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Spanish; Castilian Pages 278 Year 2007
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BIBLIOTECA ÁUREA HISPÁNICA Universidad de Navarra Editorial Iberoamericana
Dirección de Ignacio Arellano, con la colaboración de Christoph Strosetzki y Marc Vitse. Secretario ejecutivo: Juan M. Escudero.
Biblioteca Áurea Hispánica, 42
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ACADEMIA BURLESCA QUE SE HIZO EN BUEN RETIRO A LA MAJESTAD DE FILIPO CUARTO EL GRANDE AÑO DE 1637
EDICIÓN CRÍTICA, PRÓLOGO Y NOTAS DE M. TERESA JULIO
Universidad de Navarra • Iberoamericana • Vervuert • 2007
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Bibliographic information published by Die Deutsche Bibliothek Die Deutsche Bibliothek lists this publication in the Deutsche Nationalbibliografie; detailed bibliographic data are available on the Internet at http://dnb.ddb.de.
Agradecemos a la Fundación Universitaria de Navarra su ayuda en los proyectos de investigación del GRISO a los cuales pertenece esta publicación.
Agradecemos al Banco Santander Central Hispano la colaboración para la edición de este libro.
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A Ramon, cuyo sentido del humor se equipara, si no supera, al de los mejores ingenios de la Corte.
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Si en Academia alguna te hallares, donde, ya por costumbres recibida, algún señor presida, obedece el asunto, y no repares en que sátira sea; que, como se usa allí de impersonales, ya pintando una vieja, ya una fea, un miserable, un calvo, un antojado, y en esta acción lucida no se tira a ventana conocida, puedes, sin que tu pluma desmerezca, decir cuanto al ingenio se te ofrezca. Con esto vivirás quieto y seguro, perdona Fabio, que tu bien procuro, y como verdadero y fiel amigo, lo que yo hiciera, te aconsejo y digo. Álvaro Cubillo de Aragón, «Carta que escribió el autor a un amigo suyo nuevo en la corte», El enano de las musas, Madrid, María de Quiñones, 1654.
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ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN ........................................................................ 11 1. Las fiestas de 1637 .............................................................. 11 1.1 Algunos datos históricos.............................................. 12 1.2 Programa de fiestas .................................................... 16 2. Certamen literario: Academia en honor de Felipe IV.......... 24 2.1 Estructura de la Academia burlesca ............................ 26 2.2 Noticias bibliográficas ................................................ 31 II. ACADEMIA
BURLESCA ................................................................
III. APÉNDICE I: RELACIÓN
DE PREMIOS..........................................
IV. APÉNDICE II: RELACIÓN
DE NOMBRES PROPIOS
V. ABREVIATURAS Y
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BIBLIOGRAFÍA ..................................................
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1. Las fiestas de 1637 Caía la noche del 15 de febrero de 1637 cuando el rey Felipe IV y parte de su séquito salían de casa del banquero genovés Carlos Strata para participar en la mascarada nocturna con que se iniciaban las fiestas más espléndidas de su reinado. No se escatimaron medios para honrar, como se merecían, a la princesa de Carignan y a Fernando III. Durante diez días la corte se convirtió en un hervidero de gentes de todos los tipos y estamentos sociales: reyes, condes, duques, validos, diplomáticos, poetas y poetastros, tramoyistas, cómicos, caballeros de las diversas órdenes, tahúres, barberos, pícaros, médicos renegados y un sinfín de mortales se pasearon por el Buen Retiro para admirar con sorpresa las atrevidas escenografías de Cosme Lotti, el lujoso vestuario de las damas de alcurnia, las comedias de los ingenios de la corte, la esplendidez de los banquetes con que obsequiaba nuestra señora la reina a sus invitados, las bizarrías de los nobles ante los toros, las habilidades de los caballeros para con el estafermo, las cañas o la sortija, y ¿por qué no? para galantear a cuantas doncellas se cruzaran al paso. La corte se vestía de largo y la Cuaresma se acercaba. Nada mejor que enterrar bien la sardina, y hacerlo a lo grande.
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1.1 Algunos datos históricos1 Tradicionalmente se ha considerado que el motivo que propició las fiestas de 1637 fue la llegada a España de la princesa de Carignan y el nombramiento de Fernando III como Rey de Romanos. Pero ¿quiénes fueron estos dos personajes históricos que merecieron tales agasajos? Quizás convenga dar unas breves notas sobre ellos para entender la importancia histórica y política de un evento en el que se derrocharon grandes sumas de dinero, dato, por cierto, no siempre puesto de relieve por muchos historiadores. El 16 de noviembre de 1636 hacía su entrada en la corte española María de Borbón, Princesa de Carignan, casada con el príncipe Tomás de Saboya, primo del rey y capitán de los ejércitos en Flandes. Un mes y medio más tarde, el 29 de diciembre de 1636, Fernando III (1608-1657), futuro rey de Hungría y esposo de la infanta doña María, hermana de Felipe IV, fue nombrado oficialmente sucesor de su padre, el ya enfermo rey Fernando II, al trono del Sacro Imperio Romano Germánico2. Morel-Fatio considera que este nombramiento no fue más que una excusa para celebrar unas magníficas fiestas, tan del gusto del rey3: Cette élection, d’une assez médiocre importance au point de vue espagnol, fut annoncée à Madrid par un envoyé spécial, D. Felipe Manuel Velez Ladron de Guevara, fils du cinquième comte de Oñate, ambassadeur à Vienne, et reçue par le Roi et son entourage avec des démostrations d’allégresse plus ou moins affectées; mais la nouvelle était heureuse et par conséquent pouvait servir de prétexte à de longues réjouissances publiques et à un vaste déploiment des ces riches parades et mascarades, de ces grandes représentations thêàtrales, si goûtées de ce prince et si recherchées par le tout-puissant valido, qui connaissait bien le côté faible de son pupille et le parti qu’il pouvait tirer de ces heures de dissipation.
1 Esta introducción es una versión ampliada y corregida de algunas notas incompletas o inexactas que apunté en Julio, 2004. 2 No obstante, la corte española no conoció la noticia de forma oficial hasta el 13 de enero. Justamente, el 16 de febrero de 1637, segundo día de los festejos, llegó «un correo del emperador con aviso de la coronación del Rey de Romanos» (MHE, 1862, p. 42). En la Academia, de la que me ocupo después, se leyó un romance de ochenta versos dedicado a los detractores de dicho nombramiento (Asunto 18, XLIII). 3 Ver Morel-Fatio, 1878, p. 607.
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No creo que el nombramiento de Fernando III fuera tan fútil, como tampoco lo fue el recibimiento que se rindió a doña María de Borbón. Detrás de todo ello se ocultaban poderosas razones políticas para la causa española. En 1635 España había declarado la guerra abierta a Francia. El conde-duque de Olivares empezaba a tener serios problemas y le interesaba estrechar y afianzar los pocos lazos que le quedaban en Europa. Con los festejos en honor de Fernando III, Olivares celebraba la llegada del nuevo emperador con un único objetivo: poder contar con la misma confianza y protección que le había proporcionado su antecesor en el trono. Presente estaba en la mente de todos la victoria de Nördlingen (en 1634), gracias al respaldo que el rey Fernando II de Hungría dio al cardenal-infante don Fe rnando4. Y la elección de Fernando III como Rey de Romanos no fue nada fácil. No se trataba de una simple cuestión sucesoria: la decisión correspondía al consejo imperial (formado por un colegio de electores), que en 1630 rechazó por primera vez la propuesta de Fernando II de que su hijo mayor le sucediera como emperador5. Ello supuso un duro revés para la monarquía española, que vio peligrar el título imperial y, por ende, el poder de los Habsburgo6. Con el nombramiento de Fernando III, España se aseguraba continuar en la contienda internacional y contar
4 La batalla de Nördlingen (6 de septiembre de 1634) fue especialmente significativa para situación española. Las tropas de Felipe IV, con el cardenal-infante don Fernando de Austria a la cabeza, derrotaron a los suecos y los sajones, comandados por Gustav Horn y B. de Sajonia-Weimar. La victoria no sólo reafirmó el poderío español, sino que desintegró al ejército sueco, destruyó la coalición protestante y puso en manos católicas el control del sur de Alemania (Martín Sanz, 1997, p. 143). Existe una completa relación publicada en Barcelona en 1634 por Pedro Lacavallería: Relación de la batalla de Nördlingen. La repercusión literaria de este acontecimiento histórico tuvo como frutos La victoria de Nördlingen y el infante en Alemania de Antonio Castillo Solórzano, Los dos Fernandos de Austria de Antonio Coello y El primer blasón de Austria de Calderón, entre otras. Sobre este tema ver Rull y Torres, 1981. 5 Ver Martín Sanz, 1997, pp. 41-42. 6 Quizás convenga recordar que al morir el emperador Matías, sin descendientes, el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico correspondía por derecho sucesorio al monarca español Felipe III, quien renunció en favor de Fernando II a cambio de las posesiones y los privilegios que quedan consignados en el Tratado de Gratz (1617).
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con un apoyo imperial que se justificaba por razones políticas e incluso religiosas, pero también familiares, puesto que la casa real española y la austriaca formaban las dos grandes ramas de los Habsburgo. Esos contactos bilaterales entre Madrid y Viena que arrancan de la «defenestración de Praga» en 1618, cuando Felipe III presta su ayuda al entonces emperador Matías, rey de Hungría, se mantienen hasta 1648, momento en que Fernando III firma la paz de Westfalia con Francia y Suecia, países de larga tradición antihabsburguista. Por su parte, los honores a la princesa de Carignan no fueron en absoluto desinteresados. La llegada a Barcelona de doña María de Borbón con sus hijos se produjo el 26 de julio de 1636, si bien no alcanzó la corte hasta mediados de noviembre7. A su llegada ya se le habían rendido las pleitesías que correspondían a los nobles extranjeros, pero se aprovechó el nombramiento de Fernando III para darle mayor protagonismo. ¿Qué interés podía tener la casa real, y en especial Olivares, por esta mujer de ascendencia francesa? La razón es obvia: su marido, el príncipe Tomás de Saboya. El conde-duque codiciaba ese peón en su partida. Por un lado, le permitía controlar una parte de la casa de Saboya, que a la sazón se mostraba favorable al trono francés, pues Víctor Amadeo I, hermano de Tomás de Saboya y primo de Felipe IV, influido por su esposa Cristina de Francia, hermana de Luis XIII, había apostado por el cardenal Richelieu8. Con ese enlace, que a España se le había escapado de las manos, la monarquía se había ganado un enemigo nada desdeñable. Por otro lado, desde abril de 1634 Tomás de Saboya se había puesto al servicio del rey en Flandes. Su adhesión a la causa española significó mucho para la corona, ya que los ejércitos españoles se encontraban un tanto desamparados desde que la muerte había cercado a sus principales estrategas, Spínola, el duque de Feria y el marqués de Aytona. Además, el cardenal-infante comenzaba a encontrarse peli-
7
Sobre la llegada de la princesa de Carignan y los honores que se le tributaron véase la primera parte de la relación de Sánchez de Espejo (1637): «Discurso primero. De la entrada en estos reinos de la señora princesa de Cariñán, mujer del príncipe Tomás, atenciones y recibimientos y agasajos que la hizo la majestad del rey nuestro señor Felipe IIII, el Grande». 8 Ver Cotarelo, 1911, p. 43.
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grosamente aislado9. La experiencia y competencia profesional del príncipe de Saboya suponía cierto respiro. No obstante, el altruismo no guió los intereses de este capitán militar que a cambio de su momentánea fidelidad consiguió dejar bien situados a sus hijos, «nombrando al segundo de los varones gran prior de la Orden de San Juan y concediendo al otro buena suma de ducados de renta»10. La historia lo haría cambiar de rumbo y acabó sus días enfrentándose a los Austrias. A estos dos motivos justificables desde el punto de vista político, cabe añadir una razón, mucho más maliciosa, que sale de la pluma del anónimo autor de Noticias de Madrid, quien afirma que el lujo y el despilfarro de las fiestas del 37 pretendían demostrar al cardenal Richelieu, que por aquel entonces empezaba a tener problemas con el rey y sus súbditos, que las arcas españolas no estaban tan vacías como difundían algunos malévolos y lenguaraces: Dicen los discursistas que tan grande acción ha tenido otro fin que el de recreación y pasatiempo y que fue también ostentación para que el cardenal de Richelieu, nuestro amigo, sepa que aún hay dinero en el mundo que gastar y con que castigar a su rey11.
La proximidad de la Cuaresma, el consiguiente cierre de teatros y la prohibición de diversiones públicas bien pudo ser también un buen motivo para acrecentar las ansias de jolgorio. Sea cual sea el verdadero motivo —y quizás no haya uno solo, sino que el resultado sea la suma de todos ellos—, lo cierto es que en febrero de 1637 se celebraron las fiestas más espléndidas del reinado de Felipe IV. El lugar de encuentro fue el Prado Alto de San Jerónimo, cerca del Buen Retiro, en un terreno especialmente habilitado para las justas y los torneos que se habían programado12. Las fiestas comenzaron el domingo 15 de febrero y duraron diez días, hasta el martes 24 de febrero13. En ellas hubo mascarada noctur-
9 Ver
Elliott, 1991, p. 495. Cotarelo, 1911, p. 44. 11 MHE, 1962, p. 65, n. 1. 12 Ver Elliott, 1991, p. 511. 13 Los historiadores y cronistas se ajustan más o menos a esas fechas aunque se detectan algunas imprecisiones. Mientras Morel-Fatio (1878) apunta como fechas del 10 Ver
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na, mojigangas, entremeses, comedias, bailes, meriendas, pantomimas, toros, sortija, estafermo, conciertos y un certamen poético en el que se puso a prueba el ingenio de los poetas de la corte.
1.2 Programa de fiestas Para reconstruir las magnificentísimas fiestas con que el monarca Felipe IV agasajó a sus honorables invitados tenemos que acercarnos al centro de Madrid y abrir las puertas del Palacio de Híjar, morada de Carlos Strata, el anochecer del domingo 15 de febrero de 163714. De allí salió el rey, junto con su valido el conde-duque de Olivares, vestido con riquísimos terciopelos y lujosísimos aderezos —según cuentan las relaciones—, para incorporarse al desfile que desembocó en la puerta del Real Convento de San Jerónimo. La amplia calle, flanqueada por dos hileras de luminarias encendidas, dejaba paso a una procesión profana encabezada por ocho tambores y cuatro trompetas, todos ellos a caballo, un nutrido grupo de chirimías y quince cuadrillas de doce caballeros15 cada una, a las que se unió la de su majestad16: Todas [las cuadrillas] conformes en los vestidos de terciopelo negro, bordados de hilo de plata blanco, tocados, plumas y jaeces de las mismas colores, puestos todos en vistosos caballos de dos en dos, en la Carrera
15 al 25 de febrero (lo que significaría que las fiestas duraron once días), el P. Sebastián González en carta al P. Rafael Pereyra, de la Compañía de Jesús (MHE, 1862), y Sánchez de Espejo (1637) señalan que empezaron el domingo 16 y acabaron el martes 25 de febrero.Tanto en un caso como en otro hay errores de cálculo, pues las fiestas duraron sólo diez días, de domingo a martes, ambos incluidos, y el tercer domingo de febrero de 1637 fue día 15 y el último martes, 24. 14 Este Palacio de Híjar se hallaba en la Carrera de San Jerónimo, junto al actual Congreso de los Diputados (Deleito y Piñuela, 1968, p. 61). 15 La disposición de las dieciséis cuadrillas en total era la siguiente: a la cabeza iba la del rey, seguida por las dos del conde-duque, la del condestable de Castilla, la del duque del Infantado, la del marqués del Carpio, la del duque de Pastrana, las dos del duque de Híjar, la del duque de Peñaranda, la del conde de Oropesa, la de don Luis de Haro, la del conde de Ricla, la del conde de Alba de Liste y, por último, las dos de la coronada villa de Madrid. 16 Ver Anónimo, 1926, p. 261.
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de San Jerónimo, con sus hachas de cera blanca en las manos, y con otras los seguían gran número de lacayos de la misma librea.
Y tras ellos, dos grandes carros triunfales tirados por bueyes: en el primero iba la Justicia y la Furia, representando el triunfo de la guerra; en el segundo, la Religión y España, símbolos del triunfo de la paz. Con estos carros, diseñados por el escenógrafo y tramoyista de la corte Cosme Lotti, se ponía el punto final a este desfile que llegó hasta el mismo pie del balcón en que se encontraban la reina, su hijo y la princesa de Carignan. Con esta espectacularidad, tan de gusto del monarca, comenzaban las fiestas de 1637, acompañadas del siguiente programa de entretenimientos: Domingo, 15. Máscara nocturna en la que intervino el rey. También hubo carreras, sortija y estafermo. El jesuita Sebastián González describe estos festejos en los siguientes términos: La plaza era doblado mayor que la que hay; tenía dos órdenes de balcones, unos encima de otros; cada uno hacía un aposento razonable y estaban todos divididos. Delante de los balcones bajos había tablados como se suelen hacer delante de las casas en las plazas. Delante de los tablados estaba la plaza, cercada de parapetos de madera colorada que tiraba a leonada, con mascarones de plata y frutas, con varios lazos y labores. Las ventanas de los aposentos tenían seis guarniciones de la misma color por el alto y bajo, con varios lazos y labores de plata todas uniformes. En medio del testero estaba un balcón dorado muy grande con vidrieras de cristal, donde estuvo la reina y la princesa, el príncipe y sus primos; las colgaduras para los aposentos eran de brocado, los techos de toda la plaza eran de la misma color. Estaba coronada de lampiones y linternas de vidrio, los lampiones tenían hachetas y las linternas media docena de velas de cera blanca. En cada división de aposento había una hacheta de cera blanca y otra en el aposento, a lo que correspondía. Entre lamparón y lámpara había media docena de linternas que hacían una hermosísima vista. Delante de los tablados había unos como árboles del mismo color, cercados todos de varios ramos con sus púas, y en cada una de ellas había una vela de a libra, y por remate una hacha toda de cera blanca. El color de los árboles era como el de las ventanas y parapetos. Encendiéronse todas las luces al anochecer, y estaba la plaza hecha un cielo. Salió la máscara; iban delante grande cantidad de trompetas y atabales; las libreas eran
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de blanco y negro; las de los de la máscara eran de tafetán blanco con hilillo de plata y con varias labores de flecos negros; estaban muy vistosas […]. Entraron por la parte que está al balcón de la reina; hicieron su entrada dando vuelta a la plaza y los carros quedaron junto a las vallas del estafermo; dividiéronse en cuadrillas, y corrieron haciendo varios lazos y con grande destreza hicieron varias diferencias de caracoles, todo con grande orden y concierto, y con esto se despidieron y llegaron los carros donde la reina estaba. Hubo muy buena música y representose brevemente. Acabado esto se retiraron los carros y hubo estafermo. Corrió S. M. excelentemente las lanzas y quebró tres o cuatro con grande gallardía; y fue vitoreado varias veces por todo el concurso, porque sin encarecimiento dicen fue el que mejor anduvo en todo. Quebró otras tres lanzas el de Híjar, cuatro el marqués de Torres, y así otros, que todos lo hicieron muy bien, y a Dios gracias no sucedió desgracia ninguna. S. M. se fue a desnudar a una ermita del Buen Retiro, y también el Sr. conde-duque17.
La relación es extensa, pero retrata con todo lujo de detalles el cariz de la celebración, y justifica los 300000 ducados que se gastaron, como apunta Gayangos, o quizás más, a tenor de una coplilla que corría por aquel entonces: Buenos están los faroles, la plazuela y plateado; medio millón se han gastado solamente en caracoles18.
Lunes, 16. Merienda en la ermita de San Bruno. La condesa de Olivares dispuso el festejo: Prevínola su excelencia de suntuoso teatro, en la fachada, adornado de tapicerías y alfombras, cercado de arcos de yedra el cielo y flores para sus majestades tan curiosamente compuesto que parecía imposible que el
17 Ver 18 Ver
MHE, 1862, pp. 36-38. MHE, 1862, p. 69, n. 1.
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cuidado hubiese suplido en tres días lo que era corto pensado para tres meses19.
También hubo música, una loa del licenciado Luis Quiñones de Benavente, representada por Manuel Cortizos (a cuyo cargo estaba la ermita), un veedor y un alabardero tudesco, un baile interpretado por «diez hombres con cuatro gaiteros que los guiaban, danzando al revés con manos y cabeza y castañeando con los pies»20, una comedia representada por aficionados («por hijos de vecino», al decir de la época) y una pantomima de una boda gallega. Martes, 17. Máscara de doce mujeres en la ermita de Santa Magdalena, «recopilando en tres compañías cómicas todo lo escogido de las habilidades, tramoyas, bailes, entremeses y comedias de todo el año»21. Merienda22.
19 Ver Sánchez Espejo, 1637, fol. 19r. La descripción completa de estas fiestas se encuentra en su segundo discurso: «Discurso segundo. De las fiestas que la majestad Católica del Rey nuestro señor celebró en el Real Retiro a las felicísimas nuevas de la elección y coronación de Rey de Romanos en los reyes de Hungría y Bohemia en diez días continuos que comenzaron domingo 16 hasta martes 25 de febrero». Interesante, aunque poco informativa desde el punto de vista histórico, es la relación de Ana Caro de Mallén (1951). Asimismo puede consultarse la detallada crónica que del primer día de fiestas recoge el manuscrito anónimo publicado por Mesonero Romanos (1926, pp. 259-66). Posiblemente, alguna de ellas se trate de La creación del mundo de Vélez de Guevara, según se desprende de las notas que aparecen en los Apotegmas de Pedro José Suppico de Moraes (Lisboa, 1732) y que recoge Cotarelo en su libro sobre Calderón (2001, p. 183, n. 1): «Distribuyéronse los papeles entre los poetas presentes, dando por su edad provecta, el de Padre Eterno a Luis Vélez de Guevara; el de Adán, a Calderón; el de Eva, no se dice, y el de Abel, al jovencito Moreto, que aún no llegaba a los veinte años». Es cierto que los fragmentos que recoge Suppico de Moraes presentan un carácter jocoso que poco parecido guarda con la comedia bíblica de Vélez, pero éstos parecen ser fruto de la representación espontánea entre amigos y de la improvisación, y no forman parte del texto original que hoy podemos consultar en la edición de Ziomek y White Linker. 20 Ver Sánchez Espejo, 1637, fol. 19r. 21 Ver Sánchez Espejo, 1637, fol. 20r. 22 Sólo Gayangos recoge la noticia de que el martes se representó una comedia en la ermita de San Antonio y el miércoles otra comedia en el Salón, a la que fueron invitados los frailes de San Jerónimo y de Atocha (MHE, 1862, p. 66, n. 1). No se da ninguna información sobre títulos, autores o representantes.
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Miércoles, 18. Música del Almirante de Castilla, del Príncipe de Esquilache y de Vicente Suárez en la ermita de San Isidro. Los reyes y su cortejo atravesaron el Manzanares en barcos dorados. La fiesta corrió a cargo de la condesa de Olivares. Merienda. Jueves, 19. Toros en la plaza nueva del Buen Retiro a costa de la Villa. Desfile de la guardia tudesca y de la guardia española. Lidiaron las reses don Antonio Miñano, don Rodrigo de Insúa y don Francisco de Luzón y Guzmán, caballeros de la orden de Santiago; don Diego Ordóñez de Lara y don Francisco Montes de Oca, caballerizos del conde-duque; don Bernardino de Ayala, hijo del conde de Villalba; don Pedro Mesía de Tovar, caballero de la orden de Alcántara; don Luis Trejo, de la orden de Santiago, el conde de Molina y don Diego Carrillo23. Viernes, 20. Certamen poético de asuntos burlescos, en el que participaron la mayor parte de los poetas de la corte24. Sobre él dice Sánchez de Espejo25: Viernes se dedicó al ingenio, en un certamen literario con diferentes asuntos de gracejo y diversos chistes muy entretenidos, escribieron casi todos los ingenios de Madrid; siendo tan excelentes y singulares, quién duda sería lo más que en su género se ha visto, pues mereció el aplauso del rey, nuestro señor, y aclamación de todos [...] Oró el insigne presidente con tan entendidas chanzas, que faltándoles maliciosa salsa les sobró sazonado gusto, vistiendo cada una de adulación graciosa. Repartiose el vejamen entre el secretario y don Francisco de Rojas, ambos ingenios raros, y discurrieron en él tan delgadamente que fue pasmo, y no es posible pensar más.
23 En esta época el toreo no era un oficio reglamentado, más bien se entendía como un ejercicio en el que los caballeros mostraban su destreza en la equitación y en el manejo de las armas (Deleito y Piñuela, 1988, p. 108). No sorprende, pues, que los rejoneadores salieran de las cuatro órdenes militares y de las Reales Maestranzas de Caballería. 24 Según Cotarelo, la entrega de premios se celebró al día siguiente (1911, p. 50). No he podido contrastar esta información en ninguna de las relaciones consultadas. 25 1637, fols. 22v-23r.
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Sábado, 21. Entretenimientos de palos ensebados o cucañas y juegos de Carnestolendas y apedreamientos de las damas con huevos de olor26. Domingo, 22. Mojiganga y bailes27. Comedia de Luis Vélez de Guevara, representada por la compañía de Alonso de Olmedo. Sobre las mojigangas del domingo de Carnestolendas, Sánchez Espejo señala28: Celebrose en la plaza vulgar de El Buen Retiro, donde se hizo un medio coliseo, con un cuadrado teatro, dejando palenque capaz para que pasasen las mojigangas, que fueron cuatro y estuvieron a cargo, la primera de don Jerónimo de Villanueva, del Consejo de Guerra, Secretario del de Estado, Protonotario de Aragón, con quien despacha su majestad y de quien fía las materias graves. La segunda de don Pedro Valle de la Cerda, del hábito de Calatrava , de los Consejos de Hacienda y Cruzada y Canciller de ella. La tercera, de don Fernando Ruiz de Contreras, del hábito de Santiago, Secretario de los Consejos de Guerra y de Indias, y Pedro Coloma del hábito de Santiago, Secretario de su majestad en el de la Guerra la parte de la mar. La cuarta, de Diego Suárez, del hábito de Christo y Secretario del Consejo de Estado de la Corona de Portugal […] Cada cuadrilla traía su carro, el uno a modo de galera, cuyos remeros, grumetes, contramaestre y oficiales traían diferentes instrumentos músicos catalanes, que hizo traer para este efecto y costeó mucho tiempo el Protonotario. El otro aludía a aquella fábula de Venus, a quien Vulcano a fuerza de fragua y penoso yunque pretendía ablandar el corazón. El que se sigue en forma ovada, era asiento de doce indios bien figurados, a su usanza y su emperador más preeminente y en una banderola circular, pendiente de un asta, que traía un cacique retratando un sol, deidad de su bárbara superstición. El último era adornado de yedras y dentro una gallofa de portugueses con cuatro mujeres chinas, excelentes músicas que iban cantando con diversos instrumentos de alegría.
Lunes, 23. Se corren alcancías y toros. La compañía de Tomás Fernández Cabrero representa El robo de las sabinas de Francisco de Rojas 26
El apedreamiento con huevos de olor era una de las muchas chanzas que se practicaban en Carnaval. Estas y otras costumbres de la época recoge Zabaleta en «El domingo de Carnestolendas por la tarde» (1983, pp. 445-59, cap. XI). 27 Cotarelo (1911) y Deleito y Piñuela (1988) coinciden en señalar que era la primera vez que se representaba una mojiganga. 28 1637, fols. 28r-v.
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Zorrilla y de Juan y Antonio Coello, sazonándola con su loa, bailes y entremés. Martes, 24. Mojiganga y representación de la hoy desconocida comedia de Calderón Don Quijote de la Mancha, por la compañía de Pedro de la Rosa, que contaba con Francisco Velasco (galán), Ana Fajardo (dama), Pedro Sánchez Vaquero (barba) y con el gracioso más popular del teatro español, Cosme Pérez, más conocido como Juan Rana29. Sobre la mojiganga del martes dice el cronista Gayangos: Martes de Carnestolendas salió la mojiganga de la villa, que en diversidad de trajes y personas, emblemas y hieroglíficos, sobrepujó a la otra, aunque no quizá en el gasto. Estaba dividida en diferentes cuadrillas, y como en la procesión de Semana Santa hay pasos, habíalos también en esta; mezclándose lo divino con lo humano, si bien todo lo permitía el tiempo. Traían todos sus máscaras, encubriendo con ellas su borrachera; sus motes y divisas fueron agudas y algunas con gran aire satírico, como la de la cuadrilla de los escribanos, cuyo letrero decía: Todos los de esta cuadrilla son los gatos de la Villa30. Las demás cuadrillas traían también letreros que, como de paso, no se pudieron reconocer, pero la de los portugueses no quise perder nada de su gravedad, siendo su traje muy grande y autorizado, y en lugar de las coplas que los demás traían les precedía un niño muy hermoso sin máscara, que en lugar de divisa llevaba las armas de aquel nobilísimo reino. Entre las demás figuras había uno vestido de pieles de carnero, el pelo adentro y decía su letrero: Sisas, alcabalas y papel sellado me tienen desollado. Otro traía muchos hábitos y cruces de las órdenes, y decía el letrero: «Estas se venden», y no causó poca risa ver a uno con su bonete en tra-
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De los datos que proporciona Oehrlein (1993), durante la temporada teatral de 1636-1637 también formaron parte de la compañía de Pedro de la Rosa los siguientes representantes: Francisca Flores, Isabel de Góngora, Gaspar Rodríguez, Jusepa Román, Francisco de San Miguel, Águeda Valenciano, Francisco Valenciano, Juan Vivas y el músico Juan Ponce de León. 30 Se refiere a la plazuela de la Villa, donde estaban los juzgados.
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je de teatino que iba huyendo, y tras él corriendo el demonio, a modo de los que pintan del infierno, con el letrero: Voy corriendo por la posta tras el padre Salazar, y juro a Dios y a esta cruz que no le puedo alcanzar. A muchos ha parecido demasiada libertad la de un borrachón que teniendo en la mano un cuerno (el mayor que he visto en mi vida) y un cántaro de agua en la otra, que había echado en el cuerno, y la bebía diciendo a voces: «Nadie diga de esta agua no beberé», y lo repitió delante de S. M. y de las damas. No cuento nada de los demás que salieron a esta fiesta vestidos de cardenales, echando bendiciones y otras cosas, porque dicen que la Inquisición ha reparado en ello, y no se atrevió a salir el que había hecho un vestido de papel sellado por parecer demasía. Siguieron los carros; los dos primeros fueron los de la basura llenos de esportillos y pícaros, que con campanas y cascabeles, sartenes y almireces hacían un grandísimo ruido.Venía después otro en que se reconocía una cama de campo con un borrico en ella, asido de frailes que le ayudaban a bien morir y de médicos que, mirando la orina en los orinales, la bebían porque era vino y brindaban a los frailes que hacían la razón y fáltame ahora la memoria para contar las demás de esas circunstancias. Habiendo todos pasado procesionalmente delante de SS. MM., que lo miraron con atención y gusto, subieron las cuadrillas al cadalso y en él bailaron todas, la una en pos de la otra; la de los portugueses, que era de seis hombres con sus mujeres, fue muy buena, habiendo primeramente el niño recitado con mucha gracia una loa; las demás danzas fueron a lo flamenco, a lo vizcaíno, a lo catalán, a lo castellano y a lo gitano31.
Tras esta mojiganga y la representación de la comedia de Calderón, se puso fin a las fiestas del 37. Se entraba de lleno en la Cuaresma, los teatros cerraban sus puertas y las compañías aprovechaban para reorganizarse y empezar la nueva temporada teatral.
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MHE, 1862, pp. 67-69, n. 1.
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2. Certamen literario: academia en honor de Felipe IV La España de los Austrias se vio afectada por la fiebre de la composición literaria. Poetas consolidados y diletantes se lanzaron casi de forma compulsiva a escribir versos. Nacen así las academias de fines del xvi y xvii como reuniones literarias en los palacios y casas de los nobles para discutir sobre diversas artes. Estas academias, que solían ser más o menos estables —aunque de muy corta vida—, contaban con unos cargos fijos y unos estatutos reguladores. La Academia Imitatoria (1586), la Academia de los Humildes (1592), la Academia del Conde de Saldaña (1605 y 1611), la Academia de Madrid (1607), la Academia Selvaje (1612) o la Academia Peregrina (1623) son algunas muestras de estos encuentros madrileños. Junto a estas reuniones que se celebran con cierta regularidad, nacen las justas o certámenes literarios puntuales u ocasionales con motivo de la canonización de un santo, el traslado de una reliquia, la conmemoración de algún misterio, un cumpleaños real o la llegada a España de algún personaje ilustre. La religiosidad inicial que inspiró estos certámenes alternó con temas profanos; la devoción dejó paso al amor (en cualquiera de sus múltiples facetas) y a la crítica social o política del país; la seriedad originaria se enfrentó al humor, la jocosidad o la burla32. A este segundo grupo pertenece la Academia burlesca que se celebró en honor de Felipe IV el viernes 20 de febrero en el Buen Retiro. King33 sostiene que a este encuentro literario se le dio el nombre de «academia», porque fue una sesión extraordinaria de la Academia de Madrid, protegida en aquel entonces por Francisco de Mendoza. No existe ninguna documentación que corrobore dicha hipótesis, si bien es cierto que los contertulios que se dieron cita allí eran asiduos a las academias de la capital. El presidente del encuentro literario fue Luis Vélez de Guevara; el secretario, Alfonso de Batres y el fiscal, Rojas Zorrilla. Según King34, con anterioridad al 20 de febrero, estos tres caballeros redactaron las reglas por las que debía regirse el certamen y seleccionaron un número de jueces competentes que evaluara la calidad de las composiciones. El tribunal que se encargó de fallar los
32 Para un estudio detallado sobre las academias en el Siglo de Oro, remito a los ya clásicos trabajos de Sánchez (1961) y King (1963). 33 King, 1963, p. 93. 34 King, 1963, p. 90.
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premios estaba constituido por el Príncipe de Esquilache, don Luis de Haro, el conde de la Monclova, don Francisco de Rioja, don Francisco de Calatayud, don Gaspar Bonifaz y don Antonio de Mendoza. A pesar de la asistencia de numerosos poetas de la corte, hubo una ausencia notable: la de don Pedro Calderón de la Barca. El autor de Noticias de Madrid, comentando la academia que se preparaba, apunta: «Espérase que Luis Vélez y D. Pedro Calderón serán los que más se señalarán»35. Sin embargo, el dramaturgo madrileño no apareció o no compitió en el encuentro literario, pues nos cuesta concebir que sus creaciones no merecieran ningún elogio. Su mención en el vejamen de Rojas no es garantía de que participara activamente en las fiestas, aunque sería lo más lógico. La popularidad de Calderón era tal (dos años antes había sido nombrado dramaturgo oficial de la corte) que podía ser aludido y podía hacerse chanza de su persona o de su quehacer literario aun sin estar él presente. La Academia del 37 marcó un hito en el mundo de las academias burlescas, no tanto por la «calidad» de sus composiciones como porque todos los poemas se enmarcaron en esa línea de poesía irónica fina, alejada de la chabacanería y de la ofensa personal. No obstante, las críticas directas o indirectas que en ella se vertieron podían haber molestado a más de uno, y de hecho así parece que sucedió, pues en la academia que se celebró el año siguiente, que contó con la duquesa de Chevreuse como testigo de excepción, se piden disculpas a algunos de los personajes de la corte que se habían sentido afrentados, y se escriben asuntos como «Dando la norabuena a Calero, Covarrubias, Carbonel y Grimaldo de que ya no se burlarán con ellos; pidieron veinte coplas de un romance», desarrollado por don Román Montero en «Covarrubias, Carbonel» y por Jerónimo de Cáncer en «Albricias, mis todos cuatro»; o el asunto «Rogativas en coplas de ciego por la vida de Manuel González que es hermoso y suave comparado con otros guardadamas», defendido por don Jerónimo de Cáncer en «Invoco al sumo poder…». Esta Academia del 38 no resultó tan espléndida como su inmediata anterior36; los motivos se repiten, las referencias a la Academia del
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MHE, 1862, p. 66, n. 1. Quizás por ello no existe un manuscrito completo del texto —lo que no sucede con la del 37, que presenta varias copias, como podremos comprobar—. Lo úni36
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37 rezuman por todas partes y el mal gusto llevó a provocar no sólo incidentes graves, sino que ciertas composiciones no se leyeran, aun siendo premiadas, como sucedió con el poema de Rojas Zorrilla «Piden cuando rezan…», que se escribió a partir del asunto: «Hay indicio que las mujeres de Palacio (las mujeres, digo) alteran una cláusula al Pa d re nu e s t ro, que por decir Panem nostrum, dicen Maridum nostrum. ¿Quién ha de conocer este delito? ¿la Inquisición o la camarera mayor?»37. El toledano confiesa que «no se leyó en la academia este asunto porque pareció a los jueces mal sonante, no obstante que se me premió en primer lugar»38. Por el contrario, en la Academia del 37, los repentistas se ajustaron a las leyes, especialmente a la que decía que «los sujetos que han de escribir en ella han de ser todos en burlas decentes, sin que por ningún caso se admita picardía ni bajeza», se aceptará cualquier sujeto «como sea con decencia y donaire» y en el vejamen ha de dominar «la decencia y el decoro». 2.1 Estructura de la Academia burlesca La Academia burlesca presenta una estructura tripartita. En primer lugar aparece el preceptivo cartel de la convocatoria, a continuación se desarrolla el certamen poético propiamente y, por último, se defiende el vejamen compartido. A) Cartel En esta parte inicial se fijan los temas sobre los que se escribirá, las estrofas en que se han de componer y las reglas que regulan el certamen. Consta de: co que nos ha llegado es una versión incompleta que intentó recomponer Bergman (1975) partiendo de un fragmentario manuscrito lisboeta. 37 Incluso se corrió el falso rumor de que Rojas Zorrilla había muerto en una reyerta a raíz de las ofensas que había vertido en el certamen. Los avisos rezaban así: «24 de abril de 1638. Este sucedió la desgraciada muerte del poeta celebrado don Francisco de Rojas, alevosamente, sin que se haya podido penetrar la causa del homicidio, si bien el sentimiento público ha sido general por su mocedad»; y «22 de mayo de 1638. Ha corrido voz por la Corte que la muerte sucedida en días pasados del poeta don Francisco de Rojas trujo origen del vejamen que se hizo en el Palacio del Retiro las carnestolendas pasadas, donde quedaron algunos caballeros enfadados con el dicho» (ambos en Cotarelo, 1911, p. 61; Bergman, 1975, p. 568). 38 Ver Bergman, 1975, p. 562.
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a) El rótulo del cartel. b) Presentación de la glosa, que desarrollarán cuantos repentistas deseen. c) Presentación del enigma, que se resolverá a lo largo de dos composiciones. d) Enumeración de los temas o asuntos. e) Exposición de las leyes por las que se regirá la academia, donde se señala la naturaleza del encuentro, la relación de premios y los jueces que los otorgan. f) Oración del presidente o apertura del certamen con el soneto de Luis Vélez de Guevara. g) Desarrollo de las premáticas y ordenanzas que se han de guardar, con la correspondiente apelación al dios Apolo, dios de las musas y de la inspiración poética. Se condena expresamente el uso de voces no castellanas, el estilo empalagoso y alambicado y se exige variedad léxica y sintáctica, rehuyendo los tópicos y estructuras manidas. h) Memoriales burlescos (un total de trece), dirigidos al juez para que resuelva algún conflicto relacionado con la composición poética. i) Cédulas (seis en total) o breves avisos jocosos donde se da cuenta de una serie de irregularidades del mundo literario sobre las que se han de tomar medidas. B) El certamen poético El certamen poético consta de cuarenta y tres composiciones repartidas en dos soluciones al enigma, once glosas y dieciséis asuntos desarrollados en treinta poemas. Encabezan el certamen la «Declaración del enigma» de don Diego de Covarrubias y Leiva y la de de don Francisco de Aparicio. A continuación se transcriben las glosas de Antonio de Solís, Juan Navarro y Alfonso de Batres, que fueron galardonadas con el primer, segundo y tercer premio, respectivamente, y de modo excepcional se recogen ocho glosas más que se escribieron y que merecieron pasar a formar parte de la Academia burlesca. Insisto en lo de «excepcional», porque en principio sólo las composiciones premiadas se leen y transcriben. Tras las glosas, comienzan los poemas que tratan los asuntos que se han consignado en el cartel. Al parecer se propusieron inicialmente veintidós, aun cuando en el cartel del manuscrito que trascribimos (A) sólo quedan recogidos veinte y al final se desarrollan dieciséis. El
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orden de los asuntos es el mismo que se había expuesto, excepto el del romance-vejamen sobre la casa de Austria. En el manuscrito A aparece en última posición (en lugar de ocupar la decimosexta que le correspondía) y actúa como bisagra entre el certamen poético y el vejamen final. La tipología de los asuntos puede hacerse desde el punto de vista del contenido o de la formulación. En función del primer criterio podemos distinguir, por un lado, los que aluden a personajes populares de la época, como Grimaldo Gutiérrez, Alonso Carbonel, Diego de Covarrubias o Manuel González, donde la burla se basa en la caricaturización de algún rasgo físico, moral o psicológico conocido por todos los presentes. Por otro lado, encontramos los asuntos en que se defiende un tema gracioso, original o tópico, entendiendo por «tópico» aquel que se basa en el desarrollo de algún aspecto o personajetipo que forma parte del folklore popular. Valgan como ejemplos de ambos casos, pedir disculpas a una fea por haberla querido, intentar explicar por qué a las criadas de palacio se las llama mondongas, por qué a Judas se le pinta siempre bermejo o por qué se identifica la clase médica con los matasanos. Pero no es el único modo de clasificar los asuntos de la academia, pues si atendemos a su formulación podemos distinguir entre los temas que se presentan asertivamente y los que lo hacen disyuntivamente. La diferencia fundamental consiste en que en el primer caso el enunciado del asunto se presenta como idea única, con lo cual el repentista ha de asumir la veracidad de lo que se le propone y justificarlo (ver «Por qué las beatas no tienen unto»); en el segundo caso, el repentista puede optar por defender una de las dos premisas que se le ofrecen, por ejemplo, «¿En qué caerá primero un regidor, en la tentación o en la plaza?», con lo cual la composición adquiere tintes argumentativos, pues el poeta debe exponer las razones que considere más convincentes para defender su tesis. El no ajustarse a las leyes de la academia suponía una penalización en el premio o la supresión del mismo. Así, Antonio Coello y Pedro Méndez perdieron el primer galardón (aunque lo merecían) y tuvieron que conformarse con el segundo, por no haberse ajustado a la estrofa y a la métrica requeridas, respectivamente. Coello en el Asunto 7 compuso en romance, habiéndosele pedido liras. Y algo similar le sucedió a Méndez, que en el Asunto 12 compuso sus pies quebrados
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de cinco sílabas habiéndose pedido de cuatro39. El no entregar la composición en el tiempo indicado también suponía un castigo, pues así se deduce de la relación de premiados en el Asunto 17, donde Román Montero quedó relegado al tercer puesto «por haber dado tarde su papel». C) Vejamen A diferencia de lo que sucede en la mayoría de las academias literarias, en las que el secretario o el fiscal se encarga del vejamen final, en la Academia burlesca nos encontramos con un amplio vejamen compartido. Esta particularidad, junto con la de no enmarcarse en un sueño, confiere cierta originalidad a este ansiado colofón que pone el broche final a la fiesta40. Desde el punto de vista de la estructura, el vejamen sigue como hilo conductor la parodia de los preparativos de los festejos con que se quiere honrar a su majestad el rey Felipe IV, y en torno a él se engastan los retratos en que se ponen de relieve trazos distintivos físicos, psíquicos o morales de los participantes. En total, se alude casi a una cincuentena de personas relacionadas directa o indirectamente con la corte de Felipe IV y su época: poetas, regidores, condes, guardadamas, futuros validos, personajes públicos y privados… Todos ellos, caricaturizados con pequeños trazos, dibujan la comitiva de la fiesta. Esas imágenes se presentan como flashes sucesivos que acaban con una estrofilla jocosa (por lo general una redondilla) que resume o reafirma la burla de la que ha sido objeto el vejado. Esta estructura secuencial con protagonistas individualizados reafirma la idea de desfile que se quiere transmitir, al tiempo que conforma en sí misma la mojiganga 39 Tal vez se ajustaron los metros y estrofas más adelante, pues en la declaración inicial de los asuntos se señala que el Asunto 7 ha de ser en el verso que se quisiere y el Asunto 12 ha de desarrollarse en redondillas de pie quebrado, sin especificar el número de sílabas; no obstante, ambos poetas fueron penalizados. 40 El tan trillado recurso de convertir el vejamen en producto onírico ha llevado a Carrasco (1965) a incluir estos ejercicios académicos dentro de los escritos del «género del sueño», especialmente en la segunda mitad del xvii cuando éste ya está en decadencia. Contra esta falta de imaginación arremete Vicente Sánchez en su vejamen: «De esto infiero que el que ha de desvelarse en dar un vejamen, no ha menester dormirse, que hallar el sueño un fiscal, más que agudeza, se da a creer poltronería, pues quien durmiendo veja y quien soñando escribe, descansa blandamente por ser en colchón de pluma» (2003b, p. 85).
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que todos esperaban ver y nunca se celebró. Mojiganga que sólo el lector percibe, pues desde fuera, desde una posición privilegiada, ve cómo esos personajes, convertidos en figuras en virtud de la caricatura, se pasean ante sus ojos con la candidez de no saber que son ellos mismos lo que esperan ver. Como estipulan tácitamente las reglas que regulan los vejámenes, éste acaba con la búsqueda del beneplácito real y el perdón público por las ofensas que pueden haber provocado las chanzas. Desde el punto de vista temático, el relato de Alfonso de Batres arranca el día de la máscara. Las calles están abarrotadas. El narrador se encuentra con el «negro» Carbonel y Covarrubias, al que pide permiso para ver las fiestas en las que hay sortija, estafermo y toros. Se preparan los tablados, las lanzas y se encienden las lamparillas. Llega el conde de Montalvo y manda que se vistan de mojiganga. Surgen los primeros problemas para montar el estafermo, los participantes ensayan las caídas de los caballos. Luis Vélez y su corte de poetas componen coplillas. Los jueces del certamen se enteran de que se prepara una mojiganga, y todos desean verla. Por su parte, Francisco de Rojas Zorrilla relata el paso del carro de los poetas, «de los ingenios de la corte y palacio», que repasan sus obras. Entre ellos, Vélez con su comedia Las tres edades o Juan Mejía que lee a Antonio de Prado El Pardo a Fuencarral. Aparece Calderón probándose la cabellera de Rojas, y acepta escribir una comedia de capa y espada para su majestad. Antonio Solís prepara una olla podrida, pero con tan poca arte que ni los mismos poetas, que encarnan el hambre atrasada, la pueden catar. Don Vicente Mucio Armengol, Jerónimo de Cáncer, Luis de Belmonte, Juan Navarro de Espinosa y don Juan Coello, subidos al carro, ensayan consonantes, ante la protesta de Alonso de Lugo y Francisco de Cabreros, que reclaman un sitio. Don Antonio de Huerta martiriza a sus compañeros con su comedia La Virgen de Valvanera y Luis de Benavente huye de las beatas que lo persiguen. Pasa el carro y se repiten las lanzas y el estafermo. El marqués de Malpica anuncia que su majestad no puede ver la mojiganga y todos, desilusionados, abandonan los ensayos. Fin del relato. La calvicie de Rojas, su suciedad y la de Coello, la avanzada edad de Vélez, la poca originalidad de Mejía, la afición al juego de Méndez o la insistencia de Huerta forman parte de los comentarios graciosos del encuentro. El buen humor de los vejamistas, los tópicos que co-
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rrían por la corte, la popularidad de los personajes aludidos o las referencias coetáneas marcan el carácter festivo de este encuentro literario que sólo pretende ser un divertimento.
2.2 Noticias bibliográficas Señalo en primer lugar los manuscritos completos y ediciones, y a continuación los fragmentarios, todos ellos por orden cronológico. Manuscritos o ediciones completos A: Academia burlesca que se hizo en Buen Retiro a la Majestad de Philippo Quarto el Grande. Año de 1637. Impreso de la Biblioteca del Arsenal, Ms. 8327, R 173752. Siglo xvii, letra cursiva, 64 folios. M: Academia que se celebró en el Buen Retiro a la Majestad del Rey D. Phelipe Quarto el Grande N. S. En la villa de Madrid. Año de 1637, Obras del Dr. Juan de Salinas, Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. 10293, fols. 92v-122v. R: Academia que se celebró en el Buen Retiro a la Majestad del Rey don Phelipe Quarto el Grande N. S. En la villa de Madrid. Año de 1637, en Academia celebrada en Madrid en el Buen Retiro en el año de 1637 y otros vejámenes que se dieron en Sevilla, Biblioteca Real Academia Española, Ms. RM 6877, fols. 1r-70r. M-F: Academia burlesca que se hizo en Buen Retiro a la Majestad de Philippo Quarto el Grande. Año de 1637, ed. de Alfred Morel-Fatio, en «Académie burlesque célébré par les poétes de Madrid au Buen Retiro en 1637», en L’Espagne au XVIè et XVIIè siècle. Documents historiques et littéraires, Madrid, Heilbronn, 1888, pp. 603-67. Manuscritos o ediciones fragmentarios V: Academia burlesca en Buen Retiro a la Majestad de Filipo IV el Grande. Año de 1637, ed. de Antonio Pérez Gómez, Valencia, Tipografía Moderna, 1952. P1: «Vejamen de don Francisco de Rojas», en Diferentes papeles en prosa, Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. 12270, pp. 447-80. P2: «Oración que oró Luis Vélez en el certamen del Buen Retiro siendo presidente», «Premáticas y ordenanzas que se han de guardar en la real audiencia del Buen Retiro», «Memoriales que se dieron en la Academia» y «Cédulas que se dieron en la Academia», en Diferentes
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papeles en prosa, Biblioteca Nacional de Madrid, Ms. núm. 12270, pp. 509-49. H: [Sin título]. Manuscrito B 2436 de la Hispanic Society of America. Copia muy incompleta con letra del siglo xviii. 62 páginas. Morel–Fatio (1878) señala en su edición de la Academia burlesca que existen dos manuscritos: el de la Biblioteca del Arsenal, que es el que transcribe, y el de la Biblioteca del Duque de Osuna, que confiesa no haber podido consultar. El texto de la Biblioteca del Arsenal (A) se trata de un texto impreso sin año, editor o lugar de edición, donde se alternan los caracteres (generalmente cursivos) y las flores estampadas de imprenta con dibujos de pájaros, rúbricas y mujeres, similares a los hechos a mano. Con letra distinta, semejante a la manuscrita, se anotan los galardones de los premiados. Todos los folios aparecen enmarcados en un doble recuadro y numerados. El manuscrito (M), que perteneció originariamente a la Biblioteca del Duque de Osuna, se encuentra hoy en la Biblioteca Nacional de Madrid, con la signatura Ms. 10293. Está escrito de puño de don José Maldonado de Saavedra, y se halla en Obras del Dr. Juan de Salinas, natural de Segovia, Administrador del Hospital de San Cosme y San Damián de la Ciudad de Sevilla, donde murió el año 1647. Este volumen lleva una nota que dice: Este tomo es el segundo de una curiosa colección de versos y prosas, hecha en Sevilla por D. José Maldonado Dávila y Saavedra, erudito sevillano, tío del célebre analista Ortiz de Zúñiga y continuada (creo) por el Dr. Cuesta Saavedra. Yo poseí el tomo 1º, que perdí en Sevilla, 13 junio 1823; y D. Justino Matute y Garoña este 2º, procedentes ambos de la selecta librería de don Bernardo Martínez, colegial que fue allí en Maese Rodrigo.
En la Biblioteca Nacional de Madrid no tienen constancia de cuándo se adquirieron los fondos que habían pertenecido al duque de Osuna, pero supongo que pasarían a ser propiedad del Estado en la década de 1880-1890. Deduzco la fecha por una pequeña nota a pie de página que aparece en la relación de siglas del III volumen del Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos de J. B. Gallardo (edición ampliada por M. R. Barco del Valle y J. Sancho Rayón), publicado en 1888, donde se dice que los manuscritos y libros raros de
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la Biblioteca de Osuna habían sido adquiridos recientemente por el Estado. No obstante, en el Catálogo abreviado de los manuscritos de la Biblioteca del Excelentísimo Duque de Osuna e Infantado (1882) de J. M. Rocamora no queda registrado el manuscrito de la Academia burlesca. Ello me lleva a pensar que en dicha fecha o bien el manuscrito ya formaba parte de los fondos de la Biblioteca Nacional, o bien que el listado de Rocamora no es exhaustivo, tal vez por la prisa con que se hubo que inventariar esos fondos que estaban a punto de ser traspasados. Tras el texto de la Academia burlesca, M reproduce un «Vejamen de don Jerónimo de Cáncer, que agraviado de que no se lo admitiesen ni premiasen lo imprimió después en sus obras con lo demás que compuso de los asuntos. Escríbese aquí por cuanto fue escrito al intento de esta Academia, donde juzgó lograr su propósito». Sin embargo, ese vejamen no corresponde a la Academia del 37: ni el asunto ni los personajes públicos que se enumeran están en consonancia con los temas allí tratados. ¿Para qué academia escribió Cáncer este vejamen? Para la de 1637 no y tampoco para la de 1649, aunque así lo afirme La Barrera41, puesto que en el vejamen Cáncer alude a Rojas Zorrilla y por esa fecha el toledano ya era difunto42. Posiblemente, como apunta Sánchez 43, forme parte de alguna de las convocatorias que la Academia de Madrid celebró en torno a 1640. Este mismo vejamen aparece también en la copia manuscrita de la Academia, propiedad de Antonio Rodríguez-Moñino, que hoy forma parte de los fondos de la Biblioteca de la Real Academia Española,
41 Ver
La Barrera, 1968, p. 462. Se me podrá objetar que el hecho de que Rojas ya hubiera fallecido en 1649 no es óbice para que se le miente en el certamen, pues es bien cierto, por ejemplo, que Pantaleón de la Ribera murió en 1629 y en los encuentros literarios de la segunda mitad del xvii sigue siendo blanco de los contertulios (Certamen poético en alabanza del glorioso San Antonio de Padua, 1644; Academia que se celebró en día de Pascua de Reyes, 1674; Academia que se celebró en la Real Aduana de esta corte, 1678; Academia que se celebró en esta corte en amante júbilo y vasalla demostración de los esposorios de sus majestades, 1679, etc., además de en la Academia burlesca que editamos). Pero una cosa es aludir a un personaje público y otra muy distinta hacer chanza de él. Desde la perspectiva actual (y nadie asegura que sea acertada) la broma de que es objeto Rojas en la Academia es graciosa si el toledano está presente, pero raya en el mal gusto si ya ha desaparecido. 43 Sánchez, 1961, p. 92. 42
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con la signatura RM 687744. Este tercer manuscrito, que se halla en Academia celebrada en Madrid en el Buen Retiro en el año de 1637, y otros vejámenes que se dieron en Sevilla. Escribiolos don Diego Ignacio de Góngora en Sevilla, año de 1663 (R), es simplemente una copia de M. En 1888, Morel-Fatio publica la Academia burlesca en L’Espagne au è XVI et XVIIè siècle. Documents historiques et littéraires, limitándose a reproducir el texto de la Biblioteca del Arsenal (M-F). Además de estas ediciones completas de la Academia burlesca, conocemos tres manuscritos más, dos del xvii y uno del xviii, que reproducen parcialmente el encuentro literario. El primero (V), cuyo original todavía no he podido localizar, está datado en 1637 y fue editado en 1952 por Antonio Pérez Gómez en la colección «La fonte que mana y corre», gracias a la gentileza (dice el prólogo) del profesor José Manuel Blecua45. Es un libro raro del que se hizo una tirada de 220 ejemplares. El texto ofrece pocas variantes respecto al texto del Arsenal. Quizás la particularidad más notable es que la relación de premios aparece al final46. Al faltarle a este manuscrito una página (la que corresponde a los vv. 121-32 de la composición XXXVI y la XXXVII en su totalidad), la edición valenciana cubre esa laguna con el texto de Morel-Fatio. La duda que no podremos resolver es si las erratas (que son muchas) o lecturas poco acertadas proceden del texto original o de su trascripción. El segundo manuscrito fragmentario se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid con la signatura Ms. 12270 en un volumen titulado Diferentes papeles en prosa, copiados por don Pedro Fernández Caballero y dedicados al Sr. don Antonio Messía Carrillo y Fonseca, conde de Santa Eufemia, señor de los Pedroches de Córdoba y marqués de Torrefranca. Consta de 549 páginas numeradas en 4º. En él se halla el soneto de Vélez con que se inicia el certamen, las premáticas y ordenanzas, los memoriales y las cédulas de la Academia de 1637 (pp. 509-49). Esta parte del manuscrito que hace referencia a la Academia (P2) fue trascrita por M. Serrano y Sanz y publicada como apéndice 44
Doy las gracias a mi amigo y colega Abraham Madroñal por haberme facilitado una copia del manuscrito. 45 Agradezco la amabilidad y el esfuerzo del profesor Alberto Blecua por intentar encontrar entre los valiosos papeles de su padre alguna referencia a este manuscrito o edición. 46 La relación completa queda recogida en el Apéndice I de este libro.
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en la primera edición de El diablo cojuelo47 de Adolfo Bonilla y San Martín48. La razón por la cual se reproduce como apéndice en esa obra es porque Vélez lo incluyó con ligeras variantes en su novela en el tranco IX y X. En ese mismo volumen de manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid se halla el vejamen que leyó Rojas Zorrilla en la Academia del 37 (P1) en las páginas 447-80 y que fue publicado (con múltiples errores de trascripción) por Paz y Mélia en Sales españolas o agudezas del ingenio nacional, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1902, pp. 31122. El último manuscrito incompleto (H), ya del xviii, procede de Biblioteca de la Hispanic Society of America, Ms. B 2436. Se trata de una copia que consta sólo de cuatro cuadernillos de 10, 6, 10 y 6 hojas. El primero lleva el número 4 y contiene los últimos versos de la composición XIX y las composiciones de XX a XXX del certamen poético. El segundo, con el número 6, contiene los vv. 21-24 y 29-48 de la composición XL y las composiciones de XLI a XLIII. Los otros dos cuadernillos, sin numeración, reproducen íntegramente el vejamen de Batres y Rojas.
3. Notas a la edición La presente edición sigue como texto base el de la Biblioteca del Arsenal (A), al que se ha actualizado la puntuación y la ortografía. Es el más completo y el que ofrece las lecturas más fiables. Existen dos tipos de llamadas para las notas a pie de página: las llamadas sólo con números arábigos y las llamadas con números arábi-
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Edición de 1902, en pp. 253-62. en ese mismo apéndice, Serrano y Sanz dice que en esa colección de manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid aparece el vejamen que Rojas Zorrilla leyó en la Academia de 1637. Y es cierto que allí se encuentra, pero el texto que él reproduce bajo el título de «Vejamen leído por don Francisco de Rojas y Zorrilla en la Academia que se celebró a 21 de febrero del año 1637 en el Buen Retiro» es el vejamen que defendió Rojas en la Academia que se celebró el 11 de febrero de 1638, en las fiestas en las que estuvo presente la duquesa de Chevreuse (ocupa las páginas 1-24 de Diferentes papeles en prosa, BNM, Ms. 12270). Rodríguez Cepeda y Rull también reproducen en apéndice el manuscrito transcrito por Bonilla y San Martín en su edición de El diablo cojuelo (1968, pp. 233-36). 48 También
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gos y un asterisco. Las primeras señalan únicamente las variantes textuales que ofrecen los manuscritos M, R, M-F, V y H. A estos se ha añadido en la parte de Vélez como presidente las variantes de P2, y en el vejamen, las de P1 y H. Las variantes de H del certamen poético también se han anotado en el lugar correspondiente. Para que el resultado no fuera engorroso sólo se han señalado las variantes cuando divergen de A; eso significa que si no se explicita una edición es porque ofrece la misma lectura que la del texto base. Conviene añadir que se han omitido todas las erratas o lecturas imposibles que ofrecían los textos, si bien en caso de duda se ha preferido anotarlas. Por su parte, las llamadas con una estrella se refieren a notas en las que se aclara, explica o complementa alguna información que se ha considerado de interés para facilitar la comprensión textual. En las composiciones poéticas se han colocado las llamadas a nota a final de verso. No se ha aplicado el mismo criterio en los fragmentos en prosa por razones obvias, por lo que no se ha tenido más remedio que incrustarlas en el punto que lo requieren, aun a riesgo de entorpecer la fluidez de la lectura. En el Apéndice I se transcribe la relación de premios que aparece al final de V. Por tratarse de un texto excesivamente largo para una nota a pie de página se ha dejado en anexo. En el Apéndice II se recogen alfabéticamente los nombres de las personas que han participado directa o indirectamente en este encuentro literario con unas escuetas notas biográficas. Los filósofos o personajes mitológicos clásicos a los que se alude en el texto quedan reseñados a pie de página. En algún caso, ha sido imposible encontrar dato alguno de los sujetos que se mencionan en la academia. Éstos eran de sobra conocidos por los contertulios, pero desconocidos hoy, y me refiero tanto a poetas que no lograron pasar de tres composiciones en su carrera literaria como a aposentadores, guardadamas, regidores, secretarios y, en general, gente de palacio, merodeadores asiduos de estas tertulias, cuyas glorias, en el caso de haberlas, la historia no ha conservado. Por el contrario, hay otros personajes que, por excesivamente populares, convertían en banal cualquier aclaración. Aun a riesgo de pecar de ingenuidad biográfica y bibliográfica se ha decidido incluirlos, a sabiendas de que son innecesarios, con un único fin: homogeneizar el apartado.
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El trabajo concluye con la preceptiva bibliografía final, donde se hace una relación de las abreviaturas utilizadas y se listan las obras que se han citado a lo largo del trabajo. Quizás uno de los mayores problemas de la edición de la Academia burlesca es su anclaje contemporáneo. Muchas de las referencias culturales, políticas, sociales o literarias que se citan en ella eran por aquel entonces transparentes, pero hoy con el paso del tiempo han quedado traslúcidas, cuando no opacas. Chevalier en su introducción a Tipos cómicos y folklore, siglos XVI y XVII decía estas palabras que bien podemos aplicar a nuestras notas a pie49: Se escribe este libro para destacar una evidencia. O por lo menos lo que hubiera parecido una evidencia a los lectores del pasado y primeros del presente. Pero al pasar el tiempo se altera nuestra civilización y la atmósfera tradicional va despareciendo con pasmosa rapidez.
Los tópicos tan manidos como los taberneros convertidos en aguadores, las dueñas haciendo tercerías, los médicos alargando la mano y la cura (cuando no acortando la vida de sus pacientes), han quedado ya como personajes pertenecientes a un folklore lejano, muy lejano, y se han fosilizado como figuras literarias. Si a ello unimos una situación política en continua inestabilidad, donde los imperios y las fronteras geográficas son delebles, donde las guerras de religión están a la orden del día y los amigos políticos dependen de la conveniencia inmediata, pronto nos daremos cuenta de la distancia abismal que nos separa de esa sociedad al cabo de tres siglos. Ampliemos todavía más el elenco de complejidades adicionales: el humor, con el intrincado sistema interpretativo que requiere, y la evolución misma del lenguaje, que comporta no sólo la desaparición de determinados vocablos sino también su cambio semántico. Todo ello ha hecho difícil en ocasiones descifrar o explicar el trasfondo en que se gestó la academia de marras. El lector podrá observar como quedan todavía lagunas por cubrir, a pesar del esfuerzo continuado por aproximarme a una parte de la historia que no por jocosa, divertida o burlesca deja de reflejar una sociedad y un modo de vida muy particular. Un trabajo de estas características no puede darse nun-
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Chevalier, 1982, p. IX.
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ca por acabado; pero si uno es realista, alguna vez debe poner un punto final. Quizás haya llegado ya la hora. De las hipótesis, me hago responsable; los aciertos, que los juzgue el lector.
M. Teresa Julio Universidad de Vic
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ACADEMIA BURLESCA QUE SE HIZO EN BUEN RETIRO A LA MAJESTAD DE FILIPO CUARTO EL GRANDE1 año de 1637
1 Academia burlesca que se hizo en Buen Retiro a la Majestad de Filipo Cuarto el Grande. Año de 1637: Academia que se celebró en el Buen Retiro a la Majestad del rey don Phelipe Quarto el Grande N. S. En la villa de Madrid.Año de 1637 (M, R); Academia burlesca en Buen Retiro a la Majestad de Filipo IV el Grande. Año de 1637 (V).
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CARTEL2 de los asuntos
2 En M y R, antes del Cartel, aparece el texto siguiente: «Los ingenios que tuvieron premios en esta academia por haber cumplido con sus escritos con las leyes y asuntos del cartel: Luis Vélez de Guevara, presidente Alfonso Batres, secretario Don Francisco de Rojas, secretario [R: fiscal] Don Antonio de Covarrubias Don Francisco de Aparicio Don Antonio de Solís Juan Navarro de Espinosa Don Antonio de Huerta Pedro Méndez de Loyola Doctor Pedro García Martín de Figueredo Gaspar de Ávila Don Jerónimo Cáncer Don Antonio Coello Licenciado Luis de Benavente Juan Mejía Don Pedro Rosete Niño Luis de Belmonte Juan Antonio de la Peña Doctor Francisco Alfaro [sic, Alonso] [R: Doctor Alfaro] Don Jerónimo de Esquivel Don Antonio Martínez Don Ramón de Montero [sic, Román] Los que no tuvieron premio fueron don Antonio de Mendoza, que escribió la enigma y la letra ajena [esto es, la redondilla que los poetas glosan al comienzo de la Academia], y don Juan Delgado y don Manuel Antonio de Vargas, que hicieron su glosa en la letra ajena. Estos se hallarán en el discurso y por eso [R: esto] se advierte aquí. Otros muchos ingenios escribieron, que por no tener premio ni hacerse mención de sus escritos no se nombran, si bien de algunos de ellos se refieren en los vejámenes que adelante hay».
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que se han de escribir para la Academia que se ha de celebrar en Buen Retiro3 GLOSA De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo? Dijo mal, pero yo digo que esto sólo dice bien. ENIGMA Dos cosas tengo de rey, sin ser en nada importante, y ser puedo su defensa y aun él puede ser mi padre. La campana de Aragón, que fizo Ramiro el fraile, bien pudo ser más ruidosa, mas no pudo ser más grande*4.
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3 Cartel de los asuntos que se han de escribir para la Academia que se ha de celebrar en Buen Retiro: Cartel de los asuntos que se han de escribir para esta Academia (M, R). A continuación se enumeran en arábigos los dieciséis asuntos en que está dividido el certamen según M y R, y subrayo «según M y R», porque en este cartel sólo se recogen los asuntos que dieron lugar a composiciones, mientras que en A aparecen todos (tanto si se desarrollaron como si no), lo que eleva a veinte el número de asuntos propuestos. La glosa y el enigma que aparecen al principio de A y M-F, se encuentran más adelante en M y R. 4 Esta estrofa alude a la campana de Huesca, citada por primera vez en la Crónica de San Juan de la Peña (s. XIV). En ella se cuenta que durante el reinado de Ramiro II el Monje (1134-1137), rey de Aragón, los nobles, menospreciando la autoridad real, tenían sumido el reino en el más completo caos. El rey pidió consejo al que había sido su maestro en el monasterio francés de San Ponce de Tomeras, y decidió convocar cortes en Huesca para hacer una campana que sonase por todo su reino. A medida que llegaban los nobles a palacio, eran detenidos y decapitados. Con la ejecución de quince caballeros aragoneses, el rey consiguió su propósito y de allí adelante fue respetado y temido. Este episodio histórico inspiró algunos romances (ver Durán,
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De vizcaínos me sirvo, que es gente de buen linaje, y aun del despojo de alguno que Dios hizo de otro alcaide. En palacio y en la villa acatamiento me hacen y, aunque mucho en mí se fían5, no guardo secreto a nadie. A lo medio que yo soy han rendido vasallaje6 muchos reinos, y ha bastado a dar apellido a un ángel7.
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De alguna ciudad famosa me ayuda el nombre y el aire8, o le compito en banderas, o le excedo en estandartes. Mi nombre (aun menor que yo)9, repartido en dos mitades, uno ha vencido batallas10 y otro formó capitanes11.
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1945b, pp. 206-207, núms. 1221, 1222 y 1223); Lope de Vega y Antonio Martínez de Meneses escribieron sendos dramas titulados La campana de Aragón. El de Lope se publicó en la Decimaoctava parte de las Comedias de Lope de Vega Carpio, por Juan González, Madrid, 1623; del de Martínez de Meneses sólo nos ha llegado una suelta sin lugar ni año de edición. 5 y, aunque mucho en mí se fían: y aunque de mí fían mucho (M, R). 6 han rendido: concedieron (M, R). 7 muchos reinos y ha bastado / a dar apellido a un ángel: muchos reinos, y apellido / mil veces le he dado a un ángel (M, R). 8 y el aire: y al aire (R). 9 aun: aunque (M-F). 10 uno: una (M, R). 11 otro: otra (M, R).
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Los montes están preñados12, todos de un ratón se guarden*13, que es fanfarrón, que es soberbio, mas no es muy alto el gigante14.
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[Asunto 1] En dieciséis coplas de un romance extirpar la herejía de llamar mondongas a las criadas de las damas, pues no hay cosa más lucida ni de más generoso nombre que servillas, mas y que de aquí15 adelante se llamen doncellas de honor. [Asunto 2] Doce redondillas que digan la razón por qué las beatas no tienen unto*16, y si basta la opinión del doctor Juan Rana para que se crea. [Asunto 3] Doce quintillas en el estilo de ciego a que dos ermitaños, que también son regidores, ¿en qué caerán primero, en la tentación o en la plaza*17? [Asunto 4] Un romance celebrando qué bien se congoja y qué de buen aire grita Grimaldo18 y qué primor tiene en no hacer nada. [Asunto 5] Cuatro octavas en arte mayor pintando la hermosura y garbo de Carbonel.
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preñados: de parto (M, R). Referencia al proverbio recogido en el A rte poética de Horacio: «Parturient montes, nascetur ridiculus mus» («Los montes están de parto, nacerá un ridículo ratón», 1964, p. 44, v. 134). 14 alto: bravo (M, R). 15 servillas; más y que de aquí: servir a las damas y de aquí (M, R). 16 unto: En las composiciones se va a jugar con los diferentes significados de este término: grasa del cuerpo, afeite y soborno. 17 Curiosamente, Quevedo en «Fiesta en que cayeron todos los toreadores» dice «caer en la plaza es bueno / y malo en la tentación» (1981, p. 749, vv. 94-95). La caída (moral y física) de los regidores debió de formar parte de los elementos folklóricos de la época, pues en varias partes del vejamen de esta academia se habla de la caída de los regidores, y en la academia del año siguiente, 1638, se insiste en ello: «El otro día probó uno de ellos [de los toros] Pedro Martínez, y dice que le supo mal. Debió de caer de algún caballo. —Eso es achaque viejo de los regidores, repliqué yo. Y Covarrubias dijo: —Aun esa es la gracia, que cayó sin caer del caballo, que ya son tan frágiles que no han menester la tentación del caballo para caer» (Coello, 1964, p. 320a). 18 Grimaldo: Grimaldo Gutiérrez (M, R,V). 13
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[Asunto 6] Siete canciones de a seis versos que digan con qué defenderá mejor la entrada en19 Buen Retiro don Diego de Covarrubias y Leiva20, ¿con la panza o con el cuidado? [Asunto 7] En el verso que se quisiere se averigüe en qué ocasión parece Manuel González más feo, cuando aposenta mal o cuando21 guarda bien. [Asunto 8] Un romance que22 declare cuál estómago es más para envidiado, el que digiere grandes pesadumbres o grandes cenas. [Asunto 9] Un soneto con estrambote, o sin él, si al que miente siempre23 le pueden acusar de que ha mentido. [Asunto 10] Una24 epigrama en dos coplas castellanas en que se determine cuál es mayor necedad, ser necio algunas veces o estar siempre muy discreto. [Asunto 11] Un romance a una fea pidiéndole25 perdón de habe26 lla querido. [Asunto 12] Dieciséis redondillas de pie quebrado a una alcahueta que se moría muy consolada27 de que no quedaban hombres de provecho en el mundo, y, estando cerca de expirar, llegó un mancebo a visitalla28 y, recibiéndole con alborozo, le dijo: «Amigo, a buen tiempo vienes, que ahí dentro están dos muchachas como dos29 oros, una pelinegra y otra pelirrubia». Y dudando de la elección en la que ha-
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en: en el (M, R). Covarrubias y Leiva: Covarrubias (M, R); Covarrubias Leiva (V). 21 o cuando: o (M, R). 22 romance que: romance de dieciséis coplas que (V). 23 miente siempre: siempre miente (M). 24 una: un (M, R). 25 pidiéndole: pidiéndola (M). 26 habella: haberla (M, R). En M y R, tras este romance aparece en duodécimo lugar el romance sobre el vejamen de los enemigos de la Casa de Austria. Como se verá más adelante, en A este romance-vejamen precede al vejamen final de Batres y Rojas. Parece más lógica la distribución de A, pues colocado en ese punto actúa como bisagra entre la parte poética y la parte narrativa, esto es, entre el certamen literario y el vejamen final. Es idóneo que ocupe esa posición, pues uno de los motivos de los festejos de 1637 fue el nombramiento de Fernando III como Rey de Romanos. 27 muy consolada: consolada (M, R). 28 visitalla: visitarla (M, R). 29 dos: dos mil (M, R). 20
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bía de querer el caballero30, le replicó la casi difunta31: «Hijo, sobre mi alma, a la pelinegra, que no estoy en tiempo de engañar a nadie». Y hase32 dilatado tanto el caso porque dice un moderno que es33 historia verdadera. [Asunto 13] Una silva de cuarenta versos a que si no hay cosa más fea que la soberbia, ¿cómo es alhaja tan común de una hermosa?34 [Asunto 14] Un romance dando vejamen a los enemigos de la casa de Austria en la elección de Rey de Romanos en el señor Rey de Hungría, sin que se nombre a nadie35. [Asunto 15] Un soneto: votabas cuál es más galán ¿el que lo anda en el modo o el que lo es en el talle?36 [Asunto 16] En ovillejo, que no exceda de treinta y dos versos, que si no se sabe que Judas fuese bermejo, ¿en qué se fundó el primero que le pintó37 rubio? [Asunto 17] Un romance a que38 los enfermos enferman del mal, pero que39 mueren del doctor*40. [Asunto 18] En diez seguidillas, que a las que tienen mala cara, ¿por qué41 las socorren luego de bien entendidas si no hay cosa más necia que ser fea? [Asunto 19] Seis canciones de a seis versos a un viejo muy ena-
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de la elección en la que había de querer el caballero: en la elección de la que había de querer el mancebo (M, R). 31 difunta: difunta diciendo (M, R). 32 Y hase: Hase (M, R). 33 porque dice un moderno que es: porque se afirma ser (M, R). 34 Asunto omitido en M y R. 35 En A, M-F y V este asunto aparece antes del vejamen. 36 Asunto omitido en M y R. 37 se fundó: lo fundó (R); le pintó: lo pintó (R). 38 a que: que (M, R). 39 pero que: pero (M, R). 40 Quevedo desarrolla una formulación similar a la de este asunto en «El sueño de la muerte»: «Y has de saber que todos enferman del exceso o destemplanza de humores, pero lo que es morir, todos mueren de los médicos que los curan, y así no habéis de decir cuando preguntan: “¿De qué murió fulano?”, “De calentura, de dolor de costado, de tabardillo, de peste, de heridas”, sino “Murió de un dotor Tal que le dio, de un dotor Cual”» (Los sueños, 2003, p. 329). 41 por qué: para qué (M, R).
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morado que espera que ha de ser muy favorecido, y hase de averiguar cuál tendrá más culpa de ser verde: la esperanza o el viejo42. [Asunto 20] Dieciséis coplas de un romance, con estribillo diferente de cuatro en cuatro, a una vieja tan virtuosa que topándola un hombre en gran puridad con una hechicera y una gitana y reprendiéndole tan maligna junta, le respondió: «Ay, señor mío, que les estoy encargando que me encomienden un negocio a Dios»43.
DE
LEYES LA ACADEMIA44
[1] Los sujetos que han de escribir en ella han de ser todos en burlas decentes, sin que por ningún caso se admita picardía*45 ni bajeza. [2] Admitirase al que escribiere a su elección cualquier sujeto, como sea con decencia y donaire. [3] La glosa la pueden escribir todos, y se leerán no más de las tres premiadas en primero, segundo y tercero lugar. [4] Los asuntos tendrán dos premios, y no se han de recibir46 más de dos papeles en cada uno y han de ser de los ingenios que se señalaron47 para ellos*48. [5] La enigma tiene dos premios iguales: uno al que con mayor desatino y gracia la aplicare a lo que no fuere y otro al que la acertare, declarando en cada copla la razón y la inteligencia de ella. [6] Los jueces serán49: El Príncipe de Esquilache El señor don Luis de Haro50
42
Asunto omitido en M y R. Asunto omitido en M y R. 44 En M y R las leyes aparecen numeradas en arábigos. 45 picardía: bellaquería. 46 recibir: recebir (M, R). 47 señalaron: señalaren (M, R). 48 Sin embargo, en un par de casos fueron tres los poetas premiados. En Asunto 1, Antonio Solís, Jerónimo de Cáncer y Antonio Coello, y en Asunto 17, Gaspar de Ávila, Pedro García y Román Montero. 49 serán: son (M, R). En R, esta frase va precedida por el rótulo «Jueces». 50 Luis de Haro: Luis Méndez de Haro (M, R). 43
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El conde de la Monclova Francisco de Rioja Don Francisco de Calatayud Don Gaspar Bonifaz Don Antonio de Mendoza51 52 [7] El presidente , Luis Vélez de Guevara; y escribirá53 el prólogo y las demás sazones que se introducen en el principio del certamen y podrá a su albedrío defender o acusar al que leyere. Secretario, Alfonso de Batres54; fiscal, don Francisco de Rojas.Y no han de poner objeción ni defensa que no sea en burlas, y en ellas se han de defender los poetas sin que unos ni otros puedan salir de la ley que se les ha puesto. [8] El vejamen le55 han de hacer el fiscal y el secretario, con dos preceptos que no se dispensará en ninguno, que es la modestia y el decoro, y con igual moderación en lo breve y en lo templado56. [9] Los premios en la forma que se han juzgado57 se darán a lo último, sin que en ello haya más cargo de conciencia que ser todos de plata.
51 En M y R el orden de estos últimos cuatro jueces es el siguiente: Don Francisco de Calatayud, don Antonio de Mendoza, Francisco de Rioja y Gaspar Bonifaz. 52 El presidente: Presidente (M, R). 53 y escribirá: escribirá (M, R). 54 Alfonso de Batres: Alfonso Batres (M, R). 55 le: lo (M, R). 56 en lo templado: lo templado (M-F). 57 se han juzgado: fueren juzgados (M, R).
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Con este soneto a la Majestad de Filipo Cuarto el Grande dio principio a la Academia Luis Vélez58
SONETO Aquel que más allá de hombre, vestido de sus propios augustos esplendores, al sol por virrey tiene, y en mayores climas su nombre estrecha esclarecido, aquel que sobre un céfiro nacido entre los ciudadanos moradores del Betis, a quien más que pació flores, plumas para ser pájaro ha bebido, aquel que a luz y a tornos desafía en la mayor palestra que vio el suelo cuanta leve estrellada monarquía59,
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es, a pesar del bárbaro desvelo, Filipo el Grande, que, árbitro del día, está partiendo imperios con el cielo60.
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Con este soneto a la Majestad de Filipo Cuarto el Grande dio principio a la Academia Luis Vélez. Soneto: El presidente Luis Vélez de Guevara dio principio a la Academia con este soneto hecho al rey nuestro señor (M, R); Oración que oró Luis Vélez en el certamen del Buen Retiro siendo presidente (P2). En el margen, M lleva el siguiente comentario: «Imprimido después en su Diablo Cojuelo». En efecto, Vélez incluyó este soneto y las premáticas y ordenanzas que aparecen a continuación (con ligeras variantes) en la academia sevillana a la que asisten el diablo y don Cleofás en la novela (Tranco IX y X, respectivamente). 59 leve: la ve (M, R). 60 Tras el soneto y antes del texto en prosa,V añade: «Prosiguió Luis Vélez».
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Con este soneto o epigrama española, hablando más cultamente, me despertó una mujer muy larga, vestida de lenguas*61, que parecía senda por donde se iba al sábado*62, que después le descubrí63 en la mano derecha un clarín de plata como si fuera atalaya del Valle de Josafat*64 en la fiesta de la máscara*65, diciéndome que era la Fama y que a mí como66 presidente (aunque indigno) de esta florentísima academia tocaba hacer celebrar tan gran noche, que ella67 iba con las nuevas prodigiosas de ella a pregonallas por el mundo y a llenar con sus portentosas alabanzas los dos hemisferios de quien el cuarto Filipo, que Dios guarde, dueño de aquel numeroso ejército de cometas era caudillo. Conque levantando unas alas llenas de ojos, que pudieran ser abanicos del sol por los68 caniculares, me dejó absorto más en lo que estaba mirando69 que en ella, no creyéndome despierto sino dur-
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Esa mujer es la Fama. La emblemática la representa con alas, que facilitan la rápida difusión de los rumores, y con una trompeta, que le sirve para pregonar tanto lo verdadero como lo falso.Virgilio la describe como un ser horrible con numerosas bocas y lenguas: «La Fama, la más veloz de todas las plagas, que vive con la movilidad y corriendo se fortalece; pequeña y medrosa al principio, pronto se remonta a los aires, y con los pies en el suelo esconde su cabeza entre las nubes. Cuéntase que irritada de la ira de los dioses, su madre la Tierra la concibió, última hermana de Ceo y Encélado, rápida por sus pies e infatigable por sus alas; monstruo horrendo, enorme, cubierto el cuerpo de plumas, que debajo de ellas tiene otros tantos ojos, siempre vigilantes ¡oh maravilla! y otras tantas lenguas y otras tantas parleras bocas, y aguza otras tantas orejas» (La Eneida, Libro IV, 1981, p. 51). 62 senda por donde se iba al sábado: significa que «era una senda muy larga, tan larga como el Sábado Santo». Correas recoge la expresión «Más largo es que el Sábado Santo». La sabiduría popular se hacía eco de lo dilatado que podía resultar ese día de retiro, silencio y oración ante la ansiada resurrección de Jesucristo. 63 sábado que después le descubrí: sábado. Después le descubrí (M); sábado. Después descubrí (R). 64 El Valle de Josafat es el lugar simbólico del Juicio Final: «¡Despiértense y suban las naciones al Valle de Josafat! Que allí me sentaré yo para juzgar a todas las naciones circundantes» (Libro de Joel, 4, 12). 65 la fiesta de la máscara: la fiesta de máscara (M); esta fiesta de máscara (R); la máscara (P2). Máscara: «Festejo de nobles a caballo, con invención de vestidos y libreas, que se ejecuta de noche con hachas, corriendo parejas» (Aut). 66 como: como a (R). 67 que ella: y que ella (M, R). 68 por los: por (R). 69 mirando: hablando (P2).
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miendo y soñando todavía, porque es imposible que plaza, máscara y carros triunfales pudieran caber menos70 que en sueños de los siete durmientes*71 o en la sobrenatural idea de adonde72 se trasladó a la ejecución mayor que todas juntas las que dice Platón que están en el cóncavo de la luna*73, en aquella, pues, idea prudentísima, adonde74 se espacia el gobierno de tanta monarquía como posee su75 príncipe soberano dignamente, gigante heroico, que con el entendimiento y el valor76 pone el hombro a tanto peso, que es la primera vez que no pasa la lisonja de la verdad ni le llega77 con muchas leguas. ¡Oh, felicísimo monarca, a quien concedió el cielo, aún más que imperios tan-
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menos: en menos (M, R). Según la leyenda, los siete durmientes de Éfeso fueron siete hermanos de una familia noble que se refugiaron en una cueva del Monte Celión huyendo del edicto que el emperador romano Decio había decretado contra los cristianos. Después de cenar, se quedaron dormidos durante muchos años. Sobre el tiempo que estos hermanos permanecieron en manos de Morfeo, existen discrepancias notables. El propio Santiago de la Vorágine, que recoge la historia en La leyenda dorada, afirma: «Se dice corrientemente que estos santos permanecieron dormidos trescientos setenta y dos años; pero esa afirmación debe ser acogida con ciertas reservas porque si nos atenemos a los datos de la historia, su misterioso sueño duró, no trescientos setenta y dos, sino ciento noventa y seis. La historia, en efecto, asegura que despertaron o resucitaron el año 448 y que Decio comenzó a reinar el año 252 de nuestra era y fue emperador solamente un año y tres meses. Ahora bien, entre el 252 y el 448 transcurrieron meramente 196 años» (1996, p. 414b). Las referencias a estos durmientes son constantes en la literatura del período. Correas recoge dos locuciones: «Duerme más que los siete durmientes» y «Parecéis a los siete durmientes: aplicada al que duerme mucho». La popularidad de la expresión es tal que Quevedo en el prólogo a «El sueño de la muerte» lo utiliza como forma sustantivada: «Si te pareciere que ya es mucho sueño, perdona algo a la modorra que padezco, y si no guárdame el sueño, que yo seré sietedurmiente de las postrimerías» (Los sueños, 2003, p. 309). 72 adonde: donde (M, R, P2). 73 cóncavo de la luna: la esfera lunar vista desde la Tierra. «Empinó la garganta para calentarse en la región del fuego, que, según Aristóteles, está en infinita distancia más abajo del cóncavo de la luna» (Quevedo, Perinola, 1929, p. 128). 74 adonde: donde (M, R). 75 como posee su: como por ser su (R). 76 que con el entendimiento y el valor: que con el nombre y el entendimiento y valor (M, R). 77 ni le llega: ni llega (P2). 71
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tos en dos mundos, Acates tan inimitable*78 con quien partir79 el cuidado de tantas obligaciones, que, sin encarecimientos ni hipérboles de palabras, en los efectos prósperos ostenta el talento mayor que han visto los ojos de los siglos! Mas, arre acá*80, señor presidente, ¿adónde va vuestra81 señoría con periodos supernumerarios que no tocan, atañen82 ni pertenecen a su puesto? Gobierne su academia, enfrene la soberbia de sus súbditos, temple las venas de sus consonantes y arranque los poetas gamarzas*83 que entre las espigas granadas de tantos84 soberanos ingenios se introducen para después levantarse a mayores con ellas.Y huela la academia a presidente y no intente85 alabar tantos imposibles y86 remítalos al silencio, que es más elocuente retórico que todas las lenguas del mundo, pues, aunque se repartieran a alabanza por lengua, faltaran lenguas y sobraran alabanzas. ¡Aquí de todos los habladores que murieron, viven y nacerán y de la mujer que más calla, que es más habladora que todos! ¿Qué pensaron vuesas87 mercedes? ¿que el señor presidente había de hacer en la academia como88 en el arroyo Cedrón una oración
78 inimitable: inimitables (M, R). Acates fue el fiel compañero de Eneas, amigo con quien el héroe troyano compartió las experiencias de su periplo. Según Morel-Fatio (1878, p. 670), aquí alude al conde-duque de Olivares. 79 partir: cumplir partiendo (P2). 80 arre acá: Expresión arriera que parece equivaler a «venga acá» o «anda acá», dicha con objeto de pedir aclaraciones. Con el mismo valor que le atribuyo aquí la encontramos también en El semejante a sí mismo de Juan Ruiz de Alarcón: «JUAN: ¡Mirad / a quién ofreció amistad / un honrado caballero! / Don Diego soy de Luján. / SANCHO: ¡Arre acá! ¡Por vida mía! / ¿Mas que dura todo el día / soy don Diego y soy don Juan? / JUAN: Don Diego soy; que por ver / si eras falso, me he fingido / don Juan» (1946, p. 71b). 81 adónde va vuestra: donde vuestra (M); donde V. S. (R). 82 atañen: ni tañen (P2). 83 gamarza: «Planta que se cría regularmente en terrenos eriales, secos y estériles, y despide un olor fuerte y desagradable» (Aut). M y R ofrecen la lectura «gamarras», pero debe de tratarse de un error. 84 tantos: tan (M, R, P2). 85 intente: quiera (P2). 86 imposibles y: imposibles (M, R). 87 pensaron vuesas: pensarán vesas (P2). 88 hacer en la academia como: hacer como (M, R).
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donde sudase consonantes de sangre*89? Hartos he sudado en cuatrocientas comedias que he hecho sin los niños y viejos, que son los romances, sonetos, décimas, canciones y otras varias poesías, que han corrido de mí como de una fuente agua90, y agora91 cuando quería descansar, me han dado oficio de tanto cuidado.Yo cobraré buena fama y me volveré a dormir*92, aunque desde el domingo en la noche parece que sueño y no creeré otra cosa jamás, porque aquello no fue para menos. Mas acudamos a nuestra obligación93, y porque nadie diga de este presidente no beberé*94, quiero que en mi tiempo queden hechas las premáticas siguientes.
PREMÁTICAS Y ORDENANZAS QUE SE HAN DE GUARDAR EN LA REAL ACADEMIA95 DEL BUEN RETIRO Y porque se celebren y publiquen con la solemnidad que es necesario96, sirviendo de atabales los cuatro vientos y de trompetas el músico de Tracia, tan marido que por su mujer descendit ad inferos*97, y Arión*98, que siendo de los piratas con quien navegaba arrojado al
89 El río Cedrón (que da nombre al valle en que se encuentra) se halla entre la ciudad de Jerusalén y el Monte de los Olivos.Vélez toma como trasfondo el episodio bíblico en que Jesús, tras la última cena, fue a Getsemaní, lugar situado en el valle del Cedrón («Pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos», San Juan, 18,1), allí oró y sudó sangre («Y sumido en agonía insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra», Lucas, 22, 44). 90 fuente agua: fuente de agua (M, R). 91 agora: ahora (M, R). 92 Correas recoge este mismo refrán, todavía hoy vigente: «Cobra buena fama y échate a dormir; cóbrala mala y no la perderás». 93 nuestra obligación: nuestras obligaciones (P2). 94 Paráfrasis cómica del popular refrán «No diga nadie de esta agua no beberé», recogido por Correas, en referencia a las vueltas que da la vida. 95 Academia: audiencia (P2). 96 necesario: necesaria (M, R, P2). 97 En la mitología griega Orfeo descendió al Hades en busca de su esposa Eurídice (Ovidio, Metamorfosis, Libro X, 1997, pp. 337-40). Escrita del Credo. 98 Arión: Orión (M, R). Efectivamente, Herodoto en Los nueve libros de la Historia relata la fábula de Arión, uno de los citaristas más famosos de su tiempo. Tras viajar por Italia, determinó volver a Corinto. Durante la travesía los marineros decidieron
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mar, le dio un delfín en99 su escamosa espalda, al son de su instrumento, jamugas*100 para que no naufragase. Et cetus en Amphion,Tebanae conditur urbis*101...Y pregonero la Fama, que penetra provincias y elementos, digan de esta suerte102: Don Apolo, por la gracia de la103 poesía, rey de las musas, príncipe de la104 aurora, conde y señor de los oráculos de Delfos y Delo105, duque del Pindo*106, archiduque de las dos frentes*107 del Parnaso y marqués de la Fuente Cabalina*108, etc.
echarlo al mar para apoderarse de sus riquezas, pero un delfín lo montó sobre su espalda y lo condujo a Ténaro, donde Periandro impartió justicia (Libro I, 1982, pp. 20-21). 99 en: a (M, R). 100 espalda, al son de su instrumento, jamugas: espalda, jamugas (M, R). Jamuga: «Silla hecha de unos correones y brazos de madera, a modo de los de las sillas comunes, pero son más redondos y más largos; sirve para que las mujeres vayan con alguna conveniencia sentadas en las caballerías, afirmándola sobre el albardón o albarda» (Aut). 101 Et cetus en Amphion Tebanae conditur urbis...: omitido en M y R; Dictus et Amphion,Tebane conditor urbis... (M-F); Dictus et Amphion,Thebanae conditor urbis (P2). Bonilla y San Martín (1910, p. 167) identificó estos versos de Horacio: «Dictus et Amphion, Thebanae conditor urbis, / saxa movere sono testudinis et prece blanda / ducere, quo vellet», («Y de Anfión se dijo también que levantó los muros de Tebas, que movía las piedras de sus asientos pulsando la cítara y que con sus blandos ecos las llevaba donde quería», Arte poética, 1964, p. 112, vv. 394-96). 102 digan de esta suerte: digan así (M, R); diga de esta suerte (P2). 103 de la: de (V). 104 de la: del (P2). 105 Delo: Delos (V, P2). 106 Pindo: cordillera de la Península Helénica. 107 frentes: fuentes (M, R, P2). Cualquiera de las lecturas podría ser correcta, pues el Parnaso es un monte con dos frentes (picos), pero también es un monte que posee dos fuentes excepcionales. Ovidio en el Libro I de las Metamorfosis dice que el Parnaso «dirige sus dos picos hacia las estrellas» (1997, p. 87) y González de Salas cuando prepara la colección de las obras de Quevedo en 1648 le da por título Parnaso español, monte en dos cumbres dividido con las nueve musas castellanas. Pero tampoco hay que olvidar que Cervantes en su Viaje del Parnaso dice: «Mas díjoles Apolo: “Otras dos fuentes / aún quedan, Aganipe e Hipocrene, / ambas sabrosas, ambas excelentes”» (1943, p. 687a). No obstante, parece preferible la interpretación del texto base, ya que después se menciona la Fuente Cabalina, como también se conoce a Hipocrene. 108 Cabalina, etc.: Cabalina (M, R). La Fuente Cabalina es el manantial que brotó cuando Pegaso dio con sus cascos en una roca del monte Helicón (Ovidio, Metamorfosis, Libro V, 1997, pp. 201-202). Las musas se reunían en torno a ella para cantar y bailar, pues se decía que sus aguas favorecían la inspiración poética. Lope,
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A todos los poetas épicos109, líricos, trágicos, cómicos, ditirámbicos, dramáticos110, autistas, entremeseros, bailinistas y villancieres*111 y los demás del nuestro112 dominio, así seglares como eclesiásticos, salud y consonantes*113. Sepades como advirtiendo las114 grandes desórdenes y desperdicios con que han vivido hasta aquí los que manejan nuestros números y ritmos y que son tantos los que sin temor115 de Dios y de sus conciencias componen, escriben y hacen versos, salteando y capeando*116 de noche y de día los estilos, conceptos y modos de decir de los mayores, no imitándolos en117 la templanza y perífrasis que aconseja 1 1 8 A r i s t ó t e l e s , Julio César Escalígero * 1 1 9 , Pontano*120 y otros censores de nuestra poética advierten121, sino reentre otros muchos autores, alude a ella en la novela La Arcadia: «Sin invocar a Febo, ni a Melpómene, ni mojar los labios en la Fuente Cabalina» (1776, p. 236). 109 poetas épicos: poetas heroicos, épicos (P2). 110 dramáticos: dragmáticos (A, M, R, M-F,V); diagamáticos (P2). 111 autistas: poetas que escribían autos sacramentales. Bailinistas y villancieres: autores de la letra de los bailes y villancicos, respectivamente. 112 del nuestro: de nuestro (M, R). 113 Como anota Arellano en su edición de El diablo cojuelo, se trata de una parodia de la expresión «Salud y gracia», propia de bandos y edictos (1988, p. 228, n. 13). 114 las: los (M, R). 115 aquí los que manejan nuestros números y ritmos y que son tantos los que sin temor: aquí los que sin temor (M, R). 116 capeando: robando. Capear: «Quitar las capas de noche por fuerza o arrebatándolas en los poblados, y aunque suelen quitar y robar otras cosas los malhechores, siendo la más frecuente la capa» (Aut). 117 en: con (P2). 118 aconseja: aconsejan (M, R). 119 Julio César Escalígero (1484-1558), filólogo y médico italiano, adquirió gran celebridad como gramático, comentó los escritos de botánica de Aristóteles y Teofrasto y fue autor de un tratado de Poética (1561), donde esbozó los principios básicos del clasicismo. 120 Morel-Fatio (1878, p. 670) señala que se trata de Pierre du Pont de Bruges, erudito del siglo XVI autor de diversos tratados de gramática y retórica y de un arte versificatoria. No he podido encontrar datos sobre dicho preceptista. No descarto la hipótesis de que Vélez se refiera aquí al humanista Giovanni Pontano (1429-1503), poeta, historiador y político, corrector del único manuscrito que en la época se conocía de las Poesías de Catulo, descubridor de los comentarios de Donato sobre Virgilio, autor de diversas composiciones y presidente de la Academia Panormitana, más tarde conocida como Academia Pontaniana. 121 de nuestra poética advierten: que de nuestra poética advirtieron (M, R); nuestra poesía (P2).
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mendándose con centones*122 de los otros y123 haciendo mohatras de versos, fullerías y trapazas*124, para poner remedio en todo125, como es justo, ordenamos y mandamos lo siguiente*126: Primeramente127 se manda que todos escriban en128 voces castellanas, sin introducir las de otras lenguas, y que el que dijere fulgores, libar, numen, purpurear, meta, trámite, afectar, pompa, trémula129, amago, idilio por canción, ni otras de esta manera ni introdujere posposiciones130 ni hipérboles desatinados quede privado de poeta por dos academias, y a la segunda vez confiscados sus consonantes y arados de sal como traidores*131. 122 sino remendándose con centones: sino enmendándose con centones (M); sino enmendándose en centones (R). Centón: «Obra compuesta de cláusulas ajenas mal unidas y sin la debida coordinación» (Aut). 123 otros y: otros (M, R) 124 mohatras, fullerías y trapazas: son diferentes géneros de trampas, engaños y fraudes. 125 remedio en todo: remedio (M, R). 126 Aquí Luis Vélez atribuye al dios Apolo toda una suerte de ingeniosos títulos nobiliarios, siguiendo la moda de la época. Una dedicatoria similar aparece en Obras de Francisco Bernardo Quirós y Aventuras de don Fruela, publicadas en Madrid por Melchor Sánchez en 1656. El capítulo X que «Trata de la venida del Dios Apolo a la academia que se sigue» comienza así: «Don Apolo por la gracia / de su plectro soberano, / emperador de las musas / y del célebre Parnaso, / virrey luciente en el cielo, / pues gobierna al cielo cuarto, / rey de la cándida aurora, / príncipe en Delfos jurado, / duque absoluto de Pindo, / archiduque del Pegaso, / conde y duque de Helicona, / y marqués de los oráculos / que hablan en Delfos y en Delo, / marqués de fuentes llamado, / por Helicona e Hipocrena, / docta corpa del Parnaso, / duque de Alba, pues no hay noche, / y marqués de Montesclaros, / por los dos montes de ciencia, / difícil su cumbre a tantos. / A los poetas heroicos, / épicos, líricos y trágicos, / cómicos y entremesieres, / mojiganguieres y a los / bailinistas, pandorguieres, / villanciquieres y jácaros, / versos y gracias. Sepades / que a todos juntos os mando / que os halléis aquesta tarde / en mi erudito gimnasio / y Academia de Madrid, / todos de versos armados, adonde a los vencedores / he de premiar, y esto mando / que se pregone y divulgue / desde el oriente al ocaso» (1656, fols. 96v-97r; ver también la ed. de García Valdés, 1984, p. 87). Reconozco que la cita es extensa, pero las similitudes con la invocación a Apolo de Vélez la convierte en imprescindible. 127 En M y R las ordenanzas van numeradas en arábigos. 128 en: con (P2). 129 pompa, trémula: trémula, pompa (P2). 130 posposiciones: proposiciones (M, R, P2). 131 Ésta era una práctica común de la que dan cuenta algunos testimonios literarios. Así, el Romance del robo de Elena dice: «La villa que se me diere / harela yo de-
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Item, que nadie lea sus versos en idioma de jarabe*132 ni en lengua pantaleona*133, sino en la que Dios le dio, pena de no ser oído segunda vez. Item, por cuanto la primera academia*134 de esta corte fue concebida en fénix original y en todas se ha ido continuando hasta ahora celebrando esta ave y llamándola hija y heredera de sí propia*135 y pájaro del sol sin habella136 tomado una mano ni habella137 conocido si no es para servilla138, mandamos que se ponga perpetuo silencio en su memoria, atento que es alabanza supersticiosa y pájaro de tan poco provecho para nadie, pues ni sus plumas sirven en las galas139 cortesanas ni en militares140 ni hay ninguno141 que haya escrito con ellas ni su voz ha dado música a ningún melancólico ni sus pechugas alimento
rribar / y la que toman por armas / esa sembraré de sale» (Díaz-Mas, 1994, p. 388, núm. 99). Y en El vergonzoso en palacio de Tirso se lee un bando en el que se declara: «dando a Vasco Fernández y a sus hijos / por traidores, sembrándoles sus casas / de sal, como es costumbre en estos reinos / desde el antiguo tiempo de los godos» (1990, p. 155, vv. 1453-56). 132 idioma de jarabe: según Morel-Fatio (1878, p. 670), estilo empalagoso. 133 lengua pantaleona: alusión a Anastasio Pantaleón de Ribera (1600-1629) y a sus inclinaciones culteranas. Pantaleón fue condiscípulo de José Pellicer y Salas, comentarista por excelencia del elevado estilo gongorino, y mostró siempre admiración por el poeta cordobés: «Poeta soy gongorino; / imitador valeroso / del estilo que no entienden / en este siglo los tontos» (1944, p. 129, romance X, vv. 1-5). Sobre las relaciones estilísticas de Pantaleón y Góngora, ver Brown (1980, pp. 97-153). 134 primera academia: primer academia (M, R); Morel-Fatio señala que esta primera academia se refiere a la Academia Selvaje (1878, p. 671), fundada en 1612 por don Francisco de Silva y Mendoza, hermano del duque de Pastrana, y de la que fue primer secretario Lope de Vega. Pero, en realidad, Sánchez (1961) señala otras academias madrileñas anteriores a ésta, como la Academia Imitatoria (1586), la Academia de los Humildes (1592), la Academia del Conde de Saldaña (1605 y 1611) e incluso la Academia de Madrid, que inició su andadura en 1607 y se prolongó hasta casi mediados de siglo. 135 Como es bien sabido, el ave fénix renace de sus propias cenizas. Quevedo dice de ella: «Tú, linaje de ti propria, / descendiente de ti misma» (1981, p. 825, vv. 1314). La idea procede de Claudiano: «O felix heresque tui!» (Anglada, 1984, p. 126). 136 habella: haberla (M, R). 137 habella: haberla (M, R, P2). 138 servilla: servirla (M). 139 pues ni sus plumas sirven en las galas: pues sus plumas ni sirven a las galas (P2). 140 ni en militares: ni en las militares (M, R). 141 ninguno: nadie (P2).
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a ningún enfermo142, que es ave sola143 para sí y finalmente sospechosa, pues no tiene abuelo que no haya sido quemado*144, estando en el mundo el pájaro celeste*145, el cisne, el águila (que no era bobo Júpiter pues la eligió para sí), la garza, el neblí, la paloma de Venus, el pelícano (afrenta de los miserables) y finalmente el capón de leche, con quien los demás son unos pícaros*146. Este sí que se debe147 alabar y mátenle un fénix a quien sea de su voto*148 cuando tenga más
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a ningún melancólico ni sus pechugas alimento a ningún enfermo: a ningún enfermo ni melancólico ni sus pechugas alimento (P2). 143 sola: solo (P2). 144 Obsérvese la sutil referencia a lo dudoso de su origen, lo que la emparenta con los judíos y judaizantes condenados a la hoguera. Una alusión similar encontramos en Quevedo: «Hija de fértil ceniza, / descendiente de quemados, nobleza que arroja chispas» (1981, p. 825, vv. 38-40). 145 pájaro celeste: me resulta difícil identificar este «pájaro celeste» con alguna ave concreta. La expresión no es infrecuente en nuestra literatura. A veces tiene un significado vago, puede ser un genérico de ave veloz, como se deduce de los textos de Calderón y de Rojas Villadrando que transcribo a continuación: «¿Quién eres, hermoso joven, / que dulce y veloz dos veces / suspendes, no sin asombro, / el aire en que te suspendes? / ¿Quién eres, que tremolando / los alados martinetes / del sombrero y del coturno / vuelas pájaro celeste?» (Calderón, Las fortunas de Andrómeda y Perseo, 1945, p. 646c), y «Este es pájaro celeste, / pues que vuela más que el viento / y anda vendado siempre, / con arco y flechas al hombro, / hiriendo y matando gentes» (Rojas, El viaje entretenido, 1973, p. 190). Pero curiosamente, también se lo ha identificado con el ave fénix, aunque aquí carece de sentido. El conde de Villamediana, en la Fábula de la Fénix, dice: «¡Oh fortunado pájaro celeste, / progenitor ilustre de ti mismo, / no menos heredero que heredado, / sacro alimento, sacro alimentado» (1992, p. 399, vv. 525-29). 146 leche, con quien los demás son unos pícaros: leche (P2). Todos los animales a los que se refiere Vélez cuentan con una larga y prestigiosa tradición en el imaginario pagano y cristiano. El cisne se convirtió en el compañero inseparable de Apolo, dios de la música, la poesía y la adivinación; el águila, símbolo del poder, reposa, según Píndaro, sobre el cetro de Zeus; la paloma es el pájaro sagrado de Afrodita; el pelícano, en la simbología cristina, se toma como figura del sacrificio de Cristo y su redención, etc. La única ave de la lista que no goza de nobleza es el capón de leche («pollo castrado y cebado en la caponera con salvado o harina amasada con leche», Aut), que es, por cierto, uno de los manjares más preciados de las mesas del Siglo de Oro. 147 debe: puede (M, R). 148 de su voto: su devoto (R, P2). Voto: «Parecer o dictamen, explicado en alguna congregación o junta, en orden a la decisión de algún punto, u elección de algún sujeto» (Aut).
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necesidad de comer, para que eche de ver que son entes de razón el fénix, las doncellas y los duendes. Dios se lo perdone a Claudiano, que celebró esta necedad imaginada para que todos los poetas pecasen en él*149. Item, porque a nuestra noticia ha150 venido que hay un linaje de poetas hacia palaciegos que hacen más estrecha vida que los monjes del Paular*151, porque con ocho u diez152 vocablos solamente, que son crédito, descrédito, recato, desperdicio, ferrión*153, desmán, atento, valido, desvalido, baja fortuna154, estar falso, quieren expresar todos sus conceptos, dejando a Dios solamente que los entienda, mandamos que se les den otros cincuenta vocablos155 más de ayuda de costa para valerse de ellos, con tal que si no lo hicieren, caigan en pena de no ser entendidos, como si hablaran en vascuence*156. Item, que en las comedias se quite el desmesurarse los embajadores con los reyes y de aquí adelante no les valga la ley del mensaje-
149 él: ella (P2). Claudio Claudiano (¿365?-408), poeta latino de la corte del emperador Honorio, dedicó su inspiración poética a cantar las glorias de Estilicón. Acusado de cometer un delito religioso, fue encarcelado y apartado de la vida pública. Entre sus escritos se encuentran, además de piezas de circunstancias y breves composiciones, dos poemas mitológicos: La Gigantomaquia y El rapto de Proserpina. En la academia, Vélez le concede el mérito de haber cantado y consagrado el ave fénix. Aunque es autor de Idylium phoenix, Claudiano bebió de un poema anterior dedicado a esta ave: De aue phoenice, atribuido a Lactancio (Anglada, 1948). 150 ha: es (M, R). 151 monjes del Paular: Se refiere a los cartujos del Real Monasterio de Santa María del Paular (Rascafría), fundado en 1390. 152 con ocho u diez: en ocho o diez (M, R); con ocho o diez (P2, M-F). 153 desperdicio, ferrión: desperdicio (P2). Ferrión: «Expresión o ademán de enojo» (Aut). 154 fortuna: fortuna y (P2). 155 den otros cincuenta vocablos: dé otros cincuenta ducados (P2). 156 Bonilla y San Martín (1910) señala que algunos de los neologismos citados por Vélez son criticados también por Quevedo en Aguja de marear cultos (por ej., «fulgores», «liba» y «meta») y La culta latiniparla (ver «descrédito» y «emular»).También en la «Premática del desengaño contra los poetas hueros, chirles y hebenes» se arremete contra el uso de determinados términos: «Y a los ciegos, que no sucedan en Tetuán los casos, desterrándoles estos vocablos: cristián, amada, humanal y pundonores; y mandándoles que, para decir la presente obra, no digan zozobra» (El Buscón, 1991, p. 122). Sobre la oscuridad de la poesía puede consultarse, también del mismo autor, el cuadro IX de La hora de todos (1987, pp. 174-76).
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ro*157, que ningún príncipe se finja hortelano por ninguna infanta*158 y que a las de León*159 se les vuelva su honra por los testimonios que las160 han levantado, que los lacayos no se entremetan con las personas reales, si no es en el campo o en las calles de noche, que no se diga: sueño me toma, ni porque a mi honra más cuadre, a furia me provoco,
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del mensajero: de mensajero (M, R). La ley del mensajero otorgaba inmunidad a la persona que transmitía el mensaje, pues explícitamente declaraba que éste no era responsable de su contenido. A esa prerrogativa alude Lope de Vega en El piadoso aragonés: «Nuño, mensajero eres, / yo no te puedo culpar» (1951, p. 123), y Correas recoge la frase proverbial «Mensajero sois, amigo, / no merecéis culpa, no». Estos versos eran muy populares. Son las palabras que Bernardo del Carpio dirige al emisario del rey, cuando éste trata de prenderlo: «Con cartas sus mensajeros / el Rey al Carpio envió; / Bernardo, como es discreto, / de traición se receló. / Las cartas echa en el suelo / y al mensajero ansí habló: / “Mensajero eres, amigo, / no merecéis culpa, non” (Durán, 1945a, p. 434b, núm. 654) y las palabras que salen de la boca de Fernán González cuando se niega a asistir a las cortes convocadas por el rey don Sancho: «Buen conde, si allá no ides / daros hían por traidor. / Allí respondiera el conde / y dijera esta razón: “Mensajero eres, amigo, / no mereces culpa, no, / que yo no he miedo al rey / ni a cuantos con él son”» (Díaz-Mas, 1994, p. 131, núm. 24). 158 Como anota Arellano en su edición conjunta de El diablo cojuelo, el propio Vélez en El príncipe viñador, disfraza al protagonista de hortelano, inspirándose en el Don Duardos de Gil Vicente (1988, p. 231, n. 29). Valdés en su edición de la novela añade un par de títulos más donde se repite el mismo motivo: El soldado amante de Lope de Vega y Aquilana de Torres Naharro (1999, p. 122, n. 48). 159 Desconozco quiénes son estas Infantas de León y la humillación de la que fueron objeto. Dado que la historia no recoge ofensa alguna relacionada con infantas leonesas (ni tampoco las leyendas, al menos las más populares), me inclino a pensar que Vélez hace referencia a alguna comedia de la que las infantas eran protagonistas. Sea como fuere, lo cierto es que lo que les sucedió a esas ilustres muchachas era muy conocido en la época, pues no faltan textos literarios que aludan a ellas: «CELIA: ¡Liviana dices, después / de dos años que por ti / ha andado fuera de sí! / Bien parece que no ves / lo que en las comedias hacen / las Infantas de León. / ANA: ¿Cómo? CELIA: Con tal condición / o con tal desdicha nacen, / que, en viendo un hombre, al momento / le ruegan y mudan traje, / y, sirviéndole de paje, / van con las piernas al viento» (Ruiz de Alarcón, Las paredes oyen, 1946, p. 58b); «DUQUE: «¿Tal error pueden hacer / mujeres que nobles nacen? / CRIADO 1: Si las comedias nos hacen / de lo que es o puede ser / viva representación, / desengañarte podía / lo que han hecho cada día / las Infantas de León» (Ruiz de Alarcón, Quién engaña más a quién, 1946, p. 165a-b). 160 las: les (P2).
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aquí para entre los dos*161 y otras civilidades para el consonante*162, y al163 poeta que de aquí adelante en ellas incurriere, la primera vez le silben y la segunda sirva a su majestad con dos comedias en Orán*164.
161 Las expresiones señaladas aquí por Vélez han quedado fosilizadas y aparecen en numerosas comedias, anteriores y posteriores a la Academia del 37. Este «A furia me provoco» podemos encontrarla tal cual en El tejedor de Segovia. Segunda parte de Alarcón («A furia me provoco. / Si de amor estaba loco, / ¿qué será de amor y celos?» (1946, p. 396a) o en Amazonas en las Indias de Tirso de Molina («[…] A furia me provoco / o me tienes en poco / o ya desesperado / a mis manos morir quieres honrado», 1958, p. 701a). El fraile mercedario también recurre a ella, aunque con una ligera variante, en el Don Gil de las calzas verdes: «¡La mano pone en su boca / de mi prima! ¿No es encanto / que hombre de barba tan poca / se atreva a ser para tanto? / ¡A qué furia me provoca!» (1944, p. 416c). El «Aquí para entre los dos» gozó de gran popularidad, y la hallamos en obras tan conocidas como El lindo don Diego de Moreto («[…] Y aquí, para entre los dos, / dejad empresa tan vana, / porque es cierto que mi hermana / no se ha de casar con vos», 1950, p. 359b), en El alcalde de Zalamea de Calderón («Y aquí, para entre los dos / si hallo harto paño, en efeto / con muchísimo respeto / os he de ahorcar, ¡juro a Dios!», 1998, pp. 316-17), en El purgatorio de San Patricio («¿Habrá llegado? / —aquí para entre los dos— / alguno aquí de quien vos / no os hayáis inficionado, / Llocía?», 1944, pp. 153c-54a), o en La ninfa del cielo de Tirso de Molina («Traigo una hambre cerval, / aquí para entre los dos, / y esa es la causa», 1946, p. 929b).Vicente Sánchez en su Loa hace decir al gracioso: «[…] Yo entre el horror y el cansancio / que me asusta y me congoja, / ya estoy que me toma el Diablo, / ya estoy que el sueño me toma, / muy durmiendo entre dos luces» (2003a, p. 124, vv. 207-11). Sobre «Porque a mi honra más cuadre», no he encontrado ejemplos. 162 En el entremés Las civilidades, Quiñones de Benavente condena el uso de vocablos inapropiados y el uso de un lenguaje incomprensible lleno de despropósitos lingüísticos: «Que de rondón se han entrado / en la castellana lengua / todas las civilidades / que antes estaban en jerga» (2001, p. 165). 163 al: el (P2). 164 Resuena aquí el del romance de Góngora que comienza: «Servía en Orán al rey / un español con dos lanzas, / y con el alma y la vida / a una gallarda africana…» (1983, p. 236, romance XXXII, vv. 1-4). Según Aut, «lanza» «se tomaba antiguamente por el soldado que la llevaba y así cuando se dice que tal señor sirvió al rey con trescientas lanzas, se entiende con trescientos hombres de armas». Idea que corroboran los siguientes versos de Cubillo de Aragón, que glosa el poema del cordobés: «Mucho Bravonel me obliga, / valiente moro, eso basta / tu lanza y la mía sobran / y a mi brazo reguladas / diré cuando Francia venga, / diré cuando embista Francia: / “Servía en Orán al rey / un español con dos lanzas”, / de Bravonel la primera / por huésped y convidada, / de Bernardo la segunda / defensora de su patria / tan leal, que sirve siempre / a su rey con toda el alma / “y con el alma y la vida / a una española gallarda”» (Hechos de Bernardo del Carpio, citado por Rodríguez-
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Item, que los poetas más antiguos se repartan por sus turnos a dar limosna de sonetos, canciones, madrigales, décimas y165 romances y todo género de versos a poetas vergonzantes que piden de noche y a recoger los que hallaren comentando enfermos y perdidos en las Soledades de don Luis de Góngora y que haya una portería en la Academia por donde se dé sopa de versos de los que sobran en166 ella. Item, que se instituya una hermandad y Peralvillo*167 contra los poetas monteses*168.
Moñino, 1976, p. 23). El servicio al rey, no como honor (como lo concibe Cubillo), sino como condena (como se desprende de la premática), se debe a la necesidad de Felipe IV de disponer de un poderoso y numeroso ejército. Desde 1588, tras la derrota de la Armada Invencible, la monarquía había tenido serios problemas en el alistamiento de soldados, pues el interés por la vida militar era cada vez menor. De nada sirvieron las medidas que a partir de 1632 tomó el conde-duque para formar un ejército nacional de amplia base nobiliaria, y los soldados tenían que ser reclutados a la fuerza entre los grupos más desfavorecidos (Sánchez Belén, 1994; Sanz Ayán, 1994b). Si en esta premática el servicio al rey es una pena, es porque se trata de una leva forzosa, y el mal poeta debe acudir al auxilio del monarca con los pocos medios de que dispone: sus comedias. La razón de que sea en Orán no es otra que la de parafrasear los populares versos de Góngora que encabezan esta nota. 165 décimas y: décimas (M, R, P2). 166 en: de (M, R). 167 Peralvillo: «Un pago junto a Ciudad Real, adonde la Santa Hermandad hace justicia de los delincuentes que pertenecen a su jurisdicción, con la pena de saetas. Proverbio: «La justicia de Peralvillo, que después de asaeteado el hombre le fulminan el proceso»; fúndase en que los delitos que se cometen en el campo, que merecen muerte, son atroces, y piden breve ejecución constando el delito, especialmente si le han cogido in fraganti al delincuente; con la sumaria y con la publicidad hacen justicia, y después por ventura ponen más en forma el proceso y extienden los actos» (Cov). «—Ladrón, ¿estás puesto en la horca por ventura o en el último término de la vida, para usar semejantes pregarias? […]. —Tápenme —respondió Sancho-, y pues no quieren que me encomiende a Dios ni que sea encomendado, ¿qué mucho que tema no ande por aquí alguna región de diablos, que den con nosotros en Peralvillo?» (Don Quijote, 1998, pp. 960-61, II parte, cap. XLI). 168 poetas monteses: no es acertada la interpretación de Morel-Fatio que lanza la hipótesis de que se trate de poetas que componen silvas (1878, p. 671). En la literatura áurea se relaciona el término «monte» con «robo»: «Toparon con unos salteadores y capeadores públicos que andaban huyendo unos de otros, y luego los diablos cerraron con ellos diciendo que los salteadores bien podían entrar en el número, porque eran a su modo sastres silvestres y monteses, como gatos de campo» (Quevedo, «El sueño del juicio final», Los sueños, 2003, p. 103). Los poetas monteses que se mencionan en esta premática son poetas ladrones, esto es, poetas que se apropian del in-
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Item, que las comedias de moros se bauticen dentro de cuarenta días o salgan del reino*169. Item, que ningún poeta por necesidad ni amor170 pueda ser pastor de cabras ni ovejas ni de otra171 res semejante, salvo si fuere tan hijo pródigo que, disipando sus consonantes en cosas ilícitas, quedare destituido de su musa, que en tal caso mandamos en pena de su pecado que guarde cochinos*172. Item, que ningún poeta sea osado a hablar mal de los otros si no es dos veces en la semana. Item, que al173 poeta que hiciere poema heroico no se le dé de plazo más que174 un año y que lo que más tardare se entienda que es falta de musa*175.
genio de otro, de ahí que se requiera el Peralvillo para impartir justicia. Contra ellos arremete Quevedo en la «Premática del desengaño contra los poetas hueros»: «Item. Por estorbar los insolentes hurtos que hacen [los poetas], mandamos que no se puedan pasar coplas de Aragón a Castilla, ni de Italia a España, so pena de callar un mes el poeta que tal hiciere, y si reincidiere, de andar un día limpio» (Premáticas, 1929, pp. 26-27).Véase en el vejamen de Rojas la burla que se hace a los autores que componen con retazos de otras obras. 169 se bauticen dentro de cuarenta días o salgan del reino: se bapticen o salgan del reino dentro de cuarenta días (M, R). Esta premática parodia una orden con una formulación muy similar que apareció en 1626, en un intento por expulsar a los no cristianos: «Los esclavos, moros o turcos y de cualquier otra nación, que no sean bautizados, dentro de quince días de la publicación, salgan de esta corte, so pena de perdidos, aplicados a la cámara de su majestad» (Herrero García, 1963, p. 531). 170 ni amor: ni amor que padezca (M, R); o amor (P2). 171 ni de otra: ni otra (M, R). 172 que en tal caso mandamos en pena de su pecado que guarde cochinos: en tal caso mandamos que en pena de su pecado guarde cochinos (M, R). Esta premática va dirigida contra los poetas y poemas pastoriles.Ya Quevedo se quejaba de esta moda, y declaraba: «Item.Y advirtiendo que después que dejaron de ser moros (aunque guardan algunas reliquias) se metieron a pastores todos, por lo cual los ganados andan secos de beber sus lágrimas, la lana chamuscada del fuego de sus amores, y tan embebidos de su música que no pacen, mandamos que dejen el tal oficio; y a los amigos de la soledad les señalamos ermitas, y que los demás, por ser oficio alegre y de pullas, se acomoden en mozos de mulas» (Premáticas, 1929, p. 26). 173 al: el (M, R, P2). 174 que: de (P2). 175 falta de musa: falta de la musa (M, R). Según Bergman, esta ordenanza es una crítica encubierta al doctor Silveira, citado más abajo, que tardó veintidós años en componer el poema heroico titulado El Macabeo (1975, p. 601, n. 70).
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Que176 a los poetas satíricos no se les dé lugar en las academias y se tengan por poetas bandidos177 y fuera del gremio de la poesía noble y que178 se pregonen sus faltas como de hombres facinerosos a la república. Que179 ningún hijo de poeta que no hiciere versos no pueda jurar por vida de su padre, porque parece180 que no es su hijo. Item, que el poeta que sirviere a señor muera de hambre por ello. Y, al fin, estas premáticas y ordenanzas se obedezcan y ejecuten como si fueran leyes establecidas de los pasados reyes y emperadores. Mándase pregonar por que venga181 a noticia de todos.
MEMORIALES182 MEMORIAL Un autor de comedias por su majestad está retraído en San Sebastián*183 porque andan tras él cuarenta poetas para matalle184, porque no quiere tomar sus comedias, atento que185 no son de los conocidos. Suplica a V. S.186 mande que los recojan o que los prediquen187 como a las malas mujeres por que188 se conviertan, y que los protec-
176
Que: Item que (M, R). bandidos: baldados (M, R). 178 noble y que: noble que (M). 179 Que: Item que (M, R). 180 parece: parecerá (M, R). 181 mándase pregonar porque venga: mándanse pregonar para que vengan (M, R). 182 Memoriales: Memoriales que se dieron en la Academia (P2). En M y R los memoriales no llevan título, sólo van numerados; en P2 van encabezados por la palabra «Memorial» y numerados en arábigos. 183 San Sebastián: Se refiere a la Iglesia de San Sebastián, construida en 1550 y situada en el ángulo formado por la calle de Atocha y la de San Sebastián. En ella estuvo enterrado Lope de Vega. Destruida durante la Guerra Civil, volvió a erigirse en 1950 (Mesonero Romanos, 1831, pp. 140-41 y 1925, pp. 319-20). 184 matalle: matarle (M, R). 185 atento que: atento a que (R). 186 V. S.:V. S. Ilustrísima (M, R, P2). 187 que los recojan o que los prediquen: que los recojan o que les prediquen (M, R); que los prediquen (P2). 188 porque: para que (M, R). 177
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tores de la Academia tomen a su cargo el remediallo189, que trocando190 las comedias que tienen escritas a papel blanco, les será también muy grande ayuda de costa para esto191, y haya para este efecto de aquí adelante todos los años señalado un jueves de poetas como de la Magdalena*192.
MEMORIAL El bachiller Anastasio Longares, aragonés de nación, tiene entre otros un arbitrio*193 muy fácil para rebajar los poetas por ser muchos y haber entrado tantos de fuera del reino, con que se evitará194 que no entren más, dejando los que quedaren con el valor intrínseco de los estilos, que son los metales de la poesía*195. Suplica196 a V. S.
189
remediallo: remediallos (R,V, P2). trocando: trocándoles (M, R). 191 costa para esto: costa (M, R, P2). 192 Morel-Fatio informa de que existía la tradición de congregar un viernes de cuaresma en la iglesia de Las Recogidas de Madrid a las «mujeres públicas» de la ciudad (1878, p. 671). Allí se las exhortaba a arrepentirse y a reconducir sus vidas siguiendo el ejemplo de la Magdalena bíblica. De ahí que esta santa y Santa Afra se hayan convertido en las patronas de las prostitutas arrepentidas. En «Premáticas del desengaño contra los poetas hueros», Quevedo decreta una ordenanza muy similar: «Por lo cual, atendiendo a que este género de sabandijas que llaman poetas son nuestros prójimos y cristianos, aunque malos, viendo que todo el año idolatran mujeres y hacen otros pecados más enormes, mandamos que la Semana Santa recojan a los poetas públicos y cantoneros, como a malas mujeres, y que los prediquen para convertirlos; y para esto señalamos casas de arrepentidos, que, según es su dureza, no las estrenarán» (Premáticas, 1929, p. 25). Quevedo pone esta misma premática, con ligerísimas variaciones, en boca de Pablos en El Buscón (1993, pp. 118-19). 193 arbitrio: «El medio que se propone extraordinario, y no regular, para conseguir algún fin, como los medios que se discurren para socorrer las necesidades del príncipe, por lo regular gravosos a los pueblos» (Aut). 194 evitará: evita (P2). 195 Contra la abundancia de poetas en España, Quevedo en «Premáticas y aranceles generales» decreta lo siguiente: «Item. Habiendo visto la innumerable multitud de poetas que Dios ha enviado a España por castigo de nuestros pecados, mandamos que se gasten los que hay, dando término de dos años para que se consuman, [...] y de que se procederá contra ellos como contra la langosta, pues no han bastado otros muchos remedios que se han intentado, antes cada día hay poetas nuevos, sin ser conocidos ni sus versos en España» (Premáticas, 1929, p. 21) 196 suplica: suplico (M, R, P2). 190
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Ilustrísima se vea y se me haga la merced por ello que merecen197 mis estudios y vigilias. MEMORIAL El sacristán de Getafe está preso en esta cárcel de corte dos años ha, porque se le imputa que dio al barbero (poeta de hacer loas) rejalgar*198 en los consonantes, de celos de una mujer del mismo lugar de que llegó a estar muy al cabo. Suplica a V. S. Ilustrísima (pues199 no se le ha probado el delito) se vea200 su pleito y se despache por ser este caso dentro de las cinco leguas*201 y que toca a esta academia, que en ello recibirá limosna y merced202, atento que tuvo un203 bisabuelo de parte de su madre que glosó204 las tres ánades, madre*205.
197
por ello que merecen: por ello que merecerán (M, R); que por ellos merecen
(P2). 198
rejalgar: arsénico. pues: que (R). 200 se vea: por lo cual (R). 201 La jurisdicción de la justicia de la corte alcanzaba cinco o seis leguas, como se lee en el Diario de Camillo Borghese, en el apartado sobre «Della Giustita di Madrid» (1878, p. 188). 202 recibirá limosna y merced: recibirá merced (M, R). 203 tuvo un: tuvo (M, R). 204 que glosó: que fue poeta y glosó (V, P2). 205 Correas señala que «para decir que uno va caminando alegremente sin que se sienta el trabajo, decimos que va cantando “Tres ánades, madre”; es una coplilla antigua y común que dice: “Tres ánades, madre, / pasan por aquí, / mal me penan a mí”». Esta cancioncilla popular aparece citada con frecuencia en nuestra literatura áurea: «Y por estar ya acostumbrado de caminar de pie, tomó el camino en la mano, y sobre dos alpargatas se llegó desde Zahara hasta Valladolid, cantando “Tres ánades, madre”» (Cervantes, La ilustre fregona, 1976, p. 133); «Tras él vino con su padre / la del escaño; y en otro / cantará, que llaman potro, / a las tres ánades, madre» (Tirso de Molina, La huerta de Juan Fernández, 1944, p. 646b); «¿Es más de una labradora / que estará cerniendo ahora / y quizás cantando al son / que hace con el cedazo / “A los tres ánades, madre” / mientras que duerme su padre, / que es el mayor villanazo / que tiene todo Estercuel?» (Tirso de Molina, La dama del Olivar, 1946, p. 1185a); «Cogí mi hatillo, que era todo el del caracol, que cupo en una caja vieja bien pequeña y, metida en un carro, sentados encima della nos venimos a Madrid, cantando “Tres ánades, madre”» (Alemán, Guzmán de Alfarache, 1987, p. 444, II parte). 199
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MEMORIAL Las monjas de Vallecas*206 tienen un juro*207 cargado sobre las Academias de Madrid, desde la primera academia que hubo en la corte, de veinte villancicos cada año208 a pagar en dos plazos, por Navidad y San Juan, y ha tres años que no se les209 paga y comen de los que les han prestado Constantinopla y Santo Domingo el Real* 210. Suplican a V. S. Ilustrísima sea servido de librarles siquiera dos pagas, porque211 son muchas y pasan extrema necesidad. MEMORIAL Unos albañiles, haciendo una cueva en el barrio de Santa Bárbara, hallaron en un sótano que rompieron unos poetas extranjeros haciendo poesía falsa; han denunciado de ellos y la justicia los ha preso y quitado los instrumentos con que la hacían. Suplican a V. S. Ilustrísima les mande dar la parte que les cabe de la denunciación, que ellos la tomarán en jácaras y en seguidillas212.
206
Las monjas de Vallecas: nombre con que se conocía el convento de las monjas bernardas, situado junto a la calle de Alcalá en la esquina con Virgen de los Peligros. En su claustro, frecuentado por nombres ilustres, se dieron clases de Poesía y Teología. Sufrió la desamortización de Mendizábal y finalmente fue demolido (Mesonero Romanos, 1926, p. 95; Deleito y Piñuela, 1968, p. 58). 207 juro cargado: juro (P2). Juro: «Cierta especie de pensión anual que el rey concede a sus vasallos, consignándola en sus rentas reales o alguna de ellas, ya sea por merced graciosa, perpetua o temporal, para dotación de alguna cosa que se funda o por recompensa de servicios hechos, o ya por vía de réditos del capital que se le dio para imponerse» (Cov.). 208 cada año: en cada año (R); cada un año (P2). 209 les: los (M, R). 210 Constantinopla: se refiere al Monasterio de la Salutación de Nuestra Señora de Constantinopla, de monjas franciscanas, situado en la calle Mayor. Conocido popularmente como «Convento de Constantinopla», debe su nombre a una imagen que había en el altar traída desde Turquía por doña Jerónima de Luján. Sufrió la desamortización de Mendizábal y fue derribado en 1840 (Mesonero Romanos, 1831, p. 157 y 1925, p. 237). Santo Domingo el Real: convento de religiosas situado en la Cuesta de Santo Domingo. La revolución de 1868 supuso el fin de este convento fundado en 1218 (Mesonero Romanos, 1831, pp. 156-57 y 1925, pp. 254-57). 211 porque: que (P2). 212 y en seguidillas: y seguidillas (M, R).
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MEMORIAL Un poeta buratín*213 ha llegado a esta corte que hace grandes pruebas y agilidades de su persona, entre las cuales escribe una comedia en una hora con la mano zurda y anda por la214 maroma con un entremés en un pie y215 un baile de a doce en esotro y una loa de cincuenta columnas en la boca216. Pide a V. S. Ilustrísima licencia y un corral de los en que representan217 para este efecto, que en ello recibirá218 merced. MEMORIAL Un poeta doncel no sale a219 academia (como a misa) por falta de consonantes. Suplica220 a V. S. Ilustrísima que de las penas de cámara*221 se le haga merced de dalle222 para un Rengifo*223, De arte poética, que será una224 limosna muy acepta a Dios. MEMORIAL DEL OTRO MUNDO*225 Unos poetas de la otra vida, que están penando en unos conso213 buratín: volatín (M, R). Según Cov., buratín «vino a llamarse al que voltea en la maroma, porque sale con un cendal en el rostro, y si le llaman volatín será porque vuela bajando de alto por la maroma». 214 la: una (P2). 215 entremés en un pie y: entremés y (M, R). 216 boca: cabeza (P2). 217 representan: se representan (P2). 218 que en ello recibirá: que recibirá (M, R). 219 a: a la (P2). 220 suplica: suplican (A, M-F). 221 penas de cámara: penas de la cámara (P2). Las penas de cámara son «condenaciones pecuniarias que los jueces y tribunales imponen a las partes con aplicación a la cámara real o fisco» (Aut). 222 dalle: darle (M, R, P2). 223 Nombre con que se conocía coloquialmente el Arte poética española de Juan Díaz Rengifo. Este tratado se publicó por primera vez en Salamanca en 1592 y gozó de gran popularidad a juzgar por las ediciones que se imprimieron. Tenía un diccionario de rimas. 224 será una: será (V). 225 Este memorial del otro mundo es una crítica directa a los comentaristas. Éstos se convierten a lo largo del certamen poético y del vejamen en el blanco de las iras de los poetas; véase, por ejemplo, las referencias a Pellicer, glosador de Góngora, que aparecen más adelante. En el Juicio final del certamen de 1638, en el que aparece una réplica de este memorial, se dice: «Tras de los cuales venía un gran número
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nantes226 y anotaciones de otros de esta, se querellan de ellos ante V. S. Ilustrísima porque con poco temor de Dios y de las honras de los difuntos les han levantado en estos escritos lo que no les pasó por la imaginación227 y les han hecho cargo de lo que Dios no ha hecho en la estrecha cuenta que les ha tomado. Suplican a V. S. Ilustrísima vuelva por su crédito y haga que los tales228 comentadores se retracten en público; si no, desde mañana a las once de la noche (que es jurisdicción nuestra por justo juicio229 de Dios) nos apareceremos a los reos en diferentes guisados de fantasmas y les sacaremos las plumas y los dientes por testigos falsos de la poesía. MEMORIAL Doña Artemidora Blasa de Valdestillas, viuda de don Simón 230 Beltenebros de Alcaparrosa, académico de la academia de don Francisco de Mendoza*231, dice que quedó232 con un poema de teta a los pechos y dos comedias, una comenzando233 a andar y otra destetada. Suplica a V. S. Ilustrísima que para criarlos234, por estar pobre, mande que de lo que está apartado para gastos de la Academia se le dé una235
de poetas comentadores, contándoles los bocados con plumas en las manos y cuadernos y levantándoles a los montes en sus comentos lo que no les había pasado por la imaginación, y ellos pidiendo a Apolo a voces que los sacase de penar en aquellos poetas y castigase los testimonios y mentiras que habían dicho de ellos; y dando Apolo por buenos a los unos, y a los otros por testigos falsos les mandó sacar los dientes, confiscar las plumas y arar sus consonantes de sal» (Bergman, 1975, p. 591). 226 consonantes: comentos (P2). 227 les pasó por la imaginación: les ha pasado por el pensamiento ni imaginación (M, R). 228 y haga que los tales: y mande que estos (P2). 229 justo juicio: justos juicios (M, R); juicio (M-F). 230 Simón: Simeón (P2). 231 academia de don Francisco de Mendoza: se refiere a la Academia de Madrid, fundada en 1607 por don Sebastián Francisco de Medrano. Cuando éste ingresó en el sacerdocio (1622), Mendoza se hizo cargo de ella, congregándola en su propia casa en la calle Majadericos hasta por lo menos 1626 (Sánchez, 1961, p. 51; Brown, 1980, pp. 196-97). 232 quedó: queda (R). 233 comenzando: comenzada (M, R, P2). 234 criarlos: criallos (P2). 235 le dé una: le dé un (M); les dé una (P2).
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ayuda de costa, que será una obra muy acepta236 a la poesía y a la posteridad. MEMORIAL Una musa, hija de vecino de Madrid, pretende nulidad de matrimonio con un académico impotente de vena. Hase traído el pleito por vía de fuerza a la237 Academia. Suplica a V. S. Ilustrísima se le haga justicia, porque ella se quiere casar con un poeta que ha sido fraile, con lo cual no quedará sin heredero su casa. MEMORIAL Cristóbal el Ciego*238, poeta repentista, natural de Ciempozuelos (como melón), trae pleito pendiente con otro ciego, poeta badea*239, de hacer coplas de lo que nunca sucedió, de vender almanaques, relaciones240, jácaras, sobre dos villancicos que le hurtó, cantándolos en Nuestra Señora de Loreto*241; el uno es un diálogo entre Judas y Pilatos y el otro contra Lucifer, que dice: «Lucifer cayó en un pozo,
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muy acepta: muy pía (M, R). a la: al (P2). 238 Cristóbal el Ciego es Cristóbal Martínez. Morel-Fatio indica que El Fénix castellano de don Antonio Hurtado de Mendoza (Lisboa, 1690) contiene un romance dedicado «A Cristóbal el ciego, poeta de repente, con eminencia, que asistía en casa del marqués de Siete Iglesias, don Rodrigo Calderón» (1878, p. 672). Bergman añade que en enero de 1636 hubo un enfrentamiento entre el Ciego y otro repentista: «A Antillano siguió Cristóbal el Ciego, tan conocido en esta corte. Hizo también muestra de su habilidad haciendo sus coplas de repente con primor y propiedad de palabras que suele y muy a lo cortesano, pero como es falto de erudición y el otro tiene de ella gran caudal fácil será juzgar cuál haya sido la diferencia entre los dos» (1975, p. 596, n. 51). 239 Se juega aquí con el significado de la palabra «badea» en su sentido metáfórico (persona inútil) y literal (melón de mala calidad); obsérvese que al mencionar al pleiteante se ha aludido a Ciempozuelos como tierra de melonares. Este «poeta badea» sería el que compone versos sin sustancia. La expresión no era infrecuente. El mismo Pantaleón de la Ribera confiesa que no todas sus rimas son acertadas: «Puesto que muchos romances, / duque, mi señor, de Lerma, / aunque parecen escritos / me suelen salir badeas» (1980, p. 375). 240 relaciones: relaciones y (M, R, P2). 241 Nuestra Señora de Loreto: ha de referirse al Colegio Real de Nuestra Señora de Loreto, situado en el extremo de la calle de Atocha, cerca de la plazuela de Antón Martín. Fundado por Felipe II en 1581, fue primero casa de acogida de niñas pobres 237
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porque nació Jesús poderoso»*242. Suplica a V. S. Ilustrísima se vea y se le haga justicia, que en ello recibirá merced243. MEMORIAL Don Tadeo González de Vitigudino244, caballero mozo, es245 poetiponiente. Pretende ser académico, tiene sus pruebas detenidas por dos enemigos, poetas de villancicos, que han dado memoriales246 contra él. Suplica a V. S. Ilustrísima se le hagan segundas pruebas y247 vuelva por su honra y su justicia248. MEMORIAL Doña Timotea de Campuzano, casada con don Cleofás Pére z Zambullo*249, poeta silbado desde el vientre de su madre, que nació en la calle de Silva y le sacó de pila Silva de Torres*250 y comentó
y, más tarde, durante el reinado de Felipe IV, orfanato. Su iglesia se acabó de construir en 1654 (Mesonero Romanos, 1831, p. 206 y 1925, p. 324). 242 Estos dos versos de la coplilla de ciego se repiten y se continúan en el Juicio final del certamen poético de 1638: «Lucifer cayó en un pozo / porque nació Jesús poderoso; / Lucifer tiene dentera, / y dábale mal de afuera» (Bergman, 1975, p. 595). En realidad, el chiste de este memorial se repite casi íntegramente en dicho certamen. 243 y se le haga justicia, que en ello recibirá merced: que recebirá merced (M, R); y se le haga justicia, en que recibirá merced (P2). 244 Vitigudino:Vitigudiano (P2). 245 es: y (P2). 246 memoriales: memorial (M, R). 247 pruebas y vuelva por: pruebas por (P2). 248 honra y su justicia: honra, que recebirá merced (M, R). 249 Don Cleofás Leandro Pérez Zambullo es el protagonista El diablo cojuelo de Vélez de Guevara. En dicha novela, don Cleofás está casado con doña Tomasa de Vitigudino, apellido que casualmente aparece en el memorial anterior. Pero la coincidencia sólo se da en la onomástica del personaje y en su cierta inclinación a las letras, ninguno de los rasgos que aquí se le atribuyen se explotan en la novela. Sobre el sentido cómico-burlesco de los nombres de los personajes de la novela de Vélez, puede consultarse la edición de Rodríguez Cepeda y Rull (1968, pp. 26-28) y la de Fernández y Arellano (1988, pp. 62 y 65, n. 9 y 22, respectivamente). 250 Posiblemente se refiera al licenciado Silva de Torres, corregidor y alcalde de Madrid entre 1602 y 1607, caballero muy conocido e influyente en la época, hacedor de las decisiones políticas de Rodrigo Calderón (ver Quevedo, Grandes anales de quince días, 1946, p. 206b).
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siendo estudiante la Silva de varia lección*251, que se llama Silvano en los romances y celebró252 en ellos a Silvia, pastora del Sil*253, y ayudó254 al doctor Silveira en el poema de Los Macabeos*255, dice que está encomediado con dos legiones de jornadas256, entremeses, bailes y loas en257 el cuerpo, tanto que le suenan en la barriga ensayos, repartir papeles, clarines, atambores, retos, tramoyas, castañetas, arpas y258 guitarras, mosqueteros y castradores*259, justas260 y torneos y batallas de mo-
251
La Silva de varia lección de Pero Mexía fue publicada y ampliada entre 1540 y 1551. Esta miscelánea de anécdotas y noticias, muchas de ellas entre pintorescas y fantásticas, gozó de gran popularidad y pronto se tradujo al francés, al italiano, al alemán y al flamenco. 252 celebró: comentó (P2). 253 del Sil: de Silvio (P2). Los nombres de Silvia y Silvano no son originales, son los nombres tópicos que se atribuyen a los pastores. En la Flor de Romances que se publicó en Zaragoza en 1578, se recoge el fragmento de esta canción. «Pues Silvia quiere que muera / este su pastor Silvano, / nadie le vaya a la mano» (Rodríguez Moñino, 1954, p. 188). 254 ayudó: ha ayudado (R). 255 Se refiere a Miguel de Silveira autor del poema heorico El Macabeo, impreso en Nápoles en 1638. 256 de jornadas: de comedias, jornadas (P2). 257 entremeses, bailes y loas en: entremeses y bailes en (P2). 258 arpas y: arpas (M, R). 259 mosqueteros y castradores: mosqueteros, castradores (M, R, P2). Los castradores son unos silbatos que están formados «por varios cañoncillos unidos de que usan los capadores para anunciarse» (Aut); también se les conoce con el nombre de «castrapuercas». Posiblemente aquí el término «castrador» se utilice como genérico de «silbato». Los mosqueteros constituían un grupo muy bullicioso y muy temido por los representantes, que veía las comedias de pie desde el patio. Son numerosos los ejemplos literarios en que se trasluce el ruido del auditorio. Baste señalar un pasaje de Quiñones de Benavente, de la «Loa con que empezó Lorenzo Hurtado en Madrid, la segunda vez», en que se alude a los mosqueteros (pero también a las damas de la cazuela) y a los pitos (ver 2001, p. 127). A ese mismo alboroto en las representaciones alude Quevedo en la Perinola: «¡Y esto se representó, y lo oyeron a falta de silbos, que fuera mejor oírlos con su séquito de cencerros y métete!» (1929, p. 125). Esa relación entre castradores o castrapuercas y mosqueteros la hallamos en Pantaleón de la Ribera a través de un ingenioso neologismo que combina los significados de «castrapuercas» y «poeta» (ver 1980, pp. 368-69).Y en el Juicio final del certamen de 1638 se dice: «Y a duras penas la tuvieron en las manos [la comedia] cuando se hundió el juicio a silbos y castrapuercas. El poeta quedó descansado pero con pesadumbre de ver chillada su comedia casi antes de haber nacido» (Bergman, 1975, p. 601). 260 justas y: justas (M, R).
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ros y cristianos. Suplica a V. S. Ilustrísima mande a dos poetas sacerdotes261 que le exorcicen y saquen estos espíritus malignos, que en ello recibirá caridad y limosna.
CÉDULAS262 CÉDULA A un poeta bailinista*263 nuevo se le han perdido dos seguidillas264, unas mudanzas de cruzado*265. Quien las hubiere266 hallado las vuelva, porque no le ha quedado borrador, o sacará una paulina*267 de Luis de Benavente, que es pontífice de los bailes y entremeses*268. CÉDULA Un poeta que tiene sus consonantes en tierra de moros cautivos, y están a peligro de renegar, está269 con mucha necesidad. Pedirán para su rescate a la puerta de la270 Academia. Acudan con su limosna vuesas271 mercedes, pues ven que272 es obra de tanta piedad.
261
dos poetas sacerdotes que: dos poetas que (M, R); los poetas sacerdotes que (P2). Cédulas: Cédulas que se dieron en la Academia (P2). En M y R, al igual que ocurría con los memoriales, las cédulas no llevan título, sólo numeración arábiga. 263 bailinista: poeta que escribía la letra para los bailes. 264 seguidillas: seguidillas y (M, R). 265 de cruzado: de un cruzado (P2). Mudanza de cruzado: baile en que los danzarines forman una cruz y luego vuelven a ocupar el lugar que tenían. 266 hubiere: hubiera (P2). 267 paulina: «Carta o edicto de excomunión» (Aut). 268 Luis Quiñones de Benavente se convirtió en el poeta por excelencia de bailes, jácaras, loas y entremeses de la corte de Felipe IV. Montalbán en su Para todos le dedica estas elogiosas palabras: «El licenciado Luis de Benavente no ha escrito comedias; pero ha hecho tantos bailes y entremeses para ellas que podemos decir segurísimamente que a él se le debe la protección y el logro de muchas y el aliño y adorno de todas, que en esta parte ha sido solo por la gracia natural, ingenio florido, donaire brioso y agudeza continua con que le dotó el cielo» (1632, fol. 358v). Esa autoridad indiscutible, dada por sus contemporáneos, lo convierte en el sumo pontífice de la poesía breve y jocosa y, por tanto, en el idóneo expedidor de paulinas. 269 está: están (M, R). 270 de la: del (M, R). 271 vuesas: vessas (V). 272 pues ven que: que (M); pues (R). 262
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CÉDULA Un ermitaño del Retiro, que no se puede nombrar, anda con tentaciones de poeta. Pídesele a la273 academia se haga274 en ella particular oración porque Dios le tenga de sus consonantes. CÉDULA En los barrios de Leganitos ha aparecido un muchacho de hasta seis años que nació con tres hileras de consonantes en la boca y275 hace versos de repente y mete redondillas entre276 las uñas a los muchachos de su escuela como antipoeta* 277. Dase noticia a V. S. Ilustrísima para que se recoja en los Desamparados*278 hasta averiguar lo que es. CÉDULA Un papagayo de un indiano que vive en la calle del Príncipe glosa de repente desde la jaula que está puesta en el balcón todos los pies que le dan por más dificultosos que sean y escandaliza la corte. Dásele aviso a V. S. Ilustrísima para que le recojan279 porque parece que está endemoniado. CÉDULA Tres días de la primera semana del mes que viene estará descubierto en su casa veinticuatro horas280 el señor Príncipe de Esquilache
273
a la: al (M, R). se haga: se le haga (P2). 275 boca y: boca (M, R). 276 entre: en (P2). 277 Esta cédula aparece con ligeras variantes en el Juicio final del certamen del 38: «Apareció por las calles y plazas de Madrid un hombre prodigioso, vestido de carteles de comedias, de justas literarias y Rengifos, que llamaron Antipoeta (como ante [Christo]) que predicaba doctrinas nuevas de poesía, y metía a los muchachos seguidillas entre las uñas» (Bergman, 1975, p. 586). 278 en los Desamparados: en el Hospital de los Desamparados (M, R). Se refiere a Nuestra Señora de los Desamparados, casa de acogida de niños y niñas huérfanos, fundada en 1609 en la calle Atocha (Mesonero Romanos, 1831, pp. 200-201 y 1926, p. 47). 279 le recojan: se recoja (P2). 280 descubierto en su casa veinticuatro horas el: descubierto el (P2). 274
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por las necesidades de la281 Academia y por la extirpación de las poesías herejes282 y porque Dios ponga paz entre283 los poetas cristianos.
Hasta aquí Luis Vélez284.
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de la: del (R). poesías herejes: herejías poéticas (M, R). 283 porque Dios ponga paz entre: porque ponga Dios paz y concordia entre (M, R); porque ponga paz entre (P2). 284 Luis Vélez: Luis Vélez de Guevara (M, R). M y R añaden: «En la oración no hubo competencia con que mereció y se dio el mayor premio que había y se dio principio a los certámenes o asuntos siguientes». En P2 se omite la frase y en su lugar aparece «Fin». 282
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[I]285 DECLARACIÓN
DEL ENIGMA DE DON
DIEGO COVARRUBIAS LEIVA286
Cuanto contiene son las propiedades de un alcahuete y decláranse en cada copla de por sí como se sigue: Dos cosas tengo de rey, sin serle en nada importante, y ser puedo su defensa y aun él puede ser mi padre287. Las dos cosas288 que el alcahuete tiene de rey son: la una tener parte en los vencimientos y la otra tener damas que le obedezcan, y claro está que no le es en289 nada importante porque no hay quien persuada tanto como la grandeza de un rey. Si se asienta290 por soldado, puede venir a ser su defensa, y hay alcahuete que se mete a serlo de tan poca edad que naturalmente pudiera el rey ser su padre.
285 En M y R todos los asuntos van encabezados por el título «Asunto y un número de orden». El asunto primero es el del enigma del guardainfante, y reza así: «Asunto 1º. De la enigma de don Antonio Mendoza a dos declaraciones por sus versos, a la una al que con mayor desatino dijere lo que ella no es, y la otra al que la acertare. Se les dará [R: darán] dos premios iguales a ambos». A continuación se expone el enigma, que en A y en M-F aparece al principio. Morel-Fatio (1878) enumera todas las composiciones de la Academia con números romanos. Nosotros mantenemos esa misma numeración por razones prácticas. 286 Diego Covarrubias Leiva: Diego de Covarrubias y Leiva, que vino a ser la más ridícula y no la significación, y así dijo (M, R). 287 M y R, en lugar de copiar la coplilla, transcriben sólo el primer verso de cada una de las estrofas, tal como aparece en la declaración de don Francisco de Aparicio que se reproduce después. 288 Las dos cosas: «Dos cosas tengo de rey, etc.». Las dos cosas (M y R). 289 es en: es (M, R). 290 asienta: sienta (M, R).
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La campana de Aragón, que fizo Ramiro el fraile, bien pudo ser más ruidosa, mas no pudo ser más grande. La campana de Aragón, que fueron las cabezas cortadas de los grandes que inquietaban el reino, bien pudo hacer más ruido que un alcahuete, pero no ser tan grande para vencer dificultades. De vizcaínos me sirvo, que es gente de buen linaje, y aun del despojo de alguno que Dios hizo de otro alcaide. Siempre se sirve el alcahuete de vizcaínos, porque no le sirven de nada si no son los cortos de razones y largos de dádivas*291, y el despojo de alguno que Dios hizo de otro alcaide es el dinero, de quien fue alcaide el monte, donde se halló la mina de quien se sacó el metal del dinero. En palacio y en la villa acatamiento me hacen y, aunque mucho en mí se fían, no guardo secreto a nadie. En palacio y en la villa todos hacen acatamiento al buen alcahuete por si se le hubieren menester y es forzoso que, aunque se fíen de él, no guarde secreto a nadie, pues es fuerza que lo diga siempre a la mujer pretendida292. A lo medio que yo soy han rendido vasallaje
291 Es un tópico de la literatura áurea considerar a los vizcaínos como brutos y cortos de luces. S o b re los lugares comunes relacionados con estos norteños, ver Herrero García (1966, pp. 249-74). 292 mujer pretendida: mujer que es pretendida (M, R).
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muchos reinos y ha bastado a dar apellido a un ángel. Lo medio de alcahuete es Huete y allí pusieron su corte los moros cuando se apoderaron de España y muchos reinos le rindieron vasallaje, y allí nació293 una mujer tan hermosa que después le294 dieron apellido del Ángel de Huete*295. De alguna ciudad famosa me ayuda el nombre y el aire296, o le compito en banderas, o le excedo en estandartes. De la ciudad de Alcalá tiene parte el nombre de alcahuete y, en la guerra de amor, cuando vence el alcahuete a la dama sitiada, compite su diligencia con el buen aire del amante a banderas desplegadas y le excede en los estandartes de la diligencia, supuesto que a él sólo se le debe297 la victoria. Mi nombre, aun menor que yo, repartido en dos mitades, uno ha vencido batallas y otro formó capitanes. No hay nombre que no sea menor que el dueño, y el nombre de alcahuete repartido298 en dos mitades son Alcalá y Huete, y en Alcalá ha habido muchas fiestas de moros y cristianos y siempre los cristia293
y allí nació: de ella nació (R). le: la (M, R). 295 del Ángel de Huete: de Ángel de Huete (M, R). Huete fue asentamiento de romanos, visigodos, árabes y cristianos. Se incorporó a la Corona de Castilla en 1476. En el actual escudo figura un león rampante sobre una media luna, que simboliza la supremacía de las tropas cristianas sobre las moras. No he encontrado ninguna referencia concreta al Ángel de Huete, si bien no faltan leyendas de mujeres hermosas, especialmente de moras, que tuvieron sus dificultades al enamorarse de caballeros cristianos. 296 el aire: al aire (V). 297 se le debe: se debe (M, R). 298 alcahuete repartido: alcahuete (M-F). 294
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nos han vencido las batallas, y en Huete, como está dicho, si fue la corte de los moros, claro está que se formarían capitanes299. Los montes están de parto, todos de un ratón se guarden, que es fanfarrón, que es soberbio, mas no es muy alto el gigante. Los montes del parto de un alcahuete son los prometimientos que hace y el ratón que paren, el300 desdén de la dama pretendida. Demás de que no hay más propio ratón que el alcahuete en procurar roer las honras ajenas y en meterse en todos los agujeros, y más que ratón parece en saliendo con la suya, pues el buen suceso le hace parecer fanfarrón y soberbio, aunque301 cuando se haga gigante no puede parecer muy alto, pues siempre los alcahuetes por la mayor parte son302 gente baja. Si esta enigma no ha salido303, como imagino, acertado, como yo salga premiado, muy poco se habrá perdido304.
299
que se formarían capitanes: que formaría capitanes que salieron de ella (M, R). que paren, el: que paren es el (M, R). 301 aunque: aun (M, R). 302 son gente baja: suelen ser gente muy baja (M, R). 303 esta: este (M, R,V). 304 En M y R, tras esta redondilla se añade lo siguiente: «Diósele el premio por salir en lo más ridículo ajustada la explicación». 300
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[II]
DE
DECLARACIÓN DEL ENIGMA DON FRANCISCO DE APARICIO305
Juzgo que esta enigma significa el guardainfante y fúndolo en la declaración de las coplas de ella que parece se ajustan a esta significación. La primera que dice306 Dos cosas tengo de rey tiene el ser guardainfante: que pertenece a persona real y que307 puede ser su defensa es cierto en308 un preñado de una309 reina y también es cierto que puede ser un rey padre de un infante*310. La segunda, De la campana de Aragón, viene al justo*311, porque aunque un guardainfante no suene312 con tanto ruido, su ámbito es mayor*313. La tercera, De vizcaínos me sirvo, parece son sus aros314 de hierro y
305 Declaración del enigma de don Francisco de Aparicio: Declaración segunda del enigma hecha por don Francisco Aparicio, que dijo (M, R). 306 que dice: dice (M, R). 307 y que: que (M, R). 308 defensa es cierto en: defensa en (M, R). 309 una: la (M, R). 310 Deleito y Piñuela señala que el guardainfante recibía ese nombre por «ocultar ciertos estados orgánicos de la mujer, y su empleo permitía hurtos en el huerto del amor sin la publicidad de las consecuencias» (1954, p. 153). Las referencias a los guardainfantes y a las preñadas abundan en la literatura de la época: «De tener tantos niños / los hospitales / tienen culpa, señores, / los guardainfantes» (Morla, El Doctor Rapado, 1911, p. 217a). 311 viene al justo: se ajusta perfectamente; equivaldría a la expresión actual «venir que ni pintado». 312 suene: suena (M, R). 313 La moda de los guardainfantes cada vez más amplios se convirtió en el punto de mira de los poetas satíricos. Baste citar el poema de Quevedo «Si eres campana, ¿dónde está el badajo?» (1991, p. 548) por su relación con el tema que nos ocupa. 314 son sus aros: son aros (R).
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que del despojo de alguno que haya sido guardainfante, que por315 guarda es lo mismo que alcaide, puede ser de316 su despojo se forma y se sirve otro nuevo*317. La cuarta, que dice que se le hace318 acatamiento, que es lo mismo que cortesía, es porque parece da319 autoridad a las mujeres, y lo que se le fía320 ya se ve en lo que cubre, y en no guardar secreto en lo mucho321 que algunas veces descubre. La quinta, que dice que a322 su medio nombre han rendido vasallaje muchos reinos, ya sabe323 a cuántos infantes se han rendido, y lo que dice que ha bastado a dar apellido a un ángel, ya sabe que del324 nombre genérico de ángel es apellido de guarda. La sexta, que dice que de325 alguna ciudad famosa le ayuda el nombre y el aire, puede ser que, como también se forma326 el guardainfante de espartos, lo diga por una ciudad grande327 que se llama328 Esparta y otra ciudad antigua hubo que se llamó329 Guarda, y el decir que le compiten banderas o le excede en estandartes330 parece que 315
que por: porque (M, R). puede ser de: pues de (M, R). 317 nuevo: de nuevo (M, R). Los guardainfantes estaban hechos con aros de hierro, amén de otras materias, para conseguir volumen y solidez. La provincia española que más hierro producía era Vizcaya; de ahí la alusión a los vizcaínos que aparece en el texto. En Darlo todo y no dar nada de Pedro Francisco Lanini Sagredo leemos: «ALEJANDRO: Si es de hierro es gran recado, / y favor muy peregrino. / CAMPASPE: Sólo por ser vizcaíno / es el hierro tan pesado» (1999, p. 298, vv. 2297-300) y, en El Criticón, Gracián afirma: «Valía allí un tesoro un cuarto de hierro, que dezían ser vizcaíno, a pesar del búho gallego, frío, infausto y de mal pico» (2001, p. 691, III parte, crisi VII). 318 se le hace: se hace (R). 319 parece da: parece que da (M, R). 320 se le fía: se fía (M, R). 321 en lo mucho: es en lo mucho (M, R). 322 dice que a: dice a (M, R). 323 ya sabe: ya se sabe (M, R). 324 del: el (M, R). 325 dice que de: dice de (M, R). 326 también se forma: se forma también (R). 327 ciudad grande: ciudad antigua grande (M, R). 328 llama: llamó (M, R). 329 antigua hubo que se llamó: antigua se llamó (M); antigua que se llamó (R). 330 decir que le compiten banderas o le excede en estandartes: decir o le compito en banderas o le excedo en estandartes (M, R). 316
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un guardainfante vuela al aire como una331 bandera y más que un estandarte, que vuela poco. La séptima, el decir que su nombre es menos que él siendo repartido en dos mitades es cierto, que es más ser guardainfante332 que una cosa sola de las dos y también es cierto que habrá vencido batallas un infante y un guarda o alcaide de una fuerza333 habrá formado capitanes. La octava y postrera no toca a la enigma, solo dice que después de entendido todo lo dicho tan cifrado será parir los montes un ratón, porque el guardainfante no es gigante muy alto334.
[III] De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo? Dijo mal, pero yo digo que esto solo dice bien335.
DE DON
GLOSA ANTONIO DE SOLÍS336
No puedes, Francisca, en mí culpar la murmuración, porque después que te vi, tu cara y tu talle son quien más murmura de ti337. 331
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como una: como (M, R). más ser guardainfante: más de guardainfante (V). 333 fuerza: fortaleza (M, R). 334 no es gigante muy alto: no es muy alto gigante (M, R). M y R añaden: «Diósele el premio por ajustar a la explicación la significación del enigma». A continuación aparece el «Asunto 2º» y dicen: «A la glosa se dio permisión la pudiesen escribir todos y aunque no se leyeron más de tres, que fueron los premiados, [R: leyeron más de las tres premiadas] se pondrán aquí todas las que salieron. Letra». 335 dice: dijo (M, R). 336 Glosa de don Antonio de Solís: Glosa 1ª de don Antonio de Solís, que llevó el primer premio (M, R). 337 murmura: murmuran (M, R). 332
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Y, tú, si quieres también338 saber, como yo, de hoy más quien de ti no dice bien, mis ojos toma y sabrás de tu cara y talle quién. Y así, cuando airada estás conmigo, con tu semblante te debes enojar más, porque le tienes delante y te lo dice detrás. Él está falso contigo, pues te adula y contradice; yo en tu cara te lo digo y quien así te lo dice es, Francisca, más tu amigo. Él dijo ayer mal y hoy quieres339 el testigo sobornar untándole, mas no adquieres el efecto de borrar con un hoy muchos ayeres*340. Demás que tienes contigo muy mal pleito al parecer y hoy en él, como testigo, no sólo dice el que ayer dijo mal, pero yo digo.
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Mira contra dos qué puede una faz tan singular que no habrá quien la remede, 338
Y tú, si quieres:Y si tú quieres (M, R). Él dijo: Si dijo (M, R). 340 Obvia dilogía de «untándole» (v. 23): ‘sobornándole con dinero’ y ‘poniéndole afeites’. Existe una abundante literatura satírica contra las viejas que usan ungüentos para parecer jóvenes. Quizás el que más se ensañó con ellas fue Quevedo: «Vieja verde compuesta y afeitada» o «¿Para qué nos persuades eres niña?» (1981, pp. 572 y 585, respectivamente). 339
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porque si vuelve a mirar parece que lo hace adrede. Malditas de Dios estén tus facciones, Francisquilla, diga aquí tu boca: «Amén», y responda la capilla:341 «Que esto sólo dice bien»342.
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[IV] De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo? Dijo mal, pero yo digo que esto sólo dice bien343. GLOSA NAVARRO344
DE JUAN
Francisca, el diablo sea sordo*345, que te quiero defender, aunque ser valiente un gordo más delirio es que traer346 por el consonante al tordo*347.
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capilla: coplilla (R). dice: dijo (M, R,V). 343 M y R no repiten cada vez la glosa. 344 Glosa de Juan Navarro: Glosa 2ª de Juan Navarro, que llevó el segundo premio (M, R); Glosa de Juan Navarro de Espinosa (V). 345 Refrán recogido por Correas: «El diablo sea sordo: cuando se dice algo de recato». 346 más delirio es que traer: mucho más es que traer (M, R). 347 traer / por el consonante al tordo: significa utilizar el término «tordo» para que rime con «gordo». Los mismos poetas reconocen que la rima los lleva en ocasiones a acercarse a los ripios. En el Juicio final del certamen de 1638, parafraseando un conocido proverbio se dirá: «Porque un consonante obliga a lo que un hombre no piensa» (Bergman, 1975, p. 599), expresión que recoge de nuevo Vélez en El diablo cojuelo (1984, p. 170). 342
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Pues las chanzas pasan bien, allá voy con mi locura, sabiendo en un santiamén quién habló de tu lindura, de tu cara y talle quién. Direte, aunque amor me riña, con lo que a risa provocas348, que eres, perdónelo, niña349, Manuel González con tocas y Carbonel con basquiña*350. Esto dicen y yo digo351, no dándoseme un cornado*352, mucho es un cornado, un higo*353, que el que más te ha despreciado es, Francisca, más tu amigo. Si Fabio habló mal, colijo que yo soy el maldiciente, pues cara a cara te aflijo, que digo mal de presente354 y él de pretérito dijo. Dijo mal como enemigo, yo digo mal, y es más clara mi culpa por ser tu amigo; que él, hablando de tu cara, dijo mal, pero yo digo. 348
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con lo que: en lo que (M, R). perdónelo: perdónalo (M, R). 350 La fealdad de González y Carbonel era proverbial. A ella alude Rojas en su vejamen para la Academia de 1638: «Volví a decir, cuando repentinamente se puso delante de los ojos una feísima figura: traía la media cara de Manuel González; la otra media, de Carbonel» (1910, p. 265). 351 yo digo: yo lo digo (M). 352 cornado: «Moneda de baja ley» (Aut). 353 mucho es un cornado, un higo: de almendra, pasa ni higo (M, R). No se me da un higo: «Frase que denota el poco caso que se hace de alguna amenaza u de otra cosa que se desprecia, porque no da cuidado o no tiene estimación» (Aut). 354 digo: diga (M). 349
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Hate llamado la tronga*355 por decir mal de los dos y, aunque ceniza te ponga, puedes dar gracias a Dios que no te llamó mondonga*356. Y aunque es Covarrubias quien por apurar mi paciencia te ha tratado con desdén, digo en Dios y en mi conciencia que esto sólo dice bien357.
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[V] De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo? Dijo mal, pero yo digo que esto sólo dice bien358. GLOSA DE
ALFONSO
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BATRES359
Tu cara y talle espantoso no tienen par si te enrubias360, pues si a compararlos oso, es cenceño Covarrubias*361 y Carbonel es hermoso.
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ha te llamado: hante llamado (V). Tronga: En germanía, ‘ramera’. Sobre el término «mondonga», ver las notas al Asunto 1 que aparecen más adelante. 357 dice: dijo (M, R,V). 358 dice: dijo (V). 359 Glosa de Alfonso de Batres: Glosa 3ª de Alfonso Batres, llevó el tercer [R: tercero] premio (M, R). 360 tienen: tiene (R). 361 cenceño: delgado, enjuto. En los vejámenes de Coello y de Rojas para la Academia de 1638 se insiste en la gordura de Covarrubias y en la fealdad de Carbonel. 356
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Dícese que eres desdén de naturaleza y tal que de ti no se habla bien362, pues sabe ya que hablan mal de tu cara y tu talle quién. Calabazas (para mí)*363 anda estos chismes llevando, que eras hermosa le oí364, pero se estaba burlando de quien lo creyó y de ti365. Él murmura, mas yo digo366, por si tu cara te engaña367, que no estés más bien contigo368, porque quien te desengaña es, Francisca, más tu amigo. Tu talle bien puedes dalle a sus dos reales la vara, pues no vale nada el talle, u véndele con tu cara369, que es como echalle en la calle370.
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habla: habló (R). Según anota Morel-Fatio, Antonio de Mendoza recoge un romance en El Fénix castellano (Lisboa, 1690) en que se alude a este chismoso personajillo: «Vayan juntos los tres niños, Calabazas, Domingote, Sapitillas, galgo de años, con que los siglos son gozques» (1878, p. 672). Bergman señala que Calabazas era un bufón de Palacio, retratado por Velázquez, que estuvo al servicio del rey entre 1632 y 1639 (1975, p. 607, n. 91). Rojas también alude a él en su vejamen de 1638: «Y vimos a Manuel Cortizos, perseguido de Calabacillas y algunos mininos que se le querían comer a bocados» (1910, p. 269). 364 eras: eres (R). 365 creyó y de: creyó de (M, R). 366 Él murmura, mas yo digo: el murmurar más prodigo (M, R). 367 te engaña: se engaña (M). 368 estés: esté (M, R). 369 u véndele: o véndele (M, R). 370 echalle: echarle (M, R). 363
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Esto dice aquel testigo, pero yo soy más cruel en este pleito que sigo con tu fealdad, pues ya él dijo mal, pero yo digo. Pero ¿qué he de decir yo de fea y de desairada, si tu cara te infamó en lo de mujer honrada y por verdad lo firmó371? Bien dijo, mas lengua ten, que es hablar mal a su modo, mas no se le niegue a quien dice mal de todo en todo, que esto sólo dice bien372.
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A este asunto se ofrecieron tres premios y se graduaron en esta forma: el primero, a don Antonio de Solís; el segundo, a Juan Navarro; el tercero, a Alfonso de Batres.Y por haber escrito con acierto los que se siguen, a este intento, se ponen aquí, como parece, más glosas373.
[VI] De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo? Dijo mal, pero yo digo que esto solo dice bien.
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firmó: afirmó (M). dice: dijo (M, R,V). 373 En M y R, tras la glosa tercera aparece directamente la cuarta, y todas ellas van numeradas en arábigos. La información sobre los premios y las glosas que se siguen se ha omitido en este punto. En V, la relación de premios se ofrece al final del manuscrito, como se observa en la nota que aparece tras el vejamen que publicamos. 372
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GLOSA MELCHOR DE VERA, CABALLERO ORDEN DE CALATRAVA374
DE LA
Quien de tu talle y tu cara diga mal con mil enojos, cuando en las lenguas faltara, a quejas lo confesara la injuria de nuestros ojos. Si tú piensas que no habrá quien nos diga mal muy bien de ti toda, atenta está que yo sé y aun todos ya de tu cara y talle quién. A pagar de quien te mira eres fea y en ti el arte tan sin consuelo respira que no osará en consolarte socorrerte una mentira. Tu fealdad trae por testigo de su culpa el que te adora y ¿qué dirá el enemigo si esto dice quien agora es, Francisca, más tu amigo? De pasado (¡qué insolente!)*375 maldijo un gran maldiciente tu cara y talle infernal, mas yo siempre diré mal376 de futuro y de presente. No dirá ya el falso amigo mal de ti, mas yo maldigo
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374 V dice lo siguiente: «Glosa de don Melchor de Vera, caballero profeso de la Orden de Calatrava y fidalgo lego de la religión de la poesía, no escribe al premio, pero tomarale»; M y R omiten esta glosa. 375 de pasado: en el pasado. 376 diré: dije (V).
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tu fiereza cada instante, que él, hasta en esto inconstante, dijo mal, pero yo digo. Un maldiciente profeso no puede hacer pesadumbre, hable gordo o muerda tieso*377, porque a todos de su exceso desagravia su costumbre. Viote y con ansia mortal dijo que si eres tú quien sólo es fea universal, que sólo aquello hizo mal, que esto sólo dice bien.
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VII De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo? Dijo mal, pero yo digo que esto sólo dice bien378.
DE DON
GLOSA ANTONIO DE HUERTA
Yo que hablo mal por costumbre, Francisca, siempre de ti, de las demás ni por lumbre*379, que me escuches quiero mi, más que glosa, pesadumbre.
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hablar gordo: «Echar fieros y bravatas amenazando a uno, tratándole con imperio y superioridad» (Aut). Morder: «Metafóricamente vale murmurar o satirizar hiriendo y ofendiendo en la fama o crédito» (Aut). Tieso: enérgicamente. 378 dice: dijo (V). 379 ni por lumbre: «Frase con que se da a entender la firme resolución que uno tiene de no ejecutar alguna cosa» (Aut).
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Alguno he visto rendido de un desdén y de un olvido y de una roma también*380, pero jamás he sabido de tu cara y talle quién. El camino de adorarte es el de no hablarte ni verte y el que por arte o por parte sin Dios trata de quererte, con Dios trata de dejarte*381. Yo muy de cerca testigo382 (¡con qué vergüenza lo digo!) sin amor, aunque con fe, te lo advierto como el que es, Francisca, más tu amigo. Más cólera te ha de hacer que el que ingrato te ofendió el que te quiere ofender. Éste, Francisca, soy yo, muy prestico lo has de ver. Dijo mal de ti un infiel, yo ahora lo digo cruel383, luego soy más tu enemigo pues te ofendo más; que aquel dijo mal, pero yo digo.
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Agraviada de los dos, Francisca, perdónanos verdad que nadie la ignora,
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y de una roma también: y de un romance también (R). Dejar a alguien con Dios: la persona que habla se despide de su interlocutor. Obsérvese que la fórmula de despedida que se utilizaba cortésmente era «Vaya con Dios» o «Quédese con Dios». 382 yo muy de cerca: yo de muy cerca (M, R). 383 yo ahora: y ahora (M, R). 381
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mas dirás que no es ahora la verdad hija de Dios*384. Mas yo, puesto que soy quien jamás temí tu desdén, diré con semblante igual del que de ti dijo mal que esto sólo dice bien385.
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[VIII] De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo? Dijo mal, pero yo digo que esto sólo dice bien386.
DE
PEDRO
GLOSA MÉNDEZ
DE
LOYOLA
Francisca, el cielo enmendó el haber formado mal tu cara y talle y te dio387 claro ingenio y gracia tal que aun lo injusto en ti se amó388. Tu sabes quién se enamora de tu agrado y quién también del brío y quién del desdén y has visto, ingrata pastora, de tu cara y talle quién.
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Correas recoge la frase proverbial «La verdad es hija de Dios y la mentira, del
diablo». 385
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dice: dijo (M, R,V). dice: dijo (V). talle y: talle (R). que aun lo injusto: que lo injusto (M, R).
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A Blas estás adorando389 (en mi agravio), aunque no ignoras que de veras o burlando pasa lo más de las horas tu fealdad murmurando. Y en vez de mostrar rigor y dejarle por castigo, crece oyéndole tu amor, que quien te trata peor es, Francisca, más tu amigo. A murmurar nos pusimos tú y yo, y de muchos dijimos, y entre ellos de tu zagal. Súpolo y diciendo mal de ambos diferentes fuimos. Yo siempre el intento sigo, tú sin imitarme a mí temes, y de mi enemigo no dices, porque de ti dijo mal, pero yo digo. Pidiéndote en mí celos390, dice que mi amor animas391, que mi voluntad estimas y causándole desvelos a ser mudable te arrimas. Que en mil cosas te parezco dice en tu ofensa y también392 que por feo te merezco y por firme, y le agradezco que esto sólo dice bien393.
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Blas: Bras (M, R). en mí: de mí (M, R,V). dice: dices (M, R). dice: dijo (M, R). dice: dijo (M, R).
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[IX] De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo? Dijo mal, pero yo digo que esto sólo dice bien. GLOSA PEDRO GARCÍA
DEL DOCTOR
En una conversación, Francisca, en que hoy asistí, le dieron a tu opinión (y aun yo también se le di)394 un jabón y otro jabón*395. Hubo, pues, quien tu desdén ultrajó y hubo también quien de tu ingenio esparcido habló bien, pero no ha habido de tu cara y talle quién. Ni tu cara vio la higa*396 ni el talle el ¡qué lindo! oyó, y así no te dé fatiga que lo que Dios no te dio ninguno te lo bendiga. Que yo, que esta opinión sigo, de tu cara y talle digo, para más encarecellos, que quien menos habla en ellos es, Francisca, más tu amigo.
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le di: la di (R). Dar un jabón: «Castigar a alguno o reprenderle ásperamente» (Aut). 396 higa: «Acción que se hace con la mano cerrado el puño, mostrando el dedo pulgar por entre el dedo índice y el de en medio» (Aut). Este gesto se usaba tanto para mostrar desprecio por alguien como cuando se quería lisonjear su hermosura. 395
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Lo que tu cara merece dijo quien bien la conoce. Yo también, y aun me parece que, aunque tú lo eches a doce*397, tengo de estarme en mis trece. Él podrá como tu amigo, mintiéndote lo constante, reconvenirse contigo, mas yo no, porque tu amante dijo mal, pero yo digo. Que le riñeron oí el que tan mal de ti hablara, mas respondionos allí que más maldicen de ti tu mismo talle y tu cara. Y aunque nos dijo también algo que no le está bien a tu condición arisca, no podrás negar, Francisca, que esto sólo dice bien398.
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[X] De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo? Dijo mal, pero yo digo que esto sólo dice bien. GLOSA DELGADO
DE JUAN
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Echar a doce: «Frase que significa desbarrar, enfadarse y meter bulla alguna cosa para confundirla y que no se hable más de ella» (Aut). 398 dice: dijo (M, R).
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Francisca, ¿de quién saldría quien me obliga a que te nombre floja, fea, flaca y fría?, porque es cumplir con tu nombre cantarte esta letanía*399. Pero si tú eres más bien quien te injuria, pues te ven que fea y floja has nacido, claro está que habrá salido de tu cara y talle quién. ¿Quién duda que te ha hecho daño de mi verdad la entereza? Porque un año y otro año anda huyendo la fiereza del rostro del desengaño. Yo soy tu espejo y consigo el ser tu mayor castigo, porque, según tu despejo, el que menos es tu espejo es, Francisca, más tu amigo.
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Yo digo que infierno eres, yo digo que el verte quita gran número de placeres,
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Solía asociarse el nombre de Francisca con las cuatro efes de «floja, fea, flaca y fría». En el Guzmán de Alfarache, leemos: «Es fiera, fea, fantástica, furiosa, fastidiosa, floja, fácil, flaca, falsa, que sólo le faltaba ser Francisca» (Alemán, 1987, p. 385, I parte). Al mismo juego recurre Tirso de Molina en Quien calla, otorga: «¡Qué fría, / qué flaca, y qué floja está! / y, en fin, para ser Francisca, / ¡qué nudos de cordón / traen los dedos por sortijas» (1944, p. 102a). Esta secuencia de adjetivos que comienzan por «f» aplicados a la mujer venía de lejos. Melchor de Santa Cruz en su Floresta española (1574) cuenta que «Una señora envió a decir a un caballero que la requería que en quien ella pusiese su afición había de tener estas cuatro eses: sabio, solo, secreto, solícito. Respondió el caballero que a la que él se aficionase le habían de faltar estas cuatro efes: que no sea fea, ni flaca, ni fría ni floja» (1997, p. 279).
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yo digo que eres maldita entre todas las mujeres. Yo juego al parar contigo*400, tú paras en mal conmigo*401, porque aquel que en juego tal no dijo, diciendo mal, dijo mal, pero yo digo. En fin, mi lengua se iguala contigo en ser mala, y cierto que contigo se señala, porque en ti halló el campo abierto para enseñarse a ser mala. Esto es decir que eres quien merece el mayor desdén; esto es repetir tu mengua y esto es apoyar mi lengua que esto sólo dice bien402.
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[XI] De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo? Dijo mal, pero yo digo que esto sólo dice bien.
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parar: «Juego de naipes que se hace entre muchas personas, sacando el que le lleva una carta de la baraja, a la cual apuestan lo que quisieren los demás […] y si sale primero la de éste, gana la parada y la pierde si sale el de los paradores» (Aut). 401 Parar en mal: «Frase con que se significa que alguno tendrá fin desgraciado o infeliz por su mala vida o delitos, y traslaticiamente se dice de otras cosas que por su mal estado arguyen mal éxito» (Aut). 402 dice: dijo (M, R).
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Francisca, en bocas de gente anda tu cara y tu talle desde la planta a la frente, sin que haya rincón ni calle en ti que no hagan patente. Y así, por más que en ti den ni que te pongan de lodo*403, no se puede saber bien404 si todos dicen de todo, de tu cara y talle quién. Tu cara, pues, no es tan mala que necesite de escoba405, aunque te sirve de sala, ni a tu talle para alcoba406 le falta ayuda ni cala. Pues si ni pieza ni abrigo falta, señora, en tu casa, no quien te corta el ombligo*407, aquel que por todo pasa es, Francisca, más tu amigo.
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A mí, pues también me toca el decir mal de ti hoy que el punto tal me provoca*408,
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Poner de lodo: «Ofender y denostar a uno con palabras injuriosas y ofensivas»
(Aut). 404
puede: pueda (M, R). necesite: necesites (M, R). 406 ni a tu: ni tu (M, R). 407 te corta el ombligo: muestra más amistad. Aut recoge la expresión Haberle cortado el ombligo con el significado metafórico siguiente: «Se dice cuando una persona tiene a otra una grande afición, de suerte que no se aparta de su compañía y amistad». 408 punto: pundo (A, M-F,V); pundonor (M, R). Propongo esta lectura teniendo en cuenta que Aut recoge la acepción de «punto» como «pundonor» (honra o crédito de alguien), y que es una expresión nada extraña en la literatura de la época: «En tierra corta, donde todo es poca cosa, yo lo dudo; y hablemos quedo, no nos oigan, que harán punto desto mismo» (Gracián, El Criticón, 2001, p. 337, II parte, crisi III). 405
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y de razones estoy con la barriga a la boca*409; y no obstante que un tu amigo, queriéndome amenazar, hablando como enemigo410 que a mí me había de estar dijo mal, pero yo digo. Digo que tu cara, hermana, no es de molde ni es de horma ni tu talle de campana, sino que es toda tu forma vaciada por la ventana*411. Esto que digo, ya quien412 te ha visto el envés y el haz lo dijo y digo también, pues desto habló sin disfraz, que esto sólo dice bien413.
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[XII] De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo?
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a la boca: en la boca (M). Tener la barriga en la boca es una expresión que se aplicaba a las mujeres que estaban en avanzado estado de gestación y a punto de parir. Aquí en el texto equivale a estar «preñado (o muy preñado) de razones», esto es, lleno de razones. «—¿No sabéis que la Verdad va de parto estos días? —¿Cómo de parto? —Sí, aun con la barriga a la boca, reventando por reventar» (Gracián, El Criticón, 2001, p. 599, III parte, crisi III). 410 hablando: hablándome (M). 411 Referencia a las aguas mayores y menores que se vertían desde las ventanas. Correas recoge el refrán Agua va, moza, y todo. En cuanto la moza va, pare la boca con el significado «dicen lo primero derramando agua por la ventana en la calle, y de abajo dicen lo segundo por burla, y rechaza lo demás». 412 Esto que digo, ya quien: Esto que digo y a quien (A, M-F, V); Esto digo, y a quien (M, R). 413 dice: dijo (M, R).
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Dijo mal, pero yo digo. que esto sólo dice bien.
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Aun con ser, Francisca, hermosa, hay (¡estupenda maldad, descomunal y afrentosa!) quien te averigüe la edad414 para llamarte gangosa. Pero he de quererte bien desde aquí a Jerusalén, que si hay quien murmure ya de tu mucha edad, no habrá de tu cara y talle quién. Si Jesucristo te ha dado algún poquito de ganga*415, juega la voz con cuidado que aunque sea sin pendanga*416, harás flux en mi cuidado*417. Y advierte que no lo digo418 de tu metal enemigo*419, que si tu nariz te engaña,
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quien te averigüe: quien averigüe (M, R). algún poquito de ganga tiene aquí doble sentido: tiene ganga quien es gangosa, pero también se dice irónicamente que alguien «es ganga» cuando es astuto en el juego. Aunque ni Aut ni Cov. recogen la primera acepción, es obvio que el término se presta al equívoco, pues antes se ha dicho que Francisca tiene ese defecto en el habla y después se alude al juego. 416 pendanga: «Llaman así en el juego de quínolas a la sota de oros, porque tiene el privilegio de poderla hacer el que la tiene del palo o carta que quiere o le conviene» (Aut). Por la definición, se trataría de una suerte de comodín. 417 Hacer flux: «Término del juego de las quínolas y otros. El concurso de todas las cartas de un mismo palo» (Aut). 418 que no: que yo no (M). 419 metal: mortal (M, R). Metal: «sonido u tono de voz» (Aut). 415
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el que más te desengaña es, Francisca, más tu amigo. Un amante que salió de tu fiesta encohetado*420, tanto de ti blasfemó que el tiniente lo ha mandado421 prender, según pienso yo. Y aunque es, Francisca, mi amigo seré en tu causa testigo, que él, por no decir honrando, no dijo en tu abono cuando*422 dijo mal, pero yo digo. En altas voces el tal dijo estando sentenciado que eres una tal por cual*423, porque en tu vida has entrado en iglesia ni hospital424. Pero díjome también que por sólo tu desdén ha dicho siempre de ti tanto mal, y respondí: que esto sólo dice bien425.
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encohetado: «Cubierto o sobrepuesto de cohetes. Úsase regularmente cuando por festejo público se corren toros, a quienes les ponen sobre el lomo unas como sartas de cohetes para avivarlos y estimularlos» (Aut). Aquí equivaldría a nuestro actual «echando chispas». 421 lo ha mandado: le ha mandado (M, R). 422 abono: «La afirmación o aprobación que se hace de una cosa que es de ley, segura y buena» (Aut). 423 tal por cual: «Dase a entender en esto personas que merecen baldones y nombres ruines» (Correas). 424 en iglesia: en la iglesia (V). 425 dice: dijo (M, R).
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[XIII] De tu cara y talle, ¿quién es, Francisca, más tu amigo? Dijo mal, pero yo digo que esto sólo dice bien. GLOSA DEL DOCTOR DON
ANTONIO
DE
MANUEL
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Por tu pie a suegra te vas y en el lugar se murmura que esta tu negra hermosura, Francisca, cuanto va a más, dura más aunque más dura. Dime, pues, de cuantos ven por tu sal tan rancio bien*426, ¿quién le ha de querer amar427?, más bien se puede sacar de tu cara y talle quién. Tus ojos están corridos de que los traes derramados, son tus carrillos pintados, tus labios son bien metidos y tus dientes bien sacados. Si por tu cara me sigo428 y tu talle me es testigo, yo digo, y ello se vee429,
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Dilogía de sal: ‘sustancia que se utilizaba para preservar las carnes de la corrupción’ y ‘donaire’. Por «rancio» se ha de entender «añejo, antiguo u conservado por mucho tiempo» (Aut), gracias a la sal. 427 le: lo (M, R). 428 me sigo: te sigo (M, R). 429 yo digo, y ello se vee: yo digo, que ello se vee (M); yo digo que ello se venda (R).
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que es de sí enemigo el que es, Francisca, más tu amigo. Si hacemos de tu fealdad430 hoy información, ¿quién duda que tu cara es una muda*431 y en tu talle no hay verdad432 que se atreva a ser desnuda*433? Y así no ha de haber testigo que entre información conmigo434 diga, por no decir bien, que diz que arañas a quien dijo mal, pero yo digo. Tu talle desnudamente dijo bien lo que en ti vio y si vestido varió, tu cara sabe que miente y que digo verdad yo. Es un mal talle él y quien dice que tiene algún bien
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si hacemos de tu fealdad / hoy información: si hacemos información / hoy de tu fealdad (M, R). 431 muda: «Especie de afeite o untura que suelen ponerse las mujeres en el rostro» (Aut). 432 hay verdad: hay razón (M, R). 433 Una «verdad desnuda» es «la que es patente, clara, sin rebozo, dobles, ni lisonja, dicha sin atender a respetos particulares» (Aut). Es un tópico harto conocido esta imagen de la verdad. Aparece en todo tipo de escritos, desde dedicatorias serias, como la de Quevedo al Conde de Lemos en Los sueños («A manos de vuestra excelencia van estas desnudas verdades que buscan no quien las vista, sino quien las consienta, que a tal tiempo hemos venido que, con ser tan sumo bien, hemos de rogar con él», «El sueño del juicio final», 2003, p. 89), hasta en entremeses jocosos como La verdad, de Quiñones de Benavente, donde se intercambia el siguiente diálogo: «LUISA y JOSEFA: ¿Quién eres tú que así nos respondes? / FRUTOS: Soy la verdad en paños menores. / JOSEFA: ¿Tan desnuda? Pongo duda. / FRUTOS: Siempre es la verdad desnuda. / LUISA: No es muy dulce con tal carga. / FRUTOS: Siempre la verdad amarga» (2001, pp. 566-67). 434 entre información: entre a informar (M, R); en tu información (V).
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más, aunque fuera peor, bien merece perdón por que esto sólo dice bien435.
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[Asunto 1]436 En dieciséis coplas de un romance extirpar la herejía de llamar mondongas*437 a las criadas de las damas, pues no hay cosa más lucida ni de más generoso nombre que servillas, mas, y que de aquí adelante438 se llamen doncellas de honor*439.
DE DON
[XIV] ROMANCE ANTONIO DE SOLÍS440
Érase un sábado cuando*441 dos mondongas principales442
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dice: dijo (M, R). En M y R, «Asunto 3º». 437 Corominas en DE recoge «mondonga» con el significado de «criada zafia» y la incluye entre los derivados de «mondongo», si bien no explica el origen o relación que pudiera existir entre ambos términos. Aut define «mondonga» como «criada de la reina» (y curiosamente lo ejemplifica con los versos de Solís leídos en la Academia) y «mondongo» como «los intestinos y panza del animal (especialmente del carnero) dispuesto, rellenas las tripas de la sangre y cortado en trozos el vientre, que llaman callos, y así se guisa para la gente pobre». No sé si originariamente guardan alguna relación, pero es evidente que en las tres composiciones se juega con ambos términos y las relaciones que de ellos se derivan («extripar», grosura, callos, hígados, sangre, tripas…). 438 nombre que servillas, mas, y que de aquí: nombre que el servir a las damas y de aquí (M, R). 439 Obsérvese la sutileza e ironía del asunto al denominar a estas criadas de la reina (dueñas, en realidad) «doncellas de honor», como si fuesen mozuelas. El nombre que realmente les corresponde es el de «señoras de honor», pues son «viudas de nobleza y distinción que sirven a la reina asistiendo cerca de su persona» (Aut). 440 M y R añaden: «que ganó el primer [R: primero] premio». 441 No es casual que sea un sábado, porque, en Castilla, el sábado se conocía también con el nombre de «día de grosura», y en ese día estaba permitido comer la cabeza, pies, manos y asaduras de los animales. 442 dos: las (R). 436
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tomando estaban el cielo con las manos y cuajares*443. Grandes alaridos daban, que también en los reales palacios los alaridos tienen entradas de grandes*444. «¿Por qué, decían, por qué permitimos que nos llamen mondongas?, que es en efeto nombre que toca en la sangre*445. Tengan mal nombre en buen hora las que se huelgan y pasen por el gusto de adquirirle el sinsabor de escucharle. Pero nosotras, cuitadas*446, ¡a fe que echamos buen lance*447 con el mal nombre adquirido y con la casa por cárcel!
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Yo no sé qué origen tuvo que mondongas nos llamasen,
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Tomar el cielo con las manos: «Frase que denota la cólera o ira grande que se ha recibido por alguna pesadumbre» (Aut). Cuajar: «La parte donde los animales reciben el alimento para hacer la primera cocción, que corresponde al estómago en el hombre o el buche en el ave» (Aut). El proceso de animalización de esta figura literaria es obvio. Las manos (de los animales, se sobrentiende; de ahí el juego al que recurre Solís) y los cuajares se vendían en las casquerías, junto con los callos. 444 Dilogía de «grandes»: de gran tamaño y nobleza. 445 Aquí se juega con dos de los significados de «sangre»: linaje y sustancia líquida con que se hace el mondongo. 446 cuitada: afligida, con pena. 447 a fe: «Modo adverbial para afirmar alguna cosa que no llega a ser juramento, y que equivale a “por mi fe”» (Aut). Echar buen o mal lance: «Conseguir o lograr lo que se desea con facilidad o perderlo todo malogrando las disposiciones o medios que se habían puesto para su disposición (Aut).
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si no es porque nuestras amas tan a menudo nos manden*448. Esta herejía de hoy más (si el cielo se persuade) extirparse tiene o, por*449 mejor decir, extriparse*450. Para esto esta cuaresma*451 se harán rogativas grandes, que con el cielo hacen votos lo que juramentos no hacen452. Traeranse fieros cilicios y en nuestros cuerpos veranse con su poco de eminencia levantar los cardenales. Pero nosotras tenemos la culpa, que desde antes no nos hicimos llamar señoría de los pajes.
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Nosotras ¿no andamos cerca de aquellas en cuyo examen riguroso está desnudo amor, sin estar en carnes,
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manden: mandan (M, R). Las señoras las mandan porque «mondonga» es también el nombre que se aplica a las «criadas zafias». El menudo alude dilógicamente al vientre, manos y sangre de animales, o sea, algo semejante al mondongo. 449 Extirpar herejías: «Arrancar de raíz todo lo que las puede causar o fomentar, castigando a los herejes, vedando los libros sospechosos, etc., como lo hacen los ministros de la Santa Inquisición, especialmente los señores y padres que asisten en las inquisiciones y en el de su Consejo» (Cov.). 450 extrirpar: invención léxica creada por Solís con el significado de «destripar», «sacar las tripas». 451 esta: aquesta (R). Tras estas fiestas de 1637 comenzaba la cuaresma. 452 lo que juramentos no hacen: los que juramentos hacen (M, R).
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y en cuyos amantes es purificar sus quilates, todo encenderse y tomar de coro, todo acordarse?*453 Pues si nosotras comemos el pan de aquellas deidades, ¿por qué ha de echar a perder nuestra humanidad sus panes? ¡Mondongas a unas mujeres colocadas en tan grave454 puesto, que tocan y prenden*455 a quien toca o prende nadie! Si por servir a las damas tal nombre ha de granjearse, de hoy más hemos de llamar mondongos a los galanes!».
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Esto dijeron queriendo doncellas de honor llamarse y tienen muchas razones mas no tienen más romance.
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de coro: decoro (M, R). Tomar de coro: «Decir alguna cosa de memoria» (Cov.). Recuérdese que una de las funciones de estas «doncellas de honor» (léase, dueñas al fin y al cabo) consistía en guardar el honor de las jóvenes. Los textos literarios demuestran que no siempre fue así, y que de ahí a la tercería solo hay un paso. 454 grave: grande (M, R). 455 Para interpretar este verso y el siguiente, se han de tener presentes dos de las muchas acepciones de ‘tocar’ y ‘prender’. El sentido de la estrofa es el siguiente:‘¿cómo es posible llamar mondongas a unas mujeres que desempeñan una labor tan distinguida como («peinar el cabello, componer cintas y lazos y otros adornos» (tocar, Aut) y «adornar, ataviar y engalanar las mujeres» (prender, Aut) a unas muchachas, mozas o
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[XV] DEL
MISMO ASUNTO ROMANCE
DE JERÓNIMO
CÁNCER456
A bautizarse, señoras, váyanse ucedes llegando y no se me escondan, que las sacaré por el rastro*457. A confirmarse deprisa y agradézcanme el presagio, pues tras la confirmación viene el matrimonio santo. Yo las confirmo y bautizo, porque no es fiel cristiano el que no hace sacramentos*458 oyendo su nombre malo.
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mujeres que ningún galán puede tocar («ejercitar el sentido del tacto», Aut), ni prender («asir, agarrar o tomar alguna cosa», Aut)? Como ya he señalado las dueñas solían vigilar a las doncellas y alejar a los pretendientes. 456 Del mismo asunto, romance de Jerónimo Cáncer: Romance 2º de Jerónimo de Cáncer, a quien se le dio el segundo premio de este asunto (M); Romance 2º de don Jerónimo de Cáncer, a quien se le dio el segundo premio (R). 457 Según Correas, Sacar por el rastro es una «metáfora de huella y caza» de significado obvio. En el entremés Las manos y cuajares de Quiñones de Benavente leemos: «Rastrerísimo tratante / que perdiste el habla el jueves, / y el sábado la cobraste: / vende tus tabas, y calla, / si no quieres que te saquen, / sin ser la sangre del Rastro, / por el rastro de la sangre» (2001, p. 539). Y en la Relación de los toros que corrió Valladolid al nacimiento de nuestro Príncipe (1657), se recogen unas «Quintillas de ciego hechas a don Jerónimo de Villasante» que dicen: «De Villar andaluz astro, / plata en encarnado ardía, / y pues de los toros padrastro, / pues se saca por el rastro / que ha de haber carnicería» (Cossío, 1947, p. XL). 458 sacramentos: sacramento (M, R). Hacer sacramentos: «Hacer misterios», esto es, «no querer manifestar ni descubrir alguna cosa a otro, ponderando su gravedad y el peligro que corre el que se publique» (Aut).
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Por mandado de Filipo el justo, dos y dos cuatro, gran jinete de ambas sillas del tribunal y el caballo, vengo a limpiarlas el nombre y no sé si he de alcanzarlo459, que el rey no puede hacer limpios*460, aunque puede hacer hidalgos.
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Ayúdense vuesacedes como quien está de parto, que serán mondongas mientras se estén mano sobre mano461. Todo será menester, que está envejecido el daño, y de puro usarle dicen462 que tiene su nombre callos*463. ¿Es posible que no hubiese algún galán cortesano que luego a sangre caliente remediara esta contagio?464
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¡Que fuesen tan para poco que este renombre malvado
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sé si he de: se fíe de (V). Referencia a la limpieza de sangre. Quizás sea oportuno señalar que el mondongo se conoce también como «carne de sábado», porque es el único tipo de carne que se podía comer ese día, y no deja de ser sintomático que el día festivo para los judíos sea, justamente, el sábado. 461 estén: están (M, R). 462 usarle: usarlo (M, R). 463 Dilogía de «callos»: dureza que salen en las manos por ejercer el uso de algo y nombre con que se conoce el vientre del animal cortado con que se hace el mondongo. 464 esta: este (M, R,V). 460
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no las quitasen, que es cosa465 que la puede hacer un gato*466!
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Cualquiera pudiera hacer, sin que fuese muy bizarro porque no son menester hígados para este caso*467.
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Mondongas, ¡qué porquería!468, ¿cómo es posible que el asco, haciendo que echen las tripas*469, no las ha desmondongado470? Que pienso que este apellido les puso el mismo diablo, porque al nombre vergonzoso trujo el demonio a palacio*471, si no fue que algún amante, fino como mentecato, por oírlas a menudo las hizo aqueste agasajo. 465 466
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las: les (M, R). gato: porque los gatos se comen el mondongo y vísceras (típica comida de ga-
tos). 467
Juego obvio de «hígados»: valor, brío, bizarría y carne para hacer mondongo. mondongas, ¡qué porquería!: ¿mondongas a unas mujeres? (M, R). 469 Echar las tripas tiene aquí dos sentidos: vomitar e «intestinos, carne de mondongo». 470 ha desmondongado: han desmondongado (M, R). 471 Morel-Fatio señala una posible alusión a El vergonzoso en Palacio de Tirso (1878, p. 673). Lo cierto es que parece casi imposible que no vengan a la memoria los versos del mercedario: «Esto es forzoso / bien dicen que al vergonzoso / le trajo el diablo a palacio» (1990, p. 385, vv. 410-12), pero no hay que olvidar que Aut y Correas recogen refranes muy similares: «Al hombre vergonzoso, el diablo le llevó a palacio», «Al mozo vergonzoso, el diablo lo llevó a palacio» y «Mozo vergonzoso, el diablo le llevó a palacio: o trajo», con lo cual la referencia del poema formaría parte del saber popular. El primero de estos refranes, extraído de Aut, permite que en esta estrofa, al hablar de nombres y apellidos, se pueda jugar con los términos «nombre» y «hombre» (v. 47). 468
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Restáñese lo mondongo y selle el silencio cuanto sea en el Palacio abuso que desdiga de lo sacro. ¡Agua va! Yo las bautizo*472 y damas de honor las llamo, aunque me falte la sal que requieren estos actos,
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pues cuando el grande Mendoza tanta sal ha derramado*473 en servicio de su rey, son los agüeros aplausos; No es posible que me falte; el bautismo está ajustado no más de con qué nos dé su plata el protonotario*474.
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«¡Agua va!» era la voz de aviso que se daba desde las ventanas de las casas antes de verter los orines a la calle. Obsérvese el escatológico recurso de que hace gala Jerónimo de Cáncer al usar esa expresión para el agua bautismal. 473 Se refiere a don Antonio Hurtado de Mendoza, grande de España y excelente noble de la corte de los Austrias. Aquí la expresión «derramar sal» tiene doble sentido. Por un lado, eran conocidas las excelencias que Mendoza dedicó al rey («sal» en el sentido de «grandeza, arte, donaire» y «derramar» en el de «divulgar»). Por orden real, él fue el encargado de escribir la Relación de la Convocación de las Cortes y Jura del Príncipe Baltasar Carlos en 1632. Por otro, los Mendoza eran muy supersticiosos y ese «derramar la sal», que es símbolo de mal agüero, hace referencia a ello. Se trata de una broma recurrente, pues en la comedia de P. F. Lanini Sagredo Darlo todo y no dar nada se observa una alusión similar: «¿Soy yo Mendoza, ignorante, / para temer como ellos, / si es que por descuido dan / en tierra con el salero?» (1999, p. 200). Y esa burla la encontramos incluso en el último tercio del XVII en una academia zaragozana, donde a propósito del poeta Diego Gómez y Mendoza, se dice: «No dice sales y goza / privilegios de severo, / que tuviera por agüero / derramar sal un Mendoza» (Sánchez, 2003b, p. 114). 474 protonotario: «El primero y principal de los notarios y jefe de ellos, o el que despacha con el príncipe y refrenda sus despachos, cédulas y privilegios» (Aut).
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Y adviertan la diferencia que hay de aqueste a esotro estado, que hoy están como nacieron y ayer como nos mataron.
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[XVI] AL
MISMO ASUNTO ROMANCE
DE DON
ANTONIO COELLO475
Hame mandado el asunto que a las más altas señoras de palacio (no me explico qué pensarán que son otras) demos a entender su alteza*476 a las que son (sin ser cosa de Dios) de tejas arriba*477, pues sobre las tejas moran. ¡Oh, cómo siento decirles su nombre con mucha honra! Mas pues tira hacia grosura*478
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475 Al mismo asunto, romance de don Antonio Coello: Romance 3 de don Antonio Coello a quien se le dio el tercero premio (M, R). 476 alteza: «Elevación, soberanía, superioridad y grandeza digna de toda estimación por su calidad y su bondad» (Aut). 477 A las que «son de tejas arriba» se ha de entender a las que «son o se creen divinas». Las tejas arriba es lo relacionado con la divinidad frente a «tejas abajo» que alude a lo mundano. Correas recoge la expresión Hablando de las tejas abajo: «En lo que alcanzan los hombres, sin meterse en divinidades ni honduras de fe». En el texto se juega con el doble significado de la expresión: el literal, porque están encima de las tejas, y el figurado, de ahí la aclaración sobre Dios. Puede ser que la referencia a que esas damas están encima de las tejas (tomándola en sentido hiperbólico) esté relacionada con el lugar que ocupaban en palacio. Una ojeada al plano del Alcázar, morada de Felipe IV, revela que las habitaciones de los pisos superiores estaban reservados a las criadas de la reina, las dueñas y las meninas (Alvar E., 1994, p. 99). 478 grosura: según Aut, comprende tanto la grasa y manteca del animal como las extremidades e intestinos del mismo.
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y hoy es sábado, no importa*479. Ya lo digo hoy en su santo día sin trampas ni historias480. Hanme mandado en efecto que nuevo nombre les ponga481 a las señoras sirvientes y en efecto que en mis coplas las confirme y que yo sea obispo de las mondongas*482.
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Yo las confirmo y pues para ellas será esta lisonja darles una bofetada, hecha está la ceremonia*483. Confirmadas quedan pues484 en gracia, pero no en gloria del guardadamas, pues ya*485
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479 El sábado era día de grosura, de ahí la referencia en los versos siguientes a que hoy (sábado) es «su santo día». 480 sin trampas: sin más trampas (M, R). 481 nuevo nombre: mucho nombre (V); les ponga: las ponga (M, R) 482 Coello pretende dar nuevo nombre a las mondongas y para ello elige la confirmación ya que por medio de dicho sacramento el individuo comienza una nueva vida, que se simboliza con el cambio de nombre. Si nos remontamos a los orígenes cristianos, bastará recordar las palabras que Jesús le dice a San Pedro: «Simón, hijo de Jonás, yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia» (Mateo, 16, 16). Si el poeta se erige en obispo de las mondongas es porque la celebración de la confirmación queda reservada ordinariamente al obispo. 483 La delicada imposición de la mano del obispo sobre el sujeto que recibe la confirmación se convierte aquí paródicamente en una bofetada. A una broma similar recurre Quevedo en su entremés La endemoniada fingida y chistes de bacallado: «FAUSTINA: A este viejo, / en la cara un bofetón. / DUARTE:Yo lo mandé: dale, dale; / otro le da al sacristán. / BACALLADO: No he menester confirmarme, / que yo ya me confirmé» (1929, p. 210). 484 quedan: quedarán (V). 485 guardadamas: «Empleo honorífico en la casa real cuyo ministerio es ir a caballo al estribo del coche de las damas cuando salen fuera para que nadie pueda llegar
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casi a damas se remontan. ¿A damas? ¿Qué dije? Tate*486, hablé con vulgar idioma*487, digo, a damas de la villa que van al Prado y Atocha*488. No me coja las palabras*489 y la estatua de mis coplas, inquisidor de palacio, me queme el recto Mendoza*490.
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a hablarlas; y también les toca despejar las salas de las audiencias de la reina en los días de funciones públicas, como la entrada de embajador, cobertura de grandes, etc.» (Aut). 486 Tate: «Úsase para significar que ha ocurrido a la memoria u al conocimiento alguna especie nueva» (Aut). 487 hablé con vulgar idioma: hablé del modo como lo hace el pueblo. 488 y Atocha: y a Atocha (M, R). El Prado y Atocha eran los lugares habituales de paseo, galanteo y encuentro de los enamorados. Este Prado que aparece aquí es el Prado Viejo o Prado de San Jerónimo, que era el paseo que se extiende actualmente desde la Cibeles hasta la glorieta de Atocha. Se le daba este nombre para distinguirlo del Prado de Recoletos y el Prado Alto (Herrero García, 1963, p. 190; Deleito y Piñuela, 1968, p. 62). 489 Coger las palabras: «Observar cuidadosamente las que alguno dice o para notarlas de impropias y bárbaras o porque pueden importar» (Aut). 490 Hurtado de Mendoza desempeñó el cargo de secretario de la General Inquisición. El pronombre «me» del v. 36 es un dativo ético y la estrofa se ha de interpretar así: «No me coja las palabras Mendoza, inquisidor de palacio, y me queme la estatua de mis coplas». Cuando la Inquisición no tenía la posibilidad de dar con el acusado, quemaba su imagen. Antonio Enríquez Gómez, participante de esta academia, fue acusado de judaizante y su estatua fue quemada en Sevilla en 1660. Barrionuevo en sus Avisos da cuenta de esta práctica: «Domingo 21 hubo un auto de fe en Santo Domingo el Real de tres hombres y tres mujeres y una estatua. Don Sebastián Matos y Pimentel y una hermana suya fueron ensambenitados y diez años de cárcel. Juan de la Rosa, de Cifuentes, por casado tres veces, 200 azotes y ocho años de galeras; y porque mató su primera mujer y una niña, hija suya, le tienen sentenciado a ahorcar los alcaldes de corte. Hubo una hechicerilla, mozuela de buena cara, a la vergüenza y galera perpetua. El otro era casado dos veces, y otra mujer y la estatua, judaizantes», 24-VII-1658 (1996, p. 147).
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Mas muchísimo me aparto de nuestro asunto, ¡oh, vosotras, grosura, digo otra vez, del gran palacio en la olla!,
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que a galanes vergonzantes491 os dan como de limosna (porque también en Palacio hay galanes de la sopa*492). Salid, salid, pues os llamo a nombre de más estofa*493 de vuestra mondonguería, así Dios os haga novias*494. Y pues a damas que son el salir no es fácil cosa, salid a damas que han sido, a dueñas, digo, señoras*495.
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que a galanes: que galanes (R). galanes de la sopa equivale a «galanes pobres», pues la sopa era la comida que se daba en los conventos a los desfavorecidos como limosna. 493 estofa: «Calidad, condición, fama o nombre» (Aut). 494 Dios os haga novias significa «os haga monjas». 495 Coello juega con los términos «dama», «señora» y «dueña». La «dama» es una mujer respetable que en palacio asiste a la reina o a alguna mujer de calidad o señora. Las «dueñas», en su sentido recto, son «mujeres viudas o de respeto que se tienen en palacio o en las casas de los señores para autoridad de las antesalas y guarda de las damas criadas» (Aut). Sin embargo, popularmente las dueñas gozaron de mala reputación. Baste oír a la Dolorida de El Quijote, que habla del «vituperoso y abatido género dueñesco, abominado de boticarios, murmurado de escuderos y socaliñado de pajes» (1998, p. 955, II parte, cap. XL), o escuchar las palabras de Cojuelo: «Y daré, de camino, venganza a las dueñas, porque no hay en el mundo quien no las quiera mal, y nosotros las tenemos grandes obligaciones, porque nos ayudan a nuestros embustes; que son demonias hembras» (Vélez, 1984, p. 126). De ahí que el poeta se refiera a las mondongas como «dueñas» e inmediatamente rectifique y las llame «señoras». Sobre las diferentes concepciones de dueña en la literatura española, consúltese Arco (1953). 492
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Las dueñas son damas pasas como ciruelas, y todas se conservan como fruta en la paja de sí propias*496. Pues si esto es así, sed dueñas; este nombre os acomoda mi voz por cumplir con el asunto de la perroquia.
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De dueñas, pues, os confirmo y, amortajadas de estopa*497 y enlutadas de burato*498,
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La estrofa se ha de interpretar del siguiente modo: las dueñas son mujeres de edad que usan afeites para aparentar juventud, y estos cosméticos son preparados y vendidos por otras dueñas. Intentaré explicar estos versos preñados de dobles sentidos. Las «pasas» del v. 53 son afeites que usaban las mujeres y estaban hechos de pasas (de ahí el nombre). Las «damas pasas» son, pues, «damas afeitadas». Ello permite jugar con las voces «pasa» (uva seca) y «ciruela pasa» («la que se pone al aire o entre paja para conservarla y que se pueda gastar fuera de tiempo», Aut). A su vez, la paja que sirve para conservar esa ciruela tiene, además del significado literal, uno metafórico: «En el sentido moral, se toma por los réprobos a distinción de los que son escogidos» (Aut). El género dueñesco incluye tanto a la dueña principal de palacio como a la alcahueta que vende ungüentos y practica tercerías. ¿Qué es sino Celestina? De ahí la mala fama de algunas dueñas de la literatura del Siglo de Oro. Toda esa continua dilogía de la estrofa está al servicio de una idea: la crítica, ya convertida en tópico, de la vieja que se resiste a envejecer. Sobre los afeites y postizos para aderezarse las mujeres feas y viejas puede consultarse la divertida crítica quevediana «El sueño del infierno» y «El mundo por de dentro» (Los sueños, 2003, pp. 214-17 y 299-306). 497 estopa: «Tela gruesa que se teje y se fabrica con la hilaza de la parte gruesa de la estopa [del lino]» (Aut). Las dueñas llevaban unas tocas blancas de lienzo, que «pendiendo de la cabeza bajaban por la circunferencia del rostro, y ciñéndose por debajo de la barba se prendían en los hombros y descendían por el pecho hasta la mitad de la falda» (Aut). Cubiertas de esa guisa, semejaban cuerpos amortajados. 498 burato: «Tejido delgado de lana, cuyo tacto es áspero, que ordinariamente sirve para alivio de lutos en tiempo de verano, y para capas y manteos en el mismo tiempo; antiguamente hacían las mujeres mantos de él» (Aut). Las dueñas «llevaban siempre un manto negro prendido por los hombros desde donde remataban las tocas de la cabeza», Aut.
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Rodríguez os llamad todas*499. Y así yo os armo de dueñas500 y habéis de tomar la borla*501, armadas de punta en chisme*502 y con tres golpes de toca*503.
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Quizás se haya escogido el nombre de Rodríguez porque en El Quijote es el paradigma de la dueña modélica: «Mal estáis con las dueñas, Sancho amigo —dijo la duquesa—: mucho os vais tras la opinión del boticario toledano; pues a fe que no tenéis razón, que dueñas hay en mi casa que pueden ser ejemplo de dueñas, que aquí está mi doña Rodríguez, que no me dejará decir otra cosa» (1998, p. 954, II parte, cap. XL). Parece existir una relación entre «Rodrigo» (nombre propio) y «rodrigón». Corominas en DE señala que «la semejanza con el nombre propio Rodrigo es en parte accidental, y en parte debida a un influjo secundario de este nombre […] y no etimológica; este influjo debe ejercerse tanto más fácilmente cuanto que Rodrigo, por sus dos rr, se empleaba proverbialmente como personificación de lo duro, regañón y rechinador». Ello explicaría la filiación entre Rodrigo, que daría a su vez Rodríguez, y rodrigón, al que el Aut define como «Palo o estaca que se pone a las vides para sustentarlas o apoyarlas» y como «Criado que sirve de acompañar algunas mujeres». Si señalo aquí los dos significados, es porque ambos sirven a mi propósito. Por un lado, existe una relación literal entre el criado de la segunda definición y la mondonga, que no deja de ser una criada de la reina. Por otro lado, la mujer o criada que se encarga del cuidado de la casa se convierte a su vez en el soporte sobre el que descansa y se apoya el hogar. Este significado figurado de rodrigón (como sostén doméstico) podría explicar quizás la expresión actual de Estar de Rodríguez, que posiblemente en sus inicios significara hombre que se encarga del cuidado del hogar en ausencia de la mujer, pero al que con el tiempo se le ha adjudicado unas libertades y unas connotaciones acordes con la modernidad. 500 os armo: os llamo (M, R). 501 la borla: las borlas (M, R). La borla era la «insignia de los graduados de doctores y maestros en las Universidades y Estudios Generales» (Aut). Lope de Vega en La prueba de los ingenios dice: «Viniendo yo mal parado / de Bolonia de estudiar, / donde pudiera tomar / de Bachiller borla y grado» (1617, fol. 3v). 502 armadas de punta en chisme: parodia de la expresión armar de punta en blanco, que significa vestir a uno con las armas ofensivas y defensivas al modo como lo hacían los antiguos caballeros. Juego lingüístico evidente entre el «armar caballero» y «armar dueña». 503 Los tres golpes de toca es la expresión burlesca del toque o leve golpe con la espada que recibía en la nuca el neocaballero en el ritual de iniciación, y vendrían a engrosar el grupo de «golpecillos» paródicos de nuestra literatura áurea, del que destaca la pescozada que recibe don Quijote: «Que todo el toque de quedar armado ca-
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Pero hasta aquí ha sido chanza, y pues ha sido chacota, con gana de que la risa os tuviese alguna costa; hablando en veras pretendo untaros el casco agora*504, y así desde aquí adelante, honradísimas matronas, pues ser doncellas y dueñas505, según Plinio, diz que estorba*506, doncellas de honor os llamen desde aquí a Constatinopla.
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A don Antonio de Solís, el primer premio; a don Jerónimo Cáncer, segundo; a don Antonio Coello, tercero507.
ballero consistía en la pescozada y en el espaldarazo, según él tenía noticia del ceremonial de la orden […] y, leyendo en su manual, como que decía alguna devota oración, en mitad de la leyenda alzó la mano y diole sobre el cuello un buen golpe, y tras él, con su mesma espada, un gentil espaldarazo» (1998, p. 60, I parte, cap. III). 504 untaros: untar hoy (V). Untar el casco: «Halagar, dar dádivas y pagar a los que queremos que hagan algo» (Aut). 505 pues ser: pues el ser (M). 506 Una de las acepciones de dueña, según Aut, es el de no ser doncella, y lo ejemplifica con unos versos de La devoción de la Cruz de Calderón: «MENGA:Temo, Gil, sus hechos fieros, / si no, a Silvia a mirar ponte / cuando aquí la acometió, / que doncella al monte entró, / y dueña salió del monte, / que no es peligro pequeño» (1944, p. 60a). Tirso también había recurrido a la misma oposición en una fórmula disyuntiva en Quien calla, otorga: «¿Eres dueña / o doncella? ¿Vieja o niña?» (1944, p. 101c). 507 Omitido en M, R y V.
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[Asunto 2]508 Doce redondillas que digan la razón por que las beatas no tienen unto, y si basta la opinión del doctor Juan Rana para que se crea.
DE
[XVII] REDONDILLAS LUIS DE BENAVENTE509
Juan Rana, insigne doctor, altercando cierto punto, dijo que no tenían unto510 las beatas del Señor. ¿Por qué, se le preguntó, no tienen unto las tales, siendo gordas naturales? Y el respondió: «Porque no»511. Tan bien fundada razón (que no hay otra que lo sea) basta para que se crea deste doctor la opinión. Y, siguiéndola, diré el por qué no tienen unto; algo grueso es el asunto, mas yo le adelgazaré*512.
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En M y R, Asunto 4º. Redondillas de Luis de Benavente: Redondillas del licenciado Luis de Benavente, a quien se le dio el primer premio (M, R). 510 tenían: tienen (M, R). 511 En M y R se han omitido los versos 5-8. 512 le adelgazaré: lo adelagazaré (R). Adelgazar tiene aquí doble sentido: por un lado, hacer más delgado el asunto que en el verso anterior ha calificado de «grueso» (con el significado de «complejo, grande y relacionado con el sobrepeso»); por otro, 509
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Las que dan en embeatarse engordan de casa en casa, comiendo a más de la tasa*513 y bebiendo hasta arrobarse*514.
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Pues si crían tantas pellas*515 que a estar impedidas vienen, ellas el unto no tienen, que el unto las tiene a ellas. Si dan por el abstinencia, menos unto han de tener, porque cada una ha de ser un congrete de Valencia*516; y destas la más perfeta que quieran averiguar, en empezando a rodar, rechina como carreta*517. Alto responde y mohína al que averigualla trata518, luego la dicha beata no tiene unto, pues rechina.
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«metafóricamente se dice del ingenio cuando se ejercita en cuestiones sutiles de un punto de disputa, cuando se trata con sutileza de argumentos o se examina más y se tira a apurar algún punto» (Aut). 513 tasa: «Medida, regla o dieta que se impone a alguno en la comida o porte, por enfermedad o castigo» (Aut). 514 arrobarse: «Trasponerse» (Aut). 515 pella: «Manteca del puerco como se quita de él» (Aut). 516 congrete de Valencia: «Congretes llaman en Valencia ciertos bolluelos de masa de pan y azúcar con que entretienen los niños, porque tienen forma de congrio» (Cov.). 517 Rechinar significa literalmente emitir un sonido desagradable como el de las carretas que no tienen unto, y en sentido figurado: «entrar mal o con disgusto en alguna cosa que se propone u dice, o hacerla con repugnancia» (Aut), como la abstinencia para una beata. 518 averigualla: averiguallo (M, R).
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Sin esto no hay entender519 que den de balde un tostón*520, pues las que tan secas son ¿qué unto pueden tener?
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Quisiéronme sobornar porque callara este punto, mas como no tienen unto*521, no me pudieron untar. Perdónenme las del gremio que a oír mis coplas se juntan, que pues ellas no me untan, me quiero untar con el premio.
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[XVIII] AL
MISMO ASUNTO
REDONDILLAS DE JUAN
NAVARRO
DE
ESPINOSA522
Si he de decir el por qué no tienen las beatas unto, bien digo yo que este asunto es sin qué ni para qué. Con el tal asunto ha sido mantequilla faraón*523,
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hay entender: hay qué entender (M, R). tostón: moneda portuguesa de plata. La razón de por qué se recurre a una moneda portuguesa es por la relación tópica ya en la época entre portugués, derretirse y sebo, que explico más adelante. 521 «Unto» aquí tiene el significado de «dinero para soborno». 522 Al mismo asunto, redondillas de Juan Navarro de Espinosa: Redondillas de Juan Navarro de Espinosa, a quien se le dio [R: se dio] el segundo premio (M, R). 523 En comparación con el asunto la proverbial dureza y crueldad del Faraón (ver Éxodo) es matequilla blanda. El término «faraón» esté relacionado con la dureza, pues 520
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pues que me pide razón de quien nunca la ha tenido. Óigame toda beata, que van doce redondillas*524 como doce albondiguillas a una, que tiembla de plata. Y si por sus arcaduces*525 quién son quieren sacar526, son dueñas por madurar*527 y frailes entre dos luces*528.
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Mas la beata más gruesa, la que más ha estado a cebo*529, no tendrá una onza de sebo, en la Academia del 38 se hace referencia a la «conserva de faraón» como muy consistente: «Mandó Apolo que le diesen para los ovillejos conserva de faraón, que es más dura que carne de membrillo» (Bergman, 1975, p. 593). Y a esa misma relación se alude en el entremés de Quiñones de Benavente De Turrada, donde se dice: «MÚSICO 1: No los lleves a la cárcel, / ablándate, faraón. / MÚSICO 2: Que siempre están disculpados los que yerran por amor» (1985, fol. 92v). Tal vez el significado de los versos 5-8 sea que el asunto que se ha pedido es duro (complejo) de defender por ser contradictorio, como dar la razón a quien nunca la ha tenido. La oposición se encontraría en la unión de los términos: por un lado, la suavidad de la mantequilla («Cierto género de pasta que se hace con manteca de vacas, muy batida y suave, con azúcar», Aut) y, por otro, la dureza del faraón. 524 Fácil dilogía entre la estrofa y la forma geométrica, nada original por cierto, puesto que en la «Carta de Apolo para el secretario de la Academia», de la Academia del Conde Aliaga, se lee: «Las sátiras no las quiere porque tiene mala dentadura; y en su lugar admite redondillas, que así llama a las albondiguillas» (Sánchez, 1960, p. 119). 525 arcaduz: boca. «Metafóricamente se entiende el conducto o la parte por donde el alma se explica y da a entender sus afectos: como los ojos, la lengua, etc.Y también por donde percibe las especies» (Aut). 526 quieren: quisieren (V). 527 Antiguamente, se conocían también como «dueñas» a las beatas de Santo Domingo el Real de Madrid antes de la clausura (de ahí las «dueñas por madurar»). 528 entre dos luces: Correas señala que se dice cuando alguien está en duda y tiene que elegir algo. La referencia a la beata «inmadura» de arriba lleva al fraile indeciso de este verso. 529 ha estado a cebo: la que ha sido cebada con alimentos.
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aunque sea portuguesa*530.
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Mortifican la fachada, que aunque lo pida el deleite, no hay ninguna que se afeite*531 sólo por no estar untada. Lleve el diablo al que creyere se han secado de rezar, que secas de murmurar*532 ni Dios ni el diablo las quiere. Y aunque la de más quimeras de comer bien siempre trata533, pedir unto a una beata es pedir al olmo peras.
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No ha sido, pues, la aspereza la que la enjundia la saca*534,
530 Correas recoge la expresión Derretirse como portugués: «Para decir que uno se enamora mucho; que esta opinión se tiene de los portugueses, que son muy enamorados y derretidos de amor, y por eso los llaman sebosos, como las velas de sebo, que se derriten al fuego». Ese juego entre «derretir», «portugués» y «sebo» la encontramos también en Cautela contra cautela de Mira de Amescua: «CHIRIMÍA: ¿Quieres luz? / ENRIQUE: Sí, tráela apriesa. / CHIRIMÍA: Luz te traeré portuguesa. / ENRIQUE: ¿De qué suerte? / CHIRIMÍA: Vendrá en sebo. / Ya la que labró la abeja, / blanca cera, entre miel pura, / en ti se ha vuelto gordura / de un chivato o una oveja» (2002, p. 313, vv. 1655-62). Un ejemplo más, ahora de Rojas Zorrilla: «Que haya marido que llore / porque perdió a su mujer; / y no, que con la congoja, / portugués de más valor, / derretido de su amor / lágrimas de sebo arroja» (También la afrenta es veneno, 1952, p. 599b). Sobre este y otros tópicos aplicados a los portugueses, ver Herrero García (1966, pp. 134-78). 531 afeitar: «Aderezar, adobar, componer con afeites alguna cosa para que parezca bien: lo que particular y frecuentemente se dice del rostro y hacen cada día las mujeres para su adorno y su hermosura en cara, manos y pechos para parecer blancas» (Aut). 532 «Al murmurar se le llama también el rezar de vivos» (Correas). 533 siempre trata: siempre se trata (M, R). 534 la saca: las saca (M, R). Enjundia: «Suele tomarse esta palabra por el unto y gordura de cualquier animal» (Aut).
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que la más gorda es más flaca*535 y hará cualquiera flaqueza. Y si es la más arrobada de embelecos, un asunto: ¿cómo puede tener unto quien no tiene jugo en nada?
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No es gente de bien ni mal, ni son carne ni pescado*536, con lo que tengo probado537 ni tienen unto ni sal538. Basta decirlo el zancajo*539 cuando la verdad es llana, no del gran doctor Juan Rana mas del menor renacuajo.
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Al licenciado Luis de Benavente, el primero; a Juan Navarro, el segundo540.
535 Es identificable el juego entre flaqueza física y espiritual. Flaco: «En lo moral, vale frágil y que cae fácilmente en algún defecto» (Aut). 536 «Ni es carne ni pescado: Como el que ni ata ni desata y no es para nada» (Correas). 537 tengo: tienen (M, R). 538 ni tienen unto ni sal: no tienen unto sin sal (M, R). 539 zancajo: «Este nombre han puesto a los hombres de poca suerte y en su profesión saben poco» (Cov.). 540 Omitido en M, R y V.
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[Asunto 3]541 Doce quintillas en estilo de ciego a que dos ermitaños*542, que también son regidores, ¿en qué caerán primero, en la tentación o en la plaza?
DE
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[XIX] QUINTILLAS JUAN MEJÍA*543
Dígasme tú, el ermitaño, y ermitaño del Señor (así sea mes todo el año), ¿en qué parte caen mejor los regidores de hogaño544?
5
¿Pero qué lengua maligna se atreverá con rigor a satirizar indigna a la gala de Medina, del Martínez a la flor*545?
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En M y R, Asunto 5. quintillas en estilo de ciego: quintillas como las que cantan los ciegos por las calles. Por «ermitaño» se ha de entender la persona que cuida de una ermita, y no necesariamente el sujeto que lleva una vida retirada. 543 M añade: «que llevó el primer premio» y R: «que fue premiado en primer premio». Morel-Fatio señala que estas quintillas de Mejía se atribuyeron a Cáncer en Obras varias poéticas, Manuel Martín, 1761 (1878, p. 673); pero existe un texto anterior, del que ése es reproducción, titulado Obras varias de don Jerónimo de Cáncer y Velasco, dedicadas al excelentísimo señor don Gaspar Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, publicadas en Madrid por Diego Díaz de la Carrera en 1651. 544 hogaño: antaño (M, R). 545 En M y R, este verso y el anterior aparecen invertidos. Aquí se parodia la seguidilla que popularizó Lope en El caballero de Olmedo: «Que de noche le mataron / al caballero / la gala de Medina, / la flor de Olmedo» (1991, p. 197, vv. 2374-377). Medina se refiere a Cristóbal de Medina, secretario de Felipe IV; y Martínez, al secretario y escribano mayor Pedro Martínez. 542
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La plaza más los enlaza y en la tentación se tienen sin caer en su añagaza, que estos señores no tienen más tentación que la plaza546.
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La tentación prevenidos los coge y fortalecidos, sin que nadie se desmande, que ermitaños de un rey grande no pueden verse caídos.
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Los de la plaza son sustos que temen los más robustos, y así, corriendo a porfía*547, caen siete veces al día, aunque nunca vayan justos*548.
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Y cierto que maravilla549 la gran caridad y amor550 de aquesta noble cuadrilla, que si cae un regidor, se sangra toda la villa.
30
Los caracoles mejores*551 yerran con notable exceso, pero no es mucho, señores,
546
que la: que en la (R). a porfía: «Con emulación y competencia» (Aut). 548 «El justo cae siete veces y se levanta, pero los malvados se hunden en la desgracia» (Proverbios, 24, 16). Originariamente, el vía crucis constaba de siete estaciones que representaban las caídas de Jesucristo en su recorrido desde el pretorio de Poncio Pilatos hasta el monte Calvario. En la actualidad, el número ha ascendido a catorce. 549 que maravilla: que es maravilla (M, R). 550 la gran caridad: logran caridad (V). 551 caracol: «En el arte de andar a caballo y en la guerra, se llaman los tornos que se hacen con los caballos, andando alrededor, corriendo o a paso, según conviene» (Aut). 547
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que en la plaza sin repeso*552 se pierdan los regidores.
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Mas cesen estas matracas*553, que aunque salen en sus hacas y yerran con mil desdoros*554, siempre las cañas de toros*555, nunca las cañas de vacas*556.
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Procuren ellos tener la gracia de aquel que hüella tanto mundo sin moler*557, que confirmados en ella será imposible caer.
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Y aprendan en la infinita gente que en palacio habita, pues aunque claro se ve, jamás han caído en que es de Cortizos la ermita558.
50
de repeso: «Con toda la fuerza y eficacia de la autoridad y valimiento, o de la persuasión» (RAE, 1803). 553 matraca: «Burla y chasco que se da a uno, zahiriéndole y reprendiéndole» (Aut). 554 desdoro: «Mancha, nota, deslustre, menoscabo en la opinión, estimación o fama» (Aut). 555 Las «cañas de toros» son las cañas que se usaban a modo de lanza en el toreo. Antiguamente, los caballeros salían a lomos de un caballo armados con una larga caña y se enfrentaban a la res mostrando su valentía y habilidad como jinetes. Las corridas en su forma actual aparecen durante el reinado de Felipe V, cuando la nobleza abandona el arte del toreo a caballo y la plebe comienza a hacerlo a pie. Para una breve, pero curiosa, relación sobre los orígenes del toreo, ver la «Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de los toros en España» que don Nicolás Fernández de Moratín (1944) dirige al príncipe de Pignatelli con fecha de 25 de julio de 1776. 556 vacas: vaca (M, R). Por cañas de vaca se entiende «la pulpa de los huesos de las vacas o tuétanos» (Cov.). 557 sin moler: sin cansarse. 558 El manuscrito H comienza en este verso.
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Y estudien en la cartilla de aquel mecenas discreto que a todos nos acaudilla, pues la carga del respeto solamente le arrodilla.
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Y tengan consolación559 en mí de su mal doliente, pues en cualquiera ocasión caigo yo sin que me tiente la carne de la ración.
60
Con aquesta copla igualas la tarea y yo el trabajo560, musa, no andemos en galas*561 porque de las doce abajo diz que no andan coplas malas*562.
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[XX] AL
MISMO ASUNTO QUINTILLAS
DE
PEDRO MÉNDEZ
DE
LOYOLA563
Invocó el infausto amante de la que corrió cruel hasta ser laurel triunfante*564,
559
tengan: tenga (M, R). y yo el: y el (M, R). 561 no andemos en galas: significa «no nos entretengamos en escribir con gracia, garbo o bizarría». 562 En el vejamen de 1638 de Coello, se dice: «Las pandorgas no andan sino de las doce en adelante, como las malas cosas» (1964, p. 320b). 563 Al mismo asunto, quintillas de Pedro Méndez de Loyola: Quintillas de Pedro Méndez de Loyola, a quien se le dio el segundo premio (M, R); Al mismo asunto, Pedro Méndez de Loyola (H). 564 Referencia al episodio mitológico en que Dafne se convirtió en laurel cuando huía de Febo (Ovidio, Metamorfosis, Libro I, 1997, pp. 91-96). 560
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que no sucediera si él la echara el cuerpo delante*565.
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Y a todas las nueve invoco*566, menos la que hace a Mejía donado entre tanto loco*567, para que de su ambrosía me preste cada una un poco568;
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y sabrán estos señores uno de los más extraños sucesos, y no es de amores, sino de dos regidores569 que se hicieron ermitaños.
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Dase Lucifer al diablo de que se le hayan huido, porque es, mirando al retablo570, el caso más parecido a la conversión de Pablo*571.
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delante: adelante (M, R). Aut recoge una expresión similar cuyo significado se acomoda bien aquí: Echar el cuerpo fuera: «Metafóricamente, vale retirarse y apartarse de algún negocio o tratado y no querer incluirse ni tener parte en lo que se tratare o hiciere». 566 Y a todas:Ya todas (M, R, H). Se sobreentiende «musas». 567 donado: «Hombre o mujer seglar que se retira a los monasterios y casas de religión para servir a Dios y a los religiosos» (Aut). 568 una: uno (M, R, H). 569 de dos: de los (R). 570 al retablo: el retablo (M, R). 571 La Biblia relata en el capítulo 9 de los Hechos de los Apóstoles la conversión de San Pablo: Saulo se dirigía a Damasco para apresar a los cristianos de la ciudad y llevarlos a Jerusalén. Yendo de camino, lo rodeó una luz que venía del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que lo llamaba y le ordenaba entrar en la ciudad. Saulo se levantó del suelo y, a pesar de tener los ojos abiertos, no veía nada. Los que lo acompañaban lo condujeron a casa de Judas. Ananías, uno de los discípulos de Jesucristo que vivía en Damasco, fue en su búsqueda, le colocó las manos sobre la cabeza y Saulo recuperó la vista. A partir de entonces, Saulo pasó a llamarse Pablo y predicó
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Los ojos, él, deslumbrados572, de su caballo cayó, pero ellos, desalumbrados*573, cayeron, que los vi yo y muchos hombres honrados574.
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Él fue gran perseguidor de cristianos sin efecto, y ellos con pecho traidor los destruyen en secreto. ¿Dónde es el daño mayor?
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De Damasco en medio el raso*575 cayó de elección el vaso*576, y ellos en velillo y lama*577, mucha más preciosa cama, cayeron al primer paso.
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Y al instante que cayeron, su flaqueza conocieron
la doctrina de Jesús. Sobre la conversión de San Pablo y su significado religioso, puede consultarse La leyenda dorada de Santiago de la Vorágine (1996, pp. 135-36, cap. XXVIII). 572 los ojos, él, deslumbrados: los ojos desalumbrados (M, R, H). 573 desalumbrados: deslumbrados (M, R). Desalumbrado: «Metafóricamente se dice el que ha perdido el tino y anda aturdido, como ciego» (Aut). 574 hombres: nombres (H). 575 raso: «Dícese regularmente del campo libre de montes, barrancos u árboles» (Aut). Obsérvese el juego entre «damasco» (ciudad y tela sedosa con dibujo) y «raso» (espacio abierto y tela de seda lustrosa). Las segundas acepciones enlazarían con el velillo y la lama, también tejidos, que aparecen dos versos más abajo. A una dilogía similar recurre Quevedo en: «Fue yerro pedirme raso / en Valladolid la Bella, / donde aun el cielo no alcanza / un vestido de esa seda» (1981, p. 925, vv. 37-40). 576 vaso de elección: «El sujeto especialmente escogido de Dios para algún ministerio singular, y por antonomasia se entiende el apóstol San Pablo» (Aut). 577 velillo: «Tela muy sutil, delgada y rala que suele tejerse con algunas flores de hilo de plata» (Aut). Lama: «Cierta tela de oro u plata, que hoy más comúnmente se llama restaño» (Aut).
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y, haciéndole al mundo tiro*578, en un famoso retiro dos ermitas eligieron,
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donde olvidando la gloria y en carnes el interés, pasan en dulce memoria de cuándo serán de mes o si habrá convocatoria.
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Si algún regalo pequeño al ir a votar les dan*579, le desprecian con gran ceño*580 diciendo al pobre que están en mucho mayor empeño.
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Si viene en metal precioso, cerrando a lo religioso los ojos, abren las manos, gritando a voces: «paganos», injusto hacen lo piadoso581.
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Con este valor resisten a las demás tentaciones si poderosas envisten, y con cautas intenciones582 a los oficios asisten.
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De que infiero que si fiero llega el demonio a tentallos o intentan curso ligero,
578
tiro: «Chasco o burla con que se le engaña a alguno maliciosamente» (Aut). votar: «Hacer voto a Dios o a los santos» (Aut). 580 ceño: «Demostración o señal de enojo que se hace con el rostro, dejando caer el sobrecejo u arrugando la frente» (Aut). 581 En M y R, este verso y el anterior están invertidos. 582 cautas: tantas (H). 579
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es preciso derriballos el que llegare primero583.
A Juan Mejía, el primero; a Pedro Méndez, el segundo584.
583 584
el que: al que (M, R). el primero: el primer premio (H). Omitido en M, R y V.
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[Asunto 4]585 Un romance celebrando qué bien se congoja y qué de buen aire grita Grimaldo*586 y qué primor tiene en no hacer nada.
DE
[XXI] ROMANCE ALFONSO DE BATRES587
¿A cómo va el no hacer nada?588 Allí lo vende Grimaldo; bien caro suele venderlo, mas ya lo mete a barato*589. Prisa parece que tiene, pero no, que está sudando la flema tan gorda, y es de congoja de hablar bajo. Cuántos gritos, cuántas voces la plaza oyó de palacio;
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5
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En M y R, Asunto 6. Grimaldo: Grimaldo Gutiérrez (M, R,V). Este individuo era tan conocido en la corte por sus alaridos que, cuando en el vejamen de 1638 don Juan de Castilla en sueños da voces, Coello dice que «parecía que se le había metido en el cuerpo una legión de Grimaldis» (Coello, 1964, p. 318a). Grimaldo, Covarrubias y Carbonel fueron objeto de dura crítica en este certamen del 37 (ver Asuntos 4, 5 y 6) y se enojaron. Para restañar las heridas, al año siguiente, en la Academia de 1638, se escribió un asunto a modo de disculpa: «Dando norabuena a Calero, Covarrubias, Carbonel y Grimaldo de que ya no se burlarán con ellos; pidiendo veinte coplas de un romance» (Bergman, 1975, p. 560). 587 Romance de Alfonso de Batres: «Romance de Alfonso de Batres, que escribió sólo este asunto y por ello se le dio el premio [R: dio premio]» (M, R); Alfonso de Batres (H). 588 va el no: va en no (V). 589 Meter a barato: «Es confundir alguna cosa metiendo mulla bulla y dando muchas voces» (Aut). 586
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a despacho suyo suenan, por cierto, gentil despacho. Las fiestas del Buen Retiro se las huelga como un santo*590, que dice que no son fiestas591, siendo en días de hacer algo. Hace un trabajillo y es añadir al calendario san Toros, probando que éstos no son días de trabajo;
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san Estafermo, san Lanzas592, con una sátira al cabo, al santiamén con que ya lo tiene impreso en el casco*593. ¿En el casco, musa mía?, ¡en el calvatrueno estamos!*594. Vaya una trova a la calva, ¡ojalá fuera del caso!595 Dice mal del andar listo*596 y está que le lleva el diablo
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holgar: celebrar. que dice: y dice (M, R). 592 Lanzas: Lanza (M, R). 593 casco: «Hueso de la cabeza que encierra dentro de sí el cerebro, comúnmente dicho sesos, por la semejanza que tiene al casco de cualquier vaso de tierra redondo como olla» (Cov.). 594 calvatrueno: «Vocablo grosero y aldeano, por la cabeza atronada del que es vocinglero y hablador, alocado y vacío de cascos» (Cov.). 595 caso: casco (M, R). 596 Dice mal del andar listo: Dice mal el andar (M, R); Hace mal el andar listo (H). Listo: «Diligente, pronto, vigilante y avisado» (Aut). 591
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con el llegar y besar*597, porque salen de su paso. Son el cochite y hervite*598 refranes que le hacen asco, que se le viene a la boca*599 el de mano sobre mano*600. Con todo esto no hace poco, mas no hace mucho y hallamos601 que no hace poco ni mucho602. ¿Cómo no, y el ruido es barro*603?
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Yo diré lo que hace bien: nada muy bien todo el año, porque nada en el invierno y porque nada en verano604.
597
Aut recoge la expresión No hay sino llegar y besar con el significado de «Modo de hablar que se aplica irónicamente contra los demasiadamente confiados, que juzgan lograr lo que intentan luego que lleguen a proponerlo, y que sin dilación alguna negociarán y se volverán a sus casas» (Aut). 598 cochite hervite: «Proverbio común, aunque de palabras bárbaras; tráese a propósito cuando alguno quiere que se haga alguna cosa en un instante, sin guardar modo ni término» (Cov.). 599 Venirse a la boca: «Frase que equivale a sentir en ella el sabor de alguna cosa que el estómago eleva hasta ella o la intenta sacudir por no haber sentado bien» (Aut). Juego entre «venir a la boca» con el significado anterior y «venir a la memoria». 600 Correas recoge la locución Estar mano sobre mano con el significado de «por estar de balde, sin hacer nada». Más completa es la definición de Aut: «Es ser negligente, descuidado y no hacer cosa alguna, dejándose llevar de la pereza y flojedad». 601 hallamos: hablamos (M, R). 602 no hace poco ni mucho: no hace mucho ni poco (H). 603 ¿No es barro? ¿es barro?: «Modos de hablar para dar a entender que alguna cosa es de entidad y estimación y que no es digna de despreciarse» (Aut). En Las bizarrías de Belisa de Lope de Vega, don Juan y Tello hablan sobre las riquezas de la protagonista. Amo y criado intercambian el siguiente diálogo: «JUAN: Más de treinta mil ducados / de dote, sin esta casa / tiene Belisa. TELLO: ¿Y las joyas, / ricos vestidos y alhajas, / son barro? ¡Dichoso eres!» (2004, p. 153, vv. 1829-33). 604 en verano: en el verano (M).
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Sabe lo que se vocea y hace de un tenor gritando, sin tener solfa de voces*605, que le escuchen con trabajo. Siempre está cansado, y suelen decirle que está cansado, y él dice que se le pone606 Covarrubias en el bazo*607. Es curioso y ha sabido por este camino malo estar ocupado siempre de no estar nunca ocupado. Parésceme cosa y cosa*608 del enigma, asunto raro, mas por si eres el enigma, cátate aquí descifrado609.
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Dos cosas tienes de rey, la R y la Y, y al cabo que nos has de hacer reír, ¡válgate Dios por Grimaldo!
A Alfonso de Batres, aunque escribió él solo este intento, se le dio el primer premio por haber cumplido con el asunto610.
605
solfa de voces: armonía en sus gritos. se le: se lo (M, R). 607 Al ponérsele Covarrubias, hombre de gran peso, en el bazo, se le carga el bazo, expresión que significa «enfadar y molestar importunamente con disparates e impertinencias» (Aut). 608 parésceme: paréceme (M, R,V). Cosa y cosa: «Cuando se proponen enigmas, por diversión se pregunta “¿qué cosa es cosa y cosa?”, como si se dijera “¿qué significa la cosa propuesta?”» (Aut). 609 cátate: cáteste (M, R, H). 610 Omitido en M, R y V. 606
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[Asunto 5]611 Cuatro octavas en arte mayor, pintando la hermosura y garbo de Carbonel 612. [XXII] OCTAVAS EN ARTE MAYOR DE DON
PEDRO ROSETE NIÑO613
A vos, el garrido, maestro famoso614 asaz en las obras de gran gentileza (mas non en las obras de naturaleza615), vos trovo estas coplas al talle garboso616. Si os paro las mientes, de puro velloso*617 me punza la vista vuestra catadura e cuido que el padre que os dio tal fegura, al engendrarvos, cuidaba en un oso. La vuestra persona en su calendario por fiesta movible la tiene la risa*618, pues en los asuntos, según me divisa, vos fizo poner el protonotario.
611
5
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En M y R, Asunto 7. En V el orden de las composiciones está invertido: primero aparecen las octavas de Luis Belmonte y a continuación las de Rosete Niño. 613 Octavas de arte mayor de don Pedro Rosete Niño: De don Pedro Rosete Niño (H). 614 a vos, el garrido, maestro famoso: a vos, el maestro garrido famoso (M, R). 615 non: no (M, R). 616 al talle: el talle (M). 617 Parar mientes: «Frase que significa considerar, meditar y recapacitar con particular cuidado y atención alguna cosa» (Aut). 618 Fiestas movibles: «Las que celebra la Iglesia en diferentes días del año, pero determinados de la semana, como la Pascua de Resurrección en el domingo siguiente al decimocuarto día de la luna de marzo y las dependientes de ésta» (Aut). 612
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A la leonera ¿non vais de ordinario?, catad que me temo si vais de contino, según es sotil el demonio malino*619, vos saque una tigre por ese vicario*620. Agradecelde a la sabia natura621 la igual armonía con que os ha dotado, que a vuestra fegura el donaire ajustado conforma el donaire con vuestra fegura. Juró vuestro padre con poca mesura (non sé yo por cual rabioso despecho622), juró de en su casa facer un malfecho623: fízoos, e al punto cumpliose su jura624.
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Maguer que en las patas, si fuérades [bello*625, 25 la vuestra altiveza su rumbo bajara, bien como el pavón que si en ellas repara626, las plumas erguidas abate del cuello*627. Yo para alabaros, por non conocello628, al vuestro talante, mirándolo a longe*629, 30
619
«El diablo es sotil y hila gordo» (Correas). Covarrubias señala que los tigres eran bien conocidos en el Madrid de la época, pues formaban parte con cierta asiduidad de los festejos que se celebraban en el Buen Retiro. Sacar por el vicario: «Frase que vale depositar con su autoridad y de su orden alguna mujer para ponerla en libertad para el matrimonio» (Aut). 621 agradecelde: agradecedle (M, H). 622 non sé: no sé (M, R). 623 facer un malfecho: hacer un mal hecho (M). 624 e al: y al (R, H). 625 que en las patas, si fuérades: que en la parte que fuérades (M, R). La lectura de estos manuscritos es errónea, pues en los vv. 25-28 se recoge la imagen contradictoria del pavo real: un ave soberbia y orgullosa, segura del esplendor de su cola, pero que se avergüenza de sí misma al ver la fealdad de sus patas. Sobre el emblema del pavo real y su exégesis, consultar la Empresa XLIX (pp. 186-90) de Núñez de Cepeda. 626 en ellas: en ella (M, R). 627 abatir: «Descender, bajar» (Aut). 628 para alabaros: por alabaros (M, R, H); non: no (R). 629 a longe: expresión latina que significa «de lejos, desde lejos». 620
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le dije: «Si face el hábito al monje*630, muy llena tenéis el alma de vello».
[XXIII] AL
MISMO ASUNTO OCTAVAS
DE ARTE MAYOR DE
LUIS
DE
BELMONTE BERMUDA631
Narciso se paga de ver su hermosura en sola una fuente que mira serena; no es mucho el cristal, desatada su vena632, para la su imagen de corta ventura*633. El nuestro Narciso de bella figura634, 5 que aún mucha más agua le dobla su pena*635, labra en retiros de Filipo Cuarto636 estanques y fuentes y aún no tiene harto*637. Porque a su cara, su garbo y su brío (las gracias lo digan de envidia celosas), aunque amontone sus ondas medrosas, es poco espejo el remanso de un río. Curioso te espera, que yo se lo fío, el mar de Sicilia en sus playas hermosas,
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630 dije: digo (H). El refrán dice exactamente «El hábito no hace al monje» o «No hace el hábito al monje» (Correas). 631 Al mismo asunto, octavas de arte mayor de Luis de Belmonte Bermuda: Octavas en arte mayor de Luis de Belmonte (M, R); Al mismo asunto, Luis de Belmonte (H). 632 desatada: desate (R). 633 El mito de Narciso, que se enamora de su propia imagen al verse reflejada en un estanque, puede consultarse en Metamorfosis de Ovidio, Libro III (1997, pp. 15054). 634 figura: fegura (H). 635 Doblar: «Hacer una cosa otro tanto mayor de lo que era antes» (Aut). 636 Filipo: Felipe (M, R). 637 harto: bastante.
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por ver quien le ocupa con mayor extremo638 15 tu rostro jocundo u el de Polifemo*639. Los muros de Tebas labró peregrinos*640 el músico diestro con voces suaves; tú, el Buen Retiro con voces más graves, digo pesadas, de acentos divinos. Las piedras y cantos andaban tan finos (¡tanto obligarlos, oh músico, sabes641!) que ellos se suben sin más aparejos, más obedientes por verte más lejos.
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Tu nombre te pinte por esas paredes, 25 no fama plebeya te aclame futura, la noche perpetua de imagen oscura envidie tu bulto, pues tanto la excedes642. Escribe a Noruega que te haga mercedes*643,
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por ver: por bien (M, R). jocundo u el de Polifemo: jocundo, vele Polifemo (M, R). Jocundo: «Alegre, festivo, apacible, chancero» (Aut). A este monstruo de un solo ojo se le asocia con la isla donde habita, de ahí la referencia al mar de Sicilia que aparece un par de versos más arriba, un mar que le sirve de espejo para admirar su hermosura mientras se engalana con la intención de seducir a Galatea: «Y ahora te preocupas por tu belleza, te preocupas por gustar, Polifemo, y peinas con rastrillos tus erizados cabellos, y ya te complace recortar con una hoz tu hirsuta barba y observar y acicalar tu fiero rostro reflejado en el agua […] Vamos, Galatea, [habla Polifemo] Yo me conozco, sabes, y hace poco me he visto reflejado en el agua transparente, y al mirarme me ha gustado mi aspecto» (Ovidio, Metamorfosis, Libro XIV, 1997, pp. 440 y 442). 640 Tebas: Atenas (M, R). El músico de Tebas es Anfión. Cuenta la leyenda que tras la muerte de Lico, Anfión reinó junto con su hermano Zeto en Tebas y ambos rodearon la ciudad de murallas, pero mientras Zeto cargaba las piedras a su espalda, Anfión las atraía al son de su lira (Grimal, 1994); de ahí que resulten «peregrinos» esos muros que se han levantado de un modo tan peculiar. 641 obligarlos: obligarles (M, R). 642 la excedes: le excedes (M, R, H). 643 Se ha convertido en un tópico de la literatura áurea convertir a Noruega en el símbolo de la oscuridad: «SABAÑÓN: […] Está hecho un Góngora el cielo, / más oscuro que su libro […], ÁGUEDA: ¿A qué Noruega nos ha traído? (Rojas Zorrilla, Sin honra no hay amistad, 1952, p. 311a); «Dejándonos tosiendo y estornudando, dándose de cabezadas unos a otros sin entenderse, haciéndose los neblíes de la más os639
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pues en España tu sombra procura dalle más honras y aumentos mayores644 que la tiniebla de sus moradores645.
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A don Pedro Rosete Niño y a Luis de Belmonte, premios iguales. A Luis de Belmonte por más heroicos versos y a don Pedro Rosete por más jocoso estilo646.
[Asunto 6]647 Siete canciones de a seis versos que digan con qué defenderá mejor la entrada en648 Buen Retiro don Diego de Covarrubias y Leiva, ¿con la panza o con el cuidado?*649
DE
[XXIV] CANCIÓN GASPAR DE ÁVILA650
cura Noruega puntas a diferentes partes» (Vélez de Guevara, El diablo cojuelo, 1984, p. 127). En La celosa de sí misma de Tirso leemos: «Sol hermoso, mano mía, / si al nacer me os habéis puesto / en el ocaso molesto / que mis esperanzas ciega, / sol parecéis de Noruega, / pues os escondéis tan presto» (1944, p. 131a). Sobre este tópico, ver Castro (1919). 644 honras: honra (M, R). 645 la tiniebla: las tinieblas (M, R, H). 646 Sobre los premios, M, R y H dicen lo siguiente: «A don Pedro Rosete por más jocoso estilo y a Luis [R: Luis de] Belmonte por más heroicos versos les dieron premios iguales». Omitido en V. 647 En M y R, Asunto 8. 648 en Buen Retiro: en el Buen Retiro (M, R). 649 Diego de Covarrubias: Diego Covarrubias (H). Al parecer, la panza de Covarrubias era proverbial. Entre otras bromas, en el vejamen de Coello de 1638 se dice: «Este hombre es mujer, dije yo, porque parece que está con la barriga a la boca» (1964, p. 319b). 650 M y R añaden: «que llevó solo el premio porque ningún otro [R: otro ninguno] escribió este asunto»; H sólo dice «Gaspar de Ávila».
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Covarrubias dichoso, pues vigilante guarda del Retiro te hizo el poderoso, perdóname también si en ti respiro para que pueda retumbar mi chanza en los profundos ecos de tu panza. Por lo que a ti te obliga, tu siempre mequetréfica fruslera*651 inspire tu barriga en mi follona musa placentera*652, que siendo así, mi pluma te confieso que aunque se pierda, ha de tratar [en grueso*653. Tu cuidado y tu panza sobre quién guarda más han competido, y la razón se alcanza, y a tu panza me atengo, que ha vencido, porque para tapar lo mal cerrado, bulto tiene la panza y no el cuidado654. De la voz se compone el cuidado más diestro y vigilante, y sin cuerpo se opone,
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Mequetréfica es un adjetivo que no aparece recogido en Aut; seguramente se trata de una palabra inventada a partir del sustantivo «mequetrefe», que se aplica al «hombre entrometido, bullicioso y de poco provecho». En cuanto a «fruslera» o «fuslera», Cov. dice que es «lo que se rae en el torno de las piezas de latón o azófar, que se hunden primero y después se perficionan al torno, y aquellas hebras que se sacan hacen gran bulto, pero vueltas a hundir se rehunden y no vienen a tener sino muy poco cuerpo y tomo. Tales son las palabras de los hombres verbosos, especialmente de algunos que en escuelas leen por ostentación, que si bien se mira y pondera lo que han dicho y se hunde en el crisol del buen juicio, apurándolo, ha sido todo nada». 652 follona: holgazana, perezosa. 653 Tratar en grueso significa, literalmente, «vender las mercancías al por mayor», pero aquí se refiere a que la pluma trata asuntos relacionados con un grueso (persona con sobrepeso), Covarrubias. 654 la panza y no: la panza, no (M, R).
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y aunque a gritos se precie de arrogante, imposible es que pueda con un sordo lo que un arrempujón de un hombre [gordo*655. Y si el Retiro quiere que el mirón discursivo ante él se pare y cuando entrar quisiere se aflija, se detenga y se repare, aunque la entrada se le quede abierta, ponga garito y póngate a la puerta*656. Cuando eras más gusano hilabas tu capullo en los garitos657, y el todo soberano, que hace gigantones los chiquitos658, te sacó de dos manos siempre abiertas*659 con hacerte salvaje de sus puertas. Pero aunque tú has sabido retirarte al Retiro con la pena de afán tan repetido, Calabazas te diga a boca llena*660, aunque seas gigante remachado: «Vítor tu panza y cola tu cuidado»*661.
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arrempujón: empujón violento. póngate: póngase (M, R). Garito: casa de juego. 657 tu capullo: tus capullos (H). 658 que hace gigantones los chiquitos: que hace gigantes a los más chiquitos (M, R). 659 Sacar de: «Apartar de algún empleo, oficio u ocupación» (Aut). Mano: «En el juego es el lance entero que se juega sin dar otra vez las cartas» (Aut). Además de este significado se ha de considerar el de tener las manos abiertas sujetando las cartas. 660 Calabazas: se trata del mismo sujeto del verso 11 de la glosa V. 661 Vítor…, cola: la primera parte se utiliza para vitorear a uno, y la segunda para abuchearlo en favor de otro. Es un término propio del ambiente universitario: «En las Universidades se llama así [colear] el oponerse a algún víctor público, gritándole cola, cola» (Aut).Valgan estos ejemplos de Tirso y Ruiz de Alarcón, respectivamente: «MÚSICO 4: ¡Vítor Quintana, cola todos cuatro! / […] / MARI: ¡Vítor Bueso y todos cola! (Los lagos de San Vicente, 1952, p. 50a); «HERNANDO: ¡Vítor el conde 656
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A Gaspar de Ávila, un premio; y no escribieron más este asunto662.
[Asunto 7]663 En el verso que se quisiere, se averigüe en qué ocasión parece Manuel González664 más feo, cuando aposenta mal o cuando guarda bien*665.
DE
[XXV] ROMANCE DON ANTONIO COELLO
Encarada está mi musa hacia fulano González, guardadamas de presente y aposentador fiambre*666. Hanme dicho que disuelva una duda que no es fácil. A él mismo se la pregunto a ver si acaso la sabe. Dúdase cuándo más feo667 está, amigo, tu semblante, cuando hoy guardas bien o cuando ayer mal aposentaste.
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Carlos! ¡Vítor! OCHAVO: ¡Cola! / ¡El marqués don Fadrique, vítor! (El examen de maridos, 1946, p. 480c). 662 más este: más a este (H). Omitido en M, R y V. 663 En M y R, Asunto 9. 664 parece Manuel González: Manuel González parece (M, R). 665 mal o cuando guarda bien: mal o guarda bien (M, R). No debió de sentar muy bien el asunto a Manuel González, pues, como contrapartida, en la Academia del 38 se escribió un asunto con un tema totalmente opuesto: «Rogativas en coplas de ciego por la vida de Manuel González que es hermoso y suave comparado a los otros guardadamas» (Bergman, 1975, p. 560). 666 aposentador fiambre: antiguo aposentador. Aut define «fiambre» como «Lo que tiene mucho tiempo y no se ha usado de ello en sazón y oportunidad». 667 cuándo: cuánto (M-F).
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En verdad que tiene uñas*668 la dicha duda y bien grandes, y si yo no se las corto, es forzoso que te arañen669. Dicen algunos que estabas más hosco y más intratable aposentando que agora, y éstos son los caminantes670;
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pero alegan que ajustando la carilla con el traje, te ponías las facciones un poco más montaraces, y que para las jornadas*671 de industria llevabas antes*672 la fiereza de camino, y que hoy de rúa la traes. Otros dicen, alegando, en favor destotra parte673, que guardando estás más fiero674, pero éstos son los galanes675.
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Dicen que hoy estás más lindo, porque de dragón juraste
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Tener uñas: «Frase con que se explica que algún negocio u especie tiene graves dificultades o en su consecución o en libertarse u desembarazarse de él» (Aut). 669 te arañen: me arañen (M, R). 670 son los caminantes: no son caminantes (M, R). 671 jornada: «Camino o viaje que se hace o debe hacerse» (Aut). 672 de industria: «Modo adverbial que sea de propósito, de intento, artificiosamente» (Aut). 673 destotra: desotra (M, R). 674 estás: está (H). 675 son los galanes: son galanes (M).
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guardando el árbol que lleva por fruto tantas deidades. ¡Qué bien hace quien te fía defender destos adanes*676 este hermoso paraíso, pues le guardas como un ángel!
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Ven acá, di, ¿quién te ha dicho que el guardar es ensuegrarse*677, que el ser guarda es ser tudesco*678 y el ser sierpe es ser González*679? Tú, avaro desas riquezas680, guardando lo que no sabes, ¿piensas que tu diligencia más imposibles las hace? Tú guardas lo que en sí mismo tan defendido se yace, que, si entra el amor, se deja681 la esperanza en los umbrales.
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¿Qué te va a ti en que los ojos en muda ofrenda consagren,
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destos: de estos (M, H). Adán: «Hombre dejado, desaliñado, sucio y haraposo»
(Aut). 677 ensuegrarse: convertirse en suegra, término no recogido por Aut, pero de significado deducible. Es un tópico del Siglo de Oro, extendido hasta la actualidad, la mala fama de las suegras, convertida continuamente en objeto de crítica en los versos satíricos y en la paremiología: «La que no tiene suegra ni cuñada, esa es bien casada», «A quien tiene suegra, cedo se le muera», «Suegra, ninguna buena; hícela de azúcar y amargote; hícela de barro y descalabrote» (Correas). Quizás el autor que más se ensañó con ellas fue Quevedo. 678 La guardia tudesca estaba formada por alemanes que estaban al servicio de los Austrias. 679 sierpe: «Se toma también por la persona que está muy colérica» (Aut). 680 desas: de estas (M, R, H). 681 que si entra el amor: que siempre el amor (R).
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indios del sol a sus luces682, debido aplauso en mirarle? ¿Qué te va en que el pecho queme inciensos que, aunque se gasten683, la publicidad del humo aun no permiten al aire?
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¿Qué te va en que los sentidos, al cielo idólatras, paguen la reverencia tan muda que a ser aplauso aun no pase?684 Pero muy descarriada vas, musa, ¿dónde te sales, caballerita en las veras, por esos andurriales? Recojamos el asunto y tú, monstruo de dos haces*685 que como zapatos tienes los desagrados papales*686,
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indios del sol a sus luces: a un Dios de soles sus luces (M); a un Dios de solas sus luces (R); un Dios del sol a sus luces (H). 683 inciensos que, aunque: inciensos que (H). 684 aplauso aún: aplauso (R). 685 haces: «Los escuadrones y batallones que juntos forman un cuerpo o un ejército» (Aut). 686 Morel-Fatio anota que «los zapatos demasiado estrechos producen cardenales» (1978, p. 673). No creo que sea ese el sentido de los versos. Éstos se han de interpretar del siguiente modo: «Tú, monstruo de dos haces, que tienes los desagrados como zapatos papales», es decir, «Tú, monstruo de dos haces, cuya hosquedad es enorme». Para ello, entiendo por desagrado la «sequedad, aspereza en el trato, falta de afabilidad y dulzura» (Aut), rasgos que se acomodan perfectamente al carácter de González; y por zapatos papales: «Los que se hacen de tanta capacidad que se calzan sobre los que se traen de ordinario, y sirven para mayor abrigo o para andar por las calles cuando hace lodos y quitárselos al entrar en alguna parte» (Aut).
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quédate con Dios, y porque no quede sin sentenciarse el pleito de preferencia de tus dos habilidades, fallamos en tus dos ceños*687, porque ninguno se agravie, que entrambos se den por malos688, y tú desde aquí adelante689,
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pues dos pares de fierezas690 tienes con qué remudarte*691 por fiero de entrambas sillas, ya aposentes o ya guardes.
[XXVI] AL
MISMO ASUNTO
ESTANCIAS DE A SEIS DEL DOCTOR
PEÑA692
¡Oh tú, Manuel famoso, custodio de las damas de palacio, puntual, cuidadoso*693
687 fallamos en: fallamos que en (R). Se alude a los dos ceños porque González está enojado como aposentador y como guardadamas. 688 den: dan (R). 689 y tú desde aquí adelante: tu desdén aquí adelante (M); tu desdén aquí delante (R). 690 fierezas: finezas (M, R). 691 remudar: «Dejar una cosa por otra» (Aut). 692 Al mismo asunto, estancias de a seis del doctor Peña: Estancias del doctor Juan Antonio de la Peña (M, R); Al mismo asunto, estancias de a seis del doctor Joan Antonio de la Peña (V); Al mismo asunto, estancias de a seis versos del doctor Peña (H). 693 puntual: diligente.
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como predicador de cartapacio*694, escucha unas querellas que las damas te dan o las estrellas. Dicen que en los caminos, lucero a tanta aurora, a tantos soles, en vez de darles signos695, dabas opacas nubes y arreboles, diciendo: «Aquí fue Troya»*696, pasando el aposento a ser tramoya. Ya eres un guardainfante con las damas, Manuel, pues tu cuidado sobra a lo vigilante cuando les faltas a lo acomodado697, y así a todas enfada ver que guardes y estorbes la posada. Júpiter peregrino por Argos de la legua te ha cercado*698
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694 predicador: «Se llama por extensión al sujeto que reprehende y procura desterrar algún vicio o falta u otra cosa» (Aut). Sobre cartapacio, Aut recoge la expresión razón de cartapacio: «Se llama a la que se dice estudiada y decorada, y que muchas veces no suele venir al intento de lo que se habla». Un predicador de cartapacio sería, pues, una persona que reprende a otra sin venir a cuento. 695 darles: dalles (H). 696 Aquí fue Troya: «Frase de que se usa para dar a entender lo que ya pereció y acabó y de que apenas han quedado vestigios». Esta expresión es de uso frecuente en los textos de la época: «No hay fábula, no hay tramoya, / adonde no venga al justo / un lacayo de buen gusto, / porque si no, ¡aquí fue Troya» (Caro de Mallén, Valor, agravio y mujer, 1993, p. 1985). «¿Esta es tripa o maleta? / Dijo un mozo bermejo: / «Más parece baúl que no pellejo». / Metiéronle el cuchillo; aquí fue Troya, / que se dividió en ruedas, con algunos colores sospechosas»» (Quevedo, La venta, 1929, p. 185). 697 cuando: cuanto (M-F). 698 Argos era el monstruo de cien ojos al que Juno encargó la vigilancia de Io: «Cien ojos tenía Argos en su cabeza: descansaban por turnos, de dos en dos, mientras los otros permanecían abiertos y se mantenían alerta. Se pusiera como se pusiera, siempre miraba a Io; la tenía ante sus ojos aunque la tuviera de espaldas» (Ovidio, Metamorfosis, Libro I, 1994, p. 97). De ahí que «ser un Argos» o «estar hecho un Argos» se aplique a la persona que está siempre alerta y vigilante.
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de ojos, mas el camino es un forzoso arrullo a tu cuidado, que luego se te queda cual ojos de pavón tras cada rueda*699. No sé cuál es más feo: o mirarte a los pies tan negligente o mirarte al deseo que el cumplimiento de otros no consiente. Júzguelo el caminante o el que peligra en ti por ser amante. A cada cual su pena el árbitro le hará de su desvelo, que una noche no buena tanta fatiga da como un buen celo, pero tú te consuelas, que en uno y otro oficio nos desvelas700.
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Al doctor Juan Antonio701 de la Peña, el primer premio, porque obedeció en el metro que pide702 el cartel. A don Antonio Coello, el segundo, aunque escribió con mejor noticia, con más gala y con mayor acierto, perdió el premio (que mereciera sin duda) por haber hecho romance, habiéndose pedido liras*703.
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cual ojos: por ojos (M, R, H). El verso significa: igual que los ocelos de la cola de un pavo real cuando se abre. Juno tomó los ojos de Argos, una vez muerto, y «los colocó en las plumas de su ave [el pavo real], llenando su cola de gemas centelleantes» (Ovidio, Metamorfosis, Libro I, 1994, p. 101). 700 nos: te (H). 701 doctor Juan Antonio: doctor don Juan Antonio (H). 702 pide: pidió (M, R). 703 No se acaba de entender muy bien por qué le retiraron el primer premio a Coello, pues aun cuando aquí se dice que se habían pedido liras, en la formulación inicial de los asuntos la elección del metro quedaba en manos del repentista: «En el verso que se quisiere, se averigüe…». Omitido en V.
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[Asunto 8]704 Un romance que declare cuál estómago es más para envidiado, el que digiere grandes pesadumbres o grandes cenas. [XXVII] ROMANCE DE DON
FRANCISCO
DE
ROJAS705
Aunque para hablar mejor de digestos la materia*706 era necesario ser más letrado que poeta. Hoy que esta dificultad me está llamando a la vena*707, ¡par Dios!, quítome de dudas y aténgome al de las cenas. Ninguno como yo puede hablar con tanta experiencia, pues de Tréveris, glotón, he faltado a la dieta*708.
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En M y R, Asunto 10. M y R añaden: «a quien se le dio el premio porque él sólo escribió». H únicamente dice: «Don Francisco de Rojas». 706 digestos: «Libros del derecho civil que el emperador Justiniano mandó recoger a unos grandes letrados de su tiempo, de infinitos volúmenes de leyes que andaban sueltos, y por haberlos ajuntado, concertado y digerido se llamaron digestos» (Cov.). 707 vena: «Metafóricamente se llama el numen poético u facilidad para componer versos» (Aut). 708 dieta: obediencia (M, R). Dilogía de «dieta»: «Régimen o moderación en el comer y el beber» y «Asamblea, junta o congreso de los estados o círculos de imperio de Alemania, hecha para deliberar sobre los negocios públicos, políticos u de religión» (Aut). De ahí la referencia a Tréveris que aparece en el verso anterior. El Sacro Imperio Romano Germánico comprendía, además de los territorios de los Habsburgo austríacos, Alemania, parte del norte de Italia, los Países Bajos, Lorena y el Franco705
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Para cocer pesadumbres y cenas con diferencia, uno ha de ser con blandura y esotro ha de ser con fuerza709. Luego en estos dos extremos hace menos, por mi cuenta, el que digiere blanduras que el que digiere durezas.
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Item más, señores míos, yo más envidia tuviera al que una cena digiere que al que digiere una pena. Que cocer la cena bien cuesta mucha diligencia, más digerir pesadumbres se hace a un cerrar de orejas*710. Item más, aquel ingenio hace mejores comedias que en la mesa del teatro*711 digiere mejor las cenas.
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Condado. El emperador tenía la facultad de convocar la llamada «Dieta», que tomaba decisiones relativas al conjunto del imperio. A esta misma broma recurre Quevedo en La hora de todos: «Los alemanes no tienen en su enfermedad remedio, porque sus dolencias y achaques solamente se curan con la dieta, y en tanto estuvieren abiertas las tabernas de Lutero y Calvino, y ellos tuvieren gaznates y sed, y no se abstuvieren de los bodegones y burdeles de Francia, no tendrán la dieta que necesitan» (1987, pp. 294-95). 709 con fuerza: por fuerza (M, R). 710 cerrar las orejas: «Frase que explica no admitir razones, representaciones, quejas ni llantos» (Aut). 711 mesa: cena (R). También encontramos la misma expresión en la Loa con que empezó Tomás Fernández en la corte, de Quiñones de Benavente: «AUTOR: Y destos
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Mas item, el deshincharse es tener mucha modestia, y el digerir pesadumbres es tener poca vergüenza. Calorazo natural me fecit, que este dispensa*712, papa de uno y otro plato, ocho grados de merienda.
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Mas este asunto es de ricos713. Prosiga otro que lo sea, que los pobres no sabemos de pesadumbres ni cenas. Mas si hubiera de escoger, un estómago eligiera no a prueba de pesadumbres sino a prueba de terneras.
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A don Francisco de Rojas, un premio, y no escribieron más este asunto714.
varios manjares, / que en la mesa del teatro, / os sirve la voluntad, / nunca llegaréis a estar harto» (1985, p. 155r). 712 me fecit: expresión que se utilizaba para indicar el nombre del artífice de un cuadro, una pintura, etc.: «Obedezco a v. m., aunque yo no me ceñiré ninguna de ellas, aunque sea del mismo Ioanes me fecit, porque estos cobardes la habrán enseñado su propio oficio» (Salas Barbadillo, La sabia Flora Malsabidilla, 1907, p. 492), en clara alusión a la espada del famoso forjador toledano. 713 ricos: rico (M, R, H). 714 Omitido en M, R y V.
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[Asunto 9]715 Un soneto con estrambote, o sin él, si al que miente siempre716 le pueden acusar de que ha mentido717.
DEL
[XXVIII] SONETO MAESTRO ALONSO DE ALFARO718
Fabio, cuando el mentir no es accidente, del mentir la verdad no se retira, que el Etna viene a ser rancia mentira*719 y ya decimos todos que no miente. Aféitase una nube de repente sin mudilla, sin pasa ni alquitira*720, y aquel color que tanto nos admira ni Alaejos dirá que es luz ardiente*721.
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En M y R, Asunto 11. miente siempre: miente (M-F). 717 de que ha mentido: de haber mentido (M, R). 718 Soneto del maestro Alonso de Alfaro: Soneto del doctor Alfaro, a quien se le dio el primer [R: primero] premio (M, R); El maestro Alfaro (H). 719 Supongo que el atribuir al Etna la condición de mentiroso viene dada por la supuesta contradicción de ser volcán y cumbre nevada. Quevedo, al comparar su amor con el volcán siciliano, decía: «Ostentas, de prodigios coronado, / sepulcro fulminante, monte aleve, / las hazañas del fuego y de la nieve, / y el incendio en los yelos hospedado» (1981, p. 336, vv. 1-4) 720 sin pasa: ni pasa (M, R). Pasa: «Especie de afeite que usaban las mujeres, llamado así porque se hacía con pasas» (Aut). Alquitira: «Goma pegajosa […] blanca y transparente» (Aut). Sobre muda, véase la nota del v. 23 de la glosa XIII. 721 Alaejos es un pueblo famoso por su vino. Tal vez se trate de una metonimia con el significado de «ni un borracho dirá que es luz ardiente». En Quevedo encontramos esa referencia al vino: «Los paños franceses / no abrigan lo medio / que una santa bota / de lo de Alaejos» (1981, p. 1071, vv. 197-200). 716
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Luego, si siempre mientes, nos persuades que es verdad, mentiroso, la que cuentas722, y así no mienten tú ni las edades*723.
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Y pues mentir tan solamente intentas (si acaso no te amargan las verdades*724), dinos una verdad para que mientas.
[XXIX] AL
MISMO ASUNTO SONETO
DE DON JERÓNIMO
ESQUIVEL725
Mentía siempre Fabio, y no os espante que mintiese tan bien, pues Fabio era hombre que por primera y por postrera su mentir le ha corrido por delante. Era enamoradizo y era amante de una que le desdeña ingrata y fiera, más fino cuanto más la considera emulación hermosa del diamante.
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mentiroso, la que: mentirosa, lo que (M, H); mentirosa, la que (R). mienten: mientes (M, R, H).Ya lo decía Góngora en sus Soledades: «Mira que la edad miente, / mira que del almendro más lozano / Parca es interior breve gusano» (1982, p. 90, vv. 609-11). 724 «La verdad amarga y la mentira es dulce» (Correas). Quevedo en «El sueño del infierno» afirma: «¡Y cómo se echa de ver que esto es el infierno, donde por atormentar a los hombres con amarguras les dicen verdades» (Los sueños, 2003, p. 200). En El Criticón, en el diálogo entre la Fortuna y Cupido, dice ésta: «—¿Es acaso el prohijarte a un vil herrero, teniéndote por concebido, nacido y criado entre hierros? —No, por cierto, que no me amarga la verdad» (2001, p. 97, I parte, crisi IV). 725 Al mismo asunto, soneto de don Jerónimo Esquivel: Soneto con estrambote de don Jerónimo de Esquivel, que llevó el segundo premio (M, R); Al mismo asunto, don Jerónimo de Esquivel (H). 723
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Su amor intima a voces, por si acaso*726 Laura cruel en su favor respira727, y asegundó diciendo: «Que me abraso»*728.
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Mas Laura, que deidad su objeto mira, le dijo: «Oh, Fabio, ya detén el paso y guarda esa verdad para mentira». Y el discurso, lector, si no agradare, al menos apuntado documento de arriba abajo volveré el intento.
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Al maestro Alonso de Alfaro, el primero; a don Jerónimo Esquivel, el segundo729.
[Asunto 10]730 Una epigrama en dos coplas castellanas en que se determine cuál es mayor necedad: ser necio algunas veces o estar siempre muy discreto.
DE
[XXX] EPIGRAMA ALFONSO DE BATRES731
Por dos necios preguntando saber cuál lo es más deseo732:
726
intimar: «Publicar o hacer notoria alguna cosa» (Aut). su: tu (H). 728 asegundar: «Hacer lo mismo que se hizo antes o se acaba de hacer» (Aut). 729 Al maestro Alonso de Alfaro, el primero; a don Jerónimo Esquivel, el segundo: Al doctor Alfaro, el primer premio; a don Jerónimo de Esquivel, el segundo (H). Omitido en M, R y V. 730 En M y R, Asunto 12. 731 M y R añade: «que llevó el primer premio»; H solo dice: «Alfonso de Batres». 732 cuál lo es: cuál es (M, R, H). 727
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el que está discreto arreo*733 o el necio de cuando en cuando. Necedad es de verdad hacerla, mas no la hacer cada vez que es menester es la mayor necedad.734
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arreo: «Sucesivamente, sin interrupción ni intermisión» (Aut). Con este verso se acaba el primer cuadernillo de H. A dicho manuscrito le falta desde la composición XXXI (Asunto 10) hasta la XXXIX (Asunto 17). El poema XL de Román Montero de Espinosa está incompleto: le faltan los versos 1-20 y 25-28. 734
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[XXXI] AL
MISMO ASUNTO EPIGRAMA
DE
GASPAR
DE
ÁVILA735
El necio, sin argüir fuerza, Fabio, es parecer discreto en el no tener la culpa del presumir*736. Pero al siempre presumido, de discreto porfiado*737, lo mismo que él ha pensado le quita el haberlo sido.
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[XXXII] AL
MISMO ASUNTO EPIGRAMA
DEL MISMO738
Si al que conoce que es necio, quitas la opinión que has dado, al discreto confiado sin reparo y sin desprecio,
735 Al mismo asunto, epigrama de Gaspar de Ávila: Epigrama de Gaspar de Ávila, que llevó el segundo premio (M, R). 736 culpa del: culpa de (R).Ya lo dice el refrán: «Callando el necio es habido por discreto» y «La primera parte del necio es tenerse por discreto» (Correas). 737 discreto porfiado: que insiste obstinadamente en su discreción. Autoridades recoge Más vale ser necio que porfiado: «Proloquio con que se da a entender que entre dos propiedades malas se debe evitar primero la que fuere más notable o más molesta o enfadosa». 738 Al mismo asunto, epigrama del mismo: Otro epigrama del mismo (M, R).
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yo lo juzgara al revés, Fabio, porque en mi conceto nunca puede ser discreto el que piensa que lo es.
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[XXXIII] Al mismo asunto epigrama de don Antonio de Solís739 La mayor necedad siento que es estar siempre entendido, porque anda un hombre impelido de su propio entendimiento, y en el que con advertencia no le puede contener viene esta potencia a ser como la otra potencia.
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A Alfonso de Batres, el primer premio; a Gaspar de Ávila, el segundo. Escribiéronle don Antonio de Solís y don Francisco de Rojas y perdieron premio740.
739 Al mismo asunto, epigrama de don Antonio de Solís: Epigrama de don Antonio de Solís, que llevó el tercer premio (M, R). Según A y M-F, Solís no obtuvo ningún galardón. No obstante, parece razonable que Solís lo consiguiera, pues en la Academia sólo se transcriben las composiciones premiadas. 740 Omitido en M, R y V.
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[Asunto 11]741 Un romance a una fea, pidiéndole perdón de habella742 querido. [XXXIV] ROMANCE DE DON JERÓNIMO DE
CÁNCER743
Lisi, ya muere mi amor, y al revés está doliente, pues cuando todos deliran, conoce por qué se muere744. Yo apuesto que como un rayo en sombra te le apareces, porque todos ven visiones a la hora de su muerte. Lisi, mas mucho te nombro, y es que como me revuelves el estómago, por eso a la boca te me vienes*745. Éraste tú, Lisi mía, fea una vez solamente, poquita cosa y durote un si es no es más que siempre*746.
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No es muy boba tu fealdad, pues supo mañosamente
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En M y R, Asunto 13. habella: haberla (M, R). 743 M y R añaden: «que escribió solo este asunto y llevó el premio». 744 conoce: conocen (M, R). 745 Véase la nota del verso 35 de la composición XXI para el significado de «venirse a la boca». 746 un si es no es: «Por muy poca cosa; que ni es ni deja de ser: en mezcla» (Correas). 742
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que es la niñez hermosura*747 y así se ha estado en sus trece*748.
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¿Qué piensas? Todo es fortuna, porque en el pleito que pierdes solo un parecer de fea en toda tu cara tienes. Los pecados me dijo un confesor, que los entiende, que eran muy feos, y así por mis pecados busquete. Confieso que fui tu esclavo, pero en lugar de la S, que explica la esclavitud*749, pienso que me hice una X*750.
747 Ya
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lo dice el refrán: «Ni moza fea ni vieja hermosa» y «No hay veinte años feos ni cuarenta hermosos» (Correas). 748 Dilogía en «se ha estado en sus trece»: por un lado, se ha mantenido en los trece años de edad, porque, como se ha dicho en el verso anterior, la niñez es hermosura; por otro, Estarse en sus trece significa «mantenerse o persistir con pertinacia en una cosa que se ha aprendido o empezado a ejecutar» (Aut). Este juego entre juventud y terquedad no es original. Quevedo ya lo recoge en La hora de todos: «No se oía otra cosa que mentases: “No hay tal; no he cumplido quince; ¡Jesús! ¿Quién tal dice? Aún no he entrado en diez y ocho; en trece estoy; ayer nací; no tengo ningún año; miente el tiempo”» (1987, p. 191). 749 En la retórica amatoria, el galán confesaba ser esclavo de su dama, y a los esclavos se les solía marcar con la letra S y un clavo. Un ejemplo en que se alude burlescamente a esta terminología o palabrería amorosa aparece en No hay ser padre siendo rey de Rojas Zorrilla, cuando Coscorrón sugiere a su señor Rugero que se acerque a su dama y le hable y la seduzca con la elocuencia de los amantes: «Dile aquello mi alma, / lo de la ese y el clavo, / que es una gran circunstancia» (1952, p. 397b). Sobre requiebros y fórmulas de galanteo en burlas y en veras, ver Castilla Pérez (2003). 750 Hacerse una equis es emborracharse. Aut señala sobre la equis que «jocosamente se apropia los borrachos, de quienes se dice que están hechos una equis, porque como andan con las piernas cruzadas y haciendo la figura de la letra X para no caer, se usa de esta voz para explicar y decir que uno está borracho y tomado del vino». Un ejemplo del uso de esta expresión lo ofrece Gracián en El Criticón: «Rodábales a al-
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¡Oh, cómo te resistías por si en otra no te vieses y porque rendirte no de tu bella gracia puedes! Todas mis carnes me tiemblan*751 desto de diente con diente*752, cuando imagino que tú pudo ser que me quisieses.
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Pudo ser, que las desdichas pocas veces se previenen y me quedara querido753 yo y todos mis descendientes. Perdón de haberte querido pienso alcanzar fácilmente, que nunca las de tu cara se preciaron de crueles. Todo aprovecha en el mundo; mira como en lance aqueste sirve al arrepentimiento lo que al gusto no le viene. Yo no sé cómo te quise, porque no se compadece*754 no poder verte pintada de facciones y quererte.
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gunos la cabeza y quedaban hechos equis, por haber deslizado en los brindis» (2001, p. 489, II parte, crisi XI). 751 Temblar las carnes: «Además del sentido literal de temblar con algún accidente o por mucho frío, significa tener uno un gran miedo o recelarse de algún contratiempo que le tiene con susto y con el mayor cuidado» (Aut). 752 desto: de este (R). Dar diente con diente: «Frase que denota […] el excesivo miedo con que se halla» (RAE, 1852). 753 quedara: quedaré (M, R). 754 compadecer: «Venir bien, confrontar o convenir una cosa con otra» (Aut).
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Pensé que eras entendida, y yo soy dócil y trécil*755, y si es por buenas razones, me llevan adonde quieren756.
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De haberte querido yo, no sé cuál la culpa tiene, mas sé que en igual delito el más feo lo padece. Págalo tú, que eres fea más que una traición, que puede en una de las dos caras tener algo que deleite757. Más que te enojes y más que758 te enfurezcas y revientes, que no puedes enojada, Lisi, peor cara ponerme. Y no recelo que el humo se te suba o se te trepe*759 a las narices, que solo a las hermosas se viene.
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A don Jerónimo Cáncer, un premio, el mayor de los dos, por el acierto con que escribió y por haber sido solo760.
755 trécil: palabra creada a semejanza de «dócil», lo que permite un juego de voces a partir de los números «doce» y «trece». 756 llevan adonde: llevarán donde (M, R). 757 que: de (M, R). 758 enojes y mas: enojes, mas (M, R). 759 Subirse el humo a las narices: «Frase que denota ser mal sufrido y que con facilidad se enoja y altera» (Aut). 760 Omitido en M, R y V.
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[Asunto 12]761 Dieciséis redondillas de pie quebrado a una alcahueta que se moría muy consolada762 de que no quedaban hombres de provecho en el mundo763 y, estando cerca de expirar, llegó un mancebo a visitalla y, recibiéndole764 con alborozo, le dijo: «Amigo, a buen tiempo vienes, que ahí dentro están dos muchachas como dos oros*765, una pelinegra y otra pelirrubia».Y dudando de la elección766 en la que había de querer el caballero767, le replicó la casi difunta768: «Hijo769, sobre mi alma, a la pelinegra, que no estoy en tiempo de engañar a nadie»770.Y hase dilatado tanto el caso porque dice un moderno que es historia verdadera771. [XXXV] REDONDILLAS DE PIE QUEBRADO DE
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MARTÍN
DE
FIGUEREDO772
En M y R, Asunto 15. El asunto 14 es «Un romance dando vejamen a los enemigos de la casa de Austria en la elección de Rey de Romanos en el señor rey de Hungría sin que se nombre a nadie». Este romance en A está situado en último lugar, justo antes del vejamen de Batres y Rojas. 762 moría muy consolada: moría consolada (M, R). 763 hombres de provecho en el mundo: hombres en el mundo de provecho (M, R). 764 a visitalla y recibiéndole: a visitarla y recibiéndolo (M, R). 765 dos oros: dos mil oros (M, R). Las expresiones como un oro o como mil oros son locuciones adverbiales que se usan para ponderar la hermosura, aseo y limpieza de alguien o de algo. Es común en nuestra literatura su comparación a la mujer: «GALÁN: Es como un ángel esta que yo adoro. / SOLDADO: ¡Vive Dios, que es estotra como un oro!» (Quiñones de Benavente, El Borracho, 2001, pp. 506-507). 766 dudando de la elección en la que: dudando en la elección de la que (M, R). 767 caballero: mancebo (M, R). 768 difunta: difunta diciendo (M, R). 769 hijo: hijo mío (M, R). 770 M y R añaden: «y con esto expiró». 771 Y hase dilatado tanto el caso porque dice un moderno que es historia verdadera: Hase dilatado el caso porque se afirma ser historia verdadera (M, R). 772 Redondillas de pie quebrado de Martín de Figueredo: Redondillas de Martín de Figueredo (M, R). En M y R, aparecen primero las redondillas de Méndez de Loyola y después las de Martín de Figueredo.
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Ya que estoy para dar cuenta*773 de pecados que no he hecho, Sigismundo, ver que no queda me alienta ningún hombre de provecho en el mundo. Antes, pues, que mi garganta deje la voz sin razón*774, mientras sopla, he de hacer por morir santa y decir mi contrición toda en copla. Que no queda hombre ni medio de provecho, ¿hay quien lo crea deste trato? Siendo de todo el medio775 un escudo, ¡ahorcado sea tal barato! Ni hay quien por liga o por cebo*776 de amor ni de su fatiga dé un cornado*777, que el más liberal mancebo, como amor ya todo es liga, se ha ligado.
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773 dar cuentas: «Es presentar ante el superior el cargo y dato de lo que ha estado al cuidado de alguno» (Aut). 774 deje la voz sin razón: deje la posibilidad de explicarse. 775 medio: remedio (M, R,V). 776 Ni hay: No hay (M, R). Liga: «En germanía, amistad» (Aut). Cebo: «Metafóricamente se entiende o llama así el objeto que excita, entretiene o divierte o en que se ejercita alguna potencia, pasión, virtud o vicio» (Aut). 777 cornado: «Moneda de baja ley» (Aut).
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Todo lo bueno se acaba, y así se acabó también aquel ocio en que una mujer trataba de hacer (con solo hacer bien) su negocio. Y aunque un saco agora visto*778, mi honra todos la saben, de aquí saco, (y aún es de molde, por Cristo)*779 que honra y provecho no caben*780 en un saco. Y hablando de penitencia, ninguna dirá que obraba tales obras, pues para más abstinencia del vicio me sustentaba con las sobras. Solo un pecado marrajo*781 como víbora en el seno me da afán, que por huirme al trabajo, siempre con sudor ajeno comía el pan.
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778 un saco: saco (R); agora: ahora (M, R). Saco: «Vestidura vil y áspera de sayal que usan los serranos y gente del campo u otros por hábito de penitentes» (Aut). 779 de molde: «Vale también a propósito, con toda propiedad» (Aut). 780 honra y provecho: honra ni provecho (M, R). Martín de Figueredo aprovecha parte del refrán popular «Honra y provecho no caben en un saco, techo y en un cesto» (que recoge Correas), al tiempo que juega a lo largo de la estrofa con los tres significados de «saco»: vestido grosero, primera persona de sacar (con el significado de «deducir») y costal o talega. 781 marrajo: «Cauto, astuto, difícil de engañar» (Aut).
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No hay duda que me remuerde782 esta polilla o carcoma cuando hablo, y si hubiere quien se acuerde de con su pan se lo coma*783, será el diablo. Pero pues mi muerte es cierta y de ver pena tan grave ya sollozas, allí detrás de esa puerta, pues no careces de llave, hay dos mozas. Aún el decirlo me alegra, y nuevo aliento a los pies le renace. Pelirrubia y pelinegra784 son las dos, míralo, pues, cuál te aplace785. Mas que tomes por mi cuenta la que es pelinegra, amigo, te aconsejo*786, que no es ya tiempo que mienta. A Dios tomo por testigo, y lo dejo.
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remuerde: remuerda (R). Con su pan se lo coma: «Frase con que se da a entender que alguno posee o tiene alguna cosa con mala fe, u dice y obra algo que no es justo ni razonable, y que por consecuencia no se le aprueba ni envidia, porque no puede tener buen paradero» (Aut). 784 y: o (M, R). 785 aplace: place (M, R). 786 Buen consejo es el de la alcahueta, ya que las pelinegras tenían fama de avispadas y despiertas (Herrero García, 1925, p. 161). 783
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La rubia es como una vela, que para encenderse tarda, tú lo juzga, y consume una pajuela*787 antes o primero que arda788 ni que luzca. La negra como una sal salta echada en una fragua, así lo hace, y su calidad es tal que puesta junto del agua se deshace. Este consejo te doy cuando ya voy de camino a otra esfera, y por el paso en que estoy*789 que engañarte no imagino ni lo hiciera.
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Y habiendo hecho de mi vida790 reseña, alarde o retablo*791, me sosiega que si Dios en mi partida
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pajuela: «Pedazo de cañaheja o cuerda, mojado en alcrebite o azufre, que se usa en las casas para encender prontamente la luz» (Aut). 788 antes o primero: antes primero (M, R). 789 Por el paso en que estoy: «Frase con que uno pondera la verdad de lo que dice o seguridad de lo que ofrece, aludiendo al difícil peligro o lance dificultoso en que se halla» (Aut). 790 hecho de mi: hecho mi (M, R). 791 «Reseña» y «alarde» son dos términos militares que significan lo mismo: pasar revista a la tropa. Aquí lógicamente, tienen un significado más amplio: hacer repaso a la vida.
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no me quiere, que el diablo ya me ruega*792.
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[XXXVI] AL
MISMO ASUNTO
REDONDILLAS DE PIE QUEBRADO DE
PEDRO MÉNDEZ
DE
LOYOLA793
Pues cualquier obra se premia794, lo severo se tripula*795 y consta solo de gracias esta academia796, calidad la da de bula el cuarto Apolo. Gran dicha cuando barrunto que habrán menester las mías indulgencias, pues me dieron un asunto que brinda bellaquerías y insolencias. Porque, díganme, un poeta797 ¿cómo escribirá templado y con decoro, pensando en una alcahueta
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Si Dios no me quiere, el diablo ya me ruega: «Dicho bárbaro en la corteza, mas en el sentido dice: “donde una puerta se cierra, otra se abre”, y es que habla con ironía, desdeñando al ruin que quiere ser rogado» (Correas). 793 Al mismo asunto, redondillas de pie quebrado de Pedro Méndez de Loyola: Redondillas de Pedro Méndez de Loyola (M, R); Al mismo asunto, seguidillas de pie quebrado de Pedro Méndez de Loyola (V). 794 cualquier: cualquiera (M, R). 795 Tripular: «Interpolar, mezclar» (Aut). 796 de gracias esta: gracias de esta (M, R). 797 díganme, un: díganme que un (M); digan, un (R).
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y dos mozas a su lado como un oro? Mas vaya, deme su aliento*798, si la boca no le huele*799, doña Clío, para que salga este cuento más decente que otro suele y menos frío. Lesbia, pues, que al enemigo del alma más importuno y más potente tuvo por mayor amigo cuarenta años como uno y luego veinte. Los primeros al amor sirvió de infame estafermo universal, los demás (tibio el ardor) del amante más enfermo fue hospital. Abasto ofrece a la corte de hembras en todas edades a catervas, sin que el verse la reporte que hace ochenta navidades estas hierbas.
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Y estando en la mayor fuga de vida tan insolente
798 Juego lingüístico en «dar aliento» con el significado de «dar vigor, ánimo y esfuerzo» y «echar el aliento». 799 le huele: me huele (M, R). Oler mal la boca: Además del sentido recto, «se entiende metafóricamente de las mujeres que son muy pedigüeñas» (Aut).
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la tamaña, por entre una y otra arruga se le entró una fiebre ardiente con gran saña800.
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Intímala su doctor*801 de muerte (terrible caso) la sentencia, y absuelta del confesor, un amigo llegó acaso a su presencia, a quien dijo entre un suspiro802 triste y salido del centro803, congojada: «Don Joan del alma, hoy me miro804 a entrarme la tierra adentro805 condenada. Y si animándome estoy806 a la precisa partida, aunque temprana, te juro a fe de quien soy que no me he muerto en mi vida de peor gana*807.
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gran saña: tal saña (M, R). intímala: intimola (M, R). Sobre el significado de «intimar», ver nota del v. 9 en la composición XXIX. 802 entre un: en un (R). 803 salido del centro: salido de adentro (M, R). 804 Joan del alma: Juan de mi alma (M, R); hoy me miro: hoy miro (R). 805 a entrarme la tierra adentro: entrarme de la tierra al centro (M, R). 806 y si: y así (M, R). 807 Al parecer, el morir de buena o mala gana formaba parte de las bromas frecuentes de la época. Lope de Vega en Novelas a Marcia Leonarda, parafrasea a Séneca (Cartas a Lucilio, XXIV) y hace decir al narrador de «La desdicha por la honra»: «Pero si dijo el mismo filósofo que el morir de buena gana era la mejor muerte, ¿cómo puede quien moría con tan poca tenerla por buena, ni consolarse con que ya estaba muerto lo que había vivido?» (1988, p. 136). Y un comentario similar encontramos 801
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Sola una cosa he notado en que gran consuelo fundo y no hago mal: que mi fin haya llegado808 cuando no hay hombre en el mundo que dé un real. Sólo tú mi amparo fuiste, a quien con pecho no ingrato correspondo, y excusándote estar triste, quiero que de mi buen trato veas el fondo. Diez horas me dan de vida, que fuera razón gastar809 en otro intento, mas por ser agradecida algo se ha de aventurar. Estame atento. No tengo censos ni juros, olivos, tierras ni viñas que dejarte, los réditos más seguros de que vivo son dos niñas que he de darte.
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Del sol afrenta la una, oro peina en cien madejas de cabellos,
en Los muertos vivos de Quiñones de Benavente: «murámonos, y protesto, / que muero de mala gana, / y por ensalmo me muero, / pues siendo yo venial, / mi hermana mortal me ha hecho» (2001, p. 659). 808 haya llegado: había llegado (V). 809 razón: mejor (M, R).
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la otra con más fortuna ébano ostenta en dos cejas y ojos bellos. Con apellidos de Osorios, sin venir de sus prosapias*810, y Guzmanes, dignas de que sean Tenorios, Herreras,Valdeses, Tapias, sus galanes, y Spínolas, por el paso en que estoy, y Centuriones y aun Stratas*811; mas si para ti las taso, cuando las des diez doblones812, son baratas. Arriba las dos están, facultad doy de escoger
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810 prosapia: «Ascendencia, casta y generación» (Aut). Al parecer una práctica nada infrecuente consistía en que la gente de baja estofa se apropiara de apellidos ilustres. Quevedo lo denuncia en sus Premáticas: «Item. Asimismo los Mendozas, Enriquez, Guzmanes y otros apellidos semejantes que las putas y moriscos tienen usurpados, se entienda que son suyos, como la Marquesilla en las perras, Cordobilla en los caballos y César en los extranjeros» (1929, p. 24). 811 Según los tratados de genealogía, los Osorios, Guzmanes, Tenorios, Herreras, Valdeses y Tapias (citados en el poema) forman parte de los linajes más antiguos y nobles de España. Casi todos ellos tienen sus raíces en el norte y se remontan a tiempos pretéritos. Son los famosos montañeses que tanto se mencionan en la literatura áurea y que se presentan siempre orgullosos de su limpieza de sangre. Herrero García dice de ellos: «Éste era el carácter montañés. Allá no había llegado la mezcla de sangre judía o mora; allí se conservaba, juntamente con la fe antigua, la sangre antigua y la vida imperturbada de los antiguos godos» (1966, p. 228). No sucede lo mismo con los Spínolas, Centuriones y Stratas (de los vv. 103-105), apellidos oriundos de Génova y, por tanto, relacionados con los banqueros del rey. Como dice la alcahueta, viéndose en el trance en que se encuentra (véase la nota del v. 88 de la composición XXXV), se conformaría con que sus muchachas, si no pueden emparentar con la nobleza de rancio abolengo, lo hagan con el dinero. 812 las: les (R).
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a tu gusto, pero, siguiendo el refrán, será darte en qué entender y no es justo*813. Elige la pelinegra, a lo rubio no te rindas deslumbrado, que después que soy tu suegra, moza de partes tan lindas814 no te he dado. No esté tu elección en calma*815 y aunque el gusto las iguale, no seas tocho*816. La ojinegra sobre mi alma que más que la rubia vale seis de a ocho*817. Lo que respondió el galán en el papel no venía ni lo sé818. Si con gana de oírlo están, sabido para otro día lo tendré.
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El refrán al que alude la alcahueta dice: «Dar en qué escoger es dar en qué entender» (Correas). 814 moza: mozas (M, R). 815 en calma: en suspenso. Al manuscrito de V le falta la página que contiene los versos 121-32 de esta composición y los ovillejos completos de Antonio de Huerta. En la edición valenciana de 1952 se ha restituido esta omisión con el texto de MorelFatio (1878). 816 tocho: necio. 817 seis de a ocho: se refiere a seis ochavos. 818 ni: no (R).
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A Martín de Figueredo, primer premio; a819 Pedro Méndez, el segundo, porque los más pies quebrados fueron de a cinco820 sílabas, habiendo de ser de a cuatro. Diérasele el primero si se ajustara con el ritmo.
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Figueredo, primer premio. A Figueredo se le dio el primer premio y a (M, R). de a cinco: de cinco (M, R).
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[Asunto 16] En ovillejo, que no exceda de treinta y dos versos, que si no se sabe que Judas fuese bermejo, ¿en qué se fundó el primero que le pintó rubio? [XXXVII] OVILLEJOS DE DON
ANTONIO
DE
HUERTA821
Tuvo razón, buen gusto, buen consejo, el primero que a Judas de bermejo le dio la catadura, pues conforme a los hechos, la pintura*822. Y fundose en lo mismo que me fundo: ¿hay bueno algún bermejo en el mundo?823 Lo primero de un hombre es rostro amable; un bermejo maldito es formidable824 y como es su color tan gran pecado, aun antes de nacer se ha condenado. Pues hurgalde costumbre por costumbre825, 821
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M y R añaden: «que llevó el premio porque él sólo escribió este asunto». conforme: conforma (M, R); conformó (M-F). Existía la creencia popular de que Judas era pelirrojo y a ese color se le atribuyeron unas connotaciones negativas que quedan recogidas en la paremiología: «Bermejo o cordobés o diente ahelgado, dalo al diablo», «Hombre bermejo y mujer barbuda, de una legua los saluda», «Pelo bermejo, mala carne y peor pellejo», etc. La popularidad de este tópico ha sido estudiada por Baum (1916) y (1922), Gillet (1925), Herrero García (1925, pp. 159-61) y González Ollé (1981). Sobre este lugar común encontramos muestras en la literatura áurea, por ejemplo, en la poesía de Quevedo: «Todo cabello es de oro, / en apodos, y no en tiendas, / y descuidándose Judas, / se entran a sol las bermejas» (1981, p. 874, vv. 21-24) y «Xeldre está en Torre bermeja; mal aposentado está, / que torre de tan mal pelo / a Judas puede guardar» (1981, p. 1232, vv. 145-46). No faltan alusiones también en el teatro: «No hay más Flandes, caballeros, / por treinta dineros solos / vendió Judas a su dueño, / mas no me espanto de Judas, / que en efecto era bermejo» (Rojas Zorrilla, No hay ser padre siendo rey, 1952, p. 396a). 823 ¿hay bueno algún bermejo en el mundo?: ¿hay algún [R: alguno] bermejo en este mundo? (M, R). 824 bermejo: bermejón (M). 825 hurgadle: juzgalde (M); juzgarle (R). 822
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huyendo lo bermejo di en la lumbre*826, y lumbre que, a su sombra, en fuego eterno penan doce mil almas del infierno, hombre sin Dios fue Judas inhumano; díganme ¿de un bermejo buen cristiano? A su amigo entregó a los enemigos, ¿cuándo, pues, un bermejo tuvo amigos? El bermejón que mi amistad profese véndame en hora buena y no me bese. Ni encanecer le aprovechó a un bermejo, aun bermejo se queda cuando viejo827, que entre pavesas rosas y pajizas828, arden bermejamente las cenizas829. Mayor pudo hacer Judas su pecado830; el ¿cómo es éste? Con vender fiado831. Pero déjolo a un bermejote ahora que ríe incendios y volcanes llora, que en él son de una guisa el llanto de temer como la risa832. Ya dije mis bermejos, que han de ser dieciséis los ovillejos.
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A don Antonio de Huerta, un premio, porque él sólo escribió833.
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Adaptación de la frase hecha Huir del fuego y dar en las brasas, todavía hoy vi-
gente. 827 828 829 830 831 832 833
se queda cuando: sé que obra cuando (R). rosas y: rojas y (M, R). bermejamente: bermejantemente (M, R). pudo: puede (R). ¿cómo es éste?: ¿cómo éste? (M, R). llanto de: llanto he de (R). Omitido en M, R y V.
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[Asunto 17] Un romance a que834 los enfermos enferman del mal, pero que mueren del doctor*835.
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[XXXVIII] ROMANCE GASPAR DE ÁVILA836
Con licencia y con perdón de Hipócrates y Galeno, enfermo de maldiciente a los médicos me atrevo. ¡Agua va! Pero no aquella*837 que suele verter el pueblo,
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romance a que: romance que (M, R). En el Siglo de Oro los médicos se convirtieron en objeto constante de burla. Véase, por ejemplo, los Sueños y La hora de todos de Quevedo o su poesía satírica y burlesca, entre otras, «Un enfermo a quien los médicos fatigan con la dieta, se burla de su regimiento» (1981, p. 559), «Médico que para un mal que no quita, receta muchos» (1981, p. 568), «Conversación de las mulas de unos médicos con la haca de un barbero (1981, pp. 920-23), «Pinta a un doctor en medicina que se quería casar» (1981, pp. 1099-101), «Epitafio a un médico» (1981, p. 1155); ver Arellano (1984, pp. 82-105).También son constantes los ejemplos en el teatro español; Rojas Zorrilla alude a ellos en No hay amigo para amigo: «¿Será bueno en este aprieto / llevar un famoso peto / hecho a prueba de doctor?» (1952, p. 96a) y en Santa Isabel, reina de Portugal: «Habrá melones, pepinos, / médicos, con que protesto / que morirá mucha gente / si no los matan a ellos (1952, p. 256a). Entre los estudios dedicados a esta figura tópica, puede consultarse Cortejoso (1958), Chevalier (1982, pp. 18-40) y DavidPeyre (1971). 836 Romance de Gaspar de Ávila: Romance 1º de Gaspar de Ávila, que llevó el primer premio de este asunto (M); Romance de Gaspar de Ávila, que llevó el primer premio (R). 837 ¡Agua va!: ver nota de v. 57 en composición XV. 835
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sino el agua recetada en tantos medicamentos*838. Y creed que os soy amigo839, pues me he tragado el ejemplo de Roma, cuando os echaron*840 y sin vosotros crecieron841. Pero lleguemos a cuentas, ya que os disimula el tiempo tantos años de homicidio*842 sin residencia y sin riesgo,
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838 Esos medicamentos que contienen agua no son más que vino aguado. El uso del vino como remedio de males se remonta a tiempos antiguos. Gracián en su Criticón alude a su poder curativo: «El vino, antes, en aquel siglo de oro (pues de la verdad y aun de perlas, pues de las virtudes), cuentan que se vendía en las boticas como medicina a par de las drogas del oriente. Recetábanle los médicos entre los cordiales: «Récipe, decían, una onza de vino y mézclese con una libra de agua».Y así se hacían maravillosos efectos» (2001, p. 580, III parte, crisi II).También Correas explica que se dice que «El vino ha de ser comido y no bebido» porque «en sopa se detiene más en el estómago y hase de usar de él por medicina y no por bebida», al tiempo que recoge el refrán: «Sangraos, Marina; sopa en vino es medicina». 839 que os soy: que soy (M, R). 840 Al parecer, los médicos tenían vetada su entrada en Roma. Pedro Mexía en Coloquios y diálogos, publicados en Sevilla en 1547, cuenta: «Seiscientos años se defendieron los romanos de los médicos, que nunca los hubo en Roma ni los admitieron nunca y nunca tan sanos vivieron ni tanto como en aquel tiempo.Verdad es que, siendo cónsules Emilio y Marco Livio en el año de la fundación de ella de quinientos treinta y cinco, no sé por quién persuadidos, admitieron un médico griego peloponense, llamado Archagato y le dieron casa y salario público y, como cosa nueva, agradó en sus principios; pero después que experimentaron sus sangrías y sus cauterios y extrañas maneras de curar, fue desterrado él y otros que ya habían venido; y esto por autoridad y consejo del grande Catón el Censorio, el cual vivió 85 años, porque veáis la falta que le hizo el Archagato y los demás» (1547, fols. 6v-7r). 841 crecieron: vivieron (R). 842 homicidio: homicidios (R). La consideración de los médicos como asesinos se remonta a los clásicos (ver algunos epigramas de Marcial, los versos de Menandro o los comentarios de Plinio en su Historia Natural ) y se repite insistentemente en la literatura del Siglo de Oro. Recuérdense los versos de Castillo Solórzano: «Hipócrates español, / graduado entre homicidas, / que has extinguido más vidas, / que en diez años el sol» (Donaires del Parnaso, 1624, fol. 25v).Valgan un par de ejemplos más, ex-
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pleito os ha puesto la vida sin testigos, y si el cielo nos volviera los difuntos843, presto se acabara el pleito.
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Que estaba de Dios, decís*844, si muere el doliente, y luego si otro vive, que se os debe a vosotros el acierto*845. Pues aquí de Dios sepamos si entra Jesucristo en ello, porque si entra, son en todo infalibles sus decretos846. Pero hagamos si os parece, un católico concierto: mate Dios y sane Dios, sin añadirle instrumentos,
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que si es lo que él determina, no hay cosa para el enfermo
traídos de los entremeses de Quiñones de Benavente, ambos protagonizados por el popular Cosme Pérez. El doctor Juan Rana empieza con esta declaración puesta en boca de Rana: «Tan ligero soy de cholla, / señores, que me he pasado, / desde el tribunal de alcalde, / al médico de un salto. / Allí por culpa del hombre, / le mataba sentenciando, / pero aquí por culpa mía, / sin sentenciarle le mato» (2001, pp. 40910). El otro caso procede de El remediador: «MUJER 3: Para que un dotor no mate / a un enfermo, ¿qué hará? / COSME: Si queréis que no le mate, / no le dejéis curar» (2001, p. 681). 843 volviera los: volviera a los (M, R). 844 Estar de Dios: «Frase con que se significa que alguna cosa no se pudo evitar por medios humanos» (Aut). 845 Una broma muy similar encontramos en el entremés El doctor de Quiñones de Benavente: «Si muere, llegó su hora; / si vive, me hago inmortal, / ¡Bien haya la ciencia, amén, / donde no se puede errar!» (2001, p. 644). 846 decretos: secretos (M, R).
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más barata que morirse847 sin el gasto del remedio. Asesinos al revés los récipes os han hecho*848, pues matáis sin que os lo pidan849 y quien lo paga es el muerto.
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Y después que vuestras juntas son como oración de ciego*850 donde del cuerpo y del alma se reza el apartamiento, con el «Dios te la depare»*851, embebido entre misterios,
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que morirse: que el morirse (M, R,V). récipe: receta de médico. 849 lo pidan: los pidan (M, R). 850 oración de ciego: «Composiciones en verso que se saben los ciegos de memoria […] las cuales dicen o cantan por las calles y sacan limosna de los que se las mandan rezar» (Aut). 851 Dios te la depare buena: «Frase con que se explica que algún negocio se arriesga o expone a la contingencia de que salga bien o mal, porque no hay otro modo de manejarle» (Aut). Esta frase puesta en boca de los médicos, y en ocasiones también de los escribanos, formaba parte de las burlas habituales: «Quísome parecer a lo que aconteció en la Mancha con un médico falso. No sabía letra ni había nunca estudiado.Traía consigo gran cantidad de recetas, a una parte de jarabes y a otra de purgas. Y cuando visitaba algún enfermo, conforme al beneficio que le había de hacer, metía la mano y sacaba una diciendo primero entre sí: «¡Dios te la depare buena!», y así le daba la que con primero encontraba» (Alemán, Guzmán de Alfarache, 1987, p. 166, I parte). En el entremés de Quiñones de Benavente titulado El retablo de las maravillas, leemos: «ALCALDE: No, regedor, que todo está ocupado; / pero como son tantas las audiencias / traigo aquí escritas aquí muchas sentencias / con que despacho presos, que es joício, / pues en leyendo el pleito el escribano, / hago que tome el preso por su mano, / una destas sentencias a buen ojo, / porque a mí no me achaquen que la escojo, / y al que llega con pena, / le digo: ¡Dios te la depare buena!» (2001, pp. 549-50). En estas citas el proceder del médico y del escribano es el mismo.Ver Chevalier (1975, pp. 127-30 y 1982, pp. 20-21). 848
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embestís a sangre y purga*852 como otros a sangre y fuego. Y aunque cortos de visita, no lo sois para el dinero, con dos cosas que alargáis: la mano y la cura luego*853. Pero lo peor de todo, con que acabo y con que os dejo es que el que más os conoce es el que os llama más presto. Y no tenéis la venganza854 contra mi pluma más lejos que lo que tardare yo en decir que estoy enfermo.
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Entre las prácticas habituales de los médicos para las curas se encontraban las sangrías y las purgas, lo que permite al poeta crear la expresión «a sangre y purga» parodiando el «a sangre y fuego» del verso siguiente. Correas recoge el siguiente refrán referido a los médicos: «Sangrarle y purgarle; si muriere, enterrarle». Quiñones de Benavente bromea en el entremés El doctor Juan Rana sobre estos remedios: «SALVADOR: Señor mío de mi alma... / ¿Dónde vive...? / JUAN: ¿Viene malo? / SALVADOR: No, señor / JUAN: Sángrese luego. / SALVADOR: No es eso; que voy buscando... / JUAN: Pues démosle una purguita / que hace buen tiempo» (2001, pp. 410-11). Y en El talego. Primera parte, del mismo autor, se lee: «MARÍA 2: Llámenle luego un doctor. / TREVIÑO: No; que mandará sangrarle, / y es matarle, ¡vive Dios!» (2001, p. 244). 853 «Alargar la mano» para cobrar los honorarios y «alargar la cura» para obtener más beneficios. Sobre esta última expresión, Correas dice que se aplica a los «médicos y cirujanos que alargan la cura por haber más provecho; trasládase a otras cosas y pleitos». En el Guzmán de Alfarache leemos: «Pues el doctor lo adoba y pensarás que es menos. Si no le pagas, deja la cura; si le pagas, la dilata» (Alemán, 1987, p. 298, I parte). Es tradicional el motivo del médico que alarga la cura (ver Chevalier, 1982, pp. 31-34). 854 no tenéis: no toméis (M, R).
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[XXXIX] AL
MISMO ASUNTO ROMANCE
DEL DOCTOR
PEDRO GARCÍA855
Va de verdades un rato, pues lo manda la academia856, aunque por ellas me curen o aunque me maten por ellas. Un hijo soy de Esculapio*857, tan juez de sus sentencias858 que desde mi tribunal solo al del cielo se apela. Y aunque otro ingenio del chiste859 podría en esta materia hablar con mejores burlas, ninguno con menos veras. Que no hay muerte sin achaque, dice el refrán de las viejas*860, y es verdad cuando el doctor al achaque se le llega.
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Si hay quien tome con sus manos su desdicha y muerte mesma,
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Al mismo asunto, romance del doctor Pedro García: Romance 2º del doctor Pedro García, que llevó el segundo premio de este asunto (M); Romance del doctor Pedro García, que llevó el segundo premio (R). 856 pues lo: que lo (M, R). 857 Esculapio, nombre que los romanos dieron a Asclepio, dios griego de la medicina, hijo de Apolo y la ninfa Coronis. 858 tan: y tan (M, R). 859 ingenio del chiste: ingenio de chiste (M, R). 860 El refrán dice «Muerte no venga, que achaque no faltará» (Correas) o «Muerte no venga que achaque no tenga» (Aut) y «da a entender que nunca faltan pretextos y motivos para disculpar acciones una vez ejecutadas, aunque no sean buenas» (Aut).
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quien con médico se cura no la toma, que la merca. Cualquier accidente al hombre861 su fragilidad le enseña, y cuando él no lo enseñara862 cualquiera doctor pudiera. Da a un triste un dolor de ijada*863, viene el médico y le lleva su dinero y no le cura, y otro dolor más le deja. Dale al otro un leve achaque, llega el médico y pulsea*864, crece el achaque y le mata, ¿sobre cuál la muerte apela? Naturaleza y el mal en un sujeto pelean, entra el médico en la lucha y da con ambos en tierra. Y aunque esto el mundo conoce y nos murmura y desprecia, ningún doliente nos trata que por nosotros no muera.
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cualquier: cualquiera (V). lo enseñara: la enseñara (M, R). 863 dolor de ijada: dolor de costado. 864 Juego lingüístico donde «pulsea» adquiere dos significados: «tomar el pulso» y «echar un pulso», aquí entre el achaque y el médico. «Y un médico, luego que visita, solo de tomar el pulso conoce la enfermedad ignota y remota de su entendimiento, y aplica remedios que son verdaderamente medios para el sepulcro» (Alemán, Guzmán de Alfarache, 1987, p. 298, I parte). 862
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[XL] AL
MISMO ASUNTO ROMANCE
DE DON
ROMAN MONTERO
DE
ESPINOSA865
¡Ah!, Musa, en tu veslo [sic], ¡ay!866, me va salud y opinión867, que ya tengo el mal achaque si no tengo el buen humor. Ya debes de haber oído esta al vivo exclamación, quizá exclamación al muerto, pues al médico llamó. Que quien sin doctor se muere, como bárbaro murió, dicen, y es verdad, pues falta para morirse ocasión. Si ve el médico al doliente868 que organiza bien la voz, se enjuaga con estornudos para guiñalle la tos*869.
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El doctor es enemigo de nuestra generación,
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Al mismo asunto, romance de don Roman Montero de Espinosa: Romance 3º de don Ramón Montero, que llevó el 3º premio (M); Romance de don Ramón Montero, que llevó el tercer premio (R); Al mismo asunto, romance de don Ramón Montero de Espinosa (V). 866 tu veslo: Esta es la lectura de A y M-F. Dado que es ininteligible, los otros manuscritos ofrecen lecturas alternativas: «Ah, musa, en tu verlo, ay» (M); «Musa mía veslo ahí» (R). Tal vez se trate simplemente de la palabra «verso». 867 va salud: va la salud (M). 868 al doliente: al enfermo (M, R). 869 guiñalle: guiñale (R). El significado del verso es «para hacer que la tos desaparezca», pues «guiñarse» en germanía significa irse o huirse (Aut).
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pues donde va la salud no vuelve más el doctor. La prueba en aquesta mezcla870 de malicia con error es que ninguno en su mal estima lo que estudió. Pues hombre de Dios me libre871 y alcuza de extremaunción*872, ¿no te quieres para ti y te quieres para yo? El que es médico es hereje, pues dice que está peor el doliente si el remedio deja en las manos de Dios, y asesino interesable de cualquiera pagador, que el día que desahucia aún aguarda el real de a dos. Sólo a un verdugo una vez873 de balde estotro mató874, que no se lleva interés a los de la profesión*875.
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A partir de este verso continúa H. Los versos 25-28 se han omitido en H. 872 alcuza de extremaunción: es la vasija donde se encuentra el aceite que sirve para ungir a la persona que está cerca de la muerte. 873 sólo a un: sólo un (M, R). 874 estotro: a otro (M, R). 875 La identificación entre médicos y verdugos es tradicional. Se remonta a los clásicos romanos (no sólo por lo que ambos individuos tienen en común en cuanto a la finiquitación del sujeto, sino por el juego que ofrecen las palabras griegas «demosios» —médico público— y «demios» —verdugo—) y se retoma reiteradamente en la literatura del Siglo de Oro: «Y luego mandó venir dos expertos cirujanos y, ofreciéndoles buen premio, les encargó mi cura, procurando mi sanidad.Y con esto, 871
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Yo los trato a estos señores876 como muy mal vividor, y así de cualquiera aj*877, Cristo de mi alma, oj*878. Reloj de sol es la musa que Apolo diz que es el sol879, y al tiempo de la obediencia las doce ha dado el reloj880.
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A Garpar de Ávila, el primero; al doctor Pedro García, el segundo; a don Román Montero, tercero, por haber llegado tarde su papel y por haberse permitido en la competencia uno más de los que pide la ley de la Academia881.
dejándome en las manos de los dos verdugos y en poder de mis enemigos, fuese su viaje» (Alemán, Guzmán de Alfarache, 1987, p. 425, I parte). Quevedo, en Virtud militante, insiste en que la prescripción médica es tan mortífera como la soga y equipara al médico y al verdugo en los siguientes términos: «¡Grande privilegio es, mas doloroso, que sólo en el médico sea precioso y honrado el homicidio!» (1951, p. 155b), y en La hora de todos: «En esto los cogió a todos la Hora, y columbrando el ahorcado a los médicos, dijo: “¡Ah, señores doctores!, aquí tienen vs. ms. lugar, si son servidos, pues por los que han muerto merecen el mío, y por lo que saben despachar, el del verdugo. Algún entierro ha de haber sin Galeno”» (1987, p. 245). 876 yo los trato a estos señores: yo les trato a esos señores (M, R). 877 aj:Voz de queja. 878 oj: «Voz que se usa para apartar gallinas o animales», según Covarrubias. Por extensión, podríamos decir «voz que se usa para ahuyentar a alguien. 879 que es el sol: que el sol (R). 880 ha dado: daba (R). 881 el primero: el primer premio (H); pide la ley de la Academia: pide la Academia (H). Omitido en M, R y V.
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[Asunto 18] En diez seguidillas, que a las que tienen mala cara, ¿por qué882 las socorren luego de bien entendidas, si no hay cosa más necia que ser fea?
DE DON
[XLI] SEGUIDILLAS ANTONIO DE SOLÍS883
Yo digo que las feas son entendidas, porque cuando las hablo, no hay qué decirlas. Yo digo que como tienen884 sabor de amargas885, les confieso que saben*886 por no probarlas. O que como a los sabios887 tan feos pintan, pienso que son todas888 Filosofía. Porque luego en las hembras todo semblante si no puede pulirse, da en ponderarse.
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por qué: para qué (M, R). M y R añaden: «que llevó el primer premio de este asunto». H solo dice: «Don Antonio Solís». 884 Yo digo que: O digo que (M); O es que (R);Y es porque (V); Digo que (H). 885 amargas: amarga (V). 886 les: las (H). Dilogía de «saber»: ser entendida y tener sabor. 887 como a los: como los (M, R). 888 que son: que ellas son (V). 883
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Fuera de que hay algunas que saben tanto que parece que tienen la piel del diablo*889.
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¿Qué mucho si las tales, para que aprendan, tienen todo aquel tiempo que no las ruegan? ¿Qué han de hacer, sino darse luego a los libros? si no, son todas sus noches890 ratos perdidos891. Harto trabajo pasan, pues elocuentes, tienen muchas razones pero no mueven. Y así yo a la pregunta de la Academia892 brevemente respondo con esta letra: Socorrer a las feas con lo entendido es taparse los ojos con los oídos.
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La paremiología recoge la expresión Sabe un punto más que el diablo: «Por agudeza, y el vulgo dice de las mujeres que saben un punto más que el diablo, y es que para lo que quieren, salen con extraordinario pensamiento» (Correas). 890 si no, son: si son (V, H). 891 En M y R, los versos 25-28 se han omitido. 892 de la Academia: del Academia (M, R).
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[XLII] AL
MISMO ASUNTO SEGUIDILLAS
DE
MARTÍN
DE
FIGUEREDO893
Como tienen las feas por entendidas, por tu vida, morena, que me lo digas. Si se ve que no hay cosa, niña, tan necia a los ojos de todos como el ser feas894. «Porque como las feas luego son viejas, mucho más diz que saben que las culebras*895.
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Como a las culebras896 llaman prudentes*897,
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Al mismo asunto, seguidillas de Martín de Figueredo: Seguidillas de Martín de Figueredo, que llevó el segundo y último premio (M, R); Al mismo asunto, Martín de Figueredo (H). 894 feas: fea (H). 895 Saber más que las culebras: «Frase proverbial que se dice de los bellacos y avisados, a quien no es fácil engañar. Alude a la propiedad de la culebra, que es de los animales más astutos» (Aut); «Y las madres y viejas que celebras / dicen que saben más que las culebras» (Quevedo, El marido fantasma, 1929, p. 167). 896 Como:Y como (R). 897 Covarrubias informa de que «la culebra está consagrada a Esculapio, por símbolo de prudencia, como por tener en sí grandes provechos medicinales».
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tienen por entendidas las que son sierpes*898.
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Y es que como un infierno ven en su rostro, piensan todos que en ellas habla el demonio*899,
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siendo así que al demonio900, como fue necio, le bastaba eso solo901 para ser feo». ¿Con qué pues dime, niña902, probarás eso? «Con que el diablo una fea903 tiene en el cuerpo, y verás que las feas siempre hablan mucho, porque el verlas hermosas es su conjuro». Bien has dicho, mas dime ¿por qué te tienes, dime, si por discreta te desvaneces?
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898 «Sierpe» aquí tiene doble sentido: por un lado, funciona como sinónimo de «serpiente», lo que le permite jugar con las «culebras» de más arriba; por otro, «se toma por la mujer muy fea» (Aut). 899 Recuérdese que las Sagradas Escrituras identifican al demonio con una serpiente. 900 al demonio: el demonio (M, R). 901 eso: esto (M, R). 902 dime: me di (M, R, H). 903 el diablo: al diablo (M, R).
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«Sepa, pues me pregunta, que no soy boba, si no puede ser necia quien es hermosa».
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A don Antonio de Solís, primero; a Martín de Figueredo, segundo904.
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primero: el primer premio (H). Omitido en M, R y V. Con esta composición se acaba la academia poética en M y R, pues tras las seguidillas de Martín de Figueredo va el vejamen. En estos manuscritos, el romance-vejamen aparece tras el Asunto 13.
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[Asunto 14] Un romance dando vejamen a los enemigos de la casa de Austria en la elección de Rey de Romanos en el señor Rey de Hungría, sin que se nombre a nadie.
DE DON
[XLIII] ROMANCE ANTONIO MARTÍNEZ905
Cálome el concepto, pongo906 mano a la pluma y terciando*907 mi musa, tiro un vejamen coplas arriba y abajo*908. Muchos son, pero no importa, pues contra todos me armo esta vez de consonantes tan dobles como su trato*909.
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905 Romance de don Antonio Martínez: Romance de don Antonio Martínez, que llevó el primer premio porque él solo cumplió con este asunto (M, R); Romance de don Antonio Martínez de Meneses (V); Don Antonio Martínez (H). 906 concepto, pongo: concepto y pongo (M, R). 907 terciar: «Poner alguna cosa atravesada diagonalmente, al sesgo u ladearla» (Aut). 908 Esta primera estrofa parodia la preparación de un duelo, de un reto literario contra los enemigos de la casa de Austria: suecos, flamencos, holandeses, franceses y turcos; de ahí que se cale el concepto en lugar del sombrero, ponga mano a la pluma y no a la espada, tercie su musa al modo como otros ladean su capa para batirse y tire un vejamen coplas arriba y abajo tal cual otros blanden sus espadas. La falta de referencias a Inglaterra en este poema se debe a que Felipe IV y Carlos I se encontraban en un período de paz que comenzó en 1630 y acabó en 1655. 909 trato doble: «Engaño y simulación con que obra alguno, con ánimo de engañar a otro, afectando amistad y fidelidad» (Aut). Las relaciones internacionales en la convulsa Europa del XVII se establecían en función de los intereses particulares de cada país y, especialmente, en función del enemigo común que se tenía en un momento específico.
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Mas vaya y vayan conmigo, pues podrá alguno entre tantos910 sacar por su mal latín mi romance castellano. Ya sabrán que el mancebito bohemio, aunque bien mirado, es capa y capa de coro*911, pues que cubre y honra tanto. Sin poner los pies en Roma, le concedió su muy santo*912 padre y fundó en su cabeza un jubileo romano.
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Pues aunque para ganalle otros dieron muchos pasos, su mérito estaba en gracia y los demás en pecado. Los señoritos del norte*913,
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tantos: tanto (H). es capa: se ha de entender como «hombre de buena capa», esto es, «hombre honrado, que tiene conveniencias, y está estimado por su trato y porte (Aut). Capa de oro: «Manto capitular que visten las dignidades, los canónigos y prebendadores de las iglesias, catedrales y colegiatas durante el invierno para asistir en el coro a los divinos oficios y horas canónigas y también a los demás actos propios de la comunidad junta en capítulo» (Aut). 912 El «santo padre» se refiere al emperador Fernando II, su padre, y al sumo pontífice. Sólo así se puede explicar el nombramiento del mancebito, Fernando III, como nuevo emperador y la concesión del jubileo romano, que solo otorga el Papa. ¿Hay algún asomo gibelino al referirse al emperador como «santo»? 913 Estos «señoritos» del norte pueden ser los suecos, declarados enemigos de los Habsburgos austríacos, o bien los flamencos. La imagen que la España del XVII tiene de Flandes es la de una región de nieves, hielos y fríos. Lope de Vega en Mártires de Madrid dice: «AMO: Y desde allí miraré / si pasaré a Italia o Flandes. / CRIADO: ¿A Flandes? No me lo mandes; / que de frío me helaré» (citado en Herrero García, 1966, p. 419). Sobre este y otros tópicos flamencos, ver Herrero García (1966, pp. 417-35). 911
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que están siempre tiritando, yo apostaré que les hiela*914 mucho más el sobresalto. Digo los que en Santa Cruz de la Zarza que barbaron parece aún que no conocen las cruces ni los calvarios*915. Pues esotros ¡qué bien beben!*916, que siendo en lo revelado gallegos ultramarinos son bandoleros del charco;*917
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914 les hiela: los hiela (M, R,V). Helarse: Además de en su sentido recto, hemos de interpretarlo metafóricamente como «pasmarse, asustarse y quedarse sin acción o movimiento, motivado de algún accidente o causa repentina» (Aut). 915 Reconozco no poder descifrar esta estrofa. Santa Cruz de la Zarza puede ser la localidad de Toledo. No obstante, esa referencia localista en un contexto tan internacional no deja de resultar extraña. Morel-Fatio tampoco aclara nada, simplemente dice: «Santa Cruz de la Zarza est le nom d’un bourg de la province de Tolède. La zarza est un ronce dont on faisait jadis une tisane à l’usage des siphilitiques […] Mais tout cela ne nous avance pas beaucoup, et le passage reste obscur» (1878, p. 698). No conocen / las cruces ni los calvarios significa literalmente «No conocen el sufrimiento», aunque no descarto, lógicamente, alguna alusión religiosa al no reconocimiento de la figura de Jesucrito, por ejemplo, al judaísmo. 916 La inclinación europea a la bebida la resume Gracián con esta sencillez: «aunque en España nunca llegó la borrachera a ser merced, en Francia sí a ser señoría, en Flandes excelencia, en Alemania serenísima, en Suecia alteza, pero en Inglaterra majestad» (El Criticón, 2001, p. 579, III parte, crisi II). 917 El significado de la estrofa ha de entenderse así: los holandeses («esotros ¡qué bien beben!»), que se presentan como lacayos de su rey en Ultramar, no son más que corsarios, esto es, piratas protegidos por su país. Entre los tópicos que conforman la tipología del gallego se encontraba el de pertenecer a la servidumbre y su afición a la bebida. Muestras de ello las encontramos en literatura popular y la paremiología: «Ni perro ni negro ni mozo gallego», «A catarro gallego, tajada de vino» y «Tanto me quier o fillo da uva, tanto me quier que todo me derriba» (Correas). Este tópico permite a Martínez relacionar gallegos, alcohol y servidumbre. Una expresión casi idéntica utiliza Quevedo en La Hora de todos, al referirse a los genoveses (cuadro XXXIII): «Vosotros habéis hablado como buenos y leales vasallos del Rey Católico, a quien los propios asientos, que me niegan la neutralidad, han hecho gallegos de allende y ultramarinos» (1987, p. 291). En cuanto al contexto histórico, los holandeses se habían
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pues lucen mal cuantas velas encienden y es mucho el gasto, presto venderán sus piezas de Holanda a varas o a palos*918.
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Mala la hubisteis vosotros*919,
convertido en un verdadero quebradero de cabeza, especialmente desde que se dedicaron a la conquista de ultramar y, junto a ingleses y franceses, decidieron acabar con el monopolio del comercio español del alcohol, especialmente del ron, que empezaron a fabricar en las colonias ultramarinas. Esta referencia a Holanda no es gratuita. Los desacuerdos entre España y Holanda arrancan de la época de Felipe II (1566) y tras un período de paz, avalado por la Tregua de los Doce Años (1609-1621), la situación se recrudece en la década de los veinte. A pesar de las intensas negociaciones, la paz no llega y la ruptura definitiva lleva fecha de 15 de abril de 1634, cuando Holanda firma con Francia un tratado en el que se compromete a no negociar la paz con España por separado. El fervor antiholandés enraíza en la corte española, y quizás las diatribas más feroces las vierte Quevedo en La hora de todos (cuadros XXIII, XXIV, XXXI, XXXIII, XXXIV, XXXVIII, XXXIX, XL), donde llega a afirmar que la nacionalidad holandesa se sustenta del robo a la soberanía de España. Sobre la imagen que se tenía de los gallegos y holandeses en el XVII, puede consultarse Herrero García (1966, pp. 202-25 y 436-55, respectivamente). 918 o a palos: o palos (H). Piezas de Holanda: se refiere a un lienzo muy fino que se utilizaba para hacer camisas y sábanas y se fabricaba en Holanda. La alusión a los corsarios holandeses es obvia, teniendo en cuenta los «bandoleros del charco» (los holandeses tenían fama de ladrones y rebeldes) y las «velas», entendiendo por éstas las velas de los barcos que podían estar hechas de Holanda (obsérvese también, la homofonía entre «velas» de barco y «velas» como cirios). Una alusión similar la encontramos en Céfalo y Pocris: «Guardaos todos de una Uganda, / que con blancas tocas anda, / porque de sus tocas sé, / que en el mar donde se ve, / son todas velas de Holanda» (Calderón, 1999, p. 341, vv. 528-32). 919 hubisteis: hubistes (M). En «Mala la hubisteis vosotros» resuena el eco de los romances carolingios que tratan el tema de Roncesvalles, donde se recoge el enfrentamiento y victoria de Bernardo del Carpio sobre Roldán (léase, la victoria española contra las tropas francesas). Posiblemente el más famoso sea el Romance de Guarinos, que comienza: «¡Mala la hubisteis, franceses, / la caza de Roncesvalles» (Durán, 1945a, p. 265b, núm. 402), aunque no faltan otros ejemplos en el romancero (Durán, 1945a, p. 264b, núm. 399), en la novela y en el teatro áureo. En El Quijote se lee: «Venía el labrador cantando aquel romance que dice: Mala la hubisteis, franceses, / en esa de Roncesvalles. —Que me maten, Sancho —dijo en oyéndole don Quijote—, si nos ha de suceder cosa buena esta noche. ¿No oyes lo que viene cantando ese villano? —Sí oigo —respondió Sancho—, pero ¿qué hace a nuestro propósito la caza de Ron-
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los que agora habéis casado*920 con vuestra caduca envidia su enojo de pocos años. Errado fue el matrimonio, pero tomoles las manos un cura, que más que cura es un dolor de costado*921. Bien le entendieron el juego*922, pues no hizo baza en tal caso, siendo malilla y teniendo un rey y muchos caballos.
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Váyase a usar de sus flores, donde es garitero el diablo*923, cesvalles? Así pudiera cantar el romance de Calaínos, que todo fuera uno para sucedernos bien o mal en nuestro negocio» (1998, p. 698, II parte, cap. IX).Y en la Loa con que empezó Tomás Fernández en la corte de Quiñones de Benavente, leemos: «LOBATO:Yo soy, señor auditorio, / a quien este mismo año, / viniendo a hacer los graciosos, / le embargó la voz Bernardo. / Envejecí de pesar, / y así los vejetes hago, / ya en entremeses, ya en bailes, / si vuestra licencia alcanzo, / más si me paso de calles, / en los bailes y entremeses... / TODOS [cantan]: Mala la hubistes, franceses, / la caza de Roncesvalles» (2001, p. 485). 920 agora: ahora (M). Esta estrofa y la siguiente aluden al acuerdo (de ahí el «casar» y «matrimonio») de Francia y Holanda contra España, dos países enfrentados a los Austrias. El primero con un odio acérrimo que se remonta a tiempos pretéritos («con vuestra caduca envidia»); el segundo, un nuevo enemigo más cercano en el tiempo («su enojo de pocos años»). 921 Ese cura molesto, que permite la dilogía entre «cura» (acción de curar) y «cura» (sacerdote), no es otro que el cardenal Richelieu. 922 En los vv. 49-56, Martínez aprovecha la terminología naipesca para, a través de nuevas dilogías, retratar la política y el quehacer del valido francés: baza («junta de dos, tres o más cartas que uno ha cogido y ganado», Aut), malilla (juego de naipes y carta), rey y caballos (cartas de la baraja), flores (juego de naipes)… Y el significado de estas estrofas es: Richelieu no consiguió su propósito (no hizo baza, v. 50), a pesar de ser un sujeto malintencionado (malilla, v. 51), que disponía del apoyo del monarca y del ejército.Váyase, pues, con sus trampas y engaños (flores, v. 53) con el diablo, si no quiere perderlo todo con un solo cuarto (Felipe IV). 923 garitero: «El que frecuenta y va a jugar a los garitos» (Aut), pero también «En germanía, significa, encubridor de ladrones» (Aut).
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si no quiere que le ganen su caudal con solo un cuarto. De mano armada quisieron*924 con liga, redes y lazos925 cazar aves de rapiña, ¡miren qué simples canarios!
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Mas las dos que tienen nido*926 de aposento junto al austro, a los cazadores dieron unos poquitos de araños*927. Mal se logran sus deseos aun con andar mendigando socorros de ceca en Meca*928, pues nada les hace al caso, bautizando por amigo al que el Jordán no ha bastado
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de mano armada: «Además del sentido recto, significa rigurosamente, con todo empeño y diligencia» (Aut). 925 liga: ligas (M, R, H). 926 «Las dos aves de rapiña» se refiere al águila bicéfala del escudo imperial. 927 araños: arañazos. 928 Andar de ceca en Meca o De la ceca a la Meca, o sea, de aquí para allá con algún propósito, es una expresión xenófoba y antimorisca que nació del temor que sentían los cristianos al pensar que los moros al ser expulsados se llevarían consigo el dinero. La «ceca» es la casa donde se fabricaba moneda y, como es sabido, la Meca es el lugar de peregrinación. Aquí aparece un nuevo enemigo de los Austrias: el imperio otomano. Se insiste en el interés de Francia por aliarse con cualquiera que ofrezca resistencia a España, y Richelieu es capaz de «bautizar» con el nombre de «amigo» (v. 69) a quien ni siquiera está bautizado (los turcos), a pesar de tener en su propio imperio el río Jordán («perroquia de su barrio», v. 72), por excelencia el río del bautismo cristiano («pila», v. 71). A la falta de escrúpulos religiosos del Cristianísimo rey francés alude Quevedo en La hora de todos: «Para usurpar sus Estados al Duque de Lorena, se aplicó a la conciencia de Calvino. Con esto es el Jano de la religión, que con una cara mira al Turco, y con otra al Papa, sirviéndole de cazador de púrpura, para calzarse aquella corte, el Cardenal Richelieu» (1987, p. 322).
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a bautizar, siendo pila y perroquia de su barrio929. Mas quedaron poco airosos, pues fue lo mismo que enviallos a todos de mancomún*930 la suerte a espulgar un galgo*931. Y yo, porque hace al intento, esto les digo debajo de vejamen natural: aplíquenlo allá despacio.
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A don Antonio Martínez, el primer premio de los dos que se ofrecieron a la competencia, y aunque escribió solo, le mereció, por haber cumplido con el intento932.
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perroquia: parrochia (M, R). de mancomún: «La unión de dos o más personas a la satisfacción o ejecución de alguna cosa» (Aut). 931 Enviar a espulgar un galgo: «Locución significativa de desprecio con que se da a entender que no es hábil o que no es del genio y gusto de otro» (Aut). 932 Omitido en M, R y V. 930
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VEJAMEN QUE DIO ALFONSO DE BATRES EN BUEN RETIRO933
¿Cesó? Sí, pues si lo deja, proseguiré, y pues ha sido934 ladrar aquello al oído*935, quiero morder a la oreja*936. Estaba yo el nunca bastante937 bien alabado día de la máscara*938, que se encarecerá como prodigio, que se celebrará como milagro, que se notará a las edades*939, pues gritada940 de otros siglos responderá941 como a seña espantosa, aquel, digo, día que nadie le942 acordará como
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Vejamen que dio Alfonso de Batres en Buen Retiro:Vejamen que en el Buen Retiro dio Alfonso Batres. Seccº. (M);Vejamen en esta Academia del Buen Retiro dio Alfonso de Batres, secretº (R);Vejamen que dieron Alfonso de Batres y don Francisco de Rojas. Comienza Alfonso de Batres (H). 934 proseguiré, y pues: proseguiré, pues (M, R). 935 ladrar a la oreja: «Influir y persuadir a alguno continuamente, sin dejarle de la mano hasta conseguir su intento» (Aut). Los términos «oído» y «oreja» se han invertido en este verso y el siguiente. 936 morder: «Murmurar o satirizar hiriendo y ofendiendo en la fama o crédito» (Aut). 937 bastante: bastantemente (M, R, H). 938 Como señala Sanz Ayán: «Las máscaras daban la oportunidad a los caballeros para demostrar su maestría en el arte de la equitación. Permitían además a éstos lucir vistosos y ricos trajes que causaban la admiración de los espectadores. Era también una carrera de caballos que consistía en que los jinetes, vestidos con trajes de fantasía y con los corceles ricamente enjaezados, corrían de noche con hachas encendidas, compitiendo por parejas. Estas carreras conseguían ser muy vistosas y emocionantes por el riesgo que la prueba conllevaba al celebrarse de noche» (1994a, p. 208). 939 a las edades: en las edades (M, R). A las edades: por siglos. 940 gritada: gritadas (M, R). 941 responderá: responden (M, R). 942 le: se (R).
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yo, pues entre el bárbaro, el943 confuso tropel de944 pueblo mezclado parecía que llovía Dios sobre mí tudescos y que granizaba palos*945; viéndome, pues, que no cabía de pies*946 y que parecía, de apretado, que me había calzado la gente*947, voy y vengo y qué hago, pero ni voy ni hago948 ni vengo, sino arrástranme, acordándome de aquello de «Vaisos, allévanos»*949, dando conmigo y otros tantos majaderos en mayor dificultad. Si bien es verdad que ya que desde950 allí no se podía ver, por lo menos no se podía salir, cuando por un borbotón de voz que caía la vertiente*951 hacia el estanque oí un chorro que cantaba: Al estanque, al estanque, mozos, si queréis, si queréis volveros locos*952.
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pues entre el bárbaro, el: que entre el bárbaro y el (M, R). de: del (R). 945 tudescos y que granizaba: tudescos que granizaban (M, R). Tudescos: guardia alemana introducida por Carlos V. «Como estos guardias de las personas reales eran los que iban abriendo paso a la regia comitiva, muchas veces a fuerza de mandobles, era famosa su cólera y mal talante entre el vulgo, hasta el punto de que Moreto pudiera emplear una frase como ésta: Vive Dios, / que estoy brotando tudescos / en día de procesión (Industrias contra finezas)» (Herrero García, 1966, p. 502). De ahí que el significado de «llover tudescos» y «granizar palos» sea el siguiente: los empellones de la gente eran tales que parecía que se le venía encima la guardia tudesca repartiendo palos. 946 No caber de pies: «Frase que denota un gran concurso o cortedad y estrechez de algún sitio donde concurre mucha gente, que por estar muy apretados se dice que no caben de pies» (Aut). 947 Este «me había calzado la gente» se ha de entender así: había tan poco espacio que daba la impresión de que llevaba la gente puesta encima, igual que uno se calza unas espuelas o unos guantes. 948 qué hago, pero ni voy ni hago: qué hago: ni hago (M, R). 949 vaisos, allévanos: vaisos o llevanos (R, H); baysos, alléganos (M-F). Hace referencia al dicho «¿Vaisos o llévanos? —No, sino que me arrastran» (Correas). 950 ya que desde: ya desde (R). 951 borbotón de voz que caía la vertiente: borbotón de voz cuya vertiente caía. 952 volveros: volver (V, H). Tal vez estos dos versos formen parte de algún estribillo popular, pues los encontramos con ligeras modificaciones en el entremés cantado Las dueñas de Quiñones de Benavente: «¡Al estanque, al estanque, mozas, / si queréis volveros locas!» (2001, p. 525). 944
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Cuando una cáfila*953 de regidores impedidos y una tracalada*954 de poetas malos, que los unos se quedaron para herradores*955 y los otros no habían podido acertar la entrada, se arrojaron a poeta el postre*956 hasta dar con un encuentro que todos le957 tuvimos por azar, porque era un bulto de hombre tan lóbrego que parecía que se tiznaba el aire en su cara, que se atezaba con cisco*958 o que se afeitaba con hollín. —Admirado, dije, estoy. ¿Quién eres, visión? —le dije. Y él respondió: —¿Qué te aflige? No temas, Carbonel soy. «De hacia ahí me viene el espanto —dije959—, pero ¿adónde sale este paso*960 tan oscuro?». «Sale, me respondió, a una linda pieza, a Pellicer, que por darle un poco de más luz se le961 dejó a escuras. Pues 953
cáfila: «Tropel y conjunto de gente sin orden» (Aut). tracalada: multitud. 955 para herradores: por herradores (R). Homofonía entre «herrar» y «errar». En la composición XIX del certamen ya se decía que los regidores yerran de continuo y en este mismo vejamen Batres insistirá más adelante en ese tópico: «Empezaron dos poetas la entrada y la erraron, que no siempre la han de errar los señores regidores». La misma asociación aparece en los vejámenes que Rojas y Batres prepararon para la Academia de 1638: «Todos son unos, señores: herradores y regidores» (Rojas, 1910, p. 269) y «Estuvo muy bien preguntado aunque fue divertimento: pero no le sucediera al conde de Puñonrostro, que es tan atento caballero que apenas fue su señoría regidor cuando cayó en ello: ¡Oh, regidor singular / pues con su oficio cumpliendo / empezar quiso cayendo / con que no lo pudo errar» (1638, fol. 2r). 956 a poeta: al poeta (H). A poeta el postre es una adaptación de la expresión A puto el postre que recoge Aut con el significado de «Huir con prisa, aceleradamente y con precipitación». «Dioles licencia y, hartos y contentos, se afufaron, escurriendo la bola a puto el postre, lugar que repartió el coperillo del avechucho» (Quevedo, La hora de todos, 1987, p. 371). 957 le: lo (M, R). 958 atezar: «Teñir a otro el semblante de color negro» (Aut). Cisco: «Carbón muy menudo o residuo que queda de esta materia» (Aut). 959 dije: dijo (M, R). 960 paso [de comedia]: «Lance o suceso que se introduce en ella para tejer la representación. Por extensión se dice de cualquier cosa que mueve a risa o hace armonía o extrañeza» (Aut). 961 le: lo (M, R). 954
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aún no se contentó con esto962, que me quiso comentar la cara»*963. Entonces, le pregunté yo: «¿Cómo así?».Y él respondió964 de esta manera: Púsome un carbón y un el y lo que él se sabe allá, empero después acá ni me entiendo yo ni él. Y prosiguió diciendo: —Seguid mis plantas*965 (por cuanto no fuera trazador) y veréis muy válido el moharrache*966, diversas las personas, los trajes varios, porque ha hecho Cosmelot*967 de retazos una placilla. —¿Otra plaza? —Sí, que el Retiro ha de tener para cada uno la suya968. Y estando en esto, cátate*969 aquí la plaza y hétele aquí al970 guarda mayor, a quien el diablo del971 Carbonel dijo: «Señor Covarrubias, no me hable gordo»*972. «Pues hasta ahora no he dicho esta panza es
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esto: eso (M, R). Aquí se refiere a José de Pellicer de Ossau, Salas y Tovar, comentarista de Góngora y autor de El Fénix y su historia natural y Lecciones solemnes a las obras de don Luis de Góngora, editadas en Madrid en 1630 por la Imprenta del Reino. Batres se burla de la inclinación de Pellicer a aclarar lo oscuro; éste había comentado la hermética poesía del cordobés y eso lo convertía en el exegeta universal. 964 y él respondió: y respondiome (M, R); y él me respondió (H). 965 seguid mis plantas equivale a «seguid mis pisadas». El uso de «planta» por pisada permite el juego entre «planta» como «parte inferior del pie» y «planta» como «diseño u idea que se hace para la fábrica o formación de alguna cosa, como la planta de un edificio» (Aut). De ahí el guiño con el término «trazador» («el que traza o idea alguna cosa», Aut), que aparece inmediatamente. 966 moharrache: «El que se disfraza ridículamente en alguna función para alegrar y entretener a otros, haciendo gestos, ademanes y muecas ridículas» (Aut). 967 Cosmelot: Cosme Lotti, famoso escenógrafo que también preparaba decorados para las fiestas. 968 de retazos una placilla. —¿Otra plaza? —Sí, que el Retiro ha de tener: de retazos de una placilla otra plaza, que el Retiro ha de tener (H). 969 cátate: mírate, observa. 970 hétele aquí al: hételo aquí el (M, R); hétele aquí el (H). 971 del: de (M, R). 972 hablar gordo: ver nota del verso 33 de la VI glosa. 963
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mía*973» —respondió él— , con lo cual conocí que el maldito del974 Carbonel tenía razón, porque en cuanto975 dijo, no dijo nada, pero empalagaba mucho, porque sin pronunciar, articulaba ubres y redaños*976, con que cada vez977 hablaba más gordo, que cada uno habla978 como quien es*979. Dejonos entrar, aunque éramos inútiles, y estaba su poquito de valla para sortija, su coto980 para estafermo, sus dos maravedís de plaza para toros y, aunque era en burlas y juego, gran correspondencia en ponerse cosas de risa*981. Cuál se ponía la máscara
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Parodia de la expresión No decir esta boca es mía, esto es, no decir palabra, aplicada a la panza de Covarrubias por ser lo más característico de él. 974 del: de (M, R). 975 cuanto: cuanto él (M, R). 976 articulaba ubres y redaños: en lugar de pronunciar correctamente, lo que hacía era mover los labios y la lengua como lo hacen los niños cuando maman y exhalaba el aire de manera convulsa. La interpretación del «articular ubres» me la sugiere un personaje de La hora de todos de Quevedo: la mamona de pronunciación. Dice así: «La más antigua de las alcahuetas, mal asistida de dientes y mamona de pronunciación, tableteando con las encías, dijo: el mundo está para dar un estallido» (1987, p. 205). Por su parte, el redaño es, según Aut, una tela que cubre el estómago y las tripas, lo que me lleva a pensar que el único modo en que se pueden articular los redaños es a través de los golpes de aire que el diafragma imprime contra el estómago, lo que produciría una salida del aire discontinua y arrítmica. 977 vez: voz (V). 978 gordo, que cada uno habla: gordo y cada uno hablaba (M, R). 979 Batres juega con los diferentes significados de «gordo». Primero se ha referido a que Covarrubias «hablaba gordo» y ahora añade que cada uno «habla uno como quien es», expresión que literalmente significa «que conforme es la crianza o nacimiento de cada uno, así es su modo y su porte en las cosas» (Aut), pero aquí no se alude al comportamiento, sino al aspecto físico, pues Covarrubias «habla gordo» por su sobrepeso. Recuérdese que el Asunto 6 trataba sobre la panza del guarda mayor.Y la gordura de dicho sujeto también es objeto de burla en el vejamen de Coello de 1638: «Ha engordado de manera —respondió don Juan— que ya los navíos no se miden por toneladas, sino por Covarrubias» (1964, p. 320a). 980 para sortija, su coto: para sortijas o coto (M). 981 ponerse: ponerse a (R). El correr sortija y el correr estafermo son dos de los juegos habituales de la época. El primero es «una fiesta de a caballo que se ejecuta poniendo una sortija de hierro del tamaño de un ochavo segoviano, la cual está encajada en otro hierro, de donde se puede sacar con facilidad y éste pende de una cuerda o palo tres o cuatro varas del suelo; y los caballeros o personas que la corren, tomando la debida distancia, a carrera se encaminan a ella y el que con la lanza la lleva encajándola en la sortija, se lleva la gloria del más diestro y afortunado» (Aut). El estafermo consiste en colocar «la figura de un hombre armado, que tiene embra-
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de Carbonel, cuál la carátula*982 de Simón González, cuál se envestía la figura*983 de Grimaldo, cuál se ceñía la panza de Covarrubias y984 cuál se echaba a pechos el pellejo*985 de Olave y todos, en fin, batidos*986. Unos pintaban tablados, otros hacían lanzas de astillas y otros iban encendiendo luminarias, que no se daba el aire soplos a matar, porque no eran lamparillas así como quiera987, que eran las lámparas de los manteos y sotanas que dejaron don Antonio Coello y don Francisco de Rojas*988. Mas esto no hace al cuento989. Quédese aquí que yo no hablo990 mal de nadie. «Ea —dije a cuantos desapiadada-
zado un escudo en la mano izquierda y en la derecha una correa con unas bolas pendientes o unos saquillos llenos de arena, la cual está espetada en un mástil, de manera que se anda y vuelve a la redonda. Pónese en medio de una carrera y viniendo a encontrarla los que juegan o corren, con la lanza puesta en ristre, le dan en el escudo y le hacen volver y al mismo tiempo sacude al que pasa un golpe (si no es muy diestro) con lo que tiene en la mano derecha, y con esto hace reír a los que están mirando este juego y festejo» (Aut). 982 carátula: «Cara fingida hecha de cartón o de otra materia hueca para ponérsela uno sobre la natural y disfrazarse en las fiestas públicas en que se permiten semejantes disfraces, la cual regularmente suele ser ridícula y fea» (Aut). 983 En sentido burlesco, por «figura» se entiende aquí «disfraz». Sobre los diferentes significados de esta palabra, aplicados a Quevedo, pero extensibles a la literatura de la época, consúltese Romanos (1982). 984 Covarrubias y: Covarrubias (M, R). 985 pellejo: «En germanía, significa sayo» (Aut). 986 batidos: mezclados, confundidos. 987 quiera: quiero (R). 988 El poco aseo de Coello y Rojas era proverbial. Este rasgo característico de los poetas permite a Batres jugar con el término «lámpara» como «útil que da luz» y como «mancha de aceite o grasa». Se menciona aquí y en el vejamen de Coello de 1638, donde se alude a la loba de éste en los siguientes términos: «¡Ay! No fuera mucha la habilidad, que si en una Mancha sola que hay en España nace tanto trigo, ¡qué mucho será hacerle nacer en tantas manchas como tiene su sotana de v. m.» (1964, p. 317b).Y más adelante se dice: «Que a él [Rojas] y a mí [Coello], cuando éramos estudiantes, nos echaban los aposentadores en las faltriqueras dos pescaderas de aposento, y era de manera lo puercos que solíamos ser él y don Antonio de Solís y yo, que en nuestras casas no se atrevían a echarnos por la puerta a medio día, porque no les llevasen la pena, y guardaban siempre a las once de la noche. Y en casa de don Francisco se asomaba una criada en lo alto y decía: —¡Rojas va! como ¡agua va!, y le echaban por el canalón» (1964, p. 321a). 989 cuento: punto (M, R, H). 990 hablo: digo (M, R, H).
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mente fueron despejados991 de la reciente plaza— holguémonos, pongámonos de figuras»*992. «Bien estamos así», dijeron todos, cuando una voz tremenda pedía tantas veces993 «olio, olio», que nos hizo lástima y novedad*994 en tiempo que se había soltado la chacota*995 y desmandado la carcajada. Llegamos y era el buen Cosmelot tan negro de puntual*996 que estaba (antes que se le acabase997) pidiendo aceite para lamparillas. «¿No está muy lucido esto?», le pregunté998, y él se precia de tan aseado que satisfizo con esta redondilla, que pintada de Cosmelot no podía ser peor*999: Échase a perder la obra, si a tan poco se reduce, no es lo que arde lo que luce, sino aquello que me sobra. «¡Ah, quién fuera1000 tú —dándose una palmada, dijo un poeta—, que te puedes manchar a tus horas!». ¿Hay tan desaliñada exclamación? Pero antes que diga mal de él, digamos que era don Pedro Rosete Niño, poeta tan prevenido que está1001 ya buscando apellidos para
991 dije, a cuantos desapiadadamente fueron despejados: dijo despiadadamente a cuantos fueron despojados (M, R). 992 plaza, holguémonos, pongámonos de figuras: plaza, ea, holguémonos y pongámonos de figuras (M, R). Aquí por «figuras» se han de entender «los personajes que representan los comediantes, fingiendo la persona del rey, de la dama y de otros diferentes estados» (Aut). 993 pedía tantas veces: pedía (R). 994 novedad: «Extrañeza u admiración que causan las cosas hasta entonces no vistas ni oídas» (Aut). 995 chacota: «Bulla y alegría llena de risa, chanzas, voces y carcajadas con que se celebra algún festejo o se divierte alguna conversación» (Aut). 996 puntual: diligente. 997 se le acabase: se acabase (H). 998 pregunté: pregunté yo (M, R). 999 Durante las fiestas se consumió gran cantidad de velas. Para hacerse una idea de lo iluminados que llegaron a ser los festejos, puede releerse la primera parte de la relación del padre Sebastián González, que se recoge en la introducción (programa de fiestas, domingo 15). 1000 fuera: fueras (M, R). 1001 está: estaba (M, R, H).
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cuando le falten éstos1002, porque este mozo tiene el Rosete por flor antigua y teme que se le ha de marchitar de invierno y el Niño que se le ha de morir de viruelas y se ha de quedar hecho el mozo Pedro. Estando en esto, hétele1003 aquí al corregidor, el conde de Montalvo*1004, que a este mismo tiempo estaba en diez u doce partes, dando unas voces que las ponía en el servicio de su Majestad y pidiendo (que no había más que pedir)1005 a cuantos encontraba que se1006 vistiesen de mojiganga*1007, pena de desleales, y ya1008 se ve que vasallos todos empezaron a obedecer, y un pobre oficial que no sabía lo que era1009 mojiganga, le preguntó: —Señor corregidor, ¿qué es mojiganga? —Hermano, esto es celebrar fiestas y holgarnos mojigangamente. Entra en la plaza y, como ya empezábamos nuestro estafermo, «¡Alce Dios tu ira —dijo*1010—, qué bellaquería es que se atreva nadie a holgar donde no lo ve el rey nuestro señor!». Extraño celo, pero conociéndole, le aquietamos1011 con decirle: Vasallos somos de ley, y esta fiesta que ensayamos al punto se la llevamos mojigangamente al rey.
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falten éstos: falten ésos (M); falten (R, H). hétele: hételo (M, R). 1004 El conde Montalvo es don Juan de Castro y de Castilla. 1005 pidiendo (que no había más que pedir): pidiendo más (que no había que pedir) (M, R, H). 1006 se: le (M, R). 1007 mojiganga: «Fiesta pública que se hace con varios disfraces ridículos, enmascarados los hombres, especialmente en figuras de animales» (Aut). 1008 y ya: ya (M, R, H). 1009 lo que era: qué era (M, R, H). 1010 alce Dios tu ira, dijo: alza Dios su ira y dice (M, R). Alza Dios tu ira: «Dícese de una persona cuando se refiere que se enojó mucho, dando a entender que se arrebató demasiado» (Correas). 1011 aquietamos: quietamos (M, R). 1003
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Proseguíase en armar el estafermo y no hallábamos faquín*1012 que sirviese si no es poniéndole en la mano una talega de arena. Miren, ¿y dónde se había de hallar talega de arena entonces1013?; pero un demonio de arbitrista*1014 dijo: —Lo mismo es una faldriquera*1015, cualquiera que no sea de provecho. —Tate*1016, dije yo, la del señor Francisco Calero es buena, porque no vale nada, que no hay faldriquera1017 de menos provecho que la de su merced*1018.
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faquín: «Mozo del trabajo u esportillero, que sirve para llevar cargas» (Aut). Por el contexto ese faquín es el muñeco o estafermo. 1013 arena. Miren y dónde se había de hallar talega de arena entonces: arena entonces (M, R, H). 1014 de arbitrista: de un arbitrista (M, R, H). Arbitrista: «El que discurre y propone medios para acrecentar el erario público o las rentas de los príncipes. Viene del nombre común de arbitrio, pero esta voz común se toma de mala parte y por lo regular los arbitrios han sido muy perjudiciales a los príncipes y muy gravosas al común sus trazas y arbitrios» (Aut). Los arbitristas gozaron de muy mala reputación. En El diablo cojuelo, Vélez de Guevara los califica de «los locos más perjudiciales de la república» (1984, p. 95) y Gracián dice: «Vete a unos desdichados arbitristas, inventores de felicidades ajenas, trazando de hacer Cresos a los otros cuando ellos son unos Iros, discurriendo trazas para que los otros coman cuando ellos más ayunan, todo embeleco, devaneo de cabeza, necedad y quimera» (El Criticón, 2001, p. 588, III parte, crisi III). Las sátiras contra ellos en la literatura del período son habituales, ver, por ejemplo, El Buscón y La hora de todos de Quevedo, El Quijote o El coloquio de los perros de Cervantes. 1015 faldriquera: faltriquera (M, R, H). Faldriquera: «Bolsa que se trae para guardar algunas cosas, embebida y cosida en las basquiñas y briales de las mujeres o a un lado y a otro y en los dos lados de los calzones de los hombres» (Aut). 1016 Tate: «Úsase también para significar que ha ocurrido a la memoria u al conocimiento alguna especie nueva» (Aut). 1017 faldriquera: faltriquera (M, R, H). 1018 Esta faltriquera no vale nada porque su dueño no la usa. La tacañería de Calero era bien conocida. Se menciona aquí, también al inicio del vejamen de Rojas (ver nota) y en el de Coello para la Academia de 1638, donde se dice: «Sólo una cosa me espanta de este hombre [don Juan dice de Calero], y es que, siendo ayuda, sea tan estriñido, y esto de manera, que trae el dinero en una bolsa de cien tafetanes, hecha a prueba de monja pedigüeña, y no hay fiesta para él como su dinero, y por eso lo guarda tanto» (Coello, 1964, p. 318b).
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Pedímosela y ¿diola?, al diablo diola*1019. Otro nudo la daría*1020. No la dio sino don Antonio Coello, no tanto porque era menester como por echar a perder unos calzones. —¿Que tan desaseado es?, dijeron todos. —No, sino que es un perdido*1021, que pudiera muy bien estar de los más sobrados mozos del lugar después que se mudó de1022 seglar, porque se ha ahorrado más de cien panillas de sarga*1023 que le entraban en su manteo y su loba*1024, pero no ha querido, porque ya lo gasta1025 todo en ribetillos de alquitira*1026, porque dice que guarnecen*1027 y manchan de más provecho. Pero doblemos aquí la loba o arruguémosla*1028, porque no se enoje Coello y prosigamos. No había en qué ponernos a caballo y fuí1019
Dar al diablo: «Frase con que se explica el desprecio grande que se hace de alguna persona o cosa» (Aut). 1020 Calero anuda (cierra) más aún la faltriquera, para asegurar que no se la coge nadie ni sale de ella un real. En nota anterior ya he señalado la poca generosidad de este individuo, al que en el certamen del año siguiente se le hace decir: «Aunque las mujeres sepan / trepar hacia mis bolsones / ¡manos mías, decid nones! / Y otro nudo a la bolsa mientras trepan» (Coello, 1964, p. 318b). 1021 Es un perdido: «Frase que se usa para explicar la demasiada franqueza o liberalidad de alguno» (Aut). 1022 mudó de: mudó del (R); mudó a (H). 1023 sarga: «Tela de seda que hace cordoncillo, con alguna más seda que el tafetán doble» (Aut). Batres considera que la ropa de Coello lleva tales lamparones de aceite que llega a medir la tela por panillas, tipo de medida para el aceite. 1024 manteo: «Capa que traen los eclesiásticos, que tiene solo un cuellecito angosto de dos o tres dedos, y les cubre hasta los pies» (Aut). Loba: «Cierto género de vestidura talar que hoy usan los eclesiásticos y los estudiantes, la cual empieza por un alzacuello que ciñe el pescuezo y ensanchándose después hasta lo último de los hombros cae perpendicularmente hasta los pies. Tiene una abertura por delante y dos a los lados para sacar los brazos» (Aut). 1025 gasta: gastó (M,V, H). 1026 alquitira: ver nota del v. 6 de la composición XXVIII. 1027 guarnecer: «Adornar los vestidos, ropas, colgaduras y otras cosas por las extremidades y medios con algo que les dé hermosura y gracia» (Aut). 1028 doblemos aquí la loba o arruguémosla: además del sentido literal, esta expresión equivale a «Demos por cerrado este asunto o dejémoslo apartado de cualquier modo a un lado». Por una parte, existe Doblar la llave con el significado de «cerrar». Por otra, el término «loba» se utiliza metonímicamente para referirse a la llave. Autoridades recoge la expresión Cerradura de loba, que es «la que tiene los dientes de las guardas semejantes a los dientes del lobo». De ello se colige que este «doblar la loba» significaría «darle una vuelta de llave a un asunto», o sea, cerrarlo, darlo por zanjado.
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monos acomodando en algunas bestias de hombres que acuden a palacio sin por qué ni para qué; cuál en la bestia del médico1029, cuál en el asno del pleiteante y1030 cuál en el animal del pretendiente, de suerte que ninguno se quedó por bestia*1031. En esto dijo Cristóbal de Medina muy recio1032: «¡Ay!», y Pedro Martínez: «¡Oy!». Reparé y dije: Ay, oy, estos deben de decir (que son los que saben mucho de fiestas) hay hoy máscara, hay hoy estafermo, hay hoy sortija1033, hay hoy toros, hay hoy comedias, hay hoy ermita*1034, hay hoy merienda, y reparando, como digo, en estos ayes y oyes no era esto sino que se enseñaban1035 a caer bien en la silla*1036 y daban unos batacazos en ellas que se medio mataban. Empezaron dos1037 poetas la entrada y la erraron, que no siempre la han de errar los señores regidores. Las galas, como dije, fueron ridículas, los ingenios iban1038 descalzos, algunos por disfraz y otros mal vestidos por gala, pero cierto1039 que los regidores salieron muy bien arreados*1040. Llevaban (como unos y otros no están1041 mucho en es-
1029 cual en la bestia del médico: cual en la bestia del letrado (M, R, H); cual en la bestia del médico, cual en la bestia del letrado (V). 1030 pleiteante y: pleiteante (M, R). 1031 ninguno se quedó por bestia: Doble significado: (1) ninguno se quedó sin animal que montar y (2) ninguno fue considerado o reputado de bestia (bruto, rudo). 1032 Medina muy recio: Medina (R). 1033 sortija: sortijas (M, R). 1034 ermita: ermitas (M, R). Por «haber ermita» se ha de entender aquí «haber sarao en la ermita». Durante estas fiestas del 37, la ermita de San Bruno, la de Santa Magdalena y la de San Isidro se convirtieron en el escenario de meriendas, representaciones y conciertos. 1035 se enseñaban: enseñaban (M, R). 1036 caer bien en la silla: Aut recoge la expresión Caer bien a caballo con el significado de «Ir bien montado, airoso y bien puesto». Es fácil la dilogía de «caer»: darse un batacazo y montar con elegancia. 1037 dos: los (M, R). 1038 iban: fueron (M, R). 1039 pero cierto: por cierto (M, R). 1040 arreados: ataviados, engalanados. 1041 están: estaban (M, R).
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tos términos) sus adargas con cifras y sus tarjetas con motes*1042: toma, veréis, y ¡qué amaños*1043 para estafermo! Aquí entró Luis Vélez de mantenedor con una bocanada de poetas lacayos*1044, que merecían ser sus mozos, y su merced, guardando mucha correspondencia al vélez, los buscó que acabasen en ez, como son Pedro Méndez, don Antonio Martínez, Antonio Enríquez y, porque le faltaba uno, don Rodrigo de Herrera se llamó Rodríguez. Jurole la lacayada de poetas por mantenedor*1045 de buenas ganas y como que pueden1046 que tiene una tabla de carne. Siguiose jadeando1047 lo más que pudo Covarrubias, que quiso empezar a correr y se quedó helado*1048 hasta que acabamos de leer la tarjeta, que decía así:
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Las adargas y tarjetas eran escudos que se usaban en las fiestas públicas y en ellas aparecía escrita una sentencia breve, generalmente enigmática o misteriosa, que recibía el nombre de cifra o mote. 1043 t o m a , veréis y ¡qué amaños: toma y veréis ¡qué amaños (M, R ) . To m a: «Interjección para significar la extrañeza que se hace de alguna especie» (Aut). Amaños: «Aparejos, disposiciones y aparatos para hacer alguna cosa» (Aut). 1044 bocanada de poetas lacayos se ha de interpretar como una agolpada tropa de poetas lacayos. Aquí se juega con el doble significado de «lacayos»: como criados al servicio de un señor (ver Simón Díaz, 1981), pero los lacayos también son unas cintas que llevaban las mujeres anudadas al puño de la camisa o al jubón y que regalaban a los caballeros como muestra de favor. Desde este punto de vista, el poeta lacayo sería el que va ataviado con esas cintas, símbolo del amor o de la galantería, lo que nos conduce a considerarlos como poetas que componen versos amorosos. Esta última interpretación me la sugiere una nota de Arellano en su edición de Los Sueños de Quevedo, concretamente en «El alguacil enamorado», donde al hablar de los enamorados se dice que hay «amantes lacayuelos, que arden llenos de cintas» (2003, p. 152, n. 91). 1045 mantenedor: «Úsase regularmente por el que mantiene alguna justa, torneo u otro juego público y como tal es la persona más principal de la fiesta» (Aut). A este sentido recto se le ha de añadir el que se deriva del verbo «mantener» («sustentar, proveer del alimento para la vida de alguno», Aut). De ahí la referencia a la tabla de carne que aparece inmediatamente. 1046 pueden: puede (M, R). 1047 siguiose jadeando: siguiole dejando (M, R); siguiese dejando (H). 1048 Quedarse helado: «Además del sentido literal, vale sobrecogerse de alguna especie que causa notable extrañeza y espanto» (Aut).
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Guarda mayor (en rigor) me llaman; soy linda lanza*1049 para guardar, y mi panza, si no es guarda, es la mayor. Aquí los alguaciles Olave y Simón González le hicieron acabar de correr por justicia*1050. Llegó el pobre arrastrando a curarse con las tripas en la mano. Siguiose1051 a este malo el doctor Pedro García, que venía peor1052 médico y poeta peor, y porque no sabía correr y su mula no podía andar*1053, allí le corrimos*1054 entre todos lo mejor que pudimos1055 y, viéndolo1056 una viuda, que acaso se entrometió1057 en la fiesta, dijo: —Señor, yo heredé1058 por muerte de mi marido (que hasta que se murió siempre estuvo muy malo, porque era doctor como el señor Pedro García), heredé, digo, una mula y este hombre se está sirviendo de ella, porque es verdad que se trataba de casar conmigo. Suplico a V. S., señor Luis Vélez (que ya le habían dado la norabuena1059 de presidente), mande que me la vuelva. —Haced un memorial1060, dijo. Y en el aire*1061 de un poeta suplicó en1062 esta redondilla: 1049 llaman, soy linda: llaman hoy, linda (M, R). Buena o linda lanza: «Se llama al sujeto que la maneja con gran destreza» (Aut). 1050 correr por justicia: Lo hicieron correr porque ellos lo ordenaban y ellos, como alguaciles que son, son ministros de justicia. 1051 siguiose: seguíase (M, R,V, H). 1052 peor: por (M, R, H). 1053 no sabía correr y su mula no podía andar: no podía correr y su mula no sabía andar (H). La mula forma parte de los atributos con que se perfilan los médicos, al igual que las barbas, la sortija y los guantes. 1054 corrimos: se juega aquí con dos significados: (1) le ayudamos a que corriera; (2) lo avergonzamos. 1055 pudimos: supimos (R). 1056 viéndolo: viéndole (M, R). 1057 entrometió: entremetió (M, H). 1058 heredé: heredo (V). 1059 norabuena: enhorabuena (H). 1060 un memorial: memorial (M, R, H). 1061 en el aire: «Modo de hablar vulgar con que se da a entender que alguna cosa se ha hecho o se ha de hacer con brevedad y velocidad» (Aut). 1062 suplicó en: suplicó (M, R).
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Eché mula en tu curar1063, pensando casar contigo, dame mi mula, te digo, que no me quiero casar. Bien jugada está la trova, dijo Pedro Méndez, poeta y tahúr, y tan tahúr*1064 que sabiendo que se jugaban las lanzas1065 de sortija dijo: «Rífense*1066, que vengo con ánimo de llevarme la sortija y aun de no volverla». Aunque ya está muy otro, que es lo que admira, pues porque le dijeron que escribiese atacado*1067 al asunto, encintó1068 los
1063
eché: eché mi (M). tahúr y tan tahúr: tahúr y tantur (A, M-F). La fama de Pedro Méndez como jugador empedernido fue objeto de crítica en diversas academias. Aparece citado, por ejemplo, en el «Vejamen de Sirene» (1625) y en el «Vejamen de la Luna» (1626), ambos de Pantaleón de la Ribera (1980), y también en el vejamen que Gabriel del Corral incluyó en su Cintia de Aranjuez (1629). «Si dais noticia de mí [habla Méndez], hablad verdades puras. Decid que juego de la noche a la mañana, que me ganaron mi hacienda como a un niño inocente, que perdí con un verdugo, que dio garrote secretamente a los naipes; que me salgo a buscar la flor de los tahúres, como si fuera la del berro, y que a la vez que me siento a jugar, juego de nueve, o doce cartas; parezco garañón, y no tahúr, porque perpetuamente estoy haciendo burros. Pero decid también que, la vez que tengo suerte, van pintas de mi mano como de una vaca, y si no, diga este mozo, que lo sabe (asiome entonces por una mano), si pinta más que yo don Gelcambo con toda su habilidad?» («Vejamen de la Luna», 1961, p. 65). En el texto se juega con el término «tahúr», que es, como se sabe, la persona aficionada a las cartas o hábil en ellas, y se dice que Méndez era tan tahúr que era «tahúr, tahúr», repetición que es sinónimo de ladrón. Correas recoge la frase «Tahúr, tahúr, el nombre dice hurta fur», y aclara: «Fur es el ladrón en lo de antiguo, de donde dijeron hurtar». De ahí la referencia que aparece inmediatamente al robo de la sortija (de nuevo, doble significado para este término: aro metálico que se utiliza en el correr sortija y anillo, joya). 1065 sabiendo que se jugaban las lanzas: sabiendo se jugaban lanzas (M, R, H). 1066 rifar: «Reñir o contender con alguno» (Aut). 1067 atacado al: atacado el (M, R). Atacado: ajustándose. Obsérvese el doble sentido de «atacar» en este fragmento. La idea era que Méndez debía ajustarse al asunto que se le había encomendado, pero él relaciona «atacar» con atarse las calzas, de ahí que se ponga los papeles en el cinto y diga en la redondilla que los asuntos están sujetos en los calzones y las coplas se sostienen con las agujetas. 1068 encintó: en cinto (M-F). 1064
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papeles y en su tarjeta murmuró entre encías, por no poder entre dientes*1069, añadiendo al disfraz esta letra aceptada, que dijo y hizo: ¡Oh, tú, aquel que me interpretas mis coplas, cata aquí juntos*1070 con calzones los asuntos, las coplas con agujetas*1071! «Bien está —dije— pero todavía se le trasluce alguna bellaquería a la luz de Martín de Figueredo»*1072, el de la musa colorada, que estaba agarrado de mí como poeta de asadura, pidiéndome que no le dijese ninguna desvergüenza en el vejamen*1073, a quien respondí: «Holgárame1074 de saber sus versos para decírselos, que fueran1075 las mayores picardías*1076 del mundo», y, rellanándome, como dicen, a copla tendida, no me dejó proseguir el cochite hervite*1077 de Manuel
1069 La falta de dientes de Méndez se menciona ya en el «Vejamen de Sirene» (1625) de Pantaleón de la Ribera: «¿Qué cosa es que haga platillo de mí don Antonio de Herrera, caballero de la orden de Santiago, y Pedro Méndez, caballero del hábito de Cierra España, siendo uno por lo rubio un sol que sale, y siendo el otro quien le juega antes que salga, y quien tiene tanta mengua de dientes, que aun no puede morderse las uñas para un soneto?» (Brown, 1980, p. 385). 1070 cata: mira. 1071 agujetas: «Tiras o correas de piel que sirven para atar los calzones, jubones, etc.» (Aut). 1072 se le trasluce alguna bellaquería a la luz de Martín de Figueredo: se ha de entender como «todavía se le ocurre algo deshonesto a la imaginación de Martín de Figueredo». 1073 Se le adjudica a Figueredo «la musa colorada» por su carácter tímido y su facilidad para ruborizarse. La vergüenza lo lleva a arrimarse tanto a Batres que éste lo califica de «poeta de asadura» y reproduce el temor que siente ante un posible ridículo. Curiosamente, no he podido encontrar ningún dato biográfico o bibliográfico sobre él. Lo único que nos ha llegado son sus composiciones premiadas en el certamen. Me inclino a pensar que este Figueredo era uno de esos poetas «noveles» que acudían a las academias y se iniciaban en las letras bajo la tutela o protección de los escritores consagrados, aquí, seguramente, de Batres. 1074 Holgárame: Holgáreme (M, R, H). 1075 fueran: fueron (M). 1076 picardías: bellaquerías. 1077 cochite hervite: ver nota del verso 33 de la composición XXI.
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Cortizos*1078, que por lucirlo todo venía con un mazo de velas, aunque luego quedó desvelado en ensebar un palo y en poner un confite arriba por premio a quien le trepase. Claro está que si se desveló, que le ensebaría*1079. Sobrole mucho rato y aun dulce le sobraría mucho1080, y leyonos la fiestecilla que trazaba hacer a su majestad y enseñonos1081 una tarjeta que había levantado de su cabeza*1082. Era cuando menos el campo todo el Retiro, tan bien1083 pintado que no le faltaba sino hablar, a raíz de una ermita de qué quieres boca*1084 y unos árboles de pipiripao*1085, que su flor era llevar muchos bocados de dulces exquisitos: bocados de esto, bocados de aquello y bocados de esotro*1086. Tenía cada uno de los árboles de bocados una perino-
1078 Manuel Cortizos estaba a cargo de la ermita San Bruno, lugar donde se dio una espléndida merienda el lunes 16 de febrero. El padre Sebastián González la describe en los siguientes términos: «La merienda estuvo en los árboles de la ermita: unos estaban cargados de fruta ordinaria hermosísima; otros de ciruelas de Génova; otros de peras secas en azúcar y otros de tallos de lechuga, y así todos los demás de varias frutas y conservas, y para que se hiciese la fiesta conforme al tiempo les trujeron a las damas grande cantidad de roscones, quesadillas y hojuelas y otras zarandajas de este jaez» (MHE, 1862, p. 38). 1079 En estas dos últimas frases se juega con los diferentes significados de «desvelarse»: «quedarse sin velas» y «poner gran cuidado y atención en lo que uno tiene a su cargo u desea hacer o conseguir» (Aut), y «ensebar»: «untar con sebo o grasa» y también «recompensar de algún modo», pues «sebo» además del significado de «grasa animal» (y de ahí su sinonimia con el término «vela»), significa metafóricamente «caudal o hacienda en abundancia». 1080 mucho: mucho más (M, R). 1081 trazaba hacer a su Majestad y enseñonos: trazaba de hacer a su Majestad, enseñonos (M, R). 1082 Levantar de su cabeza: «Frase que significa fingir una cosa sin principios algunos ni con más fundamento que el antojo o la propia imaginación» (Aut). 1083 tan bien: bien (R). 1084 Aut recoge una expresión similar, A qué quieres boca: «Es dar y regalar a uno con todo lo que ha menester en abundancia y a medida de lo que puede desear». En el Quijote se lee: «Y yo digo dél que cuando comienza a enhilar sentencias y a dar consejos, no sólo puede tomar un púlpito en las manos, sino dos en cada dedo, y andarse por esas plazas a ¿qué quieres boca? ¡Válate el diablo por caballero andante que tantas cosas sabes! (1998, p. 810, II parte, cap. XXII). 1085 pipiripao: «Convite espléndido y magnífico» (Aut). 1086 Los bocados de mermelada o de otra conserva son «pedazos pequeños de ella que se pueden comer en un bocado» (Aut).
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la pintada que no se le veía1087 sino el saca*1088 y una mano dentro de los bocados, luego el mote y la letra1089: El mote eran mermelados bocados que contenía, y la letra, ¿qué decía? Decía: «Saca bocados». Esta fiesta se ha de guardar, iba a decir Manuel Cortizos, cuando corrió desatinadamente hacia el estafermo don Francisco de Rojas con una lanza de comedias de disparates de Cabreros*1090, que son más que los de Rojas. «Atormentole», dijeron unos; «atontole», otros. Júzguelo el señor doctor Godínez. —Aquí fue ello*1091 —dijo el doctor—, digo que dio en el púlpito*1092. —Aderézame ese estafermo1093 —replicó Rojas—. A fe que si yo supiera que se llamaba púlpito el asiento del faquín, que no había de haber corrido estafermo, sino yo hubiera hecho un sermón para que el buen Godínez dijera que había corrido buena lanza*1094. —No fuera tamaño despropósito —dije yo— como traerse el señor1095 don Francisco de Rojas pintado a sí mismo1096 de estudiante
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no se le veía: se veía (M, R). El «saca» es la cara de la perinola que lleva la letra «S» y que en el juego equivale a sacar un tanto de lo que se ha apostado. Las otras caras de la perinola llevan las letras P (el jugador tiene que poner), T (el jugador se lo lleva todo) y la D (el jugador ni gana ni pierde). 1089 letra: letra que decía (M, R). 1090 Se refiere al poeta y dramaturgo Francisco Cabreros. 1091 Aquí fue ello: «Frase o especie de ponderación con que se mide y llama la atención de los circunstantes para referir algún suceso ruidoso en que hubo mucho tropel y vocería» (Aut). 1092 Aquí llaman «púlpito» a la plataforma en que se asienta el estafermo. 1093 aderézame ese estafermo: aderezadme este estafermo (M); aderezadme ese estafermo (R). 1094 correr lanzas: «Género de festejo que llamaban justas o torneos y se reducía a correr armados y a caballo los ajustadores, combatiéndose con las lanzas» (Aut). 1095 el señor: el mismo señor (M, R). 1096 pintado a sí mismo: pintado asimismo (A, M-F); pintado (M, R). 1088
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en el escudo u1097 divisa, escribiendo una comedia delante del templo de Apolo, a quien hacía de su manchada loba al parecer lucida ofrenda en*1098 esta boba carirredondilla*1099: Si esta comedia merezco acertar con buena estrella, mi loba ofrezco, que en ella dos mil lámparas ofrezco. «Plaza», voceó*1100, que hasta aquí pudo llegar Grimaldo y, estando todo desocupado, sólo su merced ocupó las plazas1101 y nosotros fuimos los oidores de sus gritos. No corrió lanza asaz*1102, empero a sabiendas corrió la palabra en demanda1103 del faquín, a empecerle*1104 porque se aquejaba del1105 descomunal aventurero*1106. «Alto», dijeron, y él respondió más alto a esta guisa: No le hizo nada al oído1107, voces dio, que no lanzadas,
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u: o (M, R). loba al parecer lucida ofrenda en: loba al parecer lucida ofrenda (M); loba o al parecer lucida ofrenda (R). Obsérvese la dilogía de «lucida»: generosa y llena de lamparones. 1099 carirredondilla: redondilla (R). Juego entre «cara» (querida) «redondilla» (estrofa) y el adjetivo «carirredonda». 1100 «plaza», voceó: «plaza, plaza, plaza», voceó (M, R). Aut recoge la expresión Hacer plaza con el significado de «Hacer lugar, despejando algún sitio por violencia o por mandato». En el entremés cantado El casamiento de la calle Mayor con el Prado Viejo de Quiñones de Benavente, leemos: «TODOS: ¡Plaza, plaza! ¡Fuera, a un lado!, / que la Calle Mayor visita al Prado, / y él sale a recibilla, / entre el Arroyo, Puente y Torrecilla» (2001, p. 468). 1101 sólo su merced ocupó las plazas: ocupó todas las plazas (R). 1102 asaz: en abundancia. 1103 en demanda: en ademán (R). 1104 a empecerle: o empécenle (M, R). Empecer: «Dañar, ofender, causar perjuicio, mal» (Cov.). 1105 del: de (M, R). 1106 Aventurero, o venturero, se aplicaba «al sujeto que anda vagando, ocioso, y sin ocupación u oficio pero dispuesto a trabajar en lo que saliere» (Aut). Aquí se refiere al mozo esportillero. 1107 no le hizo nada al: no hizo nada el (M, R, H). 1098
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más es la voz, mas nonadas*1108, que es todo nada el ruido. Ya en traje de chisme había llegado la nueva de esta mojiganga1109 a los señores jueces de este certamen y con deseo de contarle a sus majestades le1110 empezaron a ver, ocupando muchísimo los puestos, así como se siguen. El señor Protonotario, que en todo sirve a su rey1111 tan alta y largamente que su fineza y su acierto es de su tamaño, con que1112 es bien gentil el1113 encarecimiento, ha deseado que fuese tan recto el juicio que le han parecido pocos1114 los siete jueces y quiso nombrar nueve, como para dar los seis reinos de la Corona de Aragón*1115, tan gran cosa le pareció premiar1116 un poeta o tan arriesgada1117 el condenalle; y pidió al Príncipe de Esquilache que no tuviese atención solo con su grande ingenio ni con haber sido gran virrey*1118, sino con
1108
nonada: «Poco o muy poco» (Aut). la nueva de esta mojiganga: esta mojiganga (R). 1110 contarle a sus majestades le: contarle a su majestad le (M); contarlo a su majestad la (R); contarle a su majestad le (H). 1111 rey: majestad (M, R, H). 1112 con que: que (H). 1113 gentil el: gentil (M, R, H). 1114 pocos: poco (M, R, H). 1115 Corona de Aragón: Corona (M, R, H). Referencia implícita al Compromiso de Caspe y a la resolución del vacío monárquico tras la muerte de Martín I El Humano (1410). Al fallecer el rey sin descendencia, las cortes se reunieron en Alcañiz para nombrar sucesor. Para ello se eligieron nueve compromisarios, tres por cada uno de los parlamentos (Aragón, Cataluña y Valencia), que determinaron que el candidato idóneo era Fernando de Antequera. Para los intereses de Cataluña, la elección no fue muy acertada, si bien el Compromiso de Caspe y la labor de los nueve jueces ha pasado a la historia como paradigma de concordia política y ecuanimidad ante un decisivo problema de derecho sucesorio. En cuanto a los «seis» reinos de la Corona de Aragón, debe tratarse de alguna errata o lapsus histórico, pues en la fecha a la que se alude la corona aragonesa estaba compuesta por siete re i n o s : Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca, Sicilia, Córcega y Cerdeña. 1116 premiar: premiar a (M). 1117 arriesgada: arriesgado (R). 1118 atención solo con su grande ni con haber sido gran virrey: atención a solo con su gran ingenio, sino con haber sido gran virrey (M); atención a solo su gran ingenio ni haber sido gran virrey (R); atención a solo con su grande ingenio ni con haber 1109
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que1119 era nieto del santo Francisco de Borja1120 para que no pecase en materia tan grave, en que1121 luego le sosegó el conde de la Monclova1122, diciéndole: —Señor Protonotario, aquí está un biznieto de Garcilaso que no dejará infernar su copla, y*1123 juez de cualquier día es de mayor autoridad y rectitud que mayordomo de semana*1124, y desengáñese v. m.1125 que quien una semana sabe ser buen mayordomo puede juzgar a la divina septimana del Tasso*1126 cuanto más. No le dejó pronunciar el «cuanto más» el señor don Luis de Haro1127, que con su gran modestia no parece sobrino de valido1128, sino del conde de Olivares, y a no ser1129 tan demasiado de cuerdo, fuera excelente mozo*1130, y dijo: sido gran virrey (H). Se refiere a Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache, que fue virrey del Perú entre 1615 y 1621. 1119 sino con que: sino que (M, R). 1120 Francisco de Borja: Francisco Borja (H). 1121 en que: que (M, R). 1122 El conde de la Monclova es don Antonio de Portocarrero Lasso de la Vega. 1123 infernar su copla, y: infernar su copla, y ser (M, R). Infernar: «Hacer ir al infierno» (Aut). 1124 Se inicia aquí el juego entre ser «juez de cualquier día» y ser «mayordomo de semana», nombre con que se conocía al mayordomo del rey, cargo de gran dignidad, inmediato en grado al de mayordomo mayor. Popularmente se les daba el nombre de «mayordomos de semana» porque alternaban por semanas la asistencia continua en palacio, se situaban al lado derecho del monarca en los actos solemnes y entre sus funciones destacaban las siguientes: «Tenían que ‘preparar’ el terreno por donde pasara el rey: así, montar la capilla, supervisar las cocinas y demás. Los mayordomos en reunión, y en ausencia del mayor, gobernaban la Casa, y al semanero le tocaba la resolución de los asuntos más urgentes. Cada noche era el semanero, reunido con el cocinero, el que decidía qué comería al día siguiente el rey y registraba los gastos habidos. Su papel era, pues, el de controlador del palacio» (Alvar E., 1994, p. 97). 1125 v. m.: vuesa merced (V); v. (H). 1126 La divina septimana del Tasso debe hacer referencia a la obra Il mondo creato (1600) de Torcuato Tasso (1544-1595), o sea, la creación del mundo en siete días. A esa semana alude también Quevedo en la Perinola: «Los días a la semana, y la semana al Tasso, al Passer y al Batrás (1929, p. 141). 1127 Luis de Haro: Luis Méndez de Haro (M, R). 1128 de valido: del valido (M, R, H) 1129 y a no ser: que a no ser (R). 1130 Cordura y mocedad parecen ser incompatibles. Igual broma señala Hurtado de Mendoza en su vejamen de 1638, fol. 4v: «los lidiadores del certamen gritaban, mostrando que no hay cosa más perjudicial que meter a mozos demasiada cordura».
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—Señor conde, a nosotros nos han puesto aquí (perdone V. S.) para bulto solo, que el parecer de V. S. es decisión de bureo*1131. Aprobación que no quiso pasar por ella don Gaspar Bonifaz, diciendo1132: —Una cosa es tener buena gracia y otra, razón, y1133 en ninguna (palacio sea loado*1134) será mi donaire bastardo de la casa de Zapata cuanto más de la Portocarrera*1135, aunque entre todo el deán y la palma de los condes. Y encajándose el sombrero el gran sobrino como para réplica1136 de conclusiones de la compañía, le detuvo Francisco de Rioja, insigne por tantas partes, virtudes y letras, pero ¡ay de la P y la R en sus labios!, en quien no peligra otra cosa humana, aunque si se encoleriza en griego, ¡ay del mismo Virgilio! —Eso, no, replicó don Francisco, docto de Calatayud1137, que en el latino1138 idioma y en el1139 francés tengo más piedra en el rollo que ninguno*1140. Y don1141 Antonio de Mendoza quiso acusar1142 luego la civilidad*1143 del concepto, pero como se hablaba de latín1144, metiose den-
1131
bureo: «Junta de los mayordomos de la casa real para el gobierno de ella»
(Cov.). 1132
diciendo: diciéndole (R). razón y: razón (M). 1134 Contrahace la expresión Dios sea loado o Jesucristo sea loado. 1135 de la Portocarrera: de la de Puertocarrero (M); de la de Portocarrero (R); de la de Portocarrera (H). La casa de Zapata está representada en esta academia por Francisco Zapata y su hermano el conde de Barajas, y la de Portocarrero, por el conde de la Monclova. 1136 réplica: réplicas (M, R). 1137 Francisco, docto de Calatayud: Francisco López de Calatayud (M, R). 1138 latino: latín (M, R). 1139 y en el: y el (H). 1140 Tener piedra en el rollo: ser respetado. Correas recoge la expresión Cada uno tiene su piedra en el rollo con el significado de tener «parte en el mando, en las honras y entre los buenos, como uno de ellos; y esto lo dice uno de sí mismo cuando alguien se quiere alzar a mayores o no se hizo de él el caso que era razón». 1141 y don: don (M, R). 1142 acusar: excusar (M, R). 1143 civilidad: mezquindad. 1144 se hablaba de latín: se le hablaba en latín (M); le hablaba en latín (R); le hablaba de latín (H). 1133
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tro de su romance, que aunque de tan gran primor, en fin1145 es ratón de sola una lengua, pero si se congoja de lego*1146 chico, pásese al ingenio y quedará grande. Aquí se acabaron de dar tanta prisa al estafermo que corrieron un manojo de poetas dos haces de lanzas por no esperar a que les cogiesen1147 el carro que ya venía al paso del buey*1148, a cargo de don Francisco de Rojas, que me dejará mentir ya que no ha hecho baza*1149 hasta ahora. Mas por si1150 acaso para acabar de dar el pique*1151 falta un catorce de soneto, no le1152 tengo escrito, que el señor protonotario me lleva como a quien arrastran, sacándome de su paso, y aún no dije1153.
Y 1145
PROSIGUIÓ DON FRANCISCO DE ROJAS1154
primor, en fin: primor en el fin (M, R,V); primor en él, en fin (H). lego: «Falto de letras» (Aut). Góngora siempre se refería a Antonio Hurtado de Mendoza como el «aseado lego» e insistía en que era «poco adornado de estudios» (La Barrera, 1968). La calificación de Hurtado de Mendoza como lego aparece en diversos escritos.Valga como ejemplo estas palabras extraídas del vejamen que este poeta defendió en la Academia de 1638: «“Pero dura esclavitud tratar con legos”, y pensando don Antonio de Mendoza que lo decía por él, replicó: “Señor don Francisco, que no soy más de uno, pero forrado en pulidísima lisonja”» (1638, fol. 5r). 1147 cogiesen: cogiese (M, R, H). 1148 del: de (M, R). Paso de buey: muy lentamente. 1149 no ha hecho baza: es una expresión que procede originariamente del lenguaje naipesco y que aquí significa que Rojas no ha dicho todavía nada porque la verborrea de Batres no le ha dejado hacer (o meter) baza, intervenir en el vejamen. 1150 por si: si (M, R). 1151 dar pique: acabar completamente algo. 1152 le: lo (M, R). 1153 H añade: «Hasta aquí Alfonso de Batres». 1154 y prosiguió don Francisco de Rojas: prosiguió don Francisco de Rojas, fiscal (M, R); Prosigue don Francisco de Rojas (H). P1 añade al inicio el siguiente texto: «Por una línea paralela, que así dijo que se nombraba don Vicente Mucio Armengol, astrólogo, fondo en poeta de cal por encima, por no errar la vereda, y de canto por abajo para asegurarla, requirió la plaza un aventurero que en desmesuradas voces dijo: “Guarda, guarda”. A la confusión se añadió la duda; pero en los órganos de la voz que podrá celebrar la víspera de la festividad, averiguamos ser el señor don Francisco Calero, que había trazado la senda de su apelativo. “Rara cosa es —dijo un maldiciente, que no se contenta este ayuda de S. M. con guardar su dinero tanto, sino que aconseja a todos que le guarden. ¿No oye v. m. cómo entra aconsejando con el guar1146
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En estas andaba el regocijo, cuando en esotras pisó la plazuelilla1155 de retazos1156 el prodigioso Juan Mejía, apadrinado del corregidor1157. Solicitaba el de Montalvo que diese una lanzada para hacer este día célebre a las edades de Zapatilla*1158. Obstinábase*1159 al ruego el alanceador Mejía, diciendo que él había sido*1160 toda su vida1161 regidor
da, guarda?”. “¿Tan miserable es?”, dije yo. “Tanto —respondió él— que hasta la senda por donde viene es símbolo de su miseria, porque es miserable de cal y canto y, siendo ayuda, no es de cámara, porque no come”. Era su vestidura de conchas, calzábase papales de bronce, picaba el rocinante lo más distante que él podía de la vena del arca en una lanza giralda, tanto por lo larga como por lo fuerte. Llevaba una faldriquera de pellejo de Matusalén; cerrábase con un candado de letras sobre Domingo Viteli (por ser los más seguros). Era la divisa indivisible, una cosa que no se sabía si era real o maravedí. Llegó cerca, acicalamos la vista y conocimos ser real por la letra que entró con harta sangre. Hicímosla ver, más preciado de ver la fortificación que el Sr. Marqués de Aitana, pues el uno hizo una fortificación en el Pardo, y esotro dos en el plateado. Era, pues (otra vez digo), la letra lo que sigue, escrita en campo estéril a favor de su real: Este real inmortal / vencer presume a la muerte / en mi poder que por fuerte / es el más fuerte real». 1155 plazuelilla: placetilla (M, R). 1156 retazos el prodigioso: retazos, apadrinado del Sr. Conde de Montalvo, el prodigioso (P1); retazos, Juan Mejía (H). 1157 Mejía, apadrinado del Corregidor: Mejía (P1). 1158 Zapatilla es el nombre con que se conocía entre los amigos —quizás por su baja estatura, apunta Álvarez y Baena (1790, II, p. 136)— a don Francisco de Zapata, hombre al parecer de muchos años. Esa broma sobre la edad de Zapata continúa viva en el vejamen que Antonio Coello escribió para la Academia de 1638. En él se dice: «¿Quién es éste?, pregunté. A que respondió don Juan: —Este es don Francisco de Zapata, vulgarmente Zapatilla. —¿Tan muchacho es, dije yo, que todavía le llaman Zapatilla? Pero no debe ser muy viejo, porque no le han nacido los dientes, como muchacho. —Tan viejo es, dijo don Juan, que ha más de veinte años que el conde de Vástago le tomaba el pulso por el hombro, porque ya no se le hallaban pulsos en las muñecas.Y esto era cuando era vivo, porque ahora es difunto sobre su palabra, y vivo sobre tantos en fe de un abono que le han hecho en el purgatorio, y le sacan embalsamado a caballo como el cadáver del Cid, y ha vencido seis o siete garitos después de muerto» (1964, p. 318a). 1159 obstinábase al ruego: no cedía al ruego. 1160 alanceador Mejía, diciendo que él había sido: alanceador Mejía, que había sido (M, R). Alanceador: «El que tiene destreza y esfuerzo en el ejercicio de herir con la lanza, peleando con los enemigos o combatiendo con las fieras, como son toros y jabalíes» (Aut). 1161 toda su vida: todos los días de su vida (P1).
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de lanzadas*1162, que le pidiese otra de sus muchas1163 gracias, que esta se le había olvidado de puro no usarla. —Calle v. m., dijo el corregidor, que yo le tengo prevenidos dos toros de Nucas, con que1164 es imposible dejar de salir bien con ella1165, y cuando v. m. yerre una lanzada, otros yerran dos y caen. —Si no es que yo la1166 acierte, dijo Mejía, procurando errar1167. —Doila por errada ya, digo —dijo1168 el cuadrillero de la villa— que son dos toros de Nucas1169. A lo que Mejía, sin1170 saber que hablaba en verso, dijo1171: Que he de errarlas voy temblando, con ser de Nucas, porque yo me conozco. Daré en los Toros de Guisando1172.
1162
regidor de lanzadas: aquí se juega con los diferentes significados del término «lanza». Entre ellos, además del de «arma», el de «servicio de dinero con que contribuyen cada año a los reyes de España los grandes y títulos de ella» (Aut). Aquí, el «regidor de lanzadas» ha de funcionar como la persona que se encarga del gobierno de esos impuestos. De ahí las bromas sobre la poca habilidad de Mejías que se desarrollan en este vejamen y en el de Coello para la Academia de 1638, donde se dice de sus artes alanceadoras: «Conocimos que era Mejía, y al quererle hablar, nos interrumpió el ruido de unos muchachos que con unos cencerros como campanillas de mullidotes, venían pregonando:“¡Para hacer bien por el alma de este hombre que sacan a torear!”. Aconsejámosle que tomase iglesia en un tablado […] Volvimos a verle, y cuando pensábamos que se iba poniendo bien con Dios, iba cantando estas coplas, como acto de contricción:“¡A malas lanzadas mueras!, / dijo el refrán, mas mintió; / ¿Quién daba malas lanzadas / antes que naciese yo?”» (1964, p. 320b). 1163 sus muchas: sus (P1). 1164 con que: donde (P1). 1165 salir bien con ella: salir con ella (M, R); salir con ella bien (P1). Salir con algo o con ello: «Vale suceder alguna cosa del mismo modo que alguno lo había pensado o prevenido o lo tenía anunciado» (Aut). 1166 la: le (M, R). 1167 errar: errar, doila por errada (P1). 1168 doila por errada ya, digo, dijo: es posible, dijo (P1). 1169 que son dos toros de Nucas: que no sea segura, con ser los toros de Nucas (P1). 1170 Mejía, sin: Mejía, respondió, sin (P1). 1171 verso, dijo: verso, y dijo así (P1). 1172 Que he de errarlas voy temblando, / con ser de Nucas, porque / yo me conozco. Daré en los Toros de Guisando: MEJ: Que he de errarlas voy temblando, / con ser de Nucas. CORREG.: ¿Por qué? / MEJ.:Yo me conozco y daré en los Toros de Guisando (P1).
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Los aventureros pasaron por tener malas cartas y envidó su resto*1173 en esta primera de fiestas un carro de mojiganga, colmada1174 de aquellos que Madrid llama «ingenios de la corte», y palacio, «vulgares de la villa»1175.Venía1176 ensayando cada cual en el carro lo que en su casa representa. En el lado siguiente de él estaba Luis Vélez, leyendo a una turbamulta de representantes la comedia de Las tres edades*1177. En una1178 que agora1179 ha escrito, alegaba en favor de ella que no había poeta nacido ni por nacer que pudiese escribir esta comedia con tanta verdad como él, por haber sido testigo de vista en todas las tres1180 edades, pues en la primera se halló con Adán, en1181 la segunda con Noé y en la tercera ya le ven*1182. Decían todos los representantes a gritos
1173 Envidar el resto: «Es ofrecer, y parar al juego, todo lo que a uno le queda y tiene de caudal en la mesa» (Aut). 1174 colmada: colmado (M, P1, H). 1175 que Madrid llama «ingenios de la corte», y palacio, «vulgares de la villa»: que en Madrid llaman «ingenios de la corte» y en palacio «vulgares de la villa» (P1). 1176 venía: venía, pues (P1) 1177 Se refiere a Las tres edades del mundo, comedia religiosa de Luis Vélez de Guevara. Estas edades son la de oro, la de plata y la de bronce. Algunos antiguos, aumentan el número, entre ellos Ovidio que señala cuatro edades (Metamorfosis, Libro I, 1997, pp. 78-80) y Hesiodo, cinco (Los trabajos y los días, 1996, pp. 72-74). Aquí Vélez sigue la división tripartita, al igual que Calderón en El gran teatro del mundo: «Con lo cual, en tres jornadas, / tres reyes y un estatuto, / los hombres dividirán / las tres edades del mundo» (1991, p. 78, vv. 205-208). 1178 de Las tres edades. En una que agora ha escrito: de Las tres edades en una que había escrito (P1); de Las tres edades, que es una que ahora ha escrito (H). 1179 agora: ahora (M, R). 1180 todas las tres: todas tres (R). 1181 en: y en (H). 1182 En 1637 Vélez tenía 58 años y posiblemente era el poeta más veterano de cuantos se concentraron en la Academia. Rodríguez Cepeda y Rull, en el estudio preliminar a su edición de El diablo cojuelo, lanzan la hipótesis de que estas tres edades que se mencionan tengan el siguiente significado: «(a) Adán = Lope de Vega, que su hijo Juan Vélez compara en la carta citada, (b) Noé = el gran diluvio de poetas que se preparaba en los primeros años del siglo XVII, (c) «Ya le ven» = viejo y presidente de la Academia Burlesca» (1968, p. 14, n. 18).
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de Grimaldo1183: «Gran comedia», tan a escuras que parecía que andaban1184 por la cara de Carbonel. En el diestro lado se descubrió Juan Mejía otra vez, leyendo a Prado1185, el autor, la comedia de El Pardo a Fuencarral*1186 y a cada escena que leía se oía un catorce de gatos, pronunciando1187 «mío, mío, mío».Yo presumí ser, como digo, gatos que mayaban de la hambre1188 que se ocasionó de tan1189 malas escenas y1190 el «mío, mío», de poetas1191 que a cada paso que leía decía el1192 uno: «Mío es este paso, aquel estotro es mío y mío estotro, mío este episodio»*1193.Y él los1194 tapaba la boca con bocados de Cortizos. 1183
gritos de Grimaldo: gritos: ¿de Grimaldo? (P1). escuras que parecía que andaban: escuras que parecían que andaban (M, R); escuras, por no entenderla, que parecía andaban (P1). 1185 a Prado: Prado (M, R). 1186 en el diestro lado se descubrió Juan Mejía otra vez, leyendo a Prado, el autor, la comedia de «El Pardo a Fuencarral»: en el diestro lado se descubrió Juan Mejía otra vez, leyendo a Prado, el autor, la comedia de El Pardo a Foncarral (M, R, H); en el diestro se apareció por segunda vez el prodigioso Juan Mejía, leyendo a Antonio de Prado, el autor, la comedia que escribió intitulada desde El Pardo a Fuencarral (P1). En ninguno de los catálogos consultados aparece este título ni ninguno similar (Medel, 1735; García de la Huerta, 1785; Paz y Melia, 1899; La Barrera, 1968). 1187 se oía un catorce de gatos, pronunciando: se oyó una caterva de gatos, pronunciando todos (P1). 1188 yo presumí ser, como digo, gatos que mayaban de la hambre: yo presumí ser, como digo, cosa de gatos que maullaban de la hambre (M, R); presumieron los más que mayaban de la hambre (P1). 1189 tan: las (M, R). 1190 y: y era (M, R). 1191 mío», de poetas: mío», que se coligió ser de gatos, era de poetas (P1); mío», era de poetas (H). 1192 decía el: decía (M, R). 1193 aquel estotro es mío y mío estotro, mío este episodio: aquel esotro es mío y mío es estotro, mío es este episodio (M, R, H); aquel: «¡mío estotro paso!» y el otro: «mío es todo este episodio!» (P1). La práctica de componer nuevas comedias a partir de retazos de las ajenas no era infrecuente (ver Quevedo, El Buscón, 1993, p. 211). Esta broma sobre la confusión entre el pronombre posesivo y el maullido de los felinos era recurrente. La encontramos, por ejemplo, en El Criticón, si bien aplicada en otro contexto: «¿qué tienen que ver los gorjeos del pintado jilguerillo, los quiebros del canario, las melodías del dulce ruiseñor, con los maullidos de un gato? […] ¿Qué? Aquel dezir mío, mío, y todo es mío y siempre mío, y nada para vos; esa es la voz más dulce para mí de cuantas hay» (Gracián, 2001, p. 351, II parte, crisi III). 1194 los: les (M, R, H). 1184
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Venía don Pedro Calderón en medio1195, probándose a un espejo mi cabellera1196, pero viendo que no le asentaba, la arrojó diciendo así1197: No me la quiero poner, que a mi desgracia recelo que no la ha de cubrir pelo*1198. Hizo parar el carro de la mojiganga Andrés de Borgoña con un papel del señor protonotario en que le encargaba hiciese1199 una comedia de capa y espada para el servicio de su majestad y que tuviese grandes pasos1200, y don Pedro Calderón respondió con esta redondilla1201: Si pasos de más primores buscáis para tales casos1202, yo escribiré vuestros pasos, que no pueden ser mayores. Querían cenar una olla podrida que había guisado don Antonio de Solís una runfla de poetas, y con tener hambre poetina no la pudie-
1195
medio: medio de él (P1). a un espejo mi cabellera: mi cabellera en un espejo (M, R); la cabellera de don Francisco de Rojas (P1). 1197 la arrojó diciendo así: dijo apodándola de esta suerte (P1). 1198 no la ha: no me ha (M, R). No cubrir pelo: «Frase metafórica que se dice del que no es afortunado y nunca logra tener lo que necesita, saliéndole mal lo que intenta» (Aut). En El Quijote leemos: «Ahora, señores, vuelvo a decir que mi señor se puede ir solo, y buen provecho le haga, que yo me quedaré aquí en compañía de la duquesa mi señora, y podría ser que cuando volviese hallase mejorada la causa de la señora Dulcinea en tercio y quinto, porque pienso, en los ratos ociosos y desocupados, darme una tanda de azotes que no me la cubra pelo» (1998, p. 954, II parte, cap XL). 1199 encargaba hiciese: pedía a don Pedro Calderón le hiciese (P1). 1200 que tuviese grandes pasos: que encargaba grandes pasos tuviera (P1). 1201 y don Pedro Calderón respondió con esta redondilla: a que respondió con esta redondilla don Pedro [R: don Pedro Calderón] (M, R); a cuya demanda respondió don Pedro (P1); con esta redondilla respondió don Pedro Calderón (H). 1202 buscáis: queréis (P1). 1196
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ron tragar, mas como su hambre era tal y la olla cual, ya que no entraron en ella, salieron de él comiéndosele a bocados*1203, y uno de ellos dijo así1204: ¿No saben qué he presumido de esta comedia o bambolla*1205? Que ella viene a ser la olla y el auditorio el podrido. En lo más alto del carro se descubría1206 don Vicente Mucio Armengol, levantando figura*1207 sobre su glosa. Era don Jerónimo Cáncer su signo*1208, que1209 le miró de mal aspecto por signo y poeta, a lo que irritado1210 dijo:
1203 comiéndosele a bocados: comiéndoselo a bocados (M, R); comiéndole a bocados (P1). Comérsele a uno a bocados: «Ponderación del furor y rabia con que uno se enoja y riñe con otro hasta llegar a morderle y lastimarle con los dientes» (Aut). 1204 En el margen del manuscrito pone: «Éste escribió la comedia La olla podrida de amor» (P1). Sin embargo, no he podido localizar este título ni en el catálogo de Medel (1735) ni en el de Huerta (1785), Paz y Melia (1899) o La Barrera (1968). 1205 bambolla: «Lo mismo que boato, ostentación, fausto y representación inútil y aparente» (Aut). 1206 descubría: descubrió (M, R, P1). 1207 En astrología, levantar figura o alzar figura «es formar plantilla, tema u diseño en que se delinean las cosas celestes y los lugares de los planetas, y lo demás concerniente para hacer la conjetura y pronóstico que se intenta» (Aut). Quevedo en sus Premáticas declara: «Item, porque piensan los astrólogos, poetas y retóricos que solo ellos saben alzar figuras para escurecer sus enredos, declaramos que sean tenidos por figuras los que a nadie quitan la gorra, y más si es de puro arrogantes» (1929, p. 31). 1208 Se juega aquí con diferentes acepciones del término «cáncer»: como apellido del poeta, como signo del zodíaco y «metafóricamente, significa la corrupción de las buenas costumbres, que arraigada corrompe y envenena todo lo demás que hay en el sujeto» (Aut). Como explico más adelante, los complejos versos de este poeta fueron objeto de crítica, especialmente entre los sectores que defendían un quehacer literario más transparente y menos alambicado. Al mismo juego con los significado del término recurre Gracián en El Criticón al referirse al poeta oscense: «Oyeron una muy gustosa zampoña, mas por tener cáncer la musa que la tocaba, a cada concento se les equivocaban las voces» (2001, p. 365, II parte, crisi IV). 1209 Armengol, levantando figura sobre su glosa. Era don Jerónimo Cáncer su signo, que: Armengol, poeta astrólogo, levantando la mala figura de su glosa sobre don Jerónimo Cáncer sino que (P1). 1210 que irritado: que no poco irritado (P1).
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Mi astrologal poesía a todos hará creer1211 (aunque oscura) que hará ver estrellas a mediodía*1212. Luis de Belmonte, poeta apóstol*1213, en calzones de lienzo caseestaba pescando consonantes, y, como no tenía cuerda la pluma1215 que le servía de caña, no picaba concepto, mas advirtiendo el mucho gasto y poco provecho, cantó así1216:
ro1214,
Poeta de caña, más come que gana*1217.
1211
creer: caer (M, R). a: al (P1). Cáncer abusa en sus composiciones de los equívocos y los retruécanos, de ahí que su poesía sea «oscura» y enigmática como la propia astrología. El verso «estrellas a mediodía» se ha convertido ya en un tópico literario. Lo recoge Medel (1735) y La Barrera (1968) como título de una comedia de don Juan Bautista de Villegas, Sol a media noche y estrellas a medio día, y lo hallamos también, por ejemplo, en La estrella de Sevilla, atribuida a Lope de Vega: «Que si esta estrella me guía, / ¿cómo me puedo perder? / Rey soy, y he venido a ver / estrellas a mediodía» (Jornada I, , cito por la edición electrónica de la comedia); casualmente, esta redondilla se ha omitido en la edición de Comedias escogidas de frey Lope Félix de Vega Carpio, ed. J. E. Hartzenbusch, 1946, pp. 137-53). 1213 Rojas utiliza la expresión «poeta apóstol» como sinónimo de poeta pescador. Es de sobra conocido que los apóstoles se ganaban la vida ejerciendo dicho oficio. 1214 lienzo casero: lienzo (M, R). 1215 como no tenía cuerda la pluma que: como no tenía cuerda, la cuerda que (M, R): no tenía cuerda que (H). 1216 mucho gasto y poco provecho, cantó así: poco provecho y mucho gasto, cantó amargamente (P1). 1217 Paráfrasis de Pescador de caña, más come que gana: «Refrán que reprende a los que por no trabajar, buscan ejercicios descansados con que dar a entender que están empleados y no les sirven para sus alivios como se ve en los pescadores de caña, que suelen gastar todo el día sin pescar un pez» (Aut). A estos dos versos, P1 añade: «y si la musa corre / más gana que come». 1212
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Juan Navarro de Espinosa, que hace tan buenos villancicos como entremeses, estaba poniendo a la solfa*1218 de su oído este villancico acabado de levantar de su cabeza1219 a la resurrección: Que no quiero yo comer pescado. ¡Qué mal, qué bien, qué mal, qué bien me sabe lo empringado!1220 Resucitó Jesucristo, sin ser oído ni visto, sin comer gigote ni pisto1221, y a Herodes dejó burlado, que no quiero yo comer pescado1222. Dijo Pilatos a su mujer: «Bien os dije yo antiyer que este hombre debía de ser1223 de linaje sublimado»1224, que no quiero yo comer pescado1225. Don Juan Coello, poeta segundo de su casa*1226, estaba pidiendo por asunto quintillas de ciego y el señor certamenero*1227 le respon-
1218
Estar o poner en solfa: «Estar alguna cosa hecha con arte, regla y acierto» (Aut). cabeza: cabeza hecho (M, R). 1220 ¡qué mal, qué bien, qué mal, qué bien / me sabe lo empringado!: ¡qué bien, qué mal me sabe lo pringao! (P1). 1221 Verso omitido en M y R. 1222 M y R añaden: «qué mal, qué bien, etc.»; P1 añade: «¡qué bien, qué mal me sabe lo pringao!». 1223 debía de ser: había de ser (P1). 1224 de: del (P1). 1225 M y R añaden: «qué mal, qué bien, etc.»; P1 añade: «¡qué bien, qué mal me sabe lo pringao!». 1226 Juan Coello era «poeta segundo de su casa» por ser el hermano menor del también poeta y dramaturgo Antonio Coello. 1227 estaba pidiendo por asunto quintillas de ciego y el señor certamenero le: pedía por asunto al señor certamenero unas quintillas de ciego (P1). La quintilla de ciego no es una estrofa concreta, son quintillas como las que cantan los ciegos por las calles para ganarse algún dinero (No descarto una posible alusión a la falta de liquidez de Juan 1219
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día1228: «Escriba vuesa merced el asunto1229 que le dan, que cualesquiera coplas suyas1230 serán de ciego». Ya dije que este carro era de ingenios. Luego, según legítima consecuencia, era fuerza1231 fuese en él el señor conde de Lodosa, el que1232 viendo pasar por la plazuela a Olmedo, el autor, le llamó y dijo que luego que se acabase la mojiganga1233 había menester dos docenas de particulares*1234 entre las diez y las doce de la noche. A lo que respondió el autor1235: «V. S. no debe de saber lo que son particulares, ¿cómo quiere que en dos horas quepan veinticuatro?». A lo que muy picado el de Lodosa respondió así1236:
Coello, calificado aquí de «segundón»). En el Asunto 3 de la Academia, se pide esta estrofa y puede comprobarse a la luz de las composiciones de Mejía y Méndez de Loyola, que son quintillas con algunas de las diferentes combinaciones que proponen los tratados de métrica. Que recibían ese nombre, y no se trata de un mero juego lingüístico, lo demuestra la existencia de un pliego en 4º de 8 páginas sin numerar que se publicó en Valladolid en 1658 (BN, Ms. 3912), que se titula «Quintillas de ciego hechas a don Jerónimo de Villasante, caballero de la Orden de Santiago, que toreó en la fiesta que hizo Valladolid al nacimiento del Príncipe de las Españas don Felipe Quinto Próspero Nuestro Señor» (pueden consultarse en Cossío, 1947, pp. XXXIX-XLII). Rojas dice que Juan Coello pide quintillas de ciego, porque eso le permite bromear con la expresión coplas de ciego: «Se llaman las que son bajas y malas, como lo son ordinariamente las que venden y cantan los ciegos por las calles» (Aut). 1228 respondía: respondió (M, R); respondiole (P1). 1229 escriba vuesa merced el asunto: escriba v. m. el asunto (V, H); vuesa merced traiga escrito el asunto (P1). 1230 cualesquiera coplas suyas: cualesquier coplas suyas (M, R); cualesquiera coplas que traiga (P1). 1231 fuerza: fuerza que (P1). 1232 que: cual (M, R). 1233 se acabase la mojiganga: acabase de pasar la mojiganga (M, R); se acabase la mojiganga del baratillo (P1). 1234 particulares: particulares de comedias (P1). Con este nombre se conocían las representaciones que los comediantes hacían fuera del teatro. 1235 a lo que respondió el autor: a que replicó el autor (M, R,V); a lo que Olmedo respondió (P1); a lo que replicó el autor (H). 1236 a lo que muy picado el de Lodosa respondió así: a lo que muy picado el conde de Lodosa le replicó de esta manera [R: forma] (M, R); y muy picado dijo el Conde así (P1).
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¿Han visto a lo que se atreve? Ande, noramala, ande, yo tengo una sala grande que caben cuarenta y nueve. Alfonso de Batres1237 estaba sitiado de un maremagnum de poetas como secretario de esta academia*1238. Unos le llamaban señor Batres; otros, por lisonja, le llamaban señor1239 don Alonso, pero viendo él que por añadirle un don1240 le quitaban el de la efe, que aun no lo pudo conseguir el de la mano horadada*1241, dijo a uno de los que le hacían donado de esta manera*1242: 1237
Alfonso de Batres: Alfonso Batres (M, R). la muerte de Felipe II se calculaba en que España había unos tres mil poetas (Sánchez, 1961, p. 13). No es de extrañar que Batre s , como secre t a rio de la Academia, se encuentre rodeado por una multitud de ellos. Lope en Novelas a Marcia Leonarda ironiza sobre la abundancia de estos ingenios en los siguientes términos: «No le será difícil a vuestra merced creer que era poeta este mancebo en este fertilísimo siglo de este género de legumbres, que ya dicen que los pronósticos y almanaques ponen entre garbanzos, lenteja, cebada, trigo y espárragos» (1988, p. 106). 1239 por lisonja le llamaban señor: por lisonjearle, señor (P1). 1240 añadirle un don: añadirle el don (P1); añadir un don (H). 1241 que aun no lo pudo conseguir el de: que aun no le pudo conseguir el de (V); que no le consiguió el de (P1). Alfonso VI ha pasado a la historia como el rey de la mano horadada. Existen dos teorías acerca del origen de este sobrenombre que siempre acompañó al monarca castellano. La primera se sitúa en el marco de la tradición de leyendas relacionadas con el cerco de Zamora y el enfrentamiento entre los herederos de Fernando I. Sancho despojó a Alfonso del reino de León y éste se refugió en la corte toledana del rey moro Almenón. Un día don Alfonso oyó casualmente una conversación en que se hablaba del único modo de asediar Toledo. Al ser descubierto, fingió estar dormido. Los moros, para asegurarse de que el castellano no había oído lo que se había dicho, decidieron verter en su mano unas gotas de plomo derretido. Don Alfonso superó la prueba y acabó apoderándose de la ciudad. Este episodio del plomo aparece en algunas comedias del Siglo de Oro, como El hijo por engaño y toma de Toledo, posiblemente de Lope de Vega, y en El rey don Alfonso, el de la mano horadada, comedia burlesca atribuida a Vélez de Guevara. El segundo origen de esta leyenda hace referencia a la prodigalidad y generosidad con que el rey castellano obsequiaba a sus vasallos. No faltan tampoco ejemplos en el teatro español que corroboren esta teoría. Véanse así los siguientes versos de El caballero sin nombre de Mira de Amescua: «El de la mano horadada / te llaman, porque rasgado / de hacer mercedes quedó» (2002, p. 66, vv. 1285-87). 1242 dijo a uno de los que le hacían donado de esta manera: dijo a uno de los que le habían donado de esta manera (M, R); asaz irritado, desenvainó esta redondilla (P1). 1238 A
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¡A mí «don», seor mequetrefe! Alfonso es mi adulación, tómese él allá su don1243 y déjeme con mi efe*1244. Iba en este carro el mayor poeta que hay en el mundo1245, don Antonio de Huerta, que esto lo dice su merced y basta, estorbando1246 todo el carro de la mojiganga, sin permitir se hablase en él1247 cosa que no fuese de su comedia de La Virgen de la Valbaneda*1248. Si uno allí se transformaba1249 en la amenidad del Retiro, decía1250: «Para amena1251, una selva que se puso en el teatro de mi comedia»; si otro alababa los vestidos de la mojiganga, replicaba: «Para vestido, el que sacó
Hacían donado: la expresión tiene aquí dos significados: (1) le concedían un privilegio, si bien a costa de otro, y (2) le hacían «don»-ado, burla recurrente a los títulos de «don», tan criticados, por ejemplo, en el Guzmán de Alfarache. 1243 tómese él allá: tómese allá (M, R, H). 1244 La broma sobre la «f» en el nombre de Batres se continúa en el vejamen de Rojas para la Academia de 1638: «Y mucho antes que se nos metiese a ser secretario, nos metió la efe por el ojo de una aguja, con tanto extremo que todas las alhajas de su casa tienen efe; en verano no pone en el estrado estera sino alfombra; lo que ciñe no es espada, sino alfanje; los libros que lee son el alfabeto y el Alfarache; si está acatarrado no come caramelos, sino alfenique; si compra colación, come alfonsicos, y si en palacio pretende por la guerra, es ser alférez» (1910, p. 264). 1245 mayor poeta que hay en el mundo: mayor poeta del mundo (M, R, H); mayor ingenio del mundo (P1). 1246 basta, estorbando: basta; iba, digo, estorbando (P1). 1247 se hablase en él: en él se hablase (M, R). 1248 su comedia de «La Virgen de la Valbaneda»: la comedia que hizo, intitulada La Virgen de la Valbaneda (P1). La única noticia que nos ha llegado hasta el momento de esta comedia es el título (sin autor) que Medel (1735), García de la Huerta (1785) y La Barrera (1968) recogen en su catálogo: Nuestra señora de Valvanera, Aurora de la Rioja o El mejor fruto de un árbol. Con toda seguridad, se trata de la misma obra. 1249 allí se transformaba: se transformaba allí (M, R, H). 1250 Retiro, decía: Retiro (M, R). 1251 para amena: para amenidad (M, R); parece en lo ameno (P1).
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Velasco*1252 cuando rodó por las asperezas intrincadas1253 de mi comedia»; si uno1254 alababa los milagros de la Virgen de Atocha, decía: «Para milagros, los que hizo1255 la Virgen de Valbaneda en mi comedia»1256. En efecto1257, su comedia era el qué quieres boca de todas las conversaciones y todas las conversaciones1258 la risa de su comedia1259. Rodaba el licenciado Luis de Benavente, huyendo de un enjambre de beatas, los escalones1260 del carro. Iban tras él1261 diciendo: «Unto tenemos, unto tenemos»1262.Y él decía: «Hipocritonas, mentís, que yo soy más beata1263 que vosotras y no le tengo1264».Y lo probaba con1265 doce redondillas que le dieron por asunto*1266. Don Alonso de Lugo y don Francisco1267 Cabreros, viendo que el carro era de ingenios y que no venían en él, se preguntaron a sí mismo cada uno: «¿Soy yo ingenio?»1268.Y como la pasión1269 propia pue-
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mojiganga, replicaba: «Para vestido, el que sacó Velasco...»: mojiganga: «Para vestidos, replicaba, los que Velasco sacó (P1). Desconozco quién es exactamente este actor que se menciona, puede tratarse de Francisco de Velasco, Gabriel Velasco o Jerónimo de Velasco, todos ellos muy populares en su época (Oehrlein, 1993, p. 333). 1253 asperezas intrincadas: intrincadas asperezas (P1). 1254 uno: otro (P1). 1255 hizo: hacía (M, R, H). 1256 la Virgen de Valbaneda en mi comedia: en mi comedia la Virgen de Valbaneda.Y en verdad no fue el menor que se acabase (P1). 1257 en efecto: en fin, en fin (P1). 1258 las conversaciones y todas las conversaciones: sus conversaciones y de todas las conversaciones (M, R). 1259 la risa de su comedia: se hacían lenguas de su comedia (P1). 1260 los escalones: que por los escalones (P1). 1261 iban tras él: iban (P1). 1262 Unto tenemos, unto tenemos: unto tenemos (M, R, H). 1263 beata: beato (M, R). 1264 que yo soy más beata que vosotras y no le tengo: que yo no le tengo y soy más beata que vosotras (P1); que yo soy más beata que vosotras y no lo tengo (H). 1265 con: en (M, R, H); por (P1). 1266 Alusión a la composición XVII de la Academia. 1267 Alonso de Lugo y don Francisco: Alonso de Lugo y don Francisco de (P1, R); Alfonso de Lugo y don Francisco (H). 1268 viendo que el carro era de ingenios y que no venían en él, se preguntaron a sí mismo cada uno: ¿Soy yo ingenio?: viendo que en el carro venían todos los ingenios de la musa y ellos no, se preguntaron cada cual a sí mismo: ¿Pues yo no soy ingenio? (P1). 1269 como la pasión propia puede tanto: como puede tanto la pasión propia (P1).
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de tanto, creyeron fácilmente que sí1270, y alegaron los dos en una voz que1271 don Francisco de Cabreros1272 había hecho en la Comedia de Josué*1273 parar un sol que1274 no dio fuego y don Alonso de Lugo en la de los Osorios caer*1275 una chimenea que no dio lumbre, y así pidieron el ascendimiento de esta manera1276: «Subamos adonde están», Lugo y Cabreros decían, y los de allá respondían: «Lugo, lugo subirán». Pasó el carro y sucedió el repetir las lanzas del estafermo1277 para dar fin a esta1278 fiesta, que quiso tomar ejemplo en la real y*1279 por golosina*1280 quiso probar de ella el señor don1281 Gaspar del Arco y no hubo menester su merced1282 ponerse a caballo, porque ya venía en el que suele muy bien asentado1283. Salía del arzón esta letra*1284:
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que sí: ser ingenios (P1). en una voz que: por la voz de uno que (P1). 1272 Francisco de Cabreros: Francisco Cabreros (R, H). 1273 En los catálogos consultados (Medel, 1735; García de la Huerta, 1785; Paz y Melia, 1899 y La Barrera, 1968), no sólo no aparece este título ni uno similar, sino que ni siquiera se recoge ninguna obra de Francisco Cabreros. 1274 hecho en la comedia de Josué parar un sol que: hecho parar el sol en su [H: la] comedia de Josué que (M, R, H). 1275 Osorios caer: Osorios hizo caer (M, R). No he podido localizar este título ni ningún otro de Alonso de Lugo. 1276 y así pidieron el ascendimiento de esta manera: y que de derecho se les debía el ascendimiento que pedían de esta manera (P1). 1277 el repetir las lanzas del estafermo: el estafermo (P1). 1278 esta: la (P1). 1279 quiso tomar ejemplo en la real y: quiso imitar a la real con las lanzas (P1). Por «real» se ha de entender «fiesta real», que era la que se hacía ante los reyes. 1280 golosina: «Metafóricamente significa el deseo o gusto desreglado de alguna cosa que no es comestible» (Aut). 1281 de ella el señor don: ellas don (P1). 1282 menester su merced: menester (P1). 1283 asentado: sentado (M, R). 1284 salía del arzón esta letra: salíale del arzón delantero de la silla este rótulo (P1). Arzón: «Fuste trasero y delantero de la silla de la caballería, que sirve para afianzar al jinete para que no se vaya adelante ni atrás» (Aut). 1271
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Sobre la silla rellanarme quiero1285, que para eso me cuesta mi dinero1286. Díjole un amigo suyo que se abrigase bien de estribos, que venía mal puesto a caballo, y él*1287 respondió1288: Es necedad singular que darme consejo intentes. Si traigo los pies calientes1289, ¿por qué los he de abrigar? Los talones iban por el cielo y viéndole todos picar mal, dijeron todos1290: «Mal pica, mal pica». Él, pues que se oyó nombrar así, revistiose de marqués*1291, bajó los talones, abrigó las puntas*1292, engargantose de nuez*1293, picó al caballo. No traía1294 lanza, buscola y, como no la halló, tomó a Grimaldo en la mano1295 (que es una muy linda lanza y la que dijo el rey a los suyos), corrió al1296 estafermo. No
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rellanarme: acomodarme (P1). para: por (M, R, H). 1287 bien de estribos, que venía mal puesto a caballo, y él: bien de pies y él (P1). Abrigarse bien de estribos significa colocar correctamente el pie en el estribo y ajustar su longitud para facilitar al caballo la carrera y el salto. Esta expresión permite la dilogía de «abrigar», como «ajustar» y «proteger del frío». 1288 respondió: le dijo así (M); dijo así (R); respondió así (H). 1289 traigo: tengo (P1). 1290 dijeron todos: dijeron (R). 1291 Marqués de Malpica era el título nobiliario que se le concedió el 2 de marzo de 1599 a don Pedro Barroso de Rivera y Figueroa. En 1637 lo ostentaba su hijo, don Baltasar Barroso de Rivera. 1292 abrigar las puntas debe significar «meter las puntas hacia dentro», pues esa es la forma de poner correctamente el pie en el estribo. 1293 engargantose de nuez: engargantose de nuevo (P1). Engargantar: «Meter todo el pie en el estribo, hasta la garganta de él […] Es modo de andar a caballo más firme que galán y bien parecido» (Aut). Supongo también alguna broma entre garganta y nuez, algo así como engargantar la nuez para aclarar la voz, tragar saliva, etc. 1294 traía lanza: llevaba lanza (M, R, H); y como no tenía lanza (P1). 1295 buscola y, como no la halló, tomó a Grimaldo en la mano: tomó en la diestra a Calero (P1). 1296 al: el (M, R, P1, H). 1286
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le dio, echó1297 la culpa a la lanza, porque la de Grimaldo nunca acierta1298. Corrió1299, cayó1300, levantose y muy consolado dijo: Que caiga no es cosa extraña cuando acabo de correr, que me ha enseñado a caer1301 la princesa de Bretaña*1302. Apenas pues se volvió a descansar a su silla, que en ella tiene1303 más comodidades que se hallan en la de don Juan de Espina1304*, cuando se descubrió por último aventurero1305 don José de Salas Pellicer, coronista de Castilla y de León, según él dice.Venía en un caballo de
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echó: y echó (P1). la de Grimaldo nunca acierta: la de Calero no da (P1). 1299 nunca acierta. Corrió: nunca acierto corrió (V). 1300 corrió, cayó: como cayó (M, R). 1301 caer: correr (P1). 1302 La princesa de Bretaña se refiere a Elisena, madre del Amadís de Gaula. Su caída corrió como tópico muy popular en la época, pues aparece citada en diferentes textos literarios: «Yo tengo aquí una mujer / que fingirá, sin caer, / la princesa de Bretaña» (Moreto, El lindo don Diego, 1950, p. 358a); «Quien no tiene por hazaña / caer, quien se aventuró, / acuérdese, pues se engaña, / que cayó Troya y cayó / la princesa de Bretaña» (Quevedo, 1981, p. 750, vv. 116-29); «Que a un sobrino del conde de Saldaña / trompique infame un animal, paciencia, / con menos ocasión que su excelencia / cayó la gran princesa de Bretaña» (Pantaleón de la Ribera, 1980, p. 364). No se trata de ninguna caída física, sino moral, pues Elisenda, dama de intachables virtudes, que se había mostrado desinteresada por el amor humano e incluso había dado muestras de tener inclinaciones por ingresar en un monasterio, cayó rendida al ver a Perión y acabó teniendo un hijo ilegítimo suyo, el famoso Amadís de Gaula. 1303 tiene: tienen (M, R). 1304 que se hallan en: que hallan en (M); que la que se hallan en (R). En la época debió ser famosa la silla de Espina, individuo aficionado a la astrología y magia blanca, pues de ella también se habla en El diablo cojuelo: «Don Juan de Espina, cuya célebre casa y peregrina silla son ideas de su raro ingenio» (1984, p. 129). La particular morada de este coleccionista y músico sirve de hilo conductor al vejamen de Coello en la academia de 1638 y mereció la atención de Castillo Solórzano («A don Juan de Espina, deseando ver su casa», Donaires del Parnaso, II parte, 1625, pp. 62-66), Pantaleón de la Ribera («A la curiosa y celebrada casa de don Juan de Espina», Obras, 1944, p. 199) y Quevedo (Grandes anales de quince días, 1946, pp. 219-20). 1305 se descubrió por último aventurero: último aventurero se descubrió (P1). 1298
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color oscuro y decía un rétulo1306 que le salía muy de hacia la gana1307: «Yo le comentaré». Traía al Polifemo de don Luis de Góngora debajo del lado siniestro1308. Apuntábale con el dedo segundo de la mano derecha con un rétulo1309 que decía: «Él se entiende»*1310. Llevaba en las espaldas1311 siete lenguas pintadas, pero no sabía lo que traía1312, por-
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rétulo: rótulo (M, R,V, H). y decía un rétulo que le salía muy de hacia la gana: y decía un rótulo que salía muy de hacia la gana (R); y sobre la crin un rótulo que decía (P1). 1308 lado siniestro: siniestro brazo (P1). 1309 mano derecha con un rétulo: mano derecha con un rótulo (M, V, H); diestra mano con una letra (P1); mano derecha (R). 1310 Este «él se entiende» es una burla de la expresión «Yo me entiendo» que utilizaban comúnmente los jueces y letrados para referirse a lo enmarañado de los asuntos que llevaban entre manos y a la complejidad de las leyes por que estos se regían. Guzmán habla de «un juez testarudo, de los de “yo me entiendo”, que ni se entiende ni lo entienden» (Alemán, Guzmán de Alfarache, 1987, p. 296, I parte, cap. IV). Quevedo sitúa la expresión entre la colección de «cláusulas infernales» en el prólogo de La Hora, junto a «Quién dijera; no pensaba; no miré en ello; no sabía; bien está; qué importa; que ni va ni viene; mañana se hará; tiempo hay; no faltará ocasión; descuideme; yo me entiendo; no soy bobo; déjese deso; yo me lo pasaré; ríase de todo; no lo crea; salir tengo con la mía; no faltará; Dios lo ha de proveer; más días hay que longanizas…» (1987, p. 158). Este mismo autor se explaya sobre esta expresión en El Entremetido y la dueña y el soplón: «“¿Quién eres, dijo el fiscal, con ese yunque y ese martillo y esos clavos?”. Él con voz de grito por azote, en tono de oj dijo: “Yo me entiendo”. Saltó la dueña hecha otra dueña, por no decir un rejalgar, y dijo:“Entendido para ti mismo: habla claro; que aunque no te entienda, te chismaré todo. Di tu nombre, y qué hierras aquí, donde no hay bestias; y dilo luego, que si no lo dices luego te pondré otra dueña buida a los pechos hasta que lo digas”. El pobre, que entendió que estaba ya en los profundos de la dueña, dijo: “En esto conoceréis que yo me entiendo solo, pues preguntándome quién soy y mi oficio y habiéndolo dicho claro, no me habéis entendido.Yo soy aquel desdichado Yo me entiendo que anda en el mundo paladeando confiados, disculpando necios y entreteniendo bellacos. Si me reprenden los vicios, digo que Yo me entiendo; si me aconsejan en los peligros, Yo me entiendo; si me tienen lástima en los castigos, siempre soy Yo me entiendo.Yo soy el coloquio entre cuero y carne y el porfiado entre sí; y como yo me entiendo y no quiero entender a otro, ni que me entienda nadie, todo lo yerro, y este es mi oficio. Y la dueña no sabe lo que se dueña, pues dice que no hay bestias donde hay Yo me entiendo, que es todos los arres y joes con capa negra”» (1945, p. 368b). 1311 las espaldas: la espalda (P1). 1312 que traía: que también traía (M); que se traía (R, H). 1307
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que algún poeta se las debió de poner por maza*1313. Luego luego*1314 le tuvimos por Calepino*1315, después, después por [Salado]*1316, de allí a rato por el secretario de lenguas*1317, pero la letra y la1318 divisa nos desengañaron presto. Traía un fénix pintado con1319 cenizas y una letra sobre él que decía1320:
1313 pero no sabía lo que traía, porque algún poeta se las debió de poner por maza: pero no hablaba ninguna porque se las debieron de poner por maza (P1). Maza: «Trapo sucio u otra cosa que se prende en un alfiler en los vestidos de los hombres y mujeres para burlarse de ellos» (Aut). 1314 luego luego: «Al instante, sin dilación, prontamente» (Aut). 1315 Alusión a Ambrosio Calepino (1440-1510), agustino italiano, autor de un célebre diccionario publicado en Regio en 1502 y reimpreso en numerosas ocasiones. Gozó de gran popularidad, hasta el extremo de que muchas veces los diccionarios se conocían con el nombre de «calepinos». Es citado a menudo en la literatura por su relación con las lenguas: «Unos hablaban de hilván, otros a borbotones, otros a chorretadas; otros habladorísimos hablan a cántaros, gente que parece que lleva pujo de decir necedades, como si hubiera tomado alguna purga confeccionada de hojas de Calepino de ocho lenguas» (Quevedo, Los sueños, «El sueño de la muerte», 2003, p. 325). 1316 Salado: Todas las ediciones ofrecen la variante «Sabado o Sábado», pero a no ser que se intente una explicación un tanto alambicada para sostener esa lectura, me parece que lo que el texto inicialmente debía decir era «Salado», apellido de un catedrático popular de la Universidad de Alcalá. Que el individuo era conocido en la época, y aun mucho antes, lo demuestra la referencia que se le hace en un cuentecillo recogido en la Floresta española de Melchor de Santa Cruz (1574): «En Alcalá porfiaba un hombre con su mujer que estaba muy salada la olla. Y sobre esta porfía preguntáronle a una niña que estaba a la mesa si estaba salado; y, gustando el potaje, respondió: “En verdad que puede leer a Terencio”. Estaba entonces en Alcalá un catedrático que leía a Terencio, que se llamaba Salado» (1997, p. 296). 1317 de allí a rato por el secretario de lenguas: y de allí a rato por secretario de lenguas (P1). Secretario de lenguas: «Se toma asimismo por intérprete que sirve de declarar una lengua con otra, interviniendo dos de diferentes idiomas» (Aut). Al parecer, se decía por los corrillos que Pellicer presumía siempre de su erudición y de su conocimiento de lenguas. De ahí las bromas que se le hace en este vejamen. Lope en El laurel de Apolo dice de él: «Ya don Jusepe Pellicer de Salas / con cinco lustros solos sube al monte, / ya nuevo Anacreonte, / Fénix extiende las doradas alas, / que el sol inmortalice, / y pues él mismo dice / que tantas lenguas sabe, / busque entre tantas una que le alabe» (1950, p. 216b). Las magnas y eruditas empresas del, por excelencia, comentarista de Góngora fueron reiterado objeto de burla de sus contemporáneos (ver Alonso, 1955). 1318 y la: y (P1). 1319 con: en (P1). 1320 y una letra sobre él que decía: y decía (M, R); y dijo así (H).
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No he de volver a nacer, a fee de Fénix honrado*1321, hasta que me hayan sacado del libro de Pellicer*1322. Con este regocijo iban a correrse las lanzas de todos1323 cuando el marqués1324 de Malpica, que era1325 mayordomo de todas las semanas*1326, salió a un balcón y dijo que1327 su majestad no podía ver la1328 mojiganga. Aquí sí que fue la desatención de los alborozados1329, unos a salir de ser mojigangas1330 y otros a saber qué es mojiganguearse1331. Sonaron1332 instrumentos de alegría, oyéronse agradables músicas, aunque no hubo tono que contentase1333 al señor Príncipe de Esquila-
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fee: ley (P1). La lectura correcta es lógicamente la primera. La expresión «a fe de (caballero, de hidalgo, de quien soy…)» era una muletilla para enfatizar la condición de lo que se expresaba a continuación, énfasis necesario por la falta de correspondencia entre lo dicho y la realidad. 1322 Pellicer dedicó un amplio estudio a esta ave mitológica en El Fénix y su historia natural, Madrid, Imprenta del Reino, 1630. 1323 correrse las lanzas de todos: correr las lanzas (M, R); correrse las lanzas (H). 1324 cuando el marqués: cuando a un balcón de la plazuelilla salió el señor marqués (P1). 1325 era: es (P1). 1326 Como ya he señalado en nota anterior, ser «mayordomo de semana» era un cargo de palacio. La diligencia del marqués de Malpica para desempeñarlo le lleva a ser no mayordomo de «semana», sino de «semanas». Una broma similar desarrolla Coello en el vejamen de 1638: «Vimos pasar al marqués de Malpica, que se daba tanta prisa a ser mayordomo, que parece que se lo han dado por tiempo limitado, porque yo aseguro ha sido él más mayordomo en un año que el conde de Castro en todos los que tiene. Quise hablarle, pero no me conoció, como era de semana, y pasó sin hacer caso» (1964, p. 319a). 1327 salió a un balcón y dijo que: diciendo que (P1). 1328 la: esta (P1). 1329 desatención de los alborozados: desatación de todos los alborozados (M, R); desatinación de todos los alborozados (P1). 1330 a salir de ser mojigangas: a querer salir de mojigangas (P1). 1331 mojiganguearse: mojigangarse (P1). 1332 sonaron: sonaban (R). 1333 contentase: agradase (P1).
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che*1334. Echose don Gaspar del Arco a dormir1335 sobre su silla, Luis Vélez sobre su comedia, acogiose don Antonio Coello a su sotana, que llovía panillas y, viéndome a escuras yo1336 (porque los poetas lacayos se llevaban1337 las hachas), apelé a las lámparas1338 de mi sotana. Don Pedro Rosete buscaba su apellido, las damas se comían1339 el árbol de Cortizos, guardaba Cova rrubias su panza1340, Alfonso de Batres1341 su efe, don Antonio de Solís daba su olla a perros y aun no la querían, las1342 beatas decían: «Adiós, Benavente», el poeta astrólogo olvidaba1343 su cáncer, Pellicer1344 no se entendía, Mejía estaba tan confuso que se pareció1345 a todos y todos nos parecimos1346 a Mejía en quedar muy fríos1347. Esta fue la mojiganga que su majestad no vio, esta la que se encargó1348 a la pluma, esta la que se trasladó1349 a la lengua. Agora1350 falta que la Católica Majestad de Filipo1351 el Grande tome a su cargo las honras de los vejados y las vidas de los vejadores, porque los
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Las habilidades musicales del Prícipe de Esquilache eran muy apreciadas en la corte. Justo un par de días antes del certamen, el 18 de febrero, había actuado, junto con el Almirante de Castilla y Vicente Suárez, en el concierto celebrado en la ermita de San Isidro. 1335 dormir: descansar (P1). 1336 escuras yo: escuras (P1). 1337 llevaban: llevaron (P1). 1338 a las lámparas: a la luz de las lámparas (P1). 1339 comían: comieron (P1). 1340 panza: panza y (P1). 1341 Alfonso de Batres: Alfonso Batres (M, R). 1342 perros y aun no la querían, las: perros, las (P1). 1343 olvidaba: buscaba (P1). 1344 Pellicer: don José Pellicer (P1). 1345 pareció: parecía (M, R, P1). 1346 parecimos: parecíamos (M, R). 1347 todos nos parecimos a Mejía en quedar muy fríos: todos quedamos tan fríos que nos parecíamos a Mejía (P1). 1348 se encargó: encargamos (P1). 1349 se trasladó: trasladamos (P1). 1350 Agora: Ahora (M, R). 1351 Filipo: Felipe (M, R, P1, H).
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unos queden honrados con su real amparo1352 y los otros reconocidos al premio de1353 sus favores1354. A Alfonso de Batres, el primer premio; a don Francisco de Rojas, el segundo1355. Dejáronse de escribir los asuntos que se siguen: [Asunto 13] La silva a que si no hay cosa más fea que la soberbia, cómo es alhaja1356 común de una hermosa [Asunto 15] El soneto a cuál es más galán: el que lo anda en el modo o el que lo es en el talle. [Asunto 19] Las canciones de a seis a un viejo muy enamorado que espera que ha de ser muy favorecido, averiguando cuál tendrá más culpa de ser verde, la esperanza o el viejo. [Asunto 20] El romance a la vieja virtuosa que topándola un hombre en gran puridad con una hechicera y una gitana, reprehendiéndola tan maligna junta, respondió que le1357 estaba encargando que le encomendasen un negocio a Dios.
FIN1358
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amparo y los otros: patrocinio y nosotros (P1). reconocidos al premio de: reconocidos de (M, R). 1354 M, P1 y R añaden: «Dixi». En V, tras el vejamen de Batres y Rojas aparece la relación de los premios que se otorgaron en la Academia. Por ser muy extensa la trascripción para aparecer como nota, la recojo en el Apéndice I: «Los papeles contenidos en este cuaderno se premiaron de esta forma». 1355 A Alfonso de Batres, el primer premio; a don Francisco de Rojas, el segundo: A don Alfonso Batres, el primer premio y a don Francisco de Rojas, el segundo (M, R); omitido en V. La relación de asuntos que se dejaron de escribir se ha omitido en M, R y H. 1356 alhaja: alhaja tan (V). 1357 le: les (V). 1358 FIN: omitido en M,V y M-F. 1353
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III. APÉNDICE I LOS PAPELES CONTENIDOS EN ESTE CUADERNO SE PREMIARON DE ESTA FORMA En el romance desterrando el nombre de mondongas, se dio a don Antonio de Solís el primer premio; a don Jerónimo de Cáncer, segundo; a don Antonio Coello, tercero. En las seguidillas de socorrer a las feas con los entendidos, a don Antonio de Solís, primero; a Martín de Figueredo, segundo. En el romance pidiendo perdón a una fea de haberla querido, a don Jerónimo de Cáncer un premio, el mayor de los dos, por el acierto con que escribió y por haber sido solo. En las octavas de arte mayor a la hermosura y garbo de Carbonel, a don Pedro Rosete Niño y a Luis de Belmonte, premios iguales; a Luis de Belmonte por más heroicos versos y a don Pedro Rosete por más jocoso estilo. En las quintillas de ciego a los dos regidores ermitaños, a Juan Mejía, el primero; a Pedro Méndez, el segundo. En las redondillas de pie quebrado a la alcahueta que estándose muriendo aconsejaba a un amigo que escogiese de dos damas a la pe-
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linegra, a Martín de Figueredo, primer premio; a Pedro Méndez, el segundo, porque los más pies quebrados fueron de a cinco sílabas habiendo de ser de a cuatro. Diérasele el primero si se ajustara con el ritmo. En las estancias de a seis a Manuel González, guardadamas y aposentador, al doctor Juan Antonio de la Peña el primer premio porque obedeció en el metro que pide el cartel; a don Antonio Coello, el segundo; aunque escribió con mejor noticia, con más gala y con mayor acierto, perdió el premio, que mereciera sin duda, por haber hecho romance habiéndose pedido liras. En el soneto al que miente siempre si se le puede argüir de que ha mentido, al maestro Alonso de Alfaro, el primero; a don Jerónimo de Esquivel, el segundo. En el romance a que adolecemos del mal y morimos del médico, a Gaspar de Ávila, el primero; al doctor Pedro García, el segundo; a don Ramón [sic, Román] Montero, el tercero por haber llegado tarde su papel y por haberse permitido en la competencia uno más de los que pide la ley de la Academia. En las canciones de a seis a Covarrubias con qué defenderá más la entrada en Buen Retiro con la panza o con el cuidado, a Gaspar de Ávila un premio, y no escribieron más este asunto. En el romance a los gritos de Grimaldo y al primor en no hacer nada, a Alfonso de Batres, aunque escribió él solo este intento se le dio el primer premio por haber cumplido con el asunto. En el enigma a cuál es mayor necedad ser necio algunas veces o estar siempre muy discreto, a Alfonso de Batres, el primer premio; a Gaspar de Ávila, el segundo. Escribiéronle don Antonio de Solís y don Francisco de Rojas, y perdieron premio.
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Síguense como se ve a los premiados en este cuaderno: En la glosa, a don Antonio de Solís, el primero; a Juan Navarro, el segundo; a Alfonso de Batres, tercero. Estos tres premios se ofrecieron al intento y por haber escrito muchos con acierto se ponen sus papeles después de los premiados graduándolos como se verá en este cuaderno. En las redondillas probando que las beatas no tienen unto, al licenciado Luis de Benavente, el primero; a Juan Navarro, el segundo. En el ovillejo a que si no se sabe que Judas fuese bermejo en qué se fundó el primero que le pintó rubio, a don Antonio de Huerta un premio porque él sólo escribió. En el vejamen a los enemigos de la casa de Austria, se escribió en romance sin nombrar a nadie, a don Antonio Martínez, el primer premio de los dos que se ofrecieron a la competencia y aunque escribió solo le mereció por haber cumplido con el intento. En la oración no hubo competencia y se le dio a Luis Vélez un premio, el mayor. En el vejamen que escribieron Alfonso de Batres y don Francisco de Rojas, a Alfonso de Batres, un premio; a don Francisco de Rojas, otro. Los premios fueron grandes, medianos y pequeños, proporcionándolos a los méritos de los papeles y fueron todos de plata.
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IV. APÉNDICE II Alfaro, Alonso (¿?-1643). Sacerdote y poeta, es autor de las comedias La luna africana, Aristómenes Mesenio, La Virgen de la Salceda, La Virgen de la Soledad y El hombre de Portugal, y de composiciones sueltas leídas en academias literarias. También escribió una elegía a la muerte de Lope de Vega, que aparece recogida en Fama póstuma. Álvarez y Baena dice de él: «Presbítero, fue bizarro poeta lírico y cómico. El año de 1643 el día 29 de junio, después de la fiesta que la venerable Congregación de Señores Sacerdotes Naturales de esta corte celebró a su patrón el apóstol San Pedro, fue admitido por individuo de ella; pero habiéndose retirado a su casa, falleció repentinamente ese mismo día, y el siguiente 30 acudió la Congregación a su entierro» (1790, vol. I, p. 48). Aparicio, Francisco de. Al parecer frecuentaba la Academia de Madrid. Pantaleón de la Ribera lo caricaturizó en «El vejamen de la Luna» de 1626: «Tiene una cosa graciosísima y es que pronuncia las RR ásperas como ortigas, y es tan trabajador en esta culpa que las yerra R a R. Es más de esto, vicioso y mujeriego, si bien en él es de admirar por haber nacido en un país donde los más son hombres ciegos» (1961, p. 61). Arco, Gaspar del. Natural de Madrid, fue jurista y poeta. Juan Pérez de Montalbán en Para todos alaba su figura: «Ha escrito en los ratos que ha querido desahogarse de los estudios que profesa una
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comedia acertadísima, así en la invención y propiedad como en los afectos y las copias» (La Barrera, 1968). Ávila, Gaspar de (o Dávila). Fue secretario de la Marquesa del Valle, doña Mencía de la Cerda. Sus primeras composiciones se publicaron en Madrid en 1612. Iniciaba así una trayectoria poética que lo llevaría a participar en numerosos volúmenes colectivos, como Fama póstuma (1636), en homenaje a la muerte de Lope de Vega, o Lágrimas panegíricas (1639), en conmemoración a la muerte de Pérez de Montalbán. La admiración de Cervantes por él se observa en los elogios que le dedica en el prólogo a sus comedias, donde lo considera legítimo heredero del arte de Lope, y en el Viaje del Parnaso, donde dice: «Gaspar de Ávila, primero / secuaz de Apolo, a cuyo verso y pluma / Iciar puede envidiar, temer Sincero» (1943, p. 695b). También lo recuerda Lope en El laurel de Apolo: «Porque son sus caracteres tan bellos, / que él sólo pudo estar por alma en ellos, / pues que puede decir entre infinitos, / ningunos se han de ver tan bien escritos» (1950, p. 218b). Es autor de comedias, como El familiar sin demonio o El valeroso español y primero en su casa, Hernán Cortés. Batres, Alfonso de. Estuvo al servicio del duque de Arcos y virrey de Nápoles, don Rodrigo Ponce de León. Su nombre aparece asociado a las academias literarias y círculos culturales del Madrid de los Austrias. La Barrera (1968) lo señala como autor de una sola pieza dramática: Venganzas hay si hay injurias (1632). Sin embargo, como poeta es autor del Panegírico al señor don Manuel Pimentel, Fábula de Adonis y Venus y Rimas varias, además de composiciones sueltas recogidas en Fama póstuma (1636) y Lágrimas panegíricas (1639). Belmonte Bermúdez, Luis de (¿1587?-¿1650?). Nació en Sevilla y siendo muy joven se marchó a Nueva España y Perú y, como cronista y secretario, formó parte de la expedición de Pedro Fernández de Quirós. En 1616 se encuentra ya en su tierra; alrededor de 1620 viaja a Madrid y allí participa en diversas academias literarias. Es autor en solitario de autos, entremeses y comedias, como El sastre del Campillo, El cerco de Sevilla por el rey
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don Fernando y El acierto en el engaño, pero también colaboró frecuentemente con los dramaturgos de la época, entre ellos, Guillén de Castro, Rojas Zorrilla, Mira de Amescua, Martínez de Meneses y Calderón. Su amigo Lope de Vega lo recordó en La Filomena: «resplandece en su fábrica Belmonte» (1983, p. 828, v. 238). Benavente, Luis Quiñones de (1581-1651). Cursó la carrera jurídica y se convirtió en el autor indiscutible de piezas cortas (jácaras, loas, bailes y entremeses) de la corte de Felipe IV. Su amigo Manuel Antonio de Vargas, en el prólogo a Jocoseria, obra que recoge parte de su quehacer literario, dice de él: «La mejor comedia tiene hoy el peligro de los desaires que padece entre jornada y jornada, cuando la menos ajustada se alentaba en otro tiempo, satisfecha de que el Licenciado Benavente, con lo festivo de su ingenio, le hacía gustoso lo lúgubre del discurso; con lo agudo de las sentencias le paliaba lo desaliñado de las razones; con lo artificioso del contexto le suplía el descamino en lo mal trazado; de modo que el autor que tenía una mala comedia, con ponerle dos entremeses de este ingenio le daba muletas para que no cayese, y el que tenía una buena, le ponía alas para que se remontase; con que todas las comedias le debían: la buena, el serlo mejor; la mala, el no parecerlo» (1985, pp. XXI-XXII). Alabanzas le dedicó Lope en El laurel de Apolo: «¿Adónde están las gracias, que ninguna / de todas tres parece? / Y el niño respondió, como ya crece: / Madre, no busques más de tantas una, / porque sepa que están juntas, y justamente, / todas juntas en Luis de Benavente» (1950, p. 214b). Bonifaz, Gaspar de. Fue caballero del hábito de Santiago y, como caballerizo de Felipe IV, acompañó al rey en su viaje a Sevilla en 1624. Desempeñó los cargos de gobernador de Aranjuez y corregidor de Córdoba. En 1635 y 1636 ocupó el puesto de espía mayor del reino, cargo de gran importancia y responsabilidad. Su habilidad como toreador le llevó a distinguirse entre los caballeros que frecuentaban las fiestas cortesanas. Coello en el vejamen de 1638 dice: «No le pueden negar que es gran hombre de plaza, aunque he oído decir que los toros no temen tanto que les ponga la mano como que les ponga el pie» (1964, p. 319b).
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Imprimió en Madrid unas sucintas Reglas del torear, dedicadas al Excelentísimo conde-duque e impresas en Madrid en 1635 (ver Cossío, 1947). Su inclinación a la literatura queda reflejada en breves composiciones, muchas de ellas de carácter jocoso, publicadas en obras colectivas. Murió en 1639. En la Academia burlesca actuó como juez del certamen. Elogiosas son las palabras que le dedica Lope en El laurel de Apolo: «Con dulce emulación de Garcilaso, / será de las deidades del Parnaso, / por conceptos sutiles, / don Gaspar Bonifaz valiente Aquiles» (1950, p. 217b). Borgoña, Andrés de. Rojas lo menciona en su vejamen como una persona al servicio del Protonotario. Cabreros, Francisco de. No he podido encontrar datos sobre este dramaturgo que aparece caracterizado en el vejamen de Rojas como desatinado autor de comedias. También participó con un par de composiciones en la Academia de 1638. Calabazas. Fue uno de los bufones de la corte de Felipe IV entre 1632 y 1639. Conocido como «Calabacillas», fue inmortalizado por Velázquez en un retrato que hoy se encuentra en el Museo del Prado. Calatayud, Francisco López de.Ver López de Calatayud, Francisco. Calderón de la Barca, Pedro (1600-1681). Estudió en Salamanca y Alcalá y se dio a conocer como dramaturgo en 1623.Viajó por Flandes e Italia, y desde 1625 sus obras se representaron asiduamente en palacio. En 1635 fue nombrado dramaturgo oficial de la corte, obtuvo el hábito de la Orden de Santiago y, como soldado, destacó en el sitio de Fuenterrabía (1638) y en la guerra de Cataluña (1640). En 1642 abandonó las armas y entró al servicio del duque de Alba. En 1651 se ordenó sacerdote y en 1663 se convirtió en capellán del rey. Tras la muerte de Lope de Vega, Calderón se apropió de la «monarquía dramática». Más de cien títulos avalan su trayectoria literaria, entre los que se cuentan comedias, tragedias, entremeses y especialmente autos sacramentales, terreno en el que descolló notablemente.
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Calero, Francisco. Desempeñaba durante el año 1637 el cargo de guardadamas y fue ayuda de cámara del rey. Su rasgo más sobresaliente, por lo que se dice en el vejamen de esta academia y en los vejámenes de la de 1638, era su tacañería (Coello, 1964, p. 318b y Rojas, 1910, p. 265). Cáncer y Velasco, Jerónimo (1582-1655). Fue contador del Duque de Luna y estuvo bajo la protección del Duque de Medina Sidonia. Escribió dos únicas comedias burlescas en solitario (La muerte de Valdovinos y Las mocedades del Cid); el resto de su producción dramática lo compartió con Vélez de Guevara, Calderón, Moreto, Rojas Zorrilla, Matos Fragoso… Publicó sus versos en Madrid en 1651 en Obras varias. Carbonel, Alonso.Arquitecto y escultor, se instaló en la corte a principios del XVII. En 1627 se convirtió en aparejador de las obras del Alcázar de Madrid, del Palacio del Pardo y de la Casa de Campo. En 1633 fue nombrado maestro mayor de las obras del Buen Retiro y, más tarde, de todas las obras de la Real Casa. Junto con Velázquez, aspiró a ocupar el cargo de aposentador de Palacio, pero no lo consiguió. Murió en 1660. Coello Arias, Antonio (1611-1652) Caballero del hábito de Santiago, estuvo al servicio del duque de Alburquerque y militó bajo sus órdenes con el grado de capitán de infantería. En 1652 se le nombró ministro de la Real Junta de la Casa de Aposento. Durante la década de 1630-1640 aparece en los círculos literarios de la corte de Felipe IV. Es autor de numerosas composiciones poéticas y de diversas comedias en solitario y en colaboración con Rojas Zorrilla, Calderón, Solís y Vélez de Guevara. Pocos meses antes de su muerte, en octubre de 1652, fue nombrado ministro de la Real Junta de Aposento. Lope en El laurel de Apolo le dedicó el siguiente elogio: «Bien puede don Antonio Coello el suyo / levantar al celeste pavimento, / no ya como el intrépido gigante, / sino por gloria suya y honor tuyo, / poner el hombro, al peso eterno atento / que científico puso el viejo
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Atlante, / pues con los versos de su propia idea / de imágenes más bellas le hermosea» (1950, p. 216a). Coello Arias, Juan. Hermano del anterior, fue capitán del ejército en la guerra contra Cataluña y sitio de Barcelona bajo el mando de don Juan de Austria. En 1653 fue nombrado caballero de la Orden de Santiago. La Barrera (1968) recoge como única producción El robo de las sabinas (escrita en colaboración con Rojas Zorrilla y Antonio Coello, y publicada en la Oncena Parte, Madrid, 1659), Yerros de naturaleza y aciertos de la fortuna (suelta escrita con su hermano) y una de las silvas laudatorias que encabezan la segunda impresión del Catálogo Real de España de Méndez Silva (Madrid, 1639). Cortizos de Villasante, Manuel. Rico portugués y principal prestamista de Felipe IV, desempeñó el cargo de contador de la Contaduría Mayor de Hacienda y Regidor de Madrid. La bancarrota de 1627 permitió al rey terminar con la dominación de los banqueros genoveses e introducir un nuevo núcleo de competencia financiera representada por los banqueros portugueses (muchos de ellos de origen judío), entre los que se encontraba Cortizos, Simón y Lorenzo Pereira o Juan Nuñez Saravia. Cosmelot (Cosme Lotti). Ingeniero florentín que sirvió a las órdenes de Felipe IV como decorador y organizador de fiestas célebres. Fue excelso en el uso de tramoyas complicadas y exuberantes puestas en escena. Covarrubias y Leiva, Diego. Desempeñó el cargo de guarda mayor del Sitio Real del Buen Retiro. Fue autor de Elogios al Palacio Real del Buen Retiro, escritos por algunos ingenios de España, publicado en Madrid en 1635. Covarrubias, Antonio de. Fue uno de los siete jueces que fallaron los premios de la Academia burlesca.
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Cristóbal, el Ciego (Cristóbal Martínez). Poeta repentista que asistía a las tertulias que se celebraban en casa del marqués de Siete Aguas, don Rodrigo Calderón. Delgado, Juan. Poeta lírico y dramático madrileño, mereció el elogio de Lope de Vega en El Laurel de Apolo: «De Juan Delgado con razón asombre / el no estar declarado / si habemos de llamarle Juan Delgado / por el entendimiento o por el nombre. / No implica el ser galán y gentil hombre, / que aunque digan algunos que el cuidado / de los estudios no permite aseo, / del gusto de las musas no lo creo, / que, como damas son, galanes aman, / y el desaseo y la fealdad desaman» (1950, p. 217b). Como dramaturgo, sólo se conoce una comedia suya, El prodigio de Polonia; como poeta intervino en el homenaje a Lope con un soneto y una silva, publicados en Fama póstuma (Madrid, 1636) y también escribió dos sonetos a la muerte de Pérez de Montalbán, recogidos en Lágrimas panegíricas (Madrid, 1639). Enríquez Gómez, Antonio (1600-¿1660?). En España llegó a alcanzar el grado de capitán. Es autor de una novela picaresca, Vida de don Gregorio de Guadaña, y de varios tratados políticos, dramas y poesías, recogidas en Academias morales de las Musas y El siglo pitagórico. Participó con un soneto en Fama póstuma (1636). Poco después se marchó de España y pasó a Francia, donde fue secretario y mayordomo de Luis XIII. En torno a 1660 se instala en Amsterdam, lugar de acogida de los judíos y judaizantes que huían de la península. Su condición de converso le comportó problemas con la Inquisición, que acabó quemando su imagen en Sevilla. Espina, Juan de. De origen montañés, fue hijo de don Diego de Espina, contralor de la majestad de Felipe II. Es uno de los personajes más curiosos e intrigantes de la época por su fama de coleccionista, músico y hechicero: «Hizo tan delgada inquisición en las artes y en las ciencias que averiguó aquel punto donde no puede arribar el seso humano» (Quevedo, Grandes anales, 1946, p. 219b). Disponía de una espléndida biblioteca. Quevedo se refiere a él en términos elogiosos: «En todo género de cosas, fue
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su casa abreviatura de las maravillas de Europa […] Todo esto compró para su estudio de los artífices, no para adorno de sus aposentos […]. En todas las materias se iban encareciendo unas prendas a otras a porfía; siendo la asistencia de su casa la más docta, con su conversación la más segura, sus ejercicios los más honestos, y tales que allí se lograban las horas que en otras partes se desperdician» (Quevedo, Grandes anales, 1946, p. 220a). Murió en 1643. Cañizares escribió dos comedias inspiradas en este peregrino personaje interesado en la magia blanca: Don Juan de Espina en su patria y Don Juan de Espina en Milán. Esquilache, Príncipe de. Francisco de Borja y Aragón (1581-1658). Nacido en Italia, adquirió el título de Príncipe de Esquilache al casarse con doña Ana de Borja. Desempeñó el cargo de virrey del Perú entre 1615 y 1621. Fundó la Academia Antártica Limeña y el Coliseo de Comedias en Potosí. Sus inclinaciones literarias lo llevaron a publicar a su regreso a España, en 1621, sus poemas, entre los que destacan Nuestro Señor Jesucristo (1638), Obras en verso (1648) y Nápoles recuperada por el rey don Alfonso (1631). En la Academia de 1637 actuó como juez del certamen literario. Cervantes en el Viaje del Parnaso dice de él: «Tú, el de Esquilache Príncipe, que cobras / de día en día crédito tamaño, / que te adelantas a ti mismo y sobras: / serás escudo fuerte al grave daño, / que teme Apolo con ventajas tantas, / que no te espere el escuadrón tacaño» (1943, p. 683b). Lope lo elogió en numerosas obras. Aparecen referencias a él en diversas epístolas de La Circe, en las Rimas de Tomé de Burguillos y en El laurel de Apolo: «¡Oh, claro don Francisco, / Príncipe de Esquilache y del Parnaso, / nuevo en España Tasso, / ilustrísimo Borja, / para quien ya laures forja / que los verdes admiten desengaños / de que los pueden marchitar los años» (1950, p. 208a) y en La Filomena: «Conoceréis al Borja, aquel que ha sido / de aquesta edad el más florido ingenio» (1983, p. 767, vv. 244-45). Esquivel, Jerónimo de. Es autor de un soneto premiado en la Academia burlesca.
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Figueredo, Martín de. Escribió una de las glosas premiadas, unas seguidillas y unas redondillas de pie quebrado, galardonadas con el segundo y el primer premio, respectivamente, en el certamen de esta Academia burlesca. García Carrero, Pedro. Natural de Madrid, estudió medicina en la Universidad de Alcalá y fue médico de cámara de Felipe III y Felipe IV. No son conocidas sus obras dramáticas. Participó en el homenaje a la muerte de Lope de Vega y de Pérez de Montalbán (Fama póstuma y Lágrimas panegíricas). En El Laurel de Apolo leemos: «Ya pone en su registro / la ingeniosa dramática poesía / las musas del doctor Pedro García, / y Apolo entre los cisnes del Caistro, / ya es nuevo Fracastoro dulce y grave, / médico grave y escritor suave» (1950, p. 218a). También escribió algunos tratados médicos. Godínez, Felipe (1588-1639). Fue doctor en teología, sacerdote y orador notable. Es autor de dramas religiosos y de la «Oración fúnebre en la muerte del doctor Frey Lope de Vega Carpio», escrita en prosa, que aparece entre los panegíricos de la Fama póstuma. Mereció la admiración de Cervantes en el Viaje del Parnaso: «Este que tiene como mes de mayo / florido ingenio y que comienza ahora / a hacer de sus comedias nuevo ensayo, Godínez es» (1943, p. 682a). González, Manuel Ángel.Actuó como secretario al servicio del duque de Sessa. Entre los cargos que desempeñó en la corte de Felipe IV se encuentran el de guardadamas y aposentador real. Su incursión en el terreno literario le llevó a escribir las comedias La aurora en Andalucía y milagro de la Sierra, El español Juan de Urbina, y el entremés El maestro de andar a la moda y el sargento jeringado. González, Simón. Aparece en el vejamen de Batres desempeñando el cargo de alguacil. Gutiérrez, Grimaldo. Según Morel-Fatio (1878, p. 669), tuvo quizás el cargo de secretario del rey. A él se refiere Antonio de Men-
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doza en un romance: «La segunda corte forman Los Tebes, los Alarcones, si la flor de secretarios, lo almendro de embajadores, Vasconcelos, Grimaldico, Herrerilla…» (Obras, 1690, p. 19). Personaje bien conocido en la corte, aparece mencionado en los vejámenes de la Academia de 1637 y 1638. Haro, Luis Méndez de.Ver Méndez de Haro, Luis. Herrera y Ribera, Rodrigo de (1578-1641). Hijo ilegítimo del primer marqués de Auñón, perteneció al grupo de dramaturgos del ciclo de Lope de Vega. «No pudiendo su padre dejarle el mayorazgo principal de su casa, le fundó otro nuevo, y procuró condecorarle con el Hábito de Santiago, y casarle con su prima hermana doña María de Herrera y Mendoza (Álvarez y Baerna, 1791, II, p. 291). Es autor, entre otras comedias, de El segundo obispo de Ávila, Castigar por defender y Lo cauteloso de un guante y confusión de un papel. Cervantes lo elogia en su Viaje del Parnaso: «Este, que con Homero le comparo, es el gran don Rodrigo de Herrera, / insigne en letras y en virtudes, claro». (1943, p. 683b.) Tampoco lo olvidó Lope en El laurel de Apolo: «Si a don Rodrigo tienes, / a ser más propiamente Mantua vienes; / pues tendrás a Virgilio tan perfeto, / que te podrás llamar Mincio o Sebeto» (1950, p. 213b). Huerta, Antonio de. Frecuentó las academias literarias del Madrid de los Austrias. Es autor de composiciones líricas y dramáticas. Lope en El laurel de Apolo lo recuerda así: «Don Antonio de Huerta, sacro Apolo, / pues fueron tus pensiles / las flores de sus líricos sutiles, / aspire al premio solo / con arte y gracia infusa: / aquí, pues olvidar el monte sueles / mejor que en Pindo nacerán laureles» (1950, p. 214a). «Montalbán coloca a este sujeto en el Catálogo de Ingenios de Madrid, y dice que escribió una oración dando la obediencia a la santidad de Gregorio XV en el año 1621, en cuyo tiempo se hallaba en Roma, aunque no sabemos con qué destino, y allí tuvo por su cuenta el disponer el túmulo y honras del señor don Felipe III. Escribió también otros varios papeles en verso y una comedia que intituló las Doncellas de Madrid» (Álvarez y Baena, 1791, I, p. 140).
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Hurtado de Mendoza, Antonio (1586-1644). Fue Caballero de la Orden de Calatrava, Gentilhombre de la Cámara del Conde de Saldaña, ayuda de cámara de Felipe IV, secretario de la General Inquisición y Comendador de Zorita. Es autor de poesía lírica, entremeses y comedias. En 1690 se imprimieron sus Obras líricas y cómicas, divinas y humanas, donde se recoge gran parte de su producción. Figura entre los jueces que fallaron los premios de la Academia burlesca. Mereció el elogio de Lope de Vega, que le dedicó la primera epístola de La Circe, y de él dice en El laurel de Apolo: «A quien Apolo délfico previene / tantos laureles como letras tiene / todo discurso que su mano escribe, de las altas ideas que concibe. / Bizarro ingenio, dulcemente grave, / raro maestro del hablar suave, / gallardo en prosa y verso, / conceptuoso, fácil, puro y terso / que con la Vida de la virgen bella / al lado de su sol pone su estrella» (1950, p. 198a). También Cervantes lo sitúa en el Parnaso: «Este que por llevarle te fatigas / es don Antonio de Mendoza, y veo / cuánto en llevarle al sacro Apolo obligas» (1943, p. 683a). Lodosa, Conde de. Don Juan Hurtado de Mendoza y Navarra, Conde de Castilnovo, V señor de Lodosa y caballero de Calatrava. López de Calatayud, Francisco. Actuó como juez del certamen literario de la Academia burlesca. Cervantes en Viaje del Parnaso comenta: «Digo que es don Francisco, el que profesa / las armas y las letras con tal nombre, / que por su igual Apolo le confiesa: / es de Calatayud su sobrenombre. / Con esto queda dicho todo cuanto / puedo decir con que a la envidia asombre» (1943, p. 682a). Lugo, Alonso de. Rojas Zorrilla alude a él en su vejamen como mal poeta. Malpica, Marqués de. Don Baltasar Barroso de Rivera. Mayordomo y Gentilhombre de la Cámara de su majestad, se convirtió en el tercer marqués de Malpica. Estuvo casado con doña Ana Polonia Manrique de Luna y murió sin descendencia. En el desfile con
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que se iniciaron las fiestas de 1637 formó parte de la cuadrilla del conde de Oropesa. Martínez de Meneses, Antonio (1612-1661). Frecuentaba la Academia de Madrid. Participó en los elogios a la muerte de Lope y de Montalbán (Fama póstuma y Lágrimas panegíricas). Es autor de composiciones líricas y de comedias en solitario (Amar sin ver, San Estacio y La silla de San Pedro) y en colaboración con Zabaleta, Belmonte, Cáncer, Moreto… Martínez, Pedro. Fue regidor y secretario de Felipe IV. En la documentación teatral consta que su afición al arte de Talía lo llevó a tener en propiedad un aposento construido expresamente para él en el teatro de la Cruz en 1636 (Huerta Calvo, 2003, p. 634). Caro de Mallén lo elogia en su relación de las fiestas de 1637: «Y don Pedro Martínez, / que de secretario goza / del rey y el ayuntamiento / las preeminencias notorias / por méritos y nobleza» (1951, fol. 34v). Medina Ortiz de Vega, Cristóbal de. Fue uno de los treinta y ocho regidores de Madrid. «Sirvió de ayuda de cámara del mismo señor Infante, fue del Consejo del rey don Felipe IV y su secretario, y de las Reales Juntas de Minas, de Población, Almirantazgo, y del Escuadrón de la Caballería y Nobleza de España, Regidor de Madrid y familiar del Santo Oficio. En todos estos empleos y otras comisiones y encargos particulares contrajo muy dilatados servicios, que premió S. M., haciéndole entre otras mercedes por Decreto de 15 de diciembre de 1642, la del Hábito de Santiago, y el Consejo de las Órdenes le mandó dar título de Caballero a 22 de enero del año siguiente» (Álvarez y Baena, 1790, I, 266). Estuvo a cargo de la ermita del Buen Retiro. Mejía, Juan. En el desfile con que se iniciaron las fiestas de 1637 aparece entre los caballeros de una de las cuadrillas del conde-duque. En la Academia burlesca sólo obtuvo un segundo premio por unas seguidillas.
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Méndez de Haro, Luis (1598-1661). Sobrino del conde-duque de Olivares, sucedió a su tío en el cargo de valido en 1644. Negoció con Mazarino el tratado de los Pirineos (1659) y el final de la guerra con Cataluña. En la Academia de 1637 aparece como uno de los siete jueces del certamen. Méndez de Loyola, Pedro. Participó activamente en las academias literarias del Madrid de Felipe IV. Su afición al juego se convirtió en objeto de burla en el «Vejamen de la Luna» (1626) de Pantaleón de la Ribera y en el vejamen que Gabriel del Corral incluyó en su Cintia de Aranjuez (1629), del que procede el siguiente extracto: «Señor, respondí, padece gran cantidad de pintas, que le han gastado la virtud, y aun el vicio que pudiera tener con la hacienda que le han consumido por brazos, piernas y rostro, le aflige gran número de treses y cincos, y una que se le subió a las narices, que pintaba en la suya; ráscase por ellas en las faltriqueras, y todo es dar más fuerza al mal: Juan Volay le desvía de otros amores, y ansí no se le conoce dama, sino la primera que se topa; en vez de billetes mantiene su correspondencia con cartetas. Si regala con dulces, son de azares, y si hace visitas, de encuentros solo no juega los dientes, aunque los pierde, supuesto que la falta que tiene de ellos se atribuye a un duelo que tuvo con el gigante neguijón» (Brown, 1980, p. 221). Montalbán en Memoria de los que escriben comedias en Castilla dice de él: «Ha escrito algunas comedias, sin que en esta materia, como en las demás, tengan la envidia y la calumnia que morder ni murmurar. Bien saben que esto es verdad cuantos te conocen y comunican su divino ingenio» (La Barrera, 1968). Mendoza, Antonio. Ver Hurtado de Mendoza, Antonio. Monclova, conde de la. Don Antonio de Portocarrero Lasso de la Vega. Fue mayordomo de la reina Isabel, esposa de Felipe IV, y del príncipe Baltasar Carlos. En la Academia de 1637 actuó como juez. Montalvo, conde de. Don Juan de Castro y de Castilla. Gentilhombre de la boca de su majestad, vizconde de Camero Viejo y co-
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rregidor de Madrid. Ocupó la alcaldía de la capital entre 1622 y 1625. Lope le dedica su comedia Las famosas asturianas. Montero de Espinosa, Román de. La Barrera (1968) recoge en su Catálogo, a un tal Román Montero de Espinosa, hijo del dramaturgo Mateo Montero y famoso militar, autor de tratados militares, comedias y piezas breves. Participó en diversas academia de la época, entre ellas, la «Academia que se celebró en 23 de abril en casa de don Melchor de Fonseca y Almeida» (Madrid, 1661). O no se trata del mismo individuo o los datos biográficos que proporciona La Barrera (1968) no deben de ser del todo exactos, pues por su juventud no podría tratarse del sujeto que actuó como juez en el certamen de la Academia burlesca. Medel (1735) en su Índice recoge varios títulos de este autor: Amar sin favorecer, En el dichoso es mérito la culpa, Engaño de unos celos, Fingir lo que puede ser, Lavar sin sangre una ofensa y Mayor encanto, celos. Mucio Armengol, Vicente. Aparece citado en el vejamen de Rojas como poeta «astrólogo». Navarro de Espinosa, Juan (¿?-1658). En la década de 1640 actuó como censor de comedias. Es autor del entremés titulado La Celestina y de composiciones líricas recogidas en Fama póstuma (canción lírica), Lágrimas panegíricas (cuatro décimas) y Avisos para la muerte (un romance). También es autor de varias quintillas que se presentaron en el certamen poético a la dedicación de la Iglesia del Colegio de Santo Tomás en Madrid (1656). Su participación en la Academia burlesca se limita a desarrollar en cuarenta versos la glosa del cartel. Olave. Aparece mencionado en el vejamen de Batres desempeñando el cargo de alguacil. Olmedo Tofiño y Agüero, Alonso. Reputado autor de compañías teatrales, nació en Talavera de la Reina. «Fue su padre Mayordomo del conde de Oropesa y otro hermano también caballerizo, y una hermana de estos dos Olmedos fue camarera de la condesa de Oropesa. Pasó a este tiempo una compañía de representantes, y
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se fue siguiendo a una, que dicen que hacía damas, de buena cara pero muy honrada, su marido era autor y cobrador. Metiose Alonso a re p resentar en aquella compañía en un lugar de la Andalucía con el fin de si la podía conseguir, pero no pudo hasta que su marido de esta tal dama pasó para concertar fuese la compañía a Vélez Málaga a representar, y fue por mar, y salió una fragata de moros y echaron el barco a pique y cautivaron algunos cristianos, entre ellos fue este cobrador y autor» (Shergold y Varey, 1985, p. 156). Olmedo se casó con Jerónima Tufiño y tuvo cinco hijos: Juana, María, Jerónima, Alonso y Vicente. Los cuatro últimos siguieron los pasos de su padre y trabajaron como actores en diversas compañías de la época. Pellicer de Ossau, Salas y Tovar, José (1602-1679). Estudió Filosofía en Alcalá y Derecho canónico y civil en Salamanca. Mientras estuvo en la ciudad del Tormes fue nombrado Consiliario de la Universidad por la Mancha y reino de Toledo y desempeñó el cargo de vicerrector en nombre del cardenal don Enrique de Guzmán y Haro, sobrino del conde-duque. En 1624 se traslada a Madrid y, cinco años después, es nombrado Cronista Oficial de Castilla y en 1640 Cronista Mayor de los Reinos de la Corona de Aragón. Su erudición lo llevó a ser conocido entre sus contemporáneos como el «oráculo del siglo». Autor prolífico, cuenta entre sus escritos obras históricas, de crítica literaria, traducciones y poemas, como La Astrea sáfica. Se destacó por ser comentarista de Góngora en Lecciones solemnes a las obras de don Luis de Góngora. Peña, Juan Antonio de la. Natural de Madrid, fue abogado de los Reales Consejos y poeta. Mereció el elogio de su amigo Lope de Vega: «Si la corona ilustre a los atletas / y latinos poetas, / en tan alta ocasión competidores, / os parece pequeña, / murtas, laureles, mirtos, yedras, flores, / oh, musas, prevenid al doctor Peña, / que a vuestro monte sube, / peña tan alta que parece nube» (El laurel de Apolo, 1950, p. 216b). Es autor de la comedia El arca de Poralvillo, una loa y diversas composiciones líricas, relaciones y discursos.
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Prado, Antonio de. Fue actor y autor de compañías teatrales, y representó en numerosas ocasiones ante los reyes. Se casó en dos ocasiones, según los documentos recogidos por Shergold y Varey (1985). De su primer matrimonio, con Isabel Ana, hija de un reputado médico turolense, tuvo tres hijos, que también se dedicaron al mundo de la farándula: Sebastián y Lorenzo (que más tarde destacaron como actores y autores de compañía) y María (actriz); después contrajo nupcias con Mariana Vaca de Morales, actriz y autora de compañía. De este matrimonio nacerían Diego y José, que tras actuar en la compañía de su madre y de diferentes autores, se aventuró como empresario teatral a finales de siglo. Rana, Juan. Sobrenombre del actor Cosme Pérez, que fue excelso en la interpretación del gracioso. En 1617 pertenecía a la compañía de Juan Bautista Valenciano, y a partir de ahí inició una carrera que lo llevó a trabajar con las principales compañías de Madrid: Antonio de Prado,Tomás Fernández Cabrero, Pedro de la Rosa… Estuvo casado con María de Acosta y tuvo una hija, Francisca María. Con el tiempo, su personaje llegó a adquirir vida propia y se convirtió en el protagonista de numerosos entremeses: El doctor Juan Rana (Quiñones de Benavente), Juan Rana (Avellaneda), Juan Rana, comilón (anónimo), Juan Rana, enamorado (anónimo), Juan Rana, mujer (Cáncer), Juan Rana, poeta (Solís), Juan Ranilla (Cáncer y Velasco), El desafío de Juan Rana (Calderón), El retrato de Juan Rana (Solís), Dos Juan Ranas (anónimo) o Fénix, Juan Rana (anónimo). Inicialmente fue Pérez quien modeló este personaje y le dio forma; tras él algunas actrices, entre ellas Beatricica Velasco o Manuela de Escamilla, lo imitaron en la interpretación de Rana y adquirieron gran fama. Rioja, Francisco de (1583-1659). Se graduó en Leyes y estuvo bajo la protección del conde-duque de Olivares, que lo nombró bibliotecario y abogado consultor. Sufrió prisión por ser autor de unas injuriosas letrillas satíricas que circularon por la corte. Se retiró a Sevilla y regresó a Madrid en 1654. Es autor de numerosas composiciones poéticas, cartas y alegatos. Participó en la Academia burlesca como juez del certamen. Es mencionado por
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Lope de Vega en El laurel de Apolo y por Cervantes en El viaje del Parnaso: «Llenó del gran bajel el gran vacío / el gran Francisco de Rioja al punto / que saltó de la nube en el navío» (1943, p. 685b). Rojas Zorrilla, Francisco de (1607-1648). Dramaturgo toledano, llegó a Madrid siendo muy niño. En 1633 se representó ante los reyes su primera comedia (Persiles y Segismunda) y ya no se separó de los ambientes palaciegos. Publicó parte de su producción dramática en dos colecciones: Primera Parte de las comedias de don Francisco de Rojas Zorrilla (Madrid, 1640) y Segunda Parte de las comedias de don Francisco de Rojas Zorrilla (Madrid, 1645). También es autor de piezas en colaboración, entremeses y autos sacramentales. Rosete Niño, Pedro. Participó en las Lágrimas panegíricas en honor de Pérez de Montalbán. Es autor de un par de entremeses (Las burlas del doctor a Juan Rana y El gigante), de comedias en solitario (Madrid por de dentro, La conquista de Cuenca, Ello es hecho, Pelear hasta morir, etc.) y en colaboración con Cáncer, Meneses y Moreto, entre otros. Silveira, Miguel de. De origen portugués, estudió Filosofía, Jurisprudencia, Medicina y Matemáticas. Sirvió al duque de las Torres, don Ramiro Felipe de Guzmán, al que siguió a Italia cuando fue nombrado virrey de Nápoles. Es autor de diversas obras, como El sol vencido, Vida de Elio Seyano…, pero se le conoce por ser el autor del poema heroico titulado El Macabeo. Participó asiduamente en academias y reuniones literarias de la época. Su nombre suele aparecer en las nóminas de escritores ilustres. Mereció el elogio de Lope de Vega en El laurel de Apolo: «Y la considerada y rica vena / que del doctor Silveira le conduce / adonde el sol con menos rayos luce, / desde que de oro puro a Etonte enfrena» (1950, p. 197b). También Cervantes lo elevó a la cumbre: «Este, por quien de Lugo están ufanas / las musas, es Silveira, aquel famoso, / que por llevarle con razón te afanas» (Viaje del Parnaso, 1943, p. 683a).
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Solís y Rivadeneyra, Antonio de (1610-1686). Estudió Derecho, Ética y Política en la Universidad de Salamanca. Se trasladó a Madrid en 1628.Trabajó como secretario del Conde de Oropesa, virrey de Navarra y luego de Valencia. Felipe IV lo nombró secretario real en 1651 y en 1661 desempeñó el cargo de Cronista de Indias. Seis años después, en 1667, desengañado de la vida se hizo sacerdote. Fue básicamente un dramaturgo cortesano, cuyas piezas se representaron en las fiestas reales. Escribió poesía, teatro (solo y en colaboración), discursos y una Historia de la conquista de México, a la que le dedicó veinte años de su vida. Vargas, Manuel Antonio de. Doctor eclesiástico, es autor de diversas composiciones líricas y de la comedia Las niñeces y primer triunfo de David. Se encargó de recopilar parte de la obra de su íntimo amigo Quiñones de Benave n t e. Su participación en la Academia burlesca consistió en desarrollar la glosa del cartel, y no obtuvo premio. Vélez de Guevara, Luis (1579-1644). Estudió Artes y Filosofía. Estuvo un tiempo al servicio del arzobispo de Sevilla, el cardenal Rodrigo de Castro, se alistó y se marchó a Italia con el ejército del conde de Fuentes. A su regreso a España entró al servicio del conde de Saldaña y más tarde al del marqués de Peñafiel. Consiguió el cargo de ujier de cámara del rey en 1625. Autor de numerosas comedias, escribió la sátira social El diablo cojuelo. Lope en La Filomena (1621) dice de él: «De Luis Vélez, florido y elocuente, / la lira, que ya fue del dulce Orfeo» (1983, p. 826, vv. 206-207), y en El laurel de Apolo (1630) lo recuerda así: «Ni en Écija dejara / el florido Luis Vélez de Guevara / de ser su nuevo Apolo / que pudo darle solo, / y solo en sus escritos / con flores de conceptos inauditos / lo que los tres que faltan, / así sus versos de oro / con blando estilo la materia esmaltan» (1950, p. 195a). El Fénix también le dedicará un jocoso soneto en las Rimas de Tomé de Burguillos. Asimismo recibe elogios de Cervantes en El viaje del Parnaso: «Este, que escogido entre millares / de Guevara Luis Vélez es el bravo, / que se puede llamar quitapesares, / es poeta gigante, en quien alabo / el verso numeroso, el
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peregrino / ingenio, si un Gnaton nos pinta o un Davo» (1943, p. 683a). Vera, Melchor de. Caballero de la Orden de Calatrava. Desempeñó el cargo de ayuda de cámara del conde-duque de Olivares. En la Academia burlesca, desarrolló en 40 versos la glosa del cartel. Zapata, Francisco. Caballero del Hábito de Santiago, «tuvo los empleos de Caballerizo del rey, de Conductor de embajadores y teniente de capitán de la Guarda española del señor don Felipe IV, que era lo mismo que hoy el Real Cuerpo de Guardias, de que es siempre capitán un grande de España […] En 1641 fue uno de los de la Junta que se estableció para formar el Batallón de la Nobleza de Madrid; y, últimamente, hallándose en Fraga, sirviendo al rey año de 1644, falleció por el mes de septiembre, lleno de años y de méritos» (Álvarez y Baena, 1790, II, p. 136). Los vejámenes de las Academias del 37 y del 38 lo presentan como persona de edad avanzada y jugador empedernido: «Ha vencido seis o siete garitos después de muerto. —Según eso, tiene la vida jugada […] Y pasando adelante, vi que estaban jugando a los naipes en un bufete (bravos desatinos piensa el caletre del sueño) ¿quién, pensará? No menos que el conde-duque jugaba al hombre con don Francisco Zapata; pero don Francisco decía que no estaba para jugar al hombre, que a la setentona jugaría de mejor gana» (Coello, 1964, pp. 318a y 319a).
6. Bibliografía
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