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LOS PRIMITIVOS ROMANCES HISPÁNICOS NUEVAS APORTACIONES DESDE LOS GLOSARIOS VISIGÓTICOS
INSTITUTO ORÍGENES DEL ESPAÑOL director Claudio García Turza serie mayor 3
CONSEJO CIENTÍFICO DEL CILENGUA El Director de la Real Academia Española, presidente Prof. Michel Banniard, Université de Toulouse–Le Mirail Prof. Roger Chartier, EHESS & Collège de France Prof. Alan Deyermond, † University of London Prof. José Ángel García de Cortázar, Universidad de Cantabria Prof. Francisco Gimeno, Universidad de Valencia Prof. Carlo Ossola, Collège de France El Director del Dpto. de Filología Española de la Universidad de La Rioja, Prof. Jorge Fernández El Director del Instituto Orígenes del Español del Cilengua, Prof. Claudio García Turza El Director del Instituto de Historia de la Lengua del Cilengua, Prof. José Antonio Pascual El Director del Instituto Literatura y Traducción del Cilengua, Prof. Carlos Alvar
CLAUDIO GARCÍA TURZA
LOS PRIMITIVOS ROMANCES HISPÁNICOS NUEVAS APORTACIONES DESDE LOS GLOSARIOS VISIGÓTICOS con la colaboración de Javier García Turza
SAN MILLÁN DE LA COGOLLA 2011
© Cilengua. Fundación San Millán de la Cogolla © Claudio García Turza © Fotografías: Fernando García Andreva I.S.B.N.: 978-84-9392-1-3 D.L.: LR-381-2011 Impreso en España. Printed in Spain
A Guillermo, Adrián, Irene y Pablo.
PRÓLOGO
Ante todo, unas breves palabras de agradecimiento al Prof. Claudio García Turza por la propuesta de prologar este excelente libro. Es un honor inmerecido presentar una nueva historia de los protorromances hispanos, a partir de los nuevos hallazgos sobre los manuscritos visigodos de los siglos X y XI, y en particular del estudio descriptivo de seis glosarios hispanos visigóticos. Las primeras manifestaciones escritas del romance son las glosas y los glosarios, a través de varios registros (jurídicos, religiosos y otros). R. Menéndez Pidal llamó la atención sobre el capital interés de las variantes romances en las primeras muestras escritas de las glosas y de los textos de los siglos X y XI, con el fin de indagar en la reconstrucción temporal y geográfica de la etapa protorromance. Sin embargo, en la primera mitad del siglo pasado, el estudio de la historia de la lengua estuvo muy alejado del análisis de la variación y variedad lingüística y de las consideraciones sociológicas y antropológicas de los hablantes. Es más, hasta los años setenta del siglo pasado, la historia de la lengua española se basaba en el estudio de la documentación medieval que había proporcionado la investigación de R. Menéndez Pidal, en el primer tercio del siglo veinte, donde no aparecía el papel desempeñado por lo hispano en el desarrollo de la cultura europea. En concreto, el origen de los romances se vio como una descomposición del latín medieval, desde el siglo VIII, y se aludió a la iglesia cristiana como la madre de las lenguas románicas. En efecto, el Concilio de Tours (813) exigía que la predicación en las homilías debía traducirse en romance o alemán, con el fin de que fueran entendidas por los feligreses románicos o germánicos. Y ya desde el siglo IX podríamos hablar de bilingüismo y de los primeros romances. La mayor tradición románica de las glosas y textos jurídicos y la aparición de los Serments de Strasbourg (842) ponen de manifiesto los propios antecedentes de la influencia de la historia del derecho romano en la determinación de la función social de los romances. Es más, la eclosión normalizadora del registro jurídico y el notarial fue discontinua y desigual, pero insólita en la historia de la lengua, y es constitutiva del proceso mismo de formación de los protorromances hispanos, así como plantea a partir de ella la propia elaboración funcional de los registros jurídicos.
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Durante la segunda mitad del siglo XX, hemos acumulado grandes aportaciones a la lingüística histórica que han estado lejos de ser reconocidas por los historiadores de la lengua, pero que no podemos silenciarlas más a principios del siglo XXI, porque han significado grandes aciertos y soluciones ante hechos inexplicables hasta ahora. La entrada de la antropología en la historia es uno de los datos historiográficos más significativos en el último tercio del siglo pasado. En efecto, ha habido un enriquecimiento de perspectivas y una profundización en el conocimiento de la configuración de la sociedad, y en especial de sus comportamientos en relación con el territorio ocupado. En particular, J. A. García de Cortázar ha expuesto la idea central de ecosistema y el concepto clave de “aculturación”, con objeto de mostrar una nueva perspectiva de las implicaciones que la organización social del espacio tuvo durante la Edad Media en la Corona de Castilla, y de ofrecer una nueva interpretación del comportamiento de la sociedad hispano-cristiana. Las relevantes contribuciones de Claudio y Javier García Turza han puesto de manifiesto la conexión entre la trasmisión cultural hispana y el renacimiento carolingio, así como los aspectos históricos de San Millán de la Cogolla en la Alta Edad Media. El descubrimiento de tres nuevos manuscritos visigodos en la Real Academia de la Historia (los códices Ems. 24, 46 y 31), en los que han analizado los aspectos codicológicos y paleográficos y las primeras glosas escritas del romance hispano, constituyen una fuente de primera magnitud para la investigación de la formación de los romances hispanos. La presente aportación de Claudio García Turza es un exhaustivo análisis funcionalista de las variantes (grafemáticas, fonológicas, morfológicas y léxicas) que subyacen al proceso de formación de los protorromances, con el fin de desvelar la aportación de los glosarios hispanos altomedievales a la historia de las lenguas románicas, y en particular de los protorromances hispanos. Dentro del occidente europeo, es preciso recordar aquí el papel decisivo que desempeñaron los glosógrafos de Hispania, particularmente en la formación de los grandes glosarios enciclopédicos de procedencia emilianense. A partir de algunos de los muchos testimonios grafemáticos y fonológicos superficiales, Claudio García Turza ha argumentado convincentemente el origen hispano de los modelos utilizados en la compilación del Liber Glosarum. Las glosas y los glosarios son las primeras muestras escritas y los testimonios histórico-lingüísticos más antiguos del proceso de formación de las lenguas románicas. Los glosarios son importantes divulgadores de información léxica y morfológica del latín medieval y de los primeros elementos romances e iberorromances, así como proporcionan referencias sobre la sociedad, las religiones, las formas de vida y las mentalidades. El
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análisis interdisciplinario de los glosarios altomedievales constituye uno de los más valiosos medios de conocimiento y reconstrucción de los procesos de formación de las lenguas romances, como primeras muestras escritas de la diferenciación temporal, geográfica, social y contextual del latín medieval. Sin duda alguna, la contribución de Claudio García Turza sobre la aportación de los glosarios hispanos altomedievales a la historia lingüística española es excepcional. Es evidente que estamos ante unos textos latinos que presentan innumerables innovaciones superficiales de los escribanos, quienes reflejaban la competencia comunicativa de su comunidad de habla. El proceso de formación de los romances requiere, pues, una nueva historia, con una preocupación por las consideraciones sociológicas y antropológicas de los hablantes, a partir de los nuevos hallazgos sobre los manuscritos visigodos de los siglos X y XI.
F. Gimeno Menéndez
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INTRODUCCIÓN Desde las ediciones y los estudios diversos de los glosarios hispanos llevados a cabo por Javier García Turza y por mí mismo a partir del año 1997, se han publicado ya varias colaboraciones filológicas y lingüísticas así como reseñas y referencias críticas de distinta entidad sobre el género textual de los glosarios visigóticos mismos, con incidencia especial en el Em 46, y sobre las características de las ediciones y los análisis codicológicos, paleográficos, lexicográficos y lingüísticos realizados por nosotros. En relación con el enfoque específicamente lingüístico, que es el que en esta obra interesa examinar, destacan, a mi juicio, las aportaciones y consideraciones de González Ollé, Roger Wright, Hernández Alonso, Manuel Alvar Ezquerra, José Jesús de Bustos Tovar y Gimeno Menéndez. A ellas me voy a referir a continuación con el propósito principal de mostrar las respectivas opiniones de estos investigadores. Por ello se entenderá que me limite aquí prácticamente a resumir sus valoraciones y que, para lograr una mayor eficacia, recurra obligadamente a la cita textual. 1. En un primer trabajo, centrado en el Em 461, González Ollé afirma que este códice brinda muchas y sorprendentes novedades a la historia de la lengua española tanto en el plano léxico como en el de otros niveles lingüísticos. Así, a lo largo de su estudio se observan valoraciones como esta: «La lectura del GlT [Glosario Turza] me ha revelado testimonios de notable interés […] para el conocimiento del español en la fase primitiva de su historia»2. O esta otra, más contundente, que invita a la colaboración en este ámbito científico: «En términos absolutos, los glosarios constituyen por sí mismos una fuente de primera magnitud para la investigación de los orígenes del español»3.
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González Ollé, Fernando, Observaciones filológicas al códice emilianense 46 (Glosario Turza), con algunas de sus aportaciones a la historia lingüística española, en Jens Lüdtke y Christian Schmitt (eds.), Historia del léxico español. Enfoques y aplicaciones. Língüística Iberoamericana, Madrid / Frankfurt, 2004, 13-37. 2 Ibíd., 36. 3 Ibíd., 15.
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En otra colaboración posterior4 González Ollé alude además al interés de los glosarios para el estudio de los orígenes de las lenguas románicas. E insiste en la valoración de este tipo de textos como una nueva fuente lingüística, fuente que enriquece cuantitativa y cualitativamente a la escasa documentación altomedieval conocida: «Recientemente, García Turza acertó a enfrentarse con códices riojanos relegados a la penumbra de archivos y desvanes [...] apenas frecuentados salvo por don Manuel Díaz y Díaz. Su examen y edición de varios, una tarea aún en marcha, por mucho tiempo, ha proporcionado una rica información sobre los orígenes románicos. Si de modo directo o indirecto la escritura, sobre un fondo latino, acumula una buena proporción de rasgos innovadores que luego serán generales, cabe garantizar ya la existencia oral de una nueva lengua. Sin suponer una anticipación cronológica muy acusada sobre el término inicial establecido en Orígenes, sí, en cambio, los resultados obtenidos por García Turza ofrecen auténticas novedades, sorprendentes atestiguaciones, como enseguida mostraré. […] La escasa documentación del siglo X manejada por Menéndez Pidal se amplía considerablemente con esta nueva fuente; pero no sólo de modo cuantitativo, sino cualitativo, por su diferente registro»5. En el capítulo quinto de este libro trato sobre el importante muestrario de observaciones textuales que González Ollé presenta, consciente de su utilidad práctica para los historiadores de la lengua española. 2. Roger Wright le ha dedicado mucho tiempo al examen crítico de nuestros libros. Fruto del cual son unas publicaciones amplias, muy trabajadas y portadoras siempre de gran interés científico en relación con la glosografía. Por lo que a nosotros afecta esta dedicación, le expreso mi gratitud personal más sincera. En la primera de ellas, concretamente en la que dedicó también al Em 466, considera este códice como una obra extraordinariamente valiosa tanto por la calidad general de la copia como por su condición de manuscrito con fecha completamente segura. Además subraya especialmente el hecho de que esas caraterísticas materiales son expresión clara de la formación o nivel intelectual propios de los monjes del cenobio emilianense y de la cultura hispana de la Península en aquella época altomedieval: «El códice emilianense nº 46 de la Real Academia de la
4 González Olle, Fernando, «Aportaciones a los orígenes de la lengua española», en Beatriz Díez Calleja (ed.), El primitivo romance hispánico, Burgos, Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2008, 13-71. 5 Ibíd., 26-27. 6 Wright, Roger, reseña de García Turza, Claudio y García Turza, Javier, Fuentes españolas altomedievales. El códice emilianense 46 de la Real Academia de la Historia, primer diccionario enciclopédico de la Península Ibérica. Edición y estudio. Madrid, Real Academia de la Historia y Logroño, Fundación Caja Rioja, 1997 (711 págs. + 21 láminas), en Lingüística 10, 1998, 165-176.
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Historia es una verdadera joya de la cultura del temprano Medio Evo, por una gran gama de razones. La profesionalidad y el esmero con los que este gran códice se confeccionó es testigo de la calidad de la vida intelectual de la época, [...] La inesperada exactitud de su fechación proporciona una inusitada confianza cronológica para los historiadores; se terminó la copia en el mes de junio del año 1002 de la era española (964 A.D.). [...] Los que nos especializamos en la lingüística de aquella época llevamos años sabiendo que debiéramos haber estudiado este glosario, por ser un indicio tan abrumador del ambiente cultural que experimentaban sus usuarios»7. Sin embargo, en uno de sus estudios léxicos de estos glosarios, presentado ante especialistas en la historia de la lengua española8, Wright hace alguna afirmación que se aparta, a mi juicio, de un análisis riguroso y, sobre todo, coherente con la entidad de estas obras. Me detengo solo en la siguiente: «Nuestros manuscritos se copiaron en San Millán desde otros que les habían llegado del norte, pero es siempre posible que la copia no haya sido del todo fiel, y que hayan cambiado algunos detalles en el escritorio riojano.»9. La primera parte de este aserto, desde la perspectiva de quienes venimos requiriendo en relación con el problema del lugar exacto de copia argumentos codicológicos y paleográficos firmes, nos parece inconsistente: nadie ha probado definitivamente aún el origen riojano de la copia del Em 3110 ni que su modelo llegara del norte; y la segunda, el cambio posible de «algunos detalles», desvirtúa y, en el fondo, viene a anular radicalmente el verdadero interés de este manuscrito para los estudios filológicos latinos, romances e hispánicos. En otra de sus colaboraciones, centrada principalmente en nuestra edición y estudio del Em 3111, vuelve a sorprender una de las valoraciones globales que hace al comienzo de sus apreciaciones críticas. En ella se percibe de nuevo hasta una cierta admiración por los aspectos externos de la edición, pero no se observa ningún tipo de ponderación respecto de la entidad misma de los textos editados y estudiados: «We owe the Brothers
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Ibíd., 165-166. Wright, Roger, «Léxico romance en los glosarios de San Millán», en Mª Teresa Echenique Elizondo y Juan Sánchez Méndez (eds.), Actas del V Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española. Tomo II, Madrid, Gredos, 2002, 2421-26. 9 Ibíd., 2421. 10 Por ejemplo, Elisa Ruiz García (Catálogo de la sección de códices de la Real Academia de la Historia, Madrid, Real Academia de la Historia, 1997, 222) plantea la cuestión todavía con las aconsejables cautelas: «Quizá se pueda conjeturar que este ejemplar fue elaborado en San Millán...». 11 Wright, Roger, «The Monolingual Latin Glossaries of the Iberian Peninsula: Can they help the Romanist?», en Marieke Van Acker et alii (eds.), Latin écrit-Roman oral? De la dichotomization à la continuité, Turnhout, Brepols, 2008, 137-158. 8
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Garcia Turza a debt of gratitude for their enterprise, partly because they published them on excellent paper, with colour illustrations and lengthy introductions, but mainly because the editions are accompanied by clear and readable colour facsimiles.»12. En líneas generales, en esta misma reseña crítica, Wright ofrece básicamente una selección de los datos fonéticos, gramaticales y léxicos proporcionados y estudiados por mí (por ejemplo, bajo las formas adhún, ero/eris/est, mucre, nacos, qui quier, rialia, tenuat, etc.) sin ofrecer su punto de vista, comentarios específicamente lingüísticos sobre esas aportaciones13. Bien es verdad que en algunos casos llega a calificar ciertas formas de interesantes (cf. aquí, la n. 13), intrigantes, e incluso, fascinantes. Por ejemplo, a propósito de la voz prerromana nacos o de los arabismos albaÍlda, alhácama y amacu, del Em 31: «Another intriguing example in this category is the form nacos in 20r25»14, «So this entry [amacu] is as fascinating as the previous two discussed [albaIlda, alháccama] but for quite different reasons.»15. También reconozco que, teniendo a la vista el facsímil del manuscrito, corrige con razón algunas de nuestras lecturas. Concretamente, se debe transcribir qui queret (perIpsema rasura uel limatura qui queret, Em 31, 80v 1, 25), en lugar de la lección nuestra quiqueret, incorrecta por presentar en una sola unidad gráfica la forma pronominal16. También las palabras sefran y seframi (criscolla sefran hoc est, cardum album, Em 31, 8r 3, 45; kameleonta seframi Id est, cardum album, Em 31, 49r 1, 5) deben situarse así, como componentes de las entradas léxicas respectivas y no como partes de la definición, según transcribimos equivocadamente en nuestra edición17. Y, sobre todo, por la especial importancia que yo mismo le otorgo al glosema en cuestión, está claro que hay que transcribir Auca rialia, apéndice del artículo muscus lanugo In sparti similitudinem, unde et «muscosi fontes», Em 31, 63v 1, 10: de acuerdo con la puntuación del texto, Auca es, en efecto, la entrada léxica del artículo, y rialia la definición (cf. 8.3.1, s. v. rialia)18.
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Ibíd., 137-138. Así –doy un solo ejemplo–, a propósito de la excepcional documentación de tenuat en el nivel morfológico, se limita a valorar esta aportación como un estadio «interesante» en la evolución teneat > tenga: «It seems clear, therefore, from both Isidore and this related gloss in Goetz’s Corpus, that the form tenuat in Em. 31 is a subjunctive, and Garcia Turza’s lengthy discussion points out that this form represents an interesting intervening stage in the development from teneat to Spanish tenga» (ibíd., 155). 14 Ibíd., 151. 15 Ibíd., 150. 16 Ibíd., 154. 17 Ibíd., 150. 18 Ibíd., 151-152. 13
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Insiste, por otra parte, con especial énfasis (y no le falta razón, por supuesto) en la necesidad de contar con romanistas para abordar con rigor y aprovechamiento filológico el interés lingüístico que albergan los glosarios; pero, eso sí, centrando su atención necesariamente en las palabras o formas concretas, aun cuando el conocimiento global de estos libros pueda serles de utilidad: «The Riojan glossaries undoubtedly provide data of great interest to those who study tenth-century Ibero-Romance culture. But I will suggest here that Romanists should proceed with care before drawing direct conclusions from particular entries about the development of Ibero-Romance itself19 […] The conclusions that many of these thoughts have led to are firstly, that each entry needs separate investigation, and secondly, that the evidence of the Glossaries can often be of use when we are investigating the history of particular lexical items. We need to do this one entry at a time, not least because these lists were compiled by and for scholars with a practical interest in vocabulary. It may be fair to argue that the expertise of the Romanist is more likely to aid the study of the entries in the glossary than vice versa, yet these volumes should not be ignored by the Romanist»20. Por otro lado, trato en el capítulo cuarto de este libro sobre la crítica de Wright a la condición de «Fuentes Españolas» que nosotros atribuimos a estos glosarios visigóticos. 3. Hernández Alonso abre una de sus recientes aportaciones en torno al Em 4621 manifestando que en el estudio de los glosarios la lectura de este códice le atrajo de modo especial: «Nunca pensé que me fuera a enganchar como lo hizo la lectura atenta de un Glosario medieval. Pero, interesándome por las Glosas, desde hace bastantes años, no podía ser de otra manera. Y, en verdad, a la luz de los últimos trabajos de Claudio y Javier García Turza, en especial de sus Fuentes españolas altomedievales, en la que editan y analizan pormenorizadamente el Códice emilianense 46 de la R.A.H., entre otros, mi interés hacia los Glosarios fue creciendo, como no lo habían logrado las obras de los maestros Menéndez Pidal, Díaz y Díaz, Goetz, etc. ni los estudios de Wright, Torreblanca, Vivancos y tantos otros»22. En el análisis detenido de este glosario, reconoce Hernández Alonso haber experimentado una fuerte impresión por dos aspectos de su contenido. Primero porque se trata
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Ibíd., 138. Ibíd., 156. 21 Hernández Alonso, César, «Glosas, glosarios y escolios», en Beatriz Díez Calleja (ed.), El primitivo romance hispánico, Burgos, Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2008, 259-271. 22 Ibíd., 259. 20
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de un «códice realmente riquísimo en contenido e ideas [...]. Y, por supuesto, con un destacado nivel cultural y lingüístico en su época»23, y después, por su riqueza filológica, por su alto número de romanceamientos y de formas puramente romances: «Analicé reiterada y minuciosamente el trabajo mencionado de los García Turza con diversa atención, y quedé impresionado por la riqueza filológica para el romance castellano que aporta este cuasi “diccionario enciclopédico”, de más de 20.000 glosas, con numerosas palabras y frases romanceadas, así como una serie de breves textos tardíos escritos en puro romance. Indudablemente los futuros estudios y ediciones de otros Glosarios anunciados por dichos investigadores enriquecerán las investigaciones sobre los orígenes del español.»24. Aunque se sitúe fuera del enfoque estrictamente lingüístico, interesa subrayar aquí que una de las aportaciones más destacadas de Hernández Alonso consiste en tratar de probar que en la copia del Em 46 intervinieron dos copistas-glosistas. Basa su conjetura en varios argumentos: a) la presencia de un éxplicit en el folio 89v; b) la de transcripciones en griego a partir de la letra p, hecho que no se da antes; c) la mayor tendencia enciclopédica y erudición en sus acepciones y comentarios del segundo copista, que es el que añade las glosas de textos conciliares; y d) la presencia de comentarios gramaticales en la primera parte, mientras que en la segunda figura un comentario, más escueto, de métrica25. 4. Manuel Alvar Ezquerra en un artículo reciente presenta los glosarios hispanos desde la perspectiva lexicográfica y dentro del marco de la producción europea de este tipo de repertorios léxicos26. No es su propósito, por tanto, en ese trabajo realizar una caracterización lingüística, aunque adelanta que presentan un extraordinario interés para la historia de la lengua española y de las romances porque su latín tardío se muestra contaminado de las hablas altomedievales: «Otra cuestión es la de su importancia lingüística, sobre la que no voy a entrar ahora, aunque diré que el latín de todos esos glosarios es un latín tardío, contaminado también por las incipientes modalidades lingüísticas que se comenzaban a hablar en la Península. Por todo ello, presentan un extraordinario interés para la historia de nuestra lengua –como para el catalán en otros casos–, que, como balbuciente realidad, se deja entrever, para ojos bien acostumbrados, en algunos lugares de su interior, en “una línea flotante entre latín y romance no siempre fácil de fijar” (García Turza 1997: 156)»27.
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Ibíd., 271. Ibíd., 259. 25 Ibíd., 268-271. 26 Alvar Ezquerra, Manuel, «Los primeros repertorios lexicográficos en España», en Rita de Maeseneer et alii (eds.), El hispanismo omnipresente. Homenaje a Robert Verdonk, Bruselas, 2009, Ediciones UPA, 57-66. 27 Ibíd., 64. 24
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5. De las varias colaboraciones de José Jesús de Bustos Tovar sobre el interés de los glosarios para el estudio de los orígenes del español, selecciono la que se encuentra en un estudio suyo centrado en el léxico del romance primitivo28. Se trata básicamente de unas reflexiones en torno a las incógnitas y los problemas que plantea la descripción de dicho léxico primitivo: unos son morfonológicos, derivados del polimorfismo tan acusado de ese momento histórico; otros, vienen motivados por la parcialidad léxica de lo hasta hoy documentado frente al vocabulario real, lo que, por otro lado, dificulta muchas veces el análisis etimológico válido; también están los relativos a la «primera documentación de una palabra», los que atañen al concepto de léxico patrimonial, cultismo y semicultismo referidos a ese léxico primitivo y necesitados de revisión, o los que implica el dilucidar cuándo hay vacilación entre formas cultas, semicultas, patrimoniales, y cuándo se trata de meras variantes ortográficas que se leerían del mismo modo. Bustos Tovar sostiene que los textos visigóticos en pizarra, editados y estudiados por Isabel Velázquez, a pesar de su parcialidad, abren un camino esencial para el estudio del léxico primitivo como continuación natural que este es del latín de la época visigótica. En cambio, en el ámbito de los glosarios, a su juicio, no poseemos aún la luz suficiente para el estudio de la transmisión del léxico desde el latín al romance: «Los primitivos glosarios, estudiados por Claudio García Turza, representan la otra cara del problema. Cuando nos remontamos a los “siglos oscuros” del idioma, las incógnitas nos acosan. La investigación sólo puede arrojar hasta el momento tenues luces que nos permiten suponer cómo se transmitió el léxico de una lengua a otra. O, para decirlo mejor, cómo una lengua nueva, con estructuras morfonológicas y gramaticales bien diferenciadas, se construyó fundamentalmente sobre la base de un léxico latino heredado»29. 6. Finalmente, uno de los medievalistas que más se ha interesado por los glosarios desde diferentes perspectivas y, sobre todo, atendiendo a su fundamental aportación a la sociolingüística histórica es Gimeno Menéndez. Es apremiante la respuesta a las insuficiencias historicistas del enfoque tradicional, con la necesidad de una nueva historia de los protorromances hispanos, preocupada por las consideraciones sociológicas y antropológicas de los hablantes, a partir de los nuevos hallazgos sobre los manuscritos visigodos de los siglos X y XI. La introducción de la antropología en la historia de la lengua es uno de los datos más significativos a finales del siglo pasado.
Bustos Tovar, José Jesús, «Léxico en el romance primitivo», en Beatriz Díez Calleja (ed.), El primitivo romance hispánico, Burgos, Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2008, 319-323. 29 Ibíd., 323. 28
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A él le agradecemos sus luminosas colaboraciones en esa especialidad científica y, de modo especial, personalmente, el haber aceptado prologar este estudio. Precisamente, de sus meditadas palabras prologales selecciono dos párrafos que creo resumen el interés mayor que él encuentra en estos glosarios: «Las relevantes contribuciones de Claudio y Javier García Turza han puesto de manifiesto la conexión entre la trasmisión cultural hispana y el renacimiento carolingio, así como los aspectos históricos de San Millán de la Cogolla en la Alta Edad Media. El descubrimiento de tres nuevos manuscritos visigodos en la Real Academia de la Historia (los códices Ems. 24, 46 y 31), en los que han analizado los aspectos codicológicos y paleográficos y las primeras glosas escritas del romance hispano, constituyen una fuente de primera magnitud para la investigación de la formación de los romances hispanos. La presente aportación de Claudio García Turza es un exhaustivo análisis funcionalista de las variantes (grafemáticas, fonológicas, morfológicas y léxicas) que subyacen al proceso de formación de los protorromances, con el fin de desvelar la aportación de los glosarios hispanos altomedievales a la historia de las lenguas románicas, y en particular de los protorromances hispanos». 7. Es evidente la importancia de las valoraciones precedentes, las cuales, a su vez, prueban que se ha dado ya una acogida de bastante consideración a este género textual hispano. Sin embargo, sostengo que la entidad filológica y lingüística de estos textos altomedievales todavía no ha sido suficientemente analizada y, en consecuencia, valorada (pienso, de manera especial, en la que encierra el Em 31). Posiblemente la explicación más sencilla de esta relativa desatención proceda de la inseguridad misma interpretativa que ocasionan unos textos muy innovadores en el nivel fonético y léxico pero asistemáticos todavía en el (orto)gráfico. Como lo experimentó González Ollé en su excelente esfuerzo interpretativo30, también yo percibí hace ya tiempo que para comprender bien el contenido de los artículos de estos glosarios es imprescindible someterlos previamente a una depuración filológica. Por todo ello, me ha parecido muy conveniente reproducir aquí con múltiples precisiones y, sobre todo, notablemente ampliado e ilustrado el estudio global, fundamentalmente de perfil lingüístico, que en septiembre de 2006 presenté en la ciudad de Mérida (Yucatán) con motivo de la celebración del VII Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española31.
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Ibíd., 18. García Turza, Claudio «La aportación de los glosarios hispanos altomedievales a la historia de la lengua española», en Concepción Company Company y José G. Moreno de Alba (eds.), Actas del VII Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, tomo I, Madrid, Arco/Libros, 2008, 69-157. 31
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1. LOS
GLOSARIOS HISPANOS VISIGÓTICOS
Voy a tratar, pues, de los glosarios hispanos visigóticos. Bien entendido que mi propósito fundamental es presentar una muestra de los numerosos testimonios de interés que atesoran para el conocimiento de las hablas iberorromances altomedievales en el marco general de los orígenes románicos y, especialmente, de la lengua española en la fase primitiva de su historia. Pero no debo silenciar su entidad y alcance en el ámbito de otras disciplinas, como la filología latina, sobre todo la medieval, la codicología, la paleografía, la historia de la cultura o la historia en general. Pues bien, seis son esos repertorios léxicos, hispanos y visigóticos, seis glosarios sobre los que ha versado durante los últimos quince años mi investigación. A saber: los emilianenses contenidos en los códices 24, 31 y 46 de la Real Academia de la Historia (Em 24, Em 31 y Em 46); los silenses de los manuscritos Nouv. acq. lat. 1296 y Nouv. acq. lat. 1298 (Sil 1296 y Sil 1298), custodiados en la Biblioteca Nacional de Francia; y el albergado en Vitr. 14-5, de la Biblioteca Nacional de España.
1.1. EL
CÓDICE
REAL ACADEMIA
DE LA
HISTORIA 24 (EM 24)
El Em 24 de la Real Academia de la Historia es el glosario más antiguo. Se encuentra mutilado al principio y al final. Contiene 815 glosas latino-latinas en las letras D-P, estrechamente relacionadas con el Liber Glossarum. Fue editado en 1914 por M. Artigas y, dadas las múltiples lecturas erróneas de esta edición, reeditado con mi colaboración en 200032. En cuanto al complejo problema de la procedencia de este códice, hemos de reconocer antes de nada que, por el momento, no disponemos de argumentos firmes para determinar con seguridad el escritorio donde fue copiado. Las aportaciones de los investigadores más destacados no arrojan, a mi entender, luz suficiente sobre esta importante cuestión. Así, la tesis de Díaz, para quien el Em 24 ofrece «síntomas de origen no riojano»33, se enfrenta a la teoría de Klein, que sostiene todo lo contrario. Además, el primero, Díaz, con argumentos de distinta entidad (ausencia de sincronismos, mención simple de la era en la datación, etc.) le adjudica un amplio abanico de procedencias, que comprendería desde la zona de Leire-San Juan de la Peña, pasando por la región zaragozana34,
M. Artigas, «Fragmento de un glosario latino», RFE, 1, 1914, 245-274. Cf. ahora, C. García Turza y J. García Turza, «El glosario latino del códice emilianense 24 de la R.A.H.», en Investigación Humanística y Científica en La Rioja. Homenaje a Julio Luis Fernández Sevilla y Mayela Balmaseda Aróspide, Logroño, IER, 2000, 107-135. 33 M. C. Díaz y Díaz, Las primeras glosas hispanas, Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, 1978, 14. 34 M. C. Díaz y Díaz, Libros y Librerías en La Rioja Alto Medieval. Logroño, IER, 19912, 222. 32
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hasta Córdoba o sus cercanías, «en ocasión quizá del resurgir de la vida monástica que marcó la reacción mozárabe de hacia 850»35. Por su parte, Klein le adscribe filiación emilianense, lo que le permite, a su vez, atribuir al códice 26 de la Biblioteca de la Academia de la Historia de Madrid la misma procedencia, tras comprobar analogías en las decoraciones de ambos manuscritos36.
1.2. EL
CÓDICE
REAL ACADEMIA
DE LA
HISTORIA 46 (EM 46)
El Em 46 de la Real Academia de la Historia se terminó de escribir el 13 de junio del año 964. Recoge dos glosarios; el primero, latino-latino, del tipo A, contiene exactamente la cantidad excepcional de 20.520 artículos; el segundo, de temática conciliar, incluye glosas germánicas (Portentuose˛ unga hiuro 169r 1, 4, lámina 1; Inprouitas unga uori siue˛ pre˛sumptjo 169r 1, 33, lámina 2; Inretitus piuagan ulpis saget 169r 2, 32, lámina 3 -Díaz, Libros, 145, n. 43: inretitus piguagan upis saget-; carparetur kazue iotu uuerde 169v 2, 3, lámina 4; Nisi kyripan 170r 1, 9, lámina 5; Inculcetvr karetan 170r 1, 11, lámina 6; Notauiles zahhe 170r 1, 17, lámina 7; coscotis uuezzistein 170r 2, 6, lámina 8; etc.). Lo presentamos en 199737 con ocasión de la celebración en La Rioja del IV Congreso Internacional de la Asociación de Historia de la Lengua Española. La Agencia Española de Cooperación Internacional publicó su edición facsimilar, que acompaña a nuestra edición y estudio38. Respecto de la procedencia del códice, las mismas características gráficas que confirman la idoneidad de la fecha del colofón nos llevan, con Díaz, a aceptar con bastante seguridad a San Millán como el escriptorio en que se produjo este volumen39. En él destaca el hecho incuestionable de que se usó con frecuencia como fuente para añadir glosas a otros textos distintos como los emilianenses RAH 5 y 13, de la segunda mitad del siglo X, o el cód. «Albeldense» (El Escorial, ms. D. I. 2), cuyas glosas 13, 16, 20, 37, 73, 80, 117 y 119 coinciden exclusivamente con los correspondientes artículos de este glosario, lo que trasluce una especial, y muy interesante, relación de las glosas (y de los escritorios respectivos donde se copiaron) de un códice de San Martín de Albelda con las del lexicón de la Cogolla.
M. C. Díaz y Díaz, «Al margen de los manuscritos patrísticos latinos», Sacris Erudiri, XXII, 1975, 69. P. K. Klein, Der ältere Beatus-Kodex 14-1 der Biblioteca Nacional zu Madrid, Hildesheim 1976, 247. 37 C. García Turza y J. García Turza, Fuentes españolas altomedievales. El códice emilianense 46 de la Real Academia de la Historia, primer diccionario enciclopédico de la Península Ibérica. Edición y estudio. Eds.: Real Academia de la Historia y Fundación Caja Rioja, Logroño, 1997. 38 Madrid, 1998. De la edición facsimilar llevada a cabo por dicha Agencia se realizaron 500 ejemplares, numerados del 1 al 500. 39 Díaz, Libros, 146. Bien es verdad que este mismo autor unas páginas antes amplía el área de procedencia del volumen cuando afirma: «Se trata de uno de los varios glosarios que fueron exarados en San Millán o su entorno» (ibíd., 143). 35 36
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1.3. EL
CÓDICE
REAL ACADEMIA
DE LA
HISTORIA 31 (EM 31)
El Em 31 de la Real Academia de la Historia se copió a finales del siglo X o en la primera mitad del XI. Conserva exactamente 13.706 artículos. Se alude siempre a él como un glosario «sui generis», según lo tildó Goetz40. De nuevo, en colaboración con mi hermano Francisco Javier hemos dado a la luz su edición introducida, igualmente, por un estudio histórico y filológico41, y complementada por una edición facsimilar realizada por Edilán-Ars Libris. Por otra parte, como Díaz, nos inclinamos a aceptar el escritorio de San Millán como el origen más probable de la copia de este glosario. Son, también ahora, razones paleográficas, «el tipo de letra, y algunos otros rasgos», las que fundamentan esta apreciación42. No obstante, como este mismo autor advierte, precisamente la no muy alta calidad gráfica del conjunto «quizás abona la duda de que se haya escrito en la Cogolla»43.
1.4. EL
CÓDICE
BIBLIOTECA NACIONAL
DE
FRANCIA NOUV. ACQ. LAT. 1298 (SIL 1298)
El Sil 1298 de la Biblioteca Nacional de Francia se copió en la primera mitad del siglo X. Habida cuenta del escaso uso de la distinción ti-tj y del aspecto general de su escritura, nos atreveríamos, en efecto, a situarlo, con Vivancos, en la primera mitad de esa centuria44. Contiene unas 2.500 glosas entre las letras F y T. Se trata de una de las numerosas variantes del Liber Glossarum en que se combinan glosas de Plácido con otros elementos. Ha sido publicado dos veces: primero por Goetz, en el volumen V de su Corpus Glossariorum Latinorum (pp. 104-158), y después por Eduardo García de Diego en 1933. Por sus características paleográficas, Díaz sostiene la procedencia riojana o pirenaica del manuscrito46, pero se desconoce el origen de la compilación que transmite. En cualquier caso, la diversidad de fuentes que utiliza parece exigir un ambiente de cierto nivel cultural, no ajeno a la reforma carolingia.
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G. Goetz, Corpus Glossariorum Latinorum. Leipzig, 1889-1923 (reim. Amsterdam, 1965), I, 186. C. García Turza y J. García Turza, Fuentes españolas altomedievales. El códice emilianense 31 de la Real Academia de la Historia. Edición y estudio. Eds.: Real Academia de la Historia y Fundación Caja Rioja, Logroño, 2004. La edición facsimilar consta de 500 ejemplares. 42 Díaz, Libros, 186. Cf. el argumento que esgrimo aquí en 3.2.7. 43 Díaz, Las primeras, 15. 44 M. C. Vivancos Gómez, Glosas y notas marginales de los manuscritos visigóticos del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Stvdia Silensia 19, Abadía de Silos, 1996, 74. 45 E. García de Diego, Glosarios latinos del Monasterio de Silos, Murcia, 1933, 459-507. 46 M. C. Díaz y Díaz, Códices visigóticos en la monarquía leonesa, León, 1983, 452. 41
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1.5. EL
CÓDICE
BIBLIOTECA NACIONAL
DE
FRANCIA NOUV. ACQ. LAT. 1296 (SIL 1296)
El Sil 1296 de la Biblioteca Nacional de Francia se escribió probablemente en la segunda mitad del siglo XI. Se trata del más antiguo manuscrito en papel que conocemos. Es indudable que este glosario se obtuvo sobre todo a partir del emilianense 4647: la semejanza textual entre ambos es innegable, pero no hasta el punto de considerarlos gemelos48. Junto a numerosas muestras de fidelidad textual, el manuscrito parisino se aparta muchas veces de las lecturas del códice 46. Ello es debido fundamentalmente a cierta tendencia de su amanuense a la corrección idiomática del ejemplar emilianense o texto de base principal, esto es, a la constante restauración de la forma idónea de muchas desviaciones del modelo. Muy probablemente, el Sil 1296 se sacó del emilianense en el mismo monasterio de San Millán, aunque también cabe conjeturar que dicha copia se realizara en el cenobio silense49. Contiene 12 glosas árabes que se encuentran tras los glosemas de los correspondientes artículos. Son estas: ár. almagraf ‘cazo’, en Fuscina estamen cocorum 82r 1, lámina 9 -artículo añadido, no figura en el Em 46-; ár. as-samag ‘resina’, en Gummi genus resine 86r 1, lámina 10 -también añadido, no lo recoge el Em 46-; ár. shayar alban ‘árbol del nardo’, en nardum arbor 130r 1, 14, lámina 11; ár. albetih ‘melón’, en Pepones de herbis nascuntur magni feruntur 150r 2, 25, lámina 12; ár. tufah ‘manzana’, en Malum melum 119r 1, 27, lámina 13; ár. aljazaf ‘cerámica’, en Toreumata uasa que sunt In torno facta -exactamente la glosa árabe se halla aquí tras el artículo siguiente: Toreuma que Interiora sunt-, 204r 2, 10, lámina 14; etc.). Lo publicó también en 1933 García de Diego50.
1.6. EL
CÓDICE
BIBLIOTECA NACIONAL
DE
ESPAÑA VITR. 14-5 (BNE)
El códice de la Biblioteca Nacional de España Vitrina 14-5 fue escrito a mediados del siglo XI, probablemente por Munio. Contiene unas 3.600 glosas aproximadamente. Se halla todavía inédito51. Está directamente vinculado con el repertorio denominado Abstrusa, con
47 Parece claro, en efecto, que utilizó otros modelos: algunos de sus glosemas (egestas ‘ab eo quod egere conpellat’, 17v; emacitas ‘emendi auiditas’, 63r, etc.) no figuran en el Em 46 -o si lo hacen, presentan notables variantes- y sí, en cambio, en el Em 31. 48 Para Díaz, Códices, 344-345, «Es prácticamente gemelo, desde el punto de vista textual, del códice que se conserva en Madrid, Bibl. Acad. Hist., cód. 46». 49 Díaz, Libros, 147. 50 García de Diego, Glosarios latinos, 1-458. 51 Jonathan Gómez Narros tiene a punto la edición de este glosario con un estudio de las principales particularidades del mismo (aspectos codicológicos, lexicográficos, su adscripción a la familia de los glosarios Abstrusa, etc.). En breve verá la luz esta obra dentro de las publicaciones de Cilengua.
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el que llega a convenir incluso en la ordenación de muchas de sus voces52. Ahora bien, sus definiciones presentan en general un contenido léxico muy selectivo o intencionadamente abreviado, según se pone de manifiesto tras un cotejo con el citado Abstrusa53. El glosario se copió muy probablemente en región leonesa oriental54, aunque para Díaz, tanto el contenido del códice (las piezas marginales, el tratado ortográfico, la lista de las provincias eclesiásticas, etc.) como algunas de sus características paleográficas (rasgos carolinos, especialmente en las abreviaturas) podrían implicar un importante contacto con La Rioja.
1.7. CÓDICES
Y MANUSCRITOS EXCLUIDOS EN ESTE ESTUDIO
Debo aclarar de inmediato que estos seis códices, de los que acabo de ofrecer una muy breve descripción, están escritos en letra visigótica; por lo tanto, excluyo aquí de mi análisis los glosarios copiados en Cataluña, la Septimania, etc. y que se conservan en códices muy antiguos transcritos en letra de transición visigótico-carolina o completamente carolina. Su zona de influencia es distinta de la de aquellos que ahora estudio. Por la misma razón, no incluyo en mi análisis el Sil 129 de la Biblioteca Nacional de Francia, palimpsesto que básicamente reproduce el texto de los glosarios del Em. 46 en escritura minúscula francesa de finales del siglo XII o principios del XIII. Sus lecciones, sobre todo aquellas que divergen de las transmitidas por el Sil 1296, han sido editadas así mismo por García de Diego. No analizaré tampoco en esta ocasión los artículos del fragmento de la Biblioteca Universitaria de Praga, copiados a mediados del siglo X por una mano castellana (y que, desde luego, no constituyen una hoja del Em. 46), ni, por supuesto, me detendré aquí en el estudio de los fragmentos de glosario incluidos en el moderno códice escurialense L.I.15 (en otro lugar, basándonos en la comparación de los textos, dejamos bien demostrado que el modelo de este manuscrito, copiado en la segunda mitad del siglo XVI o en la primera del siglo XVII, no pudo ser el Em. 31).
2. DATACIÓN
DE LOS GLOSARIOS
En relación con la data de estos glosarios, hay dos aspectos que me parecen particularmente destacables. Por un lado, el conocimiento exacto, o casi exacto, de la fecha
52 Frente a esta postura, cf. Díaz, Las primeras, p. 14, para quien el glosario que nos ocupa «no coincide en rigor con ninguno de los conocidos». 53 Cf. la edición de este glosario en el vol. IV de la magna obra de Goetz, CGL, pp. 1-197. 54 Díaz, Códices, 332.
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de terminación de varios de ellos y, por otro, el alto interés que podría entrañar para la historia altomedieval del monasterio emilianense ese conocimiento exacto de la data del códice más antiguo, el Em. 24.
2.1. En efecto, en el folio 149 recto de este manuscrito, que contiene una excelente copia de las Colaciones de Casiano (fols. 1-149) y el pequeño glosario (fols. 150-154), figura un colofón según el cual el códice se acabó de escribir «a 16 de las calendas de septiembre de la era 955», que equivale al 17 de agosto del año 917. Ahora bien, como hemos demostrado con argumentos paleográficos, a nuestro ver, suficientes, precisamente las singularidades que se aprecian en la segunda parte de las Colaciones (fols. 73-149), resultan muy semejantes a las que caracterizan gráficamente el glosario. Por todo ello, podemos afirmar que, a pesar de encontrarnos ante un texto, el glosario, temáticamente ajeno al resto del códice y de aspecto más descuidado, se trata del mismo campo formal. En otras palabras, a nuestro juicio, el monje que copió el segundo sector de las Colaciones debió de escribir también el glosario, por lo que, con seguridad, éste tuvo que copiarse en torno al año 917. A su vez, en el folio 172v del Em. 46 figura un colofón en tinta roja, en que por fortuna es perfectamente legible la data: «Est uero expletum sub era millesima secunda die [...] Idus Iunias currente XII», que equivale al 13 de junio del año 964. En fin, en el folio 5v del códice de la Biblioteca Nacional de España, Vitrina 14-5, que, junto a muchas piezas marginales, contiene, además del glosario (fols. 159v-186), una copia completa del Fuero Juzgo (fols. 12-148v), el escriba Munio se identifica escribiendo para Froila en el año 1058. Así pues, de los seis glosarios hispano-visigóticos de mayor entidad conservados, tres nos informan sobre la fecha, que podemos calificar de exacta, en que fueron transcritos. Evidentemente, a nadie se le oculta la importancia de esta información a la hora de resolver precisamente los problemas relacionados con la datación de los testimonios escritos altomedievales. Y, sobre todo, la exactitud de estas datas proporciona una confianza cronológica en el propósito imprescindible de dotar de bases sólidas al conocimiento histórico y filológico. En este mismo sentido conviene recordar que también en la primera mitad del siglo X el experto calígrafo emilianense Jimeno fecha exactamente en sendos colofones la terminación del códice patrístico Archivo Histórico Nacional de Madrid 1007B (año 933) y de la preciosa copia de las Etimologías del Em. 25 de la Real Academia de la Historia (año 946).
2.2. Pero el valor de la antigüedad del Em 24 se acrecería si se probara el origen emilianense de su copia, lo que, mediando los argumentos paleográficos, me parece bastante
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hacedero. La sola existencia de un códice emilianense en esas fechas constituiría obviamente un argumento de mucha entidad a favor de la tesis de la pervivencia de la comunidad monástica emilianense a partir del siglo VIII, tras la ocupación musulmana de La Rioja, hasta las primeras décadas del siglo X.
2.3. Respecto de esta delicada cuestión de la data de los textos visigóticos altomedievales en general (y otro tanto cabe decir del problema análogo del lugar de copia), me permito sugerir y recomendar aquí una extremada cautela y rigor a la hora de otorgarles en nuestros estudios una adscripción cronológica precisa. La trascendencia, a mi juicio, indudable de este problema para nuestra disciplina histórica debería desautorizar la adscripción mimética, y a veces algo precipitada, tanto de datas como de lugares de copia. Los codicólogos, paleógrafos e historiadores, algunas de cuyas colaboraciones orientadas a este vastísimo e importante propósito yo mismo he venido impulsando y coordinando, no han podido decir aún, obviamente, la última palabra. Incluso con relación a la fecha correspondiente a la copia de las Glosas Emilianenses, las Glosas Silenses y otras glosas altomedievales de naturaleza romance, querría alertar sobre la tendencia, hoy bastante generalizada, a exagerar el retraso de esa datación: las emilianenses, según la propuesta más reciente de Ruiz Asencio, se escribirían a partir de 1070-1075, si bien esta fecha no debe sobrepasar los límites del siglo XI55, y las Silenses, así como el texto de base del BL Add. 30853, se situarían en el cuarto período de la escritura visigótica, es decir, el que corre por los años finales del siglo XI y principios del XII56. Y, sobre todo, quiero manifestar que los argumentos de orden paleográfico aducidos (y no es este el lugar idóneo para evaluarlos) no resultan, a mi juicio, del todo convincentes. En todo caso, es muy importante no perder de vista, como muy bien señalan estos expertos, que uno de los desafíos científicos, aún pendiente, que tiene la paleógrafía española es el establecimiento de unos criterios científicos fiables para datar la masa conservada de manuscritos visigóticos. De hecho, yo mismo, con el asesoramiento de tan destacados paleógrafos, he conseguido probar recientemente que las glosas romances del cód. «Albeldense» (El Escorial, ms. D. I. 2) fueron manuscritas en letra visigótica redonda y cursiva por el calígrafo Sarracino y,
55 Más exactamente, en torno al año 1075: «Llegados a este punto, podemos establecer un primer hito cronológico afirmando que gráficamente, la escritura del glosador debe situarse en torno al año 1075 y dentro del estilo usado por algunos notarios de las “cancillerías” de Navarra y Aragón» (J. M. Ruiz Asencio, «Hacia una nueva visión de las Glosas Emilianenses y silenses», en Las Glosas Emilianenses y silenses. Edición crítica y facsímil, Burgos, Excmo. Ayuntamiento de Burgos, 1993, 98). 56 Ibíd., 113.
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consecuentemente, conocida la fecha inequívoca de la transcripción de este célebre códice (años 974-976), son coetáneas del texto de base, por lo que no procede trasladarlas indiscriminadamente, según la propensión común, al último cuarto del siglo XI57. Por otro lado, es también oportuno hacer notar aquí que en el caso de los dos glosarios más importantes, el Em 46 y el Em 31, el esmero, la destreza y la profesionalidad con que se copiaron, la regularidad y el ductus de su escritura (el texto se nos muestra regularmente sin la menor vacilación en su redacción) y la presencia de algún rasgo fonético (como el del Em 31, 43r 3, 58, Iamque˛ e˛tjam [= et jam], que requiere una indebida fusión previa etiam, necesariamente anterior al año 950, según las viejas pautas paleográficas de la distinción ti/tj), todo ello nos mueve, como en el caso de la célebre glosa 89 del Em 60, a tenerlos por versiones en limpio a partir de un modelo idéntico, o casi idéntido, anterior.
3. FILIACIÓN
Y FUENTES DE LOS GLOSARIOS
En relación con la filiación y las fuentes de estos manuscritos, destaca, en primer lugar, el estrecho parentesco que los une. Así, como ya lo hemos probado en otro lugar con datos suficientes58, hay una afinidad textual notable entre las lecciones del Em 24, que deriva del Liber Glossarum, y el Em 31, que también se nutre fundamentalmente del Glosario de Ansileubo. Y del mismo modo, los datos que hemos ofrecido en otros estudios59 prueban, a mi entender, de forma inequívoca que los silenses 1296 y 1297 y el Em 46 se emparentan estrechamente, ya que el Em 46 sirvió de modelo fundamental, como ya se dijo, a los otros dos glosarios, con la excepción de algunos casos en que el Sil 1297 siguió las lecturas del Sil 1296. Reafirma esta demostración minuciosa la circunstancia de que, al lado de la identidad básica de las lecturas de los tres manuscritos (muchas veces discrepantes respecto de la norma clásica), se dé también coincidencia en errores de distinta magnitud y nivel lingüísticos. Pero más trascendencia tiene la comprobación de glosas exclusivas, en todo o en parte, del Sil 1298, otra variante derivada del Liber Glosarum, y el Em 31 o del Sil 1298, el Em 31 y el Em 46 (al que, insistimos, es más preciso considerarlo del tipo A y no pro-
57 C. García Turza, «Las Glosas del Códice Albeldense (El Escorial, ms. D. I. 2.). Breve exposición de sus características generales y presentación de las de interés para el estudio del iberorromance primitivo», en Beatriz Díez Calleja (ed.), El Primitivo romance hispánico, Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2008, 273-306. 58 C. García Turza y J. García Turza, El glosario latino, 113-116. 59 C. García Turza y J. García Turza, Fuentes españolas altomedievales. El códice emilianense 46, págs. 75-82.
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piamente de la familia Ababus, pues las glosas de este tipo apenas representan en él una tercera parte de su contenido global). Se trata, en efecto, de artículos que no encontramos en los índices críticos de Goetz60 ni en la edición del Liber Glossarum de Lindsay61. Claro que ahora, tras la transcripción y edición crítica que hemos llevado a cabo del ingente y riquísimo glosario Em 31, hay que precisar que las 40 glosas del Sil 1298 que García de Diego consideró exclusivas de este códice se recogen también en el Em 3162. La identidad o similitud, en distinto grado, de estas glosas exclusivas de los manuscritos Sil 1298, Em 31 y Em 46 sólo encuentra, en última instancia, una explicación a partir de la existencia de uno o varios repertorios léxicos compartidos y, por otra parte, desconocidos en el resto de los talleres lexicográficos. Precisamente en esta misma línea, tan importante, de comprobación de nuevas familias de glosarios, los códices emilianenses 46 y 31 alcanzan un relieve de excepción.
3.1. ARTÍCULOS
EXCLUSIVOS DEL
EM 46
El Em. 46 abunda en artículos que presentan acepciones de interés: unos con modificaciones más o menos ligeras; otros muchos, con variaciones de palabras o frases que indican una nueva redacción; y otros, numerosos, que en el estado actual de nuestros conocimientos glosográficos resultan totalmente desconocidos. He aquí algún ejemplo de este último grupo: fulgorantes astae˛ quando fulgent contra solem 67v 36; lentiscum arbor folia modica, habens fructus sine˛ grana, Id est, moras rubras 93r 26; mandragora fructum habet similis pomi, duorum sexum, masculinum et femininum, et dicitur quicumque eradicauerit non possit uiuere 98v 67; perdix auis similis colore picco, sed maIor 114v 19; rusticos illos dicunt qui arant et operant manibus 170r 1. Proliferan, incluso, los artículos con definiens y definitum exclusivos. Ejemplos: Iuniper arbor abens fructum rubeum uel nigrum, boni odoris, non bonum ad manducandum, folia spinosa 89r 17; fornacula in quibus faciunt focum ad quoquendum 65v 58; alietum auis similis aquile˛ et maIor, tamen minor que uultor 8r 45; aminagdalinas nuces, crescunt in illa arbore maIores, longiores, salbatice 9v 22; exedra exterior sedis ubi Papa comunicat populum 57r 63; expassus quando ambo pedes lebantum post alterum 58v 30.
60
Goetz, CGL VI y VII. W.-M. Lindsay, J.-F. Mountford y J. Whatmough, Glossaria Latina Iussu Academiae Britannicae Edita. I. Glossarium Ansileubi sive Librum Glossarum, Hildesheim, Geor Olms Verlagsbuchhandlung, 1965. 62 García de Diego, Glosarios latinos, XXI. 61
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En fin, abundan los artículos, de interés filológico y cultural, que no se encuentran (o no se encuentran así): a) En los glosarios de Goetz: mandragora genus pomi, similis peponis odore et sapore 98v 66; perscillidas armillas tibiades de argento 115v 53; situla uas unde aqua portatur 143v 55; Sonamites concuuina Dauid que˛ ei ministrauit In senectute 144v 35; talentum est pondus LXXII semis, qui faciunt LXXX libras atice˛ 151v 38; thus genus odoris de uirga sabea 154v 18; tigris genus leonis, uariis coloribus et uelocissimum 154v 42; Tilac Insula In oceano calcidonico 154v 45; tofus lapis leuis qui cabaturas abet 155v 9; topazion lapis pre˛tjosus qui omnium lapidum colore refulget 155v 38; ullulae In Esaya, In Ipso hebreo trans uel hihim 164v 31, etc., etc. b) En los de Goetz y el LGl: aebraei minati sunt hab Eber que˛ pronepus fuit Sem 5r 63; ae˛dificium ubi miserunt munera sua filiis Srael In sabato quando Ingressi fuerunt templum Domini 5r 59; auricularium consiliarium qui semper habet licentjam Intrare ad regem 16r 37; dirimitores erant qui suffragia populi In tabulis scripta reparabant 46r 47; graticula In qua assantvr carnes 71v 13; Ibin aues In Africa longum rostrum 77r 16; necticorax noctua, multum bona esse; contendunt alii autem que˛ nocturnus coruus appellatur 107r 4; paliurus herba qua crescit In tectis domorum, grossa folia habet 110r 41, etc., etc. c) En los de Goetz, LGl y ThLL: bobulum uestia silbatica, habet cornibus magnis 19v 33; brucus similis locuste, tamen maIor, que uulgvs dolbiam uocant 20r 30; bucine˛ ingnae sunt et longiores que tube˛ 20r 45, etc. Tal cúmulo de artículos propios configuran, sin duda, un glosario en gran parte original. Una aportación bien distinta de la del apéndice del manuscrito en que las glosas conciliares, el poema del aquitano Ermoldo Níguelo, las glosas germánicas y, acaso, la transliteración en letras griegas constituyen, al parecer, una simple copia de un modelo renano o bávaro, bien que interesantísima desde el punto de vista de las relaciones e influencia de la cultura europea en la Cogolla.
3.2. EL
CONTENIDO DEL
EM 31
A su vez, el Em 31, tan pródigo en explicaciones y comentarios y tan diestro en el empleo de abreviaturas y otras técnicas lexicográficas, conforma, a nuestro juicio, el glosario hispano más rico e interesante que conocemos en lo que se refiere a las fuentes.
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En él se ordenan miles de artículos relacionados con el Liber Glossarum o dependientes de él (glosas isidorianas, placideas, virgilianas, abstrusa, de Euquerio, ex glossis, ex sinonimis Ciceronis), aunque, en su conjunto, no son tantos ni tan extensos como los que integran el gran glosario parisino Lat, 11529-11530. Sin embargo, entre los hispanos, recoge, excepcionalmente, los siguientes contenidos: 3.2.1. BLOQUES
DE ARTÍCULOS DEL
LIBRO X
DE LAS
ETIMOLOGÍAS
Abundan en el Em 31 los artículos del Libro X de las Etimologías isidorianas, esto es, del primer diccionario hispano especializado, integrado sólo por adjetivos aplicables exclusivamente al hombre. De hecho, en este glosario se incorporan casi en su totalidad (así, sólo dentro de las letras A-L documento 181 casos), aunque muchas veces modificados. Selecciono únicamente varios de aquellos que forman bloques a la hora de insertarlos en el glosario: – decorus perfectus; a numero decem, qui perfectus est numerus 10v 3, 60 (Etym X 68, o. a.); decens conpositus, abilis, conueniens; a numero decem dictus; hinc decorus et decibilis 10v 3, 61 (Etym, ibíd.); decolor quod desit illi color 10v 3, 62 (Etym, ibíd., 71); decrepitus quod morti sit proximus, quasi ad mortis tenebras uertat, sicut crepusculum tempus noctis; alii dicunt decrepitum non qui senectute auulsus est, sed qui Iam crepare desierit; Id est, loqui cessaberit 10v 3, 63 (ibíd., 74). – facundus dictus qui facile fari possit 27r 2, 22 (ibíd., 95); facetus qui Iocos et lusos gestis et factis comendata; a faciendo dictus 27r 2, 23 (ibíd.); factjosus Interdum pro opprobria, cum seditjosum accipi uolumus: cum uero gratjosum, potentem et quasi magne factjonis 27r 2, 25 (ibíd., 106); facinorosus a facti commisso nominatus: facit enim quod alteri noceat 27r 2, 26 (ibíd., 107). – Inclitus gregum nomen est, nam cliton greci gloriosum dicunt 45r 3, 69 (ibíd., 126); Incolomis a columna nomen habet, quasi erectvs, fortis et stabilis 45r 3, 70 (ibíd., 127); Incentor ab eo quod Incendat uel Inflammet et quod parua suggessione ad uitja cor aliorum succendit et persuadendo Inflamet 45r 3, 72 (ibíd., 130); Inconsultus quia est sine consilio et Inscius rerum atque signarum 45r 3 73 (ibíd., 144); Incestus propter Inlicita conmixtjone uocatus, quasi Incastus; sicut qui uirginem sacram uel adfinitatis sue proximam struprauerit 45r 3, 74 (ibíd., 148); Incincta Id est, sine cinctu, quia pre˛cingi fortiter uterus non permittitur 45v 1, 1 (ibíd., 151). 3.2.2. LOS SYNONYMA CICERONIS Asimismo, figuran en él numerosos artículos con el glosema compuesto únicamente de sinónimos, extraídos muy posiblemente en la mayoría de los casos de los Synonyma Ci-
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ceronis o Synonyma Colligere. Presento, en primer lugar, algunos de estos artículos seleccionando también aquí sólo aquellos que constituyen bloques en la formación del glosario: – Inconpositus horridus, IIncultus (sic), sordidus, uulgaris, abIectus, humilis, humidus, Inflatvs, Inanis, uacuus, loquax, ueruosus, garrulus, longus, Infinitus, Inmodicus, odiosus, defluens, fusus 45v 1, 20; Increpat Incusat, queritur, expostulat, casticat, obIurgat, emendat, corripit, corrigit, subuenit, sustinet, opem fert, auxilio est, subleuat, pre˛sidio est, tuetur, defendit 45v 1, 21; Incumbere Instare, adniti, peregre, urguere, premere, captare, affectare, adtemptare, adpetere, accupare 45v 1, 22; Incepta conatis motus, Ingestus, consilia, momenta 45v 1, 23; Inconspectu sub oculis, In ore presente, sine duce 45v 1, 24. – Iumentum a Iubando dictum, adIutorium 48v 1, 21; Ius leges, dicionum, condicionem, Imperium, arma, tela; transIecit, transiliit, portauit, transuexit, transfixit 48v 1, 22; Iurisdictjo uirge, fasces, se˛cures 48v 1, 23. – libido ardor, uincla, carcer, nerui, catene˛, custodie, lautumie, ueruera, Ignis, eculeus, tormenta, lapis, saxum, rupes, scopoli; promumtorium, collis, mons 53v 3, 57; magnificus grandis, exelsus, eleuatus, sublimis 56v 2, 24; magistri scientja diuina, doctrine, littere, eruditjo, notjo, cognitjo 56v 2, 25. Además, en este capítulo de las fuentes, interesa mucho recoger una muestra de los numerosos artículos cuyas definiciones registran sinónimos sólo atestiguados en el Em 31 y aquellos en que figura algún sinónimo aislado compartido por los glosarios de Goetz y por el LGl. Hela aquí: No se encuentran ni en Goetz ni en el LGl: Inconpositus horridus, IIncultus (sic), sordidus, uulgaris, abIectus, humilis, humidus, Inflatvs, Inanis, uacuus, loquax, ueruosus, garrulus, longus, Infinitus, Inmodicus, odiosus, defluens, fusus 45v 1, 20; libido ardor, uincla, carcer, nerui, catene˛, custodie, lautumie, ueruera, Ignis, eculeus, tormenta, lapis, saxum, rupes, scopoli; promumtorium, collis, mons 53v 3, 57; etc. No se encuentran en Goetz, pero sí alguno en el LGl: exercitatjo meditatjo, adsiduitas, studium, cura, cupiditas, ardor, uigilie, Industria, disciplina, labor uel perseuerantja 24r 1, 6 (se halla sólo en el LGl: meditatio); propinquus cognatus, gentilis, conInctus genere, sanguine; frater, germanus, consanguineus, consors, particeps; sententjas, dignitas, auctoritas, honor, amplitudo, maIestas; fastigium, splendor, gradus, gloria, decus, laus, honestas, fama, opinio, celebritas; secessiones, congregatjo, conglobati, conspirati, condensati, In unum quoati, collecti, contracti, conducti, conuocati 89v 3, 59 (sólo se encuentran en el LGl: cognatus, frater, germanus, consanguineus); etc.
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Se encuentra alguno en Goetz y en el LGl: expedit utile est, prodeest, de medio est, Iubat, bono est, fructui est, adIubatur, commodum est, abtum est, succurrit, certo, scio uel liberat 25r 3, 81 (se recogen en Goetz: prodest, commodum est; faltan en el LGl: Iubat, adIubatur, abtum est, succurrit, certo, scio uel liberat); miseria calamitas, erumna, clades, Infelicitas, casus, aduersa, mestitja, sollicitudo, egritudo, animi tristitja, anxietas, confusio, scrupulum, cura, angor, molestia, stimulis, exulceratjo, aculeus, pena, supplicium, animaduersio, ultjo, uindicta, ulcisci, persequi, punire, uindicare, taceo, supersedeo, tabes, deformitas, proflixit, prostrabit, mactabit, Immolabit, obIecit, oblisit, opresit, obruit, euertit, ob[uoluit], ...61r 2, 29 (en Goetz sólo se encuentran: calamitas, erumna, clades; en el LGl sólo se documentan: calamitas, erumna, clades, Infelicitas, casus aduersus); etc. No se encuentran en el LGl, pero sí alguno en Goetz: gaudium letitja, Ilaritas, alacritas, uoluntas animi, Iocus, risus, lusus, lasciuia, lepus, orbanitas 37r 1, 3 (en Goetz: alacritas); miserandum orriuilem, nefandum, cruentum, questvs 61r 2, 28 (en Goetz sólamente: horribile); etc. 3.2.3. ARTÍCULOS
ALEGÓRICOS
Por otro lado, en el Em 31 tienen cabida, además, exactamente 256 artículos alegóricos cuyas definiciones se ilustran con autoridades de diferentes textos bíblicos; glosemas desconocidos, conviene subrayarlo, en los demás glosarios hispanos y europeos consultados. He aquí algún ejemplo: acetum asperitas corrupte mentis; In psalmo: «et In Sitimam potauerunt me aceto» 2r 2, 54; auster calor fidei; In psalmo: «sicut torrens In austro» 3v 1, 14; arietes apostoli uel e˛clesiarum principes; In psalmo: «afferte Domino filios arietum» 3v 3, 47; calcaneum extremitas uite uel supplantatjo; In Genesi: «Ipse tuum obseruabit caput et tu illius calcaneum»; et In malam partem: «leuauit contra me calcaneum suum» 7v 2, 51; fauces Iudicium, Intellectvs; In Libro Iob: «et fauces mee˛ nonne sapientja meditantur?»; et In malam partem In psalmo: «rauce facte sunt fauces me˛e˛» 29r 2, 28; fel amaritudo malitje; In psalmum: «dederant In esca mea fel» 29v 1, 4; ficus sinagoga, Interdum In Euangelio: «et arefacta est continuo ficulnea»; In Abbacuc: «ficus non affert fructum» 30v 2, 38; formica prouidus uel operarius; In Salomone: «uade ad formicam, o piger» 33r 1, 24; gallina sapientja siue E2clesia siue anima; In Euangelio: «sicut gallina congregat pullos suos sub alis suis» 36v 2, 24; grando cominatjones Domini quibus contumaces euerberet; In psalmo: «grando et caruones Ignis»; Item In aliam partem: «et occidit In grandine» 39r 3, 67; Ignis Spiritus Sanctus; In Actibus Apostolorum: «et apparuerunt illis dispertite lingue tamquam Ignis seditque supra singulos eorum Spiritus Sanctus», et Item Ignis, karitas 44r 1, 18; lac mentis sinceritas; In epistula Petri: «ratjonabiles sine dolo
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lac concupiscite». Item, In aliam partem: «lac uobis pottum dedi non escam, nondum enim poteratis hic lac exiguitatis sensus» 50r 2, 16; margarita doctrina euangelica uel spes regni celorum; In Euangelio: «Inuentam autem unam pre˛tjosam margaritam, abiit et uendit omnia que˛ habuit et emit eam» 58r 1, 3; pecunia uerba diuina; In Euangelio:
«opportuit ergo committere pe˛cunia mea numulariis» 78r 2, 36; pellis signum mortalitatis: In Genesi: «et fecit eis tunicas pellicias» 79r 1, 28; perdix diabolus; In Prophe˛ta: «perdix clamabit et congregabit que non peperit» 80r 2, 32; ros ueruum Domini Ideo quod madefaciat hominum terra; In psalmus: «sicut ros ermo quod descendit In montem Sion» 96v 2, 38; sal condimentum sapientje˛; In Euangelio: «uos estis sal terre» 97v 3, 59; etc., etc. También este tipo de contenido se presenta en bloques como los que siguen: – filia anima fidelis siue e˛clesia; In psalmum: «audi, filia, et [u...]» 31r 3, 58; filius populus credentjum; In Apostolo: «Ian non est seruus sed filius; quod si filius, het heres per Deum» 31r 3, 59; fistuca peccatum leuius; In Euangelio: «et tunc uidebis eicere fistucam de oculo fratris tui» 31r 3, 60; Filii Sion filii e˛clesie˛; In psalm...:
«Filii Sion exultent super regem suum» 31r 3, 61. – meretrix anima peccatrix que˛, relicto uiro suo ce˛lesti, Id est, Christo, adulterinos de diabulo Iniquitatis fructus concepit; In Ieremia: «facies mulieris meretricis facta est tibi» 59v 3, 56; mercenarii seruientes Domino Deo nostro non pro amore tantum diuino, sed pro temporali retributjone; In Euangelio: «quanti mercennarii Patris mei habundant panibus» 59v 3, 57; merum sinceritas Iudicii aut ueritas et clamor fidei; In psalmo: «uini meri plenus est mixto» 59v3, 58. – olea sanctus misericordie˛ habundans fructibus; In psalmo: «ego autem sicut oliba fructifera» 72r 1, 15; oleaster homo sine fructu uel gentes; In Apostolo: «si autem tu ex natura excisus, oleastrum» 72r 1, 16; oleum misericordia uel Spiritus Sanctus; In psalmo: «oleo sancto linui eum»; Item In aliam partem, In psalmo: «oleum autem peccatoris non Inpinguet caput meum, Id est, adolatjo» 72r 1, 17; olla prosapia; In psalmo: «Mab olla spei mee˛, Id est, quod de Rut homo abitide Christus secundum carnem prosapia descenderit»; Item In aliam partem: «olla tribulatjonis excoctjo»; In prophe˛ta: «et uidi ollam succensam et facies eIus a facie aquilonis» 72r 1, 18. Consultados varios especialistas, sobre todo, en la Patrología hasta el Concilio de Nicea, en la edad de oro de la literatura patrística latina y en el período altomedieval de la literatura cristiana, me comunican que no se conocen antecedentes de este sistema, tan sutil y documentado, de lexicografía religiosa.
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3.2.4. LOS
HERMENEUMATA MEDICOBOTANICA VETUSTIORA
El Em 31 incluye asimismo muchas glosas pertenecientes a la familia de los hermeneumata medicobotanica vetustiora. Se trata de artículos de contenido análogo al que presentan, sobre todo, algunos de los códices del Vaticano y de Montecasino (como el Vat. Reginae Christinae 1260, el Vat. 4417 o el Cassin. 69). Pero también en este campo semántico el Em 31 se muestra con frecuencia muy original. Por ejemplo, no se hallan en ninguno de los repertorios léxicos conocidos muchísimos artículos, frecuentemente de notable interés filológico, como los siguientes: bressica flore de caule 6v 3, 50; diaperganos ruta 14v 2, 35; ediosmos menta 17r 2, 32; erba soldaturia ouo gallinacio 20v 1, 23; fillo filio 31r 3, 68; fliu casca uel cortex 31v 3, 78; fliu cappareos, cortice de cap 31v 3, 80; fraga florum uel cibi genus, Id est, poma agrestia rubicundi, cuIus erbe terre aderent et dicuntur chamegila uel morotam 33r 2; Iusquiamo gigam quod alia simphoniacum uel caulicarem uocant uel billinium album que˛ est millimindrum 48v 2, 46; leontopedium pede leonis 52v 1, 11; lentopodium gudubal uel sarre 52v 1, 5; mala nixa, ciriola, prunas 57r 1; meconos maIore semen pepaueris que et ceriales est, enim genus erbe˛ seminis minute 58v 1, 13; melo timino mel de apes, que˛ tumo pascuntur 59r 1, 17; melilotum Id est, meleca 59r 1, 25; micumta sparaco siluatico 60r 3, 66; nardos Id est, nardum 64r 3, 48; nimphea Id est, platano quod In aqua nascitur 66v 2, 26; oscense˛ erba alba minuta qui fleuma ponet 74v 2, 33; pionia asta rubia, hoc est, rosa asinina 82r 3, 46; pitis pino, Iuniperi 82v 3, 54; retines resina de pino 95v 1, 22; sagapem odorem habet et saporem balsami 97v 1, 15; sicium Id est, notitja alba 103v 3, 58; etc., etc. En realidad, casi nunca coincide la redacción de los artículos del Em 31 con la que ofrecen los numerosos códices medico-botánicos consultados (Cass. 69, Vat. 1260, Bern. 337, Vat. 4417, Parisinvs Lat. 11218, etc.). Muy frecuentemente, el ms. emilianense aporta datos exclusivos, de mayor o menor entidad textual. Ejemplos: bidellio aqua colligvntur, Id est, uisicas que˛ nascuntvr In olimo que˛ faciunt uulnera In corpore 5v 2, 43 / bidellu id est aqua que colligitur de uessicas que nascitur in ulmo qui faciunt ad uulnera in corpore CGL III 536, 44; botracion herua est, Id est, appio rustico siue erua sceleratica uel Imbelicum Iobis 6v 1, 25 / butracion idest appio rustico uel scelerata CGL III 617, 46; diacamena resina non frixa 14v 2, 36 / Diacamen risina non frixa CGL III 538, 31; fu erba benedicta; alii erua ualeriana uocant 35r 3, 56 / fu idest ualeriana uel erba benedicta CGL III 612, 8; gagata centaurea minore qui florem habet rubeum; centaurea maIor florem habet persicco et minuto; hanc erbam de caput dicunt 36v 1, 5 / gagada idest cen-
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turuleaminor CGL III 539, 32; libanotis rosmarino, quod alii cimbri dicunt 53v 1, 24 / Libanotides idest iusmarino CGL III 540, 22; etc., etc. Puede, incluso, comprobarse que en el presente glosario se halla un buen número de entradas de simples medicinales de diferente origen, muchos términos de terapéutica o patología, etc., que ni siquiera se recogen en las diferentes versiones bajomedievales del Álphita, el gran glosario médico-botánico que surge en el ambiente científico salernitano de los siglos XII y XIII63. He aquí, a modo de ejemplo, estos dos interesantes artículos del Em 31: morriodas moroidas, purgatjo uiribus per meatum (62v 1) y bibino menstruo, Id est, fluorem sanguinis (5v 2, 23). Como es habitual en la técnica del compilador, esta clase de contenido se incluye, así mismo, en el Em 31 formando bloques como los que siguen: – erua delfinion quem rustici calciusisu dicunt 20v 1, 17; erba dentaria stercus columbinum 20v 1, 18; erba rustice rustica, siluatica 20v 1, 19; erba berbena lingua bobis 20v 1, 20; erua pollostricon testadilia 20v 1, 21; erae rustici rosa silbatica 20v 1, 22; erba soldaturia ouo gallinacio 20v 1, 23. – pisexera pice dura 82v 3, 40; pistrix belua marina 82v 3, 41; pis ecria pice liquida 82v 3, 42; pisilios pulicaria 82v 3, 43; pisinnimitja cerusia 82v 3, 44; pissa pice 82v 3, 45. – sinphoniaca caligraria uerba 104r 1, 5; singulfor lauer siue rcrione 104r 1, 6; sinfitum ala galligum 104r 1, 7; sina tauce conceptjo 104r 1, 8; sinonus Id est, mea 104r 1, 9; sinopida lubrica 104r 1, 10. 3.2.5. ARTÍCULOS
CON INFORMACIÓN, JUICIOS NORMATIVOS Y COMENTARIOS LINGÜÍSTICOS
Según cabía esperar de un libro de esta naturaleza, abundan en el Em 31, igualmente, los comentarios (orto)gráficos, fonéticos y gramaticales (con información lingüística, marcas gramaticales, censura de usos incorrectos, juicios normativos, etc.). De nuevo interesa subrayar que muchos de ellos no se hallan ni en los repertorios de Goetz ni en los de Lindsay. He aquí algunos ejemplos: kaput pars melior corporis; kaput enim per k scribi opportet, non per c 49r 2, 42; bathin In Daniel, uestis lineae˛ quibus feminalia ut aruitror significantur. bbath enim aput hebreos, linum dicitur ephot bath, hoc est, ephot, non ephot bar, ut quidam corrupte legunt 4v 1, 14; dessertus scolasticus,
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Puede consultarse la tesis doctoral de Alejandro García González, titulada El Alphita. Estudio, edición crítica y comentario, Valladolid, 2005.
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melius autem dissertus 13v2, 43; effaz auro obridio, Id est, obrizo; dicto obrizo uel obridio quod obradiet splendore; est enim coloris obtimi, quod ebrei effaç, greci cirron, nos autem obridio uel obrizo nuncupamus 17r 3, 54 (en Etym XVI 18, 2, se elimina precisamente el comentario fonético, tan interesante. Se limita a decir lo siguiente: Obryzum aurum dictum quod obradiet splendore; est enim coloris optimi, quod Haebrei ‘ophaz’, Graeci 64DDÎ< dicunt); forcipes non forfices dicimus 33r 1, 3; Iugundum delectabilem, per u 48r 1, 9; calamidem genus feminini: «et frigiam ascaniam clamidem nec cedet honori» 7v 1, 5; cucuminis et cocumer nomenatibo casu sicut uomis et uomer; generis est utique˛ masculini 8v 1, 23; dies generis masculini, bonum tempus; feminini, malum tempus significat 15r 1, 21; fastus superuia, elatjo aut honore tituli; et est quarte declinatjonis 28r 3, 53; faxo faciam; temporis est futuri 29r 2, 34; gruIbus auibus, pluraliter 39v 2, 31; harum Istarum; feminini generis 40r 3, 64; Indicuus, Induca, Inducum participia sunt cum uno uel tantum 4641, 17; dabis ciuola, a ciue; ciuola, per diminutjonem 10v 2, 45; etc., etc. Otras muchas notas, observacioness y comentarios lingüísticos, en cambio, coinciden sustancialmente con los que transmiten las glosas placideas y los textos isidorianos. Pero también aquí encontramos variantes de toda índole lingüística, dignas de atención y examen. Ejemplos: damme generis feminini; Oratjus: «et subtrito pauide natarunt ecore damme», Id est, capras montjum 10v 1, 16 / Dammae generis feminini oratius «et superieto pavidae natarunt aequore dammae» LGl, DA 51; heIula Imperatibo modo; plange, plora 40v 3, 85 / Heiula plora, plange LGl, HE 66; humus terra soluta; ab humanitate dicta quia cunctis humana est; et est generis feminini; terra, solum, ager, aruum, regio, tracas, arua, tellus, uicinitas, rus, rura 42r 2, 27 / humus terra ab humanitate dicta quia cunctis humana est et est generis feminini CGL V 74, 22; bitumen per b scribendum 6r 2, 28; dereliquerit futuro; sine N scribimus 13r 3, 72; fulica genus auicule nigre quam greci erodius uocant; quidam per h eam scribuntur 34r 3, 60; cum me sic dicebant, et cum te; quod nunc elegantjus dicimus mecum, tecum 9r 1, 19; de contra uideo dicitur usu, non ratjone; sed melius est contra qua de contra 11r 2, 43; gestio sic declinatur quomodo audeo, amico, amiciebam; est enim gestio neutrale uerbum 37v 3, 79; hasenam arenam ut asas quas nos aras et lases quos nos lares dicimus 40r 3, 70; gloriosus a fre˛quentja claritatis dictus, pro c g littera conmutata; gloriosus a laurea dictus que datur uictoribus siue a gloria que est honor et claritas Indeficiens 38v 1, 10 / gloriosus a frequentia claritatis dictus, pro C G littera conmutata. Gloriosus a laurea dictus quae datur uictoribus Etym X, 112; calles generis masculini; uiae trite transitus pecorum Iumentorumque calles dicitur 7v 3, 38 / calles genere masculino uia et rote transitu pecorum unde callum et callidos dicitur CGL V 51, 15; fenerus generis neutri est: hoc fenus, fenori, fenus, fenore; difficile In nostris legimus plurale numero, maxime
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nominatibum, acusatibum et uocatibum; possunt tamen fenorum 29v 2, 23 / fenerus generis neutri est hoc fenus fenoris fenosi fenus fenore difficile inusis legibus plurali numero maxime nominatiuum accusatiuum et uocatiuum possunt tamen fenora CGL V 69, 8; fora pluraliter dicendum sicut terra 33r 2, 32 / ...sicut teatrum CGL V 70, 3; he˛c se˛curis dicimus huIus securis, huic securi, hanc se˛curem, o securis, ab hanc securi; et pluraliter: secures, o secures, ab his securibus; se˛cur namquem dicimus et legimus 40v 3, 62 / he˛c securis dicimus huius securis huic securi anc securem o securis ab ac securi et pluraliter secures o secures ab his securibus securnus quam legimus CGL V 73, 14; etc., etc. 3.2.6. OTRAS
LECTURAS MEJORES DEL
EM 31
El Em 31 incluye muchos artículos Abstrusa que alberga el Vat. 3321, del siglo VII, aunque no el Liber Glossarum parisino. Y, sobre todo, perfecciona y completa muchas glosas de cualquier procedencia o área temática. Así, el artículo del glosario Abstrusa que dice: Infectus non factus, infusus ueneno aut quacumque re CGL IV 93, 47, queda modificado como sigue: Infectus non factus aut Infusus ueneno aut uino uel quacumque re 46v 3, 75. Añádase, en fin, aquí una característica arriba apuntada: el alto número de glosas que comparte exclusivamente con el Sil 1298 o con este mismo glosario y el Em 46. Por ejemplo, los glosemas de prelorum 85v 3, 69, prepostere faciam 86r 1, 18, preuertimur 87r 1, 1, profundum 88r 2, 38, scurra 100r 3, 63, secludite 100v 1, 11, speciale 105v 2, 36, splene 106r 1, 23, etc. 3.2.7. EL
CONTENIDO ENCICLOPÉDICO DEL
EM 31
Y SU VINCULACIÓN AL ESCRITORIO EMILIANENSE
Nos encontramos, no cabe duda, ante un glosario mixto o enciclopédico extraordinario. Un glosario en cuya confección tuvieron que utilizarse lexicones de diferentes tipos. Y me parece evidente que tal diversidad de fuentes incluidas precisara unos fondos bibliográficos suficientes y, si se atiende a la finalidad de su elaboración, exigiera un clima de bastante nivel cultural. Aquel que caracterizó precisamente al Monasterio de San Millán, sin que en esta delicada cuestión, insisto, hayan de descartarse otros escritorios análogos. Un escritorio suficientemente dotado de medios lexicográficos tuvo que ser también el origen de la compilación que transmite el Sil 1298. Llama la atención en este glosario, como acertadamente lo advirtió García de Diego64, el hecho de que en la primera parte de cada lectio o capítulo se colocan las palabras en un orden alfabético de sus tres pri-
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García de Diego, Glosarios latinos, XVII-XVIII.
meras letras bastante correcto y, a continuación, se añaden otras sin orden alguno. Esta deficiente sistematización interna obedece, sin duda, al empleo durante su elaboración de varios códices y acarreos. Análogamente, aquí, como bien razona Vivancos65, la diversidad de fuentes que utiliza parece exigir un ambiente de bastante nivel cultural.
4. PROTAGONISMO
HISPANO EN LA FORMACIÓN DE ESTOS DICCIONARIOS
ENCICLOPÉDICOS Roger Wright, a quien mucho agradezco, lo reitero, sus instructivas reseñas críticas a nuestros trabajos, viene insistiendo en que es desacertado el título «Fuentes Españolas», que encabeza la portada de nuestras ediciones y estudios. Para él, los manuscritos Em 46 y Em 31 provienen de un contexto europeo; literalmente, «se copiaron en San Millán (sic) desde otros que les habían llegado del norte, pero es siempre posible que la copia no haya sido del todo fiel, y que hayan cambiado algunos detalles en el escritorio riojano. A pesar de su proveniencia extranjera, sin embargo, estos textos representan una parte importante de la formación intelectual de los escribas y eruditos de la Península durante estos siglos, y por eso vale la pena investigarlos más»66. Y en un capítulo, muy pormenorizado, que dedica a rechazar cualquier sospecha de hallarnos en este caso ante diccionarios latino-romances, puebla de tantas referencias metalingüísticas a las distinciones conceptuales entre el latín y las lenguas del lado oriental del Mediterráneo (el griego, el siriaco, el hebreo, el púnico, el macedonio, el persa, el egipcio, el caldeo, el asirio, etc.), que consigue acrecer en exceso el protagonismo de la mitad oriental del mundo mediterráneo en la creación original de los artículos de estos glosarios hispanos. A mi juicio, los resultados del análisis detallado que he hecho antes sobre el grado de originalidad de estos glosarios en cuanto a las fuentes, particularmente los obtenidos en el Em 46 y en el Em 31, bastarían por sí solos para justificar, aunque evidentemente no de forma absoluta, la atribución de «Fuentes Españolas» con que los hemos titulado. No desconozco, claro está, que estas obras tienen raíces muy antiguas y que, visto el contenido en su integridad, constituyen un género estrictamente europeo, iniciado probablemente unos cinco siglos antes. Tampoco ignoro que son compilaciones hechas a partir de múltiples fuentes de diversas áreas temáticas, y que reproducen, refunden y en-
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Vivancos, Glosas y notas, 77. Wrigth, Léxico romance, 2421.
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tremezclan listados de glosas puestas en los márgenes de textos precristianos o del latín tardío, bíblicos, jurídicos o gramaticales. Pero es preciso recordar también el papel decisivo que, dentro del contexto europeo, desempeñaron los glosógrafos de Hispania, particularmente, en la formación de estos grandes diccionarios enciclopédicos de procedencia emilianense. No voy a referirme aquí a la presencia reiterada e irreemplazable de Isidoro en cualquier columna de estos glosarios pues es algo bien conocido por todos los latinistas e hispanistas. Tampoco me detendré en la transmisión y difusión hispánicas de las glosas placideas norteafricanas y en el rendimiento que de ellas sacaron Isidoro y el anónimo que compuso el LGl. Sí conviene, en cambio, hacer ver, aunque sea muy brevemente, el origen hispano que casi con toda seguridad debemos atribuir a los listados arquetípicos de la compilación del LGl, al modelo de las glosas medicobotánicas del cód. Cassin. 69 y de las que transmite el Vat. Reginae Christinae 1260, o a los del antiguo glosario atribuido falsamente a Cirilo.
4.1. EL LIBER GLOSSARUM. ORIGEN
HISPANO DE LOS MODELOS UTILIZADOS EN ESTA
COMPILACIÓN
En primer lugar, hay que dejar bien claro que la mayor parte de los materiales utilizados en la ingente compilación del Liber Glossarum son, en efecto, de origen hispano. Y consecuentemente, parece lógico que la compilación misma se llevara a cabo en el territorio peninsular, es decir, en un ambiente influido por la cultura visigótica. De este parecer fue, sin vacilaciones, Georgivs Goetz, quien llegó a esta conclusión a partir del contenido del libro67. Es verdad, sin embargo, que Lindsay, conociendo bien que en aquel tiempo (siglos VII y VIII) la escritura visigótica no sólo florecía en Hispania sino también en Aquitania, propuso Corbie como el lugar de procedencia de la primitiva tradición manuscrita de esta compilación68. Por mi parte, creo conveniente mostrar aquí al menos alguno de los muchos testimonios, gráficos y lingüísticos, que prueban el origen hispano de los modelos utilizados en la compilación del LGl, aquella que, en letra merovingia, se recoge en los mss. Latin 11.529 y 11.530 de la Biblioteca Nacional de Francia. Selecciono en esta ocasión precisamente los mismos fenómenos que Lindsay utilizó para probar el origen hispano del arquetipo del
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G. Goetz, De Glossariorvm Latinorvm Origine et Fatis, Lipsiae et Berolini in Aedibvs B. B. Tevbneri, 1923, 108. Lindsay et alii, Glossaria Latina... Glossarium Ansileubi sive Librum Glossarum, 8.
glosario «Abolita» del cód. Vat. Lat. 332169, del siglo VII (nótese que esta colaboración se centra en otra importante manifestación del cultivo de la glosografía en Hispania). 4.1.1. CONFUSIÓN
DE GRAFÍAS, GENERADA POR LA LETRA VISIGÓTICA DEL MODELO
4.1.1.1. u por a: Actutestudine (Actutestudine Scutus In serie conIunctis, 5v, 2; LGl, AC 342, Actu (-a) testudine scutus (-is) in serie coniunctis); ferrum (Agrian Grece Latine ferrum, 14, 2; LGl, AG 192, ferrum (feram); altum (Altum Altum maris partem, 16v, 3; LGl, AL 380, Altum altum (-am) m. p.); Ardulio (Ardulio Acutus cum malignitate; LGl, AR 248, Ardulio (-da-) acutus c. m.), lat. ARDALIO ‘hombre entremetido y oficioso’; Bussus (Bussus Pinguis obesus, 45v, 2; LGl, BU 74, Bussus (ba-) p. o.), lat. BASSUS ‘gordo, robusto’; Catuplus (Catuplus Aduentus nauium, 52v, 1; LGl, CA 963, Catuplus (-tap-) a. n.; esta entrada léxica se sitúa entre Cataplatos y Catapodia), lat. CATAPLUS ‘regreso de un navío al puerto’; cerue (Cerula Nigra a cerue colere tractum puto, 57, 3; LGl, CE 552, Cerula nigra; a cerve (cerae) colere (-lo-) t. p.); infunda (Dies Infunda Ineranda, 89, 3; LGl, DI 205, Dies infunda (-fan-) ineranda. También aparece en el artículo inmediatamente posterior: Dies Infunda Id est tristis et exitiosa), lat. INFANDUS ‘infando, execrable, nefando’; curactere (Egloga Quasi In erlocutjo (sic) dragimatico curactere Inducitur, 99v, 1; LGl, EG 37, Egloga quasi interlocutio dra[g]matico curactere (char-) inducitur); Genus (Genus Vultus, II 22v, 2; LGl, GE 210, Genus (-as) vultus); hesperidus (Hesperidum... hesperidus nimphas de quarum..., II 30, 3; LGl, HI 199, Hesperidum... Hesperidus (-as) nimphas, de quarum...); etc., etc. Comp. CGL IV 80, 50 (cod. Vat. 3321, del siglo VII), Fraga pomus agrestis, lat. POMAS AGRESTES. 4.1.1.2. a por u: Barus (Barus Rufus niger, 40, 2; LGl, BA 173, Barus (burrus) r. n.); Nuta (Nuta Gustu oris, II 102v, 1; LGl, NU 200, Nuta (-u) gustu (ge-) oris), lat. NUTUS ‘signo o movimiento de cabeza, señal’; Palas (Palas Loca aquosa herba semper habentes paludes dicuntur, II 115v, 2; LGl, PA 120, Palas (-us) l. a. herba...); etc., etc. La misma confusión se observa una vez en el cód. Vat. 3321 (CGL IV 73, 34), Famereas mortiferas, lat. FUNEREAS.
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W. M. Lindsay, The ‘Abolita’ Glossary (Vat. Lat. 3321), en M. Lapidge, Studies in Early Mediaeval Latin Glossaries, Variorum, 1996, 267-282. Para J. Bastardas y Parera (El latín medieval, en Enciclopedia Lingüística Hispánica, I, Madrid, 1960, págs. 268-269), dos fenómenos típicamente españoles son la confusión entre f y v, característico del latín mozárabe, y la palatalización de la antigua aspirada sorda ch en las estructuras cultas nichil y michi, propia del latín occidental español.
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4.1.1.3. a por t: Cingia (Cingia Coronat, 59v, 2; LGl, CI 184, Cingia (-git) coronat). También se aprecia esta confusión en Vat. 3321, CGL IV 82, 29, Geria agit portat (comp. cód. Em 31, 37v 2, 48, gerit aIt (sic) an portat); ibíd. 87, 41, Hostia aequat (comp. cód. Em 31, 42r 1, 4, hostit e˛quat, adplanat). 4.1.1.4. c por t: Alecris (Alecris Nutrix, 15, 2; LGl, AL 101, Al[l]ecris (-trix) nutrix), lat. ALTRIX ‘madre, nodriza’; Bircus (Bircus Boluntas bita uel his similia quae arci (sic) scribendo uitiant omni modo reicienda sunt et per .u. scribenda, 43v, 1; LGl, BI 129, Bircus (-tus), b. b. vel his...); Carpessus (Carpessus Insula Spanie˛ Iuxta quam sol occidet, 51, 3; LGl, CA 770, Carpessus (Tart-) insula...); Inciba (Inciba Erbe genus, II 39, 1; LGl, IN 177, Inciba (int-) herbae genus), lat. INTIBUM ‘achicoria silvestre’; etc., etc. 4.1.1.5. t por c: Ambularis (Ambularis Locis quibus ambulantur..., 18, 2; LGl, AM 117, LGl, Ambulatris (-cr-), lat. AMBULACRUM, -I ‘paseo’; arte (Calcidica arte Cumas significat ciuitatem campanie˛..., 46v, 2; LGl, CA 148, Calcidica arte (-ce) Cumas...), lat. ARX, -CIS ‘ciudadela, fortaleza’; etera (Encausta pigtura quae etera in olitur, 102v, 2; LGl, EN 7, Encausta pictura quae etera inolitur (?); comp. Em 31, 19r 2, 46, encaustra pictura que cera Inolitur); Euboytus (Euboytus ciuitas campani, 108, 3; LGl, EU 41, Euboitus (-boicus) civitas Campaniae), lat. EUBŒICUS ‘de Eubea’; Extulentus (Extulentus esce satis inportunus, 115, 2; LGl, EX 1356, Extulentus (escu-) escae...), lat. ESCULENTUS ‘comestible’; Faratioribus (Faratioribus Fructuosioribus, II 3v, 1; LGl, FA 406, Faratioribus (feraci-?) f.); Sartocolla (Sartocolla argemonia Sartor..., II 177v, 2; LGl, SA 476, Sartocolla (sarc-); comp. Em 31, 98v 1, 2, sarcucolla uirgimonia, que dicitur lappa inuersa, y 4, sartocolla argiomonia), lat. SARCOCOLLA ‘sarcocola, clase de arbusto’; etc. 4.1.2. CONFUSIÓN
ENTRE CONSONANTES LABIALES
4.1.2.1. p- por f-: pigtitius (Faleratus Ornatus aut pigtitius, II 2v, 2; LGl, FA 260, Faleratus (-is ?) ornatus aut picticius (fi-); comp. Em 31, 27v 2, 22, faleratus ornatus aut picticius uel ficticius). 4.1.2.2. v- por f-: Uere (Firme Uere et prope, II 10, 3; LGl, FI 263, Firme (fe-) vere (fe-) et prope; también Em 31, 31r 2, 30, firme uere et prope), lat. FERE, adv. y FERME (adv. superlativo de FERE); Boeuo (Boeuo digna Que apollo tantum..., 44, 2; LGl, BO 21, Boebo (Phoe-) digna quae Apollo...). A propósito de esta confusión consonántica, interesa especialmente el siguiente comentario de Isidoro (Etym XIX, 1, 17), que se halla co-
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piado también en el LGl, 44, 2: Baselum corrupte dicimur Ipse est faselum genus nauigii de quo Uergilius... (BA 180, Baselum (phas-)...). 4.1.2.3. -v- por -f-: odoribera (Citisum Genus arboris... erba odoribera...; LGl, 61v, 2; CI 427, Citisum genus arboris... herba odoribera (-fe-)...); Sciuus (Condi Sciuus patera, 67v, 2; LGl, CO 782, scivus (scyph-), p. La misma confusión se da en Vat. 3321, CGL IV, 46, 40, Cundi sciuus potera (sic) lat. SCYPHUS ‘vaso’, ‘copa’); Conuectus (Conuectus Finitus aut debilitatus, 73, 1; LGl, 73, 1, CO 1967, Convectus (-fec-) finitus a. d.); passiue (Fedra Minui et passiue filia fuit..., II 5v, 2; LGl, FE 101, Fedra Minoi et Pas[s]ivae (-iphaae) f. f.), lat. PASIPHAA, -AE o PASIPHAE, -ES ‘Pasifae, hija del Sol, esposa de Minos, y madre del Minotauro’; Scaua (Caupulum Scaua canale uel locelum, II 20, 2; LGl, GA 153, Gaupulum (cau-) scava (-pha), canale vel locellum); Olograua (Olograua Omnem rem propriam, II 109, 2; LGl, OL 72, Olograva (-pha) o. r. p.); Pauum (Pauum ciuitatem..., II 121v, 3; LGl, PA 961, Pauum (Paphum)...), lat. PAPHOS o PAPHUS, -I ‘Pafos, ciudad de la isla de Chipre’; Profectus (Profectus hetate Senior, II 147, 2; LGl, PR 1995, Profectus (-vectus) [h]etate senior), lat. PROVECTUS ‘avanzado en edad’; Beelsebon (Beelsebon Ascensio specule uel speculum, 41, 1; LGl, BE 19, Beelsebon (-sephon)...); etc., etc. 4.1.2.4. -f- por -v-: Bifera (Bifera Secunda conIux, 45, 2; LGl, BI 66, Bifera (-vira) s. coniunx; también Em 31, 5v 3, 54, bifera secunda uxor; Goetz recoge en su vol. VI del CGL hasta doce testimonios de la forma latina etimológica bivira ‘mujer casada en segundas nupcias’); infolutus (Comedia est que priuatorum hominum... Libius Andronicus duplici toga infolutus..., 65-65v, 1; LGl, CO 353, Comedia est quae priuatorum hominum... Libius (-vi-) Andronicus duplici toga infolutus (-vo-)...); Mulcifer (Mulcifer Ignis quod omnia mulceat ipse dicitur uulcanus, II 89, 2; LGl, MU 52, Mulcifer (-ber) ignis; quod omnia mulcet; ipse dicitur Vulcanus), lat. MULCIBER, -BERI, uno de los nombres de Vulcano ‘el que ablanda el hierro’; Parascephe (Paraschephe Grece cena pura..., II 118v, 3; LGl, PA 404, Parascephe (-sceue) Graece cena pura...; también Em 31, 76r 3, 65, parascefe cena pura, grece), lat. PARASCEUE, -ES; Scafer (Scafer tofus Inequalis, II 178v, 1, entre las entradas léxicas Scaber y Scabere; LGl, SC 2, Scafer (-ber) tofus inaequalis); etc., etc. 4.1.3. EL
CAMBIO -H-
> -C(H)-
4.1.3.1. michi por mihi: Michi et mi Ita distinguitur quod mihi datiuum casum significat. mi uero uocatiuum..., II 84, 2; LGl, MI 28, Mi[c]hi et mi...
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4.1.3.2. nicil por nihil70: Nicil Conpositum est ex nil et ilo..., II 96, 2; LGl, NI 12, Nicil (-hil)... (Etym X 185); Nicil et nihil Ita distinguitur . nihil aduerbum est nihil autem homo nullus..., II 96, 3; LGl, NI 14, Nicil et nihil...; Nil Nicil, II 96v, 2; LGl, NI 60, Nil nicil (-hil). 4.1.3.3. amihi por amici: Me licebat Mihi licebat uirgilius me licebat casum miserere insontis amihi, II 80v, 1; LGl, ME 175, Me licebat mihi lice[b]at. Virgilius (5, 350) «me lice[b]at casum (-us) miserere (-ri) insontis amihi (-ci)». 4.1.3.4. inimihi por inimici: Infensi Inimihi, II 41, 2; LGl, IN 680, Infensi inimihi (-ci)...; Perduelles Hostis Immihi (sic), II 125, 2; LGl, PE 617, Perduelles hostis, inimihi (-ci). 4.1.4. OTROS
FENÓMENOS DE INTERÉS
Se encuentran en el LGl otros fenómenos igualmente probatorios de su hispanismo, cuyo análisis en profundidad dejo para otro momento (también dispongo de más argumentos gráficos y lingüísticos a favor del origen hispano del modelo primitivo del Vat. 3321). Entre ellos, cobran especial fuerza las diplografías (falsum > falsosum, compartida con el Vat. 3321, y con el Em 31), la evolución tr > r (o el caso inverso: falera > faletra, atestiguada, así mismo, en el Vat. 3321, PHALERAE, ARUM ‘faleras’, ‘collar de perlas’), la omisión de la h- (erba), la presencia excepcional de h- por f- (haunii FAUNI, atestiguado igualmente en el Em 31), etc, etc.
4.2. EL
POSIBLE ORIGEN HISPANO DE OTROS GLOSARIOS EUROPEOS
Me interesa señalar aquí que muy probablemente debieron ser también de origen hispano el rico listado de glosas copiadas en el antiguo glosario (siglo VII) atribuido falsamente a Cirilo y los modelos tanto de los glosarios medicobotánicos que recoge el cód. Cassin. 69, del siglo IX, como los de los que transmiten unos Hermeneumata Vaticana en el cód. Vat. Reginae Christinae 1260, del siglo X. Así lo advirtió ya Corominas en diversos artículos del DCECH. Por ejemplo, a propósito de la voz gamón, y refiriéndose al pseudoCirilo, afirma «que contiene otros vulgarismos de cuño hispánico (denostatio, strigare)».
La forma medieval nichil, según el DCECH, s. v. aniquilar, en lugar del clásico nihil, «se debió a un esfuerzo por pronunciar la h y evitar así la contracción en nil, reputada vulgar; en lugar de h se pronunció primero una chi griega o jota castellana, y luego k. [...] Desde los pequeños escolares y devotos compostelanos la pron. bárbara níchil se propagó al ambiente rústico y en el siglo XVIII perduraba en la cordillera central gallega». 70
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A su vez, s. v. empeine III, dice del Vat. Reginae Christinae 1260 que se caracteriza «por contener muchas voces del latín vulgar, entre ellas varias típicamente hispánicas, como sarracla ‘cerraja’, cicala ‘cigarra’ y sarma (errata por sarna [Impedigo id est sicca scabies rotunda et aspera, dicitur vulgo sarmam (sic)])». En fin, en alusión a este mismo códice vaticano y al Cassin. 69, dado que en los dos figuran bastantes glosas coincidentes con palabras españolas, observa Corominas, s. v. galapago, que «contienen otros hispanismos (como sarracla, impedigo, cicala)» y sostiene que «probablemente ambos glosarios serán de origen hispánico». Personalmente, encuentro, en efecto, en estos dos últimos glosarios muchas formas que considero sumamente interesantes para nuestra disciplina histórica. De ellas, llaman especialmente nuestra atención cipres (CGL III 537, 25), marrubio (ibíd. 541, 37) y ragadas (ibíd. 600, 47). Además, compruebo que abundan en ellos los indicios paleográficos de la escritura visigótica, como, por ejemplo, la bien conocida confusión t por c: tortex CORTEX (ibíd. 539,14), amatu AMACU (ibíd. 541, 58), farmatum FARMACUM (ibíd. 601, 26), etc.
4.3. LA
VALORACIÓN DE LOS GLOSARIOS HISPANOS COMO
«FUENTES ESPAÑOLAS»
Pues bien, con todos estos avales, presentados hasta aquí con mayor o menor detalle, tanto los que proceden de la evidente originalidad de muchas de las fuentes compiladas como los que justamente corresponden a la implicación de autores y compiladores hispanos en el desarrollo de este género glosográfico, quedaría, a mi entender, sólidamente justificada la valoración de «Fuentes Españolas» que meditadamente hemos aplicado a estos textos lexicográficos escritos o copiados en la Hispania altomedieval (cf. infra).
5. LA
OBLIGADA DEPURACIÓN FILOLÓGICA DEL TEXTO DE LOS GLOSARIOS
El interés mayor de estos lexicones no reside, sin embargo, en la novedad y riqueza excepcional de las múltiples fuentes agrupadas, fuentes que miran al pasado latino y también, aunque en menor medida, al presente altomedieval. Tampoco se debe a su condición, que aquí no podemos desarrollar, de testigos de la calidad intelectual de los clérigos y eruditos de la Península, principal aspecto este, merecedor, según Wrigth, de una investigación mayor que la exigua hoy existente. El interés mayor de estos glosarios, aquel que les confiere la atribución de españoles en cuanto materiales para el estudio del español, radica en el hecho de que, en términos absolutos, como afirma González Ollé (hace al caso repetir tan importante valoración; cf. Introducción), «constituyen por
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sí mismos una fuente de primera magnitud para la investigación de los orígenes del español»71. Pero una fuente, sigo con la metáfora, de acceso difícil e inseguro. El investigador, por lo general, sólo alcanza a descubrirla bajo las incontables modificaciones y adulteraciones textuales que por diferentes causas (ignorancia, descuido, confusiones gráficas o léxicas, influencia de lo oral, etc.) experimenta el contenido del libro, aunque también, y quiero adelantar y subrayar esto de manera especial, le es hacedero encontrarla en los no escasos añadidos romances o iberorromances insertados en la entrada y en la definición de sus artículos. En efecto, para cualquier filólogo interesado en su estudio, las desviaciones idiomáticas respecto del latín normativo, las innovaciones relevantes en relación con la lengua escrita regularizada y también los dislates sin ninguna continuidad histórica que se extienden a lo largo de todos estos textos vivos constituyen su característica más sobresaliente. Y todavía más, las incorrecciones, deformaciones y errores textuales que presentan son tantos y tan sorprendentes que superan con creces en cantidad y atrevimiento a los que encontramos en el resto de los glosarios, incluidos los considerados, en distinta medida, hispanos, como el LGl. Esta última constatación debe tenerse siempre presente en el estudio de estos glosarios; para mí ha sido determinante a la hora de averiguar y ponderar científicamente el grado de originalidad y el alcance de las aportaciones, principalmente, de los códices Em 46 y Em 31 a la historia lingüística española. Pero sólo bajo esa broza, tantas veces irritante por la presencia de significantes inmediatamente irreconocibles, el latín escrito, imperfectamente dominado, se impregna de valiosos elementos propios de la lengua oral, muchísimas veces en armonía total o casi total con el sistema fónico del romance hablado en la Alta Edad Media, y, a la inversa, algunas veces las soluciones ya abiertamente romances presentan un pertinaz revestimiento latinizante. En la práctica quiere esto decir que el latinista, romanista o el historiador de la lengua española que pretenda aprovecharse válidamente de estos glosarios, como instrumento filológico que estrictamente son, deberá previamente someterlos a una depuración filológica. Es el único camino para llegar a la comprensión, muchísimas veces difícil e insegura (así lo ha experimentado González Ollé en la ejemplar investigación, antes citada, sobre el Em 46), y, lo que es igualmente importante, para evitar caer en trampas, en espejismos o descubrimientos insospechados y fascinantes, pero que, dada su radical falsedad, obviamente hay que invalidar.
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González Ollé, Observaciones filológicas, 15.
Este ejercicio de desenmascaramientos hasta lograr una enmienda correcta exige en el filólogo proceder con extremada cautela y, como bien observa González Ollé, una serie amplia de recursos: «la observación atenta capaz de descubrir el dislate [...], el cotejo entre los dos constituyentes de cada artículo, [...] la comparación de un artículo con otro»72, la modificación de las segmentaciones incorrectas de las palabras, los rasgos semánticos o connotaciones históricas inherentes a cada terminal del artículo y la consulta de las fuentes. A ellos añadiría yo el conocimiento paleográfico de las letras principales del momento (visigótica, carolina, merovingia y lombarda), la familiaridad con los fenómenos fonéticos más socorridos y deformadores (haplografía, diplografía, metátesis, sonorizaciones, anaptixis, evolución del grupo consonante + r, presencia-ausencia de hinicial, la interpolación de una yod al final de la palabra, etc.) y la consulta asidua de los más importantes glosarios medievales.
5.1. Mediando estos recursos, González Ollé ha logrado enmendar muchos artículos del Em 46. Así, Leralis arando mortalis 93v 9 (por Letalis arundo [‘caña’] mortifera sagitta 93v 9), Insigne ouiles [nobiles] 85v 33 (debido a Insignem nouilem, clarum... 85v 34), Auruspices qui habes [aues] inspiciunt 16r 45 (comp. Salue habe 37r 8 / Salue aue 137r 36), Stultus solidus [stolidus] 147v 5 (que atribuye al simple error de suprimir una letra. A mi juicio, influye aquí el frecuentísimo fenómeno de la haplografía), Prontus [pontus] pelagus 125v 29 (corrección sugerida por la glosa. Sin embargo, este es uno de los numerosos testimonios en que el grupo cons. + r pierde la vibrante), Exilia [Scila] errorum marinos 57v 69 (interpretación autorizada por la connotación histórica de que participa la definición. También aquí apoya, a mi ver, la misma enmienda la repugnancia de los copistas al mantenimiento de la s- líquida y, sobre todo, el empleo bien conocido de la yod epentética en la sílaba final), etc.
5.2. Es verdad, sin embargo, que en muchos casos «podrá caber la duda, más o menos razonable, dada la existencia efectiva del significante o del significado supuesto erróneo, de que no proceda confirmarlo como tal y sí el reconocimiento de un cambio efectivo»73. Entre los testimonios que González Ollé considera casos límite, en su aceptación como error gráfico o como reflejo de la evolución fonética, analiza el siguiente: lesia paradisum 93v 17. De acuerdo con su propuesta, cabría relacionar el significante lesia con eliza, elexa y, por aféresis de e-, con liza, formas procedentes de ECCLESIA y que originan, en
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Ibíd., 18. Ibíd., 21-22.
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composición, numerosos topónimos vascos, como Elizalde, Elizondo, el repetidísimo Elejalde, Lizaran, Liçagorria (hoy Lazagurria), etc. Por otra parte, la congruencia de la definición ‘paradisum’ podría salvarse si se aceptara ésta como un significado metafórico, circunstancia que, según comprueba González Ollé, se atestigua una vez en el Tractatus de Zenón de Verona (siglo IV). Sin embargo, sin juzgar en modo alguno como temeraria esta propuesta y, consiguientemente, susceptible de invalidación, yo me inclino a ver igualmente en el significante del artículo un cambio fonético real, aunque a partir de un étimo distinto: Elysia > lesia. El artículo lesia paradisum se encuentra también en el Codex Amplon., del siglo IX (CGL V 306, 60 y 370, 23); pero en el cód. Vat. 1773, del siglo X (CGL III 520, 30), se lee eliseus dysus. El editor, G. Goetz, ve ante la d de dysus 3 o 4 letras ilegibles y pensando, a mi entender, en el significado de Elysium como ‘Elíseo, morada edénica de los héroes y de los hombres virtuosos después de la muerte’, reconstruye disus (CGL VI 383). Este mismo valor parece claramente atestiguado en el siguiente artículo del LGl, 101v 1: Elisium Elisi sunt campi aput inferos in quibus beatos (lectura de Goetz, en el cód., uentus) commanere ait poeta uirgilius quamuis elisos miretur grecia campos. Hago notar, en fin, que ya Goetz, en su edición crítica, CGL VI, 638, sostiene, con apoyo ajeno, la misma interpretación que yo propongo: «Lesia paradisum [...] (Elysia recte Ott Fleckeiseni Annal. vol. CXVII 420)».
5.3. Por otra parte, en el artículo prohe˛tum occupatum 123v 45, del mismo Em 46, González Ollé encuentra un testimonio de evolución fonética real especialmente interesante ya que por la presencia de la h podría contribuir a explicar la evolución de la f- inicial en castellano. Según este investigador, de las propuestas etimológicas por él aportadas (el sust. Proetus, mítico rey griego, el adj. provectus ‘avanzado en edad’, el part. provectus ‘transportado’, ‘llevado adelante’, el sust. proiectum ‘saledizo’, el part. proiectum ‘arrojado’ y profectum, forma en la que concurren un sustantivo y los respectivos participios de proficio y proficiscor), por su mayor congruencia semántica con la definición, habría que vincularlo con el último aducido, profectum, part. de proficio, en que la acepción ‘aumentado’, ‘desarrollado’, al menos no parece insolidaria con occupatum. Pero afortunadamente el mismo glosario ofrece la variante profectus (profectus egressus uel proficiens, grandebus 123r 58) identificada con prouectus (prouectus [profectus] auctus, antepositus uel proficiens 125v 16, y con prouectus [profectus] cumulatus 125v 18), por lo que, si esta propuesta se validara, los significantes consignados, profectus, prouectus y prohetus, «mostrarían la evolución f > v (b) > h, una de las que se han supuesto para explicar la pérdida de la f. Y también, claro, se documentaría una manifestación temprana del susodicho fenómeno».
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Sin devaluar un punto la solidez y coherencia de esta propuesta, también aquí creo que cabe recurrir a otra interpretación. Habría que partir, en este caso sí, de la presencia de un error gráfico extremado, la secuencia desusual ohe˛. A mi juicio, tan extraño trígrafo podría estar ocultando simplemente una e. Piénsese que entre otras características gráficas de los códices Em 24, Em 46 y Em 31 destaca la inhabilidad de los copistas para escribir correctamente esta vocal: vemos con mucha frecuenca los dígrafos ae y oe o el alógrafo e˛ donde debería poner una simple e, y también prolifera la confusión contraria. Y además, la h- expletiva, sobre todo inicial de palabra, es una constante en estos glosarios, como lo es su omisión, que se considera también rasgo específico de los textos visigóticos hispanos. De aceptarse mi enmienda, prohe˛tum [pretum] occupatum, que presenta una congruencia semántica incuestionable en la definición, estaríamos ante la forma hasta ahora desconocida PRETUM, participio analógico de PRESSUS, y podría así reavivarse la discusión sobre el étimo de apretar (cf. apretat, infra, y DCECH, s. v. apretar).
5.4. En preblemma InIgma, Id est, parale˛ 154r 2, del Em 24 (comp. LGl, PR 1524, problema enigma y 1525, problema parabola; además, CGL V 542, 55, preclama propositio, parabule), la forma excepcional parale˛ ¿representa la evolución occidental ˘ LA > fala (gall.-port. falar FABU ˘ LARE; ast. Pola y el ant. polar, en lugar de Puebla, FABU poblar; comp. it. parola, fr. parole y oc. parlar PARABOLARI), que presenta síncopa explicable en voces de mucho empleo?, ¿habrá que interpretarla, más bien, como grafía imperfecta de la pronunciación paralle (comp. enjullo ‘madero cilíndrico del telar’ < lat. ˘ LUM íd.), tal como correspondería a la forma trilo (< TRIBU ˘ LU; cf. DCECH, tardío ˘I NSUBU s. v. trillo), documentado en una escritura vallisoletana de 1222? O, sencillamente, ¿estaríamos ante uno de los muchísimos casos de disimilación haplográfica que plagan la totalidad del texto?
5.5. Como ya lo advertimos antes y se habrá deducido fácilmente por los comentarios precedentes, el uso del glosario, así lo afirma González Ollé, «amenaza, en ocasiones, con verdaderas trampas»74. Pues bien, expongo ahora en primer lugar aquella que este destacado hispanista selecciona en el Em 46 para alertar sobre este peligro. Se trata del artículo Aucrus cupidus uel qui suas res non utitvr 15r 2. De él nos interesa ahora la entrada léxica aucrus. Como es bien conocido, resulta hoy todavía muy incierta la etimología de ogro (‘monstruo fabuloso que devora los muchachos’ o ‘personaje folclórico, de
74
Ibíd., 22.
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feroz catadura, con cuya mención se asusta a los niños’ y fig. ‘persona insociable o de mal carácter’). Corominas-Pascual, por ejemplo, no aclara su opinión sobre el origen francés ogre, que generalmente se le atribuye, y además rechaza para esta forma el latín ORCUS ‘personaje mitológico que representa el infierno’ (DCECH, s. v. ogro). En esta situación de los estudios etimológicos de la palabra, la presencia de aucrus en el artículo de nuestro glosario ofrece una oportunidad con cierta garantía de verosimilitud. El problema, una vez más, lo plantearía la incoherencia semántica de la definición (cupidus uel qui suas res non utitvr), pero, como bien lo enjuicia González Ollé, ésta no se da «vista la permanente condición peyorativa de la palabra, que se aplica siempre a un ser de naturaleza odiosa». Ahora bien, el análisis filológico (eminentemente paleográfico, en esta ocasión) que le sirve de base a la forma aucrus demuele irremediablemente todo el edificio de esta suposición. El modelo (o el modelo del modelo) que para este artículo sigue el copista del Em 46 debió de estar escrito en una letra, como la merovingia, donde se confunde la c con la a. Esto es, en el modelo figuraría la lectura auarus, y el copista cometió el error de interpretar la segunda a por una c. El error queda indudablemente confirmado por las Glossae Abavus, del siglo IX, estrechamente relacionadas con parte de las del Em 46; allí puede leerse este artículo: Auarus cupidus qui suas res non utitur.
5.6. Por doquier aparece también en el Em 31 el disfraz romance cuya base textual genuina no siempre he logrado identificar. He aquí sólo algunos ejemplos: 5.6.1. detraIgat detrayt 13r 3, 61. No encuentro esta glosa en ningún otro texto. Llama la atención el lugar en que queda situada (exactamente, entre derogat, deribatum y derelictus, derectum) teniendo en cuenta que habitualmente en la ordenación ortográfica se respetan las tres primeras letras de las palabras. El LGl, 85v 2, únicamente define con la sola equivalencia Detrahit la entrada léxica Derogat (obsérvese que el artículo inmediatamente posterior es Derogat Detraitat). Además, no ha de desestimarse la presencia de una I alta en detraIgat y de una y en detrayt: ambas grafías parecen reflejar la existencia de hiato en las dos palabras (frente a la grafía con i latina, por ejemplo, de la GlEmil. 43 kaigamus). Todos estos datos han de ser tenidos muy en cuenta en la valoración del interés de una forma como ésta. Una forma verbal que, en una primera lectura, a pesar de la incongruencia semántica entre el definitum y el definiens, tenderíamos a incluir entre las que constituyen el presente de subjuntivo del verbo detraer. Habrán de incluirse entre los candidatos para la correcta enmienda dos formas muy próximas a las que intentamos identificar, dos verbos que Du Cange, s. v. detragigo, ofrece en este problemático artículo: «detragigo Gloss. Arabico-Lat.: Detragigo, detraho.
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An detransigo ? [Amalthea habet Detrago]»75. Ante ella, y ante todos los datos anteriormente ofrecidos, se alzan interrogantes como éstos: ¿Pertenece a la primera conjugación el extraño detragigo?, ¿la I de detraIgat es el resultado final de la palatalización del grupo -GI- de detragigat ?, ¿estamos frente a una mala lectura de detraitat (cf. supra), forma descendiente de detractat?, ¿realmente habrá de considerarse detraIgat como la tercera persona singular del presente de subjuntivo de detraer? Y aún sería atendible una última posibilidad: Por el lugar que ocupa el artículo en el listado, ¿no habrá que pensar en la forma romance deraigat < DERADICARE, que tan bien se presta a la correspondencia de significados entre el definido y la definición y cuyo significante podría explicarse como un caso más de las ultracorrecciones de –TR- > -r-, no infrecuentes en este glosario? 5.6.2. fillo filio 31r 3, 68. Aparentemente, desde la perspectiva diacrónica del castellano, la forma fillo sería un claro testimonio de la etapa antigua en que el grupo lj se tranformaba en una consonante palatal lateral; en cuyo caso, en el presente artículo habría una evidente intención normativa al ofrecer el definiens la forma latina correcta. Y, desde luego, no nos oponemos a que así lo interpretara el copista del Em 31 (y/o el amanuense o los amanuenses del modelo o de los modelos elegidos). Pero, a nuestro juicio, habrá de tenerse muy en cuenta el hecho de que este artículo se sitúa entre el que explica la entrada léxica fissallida y los que definen los términos fita, filira, fissallica y finicas, todos ellos, los cinco, nombres de plantas. Es decir que fillo podría, en principio, corresponder exactamente a uno de los numerosos tecnicismos botánicos que figuran en este glosario. A este respecto, encuentro algún ejemplo de gran eficacia a la hora de justificar la especial cautela que requiere el examen de una voz como ésta. Así, CGL III 539, 17, flicon idest filio, e ibíd., 563, 34, filla .i. folia (LGl, II 9v 1, Filia Folia grece). En fin, en Plinio figura el grecismo phyllon, sinónimo de la leucacantha ‘espino’. 5.6.3. helies murrio 41r 1, 6 (LGl, HE 73, Helies (hebes) mur[r]io (mo-); CGL IV 523, 48: Helies murio; ibíd., 243, 22, Hebes murio; ibíd., V 629, 14, Heries murio). Comp. Em 31, 62r 2, 27, morrio a morte uocatus, eo quod non uigeat Intellectum (Etym X 183, s. v. morio). A la vista de los testimonios anteriores, parece claro que el presente murrio corresponde al nominativo latino MORIO, forma afectada por inflexión de la yod y por la alternancia, tan común en estos textos, de consonantes vibrantes. No ha de relacio-
75 Du Cange, Glossarium Mediae et Infimae Latinitatis, Niort, 1883-7 (reimp.: Akademische Druck-U. Verlagsanstalt, Graz-Austria, 1954).
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narse, por tanto, con murrio ‘triste, melancólico y descontento’ ni con murria ‘especie de tristeza y cargazón de cabeza que hace andar cabizbajo y melancólico a quien la padece’, aunque entre el latín MORIO, -ONIS ‘tonto’, ‘simple’ (o HEBES, -ETIS ‘tardo’, ‘embotado’, ‘lánguido’) y el español morrio (claro representante, según el DCECH, s. v. morro, de la onomatopeya MURR- del refunfuño [?]) se aprecia fácilmente parentesco semántico. 5.6.4. pomares locus ubi sunt poma 84r 2, 50. Esta forma, pomares, con apariencia de plural romance se halla correctamente escrita en Du Cange: «Pomaris, pro Pomarium. Ager pomum consitus. Charta Gennadii Episcopi Astoricensis aerae 953. apud Antonium de Yepez tom. 4. Chron. Ordin. S. Benedicti: Aedificia instruxi, vineas et Pomares plantavi, etc. Occurrit non semel in hac charta, et aliis Tabulis Hispanicis». Se trata de una voz bien documentada en las cartas antiguas: «en cuanto a Pomar, habiéndose petrificado en la toponimia, tuvo mayor extensión (ejs. leoneses y del Norte en Oelschl., aa. 904 y 1011; Pumar en 972, 1086 y 1210)» (DCECH, s. v. pomo).
6. PALABRAS
DE IDENTIFICACIÓN INSEGURA Y ARTÍCULOS DE DIFÍCIL
COMPRENSIÓN Hay en el manuscrito bastantes palabras de identificación muy difícil e insegura. Ello ha motivado en gran parte que no haya alcanzado a comprender bien los artículos de que forman parte. Ahora bien, su aspecto semirromance o romance suscita especialmente el interés por profundizar en su complejidad lingüística. He aquí algunas de ellas: a) Em 46: – calbamento (partico et alto calbamento 111v 23. Deest Goetz). – fiosa (perna rustice fiosa 115 r 57. Deest Goetz). – flafogoso (primus flafogoso 122r 28. Deest Goetz). – lencias tenacias 93r 20 (Deest Goetz; comp. Em 31, 54v 2: lincias Rx). – linos (splene linos 145v 43. Goetz, splene linos (lien?) CGL IV 393, 3; comp. linos splenae 95r 10, y Goetz (s. v. lien), linos splene IV 361, 19, lat., SPLEN, ENIS ‘bazo’ y LIEN, ENIS íd). – qvaquilas (coturnix quod uulgit qvaquilas uocant 36r 64. Deest TLL y Goetz). Palabra de origen posiblemente onomatopéyico. En 8.3.1., s. v., sugiero para ella alguna relación léxica. – subcino sublentisco 147v 47 (Deest Goetz).
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– tamara (hysopo e tamara quasi absentjum 76r 34. Deest Goetz y TLL). En 8.3.1., s. v., me inclino por la siguiente lectura, muy distinta: hysopo et amara quasi absentjum. – togorma friges 155v 19 (Sil 1296, 204r: fruges. Deest Goetz); etc., etc. b) Em 31: – calciusisu (erua delfinion quem rustici calciusisu dicunt 20v 1, 17). – ciurada (prepeleos ciurada de apes 89r 3, 61. Comp. 31, 84r 3, 56, pompoleos clusura de apibus; CGL III 593, 45, Vat. Reg. Christ. 1260, propolius ce˛ra unde apes se includunt deforis uel domicilium ubi se recludit mater apium; CGL III 542, 17, propoleos idest malta deapibus). En 8.3.1. aludo a una posible relación de esta voz con la onomatopéyica chorro (cf. 8.3.1, s. v. ciurada). – galgala (galgala ratjo uel reuelatjo 36v 1, 22. Non rep.). En 8.3.1., s. v., indico las dificultades de asociación de esta palabra con otras por razones semánticas. Pero por el parecido formal del definitum y del definiens que lo constituyen, sugiero que acaso ayude a identificarla el siguiente artículo del LGl, II 20v 2: Geligel Relatio (LGl, GE 18, Gelgel = nom. Bibl.).
7. FENÓMENOS
GRAFICOFÓNICOS
Instigado por la aquilatada valoración que últimamente se viene haciendo sobre las posibilidades filológicas de la información paleográfica, obediente al propósito de conseguir el máximo aprovechamiento científico a partir de la totalidad de los textos recogidos, desearía aclarar y poner de manifiesto en este punto la relevancia que adquieren determinados fenómenos de la paleografía visigótica en la edición y estudio lingüístico de estos glosarios, como también de las glosas y de cualquier texto, latino o romance, escrito en letra visigótica. Concretamente, por su especial incidencia en los lexicones analizados, me centraré en esta ocasión en el comentario de los tres fenómenos graficofónicos siguientes: la abreviatura de una s volada, los distintos tipos de i y las variantes de la dental sonora.
7.1. LA
ABREVIATURA DE UNA S VOLADA
En la cuestión tan puntual de la abreviatura de una s volada, conviene advertir que es obligado resolver esa abreviatura correctamente, lo que no sucede con frecuencia en las ediciones fijadas por los filólogos hispanistas. Concretamente, dicho semicolon tras (semi)consonante (en especial sobre b, d uncial, I alta, m, n y p, y
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ocasionalmente, sobre l) debe representarse únicamente con la terminación -us, si bien, colocado a la derecha de la panza de una q, confiere a esta letra el valor de que (pero no de qui, para cuya representación se utiliza una q con el caído cortado por una línea ondulada). Ejemplos: a) Em 46: sternimus occidimus 146r 2, 63; aque 71v 61 (pero aliqui 107r 1 9). b) Em 31: dicimus 81r 3, 67 (lámina 15); que 4v 25 (lámina 16), frente a aliquid 70r 3, 71 (lámina 17). En este lugar, quisiera advertir que el texto tan socorrido y admirado de la doxología o glosa 89 del Em 60 se viene editando la mayoría de las veces -para alguno de sus fenómenos pertinentes, en todas las versiones conocidas- con no pocas deficiencias ecdóticas. Así, en segamus el uso de la abreviatura con forma de s volada no autoriza a desarrollar la terminación -mos, como casi todos erróneamente leen, sino sólo -mus, según la preceptiva paleográfica visigótica. Es necesario no perder de vista, insistimos, que en la letra del cód. Em. 60, como en la de cualquier manuscrito en esa escritura hispana, las abreviaturas operan en el texto latino con el mismo valor que en el de las glosas romances (cf. en fot = quien fot, 1) o en el de las vascas (Izio
dugu = Izioqui
dugu, 31).
7.2. LOS
DISTINTOS TIPOS DE I: LA I «CORTA», LA I «ALTA» Y LA I «BAJA»
Del mismo modo, hay que respetar sistemáticamente la relación gráfico-fónica que se observa entre las distintas formas que presenta la i y los valores fonológicos o las variantes de realización a que aquéllas remiten. Es decir, el escribano utiliza tres tipos de i, claramente determinadas en lo formal por la función fónica que desempeñan. Así la i «corta», que se escribe predominantemente en posición interior, sólo tiene en esta letra valor vocálico. La i «alta» o «longa», muy parecida a la l actual de imprenta, cuando se escribe en posición inicial de palabra y ante consonante, tiene valor vocálico; pero ante vocal, en posición inicial de palabra o de sílaba interior, representa siempre o una semiconsonante o una consonante palatal, fricativa o africada. Y, finalmente, la i «baja», que únicamente la encontramos ante una vocal y pospuesta a una t con la que constituye un nexo difonemático, tiene valor semiconsonántico y representa además una infección palatal sobre la consonante dental precedente, que queda por ello asibilada: algo así como una africada alveolar o una oclusiva sorda alveolar o al-
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veolo-dental. En este caso se trata de una rigurosa creación de grafía fonética sumamente interesante en los ámbitos paleográfico76 y lingüístico. Ejemplos: a) De i corta: – Em 46: eligit eligit 41v 63, diuidam 42r 28, Indixit 44r 10, etc. – Em 31: adscisci 1r 2, sinu 1r 5, maritalis pudoris 1r 42, etc. b) De i alta (= I): – Con valor vocálico: . Em 24: Ingentia 151v 2, 49, Insultat 152r 1, 13, InIbere˛ 152r 1, 29, etc. . Em 46: Id est 1v 2, Inuoluta 1v 6, perIbet 1v 10, etc. . Em 31: Intentus 1r 13, IntroItus 1v 4, deIscit 12r 42 (lámina 18), etc. – Con valor semi(consonántico): . Em 24: Iantaculum 152r 1, 41, Iudicium 153r 1, 10, disIungi, 150r 1, 12, etc. . Em 46: abIecte 2r 25, adIungimus 2r 51, Iure 1v 12, etc. . Em 31: Iubenis 1r 79, raIa 3v 48, deIerare Iurare 12r 2, 38 (lámina 19), Iam 10v 63, etc. c) De i baja (= j): – En nexo intervocálico: . Em 46: le˛titje˛ 5v 41, patjentje˛ 50v 21, uitjum 40r 42, etc. (pero aethiops 6r 55, Scithia 103r 23, thiara 154v 3, etc.). . Em 31: potentjam 3v 30, letitja 84r 14 (lámina 20), malitje 3v 41, etc. (pero scithie 10v 4, Ethiopia 21v 35, Pethias 81v 47, etc.). – En nexo precedido por consonante77: . Em 46: obtjo 61v 65, scientja 2r 58, tertjus 2v 21, etc. (pero agrestia 30r 10, bestie˛ 18v 41, ce˛lestia 6r 45, ce˛lestium 14v 34, etc.)78.
76 Sobre la utilización de ti y tj como apoyo para la datación de las fuentes, cf. los estudios ya clásicos de E. A. Loew, Studia Paleographica, Munich, 1910, 76 y ss.; Z. García Villada, Paleografía española, Madrid, 1923, 133-136, y A. Millares Carlo, Tratado de Paleografía Española, Madrid, 1983, 323-342. Para una revisión del valor de este criterio de datación, véase, en especial, el estudio de S. García Larragueta, «Consideraciones sobre la datación de códices en escritura visigótica», en Actas del VIII Coloquio del Comité Internacional de Paleografía Latina, Madrid, 1990, 51-58, y los valiosos comentarios que sobre el tema realiza J. M. Ruiz Asencio, «Hacia una nueva visión de las Glosas Emilianenses y silenses», en Las Glosas Emilianenses y silenses, Burgos, 1993, 90-92. 77 Repárese en que para J. Gil («Notas sobre fonética del latín visigodo», Habis, 1, 1970, 74), después de consonante «En los códices es raro encontrar [...] formas asibiladas». 78 Ya Sommer (Hdb.2, 218; como también Löfstedt, Lang. Ges. 173, n. 1), basado en un testimonio de Papiriano, observó que la asibilación no se produce cuando precede s: por tanto es de esperar ostium y no ostjum (apud Gil, Notas sobre fonética, 74).
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. Em 31: dictjo 14v 40, sententjam 10v 33, diuortjum 100 72, etc. (pero molestia 7v 19, questionum 15r 14, hostias 51v 70, etc., o tras x: permixtione 7v 39, conmixtione 45r 74, permixtio 80v 41, etc.). Hago notar que el Em 24, dada su antigüedad, no conoce aún en absoluto el artificio gráfico para distinguir las dentales como queda bien ejemplificado en Instantiam 151v 1, 70, Primitie˛ 154v 2, 40, tristitia 150v 2, 58, etc. Por otro lado, en relación con la aludida glosa 89 del Em 60, advierto de nuevo aquí que tampoco se respeta normalmente en las ediciones y estudios esta importante distinción gráfica: así, no se suele distinguir la i corta de tienet con la j baja de mandatjone y serbitjo, que, insisto, palataliza y asibila a la t precedente transformándola en una africada alveolo-dental.
7.3. LAS
VARIANTES GRAFICOFÓNICAS DE LA DENTAL SONORA EN EL
EM 31
Especialmente significativo resulta, a mi entender, un fenómeno gráfico-fónico ocurrido en el texto del Em 31. Me apresuro a resumir así su alcance: los copistas que intervienen en la transcripción de este libro –nótese el interés de la pluralidad de amanuenses– perciben, al parecer, con fina sensibilidad fonética, los dos matices oclusivo y fricativo de la consonante d, utilizando la recta para reproducirla cuando está en posición fuerte, y la uncial, cuando está en posición débil. Como es bien conocido, la escritura visigótica minúscula, redonda o cursiva, en cualquiera de sus modalidades hispanas y ultrapirenaicas, tiene dos tipos de d. Una, la uncial, caracterizada así: su trazo alto vuelve hacia la izquierda como prolongación del ojo de la letra y ofrece una ondulación más o menos pronunciada, con remate algunas veces en forma de guioncito. La otra, la recta, semejante a la actual de imprenta, mantiene recto y vertical el trazo. Por lo que respecta a este astil de la recta, se observa que en los códices más antiguos es por arriba más grueso que por la parte inferior, mientras que en los textos escritos a lo largo del siglo X aparece ya más fino e igual, y en su punto de arranque lleva frecuentemente guioncito o lineola horizontal. Todo ello constituye otro firme criterio a la hora de distinguir la fecha de los códices. Ahora bien, con relación al empleo de ambas formas, todo cuanto conocemos se limita a estas escuetas, y coincidentes, apreciaciones de dos de los más distinguidos especialistas en la escritura visigótica: «Existen dos clases de d [afirma García Villada], usadas indistintamente; la uncial y la minúscula»79; «ambos tipos [nota Millares Carlo] alternan, a veces, en una misma palabra»80.
79 80
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García Villada, Paleografía española, 131. Millares Carlo, Tratado de paleografía española, 80.
Pues bien, como ya se habrá inferido del cotejo de estas manifestaciones con la síntesis adelantada de nuestra opinión sobre el fenómeno, lo que en este estudio sostengo difiere sustancialmente del contenido fundamental que conlleva la valoración hecha por los dos ilustres paleógrafos citados. A la luz del texto transmitido por el códide Em 31, cabe, en efecto, postular esta otra hipótesis, muy diferente: el empleo de las dos formas de la d visigótica no es indistinto; la alternancia de ambos tipos de letra observada no es arbitraria; y aun más: el uso de cada uno de los dos alógrafos viene exigido por contextos fonéticos bien determinados. Pero en la brevedad de las apreciaciones de García Villada y Millares Carlo hay implícito un aspecto de la mayor importancia para la solidez de nuestro planteamiento, con el que convenimos por completo. Es éste: en la explicación de la presencia alternante de ambas formas de dental deben excluirse las razones específicamente gráficas. Efectivamente, son numerosos los argumentos que en este sentido se podrían aducir. Pero entiendo que será suficiente aquí con la exposición de alguno de ellos. Así, la anteposición a una d de una letra con valor de consonante, por ejemplo de una n, no es el factor que determina la presencia sistemática de una d recta, ya que, cuando dicha letra n se elide por el procedimiento habitual de la abreviatura, la d mantiene la forma recta, aun cuando en el contexto gráfico le preceda una vocal. Y a la inversa; la anteposición a una d de una grafía con valor vocálico tampoco se convierte en el elemento que determina la escritura de una d uncial, pues, al elidir la vocal por el mismo recurso de la abreviatura, la d continúa siendo uncial a pesar de encontrarse gráficamente situada detrás de una consonante. No nos cabe la menor duda, en cambio, de que en la escritura de todo el texto del códice Em 31 son razones fonéticas las que obligan a la elección de uno u otro de los alógrafos de la dental. De ahí la importancia que se concede a este fenómeno. Todos conocemos la carencia de datos que padece el investigador de la fonología y de la fonética históricas al analizar las consonantes sonoras oclusivas y las fricativas de los inicios de los romances españoles, así como del castellano medieval. Concretamente, en relación con la sonora dental, los datos disponibles no proporcionan ninguna evidencia ni a favor de una oposición fonológica entre oclusivas y fricativas ni siquiera a favor de una distinción fonética entre [d] y [p]. A pesar de lo cual, una hipótesis como la del Prof. Alarcos, tan bien pensada, ha gozado siempre de una amplia aceptación. Alarcos, al proponer el sistema fonemático correspondiente a los orígenes de los romances españoles, consigna dos fonemas, el dental oclusivo sonoro /d/, procedente del latín /d/ inicial o postconsonántica, de la geminación latina /dd/ y de -t- latina intervocálica, y el dental fricativo sonoro /p/, resultado del latín /d/ intervocálica81. En cambio, en su pro-
81
E. Alarcos Llorach, Fonología española, Madrid, 1981 [reimpresión de 41965], 252.
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puesta del sistema del castellano alfonsí y medieval, al poner en cuestión que el resultado del latín /d/ intervocálica fuera ya distintivo con respecto al del latín /t/ intervocálica, sólo consigna un fonema dental oclusivo sonoro, al que corresponderían realizaciones alofónicas diferentes82. En todo caso, la inexistencia de pares mínimos y, por supuesto, de distinción gráfica hacen muy difícil, se ha dicho con razón, el conocimiento seguro de tan importante cuestión lingüística83. En este sentido, resulta muy interesante, a nuestro juicio, aunque el hecho no ofrezca total seguridad, la antigua distinción gráfica, descubierta por Galmés en algunos manuscritos aljamiados, entre las oclusivas, transcritas con el
(dal) árabe y las fricativas, representadas con el
(dal) de esa misma lengua84. Y
con mayor fundamento, dada la escasa presencia de confusiones de los alógrafos dentales en el emilianense 31, la distinción que en él observamos se hace igualmente acreedora a una amplia y profunda investigación monográfica, un estudio que la ponga en relación con las de las otras series sonoras de labiales y velares del mismo códice, para llevar después el examen a otros textos visigóticos altomedievales. Con respecto a éstos, me interesa señalar que en el estudio codicológico y paleográfico del códice emilianense 46 de la Real Academia de la Historia, al caracterizar las dos formas de la d, ya observamos este interesante aspecto de la relación gráfico-fónica: «[la d recta, escribíamos] se utiliza sistemáticamente al comienzo de palabra (densis 15r 34, dictus 15v 62, dilatat 9v 62, discedere 2r 1, dispar 2r 10, dispicit y dispuit 15v 38, dissimilem 2r 13, domino 41v 53, domino 41v 58, dubiae˛ 13r 36, etc.) y con frecuencia tras un prefijo, acorde o no con la normativa gramatical (abdomen 1v 21, addicit ‘addicata’ 4r 33 y addidit 4r 34, addit 4r 35 y addita 4r 36, subductum 2r 47, subdit 4r 25, abdixi 1v 23 y abdixit 1v 24, abduxit 2r 50, Indigne 5r 66, Inde 2v 38, etc.). Igualmente, es abundante en lecciones abreviadas tanto en el interior como al final de palabra, con astiles cortados en horizontal por el signo general de abreviatura (archidcns = archidiaconus 12v 41, qd = quod 2r 20, quod 23v 14, scda = secunda 44r 55, etc.). La segunda forma, la uncial, es el resultado del alargamiento de la panza, cuyo astil, corto, vuelve a la izquierda en diagonal, con ligera curvatura hacia arriba. Se encuentra en el interior de palabra (adducit 6v 21, e duobus –por sentimiento de prefijo– 8v 5, eIusdem 5v 46, Ideo 8r 28, quidam 9r 34, reddicio 6r 60, secordes 140r 52, secordes 140r 53, etc.) y, excepcionalmente, en posición inicial (dico 7r 59, dico 7r 58) o cuando el escribano ignora la separación correcta de las palabras (qvod
82
Ibíd., 264-265. C. Pensado Ruiz, Cronología relativa del castellano, Salamanca, 1984, 85. 84 A. Galmés, Historia de los amores de París y Viana. Edición, estudios y materiales, Madrid, 1970, 155. 83
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adueniens 3v 10)»85. No pierdo de vista el contenido de esta observación, en líneas generales coincidente con el del Em. 31, y que habrá que investigar más detalladamente. Paso a continuación a presentar algunos de los resultados más interesantes de la investigación que he llevado a cabo en el Em 31. Me limito aquí a ofrecer los que ha deparado el análisis exhaustivo de las grafías de la dental sonora correspondientes a las palabras incluidas en los artículos que comienzan por las sílabas pa- y pe-. La d recta se encuentra en las siguientes posiciones: a) Inicial de palabra, precedida o no de pausa: dicitur (s. v. pactulus), decretum (pactum decretum...), diuine (s. v. pactum), dicere deuemus (s. v. paces), dolosus (pallax dolosus, fallax) y 171 casos más. Seguida de yod: diabolus (pardus diabolus...). Encabezando abreviatura: dñs (s. v. passer) y 6 ejemplos más, dñi (s. v. pectus) y otro testimonio, dñici (s. v. pasca), di (s. v. parrocia) y ps (s. v. panate). Tras prefijo, «verdadero» o «falso»: para digma (s. v.), per duillis (s. v.), sub dictjone (pepercit temperabit, sub dictjone abet...) y 16 ejemplos más. Total: 209 casos. Excepciones: 2 testimonios únicamente, pero no seguros. En el primero (s. v. per duelliones), el trazo vertical de la p superior de per fuerza muy probablemente a escribir una d uncial en duellium; y en sermodñi nos inclinamos a pensar, sin excluir el apoyo paleográfico, que la d se interpreta por el copista como un caso más de uncial intervocálica. b) Inicial de sílaba, detrás de consonante: n: palabundi (s. v.), Indumentum (s. v. palla), pendentja (s. v. palearia) y 119 casos más. En la misma posición, en interior de abreviatura: scpm (s. v. pallenen), o tras n gráficamente elidida por abreviatura: particip ã dis (s. v.). Entre n y r: alexandrinum (s. v. pelusium) y dos ejemplos más análogos. Total: 127 casos. Excepciones: 3 únicos testimonios. De ellos, uno parece claro: apalando (s. v. pales); sin embargo, en raciocinandi (s. v. pecora) la cedilla de la e superior impide, al parecer, el desarrollo de una d recta; y en appetendo el escaso margen interlineal condiciona, según creemos, la escritura de una d uncial; l: ualde (s. v. parumper) y 11 casos más; r: ordinata (s. v. phalanx), ardore (s. v. panpinus), Interdum (s. v. paries) y 21 ejemplos más. En casos como pdurantem (s. v. per duellem), sup ducta (s. v. pellex) o pdictjo (s. v. pernicies), la r se elide por abreviatura y además se percibe el prefijo; b: subdictjone (s. v. pepercit) y subdolus (s. v. perniciosus).
85
C. García Turza y J. García Turza, Fuentes españolas altomedievales. El códice emilianense 46, 125-126.
59
En ab ditorum (s. v. penetralibus), el copista separa la sílaba ab al interpretar la d como principio de otra palabra. Total: 165 ejemplos. Una sola excepción clara y 2 dudosas. La d uncial se halla en las siguientes posiciones: a) Inicial de sílaba interior, entre vocales: confede ratjo (s. v. pactum), uidi (s. v. pactum), padani (s. v.) y 229 casos más. Entre semivocal w y vocal: gaudentes (s. v. pallantes), reclaudit (s. v. pandet), clauditur (s. v. patens) y 7 ejemplos más. En medio de vocal y semiconsonante yod: palladium (s. v.), subsidio (s. v. panpinus), archadie (s. v. parnasus) y 14 testimonios más. Entre prefijo y vocal: deductum (s. v. palla), redisset (s. v. pedem tulisset), adaperit (s. v. pandet) y otro testimonio. En perfid (s. v. ), con abreviatura de us mediante semicolon volado, hay igualmente d uncial.Total: 264 ejemplos. Excepciones: un solo caso en un artículo no bien comprendido por el copista: acedonico (petrusilenum acedonico semen...= macedonico). b) Inicial de sílaba interior, en grupo consonántico, seguida de r: quadru (s. v. palla) y quadrupedia (s. v. pecudes). c) Final de sílaba, en interior de palabra, seguida de consonante sorda o sonora: adquisita (s. v. pace parta), adtractare (s. v. pallere), admirabilis (s. v. paulus) y 17 casos más. d) Final de palabra, seguida o no de pausa: Illud (s. v. petalum), Id (s. v. peculium), quid (s. v. palee), quod (s. v. paganus), aliquid (s. v. parui), ad (s. v. palearia), etc. También figura en la abreviatura Idt (= Id est). Total 73 testimonios. Excepciones: un solo caso de la conjunción sed (s. v. persum) (láminas 21-24). Resumiendo, el alógrafo d recta se emplea en las siguientes posiciones: a) Inicial de palabra: 209 incidencias. b) Inicial de sílaba, detrás de consonante: 165 casos. Número total de testimonios: 374. Excepciones: 5; de ellas, una sola parece segura. Se usa el alógrafo d uncial en los siguientes contextos: a) Inicial de sílaba interior, entre vocales (264 ejemplos) o en grupo consonántico (2 casos). b) Final de sílaba, en interior de palabra: 20 testimonios. c) Final de palabra: 73 incidencias. Número total de ejemplos: 359. Excepciones: 2; de ellas, una sola es clara.
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8. ESTUDIO
LINGÜÍSTICO
8.1. FENÓMENOS
FONÉTICOS MÁS DESTACADOS
Ya en el capítulo de las características fonéticas concretas, las manifestaciones de discrepancia idiomática respecto del latín, esto es, los fenómenos innovadores comunes a todos estos textos, aquellos que yo considero más frecuentes y peculiares, son los siguientes: 8.1.1. LA
SONORIZACIÓN CONSONÁNTICA
8.1.1.1. Sordas iniciales – Em 46: bannum (stigina ornamenta regalis qvasi bannum 146v 6) PANNUM; galgulus 69r 34 CALCULUS; gauillacio 75r 19 CAVILLATIO; uasciculo 87r 58 FASCICULUM; etc. Inversos: palteam murum uel fastigium 110v 1 BALTEUM; tegunt ˘ RE; caneo 22v 10 GANEO; fulgare 66r 4 VULGARE, etc. / degunt 170r 2 DE¯GE – Em 31: bastinaca 106v 2, 30 PASTINACA ‘pastinaca, chirivía’; reuectjor 14r 3, 56 REFERTUS ‘lleno’, ‘colmado’; euulsit 19r 3, 70 / LGl, EN 79, effulsit; galatis 36v 2, 25 CALATHUS ‘canastillo’; gavpulum 36v 3, 68 CAUPULUS y CAUPIL(L)US ‘esquife, barca pequeña’; etc. Inversos: fagi 27r 1, 9 VAGUS; Fistule (Panna poe˛ta fuit Fistule 75v 3, 55) / LGl, PA 248, fistulae (!)) VISTULA, río de Germania; etc. – BNE: pirru (inverso) BIRRU. 8.1.1.2. Sordas intervocálicas – Em 24: diuidia (s. v. opulentia, corregido por diuitia); febellerunt (s. v. Fefelleræ). – Em 46: concubiscibile 157v 58 / concupiscibile (Goetz); barridus 20r 5 / barritus (Goetz); redicula 131r 49 / reticula 133v 65; deligatus 41v 47 / delicatus (Goetz); bibliotega 18v 53 y 20v 26 / biblioteca (Sil 1296, 21v); scaua 138v 34 / scafus 138r 62 SCAPHA; etc. Inversos: lapefactvs 91v 19 / labefactus (Sil 1296, 109v); excutit / escudit 55r 49 EXCUDIT; lucubre 96r 32 / lugubre (Goetz); Anifal 117r 18 HANNIBALE, etc. – Em 31: Dabis 10v 2, 45 DAPES, -UM, pl., ‘comida’; bibera 5v 2, 25 BIFER ‘que produce o fructifica dos veces al año’; saluiuica 74v 2, 32 SALVIFICARE ‘salvar’; prouetissa 88r 2, 37 / LGl, PR 2010, Profetissa; quoddidiani, quotdidiani 19v 3, 64 y 19v 3, 69; redde 35r 1, 4 RETE, -IS; geladus 37r 1, 18 / CGL II 32, 28, Gelatum; bibliotega 5v 2, 27; afriganos 53v 1, 12, Afriga 19v 3, 54; etc. Inversos: hepet 41r 1, 25 HEBERE ‘estar lento, adormecido’; zingifor 29v 2, 24 ZINGIBERI, -ERIS ‘jen-
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gibre (planta)’; madetum 56r 3, 56 MADIDUS ‘húmedo’; Indacat 45v 3, 44 / LGl, IN 356, Indagat; sargofacus 98r 3, 57 / LGl, SA 446-449, Sarc[h]ophagus; etc. – BNE: academiga; a dergo; aepitauius EPITAPHIUS; baccabulus BACAPULUS; ditasculus (inverso) DIDASCULUS; etc. 8.1.1.3. Sordas ante líguidas, en grupos homosilábicos – Em 24: neclegentia (s. v. Incuria, inverso). – Em 46: graticula 14r 24 y 71v 13 / craticula 14r 4; gremia 71v 38 CREMIA; hisdrio 74v 22 / histrionis 75r 33; Inbrobrat 78v 27 IMPROBAT; vabra, vabrum y uabra 159r 1-5 / uafer, vafer, uafr˛e 159r 36-39; ypogrisim 167v 13 / ypocrisis 167v 10; etc. Inversos: craciles 36v 14 (comp. cralices, Sil 1296, 46v) / graciles (Goetz), crassatur 36v 21 / grassatur (Goetz) GRASSATOR, Promius 124r 29 BROMIUS; celitris 25v 13 / ce˛lidres 25r 38 CHELYDRUS; proplema 124v 49 / problema 122r 68; etc. – Em 31: ludigra 55r 2, 28 LUDICRUM ‘espectáculo’, ‘juego público’; sagra 97r 2, 32 / LGl, SA 56, Sacra; nomenglatori 28r 2, 36; etc. Inversos: quatrupedum 16r 1, 18; Atriatici 44r 2, 53 / LGl, IL 45, Adriatici; Intecritas 98r 2, 32; puplicarum 78r 2, 19 / LGl, PE 57, publicarum; etc. – BNE: abrycum (s. v. bellum punigum) AFRICUM; laprusca (inverso). 8.1.1.4. Sordas tras sonantes, en grupos heterosilábicos – Em 24: grantem (s. v. Ingenti, inverso; corregido por grandem); limpos (inverso; corregido por limbos). – Em 46: galgulus 69r 34 CALCULUS, mandica 137v 43 / mantica (Sil 1296, 180v), Uulgan 88r 19 y Uulgani 38r 22 / Vulcani (Goetz); etc. Inversos: Iperpolicus 88r 38 / Iperbolicus 88r 37; tantem 152r 14 / tandem 152r 2, etc. Reviste un interés especial por presentar las dos soluciones el caso siguiente: deldae (psalterium a psallendo nomen accepit et est In modum deldae uel [-]tae 125v 51). – Em 31: demulganti 12v 3, 55 DEMULCARE ‘golpear’, ‘maltratar’; exculendos 23r 3, 59 ESCULENTUS ‘comestible’; Imagungula 44r 3, 86 IMAGUNCULA ‘imagencita’; forgo 32v 3, 64 / LGl, 12v 3, Forco; etc. Inversos: obturpant (obstrepunt obturbant uel obturpant 70r 2, 47. No hallamos este glosema completo en ningún otro glosario) OBTURBARE ‘turbar’, ‘perturbar’; furfarum 35r 2, 34 FURVUS ‘negro’, ‘obscuro’; sortibus 11v 3, 69 / LGl, DE 315, sordibus SORDES ‘suciedad’, ‘inmundicia’; etc. – BNE: pargas PARCAS; unguendum (s. v. cassia) UNGUENTUM; etc.
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8.1.2. LA
ANAPTIXIS (DE VOCAL INICIAL, PROTÓNICA Y POSTÓNICA)
– Em 24: Isimahel / LGl, IS 29 y 30: Isma[h]el; Obumcumbere / LGl, OB (3 casos): obcumbere. – Em 46: baritanici 18r 3 y birritanici 20v 5 / brittanici (Goetz) y britannica (Goetz); terriste 146r 14 / t[er]riste (Goetz); pepulum 114r 37 / peplum 114r 28; rithimon 13r 25, rithumus 134v 35 / rithmus 134v 36; arethimetica 13r 21 y aretimetica 13r 25 / arithmetitus 13v 5; geminasius 69v 10 y giminasius 70r 65 / gimnasium 70v 3; liuerarius (2 casos: 139v 23) / librarius (Goetz); etc. – Em 31: bariotanici 4r 3, 51 BRITANNICA HERBA; caluculis 7r 2, 35 / Etym X 43 calculis; calamidem 7v 1, 5 CHLAMYS, YDIS ‘clámide, manto’; decriuetibus 13v 1, 13 / LGl, DE 998, Descriptibus (-vus); dragimatico 17v 3, 68 DRAGMATICUS; ethinicus 21v 1, 21ETHNICUS ‘gentil’, ‘pagano’; Iugulandis 36v 1, 18 JUGLANS, -ANDIS ‘la nuez’; calamare 67r 1, 11 CLAMARE; sineceris 46r 3, 77 / LGl, IN 814, sinceris; Paronasius 76r 3, 56 / LGl, PA 533, Parnas[i]us; perensos 86r 1, 6 / LGl, PRE 602, Prensum; quesitjones 87v 1, 1 / LGl, PR 1526, questiones; etc. – BNE: hisitoricus; lone˛ga (capro uespa lone˛ga) / LGl, CA 18: cabro verba (vespa) longa; etc. 8.1.3. HAPLOGRAFÍAS,
REDUCCIONES, SIMPLIFICACIONES, DISIMILACIONES ELIMINADORAS Y FUSIONES
VOCÁLICAS Y CONSONÁNTICAS
– Em 24: Pressore˛ 154v 2,50 PRESSO ORE. – Em 46: agonetha 7r 38 / agonitetha 7r 34 AGONOTHETA, condentes 96r 18 / contendentes (Sil 1296, 116r); diuit 74v 2 / diuidit 87r 29; diuitur 139r 26 / diuiditur (Sil 1296, 182r); fellit 62v 34 / fefellit 62v 32; femine˛ (92v 28) / feminini (Goetz); paulum 112v 37 / paululum 112v 36; philogus 116v 14 PHILOLOGUS; puditje˛ 121v 42 / pudicitje (Sil 1296, 160v); uolubitas 135r 42 / uoluuilitas (Sil 1296, 177v); cabro 21v 5 / crabro (Goetz), crebescunt 36v 35 / crebrescunt 36v 36; peragat 9r 47 PERAGRAT; probosa 122v 2 / probrosus 122v 4; rubiga 135r 56 / rubrica (Goetz); cemeria silbas 25v 54 / cimmerias siluas (Goetz); amans ifes 117v 52 / amans ciues (Goetz); bipinnis ublata 36r 36 / bipinnis sublata (Sil 1296, 46r; comp. gaudioso segamus, GlEmil 89, y ansiosu segamus, GlEmil 39); par ce˛li 6r 46 / pars cæli 6r 43; e˛ terra 52r 10 ET TERRA; pos tempus 35v 58 / post tempus (Sil 1296, 46r); adibita scita 4v 56 ASCITA (< ASCISCO); dea quarum 108r 49 / dea aquarum (Goetz); qua Mineruam 157r 30 / quam Mineruam (LGl); I Nillo 35v 56 / in Nilo (Sil 1296, 46r); castrens est 18v 16 CASTRENSE EST; su patemte
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17r 41 / sub patente (Sil 1296, 19v); delapidator erum 123r 28 / dilapidator rerum (Goetz); torcio ris 27v 23 y tortjo ris 27v 28 / tortio oris (Goetz); Ip sidomi 155r 31 / ipsi Sidonii (Goetz); nouissi pars (ultima pars nouissi pars 164v 60) / nouissima pars (Sil 1296, 214v); palma nus 19v 42 / palma manus (Goetz); sani, colomes 145r 33 / sani, Incolomes (Sil 1296, 190r); aras tenentem paras agentem 12r 52 / tenentem amparas (Goetz); etc., etc. – Em 31: feminium 1v 1, 11 FEMININUM; achai (achai castra 2r 1, 14) / LGL, AC 14, Achaica castra; accomoda (accomoda abta, aparata 2v 1, 13) ACCOMODATA; feruntur (baccabulus In quo mortui feruntur 14r 1, 15) / LGl, BA 19, mortui efferuntur; Interpretur 4v 3, 49 / Etym VIII 11, 23, interpretatur; exungula 5v 1, 32 SEXANGULUS, -A, -UM ‘exagonal’; calbe (calbe armille 7v 2, 23) CALBEA ARMILLE > calbe armille GALBEUM, -I ‘especie de brazalete’, ‘armilla’; Inserta (calibem... «Inserta manibus calibem» 7v 3, 41) / LGl, CA 196, Calibem (-yb-) ...insertam manibus c.; In eutro (crocum... In eutro 8r 3, 51) IN NEUTRO; cro (cro manus, grece 8r 3, 61) / Em 31, 8r 3, 57 croma manus, grece; decoratjo 11v 1, 7 DEDECORATIO ‘adorno’, ‘aderezo’; perIpaticis 13v 1, 11 PERIPATETICIS; tjus (dicto tjus citjus quam dici potest 14v 3, 63) / LGl, DI 133, Dicto citius citius...; operte (ecini... quando aduc operte de aruoribus cadunt 16v 3, 45) / Etym XII 6, 57, Echinus... quando ahuc coopertae de arboribus cadunt; rudi (eruditus... non rudi sed doctus 21r 1, 4) / Etym X 81, ...non rudis sed doctus; exprobat 24v 3, 78 EXPROBRARE ‘reprochar’, ‘reprobar’; Falsum (falsum deceptus sum, circumductus sum 27v 2, 24) / LGl, FA 296, Falsus sum circumventus, deceptus s.; siqua (fascelum siqua leguminis... 28r 2, 44) / LGl, FA 469, Faselum siliquae) SILIQUA, -AE ‘vaina de las legumbres’, ‘legumbres’; fellerunt 29r 3, 67 FEFELLERUNT, perf. de FALLERE; feor (feor tollor 29v 2, 32) / LGl, FE 223, Feor t.) FEROR; qui (feri qui 30r 2, 34) / LGl, FE 333, Feri qui; ibíd. 331, Feri nunc equi FERI EQUI > feri qui; dicun (flagitja dicun turpia... 31v 2, 44) / CGL V 69, 22, Flagitia dicuntur turpia...; gome (gome honero, grece) / LGl, GO 6, Gome [h]onero Graece. Comp., sin embargo, CGL II 264, 32, Γο∝ω onero; Inuio 47v 3, 70 / LGl, IN 937, In invio in accessibile loco sine via; lat ore 57v 1, 17 / LGl, LA 477, Lato ore; pia (ludicta... geruntvr pia... 55r 2, 32) / LGl, LU 220, Ludicra... geruntur turpia... GERUNTVR TURPIA > geruntvr pia; us (peruius us 81r 3, 70) / LGl, PE 1192, Pervius us; etc., etc. – Sil 1298: poma tura (s. v. mitia poma) / LGl, MI 327, mitia poma matura; detruntur (s. v. tartarus) / LGl, TA 255: detruduntur.
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– BNE: amas iues (s. v. pleuigala, como en el Em 46: plebicola amans ifes) / LGl, PL 234 plebicola amans cives, CGL IV 144, 11: plebicula hamans ciues; tres oles / LGl, TR 242: tres soles, CGL IV 186, 21 y 573, 43: tres soles. 8.1.4. DIPLOGRAFÍAS,
DILACIONES, REPETICIONES Y GEMINACIONES
– Em 24: Incerta stastatum (s. v. labari) / LGl, LA 505, incerto statu. – Sil 1298: flumines Syrie (s. v. Horonte) / CGL V 109, 44, flumine Syrie. – Em 46: aligenigena 8r 2 / alienigena (Sil 1296, 5v); corturnis 51v 54 / coturnis (Goetz < Sil 1298); dormititans 167v 7 / dormitans (Sil 1296, 218r); Inbrobrat 78v 27 IMPROBAT; ratjocionator 130r 51 / ratjocinator (Sil 1296, 171r); rerere 133r 54 / rere 133r 56; securi curicularius 140r 48 SECURICULARIUS; talarare 151v 36 (corregido sobre talare, variante de Sil 1296, 198v); ac cubare 31r 23 / a cubare (Goetz); ac culmini 3v 54 A CULMINI; honoris sparsarum 154r 25 / honoris persarum (Sil 1296, 202r); as sonitum 8r 48 / a sonitu (Sil 1296, 6r); filiis Srael 5r 59 / filii Srael (Sil 1296, 9r); conmendat, tamendat 141r 40 / conmendat, amendat (Goetz); expromit, tegerit 135r 65 / expromit, egerit (Goetz); at tergo 15r 9 / a tergo 15r 13; ap pellicano 113r 60 / a pelicano (Goetz); sensum minor 20r 28 / sensu minor (Goetz); aquae˛ æpurificatjo hominum 12r 39 AQUAE PURIFICATIO; armencia apax 13v 19 / armentia pax (Goetz); apes expetvnt 154v 53 / apes petunt (Goetz); etc., etc. – Em 31: pullatatjone 1r 2, 36 / LGl, AD 839, pollutione; bibliuiotecarius 5v 1, 17 / CGL IV 25, 28, bibliothecarius; notitja 6v 3, 53 NOTIA ‘brionia, nueza’; Damotentas 10v 1, 5 DAMOETAS, -AE, nombre de pastor; dididicit 15r 1, 6 / LGl, DI 159, Didicit; martis (dies secumdum martis regulam feminini generis est 15r 1, 22) / LGl, 89r 3, Dies Secundum artis regulam...; rattitis (ducitis rattitis 16r 3, 56) / LGl, DU 49, Ducitis ratitis (-ah-) TRAHITIS > *raitis (comp. lat. TREMULI > remolli, en 27r 1, 9, o DEMETRIA > Demeria y DEMETRIUS > Demerius, en 12v 2, 40) > rattitis; eccerere 16v 3, 48 ECCERE ‘he ahí, ahí tienes’; Metrurie (Elisum oppidum Metrurie 18r 1, 11 y 18r 3, 64) / LGl, EL 175, Elisium (Clus-) oppidum Et[h]ruriae; similex (emeritus similex... 18v 3, 61) / LGl, EM 47, Emeritus miles... EMERITUS MILES > emeritus similex; mussime (emusitatos mussime exactos 19r 2, 31) / LGl, EM 171, Emussitatis mussim[e] exactis AMUSSIM ‘regularmente’; epememeris 19v 3, 63 EPHEMERIS, -IDIS; et terris (et terris Iactatus et alto 21v 1, 29) E TERRIS; quia (eunchizat quia ab hominibus... 22r 2, 40) / LGl, EV 194, Eunucizati qui ab hominibus...; sumo (ex sumo... 26r 1, 6) EX
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HUMO; cupididitas 27v 3, 50 / LGl, FA 308, cupiditas...; tibi (...aua rusea, fulba; Uirgilius: «aut tibi flaua seres mutato sidere farra» 31v 1, 5) / LGl, II 10v 2, incurre, también, en la misma desviación: Flaba russea fulua uirgilius aut tibi flaba... (CGL VI, s. v. Flauus, corrige la lección: «aut [t]ibi flaua...»); Testessalie˛ 71v 1, 11 / LGl, OE 17 Tessaliae; officicere 71v 2, 23 / LGl, OF 46, Officere; perierierimus (perierierimus toleramus 80v 1, 23) / LGl, PE 800, Perierimus (perfer-) toleramus; pietitjonices (pietitjonices qui uincuntvr In picturarum certamine 82r 1, 3) / LGl, PI 45, Pict[i]ones (py-); Saturni (Pilumnus auus Saturni 82r 1, 17) / LGl, PI 126, P. avus Turni (Gloss.); etc., etc. 8.1.5. METÁTESIS
SENCILLAS, RECÍPROCAS, SILÁBICAS Y GRÁFICAS
– Em 24: modesticos (Penates deos modesticos dicebant pagani 154v 1, 35) / Em 31, 79r 2, 41, penantes deos domesticos d. p. – Em 46: accipritem 3v 3 ACCIPITREM; cactarata 83v 60 / cataracta (Sil 1296, 100r); clumen 29v 11 / culmen 29v 8; corcodrillus 35v 56 y 57 / CROCODILUS; dargones 151r 38 / dracones (Sil 1296, 198r, y Goetz); Inpre˛tem 58v 3 / Inpetrem (Sil 1296, 70v); labuscra 90v 48 / labrusca 90v 47; Peragma 115r 6 / Pergama 115r 8 y 9; scluta 25v 22 / sculta (Sil 1296, 29r); scrapedus 139v 20 SCABRIDUS; supprestes, supprestiti, supprestitjo, supprestitjosus 150v 1-8 SUPERS-; termet 73r 58 / tremet 72v 5; ubrs 3r 21 / urbs 17r 49; zamli 167v 24 PSALMI; confraglat 31v 33 / conflagrat (Sil 1296, 40v); pracantjarii 110r 31 / pancraciarius 110v 16 PANCRATIARIUS; consiliis 127v 2 / conlisi 127r 64; labantes 19r 6 (deest TLL y Goetz) / balantes 18r 52; limitis (loriga torax, munimentum limitis 95v 48) / militis 95r 60; mulitare 103v 70 / mutilare 105r 58; promulare 124r 56 (deest Goetz) / promurale (Sil 1296, 164r); reuelatvs 131v 9 / relebatus 131v 10; sedicio 50r 65 / decisio (Goetz); Silicia 154r 48 y Silicie 5v 38 y 69v 52 SICILIA; tironicum 155r 27 / tirocinia 155r 24; acmera 12v 62 CAMERA; Amalehc 8v 66 / Amalech (Sil 1296, 7r); artimeticus 13v 64; cihtera 27v 1 / citharas 28v 6; Dioloc 46r 16 / Diolco (Goetz) y Dioloco (Sil 1296, 58r); Idruta 33r 47 / diruta (Sil 1296, 42v); reuheit 134r 17 / reuehit (Sil 1296, 175v), reuheitvr 134r 19 / reuehitur (Sil 1296,175v); rinoceroht 134v 24 / rinoceroth (Sil 1296, 176v); etc. – Em 31: breuecina 6v 3, 51 VERUECINA, -AE; pre˛misa 10v 2, 39 / LGl, DA 149, permisa; deposta 13v 1, 6 / LGl, DE 1113, Despota; dracumis 16r 2, 32 DACRIMAE, pl. arc. por LACRIMAE; Quillinaris 17v 3, 67 QUIRINALIS, -E ‘de Quirino’; exanimat 22v 2, 39 / LGl, EX 67, Examinat; exolomogisen, exolomogisin 24v 1, 13 y
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24v 2, 54 EXOMOLOGESIS ‘confesión’; fibrolum 30v 1, 22 FRIVOLUS, -A, -UM; fros (fros casu, fortuna 33v 3, 50) FORS ‘suerte’, ‘casualidad’; uaco (furnice˛ saxu uaco 35r 1, 16) / LGl, FU 290, Furnice (for-) saxo cavo; numera (munifica uel munificus... multa numera dat... 63r 1, 33) / CGL V 85, 17, multa munera dat; Silicia 63r 1, 33 SICILIA, -AE; ramorum 66v 2, 34 / LGl, NI 184 armorum; minutjones 69v 1, 7 / LGl, OB 119 munitiones; rome (rite rome, consuetudo 96r 2, 41) / CGL V 144, 24 y LGl, RE 154, R. more consuetudinis MORE ‘según la costumbre’; aliquone 96v 1, 26 / CGL V 145, 9, aquilone; sargofacus 98r 3, 57 / LGl, SA 446-449 (con distintas acepciones), sarc[h]ophagus; etc. 8.1.6. OTROS
FENÓMENOS FONÉTICOS DE INTERÉS
En fin, hay otros muchos fenómenos fonéticos interesantes, de entre los que selecciono unas mínimas muestras: a) Inflexión por yod: – Em 46: mantilia 99r 35 / mantelia 99r 32; purgaturium 159v 47 / purgatorium (Goetz); subrius 38r 45 / sobrius (Sil 1296, 49r); etc. – Em 31: empurius 19r 2, 34 / CGL V 358, 58, Emporium; murrio 41r 1, 6 MORIO, -ONIS ‘tonto’, ‘simple’; etc. b) Yotización de e: – Em 46: caprias 48v 55 CAPREAS; galiatus 122r 46 GALEATUS; linia 18r 35 LINEA; etc. – Em 31: Ariopagus 3v 3, 45; capriola 16r; ceriales 58v 1, 13; etc. c) Vocalización: – Em 46: syntaumata 151r 30 / sintagmaton 143r 47. – Em 31: fleuma 74v 2, 33) PHLEGMA ‘mucosidad’, ‘humores orgánicos’. d) Monoptongación y reducción vocálica: – Em 46: clodus 37r 35 CLAUDUS; fradulentus 24v 51 / fraudulentus (Sil 1296, 28r); spiritalia 102v 17 / spiritualia (Sil 1296); Eropa 55r 8 / Europa 56r 31 y 33; etc. – Em 31: properabit 25v 3, 52 / pauperabit (PAUPERAVIT > *poperavit > properavit ); bacalem 4v 1, 19 BAUCALIS ‘especie de botijo o vasija de barro’; etc. e) Diptongo latino OE > ue: – Em 31: fuebus (fuebus sol, dies, aer, lumen 34r 3, 44) / 32r foebus sol; fuedus (fuedus testamentum 34r 3, 45) / 32r 3, 49, foe˛dus pactum conplacitum; fue-
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dera (fuedera fides, castitas, Integritas 34r 3, 46) / 32r, 3, foedera pacta, testamenta. f) Palatalización consonántica: – Em 46: Ianam 96r 14 (deest Goetz) / Dianam (Goetz); aIus sanctus 7r 65 / agio sancto 7r 50; basilla regina 18r 16 BASILEA. g) Alternancias, confusiones fonéticas y gráficas: – Em 46: gemant 74v 43 / hiemat 74v 44; consestjo 33v 10 / congestjo 31v 63; estimare 15v 2 y 32v 44 (deest Goetz) / extimabam 15v 3; collet 29r 47 / coIet 29r 32 COEIRE; mesana 101r 42 (comp. menadro, 100v 47) VESANA, celebrosus y celebro 25v 14 / cerebrosus y cerebro (Sil 1296, 29r); Proserpila 125r 27 / Proserpina 125r 28; Gorgorius 71r 13 / Gorgonius 71r 12; erantem 54v 20 / errantes 55r 13; acle˛ta 3v 9, y aplete˛ 138v 7 ATHLETA; apluscria 11v 45 / aplustria (Goetz); adsoluto 87v 15 / absoluto (Goetz); bradium 20r 12 / brabium 20r 10 y 11; anabolagium 10r 25 ANABOLADIUM; derouat 43r 19 / derogat 43r 17; driales 49r 12 / driades 49r 11; anabolarium 11r 7 ANABOLADIUM; dialepticus 44v 17 / dialecticus 44v 11; pilacteria 116v 58 / filacteria 64r 14 y philacteria 116v 15; Caripdis 23v 11 y 152r 46 / Caribdis 23v 12 CHARYBDIS; fricduit 8r 56 / frigduit 66v 41; dragme 40r 51 / dracme (Sil 1296, 50v) DRACHMA; etc. h) Síncopa vocálica, consonántica y silábica: – Em 46: coplarae 29r 34 / copulare (Sil 1296, 37v); litra 70v 50 / littera 71r 31; nuaturius 107v 29 / nugatorius (Goetz); trepiat 90v 40 / trepidat (Sil 1296, 108v); amplicare 13r 26 / amplificare (Sil 1296, 15r); pruma 125v 44 PLURIMA, etc. – Em 31: glosus 38v 2, 42 GULOSUS, -A, -UM; fenuclu 29v 2, 30 / CGL III 539, 13, fenuculo FENICULUM ‘hinojo (planta)’; dio 3v 2, 33 / LGl, AX 2, divo DIVUS, -A, UM; rubebant (ere rubebant here secabant 20v 2, 38, inverso) / LGl, ER 81, ere ruebant; magnituo 56r 2, 29 / CGL IV 115, 2, magnitudo; frui 34r 1, 11 / LGl, FR 261, Frugi FRUGI, adj. indecl., ‘moderado’, ‘prudente’; caleon 7r 3, 52 CHAMAELEON; kariantes 49r 2, 24 / LGl, KA 85, Karinantes CARINANS, -ANTIS, Gloss. ‘que se burla’; mediana 3r 3, 55 LGl, AU 414, meridiana. i) Pérdida de r agrupada: – Em 46: rubiga 135r 56 / rubrica (Goetz); Afice 17v 62 / Africe˛ 15r 7; gadatim 13v 61 / gradatim (Sil 1296, 16r); apicitas 22r 19 / apricitas (Goetz); tabibus 3r 5 TRABIBUS; antagonistra 11r 37 / antagonista Sil 1296, 13v (pero calera
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22r 18 Goetz, caletra. Inverso: matris (Inluricos Adriatici matris 83v 3) / maris (Sil 1296, 99v). – Em 31: capparum 98v 2, 41 / LGl, SA 520, caprarum; eliotopum 18v 1, 12 HELIOTROPIUM ‘heliotropo, girasol’; piretu 82v 1, 17 PYRETHRUM ‘pelitre (planta)’; satris (satris nunc nomen, nunc participium 98v 1, 17, inverso) SATIS, adv. y SATUS, p. de pr. de SERERE; elicta 18r 3, 63 / LGl, EL 130, Elictra (-lec-); sceptiger 99v 2, 13 / LGl, SC 113, Sceptri SCEPTRIGER ‘que lleva o empuña un cetro’; lanistra 50v 2, 26 / LGl, LA 291, Lanista LANISTA ‘maestro de gladiadores’ (inverso); rodocus (rodocus roseo colore, gre˛ce 96r 3, 83) / CGL III 266, 32, ροδ`χρους roseo colore; sicrarius 103v 2, 35 / Etym X 252, Sicarius (inverso); excatos 22v 3, 71 / LGl, EX 155, Excatos (-cret-) EXCRETUS, p. de pr. de SCERNERE ‘separar’, ‘cribar’; Erebrum 20v 2, 29 / LGl, ER 66, Erebum EREBUS ‘infierno’; Pindrus 82r 2, 37 / LGl, PI 139, Pindus PINDUS ‘el monte Pindo, en Tracia, consagrado a Apolo y a las musas’, inverso (con frecuencia, sólo pervive la r: meron 60r 2, 33 / LGl, ME 603, Metron; cario 7r 1, 9 / CGL III 537, 45, cacrio CACHRYS, -YOS, ‘simiente’, ‘baya’; ...laris (...laris uentis, temperantibus 31v 1, 24) FLABRA, -ORUM ‘soplos (de los vientos)’; Ira (excreta plena malitja, hoc est, Ira quam ueteres canapum nominarunt 22v 3, 80) HYDRA, -AE ‘la hidra, del lago Lerneo’, etc. j) Propagación, progresiva o regresiva, de nasales: – Em 31: lanterna 27v 3, 70 / LGl, FA 390, laterna LATERNA ‘linterna’, ‘farol’; penantes 79r 2, 41 / LGl, PE 313, Penates; formonsus (formonsus a forma; a formo, qui est calor uel Ignis 32v 2, 22. LGl, II 13v 2, Formosum A forma forma (sic) a formo qui est calor uel Ignis. Una vez más, Lindsay remite aquí a un texto isidoriano diferente del que se recoge en el LGl. En Etym, I 27, 9, ya se censura la variante formonsus, que parece obedecer a propagación de la nasalidad: >Formonsus= sine N scribitur, quia a forma vocatur. [Sive etiam a formo, id est calido; calor enim sanguinis efficit pulcritudinem]. Ibíd., X 99: Formosus a forma dictus. Formum enim veteres calidum et fervens dixerunt. Comp. CGL III 86, 43, Oraeos formonsus; ibíd., IV 344, 20, Formonsus decens gratus), etc. 8.1.7. FENÓMENOS
FONÉTICOS DEL
EM 31
ANÁLOGOS A LOS PECULIARES DE LA FONÉTICA VASCA
No puedo menos que ofrecer aquí la comprobación de otro rasgo caracterizador de cierta entidad: la analogía, notoria, de muchos de los fenómenos del Em 31 con los peculiares de la fonética vasca. Entre ellos, señalamos los siguientes:
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1. El cambio de sufijo en spiculum (nares spiculum fidei bonarumque uirtutum... 64r 2, 44). Non rep. Esta forma recuerda el cambio de sufijo SPE˘CULU > SP¯ICULU con que explica Menéndez Pidal (Oríg. 159) la forma spillu GlEmil 115: «[esta variante] pudiera ser grafía imperfecta de una forma diptongada, espiellu, [...] pero debemos suponer grafía exacta, pues teniendo las Glosas Emilianenses algo de vasco, debemos asociar su spillu al vasco ispillu, resultado de un cambio de sufijo, ¯ı c u l u». 2. La anteposición a r- de la vocal protética a: arabies (bellum ciuilem Intestinum, arma ciuilia, tumultus, arabies, arabies (sic), motvs, seditjo, secessio, discordantja 5r 1, 3). En efecto, como en los préstamos latinos del vascuence, la r- de RABIES experimenta la aparición de una a- protética86. 3. El desarrollo de una i, aunque en la mayoría de los casos parece más bien epéntesis de yod en la terminación (tan usual, especialmente, en el área leonesa). Ejemplos: Bactria 4r 2, 18 BACTRA, -ORUM ‘Bactra, ciudad de Asia, capital de la Bactriana’; porturia (basem altare uel porturia 4v 1, 9) FULTURA ‘sostén’, ‘puntal’; creperia 8r 1, 21 CREPER ‘obscuro’, ‘dudoso, incierto’; opportunius 13v 1, 13) / LGl, DE 998 op
ortunus; dindimia 15v 2, 52 / LGl, DI 501, Dindima (-dy-) DINDYMA, -ORUM ‘el Díndimo (montaña de Frigia)’; dromedia 16r 2, 40 / LGl, DR 28, dromeda DROMEDA, -AE, vulg. (DROMAS, -ADIS ‘dromedario’); amoenia 19r 3, 54 / LGl, EN 18, amoena; esfalistie 21r 3, 68 / LGl, ES 20, Esfalist[i]ae (-pha-); obstio 70v 1, 3 OBSTO, pres. de OBSTARE ‘estorbar’, ‘impedir’; asinina 79v 2, 36 ASININUS ‘asnal’; primiores 87r 2, 37 / LGl, PR 1275, Primores; longius 87v 3, 53 / LGl, PR 1710 longus; rictjus (rictjus exitunxi oris 96r 1, 17) / LGl, RI 4, Rictus extensio oris (Abstr.) RICTUS; rithmium 96r 2, 49 / CGL V 144, 13, Rithmus numerus; etc. Inversos: enorma 19v 1, 20 ENORMIA, pl. n. de ENORMIS, -E; picticus 27v 2, 22 / LGl, FA 260, picticius (fi-) FICTICIUS; Sardina 98r 3, 44 / LGl, SA 456, Sardinia SARDINIA ‘Cerdeña (isla en el Mediterráneo)’. 4. La alternancia de oclusivas sonoras y sordas: 4.1. Oclusivas sordas iniciales representadas por sonoras, y a la inversa: bastinaca 106v 2, 30 PASTINACA ‘pastinaca, chirivía’ (abundan en el CGL VII las entradas léxicas
86 Para Wright (The Monolingual Latin Glossaries, 148), acaso haya que pensar en algún tipo de asociación léxica iberorromance entre las voces rabies y arabis: «But in this case it seems likely that the explanation is again lexical; somewhere in the back of the scribe’s mind (or even at the forefront), when he transcribed his source in this way, is the word arabi. We could propose to classify arabies as a nonce lexical blend of arabi and rabies. If this is indeed what explains the form, the implications are interesting for a social historian: that war had an intrinsic connection with Arabs in the mind of the scribe, so close he named it twice. If so, it probably is a specifically Ibero-Romance association. And it will have been a lexical phenomenon rather than a phonetic one». Puede ser; pero, en cualquier caso, creo que no debe analizarse el fenómeno desconectándolo de los otros once en que es posible observar analogías con los peculiares de la fonética vasca.
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constituidas por esta palabra; siempre con la sílaba inicial pas-: Pastinaca, Pastinaca agrestis, Pastinacae semen, etc.); palteum 75v 3, 49 BALTEUM ‘gradería que permitía el paso y circulación de los espectadores’; galatis 36v 2, 25 / CGL IV 213, 28, calathis CALATHUS ‘canastillo’; calbe 7v 2, 23 GALBEUM, P. Fest. ‘especie de adorno’; crumata 33v 1, 10 GRUMARE, Gloss. ‘medir las tierras’; crassator 82v 3, 67 GRASSARI ‘caminar’; gliuanum 38v 1, 7 CLIBANUS ‘horno de campaña’ (DRAE, s. v. clíbano, «2. m. ant. Horno portátil»); etc. 4.2. Oclusivas sonoras interiores representadas por oclusivas sordas, y a la inversa baccabulus 4r 2, 15 CAPULUS ‘ataúd’; hepet 41r 1, 25 HEBERE ‘estar lento, adormecido’; liuidinam 53r 3, 77 LIBITINA ‘tumba, féretro’; pauitas 77v 3, 69 PAVIDUS; fugo 27r 3, 53 / CGL V 68, 12, fuco FUCUS ‘engaño’; fricus 33v 2, 26 FRIGUS ‘frío’; etc. En grupos homosilábicos: lambrobius 50r 3, 34 / Du Cange, lamprobius; opproprium 73r 3, 77 OPPROBRIUM ‘oprobio’; ladridos (ladridos cocumeri amari 50r 2, 26) / CGL III 540, 34, latridos; quatrupedum 16r 1, 18; septendrionales 100r 1, 7 / LGl, SC 207 septemptrionalis; Sogratis 104v 1, 23 LGl, SO 46, Socrates; Intecritas 98r 2, 32; puplicarum 78r 2, 19 / LGl, PE 57, publicarum; proplema 89r 2, 48 / LGl, PR 1525, problema. 5. La alternancia de labiales: 5.1. P, F, iniciales e interiores: fortibus (portuosus locus habundans fortibus 84v 2, 30) / LGl, PO 418, [h]abundans portibus; pabeo 79r 3, 64 / LGl, PE 323, fabeo; floriorem 83v 1, 23 LGl, PL 355, pluriorem; deplexisse 13r 2, 45 / CGL V 61, 14, deflexisse DEFLECTERE; sandafilem 49r 3, 41 SANDAPILA ‘ataud’; scenofegia 99r 3, 55 SCENOPEGIA ‘fiesta de los Tabernáculos’; palfebris 75v 3, 51 PALPEBRAE ‘párpado(s)’; olimfos 72r 1, 9 / LGl, OL 46, Olimpos (-ly-). 5.2. F, B, inciales: euulsit 19r 3, 70 / LGl, EN 79, effulsit EFFULGERE; Fistule 75v 3, 55 VISTULA, río de Germania. 5.3. B, M, interiores: glumit 38v 2, 43 GLUBERE ‘descortezar’; popibus (popibus copiosus 86r 1, 13) / LGl, PR 609, Preopimus c. PRAEOPIMUS, Isid., ‘muy gordo’. 6. La caída de -N- intervocálica: leones (gannei leones 36v 3, 67) / LGl, GA 82, ganei lenones LENO, -ONIS ‘mercader de mujeres esclavas’, ‘rufián’ y GANEO, -ONIS ‘hombre vicioso, que frecuenta lugares de mala nota’; kariantes 49r 2, 24 / LGl, KA 85, Karinantes CARINANS, -ANTIS, Gloss. ‘que se burla’; Eeas 52v 3, 45 / LGl, LE 337, Aeneas; faticus 54r 3, 39 / LGl, LI 348, fanaticus; oxies 74v 2, 53 / LGl, OX 10, Oxines; lamina (lamina In Esaya, genus montri ut quidam adfirmant 50v 1, 2) / CGL V 523, 21, Lamia genus monstri....LAMIA ‘lamia, monstruo, figura terrorífica de la mitología’.
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7. El paso de l a r en posición intervocálica, en grupo consonántico homosilábico y heterosilábico: biuoram (biuoram humoris auidam 6r 2, 34) / LGl, BI 22, Bibolam (-bu-) BIBULUS ‘bebedor, borracho’; erifilon (erifilon ruta 20v 3, 71) / CGL III 561, 28, elifilon .i. ruta; macaria 56r 3, 65 / CGL V 82, 18, Magalia MAGALIA, -IUM ‘casas rústicas’; prerumque 28v 3, 46 / CGL V 68, 25, plerumque; grauco 39r 3, 47 GLAUCUS; Imbremata (Imbremata ornamenta uasorum 44v 2, 33) / CGL IV 90, 22, Inblemata hornamenta u.; porturia 4v 1, 9 / LGl, BA 181, fultoria. 8. El cambio de l en n en posición inicial nappori (propoleos nappori siue amacu 89r 3, 60) / vasco lapar (cf. 8.3.1, s. v. nappori). 9. El paso de r a d (en vasco se da en ambos sentidos): decudes (decudes decuriones 11r 3, 55) / LGl, DE 192, Decudes (-res) DECURIS, P. Fest. (DECURIO, -ONIS ‘decurión’). 10. La pérdida de la oclusiva inicial seguida de sonante en el grupo Gl-: Inlubies 36v 3, 54 / LGl, GA 139, ingluvies INGLUVIES ‘voracidad’; licons (licons poleIo 53v 3, 60) GLECHON ‘poleo’. Análogamente, la reducción -Bl- > -l- en interior de palabra y la caída de la labial inicial del grupo Fl-: olimat (olimat limpidat 72r 1, 12) / CGL VII, s. v. oblimat, «(obliminat vel oblimpidat)»; olincui (olincui rectum et In latere flexum 72r 2, 28) OBLIQUUS; luctuosa 54r 3, 47 / LGl, LI 365, fluctuosa. 11. La sonorización de sordas tras sonante (cf. supra, 8.1.1.4). 12. La intercalación de una vocal anaptíctica, inicial, protónica o postónica, en diferentes grupos consonánticos (cf. supra, 8.1.2).
8.2. FENÓMENOS
MORFOLÓGICOS RELEVANTES
Entrando ya en los aspectos gramaticales, tan variados e interesantes, que pueden estudiarse en los glosarios, paso a exponer, con distinta extensión según su alcance, algunos de los fenómenos morfológicos que han llamado especialmente mi atención. Queda para otro momento su análisis en profundidad; y el de otros muchos, también característicos de los glosarios, que habrá de comprender las principales desviaciones respecto del latín registradas en ellos en el plano morfosintáctico, desde la evolución de las declinaciones latinas y la desaparición de la flexión casual hasta la configuración en muchos casos de rasgos de una sintaxis oracional que apuntan claramente hacia la filiación sintáctica romance87.
87 Abundan, en efecto, las frases latinas distintamente romanceadas y/o, a la inversa, las construcciones de estructura románica en diferente grado latinizadas. De cualquier modo, el aspecto «romance» de muchas de estas locuciones
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8.2.1. En los glosarios algún sustantivo de la tercera y de la cuarta declinación pasa a la segunda, según tendencia que se atestigua en el latín popular: acantelos (acantelos sparacos 2r 1, 7 ACANTHYLLIS, -IDIS ‘espárrago silvestre’, en el Em 31, lámina 25); casos (nihilum quando dicimus, currit per casos, et nomen est, ut hoc nicilum et ab hoc nicilum 108r 39, en el Em 46. Sil 1296, 132v, y Goetz, IV 368, 34, per casus). Alguna vez, en el Em 31, se enriquece la primera declinación con nombres de la tercera: dorca (dorca capriola, damula 16r 1, 15) y dorce (dorce capriole 16r 2, 24) DORCAS, -ADIS ‘cierva, corza, gacela’. Análogos son los casos, documentados en el Em 46: ramiga (ramiga ernia 130r 5. Goetz: ramix hernia RAMEX, ICIS ‘rama larga, pértiga’, ‘bastón’, pl. ‘pulmón’ y ‘hernia’), Iadas (Hyades stelle˛ plures que˛ Iadas dicuntur 74r 40, lámina 26. Comp. Hyadas VIIm stellas In similitudinem littere˛, stelle˛ sunt V In modum littere facte 74r 41-42, y Hyades tres stellas 74r 39 HYADES, UM), perscillidas (perscillidas armillas tibiades de argento 115v 53. Deest Goetz, que aporta varios testimonios de la forma correcta latina periscelis, idis ‘adorno que, por encima del tobillo, ceñía la pierna de las mujeres, a manera de brazalete’). 8.2.2. Es clarísima la pérdida de eficacia de las desinencias casuales. Habitualmente figura el que ya desde Ascoli viene denominándose «caso universal». En el Em 46 encontramos testimonios como: – cyrogillo (cyrogillo animal spinosum maIor qui ericius 38v 15, lámina 27. Sil 1297, 41r, ciroillo; deest Goetz, LGl, y TLL; Goetz: ricius V 565, 39; Vulgata, choerogryllus ‘puerco espín’ < gr. χ@ιρ`γρυλλ@ς íd.). Según Américo Castro, que encuentra cirugrilus ‘conejo’ en el glosario de El Escorial (E 915) y cirogrillum íd. en el fuero de Cuenca, esta formación constituye uno de los muchos helenis-
salta a la vista, particularmente a causa del orden de las palabras. Estos son algunos de los numerosos ejemplos atestiguados, una muestra extraída del Em 46: alietum auis similis aquile˛ et maÍor, tamen minor que uultor 8r 45; auricularium consiliarium qui semper habet licentjam Íntrare ad regem 16r 37 (Deest Goetz y LGl); balbus qui habet dulce lingua 17v 38 / qui habet dulcem linguam (Goetz V 170), qui dulcem linguam habet (ibíd. 347); bucine˛ lingnae sunt et longiores que tube˛ 20r 45 (Deest Goetz, LGl y TLL); cyrogillo animal spinosum maÍor qui ericius 38v 15; dehiscit fluctus marinus quando se apperit 41r 45; exedra exterior sedis ubi Papa sedit quando comunicat populum 57r 63 (Deest Goetz y LGl); expassus quando ambo pedes lebantum post alterum 58v 30 (Deest Goetz y LGl); fulgorantes astae˛ quando fulgent contra solem 67v 36; lanistra macellarius, qui ferro laniat carnes 91v 5 / lanista macellarius, qui carnes ferro laniat 91r 55; lentiscum arbor folia modica, habens fructvs sine˛ grana, Íd est, moras rubras 93r 26; mandragora fructum habet similis pomi, duorum sexuum, masculinum et femininum, et dicitur quicumque eradicauerit non possit uiuere 98v 67 (Deest Goetz); necticorax noctua, multum bona esse; contendunt alii autem que˛ nocturnus coruus appellatur 107r 4 (Deest Goetz y LGl); sandalia calciamenta que˛ non habet desuper corium 137v 15; tetracordum citra cum huna corda 154r 39, etc., etc.
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mos que, dada su significación, diferente a la que tenían en autores antiguos, debieron de tomarse de nuevo del griego, generalmente, a través de la Biblia y del lenguaje eclesiástico88. – Dionisio (thimnum uinum falernum, Baccum, Dionisio 154v 49 DIONYSUS, lámina 28). – tipo (enigmata similitudo uel obscuriloquium uel obscura Intellegentja, tipo, figure˛, species obscuri 53r 54, lámina 29. Goetz, aenigma figura siue typus uel species V 590, 36. Comp. tipo figuram 155r 12, y tipus forma 155r 10). – zelo (aemulatjo Inuidia, zelo, contemtjo, dissensio 5v 22, lámina 30. Goetz, zelus). – pisas (uiciam pisas agrestes 162v 58, lámina 31. Deest Goetz) PISA, AE ‘guisante’ (Paladio, S. IV; en Etim. XVII, 10, pisum íd.). – sarcinolas (sarcinolas sacculi In quibus portant cibos 137v 41. Deest Goetz) SARCINULA, AE ‘hatillo, fardo pequeño’. – uillas (pre˛dia fundi, possessione uel uillas 120r 40, lámina 32. Goetz, uillae). Análogamente, abundan en el Em 31 los testimonios de esta naturaleza, que agrupo atendiendo a su terminación: – acanto (acanto nomen erbe, In assiriis nascitur 2r 1, 1, ACANTHUS, -I), appio rustico (botracion herua est, Id est, appio rustico siue erua sceleratica uel Imbelicum Iobis 6v 1, 25), auo (auo atauum 3r 2, 29), auripimento (adsenicum auripimento 1r 1, 16, AURIPIGMENTUM ‘colores de pintar’, ‘drogas’), axanto (axanto genus floris 3v 2, 39), balaustio (balaustio florem amoniacis 4r 3, 44, BALAUSTIUM ‘flor del granado silvestre’; en español, la balausta es un ‘fruto complejo desarrollado a partir de un ovario ínfero, dividido, como el del granado, que contiene muchas semillas carnosas’ DRAE, s. v.), balsamo (bidelle balsamo 5v 2, 46), bidellio (bidellio aqua colligvntur, Id est, uisicas que˛ nascuntvr In olimo que˛ faciunt uulnera In corpore 5v 2, 43, BDELLIUM ‘goma de un tipo de palmera que tenía ese nombre’), bleto (bliton bleto 6r 3, 59, BLITUS o BLITUM ‘bledo’, planta), caballo (caboI caballo 7r 1, 2, lámina 33), caprofico (erineos caprofico 20v 2, 53, CAPRIFICUS ‘higuera silvestre’), centufolio (balsamus centufolio 4r 3, 46, lat. CENTIFOLIA ROSA, Plin.‘rosa de cien hojas’), ciuo (edule ciuo uel esca ad comedendum congrua 17r 2, 41 y exte esce, cibo, esu, esca 26r 2, 31), euo
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A. Castro, Glosarios latino-españoles de la Edad Media, Madrid, CSIC (Biblioteca de Filología Hispánica, 3), 1991, LVI.
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(euo etas uel tempus 22r 2, 36 AEVUM ‘duración’, ‘tiempo’, ‘vida’, ‘edad’), genero (gennos genero, grece; uides quia de grego uenit 37r 2, 44), Inulo (damula caprea aut Inulo ceruorum 10v 2, 46 HINNULUS ‘muleto’, ‘cervatillo’), lilio albo (crines leucus lilio albo 8r 3, 43), narcisso (narcisso uulbi semen 64r 2, 52 NARCISSUS, -I), nardo celtico (nardo celtico phasces galligos 64r 2, 51 NARDUS, -I), platano (nimphea Id est, platano quod In aqua nascitur 66v 2, 26, lámina 34), etc., etc. – acceptore (acceptore salutis qui salutatus est 2r 2, 36), dicione (dicione Imperium uel potestate 14v 3, 52), homine (Calep cor uel homine uel canis 7v 3, 46), honore (fastus superuia, elatjo aut honore tituli; et est quarte declinatjonis 28r 3, 53), palude (baratrum uoragine, palude et locus cenosus 4r 3, 54, PALUS, -UDIS ‘pantano’, ‘laguna’, ‘agua estancada’, lámina 35), parte (gene ea parte uultus que˛ Inter mulas et auriculas est; Ideo gene dicte eo quod Infans In utero caput Inclinato Inter genua tenuat 37r 3, 83), ueste sacerdotali (ephot ueste sacerdotali que superhumerali appellatur; est autem uelut In caracalle modum et sine cucullo... 20r 2, 33, VESTIS, -IS), uoragine (baratrum uoragine, palude et locus cenosus 4r 3, 54, lámina 35), etc., etc. – bachas (bachas oliue laurique poma 4r 2, 20, BAC(C)A ‘baya’, ‘fruto redondo de cualquier árbol’, ‘oliva’), capras montjum (damme generis feminini; Oratjus: «et subtrito pauide natarunt ecore damme», Id est, capras montjum 10v 1, 16, lámina 36), cristas (Iube criste, Id est, galearum; Iube, cristas albaIdarum 48r 1, 5), delicias (Aedem In Genesi, delicias 1v 2, 26), exequias (funus mors defuncti, exequias mortis 34v 3, 53 -lámina 37- y funus exe˛quias uel cura defuncti 34v 3, 70), feras (damule siue damma capreas agrestes, Id est, feras 10v 1, 21), galatas (galatas greci 36v 1, 19, GALATAE, -ARUM), gallas (enterione gallas, allibi gelleas 19v 2, 33 y enterione gallas siue coloquintidas 19v 2, 35), gelleas (enterione gallas, allibi gelleas 19v 2, 33), genas (genas maxille 37r 3, 81, GENAE, -ARUM ‘mejillas’), Imagines falsas (fantasia Imagines falsas 28r 1, 5, lámina 38), ollas aeneas (ae˛nei ollas aeneas 1v 3, 62), duas uias (beuim duas uias 5v 1, 3, BIVIUM ‘bifurcación’), etc., etc. 8.2.3. Dentro del Em 31 sorprende algún testimonio donde en la definición por equivalencias se emplea, en «caso universal» o en acusativo, la misma forma que figura, en nominativo, en el definido: fece (fex fece 30 v 1, 8, FAEX, -CIS ‘hez’, lámina 39), persuasione (persuasio persuasione 81r 1, 29, lámina 40), pontem (pons Iter super flubium, Id est, pontem 84r 3, 65, lámina 41; LGl, PO 215, P. iter super fluvio, id est ponte; CGL IV 146, 15,
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Pons iter superfluuium idest pontem; Em 46, 118v 29, Pons: Inter (sic) super fluuium, id est, ponte, lámina 42). En este mismo sentido, y siempre dentro del Em 31, se halla una vez la coordinación de las variantes en nominativo y en «caso universal» de la misma palabra, lo que refleja, en lo escrito, la alternancia de su empleo: fomes et fomite (fomes quicquid fouere Ignem potest fomes et fomite dicitur 32v 1, 7, FOMES, -ITIS ‘pábulo para las llamas’, lámina 43). 8.2.4. Por otro lado, en el Em 31 es también conocida la confusión de casos: – Nominativo / acusativo por ablativo: cadauer (funus Imaginarium tumulos sine cadauer 34v 2, 49, lámina 44), Daniel (bathin In Daniel, uestis lineae˛ quibus feminalia ut aruitror significantur... 4v 1, 14, DANIEL, -ELIS y DANIELUS, -I, lámina 45). – Acusativo por nominativo: capillos (calamistratus a calamistro, Id est, arcu ferreo In calami similitudine facto, In quo crines obtorquentvr, ut crispi sint: quam In cinere calefacere solent que ut crispi capillos sint 7r 3, 36). – Nominativo / ablativo por acusativo: Inclinato (gene ea parte uultus que˛ Inter mulas et auriculas est; Ideo gene dicte eo quod Infans In utero caput Inclinato Inter genua tenuat 37r 3, 83), Nilo (Geon fluuius Ethiopie˛ de Paradiso emergens, quem Nilo usitatum nomine˛ appellant 37v 2, 44, lámina 46), memoria (Ignarus uel qui Ignorat uel qui Ignoratur, Id est, Inmemor qui oblitus est: perdidit enim memoria 43v 3, 63), nabe (FABER NABALIS qui nabe fabricat 27r 1, 1), furore (deuotatjo per furore maledictjo 14v 1, 5; la haplología favorece aquí seguramente la pérdida de -m), sudore (desudescere desudare, Id est, sudore deponere 13v 3, 53; acaso la forma sudore obedezca aquí también al fenómeno de la haplología, usual en este glosario: Id est sudores > Id est sudore), etc. 8.2.5. En detrimento de la flexión con genitivo aparecen muchos testimonios de complemento introducido por la preposición de. He aquí algunos casos del Em 31: de aruore... de homine (frondis de aruore per d et s; frondeum est quod de ffrondibus (sic) toltum est; ffrontis (sic) uero de homine per t et s 33v 2, 49), de cappare, de cap (fliu cappareos, cortice de cap 31v 3, 78 y fliu cappareos, cortice de cappare 32r 1, 1), de granata (sidia Id est, cortice de granata 102r 1, 2, lámina 47), de cabra (sterillum barba de cabra locay 106v 3, 54), de apes (prepeleos ciurada de apes 89r 3, 61), de caput (gagata centaurea minore qui florem habet rubeum; centaurea maIor florem habet persicco et minuto; hanc erbam de caput dicunt 36v 1, 5), de caule (bressica flore de caule 6v 3, 50, lámina 48), de apes (melo timino mel de apes, que˛ tumo pascuntur 59r 1, 16), de oriente (eous est
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homo de oriente 19v 2, 43), de pino (retines resina de pino 95v 1, 22, lámina 49), de balsamo (silobalsamo ligna de balsamo 102r 3, 47), de auro (anos aureos extales de auro ad similitudinem Intestini 11r 20), de testa... de eramento (cacabus de testa est, duas manubrias habens; aliquando de eramento sicut et olla 21v 16), de plumbo... de tegulas (fistule˛ aqueductus de plumbo aut de tegulas 64r 60), de lana (Infule˛ uestes sacerdotum uel uelamenta de lana In modo uittarum 82r 43), de genere˛ (Ixon auis de genere˛ uulturis 89v 1), etc., etc. 8.2.6. En el Em 31 hay, a mi ver, un testimonio de los llamados «casos oblicuos» sin preposición: feroces animo (fera corda feroces animo 29v 3, 39). Más dudoso parece este otro ejemplo del mismo glosario: case pastoles (magalia case pastoles 56r 3, 64, lámina 50. Non rep. LGl, MA 159 y Sil 1298, case pastorales). Aunque no ha de rechazarse rotundamente, en efecto, una explicación de esta forma desde el fenómeno, tan frecuente en los glosarios, de la haplología (case pastorales > case pastores), me parece tan convincente interpretarla como un caso más de tales «casos oblicuos». Y consecuentemente, pastoles sería una variante de pastores, un ejemplo entre otros muchos del fenómeno de la alternancia r / l, bien atestiguada en el Em 31. Por otro lado, las dificultades de corrección formal que presentan los adyacentes constituidos por nombres propios hebreos explican las siguientes expresiones del Em 46: pronepus fuit Sem (aebraei minati sunt hab Eber, que˛ pronepus fuit Sem 5r 63), patris Aaron et Moysen (Amram nomen patris Aaron et Moysen 10r 11), muros Iherusalem (Ge˛hennon que˛ est Iuxta muros Iherusalem 59r 61) y concuuina Dauid (Sonamites concuuina Dauid que˛ ei ministrauit In senectute 144v 35. Deest Goetz). 8.2.7. Encuentro en el Em 31 un testimonio claro de la tendencia a adoptar la terminación -o para el masculino: ...iomo (...iomo genere masculino 43v 1, 25, lámina 51. Comp. LGl, ID 51, Idiona (-ma) genere masculino. (?); CGL V 110, 43, Idionia (sic) proprie .gr. genere masculino. Ibíd., VI: Idioma: proprie, graece, genere masculino (?). Comp. Em 31, 43v 2, 36, Ideoma consuetudo, proprietas). La nota gramatical genere masculino, incluida en el glosema, se documenta, como puede verse, en otros glosarios y manifiesta que el etimológico neutro idioma, -atis, se empleaba ya con género masculino. No hallo, por otra parte, en los demás glosarios el femenino gota que aparece en este artículo del Em 31: geta gotus, gota 38r 1, 19 (LGl, GE 329, Geta Gotus, o. a.). 8.2.8. No escasean en el Em 46 los testimonios de femeninos descendientes de neutros en -a:
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– Intranea (fibre˛ Interio uentris, Intranea 63v 22, lámina 52. Goetz, fibra interiora uentris, interanea; comp. exta Intestina, pre˛cordia uel Interanea hostiarum 59v 17, y uiscera Iteranea 59v 22 y Sil 1296, 72r, intranea, con una e sobrevolada). Para DCECH, s. v. entraña, la forma entraina, que hallamos en la GlSil. 239, constituye la primera documentación de un heredero romance del neutro colectivo, de la época imperial (Plinio, Columela, etc.) INTERANEA. Su grafía equivale a entraña, que ya figura así en Berceo (por ej.: SDom. 248d). – moras (lentiscum arbor folia modica, habens fructus sine˛ grana, Id est, moras rubras 93r 26, lámina 53. Deest Goetz). La forma de este sustantivo, moras, permite suponer un plural singularizado en los dos sustantivos del siguiente artículo: mora poma 103v 41 (comp. mura celsa agrestis 105r 8 –celsa ‘sicómoro’, Isidoro– y morus arbor 104r 22). ¯ RA ‘mora de árbol’ figura ya en la MuloSegún DCECH, s. v. mora, «El lat. vg. MO ¯ RUM significa lo mismo medicina Chironis, en glosas y en otras fuentes [...]; el clásico MO y también ‘zarzamora’». Por otra parte, el romance mora está testimoniado por vez primera en APal, 123b, «pero que existía desde los orígenes lo prueba el derivado moral, ya documentado en escrituras de 1070 y 1075» (ibíd.). – sandalia (sandalia calciamenta que non habet desuper corium, 137v 15, lámina 54). Este sustantivo, como bien observa González Ollé (Observaciones filológicas, 36), también «denuncia en el lema la conversión, justificada por la concordancia verbal [...], del neutro plural en femenino singular, al igual que ocurre en otros sustantivos». También se encuentran ejemplos en el Em 31: cruras (cruras tibias 8v 1, 19 CRUS, -RIS, n., ‘pierna’), dauca (dauca pristinaci semen 10v 3, 50 DAUCUM, -I y DAUCOS, -I, n. ‘zanahoria’), Inciba (Inciba herbe genus 44v 2, 45 INTIBUM, -I ‘achicoria silvestre’), ligna (exilobalsamo ligna balsami 24r 3, 57 -lámina 55- y silobalsamo ligna de balsamo 102r 3, 47), etc. Incluyo aquí otra palabra del Em 46, de apariencia romance, que se relaciona con ˘ RYLUS ‘arbusto coriláceo, avellano’, lat. CORU ˘ LUS: la forma masculina del lat. tardío CO corillas (corillas auellanas siue˛ nuces 36r 5, lámina 56. Goetz: corylos auellanas uel nuces; comp. con corilla poma corio uestita Sil 1296, 46r).
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8.2.9. Destaca ya en el Em 46 el empleo de Iocularis como adjetivo y sustantivo: – pegaso homo Iocularis 113r 32. – coraula Iocularis 35v 40 (lámina 57. Comp. coraula mimus y cantator 35v 41 y 42). – mimi Ioculares, grece 101v 56. Comp. Ioculatores (scenici Istoriones, Ioculatores 138v 52; Goetz: histriones, ioculares). Como bien sintetiza Menéndez Pidal89, «Desde el siglo VII aparece en la Europa central, mezclado a los nombres anteriores [mimi, histriones y thymelici ‘músicos de la escena’, términos todos ellos de la antigüedad clásica], algún raro ejemplo de esa nueva denominación: j o c u l a r i s, usado como sustantivo [como adjetivo se venía empleando desde Cicerón con el significado de ‘gracioso, risible’], o j o c u l a t o r, para designar persona que divertía al rey o al pueblo. No sabemos tampoco si esta nueva denominación significó un tipo de actores sensiblemente diversos de los anteriores, o si sólo representó una ligera variedad local que irradió e impuso su nombre por las demás regiones; lo cierto es que el nombre juglar fue el que se vulgarizó en las lenguas modernas en lugar de todos los otros, y como equivalente más o menos exacto de todos los otros. En España las primeras menciones del nuevo nombre solo aparecen en 1047 y 1062, en Nájera y en Huesca». Fuera de estos casos la palabra se menciona primeramente en León en 1116 y 1136 (cf. DCECH, s. v. juego). 8.2.10. En el siguiente artículo del Em 31, pilosi In e˛saya demonum genera, nonnulli ostium doctissimorum, Incubones uel satiros aut quosdam siluestros homines Intellegentes putauerunt 82r 2, 30 (lámina 58) (comp. LGl, II 130r 1, Pilosi In esaya deomonum (sic) genera nonnulli hos etiam doctissimorum Incubones uel satiros aut quosdam siluestres homines Intellegendo putauerunt; y CGL V 510, 27, Pilosi demonum genera incubi uel saturi quidam uero silbestres homines putauerunt =Eucher. Instr. p. 156, 1), veo un interesante testimonio del masculino plural -os en un adjetivo de dos terminaciones en latín, siluestros SILVESTRIS, -E. Como es bien sabido, en aragonés hay tendencia a terminar en -o los masculinos y en -a los femeninos, aunque sean apelativos comunes o adjetivos (libra, proba, tristo, grando, granda). Ahora bien, dada la antigüedad del presente testimonio, es oportuno hacer notar que M. Alvar y B. Pottier90 sospechaban que esta tendencia, manifestada particularmente en el dialecto aragonés, era de origen galo-románico «por cuanto las formaciones de este tipo se documentan después de la venida de gentes transpirenaicas a la ocupación de Zaragoza».
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R. Menéndez Pidal, Poesía juglaresca y orígenes de las literaturas románicas. Madrid, 19576, 6 y 7. M. Alvar y B. Pottier, Morfología histórica del español. Madrid, Gredos, 1983, 79.
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Como cabía esperar, la formación de femeninos en -a debió de ser especialmente conocida. En el Em 31 encuentro también el adjetivo femenino bicerra (bicerra uestis guffa 5v 2, 32), lat. BICERRIS, -E ‘que tiene dos flecos’, y en el Em 46, crudelias (superuas crudelias 150r 53, lámina 59; comp. Sil 1296, 197r: superua crudelia; Goetz: superba crudelia.). 8.2.11. Digno de especial atención es el adjetivo femenino posteriora que en el Em 31 se atestigua dos veces: a) occipitjum posteriora pars capitis 71r 2, 22 (lámina 60). Comp. CGL IV 264, 16, O. posterior; ibíd., V 376, 53, Occipitum pars posterior capitis. LGL, II 106v 1, Occipitium Kapitis pars posterior quasi contra capitiuum (sic) uel quod sit kapiti retrorsum (Etym XI 1, 27); ibíd., Occipitjum Per duo .cc. scribendum que est kapitis pars posterior. b) pone a posteriora parte 84r 3, 70. Comp. LGl, PO 190, a posteriore p. Según se afirma en los estudios de morfología histórica, los adjetivos en -or en los orígenes de nuestra lengua eran invariables en género (alma sentidor, vezina morador, espadas tajadores, etc.), pero a partir del siglo XIV la oposición comenzó a generalizarse al introducir femeninos en -ora: cantadora, sabidora, traidora, etc. Este proceso sólo se ha extendido a los comparativos (mejor, mayor, menor, interior, inferior, etc.) cuando se sustantivan (la superiora; en el dialecto aragonés moderno, la menora ‘mujer menor de catorce años’, Ribagorza, Ribera de Jalón, o la mayora ‘mujer cabeza de casa o cónyuge del cabeza de casa’, Alto Aragón91). El testimonio de posteriora, que aquí recogemos, no ofrece ninguna duda: se trata, en los dos ejemplos, de un adjetivo comparativo dotado de la moción femenina. Su presencia en un texto de la antigüedad del Em 31 puede resultar de interés para profundizar en el análisis del tema de los adjetivos en -or. Es más, la ocurrencia inequívoca de esta forma femenina, posteriora, autoriza a pensar en una posible atribución de ese mismo género al adjetivo comparativo priora, su antónimo, que se inserta en el siguiente artículo del presente glosario: prisca antiqua, u tera, priora (87r 2, 46); aunque reconozco que es más probable que en este caso se trate del plural neutro (comp. LGl, II 144v 2: Prisca Antiqua, Prisca Uetusta, Prisca Uetera, Prisca Priora, Prisca Anteriora (forma esta que sólo hallo aquí), Pristina Priora; ibíd., 144v 1: Priora Prisca, Priora Uetusta, Priora Antiqua, Priora Uetera, Priora Anteriora; ibíd., I,
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Cf. J. Moneva y Puyol, Vocabulario de Aragón. Edición y estudio de José Luis Aliaga, Zaragoza, 2004, s. v.
23r 1: Anteriora Prisca, Anteriora Uetusta antiqua, Anteriora Uetera priora; ibíd., 23v 1: Antiqua Prisca uetusta uetera, Antiqua Priora anteriora). 8.2.12. Los siguientes sintagmas son ejemplos del reemplazo, habitual en latín familiar y popular, del superlativo sintético por el analítico multum + adj.: – multum peritus (expertus multum peritus. ‘Ex’ enim hinc pro ualde ponitur 24v 3, 57, lámina 61). Etym X 82. – multum amica (fida satis multum amica 30v 3, 62, lámina 62. LGl, FI 55). – multum biuentes (helluabundi multum biuentes, ebriosi 41r 1, 17. LGl, HE 81, ...multum bibentes, e.). – multum biuentes (helluones multum biuentes siue potulenti siue ebriosi et mente et corpore, temulenti 41r 1, 17. LGl, HE 87). Añado aquí la locución adverbial, de análogo interés, multo magis (multo tremendum multo magis metuendum 63r 1, 8, lámina 63. LGl, MU 141, Multo tremendum multum magis metuendum. Comp. CGL II 412, 24, πολλωπλεον multoplus; ibíd., 45, πολυμαλλον multomagis). 8.2.13. En Ircones y blenones del Em 31 (blenones putidi, Ircones 6r 3, 53, lámina 64. Comp. LGl, BL 23, Blenones puditi (-tid-), hyrcones) puede verse una muestra de la posible generalización del sufijo plural aumentativo. En lat. sólo están atestiguadas las formas FIRCUS, HIRCUS e IRCUS, con el significado de ‘hirco, chivo, macho cabrio’; Ircones equivale al actual cabrones. Por otro lado, del probable aumentativo blen(n)ones (lat. BLENNUS ‘sucio, asqueroso’) únicamente hallo otros ejemplos en Du Cange (s. v.). Dentro del mismo glosario hallo modulones (musici modulones 63v 1, 22. LGl, MU 348). Salvo este testimonio del LGl, no hallo ningún otro en los distintos repertorios latinos consultados. En el DCECH, s. v. modo, se recogen módulo, modular, modulación, modulador, modulante y moduloso. No figura, en cambio, modulón. Así mismo, interesa destacar por su sufijación las siguientes formas del Em 46: – articuleius (articuleius articulus brebis 13v 57, lámina 65. Idéntica información figura en Goetz , IV 406, 24, y TLL). El testimonio del diminutivo en -eius, articuleius, nos parece de interés para el análisis histórico del sufijo español -ejo 92.
92 Abundante documentación de las primeras muestras de este sufijo, con diferentes grafías para las palatales, puede consultarse en F. González Ollé, Los sufijos diminutivos en castellano medieval. Madrid, 1962, 285.
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– barbutus (hersutus capillatus, barbutus 74r 21, lámina 66. Goetz: hirsutus capillutus, barbutus. Deest TLL). DCECH, s. v. barba, recoge el adjetivo barbudo (formación que adopta el sufijo -udo < -U¯ TU) limitándose a añadir su primera documentación en J. Ruiz. Comp. con la voz capillutus, que figura en la lección editada por Goetz, CGL V 207, 2593. – catenellas (aspedicas uncinus, fimbrias, catenellas 14v 11, lámina 67. Deest Goetz). El diminutivo de CATE¯NA recogido en los diccionarios latinos es ˘ LA (Vulgata, Exod. 28, 14; Paulino Nolano, Carmina 26, 462; Goetz: caCATE¯NU tenula diminutiue catena). La forma romance cadenilla figura en el DCECH, s. v. cadena, pero sin explicación alguna. Interesante también para el análisis histórico del diminutivo de casa es el siguiente testimonio registrado en el Em 31: casellas (kasulas casellas siue kasas siue pastorum cubilia 49r 3, 49. LGl, KA 108, Kasulas Kasellas sive pastorum cubilia; Comp. ibíd., KA 107, Kasulla Kasella (casa ?) modica; ibíd., CA 903, casula casa modica). Du Cange registra, entre otras formas, cas(s)ella y caselulla >parva casa=. – cardellus (acallantus cardellus 3r 33, lámina 68. Goetz: acalanthis cardellus, alibi carduelis V 161, 27, y uel luscinia [‘ruiseñor’] uel roscina, nectegela V 339, 11). Es clara la relación de cardellus con el lat. vulg. CARDELIS ‘jilguero’ (lat. CARDUELIS íd.). De CARDELIS, o directamente de CARDUS ‘cardo’, deriva cardelina (documentada por primera vez en el tudelano Arbolanche, 127v 16; cf. DCECH, s. v. cardelina). – psillos (psillos medicos 125v 53. Goetz: phisillos leceas V 378, 28; y añade: physicos medicos). Ésta, al parecer, inhábil grafía de pisillos (o phisillos) nos recuerda la acentuación llana de hesíca ‘medicina’ (< PHYSI˘CA), documentada en Lucas Fernández (ed. Acad., 101; apud Castro, Glosarios, XXXIII, n. 2) en rima con borrica. En la Edad Media (S. XIII-XV principalmente), el término usual para denominar al médico, el que profesa la medicina, era físico (físigo o fíxigo, junto a las formas tomadas del catalán mege, metge, menge, etc.). Lat., PHYSICUS, I ‘naturalista’ (< gr. nυσικ`ς ‘relativo a la naturaleza’; no está atestiguada la variante ˘ D¯ICUS, I ‘médico’. PHYSILLUS ) y ME
93 Cabelludo aparece sin explicación alguna en DCECH, s. v. cabello, mientras que la variante cabellado se registra en el DRAE, s. v., como forma anticuada, con el mismo significado de ‘cabelludo’.
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– me˛latum (uinum candidum piperatum uel me˛latum 163v 27, lámina 69. Deest Goetz). Los diccionarios latinos sólo recogen MELLITUS, con el significado de ‘aderezado, compuesto con miel’. – venino (venino tinctura 161r 20. Deest Goetz; comp. venenum uirus 161r 3 y ab eo dictum quod per uenas mittatur 161r 14, venenosus serpens et his similia 161r 2 y venificus herbarius 161r 18). Esta variante, venino, con cambio de terminación debido al empleo frecuente del sufijo -¯INUM, es general en la Edad Media y aun en el S. XVI, así como la forma común a casi todos los romances. DCECH, s. v. veneno, la documenta por vez primera en Berceo. Veneno, en cambio, introducida primero en el adjetivo venenoso (Apal), aparece tardíamente en castellano y con carácter culto: es usada por Góngora, Cervantes, Covarrubias (en alternancia con venino). 8.2.14. Como es bien conocido, hacia la filiación sintáctica romance apunta la determinación con ipse, adjunto a sustantivos no mencionados previamente. En el siguiente artículo del Em 31 parece haber un testimonio: dialepticus Ipse qui disputat 14v 2, 25 (lámina 70); y, a la vista del desglose en artículos que ofrece el LGl, parece también válido este otro ejemplo: pomerium locus ubi sunt poma uel Ipse locus aruorum 84r 2, 48 (LGl, PO 167, Pomarium locus ubi sunt poma, e ibíd., 171, pometum ipse locus arborum). Igualmente interesan estos otros ejemplos del Em 46: tipsinas faciuntvr de ordeo, decortigant Ipsa grana In pilo, Id est, ligno cauo, deInde qvoquntuvr In quolibet 155r 16 (lámina 71. Deest Goetz), ualuas aquaductus, Id est, Ipse fistule˛ per quas aqua currit 159v 37 (deest Goetz), ullulae In Esaya, In Ipso hebreo trans uel hihim 164v 31 (deest Goetz). Agrego el siguiente testimonio del Em 46, la forma illa, interesante también para el análisis de la historia del artículo: aminagdalinas nuces, crescunt In illa arbore maIores, longiores, salbatice 9v 22 (lámina 72. Deest Goetz). 8.2.15. En el Em 46 se encuentra la forma pronominal si: sui filum si filium 149v 7 (lámina 73. Comp. Sil 1296, 196r: sui filium sibi filium. Deest Goetz). Parece, en efecto, un ejemplo de la forma acentuada del pronombre reflexivo de la tercera persona, cuya primera documentación se encuentra, según DCECH, s. v., en el Cid, 2259. Respecto de su étimo, nótese que viene asegurándose en las gramáticas históricas que en una fase más o menos tardía del latín vulgar SI˘B¯I debió ser sustituido por *S¯I, según el modelo de M¯I. 8.2.16. El artículo del Em 31 cum me sic dicebant, et cum te; quod nunc elegantjus dicimus mecum, tecum 9r 1, 19 (lámina 74. Comp. LGl, 78r 2, Cumme Sic dicebant etcum te quod
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nunc elegantjus dicimus tecum mecum), recuerda que además de los descendientes iberorrománicos de los lexemas considerados inseparables MECUM, TECUM (port. ant. mego y tego), y de los que produjo la lexicalización de los sintagmas pleonásticos CUMMECUM co(n)migo, CUMTECUM contigo, son también interesantes, aunque tangencialmente considerados, los herederos de la construcción inversa, CUM ME con mí, CUM TE con ti, que conservan todavía hoy no poca vitalidad, por ejemplo, en Aragón, La Rioja, Soria, etc. 8.2.17. Los testimonios siguientes del Em 31 son ejemplos de la sustitución popular de los demostrativos de primera persona (HIC, HAEC, HOC) por los de segunda (ISTE, ISTA, ISTUD), cambio común a todas las zonas romances: – hac Ista (40r 2, 30, lámina 75. LGl, HA 38). – hanc Istam (40r 2, 52. LGl, HA 76, CGL IV 85 Vat. 3321, Hanc sta. Comp. Has stas, ibíd., 85, 1; y en el Sil 1298, Hec ste; en todos estos casos, por la frecuente alternancia de s- y es- ante t, es razonable deducir, para el texto de la copia o para su modelo, una pronunciación [esta(s), este]). – hanccine Ista uero (40r 2, 53. LGl, HA 78, istam vero. Comp. CGL IV 85, 28, Hascine usuero, por asuero). Lat. HICINE, HAECINE, HOCINE, pron. demostr. reforzado por la partícula ne, y con fuerza interrogativa. – harum Istarum; feminini generis (40r 3, 64. Comp. LGl, II 28v 3, Harum Feminarum). 8.2.18. De los abundantes ejemplos documentados de que (o que˛) relativo damos aquí una amplia muestra. En ellos el pronombre, con antecedentes gramaticalmente diferentes, funciona como sujeto y como complemento directo: Em 46: aebraei minati sunt hab Eber, que˛ pronepus fuit Sem 5r 63 (lámina 76. Deest Goetz; comp. abrei minati sunt ab qui pronepus fuit 2v 41, y Etim. IX 2, 51: «Hebraei vocati sunt ab Heber, qui pronepos fuit Sem»), asillus que˛ non licet expoliare propter ueneratjone 14r 47 (Goetz: asylum locus quem non...; comp. asillum... locus sacer quem nefas est uiolare 14r 48), brucus similis locuste, tamen maIor, que uulgus dolbiam uocant 20r 30 (Deest Goetz), scriba e˛dilicius que˛ ex e˛dile est uel liuerarius, Id est, que˛ pertinet ad cartas publicas, Id est, liuerarius 139v 23 (Goetz, s. v. scriba qui... qui...), plebeios psalmos ymnos que˛ comuniter cantant 170r (lámina 77. Deest Goetz). Em 31: bidentes oues que In ostias pagani offerebant uocaberunt 5v 2, 37 (lámina 78. LGl, BI 57, quae –quas, corrección de Lindsay–; en realidad, el códice parisino transcribe que 45r 2. Análogamente, Goetz se sorprende ante esta forma del pronombre relativo: «...oues quae (!)...» en CGL VI, s. v. bidens), bidubium que˛ post duos maritos uidua
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est 5v 2, 39 (CGL V 443, 9; Em 46, 19r 1, 11, biduuium qui post duos uiduata est. Lat. VIDUBIUM o BIDUBIUM ‘viudez’), diploIdem duplicem mantum uel clamidem; omnem Indumentum que duplicatur diploIdes appellantur 15v 3, 62 (LGl, 91r 2, Diploidem Duplice mandatum (sic) uel clamides o. I. que d., o. a.; Em 46, 46r 1, 25, Dipploydem dupplicem mantum uel clamidem omnae; uestimento quod dupplicatvr dipploides appellantur), git melantjum, que est leo piper 38r 3, 60 (Lindsay en LGl, GI 47, como en otros muchos casos, no transcribe el texto del códice parisino y se limita a señalar el origen de este artículo: Lib. Med.; LGl, II 24v 3, ofrece en este caso una lectura idéntica a la del cód. Em 31; CGL III 539, 24, git idest melantium, o. a. Lat. GIT, n. indecl. ‘Neguilla, añublo’, planta; lat. MELANTHIUM, MELANTHUM y MELASPERMON, -I, n., íd.), Inferet que et Intro feret 46v 3, 67 (LGl, IN 696, Inferet (-erret ?) qui intro feret, o. a.; CGL IV 93, 32, Inferet: qui intro uertet), Iysacar enim Interpretatur merces ut significaretur pretjum proditoris que uendidit Dominum 48r 3, 33 (podría leerse también con la forma correcta quo, pero una pequeña lengueta, bien visible a la derecha de la letra problemática, aconseja la lectura que hemos introducido, que. Etym VII 9, 20: «Issachar enim interpretatur merces, ut significaretur pretium proditoris quo vendidit Dominum»), Iusquiamo gigam quod alia simphoniacum uel caulicarem uocant uel billinium album que˛ est millimindrum 48v 2, 26 (Non rep.), laberintus locus In Creta Insula, parietibus obscuris circumtectis, que˛ edificabit Didalus artifex 49v 2, 36 (lámina 79. LGl, II 54r 1, circum textis quem edificauit), mea maxima que ualde amo 58v 1, 4 (LGl, ME 7, M. maxima : que valde amo), proletarios capite cessos, que nichil preter prolem dare potuerant 88v 1, 21 (LGl, PR 2293, censos, qui nihil preter prolem dare poterat), stiua ea pars aratri que˛ tenet arator 106v 3, 69 (LGl, ST 241, ea pars aratri quam manu tenet arator, e. a.). Agrego algún caso de que˛ exclamativo documentado en el Em 46: que˛ machina uelli que˛ argumentum uelli 127v 38 (lámina 80. Deest Goetz), que˛ religio que˛ cultus 127v 48 (Deest Goetz), que˛ regio que˛ locus 127v 53 (Deest Goetz). 8.2.19. Entre los adjetivos indefinidos que se registran en el Em 31, destaca el compuesto qui queret (perIpsema rasura uel limatura qui queret 80v 1, 25, lámina 81); non rep. Comp. LGl, PE 842, linatura (lim-) cuicumque rei, y Em 31, 80v 2, 33, peripsima antiqui salutabant ancillantes maIoribus, qua perIpsima rasura uel limatura cuIusliuet rei. En esta interesante expresión, qui queret, bajo una ortografía latina ligeramente incorrecta (lat. QUI-QUAERIT), no es difícil reconocer el ant. quiquier(e), documentado desde los primeros textos literarios.
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8.2.20. Por la explícita apócope de la nasal, interesa señalar la forma del numeral dece (deca dece 11r 2, 31. Comp. CGL III 514, 6, deca decem; LGl, 80v 3, Deca grece Latine decem dicunt), atestiguada en el Em 31. 8.2.21. La evolución de la morfología verbal se percibe en numerosos testimonios del Em 31: cadet (deciduum quod cito cadet 11r 2, 36), crescet (gliscet crescet 38v 1, 4), decidet (deciditum quod cito decidet 11r 2, 25), deducet (deribat detrahet, deducet 13r 3, 74), detraet (derogat detraet, obloquitvr 13r 3, 59), dimittet (desinit dimittet, demoratur 13v 1, 10), eliget (deliget probat, eliget 12v 2, 34, lámina 82), legent (lectitant legent 51v 3, 75, lámina 83), paret (genitalia unde uir generat aut mulier paret 37v 1, 6), procedet (exmanat procedet 24r 3, 57), promittet (despondet ualde promittet 13v 2, 33), reget (frenat constringit, reget, coercet, reprimit 33v 1, 1), uibet (degit agit, uibet, hauitat 12r 1, 23), uindet (bibliopula qui codices uindet 5v 1, 19), etc., etc. 8.2.22. Es interesante también la síncopa en las formas verbales que presenta el Em 46: adflarat 4v 21 ADFLAVERAT, amasse 29v 10 AMAVISSE, capillassent 22v 61 CAPILLAVISSENT, cognorat cognouerat, cognotis cognouistis y cognossem congnoscissem 29r 3-5, conpaginasti 32v 60, conuassasem 35r 30, crepasse 47r 10, examinasti probasti 56v 4, furassem 35r 30, gustassent 72r 9, Inpolastis Inpugnastis 84v 32, Inportassem 158r 5, libarunt degustarunt 94r 14, mandarat 98v 50, morunt mouerunt 104r 21, mutasse (mutauisse mutasse 105r 48), nagasti (negauisti nagasti 107r 24), quierant quieberant y quierunt quieuerunt 128v 2 y 3, stipasse condensasse 146v 36, suspectasset duuitasset 150v 30, uasase portasse 159v 62, uexasse portasse 162v 27, uisitasset 164r 52, venditasset 160v 61, etc., etc. En este apartado de formas verbales sincopadas, no carecen de valor, igualmente, los tiempos afines extassent y extarent del Em 31 (extassent extarent, extitissent 26r 3, 60, lámina 84; comp. LGl, EX 1199, Extas[s]ent: ext[r]arent, o. a.) y, por ser un testimonio inverso, el participio deciditum (deciditum quod cito decidet 11r 2, 25; comp. LGl, DE 109, Decidium (-duum).), que parece el participio débil de DEC¯IDO ‘decidir’ (frente a decisum, la forma fuerte; los demás glosarios definen el adjetivo deciduum, o decidium, derivado de DECI˘DO ‘caer’). En el Em 46, en fin, se halla comisset comedisset 30r 28 (lámina 85) y commesset comedisset 29v 29 (Goetz, comesset comedisset; tras el definiens agrega de nuevo un signo de admiración)94.
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En relación con este verbo, conviene recordar que en el texto latino de base del Em 60 (fol. 79v) se halla el importante eslabón vulgar commere, antecedente inmediato del verbo, sólo ibérico, comer: «Nemo In conuibio suo
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8.2.23. En relación con el problema de las primeras documentaciones de la apócope del morfema verbal -t, adquiere un interés particular el artículo siguiente del Em 31: emax tenuis, macera, amat emere aliquid 18v 2, 45 (lámina 86) (lectura del original: ama temere. Comp. LGl, EM 23, macer, aut qui amat [t]emere aliquid (= Abstr.); CGL IV 61, 46, macer aut qui amat demere aliquid; ibíd., 509, 28, mater uel qui amat emere aliquid; ibíd., V 289, 32, macer uel qui amat emere a.; ibíd., 498, 23, maceran qui amat demere a.). Entre estos ejemplos se observan varios casos de diplografía, tan frecuentes en el Em 31; pero sólo este glosario, a partir de la fragmentación indudable, ama temere, que ofrece el ms., permite suponer con bastante seguridad una apócope de la desinencia -t en esta forma del presente de indicativo, originada posiblemente de una evolución diplográfica previa (amat emere > amat temere > ama temere). Recuérdese a este respecto que Menéndez Pidal constató que la t final latina se mantuvo con fuerte arraigo durante los siglos X y XI95. 8.2.24. Especialmente interesante para explicar las condiciones fonéticas que dieron lugar a la inserción de la consonante -g- en la primera persona del presente de indicativo y en todo el presente de subjuntivo de verbos de la segunda conjugación (caigo, pongo, tengo, traigo, valgo) y de la tercera (vengo, oigo, salgo) es, a mi entender, la forma del singular tenuat, que se halla en este artículo del Em 31: gene ea parte uultus qu Inter mulas et auriculas est; Ideo gene dicte eo quod Infans In utero caput Inclinato Inter genua tenuat 37r 3, 83 (lámina 87) (comp. LGl, II 21r 1, Genas Ea pars uultus que inter mala set (sic) auriculas est et dictas genas eo quod infans in utero caput Inclinatum Inter genua tenet; ibíd., II 21v 1, Genisset (sic) Ea parte uultus que inter malas et auriculas est. ideo gene dicte eo quod infans in utero caput Inclinatum Inter genua teneat). Es posible que el copista, influido por la secuencia fónica -enua del sustantivo precedente, modificara la combinación con yod del presente de subjuntivo, teneat, por tenuat. Pero no podemos descartar en esta interesante forma verbal la posibilidad de una terminación estable, o relativamente estable, nacida por analogía, sobre todo, con el perfecto del mismo verbo, tenui (prescindimos, eso sí, de un influjo analógico de TENUARE ‘enflaquecer’, ‘dismi-
cogat [‘incite’] alterum bibere aut commere plus quam oportet, ne per ebrietatem, suam et illius animam perdat». A partir de ahora, en los diccionarios etimológicos, habrá que liberar del preceptivo asterisco a la variante hipotética *comere, así como ponderar la originalidad e interés de la versión hispana del sermón XIII de San Cesáreo. 95 Lo que en absoluto significa que Menéndez Pidal se opusiera a la posible presencia de testimonios con apócope en ese tiempo, según interpreta Frago cuando afirma: «[MPidal] al tratar de la -t verbal cree que la pérdida de la misma consonante final no se produjo hasta pasado el siglo XI (Orígenes, p. 321)» (J. A. Frago Gracia, «El paso del romance a la escritura: problemas culturales y lingüísticos», en XXIV Semana de Estudios Medievales, Renovación intelectual del occidente europeo (siglo XII), Pamplona, Gobierno de Navarra, 1998, pág. 89, n. 57).
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nuir’, dado el empleo notablemente menor de este verbo). Somos conscientes de la rareza de esta desinencia. Pero, por eso mismo, y dada su particular constitución, entendemos que es conveniente investigar otras posibles ocurrencias del cambio del grupo -neat (o -niat) por -nuat en aquellas formas verbales afectadas diacrónicamente por la adopción del grupo consonántico /-ng-/ (a saber, la forma 1 del presente de indicativo y todas las del presente de subjuntivo de verbos como tener, venir o poner). La explicación comúnmente aceptada de la /g/ epentética de vengo y tengo (según la cual la alternancia muy temprana de ng y ñ en verbos de la clase -ngere, como tango, plango y frango, unida a la presencia de /g/ como final de radical en verbos muy usuales como fago, digo y adugo, fue razón suficiente para identificar la /g/ como elemento de algún modo característico de la forma 1 del presente de indicativo y de todo el presente de subjuntivo en esos verbos) no nos parece convincente: pensamos, con Y. Malkiel96 que la influencia de los verbos con el grupo etimológico -ngere tuvo que ser muy escasa, ya que ninguno de ellos ha sido nunca tan usual como tener o venir. En cambio, a partir de tenuat (o *venuat por veniat) la solución romance tenga (o venga) no resultaría de difícil explicación: el grupo [-nw-], con n implosiva, genera el refuerzo interpolado de una velar, [-ngw-] (comp. MINUAT > mengua o IANUAS > Yanguas), y, ahora sí, seguramente por analogía con los verbos en -ngere, ayudada por los acabados en -go, el nexo *-gua se reduciría en esa posición postónica (*tengua > tenga; comp. con el sust. lengua, pero en provenzal, linga, y con Em 31 obliga non recta 69v 1, 23 OBLIQUA). Y así, una vez justificado su incremento velar con razones de índole fonética, tengo, que funciona como semiauxiliar y es de empleo tan frecuente, podría ser el modelo o punto de partida del influjo analógico para dichos verbos, tan notablemente heterogéneos. Aludía arriba a la rareza de este testimonio. Sin embargo, compruebo, recurriendo de nuevo a la fuente de los glosarios, que hay otros análogos. Así, en el Em 46, figuran, por un lado, la entrada léxica tenuit definida por possidet, Inuasit 153r 2, 60 (equivalencias verbales de presente y pretérito), y por otro, el encabezamiento tenuere, infinitivo evidente a juzgar por las equivalencias de la definición: possidere, Inabitare 153r 2, 56 (lámina 88). 8.2.25. Así mismo, en relación con el presente de indicativo del verbo «ser», encuentro en el Em 31 el paradigma del singular ero, eris, est, que, a los propósitos (ibero)románicos, considero digno de la mayor atención y merecedor de un examen ulterior más detenido (lámina 89).
Y. Malkiel, «New problems in Romance interfixation (1): The velar insert in the present tense (whit an excursus on -zer / -zir verbs)», RPh, 27, 328, n. 45. 96
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– fio efficior, ero 31r 1, 14 (comp. LGl, II 10r 1, Fio Efficior, y en el artículo siguiente: Fio Facior. También figura Fio efficior en las glosas del antiguo Vat. 3321). – fis efficis, efficeris, eris 31r 1, 15. – fit efficiet uel est 31r 1, 16. En primer lugar, hacemos notar que estas tres formas verbales, fio, fis, fit, únicamente aparecen así, constituyendo la entrada léxica de tres artículos sucesivos, en el presente glosario, el Em 31. Además, nos interesa advertir que la yuxtaposición al final de cada artículo de las formas ero, eris, est, yuxtaposición que, a nuestro entender, constituye claramente un recurso didáctico para la explicación del tiempo verbal, sólo ocurre, igualmente, en este mismo códice. Cualquier gramático, tanto en el ámbito de la investigación como en el de la docencia, percibirá enseguida el alto interés que encierra la presencia de estas tres formas del verbo «ser». Primeramente, como ya lo hemos anticipado, por el hecho de que cumplen con claridad una función didáctica o pedagógica: lo que el organizador de esta sección del glosario pretendía era, al parecer, facilitar el aprendizaje del paradigma del presente de indicativo del verbo fieri, de compleja conjugación; y en segundo lugar, porque la expresión excepcional de las tres personas del singular del verbo «ser» viene a iluminar considerablemente la tan problemática cuestión de la configuración morfológica del presente de indicativo del verbo ser en el romance primitivo. En particular, la presencia de las dos primeras personas, ero y eris, prueba el mantenimiento en época altomedieval de las formas sintéticas del futuro latino. Sin embargo, la ocurrencia de la tercera, est, acaso indebidamente coordinada mediante uel, además de aclarar la morfología de la forma fit, como sucede con las dos primeras, fio y fis, evidencia que su valor es el del indicativo. No parece haber duda, pues, de que a lo largo del siglo X (o IX), en territorio riojano o próximo a La Rioja, además de los descendientes del paradigma, bien conocido y estudiado en la dialectología histórica, del presente de indicativo sum, es (jes, GlEmil 138), est (jet, GlEmil 93, 117), alternaron los vinculados con este otro, ero, eris, est, también muy productivo en la Romania. Así mismo, la convivencia tan importante de estas tres formas documentadas parece demostrar que el singular del futuro latino, desprovisto ya de su significado originario, pervivió en la lengua hablada el tiempo suficiente como para que eris reemplazara al antiguo es cuando se perdió la -t final de la tercera persona. 8.2.26. Otra forma verbal que reclama nuestra atención es el presente de indicativo es, atestiguada en los glosarios Em 46 y Em 31. Em 46: nitela... nam pre˛cipua uiris gloria es In armorum mitela 108v 33 (lámina 90. Otro testimonio, cancelado, en rubus montibus 135r 62). Comp. CGL, s. v. nitela... gloria est in armorum... V121, 24.
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Em 31: cuIus, cuIum Terrentjus: «quid, uirgo cuIa es?» qui ueteres pronominibus uniuersis addebant genus 8v 2, 29 (lámina 91. Comp. LGl, CU 37, Cuium cuius. Terentius (Eun. 321) «qui, virgo cula(-ia) est?» quia v.). También puede identificarse en este otro artículo: dicatura honor es super consulatu 14v 3, 57 (lección del original: honores; comp. CGL IV 54, 21, d. honor est s. consulatum. A mi juicio, la versión del Em 31, honores, lleva a pensar que en el modelo, o mejor, en alguno de los modelos, estaba ya el presente apocopado es). Repárese en que, como ya lo reconocía Menéndez Pidal, nos faltan ejemplos antiguos de esta tercera persona es (< EST): «Las formas especiales castellanas, discrepantes de esas tan generales [je(t), get, yed], tampoco las tengo documentadas en nuestro período primitivo» (Oríg., 359). 8.2.27. En fare (fare fieri 63r 4, lámina 92; también Sil 1296, 75v; deest Goetz) del Em 46 parece seguro que nos hallamos ante la forma, única documentada, del infinitivo originario del romance far 97. Éste, según se explica habitualmente, procedería de un infinitivo ¯ RE (< FACEˇRE), modelado sobre DA ¯ RE98. latinovulgar *FA Ahora bien, la ordenación alfabética de las entradas que la preceden (fe˛r, ferculum y fercularum) y la de las que la siguen (fercula, fere, ferebat, etc.) puede hacer sospechar que en el modelo estuviera en su lugar la variante fere 99. Con la inserción de fare se produce, ciertamente, una ruptura excesiva, y excepcional, del orden alfabético. Las equivalencias fiam faciam, fias facias, fiatis faciatis y fiet faciet que aporta Goetz (CGL, s. v. fio) atenúan los posibles reparos semánticos a nuestra propuesta (fare < FACEˇRE). Pero el artículo análogo fiare fieri 30v 1, 19 del Em 31 (lámina 93) y del Sil 1296, 76v (LGl, FI 5, Fiare (-ere) fieri), así como fiar efficiar 63v 20 y fio efficior 64r 37 del Em 46, abren nuevas posibilidades etimológicas, que en lo sucesivo acaso deban ser consideradas. 8.2.28. Interés especial reviste el participio Inuisto (Inuisto Inuisitato 87v 32, lámina 94. Deest Goetz). Como se viene sosteniendo en las gramáticas históricas, el latín vulgar100,
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Far tiene gran extensión en castellano arcaico (Cid 252, 561, 1032, etc.; Berceo, Sacrif. 39d o SDom. 756d; etc.) y deja huella permanente en el futuro y condicional (faras, ya en la GlEmil 140). 98 Cf. R. Penny, Gramática histórica del español, Barcelona, Ariel, 1993, 213. Análogamente, aunque de forma más precisa, en DCECH, s. v. hacer: A[far] se explica por una abreviación *FARE del latín coloquial tardío@. 99 Así, con esa forma, en las GlEmil 35 y 89. Su heredero inmediato, fer (< fere < faire < fáy(e)re < lat. vulg *FAˇ GERE < FACEˇRE, o < fere < faire < fak=re < FACEˇRE) «es todavía más vivaz en la Edad Media, pues se halla desde las Glosas de San Millán hasta el Rimado de Palacio (278), pasando por los Reyes de Oriente (133), Berceo (Sacrif. 1, S. Or. 13), Alex. (48), etc.» (DCECH, ibíd.). 100 Cf. R. Menéndez Pidal, Cantar de Mio Cid. Texto, gramática y vocabulario, Madrid, 19644, 284; C.H. Grandgent, Introducción al latín vulgar, Madrid, 19704, 268.
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o el tardío101, creaba para VIDERE un participio rizotónico *V¯IS(I˘)TU visto (lat.cl. VISU), ˘ S(I˘)TU puesto. Pues bien, el presente ejemplo del reestructurado según el modelo de PO cód. Em 46, Inuisto, contribuye a cubrir la laguna documental de este participio. Todavía más, en ella se evidencia la extensión del empleo de visto incluso a las formas prefijadas. 8.2.29. Destaca en el Em 46 la locución adverbial de suso Iosum (deorsum de suso Iosum 42v 11, lámina 95; deest. Sil 1296, 53v; CGL V 450, 1, deorsum desuso locum [= Iosum]. Comp. Em 31: deorsum desuper, subtus, Infra, deIosum 13r 1, 14, lámina 96), documentada en el Em 46 con el significado de ‘de arriba abajo’. Es análoga a las latinas SURSUM AC DEORSUM ‘arriba y abajo’ y SURSUM DEORSUM ‘de arriba abajo’ y ‘sin orden ni concierto’102. La combinación sus e yuso ‘arriba y abajo’ se halla un par de veces en Berceo (Signos 56c; Milag. 83c). Por otra parte, según DCECH, s. v. suso, la locución adverbial de suso aparece por primera vez también en Berceo (Milag. 320b y 716b), en tanto que la forma suso103 ya se encuentra así en el año 1061. Finalmente, Iosum (así en la Mulomedicina Chironis, 583, 593) recuerda el descendiente yoso, de las escrituras aragonesas (escrito goso) y leonesas, no contaminado por su opuesto antitético susum. 8.2.30. En el Em 46 hallamos una vez la forma adverbial no (Babel In Genesi, no Babillon, ubi confuse sunt lingue˛ 17v 45, lámina 97. Deest Goetz). Podría tratarse de un interesante testimonio (acaso el más antiguo conocido) del adverbio de negación apocopado. El artículo habría de interpretarse así: Babel es la forma bíblica correcta (tal como la transmiten la versión Itala y San Jerónimo) y no Babillon, que es (en su variante Babylon) la común en el mundo clásico. En tal caso, este ejemplo del adverbio negativo debería tenerse en cuenta en la explicación de la apócope de NON: «Sabido es que el idioma medieval conservaba la forma plena non, aunque ya empleaba no, especialmente en fin de frase, ante los enclíticos apocopados y muchas veces ante lo, nos, y en algún otro caso (para los pormenores vid. Cid, 192. 29 y ss.): en estos casos se perdió la -N en final absoluta o por asimilación» (DCECH, s. v. no). De todos modos, dada la excepcionalidad del testimonio en tan vasto texto, donde proliferan las documentaciones de este adverbio de negación, tal vez estemos ante un caso de simple omisión de la abreviatura de esta palabra104.
101
Cf. P. M. Lloyd, Del latín al español. I. Fonología y morfología históricas de la lengua española, Madrid, Gredos,
1993, 500. 102 En Glossae medicinales (ed. J. L. Heiberg, Copenhague, 1924), pág. 8, 1 anocatum (sacado del gr. α ´νωκα ´τω) ‘hoc est susum iosum, quando et vomitus et venter solvitur’ (apud V. Väänänen, Introducción al latín vulgar. Madrid, 1971, 111, n. 16). 103 «La forma SU¯SUM es ya frecuente en textos vulgares latinos» (DCECH, s. v. suso). 104
Hay, sin embargo, claro predominio de non sin abreviar.
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Sin embargo, en el Em 31 documentamos esta forma apocopada en tres ocasiones: – cribrum no scribrum; neutro genere magis dicimus quam masculinum 8r 2, 37 (lit. nos cribrum). CGL V 59, 25, c. non cibrum (Plac.). La lectura del copista de este códice, nos cribrum, lleva a pensar en una alteración de los monosílabos non > nos, pero también es posible la evolución cribrum, non scribrum > cribrum, no scribrum > cribrum, nos cribrum: en algún módelo el non original se habría ya transformado en la forma moderna no. – dies secumdum martis regulam... ut «serenus dies», non «serena»; numero ut «bis quinos silet ille dies», no «bis quinas»; aduerbio ut «hodie˛», non «hoc odie»; ceterum... 15r 1, 22. Comp. CGL V 62, 2, non «bis quinas»; non «hac die» (Plac.). – scena est camera ...Tragoedia est enim genus carminis... Quomedia, que res priuatoris et umilium personarum conprehendit, no tam alto ut trogoedia stilo, et medigri et dulci 99v 1, 62 (lámina 98). Comp. CGL V 98, 3, non tam a. (Plac.). 8.2.31. El adverbio adhun en el Em 31 (defrensum detritum, unde adhun frensa faba que obtrita frangitur 11v 3, 70, lámina 99. Comp. CGL V 60, 28, ...u. adhuc...) presenta ya pérdida de la consonante velar final (ADHUC) y paragoge de -n, analógica, a su vez, de otras partículas (como non, sin). Adú, bien conocido en aragonés medieval y en documentos de Sancho IV (1294), don Juan Manuel (1298) y alguno más tardío (1367), lógicamente, se mantuvo en las regiones conservadoras de la -d-. 8.2.32. En e˛quan del Em 31 (enunquam e˛quan 19r 2, 45, lámina 100; LGl, 103v 1 y CGL IV 63, 34, Enumquam equando; CGL V 64, 23, ecquando; ibíd., 515, 5, Enumquam et quando aut quando) posiblemente estemos ante la forma doblemente apocopada de QUANDO. A este respecto, es interesante el siguiente comentario del DCECH, s. v. cuando: «La forma quano, que se halla en la Vida de San Ildefonso [...] (vv. 56, 66, 149 y passim), y en algún documento castellano de 1200-1240, no se debe seguramente a una reducción fonética ND > n (que sólo se dio en pocos puntos de Aragón) sino a influjo de la forma apocopada quand > quan». 8.2.33. Entendemos que el adverbio fermes, documentado en el Em 31 (fermes fere 30r 1, 24, lámina 101. Comp. LGl, II 7r 2-3, Ferme Uere prope fere; ibíd., Ferme Plus minus aut fere alicotiens; ibíd., Ferme Dubitantis aduerbium), es una forma analógica con los adverbios y partículas terminados en -s (lat. FERME). 8.2.34. La equivalencia expresa de furiata mente = furioso animo en un artículo del Em 31 (furentis uaticinantis, furiata mente, furioso animo 35r 3, 52, lámina 102. Non rep.
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LGl, II 18r 3, sólo ofrece en la definición el sinónimo Vaticinantis) encierra interés para el estudio de los adverbios españoles terminados en -mente. 8.2.35. En el Em 31 se atestiguan testimonios de las preposiciones a, con y en. – a: •
ad sedis Priami a Priami domum 1r 1, 9. Comp. LGl, AD 691, Ad sedes P. ad P. domo (-um) (Verg. 2, 437); pero en el LGl, 8v 2, se lee exactamente Ad sedis priami.
•
cribri setatjum a polline 8r 1, 27. Comp. LGl, CR 163, Cribrum: setacium ad polline.
•
minola tecta Thesseus ueniens a Cre˛ta hanc patriam fecit 60v 2, 22 (lit. acre˛ta, lámina 103. LGl, MI 106, Minoia tecta Teseus veniens a Creta hanc patriam fecit).
1ª doc.: orígenes del idioma (DCECH, s. v.). – con: •
adtrectat con pullatatjone tangit 1r 2, 36 (lámina 104). Comp. LGl, AD 839, cum pollutione t. (= Abol.); pero la lectura exacta del LGl, 9r 2, es cum pollutjone t.
•
calculi terrena con permixtione concreti; paruissimi lapides calculi dicuntur; ad calcandum 7v 3, 39. Comp. LGl, CA 160, terrena permixtione c.; a calcando.
Parecen casos claros de empleo de la preposición romance con, documentada abundantemente desde la época de las Glosas. – en: •
oburuas circumscribes; dictum ab arbore que en Incuruatura aratrium a sulco urbium... 70v 3, 77 (lámina 105). Comp. CGL V 89, 3, Oburbas... ab arbore que est in curbatura aratri...
También ésta preposición se documenta ya en los orígenes del idioma. 8.2.36. Hallamos un caso de e < ET en el Em 46 (frugi ... Itali sedent ut frugi e fortes 67r 20, lámina 106. La misma apócope en CGL, s. v. frugi, ...frugi e fortes V 203, 11) y otros dos en el Em 31 (e populariter Iactass et te aput populum uel more populum uulgo Iactas 20r 3, 35. Comp. LGl, 104v 3, ette aput p.; more iactas. LGl, EP 91, E populariter; CGL V 20, 18, Expopularint iactas et te apud populum uel more populum uulga os iactas; ibid. 65, 8, Epopulariter iactas...; ibíd., VI, pág. 402: «E populariter...» e Ignabus Ignarus uie˛, Id est, ratjonis e uite˛ 43v 3, 62; lit. euite˛, lámina 107. Etym X 142, et vitae).
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En la GlEmil 89 (... e qual duenno...), se halla, para DCECH, s. v. y, el primer testimonio de desaparición de la -T de ET, tan temprana en todos los romances. 8.2.37. En el artículo del Em 31 dense spissa; conIucatjo secunda: denseo, denses 12v 3, 75; lit. dense o denses (lámina 108. Comp. LGl, DE 802, Densat spissa; coniugatio s.
«denset» (Verg. 12, 264) «vos unimi densete katerbas»), el copista no debió de entender el sentido de esta glosa: la introduce erróneamente por la voz dense y no por la forma precisamente vitanda, densat. De ahí cabe deducir que la lectura dense o denses encierra un testimonio interesante de conjunción disyuntiva o, en lugar del presente de indicativo correcto denseo. 8.2.38. Se atestigua, también en el Em 31, la forma ora (haut ora 40v 1, 30, lámina 109. Non rep.). Como es bien conocido, en la Edad Media se empleaba con ese valor en plural:
«oras davan de rostros, oras de los costados», Berceo, Mil. 723c105. Para el DCECH, s. v. hora, «Gramaticalizado, y escrito actualmente ora, se ha empleado como conjunción alternativa ora... ora...»; pero repárese en que los primeros ejemplos que encuentran Corominas-Pascual datan de 1576. Por su parte, el DRAE, s. v., explica esta conjunción distributiva como aféresis de ahora, lo que introduce un eslabón a todas luces innecesario en la historia de esta partícula. 8.2.39. Abunda la conjunción que (o que˛), como transpositor de estructuras oracionales a función subordinada de distinta naturaleza (completivas, causales, comparativas): Em 46: – necticorax noctua, multum bona esse; contendunt alii autem que˛ nocturnus coruus appellatur 107r 4 (lámina 110. Deest Goetz). En el artículo mandragora fructum habet similis pomi, duorum sexuum, masculinum et femininum, et dicitur quicumque eradicauerit non possit uiuere 98v 67 (Deest Goetz), parece omitida la conjunción (que, quod, quia) que introduce la oración completiva. – arcus acmera, yris, Irum dicit, que˛ In ce˛lo diuersis coloribus ad similitudinem arcus efficitur 12v 62 (Comp. Goetz: ...dicit, quod in caelo...). – alietum auis similis aquile˛ et maIor, tamen minor que uultor 8r 45 (lámina 111). – bucine˛ lingnae sunt et longiores que tube˛ 20r 45 (Deest Goetz, LGl y TLL). – cyrogillo animal spinosum maIor qui ericius 38v 15.
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Sigo mi edición, en Gonzalo de Berceo. Obra completa, Madrid, Espasa-Calpe, 1992, 749.
– citharas longiores faciunt qui psalterium... 28v 6. – bucine˛ lingnae sunt et longiores que tube˛ 20r 45 (Deest Goetz). Em 31: – errantem lunam que Inter planetas a quibusdam habetur 20v 1, 12 (LGl, ER 15, E. l.: qui inter. Comp. CGL IV 440, 32, Errantem lunam uices muntantem uel quid inter planetas sit id est errantem). – habitatjo ab alendo nascitur; recte, que˛ «abeo illam rem» dicimus 40r 1, 15, lit. Recteque˛ (Comp. LGl, II 28v 1, Habitatio: Ad [corregido por ab, sobrevolado] habendo nascitur recte qui abeo illam rem dicimus. LGl, HA 26, ad (ab) habendo n.; recte, quia habeo illam rem dicimus). – habilem abtum, que haberi potest 40r 2, 26 (Comp. LGl, HA 5, Habile abtum, quae (quod) haberi potest [la lectura exacta del LGl, II 28r 3, es abtum que h. p.]). – demens Idem que˛ amens, Id est, sine mente uel qui diminutjonem habeat mentis 12v 2, 38 (lámina 112. Etym X 79 y LGl, 84r 1, idem qui amens; vel quod...). 8.2.40. La forma conjuntiva qua del Em 31 < QUAM (decontra uideo dicitur usu, non ratjone; sed melius est «contra» qua «decontra» 11r 2, 43, lámina 113. Comp. CGL V 60, 22, est c. quam d. (Plac.); ibíd., 17, 3, est econtra quam d.) es un testimonio con apócope de nasal que no parece fácil explicar por haplología. Esta ocurrencia puede apoyar la propuesta de hacer derivar la conj. ant. ca ‘porque’ de un QUAM comparativo. Recuérdese a este respecto la siguiente afirmación de Corominas-Pascual (s. v. ca): «siendo así que en portugués antiguo ca, además de funcionar como causal y enunciativa, puede ser conjunción comparativa (mais grande ca ele, vid. el Canc. de D. Denís, ed. Lang.), cabría pensar que materialmente el ca causal continuase el lat. QUAM». Comp.: Ixon auis de genere˛ uulturis, alba et minor quam uultor 89v 1 y lampas maIor est quam candela 91r 34. 8.2.41. Una vez hallo en el Em 46 la palabra quomo (remex quomo tubex dicitur nominatibo casu... 132v 9, lámina 114. Goetz, quomodo, varias veces). Esta forma, quomo, contracción o apócope del lat. QUOMODO, se halla ya en el siglo II o III d. C. (cf. Väänänen, Introducción, 90, y DCECH, s. v. como). 8.2.42. No escasea en el Em 46 el empleo de quando con función de conjunción introductora de una equivalencia en ciertas definiciones de carácter popular: dehiscit fluctus marinus quando se apperit 41r 45, fulgorantes astae˛ quando fulgent contra solem 67v 36, pater fide conficiendorum quando pax fiet cum barbaris 112r 27, ruminat pecus quando masticat, hoc est, cruminat uel rumigat 135v 36.
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8.3. ESTUDIO
LÉXICO
8.3.1. APORTACIONES
LÉXICAS DESTACADAS
Presento a continuación algunas de las muchísimas voces de interés que atestiguan los glosarios para el estudio léxico del iberorromance y español primitivos así como del latín medieval y las lenguas románicas en general. Precisamente por esta razón fundamental, insisto, su contribución al conocimiento más amplio y profundo de las disciplinas mencionadas, todas las palabras que aquí se presentan nos han parecido valiosas y de indudable utilidad para los estudios léxicos respectivos. Bien entendido que, en bastantes casos, es muy difícil (y, a nuestro juicio, incluso ineficaz por la inconsistencia científica del propósito) situarlas en una u otra de esas vertientes idiomáticas. A este respecto, téngase siempre en cuenta que en estos manuscritos, o en sus modelos, se fundieron glosarios distintamente manipulados en sus respectivas transmisiones ya que, entre otras causas, la creación originaria de muchos de ellos tuvo lugar en épocas distantes o muy distantes entre sí. De cualquier modo, insisto, las formas que siguen interesan, en mayor o menor medida, a la filología iberorrománica y española así como a la latina medieval y la románica general. La disparidad manifiesta en la amplitud de los artículos elaborados en este breve repertorio léxico obedece a la naturaleza y a la cantidad de aspectos de interés que tales voces encierran. Unas veces el examen se demora un poco más por la peculiaridad (especialmente, por la novedad) destacada de los significantes o de los significados, realzando aquellos términos que por su parentesco formal con los testimonios de otras lenguas o dialectos ayudan a concretar una realidad lingüística. Otras, han merecido una atención particular las palabras que ofrecen datos de entidad en la solución de problemas etimológicos, así como las que constituyen eslabones hasta hoy desconocidos en las monografías sobre la historia del léxico. Igualmente nos hemos detenido con mayor extensión en aquellas que sobresalen por el valor de su antigüedad o por su data en relación con la incorporada en los repertorios lexicográficos. En este mismo sentido, nuestra preferencia va también hacia el léxico que, bien identificado en nuestros textos, permite reconocer la presencia muy temprana de determinadas formas, más opacas, en otros textos análogos sin desdeñar el conocimiento que transmiten sobre la procedencia de las fuentes de esas copias foráneas. agriones laber agriones, Em 31, 49v 3, 47 (lámina 115). Comp. CGL III 540, 45, laber idest acrione . idest scaria. En lat., LAVER, Plin. ‘berrera (planta)’ y SCARIA (= ESCARIA) ‘comestible’.
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Esta documentación de agriones adelanta notablemente la primera que de agrión atestiguan Corominas-Pascual. En efecto, según el DCECH, s. v. agrio, «el mismo radical verbal [lat. vg. *ACRIARE] dejó huellas en otros romances (oc. agriota), y en el cast. ant. agrión ‘berro’ [Gr. Conq. De Ultr., IV, 157va4, Cooper; agrïon en G. de Segovia, p. 64], mozár. Aqriyûn [...], gall. agró(n)s ‘berros’ (Sarm. CaG. 92r, A167v)». albaÍlda, albaIdarum – galea casside, albaÍlda, Em 31, 36v 1, 15 (lámina 116). Non rep. LGl, II 19r 2, Galeam Capsidem; LGl, GA 35, Galeam capsidem (-ss). Comp. LGl, II 19r 2 y Etym XVIII 14, 1, Galea De coreo est; capsis uero de lamina. Nam galeros coreum dicitur, cassidam autem a tuscis nominatam: illi enim galeam cassim uocant, credo a capite. – Iube criste, Id est, galearum; Iube, cristas albaIdarum, Em 31, 48r 1, 5 (lámina 117). LGl, II 50r 1, Iube Criste; LGl, IU 15, Iube cristae. Comp. Em 31, 48r 1, 1, Iube barue; cristarum, barbarum; ibíd., 8r 2, 30, cristabat cassidatus aut galeatus fulgebat; ibíd., 8r 2, 31, cristatus cassidatus, galeatus, lorigatus gelmatusque˛. En ningún otro glosario, insistimos, se documentan ni albaÍlda ni albaÍda. Su significado, por otra parte, parece claro en ambos casos: ‘el yelmo, el casco’, y no ‘la blanca’, como fácilmente se podría pensar. Además, el plural albaIdarum garantiza que albaÍlda es un apelativo y no un topónimo. Por ello, no cabe relacionar albaÍlda o albaÍda con la localidad riojana de Albelda, donde en la Alta Edad Media floreció el escritorio del monasterio de San Martín, ni, consecuentemente, pensar en dicho escritorio, a partir de este argumento, como el lugar de copia del Em 31. En cuanto a las grafías y a los signos de puntuación que se observan en ambos artículos, imprescindibles a la hora de fundamentar sólidamente, sobre todo, la interpretación semántica que antecede, interesan los siguientes aspectos: a) En la definición de la entrada léxica galea, se ve un puntito tras la equivalencia casside. Ese signo indica, sin lugar a dudas, que albaÍlda es un sinónimo, una nueva equivalencia. b) Tras albaÍlda figuran los dos puntos y la vírgula para representar el punto final del artículo. c) La presencia de una I alta parece obedecer, a primera vista, a la interpretación por parte del amanuense de la existencia de dos componentes en cada una de las dos palabras: alba Ílda y alba Idarum. Es bien conocido que la i con valor vocálico, en posición inicial absoluta, se escribe regularmente alta (salvo cuando
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le sigue ll, con el fin de evitar la contigüidad de tres astiles altos: Ill). Sin embargo, el auténtico valor representado por la I alta en estos dos casos es el de un hiato: para esa función lo habitual en los textos visigóticos es, en efecto, tanto la presencia de una I alta como la de una y griega. d) En la explicación de la entrada léxica Iube, la palabra albaIdarum forma parte, como complemento de nombre, del sintagma cristas albaIdarum, que funciona como sinónimo del que le precede, criste... galearum. Por lo tanto, albaÍda significa aquí lo mismo que galearum, es decir, ‘el yelmo, el casco’. Y en relación con este significado de ‘el yelmo, el casco’ (y no ‘la blanca’) que asignamos a tan interesante voz, presentamos ahora alguno de los datos que hemos podido reunir, con el fin de facilitar su análisis ulterior más completo. Por una parte, observamos que en el DRAE se recoge la voz baída, trisilábica, con la siguiente explicación: «(Etim. disc.). 1. Adj. Arq. Dicho de una bóveda: Formada de un hemisferio cortado por cuatro planos verticales, cada uno de ellos paralelos entre sí. U. t. c. s. f.». Por su parte, Corriente106 enjuicia así la ortografía y la definición académicas: «es voz que el DRAE acentúa así, tarde y mal seguramente, deriva del ár. baydah ‘yelmo’ y define con aplomo como ‘bóveda formada [...] entre sí’, lo que da la impresión de tecnicismo bien conocido107. De hecho es voz tan mal documentada que ha quedado excluida de la mayoría de los repertorios léxicos, incluido DA [DAut.]. Quizás su único fundamento sea el bayde que Eguílaz cita de unas ordenanzas sevillanas, según las cuales habría tres tipos de capillas: bayde, de alboaires y ochavada. De estos términos, parece claro que la capilla o cúpula ochavada es la octogonal, y que bayde podría ser la de forma oval o esférica, de aquella voz ár. en sus sentidos de ‘huevo’ o ‘yelmo’, mientras que la de alboaire es objeto de especulación que se hace en la entrada correspondiente». En efecto, Eguílaz y Yanguas108, a propósito de la voz bayde, ofrece estos datos: «Probablemente de bayt, “habitación, ermita, casa (sea de madera o tienda), figura cuadrada”, o de bayde, “yelmo, capacete”, acaso por la forma de la construcción. “Otrosí ordenamos e mandamos que el dicho maestro sepa edificar las capillas siguientes: bayde: y de alboayres: e ochauada. Ord. de Sev., Tit. de los Albañíes, fol. 150”».
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F. Corriente, Diccionario de arabismos y voces afines en iberorromance, Madrid, Gredos, 1999, s. v. baída. En nota comenta el ilustre arabista que esta definición se repite en Fatás y Borrás (Diccionario de términos de arte y arqueología, Madrid, 1988, s. v.), quienes manifiestan su justa extrañeza por esta ortografía en lugar de vaída, que es lo que sugiere la acentuación erróneamente adoptada por el DRAE. 108 L. Eguílaz, Glosario etimológico de las palabras españolas (castellanas, catalanas, gallegas, mallorquinas, portuguesas, valencianas y bascongadas ) de origen oriental (árabe, hebreo, malayo, persa y turco), Granada, La Lealtad, 1886 (reimp. Madrid, Atlas, 1974). 107
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Por otra, Corriente, en la obra antes citada, define el término albaire como «‘huevo de gallina’: del and. albáyda < cl. baydah ‘huevo’». A su juicio (s. v. alcouve gl. ‘semillero’), en esta palabra del cast. jergal, albaire, la /r/ sería resultado de la /d/. Por nuestra parte, nos parece conveniente advertir que esta voz no figura ya en el DRAE, pero sí la incluye DAut. como «s. m. En la Germanía significa el huevo. Juan Hidalgo en su Vocabulario. Lat. Ovum.» A su vez, Dozy y Engelmann109 la recogen, con esta explicación: «(oeuf, dans la langue des bohémiens). Je crois avec Marina que c’est une altération de al-baidha ou al-baidhe, le mot ordinaire pour oeuf». Y finalmente, Eguílaz (op. cit.) también se ocupa de ella. He aquí su breve comentario: «Según Hidalgo, el huevo en el Vocabulario de la Germanía. Es alteración del vocablo arábigo albaid ó albaida que tiene la misma significación. Marina y Alix»110. aháccama Infule sunt ornamenta bonorum hominum rerum et dignitatum et e˛quorum effipia, aháccama siue freni, Em 31, 47r 3, 80 (lámina 118). El añadido de la l está anunciado con el signo %, denominado lemniscus. Esta palabra, alháccama, no se encuentra en ningún otro glosario de los que contienen este glosema. Por ejemplo, LGl, II 42r 1, Infule sunt Ornamenta honorum omnium rerum et dignitatum et e˛quorum ephippia siue freni. Comp. Em 31, 47r 2, 57, Infole˛ uitte gentilium sacerdotum; ibíd., 47r 3, 59, Infola fasciola sacerdotalis capitis alua In modum diadematis, a qua uitte ab utraque parte dependent, que˛ Infulam uinciunt; unde et uitte dicte sunt, quod uinciant; ibíd., 60, Infole ornamentum dignitatum; ibíd., 76, Infula uitta sacerdotalis; ibíd., 79, Infula qua utuntur magni et sacerdotes. Sólo la hallamos, con la forma, necesariamente posterior, alfacoma, en un documento leonés altomedieval. En rigor, según Fernández Flórez y Herrero de la Fuente, se trata de una copia realizada a mediados del siglo XI: «Si, por los personajes que se mencionan, los contenidos pueden ser adscritos a los años 981-994, como propone Del Ser, creemos que,
109 R. Dozy y W. H. Engelmann, Glossaire des mots espagnols et portugais dérivés de l’ arabe, Leiden, 1869 (reimp. Amsterdam, Oriental Press, 1965). 110 Wright (The Monolingual Latin Glossaries, 149) reconoce que albaIda y albaIlda ‘yelmo’ son palabras interesantes (por el momento sólo atestiguadas en esta adición riojana del Em 31) como lo son sus bien conocidos sinónimos bruina y gelemo (GlEmil 98 y 112, respectivamente). Pero creo que no es correcta la pronunciación con diptongo ai que él sugiere apoyándose en la propuesta de Corriente: «We are thus likely to be justified in seeing a word pronounced as [al-báj-da] and meaning “helmet” as existing in Ibero-Romance speech in the year 1000». A mi juicio, la I alta, presente en ambos casos, es indicio de una pronunciación con hiato (cf. supra). Por otra parte, siempre habrán de distinguirse bien ambas variantes, con y sin propagación de la consonante líquida.
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por grafías, quizá deberíamos llevar este texto a los años medios del siglo XI; de ahí que lo consideremos como una copia»111. En dicho documento se recoge un inventario de los bienes que don Munio Fernández y doña Jimena entregan a su hija doña Urraca, con motivo del casamiento de ésta. Dice así: «Notitia de ganato de Monio Fernandiz et de domna Scemena, que dedit domna Scemena in casamento ad sua filia domna Urraka, id est: [...] et Iª mula, cum sella argentea et cum freno argenteo et alfacoma argentea [...]». Pues bien, la documentación de estas dos interesantes formas, alháccama y alfacoma, especialmente la de la primera, confirma la idoneidad de la suposición de Corriente (Diccionario de arabismos, s. v. alcama o alhacama, pt.): «‘cabestro’: podrían derivar de un hipotético and. *alhakáma < cl. hakamah. Pero ambas son voces poco comunes y no se puede excluir mera errata por *alçama, var. de açaimo». allene allene corrigia frenorum, Em 46, 7v 41 (lámina 119). Goetz registra el mismo artículo, encabezado por la variante gráfica allenae, y recoge además antilena (y antelena) ‘\∝" zς– \ππων’ (Gloss. Salom.), con un significado análogo en la equivalencia griega. En los diccionarios latinos ANTELA (y las variantes ANTELENA y ANTILENA) figura como término específico de los glosarios y designa exactamente el ‘petral, parte del arnés, que cubre el pecho de la cabalgadura’. En la evolución de esta interesantísima palabra debieron darse los mismos cambios fonológicos que experimentó la forma abellar ‘beldar’ (VENTILARE), cuya primera documentación se halla en el F. de Sepúlveda, tít. 131 (S. XIII; apud DCECH, s. v. beldar). Así, tras la síncopa *ANT’LENA, la T, entre las dos consonantes sonoras, sonorizaría dando *andlena. Posteriormente el grupo de las tres consonantes se simplificaría en *adlena y de ahí, por asimilación, se llegaría al resultado que ofrece nuestro glosario, allene 112.
111 J. A. Fernández Flórez y M. Herrero de la Fuente, Colección documental del monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas. I. (854-1108), León, 1999, págs. 107-108, nº 50. 112 En el folio 346v del cód. Albeldense (El Escorial, ms. D. I. 2. De obserbandis mandatis dei, en Exortatjo ad Principem) encuentro la glosa doble allenat, placat. Se trata de una aclaración de la forma verbal latina demulcet («AdIubamur ut operemur et operando uirtutibus ditemur; ergo si te dilectjo dei proximique demulcet, consequens est ut facias quod Ille precepit, quia In tantum diligis In quantum facis»). Comp. LGl, DE 768 demulcet oblectat, lenit; Em. 46, 42r 1 delinitus placatus; ibíd. 117r 2: placat sedat, quiesquere facit, delinit uel componit; ibíd. placatus delinitus; ibíd. placat leniter mitigat; Em. 31, 12v 3: demulce delinire, fobe; ibíd. 82v 3 placat lenit, mitigat; CGL IV 437, 39 Delectator (sic) linit placat mitigat. Descartada rotundamente la lectura allanat (la presencia de una e –la visigótica redonda, a modo de una épsilon, dextrógira, frente a la a cursiva, ligeramente levógira– es incuestionable), tampoco me parece defendible partir de una base derivada de un compuesto *ADLENIRE (o *ALLENIRE): este verbo, aunque semánticamente es afín a la voz glosada (lat.
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altro susurro e sono..., sed In aure loquitur de altro detrahendo, Em 46, 151r 4. Etim. X 249, Sil 1296, 197v, y Goetz: altero. Para DCECH, s. v. otro, el primer descendiente romance de ALTER, -ERA, -ERUM, está documentado en las Glosas Emilianenses: altra 116 (altro, altros, altras, en GlSil. 138, 65 y 323). Estas formas sin l vocalizada se explican, según Menéndez Pidal (Oríg., 103), por su carácter culto, sin que sea preciso recurrir a influencia de la agrupación secundaria de lt’r. Adviértase que, para Wolf113, la conservación de esa l del grupo alt- (en
LEN¯IRE = ‘ablandar’, ‘calmar’; fig. ‘apaciguar’, ‘sosegar’, ‘mitigar’), sin embargo, además de su condición de palabra hipotética (sólo atestiguamos el comp. ALLENIMENTUM ‘alivio’, ‘atenuación’), presenta claramente inconvenientes morfológicos. También habrá de rechazarse la explicación de allenat como una forma compuesta de una a protética y el verbo llenar: es bien sabido (cf. DCECH, s. v. lleno), por una parte, que la primera documentación de este verbo castellano se encuentra en Juan de Valdés, Diálogo de la Lengua, 108.9 (año 1535), siendo los primeros lexicógrafos que la recogen Covarr. y Oudin, y que, por otra, henchir fue general hasta el siglo XVI. Análogamente, dada su acusada rareza, tampoco tiene, a mi juicio, suficiente consistencia el verbo PLENUNARE, que sólo atestigua Du Cange, s. v., con el significado de ‘replere’ «in vet. Glossar ex Cod. reg. 7613»; aunque es preciso reconocer que desde una perspectiva exclusivamente fonética tal verbo podría muy bien ser el origen de allenar, dada la frecuencia del fenómeno de la haplología en los textos altomedievales (PLENUNARE > *PLENARE > (a)llenar). Parece claro, en cambio, que el sentido de la forma verbal demulcet en el presente contexto es el de ‘atraer’, ‘cautivar’, ‘seducir’, ‘embelesar’, ‘(en)ajenar’ («si el amor a Dios y al prójimo te enajena»; y no los también habituales ˘ RE ‘acariciar’, ‘suavizar’, ‘mitigar’, ‘aplacar’). Se trata, en efecto, de la segunda de las aceppara DEMULCE¯RE, o MULCE ciones básicas, la figurada, que, s. v. demulceo, recogen, tanto el ThLL, («Translate i. q. delenire, placare, capere») como Raimundo de Miguel (donde se selecciona este magnífico testimonio de Aulus Gellius: Ita motus et demulctus et captus est, ut Callistratum jam inde sectari coeperit «quedó tan encantado, tan prendado, tan seducido, que desde entonces fue partidario de Calístrato»), y de la primera que, s. v. delenio o delinio ‘gagner, séduire, charmer’, consigna Gaffiot (obsérvense las equivalencias delinire y fobe ‘mimar’, ‘acariciar’, que en el Em 46 -cf. supra- se dan de la entrada léxica demulce). Todo ello nos lleva a pensar, para la forma allenat, en el étimo ALIENAT, con valor semántico figurado (‘ajena’, hoy en desuso). Hago notar que en un documento calceatense de 1288 (AC-56) recoge F. González Bachiller (El léxico romance de las colecciones diplomáticas calceatenses en los siglos XII y XIII, Logroño, Universidad de La Rioja, 92-93) la forma agenar con el significado primario de ‘tranmitir a otro el dominio sobre una cosa’, ‘enajenar’. También DCECH, s. v. ajeno, atestigua ajenar en el Fuero Juzgo de 1241; y la misma forma aparece en un documento de Arnedo del año 1237 (Dic. Hist., s. v.); se trata de un término frecuente en los fueros y en las escrituras notariales. A su vez, en TLN (F. González Ollé, Textos lingüísticos navarros, Pamplona, Diputación Foral de Navarra) figura la variante, idéntica a la nuestra, aillenar ‘enajenar’ (aunque con grafía oriental) en doc. real de 1234 y en otro de 1238, y como alienar en un doc. de 1421. C. Saralegui (El dialecto navarro en los documentos del monasterio de Irache (958-1397), Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1977, 150) ofrece, en fin, para la forma agenar la fecha de 1276, y para la variante ayllenar el año 1281. Si esta interpretación es la correcta, habrá que juzgar la segunda equivalencia, placat (escrita inequívocamente por otra mano posterior), como una traducción de demulcet (que, como hemos expuesto, también tiene, precisamente, el significado de ‘placare’, ‘mitigar’, ‘aplacar’) en la que ese segundo glosador desatiende por completo el valor contextual; o como una aclaración (rigurosamente, una nueva glosa) debida a un glosador posterior que quizá juzgó incomprensible, y por tanto, inoperante, la explicación aportada por el glosador de allenat. Pero cabe también interpretar las dos equivalencias como sinónimas y, desde luego, desconectadas ambas de la apoyatura del contexto. En efecto, allenat acaso fuera un derivado del sustantivo romance allena ‘freno para sujetar y gobernar las caballerías’ (cf. supra, nuestro pl. allene). Y de acuerdo con esta segunda interpretación, tanto allenat como placat tendrían el significado de ‘frena’, ‘aplaca’, ‘apacigua’, ‘aquieta’. En cuyo caso, el segundo glosador pudo añadir placat, también aquí, ante la posible dificultad interpretativa que ofrecería en su tiempo la primera traducción romance allenat. 113 H. J. Wolf, Las Glosas Emilianenses. Versión española de Stefan Ruhstaller, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1996, 103.
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la glosa emilianense altra), no documentada en los textos riojanos altomedievales pero viva «todavía hoy» en las hablas del reducto alto-aragonés, constituye una de las peculiaridades lingüísticas que llevan a considerar las Glosas Emilianenses representantes del aragonés antiguo y no del dialecto riojano de aquella época114. amacu propoleos nappori siue amacu, Em 31, 89r 3, 60 (lámina 120). LGl, II 150r 3, Propoleos Nampur (que corrige Nampar) idest amacu (LGl, PR 2655 no edita el glosema; se limita a indicar su fuente, Galeno); CGL III 541, 58 (Cassin. 69 del s. IX), propoleos idest napsuri idest amatu (CGL VII, s. v. Propoleos, «id est napsuri (?), id est amatu (?)»; obsérvese la confusión gráfica c = t, amatu por amacu, del códice altomedieval casinense, tan frecuente cuando se copia un modelo escrito en letra visigótica). Comp. Em 31, 84r 3, 56, pompoleos clusura de apibus; ibíd., 89r 3, 61, prepeleos ciurada de apes; CGL III 593, 45 (Vat. Reg. Christ. 1260, del s. X), propolius ce˛ra unde apes se includunt deforis uel domicilium ubi se recludit mater apium; CGL III 542, 17, propoleos idest malta de apibus. El término hámago significa, fundamentalmente, ‘sustancia correosa y amarilla, de sabor amargo, que labran las abejas y se halla en algunas celdillas de los panales’, ‘entrañas de una persona’ y ‘fastidio, náusea’. Para Corominas-Pascual, DCECH, s. v., esta palabra es «del mismo origen incierto que el cat. àmec íd. y el port. âmago o âmego ‘médula de las plantas’, ‘la sustancia íntima de algo’; probablemente de un lat. vg. *AMI˘DUM ‘almidón’ (lat. AMY ámido o amidón), por la consistencia correosa o lechosa que es común al hámago con el almidón y con la médula de muchas plantas. 1.ª doc.: hamago, 1591, Percibale; 1615, Quijote». Su acentuación esdrújula a lo largo del tiempo es indiscutible en vista de la forma catalana àmec (o àmet, àmit y ànic) y de la variante portuguesa, documentada ya en el siglo XVI, âmego (hay también una variante vulgar águemo, con metátesis). Ello obliga a descartar la hipótesis de Spitzer, AILC, II 9, quien cree que viene de amago, postverbal de amagar, en el sentido de ‘ocultar’ (de donde ‘lo interior’). Corriente, a su vez, la emparenta con un arabismo andalusí, lo que incrementaría, sobre todo, el interés de la cuestión sobre el modelo del LGl parisino. He aquí su comentario
G. Hilty («La base dialectal de las Glosas Emilianenses», en Dieter Kremer et Alf Monjour (eds.), Studia ex hilaritate. Mélanges de linguistique et d’ onomastique sardes et romanes offerts à Monsieur Heinz Jürgen Wolf, StrasbourgNancy, Klincksieck, 1995-1996, 155) rebate la argumentación de Wolf y rechaza por no pertinentes los ejemplos en que éste fundamenta su hipótesis (aldo ALTU, saldo SALTU). 114
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(Diccionario de arabismos, s. v. ámago (gl.): «‘albura; médula del cuerno’, (h)ámago (cs) ‘sustancia amarga en los panales; fastidio, náusea’ y ámago ‘comida no digerida de la res sacrificada’ (anz., con evolución semántica), âmago (pt., con las var. metatéticas águemo y ágamo) ‘esencia, médula’, sámago (cs. y gl., resultado de escansión incorrecta del artículo en pl.) ‘albura’, amec (ct.) ‘sustancia amarga en los panales’, (s)ágamo ‘residuo de pulpa’ (can.) y hágamo (en echar los -s) ‘vomitar’ (mur., con metátesis): parecen derivar del and. xámj ‘moho’ < cl. xamj ‘acción de criar moho (la carne, lo dátiles, etc.)’. El hecho de que el Lisa¯n al c arab considere esta raíz como típicamente yemení corrobora el que primitivamente se pronunciase *xámg en Alándalus, antes de la maduración de su haz dial.». Cf. ciurada y nappori. anguila enocilis piscis stagneus que˛ latine˛ anguila dicitur, Em 46, 53v 20 (lámina 121). También figura en el Em 31, 19v 1, 16: enocilis piscis stagneus, Id est, anguila. LGl, EN 94, Enochilis (enchelys) anguilla (= Abstr.). Goetz recoge bajo el mismo término, enocilis, cuatro casos de la variante anguilla; pero también registra anguila (V 289, 52), aunque posponiéndole un signo de admiración. Comp. anguelae (murenula piscis similis anguelae marine, tamen grossiores 105r 15). La forma romance anguilla, utilizada aún hoy en varios países hispanoamericanos, ha sido de uso general hasta el siglo XVII. Su documentación es ya inequívoca en la 1ª Crón. Gral. y en J. Ruiz (1105a). A su vez, anguila no está claramente atestiguada como castellana -se afirma- hasta la segunda mitad del siglo XVI, y «como sus ejs. más antiguos aparecen en un texto del S. XV copiado por un catalán, y en el aragonés fronterizo Palminero, es lógica la deducción de Cuervo de que se propagó desde el dominio lingüístico catalán. Alonso y Rosenblat, BDHA I, 234-5, argumentan en contra que no es fácil adivinar por qué razones Asturias o Cataluña iban a imponer el nombre de un pez de río a las gentes del interior» (DCECH, s. v. anguila). Para Corominas-Pascual, en el tratamiento de LL tras vocal larga latina, la Romania se escindió en dos grupos dialectales antiquísimos: las lenguas meridionales (port., cast., sardo, it. y rum.), que conservan la geminación, y los romances septentrionales (cat., gasc., fr. y engad.), que muestran regularmente formas que corresponden a una consonante reducida. Pues bien, la presente documentación del cód Em 46, unida al testimonio fidedigno de Berceo (Smill., 145d: «comiendo pan e agua, non anguila nin trucha»)115, a los topó-
115
Ed. de B. Dutton, en Gonzalo de Berceo. Obra completa, Madrid, Espasa-Calpe, 1992, p. 163.
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nimos riojanos La Anguila, Las Anguilas, La Anguilera116 y al castellano La Anguila117, al vasco aingira (Michelena, BSVAP, 10, 381), etc., parece un ejemplo muy útil para profundizar en el conocimiento de la extensión del sustrato latino-vulgar ANGUILA dentro de la Península Ibérica. anticos priscos anticos, ue˛teres, Em 31, 87r 3, 64. LGl, PR 1360, Priscos antiquos; ibíd., 1361, Priscos veteres (= AAbol.@). Las soluciones antico, antiko y antigo, en que el [w] del grupo etimológico /kw/ se pierde ante o, están abundantemente atestiguadas desde el siglo X. Cf. obliga. apeiro Instrumentum quid Instruat, apeiro, Em 46, 86r 38 (lámina 122). También en Sil 1296, 103v. Deest. Goetz y LGl. Comp. Em 46, Instrumentum quid Instaurat 86r 41. Interpretamos Instruat con el valor de ‘preparar’, ‘pertrechar’, ‘equipar’, ‘aperar’ y, consecuentemente, apeiro (así como Instrumentum) como ‘aparejo(s)’, ‘útiles’, ‘arnés’, ‘herramientas’, ‘arreo’. No parece, en cambio, aceptable ver en apeiro una transliteración latina del griego –πειρος ‘ignorante’, ‘sin experiencia’: en el cód. RAH 46 ese helenismo no traduce nunca los sinónimos, tan reiterados, amens, confusus, he˛bes, idiota, ignabus, ignarus, ignorans, indoctus, ineptus, inscius, Intellectu carens, nescius, obtunsus, piger, stultus, stupidus, tardus, etc. Repárese, por otra parte, en el significado de apero (DRAE, 1ª acep. ‘conjunto de instrumentos y demás cosas necesarias para la labranza’; ibíd., 4ª acep., por ext. ‘conjunto de instrumentos y herramientas de otro cualquier oficio [que la labranza]’) y aparejo (ibíd., 9ª acep., pl. ‘instrumentos y cosas necesarias para cualquier oficio o maniobra’). Según DCECH, s. v. aperar, la forma apeiro, además de atestiguarse en port. y gall. podría haber sido en aragonés antiguo el antecedente del roncalés apeio ‘arado’ (Azkue).
116 Cf. A. González Blanco, Diccionario de toponimia actual de La Rioja. Murcia, 1987, p. 56. En esta obra figura también la variante Las Enguilas y otra con resultado palatal, Las Eniguillas. 117 Cf., por ejemplo, F. R. Gordaliza Aparicio y J. Mª Canal Sánchez-Pagín, Toponimia palentina, Palencia, 1993, pp. 142, 247 y 499. No se recogen en este libro ejemplos con palatal.
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Además el bajo latín aparius, aperius y las variantes apero, aper han sido y son bien conocidas en Aragón y Cataluña con los valores de ‘aparejo, arreo’, ‘apero de labranza’ y ‘arado’. Interesa, en fin, destacar el interés de esta voz por el hecho de que presenta la evolución diptongada -eiro (< -ARIU). En La Rioja altomedieval, como en el reino navarro-aragonés, Menéndez Pidal (Oríg. 74-75) sólo encuentra -ero: terzero (GlEmil 9), facendera, semdero, matera ‘madera’ (1044 SMillán, DL, 71º). Agréguese que las Glosas Silenses, igualmente, sólo usan este mismo sufijo: omiciero 45, grandi onero 73118, sorteros 115, condugteros 246, junto al cultismo adversario 96. apretat urgit premit, apretat, Em 46, 166r 32 (lámina 123). También en Sil 1296, 216v. Deest Goetz y LGl. Según DCECH, el infinitivo apretar procede de *apetrar y éste del lat. tardío ˘ RARE ‘estrechar contra el pecho’, deriv. de PEˇCTUS. Appectorare está docuAPPEˇCTO mentado en los glosarios altomedievales (por ejemplo: appectoret adplicet ad pectus, en CGL IV 404, 35). Sin embargo, a mi juicio, ahora habrá de tenerse en cuenta, en la discusión etimológica de este verbo, el siguiente artículo del mismo Em 46: prohe˛tum occupatum 123v 45 (cf. 5.3), donde prohe˛tum parece encubrir el participio analógico prettum (en lugar de pressus, de premere). Nótese, por otra parte, que para DCECH, ibíd., este verbo se documenta por primera vez en la glosa silense 33, apretaret conpulsus uel constrictus, que traduce «Si innocens coactus periuratus est». ariello ecthecas peribolus, ariello, Em 46, 50r 44 (lámina 124). También en Sil 1296, 61r. Deest. Goetz y LGl. Comp. Em 46, peribulum deambulatorium uel uelua marina 115r 21. En CGL, peribolus se define como est murus extrinsecus V 622, 20, id est in circuitu domus V 380, 49 y deambulatorium, moenia uel belua marina V 575, 32. No está definitivamente resuelto el problema de la etimología de aro. Según DCECH, s. v., con el valor de ‘anillo grande de metal o de madera’ es de origen incierto;
118 Para M. Carrera de la Red («Las Glosas silenses: algunas precisiones», en J. Paredes, ed., Medioevo y Literatura. Actas del V Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, Granada, 1995, 526 ) en esa expresión, grandi onero, grandi es clara abreviatura de grandine, y onero, con sufijación ya plenamente romance (-ero), tendría como étimo posible la forma ONERARIU. La interpretación del sintagma sería algo así como ‘el que transporta nubes de granizo’.
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pero «en el sentido de ‘distrito, territorio que circunda una ciudad’ aro, usual en portugués antiguo, procede del lat. ARVUM ‘campo’». En esta propuesta, que no descarta la duplicidad etimológica en relación con la distinción semántica, entendemos que puede ser muy útil la acepción topográfica, sólo atestiguada en portugués antiguo, que parece corresponderle al diminutivo aquí estudiado. aurica auricula aurica, Em 31, 3r 2, 38 (lámina 125). LGl, AU 319, A. auriga (?). El mismo artículo se encuentra en el códice Turonensis, del siglo IX, y en el Vindocinensis, copiado en la undécima centuria. Comp. las variantes que figuran en CGL V 314, 12, Auriculum aeruuica (var. del cód. Epinalensis: earuuigga). Las variantes aurica, auriga, aeruuica y earuuigga parecen relacionarse mejor con otros descendientes romances del diminutivo de auris, predecesores de las formas oreja, orella, ureya, etc., que con el sustantivo latino auriga >el que gobierna las caballerías de un carruaje=. auripimento adsenicum auripimento, Em 31, 1r 1, 16 (lámina 126). LGl, AR 506, Arsenicum (Etym XIX 17, 12); CGL III 535, 14 arsenico idest auripimento; CGL III 542, 2 arsicon auripimento. DCECH, s. v. oro, recoge, por un lado, las formas monoptongadas oropimente (adaptación del cat. medieval orpiment), oropigmente (APal. 33b), oropimente (Nebr.; 1555, Laguna) y oripimente (Quiñones de B.); y, por otro, la más etimológica auripimente, tomada del occitano. Todas ellas compuestas con el latín PIGMENTUM >colores de pintar=, >drogas=. autor autor ab agendo, Em 31, 2v 2, 33. LGl, AC 323, Actor (Gloss.). Obsérvese que la entrada léxica, autor, se sitúa entre ac si y actores. Comp., además, Em 31, 2v 2, 33, actores Idem et curatores, ab agendo et curando uocati; ibíd., 3v 2, 25, autrix ab agendo dictum est at ueruo ab autoritate; generis est comunis, ut hic et he˛c autrix; ibíd., 31, autores [< AUCTORES] parentes. Como es bien conocido, en bajo latín había frecuentes confusiones entre actor (deriv. de AGERE) y auctor (deriv. de AUGERE). Ambas formas constituyen el étimo de autor(es), según queda aquí ejemplificado.
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BaÍas BaÍas balnee litora, Em 31, 4r 2, 28 (lámina 127). LGl, 38v 2, Baia Ramor; ibíd., Baias Balnee litorae; ibíd., Baias Idest portum ueteres a bajolandis mercibus uocabant Illa declinatione a baia baius [sic] ut a familia familias (Etym XIV 8, 40); ibíd., Baie Locus proximus cumis; ibíd., Baie calide Idest aque calentes; CGL V 334, 54, Vale [sic] balnae lituralis; Em 46, 17v 1, 28, BaÍe Cume ciuitates In Campanie balneates; ibíd., 29, baÍas baleneas; ibíd., 17v 2, 31, baÍas balnee, litore. A la vista de los testimonios que anteceden, y consciente de la existencia de otros muchos casos de discordancia casual dentro de este glosario, me inclino a pensar que baÍas, el término que encabeza el presente artículo, es simplemente el plural de baÍa, definido mediante dos equivalencias semánticamente afines y constituidas por sustantivos plurales (por lo que seguramente es más correcto separar en la edición las dos palabras con una coma: balnee, litora). Debo aclarar que en contextos fónicos como el de esta palabra (-aÍa-) la Í alta tiene, a mi juicio, el valor de una vocal con la función de señalar la presencia de un hiato. Por otro lado, ante tan estimable documentación (tanto la que aporta Isidoro como, sobre todo, la que recogen los glosarios altomedievales), creo que debería retomarse la elaboración de la historia de esta palabra, cuya primera documentación, según DCECH (s. v. bahía), remonta a la tardía fecha de 1496119. balaustio balaustio florem amoniacis, Em 31, 4r 3, 44. CGL III 536, 38, balaostium idest flosammoniaci. Lat. BALAUSTIUM >flor del granado silvestre=. En español, la balausta es un >fruto complejo desarrollado a partir de un ovario ínfero, dividido, como el del granado, que contiene muchas semillas carnosas= (DRAE, s. v.). barba barba de cabra sterillum barba de cabra locay, Em 31, 106v 3, 54 (lámina 128).
119 Cf. ahora las aportaciones de González Ollé, Observaciones filológicas, 33-34, y de I. Velázquez, Latine Dicitvr, Vvlgo Vocant. Aspectos de la lengua escrita y hablada en las obras gramaticales de Isidoro de Sevilla, Logroño, Fundación San Millán de la Cogolla, 2003, 434-436.
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LGl, ST 118, capra iocai (?) (Abstr.); CGL VII, s. v. sterillum «barba de capra iocai (uocatur Loewe GL. N. 138. ποκα\ Buech.) ». Comp. CGL V 389, 25, Stirillum caprae barba. DRAE, s. v. barba, «barba de cabra >Hierba vivaz de la familia de las Rosáceas, con tallos delgados de 60 a 70 cm, hojas partidas, duras, ásperas y dentadas, y flores en panojas colgantes, blancas y de buen olor=». barbascum flomos barbascum; genera sunt duo masculum et femina, Em 31, 32r 1, 11 (lámina 129). CGL III 539, 12, flomus idest barbas .co. genera sunt duo . masculum et femina. A juzgar por lecturas como ésta, se aprecia un estrecho parentesco entre el códice casinense 69, del siglo IX, y el Em 31. Comp. ibíd., 563, 3, flumum .i. barbascum; ibíd., 53, flummum .i. ueruasca; ibíd., 630, 46, ueruasco idest flumi; ibíd., 633, 1, uerbasicon ueruulto. Etym XVII 9, 94: «Phlomos, quam Latini verbascum vocant; quarum altera est masculus, albidioribus foliis atque angustioribus, altera femina, foliis latioribus atque nigris». Lat. VERBASCUM >verbasco, gordolobo=. Barbasco, documentado por primera vez en Nebr. («Barbasco o gordolobo, ierva: verbascum»), es la forma popular, rectificada cultamente en verbasco, como escribe Aut. baxeas baxeas calciamenta, Em 31, 4v 2, 23. CGL V 50, 3 (Plac.); Em 46, 18r 1, baxiem quas bacceas dicunt. Etym XIX 13,
«Baxea: calciamenta mulierum sunt». Comp. Etym XIX 34, 6, «Baxeae calciamentum comoedorum erat, sicut tragoediorum coturni». En latín, BAXEAE «habitualmente designa unas sandalias sencillas, usadas por los filósofos que vivían en la pobreza» (Velázquez, Latine Dicitvr, 327). bicerra bicerra uestis guffa, Em 31, 5v 2, 32. LGl, BI 41 (= Abol.); CGL IV 26, 8 y V 172, 31; también en Du Cange, s. v. bigera. ThLL, s. v. bicerres, sólo encuentra testimonios de esta voz en los glosarios. Lat. BICERRIS, -E >que tiene dos flecos=.
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bidellio bidellio aqua colligvntur, Id est, uisicas que˛ nascuntvr In olimo que˛ faciunt uulnera In corpore, Em 31, 5v 2, 43. En LGL, BI 49, Lindsay se limita a señalar su autoría: Gal. (= Galeno); pero el LGL, 45r 3, transcribe exactamente lo siguiente: Galieni. Bidellium Idest aquam qui colligitur deuesicas qui nascuntur In ulmo qui faciunt ad uulnera In corpore, CGL III 536, 44, Bidelliu id est aqua que colligitur de uessicas que nascitur in ulmo qui faciunt aduulnera incorpore; ibíd., 553, 31, Bidellium id est aqua quae colligitur deuisica quae nascitur inulmo; ibíd., 617, 40, Bidellium id est aqua que colligitur in uesica que nascitur in ulmo. Lat. BDELLIUM >goma de un tipo de palmera que tenía ese nombre=. Cf. olimo. billinium Iusquiamo gigam quod alia simphoniacum uel caulicarem uocant uel billinium album que˛ est millimindrum, Em 31, 48v 2, 26 (lámina 130). La presente forma, billinium, resuelve definitivamente el problema del étimo del nombre de la planta narcótica que desde 1106 (Abenbuclárix, Simonet120, s. v.) conocemos como beleño. Corominas-Pascual (DCECH, s. v. beleño), acertadamente, propusieron una base *BELENIUM, de origen céltico y descartaron su explicación como un postverbal de *VENENIARE, deriv. del lat. VENENUM. Otros representantes de esta antigua raíz céltica, aunque con terminación diferente, son bilonoton (CGL III 554, 36, bilonoton .i. iusquiamo) y bilonothonon (ibíd., 618, 66, bilonothonon idest iusquiamu). Cf. milmendro. boba boba ue˛emens robur, Interdum genus serpentis, Em 31, 6v 1, 10. CGL V 50, 31, u. robor. Lat. BOBA (variante de los glosarios), BOA y BOAS, -AE >tipo de serpiente=. brisca fauum mel cum brisca, Em 46, 62v 8 (lámina 131). Comp. CGL VI, fauum brisca, id est opera auium [= apium].
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F. J. Simonet, Glosario de voces ibéricas y latinas usadas entre los mozárabes, Madrid, 1888.
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Bresca (o brisca) no figura en los diccionarios latinos; es una palabra prerromana, probablemente céltica, bien documentada en fr. ant., oc., it. sept. y merid. Dentro de la Península Ibérica debió de estar siempre confinada al Oriente: arag. y cat. bresca ‘panal de miel’; vasco b(e)reska, beraska, abarasca; nav. de la Ribera, Estella, Sangüesa, briesca («ultracorrección del vasco (a)bereska, (a)beraska», según el DCECH, s. v. bresca) y nav. del Norte, brisca, que «es [subrayamos esta afirmación] vasquismo de forma más arcaica» (ibíd.). Bresca se documenta por primera vez en Villasandino, en quien habrá de explicarse como provenzalismo de la escuela gallega. bus bigenerum e duobus generibus conceptum; quod semper tristis, ab humore nigro qui bus uocatur, Em 31, 5v 3, 59 (lámina 132). LGl, 43r 3, Biliosus dicitur Quod sit semper tristis ab humore nigro qui bilis uocatur. Dados los frecuentes testimonios de sonorización de sordas en cualquier posición (cf. 8.1.1.), cabría pensar en la forma pus, claro que como latinismo: las primeras documentaciones de esta voz en cuanto expresión castellana sólo se encuentran a partir del siglo XVIII. Cf. humore. cadula cadula frustra ex adipe, cada enim aruina dicitur, Em 31, 7r 1, 22 (lámina 133). A partir de cada, en otra glosa. LGl, 46 r 1, frusta (r ante a borrada); CGL V 14, 34, frustra, e. a ruina d. (Plac.). En relación con esta palabra, en DCECH, s. v. pringar, hay varios datos de interés: *pringue ya está en Nebr.: Apringue de torrezno: cadula@ (se trata de una voz del bajo latín, cadula, -orum, que Juan de Janua traduce “guttae quae cadunt ex pingui carne quum assatur, vel etiam ex cereo”, y el glosario del Escorial “destellos que caen de la carne quando la assan”)+. calapaco goloIa calapaco marino siue riano, Em 31, 38v 3, 64 (lámina 134). CGL III 539, 34, golaia idest gala pagomarinosiueriano; ibíd., VI, s. v. Golaia, «id est galapago marino siue riano (? marina siue terrena Buech.)»; DCECH, s. v. galápago, «“golaia: id est galapago marino sive riano” (es decir, ‘galápago de mar o de río’, que son también las dos especies a que alude Nebr.)»; CGL III 564, 15-16, golaia .i. galapacoma
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grinos siue finocreta; ibíd., VI, s. v. Golaia, «id est galapoco [sic] ma (sequitur grinos siue fino [creta])»; DCECH, s. v. galápago, «“golaia: id est galapaco magrinos [léase marino] sive fino [quizá: flumineo]” [...]; la primera de estas glosas figura en un glosario casinense médico-botánico, conservado en manuscrito del S. IX, y la segunda en unos Hermeneumata vaticanos, de un manuscrito del S. X (Reg. Christinae, 1260), que contienen otros hispanismos (como sarracla, impedigo, cicala); probablemente ambos glosarios serán de origen hispánico». Así pues, la voz se documenta ya en época altomedieval (calapaco ms. Em 31, galapago Cassin. 69 del S. IX, galapaco Vat. Reg. Christinae 1260 del S. X; así mismo, qalápaq o qalâpaq en fuentes mozárabes: en el tunecí Abenalyazzar de fines del S. X y en Abenbuclárix de h. 1106). Pero está también en otros muchos textos medievales posteriores (por ejemplo, galápago 1251 en el Calila, en el glosario del Escorial de h. 1400, en APal. 498b, etc.). En realidad, se trata de una palabra estrictamente iberorromance, ajena a las hablas más meridionales del occitano, a las del sardo o a las del Sur de Italia. En cat. calàpet ‘sapo’ está muy bien documentado desde finales del siglo XIV por lo menos (hoy presenta variantes como galàpet, escalàpet, calàput, calàpot, escalàput, etc., extendidas por casi todo el territorio catalán) y, al Occidente, el port. cágado (ant. caágado) ‘especie de tortuga de agua dulce’, gall. cágado ‘renacuajo’ y el port. dial. cácavo, caganapo ‘galápago’ son algunas de las formas más interesantes. Para Corominas-Pascual, ibíd., las variantes con K- son importantes porque indican que el vocablo tenía primitivamente esa misma consonante inicial. Por ello, el étimo que propone como más probable es el de un hispánico prerromano *CALAPPACU, quizá emparentado con *CALAPACCEA ‘calabaza’ y con *CARAPPACEU ‘carapacho, caparazón’. La forma del presente códice Em 31, calapaco, viene a corroborar el grado de probabilidad de su propuesta. calbe calbe armille que militibus ob uirtutem donantur, Em 31, 7v 2, 23 (lámina 135). CGL V 51, 10 (Plac.). Comp. ibíd., II 95, 43, 6ÒF:4" calbae (en otros códices, calbea) y V 495, 69, Culpeum ornamentum. Indudablemente esta última entrada léxica, culpeum, se corresponde con la forma latina galbeum, donde las modificaciones gráficas y fonéticas encuentran fácil explicación (confusión de u por a, ensordecimiento de la velar inicial y de la sorda tras sonante). Por otra parte, como es bien conocido, este sustantivo latino, galbeus o galbeum, tiene en los textos tardíos de Paulo Diácono los mismos significados que los que aquí se re-
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cogen en las definiciones; a saber: 1.1: «Galbeos (calbeos habet Paul. Diac. p. 46.19 Müll.) armillas dicebant, quibus triumphantes utebantur, et quibus ob virtutem milites donabantur»; y 2.1: «Galbeum, ornamenti genus» (apud Forcellini, s. v. galbeus, -i). A su vez, del neutro plural galbea, mediante el fenómeno tan habitual de la haplología (en este caso, fusión de vocales iguales; cf. 8.1.3.), se explica fácilmente nuestra entrada léxica calbe (calbea armilla > calbe armilla). Finalmente, quiero hacer notar que las formas aquí tratadas acaso deban relacionarse con el sustantivo español garbo, de origen incierto (o con el prov. y langued. gàubi, gàlbi, galbe [(] >aisance naturelle, dextérité, adresse, gentillesse, grâce, maintien, tournure, façon, forme, rhytme=). Los conocedores de la etimología, tan problemática, de esta palabra saben bien que Gamillscheg postuló para ella «un gót. *GARWS >adorno=, *GARWÎS >adornado=, emparentados con el a. alem. ant. garawî (o garawi, n.) >preparación=, >adorno=, >hábito eclesiástico= [...], b. alem. ant. garewi >preparación=, ags. gearve >vestido, adorno=. No quiero negar la posibilidad de que de >adorno en el vestido= se pasara a >gracia natural=, aunque no me parece ello muy conforme al sentido romance de la gracia» (DCECH, s. v. garbo). calcina calex calcina, latina, Em 31, 7v 1, 12 (lámina 136). Non rep. LGl, CA 194, Cal[e]x calcis viva Latine. En DCECH, s. v. cal, encuentro estos datos: «Calcina [1454, Arévalo, Suma, p. 263b (Nougué, BHisp. LXVI); 1555], del catalán calcina [fin del S. XIII], derivado de calç». calda termon calda, grece, Em 46, 153v 35 (lámina 137). Comp. calde˛ (terme˛ que˛ calde˛ 153v 37) y caldris (lebetas caldris 92v 30; contra caldaris, en creagre fuscine˛ ad carnes de caldaris proserendas 36v 30). Hay que aclarar que en el primero de estos artículos tanto el helenismo, termon, como la explicación, calda, significan ‘agua caliente’ (con ese mismo valor, ya en Séneca, Epistulae 77, 9 y 83, 5). Nótese, por otro lado, que el empleo de caldo ‘caliente’ (< lat. CALI˘DU) como adjetivo desapareció muy pronto en iberorromance (DCECH, s. v. caldo, sólo halla ejemplos en los siglos XI y XII) y que el sust. calda [h. 1500: Canc. de Castillo] quizá se haya «tomado del cat. calda ‘acto de poner candente el hierro’, ‘calor intenso’, ‘reprensión severa’, femenino de cald ‘caliente’ (vivo en esta lengua hasta fines del siglo XV)» (DCECH, ibíd.).
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caleon caleon quasi umilis leo, Em 31, 7r 3, 52. LGl, CA 181, Caleon (= Abstr.); CGL IV 30, 10. Es decir, que tanto el LGl como el códice «abstrusa» del Vaticano (Vat. 3321, cuyo modelo, del siglo VIII, se copió muy probablemente en Hispania; cf. 4.1) presentan la misma forma, tan sincopada. Lat. CHAMAELEON. canapum – est itdram quam ueteres canapum nominarunt, Em 31, 21v 1, 1. LGl, ES 55, Estidra[m] (est hyd-) q. v. canapum (?) n. (Abstr.) (LGl, 107r 3, c. nominant; CGL V 510, 39, est ira. – excreta plena malitja, hoc est, Ira quam ueteres canapum nominarunt, Em 31, 23r 1. LGl, EX 326, Excreta (-cetra), ira (hydra), canapum (?). (Abstr.). Conviene insistir en el parentesco tan estrecho existente entre el códice parisino del LGl y el Em 31: ambos presentan, también aquí, las mismas variantes (excreta -por excetra-, ira -por hydra-, y canapum –por cannabum–). Lat. CANNABIS, hispanolatino CANNABUM >cáñamo= (la variante morfológica ya está atestiguada en Diosc. lat. 3.158 que la ofrece en masculino, cannabus). Según DCECH, s. v. cáñamo, «La forma CANNABUM es la empleada por San Isidoro (Etym. XIX, xxvii, 3); se explica fácilmente el cambio de terminación flexiva por tratarse de voz de origen extranjero (gr. 6" zsustancia que los antiguos empleaban para soldar el oro=. cucine ˛ culine cucine˛, Em 46, 37v 37. Em 31, culine cucine 8v 3, 55 (lámina 146). Goetz, V 187, 9, colinae cucume (= cucinae); comp. coquina (colina coquina 29r 58), quoquina (quulina quoquina 129v 6) y quoquina (culina quoquina 37v 20; Sil 1296, 48r, coquina). La voz romance cocina procede del lat. vulg. COC¯INA (lat. tardío COQU¯INA), que es base común a todos los romances (DCECH, s. v. cocer). cullo cullo ceruice, Em 31, 8v 3, 62. Non rep. Esta forma, cullo, presenta una vocal tónica u que podría explicarse sencillamente como un caso más de empleo alternativo de vocales velares en ese mismo contexto fó-
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nico (comp., por ejemplo, con la forma cruma CROMA situada unos artículos más arriba, en 8v 1, 2). Pero no debemos desechar la posibilidad de encontrarnos ante un nuevo testimonio de expresión gráfica inhábil del diptongo ue. 1.0 doc. de cuello: Cid. dargones syrene˛ In Esaya, demones aut dargones, Em 46, 151r 38 (lámina 147). Sil 1296, 198r, dracones. Comp. dracones et coluber pro uno nominavit, Em 46, 49r 7, y dragontepede homo est qui caudam habet draconis, Em 46, 49r 5 (CGL IV 502, 12, dracontepede). La variante dagrón, con distinta metátesis, se encuentra en P. de Alf. XI, 803b (de h. 1350). El nominativo culto draco lo hallamos en Berceo, SDom 333c, y el más popular, drago, está en J. Ruiz, 3c. En fin, la forma moderna dragón aparece por vez primera en la 1ª Crón. Gral. 13a 41, 190b5 (cf. DCECH, s. v. dragón). delicias Aedem In Genesi, delicias, Em 31, 1v 2, 26 (lámina 148). CGL IV 203, 39, Aeden dilitias, o. a.; Em. 46, 5r 2, 51, Aeden (Em. 31, 1v 2, 26, Aedem) In Genesi, delicias. Comp. LGl, 98r, Aedem Ebraice quod in nostra lingua dilicie Interpretantur. Para DCECH, s. v. delicia, esta palabra es ajena al vocabulario de la Edad Media. En todo ese tiempo, y aun después, se utilizó deleite. dentales dentales sulcus aures dicuntur aratri e˛ quibus latjor redditur, Em 31, 12v 3, 77 (lámina 149). LGl, DE 811 (Abstr.?). Lat. DENTALIA, -LIUM, n. pl., >dental, parte del arado donde se encaja la reja=; en Etym XX, 2, figura ya en singular (aunque neutro): «Dentale est aratri pars prima; in quo vomer inducitur quasi dens». denticato aurugo denticato, Em 31, 3r 2, 49. LGl, AU 353, Aurugo: morbus regius (Abstr.). Sólo encuentro denticare >mover los dientes=, en Du Cange, s. v.
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drauca zizania lolium, Id est, drauca siue mala terra, Em 46, 167v 42 (lámina 150). Deest Goetz, LGl y TLL. Adviértase que para DCECH, s. v. droga, la etimología del ˘ CA, propuesta para esa voz por Spitzer (ZRPh. XLII, 194n.), precisaría supogalo DRAVO ner un oc. ant. *drauga, «que no ha existido nunca». Pues bien, sobre la estrecha vinculación entre el español droga y su posible étimo drauca trata ampliamente González Ollé, quien en la conclusión de su análisis advierte con muy buen criterio: «La presencia de DRAUCA en el glosario, aun sin descartar del todo que pueda corresponder a una adaptación latinizante, [...] no implica que droga y similares vocablos iberorrománicos procedan directamente del étimo consignado, pues la glosa ha podido ser compuesta fuera de la Península Ibérica y luego copiada en ella. Como también de fuera ha podido ser tomada la palabra, consumada su evolución: obsérvese la presencia de -o- y -g- en otras lenguas que la atestiguan mucho antes. Es precisamente la tardía documentación de droga en castellano (recuérdese, fines del siglo XV), la razón de estas cautelas antes de dar por definitiva la solución de un viejo problema» (Observaciones filológicas, 25-30). duribuctjus barba sterili duribuctjus, Em 46, 17v 56. En el Em 31: barba stereli duributjus 4r 3, 66. LGl, BA 147, B. sterili (LGl, 39v, stereli) duribucius (?) (Gloss.). En el CGL se halla duribuccius ‘que tiene la boca dura’ (acep. de los diccionarios al uso; en rigor, ‘el que tiene el bozo, o vello de los labios, duro’) IV 406, 48; 590, 33, etc. y atribux senex atris buccis IV 22, 37. La variante de nuestro cód., -buctjus [buˆso] < BUCCIU, junto con las atestiguadas en los demás glosarios, contribuye decisivamente a resolver la etimología de bozo, buzo (en la Edad Media, con ç sorda). En efecto, la ˘ CCEˇUM, propuesta por DCECH, s. v. bozo, como el étimo más verosímil de forma *BU esta palabra, pierde definitivamente su carácter hipotético y priva, en consecuencia, de fundamento a la otra hipótesis, también formulada por Corominas-Pascual, de un derivado secundario del antiguo embozar (< *IMBUCCIARE). eruga – eruga qua uulgo dulba uocant, Em 31, 21r 1, 14 (lámina 151). LGl, 106v 3, Eruca Quam uulgo dulam u. – euzomon eruga 22r 3, 62, 31, Em 31. CGL III 538, 40, eruca.
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En el CGL VI, s. v. eruca et uruca, hay varios testimonios de esta misma forma sonorizada, eruga; por ejemplo: CGL III 545, 74, eucimo eruga. Lat. clás. ERUCA, lat. vulg. URUCA (por asimilación) >oruga (larva y planta)=. Al cat. y al oc. pertenece igualmente eruga, el descendiente del étimo clásico (gall. eiruga), variante que la Acad. cita desde 1899 como también castellana (DCECH, s. v. oruga). falliscum forgo quam nunc falliscum appellamus, nunc culter, alias securis qua pontifices In sacris utuntur; dictum ab eo quod ferienda petat, Em 31, 32v 3, 64. LGl, II 12v 3, Forco Qua (sic) nunc f. a.; quam pontifices, o. a.; en CGL VI, s. v. forco, Goetz pone tras falliscum un signo de admiración, seguramente a causa de la ll. Du Cange, s. v. faliscus, recoge este mismo testimonio de los glosarios, aunque encabeza el artículo con la variante Forca. Cf. forgo. fimum, fimo, femus, phimo – fimum stercus animalium, Em 46, 64r 22 y fimum Istercus animalium, Em 31, 31r 1, 28 (lámina 152). Comp. CGL IV 76, 17, Fimum stercus a., Em 24, 151r, fimum stercus y, con interés especial, GlSil. 332, femus stiercore. – phimo bouum stercora, Em 46, 116v 18. Comp. CGL IV 458, 20, fimo boum stercore, CGL IV 76, 41, Fimum stercus boum, ibíd., 17, Fimum pecuniae. – fimo bouum stercore bubulo, Em 31, 31r 3, 75. Comp. LGl, FI 190, Fimo boum Stercore bubolo (Verg. G 1, 80?) y CGL V 456, 21, Femum stercore bubulum. – stercus fimum, Em 31, 106v 2, 45. Comp. stercora femus (GlReichenau 399), que recoge en su glosa la forma latina vulgar). Fimum / femus y sus descendientes romances son las formas usadas en francés antiguo, lengua de Oc y catalán. El glosador del Norte de Galia creyó «preciso explicar la voz “stercus”, poniendo “s t e r c o r a: femus” 399» (Menéndez Pidal, Oríg., 385). Igualmente los derivados de FEˇMUS, fiemo y ciemo, son generales en Aragón, Navarra y La Rioja121.
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Cf., entre otras obras, el ALEANR IV 545 y VI 780.
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También ciemo es frecuente en Soria122. En el burgalés de Rojas, ciemo ‘excremento del ganado’123; en la Bureba, ciomo ‘estiércol del ganado vacuno’124. Álava, ciemo y fiemo125; Treviño, ciemo y ciomo126. El neutro stercus / acus. masc. stercorem y sus herederos romances son los empleados en portugués, italiano y rumano. Asimismo, en las regiones castellanas o que hablan castellano se encuentran los términos relacionados con estiércol; las Glosas Silenses, para Menéndez Pidal (Oríg. 385), al revés que las de Reichenau, creen preciso aclarar femus, escribiendo «f e m u s: stiercore» 332. En La Rioja, ciemo es común127; se usan también los derivados (a)ciemar ‘estercolar’128 y cemaral ‘estercolero’ (Ambas Aguas)129. Pero, además de estiércol (o basura), se emplea estercolar 130 y pervive el topónimo La Estercolada131. Mayor interés tiene, en fin, la variante estercar ‘abonar’ (vinculada al lat. clás. STERCUS y no al vulg. STERCORE), que se utiliza en varias localidades del alto valle del Najerilla. La forma fimo parece corresponder a la etimología clásica F¯IMUM, si bien no ha de descartarse su explicación como resultado de la inhabilidad gráfica del amanuense ante el diptongo fiemo (lat. vulg. FEˇMUM). DCECH, s. v. fiemo, encuentra fimo en Vidal Mayor y da un inventario aragonés de 1379 como primera documentación de fiemo. Por otra parte, tras el testimonio silense stiercore, la e- protética, que ya está atestiguada en la Mulomedicina de Quirón, S. IV (estercus gallinacium), aparece en Berceo bajo la forma romance estiércor (Smill. 138d); en uno de los glosarios tardíos escurialenses se documenta fimus ‘estiérco’ (Castro, Glosarios, 221) y ya con la solución actual, estiércol, en los tres mss. del Libro de Buen Amor, 1389c.
Cf. V. García de Diego, «El habla de Soria. Su fichero léxico», Celtiberia, 1, 1951, 34; y ALEANR VI 780. J. Mª Codón, El dialecto burgalés, Burgos, 1991, s. v. 124 F. González Ollé, El habla de la Bureba. Introducción al castellano actual de Burgos, Madrid, l964, s. v. 125 F. Baráibar y Zumárraga, Vocabulario de palabras usadas en Álava y no incluidas en el Diccionario de la Real Academia Española, Madrid, 1903, s. v.; y G. López de Guereñu, «Voces alavesas», Euskera, 3, 1958, 173-367, s. v. 126 Mª N. Sánchez González de Herrero, El habla y la toponimia de El Condado de Treviño y la Puebla de Arganzón, Vitoria, 1985, s. v. 127 C. Goicoechea, Vocabulario riojano, Madrid, 1961, s. v. 128 Ibíd., s. v. 129 Ibíd., s. v. 130 C. García Turza, Matute y su léxico. I. Labores agrícolas, Logroño, IER, 1975, s. v. 131 En las localidades de Poyales y La Santa (cf. A. González Blanco, Diccionario de toponimia, s. v. Estercolada, La). 122 123
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fircillo menadro fircillo, Em 46, 100v 47 (lámina 153). También en Sil 1296, 122v. Deest. Goetz y LGl. Parece claro que se trata de un diminutivo de firco ‘hirco’ (< lat. FI˘RCUS -o HI˘RCUS‘chivo, macho cabrío’). La interpretación de la palabra definida, menadro, como ‘venado’ (cf. infra, s. v. menadro), da bastante seguridad a nuestra propuesta etimológica. El término romance hirco figura por vez primera en Acad. (a. 1817), que lo describe como «una especie de cabra montés propia de los Pirineos españoles. En forma popular, erc, el vocablo es todavía vivo y conocido en el catalán del Valle de Boí y en el gascón del Valle de Arán, donde este animal [...] está ya extinguido, si bien en fecha reciente» (DCECH, s. v. hirco). Por otra parte, la importancia del diminutivo fircillo estriba en la reducción -iello > -illo, tan escasa en los textos primitivos del siglo X: según los documentos notariales, -ill- aparece con ejemplos pertenecientes a esa centuria sólo en Castilla del Norte y en Burgos (cf. Oríg. 152-159; comp. ariello, supra). fleuma oscense˛ erba alba minuta qui fleuma ponet, Em 31, 74v 2, 33 (lámina 154). Non rep. Según el DCECH, s. v. flema, la forma fleuma, que se explica por vocalización de la g latina (fleuma < lat. PHLEGMA ‘mucosidad’, ‘humores orgánicos’), se documenta por vez primera en el Alex, 1317c, y aún se conserva en APal. (365b y 419d, en alternancia con flema, 145d). foediales fetiales qui ante foediales dicti sunt, foedus uero a fetialibus dictum, Em 31, 30 v 1, 6. LGl, FE 537; CGL VI, s. v. Fetialis «qui ante foediales (foederales ?) dicti sunt». Con el ánimo de colaborar en el problema de la identificación de este término, foediales, advierto ahora que en fetiales y fetialibus la consonante t intervocálica es necesariamente oclusiva dental sorda, sin asibilación posible: así lo evidencia la i siguiente, en ambos casos corta. forgo forgo quam nunc falliscum appellamus, nunc culter, alias securis qua pontifices In sacris utuntur; dictum ab eo quod ferienda petat, Em 31, 32v 3, 64 (lámina 155).
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LGl, II 12v 3, Forco Qua (sic) nunc f. a.; quam pontifices, o. a. Lindsay, LGl, FO 81, remite, una vez más, a una versión placidea con notables variantes respecto del texto parisino. Comp. «Horco [Acad. ya 1817; la Acad. escribe además orco >ristra de cebollas=, leon.], también cat. forc. íd., pero en este sentido es más común horca en castellano; ast. forcu >jeme=, V. (= gall. furco [Sarm. CaG. 64v], cat. forc)» (DCECH, s. v. horca). Cf. falliscum. fraga fraga florum uel cibi genus, Id est, poma agrestia rubicundi, cuIus erbe terre aderent et dicuntvr chamegila uel morotam, Em 31, 33r 2, 38 (lámina 156). LGl, II 14v 2, Fraga Florum uel ciui genus rubicundi cuIus erbe terre a.; d. camelia, o. a. (= abstr.). Comp. CGL V 501, 46, Fraga genus pomi idest chamemila; ibíd., IV 80, 50, Fraga pomus agrestis; ibíd., III 539, 13, fragas fenuculo .idest maratro; CGL IV 80, 50, Fraga pomus agrestis; Em 46, 66r 2, 44, fraga poma agrestiam. Lat. FRAGA, -ORUM (de origen obscuro) >fresas=; DRAE, s. v. fraga1: 1. f. >frambueso=, 2. f. Huesc. >fresa=. En la dialectología hispánica es bien conocido que «el nombre latino fraga sólo se conservó popularmente en Aragón, así como en el País Vasco (arraga en Irún, Salazar y Sule; Azkue da también arraba y arrama en a. navarro, sin precisar donde, y arrega en los tres dialectos vascofranceses) y en la Cataluña occidental; aunque Laguna lo da como vocablo de uso vulgar sin restricción (?)» (DCECH, s. v. fresa). Está claro, por otra parte, que esta palabra, dada la definición concreta que la acompaña, no debe relacionarse con FRAGA >lugar fragoso=, >altibajos=, >breñas=, >matorral=, plural de FRAGUM, sust. regresivo del adj. FRAGOSUS (en DRAE, s. v. fraga2, 1. f. >breñal=; cf. DCECH, s. v. fracción); tampoco parece que haya que asociarla con fragas, braca y braga, formas documentadas en los glosarios (CGL III 539, 13, fragas fenuculo idest maratro; ibíd., 554, 68, boalca .i. coculo braca; ibíd., 587, 53, boalca .i. cocul braca; ibíd., 609, 48, cucul braga idest boalca) o con la voz, en plural, las bragas, tipo de planta empleada en algunos pueblos riojanos para la limpieza de los hornos; seguramente, el eléboro negro. Cf. morotam. fridus frigit fridus est, Em 46, 66v 47 (lámina 157). Sil 1296, 79v, frigidus. Goetz, friget frigidum y Liceus mons fridus; Uirgilius: «et gelidi fleuerunt saxa Licei» 94r 66. Comp. frigide (frigent frigide sunt 66v 49)
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y fria (Fria TroIa dicitur; a Frigia, Asopi filia 66v 53. BNP 1296, 79v, Frigia, y Goetz, Phrygia). La forma frido, tan frecuente en los textos medievales (en Berceo, como bien se conoce, es forma asegurada por la rima), aparece por primera vez, según DCECH, s. v. frío, en un documento de Cardeña del año 931. Su étimo es seguramente el lat. vulg. FRI(G)DUS (el clásico FR¯IGI˘DUS estaría representado por frío a través de *fríyio) pues la -D- intervocálica tras el acento suele conservarse en el ámbito castellano (así en nido, nudo, etc.). fulica fulica genus auicule nigre quam greci erodius uocant; quidam per h eam scribuntur, Em 31, 34r 3, 60. LGl, FU 96, ...scribunt (AAbstr.@). Lat. FULICA >fúlica (ave)=. Hacemos notar que sólo figura este comentario gráficofónico en el glosario parisino y en el Em 31. futuro dereliquerit futuro; sine N scribimus, Em 31, 13r 3, 72 (lámina 158). CGL V 61, 21, (Plac.); ibíd., VI, s. v. Derelinquo, «dereliquerit futuro sine n scribimus [...] (n add. Mai)». Conviene resaltar que ya en el antiguo LGl, 85v 2, futuro aparece sin la preposición in. galgala galgala ratjo uel reuelatjo, Em 31, 36v 1, 22. Non rep. Por su significado, no es posible relacionar esta voz con la palabra hebrea Guilgal >círculo de piedras=, topónimo muy frecuente en los textos bíblicos y vertido al latín de la Vulgata como Galgala (Jos 4, 19; Jue 2, 1; Dt 11, 30; etc.). Así mismo, por razones semánticas, tampoco parece fácil asociarla con CALCULU (por CALCULO), una vez justificados los cambios gráficos (a visigótica por u) y fonéticos (sonorización de consonante inicial y de sorda tras sonante), tan frecuentes en el texto de este glosario. Ahora bien, por el parecido formal del definitum y del definiens que lo constituyen, acaso ayude a identificarla el siguiente artículo del LGl, II 20v 2: Geligel Relatio (LGl, GE 18, Gelgel = nom. Bibl.).
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gauata, gauato – parapsis gauata uel catinus, Em 31, 76v 1, 7 (lámina 159). LGl, PA 397, Parapsis gabata vel c. (= Abol.). Cf. Etym XX 4, 11, Gavata, quia cavata, G pro C littera posita («Gavata (cuenco) se dice así porque está Acavada@ (cavata), mudando la letra G por una C»). – parapsis gauato 76v 2, 34, Em 31. LGl, PA 396, P. gabata vel patena. Interesa especialmente la forma del masculino, gauato (que Corominas-Pascual, DCECH, s. v. gaveta, no documentan), para una explicación satisfactoria de los términos romances emparentados con el lat. GABATA >escudilla=, >gamella=. gauina gauina species genus super humeros habens purpuram, Em 31, 36v 3, 44. LGl, GA 149, Gavina (Gab-?) species genus (cinctus ?) s. h. h. p. (la misma corrección, cinctus, introduce Goetz, CGL VI, s. v. Gabina toga, también acompañada del signo de interrogación). Comp. CGL V 502, 11, Gabino (sic) toga que˛ est uestis senatoria. Cf., así mismo, Etym XIX 24, 7: Cinctus Gabinus est cum ita imponitur toga ut togae lacinia, quae post secus reicitur, adtrahitur ad pectus, ita ut ex utroque latere ex humeris picturae pendeant, ut sacerdotes gentilium faciebant aut cingebantur praetores («Se habla de cinctus gabinus cuando la toga se coloca de tal forma que sus extremos primero se llevan hacia la espalda y luego se hacen volver hacia el pecho, de manera que sus bordados cuelguen a un lado y a otro de los hombros; así lo hacían los sacerdotes de los gentiles, y así se vestían también los pretores»). geladus geladus frigidus, Em 31, 37r 1, 18. Non rep. LGl, GE 22, Gelidus f. (así en todos los demás glosarios). gelmatus cristatus cassidatus, galeatus, lorigatus gelmatusque˛, Em 31, 8r 2, 31 (lámina 160). Non rep. LGl, CR 217, Cristatus galeatus, cassidatus; ibíd., 218, Cristatus galeatus, id est, zabatus [< gr. zába >loriga= en J. Ant.]. Der. de gelmus (< latin vulgar HELMUS < germánico occidental HELM). Comp. con gelmum (galeam gelmum capitis), que se documenta en el Esmaragdo silense (AMS 1),
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fol. 30r (apud Vivancos, Glosas y notas, 323). Recuérdese que yelemo (GlEmil 112, escrito gelemo) viene considerándose la más antigua documentación romance de este germanismo. glebo glebo arator uel rusticus, Em 31, 38r 3, 78 (lámina 161). LGl, GL 40 y CGL IV 83, 22, Glebo rusticus, arator (= Abstr.). Lat. GLEBO, -ONIS, Gloss., >labrador=. gleua gleua arator, rusticus, Em 46, 70v 29 (lámina 162). En este glosario gleua alterna con glebo, 70v 31, para el mismo valor semántico. En los glosarios de Goetz, gleba se explica predominantemente como ‘cespes durus’ (también en nuestro códice: ‘cespis durus cum herba eleuata’ 70v 30) y, así mismo, glebo como ‘rusticus, arator’. Según DCECH, s. v. gleba, esta palabra, que significa ‘terrón’, siempre ha sido en español un cultismo sin demasiado arraigo, a diferencia del port. leiva ‘caballón entre dos surcos’, el cat. gleva ‘terrón’ y, muy probablemente, el arag. gleba ‘terreno cubierto de césped’. La emplearon, entre otros, Mena y J. del Encina. gola glutto glosus; a gola, Em 31, 38v 2, 42 (lámina 163). LGl, II 25v 2, Gluto A gula. Idest guilosus (Etym X 114, «Gutto, a gula, id est gulosus»). Comp. Em 31, 38v 2, 46, glutjo a guila, Id est, gulosvs, narus, sciens cui contrarium est Ignarus. Lat. GULA >garganta=. Según DCECH, s. v., gola, «en el sentido de >garganta, parte del cuerpo humano=, es voz rara: la emplea el autor de la Pícara Justina (1605), leonés que gusta de emplear vocablos raros y dialectales y figura una vez en el Quijote, pero formando parte de la fantástica jerga caballeresca de la Trifaldi (junto con los italianismos finta y segar >cortar=), luego ahí será italianismo con humos de arcaísmo». Con el significado de >gula, pasión por lo dulce y los buenos bocados= figura ya, en cambio, en el Alex., 2214a, 2215a. goloIa goloIa calapaco marino siue riano, Em 31, 38v 3, 64 (lámina 134). CGL III, 539, 34, golaia idest gala pagomarinosiueriano, CGL VI, s. v. Golaia, «id est galapago marino siue riano (? marina siue terrena Buech.)»; DCECH, s. v. galápago,
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«“golaia: id est galapago marino sive riano” (es decir, ‘galápago de mar o de río’, que son también las dos especies a que alude Nebr.)»; CGL III, 564, 15-16, golaia .i. galapacoma grinos siue finocreta (CGL VI, s. v. Golaia, «id est galapoco [sic] ma (sequitur grinos siue fino[creta])»; DCECH, s. v. galápago, «“golaia: id est galapaco magrinos [léase marino] sive fino [quizá: flumineo]”». Comp. CGL ibíd., 189, 60, cheloni golai (χελfνη ‘tortuga’); ibíd., LGl, II 218r 1, Testudo Quam uulgo guolaiam uocant (LGl, TE 615, quam vulgo g[u]olaiam vocant); ibíd., Testudo Quam uulgo golia dicunt; CGL IV 184, 7, Testudo quam uulgo testudinem alii golaiam dicunt grado lento graditur secum domum suam portans dorso picta et es uenenosa (en el cód. de París 2341, del siglo IX, gula; CGL VII, s. v. Testudo, corrige el final del glosema: dorso picta et est uenenosa; pero interesa mucho resaltar el interés de es, tercera persona del singular, en el códice Vat. 3321 del siglo VIII); ibíd., V 516,41, Testudo quam uulgo guleiam uocant est in mari alia est quadrupedum in terra. A propósito del étimo de galápago, Corominas-Pascual, DCECH, s. v., aluden a la dificultad que supone reconstruir la palabra base de esta prolífica y compleja familia léxica: «Que haya parentesco [de galápago] con el lat. glosemático golaia ‘galápago’, palabra muy frecuente en glosarios medievales y muchas veces alterada (golia, golale, golola, etc., vid. ThLL, CGL y Du C.), como sospecha Heraeus (en Walde-H.), sería quizá posible (sobre todo teniendo en cuenta las variantes galage, galaie, gulage) si debajo de este espectro verbal pudiéramos llegar a concretar una realidad lingüística cualquiera, pero la semejanza con el grecolatino chelys, chelone, es demasiado vaga para darle valor». No dudamos, sin embargo, en relacionarla con el término colayo, de origen incierto (DCECH, s. v.), el cual significa, precisamente, ‘pimpido, pez parecido a la mielga’. Se trata de una voz común en la zona del Cantábrico; así, en ast., el golayu (Vigón) es un ‘pez de la familia de los mustelinos’. En vascuence son varias, así mismo, las palabras que deberían tenerse en cuenta a la hora de elaborar un trabajo monográfico sobre esta forma. Selecciono algunas extraídas de Azkue (Diccionario vasco-español-francés): kolayo 1 ‘cangrejo negro y pequeño, de cuerpo cuadrado y extremidades largas’, 2 ‘colario, un pez sin escama, con piel, que se enrosca al aparejo como una culebra’; kolaio-eme ‘gato de mar’; kolaka ‘alosa, sábalo, pez marino, del género clúpeo, que sube por los ríos en la primavera’; y kolo ‘trigla golondrina, cierto pez rojizo, de cabeza desproporcionadamente grande’. goz gripus, -pi quod uulgo goz, Em 31, 39v 1, 27 (lámina 164). Artículo añadido en el margen inferior de la columna, en letra del siglo XIII.
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Non rep. Comp. Em 31, 39v 1, 22, grippes quadrupedes uolucres; Donatus ayt:
«grippes Infestum e˛quis»; ibíd., 23, griffus belue pinnate; ibíd., 24, gripas genus dragonis; ibíd., 26, griffus superuus, ceruicosus. La asociación popular del animal fabuloso denominado grifo con el perro o, quizá mejor, con un tipo de perro al que llamaban goz (hoy gozque ‘perro pequeño muy sentido y ladrador’, DRAE, s. v. perro) encuentra, a nuestro parecer, una explicación en el siguiente comentario de Du Cange, s. v. gripus: «Glossae Isid.: Grippus, superbus, pilosus. Ugutio et Joan. de Janua: Gripus, superbus, convitiosus: unde canes parvos et ignobiles Grippos vocamus, quia prae ceteris superbi sunt». Por otra parte, como afirman Corominas-Pascual, DCECH, s. v. perro, en catalán, gos «es el único término en curso y no es menos antiguo que perro». Y en cuanto a su étimo, «es sabido que este nombre, con el castellano gozque, y sus variantes guzque, guzco, cuzco, cuzo, chucho, arag. caus, y cos, oc. ant. cos, it. cuccio [...] procede de la voz ksss para azuzar el perro, y que el cast. enguizcar, guizcar, cat. aquissar ‘azuzar’, tienen el mismo origen». Recuérdese, en fin, que ya en Berceo, Duelo 197d, encontramos cuchos con el significado de ‘gozques’ («Los gabes e los toços [‘las fanfarronerías y las necedades’] de los malos trufanes / que andavan raviosos como famnientos canes, / non valién sendos rabos de malos gavilanes, / menos valién que cuchos los bocudos alanes»)132 y que en vasco, kotso y kotzo (cf. Azkue, Diccionario vasco-español-francés, s. v.) significan ‘cuadrúpedo macho’. grame, mala grama, malagrama, malagram – grame herbe, Em 31, 39r 2, 26 (lámina 165). Así mismo, Em 31, 39r 1, 15, gramen herba. Comp. LGl, GR 46, Gramen pabulum, herba, pratum; Em 31, 39r 3, 46, gramina fruges uel segetes; ibíd., 39r 3, 52, gramina olera silbe. Parece claro que debe interpretarse esta voz como el plural latinizado de grama, concordante con la equivalencia herbe, y no como una forma apocopada de gramen. Procedería, pues, del lat. GRAMINA, plural de GRAMEN ‘hierba’, ‘césped’, ‘grama’. Según DCECH, s. v. grama, la asimilación en -m- del grupo -mn- (que prevenido por la acción disimilatoria de la -r- inicial, no pudo diferenciarse en mr) se documenta por primera
132
Sigo la edición de G. Orduna en Gonzalo de Berceo. Obra completa, Madrid, Espasa-Calpe, 1992, pág. 853.
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vez en el glosario mozárabe de h. 1100 bajo la forma garâma, y ya como grama, y traduciendo el latín gramen, en el glosario del Escorial, h. 1400. – mala grama erba uenenosa, Em 46, 98r 51 (lámina 166). Goetz, mala gramina íd.; comp. mala gramina noxias herbas 98r 41 y uenena 98r 50. – malagrama erua uenenosa, Em 31, 56v 3, 53. Em 46, 98r 51, mala grama. Em 31, 56v 3, 50, mala gramina erbe uenenose, noxie; ibíd., 56v 3, 65, mala gramata erua uenenosa, noxia. – simultas Inimicitja, offensio, odium, malagram, lites, Em 31, 102v 1, 4 (lámina 167). Interesantísimo empleo del sintagma apocopado, malagram, con el sentido, a nuestro ver, figurado de ‘maldad, mala intención’. Hoy, en tierras riojanas, se utiliza malagrama con el valor muy próximo de ‘mal bicho, persona aviesa, de malas intenciones’. gudubal lentopodium gudubal uel sarre, Em 31, 52v 1, 5. Comp. lettopolio gubro, sarre 53r 2, 35 y CGL III 564, 34, guduua .i. pedeleonis; ibíd., 612, 35 y 624, 56, gudobal idest pedelion; ibíd., 616, 7 y 628, 7, pedelion idest gudobal. Comp. ibíd., 540, 24, letopoliogrubro idest clareda . idest salbia. Evidentemente, como ya lo indica el DCECH, s. v. guadua, no es de creer que haya relación alguna entre este americanismo, que significa >bambú=, y el cat. gódua >planta silvestre parecida al brezo=, «cuyo nombre ya aparece en la forma guduba y análogas en glosas latinas [...]: es planta muy diferente, y la ó cerrada catalana no se pudo diptongar». Cf. sarracla y sarre. guttat guttat parum pluet, quasi rogat, Em 31, 39v 2, 38 (lámina 168). LGl, GU 44, parum fluet (-it), quasi rotat; CGL VI, s. v. guttat: «parum fluit quasi rotat (rorat Bucch)» (pero en el glosario parisino, que es el que aquí transcribe Goetz, el copista escribió claramente fluet). Comp. CGL V 299, 18, Gutat paulatim pluit; ibíd., 459, 18, Guttit stillicidium idest gutte que˛ ab altitudine cadent. GUTTARE >caer gota a gota, gotear= es una voz específica de los glosarios. En castellano, el derivado de gota es gotear, documentado por vez primera en APal. 186d.
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habe habe salutatjo, Em 31, 40r 1, 4 (lámina 169). LGl, HA 116, Have salutatio (Abstr.); CGL IV 84, 34, Habe salutatio. La categoría lingüística de la equivalencia prueba que la fórmula de salutación ya está aquí sustantivada. El DRAE recoge ave María (purísima) (s. v. ave2) sólo como locución interjectiva. hebreo Saphin ex hebreo; In latinum bonitas Interpretatur, Em 31, 98r 3, 43. Lit. Saphinex. Comp. Em 46, 77r 5, Iar menses aprilis, ebreo. Conviene destacar en esta palabra el significado >lengua hebraica=. Lat. HEBRAEUS, -A, -UM >hebreo, de Judea, de los hebreos=, y HEBRAICE >en hebreo, en lengua hebraica=. Hebria Hebria Spania, Em 46, 73v 9 (lámina 170). Comp. la variante, con inflexión de yod, Hibria Spania, Em 46, 74v 48 (lámina 171). Deest. Goetz, que recoge, en cambio, Hiberia Hispania IV 524, 21, Spania IV 87, 15, e Hiber Hispania ab Ibero flumine dicta V 503, 18. En los diccionarios latinos ˘I BE¯RIA, o HI˘BE¯RIA, figura como el ‘nombre de un antiguo país de Asia, en la región caucásica, correspondiente a la actual Georgia’ (Valerio Flaco, Argonautica 6, 120) y el ‘nombre que los griegos dieron a la península que los romanos llamaron Hispania’ (Horacio, Odarum 4, 5, 28)133. Pero la forma de nuestra entrada léxica, Hebria –e Hibria– parece más bien derivar directamente de hebrum134. Cf. el artículo siguiente. hebrum hebrum amnem, Em 46, 73v 8 (lámina 172). También Em 31, 40v 2, 52 (lámina 173), Sil 1296, 87v y LGl, HE 18, (Gloss.).
133 Comp. con: «Hispania prius ab Ibero amne Iberia nuncupata» (Etim. XIV, 4, 28) o «Iberus amnis, qui quondam totius Hispaniæ nomen dedit» (ibíd. XIII, 21, 31). Para el análisis de la creación del corónimo Iberia y del etnónimo iberos a partir del Iber del Mediterráneo español, el Ebro, o del pequeño Hiberus citado por Avieno y Asclepiades de Mirlea, cf. L. Pérez Vilatela, «Primitiva zona geográfica de aplicación del corónimo ‘Iberia’», Faventia, 15/1, 1993, 29-44. 134 Comp. con: «Cantabri gens Hispaniæ a vocabulo urbis [Cantabria] et Iberi amnis, cui insidunt, appellati» (Etim. IX, 2, 113).
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Comp. he˛brum Tracie˛ fluuium, Em 46, 73v 5; CGl incluye, además, Ebruum fluuius V359, 38. ˘ BRUS es exclusivamente antropónimo (‘nombre de cierto joven’, Horacio, En lat., HE Odarum seu carminum libri 3, 12, 6; ‘nombre de un troyano muerto por Mecencio’, Virgilio, Æneis 10, 696) e hidrónimo (‘río de Tracia’, Virgilio, Bucolica 10, 65, cf. supra). El interés del presente testimonio, hebrum, radica, a mi entender, precisamente en su condición de nombre común (‘amnem’ –o ‘fluuius’–), estrechamente relacionado, sin embargo, con el hidrónimo Ebro (I˘BE¯RUS o HI˘BE¯RUS en Plinio –Naturalis historia 3, 21, etc.– y César –De bello civili 1, 60–) o con topónimos como Ibrillos, pequeña localidad de la Rioja Alta135. Cf. Hebria. helmus galea cassis, Id est, helmus, Em 46, 69r 1 (lámina 174). Deest Goetz. Dada la escasez de testimonios altomedievales, interesa consignar esta forma aparentemente latino-vulgar, tomada en préstamo del germánico occidental HE˘LM. En castellano sólo han debido de existir descendientes de una E˘ abierta, de modo que las variantes elmo y ellemo (Alex. 572a, ms. O; doc. de Sobrarbe de 1090, apud DCECH, s. v. yelmo) han de considerarse, según DCECH, ibíd., dialectales o meramente latinas. Adviértase que yelemo (GlEmil 112, escrito gelemo)136 viene considerándose como la más antigua documentación romance de este germanismo. hisiciola martesia hisiciola parua, Em 31, 57v 3, 59. LGl, MA 828, Martesia sciola (?) parva (?). Comp. CGL V 572, 38, Martisia quia fit in mortario ex pisce (Etym XX 2, 29, Martisia in mortario ex pisce fiunt: inde et nominata, «Las martisia se hacen de pescado en un mortero; de ahí su denominación»).
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La tesis sobre el origen indígena del nombre Iber se ha defendido, entre otros trabajos, en E. Philipon, Les Ibères, Paris, 1909, pp. 66 y 153; D. Fletcher, «Estado actual del conocimiento de la cultura ibérica», en I Simposium de Prehistoria Peninsular (SPP), Pamplona 1960, 199, y Problemas de cultura ibérica (SIP), Valencia, 1960, 28; J. Álvarez Delgado «Problemas lingüísticos del nombre Iberos = Ebro», Actas del VII Congreso Internacional de Lingüística Románica, Barcelona, 1955, vol. II, 843; y A. Tovar, «Estado actual de los estudios ibéricos», Homenaje a Domingo Fletcher Valls, Valencia, 1984, 52 ss. 136 Comp. con gelmum (galeam gelmum capitis), que se documenta en el Esmaragdo silense o AMS 1, 30r (cf. Vivancos, Glosas y notas, 323).
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Por su papel de equivalencia semántica de martesia, parece claro que hisiciola no guarda relación alguna con la asciola isidoriana >azuela=, modalidad pequeña de la ascia (Etym XIX 19, 12). Poco aporta, por otro lado, el comentario de Du Cange: «Sciolum. Papias MS. Bituricens.: Martyria (leg. Martisia) in mortario ex pisce fiunt, unde et dicuntur Sciola parva». Cf. martesia. humedum madetum humedum, Em 31, 56r 3, 56 (lámina 175). Non rep. Según Corominas-Pascual, DCECH, s. v. húmedo, la forma (h)umido (lat. UMIDUS íd.) aún «figura en el Quijote junto con húmedo; por otra parte ésta es la forma preferida por Aut., la registrada por Covarr., y según aquel diccionario figura ya en G. A. de Herrera (1513)». humore humore nigro bigenerum e duobus generibus conceptum; quod semper tristis, ab humore nigro qui bus uocatur, Em 31, 5v 3, 59. El texto que comienza por quod semper forma parte del artículo encabezado por la entrada biliosus. Comp. 5v 3, 62. LGl, 43r 3, Biliosus dicitur Quod sit semper tristis ab humore nigro qui bilis uocatur (Etym X 30). Cf. bus. hybicum hybicum capra montuosa, Em 46, 76r 31 (lámina 176). Para González Ollé (Observaciones filológicas, 30-31), en primer lugar, la forma hybicum sería acusativo singular de la segunda declinación, originada por el origen exótico en latín de ibex, ibicis ‘cabra montés’, ‘rebeco’, de la tercera; propuesta que suscribo sin vacilación, dada en el Em 46 la ausencia generalizada de genitivos de plural en las entradas léxicas y la concordancia de tal singular hybicum con el núcleo y género próximo de la definición, capra. Por otra parte, aceptada esta caracterización morfológica, hybicum «sería el inmediato étimo de ueco [prosigue González Ollé], precisamente la forma bajo la cual se consigna en la que varias veces he denominado la doble glosa navarra, inserta en un
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documento, 1074, de la catedral de Pamplona, que permite alcanzar el significado de ueco. El pasaje: Soto uno que dicitur a rrusticis Aker Çaltua. Nos possumus dicere Saltus ircorum, lleva interlineada, en letra coetánea: Nos possumus dicere soto de ueko». Y, en consecuencia, agrega este investigador: «Con estos datos, se hace innecesario partir para rebeco de un hipotético *RIBICU, metátesis de *(I)BICIRRU, propuesto por Corominas, de difícil justificación en su planteamiento y desarrollo». Imbus Imbus nouissimus, Em 31, 44r 2, 59 (lámina 177). Non rep. LGl, II 37v 2, Immas Inferior; ibíd., 3, Immo Nouissimo; ibíd., Immo a pectore Ab Infimo corde (pero ibíd., Imis Nouissimis; ibíd., Imo de pectore De Intimo corde); Em 31, 44r 3, 62, Immus summus; ibíd., 44r 3, 68, Immitatores prope similes; ibíd., 44r 3, 78, Immo de pectore ab Intimo corde; ibíd., 44r 3, 79, Immo ab Infimo (frente a ibíd., 44r 2, 56, Imanitas feritas; ibíd., 44r 3, 63, Imo: magis; ibíd., 44r 3, 75, Imanis Ingentis; ibíd., 44r 3, 88, Imolat sacrificat, uictimam offert); Em 46, 78r 1, 32, Immo alto uel tumulo (pero ibíd., 78r 1, 16, Ima nouissima, Interiora uel recondita; ibíd., 78r 2, 57, Imus altus, profundus, nouissimus uel notissimus; ibíd., 78r 2, 58, Imus summus). Según el DCECH, s. v. limbo, esta palabra está tomada del lat. L/MBUS >orla o extremidad de un vestido=, de donde >lugar apartado en el otro mundo=. Corominas-Pascual la documentan por vez primera hacia 1440, A. Torre, y aportan, así mismo, la variante imbo, de principio del siglo XV, Canc. de Baena, explicable por deglutinación de la l-, que se confundió con la del artículo (cf. Em 31, 54r 2, 23, limbum clauum transuersum ut ueste, ut: «sidoniam picto clamidem circumlata limbo»; ibíd., 54r 2, 24, limbus fasceolam quedam adsuta extrinsecus uel extrema pars Inaurate uestis; ibíd., 54r 2, 26, limbos clauos In osteo regale; ibíd., 54r 2, 27, limbus uestis; ibíd., 54r 3, 35, limbo purpura; ibíd., 54r 3, 36, limbo circuitus clamidis uel circuitus cuicumque rei aut ora maris). Ahora bien, teniendo en cuenta, por una parte, el parentesco semántico entre la palabra IMUS >novísimo= y el término español limbo, bíblico o cristiano, y, por otra, la asimilación consonántica y posterior reducción romance -MB- > -MM- > -m-, creemos que cabe pensar en aquella como origen de éste, de acuerdo con la siguiente evolución: IMUS > IMMUS > Imbus (comp. Em 31, 69r 1, 11, obcubere mori OBCUMBERE, e ibíd., 98r 1, 19, sabacus saltator SAMBUCUS) > limbo, con aglutinación del artículo. Inbarbis – effebus Inbarbis, Em 31, 17r 3, 67 (lámina 178). LGl, EF 21, e. a.; CGL IV 231, 12, Effebus inuerbis.
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– effoebus Inbarbis, Id est, puer sine barua, Em 31, 17v 1, 20. CGL IV 60, 31, Effibus puer inbarbis. – Inbarbis nondum baruatvs, sine barua, Em 31, 44v 1, 29. LGl, IN 61, Inbarbis nondum barbatus (Gloss.). – leuis lenis, Inbaruis; lenes effecti, Em 31, 52v 3, 50. Respecto de la variante actual imberbe, Corominas-Pascual, DCECH, s. v. barba, se limitan a decir lo siguiente: «tomado del lat. imbçrbis íd., derivado de b˘arba». Lat. IMBERBIS o IMBERBUS >imberbe, lampiño= e IMBARBESCERE >echar barba=. Inciba Inciba herbe genus, Em 31, 44v 2, 45. LGl, IN 1865, Intiba herbae genus; ibíd., 177, Inciba (int-) h. g. (exactamente, en el LGl, II 39r 1, se lee Erbe, sin la h, según es habitual en los códices hispanos. Este dato, unido a la posible confusión gráfica c por t, tan común en la letra visigótica, viene a confirmar el origen hispano del modelo, o parte del modelo, del Libro de Ansileubo. Cf. 4.1.1.4). Lat. INTIBUM, -I >achicoria silvestre=; en el CGL VI, s. v. Intubus, se atestiguan como entradas léxicas variantes como intibus, incibus, intiba, intuba, intiua, intuuum, intiuos, intuba agrestis, intuuo siluaticum, etc. Inprouiso de Inprouiso de Inprouiso subito, Em 31, 12r 2, 48 (lámina 179). LGl, DE 543; CGL V 532, 62, De inprouiso supito. Inulo damula caprea aut Inulo ceruorum, Em 31, 10v 2, 46 (lámina 180). No se documenta este artículo en ninguna otra parte. Comp. CGL V 570, 7, Hinuli filii ceruorum (Etym XII 1, 21). Lat. HINNULUS >muleto=, >cervatillo= (< gr. (()Ç lámpara), debido a una pronunciación semiculta y, en parte, a influencia del sufijo átono -ara137, se atestigua alguna otra vez en el cód. Em 46: anabolarium 11r 7 ANABOLADIUM y effemerires 50v 59/ effemerides 50v 58, aunque en este último ejemplo opera seguramente la asimilación consonántica138. lare testudo lare aut palmentum, Em 46, 154r 22 (lámina 183). Goetz, testudo glarea, id est pauimentum. Comp. glarea (testudo glarea, Id est, palmentum 154r 21 y lapilli parui arene˛ maris mixti 70v 23). La alternancia de la forma etimológica glarea con la aferética lare (por la habitual fusión vocálica: larea aut) en glosas tan parecidas, unida a la acep. ‘palmentum’
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Cf. R. Menéndez Pidal, Manual de gramática histórica española, Madrid, Espasa-Calpe, 198014, 201 y 229. Otro testimonio análogo de liquidación es driales 49r 12 / driades 49r 11.
(= ‘pauimentum’), que aclara semánticamente a la equivalencia ‘glarea’, puede contribuir a resolver algunos de los problemas planteados por los descendientes del lat. GLAREˇA ‘cascajar’ (como glera ‘cauce de un río’, llerera ‘tierra no cultivada junto al río, llena de cantos rodados’, laredo ‘conjunto de arrecifes cascajosos’ < *GLARE¯TUM, o lera ‘riberas pedregosas’)139 y por los del pregermánico y precéltico LAROS ‘suelo’, ‘pavimento’ (Peñalara < PENNA LARA ‘cabezas planas’, Lara, comarca castellana)140. lesa lesa luxuriosa, Em 46, 93v 11 (lámina 184). Goetz recoge la variante lexa, explicada con la misma equivalencia. Probable descendiente de LAXA (comp. laxis lassatis, quassatis, prope˛ solutis 92v 21; debe también considerarse su relación con LIXA, Æ ‘siervo’, ‘mercenario’, documentado en CGL)141. Podría tratarse de un testimonio, sumamente interesante, de grafía s para la representación de la cons. palatal fricativa sorda /š/142; aunque quizá sea un ejemplo más de la alternancia x /s, frecuente en el cód. Em 46 (por ejemplo: ansius 11r 8 / anxius, Sil 1296, 13v; apodisen 12r 3 / apodixes 11v 47; ausilio 102r 10; basem 18r 25 / baxe 18r 24; flesuosum 10v 9 / flexuosum, Sil 1296, 13r. Inverso: fixis 19r 60 / fisis 19r 57 FISSIS < FINDERE ‘dividir’; fixura 74v 41 / fissura 74v 36; experidum 59r 2 / hesperidum 74v 27; etc.). Recuérdese la grafía isc de laisces (GlEmil 142) y eleisco (GlEmil 138 < ˘I LLE *ICSU por ˘I LLE ˘I PSU). libertatas exutas libertatas, Em 31, 26r 1, 8 (lámina 185). LGl, EX 1431, E. liberatas (Verg. 2, 153). Comp. CGL IV 69, 1, Exutus uinculis nexus liberatus.
139 En la toponimia riojana hay La Glera, Río Glera, Valdeglera, Laredo, Lareta, Las Leras, Cerro Llera, etc. (cf. González Blanco, Diccionario de toponimia, 246, 298, 299, 303, 317, etc.). 140 La Lara se encuentra también entre los topónimos riojanos actuales (cf. ibíd., 298). 141 También en el Em 46: lixa serbus militis 95r 60, uilis 95r 61, ...siue gallearia uicorum militum uel luxuriosus 95r 59. 142 Como particularidad gráfica, en la documentación emilianense del siglo XIII así como en la lengua de Berceo, destaca el uso generalizado de la doble ss intervocálica en lugar de la x (cf. C. García Turza y J. García Turza, Una nueva visión de la lengua de Berceo a la luz de la documentación emilianense del siglo XIII. Logroño, Universidad de La Rioja, 1996, 131-133).
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En relación con el verbo libertar, ésta es toda la información que recoge el DCECH, s. v. libre: «libertar [Santillana (C.C. Smith); APal. 265b], libertado». Más datos encontramos en Du Cange: «1. Libertare, Manumittere, libertatem impertiri, liberum facere. Lex Burgund. tit. 87. § 1: Minorum aetati ita credidimus consulendum, ut ante 15, aetatis annos eis Libertare, nec vendere, nec donare liceat [...] Libertare, libertatem et inmunitatem loco alicui conferre. Liber de Fundat. Monasterii Gozecensis pag 233: Quod Coenobium isdem Comes in honore B. Joannis Evangelistae constructum sub Apostolicae Sedis auctoritate Libertavit... ». DRAE señala que este verbo viene del sust. liberto (< lat. LIBERTUS >liberto, esclavo a quien se ha dado la libertad, respecto de su patrón=). licor lympha aqua uel licor, Em 46, 97r 23 (Goetz, liquor) y latix limfa, aqua, licor uel palans racemus, aqua latens, Em 46, 92r 39 (Goetz, liquor). Además, licori (nectare licori dulci, Em 46, 106v 57) y lycor (lycor eluuies, Em 46, 97r 20; Goetz, liquor). En el Em 31: elubies licor 18v 2, 31. LGl, EL 222, Eluvies; CGL IV 335, 40, Eluuies lycor; ibíd., V 358, 19, Eluuies liquor. Con relación al término romance licor ‘cuerpo líquido’, poco común en el español medieval, documentado por vez primera en el Lapidario alfonsí (como femenino), llama la atención el hecho de que Aut. recomiende la grafía etimológica liquor porque es «voz puramente latina [...], y aunque algunos escriben Licór, es impropiedad». En cualquier caso, todo parece indicar, según DCECH, s. v. licor, que en su etapa ya romance nunca se pronunció con el wau. loriga loriga torax, munimentum limitis, Em 46, 95v 48. En Sil 1296, 115v, y Goetz, lorica íd. Comp. lurica manicas non habens et tunica sine˛ manicis sic dicitur, Em 46, 96v 39. 1ª doc. de lorika, escritura aragonesa de 1029; y de loriga, carta leonesa de 1034 (DCECH, s. v. loriga). lupal lupal lupanar, Em 46, 96v 20. Goetz, que incorpora tres testimonios de este mismo artículo, pone el signo de interrogación tras la entrada lupal.
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mala mala nixa, ciriola, prunas, Em 31, 57r 1, 8 . Cf. ciriola, nixa y prunas. mallio massio mallio, Em 31, 58r 2, 20 (lámina 186). LGl, MA 857, Massio (Maesio ?) (Plac. 33, 6); CGL V 33, 6, Massio malo; ibíd., 83, 15 (Plac.), Massio mallo; ibíd., 116, 2, Masio mallo. En CGL VI, s. v. Massio, se recogen varias interpretaciones de esta glosa: «ubi Matiano malo Deuerling praef. p. XI; maslo (= magis uolo) malo Havet Arch. III p 281; mastico mando vel musso mutio W. Heraeus Arch. VI 554. Maesio Maio idem. nil mutandum vid. Bucchelero. Massio a massa; de mallo cf. Georges». Cabe, además, emparentar esta palabra con MALLEUS >mazo=, >martillo=, lo que confiere, por otra parte, un interés análogo al de la entrada léxica. Como es bien sabido (cf. DCECH, s. v. majar), el cast. arcaico majo >mazo de hierro=, del que deriva majar, general en la Edad Media y vivo todavía hoy, se halla ya en el Alex. (103a y 1563c) y es una palabra bien conservada en los demás romances (port. malho, cat. mall >mazo de herrero=, gall. mallo >el instrumento con que en las eras majan el maíz=). Cf. massio. manicum manubrium quod rustici manicum dicunt Em 46, 99r 48 (lámina 187). Em 31: manubrium eo quod manu teneatur; rustici manicum appellant 57r 2, 35 (lámina 188). Comp. CGL V 507, 16, Manubrius manicus. Según Corominas-Pascual, DCECH, s. v. manga, el término mango (h. 1335, Conde Luc.) procede del lat. vg. *MAN˘ICUS, «derivado romance» de MAN˘ICA. En defensa del carácter hipotético de esta forma derivada, Corominas-Pascual hace la siguiente puntualización (ibíd., n. 7): «En el REW 5303a, va sin asterisco, pero no sé que esté documentado». manzer manzer filius scorte, Em 46, 99r 53 y manzir de scorto natus, Em 46, 99r 52. Goetz registra, junto a manzyr y manzir, la variante manser filius meretricis. El tecnicismo jurídico se testimonia por primera vez, con la forma manzer (< lat. tardío manzer < hebr. mámzer íd.) en Partidas, h. 1260 (apud DCECH, s. v. máncer).
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Mare Mare Mortuo erinacii prope magnitudine mediocrium cuniculorum, de cauernis petrarum procedentes, gregatim In heremo quiest, contra Mare Mortuo depascuntur, Em 31, 20v 3, 60. LGl, 106r 2, ...mediocrum c...heremo queest contra mare mortuum depascuntur. martesia martesia hisiciola parua, Em 31, 57v 3, 59 (lámina 189). LGl, MA 828, Martesia sciola (?) parva (?); CGL V 572, 38, Martisia quia fit in mortario ex pisce (Etym XX 2, 29, Martisia in mortario ex pisce fiunt: inde et nominata «Las martisia se hacen de pescado en un mortero; de ahí su denominación»). Blánquez da una definición basada en Isidoro: «martisium, Isid. pescado machacado en un mortero». Du Cange ofrece algunos datos más: «Martisia. Glossar. Saxon. Aelfrici: Martisia, vel Baptitura: gebeaten flaesc. somnero gebeaten, est percusus, caesus, tusus, flaesc, caro... [Glossar. Lat. Ital. Ms.: Martisium, el cibo posto in mortario]». A su vez, Velázquez (Latine Dicitvr, Vvlgo Vocant, pág. 382) aclara otros aspectos: «Martisium es un tipo de preparado que se hace majando peces en el mortero; luego se trata también de algún tipo de picadillo o comida basada en el alimento desmenuzado. Sofer 41-42, señala que su contenido debe referirse a un pescado desmenuzado, pero considera que no puede relacionarse con martensis (cf. también en ThLL VIII 416, 8), que se lee en un autor como Marcell. Med. 6.30, donde se habla de lacertum salsum martensem, haciendo referencia a un lagarto cocinado salado. Ni la tradición manuscrita ni el significado aparente de martensis autorizan a vincular el texto isidoriano a este término. Queda, no obstante, en la incertidumbre cuál puede ser el origen del martisium de nuestro autor». Cf. hisiciola. massio massio mallio, Em 31, 58r 2, 20 (lámina 186). LGl, MA 857, Massio (Maesio ?) (Plac. 33, 6); CGL V 33, 6, Massio malo; ibíd., 83, 15 (Plac.), Massio mallo; ibíd., 116, 2, Masio mallo. He aquí las interpretaciones de este artículo recogidas por Goetz en CGL VI, s. v. Massio: «ubi Matiano malo Deuerling praef. p. XI; maslo ( = magis uolo) malo Havet Arch. III p 281; mastico mando vel musso mutio W. Heraeus Arch. VI 554. Maesio Maio idem. nil mutandum vid. Bucchelero. Massio a massa; de mallo cf. George».
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Con la orientación y el apoyo de la interesante definición que figura en este artículo, mallio, podemos también relacionar la presente forma, massio, con el cast. mazo (masculino secundario de maza < lat. vg. *MATTEA), que se documenta en Berceo, J. Ruiz , Nebr. («maço para majar: malleus»), etc., y reaparece en el port. maço y el it. mazzo (cf. DCECH, s. v. maza). Efectivamente, del mismo modo que el presente de indicativo SENTJO se escribe sensio en el Em 31 (scio teneo, cupio, noto, Intellego, sensio, prespicio, uideo, cerno, certe animaduerto... 100r 1, 9), así massio puede ser la representación gráfica de *MATTJO (< *MATTEˇUM). Cf. mallio. medium medium siccum, medium uiride musteum medium siccum, medium uiride, Em 31, 63v 1, 21. LGl, MU 362, Musteum viscedum (-cid-), medium viride (Abol.); CGL IV 121, 45, Musteum fiscidum (sic) medium uel uiridem. meleca melilotum Id est, meleca, Em 31, 59r 1, 25 (lámina 190). Non rep. MELILOTOS, -I >meliloto (planta)=. ˘ ˘ICA, lat. M ED ¯ ˘ICA íd., Interesante testimonio de una forma derivada del lat. vg. MEL de la que procede el sustantivo español mielga. En un ms. que contiene glosas latinogriegas (cód. Vat. 6925, S. X) hallamos la variante más antigua como equivalencia del >trébol=: τριφυλλος melica (CGL III 429, 53). menadro menadro fircillo, Em 46, 100v 47 (lámina 153). Deest. Goetz. La interpretación del glosema fircillo como ‘chivo’, ‘pequeña cabra montés’ (cf. supra) autoriza a postular para la palabra definida, menadro, el étimo VENATU ‘caza, acción de cazar’, ‘producto de la caza’. Además, su evolución fonética puede considerarse, a nuestro juicio, regular: la equivalencia acústica B=M está bien documentada en el cód. Em 46 (por ejemplo: mesana 101r 42 VESANA; cf. 8.1.6) y no menos los casos de ultracorrección T=TR (> dr ) como lanistra 91v 4 LANISTA, sublatro 148r 41 SUBLATU, etc. (cf. 8.1.6.i).
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Por otra parte, ha de advertirse que la primera documentación de venado se encuentra en Berceo (SDom. 510e ) y en el Alex. (893c, 1797b) siempre con el significado de ‘cualquier animal objeto de caza’. Como sinónimo del lat. CERVUS, acep. que es hoy de empleo popular en muchas regiones, lo dan ya Covarrubias y otros escritores del siglo XVII (DCECH, s. v. venado). mensare mensare sepius mingere, Em 46, 100v 49 (lámina 191). Este verbo, que no se incluye en los diccionarios latinos, se halla en el CGL de Goetz con la variante minsare y, de acuerdo con nuestra interpretación, como frecuentativo de mingere («mingere minsare frequentatiuum» V 572, 66). Parece resultado de un cruce entre el lat. vulg. MEJARE ‘mear, orinar’ (bien conocido desde el S. IV por los gramáticos Diomedes, Pelagonio, Prisciano, seudo-Plinio, etc.) y ˘ RE íd. (variante latina cuyos únicos herederos hispánicos son los cultismos minMINGE gitorio y micción). En el glosario de El Escorial editado y estudiado por A. Castro (Glosarios, LI y 250) figura la formación misatorium ‘terrazo donde mean’, E 1452, que este autor interpreta como fusión de mingere + pissare. menstruo bibino menstruo, Id est, fluorem sanguinis, Em 31, 5v 2, 23 (lámina 192). CGL V 51, 1 (Plac.) y LGL, 44v 2. CGL III 603, 10 menstrua purgatio mulierum. He aquí la interpretación de G. Goetz (CGL VI, s. v. bubino): «(bibino codd.) menstruo, id est fluore[m] sanguinis (ubi fluore Deuerling e suis libris: fluuio sanguinis R) (inquino addidi: id est del. Loewe Prodr. 314; id est sanguinis del. Baehrens >Ien. Litteraturz.= 1877 p.156)», es decir, «yo menstruo, esto es, mancho [inquino, añadido] con el derrame de la sangre». Así pues, el valor que concede Goetz a la forma menstruo es el de un presente de indicativo. Ahora bien, como bien advierte en dos entradas léxicas Forcellini (s. v. menstruans y menstruatus), menstruo es un verbo «inusitatum»; de hecho, Du Cange sólo documenta una vez menstruare y con el significado de >diminuere= (exactamente en Benedicti Chronicon, cap. 39). A mi juicio, la ausencia general de una equivalencia verbal de menstruo (como inquino u otra análoga), unida a la presencia exclusiva de un sintagma nominal (fluorem sanguinis) en la definición del artículo, aconseja pensar que para el Alexicógrafo@ que compuso el glosario transmitido por el Em 31 (así como para el del LGl o el del glosario de Plácido) menstruo es un sustantivo (lat. MENSTRUUM) y no un verbo. Nótese a este respecto
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la información que aporta DCECH, s. v. mes: «Menstruo [APal. 45b; Ayerva que... mueve a las mugeres el menstruo o camisa”, 139d; como adj., en J. de Mena (Lida)], de menstruum (por lo común en pl., menstrua) íd., neutro del adj. menstruus, -a, -um, >mensual=». mentire fallere mentire, mentiri, Em 31, 27v 2, 23 (lámina 193). LGl, II 2v 2, Fallere mentire, o. a. (LGl, FA 265, mentiri [?]); CGL IV 77, 17 y 517, 32, Fallere mentire; la misma lectura en Em 46, 61r 2, 58. Comp. LGl, ME 376, Mentiri fallere. Hay que precisar que las dos equivalencias, mentiri y mentire, sólo figuran juntas en este glosema del Em 31. mentrastro erpilo matris animula, hoc est, mentrastro, Em 31, 21r 2, 4 (lámina 194). CGL III 538, 61, erpillo idest matris animula, o. a. (lat. SERPYLLUM, HERPYLLUM o HERPILLUS >sérpol=). Comp. CGL III 569, 67, mentastrum .i. menta alba; ibíd., 592, 22, losarus mentastrum; ibíd., 60, mentastrus losarus; ibíd., 613, 47, losarus idest mentastrus; ibíd., 614, 7, montastro idest menta agrestis. Cf., así mismo, Etym XVII 9, 51:
«Herpillos, quae apud nos serpillus vocatur, pro eo quod radices ipsius longe serpant. Eadem et matris animula, propter quod menstrua moveat». Lat. MENTASTRUM >mentastro, mastranzo=. La presente forma debió de ser conocida ya en la Alta Edad Media: «en el botánico sevillano de h. 1100 mentrastro o mentrasto, en Abentarif el diminutivo mentarastéil >clinopodion= (Simonet)» (DCECH s. v. menta). merenda, merendare – merendare meridie edere, Em 31, 60r 1, 9 (lámina 195). LGl, ME 439. – merenda gustare post prandium, Em 31, 59v 2, 23 (lámina 196). LGl, II 82v 1, Merenda Gustare p. p. Cf. Etym XX, 12, Merenda est cibus qui declinante die sumitur, quasi postmeridie edenda et proximo cenae: unde et antecenia a quibusdam vocantur. Item merendare quasi meridie edere («la merienda es la comida que se toma al caer el día; como si se dijera lo que se va a comer después del mediodía y antes de la cena; de ahí que también algunos la llamen antecena. Así mismo, se dice merendar, casi comer a mitad del día»).
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Como bien precisa Velázquez (Latine Dicitvr, 378), «la vitalidad de merenda durante toda la latinidad y también en época de Isidoro resulta clara y, sin duda, mayor que antecenia, hasta el punto de que Isidoro deriva de ella el verbo merendare, >merendar=, de igual pervivencia que el sustantivo y que Isidoro registra por vez primera en este pasaje, documentando una innovación léxica que probablemente era bastante anterior a él, pero que tenía plena vigencia en su momento y la ha continuado teniendo. Aparece en glosarios medievales latinos: Gloss. I Ansil. Me 439 merendare meridie edere, 440 merendare gustare post prandium [interesa inistir (cf. supra) en que la entrada léxica del códice parisino, correspondiente al número 440, no es merendare sino, como en el Em 31, merenda. La lectura errónea parte de Lindsay]». milmendro Iusqueamum Id est, caulicularis, milmendro, Em 31, 48v 2, 25 (lámina 197). Comp. Em 31, 48v 2, 26, Iusquiamo gigam quod alia simphoniacum uel caulicarem uocant uel billinium album que˛ est millimindrum; CGL III 566, 44, iusquiamo .i. caliglata; ibíd., 580, 5, altercus .i. iusquiamus siue caniculata; Etym XVII 9, 41, Hyoscyamos a Graecis dicta, a Latinis herba calicularis, quod caliculi eius in figuram cantarorum nascantur, ut est mali Punici, quorum ora serrata sunt, habentes intrinsecus semina papaveris similia. Haec herba et insana vocatur, quia usus eius periculosus est: denique si bibatur vel edatur, insaniam facit vel somni imaginem turbidam. Hanc vulgus milimindrum dicit, propter quod alienationem mentis inducit («El iosquiamos lo denominan así los griegos, los latinos hierba calicular, porque sus cálices nacen en forma de cántaros, como los de la granada, cuyos bordes son dentados y tienen en su interior unas semillas semejantes a las de la adormidera. Esta hierba se llama también insana, porque su uso es peligroso; si se bebe o se come, provoca la locura o la alucinación. A ésta el vulgo le dice milimindrum, porque provoca la enajenación mental»); la misma lectura, incluyendo milimindrum, en LGl, II 48r 2; Du Cange, «milimindrum. Vulgus vocat, pro eo quod elevationem mentis inducat; haec herba Hyosciamus appellatur. Papias». Obsérvese que, según el DCECH, s. v. beleño, esta planta narcótica «se llama en port. meimendro, gall. meimendro o mimendro (Sarm. CaG. 160v), miomendro (o herba dos ouvidos) en el morrazo de Pontev. (A148r, A175r) del hispano-lat. MILIMINDRUM (S. Isidoro XVII, ix, 41, cast. milmandro en Cabrera, melimandrum en Ruices de Fontecha), voz en cuyo primer elemento MIL- se sospecha el mismo origen céltico que en el BEL- de beleño (Bertoldi, Un ribelle nel regno de’ fiori, p. 103; del mismo BSLP XXX, 170ss.; cf. Walde-P. II 180; Weisgerber, Spr. F. K., 52)». Para Velázquez (Latine Dicitvr, 453-454), el origen de la palabra milimindrum es dudoso, «ya que la explicación por de-
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formación de bellinuntium comporta ciertas dificultades fonéticas [...] es difícil establecer su relación [la de belinuntia] con la forma popular milimindrum; no obstante, entre las hipótesis estudiadas por Sofer, hay una que resulta interesante, la de Gamillscheg en que se propone un *bilimindrum, ‘hoja de la locura’ que habría dado por asimilación milimindrum. Sofer 146, la relaciona semánticamente -lo cual es indudable, en mi opinióncon la familia de palabras del gr. βελXνιον, del dios Belenus, mencionado en Tert. Apol. 24, relacionado también con el germ. ant. beleone, al. alt. ant. bilisa y eslav. belena (André 1956a, s. u.) y del que procede el cast. ‘beleño’». Por otra parte, según esta misma autora (ibíd., 453), los nombres de insana y herba calicularis, aunque tardíos, ya eran conocidos en textos latinos, especialmente médicos; «sin embargo, milimindrum sólo se conoce a través de este pasaje [de Isidoro] y, sin embargo, su existencia está perfectamente corroborada por los resultados romances, cast. milmandro, port. meimendro, ret. milándor (REW 5571)». A todos ellos, añadimos ahora la interesante forma, totalmente romanceada, milmendro, del Em 31. Cf. billinium. minuat decrescit minuat, Em 31, 11r 2, 49. Non rep. Comp., sin embargo, CGL V 496, 21, deminuti minuati. En relación con este verbo escriben Corominas-Pascual: «En latín MINUARE se documenta en glosas transmitidas por mss. de los SS.VIII, IX y X, aunque seguramente anteriores (CGL IV, 251.16; V, 496.21, 338.50, comp. ALLG X, 513), pero también en Gregorio de Tours [...], en el penitencial español de San Millán» (DCECH, s. v. menguar). mirones mirones fantasie miratores, Em 31, 60v 3, 61 (lámina 198). LGl, MI 191, Mirones phantasiae miratores (Gloss.); CGL V 117, 7, Miranes (sic) fantasie m.; ibíd., 635, 63, Miriones fatasiarum (sic) inanium . Lat. MIRIO, -ONIS >monstruo de fealdad=, >admirador necio=. En Du Cange, s. v. miro, encontramos esta interesante definición: «in Gloss. Lat. Gall. MS. Ex Bibl. Thuan. Cod. 525: Regarderres de belles femmes». modulones musici modulones, Em 31, 63v 1, 22 (lámina 199). LGl, MU 348.
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Salvo este testimonio del LGl, no hallo ningún otro en los distintos repertorios latinos consultados. En el DCECH, s. v. modo, se recogen módulo, modular, modulación, modulador, modulante y moduloso. No figura, en cambio, modulón. molinus molendinus molinus, Em 31, 61v 2, 26 (lámina 200). LGl, MO 131, (Gloss.). Este glosema no se encuentra en más glosarios. Comp. CGL III 590, 66, girius farina parietis in molino; ibíd., 624, 31, girius idest farina de parietes in molino. Lat. tardío MOLINUM íd., abreviación de SAXUM MOLINUM >muela=; MOLINUM está ya en la Ley Sálica (cf. Du Cange, s. v. molina). Hace al caso señalar aquí que en los documentos legerenses, comprendidos entre los años 842 y 1201, molino prevalece ya sobre molendino143. monstruum, montruas – mactra macida, grece; uulgo autem monstruum dicitvr, Em 31, 56r 1, 9 (lámina 201). LGl, MA 107, Mactra magida Graece; vulgo autem monstrium (?) dicitur. – monstrum singulariter; monstra, pluraliter; montruas ergo non dicuntvr, Em 31, 62r 2, 21. Non rep. En el bajo latín, y particularmente en los glosarios, es frecuente la forma MONSTRUUM, MONSTRUA, alteración del lat. MONSTRUM íd. por influjo de MONSTRUOSUS: CGL V 311, 35, Monstruum obscenum prodigium; ibíd., 466, 20, Monstruum quod absque natura nascitur ut aues cum quattuor alas; ibíd., 21, Monstrua proprie terrena sunt prodigia uero celestia. Según Corominas-Pascual, DCECH, s. v. mostrar, aún pervive «monstro en Lope y en Covarr.; Oudin ya prefiere la forma monstruo, que es la que impone Aut.». morina morina diuina potjo que appellatvr a grecis falernum, Id est, uinum, Em 46, 103v 57. Goetz, murrina potio diuina quae a Graecis nectar dicitur, de uino murrato IV 539, 31; Paulus ex Festo, myrrhiola.
143 Cf. F. González Ollé, ALa función de Leire en la génesis y difusión del romance navarro, con noticia lingüística de su documentación@, PV, 218, 1999, 797.
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˘ RRINA (comp. murrinum uinum murra conditum 105r Posible alteración de MU 18) por influjo de MEˇRUS ‘vino puro’ (en el códice: mero bacco ‘puro uino’ 101r 32). Es bien conocida la costumbre de los romanos de perfumar el vino con mirra (Plinio XIV, xiii 15). moroidas, morriodas morriodas moroidas, purgatjo uiribus per meatum, Em 31, 62v 1, 2 (lámina 202). Comp. CGL III 600, 4, emoruidas eruptio sanguis circa anum siml circa mulierum causas euenire solet (ibíd., VI, pág. 511, «Haemoruidas: ...anum, similiter circa mulierum...»); ibíd., 17 emoroie˛ manatio sanguinis deuena cum acutissimo fluxu sanguinis (ibíd., VI, pág. 511, «Haemoroiae: ...de uena...»). Lat. HAEMORRHOIA >flujo sanguíneo=; HAEMORRHOIS -IDIS >hemorroide, almorrana=. morotam fraga florum uel cibi genus, Id est, poma agrestia rubicundi, cuIus erbe terre aderent et dicuntvr chamegila uel morotam, Em 31, 33r 2, 38 (lámina 156). LGl, II 14v 2, Fraga Florum uel ciui genus rubicundi cuIus erbe terre a.; d. camelia, o. a. (= abstr.). Comp. CGL V 501, 46, Fraga genus pomi idest chamemila; ibíd., IV 80, 50, Fraga pomus agrestis; ibíd., III 539, 13, fragas fenuculo . idest maratro; Em 46, 66r 2, 44, fraga poma agrestiam. Interesa destacar que esta voz, sólo documentada en el Em 31, guarda estrecha relación con el gall. (a)morote, uno de los nombres de la fresa en esa región occidental, recogido por DCECH, s. v. fresa, en el siguiente pasaje: «En realidad las fresas fueron siempre conocidas en España, como prueban los nombres antiguos MAYUETA y (A)MIÉSGADO, que este autor cita de un Calepino, pero notando con razón que “no son nombres usados universalmente”; los demás romances hispánicos han permanecido refractarios al galicismo fresa: cat. maduixa, fraga o fraula, port. morango, -ga, gall. (a)morote; tampoco penetró en la América del Sur, donde se dice frutilla, y en Asturias fresa es sólo la del jardín y las demás llevan el nombre de miruéndanu». En otro lugar del mismo DCECH, s. v. arándano, Corominas-Pascual piensan (ahora podemos comprobar que muy acertadamente) que las formas gallegas moròdo, morògo, moròte y morango ‘frambuesa’ y el sanabr. amaruóganu íd. proceden muy probablemente de un prototipo común *MOROTANU, el mismo étimo del ast. y leon. meruéndano íd. (< *meruédano, con repercusión de la nasal). Más exactamente, este tipo *MOROTANU estaría en la base
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de todo un cúmulo de nombres occidentales que designan tanto el madroño (merodo en el Bierzo y en otras partes de León, morodo, (a)morote, morodeiro, moroteiro o morongueiro en Galicia, gall. NE amorólos ‘la fruta del madroño’, etc.) como la fresa (gall. (a)morote, morodo, morogo, morobos y morouguiños; port. morango) y el arándano (leon. y ast. meruéndano, ast. miruéndano) (DCECH, s. v. madroño). Cf. fraga. morteras mortariola morteras, Em 46, 104r 16 (lámina 203). Deest. Goetz. El masculino mortero (< lat. MORTARIUM íd.) aparece por primera vez en Berceo, que también conoce la forma latinizante mortario, y en un documento de 1210 (DCECH, s. v. mortero, donde se recoge también mortera, pero sin explicación alguna). Nótese la monoptongación, tan temprana, en er y compárese con el excepcional apeiro, arriba explicado. mu mu aduc In consuetudine est; unde mugire dicimus, Em 31, 63v 2, 45 (lámina 204). CGL V 86, 2 ...unde et mugire d. (Plac.); ibíd., 119, 5, adhuc consuetudini est u. m. d. (ibíd., VI, s. v., «(ubi mutire recte Kettner)». Lat. MU, arc., sílaba que representa un sonido imperceptible, el de los labios apenas entreabiertos; mu non facere, Varr. >No desplegar los labios, no decir palabra= (DRAE, s. v. mu, 1. onomat. U. para representar la voz del toro y de la vaca. 2. m. mugido. no decir ni mu fr. coloq. No decir palabra alguna, permanecer en silencio). mucre austri nate mucre, Id est, uento austro corrupte, Em 31, 3v 1, 17 (lámina 205). LGl, 37v 3, 9, Austrinate macre Id est uento austro corrupte. He aquí la interpretación de Lindsay (LGl, AU 418): Austri natae (madent ?) macrae (terrae ?) id est vento Austro corruptae (Verg. G. 3, 429 ?). Conviene advertir que no se aprecia bien en el LGl la composición exacta de la entrada léxica. Por otra parte, la lectura que, a nuestro ver, realiza el copista de ese códice parisino, macre por mucre, es un claro ejemplo de copia de un modelo visigótico, al confundir la a con la u. En dicho modelo del importante manuscrito de París debía de figurar la variante del Em 31, mucre.
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Los hechos textuales se compadecen mal con la lectura e interpretación conjeturadas, con poco convencimiento, por Lindsay: Austris madent terrae id est vento Austro corruptae («¿las tierras están húmedas [o >se humedecen=, >se corrompen=, >se vician=] con [o >por=] el viento Austro?»). Por nuestra parte, para ayudar a la comprensión de este texto tan complejo, aportamos el contenido de los artículos siguientes: cód. Em. 46, 97v 2, 37, madet umidum est; LGl, AU 416, austrare humefacere dictum ab austro qui est valde pluvius; Du Cange, s. v. Austrinatus Macer, i., vento austro corruptus. Papias (Blánquez, s. v. macer, cra, crum: 1.1: >flaco, enjuto=, 2.1: >seco, estéril=, 3.1:=delgado=); ibíd., s. v. austrare humefacere, ab Austro. Papias; TLL, s. v. austrinatio, -onis, bajo austrinatione aere corrupto (Vulgata; hay otro ejemplo, sólamente, de Itala). Como punto de partida básico para realizar un estudio en profundidad sobre la génesis y la evoludión histórica de la palabra española mugre, es imprescindible conocer los siguientes datos aportados por el DCECH (s. v.): «alteración del dialectal mugor >suciedad=, >moho=, que procede del lat. MâCOR, -ÆRIS, >moho=, >florecimiento del vino, ¯ RE >enmohecerse, echarse a perder=; el derivado *mugoriento se etc.=, derivado de MâCE sincopó en mugriento, y de ahí secundariamente se extraería mugre. 10 doc.: mudre, APal.; mugre, 1570, C. de las Casas (Asoccidume, untume@). Leemos en aquel vocabulario Ailluvies... quiere dezir suziedad, enfermedad, mudre resudada... assí que illuvies es suzia mudre@ (204d), Apedor es mala mudre y suziedad@ (289b), Amucida por mohosos se dizen los çaticos del pan mohientos que ya tienen mudre por ser de días, ca mucor es una pelota o moho que nasce en el pan@ (289b) [...]. Una forma más cercana a la etimología se ha conservado en algunos dialectos: asturiano mugor m. >suciedad, sudor= (Rato), >moho, comúnmente el gusto u olor a moho= (Vigón, Acevedo-Fernández), [...]. Por estas formas se ve claramente que estamos ante el latín MâCOR, -ÆRIS, >moho=, >florecimiento del vino y otras sustancias=, palabra que ha dejado descendencia en rumano, sardo y algunos dialectos italianos. Pero desde antiguo se ha visto la dificultad de la evolución fonética de mugre; es muy difícil que pueda venir del nominativo MâCOR, caso que estaría completamente aislado (además, más bien se esperaría *mugro, comp. cuatro QUATTUOR). La explicación más probable la sugirió Schuchardt (Roman. Etym. II 62): mugre se extraería de mugriento, síncopa de mugoriento, derivado seguramente muy antiguo de mugor, puesto que aparece al mismo tiempo que el sustantivo: mudriento en APal. 459b, mugriento en el Quijote; citaba Schuchardt los casos paralelos del bearn. sabre >sabroso=, sacado de sabrous SAPOROSUS, fr. ant. mucre >enmohecido= de mucrir (*MUCCORIRE), a los cuales se podría agregar el port. sudro >sudor cuajado= (ya en Montecarmelo, 1867), que vendra de *sudroso por sudoroso [...]. G. de Diego, después de aceptar la explicación de Schuchardt (RFE VII, 139), propuso considerar mugre como debido a un cruce de
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mugor con podre; esto también es posible, aunque sólo se concebiría a base de un cruce en dos fases: mugor x podre > mudre, y mudre x mugor > mugre; pero es más convincente creer que el mudre más o menos ocasional de APa1. resulte de una alteración de mugre preexistente, sea por un caso temprano de la vacilación popular entre gr y dr (piegra, magre < piedra, madre, y viceversa alav. nidrio de nigriar < negrear), o bien por el cruce admitido de mugre con podre». De toda esta valiosísima aportación, destacamos que en la propuesta etimológica ¯ RE >enmodefendida por Schuchardt, y apoyada por Corominas-Pascual (a saber: MâCE ¯ RE >moho=, >florecimiento del vino, etc.= > dialectal hecerse, echarse a perder= > MâCO mugor m. >suciedad=, >sudor=, >moho= > *mugoriento > mugriento > mugre), la categoría gramatical de mugre es, todavía, la de un adjetivo, léxicamente sinónimo de mugriento (del que es derivado regresivo), y no la de un sustantivo, como mugor, según se aprecia desde sus primeras ocurrencias en APal. Por ello, no nos decidimos a considerar la forma mucre del Em 31 como un sustantivo, lo que ocasionaría una interpretación, más o menos, como la siguiente: «mohosas por el austro: mugre, esto es, corrompidas por el viento austro» (salvo que austrinate equivalga aquí a >natas, capas mohosas, flores del austro=, empleo semántico de difícil comprobación, que forzaría la separación austri nate). Preferimos, más bien, por imperativos de coherencia gramatical notorios en el artículo (austrinate, mucre, corrupte), una interpretación en que mucre signifique >enmohecidas= (obsérvese que en fr. ant. mucre >enmohecido= saldría de mucrir < *MUCCORIRE, según Schuchardt); algo así como: «mohosas por el austro: enmohecidas, esto es, corrompidas por el viento austro», donde mucre vendría a ser, obligadamente, el plural femenino del singular *mucra (frente al masculino *mucro), provenientes ambos, quizá, de un derivado verbal de *MUCCORIRE. En todo caso, tiene mucho interés resaltar, insistimos, que esta forma, al parecer, correcta del Em 31, mucre, permite conocer que, con esas mismas características formales, ya se empleaba hacia el siglo VIII, según se desprende de la presencia de la variante corrompida (macre por mucre) del LGl. mugrone paliurus erua spinosa altero adunco, alteram mugrone erecto, Em 31, 75v 2, 38 (lámina 206). LGl, PA 186, P. herba sp. altero a., altero mucrone erecto; CGL V 128, 29, Paliurus erbaspinosa . altero adunco . altera mucrone erecto.
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Testimonios como el presente, en que mucrone continúa manteniendo un significado análogo al de spina, hacen más difícil aún atribuir a MUCRO, -ONIS la etimología de mugrón >sarmiento que, sin cortarlo de la vid, se entierra para que arraigue y produzca nueva planta= (DRAE, s. v.). Corominas-Pascual, DCECH, s. v. mugrón, ya se opusieron a esta propuesta defendida por Diez y por Schuchardt (aunque éste con mucha reserva). Sin embargo, la alternativa que, con firmeza, ellos ofrecieron («es seguro que las demás formas citadas [sólo dudan del cat. mugró >pezón=] proceden de una manera u otra de MERGUS»), aunque, en su punto de partida, es, a nuestro entender, bastante sólida, no nos satisface en cuanto a la constitución de los estadios evolutivos que proponen (MERGUS, Col., Pall. >mugrón de la vid= > lat. vg. MERGORA > *MERGORONE > *murgrón > cast. mugrón). El eslabón latino MERGORA, fundamental para afianzar su tesis, no enlaza bien con el resto a causa de su significado. En efecto, esta palabra, documentada tan sólo en una de las glosas publicadas por Escalígero, aunque atribuidas a San Isidoro (CGL V 604, 52, Mergorae situlae quibus aqua de puteo trahitur; donde MERGORAE son los >cubos o cangilones para sacar agua de un pozo=), tiene, como se aprecia enseguida, una significación relativamente distante de la del origen MERGUS. nacos ephippia nacos equorum, Em 31, 20r 2, 25 (lámina 207). LGl, 104v 1, 6, Epýppia Maccos equorum; Lindsay, LGl, EP 55, Epyppia (ephipp-?) muccos equorum (Gloss.); Goetz, CGL V 65, 4, Epyppia maccos equorum (de gl.). Destaca, por su afinidad con la lección del LGl y del Em 31, la variante macos del códice turonensis (Bibliothèque de Ville 850) del siglo IX, ofrecida por Lindsay en su aparato crítico. Comp. CGL V 641, 31: Effippium tegumentum equinum; CGL V 657, 22, Ephyppia (prior p postea addita) ornamenta aequorum; CGL V 63, 30 y Em 31, 17v 1, 12, Effippia sunt equorum freni; CGL V 21, 1, Effipia sunt equorum frena. Du Cange, s. v. epiphia, epiphiorum, ofrece este comentario: «Aornemens de chevaulx, si comme freins, petraus. Inde Epiphyare, i. Equum ornare. Gloss. Lat. Gall. Sangerman. Leg. Ephippia a Graeco εφιππιον». En fin, Blánquez, s. v. ephippium, define esta voz como ‘mantilla, gualdrapa, manta de caballo’ y cita el siguiente testimonio de Hor.: Optat epiphia bos piger, optat arare caballus [«el buey perezoso quisiera llevar gualdrapa; el caballo quisiera labrar»]. La lectura que incorpora Lindsay, muccos, debe corresponder a la versión del Vat. Pal. 1773 del siglo IX in. Para ese latinista la lección del códice BN de Francia, lat. 11529 (que ofrece, también, en el aparato crítico), es meccos, pero en este manuscrito se ve con claridad Maccos, con una a uncial, y no meccos (Goetz, en cambio, basa su edición
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del Placidvs Librorvm Romanorvm en el mismo códice parisino 11529 y transcribe maccos, correctamente, mientras que en el aparato crítico exhibe la lección del códice Vatic. Palat. 1773, muccos). Por otra parte, no ha de sorprender que en la copia del LGl, escrita a fines del S. VIII o en los comienzos del IX, aparezca una u por una a (así ocurre muchísimas veces: AC 114, 342; AD 166, 663; AE 316; AG 192; AL 286, 380; AR 248; etc., etc.), ya que parece claro, por ésta y por otras muchas razones gráficas, fonológicas y léxicas, que el modelo del LGl (o, al menos, de buena parte de éste) estaba escrito con letra visigótica, sistema paleográfico que, como es bien conocido, se presta con cierta facilidad a la confusión de estas dos letras. A su vez, Goetz, CGL VI 393, tras su edición del artículo Epiphora: lippitudo oculorum (CGL IV 232, 34), añade el interesante dato que sigue: «Huc refert Deuerling epyppia maccos (vel muccos) equorum (h. e. epiphora muccus equorum) Plac. V 65, 4: certe ephippia minus probabile». Esta misma sospecha de Deuerling respecto a la confusión de las entradas léxicas (epippia en lugar de epiphora), cuya génesis se encuentra claramente en conjeturar que maccos es una mala lectura de muccus y, sobre todo, en el desconocimiento general de la unidad léxica mac(c)os, se incluye, así mismo, en el comentario del ThLL, s. v. ephippium: «Schol. Hor. epist. 1, 14, 43 ‘-a’: alii ‘sagmata’, nonnulli ea quae propter iugum equis currilibus imponuntur, et hoc verius. Gloss. IV Plac. E 61 -a sunt equorum freni. Gloss. -um tegumentum equinum. -a ornamenta equorum. dub.: Gloss. I Ansil EP 55 epyppia (ephipp-?, epiphora suspic. Deuerling) muccos equorum». Pero como puede enseguida observarse, en realidad, el glosema de epiphora reiterado en los glosarios es lippitudo oculorum (LGL, EP 39, CGL IV 232, 34 y Em 31, 20r 2, 26, etc.). La clave para la correcta interpretación del término nacos (Em 31; Maccos en el LGL; macos en el códice turonensis) se halla ya en Du Cange, s. v. anacos. Para este benemérito lexicógrafo, anacos (así, en plural) es una «Vox Hispanica. Panni vel telae xilinae species. Collect. Concil. Hispan. tom. 4. pag. 707. col. 1.: In conficiendis pannis, sagis, et quos vulgo Anacos, et quos lliquillos vocant, dando illis gossypium... et jubendo ut lanam in fila ducant, etc.». La atribución hecha por Du Cange de «vox hispanica» queda matizada por Corominas-Pascual (DCECH, s. v. añicos), para quienes el origen de esta palabra se halla en un radical hispano-céltico. He aquí la explicación de sus argumentos y una selección de los datos que consideramos imprescindibles para el conocimiento riguroso de la voz: «radical hispano-céltico *ANN- ‘paño’ [...] ha dado [...] el gallego-portugués anaco, naco, ‘pedazo’ [...] El gall. anaco significa ‘pedazo (p. ej. de pan)’ (VKR X, 147; Vall.) y se dice cair en anacos o a anacos para ‘hacerse añicos’ (RL VII, glos. de 1850; y la copla citada por Tiscornia, M. Fierro comment., p. 446); esta forma se extiende hasta el port. del Miño (Fig.), mientras que en el resto del dominio lingüístico corre naco ‘pedazo (de
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pan, de jamón, de tabaco, etc.)’, que desde el Brasil pasó a la Argentina, especialmente en el sentido de ‘pedazo de tabaco’ (Tiscornia, l. c.). Es evidente que anaco y añico son derivados de un radical común con sufijos diferentes, y con la representación de la NN que es normal en los dos idiomas. Aunque en castellano sólo se emplee el vocablo en la locución hacer añicos [...]. Como en definitiva la etimología de añicos ha quedado hasta ahora sin averiguar, pero tiene importancia decisiva en la cuestión el gall.-port. anaco, será útil dar más pruebas del firme arraigo de este vocablo. En la mejor prosa gallega actual tienen amplio uso anaco y sus derivados: “apenas lle queda un anaquiño de coxa”, “un anaco de tempo” Castelao 131.11, 81.2, 20 y passim, pasajes que nos muestran el vocablo como expresión del lenguaje objetivo, sin matiz afectivo (como el del cast. añicos) y con más indicio de antigüedad. Sarm. CatVG. 65r ya registró “anáco, anéco significa un pedazo de pan, de paño, de carne, etc.”, nota de gran interés pues nos enseña la existencia de una tercera forma sufijal anaco ~ anéco ~ añico. De ahí el verbo esnacar “hacer pedazos” (íd. 184v), esnacado ‘despedazado’ (196v); y luego esnaquizar muy frecuente en la pluma de Castelao. Ahora bien la coexistencia de los tres sufijos prerromanos -AKKO-, -EKKO-, -IKKO- (y aun -OKKO-), los tres abundantes en las reliquias del celta continental (vid. Holder) nos orienta decididamente hacia una etimología céltica. Y como también Sarmiento habla especialmente de pedazos de paño, pensamos en una correspondencia del lat. PANNUS puesto que el céltico suprimía la P indoeuropea [...]. En conclusión, hay base suficiente para admitir que un ANN- ‘paño’ existió en hispano-céltico, del cual derivó éste una especie de diminutivos ANNAKO-, ANNEKO-, ANNIKO- ‘pedazo de paño’ (y aun quizá ANNOKO- de sentido más evolucionado) luego extendidos a los de otras cosas». Es conveniente destacar de nuevo (cf. mucre) que merced a esta documentación de la forma correcta, nacos, del Em 31 ha sido posible identificar tan interesante forma hispano-céltica en textos ultrapirenaicos de los siglos VIII-IX bajo la variante ma(c)cos. Interesante en sí misma y por su papel en el estudio de la filiación y procedencia de los códices altomedievales, particularmente, de los glosarios. nappori propoleos nappori siue amacu, Em 31, 89r 3, 60 (lámina 120). LGl, II 150r 3, Propoleos Nampur (que, a nuestro ver, corrige Nampar) idest amacu (PR 2655 no edita el glosema; se limita a indicar su fuente, Galeno); CGL III 541, 58 (Cassin. 69 del s. IX), propoleos idest napsuri idest amatu (CGL VII, s. v. Propoleos, «id est napsuri (?), id est amatu (?)»).
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Comp. Em 31, 84r 3, 56, pompoleos clusura de apibus; ibíd., 89r 3, 61, prepeleos ciurada de apes; CGL III 593, 45 (Vat. Reg. Christ. 1260, del s. X), propolius ce˛ra unde apes se includunt deforis uel domicilium ubi se recludit mater apium; CGL III 542, 17, propoleos idest malta deapibus. Teniendo en cuenta que, según el DRAE, la voces propóleos y ámago (o hámago) significan, respectivamente, >sustancia cérea con que las abejas bañan las colmenas o vasos antes de empezar a obrar= y >sustancia correosa y amarilla de sabor amargo que labran las abejas=, no me parece desatinado emparentar la palabra nappori (nótese la primitiva forma del LGl, nampar, corregida posteriormente en nampur), equivalente de amacu, con el vasco lapar, que, según Azkue (Diccionario vasco-español-francés, s. v., 3.0 acep.), tiene el significado de ‘cerón, residuo, escoria o heces de los panales de la cera’, ‘poix, résidu des rayons de miel’. Según afirma Michelena144, «en inicial l permuta en algunas palabras con n (y cero en una ocasión): [...] Com. larru ‘cuero’: mer. vizc. narru» Cf. amacu y ciurada. nixa – mala nixa, ciriola, prunas, Em 31, 57r 1, 8 (lámina 141). – melimela aut pruna aut nixa 59r 1, 18, Em 31. Comp. CGL III 540, 66, melimela idest nixa. Nixa es un nombre bien conocido en el bajo latín general: Du Cange lo registra como término empleado por san Isidoro, por Pelayo, traductor eclesiástico del siglo VI, y por un glosario provincial latino de la Edad Media: «Nixa, Hispanis, Prunus Damascena, a multitudine enixi fructus dicta, ut est apud Isidorum lib. 17. cap. 7. Occurrit apud Pelagium lib. 5. de Vitis Patrum, libello 4. cap. 65: Et attulit quidam frater Nixas siccas, et fecit pultes. [Glossar. Provinc. Lat. ex Cod. reg. 7657: Coquinella, prunus, pruniens, Prov. Nixa, idem]». Según Menéndez Pidal (Oríg. 391-392), de la célebre glosa al árbol llamado por los griegos «coccymela» (cf. ciriola) se deduce que la palabra nixum o nisum se encontraba en esa décima centuria especialmente difundida entre los mozárabes, pues no cabe ninguna duda de que el vocablo spani de la glosa designaba entonces a esas gentes cristianas. Ahora bien, la comprobación de que la voz nixum no figura con el sentido botánico en el Glosario mozárabe de ese mismo siglo y, también, de que no se encuentra ningún descendiente de tal término en los distintos botánicos hispanoárabes nos indica que los spani o mozárabes
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L. Michelena, Fonética histórica vasca, San Sebastián, 1990, 324.
aludidos por el autor de la glosa serían los limítrofes de León. Sabemos, en efecto, que en esa región era corriente el nombre nisum, a juzgar por la presencia en documentos leoneses del siglo XI de los derivados nisares y nisarales (por ejemplo: «erditate... cum suos recos in pumares, in ceresales, in nisalares, in perales, in nocales», 1015 León, AE 70º). Así mismo, es bien conocido en los estudios de dialectología hispánica que, pese a la ulterior caída en desuso de esta familia de palabras tanto en la Península como en la Romania, en Asturias y en el Norte de León aún se conservan abundantes descendientes de esa voz. Cf. ciriola, mala y pruna. obliga obliga non recta, Em 31, 69v 1, 23 (lámina 208). LGl, OB 231 y CGL IV 128, 42, Obliqua non recta (Abstr.). Como señalan Corominas-Pascual, DCECH, s. v. oblicuo, las dos variantes, oblico y obliquo, pertenecen sólo al léxico de la gente ilustrada. Se trata, por otra parte, de expresiones que comienzan a utilizarse a finales del siglo XV. Ahora bien, el presente testimonio femenino recuerda inmediatamente el medieval antiga, fruto en todos los romances, menos en el castellano, de la generalización del radical del masculino (port. antigo, -iga, cat. antic, -iga, it. antico, -ica). Cf. anticos. obridio, obrizo effaz auro obridio, Id est, obrizo; dicto obrizo uel obridio quod obradiet splendore; est enim coloris obtimi, quod ebrei effaç, greci cirron, nos autem obridio uel obrizo nuncupamus, Em 31, 17r 2, 54. Non rep. LGl, 107v 3, Ofaz Obrizum genus auri, quod greci rippon dicunt; ibíd., Ofaz Obridium aurum. Etym XVI 18, 2 «Obryzum aurum dictum quod obradiet splendore; est enim coloris optimi, quod Hebraei >ophaz=, Graeci 64DDÎ< dicunt». Los diccionarios latinos recogen el sust. OBRYZUM >oro acrisolado, puro= y el verbo OBRADIO, -AS, -ARE >brillar, lucir=, con la sola autoridad de Isid. aquí aducida. Obsérvese, por otra parte, el notable interés que encierra la alternancia gráfica obridio / obrizo; por ejemplo, en la interpretación fónica del adjetivo gaudioso, GlEmil 89, que, según Alarcos, sonaría [goyoso]145 (la variante gozoso se documenta por vez primera en Berceo, Duelo, 65).
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Cf. E. Alarcos Llorach, AEstertores latinos y vagidos romances@, BRAE, 75, 1995, 434.
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olimo, olumum – bidellio aqua colligvntur, Id est, uisicas que˛ nascuntvr In olimo que˛ faciunt uulnera In corpore, Em 31, 5v 2, 43 (lámina 209). CGL III 536, 44, Bidellu id est aqua que colligitur de uessicas que nascitur in ulmo qui faciunt ad uulnera in corpore. – bibtela olumum, Em 31, 6r 1, 6. CGL III 548, 51, pteleas ulmus. Lat. ULMUS, -I; la forma romance olmo es bien conocida en los textos de los orígenes del español (cf. DCECH, s. v.). Cf. bidellio. ouo ouo gallinacio erba soldaturia ouo gallinacio, Em 31, 20v 1, 23. Lat. OVUM, -I >huevo=; GALLINACEUS, -A, -UM >de gallina=. pacere pacere pascisci, Em 31, 75r 2, 10. CGL V 90, 19, Pacere pacisci (Plac.). Comp. CGL IV 18, 27, Animum pascit aduocat. La escritura romance pacer (lat. PASCERE ‘apacentar’, ‘pacer’) se documenta ya en los orígenes del idioma. pan pan cibus, Em 46, 110v 11 (en Sil 1296, 145v, pan cibus aut deus pantorum...). Comp. con el helenismo pan ymago Inquina quam uulgus Incobum uocat, habet ergo cornua quibus significat solem et lunam; caprinas ungulas habet, Em 46, 110v 12. Del lat. PANIS, IS; se documenta por primera vez en 1090 (DCECH, s. v.). Con el sentido figurado de ‘alimento’, ‘todo lo que sirve para el sustento diario’, panis se encuentra ya en la Vulgata (Gen. 3, 19; Iud. 19,5). parracida – parracida proprie˛ dicitur Interfector parentis, quamuis quidam ueteres hunc parenticidam dixerunt, quoniam parracidium et omicidium In quocumque Intelligi possit, cum homines sint hominibus pares, Em 31, 76v 2, 57 (lámina 210). Etym X 225.
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– parracida qui patrem occidit, Em 31, 77r 1, 10. LGl, PA 494, Parricida. – patricida et parracida qui parentes occidet, Em 31, 77v 1, 4. LGl, PA 810, et parricida id est qui p. occidit (Abstr.). No hallo en otros glosarios ningún testimonio más de asimilación vocálica. Cf. parracidio. parracidio, parracidium – Ifigenia soror Estes quam parracidio expiatus est, Em 31, 43v 3, 61. LGl, IF 3, Ifigenia (Iph-) soror estes (Orestis) qua[m] a parricidio expiatus est. – parracida: proprie˛ dicitur Interfector parentis, quamuis quidam ueteres hunc parenticidam dixerunt, quoniam parracidium et omicidium In quocumque Intelligi possit, cum homines sint hominibus pares 76v 2, 57, Em 31 (lámina 210). Comp. CGL IV 547, 33, Parecidium qui patrem aut matrem occidit. Cf. parracida. parrocia parrocia adIacens domus, Id est, Dei, Em 31, 76v 3, 62. LGl, PA 538, Parocia adiacens domus aut diocesis. Comp. V 379, 33, Porochia loca adiacentia ecclesie; Em 46, 73v 66, Heremus desertum, parocia adIacens domus, Id est, Dei. Lat. PAROCHIA y PAROECIA >diócesis=, >parroquia=; cf. varias acepciones más de este voz en Du Cange, s. v. parochia y parrochia. pellican porphirionem pellican siue auis orientalis, Em 46, 119r 1. Sil 1296, pellicanus; Comp. pellicanus auis parua qua solitudine delectatur Em 46, 113v 7 y Goetz, pelicanus auis est, sed duo genera sunt, unus aquatilis et alius in solitudine habitat V 509, 52 (Oríg. XII 7, 26); Jerónimo, pelecanus. Probable transliteración del griego πελεκVν íd. o acaso apócope de pellicano. Nótese que no sabemos «cómo pronunciaban APal.y Nebr., pero Góngora hace rimar con llano, mientras que Aut. acentúa ya pelícano» (DCECH, s. v. pelícano). pensa trutina pensa, Em 46, 157v 39. También en LGl. Deest. Goetz.
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La equivalencia trutina statera, Em 46, 157v 38 (y viceversa, statera trutina, Em 46, 146r 30) permite atribuir a pensa el valor de ‘balanza, peso’ o ‘contrapeso, pieza metálica que se utiliza como contrapeso’ (comp. trutina dicitur libramentum uel unde ponderamus CGL V 102, 18, stater nummus est et pensat unciam unam IV 282, 37, y statera pesum BN 80, 103v, apud Gil, CSM, XLV). DCECH, s. v. pesar, recoge pesa con la escueta indicación de que se documenta por vez primera en APal 55b. persa gaza lingua persa, tesauri uel erarium, Id est, pe˛cuniam; gaza enim et superlectilem accipimus meliorem, Em 31, 36v 3, 43. LGl, GA 160, l. persica. Comp. CGL IV 240, 52, Gaza diuitie˛ lingua persa (pero Goetz, CGL VI, s. v. gaza, escribe persica); ibíd., 587, 7, Gaza autem lingua persica diuitie˛ uocantur; ibíd., 81, 30, Gaza lingua persarum. Lat. PERSICUS, -A, -UM >de Persia, persa, pérsico=; PERSA, -AE >nombre de un personaje y de una comedia de Plauto=, >nombre de perro=, >Ninfa, madre de Perseo=. pes tripodas tripoda dicitur ubi conca pendet, eo quod tres pes habeat, ex e˛re facta, Em 46, 157r 9 (lámina 211). Deest Goetz; comp. pedes (tripoda trepida, Id est, scabillum apud tres pedes uel... 157r 7). Esta forma, pes, podría ser una de tantas incorrecciones latinas que por causas distintas se dan en el glosario. Pero cabe interpretarla como un plural muy romanceado (PE˘DES > *pees > pes), afectado acaso por la inhabilidad en la representación gráfica del diptongo. De cualquier modo, será útil recordar aquí que en plural hasta el siglo XIII piedes es la única forma romance que viene considerándose auténtica (cf. DCECH, s. v. pie). piccum driocalaptes auis que In capite suo In modum galli cristam habet; que ore suo arborem fodiens ibi sibi nidum facit; cui latinum nomen piccum Imposuerunt, Em 31, 16r 2, 38 (lámina 212). La definición conocida del driocalaptes a través de los diccionarios latinos (ThLL, Du Cange, etc.) es la que transmite el LGl, 96r 1 (s. v. Driogalaptes). Pero a ella le falta
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precisamente el apéndice final (cui latinum nomen piccum Imposuerunt), donde figura piccum, la denominación latina del ave. En esta forma se da el carácter onomatopéyico P¦KK-, origen de pico (carpintero), picaza y picaraza; el latín P¦CA >picaza, urraca= origina el descendiente regular fr. pie, el port., zamor. y cespedosano pega, el cast. pegaza, etc. plantorio pangatorio plantorio, Em 31, 76r 2, 30 (lámina 213). LGl, PA 284, Pangatorio (pact- ?) plantorio; ibíd., 13, Pac[a]torio plantatorio (Abstr.); CGL IV 135, 15; 266, 20 e ibíd., V 509, 9, actorium: plantatorium; ibíd., 608, 21, Pactario plantario; ibíd., IV 144, 20, Plantario plantatorio; ibíd., 35, Planctorium plantatorium. Comp. ibíd., 27, Plantario horto uel pomario. DCECH, s. v. planta, se limita a recoger la voz plantario, sin comentario alguno. En el DRAE figura ese mismo término, plantario, con el significado de >semillero o almáciga= (< PLANTARIUM íd.). plataneto plataneto ubi sunt multe arboris platani, Em 31, 83r 2, 29. LGl, PL 180, Plataneto ubi multa sunt arbores platani (Abstr.); CGL IV 145, 5, Plantaneto ubi sunt multe arbores plantate˛; ibíd., 548, 32, Plataneo ubi sunt multi arboris; ibíd., V 473, 60, Plantaneto urbis multe arbores platani. Lat. PLATANETUM >platanar=, voz específica de los glosarios. platano nimphea Id est, platano quod In aqua nascitur, Em 31, 66v 2, 26. Non rep. Lat. NYMPHAEA >nenúfar (planta acuática)=. polegio, poleIo, poleIa – geclon polegio, Em 31, 37r 1, 7. CGL III 539, 28, geclen puletio; ibíd., 546, 40, gligonus polegio; ibíd., 631, 58, cliconus polego. – diptanum poleIa masculini, Em 31, 15v 3, 65. LGl, DI 112, Dictamnum hoc est poleium (pul-) Martis (= AAbstr.@). He aquí, en poleIa, un nuevo testimonio de confusión gráfica entre la a y la u.
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– licons poleIo, Em 31, 53v 3, 60 (lámina 214). CGL III 540, 40, Liconu idest puleiu Lat. PULEGIUM o PULEIUM >poleo=. pomerium – pomerium locus ubi sunt poma uel Ipse locus aruorum, Em 31, 84r 2, 48 (lámina 215). LGl, II 136v 1-2, Pomarium et pometum siuepomerium Ita distinguitur pomarium est ubi poma ponuntur pometum ubi poma inueniuntur pomerium ubi poma nascuntur Item pomerium locus proximus muri (Lindsay, LGl, PO 166, tras sive pomerium interpone un signo de admiración); ibíd., 167, Pomarium locus ubi sunt poma. (Abstr.). – pomerium quod est circa muros; locus aruorum, Em 31, 84r 2, 49 (lámina 215). LGl, PO 170, Pomerium quod est circa muros. (Gloss.); ibíd., 171, Pomerium (pometum) ipse locus arborum (= Abstr.). Lat. POMARIUM >pomar, lugar plantado de árboles frutales=; POMERIUM o POMOERIUM >espacio consagrado fuera de los muros de Roma, en el cual no estaban permitidos ni cultivos ni edificaciones=. Pomera >plantación de frutales= (González Ollé, La función de Leire, 806), Pomero, en documento aragonés146. Cf. pomones. pomones pomones pomorum custodes, Em 31, 84r 3, 54 (lámina 216). LGl, PO 180, P. p. c. Posteriormente, también en Papías (apud Du Cange, s. v. pomones; ibíd.,, s. v. Pomilio, «Venditor pomorum, vel pomorum custos»). Cf. pomerium. ponte, pontem pons Inter super fluuium, Id est, ponte, Em 46, 118v 29 (lámina 42); pons Iter super flubium, Id est, pontem, Em 31, 84r 3, 65 (lámina 41).
146
24, 215.
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Cf. O. Nortes Valls, «Estudio del léxico latino medieval en diplomas aragoneses anteriores a 1157», AFA, 1978,
LGl, PO 215, P. iter super fluvio, id est ponte (Abstr.); CGL IV 146, 15, Pons iter superfluuium idest pontem. Lindsay califica la palabra ponte del presente artículo como «Romance Latin»147; y en otro capítulo de esta misma obra148 nota con acierto el papel aún inoperante de esa voz vernácula en la discriminación lingüística: «Until a better clue is found, we may believe Abstrusa to be a French compilation (as Abol. a Spanish compilation), not forgetting that a large part of France (Aquitaine) was at certain periods Spanish territory. The vernacular >ponte= mentioned in 146, 15 (Pons: iter super fluuium, id est ponte) gives no useful clue». popon popon generis pomi, Em 46, 118v 44. Goetz: genus pomi (glosa del CGL V 134, 39, procedente, como tantas otras, del Sil 1298). Comp. pepones de e˛rbis nascuntur magni fert, Em 46, 114r 32. No es fácil saber si se trata de una transliteración, no del todo correcta, del griego πXπων ‘maduro’, ‘especie de melón’ o, más bien, de una variante –por asimilación– de pepón ‘melón’, derivada del lat. PEPONEM íd. porcam porcam terra que Inter sulcos est lata, Em 31, 84v 2, 41 (lámina 217). CGL V 93, 27, inter sucos. Comp. Etym XV 15, 6, «Porcam idem Baetici triginta pedum latitudine et octuaginta longitudine definiunt. Sed porca est quod in arando exstat; quod defossum est, lira». Lat. P3RCA, Varr., P. Fest. >parte saliente del surco, la tierra levantada entre dos surcos=, de donde el cast. ant. puerca >lomo entre surco y surco= (APal. 216b, 249b); porca, sin embargo, es variante que recoge la Acad. en sus últimas eds. (ya 1925) y que recuerda la pronunciación con o cerrada, pórca íd., del cat. (frente a pòrca >hembra del cerdo=). prasiu prasiu marrubio, Em 31, 85r 3, 58 (lámina 218). LGl, PR 13, Prasion marrubium, Graece.
147 W. M. Lindsay, AThe Corpus, Épinal, Erfurt and Layden Glossaries@, en M. Lapidge (ed.), Studies in Early Mediaeval Latin Glossaries, Brookfield, Vermont, 1995, pág. 93. 148 Exactamente, en AThe Abstrusa Glossary and the Liber Glossarum@, pág. 121.
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Como es bien conocido, herederos del lat. MARRUBIUM figuran en las listas de nombres locales de la >fresa=: «vasco marrubi, maruri, maguari, ma(l)ubi, maiuki, con marrubia y maluquio en Álava y márrubi en Navarra» (DCECH, s. v. madroño). Por otra parte, resulta fácil comprobar que en el definiens de los glosarios medicobotánicos MARRUBIUM es la equivalencia habitual del lat. PRASION (o PRASIUM, -I, Plin.): CGL III, 541, 37, prassion idest marrubio; ibíd., 594, 8; 615, 42; 627, 59, prassium idest marrubium; ibíd., 632, 44, prasio marrubio. Ahora bien, aunque fonéticamente no habría ninguna dificultad en la explicación del cambio PRASIA > * FRASIA > fresa (cf. 8.1.7; comp. con L. Michelena, Fonética histórica vasca, 348, «com. fruitu (pruitu, pruttu) >fruto=, guip. vizc. prakak (frakak) >pantalones=»), no desconocemos que el lat. MARRUBIUM «no significa >fresa=, como asegura GdDD 4176, aunque en vasco se hayan confundido los representantes de este vocablo con los de MAJOSTA >fresa=» (DCECH, s. v. marrubio); tampoco perdemos de vista que hasta el lexicógrafo Covarr. no aparece fresa, término que Corominas-Pascual, DCECH, s. v., consideran tomado del fr. fraise íd. (lat. de los naturalistas FRAGARIA >fresera= > fr. ant. *fraiiere > fr. med. fraire > fr. fraise, con s favorecida por la disimilación, > cast. fresa [?]). prostruat fundat humo prostruat, occidat, Em 31, 34v 2, 51 (lámina 219). CGL IV 79, 29 (Vat. 3321) y LGl, FU 161, h. prosternat, o. (Verg. 1, 193). Comp. Em 31, 34v 2, 40, funclat (sic) humo prosternit, occidit (LGl, II 17v 2, con la misma lectura defectuosa: Funclat) y 34v 3, 69, fundat sternat, prosternat, occidat, Iugulet. Parece ser que prostrar no era muy frecuente en lo antiguo. La primera, y única, documentación medieval que consigna DCECH, s. v. postrar, corresponde a Berceo (tres veces aparece en este poeta en la forma prostrado). Se trata de un verbo tomado del lat. tardío prostrare, que sustituyó al lat. clás. prosternere >prosternar=, >derribar=, >arruinar=, partiendo de las inflexiones clásicas prostratum, prostravi, prostrasse y análogas. De ello se deduce que no hay que creer que «la innovación del tema de presente e infinitivo p(r)ostrar sea puramente romance, ya que prostrare y prostrarentur se leen en las Etimologías de San Isidoro (XVIII, xlii, 2; lvi; [...]); prostratur (CGL IV, 420.25), prostat (CGL IV, 381.52) y aun postrat (CGL V, 476.59) en glosas, y formas análogas se hallan en escolios de Juvenal y en otras fuentes vulgares y medievales» (DCECH, ibíd.,). Así, entre los numerosos testimonios de interés que recoge y explica Du Cange, figura prostrata con el comentario siguiente: «Actio sese prosternendi. Ordinar. Capel. reg.
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Ms.: In vigilia nativitatis Domini ad matutinas nullae memoriae debent fieri, nec Prostrata. Vide Prostratio». pruna, prunas – mala nixa, ciriola, prunas, Em 31, 57r 1, 8 (lámina 141). – melimela aut pruna aut nixa, Em 31, 59r 1, 18. Comp. CGL IV 152, 20, Prunum et pruna poma. Según la célebre glosa de Endura (cf. ciriola), en el año 954 los «romani» o cristianos del Norte de origen hispanolatino (cf. Oríg., 392) llamaban al ciruelo con la denominación más general en la Romania, esto es, con el término clásico prunum. Pero andando el tiempo, esta expresión se fue perdiendo en el Centro de España, de modo que únicamente se conserva en Asturias, en parte del antiguo reino de León y en varios puntos de la frontera catalanoaragonesa. A su vez, el femenino pruna, común a la Romania, arraigó, al parecer, tan sólo por Cataluña, el Oriente de Aragón y parte de Murcia. Resulta, pues, que «el área de prunum, pruna, extendida antes por el Norte de la Península, aparece hoy rota en dos áreas muy desiguales, en medio de las cuales se extiende el área de cereola» (ibíd., 393). Cf. mala, ciriola y nixa. psillos psillos medicos, Em 46, 125v 53 (lámina 220). Goetz: phisillos leceas V 378, 28 (y añade: physicos = medicos). Ésta, al parecer, inhábil grafía de pisillos (o phisillos; cf., en el mismo Em 46, pilacteria 116v 58 / filacteria 64r 14 y philacteria 116v 15; inverso: scenofegia 138v 57 y scenophegia 138v 56 / scenopegia, Goetz; timfanum 155r 2 y timphanum 155r 4 / TYMPANUM; pyluluguis 126v 33 / PHILOLOGIS; Pilippus 117r 5; priges 116v 43 / phryges, Goetz; epemerides 54r 4; scipus 38r 11 / sciphus, Sil 1296, 48v; etc.) nos recuerda la acentuación llana de hesíca ‘medicina’ (< PHYSI˘CA), documentada en Lucas Fernández (ed. Acad., 101; apud Castro, Glosarios, XXXIII, n. 2) en rima con borrica. En la Edad Media (S. XIII-XV principalmente), el término usual para denominar al ‘médico, el que profesa la medicina’ era físico (físigo o fíxigo, junto a las formas tomadas del catalán mege, metge, menge, etc.). En lat., PHYSICUS, I ‘naturalista’ (< gr. φυσικ`ς ‘relativo a la naturaleza’; no está ˘ D¯ICUS, I ‘médico’. atestiguada la variante PHYSILLUS ) y ME
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pudida tetra obscura siue pudida uel mala, Em 46, 154r 34. Sil 1297, puda. Goetz: putidum (taetrum obscurum aut nigrum, inmundum uel putidum uel horridum IV 573, 52). Comp. con el topónimo medieval riojano Fonte Pudia149 y con los actuales Ampudia, Empudia y Ampuya (apud A. González Blanco, Diccionario de toponimia, 54). pullus pullus gallinacius gallus pullus gallinacius, Em 31, 36v 1, 17. CGL V 71, 14 (Plac.). qvaquilas coturnix quod uulgit qvaquilas uocant, Em 46, 36r 64. Deest TLL y Goetz. Palabra de origen posiblemente onomatopéyico, que podría estar relacionada con CACILLARE >cloquear o cacarear como la gallina=, CUCURIRE >cacarear el gallo= o CACHINNARE >reírse a carcajadas=. Comp. cuclillo (< var. cuquillo < dimin. de cuco), en lat. CUCULUS íd., forma esta que recoge Goetz con la equivalencia >κουκουβλος= ´ (III 435, 55) y la explicación «a sono uocis compositum nomen habet» (V 186, 36), así como Etym. XII 7, 9 y XII 7, 67: «Tucos, quos Hispani ciculos vocant...». ramiga ramiga ernia, Em 46, 130r 5 (lámina 221). Goetz: ramix hernia. Comp. con el artículo que la precede en el Em 46, ramigosus erniosus 130r 4. En lat., RAMEX, ICIS significa: 1) >rama larga, pértiga= 2) >bastón= 3) pl. >pulmón= y 4) >hernia= (la variante RAMICES figura en el gramático Nonio Marcelo, del S. IV), y RAMICOSUS, >herniado= (en Marcelo Empírico, médico de Burdeos del S. IV).
149 Cf. I. Rodríguez de Lama, Colección diplomática medieval de La Rioja (923-1225). Tomo I: estudio, Logroño, IER, 1979, 227.
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Obsérvese que la primera documentación de la voz romance hernia (< lat. HERN/A íd.) data de 1581, J. Fragoso. «Este tratadista [notan Corominas-Pascual, DCECH, s. v.] se apresura a añadir “acerca de nosotros se dice potra”, reconociendo así que era palabra poco usual. Falta en C. de las Casas, Oudin, Covarr., Franciosini; Oudin traduce el fr. hergne por rotura, quebradura, potra; Aut., fundándose en la identificación que Fragoso hace con potra, dice que es sólo la hernia escrotal, restricción rectificada en parte por Terr. y totalmente por la Acad. (ya 1843)». Pero la palabra potra, que además de >hernia= ha designado varias clases de tumores y ampollas, se atestigua por primera vez en los glosarios del Escorial y de Toledo (h. 1400) traduciendo el latín hernia; si bien el adjetivo potroso aparece ya en Calila e Digna, a. 1251. Ante todos estos datos sobre unos términos tan populares, la voz ramiga adquiere, por su forma y antigüedad, un especial interés. rastros rastros ligones, Em 46, 130r 37 (lámina 222); ibíd., rastri ligones 130r 38 y rastrum ferramentum culture, aut a rdendo terram aut a rraritate dentjum rastros dicimus; est generis masculini, pluraliter hii rastri et hos rastros, hiis rastris; et arta dicimus rastri 130r 39. A propósito del español rastro (RASTRUM se ha conservado únicamente en los tres romances de la Península Ibérica), en el DCECH, s. v., se alude a la escasez documental en castellano de la acep. latina >bidente= o >grada de dientes=, que se encuentra, por ej., en APal. y Nebr. Anteriormente, ya desde el Cid, su significado es el de >huella, pista, en general=. En los glosarios abunda la acep. de >ligone= (= >legón, especie de azadón=). redde redde minore funa redde minore, Em 31, 35r 1, 79. LGl, FU 133, Funa redde (rete) (Gloss.). Es de destacar que sólo el LGl y el Em 31 ofrecen este artículo y que, además, ambos presentan las mismas lecturas. En efecto, funa, por funda >tramallo, red=, figura en ambos códices; por otra parte, los dos mss. escriben -dd- intervocálica, en redde. En el caso del Em 31, donde las dos d son rectas, parece que el sonido de la dental era marcadamente oclusivo (lat. RETE) ya que, de ser fricativo, para su representación gráfica se hubiera utilizado, sin duda en este códice, una d uncial (cf. 7.3).
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reIntegrat restaurat reparat, reIntegrat, Innouat, Em 46, 133v 35. Sil 1296, 175v, y Goetz, redintegrat. Comp. renouat reIntegrat, restaurat 132v 41 y redIntegrat reuocat 131r 45. Según DCECH, s. v. entero, la primera manifestación de reintegrar ocurre en Aut. rialia muscus lanugo In sparti similitudinem, unde et «muscosi fontes»; Auca rialia, Em 31, 63v 1, 10 (lámina 223). LGl, II 91r 3, Muscus Lanugo In partu similitudine munde et muscosi fontes (así en CGL V 224, 33; en LGl, MU 337 figura esta versión interpretativa: Mus[i]cus lanugo in partu (?) similitudinem; unde et (Verg. E. 7, 45) «muscosi fontes» –con la que coincide la lectura crítica de Goetz, CGL VI, salvo en la lección de la entrada léxica, donde, con la debida fidelidad al texto parisino, transcribe Muscus–). En relación con este artículo más su apéndice, interesan otros dos insertados en el mismo folio del Em 31. Helos aquí: a) 63v 1, 18, muscosi fontes erbis mollibus frondium; LGl, II 91r 3, Muscosi fontes Erbis molium frondium DE GLOSIS (LGl, MU 329, Muscosi fontes herbis molium frondium); CGL IV 121, 23, Muscosi fontem herba mollibus frondium; CGL VI, Muscosi fontes herbis mollibus frondium. b) 63v 1, 19, muscus genus erbe mollissime; LGl, II 91r 3, Musicus Genus erbe molissime (LGl, MU 336 Mus[i]cus genus herbae (sic) mollissimae (sic); CGL IV 539, 47, Muscus genus herbe mollissimi; ibíd. VI, Muscus genus herbae mollissimae. A nuestro juicio, la variante anaptíctica, musicus, del LGl, que sólo se da, insistimos, en el artículo correspondiente a MU 336, podría muy bien explicar la evolución que concluye en la voz castellana musgo (MUSCUS > MUSICUS > *musigo > musgo); por lo tanto, aceptamos la propuesta de Leite de Vasconcelos, según la cual la cuestión de un cambio tan anómalo, e intrigante para los hispanistas, se aclararía, precisamente, con una base anaptíctica *MUSICUS. En cambio, para DCECH, s. v. musgo, esta voz procedería del latín muscus íd., probablemente con carácter semiculto, utilizado en los siglos XVII-XVIII por botánicos, naturalistas y científicos, y con el influjo decisivo del vulgarismo mogo (por moho), que es la expresión verdaderamente popular de la noción de ‘musgo’.
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Pero nuestra atención se ha fijado especialmente en el interesantísimo añadido Auca rialia, con que concluye el texto del artículo del Em 31. Reconocemos que, en este caso, la búsqueda de su interpretación nos ha supuesto mucho tiempo de reflexión personal y de intercambio de opiniones, siempre tan útil, con diferentes especialistas. Y, sin embargo, confesamos no haber llegado a desvelar con la nitidez precisa la entidad lingüística de cada una de las dos palabras que lo constituyen ni, consecuentemente, la razón de ser de ese excepcional apéndice lexicográfico. Con todo, entre las distintas explicaciones textuales que pueden defenderse, nos inclinamos a proponer la siguiente: los términos componentes del nuevo artículo bien podrían corresponder a dos topónimos transparentes, Oca y Rioja. Para llegar al establecimiento de esta interpretación hemos considerado, respecto de la totalidad textual, los siguientes aspectos: 1. El artículo Auca rialia sólo se encuentra en el Em 31. 2. Las características paleográficas de este apéndice no difieren en nada de las propias del artículo al que complementa. Fue escrito, consecuentemente, por una misma mano. 3. Tras muscosi fontes aparece la puntuación común para representar el punto final de artículo (que se representa por dos puntos y una coma). Por ello, Auca rialia no forma parte del glosema de muscus. Distintos son los casos, no demasiado frecuentes, en que el Em 31, al final del artículo, inserta una breve explicación complementaria, que no figura en ningún otro glosario conocido; en estos ejemplos el apéndice forma parte del glosema, el cual presenta un solo punto final tras la explicación añadida (así, al término de Id est, capras montjum se escriben los dos puntos y coma, o sea, el punto final, en el artículo damme generis feminini; Oratjus: «et subtrito pauide natarunt ecore damme», Id est, capras montjum, 10v 1, 16, y lo mismo ocurre tras Id est, feras en damule siue damma capreas agrestes, Id est, feras (10v 1, 21). 4. La A inicial de Auca es una uncial mayúscula. Esta característica gráfica del tamaño es la que se observa al comienzo de cualquier entrada léxica (bien es verdad que en el Em 31 todos los definienda de la letra a se encabezan por la grafía mayúscula uncial con forma similar a una lambda). 5. Auca es la entrada léxica de rialia, que constituye la definición: la presencia de la puntuación específica común, punto bajo y vírgula sobrepuesta, así lo prueba. 6. Resulta muy difícil aceptar que el sustantivo Auca tenga aquí estrictamente el significado de ‘agua’ o el de la interesante acepción de ‘arroyo’, ‘río, corriente de agua’. Para estas referencias semánticas en el Em 31 siempre se utiliza la
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forma etimológica aqua (hay 58 casos: 51r, 54, latex aqua qui latet In uenis; 64v 1, 25, nautea aqua cori uel fetidam, In qua coria macerantur; 66r 2, 30, nibata aqua ex nibibus facta; 32r 1, 15 flumen torrens, quia flumen proprie dicitur et Ipsa aqua quando crescit; sed differentja est Inter flumen et flubium; 32r 1, 17, fluenta aque˛, aqua; 32r 2, 36, flumine uiuo perenni aqua; etc.); lo mismo ocurre en los demás glosarios consultados y en los documentos altomoedievales (así, en el Becerro Galicano encontramos testimonios como los siguientes: a. 867, nº 8: «Alia vinea in Aqua fierco»; [872 ?], 11: «ipsos molinos cum suis ductibus aquarum»; 873, 16: «in fontis, in pratis, in pascuis, in aquis»; 934, 22: «rivo de Ulbere, cum suis villis ex utraque parte aque» y «ex utraque parte aque Iberi»; 940, 27: «super aqua de molino»; 947, 48: «quando aquas crescunt usque medio aprile, si quis aqua furaverit de illa presa»; (952), 65: «habeant pastum et montes et aquas et glandiferas arbores»; etc.)150. Por su parte, ninguno de los topónimos riojanos compuestos por la palabra agua, o derivados de ella, presenta la metátesis del w: Agua Mala, Agua Salada, Las Aguas, El Aguachal, Aguadilla, El Aguadero, Río del Aguadojo, Aguasmil, etc. (apud. A. González Blanco, Diccionario de toponimia). La rareza de este testimonio, auca, induce a descartar la explicación fácil de la metátesis de la semiconsonante (AQUA > Auca), aunque reconocemos que no cabe rechazar de plano esta propuesta dados los testimonios del fenómeno desde zonas del catalán hasta el gallego, más otros en diversas zonas románicas. A este respecto, Corominas-Pascual (DCECH, s. v. agua) ofrece la información precisa: «Está muy difundida dialectalmente la variante augua, con propagación de la u, en leonés [...] y en aragonés [...], y de ella pueden salir por disimilación las formas cat. aigua y oc. aiga; por otra parte gall. auga [...] Que no se considera vulgarismo, pues es la forma que Castelao emplea siempre». Por la misma razón precedente no nos parece defendible la reconstrucción *Aucaria (Auca rialia > Aucaria (= Aquaria) + (a)lia. En conjunto: fontes muscosi Aquaria (a)lia ‘fuentes musgosas y además estanques’). 7. El territorio, los montes, el río, la ciudad o la diócesis de Oca eran nombrados en el período altomedieval con el adjetivo Aukensis, -e, o con un sintagma complemento de nombre en el que el núcleo lo ocupaban las variantes Auca, Aucha, Auka y, menos usual, Oca, Oka, (H)ocha y Oqua. He aquí algunos ejemplos del
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Extraídos de A. Ubieto Arteta, Cartulario de San Millán de la Cogolla (759-1076), Valencia, IER y Anubar, 1976.
mismo Becerro Galicano: 863, 6: «Sancti Felicis Aukensis» y «cum collegio Aukensi»; 864, 7: «ad atrium Sanctissimi Felicis... et de Sancti Iohannis de Aukensis»; 869, 9: «cum illa civitate Aukense»; 944, 35: «Vincentius episcopus Aukensis»; 945, 40: «in monte de Auca» (en este documento se señalan algunas de las localidades de la primitiva Rioja que se encontraban en la zona limítrofe con los montes de Oca); 947, 46: «in territorio de Auca», «via qui discurrit ad Auca», «ad montem de Auca»; 986, 99: «Ego Ionti presbiter de Sancti Felicis de Auca»; 1049, 255: «Sancti Felicis, que est situm in suburbio Aukense»; 1142, 379: «ad montes de Aucha et de Puras»; 934, 22: «Valle de Foios, Monesterio, Oca, Birivesca...»; 1007, 130: «via que vadit de Oka ad Bervesca», «filios de Zidurra de Oca»; etc.151. Entre otros muchos testimonios altomedievales que se podrían aducir de este topónimo, dada la importancia del texto en que se recoge, seleccionamos aquí el siguiente: en el fol. 1v del cód. BNE, Vitr. 14-5, que viene denominándose «Fuero Juzgo» de San Isidoro de León, figura una nómina DE PROUINTIAS SPANIE. Concretamente, dentro de la relación de iglesias episcopales de la metrópoli de Terracona se incluye junto a Barcinona, Gerunda, Empurias, Urigelo, Lerita, Cesar Agusta, Osca, Pampilonia, etc., la de Auca. 8. El término rialia (pronunciado, seguramente, rialla, con diptongo y palatal lateral) procede, a mi juicio, del sustantivo femenino singular latino *RIVALIA ‘zona de riachuelos’, ‘zona acuosa’ (RIVALIA, pl. n. del adj. RIVALIS, -E ‘de río, relativo al río’). Recojo aquí toda la información que sobre este adjetivo ofrece Forcellini: «Rivalis, e, adject. (rivus) di rivo, d’acqua corrente, ad rivum, seu ad aquam fluentem pertinens. Colum. 8. R. R. 15. a med. de anatib. Aquatilibus cibis datur cammarus, et rivalis allecula, vel si qua sunt incrementi parvi fluviorum animalia. h. e. in rivis degens». Del mismo adjetivo, pero ya con pérdida de la bilabial sonora, en Du Cange, VII, pág. 182, se hallan los siguientes datos: «Riale, Rivus, rivulus. Provincialibus Riau, Gallis Ruisseau. Charta ann. 1058. ex Archivo S. Victoris Massil : Juxta pratum, Riale in medio. In alia ann. 1212. ibid. legitur, Riali in medio. Alia ann. 1246. e parvo Chartulario ejusdem S. Victoris: Ad quoddam Riale, quod venit a parte dextra. Transactio ann. 1490. ex Schedis Praesidis de Mazaugues: Confrontat... cum Riali». Y sobre la misma voz, Niermeyer escribe lo siguiente: «riale
151 Tomados de Ubieto Arteta, Cartulario, y de M. L. Ledesma Rubio, Cartulario de San Millán de la Cogolla (1076-1200), Zaragoza, IER y Anubar, 1989.
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(< rivus): ruisseau-brook. CD. Cav., II no. 274 p. 79 (a. 973). GUÉRARD, Cart. de Mars., I no. 115 p. 144 (a. 1046). Ibi pluries»152. Tierra adentro de Pontevedra, a la garganta o paso entre dos montes con tierra amena y regadía se la denomina rial (DCECH, s. v. río); pero, sobre todo, en territorio catalán, francoprovenzal, piamontés, en la alta Cerdeña y en el Rosselló hay un buen número de pequeños valles y de riachuelos designados con formas que reflejan un tipo RIVALIS, en especial rial (cf., por ejemplo, «loco vocato al Rial del Prat... affrontat cum riallo...», a. 1375, Vinçà, DECat 153, s. v. riu). Y en el territorio mismo de La Rioja hallamos bastantes topónimos derivados de esos mismos étimos, RIVALE y RIVALIA: Los Riales (Cerillo Siete Riales), El Riajo, Los Riajos, Riajondo, Riajuelo, Los Riajuelos, Riajillo Largo, Riazuelo y Riajales (González Blanco, Diccionario de toponimia). Este último, registrado en las localidades de Viguera y de Santa Marina (aquí en el compuesto Matarriajales), alterna en el pueblo de Azofra con Riojales (catastro). Esta variante, que también se halla en la localidad de Pedroso, podría obedecer a un cruce de río, fácilmente explicable por la representación mental de un mismo, o muy parecido, referente. Ahora bien, tal explicación tendría también validez en el caso del topónimo El Riollo e, igualmente, en el de La Rioja (nombre de un término de la localidad de Valdemadera; catastro) y en el del topónimo mayor, el habitual en los documentos históricos, Rioja. Bien es verdad que el momento del cruce pudo darse en una época tan primitiva que habría que pensar en otro agente; en concreto, en la forma del diminutivo apocopado riolu (cf. a este respecto, la información que aporta Du Cange, VII, pág. 190: «Riolus, Rivulus. Privilegium Monasterii Rivipuli. ann. 888. tom. 8. Concil. Hispan. pag. 165. col. 2: Habet affrontationes ex latere uno per Riolo, qui discurrit per villas Palliares, etc. Statuta Mutinae fol. 12. rubr. 59: Riolus dicti fontis cavetur et aptetur per eum locum quolibet anno, per quem ire et fluere consueverat»). 9. Como es bien conocido, en el siglo X, parte del territorio actual de La Rioja pertenecía a Castilla y otra, aun mayor, a Pamplona. Ahora bien, según un recentísimo estudio de Ramírez Pascual154, investigación aguda, bien documentada y
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J. F. Niermeyer, Mediae Latinitatis Lexicon Minus, E. J. Brill, Leiden-New York-Köln, 1993, 920. J. Coromines, Diccionari etimologic i complementari de la llengua catalana, Barcelona, Curial Edicions Catalans, 1991-19926ª. 154 T. Ramírez Pascual «La Rioja. Origen y etimología. De cómo Santo Domingo de la Calzada trajo “rioja” a La Rioja», Berceo 148, 2005, 7-37. 153
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muy clarificadora sobre la cuestión, Rioja, en su origen, era una comarca, una región surcada por los riachuelos que descienden desde la actual dehesa de Valgañón hacia el Noroeste, hasta evacuar sus aguas en el río Tirón. Una pequeña región entre la Glera o Valle de Ojacastro y el río Tirón, lugar de asentamiento de poblaciones como Espinosa del Monte de Rioja, Viloria de Rioja, Quintanar de Rioja, Quintanilla del Monte de Rioja, etc. Una comarca colindante con los Montes de Oca, cuyo límite occidental era exactamente la localidad de Belorado. En efecto, de 1133 es una carta de donación de Alfonso I el Batallador155, que concluye así: «Facta carta huius donacionis, sub Era Mª. Cª. LXXIª. Rege Aldefonso regnante in tota Aragon et in Pampilonia et in toto rivo de Oia usque Belforato». 10. Resumiendo, Auca, rialia acaso deban interpretarse como los topónimos Auca (= Oca) y rialia (= Rioja), dos sustantivos de número singular, denominaciones de dos comarcas interrelacionadas a lo largo de la historia; dos regiones con abundancia de muscosi fontes, zonas acuosas y riachuelos. Y a esta asociación (de muscosi fontes con ambas regiones, Auca y rialia, donde abundaban) podría atribuirse la inserción de tan interesante apéndice lexicográfico. Dos topónimos, en fin, transparentes; el segundo, rialia [pron.: rialla], que a partir de RIVALIA ‘zona de riachuelos’, pl. n. de RIVALE ‘de río’, habría derivado en la forma actual Rioja merced al cruce de río, o riolu RIVULU (RIVALIA > rialia > *riolla > rioia > rioja). riano goloIa calapaco marino siue riano, Em 31, 38v 3, 64 (lámina 134). CGL III 539, 34, golaia idest gala pagomarinosiueriano; ibíd., VI, s. v. Golaia, «id est galapago marino siue riano (? marina siue terrena Buech.)»; DCECH, s. v. galápago,
«“golaia: id est galapago marino sive riano” (es decir, ‘galápago de mar o de río’, que son también las dos especies a que alude Nebr.)»; CGL III 564, 15-16, golaia .i. galapacoma grinos siue finocreta; ibíd., VI, s. v. Golaia, «id est galapoco [sic] ma (sequitur grinos siue fino[creta])»; DCECH, s. v. galápago, «“golaia: id est galapaco magrinos [léase marino] sive fino [quizá: flumineo]”». Corominas-Pascual, ibíd., traducen, a nuestro juicio, acertadamente el adjetivo riano por el sintagma de río. Sin embargo, en los Indices de tan magna obra no se recoge dicho
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Cartularios (I, II y III) de Santo Domingo de la Calzada. Edic. e índices por Agustín Ubieto Arteta, Zaragoza, 1978.
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adjetivo ni forma alguna latina con él relacionada. En realidad, dotadas de tal sufijación sólo encontramos riana y rianus en Du Cange, si bien como sustantivos. La primera, riana, se acompaña del siguiente comentario: «Idem quod mox Riagnus, Riale, Riaria et infra Rigus, Rivus, Rivulus. Statuta Montis-regalis pag. 214: Item statutum est, quod D. Vicarius teneatur et debeat eligi facere duos homines, qui debeant et teneantur derivare seu derivari facere et designare aquam pluvialem, quae descendit a platea portam vici: et nullus debeat transviare ipsam Rianam sive aquam in die sub poena solidi unius et de nocte solidorum trium, salvis Rianis designatis per designatores Communis». En la segunda, rianus, hallamos esta explicación: «Idem quod Riagnus, Rivus, rivulus. Conventiones Civitatis Saonae ann. 1582. pag. 37: Et a dicto jugo usque ad locum, ubi dicitur lo Rian de Re de corona, veniendo deorsum per dictum rivum, sive Rianum, usque in aquam tripontis». En fin, en la toponimia riojana encontramos Hoya Reanos como denominación de un término de la localidad de Munilla (cf. A. González Blanco, Diccionario de toponimia, s. v. Reanos). rilias vomeres ferra aratri, rilias, Sil 1296, 216r 9 (lámina 224). No se recoge esta segunda equivalencia en el Em 46. Según DCECH, s. v. reja I, la primera documentación de un descendiente de ˘ LA ‘barra de metal’ corresponde a la forma relia, atestiguada en una carta burgalesa RE¯GU del 6 de enero del año 974. A propósito de esta solución, Menéndez Pidal (Oríg., 58), basándose en el testimonio de tan sólo dos ejemplos más (expelia ‘Espeja’, h. 1030 Clunia; Orzellione ‘Ordejón’, 978 Burgos) afirma que la grafía etimológica li «aparece extendida en Castilla, es de suponer que indicando arcaísmo ·». Pues bien, a este respecto debemos hacer alguna precisión. En primer lugar, el término relia no se trasmite en una escritura original sino en una copia posterior que se alberga en la Catedral de Burgos, vol. 69, p. 1ª, fol. 88156; y en segundo lugar, la mencionada voz responde a una mala lectura de sellas, forma que aparece en un documento en el que Juan Veila, Pedro, Jimena y Aballa se entregan al monasterio de San Cosme y San Damián de Covarrubias con sus bienes, entre los que se citan terras, uineas, ortos, molinos, in caballos, frenos, sellas, equas, baccas, lectos, montes, et cetera. Por todo ello, cobra una especial significación la presencia de la variante rilias (por otro lado, con inflexión de yod), atestiguada en este glosario.
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Cf. J. M. Garrido Garrido, Documentación de la Catedral de Burgos (804-1183), Burgos, 1983, núm. 5.
risus ridiculum risus, Em 46, 134r 67. Goetz: risum, V 144, 26 (extraído del Sil 1298). Comp. BN 80, 423r, ridicula risa (apud Gil, CSM, XLV). Rosa Roda Rosa, Em 46, 135r 6. Goetz extrae el mismo artículo del Sil 1298. Parece que el término se refiere a la villa catalana de Rosas, antigua colonia griega denominada Rhoda. rotat eIectat rotat, Em 31, 18r 1, 7 (lámina 225). Comp. con el mismo Em 31, 18r 1, 1, eIectat ructat (esta variante ya figura en el Vat. 3321), y 18r 2, 28, electat ructat. Otras formas: CGL IV 510, 37, e. rotat (Affatim); CGL V 192, 27, electat rutat; ibíd., 288, 63, eiectat emittit eructat. Lat. ERUCTARE ‘eructar’, ‘vomitar’. La primera documentación de erutar es de 1607, Oudin; la de eructar remonta a Aut. A propósito de este verbo, en DCECH, s. v. eructar, se escribe lo siguiente: «Hoy el uso de eructar ya se ha vulgarizado. El mismo vocablo o el simple RUCTARE se ha conservado en otros romances con forma popular: gall.-port. arrotar, cat., oc. rotar, fr. roter, it. ruttare, etc.; su área penetra ligeramente en el dominio lingüístico español: Litera rotar (Coll A.), rotar y rutar en Asturias (Acad.), ast. arrutu ‘regüeldo’ (Rato)». rumiat ruminat pecus quando masticat, hoc est, cruminat uel rumiat, Sil 1296, 178r 11 (lámina 226). Lleva una g sobrevolada de mano contemporánea. Comp. Em 46, rumigat 135v 35. Rumiar se documenta por vez primera en JRuiz, 113d y 118d (cf. DCECH, s. v.). runcat stertat runcat, Sil 1296, 192r 11 (lámina 227). No se encuentra este artículo en otros glosarios altomedievales. Sin embargo, la misma equivalencia léxica se encuentra en los glosarios hispánicos de Toledo (ester[t]o ‘roncar’) y del Escorial (sterto por roncar), de hacia. 1400. Obsérvese que según el DCECH, s. v. roncar, las primeras documentaciones españolas de este verbo, procedente
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del lat. tardío RHONCHARE (o RUNCARE, Sidonio Apolinar) y «de uso general en todas las épocas», son las transmitidas por esos repertorios. Una definición precisa de esta palabra se halla en el siguiente artículo: runco intemperanter dormio uel sonitum de naribus emitto (gloss. arab. lat. p. 448 ed. Seyb, apud Goetz, CGL VII, s. v.). sagrario pastoforio sagrario, Em 31, 77r 1, 27. LGl, PA 707, P. sacrario (Gloss.). Comp. CGL IV 137, 37, Pastoforium atrium templi uel sacrarium. Lat. PASTOPHORIUM >cámara o celda que habitaban los sacerdotes=. Recuerda este artículo el significado de sagrario en El sacrificio de la misa de Berceo (32b): «Quando el santo preste assoma revestido, / que exe del sagrario, de logar escondido»157. En Du Cange, s. v. sacrarium, figuran varias acepciones de esta voz, cumplidamente ejemplificadas. sarracla lactuca siluatica sarracla, Em 31, 50r 2, 20 (lámina 228). CGL III 540, 36, l. s. idest s. Comp. ibíd., 567, 16, lactuca agrestis .i. sarracla; Dynamidia 2.52 (posible fuente de Isidoro), tridagra(e)... multi bene sarraciam uocant quod dorsus eius in modum serrae est; Etym XVII 10, 11, Lactuca agrestis est quam serraliam nominamus, quod dorsum eius in modum serrae est («La lechuga silvestre es la que nosotros denominamos serralia, porque su dorso tiene forma de sierra»). No plantea dudas el que al español cerraja >compuesta agreste parecida a la lechuga= se le asigne el étimo SERRATULA >betónica= y >cerraja= (forma vulgar serralia). Sin embargo, nos parece menos seguro el origen que se viene atribuyendo comúnmente a este diminutivo latino: SERRATULA derivaría del verbo SERRARE >aserrar=, y éste de SERRA >sierra=, precisamente por la forma dentada de sus hojas (cf. DCECH, s. v. cerraja). Es bien conocido que los mss. que transmiten el texto de las Etimologías ofrecen unánimemente la lectura sarralia y que Lindsay la enmendó en serralia por los resultados romances que presentan -e- en la sílaba inicial (cast. cerraja, port. serralha, cat. serralla, apud REW, 7865) y por la explicación etimológica dada por Isidoro (cf. supra). Así mismo, como arriba puede apreciarse, todos los testimonios de los glosarios y de Dynamidia presentan una sílaba inicial sa-. Y, por otra parte, en los textos mozárabes era frecuente
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Edición de P. M. Cátedra en Gonzalo de Berceo. Obra completa, Madrid, Espasa-Calpe, 1992, p. 959.
el vocablo español bajo variantes encabezadas por esta misma sílaba: šarrâlla, en Abenalyazzar; šarrâlya, en Abenbuclárix y en Abenalbéitar (Simonet, Glosario, s. v.); šarrâlla, šarrâlya o šarrâl, como equivalentes de diversas variedades de lechuga silvestre en el Anónimo de h. 1100 (Asín)158; y xarráyla en PAlc. En fin, no ignoramos que la sarraca era el nombre latino del eléboro, cuyas hojas son igualmente dentadas; también sabemos que en la región aragonesa sarrajón es el nombre rural de una planta silvestre de la familia de las Gramíneas y que el castellano sarrillo es un sinónimo de la planta perenne de la familia de las Aráceas denominada aro. Pues bien, a la vista de todos estos datos, entendemos que sería conveniente orientar la investigación hacia la busqueda de una base léxica vinculada al campo semántico de las plantas, preferentemente no cultivadas, que permita el desarrollo de un diminutivo como *SARRACULA (o, por una disimilación, bien conocida en español, SERRACULA o SERRATULA). Por el momento, el mismo códice Em 31 ofrece una forma que puede resultar aprovechable para este propósito: en el folio 52v 1, 5, entre las equivalencias del término definido lentopodium, figura el sustantivo sarre (lentopodium gudubal uel sarre, cf. infra); y nótese que el deturpado lentopodium corresponde al correcto leontopodion, -ii, es decir, la alquimila o pie de león, una planta Rosácea medicinal, común en España, con hojas hendidas en cinco lóbulos, precisamente, dentados, algo parecidos al pie del león. Cf. gudubal y sarre. sarre – lentopodium gudubal uel sarre, Em 31, 52v 1, 5 (lámina 229). – lettopolio gubro, sarre, Em 31, 53r 2, 35. A la vinculación etimológica propuesta en el artículo precedente, quizá deba conectarse esta forma, sarre, que define al leontopodion >pie de león, planta de hojas dentadas=, con el arum vulgare, que en el anónimo mozárabe de h. 1100 y en otros botánicos de esa época se denomina sâro; también podría emparentarse con el término sarrillo >aro (planta Arácea, de hojas sagitales)=, bien conocida en el valenciano de Sallent de Játiva. Estas formas encabezadas por la sílaba sa- indican, según el DCECH, s. v. aro, «que no hay que pensar en una aglutinación de la -s del artículo en los aros, sino que quizá
158 M. Asín Palacios, Glosario de voces romances registradas por un botánico anónimo hispano-musulmán (siglos XI-XII), Madrid, 1943, 276-77.
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hubo contaminación de algún antiguo sinónimo». De hecho, sabemos bien que saro y iaros aparecen como variantes de aro en antiguas versiones de Dioscórides. Cf. gudubal y sarracla. sefran, seframi – criscolla sefran hoc est, cardum album, Em 31, 8r 3, 45 (lámina 230). – kameleonta seframi Id est, cardum album, Em 31, 49r 1, 5. CGL III 537, 57 (cód. Cassin. 69, del siglo IX), cameleonta idest sefram hoc est cardu albu (adviértase que el casinense es el único glosario que, junto con el Em 31, transmite el término de la presente entrada léxica. Una prueba más, de las numerosas que podríamos aducir, para atribuirle origen hispano a su modelo). La variante seframi parece un nuevo caso de ditología fonosintáctica (sefram Id est > seframi Id est). Aunque evidentemente se trata de plantas muy distintas (el crocus es de la familia de las Iridáceas, en tanto que el cardus pertenece a la de las Compuestas), pensamos que ha de relacionarse esta palabra, sefran o sefram, con el arabismo azafrán. Alguna semejanza podría encontrarse, a nuestro entender, entre el estigma de color rojizo anaranjado de esta planta con las flores de color amarillento rojizo que en cabezuelas terminales presenta, por ejemplo, el cardo lechar (cardus albus). Por otra parte, obsérvense las variantes safrà cat.(a. 1271), safrán arag. (en fr. safran siglo XII), safrana nav. (apud Corriente, Diccionario de arabismos, s. v. açafrao, y DCECH, s. v. azafrán). En relación con la pobreza documental de la presente voz en la Península hasta el siglo XIII bien entrado, Corominas-Pascual, DCECH, ibíd., hacen esta sensata reflexión:
«que no hallemos datos romances de la existencia del vocablo en la Península antes del S. XIII, a pesar de que sabemos que el azafrán se cultivaba en el Sur de España ya en el S. X, no prueba nada dado el carácter de nuestra documentación romance primitiva». septendrion aectos latine, septendrion; feminium, Em 31, 1v 1, 11. LGl, AE 9, Aectos (Arc-) Latine Septentrio dicitur (AAbstr.@?); pero LGl, AR 180, Arctos L. S. d.; CGL IV 20, 35, Arcton septemtrion; ibíd., 430, 17, arctos septemtrio. La confusión e por r de aectos está ya, como puede apreciarse, en el cód. parisino del LGl y en el modelo del Em 31, a juzgar por el lugar que ocupa la entrada léxica aectos (encima de ae˛cle˛sia, aedes, etc.).
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Nótese que la primera documentación de la forma actual, más culta, septentrión, recogida por DCECH, s. v. siete, es de h. 1275 (1.0 Crón. Gral., 14b15). sepulchro sepulchro sepulturas, Em 31, 101v 2, 44. LGl, SE 457, Sepulcro sepulturae (Verg.). Lat. SEPULCRUM o SEPULCHRUM, -I. serore sobrinus qui de serore nascitur, Em 46, 143v 65 (lámina 231). Goetz, sorore. Es bien conocido que en el español antiguo se atestigua alguna vez el representante hereditario del acus. SORÆREM: Berceo (Milag. 886c) y el Alex. (2184), por ejemplo, emplean precisamente la solución seror. Hoy en vasco pervive la variante serora (con paso -e > -a debido a hechos morfológicos generales), que significa >mujer que lleva velas tras el féretro en un entierro=, >solterona que sirve en la iglesia=, >monja=, >mujer del sacristán=, etc. (DCECH, s. v. sor). sisimus sisimus terre˛ motus, Em 46, 143v 19. La recoge Goetz (V 150 31 = Sil 1298), quien tras la entrada ofrece entre paréntesis el étimo griego σεισμ`ς. En los diccionarios latinos no se halla tal forma, sisimus (< *SISMUS, por anaptixis, cf. 8.1.2), u otra adaptación del helenismo. Tampoco DCECH, s. v. sísmico, incorpora los sinónimos cultos seísmo y sismo, que sí ocupan un lugar en el DRAE. sol – aurora que ante sol precedit, Em 31, 3r 1, 28 (lámina 232). CGL IV 22, 45 (Vat. 3321) y LGl, AU 346, a. solem (= Abstr.; pero en el LGl, 37r 2, pone claramente sole). – fibus per sol, Em 31, 31r 1, 24. Comp. LGl, II 5r 3, Foebus Sol. Según DCECH, s. v. sol, la primera documentación de esta voz se halla en el verso 231 del Cid.
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somnus, somno – primo somno . primo somno prima nocte, Em 31, 87r 3, 58. CGL V 137, 2. – primus somnus . prima quies primus somnus, Em 31, 87r 3, 66. CGL IV 273, 13. sparacos acantelos sparacos, Em 31, 2r 1, 7. CGL III 536, 12, agantelos idest sparagos. Lat. ASPARAGUS, -I. stilla stella quum ceciderit, stilla, Em 46, 146r 50 y stilla ab stella quid differt? Quia dum stat, ibíd. 146v 18 (Goetz, stilla ab stella quid difert? quia dum stat, stella, cum ceciderit, stilla. Cf. Etim. XIII 20, 5). Los glosarios altomedievales aclaran el significado del término stilla a través de la precedente distinción respecto de su parónimo stella (así en V 152, 23 = Sil 1298) y mediante las equivalencias gutta, stillicidium, stalpa y otros sinónimos griegos con el mismo contenido (cf., por ej. s. v. σταλαγμ`ς, en CGL VII, 642). A nuestro juicio, la explicación etimológica del castellano estela (>rastro que deja en el aire un cuerpo en movimiento= y >rastro de espuma y oleaje que deja tras sí una embarcación=) debería tener presentes la forma y valores aquí recogidos de stilla. DCECH, s. v. estela, sin demasiada seguridad, interpreta este vocablo romance (cuyos primeros testimonios datan del S. XVI) como un portuguesismo en castellano, descendiente del lat. AESTUARIA, plural de AESTUARIUM, que tendría el sentido de >agitación del mar= (AESTUARIA > port. esteira > *estera > cast. estela). superstitjon superstitjon propitjatorium, Em 46, 150r 48. Deest Goetz; comp. superstritjo una conparatjo, Em 46, 150r 49, y supprestitjo superfluitas religionis, ibíd., 150v 5. 10 doc. de superstición (lat. SUPERSTITIO, ONIS >supervivencia=, >superstición=) : h. 1440 (C. C. Smith), APal. 92b, 482d (apud DCECH, s. v. estar).
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tamara hysopo e tamara quasi absentjum, Em 46, 76r 34. Deest Goetz y TLL. Aunque está documentada la voz tamarae >brotes, retoños, ramitas= en unos Hermeneumata Vaticana transmitidos por mss. del S. X (CGL III 427, 4; apud DCECH, s. v. tamo) y en Burgos, Salamanca y La Rioja es bien conocida la tá(m)bara >leña menuda= (cf. DRAE, s. v.), el sentido de la frase da, quizá, preferencia a esta otra lectura: hysopo et amara quasi absentjum. tenda tenda quia rustice, trabis, Em 46, 153r 23. Deest Goetz y LGl. Comp. trabes materie˛ ualide y trabicula tabula, Em 46, 156r 27 y 28. La palabra romance tienda procede «del b. lat. ant. TEˇNDA íd.159 (documentado en escritores bizantinos desde el S. VII [...]. Frecuente [TEˇNDA] en el b. lat. hispano, p. ej. en doc. de 1101» (DCECH, s. v. tender)160. Pero conviene aclarar que TEˇNDA no se recoge en los diccionarios latinos usuales. testa testa capitis, Em 46, 154r 4. Comp. Goetz: uasa fictilia et caput, IV 291, 37. Para DCECH, s. v. tiesto, «la variante [de tiesta, ant. >cabeza=] testa [h. 1535, Garcilaso, égl. 2; Quijote II, Cl. C. V, 293; princ. S. XVII, Quevedo...] se tomó del it. (como ya dijo Fdo. de Herrera, h. 1580)(no del cat., como dice el REW)». En latín TEˇSTA significó siempre algo duro: >ladrillo=, >vaso de tierra cocida=, >teja=, >caparazón de molusco o tortuga=, etc. Pero ya en Prudencio designó también >cabeza=: nuda testa (Peristephanon liber, 10, 762). unguua unguua unius uiri uxor, Em 46, 165r 66. Goetz, unicuba. Comp. unicumba unus uiri uxoris, norum multorum, Em 46, 165v 3. Lat. UNICUBA íd.
En nuestro texto, sin embargo, su significado parece ser el de >poste vertical o tendal, que sirve para armar la tienda= (comp. tentorium casa militaris, Em 46, 153r 53, y tentoria tauernacula, papilionis, ibíd., 153r 54). 160 Menéndez Pidal (Cantar de Mio Cid, 867, s. v. tienda) propone el étimo t eˇ n t a. 159
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uua passa uua passa Id est, sicca, perhunctu oleo, Em 46, 167r 3. Deest Goetz; Sil 1296, 217r, ...sicca, peruncta oleo. uba uba siluatica labrusca uba siluatica, Em 31, 49v 2, 34. LGl, LA 104, L.: uva s. Lat. LABRUSCA, -AE >vid silvestre que crecía en el borde de los campos=; en Col., adj., UVA LABRUSCA >uva silvestre=. ueranum boetes uernum, ueranum, Em 31, 6v 1, 3 (lámina 233). LGl, BO 78 y CGL V 50, 16, bootes. Veranum se halla, pues, en el LGl y en las glosas placideas; pero lo encontramos también en las Glossae Scaligeri (atribuidas a Isidoro: CGL V 593, 19, Boëter uerum ueranum) y en la combinación veranum tempus, que traduce al griego αιαρινος (sic) καιρος de los Hermeneumata Montepessvlana (CGL III 295, 52), en un manuscrito (H 306) del siglo IX. Ya Goetz (CGL VI, s. v. bootes) se percató del interés de estas documentaciones para la historia de la voz verano en español: «bootes, uernum, ueranum V 50, 16: unde glossa Scaligeri V 593, 19; pro qua Ott proponit Fleckeiseni Annal CXVII p. 117, 422: bootes uergens uer nouum collato Servio in Georg. I 229 (bootes cadens: uerno scilicet tempore e. q. s.): at bonum est ueranum (uerano apud Hispanos aestatem significat)». Buena parte de los testimonios aquí citados se recogen en DCECH, s. v. verano:
«VERANUS es una innovación del lat. vg., que reemplazó el adjetivo clásico VERNUS >primaveral=: con este valor aparece aquél en el glosario de Plácido...». uittonica ...stus uittonica, Em 31, 1r 1, 17. CGL III 573, 48, peropion .i. uittonica; ibíd., 49, pandonia .i. uittonica. El nombre de esta planta labiada, la betónica (lat. VETTONICA), derivaba, según Plinio (XXV, 8), de la tribu hispánica de los verones. DCECH, s. v. betónica, la documenta por vez primera en 1537.
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yemps duplicat umbras auget, extendit yemps scilicet quam estas, Em 31, 16v 2, 15. LGl, DU 148, aestas scilicet quam hiemps. En CGL VI, s. v. hiemps, hay bastantes testimonios de esta voz, siempre representada gráficamente por hiem-; destaca, así mismo, la grafía geme que encontramos también en este glosario Em 31 (33v 1, 21). zura Iacanta zura, Em 31, 43r 2, 38. CGL III 539, 67, Iaceu idest zura. Comp. ibíd., V 230, 13, Paliurus herba spinosa hoc est zura; ibíd., 14, Paliurus spina quam tugzira dicunt. Lat. ZURA (voz africana), Plin. >semilla de la planta llamada paliuro=. Cf. zurramen. zurramen palliuru zurramen, Em 31, 75v 3, 55. Non rep. Cf. zura. 8.3.2. SÍNTESIS
DE LAS PECULIARIDADES E INTERÉS DEL LÉXICO ESTUDIADO
Si con propósito sintetizador tratamos de extraer las peculiaridades de esta reducida selección léxica, varios son los aspectos que juzgamos dignos de consideración. Recojo aquí algunos de los principales resultados obtenidos, como muestra del interés de muchas palabras de los glosarios y de la indiscutible utilidad de su inclusión en la historia del léxico latino medieval, románico, iberorromance y español. 8.3.2.1. No he hallado en otras fuentes testimonios de palabras o variantes de palabras como albaIda, alháccama, amacu, calapaco, capita, citra, ciurada, cullo, dargones, fircillo, gauato, geladus, gelmatus, goz, helmus, Inulo, isparto, malagram, mallio, menadro, mensare, milmendro, moroidas, morotam, morriodas, parracida, parracidio, etc., etc. Tampoco he encontrado otros ejemplos de las acepciones de las voces collazos (collazos conscios), gleua (gleua arator, rusticus), hebrum (hebrum amnem, fluuium), malagram (sinónimo de simultas o ‘mala intención’: simultas Inimicitja, offensio, odium, malagram, lites), etc.
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8.3.2.2. De especial alcance para la investigación etimológica son palabras como alháccama, amacu, ariello, calapaco, casca, morotam, rialia, etc., etc. La voz alháccama obliga a retirar el asterisco del hipotético andalusí *alhakáma, propuesto por Corriente para explicar el portugués alcama o alhacama ‘cabestro’. Análogamente, la forma calapaco, con velar inicial, corrobora la idoneidad de la suposición *CALAPACCU, sugerida por DCECH en la explicación de la palabra prerromana hispánica galápago; y el término morotam, así mismo, convierte en acierto la etimología *MOROTANU, que DCECH postula para las variantes morodo, morogo, (a)morote, morango, moroteiro, morodeiro, meruéndano o miruéndano, occidentalismos de nombres para el ‘madroño’, la ‘fresa’ y el ‘arándano’. El significado de amacu, ‘sustancia amarga en los panales’, hace muy creíble la propuesta de Corriente (como forma emparentada con el arabismo andalusí xamj ‘moho’ < cl. xamj ‘acción de criar moho la carne, los dátiles, etc.’) y mucho menos convincentes las ofrecidas por DCECH (probablemente de un lat. vg. *AMI˘DUM ‘almidón’, lat. AMYLUM, romance ámido o amidón, por la consistencia correosa o lechosa que es común al hámago con el almidón y con la médula de muchas plantas) y Spitzer (para quien amago sería un postverbal de amagar, en el sentido de ‘ocultar’, de donde ‘lo interior’). A su vez, el significado topográfico, sólo atestiguado en portugués antiguo, que muy probablemente le corresponde al diminutivo ariello, contribuye a dar por válido el étimo ARVUM ‘campo’ para aro, con el sentido de ‘distrito, territorio que circunda una ciudad’. El testimonio de la forma casca introduce una nueva opción en la interrelación etimológica de cascar y casca: el sustantivo casca, atestiguado aquí y, desde el siglo XIII, en bastantes documentos peninsulares, podría estar en la base del verbo cascar, y no al revés, según cree DCECH, para quien el verbo, documentado sólo a partir de la 2ª mitad del siglo XV, procedería del lat. vg. *QUASSICARE, deriv. de QUASSARE, frecuentativo de QUATERE. En cuanto a la voz rialia, la presencia anómala del artículo de que forma parte (Auca rialia), en cuanto apéndice del encabezado por muscus, unida a la estrecha vinculación geográfica, histórica y administrativa de los macrotopónimos Oca y Rioja, me lleva a postularla como étimo de este último, Rioja. Este sería, verosímilmente, el proceso evolutivo: *RIVALIA ‘zona de riachuelos’ (deriv. de RIVALE ‘relativo al rio’) > rialia [rialla] > *riolla (debido al cruce con rio o con riolu RIVULU) > rioia > rioja. Pero también tienen interés desde esta perspectiva de los étimos otras muchas formas. Así, billinium resuelve definitivamente el problema de la etimología de beleño, nombre de la planta narcótica; la forma calbe (< calbea armilla) acaso deba relacionarse con el sustantivo español garbo, de origen incierto (o con el prov. y langued. gàubi, gàlbi, galbe); es evidente la vinculación de canastellum con las formas castellanas canastiello,
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canastillo, que ya no habrán de explicarse como descendientes de canestiello «por el influjo coincidente de la disimilación ante la tónica y la dilación de la inicial» (DCECH, s. v. canastillo); en capita posiblemente estemos ante el eslabón con sílaba llana capíta (frente al culto cápita), imprescindible para configurar la solución hipotética posterior capitia > cabeza; coccinum quizá deba considerarse como étimo del sustantivo castellano cuezo, y mediante el correspondiente desplazamiento acentual, COCCÍNUM, se explicaría el descendiente cocino >gamella=; la variante corcodrillo seguramente conforma el eslabón previo a la solución disimilada cocodrillo, que constituye la primera documentación castellana de esta voz; la palabra drauca podría resultar válida como étimo de droga (atestiguada en español a fines del siglo XV); la variante duribuctjus, junto con las atestiguadas en otros glosarios, contribuye decisivamente a resolver la etimología de bozo, buzo (en la Edad Media, con ç sorda); Hebria –e Hibria– parece derivar directamente de hebrum (hebrum amnem); aceptada la forma hybicum como acusativo singular de la segunda declinación, estaríamos muy probablemente ante el inmediato étimo de ueco ‘cabra montés’, ‘rebeco’; a partir de la forma Imbus (Imbus nouissimus) cabe pensar en IMUS >novísimo= como origen del término español limbo, bíblico o cristiano, de acuerdo con la siguiente evolución: IMUS > IMMUS > Imbus > limbo, con aglutinación del artículo; la documentación de manicum evidencia que nos hallamos ante el étimo del término mango; mucre >enmohecidas= resulta fundamental para realizar un estudio en profundidad sobre la génesis y la evolución histórica de la palabra española mugre; el significado de mucrone, deducido a partir de la definición recogida bajo la entrada léxica de paliurus hace difícil atribuir a MUCRO, -ONIS la etimología de mugrón >sarmiento que, sin cortarlo de la vid, se entierra para que arraigue y produzca nueva planta=; musicus, del LGl, variante anaptíctica de muscus, explicaría la evolución que concluye en el castellano musgo (cf. 8.3.1., s. v. rialia); no ha de rechazarse, según es habitaual, prasia como étimo de fresa; por semejanzas en las características constitutivas de sus respectivos referentes pensamos que ha de relacionarse sefran o seframi con el arabismo azafrán, sin olvidar la documentación de variantes como safrà cat. (a. 1271), safrán arag. (en fr. safran, siglo XII), o safrana nav.; la explicación etimológica del castellano estela (>rastro que deja en el aire un cuerpo en movimiento= y >rastro de espuma y oleaje que deja tras sí una embarcación=) debería tener presentes la forma y valores de stilla; etc., etc. 8.3.2.3. Enriquecen el conocimiento de la distribución geográfica del léxico testimonios de formas como brisca y goz, extendidos ambos, con las respectivas variantes (bresca, b(e)reska, beraska, abarasca, briesca; gos, caus, cos, gozque, guzque, guzco, cuzco, cuzo, chucho, cucho, kotso), en la zona central y, sobre todo, oriental de la Península, y mo-
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rotam y nacos, localizados los dos, al lado de no pocas variantes (moròdo, merodo, morògo, morobo, moròte, amorote, morango, morodeiro, moroteiro, morongueiro amoruóganu, meruéndano, miruendano; anaco, aneco) en la occidental. Por su parte, de acuerdo con el tratamiento en la Romania de LL tras vocal larga latina, anguila, con consonante reducida, es la variante propia de las lenguas orientales y septentrionales (cat., gasc., fr. y engad.) frente a anguilla, forma específica de las meridionales (port., cast., sardo, it. y rum.); pero la presente documentación de nuestros glosarios, unida al testimonio fidedigno de Berceo (Smill., 145d: «comiendo pan e agua, non anguila nin trucha»), a los topónimos riojanos La Anguila, Las Anguilas, La Anguilera, al castellano La Anguila y al vasco aingira, fuerza a profundizar en el conocimiento de la extensión del sustrato latino-vulgar ANGUILA dentro de la Península Ibérica. Los testimonios con la forma sonorizada eruga (del lat. clás. ERUCA) son también los propios del cat. y el oc. (en gall. eiruga) y coinciden con la variante que la Acad. ha venido citando desde 1899 como también castellana; en nuestros glosarios no se atestigua la forma propiamente castellana oruga (lat. vulg. URUCA, por asimilación), que ya se halla en autores tardíos, desde Plinio, y en San Isidoro. Como es bien conocido, fimum, femus y sus descendientes romances son las formas usadas en francés antiguo, lengua de Oc y catalán, en tanto que el neutro stercus, stercore y sus herederos romances son los empleados en portugués, italiano y rumano. En nuestros glosarios alternan fimo y estercore (aunque con predominio de fimo en las entradas léxicas). Esta alternancia se ha venido perpetuando en las hablas de La Rioja (como también en las de Soria, Álava, la Bureba, etc.): los descendientes de FEˇMUS, fiemo y ciemo, son generales en territorio riojano; se usan también los derivados (a)ciemar ‘estercolar’ y cemaral ‘estercolero’; pero, además de estiércol (o basura), se emplea estercolar, pervive el topónimo La Estercolada y la variante estercar ‘abonar’ se utiliza en distintas localidades del alto valle del Najerilla. Sin olvidar que tras el testimonio silense «f e m u s: stiercore» 332, la variante con la e- protética aparece en Berceo bajo la forma romance estiércor (Smill. 138d). Interesa resaltar la presencia en el Em 31 del artículo fraga florum uel cibi genus, Id est, poma agrestia rubicundi, cuIus erbe terre aderent et dicuntvr chamegila uel morotam pues, según se repite en la dialectología hispánica, el nombre latino fraga (FRAGA, -ORUM, de origen obscuro, >fresas=) sólo se conservó popularmente en Aragón, así como en el País Vasco y en la Cataluña occidental. Ayudan a aclarar la procedencia hispana de los modelos del LGl (cf. 4.1) y del Cassin. 69 (cf. 4.2) el arabismo amacu (en el códice casinense, amatu) y el celtismo nacos (en el ms. parisino, maccos). Análogamente, la forma sincopada caleon (lat. CHAMAELEON),
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documentada en el Em 31 (caleon quasi umilis leo), en el LGl (= Abstr.) y en el Vat. 3321 (CGL IV 30, 10), constituye una prueba más de que estos dos importantes glosarios del siglo VIII se copiaron muy probablemente en Hispania. Son hispanismos claros las siguientes voces: albaI(l)da, alháccama, allene, amacu, calapaco, casca, ciriola, goloIa, goz, milmendro, morotam, nacos, etc., etc. 8.3.2.4. Son voces prerromanas: brisca (probablemente, celta), calapaco y nacos (por el radical ANN- ‘paño’ y por el sufijo -AKKO ‘pedazo’). Billinium es, a su vez, uno de los representantes de la antigua raíz céltica BELENIUM, étimo de beleño (debe, por tanto, descartarse la propuesta de un postverbal de *VENENIARE, deriv. del lat. VENENUM). La entrada léxica golaIa es, probablemente, un vasquismo (en vasco llaman kolayo a un cangrejo negro y pequeño y al colario -pez-; a su vez. el kolaio-eme es el gato de mar; la alosa o sábalo -pez marino- se denomina kolaka; y el kolo es la trigla golondrina -pez-. Así mismo, el colayo, común en la zona del Cantábrico, es el pimpido, pez parecido a la mielga, y en asturiano el golayu es un pez de la familia de los mustelinos), aunque también puede encontrarse en su base léxica algún parentesco con el galápago, a partir, principalmente, de las variantes galage, galaie y gulage, que aportan otros glosarios. Además, como las palabras propóleos y ámago (o hámago) significan, respectivamente, >sustancia cérea con que las abejas bañan las colmenas o vasos antes de empezar a obrar= y >sustancia correosa y amarilla de sabor amargo que labran las abejas=, habrá que emparentar la palabra nappori, equivalente de amacu, con el vasco lapar >cerón, residuo, escoria o heces de los panales de la cera=, >poix, résidu des rayons de miel= (en inicial l permuta en algunas palabras con n: com. larru >cuero=: mer. vizc. narru). Arabismos son albaI(l)da (del and. albáyda < cl. baydah ‘huevo’, ‘yelmo’), alháccama (alfacoma, en un documento leonés de mediados del siglo XI. Se relaciona con el portugués alcama o alhacama ‘cabestro’ < andalusí alhakáma < cl. hakamah ib.) y, probablemente, ámacu. 8.3.2.5. Permiten adelantar, notablemente en algunos casos, la fecha de la primera documentación en español testimonios de palabras o variantes de palabras como: agriones, Em 31 (Gr. Conq. Ultramar), altro, Em 46 (GlEmil.: altra 116; altro, altros, altras, en GlSil. 138, 65 y 323), BaÍas, Em 46 (a. 1496, escrita vaya, en una epístola de Diego de Valera), barbascum, Em 31 (Nebr. «Barbasco o gordolobo, ierva: verbascum»), brisca, Em 46 (1ª doc., de bresca: mediados del siglo XV), calcina, Em 31 (a. 1454, Arévalo, del catalán calcina, fin del S. XIII), casca, Em 31 (Calila e Dimna), collazos, Em 46 (documento de 1096), dargones, Em 46 (1ª doc. de dragón: 1ª Crón, Gral, h. 1280; y de dagrón:
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Poema de Alf. XI, h. 1350), fircillo, Em 46 (1ª doc. de hirco ‘cabra montés’: Acad. a. 1817), fleuma, Em 31 (con la vocalización de g: Alex.; con la variante actual, flema: APal.), gola, Em 31 (en el sentido de >garganta, parte del cuerpo humano=, Pícara Justina, a. 1605), goz, Em 31 (1ª doc. de cucho ‘gozque, perro muy sentido y ladrador’: Berceo), grama, Em 46 y Em 31 (Glosario del Escorial, h. 1400; con la variante garâma: glosario mozárabe de h. 1100), humedum, Em 31 (a. 1513, G. A. de Herrera), lampara, Em 46 (1ª Crón. Gral, h. 1280; con la variante lámpada: Berceo), manzer, Em 46 (h. 1260, Partidas), menadro, Em 46 (1ª doc. de venado como ‘ciervo’: Covarrubias; como ‘animal objeto de caza’: Berceo), mentrastro, Em 31 (en el botánico sevillano de h. 1100, mentrastro o mentrasto; en Abentarif el diminutivo mentarastéil >clinopodion=), monstruum, montruas, Em 31 (monstro en Lope y en Covarr.; Oudin ya prefiere la forma monstruo, que es la que impone Aut.), morteras, Em 46 (1ª doc. de mortero: Berceo, que también usa el latinizante mortario; DCECH recoge mortera sin información alguna), nacos, Em 31 (documentación antigua, unida a la var. maccos, del LGl; a macos, del cód. turonensis del siglo IX; y, sobre todo, a la var. anacos, de los concilios hispanos; DCECH, por su parte, no ofrece ningún testimonio hispano de antigüedad), pensa, Em 46 (APal 55b), rastros, Em 46 (con la acep. latina >bidente= o >grada de dientes= se encuentra en APal. y Nebr.; con el significado de >huella, pista, en general= ya desde el Cid. En los glosarios abunda la acep. del Em 46 >ligone= = >legón, especie de azadón=), reIntegrat, Em 46 (la 1ª doc. de reintegrar ocurre en Aut.), rialia, Em 31 (los primeros testimonios correspondientes al topónimo Rioja se documentan a partir del siglo XI), rilias, Sil 1296 (la 1ª doc. de relia ‘reja’, aducida por Oríg., es del año 974; pero en la carta, transcrita en una copia muy posterior de la Catedral de Burgos, figura, con seguridad, sellas ‘sillas de montar’), rotat, Em 31 (1ª doc. de erutar: a. 1607, Oudin; y de eructar: Aut.), rumiat, Sil 1296 (JRuiz), runcat, Sil 1296 (glosarios hispánicos de Toledo y del Escorial, h. 1400), sol (Poema del Cid), superstitjon, Em 46 (10 doc. de superstición: h. 1440, C. C. Smith), etc., etc. 8.3.2.6. Por otra parte, con referencia exclusiva a los glosarios en general, es preciso señalar que las palabras collazos, lampara y morteras se atestiguan únicamente en el Em 46; a su vez, sólo se hallan en el Em 31 las voces albaIlda y albaIdarum, alháccama, casca, ciriola, fleuma, goz, morotam y rialia; y, análogamente, rilias y runcat no aparecen más que en el Sil 1296. A su vez, figuran sólo en el Em 46 y en su copia Sil 1296 los términos apeiro, apretat, ariello, fircillo y menadro; allene se encuentra exclusivamente en el Em 46 y, con la variante gráfica allenae, en gloss. Salom.; así mismo, brisca se documenta en el mismo Em 46 y en otro glosario que Goetz no especifica (s. v. fauus); modulones y plantorio,
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del Em 31, sólo se atestiguan además en el LGl (MU 348 y PA 284, respectivamente); denticato figura tan sólo en el Em 31 y en Du Cange (s. v. denticare >mover los dientes=), y sisimus, del Em 46, únicamente se recoge así en Goetz (V 150 31 = glosario Sil 1298). Exactamente así, dargones, sólo se atestigua en el Em 46; Sil 1296, 198r, presenta la variante latina dracones. Análogamente, en el Em 31, frente a otros glosarios, hallamos agriones (en CGL III 540, 45, acrione), calapaco (CGL III 539, 34, galapago; CGL III 564, 15-16, galapaco), goloIa (CGL III 539, 34, golaia; CGL ibíd., 189, 60, golai; LGl, II 218r 1, guolaiam y golia; CGL V 516,41, guleiam), milmendro (LGl, II 48r 2 y Du Cange, milimindrum), nacos (LGl, 104v 1, 6, Maccos; códice turonensis, apud Lindsay, macos), riano (CGL III 539, 34, pagomarinosiueriano) y sol (CGL IV 22, 45, solem). Del mismo modo, en el Sil 1296, contra otras lecciones, encuentro: rumiat (rumigat en Em 46 135v 35). También destaca la oposición mala grama (o malagrama) de Em 46 y Em 31, respectivamente, frente a la variante latina mala gramina, de otros glosarios (cf. CGL VI) y la de rotat, común al Em 31 y al glosario Affatim, contra otros glosarios que presentan variantes: rutat (CGL V 192, 27) y eructat (ibíd., 288, 63). Finalmente, hago notar la corrección de testimonios como nacos, del Em 31, frente a Maccos (LGl) o macos (cód. turonensis) y amacu, del Em 31 y el LGl, contra amatu (Cassin. 69, CGL III 541, 58). En suma, todos estos datos prueban de forma especial la entidad e importancia de los glosarios hispanos en el conjunto de la lexicografía altomedieval europea. 8.3.3. FUNCIONES
DE LAS FORMAS ANALIZADAS DENTRO DE LOS ARTÍCULOS
Por último, interesa mucho advertir que las formas aparentemente vernáculas arriba analizadas desempeñan las más diversas funciones dentro de los artículos en que se integran: – Entrada léxica: allene, goloIa, menadro, grame, mala grama, malagrama. – Equivalencia única del glosema: agriones, collazos, fircillo, morteras, rialia, rotat, runcat. – Equivalencia acompañada por una indicación de su connotación adstrática: quod vulgo goz. – Núcleo de un sintagma que constituye el glosema: nacos equorum; per sol; calapaco marino siue riano. – Adyacente del sintagma que constituye el glosema: mel cum brisca. – Dentro del glosema, adyacente de un sintagma que aclara al adyacente de otro anterior: criste, Id est, galearum; Iube, cristas albaIdarum.
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– Complemento directo o circunstancial de la oración que constituye el glosema: erba alba minuta qui fleuma ponet; que ante sol precedit. – Primera de las dos equivalencias, yuxtapuestas o coordinadas, del glosema: lampara, solis lumen; casca uel cortex. – Segunda de las dos equivalencias, yuxtapuestas o coordinadas, del glosema: casside, albaIlda; quid Instruat, apeiro; premit, apretat; peribolus, ariello; Id est, caulicularis, milmendro; ferra aratri, rilias; nappori siue amacu; In Esaya, demones aut dargones; ...et dicuntvr chamegila uel morotam; ...hoc est, cruminat uel rumiat. – Una de las varias equivalencias del glosema: Inimicitja, offensio, odium, malagram, lites; ...et e˛quorum effipia, aháccama siue freni.
9. CONSIDERACIONES
FINALES
9.1. Algunos de los datos que anteceden contribuyen, a mi juicio, a aclarar, entre otras, dos de las cuestiones que más han interesado a los especialistas en el estudio de los glosarios, a saber, la existencia de la distinción conceptual latín-romance en la mente del glosador y la de glosarios latino-romances161, cuyos artículos podrían haberse utilizado como glosas a los textos concretos obscuros y en la compilación de otros glosarios. Pues bien, si nos fijamos sólo en las estructuras lexicográficas que mejor podrían coadyuvar a la explicación del fenómeno cognoscitivo que aquí nos interesa, los artículos en que la voz vernácula analizada es una equivalencia única de la definición (por ejemplo: conscios collazos, eIectat rotat, mortariola morteras, stertat runcat, ephippia nacos equorum, etc.) llevan a entender que en la presencia mental del glosador tuvo que darse necesariamente una distinción entre dos modos de expresión léxica, correspondientes, en nuestra concepción lingüística, a dos lenguas funcionales distintas. Lo que obviamente no presupone distinción idiomática alguna, dada la ausencia de referencias metalingüísticas explícitas a los dos idiomas (latín y romance). Recuérdese cómo en el caso de la palabra goz, con definición más tardía, se llega incluso a exteriorizar la percepción sociolingüística (gripus -pi quod uulgo goz). Sin embargo, la distinción mental en el creador del artículo entre dos formas de comunicación lingüística (sólo posibles gracias a la posesión habitual de dos técnicas intelectuales o registros) parece también
161 Sobre esta cuestión, cf., de manera especial, la ya citada reseña de R. Wright a nuestra edición y estudio del Em 46 (Lingüística, año 10, 1998, págs. 165- 176).
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evidente en los casos de yuxtaposición de la forma romance (galea casside, albaÍlda; Instrumentum quid Instruat, apeiro; urgit premit, apretat; ecthecas peribolus, ariello; etc.) e incluso en los de las coordinaciones disyuntivas (propoleos nappori siue amacu; fraga florum [...] chamegila uel morotam; ruminat pecus [...] cruminat uel rumiat; Infule [...] aháccama siue freni; fliu casca uel cortex; goloIa calapaco marino siue riano; etc. Por otra parte, la presencia frecuente en las entradas léxicas de los términos del habla, los más coloquiales (como allene, menadro, malagrama, etc.: allene corrigia frenorum, menadro fircillo, malagrama erua uenenosa, etc.), necesitados, por tanto, también ellos de una aclaración en cuanto verba obscura (seguramente, por peregrina), debilita las viejas sospechas sobre la existencia de glosarios latino-romances (por ese orden: 1º, entrada léxica latina, y 2º, definición romance). Pero, a mi juicio, en el estado actual de los conocimientos glosográficos hispanos, hay un argumento mucho más sólido para rebajar la credibilidad en la existencia de ese tipo de glosarios latino-romances, de contenido más o menos rico. Las atestiguaciones más interesantes hoy existentes se vinculan únicamente a glosadores de lexicones concretos: collazos y morteras, sólo figuran en el Em 46; albaÍlda, aháccama, casca y morotam, exclusivamente en el Em 31; runcat y rumiat, se hallan sólo en el Sil 1296 y apeiro, apretat y ariello, son testimonios exclusivos del sólo Em 46 y de su fiel reproducción Sil 1296 (cf. 8.3.2.6). Se trata, a mi entender, de simples agregados de nuevos artículos, unas veces, o apéndices esporádicos de las definiciones corrientes, otras. En todo caso, nos hallamos ante incorporaciones puntuales, atribuibles exclusivamente a la mano de glosadores concretos; incorporaciones, por otro lado, normales, las esperables en este género textual, como se comprueba con mucha más frecuencia en las definiciones completamente latinas (o incluso, excepcionalmente, en artículos romances o en proceso de romanceamiento: menadro fircillo y Auca rialia).
9.2. El estudioso de estos glosarios se halla ante unos textos latinos que presentan innumerables faltas ortográficas y gramaticales. Bárbara jerigonza plagada de curiosísimos e interesantes errores que en ocasiones recuerdan a la que caracterizó a los glosarios bajomedievales editados y magistralmente estudiados por Américo Castro. Efectivamente, la vida de semejante lengua está sin duda condicionada por el factor de la ignorancia de los sucesivos escribas, desconocedores muchísimas veces de los más elementales rudimentos de las grafías, la gramática y el léxico latinos. A ello se deben esas monstruosas erratas, palabras y expresiones muy deturpadas, dislates que alteran completamente la fisonomía de muchos vocablos y frases, por lo que tanto cuesta en numerosísimas ocasiones reducirlos a su verdadero ser originario. A este respecto, reconocemos que gracias
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a las lecciones de los glosarios editados por Goetz (las de Lindsay y colaboradores, por incompletas, ayudan en menor medida) nos ha sido posible interpretar no pocas lecturas de estos códices, es decir, amoldar tan incorrecto lenguaje a la lengua de la gramática y de los diccionarios. De ello se infiere, insisto, que, sin lugar a dudas, hay en los glosarios hispanos muchos más errores, incorrecciones y confusiones que en los importantes y numerosos europeos, editados y estudiados por Goetz y Lindsay.
9.3. Pero muchísimas de esas formas bárbaras son, precisamente, expresión del uso oral de la lengua vernácula de los clerici y escolares. Estamos, es evidente, ante el latín de los que saben mal o muy mal esta lengua, pero no lo definiríamos exactamente si sólo lo calificáramos de bárbaro; lo enjuiciaremos mejor a medida que no nos empeñemos en mirarlo como mero disparatario frente a la latinidad ciceroniana (esta ha sido, en general, la actitud científica de los grandes glosógrafos de la primera mitad del siglo XX). Porque el fonetismo de este latín, que condiciona sustancialmente la vida y peculiaridades de la lengua del glosario, se ve afectado generalmente, insisto, de las mismas tendencias que seguían vivas en el romance altomedieval. La lengua latina, imperfectamente dominada, se impregna de tal modo de elementos propios de la lengua oral (incluidas, sobre todo, bastantes palabras completa e inequívocamente romances e iberorromances), que con frecuencia se da un grado notable de simbiosis: el latín se pronuncia en armonía total o casi total con el sistema fónico del romance hablado (y quiza algunas veces a la inversa, las soluciones ya abiertamente romances presentan el pertinaz revestimiento latinizante; bien es verdad que en medida mucho menor que la que caracteriza a los textos de la documentación notarial). Cierto es, sin embargo, que esa formación latina tan deficiente, unida al recurso fundamental del dominio de la lengua vernácula neolatina, originan una inseguridad casi permanente en la tarea transcriptora del amanuense y plagan, en consecuencia, los glosarios de cruces, vacilaciones y ultracorrecciones; aunque es muy importante aclarar que esa apariencia caótica del texto escrito no se corresponde en modo alguno con el uso habitual de la lengua materna que haría el copista.
9.4. Debemos tener siempre presente que en la copia de estos glosarios no se pretendía, obviamente, escribir en latín como era el intento de los notarios semidoctos, sino que lo que el amanuense debía básicamente hacer era transcribir, reproducir, el latín de un prototipo. Ahora bien, tratándose de un glosario enciclopédico, como el Em 31 (o mejor, seguramente, de su modelo), pieza muy heterogénea por la diversidad de sus fuentes, bien pudo darse la colaboración de un recopilador y de un copista. El primero de ellos seleccionaría las tranchas o bloques de artículos de cada uno de los muchos manuscritos des-
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pojados y procedería a dictárselos al segundo, al amanuense. Este, por su parte, se limitaría a ponerlos por escrito en un orden alfabético más o menos riguroso. Pero nótese que, de este modo, el escrito «original» quedaba sometido a una adulteración lingüística reduplicada, o multiplicada. A mi juicio, en muchísimas ocasiones, los artículos de estos glosarios, o los de sus modelos, evidencian que se escribieron precisamente al dictado, circunstancia esta que facilitaría el filtro del fonetismo vulgar o romance, bien atestiguado en los ejemplos que he venido presentando. Pero en cualquier caso, aunque sólo mediara la lectura individualizada del copista, como ésta siempre se realizaba en voz alta, el resultado final de la copia, dada la complejidad cognoscitiva del proceso162, quedaba a merced de las interferencias y cruces del vulgar materno.
9.5. Pero, por otra parte, a veces, como ya dije, se tiene la impresión de percibir el seudolatín, decorado y artificioso, de los escolares, clérigos y tabeliones, lenguaje que habitualmente no se acerca del todo ni a los modelos escritos de la tradición ni al habla efectiva del momento, jerga anfibia que vivía sostenida meramente por una necesidad profesional de tecnicismo en la expresión, que forzaba a hacer ademán de latinidad, porque una tradición de siglos obligaba al escolar a latinizarse. Ahora bien, ese lenguaje artificial sólo era muchas veces realmente vivo en cuanto reflejaba tendencias propias de la evolución latino-románica. Y así habrá que interpretar posiblemente algunos de los fenómenos fonéticos, gramaticales y léxicos encontrados. Selecciono entre ellos estas originales formas: aligenigena, ratjocionator, rerere, securi curicularius (lámina 234) o talarare (en el Em 46; cf. 8.1.4.) y bibliuiotecarius (lámina 235), dididicit (lámina 236), epememeris, cupididitas, perierierimus (lámina 237) o pietitjonices (en el Em 31; cf. ibíd.), que recuerdan las creaciones escolares, mucho más artificiosas, que A. Castro encuentra en sus glosarios bajomedievales: çiroçitroçiconjum ‘rodezno de molino’ E 824 y T 1154, cirlitriçicopacinjum ‘telaraña’ y caramaragarabrum ‘dinero malo’ E 835163. También cabría incorporar aquí la solución diptongada romance a partir del diptongo gráfico del
162 Este ejercicio del acto de copiar ha sido objeto de un estudio muy clarificador: E. Ruiz García, Introducción a la codicología, Madrid, 2002. En él se analizan con gran rigor las distintas fases del proceso. 163 Para este autor, tales palabras «responden al mismo estímulo que los acertijos e ingeniosidades. La Edad Media [continúa el comentario agudo, y en algunos aspectos discutible, de D. Américo] gustaba del ingenio formal y algo pueril, hoy sumido en el cuento o en la anécdota de tipo vulgar, y que antes se ostentaba en los escritos de los doctos. Añádase un escaso sentido de la responsabilidad en los gramáticos de entonces, carentes de la noción de causalidad histórica y capaces de suplir con fantasías arbitrarias el hueco del exacto conocimiento. Nada tiene, pues, de sorprendente que los glosarios encierren alguna que otra palabra estrafalaria, forjada por el gusto de sorprender y despistar» (Glosarios, LXXXIII). Formaciones análogas, como silitergitronium o tenesternitronium, pueden verse en L. Delisle, «Note sur un ms. de Tours renfermant des gloses françaises du XIIe siècle», Bibliothèque de l’ École des Chartes, V, 1869, 327-333.
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étimo, OE > ue: fuebus / foebus, fuedus / foedus; fuedera / foedera; etc. (cf. 8.1.6.). E incluso, acaso se deban a la influencia de esta jerga escolar, practicada por algunos bibliotecarios, copistas, iluminadores y artesanos del escritorio monacal, las numerosas construcciones sintácticas, ya aludidas, ahormadas en matrices productoras de híbridos romance-latinos macarrónicos como los siguientes: mandragora fructum habet similis pomi, duorum sexum, masculinum et femininum, et dicitur quicumque eradicauerit non possit uiuere 98v 67; Iuníper arbor abens fructum rubeum uel nigrum, boni odoris, non bonum ad manducandum, folia spinosa 87r 17; fornacula in quibus faciunt focum ad quoquendum 65v 58; alietum auis similis aquile˛ et maIor, tamen minor que uultor 8r 45; exedra exterior sedis ubi Papa comunicat populum 57r 63; expassus quando ambo pedes lebantum post alterum 58v 30, etc.
9.6. Pero me resisto a aceptar para aquella época altomedieval, por razones económicas y culturales, que estos textos tan adulterados, ingeniosos y, en cierto modo, irresponsables, formaran parte del material didáctico para la enseñanza de la gramática y del vocabulario164. Incluso cabe poner en duda muchas veces su utilidad, la más socorrida, como obras de consulta para la traducción e interpretación textual y, por supuesto, como fuente dotada de auctoritas para la escritura preciosista, aquella que sustituía a la norma correcta de la literatura tradicional, la que se asentaba en el artificio de las verba obscura, en sustitución de la consuetudo sermonis.
9.7. Por otra parte, no deberá sorprender que con alguna frecuencia quede una línea flotante entre latín y romance no siempre fácil de fijar. Por ello a veces es difícil separar lo que consideramos error de lo que pudo ser simplemente reflejo de la pronunciación. Para facilitar tal deslinde es muy eficaz la clasificación minuciosa y ricamente ejemplificada, sobre todo, de los fenómenos de tipo fonético, porque de su sola ordenación se deducen consecuencias útiles. Frecuentemente, dentro de la aparente arbitrariedad, subyacen en los diferentes niveles lingüísticos particularidades curiosas, pero dotadas de estabilidad.
9.8. Importa especialmente subrayar que la apreciación general que antecede, fundamentada en una investigación bastante minuciosa de estos textos, implica que en la importante cuestión de la adscripción idiomática de los glosarios, impera claramente la variedad: per-
164 En este punto, especialmente, expreso mi gratitud a Bustos Tovar por la valiosa ayuda que me han proporcionado su examen y valoración del texto de los glosarios (cf. J. J. de Bustos Tovar, «Las Glosas Emilianenses y Silenses. I. Glosas y glosarios», en Rafael Cano (coord.), Historia de la lengua española, Barcelona, Ariel, 2004, págs. 291-293).
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cibimos en ellos latín culto, latín vulgar (en cuanto variedad sociocultural del latín del Imperio Romano), latín tardío, latín medieval hispano, latín deformado, latín arromanzado o semiavulgarado, romance latinizado o semilatinizado, romance e iberorromance.
9.9. Los glosarios hispanos visigóticos constituyen, en suma, una nueva fuente lingüística para el estudio de las lenguas romances y, en especial, del iberorromance y del español en la fase primera de su historia; fuentes, que, conviene insistir en ello, enriquecen cuantitativa y, sobre todo, cualitativamente la escasa documentación altomedieval conocida.
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199
LÁMINAS
Lámina 1. Em 46, 169r 1, 4
Lámina 2. Em 46, 169r 1, 33
Lámina 3. Em 46, 169r 2, 32
203
Lámina 4. Em 46, 169v 2, 3
Lámina 5. Em 46, 170r 1, 9
Lámina 6. Em 46, 170r 1, 11
204
Lámina 7. Em 46, 170r 1, 17
Lámina 8. Em 46, 170r 2, 6
205
Lámina 9. Sil 1296, 82r 1
Lámina 10. Sil 1296, 86r 1
Lámina 11. Sil 1296, 130r 1, 14
206
Lámina 12. Sil 1296, 150r 2, 25
Lámina 13. Sil 1296, 119r 1, 27
Lámina 14. Sil 1296, 204r 2, 10
207
Lámina 15. Em 31, 81r 3, 67
Lámina 16. Em 31, 4v 25
Lámina 17. Em 31, 70r 3, 71
208
Lámina 18. Em 31, 12r 42
Lámina 19. Em 31, 12r 2, 38
209
Lámina 20. Em 31, 84r 14
Lámina 21. Em 31, 76v 2, 7
210
Lámina 22. Em 31, 82r 1, 4
Lámina 23. Em 31, 86r 3, 54
211
Lámina 24. Em 31, 16r 2, 10
Lámina 25. Em 31, 2r 1, 7
212
Lámina 26. Em 46, 74r 40
Lámina 27. Em 46, 38v 15
Lámina 28. Em 46, 154v 49
213
Lámina 29. Em 46, 53r 54
Lámina 30. Em 46, 5v 22
214
Lámina 31. Em 46, 162v 58
Lámina 32. Em 46, 120r 40
215
Lámina 33. Em 31, 7r 1, 2
Lámina 34. Em 31, 66v 2, 26
216
Lámina 35. Em 31, 4r 3, 54
Lámina 36. Em 31, 10v 1, 16
217
Lámina 37. Em 31, 34v 3, 53
Lámina 38. Em 31, 28r 1, 5
Lámina 39. Em 31, 30v 1, 8
218
Lámina 40. Em 31, 81r 1, 29
Lámina 41. Em 31, 84r 3, 65
219
Lámina 42. Em 46, 118v 29
Lámina 43. Em 31, 32v 1, 7
220
Lámina 44. Em 31, 34v 2, 49
Lámina 45. Em 31, 4v 1, 14
221
Lámina 46. Em 31, 37v 2, 44
Lámina 47. Em 31, 102r 1, 2
222
Lámina 48. Em 31, 6v 3, 50
Lámina 49. Em 31, 95v 1, 22
223
Lámina 50. Em 31, 56r 3, 64
Lámina 51. Em 31, 43v 1, 25
224
Lámina 52. Em 46, 63v 22
Lámina 53. Em 46, 93r 26
Lámina 54. Em 46, 137v 15
225
Lámina 55. Em 31, 24r 3, 57
Lámina 56. Em 46, 36r 5
226
Lámina 57. Em 46, 35v 40
Lámina 58. Em 31, 82r 2, 30
227
Lámina 59. Em 46, 150r 53
Lámina 60. Em 31, 71r 2, 22
228
Lámina 61. Em 31, 24v 3, 57
Lámina 62. Em 31, 30v 3, 62
229
Lámina 63. Em 31, 63r 1, 8
Lámina 64. Em 31, 6r 3, 53
230
Lámina 65. Em 46, 13v 57
Lámina 66. Em 46, 74r 21
231
Lámina 67. Em 46, 14v 11
Lámina 68. Em 46, 3r 33
Lámina 69. Em 46, 163v 27
232
Lámina 70. Em 31, 14v 2, 25
Lámina 71. Em 46, 155r 16
233
Lámina 72. Em 46, 9v 22
Lámina 73. Em 46, 149v 7
234
Lámina 74. Em 31, 9r 1, 19
Lámina 75. Em 31, 40r 2, 30
235
Lámina 76. Em 46, 5r 63
Lámina 77. Em 46, 170r
236
Lámina 78. Em 31, 5v 2, 37
Lámina 79. Em 31, 49v 2, 36
237
Lámina 80. Em 46, 127v 38
Lámina 81. Em 31, 80v 1, 25
238
Lámina 82. Em 31, 12v 2, 34
Lámina 83. Em 31, 51v 3, 75
239
Lámina 84. Em 31, 26r 3, 60
Lámina 85. Em 46, 30r 28
Lámina 86. Em 31, 18v 2, 45
240
Lámina 87. Em 31, 37r 3, 83
Lámina 88. Em 46, 153r 2, 56
241
Lámina 89. Em 31, 31r 1, 14
Lámina 90. Em 46, 108v 33
242
Lámina 91. Em 31, 8v 2, 29
Lámina 92. Em 46, 63r 4
243
Lámina 93. Em 31, 30v 1, 19
Lámina 94. Em 46, 87v 32
Lámina 95. Em 46, 42v 11
244
Lámina 96. Em 31, 13r 1, 14
Lámina 97. Em 46, 17v 45
245
Lámina 98. Em 31, 99v 1, 62
Lámina 99. Em 31, 11v 3, 70
246
Lámina 100. Em 31, 19r 2, 45
Lámina 101. Em 31, 30r 1, 24
Lámina 102. Em 31, 35r 3, 52
247
Lámina 103. Em 31, 60v 2, 22
Lámina 104. Em 31, 1r 2, 36
248
Lámina 105. Em 31, 70v 3, 77
Lámina 106. Em 46, 67r 20
249
Lámina 107. Em 31, 43v 3, 62
Lámina 108. Em 31, 12v 3, 75
Lámina 109. Em 31, 40v 1, 30
250
Lámina 110. Em 46, 107r 4
Lámina 111. Em 46, 8r 45
251
Lámina 112. Em 31, 12v 2, 38
Lámina 113. Em 31, 11r 2, 43
252
Lámina 114. Em 46, 132v 9
Lámina 115. Em 31, 49v 3, 47
Lámina 116. Em 31, 36v 1, 15
253
Lámina 117. Em 31, 48r 1, 5
Lámina 118. Em 31, 47r 3, 80
254
Lámina 119. Em 46, 7v 41
Lámina 120. Em 31, 89r 3, 60
Lámina 121. Em 46, 53v 20
255
Lámina 122. Em 46, 86r 38
Lámina 123. Em 46, 166r 32
Lámina 124. Em 46, 50r 44
256
Lámina 125. Em 31, 3r 2, 38
Lámina 126. Em 31, 1r 1, 16
257
Lámina 127. Em 31, 4r 2, 28
Lámina 128. Em 31, 106v 3, 54
258
Lámina 129. Em 31, 32r 1, 11
Lámina 130. Em 31, 48v 2, 26
259
Lámina 131. Em 46, 62v 8
Lámina 132. Em 31, 5v 3, 59
260
Lámina 133. Em 31, 7r 1, 22
Lámina 134. Em 31, 38v 3, 64
261
Lámina 135. Em 31, 7v 2, 23
Lámina 136. Em 31, 7v 1, 12
262
Lámina 137. Em 46, 153v 35
Lámina 138. Em 46, 21v 49
263
Lámina 139. Em 31, 16r 2, 29
Lámina 140. Em 31, 31v 3, 78
264
Lámina 141. Em 31, 57r 1, 8
Lámina 142. Em 46, 154r 39
Lámina 143. Em 31, 89r 3, 61
265
Lámina 144. Em 31, 29v 2, 22
Lámina 145. Em 46, 33v 14
266
Lámina 146. Em 31, 8v 3, 55
Lámina 147. Em 46, 151r 38
267
Lámina 148. Em 31, 1v 2, 26
Lámina 149. Em 31, 12v 3, 77
Lámina 150. Em 46, 167v 42
268
Lámina 151. Em 31, 21r 1, 14
Lámina 152. Em 31, 31r 1, 28
Lámina 153. Em 46, 100v 47
269
Lámina 154. Em 31, 74v 2, 33
Lámina 155. Em 31, 32v 3, 64
270
Lámina 156. Em 31, 33r 2, 38
Lámina 157. Em 46, 66v 47
271
Lámina 158. Em 31, 13r 3, 72
Lámina 159. Em 31, 76v 1, 7
Lámina 160. Em 31, 8r 2, 31
272
Lámina 161. Em 31, 38r 3, 78
Lámina 162. Em 46, 70v 29
Lámina 163. Em 31, 38v 2, 42
273
Lámina 164. Em 31, 39v 1, 27
Lámina 165. Em 31, 39r 2, 26
274
Lámina 166. Em 46, 98r 51
Lámina 167. Em 31, 102v 1, 4
275
Lámina 168. Em 31, 39v 2, 38
Lámina 169. Em 31, 40r 1, 4
276
Lámina 170. Em 46, 73v 9
Lámina 171. Em 46, 74v 48
Lámina 172. Em 46, 73v 8
277
Lámina 173. Em 31, 40v 2, 52
Lámina 174. Em 46, 69r 1
Lámina 175. Em 31, 56r 3, 56
278
Lámina 176. Em 46, 76r 31
Lámina 177. Em 31, 44r 2, 59
Lámina 178. Em 31, 17r 3, 67
279
Lámina 179. Em 31, 12r 2, 48
Lámina 180. Em 31, 10v 2, 46
Lámina 181. Em 31, 77v 1, 21
280
Lámina 182. Em 46, 65r 51
Lámina 183. Em 46, 154r 22
Lámina 184. Em 46, 93v 11
281
Lámina 185. Em 31, 26r 1, 8
Lámina 186. Em 31, 58r 2, 20
282
Lámina 187. Em 46, 99r 48
Lámina 188. Em 31, 57r 2, 35
Lámina 189. Em 31, 57v 3, 59
283
Lámina 190. Em 31, 59r 1, 25
Lámina 191. Em 46, 100v 49
Lámina 192. Em 31, 5v 2, 23
284
Lámina 193. Em 31, 27v 2, 23
Lámina 194. Em 31, 21r 2, 4
Lámina 195. Em 31, 60r 1, 9
285
Lámina 196. Em 31, 59v 2, 23
Lámina 197. Em 31, 48v 2, 25
286
Lámina 198. Em 31, 60v 3, 61
Lámina 199. Em 31, 63v 1, 22
287
Lámina 200. Em 31, 61v 2, 26
Lámina 201. Em 31, 56r 1, 9
288
Lámina 202. Em 31, 62v 1, 2
Lámina 203. Em 46, 104r 16
Lámina 204. Em 31, 63v 2, 45
289
Lámina 205. Em 31, 3v 1, 17
Lámina 206. Em 31, 75v 2, 38
Lámina 207. Em 31, 20r 2, 25
290
Lámina 208. Em 31, 69v 1, 23
Lámina 209. Em 31, 5v 2, 43
291
Lámina 210. Em 31, 76v 2, 57
Lámina 211. Em 46, 157r 9
292
Lámina 212. Em 31, 16r 2, 38
Lámina 213. Em 31, 76r 2, 30
293
Lámina 214. Em 31, 53v 3, 60
Lámina 215. Em 31, 84r 2, 48
294
Lámina 216. Em 31, 84r 3, 54
Lámina 217. Em 31, 84v 2, 41
295
Lámina 218. Em 31, 85r 3, 58
Lámina 219. Em 31, 34v 2, 51
296
Lámina 220. Em 46, 125v 53
Lámina 221. Em 46, 130r 5
Lámina 222. Em 46, 130r 37
297
Lámina 223. Em 31, 63v 1, 10
Lámina 224. Sil 1296, 216r 9
298
Lámina 225. Em 31, 18r 1, 7
Lámina 226. Sil 1296, 178r 11
Lámina 227. Sil 1296, 192r 11
299
Lámina 228. Em 31, 50r 2, 20
Lámina 229. Em 31, 52v 1, 5
Lámina 230. Em 31, 8r 3, 45
300
Lámina 231. Em 46, 143v 65
Lámina 232. Em 31, 3r 1, 28
301
Lámina 233. Em 31, 6v 1, 3
Lámina 234. Em 46, 140r 48
Lámina 235. Em 31, 5v 1, 17
302
Lámina 236. Em 31, 15r 1, 6
Lámina 237. Em 31, 80v 1, 23
303
ÍNDICE
PRÓLOGO de Francisco Gimeno Menéndez ............................................................
9
INTRODUCCIÓN ..............................................................................................................
13
1. LOS GLOSARIOS HISPANOS VISIGÓTICOS ........................................................................ 1.1. El códice Real Academia de la Historia 24 (Em 24) ..................................... 1.2. El códice Real Academia de la Historia 46 (Em 46) ..................................... 1.3. El códice Real Academia de la Historia 31 (Em 31) ..................................... 1.4. El códice Biblioteca Nacional de Francia Nouv. Acq. Lat. 1298 (Sil 1298)..... 1.5. El códice Biblioteca Nacional de Francia Nouv. Acq. Lat. 1296 (Sil 1296)..... 1.6. El códice Biblioteca Nacional de España Vitr. 14-5 (BNE)........................... 1.7. Códices y manuscritos excluidos en este estudio.........................................
21 21 22 23 23 24 24 25
DE LOS GLOSARIOS .....................................................................................
25
3. FILIACIÓN Y FUENTES DE LOS GLOSARIOS ...................................................................... 3.1. Artículos exclusivos del Em 46 ...................................................................... 3.2. El contenido del Em 31 .................................................................................. 3.2.1. Bloques de artículos del Libro X de las Etimologías........................... 3.2.2. Los Synonyma Ciceronis................................................................... 3.2.3. Artículos alegóricos............................................................................... 3.2.4. Los hermeneumata medicobotanica vetustiora ................................ 3.2.5. Artículos con información, juicios normativos y comentarios lingüísticos........................................................................................................ 3.2.6. Otras lecturas mejores del Em 31......................................................... 3.2.7. El contenido enciclopédico del Em 31 y su vinculación al escritorio emilianense............................................................................................
28 29 30 31 31 33 35
2. DATACIÓN
4. PROTAGONISMO HISPANO EN LA FORMACIÓN DE ESTOS DICCIONARIOS ENCICLOPÉDICOS .... 4.1. El Liber Glossarum. Origen hispano de los modelos utilizados en esta compilación............................................................................................................ 4.1.1. Confusión de grafías, generada por la letra visigótica del modelo ... 4.1.2. Confusión entre consonantes labiales ................................................. 4.1.3. El cambio -h- > -c(h)- .......................................................................... 4.1.4. Otros fenómenos de interés.................................................................
36 38 38 39 40 41 42 43 44
305
4.2. El posible origen hispano de otros glosarios europeos ............................... 4.3. La valoración de los glosarios hispanos como «Fuentes Españolas» ...........
44 45
OBLIGADA DEPURACIÓN FILOLÓGICA DEL TEXTO DE LOS GLOSARIOS ...........................
45
DE IDENTIFICACIÓN INSEGURA Y ARTÍCULOS DE DIFÍCIL COMPRENSIÓN ..............
52
7. FENÓMENOS GRAFICOFÓNICOS ..................................................................................... 7.1. La abreviatura de una s volada ...................................................................... 7.2. Los distintos tipos de i: la i «corta», la i «alta» y la i «baja»............................ 7.3. Las variantes graficofónicas de la dental sonora en el Em 31 .....................
53 53 54 56
8. ESTUDIO LINGÜÍSTICO................................................................................................. 8.1. Fenómenos fonéticos más destacados .......................................................... 8.1.1. La sonorización consonántica.............................................................. 8.1.1.1. Sordas iniciales ........................................................................ 8.1.1.2. Sordas intervocálicas ............................................................... 8.1.1.3. Sordas ante líguidas, en grupos homosilábicos..................... 8.1.1.4. Sordas tras sonantes, en grupos heterosilábicos ................... 8.1.2. La anaptixis (de vocal inicial, protónica y postónica)........................ 8.1.3. Haplografías, reducciones, simplificaciones, disimilaciones eliminadoras y fusiones vocálicas y consonánticas........................................ 8.1.4. Diplografías, dilaciones, repeticiones y geminaciones....................... 8.1.5. Metátesis sencillas, recíprocas, silábicas y gráficas............................. 8.1.6. Otros fenómenos fonéticos de interés ................................................ 8.1.7. Fenómenos fonéticos del Em 31 análogos a los peculiares de la fonética vasca........................................................................................... 8.2. Fenómenos morfológicos relevantes............................................................. 8.3. Estudio léxico ................................................................................................. 8.3.1. Aportaciones léxicas destacadas.......................................................... 8.3.2. Síntesis de las peculiaridades e interés del léxico estudiado ............ 8.3.3. Funciones de las formas analizadas dentro de los artículos..............
61 61 61 61 61 62 62 63
69 72 96 96 183 189
FINALES ..........................................................................................
190
ESPECÍFICA BÁSICA .....................................................................................
197
LÁMINAS .....................................................................................................................
201
5. LA
6. PALABRAS
9. CONSIDERACIONES BIBLIOGRAFÍA
306
63 65 66 67