyer y J. Tremoleda, 2007: 44). Esta es la tónica de los depósitos votivos catalanes, formados por jarras de cerámica, generalmente común, con restos de animales —frecuentemente pájaros— o con cáscaras de huevo en el interior y depositados en oquedades realizadas en el terreno, junto o bajo los muros de las viviendas, que en la mayoría de los casos son villas rurales, salvo en Ilerda, donde la villa es suburbana. A este esquema responden los cuatro depósitos encontrados en la Villa de Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà, Gerona), cada uno formado por una jarra de cerámica común colocada acostada y con la boca orientada al norte, dentro de un nicho; dentro de cada jarra había un huevo y, en algún caso, huesos de pájaro o de ovicáprido (Figs. 230, 235-236). En la cercana Villa de Tolegassos (Viladamat, Gerona) se han encontrado quince jarras de cerámica común, depositadas solas o en parejas, acostadas y con la boca orientada al norte, todas ellas a lo largo del muro perimetral de la villa (Fig. 231), en oquedades realizadas en el terreno, con restos de animales en el fondo, algunos de ovicápridos lechales (J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 211-212).385 Muchas de 384 385
Registro GE/Vilauba03-O del catálogo. Registros GE/Guso01-O y GE/Tolegassos01-O del
Fig. 236. Jarra con ofrenda de huevos, en el momento del hallazgo. Villa de Mas Gusó [J. Casas y V. Soler, 2004: 265, fig. 211].
las jarras habían perdido el asa y en el interior tenían uno o dos huevos o un huevo y una cabeza de gallina o de gallo, a excepción de cuatro que estaban vacías, seguramente porque lo que contenían no se ha conservado (Fig. 237). El Ilerda (Lérida), en la Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, se encontraron siete depósitos votivos formados por vasijas con uno o dos huevos en el interior, salvo algunas que estaban vacías.386 Estaban repartidas en oquedades por las distintas habitaciones de la villa (cinco) y junto al muro perimetral (dos), todas ellas de pie y muchas con errores de cocción o roturas que las inhabilitaban para el uso doméstico (A. Loriente y A. Oliver, 1992: 48), como ocurre con las jarras sin asa de la de Villa de Tolegassos (J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 212). En la Villa de Casa Blanca (Tortosa, Tarragona) se han encontrado depósitos votivos en diversas estancias catálogo. 386 Registro LR/Ilerda13-O del catálogo.
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ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO...
Fig. 237. Conjunto de jarras procedente de la Villa de Tolegassos (Viladamat, Gerona) [J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 215, fig. 4; 216, fig. 5, n.º 8].
y en diversas fases, entre finales del s. I y la primera mitad del s. II d.C. (Fig. 238).387 En todos ellos hay una o dos jarras de cerámica colocadas horizontalmente, todas vacías porque contenían líquidos (Figs. 239-240; L. Pons, 2003: 263; J. Juan-Tresserras, 2003). Se trata de depósitos similares a los analizados previamente, pero con la diferencia sustancial de que los recipientes cerámicos no contenían huevos ni restos de animales. En la Villa de Corbins, en Lérida, el depósito ritual es algo más complejo, pues la jarra con restos de aves y un huevo se encontró sobre una losa que 387 Registros TA/CasaBanca01-O a TA/CasaBlanca05-O del catálogo.
355
Fig. 238. Planta de la Villa de Casa Blanca (Tortosa, Tarragona), con ubicación de los depósitos votivos [E. Pons, 2003: 264, fig. 80].
cubría una fosa excavada en el suelo, con restos de cordero dentro388 (J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 217-218). Todos estos casos catalanes presentan unas características comunes, que pueden variar algo en función del yacimiento o de la zona, como son el uso de jarras cerámicas para contener las ofrendas, la colocación y orientación de dichas jarras dentro de oquedades, el tipo de ofrenda depositado o los lugares de la vivienda elegidos para los depósitos. 388
Registro LR/Corbis01-O del catálogo.
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Fig. 239. Depósito votivo hallado en la Villa de Casa Blanca [E. Pons, 2003: 265, lám. XXX].
Fig. 240. Depósito votivo hallado en la Villa de Casa Blanca [E. Pons, 2003: 267, lám. XXXII].
La intencionalidad de estos depósitos es, por tanto, evidente, como señala Lluís Pons (2003: 272), quien también recoge la afirmación realizada por Carme Belarte y Joan Sanmartí de que «la deposició i enterramento de vasos ceràmics és per se un acte religiós» (C. Belarte y J. Sanmartí ap. L. Pons, 2003: 272). Pero estas recurrencias indican además la existencia
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de unas pautas en la realización del rito, necesarias probablemente para que fuera efectivo. De ellas nos ha llegado solo el rastro final, el de la colocación de la ofrenda, mientras que el proceso previo, con las oraciones y los gestos seguramente igual de tipificados, se han perdido. Por lo que se refiere al valor de estas manifestaciones religiosas, no en todos los casos es posible conocerlo, pero para algunos se han propuesto diversas interpretaciones. En relación con el depósito de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) se ha comentado ya su interpretación como rito fundacional, interpretación dada también a muchos otros depósitos en otras zonas de la Tarraconense, como se ha visto. También debieron de tener una función similar los depósitos de la Villa de Casa Blanca (Torotsa, Tarragona), pues los dos momentos en los que se realizaron coinciden con la fase de fundación del sector en el que se han hallado, a finales del s. I d.C., y con la fase de remodelación posterior del mismo, en la primera mitad del s. II d.C. (L. Pons, 2003: 263-268, 274). Para los depósitos de las villas de Tolegassos (Viladamat, Gerona) y de Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà, Gerona) se ha propuesto, sin embargo, una interpretación diferente, para la que Josep Casas y Joaquín Ruiz de Arbulo (1997: 219) consideran que deben tenerse en cuenta dos datos fundamentales: que el contenido de las jarras fueran huevos o restos de gallináceas y que estuviesen enterradas. Estos autores subrayan el simbolismo del huevo como «germen de procreación» (ibid.) o, lo que es lo mismo, como representación del renacer y de la nueva vida, en estrecha relación con el mundo funerario (ibid.: 219222), como se ha visto aquí en más de una ocasión al hablar del huevo como ofrenda dedicada a las serpientes representadas en los lararios y como objeto presente en algunas capillas domésticas de tradición ibérica.389 Martin P. Nilsson (1908: 545) lo resume así: el huevo «es sieht aus wie etwas Totes, Unorganisches; daraus entsteht aber ein lebendes Wesen».390 389 También en el mundo ibérico el huevo forma parte de los ajuares funerarios con cierta asiduidad. En época romana sigue estando presente en las tumbas, como demuestra el hallazgo de restos de uno en el mausoleo de los Julios, en Mérida (M. Bendala, 1972: 251-252). Aparece también como depósito ritual en otros edificios además de los domésticos, de lo cual son buena prueba las jarras con huevos en el interior encontradas en la insula 30 de Ampurias, en relación con la palestra de las termas y con una taberna y ambas fechadas en la segunda mitad del s. III d.C. (agradecemos a Pere Castanyer y Joaquim Tremoleda la información aportada al respecto). 390 Véase este trabajo de M. P. Nilsson (1908) para un detallado estudio de la presencia del huevo en el ámbito funerario de las culturas antiguas y su significado.
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ESTUDIO ANALÍTICO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO...
También el gallo encierra un simbolismo ctónico (J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 223), a la vez que no es un animal ajeno al culto doméstico romano, como se ha visto al hablar del altar encontrado en la Casa n.º 2B de Ampurias (vid. sup. pp. 234-235). El huevo y los huesos de gallináceas, por tanto, le confieren a la ofrenda un carácter ctónico, que queda subrayado por el acto de enterrarla, como expresan Josep Casas y Joaquín Ruiz de Arbulo: «…en el ritual romano una ofrenda enterrada se dirigía siempre al campo de acción del mundo de los muertos, ya fueran divinidades infernales, cultos de fundación o rituales iniciáticos en cuyo fin último se encontraba la esperanza de resurrección y vida eterna» (ibid.: 222). Teniendo todo esto en cuenta, estos autores proponen que los depósitos votivos de Mas Gusó y Tolegassos tuvieran un valor lustral de carácter fúnebre y que estuviesen encaminados, por tanto, a purificar la villa y a apaciguar a los muertos, como otros actos profilácticos que la familia llevaba a cabo de forma periódica o en momentos concretos de la vida cotidiana (ibid.: 225), incluso en el contexto de la villa, como recoge Catón en su obra (Cato, agr., 70-71, 139, 160). Precisamente el hecho de que la práctica totalidad de los depósitos documentados en la zona catalana procedan de contextos de villas no parece un hecho desdeñable, especialmente si se tienen en cuenta las múltiples connotaciones ctónicas que el ciclo agrícola y el ámbito agrario en general tenían en la Antigüedad, como se ha visto en más ocasiones. El valor procreador del huevo como símbolo de una nueva vida podría vincularse, por tanto, también con esto, de manera que las ofrendas tendrían un valor no solo lustral sino también propiciatorio de la actividad agrícola, con el objetivo de garantizar una buena cosecha. Kim Bowes (2006: 82) aboga por este significado propiciatorio de fertilidad de los depósitos de Tolegassos y Mas Gusó e incluye una constante más a tener en cuenta, como es su constante colocación al exterior de la villa, junto al muro perimetral y concentrados en la misma zona. Teniendo esto en cuenta, Bowes propone que los depósitos se realizasen en el perímetro del edificio doméstico como límite simbólico del conjunto de la villa, de manera que su repetida sacralización mediante sucesivas ofrendas garantizaría la protección de sus moradores y la fertilidad de los campos, con un valor, por tanto, lustral y propiciatorio a la vez. Para Bowes, los templos que comenzaron a construirse en algunas villas en época bajoimperial supondrían la monumentalización y fosilización de este tipo de prácticas.
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En todos los casos, los recipientes son muy sencillos: jarras de cerámica, generalmente común, en algunos casos rotas o con errores de cocción que las inutilizaban como utensilios domésticos. Por esta razón, parece que el valor del depósito no se encontraba en el coste material de los objetos utilizados, sino en el propio rito y en lo que los recipientes contenían, pues ello explicaría su repetición, siendo casi siempre huevos y, en menos ocasiones, huesos de ave o de otro animal o líquidos. Esto puede considerarse como una ulterior confirmación de que en la religiosidad doméstica el lujo y la suntuosidad no estaban destinados a la divinidad sino al resto de los mortales, pues estos depósitos realizados con objetos modestos no estaban en ningún caso a la vista, sino que se destinaban directamente al agrado de los dioses. Las estructuras de culto, las esculturas, aras y árulas, etc., estaban expuestos a la vista de la familia en su conjunto y, cuando se colocaban en los comunia loca, a la de casi cualquier persona; en estos casos, las evidencias de culto adquirían un valor añadido como testimonios de autorrepresentación y de autolegitimación y entonces la suntuosidad no solo estaba justificada, sino que era necesaria. Aunque en una zona algo alejada, el depósito encontrado en la casa de las C/ Gavín y Sepulcro, en Zaragoza, está formado también por una jarra sellada y con huevos de ave en el interior (M. Beltrán Lloris, 1982: 92).391 La interpretación de este hallazgo, a pesar de su similitud con los catalanes, debe quedar en el aire ante la ausencia de más información sobre el lugar y circunstancias del hallazgo, a lo que hay que sumar que, en este caso, la vivienda es urbana y no rural. En la Casa de los Plintos de Uxama Argaela se han hallado también dos depósitos rituales, con distinta cronología. El más antiguo, fechado en la segunda mitad del s. I d.C., está formado por un vaso de cerámica pintada de tradición indígena con la representación de dos pájaros estilizados y con restos de un pollo en el interior (Fig. 241.2). El vaso, hallado en un hoyo en una habitación adyacente a otra en la que se encontró un enterramiento infantil, responde a un tipo documentado en contextos domésticos y de necrópolis, si bien su superficie no muy cuidada se relaciona más con los segundos (C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: 209). El segundo depósito, de entre los ss. II y III d.C., está formado por una pequeña olla de TSH, sellada pero vacía, y fue hallado en el sótano rupestre de la habitación 23 391
Registro ZR/Caesaraugusta02-O del catálogo.
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Fig. 241. Dibujo de los vasos cerámicos hallados en los depósitos votivos de la Casa de los Plintos, en Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria) [C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: fig. 3].
(Fig. 241.1).392 La diferente cronología de las ofrendas quizá ponga de manifiesto, como en la Villa de Casa Blanca (Tortosa, Tarragona), que se trata de ritos de fundación o de refundación. Finalmente, en la villa ilerdense de Torre Andreu (La Bordeta, Lérida) se ha encontrado un depósito de una gran singularidad, pues se trata de una fosa cuadrangular, forrada con tegulae a modo de cista y con el interior colmatado de valvas de ostra marina común.393 El hallazgo se produjo en el peristilo, bajo el pavimento de lajas de piedra en una de las esquinas, lo cual demuestra que el depósito se realizó en el mo-
392
Registros SO/Uxama05-O y SO/Uxama06-O del catá-
logo. 393
Registro LR/TorreAndreu01-O del catálogo.
mento de la pavimentación. El valor de este depósito queda en evidencia por la presencia de un número tan alto de ostras, un alimento de lujo, en una zona tan alejada de la costa, pero el significado de la ofrenda se desconoce, ya que por el momento es un unicum (A. Pérez Almoguera, 1998: 202). La presencia de conchas está documentada en la Península en otros contextos domésticos con un valor sacro, como en los hogares de algunas casas ibéricas de la zona catalana, pero estos casos son mucho más antiguos que el de Torre Andreu, realizado en algún momento entre el s. II y mediados del s. III d.C.
VI ESTUDIO INTERPRETATIVO DE LOS TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO EN LAS PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE ... los dioses Penates [...] tienen su sede «en lo profundo», por lo que los poetas también los llaman «habitantes de la profundidad». Cic., nat. deor. II, 68
El conjunto de evidencias de culto doméstico analizadas en este trabajo, 162 en total, supone un número escaso si se compara con lo que se conoce para los casos paradigmáticos de las ciudades vesubianas, donde solo en Pompeya se han documentado más de cuatrocientos lararios domésticos. Esta abrumadora cantidad de testimonios es lo que ha convertido a la ciudad vesubiana en el mejor laboratorio para el estudio del culto doméstico (G. K. Boyce, 1937: 7), como se ha dicho en diversas ocasiones a lo largo de estas páginas. Sin embargo, aunque el volumen de documentación recogida para las provincias Baetica y Tarraconensis es mucho menor y se reparte por un territorio mucho más extenso, lo cierto es que resulta lo suficientemente representativo como para tratar de crear un cuadro expresivo de lo que debió de ser el culto doméstico en la Hispania romana, en el que se aprecien sus peculiaridades y a partir del cual sea posible establecer una comparación con lo que se conoce para otras zonas del mundo romano, entre ellas la propia área vesubiana. Algunos de estos aspectos que caracterizan el culto doméstico en territorio hispano serán abordados a continuación.
1. EL CULTO DOMÉSTICO EN EL PROCESO DE INTEGRACIÓN DE HISPANIA EN EL IMPERIO ROMANO Durante los primeros siglos del período analizado y hasta el cambio de Era aproximadamente se han
documentado manifestaciones de culto doméstico de tradición ibérica, como los espacios sacros hallados en una unidad habitacional de Can Balenço (Argentona, Barcelona), en la casa principal del asentamiento de Mas Castellar de Pontós (Gerona) y en la Casa del Sector 4-C de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante), o los depósitos votivos de la Casa del «mosaico helenístico», también de Ílici y del edificio B del Camp de les Lloses (Tona, Barcelona).1 Por supuesto, las propias creencias domésticas ibéricas eran el resultado de una suma de elementos indígenas y foráneos —semitas y griegos principalmente— amalgamados a lo largo de los siglos, de lo cual han quedado también evidencias materiales en los testimonios analizados. Una de ellas es el objeto con forma de columnita jónica y uso incierto encontrado en la sala principal de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona) (Fig. 1), una pieza griega de importación y de alta calidad que formaba parte del equipamiento de la estancia y que tiene como paralelo más cercano una pila de abluciones hallada en el llamado «Santuario de Asclepio», en Ampurias.2 Más significativos aún pueden resultar los llamados «pebeteros» con forma de cabeza femenina (Fig. 2), de los cuales un ejemplar incompleto se halló en uno de los depósitos de la Casa del «mosaico helenísti1 Véanse los registros BA/Balenço01-E, GE/MasCastellar01-C, AL/Ílici01-C, BA/Lloses03-O, BA/Lloses04-O, AL/Ilici10-O y AL/Ilici11-O del catálogo. 2 Véase el registro GE/MasCastellar01-C en el catálogo y, más arriba, pp. 265-268.
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Fig. 2. «Pebeteros» en terracota con forma de cabeza femenina, hallados en el dpto. 1 del Puntal dels Llops (Olocau, Valencia) [H. Bonet y C. Mata, 2002: 164, fig. 179].
Fig. 1. Objeto ritual con forma de columna jónica achatada, procedente de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona) [E. Pons et al., 2002: 401, fig. 12.33].
co» de Ílici. Son también objetos foráneos, griegos o cartagineses,3 con un valor ritual que en la casa parece concretarse como la representación de una divinidad femenina de la agricultura y la fertilidad en las capillas domésticas4 (J. Ruiz de Arbulo, 1994: 159). El ejemplo de Mas Castellar de Pontós, una estancia de culto y representación en la vivienda principal del poblado, es una muestra tardía de lo que había caracterizado a la religión ibérica en el ámbito doméstico durante siglos. Esta se había limitado a las élites de poder, que legitimaban su posición predominante a través del culto, haciendo especial énfasis en la veneración de los antepasados que representaban su linaje, 3 M.ª J. Pena (2007: 18) ha propuesto recientemente un origen griego y una difusión cartaginesa. Interesante a este respecto será analizar la relación con estos «pebeteros» de una singular pieza hallada recientemente en Cartagena, realizada en piedra y más esquemática pero con el mismo tipo de representación y que se ha hallado en una zona artesanal o doméstica de la ciudad púnica, fechada en el s. III a.C. Ha sido interpretada como un betilo/pebetero, si bien, como muchos de los llamados «pebeteros» con forma de cabeza femenina no presenta huellas de fuego en la cazoleta que tiene en la parte superior de la cabeza (J. M. Noguera y M.ª J. Madrid, 2013). 4 Véase lo dicho sobre estos «pebeteros» en pp. 165-166, 198-199.
y que se autorrepresentaban mediante la escenificación de dicha veneración en ritos a medio camino entre lo doméstico y lo comunitario. Estos ritos tenían además el objetivo de cohesionar a la comunidad en torno a la figura del gobernante, de manera que, con el tiempo, los miembros dependientes de este pasaron a participar en el culto doméstico como una parte más de la «familia».5 Este culto de tipo dinástico y gentilicio, doméstico y comunitario a la vez y restringido por derecho solo a la élite, presenta claras diferencias con el culto doméstico romano, incluso el más arcaico, lo cual es fruto de las propias diferencias en la estructura social de ambos pueblos. Desde momentos muy antiguos, el culto doméstico romano era un derecho y un deber de toda familia; era, de hecho, un aspecto consustancial de la familia romana. La religión privada romana no habría podido existir como tal, por tanto, de no haber existido el propio concepto y la propia identidad de familia desde los momentos formativos de la sociedad romana, de manera que sus miembros tenían antes una identidad particular como familia que plural como grupo cívico.6 De hecho, esta unidad social básica fue, en muchas cuestiones, el modelo a pequeña escala a partir del cual se diseñaron muchos de los componentes básicos de la comunidad cívica romana (vid. sup. p. 36). En el mundo ibérico, esta identidad familiar estuvo durante mucho tiempo restringida solo a la élite, por lo que una religiosidad privada como la romana no era posible. 5 Véase el desarrollo más detallado de estas cuestiones en el cap. IV. 6 Estas cuestiones, ya comentadas en el cap. III, son basilares en la obra de N. D. Fustel de Coulanges (1864) sobre la ciudad antigua, donde las desarrolla con gran detenimiento.
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Objetos como los «pebeteros» con forma de cabeza femenina parecen ser la muestra de un cambio cualitativo en este panorama ibérico de las creencias privadas, como expresa Trinidad Tortosa: «Quizás, la presencia masiva, en general en todo el territorio [edetano], de exvotos —terracotas, bronces—, desde el s. III a.C., nos proporcionan no sólo un elemento que, tal vez, haya podido introducirse a través del mundo púnico, sino que representa la generalización, a través de estos exvotos, de la religiosidad individual, ya sea ésta de carácter privado —doméstico— o público…» (T. Tortosa, 2006: 50). Es posible, por tanto, que en el momento de la llegada de los romanos a la Península Ibérica, el caldo de cultivo para la difusión de su culto doméstico fuera relativamente propicio, a pesar de que escenarios como el de Mas Castellar de Pontós siguieran recordando a un culto gentilicio asociado a la élite. El panorama que presentan las evidencias documentadas no muestra, sin embargo, una expansión temprana y rápida de creencias privadas romanas entre las comunidades indígenas. Muestra, más bien, un período amplio de tiempo, coincidente aproximadamente con la época republicana, en el que testimonios propios y ajenos de culto convivieron y se mezclaron. Uno de los casos más elocuentes de este proceso es el del Edificio B del Camp de les Lloses (Tona, Barcelona), un asentamiento de carácter indígena fechado entre 120 y 90 a.C. (R. Álvarez Arza et al., 2000: 273). En uno de los ambientes de este edificio se ha documentado un árula anepigráfica (Fig. 3),7 lo cual, junto con el hallazgo de un plato de cerámica campaniense B y de vasitos calados, ha llevado a proponer su uso como un espacio de culto (11) (M. Duran et al., 2004: 435), si bien, dada la distribución de la planta, parece más probable que se tratase de una estancia noble en cuyo interior se desarrollaban ritos domésticos. Lo interesante del Camp de les Lloses no es solo el hallazgo de un objeto ritual de tradición romana en un contexto indígena, lo cual es equiparable a la presencia de la pieza griega con forma de columna jónica achatada en Mas Castellar. Lo que hace especialmente interesante este caso es que, en el mismo edificio, en otras estancias, se han documentado evidencias de rituales de tipo indígena, concretamente un enterramiento infantil y lo que parecen los restos de una actividad ritual.8 La práctica de realizar inhumaciones infantiles 7
Véase el registro BA/Lloses01-M del catálogo. Véanse los registros BA/Lloses02-O y BA/Lloses03-O, respectivamente. 8
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Fig. 3. Árula procedente del Edificio B del Camp de les Lloses (Tona, Barcelona) [R. Álvarez Arza et al., 2000: 279, fig. 12].
bajo los pavimentos de las casas está ampliamente documentada en asentamientos tanto ibéricos como de la zona céltica e indoeuropea peninsular (vid. sup. cap. IV). En cuanto a los restos de la actividad ritual, se trata de un nivel de cenizas mezcladas con huesos de animales y materiales cerámicos, lo cual recuerda a otros hallazgos realizados en espacios domésticos ibéricos, como en la propia Mas Castellar de Pontós, donde se encontraron huesos de perros repartidos por toda la estancia y concentrados especialmente, a modo de depósito, junto a uno de los hogares secundarios (vid. sup. p. 268). Completa el conjunto de evidencias de culto en esta casa del Camp de les Lloses un depósito votivo, formado por un vasito de cerámica de paredes finas, con microfauna, una taba y un as de bronce (BA/Lloses04-O), que ha sido interpretado como un rito fundacional de tradición romana (M. Duran et al., 2004: 435). El Edificio B del Camp de les Lloses muestra, por tanto, un panorama de religiosidad doméstica híbrida, en el que convivieron objetos de tradición romana con prácticas de tradición indígena. Esto parece poner de manifiesto una introducción paulatina y no traumática de elementos del culto doméstico itálico en el contexto peninsular, de manera que no se produjo una ruptura drástica con la realidad existente sino que, seguramente por la propia iniciativa de la
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Fig. 4. Árula hallada en la casa de la C/ Lleida, en Tarragona [F. Montón, 1996: 59].
población indígena, se fueron agregando objetos y con ellos quizá también ritos foráneos a las tradiciones propias, de forma similar a lo que debió de ocurrir anteriormente con el contacto con otras culturas, como se ha comentado ya. Recordemos que el tipo de árulas entre las que se encuentra la del Camp de les Lloses es el primer testimonio de culto doméstico de tradición romana que se ha documentado en el territorio peninsular hasta el momento. Pero es difícil establecer si una pieza como este árula en un contexto indígena como el del Camp de les Lloses mantuvo su uso original, partiendo del hecho de que dicho uso para este tipo de objetos rituales ha sido muy discutido por diferentes especialistas. En el trabajo realizado por Félix Montón (1992) se recogen varias de las utilidades planteadas, como la quema de incienso o el encendido de fuegos rituales, la realización de libación, la recepción de ofrendas alimenticias o de otro tipo o simplemente la de exvoto, por su valor simbólico. En el muestrario peninsular con el que contamos, muchas árulas debieron de servir para algún tipo de combustión, pues presentan el foculus ennegrecido (vid. sup. p. 308), pero este no es el caso del árula del Camp de les Lloses, por lo que su función hubo de ser distinta y seguramente los ritos asociados al fuego debieron de estar relacionados con el hogar existente también en la estancia donde estaba colocada (R. Álvarez Arza et al., 2000: 279; M. Duran et al., 2004: 425). El árula debió de destinarse, por tanto, a otros usos, como la recepción de libaciones o de ofrendas de otro tipo. Lo que no es posible conocer es si, con tal uso, sustituía a otro tipo de objeto de tradición local en un culto indígena, por ser un objeto seguramente de prestigio, o si a la pieza iba asociado un tipo de ritual foráneo que justificase su presencia y su utilización en este contexto.
Lo que sí parece claro es que las árulas fueron el primer tipo de objeto ritual que entró en la casa por contacto con Roma, pues previamente a su presencia no se documenta ninguna en ámbito doméstico peninsular. A la del Camp de les Lloses, fechada entre 120 y 90 a.C., se le suma en antigüedad otra hallada en Tárraco, en una casa ubicada en la actual C/ Lleida y fechada en la misma época.9 Ambas son los dos testimonios más antiguos de objetos de culto de tradición romana hallados por el momento en las provincias Bética y Tarraconense. Las dos piezas no resultan tipológicamente muy parecidas (Figs. 3-4), pues la de Tárraco es bastante más sencilla de la del Camp de les Lloses. Esta última tiene basa y coronamiento moldurados y pulvini y un frontón denticulado, mientras que la primera está decorada con molduras rectas en la base y el coronamiento, de forma que lo más llamativo es la moldura en relieve que delimita el foculus, como si se tratase de la petrificación de un verdadero hogar.10 El árula del Camp de les Lloses se asemeja más a un grupo de piezas halladas en el área del Penedés y de la actual Tarragona, de las cuales las únicas claramente domésticas son la del Camp de les Lloses y una de las árulas encontradas en la Villa de la Canaleta (Vila-seca, Tarragona),11 así como otra procedente de Can Palauet (Mataró, Barcelona), pero fechada ya en el s. I d.C. (BA/Palauet01-M; Figs. 5-6). Se caracterizan por el gran desarrollo de la base y el coronamiento frente al cuerpo y por tener frecuentemente un remate superior con pulvini y un frontón geminado o denticulado, siendo quizá la pieza más 9
Véase el registro TA/Tarraco05-M del catálogo. En este caso, el árula sí presenta restos de fuego en el foculus. 11 Véase el registro TA/Canaleta01-M del catálogo. 10
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Fig. 5. Árula encontrada en la Villa de la Canaleta (Vila-seca, Tarragona) [M. Adserias, 1998: 65].
Fig. 6. Árula encontrada en Can Palauet, Mataró (Barcelona) [J. García Rosello, 1999: 46].
equilibrada entre sus partes y la más cuidada en la factura la del Camp de les Lloses. Muchas de estas arulae carecen de contexto o proceden de silos en poblados indígenas, pero coinciden con los casos estudiados aquí en tener una cronología temprana, entre los siglos II y I a.C.12 12 Véanse los trabajos de J. Principal et al., 1999 y A. Ros, 2005 sobre este tipo de piezas. Vid. sup. pp. 308-310.
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Además de estas dos árulas de tipología similar y de la de Tárraco, hay otras dos de las recogidas en el catálogo que se datan también en época republicana, una de ellas hallada en la Villa de la C/ Montevideo, en Barcelona, y otra en la misma Villa de la Canaleta a la que ya se ha aludido.13 Tanto estas como la otra de la Villa de la Canaleta se mantienen en uso hasta el s. I d.C., pero lo interesante en este caso es su cronología inicial, pues demuestra que el conjunto más antiguo de árulas asociadas al ámbito doméstico se concentra en el Conventus Tarraconensis, concretamente en los territorios de las actuales provincias de Barcelona y Tarragona. Parece, por tanto, que este tipo de piezas tuvieron una particular acogida entre la población indígena de esta zona, utilizándose como objetos rituales en el culto doméstico, pero no solo, pues se desconoce el uso de muchas de las encontradas en el área del Penedés. Aunque no se han realizado estudios petrológicos, la mayoría de estas árulas están aparentemente realizadas con piedra local y presentan un acabado no muy cuidado. No se trata, por tanto, de productos lujosos de importación, sino realizados, ya desde finales del siglo II a.C., por talleres locales, seguramente por la existencia de una demanda lo suficientemente alta como para ello. El valor simbólico que ya desde estos momentos adquirieron las árulas podría estar demostrado por su abundante amortización en silos, seguramente ritualizada, como ocurre en la Vinya d’en Pau (Barcelona), en Darró (Vilanova i la Geltrú, Barcelona) o en La Bassa (Els Mojons, Barcelona), entre otros (A. Ros, 2005: 153). Curiosamente, la concentración de aras y árulas anepigráficas en el Conventus Tarraconensis se mantuvo en época imperial, a pesar de que, a partir de este momento, se produjese una mayor dispersión por el territorio de la provincia. En cualquier caso, la zona donde más abundó este tipo de piezas fue el litoral mediterráneo de los conventos Tarraconense y Cartaginense, mientras que en el interior los casos fueron menos numerosos y apenas superaron la zona del este peninsular, salvo por la presencia ya tardía de un árula de terracota en la Villa de Materno, en Toledo;14 en la Bética no se ha documentado ningún caso por el momento (Fig. 7).15 Ya se ha advertido de la necesidad de ser cautos a la hora de extraer 13 Véanse los registros BA/Barcino05-M y TA/Canaleta02-M en el catálogo. 14 Véase el registro TO/Carranque02-M del catálogo. 15 En el proceso de publicación de este libro hemos podido documentar un árula anepigráfica procedente de una villa de Aurgi (Jaén). Véase el apéndice al catálogo en el CD.
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Fig. 7. Mapa con ubicación georreferenciada de las árulas anepigráfícas de culto doméstico halladas en la provincia Tarraconense. Los números remiten al n.º inv. de cada evidencia material en el catálogo [H. Jiménez Vialás y M. Pérez Ruiz].
conclusiones a partir de la dispersión geográfica de los datos, pero no deja de resultar significativa esta concentración de las árulas anepigráficas en las zonas norte y este peninsular, especialmente en la franja costera. Otra cuestión que es interesante destacar es la abrumadora utilización de piedra para realizar estas aras y árulas, en todos los casos salvo en dos en los que están realizadas en terracota. Este hecho contrasta con lo conocido para Pompeya, donde los altarcillos en terracota son mucho más abundantes.16 Parece, por tanto, que el uso masivo de la piedra es un rasgo peculiar de la producción peninsular de 16 Véase la breve recopilación realizada por G. K. Boyce (1937: 16), en las que da referencia un número similar de árulas en piedra y en terracota. A. D’Ambrosio y M. Borriello (2001: 15, 24) contabilizan 30 pétreas y 19 de terracota. Véase una síntesis valorativa sobre las árulas pompeyanas en M. Pérez Ruiz, 2011: 288-290.
aras para el culto doméstico, con un significado que no está claro. Félix Montón (1992: 163), al hilo de la negación de Piero Orlandini sobre la utilización de árulas para sacrificios de fuego por la ausencia de trazas de quemado en los casos estudiados, considera que dicha conclusión puede estar condicionada porque todas las estudiadas por este autor son de terracota, de manera que, quizá, mientras que estas desempeñaban otras funciones, los sacrificios ígneos podían reservarse para las de piedra, más resistentes al fuego. Esta parece una explicación plausible, si se tiene en cuenta que muchas piezas presentan huellas de fuego.17 Otras, en cambio, conservan restos de estuco,18 por lo que otra posibilidad es que se prefiriera usar la piedra para poder enlucir las aras y obtener así una superficie apta para escribir una dedicación 17 18
Véanse las Figs. 166a, c y e del capítulo V. Véanse las Figs. 166d y h del capítulo V.
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a la divinidad. Finalmente, puede pensarse que se prefirió la piedra a la terracota por el valor que se le daba a estos objetos rituales en el ámbito hispano, lo cual haría que se prefiriese utilizar un material más duradero para su realización. Otra cuestión que se plantea reveladora en relación con el culto doméstico en el período de integración de Hispania en el Imperio romano son los testimonios aportados por la ciudad de Ílici, en su fase iberorromana. Ya se han comentado algunas cuestiones al hilo del hallazgo de un «pebetero» con forma de cabeza femenina en un depósito votivo,19 pero parece interesante hacer una valoración de conjunto. Se recordará que en esta fase iberorromana se han documentado una estancia con objetos rituales en la Casa del Sector 4-C y dos depósitos votivos en otra estancia en la Casa del «mosaico helenístico», bajo la posterior Casa del Sector 5-F, en la que se han hallado un sacrarium y varias árulas.20 La Casa del Sector 4-C y, con ella, la estancia de culto, se ha fechado entre 228/218 a.C. y 42/38 a.C., cronología similar a la dada a los objetos rituales encontrados en ella, entre los ss. III y I a.C. (T. Tortosa, 2004a: 157). Los depósitos votivos se fechan, en cambio, estratigráficamente en torno al cambio de Era (ibid.: 136).21 El elemento común a los tres grupos de testimonios de culto es su relación con una gran diosa de la fertilidad y la fecundidad, asociada al ciclo vital y agrícola. En la estancia en la Casa del Sector 4-C de Ílici, esta aparece de forma manifiesta en la decoración del kernos (Fig. 8). Como se ha comentado en más ocasiones, el kernos tiene una base tubular con cinco recipientes con una compleja comunicación entre sí: cuatro de ellos se comunican a través de la base hueca de la pieza, recogiéndose en el que tiene forma de anforita las libaciones que se realizaban en los tres vasitos restantes; el anforita decantaba el líquido en un cuenco, el único recipiente no conectado con los demás. La decoración pintada sigue de forma simbólica la misma decantación que el líquido, pues los motivos fitomorfos y zoomorfos de los vasitos y el anforisco forman un «universo vinculado con la divinidad que converge en el cuenco» (ibid.: 157), en cuya base aparece representado un rostro femenino arrebolado y engalanado con joyas, rodeado de 19
Véase el registro AL/Ilici11-O del catálogo. 20 Véanse los registros recogidos en el catálogo para la ciudad de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). 21 Debe, sin embargo, tenerse en cuenta que esta casa presenta serios problemas en la diferenciación de sus fases y en la definición clara de la cronología de las mismas, como se ha comentado ya anteriormente. Véase J. Sarabia y V. Cañavate, 2009: 96.
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Fig. 8. Kernos procedente de la estancia de culto en la casa del Sector 4-C de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante) [AA. VV., 2004: 279].
animales, que se ha identificado con la imagen de la divinidad. El simbolismo del kernos queda resumido así por Ricardo Olmos: «El gesto de libar, que en definitiva es verter el líquido sacralizado sobre la tierra, se realiza aquí sobre la misma diosa de la tierra que nos mira —y a la que miramos— de frente» (R. Olmos, 1988-1989: 95).22 En la Casa del «mosaico helenístico», la diosa aparece representada en ambos depósitos votivos. Como se ha dicho, en uno de ellos destaca la presencia de una crátera de cerámica pintada ibérica, con decoración de motivos antropomorfos enmarcados en una faja central. En la cara anterior (1) se representa una cabeza femenina alada, con el rostro arrebolado, que brota de la tierra (Fig. 9); a su derecha, un ave acerca el pico a una de las alas, mientras que, a la izquierda, otra ave lo introduce en la oreja divina. En la cara posterior (2-5), dos cabezas masculinas, orientadas hacia la izquierda y que quizá también brotan de la tierra, aparecen separadas por dos serpientes entrelazadas; los rostros presentan barba y el pelo rizado en un caso y liso en otro. El rostro femenino ha sido interpretado como la representación de la gran diosa, en una escena de epifanía divina común a la cerámica de Elche, en la que aparecen motivos del mundo vegetal y animal 22 Tipológicamente, el kernos es muy similar a otro hallado en Samos y ambos se parecen a los utilizados en las Kernophoria de Sicilia y Ática y a un grupo de piezas halladas en Carthago (T. Tortosa, 2004a: 157); similares son también un kernos asociado a un posible santuario portuario en Ampurias, de finales del s. VI o comienzos del s. V a.C. (M. Santos y J.-C. Sourisseaeu, 2011: 225) y a una pieza hallada en una sepultura (n.º 29) de la necrópolis de Les Corts, también en Ampurias (A. Ramos Folqués y R. Ramos Fernández, 1976: 21).
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Fig. 9. Crátera pintada hallada en un depósito votivo en la Casa del «mosaico helenístico» de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante) [T. Tortosa, 2006: 206].
como «referencia al sagrado dominio de la diosa» (R. Ramos Fernández, 2001-2002: 238). El surgimiento de la cabeza de la tierra es, a su vez, una alegoría del ánodos o viaje fúnebre de ascenso de los infiernos que pone de manifiesto el carácter ctónico de la diosa de la tierra y de la fertilidad, que rige el ciclo vital (R. Ramos Fernández, 1992: 175-178, passim). Las cabezas masculinas surgen también de la tierra, con un carácter telúrico, por tanto, subrayado por la presencia de dos serpientes entrelazadas entre ellas;23 actúan probablemente como testigos de la epifanía divina, a la vez que, por su relación con la tierra, le dan al mito representado un carácter de autoctonía asociado a la aristocracia del lugar (R. Olmos, 1998: 152-153), por lo que es posible que representasen a antepasados heroizados. Tipológicamente, la crátera presenta influjos magnogrecos y, especialmente, romanos, como muestra la comparación de su perfil con el de algunas copas de terra sigillata encontradas en el propio yacimientos de Ílici; las asas serpentiformes son, en cambio, una peculiaridad indígena (T. Tortosa, 2004a: 136). Dentro de esta crátera se encontró una gema de ágata de color ambarino, en la cual aparece entallada 23 Sobre el carácter ctónico de las serpientes en el mundo antiguo y sobre su relación con el inframundo se ha hablado ya en otras ocasiones (vid. sup. pp. 70-73), por lo que no se ahondará en ello aquí.
una paloma, rodeada de signos alfabéticos o pseudoalfabéticos (R. Ramos Fernández, 1989: 240). Puesto que en la crátera la diosa aparece acompañada de dos palomas, se ha propuesto que la representada en esta pieza estuviera relacionada también con ella (ibid.: 240). Finalmente, en el segundo depósito de la estancia de la Casa del «mosaico helenístico» se ha encontrado, entre otros materiales, un «pebetero» con forma de cabeza femenina. Como ya se ha dicho, estas piezas de origen griego o cartaginés se asocian, en su uso local, a la veneración de una divinidad femenina de la fertilidad y la agricultura de difícil interpretación y adscripción, griega, semita o ibérica (T. Tortosa, 2006: 49-50; vid. sup. pp. 165-166, 198-199), pero que en esencia parece muy similar a la gran diosa a la que nos hemos referido. Los «pebeteros» encontrados en ámbito doméstico se han interpretado como representaciones de la diosa en las capillas, que recibirían las ofrendas de la familia (J. Ruiz de Arbulo, 1994: 159). Siguiendo la argumentación de Ricardo Olmos (1988-1989: 94), parece lo más probable que la diosa representada en las cerámicas pintadas ibéricas analizadas aquí sea una divinidad indígena a la que los influjos extranjeros dotaron de forma, frente al marcado aniconismo de la cultura ibérica; pero, a su vez, esto habría transformado parcialmente el propio
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concepto de la divinidad, en un proceso de retroalimentación. Esta diosa de la fertilidad y de la tierra y, por ende, de la agricultura y del ciclo vital, cual gran diosa madre, se asimiló a la representada en los «pebeteros», si es que no fue la misma. La idea divina que subyacía en esta diosa era la común a la koiné mediterránea en diosas como Deméter, Tanit o Ceres. Por tanto, en los tres contextos ílicitanos de culto que alcanzan aparentemente hasta finales del s. I a.C. o comienzos del s. I d.C., una cantidad nada desdeñable para un único yacimiento, aparecen de forma reiterada alusiones a esta gran diosa, presente de forma generalizada en el mundo ibérico, al menos del sureste (ibid.: 94). La forma en la que se la representó seguía remitiendo a los modelos iconográficos indígenas, incluso sobre formas cerámicas con influencias no solo helénicas sino incluso romanas, como ocurrió con la crátera de la Casa del «mosaico helenístico». Las formas romanas eran aptas, por tanto, para la elaboración de objetos rituales pero la iconografía, la representación de la divinidad venerada, siguió siendo local, por lo que parece posible descartar que se produjese algún tipo de sincretismo con Ceres en ese momento. De manera que, en torno al cambio de Era, después de casi ya dos siglos de la difusión por el territorio peninsular de los primeros objetos de culto doméstico de tradición itálica —las árulas a las que nos hemos referido previamente— y cuando ya existían, no solo estructuras de culto propiamente romanas,24 sino dedicaciones a los dioses propios del culto doméstico itálico, como los Lares y el Genius,25 en Ílici se mantenía la veneración privada a una gran diosa de la fertilidad eminentemente indígena, que, a juzgar por la iconografía, no había sufrido aún sincretismo con una divinidad romana. Esto demuestra de nuevo la libertad que pareció imperar en las creencias domésticas de la población peninsular, incluso bastante tiempo después de que el territorio hubiera pasado a formar parte del Imperio Romano. La difusión de las creencias domésticas romanas no parece haber sido homogénea, por tanto, ni en el tiempo ni en el espacio, de manera que se produjo una convivencia de tradiciones diversas durante largo tiempo. Los testimonios de culto recopilados dan la imagen de 24 Piénsese, por ejemplo, en el altar de la Casa n.º 2B de Ampurias (GE/Emporiae03-E), fechado precisamente entre finales del s. I a.C. y principios del s. I d.C. 25 A los Lares se alude en la inscripción hallada en la Rambla de la Boltada, en Murcia (MU/RamblaBoltada01-I) y al Genius en la de la columna de la Casa de la C/ Ramiro de las Casas Deza, en Córdoba (CO/Corduba02-I).
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flujo y de interacción entre estas tradiciones pues, a la vez que ciertos elementos romanos se fueron introduciendo en las casas peninsulares, otros locales se mantuvieron en uso, desarrollándose un proceso de fusión y de adaptación. En relación con esto, sería de gran interés saber si en el posible sacrarium de la fase romana de la Casa del Sector 5-F de Ílici se habría mantenido el culto a esta diosa, en su forma indígena o sincretizada, o si, por el contrario, los dioses venerados no tuvieron nada que ver con esta. Lamentablemente, no hay ningún dato al respecto que permita resolver esta incógnita pues, como decimos, el propio uso cultual de la estancia identificada como posible larario es incierto por la falta de materiales asociados y por los problemas estratigráficos y de distribución de las estancias que presenta la casa (J. Sarabia y V. Cañavate, 2009: 105-106). Pero, si se atiende a lo que se conoce para el contexto del sureste peninsular, donde la veneración de esta diosa parece que estuvo más extendida y arraigada en época ibérica, la opción más plausible es la de su desaparición, pues no se ha documentado en la zona ningún caso de veneración doméstica a una divinidad de semejantes características en época romana, lo cual contrasta con esta arraigada devoción mostrada, al menos en Ílici, todavía en torno al cambio de Era.26 El cambio cualitativo en el culto doméstico hispano, por tanto, parece haberse dado a lo largo del s. I a.C. y especialmente en la segunda mitad, momento en el que se generalizaron las manifestaciones de culto doméstico de tipo romano en las provincias Baetica y Tarraconensis. Pero, ¿cuál es la razón para que se produjese dicho fenómeno en ese momento? Aunque no se debe descartar la posibilidad de que parte de las evidencias con las que contamos perteneciesen a familias de origen romano o itálico,27 a finales de la República había zonas de la Península que llevaban ya largo tiempo en contacto con población romana y, por tanto, con sus costumbres, por lo que estas podrían haber permeado hasta el ámbito de las creencias privadas. Ahora bien, si la religión fue uno de los aspectos más conservadores de las sociedades antiguas, en el ámbito doméstico lo fue aún más, ya que era 26 Sin embargo, debe tenerse en cuenta que los datos explícitos sobre las divinidades veneradas con los que contamos aún no son muy numerosos, por lo que quizá esta apreciación pueda cambiar en el futuro. 27 La Casa n.º 2B de Ampurias, en cuyo peristilo se ha hallado un altar pintado (GE/Emporiae03-E) con paralelos pompeyanos muy cercanos, presenta una planta canónica de atrio y peristilo, por lo que, aunque no se conocen sus moradores, es posible que se tratase de población itálica.
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difícil llegar a él mediante dictados e imposiciones e imperaba, por tanto, una cierta libertad de culto, como demostraron siglos más tarde las prohibiciones sobre el culto doméstico pagano aplicadas por Teodosio (Cod. Theod., XVI, 10, 12).28 De manera que la introducción de nuevos dioses y nuevos ritos en la casa hubo de producirse con posterioridad a la integración en el acerbo cultural indígena de muchos otros aspectos de la cultura romana, perfilándose así el culto doméstico, en el proceso con diferentes velocidades que fue la integración de Hispania en el Imperio Romano (M. Bendala, 2006a; 2006b, con bibliografía), como un aspecto de la vida en el que las transformaciones se produjeron a un ritmo más lento. En este punto se debe establecer un paralelismo con las creencias y el ritual funerarios, que puede ayudar también a esclarecer la evolución del culto doméstico en el proceso de integración de Hispania en el Imperio. Las creencias y los ritos fúnebres formaban parte de los sacra privata, al igual que el culto doméstico, con el cual tenían vínculos claros como parte de una misma religiosidad familiar (vid. inf. pp. 411-414). El ámbito funerario hispanorromano se caracterizaba por un especial conservadurismo y por la perduración de costumbres locales, lo mismo que parece haber ocurrido con el culto doméstico al menos hasta el cambio de Era, según lo visto hasta ahora. Los estudios dedicados a detectar, analizar e interpretar estas peculiaridades en el mundo funerario hispanorromano, con una ya larga tradición (M. Bendala, 1976; 1991: 182-183; 2002; A. Jiménez Díez, 2002; 2008), demuestran que las razones fueron, no solo las creencias atávicas que regían las relaciones de los vivos con el mundo de los muertos, sino también y especialmente un afán por preservar, en ciertas parcelas de la vida comunitaria y privada, la propia identidad frente a los influjos foráneos29 (M. Bendala, 2009: 357). El ámbito de las creencias privadas, funerarias concretamente, se ha revelado, a través de estos estudios como uno de los núcleos de autoafirmación de la etnicidad más sólidos y persistentes, pero parece que el de la religiosidad doméstica también pudo serlo, de una forma más evidente hasta 28 En el análisis del culto doméstico romano que se ha realizado en el capítulo III se ha visto como, a pesar de las transformaciones e innovaciones que sufrió a lo largo de los siglos, los aspectos sustanciales se mantuvieron invariables. 29 Los estudios llevados a cabo en necrópolis como la de Carmona o Baelo Claudia son paradigmáticos en este sentido. Remitimos a las referencias bibliográficas dadas más arriba.
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el cambio de Era aproximadamente, y más sutil a partir de entonces. Creemos que hay un último condicionante en la difusión del culto doméstico de tradición itálica en Hispania, relacionado con la dimensión social de este, la cual no solo se mantuvo, sino que se potenció por la propia fusión con el sustrato indígena, pero de ello se hablará más adelante. Lo que interesa en este momento es que, para que las manifestaciones domésticas de culto itálicas resultaran útiles desde el punto de vista social, tuvieron de nuevo que darse unas condiciones propicias. En relación con esto, cabe preguntarse hasta qué punto la difusión de la religión doméstica romana fue pareja a la del concepto romano de familia y de la propia identidad como tal, o si fue necesario que primero se generalizase la identidad familiar en el tejido social para que posteriormente calase una religión de tipo familiar. Ya se ha dicho en varias ocasiones que el concepto de familia estuvo restringido en las sociedades iberas a la élite, al menos hasta el s. III a.C., momento en el que los diferentes estratos de la sociedad comenzaron a hacerse visibles en los santuarios, como resultado de una conciencia individual y de una religiosidad adecuada a dicha conciencia, lo cual fue seguramente parejo a la generalización de la identidad del grupo familiar. Se ha aludido previamente a la cuestión planteada por Trinidad Tortosa (2006: 50) sobre el peso que pudo tener, en este cambio sustancial en la sociedad ibérica, la influencia cultural púnica (vid. sup. p. 166). En este sentido, cabe preguntarse también hasta qué punto el aporte cultural cartaginés influyó en la difusión de la identidad familiar, pues la presencia de tumbas familiares y de cámaras colectivas, en necrópolis de tradición púnica como la de Carmona (M. Bendala, 1976), demuestra que el modelo de familia de esta sociedad semita era más cercano al romano que el ibérico; por ello, la permeación de dicho modelo en ciertas zonas de la Península podría haber creado un contexto social más apto para la expansión de las formas romanas de culto doméstico. En el mundo indoeuropeo, a partir de la escasa información con la que se cuenta, parece, en cambio, que dentro de la comunidad existían la conciencia de familia y los ritos asociados a ella desde tiempos antiguos (vid. sup. p. 203). El establecimiento paulatino de un contexto propicio, fruto de la transformación de las sociedades indígenas por contacto con aportes foráneos, que fueron permeando en las formas de vida y de organización social y crearon una realidad híbrida peculiar y, a la vez, el interés por mantener unos signos de identidad propios parecen ser las variables que explican el
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proceso de introducción del culto doméstico romano en la Península Ibérica. Este convivió siempre con tradiciones locales, creando una realidad con destacados paralelismos con el del ámbito funerario, si bien a partir del cambio de Era parece imponerse el modelo romano, salvo en aspectos rituales concretos como los enterramientos infantiles y la realización de depósitos votivos. La difusión de este modelo no estuvo, sin embargo, exenta de condicionantes locales, como se verá a continuación.
2. DIVINIDADES DOCUMENTADAS EN ÁMBITO DOMÉSTICO EN LA BÉTICA Y LA TARRACONENSE Ya se ha hecho referencia, al abordar el análisis de la escultura y, especialmente, de la epigrafía, a algunas de las divinidades presentes en los espacios domésticos de culto de las provincias Baetica y Tarraconensis. Pero parece conveniente aquí realizar una valoración de conjunto. La diversidad de divinidades documentadas es alta (Fig. 10), algo que no resulta sorprendente en función de lo conocido para las ciudades vesubianas (G. K. Boyce, 1937), así como para el conjunto del mundo romano a partir de las esculturas en bronce.30 Entre los dioses y espíritus propios del culto doméstico romano encontramos a los Lares y al Genius, en testimonios escultóricos y epigráficos,31 si bien su número es inferior al de otras divinidades, a diferencia de lo que ocurre en Pompeya (vid. sup. pp. 104-105). También la serpiente está representada, según el modelo iconográfico propio de las capillas domésticas: reptando o enroscada a un altar u objeto que hace las veces de tal y sobre el cual hay huevos o piñas como ofrenda (vid. sup. p. 68).32 El resto de divinidades pertenecen, en su mayoría, también al panteón romano, con las excepciones de la diosa madre ibérica de la tierra y la fertilidad, hallada en contextos domésticos iberorromanos de la ciudad de Ílici; el griego Zeus Megistos, asociado a la casa de Julio Silvano en Segóbriga; Cibeles y Attis, aunque en la época en la que se fecha la pieza en la que aparecen representadas —un árula de terracota en la 30
Véase la Fig. 94 del capítulo III. Para el Lar, véanse los registros AM/Abdera01-I, GE/Vilauba01-C, MA/Villamanta01-I, MU/RamblaBoltada01-I, TA/Tarraco06-I y VA/Saguntum01-I. Para el Genius, véanse AM/Abdera01-I, CO/Corduba02-I, CR/Puñide01-M y TA/Tarraco06-I. 32 Véanse los registros SE/Italica03-I, GE/Emporiae03-E y ZR/Zuera01-M. 31
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despensa de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona), de entre mediados del s. I y el s. III d.C.—, la diosa minorasiática llevaba ya varios siglos siendo venerada en Roma; las Matres, divinidades indígenas documentadas en las casas de Clunia, y Marte Tileno, con un posible origen indígena o, más bien, en Asia Menor. Pueden realizarse algunas comparaciones con lo que se conoce para el resto del mundo romano y, especialmente, para Pompeya, pero debe tenerse en cuenta que los estudios sobre culto doméstico romano en los que se han tipificado las divinidades veneradas se han centrado principalmente en la pintura y en la escultura contextualizadas en lararios,33 a diferencia del conjunto de evidencias con el que trabajamos para la Bética y la Tarraconense, que incluye los testimonios epigráficos y las representaciones en otros materiales, como cerámica o mosaico, y no todos procedentes de capillas, sino simplemente de ámbito doméstico. Aún así, podría decirse que entre los dioses y espíritus asociados al culto doméstico en las provincias Baetica y Tarraconensis están representados los más comunes del panteón romano en las capillas domésticas, con la excepción, quizá, de Apolo, Diana y Eros, que por el momento no se han documentado (vid. sup. pp. 104-105). Los dos dioses que tienen mayor presencia en el contexto hispano son Mercurio y Júpiter.34 El primero era una de las divinidades preferidas en el culto doméstico y sus imágenes en bronce son especialmente numerosas en la zona occidental del Imperio, por lo que no sorprende la concentración que se da en las provincias hispanas, donde priman las esculturas. La diferencia con otras regiones, como la Galia o Germania, es que no hay signos de interpretatio en su iconografía, como en la vestimenta o en los atributos35 (G. Baratta, 2001: 126). En cuanto a Júpiter, su presencia en lararios no resulta tan común como la de Mercurio. A pesar de esto, en este caso debe tenerse especialmente en cuenta la limitación a la que hemos hecho referencia previamente sobre los tipos de soporte y los contextos 33 Los trabajos de referencia son G. K. Boyce, 1937; Th. Fröhlich, 1991 y A. Kaufmann-Heinimann, 1998. 34 Para Mercurio véanse los registros AS/Veranes01-M, CS/Alter01-M, CR/Nogueira01-M, CU/Quintanares01-I, GE/Vilauba01-C, MU/Balsapintada01-M, MU/Villar01-M, BA/Barcino01-M y ZR/Celsa09-M. Para Júpiter, véanse BU/Clunia03-I, SO/Uxama02-I, SO/Uxama03-I, SO/Villares03-I, TA/Tarraco07-I, TA/Tarraco08-I, VA/Enova02-I y ZR/Celsa06-E. 35 Algunas esculturas en bronce de Mercurio halladas en Hispania presentan torques, como ocurre también en la Galia (G. Baratta, 2001: 126), pero ninguna de ellas ha sido encontrada en contexto de larario.
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MARÍA PÉREZ RUIZ
DIVINIDAD
Anejos de AEspA LXVIII
ESCULTURA
EPIGRAFÍA
PINTURA
CERÁMICA
MOSAICO
TOTAL
Lares
1
5
6
Genius
1
3
4
Baco
1
1
Cibeles y Attis
1
1
Diosa madre
3
3
Divinidad acuática
1
Fortuna
2
1
Hércules/Hércules Invicto
1
3
1
1 4 4
Júpiter/Júpiter Óptimo Máximo (Capitolino)
7
Marte/Marte Tileno
2
2
Matres
2
2
2
9
2
2
Mercurio
7
Minerva/Minerva Augusta Serpiente/ Antepasados
2
Silvano/Pan
1
Tutela
1
1
3 1
1
Venus
1 1
Zeus Theos Megistos
8
1
1 1
Fig. 10. Divinidades documentadas como parte del culto doméstico en las provincias Baetica y Tarraconensis.
de comparación, puesto que en Hispania Júpiter se ha documentado principalmente en epígrafes, que no han aparecido en estructuras de culto, sino simplemente en contextos domésticos, por lo que no hay elementos directos de comparación. Aun así, resulta llamativo que en todos los epígrafes el dios aparezca aludido con el epíteto Óptimo Máximo y una vez con el de Óptimo Máximo Capitolino, para lo que no se conocen paralelos no hispanos. La concentración de cuatro de los siete epígrafes dedicados a Júpiter en la zona de Burgos y Soria nos podría hacer pensar que bajo el nombre del dios principal del panteón romano se escondiese un sincretismo con el principal del panteón céltico, Dagda, que recientemente se ha propuesto que sea la «divinidad innominada» a la que hace referencia Estrabón (III, 4, 16) al hablar de la religión de los celtíberos y sobre
el que se ha valorado, en el capítulo IV, su posible relación con el culto doméstico a partir del mismo paso (vid. sup. p. 203). Sin embargo, Gabriel Sopeña (1995: 39), quien ha realizado esta propuesta de que Dagda fuese la divinidad innominada de Estrabón, considera que su interpretatio romana es Dis Pater. A esto hay que añadir la afirmación de Juan Carlos Olivares (2002-2003: 216) de que las divinidades indígenas masculinas en la zona indoeuropea de Hispania no llegaron a perder su identidad original en un grado suficiente como para penetrar, asimiladas a las romanas, en los contextos urbanos, lo cual se contradice con el hecho de que las inscripciones dedicadas a Júpiter Óptimo Máximo procedan, en su mayoría, de ciudades. Por otro lado, algunos de los epígrafes se han hallado en la zona levantina, que nada tiene que ver con las tradiciones religiosas indoeuropeas.
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La explicación de la interpretatio carece, por tanto, de una base sólida, por lo que parece lo más acertado considerar que el Júpiter Óptimo Máximo al que se veneraba en las casas hispanorromanas era el dios principal del panteón romano, sin que sepamos por qué fue un dios aparentemente tan popular en el ámbito doméstico de este territorio, quizá por la propia influencia del culto público. En realidad, las únicas divinidades claramente indígenas cuya veneración se ha documentado en el culto doméstico de la Baetica y la Tarraconensis a partir del cambio de Era son las Matres, que parecen asociadas a las aguas y a su poder salutífero en el contexto cluniense en el que se han encontrado36 (F. Beltrán Lloris y B. Díaz Ariño, 2007: 37-38), por lo que su veneración tiene un carácter local. En cuanto al epíteto Tileno aplicado a Marte en una plaquita de plata encontrada en la Villa de los Villares, en Quintana del Marco (León),37 no tiene un origen claramente indígena, sino que podría ser minorasiático, por lo que su interpretación como la alusión a una divinidad vernácula sincretizada con el dios romano es dudosa (J. Mangas, 1996: 487; vid. sup. p. 340). No hay, por tanto, una continuidad aparente entre las divinidades veneradas en época prerromana y en época romana en las casas de la Bética y la Tarraconense, a pesar de que el culto a algunas de ellas, como la diosa madre ibérica, se mantuviera hasta el cambio de Era en Ílici, como se ha comentado más arriba. Aparentemente, la veneración de esta divinidad, tan extendida a nivel doméstico por algunas regiones del mundo ibérico (vid. sup. cap. IV), desapareció definitivamente en época romana, según los datos con los que se cuenta en la actualidad. ¿Qué ocurrió con la diosa? Creemos que la clave para responder a esta pregunta no está en la forma, sino en la esencia. La diosa madre ibérica era una divinidad de la tierra y de la fertilidad, con un fuerte carácter ctónico y ligada, por tanto, con el ciclo agrícola y con el ciclo de la vida y la muerte. No se halla una continuidad clara de su culto a partir de la presencia de diosas con las que se podría haber sincretizado, como Ceres. Pero a juzgar por el conjunto de dioses venerados en el culto doméstico de la Hispania romana, la esencia del culto a la diosa, de tipo agrícola y con un fuerte arraigo a la tierra y, por tanto, con innegables connotaciones ctónicas, se mantuvo con fuerza. 36 Véanse los registro BU/Clunia04-I y BU/Clunia09-I del catálogo. 37 Véase el registro LE/Villares01-I del catálogo.
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Es cierto que este mismo componente agrícola y ctónico a la vez era uno de los pilares fundamentales sobre los que se construyó la religión doméstica romana. Al abordar el análisis de su formación se ha puesto de manifiesto el peso específico de la agricultura y de la naturaleza cercana en su configuración (vid. sup. cap. III.2). Se ha planteado también cómo el ciclo agrícola y el vital son realidades indisociables en el mundo mediterráneo antiguo (M. P. Nilsson, 1961: 117) y cómo divinidades domésticas principales, como el Lar familiaris, parecían concentrar ambas en su naturaleza original como conceptos complementarios y no contrarios (vid. sup. pp. 42-44). Por tanto, el carácter agrícola del culto doméstico de época romana en Hispania no tendría por qué tener necesariamente un sustrato indígena, ya que era también inherente al propio romano; la existencia de divinidades solo romanas en las capillas privadas confirmaría que no tiene por qué haber nada de indígena en esta cuestión. Pero el culto romano llegó a la Península Ibérica mucho tiempo después de los momentos arcaicos de su formación, cuando la sociedad en la que se originó ya no dependía de la actividad agropecuaria para su subsistencia, sino que había desarrollado otras necesidades, a las cuales los dioses privados se habían ido adaptando, lo cual provocó la pérdida del recuerdo de su origen y su naturaleza primitiva, que se volvieron ambiguos hasta el punto de que divinidades como los Lares y los Penates resultaban equiparables en algunos casos (vid. sup. p. 53, n. 104). La realidad que muestra buena parte de las divinidades domésticas documentadas en la Bética y la Tarraconense se parece, sin embargo, mucho más de lo que cabría esperar a los conceptos que impregnaron la religión privada romana de los orígenes. La religión romana se caracterizó por su exacerbado conservadurismo, por lo que no es de extrañar que la esencia más agrícola, más cercana y más primitiva, si se quiere, de las creencias familiares y de algunos de sus dioses se mantuviese en el sustrato del culto doméstico romano y se reavivase al entrar en contacto con una población cuyas creencias personales mantenían aún muy vivos estos componentes. Los Lares, Marte, Cibeles y Attis, Fortuna, Baco y Silvano tienen una dimensión agrícola y ctónica más o menos acusada y entre todos suman un conjunto no desdeñable dentro de los testimonios recopilados en las provincias Bética y Tarraconense. De todo este grupo de testimonios, el más interesante es el ofrecido por la Villa de Vilauba. En la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona), se ha hallado un sacrarium en cuyo interior había cuatro
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Fig. 11. Conjunto de imágenes de culto halladas en el sacrarium de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona) [M. Pérez Ruiz].
figurillas de divinidades en bronce, aparentemente caídas de un nicho en la pared (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 62).38 Las figurillas se fechan tipológicamente en el s. I d.C., pero su amortización se produjo, como consecuencia de un incendio en la villa, en el s. III d.C. Las divinidades representadas son un Lar, Fortuna, Mercurio y, con mucha probabilidad, Silvano o Pan, a tenor de los fragmentos conservados de la cuarta figura (Fig. 11; vid. sup. pp. 294-297). Más arriba se ha aludido a la naturaleza agrícola y ctónica original del Lar familiaris, la cual se perdió, sin embargo, en un momento relativamente temprano por su traslado del campo a la casa, convirtiéndose en el protector de la morada hasta el punto de ser equiparado e intercambiado en ocasiones con los Penates. A pesar de ello, indicios como el epíteto agrestis aplicado al Lar en algunas inscripciones parecen demostrar que el recuerdo de su origen como dios protector de la propiedad agrícola no se perdió nunca por completo (vid. sup. pp. 41-42). De una de las inscripciones en la que se alude al Lar como agrestis se ha hablado ya en más ocasiones a lo largo de estas páginas (vid. sup. p. 41). Especialmente interesante en este contexto es que en ella aparezca invocado junto con Silvano (CIL VI, 646), el cual estaba representado también en el 38
Véase el registro GE/Vilauba01-C del catálogo.
larario de Vilauba.39 Este dios antiguo del panteón romano, protector de la silva, es decir, de la naturaleza semisalvaje, tenía una dimensión doméstica que se remontaba al período arcaico en el que el Lar protegía el fundo familiar, hasta el punto de que ambos eran fuerzas protectoras complementarias, pues el dominio de Silvano comenzaba en «la foresta vicina, la campagna stessa, compresa, di là dai confini delle proprietà in cui viene sfruttata, come un mondo unitario che presenta le sue sorprese, le sue paure, i suoi odori di foia, le sue potenze segrete di fertilità; una campagna più sostanziale, più concreta, di quella dei Lari, e definita in cotrapposizione totale alla città» (G. Dumézil, 1974: 304-305). Esta dimensión doméstica de Silvano y su relación con los Lares queda resumida en el siguiente epígrafe: «[Silva]no Domest[i]co et Lar[ibus]» (CIL III, 3491). «Silvano può essere una sorta di Lare, più irsuto», dice Georges Dumézil (1974: 306). En el larario de Vilauba se documenta, por tanto, la veneración de dos divinidades complementarias, protectoras de la propiedad agrícola y del campo que la rodea. Esto no resulta llamativo en el contexto de una villa, donde precisamente la actividad 39 Silvano / Lari agresti /3 A. Larcius Pro / culus d(edit) d(edicavit). Este epígrafe forma parte de la colección del lapidario vaticano.
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productiva dependía del fundo y del terreno natural que lo rodeaba. Pero lo interesante es que el larario estaba cumpliendo, todavía en el s. III d.C., la misma función que las capillas domésticas romanas más antiguas, proteger la propiedad agrícola y garantizar la prosperidad familiar. Las imágenes de las divinidades que se veneraban en él datan del s. I d.C., por lo que la intencionalidad del culto desarrollado por los propietarios de la villa no se alteró durante más dos siglos. En cuanto a Fortuna y Mercurio, los dos dioses que completan el conjunto, tenían ciertamente atribuciones algo distintas. Fortuna era la personificación de la influencia caprichosa y voluble, en ocasiones funesta, pero generalmente favorable, mientras que Mercurio era venerado en el culto doméstico principalmente como el dios del comercio. Curiosamente, ambos forman también una pareja complementaria, como lo eran el Lar y Silvano, pues aparecen representados e invocados juntos con cierta frecuencia, tanto en el ámbito doméstico pompeyano como en otras zonas del mundo romano, como la Galia. Compartían también epítetos como Redux o Felix y parecen haber formado una unión perfecta en un Imperio en el que «le trafic par terre ou par mer avait pris une grande extension, où l’idée de fortuna était inséparable de celle de négoce, non pas selement parce qu’elle exprimait la chance heureuse, mais parce qu’elle devenait identique à celle de richesse» (H. Thédenat en Daremberg-Saglio, II.2, s. v. Fortuna: 1273). Fortuna y Mercurio debieron de ser invocados para favorecer, por tanto, el buen término de la actividad económica de la familia, basada en la riqueza de la tierra, que se propiciaba mediante la veneración del Lar y Silvano. El conjunto de esculturas del sacrarium de Vilauba formaba, así, un grupo de imágenes de culto coherente en su significado intrínseco y contextual. Las divinidades veneradas en Vilauba eran romanas, el significado del culto doméstico era romano, la forma de los elementos que lo componían era romana y el ritual debió de serlo también. Pero quizá lo que ejemplos como el de Vilauba están demostrando es que, en esta situación generalizada de difusión de creencias religiosas domésticas de tradición romana por Hispania, se tomaron y se potenciaron los elementos que más se ajustaban a las vernáculas, con un fuerte componente agrario, como se ha dicho, lo cual favoreció incluso la recuperación de atribuciones de algunas divinidades que en su lugar de origen habían caído ya en un cierto desuso.
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Se vio en el anterior epígrafe que, a partir del cambio de Era, las manifestaciones locales de culto doméstico, así como el ritual e incluso la veneración a divinidades vernáculas, parece que fueron sustituidos en la casa por el culto romano. La observación atenta de casos como el de Vilauba muestra, en cambio, que las tradiciones peninsulares no desaparecieron, sino que se adecuaron a la nueva realidad híbrida bajo formas romanas y mostrándose más sutílmente, algo común a otros ámbitos de la realidad hispanorromana como el funerario, con el cual ya se han señalado algunos paralelismos. Volviendo a Vilauba, no parece casual, en el panorama que se viene proponiendo, que el larario fuera adyacente a la despensa, uno de los espacios de la casa al que se dedicaba un mayor esfuerzo de protección a través del culto doméstico en época romana arcaica (vid. sup. p. 52). En la despensa, precisamente, se encontró un árula con lucernas adosadas con la representación del desfile triunfal de Cibeles y Attis (J. Ruiz de Arbulo, 1996: 121-123),40 cuya relación con la tierra, con la fertilidad y con el ciclo agrícola no parece necesario especificar aquí por bien conocida (Fig. 12). En la misma villa, bajo el murete del peristilo y prácticamente enfrente del sacrarium, se ha documentado un depósito votivo, con un cráneo de ave en el interior (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 110),41 que ha sido interpretado como un rito fundacional. Esta práctica ritual, extendida y mantenida durante largo tiempo en la zona catalana en época romana, parece haber tenido además un carácter lustral y propiciatorio, enfocado a garantizar la fertilidad de la tierra y la abundancia de las cosechas (vid. sup. p. 357), lo cual redunda en la idea de la importancia que la dimensión agrícola pudo mantener en el culto doméstico hispano de época romana, por la propia naturaleza de las creencias que llegaron de fuera pero también por el sustrato propio, que habría potenciado precisamente este aspecto de la religión privada, adquiriendo y manteniendo una dimensión que en el mundo romano había perdido al menos en parte. Un último aspecto de interés en relación con las divinidades veneradas en ámbito doméstico en Hispania es la documentación del culto a Hércules en el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova42 (Valencia) (R. Albiach et al., 2006: 74). Excepcionalmente, en este contexto dos tipos de testimonios diferentes in40 41 42
Véase el registro GE/Vilauba02-M del catálogo. Véase el registro GE/Vilauba03-O del catálogo. Véase el registro VA/Enova01-C del catálogo.
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a)
Fig. 13. Fragmento de escultura en piedra con cabeza de Hércules joven. Hallado en el sacellum de la Villa de Cornelius (L’Enova, Valencia) [R. Albiach y J. L. de Madaria, 2006: 74].
b) Fig. 12. a) Arula con lucernas adosadas procedente de la despensa de la Villa de Vilauba (Camós, Gerona); b) detalle de la decoración central, con el desfile triunfal de Cibeles y Attis [M. Pérez Ruiz].
dican la veneración de una única divinidad, Hércules, representado en un fragmento de escultura y aludido en un epígrafe (Figs. 13-14). Ambas piezas son, por tanto, complementarias y demuestran que, con toda probabilidad, Hércules era la divinidad venerada principalmente por la familia que habitaba la villa y a la que estaba consagrado el larario, un dato de sumo interés, especialmente en el contexto hispano, en el que pocas veces se conocen las divinidades a las que estaban dedicados los espacios de culto doméstico. Más interesante aún es el hecho de que Hércules se acompañe del epíteto Invictus, equivalente al Hercules Tutor y que era la forma en la que se veneraba al héroe en los sacra privata, a juzgar por los testimonios vesubianos. Este epíteto coincide con el tipo iconográfico de la escultura, que es precisamente una de las formas de representación de Hercules Invictus,
Fig. 14. Fragmento de arula con epígrafe hallado en el sacellum de la Villa de Cornelius [R. Albiach y J. L. de Madaria, 2006: 65, n.º 1].
como un joven imberbe provisto de la leonté y la clava (A. Coralini, 2001: 59). El testimonio de la Villa de Cornelius se muestra interesante, por tanto, no solo por lo ya dicho sobre la adscripción del larario a un dios concreto, sino porque muestra la cercanía entre ciertos testimonios de culto doméstico hispanos con lo conocido para Italia y, por tanto, la relativa homogeneidad que mantuvo esta manifestación religiosa en su difusión por el mundo romano, a pesar, como se ha visto, de que ciertos ritos o ciertas divinidades prendiesen más en unas
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zonas que en otras y que las lecturas que subyacen a estas manifestaciones puedan revelar más pervivencias locales de lo que puede parecer a simple vista.
3. LOS ENTERRAMIENTOS INFANTILES Y LOS DEPÓSITOS VOTIVOS. PECULIARIDADES REGIONALES DEL CULTO DOMÉSTICO El culto doméstico en la Hispania romana se conforma, en coherencia con lo visto hasta ahora, por la interacción, transformación y simbiosis de las creencias y ritos indígenas con los aportados por la población itálica, dando lugar a una realidad nueva, con aspectos comunes al conjunto de la religión doméstica del mundo romano, de base romana, y otros peculiarmente hispanos. Sobre algunas de estas peculiaridades se ha hablado ya en las páginas anteriores, pero dos de las más evidentes son probablemente los enterramientos infantiles y los depósitos votivos bajo los pavimentos de las viviendas. Sobre ellos se ha hablado con detenimiento en el capítulo V, por lo que no se abundará de nuevo en detalles, pero puede ser interesante aquí subrayar su peculiaridad como componentes del culto doméstico en la Hispania romana. La tradición de enterrar individuos nonatos, neonatos o de escasos días o meses de vida en las casas hunde sus raíces en la época protohistórica, en la que se documenta esta práctica en poblados de tradición tanto ibérica como indoeuropea y céltica (vid. sup. cap. IV). Lo arraigado y extendido de esta tradición hace que no sorprenda encontrarla en asentamientos indígenas todavía durante los siglos II y I a.C., como en el Camp de les Lloses (Tona, Barcelona) o en Darró (Vilanova i la Geltrú, Barcelona). Pero no solo en los asentamientos indígenas, sino que en yacimientos republicanos de planificación claramente romana, como el de Ca l’Arnau y Can Mateu (Mataró, Barcelona), se documenta también este tipo de práctica. Incluso en colonias romanas como Celsa esta tradición dio muestras de un fuerte arraigo, pues se han documentado once enterramientos en casas, además de otros en tabernae, almacenes y talleres. La coincidencia de estos enterramientos infantiles con manifestaciones de culto propiamente romanas en una misma casa, como ocurre en yacimientos como la propia Celsa o Bílbilis (vid. sup. pp. 344-346), es una evidencia de cómo la religiosidad privada hispanorromana se conformó paulatinamente por la simbiosis de creencias y ritos locales y foráneos, creando una
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realidad nueva y peculiar. Los componentes locales no hubieron de ser, de hecho, los mismos a nivel peninsular, sino en todo caso a nivel regional, pues, como se ha visto al analizar estos enterramientos infantiles, se restringen geográficamente al noreste peninsular, con la excepción del hallado en Celti (Peñaflor, Sevilla).43 Esto es coherente con la realidad protohistórica, que tampoco era homogénea sino por regiones (vid. sup. cap. IV). Los testimonios más tardíos recopilados de enterramientos de este tipo proceden de Uxama Argaela y de Ilerda, llegando en este último yacimiento hasta finales del s. II d.C. Parece por tanto que, aunque no llegó a desaparecer, la práctica de enterrar nonatos y neonatos bajo las casas cayó en desuso a partir del cambio de Era, quizá porque fue vaciándose de significado o porque otros ritos con similar función la fueron sustituyendo. En un cierto número de casos, estos enterramientos infantiles coinciden en una misma vivienda con depósitos votivos, otro tipo de manifestación peculiar del culto doméstico hispanorromano. El área de dispersión es también la misma, con la excepción de los depósitos ya analizados de Ílici, por lo que ambas coincidencias pueden estar poniendo de relieve que responden a un mismo conjunto de tradiciones religiosas locales. Sin embargo, a diferencia de los enterramientos infantiles, no hay evidencias de depósitos votivos similares en época protohistórica en las zonas en las que se han encontrado. Previamente a la llegada de los romanos eran frecuentes las deposiciones de huesos animales, especialmente ovicápridos, bajo los suelos de las casas, tanto en el horizonte ibero como en el indoeuropeo (vid. sup. cap. IV). Sin embargo, esta práctica desapareció tempranamente, con escasos ejemplos en época romana, como el depósito de huesos de perro en la estancia principal de la Casa n.º 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona) y el depósito votivo de cenizas mezcladas con huesos animales y objetos cerámicos en el Camp de les Lloses (Tona, Barcelona). A partir del s. II a.C. la tónica general de estos depósitos fue el enterramiento de uno o varios recipientes de cerámica, que podían contener diversas ofrendas, que solían seguir un determinado patrón según las zonas: objetos de cierto valor, restos de animales —normalmente aves—, huevos o líquidos, en cuyo caso aparecen vacías (vid. sup. pp. 352-358). Se trata, por tanto, de ritos locales, aunque en determinados casos las ofrendas y el tipo de depósito, 43
Véase la Fig. 224 del capítulo V.
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especialmente en aquellos en los que se ofrecían huevos o restos de aves, compartían un simbolismo que era común al ámbito circunmediterráneo, con ejemplos de depósitos similares en otros territorios y en contextos no domésticos (J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 219-223). Esta práctica se ha documentado hasta finales del s. III d.C. Muchos de estos depósitos se han interpretado como ritos fundacionales, mientras que para otros se ha propuesto una función lustral y propiciatoria, asociada a la fertilidad de los campos en las villas en las que han aparecido (vid. sup. p. 357). Esta cuestión entronca con la apuntada en el epígrafe anterior sobre la especial relación de algunas divinidades domésticas con el mundo natural y agrícola, con las connotaciones ctónicas que esto implica. La presencia no desdeñable de estas divinidades y la perduración de prácticas locales como esta podrían estar poniendo de manifiesto la conformación de una religión doméstica principalmente en la Tarraconense, para la que contamos con más datos, imbuida profundamente por tradiciones romanas pero que mantuvo la esencia de las creencias vernáculas, apoyadas, por lo que se ha podido apreciar, en dos pilares fundamentales, la dimensión social del culto a través de la veneración a los antepasados —sobre esto se hablará en el apartado siguiente— y en la dimensión agrícola, mediante la veneración de divinidades de la fertilidad, la prosperidad y que resumían en sí mismas el devenir del ciclo agrícola y vital. Ambas cuestiones parecen haber propiciado la potenciación en el territorio estudiado de los aspectos del culto romano más cercanos a estas creencias, a través de los cuales habrían perdurado bajo nuevas formas, así como el mantenimiento de tradiciones vernáculas con el mismo significado. Se creaba así una religión doméstica con su propia idiosincrasia, en la que aspectos locales y foráneos convivían en una misma realidad complementándose. Una característica común a estos dos tipos de ritos es su carácter ctónico, evidente en el caso de las inhumaciones infantiles pero también presente en los depósitos votivos por el hecho de estar enterrados, además de porque algunas ofrendas, como los huevos, tuvieran un valor telúrico en sí mismas. Los depósitos votivos recogidos en el catálogo son de diversa índole y no parece que puedan interpretarse con un único significado, como tampoco parece oportuno darle la misma lectura a dichos depósitos y a las inhumaciones. Sin embargo, este carácter ctónico los impregna a todos e impregna otros muchos aspectos del culto doméstico, como se ha visto al hablar de la gran diosa venerada en Ílici o del Lar familiaris,
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de la serpiente o de otros espíritus y divinidades en relación con el culto romano. La relación con el ciclo de la vida y la muerte y con el ciclo natural está patente en numerosos aspectos de la religión privada romana e indígena peninsular, peculiaridad que se va a mantener en la hispanorromana y que puede incluso considerarse un indicador de sacralidad, como se verá en el apartado 6.
4. LA TOPOGRAFÍA DEL CULTO EN LA CASA Y SU SIGNIFICADO RELIGIOSO Y SOCIAL La ubicación de las estructuras de culto doméstico en las viviendas de las provincias Baetica y Tarraconenesis ratifica una idea ya planteada en relación con los lararios pompeyanos, como es la elección no casual, sino con una intencionalidad clara, de su lugar de colocación (vid. sup. pp. 96-102). En el territorio estudiado, la mayor parte de las estructuras de culto han sido documentadas en las zonas nobles y públicas de la casa. La razón de esta predominancia es que los grupos de lararios más numerosos son los sacraria y las aediculae, dos tipos de capillas que se colocaban prioritariamente en zonas nobles de la casa (vid. sup. p. 96).44 Pero esta posición de los lararios, combinada con su decoración y sus dimensiones, muestra cómo además a la capilla privada se le otorgaba un valor social destacado, como parte del conjunto de símbolos destinados a la propia representación y legitimación del dueño de la casa. Algunas de estas capillas fueron construidas, incluso, en el interior de estancias de representación como tablina, a modo de apéndice lateral, o en relación directa con salas de banquetes. Con esta colocación, los lararios se integraban como parte misma de estas salas y adquirían un protagonismo indiscutible como componente sustancial de los espacios públicos de la casa, con una dimensión social de autorrepresentación. Esto se puede ver bien en casos como el de la Casa de la Fortuna, en Carthago Nova, donde el sacrarium se ubicó en un retranqueo del tablinum, de forma similar a lo que ocurrió en una de las estancias nobles de la Villa de El Rihuete, en Mazarrón (Murcia), o en la Villa de El Requejo, en Santa Cristina de la Polvorosa (Zamora) (Figs. 15-17). También en la Casa del Sectile, en Híspalis, el nicho interpretado 44 Para los detalles sobre la ubicación de los lararios béticos y tarraconenses remitimos al apartado de análisis de este tipo de evidencias materiales en el capítulo anterior.
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Fig. 15. Planta de la Casa de la Fortuna, en Carthago Nova (Cartagena, Murcia), con ubicación del sacrarium [A. Fernández Díaz, 2008, vol. 2: 259, fig. 42].
como larario se practicó en la pared de una de las salas nobles.45 El caso de la Villa de Els Munts46 es algo diferente, pues el sacrarium formaba parte de un conjunto de estancias presididas por un oecus corintio, pero no se encontraba dentro de esta sala principal (Fig. 18). El oecus corintio era una sala para banquetes ennoblecida por un orden de columnas que recorría el interior por completo y que, por su magnificencia, se convertía en la sala principal de toda casa que lo tuviese (S. Bullo, 2003: 76-78). En la Villa de Els Munts, este daba acceso a una sucesión de dos estancias laterales, al fondo de la última de las cuales estaba el sacrarium, por lo que, a pesar de no encontrarse en la propia sala noble, su relación con esta era indiscutible, pues solo a través del oecus se podía acceder a él. Para los lararios construidos en los patios de distribución de la casa, atrios y peristilos, resulta 45 Véanse los registros MU/CarthagoNova02-E, MU/Rihuete01-E y SE/Hispalis01-E en el catálogo. En el caso hispalense, D. González Acuña (2001: 218) considera que toda la sala debió de ser un larario (vid. sup. p. 231, n. 43). 46 Véase el registro del catálogo TA/Munts01-E.
también evidente que la elección de su ubicación estuvo influida por la de las salas de representación y banquete, pues se encuentran adyacentes a ellos o en las cercanías. Es lo que ocurre con el sacrarium de la Casa de los Pájaros de Itálica —junto al triclinium— o con el de la Casa del Ninfeo de Bílbilis —junto al tablino (Figs. 19-20). En la Casa del Sector 5-F de Ílici y en la del Emblema Blanco y Negro de Celsa, los sacraria se encontraban en un lado del patio, pero junto a la sala de representación (Figs. 21-22). En la Casa de la Plaza de la Corredera de Córdoba y en la Villa de Materno de Carranque (Toledo), en cambio, el sacrarium y la aedicula respectivos se colocaron prácticamente enfrente del triclinium (Figs. 23-24). En la casa documentada en la parte alta del Arx Hasdrubalis, el pseudoedículo se construyó en el pasillo que rodeaba la sala de representación o banquete (Fig. 25).47 En la ubicación de este grupo de lararios parece que hubo una vocación por vincularlos a las zonas abiertas de la casa, a las zonas de paso y de distri47 Véanse los registros SE/Italica01-E, ZR/Bilbilis02-E, AL/Ílici02-E, ZR/Celsa01-E, CO/Corduba01-E TO/Carranque01-E y MU/CarthagoNova04-E en el catálogo.
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Fig. 16. Planta de la Villa de El Rihuete (Mazarrón, Murcia), con ubicación del sacrarium [S. Ramallo, 1985: 83, fig. 14].
Fig. 17. Planta de la Villa de El Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora), con ubicación del sacrarium [F. Regueras, 1991: 167, fig. 2].
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Fig. 18. Planta de la Villa de Els Munts (Altafulla, Tarragona), con ubicación del sacrarium [F. Tarrats et al., 2008: 215, fig. 2).
bución principales, pero a la vez por mantener su relación con las salas de representación y de banquete. La colocación en el atrio o en el peristilo hacía al larario más visible y, desde la lectura inversa, le daba más visibilidad para controlar quién accedía a la casa —pues eran zonas de paso casi obligadas—, cumpliendo así las divinidades alojadas en él con su función tutelar principal, sobre lo que se volverá a continuación. El caso extremo es el de la Casa de las Rosetas de Osca (Huesca), donde la posición del larario condicionaba el movimiento por lo que últimamente se ha considerado el patio de distribución de la casa (Fig. 26; P. Uribe et al., 2012: 9-11). Pero mediante la relación más o menos directa con las salas nobles se cuidaba también que el peso social que tenía la capilla doméstica no perdiera fuerza, al asociarla a los espacios de representación mediante una relación física o visual directa. El sacrarium de la Casa de las Cuevas Ciegas, en Clunia,48 parece resumir perfectamente esta doble vocación del larario, pues se construyó en un espacio adyacente al triclinium y, caso único, presentaba un acceso doble a este y 48
Véase el registro BU/Clunia02-E del catálogo.
Fig. 19. Planta de la Casa de los Pájaros, en Itálica (Santiponce, Sevilla), con ubicación del sacrarium [© Familia GarcíaBellido].
Fig. 20. Planta de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis (Calatayud, Zaragoza), con ubicación del sacrarium [J. C. Sáenz et al., 2006a: 412, fig. 1].
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Fig. 22. Planta de la Casa del Emblema Blanco y Negro, en Celsa, con ubicación del sacrarium (Velilla de Ebro, Zaragoza).
Fig. 21. Planta de la Casa del Sector 5-F de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante), con ubicación del sacrarium [J. Sarabia, 2013:, fig. 5).
Fig. 23. Planta de la Casa de la Plaza de la Corredera, en Córdoba, con ubicación del sacrarium [J. M. Blázquez, 1981: fig. 1].
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Fig. 24. Planta de la Villa de Materno, en Carranque (Toledo), con ubicación del edículo [© Equipo de Investigación de Carranque].
Fig. 25. Planta de la domus hallada en la parte alta del Arx Hasdrubalis, en Carthago Nova (Cartagena, Murcia), con ubicación del edículo [B. Roldán, 2003: 104, fig. 4].
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Fig. 26. Planta de la Casa de las Rosetas, en Osca (Huesca), con ubicación del sacrarium [M.ª N. Juste, 2000: 93, fig. 6].
Fig. 27. Planta parcial de la Casa de las Cuevas Ciegas, en Clunia (Peñalba de Castro, Burgos), con ubicación del sacrarium [P. de Palol, 1994: lám. 61, detalle].
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al peristilo, lo que le permitía a la vez cumplir su función religiosa y social (Fig. 27). El larario aparece, por tanto, firmemente asociado a las salas de representación y banquete, de forma que parece haber sido un elemento necesario para completar el discurso simbólico que se quería transmitir en estos espacios, en relación con el banquete ritual y la heroización, como se tratará más adelante (vid. inf. apdo. 5). Como se ha dicho, esta dimensión social destacada no resulta algo novedoso, pues se ha constatado ya en Pompeya, donde más de la mitad de los lararios se encuentran en comunia loca (vid. sup. pp. 94-95). Sin embargo, aunque en el caso pompeyano hay lararios en atrios que tienen una clara relación con el tablinum, como en la Casa del Sacello Iliaco o en la del Menandro (Figs. 28-29), entre otras, no parece tan evidente la búsqueda de enfatizar específicamente la relación de la capilla doméstica con las salas de representación, como si fueran un componente principal de estas; no es tan frecuente la búsqueda intencionada de la cercanía de ambos espacios en los peristilos y en los atrios, a pesar de que pueda darse, y tampoco se introducen los lararios en estas salas. De hecho, del abultado conjunto de lararios pompeyanos, solo uno (seguramente una aedicula) procede de un tablinum49 y algunos más de triclinia;50 ningún sacrarium se ha encontrado dentro de este tipo de estancias. Los sacraria tunecinos resultan más cercanos en este sentido. Solo uno se halla en el interior de una sala de representación, en la Maison des Colonnes Rouges, en Acholla (Botria, Túnez; Fig. 30), pero otros, construidos en peristilos, tienen una relación clara con estas estancias (M. Bassani, 2003b: 176) y parecen haber tenido, por tanto, un valor destacado dentro del discurso social de la casa,51 como ocurre en Hispania. Un buen ejemplo de esto es el posible sacrarium en la Maison du Triomphe de Neptune, también en Acholla, colocado frente a un oecus corintio, por tanto con un carácter preeminente en la casa ya se ha señalado (Fig. 31). En cambio, en la Maison des Dauphins en Thysdrus (El Djem, Túnez), el sacrarium era adyacente al oecus corintio, mientras que 49 Casa di Romolo e Remo (VII, 7, 10; G. K. Boyce, 1937: 68, n.º 297). 50 G. K. Boyce da noticia de un nicho en el triclinium (clasificado por él como oecus) de la Casa del Fabbro (I, 10, 7) y de un larario pictórico en el de la casa IX, 2, 16 (G. K. Boyce, 1937: 29, n.º 57 y 81, n.º 394). W. Van Andringa (2011: 97) da noticia de otro larario pictórico con nicho en la casa I, 12, 15. 51 Y. Thébert (2000: 359), en su análisis sobre la casa en el África romana, considera que este valor social es extensible al conjunto de los lararios identificados en este territorio, incluidos algunos marroquíes y libios.
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en la Maison du Paon, en la misma ciudad, se ubicó frente a la sala principal, al otro lado del peristilo (Figs. 32-33). La necesidad de vigilar el espacio y, en especial, los accesos y a la vez de hacer evidente el valor social del larario se aprecia especialmente en los sacraria de la Maison d’Asinius Rufinus, en Acholla, y de la Maison de Neptune, en Thuburbo Maius (Henchir el Kasbat, Túnez; Figs. 34-35).52 El valor social que tuvieron numerosas estructuras de culto doméstico hispanas parece, por tanto, indiscutible a la luz de su posición en la topografía de la casa. Pero no solo la ubicación es una muestra del peso del larario en el conjunto de la vivienda, sino que otros aspectos como la decoración o el protagonismo que adquirieron en el conjunto del edificio contribuyen a resaltarlo. La Casa Triangular de Clunia es uno de los ejemplos más elocuentes a este respecto, pues se trata de una vivienda de modestas dimensiones y apenas seis o siete estancias, que se construyó en el espacio triangular resultante de la confluencia de una de las calles de la ciudad con el foro (Fig. 36). En el ambiente más amplio de la casa, considerado posiblemente como un jardín (G. López Monteagudo, et al., 1998: 76), se construyó un sacrarium tan grande que prácticamente inhabilitaba el espacio para cualquier otro uso que no fuera el religioso.53 Esta disposición recuerda, salvando las distancias, a la del larario de la domus privata en la casa de Augusto en el Palatino, según la propuesta reconstructiva de Andrea Carandini y Daniella Bruno (2008: 73-76, 194-198).54 Se encontraba en el jardín de fondo de la vivienda y estaría precedido por un altar y esculturas de Marte y Venus —sus antepasados divinos según la tradición de la familia Julia— y de su Genius, representado como Rómulo-Quirino. Este conjunto llenaría el jardín y lo convertiría en un espacio dedicado por completo a la veneración de las divinidades familiares del princeps. El sacrarium de la Casa Triangular de Clunia tiene, por tanto, un posible modelo de referencia en esta reconstrucción del larario de Augusto. La nobleza del cluniense se ve subrayada aún más por tratarse de la única estancia de toda la casa que no tiene pavimento de tierra batida, sino un opus tesellatum con decora52 Para los sacraria tunecinos, remitimos al trabajo de M. Bassani (2003b). 53 Véase el registro BU/Clunia01-E del catálogo. 54 Debe tenerse en cuenta que la propuesta de reconstrucción hecha por Carandini y Bruno ha sido fuertemente contestada por autores como T. P. Wiseman (2009), si bien la estructura identificada como larario es una de las mejor conservadas del conjunto palatino de la Casa de Augusto (D. Bruno, 2008: 191).
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Fig. 28. Planta de la Casa del Sacello Iliaco, en Pompeya, con ubicación del sacrarium [P. Gros, 2006: 70].
Fig. 29. Planta de la Casa del Menandro, en Pompeya, con ubicación de los lararios [P. Gros, 2006: 54].
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Fig. 30. Planta de la Maison del Colonnes Rouges, en Acholla (Botria, Túnez). Sacrarium sombreado en gris [M. Bassani, 2003b: lám. Ib].
ción figurada. El foco de atención se centraba así en el sacrarium, como se centraba toda la suntuosidad y toda la magnificencia de la modesta casa, hasta el punto, casi grotesco, de que, en lugar de tratarse de una vivienda con un larario, se trataba de un larario arropado por una vivienda.55 Pero la Casa Triangular de Clunia no es un caso aislado, pues en la Casa de las Rosetas, en Osca, el sacrarium y la estancia en la que se encuentra son las únicas con pavimento de opus signinum decorado, realizado con rosetas cuatripétalas que combinan teselas blancas y negras en las que se invierte el orden, 55 Un caso comparable podría ser el de la Casa del Larario del Sarno, en Pompeya. Se trata de una vivienda de modestas dimensiones en cuyo jardín el larario tenía el máximo protagonismo e, incluso, adquiría una posición principal en el conjunto de la casa al ser visible desde la entrada (vid. sup. pp. 97-99). Sin embargo, a diferencia de los que ocurrió en la Casa Triangular, el larario no ocupó por completo el espacio del jardín.
diferenciando el pavimento del sacrarium, enmarcado, del resto de la estancia56 (M.ª N. Juste, 1994: 153). Por otro lado, la colocación del sacrarium inmediatamente después del acceso resulta algo aberrante desde el punto de vista arquitectónico, pues obligaba a esquivarlo para pasar al resto de la estancia. En la Villa de El Rihuete, en Mazarrón (Murcia), los pavimentos de opus signinum son comunes a varias estancias, pero solo en el sacrarium la decoración no es geométrica, sino vegetal, con volutas de tallos y hojas (S. Ramallo, 1985: 82-85).57 Pero el más elocuente de estos casos es el de la Casa n.º 1 de Ampurias, cuyo posible sacrarium tenía el único pavimento de opus sectile de todo el sector del atrio (E. Pérez Olmedo, 1996: 114, n.º 67), a lo que hay 56 Véanse el registro HU/Osca01-E del catálogo y la Fig. 94 del capítulo V. 57 Véanse el registro MU/Rihuete01-E del catálogo y la Fig. 95 del capítulo V.
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Fig. 31. Planta de la Maison du Triomphe de Neptune, en Acholla (Botria, Túnez). Sacrarium sombreado en gris [M. Bassani, 2003b: lám. Ic].
Fig. 32. Planta de la Maison des Dauphins, en Thysdrus (El Djem, Túnez). Sacrarium sombreado en gris [M. Bassani, 2003b:186, lám. VIa].
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Fig. 33. Planta de la Maison du Paon, en Thysdrus (El Djem, Túnez). Sacrarium sombreado en gris [M. Bassani, 2003b: lám. VIa].
Fig. 34. Planta de la Maison de Neptune, en Thuburbo Maius (Henchir el Kasbat, Túnez). Sacrarium sobreado en gris [M. Bassani, 2003b: lám. IIc].
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Fig. 35. Planta de la Maison d’Asinio Rufino Sabiniano, en Acholla (Bothria, Túnez). Sacrarium sombreado en gris [M. Bassani, 2003b: 181, lám. Ia].
Fig. 36. Vista aérea de la casa Triangular de Clunia (Peñalba de Castro, Burgos) [P. de Palol, 1994: 77, fig. 98bis].
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Fig. 37. Planta de la Casa n.º 1 de Ampurias (L’Escala, Gerona), con ubicación del larario [R. Mar y J. Ruiz de Arbulo, 1993: 396].
que sumar que su construcción obstruía la circulación del propio atrio, patio principal de distribución de la casa, al invadir casi por completo uno de sus lados (Fig. 37).58 Los pavimentos más nobles y las decoraciones más elaboradas se reservaron, por tanto, para el espacio doméstico destinado al culto, por encima incluso de otras estancias principales. La importancia que adquirieron en algunos casos fue tal que condicionó la circulación en diferentes estancias de la casa, incluso si la función de estas era distribuir la propia circulación. Otros sacraria muestran también pavimentos elaborados y ricos, como en la Casa de los Pájaros, en Itálica (I. Mañas, 2011: 41, n.º 23), y, especialmente, en la Casa de Plaza de la Corredera, en Córdoba, donde se desarrolla un motivo de tema marino con cabeza de divinidad acuática (A. García y Bellido, 1965: 185).59 La diferencia en estos casos radica en que dichos pavimentos, que sin duda ennoblecían el larario, no suponían una diferencia sustancial respecto del resto de la casa, por lo que no elevaban 58 Véase el registro GE/Emporiae01-E del catálogo. Un caso similar al de Ampurias puede encontrarse en Pompeya, en la Casa degli Amorini Dorati (VI, 16, 7.38), que contaba con un sacrarium dedicado a las divinidades egipcias en una esquina del pórtico del peristilo (M. Bassani, 2008: 220-221), por lo que obstruía notablemente el paso. 59 Véanse los registros SE/Italica01-E y CO/Corduba01-E del catálogo. Véanse las Figs. 92 y 93 del capítulo V.
la categoría de la capilla doméstica por encima de otras teóricamente más importantes en el conjunto de la casa. La dignificación del espacio de culto doméstico se consiguió también de otros modos. El hallazgo de una columna monolítica en el sacrarium de la Casa de C. Julio Silvano en Segóbriga hace pensar en la posibilidad de que el espacio se hubiese monumentalizado con este tipo de elemento arquitectónico. Más evidente resulta el uso de órdenes apilastrados o de algún otro tipo de decoración arquitectónica en los dos accesos del sacrarium de la Casa de las Cuevas Ciegas, de los que se conserva el rebaje en los ensanches de los bloques de piedra para el apeo de las jambas. Esta decoración no solo dignificaba y ennoblecía el sacrarium, significándolo en el conjunto de la casa, sino que también lo equiparaba al triclinium adyacente y reforzaba su vinculación con él como una misma cosa, pues el triclinium presentaba en el vano de acceso los mismos apoyos para algún tipo de decoración arquitectónica. Por su parte, el sacrarium de la Villa de Vilauba, en Camós (Gerona), era la única estancia de la vivienda cuyo vano estaba subrayado con el uso de bloques de piedra monolíticos a modo de jambas y con la colocación de un escalón para salvar el desnivel con el peristilo.60 60 Véanse los registros CU/Segobriga01-E, BU/Clunia02-E y GE/Vilauba01-C del catálogo. Véanse las Figs. 35, 82 y 91 del capítulo V.
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En función de todo esto, los lararios se perfilan como componentes no menores del discurso silencioso de autorrepresentación y autolegitimación que se ponía en marcha en la casa y que, en el ámbito de la Hispania romana, parece que alcanzó una proyección muy acusada. Cabe preguntarse si esto fue una peculiaridad regional, provincial incluso, puesto que se aprecia tanto en la Bética como en la Tarraconense, o si la diferencia con las ciudades vesubianas se debe más bien a que esta dimensión social hipertrofiada fue resultado de una evolución del propio culto doméstico y, consecuentemente, de sus manifestaciones materiales, que se hizo especialmente evidente con posterioridad a la desaparición de Pompeya y Herculano. Las similitudes con lo conocido para el África Proconsular animan a leer esta particularidad en clave regional, con un horizonte amplio que vincula a Hispania con el Norte de África y que explica esta concomitancia en función de las estrechas relaciones culturales que durante siglos tuvieron ambos territorios y del propio sustrato norteafricano entre la población indígena peninsular. De hecho, es en ciertos aspectos de la religiosidad privada y popular, la más cercana al individuo, donde se hacen especialmente patentes los paralelismos entre ambas regiones.61 Un buen ejemplo de ello son los genii loci, genii municipii o genii civitatis, híbridos entre el concepto romano de genius protector del lugar y el semita de dios cívico62 que entroncan con el «sentido poliado, ciudadano […] de la religión y el culto en las ciudades de tradición feniciopúnica» (M. Bendala, 2009: 356). Estos genii están especialmente presentes en las provincias romanas de sustrato púnico y son, sin embargo, apenas inexistentes en el resto (ibid.). El ámbito funerario se caracteriza también por la cercanía de las creencias y los ritos de proyección individual, así como por su conservadurismo y por la perduración de ciertas tradiciones locales. Por ello, en él encontramos también nexos de unión entre ambas orillas del Mediterráneo, como los monumentos funerarios tipo cupa, que representan también una particular vinculación entre las tradiciones hispanas y norteafricanas.63
A diferencia de otros aspectos conformadores de la sociedad, en los que se volcó especialmente el interés por poner de manifiesto las innovaciones aportadas por Roma, la religiosidad «cercana», en la que se incluye el culto doméstico, parece haberse configurado como uno de los ámbitos de la vida reservados al mantenimiento y a la reivindicación de las mores antiquae, es decir, de las tradiciones propias como seña de identidad (M. Bendala, 2002: 142). Parece plausible, por tanto, que haya algo de este sustrato común a Hispania y el Norte de África, particularmente patente en la religiosidad cercana, en el culto doméstico y, concretamente, en la dimensión social de este que nos ocupa ahora. La importancia de esta dimensión en lo que se conoce para los cultos domésticos prerromanos parece avalar también un cierto conservadurismo, vinculado a las referidas mores antiquae, como se abordará a continuación. Pero antes conviene valorar con cierto detenimiento la hipótesis alternativa de que la hipertrofia del valor social del larario fuese una consecuencia de la propia evolución del culto. Esta tiene la virtud de permitir trazar una evolución del significado de la capilla doméstica en la casa que culminó en época tardoantigua, cuando en algunos lararios de nueva construcción parece que se mostró una voluntad evidente por subrayar las creencias paganas de la familia, como en el caso paradigmático del sacrarium de Villa Filosofiana, en Piazza Armerina (Sicilia), o con el hispano más modesto de la aedicula de la Villa de Carranque.64 La creciente importancia social del larario a lo largo de los siglos justificaría así el papel destacado que habría podido jugar en el pulso entre el paganismo y el cristianismo, convirtiéndose la casa prácticamente en el último reducto para manifestar el primero, amparado por la independencia secular de las creencias domésticas frente a los cultos oficiales. No habría sido, por tanto, una originalidad fruto de un período convulso sino que su potenciación como representación doméstica de la adhesión a unas creencias y a una cultura se habría hecho apoyada en el valor social acumulado durante siglos (M. Pérez Ruiz, 2013a).
61 También la religión oficial da muestras de este sustrato común, aunque quizá más difíciles de detectar por la mayor adaptación formal a modelos romanos. Es el caso del llamado «Capitolio» de Baelo Claudia, que M. Bendala (2010b: 473478, con bibliografía) ha defendido como un conjunto de templos de tradición cultural e incluso formal púnica, aunque transformados en parte por haber pasado por el tamiz romano. 62 A diferencia del genius loci romano, los dioses cívicos feniciopúnicos contaban con una personalidad específica, identificándose con divinidades como Melkart-Hércules. 63 Esta cuestión, sin embargo, no está exenta de polémi-
ca, como ha reflejado O. Rodríguez (2003: 165-173) a partir del hallazgo de un monumento funerario de este tipo en la necrópolis de la Puerta del Osario, en Sevilla. El estudio de los monumentos funerarios tipo cupa ha despertado tradicionalmente gran interés en la investigación, dando lugar a numerosas publicaciones, y dista mucho de estar cerrado, como demuestra la reciente celebración de un congreso dedicado exclusivamente a este tipo de tumbas (J. Andreu, 2012). 64 Véase, en relación con este argumento lo dicho en p. 121 y M. Pérez Ruiz, 2008: 283. Véase el registro TO/Carranque01-E del catálogo.
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El larario fue un componente no menor en el discurso social de autolegitimación y autorrepresentación desarrollado en la casa romana, como se ha visto. Así se pone de manifiesto en las ciudades vesubianas, si bien es cierto que, en ellas, los lararios con esta función no parecen haber alcanzado el mismo grado de monumentalidad y protagonismo en la topografía doméstica que se ha atestiguado en Hispania. Esta diferencia se explicaría, en función de la hipótesis evolutiva, por la adquisición de tal protagonismo por parte de la capilla doméstica con posterioridad a la desaparición de las ciudades vesubianas (ibid.). Pero la mitad de las estructuras hispanas mencionadas en las páginas anteriores se fechan inicialmente entre finales del s. I a.C. y el s. I d.C.,65 lo cual invalidaría las cuestiones planteadas. Es el caso paradigmático del larario de Augusto, según la hipótesis reconstructiva antes recogida, el que podría ofrecer la solución a este problema cronológico. La colocación del larario propuesta por Andrea Carandini en la casa de Augusto, su composición y sus dimensiones lo habrían convertido en la máxima expresión doméstica de la legitimación dinástica y la representación social del princeps, pues en él se resumirían las principales claves de su programa ideológico (A. Carandini, 2008: 82), de forma similar al desarrollo del mismo presentado públicamente en su propio foro (P. Zanker, 1992: 233-249). La dimensión social de la capilla se habría llevado hasta el extremo en este caso paradigmático para la arquitectura doméstica aristocrática. Los casos hispanos habrían tenido, por tanto, un modelo temprano no menor en el que mirarse, pero la comparación con lo conocido en las ciudades vesubianas parece indicar de nuevo que el protagonismo exacerbado del larario en el edificio doméstico no era, aún en torno al cambio de Era y en el s. I d.C., una generalidad. Creemos, por tanto, que el peso social del larario pudo crecer con el tiempo, hasta desembocar en la hipertrofia a la que se ha aludido para época tardorromana; los lararios hispanos pudieron insertarse en este proceso pero, a juzgar por los datos cronológicos parece haber existido una cierta preco65 Altar pintado de la Casa 2B de Ampurias: fin. s. I a.C.ppios. s. I d.C. Sacrarium de la Casa de las Rosetas, en Huesca: s. I a.C.-ss. II-III d.C. Sacrarium de la Casa de la Fortuna, en Cartagena: s. I a.C.-160/180 d.C. Pseudoedículo de la Casa del Arx Hasdrubalis, en la misma ciudad: ppios. s. I-fin. s. II/ppios. s. III d.C. Sacrarium de la Villa de El Rihuete, en Mazarrón (Murcia): fin. s. I a.C.-segunda mitad s. II d.C. Sacrarium de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis: cronología inicial de la primera mitad del s. I d.C. Sacrarium de la Casa del Emblema Blanco y Negro, en Celsa: fin. s. I a.C.
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cidad, que nos lleva de nuevo a buscar respuestas en las peculiaridades regionales. Quizá lo más original del conjunto de los lararios hispanos sea la inserción de sacraria en habitaciones de representación, pues se trata de una ubicación que no se documenta en el territorio vesubiano y que en Túnez se da escasamente y a partir de un momento más tardío. Puede que en esto haya que ver, por tanto, una cierta reminiscencia del alto valor social otorgado al culto y al ritual doméstico entre las sociedades vernáculas hispanas, especialmente entre las iberas que, como se ha dicho, lo utilizaban como vehículo de legitimación y de cohesión social. En los asentamientos ibéricos, lo que se ha documentado con más frecuencia es la existencia de estancias singulares, principales dentro de la vivienda, en las que la cultual es una de las actividades que se realiza, pero no la única, como demuestra la convivencia en el espacio de los elementos que hacen referencia al ritual religioso junto con fusayolas, agujas, cuchillos, etc., objetos de prestigio, en definitiva, y con una significación social clara, como demuestran los casos de El Oral, Castellet de Bernabé o Mas Castellar de Pontós, entre otros. Los sacraria dentro de estancias de representación y banquete podrían ser la relectura en época romana y con formas itálicas de esta misma multifuncionalidad de los espacios principales de la casa, en los que el culto era un ritual social más, como el banquete o el recibimiento de clientes o amici (M. Pérez Ruiz, 2013a). De manera que puede que en la interpretación de estos sacraria vinculados a las estancias principales de la casa haya un poco de las dos hipótesis planteadas, algo de evolución del modelo romano y algo de peculiaridad regional fruto del sustrato vernáculo. El conocimiento de otros conjuntos de lararios, en regiones concretas del mundo romano y con especificación no solo de sus características formales sino también de su ubicación en la topografía doméstica podrá arrojar nueva luz a esta cuestión. Otro aspecto que es interesante destacar en relación con la topografía religiosa de la casa es la cuestión de las relaciones visuales que se establecían entre el larario y su entorno. De ello se ha hablado ya en relación con los lararios pompeyanos, pues se ha visto que en ocasiones respondían a una cuidada ubicación, muchas veces con carácter apotropaico (vid. sup. pp. 96-99). En algunos de los casos hispanos estudiados se ha podido observar también la existencia de ubicaciones meditadas, a través de las cuales se establecieron interesantes diálogos visuales.
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Fig. 38. Planta de la Casa n.º 2B de Ampurias (L’Escala, Gerona), con ubicación del larario [M. Santos, 1991: 32, fig. 15].
Uno de los casos más evidentes es el del altar de la Casa n.º 2B de Ampurias,66 que entronca en cierto modo con lo que se ha hablado previamente sobre la relación de los lararios con las estancias de representación. El altar se encontraba colocado en la zona ajardinada del peristilo de la casa, con una planta de domus de atrio y peristilo casi vitrubiana (Fig. 38; P. Gros, 2006: 27-29;). Estaba decorado con un conjunto de pinturas, de las cuales las más expresivas son las del cuerpo, formadas por dos escenas, una de ellas con dos serpientes acercándose a un kantharos con una piña dentro y otra con un gallo en actitud de caminar. La primera de las escenas es la que presenta un mayor desarrollo, en tres de las cuatro caras del dado, por lo cual parece verosímil pensar que la cara central, donde están el kantharos y las cabezas de las serpientes, fuese la principal del altar, delante de la cual se colocarían el oficiante y los asistentes al ritual. Pero hay otra razón para pensar que era esta la cara principal, pues estaba orientada hacia el este, el lado del peristilo donde se encontraba el único acceso al jardín. Esto no tendría por qué ser necesariamente una razón para determinar cuál era la cara principal del altar, si no fuese porque el acceso, 66
Véase el registro GE/Emporiae03-E del catálogo.
el altar o ambos se colocaron para que el larario pudiese ser visto directamente desde el oecus triclinar que cerraba la casa por el este. Si uno se coloca en el centro de esta estancia (Fig. 39), puede ver el altar enmarcado por el acceso al jardín del peristilo, que está descentrado hacia el sur y es llamativamente estrecho. Teniendo en cuenta la importancia que tenían las relaciones visuales del larario con el resto de la casa, según lo visto en Pompeya, esto no parece ser una casualidad, sino que probablemente el acceso al peristilo se practicó en ese lugar para permitir establecer un contacto directo entre el triclinium y el altar, por las razones más arriba expresadas. La cara principal hubo de coincidir, por tanto, con el punto de vista principal del larario desde el este, lo cual confirma que era la que presentaba las serpientes junto al kantharos con la piña y que, por tanto, esta era la escena principal del altar. Ante lo sugestivo del caso, nos permitimos adentrarnos en el terreno de la lucubración, construyendo una hipótesis sobre otra previa. Las serpientes eran con probabilidad la representación de los antepasados doméstico, como se ha visto en el análisis realizado de sus representaciones en los lararios pompeyanos, las cuales se asemejan claramente a la del propio altar de
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Fig. 39. Vista del altar en el jardín desde el oecus triclinar. Casa n.º 2B de Ampurias (L’Escala, Gerona) [M. Pérez Ruiz].
Ampurias. Y precisamente estas serpientes que comen una piña que surge de un kantharos, ambos símbolos funerarios asociados a dioses ctónicos como Attis o Dioniso, son la escena que los comensales del oecus triclinar de la casa verían desde sus lechos. Poco antes se ha dicho que la relación entre el larario y los espacios de representación y banquete de la casa pudo ser una continuación de tradiciones prerromanas que asociaban el ritual religioso a otros ritos domésticos, entre los cuales el banquete era uno de los más importantes, con unas connotaciones sociales entre las aristocracias mediterráneas antiguas que no parece necesario desgranar aquí por tan conocidas como son. Una de ellas era su carácter heroizante, asociado directamente con el funerario, como recuerdan los relieves de las antefijas del palacio de Murlo, en los que el banquete jugaba un papel primordial en el proceso heroizador del antepasado fundador del linaje (Fig. 40; M. Torelli, 1981: 86). En la propia Península Ibérica existen también casos expresivos del simbolismo funerario y heroizador que tuvieron el banquete aristocrático y, especialmente, el symposium
desde épocas muy antiguas. Así lo demuestran los dos silicernia atestiguados en la necrópolis ibérica de los Villares67 (Hoya Gonzalo, Albacete), en los cuales destaca especialmente la concentración de vajilla ática para el consumo del vino, evidencia de la implantación del ritual asociado a esta bebida entre las aristocracias locales (J. Blánquez, 1992: 256). No son, sin embargo, los únicos, pues, aunque peor conservados, se han documentado también silicernia en las necrópolis de Pozo Moro (Chinchilla de MonteAragón, Albacete) y Baza (Granada) (ibid.: 222-224). Teniendo en cuenta este lenguaje iconográfico y estas coordenadas culturales en las que se insertan el larario y el oecus triclinar de la Casa n.º 2B de Ampurias, cabe pensar que la elección de la escena de las serpientes como principal del altar y su intencionada visibilidad desde la sala de banquete tuviesen como objeto subrayar la posición social del dueño de la casa, apoyado en su linaje. Este estaba representado por las serpientes reproducidas en el altar y orien67
Ambos se fechan en el último cuarto del s.
V
a.C.
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Fig. 40. Antefija del Palacio de Murlo (Poggio Civitate, Italia), con detalle de banquete heroizante [S. Stopponi, 1985: 58, detalle].
tadas para ser vistas por los invitados que asistían al banquete, que en este contexto tenía un valor no solo social, sino también ritual, casi litúrgico. De ser así, esto sería un dato más que apoyaría el destacado valor social del larario en el contexto hispano, aunque somos conscientes de que se trata de dos hipótesis que se alimentan la una a la otra. La colocación del altar de Ampurias en un lateral del jardín del peristilo y descentrado intencionadamente, por tanto, respecto del eje axial de la casa, da pie para abordar otra cuestión sobre las relaciones visuales de los lararios con el entorno. En muchos casos se aprecia que estos lararios, incluso cuando se colocaban en zonas públicas y accesibles de la casa, estaban simbólicamente apartados a la vista. Un caso especialmente ilustrativo es el de la aedicula del Edificio del Atrio, en Carthago Nova, colocada en la pared de fondo del atrio, en el eje axial de la insula (M. Pérez Ruiz, 2009).68 Sin embargo, a pesar de que hubiese sido arquitectónicamente posible, la aedicula no está centrada en dicho eje, ni con respecto a las fauces y a las columnas del atrio, sino ligeramente movida hacia un lado, lo cual supone que una parte muy pequeña de un lateral quedaba oculta a la vista hasta que quien entraba en la insula llegaba al atrio (Figs. 41-42). Algo similar se ha visto en varios ejemplos pompeyanos, como en la Casa del Sacello Iliaco o en la Casa del Larario del Sarno (vid. sup. pp. 97-99), en los cuales una pequeña parte del larario queda oculta a la vista por el muro de las fauces hasta que se accede por completo al atrio o al jardín, a pesar de que este obstáculo visual podría haberse salvado. Como en estos casos, la colocación del larario de 68
Véase el registro MU/CarthagoNova03-E del catálogo.
Carthago Nova no responde a casualidades o imprecisiones de centímetros en la ejecución sino a una intencionalidad por parte del dueño de la casa, con un doble sentido. Por un lado, con esta colocación el larario era visible prácticamente para cualquier transeúnte que mirase hacia el interior del edificio, pero a la vez cualquier persona era visible para los dioses que habitan el larario, de manera que estos podían ejercer su labor tutelar de uno de los puntos simbólicamente más peligrosos de la casa, la puerta. Asimismo, la ocultación de una parte de la capilla parece responder a la voluntad de proteger también simbólicamente la intimidad del larario, de los dioses domésticos y de las propias creencias de la familia. Mediante estos ocultamientos simbólicos se subrayaba que, incluso en los espacios más públicos de la casa, la religión doméstica no dejaba de ser un aspecto íntimo de la vida familiar y el acceso —visual— a los espacios de culto no era un derecho de los ajenos a la casa, sino una concesión que la familia decidía voluntariamente realizar. Uno de los ejemplos más elocuentes de esto puede ser, además de los pompeyanos ya aludidos, el del larario de la Villa dei Papiri, en Herculano (Fig. 43; M. Bassani, 2008: 203), construido al fondo del eje axial que divide el primer cuerpo del edificio desde las fauces y claramente visible desde el ingreso, a pesar de lo cual está ligeramente descentrado del eje. Esto no afecta en absoluto a la visibilidad de la capilla, pero sí a la de la imagen de culto que estaba al fondo, la cual quedaba parcialmente resguardada de las miradas desde el exterior del edificio. También en la casa de la Cañada Honda de Itálica parece haber habido una voluntad de otorgar cierta privacidad desde el exterior a las divinidades moradoras en la aedicula, a la vez que se favorecía su labor vigi-
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Fig. 41. Planta de la fase II del Edificio del Atrio, en Carthago Nova (Cartagena, Murcia), con ubicación del larario [J. M. Noguera y M.ª J. Madrid, 2009: 227].
Fig. 42. Vista aérea del Edificio del Atrio, en Carthago Nova. Obsérvese la posición descentrada de la aedicula respecto del acceso y las fauces [J. M. Noguera y M.ª J. Madrid, 2009: 124, fig. 85].
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Fig. 43. Planta de la Villa dei Papiri, en Herculano. Sacrarium sombreado en gris y ampliado [M. Bassani, 2008: 203, n.º 20].
lante.69 La aedicula se construyó adosada a la columna esquinera sur del lado este del peristilo, orientada hacia la entrada, de manera que el contacto visual entre esta y el larario se realizaba de forma oblicua a través de uno de los vanos secundarios y estrechos de acceso al peristilo desde el vestíbulo. El larario quedaba fuera, por tanto, del eje visual principal de la casa desde la puerta, pero a la vez podía controlarse perfectamente desde él quién entraba en la vivienda. La axialidad tiene unas connotaciones escenográficas evidentes en la arquitectura romana y todo lo que se coloca en el eje axial del un edificio queda resaltado frente al resto; esto es lo que parece evitarse en relación con el larario y explicaría la colocación del altar de la Casa n.º 2B de Ampurias en un lado del jardín, pero también la del sacrarium de la Casa de la Plaza de la Corredera en Córdoba, frente al triclinium pero soslayado (Fig. 23), o la del sacrarium de la italicense Casa de los Pájaros, al fondo del peristilo y junto al triclinium pero parcialmente oculto a la vista por las columnas y la vegetación del peristilo.70 Pero, como se ha dicho, incluso preservando esta intimidad de la capilla y de las divinidades domésticas, el larario tenía una labor tutelar indiscutible, lo cual justifica su relación visual con los accesos a la casa, puntos simbólicamente inestables (vid. sup. p. 76). La colocación junto a salas de representación o dentro de estas parece en cierto modo garantizar la vigilancia, por parte de los dioses familiares, del recorrido desde la entrada a la vivienda hasta estas salas principales o solo y especialmente la entrada a 69
Véase el registro del catálogo SE/Italica02-E. 70 Véanse los registros CO/Corduba01-E y SE/Italica01-E del catálogo.
dichas salas. El sacrarium de la Casa del Emblema Blanco y Negro, en Celsa, el de la casa del Sector 5-F de Ílici o el de la Casa n.º 1 de Ampurias, entre otros, parecen ejercer esta función de vigilancia sobre el espacio más público de la casa.71 En este conjunto de lararios «vigilantes» destacan el sacrarium de la Casa de la Fortuna, en Carthago Nova y el de la Villa de El Rihuete, ambos construidos dentro de salas de representación, frente o junto al acceso, de forma que controlaban perfectamente esta zona de paso (Figs. 15-16). En ambos casos, además, cerca del umbral a la sala y en el eje del larario, se colocó una inscripción pavimental que rezaba Fortuna propitia en la Casa de la Fortuna (M. Martín Camino et al., 2001: 28) y Si es fur foras en la Villa de El Rihuete (S. Ramallo, 1985: 84).72 Ambas fórmulas rituales parecen casi un conjuro que, en conexión con el larario y sus divinidades creaba un espacio especialmente protegido de cualquier agresión física o espiritual (M. Bassani, 2005: 75, 77). Ambas inscripciones recuerdan, a su vez, la documentada en la entrada a la sala de banquetes en una casa de la Neapolis de Ampurias, con la fórmula Xaire Agathos Daimon, y que debió de tener una función apotropaica similar (R. Olmos, 1989: 52-57). Una última cuestión que cabe reseñar en relación con la topografía del culto en la casa romana es la ubicación de lararios en zonas de producción, pues su significado parece diametralmente distinto al que se ha propuesto para los colocados en comunia loca. En Hispania se han documentado dos casos de este 71 Véanse los registros ZR/Celsa01-E, AL/Ílici02-E y GE/Emporiae01-E del catálogo. 72 Véanse los registros MU/CarthagoNova02-E y MU/Rihuete01-E en el catálogo.
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tipo: una aedicula en la cella vinaria de la Villa de las Musas, en Arellano (Navarra) y otra en el patio de una fábrica de salazones, probablemente asociada a una domus, en Gades.73 Ambas zonas, una cella vinaria y una fábrica de salazones, estaban al margen de los circuitos domésticos de representación, por lo que el posible valor social de las aediculae quedaba francamente mermado. Su significado debe buscarse, por tanto, en otros aspectos propios del culto doméstico. Al analizar en el capítulo III las atribuciones de las divinidades domésticas, parecía decantarse que cada divinidad tenía un ámbito más o menos concreto de acción dentro de la casa y de la vida familiar. Los Penates, por ejemplo, protegían los medios de subsistencia de la familia, como parecía demostrar su asociación original al penus; sin embargo, las transformaciones de la sociedad, que hicieron que la familia dejase de depender de los alimentos almacenados en la despensa, y la propia evolución del culto parecían haber transformado el concepto de Penate en un sinónimo de dios tutelar de la casa y la familia, convirtiéndolo en un epíteto aplicable a casi cualquier divinidad. Pero se defendía también, a propósito de los Penates y con lararios como el de la Casa del Larario del Sarno como apoyo,74 que probablemente esta amalgama de dioses no perdió del todo su significado ni sus atribuciones primitivas y siguió tutelando la actividad económica del paterfamilias como medio de subsistencia familiar. Las aediculae construidas en la fábrica de salazones gaditana y en la cella vinaria de Arellano parecen adscribirse a este tipo de función tutelar del culto doméstico confiada a los Penates. Su presencia en las zonas de producción garantizaba el buen término de las actividades llevadas a cabo en ellas y, con ello, la prosperidad del negocio y la familia. Estos lararios no son comparables, por tanto, desde el punto de vista funcional a los asociados a las estancias de representación de la casa y su ejemplo viene a confirmar lo ya visto para el caso pompeyano: que el culto doméstico contaba con diversas facetas y la elección de la ubicación del larario favorecía especialmente una u otra, seguramente aquella en la que el dueño de la casa estaba más interesado. 73 Véanse los registros NA/Arellano01-C y CA/Gades01-E en el catálogo. 74 Recuérdese que en la parte frontal del podium de este larario pompeyano aparece representada una personificación del río Sarno, que preside un trasiego de mercancías por su cauce, seguramente la representación de la actividad económica del dominus de la casa, representado también en la pintura (vid. sup. p. 54).
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a)
b) Fig. 44. a) Larario tipo nicho hallado en la cella vinaria de Villa Regina, Boscoreale (Italia); b) Ubicación del larario en la zona porticada del área de producción [a-b. Cortesía de Y. Peña Cervantes].
Aunque no se conocen otros lararios en fábricas de salazón, este caso parece parangonable a los de las capillas domésticas colocadas en los múltiples negocios con habitáculo doméstico asociado de la ciudad de Pompeya, como cauponae, tabernae, thermopoliae o pistrina.75 La ubicación de lararios en cellae vinariae no es frecuente tampoco, pero el de Arellano no es un caso único pues también en Villa Regina, en Boscoreale (Italia), se ha documentado un larario de tipo nicho con fachada monumental en la zona de fermentación y almacenamiento del vino (Fig. 44; S. De Caro, 1994b). En la propia Hispania, en lo que se ha considerado un posible torcularium en la Villa de Casa del Racó (Sant Julià de Ramís, Gerona), se halló un árula anepigráfica con restos de fuego enterrada en una fosa tallada en la roca, bajo el suelo de la estancia (J. Burch et al., 1995: 104).76 75 G. K. Boyce (1937) y Th. Fröhlich (1991), entre otros, recogen estos lararios en sus respectivos trabajos. 76 Véase el registro del catálogo GE/CasaRaco01-M.
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La presencia específica de lararios en cellae vinariae, como las de la Villa de Arellano o Villa Regina, estaría justificada por la necesidad de garantizar el buen término del proceso de fermentación del vino, que era la parte más delicada de todo su proceso de producción, por lo que la mano propicia de los dioses y su estrecha tutela estarían más que justificadas.77 En función de lo dicho hasta aquí, resulta claro que ante una misma capilla doméstica las lecturas son múltiples y que para poder plantearlas hay que tener en cuenta no solo la estructura, sino la decoración, el equipamiento añadido, los materiales que la complementan y, de forma especial, el lugar elegido en la casa para colocarla.78 La ubicación es un aspecto determinante en la comprensión de la función que la capilla y los dioses que en ella habitaban desempeñaban en la casa y, por extensión, para atisbar cuáles eran las preocupaciones que acuciaban a sus moradores: ¿el buen término de una actividad productiva algo impredecible? ¿La prosperidad del negocio familiar? ¿La reafirmación de la posición social? ¿La propia devoción por los dioses familiares? Algunas de estas cuestiones se pueden responder, con mayor o menor grado de seguridad, a través del análisis de las evidencias materiales del culto doméstico y con ello es posible acercarse un paso más hacia la comprensión de las pulsiones que marcaban la vida diaria de la sociedad hispanorromana, sus temores, sus anhelos o sus devociones.
5. EL AGUA, LOS TRICLINIA Y LOS ESPACIOS CONCEBIDOS ENTRE LO RELIGIOSO Y LO SOCIAL Al analizar la relación de estructuras de culto con los loca comunia, se hacía énfasis en la presencia de algunas de ellas asociadas a triclinia, lo cual parecía, por la comparación con lo conocido en otras zonas del mundo romano, especialmente común en las provincias hispanas. Otro elemento que se repite también con una cierta frecuencia es la utilización o la alusión al agua dentro de los espacios de culto. Aparentemente, ambas cuestiones no tienen relación entre sí, pero lo cierto es que durante este estudio se han revelado más cercanas de lo que parece, e incluso este binomio 77 Según comunicación oral de la Dra. Yolanda Peña, especialista en torcularia (véase Y. Peña, 2010). 78 W. Van Andringa (2011: 91) ha puesto también recientemente el acento en la importancia de analizar la distribución topográfica de los lararios en la casa, como una vía destacada para entender mejor su significado para la familia.
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dentro de la casa nos ha llevado a plantearnos la posibilidad de que algunos ambientes que no pueden clasificarse como lararios tuviesen, sin embargo, un cierto valor simbólico, a medio camino entre lo social y lo religioso, apreciable por comparación con los lararios vinculados a los triclinia y al agua. Al agua se ha aludido ya en el apartado analítico en relación con diversas estructuras domésticas de culto, pues ya en algunas tan antiguas como la de Mas Castellar de Pontós (Gerona) se manifiesta su papel destacado en el ritual, por medio de una fosa contenedora excavada en el suelo de la estancia principal, en línea con el hogar central (E. Pons, 1997: 78). También el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia), está provisto en el interior de dos balsas para contener líquidos (R. Albiach et al., 2006: 74), mientras que en el sacrarium de la Casa de C. Julio Silvano, en Segóbriga había dos cisternas para la recogida de agua, una de las cuales se abría al propio sacrarium, probablemente por medio de una fuente con uso ritual, de la que se ha conservado parte del surtidor, con forma de rostro de divinidad acuática y que estaría colocada en la parte sur de la estancia, detrás del altar dedicado a Zeus (R. Cebrián, 20022003: 132-133).79 En Tárraco, en la domus portuaria, la aedicula revestida de mármol estaba rodeada por un canal, de forma similar a lo que se puede ver en la Casa del Larario del Sarno, en Pompeya.80 En la Casa n.º 2B de Ampurias, la cercanía del brocal de pozo pudo ser la que determinara la colocación en ese lado concreto del altar pintado (Fig. 38). También, de una forma menos directa, el sacrarium de la Casa de los Pájaros, en Itálica, se insertó en un contexto que aproximaba al larario a un jardín con ninfeo (Fig. 19).81 El agua aparece también de forma simbólica en motivos figurados como el mosaico que pavimenta el sacrarium de la Plaza de la Corredera, en Córdoba, donde se representaba la cabeza de una divinidad acuática, barbada y con largos cabellos entre los que sobresalen dos pinzas. De la barba de la divinidad surgen dos delfines y alrededor de la cabeza se representan peces y cangrejos de río, todo sobre un fondo de olas azules (Figs. 23, 45; A. García y Bellido, 1965: 185) .82 El agua tiene un claro valor ritual en el mundo romano, muchas veces asociada al fuego como dos 79
Véanse las Figs. 100, 124 y 125 del capítulo V. Véanse las Figs. 54 del capítulo V y 18 del capítulo III. Véanse los registros GE/MasCastellar01-C, VA/Enova01-C, CU/Segobriga01-E, TA/Tarraco01-E, GE/Emporiae03-E y SE/Italica01-E. 82 Véase el registro CO/Corduba01-E del catálogo. 80 81
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Fig. 45. Pavimento de opus tesellatum del sacrarium de la domus en la Plaza de la Corredera, Córdoba [M. Pérez Ruiz].
elementos complementarios, tal y como defiende Danielle Porte (2004: 165): «Le rituel romain a mis sous le signe de l’eau et du feu les principaux passages d’une vie humaine: l’entrée dans la nouvelle maison, l’entrée dans la nouvelle cité; le banissement hors de la cité, hors de la vie, sauf pour ceux dont l’heure n’est ceux qui ont franchi les ultimes barrières, ils sont séparés de leur ancienne existence par les deux mêmes éléments gardiens: la barrière de feu et la barrère d’eau, par lesquelles les vivants se protègent des morts…». Ambos elementos tienen una función purificadora y fecundadora y ambos también están presentes en la casa, en los espacios de culto y en los rituales familiares, por lo que la presencia del agua como un componente sustantivo de diversos lararios hispanos no resulta extraña. Ahora bien, algunos de estos lararios tienen también una especial relación con salas de banquete. Se ha dicho ya que existe una vinculación significativa entre las estructuras de culto hispanas y las salas de representación y banquete, la cual se produce en mayor número precisamente con las segundas. En los casos de la Casa de los Pájaros de Itálica, de la Casa de la Plaza de la Corredera, de la Casa n.º 2B de Ampurias y de la domus portuaria de Tárraco confluye esta relación del larario con el triclinium y la presencia o la alusión al agua. La asociación del larario al triclinium y al agua no es siempre directa, sino que puede ser simbólica, como ocurre en la domus portuaria de Tárraco. En ella, la aedicula está adosada a la pared que comparte la estancia en la
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que se encuentra con la sala de banquetes, pero no parece que exista comunicación directa entre ambas (Fig. 46). Lo mismo ocurre con el sacrarium de la Casa de los Pájaros y el ninfeo construido en el patio detrás de él: ambos comparten un espacio y están, por tanto, en contacto, pero no comunicados (Fig. 19). En Ampurias, la conexión del altar junto al brocal de pozo con el oecus triclinar es visual (Fig. 39), como ocurre también con el sacrarium de la Plaza de la Corredera, pavimentado con un motivo marino (Fig. 23). El más interesante de estos lararios es probablemente el de la Casa de los Pájaros, pues es el que permite entender mejor la relación entre el agua y el triclinium y entre estos y el larario (Fig. 19). Pero para ello es necesario ampliar el análisis al conjunto de estancias formado por el triclinium y los patios adyacentes, en uno de los cuales se inserta el larario, si bien no tiene acceso desde este sino desde el peristilo. El triclinio se encuentra en el centro del lado de fondo del peristilo, en el eje axial de la casa; a ambos lados, se desarrollan dos patios secundarios que, en función de la restauración actual, no tienen relación con la sala de banquetes. Sin embargo, ya Antonio García y Bellido (1960a: 85) señaló la similar disposición que este conjunto de estancias tenía con el gran triclinium de la Domus Flavia de Domiciano y los viridaria adyacentes, con los cuales se comunicaba por medio de grandes ventanales (Fig. 47). Dado que los muros originales de la casa italicense no se conservan hasta una altura suficiente como para saber cuál era la solución de cierre de los laterales del triclinium, es verosímil pensar que fuera la misma que la del paralelo palatino, con grandes ventanales. Pero el gran triclinio de representación de la Domus Flavia no es un mero paralelo, sino un modelo escenográfico de carácter palatino que con el tiempo se debió de extender a la arquitectura privada aristocrática, con funciones similares a una escala menor. La grandiosa sala estaba rematada en un ábside en el que probablemente se colocaba el trono del emperador Domiciano, pues según Filippo Coarelli «le absidi servono a isolare la persona dell’imperatore in uno spazio a lui destinato, diverso da quello dei comuni mortali, e al tempo stesso ad accentrare l’attenzione su di lui» (F. Coarelli ap. E. De Albentiis, 1990: 237). El emperador se presentaba ante sus invitados en la sala de banquetes utilizando, por tanto, una escenografía similar a la del Aula Regia, en cuyo ábside de fondo se mostraba como «dominus et deus (“signore dell’Impero e dio”), la qualifica che Domiziano pretese di attribuirsi» (E. De Albentiis, 1990: 237).
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Fig. 46. Planta de la domus portuaria de Tárraco (Tarragona), con ubicación del larario [M. Adserias et al., 2000: 148, fig. 12].
Para enfatizar este mensaje en el triclinio, las paredes laterales estaban dotadas de grandes ventanas abiertas a dos viridaria simétricos, adornados con sendas fuentes, que tanto el emperador como los comensales veían durante las comidas oficiales. El agua que manaba de las fuentes y que fluía, por tanto, de forma controlada tenía un claro valor como elemento fecundador, contribuyendo a crear la imagen del emperador como numen generador de vida, pero no una cualquiera, sino la vida ordenada, la naturaleza urbanizada por la civilización que definía al gran Imperio que era Roma, cuyo presente y porvenir próspero garantizaba el emperador con su presencia. A través del banquete, Domiciano presidía también el orden social, escenificado en la colocación protocolaria de los comensales y que, como el orden natural, estaba garantizado por su persona, de forma que en el triclinium quedaba claramente manifiesta la condición del emperador de dominus et deus. Filippo Coarelli (2000: 170) identifica esta gran sala de banquetes con la Coenatio Iovis; de ser así, el mismo nombre que recibía enfatizaría el simbolismo que pretendía escenificarse en ella.83 Esta idea no era nueva, sino que había sido ya puesta en práctica en el aula octágona del palacio de Nerón, introduciendo así en la arquitectura palatina una serie de concepciones con un simbolismo de cla83 Véase R. Mar (2005: 174) sobre las pretensiones divinas de todo el proyecto del palacio de Domiciano.
ro origen oriental (E. De Albentiis, 1990: 230), que presentaban al emperador como numen generador del orden natural y que comenzaron a plasmarse al inicio del principado en espacios públicos tan destacados como el Foro de Augusto, donde, a ambos lados de la escalinata del templo, se construyeron sendas fuentes (R. Meneghini y R. Santangeli, 2007: 47, fig. 6) con el simbolismo ya mencionado y que serían las precursoras de otras en los foros de todo el Imperio, entre los cuales el colonial de Augusta Emerita (R. Ayerbe et al., 2009: 685), y de las construidas a ambos lados del triclinium de la Domus Flavia.84 El de Domiciano fue desde su construcción en adelante el modelo del palacio dinástico por excelencia, como demuestra el hecho de que no fuese sustituido por ningún otro durante el resto de la época imperial (F. Coarelli, 2000: 167). De manera que es lógico que su modelo se tomase en la proyectación de las casas de la élite provincial, como la de los Pájaros en Itálica, desde cuyo triclinio se vería igualmente un ninfeo y también un jardín, como máxima expresión de la naturaleza ordenada garantizada por la figura del emperador. La repetición de esta escenografía palatina 84 La introducción en un espacio aparentemente privado del simbolismo de Estado previamente reservado a los espacios públicos se explica por la transformación del concepto de palacio que se inició con Nerón y se consolidó con los Flavios. El palacio, como morada del emperador, pasó a convertirse en el centro de la ciudad, en el lugar en el que se concentraba el poder imperial (R. Mar, 2005: 139).
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a)
b) Fig. 47. Planta de la Domus Flavia, en el Palatino (a), y reconstrucción axonométrica de la Coenatio Iovis (b) [a) R. Mar, 2005: 172, fig. 92; b) ibid.: 175, fig. 95].
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era, por tanto, un vehículo de autorrepresentación que acercaba al morador de la casa, sin duda un miembro de la élite local, al emperador y a la ideología imperial, que promovía una cosmovisión centralizada en la figura del emperador. En este contexto se insertó el larario, el lugar donde, mediante la realización de los ritos preceptivos a los dioses domésticos, el paterfamilias se presentaba como protector y benefactor de la familia, estableciéndose un paralelismo con el emperador como Pater Patriae y numen generador que garantizaba la prosperidad del Estado. Teniendo esto en cuenta y el propio significado simbólico del triclinio como sala donde se desarrollaba el banquete aristocrático de connotaciones heroicas, a través del cual los comensales reafirmaban su posición social y estrechaban los lazos como miembros de una misma élite, la conexión de las salas de banquete con el agua y de ambos con los espacios de culto doméstico no parece casual. Al contrario, dicha conexión se inserta perfectamente en el lenguaje simbólico de la casa, con un mensaje a la vez social y religioso, dos conceptos que por otro lado son indisociables en el mundo romano, de manera que cuanto más alto era el valor social de un acto, como el banquete, más alta era también su vinculación con la religión. La relación del culto doméstico con el acto del banquete tenía, por otro lado, una larga tradición, como demuestran las alusiones de las fuentes escritas a la realización de ofrendas a los dioses domésticos antes de las comidas o su presencia durante estas (vid. sup. capítulo III). Quizá la obra que mejor resume estas cuestiones sea el Satiricón de Petronio, en la que se relata la teatral entrada de los siervos con los Lares de Trimalción en medio del banquete: Inter haec tres pueri candidas succinti tunicas intraverunt, quorum duo Lares bullatos super mensam posuerunt, unus pateram vini circumferens «dii propitii» clamabat 85 (Petron, 60). A partir de estas cuestiones y de las analizadas previamente sobre el binomio que se crea entre las estancias de representación y las capillas domésticas, se perfila cada vez más nítidamente cómo la ritualidad sociorreligiosa fue un determinante principal en la configuración de la casa romana aristocrática.86 85 «Entretanto, llegaron tres jovencitos vestidos con túnicas blancas: dos de ellos colocaron sobre la mesa unas estatuillas de dioses Lares con su esfera [bulla] de oro colgada al cuello; el tercero, pasando alrededor de los comensales con una pátera de oro en la mano, repetía: “Los dioses os bendigan.”» (trad. L. Rubio). 86 De nuevo aquí se puede establecer un cierto paralelismo con lo conocido para el África Proconsular, donde M. Bassani
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Partiendo de estas premisas se observa cómo otros espacios, de cierta singularidad pero no identificables inicialmente como lararios, tienen en algunas casas hispanas una relación estrecha con el agua y los triclinia y posiblemente, por tanto, un valor simbólico dentro del discurso sociorreligioso de la vivienda romana al que se acaba de aludir. Uno de estos espacios es el ábside semicircular ubicado delante del oecus triclinar del lado oeste del peristilo de la Villa de Materno, en Carranque (Toledo) (Fig. 24). Presenta una pavimentación de opus tesellatum, con un motivo central en el que se representa la cabeza de una divinidad acuática identificada tradicionalmente como Oceanus pero que debió de ser, más bien, una divinidad fluvial. Tiene el pelo ondulado, que se prolonga en una larga barba también ondulada, como si se tratase de las olas; de la cabeza surgen patas y pizas de cangrejo y a su alrededor flotan peces, hipocampos y moluscos, entre una vegetación de ribera (Fig. 48). Esta decoración recuerda a la del pavimento del sacrarium de la Casa de la Plaza de la Corredera, en Córdoba, colocado frente al triclinium (Fig. 45), pero no es el único caso de larario pavimentado con este tipo de motivo marino, pues en la Maison des Colonnes Rouges, en Acholla (Botria, Túnez), se ha documentado también un sacrarium con un pavimento decorado con cabeza de divinidad marina en el interior de una estancia de representación (Fig. 49; M. Bassani, 2003b: 170; S. Gozlan, 1999: 204-207). El umbral del ábside de la Villa de Materno está decorado con un motivo denticulado que combina diversos tonos de castaño y azul, en lo que parece la recreación esquemática de las olas en la orilla. El espacio tiene, en la parte trasera, un desagüe practicado en el muro a ras de suelo, pero la ausencia de cierre delantero descarta la posibilidad de que se trate de un ninfeo, por lo que su funcionalidad no puede establecerse con seguridad. En una posición no muy diferente de la de este ábside y el larario de Córdoba se encuentra una exedra semicircular en el lado sur del pórtico del peristilo de la Casa de la Cañada Honda, en Itálica. Esta fue construida en un momento posterior al del resto de la casa, frente al triclinio estivo, la parte central del cual era una fuente comunicada con el ninfeo del peristilo (Fig. 50). Dentro de la exedra se conservan aún dos estructuras. La primera es, aparentemente, un (2003b: 178-179) ha llamado la atención sobre la posible existencia de una especial relación del culto doméstico con el acto del banquete.
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a)
b) Fig. 48. a) Ábside frente al oecus triclinar en la Villa de Materno; b) Detalle del motivo central del pavimento, con representación de divinidad acuática [M. Pérez Ruiz].
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a)
a) b) Fig. 50. a) Vista general de la exedra semicircular en el peristilo de la Casa de la Cañada Honda, Itálica (Santiponce, Sevilla); b) vista de la misma desde el triclinium, con el ninfeo entre ambos [a-b) M. Pérez Ruiz].
b) Fig. 49. a) Estancia de representación con ábside en un lateral, pavimentado con un mosaico con cabeza de Oceanus en la Maison des Colonnes Rouges, Acholla (Botria, Túnez); b) detalle del mosaico [a) S. Gozlan, 1999: lám.86.4; b) ibid.: lám. 86.3].
basamento de mampostería no muy cuidado y recubierto de estuco, que se adosa a la pared de fondo del ábside, adaptándose a su forma curva. Posteriormente, delante de este, se construyó un podio cuadrangular de ladrillo, más cuidado que la estructura anterior y que se colocó parcialmente sobre el umbral del espacio; se desconoce la función de este equipamiento añadido. Otro espacio singular es el ábside, también semicircular, construido en el interior del triclinium de la
Casa de Baco, en Complutum (Alcalá de Henares, Madrid). Se colocó en el centro del lado noroeste, frente a la zona reservada para los lechos de los comensales y al famoso mosaico central de la estancia, con escenas asociadas a thiasos báquico (Fig. 51). El ábside presenta, como el resto de la estancia, una decoración pavimental con opus tesellatum, de tipo geométrico, con cuadrados de diversos colores formando un juego de rombos inscritos en un reticulado romboidal. Rodeando este motivo central, una cenefa formada por dos filas de triángulos de pico, que alternan los colores anaranjado y bermellón, recorre la parte curva del ábside, mientras que en el límite recto la decoración cambia a cinco bandas de escamas biconvexas (D. Fernández Galiano, 1984b: 155-156). Delante del ábside corre una cenefa ancha que arranca del extremo inferior de la zona reservada al lectus summus y llega hasta el otro extremo de la estancia, junto al umbral; está decorada con una hoja de parra en el centro, de la que surgen roleos hacia ambos lados (ibid.: 155),
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Fig. 51. Pavimento de opus tesellatum del triclinium de la Casa de Baco, en Complutum (Alcalá de Henares, Madrid) [D. Fernández Galiano, 1984b: 150, lám. 82].
Fig. 52. Pavimento de opus tesellatum en el ábside del larario de la Villa de Vallon (Francia) [S. Rebetez, 1992: 15, fig. 24].
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Fig. 53. Planta de la Casa di Ottavio Quartio, en Pompeya. Sacellum señalado con la letra y [M. Bassani, 2008: 174, n.º 3].
en una composición que recuerda el pavimento de la parte curva del sacrarium de la Villa de Vallon (Francia), si bien en este caso los roleos surgen de una crátera con forma de flor de loto (Fig. 52). Por su parte, la decoración de triángulos de pico evoca el fluir del agua, como si se tratase del cauce de un río, mientras que la de escamas biconvexas recuerda, como en el caso del ábside de Carranque, un flujo de olas en la orilla, la cual podría estar representada por la exuberante vegetación de la banda que corre delante del espacio. La funcionalidad propuesta para este ábside es la de albergar una mesa auxiliar para el banquete (D. Fernández Galiano, 1984a: 135), pero su posición predominante en la estancia, en el centro focal de las miradas de los comensales, hace pensar que su uso pudo tener una mayor significación. Nos encontramos, por tanto, ante un conjunto de estancias de características similares, en cuanto a su relación con salas de banquete, con el agua e incluso en cuanto a su forma, y de las cuales se desconoce su uso exacto. Aunque con los datos objetivos que se tienen no es posible definir con absoluta seguridad dicho uso, es posible que estos espacios tuviesen algún tipo de función en el contexto del ritual sociorreligioso desarrollado en la casa, alrededor de espacios como el triclinium y con la presencia constante del
agua. No parece adecuado, con la información que se maneja, interpretarlos inicialmente como lararios y no es posible determinar cuál sería exactamente su funcionalidad, pero no parece que la reiteración que se produce entre las estancias estudiadas sea fruto de la casualidad. Uno de los espacios de culto de la Casa di Ottavio Quartio, en Pompeya (II, 2, 2), puede ayudar a acercarnos más al significado y la función de estas estancias. En el centro del extremo sur de la zona construida de la casa (Fig. 53) hay una plataforma delimitada por cuatro pilares, sobre la cual se desarrolla un templete que originalmente tenía en el centro un pedestal para una estatua, probablemente Diana, a juzgar por la decoración del frontón de dicho templete y del entorno de la casa (Fig. 54; M. Basssani, 2008: 224-225). Esta estructura estaba situada frente al acceso del oecus triclinar y conectada con el euripo superior de la casa mediante una fuente colocada en el lado norte de la plataforma. Precisamente este euripo recorría transversalmente el extremo sur de la zona construida de la vivienda, conectando con el biclinio estivo del extremo este, entre cuyos lechos, adosado a la pared, había otro templete, con un basamento cuadrado en el centro de uso incierto (Fig. 55). Bajo la plataforma con el templete, mirando hacia
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Fig. 54. Sacellum en la Casa di Ottavio Quartio [M. Pérez Ruiz].
Fig. 55. Biclinio con templete en la Casa di Ottavio Quartio [M. Pérez Ruiz].
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Fig. 56. Biclinio estivo en el peristilo de Casa dell’Efebo, en Pompeya [M. Pérez Ruiz].
el hortus, se desarrollaba un ninfeo, decorado a un lado con una pintura de Diana y, al otro, de Acteón y el cual vertía el agua a otro euripo, que recorría transversalmente el gran jardín de la casa, el centro del cual estaba de nuevo marcado por una estructura con forma de templete. La relación entre el triclinium, el agua y los espacios de culto se presenta, por tanto, en la Casa di Octavio Quartio, de una forma reiterativa, conectándose los distintos espacios mediante un juego de agua y de relaciones visuales a la vez. El templete principal, el que se encuentra frente al oecus triclinar y está conectado con ambos euripos y, a través de ellos, con las demás estructuras con forma de templo y con el biclinio estivo, da además una pista de cómo podrían haber sido utilizadas las exedras de la Casa de la Cañada Honda, de la Casa de Baco y de la Villa de Carranque. Al igual que el templete pompeyano, que debió de albergar una estatua de Diana, estas estancias de pequeñas dimensiones, colocadas frente o dentro de salas de banquete, en una posición central, podrían haber estado reservadas para la colocación de la imagen escultórica de una divinidad, a excepción de la exedra de la Villa de Carranque, donde podría haber estado representada únicamente en el pavimento. Estas representaciones divinas habrían tenido, presumiblemente, un valor no solo ornamental sino también cultual, inserto en el simbolismo ideológico
que se propone para estos espacios domésticos. La capilla con la divinidad, el triclinium y la presencia o la alusión al agua serían, por tanto, tres elementos complementarios de un mismo discurso escenográfico, con un significado simbólico asociado al poder imperial y a las concepciones cósmicas asociadas a este y al orden del Imperio. En este contexto, la dedicación del templete de la Casa di Octavio Quartio a Diana se llena de significado. Los estudios de Maddalena Bassani (2008: 128-132) han subrayado las connotaciones que tenía la presencia de esta divinidad en los lararios pompeyanos, con un tipo estatuario muy concreto, en relación con la política propagandística augustea, así como con la reproducción a escala doméstica del bosque sagrado de Diana. Es precisamente esta segunda lectura la que nos parece más sugerente en este contexto, pues de nuevo nos encontramos ante una representación de la naturaleza urbanizada, ya que el agreste bosque de la diosa se urbanizaba en el jardín doméstico, estructurado y dotado de caminos. No se quiere con ello afirmar que la divinidad presente en las estancias hispanas en estudio fuese precisamente la diosa de la caza, pero sí es probable que, fuese cual fuese, se eligiese precisamente para completar o enfatizar el mensaje simbólico que se quería poner de manifiesto. En este contexto y a la luz de lo visto en relación con la Casa di Octavio Quartio, quizá haya que valorar
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(Fig. 57; D. Vaquerizo y J. M. Noguera, 1997: 60-72). Sin embargo, estos espacios, aunque se encuentran seguramente dentro del discurso sociorreligioso de la casa, se alejan ya del culto doméstico en sentido estricto, por lo que no ahondaremos más aquí en ello.
6. OTROS ASPECTOS SUSTANTIVOS DEL CULTO DOMÉSTICO EN ÉPOCA ROMANA EN LAS PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE a)
b)
c) Fig. 57. a) Planta de la Villa de El Ruedo (Almedinilla, Córdoba); b) Stibadium con parte de la estructura del ninfeo detrás, en el triclinium de la villa; c) Recreación infográfica del triclinium [a) D. Vaquerizo y J. M. Noguera, 1997: 39, lám. 8; b) ibid.: 67, lám. 19c; c) ibid.: 71, lám. 21].
desde otra óptica los ninfeos que con cierta frecuencia se insertan en los biclinia y triclinia estivos, muchos de los cuales presentan la forma de templetes (Fig. 56). Y en este grupo quizá haya que incluir casos hispanos como el de la Villa de el Ruedo (Almedinilla, Córdoba), en cuyo triclinium se construyó un ninfeo monumental comunicado con el stibadium, en el centro del cual había una fuente que se surtía del mismo agua del ninfeo, y con la fuente colocada en el centro del peristilo, delante del propio triclinium
Además de las cuestiones analizadas en los epígrafes anteriores, existen otras de menor entidad y sobre las que resulta más complicado ofrecer interpretaciones plausibles pero que, sin embargo, se perfilan también como aspectos interesantes del culto doméstico en la Hispania romana y que deberán tenerse en cuenta en un futuro para intentar ofrecer respuestas al respecto y completar la visión que se viene pergeñando en estas páginas. Una de estas cuestiones reseñables es la escasez de testimonios en la provincia Bética y su total concentración en ámbito urbano, lo que supone una diferencia sustancial respecto a lo conocido para la Tarraconense (vid. sup. pp. 213-214). Puede que las razones que expliquen esta situación sean sencillamente circunstanciales, como una peor conservación del registro arqueológico relacionado con el culto doméstico en la Bética o el hecho de que haya pasado más desapercibido para la investigación que en otras zonas. Sin embargo, el hecho de que tampoco se conozcan espacios cultuales estrictamente domésticos en este territorio en época prerromana (vid. sup. cap. IV) nos hace pensar que detrás de esta escasez de testimonios pueda haber razones histórico-culturales, que, sin embargo, por el momento no es posible desentrañar. Habrá que atender a los datos que aporte la investigación futura para ver si cambia este panorama o si, por el contrario, se mantiene, en cuyo caso quizá habrá que plantearse que el modelo de religiosidad doméstica de tradición romana no calara muy profundamente entre la población bética y que, por tanto, haya que buscar otras manifestaciones privadas de culto.87 En algunas zonas de la Tarraconense se produce también este fenómeno de escasez o ausencia de 87 Los datos aportados por los testimonios recopilados en el apéndice al catálogo en el CD demuestran que los testimonios tarraconenses siguen creciendo en mayor número que los béticos, si bien para esta provincia contamos ya con los primeros casos no urbanos, procedentes de una villa en Aurgi (Jaén). Véase el apéndice en el CD, especialmente el apartado de valoración.
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testimonios de culto doméstico, sin que sea posible, igualmente, ofrecer una explicación concluyente. Se observa una disminución de los hallazgos cuanto más se avanza hacia el norte y el oeste de la provincia (vid. sup. p. 214), lo cual podría estar poniendo de manifiesto un patrón de dispersión con causas históricas. Nuevamente, deberá ponerse atención en la información que aporte la investigación futura para resolver estas cuestiones y observar si el mapa de dispersión de evidencias materiales se va completando o si se mantiene como ahora. Otro aspecto a abordar brevemente es la escasez de materiales que se han hallado en espacios de culto. En el larario de la Villa de Vilauba esta es una de las cuestiones que resultan más llamativas, pues el número de piezas encontradas en una habitación de las dimensiones del sacrarium es curiosamente bajo. Tampoco el sacellum de la Villa de Cornelius, en L’Ènova (Valencia), ha proporcionado un conjunto de piezas muy abundante, si bien las dimensiones del espacio son sensiblemente menores. En este contexto, cabe preguntarse qué ha ocurrido con los materiales de las estructuras de culto domésticas conocidas, por qué, por ejemplo, solo se han documentado esculturillas de divinidades en bronce en Vilauba. Puede pensarse que, en las excavaciones más antiguas, se ha perdido la información sobre materiales que podían no resultar significativos y que, por tanto, no se dieron a conocer o de los cuales se perdió la relación con el contexto. Pero no es el caso de excavaciones recientes como las del sacrarium de la Casa de la Fortuna, en Carthago Nova (Cartagena, Murcia), el de la Casa del Ninfeo, en Bílbilis (Calatayud, Zaragoza), o la aedicula del Edificio del Atrio, también en Carthago Nova. Cierto es que las razones pueden ser múltiples, pero teniendo los precedentes de Vilauba, L’Ènova e, incluso, Arellano (Navarra), donde los materiales son más bien escasos, cabe pensar en la posibilidad de que los espacios destinados al culto en la Hispania romana fueran objeto de lustraciones periódicas para purificar el espacio. Por otro lado, el valor de las imágenes de culto, demostrado en la continuidad de uso durante tres siglos de las esculturas de Vilauba, podría explicar su práctica ausencia del registro material contextualizado, al ser retiradas ritualmente del larario en el momento de su amortización, de ser esta premeditada, cosa que no ocurrió en Vilauba, donde el sacrarium se vio afectado por un incendio. Otra cuestión que conviene señalar, aunque ya se ha abordado en las páginas previas, es la imposibilidad de realizar una caracterización de los materiales
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asociados al ritual doméstico, más allá de las árulas y de ciertos tipos de esculturas. La heterogeneidad de objetos rituales, vajilla o lucernas impide establecer una tipología de objetos utilizados preferentemente en el ámbito del larario, algo que sí ocurre en algunos contextos prerromanos, con la presencia, por ejemplo, de microvasos o cerámicas de barniz negro, que ponen sobre la pista de espacios con una posible actividad cultual (vid. sup. cap. IV). La identificación de copas, jarros, platos u otras piezas de uso doméstico como utensilios para el rito depende, por tanto, exclusivamente de su hallazgo en un contexto de culto, no siendo posible reconocerlos como tales sin este. Igualmente, su hallazgo descontextualizado no da pista alguna sobre la existencia de una actividad cultual en la casa, como sí lo hacen las árulas. En este sentido, los materiales contextualizados en las estructuras de culto hispanas no suponen un aporte sustantivo en la caracterización de los indicadores de sacralidad doméstica en el mundo romano, de forma similar a lo que ocurre en otras regiones, incluida la vesubiana. En todo caso lo son en lo que se refiere al uso reiterado de contenedores de líquidos como categoría, pero sin que se repitan tipos concretos dentro de ella.88 Sí lo es más la abundante documentación de aras y árulas, con y sin epígrafe, en el contexto doméstico. El valor del ara como indicador de sacralidad ha sido subrayado ya en varias ocasiones a lo largo de estas páginas, pero su volumen y el material con el que están realizadas, piedra en una abrumadora mayoría, así como la antigüedad de los primeros testimonios, parecen poner de manifiesto que, en el contexto hispano, estas piezas son unos señalizadores privilegiados de la actividad ritual doméstica, pues parece haber existido un gusto especial por su uso, quizá más extendido que la propia presencia de espacios reservados específicamente para el culto dentro del edificio doméstico. La presencia de un alto número de epígrafes dedicados a divinidades y en los que, en no pocos casos, se especifica el dedicante, nos resulta también peculiar, pues no se conoce apenas nada sobre la existencia de inscripciones domésticas de culto en el mundo romano y el muestrario hispano ha revelado que, al 88 La ausencia de materiales en espacios de culto y la falta de contextos para muchos materiales ha sido una limitación evidente en esta investigación, lo cual es una muestra más de la necesidad de estudiar conjunta y sistemáticamente la arquitectura doméstica en época romana con los materiales que aparecen en cada espacio para definir adecuadamente su uso, como viene subrayando desde hace años P. M. Allison (1992; 2001; 2004; 2010, entre otros).
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menos en este territorio, eran una muestra de piedad tan frecuente como otras. Gracias a estos testimonios se ha podido conocer un buen número de divinidades veneradas en las casas de la Bética y la Tarraconense, así como saber que muchas de las aras eran ofrecidas en cumplimiento de votos contraídos o simplemente consagradas a su culto. En otros casos, la epigrafía pone de manifiesto la donación de un elemento para el culto, o incluso de un espacio entero, por parte de determinados miembros de la familia, en ocasiones dependientes, lo cual permite también rastrear la integración de siervos y libertos en el ritual doméstico, así como atisbar el valor que esto tenía. Precisamente, la especificación en muchas inscripciones del o de los donantes resulta algo llamativo, pues cabría esperar que en el ámbito de la casa no fuera necesario hacer explícito quién tenía una muestra de piedad con la divinidad, pues parece que podría resultar evidente. Sin embargo, los testimonios epigráficos con los que contamos demuestran que no es así y que la manifestación del nombre del donante o de la persona a la que se dedicaba la ofrenda no es algo específico de los siervos y libertos, que pretendían con ello honrar al dominus y mostrar su fidelidad, sino que era algo extendido a todos los miembros de la familia, aunque la finalidad fuese distinta. Queda la duda de si la especificación del dedicante, en este ámbito, estaba dirigida al resto de miembros de la familia o a la divinidad. Por otro lado, encontramos constantes alusiones a lo funerario y lo ultraterreno en mucho de lo que se refiere al culto doméstico. Ciertas iconografías, ciertos materiales o ciertas divinidades aluden al mundo del Más Allá, mostrando que las creencias que se ponen de manifiesto en el contexto del ritual religioso doméstico y del ritual funerario son indisociables porque, en cierta medida, son las mismas. Ya se ha aludido al fuerte componente funerario que parece haber tenido el culto doméstico prerromano, con la veneración de los antepasados, como actividad sustancial y definitoria del propio culto, y de una diosa madre que representaba el ciclo agrícola y vital a la vez. También en el mundo romano, las connotaciones ctónicas del culto doméstico eran evidentes, con la presencia de la serpiente, que recibía piñas y huevos como ofrendas, pero no solo eso, pues la propia naturaleza del Lar o algunos ritos recuerdan que las creencias familiares estaban ancladas a la tierra, a lo que surgía de ella y a lo que volvía a ella. En la Hispania romana, crisol de ambas tradiciones, se mantuvieron durante largo tiempo las prácticas del enterramiento de depósitos votivos y de las inhumaciones infantiles, con un valor
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ctónico evidente y con paralelos también en contextos de tumbas. La serpiente y su asociación a ofrendas que aludían a la muerte y al resurgir de la vida está también presente en la escultura de Zuera (Zaragoza), en el altarcito de Itálica y, especialmente, en el altar de Ampurias, donde además se acompaña del gallo, un animal relacionado también con en mundo funerario y cuyos restos se han documentado en los depósitos votivos que se han analizado, a la vez que se han hallado como ofrendas funerarias. Este mismo gallo aparece en el árula de Puypullín (Loarre, Huesca), en la cual se representa también un kantharos o un skyphos, un tipo de objeto de connotaciones funerarias ya desde época ibérica y asociado al thiasos báquico y al ritual del vino; a ambos los acompaña una cabeza de toro de frente, posiblemente la representación simbólica del acto del sacrificio, como ocurre con los bucráneos. Otras aves asociadas a los espacios de culto doméstico hispanos son los pavos reales, cuyo simbolismo como representantes del renacer en el ciclo vital es también sobradamente conocido y fue heredado por la tradición cristiana. Aparecen en el suelo de la estancia con un probable larario tipo nicho de la Casa del Sectile, en Híspalis, y en la pintura parietal del espacio en el que se encuentra la aedicula marmorizada de la domus portuaria de Tárraco.89 También a esta idea del resurgir parece hacer alusión el mosaico de la Casa Triangular de Clunia (Peñalba de Castro, Burgos), en el que una exuberante parra cuajada de pámpanos y hojas de acanto surge de una crátera, representando la fecundidad y la abundancia que supone el renacer de la naturaleza, idea que parece también representada en los tallos con tres hojas que coronan los extremos del mosaico. Estos y otros ejemplos muestran la estrecha relación existente entre las creencias familiares expresadas en la casa y en la tumba. Aunque no es posible entrar en detalle en esta cuestión, pues merecería un análisis mucho más detallado del que puede realizarse aquí, ya que superaría el marco definido de la casa en la que se mueve esta investigación, sí parece oportuno comentar algunos aspectos, aunque sea brevemente. El culto doméstico y el culto funerario forman parte de un mismo conjunto de creencias que se en89 El pavo real fue un motivo iconográfico utilizado con cierta recurrencia en los sacraria tunecinos, lo cual ha llevado a M. Bassani (2003b: 168-169) a plantearse su valor como indicador de sacralidad. En el mismo sentido ha sido también interpretado por D. González Acuña (2011: 218) para proponer que toda la estancia en la que se encuentra el nicho en la Casa del Sectile pudiera ser un sacrarium.
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cuentran en la base de la familia romana. Ya Numa Denis Fustel de Coulanges (1864: 27-32) defendió en su día, incluso, que el culto funerario fue el germen del doméstico, pues la necesidad de garantizar la propia sepultura y la recepción de las ofrendas necesarias para el descanso eterno creó paulatinamente un cuerpo de ritos de obligada observancia por parte de la familia para con sus antepasados, estableciéndose así una cadena en la que cada eslabón estaba conectado con los antepasados que debía atender y con los descendientes de los que obtendría atención. En su conformación definitiva, el culto doméstico no se circunscribió únicamente a este germen funerario, pero la relación entre la casa y la tumba siguió siendo estrecha. Existía, de hecho, una ritualidad compartida entre ambos espacios durante el proceso del sepelio y las ceremonias que lo acompañan, como se vio al abordar el ritual doméstico. El funus tenía inicio en la vivienda, en la morada de los vivos, que el difunto debía abandonar para dirigirse a la de los muertos tras haberse cumplido una serie de ritos destinados a prepararlo para el viaje al Más Allá. Durante todo este proceso, la polución que acompañaba a la muerte se apoderaba de la casa, convirtiéndola en un espacio funerario —funesto— más, como la tumba, en el que no podía arder el fuego puro del hogar —símbolo de la vida y de la continuación de la estirpe— y que era necesario señalar como un lugar contaminado, previniendo de ello a quien accedía, en otros momentos libremente (Ch. de Filippis, 1997: 54). Los ritos de purificación se sucedían durante todo el período del luto, incluso con el difunto aún presente, con objeto de restituir la morada a los vivos y de expulsar de ella la presencia nefasta de la muerte; tras el regreso del entierro se realizaba una de las ceremonias de lustración más importantes, la sufittio, en la que se utilizaban el fuego y el agua como elementos purificadores. Durante el período del luto —feriae denicales—, la familia se encontraba en un permanente trasiego entre la vivienda y la tumba, celebrando diversas libaciones y banquetes; durante este período la tumba acogía a la familia como otra casa más, confundiéndose de nuevo los límites entre la morada de los vivos y la de los muertos. Finalmente, al terminar el luto se procedía a la purificación definitiva de la vivienda, resumida simbólicamente en la restitución al Lar de su lugar entre los vivos;90 se ponía fin así al canal de 90 Diversos autores han visto en la ofrenda al Lar durante este día una alusión a su naturaleza de espíritu de los antepasados (M. Bendala, 1999: 60-61). Creemos, sin embargo, que, como en las Caristia (vid. sup. p. 61), esta ofrenda enfatizaba su vinculación a los vivos y no a los muertos, pues el Lar se
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comunicación que se había creado entre la casa y la tumba desde la muerte del familiar. Pero la tumba era en realidad una casa en sí misma, en la mentalidad antigua en general y en la romana en particular. La forma que adquiría demuestra que se trataba de una proyección formal y simbólica de la vivienda, pues no es otra cosa que la morada futura, la de la vida en el Más Allá (M. Bendala, 1999: 60). En el ámbito itálico esto resulta evidente ya en la cultura vilanoviana, con la utilización de urnas cinerarias con forma de cabaña, y se hizo aún más patente entre los etruscos, cuyas tumbas principescas eran, en realidad, copias esquemáticas de sus casas aristocráticas.91 En la mentalidad romana perduró esta idea de la tumba como casa de los difuntos, con casos paradigmáticos como el de la Tumba de los Escipiones (Fig. 58), morada de la estirpe en la que en el lugar de honor, al fondo de la galería central y frente al acceso, se colocó el sarcófago del Lucio Cornelio Barbato, fundador del mausoleo (F. Coarelli, 2000: 356), lo que recuerda a la disposición del dominus en el tablinum de la domus. Pero existen ejemplos más cercanos en Hispania, como los ofrecidos por la necrópolis de Carmona en dos tumbas de filiación itálica. La Tumba de las Cuatro Columnas (M. Bendala, 1976: 84-85) reproduce de forma esquemática una casa de atrio, con un nicho principal al fondo y otros laterales con una disposición más o menos simétrica, que recuerdan la distribución de las estancias de una domus, con el tablinum flanqueado por alae al fondo y cubicula a los lados del atrio (Fig. 59; M. Bendala, 2002: 152). La Tumba de Servilia (M. Bendala, 1976: 73-79), por su parte, recrea la disposición de una gran mansión organizada en torno a un patio porticado, a modo de peristilo, en torno al cual se organizan una serie de cámaras, representación atrofiada de las estancias domésticas (M. Bendala, 2002: 152-153); como en la Tumba de las Cuatro Columnas, la más importante de estas cámaras se ubica al fondo del gran patio, en el eje axial de la estructura (Fig. 60). La relación, por tanto, entre los espacios de la vida doméstica y los funerarios es francamente estrecha, como lo es la del culto de la casa y el de invocaba en el momento de restitución del orden natural de las cosas, cuando los difuntos volvían a su dominio y dejaban libre así el mundo de los que aún respiran. Esto parece representarse en la restitución simbólica del Lar al lugar que le correspondía en la casa y entre los vivos. 91 El grado de imitación de las casas que alcanzaron las tumbas etrucas fue tal que se han convertido en una referencia obligada para el estudio de los orígenes de la domus romana, tanto desde el punto de vista formal como conceptual.
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Fig. 58. Planta de la Tumba de los Escipiones en Roma [Wikimedia Commons].
Fig. 59. Planta de la Tumba de Servilia, en la necrópolis de Carmona (Sevilla) [M. Bendala, 1976, vol. II: lám. XVII].
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Fig. 60. Planta de la Tumba de Cuatro Columnas, en la necrópolis de Carmona (Sevilla) [M. Bendala, 1976, vol. II: lám. XXV].
la tumba. No en vano, los familiares enterrados en la tumba, a los cuales se visitaba y se reverenciaba mediante ofrendas periódicas, eran los mismos que protegían a la familia y a la casa o que podían incluso perjudicarlas si no se les atendía como era debido; son también los mismos que, como antepasados, daban lustre a la estirpe. La tierra a la que las personas habían de regresar inevitablemente era la misma de la que renacía la vida, de la que surgía la abundancia, la que se procuraba propiciar en el ritual doméstico para que fuera fecunda. Las alusiones constantes al mundo de los muertos en las manifestaciones de culto doméstico demuestran cómo este estaba imbuido de lo ultraterreno, mientras que la ritualidad común y la mímesis de la tumba con la casa evidencian que las creencias que subyacen a dos ámbitos de la vida que suelen estudiarse y presentarse por separado son, en realidad, las mismas, y que, por tanto, no existía dicha separación en la Antigüedad. De manera que el
culto doméstico y el funerario están irresolublemente conectados, como vasos comunicantes, y cada uno debe estudiarse mirando al otro. Otras cuestiones podrían señalarse también sobre el culto doméstico en la Hispania romana. Las valoraciones interpretativas presentadas aquí no pretenden agotar, por tanto, las posibilidades que ofrece el tema, sino solo poner de relieve los aspectos que consideramos más interesantes o más elocuentes. Otros resultan más etéreos o más difíciles de argumentar con la documentación de la que se dispone por el momento, pero este trabajo no pretende, como decimos, cerrar esta línea de investigación sino, al contrario, reconocer su valor como campo de estudio de la vida cotidiana y de la propia mentalidad de la sociedad hispanorromana y, con ello, abrir nuevos caminos para tener un mejor conocimiento y una mejor compresión de la realidad compleja que es la Hispania romana.
VII CONCLUSIONES
Vosotros, los virtuosos, ofreced incienso a los dioses de la familia [...] y ofrendad también alimentos para que el plato que se les sirve [...] sirva de alimento a los Lares de túnica remangada. Ov., fast. II, 631-634
Este trabajo sobre el culto doméstico en las provincias romanas Bética y Tarraconense llena un vacío en la investigación, pues se le dedica atención pormenorizada a un aspecto de la realidad hispanorromana que hasta ahora solo se había tratado de forma limitada y puntual. Se ha buscado, por tanto, darle cuerpo y explorar sus posibilidades de estudio, así como valorarlo en sí mismo, equilibrando la enorme influencia que los modelos vesubianos altoimperiales tienen sobre este tipo de estudios como parámetro y referencia básica debido a su peso específico. Como resultado, el culto doméstico que se desarrolló en la Hispania romana —centrado en las provincias mencionadas— se ha revelado como un campo de investigación complejo y rico, prometedor en cuanto a sus posibilidades, ya que ha aportado y seguirá aportando valiosa información, tanto para el estudio de la religiosidad privada en el conjunto del mundo romano, como en conexión con el panorama general del conocimiento de la realidad hispanorromana. Se han recopilado más de 160 evidencias materiales de culto doméstico en las provincias Baetica y Tarraconensis, que se han catalogado, tipificado y analizado. Esta sistematización del conjunto de la información existente, de la que hasta el momento se carecía, facilitará —esperamos— la identificación futura de nuevos testimonios de este culto. Por otro lado, la recopilación de documentación arqueológica tan diversa como estructuras, esculturas, epigrafía, depósitos votivos y enterramientos infantiles ha permitido construir un panorama relativamente completo
del fenómeno del culto doméstico, que la focalización en un único grupo de evidencias materiales no habría permitido, a la vez que se ha evitado disociar artificialmente, como la propia dinámica de la investigación actual en ocasiones impone, elementos que formaron parte de una misma realidad cultual y de una misma ritualidad. El resultado de este trabajo de sistematización hace patente la riqueza del registro material en relación con este aspecto de la vida cotidiana en Hispania. No es muy abundante, si se considera la amplitud del territorio analizado, pero la diversidad de los restos recopilados a nivel individual y, a la vez, la homogeneidad de conjunto, así como sus características específicas, lo convierten en un campo de estudio fructífero y prometedor. Cierto es que existen también limitaciones que, por el momento, marcan este campo de estudio y que han determinado este trabajo. Por un lado, las propias características del registro arqueológico hispano, que hacen difícil la conservación de algunos tipos de estructuras y de materiales, lo cual hace que prevalezcan en el conjunto otros por su mayor y mejor preservación. Ello otorga un sesgo al registro arqueológico que no siempre se corresponde con la realidad original, por lo que se debe ser cauto a este respecto. Por otro lado, la disociación de contextos arqueológicos y materiales se ha revelado como uno de los problemas más comunes. La ausencia de contexto para muchos materiales de potencial uso en la ritualidad doméstica nos ha llevado a no tomarlos en considera-
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ción aquí, por la imposibilidad de descartar otros usos no cultuales o no domésticos para ellos. Igualmente, la falta de materiales asociados ha impedido en algunos casos tener una mayor certeza sobre la posible función como capillas de determinados espacios domésticos. La identificación de los materiales con sus contextos de procedencia de la forma más exacta posible, cuestión que puede considerarse fuera de discusión en el ámbito de la investigación arqueológica actual y cuya importancia ha sido reivindicada durante largo tiempo para el ámbito de la casa, se ha revelado, por tanto, absolutamente necesaria para el estudio del culto doméstico, pues incluso el dato genérico de la procedencia de un material de una estructura habitacional no siempre es suficiente para adscribirlo a él. Por otro lado, la asociación a un espacio del mayor número posible de materiales favorece no solo su identificación como capilla doméstica, sino incluso la posibilidad de tipificar con mayor claridad los objetos adscritos al culto y avanzar en el conocimiento del rito y las creencias familiares. Buen ejemplo de ello es la presencia recurrente de recipientes para líquidos y de monedas en los espacios de culto analizados aquí, que ponen sobre la pista de ritos en los que las libaciones y las ofrendas pecuniarias eran frecuentes y tenían, posiblemente, incluso un papel destacado. En contraposición, son muchas las «esculturas de larario» que han quedado al margen de esta investigación por carecer de contexto de procedencia; su valoración, de haberse conocido este dato, habría cambiado posiblemente el panorama de las divinidades veneradas en las casas de la Bética y la Tarraconense que tenemos por el momento. La manera de paliar las limitaciones impuestas por el registro material y la propia investigación arqueológica ha sido elaborar un marco teórico y documental de referencia lo más amplio y rico posible, sobre el que apoyarnos en el estudio de lo que es el núcleo de esta investigación, el culto doméstico en dos provincias hispanas en época romana. Por esta razón, se han abordado de manera directa y por extenso, en sendos capítulos, tanto la religiosidad doméstica romana como la existente en la Península Ibérica en época protohistórica, pilares sobre los que se desarrolló el culto de época romana. Esta última afirmación, hipótesis de partida de nuestra investigación como se ha referido ya en el apartado introductorio, se ha revelado cierta y determinante, pues la consideración de ambas realidades ha permitido apreciar matices del culto de época romana que, de otra forma, habrían pasado desapercibidos. Parece oportuno, por tanto, señalar algunas de las conclusiones obtenidas en relación con el culto doméstico
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romano y con los peninsulares protohistóricos y que son especialmente relevantes en relación con el que se desarrolló en la Hispania romana. El culto doméstico romano se configuró en las etapas formativas de la propia sociedad lacial como un conjunto de creencias y ritos encaminados a solventar las necesidades básicas para la subsistencia y la perduración de la estirpe, en diferentes aspectos relacionados con la familia y con sus propiedades. Esto le imprimió una personalidad específica a este aspecto de la religión, así como a cada uno de los espíritus y divinidades que se vieron involucrados en él. Este culto se fue modificando, sin duda, con el paso del tiempo por la propia evolución de la sociedad a la que estaba ligado, pero su esencia no se perdió nunca definitivamente. En Hispania, la existencia de tradiciones y creencias similares a las romanas, por ser comunes en términos generales a toda la koiné mediterránea, pero que perduraron durante más tiempo y con más arraigo que en territorio itálico por las propias peculiaridades de las sociedades hispanas, parece haber favorecido en ocasiones el renacer de cuestiones originarias que dieron forma al culto doméstico romano, como su estrecha relación con la naturaleza cercana, con el ciclo agrícola y, por consiguiente, con el ciclo vital, con la dimensión ctónica y funeraria que esto implica. También el estudio del culto doméstico romano desde sus orígenes ha puesto de manifiesto la relación indisociable que existió entre este, la familia y la casa. La religión doméstica no es tal si se la disocia de la familia ni el concepto romano de familia está completo sin la religión doméstica, a la vez que la casa es el escenario en el que ambos adquieren pleno significado. La apreciación de esta realidad nos ha puesto ante preguntas de fundamental importancia para el caso hispano, como la relación que existió entre la difusión del culto doméstico y del modelo de familia romana o si los espacios de la casa de tipo itálico, incluido el larario, mantuvieron el significado originario o si este se modificó en contacto con una nueva realidad cultural y las consecuencias que esto pudo tener para la capilla doméstica. Una de las principales dificultades para ofrecer respuesta a estos interrogantes es conocer, especialmente en los primeros siglos de presencia romana en Hispania, la identidad y la adscripción cultural y étnica de los propietarios de las casas en las que se han encontrado los testimonios de culto. Sin embargo, parece claro por los estudios realizados sobre la religiosidad popular y doméstica entre las sociedades iberas que, a partir especialmente del siglo III a.C., se produjo un cierto cambio en la sociedad, relacionado con una mayor vi-
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sibilidad en los santuarios de las diferentes capas que la componían. Esta mayor conciencia individual de tipo religioso, a nivel personal y familiar, hubo de favorecer y verse favorecida por la difusión del modelo itálico de culto doméstico basado en la familia. Por otro lado, si bien a partir del siglo I a.C. y especialmente desde el cambio de Era los testimonios recopilados son formalmente de tradición itálica, ciertas peculiaridades relacionadas con la topografía del culto en la casa parecen mostrar que, aunque hablemos formalmente de lararios, algo de peculiar hay en ellas y, por el momento, la explicación más plausible de esta peculiaridad las asocia a significados que los espacios de culto domésticos tenían entre las sociedades locales protohistóricas. Las respuestas que se pueden avanzar a las preguntas planteadas no son, por tanto, concluyentes, pues la información con la que contamos no lo permite por el momento, pero sí es lo suficientemente expresiva como para avanzar propuestas argumentadas y sugerentes que se irán completando y matizando en el futuro. Por otro lado, ya la mera sugestión de estas preguntas por el registro conservado tiene el valor de abrir caminos por los que avanzar en el mejor conocimiento del tema que nos ocupa. Avanzar en algunas de las hipótesis que se acaban de mencionar ha sido posible en parte gracias a la riqueza y el excepcional grado de conservación de las evidencias materiales de culto en las ciudades vesubianas, que ha permitido no solo establecer una tipificación clara de ellas sino dar un paso más hacia su significado y su uso. En este sentido, a partir de las propuestas de otros investigadores y de nuestro propio trabajo de campo, se han podido plantear algunos de los diferentes significados que encerraban los lararios en función del lugar que ocupaban en la casa: la topografía del culto. En función de ello puede apreciarse cómo los lararios ubicados en comunia loca cumplieron una función social que rivalizaba incluso con la religiosa, como componentes sustanciales del mensaje de autorrepresentación y dignificación familiar que encerraba la casa romana; otros, en cambio, ubicados en cocinas y en espacios de circulación más restringida, mantuvieron un uso más estrictamente religioso y centrado en el ritual familiar; en algunos casos se potenció, en cambio, la función tutelar y protectora, tan destacada, de las divinidades domésticas, construyendo «lararios vigilantes» de los accesos y zonas públicas de la casas. Este conocimiento con cierto grado de detalle de los testimonios vesubianos ha permitido apreciar, por contraposición, algunas peculiaridades hispanas a las que nos hemos referido más arriba y aludiremos de nuevo más adelante.
CONCLUSIONES
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Abundando en la cuestión de la ubicación de los lararios, el estudio diacrónico de los testimonios de culto doméstico en el mundo romano ha permitido apreciar la evolución de las capillas domésticas hacia un uso cada vez más social, en detrimento del religioso original, como muestran los testimonios ostienses y casos como el de la Villa Filosofiana. La información aportada por estos lararios, ya a partir del siglo II d.C., implica algunas diferencias importantes respecto a lo conocido por el estudio de las ciudades campanas y muestra la riqueza y la diversidad de este culto tan longevo y tan extendido geográficamente. Son la constatación, por tanto, de la importancia de atender a otras realidades geográficas y temporales para construir una imagen lo más fiel y completa posible de lo que fue el culto doméstico en el mundo romano, en lo cual también los testimonios hispanos tomados en consideración aquí tienen mucho que aportar. Si se atiende ahora un momento a las propuestas que se han ofrecido para responder a las preguntas suscitadas por la confrontación de la realidad romana frente a la hispana, queda patente la absoluta importancia y necesidad de tener como referente, al mismo nivel que los testimonios romanos, a los hispanos protohistóricos. El estudio del culto o, más bien, de los cultos domésticos existentes en la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos ha permitido obtener una visión de conjunto fundamental para abordar posteriormente el culto de la Hispania romana, pues solo a través de ella ha sido posible apreciar en determinadas manifestaciones de este último la existencia de un sustrato indígena, por lo general no muy evidente o detectable. El panorama general que se ha obtenido hace referencia a la existencia de una realidad heterogénea —tanto como las propias sociedades que poblaban Iberia—, en la que se aprecian claras diferencias regionales incluso en las dos grandes zonas culturales en las que se divide el territorio analizado, el de las posteriores Bética y Tarraconense. Tanto en el área ibérica como en la indoeuropea y céltica, las manifestaciones religiosas domésticas varían de unas zonas a otras, como es lógico, puesto que estaban formadas por diferentes sociedades. A ello hay que unir la existencia de influencias culturales foráneas, griegas y feniciopúnicas principalmente, cuyo peso específico varía también por zonas y que influyeron en la personalidad que el ritual doméstico fue adquiriendo. Recuérdense, a este respecto, los «pebeteros» con forma de cabeza femenina tan extendidos por el este y sur peninsular y que representan el sincretismo conceptual e iconográfico de diosas púnicas, griegas e ibéricas que remiten a un mismo concepto de di-
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vinidad femenina circunmediterráneo; o en la pieza de mármol pentélico con forma de columna jónica destruida de forma ritual en el espacio de culto de la casa principal de Mas Castellár de Pontós (Gerona), un objeto griego importado de gran lujo que, en el contexto indígena en el que se encontró, debió de adquirir un uso religioso totalmente nuevo, debido en parte a su alto valor material. Sin embargo, cabe señalar dos cuestiones que parecen subyacer de forma generalizada en estos cultos como sustrato común —que excede incluso los límites peninsulares— y que son especialmente evidentes en el área ibérica, de la que se tiene un mejor conocimiento en este aspecto. Por un lado, el peso específico de la veneración a los antepasados como vehículo de legitimación y autorrepresentación de la élite dominante. Esta veneración, que tenía una dimensión pública y comunitaria, encontró también en la casa un espacio destacado y se convirtió en uno de los componentes fundamentales del culto doméstico vernáculo, dándole una importante dimensión social. Por otro lado, se observa desde época muy antigua una especial relación de las creencias privadas con el ciclo agrícola y el ciclo vital, dos cuestiones indisociables en la Antigüedad y que inciden aún más en el carácter funerario y ctónico del culto doméstico. En la Hispania mediterránea estas creencias parecen haberse materializado ya desde los contactos con el mundo fenicio en la adoración de una gran diosa madre, que aglutinaba en sí misma esta dimensión a la vez natural y funeraria y que representaba el ciclo vital y el agrícola como una misma cosa (la diosa representada en los «pebeteros»). De todas estas cuestiones se puede apreciar una cierta continuidad en algunas manifestaciones del culto doméstico de época romana, apoyada en parte en las concomitancias que existen con la propia esencia del culto doméstico de tipo itálico, a las que ya nos hemos referido y que parecen haberse recuperado en parte en la Península Ibérica, seguramente por la existencia de este caldo de cultivo propicio. El conocimiento que se tiene de los cultos domésticos vernáculos es, sin embargo, bastante limitado y fragmentario por el momento, pues las evidencias materiales son relativamente escasas, aunque van creciendo a buen ritmo. Esta fragmentariedad y la diversidad de los testimonios marcan una diferencia sustancial respecto de lo que se ha visto para el culto doméstico romano: la falta de modelos de referencia para la búsqueda y reconocimiento de posibles evidencias locales de culto doméstico en época romana. En este sentido, el mejor conocimiento de la realidad indígena supondrá un paso adelante en el del culto hispanorromano.
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A pesar de esta limitación de datos, la información que se conoce tiene un gran valor por el hecho de que, a diferencia de lo que se ha dicho para la época romana, en un buen número de casos se ha tenido un especial cuidado por presentar los materiales en sus contextos exactos de procedencia y por analizarlo todo de forma unitaria. Precisamente esto ha permitido en muchos casos identificar actividades rituales en espacios domésticos que, salvo por ciertos materiales o equipamientos, no se diferencian en nada de otros y que, también en numerosos casos, comparten el uso religioso con otros, como el de lugar de reunión y banquete. Gracias a este modo de hacer se ha podido identificar el uso cultual de un número ya nada desdeñable de espacios domésticos, aunque, como decimos, es esperable y deseable que siga creciendo. Con la información recopilada y sistematizada y con el contexto creado para su estudio, el panorama del culto doméstico en las provincias Baetica y Tarraconensis se muestra rico y lo suficientemente documentado como para poder extraer ciertas conclusiones de valor e interés. Es por sí misma una primera conclusión, si se quiere obvia, que se dio y de forma generalizada culto doméstico en estas provincias, como cabía esperar. Las 162 evidencias materiales documentadas demuestran que el desarrollo de un ritual doméstico dentro de la casa en época romana fue un fenómeno ampliamente extendido. En Hispania, por tanto, como en otras regiones del mundo romano —Galia, África Proconsular, Italia por supuesto, etc.—, existieron creencias a nivel doméstico y familiar que se manifestaron en ritos desarrollados en espacios específicos de la casa y con objetos rituales e imágenes de culto similares a los que se pueden encontrar en otras zonas. El volumen de evidencias no es el mismo en todo el territorio estudiado. Resulta especialmente llamativa la comparación entre las dos provinciae, pues la Bética es más parca en datos que la Tarraconense, pese a ser la zona tópicamente de máxima romanización de Hispania. Aunque no existen explicaciones concluyentes para este fenómeno, creemos que atiende más a razones circunstanciales que históricas, a tenor de la cantidad de materiales descontextualizados de potencial uso en el ámbito de la religión doméstica. Sin embargo, es esta una cuestión sobre la que se deberá estar atento en un futuro para poder así discernir con mayor claridad si la evolución del culto doméstico fue distinta en ambas zonas o no. Los testimonios recopilados se reparten por todo el arco de tiempo estudiado. En los dos primeros siglos —entre finales del s. III y finales del s. I a.C.— se da una convivencia más evidente de manifestaciones de
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culto vernáculas y foráneas, con casos especialmente interesantes como el del Edificio B del Camp de les Lloses (Tona, Barcelona), en cuyas estancias se han documentados materiales y ritos indígenas e itálicos a la vez, por lo que se presenta como el ejemplo más claro de hibridismo de este período. Los testimonios de culto de tradición itálica comienzan a imponerse a partir del s. I a.C. y especialmente desde el s. I d.C. Este cambio en la tradición cultual doméstica va parejo a un crecimiento exponencial de las evidencias materiales recopiladas por todo el territorio estudiado, en comparación con épocas anteriores, de lo cual se deduce que la generalización del culto doméstico en Hispania hubo de venir de la mano de la difusión de su modelo itálico. Por lo que se refiere a la extinción del culto doméstico y sus testimonios, teniendo en cuenta lo relativo del término «extinción» aplicado a creencias religiosas, en términos generales se produce un descenso considerable de las evidencias a partir del s. III d.C. pero, a pesar de ello, siguen existiendo hasta el s. V, lo cual convierte al culto doméstico en Hispania, como en otras zonas del mundo romano, en una de las manifestaciones religiosas paganas más duraderas y resistentes frente al avance del Cristianismo, como demuestran prohibiciones como la de Teodosio. El análisis detallado del papel jugado por la religiosidad privada en esta resistencia contra la nueva religión está aún por hacer y será seguramente muy revelador. La difusión de modelos itálicos en el culto doméstico especialmente desde el cambio de Era, a la que nos hemos referido, no implica, sin embargo, la desaparición de ritos y manifestaciones locales, como demuestran los enterramientos infantiles y los depósitos votivos documentados en abundancia en algunas zonas. Ambos grupos de manifestaciones son la evidencia más clara de que no se produjo una eliminación de las tradiciones vernáculas por la llegada de las romanas. El análisis de la documentación revela un panorama mucho más complejo en el que tradiciones indígenas como estas perduraron en determinadas zonas, a la vez que se expandieron otras exclusivamente romanas por los mismos y otros territorios, que se modificaron más o menos por el contacto con la realidad peninsular, manteniéndose un proceso de hibridismo cultual ya observado en época republicana. La religiosidad doméstica en la Hispania romana no fue, por tanto, homogénea; los datos de los que disponemos muestran que las soluciones fueron múltiples y dispares, viéndose afectadas por factores e influencias que en cada región tuvieron diferente peso. Sin perder de vista esta heterogeneidad, que se manifiesta en cuestiones como la convivencia en un
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mismo edificio doméstico de espacios de culto de tradición romana —lararios— y ritos locales —enterramientos infantiles—, no puede obviarse el hecho de que a partir del s. I a.C. se impusiera un lenguaje formal de tipo romano en la religión doméstica. No tenemos datos que nos hagan pensar que dicho lenguaje formal se vació de su significado original para adoptar otros propiamente indígenas. Incluso contamos con casos que nos remiten sin aparente modificación a los modelos romanos de referencia, como el de la Villa de Cornelius en L’Ènova (Valencia), cuyo sacrarium se dedicó a Hércules Invicto, el Hércules propio de los santuarios domésticos pompeyanos, en uno de los cuales encontramos incluso un paralelo para la cabeza del dios hallada en la capilla hispana. El análisis de otros testimonios muestra, sin embargo, que en ocasiones se adaptó la nueva tradición romana a las locales, imprimiéndole al culto doméstico un carácter propio. De los datos conservados se desprende que esta adaptación consistió, en los casos que resultan más claros, en el favorecimiento, la potenciación o la recuperación de los aspectos de la nueva religión que mejor se adecuaban a la propia. En ello se ve cómo la «extinción» de creencias, incluso cuando parece evidente, no suele resultar tal si se atiende al significado profundo de los objetos y las manifestaciones religiosas. Como se ha comentado ya, los cultos domésticos de época protohistórica parecen haber estado marcados por la dimensión social del culto como vehículo de autolegitimación y autorrepresentación ligado a la familia —aristocrática normalmente y apoyada firmemente en la veneración de un antepasado heroizado que legitima su posición social— y por la importancia del ciclo agrícola y vital, con una dimensión ctónica destacada. Ambas cuestiones subyacen en cierta medida en el culto doméstico de la Hispania romana, como ya lo hicieran en el vernáculo peninsular y en el romano de los orígenes y de tiempos no tan remotos. El análisis realizado demuestra, por tanto, que no hubo una trasposición exacta del culto doméstico de tradición itálica al territorio peninsular, sino que, al menos en ciertas ocasiones, la población asumió una actitud activa, adoptando del nuevo culto los elementos afines a sus creencias y a su acervo cultural y relegando otros a un segundo plano. La enorme importancia que se dio a la dimensión social de la capilla doméstica, mayor que la que se puede apreciar en Pompeya o en Herculano, es quizá la evidencia más clara de este fenómeno. El significado de los sacraria hispanos a partir de su estructura, su decoración y, especialmente, su ubicación en la casa, ha resultado ser una de las líneas de análisis que ha arrojado datos más interesantes, a partir de la fructífera vía abierta por este análisis
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para los lararios vesubianos. El registro arqueológico conservado ha mostrado que las capillas domésticas fueron, por lo general, una pieza destacada de la casa, que recibió una atención y un cuidado especiales, destacando incluso sobre el resto de estancias, como se ve con claridad en la Casa Triangular de Clunia. En esta modesta casa de pequeñas dimensiones, el único pavimento de mosaico se reservó para el sacrarium, ubicado seguramente en un jardín que hubo de dedicarse forzosamente al rito religioso, pues el espacio dejado por la capilla apenas permitía otros usos. Otros sacraria se dignificaron también con pavimentos destacados, elementos arquitectónicos que decoraban el acceso, etc.; se ubicaron en zonas nobles de la casa, junto o en salas de representación y banquete, realzándose aún más la función social que, como se ha visto, tenían ya en el contexto itálico y que iría siendo cada vez más importante con el paso de los siglos. La precocidad del caso hispano, sin embargo, pone sobre la pista de una tradición propia subyacente, que recuerda a la de los espacios de culto protohistóricos, en muchos casos estancias principales y multifuncionales con uso social y religioso destacado. El análisis de las divinidades documentadas en esculturas, pinturas o epigrafía aporta, en cambio, una visión que podría ser casi radicalmente opuesta a la que se acaba de ofrecer. A partir del cambio de Era las Matres de Clunia parecen ser las únicas divinidades indígenas relacionadas de alguna forma con el culto doméstico, mientras que el resto son romanas o pertenecen a su panteón desde largo tiempo atrás y en ningún caso parecen esconder sincretismo alguno —Marte Tileno podría ser el único caso, pero no parece probable—. Divinidades típicas del culto doméstico romano, como los Lares o el Genius, se encuentran representadas en el registro hispano y las divinidades que actúan como penates son tan variadas como en cualquier otra región del mundo romano, con especial abundancia de Mercurio y de Júpiter Óptimo Máximo. Pero como en otros casos, alguna peculiaridad salta a la vista. Mercurio es una divinidad común en las casas romanas, pero Júpiter, aludido prácticamente en todos los casos en epígrafes, no lo es tanto. Las características del registro arqueológico y de los sincretismos de las divinidades indígenas con las que se podría equiparar descartan aparentemente que estemos ante este fenómeno, por lo que desconocemos por el momento por qué el dios principal del panteón romano gozó de especial predicamento entre la población hispana. Ello no es óbice, sin embargo, para que su abundante presencia en espacios domésticos resulte llamativa e incluso pueda considerarse una peculiaridad del territorio estudiado.
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Otras divinidades no parecen emitir notas disonantes. Sin embargo, una mirada atenta al grupo de esculturas de la Villa de Vilauba (Gerona) nos pone de nuevo sobre la pista de ese fenómeno de recuperación de tradiciones romanas que casan especialmente bien con las locales. La asociación del Lar a una escultura de Silvano, de la que apenas se conservan unos fragmentos, recupera la naturaleza original del primero como dios protector de la propiedad agrícola familiar, que tiene su complemento en el segundo como dios de la silva, que protege el entorno que rodea el fundo. En este larario hispano del siglo III se reúnen, por tanto, dos dioses complementarios de la antigua religión romana para ejercer su tradicional labor tutelar sobre la propiedad familiar y su entorno, en un territorio donde, desde época protohistórica, la agricultura ha tenido un especial peso en la religión doméstica. La pregunta que surge al hilo de estas cuestiones es si las evidencias materiales que parecen más propiamente romanas pertenecieron a grupos de población itálicos y las híbridas e indígenas a población de origen local o si, por el contrario, estos matices en el culto doméstico no tienen correspondencia clara con la identidad étnica de quienes lo practicaban. El grado de conocimiento sobre este asunto no permite, por el momento, avanzar respuestas solventes, pero creemos que es importante estar atentos a que la diferenciación con límites nítidos entre propio y ajeno parece en ocasiones más una ilusión creada por la investigación actual que una realidad antigua. Con todo lo expuesto hasta aquí parece que se puede hablar con cierta propiedad de que la difusión en Hispania del culto doméstico de tradición itálica y su contacto con ritualidades y creencias indígenas de tipo privado, más o menos extendidas, dio lugar a una realidad nueva, heterogénea, similar en parte a la conocida para otras zonas del mundo romano pero, a la vez, con aspectos peculiares. Se encuentran ciertas concomitancias, incluso, con algunas tradiciones galas y, especialmente, norteafricanas, que no hacen sino poner de manifiesto que estos territorios compartían un sustrato común, diferente al romano, que perduró después de la integración de todos ellos en el Imperio. El conservadurismo de la religión se proyecta en estas perduraciones, pero no solo esto sino también un interés activo de la población por mantener una identidad propia en ciertos ámbitos de la vida, en lo cual se aprecian destacados paralelos con el ámbito funerario. De esta forma, se puede ver cómo el estudio del culto doméstico y las conclusiones que de este se obtienen se insertan perfectamente en la dinámica general de los estudios sobre lo hispanorromano como una realidad compleja
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y poliédrica, híbrida y heterogénea, en la que los diferentes aspectos que impregnaban la vida evolucionaron con diferentes velocidades, con diferentes influjos y marcados por diferentes intereses, en los que no siempre el «conquistador» fue la parte activa y el «conquistado» la parte pasiva. A partir de lo dicho, nos parece relevante subrayar que el estudio del culto doméstico en la Hispania romana abre un canal de comunicación bidireccional, en el que no solo el análisis de la realidad romana y de la vernácula peninsular aporta datos para su comprensión, sino que se pueden ver a la vez enriquecidas por las conclusiones obtenidas de este estudio. En relación con el culto doméstico romano, ya se dijo en su momento que la visión obtenida de los testimonios vesubianos, aunque enormemente rica y completa, es sesgada por sus especiales características espaciotemporales. En este sentido, el conocimiento del culto doméstico hispano es una pieza más que completa la visión general de esta manifestación religiosa en el conjunto del mundo romano, como otros estudios regionales ya han demostrado también. Existen otras conclusiones no menores del trabajo realizado, como la esperable importancia que ha demostrado tener el estudio de la epigrafía, que permite evaluar el papel de ciertos miembros de la familia en el culto, como los esclavos, así como conocer un buen número de las divinidades veneradas e incluso las relaciones que se establecieron con ellas, como el extendido uso de contraer votos o la veneración por medio de la dedicación de altarcillos. Estos objetos se muestran precisamente como uno de los grupos de materiales más destacados, pues la antigüedad de algunos de ellos y su volumen ponen de manifiesto un especial gusto por su uso en Hispania; incluso el material con el que están realizados, la piedra en la inmensa mayoría de los casos, es una muestra del valor que se le daba a estos objetos. Subrayaremos también que no se ha identificado hasta el momento ningún tipo de material específico que pueda tomarse como indicador de sacralidad en la casa, más allá de los ya identificados para otras zonas del mundo romano. Tampoco el equipamiento añadido parece ofrecer información novedosa a este respecto. Pero sí existen algunas peculiaridades que pueden hacernos pensar que nos encontramos ante la presencia de un espacio de culto, como su asociación a estancias de representación y banquete, a la que ya nos hemos referido, o la alusión al agua, por medio de la decoración o de la propia presencia de fuentes y ninfeos; también diferentes recipientes para contener líquidos se han hallado con frecuencia en los lararios hispanos. Igualmente,
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los enterramientos infantiles y los depósitos votivos son en sí mismos indicadores de una sacralidad doméstica —en este caso propiamente hispana— como lo pueden ser las árulas o las esculturas en bronce de pequeño formato. La cuestión de la asociación del agua, las salas de banquete y los lararios nos ha puesto sobre la pista de espacios singulares dentro de la casa, con un significado especial que no es fácil de discernir con claridad. Hemos abordado esta cuestión con cierto detalle, pero esta línea de investigación queda abierta por el momento y claro está que no es la única. Señalaremos solo dos que creemos especialmente relevantes: el papel de los lararios tardoantiguos en el enfrentamiento entre paganismo y cristianismo, al que ya hemos aludido, y la estrecha relación entre el culto doméstico y el funerario, dos aspectos de una misma religiosidad familiar que han sido abordados de forma conjunta solo muy someramente. Cabría citar más conclusiones y más caminos abiertos a partir del trabajo realizado, pero ello quizá contribuiría solo a diluir lo que creemos sustancial de nuestra aportación. El resto de cuestiones han sido tratadas a lo largo de los diferentes capítulos y remitimos a ellos para su apreciación. A modo de cierre subrayaremos la especial dimensión antropológica del tema tratado, pues nos ha acercado a la intimidad de la familia y del hombre como pocos aspectos de las sociedades antiguas lo pueden hacer, al permitirnos apreciar, a través de los ritos y de los objetos de este culto, sus creencias, sus miedos, sus esperanzas y expectativas puestas en los dioses cotidianos, pero también sus relaciones con ellos, su cercanía, su identificación hasta cierto punto como personas y como grupo familiar con esos dioses, cuyo culto doméstico se perpetuó a través de generaciones. El mimo, el cuidado y la atención puestos en los espacios de culto nos da idea del trascendental significado que la religiosidad doméstica, como la religión en general, tenía para el hombre antiguo, en unas sociedades marcadas en todos sus ámbitos por la presencia y la sanción de lo sagrado. Las claves antropológicas y sociales que nos da el culto, por tanto, nos permiten adentrarnos en la mentalidad de las sociedades antiguas como pocos aspectos del estudio histórico lo hacen. Nos acercan a una dimensión emotiva de la sociedad, casi perdida y por ello tan valiosa cuando es posible intuirla. Esperamos que la satisfacción que obtiene el investigador al imbuirse de esta dimensión emotiva y sentimental y comprenderla, aunque sea parcialmente, haya quedado plasmada en nuestro tratamiento del tema y que pueda así ser compartida con el lector.
CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO EN LAS PROVINCIAS ROMANAS BÉTICA Y TARRACONENSE
Toda puerta tiene dos frentes gemelas [...], la una mira a la gente y la otra al dios Lar. Ov., fast. I, 135-136
La indagación en torno al culto doméstico en época romana se encuentra en un estadio incipiente en lo que a la Península Ibérica se refiere. Los modelos de referencia, como las ciudades itálicas de Pompeya y Herculano, han servido para interpretar como elementos de este culto objetos y piezas de los que, por desgracia, no tenemos información suficiente como para saber si realmente estuvieron destinados a tal fin. Por ello, en este corpus hemos tratado de dar prioridad a las evidencias arqueológicas que presentan un contexto más o menos definido, con el ánimo de conocer las manifestaciones del culto doméstico hispanorromano en sí mismo, evitando dejarnos llevar por ideas preconcebidas y basadas en modelos procedentes de otros territorios, que no siempre son válidos en su totalidad para Hispania.
1. CRITERIOS PARA LA REALIZACIÓN DEL CATÁLOGO Los criterios seguidos para la realización del corpus de testimonios de culto doméstico en las provincias hispanas Tarraconensis y Baetica se han elegido en coherencia con los objetivos planteados para este trabajo. Puesto que el último de estos es el conocimiento de este fenómeno religioso y la determinación de sus posibles peculiaridades regionales en el conjunto del mundo romano, hemos creído necesario que las piezas recopiladas planteen el menor número de dudas posibles, con objeto de presentar
un panorama real y, especialmente, realista de qué es lo que conocemos y lo que podemos llegar a conocer de esta cuestión a partir de la información de la que disponemos.
CRITERIO N.º 1:
PERTENENCIA AL CULTO DOMÉSTICO
Ha sido necesario, en primer lugar, acotar qué aspectos de la vida doméstica han de ser considerados como parte del culto doméstico. El punto de partida ha sido, por tanto, la definición de este concepto: entendemos por culto doméstico las manifestaciones de piedad realizadas en el ámbito de la casa, urbana o rural, por parte de la familia y destinadas a cumplir con los ritos preceptivos a las divinidades tutelares del hogar y a obtener su protección y mostrarles gratitud. Con objeto de obtener una visión lo más amplia posible a partir de esta definición, se han recopilado todas las evidencias materiales de estas manifestaciones de culto, es decir, tanto las estructuras como los materiales y los epígrafes, procedentes tanto de domus como de villae, si bien se han debido establecer una serie de límites a esta recopilación. Ha sido necesario establecer qué evidencias de culto no debían ser consideradas objeto de estudio, pues en el ámbito de la casa existían objetos con connotaciones religiosas o que tenían un carácter profiláctico, mágico o sagrado, que formaban parte en definitiva del mundo de las creencias personales de cada individuo, pero que no eran parte del culto
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Fig. 2. Fachada de la taberna [M. Pérez Ruiz].
Fig. 1. Herma inserto en un nicho en la fachada de la Taberna delle Quattro Divinità, en Pompeya [M. Pérez Ruiz].
doméstico en sentido estricto. Estas piezas, la inclusión de algunas de las cuales en el concepto de religión privada podría ser discutible, no han sido contempladas en el catálogo que presentamos. Nos referimos, entre otros, a los amuletos utilizados para la protección personal, como los colgantes en bronce con forma de falo o de falo e higa; a los objetos que servían para proteger puntos conflictivos e inestables de la casa (patios, puertas…), como los mosaicos con determinados emblemas, los oscillae o los satirica signa mencionados por Plinio (nat. XIX, 50) contra el mal de ojo (P. Corrales, 2002: 264); o a representaciones de divinidades en emblemas de mosaicos, en cuadros de pinturas parietales o en esculturas y hermae, con un valor inicialmente ornamental pero con connotaciones religiosas en algunos casos. El caso concreto de los hermae es, sin embargo, peculiar y conviene realizar algunas aclaraciones, pues, en lo que a contexto doméstico se refiere, las opiniones sobre su funcionalidad son diversas. Antonio Peña (2002: 97), en su trabajo sobre los hermae del Museo de Córdoba, considera que no se concibieron nunca como elementos de larario en su función inicial, sino que los que se encuentran en estos contextos debieron ser reutilizados. Claudia Rückert (1998: 206), por su parte, apunta que
Fig. 3. Detalle de la escena procesional en la que se inserta el herma [M. Pérez Ruiz].
los que carecen de monopié y se han encontrado en contexto doméstico debieron de pertenecer al culto de la casa. En el registro arqueológico contamos con ejemplos de uso religioso en casos tan explícitos como el de la Via dell’Abbondanza en Pompeya, donde un herma dionisiaco se encuentra encastrado en un nicho practicado en la fachada de la Taberna delle Quattro Divinità (IX, 7, 1) y decorado con una línea roja, que lo perfila y dibuja en la parte superior un triángulo que emula el frontón de un templo (Fig. 1). Toda la fachada de la taberna aparece decorada con motivos religiosos: a la izquierda, una imagen de la Venus pompeyana, bustos de cuatro dioses sobre el dintel y una escena procesional, en la que se inserta el nicho con el herma, a la derecha (Figs. 2-3). En el ámbito doméstico, dejando al margen la controversia sobre si forman parte o no de los satirica signa mencionados por Plinio, no resulta en
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Fig. 4. Dibujo reconstructivo del larario bajo la iglesia de San Martino ai Monti, en Roma [S. Ensoli, 1993: 222, fig. 56].
absoluto descabellado pensar que los hermae, como muchos otros elementos de la casa romana, pudieron y debieron de estar revestidos de una cierta sacralidad y de un valor apotropaico. Sin embargo, los explícitos yacimientos de Pompeya y Herculano muestran que estos objetos eran utilizados en su gran mayoría con fines decorativos, en peristilos, jardines, etc., mientras que los documentados dentro de lararios son escasos.1 Es cierto que existen contextos cerrados en los que los hermae forman parte de los objetos de culto de la capilla doméstica, como es el caso de los hallados en la casa tardía bajo la iglesia de San Martino ai Monti, 2 en Roma (Figs. 4-5), que, sin embargo, parecen responder más a una reutilización, como apuntaba Antonio Peña, que a un uso ritual original. A ello hay que añadir que los lararios tardoantiguos sufrieron transformaciones sustanciales respecto del modelo fraguado o decantado por la investigación a partir de las evidencias altoimpeirales (vid. sup. p. 221), por lo que las conclusiones extraídas de estos casos no pueden aplicarse indiscriminadamente en todas las épocas. Por tanto, los ejemplos de hermae hallados en lararios son tan escasos en comparación con su uso decorativo3 que sería un error, en nuestra opinión, 1 S. Adamo Muscettola (1984: 10) da un solo ejemplo para Pompeya y otro en una villa de Boscoreale. De los ejemplos dados por C. Rückert (1998: 198), todos los que tienen un contexto claro proceden de tabernae o cauponae, mientras que los domésticos ofrecen algunas dudas. 2 La casa data del s. IV d.C. En el larario, entre otros materiales peculiares, se hallaron tres hermae con representación de Hércules (S. Ensoli, 1993: 235). 3 Nótese que en la recopilación realizada por Annemarie Kaufmann-Heinimann (1998: 209-314) de materiales hallados en contextos cerrados de lararios con estatuillas de bronce en el mundo romano no aparecen hermae en ningún caso.
Fig. 5. Tres hermae con representación de Hércules, hallados en el interior del larario [S. Ensoli, 1993: 226; 227, fig. 61; 234, fig. 69].
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considerar este tipo de piezas como objetos de culto doméstico por defecto. En este caso parece más correcto, al menos por el momento, interpretar como tales solo a los que proceden de un contexto conocido de larario, caso que por el momento no se ha producido en Hispania.4 Por lo que respecta a los hermae-retrato, de los que se conservan numerosos estípites con inscripción en Hispania, tampoco hemos creído conveniente incluirlos en este catálogo. Es cierto que en algunas de sus dedicatorias se hace una referencia explícita al Genius o la Iuno de los domini de la casa (Fig. 6), si bien no ocurre en la mayoría de los casos.5 Este hecho ha llevado a algunos investigadores a considerar que los hermae-retrato hallados en contexto doméstico debieron de estar dedicados implícita o explícitamente a estos numina protectores de los patrones domésticos y que, como tales, debieron de formar parte del culto (R. Portillo et al., 1985: 212). Si bien nos parece verosímil la primera afirmación, no podemos evitar presentar algún reparo a la segunda, pues creemos que, aún dedicados al Genius y a la Iuno, estos hermae no tuvieron por qué tener necesariamente un valor cultual. Consideramos, en cambio, que pueden hacer referencia a otro tipo de manifestación doméstica asociada a la vinculación y demostración de fidelidad por parte de los libertos hacia sus patrones, o hacia sus dueños por parte de los esclavos, como demostraría el hecho de que buena parte de estas inscripciones sean dedicadas por estos miembros de la familia. Su frecuente ubicación en la casa, que conocemos por los ejemplos pompeyanos, flanqueando la entrada al tablinum6 (Figs. 7-8) refuerza su carácter de objetos propios del ritual social de la casa más que del religioso —por más que ambos estén entrelazados (vid. 4 En Carthago Nova se halló un herma báquico sin monopié durante las primeras excavaciones de la Casa de la Fortuna, en la cual se ha documentado un larario en excavaciones posteriores (registro del catálogo MU/CarthagoNova03-E). Pero, si bien puede pensarse en la hipótesis de que el herma estuviese en el larario, lo cierto es que no existe una relación directa entre ambos, a lo que hay que sumar que durante estas primeras intervenciones se exhumó a la vez otra casa cercana. 5 De los 26 casos presentados en el trabajo de R. Portillo, P. Rodríguez Oliva y A. Stylow (1985), solo uno tiene esta dedicación, concretamente un estípite de herma hallado en una domus de Beja, actualmente en el Museo Rainha Dona Leonor de la misma localidad portuguesa, con la siguiente inscripción: Iunoni / Secundâe . n(ostrae) / Primogene / et . Felix . ser(vi) (ibid.: 203, n.º 26, fig. 43c). 6 Es el caso de la Domus di Caecilius Iucundus (V, 1, 26), en la que los dos hermae-retrato colocados aambos lados del vano de acceso al tablinum están precisamente dedicados al Genius del dominus: Genio L(uci) nostri / Felix l(ibertus) (CIL X, 860; Figs. 7-8).
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Fig. 6. Vista frontal del estípite de herma-retrato hallado en una domus de Beja (Portugal) [R. Portillo et al., 1985: lám. 43c].
sup. pp. 96-97)—, de manera similar a la lectura dada por Harriet I. Flower (1996: 10-15) para las imagines maiorum como objetos de representación social y diferentes, por tanto, de las representaciones de los antepasados veneradas en los lararios. El Genius y la Iuno habrían sido, de manera similar, venerados en los lararios junto con el resto de divinidades domésticas, mientras que los hermae-retrato tendrían otro significado, relacionado con las funciones de representación de la domus romana, sirviendo incluso como complemento o alternativa —para las familias sin ius imaginum— a las imagines maiorum7 (ibid.: 195). 7 No debe olvidarse que los hermae-retrato colocados en los atrios, delante del tablinum, estaban a la vista de todos los clientes que cada mañana participaban en la ceremonia de la salutatio y que dependían por relación contractual del dominus
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Fig. 7. Vista general del atrium y el tablinum de la Casa di C. Caecilius Iucundus, en Pompeya, flanqueado por sendos hermaeretrato [M. Pérez Ruiz].
a)
b)
Fig. 8. Estípites de hermae-retratos ubicados a la izquierda (a) y a la derecha (b) de la entrada al tablinum [a-b) M. Pérez Ruiz].
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Existe quizá un argumento a favor de considerar estos hermae-retrato como objetos de culto, el cual sería su presencia flanqueando un gran templete dedicado a Diana y ubicado en el jardín de la Casa della Regina Carolina, en Pompeya (VIII, 3, 14; Fig. 9). Se trata, sin embargo, de un ejemplo aislado, por lo que no resulta posible extender este caso a todos los hermae-retrato y a sus estípites.8 Respecto a las imagines maiorum, no contamos para Hispania más que con algún dato ambiguo (A. Balil, 1991: 12; P. Rodríguez Oliva, 1994: 12), referido a retratos hallados en ámbito doméstico para los que se ha propuesto este uso. En cualquier caso, como hemos dicho anteriormente (vid. sup. p. 61), parece razonable aceptar la tesis de Harriet Flower, según la cual no deben considerarse tampoco objetos de culto doméstico: «Interpreting the imago as a “status symbol” helps to account for its use, both in the home and in the funeral procession. It also dismisses the unfounded notion that the imago was in some sense a cult objetc or connected with magic in any way» (H. I. Flower, 1996: 10). Tradicionalmente se ha considerado que estas piezas eran un elemento sustancial del culto doméstico y que en ellas se concentraba la parte de este dedicada a los antepasados. Estudios como el de Flower parecen demostrar que no hay una relación clara entre las máscaras de los antepasados y el culto, sino que estas eran más bien un elemento de prestigio familiar y social, relacionado con la vida pública de las principales familias romanas.9 El culto a los antepasados en el interior de la casa estaría representado por otras cuestiones y objetos, como se ha visto ya en el capítulo III y como ilustra con claridad el larario del peristilo de la Casa del Menandro en Pompeya10 (I, 10, 4; Fig. 10). de la casa, como dependían —por otro tipo de vínculo— los libertos y siervos que dedicaban esos hermae. Podrían servir, por tanto, para mostrar de forma aleccionadora la fidelidad (y veneración) de la que gozaba el dominus por parte de los miembros dependientes de su familia. 8 A diferencia de los hermae delante del tablinum de la Casa di C. Caecilius Iucundus, los de la Casa della Regina Carolina carecen de inscripción. 9 Es reseñable el hecho de que J. Arce, en su trabajo dedicado al elogio fúnebre romano, no aluda, al hablar de las máscaras mortuorias, al hecho de que se les profesase algún tipo de culto, sino solo a que eran engalanadas «en los momentos en los que la cuidad celebra sus ritos correspondientes» (J. Arce, 2000: 29). 10 Las toscas esculturillas halladas en él tienen poco que ver con las máscaras de cera de antepasados (H. I. Flower, 1996: 42) que eran atesoradas por las grandes familias romanas —las únicas con derecho a poseerlas—, en armarios lígneos colocados en los atrios, y que se mostraban públicamente durante las procesiones fúnebres (J. Arce, 2000: 29-30), mientras que el culto a los antepasados era un deber y una práctica extendida por toda la sociedad.
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Existen además evidencias en el interior de las casas que trascienden el ámbito doméstico, como es el caso de las manifestaciones de culto mitraico, que se han dejado también al margen precisamente por no ajustarse únicamente a la familia como sujeto del culto, a la vez que responden a una problemática diversa y constituyen, por ello, un tema de estudio en sí mismo. Pero no son las únicas estructuras no contempladas en este catálogo, ya que también los edificios exentos hallados en algunas villas tardías e interpretados como posibles templos se han dejado al margen por las dudas que presenta su lectura, no solo en cuanto a su funcionalidad sino al tipo de culto desarrollado en ellos.11 Kim Bowes (2006) ha recogido esta problemática recientemente, subrayando el hecho de que estos edificios exentos construidos al margen del resto de estructuras de la villa se encuentran en un punto ambiguo entre las prácticas religiosas privadas y públicas.
CRITERIO N.º 2:
CONTEXTO
Otra exigencia básica en este estudio ha sido el conocimiento de los contextos arqueológicos de procedencia de las evidencias estudiadas. En sentido amplio, se han tenido en cuenta todos los contextos domésticos incluidos en el territorio estudiado, tanto urbanos (domus e insulae)12 como rurales (villae). Pero la realidad es que muchas evidencias que, a priori, pueden vincularse tipológica o formalmente al culto doméstico romano carecen de contextos arqueológicos, por lo que ha sido necesario establecer una serie de especificaciones a este respecto. En lo que atañe a las estructuras, la existencia de un contexto estructural es inherente a ellas mismas. El problema presentado por este grupo es la falta de materiales asociados, pues es la combinación de ambas cosas la que permite otorgar con seguridad un uso ritual a un determinado espacio doméstico, salvo casos excepcionales. Son las menos las estructuras recogidas aquí con materiales asociados, por lo que 11 Muchos de ellos se encuentran, por otro lado, en la Lusitania y, por tanto, fuera de nuestro ámbito de estudio. Otros, como el llamado «ninfeo» de Carranque, han sido interpretados como templos pero en la actualidad se sabe que no lo son (véase al respecto de este grupo de edificios, M. Bassani, 2005: 93-99). 12 Debe aclararse que solo uno de los testimonios recopilados procede de una insula (registro MU/CarthagoNova03-E), pues este tipo de edificio doméstico no se ha documentado con frecuencia en Hispania.
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Fig. 9. Sacellum flanqueado por sendos hermae, en el jardín de la Casa della Regina Carolina, en Pompeya [M. Pérez Ruiz].
Fig. 10. Larario con imágenes de los antepasados, ubicado en una de las exedras del peristilo de la Casa del Menandro, en Pompeya [M. Pérez Ruiz].
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para la identificación del resto hemos debido basarnos en aspectos formales, en su ubicación en la casa o en paralelos, con la incertidumbre que ello conlleva en diversos casos. Existen, por otra parte, una serie de materiales que pueden ser considerados como indicadores de sacralidad, como hemos comentado ya anteriormente.13 Entre ellos se encuentran las esculturas en bronce de pequeño formato o las aras y árulas móviles. Precisamente la frecuente vinculación con el culto doméstico de estas piezas ha hecho que en muchas ocasiones se proponga un uso de este tipo para materiales que carecen de contexto. Lamentablemente, su presencia también en contextos públicos nos impide realizar esa lectura tan directa, razón por la que nos hemos limitado a recoger aquí los casos para los que se conoce su procedencia de domus o villae.14 Hay que aclarar, por otro lado, que ni siquiera el conocimiento de la procedencia garantiza en muchos casos el uso ritual de algunas piezas, como es el caso de las esculturas en piedra, de uso principalmente ornamental pero documentadas también en lararios como imágenes de culto. Por esta razón, son muy pocos los casos en los que pequeñas esculturas de piedra para las que se ha propuesto un uso ritual han sido recogidos aquí, limitándonos a los que por sus características lo avalan de una forma más fidedigna. Más llamativo puede resultar aún el caso de las figurillas de terracota, de las que no hay ningún caso recogido en el catálogo, si bien se han documentado como imágenes de culto en lararios pompeyanos.15 Sin embargo, los usos de estas figurillas eran diversos, incluso dentro de la casa, como juguetes por ejemplo (D. Vaquerizo, 2004: 195-196). Por esta razón, y ante la falta de seguridad en relación con el uso de las terracotas halladas en contextos domésticos de la Bética y la Tarraconense, pues en ningún caso se han
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hallado en lararios, hemos decidido ser cautos por el momento y no incluir ninguna en nuestro catálogo. En lo que se refiere a objetos de uso doméstico como lucernas, piezas de vajilla, contenedores de líquidos, etc., susceptibles de ser usados también como supellectiles del culto, nos hemos limitado a recoger los aparecidos en contextos de larario y de los que, por tanto, sabemos con seguridad que desempeñaron dicha función, por lo que su presencia en el corpus es muy limitada. La multiplicidad de materiales que pueden aparecer asociados a un larario, de lo cual da buena cuenta el trabajo de Annemarie Kauffmann-Haeinimann (1998), subraya la importancia de ser escrupulosos en la aplicación de este criterio. Solo en el caso de los epígrafes no se ha aplicado de igual manera que para el resto de evidencias, pues existen casos en los que el texto permite afirmar con total o con un alto grado de seguridad la pertenencia de la pieza al culto doméstico, a pesar de no conocerse su procedencia. Estos casos han sido excepcionalmente incluidos en el catálogo.
CRITERIO N.º 3: TRADICIÓN
CULTURAL
En la recogida de datos para este catálogo no nos hemos limitado a las evidencias de filiación romana o latina, al menos desde el punto de vista formal. En coherencia con los objetivos de este trabajo, hemos procurado estar atentos también a otras posibles manifestaciones cultuales desarrolladas en el interior de las casas, independientemente de su tradición cultural. Este interés se vincula a y explica el análisis de la realidad cultual doméstica previa a la llegada de los romanos, realizado en el capítulo IV, que nos ha dado elementos de referencia en los que apoyarnos para rastrear posibles manifestaciones locales.
13
Véase lo dicho a este respecto en el cap. II.5. Ni siquiera en los casos que parecen más claros, como los de las figurillas en bronce de Genii o de Lares, es posible establecer una vinculación directa con el culto, pues existen ejemplos de su presencia en espacios públicos. En lo que respecta a las figurillas de Lares, la inmensa mayoría han sido halladas en contextos domésticos, como se pone de manifiesto en la voz dedicada a esta divinidad en el LIMC (V. Tram Tan Tinh, s. v. Lar, Lares), donde todas las esculturas de bronce proceden de viviendas. Sin embargo, existe al menos un caso, una estatuilla de Lar hallada en el teatro de Augusta Raurica (Augst, Suiza), que obliga a ser cautos (A. Kaufmann-Hainimann, 1998: 73). Por esta razón, las imágenes en bronce de Lares que carecen de contexto no han sido incluidas en el catálogo, a pesar de que con alta probabilidad procedan de espacios habitacionales. 15 Larario en el jardín de la casa IX, 7, ? de Pompeya (G. K. Boyce, 1937: 89, n.° 446; S. Adamo Muscettola, 1984: 10, fig. 2). 14
CRITERIO N.º 4:
DELIMITACIÓN GEOGRÁFICA
El catálogo está formado por los testimonios de culto recopilados en la Bética y en la Tarraconense, dejando al margen la tercera provincia hispana, la Lusitania. La provincia Tarraconense presenta la ventaja de su gran extensión, que permite forjarse una idea amplia del proceso de formación y evolución del culto doméstico en la Hispania romana, pues su estudio abarca regiones con tradiciones culturales muy diversas entre sí. En cuanto a la Bética, su integración
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en los circuitos culturales de la koiné mediterránea desde fechas muy tempranas la convierte en un laboratorio de análisis de gran interés, a lo que hay que sumar la larga tradición de estudios sobre esta provincia llevados a cabo por el grupo y la línea de investigación en los que se integra este estudio (vid. sup. pp. 19-20), de manera que nuestro trabajo encuentra apoyos sólidos en ellos, a la vez que supone un nuevo aporte al estudio desde una perspectiva no abordada hasta el momento. En el caso de la Lusitania, un primer sondeo dejó al descubierto la llamativa escasez de evidencias de culto material que se conocen en ella. Por el contrario, existían datos que parecían apuntar a una canalización diversa de las creencias privadas en este territorio, fruto de su tradición cultural indígena. Ambos motivos nos han llevado a considerar que se trata de un territorio con unas características peculiares en el conjunto de Hispania, merecedor de un estudio particular que, sin embargo, no es posible abordar aquí por suponer la ampliación del trabajo a campos no estrictamente domésticos.
CRITERIO N.º 5:
DELIMITACIÓN CRONOLÓGICA
Hemos considerado de especial interés realizar un estudio diacrónico del culto doméstico en los territorios hispanos, para poder así conocer su evolución y sus transformaciones a lo largo de los siglos, empezando por el proceso de difusión de la tradición romana por el territorio peninsular y su trabazón con las costumbres locales, hasta llegar a las transformaciones generadas por la lucha entre el paganismo y el cristianismo de los últimos momentos. Por esta razón, el arco cronológico abarca todo el período en el que Hispania formó parte del Imperio Romano, desde el final de la Segunda Guerra Púnica hasta la llegada de los visigodos.
2. ESTRUCTURA Y USO DEL CATÁLOGO En la estructuración del catálogo se ha tenido en cuenta un criterio principalmente geográfico, seguido de uno tipológico. Los registros se han agrupado, en primer lugar, en función de la provincia romana de procedencia, Baetica o Tarraconensis, ordenadas alfabéticamente. Dentro de cada una de ellas, se ha realizado una división por provincias actuales, ordenadas de nuevo alfabéticamente. El tercer nivel, dentro de cada provincia actual, corresponde a los yacimientos, en
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primer lugar los urbanos, por orden alfabético,16 y después las villae, tomadas como un conjunto unitario dentro de cada provincia. Dentro de cada yacimiento urbano y de cada conjunto de villae de una misma provincia, los registros se ha ordenado tipológicamente de la siguiente manera: 1.º Estructuras con materiales asociados; 2.º Estructuras sin materiales asociados; 3.º Materiales; 4.º Epigrafía, y 5.º Otras evidencias de culto doméstico. Los diferentes registros pertenecientes a cada uno de estos tipos siguen el orden por subtipos que se detalla más abajo.17 Existen dos salvedades dentro de esta organización tipológica de las evidencias materiales. Por un lado, en el caso de lararios con materiales asociados, todo el conjunto se ha presentado en un mismo registro, si bien dentro de él la estructura y cada material se describen de forma individualizada siguiendo el orden arriba apuntado. En el caso de domus y villae en las que se han documentado varios testimonios de culto sin relación directa entre ellos (un larario en una zona de la casa y un enterramiento infantil en otra, por ejemplo), todas las fichas aparecen correlativas, ordenadas tipológicamente como se ha indicado pero alterando el orden del conjunto del yacimiento, para evitar romper la unidad de la estructura habitacional. Esta estructura del catálogo es la que se refleja en su índice, lo cual permite realizar una búsqueda rápida de testimonios de culto por yacimientos y provincias. Otros elementos identificativos, de los que se hablará a continuación, como son el n.º inv. y la sigla, se han indexado analíticamente al final del catálogo para que sea posible buscar con rapidez un determinado grupo de evidencias materiales. De la misma forma, por este número de inventario y esta sigla pueden identificarse los diferentes registros en las tablas sintéticas del catálogo que se encontrarán tras esta presentación del mismo y en las que se recopilan los datos básicos 16 En los casos en los que se conoce, la indexación se ha realizado por el nombre latino. 17 Este orden coincide en general con el presentado en el capítulo V para el análisis de los diferentes tipos de evidencias materiales, con la excepción de las estructuras, para las que se ha invertido el orden, presentándose en el catálogo en orden decreciente por su entidad arquitectónica, al contrario que en el capítulo V. El orden decreciente (alfabético, por entidad o por presencia en el registro material) es el que nos ha parecido más adecuado para el catálogo; sin embargo, en el análisis de las estructuras de culto —concretamente refiriéndonos a los lararios— resulta más correcto comenzar por las más sencillas, como se ha hecho en los capítulos III y V, pues estas pueden integrarse posteriormente en las más complejas como equipamiento añadido y, conviene, por tanto, conocerlas con anterioridad.
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de cada registro ordenados en diferentes niveles por tipos y por subtipos de evidencias materiales.18 Para la realización del catálogo se ha optado por un modelo de registro unitario para todos los tipos de evidencias materiales recopiladas, con campos genéricos adecuados a todos ellos y evitando, por tanto, realizar fichas técnicas para cada tipo de material o estructura. Se han recopilado en cada caso, por tanto, los datos básicos de cada testimonio arqueológico —procedencia, ubicación actual y cronología19—, seguidos de su descripción, las observaciones pertinentes,20 documentación gráfica y la bibliografía21 y los créditos de las imágenes. En el caso de la epigrafía, el campo de «descripción» se ha desdoblado en «descripción del soporte» y «descripción del epígrafe». Puesto que el catálogo no es una BD informática como motor de búsqueda al uso, se han incluido en cada ficha una serie de elementos que permitan identificar de forma clara y ágil cada uno de los registros a los que se hace referencia a lo largo del texto, en especial en el capítulo V. Cada uno de ellos está identificado por medio de un n.º inv.22 y una sigla23 al comienzo de la ficha. El n.º inv., dado de uno a infinito, tiene un valor identificativo y cuantitativo. La sigla se ha diseñado además con un valor indicativo, de manera que a partir de ella se puede obtener cierta información de la evidencia material a la que hace referencia.
18 Un mismo testimonio de culto puede aparecer en diferentes tablas, en cada una de las cuales se dará un tipo de información diferente, en función de lo genérico o lo específico de las mismas. Véase el índice de tablas en p. 435. 19 Se ha procurado aportar la cronología específica de la evidencia material analizada, si bien, en los casos en los que no se conoce, se ha intentado suplir con otros datos contextuales como la datación de la unidad habitación de la que procede, en cuyo caso se especifica entre paréntesis. 20 Aunque en este apartado se han apuntado en algunos casos cuestiones de tipo interpretativo, para el desarrollo completo de las mismas se remite al capítulo V. 21 Se recogen las publicaciones en las que nos hemos apoyado para la realización de la ficha, si bien se dan solo las referencias a las páginas en las que se describe la evidencia material y no las relativas a cuestiones de tipo interpretativo. La bibliografía relativa a las inscripciones se ha ordenado de la misma forma que en los demás registros, por orden alfabético, para dar homogeneidad al catálogo, a pesar de no ser este el modo habitual de presentarla. Únicamente se han extraído del conjunto las referencias a los principales corpora y obras de recopilación, a modo de referencia. 22 Este número es el utilizado en los mapas de dispersión presentados en el capítulo V para identificar las evidencias materiales que se recogen en ellos. 23 La sigla se ha utilizado en el texto y en las imágenes para identificar el registro al que pertenecen las evidencias materiales analizadas.
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El modelo de sigla es el siguiente: SE/Italica01-E. Los dos primeros caracteres, en mayúsculas, hacen referencia a la provincia actual donde se encuentra el yacimiento al que pertenece el testimonio de culto.24 Sigue el nombre del yacimiento, con preferencia del nombre latino para los urbanos, en caso de conocerse; en el caso de las villae, se ha preferido el nombre del yacimiento en el que se encuentran, o del municipio en caso de no tener el yacimiento uno específico, pues resulta más característico y reconocible que la denominación que se le da a la propia villa.25 A continuación, dos dígitos dados de uno a infinito numeran cada evidencia material dentro del yacimiento de pertenencia, lo que permite conocer de forma ágil su número total. Finalmente, separada por un guión, se ha incluido la inicial del tipo de resto arqueológico que se recoge en la ficha: «C» para los conjuntos de estructuras con materiales asociados, «E» para las estructuras sin materiales asociados, «M» para los materiales (excepto lo que presentan epigrafía), «I» para la epigrafía y «O» para otras manifestaciones de culto. Para que la identificación del tipo de evidencia material recogido en cada ficha sea visualmente más ágil, se ha añadido una banda de color en el encabezado, que responde al siguiente código: amarillo para los conjuntos de estructuras con materiales asociados, rojo para las estructuras sin materiales asociados, verde para los materiales, azul para la epigrafía y marrón para otros tipos de evidencias. Finalmente, a la sigla le sigue la especificación del subtipo al que pertenece cada evidencia material, según el análisis realizado en el capítulo V. Los subtipos de las estructuras son los siguientes: Larario tipo sacellum Larario tipo sacrarium Larario tipo aedicula Larario tipo nicho Larario tipo altar Larario pictórico Larario de tipo indeterminado Otras estructuras para el culto
24 En los casos en los que dos o más provincias coinciden en estos caracteres, la primera por orden alfabético ha sido identificada con ellos y las demás con el primero y el tercero (ej.: León es LE y Lérida, LR). 25 Como ejemplo, para la villa de Las Musas, en Arellano (Navarra), se ha elegido «Arellano» en lugar de «Musas»; para la villa del Pou de la Sargueta, en Riba-roja de Turia (Valencia), se ha tomado «Sargueta».
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Los subtipos dentro de los materiales son: Escultura (imagen de culto) Ara (> 30 cm) Árula (hasta 30 cm) Recipiente para líquidos Lucerna Quemaperfumes Instrumentum domesticum Moneda Otro tipo de materiales En el grupo denominado como «epigrafía» se incluyen todos los materiales que presentan epígrafes. Los subtipos diferenciados en función de los soportes son: Ara26 (> 30 cm) Arula (hasta 30 cm)
26 Este subtipo y el siguiente se diferencian de sus homónimos en el tipo «Materiales» mediante la letra que identifica el tipo en la sigla —«M» o «I»— y mediante la banda de color de la cabecera —verde o azul en cada caso.
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Placa Elemento arquitectónico Dentro del tipo «Otras manifestaciones», se integran los siguientes subtipos: Enterramiento infantil Depósito votivo Finalmente, en esta presentación del «Corpus de testimonios de culto doméstico en las provincias romanas Bética y Tarraconense» queremos hacer constar nuestro agradecimiento a todas las personas e instituciones que nos han ayudado en su elaboración, compartiendo generosamente datos e información, en muchos casos inéditos, que nos han sido enormemente útiles en nuestro estudio. A ellas haremos referencia en cada registro concreto.
TABLAS
Tabla 1.
Tabla general de evidencias materiales de culto doméstico halladas en las provincias Bética y Tarraconense. Tabla 2. Estructuras de culto con y sin materiales asociados. Tabla 3. Lararios pictóricos. Tabla 4. Lararios tipo nicho. Tabla 5. Lararios tipo altar y altares como equipamiento añadido. Tabla 6. Lararios tipo aedicula y aediculae como equipamiento añadido. Tabla 7. Lararios tipo sacrarium. Tabla 8. Lararios tipo sacellum. Tabla 9. Estructuras de culto no clasificables como lararios. Tabla 10. Esculturas en bronce, de uso seguro o probable como imágenes de culto doméstico. Tabla 11. Esculturas en piedra, de uso seguro o probable como imágenes de culto doméstico. Tabla 12. Arae y arulae anepigráficas halladas en contextos domésticos.
Tabla 13. Objetos rituales para contener líquidos hallados en espacios de culto doméstico. Tabla 14. Lucernas halladas en espacios de culto doméstico. Tabla 15. Quemaperfumes hallados en espacios de culto. Tabla 16. Piezas de instrumentum domesticum halladas en contextos domésticos de culto. Tabla 17. Monedas encontradas en lararios. Tabla 18. Materiales varios encontrados en contextos de estructuras de culto doméstico. Tabla 19. Materiales con inscripción asociados al culto doméstico. Tabla 20. Arae y arulae con epigrafía asociadas al culto doméstico. Tabla 21. Placas con epigrafía asociadas al culto doméstico. Tabla 22. Elementos arquitectónicos con epigrafía asociados al culto doméstico. Tabla 23. Enterramientos infantiles hallados en viviendas. Tabla 24. Depósitos votivos hallados en viviendas.
REFERENCIA
AM/Abdera01-I
CA/Carteia01-E
CA/Carteia02-I
CA/Gades01-E
CO/Corduba01-E
CO/Corduba02-I
GR/Iliberri01-E
ML/Acinipo01-E
SE/Celti01-O
SE/Hispalis01-E
SE/Italica01-E
SE/Italica02-E
SE/Italica03-I
AL/Ilici01-C
AL/Ilici01-C
AL/Ilici01-C
AL/Ilici01-C
AL/Ilici02-E
AL/Ilici03-M
N.º INV.
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
14.1
14.2
14.3
15
16
Placa
SUBTIPO
Desconocida
PROCEDENCIA
Larario tipo sacrarium Larario tipo aedicula Arula Casa de la Cañada Honda Desconocida
Casa de los Pájaros
Larario tipo nicho Casa del Sectile
Material
Estructura
Objeto ritual para Casa del sector 4-C Urbano contener líquidos Larario tipo Casa del sector 5-F Urbano sacrarium Casa del sector 5-F (?) Urbano Arula
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Ílici
Ílici
Ílici
Ílici
Ílici
Ílici
Itálica
Itálica
Itálica
Híspalis
Celti
Acinipo
Iliberri
Córduba
Córduba
Urbano Urbano
Gades
Carteia
Carteia
Abdera
YACIMIENTO
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
CONTEXTO
Finales s. I a.C./ comienzos s. I d.C.-? S. II d.C.
Mediados s. I d.C.
CRONOLOGÍA
Segunda mitad s. I a.C.-comienzos s. I d.C. Mediados s. I- s. II d.C.
Desconocida
Peristilo
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Indefinida
—
Peristilo
Estancia de representación (?) Estancia de representación Peristilo
Ss. II-III d.C.
228/218-42/38 a.C. (casa) 228/218-42/38 a.C. (casa) 228/218-42/38 a.C. (casa) Finales s. I- s. II d. C.
228/218-42/38 a.C. (casa)
Segunda mitad s. I a.C.-segunda mitad s. I d.C. Mediados/finales s. IV-comienzos s. V d.C. Mediados s. II-mediados s. III d.C. (casa) Mediados s. II-mediados s. III d.C. (casa) Ss. I-II d.C.
Espacio abierto Cambio de Era-?
Atrio
—
Estancia de representación Zona de Comienzos s. I -mediados s. II d.C. producción (patio porticado) Atrio (?) S. III d.C. (casa)
Atrio
—
UBICACIÓN
MARÍA PÉREZ RUIZ
Material
Conjunto de es- Otras estructuras Casa del sector 4-C tructura con materiales asociados Material Objeto ritual para Casa del sector 4-C contener líquidos Material Quemaperfumes Casa del sector 4-C
Epigrafía
Estructura
Estructura
Estructura
Larario tipo nicho Casa de la Torre del Rocadillo Epigrafía Placa Casa de la Torre del Rocadillo Estructura Fábrica de salazones Larario tipo con estructura aedicula doméstica Casa de la Plaza de la Estructura Larario tipo sacrarium Corredera Epigrafía Elemento Casa romana en la arquitectónico C/Ramírez de las Casas Deza Estructura Larario tipo nicho Domus del Callejón de los Negros Estructura Larario tipo Domus aedicula Otras evidencias Enterramiento Casa de Peristilo Axial infantil
Estructura
TIPO DE EVIDENCIA MATERIAL Epigrafía
436 Anejos de AEspA LXVIII
AL/Ilici04-M
AL/Ilici05-M
AL/Ilici06-M
AL/Ilici07-M
AL/Ilici08-M
AL/Ilici09-M
AL/Ilici10-O
AL/Ilici11-O
AS/Veranes01-M
BA/Barcino01-M
BA/Barcino02-M
BA/Barcino03-M
BA/Barcino04-M
BA/Barcino05-M
BA/Lloses01-M
BA/Lloses02-O
BA/Lloses03- O
BA/Lloses04-O
BA/Darro01-O
BA/Iluro01-O
BA/Mateu01-O
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
Arula
Arula
Arula
Arula
Arula
Arula
Arula
Arula
Arula
Arula
Escultura en bronce Escultura en piedra Arula
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Rural
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Rural
Casa
Urbano
Ca l’Arnau-Can Mateu, Cabrera de Mar
Camp de les Lloses, Tona Camp de les Lloses, Tona Camp de les Lloses, Tona Camp de les Lloses, Tona Darró, Vilanova i la Geltrú Iluro
Barcino
Barcino
Barcino
Barcino
Barcino
Veranes, Gijón
Ílici
Ílici
Urbano Urbano
Ílici
Ílici
Ílici
Ílici
Ílici
Ílici
Urbano
Urbano
Urbano
Casa de la Plaça Gran Urbano
Casa n.º 3
Edificio B, casa
Edificio B, casa
Edificio B, casa
Edificio B, casa
Villa en la C/ Montevideo
Plaça del Rei
Plaça del Rei
Domus de la Plaça del Rei Plaça del Rei
Casa del «mosaico helenístico» Casa del «mosaico helenístico» Villa de Veranes
Desconocida
Desconocida
Desconocida
Casa del sector 5-F (?) Urbano
Casa del sector 5-F (?) Urbano
Casa del sector 5-F (?) Urbano
Finales s. I a.C.comienzos s. I d.C. Finales s. I a.C.comienzos s. I d.C. S. IV d.C.
—
—
—
Ss. II-III d.C.
Ss. II-III d.C.
Ss. II-III d.C.
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Mediados/tercer cuartofinales s. II a.C.
Segundo cuarto s. I a.C.
180-50/40 a.C.
120-90 a.C.
120-90 a.C.
Atrio o peristilo Finales s. I-s. II d.C. (?) — Primera mitad s. I-s. III d.C. — Primera mitad s. I-s. IV d.C. — Primera mitad s. I-s. IV d.C. — Segunda mitad s. I a.C.-primer cuarto s. I d.C. Estancia de 120-90 a.C. representación Indefinida 120-90 a.C.
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Desconocida
Desconocida
Desconocida
Desconocida
Desconocida
Desconocida
TABLAS
Tabla 1. Tabla general de evidencias materiales de culto doméstico halladas en las provincias Bética y Tarraconense.
Otras evidencias Enterramiento infantil
Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Depósito votivo
Otras evidencias Depósito votivo
Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Depósito votivo
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Otras evidencias Depósito votivo
Otras evidencias Depósito votivo
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Anejos de AEspA LXVIII 437
REFERENCIA
BA/Mateu02-O
BA/Palauet01-M
BA/Balenço01-E
BU/Clunia01-E
BU/Clunia01-E
BU/Clunia02-E
BU/Clunia03-I
BU/Clunia04-I
BU/Clunia05-I
BU/Clunia06-I
BU/Clunia07-I
BU/Clunia08-I
BU/Clunia09-I
CS/Alter01-M
CI/Montiel01-I
CR/Puñide01-M
CR/Nogueira01-I
CU/Ercavica01-O
CU/Ercavica02-O
CU/Segobriga01-E
N.º INV.
38
39
40
41
41.1
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55
56
Escultura en bronce Arula
Escultura en bronce Ara
Arula
Arula
Arula
Ara
Arula
Arula
Larario tipo sacrarium Ara
Larario tipo sacrarium Aedicula (?)
Larario tipo sacrarium
Otras evidencias Depósito votivo
Otras evidencias Depósito votivo
Estructura
Casa
Rural
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Rural (?)
Urbano
Urbano
CONTEXTO
Casa de C. Iulius Sylvanus Melanio
Casa al sur del Foro
Villa del Agro de Nogueira Casa del Médico
Urbano
Urbano
Urbano
Rural
Villa en las cercanías Rural de Montiel Estructura habitacional Rural (?)
Villa de l’Alter
Casa de las Cuevas Ciegas Casa n.º 1 o de Taracena Casa n.º 1 o de Taracena Casa n.º 1 o de Taracena Casa n.º 1 o de Taracena Casa n.º 1 o de Taracena Casa n.º 1 o de Taracena Casa n.º 2
Casa Triangular
Casa Triangular
Otras estructuras Recinto P
Arula
Casa
PROCEDENCIA
Mediados s. I (post quem)-s. III d.C. (casa) Mediados s. I (post quem)-s. III d.C. (casa) Primera mitad s. I d.C.-?
Mediados s. II-s. I a.C.
S. I d.C.
Mediados/tercer cuartofinales s. II a.C.
CRONOLOGÍA
—
—
Indefinida
—
—
Indefinida
Indefinida
Indefinida
S. I d.C.
Primera mitad s. I d.C. (?)
S. II d.C.
Ss. I-II d.C.
Ss. I-III d.C.
Finales s. I -comienzos s. II d.C. S. II d.C.
S. II d.C.
Zona de servicio Ss. I-II d.C.
Peristilo
Sacrarium
Jardín (?)
Indefinida
Desconocida
Indefinida
UBICACIÓN
Ponte Puñide, — — O Pino Agro de Nogueira, Zona de servicio — Toques Ercávica — Mediados s. I a.C.comienzos s. I d.C. Ercávica Desconocida Mediados s. I a.C.comienzos s. I d.C. Segóbriga Indefinida Finales s. II-primer tercio s. III d.C.
Montiel
L’Alter, Chilches
Clunia
Clunia
Clunia
Clunia
Clunia
Clunia
Clunia
Clunia
Clunia
Ca l’Arnau-Can Mateu, Cabrera de Mar Can Palauet, Mataró Can Balenço, Argentona Clunia
YACIMIENTO
MARÍA PÉREZ RUIZ
Epigrafía
Material
Epigrafía
Material
Epigrafía
Epigrafía
Epigrafía
Epigrafía
Epigrafía
Epigrafía
Epigrafía
Estructura
Estructura
Estructura
Estructura
Material
TIPO DE SUBTIPO EVIDENCIA MATERIAL Otras evidencias Depósito votivo
438 Anejos de AEspA LXVIII
CU/Segobriga01-E
CU/Segobriga02-I
CU/Bartolome01-M
CU/Asperones01-I
CU/Quintanares01-I
GE/Emporiae01-E
GE/Emporiae02-E
GE/Emporiae03-E
GE/Emporiae04-M
GE/MasCastellar01-C Conjunto de estructura con materiales asociados GE/MasCastellar01-C Material
GE/MasCastellar01-C Material
GE/MasCastellar01-C Material
GE/MasCastellar01-C Material
56.3
57
58
59
60
61
62
63
64
65
65.1
65.2
65.3
65.4
Villa de la Ermita de San Bartolomé Villa de Los Asperones Villa de Los Quintanares Casa n.º 1
Casa de C. Iulius Sylvanus Melanio Casa de C. Iulius Sylvanus Melanio Casa de C. Iulius Sylvanus Melanio Muralla
Casa n.º 1 o n.º 2
Objeto ritual para Casa 1 contener líquidos
Objeto ritual para Casa 1 contener líquidos
Objeto ritual para Casa 1 contener líquidos
Objeto ritual para Casa 1 contener líquidos
Otras estructuras Casa 1
Arula
Larario tipo altar Casa n.º 2B
Larario tipo sacrarium Larario tipo nicho Casa n.º 19
Arula
Arula
Arula
Ara
Columna
Fuente
Altar (?)
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Rural
Rural
Rural
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Mas Castellar de Pontós
Mas Castellar de Pontós
Mas Castellar de Pontós
Mas Castellar de Pontós
Mas Castellar de Pontós
Ampurias
Ampurias
Ampurias
Atalaya del Cañavate Los Asperones, Cañaveruelas Los Quintanares, Osa de la Vega Ampurias
Segóbriga
Segóbriga
Segóbriga
Segóbriga
Finales s. II-primer tercio s. III d.C. Finales s. II-primer tercio s. III d.C.
Finales s. II-primer tercio s. III d.C. Ss. I–II d.C.
Estancia de representación y de culto Estancia de representación y de culto Estancia de representación y de culto Estancia de representación y de culto
Zona de representación
—
Espacio de distribución (pseudoatrio) Peristilo
Atrio
—
225-175 a.C.
225-175 a.C.
225-175 a.C.
225-175 a.C.
225-175 a.C.
Finales s. I a.C.comienzos s. I d.C. —
—
Finales s. II-comienzos s. III d.C. —
Reutilizada en un muro medieval Apodyterium de S. I d.C. (villa) las termas — —
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Tabla 1. Tabla general de evidencias materiales de culto doméstico halladas en las provincias Bética y Tarraconense (continuación).
Material
Estructura
Estructura
Estructura
Epigrafía
Epigrafía
Material
Epigrafía
Material
Estructura
CU/Segobriga01-E
56.2
Estructura
CU/Segobriga01-E
56.1
Anejos de AEspA LXVIII TABLAS 439
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba02-M
GE/Vilauba03-O
GE/CasaRaco01-M
66
66.1
66.2
66.3
66.4
66.5
66.6
66.7
66.8
66.9
66.10
66.11
66.12
66.13
67
68
69
Material Arula
Otras evidencias Depósito votivo
Material
Otro tipo de material Otro tipo de material Arula
Moneda
Moneda
Moneda
Moneda
Moneda
Moneda
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Villa de Casa del Racó Rural
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Rural
Rural
Villa de Vilauba Villa de Vilauba
Rural
Rural
Rural
Rural
CONTEXTO
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Larario tipo sacrarium
Escultura en bronce Escultura en bronce Escultura en bronce Escultura en bronce Lucerna
Casa 1
Casa 1
PROCEDENCIA
Otro tipo de material
Lucerna
SUBTIPO
Casa del Racó, Sant Julià de Ramis
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Vilauba, Camós
Mas Castellar de Pontós
Mas Castellar de Pontós
YACIMIENTO
CRONOLOGÍA
—
—
—
—
233-235 d.C.
205 d.C.
167/179 d.C.
20-10 a.C.
Segundo cuarto s. I d.C.
S. I d.C.
S. I d.C.
S. I d.C.
S. I d.C.
Zona de producción (?)
S. I d.C.
Zona de servicio Mediados s. I-s. III d.C. (despensa) Peristilo Último tercio s. I d.C. (?)
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Estancia de 225-175 a.C. representación y de culto Estancia de 225-175 a.C. representación y de culto Peristilo Mediados s. I -finales s. III d.C.
UBICACIÓN
MARÍA PÉREZ RUIZ
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Conjunto de estructura con materiales asociados Material
GE/MasCastellar01-C Material
65.6
65.5
TIPO DE EVIDENCIA MATERIAL GE/MasCastellar01-C Material
REFERENCIA
N.º INV.
440 Anejos de AEspA LXVIII
GE/Tolegassos01-O
HU/Osca01-E
HU/Puypullin01-M
IB/Pollentia01-C
IB/Pollentia01-C
IB/Pollentia01-C
IB/Pollentia01-C
IB/Pollentia01-C
IB/Pollentia02-M
LE/Villares01-I
LR/Ilerda01-O
LR/Ilerda02-O
LR/Ilerda03-O
LR/Ilerda04-O
LR/Ilerda05-O
LR/Ilerda06-O
LR/Ilerda07-O
71
72
73
74
74.1
74.2
74.3
74.4
75
76
77
78
79
80
81
82
83
Placa
Escultura en bronce Instrumentum domesticum Instrumentum domesticum Otro tipo de material Ara
Larario tipo aedicula
Larario tipo sacrarium Arula
Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil
Epigrafía
Material
Material
Material
Material
Conjunto de estructura con materiales asociados Material
Material
Estructura
Otras evidencias Depósito votivo
Otras evidencias Depósito votivo
Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa del Antic Portal de la Magdalena
Casa de la Cabeza de Bronce Casa de la Cabeza de Bronce Casa de la Cabeza de Bronce Casa de la Cabeza de Bronce Casa de la Cabeza de Bronce Villa de Los Villares
Casa de la Cabeza de Bronce
Villa de Puypullín
Casa de las Rosetas
Villa de Tolegassos
Villa de Mas Gusó
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Rural
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Rural
Urbano
Rural
Rural
Atrio (?)
Ilerda
Ilerda
Ilerda
Ilerda
Ilerda
Ilerda
Los Villares, Quintana del Marco Ilerda
Pollentia
Pollentia
Pollentia
Pollentia
Pollentia
Pollentia
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Indefinida
—
Habitación con aedicula Habitación con aedicula Habitación con aedicula Habitación con aedicula Peristilo
Indefinida
Mediados s. I-finales s. II d.C. (villa) Mediados s. I-finales s. II d.C. (villa) Mediados s. I-finales s. II d.C. (villa) Mediados s. I-finales s. II d.C. (villa) Mediados s. I-finales. s. II d.C. (villa) Mediados s. I-finales. s. II d.C. (villa) Mediados s. I-finales s. II d.C. (villa)
S. II o III d.C.
—
—
—
—
Época adrianea
Segunda mitad s. I-s. II d.C. Finales s. II-s. III d.C. (casa)
S. I a.C.-s. II/III d.C.
Muro perimetral Primera mitad s. III d.C.
Muro perimetral Finales s. II-comienzos s. III d.C.
Puypullín, Loarre —
Mas Gusó, Bellcaire d’Empordà Tolegassos, Viladamat Osca
TABLAS
Tabla 1. Tabla general de evidencias materiales de culto doméstico halladas en las provincias Bética y Tarraconense (continuación).
GE/Guso01-O
70
Anejos de AEspA LXVIII 441
MU/ CarthagoNova03-E
MU/ CarthagoNova04-E
MU/Rihuete01-E
MU/Alamillo01-E
96
97
98
94
93.3
93.2
95
LR/TorreAndreu01-O Otras evidencias Depósito votivo
91
MU/ CarthagoNova01-C MU/ CarthagoNova01-C MU/ CarthagoNova01-C MU/ CarthagoNova02-E
LR/Corbins01-O
90
93.1
LR/Ilerda13-O
89
MA/Villamanta01-I
LR/Ilerda12-O
88
MU/ CarthagoNova01-C
LR/Ilerda11-O
87
92
LR/Ilerda10-O
86
93
LR/Ilerda09-O
85
Estructura
Estructura Larario tipo sacrarium Larario tipo aedicula (?)
Larario tipo aedicula
Larario tipo aedicula
Larario tipo sacrarium
Arula
Arula
Ara
Larario tipo sacellum
Ara
Rural
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
CONTEXTO
Complejo de El Alamillo
Villa de el Rihuete
Casa en el Arx Hasdrubalis
Edificio del Atrio
Casa de la Plaza de San Ginés Casa de la Plaza de San Ginés Casa de la Plaza de San Ginés Casa de la Fortuna
Casa de la Plaza de San Ginés
Desconocida
Rural
Rural
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Villa de Torre Andreu Rural
Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa de Corbins
PROCEDENCIA
El Rihuete, Mazarrón El Alamillo, Mazarrón
Carthago Nova
Carthago Nova
Carthago Nova
Carthago Nova
Carthago Nova
Carthago Nova
Carthago Nova
CRONOLOGÍA
Estancia de representación Indefinida
Zona de representación
Estancia de representación (tablinum) Patio de distribución
Sacellum
Sacellum
Sacellum
Jardín
Finales s. I/comienzos s. II-finales s. III/comienzos s. IV d.C. Comienzos s. I-finales s. II/comienzos s. III d.C. (casa) Finales s. I a.C.-segunda mitad s. II d.C. (villa) ?-último cuarto s. II a.C.
Finales s. I a.C.-160/180 d.C.
S. I d.C.
S. I d.C.
S. I d.C.
S. I d.C.
S. II-mediados s. III d.C. (villa) S. II d.C. (?)
Mediados s. I-finales s. II d.C. (villa) Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C. (villa) Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C. (villa) Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C. (villa) Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C. (villa) Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C. (villa) Zona de servicio Mediados s. II d.C. (villa)
Indefinida
UBICACIÓN
Torre Andreu, La Desconocida Bordeta Villamanta —
Corbins
Ilerda
Ilerda
Ilerda
Ilerda
Ilerda
Ilerda
YACIMIENTO
MARÍA PÉREZ RUIZ
Estructura
Estructura
Estructura
Material
Material
Conjunto de estructura con materiales asociados Material
Epigrafía
Otras evidencias Depósito votivo
LR/Ilerda08-O
84
TIPO DE SUBTIPO EVIDENCIA MATERIAL Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Depósito votivo
REFERENCIA
N.º INV.
442 Anejos de AEspA LXVIII
SO/Uxama02-I
104
Villa de Las Musas
Desconocida
Villa de El Villar
Villa de Balsapintada
Arula
Arula
Ara
Instrumentum domesticum
Instrumentum domesticum
Instrumentum domesticum
Instrumentum domesticum
Otras evidencias Depósito votivo
Casa de los Plintos
Casa de los Plintos
Casa de los Plintos
Desconocida
Casa sobre el antiguo Foro Casa n.º 2
Villa de Las Musas
Villa de Las Musas
Villa de Las Musas
Villa de Las Musas
Objeto ritual para Villa de Las Musas contener líquidos
Objeto ritual para Villa de Las Musas contener líquidos
Larario tipo aedicula
Escultura en bronce Escultura en bronce Elemento arquitectónico
Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Depósito votivo
Epigrafía
Epigrafía
Epigrafía
Material
Material
Material
Material
Material
Conjunto de estructura con materiales asociados Material
Epigrafía
Material
Material
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Uxama Argaela
Uxama Argaela
Uxama Argaela
Uxama Argaela
Uxama Argaela
Uxama Argaela
Arellano
Arellano
Arellano
Arellano
Arellano
Arellano
Rambla de la Boltada, Cartagena-La Unión Arellano
Balsapintada, Valladolises El Villar, Coy
Sótano
Indefinida
Zona de paso
Desconocida
Indefinida
Zona de producción (cella vinaria) Zona de producción (cella vinaria) Zona de producción (cella vinaria) Zona de producción (cella vinaria) Zona de producción (cella vinaria) Zona de producción (cella vinaria) Triclinium
Zona de producción (cella vinaria)
—
—
Indefinida
Ss. II-III d.C.
Segunda mitad s. I d.C.
Segunda mitad s. I d.C.
S. III d.C. (ante quem)
Ss. II-III d.C.
73/74-200 d.C.
S. I-II d.C.
—
—
—
—
—
S. II-III d.C.
Último cuarto s. I a.C.
Finales s. I-s. II d.C.
Ss. I-III d.C. (villa)
TABLAS
Tabla 1. Tabla general de evidencias materiales de culto doméstico halladas en las provincias Bética y Tarraconense (continuación).
SO/Uxama01-I
103
SO/Uxama06-O
NA/Arellano01-C
102.6
108
NA/Arellano01-C
102.5
SO/Uxama05-O
NA/Arellano01-C
102.4
107
NA/Arellano01-C
102.3
SO/Uxama03-I
NA/Arellano01-C
102.2
SO/Uxama04-O
NA/Arellano01-C
102.1
105
NA/Arellano01-C
102
106
MU/ RamblaBoltada01-I
MU/ Balsapintada01-M MU/Villar01-M
101
100
99
Anejos de AEspA LXVIII 443
REFERENCIA
SO/Villares01-E
SO/Villares02-E
SO/Villares03-I
SO/Gazala01-I
SO/Valdanzo01-I
TA/Tarraco01-E
TA/Tarraco02-M
TA/Tarraco03-M
TA/Tarraco04-M
TA/Tarraco05-M
TA/Tarraco06-I
TA/Tarraco07-I
TA/Tarraco08-I
TA/Munts01-E
TA/Munts02-M
TA/Francoli01-M
TA/Canaleta01-M
TA/Canaleta02-M
TA/Cementiri01-M
N.º INV.
109
110
111
112
113
114
115
116
117
118
119
120
121
122
123
124
125
126
127
Material
Material
Material
Material
Ara
Arula
Escultura en piedra Arula
Larario tipo sacrarium Arula
Arula
Arula
Ara
Árula
Árula
Árula
Larario tipo aedicula Árula
Ara
Ara
Arula
Larario de tipo indeterminado
Larario tipo aedicula
SUBTIPO
Rural
Rural
Rural
Rural
CONTEXTO
Villa del Cementiri
Villa de la Canaleta
Villa junto al río Francolí Villa de la Canaleta
Villa de Els Munts
Villa de Els Munts
Casa de la C/ Unió n.º 9 Casa de la C/ Lleida n.º 27 C/ del Governador González esq. C/ de la Unió Casa entre las C/ Lleida, Cervantes, Colón y Reding Pedrera del Port
C/ Fortuny
C/ Fortuny
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Villa de San Pedro de Rural Valdanzo Domus portuaria Urbano
Villa de Gazala
Villa de Los Villares
Villa de Los Villares
Villa de Los Villares
PROCEDENCIA
Alcanar
Vila-seca
Vila-seca
—
Altafulla
Altafulla
Tárraco
Tárraco
Tárraco
Tárraco
Tárraco
Tárraco
Tárraco
Tárraco
Valdanzo
Los Villares, Santervás del Burgo Los Villares, Santervás del Burgo Los Villares, Santervás del Burgo Gazala, Tardesillas
YACIMIENTO
—
—
—
—
—
Indefinida
—
Desconocida
Desconocida
Indefinida
Jardín
—
—
Jardín (?)
Peristilo
—
S. I a.C.-s. I d.C. (villa)
S. I a.C.-s. I d.C. (villa)
Segunda mitad s. II d.C.
S. II-último cuarto s. III d.C. (villa) —
—
Primera mitad s. II d.C.
Finales s. II-comienzos s. I a.C. Segunda mitad s. II d.C.
Mediados s. III d.C.
—
—
Ss. II-III d.C.
Ss. II-III d.C.
Ss. I-II d.C.
S. III d.C.
—
Desconocida
—
—
CRONOLOGÍA
Indefinida
Indefinida
UBICACIÓN
MARÍA PÉREZ RUIZ
Material
Estructura
Epigrafía
Epigrafía
Epigrafía
Material
Material
Material
Material
Estructura
Epigrafía
Epigrafía
Epigrafía
Estructura
TIPO DE EVIDENCIA MATERIAL Estructura
444 Anejos de AEspA LXVIII
TA/CasaBlanca03-O Otras evidencias Depósito votivo
TA/CasaBlanca04-O Otras evidencias Depósito votivo
TA/CasaBlanca05-O Otras evidencias Depósito votivo
TO/Carranque01-E
130
131
132
133
Material
Material
Epigrafía
Epigrafía
VA/Enova01-C
VA/Enova01-C
VA/Enova01-C
VA/Enova01-C
VA/Enova01-C
VA/Enova01-C
VA/Enova01-C
VA/Enova01-C
VA/Enova01-C
136.1
136.2
136.3
136.4
136.5
136.6
136.7
136.8
136.9
136.10 VA/Enova01-C
136.11 VA/Enova01-C
136.12 VA/Enova01-C
137
VA/Enova02-I
Material
VA/Enova01-C
136
Material
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Ara
Otro tipo de material Ara
Ara
Moneda
Moneda
Moneda
Moneda
Moneda
Lucerna
Lucerna
Escultura en piedra Lucerna
Larario tipo sacellum
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Larario pictórico Plaza de Cisneros n.º 6 Urbano
Villa de Materno
Villa de Materno
Villa de Casa Blanca
Villa de Casa Blanca
Villa de Casa Blanca
Villa de Casa Blanca
Villa de Casa Blanca
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
L’Ènova
Valentia
Carranque
Carranque
Tortosa
Tortosa
Tortosa
Tortosa
Tortosa
Tablinum
Sacellum
Sacellum
Sacellum
Sacellum
Sacellum
Sacellum
Sacellum
Sacellum
Sacellum
Sacellum
Sacellum
Sacellum
Jardín
Desconocida
Zona privada
Peristilo
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Tabla 1. Tabla general de evidencias materiales de culto doméstico halladas en las provincias Bética y Tarraconense (continuación).
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Material
Conjunto de estructura con materiales asociados Material
Estructura
TO/Carranque02-M
VA/Valentia01-E
134
135
Larario tipo aedicula Arula
TA/CasaBlanca02-O Otras evidencias Depósito votivo
129
Estructura
TA/CasaBlanca01-O Otras evidencias Depósito votivo
128
Finales s. II-comienzos s. III d.C. Finales s. II-comienzos s. III d.C.
—
Ss. II-III d.C.
348-361 d.C.
348-361 d.C.
352-355 d.C.
348 d.C.
347-248 d.C.
—
—
—
—
Finales s. II/comienzos s. III-finales s. IV d.C.
Ss. I-III d.C.
—
Primera mitad s. II d.C. Primera mitad s. II d.C. Primera mitad s. II d.C. S. IV d.C.
Finales s. I d.C.
Finales s. I d.C.
Anejos de AEspA LXVIII TABLAS 445
VA/Sargueta01-E
VA/Saguntum01-I
ZA/Requejo01-E
ZA/Requejo01-E
ZR/Bilbilis01-C
ZR/Bilbilis01-C
ZR/Bilbilis01-C
ZR/Bilbilis01-C
ZR/Bilbilis02-E
ZR/Bilbilis02-E
ZR/Bilbilis03-O
ZR/Bilbilis04-O
ZR/ Caesaraugusta01-E ZR/ Caesaraugusta02-O ZR/Celsa01-E
ZR/Celsa02-O
ZR/Celsa03-O
ZR/Celsa04-O
ZR/Celsa05-O
138
139
140
140.1
141
141.1
141.2
141.3
142
142.1
143
144
145
146
148
149
150
151
Otras evidencias
Otras evidencias
Otras evidencias
Otras evidencias
Estructura
Villa de El Requejo
Villa de El Requejo
Desconocida
Villa del «Pou de la Sargueta»
PROCEDENCIA
Larario tipo sacrarium Aedicula
Arula
Altar
Repisa
Larario tipo sacrarium Enterramiento infantil Enterramiento infantil Enterramiento infantil Enterramiento infantil
Casa de la C/ Palomeque 12 Casa de la C/ Gavín y Sepulcro Casa del Emblema Blanco y Negro Casa del Emblema Blanco y Negro Casa del Emblema Blanco y Negro Casa del Emblema Blanco y Negro Casa del Emblema Blanco y Negro
Casa del Ninfeo
Casa del Ninfeo
Casa del Ninfeo
Casa del Ninfeo
Casa de la Fortuna
Casa de la Fortuna
Casa de la Fortuna
Larario pictórico Casa de la Fortuna
Larario tipo sacrarium Nicho
Ara
Larario tipo sacellum
SUBTIPO
Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Estructura Larario tipo aedicula Otras evidencias Depósito votivo
Estructura
Estructura
Material
Estructura
Conjunto de estructura con materiales asociados Estructura
Estructura
Estructura
Epigrafía
TIPO DE EVIDENCIA MATERIAL Estructura
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Rural
Rural
Rural (?)
Rural
CONTEXTO
Celsa
Celsa
Celsa
Celsa
Celsa
Caesaraugusta
Caesaraugusta
Bílbilis
Bílbilis
Bílbilis
Bílbilis
Bílbilis
Bílbilis
Bílbilis
Santa Cristina de la Polvorosa Santa Cristina de la Polvorosa Bílbilis
Pou de la Sargueta, RibaRoja de Turia Sagunto
YACIMIENTO
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Atrio
—
Hortus
Indefinida
Indefinida
Sacrarium
Atrio
Repisa larario
Acceso
Acceso
Acceso
Estancia de representación Sacrarium
—
Hortus
UBICACIÓN
Fin. s. I a.C. (casa)
Fin. s. I a.C. (casa)
Fin. s. I a.C. (casa)
Fin. s. I a.C. (casa)
Fin. s. I a.C. (casa)
—
Último tercio s. I d.C.
Segunda mitad s. I-s. II d.C. Finales s. I/comienzos s. II-s. II d.C. Finales s. I/comienzos s. II d.C. (post quem) Primera mitad s. I d.C-? (casa) Primera mitad s. I d.C-? (casa) Finales del s I d.C. (post quem) —
Finales s. IV-mediados s. V d.C. Finales s. IV-mediados s. V d.C. Segunda mitad s. I-s. II d.C.
S. I d.C.
Finales s. II/comienzos s. III-comienzos s. V d.C.
CRONOLOGÍA
MARÍA PÉREZ RUIZ
147
REFERENCIA
N.º INV.
446 Anejos de AEspA LXVIII
ZR/Celsa06-E
ZR/Celsa07-M
ZR/Celsa08-O
ZR/Celsa09-M
ZR/Celsa10-O
ZR/Celsa11-O
ZR/Celsa12-O
ZR/Celsa13-O
ZR/Celsa14-O
ZR/Celsa15-O
ZR/Zuera01-M
152
153
154
155
156
157
158
159
160
161
162
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Celsa
Convento de los Santos, Zuera
Celsa
Celsa
Celsa
Celsa
Celsa
Celsa
Celsa
Celsa
Celsa
Hortus
Cella ostiaria (?) —
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Indefinida
Estancia de representación Indefinida
Indefinida
Indefinida
Tabla 1. Tabla general de evidencias materiales de culto doméstico halladas en las provincias Bética y Tarraconense (continuación).
Desconocida
Casa B de la insula II
Casa D de la insula II Urbano
Casa de Hércules
Casa de Hércules
Casa de Hércules
Casa de Hércules
Casa de Hércules
Casa de la Tortuga
Casa de la Tortuga
Larario pictórico Casa de la Tortuga Arula
Otras evidencias Enterramiento infantil Material Escultura en piedra Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Otras evidencias Enterramiento infantil Material Escultura en piedra
Material
Estructura
27 a.C.-14 d.C.
Primer decenio s. I d.C. S. I d.C.
44 a.C. aprox.
—
—
—
—
S. I d.C.
43-38 a.C.
14-54 d.C.
Anejos de AEspA LXVIII TABLAS 447
CO/Corduba01-E
GR/Iliberri01-E
ML/Acinipo01-E
SE/Hispalis01-E
SE/Italica01-E
SE/Italica02-E
AL/Ilici01-C
AL/Ilici02-E
BA/Balenço01-E
BU/Clunia01-E
BU/Clunia01-E
BU/Clunia02-E
CU/Segobriga01-E
CU/Segobriga01-E
GE/Emporiae01-E
GE/Emporiae02-E
GE/Emporiae03-E
GE/MasCastellar01-C Otras estructuras Casa 1
7
8
10
11
12
14
15
40
41
41.1
42
56
56.1
61
62
63
65
Casa de C. Iulius Sylvanus Melanio Casa de C. Iulius Sylvanus Melanio Casa n.º 1
Casa de las Cuevas Ciegas
Casa Triangular
Casa Triangular
Rural
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Rural (?)
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Zona de representación
Espacio de distribución (pseudoatrio) Peristilo
Atrio
Sacrarium
Indefinida
Peristilo
Sacrarium
Jardín (?)
Indefinida
Peristilo
Indefinida
Peristilo
Estancia de representación Peristilo
Espacio abierto
Atrio
Zona de producción (patio porticado) Atrio (?)
ESTADO ACTUAL
In situ
Museo Monográfico de Segóbriga In situ
In situ
In situ
In situ
In situ
—
Perdido
In situ
In situ
In situ
In situ
In situ
Destruido (?)
Finales s. I a.C.-comienzos In situ; Museu s. I d.C. d’Arqueològia de Catalunya. Empùries 225-175 a.C. In situ
—
Mediados s. I (post quem)s. III d.C. (casa) Mediados s. I (post quem)s. III d.C. (casa) Primera mitad s. I d.C. (época tiberiana)-? Finales s. II-primer tercio s. III d.C. Finales s. II-primer tercio s. III d.C. —
Finales s. I d.C.-principios s. II d. C. Mediados s. II-s. I a.C.
Mediados/finales s. IVs. V d.C. Mediados s. II-mediados s. III d.C. (casa) Mediados s. II-mediados s. III d.C. (casa) 228/218-42/38 a.C. (casa)
Cambio de Era-?
Mediados s. I-s. II d.C.
Finales s. I a.C./comienzos In situ s. I d.C.-? Comienzos s. I-mediados In situ s. II d.C. S. III d.C. (casa) Destruido
CRONOLOGÍA
MARÍA PÉREZ RUIZ
Larario tipo altar Casa n.º 2B
Larario tipo sacrarium Larario tipo nicho Casa n.º 19
Larario tipo sacrarium Larario tipo sacrarium Altar (?)
Larario tipo sacrarium Aedicula (?)
Larario tipo Casa del sector 5-F sacrarium Otras estructuras Recinto P
Larario tipo Casa de los Pájaros sacrarium Larario tipo Casa de la Cañada Honda aedicula Otras estructuras Casa del sector 4-C
Larario tipo aedicula Larario tipo nicho Casa del Sectile
Fábrica de salazones con estructura doméstica Casa de la Plaza de la Corredera Domus del Callejón de los Negros Domus
5
Larario tipo aedicula Larario tipo sacrarium Larario tipo nicho
CA/Gades01-E
4
PROCENDENCIA
TIPO DE UBICACIÓN CONTEXTO Larario tipo nicho Casa de la Torre del Rocadillo Urbano Atrio
SUBTIPO
CA/Carteia01-E
REFERENCIA
N.º INV. 2
448 Anejos de AEspA LXVIII
HU/Osca01-E
IB/Pollentia01-C
MU/ CarthagoNova01-C MU/ CarthagoNova02-E
MU/ CarthagoNova03-E
MU/ CarthagoNova04-E MU/Rihuete01-E
MU/Alamillo01-E
NA/Arellano01-C
SO/Villares01-E
SO/Villares02-E
TA/Tarraco01-E
TA/Munts01-E
TO/Carranque01-E
VA/Valentia01-E
VA/Enova01-C
VA/Sargueta01-E
ZA/Requejo01-E
72
74
93
95
96
98
102
109
110
114
122
133
135
136
138
140
97
94
GE/Vilauba01-C
66
Larario tipo sacellum Larario tipo sacellum Larario tipo sacrarium
Larario tipo aedicula (?) Larario tipo aedicula Larario tipo aedicula Larario de tipo indeterminado Larario tipo aedicula Larario tipo sacrarium Larario tipo aedicula Larario pictórico
Larario tipo aedicula Larario tipo sacrarium
Larario tipo aedicula
Larario tipo sacrarium Larario tipo sacrarium Larario tipo aedicula Larario tipo sacellum Larario tipo sacrarium
Rural
Urbano
Rural
Rural
Estancia de representación
In situ
In situ
In situ
Finales s. I/principios s. II-finales s. III/principios s. IV d.C. Principios s. I-finales s. II/ principios s. III d.C. Finales s. I a.C.-segunda mitad s. II d.C. (villa)
In situ
S. II-último cuarto s. III d.C. (villa) S. IV d.C.
In situ
Finales s. II/principios s. III-finales s. IV d.C. Finales s. II/principios s. III-principios s. V d.C. Finales s. IV-mediados s. V d.C.
In situ
In situ
—
Ss. I-III d.C.
In situ
—
In situ (?)
In situ (?)
In situ
Destruido (conservado el pavimento) Destruido
Ss. II-III d.C.
—
—
Ss. II-III d.C.
?-último cuarto s. II a.C.
In situ
Finales s. I a.C.-160/180 d.C.
In situ
Destruido
S. I d.C.
Finales s. II-s. III d.C. (casa) In situ
Mediados s. I-finales s. III d.C. S. I a.C.-s. II/III d.C.
TABLAS
Tabla 2. Estructuras de culto con y sin materiales asociados.
Villa de El Requejo
Hortus
Jardín
Desconocida
Peristilo
Cubiculum (?)
Jardín (?)
Urbano Rural
Indefinida
Zona de producción (cella vinaria) Indefinida
Indefinida
Zona de representación Estancia de representación
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural
Urbano
Urbano
Villa del «Pou de la Sargueta» Rural
Villa de Cornelius
Plaza de Cisneros n.º 6
Villa de Materno
Villa de Els Munts
Domus portuaria
Villa de Los Villares
Villa de Los Villares
Villa de Las Musas
Complejo de El Alamillo
Villa de el Rihuete
Casa en el Arx Hasdrubalis
Edificio del Atrio
Estancia de representación (tablinum) Patio de distribución
Urbano
Casa de la Fortuna
Indefinida
Atrio (?)
Peristilo
Jardín
Urbano
Urbano
Rural
Casa de la Plaza de San Ginés Urbano
Casa de la Cabeza de Bronce
Casa de las Rosetas
Villa de Vilauba
Anejos de AEspA LXVIII 449
ZR/Bilbilis01-C
ZR/Bilbilis01-C
ZR/Bilbilis02-E
ZR/Bilbilis02-E
ZR/ Caesaraugusta01-E ZR/Celsa01-E
ZR/Celsa06-E
141
141.2
142
142.1
145
147
152
Villa de El Requejo
ZR/Celsa06-E
141
152
Casa de la Tortuga
VA/Valentia01-E Plaza de Cisneros n.º 6 ZR/Bilbilis01-C Casa de la Fortuna
PROCEDENCIA
Hortus
Atrio
Urbano Urbano
Hortus
Sacrarium
Atrio
Acceso
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Destruido (?) In situ
Finales s. I a.C. (casa) 27 a.C.-14 d.C.
In situ
Finales s. IV-mediados s. V d.C. Segunda mitad s. Is. II d.C. Finales s. I/comienzos s. II-s. II d.C. Primera mitad s. I d.C-? (casa) Primera mitad s. I d.C-? (casa) Último tercio s. I d.C.
Urbano
Urbano
Urbano
Hortus
Acceso
Segunda mitad s. I-s. II d.C. 27 a.C.-14 d.C.
S. I-III d.C.
11,2x4,5x14,6
97x120
24,1 x2x27
Tabla 3. Lararios pictóricos.
Desconocida
No
Repisa y altar
No
No
Arula
No
EQUIPAMIENTO MATERIALES ASOCIADOS
Júpiter
Venus pompeyana Fortuna
DIVINIDAD
Museo de Zaragoza. Centro Monográfico de la Colonia Celsa
In situ
In situ
Museo Municipal de Calatayud Perdido
ESTADO ACTUAL
CRONOLOGÍA
Tabla 2. Estructuras de culto con y sin materiales asociados (continuación).
Casa de la C/ Palomeque 12 Casa del Emblema Blanco y Negro Casa de la Tortuga
Casa del Ninfeo
Casa del Ninfeo
Casa de la Fortuna
Acceso
CONTEX. UBICACIÓN CRONOLOGÍA DIMENSIONES (cm)
Larario tipo aedicula Larario tipo sacrarium Larario pictórico
Larario tipo sacrarium Aedicula
Altar
Urbano
TIPO DE UBICACIÓN CONTEXTO Rural Sacrarium MARÍA PÉREZ RUIZ
135
N.º REFERENCIA INV.
Nicho
ZA/Requejo01-E
PROCENDENCIA
Larario pictórico Casa de la Fortuna
SUBTIPO
REFERENCIA
N.º INV. 140.1
450 Anejos de AEspA LXVIII
56.1 CU/Segobriga01-E Casa de C. Iulius Urbano Sylvanus Melanio 141.2 ZR/Bilbilis01-C Casa de la Fortuna Urbano Acceso
DIMENSIONES (cm) 88x88x100
Finales s. II-primer — tercio s. III d.C. 130x73x120 Finales del s. I/ comienzos del s. II-s. II d.C.
Finales s. I a.C.comienzos s. I d.C.
Peristilo
Sacrarium
CRONOLOGÍA
UBICACIÓN
No conservado
Podium escalonado, cuerpo liso, coronamiento escalonado con pulvini y foculus Columna con fuste, capitel y platabanda Tres hileras de adobes sobre una de pequeños sillares, sobre base de mampostería
PARTES ALTAR
Suelo
No Arula anepigráfica (141.3)
Enlucido blanco (perdido)
MATERIALES ASOCIADOS No
No
No
No
No
Pintura
REVEST.
—
Bloque de piedra No conservado
Ladrillos
No
MAT. ASOC. No
TABLAS
Tabla 5. Lararios tipo altar y altares como equipamiento añadido.
N.º REFERENCIA PROCEDENCIA CONTEX. INV. 63 GE/Emporiae03-E Casa n.º 2B Urbano
A1/B1/ C1/D
25x50
89x49,5
A2/B2/ B2-C2 A1/B1/ C1/D
62 (anch.)
Pintura
A1/B1/ C1/D
80x80x80
Roca madre
FORMA SUPERFICIE REVEST. APOYO A1/B1/ Bloque de piedra No conservado C1/D
DIMENSIONES (cm) 40x80
Tabla 4. Lararios tipo nicho.
N.º REFERENCIA PROCEDENCIA CONTEX. UBICACIÓN CRONOLOGÍA INV. 2 CA/Carteia01-E Casa de la Torre Urbano Atrio Finales s. I a.C./ del Rocadillo comienzos s. I d.C.-? 7 GR/Iliberri01-E Domus del Urbano Atrio Mediados s. Is. II d.C. Callejón de los Negros 10 SE/Hispalis01-E Casa del Sectile Urbano Estancia de Mediados/finales representación s. IV-s. V d.C. 62 GE/ Casa n.º 19 Urbano Espacio de — Emporiae02-E distribución (pseudoatrio) 140.1 ZA/Requejo01-E Villa de El Rural Finales s. IVSacrarium mediados s. V d.C. Requejo
Anejos de AEspA LXVIII 451
SE/Italica02-E
12
Urbano
109
Villa de Los Villares
Rural
MU/Alamillo01-E Complejo Rural de El Alamillo NA/Arellano01-C Villa de Rural Las Musas
98
SO/Villares01-E
MU/ Casa en el Urbano CarthagoNova04-E Arx Hasdrubalis
96
Indefinida —
Zona de Ss. II-III d.C. producción (cella vinaria)
74x67
Rectangular tendente al cuadrado
95 (alt. cons.) Rectangular
Podium, columnas (basas), coronamiento (fragmentos) Podium
Podium
Podium, nicho
Podium, nicho, pilastras
Podium, columna
Rectangular
120x45x(20)
Podium
Cuadrangular Podium
Rectangular
—
Relieves de estuco (coronamiento)
Pintura
Pintura
Estuco blanco (cuerpo)
—
—
No
No
No
No
No
No
No conser- No vado
REVEST.
Jarro y anforisco de cerámica, copa y colador de bronce, bandeja y recipiente de vidrio No
No
No
Cabecita y relieve en bronce, oinochoe en bronce, fragmento de ungüentario, restos cerámicos No
No
No
EQUIPA- MAT.ASOC. MIENTO Enfoscado y Tegula No Podium enlucido en delante blanco a modo de altar o mesa de ofrendas No No Podium, parte Pintura del cuerpo
PARTES
64x64
61,5x78,5x (70,5)
Finales s. I/ 110x67x(177) Rectangular comienzos s. II-finales s. III/comienzos s. IV d.C. Zona de Comienzos 90x68x(127) Rectangular representa- s. I-finales s. II/ ción comienzos s. III d.C. Indefinida ?-último cuarto 55x100x(50) Rectangular s. II a.C.
Patio de distribución
Espacio abierto
Rectangular
FORMA
100x140x(57) Rectangular
CRONOLOG. DIMENS. (cm) 100x60x(20) Comienzos s. I-mediados s. II d.C.
Finales s. I .C./ comienzos s. I d.C.-? Peristilo Mediados s. II-mediados s. III d.C. (casa) Sacrarium Mediados s. I (post quem)s. III d.C. (casa) Indefinida Finales s. IIs. III d.C. (casa)
UBICACIÓN Zona de producción (patio porticado) MARÍA PÉREZ RUIZ
102
MU/ Edificio del Urbano CarthagoNova03-E Atrio
95
Casa de la Urbano Cabeza de Bronce
IB/Pollentia01-C
Casa de Urbano la Cañada Honda Casa Trian- Urbano gular
Domus
PROCE- CONDENCIA TEXTO Fábrica Urbano de salazones con estructura doméstica
74
41.1 BU/Clunia01-E
ML/Acinipo01-E
8
N.º REFERENCIA INV. 4 CA/Gades01-E
452 Anejos de AEspA LXVIII
61
56
42
41
15
11
5
Urbano
Opus sectile
—
No conservado No
No conservado Altar; fuente
No
No
No
No
TABLAS
Tabla 7. Lararios tipo sacrarium.
Rectangular
Rectangular
No conservado No conservado No
Opus tesellatum No conservado Aedicula
Rectangular tendente al cuadrado Rectangular
Mortero de cal
Trapezoidal
No
No
Rectangular Opus tesellatum No conservado No rematado en ábside curvo Pintura mural No
No
EQUIPA- MATERIALES MIENTO ASOCIADOS
No
No
No
No
No
PAVIMENTO REVESTIMIENTO PARIETAL Cuadrangular Opus tesellatum —
FORMA
Tabla 6. Lararios tipo aedicula y aediculae como equipamiento añadido.
Sacrarium Primera mitad — s. I d.C-? (casa) Último tercio — Hortus s. I d.C.
Urbano
203x191,5
S. IV d.C.
Peristilo
Rural
Podium
Placas de No mármol Rectangular Cimentación No conser- No vado Rectangular Podium, Pintura No repisas Desconocida Nicho, Pintura y No columnas relieves de (fragmentos), estuco cubrición (fragmentos)
60 (alt. cons.) Rectangular
Ss. II-III d.C.
Jardín (?)
Urbano
PROCEDEN- CON- UBICACIÓN CRONO- DIMENCIA TEXTO LOGÍA SIONES (cm) CO/Corduba01-E Casa de la Urbano Atrio (?) S. III d.C. 155x163 Plaza de la (2,52 m2) Corredera SE/Italica01-E Casa de los Urbano Peristilo Mediados 144x184 (2,64 m2) Pájaros s. IImediados s. III d.C. AL/Ilici02-E Casa del sector Urbano Peristilo Finales 180x150 5-F s. I-s. II .C. (2,7 m2) BU/Clunia01-E Casa Urbano Jardín (?) Mediados 158x145 (2,37 m2) Triangular s. I (post quem)-s. III d.C. (casa) BU/Clunia02-E Casa de las Urbano Peristilo Primera 180x150 Cuevas Ciegas mitad (2,7 m2) s. I d.C.-? CU/Segobriga01-E Casa de Urbano Indefinida Finales 648x705 C. Iulius s. II-primer (45,68 m2) Sylvanus tercio s. III Melanio d.C. GE/Emporiae01-E Casa n.º 1 Urbano Atrio — 230x155 (3,56 m2)
N.º REFERENCIA INV.
TA/Tarraco01-E
Domus portuaria 133 TO/Carranque01-E Villa de Materno 142.1 ZR/Bilbilis02-E Casa del Ninfeo 145 ZR/ Casa de la Caesaraugusta01-E C/ Palomeque 12
114
Anejos de AEspA LXVIII 453
Casa de las Rosetas MU/ Casa de la CarthagoNova02-E Fortuna
MU/Rihuete01-E
TA/Munts01-E
ZA/Requejo01-E
ZR/Bilbilis02-E
ZR/Celsa01-E
97
122
140
142
147
Urbano
Rural
Rural
Rural
Urbano
Urbano
Atrio
Atrio
S. I a.C.s. II/III d.C. Finales s. I a.C.160/180 d.C. Finales s. I a.C.segunda mitad s. II d.C. S. II-último cuarto s. III d.C. (villa) Finales s. IVmediados s. V d.C. Primera mitad s. I d.C-? (casa) Finales s. I a.C. (casa)
No
Rectangular
48x112x(20) Rectangular (0,53 m2)
116x192 (2,22 m2)
Pintura mural Aedicula
Opus signinum No conservado No
Empedrado
Opus signinum No conservado Nicho
Rectangular
190x290 (5,51 m2)
No
—
—
No conservado No Opus tesellatum, opus signinum
Opus signinum Estuco
Absidal semicircular
Rectangular tendente al cuadrado
Trapezoidal
125 (anch.)
180x200 (3,6 m2)
200x200 (4 m2) 155x165 (2,55 m2)
Tabla 7. Lararios tipo sacrarium (continuación).
Estancia de representación
Cubiculum (?)
Estancia de representación
Estancia de representación (tablinum)
Atrio (?)
No
No
No
No
No
No
PAVIMENTO REVESTIEQUIPA- MATERIALES MIENTO MIENTO ASOCIADOS PARIETAL Rectangular Mortero de cal Estuco blanco Nicho Esculturas en con banda roja bronce (3), pedestales en bronce (4), fragmentos de escultura en bronce (2), lucerna, monedas (6), asa de mueble, pomo de puerta Cuadrangular Opus signinum No conservado No No
FORMA
MARÍA PÉREZ RUIZ
Casa del Urbano Emblema Blanco y Negro
Casa del Ninfeo
Villa de Requejo
Villa de Els Munts
Villa de el Rihuete
HU/Osca01-E
72
94
GE/Vilauba01-C
PROCEDEN- CON- UBICACIÓN CRONO- DIMENCIA TEXTO LOGÍA SIONES (cm) Villa de Rural Peristilo Mediados 340x500 Vilauba s. I-finales (17 m2) s. III d.C.
66
N.º REFERENCIA INV.
454 Anejos de AEspA LXVIII
Casa del sector 4-C
AL/Ilici01-C
BA/Balenço01-E Recinto P
GE/ Casa 1 MasCastellar01-C
14
40
65
Tabla 8. Lararios tipo sacellum.
Rectangular No No conservado No conservado
No
Dos balsas Cabeza en mármol, ara, lucernas (3), monedas (5), sillar
REVESTIEQUIPA- MATERIALES MIENTO MIENTO ASOCIADOS PARIETAL No conservado No Árulas (3)
TABLAS
Tabla 9. Estructuras de culto no clasificables como lararios.
FORMA PAVIREVESTI- EQUIPA- MATERIALES OTROS ESTANCIA MENTO MIENTO MIENTO ASOCIADOS PARIETAL Rectangular Enlosado — No No Urbano Indefinida 228/218Kernos, 42/38 a.C. (casa) thymiaterion, botellita — — — No No No Rural (?) Indefinida Mediados s. II-s. I a.C. Rural Zona de 225-175 a.C. Rectangular — — Cinco Microvasos, Huesos representación hogares, lucerna, ara de animales, fosa para mármol mandíbula agua humana
Hortus
PAVIMENTO
Triangular Tierra (?) 120x148x(40) Rectangular Mortero de Pintura mural (1,77 m2) cal
—
Finales s. II/ comienzos s. III-finales s. IV d.C. Finales 335x450 s. II/ (15,07 m2) comienzos s. IIIcomienzos s. V d.C.
S. I d.C.
CON- UBICACIÓN CRONOLÓTEXTO GÍA
Villa del «Pou de Rural la Sargueta»
PROCEDENCIA
VA/Sargueta01-E
Jardín
Jardín
CON- UBICACIÓN CRONO- DIMENSIO- FORMA TEXTO LOGÍA NES (cm) PLANTA
MU/ Casa de la Plaza Urbano CarthagoNova01-C de San Ginés VA/Enova01-C Villa de Rural Cornelius
PROCEDENCIA
N.º REFERENCIA INV.
138
136
93
N.º REFERENCIA INV.
Anejos de AEspA LXVIII 455
CR/Puñide01-M
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-C
GE/Vilauba01-M
IB/Pollentia01-C
Casa de la Cabeza de Bronce MU/Balsapintada01-M Villa de Balsapintada
MU/Villar01-M
52
66.1
66.2
66.3
66.4
74.1
100
—
Rural
—
Indefinida
Indefinida
Urbano Rural
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Rural
Rural
Rural
Rural
Rural (?)
—
Indefinida
UBICACIÓN
Finales s. I-s. II d.C.
2,16x5,42x12,2 cm
7 cm alt.
S. I-III d.C. (villa)
S. I d.C.
S. I d.C.
S. I d.C.
Época adrianea
21 cm alt. 11,1 cm alt. escultura; 4,8 cm alt. pedestal 13 cm alt. escultura; 3,5 cm alt. pedestal 14,5 cm alt. escultura; 6 cm alt. pedestal 4,8 cm alt. (pedestal); 1,7 cm alt. (pezuña); 2,2 cm long. (cola) 14 cm alt.
S. I d.C.
21,6 cm alt.
—
S. IV d.C. Primera mitad s. I d.C. (?) —
DIMENSIONES (cm)
CRONOLOGÍA
Domus de la Plaça del Rei
BA/Barcino01-M
TA/Francoli01-M
VA/Enova01-C
ZR/Celsa09-M
ZR/Zuera01-M
124
136.1
155
162
Urbano
Urbano
Rural
Estancia de representación —
Sacrarium
—
Atrio o peristilo (?)
UBICACIÓN
Serpiente
Mercurio
2,8x6,3x9 cm 27 cm alt.
Hércules
— Finales s. II/comienzos s. IIIfinales s. IV d.C. (larario) S. I d.C. S. I d.C.
Fortuna
35,5 cm alt.
Segunda mitad s. II d.C.
Mercurio
DIVINIDAD 5,8x5,8x9 cm
DIMENSIONES (cm) Finales s. I-s. II d.C.
CRONOLOGÍA
Tabla 11. Esculturas en piedra, de uso seguro o probable como imágenes de culto doméstico.
Desconocida
Casa de Hércules
Villa de Cornelius
Rural
Urbano
CONTEXTO
Mercurio
Mercurio
Baco/Dioniso (?)
Silvano/Pan (?)
Fortuna
Mercurio
Lar tipo II
Genius
Mercurio
Mercurio
DIVINIDAD
MARÍA PÉREZ RUIZ
Villa junto al río Francolí
PROCEDENCIA
REFERENCIA
Tabla 10. Esculturas en bronce, de uso seguro o probable como imágenes de culto doméstico.
Villa de El Villar
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
Villa de Vilauba
N.º INV. 26
99
Villa de l’Alter
CS/Alter01-M
50
Estructura habitacional
Rural
Villa de Veranes Rural
CONTEXTO
PROCEDENCIA
N.º REFERENCIA INV. 25 AS/Veranes01-M
456 Anejos de AEspA LXVIII
AL/Ilici03-M
AL/Ilici04-M
AL/Ilici05-M
AL/Ilici06-M
AL/Ilici07-M
AL/Ilici08-M
AL/Ilici09-M
BA/Barcino02-M
BA/Barcino03-M
BA/Barcino04-M
BA/Barcino05-M
17
18
19
20
21
22
27
28
29
30
REFERENCIA
N.º INV 16
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
—
12x13x11,5
12,5x11x11,5
11,5x9,5x9,5
Segunda 11x10,1x10,1 mitad s. I a.C.-primer cuarto s. I d.C.
Primera mitad s. Is. IV d.C.
Primera mitad s. Is. IV d.C.
Primera mitad s. Is. III d.C.
—
—
Filetes paralelos separados por acanaladuras Cúbica Filetes paralelos separados por acanaladuras Pseudocú- Filetes bica paralelos separados por acanaladuras Cúbica Molduras escalonadas
Cúbica
—
Ss. II-III d.C. —
Liso
Liso
Guirnalda
Liso
—
—
—
Ss. II-III d.C. —
—
—
Ss. II-III d.C. —
Ss. II-III d.C. 9,1x7
Pseudocú- Filetes Liso bica paralelos separados por acanaladuras Pseudocú- Molduras No conservado bica escalonadas
Pseudocú- Molduras Acanaladura bica escalonadas central
Liso
CUERPO
Ss. II-III d.C. 20,5x17,4x14
Ss. II-III d.C. 22x16x17,5
Pseudocú- Recta con bica bisel
FORMA BASE
Foculus rebajado
Liso
—
—
—
Pulvini estrechos, foculus con forma de pátera umbilicata Pulvini, frontón y foculus central, circular y con el borde en relieve No conser- No conservado vado
Filetes paralelos separados por acanaladuras Molduras escalonadas
Molduras paralelas
—
—
—
Filetes Foculus circular paralelos rebajado separados por acanaladuras No conser- No conservado vado
Moldura recta
CORONA- REMATE MIENTO SUPERIOR No conser- No conservado vado
TABLAS
Tabla 12. Arae y arulae anepigráficas halladas en contextos domésticos.
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
CON- UBICA- CRONO- DIMENSIOTEXTO CIÓN LOGÍA NES (cm) Urbano — Ss. II-III d.C. 19x17x13
Rural Arula Villa en la C/ Montevideo
Arula Plaça del Rei
Arula Plaça del Rei
Arula Plaça del Rei
Arula —
Arula —
Arula Casa del sector 5-F (?) Arula —
SUB- PROCETIPO DENCIA Arula Casa del sector 5-F (?) Arula Casa del sector 5-F (?) Arula Casa del sector 5-F (?)
Anejos de AEspA LXVIII 457
GE/CasaRaco01-M Arula Villa de Casa del Racó HU/Puypullin01-M Arula Villa de Puypullín
IB/Pollentia02-M
69
75
93.3
Casa de la Cabeza de Bronce MU/ Casa de la Ara CarthagoNova01-C Plaza de San Ginés MU/ Arula Casa de la CarthagoNova01-C Plaza de San Ginés MU/ Arula Casa de la CarthagoNova01-C Plaza de San Ginés
Ara
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Rural
Rural
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
(21)x13,5x16,5
—
Segunda mitad s. Is. II d.C.
S. I d.C.
15 (alt.)
22 (alt.)
S. I d.C.
S. I d.C.
45 (alt.)
S. I d.C.
35x20x25
12x9,5x9,5
—
Mediados 12,1x16x8 s. I-s. III d.C.
—
S. I d.C. (villa)
Peristilo —
Zona de servicio (despensa) Zona de producción (?) —
—
Apodyterium de las termas
—
DIMENSIONES (cm) —
CUERPO
Cúbica
Cúbica
Cúbica
CORONAMIENTO Molduras escalonadas
REMATE SUPERIOR Pulvini oblicuos, denticulado
Liso
—
Gallo, kantharos, cervatillo, cabeza de toro
Liso
Pulvini, foculus plano
Pulvini y foculus liso Borde superior denticulado
Pulvini, foculus plano
Pulvini, foculus plano
Filetes Pulvini apenas paralelos esbozados, separados foculus plano por acanaladuras
Moldura recta con bisel Molduras escalonadas
Filetes Liso paralelos separados por acanaladuras — —
Moldura recta
Molduras paralelas Desfile triunfal Friso corride Cibeles do de ovas
Liso
Pseudoepígrafe No conser- No conservado en cara frontal vado
Alto y estrecho, Molduras Pulvini, liso escalonadas foculus plano
Plinto con Liso molduras escalonadas Filetes Estrella; paralelos acanaladuras separados por acanaladuras
Recta con bisel
Filetes paralelos separados por acanaladuras Ortoédrica —
Cúbica
Cúbica (?) Plinto recto con molduras escalonadas Cúbica u Filetes ortoédrica paralelos separados por acanaladuras Ortoédrica No conservada Tronco- Bandas con piramidal motivos invertida vegetales impresos Cúbica (?) Recta con bisel
Ortoédrica Plinto con Liso molduras escalonadas
FORMA BASE
MARÍA PÉREZ RUIZ
93.2
93.1
73
67
GE/Emporiae04-M Arula Casa n.º 1 o Urbano n.º 2 GE/Vilauba02-M Arula Villa de Rural Vilauba
64
Arula Villa de la Ermita de San Bartolomé
Rural
CU/ Bartolome01-M
58
Arula Casa
BA/Palauet01-M
CON- UBICA- CRONOTEXTO CIÓN LOGÍA Urbano Estancia 120-90 a.C. de representación Urbano — S. I d.C.
39
SUB- PROCETIPO DENCIA Arula Edificio B, casa
BA/Lloses01-M
REFERENCIA
N.º INV 31
458 Anejos de AEspA LXVIII
TA/Tarraco03-M
TA/Tarraco04-M
TA/Tarraco05-M
TA/Munts02-M
TA/Canaleta01-M
ZR/Bilbilis01-C
ZR/Celsa07-M
116
117
118
123
125
141.3
153
Urbano
Zona privada Jardín
Rural
Urbano
Urbano
Indefinida
Repisa larario
—
Rural
—
13,7x11,6x10,3
20,5x18,5x20
6 (alt. aprox.)
Finales s. I/ 10,3x11,5x12 comienzos s. II d.C. (post quem) 14-54 d.C. 7,8x9,5x9,5
S. II-III d.C. 42x41x44
—
S. I a.C.-s. I — d.C. (villa) S. I a.C.-s. I — d.C. (villa) — 22x21x33,5
Finales s. II- 14x23x23 comienzos s. I a.C. — 19,5x15x16
Mediados s. III d.C.
—
— Doble acanaladura que delimita campo epigráfico Liso
Liso
Moldura recta
—
Sin diferenciar Sin diferenciar
Liso
Triángulo equilátero
Liso
Liso
Pulvini
Foculus
Foculus cuadrangular
Foculus
Pulvini, foculus cuadrangular Foculus rectangular
Filetes Pulvini, foculus paralelos liso separados por acanaladuras
No conser- No conservado vado
Pulvini, foculus plano Pulvini, pseudofrontón No conser- No conservado vado
Guirnalda con Filetes pátera, sítula y paralelos urceus separados por acanaladuras Liso Moldura recta Liso Moldura recta Liso Moldura recta Pseudoepígrafe Recto
Filetes paralelos separados por acanaladuras Recta con Liso bisel
Filetes paralelos separados por acanaladuras Ortoédrica Recta con bisel Ortoédrica Recta con bisel Pseudocú- Recta bica Tronco- Recta piramidal Pseudocú- Plinto recto bica con cyma reversa invertida — Plinto recto con cyma recta invertida Cúbica —
Cúbica
Cúbica
Cúbica
Sin diferenciar Ortoédrica Sin diferenciar
Cúbica
TABLAS
Tabla 12. Arae y arulae anepigráficas halladas en contextos domésticos (continuación).
Arula Casa de la Tortuga
Arula Casa de la Fortuna
—
Rural
Rural
—
—
Indefinida
Jardín
—
—
Rural
Arula Casa de la Urbano C/ Lleida n.º 27 Arula Villa de Els Rural Munts
Arula Casa de la C/ Unió n.º 9
Arula C/ Fortuny Urbano
Arula C/ Fortuny Urbano
Arula Villa de la Canaleta 126 TA/Canaleta02-M Arula Villa de la Canaleta 127 TA/Cementiri01-M Ara Villa del Cementiri 134 TO/Carranque02-M Arula Villa de Materno 136.11 VA/Enova01-C Villa de Ara Cornelius
TA/Tarraco02-M
115 Anejos de AEspA LXVIII 459
Ss. II-III d.C. (larario) S. II-III d.C. (larario)
225-175 a.C.
225-175 a.C.
225-175 a.C.
Jarro Anforisco
6 (alt.)
Villa de Cornelius Rural
Villa de Cornelius Rural
Villa de Cornelius Rural
136.2 VA/Enova01-C
136.3 VA/Enova01-C
136.4 VA/Enova01-C
Rural
Villa de Vilauba
—
—
—
Segundo cuarto s. I d.C.
Tabla 14. Lucernas halladas en espacios de culto doméstico.
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Sacrarium
Hojas y frutos
DECORACIÓN
—
Deneauve IXA, Dressel- Líneas oblicuas en el disco Lamboglia 5A.5 — Hojas de olivo en el mango
Loeschcke VIII
—
FORMA
Pintada: motivos vegetales y animales, rostro femenino Pintura: motivos geométricos
DECORACIÓN
MARÍA PÉREZ RUIZ
66.7 GE/Vilauba01-C
N.º REFERENCIA PROCEDENCIA CONTEXTO UBICACIÓN CRONOLOGÍA INV. 65.5 GE/MasCastellar01-C Casa 1 Rural Otras estructuras de culto 225-175 a.C.
Microvaso: botella
Microvaso: vaso
Microvaso: copa
Microvaso: copa
Botellita
15,4 (alt.)
—
—
—
—
—
Tabla 13. Objetos rituales para contener líquidos hallados en espacios de culto doméstico.
Villa de Las Musas Rural
Rural
65.4 GE/MasCastellar01-C Casa 1
102.2 NA/Arellano01-C
Rural
65.3 GE/MasCastellar01-C Casa 1
Villa de Las Musas Rural
Rural
65.2 GE/MasCastellar01-C Casa 1
102.1 NA/Arellano01-C
Rural
65.1 GE/MasCastellar01-C Casa 1
Otras estructuras de culto Otras estructuras de culto Otras estructuras de culto Otras estructuras de culto Otras estructuras de culto Zona de producción (cella vinaria) Zona de producción (cella vinaria)
228/21842/38 a.C. 225-175 a.C.
Casa del sector 4-C Urbano
Kernos
14.3 AL/Ilici01-C
—
228/21842/38 a.C.
Casa del sector 4-C Urbano
Otras estructuras de culto
CRONOLOGÍA DIMENSIONES (cm) FORMA
PROCEDENCIA CONTEXTO UBICACIÓN
N.º REFERENCIA INV. 14.1 AL/Ilici01-C
460 Anejos de AEspA LXVIII
REFERENCIA
IB/Pollentia01-C
IB/Pollentia01-C
NA/Arellano01-C
NA/Arellano01-C
NA/Arellano01-C
NA/Arellano01-C
74.3
102.3
102.4
102.5
102.6
CONTEXTO
Rural
Rural
Rural
FORMA
UBICACIÓN
Zona de producción (cella vinaria)
Zona de producción (cella vinaria)
Zona de producción (cella vinaria)
Zona de producción (cella vinaria)
Habitación con aedicula
Habitación con aedicula
DECORACIÓN
Ungüentario Copa Colador Bandeja Botella
Ss. II-III d.C. (larario) Ss. I-II d.C. Ss. II-III d.C. (larario) Ss. II-III d.C. (larario)
Oinochoe
FORMA
—
—
CRONOLOGÍA
Tabla 16. Piezas de instrumentum domesticum halladas en contextos domésticos de culto.
Villa de Las Musas
Villa de Las Musas
Villa de Las Musas
CRONOLOGÍA
Cuerpo gallonado
DECORACIÓN
Otras estructuras de culto 228/218-42/38 a.C. Thymiaterion Apliques en relieve: rostros humanos
UBICACIÓN
Tabla 15. Quemaperfumes hallados en espacios de culto.
Urbano
CONTEXTO
Casa de la Cabeza de Urbano Bronce Casa de la Cabeza de Urbano Bronce Villa de Las Musas Rural
PROCEDENCIA
Casa del sector 4-C
Al/Ilici01-C
74.2
PROCEDENCIA
REFERENCIA
N.º INV.
N.º INV. 14.2
Anejos de AEspA LXVIII TABLAS 461
As
As (?)
Sacrarium 348-361 d.C. — Sacrarium 348-361 d.C. —
136.8 VA/Enova01-C Villa de Cornelius Rural
136.9 VA/Enova01-C Villa de Cornelius Rural
—
—
—
Tabla 17. Monedas encontradas en lararios.
Sacrarium 352-355 d.C. —
— —
Sacrarium 167/179 d.C. 22/24 mm; 3 mm As
23/24,5 mm; 2,5 mm 27/27 mm; 4,1 mm
136.7 VA/Enova01-C Villa de Cornelius Rural
Rural
As
26/27 mm; 4 mm As
Sacrarium 347-348 d.C. — — Sacrarium 348 d.C.
Villa de Vilauba
Sacrarium 20-10 a.C.
Sacrarium —
Sacrarium —
Sacrarium 233-235 d.C. 24/24,5 mm; 3 mm
Palmera con guirnaldas y cococrilo encadenado. COL. NEM.
—
—
Roma?
Roma
—
—
—
—
—
—
IMP. / DIVI F. Busto de Venus estante, con cetro Faustina. en la mano izquierda y manzana en la derecha. [venu]S S C FAVSTINA [augusta] Antioquía — — — — —
Busto laureado y barbado Nemausus Cabeza de Augusto laureada; cabeza de Agrippa con corona rostral.
—
—
Roma
Ilegible S C Ilegible
Busto laureado Figura estante (Roma?) sujetando una Victoria y barbado. en la mano derecha y una lanza en la izquierda. [se]VERVS [pius aug.] Busto laureado. Victoria alada con corona de flores y palma. SEVERVS ALEXANDER VICTORIA AVGVSTA (?) (?) Busto laureado Figura estante vestida con túnica y con cuerno de la abundancia.
Sestercio —
31/32 mm; 4,5 mm
REVERSO.
ANVERSO
DIMENSIONES VALOR CECA
MARÍA PÉREZ RUIZ
136.5 VA/Enova01-C Villa de Cornelius Rural 136.6 VA/Enova01-C Villa de Cornelius Rural
GEVilauba01-C
Rural
Villa de Vilauba
66.9
Rural
Villa de Vilauba
66.13 GE/ Vilauba01-C 66.8 GE/ Vilauba01-C
Rural
Villa de Vilauba
66.12 GE/ Vilauba01-C
Rural
Villa de Vilauba
66.11 GE/ Vilauba01-C
N.º REFERENCIA PROCEDENCIA CONUBICA- CRONOINV. TEXTO CIÓN LOGÍA 66.10 GE/ Villa de Vilauba Rural Sacrarium 205 d.C. Vilauba01-C
462 Anejos de AEspA LXVIII
CA/Carteia02-I
CO/Corduba02-I
SE/Italica03-I
BU/Clunia03-I
BU/Clunia04-I
BU/Clunia05-I
BU/Clunia06-I
BU/Clunia07-I
3
6
13
43
44
45
46
47
136.12
AM/Abdera01-I
VA/Enova01-C
74.3
REFERENCIA
IB/Pollentia01-C
66.15
N.º INV. 1
GE/Vilauba01-C
66.14
Jardín
Indefinida
Sacrarium
Otras estructuras de culto Sacrarium
CRONOLOGÍA
—
—
—
—
Arula
Ara
Arula
Arula
Ara
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
—
Indefinida
Indefinida
Zona de servicio Indefinida
35x20x9 13,5x5x4,5
Ss. I-III d.C.
20x13,5x12,5 Arria Nothis, pro Secundo 11x4,3x4
35x38x53
Finales s. Icomienzos s. II d.C. S. II d.C.
S. II d.C.
Ss. I-II d.C.
votum solvit libens merito
ex voto
Júpiter Óptimo Máximo Matres
Serpiente
sacrum m(erenti) Minerva p(osuit) v(otum) Augusta Genius
TABLAS
Tabla 19. Materiales con inscripción asociados al culto doméstico.
Casa n.º 1 o de Taracena Casa n.º 1 o de Taracena
Casa n.º 1 o de Taracena Casa n.º 1 o de Taracena Casa n.º 1 o de Taracena
Sillar
Aplique en bronce
Asa de mueble
FÓRMULA DIVINIDAD DEDICACCIÓN d(e) s(ua) d(ant) Lares, Genius d(edicant)
44x38x20
4,3 (alt.)
—
—
Objeto con forma de columna jónica Pomo de puerta
Columna
DIMENSIONES (cm) FORMA
Finales s. II-primer tercio — s. III d.C. 225-175 a.C. 48x37x62
PROCEDENCIA CON- UBICACIÓN CRONOLOGÍA DIMENSIO- DEDICANTE TEXTO NES (cm) Desconocida Urbano Desconocida Mediados s. I d.C. 17,5x50,5x5 Suavis libertus, Faustus vilicus 14,4x12,4x2 ? Placa Casa de la Torre Urbano Estancia de S. II d.C. del Rocadillo representación Elemento Casa romana en la Urbano — Segunda mitad — arquitectó- C/ Ramírez de las s. I a.C.nico Casas Deza comienzos s. I d.C. Desconocida Urbano Desconocida Ss. I-II d.C. 15x23x13 Arula M Aruleius
SUBTIPO Placa
Rural
Urbano
Rural
UBICACIÓN Sacrarium
Tabla 18. Materiales varios encontrados en contextos de estructuras de culto doméstico.
Casa de la Cabeza de Bronce Villa de Cornelius
Villa de Vilauba
Rural
GE/ MasCastellar01-C GE/Vilauba01-C
65.6
Villa de Vilauba
Casa de C. Iulius Sylvanus Urbano Melanio Casa 1 Rural
CU/Segobriga01-E
56.3
CONTEXTO
PROCEDENCIA
N.º INV. REFERENCIA
Anejos de AEspA LXVIII 463
CU/Segobriga02-I Ara
CU/Asperones01-I Árula
CU/ Quintanares01-I
LE/Villares01-I
MA/Villamanta01-I Ara
MU/ Elemento Desconocida RamblaBoltada01-I arquitectónico SO/Uxama01-I Casa sobre el Ara antiguo Foro
SO/Uxama02-I
SO/Uxama03-I
SO/Villares03-I
SO/Gazala01-I
57
59
60
76
92
101
104
105
111
112
103
CR/Nogueira01-I
53
Ara
Villa de Gazala
Villa de Los Villares
Desconocida
Casa n.º 2
Villa de Los Villares Desconocida
Villa de Los Asperones Villa de Los Quintanares
Rural
Rural
Urbano
Urbano
Urbano
Rural
Urbano
Rural
Rural
Rural
Urbano
Rural
Rural
—
—
—
Indefinida
Triclinium
—
—
—
—
Zona de servicio Reutilizado en la muralla medieval —
—
Ss. I-II d.C.
S. III d.C. (ante quem) S. III d.C.
Ss. II-III d.C.
73/74-200 d.C.
Último cuarto s. I a.C.
faciendum coiravit et dedicavit (38)x26x11 Quintus votum solvit Caecilius Titi libens merito Filius Titius miles legionis 10,5x7,5x10,5 ? votum solvit libens merito 25 (alt.); sacrum 16 (anch.) 25x13x14 Valerius Camilus et Servata 34,5x28x29 Gaio filio suo votum solvit Herculenti. libens merito Dedicante no conservado
22x34x111
Hércules
Júpiter Óptimo Máximo (?) Júpiter Óptimo Máximo Júpiter Óptimo Máximo
Fortuna
Lares
Lares
127 (alt.)
S. II d.C. (?)
sacrum
Marte Tileno
Minerva
Zeus Theos Megistos
Mercurio
8,5x4,5x0,3
sacrum
por voto
sacrum
Mercurio
Valerius Secundus Sextus Numisius
Caius Iulius Sylvanus
?
10x9x6 cm
18x10x9
(51)x36x32
16,5x9x4,5
52x28x28
Matres Titus Racilius ex voto Valerianus Lucius Fulvius votum fecit libens Hércules Proculus merito
Finales s. IIcomienzos s. III d.C. S. II o III d.C.
—
—
—
S. I d.C.
9x10,5x10,5
DIMENSIO- DEDICANTE FÓRMULA DIVINIDAD NES (cm) DEDICACCIÓN 12x8x8 sacrum MARÍA PÉREZ RUIZ
Arula
Arula
Arula
Placa
Árula
Arula
Ara
Villa en las cercanías de Montiel Villa del Agro de Nogueira Segóbriga
CI/Montiel01-I
51
Arula
BU/Clunia09-I
PROCEDENCIA CON- UBICACIÓN CRONOLOGÍA TEXTO Casa n.º 1 o de Urbano — Ss. I-II d.C. Taracena Casa n.º 2 Urbano Indefinida S. II d.C.
49
SUBTIPO Arula
BU/Clunia08-I
REFERENCIA
N.º INV. 48
464 Anejos de AEspA LXVIII
Ara
VA/Saguntum01 -I Ara
139
Arula
VA/Enova02-I
TA/Tarraco08-I
121
Arula
137
TA/Tarraco07-I
120
Ara
Ara
TA/Tarraco06-I
119
Ara
136.10 VA/Enova01-C
SO/Valdanzo01-I
113
Tablinum
Sacrarium
Rural (?) —
Rural
Rural
—
—
—
Peristilo
S. I d.C.
Finales s. IIcomienzos s. III d.C.
Finales s. IIcomienzos s. III d.C.
Primera mitad s. II d.C.
Segunda mitad s. II d.C.
Ss. II-III d.C. Caius ex voto Camilius Firmus Telesphorus et donum dederunt Plate
sacrum
(18)x27x27, ? ? coronamiento; (14)x15x(7), cuerpo 40x23x23 pro salute Corneli Iuniani Vibius Eutychus 31x26x24 pro salute votum solvit Luci nostri (?) Surus
12x10x8
21,5x14,5x16 Publius Aelius ex voto Augusti libertus victor
(87)x50x44
16x15x10
Tabla 19. Materiales con inscripción asociados al culto doméstico (continuación).
Desconocida
Villa de Cornelius
Villa de Cornelius
C/ del Governador Urbano González esq. C/ de la Unió Casa entre las Urbano C/ Lleida, Cervantes, Colón y Reding Pedrera del Port Urbano
Villa de San Pedro Rural de Valdanzo
Lares
Júpiter Óptimo Máximo
Júpiter Óptimo Máximo Capitolino Hércules Invicto
Júpiter Óptimo Máximo
Lares, Genius, Tutela
Marte
Anejos de AEspA LXVIII TABLAS 465
BU/Clunia03-I
BU/Clunia04-I
BU/Clunia05-I
BU/Clunia06-I
BU/Clunia07-I
BU/Clunia08-I
BU/Clunia09-I
44
45
46
47
48
49
Urbano Casa n.º 1 o de Taracena
Casa Urbano n.º 1 o de Taracena
12x8x8
Ss. I-II d.C.
9x10,5x10,5
13,5x5x4,5
35x20x9
11x4,5x4
20x13,511,3x12,5
Ss. I-III d.C.
Indefinida S. II d.C.
—
—
Indefinida S. II d.C.
Indefinida Finales s. I-comienzos s. II d.C.
Indefinida S. II d.C.
Zona de servicio
Inscripción en cara frontal
Inscripción en cara frontal
REMATE SUPERIOR Rebajado, con resalte al fondo
Pulvini, foculus, frontón
Pulvini, foculus semicilíndrico
Pulvini, foculus circular de sección semicilíndrica Molduras Pulvini unidos escalonadas entre sí por y remate una depresión recto a modo de foculus Molduras paralelas separadas por acanaladuras Moldura Pulvini unidos con cyma entre sí por recta una depresión a modo de foculus Molduras Foculus en escalonadas relieve
Plinto con cyma reversa
CORONAMIENTO Cyma reversa, banda recta
Inscripción en cara frontal Plinto recto Inscripción Molduras con molduras en cara escalonadas escalonadas frontal y remate recto Plinto recto Inscripción Molduras con molduras en cara escalonadas escalonadas frontal y remate recto
Molduras escalonadas
Filetes paralelos separados por acanaladuras Plinto con cyma recta invertida
Plinto recto Inscripción con molduras en cara escalonadas frontal
CRONO- DIMENSIO- BASE CUERPO LOGÍA NES (cm) 15x23x13 cm Escalonada: Relieve Ss. I-II d.C. plinto, cyma en la cara reversa frontal: dos invertida serpientes acercándose a un altar con piña y ¿manzanas? 53x38x35 Plinto con Inscripción Ss. I-II d.C. cyma reversa en cara invertida frontal
ex voto
sacrum
votum solvit libens merito
Espigas ex voto de bronce para sujeción
OTROS FÓRMULA
MARÍA PÉREZ RUIZ
Arula Casa n.º 2 Urbano
Urbano Arula Casa n.º 1 o de Taracena Urbano Arula Casa n.º 1 o de Taracena
Ara
Árula Casa Urbano n.º 1 o de Taracena
Urbano Arula Casa n.º 1 o de Taracena
Ara
REFERENCIA SUB- PROCE- CON- UBICATIPO DENCIA TEXTO CIÓN SE/Italica03-I Arula Descono- Urbano — cida
43
N.º INV. 13
466 Anejos de AEspA LXVIII
Rural Árula Villa de Los Asperones CU/ Árula Villa de Rural Quintanares01-I Los Quintanares
MA/ Ara Villamanta01-I SO/Uxama01-I Ara
59
92
SO/Villares03-I Arula Villa de Los Villares
111
Rural
SO/Uxama03-I Arula Descono- Urbano cida
Descono- Urbano cida Casa sobre Urbano el antiguo Foro SO/Uxama02-I Arula Casa n.º 2 Urbano
105
104
103
60
CU/ Segobriga02-I
57
CU/ Asperones01-I
CR/ Nogueira01-I
53
Villa en Rural las cercanías de Montiel Arula Villa del Rural Agro de Nogueira Segóbriga Urbano Ara
CI/Montiel01-I Ara
51
282 d.C.
S. I d.C.
—
18x10x9
(51)x36x32
16,5x9x4,5
52x28x28
(10,5)x 7,5x10,5
—
Plinto con cyma recta invertida
Recta con bisel
Pulvini, foculus
sacrum
votum fecit libens merito
—
votum solvit libens merito
sacrum
sacrum
No No conservado Parte votum solvit conservado de una libens merito decoración de círculos concéntricos en un costado Inscripción Recto Liso sacrum en la cara frontal Inscripción Moldura Foculus en la cara recta con circular frontal cyma recta
No No conservado conservado
—
Rebaje
Pulvini, foculus
No conser- No conservado Inscrip- por voto vado ción en griego
No diferen- Pulvini (?), ciado foculus (?)
Inscripción Moldura en cara triple frontal Inscripción Recto en cara frontal
Inscripción en cara frontal Inscripción en cara frontal
Inscripción — en cara frontal
Inscripción en la cara frontal Plinto recto Inscripción con molduras en la cara escalonadas frontal, círculos concéntricos
Recta con bisel
—
Recta
Plinto recto con molduras escalonadas Filetes paralelos separados por acanaladuras No conservada
—
Tabla 20. Arae y arulae con epigrafía asociadas al culto domésticos.
—
S. III d.C. 25 (alt.); (ante 16 (anch.) quem) Descono- S. III d.C. 25x13x14 cida
Indefinida Ss. II-III d.C.
—
10x9x6 Finales s. IIcomienzos s. III d.C. — S. II d.C. 127 (alt.) (?) (38)x26x11 Triclinium 73/74200 d.C.
—
Reutiliza- — da en la muralla medieval
Zona de servicio
—
Anejos de AEspA LXVIII TABLAS 467
Rural Arula Villa de San Pedro de Valdanzo TA/Tarraco06-I Ara C/ del Go- Urbano vernador González esq. C/ de la Unió
TA/Tarraco07-I Arula Casa entre Urbano las C/ Lleida, Cervantes, Colón y Reding TA/Tarraco08-I Arula Pedrera Urbano del Port
120
40x23x23 Tablinum Finales s. IIcomienzos s. III d.C. Descono- Rural (?) — S. I d.C. 31x26x24 cida
VA/ Saguntum01-I
139
Tabla 20. Arae y arulae con epigrafía asociadas al culto domésticos (continuación).
No conservada
Plinto con cyma recta invertida
sacrum
Restos ? Pulvini, de fuego foculus circular, frontón triangular Inscripción Moldura Pulvini, focuen cara con cyma lus cuadrado, frontal recta frontón semicircular Inscripción No diferen- No diferenvotum solvit en cara ciado ciado frontal
Pulvini, foculus liso
ex voto
No diferen- Rebaje ciado semicircular en cara frontal
Inscripción Molduras en la cara escalonadas frontal y remate recto Inscripción Molduras en cara escalonadas frontal
donum dederunt
No No conservado conservado
MARÍA PÉREZ RUIZ
Ara
Villa de Rural Cornelius
VA/Enova02-I
Ara
Plinto recto y molduras escalonadas
(18)x27x27, No coronamiento; conservada (14)x15x(7), cuerpo
12x10x8
Plinto recto y molduras escalonadas
CORONA- REMATE OTROS FÓRMULA MIENTO SUPERIOR Inscripción No No conservado votum solvit en la cara conservado libens merito frontal Epígrafe en No No conservado ex voto cara frontal conservado
CUERPO
Inscripción en la cara frontal. Relieves en las laterales: urceus, pátera. 21,5x14,5x16 No Inscripción diferenciada en la cara frontal
(87)x50x44
137
Sacrarium Finales s. IIcomienzos s. III d.C.
—
Primera mitad s. II d.C.
Segunda mitad s. II d.C.
Villa de Rural Cornelius
—
—
—
CRONO- DIMENSIO- BASE LOGÍA NES (cm) Ss. I-II (34,5)x29x28 Plinto recto d.C. y moldura escalonada (16)x15x10 Plinto recto Ss. II-III d.C. y molduras escalonadas
136.10 VA/Enova01-C Ara
121
119
SO/ Valdanzo01-I
113
Peristilo
REFERENCIA SUB- PROCE- CON- UBICATIPO DENCIA TEXTO CIÓN SO/Gazala01-I Ara Villa de Rural — Gazala
N.º INV. 112
468 Anejos de AEspA LXVIII
BA/ Edificio B Urbano Lloses02-O
32
Urbano
Casa de Peristilo Axial
SE/ Celti01-O
9
Estancia de representación — 8,5x4,5x0,3
S. II o III d.C.
Rural
Urbano —
—
Posición fetal. Cabeza orientada al sur
—
POSICIÓN
Pequeñas piezas de forma hemiesférica, fragmentos de escoria de hierro, fragmentos indeterminados de hierro, hacha (dolabrum)
No
AJUAR
Fosa No recubieta de cerámica y delimitado por piedras
Junto al muro sureste TABLAS
Tabla 23. Enterramientos infantiles hallados en viviendas.
TIPO DE EDAD ENTERRAMIENTO Estancia Segunda mitad Inhumación Feto a de repre- s. I a.C.-segunda término o sentación mitad s. I d.C. neonato (36(?) 40 semanas) Indefinida 120-90 a.C. Inhumación Feto a término (3840 semanas)
CRONOLOGÍA
faciendum coiravit et dedicavit
TIPO DE FAUNA COLO- OBSERDEPÓSITO ASOC. CACIÓN VACIONES Fosa No Depósitos Hallados de solo tres nivelación huesos
Segunda mitad s. I a.C.comienzos. s. I d.C. Último cuarto s. I a.C. 22x34x111
CONTEXTO UBICACIÓN CRONOLOGÍA
d(e) s(ua) d(ant) d(edicant) sacrum m(erenti) p(osuit) v(otum)
FÓRMULA
DIMENSIONES (cm) FÓRMULA
14,4x12,4x2
S. II d.C.
17,5x50,5x5
Mediados. s. I d.C.
Tabla 21. Placas con epigrafía asociadas al culto doméstico.
Rural
Urbano
DIMENSIONES (cm)
CRONOLOGÍA
Tabla 22. Elementos arquitectónicos con epigrafía asociados al culto doméstico.
CON- UBICATEXTO CIÓN
PROCEDENCIA
N.º REFEINV. RENCIA
101
PROCEDENCIA
Casa de la Torre del Rocadillo Villa de Los Villares
Urbano
Desconocida
—
CONTEXTO UBICACIÓN
PROCEDENCIA
Casa romana en la C/ Ramirez de las Casas Deza MU/RamblaBoltada01-I Desconocida
CO/Corduba02-I
REFERENCIA
LE/Villares01-I
76
N.º INV. 6
CA/Carteia02-I
3
N.º REFERENCIA INV. 1 AM/Abdera01-I
Anejos de AEspA LXVIII 469
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C.
Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C.
Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C.
Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C.
Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C.
Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C.
Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C.
No
Decúbito No lateral derecho Decúbito No ventral
Inhumación Neonato
Inhumación —
Decúbito No supino
Inhumación —
Decúbito No lateral izquierdo
Decúbito No lateral
Inhumación Nonato (?)
Inhumación —
—
No
Decúbito No ventral
Indeterminada
Inhumación —
Inhumación Escasos meses
No
AJUAR
Posición No fetal
—
POSICIÓN
—
—
—
—
—
—
—
—
Paralelo al muro sur
Palalelo y junto a los cimientos
Esquina noroeste
Esquina noroeste
Esquina noroeste
Esquina noroeste
No
Centro de la estancia
Cáscaras Esquina de huevo noreste
No
No
No
No
No
No
TIPO DE FAUNA COLO- OBSERDEPÓSITO ASOC. CACIÓN VACIONES — No Bajo el pavimento Fosa circular No Bajo un muro MARÍA PÉREZ RUIZ
84
83
82
81
80
79
78
Urbano
LR/ Villa del Ilerda01-O Antic Portal de la Magdalena LR/ Villa del Ilerda02-O Antic Portal de la Magdalena LR/ Villa del Ilerda03-O Antic Portal de la Magdalena LR/ Villa del Ilerda04-O Antic Portal de la Magdalena LR/ Villa del Ilerda05-O Antic Portal de la Magdalena LR/ Villa del Ilerda06-O Antic Portal de la Magdalena LR/ Villa del Ilerda07-O Antic Portal de la Magdalena LR/ Villa del Ilerda08-O Antic Portal de la Magdalena
77
37
CRONOLOGÍA
TIPO DE EDAD ENTERRAMIENTO Indefinida 180-50/40 a.C. Inhumación Fetos y neonatos Indefinida Mediados/tercer Inhumación Feto a cuarto s. II a.C. término o neonato Indefinida Mediados Inhumación — s. I-finales s. II d.C.
CON- UBICATEXTO CIÓN
BA/ Casa n.º 3 Urbano Darro01-O BA/ Casa Urbano Mateu01-O
PROCEDENCIA
35
N.º REFEINV. RENCIA
470 Anejos de AEspA LXVIII
SO/ Casa de los Urbano Uxama04-O Plintos
ZR/ Casa del Bilbilis03-O Ninfeo
143
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
106
88
87
86
Urbano
LR/ Villa del Ilerda09-O Antic Portal de la Magdalena LR/ Villa del Ilerda10-O Antic Portal de la Magdalena LR/ Villa del Ilerda11-O Antic Portal de la Magdalena LR/ Villa del Ilerda12-O Antic Portal de la Magdalena
85
Segunda mitad s. I d.C.
Cremación
—
Inhumación 6-7 meses
Decúbito No lateral izquierdo
Inhumación —
—
Fíbula tipo Auccisa
No
No
No
Olla trípode No de cerámica común reductora, sellada con media cantimplora de TSH, forma Hermet 13
—
—
—
—
Esquina suroeste
Esquina suroeste
Esquina noroeste
Sobre el suelo
Posible Esquina ofrenda suroeste ritual con restos de fauna Fetal, Copita de TSH Fosa ovalada No — cabeza al Drag. 27 y vaso excavada en sur mi- de vidrio verde la arcilla, rando al sobre la roca oeste madre
Decúbito No lateral izquierdo
Decúbito No lateral derecho
Inhumación —
Inhumación Neonato
Decúbito Fragmento de supino bronce
Inhumación Escasos meses
Cráneo con huellas de trepanación. Huesos de otro niño, diente y fragmento de cráneo de adulto junto a él. Finales del s. I d.C. (post quem) TABLAS
Tabla 23. Enterramientos infantiles hallados en viviendas (continuación).
Indefinida —
Zona de paso
Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C.
Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C.
Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C.
Indefinida Mediados s. I-finales s. II d.C.
Anejos de AEspA LXVIII 471
ZR/ Celsa03-O
ZR/ Celsa04-O
ZR/ Celsa05-O
ZR/ Celsa08-O
ZR/ Celsa10-O ZR/ Celsa11-O ZR/ Celsa12-O
149
150
151
154
156
158
Indefinida Finales s. I a.C. Inhumación —
Urbano
Casa de Hércules Casa de Hércules Casa de Hércules
Urbano
Urbano
Urbano
Indefinida —
Indefinida —
Indefinida —
Inhumación —
Inhumación —
Inhumación —
Inhumación Meses
Indefinida Finales s. I a.C. Inhumación —
Urbano
Indefinida 43-38 a.C.
Indefinida Finales s. I a.C. Inhumación —
Urbano
Casa de la Urbano Tortuga
Casa del Emblema Blanco y Negro
Casa del Emblema Blanco y Negro
Casa del Emblema Blanco y Negro
Urbano
Urbano
CRONOLOGÍA
TIPO DE EDAD ENTERRAMIENTO Indefinida — Inhumación Feto a término o neonato Indefinida Finales s. I a.C. Inhumación —
CON- UBICATEXTO CIÓN
No
No
No
No
No
AJUAR
—
—
Huesos — de animales no identificados bajo el esqueleto
No
No
La cabeza se encontraba fuera de la fosa
TIPO DE FAUNA COLO- OBSERDEPÓSITO ASOC. CACIÓN VACIONES — No Esquina de la estancia Fosa bajo el No Junto a la Otros tres suelo esquina enterrasuroeste mientos en la misma estancia Fosa bajo el No Junto Otros tres suelo al muro enterraoeste mientos en la misma estancia Fosa bajo el No Junto Otros tres suelo al muro enterraoeste mientos en la misma estancia Fosa bajo el No Junto al Otros tres suelo muro este enterramientos en la misma estancia Sobre cama No Junto a de gravas un muro, bajo el pavimento Fosa bajo el pavimento — No Fosa bajo el pavimento Decúbito Anillo de hueso Fosa de yeso, supino, rodeada de pequeñas con orienpiedras y cubierta tación parcialmente norestesuroeste con una piedra
Decúbito No supino, con la cabeza girada — No
—
—
—
—
—
POSICIÓN MARÍA PÉREZ RUIZ
157
ZR/ Celsa02-O
148
Casa del Emblema Blanco y Negro
ZR/ Casa del Bilbilis04-O Ninfeo
PROCEDENCIA
144
N.º REFEINV. RENCIA
472 Anejos de AEspA LXVIII
ZR/ Celsa15-O
161
160
ZR/ Celsa13-O ZR/ Celsa14-O
159
Casa B de Urbano la insula II
Casa de Urbano Hércules Casa D de Urbano la insula II
Cella ostiaria (?)
—
Palomita de alabastro en el nivel de abandono de la misma estancia
A lo largo Único del muro enterraeste miento múltiple en una casa de Celsa
Fosa bajo el Huevo — pavimento de pájaro Fosa bajo el Huevo — pavimento
Jarrita bitroncocónica de cerámica gris emporitana, con un huevo, una aguja de bronce y una cuenta de pasta vitrea — No
No
Tabla 23. Enterramientos infantiles hallados en viviendas (continuación).
No
Primer decenio Varios ente- — rramientos s. I d.C. mezclados, seis individuos al menos
— —
Inhumación — Inhumación —
Indefinida 44 a.C. aprox.
Indefinida —
Anejos de AEspA LXVIII TABLAS 473
Casa del «mosaico helenístico»
AL/Ilici10-O
AL/Ilici11-O
BA/Lloses03- O
BA/Lloses04-O
BA/Iluro01-O
BA/Mateu02-O
CU/Ercavica01-O
23
24
33
34
36
38
54
Casa del Médico
Casa
Casa de la Plaça Gran
Edificio B
Edificio B
Casa del «mosaico helenístico»
PROCEDENCIA
N.º REFERENCIA INV.
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Urbano
Fosa cubierta por fragmentos informes de cerámica común
Fosa
Descono- Mediados Oquedades en cida s. I a.C.- los niveles de comienzos cimentación s. I d.C.
Indefinida Segundo cuarto s. I d.C. Indefinida Mediados/ tercer cuarto s. II a.C.
Indefinida 120-90 a.C.
Indefinida 120-90 a.C.
Indefinida Finales s. I a.C.comienzos s. I d.C Nivel de cenizas
CRONO- TIPO DE LOGÍA DEPÓSITO
Indefinida Finales s. I a.C.comienzos s. I d.C.
CON- UBICATEXTO CIÓN
Recipiente de No cerámica común republicana y recipiente de tradición indígena y factura local, con decoración pintada a bandas
CERÁMICA ASO- OTROS CIADA MATERIALES ASOCIADOS Crátera de cerámica Gema con ibérica pintada; entalle dentro olla de cerámica de la crátera común; cantarito con decoración reticulada Vaso crateriforme, Cuchillo y «pebetero» con removedor de forma de cabeza hierro femenina, relieves cerámicos Vasos calados, No jarra en miniatura de cerámica gris ampuritana Vasito de paredes Taba y as de finas bronce dentro del vasito Jarra de cerámica Moneda gris ibérica dentro de la jarra Vaso de cerámica Restos óseos, ibérica común, sin posiblemente borde humanos —
Bajo el pavimento
No
No
No
Excavada en el terreno natural — Dudas sobre la funcionalidad doméstica de la estructura donde se ha hallado Junto a los machones de sillares
Microfauna Bajo el dentro del vasito pavimento
Restos de fauna —
No
No
FAUNA ASO- COLOCA- OBSERVACIADA CIÓN CIONES
474 MARÍA PÉREZ RUIZ Anejos de AEspA LXVIII
CU/Ercavica02-O
GE/Vilauba03-O
GE/Guso01-O
GE/ Tolegassos01-O
LR/Ilerda13-O
LR/Corbins01-O
LR/ TorreAndreu01-O
55
68
70
71
89
90
91
Rural
Urbano
Rural
No
No
Mediados Fosa cubierta Jarra s. II d.C. por una losa
Siete vasijas
Tabla 24. Depósitos votivos hallados en viviendas.
No
No
No
Quince jarras de No cerámica común de producción local, con un asa
Cuatro jarras de No cerámica común de producción local, con un asa
Jarra de cerámica común
No
Cista No Descono- S. IImediados cuadrangular, cida s. III d.C. excavada en el suelo y forrada de tegulae
Zona de servicio
Indefinida Mediados Siete s. I-finales oquedades s. II d.C.
Urbano
Cuatro nichos con camas de restos de aves u ovicáprido
Muro Primera Quince nichos perimetral mitad s. III con camas de d.C. restos de aves u ovicápridos lechales
Descono- Mediados cida s. I a.C.comienzos s. I d.C. Peristilo Último tercio s. I d.C. Muro Finales perimetral s. IIcomienzos s. III d.C.
Rural
Villa de Torre Rural Andreu
Villa del Antic Portal de la Magdalena Villa de Corbins
Villa de Tolegassos
Villa de Mas Rural Gusó
Villa de Vilauba
Casa al sur del Foro —
De pie, junto a muros Restos de — cordero dentro de la fosa; restos de aves y un huevo dentro de la jarra Valvas de ostra — marina común
Uno o dos huevos ¿de gallina?
Huevos, cráneo Junto de gallina al muro perimetral oeste
Bajo la cimentación de un muro Huevos, cráneo Junto de gallina al muro perimetral este
Cráneo de ave
No
La jarra se encontraba encima de la losa que cubría la fosa
Una de las jarras carece de asa. Todas acostadas y con la boca mirando al norte Algunas jarras sin asa. Todas acostadas y con la boca orientada al norte
Anejos de AEspA LXVIII TABLAS 475
SO/Uxama06-O
TA/ CasaBlanca01-O
TA/ CasaBlanca02-O TA/ CasaBlanca03-O
108
128
129
Urbano
ZR/ Casa de la Caesaraugusta02-O C/ Gavín y Sepulcro
146
Enterramiento cubierto por un estrato de preparación del suelo
Jarra sellada
No
Jarra de grandes No dimensiones, de cuerpo globular, con un asa.
Tabla 24. Depósitos votivos hallados en viviendas (continuación).
Descono- — cida
Indefinida Primera mitad s. II d.C.
Indefinida Primera mitad s. II d.C.
Indefinida Finales s. I d.C. Indefinida Primera mitad s. II d.C.
Ss. II-III d.C. Indefinida Finales s. I d.C.
Sótano
Indefinida Segunda mitad s. I d.C.
CERÁMICA ASO- OTROS CIADA MATERIALES ASOCIADOS Hoyo en la Vaso de cerámica Canto a modo roca pintada, forma 4 de tapadera de Abascal, con carena en la panza y decoración de pájaros Hoyo en el Ollita de TSH con No suelo arcilloso tapadera No Sobre el Dos jarras de terreno cerámica común, de natural, perfil globular, con cubierto por un asa un estrato de nivelación Hoyo en el Jarra de TSH No terreno natural Jarrita de cerámica No común africana, de perfil globular y marcada por estrías Jarrita de cerámica No común africana, de perfil globular y marcada por estrías
CRONO- TIPO DE LOGÍA DEPÓSITO
Acostada
El vaso estaba calzado con guijarros en el interior del hoyo Olla sellada pero vacía Acostadas, con los fondos en contacto y paralelas a los muros Acostada
Junto a los Acostada muros de una esquina de la estancia Junto Acostada al muro perimetral sureste
Junto al muro de la estancia
—
Junto al muro perimetral
—
—
Huevos de ave — en el interior de la jarra
No
No
No
No
No
No
Pollo de gallus
FAUNA ASO- COLOCA- OBSERVACIADA CIÓN CIONES MARÍA PÉREZ RUIZ
Urbano
Villa de Casa Rural Blanca
TA/ CasaBlanca05-O
132
Villa de Casa Rural Blanca
TA/ CasaBlanca04-O
Villa de Casa Rural Blanca Villa de Casa Rural Blanca
131
130
Casa de los Plintos
SO/Uxama05-O
107
CON- UBICATEXTO CIÓN
Casa de los Urbano Plintos Villa de Casa Rural Blanca
PROCEDENCIA
N.º REFERENCIA INV.
476 Anejos de AEspA LXVIII
ABREVIATURAS
ActaAntHung1 AdI AE AespA AJA AnArqAnd Anas AnCord AnMurcia ANRW
AntCl ArchPrehistLev ArchRel ARYS ASchw AW BAcRHist Baetica BAR BARIntSer BAsEspA BCH BCom BMusMadr BMusZaragoza Bolskan BSAA BSR Caesaraugusta CIL CILA ClPhil Complutum Cornucopia CuadGallegos CuPAUAM 1
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Se sigue la propuesta de abreviaturas del Archäologischer Anzeiger.
478
MARÍA PÉREZ RUIZ
Daremberg-Saglio
DialA DNP EAA Empúries EspacioPreh EspacioHist Gallia Gnomon Habis HAE HAW HEp Hermes HispAnt HuelvaA Iberia ILER ILS JRA Laietania LIMC LTUR Lucentum MemHistAnt Métis MF MM MMAP NotAHisp NSc OpFin Opus Paleohispánica Pallas Phoenix Platner-Ashby Pyrenae QuadCast RAMadrid RAPon RArchBiblMus RArtMus RE Paulys REA
Anejos de AEspA LXVIII
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Anejos de AEspA LXVIII
REIb RendPontAc RIC RIT RhM RM Roscher, ML RStLig RStPomp Saguntum Salduie Spal StHist StMatStorRel StOliv TiLeon TIR J-30 TLL TrabNavarra TrabPrehist TribArq Veleia Zephyrus ZPE
ABREVIATURAS
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Anejos de AEspA LXVIII
SALUSTIO Sall., Catil.
SÉNECA Sen., Cons. Marc. Sen., epist. SERVIO Serv., Aen.
Serv., georg.
SUETONIO Suet., Aug.
Suet., Dom. Suet., Vit. TÁCITO Tac., ann. Tac., Germ.
TERTULIANO Tert., nat.
Tert., spect. TIBULO Tib.
TITO LIVIO Liv.
VALERIO FLACO Val. Fl. VALERIO MÁXIMO Val. Max.
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513
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514
MARÍA PÉREZ RUIZ
VARRÓN Varro, ling.
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VITRUBIO Vitr.
Anejos de AEspA LXVIII
M. Terenti Varronis de Linguae Latinae Quae Supersunt, ed. G. Goetz y F. Schoell, Bibliotheca scriptorum Graecorum et Romanorum Teubneriana, Leipzig, 1910 (latín). Varrón, La lengua latina. Libros V-VI, ed. L. A. Hernández Miguel, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1998 (castellano).
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ARCHIVO ESPAÑOL DE ARQUEOLOGÍA (AEspA) NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE MANUSCRITOS
Normas de redacción Dirección.—Redacción de la Revista: calle Albasanz 26-28, E-28037 Madrid; Teléfono: +34 91 6022300; Fax: +34 913045710; correo electrónico: [email protected] Contenido.—Archivo Español de Arqueología es una revista científica de periodicidad anual que publica trabajos de Arqueología, con atención a sus fuentes materiales, literarias, epigráficas o numismáticas. Tiene como campo de interés las culturas del ámbito mediterráneo y europeo desde la Protohistoria a la Alta Edad Media, flexiblemente abierto a realidades culturales próximas y tiempos fronterizos. Se divide en dos secciones: Artículos, dentro de los que tendrán cabida tanto reflexiones de carácter general sobre temas concretos como contribuciones más breves sobre novedades en la investigación arqueológica; y Recensiones. Además, edita la serie Anejos de Archivo Español de Arqueología, que publica de forma monográfica libros concernientes a las materias mencionadas. Los trabajos serán originales e inéditos y no estarán aprobados para su edición en otra publicación o revista. Formulario de autoría.—Al enviar el artículo, los autores deben incluir una declaración específica de que el artículo no se ha sometido a presentación para su evaluación y publicación en otras revistas simultáneamente o con anterioridad. En el momento en que el artículo sea aceptado, al enviar el texto y figuras definitivas, deberán rellenar un formulario específico donde constarán las condiciones de copyright de las publicaciones del CSIC. Normas editoriales 1. El texto estará precedido de una hoja con el título del trabajo y los datos del autor o autores (nombre y apellidos, institución, dirección postal, teléfono, correo electrónico, situación académica) y fecha de entrega. Cada original deberá venir acompañado por la traducción del Titulo al inglés, acompañado de un Resumen y Palabras Claves en español, con los respectivos Summary y Key Words en inglés. De no estar escrito el texto en español, los breves resúmenes y palabras clave vendrán traducidos al español e inglés. Las palabras clave no deben incluir los términos empleados en el título, pues ambos se publican siempre conjuntamente. 2. Se entregará una copia impresa y completa, incluyendo toda la parte gráfica. Se adjuntará asimismo una versión en soporte informático, preferentemente en MS Word para Windows o Mac y en PDF, con imágenes incluidas. 3. El texto no deberá exceder las 11000 palabras. Sólo en casos excepcionales se admitirán textos más extensos. Los márgenes del trabajo serán los habituales (superior e inferior de 2 cm; izquierdo y derecho de 2, 5 cm). El tipo de letra empleado será Times New Roman de 12 puntos a un espacio, con la caja de texto justificada. Aparecerá la paginación correlativa en el ángulo inferior derecho. Se empleará a comienzo de párrafo el sangrado estándar (1, 25). Salvo la separación lógica entre diferentes apartados, no se dejarán líneas en blanco entre párrafos. En ningún caso se utilizarán negritas. 4. Se cuidará la exacta ordenación jerárquica de los distintos epígrafes, numerándolos indistintamente mediante guarismos romanos y árabes, e incluso sin numeración. 5. Cuando se empleen citas textuales en el texto o en notas a pie de página se entrecomillarán, evitando la letra cursiva. Dicha letra se acepta para topónimos o nombres en latín. En estos casos, se preferirán las grafías con “v” en lugar de “u”, tanto para mayúsculas como para minúsculas (conventus mejor que conuentus). 6. Por lo que se refiere al sistema de cita, deberá emplearse el sistema “americano” de citas en el texto, con nombre de autor en minúscula y no se pondrá coma entre autor y año (apellido o apellidos del autor año: páginas). Si los autores son dos se incluirá la conjunción “y” entre ambos. Si los autores fueran más de dos se indicará el apellido del primero seguido por la locución et alii. Se incluirá una bibliografía completa al final del trabajo. En la bibliografía final, los títulos de monografías irán en cursiva, mientras que en los artículos el título se colocará entrecomillado. Los nombres de los autores, ordenados alfabéticamente por apellidos, en la bibliografía final irán en letra redonda, seguidos por el año de publicación y dos puntos. Si los autores son dos, irán unidos por la conjunción «y». Si son varios los autores, sus nombres vendrán separados por comas, introduciendo la conjunción «y» entre los dos últimos. En el caso de que un mismo autor tenga varias obras, la ordenación se hará por la fecha de publicación, de la más antigua a la más reciente. Si en el mismo año coinciden dos o más obras de un mismo autor o autores, serán distinguidas con letras minúsculas (a, b, c...). En el caso de las monografías se indicará el lugar de edición tal y como aparece citado en la edición original (p. e. London, en lugar de Londres), separado del título de la obra por una coma. En el caso de artículos o contribuciones a obras conjuntas, se indicarán al final las páginas correspondientes, también separadas por comas. Los nombres de revistas se incluirán sin abreviar. Las referencia a las consultas realizadas en línea (Internet), deberán indicar la dirección Web y entre paréntesis la fecha en la que se ha realizado la consulta. Las notas a pie de página, siempre en letra Times New Roman de 10 puntos, se emplearán únicamente para aclaraciones o referencias generales. Ejemplos de citas en la bibliografía final: Monografías: Arce, J. 1982: El último siglo de la España romana: 284-409, Madrid. Artículos en revistas: García y Bellido, A. 1976: “El ejército romano en Hispania”, Archivo Español de Arqueología 49, 59-101.
Contribuciones a congresos y obras conjuntas: Noguera Celdrán, J. M. 2000: “Una aproximación a los programas decorativos de las villae béticas. El conjunto escultórico de El Ruedo (Almedinilla, Córdoba)”, P. León y T. Nogales (coords.), Actas III Reunión sobre Escultura Romana en Hispania, Madrid, 111-147 Trabajos dentro de una serie monográfica: Alföldy, G. 1973: Flamines Provinciae Hispaniae Citerioris, Anejos Archivo Español de Arqueología VI, Madrid. 7. Toda la documentación gráfica se considerará como Figura (ya sea fotografía, mapa, plano, tabla o cuadro), ordenándola correlativamente. Se debe indicar en el texto el lugar ideal donde se desea que se incluya, con la referencia (Fig. 1), y así sucesivamente. Asimismo debe incluirse un listado de figuras con los pies correspondientes a cada una al final del artículo. El formato de caja de la Revista es de 15 x 21 cm; el de la columna, de 7,1x21 cm. La documentación gráfica debe ser de calidad, de modo que su reducción no impida identificar correctamente las leyendas o desdibuje los contornos de la figura. Los dibujos no vendrán enmarcados para poder ganar espacio al ampliarlos. Toda la documentación gráfica se publica en blanco y negro; sin embargo, si se enviara a color, puede salir así en la versión digital. Los dibujos, planos y cualquier tipo de registro (como las monedas o recipientes cerámicos) irán acompañados de escala gráfica, y las fotografías potestativamente. Todo ello debe de prepararse para su publicación ajustada a la caja y de modo que se reduzcan a una escala entera (1/2, 1/3… 1/2000, 1/20.000, etc.). En cualquier caso, se puede sugerir el tamaño de publicación de cada figura (a caja, a columna, a 10 cm de anchura, etc.). Las Figuras se deben enviar en soporte digital, preferentemente en fichero de imagen TIFF o JPEG con al menos 300 DPI y con resolución para un tamaño de 16x10 cm. No se aceptan dibujos en formato DWG o similar y se debe procurar no enviarlos en CAD a no ser que presenten formatos adecuados para su publicación en imprenta. Aceptación.—Todos los textos son seleccionados por el Consejo de Redacción según su interés científico y su adaptación a las normas de edición, por riguroso orden de llegada a la Redacción de la Revista, y posteriormente informados por el sistema de doble ciego, según las normas de publicación del CSIC, por al menos dos evaluadores externos al CSIC y a la institución o entidad a la que pertenezca el autor y, tras ello, aceptados definitivamente por el Consejo de Redacción. Archivo Español de Arqueología publicará en su página web cada tres años la lista de evaluadores que hayan accedido a figurar como tales. Correcciones y texto definitivo 1. Una vez aceptado, el Consejo de Redacción podrá sugerir correcciones del original previo (incluso su reducción significativa) y de la parte gráfica, de acuerdo con las normas de edición y las correspondientes evaluaciones. El Consejo de Redacción se compromete a comunicar la aceptación o no del original en un plazo máximo de seis meses. 2. El texto definitivo se deberá entregar cuidadosamente corregido y homologado con las normas de edición de Archivo Español de Arqueología para evitar cambios en las primeras pruebas. El texto, incluyendo resúmenes, palabras clave, bibliografía y pies de figuras, se entregará en CD, así como la parte gráfica digitalizada, acompañado de una copia impresa que incluya las figuras sugiriendo el tamaño al que deben reproducirse las mismas. El texto definitivo se podrá enviar también por correo electrónico. 3. Los autores podrán corregir primeras pruebas, aunque no se admitirá ningún cambio sustancial en el texto. DOI El DOI (Digital Object Identifier) es una secuencia alfanumérica estandarizada que se utiliza para identificar un documento de forma unívoca con el objeto de identificar su localización en Internet. La revista Archivo Español de Arqueología asignará a todos sus artículos un DOI que posibilitará la correcta localización del mismo, así como la indización en las bases de datos de CrossRef. de todas las referencias bibliográficas comprendidas en el volumen de Archivo Español de Arqueología. Varia 1. Entrega de volúmenes: los evaluadores recibirán gratuitamente un ejemplar del volumen en el que hayan intervenido; los autores, el volumen correspondiente y el PDF de su artículo. 2. Devolución de originales: los originales no se devolverán salvo expresa petición del autor. 3. Derechos: la publicación de artículos en las revistas del CSIC no da derecho a remuneración alguna; los derechos de edición son del CSIC. El autor se hará responsable de los derechos de propiedad intelectual del texto y de las figuras. 4. Los originales de la revista Archivo Español de Arqueología, publicados en papel y en versión electrónica, son propiedad del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, siendo necesario citar la procedencia en cualquier reproducción parcial o total. Es necesario su permiso para efectuar cualquier reproducción.
ANEJOS DE ARCHIVO ESPAÑOL DE ARQUEOLOGÍA (ÚLTIMOS TÍTULOS PUBLICADOS) ISSN 0561-3663 XXXVI XXXVII XXXVIII XXXIX XL XLI XLII XLIII XLIV XLV XLVI XLVII XLVIII XLIX L LI LII LIII LXI LXII LXIII LXIV LXV LXVI LXVII
M.A. RUIZ DEL ÁRBOL MORO: La Arqueología de los espacios cultivados. Terrazas y explotación agraria romana en un área de montaña: la Sierra de Francia. Instituto de Historia. Madrid, 2005. 123 págs. + 30 figs. en texto. – ISBN: 84-00-08413-6. V. GARCÍA-ENTERO: Los balnea domésticos -ámbito rural y urbano- en la Hispania romana. Instituto de Historia. Madrid, 2005. 931 págs. + 236 figs. en texto. –ISBN: 84-00-08431-4. T. TORTOSA ROCAMORA: Los estilos y grupos pictóricos de la cerámica ibérica figurada de la Contestania. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2006. 280 págs. – ISBN: 84-00-08435-1. A. CHAVARRÍA, J. ARCE y G. P. BROGIOLO (eds.): Villas Tardoantiguas en el Mediterráneo Occidental. Instituto de Historia. Madrid, 2006. 273 págs. + figs. en texto. – ISBN: 84-00-08466-7. M.ª ÁNGELES UTRERO AGUDO: Iglesias tardoantiguas y altomedievales en la Península Ibérica. Análisis arqueológico y sistemas de abovedamiento. Instituto de Historia. Madrid, 2006. 646 págs. + figs. en texto + 290 láms. – ISBN: 978-84-00-8510-0. L. CABALLERO y P. MATEOS (eds.): Escultura decorativa tardo romana y alto medieval en la Península Ibérica. Actas de la Reunión Científica “Visigodos y Omeyas” III, 2004. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2007. 422 págs. + figs. en texto. – ISBN: 978-84-00-08543-8. P. MATEOS CRUZ: El “Foro Provincial” de Augusta Emerita: un conjunto monumental de culto imperial. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2006. 439 págs. + figs. en texto. – ISBN: 978-84-00-08525-4. A. JIMÉNEZ DÍEZ: Imagines Hibridae. Instituto de Historia. Madrid, 2008. 410 págs. + 150 figs. en texto. – ISBN: 97884-00-08617- 6. F. PRADOS MARTÍNEZ: Arquitectura púnica, Instituto de Historia. Madrid, 2008. 332 págs. + 328 figs. en texto. – ISBN: 978-84-00-08619-0. P. MATEOS, S. CELESTINO, A. PIZZO y T. TORTOSA (eds.): Santuarios, oppida y ciudades: arquitectura sacra en el origen y desarrollo urbano del Mediterráneo occidental. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2009. 464 págs. + figs. en texto. – ISBN: 978-84-00-08827-3. J. JIMÉNEZ ÁVILA (ed.): Sidereum Ana I. El río Guadiana en época post-orientalizante. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2008. 480 págs. + 230 figs. en texto. – ISBN: 978-84-00-08646-6. M.ª P. GARCÍA-BELLIDO, A. MOSTALAC y A. JIMÉNEZ (eds.): Del imperivm de Pompeyo a la auctoritas de Augusto. Homenaje A Michael Grant. Instituto de Historia. Madrid, 2008. 318 págs. + figs. en texto. – ISBN: 978-84-00-08740-1. Espacios, usos y formas de la epigrafía hispana en épocas antigua y tardoantigua. Homenaje al doctor Armin U. Stylow. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2009. 408 págs. + figs. en texto. – ISBN: 978-84-00-08798-2. L. ARIAS PÁRAMO: Geometría y proporción en la Arquitectura Prerrománica Asturiana. Instituto de Historia. Madrid, 2008. 400 págs. + 234 figs. + 57 fotos + 26 cuadros. – ISBN: 978-84-00-08728-9. S. CAMPOREALE, H. DESSALES y A. PIZZO (eds.): Arqueología de la construcción I. Los procesos constructivos en el mundo romano: Italia y provincias occidentales. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2008. 360 págs. + figs. en texto. – ISBN: 978-84-00-08789-0. L. CABALLERO, P. MATEOS y M.ª ÁNGELES. UTRERO (eds.): El siglo VII frente al siglo VII. Arquitectura. Instituto de Arqueología de Mérida - Instituto de Historia. Madrid, 2009. 348 págs. + figs. en texto. – ISBN: 978-84-00-08805-7. A. GORGUES: Économie et société dans le nord-est du domaine ibérique (IIIe – Ier s. av. J.-C.). Instituto de Historia. Madrid, 2010. 504 págs. + 143 figs. en texto. – ISBN: 978-84-00-08936-8. R. AYERBE, T. BARRIENTOS y F. PALMA (eds.): El foro de Avgvsta Emerita. Génesis y evolución de sus recintos monumentales VII. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2009. 868 págs. + figs. en texto. – ISBN: 978-84-0008934-4. L. CABALLERO, P. MATEOS y T. CORDERO (eds.): Visigodos y omeyas. El territorio. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2012. 384 págs. + figs. en texto. – ISBN: 978-84-00-09457-7. J. JIMÉNEZ ÁVILA (ed.): Sidereum Ana II. El río Guadiana en el Bronce Final. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2012. 572 págs. + 365 figs. y tablas en el texto. – ISBN: 978-84-00-09434-8. L. CABALLERO ZOREDA, P. MATEOS CRUZ Y C. GARCÍA DE CASTRO VALDÉS (eds.): Asturias entre visigodos y mozárabes. (Visigodos y Omeyas, VI - Madrid, 2010). Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2012. 488 págs. – ISBN: 97884-00-09471-3. S. CAMPOREALE, H. DESSALES Y A. PIZZO (eds.): Arqueología de la construcción III. Los procesos constructivos en el mundo romano: la economía de las obras. Instituto de Arqueología de Mérida. Madrid-Mérida, 2012. 399 págs. + figs. en el texto. – ISBN: 978-84-00-09500-0. M. BUSTAMENTE ÁLVAREZ: La terra sigillata hispánica en Augusta Emerita. Estudio tipocronológico a partir de los vertederos del suburbio norte. Instituto de Arqueología de Mérida y Gobierno de Extremadura. Mérida, 2013. 538 págs. + figs. en el texto + CD. – ISBN: 978-84-00-09673-1. CORDERO RUIZ, T.: El territorio emeritense durante la Antigüedad Tardía (siglos IV-VII). Génesis y evolución del mundo rural lusitano. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instututo de Arqueología. Mérida, 2013. 306 págs. + figs. en el texto. – ISBN: 978-84-00-09743-1. SOLER HUERTAS. B.; MATEOS CRUZ, P.; NOGUERA CELDRÁN, J.M. Y RUIZ DE ARBULO BAYONA, J. (eds.): Las sedes de los ordines decurionum en Hispania. Análisis arquitectónico y modelo tipológico. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Arqueologia. Mérida, 2013. 366 págs. + figs. en el texto. – ISBN: 978-84-00-097771-4.
ARCHIVO ESPAÑOL DE
ARQVEOLOGÍA
ANEJOS AEspA
ANEJOS DE
AEspA LXVIII
AL AMPARO DE LOS LARES
LXVIII 2014
María Pérez Ruiz
al amparo de los lares El culto doméstico en las provincias romanas Bética y Tarraconense
ISBN 978-84-00-09790-5
ARCHIVO ESPAÑOL DE
CSIC
ARQVEOLOGÍA
ÍNDICE
pág. CORPUS de testimonios del culto doméstico en las provincias romanas Bética y Tarraconense Provincia Bética Almería Abdera (Adra) 1) AM/Abdera01-I Cádiz Carteia (San Roque) 2) CA/Carteia01-E 3) CA/Carteia02-I Gades (Cádiz) 4) CA/Gades01-E Córdoba Córduba (Córdoba) 5) CO/Corduba01-E 6) CO/Corduba02-I Granada Iliberri (Granada) 7) GR/Iliberri01-E Málaga Acinipo (Ronda) 8) ML/Acinipo01-E Sevilla Celti (Peñaflor) 9) SE/Celti01-O Híspalis (Sevilla) 10) SE/Hispalis01-E Itálica (Santiponce) 11) SE/Italica01-E 12) SE/Italica02-E 13) SE/Italica03-I Provincia Tarraconense Alicante Ílici (La Alcudia de Elche) 14) AL/Ilici01-C 15) AL/Ilici02-E 16) AL/Ilici03-M 17) AL/Ilici04-M 18) AL/Ilici05-M 19) AL/Ilici06-M 20) AL/Ilici07-M
ÍNDICE
9 11 13 14 14 17 18 18 20 22 22 25 26 26 28 29 30 30 33 34 34 35 36 36 38 38 41 41 45 47 49 51 52 52 54 56 57 58 60 61
1
21) AL/Ilici08-M 22) AL/Ilici09-M 23) AL/Ilici10-O 24) AL/Ilici11-O Asturias Villa de Veranes (Gijón) 25) AS/Veranes01-M Barcelona Barcino (Barcelona) 26) BA/Barcino01-M 27) BA/Barcino02-M 28) BA/Barcino03-M 29) BA/Barcino04-M 30) BA/Barcino05-M Camp de les Lloses (Tona) 31) BA/Lloses01-M 32) BA/Lloses02-O 33) BA/Lloses03-O 34) BA/Lloses04-O Darró (Vilanova i la Geltrú) 35) BA/Darro01-O Iluro (Mataró) 36) BA/Iluro01-O Ca l’Arnau-Can Mateu (Cabrera de Mar) 37) BA/Mateu01-O 38) BA/Mateu02-O Can Palauet (Mataró) 39) BA/Palauet01-M Can Balenço (Argentona) 40) BA/Balenço01-E Burgos Clunia (Peñalba de Castro) 41) BU/Clunia01-E 42) BU/Clunia02-E 43) BU/Clunia03-I 44) BU/Clunia04-I 45) BU/Clunia05-I 46) BU/Clunia06-I 47) BU/Clunia07-I 48) BU/Clunia08-I 49) BU/Clunia09-I Castellón Villa de l’Alter (Chilches) 50) CS/Alter01-M Ciudad Real Villa en las cercanías de Montiel (Montiel) 51) CI/Montiel01-I
2
CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
62 63 64 67 69 70 70 71 72 72 74 75 76 77 78 78 80 81 82 83 83 84 84 85 85 87 89 89 90 90 91 92 92 96 100 102 104 106 108 110 112 115 116 116 117 118 118
La Coruña Ponte Puñide (Gonzar, O Pino) 52) CR/Puñide01-M Villa del Agro de Nogueira (Piñeiro, Toques) 53) CR/Nogueira01-I Cuenca Ercávica (Cañaveruelas) 54) CU/Ercavica01-O 55) CU/Ercavica02-O Segóbriga (Saelices) 56) CU/Segobriga01-E 57) CU/Segobriga02-I Villa de la Ermita de San Bartolomé (Atalaya del Cañavate) 58) CU/Bartolome01-M Villa de los Asperones (Cañaveruelas) 59) CU/Asperones01-I Villa de los Quintanares (Osa de la Vega) 60) CU/Quintanares01-I Gerona Emporiae (L’Escala) 61) GE/Emporiae01-E 62) GE/Emporiae02-E 63) GE/Emporiae03-E 64) GE/Emporiae04-M Mas Castellar de Pontós 65) GE/MasCastellar01-C Villa de Vilauba (Camós) 66) GE/Vilauba01-C 67) GE/Vilauba02-M 68) GE/Vilauba03-O Villa de Casa del Racó (Sant Julià de Ramis) 69) GE/CasaRaco01-M Villa de Mas Gusò (Bellcaire d’Empordà) 70) GE/Guso01-O Villa de Tolegassos (Viladamat) 71) GE/Tolegassos01-O Huesca Osca (Huesca) 72) HU/Osca01-E Villa de Puypullín (Loarre) 73) HU/Puypullin01-M Islas Baleares Pollentia (Alcudia, Mallorca) 74) IB/Pollentia01-C 75) IB/Pollentia02-M León Villa de los Villares (Quintana del Marco) 76) LE/Villares01-I
119 120 120 121 121 123 124 124 125 126 126 129 131 131 132 132 133 133 135 136 136 138 140 146 148 148 152 152 162 165 167 167 169 169 171 171 173 174 174 176 176 177 178 178 181 183 184 184
ÍNDICE
3
Lérida Ilerda (Lérida) 77) LR/Ilerda01-O 78) LR/Ilerda02-O 79) LR/Ilerda03-O 80) LR/Ilerda04-O 81) LR/Ilerda05-O 82) LR/Ilerda06-O 83) LR/Ilerda07-O 84) LR/Ilerda08-O 85) LR/Ilerda09-O 86) LR/Ilerda10-O 87) LR/Ilerda11-O 88) LR/Ilerda12-O 89) LR/Ilerda13-O Villa de Corbins 90) LR/Corbins01-O Villa de Torre Andreu (La Bordeta) 91) LR/Torreandreu01-O Madrid Villamanta (Villamanta) 92) MA/Villamanta01-I Murcia Carthago Nova (Cartagena) 93) MU/CarthagoNova01-C 94) MU/CarthagoNova02-E 95) MU/CarthagoNova03-E 96) MU/CarthagoNova04-E Villa de El Rihuete (Mazarrón) 97) MU/Rihuete01-E Villa de El Alamillo (Mazarrón) 98) MU/Alamillo01-E Villa de Balsapintada (Valladolises) 99) MU/Balsapintada01-M Villa de El Villar (Coy) 100) MU/Villar01-M Rambla de la Boltada (Cartagena-La Unión) 101) MU/RamblaBoltada01-I Navarra Villa de las Musas (Arellano) 102) NA/Arellano01-C Soria Uxama Argaela (Burgo de Osma) 103) SO/Uxama01-I 104) SO/Uxama02-I 105) SO/Uxama03-I 106) SO/Uxama04-O
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CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
187 188 188 190 192 193 195 197 199 201 203 205 207 208 209 211 211 212 212 213 214 214 215 216 216 219 222 227 229 229 231 231 232 232 233 233 235 235 239 240 240 247 248 248 250 252 254
107) SO/Uxama05-O 108) SO/Uxama06-O Villa de los Villares (Santervás del Brugo) 109) SO/Villares01-E 110) SO/Villares02-E 111) SO/Villares03-I Villa de Gazala (Tardesillas) 112) SO/Gazala01-I Villa de San Pedro de Valdanzo (Langa de Duero) 113) SO/Valdanzo01-I Tarragona Tárraco (Tarragona) 114) TA/Tarraco01-E 115) TA/Tarraco02-M 116) TA/Tarraco03-M 117) TA/Tarraco04-M 118) TA/Tarraco05-M 119) TA/Tarraco06-I 120) TA/Tarraco07-I 121) TA/Tarraco08-I Villa de Els Munts (Altafulla) 122) TA/Munts01-E 123) TA/Munts02-M Villa junto al río Francolí 124) TA/Francoli01-M Villa de La Canaleta (Vila-seca) 125) TA/Canaleta01-M 126) TA/Canaleta02-M Villa del Cementiri (Alcanar) 127) TA/Cementiri01-M Villa de Casa Blanca (Tortosa) 128) TA/CasaBlanca01-O 129) TA/CasaBlanca02-O 130) TA/CasaBlanca03-O 131) TA/CasaBlanca04-O 132) TA/CasaBlanca05-O Toledo Villa de Materno (Carranque) 133) TO/Carranque01-E 134) TO/Carranque02-M Valencia Valentia (Valencia) 135) VA/Valentia01-E Villa de Cornelius (L’Ènova) 136) VA/Enova01-C 137) VA/Enova02-I
256 258 260 260 262 264 266 266 268 268 271 272 272 274 275 276 277 278 280 282 284 284 286 288 288 290 290 291 292 292 293 293 295 297 299 301 303 304 304 307 309 310 310 312 312 319
ÍNDICE
5
Villa del Pou de la Sargueta (Riba-roja de Turia) 138) VA/Sargueta01-E Saguntum (Sagunto) 139) VA/Saguntum01-I Zamora Villa de El Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa) 140) ZA/Requejo01-E Zaragoza Bílbilis (Calatayud) 141) ZR/Bilbilis01-C 142) ZR/Bilbilis02-E 143) ZR/Bilbilis03-O 144) ZR/Bilbilis04-O Caesaraugusta (Zaragoza) 145) ZR/Caesaraugusta01-E 146) ZR/Caesaraugusta02-O Celsa (Velilla de Ebro) 147) ZR/Celsa01-E 148) ZR/Celsa02-O 149) ZR/Celsa03-O 150) ZR/Celsa04-O 151) ZR/Celsa05-O 152) ZR/Celsa06-E 153) ZR/Celsa07-M 154) ZR/Celsa08-O 155) ZR/Celsa09-M 156) ZR/Celsa10-O 157) ZR/Celsa11-O 158) ZR/Celsa12-O 159) ZR/Celsa13-O 160) ZR/Celsa14-O 161) ZR/Celsa15-O Zuera 162) ZR/Zuera01-M
321 321 322 322 325 326 326 329 330 330 333 337 338 339 339 340 341 341 343 344 345 346 347 349 350 351 353 354 355 356 357 358 360 360 363
Índice analítico Apéndice Provincia Bética Granada Iliberri (Granada) 163) GR/Iliberri02-M Jaén Aurgi (Jaén) 164) JA/Aurgi01-M 165) JA/Aurgi02-M
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CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
364 367 371 373 374 374 375 376 376 378
Provincia Tarraconense Álava Las Ermitas (Espejo) 166) AV/Ermitas01-O Iruña/Veleia (Iruña de Oca) 167) AV/Veleia01-O Albacete Libisosa (Lezuza) 168) AB/Libisosa01-O 169) AB/Libisosa02-O 170) AB/Libisosa03-O 171) AB/Libisosa04-O 172) AB/Libisosa05-O Ciudad Real Villa de Puente de la Olmilla (Albaladejo) 173) CI/Olmilla01-E Cuenca Segóbriga (Saelices) 174) CU/Segobriga03-M 175) CU/Segobriga04-M 176) CU/Segobriga05-M Gerona Villa dels Ametllers (Tossa de Mar) 177) GE/Ametllers01-E Murcia Águilas 178) MU/Aguilas01-O 179) MU/Aguilas02-O Villa de los Cantos (Bullas) 180) MU/Cantos01-M Villa de la Raya (San Pedro del Pinatar) 181) MU/Raya01-M Navarra Villa de las Musas (Arellano) 182) NA/Arellano02-O 183) NA/Arellano03-O 184) NA/Arellano04-O Valoración
381 383 384 384 385 385 387 388 388 389 390 391 392 393 394 394 397 398 398 400 401 403 404 404 407 408 408 409 410 410 411 411 413 414 414 416 418 419
ÍNDICE
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CORPUS DE TESTIMONIOS DEL CULTO DOMÉSTICO EN LAS PROVINCIAS ROMANAS BÉTICA Y TARRACONENSE
PROVINCIA BÉTICA
ALMERÍA
1) AM/Abdera01-I. Placa PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Abdera, Cerro de Montecristo (Adra, Almería). Museo Arqueológico Provincial de Almería (Almería), n.º inv. 24004. Mediados del s. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Lápida rectangular de piedra caliza marmórea de color gris. Dimensiones: 17,5 cm altura; 50,5 cm anchura; 5 cm grosor. Buen estado de conservación. Inscripción en la cara frontal.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin enmarcar. Cuatro líneas de texto. Letra capital cuadrada, menos cuidada en las últimas líneas. Altura de las letras: l. 1: 3,5 cm; l. 2: 4,4 cm; l. 3: 2 cm; l. 4: 1,5 cm. Interpunción mediante ápices entre algunas palabras. Nexo en «mi» de «primi», l. 4.
C(---) C(---) N(---) Suauis à l(ibertus) Ãet à Faustus Ãvilic(us) Lar(es) et Genium cum aedicula primi in familia d(e) s(uo) d(ant) d(edicant) ...Suave, liberto, y Fausto, encargado de la villa, como cabezas de la familia, de su propio bolsillo ofrecen y dedican los Lares y el Genio junto con una capilla.
OBSERVACIONES La pieza fue hallada en la ermita de San Sebastián de Adra (Almería).
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PROVINCIA BÉTICA - ALMERÍA -ABDERA
El principal problema de lectura de este epígrafe se encuentra en el desarrollo de las letras C C N, en la línea 1. La resolución de dicho problema, fundamental para poder adscribir o no la pieza al culto doméstico, ha seguido dos líneas líneas de interpretación básicamente, que resumimos aquí. Por un lado, diversos autores han defendido que dichas abreviaturas estén relacionadas con un collegium religioso y que, por tanto, los dedicantes debieron de ser miembros de dicho collegium. Así lo proponía Emil Hübner en su comentario a la pieza en el CIL II, donde ofrecía el desarrollo C(ultorum) C(ollegii) N(emesi) y relacionaba, por tanto, la pieza con el culto a Némesis. Georges Fabre, en cambio, considera que la divinidad a la que se dedicó debió de ser Neptuno y que los dedicantes formarían probablemente parte de una cofradía de pescadores de Abdera. José Ángel Tapia recoge ambas propuestas y la de Sebastián Mariner, que relaciona la pieza con Mitra al leer C(auti) C(autopati) N(uminibus), si bien lo más frecuente es que los epígrafes se refieran únicamente a Cautopates y que la abreviatura de este se realice con K. Otros autores siguen esta misma línea, considerando que la abreviatura C C N se refiere a un collegium, pero dejando al margen la cuestión de la divinidad a la que podría estar dedicado; es el caso de Rafael Lázaro, M.ª Juana López Medina o José M.ª Santero y V. M. Smirin, que relacionan el collegium con un fundus particular e incluso con la familia concebida como agrupación. Por otro lado, se ha propuesto que se trate de un epígrafe privado asociado al culto doméstico, al relacionar las abreviaturas C C N con el dominus, bien como la abreviatura de sus tria nomina, como defendía Theodor Mommsen, o bien como los praenomina de dos patrones, según Rafael Portillo y otros, que proponen Caii nostri. Guillermo Fatás, seguido por Pedro Rodríguez Oliva y HEp 1, considera al igual que Th. Mommsen que C C N debería contener el nombre del patrono, «sin cuyo permiso es prácticamente imposible que pudiera hacerse esta ofrenda» (G. Fatás, 1978: 115, n. 7). Esta propuesta de desarrollo de la primera línea acerca el epígrafe a los hallados en numerosos estípites de hermae, como R. Portillo y otros subrayan, si bien el soporte no responde a esta tipología. Una propuesta intermedia ha sido la de Heidrun Schulze-Oben, quien considera que el epígrafe pudo haber sido realizado por un collegium familiae que aglutinaba a toda la familia rustica de la villa con diversas funciones, como la de garantizar el funeral de sus miembros o la de cumplir con el deber de rendir culto a las divinidades domésticas. Schulze-Oben entiende que la primera línea debería referirse, en este sentido, a Suavis, explicando su posición en este collegium, de manera que la lectura sería c(urator) c(ollegii) n(ostri). Ello explicaría su posición de primus in familia junto con el villicus Faustus y que hubieran sido ambos quienes dedicaran, en nombre del collegium, el templo a los dioses domésticos. Sin embargo, resulta atípico que el cargo de curator colegii aparezca antes que el nombre al que se refiere (Suavis). Aunque existen argumentos y elementos de comparación para asociar esta pieza a un collegium público, creemos que ninguna propuesta de las arriba referidas despeja las dudas sobre la lectura de la abreviatura C C N. La interpretación dada por Theodor Mommsen y seguida por otros investigadores posteriores es, en nuestra opinión, la que resuelve de forma más sólida esta cuestión, pues la propuesta de H. SchulzeOben presenta, como hemos dicho, la anomalía en el orden de los elementos del epígrafe en las dos primeras líneas. Por esta razón, creemos oportuno recoger este epígrafe de Abdera como una expresión de culto doméstico. Ulteriores apoyos son la referencia al villicus y la relación existente entre este y la
PROVINCIA BÉTICA - ALMERÍA - ABDERA
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familia —que podría ser la familia rustica de la que estaría a cargo (G. Lafaye en Daremberg-Saglio V, s. v. Villicus: 892)—, así como otros epígrafes similares hallados en contexto doméstico y algunos pasajes de la obra de Catón en los que se hace referencia al desempeño de funciones religiosas domésticas por parte del villicus y la villica de la villa en ausencia de los patrones (Cato, agr. 143). BIBLIOGRAFÍA CIL II, 1980 + S.: 877; ILS: 3604; HEp 1, 1989: n.º 75. F. Bömer, 1981: 47, 202; G. Fabre, 1973: 429; G. Fatás, 1978: 115-116; L. Fernández Miranda, 1975: 184-185, n.º 10, lám. 15.10; F. Fortea, 1994: 299, n.º 11; R. Lázaro, 1980: 41, n.º 3, lám. 11; M.ª J. López Medina, 2000: 387; J. Mangas, 1971: 122, 180, 203, 271; M. Oria y M. Mora, 1991-1992: 117, 129-130; M. Pérez Ruiz, 2011b: 386, n. 19; I. Portela, 1984: 163; R. Portillo et al., 1985: 213; P. Rodríguez Oliva, 1985: 188; P. Rodríguez Oliva, 1994: 8-9; J. da S. Ruivo, 1992: 131-132; M. Salinas, 2001: 165-166; M. Sánchez Martínez, 1988, 52-53; J. M.ª Santero, 1978: 46, 153, n.º 15; H. Schulze-Oben, 1989: 183-185; V. M. Smirin, 1987: 47; J. A. Tapia, 1989: 34; J.-P. Waltzing, 1899: 7, n.º 47.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Lázaro, 1980: lám. I.
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PROVINCIA BÉTICA - ALMERÍA - ABDERA
CÁDIZ
2) CA/Carteia01-E. Larario tipo nicho PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de la Torre del Rocadillo, Carteia (San Roque, Cádiz). In situ. Finales del s. i a.C./comienzos del s. i d.C.-?
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Nicho ubicado en el espacio de distribución del primer cuerpo de la casa (D), a la derecha de la puerta principal. Dimensiones: 40 cm anchura; 80 cm profundidad aprox. Forma rectangular irregular, con paredes rectas. Base realizada con una gran piedra de caliza blanca desbastada someramente, con una oquedad en la parte anterior para el encastre de algún objeto; actualmente bastante erosionada. Construido en una zona de ensanche del muro perimetral, resultado de la diferente orientación de la fachada y el interior de la casa. El aparejo y la técnica constructiva de sus muros son, por tanto, los del muro
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PROVINCIA BÉTICA - CÁDIZ - CARTEIA
perimetral: opus vittatum realizado con pseudohiladas de piedra caliza de pequeño y mediano tamaño, de tendencia rectangular, trabadas con barro y niveladas con ripios también de caliza.
OBSERVACIONES La falta de materiales asociados impide interpretar con total seguridad este nicho como larario, si bien se ha hallado una placa con inscripción votiva en la misma casa (CA/Carteia02-I) que sirve de apoyo a esta interpretación. La base del nicho está realizada con una piedra reutilizada, posiblemente procedente de un umbral. Cabe contemplar la posibilidad, debido a este hecho, de que el espacio hubiese sido diáfano originalmente y de que se tratase, por tanto, de un sacrarium. El momento de construcción de este espacio de culto coincide con el de la casa, pues está inserto en el muro perimetral original. En cambio, aunque se sabe que esta sufrió varias remodelaciones y una ocupación final probablemente en época visigoda o bizantina, desconocemos en qué momento cayó en desuso el nicho o si cambió de función con el paso del tiempo.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. (Izq.) Vista del atrio con el nicho al fondo, junto a la puerta. Fig. 4. (Arriba) Base del nicho. Bloque de piedra caliza.
BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2003.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Pérez Ruiz, 2003: 265, fig. 162; Figs. 2-3. © Proyecto Carteia; Fig. 4. M. Pérez Ruiz.
PROVINCIA BÉTICA - CÁDIZ - CARTEIA
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3) CA/Carteia02-I. Placa PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de la Torre del Rocadillo, Carteia (San Roque, Cádiz). Desaparecida. S. ii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Placa de mármol. Dimensiones: 14,4 cm altura; 12,4 cm anchura; 2 cm profundidad. Fragmentada en tres partes.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin delimitar. Texto en cuatro líneas. Caracteres trazados toscamente y letras de distinto tamaño. Altura de las letras: 2 cm aprox.
MinerXDH$XJXVWDH Ã sacrum PHUHQWL ÃSRVXLW ÃXRWXP Ã
Consagrado a Minerva Augusta, puso el voto merecidamente.
OBSERVACIONES Hallada en la habitación C, durante la campaña de excavación del verano de 1974. Si bien se ha propuesto su uso como espacio privado (M. Pérez Ruiz, 2003: 265, fig. 162), por las dimensiones y la ubicación, así como por su acceso desde el peristilo, pudo tener también un carácter público, posiblemente como estancia de representación.
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PROVINCIA BÉTICA - CÁDIZ -CARTEIA
Javier del Hoyo propone desarrollar las abreviaturas de l. 4 como el nombre del dedicante: M(arcus) P(?) V(?). Argumenta que, de no ser así, este estaría ausente de la inscripción, así como que las dedicaciones a divinidades asociadas al culto imperial no suelen finalizar con el voto, sino con d(onum) d(edit) u otras fórmulas similares. Sin embargo, en este caso preferimos la lectura propuesta por Francisco Presedo, ya que en las inscripciones halladas en contexto doméstico no resulta raro que no se explicite el dedicante y son bastante frecuentes las fórmulas que subrayan el ofrecimiento del voto (votum solvit libens merito u otras). BIBLIOGRAFÍA AE 1982: n.º 551. J. Del Hoyo, 2006: 3, n.º 2; F. Presedo et al., 1982: 57-58, 283, fig. 144.9.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Pérez Ruiz, 2003: 265, fig. 162; Fig. 2. F. Presedo et al., 1982: fig. 144.9.
PROVINCIA BÉTICA - CÁDIZ - CARTEIA
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4) CA/Gades01-E. Larario tipo aedicula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Fábrica de salazones con estructuras domésticas adosadas, Gadir (Cádiz). In situ. Comienzos del s. i aprox.-mediados del s. ii d.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Estructura adosada a la parte exterior de uno de los pilares del pórtico sur del patio, en la fábrica de salazones. Conserva la mitad izquierda del zócalo y del arranque del podium, de forma cuadrangular o rectangular, con las caras frontal y trasera más largas. Dimensiones: 100 cm anchura aprox.; 60 cm profundidad cons.; 20 cm altura cons. aprox. El zócalo está realizado con piedra ostionera, en varias piezas, con decoración de cyma recta invertida. Podium realizado en piedra, con restos de enfoscado y enlucido en blanco. El zócalo y el podium se encastran, en la parte trasera, en un pilar de piedra, conservado aproximadamente en la misma altura; el pilar queda así parcialmente integrado en la estructura del larario. Delante de esta estructura se conserva buena parte de una tegula unida al suelo de opus signinum y al zócalo del larario mediante una capa de mortero mezclado con fragmentos cerámicos; se encuentra fragmentada por el peso de la tierra que la cubría. Por la cercanía al larario, su uso debió de estar asociado a este, seguramente como altar o como mesa de ofrendas.
OBSERVACIONES Buena parte de la estructura, del pilar y de la teja se han perdido por la rotura de la zona para la construcción de un aljibe en el s. xvii.
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PROVINCIA BÉTICA - CÁDIZ - GADES
Adosadas al patio porticado en el que se ha encontrado el larario, se conservan estructuras domésticas que se suponen relacionadas con la fábrica de salazones. La hipótesis, sin embargo, no está aún confirmada por la ausencia de un punto de comunicación claro entre ambas estructuras. En el patio se llevaba a cabo el descuartizamiento de las capturas de mayor tamaño. No han aparecido materiales asociados al larario ni a la tegula, ni restos de fuego en esta última. Esta «limpieza» se extiende por toda esta fase del yacimiento, por lo que parece que el abandono fue organizado.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. (Izq.) Vista lateral del zócalo del podium de la aedicula. Fig. 4. (Arriba) Vista superior del zócalo del podium de la aedicula.
Fig. 5. Recostrucción infográfica de la fábrica de salazones, con la aedicula en el patio.
BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2013a: 405, 424-430. Agradecemos la información facilitada a los arqueológos José M.ª Gener Basallote, Juan Miguel Pajuelo y M.ª Ángeles Navarro. Excavación arqueológica del Teatro Cómico de Cádiz.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Figs. 1-5. J. M.ª Gener, J. M. Pajuelo y M.ª Á. Navarro. Excavación arqueológica del Teatro Cómico de Cádiz.
PROVINCIA BÉTICA - CÁDIZ - GADES
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CÓRDOBA
5) CO/Corduba01-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de la Plaza de la Corredera, Córduba (Córdoba). Estructura destruida. Mosaico: Alcázar de los Reyes Cristianos, Córdoba. S. iii d.C. (casa).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Espacio abierto en un lateral del patio, en la zona de acceso desde el corredor. Dimensiones: 1,55 m anchura; 1,63 m profundidad. Planta quasi cuadrangular. Pavimento de opus tesellatum. No se ha documentado el revestimiento parietal ni la existencia de materiales asociados. Pavimento de opus tesellatum que cubría toda la estancia. Dimensiones: 1,55 m anchura; 1,63 m profundidad. Buen estado de conservación. Fondo de color gris con emblema polícromo en el centro (90x97 cm), enmarcado por una banda de teselas negras. Iconografía de tema fluvial y marino: en el centro, cabeza barbada de una divinidad posiblemente fluvial, coronada con dos pinzas de cangrejo. El bigote y las barbas semejan algas y de ellos surgen delfines a ambos lados. La cabeza está además circundada por cangrejos y peces de río, posiblemente barbos, y de mar, todo ello sobre fondo blanco salpicado de olas azules. Los colores utilizados son amarillo, negro, blanco, rojo, ocre, verde y azul, con teselas de 1 cm, más pequeñas para el rostro de la divinidad.
OBSERVACIONES Los restos de la casa, hallados entre 1958 y 1959, han sido destruidos como consecuencia de la actividad urbanística en la ciudad de Córdoba, por lo que de ellos queda solo la información publicada y los mosaicos. No se conoce la planta completa, únicamente el patio central con el pasillo que le daba acceso, dos habitaciones de representación —una de ellas un posible triclinium— y el sacrarium, todo pavimentado con mosaico, siendo el del corredor y el patio de tema marino, como el del sacrarium.
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PROVINCIA BÉTICA - CÓRDOBA - CORDUBA
Aunque no es frecuente que los pavimentos de los lararios presentes decoraciones tan elaboradas, el de la Casa de la Corredera tiene un buen paralelo en la estancia IV de la Maison des Colonnes Rouges, en Acholla (Botria, Túnez), fechado a mediados del s. iii d.C. (M. Bassani, 2003b: 170; S. Gozlan, 1999: 204-207). BIBLIOGRAFÍA M. Bassani, 2005: 79, fig. 5; A. Blanco, 1959: 174 ss.; J. M.ª Blázquez, 1981: 22, n.º 6, lám. 8, figs. 1-2; A. García y Bellido, 1960b: 167-168, figs. 1 y 5; Id,, 1965: 183-196, fig. 15; P. de Palol, 1963: 16; M. Pérez Ruiz, 2013a: 409.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. M.ª Blázquez, 1981: fig. 1; Fig. 2. M. Pérez Ruiz.
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6) CO/Corduba02-I. Elemento arquitectónico PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa romana en la C/ Ramírez de las Casas Deza, Córduba (Córdoba). In situ en 1989. Segunda mitad del s. i a.C.-comienzos del s. i d.C.
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Columna de mármol de pequeñas dimensiones. Presenta inscripción en la basa.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Letra «menuda y esmerada».
Genius
Genio
OBSERVACIONES Los restos de la casa en la que se encontró la basa fueron descubiertos en 1948 y puede corresponder a una «casa de tipo pompeyano» (A. Blanco, 1983: 6, n. 6). La lectura propuesta aquí es la dada por Antonio Blanco, pues de sus palabras parece deducirse que realizó una lectura de visu: «Sólo en la basa pequeña de una columnilla de mármol existente en una casa de tipo pompeyano de Córdoba, bajo la que fue de don Rafael Castejón, aparece inscrita en menuda y esmerada letra la palabra Genius de un modo que pudiera referirse al primer dueño de aquella casa…» (A. Blanco, 1988: 117, n. 8). La propuesta del CIL II2/7, «Genio», resulta más correcta para un objeto votivo, pero no obedece a una lectura directa de la pieza. BIBLIOGRAFÍA CIL II2/7 226. A. Blanco, 1983: 6, n. 6; Id., 1988: 117, n. 8; HEp 2, 1990: 97, n.º 314; P. Rodríguez Oliva, 1994: 10.
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PROVINCIA BÉTICA - CÓRDOBA -CORDUBA
GRANADA
7) GR/Iliberri01-E. Larario tipo nicho PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Domus del Callejón de los Negros, n.º8, Iliberri (Granada). Destruido (?) Mediados del s. i-s. ii d.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Nicho realizado en el extremo norte de la pared noroeste del pórtico del atrio. Planta cuadrangular. Dimensiones: 80 cm anchura; 80 cm profundidad aprox.; 80 cm altura cons. muros. Exacavado parcialmente en el sustrato geológico. Muro de fondo de sillares. Paredes interiores decoradas con pintura mural. Sin materiales asociados.
OBSERVACIONES Hallado durante las excavaciones llevadas a cabo en el solar en 1996. En el centro de la misma pared noroeste del pórtico de atrio se ha hallado otro nicho de características más monumentales, con la fachada
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PROVINCIA BÉTICA - GRANADA - ILIBERRI
ennoblecida por la colocación de rotundas pilastras realizadas con sillares y con un banco de piedra caliza en el interior, cuyo uso no se ha esclarecido pero que por las características el equipamiento no parece religioso. En el mismo atrio se hallaron varios hermae, que, sin embargo, no tienen relación con el nicho.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Vista aérea de la excavación de la casa, con el nicho en la parte superior.
Fig. 4. Lado noroeste del atrio, con el nicho en la esquina norte.
BIBLIOGRAFÍA S. Moreno, 2008: 85-85; F. Pérez de Baldomero y M. A. Castillo, 2001: 178.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. F. Pérez de Baldomero y M. A. Castillo, 2001: 177, fig. 2. ; Fig. 2. Ibid.: 182, lám. VII; Fig. 3. Ibid.: 178, lám. II; Fig. 4. Ibid.: 178, lám. IV.
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MÁLAGA
8) ML/Acinipo01-E. Larario tipo aedicula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Domus en Acinipo (Ronda, Málaga). In situ. Finales del s. I a.C./comienzos del s. I d.C.- ?
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Aedicula de forma rectangular, ubicada en la pared de fondo (oeste) de un espacio abierto, en el lado sur de la casa. Se conserva el podium y parte del cuerpo. Dimensiones: 1 m anchura; 1,4 m profundidad; 0,57 m altura. Podium realizado con una estructura de ladrillos al exterior, rellena de un mortero de piedras, tierra y escasos nódulos de cal. Cuerpo con paredes rectas al exterior y curvas al interior, que crean un espacio a modo de hornacina de 64 cm anchura. Todas las caras están revestidas con enlucido y pintadas de diferentes colores, entre los que destacan el azul, el rojo y el amarillo.
OBSERVACIONES Ubicado en un espacio abierto delimitado por sendos muros y pavimentado con opus signinum, que en la primera fase de la domus albergaba un estanque, amortizado por la construcción de la aedicula. La estancia apareció colmatada por un estrato de cal y fragmentos de estuco. En la descripción de la decoración del larario se indica que aparecerían representados los dioses Lares, si bien no contamos con más información al respecto.
BIBLIOGRAFÍA J. M. Castaño y B. Nieto, 2009: 78-79, 85-86, 98.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. M. Castaño y B. Nieto, 2009: 79, lám. LIV.
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PROVINCIA BÉTICA - MÁLAGA - ACINIPO
SEVILLA
9) SE/Celti01-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de Peristilo Axial, Celti (Peñaflor, Sevilla). —— Segunda mitad del s. i a.C.-segunda mitad del s. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Tres huesos de feto hallados en los depósitos de nivelación del área B de la casa, corespondiente a las habitaciones 7 y 9, en la fase 7a. Se trata de una clavícula izquierda, los dos tercios proximales de una tibia izquierda y la mitad distal de una costilla izquierda, probablemente entre la sexta y la octava. Ausencia de evidencias patológicas. Probablemente se trate de un único individuo, de entre 36 y 40 semanas de gestación, del cual se desconoce el sexo y si murió antes del parto o inmediatamente después.
OBSERVACIONES Se desconoce el tipo de enterramiento. Su hallazgo en los depósitos de nivelación parece demostrar, sin embargo, que fue enterrado intencionadamente bajo el suelo de uso de la casa. Existen dudas acerca de la interpretación de este edificio de la fase 7a de Celti. Se ha propuesto que se trate de una casa, de un pequeño foro, de la palestra de unas termas, de un collegium o de un macellum (S. Keay et al., 2001: 219-223). La forma y organización de la planta y las dimensiones del edificio hacen
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PROVINCIA BÉTICA - SEVILLA - CELTI
verosímil que se trate de una gran domus organizada en torno a un peristilo, razón por la que se recoge aquí esta evidencia material.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 2. Propuesta reconstructiva de la fase 7a como domus.
BIBLIOGRAFÍA A. King et al., 2001: 147-148.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. S. Keay et al., 2001: 220, fig. 9.1. ; Fig. 2. Ibid.: 225, fig. 9.3.
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10) SE/Hispalis01-E. Larario tipo nicho PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Sectile, Híspalis (Sevilla). In situ. Mediados/finales del s. iv-comienzos del s. v d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Nicho ubicado en el muro de fondo (oeste) de una de las estancias de la casa. Forma absidial. Construido en ladrillo, en el mismo momento que el muro (U.E. 4198) en el que se inserta. Superficie de apoyo realizada con ladrillos. Se ha perdido la cubrición. No conserva ningún tipo de revestimiento.
OBSERVACIONES Ubicado en una habitación casi cuadrada, de 7,2x7 m, a la que se accede desde el este a través de otra estancia pavimentada con opus sectile. Se comunica con ella por medio de un vano con umbral de placas de mármol, en las que se aprecian las oquedades para el encastre de los goznes. La estancia presentaba una pavimentación musivaria polícroma, compuesta por una cenefa perimetral de opus figlinum, una gran alfombra teselada con motivos geométricos de cruces y octógonos y un emblema figurativo coincidente con el vano. A pesar de encontrarse muy destruido, en este emblema parece representarse la figura de un
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PROVINCIA BÉTICA - SEVILLA - HISPALIS
pájaro, aparentemente un pavo real, del que se conservan parte de las patas y las plumas de la cola. Por las dimensiones y la decoración de la estancia, así como de la contigua con pavimento de opus sectile, parece que se encuentra en la zona noble de la casa. Daniel González Acuña (2011: 218) propone interpretar toda la habitación como un sacrarium, apoyándose en la presencia de dos indicadores de culto: el nicho parietal y la representación del pavo real en el pavimento. Este pájaro ha sido ya interpretado como un indicador de sacralidad en relación con los espacios para el culto tunecinos (M. Bassani, 2003b: 168-169); en Hispania aparece también en la domus portuaria de Tárraco (M. Adserias et al., 2000: 149, fig. 18), como decoración parietal de la estancia en la que se encuentra el larario tipo aedicula (TA/Tarraco01-E). Sin embargo, por la entidad de la estancia, una de las más grandes de la casa, creemos que estos indicadores no resultan suficientes, sin el apoyo de otros como determinados materiales, para intrerpretar toda la sala como un sacrarium. Sin duda la presencia del pavo real acompaña al valor sacro del nicho, como lo hace también en el caso de la domus portuaria de Tárraco con la aedicula, pero creemos que no por ello deben descartarse, con la información con la que contamos, otros usos además del religioso para la estancia.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Umbral de acceso a la estancia con el nicho desde la pavimentada con opus sectile.
Fig. 4. Detalle del emblema con decoración de pavo real.
PROVINCIA BÉTICA - SEVILLA - HISPALIS
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BIBLIOGRAFÍA D. González Acuña, 2011: 217-219; M. Pérez Ruiz, 2013a: 404, n. 13. Agradecemos al Dr. D. González Acuña y al Prof. F. Amores la información facilitada sobre esta casa.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. D. González Acuña, 2011: lám. VI.217; Fig. 2. Ibid.: lám. VII.7; Fig. 3. Ibid.: lám. VII.5 ; Fig. 4. Ibid.: lám. VI.6.
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PROVINCIA BÉTICA - SEVILLA - HISPALIS
11) SE/Italica01-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de los Pájaros, Itálica (Santiponce, Sevilla). In situ. Mediados del s. ii-mediados del s. iii d.C. (casa).
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Espacio de pequeñas dimensiones ubicado junto a la esquina noreste del pórtico del peristilo, donde tiene el acceso, mientras que el desarrollo en profundidad se inserta en el viridarium al norte del triclinium. Planta rectangular más ancha que profunda, rematada en un ábside centrado en el lado largo de fondo y de dimensiones menores que este. Dimensiones: 1,44 m anchura; 1,84 m profundidad; espacio rectangular: 1,44x0,95 m; ábside: 0,88x0,90 m. Muro de cierre conservado en escasa altura (40 cm aprox.), construido en aparejo de opus testaceum dispuesto en hiladas regulares trabadas con argamasa. El espacio fue delimitado en primer lugar por muros rectos que lo separaban del patio en el que se inserta. Posteriormente, se construyó un muro curvo en el interior, creando así el ábside, sin que pueda saberse si esto ocurrió en una misma fase constructiva o no. El muro del ábside, por tanto, no traba con los de cierre exteriores, sino que se adosaba a ellos y a la pared norte del triclinio. Pavimento de opus tesellatum. Sin restos de revestimiento parietal conservados.
PROVINCIA BÉTICA - SEVILLA - ITALICA
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El pavimento de opus tesellatum es polícromo y sigue la forma de la planta. Perdido en gran parte, se conserva solo en el ábside y en la zona de unión de este con el espacio rectangular; el resto ha sido reintegrado. No se conservan las relaciones físicas con los muros del sacrarium. Decoración realizada a base de motivos vegetales sobre fondo blanco, enmarcados por líneas negras que separan el ábside del espacio rectangular y dividen este último en un cuadrado central enmarcado por una orla en U: en el ábside, cuatro peltas de color rosa, negro y ocre, rematadas en volutas y pétalo lanceolado, que convergen en el centro, a modo de aspa; en el centro, cálices de volutas de los mismos colores, que ocupan los ángulos y forman un diseño convergente hacia la parte central; en la orla, cuadripétalos lanceloados, de los que solo se conserva un pétalo original de color ocre. Cuestiones estilísticas y de tipología llevan a fecharlo entre 150-175 d.C.
OBSERVACIONES La técnica constructiva de los muros, así como las relaciones arqueoarquitectónicas entre estos y el proceso de construcción del sacrarium se han observado a partir de fotografías de archivo, tomadas antes de la restauración de la casa, ya que los muros visibles actualmente son los correspondientes al recrecimiento moderno, que enmascara el proceso de construcción original: la relación entre el muro lateral de cierre recto y el del ábside ha cambiado pues, en vez de adosarse como originalmente, están trabados. El muro del ábside, visible en la actualidad desde el exterior, no debió de verse en la construcción original más que al entrar en el larario. Por esta razón, en el aparato gráfico se aporta la planta dibujada por Antonio García y Bellido, en vez de la más moderna de José Manuel Rodríguez Hidalgo, ya que la primera es la más fiel a la construcción original del larario, a pesar de contener errores en otras zonas de la casa. El color de las teselas del pavimento se ha perdido casi por completo en la actualidad, por lo que la descripción se basa en las imágenes conservadas de su proceso de reintegración, que se aportan en el aparato gráfico. La cronología propuesta en esta ficha es la del conjunto de la casa, ya que se desconoce la fecha exacta de construcción del larario. Como ya hemos dicho, en el proceso de construcción el ábside es posterior a los muros rectos de cierre del espacio. Sin embargo, parece que este proceso responde, bien a dos fases muy próximas en el tiempo, bien a una misma fase, pues la datación del mosaico da un espacio de tiempo máximo aproximado de 25 años desde la construcción de la casa hasta su colocación. Según esto, cabría proponer una datación muy similar para el larario y para la casa, desde mediados del s. ii hasta mediados del s. iii d.C., pero hay que tener en cuenta que la cronología del pavimento se basa en criterios tipológicos, por lo que, sin datos estratigráficos, estas fechas son provisionales.
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PROVINCIA BÉTICA - SEVILLA - ITALICA
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. (Arriba izq.) Vista trasera del sacrarium. Fig. 4. (Arriba dcha.) Detalle del lado sur del ábside, junto al muro norte del triclinio. Fig. 5. (Dcha.) El sacrarium antes de la restauración, visto desde el norte.
Fig. 6. El sacrarium antes de la restauración, visto desde el sur.
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Fig. 7. Vista aérea de la parte este de la casa antes de la restauración, con el sacrarium al fondo.
Fig. 8. (Izq.) Parte conservada del mosaico, tal como se ve en la actualidad. Fig. 9. (Dcha.) El mosaico tras su restauración.
BIBLIOGRAFÍA M. Bassani, 2005: 77-78, 84-85, 89; A. Caballos et al., 1999: 71; A. García y Bellido, 1960a: 85-86; I. Mañas, 2011: 41, n.º 23; M. Pérez Ruiz, 2010: 109; Ead. 2013a: 407; J. M. Rodríguez Hidalgo, 1991: 293; P. Rodríguez Oliva, 1994: 21. Agradecemos a la Dra. I. Mañas Romero la información proporcionada sobre el mosaico del sacrarium.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. © Familia García-Bellido; Figs. 2-4. M. Pérez Ruiz; Fig. 5. © Archivo fotográfico del Conjunto Arqueológico de Itálica (Consejería de Cultura, Junta de Andalucía), n.º 9549; Fig. 6. © Archivo fotográfico del Conjunto Arqueológico de Itálica (Consejería de Cultura, Junta de Andalucía), n.º 9550; Fig. 7. © Archivo fotográfico del Conjunto Arqueológico de Itálica (Consejería de Cultura, Junta de Andalucía), n.º 03020104-AP001; Fig. 8. M. Pérez Ruiz; Fig. 9. © Archivo fotográfico del Conjunto Arqueológico de Itálica (Consejería de Cultura, Junta de Andalucía), n.º 9557.
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12) SE/Italica02-E. Larario tipo aedicula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de la Cañada Honda, Itálica (Santiponce, Sevilla). In situ. Mediados del s. ii d.C.-s. iii d.C. (casa).
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Podium de aedicula de forma rectangular, ubicado en la esquina sureste del pórtico del peristilo, frente a la entrada del mismo. Construcción de ladrillos en hiladas regulares, unidos con argamasa de cal mezclada con guijarros; núcleo interior de mampostería, realizado con fragmentos de ladrillo y argamasa de cal. Dimensiones: 61,5 cm anchura; 78,5 cm profundidad; 70,5 cm altura cons. Colocado sobre una cimentación de ladrillo de mayores dimensiones (72x78,5x6,5 cm máx.) y dispuesta oblicuamente respecto del alzado, de la que se ve una hilada. El podium está ligeramente inclinado hacia el lado este, razón por la cual su altura es mayor en el oeste. Se adosa a la columna de la esquina sureste del peristilo, adaptándose al saliente del zócalo de la columnata, lo que provoca que sea más estrecho en la parte inferior que en la superior y que su perfil trasero sea irregular. La columna conserva restos del estucado previo al adosamiento del podio de la aedicula.
OBSERVACIONES La ausencia de restos de argamasa sobre la última hilada de ladrillos del podium hace pensar que se conserva en toda su altura. Sobre él cabe suponer la presencia de columnas o paredes —con o sin moldura intermedia— que formarían el cuerpo sobre el que descansaría el coronamiento, posiblemente con forma de frontón triangular, como resulta más propio en este tipo de lararios.
PROVINCIA BÉTICA - SEVILLA - ITALICA
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La cronología propuesta es la de uso de la casa, ya que se desconoce la del edículo. La presencia de revestimiento de estuco en la parte de la columna y del zócalo de la columnata a las que este se adosa demuestra que se construyó en un momento posterior a ambos, sin que pueda precisarse cuándo.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. (Arriba izq.) Detalle del adosamiento del podium a la columna del peristilo desde el lado sur. Fig. 4. (Arriba dcha.) Vista de la aedicula desde el sur. Fig. 5. (Dcha.) Parte superior del podium. Obsérvese que uno de los ladrillos presenta restos de pigmentación roja.
BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2010: 110, n. 24, fig. 3; Ead., 2013a: 419.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. Th. Hauschild, 1984: 173, fig. 8; Figs. 2-5. M. Pérez Ruiz.
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PROVINCIA BÉTICA - SEVILLA - ITALICA
13) SE/Italica03-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Itálica (Santiponce, Sevilla). Museo Arqueológico de Sevilla, n.º inv. 829. Ss. i-ii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula en mármol blanco de Mijas. Dimensiones: 15 cm altura; 23 cm anchura; 13 cm profundidad. Forma prismática. Base decorada con moldura con forma de cyma reversa invertida sobre plinto recto. Cuerpo liso en todas las caras a excepción de la frontal, donde presenta una decoración en relieve con composición simétrica, en la que dos serpientes afrontadas y enroscadas sobre sí mismas se acercan a un altar, muy similar a la propia pieza y coronado con una piña y otros dos frutos a los lados, o quizá huevos. Coronamiento moldurado con cyma reversa sobre la que corre un filete. La superficie superior ha sido rebajada, dejando un saliente vertical en la parte trasera, que presenta una inscripción en el frente, posiblemente perdida en parte por una rotura, donde sobresalen dos espigas de bronce (una conservada); en la superficie del rebaje se aprecia una oquedad para lo que parece el encaje de un perno.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Cuerpo epigráfico sin delimitar. Una sola línea en letra capital libraria, de 2 cm altura.
M Aruleius [---] ex uoto
M. Aruleyo cumplió este voto a…
OBSERVACIONES La pieza fue hallada en Itálica, sin que se sepa el lugar exacto de procedencia. Fue ingresada en el museo por la Comisión de Monumentos en enero de 1926, momento de las excavaciones de Andrés Parladé en el anfiteatro y en una de las necrópolis de la ciudad. No se conocen más datos del contexto.
PROVINCIA BÉTICA - SEVILLA -ITALICA
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Su estudio ha suscitado dudas todavía hoy no resueltas. En primer lugar, el relieve fue interpretado inicialmente, principalmente por la presencia de las serpientes, como una alusión a Asclepio, cuyo nombre se supone inscrito en la parte del resalte perdida (A. García y Bellido, 1960a: 25; M. Martínez Munilla, 1951: 209). Según una propuesta posterior, con la que estamos de acuerdo, la iconografía del relieve coincide con las representaciones típicas de lararios, constatadas en numerosas pinturas pompeyanas, y por tanto el árula debe interpretarse como un objeto de culto doméstico (A. Balil, 1962b: 122, n. 35; C. Fernández-Chicarro, 1969: 84; G. Gamer, 1989: 265, SE29). En contra de esta segunda interpretación se ha argumentado (P. Rodríguez Oliva, 1994: 22; J. Beltrán y J. M. Rodríguez Hidalgo, 2004: 165) que, a pesar de que los mejores paralelos iconográficos proceden de lararios pompeyanos, la estructura de la inscripción, así como la fórmula ex voto, no son propios de las arulae domésticas. Sin embargo, en diversas piezas hispanas encontradas en contexto doméstico y recogidas en este catálogo se utiliza la misma estructura y la misma fórmula votiva en la dedicación (vid. capítulo V, p. 342). En segundo lugar, existe disensión en la lectura del nombre del dedicante. Aquí hemos optado por interpertarlo como un praenomen y un nomen —M. Aruleius—, tal y como proponen M. Martínez Munilla o C. Fernández-Chicarro (seguidos por CILA 3, entre otros); en tal caso, en la parte perdida del saliente estuvo escrito probablemente el cognomen (J. Beltrán y J. M. Rodríguez Hidalgo, 2004: 163). Sin embargo, otros autores han propuesto la lectura Maruleius, como un nomen o un cognomen (A. García y Bellido, 1960a, seguido por A. Canto, 1985; J. Beltrán y M. L. Loza, 2003, entre otros), lo cual supone que en el espacio perdido estaría quizá especificado el nombre de la divinidad, o bien el cognomen, de ser un nomen. Cabe plantearse, sin embargo, que en la parte perdida del resalte no hubiese inscripción alguna, pues la presencia de las espigas de bronce y la oquedad practicada en el rebaje del coronamiento hacen pensar que parte de ese resalte pudo haber estado oculto por una esculturilla que remataría el árula, tal y como han sugerido José Beltrán Fortes y M.ª Luisa Loza (2003: 186), quienes asocian la rotura del resalte a la posible pérdida de esta. Alicia Canto (1985: 155), en cambio, considera que las espigas deben de ser restos de una restauración ya de antiguo. La pieza ha sido datada, en función de la paleografía, en el s. i o ppios. s. ii d.C., si bien, en función de las diferentes interpretaciones arriba mencionadas, se ha llegado a datar a finales del s. ii o en el s. iii d.C. (J. Beltrán Fortes y M.ª L. Loza, 2003: 187-188). BIBLIOGRAFÍA CILA 3, 1991: 34-35, n.º 360, fig. 197; HAE 4-5, 1953-54: n.º 567. A. Balil, 1962b: 122, n. 35; J. Beltrán Fortes y M.ª L. Loza, 2001: 543; J. Beltrán Fortes y M.ª L. Loza, 2003: 185-188, n.º 95, fig. 97; J. Beltrán Fortes y J. M. Rodríguez Hidalgo, 2004: 162-165, fig. 80; A. Canto, 1985: 155-156, n.º 18; C. Fernández-Chicarro, 1951; Ead., 1969: 84; F. Fernández Gómez y C. Fernández-Chicarro, 1980: 63; G. Gamer, 1989: 265, SE29, lám. 116a; A. García y Bellido, 1960a: 25, fig. 13; J. González Fernández, 1991: 34-35, n.º 360, fig. 197; M. Martínez Munilla, 1951; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, n. 60, 300, n. 67; P. Rodríguez Oliva, 1994: 22.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. G. Gamer, 1989: lám. 116a.
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PROVINCIA BÉTICA - SEVILLA - ITALICA
PROVINCIA TARRACONENSE
ALICANTE
14) AL/Ilici01-C. Otras estructuras de culto PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Sector 4-C, Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). Estructura: in situ. Materiales: Museo Monográfico de La Alcudia (Elche, Alicante). 228/218-42/38 a.C. (casa).
DESCRIPCIÓN Habitación rectangular con paredes de piedra trabadas con barro y pavimento enlosado. Dimensiones: 1,80 m anchura; 4,25 m profundidad. En el interior se hallaron varios objetos cerámicos de tradición ibérica que han sido relacionados con el culto doméstico.
14.1. Recipiente para líquidos (Fig. 1): kernos de Estilo I Ilicitano, tipo 16 (T. Tortosa, 2004a). Dimensiones: 9,5 cm altura; 12,5 cm diámetro base. Base tubular circular, sobre la que descansan cinco recipientes de distintas formas, cuatro de ellos comunicados con la base hueca mediante orificios practicados en la parte inferior. Tres de los recipientes, con forma de vaso, están decorados con elementos vegetales y animales (conejos, peces y aves). El cuarto elemento, con forma de anforisco, está colocado en posición de verter líquido sobre el quinto recipiente, un cuenquito. El anforisco aparece también decorada con animales y plantas de significado simbólico. El cuenco, elemento principal del kernos, está decorado en la pared exterior con una liebre que corre hacia la izquierda, un ave y otra liebre alzada ante una palma; en el interior, aparece un motivo central que representa un rostro de frente, engalanado con pendientes y collar y con rubor en las mejillas, al que acompañan peces y liebres en las paredes de la copa. 14.2. Quemaperfumes (Fig. 2): thymiaterion de base acampanada y cuerpo globular con tres ventanas rectangulares que se alternan con tres elementos decorativos en relieve que representan rostros humanos. Bajo las ventanas hay una perforación circular. La pieza está pintada en rojo, con los ojos de las caras blancos y las pupilas negras, como los cabellos. 14.3. Recipiente para líquidos (Fig. 3): botellita panzuda con decoración pintada ibérica de tipo geométrico.
Fig. 1
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Fig. 2
PROVINCIA TARRACONENSE - ALICANTE - ILICI
Fig. 3
OBSERVACIONES La información al respecto de la casa y de la habitación en la que aparecieron estos objetos es escasa, por lo que no resulta posible discernir con claridad si toda la estancia pudo tener un uso cultual exclusivo o si este fue solo uno de los varios que se le dieron. Estas piezas han sido analizadas al hablar del culto doméstico previo a la llegada de los romanos, por lo que remitimos también para su valoración al capítulo IV. BIBLIOGRAFÍA AA.VV., 2004: 276, 279; R. Ramos Fernández, 1991: 70; Id., 2001-2002: 117-126; M. Pérez Ruiz, 2011a: 301302; Ead., 2011b: 385, n. 15; R. Ramos Fernández y J. Uroz, 1992: 97; A. Ramos Folqués, 1966; M. Tendero y G. Lara, 2004: 129; T. Tortosa, 2004a: 157, n.º 113.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. AA.VV., 2004: 279; Fig. 2. Ibid.: 279 ; Fig. 3. Ibid.: 276.
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15) AL/Ilici02-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Sector 5-F, Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). Perdido. Finales del s. i-s. ii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Habitación en la esquina noroeste del pórtico del peristilo, donde tiene el acceso. Planta trapezoidal. Dimensiones: 1,80 m anchura aprox.; 1,50 m profundidad. Pavimento de mortero de cal. Revestimiento parietal pintado: zócalo amarillo separado de la zona media por un una banda verde delimitada por filetes blancos; zona media pintada con temática de candelabros en amarillo y castaño sobre fondo rojo.
OBSERVACIONES Actualmente, la estancia identificada como sacrarium y que Rafael Ramos (1991: 75, fig. 5) refleja en el plano de la casa está perdida, como muestra el plano más reciente de Julia Sarabia y Victor Cañavate (Fig. 2); además, no conocemos los posibles materiales asociados y la identificación de las estancias y fases de la casa presentan importantes problemas estratigráficos. Estas cuestiones hacen que la identificación
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de la habitación con un sacrarium resulte dudosa, si bien la comparación con estancias similares en otras zonas de las provincias Bética y Tarraconense, identificadas como lararios, sirve de apoyo a esta propuesta. La decoración parietal de la estancia se corresponde con un esquema pictórico tripartito, que es el más común en la casa y se adscribe al cuarto estilo pompeyano, que parece mantenerse fuera de Pompeya hasta la primera mitad del s. ii d.C. (A. Fernández Díaz ap. J. Sarabia y V. Cañavate, 2009: 104). En cuanto a la cronología del posible sacrarium, su construcción parece pertenecer a la fase altoimperial de la casa y debió de estar en uso al menos hasta el s. ii d.C., a juzgar por su decoración parietal. Tradicionalmente se han identificado dos fases de uso de la casa de época romana: la fase altoimperial, entre finales del s. i y el s. iii d.C. y la fase bajoimperial, entre los ss. iii y v d.C. Sin embargo, el reciente reestudio de los restos arqueológicos (J. Sarabia y V. Cañavate, 2009) arroja importantes dudas sobre las fases del edificio, por lo que desconocemos la fecha en la que se amortizó la estancia de culto.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 2. Planta de los restos conservados actualmente de la Casa del Sector 5-F de Ílici.
Fig. 2
BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2013a: 409-410, 422; R. Ramos Fernández, 1991: 76; J. Sarabia y V. Cañavate, 2009. Agradecemos a Julia Sarabia la información facilitada en relación con su reestudio de esta estructura doméstica.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Sarabia, 2013: fig. 5; Fig. 2. J. Sarabia y V. Cañavate, 2009: 94, fig. 3.
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16) AL/Ilici03-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del sector 5-F (?), Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). Museo Monográfico de La Alcudia (Elche, Alicante), n.º inv. LA-3713. Ss. ii-iii d.C.
Fig. 2
Fig. 3
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula de piedra caliza. Dimensiones: 19 cm altura cons.; 13 cm anchura; 17 cm, profundidad. Ha perdido el coronamiento y parte de la base. Base moldurada con un primer escalón recto y un segundo biselado. Cuerpo liso, sin decoración. Restos de pintura.
OBSERVACIONES Desconocemos la procedencia exacta de la pieza. Gustav Gamer, a partir de Alejandro Ramos Folqués, afirma que procede de una casa romana, seguramente la del sector 5-F, según Gabriel Lara. BIBLIOGRAFÍA G. Gamer, 1989: 172, A1, lám. 131a; G. Lara, 2005: 155-156, fig. 54f.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Sarabia, 2013: fig. 5; Fig. 2. G. Gamer, 1989: lám. 131a; Fig. 3. G. Lara, 2005: 154, fig. 54f.
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17) AL/Ilici04-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del sector 5-F (?), Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). Museo Monográfico de La Alcudia (Elche, Alicante), n.º inv. LA-3711. Ss. ii-iii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula de piedra caliza local. Dimensiones: 22 cm altura; 16x17,5 cm base; 11x13 cm cuerpo. Ha perdido la parte exterior del coronamiento. Base decorada con una moldura escalonada en seis niveles. Cuerpo decorado con una acanaladura central. Coronamiento realizado mediante una sola moldura rectilínea, en cuya parte superior se aprecia un rebaje de la superficie a modo de foculus.
OBSERVACIONES Desconocemos la procedencia exacta de la pieza. Gustav Gamer, a partir de Alejandro Ramos Folqués, afirma que procede de una casa romana, seguramente la del sector 5-F, según Gabriel Lara. BIBLIOGRAFÍA G. Gamer, 1989: 172, A2, lám. 131b; G. Lara, 2005: 155, fig. 54d.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Sarabia, 2013: fig. 5; Fig. 2. G. Gamer, 1989: lám. 131b.
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18) AL/Ilici05-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del sector 5-F (?), Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). Museo Monográfico de La Alcudia (Elche, Alicante), n.º inv. LA-3712. Ss. ii-iii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica de piedra caliza local. Dimensiones: 20,5 cm altura máx.; 17,5x14 cm base; 13,1x11 cm cuerpo. Ha perdido parte del coronamiento. Base y coronamiento conservado sobresalientes respecto del cuerpo, ambos moldurados con una sucesión de tres filetes y dos medias cañas intercalados, con un filete más estrecho y pequeño rematando la parte superior de la base. Se conserva parte del foculus, realizado como una perforación de tendencia circular, con restos de fuego; parece haber estado rodeado por un cordón, bastante erosionado. Posible desarrollo de los pulvini en los lados cortos, hoy perdidos. Es posible que tuviese cierta decoración consistente en un cuerpo central en resalte en las caras más anchas.
OBSERVACIONES Desconocemos la procedencia exacta de la pieza. Gustav Gamer, a partir de Alejandro Ramos Folqués, afirma que procede de una casa romana, seguramente la del sector 5-F, según Gabriel Lara.
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BIBLIOGRAFÍA G. Gamer, 1989: 172, A3, lám. 131c; G. Lara, 2005: 155, fig. 54e.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Sarabia, 2013: fig. 5; Fig.2. G. Gamer, 1989: lám. 131c.
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19) AL/Ilici06-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del sector 5-F (?), Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). Museo Monográfico de La Alcudia (Elche, Alicante), n.º inv. LA-3708. Ss. ii-iii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Fragmento de arula realizada en piedra caliza local. Dimensiones: 9,1 cm anchura; 7 cm profundidad. Base moldurada con plinto, acanaladura, bisel y filete. No se conserva el cuerpo ni el coronamiento.
OBSERVACIONES Desconocemos la procedencia exacta de la pieza. Gustav Gamer, a partir de Alejandro Ramos Folqués, afirma que procede de una casa romana, seguramente la del sector 5-F, según Gabriel Lara. BIBLIOGRAFÍA G. Gamer, 1989: 172, A4, fig. 3; G. Lara, 2005: 154, fig. 54c.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Sarabia, 2013: fig. 5; Fig. 2. G. Lara, 2005: 154, fig. 54c.
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20) AL/Ilici07-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). Museo Monográfico de La Alcudia (Elche, Alicante). ——
DESCRIPCIÓN Fragmento de arula.
OBSERVACIONES Desconocemos la procedencia exacta de la pieza. Gustav Gamer, a partir de Alejandro Ramos Folqués, afirma que procede de una casa romana. BIBLIOGRAFÍA G. Gamer, 1989: 172, A5.
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21) AL/Ilici08-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). Museo Monográfico de La Alcudia (Elche, Alicante). ——
DESCRIPCIÓN Arula de mármol blanco.
OBSERVACIONES Desconocemos la procedencia exacta de la pieza. Gustav Gamer, a partir de Alejandro Ramos Folqués, afirma que procede de una casa romana. BIBLIOGRAFÍA G. Gamer, 1989: 172, A6.
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22) AL/Ilici09-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). Museo Monográfico de La Alcudia (Elche, Alicante). ——
DESCRIPCIÓN Arula. Ha perdido la base y el coronamiento.
OBSERVACIONES Desconocemos la procedencia exacta de la pieza. Gustav Gamer, a partir de Alejandro Ramos Folqués, afirma que procede de una casa romana.
BIBLIOGRAFÍA G. Gamer, 1989: 172, A7.
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23) AL/Ilici10-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del «mosaico helenístico», sector 5-F de Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). Museo Monográfico de La Alcudia (Elche, Alicante). Finales del s. i a.C.-comienzos del s. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Depósito de materiales bajo el suelo de una de las estancias de la casa. Formado por una crátera de cerámica pintada ibérica, una olla de pasta negra y un cantarito con decoración reticulada pintada. Destaca especialmente la primera pieza. Se trata de una crátera de cerámica pintada ibérica, con el borde exvasado, base con pie inclinado y dos asas serpenteantes. Decorada con un gran friso que ocupa prácticamente todo el cuerpo, con motivos antropomorfos en el interior: en la cara A se representa una cabeza alada, con el rostro arrebolado, que brota de la tierra; a su derecha, un ave acerca el pico a una de las alas, mientras que, a la izquierda, otro ave lo introduce en una oreja de la cabeza alada. En la cara B, dos cabezas masculinas, orientadas hacia la izquierda y que quizá también brotan de la tierra, aparecen separadas por dos serpientes entrelazadas; los rostros presentan la barba y el pelo rizado en un caso y liso en otro. En el interior de la crátera se halló una gema de ágata adularia («piedra de la fertilidad») de color ambarino, de 12x10 cm de lado y 3,5 mm de grosor. Está decorada con un entalle que representa una paloma en actitud de vuelo, alrededor de la cual hay signos alfabéticos no descifrados.
OBSERVACIONES Hallada en una estancia de planta trapezoidal perteneciente a la fase iberorromana de la casa del Sector 5-F de Ílici, conocida como del «mosaico helenístico» por el pavimento de este tipo hallado en una de sus estancias. La habitación en la que se encontró esta crátera tiene paredes de mampostería enlucidas con
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cal y pintadas de rojo y suelo de adobes revestidos también con cal. No queda claro, sin embargo, a tenor de los datos conservados, si el revestimiento de los muros debe adscribirse a la fase ibero-romana o a la altoimperial, pues si bien el uso simbólico del color rojo está atestiguado como un indicador de sacralidad en pavimentos y paredes de diferentes yacimientos ibéricos (véase lo dicho al respecto en el capítulo IV), en favor de la cronología altoimperial parece estar el hecho de que las sucesivas capas de pintura conservadas de esta fase en la estancia presentan un zócalo rojo (J. Sarabia y V. Cañavate, 2009: 96). Las propias dudas que presenta la estratigrafía de la casa se suman a la dificultad para esclarecer esta datación. A un metro de distancia de este depósito se halló otro con materiales también singulares (AL/Ilici11-O). La presencia de dos depósitos de estas características y el tipo de decoración de la estancia nos llevan a pensar que, de pertenecer a la fase ibero-romana, toda la habitación pudo haber sido un espacio dedicado al culto. Sin embargo, con la información de que disponemos esto solo puede plantearse como una hipótesis. La crátera ha sido interpretada como un objeto de culto doméstico por la iconografía que presenta, en la que la cabeza femenina se identifica con la gran diosa de la fertilidad, asociada al ciclo agrícola y vital, y las masculinas con posibles antepasados heroizados. La pieza responde al Estilo II ilicitano y presenta infujos magnogrecos y especialmente romanos, como se aprecia por la comparación de su perfil con los de copas de terra sigillata (T. Tortosa, 2004: 136). Para la gema se propone una cronología anterior a la de la crátera (R. Ramos Fernández, 1989: 240). Los signos alfabéticos que presenta parecen similares al silabario chipriota, aunque no se puede descartar que se trate sólo de imitación de signos (ibid.). Esta pieza ha sido también tratada en el cap. IV, al que remitimos como complemento de la información dada aquí.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 2. Crátera hallada en el depósito votivo. 1. Cara A. 2-5. Cara B.
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Fig. 3. (Izq.) Ágata con entalle de paloma. Fig. 4. (Dcha.) Vista de la cara B de la crátera.
Fig. 5. Planta de la casa del sector 5-F en sus sucesivas fases. La gris corresponde a la época iberorromana.
BIBLIOGRAFÍA R. Ramos Fernández, 1989; 1992; 2001-2002: 121-122; T. Tortosa, 2004a: 136-137, n.º 74.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Ramos Fernández, 2001-2002: 122, lám. 4; Fig. 2. T. Tortosa, 2006: 206; Fig. 3. Ibid.: 122, lám. 6; Fig. 4. AA.VV., 2004: 275; Fig. 5. L. Abad, 2004: 72.
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24) AL/Ilici11-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del «mosaico helenístico», sector 5-F, Ílici (La Alcudia de Elche, Alicante). Museo Monográfico de La Alcudia (Elche, Alicante). Finales del s. i a.C.-comienzos del s. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Depósito de materiales hallado en la casa del sector 5-F de Ílici, en la fase iberorromana. En su interior se hallaron un vaso crateriforme de cerámica ibérica pintada, decorado con motivos vegetales estilizados; un «pebetero» con forma de cabeza femenina, incompleto; un cuchillo y un removedor de hierro y dos fragmentos cerámicos con relieve de Dioniso y Sileno.
OBSERVACIONES El depósito se encontró a un metro de otro con una crátera de cerámica pintada (AL/Ilici10-O). Sobre la estancia en la que aparecieron ambos, véase AL/Ilici10-O. Sobre la polémica en torno a la funcionalidad de los llamados «pebeteros» con forma de cabeza femenina, véase el capítulo IV.
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DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 2. (Arriba izq.) Fragmento cerámico con representación de Sileno. Fig. 3. (Arriba dcha.) Fragmento cerámico con representación de Dioniso. Fig. 4. (Dcha.) Planta de la casa del sector 5-F en sus sucesivas fases. La gris corresponde a la época iberorromana.
BIBLIOGRAFÍA R. Ramos Fernández, 2001-2002: 122.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Ramos Fernández, 2001-2002: 123, lám. 7; Fig. 2. Ibid.: 123, lám. 8; Fig. 3. Ibid.: 123, lám. 9; Fig. 4. L. Abad, 2004: 72.
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ASTURIAS
25) AS/Veranes01-M. Escultura PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Veranes (Gijón, Asturias). Museo de la Villa de Veranes (Gijón, Asturias). S. iv d.C. (villa).
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Pedestal y mitad inferior de una pierna, en bronce. Pedestal circular formado por tres molduras —toro, escocia y toro—, en diámetro decreciente hacia arriba. Sobre él, se conserva únicamente el pie y la parte inferior de la pierna derecha de una figura humana. El pie aparece calzado con una sandalia con alas.
OBSERVACIONES La pieza se halló entre los materiales del derrumbe del segundo piso de la villa, sobre la zona de la entrada. Pudo pertenecer a un larario que, por su ubicación en un piso alto, habría estado realizado en madera. El pedestal y el fragmento de pierna aparecieron por separado. Las alas en la sandalia permiten identificar la escultura con Mercurio.
BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2011a: 297. Agradecemos a la Prof. C. Fernández Ochoa la información facilitada sobre esta pieza.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. C. Fernández Ochoa y F. Gil Sendino, 2008: 439, fig. 3; Fig. 2. M. Pérez Ruiz.
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PROVINCIA TARRACONENSE - ASTURIAS - VERANES
BARCELONA
26) BA/Barcino01-M. Escultura PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Domus de la Plaça del Rei, Barcino (Barcelona). Museu d’Historia de Barcelona, n.º inv. 3518. Finales del s. i-s. ii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Fragmento de escultura antropomorfa en mármol, con representación de Mercurio. Dimensiones: 5,8 cm anchura; 5,8 cm grosor; 9 cm altura cons. El fragmento conservado corresponde a la zona de la pelvis, con los genitales, y al arranque de los muslos, de los que se conserva únicamente el izquierdo, con la mano pegada a él. Figura desnuda, en la mano conservada sujeta el marsupium. Se apoya con la cadera derecha en un tronco, del cual se conserva un nudo con forma de lágrima invertida. La parte trasera de la pieza está trabajada someramente.
OBSERVACIONES La altura completa de la pieza debió de ser de unos 40 cm. Esto, junto con el trabajo somero de la parte trasera, ha llevado a proponer su ubicación en un larario tipo nicho. Procede de una casa excavada bajo la Plaça del Rei, probablemente del atrio o del peristilo.
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PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - BARCINO
BIBLIOGRAFÍA J. Beltrán de Heredia, 2001a: 154, n.º 73; M. Pérez Ruiz, 2011a: 297.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Beltrán de Heredia, 2001b: 99, fig. 6; Fig. 2. Ead., 2001a: 157, n.º 73.
PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - BARCINO
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27) BA/Barcino02-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Plaça del Rei, Barcino (Barcelona). Museu d’Historia de Barcelona, n.º inv. 103. Primera mitad del s. i- s. iii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica de jaspe de Tortosa. Dimensiones: 11,5 cm altura; 9,5 cm lado. Superficie muy desgastada, con roturas puntuales en el coronamiento y en la base. Base saliente y moldurada con tres filetes y dos medias cañas intercaladas y paralelas. Cuerpo liso. Coronamiento saliente y moldurado con cuarto de bocel y faja. Aparentemente carece de pulvini y foculus.
OBSERVACIONES Hallada en las excavaciones de la plaza realizadas entre 1931-1935. Se asocia a un contexto doméstico, sin especifiarse a cuál. BIBLIOGRAFÍA J. Beltrán de Heredia, 2001a: 155, n.º 75; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, n. 59.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Beltrán de Heredia, 2001b: 99, fig. 6; Fig. 2. Ead., 2001a: 155, n.º 75.
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PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - BARCINO
28) BA/Barcino03-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Plaça del Rei, Barcino (Barcelona). Museu d’Historia de Barcelona, n.º inv. 16349. Primera mitad del s. i-s. iv d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica de gres. Dimensiones: 12,5 cm altura; 11,5 cm anchura; 11 cm profundidad. Base decorada con tres filetes paralelos separados por dos medias cañas. Cuerpo decorado con una guirnalda. Coronamiento recto, dividido en dos por una línea incisa a imitación de una moldura. En la parte superior presenta dos pulvini estrechos y con poco relieve, que enmarcan un gran foculus con forma de pátera con umbo en el centro y con restos de quemado. Conserva restos de revestimiento de estuco.
OBSERVACIONES Hallada en las excavaciones de la plaza de 1997. Se asocia a un contexto doméstico, sin especifiarse cuál. BIBLIOGRAFÍA J. Beltrán de Heredia, 2001a: 155, n.º 76; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, n. 59; 300, n. 66, 71.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Beltrán de Heredia, 2001b: 99, fig. 6; Fig. 2. Ead., 2001a: 155, n.º 76.
PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - BARCINO
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29) BA/Barcino04-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Plaça del Rei, Barcino (Barcelona). Museu d’Historia de Barcelona, n.º inv. 115. Primera mitad del s. i- s. iv d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica de gres. Dimensiones: 12 cm altura; 11,5 cm anchura; 13 cm profundidad. Base formada por un listel biselado que se apoya sobre un plinto recto y saliente. Cuerpo liso. Coronamiento formado por tres filetes rectos colocados de forma escalonada; rematado con dos pulvini estrechos que enmarcan un frontón triangular, con un foculus circular en el centro.
OBSERVACIONES Hallada en las excavaciones de la plaza entre 1931-1935. Se asocia a un contexto doméstico, sin especificarse cuál. BIBLIOGRAFÍA J. Beltrán de Heredia, 2001a: 155, n.º 77; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, n. 59.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Beltrán de Heredia, 2001b: 99, fig. 6; Fig. 2. Ead., 2001a: 155, n.º 77.
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PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - BARCINO
30) BA/Barcino05-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa en la C/ Montevideo, Barcelona. Museu d’Historia de Barcelona, n.º inv. 16349. Segunda mitad del s. i a.C.-primer cuarto del s. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica de gres. Dimensiones: 11 cm altura cons.; 10,1 cm de lado. Base con decoración de moldura escalonada en cuatro niveles. Cuerpo prismático liso. Ha perdido el coronamiento.
OBSERVACIONES Se desconoce el lugar exacto del hallazgo dentro de la villa.
BIBLIOGRAFÍA J. Beltrán de Heredia, 2001a: 155, n.º 78; HEp 11: 25, n.º 83; M. Pérez Ruiz, 2011a: 300, n. 72.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Beltrán de Heredia, 2001a: 155, n.º 78.
PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - BARCINO
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31) BA/Lloses01-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Edificio B, Camp de les Lloses (Tona, Barcelona). —— 120-90 a.C.
Fig. 2 Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica de piedra caliza. Dimensiones: 10,5 cm anchura; 11 cm profundidad; 10 cm altura. Buen estado de conservación, ha perdido únicamente una pequeña parte de la decoración del coronamiento. Base decorada con un plinto, con la parte inferior recta y la superior biselada, sobre el que se desarrollan dos filetes escalonados. Cuerpo prismático liso. Coronamiento decorado con una sucesión de cuatro filetes escalonados y separados por acanaladuras. Remate superior con dos pulvini estrechos y oblicuos, que enmarcan una decoración denticulada que remata los lados largos del arula, dejando un espacio central liso a modo de foculus.
OBSERVACIONES Hallada en el ambiente 11, donde se encontraron también un plato de cerámica campaniense B (forma Lamb. 5-7) y varias piezas de cerámica calada, así como un denario de plata. Toda la estancia ha sido interpretada como destinada al culto, si bien, por las características de la casa y el número total de sus habitaciones, parece más factible que se trate de la estancia principal de la morada, con un uso polifuncional que incluye el culto.
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PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - LLOSES
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Dibujo del arula.
BIBLIOGRAFÍA R. Álvarez Arza et al., 2000: 278-279, fig. 12; M. Duran et al., 2004: 435; M. Pérez Ruiz, 2011a: 300, n. 72; A. Ros, 2005: 151; I. Simón, 2009: 523, n.º 8.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Álvarez Arza et al., 2000: 272, fig. 2; Fig. 2. Ibid.: 279, fig. 12; Fig. 3. M. Duran et al., 2004: 442, fig. 8.
PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - LLOSES
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32) BA/Lloses02-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Edificio B, Camp de les Lloses (Tona, Barcelona). —— 120-90 a.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil (CL.98.143.27) colocada en un hoyo exacavado en el suelo del ámbito 13, en el extremo sureste junto al muro. Se trata de un feto a término (38-40 semanas) colocado en posición fetal con la cabeza orientada al sur. El suelo del hoyo estaba recubierto de cerámica y delimitado por piedras. El cuerpo se acompañaba de un ajuar formado por pequeñas piezas de forma hemisférica, fragmentos de escoria de hierro y fragmentos indeterminados del mismo metal. Bajo el feto se halló un hacha (dolabrum) de hierro de doble corte, sin signos de uso.
OBSERVACIONES El hacha hallada bajo el feto carece, por el momento, de paralelos. BIBLIOGRAFÍA R. Álvarez Arza et al., 2000: 278, fig. 10; M. Duran et al., 2004: 434.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Álvarez Arza et al., 2000: 272, fig. 2; Fig. 2. Ibid.: 278, fig. 10.
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33) BA/Lloses03-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Edificio B, Camp de les Lloses (Tona, Barcelona). —— 120-90 a.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Nivel de cenizas asociado a una gran cantidad de restos de fauna y algunos materiales cerámicos, entre los que destacan los calados y una jarrita en miniatura de cerámica gris ampuritana, con un soporte circular de hierro.
OBSERVACIONES Hallado en el ámbito 14 e interpretado como parte de un ritual doméstico de tradición indígena. BIBLIOGRAFÍA R. Álvarez Arza et al., 2000: 279; M. Duran et al., 2004: 435.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Álvarez Arza et al., 2000: 272, fig. 2.
PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - LLOSES
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34) BA/Lloses04-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Edificio B, Camp de les Lloses (Tona, Barcelona). —— 120-90 a.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Vasito de paredes finas hallado bajo el suelo de uso del ámbito 12, con restos de microfauna, una taba y un as de bronce en el interior.
OBSERVACIONES El hallazgo ha sido interpretado como un rito fundacional de tradición romana.
BIBLIOGRAFÍA M. Duran et al., 2004: 435.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Álvarez Arza et al., 2000: 272, fig. 2.
82
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35) BA/Darro01-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa n.º 3, Darró (Vilanova i la Geltrú, Barcelona). —— 180-50/40 a.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Hallazgo de fetos y recién nacidos enterrados bajo los pavimentos de algunas de las estancias con uso doméstico de la casa.
OBSERVACIONES A. Ros considera que se trata de ritos propiciatorios, más que fundacionales. BIBLIOGRAFÍA A. López Mullor et al., 1992: 27; A. Ros, 2005: 149.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. López Mullor et al., 1992: 28, fig. 18.
PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - DARRO
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36) BA/Iluro01-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de la Plaça Gran, Iluro (Mataró, Barcelona). —— Segundo cuarto del s. i a.C.
DESCRIPCIÓN Jarra de cerámica gris ibérica colocada en una pequeña fosa excavada en el terreno natural, con una moneda de la quinta emisión de la ceca de Iluro (104 a.C.) en el interior.
OBSERVACIONES Hallada en la fase más antigua de la casa, datada en el segundo cuarto del s. i a.C. Interpretada como un rito fundacional.
BIBLIOGRAFÍA J. García Roselló et al., 2000: 47-50.
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37) BA/Mateu01-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Ca l’Arnau-Can Mateu (Cabrera de Mar, Barcelona). —— Mediados/tercer cuarto-finales del s. ii a.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil hallada bajo muros de habitación del yacimiento, en una fosa circular. Se trata de un feto a término o de un neonato colocado en posición fetal.
PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - MATEU
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OBSERVACIONES Hallado en el ámbito 3 e interpretado por sus excavadores como un rito fundacional.
BIBLIOGRAFÍA J. García Roselló et al., 2000: 35; A. Martín Menéndez, 2004: 382.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Martín Menéndez, 2002: 213; Fig. 2. Id., 2004: 398, fig. 2.
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PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - MATEU
38) BA/Mateu02-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Ca l’Arnau-Can Mateu (Cabrera de Mar, Barcelona). —— Mediados/tercer cuarto-finales del s. ii a.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Hallazgo de una o dos ofrendas conectadas entre sí. Se trata de un conjunto de restos óseos, posiblemente humanos, cubiertos por fragmentos informes de cerámica y acompañados de un vaso de cerámica ibérica común de pasta reductora, al que le falta todo el borde.
PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - MATEU
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OBSERVACIONES Interpretado por sus excavadores como un rito fundacional. Existen dudas sobre el uso claramente doméstico de la estructura en la que fue hallado.
BIBLIOGRAFÍA J. García Roselló et al., 2000: 35; A. Martín Menéndez, 2004: 382.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Martín Menéndez, 2002: 213. ; Fig. 2. Id., 2004: 398, fig. 2.
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PROVINCIA TARRACONENSE - BARCELONA - MATEU
39) BA/Palauet01-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Can Palauet (Mataró, Barcelona). —— S. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica de piedra local, conservada completa pero fragmentada. Base formada por un plinto recto, de escasa altura, sobre el que se desarrollan tres molduras biseladas y escalonadas, la central sensiblemente más ancha. Cuerpo cúbico (?) muy estrecho y alto, liso. Coronamiento moldurado con tres biseles escalonados, el central más ancho, y una faja recta sobre ellos. Rematado en pulvini estrechos y altos, que enmarcan un espacio central liso a modo de foculus.
OBSERVACIONES Hallada en un nivel habitacional.
BIBLIOGRAFÍA J. García Roselló, 1999: 46; A. Ros, 2005: 150-151; I. Simón, 2009: 523, n.º 9.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. García Roselló, 1999: 46.
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40) BA/Balenço01-E. Otras estructuras de culto PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Can Balençó (Argentona, Barcelona). —— Mediados del s. ii-finales del s. i a. C.
DESCRIPCIÓN En el interior del recinto P se han hallado los restos de una estructura circular formada con piedras y arcilla y colocada sobre un pavimento de barro, junto a la cual un conjunto de cuatro piedras parece haber sido colocado de manera intencionada.
OBSERVACIONES Por similitud con los hallazgos de Alorda Park (Calafell, Tarragona) se cree que podría tener una función cultual, en el interior de un recinto de tipo doméstico (C. Belarte, 1997: 197), si bien ningún hallazgo más acompaña esta hipótesis (CODEX, 1992: 166). Este hallazgo ha sido abordado también en el capítulo IV, puesto que el poblado al que pertenece es de tradición ibérica, por lo que remitimos a él para más información. BIBLIOGRAFÍA C. Belarte, 1997: 197; CODEX, 1992: 166; M. Pérez Ruiz, 2011b: 385, n. 15.
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BURGOS
41) BU/Clunia01-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa Triangular, Clunia (Peñalba de Castro, Burgos). In situ. Mediados del s. i d.C. (término post quem)-s. iii d.C. (casa).
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Espacio ubicado dentro de la estancia central del lado norte de la casa, en el centro de la pared de fondo. Planta rectangular tendente al cuadrado. Dimensiones: 1,58 m anchura; 1,45 m profundidad. Delimitado en los flancos por dos muretes —actualmente no visibles— de los que se conserva la cama del izquierdo y el arranque del derecho. El muro de fondo, perimetral de la casa, está realizado con mampuestos de piedra de pequeño tamaño, calzados con ripios del mismo material. La parte frontal estaba, aparentemente, abierta por completo. Adosado a la pared de fondo del sacrarium, en el centro, se conserva el arranque de un podium de mampostería revestido de ladrillo, de 0,64x0,64 m, probablemente la parte inferior de una aedicula (41.1). Pavimento de opus tesellatum que rodea el podium. No conserva restos de revestimiento parietal. Sin materiales asociados. Pavimento de opus tesellatum en blanco y negro. Desarrollado en todo el suelo de la habitación, con forma de U, rodeando el basamento. Dimensiones: 1,58 m anchura; 1,45 m profundidad. Motivo principal enmarcado por un ribete doble de teselas negras; sobre el fondo blanco se ve, en el centro, una crátera campaniforme gallonada, de pie triangular y asas en S, de la que surgen dos tallos de vid que se enroscan sobre sí mismos formando roleos, los cuales se extienden por el tapiz y de los que surgen alternativamente hojas de acanto —de perfil— y de vid —de frente—; a ambos lados de la crátera aparecen sendas palomas afrontadas. En los extremos de la U (32 cm anchura), sobre el marco del motivo central y a ambos lados del podium, surgen dos tallos, cada uno con tres hojas con nervio central o tres granadas, esquemáticamente representadas.
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OBSERVACIONES El mosaico fue hallado en 1991, en el transcurso de unas labores periódicas de limpieza del yacimiento. La estructura de la casa se había descubierto años antes, en 1976. Se desconoce la fecha de construcción de la casa. El podium está actualmente reconstruido con una capa de ladrillos trabados con mortero, de manera que no se ven los restos originales. Como ya han sugerido algunos investigadores (G. López Monteagudo et al., 1998: 76), el espacio en el que se encuentra el sacrarium pudo estar ajardinado y seguramente se dedicó por completo al culto (M. Bassani, 2005: 82), pues el espacio alrededor del sacrarium resulta pequeño y estrecho para haber servido para otros usos. Es posible que se usase para colocar algún altar o mobiliario complementario para el desarrollo del ritual o para la custodia de las esculturas y los objetos de culto. El sacrarium es el único espacio de la casa con pavimento de mosaico. Su decoración ha llevado a Pere de Palol (1994: 80-81) a proponer que se trate de un altar de culto cristiano o, más bien, órfico, teniendo en cuenta su cronología. Pero la iconografía del mosaico encuentra paralelos claros en otros lararios, como el de la Maison de la Procession Dionysiaque en Thysdrus (El Djem, Túnez), fechado entre finales del s. ii y comienzos del s. iii d.C. (M. Bassani, 2003b: 168-170; L. Foucher, 1963: 36; fig. 389), y el de la Villa de Vallon (Suiza) (M. Bassani, 2003b: 163, fig. 5; S. Rebetez, 1992: 7-9). Las dimensiones, forma, equipamiento y ubicación coinciden también con los característicos de los lararios (véase el capítulo V), razón por la que creemos más acertado interpretar el espacio de la Casa Triangular como tal.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Fotografía aérea de la Casa Triangular.
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Fig. 4. Vista general de la estancia y de los restos del sacrarium en el interior.
Fig. 5. Vista del sacrarium en su estado actual.
Fig. 6. Detalle de la crátera y las palomas afrontadas a sus lados, en el centro del pavimento.
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PROVINCIA TARRACONENSE - BURGOS - CLUNIA
Fig. 7. Detalle de uno de los tallos con tres hojas o granadas que surgen en cada uno de los extremos superiores de la U, a ambos lados del podium.
BIBLIOGRAFÍA M. Bassani, 2005: 81-82; G. López Monteagudo et al., 1998: 74-76, fig. 20; P. de Palol, 1994: 76-81, figs. 97-102; M. Pérez Ruiz, 2012: 244.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. de Palol, 1994: 77, fig. 97; Fig. 2. Ibid.: 78, fig. 100; Fig. 3. Ibid.: 77, fig. 98; Figs. 4-5. M. Bendala Galán; Fig. 6. P. de Palol, 1994: 79, fig. 101; Fig. 7. M. Pérez Ruiz.
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42) BU/Clunia02-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de las Cuevas Ciegas, Clunia (Peñalba de Castro, Burgos). In situ. Primer tercio s. i d.C.-?
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Espacio construido en el lado este del peristilo, adyacente al triclinio, con acceso desde este y desde el pórtico del peristilo. Planta rectangular. Dimensiones: 1,80 m anchura; 1,50 m profundidad. Muros de
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cierre de 32 cm anchura aprox., realizados con mampuestos de pequeño y mediano tamaño, trabados con tierra y calzados con ripios, al igual que el resto de la casa, muestra de que este espacio formaba parte del proyecto original del edificio, a pesar de que el muro de fondo (este) no trabe con el de la sala de banquetes. El suelo actual se encuentra por debajo del nivel de uso original, por lo que se desconoce el tipo de pavimentación que tuvo la estancia. Revestimiento parietal no conservado. Sin materiales asociados. Los vanos de acceso al sacrarium miden 0,72 m, el que comunica con el triclinium, y 1,40 m, el que comunica con el peristilo. En cada extremo de estos vanos hay colocada una piedra para el apeo de las jambas, con oquedades cuadrangulares (8x8 cm) para el encastre de los goznes de la puerta sobre una base de hierro cuadrangular con un rebaje circular, como las que se conservan en el peristilo. En estas piedras de apeo, más anchas que el propio vano, la parte que sobresale de la línea del muro está rebajada, con probabilidad para la colocación de placas decorativas u ordenes arquitectónicos apilastrados, que sobresaldrían también de la pared. Los accesos al espacio hubieron de estar, por tanto, ennoblecidos mediante esta decoración, como ocurre con el del triclinium, en cuyo vano se puede observar el mismo sistema de piedras para el apeo de las jambas y para la colocación de algún tipo de decoración arquitectónica.
OBSERVACIONES Este espacio ha sido interpretado como un cubiculum por Paula Uribe (2007: 98-99, figs. 3 y 6). Sin embargo, la existencia de sacraria de similares características, insertos en o adyacentes a habitaciones de representación y banquete, nos lleva a plantear que seguramente también aquí estamos ante una capilla de culto. Los casos hispanos más cercanos son el sacrarium de la Casa de los Pájaros de Itálica (SE/Italica01-E), adyacente al triclinio, aunque en este caso sin acceso directo al mismo; el sacrarium de la Casa de la Fortuna en Carthago Nova (MU/CarthagoNova02-E), construido en un retranqueo de una pared lateral del tablino, y el sacrarium de la Villa de El Rihuete en Mazarrón (MU/Rihuete01-E), también retranqueado en un lateral de la estancia principal. La estancia con la que se comunica el sacrarium ha sido interpretada como un triclinium por P. Uribe (2009: 164), por analogía con otros oblongos de similares características. Aunque no se conservan elementos definidores de este tipo de espacios, como lo podría ser un pavimento de mosaico con esquema «T+U», la ubicación de la estancia en uno de los laterales del peristilo, la forma oblonga y las dimensiones (3,87 m anchura; 6,05 m profundidad), que permiten que haya espacio suficiente para los lechos y la mesa una vez superado el acceso al sacrarium, hacen que nos parezca muy probable la funcionalidad propuesta como sala de banquetes, en la que la zona de recepción coincidiría con el acceso al larario y la zona de los lechos con el espacio posterior, según la distribución más común de estas estancias: 1/3 (recepción) + 2/3 (banquete) (P. Uribe, 2009: 155-156). Es posible que en el interior del sacrarium hubiese alguna otra estructura a modo de equipamiento, posiblemente un nicho o una aedicula, como en el caso de la Casa Triangular de Clunia (BU/Clunia01-E), de los cuales no se han conservado restos.
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DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. (Dcha.) Umbral de acceso al sacrarium desde el peristilo. Fig. 4. (Arriba) Piedra para el apeo de la jamba en el acceso al sacrarium desde el peristilo.
Fig. 5. Piedra para el apeo de la jamba en el acceso al sacrarium desde el peristilo.
Fig. 6. Base metálica para el gozne de la puerta en el acceso al peristilo, similar a las que debieron de existir en los accesos al sacrarium.
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PROVINCIA TARRACONENSE - BURGOS - CLUNIA
Fig. 7. Vista general del sacrarium y el triclinium desde el peristilo.
Fig. 8. Vista general del sacrarium y el triclinium.
BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2010: 111, n. 25; Ead., 2011b: 385, n. 17; Ead., 2012: 244; Ead., 2013a: 406; P. Uribe, 2007: 98-99.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. de Palol, 1994: plano 61; Figs. 2-8. M. Bendala Galán.
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43) BU/Clunia03-I. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa n.º 1 o de Taracena, Clunia (Peñalba de Castro, Burgos). Museo Arqueológico Provincial de Burgos, s/n inv. Ss. i-ii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Ara de piedra caliza. Dimensiones: 53 cm altura; 38 cm anchura; 35 cm profundidad. Base con decoración escalonada formada por plinto recto, moldura biselada y filete. Cuerpo prismático, con epígrafe en la cara frontal. Coronamiento decorado con filete, moldura biselada (?) y filete ancho. Remate superior centrado, formado por un foculus circular de sección semicilíndrica, enmarcado por pulvini de escaso relieve.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin delimitar. Inscripción en tres líneas. Letra capital cuadrada de buena factura y bien marcada. Altura de las letras: l.1.: 6,5 cm; l. 2 y 3: 3,5 cm. Sin nexos ni interpunciones. L. 2 y 3, «o» minuta; «u» ante labial.
Ioui Optumo Maxumo
100
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A Júpiter Óptimo Máximo
OBSERVACIONES El ara fue hallada en el suelo, en la esquina suroeste de la habitación subterránea (36) ubicada en el ala noreste de la casa, en una zona de servicio. En el mismo espacio aparecieron el fondo de un dolium, vasos de cerámica común, instrumentos menudos indefinidos —procedentes del piso superior—, cerámica sigillata y cerámica de Clunia. La casa ha sido datada en fecha posterior al ara (mediados s. ii d.C.) en función de la cronología de los mosaicos.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. (Izq.) Vista de la parte superior del ara. Fig. 4. (Dcha.) Vista de la estancia subterránea de servicio en la que se halló el ara.
BIBLIOGRAFÍA HAE 8-11: 41, n.º 1782; ILER: 13, n.º 2. S. Crespo, 1987: 25, n.º 9; S. Crespo y A. Alonso, 1999: 148, n.º 203; Ead., 2000: 60-61; G. Gamer, 1974: 228, 245, n.º 62; Id., 1989: 40, 268, n.º SO 11, 338; fig. 5, lám. 48 c; E. González Alonso, 1997: 664; P. de Palol, 1959: 85; Id., 1991: 32-33; P. de Palol y J. Vilella, 1987: 25, n.º 9; B. Taracena, 1946: 47, fig. 5.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. de Palol, 1994, 47, fig. 38; Figs. 2-3. J. del Hoyo Calleja; Fig. 4. M. Pérez Ruiz.
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44) BU/Clunia04-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa n.º1 o de Taracena, Clunia (Peñalba de Castro, Burgos). Museo Arqueológico Provincial de Burgos, n.º inv. 2423. S. ii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de piedra caliza. Dimensiones: 20 cm altura; 13,5 cm anchura; 12,5 cm profundidad. Lado derecho fracturado. Base formada por un plinto, separado de las dos fajas superiores —escalonadas— por una media caña. Cuerpo prismático central con inscripción en la cara frontal. Coronamiento decorado con un filete estrecho y sobre él otros dos paralelos más anchos y separados por una media caña. Remate superior formado por dos pulvini esquemáticos, centrados en el coronamiento y unidos entre sí por una depresión cóncava a modo de foculus.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin delimitar. Inscripción en cuatro líneas. Letra capital con rasgos librarios. Altura de las letras: 1-1,2 cm. Sin nexos ni interpunciones.
Arria Nothis Matribus pro Secundo u(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito) 102
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Arria Nothis cumplió de buen grado el voto a las Madres en favor de Segundo.
OBSERVACIONES Este arula fue hallada en las excavaciones de 1932 en la casa n.º1 junto con dos aras más (BU/Clunia05-I; BU/Clunia06-I) adosadas a una pared, según Pere de Palol y J. Vilella. Joaquín Gómez-Pantoja (1999: 429) apunta, en cambio, que el conjunto se encontraba reutilizado en los muros de la vivienda. Resulta difícil desentrañar esta cuestión acerca del lugar y las circunstancias del hallazgo pues, a pesar de que las arulae se hallaron en fecha tan temprana como 1932, no se da noticia de ellas en ninguna publicación sobre la casa o el yacimiento hasta la monografía dedicada a la epigrafía de Clunia (P. de Palol y J. Vilella, 1987), ni siquiera en el trabajo dedicado por Blas Taracena (1946) a la excavación de la vivienda. Existen discrepancias en cuanto a la lectura del final de la l. 1 y el comienzo de la l. 2. P. Palol y J. Vilella consideran que se trata de la misma palabra dividida, que sería el cognomen griego Nothis, atestiguado por primera vez en Hispania pero presente en Roma. Liborio Hernández Guerra propone en cambio desarrollarlo como …Not(i) / his Matribus…, de manera que his sería una forma de subrayar en el epígrafe el carácter tópico de las Matres. Diferentes análisis del epígrafe (F. Beltrán y B. Díaz Ariño, 2007: 35-36; J. Núñez y A. Blanco, 2002: 57-58) nos llevan a decantarnos por la propuesta inicial de Palol y Vilella, que aquí presentamos.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Vista de la parte superior del ara.
BIBLIOGRAFÍA AE, 1988: n.º 769; HEp 2, 1990: 39, n.º 87. M.ª L. Albertos, 1975: 60; M.ª L. Albertos, 1983: 483; F. Beltrán Lloris y B. Díaz Ariño, 2007: 35-36, fig. 9; J. M.ª Blázquez y M.ª P. García-Gelabert, 1988: 169; S. Crespo y A. Alonso, 2000: 41-42, n.º 54; E. González Alonso, 1997: 668-669; L. Hernández Guerra, 1999; Id., 2004: 163; J. Núñez y A. Blanco, 2002: 57-58; P. de Palol y J. Vilella, 1987: 30, n.º16.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. de Palol, 1994: 47, fig. 38; Fig. 2-3. J. del Hoyo Calleja.
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45) BU/Clunia05-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa n.º1 o de Taracena, Clunia (Peñalba de Castro, Burgos). Museo Arqueológico Provincial de Burgos, n.º inv. 2411. Finales del s. i-comienzos del s. ii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de piedra caliza muy blanda. Dimensiones: 11 cm altura; 4,3 cm anchura; 4 cm grosor. Base y coronamiento con finas incisiones a imitación de molduras. Cuerpo prismático central con inscripción en la cara frontal.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin delimitar. Texto en seis líneas, desaparecido casi completamente por el desgaste. Letra capital cuadrada. Altura de las letras: 0,8 cm. Interpunción no segura. NE[…]O [.]R[…] C Ã D[…] [------] [---]O[---] [------]
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PROVINCIA TARRACONENSE - BURGOS -CLUNIA
OBSERVACIONES El arula fue hallada en las excavaciones de 1932 en la Casa n.º 1 junto con dos aras más (BU/Clunia04-I; BU/Clunia06-I), adosadas a una pared. Según Liborio Hernández Guerra, debe de proceder de un santuario dedicado a Neptuno en las cercanías del foro, lo que coincidiría con la dedicación del arula según la propuesta de transcripción dada por P. de Palol y J. Vilella, que sin embargo en la imagen de la pieza no se aprecia. Estos autores proponen el siguiente desarrollo y traducción del epígrafe:
Ne[ptun]o / [p]r[o salute] / 3 C(aii?) D[omitii?]/ [------] / [---]o[---] / 6 [------] ...A Neptuno, por la salud de Cayo Domicio?... Creemos, sin embargo, que, dado el estado de conservación de la pieza, resulta una lectura muy poco probable y tampoco parece que haya datos claros, por tanto, para proponer su procedencia de un santuario de Neptuno. BIBLIOGRAFÍA AE, 1988: n.º 771; HEp 2, 1990: 40, n.º 89. S. Crespo y A. Alonso, 1999: 161, n.º 227; Ead., 2000: 69, n.º 166; E. González Alonso, 1997: 670, n.º 1179; L. Hernández Guerra, 2004: 162; P. de Palol y J. Vilella, 1987: 32, n.º 20.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. de Palol, 1994: 47, fig. 38; Fig. 2. P. de Palol y J. Vilella, 1987: 32.
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46) BU/Clunia06-I. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa n.º 1 o de Taracena, Clunia (Peñalba de Castro, Burgos). Museo Arqueológico Provincial de Burgos, n.º inv. 2425. S. ii d.C. (probablemente).
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Ara de piedra caliza. Dimensiones: 35 cm altura; 20 cm anchura; 9 cm profundidad. Fragmentada en la parte superior central e izquierda. Base decorada con cyma recta invertida sobre plinto. Cuerpo prismático central con inscripción en la cara frontal, casi totalmente perdida. Coronamiento realizado con una cyma recta y una faja sobre ella. Remate superior centrado y parcialmente perdido, del que se conserva un solo pulvinus y una depresión cóncava que uniría a este con el del otro extremo, a modo de foculus.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Texto casi inapreciable. Letra capital cuadrada. Se aprecian solo dos letras a distinta altura: D y V.
OBSERVACIONES El ara fue hallada en las excavaciones de 1932 en la casa n.º 1 junto con otras dos más (BU/Clunia04-I; BU/Clunia05-I), adosadas a una pared.
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PROVINCIA TARRACONENSE - BURGOS -CLUNIA
P. Palol y J. Vilella proponen como casi segura la existencia de la fórmula VSLM en el epígrafe, que, sin embargo, no nos es posible reconocer. BIBLIOGRAFÍA HEp 2, 1990: n.º 92. S. Crespo y A. Alonso, 1999: 174, n.º 246; S. Crespo y A. Alonso, 2000: 93-94, n.º 183; E. González Alonso, 1997: 672, n.º 1185; P. de Palol y J. Vilella, 1987: 34, n.º25.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. de Palol, 1994: 47, fig. 38; Fig. 2. J. del Hoyo Calleja.
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47) BU/Clunia07-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa n.º 1 o de Taracena, Clunia (Peñalba de Castro, Burgos). Museo Arqueológico Provincial de Burgos, n.º inv. 2404. Ss. i-iii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de piedra caliza blanda, muy desgastada. Dimensiones: 13,5 cm altura; 5 cm anchura; 4,5 cm profundidad. Base decorada con molduras muy perdidas. Cuerpo central prismático con campo epigráfico en la cara frontal, muy deteriorado. Cornisa moldurada muy erosionada, con un prominente foculus central como remate superior.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico no delimitado. Texto en cuatro líneas. Letra capital cuadrada descuidada. Altura de las letras: 1 cm. No se aprecian con claridad nexos ni interpunciones. [---]AE[---?] [---]A[---] [---]IO MV[---]
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OBSERVACIONES La pieza fue hallada en las excavaciones de 1932 en la Casa n.º 1. José M.ª Solana y Liborio Hernández Guerra han propuesto el siguiente desarrollo para el epígrafe: Minerva(e) / Vern(-a, -ula) / 3 s(olvit) v(otum) [l(ibens)] m(erito)], la cual ha sido recogida en HEp 10, 2000: n.º 97, dando como ubicación actual del arula el Museo de Lugo, lo que creemos que es una errata. No consideramos tampoco ajustado el desarrollo propuesto por Solana y Hernández Guerra, pues el estado actual de la pieza y las letras que pueden leerse convierten en aventurada una restitución tan completa del epígrafe, a la vez que esta no coincide con las letras que todavía se conservan, según la autopsia de P. de Palol y J. Vilella. BIBLIOGRAFÍA HEp 2, 1990: n.º 91; HEp 10, 2000: n.º 97. S. Crespo y A. Alonso, 1999: 173-174, n.º 245; S. Crespo y A. Alonso, 2000: 100, n.º 206; G. Gamer, 1974: 245, n.º 55; G. Gamer, 1989: 267, n.º SO4; E. González Alonso, 1997: 672, n.º 1184; L. Hernández Guerra, 2004: 166, fig, 15; P. de Palol y J. Vilella, 1987: 34, n.º 24; J. M.ª Solana y L. Hernández Guerra, 2000: 247, n.º 63.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. de Palol, 1994: 47, fig. 38; Fig. 2. P. de Palol y J. Vilella, 1987: 34, n.º 24.
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48) BU/Clunia08-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa n.º 1 o de Taracena, Clunia (Peñalba de Castro, Burgos). Museo Arqueológico Provincial de Burgos, n.º inv. 240. Ss. i-ii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de piedra caliza, muy desgastada. Dimensiones: 12 cm altura; 8 cm lado. Base con plinto separado por una acanaladura profunda de la parte superior, con una moldura doble escalonada. Cuerpo prismático central con campo epigráfico en la parte frontal. Coronamiento decorado con dos filetes escalonados; centrados en la parte superior, se desarrollan dos pulvini de poco relieve y un foculus.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin delimitar. Texto en una línea. Letra capital cuadrada de 2,5 cm.
Sac(rum)
Consagrado
OBSERVACIONES Hallada durante las excavaciones de 1934 en la Casa n.º 1.
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BIBLIOGRAFÍA HEp 2, 1990: n.º 94. S. Crespo y A. Alonso, 1999: 172; n.º 241; Ead., 2000: 73, n.º 128; G. Gamer, 1974: 245, n.º 54; Id., 1989: 267, n.º SO3; E. González Alonso, 1997: 672, n.º 1183; P. de Palol y J. Vilella, 1987: 35, n.º 26; M. Pérez Ruiz, 2011a: 301, n. 74.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. de Palol, 1994: 47, fig. 38; Fig. 2. J. del Hoyo Calleja.
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49) BU/Clunia09-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa n.º 2, Clunia (Peñalba de Castro, Burgos). Museo Arqueológico Provincial de Burgos, n.º inv. 3976. S. ii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de piedra arenisca fina. Dimensiones: 9 cm altura; 10,5 cm anchura; 10,5 cm profundidad. Muy buena factura y buen estado de conservación. Base con plinto en forma de X, sobre el que se desarrolla una moldura sobresaliente y escalonada en tres niveles. Cuerpo cúbico central, con inscripción en la cara frontal. Coronamiento con moldura escalonada en tres niveles, con remate superior en frontón triangular con doble vértice, enmarcado por dos altos pulvini y con foculus circular en el centro.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico no delimitado. Texto en cuatro líneas. Letra capital cuadrada muy cuidada, con refuerzos. Altura de las letras: l. 1-2: 1 cm; l. 3: 0,8 cm; l. 4: 0,7 cm. Nexos: l. 1, TRI; l. 4, AN. I longa en l. 1; en la primera I de l. 2 y en l. 3. O minuta en l. 4. Interpunción con forma de ápice muy marcada.
Matríb(us) T(itus) . Racílius . Valeríanus . ex vot(o)
Tito Racilio Valeriano a las Madres, por voto.
OBSERVACIONES La pieza fue hallada en la campaña de excavaciones de 1959 en la habitación n.º 3 de la Casa n.º 2.
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BIBLIOGRAFÍA AE, 1988: n.º 770. M.ª L. Albertos, 1983: 483; F. Beltrán Lloris y B. Díaz Ariño, 2007: 35, fig. 8; J. M.ª Blázquez y M.ª P. GarcíaGelabert, 1988: 169; S. Crespo y A. Alonso, 1999: 50-51, n.º 56; Ead., 2000: 65, n.º 109; G. Gamer, 1974: 239, n.º 4; lám. 53b; Id., 1989: 211, n.º BU4, lám. 38a; E. González Alonso, 1997: 669, n.º 1176; L. Hernández Guerra, 1999: 731-732; J. Núñez y A. Blanco, 2002: 58; B. Osaba, 1958-1961: 136; P. de Palol y J. Vilella, 1987: 30, n.º 17; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, 300, n. 64; J. M.ª Solana y L. Hernández Guerra, 2000: 279.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1-2. J. del Hoyo Calleja.
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CASTELLÓN
50) CS/Alter01-M. Escultura PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de L’Alter (Chilches, Castellón). Museo Histórico Municipal de Burriana (Castellón), n.º inv. 1. Primera mitad del s. i d.C. (?)
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Escultura antropomorfa en bronce. Altura: 21,6 cm. Representación de Mercurio estante y desnudo, con la pierna izquierda ligeramente flexionada y retraída. Cabeza ladeada, tocada con el pétasos alado, que le cubre el cabello rizado y corto. Del hombro izquierdo pende la clámide, sujeta con una fíbula y que cae sobre parte del costado y el brazo izquierdo, en el que sostendría el caduceo, hoy perdido. En la mano derecha porta el marsupium. Calzado con sandalias bajas anudadas en los tobillos.
OBSERVACIONES Hallado en la villa, sin que se conozca el lugar exacto. BIBLIOGRAFÍA AA.VV., 1990: 236, n.º 136; G. Baratta, 2001: 123; N. Mesado, 1971: 169-171, fig. 2; M. Pérez Ruiz, 2011a: 297; I. Rodà, 1990: 76.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. N. Mesado y J. L. Gil, 2000: portada.
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PROVINCIA TARRACONENSE - CASTELLÓN - ALTER
CIUDAD REAL
51) CI/Montiel01-I. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa en las cercanías de Montiel (Ciudad Real). Museo de Guadalajara, n.º inv. ARQ 6. S. i d.C.
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Ara de piedra caliza. Dimensiones: 52 cm altura; 28 cm lado. Coronamiento con focus redondo de 17 cm de diámetro y pulvini.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Texto distribuido en cinco líneas. Altura de las letras: 2,5-3 cm.
Herculi Lucius Fuluius Proculus XRWXP ÃIHFLW ÃOLEHQV ÃDQLPR
A Hércules, Lucio Fluvio Proculo hizo el voto con buen ánimo.
BIBLIOGRAFÍA H. Gimeno, 2008: 275; M. Pérez Ruiz, 2013a: 426.
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PROVINCIA TARRACONENSE - CIUDAD REAL -MONTIEL
LA CORUÑA
52) CR/Puñide01-M. Escultura PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Ponte Puñide, Gonzar (O Pino, La Coruña). Museo Arqueológico Nacional (Madrid). —
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Escultura antropomorfa en bronce con representación de genius capite velato. Dimensiones: 21 cm altura. Se conserva en buen estado. Figura masculina estante, vestida con toga que le cubre la cabeza, con la pierna izquierda ligeramente flexionada. En el brazo izquierdo, extendido y con la mano abierta, portaría la pátera, hoy perdida. El puño de la mano derecha está cerrado, posiblemente para sujetar un rotulus también perdido. Modelo augusteo-julioclaudio.
OBSERVACIONES Fue hallado en un contexto doméstico. BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2011a: 297; I. Rodà, 1990: 83; P. Rodríguez García, 1999: 147-148, foto 1.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. Rodríguez García, 1999: 148.
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53) CR/Nogueira01-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Agro de Nogueira, Piñeiro (Toques, La Coruña). Museo Local de Mélide (La Coruña). ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de serpentinita, piedra murcia o tobelo. Dimensiones: 6,5 cm altura; 9 cm anchura; 4,5 cm profundidad. Base decorada con molduras paralelas salientes. Cuerpo prísmático. Remate superior delimitado por una acanaladura, doble en los laterales; en el centro se aprecia un resalte rectangular y estrecho con un rebaje circular a cada lado, de uso indefinido. La superficie posterior aparece solo desbastada.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Texto en cuatro líneas. Ductus ágil y trazo curvo. Interpunción triangular. Líneas de guía.
MERCURIO S(acrum) Ã A(---) Ã D(---) Ã O(---) Ã V(---) Ã A (---) Ã P(---) Ã P(---) Ã VICTORI(---) co(---) Ã s(---) Ã f(ecit) OBSERVACIONES Hallada en una de las habitaciones de la villa, de forma rectangular y grandes dimensiones (8 m largo; 4,2 m ancho), dividida probablemente por un muro medianero y pavimentada con opus signinum. El
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arula se encontró junto a la pared oeste, enterrada en el pavimento hasta la altura de las letras y delimitada por tres piedras colocadas de canto. Es posible que el resalte y las oquedades existentes en el remate superior de la pieza sirvieran para la colocación de una imagen de culto sobre ella, como se presume también para otras árulas recogidas en este catálogo (SE/Italica03-I; CU/Quintanares01-I; TA/Tarraco07-I). En la misma habitación se ha documentado un hogar parcialmente empotrado en la pared, en la esquina suroeste. La estancia se encuentra junto a la cocina de la villa y se ha interpretado como un larario (P. Rodríguez García y F. Acuña, 1999: 326), pero ante la falta de más datos al respecto, preferimos ser cautos sobre esta identificación y no incluirlo en el catálogo de lararios recogido aquí. Los editores de la pieza, P. Rodríguez García y F. Acuña, dan el siguiente desarrollo para el epígrafe: Mercuri(o) / s(acrum) ∙ a(nte) ∙ D(is) ∙ O(mnibus) / 3 v(otum) ∙ a(ram) ∙ p(ecunia) ∙ p(osuit) ∙ V / ictori(nus) ∙ Co(---) s(uo) f(ecit). En el comentario de HEp 7 se propone: Mercurio / s(acrum) ∙ A(ulus) ∙ D(omitius?) ∙ O(ptatus?) ∙ / 3 V(ibio?) ∙ A (---?)∙ P(robo)∙ P(omponio) ∙ V / ictori(ano) co(n) ∙ s(ulibus) ∙ f(ecit). La propuesta de HEp soluciona el problema del hapax «ante dis omnibus», si bien presenta la rareza de que la datación no cierra la inscripción. La referencia a los consules dataría la pieza en 282 d.C., mientras que Rodríguez García y Acuña la fechan en el s. iv d.C. BIBLIOGRAFÍA HEp 7, 1997: 121-122, n.º 317. P. Rodríguez García, 1999: 149; P. Rodríguez García y F. Acuña, 1999: 326, foto 1.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. Rodríguez García y F. Acuña, 1999: 326, foto 1.
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CUENCA
54) CU/Ercavica01-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Médico, Ercávica (Cañaveruelas, Cuenca). —— Mediados del s. i a.C.-comienzos del s. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Depósito de dos recipientes cerámicos, uno de cerámica común republicana y otro de tradición indígena y factura local, con decoración pintada a bandas. Ambos fueron colocados en oquedades realizadas en los niveles de cimentación, junto a los machones de sillares.
OBSERVACIONES Interpretado como un rito fundacional. BIBLIOGRAFÍA A. Lorrio, 2001: 113-114; M. Osuna, 1997: 185-186.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Lorrio, 2001: 85, fig. 56.
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PROVINCIA TARRACONENSE - CUENCA - ERCAVICA
55) CU/Ercavica02-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa al sur del Foro, Ercávica (Cañaveruelas, Cuenca). —— Mediados del s. i a.C.-comienzos del s. i d.C.
DESCRIPCIÓN Enterramiento de una pareja de vasos en los niveles de cimentación, en pozos realizados al efecto. Uno de los vasos está realizado en cerámica común romana republicana y otro es de tradición indígena.
OBSERVACIONES Rito fundacional.
BIBLIOGRAFÍA A. Lorrio, 2001: 113; M. Osuna, 1997: 185.
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56) CU/Segobriga01-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Sala 1 de la Casa de C. Iulius Sylvanus Melanio, Segóbriga (Saelices, Cuenca). In situ. Finales del s. ii-primer tercio del s. iii d.C. (época severiana).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Estancia de planta rectangular. Dimensiones: 6,48 m anchura; 7,05 m profundidad. En el ángulo suroeste se ha documentado un pequeño recinto delimitado por un muro de piedras de mediano tamaño con todas las caras trabajadas, que se apoya directamente sobre la roca describiendo una L que se adosa a uno de los muros de cierre de la habitación, acotando así el espacio.
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PROVINCIA TARRACONENSE - CUENCA - SEGOBRIGA
En el interior del recinto, por encima del muro, se documentó un pavimento de mortero de cal, sobre el que se encontraron caídos varios elementos arquitectónicos: una basa y fuste de columna en mármol, tallada en una pieza y colocada en un soporte de piedra caliza de forma cuadrangular; un fuste de columna, rematado en un capitel sencillo con platabanda, que podría haber hecho las veces de mesa de ofrendas o de altar (56.1). El relleno que cubría estos materiales contenía una gran cantidad de pintura mural, parte de la decoración parietal de la estancia, y restos de adobe del alzado de la misma, así como un nivel amarillento, resultado de la disgregación de la argamasa de los muros, en el que apareció un fragmento de surtidor de fuente marmóreo. También dentro del recinto, se hallaron tres antefijas de terracota pertenecientes a una fase anterior (J. M. Abascal et al., 2000). Probablemente en la pared meridional de la sala 1 se construyó una fuente, de la que se desconoce la estructura, pero que debió de estar ubicada detrás del altar. De ella se conserva parte del surtidor arriba aludido, de 22 cm de longitud, 23,5 cm de anchura y 4 cm de grosor, realizado en mármol blanco; en él se representa el labio inferior, la barba y parte del mostacho y del pelo de un rostro masculino barbado en posición frontal, probablemente el dios Océano.
OBSERVACIONES Se ha propuesto una función ritual para la fuente, a partir del valor sacro del agua en el mundo griego en relación con los santuarios y lugares de culto (R. Cebrián, 2002-2003: 133-134). La sala 1 se configura, por tanto, como un recinto sacro dentro de la casa, en el cual había diversas estructuras de equipamiento para el desarrollo del rito. En las inmediaciones de esta estancia se halló un ara (CU/Segobriga02-M) reutilizada en el cegamiento de un vano, en la cual se habla de un santuario privado dedicado a Zeus Theos Megistos por C. Iulius Silvanus, con toda probabilidad el descrito aquí y en el cual hubo de encontrarse dicha ara originalmente, ya que la casa ha sido asociada a este personaje.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. Detalle de la zona del recinto sacro, con una reproducción del altar o mesa de ofrendas y de la columna, con basa y fuste en una pieza, que se encontraron dentro del recinto sacro. Junto a él, reproducción del epígrafe dedicado a Zeus Theos Megistos.
PROVINCIA TARRACONENSE - CUENCA - SEGOBRIGA
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Fig. 4. Imagen y dibujo del fragmento de surtidor de la fuente asociado al sacrarium.
BIBLIOGRAFÍA R. Cebrián, 2002-2003; J. M. Noguera, 2012: 126-127, lám. XLIV, 1; M. Pérez Ruiz, 2013a: 404, n. 13. Agradecemos al Prof. J. M. Abascal la información facilitada al respecto de esta estancia.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Cebrián, 2002-2003: 132, fig. 2. ; Figs. 2-3. M. Pérez Ruiz. ; Fig. 4. R. Cebrián, 2002-2003: 133, figs. 3-4.
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57) CU/Segobriga02-I. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Lienzo medieval de la muralla de Segóbriga (Saelices, Cuenca). Museo Monográfico de Segóbriga (Saelices, Cuenca), n.º inv. 091818. Finales del s. ii-primer tercio del s. iii d.C. (época severiana).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Ara de piedra caliza. Dimensiones: 51 cm altura cons.; 36 cm anchura; 32 cm profundidad. Ha perdido el coronamiento y la parte superior del cuerpo, con la primera línea del texto. Se ha desprendido un fragmento en la esquina superior derecha del cuerpo, que casa perfectamente con el resto. Base formada por un plinto y una cyma recta invertida. Cuerpo prismático con inscripción en griego en la cara frontal.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin delimitar. Dimensiones: 23,5 cm anchura; 29 cm altura cons. Texto en nueve líneas. Altura de las letras decreciente, entre 3 y 1,8 cm. Interpunción con forma de hedera distinguens poco regular en l. 2 y l. 4.
>ǀ@Ǥ̟ DŽǠΖÃ(hedera) LjǠ Ǟ̠ǮǯΓ ƿǗǤǪǭ Ã(hedera) řDžǪǸǦǤǪǭ ǎǤǦǪǰǜ Ǩ̡ǭ ǥǜǯžǠ˽Dz̝Ǩ ˢǠǬ̡Ǩ ǠˢǟǬ̤ǮǜǯǪ
A Zeus, al dios más grande, Gaius Iulius Siluanus consagró, según su voto, un santuario.
PROVINCIA TARRACONENSE - CUENCA -SEGOBRIGA
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OBSERVACIONES Hallada durante las excavaciones llevadas a cabo en 1995, reutilizada en el muro de cegamiento de una puerta de uno de los recintos medievales, en la zona de la palestra. En la inscripción se hace referencia a la construcción de un santuario privado (J. M. Abascal y G. Alföldy, 1998: 158) dedicado a Zeus Theos Megistos, que se ha identificado con el hallado en la casa de C. Iulius Siluanus, dedicante del ara, en Segóbriga (CU/Segobriga01-E); este santuario ha de ser, por tanto, el lugar donde se encontraba originalmente el ara. C. Iulius Siluanus Melanius fue procurator Augustorum prouinciae Hispaniae citerioris y de él se tienen evidencias epigráficas en otras zonas de la provincia, como Las Médulas (J. M. Abascal, 2000: 25). En Segóbriga asumió el control de las explotaciones mineras dedicadas a la extracción del lapis specularis entre los años 198 y 211 d.C. Silvanus era originario de Esmirna, procedencia que debe ponerse en relación con la dedicación en su casa segobriguense de un santuario y un ara a una divinidad oriental como Zeus Theus Megistos (J. M. Abascal y G. Alföldy, 1998: 164-168; R. Cebrián, 2002-2003: 131).
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 2. Planta de la Casa de C. Iulius Silvanus. La sala 1 ha sido identificada como el sacrarium en el que se hallaba el ara originalmente.
BIBLIOGRAFÍA J. M. Abascal, 2000: 25-26; J. M. Abascal y G. Alföldy, 1998: 157-158; M. Pérez Ruiz, 2011a: 300-301; Ead., 2011b: 387.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Almagro y J. M. Abascal, 1999: 163, fig. 116; Fig. 2. R. Cebrián, 2002-2003: 132, fig. 2.
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58) CU/Bartolome01-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Apodyterium, Villa de la Ermita de San Bartolomé (Atalaya del Cañavate, Cuenca). Museo de Cuenca. S. i d.C. (villa).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Arula de caliza blanca. Trabajo de desbaste somero, sin alisado. Ha perdido el coronamiento y la parte superior del cuerpo y presenta desperfectos en las esquinas del cuerpo y el zócalo. Cuerpo de forma troncopiramidal, con todas las caras lisas, a excepción de la frontal, donde presenta una pseudoinscripción. Base decorada con tres filetes paralelos, separados por acanaladuras bien marcadas. El pseudoepígrafe se aprecia especialmente en la mitad inferior del cuerpo. Se distinguen líneas de guía y trazos incisos sin sentido aparente, especialmente las letras o números XII VI en la última línea.
OBSERVACIONES Hallada en 2005 en una sala (14) que forma parte del apodyterium de las termas. Procede de niveles de derrumbe, por lo que no se descarta que originalmente se encontrara en una de las exedras del frigidarium. BIBLIOGRAFÍA Arquex, Memoria de excavación de la Villa de la Ermita de San Bartolomé; H. Gimeno, 2009: 166-167, fig. 1. Agradecemos a Arquex, especialmente a José Polo, la información y la documentación facilitadas sobre la pieza.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Figs. 1-2. Arquex.
PROVINCIA TARRACONENSE - CUENCA - BARTOLOME
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59) CU/Asperones01-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Los Asperones (Cañaveruelas, Cuenca). Museo Arqueológico Provincial de Cuenca. ——
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de piedra calcárea gris. Dimensiones: 18 cm altura; 10 cm anchura; 9 cm profundidad. Ha perdido buena parte de la base y parte de la esquina izquierda del cuerpo. Moldura triple en el coronamiento, con foculus en la parte superior, enmarcado por dos pulvini estrechos.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico delimitado. Dimensiones del campo epigráfico: 10x8x7,5 cm. Texto distribuido en tres líneas. Altura de las letras: 1,5 cm. Líneas de guía.
Mine rve sacrum
Consagrado a Minerva
OBSERVACIONES H. Gimeno (2008: 275) considera que se trata de una pieza tardía. BIBLIOGRAFÍA HEp 9, 1999: n.º 303. H. Gimeno, 2008: 275, n. 60; A. M.ª Vázquez Hoys, 1999.
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PROVINCIA TARRACONENSE - CUENCA -ASPERONES
60) CU/Quintanares01-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Los Quintanares (Osa de la Vega, Cuenca). Colección particular. Finales del s. ii-comienzos del s. iii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de piedra caliza dolomítica. Dimensiones: 10 cm altura; 9 cm anchura; 6 cm profundidad. Presenta una pequeña fractura en el pie y desperfectos en la superficie, fruto del propio proceso de grabado de la inscripción, como se observa en la línea central. Base decorada con un plinto recto. Cuerpo liso con epígrafe en la cara frontal. Carece de pulvini y el foculus es un rebaje rectangular que ocupa el centro de la parte superior de la pieza.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico no delimitado. Dimensiones: 4,5x4,5 cm. Texto en tres líneas. Letra capital cursiva, muy acusada en l. 1 y más descuidada en el resto. Altura de las letras: l. 1: 1,3 cm; l. 2: 0,8 cm; l. 3: 1,3 cm.
Mer c{ur}u ri-
A Mercurio
OBSERVACIONES Hallada probablemente en el entorno de una villa rústica, cerca de las minas de lapis specularis de Osa de la Vega.
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En el comentario a la pieza publicado en HEp 8, se da una lectura alternativa a partir de la fotografía publicada por Juan Manuel Abascal: Mer(curio) ∙ / G(aius) vov(it) /P (ro) ∙ I(ulia). Abascal argumenta, en cambio, que dicha imagen «no hace justicia» a la pieza original, como se recoge en el mismo comentario de HEp, por lo que por el momento ambas lecturas deben darse por posibles, sin que ello afecte a la relación de la pieza con el culto doméstico. La forma peculiar del coronamiento, vaciado casi por completo y sin cerrar en la parte delantera, plantea la duda de que el rebaje fuera efectivamente un foculus, como lo interpreta J. M. Abascal (1998: 261), o la base para la colocación de una estatuilla que, por la propia inscripción presente en la pieza, podría ser de Mercurio. Esta misma combinación de árula e imagen de culto se ha propuesto también para otras piezas recogidas en este catálogo (SE/Italica03-I; CR/Nogueira01-I; TA/Tarraco07-I). BIBLIOGRAFÍA AE, 1998: n.º 780; HEp 8, 1998: 96-97, n.º 273. J. M. Abascal, 1998: 260-261, n.º 2, fig. 3; G. Baratta, 2001: 26, T8; M. Pérez Ruiz, 2011a: 300, n. 64.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. G. Baratta, 2001: 26, T8.
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GERONA
61) GE/Emporiae01-E. Larario tipo sacrarium PROCENDECIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa n.º 1, Emporiae (L’Escala, Gerona). In situ. ——
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Espacio delimitado en el lado norte del atrio, adosado a la pared perimetral entre los vanos de acceso a dos estancias. Dimensiones: 2,30 m anchura; 1,55 m profundidad. Se conserva la cama de mortero del pavimento de opus sectile, así como restos a ras de suelo del murete de delimitación sur, realizado con piedras irregulares trabadas con argamasa. Sin restos de revestimiento parietal ni materiales asociados.
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OBSERVACIONES Parece que el pavimento de este espacio se encontraba a una altura mayor que el del resto del atrio, si bien no es posible afirmarlo por no conservarse su suelo original. Esta zona es la única en la que se ha documentado una cama para pavimento de opus sectile en todo el atrio. Este espacio parece haberse construido en el mismo momento en el que se remodeló el impluvium.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Detalle de los restos de la cama del pavimento de opus sectile y del murete de cierre por el sur.
BIBLIOGRAFÍA E. Pérez Olmedo, 1996: 114, n.º 67; M. Pérez Ruiz, 2013a: 422; M. Santos, 1991: 25.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Mar y J. Ruiz de Arbulo, 1993: 396; Figs. 2-3. M. Pérez Ruiz.
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62) GE/Emporiae02-E. Larario tipo nicho PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa n.º 19, Emporiae (L’Escala, Gerona). In situ. ——
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Espacio retranqueado en la esquina norte de la pared oeste del ambiente distribuidor en el primer cuerpo de la casa. Dimensiones: 89 cm anchura; 49,5 cm profundidad. Forma rectangular en planta. La base y las paredes están realizadas con el mismo material y la misma técnica constructiva del alzado de los muros: grandes piedras pseudorregulares trabadas con argamasa y calzadas con ripios. No se conserva revestimiento. Se encuentra a una altura de 33 cm aprox. del suelo actual, más bajo que el original, puesto que el desagüe que pasa por la estancia está actualmente a la vista, de manera que es posible que originalmente el nicho se encontrase prácticamente a ras de suelo.
OBSERVACIONES La forma y las características de la estructura, así como la ubicación en la estancia distribuidora de la casa, hacen posible que esta estructura sea un larario tipo nicho, si bien hay que tener en cuenta la ausencia de materiales y el estado de conservación, que arrojan ciertas dudas sobre esta identificación.
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DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Vista superior del nicho.
Fig. 4. Vista general del espacio de distribución de la casa, con el nicho al fondo.
BIBLIOGRAFÍA Inédito.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Mar y J. Ruiz de Arbulo, 1993: 389; Figs. 2-4. M. Pérez Ruiz.
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63) GE/Emporiae03-E. Larario tipo altar PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL
Casa n.º 2B de Emporiae (L’Escala, Gerona).
CRONOLOGÍA
Finales del s. i a.C.-comienzos del s. i d.C.
Altar: in situ. Pinturas: Museu d’Arqueologia de Catalunya. Empùries (L’Escala, Gerona), montadas sobre reproducción del ara.
Fig. 2 Fig. 1
DESCRIPCIÓN Altar hallado en la parte ajardinada del peristilo sur, cerca del muro sur y del brocal de pozo. Formado por una base escalonada en dos niveles, sobre la que se desarrolla el cuerpo cúbico, coronado por una moldura escalonada también en dos niveles, rematada por dos pulvini. Dimensiones del cuerpo: 42 cm anchura; 44 cm profundidad; 52 cm altura. Dimensiones de la base: 88 cm anchura, 88 cm profundidad, 12 cm altura, escalón inferior; 66 cm anchura, 66,5 cm profundidad, 13 cm altura, escalón superior. Dimensiones del coronamiento: 60 cm anchura, 60 cm profundidad, 9 cm altura, escalón inferior; 73 cm anchura, 73 cm profundidad, 9 cm altura, escalón superior. Pulvini, 7 cm altura. Altura total del ara, 100 cm aprox. La estructura del altar se conserva in situ, si bien el escalón inferior de la base no resulta visible y el coronamiento ya no se encuentra sobre el cuerpo, sino que parece haberse caído y haberse ido enterrando con el paso del tiempo, de manera que actualmente solo es visible el remate superior con los pulvini, de los cuales uno está muy deteriorado. La base está realizada mediante fragmentos de ladrillos y tejas colocados en hiladas y trabados con argamasa, mientras que el cuerpo, en pieza aparte, está realizado con fragmentos de piedra y ladrillo, trabados también con argamasa y recubierto todo ello con una capa de mortero a modo de preparación para la aplicación de la pintura. El coronamiento, también en pieza aparte, está realizado en piedra caliza de color blanquecino.
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Toda la pieza debió de estar originalmente pintada, si bien actualmente solo se conservan restos en el escalón superior de la base, en el inferior del coronamiento y en el cuerpo; la pintura ha sido trasladada a una reproducción del altar. La zona donde mejor se conserva la pintura es el cuerpo, con dos escenas distintas: en la primera de ellas, desarrollada en la cara frontal y en las dos laterales, se ve a dos serpientes afrontadas y simétricas junto a un kantharos metálico (de bronce o, más probablemente, oro), del que surge una piña a la que las dos acercan la boca. En el centro de la cara frontal puede verse el kantharos, de color ocre, delimitado por una línea roja vinosa, con la que también se han dibujado las asas y la propia decoración de la pieza, gallonada en la parte inferior del cuerpo, con motivos florales en el centro y con una sucesión de semicírculos —similares a ovas— en la boca; el pie es fino y tiene una forma acampanada. De la boca sale una gran piña de color castaño, más oscuro hacia los extremos, cuyas escamas están dibujadas con líneas negras entrecruzadas. Las dos serpientes se desarrollan simétricamente por cada una de las caras laterales del altar. Una de ellas tiene una cresta roja y las dos parecen tener pintado someramente un ojo en blanco. El lomo es negruzco y se va degradando hacia el vientre hasta convertirse en rojo vinoso en el límite con este, de color ocre y con los anillos marcados con líneas negras. Las serpientes se enroscan en sí mismas y reptan sobre un fondo blanco lleno de vegetación, que en la cara frontal presenta flores rosas «impresionistas» en la punta de las hojas. En la cara trasera aparece dibujado un gallo con la cabeza, el cuerpo y la cola en tonalidades entre el negro y el castaño oscuro, mientras que el cuello y la cresta son rojos; el ala combina tonos entre el rojo vinoso, el castaño oscuro y el negro. Se encuentra en actitud de caminar sobre una alta vegetación con flores rosas en las puntas de algunas hojas. El fondo de la composición es blanco. La parte superior de las cuatro caras está recorrida por una fina guirnalda de color rojo y verde y con lazos rojos en los extremos. En la cara frontal, en la lateral derecha y en la posterior del altar se aprecian restos de la decoración del escalón superior del zócalo en su superficie horizontal, con imitación de crustae marmóreas en tonos rojos y ocres. En la superficie vertical del mismo puede verse, en las caras posterior y lateral derecha del altar, una decoración vegetal con una fina rama de olivo, de la que se conservan algunas hojas verdes y aceitunas negras. En el escalón inferior del coronamiento se conservan restos de decoración con imitación de crustae marmóreas –posiblemente brocatello-, solo en la cara lateral derecha del altar.
OBSERVACIONES El altar se encuentra algo descentrado respecto del eje axial que atraviesa la casa desde la entrada hasta el gran triclinio del fondo, pasando por el atrio y el peristilo. Sin embargo, la parte superior resulta visible desde las fauces. El acceso a la parte ajardinada del peristilo y, por tanto, al altar, se realizaba desde la parte trasera (este) del pórtico, donde se encontraba el triclinio, construido en la segunda fase del edificio (segunda mitad del s. i a.C.) y cuya centralidad en el conjunto de la casa queda demostrada por la alteración en el ritmo de los intercolumnios del peristilo para que coincidiesen con la anchura de la sala (P. Uribe, 2009: 176-178). El vano de acceso al jardín se situó descentrado hacia el sur respecto del eje axial de la casa, de forma que el altar podía verse perfectamente a través de él desde el centro del triclinio.
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Este altar ha sido inicialmente interpretado por Alberto Balil (1962b: 120-121) como un elemento de culto doméstico, propuesta que ha sido compartida por otros investigadores, como David G. Orr (1972: 145) y Lorenzo Abad (1982: vol.1, 371). Por su parte, Francisco Javier Nieto (1971-1972) considera más acertada su lectura asociada al culto a Asclepio, lo cual ha sido seguido también por diferentes investigadores y usado como argumento para interpretar piezas con iconografía similar como relacionadas con el culto al mismo dios (SE/Italica03-I; ZR/Zuera01-M). En nuestro caso, coincidimos con la interpretación propuesta inicilamente por Balil, por la ubicación de la pieza en una casa y por la extensa documentación de este tipo de iconografía —especialmente la composición de serpientes acercándose a una piña— en contextos domésticos interpretados como lararios, como ya argumentó L. Abad (1982: 371), añadiendo además que no existen altares de este tipo con inscripciones que los relacionen directamente con Asclepio. En el mismo peristilo, entre el altar y el brocal de pozo cercano, se halló un ara mueble de 50 cm de diámetro, según Martín Almagro Basch (1958: 22). Ante la ausencia de más información y de imágenes de esta pieza, preferimos apuntarla solo como una noticia adicional al altar. En el centro del murete este del peristilo, en el lado del pórtico y, por tanto, frente al triclinio, se conserva el arranque del podium de una estructura indeterminada, quizá otro posible larario, de tipo aedicula.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. (Arriba izq.) Imagen actual de la estructura del altar in situ. Fig. 4. (Arriba dcha.) Bloque de piedra semienterrado en las cercanías del altar, posible remate superior con pulvini. Fig. 5. (Dcha.) Vista general del peristilo, con el altar, el posible remate superior de este y el brocal de pozo.
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Fig. 6. Vista de las cuatro caras del altar en el momento del hallazgo, con las pinturas aún sobre él.
Fig. 7. (Arriba centro) Cara frontal este, con dos serpientes afrontadas que se acercan a una crátera central, coronada con una piña. Fig. 8. (Arriba dcha.) Cara lateral norte, con desarrollo del cuerpo de una de las serpientes, reptando enroscada sobre sí misma. Fig. 9. (Arriba izq.) Cara lateral sur, con desarrollo del cuerpo de la otra serpiente, reptando enroscada sobre sí misma. Fig. 10. (Abajo) Cara trasera oeste, con gallo caminando entre el follaje.
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Fig. 11. (Arriba izq.) Detalle de las cabezas de las serpientes y de la piña a la que se acercan. Fig.12. (Arriba dcha.) Detalle de la vegetación que decora las cuatro caras del altar. Fig. 13. (Dcha.) Detalle de la decoración de crustae marmóreas en la superficie horizontal del escalón superior de la base del altar.
Fig. 14. Decoración con rama de olivo en la superficie vertical del escalón superior de la base del altar.
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Fig. 15. Vista del acceso al peristilo y del altar desde el centro del triclinio.
BIBLIOGRAFÍA L. Abad, 1982: vol. 1: 122-123 (G.1.2.2), 371, 376, 390, 410; Ibid., vol. 2: fig. 173-173bis; M. Almagro Basch, 1958; Id., 1966: 35; A. Balil, 1962a; Id., 1962b; Id., 1972: 101-104; Id., 1991: 11; G. Gamer, 1989: 232-233, GE 3; F. J. Nieto, 1971-1972; Id., 1979-1980: 331; D. G. Orr, 1972: 145; M. Pérez Ruiz, 2010: 110, n. 24; Ead., 2013a: 408; M. Santos, 1991: 32; P. Rodríguez Oliva, 1994: 21-22; J. Tremoleda, 2007: 25.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Santos, 1991: 32, fig. 15; Fig. 2. M. Bendala Galán; Figs. 3-5. M. Pérez Ruiz; Fig. 6. L. Abad, 1982, vol. 2: fig. 173; Fig. 7-15. M. Pérez Ruiz.
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64) GE/Emporiae04-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Entorno de las casas n.º 1 y n.º 2, Emporiae (L’Escala, Gerona). Museu d’Arqueologia de Catalunya. Empùries (L’Escala, Gerona), almacén. ——
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Arula de piedra local de color ocre rojizo. Forma cúbica. Dimensiones: 21 cm altura máx. cons.; 13,5 cm anchura; 16,5 cm profundidad. Base perdida. Cuerpo liso. Coronamiento decorado solo en las caras laterales, con dos toros paralelos separados por una escocia. Pulvini de escaso relieve paralelos al coronamiento, que parecen un toro más al exterior, separados por una escocia. Parte superior lisa a modo de foculus, sin restos de fuego. Restos de revestimiento de estuco blanco en las escocias.
OBSERVACIONES La pieza debió de estar completamente revestida de estuco. A pesar de carecer de un contexto claro, la asociación de este arula a la zona habitacional de las casas 1 y 2, donde se han documentado sendos lararios, nos lleva a considerar como altamente probable que fuese usada en el ritual religioso doméstico.
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DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. (Izq.) Vista cenital del arula. Fig. 4. (Dcha.) Detalle de los restos del estuco que recubría la pieza.
BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2011a: 300, n. 70.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Figs. 1-4. M. Pérez Ruiz.
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65) GE/MasCastellar01-C. Otras estructuras para el culto PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa 1 de Mas Castellar de Pontós (Gerona). Estructura: in situ. 225-175 a.C.
Fig. 2
Fig. 1
Fig. 3
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DESCRIPCIÓN Departamento central (n.º 3) de la casa, que actúa como área de comunicación entre la zona pública, al sur, y la privada, al norte, mediante sendos vanos abiertos al patio (n.º 7) y al recibidor principal (n.º 1). Los muros de la habitación están realizados con grandes bloques de piedra regulares y bien escuadrados. El acceso norte, desde el vestíbulo septentrional de la casa, está marcado por un umbral exterior; el sur está precedido por un espacio porticado que se abre a un gran patio distribuidor y que aparece dignificado por la presencia de dos basamentos de piedra, que sostenían sendas columnas, sobre las que se apoyaba un tejadillo. Como equipamiento añadido presenta un hogar rectangular de grandes dimensiones —2 m largo aprox.— y cuidada factura en el centro de la estancia, construido excavando una honda cubeta en el suelo de la estancia, rellenada primero con bloques, después con una o dos hiladas de piedras y con dos o tres niveles de fragmentos de cerámica, todo cubierto con una capa de arcilla. Lo acompañaban cinco hogares más pequeños, de entre 40-60 cm de diámetro, repartidos por las zonas periféricas y construidos con plataformas de arcilla. Delante del hogar, en su mismo eje longitudinal, se ha documentado además una fosa contenedora de agua de forma circular, de 2 m de diámetro y 50 cm de profundidad; tenía las paredes convergentes y estaba cubierta de piedras (Fig. 4). Entre los materiales encontrados destacan cuatro microvasos, una lucerna y una pieza de mármol con forma de columnita jónica. Se ha documentado un elevado número de huesos de animales, especialmente de perro, repartidos por toda la estancia, pero principalmente concentrados en torno al vano de comunicación con el pórtico. Sobre el hogar lenticular junto a este acceso, se ha documentado también un depósito faunístico propiamente dicho, en el que todos los restos son de cánido. Cabe destacar también la presencia de un fragmento de mandíbula perteneciente a un varón de unos 25 años, con cuatro dientes entre los que se hallaron restos del hongo cornezuelo del centeno.
Fig. 4
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65.1-65.4. Recipientes para contener líquidos (Fig. 5): cuatro microvasos de cerámica con forma de cuenco, de jarrita y de kantharos. Uno de ellos, encontrado entre las cenizas del hogar ubicado junto al acceso a la habitación desde el porche, contenía restos de colorante rojo, mientras que otro tenía restos de aceites y resinas olorosas.
Fig. 5
65.5. Lucerna (Figs. 6-7): lucerna de aceite de cerámica campaniense A, de tradición helenística. Fue encontrada en la esquina suroeste de la fosa contenedora de agua. Presenta señales de escritura ibérica en la superficie.
Fig. 6 Fig. 7
65.6. Otro tipo de material (Figs. 8-10): pieza monolítica de mármol pentélico, con forma de columna jónica achatada (n.º inv. MC-131-5-1). Dimensiones: 48 cm anchura; 37 cm longitud; 62 cm altura; 22-25 cm diámetro fuste; 48 cm diámetro base. Hallada fragmentada alrededor del hogar principal, con el basamento in situ junto a él. La forma imita una columna jónica, con una base acampanada formada por un plinto moldurado sobre el que se desarrolla un fuste estriado, rematado en una cyma de hojas lanceoladas separadas por las propias estrías del fuste, enmarcadas a su vez por perlas. El coronamiento tiene
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forma de capitel jónico clásico, con las volutas pequeñas, más desarrolladas en la cara anterior que en la posterior. El astrágalo es liso y el equino está decorado con una prolongación de los listeles que forman el óculo de cada voluta. El ábaco superior está erosionado o repicado, así como los remates superiores de las volutas. La parte superior de la pieza, simplemente alisada, presenta en el centro una profunda oquedad cuadrangular, de 11,5 cm de lado y 4 cm de profundidad. En la parte baja del fuste se aprecia un raspado de las estrías que crea un rectangulo liso, quizá una cartela.
Fig. 8
Fig. 9
Fig. 10
OBSERVACIONES Las características de la habitación, su equipamiento y los materiales hallados en ella han llevado a suponer una actividad cultual en su interior. Sobre ella se ha hablado ya en el capítulo IV, por lo que se remite a él para completar la información dada aquí. El ara se encontró rota alrededor del hogar central de la estancia, razón por la que se ha considerado que se destruyó de forma ritualizada. Es una pieza de importación griega, que probablemente llegó al poblado de Mas Castellar de Pontós a través de Rhode o Emporion, donde se ha hallado otra similar en el llamado Asklepieion.
BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2011a: 301-303; Ead., 2011b: 382, n. 7; 385, n. 15; E. Pons, 1997: 77-84; E. Pons et al., 1998: 59-60; Pons et al., 2002: 120-121, 129, 401.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. E. Pons 1997: 73, fig. 1; Fig. 2. E. Pons et al., 2002: 128, fig. 8. 27; Fig. 3. E. Pons, 1997: 77, fig. 4; Fig. 4. Ibid.: 79, fig. 5; Fig. 5. E. Pons et al., 2002: 377, fig. 12.11; Fig. 6. Ibid.: 381, fig. 12.15; Fig. 7. E. Pons, 1997: 81, fig. 8; Fig. 8. E. Pons et al., 2002: 401, fig. 12.33; Fig. 9. A. M.ª Adroher et al., 1993: 44, fig. 9; Fig. 10. Ibid.: 43, fig. 8.
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66) GE/Vilauba01-C. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Vilauba (Camós, Gerona). Estructura: in situ. Materiales: Museu Arqueològic Comarcal de Banyoles (Gerona). Segunda mitad del s. i-finales del s. iii d.C.
Fig. 1
Fig. 2
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Fig. 3
Fig. 4
DESCRIPCIÓN Habitación (32) ubicada en la parte central del corredor porticado al norte del patio, con habitaciones a ambos lados. Planta rectangular. Dimensiones: 3,4 m anchura; 5 m profundidad. Muros perimetrales conservados en todos sus lados, a excepción del norte, parcialmente arrasado y expoliado. Alzados de tapial iguales a los del resto de la villa, construidos sobre un zócalo de guijarros trabados con argamasa. Pavimento formado por una fina capa de cal. Revestimiento de mortero blanco decorado con una banda roja en la mitad inferior de la pared, documentado en el lado oeste. Acceso a la habitación desde el corredor, a través de una puerta (1,30 m anchura) flanqueada por dos bloques verticales de piedra calcárea a la altura del zócalo. Se construyó un escalón de mampostería delante, regularizado mediante tejas planas, para salvar el desnivel entre la habitación y la galería (Fig. 5). El umbral está marcado por una losa de piedra recubierta de mortero. En la esquina noroeste, junto a la pared que separa este espacio y el almacén, se halló un conjunto de tres esculturas, fragmentos de una cuarta y cuatro pedestales, todo en bronce y concentrado en un radio de no más de 50 cm (Figs. 6-8). El resto de materiales hallados en el sacrarium son un asa de bronce, el pomo de la puerta de acceso a la habitación, una lucerna de cerámica y seis monedas, halladas en la zona sur y pertenencientes a un arco cronológico entre el gobierno de Augusto y el de Alejandro Severo.
Fig. 5
Fig. 6
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Fig. 7
Fig. 8
66.1. Escultura y pedestal (Figs. 9-14): escultura antropomorfa en bronce con representación de Lar (11,1 cm altura). Buen estado de conservación. Figura masculina juvenil, estante, con la pierna izquierda ligeramente retraída y flexionada. Pelo rizado corto, tocado con una corona vegetal rematada en una flor en la parte delantera y de la que caen largas infulae por la parte trasera, que descansan sobre los hombros. El rostro resulta bastante expresivo debido a la utilización de otro metal pare rellenar las pupilas; la nariz y la boca son pequeñas. Viste túnica incincta corta; sobre ella, el pallium cae desde el hombro izquierdo y se sujeta en el cinturón, del que penden los extremos hasta la altura de las rodillas, por delante de estas. Calza embades, botas altas con los dedos descubiertos y rematadas en la parte superior en una piel animal, del que se aprecian la cara y las patas. En la mano derecha, desproporcionadamente grande, portaría una pátera, hoy perdida. En la izquierda sujeta aún el extremo inferior de una cornucopia, cuya mitad superior se ha perdido también. Las características iconográficas de la pieza responder al Lar tipo II de V. Tran Tam Tinh (1992: 211-212). Fechada tipológicamente en el s. i d.C. Pedestal asociado en bronce. Dimensiones: 4,8 cm altura; 5,3 cm diámetro base; 4,4 cm diámetro superior. Forma circular, hueco y decorado con dos molduras, en la parte inferior y superior; la forma cóncava del cuerpo le da un aspecto más esbelto que los del resto del conjunto.
Fig. 9
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Fig. 10
Fig. 11
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Fig. 12
Fig. 13
Fig. 14
66.2. Escultura y pedestal (Figs. 15-19): escultura antropomorfa en bronce con representación de Mercurio (13 cm altura). Regular estado de conservación, con la pierna derecha fracturada, pérdida de la mano izquierda y la superficie bastante deteriorada. Figura masculina estante, desnuda, ligeramente inclinada hacia atrás, con la pierna izquierda retraída y flexionada. La cabeza, ladeada y de cabellos cortos y rizados, está tocada con pétaso alado. En la cara se aprecia la aplicación de los ojos en plomo. Viste una clámide que le cae desde el hombro izquierdo sobre ese brazo, flexionado, y hasta la rodilla. Los pies están calzados con sandalias aladas. En la mano derecha sujeta el marsupium. Fechada tipológicamente en el s. i d.C. Pedestal asociado en bronce. Dimensiones: 3,5 cm altura; 5,4 cm diámetro base; 3,8 cm diámetro superior. Forma troncocónica y hueco en el interior, decorado con diversas molduras en la parte inferior y superior.
Fig. 15
Fig. 16
Fig. 17
Fig. 18
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66.3. Escultura y pedestal (Figs. 20-25): escultura antropomorfa en bronce con representación de Fortuna (14,5 cm altura). Buen estado de conservación. Figura femenina estante, con el cuerpo formando una suave curva como resultado del descanso del peso sobre la pierna izquierda, mientras que la derecha está ligeramente flexionada y retraída. La cabeza, ligeramente ladeada hacia la derecha, se toca con una corona sencilla, mientras que el pelo, ondulado y peinado con raya al medio, se recoge atrás a la altura de la nuca, para caer luego en mechones sobre los hombros. El rostro sereno muestra unos ojos grandes, con la pupila realizada con otro material; la nariz es recta y fina y la boca pequeña permanece cerrada. Viste un largo chiton hasta los pies, sujeto bajo el pecho y con numerosos pliegues; las mangas son cortas, una de las cuales, caída, deja al descubierto el hombro derecho. Sobre el chiton, un himation cubre el hombro izquierdo para caer cruzado cubriendo el cuerpo bajo la cintura y el brazo izquierdo. Con este mismo brazo, flexionado, Fortuna sostiene la cornucopia rebosante con uvas, una piña y otros frutos; el brazo derecho extendido y adelantado, debía de sujetar un timón, como se aprecia por la posición de la mano. Fechada tipológicamente en el s. i d.C. Pedestal asociado en bronce. Dimensiones: 6 cm altura; 7 cm diámetro base; 4,8 cm diámetro superior. Con forma de diávolo, hueco en el interior y moldurado en la parte superior e inferior.
Fig. 20
Fig. 21
Fig. 22
Fig. 23
Fig. 25
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Fig. 24
66.4. Escultura (fragmentos) y pedestal (Figs. 26-33): fragmentos de una escultura en bronce consistentes en una pata de ungulado con pezuña partida y una cola de animal. Altura cons. de la pata 1,7 cm; cola de 2,2 cm largo. La pata coincide con la huella dejada por uno de los apoyos de la escultura que sostenía el pedestal cuadrado que se describe a continuación.
Fig. 26
Fig. 27
Fig. 28
Fig. 29
Fig. 30
Pedestal cúbico de bronce, asociado a los fragmentos escultóricos anteriores. Dimensiones: 4,8 cm altura; 6,2 cm lado en la base; 3,8x4,1 cm en la parte sup. Decoración dispuesta en dos fajas horizontales con incisiones, la superior formando ovas y la inferior decorada con hojas rematadas en punta. Las patas son una prolongación del cuerpo en los cuatro ángulos. En la parte superior presenta restos de la soldadura de la escultura que sostendría, así como una ranura alargada de 2,5 cm longitud y 0,4 cm anchura, que se practicó con posterioridad a la realización de la pieza.
Fig. 31
Fig. 32
Fig. 33
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66.5. Lucerna: fragmento de disco de lucerna con decoración vegetal de hojas y frutos. Tipo Loeschcke VIII, que corresponde a una cronología post-augustea.
66.6. Moneda (Fig. 34): n.º inv. 10-V-87-532-11. As de Nemausus. AE; 11’00; 13 gr; 27/27 mm; 4,1 mm; poco desgastada. AUGUSTO; cronología: 20 a.C./10 a.C. ANVERSO: IMP./DIVI F. Cabeza de Augusto laureada y de Agripa con corona rostral, colocadas esquina contra esquina. Gráfila de puntos. REVERSO: COL. NEM. Palmera y cocodrilo encadenado, con la boca abierta, a la derecha. La palmera presenta dos guirnaldas en la parte más alta. RIC I, p. 51, núm. 155.
Fig. 34
66.7. Moneda (Fig. 35): n.º inv. 10-V-87-532-12. As de Roma. AE; 6’00; 13,75 gr; 22/24 mm; 3 mm; desgastada. MARCO AURELIO y su esposa FAUSTINA JOVEN; cronología: 176/179 d.C. ANVERSO: FAVSTINA [augusta]. Busto de Faustina, a la derecha, con el cabello ondulado y un moño sobre la nuca. REVERSO: [venu]S. Venus estante, a la izquierda, con un cetro en la mano izquierda y una manzana en la derecha. Entre la figura S | C. RIC III, pg. 272, lám. XI, 225.
Fig. 35
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66.8. Moneda: n.º inv. 10-V-87-532-13. Sestercio. AE; 11’00; 24,90 gr; 31/32 mm; 4,5 mm; muy desgastada. SEPTIMIO SEVERO; cronología: 205 d.C. ANVERSO: [se]VERVS [pius aug.]. Busto laureado y barbado, a la derecha. REVERSO: ilegible. Figura estante, posiblemente Roma, a la izquierda, sujetando una Victoria en la mano derecha y una lanza en la izquierda. RIC IV, parte I, pg. 117, lám. VI, 15.
66.9. Moneda (Fig. 36): n.º inv. 10-V-87-532-14. As de Roma. AE; 12’00; 13,90 gr; 24/24,5 mm; 3 mm; muy desgastada. ALEJANDRO SEVERO; cronología: 233-235 d.C. ANVERSO: probablemente SEVERVS ALEXANDER. Busto laureado, a la derecha. REVERSO: probablemente VICTORIA AVGVSTA. Figura alada (Victoria), a la izquierda, corriente, con una corona de flores y una palma. RIC IV, parte II, pg. 84, lám. IV, 12.
Fig. 36
66.10. Moneda (Fig. 37): n.º inv. 10-V-87-532-15. As. AE; 6’00; 9,75 gr; 26/27 mm; 4 mm; ilegible. ANVERSO: ilegible. Busto laureado, a la derecha. REVERSO: ilegible. Figura estante, a la izquierda, vestida con una túnica y con un cuerno de la abundancia en el brazo izquierdo. Entre la figura S | C.
Fig. 37
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66.11. Moneda: n.º inv. 10-V-87-532-16. Posiblemente un as. AE; 6’00; 8,20 gr; 23/24,5 mm; 2,5 mm; ilegible. ANVERSO: ilegible. Busto laureado y seguramente barbado, a la derecha. REVERSO: ilegible.
66.12. Otro tipo de material (Fig. 38): pomo de puerta en bronce con tirador de forma circular con orificio central, decorado con molduras sencillas e incisiones concétricas. Rematado en una punta bífida doblada en uno de los extremos, con la cual se encajaría en la puerta a unos 3 cm profundidad, hasta llegar al tope tronconónico, con la misma decoración que el tirador.
Fig. 38
66.13. Otro tipo de material (Fig. 39): pequeña asa de mueble en bronce, de sección romboidal y forma semicircular, con las puntas abiertas para sujetarse al mueble. Carece de decoración.
Fig. 39
OBSERVACIONES El hallazgo de las esculturas de bronce, agrupadas junto a la pared y algunas de ellas boca abajo, ha llevado a plantear que su ubicación original fuese un lugar elevado, probablemente un nicho sencillo practicado en la pared oeste de la estancia, del cual cayeron cuando se produjo el derrumbe de esta por efecto del fuego. A pesar de que en la propuesta reconstructiva de la estancia se ha recreado este nicho con una fachada con forma de templo, Pere Castanyer considera que la ausencia de restos de estuco propios de este tipo de fachada hace más verosímil pensar que el nicho carecía de ella.
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El conjunto de materiales hallados en este espacio es escaso. Esta característica ha sido considerada por los excavadores de la villa como un dato que apoyaría el uso de toda la habitación como larario (P. Castanyer y J. Tremoleda, 1997: 166), al menos en el momento anterior a la destrucción por el fuego. Sin embargo, dado que la villa era originalmente más pequeña, es posible que el uso inicial de la estancia no fuera el de larario, o al menos no solo, según comunicación oral de Pere Castanyer. Las esculturillas en bronce, fechadas tipológicamente en el s. i d.C., estuvieron en uso casi tres siglos, como demuestra la fecha de amortización de la estancia en la que se hallaron, por lo que debieron de mantenerse en uso como imágenes de culto de la familia durante varias generaciones. La pata de ungulado y la cola pertenecen a una misma escultura, que iba montada sobre el pedestal cubico, como demuestra la coincidencia de la pata con una de las dos huellas de soldadura en la superficie de apoyo. Estas dos huellas indican que la figura perdida se sostenía sobre dos patas, razón por la que se ha propuesto que se tratase de una escultura ecuestre sostenida sobre los cuartos traseros (P. Castanyer et al., 1988a: 54), solución escultórica que, sin embargo, es posterior a la época romana. Las dimensiones de la cola y el hecho de que la pata sea de un ungulado nos llevan a proponer que se trate de una representación de Fauno, Pan o Silvano, como se argumenta en el capítulo V.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 40. Dibujo e imagen de los cuatro pedestales.
BIBLIOGRAFÍA AA.VV., 1990: 231, n.º 127; M. Bassani, 2005: 80-81; P. Castanyer et al., 1988a; Ead., 1988b; P. Castanyer y J. Tremoleda, 1997; Ead., 1999: 61-64, 330, figs. 30, 37-44, 101-103, lám. 126, n.º 3-6; Ead., 2007; A. Kaufmann-Heinimann, 1998: 227-228, fig. 175; M. Pérez Ruiz, 2010: 109; Ead., 2011a: 295, 298, 302, 304; Ead., 2011b: 382, n. 7; Ead., 2012: 244; I. Rodà, 1990: 75; P. Rodríguez Oliva, 1994: 24; J. Tremoleda et al., 1989. Agradecemos a Pere Castanyer la información proporcionada sobre la villa y el larario.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 54, fig. 29; Fig. 2. M. Pérez Ruiz; Fig. 3. P. Castanyer y J. Tremoleda, 2007: 22; Fig. 4. Ibid.: 167, fig. 3; Fig. 5. M. Pérez Ruiz; Fig. 6. P. Castanyer y J. Tremoleda, 2007: 22; Figs. 7-33. M. Pérez Ruiz; Fig. 34. P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: lám. 126.3; Fig. 35. Ibid.: lám. 126.4; Fig. 36. Ibid.: lám. 126. 5; Fig. 37. Ibid.: 26.6; Fig. 38. Ibid.: 61, fig. 38; Fig. 39. Ibid.: 61, fig. 39; Fig. 40. Ibid.: 63, fig. 43.
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67) GE/Vilauba02-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Vilauba (Camós, Gerona). Museu Arqueològic Comarcal de Banyoles (Gerona). Mediados del s. i-s. iii d.C.
Fig. 1
Fig. 2
Fig. 3
DESCRIPCIÓN Arula de terracota realizada a molde. Dimensiones: 12,1 cm altura; 8 cm anchura sin lucernas; 16 cm anchura con lucernas; 8 cm profundidad. Presenta base cuadrangular, cuerpo troncopiramidal invertido
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y un amplio cazo superior de borde denticulado. Base con decoración corrida de bandas con motivos vegetales impresos: espiral de hojas, friso de hojas lanceoladas, franja anudada oblicua. En el cuerpo presenta una escena figurada en la cara anterior, mientras que la posterior debió de ser lisa. Sobre ellas, un friso corrido de ovas. En la escena conservada del cuerpo se aprecia, en primer plano, un carro tirado por cuatro leones, con una figura sentada en el interior, desfilando ante un grupo de personas al fondo; se ha perdido parte de la escena y otra parte está ennegrecida por efecto del fuego. A ambos lados del cuerpo se adosan dos lucernas de discos laterales, soldadas al arula con arcilla. Responden al tipo Deneauve VIIa, con decoración de líneas paralelas que envuelven el disco, separado de la banda por dos molduras. Las piqueras son cortas, redondeadas y delimitadas por una fina línea horizontal. Si bien el disco no se ha podido recuperar por completo, parece no tener decoración. Las asas están molduradas con dos estrías. Bases planas, una de ellas con una incisión ilegible. Este tipo de lucerna se fecha entre mediados del s. i y mediados del s. ii o s. iii d.C.
OBSERVACIONES Hallada, fragmentada y quemada, en un conjunto cerrado de destrucción (270-280 d.C.) en el ángulo noreste del almacén o despensa (30) de la villa, adyacente a la habitación identificada como larario (GE/ Vilauba01-C). Junto a ella se hallaron dos lucernas de cerámica, también muy interesantes, una de ellas con dos piqueras enfrentadas y otra con un soporte tubular también de cerámica pegado a la base. La escena representada en la cara frontal de la pieza se ha interpretado como el desfile triunfal de Cibeles y Attis (J. Ruiz de Arbulo, 1996: 121-122). Un paralelo de este árula en contexto doméstico se halló en la Casa di Giulio Polibio de Pompeya. Se trata igualmente de un árula con dos lucernas adosadas, de dimensiones similares a la de Vilauba pero sin apenas decoración, salvo por algunas molduras. Procede de la zona de la escalera SS, según Nella Castiglione (1983: 230) posiblemente del segundo piso, pero creemos que debe tenerse en cuenta que en el espacio anterior al hueco de dicha escalera, en el atriolo Q, se ha documentado un nicho intrepretado como un larario (F. Pesando y P. Guidobaldi, 2006: 243).
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 4. Vista superior del arula.
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Fig. 5. (Izq.) Lucerna adosada en el lado izquierdo del arula. Fig. 6. (Dcha.) Lucerna adosada en el lado derecho del arula.
Fig. 7. Dibujo del arula.
BIBLIOGRAFÍA P. Castanyer et al., 1990: 172-174, figs. 13 y 16; P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 284-286, fig. 176; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, n. 61; 300, n. 69; J. Ruiz de Arbulo, 1996: 117, 121.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 54, fig. 29; Figs. 2-6. M. Pérez Ruiz; Fig. 7. P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 285, fig. 176.
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68) GE/Vilauba03-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Vilauba (Camós, Gerona). Museu Arqueològic Comarcal de Banyoles (Gerona). Último tercio del s. i d.C. (?)
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Jarra de cerámica común hallada bajo el muro norte que separa el pórtico del peristilo de la zona ajardinada. Cuerpo con forma globular, cuello alto y boca exvasada. En el interior contenía un cráneo de ave.
OBSERVACIONES Interpretado como un rito de fundación.
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DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Zona del murete del peristilo en la que se halló la jarra.
BIBLIOGRAFÍA J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 217; P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 110; Ead., 2007: 44.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. P. Castanyer y J. Tremoleda, 1999: 54, fig. 29; Fig. 2. Ead., 2007: 44; Fig. 3. M. Pérez Ruiz.
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69) GE/CasaRaco01-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Fig. 1
Villa de Casa del Racó (Sant Julià de Ramis, Gerona). Museu Arqueològic de Catalunya, sede de Gerona. S. i d.C.
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Arula de piedra volcánica. Base formada por un plinto recto. Cuerpo cúbico liso. Coronamiento sin molduras rematado en sendos pulvini y foculus rehundido liso, de forma cuadrangular y con aparentes restos de fuego.
OBSERVACIONES Hallada en una fosa rectangular tallada en la roca, de 170 cm longitud y 60 cm anchura, con paredes verticales y sin revestimiento. Junto a esta pieza se hallaron numerosos fragmentos de dolia. La fosa se encuentra en la estancia 4 de la fase II de la villa, identificada, junto con otras adyacentes, como un posible torcularium. La preparación del pavimento de opus signinum de la estancia se ha fechado a finales del s. i a.C., por lo que el arula debió de ser amortizada aproximadamente en ese momento. El cuidado con el que se ha realizado la fosa nos induce a pensar que no se trata de un basurero, sino de un espacio excavado para enterrar intencionadamente los materiales hallados en ella, seguramente como parte de un acto ritual, a juzgar por la presencia del árula. Las huellas de fuego de la misma demuestran que estuvo en uso antes de ser amortizada, con probabilidad en la propia villa.
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DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Fosa en la que se encontró el arula.
BIBLIOGRAFÍA J. Burch et al., 1995: 104; M. Pérez Ruiz, 2011a: 300, n. 71; Ead., 2013a: 424; A. Ros, 2005: 150; I. Simón, 2009: 523, n.º 16.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Burch et al., 1995: 102, fig. 6; Fig. 2. Ead., 1995: 104, fig. 10; Fig. 3. Ibid.: 103, fig. 9.
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PROVINCIA TARRACONENSE - GERONA - CASARACO
70) GE/Guso01-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà, Gerona). —— Finales del s. ii-comienzos del s. iii d.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Conjunto de cuatro jarras de cerámica común oxidante de producción local, depositadas junto al muro perimetral este de la villa, en la parte exterior. Cada jarra se colocó en un nicho, sobre restos de aves o de
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un pequeño ovicáprido, acostada y con la boca orientada al norte. Todas tenían una sola asa, una perdida ya antiguamente. En su interior, dos contenían un huevo, otra posiblemente dos y la última un huevo y un cráneo de ave. Jarra n.º 1: con asa. Un huevo en el interior. Jarra n.º 2: sin asa. Un huevo en el interior y huesos de cordero lechal (?) como cama del nicho. Jarra n.º 3: con asa. Un huevo y un cráneo de gallina o gallo en el interior. Jarra n.º 4: con asa. Restos de un huevo.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Algunas de las jarras halladas en Mas Gusó con las ofrendas que contenían.
Fig. 4. Una de las jarras en el momento del hallazgo.
BIBLIOGRAFÍA J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 212-217, figs. 3, 5 (1-4)-7; J. Casas y V. Soler, 2004: 265-266.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 214, fig. 3; Fig. 2. Ibid.: 216, fig. 5 (1-4); Fig. 3. J. Casas y V. Soler, 2004: 266, fig. 212; Fig. 4. Ibid.: 265, fig. 211.
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PROVINCIA TARRACONENSE - GERONA - GUSO
71) GE/Tolegassos01-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Tolegassos (Viladamat, Gerona). —— Primera mitad del s. iii d.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Conjunto de quince jarras de cerámica común oxidante de producción local, depositadas en la parte exterior del edificio, a lo largo del muro perimetral oeste. Se colocaron en nichos excavados en el suelo
PROVINCIA TARRACONENSE - GERONA - TOLEGASSOS
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geológico o en un estrato tardío de escombros y residuos de la propia villa, pudiendo haber un máximo de dos jarras por nicho. Todas se depositaron acostadas y con la boca orientada al norte, sobre restos óseos colocados en el fondo del nicho, todos ellos de aves, salvo dos que parecen ser de ovicápridos lechales. En el interior se hallaron uno o dos huevos, o bien un huevo y una cabeza de gallina o gallo, salvo cuatro de ellas, que estaban vacías. Todas las jarras están enteras pero incompletas, ya que la mayoría habían perdido el asa. Jarra n.º 1: con asa. Un huevo en el interior y huesos de ave como cama del nicho. Jarra n.º 2: con asa. Un huevo en el interior y huesos de ave como cama del nicho. Jarra n.º 3: con asa. Un huevo en el interior y huesos de cordero lechal (?) como cama del nicho. Jarra n.º 4: con asa. Sin restos. Jarra n.º 5: con asa. Sin restos. Jarra n.º 6: con asa. Sin restos. Jarra n.º 7: sin asa. Dos huevos en el interior. Jarra n.º 8: sin asa. Un huevo en el interior. Jarra n.º 9: sin asa. Sin restos. Jarra n.º 10: sin asa. Un huevo y un cráneo de gallina en el interior. Jarra n.º 11: sin asa. Un huevo en el interior.
OBSERVACIONES Algunas de las jarras no se hallaron in situ, sino que habían sido desplazadas en el momento de formación del estrato tardío de escombros y residuos. En cuanto a la cronología de los depósitos, si bien parecen realizados en la fase III de la villa, en la primera mitad del s. iii d.C., las piezas cerámicas parecen responder a una cronología más antigua, en torno al s. ii d.C. Los restos faunísticos no han podido ser estudiados adecuadamente debido a su extrema fragmentariedad. La falta de asas en las jarras se ha explicado por la utilización para este ritual de ajuar doméstico ya gastado o roto y, por tanto, inservible para su uso original. BIBLIOGRAFÍA J. Casas, 1989: 99-102; J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 211-217, figs. 2, 4-5 (7 y 8).
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 213, fig. 2; Fig. 2. Ibid.: 215-216, figs. 4-5 (7-8).
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PROVINCIA TARRACONENSE - GERONA - TOLEGASSOS
HUESCA
72) HU/Osca01-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de las Rosetas, Osca (Huesca). In situ. S. i a.C.-s. ii/iii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Espacio en el interior de la estancia c, en el centro del lado norte. Planta cuadrangular. Dimensiones: 2 m anchura; 2 m profundidad aprox. Conserva el muro de fondo y uno lateral, realizados con sillares de opus quadratum, unidos a hueso. La separación de este espacio respecto del resto de la sala viene dada por la diferente decoración de su pavimento, de opus signinum y delimitado por una orla triple de teselas, y por la presencia de un murete de sillares en su lado este, junto al acceso a la sala desde el vestíbulo (a). Pavimento de opus signinum sobre cama de opus caementicium. Delimitado por una orla con tres filas de teselas: blanca, blanca y negra, blanca. En el interior, el opus signinum está decorado con rosetas estilizadas de teselas, de cuatro pétalos negros y botón central blanco.
OBSERVACIONES La habitación c se construyó en la segunda fase de la casa, en el s. i a.C., si bien parece que estaba planificada en el proyecto inicial. Es la única estancia con pavimento de opus signinum decorado. El sacrarium debió de estar cerrado también por el oeste y abierto al resto del espacio por el sur, como han propuesto también P. Uribe et al. (2012: 9) y como ocurre también con otros sacraria hispanos.
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PROVINCIA TARRACONENSE - HUESCA - OSCA
Este pequeño espacio ha sido interpretado previamente como parte de la estancia c —considerada un tablinum (M.ª N. Juste, 1994: 153)— o como un cubiculum (J. A. Asensio, 2003: 95, fig. 1; P. Uribe, 2007: 99) dentro de un oecus. Creemos, sin embargo, que existen diversas razones para interpretarlo como un sacrarium: sus limitadas dimensiones excluyen otros usos domésticos como el de cubiculum y se encuentran dentro del rango de tamaño medio de los sacraria, así como su forma regular es también frecuente en estas salas de culto, tanto si atendemos a los casos pompeyanos (M. Bassani, 2008: 67-68) como a los hispanos analizados aquí. Por otro lado, la decoración pavimental compartida en exclusiva con la estancia c demuestra un afán por dignificar el espacio y por asociarlo directamente a una sala principal de la casa, características comunes a otros lararios hispanos. La estancia c se ha interpretado últimamente como el patio principal de la vivienda (P. Uribe et al., 2012: 10), lo cual creemos que es más acertado que la identificación como tablinum u oecus.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. (Arriba izq.) Planta del espacio identificado como posible sacrarium dentro de la Casa de las Rosetas. Fig. 4. (Izq.) Detalle de la decoración del pavimento de opus signinum. Fig. 5. (Arriba dcha.) Vista general de la sala de representación con el sacrarium.
BIBLIOGRAFÍA M.ª N. Juste, 1994: 153, figs. 2, 21-22, 29; Id. 2000: 99-100, fig. 6; M. Pérez Ruiz, 2011b: 385, n. 17; Ead., 2012: 244; Ead, 2013a: 402, n. 13, 406; P. Uribe, 2007, 99-100; P. Uribe et al., 2012: 9-10.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M.ª N. Juste, 2000: 93, fig. 6; Fig. 2. Ibid.: 98, fig. 14; Fig. 3. Ibid.: 99, fig. 15; Fig. 4. M.ª N. Juste, 1994: 154, fig. 22; Fig.5. Ibid.: 152, fig. 20.
PROVINCIA TARRACONENSE - HUESCA - OSCA
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73) HU/Puypullin01-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Puypullín (Loarre, Huesca). Museo Arqueológico Provincial de Huesca, n.º inv. 700. Segunda mitad del s. i-s. ii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica de piedra caliza de color rosado blanquecino. Dimensiones: 12 cm altura; base 9,5 cm lado; coronamiento 8 cm lado. Base decorada con tres filetes paralelos separados por dos acanaladuras. Cuerpo cúbico, con decoración figurada en relieve en las cuatro caras: gallo de perfil, kantharos, cervatillo de perfil en posición de carrera, cabeza de toro en posición frontal. Coronamiento decorado igual que la base, con tres filetes paralelos separados por dos acanaladuras.
OBSERVACIONES Existen dudas a la hora de interpretar de forma inequívoca el edificio del que procede este arula como una villa. BIBLIOGRAFÍA M.ª R. Donoso, 1968: 20; G. Gamer, 1989: 234, n.º HU1; J. M.ª Gurt, 1985: 153-156, fig. 1; M. Pérez Ruiz, 2011a: 300, n. 67.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. M.ª Gurt, 1985: 165, fig. 1.
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PROVINCIA TARRACONENSE - HUESCA - PUYPULLIN
ISLAS BALEARES
74) IB/Pollentia01-C. Larario tipo aedicula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Fig. 1
Casa de la Cabeza de Bronce, Pollentia (Alcudia, Mallorca). Estructura: in situ. Materiales: Museo de Alcudia (Pollensa, Mallorca). Finales del s. ii-s. iii d.C.
Fig. 2
Fig. 3
DESCRIPCIÓN Estructura adosada a la pared oeste de la habitación D, en el lado norte. Se conserva la parte inferior de un podium de dimensiones totales desconocidas, formado por un bloque de marés paralelepípedo de 120 cm anchura, 45 cm profundidad y 20 cm altura cons. Está encastrado en la pared y asentado sobre otros de similares características. Este bloque debió de ser la base sobre la que se apoyaba el resto del podium, no conservado y que, a juzgar por la anchura de la pieza, debió de ser una estructura poco sobresaliente de la pared.
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PROVINCIA TARRACONENSE - ISLAS BALEARES - POLLENTIA
En la misma estancia se halló un fragmento de columna. Se trata de una pequeña basa formada por un ábaco cuadrado (11 cm lado; 2 cm altura), sobre el que se desarrollan un toro (0,8 cm altura) y tres escocias (0,7 cm, 0,4 cm y 1 cm altura, respectivamente). Posiblemente actuó como parte del cuerpo que se levantaba sobre el podium y que sostenía la cubrición de la posible aedicula. Presenta los siguientes materiales asociados: cabecita infantil en bronce; oinochoe de bronce; relieve en bronce con cabeza de Sileno; fragmentos de cerámica sigillata y común, entre los que destaca una base de ungüentario. Los objetos de bronce fueron hallados en un depósito intencionado realizado en la propia estancia (S. Moreno et al., 2011: 930).
74.1. Escultura (Fig. 4): cabeza infantil en bronce de 14 cm altura. Pelo ondulado, dividido con raya al medio y recogido en la parte superior de la cabeza a modo de corona. El gesto es sereno, con los ojos almendrados y las pupilas marcadas con incisiones; la boca, pequeña, está cerrada y la nariz es fina y recta; la frente está parcialmente cubierta por el cabello ondulado. Fechada por criterios estilísticos en época adrianea.
Fig. 4
Fig. 5
74.2. Recipiente para líquidos (Fig. 5): oinochoe en bronce (20,5 cm altura; diámetro panza 16 cm máx.; diámetro boca 8 cm; diámetro pie 8,5 cm). Boca cónica invertida, cuello cilíndrico, algo más estrecho en la unión con la boca, cuerpo piriforme y pie plano y algo rehundido. Presenta asa maciza con abrazaderas cortas y remate superior para apoyar el pulgar; se inserta sobre la panza, rematada en un medallón con la representación de una cara grotesca.
PROVINCIA TARRACONENSE - ISLAS BALEARES - POLLENTIA
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74.3. Recipiente para líquidos (Fig. 6): fragmento de pie de ungüentario en cerámica común.
Fig. 6
74.4. Otro tipo de material (Fig. 7): relieve en bronce con forma de cabeza de Sileno (4,3 cm altura; 2 cm grosor).
Fig. 7
OBSERVACIONES Todos los materiales se hallaron en el nivel II del sondeo practicado en 1957 en el ángulo noroeste de la habitación. La conjunción de restos de una estructura, de elementos arquitectónicos y de materiales con un posible uso ritual es la que nos lleva a proponer, con cautela, la existencia de un larario en este espacio. La cabecita de bronce se ha interpretado tradicionalmente como el rostro de una niña (AA.VV., 1990: 261, n.º 184; M. Prevosti y N. Rafel, 1983: 59, n.º 17), pero los últimos estudios apuntan a su identificación como la representación infantil de una divinidad, probablemente Dioniso (S. Moreno et al., 2011: 931-932). De ser así, como parece demostrarse también por paralelos, esta pieza tiene una especial relevancia en la identificación del larario, pues no es el primer caso de cabeza de Dioniso hallado en un posible espacio doméstico de culto (vid. capítulo V). En la misma casa se ha hallado un ara anepigráfica (IB/Pollentia02-M). BIBLIOGRAFÍA A. Arribas et al., 1973: 83-90; M. Prevosti y N. Rafel, 1983: 59, n.º 17, fig. 17; S. Moreno et al., 2011: 538-541; M. Pérez Ruiz, 2011a: 296, 304; Ead., 2013a: 425-428. Agradecemos a la Prof. M. Orfila la información y la bibliografía proporcionadas sobre la cabecita de bronce.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Arribas et al., 1973; Fig. 2. Ibid.; Fig. 3. Ibid.: 89, fig. 25. ; Fig. 4. AA.VV., 1990: 261; Fig. 5. A. Arribas et al., 1973: 90, fig. 26. ; Fig. 6. Ibid.: 90, fig. 26. ; Fig. 7. Ibid.: 87, fig. 24.
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PROVINCIA TARRACONENSE - ISLAS BALEARES - POLLENTIA
75) IB/Pollentia02-M. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de la Cabeza de Bronce, Pollentia (Alcudia, Mallorca). —— ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Ara de piedra de Marés. Dimensiones: 35 cm altura; 20 cm anchura; 25 cm profundidad.
OBSERVACIONES Hallada caída en el corredor norte del peristilo, adosada a la pared oeste de la habitación G. En la misma casa, en una de las habitaciones del corredor oeste, se han hallado materiales y una estructura que parecen pertenecer a un larario tipo aedicula (IB/Pollentia01-C). BIBLIOGRAFÍA A. Arribas et al., 1973: 50.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Arribas et al., 1973.
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LEÓN
76) LE/Villares01-I. Placa PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Los Villares (Quintana del Marco, León). Museo Arqueológico Nacional (Madrid), n.º inv. 23174. S. ii o iii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Placa de plata. Dimensiones: 8,5 cm altura; 4,5 cm anchura; 0,3 cm grosor. Forma oval. Fracturada en la parte inferior y con pérdidas parciales, sin que afecte al texto. Actualmente restaurada. Presenta inscripción en una de las caras.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Sobre placa de plata, realizado en letras de oro. Campo epigráfico sin delimitar, de 3x4,5 cm. Inscripción en dos líneas. Letra capital cuadrada. Altura de las letras: 0,8 cm. Sin signos de interpunción.
Marti Tileno
A Marte Tileno
OBSERVACIONES La placa se halló dentro del límite de la villa romana en 1900, sin que se conozcan más datos sobre su contexto. Se han propuesto dos dataciones para la pieza: s. ii d.C. (M. A. Rabanal) o s. iii d.C. (A. Tranoy). El resto de materiales hallados en la villa son de los ss. iii-iv d.C.
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PROVINCIA TARRACONENSE - LEÓN -VILLARES
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 2. Imagen de la pieza restaurada.
BIBLIOGRAFÍA M.ª L. Albertos, 1983: 485; C. Blánquez, 1986: 230-231; J. M.ª Blázquez, 1962: 126; F. Bouza, 1970: 268; S. Crespo y A. Alonso, 1999: 70, n.º 89; F. Diego, 1986: 67-68, n.º 51; A. García y Bellido y M.ª P. García-Bellido, 1993: 126, lám. 132, 253; M. Gómez Moreno, 1906-1908 (1925): 65, 67; E. González Alonso, 1997: 351, n.º 192; J. G. Gorges, 1979: 275-276; L. Hernández Guerra, 2004: 165; F. J. Lomas, 1989: 135, n.º 22; M. Macías, 1903: 27-28; J. Mangas, 1996: 487; T. Mañanes, 1982: 1245, n.º 121, lám. XLVI; F. Marco, 2005a: 298, fig. 4; J. C. Olivares, 2003: 301; M. Pastor, 1981: 270, n.º 42; L. Pastrana, 1977: 29-30; A. Quintana, 1969: 73-76, n.º 21; M. A. Rabanal y S. M.ª García Martínez, 2001: 71-73, 450 (fig.); J. de D. de la Rada y Delgado, 1900: 421; A. Rodríguez Colmenero, 2002: 36, fig. 7; A. Tranoy, 1981: 34, n. 97, 306.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. © Archivo fotográfico Centro CIL II (Alcalá de Henares, Madrid); Fig. 2. F. Marco, 2005a: 298, fig. 4.
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LÉRIDA
77) LR/Ilerda01-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil hallada en la esquina noroeste de la estancia 1. Se trata de un bebé de pequeñas dimensiones, con las piernas recogidas y con orientación este-oeste, sin que pueda determinarse la posición en la que fue enterrado. Colocado en una fosa simple, de forma aproximadamente ovalada (36x24x? cm), excavada bajo el pavimento de la estancia sin ningún tipo de preparación. La inhumación carece de ajuar o de ofrendas.
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PROVINCIA TARRACONENSE - LÉRIDA - ILERDA
OBSERVACIONES La fosa se corresponde con las U.E. 1406 y 1417; el esqueleto se corresponde con la U.E. 1416. Esta inhumación se encuentra a unos 50 cm de otra, ubicada en la misma estancia (LR/Ilerda02-O). También en ella se ha documentado un depósito ritual (LR/Ilerda13-O). El edificio en el que se encuentran este y los enterramientos siguientes fue construido en la primera mitad del s. i d.C. y abandonado en la primera mitad del s. ii d.C. Ha sido interpretado como una villa suburbana de grandes dimensiones, de la que se habría hallado la parte posterior. Esta identificación se basa en la distribución de la planta y en los materiales hallados (X. Payà et al., 1996: 136), así como en la comparación con la villa de Corbins, en las cercanías de Ilerda, con la cual comparte importantes similitudes técnicas y morfológicas (A. Loriente y A. Oliver, 1992: 78). Sin embargo, el conocimiento de la planta es parcial y plantea dudas sobre dicho uso (I. Gil et al., 2001: 164). BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; C. Lorencio et al., 1998: 303-304; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 42; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44; Fig. 2. Ibid.: 47.
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78) LR/Ilerda02-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil hallada en la esquina noroeste de la estancia 1. Se trata de un individuo de escasos meses colocado en posición de decúbito ventral, en postura fetal, con los brazos y las piernas recogidos y orientado de sur a norte. Colocado en una fosa simple, de forma ovalada (42x28x? cm), excavada bajo el pavimento de la estancia. No hay ajuar ni ofrendas asociados.
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PROVINCIA TARRACONENSE - LÉRIDA - ILERDA
OBSERVACIONES La fosa se corresponde con las U.E. 1418-1419; el esqueleto se corresponde con la U.E. 1420. Esta inhumación se encuentra a unos 50 cm de otra, ubicada en la misma estancia (LR/Ilerda01-O). También en ella se ha documentado un depósito votivo (LR/Ilerda13-O). Sobre este edificio véase lo dicho en LR/Ilerda01-O. BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; C. Lorencio et al., 1998: 304; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 42-43; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44; Fig. 2. Ibid.: 47.
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79) LR/Ilerda03-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil en el ángulo de los muros norte y oeste de la estancia 9. Mal estado de conservación que no permite saber la edad ni la posición del individuo. Colocado en una fosa simple, sin ajuar ni ofrendas asociados.
OBSERVACIONES La fosa se corresponde con la U.E. 1572; el esqueleto se corresponde con la U.E. 1573. Sobre este edificio véase lo dicho en LR/Ilerda01-O.
BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; C. Lorencio et al., 1998: 304; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 43; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44.
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80) LR/Ilerda04-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil en la esquina noroeste de la estancia 24. Individuo nonato (?) colocado en posición de decúbito lateral, con las piernas flexionadas y con orientación norte-sur, con la cara girada al este. Colocado en una fosa simple, de forma paralelepipédica con los extremos redondeados (45x22x50 cm) y cortada parcialmente por un silo islámico. Carece de ajuar u ofrendas asociados.
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OBSERVACIONES La fosa se corresponde con las U.E. 1913-1914; el esqueleto se corresponde con la U.E. 1915. Sobre este edificio véase lo dicho en LR/Ilerda01-O. BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; C. Lorencio et al., 1998: 304; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 43; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44; Fig. 2. Ibid.: 47.
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PROVINCIA TARRACONENSE - LÉRIDA - ILERDA
81) LR/Ilerda05-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil junto a los cimientos de la estancia 20, en paralelo. Individuo de escasa edad, colocado en posición de decúbito supino, con las piernas estiradas y los pies juntos, el brazo derecho doblado sobre el cuerpo y el izquierdo con una colocación indeterminada; orientado de este a oeste. Colocado en una fosa simple, de forma almendrada, con la cabecera redondeada y los pies apuntados (50x25x46 cm). Carece de ajuar u ofrendas asociados.
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OBSERVACIONES La fosa se corresponde con las U.E. 2035-2036; el esqueleto se corresponde con la U.E. 2037. Sobre este edificio véase lo dicho en LR/Ilerda01-O. BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; C. Lorencio et al., 1998: 304-305; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 43; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44; Fig. 2. Ibid.: 47.
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82) LR/Ilerda06-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil junto al muro sur de la estancia 21, en paralelo y aproximadamente centrada. Individuo de escasa edad, del que se conserva solo la parte superior, en mal estado. Colocado en decúbito lateral izquierdo, con la cara hacia el sur y orientado de oeste a este. Las piernas estaban dobladas, así como el brazo derecho, sobre el cuello. Colocado en una fosa de forma paralelepipédica con los extremos
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redondeados (50x30x44 cm), que corta parcialmente la fosa de cimentación del muro sur. Carece de ajuar u ofrendas asociados.
OBSERVACIONES La fosa se corresponde con las U.E. 2093 y 2096; el esqueleto se corresponde con la U.E. 2094. En esta misma estancia se han hallado otras dos inhumaciones infantiles, ubicadas en el centro (LR/ Ilerda08-O) y en la esquina suroeste (LR/Ilerda10-O). Sobre este edificio véase lo dicho en LR/Ilerda01-O.
BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; C. Lorencio et al., 1998: 305; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 43; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44; Fig. 2. Ibid.: 47.
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83) LR/Ilerda07-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil junto a la esquina noreste de la estancia 16. Individuo muerto al nacer, colocado en decúbito lateral derecho, con la cara orientada hacia el norte y el cuerpo de oeste a este. Colocado en una fosa de forma oval y de difícil delimitación (50x32x79 cm aprox.). Restos de cáscaras de huevo junto al pecho del individuo hacen pensar en una posible ofrenda funeraria de carácter ritual.
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OBSERVACIONES La fosa se corresponde con las U.E. 2148 y 2150; el esqueleto se corresponde con la U.E. 2149. Sobre este edificio véase lo dicho en LR/Ilerda01-O.
BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; C. Lorencio et al., 1998: 305; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 43; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44; Fig. 2. Ibid.: 47.
200
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84) LR/Ilerda08-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil en el centro de la estancia 21. Individuo de corta edad, colocado en decúbito ventral, con los brazos y las piernas bastante doblados y orientado de norte a sur. Colocado en una fosa simple de forma oval, rota a los pies por un silo andalusí (50x35x29 cm aprox.). Carece de ajuar u ofredas rituales asociadas.
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201
OBSERVACIONES La fosa se corresponde con la U.E. 2184; el esqueleto se corresponde con la U.E. 2185. En esta misma estancia se han hallado otras dos inhumaciones infantiles, ubicadas junto al muro sur (LR/ Ilerda06-O) y en la esquina suroeste (LR/Ilerda10-O). Sobre este edificio véase lo dicho en LR/Ilerda01-O. BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; C. Lorencio et al., 1998: 305-306; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 45; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44; Fig. 2. Ibid.: 47.
202
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85) LR/Ilerda09-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil en la esquina noroeste de la estancia 17. Individuo de menos de seis meses, colocado en decúbito supino, orientado de este a oeste con la cabeza ligeramente elevada y apoyada en la cabecera de la fosa. Colocado en una fosa ovalada (56x30x68 cm aprox.), a una profundidad llamativa respecto del pavimento de uso. Se ha encontrado un fragmento de bronce entre las costillas del esqueleto, que podría ser parte de un adorno muy deteriorado o de una fíbula de la mortaja.
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203
OBSERVACIONES La fosa se corresponde con las U.E. 2196 y 2198; el esqueleto se corresponde con la U.E. 2197. Sobre este edificio véase lo dicho en LR/Ilerda01-O.
BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; C. Lorencio et al., 1998: 306; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 45; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44; Fig. 2. Ibid.: 47.
204
PROVINCIA TARRACONENSE - LÉRIDA - ILERDA
86) LR/Ilerda10-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil en la esquina suroeste de la estancia 21. Individuo muy mal conservado, con el cráneo muy deteriorado. Colocado en posición de decúbito lateral derecho, con la cabeza mirando al sur y el cuerpo orientado de este a oeste. Las piernas estaban recogidas y los brazos doblados sobre la cara. Colocado en una fosa simple, probablemente ovalada (54x32x28 cm). Carece de ajuar u ofrendas asociados.
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OBSERVACIONES La fosa se corresponde con las U.E. 2203 y 2205; el esqueleto se corresponde con la U.E. 2204. En esta misma estancia se han hallado otras dos inhumaciones infantiles, ubicadas junto al muro sur (LR/ Ilerda06-O) y en la parte central (LR/Ilerda08-O). Sobre este edificio véase lo dicho en LR/Ilerda01-O.
BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; C. Lorencio et al., 1998: 306; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 45; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44; Fig. 2. Ibid.: 47.
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87) LR/Ilerda11-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil en la esquina suroeste de la estancia 28, paralela al muro de cierre sur. Individuo neonato, en posición de decúbito lateral izquierdo, con los brazos doblados sobre el vientre y las manos en la cara, que mira al norte. Colocado en una fosa simple, probablemente ovalada (45x28x20 cm), con un grupo de piedras situadas en el lado norte, que parecen indicar una especie de delimitación de la tumba. Carece de ajuar u ofrendas asociados.
OBSERVACIONES La fosa se corresponde con las U.E. 3489 y 3490; el esqueleto se corresponde con la U.E. 3496. BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 45; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44.
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88) LR/Ilerda12-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil en la esquina suroeste de la estancia 30, paralela al muro de cierre oeste. Individuo de limitadas dimensiones, colocado en posición de decúbito lateral izquierdo, con las extremidades recogidas y una mano delante de la cara; orientado de norte a sur, con la cabeza hacia el sur. Colocado en una fosa simple rectangular (30x20x27 cm), delimitada con piedras, una de las cuales servía como cierre. Posible ofrenda ritual junto al cadáver, formada por una fosa con diversos restos de fauna, entre ellos de ovicápridos.
OBSERVACIONES La fosa se corresponde con las U.E. 3526 y 3528; el esqueleto se corresponde con la U.E. 3527. Sobre este edificio véase lo dicho en LR/Ilerda01-O.
BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44; A. Pérez Almoguera, 1998: 196.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44.
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89) LR/Ilerda13-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de l’Antic Portal de la Magdalena, Ilerda (Lérida). —— Mediados del s. i-finales del s. ii d.C. (villa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Siete depósitos votivos formados por vasijas de diferentes características formales, dimensiones y técnica de fabricación, la mayoría de las cuales contienen uno o varios huevos, probablemente de gallina. Las vacías debieron de contener ofrendas que no se han conservado, como líquidos. Algunas de las jarras presentan errores de cocción o roturas que las inhabilitan para usos domésticos. Suelen encontrarse de pie, en el interior de posibles oquedades. Cinco de estos depósitos se encuentran dentro de los límites de la villa y dos al exterior, junto a los muros perimetrales. La colocación en la habitación suele ser junto a las esquinas o los muros de cierre. Todas son ofrendas individuales, salvo la hallada en la esquina noreste de la estancia 11, formada por dos ollas de las mismas características.
OBSERVACIONES Algunos depósitos se encuentran en las mismas estancias que los enterramientos infantiles (estancia 1), sin que se pueda establecer una relación clara entre ambos (A. Loriente y A. Oliver, 1992: 48). La colocación de las jarras en oquedades y su posición demuestra la intencionalidad del depósito (ibid.: 48). Se han observado algunos restos de esqueletos de animales enterrados, de los que se sospecha que podrían ser también depósitos votivos, como ocurre con un ovicáprido joven enterrado junto al muro este del ámbito 26 (ibid.: 48).
PROVINCIA TARRACONENSE - LÉRIDA - ILERDA
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BIBLIOGRAFÍA I. Gil et al., 2001: 164; M. Julià et al., 1989: 203-226; C. Lorencio et al., 1987; A. Loriente y A. Oliver, 1992: 48; A. Pérez Almoguera, 1998: 200-201.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Loriente y A. Oliver, 1992: 44.
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PROVINCIA TARRACONENSE - LÉRIDA - ILERDA
90) LR/Corbins01-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Corbins (Lérida). —— Mediados del s. ii d.C. (villa).
DESCRIPCIÓN Fosa excavada en el suelo con restos de un cordero cubiertos por una losa, sobre la cual se halló una jarra de perfil en S, con un huevo y restos de aves.
OBSERVACIONES Hallada en un edificio destinado a almacén y establos de ganado, en el ángulo entre los muros de cierre exterior. Interpretado como un rito fundacional.
BIBLIOGRAFÍA J. Casas y J. Ruiz de Arbulo, 1997: 217-218; L. Pons, 2003: 274.
PROVINCIA TARRACONENSE - LÉRIDA - CORBINS
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91) LR/TorreAndreu01-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Torre Andreu (La Bordeta, Lérida). —— S. ii-mediados del s. iii d.C. (villa).
DESCRIPCIÓN Pequeña estructura cuadrangular excavada en el suelo y forrada de tegulae, formando una especie de cista. El interior apareció prácticamente colmatado de valvas de ostra marina común.
OBSERVACIONES Según Arturo Pérez Almoguera (1998: 202) se trata de un unicum en una etapa tan avanzada y con un número de piezas tan considerable. Se ha interpretado como una posible ofrenda alimenticia a los dioses domésticos.
BIBLIOGRAFÍA A. Pérez Almoguera, 1998: 202; A. Pérez-Rafel, 1993.
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PROVINCIA TARRACONENSE - LÉRIDA - TORREANDREU
MADRID
92) MA/Villamanta01-I. Soporte desconocido PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villamanta (Madrid). Desaparecida S. ii d.C. (?)
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Ara tosca de piedra berroqueña. Base y cornisa diferenciadas del cuerpo. Dimensiones: 127 cm.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Texto en dos líneas.
Laribus sacrum Vale[ri]us Secundus
Consagrado a los Lares, Valerio Segundo
OBSERVACIONES La gran altura de la pieza nos hace a tener dudas sobre su adscripción al culto doméstico, si bien la divinidad a la que se dedica y la sencillez de la inscripción son propias de este. BIBLIOGRAFÍA CIL II: 3081. F. Fuidio, 1934: 72; R. C. Knapp, 1992: 209; M. Ruiz Trapero, 2001: 204, n.º 111.
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PROVINCIA TARRACONENSE - MADRID -VILLAMANTA
MURCIA
93) MU/CarthagoNova01-C. Larario tipo sacellum PROCEDENCIA
Casa de la Plaza de San Ginés, esq. C/ Faquineto, Carthago Nova (Cartagena, Murcia).
UBICACIÓN ACTUAL
Estructura desaparecida. Arulae expuestas en la reconstrucción del sacrarium de la Casa de la Fortuna (MU/CarthagoNova02-E).
CRONOLOGÍA
S. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Espacio excavado parcialmente que se asocia con parte de una domus. Documentados dos de los muros de cierre, cuya esquina de unión forma un ángulo agudo, dejando en el interior un área triangular, probablemente al aire libre. Carece de relaciones físicas directas con la otra parte de la casa excavada. Pavimento conservado de tierra. Restos de enlucido en una de las paredes, sin decoración pictórica. En el interior fue hallado un conjunto de tres aras, una ás grande (n.º 1), flanqueada por dos arulae de menores dimensiones, una de ellas (n.º 3) caída y la otra (n.º 2) aún in situ. Parece que todas se encontraban en su disposición original en el momento del hallazgo.
93.1. Ara (Figs. 2-3): ara anepigráfica de piedra caliza de color ocre (45 cm altura), con la superficie rugosa. Base realizada con un plinto biselado. Cuerpo de forma cúbica. Coronamiento formado por una moldura biselada y rematado en foculus liso enmarcado por pulvini de escaso relieve. El acabado se le dio mediante un revestimiento de estuco rojizo, conservado solo en la parte superior, entre los pulvini, con una incisión en el centro que dibuja un foculus rectangular; toda la zona está ennegrecida por los efectos del fuego.
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PROVINCIA TARRACONENSE - MURCIA - CARTHAGONOVA
Fig. 2
Fig. 3
93.2. Arula (Fig. 4): arula anepigráfica de piedra caliza color ocre (22 cm altura), con la superficie irregular y con pérdidas de material, principalmente en las esquinas del coronamiento. Decoración moldurada en la base, hoy perdida casi por completo, y en el coronamiento, con filete, cyma reversa y faja. Remate superior con dos pulvini muy erosioandos y foculus plano. Huellas de fuego en el foculus.
Fig. 4
93.3. Arula (Fig. 5): arula anepigráfica de piedra caliza clara (15 cm altura), con pérdidas de material en la basa, el coronamiento y las esquinas del cuerpo. Basa y coronamiento salientes, decorados con tres filetes paralelos, separados por acanaladuras. El cuerpo presenta una estrella en relieve en la cara frontal y acanaladuras suaves en las tres restantes. Posibles pulvini apenas esbozados en la parte superior del coronamiento y foculus plano, donde se aprecían huellas de fuego.
Fig. 5
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OBSERVACIONES Si bien en este catálogo no se considera que el hallazgo de un arula marque la ubicación concreta de un larario, pues se trata de objetos fácilmente transportables, en este caso concreto las circunstancias del hallazgo, que parecen avalar que se encontraron en su colocación original formando un conjunto en un espacio acotado de la casa, nos han llevado a pensar que nos encontramos ante un larario, probablemente un sacellum, en cuyo interior se encontraban estas tres arulae. La forma anómala de la planta, tendente al triángulo, se explica por la adecuación al urbanismo aterrazado de la zona, siendo una de sus paredes, a la vez, muro de contención de la terraza superior.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 6. (Izq.) Ubicación actual de las aras, en la reconstrucción del sacrarium de la Casa de la Fortuna, en Carthago Nova. Fig. 7. (Dcha.) Las aras en el momento del hallazgo, vistas desde arriba.
BIBLIOGRAFÍA M. Martín Camino y B. Roldán, 1997: 128, fig. pg. 127; M. Pérez Ruiz, 2011a: 298, 300, n. 65, 70, 71; S. Ramallo, 1989: 111; P. Rodríguez Oliva, 1994: 23; P. A. San Martín, 1985: 140, n.º 47; B. Soler, 2000: 73. Agradecemos a Miguel Martín Camino, la información y las imágenes que nos ha proporcionado.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. Archivo Fotográfico del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena, n.º 3570; Figs. 2-6. M. Pérez Ruiz; Fig. 7. Archivo Fotográfico del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena, n.º 1131.
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94) MU/CarthagoNova02-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de la Fortuna, Carthago Nova (Cartagena, Murcia). In situ. Finales del s. i a.C.-160/180 d.C. Remodelación del pavimento, mitad del s. i d.C.-comienzos del s. ii d.C.
Fig. 1
Fig. 1
Fig. 2
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DESCRIPCIÓN Espacio (VIII) retranqueado en el ángulo noreste de la pared del tablinum (VI), con el que se comunica directamente; ubicado frente al acceso a esta estancia. Planta trapezoidal. Dimensiones: 1,55 m anchura máx.; 1,65 m profundidad máx. Alzado construido en aparejo cuidado de mampostería de roca caliza color ocre, careada hacia el exterior y trabada con mortero (altura cons.: 30 cm aprox.). En la esquina del tablinum donde se produce el retranqueo para crear el sacrarium, se puede apreciar que la pared norte del primero y la pared oeste del segundo están trabadas, como parte de una construcción unitaria. El muro original este del sacrarium se pierde en un determinado punto por la realización de un pozo en un momento posterior, por lo que no es posible saber si formaría una única pared con el muro del tablinum o si, por el contrario, exsitió un vano de comunicación con el triclinium (XI). Pavimento conservado de opus signinum, carente de decoración y superpuesto al original —continuación del pavimento del tablinum—, razón por la que se encuentra sobreelevado algunos centímetros; se desconoce si el primer pavimento pudo estar decorado con teselas, como ocurre en la mayoría de la casa. Restos muy escasos de revestimiento parietal, sin evidencias conservadas de pintura mural. Ausencia de restos materiales significativos.
OBSERVACIONES La actual restauración de la casa oculta algunos datos acerca del aparejo y la técnica constructiva empleados, razón por la que nos hemos apoyado en los datos publicados. Las paredes del sacrarium han sido restituidas con vidrio opaco, con el cual se ha realizado también una repisa a media altura, sobre la que se han colocado tres aras que simulan los materiales que podrían haberse encontrado en el interior de este espacio. Estas piezas proceden, sin embargo, de la excavación de otra casa en el solar de la ciudad de Cartagena, por lo que nos ocupamos de ellas en una ficha aparte (MU/CarthagoNova01-C). Colocada en el atrium testudinatum a la altura del vano de acceso al tablinum, en el eje principal de la casa que comunica sus dos accesos, se conserva una inscripción que reza Fortuna Propitia, orientada para ser vista por quien accediese a la casa por el lado occidental. Para los excavadores de la vivienda, esta inscripción debía de formar parte de la composición decorativa del pavimento, con más nombres inscritos y un motivo complejo en el centro (M. Martín Camino et al., 2001: 27). Maddalena Bassani (2005: 75), en cambio, considera que su ubicación junto al umbral de tablinum, en eje con el sacrarium, implica una relación entre ambos y que, por tanto, Fortuna pudo ser la divinidad doméstica principal de esta casa, venerada en su larario, ubicado en el interior de una habitación, el tablinum, cuya decoración parietal podría también ponerse en relación con la diosa. La construcción del sacrarium pertenece al proyecto inicial de la casa, como demuestran las relaciones arqueoarquitectónicas de sus muros. Sin embargo, la Casa de la Fortuna sufrió importantes remodelaciones a lo largo de su vida, transformándose el uso de al menos algunas de sus habitaciones a una actividad de tipo industrial a partir de comienzos del s. ii d.C. Po esta razón, no es posible afirmar con rotundidad que el uso del espacio fuese cultual hasta el abandono del edificio, especialmente cuando parece que la zona de habitación sufrió una importante reducción.
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DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Detalle de la parte inferior del sacrarium. Obsérvense las hiladas de la construcción original y la superposición de pavimentos.
Fig. 4. Vista del sacrarium desde el acceso al tablinum.
BIBLIOGRAFÍA M. Bassani, 2005: 75, fig. 1; M. Martín Camino et al., 2001: 34, fig. 1; M. Pérez Ruiz 2010: 109, 111, n. 25; Ead., 2011b: 385, n. 17; Ead., 2012: 244; Ead. 2013a: 406, 420; B. Soler, 2000: 72-73; Ead., 2001: 69-70. Agradecemos a Miguel Martín Camino la información proporcionada sobre esta casa.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Fernández Díaz, 2008: 259, fig. 42; Figs. 2-4. M. Pérez Ruiz.
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95) MU/CarthagoNova03-E. Larario tipo aedicula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Edificio del Atrio del Arx Hasdrubalis, Carthago Nova (Cartagena, Murcia). In situ. Finales del s. i/comienzos del s. ii-finales del s. iii/comienzos del s. iv d.C.
Fig. 2 Fig. 1
DESCRIPCIÓN Aedicula de forma cuasi cuadrangular, ubicada en la pared norte del patio, en el eje de axialidad de la casa, si bien ligeramente descentrada. Conserva integro el podium y parte del cuerpo, formado por una pared lateral de mampostería y una pared de fondo, que es la misma pared norte del atrio. Dimensiones: 1,10 m anchura; 0,67 m profundidad; 1,77 m altura cons. Podium construido con piedras semirregulares colocadas en hiladas trabadas con argamasa, reforzadas en las esquinas. El núcleo, no visible, es posiblemente de mampostería. Debió de estar revestido de estuco y pintura, que no se conservan. Sobre él, el cuerpo central se cierra mediante la construcción de sendas paredes laterales de mampostería y la utilización de la pared del atrio como muro de fondo, creando un nicho de paredes rectas, dignificado en los laterales mediante la colocación de dos pilastras de mármol blanco lunense reutilizadas (primera mitad del s. i d.C; altura de la aedicula con las pilastras: 2,28 m). El interior del nicho conserva restos de los sucesivos revestimientos de estuco blanco, así como una base realizada mediante la colocación de una lastra de piedra reutilizada, con rebajes cuadrangulares para el acople de alguna pieza en su uso original; tras ella, ladrillos
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con forma triangular y colocación alternante cubren el espacio hasta la pared de fondo. No se conservan restos de la cubrición, que imitaba presumiblemente el frontón triangular de un templo. Pilastras de mármol: imoscapo: 29x21/27x19 cm; sumoscapo: 27x19,5/27,5x21,5 cm; altura: 133,8/134 cm. Pilastras monolíticas de mármol lunense, de sección cuadrangular y con el fuste decorado con marcos inscritos unos en otros en sus cuatro caras, muestra de que estaban exentas en su ubicación original. Una de ellas conserva restos de un suave enlucido de argamasa blanca. La presencia de orificios para perno en el suposcapo hace pensar que debieron de estar coronadas originalmente con un capitel o que sostuvieron un segundo cuerpo. Reutilizadas en la aedicula; su colocación en ella resulta evidente por la impronta dejada por su decoración en la argamasa de unión con la pared lateral conservada. Fueron halladas en el nivel de derrumbe de los alzados del atrio, junto al lado izquierdo del larario.
OBSERVACIONES La reutilización de las pilastras, concebidas para otro uso originalmente, provoca una cierta desproporción entre las partes de la aedicula, ya que el cuerpo central es sensiblemente más alto que el podium. No se conservan restos de la cubrición in situ, si bien una pieza de mármol blanco hallada reutilizada en un contexto bizantino de la casa podría haber sido parte del frontón triangular que presumiblemente la remataba. La aedicula y la pared del patio a la que se adosa fueron construidas en la segunda fase del edificio, amortizando una de las columnas que formaban anteriormente el pórtico del patio. En esta fase, el edificio mantuvo su función original como Banketthaus o edificio con salas para acoger banquetes, quizá de collegia religiosos relacionados con el área sacra que parece existir junto al edificio (J. M. Noguera et al., 2009: 128-131); solo en un momento entre la segunda mitad del s. ii y comienzos del s. iii se convirtió en edificio de viviendas, a modo de insula (ibid.: 140), continuando el larario en uso hasta el abandono definitivo de la casa.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Vista lateral de la aedicula.
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Fig. 4. (Dcha.) Planta del Edificio del Atrio en la fase III, momento en el que se transforma en insula. Fig. 5. (Abajo) Vista general del patio del Edificio del Atrio, desde la entrada. Al fondo, la aedicula.
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Fig. 6. (Arriba izq.) Vista cenital de la aedicula. Obsérvese la forma de construcción de la base del nicho. Fig. 7. (Arriba dcha.) Dibujo reconstructivo del alzado de la aedicula. Fig. 8. (Izq.) Vista de la aedicula durante el proceso de excavación. Obsérvese la presencia de las dos pilastras de mármol a su izquierda.
Fig. 9. (Arriba izq.) Pilastras marmóreas, en el lugar del hallazgo. Fig. 10. (Arriba dcha.) Desarrollo de las cuatro caras de una de las pilastras.
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Fig. 11. Vista del Edificio del Atrio tras su musealización. Obsérvese la restitución de las pilastras en la aedicula y la ubicación de la misma en el eje axial del edificio, pero ligeramente descentrada.
Fig. 12. Recreación virtual de la fase III del Edificio del Atrio, con el larario al fondo.
BIBLIOGRAFÍA M.ª J. Madrid et al., 2009: 227; J. M. Noguera et al., 2009: 138, láms. 100-101; J. M. Noguera y M.ª J. Madrid, 2010: 125; M. Pérez Ruiz, 2009; Ead., 2013a: 419; ; B. Roldán y L. E. de Miquel, 1995: 160; B. Soler, 2009. Agradecemos a José Miguel Noguera y M.ª José Madrid Balanza la información y las imágenes facilitadas sobre esta aedicula.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. Cortesía J. M. Noguera Celdrán; Fig. 2. J. M. Noguera y M.ª J. Madrid, 2009: 270; Fig. 3. Ibid.: 129, lám. 100; Fig. 4. Ibid.: 227, fig. 58; Fig. 5. Ibid.: 21; Fig. 6. Cortesía J. M. Noguera Celdrán; Fig. 7. J. M. Noguera y M.ª J. Madrid, 2009: 270; Fig. 8. Cortesía J. M. Noguera Celdrán; Fig. 9. J. M. Noguera y M.ª J. Madrid, 2009: 129, lám. 101; Fig. 10. Ibid.: 269; Fig. 11. M. Pérez Ruiz; Fig. 12. J. M. Noguera y M.ª J. Madrid, 2009: 228, fig. 59.
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96) MU/CarthagoNova04-E. Larario tipo aedicula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa en el Arx Hasdrubalis, Carthago Nova (Cartagena, Murcia). In situ. Comienzos del s. i-finales del s. ii/comienzos del s. iii d.C. (casa). Pintura: época adrianea-antoniniana.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Aedicula adosada en el extremo noreste de un aparente corredor que rodea una estancia de grandes dimensiones. Conserva el podium y el arranque del cuerpo. Podium de forma rectangular construido en piedra trabada con mortero. Dimensiones: 90 cm anchura; 68 cm profundidad; 112 cm altura cons. Decoración pictórica del IV Estilo Pompeyano, originalmente en los tres lados exentos y actualmente conservada solo en el frontal. Motivo de imitación de crustae marmóreas, que representa una piedra dura con vetas negras y manchas verdes, posiblemente brocatello o pavonazetto; sobre ella dos bandas de color ocre.
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Sobre el podium se desarrollaba un nicho de 42 cm profundidad y 15 cm altura cons., también de mampostería, de forma arcuada al interior y muros rectos al exterior. Se conserva solo el arranque; la base estaba pintada de color ocre y uno de los extremos laterales (9,5 cm anchura), de verde. La aedicula carece de materiales asociados.
OBSERVACIONES La aedicula se inserta en un espacio que aparece separado en planta por un murete del resto del corredor; de ser así, el tipo de larario podría haber sido un sacrarium con una aedicula como equipamiento añadido. Sin embargo, sin más datos al respecto, preferimos interpretarlo por el momento como un larario de tipo aedicula. El edificio al que pertenece el larario se encuentra ubicado en el Arx Hasdrubalis (actual Cerro del Molinete) de la ciudad de Carthago Nova, tras las construcciones del foro. Esto, junto con el parcial conocimiento de la planta y el hallazgo de restos de pavimento de mortero hidráulico mezclado con las destacadas pinturas de la gran sala que rodeaba el corredor de la aedicula, ha llevado a poner en duda su uso como vivienda. La presencia del larario, en cambio, ha sido tomada por algunos investigadores como la evidencia de su posible uso doméstico (A. Fernández Díaz, 2003: 193), siendo esta la interpretación que parece imponerse últimamente (M. Martín Camino, 2009: 35). En el mismo cerro, en la parte baja, se ha excavado un collegium asociado a una zona de templos adyacente al foro. La construcción fue posteriormente transformada en un edificio de viviendas, en el interior del cual se ha documentado otro larario tipo aedicula (MU/CarthagoNova03-E). BIBLIOGRAFÍA L. E. de Miquel y B. Roldán, 2000: 37; A. Fernández Díaz, 2003: 190-191, figs. 2 y 8, lám. 5; A. Fernández Díaz, 2008: vol. 1: 247-248, fig. 37; Ibid., vol. 2: 63, n.º cat. 361; M. Gamboa, 1999: 81; J. A. González Ballesteros, 2003: 11-16; M. Pérez Ruiz, 2013a: 410; B. Roldán, 2003: 103; B. Roldán y L. E. de Miquel, 1996; B. Roldán y L. E. de Miquel, 1999.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. B. Roldán, 2003: 104, fig. 4; Fig. 2. A. Fernández Díaz, 2003: 188, lám. 5.
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97) MU/Rihuete01-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL
Villa de El Rihuete (Mazarrón, Murcia).
CRONOLOGÍA
Finales del s. i a.C.-segunda mitad del s. ii d.C. (villa). Pavimento: finales del s. i a.C.-comienzos del s. i d.C.
Estructura: desaparecida. Pavimento: Museo arqueológico Municipal «Factoría Romana de Salazones» (Mazarrón, Murcia).
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Espacio inserto en el lado derecho de una sala de representación, al que se abre; en el área noreste de la parte excavada de la villa. Planta quasi cuadrangular. Dimensiones: 1,8 m anchura aprox.; 2 m profundidad. Pavimento de opus signinum decorado con teselas blancas. Se desconoce la existencia de restos de revestimiento parietal o de materiales asociados. El pavimento de opus signinum está dividido en dos partes mediante una línea de teselas blancas que forma un semicírculo con apéndices rectos, orientado hacia la entrada. La parte anterior está decorada
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con dos motivos vegetales simétricos, compuestos por volutas de tallos y hojas que arrancan de la semicircunferencia y se desarrollan en diagonal hasta las esquinas del umbral del espacio. La parte posterior está salpicada de teselas blancas, como es habitual en este tipo de pavimentos.
OBSERVACIONES La villa fue excavada en 1976-77. El sacrarium se encuentra ubicado inmediatamente a la derecha del acceso a la sala de representación en la que se encuentra, lugar en el que se conserva una inscripción pavimental en teselas blancas, enmarcada en una cartela, con el texto SI . ES . FVR . FORAS (Si eres ladrón, fuera).
BIBLIOGRAFÍA M. Bassani, 2005: 76-77; M. Martínez Alcalde y M. Blanco, 2009: 230-231; M. Pérez Ruiz, 2011b: 385, n. 17; Ead., 2012: 244; Ead. 2013a: 406, 420; S. Ramallo, 1985: 84, fig. 14; S. Ramallo y M.ª M. Ros, 1993: 311.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. S. Ramallo, 1985: 83, fig. 14. ; Fig. 2. M. Martínez Alcalde y M. Blanco, 2009: 231, lám. 2.
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98) MU/Alamillo01-E. Larario tipo aedicula (?) PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Complejo de El Alamillo (Mazarrón, Murcia). Desaparecido. Época republicana. Momento final en torno al último cuarto del s. ii a.C.
Fig. 1
Fig. 3
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Restos del podium de una posible aedicula. Dimensiones: 0,55 m anchura; 1 m profundidad; 0,50 m altura. Está adosada al centro del muro de fondo de una estancia (1) en la zona de habitación, al noreste del complejo. Presenta pintura amarilla en las paredes, mientras que la unión con el pavimento de opus signinum se realiza mediante dos molduras de 6 y 10 cm, pintadas de rojo y negro respectivamente.
OBSERVACIONES La funcionalidad de las habitaciones del complejo republicano de El Alamillo no resulta clara en la publicación, lo cual, unido a la escasez de los restos conservados dificulta la interpretación de la estructura, interpretada aquí con reservas como una aedicula. BIBLIOGRAFÍA M. Amante et al., 1990: 314, figs. 6.2, 6.3, 6.6, 6.7; M. Pérez Ruiz, 2013a: 403; TIR, J-30 (Madrid, 2000), s. v. Alamillo, Complejo de El.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Amante et al., 1990: 319, fig. 6.6; Fig. 2. Ibid.: 316, fig. 6.3; Fig. 3. Ibid.: 320, fig. 6.7.
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99) MU/Balsapintada01-M. Escultura PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Balsapintada (Valladolises, Murcia). —— Ss. i-iii d.C. (villa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Escultura antropomorfa en bronce con representación de Mercurio (7 cm altura). Figura masculina estante, desnuda, con la pierna derecha ligeramente flexionada. Tocada con pétaso. Sobre el hombro izquierdo descansa la clámide, que cae sobre el brazo y se enrosca en el antebrazo, flexionado, para terminar de caer hasta la rodilla. Se ha perdido la mano izquierda, que seguramente sujetaba el caduceo. En la mano derecha porta el marsupium. Calzado con sandalias, en las que se observa el arranque de las alas.
OBSERVACIONES La escultura fue hallada en la cuadrícula I-AMP, junto a una zona de estructuras rectangulares de habitación y adosada a las hileras inferiores de uno de los muros, colocada en una especie de escalón excavado en el terreno.
BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2011a: 297; S. Ramallo y M.ª M. Ros, 1988: 162-164, lám. 2.3.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. S. Ramallo y M.ª M. Ros, 1988: 161, lám. 2.3.
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PROVINCIA TARRACONENSE - MURCIA - BALSAPINTADA
100) MU/Villar01-M. Escultura PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de El Villar (Coy, Murcia). Museo de Lorca (Murcia), n.º inv. 2026. Finales del s. i-s. ii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Escultura antropomorfa en bronce que representa a Mercurio. Dimensiones: 2,16 cm anchura; 5,42 cm longitud; 12,2 cm altura. Buen estado de conservación, con marcas en la frente y en el estómago, posiblemente producidas por aperos de labranza. Figura masculina estante, desnuda, ligeramente inclinada hacia delante como consecuencia de la flexión de la pierna derecha. Cabello corto y alas que nacen directamente del cuero cabelludo. Sobre el hombro izquierdo descansa la clámide, que cae sobre el brazo y se enrosca en el antebrazo, flexionado, para terminar de caer hasta la rodilla. Con la mano izquierda sujetaría el caduceo, posiblemente de otro material y hoy perdido. En la mano derecha porta el marsupium. Pies desnudos.
OBSERVACIONES La escultura fue hallada en 1959 por un vecino de Coy durante el desarrollo de unas obras en la zona baja del yacimiento, donde se encuentra la parte residencial de la villa. Carecemos, por tanto, de un contexto arqueológico claro que permita asociarla a un larario, si bien las características tipológicas de la pieza encuentran paralelos en figurillas de Mercurio halladas en contextos cerrados de culto doméstico. El período de uso de la villa se prolonga desde comienzos del s. i hasta el s. iii d.C. en la primera fase, a la que perteneció la escultura. Posteriormente, se ha documentado una segunda entre los ss. iv-v d.C.
PROVINCIA TARRACONENSE - MURCIA - VILLAR
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BIBLIOGRAFÍA A. Martínez Rodríguez 1991-1992: 210-211, lám. 2; M. Pérez Ruiz, 2011a: 297.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Martínez Rodríguez, 1991-1992: 211, lám. 2.
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PROVINCIA TARRACONENSE - MURCIA - VILLAR
101) MU/RamblaBoltada01-I. Elemento arquitectónico PROCEDENCIA
Mina de San Ramón, Rambla de la Boltada, Sierra de Portman (Cartagena-La Unión, Murcia).
UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Museo Arqueológico Municipal de Cartagena (Murcia). Último cuarto del s. i a.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Bloque de micrita gris con finas vetas negras. Dimensiones: 22 cm altura; 111 cm anchura; 34 cm profundidad. Presenta una fractura oblicua en la parte central, así como una rotura con importante pérdida de material en el extremo izquierdo. Desbaste somero de todas las caras. En la superior, se aprecian cuatro rebajes circulares poco profundos; los dos exteriores (diámetro máx.: 23 cm izq.; 23,5 cm dcha.; profundidad media: 2,5 cm) más grandes que los interiores (diámetro máx.: 9 cm izq.; 8 cm dcha.; profundidad: 0,5-2 cm). Todos ellos tienen una superficie de apoyo irregular, especialmente los pequeños; en ella se pueden apreciar manchas negruzcas, posibles restos de quemado, a excepción del rebaje exterior derecho. El rebaje exterior izquierdo está parcialmente perdido, debido a la rotura de la pieza. Inscripción en la cara frontal, parcialmente perdida.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin delimitar. Dimensiones: 82x16,5 cm. Letra capital de surco profundo, con rasgos epigráficos muy arcaicos. Altura letras: l. 1 y 2: 5 cm; l. 3: 4,5 cm. Interpunciones aparentemente cuadradas. Texto con paginación centrada.
6H[WXV Ã 1XPLVLXV Ã ORFXP Ã VDQFWXP Ã Sexto Numisio se ocupó de hacer y dedicó Larib[us] HWÃVLJQDÃHWÃDUDPÃIDFLXn[dam] FRLUDXLWÃHWÃHLVGHPÃGHGLF>DXLW@
a los Lares un lugar santo, así como estatuas y un ara.
PROVINCIA TARRACONENSE - MURCIA -RAMBLABOLTADA
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OBSERVACIONES Se desconoce el contexto arqueológico de la pieza, que fue descubierta en el s. xix empotrada en la pared de una casa en la Rambla de la Boltada (Cartagena-La Unión, Murcia), y llevada en 1894 al Museo de la Sociedad Económica de Amigos del País (J. M. Abascal, 2002: 33), germen del actual Museo Arqueológico Municipal de Cartagena, donde hoy se expone. Se propone la transcripción del epígrafe dada por Juan Manuel Abascal y Sebastián Ramallo (1997: 469472, n.º 222), la más reciente. Diverge de las anteriores en el desarrollo de las letras L S (l. 1), locum sanctum según estos autores y leídas por Fidel Fita (1903: 302) como L(iberalis) S(acrum), por Manuel Fernández Villamarzo (1905) como L(uci) S(ervus), por Jiménez de Cisneros (1908: 494) como L(uci) S(ergia) y por Antonio Beltrán Martínez (1950: 258) como L(ibens) S(olvit). En lo que respecta a la interpretación de la pieza, la ausencia de contexto arqueológico plantea problemas para discernir su funcionalidad. Sin embargo, la dedicación en el epígrafe a los dioses Lares y su comparación con paralelos existentes en otras partes del Imperio nos ha llevado a proponer que formase parte de un larario doméstico, como ya han hecho otros investigadores. Antonio Beltrán Martínez (1950: 257258) propone que se trate de una aedicula (aunque la llama «altar», la descripción se corresponde con un larario de tipo aedicula) con columnas encastradas en los rebajes de mayor tamaño, idea retomada por J. A. González Ballesteros (2003: 19-20, fig. 6) para reconstruirla idealmente, apoyándose ambos en la noticia dada de su hallazgo junto a otros materiales, entre ellos un fragmento de columnita, basa o capitel. Recordamos, sin embargo, que el bloque de piedra se encontraba reutilizado en el muro de una casa y que, por tanto, aun procediendo ambas piezas de la Rambla de la Boltada, no parece que tengan relación directa. Por su parte, Juan Manuel Abascal y Sebastián Ramallo (1997: 471) consideran que se trata del altar al que se hace referencia en el propio epígrafe. En nuestra opinión, ambas interpretaciones son plausibles a partir de la información con la que contamos. Por un lado, podría tratarse de parte de una aedicula, en cuyo caso hubo de estar colocada en la parte superior frontal del podium. Discrepamos, sin embargo, en la interpretación de los rebajes como oquedades para el encastre de las columnas y de las imágenes de culto (a las que se alude en la inscripción), pues su superficie es irregular y, por tanto, no es apta como apoyo, a lo que hay que sumar que no conocemos casos en los que las imágenes de culto se sujeten del alguna forma al edículo. Nos parece más veromsímil que estos rebajes fueran cazoletas para la realización de ofrendas, por lo que planteamos la posibilidad de que la aedicula fuera más profunda que la pieza conservada y que tras esta se desarrollase una superficie lisa en la que descansarían las esculturas y las columnas de la aedicula. El conjunto se acompañaría de un ara, de mampostería o portátil, según lo expresado en la inscripción. La segunda posibilidad es que este bloque de piedra fuese el remate superior de un altar de mampostería, el mismo precisamente al que se hace referencia en la inscripción. La función de los rebajes sería la misma que la expresada para la opción de la aedicula. En relación o no con el ara, habría habido una superficie de apoyo para las imágenes de culto. Por otro lado, por la expresión locum sanctum —que seguimos aquí— parece probable que la estructura a la que perteneció esta pieza, ara o aedicula, estuviera dentro de un sacrarium o de un sacellum.
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DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 2a-d. Detalle de los rebajes en la parte superior de la pieza, de derecha a izquierda.
a
b
c
d Fig. 3. Detalle del epígrafe en la cara frontal de la pieza.
BIBLIOGRAFÍA CIL I2: 3449; ILS: 8407; AE, 1953: n.º 17. J. M. Abascal, 1999: 74-75 (n.º 6), 202-203, fig. 57; J. M. Abascal, 2002: 33; J. M. Abascal y H. Gimeno, 2000: 203, n.º 357; J. M. Abascal y S. Ramallo, 1997: vol. 3.1: 469-472, n.º 222; vol. 3.2: 102, lám. 193; A. Beltrán Martínez, 1950: 257-259, fig. 5; C. Domergue, 1987: 372; M. Fernández Villamarzo, 1905; F. Fita, 1903: 301-302; J. R. García del Toro, 1986: 189-190; J. A. González Ballesteros, 2003: 16-22, figs. 5-6; D. Jiménez de Cisneros, 1908: 494; M. Pérez Ruiz, 2011b: 386, n. 19; E. Ruiz Valderas, 1995: 157; I. Simón, 2009: 521, n. 17; R. Wiegels, 1985: 104, n. 1.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Figs. 1-3. M. Pérez Ruiz.
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NAVARRA
102) NA/Arellano01-C. Larario tipo aedicula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Las Musas, Arellano (Navarra). In situ. S. ii-iii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN: Aedicula adosada a la pared este de la cella vinaria, en la zona oeste de la villa, a nivel subterráneo. Conserva in situ el podium y las basas de las columnas del cuerpo central. Podium de forma rectangular, de 95 cm altura aprox., con tres partes diferenciadas, cada una de ellas realizada en un bloque de piedra: zócalo decorado con molduras escalonadas; cuerpo decorado en el frente con un doble marco, a modo de gran cartela; cornisa con molduras escalonadas, fragmentada en las esquinas exteriores. Cuerpo central de la aedicula formado por cuatro columnas de piedra, colocadas una en cada esquina, sobre sus respectivas basas cuadrangulares, dos de ellas aún in situ en la superficie superior del podium; las columnas se hallaron caídas junto a la aedicula. Coronamiento con forma de frontón curvo, reconstruido a partir de los fragmentos conservados de su decoración de estuco, pertenecientes a una moldura triple curva y a una moldura triple recta, y de tres veneras cóncavas, ubicadas posiblemente en el centro y en los extremos del frontón. Todos los fragmentos se encontraron concentrados delante de la aedicula. También a su alrededor se localizaron un ánfora vinaria en miniatura, un jarro ritual, una copa de bronce gallonada, un colador de bronce y una bandeja plana de vidrio, que pasamos a describir.
102.1. Recipiente para líquidos (Figs. 3-4): jarro de cerámica pigmentada (dimensiones: 15,4 cm altura; 10 cm diámetro boca). Pasta de color ocre, bien elaborada y compacta. Barniz negro brillante al interior y
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al exterior de la pared, salvo restos de barniz rojo achocolatado en el borde y el fondo (se desconoce si se trata de una modificación del color intencionada en esas zonas o de un defecto de fabricación). Borde moldurado al exterior y cóncavo al interior. Pared bitroncocónica. Pie anular muy bajo. Tres asas molduradas, con arranque bajo el borde y apoyo en la parte más saliente del cuerpo. Pico vertedor cilíndrico, debajo del cual, a nivel del arranque de las asas, hay un elemento saliente que soporta una cazoleta relacionada con el vertedor, cuya función debió de ser recoger el líquido que goteara. Es un elemento aplicado, ligeramente desviado del pico; su presencia dificulta el vertido del líquido contenido en la vasija. Decoración con dos líneas incisas en el cuerpo, sobre el apoyo de las asas.
Fig. 4 Fig. 3
102.2. Recipiente para líquidos (Fig. 5): anforisco de cerámica (dimensiones: 6 cm altura; 3 cm diámetro boca) de pasta de color beige-gris y superficie de color claro, con huellas de fuego por efecto de un incendio. Borde perpendicular y cuello estrecho. Se aprecían huellas de torno.
Fig. 5
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102.3. Recipiente para líquidos(Figs. 6-7): Copa de bronce de perfil troncocónico invertido (20 cm altura aprox.). Cuerpo gallonado, con la parte convexa al interior, para ser mejor observada al beber. El borde adquiere perfil perpendicular mediante una moldura, con terminación en forma de sierra. Ha perdido el pie.
Fig. 7 Fig. 6
102.4. Instrumentum domesticum (Fig. 8): cinco fragmentos de una bandeja de vidrio verde azulado, de fondo plano y paredes verticales, cuyo perfil no puede reconstruirse totalmente (dimensiones aprox.: 40 cm longitud; 10 cm anchura; 3,5 cm altura paredes; 0,3 cm grosor paredes). Fondo muy delgado en la parte central (0,2 cm), que se engrosa hacia los extremos (0,5 cm). En los lados cortos la pared vuelve hacia dentro, formando un bucle (0,8 cm grosor aprox.), que en la cara exterior está decorado con una roseta de hojas lanceoladas en relieve.
Fig. 8
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102.5. Instrumentum domesticum (Fig. 9): recipiente de vidrio verde azulado (frasca o botella). Cuerpo cuadrangular que termina en un cuello estrecho, con el borde horizontal.
Fig. 9
102.6. Instrumentum domesticum (Figs. 10-11): cazo colador (colum) de bronce. Dimensiones: 9 cm altura máx., 28 cm diámetro máx. Pared muy delgada que se engrosa en el borde, vuelta ligeramente hacia dentro. Está doblado y deformado y se ha perdido parte del fondo y de las paredes. En el fondo se han practicado una serie de orificios, propios de su uso como colador. En una de las paredes laterales, a unos 5 cm debajo del borde, se observan restos de unos remaches para la sujeción del asa. Cronología: ss. i-ii d.C. M.ª A. Mezquíriz (2011: 94) da como paralelo más cercano para esta pieza un cazo-colador realizado también como una lámina muy fina de bronce, procedente de la Villa di Settefinestre (Italia) y de cronología altoimperial.
Fig. 10
Fig. 11
OBSERVACIONES En la cella vinaria en la que se ubica la aedicula se han hallado numerosos dolia almacenados; algunos de ellos flanquendo el larario.
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No se conoce la ubicación exacta de los materiales arriba descritos en la cella vinaria, solo su cercanía al larario, la cual se destaca especialmente en el caso del colador. Para la copa, M.ª A. Mezquíriz (2011: 92, n.º 1) propone un uso ritual relacionado con la libación del vino, función que creemos que pudieron tener también los demás materiales descritos aquí. En la misma villa, en el s. iv d.C., se construyó un edificio para el rito del taurobolio, relacionado con el culto a Cibeles y Attis (M.ª A. Mezquíriz, 2003: 31-369).
DOCUMENTACION GRÁFICA Fig. 12. (Izq.)Dibujo de los fragmentos de estuco del coronamiento de la aedicula. Fig. 13. (Dcha.) Imagen de dichos fragmentos.
Fig. 14. Dibujo reconstructivo de la aedicula.
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PROVINCIA TARRACONENSE - NAVARRA - ARELLANO
Fig. 15. Cella vinaria, con la aedicula adosada a una de las paredes.
Fig. 16. La aedicula durante el proceso de excavación.
Fig. 17. La aedicula tras su excavación, flanqueada por dolia.
BIBLIOGRAFÍA M.ª A. Mezquíriz, 2003: 93 (n.º 5, 6, 11, 12), 94 (n.º 19-25), 96-99, 101-102, 203; Ead., 2011: 92 (n.º 1), 94 (n.º 14); M. Pérez Ruiz, 2010: 109; Ead., 2011a: 301, 303-304; Ead., 2013a: 403, 422-428.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M.ª A. Mezquíriz, 2003: 195; Fig. 2. Ibid.: 136; Fig. 3. Ibid.: 96; Fig. 4. Ibid., 203; Fig. 5. Ibid.: 97; Fig. 6. Ibid.: 99; Fig. 7. M.ª A. Mezquíriz, 2011: 96, n.º 1; Fig. 8. M.ª A. Mezquíriz, 2003: 99; Fig. 9. Ibid.: 101; Fig. 10. Ibid.: 98; Fig. 11. M.ª A. Mezquíriz, 2011: 101, n.º 14; Fig. 12. Ibid.: 102; Fig. 13. Ibid.: 138; Fig. 14. Ibid.: 137; Fig. 15. Ibid.: 129; Fig. 16. Ibid.: 129; Fig. 17. Ibid.: 129.
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SORIA
103) SO/Uxama01-I. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN CRONOLOGÍA
Casa sobre el antiguo Foro, Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria). Museo Numantino de Soria, n.º inv. 75/26/6. 73/74-200 d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Ara de piedra caliza muy blanda. Dimensiones: 38 cm altura cons.; 26 cm anchura; 11 cm profundidad. Rota en varios fragmentos, ha perdido el coronamiento, prácticamente toda la base y parte del cuerpo. Base moldurada con un plinto y una media caña muy fina sobre él. El texto se ve afectado por las pérdidas de material en el cuerpo.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico no delimitado. Inscripción en cinco líneas. Letra capital con tendencia actuaria, bien ejecutada. Altura de las letras: l. 1: 4,5 cm; l. 2-4: 4 cm; l. 5: 3,5 cm. Interpunciones triangulares. Nexo AE en l. 1.
[F]ort[u]nae Q(uintus) C[aecil]ius
A la diosa Fortuna, cumplió gustosa y justamente el
T(iti) f(ilius) [Titi]us
voto que le había hecho Quinto Cecilio ¿Ticio?, hijo
m(iles) l[eg(ionis)] VII G(eminae) F(elicis)
de Tito, soldado de la Legión VII Gémina Feliz.
u(otum) s(oluit) l(ibens) m(erito) OBSERVACIONES Hallada en 1913 sobre el pavimento de mosaico bícromo de una estancia con cabecera absidial, considerada como un triclinium. Junto con ella aparecieron restos cerámicos, estiletes, fíbulas y un fragmento de estatua.
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PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA -UXAMA
Existen discrepancias entre los investigadores que han publicado la pieza acerca del desarrollo de cognomen en l. 3. Hemos seguido la propuesta de Manuel Lago, Titius, si bien Patrick Le Roux defiende Tertius y Enrique González Alonso, Petius. La pieza se data por la presencia del apelativo felix a la Legio VII, concedido en 73-74 d.C., y por la ausencia de pia, añadido en 200 d.C. BIBLIOGRAFÍA AE, 1914: 21; ILER 440. S. Crespo y A. Alonso, 1999: 107; G. Gamer, 1974: 246, n.º 67; Id., 1989: 268, n.º SO16, fig. 5; C. García Merino, 1970: 413-414, n.º 29, lám. VIII; Ead., 1987: 86-87, 98-99, n.º 2; E. González Alonso, 1997: 779-780; A. Jimeno, 1980: 37-38, n.º 21; lám. VI.2; M. Lago, 1913: 154-158; P. Le Roux, 1982: 204-205, n.º 117, lám. VII, a; G. Morenas de Tejada, 1914: 607; M.ª J. Moreno, 2001: 161, 163; J. M. Roldán Hervás, 1974: 459, n.º 614; L. Sagredo y A. Jiménez, 1996: 314, n.º 3.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Jimeno, 1980: lám. VI, fig. 2.
PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA - UXAMA
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104) SO/Uxama02-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa n.º 2, Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria). Museo Numantino de Soria. Ss. ii-iii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de piedra caliza. Dimensiones cuerpo: 6 cm altura cons.; 9 cm anchura; 6,5 cm profundidad. Dimensiones base: 4,5 cm altura; 10,5 cm anchura; 7,5 cm profundidad. Se conserva la mitad inferior. Cuerpo con inscripción en la cara frontal y con decoración de circunferencia rebajada con el centro rehundido, centrada debajo del texto. Base compuesta por un plinto decorado, en la cara frontal, con tres círculos concéntricos —uno central, mayor, y dos en los extremos, más pequeños—; sobre él, dos molduras de cuarto de bocel, separadas entre sí y del plinto por dos medias cañas. Una quinta circunferencia, cortada por la fractura de la pieza, se observa en uno de los costados.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico enmarcado por un surco rectangular. Dos líneas de texto conservadas. Letra capital a surco con ápices en ángulo agudo. Altura de las letras: 1 cm. Interpunción con forma de hedera.
[------] [------] [------] servatoi v Ã(hedera) s Ã(hedera) l Ã(hedera) m Ã(hedera) [Ioui] / [Optimo] / [Maximo Con] / servatoi YRWXP ÃVROYLW ÃOLEHQV ÃPHULWR Ã 250
PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA -UXAMA
(A Júpiter Óptimo Máximo) Conservador, cumplió el voto de buen grado y merecidamente.
OBSERVACIONES Hallada durante la campaña de 1989, como parte de los escombros que rellenaban el sótano de una habitación en el ángulo noroeste de la casa. Carmen García Merino propone que Ioui Optimo Maximo apareciese en la inscripción abreviado en la l. 3. Aquí proponemos que pudiera aparecer desarrollado en las tres líneas de texto perdidas.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 2. Dibujo lateral y frontal de la pieza.
BIBLIOGRAFÍA AE, 2001: 1218; HEp 11, 2001 (2005): 170, n.º 481. C. García Merino, 2001: 126-128, n.º 1, fig. 1.1, lám. I.1.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. C. García Merino, 2001: lám. I.1; Fig. 2. Ibid.: fig. I.1.
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105) SO/Uxama03-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria). Museo Numantino de Soria, n.º inv. 88/91/649. S. iii d.C., terminus ante quem.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de piedra caliza. Dimensiones cons.: 25 cm altura máx.; 13 cm altura máx. cuerpo; 16 cm anchura máx. cuerpo; 26 cm anchura máx. cornisa. Se conservan el cuerpo y el coronamiento, la mayoría de la base se ha perdido. El coronamiento está compuesto por una cyma recta con dos fajas sobre ella, separadas por una acanaladura. La parte superior del cimacio tiene un reborde que enmarca la depresión del foculus. Cuerpo liso con epígrafe en la cara frontal. De la base se aprecian solo parte de dos boceles, separados por acanaladuras, y el arranque del plinto.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico enmarcado por una moldura con forma de cyma recta, que se desarrolla en la parte superior e inferior de la cara frontal y continúa por las caras laterales, cerrándose en la parte central de estas. Texto en dos líneas. Letra capital cuadrada. Altura de las letras: 3,5 cm. Sin interpunciones.
I(oui) O(ptimo) M(aximo) sacrum
Consagrado a Júpiter Óptimo Máximo.
OBSERVACIONES El arula fue hallada en el relleno de una gran cisterna subterránea, durante la campaña de 1988 en el yacimiento. La unidad estratigráfica del relleno en la que se halló contenía materiales bajoimperiales pro-
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PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA -UXAMA
cedentes del arrasamiento de las casas colindantes, razón por la que consideramos que podría tratarse de un objeto de culto doméstico. Por el trabajo somero que presenta en la parte trasera, parece realizada para ser colocada en un nicho en la pared.
BIBLIOGRAFÍA AE, 2001: 1219; HEp 10, 2000: 581; HEp 11, 2001 (2005): 483. C. García Merino, 2001: 128-129, lám. I.2; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, n. 60; 301, n. 74.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. C. García Merino, 2001: lám. I.2.; Fig. 2. Ibid.: fig. I.3.
PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA - UXAMA
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106) SO/Uxama04-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de los Plintos, Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria). —— Segunda mitad del s. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación de un individuo de 6-7 meses colocado en posición fetal, con la cabeza al sur y mirando al oeste. El cuerpo estaba cubierto con una piedra plana y colocado dentro de una fosa ovalada excavada en arcilla oscura con fondo en la roca. Se acompañaba de un ajuar formado por una copita de TSH Drag. 27, con sello M. C. R., y de un vaso de vidrio verde claro. En el cráneo se observa la huella de una trepanación, sin que se pueda especificar si fue realizada pre o post mortem.
OBSERVACIONES Hallado durante las excavaciones de 1993. El enterramiento se realizó durante la primera fase del edificio, bajo el suelo de cal endurecida del pasillo que bordeaba el tablinum. Junto al esqueleto de este individuo se encontraron algunos huesos de otro lactante (fémur, tibia y hueso ilíaco), así como un diente de leche de un individuo de más edad, interpretado como un posible amuleto
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PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA - UXAMA
para favorecer la dentición. Se halló también un fragmento de hueso de un cráneo con parte de una sutura, correspondiente a un adulto; se ha propuesto que pudiera tratarse de un sustitutivo al fragmento de cráneo perdido por la trepanación (C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: 206). La producción de TSH con el sello M. C. R. se desarrolla en época de Claudio y parcialmente también en la de Nerón y se asocia a producciones «precoces» que han llevado a pensar en el traslado de un alfarero itálico a Hispania para abastecer el interior de la Península (ibid.: 206). La existencia de un solo enterramiento infantil en más de dos siglos de vida del yacimiento, frente al elevado número documentado en otras ciudades, como Celsa, ha llevado a suponer que se trata de un ritual excepcional en Uxama Argaela (ibid.: 208).
BIBLIOGRAFÍA C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: 205, fig. 1.
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107) SO/Uxama05-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de los Plintos, Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria). —— Segunda mitad del s. i d.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Vaso de cerámica pintada con un esqueleto de ave en el interior, probablemente un pollo del género gallus. Estaba tapado con un canto rodado de cuarcita amarillenta.
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PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA - UXAMA
El vaso es una variante de la forma 4 de Abascal (J. M. Abascal, 1986). Está realizado con pasta de color ocre, depurada. Tiene 11 cm diámetro en la boca y 9 cm altura. Presenta una carena en la panza y está decorado con pintura negra, con la representación de dos pájaros estilizados de cuerpo alargado y fusiforme, con un penacho dorsal de plumas y una larga cola, así como grandes garras apoyadas en la línea de la carena. Los dos pájaros están separados por vermiformes. Presenta una rotura en el borde.
OBSERVACIONES El depósito fue hallado en la habitación contigua a un enterramiento infantil documentado en la misma casa (SO/Uxama04-O). Se encontraba encastrado en un hoyo de la roca y calzado con guijarros. El canto con el que se tapaba la urna sellaba perfectamente el hueco. La superficie del vaso no está tan cuidada como es habitual en la cerámica doméstica, lo cual es propio de la cerámica de uso funerario (C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: 209). El tipo de decoración que presenta la pieza ha sido documentado tanto en contexto domésticos como de necrópolis (ibid.: 209).
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. (Izq.) Detalle de la planta de la casa, con ubicación del lugar en el que apareció el depósito. Fig. 4. (Dcha.) Imagen del recipiente cerámico hallado en el depósito.
BIBLIOGRAFÍA C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: 205, fig. 1; Fig. 2. Ibid.: fig. 3.2. ; Fig. 3. Ibid.: fig. 2; Fig. 4. Ibid.: lám. 2.
PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA - UXAMA
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108) SO/Uxama06-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de los Plintos, Uxama Argaela (Burgo de Osma, Soria). —— Ss. ii-iii d.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Olla de pequeñas dimensiones de TSH con tapadera, sellada pero vacía.
OBSERVACIONES Hallada, en la campaña de 1996, en el sótano rupestre de la habitación 23, en la esquina suroeste de la casa. Se encontraba enterrada en el preparado arcilloso que cubría la roca madre. El hecho de estar sella-
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PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA - UXAMA
da pero vacía ha llevado a sus excavadores a pensar que en el interior pudo haber algún tipo de materia orgánica que no se ha conservado.
BIBLIOGRAFÍA C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: 210.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. C. García Merino y M. Sánchez Simón, 1996: 205, fig. 1; Fig. 2. Ibid.: fig. 3.1.
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109) SO/Villares01-E. Larario tipo aedicula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Los Villares, Santervás del Burgo (Fuentearmegil, Soria). In situ (?) ——
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Podium ubicado en la esquina sureste de la habitación III, parte del conjunto de estancias ubicadas en la esquina sureste del peristilo. Forma rectangular. Dimensiones: 0,74 m anchura; 0,67 m profundidad.
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PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA - VILLARES
Construcción de ladrillos, de la que se conservan dos hiladas, sobre base de mortero. El podium parece descansar sobre el mosaico que pavimenta la estancia, de manera que habría sido construido en un momento posterior a este. Se han documentado fragmentos de ladrillos con restos de quemado, posible resultado de una actividad de combustión sobre o junto a la aedicula.
OBSERVACIONES Teógenes Ortego interpretó esta estructura como la base de una escultura, que luego se habría usado como base para un hogar o un braserillo. El hallazgo de un árula con inscripción en la misma villa, como indicador de una actividad de culto doméstico, nos lleva a proponer que esta estructura o la existente en una habitación cercana (SO/Villares02-E) hubiesen sido lararios. BIBLIOGRAFÍA T. Ortego, 1954-1955: 174-175.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Figs. 1-2. T. Ortego, 1954-1955.
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110) SO/Villares02-E. Larario de tipo indefinido PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Los Villares, Santervás del Burgo (Fuentearmegil, Soria). In situ (?) ——
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Espacio cuadrangular, ubicado en la esquina sureste de la habitación VII, con acceso desde el pórtico sur del peristilo. Delimitado por un quiebro realizado por el mosaico que pavimenta la estancia.
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PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA - VILLARES
OBSERVACIONES No quedan restos de ninguna estructura en el espacio delimitado por el mosaico, si bien dicha delimitación hace pensar que cuando este se colocó dicha estructura estaba ya proyectada, con la posible función de albergar una aedicula o un altar.
BIBLIOGRAFÍA T. Ortego, 1954-1955: 177.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Figs. 1-2. T. Ortego, 1954-1955.
PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA - VILLARES
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111) SO/Villares03-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Los Villares, Santervás del Burgo (Fuentearmegil, Soria). Museo Numantino de Soria. S. iii d.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de piedra caliza gris de sección triangular. Dimensiones: 25 cm altura; 13 cm anchura; 14 cm profundidad. Pérdida de material en la esquina inferior derecha de la base. Base decorada con plinto, cyma
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PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA -VILLARES
recta invertida y filete. Cuerpo con forma de prisma triangular. Coronamiento muy erosionado, decorado con un filete y cyma recta (?); rematado con un foculus circular de 8 cm diámetro. Epígrafe en la cara frontal, repartido entre el cuerpo —dedicación— y el plinto de la base —dedicantes.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin enmarcar. Texto en cinco líneas. Letra capital rústica. Altura de las letras en el cuerpo: l. 1: 2,5 cm; l. 2-3: 1,5 cm. Altura de las letras en la base: 1 cm. Interpunciones con forma de hederae distinguentes en el cuerpo y triangulares en la base.
I(oui) Ã(hedera) O(ptimo) Ã(hedera) M(aximo) Conseruatori
A Júpiter Óptimo Máximo, conservador, Valerio Camilo y Servata.
Val(erius) Ã Camil[us] et Servat[a] OBSERVACIONES Se desconoce el lugar exacto del hallazgo de este arula en el interior de la villa, por lo que no es posible ponerla en conexión directa con los posibles lararios identificados en ella (SO/Villares01-E; SO/ Villares02-E). En la transcripción de la última línea seguimos la propuesta de Leonard Curchin —Servata—, en lugar de la de Alfredo Jimeno —Provata— porque nos parece más ajustada a las letras que aún se aprecian en el arula. Sin embargo, la rotura de la base en el comienzo de la palabra nos hace tener dudas sobre ambas lecturas. BIBLIOGRAFÍA AE, 1987: 616. S. Crespo, 1987: 219, n.º 111; S. Crespo y A. Alonso, 1999: 145-146, n.º 199; Ead., 2000: 162, R-80; L. Curchin, 1983: 114, n.º 6; G. Gamer, 1974: 245, n.º 63; Id., 1989: 40, 268, n.º 12; C. García Merino, 2001: 127; E. González Alonso, 1997: 714, n.º 1309; A. Jimeno, 1980: 45-46, n.º 29, lám. VIII.2.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. T. Ortego, 1954-1955; Fig. 2. A. Jimeno, 1980: lám. VIII.2.
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112) SO/Gazala01-I. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Gazala (Tardesillas, Soria). Museo Numantino de Soria, n.º inv. 78/80. Ss. i-ii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Ara de piedra arenisca blanca. Dimensiones: 34,5 cm altura cons.; 29 cm anchura; 28 cm profundidad. Ha perdido la mitad superior. Base desgastada, decorada con un plinto y cyma reversa invertida (?), separados por una acanaladura.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin enmarcar. Texto conservado distribuido en tres líneas. Letra capital cuadrada poco cuidada que invade todo el campo y los ángulos. Altura de las letras: 3,2-3,3 cm. Interpunciones triangulares.
-----Gaio à filio Ã
…para su hijo Gayo, devoto de Hércules, cumplió
suo à Hrcule-
su voto de buen grado.
nti à u(otum) à s(oluit) à l(ibens) à m(erito) OBSERVACIONES El ara fue hallada por D. Lázaro Lorenzo junto con piedras de molino y un fragmento de posible miliario. Las principales discrepancias en torno a este epígrafe se centran en la traducción. Mientras que nosotros hemos recogido la de Alfredo Jimeno, Mercedes Oria propone «...su hijo ...Gaio (?) cumplió su voto a Hércules de buen grado». Esta investigadora considera que Herculenti es un epíteto erróneo, derivado de
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PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA -GAZALA
un falso nominativo, Herculens, constatado en paralelos fuera de Hispania (CIL VII 1032, entre otros) y que se explica por la elaboración de la pieza en un medio poco latinizado, como demostraría también el aspecto tosco de la pieza. BIBLIOGRAFÍA S. Crespo y A. Alonso, 1999: 117, n.º 153; F. García Palomar y J. Gómez-Pantoja, 2001: 78; E. González Alonso, 1997: 847, n.º 1741; A. Jimeno, 1980: 46-47 n.º 30, lám. VIII.3; M. Oria, 1996: 175-176, n.º 31; M. Pérez Ruiz, 2011a: 301, n. 73; Ead., 2013a: 424.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Jiménez, 1980: lám. VIII.3.
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113) SO/Valdanzo01-I. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de San Pedro de Valdanzo (Langa de Duero, Soria). —— S. ii-iii d.C.
Fig. 2 Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de piedra caliza. Dimensiones: 16 cm altura cons.; 15x10 cm base; 11x7,5 cm cuerpo. Fracturada, con pérdida del coronamiento y parte del cuerpo, afectando al epígrafe. Base decorada con un plinto, sobre el que se desarrolla una cyma recta invertida y un listel. Cuerpo liso con epígrafe en la cara frontal.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin delimitar. Dimensiones: 15x10 cm. Cuatro líneas, la primera prácticamente perdida. Letra capital cuadrada. Nexo «ca» en l. 2.
[Mar?]ti C(aius) Camilius [F]irmus ex
Cayo Camilio a Marte (?), por voto.
uoto OBSERVACIONES Hallada junto a la esquina del tramo B del pórtico del peristilo. La divinidad a la que se dedica el arula es dudosa, ya que la primera línea de la inscripción está muy perdida. En el comentario publicado en HEp 4 se considera que «La l. 1 debe ir precedida de más texto; en todo caso, presenta un texto distinto. Se impone revisión».
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PROVINCIA TARRACONENSE - SORIA -VALDANZO
BIBLIOGRAFÍA HEp 4, 1994: n.º 838. S. Crespo y A. Alonso, 1999: 153-154, n.º 214; S. Crespo y A. Alonso, 2000: 106, n.º 250; E. González Alonso, 1997: 777, n.º 1542; A. Jimeno et al., 1988-1989: 441-442; M. Pérez Ruiz, 2010: 110, n. 20; Ead., 2011a: 301, n. 73.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. Jimeno et al., 1988-1989: 443, fig. 20; Fig. 2. Ibid.: 454, lám. VI1.
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TARRAGONA
114) TA/Tarraco01-E. Larario tipo aedicula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Domus portuaria, Tárraco (parcela 30 de PERI 2, Jaume I-Tabacalera; Tarragona). —— Ss. ii-iii d.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Podium ubicado en una estancia —posible jardín— tras el triclinium, adosado a la pared este. Construido con bloques de piedra del Mèdol, revestidos con placas de mármol. Dimensiones: 60 cm altura cons. aprox. Se aprecia un rebaje longitudinal en el lateral de uno de los bloques de piedra superiores y otro de sección cuadrada, quizá porque dicho bloque sea reutilizado.
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PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - TARRACO
El podium estaba rodeado por un canal poco profundo, delimitado a su vez por un pavimento de losas de mármol, del que solo se conserva una hilera en el lado norte y otra, parcialmente, en el lado sur.
OBSERVACIONES El acceso al jardín debió de encontrarse en la pared oeste —no excavada completamente— y, por tanto, frente al larario. La pavimentación de losas está restringida al espacio alrededor de la aedicula, mientras que el suelo del resto de la estancia era de tierra. El pavimento enlosado parece marcar, por tanto, un espacio dedicado específicamente al culto, con la aedicula como protagonista, dentro de una estancia que, por su pavimento de tierra, podría haber sido un jardín. Algo similar se ha documentado en la Casa Triangular de Clunia (BU/Clunia01-E), donde un sacrarium pavimentado con mosaico y equipado con una aedicula se encuentra en el centro del jardín, si bien en el caso de Tárraco no se aprecian muros o muretes de delimitación que hagan pensar que la aedicula formaba parte de un sacrarium. El larario está colocado en el centro del muro de fondo de este posible jardín, medianero con el triclinium; ocupa, por tanto, un lugar protagonista. Entre la decoración parietal conservada destaca la representación de un pavo real, ave de significación religiosa y funeraria en el mundo romano y que tanto en Hispania como en otras zonas del Imperio se ha relacionado con contextos de culto doméstico (vid. SE/ Hispalis01-E; L. Abad, 1982: 363), razón por la cual es posible que, aunque con otros usos además del religioso, este jardín pudiera tener un cierto carácter sacro.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 4. Vista aérea del triclinium con el espacio de la aedicula detrás.
Fig. 3. Vista general de la estancia con la aedicula.
BIBLIOGRAFÍA M. Adserias et al., 2000: 140; J. Macías, 2004: 78.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Adserias et al., 2000: 148, fig. 12; Fig. 2. J. Macías, 2004: 78, fig. 51; Fig. 3. M. Adserias et al., 2000: 149, fig. 15; Fig. 4. Ibid.: 148, fig. 13.
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115) TA/Tarraco02-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
C/ Fortuny, Tárraco (Tarragona). Museu Nacional Arqueològic de Tarragona, n.º inv. 336. ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica en mármol grisáceo acastañado de grano grueso. Forma cúbica. Dimensiones: 20,5 cm altura; 18,5 cm anchura; 20 cm profundidad. Carece de base. Cuerpo sin pulir, con huellas de la herramienta usada para el desbaste. Coronamiento formado por dos pulvini de escaso relieve, decorados con una triple acanaladura en el centro. Entre ellos se desarrolla un profundo foculus cuadrangular de paredes oblícuas.
OBSERVACIONES Se desconoce el lugar exacto del hallazgo, pero Gustav Gamer la interpreta como un arula doméstica. Dado que en la C/ Fortuny se han hallado diversos restos de viviendas (J. Macías et al., 2007) de las que podría proceder, hemos optado por incluirla en el catálogo. En la misma calle se ha encontrado otra arula también interpretada como doméstica (TA/Tarraco03-M). BIBLIOGRAFÍA G. Gamer, 1989: 271, T 16; F. Montón, 1996: 38, n.º 19; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, n. 59.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. F. Montón, 1996: 38, n.º 19.
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116) TA/Tarraco03-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
C/ Fortuny, Tárraco (Tarragona). Museu Nacional Arqueològic de Tarragona, n.º inv. 337. ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica en mármol. Dimensiones: 13,7 cm altura; 11,6 cm anchura; 10,3 cm profundidad. Forma pseudocúbica. Carece de base y coronamiento señalados. Cuerpo liso en todas las caras salvo en la frontal, donde una molduración de banda, bocel y bisel inverso marca un espacio central a modo de cartela que, sin embargo, carece de inscripción. Presenta un rebaje cuadrangular en la parte superior, posiblemente con la función de foculus.
OBSERVACIONES Se desconoce su procedencia exacta, pero se incluye en el catálogo por el hecho de que en la C/ Fortuny se han encontrado varias viviendas y de que ya otro arula hallada en la misma calle (TA/Tarraco02-M) ha sido interpretada como doméstica. Su interpretación como tal, sin embargo, se hace con reservas. Félix Montón propone que la delimitación de la cartela se deba a que esa parte de la pieza contuvo una inscripción pintada o bien que se trate de una pieza inconclusa, en la que no se llegó a tallar el epígafe. BIBLIOGRAFÍA F. Montón, 1996: 32, n.º 4; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, n. 59.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. F. Montón, 1996: 32, n.º 4.
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117) TA/Tarraco04-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de la C/Unió n.º 9, Tárraco (Tarragona). —— Mediados del s. iii d.C.
DESCRIPCIÓN Arula de piedra. Base formada por dos filetes, separados por una acanaladura. Cuerpo cúbico. Coronamiento muy deteriorado, con foculus que presenta huellas de fuego.
OBSERVACIONES Hallada en el jardín de la casa. BIBLIOGRAFÍA F. Montón, 1996: 63, n.º 82.
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118) TA/Tarraco05-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa en la C/ Lleida n.º 27, Tárraco (Tarragona). Museu Nacional d’Arqueològia de Tarragona, s/n inv. Finales del s. ii-comienzos del s. i a.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica de piedra caliza local. Dimensiones: 14 cm altura; 23 cm anchura; 23 cm profundidad. Base sobresaliente respecto del cuerpo, liso. Coronamiento moldurado con un listel en tres lados y rematado en un foculus cuadrangular y profundo con huellas de fuello, delimitado por una moldura prominente. Conserva restos de estuco blanco.
OBSERVACIONES Hallada en una casa fechada en 100 a.C. y en la que destaca una estancia singular, pavimentada con opus signinum con fragmentos de mármol y con las paredes pintadas. El conjunto se amortizó en la segunda mitad del s. i a.C. BIBLIOGRAFÍA M. Güell et al., 1994: 110; J. Macías et al., 2007: 117, n.º 447; F. Montón, 1996: 59, n.º 71; M. Pérez Ruiz, 2011a: 300, n. 70, 72; I. Simón, 2009: 522, n.º 5.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. F. Montón, 1996: 59, n.º 71.
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119) TA/Tarraco06-I. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
C/ del Governador González esq. C/ de la Unió, Tárraco (Tarragona). Museu Nacional Arqueològic de Tarragona, n.º inv. 671. Segunda mitad del s. ii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Ara de piedra lumaquela de El Mèdol. Dimensiones: 87 cm altura; 50 cm anchura; 44,5 cm profundidad. Fragmentada en la parte superior, ha perdido el coronamiento y parte del cuerpo, afectando al texto. Base escalonada, decorada con un plinto sobre el que se desarrolla un filete doble escalonado. Cuerpo con inscripción en la cara frontal y con relieves en las caras laterales: urceus en la derecha y pátera en la izquierda.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico no delimitado. Texto distribuido en cinco líneas. Primera línea parcialmente perdida por la rotura de la pieza. Letra capital cuadrada. Carece de interpunciones. «u» minuta en l. 4.
Laribus et [Tu]telae Genio L(---) N(---) Telesphor(us)
A los Lares y a Tutela, al Genius […] Telésforo y Plate dedicaron la ofrenda.
et Plate donum dederunt
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OBSERVACIONES El ara no se encuentra asociada a ninguna estructura. Las abreviaturas L / N han sido desarrolladas como L(ucii) n(ostri) por Geza Alföldy (RIT: 20, n.º 37), opción seguida por R. Portillo y otros, Pedro Rodríguez Oliva y Rosa Comes e Isabel Rodà. Se trata de una fórmula que recuerda a las que se pueden hallar en diversos hermae-retrato peninsulares (R. Portillo et al., 1985) y que haría referencia a un ámbito doméstico de culto, en el que dos siervos habrían dedicado
esta pieza a su dominus, subrayando su «regalo» mediante la fórmula donum dederunt, rara vez presente en epígrafes religiosos domésticos (vid. capítulo V). En este caso, dado el volumen de la pieza, parece lógico pensar que, aunque se trata de un ara mueble, se encontrase ubicada de forma permanente en una zona de la casa, equivaliendo, por tanto, a un larario tipo altar, como el hallado en Ampurias (GE/Emporiae03-E). Sin embargo, el ara presenta características que no son comunes al ámbito de una casa, como son las propias dimensiones y la tipología, con relieves laterales con representación de objetos rituales, más propios de las arae de uso público que privado. Por otro lado, Geza Alföldy apunta al hallazgo de restos de un santuario en las cercanías del lugar donde se encontró este ara, así como otros epígrafes también dedicados a Tutela, por lo que es posible que todos ellos, incluido el que nos ocupa, estuviesen asociados a dicho santuario (sobre esto véase M.ª J. Pena, 1981: 77). En función de esta opción, creemos que debe contemplarse la posibilidad de interpretar las abreviaturas L N de otra forma, quizá como un praenomen y un nomen asociados a Telesphorus y Plate, o bien asociando la L a Genio como l(oci) —teniendo además en cuenta que se encuentran en la misma línea— y la N como un praenomen o un nomen a Telesphorus y Plate. El ductus que presenta la inscripción, poco cuidado, no parece adecuarse bien, sin embargo, a un ara votiva de carácter público. En resumen, el epígrafe, siguiendo el desarrollo de L / N como Luci Nostri, se adecúa al ámbito doméstico. Las dimensiones y las características de la pieza, aunque inusuales adquieren sentido precisamente como una dedicación al dominus por parte de esclavos, pues es a estos casos a los que se asocian los epígrafes de culto doméstico más elaborados y relacionados con estructuras religiosas más complejas (véanse AM/Abdera01-I y MU/RamblaBoltada01-I). Sin embargo, la opción del uso público de la pieza tiene también apoyos y los epígrafes más similares a este asociados al culto doméstico, en Abdera y la Rambla de la Boltada, presentan el mismo problema de procedencia desconocida, por lo que proponemos aquí la adscripción doméstica de este ara pero con ciertas reservas. BIBLIOGRAFÍA CIL II: 4082; ILS: 3605; RIT: 20, n.º 37. E. Albertini, 1911-1912: 400-401, n.º 145, fig. 165; F. Bömer, 1981: 52, 105; R. Comes e I. Rodà, 2002: 237, n.º 75; G. Gamer, 1989: 100, 270, n.º T8, lám. 3b-d; M.ª J. Pena, 1981: 84, n.º 2; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, 300, n. 66; R. Portillo et al., 1985: 213; P. Rodríguez Oliva, 1985: 188; Id., 1994: 10.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. G. Gamer, 1989: lám. 3b-d.
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120) TA/Tarraco07-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa entre las C/ Lleida, Cervantes, Colón y Reding, Tárraco (Tarragona). Museu Nacional d’Arqueològia de Tarragona, n.º inv. 5217. Primera mitad del s. ii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de mármol gris. Dimensiones: 21,5 cm altura; 16 cm anchura; 14,5 cm profundidad. Carece de base y coronamiento. Cuerpo liso, con un rebaje semicircular en la parte superior, con la parte más ancha abierta al frente.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin delimitar. Letra capital cuadrada. Seis líneas de texto. Interpunciones triangulares.
I(oui) à O(ptimo) à M(aximo) P(ublius) à Ael(ius) à Aug(usti) à l(ibertus) A Júpiter Óptimo Máximo Publio Elio Víctor, liVictor à a berto de Augusto, custodio de los libros de la Vicomm(entariis) à XX à gesima de las herencias de la Provincia Hispania h(ereditatum) à P(rouinciae) à H(ispaniae) à Citerior. A partir de un voto. c(iterioris) ex à uoto OBSERVACIONES Hallada entre 1925 y 1930. La ausencia de restos de fuego en la cavidad practicada en el frente y la forma de esta, así como el alisamiento de la cara superior del arula, nos lleva a pensar que la pieza, además de un altarcito, pudiera desempeñar las funciones de pedestal para una esculturilla.
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BIBLIOGRAFÍA RIT: 16-17, n.º 31. F. Montón, 1996: 37, n.º 18.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. F. Montón, 1996: 37, n.º 18.
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121) TA/Tarraco08-I. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Pedrera del Port, Tárraco (Tarragona). Desaparecida. ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Arula de mármol. Dimensiones: 12 cm altura; 10 cm anchura; 8 cm profundidad. Base escalonada en tres niveles, separada del cuerpo por un cuarto de bocel. Cuerpo con inscripción en la cara frontal. Coronamiento escalonado en tres niveles, rematado en sendos pulvini, que enmarcan probablemente un foculus liso.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin enmarcar. Texto en cuatro líneas. Sin interpunciones.
Ioui Optimo Maximo Capitoli-
Consagrado a Júpiter Óptimo Máximo Capitolino.
no sacrum OBSERVACIONES Según Félix Montón, el arula apareció en la Pedrera del Port, donde se han hallado restos de arquitectura doméstica (J. Macías et al., 2007: 100, n.º 342). Geza Alföldy, en cambio, afirma que se desconoce su procedencia, aunque supone que se trata de un santuario privado.
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BIBLIOGRAFÍA CIL II: 4079; RIT: 17: n.º 33. F. Montón, 1996: 53, n.º 55.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. F. Montón, 1996: 53, n.º 55.
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122) TA/Munts01-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN CRONOLOGÍA
Villa de Els Munts (Altafulla, Tarragona). In situ. S. ii-último cuarto del s. iii d.C. (villa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Espacio retranqueado en la pared de fondo de una estancia ubicada en el brazo sureste de la zona noble de la villa. Planta absidial de forma semicircular. Dimensiones: 1,25 m anchura máx. Paramento realizado en opus caementicium. Pavimento y decoración parietal no conservados. El espacio forma parte del conjunto de estancias asociadas al gran triclinium. Desde un gran vano en la pared noreste del mismo se accede a un conjunto de dos estancias cuadrangulares sucesivas, que discurren adyacentes al triclinium. En la pared de fondo de la segunda de ellas, en la esquina contigua al triclinio, se abre el ábside del sacrarium, en línea con el vano de acceso a la estancia.
OBSERVACIONES A pesar de carecer de información sobre materiales asociados o sobre la decoración y posible equipamiento del espacio, la forma absidial, las reducidas dimensiones y la ubicación en relación con el triclinium nos llevan a pensar en su posible uso como larario. Es el único del conjunto de estancias del triclinium sin
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PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - MUNTS
pavimento conservado, mientras que el resto presentan ricos mosaicos geométricos. El conjunto de dos habitaciones al que pertenece pudo haber sido un cubiculum con cámara y antecámara (la relación de este tipo de estancias con los triclinia ha sido estudiada en P. Uribe, 2007: 101). En la misma villa se ha hallado un arula anepigráfica (TA/Munts02-M) de la que se desconoce la procedencia exacta, pero que resulta sin duda un dato de apoyo para la existencia de un espacio de culto doméstico en el edificio. También en la villa de Els Munts se ha documentado la existencia de un mitreo, construido al otro lado del triclinium en un momento posterior a este y al conjunto de habitaciones en las que se incluye el larario, entre mediados del s. ii y mediados del s. iii d.C. (F. Tarrats y J. A. Remolà, 2007: 101-102; F. Tarrats et al., 2008: 219-222).
La villa perteneció, a mediados del s. ii d.C., a Caius Valerius Auitus, designado duumvir de Tárraco por Antonino Pío (F. Tarrats et al., 2008: 222) y natural de Augustóbriga (F. Tarrats et al., 1998: 201).
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 2. Vista aérea del conjunto del triclinium y las estancias asociadas, con el posible sacrarium al fondo de la segunda.
BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2013a: 404, n. 13, 406, 408-409; F. Tarrats et al., 1998; F. Tarrats y J. A. Remolá, 2007: 100-101; F. Tarrats et al., 2008.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. F. Tarrats et al., 2008: 215, fig. 2; Fig. 2. F. Tarrats y J. A. Remolá, 2007: 109, fig. 6.
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123) TA/Munts02-M. Arula PROCENDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Els Munts (Altafulla, Tarragona). —— ——
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Arula anepígrafa de mármol claro de grano fino. Dimensiones: 19,5 cm altura; 15,5 cm anchura; 16 cm profundidad. Base moldurada con dos filetes paralelos separados por una media caña y, sobre ellos, una cyma recta invertida. Cuerpo decorado con relieves: en la cara frontal, una guirnalda, sobre la cual aparece una pátera con umbo. En las caras laterales se ven una sítula, en un lado, y un urceus en el otro. En el coronamiento, muy deteriorado, se aprecia una decoración de dos filetes separados por media caña y los restos del rebaje del foculus.
OBSERVACIONES Se desconoce el lugar exacto del hallazgo. En la misma villa se ha encontrado un posible larario de tipo sacrarium (TA/Munts01-E), en el entorno del triclinium.
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PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - MUNTS
BIBLIOGRAFÍA G. Gamer, 1989: 271, T 20, lám. 6g-i; F. Montón, 1996: 36, n.º 15; M. Pérez Ruiz, 2011a: 300, n. 66.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. F. Tarrats et al., 2008: 215, fig. 2. ; Fig. 2. F. Montón, 1996: 36, n.º15.
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124) TA/Francoli01-M. Escultura PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa junto al río Francolí (Tarragona). Museu Nacional Arqueològic de Tarragona. Mediados o segunda mitad del s. ii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Escultura antropomorfa en mármol blanco de grano fino, con representación de Fortuna. Dimensiones: 35,5 cm altura. Escultura tosca en la que los detalles de la cara y la vestimenta se han esculpido de forma somera, con frecuente uso del trépano. Regular estado de conservación, con pérdida de la nariz, el antebrazo derecho, parte de la mano izquierda y parte del frontal de la base. Figura femenina sedente en un trono de respaldo alto, rematado en cabecera triangular enmarcada con una moldura, como el propio respaldo. El pelo, ondulado, parece estar recogido y sobre él descansa parte del himation que le cubre también los hombros, sujeto a la cabeza con una diadema sencilla. El deterioro del rostro impide apreciar bien su gesto, que es sereno, con los ojos almendrados, los párpados muy marcados y una boca pequeña y gruesa; la nariz se ha perdido. Viste chiton hasta los pies, ceñido bajo el pecho y cubierto, como se ha dicho, por un himation. En cuanto a los atributos, con el brazo izquierdo sujeta una cornucopia, cuyo remate superior está realizado en pieza aparte; el brazo derecho, flexionado y adelantado, se ha perdido parcialmente, por lo que no conserva el atributo, que debía de ser un timón o una pátera.
288
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - FRANCOLI
OBSERVACIONES Realizada en un taller local. El tipo iconográfico remite a una estatua de culto de la segunda mitad del s. v a.C. —quizá ejecutada por Fidias o por Agorácrito de Paros—, probablemente a través de una variante del s. iv a.C. (E. Koppel, 1993: 227). Antonio García y Bellido (1949: 157, n.º 168) propone que se trata de Ceres, pero Eva Koppel considera más probable que se trate de una Fortuna, puesto que la rotura del reborde derecho del asiento y una pequeña prominencia junto al pie de ese lado son posibles indicios de que la figura tuviera un timón (E. M.ª Koppel e I. Rodà, 2008: 117). Aquí seguimos la propuesta de Eva Koppel, pues la consideramos la más acertada en función de los paralelos iconográficos de la pieza (vid. capítulo V). BIBLIOGRAFÍA A. García y Bellido, 1949: 157, n.º 168, lám. 127; E. M.ª Koppel, 1993: 227; E. M.ª Koppel e I. Rodà, 2008: 117; M. Pérez Ruiz, 2011a: 297; S. Ventura, 1942: 133, lám. LIII.2.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. A. García y Bellido, 1949: vol. II, fig. 168.
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - FRANCOLI
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125) TA/Canaleta01-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de La Canaleta (Vila-seca, Tarragona). Museo Nacional Arqueològic de Tarragona (?). Ss. i a.C.-i d.C. (villa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica realizada en piedra local. Regular estado de conservación, con pérdidas de material en la base y en el remate superior. Base formada por un plinto recto, recorrido en la zona media por una profunda y estrecha acanaladura y rematado en bisel. Cuerpo ortoédrico liso, de escasa altura. Coronamiento formado por un bisel y una moldura recta, recorrida en la parte central por una acanaladura estrecha y profunda. Rematado en sendos pulvini, de los que se conserva solo parte.
OBSERVACIONES Se desconoce el lugar exacto del hallazgo. La zona de la villa excavada se corresponde con la zona de producción, por lo que cabe suponer que el arula procede de ella. Se ha hallado otro arula anepigráfica en la misma villa (TA/Canaleta02-M). La pieza se caracteriza por el escaso desarrollo del cuerpo frente a la base y el coronamiento. BIBLIOGRAFÍA M. Adserias, 1998: 64-68; M. Pérez Ruiz, 2011a: 300, n. 72; A. Ros, 2005: 151, n. 6.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Adserias, 1998: 65.
290
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CANALETA
126) TA/Canaleta02-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de La Canaleta (Vila-seca, Tarragona). Museu Nacional Arqueològic de Tarragona (?). Ss. i a.C.-i d.C. (villa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica de pequeñas dimensiones, realizada en piedra local. Regular estado de conservación con importante pérdida de material en la parte superior. Base formada por un plinto recto, recorrido en la parte central por una acanaladura profunda y rematado en bisel. Cuerpo ortoédrico liso. Coronamiento decorado con una moldura recta y estrecha.
OBSERVACIONES Se desconoce el lugar exacto del hallazgo. La zona de la villa excavada se corresponde con la zona de producción, por lo que cabe suponer que el arula procede de ella. Se ha encontrado otro arula anepigráfica en la misma villa (TA/Canaleta01-M).
BIBLIOGRAFÍA M. Adserias, 1998: 64-68; M. Pérez Ruiz, 2011a: 300, n. 72; A. Ros, 2005: 151, n. 6.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Adserias, 1998: 65.
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CANALETA
291
127) TA/Cementiri01-M. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa del Cementiri (Alcanar, Tarragona). Propiedad privada. ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Ara anepigráfica de piedra calcárea. Dimensiones: 33,5 cm altura; 22 cm anchura; 21 cm profundidad. Base formada por un plinto recto sobresaliente. Cuerpo rectangular con las caras lisas. Coronamiento formado por una faja recta sobresaliente, en cuya parte superior hay dos pulvini, con un foculus plano entre ellos.
OBSERVACIONES Hallazgo casual. Se desconoce el lugar exacto donde apareció dentro de la villa. Este tipo de ara es el hallado con más frecuencia en Tárraco. Su procedencia de ámbito rural es poco habitual. Abarca una cronología que comprende casi todo el período romano, hasta los ss. iv-v d.C. (D. García i Ruibert, 2000: 154). Se ha planteado la posibilidad de que dos piezas con forma de candelabro macizo y de función indeterminada, halladas también en la villa, pudieran estar relacionadas con el ara (ibid.: 154, fig. 11 i-k). BIBLIOGRAFÍA D. García i Rubert, 2000: 153-154, fig. 10; HEp 10, 2000: 216, n.º 594.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. D. Garcia i Ruibert, 2000: 154, fig. 10.
292
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CEMENTIRI
128) TA/CasaBlanca01-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Casa Blanca (Tortosa, Tarragona). —— Finales del s. i d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Dos jarras de cerámica común ubicadas en el lado sureste de la habitación III, junto al muro perimetral del edificio. Fueron colocadas horizontalmente, con los fondos en contacto y paralelas al muro, sobre el terreno natural y cubiertas por el estrato de nivelación del suelo de la estancia. Las jarras tienen un perfil globular y un asa de sección elíptica, con labio ligeramente engrosado y base plana.
OBSERVACIONES Esta ofrenda forma un conjunto con otra similar fechada en el mismo momento (TA/CasaBlanca02-O).
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CASABLANCA
293
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Detalle de una de las jarras halladas en el depósito.
Fig. 4. Dibujo de las dos jarras que componen el depósito.
BIBLIOGRAFÍA L. Pons, 2003: 263, figs. 80-81, láms. XXX-XXXI.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. L. Pons, 2003: 264, fig. 80; Fig. 2. Ibid.: 265, lám. XXX; Fig. 3. Ibid.: 266, lám. XXXI; Fig. 4. Ibid.: fig. 81.
294
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CASABLANCA
129) TA/CasaBlanca02-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Casa Blanca (Tortosa, Tarragona). —— Finales del s. i d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Jarra de TSH colocada en un pequeño hoyo realizado en el terreno natural, en posición horizontal. Depósito en el interior de una habitación cubierta y cerrada, de uso incierto.
OBSERVACIONES Esta ofrenda forma un conjunto con otra similar fechada en el mismo momento (TA/CasaBlanca01-O).
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CASABLANCA
295
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Dibujo de la jarra hallada en el depósito.
BIBLIOGRAFÍA L. Pons, 2003: 263, figs. 80, 82 (n.º 1), láms. XXXII.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. L. Pons, 2003: 264, fig. 80; Fig. 2. Ibid.: 267, lám. XXXII; Fig. 3. Ibid.: 271, fig. 82, n.º 1.
296
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CASABLANCA
130) TA/CasaBlanca03-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Casa Blanca (Tortosa, Tarragona). —— Primera mitad del s. ii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Jarra de pequeñas dimensiones de cerámica común, hallada en posición horizontal en el interior de la habitación I, junto a uno de los muros. Se trata de un pequeño recipiente de perfil globular y marcado por estrías, con borde recto no diferenciado del cuello y fondo plano; realizado con arcilla de color amarillo pálido poco depurada. Responde al tipo de producción de cerámica común africana, relativamente frecuente en el litoral catalán desde el s. ii d.C.
OBSERVACIONES Esta ofrenda presenta unas características muy similares a la de la habitación adyacente II (TA/CasaBlanca04-O).
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CASABLANCA
297
BIBLIOGRAFÍA L. Pons, 2003: 268, figs. 80, 82, n.º 2.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. L. Pons, 2003: 264, fig. 80; Fig. 2. Ibid.: 271, fig. 82, n.º 2.
298
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CASABLANCA
131) TA/CasaBlanca04-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Casa Blanca (Tortosa, Tarragona). —— Primera mitad del s. ii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Jarra de pequeñas dimensiones de cerámica común, hallada en posición horizontal en el interior de la habitación II, junto a la esquina de uno de los muros. Se trata de un pequeño recipiente de perfil globular y marcado por estrías, con borde recto no diferenciado del cuello y fondo plano; realizado con arcilla de color amarillo pálido poco depurada. Responde al tipo de producción de cerámica común africana, relativamente frecuente en el litoral catalán desde el s. ii d.C.
OBSERVACIONES Esta ofrenda presenta unas características muy similares a la de la habitación adyacente I (TA/CasaBlanca03-O).
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CASABLANCA
299
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Dibujo de la jarra hallada en el depósito.
BIBLIOGRAFÍA L. Pons, 2003: 268, figs. 80, 82 (n.º 3), lám. XXXIII.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. L. Pons, 2003: 264, fig. 80; Fig. 2. Ibid.: 268, lám. XXXIII; Fig. 3. Ibid.: 271, fig. 82, n.º 3.
300
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CASABLANCA
132) TA/CasaBlanca05-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Casa Blanca (Tortosa, Tarragona). —— Primera mitad del s. ii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Ofrenda doble compuesta por dos jarras en contacto y dispuestas horizontalmente, junto al muro de cierre sureste. Estaba cubierta por el estrato de preparación del suelo de la segunda fase de la estancia. Las jarras son de cerámica común, de grandes dimensiones, con el cuerpo globular y perfil en S, cuello corto no diferenciado y un asa. La boca, exvasada y separada del cuello por una carena poco pronunciada, tiene forma redondeada y una estría. Arcilla de color castaño uniforme, dura y de superficie alisada.
OBSERVACIONES El tipo de ofrenda resulta muy similar al realizado en la misma habitación en la fase anterior de la villa y se diferencia de los demás realizados en la misma fase (TA/CasaBlanca03-O; TA/CasaBlanca04-O).
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CASABLANCA
301
BIBLIOGRAFÍA L. Pons, 2003: 268-269, lám. XXXIV.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. L. Pons, 2003: 264, fig. 80; Fig. 2. Ibid.: 265, lám. XXXIV.
302
PROVINCIA TARRACONENSE - TARRAGONA - CASABLANCA
TOLEDO
133) TO/Carranque01-E. Larario tipo aedicula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Materno (Carranque, Toledo). In situ. S. iv d.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Aedicula ubicada en la esquina noreste del peristilo, en el camino desde el acceso hacia la gran sala de banquetes y frente a la culina. Planta trapezoidal. Dimensiones: 2,03 m anchura; 1,91 cm profundidad máx. Se conservan la huella y el arranque de los muros del podium y la base de la cimentación interior.
304
PROVINCIA TARRACONENSE - TOLEDO - CARRANQUE
Muros construidos con opus caementicium de mortero de cal mezclado con caementa de pequeño tamaño, a excepción del muro oeste que sobresale respecto de los demás y cuyos caementa son de mayor tamaño. El relleno interior del podium está realizado con mortero de cal. Los muros del edículo traban entre sí a excepción de los norte y oeste, que se adosan. El muro este del edículo cubre el mosaico del pórtico del peristilo, mientras que en los lados norte y oeste el mosaico rodea el muro. El arranque del lado este del podium conserva el revestimiento de estuco (sin color), sin solución de continuidad con el de la pared este del peristilo. No se conocen materiales asociados.
OBSERVACIONES En la misma zona de vivienda de la villa se halló un arula anepigráfica (TO/Carranque02-M) de terracota, sin que exista una relación clara entre ambas evidencias de culto.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. Detalle del núcleo de obra de la aedicula.
Fig. 4. Detalle de los muros norte y oeste. Obsérvese como el mosaico bordea la estructura.
PROVINCIA TARRACONENSE - TOLEDO - CARRANQUE
305
Fig. 5. Detalle del muro este. Obsérvese cómo se apoya sobre el pavimento de mosaico.
BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2010: 110, n. 24; Ead. 2013a: 407. Agradecemos al equipo de investigación de Carranque la información que nos han proporcionado, especialmente a las Dras. Virginia García-Entero y Yolanda Peña Cervantes.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. Equipo de Investigación de Carranque; Fig. 2-5. M. Pérez Ruiz.
306
PROVINCIA TARRACONENSE - TOLEDO - CARRANQUE
134) TO/Carranque02-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Materno (Carranque, Toledo). Centro de interpretación de la villa (Carranque, Toledo). ——
Fig. 1
Fig. 2
PROVINCIA TARRACONENSE - TOLEDO - CARRANQUE
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DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica en terracota de reducidas dimensiones (6 cm altura aprox.). Buen estado de conservación, si bien ha perdido el pulvinus izquierdo. Factura tosca. Base cuadrangular recta y saliente, sobre la que se eleva el cuerpo rectangular, rematado en una cornisa saliente con pulvini laterales. El cuerpo está decorado con un pseudoepígrafe, consistente en cuatro renglones de líneas zigzagueantes entre otras tantos surcos horizontales a modo de líneas de guía.
OBSERVACIONES Hallada durante la excavación de septiembre de 1986 en el arranque del ábside norte del pórtico oeste del peristilo. En el mismo espacio se hallaron numerosos clavos en una bolsada de ceniza y se documentó un potente nivel de derrumbe con abundantes fragmentos de tegulae. Dado que en la misma villa existe un larario de tipo aedicula (TO/Carranque01-E), sería posible que esta pieza formara parte de los objetos colocados en él. La ausencia de relación directa entre ambos, sin embargo, hace que esto no sea más que una hipótesis. Las reducidas dimensiones del arula hacen posible que fuera cambiada de lugar fácilmente y con frecuencia o incluso que fuera transportada consigo por su dueño. En las incisiones zigzagueantes algunos autores han querido reconocer una inscripción, como es el caso de Leonard A. Curchin en carta a Armin Stylow (28/10/92), donde propone: V(eneri) V(ictrici) e / x vis(u) / 3 Moa / u(s) l(ibens) m(erito). En la publicación de esta propuesta en HEp 5, n.º 780, se recoge acotación del propio Stylow, que considera esta lectura muy arriesgada. A partir del análisis de visu realizado, las incisiones zigzagueantes no parecen tener ninguna lectura posible, razón por la que nos referimos aquí a un pseudoepígrafe.
BIBLIOGRAFÍA AE, 2001: 1245; HEp 1, 1989: n.º 606; HEp 5, 1995: n.º 780; HEp 11, 2005: 194, n.º 569. L. Hernández Guerra, 2004: 155, n. 8; P. Lanuza, 1992: 53; M. Mayer y D. Fernandez Galiano, 2001: 133, n.º1; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, 300, n. 68. Agradecemos al equipo de investigación de Carranque la información que nos han proporcionado, especialmente a las Dras. Virginia García-Entero y Yolanda Peña Cervantes.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. Equipo de Investigación de Carranque ; Fig. 2. M. Pérez Ruiz.
308
PROVINCIA TARRACONENSE - TOLEDO - CARRANQUE
VALENCIA
135) VA/Valentia01-E. Larario pictórico PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Plaza de Cisneros n.º 6, Valentia (Valencia). —— Ss. i-iii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Ocho fragmentos pictóricos de gran calidad, que casan entre sí. Dimensiones: 27 cm longitud; 2 cm grosor; 24,1 cm altura. Se aprecia la cabeza de una figura femenina, probablemente Venus, pintada sobre un fondo azulado en dos tonos, que está enmarcado en la parte superior por una línea marrón superpuesta sobre otra ocre (preparatoria de la pintura); sobre esta línea, se desarrolla una franja de color blanco. La cabeza se conserva hasta la altura del cuello. Presenta un peinado voluminoso con raya al centro y recogido en un moño trasero por medio de una cinta roja. Tocada con una corona dorada de nueve puntas, rematadas por perlas blancas y piedras verdes y negras alternadas entre sí. En la cara se aprecian cejas anchas, ojos grandes, nariz larga y boca pequeña, cerrada, así como un mentón redondeado. Los pendientes están formados por una cuenta de color verde, de la que cuelga una perla. La cabeza está enmarcada por dos guirnaldas rojas, sostenidas por cintas de color blanco y colocadas simétricamente a partir del mismo eje que divide a la figura en dos, muestra de que se trataba del elemento central de la composición (J. L. Jiménez Salvador, 2001: 308). A la derecha de la figura se distingue parte de un elemento vegetal consistente en un tallo con varias hojas verdes, con una disposición en arco.
310
PROVINCIA TARRACONENSE - VALENCIA - VALENTIA
OBSERVACIONES Esta pintura está realizada sobre otra más antigua. Los ocho fragmentos pictóricos fueron hallados en los estratos de nivelación bajoimperiales de la zona, por lo que se han relacionado con las estructuras anteriores, de los ss. i-iii d.C., sin que pueda ajustarse más la cronología. La figura resulta muy similar a las representaciones de Venus pompeyanas halladas en dicha ciudad vesubiana. Este tipo de Venus se caracteriza por estar vestida con una túnica y un manto, ambos de aspecto pesado y con numerosos pliegues, que le cubren el cuerpo casi por completo; en la cabeza porta una corona turrita de oro, decorada en ocasiones con ricas joyas, iguales a las que presenta en los pendientes y en los anillos con los que se engalana; como atributos, sujeta una pequeña y fina rama en la mano derecha y un timón y un cetro en la izquierda. Sobre la cabeza, la escena queda enmarcada por dos guirnaldas simétricas. Acompañando a la diosa, Eros sujeta un espejo y dos amorcillos portan sendos signos de la victoria: una palma y una corona (Th. Fröhlich, 1991: 148). Por esta razón, la rama curva de la que se conserva una parte a la izquierda de la figura se ha interpretado como una corona vegetal portada por un erote alado (J. L. Jiménez Salvador, 2001: 309). Este tipo de representaciones se ha documentado en pinturas de fachada con carácter religioso y en lararios pictóricos pompeyanos (Th. Fröhlich, 1991: 148), razón por la que hemos creído conveniente incluirla en este catálogo, ante la posibilidad de que procediese de un larario. De hecho, en la zona en la que se encontraron estos restos pictóricos se ha documentado también una estructura doméstica, fechada en el s. iii d.C. y de la cual se han identificado siete estancias, dedicadas a actividades de tipo doméstico y artesanal (M.ª L. Serrano, 2000: 15). No existe, sin embargo, una relación directa entre la estructura doméstica y la pintura, por lo que no es posible afirmar con seguridad que la segunda proceda de la primera. BIBLIOGRAFÍA J. L. Jiménez Salvador, 2000: 32-34; Id., 2001: 307-309. Agradecemos al Prof. José Luis Jiménez Salvador la información que nos ha facilitado sobre esta pintura.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. L. Jiménez Salvador, 2000: 31.
PROVINCIA TARRACONENSE - VALENCIA - VALENTIA
311
136) VA/Enova01-C. Larario tipo sacellum PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Cornelius, L’Énova (Valencia). Estructura: in situ. Materiales: Museu de Prehistòria de València. Finales del s. ii/comienzos del s. iii-finales del s. iv d.C.
Fig. 2
Fig. 1
Fig. 3
DESCRIPCIÓN Habitación ubicada en la parte central del jardín (H-1), desde donde se accede por el lado este de la estructura. Planta rectangular. Dimensiones: 1,20 m anchura; 1,48 m profundidad; 0,4 m altura cons. Muros construidos con fragmentos de tejas y ladrillos trabados con mortero, de 0,45-0,52 m anchura. Pavimento de mortero de cal, del que se conservan fragmentos aislados muy deteriorados. Revestimiento parietal pintado en varios colores: en la pared exterior, fondo blanco con una banda ancha de color rojo en las esquinas y otras paralelas más delgadas hechas de una línea vertical anaranjada y otra oblicua roja; en el interior, restos de pintura roja en uno de sus ángulos.
312
PROVINCIA TARRACONENSE - VALENCIA - ENOVA
En el ángulo suroeste del pavimento se han documentado dos pequeñas balsas hechas también con mortero. Se trata de una balsa dividida posteriormente en dos más pequeñas, de las que se conserva una entera, de 0,28x0,42 m de lado y 0,36 m de alzado, y otra rota, de 0,43x0,33 m de lado y 0,40 m de alzado. En el interior del espacio se han documentado diversos materiales: parte de una cabeza de mármol; un ara de piedra arenisca con inscripción; otro fragmento de una posible ara de arenisca con inscripción; tres lucernas y cinco monedas de bronce. Al exterior de la estructura y en relación con ella se hallaron un ara y un sillar, situados junto al acceso.
136.1. Escultura (Fig. 4): Dos o tres fragmentos de mármol blanco de grano grueso (13x13,5x15 cm), pertenecientes a la cabeza de un joven tocado con una piel de león. Bajo ella, se aprecia el pelo corto y rizado, que enmarca el rostro, caracterizado por unos ojos grandes y almendrados, una nariz recta y ancha y la frente despejada. La parte posterior de la pieza está poco trabajada, con la superficie irregular. Se trata de una representación de Hércules joven. Los restos conservados no permiten una identificación segura del tipo iconográfico al que pertenece, quizá el Hércules Borghese o el Hércules Doria, que se encuentran entre los más conocidos (F. Arasa, 2010: 320).
Fig. 4
136.2. Lucerna: lucerna de cerámica con tipología de canal similar a Deneauve IXA, Dressel-Lamboglia 5A.5. Probable producción local. Decoración de líneas oblicuas en el disco.
136.3. Lucerna: Lucerna de cerámica importada africana, con decoración de hojas de olivo en el mango.
PROVINCIA TARRACONENSE - VALENCIA - ENOVA
313
136.4. Lucerna (fragmento): Asa de lucerna con engobe amarillento.
136.5. Moneda (Fig. 5): n.º inv. 41. Antioquía. AE; 4’00; 1,35 gr. CONSTANTINO II o CONSTANTE; cronología: 347-348 d.C. RIC VIII, 113 o 115.
Fig. 5
136.6. Moneda (Fig. 6): n.º inv. 44. AE; 4’00; 1,30 gr. CONSTANTINO II, CONSTANCIO II o CONSTANTE; cronología: posterior a 348 d.C. Se trata de una imitación reacuñada, probablemente sobre una pieza también de la familia de Constantino.
Fig. 6
136.7. Moneda (Fig. 7): n.º inv. 45. Roma? AE; 4’00; 1,30 gr. CONSTANCIO II; cronología: 352-355 d.C. RIC VIII, 272?
Fig. 7
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PROVINCIA TARRACONENSE - VALENCIA - ENOVA
136.8. Moneda (Fig. 8): n.º inv. 47. AE; 4’00; 2,72 gr. CONSTANCIO II; cronología: 348-461 d.C.
Fig. 8
136.9. Moneda (Fig. 9): n.º inv. 48. AE; 4’00; 1,85 gr. CONSTANCIO II; cronología: 348-361 d.C.
Fig. 9
136.10. Ara anepigráfica (Fig. 10): ara de piedra caliza. Dimensiones: 42 cm altura cons.; 41x44 cm, parte inferior; 31x34 cm, parte superior. Forma cúbica. Ha perdido la parte superior. Base con decoración de cyma recta invertida sobre plinto, en las cuatro caras. Cuerpo con todas las caras alisadas. Hallada en el exterior de la estructura, junto al acceso. Fechada en los ss. ii-iii d.C.
Fig. 10
PROVINCIA TARRACONENSE - VALENCIA - ENOVA
315
136.11. Otro tipo de material: Sillar de caliza, con la superficie enmarcada por una cenefa recta (44x38x20 cm). Fue hallado en el exterior de la estructura, junto al acceso.
136.12. Ara con epígrafe (Fig. 11) : ara de piedra arenisca local, de color ocre, procedente de las canteras de La Terrerosa, Barxeta. Dimensiones: cornisa, 18 cm altura cons.; 27 cm anchura; 27 cm profundidad; fuste, 14 cm altura cons.; 15 cm anchura; 7 cm profundidad cons. Hallados cinco fragmentos que no casan bien entre sí; el resto de la pieza se ha perdido. Cuerpo con cara anterior y laterales (posterior no conservada) alisadas. Coronamiento decorado con ábaco, caveta, listel y caveta; rematado en cornisa con pulvini circulares y frontón (24x26 cm), con un foculus (20 cm diámetro) en el centro, ennegrecido por el uso. En uno de los cinco fragmentos del ara, que no se une bien con el resto pero que se supone perteneciente al cuerpo, se encontró una inscripción con el campo epigráfico no enmarcado y letra capital cuadrada bastante cuidada. Altura de las letras: l. 1: 3; l. 2-3: 2,5 cm, con interpunciones triangulares entre las palabras. Fechada por sus excavadores entre finales del s. ii-comienzos del s. iii d.C.; Josep Corell la data en el s. ii d.C. por cuestiones paleográficas y por contexto. Según este autor, el epíteto Invictus es el más frecuente entre los atribuidos a Hércules en la P. Ibérica. El mismo investigador considera que es posible que la inscripción se encuentre completa.
Herculi invic-
A Hércules Invicto
to Ã
... (?)
------?
Fig. 11
OBSERVACIONES Los excavadores consideran que el sacellum estuvo dedicado al culto de Hércules, al que se le ofrecían ritos consistentes en la quema de plantas y frutos y la realización de libaciones, para las cuales se habrían usado las balsas practicadas en el suelo.
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PROVINCIA TARRACONENSE - VALENCIA - ENOVA
Se han encontrado otros fragmentos escultóricos asociados al sacellum, si bien no queda clara su adscripción a dicho espacio (F. Arasa, 2010: 324). Pertenecen aparemente a dos esculturas, una posible representación de Dioniso de pequeñas dimensiones —identificación propuesta principalmente por la presencia de un tirso— y a otra figura sin identificar (ibid.: 320-322). En cuanto al conjunto de monedas de bronce hallado en el último estrato de uso, a finales del s. iv d.C., se propone que fueran depositadas en el interior del sacellum de forma intencionada, en relación con el ritual religioso desarrollado en él, o bien que la alta frecuentación del espacio produjera pérdidas constantes de monedas y que su también constante limpieza haya permitido recuperar solo las últimas. Nos inclinamos por la primera propuesta, pues el hallazgo de monedas en lararios no es infrecuente, cuestión que se aborda en el capítulo V.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 12. Detalle de la decoración pictórica de una de las paredes exteriores del sacellum.
Fig. 13. Balsas documentadas en el interior del sacellum.
PROVINCIA TARRACONENSE - VALENCIA - ENOVA
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BIBLIOGRAFÍA R. Albiach et al., 2006: 72-74; J. Corell, 2006: 135-136, n.º 81; Ibid.: 145-146; J. Corell y X. Gómez, 2006: 65, n.º 1; Ibid.: 69, n.º 11; N. Lledó y A. Sáez, 2006: 121; M. Pérez Ruiz, 2011a: 296, 299, 302, 304; Ead., 2011b: 382, n. 7; Ead., 2013a: 424.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Albiach y J. L. Madaria, 2006: 70; Fig. 2. Ibid.: 72; Fig. 3. Ibid: 73; Fig. 4. Ibid.: 74; Fig. 5. Ibid.: 118, lám. 5, n.º 41; Fig. 6. Ibid.: 118, lám. 5, n.º 44; Fig. 7. Ibid.: 118, lám. 5, n.º 45; Fig. 8. Ibid.: 118, lám. 5, n.º 47; Fig. 9. Ibid.: 118, lám. 5, n.º 48; Fig. 10. Ibid.: 69, n.º 11; Fig. 11. Ibid.: 65, n.º 1; Fig. 12. Ibid.: 73; Fig. 13. Ibid.: 74.
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137) VA/Enova02-I. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Cornelius, L’Énova (Valencia). Museu de Prehistòria de València, Valencia (Els Alters H15 1085). Finales del s. ii-comeinzos del s. iii d.C.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Ara de mármol de Buixcarró. Dimensiones: 40 cm altura; 23 cm anch.; 23 cm prof. Presenta pequeños desperfectos en el ángulo inferior izquierdo y en el ángulo superior derecho. Base decorada con plinto, sobre el que se desarrolla una faja y una cyma recta invertida. Cuerpo con la cara anterior pulida, las laterales alisadas y la posterior desbastada. Cornisa decorada con ábaco y cyma recta debajo; rematada con sendos pulvini circulares y frontón semicircular, con foculus cuadrado entre los pulvini. Las molduras de la base y la cornisa aparecen en las caras anterior y laterales, pero no en la posterior, desbastada someramente.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Inscripción en la cara frontal del ara, con las cuatro primeras líneas en el cuerpo de la pieza y la quinta en la base. Campo epigráfico no enmarcado. Letra libraria. Altura de las letras: l. 1: 3,5-4; l. 2: 3-3,5; l. 3-4: 2-2,5; l. 5: 3 cm. Sin signos de interpunción.
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I(oui) O(ptimo) M(aximo) pro salute Corneli Iuniani Vib(ius) Eutychus
A Júpiter Óptimo Máximo, por la salud de Cornelio Juniano, Vibio Eutico.
OBSERVACIONES Apareció en el ala meridional de la villa, en una habitación (15) grande y centrada respecto del atrio, interpretada como el posible tablinum. Se encontraba cercana a uno de los accesos y junto al muro de separación con los cubicula de la zona este, en una posición invertida en el momento del hallazgo. Esto ha llevado a los excavadores de la villa a considerar que el ara debió de estar colocada en una posición elevada, probablemente en un nicho, como hace pensar el trabajo somero de la parte posterior. El ara ha sido datada por sus características formales y por los rasgos epigráficos.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Imagen del ara en el momento del hallazgo.
BIBLIOGRAFÍA R. Albiach et al., 2006: 75-76; J. Corell, 2006: 137-138, n.º 82; J. Corell y X. Gómez, 2006: 65-66, n.º 2.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Albiach y J. L. Madaria, 2006: 70; Fig. 2. Ibid.: 65, n.º 2. ; Fig. 3. Ibid.: 76.
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138) VA/Sargueta01-E. Larario tipo sacellum PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa del Pou de La Sargueta, Riba-roja de Turia (Valencia). In situ. Finales del s. ii/comienzos del s. iii-comienzos del s. v d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Plataforma en el centro del hortus, con orientación este-oeste. Planta rectangular. Dimensiones: 3,35 m anchura; 4,50 m profundidad. Estructura maciza con muros de mampostería careada trabada con hormigón de cal y núcleo de fragmentos de dolium y piedras. Revestimiento de mortero de cal de buena calidad.
OBSERVACIONES Su excavador compara este sacrarium con el hallado en la Villa de Corneluis (VA-Enova01-C). Ambos coinciden en ubicación y forma, si bien en el segundo caso no se trata de una plataforma, sino de un espacio delimitado por muros y sus dimensiones son menores. La estructura del Pou de la Sargueta carece, de materiales asociados que confirmen su probable identificación como un larario. BIBLIOGRAFÍA I. Hortelano, 2007: 121.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. I. Hortelano, 2007: 117, fig. 3.
PROVINCIA TARRACONENSE - VALENCIA - SARGUETA
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139) VA/Saguntum01-I. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Termino municipal de Sagunto (Valencia). Hort d’Ais, n.º inv. S.1.155. S. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN DEL SOPORTE Ara de piedra calcárea. Dimensiones: 31 cm altura cons.; 26 cm anchura; 24 cm profundidad. Ha perdido la base, el remate superior y parte del cuerpo, afectando al texto. Todas las caras están alisadas. Conserva restos de la base en el ángulo izquierdo. Epígrafe en la cara frontal.
DESCRIPCIÓN DEL EPÍGRAFE Campo epigráfico sin delimitar. Texto en cinco o seis líneas. Letra capital cuadrada. Altura de las letras: 4 cm aprox. Interpunción de forma triangular. Nexo AR en l. 4 y T summa en l. 4, seguida de I minuta volada.
Pro [---] L+ [---?] Larib[us]
… Suro, portero, cumplió el voto a los Lares.
Surus à ostiâr(ius) u(otum) à s(oluit)
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PROVINCIA TARRACONENSE - VALENCIA -SAGUNTUM
OBSERVACIONES Hallada en 1942 en la partida de Almudáfer, entre Canet de Berenguer y el Puerto de Sagunto. Según Pío Beltrán Villagrasa, se halló en la viña de Ribelles. En el CIL II2/14 se da la siguiente lectura para la inscripción: […?] / pro [salute] / L(uci) n(ostri) (?)
/DULE>XV@6XUXVÃRVWLkULXV XRWXP ÃVROXLW , si bien no hay signo de interpunción entre la L y la N, mientras que sí aparece en las l. 4 y 5. Otros autores han propuesto lecturas alternativas para este epígrafe. Josep Corell apunta que en l. 2, después de L debe leerse A o M pero no N, debido a la inclinación del asta conservada. Francisco Beltrán Lloris y M.ª José Pena proponen una lectura alternativa para las dos primeras líneas: Pro [Tute] / la(e et), de manera que el ara estaría dedicada a Tutela y a los Lares y no solo a estos últimos. Pena, sin embargo, apunta que se trata de una transcripción hipotética porque la única letra de la palabra «Tutela» que se lee con claridad es la L en l. 2. Julio Mangas y Josep Corell consideran que podría tratarse de una ofrenda realizada por un ostiarius público, quizá de un templo, de manera que la adscripción de esta pieza al culto doméstico resulta dudosa ante la ausencia de contexto de procedencia. BIBLIOGRAFÍA CIL II2/14: 587; HAE 8-11: 21, n.º 1574; HEp 12: 178, n.º 522. P. Beltrán Villagrasa, 1954-1955: 164; F. Beltrán Lloris, 1980: 278; J. Corell, 2002: 429-430, n.º 333; M.ª J. Pena, 1981: 85, n.º 12; M. Pérez Ruiz, 2011a: 299, n. 60.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. © Archivo Fotográfico Centro CIL II.
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ZAMORA
140) ZA/Requejo01-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de El Requejo (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora). In situ. Finales del s. iv-mediados del s. v d.C.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Espacio inserto al oeste de una sala de grandes dimensiones. Planta rectangular. Dimensiones: 1,9 m anchura; 2,5 m profundidad aprox. Pavimentado con opus signinum. Presenta un retranqueo en la esquina suroeste, de 0,5 m anchura y 0,25 m profundidad aprox., posiblemente un nicho a modo de equipamiento añadido.
OBSERVACIONES Esta zona de la villa fue excavada entre 1981 y 1982. Se propone el uso de esta estancia como larario por su ubicación como apéndice de otra de mayores dimensiones, de forma similar a lo que ocurre en la Casa de las Cuevas Ciegas (BU/Clunia02-E), en la Casa de la Fortuna (MU/CarthagoNova02-E), en la Villa de El Rihuete (MU/Rihuete01-E) o en la Casa del Emblema Blanco y Negro (ZR/Celsa01-E). Presenta además, como posible equipamiento añadido,
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PROVINCIA TARRACONENSE - ZAMORA - REQUEJO
un nicho en la esquina suroeste. Se desconoce la existencia de materiales asociados que pudieran servir de ulterior apoyo para nuestra propuesta. La estructura pertenece a la segunda fase de la villa. Se conoce solo una parte de la planta, organizada en torno a una gran estancia y con parte de unas termas. Se desconoce el uso de la estancia en la que se encuentra el posible larario, aunque por las dimensiones cabe pensar que se trata de una sala noble. BIBLIOGRAFÍA M. Pérez Ruiz, 2013a: 408; F. Regueras, 1990: 636; Id., 1991: 166-169.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. F. Regueras, 1991: 165, fig. 2; Fig. 2. Id., 1990: 688, lám. X.2.
PROVINCIA TARRACONENSE - ZAMORA - REQUEJO
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ZARAGOZA
141) ZR/Bilbilis01-C. Larario pictórico PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL
Casa de la Fortuna (zona S.P.P.), Bílbilis (Calatayud, Zaragoza).
CRONOLOGÍA
Segunda mitad del s. i-s. ii d.C.
Pintura y árula: Museo Municipal de Calatayud (Zaragoza), n.º inv. arula: Bil.SPF.114. Repisa y altar: perdidos.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Pintura ubicada en la pared de fondo del pasillo que da acceso a la escalera de entrada a la casa, junto al arranque de esta. Aplicada sobre el estuco blanco de la pared, presenta un fondo formado por un rectángulo negro, sobre el que se representa a Fortuna, enmarcada por un filete blanco y una banda roja. Dimensiones: 97 cm anchura; 120 cm altura. Mal estado de conservación, con pérdida de la cabeza y de la práctica totalidad del color en la parte superior del cuerpo. Figura femenina estante, con la rodilla izquierda flexionada, lo que provoca un balanceo del cuerpo hacia la derecha. Vestida con un chiton rojo ribiteado por una banda más oscura en el borde inferior y ceñido bajo el pecho: el himation, de haberlo tenido, no se aprecia con claridad por el deterioro de la pintura. El pie izquierdo puede entreverse bajo esta vestimenta; está calzado con lo que parece un zapato de piel. Con el brazo sujeta una cornucopia, pácticamente desaparecida salvo en la parte inferior; con el derecho, separado del cuerpo, sujeta un timón, de color ocre, apoyado sobre un globo o una rueda (muy perdido). Bajo la pintura sobresale una repisa (141.1) de 1,30 m altura, 0,97 m anchura y 0,30 profundidad, construida aprovechando un saliente en la roca para la parte inferior y con fragmentos de tegulae unidos con
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PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - BILBILIS
argamasa para la parte superior, todo recubierto con argamasa. Construida en la segunda mitad del s. i d.C. A la derecha de esta repisa se ha documentado un altar (141.2) adosado a la pared que la cubre en parte y construido, por tanto, con posterioridad. Mide 1,20 m altura, 1,30 m anchura y 0,73 m profundidad. Construido con una base en mampostería sobre la que se asienta una hilera de pequeños sillares; sobre ellos descansan tres hileras de adobes unidos con lechadas de argamasa; todo ello rellenado con materiales de construcción. Estaba recubierto por una capa de enlucido blanco, hoy perdida. Su construcción se fecha entre finales del s. i y comienzos del s. ii d.C. Sobre este altar se halló un arula anepigráfica. Junto a ella corría un banco, destruido en el momento de la excavación, pero que dejó su impronta en la pared y en esta estructura.
141.3. Arula (Fig. 3): arula anepigráfica de piedra caliza de mala calidad. Dimensiones: 10,3 cm altura cons.; 11,5 cm anchura; 12 cm profundidad. Fragmentada, ha perdido la parte superior. Base formada por un plinto recto y una moldura biselada. Cuerpo con decoración en relieve en la cara frontal, muy perdida; se aprecia lo que parece un triángulo equilátero con otro triángulo invertido, de base curva, en el interior y delimitado por un marco en relieve que parece recorrer toda la cara frontal. La pérdida de la parte superior de la pieza y su estado de conservación hacen, sin embargo, que dicha interpretación de la decoración resulte dudosa. Las caras laterales, rehundidas, aparecen lisas; la parte posterior, que no se vería por estar pegada a la pared, no está tratada. En la base se aprecian restos del mortero de cal con el que estaba unida a la repisa del larario.
Fig. 3
OBSERVACIONES La pintura fue hallada durante la campaña de excavaciones de 1971. Las estructuras se han perdido. Para Jaime Alvar (1981: 315), la pérdida de la cabeza de la figura plantea serias dudas en el reconocimiento de la divinidad representada, como Fortuna o Isis-Fortuna, pues es la cabeza lo que permite distinguir a ambas divinidades con claridad. Sin embargo, ante la ausencia de atributos identificativos como el nudo
PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - BILBILIS
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isíaco o el sistro y la pérdida de la cabeza, consideramos más conveniente seguir aquí la propuesta de Carmen Guiral y Manuel Martín-Bueno (1996: 239) de interpretarla como Fortuna. El triángulo que decora la parte frontal del arula ha sido interpretado como la tetractys mística, símbolo de la inmortalidad celeste para los pitagóricos y que aparece representado también en estelas funerarias (M. Martín-Bueno, 1979: 300). El banco que corre por la pared izquierda del pasillo se ha interpretado como parte del larario, a modo de altar para la colocación de ofrendas. Las dimensiones (120 cm longitud; 45 cm altura) y la ubicación apuntan a otros posibles usos, como el acomodo de las personas que esperaban para acceder a la casa (los clientes en la ceremonia matinal de la salutatio, por ejemplo). La planta de la casa en la que se encuentra esta pintura es prácticamente desconocida, ya que únicamente se ha excavado el pasillo en el que se encuentra y la escalera que arranca a su derecha.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 4. (Izq.) Imagen en color de la pintura. Fig. 5. (Dcha.) Dibujo de la pintura.
BIBLIOGRAFÍA L. Abad, 1982, vol. 1: 261, Z.4.4.1; J. Alvar, 1981: 315; C. Guiral y M. Martín-Bueno, 1996: 235-244; M. MartínBueno, 1975-1976: 169-171, fig. 2, foto 2; Id., 1979: 300-301, n.º 3, fig. 3; Id., 1991. 172-173, fig. 7-8; M. Pérez Ruiz, 2010: 109; Ead., 2011a: 298-299, 300, n. 65; Ead., 2013a: 403, 421; P. Rodríguez Oliva, 1994: 23.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. C. Guiral y M. Martín-Bueno, 1996: 237, fig. 117; Fig. 2. M. Martín-Bueno, 1975-1976: 171, fig. 2; Fig. 3. Id., 1979: 304, fig. 3.; Fig. 4. C. Guiral y M. Martín-Bueno, 1996: lám. III; Fig. 5. M. Martín-Bueno, 1975-1976: 170, fig. 1.
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142) ZR/Bilbilis02-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Ninfeo, sector C.III de Bílbilis (Calatayud, Zaragoza). Estructura: in situ. Pinturas montadas sobre un nuevo soporte. Primera mitad del s. i d.C.-? (casa).
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Estancia (13) en la zona noreste de la casa, con acceso desde el lado este de un amplio espacio interpretado como el atrio (6). Planta rectangular. Dimensiones: 1,16 m anchura; 1,92 m profundidad; 2,35-2,40 m altura propuesta; vano de acceso, 0,90 m anchura. Muros con zócalo de sillarejo con una viga de madera encima (perdida) y alzado de adobes. En el fondo de la estancia se conserva un podium de mampostería, sobre el que se desarrolla una doble repisa realizada con fragmentos de ánforas recubiertos de mortero. Esta estructura da lugar a tres superficies de apoyo escalonadas, de 20, 16 y 13 cm de anchura y 75, 85 y 112 cm altura. En la inferior se aprecian dos oquedades de 15 cm de diámetro, seguramente para el encastre de las columnas que sujetaban la cubrición y de las que se ha conservado parte del revestimiento de mortero y pintura. De ser así, la estructura debe interpretarse como una aedicula de escasa profundidad, en cuya repisa se colocarían los objetos y las imágenes de culto (142.1).
PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - BILBILIS
333
La decoración parietal pintada responde al IV Estilo pompeyano y diferencia la zona del podium del resto de la estancia, separada además por dos finas pilastras de estuco que arrancan de las esquinas superiores externas del podium. Desde el acceso hasta el inicio de la aedicula, las paredes laterales presentan una composición simétrica y enfrentada: zócalo continuo pintado en rojo con motas negras y verdes, a imitación de crustae marmóreas; banda negra con ribetes blancos que separa el zócalo de la zona central; zona central decorada con dos paneles de color rojo pompeyano, enmarcados por franjas verdes ribeteadas de blanco y separados entre sí por un interpanel negro con una línea central blanca. El podium de la aedicula está decorado con un zócalo blanco sobre el que se desarrollan dos paneles también blancos, separados entre sí y enmarcados por una banda negra y en cuyo interior se suceden una banda blanca, una banda verde con ribetes rojos, otra banda blanca y un ribete negro que enmarca el panel central blanco. Los escalones de la repisa están decorados en la cara frontal con pintura roja, sobre la cual se aprecian trazos de azul egipcio; las superficies de apoyo son blancas, con bandas negras que enmarcan las oquedades del escalón inferior. La decoración de la pared sobre el podium, que pudo ser figurada, se ha perdido casi por completo, si bien se pueden apreciar restos de bandas rojas y negras y trazos de azul egipcio. De la cubrición, a modo de frontón de templo, se conservan restos de las molduras de estuco policromado que señalarían el tímpano, con apliques de cabezas de divinidades en los vértices (uno conservado). El pavimento de la estancia está realizado con fragmentos de caliza mezclados con cantos rodados y presenta un desnivel que favorecería el desagüe hacia el atrio. La tosquedad de la elaboración contrasta con el cuidado de los suelos de otras habitaciones, como el tablinum o el atrio. La techumbre estaba pintada de blanco, con pequeñas flores granates y cores enmarcadas con filetes rojos que recreaban casetones. Estaba recorrida por una ancha moldura de estuco rematada con cabezas humanas o de divinidades, de mayor tamaño que la conservada de la aedicula y también policromadas. No se han hallado materiales asociados al espacio, a excepción de un numeroso conjunto de clavos de hierro para la sujeción del cañizo que conformaba el soporte pictórico de la techumbre.
OBSERVACIONES Las oquedades para el encastre de las columnas en la repisa inferior del edículo parecen mostrar una técnica también utilizada en algunos lararios pompeyanos, como en el de la Casa delle Colonne Cilindriche (I, 16, 4). En este caso, se conserva in situ el revestimiento de estuco policromado de las columnas, pero una rotura en una de ellas deja ver un espacio hueco en el interior, que hubo de estar originalmente ocupado por una columna, seguramente de madera, que serviría de base para la adherencia de dicho revestimiento. En el vano de acceso al sacrarium, de dimensiones menores que el ancho de la pared, se conserva la impronta del umbral pero se desconoce el sistema de cierre. En la misma casa se han documentado dos enterramientos infantiles, uno en la estancia 3 y aparentemente posterior al abandono del edificio (ZR/Bilbilis03-O) y otro de la primera o la segunda fase de la casa (tras la renovación de época de Vespasiano), en el almacén (14) adyacente al sacrarium por el norte (ZR/ Bilbilis04-O).
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PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - BILBILIS
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Vista general de la zona del atrio con el tablinum y el larario.
Fig. 4. Detalle de los fragmentos de ánfora utilizados para la construcción de las repisas del pseudoedículo.
Fig. 5. Detalle de la repisa con las oquedades para el posible encastre de las columnas.
PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - BILBILIS
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Fig. 6. Decoración pictórica del sacrarium.
Fig. 7. Fragmentos de molduras polícromas procedentes de la aedicula y de la cubrición del sacrarium
BIBLIOGRAFÍA S. Morales y A. Payueta, 2008; A. Payueta, 2009; J. C. Sáenz et al., 2005a: 386-388, figs. 15-18; J. C. Sáenz et al., 2005b: 29; J. C. Sáenz et al., 2006a, 414-417, figs. 6-11; J. C. Sáenz et al., 2006b: 26-30; J. C. Sáenz y M. MartínBueno, 2010; J. C. Sáenz et al, 2010: 447-448.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. C. Sáenz et al., 2006a: 412, fig. 1; Fig. 2. S. Morales y A. Payueta, 2008: 13; Fig. 3. J. C. Sáenz et al., 2006a: 412, fig. 2; Fig. 4. J. C. Sáez et al., 2006b: 28, A; Fig. 5. J. C. Sáez et al., 2006b: 28, B; Fig. 6. J. C. Sáez et al., 2006b: 29; Fig. 7. A. Payueta, 2009: 22.
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143) ZR/Bilbilis03-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Ninfeo, sector C.III de Bílbilis (Calatayud, Zaragoza). —— Finales del s. i d.C. (terminus post quem).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Enterramiento infantil de cremación, recogido en una olla trípode de cerámica común reductora, sellada por media cantimplora de TSH con forma Hermet 13 engobada, colocada a modo de tapadera y unida a la vasija con mortero de cal. En el interior se han encontrado pequeños fragmentos de huesos del individuo cremado, junto con carbones, tierra cenicienta y una fíbula tipo Auccisa.
OBSERVACIONES La vasija se halló en la habitación 3 directamente sobre el suelo, por lo que se ha interpretado que la deposición se realizó cuando la casa estaba ya abandonada. BIBLIOGRAFÍA C. Guiral y M. Martín-Bueno, 1996: 347; M. Martín-Bueno, 1991: 178; J. C. Sáenz et al., 2006a: 421, n. 20.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. C. Sáenz et al., 2006a: 412, fig. 1.
PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - BILBILIS
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144) ZR/Bilbilis04-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Nifeo, sector C.III de Bílbilis (Calatayud, Zaragoza). —— ——
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil hallada en la esquina noroeste de la estancia 17, junto a un basamento de piedra recolocado en dicha esquina. Se trata de un individuo nonato o recién nacido. Carece de ajuar asociado.
OBSERVACIONES Se desconoce si el enterramiento se realizó en la primera o en la segunda fase de vida de la estancia. De haberse producido en la primera, se habría respetado en las remodelaciones realizadas posteriormente para la colocación del basamento junto al que se encuentra. La estancia pertenece a la zona de almacenaje e industrial de la casa. BIBLIOGRAFÍA J. C. Sáenz et al., 2006a: 421, fig. 17.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. C. Sáenz et al., 2006a: 412, fig. 1; Fig. 2. Ibid.: 421, fig. 17.
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145) ZR/Caesaraugusta01-E. Larario tipo aedicula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de la C/ Palomeque 12, Caesaraugusta (Zaragoza). Desaparecido (?). Último tercio del s. i d.C. (casa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Conjunto de hallazgos materiales en el hortus o jardín de la casa (única zona excavada), que corresponden a diferentes partes de un pseudoedículo: pintura mural, cornisas pétreas, denticulados, rosetas y alguna basa. El pseudoedículo conformado con estos materiales presenta un cuerpo central con forma de nicho, cuyas paredes están pintadas imitando mármol veteado; está flanqueado por columnas pintadas en rojo y rematado al interior en media cúpula gallonada, todo ello siguiendo una decoración del III Estilo. Sobre el nicho, un coronamiento con forma de frontón estucado con molduraciones y ovas.
OBSERVACIONES No se conoce documentación gráfica relativa a este larario. Contamos únicamente con la información publicada al respecto y con la planimetría de la casa, aquí presentadas.
BIBLIOGRAFÍA M. Beltrán Lloris, 1982: 31, 63; M. Beltrán Lloris y G. Fatás, 1998: 57.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1982: fig. 4.
PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - CAESARAUGUSTA
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146) ZR/Caesaraugusta02-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de las C/ Gavín y Sepulcro, Caesaraugusta (Zaragoza, Zaragoza). —— ——
DESCRIPCIÓN Jarra sellada con huevos de ave en el interior. BIBLIOGRAFÍA M. Beltrán Lloris, 1982: 92.
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PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - CAESARAUGUSTA
147) ZR/Celsa01-E. Larario tipo sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Emblema Blanco y Negro, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). In situ. Finales del s. i a.C. (casa).
Fig. 1 Fig. 2
DESCRIPCIÓN Espacio retranqueado en la esquina noreste del atrio (1) de la casa, al que se abre directamente, justo antes del acceso al cubiculum (3) junto al tablinum (2). Dimensiones: 0,48 m anchura; 1,12 m profundidad; 0,20 m altura cons. La planta es rectangular y no parece excavada en toda su profundidad. De los muros de cierre se conserva únicamente el arranque, donde se puede apreciar que estaban realizados con sillares pseudorregulares de piedra local trabados con argamasa, al igual que el resto de los muros de la casa. El pavimento conservado es de opus signinum con pequeños fragmentos de mármol blanco incrustados. Se desconoce la existencia de materiales asociados.
OBSERVACIONES La ausencia de materiales asociados dificulta la identificación del espacio, para la cual nos apoyamos en su ubicación en la casa, en sus dimensiones y características formales y en la similitud que presenta con otros sacraria hispanos como el de la Casa de la Fortuna, en Carthago Nova (MU/CarthagoNova02-E) o en la Villa de El Rihuete (MU/Rihuete01-E).
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DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 3. (Arriba izq.) Vista general del sacrarium desde el atrio. Fig. 4. (Arriba dcha.) Detalle del pavimento del sacrarium. Fig.5. (Dcha.) Detalle del retranqueo de la pared del atrio en el que se aloja el sacrarium.
BIBLIOGRAFÍA M. Beltrán Lloris, 1991a: 145-146, fig. 13; M. Beltrán Lloris, 1991b: 69, fig. 56; M. Pérez Ruiz, 2013a: 410, 422; B. Soler, 2000: 72.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991b: 69, fig. 56; Figs. 2-5. M. Pérez Ruiz.
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148) ZR/Celsa02-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Emblema Blanco y Negro, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). —— Finales del s. i a.C. (casa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil bajo el suelo de tierra batida de la estancia 19, junto a la esquina suroeste.
OBSERVACIONES En la misma estancia se hallaron otros tres enterramientos (ZR/Celsa03-O; ZR/Celsa04-O; ZR/ Celsa05-O). Los enterramientos infantiles se han documentado abundantemente en Celsa, en diferentes contextos, tanto domésticos —Casa del Emblema Blanco y Negro (ZR/Celsa02 a 05-O), Casa de la Tortuga (ZR/ Celsa08-0), Casa de Hércules (ZR/Celsa10 a 13-O), Casa B (ZR/Celsa15-O) y Casa D (ZR/Celsa14-O) de la insula II— como de almacén —almacén J de la insula II— y comerciales —varias tabernae del macellum y otras repartidas por las insulae II y VII. Salvo en la Casa B, en la que se ha hallado un enterramiento múltiple, todos los demás encontrados en viviendas son de un solo individuo. BIBLIOGRAFÍA J. A. Mínguez, 1989-1990: 106.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991b: 69, fig. 56.
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149) ZR/Celsa03-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Emblema Blanco y Negro, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). —— Finales del s. i a.C. (casa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil bajo el suelo de tierra batida de la estancia 19, junto al muro oeste.
OBSERVACIONES En el mismo espacio se hallaron otros tres enterramientos (ZR/Celsa02-O; ZR/Celsa04-O; ZR/ Celsa05-O). Sobre los enterramientos infantiles en Celsa, véase ZR/Celsa02-O.
BIBLIOGRAFÍA J. A. Mínguez, 1989-1990: 106.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991b: 69, fig. 56.
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150) ZR/Celsa04-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Emblema Blanco y Negro, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). —— Finales del s. i a.C. (casa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil bajo el suelo de tierra batida de la estancia 19, junto al muro oeste.
OBSERVACIONES En el mismo espacio se hallaron otros tres enterramientos (ZR/Celsa02-O; ZR/Celsa03-O; ZR/Celsa05-O). Sobre los enterramientos infantiles en Celsa, véase ZR/Celsa02-O. BIBLIOGRAFÍA J. A. Mínguez, 1989-1990: 106.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991b: 69, fig. 56.
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151) ZR/Celsa05-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa del Emblema Blanco y Negro, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). —— Finales del s. i a.C. (casa).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil bajo el suelo de tierra batida de la estancia 19, junto al muro este.
OBSERVACIONES En el mismo espacio se hallaron otros tres enterramientos (ZR/Celsa02-O; ZR/Celsa03-O; ZR/ Celsa04-O). Sobre los enterramientos infantiles en Celsa, véase ZR/Celsa02-O. BIBLIOGRAFÍA J. A. Mínguez, 1989-1990: 106.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991b: 69, fig. 56.
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152) ZR/Celsa06-E. Larario pictórico PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL
Casa de la Tortuga, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza).
CRONOLOGÍA
27 a.C.-14 d.C.
Museo de Zaragoza. Centro Monográfico de la Colonia Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), n.º inv. 78.126.3.
Fig. 2
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Fragmento de revestimiento mural. Dimensiones: 11,2 cm anchura; 4,5 cm profundidad; 14,6 cm altura. Fondo de color verde. En la parte inferior derecha presenta una mancha de color castaño de forma indeterminada (¿cabello?), junto a la cual se aprecia una fina línea negra oblicua. La parte superior del fragmento aparece delimitada por una línea negra de considerable grosor. Bajo ella, en el extremo derecho, presenta un titulus pictus de 3x1 cm, con letra capital pintada en negro, de 0,9 cm altura.
[I]uppite[r]
Júpiter
OBSERVACIONES Fue hallado durante las excavaciones de 1986 en el hortus (51) de la casa, en una zona de material de desecho con restos de pavimento blanco con plaquitas de mármol y otros fragmentos de pintura mural del III Estilo, con representaciones figuradas. El fragmento se fecha en época augustea por el contexto arqueológico en el que apareció. La presencia del titulus pictus que alude a Júpiter nos lleva a plantear la posibilidad de que este fragmento de pintura forme parte de un larario pictórico en el que aparecería al menos esta divinidad. Pero, dada
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la restringida información que ofrece la pieza, no pueden descartarse otras posibilidades, como que se trate de parte de un cuadro mitológico meramente ornamental en el que se especifica el nombre de las divinidades representadas. Debe aclararse que, a pesar de que en algunas publicaciones (M. Beltrán Lloris,1998; M. Beltrán Lloris, 2002) se sitúa el hallazgo de esta pintura en la Casa de Hércules, se trata de un error, como el mismo Dr. Miguel Beltrán nos ha confirmado. DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 3. Detalle del titulus pictus sobre la pintura.
BIBLIOGRAFÍA M. Beltrán Lloris, 1986: 415; M. Beltrán Lloris, 1997: 40, n.º 6; M. Beltrán Lloris, 1998: 123, n.º 6, foto 330; F. Beltrán Lloris, 2002: 626, 31a; HEp 10, 2000: 239, n.º 650. Agradecemos al Dr. Miguel Beltrán Lloris la información facilitada sobre esta pieza.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991a: 144, fig. 12; Figs. 2-3. M. Pérez Ruiz.
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153) ZR/Celsa07-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL
Casa de la Tortuga, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza).
CRONOLOGÍA
14-54 d.C.
Museo de Zaragoza. Centro Monográfico de la Colonia Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), n.º inv. 86.1.186608.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula anepigráfica de alabastro local. Dimensiones: 7,8 cm altura; 9,5x9,5 cm base; 8,2x8,2 cm coronamiento. Base decorada con cuatro listeles, de los que el inferior es ligeramente más ancho, actuando como plinto recto. El cuerpo, paralelepipédico, aparece liso. Coronamiento decorado con tres listeles separados por profundas acanaladuras, sobre los cuales hay dos pulvini de sección semicircular y de escaso relieve y un foculus liso entre ellos, con huellas de fuego.
OBSERVACIONES La pieza fue hallada en el nivel a del espacio 51B de la casa, sin referencia en el plano pero que, por su numeración, debe suponerse cercano o parte del espacio 51, identificado como hortus y en el que ha aparecido un fragmento de posible larario pictórico (ZR/Celsa06-E). BIBLIOGRAFÍA M. Beltrán Lloris, 1998: 119, n.º 1.2; HEp 10, 2000: 236, n.º 641.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991a: 144, fig. 12.
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154) ZR/Celsa08-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL
Casa de la Tortuga, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza).
CRONOLOGÍA
43-38 a.C.
Museo de Zaragoza. Centro Monográfico de la Colonia Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), n.º inv. 86.1.8303.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Inhumación de un individuo de escasos meses, colocado en posición de decúbito supino con la cabeza orienta sur-sureste y del que se conserva buena parte del esqueleto. Fue hallado bajo el pavimento de la habitación 43, sobre una capa de gravas de aterrazamiento de la zona y asociado a un muro de la primera fase del edificio.
OBSERVACIONES Sobre los enterramientos infantiles en Celsa, véase ZR/Celsa02-O. BIBLIOGRAFÍA M. Beltrán Lloris, 1998: 130, n.º 5; M. Beltrán Lloris, 1991a: 144, 147.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991a: 144, fig. 12; Fig. 2. M. Pérez Ruiz.
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155) ZR/Celsa09-M. Escultura PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL
Casa de Hércules, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza).
CRONOLOGÍA
S. i d.C.
Museo de Zaragoza. Centro Monográfico de la Colonia Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). N.º inv. 85.1.67375.
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Escultura de pequeño formato en alabastro local que presenta un estado de conservación deficiente, pues ha perdido la cabeza, el antebrazo derecho y parte de las piernas, además de tener la superficie muy erosionada. Dimensiones: 6,3 cm anchura, 2 cm profundidad; 9 cm altura. Representa a Mercurio, vestido únicamente con la clámide que le cae sobre el hombro izquierdo y que sujeta con la mano del mismo brazo. La pierna derecha está adelantada. El antebrazo derecho aparece flexionado y separado del cuerpo,
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sujetando con la mano probablemente el marsupium. El tipo corresponde, según Miguel Beltrán (1998: 123), a la variante 2 de Cocis.
OBSERVACIONES Fue hallada en el nivel a de la habitación 36, adyacente al triclinio (35) y que formaría parte de las estancias de representación de la casa, como demuestra la dignificación de su ingreso mediante la colocación de dos columnas o pilastras. La ausencia de estructuras a las que asociar la pieza en el interior de la habitación en la que apareció obliga a proponer su uso ritual con cautela, pues pudo haber desempeñado también una función meramente ornamental. Creemos, sin embargo, que el motivo representado, las dimensiones y el contexto hacen probable su colocación en un larario que no se ha conservado. BIBLIOGRAFÍA M. Beltrán Lloris, 1998: 123, n.º 5, fig. 329; M. Pérez Ruiz, 2011a: 297.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991a: 150, fig. 16; Fig. 2. M. Pérez Ruiz.
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156) ZR/Celsa10-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de Hércules, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). —— ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Enterramiento infantil depositado en una fosa bajo el pavimento, en el cuadro 336 DH.
OBSERVACIONES Hallado en la campaña de 1978. Sobre los enterramientos infantiles en Celsa, véase ZR/Celsa02-O. BIBLIOGRAFÍA J. A. Mínguez, 1989-1990: 106.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991a: 150, fig. 16.
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157) ZR/Celsa11-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de Hércules, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). —— ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Enterramiento infantil depositado en una fosa bajo el pavimento, en el cuadro 338 DG.
OBSERVACIONES Hallado en la campaña de 1978. Sobre los enterramientos infantiles en Celsa, véase ZR/Celsa02-O.
BIBLIOGRAFÍA J. A. Mínguez, 1989-1990: 106.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991a: 150, fig. 16.
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158) ZR/Celsa12-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de Hércules, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). —— ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Enterramiento infantil depositado en una fosa de yeso rodeada de pequeñas piedras, bajo el pavimento en el cuadro 328 DL. El individuo estaba depositado en posición de cúbito supino, con orientación norestesuroeste, con la cabeza fuera de la fosa y cubierto parcialmente por una piedra caliza, mientras que bajo él había algunos huesos de animales no identificados. Como ajuar, presentaba un anillo de hueso.
OBSERVACIONES Hallado en la campaña de 1978. Sobre los enterramientos infantiles en Celsa, véase ZR/Celsa02-O. BIBLIOGRAFÍA J. A. Mínguez, 1989-1990: 106.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991a: 150, fig. 16.
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159) ZR/Celsa13-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa de Hércules, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). —— ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Enterramiento infantil depositado en una fosa bajo el pavimento, en el cuadro 328 DLK. Junto a él se halló un huevo de pájaro.
OBSERVACIONES Hallado en la campaña de 1978. Sobre los enterramientos infantiles en Celsa, véase ZR/Celsa02-O. BIBLIOGRAFÍA J. A. Mínguez, 1989-1990: 106.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991a: 150, fig. 16.
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160) ZR/Celsa14-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa D de la insula II, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). —— 44 a.C. aprox.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Enterramiento infantil bajo el suelo de la estancia 27A de la casa, junto al muro oeste y cerca del acceso. En las inmediaciones se halló, también enterrada, una jarrita bitroncocónica de cerámica gris ampuritana, con un huevo, una aguja de bronce y una cuenta de pasta vítrea en el interior. Este último hallazgo se ha interpretado como una probable ofrenda funeraria al individuo inhumado.
OBSERVACIONES Este enterramiento pertenece a la primera fase de la casa, en el momento de fundación de la colonia, que fue amortizada en un momento muy temprano, cuando aún no se había difundido la TSI por la ciudad. En el nivel de abandono de la misma habitación se halló una paloma de alabastro (8,2x3x3,6 cm), que se ha relacionado con dicho enterramiento, si bien no pertenecen al mismo momento. Esta ha perdido la cabeza y las alas, plegadas, están marcadas mediante suaves incisiones. BIBLIOGRAFÍA M. Beltrán Lloris, 1991a: 143, 147; M. Beltrán Lloris, 1998: 130-131, n.º 6.2; J. A. Mínguez, 1989-1990: 108.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991b: 54, fig. 40.
PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - CELSA
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161) ZR/Celsa15-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Casa B de la insula II, Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). —— Primer decenio del s. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Varios enterramientos infantiles muy deteriorados y mezclados entre sí, pudiendo distinguirse seis individuos. Realizados a lo largo del muro este de la estancia 3A de la casa.
OBSERVACIONES Se trata del único enterramiento múltiple hallado en un ámbito doméstico en Celsa. La habitación 3A ha sido interpretada como una cella ostiaria, pero, si bien en otras casas de la colonia se le ha atribuido este uso a este tipo de estancia sencilla y de pequeñas dimensiones junto a la puerta, creemos que en el caso concreto de esta vivienda no debe ser así porque, al menos en la planta, no se aprecia un acceso directo al espacio desde las fauces y porque las limitadas dimensiones de la casa y el escaso número de estancias hace más verosímil otro uso más necesario, como podría ser un cubiculum. Estos enterramientos y los del almacén J son excepcionales en el conjunto de la insula II, que es la que concentra más casos, pues son los únicos asociados a las fases conservadas en superficie. Todos los demás pertenecen al primer momento de ocupación, sin que se conozca bien el uso de las estancias en las que han aparecido, que en la mayoría de los casos parecen ser de servicio y responder a estructuras modestas (M. Beltrán Lloris, 1991a: 147).
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PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - CELSA
BIBLIOGRAFÍA M. Beltrán Lloris, 1991a: 142, 147; M. Beltrán Lloris, 1991b: 53; M. Beltrán Lloris y J. A. Lasheras, 1986: 66; J. A. Mínguez, 1989-1990: 108.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris, 1991b: 53, fig. 39.
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162) ZR/Zuera01-M. Escultura PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Convento de los Santos, Zuera (Zaragoza). Museo de Zaragoza (Zaragoza). S. i d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Escultura en mármol blanco. Dimensiones: 27 cm altura máx. Buen estado de conservación, aunque con pérdidas importantes. Representa un montículo rocoso, alrededor del cual repta una serpiente, que ha perdido la parte superior del cuerpo. Se acerca a un altar colocado en la parte superior de dicha roca. El altar, cúbico, presenta varias molduras escalonadas en la base y una moldura saliente en el coronamiento como única decoración. En la parte superior hay colocada una piña.
OBSERVACIONES Hallada en el yacimiento del Convento de los Santos, en Zuera, donde algunos autores proponen la localización de la mansio Gallicum de las fuentes. En él se han hallado restos de mosaicos, basas y fustes de columnas y material cerámico, sin que se conozca el contexto arqueológico exacto de la pieza aquí presentada. Los investigadores que la han estudiado la relacionan con el culto a Asclepio por su temática iconográfica. Esta misma temática nos lleva a plantear la posibilidad de que sea una pieza de culto doméstico por comparación con paralelos peninsulares (SE/Italica03-I; GE/Emporiae03-E) y de otras zonas del Imperio. El desconocimiento de su contexto arqueológico obliga, sin embargo, a ser cautos en esta interpretación.
360
PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - ZUERA
BIBLIOGRAFÍA M. Beltrán Lloris y J. A. Paz, 2003: 140; HEp 13, 2003/2004 (2007): n.º 771; M. Pérez Ruiz, 2011a: 297-298.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Beltrán Lloris y J. A. Paz, 2003: fig. 103.
PROVINCIA TARRACONENSE - ZARAGOZA - ZUERA
361
NOTA FINAL
Además de las evidencias materiales de culto doméstico recogidas en este corpus, pueden encontrarse referencias a otras en la bibliografía que, sin embargo, no aparecen aquí. En dichos casos, se ha tomado la decisión de dejarlas al margen, bien porque se ha desestimado su función cultual, o bien porque no existen datos suficientes para poder afirmar que la tuvo con un cierto grado de seguridad. Este ha sido el caso de muchas esculturas en bronce de pequeño formato, especialmente de las que representan Lares, o de arulae anepigráficas sin contexto de procedencia. Pero también algunas estructuras como los lararios o posibles espacios de culto propuestos para la Casa del Pavimento de Opus Signinum, en Astúrica Augusta (Astorga, León); la Villa de Los Quintanares (Rioseco, Soria); o la Casa de los Delfines, en Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), entre otros.1
1 Para la Casa del Opus Signinum, véase M. Burón, 1997: 39. Para la Villa de Los Quintanares, véase T. Ortego 1969: 237-238, lám. LXXX; para la Casa de los Delfines, véase M. Beltrán, 1991a: 141-142; M. Beltrán Lloris y J. A. Lasheras, 1986: 65, fig. 5.
NOTA FINAL
363
ÍNDICE ANALÍTICO
Estructuras Lararios pictóricos
VA/Valentia01-E (135); ZR/Bilbilis01-C (141); ZR/Celsa06-E (152).
Lararios tipo nicho
CA/Carteia01-E (2); GR/Iliberri-E (7); SE/Hispalis01-E (10); GE/Emporiae02-E (62).
Lararios tipo altar
GE/Emporiae03-E (63).
Lararios tipo aedicula
CA/Gades01-E (4); ML/Acinipo01-E (8); SE/Italica02-E (12); IB/Pollentia01-C (74); MU/CarthagoNova03-E (95); MU/CarthagoNova04-E (96); MU/Alamillo (98); NA/Arellano01-C (102); SO/Villares01-E (109); TA/Tarraco01-E (114); TO/Carranque01-E (133); ZR/Caesaraugusta01-E (145).
Lararios tipo sacrarium
CO/Corduba01-E (5); SE/Italica01-E (11); AL/Ilici02-E (15); BU/Clunia01-E (41); BU/Clunia02-E (42); CU/Segobriga01-E (56); GE/Emporiae01-E (61); GE/Vilauba01-C (66); HU/Osca01-E (72); MU/CarthagoNova02-E (94); MU/Rihuete01-E (97); TA/Munts01-E (122); ZA/Requejo01-E (140); ZR/Bilbilis02-E (142); ZR/Celsa01-E (147).
Lararios tipo sacellum
MU/CarthagoNova01-C (93); VA/Enova01-C (136); VA/Sargueta01-E (138).
364
Lararios de tipo indeterminado
SO/Villares02-E (110).
Otras estructuras de culto
AL/Ilici01-C (14); BA/Balenço01-E (40); GE/MasCastellar01-C (65).
CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
Materiales Esculturas en bronce
AS/Veranes01-M (25); CS/Alter01-M (50); CR/Puñide01-M (52); MU/Balsapintada-M (99); MU/Villar-M (100).
Esculturas en piedra
BA/Barcino01-M (26); TA/Francoli01-M (124); ZR/Celsa09-M (155); ZR/Zuera01-M (162).
Arae
IB/Pollentia02-M (75); TA/Cementiri01-M (127).
Arulae
AL/Ilici03-M (16); AL/Ilici04-M (17); AL/Ilici05-M (18); AL/Ilici06 (19); AL/Ilici07 (20); AL/Ilici08 (21); AL/Ilici09 (22); BA/Barcino02-M (27); BA/Barcino03-M (28); BA/Barcino04-M (29); BA/Barcino05-M (30); BA/Lloses01-M (31); BA/Palauet01-M (39); CU/Bartolome01-M (58); GE/Emporiae04-M (64); GE/Vilauba02-M (67); GE/CasaRaco01-M (69); HU/Puypullin01-M (73); TA/Tarraco02-M (115); TA/Tarraco03-M (116); TA/Tarraco04-M (117); TA/Tarraco05-M (118); TA/Munts02-M (123); TA/Canaleta01-M (125); TA/Canaleta02-M (126); TO/Carranque02-M (134); ZR/Celsa07-M (153).
Epigrafía Arae
BU/Clunia03-I (43); BU/Clunia06-I (46); CI/Montiel01-I (51); CU/Segobriga02-I (57); MA/Villamanta01-I (92); SO/Uxama01-I (103); SO/Gazala01-I (112); SO/Valdanzo01-I (113); TA/Tarraco06-I (119); VA/Enova02-I (137); VA/Saguntum01-I (139).
Arulae
SE/Italica03-I (13); BU/Clunia04-I (44); BU/Clunia05-I (45); BU/Clunia07-I (47); BU/Clunia08-I (48); BU/Clunia09 (49); CR/Nogueira01-I (53); CU/Asperones01-I (59); CU/Quintanares01-I (60); SO/Uxama02-I (104); SO/Uxama03-I (105); SO/Villares03-I (111); TA/Tarraco07-I (120); TA/Tarraco08-I (121).
Placas
AM/Abdera01-I (1); CA/Carteia02-I (3); LE/Villares01-I (76).
Elementos arquitectónicos
CO/Corduba02-I (6); MU/RamblaBoltada01-I (101).
ÍNDICE ANALÍTICO
365
Otras evidencias de culto doméstico Enterramientos infantiles
SE/Celti01-O (9); BA/Lloses02-O (32); BA/Darro01-O (35); BA/Mateu01-O (37); LR/Ilerda01-O (77); LR/Ilerda02-O (78); LR/Ilerda03-O (79); LR/Ilerda04-O (80); LR/Ilerda05-O (81); LR/Ilerda06-O (82); LR/Ilerda07-O (83); LR/Ilerda08-O (84); LR/Ilerda09-O (85); LR/Ilerda10-O (86); LR/Ilerda11-O (87); LR/Ilerda12-O (88); SO/Uxama04-O (106); ZR/Bilbilis03-O (143); ZR/Bilbilis04-O (144); ZR/Celsa02-O (148); ZR/Celsa03-O (149); ZR/Celsa04-O (150); ZR/Celsa05-O (151); ZR/Celsa08-O (154); ZR/Celsa10-O (156); ZR/Celsa11-O (157); ZR/Celsa12-O (158); ZR/Celsa13-O (159); ZR/Celsa14-O (160); ZR/Celsa15-O (161).
Depósitos votivos
AL/Ilici10-O (23); AL/Ilici11-O (24); BA/Lloses03-O (33); BA/Lloses04-O (34); BA/Iluro01-O (36); BA/Mateu02-O (38); CU/Ercavica01-O (54); CU/Ercavica02-O (55); GE/Vilauba03-O (68); GE/Guso01-O (70); GE/Tolegassos01-O (71); LR/Ilerda13 (89); LR/Corbins01-O (90); LR/TorreAndreu01-O (91); SO/Uxama05-O (107); SO/Uxama06-O (108); TA/CasaBlanca01-O (128); TA/CasaBlanca02-O (129); TA/CasaBlanca03-O (130); TA/CasaBlanca04-O (131); TA/CasaBlanca05-O (132); ZR/Caesaraugusta02-O (146).
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CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
APÉNDICE
Durante el proceso de publicación de este libro han llegado a nuestro conocimiento nuevos testimonios de culto doméstico hallados en las provincias Bética y Tarraconense. Hemos creído oportuno incluirlos al cierre de este catálogo, con el objetivo de que resulte lo más completo posible. Tras la presentación de dichos testimonios se incluye una breve valoración de los mismos para integrarlos en el discurso general desarrollado en los capítulos V y VI. En este apéndice se siguen el mismo orden y los mismos criterios que en el catálogo general.
APÉNDICE
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PROVINCIA BÉTICA
GRANADA
163) GR/Iliberri02-M. Escultura PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Callejón del Gallo, Iliberri (Granada). Museo Arqueológico y Etnológico de Granada. Época tardoimperial (?).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Escultura en mármol blanco. Dimensiones: 21,3x13,2x7,9 cm. Figura estante, desnuda, de la que se conserva el torso, el brazo izquierdo y las piernas hasta la rodilla. Un elemento de dudosa identificación rodea el cuerpo a la altura del vientre y parece caer también por el hombro izquierdo. La pieza está muy erosionada.
OBSERVACIONES Hallada en un solar de ocupación doméstica y artesanal. S. Moreno (2010: 232) interpreta esta figura como la posible representación de un erote o un sileno. La procedencia, junto con las dimensiones e iconografía de la escultura nos llevan a proponer su posible uso como imagen de culto. BIBLIOGRAFÍA S. Moreno, 2010: 231-232; M. Orfila., 2011: 98-99; M. Oria, 2008: 85; M. Pavón, 2001: 111.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M. Orfila, 2011: 91.
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CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
JAÉN
164) JA/Aurgi01-M. Escultura PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL
Villa del Cortijo de los Robles, Aurgi (Jaén).
CRONOLOGÍA
S. ii d.C.
Museo de Jaén.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Escultura antropomorfa en mármol blanco con representación de Príapo. Dimensiones: 16,5 cm altura; 6 cm anchura. Ha perdido la cabeza y parte de los hombros y presenta también roturas en la base; superficie muy desgastada, especialmente en el manto, los pies y el contenido del recipiente que sostiene entre las manos. Ejecución sumaria. Figura masculina estante, vestida con un chitón que le cae por los hombros hasta el suelo; los brazos, unidos, sujetan el chitón por delante, dejando al descubierto la mitad inferior del cuerpo; entre los brazos tiene una cesta, que el falo erecto parece querer contribuir a sostener. Las piernas están juntas. La escultura responde al tipo estatuario «Anasyrma-Typus» de Príapo con chitón, establecido por W.-R. Megow y, dentro de él, al grupo de representaciones del dios con las piernas juntas (L. Baena del Alcázar, 2010: 144).
OBSERVACIONES Escultura realizada probablemente en un taller local de baja calidad. La escultura se halló, junto con otras tres, entre los estratos de relleno del estanque documentado en lo que probablemente fue el peristilo de la villa. Su procedencia de un contexto doméstico y sus reducidas dimensiones nos llevan a proponer su posible uso como imagen de culto, como ya ha hecho también Luis Baena del Alcázar (2010: 143).
376
CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
El contenido de la cesta que sujeta Príapo se ha perdido, pero en función de paralelos debieron de ser frutos, racimos de uvas y espigas de trigo. Aunque no se han documentado en Hispania más esculturas de Príapo que respondan al grupo de la analizada aquí, un paralelo iconográfico puede encontrarse en el motivo central de un mosaico hallado en la Villa de Bobadilla (Málaga), fechado en el s. iii d.C. (P. Rodríguez Oliva, 1987). En el mismo lugar que esta escultura de Príapo se halló un fragmento de Venus en mármol blanco, que Luis Baena del Alcázar (2010: 146) considera que pudo tener una función ornamental o cultual. Por las dimensiones de la pieza —14,75 cm mide el torso conservado— y el desconocimiento del lugar donde estuvo originalmente colocada, preferimos no incluirla en este catálogo, como hemos hecho con otras esculturas en mármol de características similares, pues su uso no queda claro tampoco para nosotros. De la misma villa procede un árula de piedra (JA/Aurgi02-M), también testimonio de la actividad ritual religiosa que se desarrollaba en este conexto doméstico y que supone, por tanto, un acicate más para la interpretación de este Príapo como imagen de culto.
BIBLIOGRAFÍA L. Baena del Alcázar, 2010: 142-144.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES L. Baena del Alcázar, 2010: 143, figs. 6-8.
APÉNDICE
377
165) JA/Aurgi02-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa del Cortijo de los Robles, Aurgi (Jaén). Museo de Jaén, n.º inv. DJ/DA04702. ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Arula de piedra. Dimensiones: 18,7 cm altura; 18,5 cm anchura; 7,5 cm profundidad. Ha perdido la esquina anterior izquierda del coronamiento y las esquinas anteriores de la base están dañadas; toda la superficie de la pieza está bastante erosionada; presenta un corte limpio en el centro del coronamiento. Base moldurada sobre la que se desarrollan dos cuerpos geminados, separados por una oquedad rectangular ancha y profunda; decorados en la cara frontal con dos grandes espacios rectangulares delimitados por un rebaje que los contornea y con un filete fina encima y debajo, también contorneado mediante un rebaje. Coronamiento formado por una sucesión de tres molduras escalonadas que sobresalen del cuerpo de forma ascendente. En la parte superior hay dos soportes circulares con una oquedad central.
OBSERVACIONES M. Torelli (2011: 48), que ha publicado esta pieza por primera vez, la presenta como procedente de una domus romana de Obulco (Porcuna, Jaén). Este dato, sin embargo, resulta erróneo pues tanto la ficha catalográfica como el informe de excavación conservados en el Museo de Jaén dan como lugar del hallazgo la villa del Cortijo de los Robles, en el yacimiento de Marroquíes Bajos (Jaén), durante las excavaciones llevadas a cabo en 2006.
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CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
No se conocen paralelos para este altar geminado en contextos domésticos hispanos, ni tampoco del agro campano. Es posible que los soportes en la parte superior de la pieza sirvieran para la colocación de uno o varios elementos a modo de remate, quizá imágenes de culto como se presume que ocurriría con otras árulas recogidas en este catálogo (SE/Italica03-I; CR/Nogueira01-I; CU/Quintanares01-I; TA/Tarraco07-I). De la misma villa procede una escultura de Príapo interpretada como imagen de culto (JA/Aurgi01-M).
BIBLIOGRAFÍA M. Torelli, 2011: 48. Ficha catalográfica del Museo de Jaén. Agradecemos a Dña. Francisca Hornos la información que nos ha facilitado sobre esta pieza.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES M. Torelli, 2011: 50, fig. 10.
APÉNDICE
379
PROVINCIA TARRACONENSE
ÁLAVA
166) AV/Ermitas01-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Estructura doméstica de Las Ermitas (Espejo, Álava). —— Mediados del s. i d.C.-s. ii d.C.
DESCRIPCIÓN Seis inhumaciones infantiles bajo el pavimento de diferentes estancias de la vivienda. Cadáveres depositados directamente sobre la terraza de cantos que constituye el sustrato rocoso del terreno, salvo algún caso en el que se excavó una cubeta. La colocación de los inhumados sigue la orientación de los muros. Posición fetal de la mayoría de los cadáveres y, en menor medida, en decúbito supino. Carecen de ajuar y de ofrendas casi por completo.
OBSERVACIONES La falta de datos detallados de cada inhumación ha hecho que prefiramos presentar todas las inhumaciones en un mismo registro, a pesar de tratarse de diferentes procesos deposicionales.
BIBLIOGRAFÍA I. Filloy y E. Gil, 2000: 100-101; A. Sevilla, 2010-2011: 203.
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CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
167) AV/Veleia01-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA
Domus de Pompeia Valentina o del Impluvium A, Iruña/Veleia (Iruña de Oca, Álava).
UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
—— Primer mitad del s. ii d.C.
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Diez inhumaciones infantiles halladas dentro de los distintos recintos a los que daba acceso el patio central de la vivienda. Enterramientos realizados en fosas excavadas bajo el pavimento, restituido posteriormente.
OBSERVACIONES Algunas de las inhumaciones se han documentado en las estancias del ala este del edificio, en las que los materiales remiten a un uso del espacio principalmente por mujeres (fragmentos de espejos de bronce, acus crinalis, etc.). En los rellenos bajo la calle de de fines del s. i d.C. que discurre ante la casa, se han hallado también una serie de inhumaciones infantiles —una de ellas doble—, junto a las cuales se han documentado restos
APÉNDICE
385
de madera carbonizada, interpretados como procedentes del hogar doméstico y colocados en la fosa para reforzar el vínculo del fallecido con la casa y la familia, representadas en el fuego doméstico.
DOCUMENTACIÓN GRÁFICA
Fig. 2. (Arriba) Inhumación infantil doble hallada bajo la calle que corre ante la Domus dePompeia Valentina. Fig. 3. (Dcha.) Inhumación infantil individual hallada en la Casa de Pompeia Valentina.
BIBLIOGRAFÍA I. Filloy y E. Gil, 2000: 99-101; E. Gil, 1997: 215; Id., 2002: 57-58; A. Sevilla, 2010-2011: 203.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. E. Gil, 2004: 66; Fig. 2. E. Gil, 2002: 55; Fig. 3. I. Filloy y E. Gil, 2000: 100, foto 21.
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ALBACETE
168) AB/Libisosa01-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Ambiente 62 del Sector 3, Libisosa (Lezuza, Albacete). —— Mediados del s. ii-75/70 a.C. (sector 3).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Acumulación de restos óseos, pertenecientes probablemente a un neonato. Depositados en una cubeta pequeña, recortada en la roca base y protegida por la cimentación de uno de los muros del departamento adyacente.
OBSERVACIONES Restos hallados en la zona sureste del ambiente. Los restos pudieron ser ya removidos de antiguo.
BIBLIOGRAFÍA J. Uroz et al. 2003: 231.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Uroz et al., 2003: fig. 6.
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CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
169) AB/Libisosa02-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Ambiente 81 del Sector 3, Libisosa (Lezuza, Albacete). —— Mediados del s. ii-75/70 a.C. (sector 3).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil, probablemente de un neonato. Colocado en decúbito supino, con la cabeza orientada al este. Depositado sin fosa bajo un pavimento, cubierto completamente por un fragmento cerámico recortado intencionadamente.
OBSERVACIONES El ambiente 81, en el que se encontró este enterramiento, ha sido interpretado como un posible espacio doméstico debido a su equipamiento, un hogar y un molino de cereal (J. Uroz et al., 2003: 232).
BIBLIOGRAFÍA J. Uroz et al., 2003: 231.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Uroz et al., 2003: fig. 6.
APÉNDICE
389
170) AB/Libisosa03-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Ambiente 79 del Sector 3, Libisosa (Lezuza, Albacete). —— Mediados del s. ii-75/70 a.C. (sector 3).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación infantil de un neonato en decúbito lateral, con la cabeza orientada al este. No hay evidencia de fosa, ajuar u objetos de adorno personal.
OBSERVACIONES Hallado en un recorte del pavimento de la estancia, en la esquina noreste. El ambiente 79, en el que se encontró este enterramiento, se ha interpretado como un posible espacio doméstico debido a la posible presencia de un telar, si bien su función no se ha esclarecido completamente (J. Uroz et al., 2003: 232).
BIBLIOGRAFÍA J. Uroz et al., 2003: 231.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Uroz et al., 2003: fig. 6.
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CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
171) AB/Libisosa04-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Ambiente 79 del Sector 3, Libisosa (Lezuza, Albacete). —— Mediados del s. ii-75/70 a.C. (sector 3).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación de un neonato en decúbito lateral, con la cabeza orientada al este. Colocado en una pequeña estructura circular de piedra.
OBSERVACIONES Hallado en la esquina noroeste de la estancia. El ambiente 79, en el que se encontró este enterramiento, se ha interpretado como un posible espacio doméstico debido a la posible presencia de un telar, si bien su función no se ha esclarecido completamente (J. Uroz et al., 2003: 232).
BIBLIOGRAFÍA J. Uroz et al., 2003: 231.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Uroz et al., 2003: fig. 6.
APÉNDICE
391
172) AB/Libisosa05-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Ambiente 54 del Sector 3, Libisosa (Lezuza, Albacete). —— Mediados del s. ii-75/70 a.C. (sector 3).
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación doble, probablemente de dos neonatos (¿gemelos?), en posición de decúbito lateral, enfrentados y con la posición invertida, un individuo con la cabeza orientada hacia el este y otro hacia el oeste. Depositado, sin indicios de fosa, en un estrato de relleno bajo el pavimento. Carece de ajuar y de adornos personales.
OBSERVACIONES Tumba hallada en el ángulo suroeste de la estancia.
BIBLIOGRAFÍA J. Uroz et al., 2003: 231.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. Uroz et al., 2003: fig. 6; Fig. 2. Ibid.: fig. 51.
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CIUDAD REAL
173) CI/Olmilla01-E. Sacrarium PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Puente de la Olmilla (Albaladejo, Ciudad Real). In situ. Segunda mitad del s. iv d.C.
Fig. 2 Fig. 1
DESCRIPCIÓN Habitación (15) en la esquina noreste del peristilo, con acceso desde el mismo mediante un escalón. Planta con forma cuadrangular rematada en un ábside semicircular. Dimensiones: 2,20 m anchura; 5,20 m profundidad. Pavimento de opus tesellatum, sobreelevado respecto del de las estancias vecinas. Presenta un segundo vano que da acceso a una habitación lateral (16), el cual se realizó en un momento posterior a la construcción de la habitación y a la colocación del mosaico. El pavimento de opus tesellatum es polícromo y se divide en dos zonas, en concordancia con la planta de la estancia. Se conserva parcialmente en la parte cuadrangular y casi completo en el ábside. Destacan su cuidada factura y la riqueza cromática. Las teselas miden 1,2-1,7 cm lado en la alfombra cuadrangular, mientras que en el ábside son de menor tamaño que en el resto de los mosaicos de la villa. Presenta además una amplia variedad cromática con teselas amarillas, rosas, violetas, rojas, negras y blancas, entre otras. En la alfombra cuadrangular se aprecia una decoración geométrica y vegetal con un motivo central circular en el que se dibuja un rosetón estilizado inscrito en un círculo con una flor cuadripétala sobre
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CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
un cuadrado de lados curvilíneos. Lo rodea un motivo circular de esvásticas entrelazadas que incluyen cuadros bicolores inscritos en un sogueado a modo de banda que delimita los cuatro lados. Las esquinas resultantes están decoradas con motivos florales estilizados de los que brotan zarcillos o roleos, con un doble triángulo apoyado sobre el centro de la flor. Todo el espacio está delimitado por un sogueado. La alfombra del ábside se adecúa a la forma del espacio con una decoración geométrica de escamas adyacentes en oposición de colores divergentes, rodeada a su vez de una franja de semicírculos secantes y tangentes que forman enjutas y ojivas con otras inscritas. En la estancia se han encontrado diversos fragmentos cerámicos, entre ellos terra sigillata y cerámica pintada; algunos clavos y un gancho de hierro; otros restos metálicos asociados a restos faunísticos, y un fragmento de vidrio.
OBSERVACIONES La estancia se encuentra en una zona residencial de la villa, en la que se han identificado, entre otros, un posible oecus y varios cubicula (C. García Bueno, 1994: 97-98). Se ha interpretado como un triclinium (M. C. Fernández Castro, 1982: 108, 206), si bien las dimensiones parecen algo reducidas para este uso. Por otro lado, los materiales encontrados no resultan indicativos para dirimir su función. Sin embargo, presenta un tipo de planta documentada en otros sacraria, como el de la Casa de los Pájaros en Itálica (SE/ Italica01-E) o algunos tunecinos e itálicos, algunos de ellos decorados con gran lujo, como el de la Villa Filosofiana en Piazza Armerina (Italia), también del s. iv d.C. Las dimensiones (11,44 m2) corresponden a las del grupo de los sacraria medianos (6-12 m2), que aunque no son los más numerosos se han documentado también en Hispania. La decoración musiva de tipo geométrico y vegetal es también la más común en las capillas de culto y es la que predomina en los casos hispanos.1 Todos estos indicadores avalan, en nuestra opinión, su uso como capilla de culto doméstico. La importancia del espacio en el conjunto del peristilo viene marcada por la rica pavimentación musiva, la de mejor factura del conjunto de habitaciones al que pertenece. Además, la diferencia de altura del pavimento de la estancia respecto de su entorno puede interpretarse como un elemento dignificador del espacio, como se han visto otros en otros sacraria, como el uso de pilastras o similares (BU/Clunia02-E) o la colocación de escalones de acceso (GE/Vilauba01-C). La sala debió de cambiar de uso cuando se abrió un nuevo vano en la pared este para comunicarla con la adyacente, a la que se le cegó el vano original al sur, dejando un único acceso desde la habitación 15. Se convertía así en una zona de paso, quizá como parte de un cubiculum con cámara y antecámara. En todo caso, es posible que el ábside siguiera manteniendo un uso religioso, creándose un conjunto de estancias similar al documentado en la Villa de Els Munts (TA/Munts01-E), aunque con diferente distribución. No se tiene total certeza de que el ábside formara parte de la disposición original de la estancia o si se añadió con posterioridad. En la zona de la puerta se han encontrado además restos de opus signinum,
1 Véase un desarrollo más detallado de estas características de los sacraria en las pp. 254-255 del capítulo V.
APÉNDICE
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que se rompió para colocar el mosaico, sin que se sepa si este pavimento anterior se extendió por toda la estancia. Ambas cuestiones podrían indicar una disposición de la sala en una fase inicial distinta a la que conocemos y, en ese caso, quizá también una funcionalidad diferente, pero los datos con los que contamos no son concluyentes al respecto.
BIBLIOGRAFÍA C. García Bueno, 1994: 110-112. Agradecemos a Carmen García Bueno la información facilitada sobre este espacio, que forma parte de su tesis doctoral, de próxima lectura y en la que recoge también el uso de esta estancia como larario.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. Cortesía de C. García Bueno; Fig. 2. C. García Bueno, 1994: 111, fig. 8.
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CUENCA
174) CU/Segobriga03-M. Arula PROCEDENCIA
Estancia 2 de la Casa de C. Iulius Sylvanus Melanio, Segóbriga (Saelices, Cuenca).
UBICACIÓN ACTUAL
Museo Monográfico de Segóbriga (Saelices, Cuenca), n.º inv. 019639.
CRONOLOGÍA
——
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Árula de piedra caliza. Dimensiones: 21 cm altura; 13,5 cm anchura; 12 cm profundidad. Se han perdido parte del coronamiento y del remate superior, actualmente restaurados. Base formada por un plinto recto,
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CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
sobre el que se desarrolla una moldura con forma de caveta invertida. Cuerpo central prismático casi cuadrado y liso. Coronamiento formado por dos filetes, el superior más sobresaliente; remate superior mediante pulvini y un foculus central en relieve, tallado de forma somera. No presenta huellas de inscripción.
OBSERVACIONES Hallada durante las excavaciones de 1999 en niveles superficiales de la estancia 2, de la que se desconoce su funcionalidad. Estaba pavimentada con un mosaico con decoración geométrica, del que se ha conservado el motivo central, con un panel circular de triángulos blancos y negros (J. M. Abascal y R. Cebrián, 1999). Se han documentado también restos de pintura parietal, de un friso corrido con decoración de delfines y diversos materiales, entre los que destaca un buen número de monedas. J. M. Abascal et al. (2011: 338) consideran que, dado que no hay huellas de inscripción en el arula, esta debió de estar pintada. En la misma casa, la estancia 1 se ha interpretado como un sacrarium (CU/Segobriga01-E) asociado a un ara dedicada a Zeus Theos Megistos (CU/Segobriga02-I) por C. Iulius Silvanus.
BIBLIOGRAFÍA J. M. Abascal et al., 2011: 338, n.º 410a. Agradecemos al Prof. J. M. Abascal la información proporcionada sobre las piezas de Segóbriga incluidas en este apéndice.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. R. Cebrián, 2002-2003: 132, fig. 2; Fig. 2. Cortesía de J. M. Abascal.
APÉNDICE
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175) CU/Segobriga04-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Vivienda tardorromana al oeste del Foro, Segóbriga (Saelices, Cuenca). Museo Monográfico de Segóbriga (Saelices, Cuenca), n.º inv. 090205. ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Fragmento superior de árula de piedra caliza local de color blanco. Dimensiones: 9 cm altura cons.; 6,5 cm anchura; 5,5 cm profundidad. Se conserva la parte superior del cuerpo y el coronamiento. Cuerpo prismático, con una hendidura fina en la parte superior, que lo separa del coronamiento. Coronamiento dividido en dos partes por una hendidura fina muy desgastada; la parte inferior tiene forma troncopiramidal invertida con remate superior recto; la parte superior es recta; rematada por dos pulvini muy desgastados. La superficie del cuerpo y de la parte inferior del coronamiento presenta rayas irregulares muy finas, quizá para permitir una mejor adherencia de algún tipo de recubrimiento plástico.
OBSERVACIONES El árula fue descubierta en las excavaciones de 2002 en la vivienda tardorromana. No quedan evidencias de inscripción, que pudo estar pintada (J. M. Abascal et al., 2011: 185).
BIBLIOGRAFÍA J. M. Abascal et al., 2011: 185, n.º 1.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. J. M. Abascal et al., 2011: 185.
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CORPUS DE TESTIMONIOS DE CULTO DOMÉSTICO. PROVINCIAS BÉTICA Y TARRACONENSE
176) CU/Segobriga05-M. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Vivienda tardorromana al oeste del Foro, Segóbriga (Saelices, Cuenca). Museo Monográfico de Segóbriga (Saelices, Cuenca), n.º inv. 091818. ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Fragmento de ara de piedra caliza. Dimensiones: 25 cm altura cons. aprox.; 11 cm anchura cons. aprox. Ha perdido el coronamiento y partes de la base y el cuerpo. Base decorada con un plinto recto y una moldura curva. Cuerpo liso. No presenta restos de inscripción.
OBSERVACIONES Hallada en la excavaciones realizadas en la vivienda en 2002.
BIBLIOGRAFÍA Inédita. Agradecemos al Prof. J. M. Abascal la información proporcionada.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. Cortesía del Prof. J. M. Abascal.
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GERONA
177) GE/Ametllers01-E. Larario PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Patio norte (38) de la Villa dels Ametllers (Tossa de Mar, Gerona). In situ. Ss. ii-iii d.C. (?)
Fig. 1
Fig. 2
DESCRIPCIÓN Basamento adosado al muro oeste del jardín septentrional de la villa. Construido con tegulae colocadas planas e invertidas, unidas con mortero; enfoscado con mortero blanco. Se asienta directamente sobre la roca del subsuelo, que en esta zona se conservaba a una altura superior a la del resto del patio.
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OBSERVACIONES La zona norte de la villa, en la que se encuentra el basamento, ha sido interpretada como la parte pública de la vivienda. A unos 3 m del basamento se ha documentado un pequeño ninfeo que conectaba con una piscina construida delante de él, ambos realizados durante la remodelación de la villa del s. ii d.C. Tanto el ninfeo como la piscina se orientaron según el eje marcado por la estancia principal del sector norte, probablemente una sala de banquetes, ubicada en el centro de la hilera este de habitaciones. Dicha sala constaba de un acceso tripartito dignificado con columnas o pilastras (L. Palahí y J. M. Nolla, 2010: 105-106, 182-183). El basamento ha sido interpretado como el pedestal para una estatua o para algún otro tipo de ornamento del patio. La ubicación junto a una zona de agua (ninfeo y piscina) y frente a la estancia principal del sector, probablemente una sala de banquetes, así como el hecho de que no haya otros basamentos similares en el jardín, nos lleva a proponer la posibilidad de que tuviese una función especial, de tipo religioso. Proponemos su uso como pedestal de una imagen de culto relacionada con los espacios ajardinados, el agua y las salas de banquete, como se ha documentado en otras viviendas, como la de Octavio Quartio en Pompeya, cuyo jardín de árboles frutales estaba dotado de un canal de agua y un ninfeo asociado a un templete en el que seguramente se encontraba una imagen de culto (¿Diana?), todo ello construido en el eje del triclinio (M. Bassani, 2008: 224-225). Cabe también la posibilidad de que el basamento fuera parte de un altar o el podium de una aedicula, teniendo en cuenta que no parece que exista relación directa entre ninguna de las esculturas halladas en la villa y el basamento, y que ya en otras viviendas hispanas se ha documentado una estrecha relación entre los lararios y el agua y las salas de banquete (vid. apdo. 5 del cap. VI), como pudo ocurrir también en esta Villa dels Ametllers. Desconocemos la cronología exacta del basamento. Es posible que se construyera a la vez que el ninfeo y la piscina, aunque no se puede descartar que existiera ya desde la fase augustea de la villa; la amortización hubo de producirse en el s. iii d.C., junto con el resto del sector norte al que pertenece.
BIBLIOGRAFÍA L. Palahí y J. M. Nolla, 2010: 45.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. L. Palahí y J. M. Nolla, 2010: 105, fig. 88; Fig. 2. L. Palahí y J. M. Nolla, 2010: 46, fig. 24.
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MURCIA
178) MU/Aguilas01-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Domus de la C/ Sagasta, Águilas (Murcia). Museo Arqueológico de Águilas (?). ——
DESCRIPCIÓN Jarrita completa con decoración incisa. Restos vegetales carbonizados en el interior. Hallada en una fosa de fundación en el muro sur de la domus.
BIBLIOGRAFÍA J. de D. Hernández García y C. M.ª López Martínez, 2011: 66.
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179) MU/Aguilas02-O. Depósito votivo PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Domus de la C/ Juan Jiménez, Águilas (Murcia). Museo Arqueológico de Águilas (?). Segunda mitad del s. ii d.C. aprox.
DESCRIPCIÓN Jarra con un huevo en el interior. Hallada en la habitación 2 de la domus, en los niveles de pavimentación e incrustada en la roca base.
OBSERVACIONES Interpretada como un rito fundacional. Jarras con restos de huevos en el interior se han documentado también en ámbitos domésticos rurales en el territorio de la actual Cataluña2 y un contexto doméstico urbano en Caesaraugusta (Zaragoza).3 En función de los materiales hallados en el edificio, la construcción se fecha en la segunda mitad del s. ii d.C., momento en el que debió de depositarse la jarra como parte del rito fundacional.
BIBLIOGRAFÍA J. de D. Hernández García y C. M.ª López Martínez, 2011: 66; J. de D. Hernández García, 1999: 84.
2 Véanse los registros GE/Guso01-O, GE/Tolegassos01-O, LR/Ilerda13-O, LR/Corbins01-O. 3 Véase el registro ZR/Caesaraugusta02-O.
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180) MU/Cantos01-M. Arula PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de Los Cantos (Bullas, Murcia). —— Ss. i-iii d.C. (villa).
DESCRIPCIÓN Ara de pequeñas dimensiones y mutilada, labrada en piedra de color rojo.
OBSERVACIONES Hallada entre los materiales asociados a la villa de Los Cantos. Según Sebastián Ramallo y M.ª Milagrosa Ros, la piedra en la que está realizada el ara es travertino rojo; Manuel González Simancas la identifica como mármol rojo de la Puebla de Mula.
IBLIOGRAFÍA
M. González Simancas, 1905-1907: 484; A. M. Poveda, 2008: 265; S. Ramallo y M.ª M. Ros, 1993: 47.
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181) MU/Raya01-M. Ara PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de La Raya (San Pedro del Pinatar, Murcia). Museo Arqueológico de San Pedro del Pinatar (Murcia). ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Ara de piedra arenisca local, de grano medio. Dimensiones: 42 cm altura; 32 cm anchura; 19 cm profundidad. Superficie erosionada y pérdidas de material significativas en el coronamiento. Basa formada por un plinto recto, sobre el que se desarrollan tres molduras: la inferior, troncopiramidal; la central, una escocia, y la superior, biselada. El cuerpo tiene forma de diávolo; está decorado con una línea incisa paralela al borde, que crea un espacio interno a modo de campo epigráfico. El coronamiento está formado por una moldura simple y un remate superior con cuatro cornua, separados del coronamiento por una acanaladura profunda y de los que solo se conserva parcialmente el frontal y la huella del posterior, que fue destruido intencionadamente. En el centro se encuentra el foculus, de forma rectangular y que presenta cinco orificios de 1 cm diámetro y huellas de fuego. La cara posterior del ara no está prácticamente tallada ni alisada.
OBSERVACIONES El ara fue hallada de forma fortuita entre 1999 y 2000 y posteriormente donada al Ayuntamiento de San Pedro del Pinatar. El lugar del hallazgo de la pieza se ha ubicado a unos metros del área vallada y excavada sistemáticamente de la villa.
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Los orificios circulares en el foculus pudieron servir para la colocación de un objeto metálico en el que se quemara incienso, a modo de braserillo. El somero trabajo de la parte posterior parece indicar la colocación de esta ara seguramente en una hornacina, razón por la que hubo que eliminarse el resalte triangular trasero.
BIBLIOGRAFÍA A. Porrúa, 2006.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES A. Porrúa, 2006: 199, lám. 3.
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NAVARRA
182) NA/Arellano02-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de las Musas, Arellano (Navarra). —— S. i d.C. (?)
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación con restos óseos de un recién nacido varón, en conexión anatómica pero parcialmente destruidos. Se han recuperado las costillas, la columna vertebral, la pelvis y la pierna izquierda; el brazo izquierdo reposaba sobre el abdomen. Ajuar compuesto por una cuenta de collar de pasta vítrea (1,8 cm diámetro) de color verde azulado y gallonada, realizada a molde (época flavia); una cuenta de collar (4,7 cm) de hueso pulido en forma de tubito (ss. i-ii d.C.), y una moneda de bronce ilegible, perforada para servir de colgante (ss. i-ii d.C.).
OBSERVACIONES La inhumación se halló sobre una capa de cenizas verdosas, a unos 30 cm del muro norte del fumarium, estancia donde se envejecía el vino artificialmente por medio del calor y del humo y donde se ponía la leña a secar. Esta ubicación hace pensar que corresponde a la fase más antigua de la villa, en torno al s. i d.C. La colocación junto a un muro de la estancia sigue una tradición prerromana de ubicar las tumbas infantiles junto a las paredes del edificio como símbolo de protección (M.ª A. Mezquíriz y M.ª I. Tabar, 2007: 167).
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DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 2. (Izq.) Cuenta de collar de pasta vítrea. Fig. 3. (Centro) Cuenta de collar de hueso pulido. Fig. 4. (Dcha.) Colgante realizado con una moneda de bronce perforada.
BIBLIOGRAFÍA M.ª A. Mezquíriz, 2003: 75, 78, 311, n.º 6; M.ª A. Mezquíriz y M.ª I. Tabar, 2007: 166-167; A. Sevilla, 20102011: 203, n. 13.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M.ª A. Mezquíriz y M.ª I. Tabar, 2007: 166; Fig. 2. M.ª A. Mezquíriz, 2003: 83, n.º 54; Fig. 3. Ibid.: 83, n.º 55; Fig. 4. Ibid.: 83, n.º 56.
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183) NA/Arellano03-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de las Musas, Arellano (Navarra). —— S. i d.C. (?)
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación de un feto de cinco o seis meses en muy mal estado de conservación, sin conexión anatómica de los huesos. Presenta como ajuar una cuenta de pasta vítrea de 1,8 cm, de color verde azulado, gallonada y realizada a molde, fechada en época flavia.
OBSERVACIONES La inhumación se halló en el interior del fumarium, estancia donde se envejecía el vino artificialmente por medio del calor y del humo y donde se ponía la leña a secar. Esta ubicación hace pensar que corresponde a la fase más antigua de la villa, en torno al s. i d.C. La colocación, junto a un muro de la estancia, seguiría una tradición prerromana de ubicar las tumbas infantiles junto a las paredes del edificio como símbolo de protección (M.ª A. Mezquíriz y M.ª I. Tabar, 2007: 167).
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DOCUMENTACIÓN GRÁFICA Fig. 2. Cuenta de collar de pasta vítrea que formaba parte del ajuar.
BIBLIOGRAFÍA M.ª A. Mezquíriz, 2003: 75, 78, 311, n.º 7; M.ª A. Mezquíriz y M.ª I. Tabar, 2007: 167; A. Sevilla, 2010-2011: 203, n. 13.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M.ª A. Mezquíriz y M.ª I. Tabar, 2007: 166; Fig. 2. M.ª A. Mezquíriz, 2003: 83, n.º 57.
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184) NA/Arellano04-O. Enterramiento infantil PROCEDENCIA UBICACIÓN ACTUAL CRONOLOGÍA
Villa de las Musas, Arellano (Navarra). —— ——
Fig. 1
DESCRIPCIÓN Inhumación de un varón (?) recién nacido, del que se conservan las extremidades, la pelvis y los omoplatos, así como restos de las manos. Colocado sobre un pequeño lecho de losetas. Carece de ajuar.
OBSERVACIONES Hallado al este de la villa, en un nivel estratigráfico anterior al de los otros dos enterramientos infantiles documentados en Arellano (NA/Arellano02-O y NA/Arellano03-O).
BIBLIOGRAFÍA M.ª A. Mezquíriz, 2003: 311, n.º 85; M.ª A. Mezquíriz y M.ª I. Tabar, 2007: 167; A. Sevilla, 2010-2011: 203, n. 13.
CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES Fig. 1. M.ª A. Mezquíriz y M.ª I. Tabar, 2007: 166.
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VALORACIÓN
Los testimonios de culto recopilados en este apéndice proceden en su mayoría de la provincia Tarraconense —diecinueve frente a tres de la Bética—, de manera que se mantiene la tendencia del corpus general a una mayor densidad de evidencias de culto doméstico en esta provincia. Los hallazgos aportan alguna novedad interesante al panorama general de ambas provincias. En la Bética, mientras que todos los testimonios del catálogo general son estrictamente urbanos, la escultura de Príapo y el árula arriba analizados4 proceden de un mismo contexto de villa en el entorno de Aurgi (Jaén); ambos testimonios de culto abren la puerta, por tanto, para llenar el vacío que tenemos en la Bética sobre el culto doméstico en villas y en ámbito rural. También los restos arqueológicos procedentes de la Tarraconense completan el panorama general de la provincia, pues aportan nuevos testimonios en zonas donde no había aún ninguno, como los actuales País Vasco5 y Albacete.6 Estos nuevos testimonios contribuyen, por tanto, a completar el mapa de dispersión de evidencias de culto doméstico en las provincias Bética y Tarraconense, especialmente en algunas zonas donde eran especialmente escasas, como el norte peninsular.7 Por lo que respecta a la cronología de los hallazgos, en los casos en los que se conoce no presenta novedades respecto al panorama general presentado en el capítulo V. Sí resulta reseñable que el sacrarium de la Villa del Puente de la Olmilla añade un caso más al conjunto pequeño pero significativo de lararios de época tardorromana. En cuanto a los tipos de testimonios recopilados en este apéndice, contamos con estructuras, esculturas, aras y árulas, enterramientos infantiles y depósitos votivos. Las estructuras son dos, el mencionado sacrarium procedente de la Villa de Puente de la Olmilla, en Albaladejo (Ciudad Real), y otra indefinida de la Villa dels Ametllers (Tossa de Mar, Gerona), posiblemente un pedestal para una imagen de culto, la parte inferior de un altar o el podium de una aedicula.8 Ambas se encuentran en zonas nobles de la vivienda, en el peristilo el primero y en un jardín el segundo. Ninguna de las dos estructuras presenta materiales asociados que tengan valor como indicadores de culto, razón por la cual la identificación no es totalmente segura, si bien en ambos casos existen elementos que la apoyan: la forma y las dimensiones de la planta, así como la decoración pavimental, en el caso de Puente de la Olmilla, y las características formales y, especialmente, la ubicación en el caso de Els Ametllers.
4 5 6 7 8
Véanse los registros JA/Aurgi01-M y JA/Aurgi02-M. Véase AV/Ermitas01-O y AV/Veleia01-O. Véase AB/Libisosa01-O a AB/Libisosa05-O. Véase la Fig. 3 en el capítulo V. Véanse los registros CI/Olmilla01-E y GE/Ametllers01-E.
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El sacrarium de Puente de la Olmilla presenta un tipo de planta no muy frecuente para este tipo de lararios, pero documentado en otros casos, hispanos y no.9 Por dimensiones se encuadra en el grupo de los sacraria medianos, siendo por el momento el único dentro de este rango de dimensiones en las provincias analizadas. Destaca también en este panorama peninsular por conservar uno de los pavimentos más ricos en este tipo de habitaciones. El basamento de Els Ametllers hace de nuevo referencia a la asociación de espacios de culto, especialmente sacraria, con el agua y las salas de banquete, que se analiza en el apartado 5 del capítulo VI. Como en la Casa de Octavio Quartio en Pompeya, la presencia de un elemento religioso (imagen de culto o larario) en Els Amatllers subraya ese vínculo de significado especial entre estos tres elementos como componentes de un mismo mensaje simbólico. Por lo que respecta a las esculturas, dos más se unen al conjunto de imágenes de culto doméstico recogidas en el catálogo general. Ambas proceden del territorio de la Bética, donde hasta el momento no habíamos documentado ninguna con cierta seguridad. Ambas están realizadas además en mármol blanco. Se trata de una representación de Príapo procedente de la Villa del Cortijo de los Robles, junto a Aurgi (Jaén), y de otra figura hallada en un contexto doméstico y artesanal de Iliberri (Granada), de dudosa identificación, posiblemente un erote o un Sileno.10 Ninguna de las dos procede de un contexto de larario, pero sus características formales e iconográficas, así como su lugar de procedencia, animan como en otros casos a proponer un uso religioso. En ambos casos, se trata de divinidades y personajes nuevos que se añaden al elenco de los veneradas en las viviendas hispanorromanas, ambos de tradición romana. Las aras y árulas nuevas son seis, todas ellas anepigráficas, una procedente de la Bética y el resto de la Tarraconense. Precisamente la bética presenta la peculiaridad de ser geminada y de haber servido seguramente como pedestal para dos pequeñas imágenes de culto, tal y como indican los orificios en la parte superior.11 La colocación de esculturas sobre aras es una posibilidad que se baraja también para otras piezas recogidas en el catálogo general,12 por lo que la combinación de ara e imagen de culto no parece infrecuente, si bien por el momento en ningún caso se han encontrado las posibles esculturas asociadas. Por otro lado, en todos los demás casos en los que se propone esta asociación, las aras presentan inscripciones, por lo que la de la Villa del Cortijo de los Robles es la única anepigráfica por el momento. En todos los casos salvo en uno desconocemos el lugar exacto del que proceden estas aras dentro de la unidad doméstica. La excepción es el árula procedente de la estancia 2 de la Casa de C. Iulius Sylvanus,13 en Segóbriga (Saelices, Cuenca). Dicha estancia es adyacente a la interpretada como el sacrarium de la casa, dedicado a Zeus Megistos, por lo que no es el único testimonio de culto doméstico de la vivienda. De hecho, el volumen de estos testimonios es llamativo en Segóbriga —un sacrarium y cuatro aras, una
9 Véanse paralelos en las p. 248 del capítulo V. 10 Véanse las referencias GR/Iliberri02-M y JA/Aurgi01-M. 11 Véase el registro JA/Obulco01-M. 12 Véanse los registros SE/Italica03-I; CR/Nogueira01-I; CU/Quintanares01-I; TA/Tarraco07-I. 13 Véase el registro CU/Segobriga03-M.
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de ellas con epígrafe— si se tiene en cuenta que apenas han aparecido viviendas por el momento en la ciudad. Por lo que se refiere a la forma, según la tipología que hemos establecido (vid. Fig. 165 del cap. V) el árula de la Casa de C. Iulius Sylvanus y la de la casa tardorromana en Segóbriga responden al tipo I, del cual sería una variante peculiar por la forma del cuerpo y por el remate el ara de la Villa de La Raya (San Pedro del Pinatar, Murcia); el árula de Jaén es del tipo II; el ara procedente también de la casa tardorromana al oeste del Foro en Segóbriga podría pertenecer al tipo I o II, y finalmente del árula de la Villa de los Cantos no contamos con información suficiente para identificarla con ningún tipo. Pero el grupo más abultado de nuevos testimonios recopilados es el de los enterramientos infantiles, de los que hemos recopilado diez nuevos casos, todos ellos en la Tarraconense, por lo que se mantiene el hallazgo de este tipo de evidencias de culto casi exclusivamente en este territorio.14 Sin embargo, los enterramientos de Libisosa15 (Lezuza, Albacete) rompen con la concentración que hasta ahora se producía en el norte y noreste peninsular.16 Este nuevo grupo de testimonios confirma lo arraigada y extendida que estaba esta práctica ritual doméstica en Hispania, pues por el momento es una de las más numerosas documentadas. Por lo que respecta a la ubicación, es interesante la identificación realizada en la Domus de Pompeia Valentina (Iruña-Veleia, Álava) de las habitaciones donde se han encontrado enterramientos infantiles con espacios femeninos.17 Las características de estos enterramientos coinciden en términos generales con las referidas para los recogidos en el catálogo general (vid. pp. 346-347 del capítulo V). Todos son inhumaciones, mayoritariamente individuales y de neonatos o fetos a término. Se depositaron directamente sobre el terreno o en fosas sencillas, solo en algún caso revestidas con lajas o piedras. Únicamente algunos de los enterramientos de la Villa de las Musas en Arellano (Navarra) presentan ajuar. Finalmente, se han documentado dos depósitos votivos en Águilas (Murcia).18 Se trata, por tanto, de los testimonios más meridionales de este tipo de evidencia de culto doméstico documentados por el momento. En ambos casos parecen ser ritos de fundación realizados con jarras depositadas bajo las casas. Las ofrendas halladas en su interior son vegetales carbonizados en un caso y un huevo en otro. Precisamente esta última ofrenda resulta frecuente en los depósitos votivos hallados en villas de la zona de Cataluña, aunque también se da un caso similar en Caesaraugusta (Zaragoza), que coincide con el de Águilas en su procedencia de un contexto urbano.19 Las ofrendas de vegetales quemados, por su parte, son una novedad en el catálogo de depósitos votivos que aquí recogemos.
14 Recordamos que en la Bética se ha documentado únicamente uno en Celti (Peñaflor, Sevilla). Véase el registro SE/Celti01-O. 15 Véase AB/Libisosa01-O a AB/Libisosa05-O. 16 Véase la Fig. 224 en el capítulo V. 17 Véase el registro AV/Veleia01-O. 18 Véanse los registros MU/Aguilas01-O y MU/Aguilas02-O. 19 Sobre estos depósitos votivos y el significado del huevo como ofrenda, véanse las pp. 353-357 del capítulo V.
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En conjunto, estos nuevos testimonios amplían y enriquecen el panorama ofrecido por los presentados en el catálogo general, con novedades señaladas como la procedencia de algunos del ámbito rural bético o la documentación de nuevas divinidades veneradas en las casas hispanorromanas. Se añaden también matices y nuevos casos que complementan aspectos ya tratados, como la relación del culto doméstico con el agua y los triclinia. Estas y otras evidencias de culto que seguro se irán añadiendo con el tiempo a las presentadas aquí contribuirán a la mejor comprensión de esta forma de culto privada pero a la vez con tantas ramificaciones y conexiones con muchos otros aspectos de la sociedad hispanorromana y permitirán avanzar —completando, matizando e corrigiendo cuando sea necesario— las cuestiones que presentamos en este trabajo.
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ISBN 978-84-00-09790-5