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Spanish Pages [386] Year 2012
Visibilizando el Protagonismo de las Mujeres Salvadoreñas
María Candelaria Navas
UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR __________________________________________________________________________ CONSEJO DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS (CIC-UES)
SUFRAGISMO Y FEMINISMO Visibilizando el Protagonismo de las Mujeres Salvadoreñas
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Investigación realizada por María Candelaria Navas Escuela de Ciencias Sociales Licenciatura en Sociología
Ciudad Universitaria, agosto de 2012
324.623 N322s Navas, María Candelaria, 1943Sufragismo y feminismo : visibilizando el protagonismo de las sv mujeres salvadoreñas / María Candelaria Navas. -- 1a. ed. -- San Salvador, El Salv. : Editorial Universitaria (UES), 2012. 386 p. ; 21 cm. -- (Investigaciones UES ; v. 2. Sociología ;) ISBN 978-99923-27-76-0 1. Sufragio femenino - (El Salvador). 2. Derecho de la mujer. I. Título. BINA/jmh
Impreso con el apoyo de CAPAC-Suecia e IMU Primera edición, 2012 Derechos reservados Copyright © 2012 Imagen de Portada: Recuadro del Mural Bicentenario 2010 Pintor: Antonio Bonilla Museo Nacional de Antropología (MUNA IMPRESO EN EL SALVADOR
ÍNDICE Presentación ........................................................................................................................ 7-8 Prefacio ............................................................................................................................... 9-10 Introducción y metodología .................................................................................... 11-24 Capítulo I. Marco Teórico-Histórico del Movimiento Sufragista y del Movimiento de Mujeres y Feminista ..................................................... 1.1. Origen del Feminismo ilustrado, liberal/sufragista de los años sesenta del siglo XX ............................................................ 1.2. La evolución del pensamiento Feminista .......................................... 1.3. Las feministas ligadas al socialismo utópico y al movimiento obrero ............................................................................ 1.4. Movimientos Sociales y Movimiento de Mujeres ..........................
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Capítulo II La participación sociopolítica de las mujeres salvadoreñas: Reconstrucción con base en información histórica y cualitativa .......... 67-133 2.1. Periodización ................................................................................................ 67-71 2.2. Construcción y ejercicio de la ciudadanía De las mujeres salvadoreñas .................................................................. 71-80 2.3. Primer período: 1841-1956 ................................................................. 80-133 2.3.1. Antecedentes ................................................................................... 80-89 2.3.2. Hurgando los archivos y los periódicos de los años 1920 a 1950 ............................................................. 89-95 2.3.3. Prudencia Ayala (1859-1934) y su lucha por ser Presidenta de El Salvador ......................................... 96-103 2.3.4. Veinte años después de Prudencia Ayala: el voto femenino ........................................................................ 103-121 2.3.5. Mujeres destacadas en el período: 1841-1956 ............ 121-133 Capítulo III Las Mujeres Salvadoreñas y el Movimiento Popular, Segundo Período: 1957-1975 ............................................................................ 135-184 3.1. Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas: 1956-1967 Primera organización de mujeres de origen popular ............. 140-145
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3.2. La inserción de las mujeres en el movimiento popular revolucionario ........................................................................ 145-159 3.3. Tercer Período: 1976-1985. Primeras organizaciones de mujeres que intentan incorporar la perspectiva de género. Acuerdos de Paz ............................................................... 160-173 3.4. Cuarto Período: 1986-1989 ................................................................ 173-179 3.5. Quinto Período: 1990-2003 ................................................................ 179-184 Capítulo IV De la guerra a la paz: Haciendo visibles a las mujeres salvadoreñas ........................................................................................... 185-255 4.1. Primero pasos para su visibilización ............................................. 185-202 4.2. Sexto Período: 2004-2008, de guerrilleras a feministas ....... 202-222 4.3. IV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe ................................................................................................... 223-232 4.4. Concertación Feminista Prudencia Ayala .................................... 232-241 4.5. Las Mujeres Rurales: Su organización ........................................... 241-252 4.6. Avances en la participación de las mujeres ................................. 252-255 Capítulo V Principales Estrategias del Movimiento de Mujeres en El Salvador 1998-2008 ........................................................................................ 257- 362 5.1. La pobreza y las mujeres en El Salvador ..................................... 257- 262 5.2. Balance mínimo del Movimiento de Mujeres ............................. 262-267 5.3. Aportes del Movimiento de Mujeres a la sociedad salvadoreña ............................................................................................... 267-271 5.4. Análisis de las estrategias del Movimiento de Mujeres, 1998-2008 ........................................................................ 272-353 5.5. Conclusiones ............................................................................................ 354-362 Bibliogra ía ................................................................................................................ 363-373 Anexos ......................................................................................................................... 375-380
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PRESENTACIÓN Con mucho orgullo y satisfacción, el Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer –IMU– se complace en presentar el siguiente trabajo de investigación: “Sufragismo y Feminismo: Visibilizando el Protagonismo de las Mujeres Salvadoreñas”, de la Licenciada María Candelaria Navas, catedrática de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador. El esfuerzo investigativo sobre la lucha de las mujeres salvadoreñas y sus aportes al desarrollo y a la democracia de nuestro país, condensado en este trabajo, resulta sin precedentes en la historia bibliográ ica nacional, y lo vuelve imprescindible para las y los ávidos lectores de nuestra historia y sus protagonistas. De manera calculada, la autora nos va conectando con los hitos que han caracterizado la lucha de las salvadoreñas en sus diferentes momentos históricos, y descubriéndonos a cada paso, la activa participación política y social de decenas de mujeres cuyo legado nos permite ahora gozar de derechos y libertades que no teníamos. Votar, elegir y ser electas, participar en partidos políticos o ser funcionarias públicas, no siempre fueron posibilidades para las mujeres, y hubo que pelear por estos derechos en condiciones muy adversas. La memorable Prudencia Ayala es destacada en la historia del sufragismo salvadoreño y por eso ocupa un lugar preponderante en el libro de Cande. Lo mismo ocurre con muchas organizaciones y redes de mujeres que cronológicamente van apareciendo en el quehacer femenino de cada época, incluyendo la de la reciente guerra civil de los años 80 y 90, que recoge la participación de las mujeres en la lucha armada. Especial énfasis tiene todo el aporte que durante los últimos años de postguerra han entregado las mujeres en la construcción de la democracia en El Salvador. La conciencia de género que el feminismo forjó en las generaciones actuales de mujeres se hace visible en este rescate histórico, con el in de reconocerlas como sujetas políticas transformadoras de su realidad. La perspectiva feminista desde la cual ha sido registrada la historia del protagonismo de las mujeres salvadoreñas en estas últimas décadas, hacen de este trabajo un aporte valioso para el movimiento amplio de mujeres, que
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dispone hoy de una revisión minuciosa y exhaustiva de la lucha por la liberación, desarrollada por las mujeres más valiosas de nuestra sociedad. Reconocemos en Candelaria Navas su tesonero empeño por la investigación feminista como una herramienta de trabajo intelectual al servicio de la defensa y promoción de los derechos humanos de las mujeres. Su pasión por el análisis, la investigación y la capacitación a mujeres, usando las categorías del feminismo, ha contribuido al avance de más identidad y conciencia de género en muchas mujeres que nos contagiamos del entusiasmo y convicción de Candelaria, convertida hoy en pionera del movimiento feminista en El Salvador. Las viejas y nuevas inequidades de género nos desa ían a seguir haciendo historia y a continuar escribiéndola. El IMU agradece su aporte valioso y su provocación a seguir escudriñando más en la historia nacional, apoyándonos en la investigación feminista, para redescubrir y revalorar el papel de las mujeres en la construcción de nuestra sociedad. San Salvador, mayo 2012. Deysi Cheyne Directora Ejecutiva del IMU
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PREFACIO UN ESTUDIO CONSOLIDADO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES EN EL SALVADOR. Este libro es una versión divulgativa de la tesis doctoral de María Candelaria Navas (Santa María, Usulután, 1943) presentada ante la Universidad Nacional Autónoma, UNAM, de México: “Movimiento de Mujeres en El Salvador, 1987-2008. Desde su invisibilidad histórica hasta la incorporación de la perspectiva de género”. María Candelaria Navas es una investigadora de mucho récord en la temática de género y en la historia de las mujeres. A la vez, ha sido educadora y académica por un lapso de 50 años, con un currículo de múltiples estudios, publicaciones, representaciones en eventos, encuentros o congresos internacionales y capacitaciones a comunidades de mujeres o instituciones conexas. Es egresada de la Escuela Normal España, Licenciada en Sociología por la Universidad de El Salvador, UES, con Maestría en Estudios Latinoamericanos y Doctorado en Ciencias Políticas, en México. Ha realizado numerosas y amplias investigaciones, de las cuales se ha publicado solo una parte. Se hace aquí un recorrido socio-histórico sobre el aporte de las mujeres salvadoreñas a los cambios socioculturales, para visibilizar su protagonismo individual o colectivo a lo largo de seis períodos históricos. Se parte del surgimiento que tuvieron en la Universidad de El Salvador, su consecución del derecho al voto, los primeros grupos en su organización, el protagonismo de las intelectuales de los años cuarenta, su incorporación a los movimientos populares y a la lucha armada, hasta la conformación del movimiento de mujeres y feminista en El Salvador y sus principales logros. Publicado con el patrocinio del Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer, IMU, y el Consejo de Investigaciones Cientí icas de la Universidad de El Salvador, CIC-UES, el libro de la doctora Navas es la culminación de un intenso estudio de la temática de mujeres y abre el espacio a nuevas investigaciones y anales históricos por las nuevas generaciones de feministas salvadoreñas que se visibilicen en las ciencias, las artes, la política, las publicaciones educativas y el saber humano en general.
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Es miembra activa de la Concertación Feminista Prudencia Ayala y de numerosas instituciones de la sociedad civil (de mujeres y mixtas) en El Salvador. Ciudad Universitaria, San Salvador, junio de 2012.
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INTRODUCCIÓN Y METODOLOGÍA “El feminismo ha sido, como movimiento social, una de las manifestaciones históricas más signi icativas de la lucha emprendida por las mujeres para conseguir sus derechos. Aunque la movilización a favor del voto, es decir el sufragismo, haya sido uno de los ejes más importantes, no puede equipararse sufragismo con feminismo. Este último tiene una base reivindicativa muy amplia que, a veces, contempla el voto, pero que en otras ocasiones, también exige demandas sociales como la eliminación de la discriminación civil para las mujeres casadas o el acceso a la educación, al trabajo remunerado (…) (Nash, Mary y Tavera, Susanna (1995) Experiencias desiguales: Con lictos sociales y Respuestas colectivas, Editorial Síntesis. Madrid, p. 58)
El Proyecto de Investigación: “Sufragismo y Feminismo: Visibilizando el Protagonismo de las Mujeres Salvadoreñas”, fue presentado al Consejo de Investigaciones Cientí ica de la Universidad de El Salvador-CIC-UES, con el propósito de conocer los aportes de las mujeres salvadoreñas, organizadas o independientes, en los cambios socioculturales y políticos de El Salvador, además de visibilizar el papel protagónico de las mujeres en los cambios socioculturales y proporcionar nuevos elementos que permitan, a futuro, profundizar y enriquecer las investigaciones sociológicas e históricas sobre el tema.1 Desde las perspectivas sociológica e histórica, el aporte de las mujeres al desarrollo socioeconómico y cultural de El Salvador ha sido poco tratado e investigado en la academia; de ahí que el avance en el logro del ejercicio de los derechos humanos de las mujeres se encuentre limitadamente documentado. En el abordaje investigativo del protagonismo de las mujeres, desde las Ciencias Políticas y Sociales, empezaremos por los fundamentos teórico-metodológicos de la problemática: los conceptos y los contextos en los cuales se enmarca. 1 En El Salvador los primeros libros que rescatan el aporte de las mujeres los encontramos presentados como tesƟmonios; este esfuerzo se ha centrado en la recolección de tesƟmonios orales principalmente sobre las mujeres y el conflicto armado o las mujeres y su papel en la transición. entre ellos: Norma de Herrera (1983), “La Mujer en la Revolución Salvadoreña” Claves LaƟnoamericanas, México; Marơnez, Guadalupe(1977), “Las Cárceles ClandesƟnas en El Salvador”; Díaz, Nidia (1987), “Nunca Estuve Sola”; Alegría, Claribel (1987), “No me agarran Viva; CEMUJER (1992), “Norma: Vida Insurgente y Feminista”, Talleres Gráficos UCA; Ueltzen, Stefan (1993), “Como Salvadoreña que Soy”, Editorial Sombrero Azul, San Salvador; Navas, María Candelaria y otras (1995), “¡¿Valió la Pena?!”, Editorial Sombrero Azul, San Salvador; PANOS (1996) “Armas para Luchar y Brazos para Proteger”, Editorial Icaria, España; LAS DIGNAS(1996), “Montañas con Recuerdos de Mujer” y “La Montaña Habló, Mujeres Montaña”, San Salvador. El Salvador.
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En primer lugar este estudio se encuadra en lo que se ha llamado la construcción sociocultural e histórica de las mujeres; en segundo lugar, se integra la Sociología de Género, concepto que desarrollaremos. Asimismo, interesa plantear algunas premisas sobre la participación política de las mujeres a partir del proceso de constitución del Movimiento de Mujeres en El Salvador, en el marco de los Movimientos Sociales. Nuestro punto de partida es la invisibilización histórica de las mujeres salvadoreñas, la cual ha quedado demostrada al identi icar su presencia y los aportes en los cambios socioculturales y revolucionarios, puesto que tanto algunas mujeres independientes como diversos grupos organizados han sido protagonistas sociales y políticos en los diferentes períodos históricos identi icados, hasta la coyuntura de la eclosión de organizaciones de mujeres que asumen el análisis feminista y la perspectiva de género. La historia tradicional menciona a las mujeres por sus desempeños excepcionales, mujeres notables o que se hicieron visibles por su relación con algún hombre importante. Los primeros intentos de recuperar la historia de las mujeres, investigada por las estudiosas feministas, se realizaron con enfoques parciales e insu icientes. Intentaron rescatar información, pero no es posible quedarse en esta etapa de la investigación histórica. Si bien el proceso de desenterrar datos ha sido importante, poco a poco el estudio sobre las mujeres ha elaborado interpretaciones y análisis que incluyen temas teóricos y metodológicos. En contraste con aquella historia que registra hazañas, hechos considerados relevantes, hombres líderes y personajes de la política, hechos de la vida pública y no de la vida privada. A menudo se relega a las mujeres al papel de madre, hija, compañera, apoyo del hombre, entre otros. El esfuerzo de las historiadoras feministas se ha centrado en reconceptualizar la historia y considerar la dimensión privada. En nuestro medio, estas relexiones todavía esperan el espacio en el ámbito académico y en el interior de las organizaciones de mujeres. Es de destacarse, en El Salvador, el trabajo de antropólogas, sociólogas, psicólogas y profesionales de otras ciencias sociales que han profundizado en la teoría de género, la cual a lo largo de los últimos 30 años (más o menos a partir de las década de los 80) se ha ido nutriendo y enriqueciendo en profundidad y propuestas.
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La base disciplinaria de este estudio es la Sociología como ciencia global de las organizaciones, las relaciones e instituciones sociales, que busca explicar objetiva y racionalmente su desarrollo histórico desde una perspectiva teórica. Cuyo objeto de estudio es “La sociedad como escenario de las relaciones humanas, con sus regularidades, sus contradicciones y sus con lictos”2. Al estudiar la sociedad nos damos cuenta que está formada por individuos que actúan colectivamente, tanto hombres como mujeres realizan actividades que guardan una estrecha relación con la de otros y otras. Es justamente en esa actividad que se constituyen así mismos como sujetos sociales y se convierten, por ello, en objeto de estudio de la sociología. Pero la sociedad no es homogénea, generalmente las actividades individuales y colectivas se desarrollan en escenarios surcados por profundas contradicciones que se generan en la desigualdad entre hombres y mujeres llegando a crear relaciones antagónicas. Por ello, en el estudio de lo social, es preciso tener presente: la acción colectiva y la desigualdad intrínseca de la sociedad. Sin embargo, en su práctica profesional las sociólogas y los sociólogos se han interesado en trascender la teoría aplicándola al cambio social. Es en esa búsqueda donde surge la Sociología de Género como una rama especializada que estudia las características y determinaciones sociales de las relaciones entre hombres y mujeres, partiendo de la reiterada desigualdad, la jerarquía y la exclusión que se observan en la población femenina comparada con la población masculina.3 El componente “género” en la Sociología de Género4 La categoría Género ha logrado un lugar clave y propio en el quehacer sociológico, orientando la discusión teórica y metodológica de la Sociología hacia una mejor comprensión y abordaje de los roles, las normas, comportamien2 Puga, CrisƟna y otras (1997) “Hacia la Sociología” Editorial Alhambra Mexicana, México. pp. 11. 3 De Dios Vallejo, Delia Selene(2004)” Sociología de Género”, Centro de Estudios Sociológicos, Facultad de Ciencias PolíƟcas y Sociales, UNAM, México.pp. 24. 4 Los elementos de análisis que se uƟlizarán a conƟnuación son producto de discusiones expuestas en la Ponencia “Hacia una Sociología de Género en El Salvador” presentada en el X Congreso Centroamericano de Sociología y I Nacional de Sociología, AnƟgua, Guatemala en 2006, por María Candelaria Navas, Nancy Orellana y Nidia Umaña. Publicada en Revista AlternaƟvas para el Desarrollo Enero-Marzo 2007, FUNDE, San Salvador, El Salvador.
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tos y relaciones sociales, así como los fenómenos sociales resultantes de los mismos. Según lo plantea la socióloga argentina Gloria Bonder, en poco más de tres décadas de “uso intensivo” la categoría “género”, sin que pueda a irmarse que se haya desgastado, está siendo revisada en la interrelación feminista con las corrientes teóricas dominantes: funcionalismo, marxismo, diversas escuelas dentro del psicoanálisis, postestructuralismo, postmodernismo, etc. El avance teórico y metodológico de la sociología de género desarrolla tres dimensiones que ya se han difundido ampliamente. Una primera dimensión, se re iere a la construcción sociocultural e histórica que se hace de las mujeres y los hombres. El género tiene su origen histórico en cada época y sociedad, sobre la diferenciación sexual de los cuerpos, concepción sujeta a cambio y transformación. Ahora, en 2010, ser mujer o ser hombre en El Salvador no es lo mismo que serlo en Irán, pues las normas, valores y actitudes adquieren manifestaciones diferentes en cada una de esas sociedades. De modo similar, Prudencia Ayala, cuando en 1930 se autoproclamó candidata a la Presidencia de El Salvador no se imaginó que estaba sentando las bases para que ochenta años después una concertación de organizaciones y de mujeres independientes llevara su nombre y retomara su legado.5 En una segunda dimensión, el género también constituye una categoría de análisis social de la realidad, representa una nueva forma de interpretar la realidad para identi icar los diferentes papeles y tareas que llevan a cabo los hombres y las mujeres en la sociedad, así como las asimetrías y las relaciones de poder e inequidades. Reconocer las causas que las producen y formular mecanismos para superar esas brechas es aplicable a los ámbitos: laboral, educativo, familiar, personal. La categoría de género ha permitido estudiar la dinámica de las relaciones intrafamiliares, los roles, tareas, la posición que cada miembro tiene en el interior de la familia y las consecuencias desiguales de su ejercicio. En una tercera dimensión, el género es una categoría política dado que implica acción para transformar las inequidades. Reconoce al patriarcado como sistema de dominación y reconoce la construcción androcéntrica de nues5 Se trata de la Concertación Feminista Prudencia Ayala –CFPA– que fue creada en 1997 por organizaciones de mujeres y mujeres independientes.
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tras sociedades, lo cual implica cuestionar ese sistema de dominación y establecer compromisos para transformar las inequidades, lo que nos lleva a reconocer el accionar del movimiento de mujeres, la legitimidad de su lucha y la necesidad de que los estados establezcan políticas nacionales de equidad. En cuanto categoría para el análisis social de la realidad, el género ha permitido que la Sociología de Género y las Ciencias Sociales en general, realicen importantes aportes al desarrollo de la Sociología como disciplina cientí ica, por ejemplo en torno a la objetividad, los criterios de veri icación y la disciplinariedad. Su principal aporte consiste en convertir a las mujeres en sujetos y objetos de conocimiento, lo cual en la práctica ha consistido en develar la actividad social femenina y en mostrar su valor especí ico. Para eso fue necesario ir descubriendo y construyendo categorías y metodologías que presentaran una visión objetiva del quehacer de mujeres y hombres en la sociedad. Analizar la situación de las mujeres y de los hombres en el marco de las relaciones entre los géneros se ha convertido en una tarea permanente en las ciencias sociales, así como incorporar el enfoque de género en la práctica profesional de las diferentes disciplinas. Otro aporte radica en la naturaleza holística e interdisciplinaria de su planteamiento teórico, que recoge los aportes de diversas disciplinas cientí icas como la Antropología, la Psicología, la Filoso ía, la Historia y la misma Sociología. Hay entonces una amplia variedad de posiciones y de formaciones, que pueden ser constantemente revisadas. Desde esa óptica interdisciplinaria se han creado, en el ámbito de la sociología, nuevos mapas cognitivos. Este es el caso de las nuevas temáticas referidas a la masculinidad, el erotismo, el cuerpo y la sexualidad con una mirada más plural sobre cuestiones que eran pensadas fundamentalmente por la medicina, el derecho o la religión. También recoge los resultados del trabajo académico de hombres y mujeres investigadores, sin limitarse a los aportes cientí icos realizados por mujeres para mujeres. La Sociología de Género ha permitido también a los hombres repensar ellos mismos su propia particularidad. De modo que otro aporte ha
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sido el diálogo, la negociación y la circulación compartida por hombres y por mujeres, en espacios unas veces violentos y otras pací icos como parte de las di icultades para asumir los cambios. Finalmente, otro aporte deriva del compromiso político y la toma de posición, la mayoría de las veces, de forma radical, frente a transformaciones progresivas pero estructurales del ser y quehacer sociales desde una clara identi icación con causas de abierta implicación política, sin que ello afecte la objetividad de sus premisas ni la rigurosidad de su praxis cientí ica. Categorías y metodologías La Sociología de Género ha abierto un campo esencialmente interdisciplinario capaz de inaugurar una pluralidad de conceptos, de categorías y de métodos para la comprensión de la experiencia y de las subjetividades de mujeres y de hombres. Con ello ha sido posible trascender una serie de categorías y de conceptos convencionales, de polaridades ideológicas que marcaban el pensamiento social, descubriendo otros “modos y modelos” de investigación, lo cual en algunos momentos e instancias ha constituido un eje de tensión, al menos en el ámbito académico salvadoreño, en especial durante los últimos años del con licto armado (1986-1992). En cuanto a las categorías Habiendo tomado como categoría clave el Género, esta rama de la Sociología entró en un doble proceso de re-crear y, por otra parte, pero al mismo tiempo, de crear otras categorías coherentes con las explicaciones relacionadas, especialmente cuando estas han ido dirigidas a: a) “La desnaturalización” de los fenómenos sociales, es decir, desvincular la construcción de las sociedades de cualquier hecho natural y, por tanto, ya dado, lo que ha favorecido devolver el carácter histórico de las mismas y el reconocimiento de la diversidad en fenómenos similares ocurridos en diferentes lugares, épocas, culturas, etcétera. El poder transformador que esto concede a cualquier disciplina cientí ica es indiscutible. Se insertan acá categorías como “patriarcado”, “división sexual del trabajo”, “maternidad” y “familia”, todas concebidas en sus inicios como construcciones dadas por la “naturaleza”, en la medida en que se profundiza en la teoría de género reconocemos que son construcciones socioculturales.
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b) La visibilización de todas las sujetas y sujetos sociales, individuales y colectivos, que justamente generan la dinámica social. Este esfuerzo abarca desde la introducción de cambios en el lenguaje como tal, diferenciándolo por género (hombres y mujeres, niños y niñas, ciudadanos y ciudadanas, etcétera), pasando por nombrar el ser y quehacer oculto –u “ocultado”, más bien– de las mujeres en el curso de la historia. Se incluyen, categorías como “trabajo doméstico”, “mundo público” y “mundo privado”, “trabajo no remunerado”, “violencia de género”, “salud y derechos sexuales y reproductivos”, “necesidades prácticas” e “intereses estratégicos”. c) La consecución de herramientas teórico-metodológicas de alcance más universal, por su naturaleza eminentemente incluyente. El “uso del tiempo”, el “valor en la producción y realización de bienes y servicios”, el “empoderamiento” desde la subordinación, el valor agregado al desarrollo humano de la “educación de las niñas”, el papel sensible de las mujeres en la “seguridad alimentaria”, son solo algunos de los nuevos postulados y enfoques que han permitido mejores propuestas para un mundo más equitativo y sostenible. La importancia de estas y otras categorías propias de la Sociología de Género deriva de la importancia estratégica de los problemas identi icados y sacados a luz, pero también del impacto en términos de los procesos de cambio generados y del nivel de aceptación y apropiación de los términos tanto en lo social como académico. En relación con las Identidades de Género destacan categorías como el “sistema sexo/género” que contrasta sexo y género, naturaleza y cultura, el “proceso de socialización” y la “educación no sexista”, el “Patriarcado”, y el carácter de “cuerpos sexuados” de los cuales derivan las identidades como personas “casadas” o “solteras”, por ejemplo, más allá del mero estado civil para incluir opciones y estilos de vida. La “sexualidad” pasa también a ser una cuestión de preferencia y se inscribe como uno de los grandes ejes de la construcción de identidades. Estéticas, estilos y preferencias sexuales parecen ser una cuestión de elección. En los estudios de Familias han resultado claves categorías como los “roles de género”, las “relaciones de género”, y los “arreglos familiares”. A partir del patriarcado se universalizó una tipología familiar heterosexual, monógama,
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nuclear en donde el hombre es cabeza del hogar y el papel de las mujeres en su interior ha sido estar sometidas al patriarca; con la categoría “género” ha sido posible analizar las transformaciones de las familias, dando lugar a una diversidad de tipologías que incluyen las familias homosexual y transnacional, entre otras. En materia de Desarrollo Económico, categorías como la “división sexual del trabajo” han sido importantes para poner en evidencia las implicaciones en cuanto a “segunda y tercera jornadas de trabajo” de las mujeres. También las categorías del “techo de cristal” y las “brechas de género” en indicadores claves sobre mercado de trabajo, para mostrar la discriminación de que son objeto las mujeres y otras minorías y grupos socialmente vulnerables. Finalmente, las categorías relativas a la “planeación del desarrollo con perspectiva de género” descansa sobre la identi icación de “necesidades prácticas de género” e “intereses estratégicos de género”, así como el nivel de “acceso” y “control” a recursos productivos claves. En cuanto a la Política, cabe destacar categorías como: “ciudadanía sustantiva”, “doble militancia” o “autonomía” y “sororidad (de sor, hermana fraterna)” como vínculo entre generaciones, para analizar la participación política. También las categorías relacionadas con “empoderamiento”, “acciones a irmativas” o “discriminación positiva” para aumentar los niveles de participación de las mujeres y otras minorías y grupos socialmente vulnerables. Finalmente, están las categorías asociadas con el ciclo de “políticas públicas con perspectiva de género”. En cuanto a las metodologías De hecho, ninguna de las categorías identi icadas como propias o relacionadas con la Sociología de Género han carecido de un re-planteamiento, adecuación o introducción de nuevas metodologías de investigación y análisis, desde la recolección misma y el manejo de la información hasta la presentación de los resultados. En la perspectiva metodológica, el pensamiento feminista ha cuestionado las premisas sociológicas que estructuran la propia lógica de la investigación, en los niveles de hipótesis, de categorías y de conceptos, o sea, la crítica feminista ha indicado cuándo ciertos conceptos o hipótesis que orientan a los cientí-
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icos y a las cientí icas son condicionantes en relación con los resultados que la investigación produce. Desde esta visión de conjunto, uno de los primeros problemas metodológicos fue la evidencia de la invisibilidad de las mujeres en las investigaciones sociológicas. Se partía de la idea de que cuando hablamos de hombres estamos hablando de mujeres también. Aquí encontramos que el principal aporte ha consistido en convertir a las mujeres en sujetos y objetos de conocimiento, como ya se indicó en el apartado anterior. Esta necesidad de visibilizar a las mujeres obligó a buscar aquellas técnicas metodológicas que superaran las de iciencias de la información obtenida vía métodos cuantitativos, así se fueron validando las técnicas cualitativas de investigación. En este sentido: a) Con especial fundamento en la Antropología, las fuentes primarias de información y el uso de técnicas cualitativas han encontrado en esta rama de la Sociología un particular ámbito de desarrollo cientí ico, donde la subjetividad y la vida cotidiana son referentes por excelencia de los fenómenos sociales, facilitando la aproximación a los mismos y a formas novedosas de entenderlos y explicarlos (como los estudios por generaciones). Caben a este respecto, las historias de vida o los testimonios, las entrevistas a profundidad y los grupos focales. b) En esta misma línea, debe resaltarse la construcción y lectura de indicadores cualitativos y sensibles al género, que no solo muestran situaciones o hechos en sí mismos respecto a un fenómeno social, sino evolución de ellos, resultados (o impactos), avances o retrocesos y un marco de comparación (o brechas) inter e intragenérico. c) Pero lo anterior no ha signi icado que la Sociología de Género no se respalde en una combinación de técnicas cualitativas con las de naturaleza cuantitativa, mismas que, sin embargo, han sido sensiblemente modi icadas en congruencia con el enfoque de género, al punto de recoger y utilizar –al máximo posible, dados los escasos avances en este sentido– datos y estadísticas desagregadas por sexo, así como otra información relevante desagregada también por género. Ciertamente, puede argumentarse que la Sociología de Género se encuentra aún en construcción, pero el conjunto de categorías, planteamientos teóricos y metodologías relacionadas con ella, han demostrado contar con la su i-
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ciente solidez y e icacia para entender la sociedad humana en sus diferentes expresiones, con una gran riqueza explicativa y un abanico extenso de posibilidades de incidencia. Sobre la Investigación: Nos propusimos realizar esta investigación al constatar que las mujeres salvadoreñas eran invisibles en la historia sociopolítica salvadoreña por lo que enfocamos el objetivo central en presentar el proceso de evolución del movimiento de mujeres y feminista en El Salvador, con énfasis en su momento de mayor crecimiento y de inición de sus estrategias de acción, aplicando la perspectiva de género. Este momento se ha ubicado entre el desenlace de la guerra civil, en 1992, cuando se marca una ruptura con el pasado más reciente, y el año 2008. Como primer aporte en esta discusión y re lexión, nos permitimos hacer un breve recuento de lo que hasta ahora se ha recopilado de manera descriptiva sobre los aportes individuales y colectivos de las mujeres en diferentes ámbitos: literatura y política principalmente. Entre las limitaciones más plausibles para los estudios de género, en El Salvador, podemos señalar: • La renuencia de la academia (universidades, centros de investigación, profesionales relacionados) a incorporar la teoría de género como herramienta de análisis, ni en los currículos o planes de estudio, ni en la proyección social o extensión universitaria. • El di ícil o nulo acceso a las fuentes de información o la falta de registro de los aportes de las mujeres, como efecto de la discriminación que aún sufre esa cuestión. • La escasez de fondos gubernamentales o de las agencias de cooperación, para las investigaciones de género, por lo cual la mayoría de estas parten de iniciativas particulares. Para el caso particular de El Salvador se considera pertinente presentar un antes y un después de este suceso histórico en la evolución del movimiento de mujeres. Un antes, que se remonta lejanamente a 1841, año de fundación de la Universidad de El Salvador, y un después, que son los diez y seis años que han transcurrido desde la irma de los Acuerdos de Paz, de 1992 a 2008.
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Para justi icar la propuesta de periodización se ha realizado una revisión socio-histórica sobre la participación y los aportes individuales y colectivos de las mujeres a los cambios socio-culturales y políticos en El Salvador. Se ha acudido a los aportes individuales a través de entrevistas personales, dada la escasez bibliográ ica, sobre algunas épocas históricas especialmente entre 1920 y 1950. Precisamente, para obtener la información y realizar la revisión socio-histórica, se consultó el Diario O icial de El Salvador de 1920 a 1950, por parte de la asistenta de investigación Bra. Carlota Patricia Rivera Chacón, estudiante de la Licenciatura en Historia de la Universidad de El Salvador. Los periódicos: La Prensa Gráϔica y El Diario de Hoy fueron revisados durante tres meses, por el Licenciado Carlos Alberto Durán, en el período de 1920 a 1950; con el propósito especí ico de rastrear aquellas organizaciones o destacadas mujeres que durante esos años se hubieran manifestado alrededor del voto femenino. Personalmente apliqué entrevistas, en diferentes fechas, a mujeres representantes de organizaciones o en su carácter individual, además de las consultas de libros, artículos, ponencias y tesis que pudieran brindar información sobre la participación social y política de las mujeres en El Salvador. A lo largo de la investigación, gracias al trabajo hemerográ ico en el Archivo General de la Nación, se pudo constatar que existe nula o escasa información sobre las acciones y expresiones organizativas de las mujeres salvadoreñas, se rastrearon los grupos, asociaciones, comités u otras formas organizativas de las mujeres que hubiera requerido legalizar su situación. Para ello se revisaron los diarios o iciales de 1920, 1921, 1922, 1923, 1924, 1925, 1926, 1927 hasta 1950, en donde solamente se encontraron algunos elementos. Con la información obtenida nos propusimos analizar la participación de las mujeres en un largo lapso histórico. Desde la segunda mitad del siglo XIX y a lo largo del siglo XX e inicios del XXI, las mujeres aparecen como fuerza organizada o como personas individuales, en distintos espacios: sectoriales, gremiales, corporativistas o literarios. Para efectos de análisis se presenta una periodización que responde a los momentos de auge o crisis de lo que sería el movimiento sufragista y que al
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conseguirse el derecho al voto, los derechos humanos de las mujeres son la bandera principal de lo que en la actualidad se tipi ica como el Movimiento de Mujeres. Metodológicamente distribuimos la información en seis períodos de inidos a partir de los siguientes criterios: a) Que los hechos que inician o cierran el período sean de trascendencia para las mujeres, relacionados con aspectos educativos, legales u organizativos. b) Que los hechos trasciendan a la sociedad de manera estructural y que impacten a mujeres y hombres. c) Que los hechos se ubiquen en una coyuntura nacional o internacional que in luya o que favorezcan la puesta en práctica de acciones para hacer efectivos los derechos de las mujeres. Se han planteado en el Capítulo I las bases de sustentación histórica, teórica y metodológica del Sufragismo y del Feminismo, el proceso que han tenido los movimientos sociales y el movimiento de mujeres y feminista en su dimensión centroamericana, latinoamericana y, en menor medida, mundial. En cuanto al crecimiento e impacto sociocultural del movimiento de mujeres, se pretende fundamentar y demostrar que reúne las características para ubicarse como una de las tipologías de los movimientos sociales en El Salvador. El Capítulo II, “Para analizar la participación sociopolítica de las mujeres salvadoreñas”, se inicia con la exploración de los espacios de acción de mujeres independientes y grupos organizados a partir de la creación de la Universidad de El Salvador en 1841, el protagonismo de las primeras bachilleras y la primera graduada universitaria. Se remarcan dos hechos: la presencia de Prudencia Ayala y su autoproclamación como candidata a la presidencia de la República, en 1930, y la obtención del voto femenino en 1950. Asimismo, se destacan aquellas intelectuales que comienzan a incursionar en la política, la literatura y las artes. El Capítulo III incursiona en la inserción de las mujeres en el Movimiento Popular. Se tiene como punto de partida la creación de Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas, primera organización de base popular; sus fundadoras pertenecían al Partido Comunista Salvadoreño. También se analiza el ascenso del Movimiento Popular Revolucionario, el inicio de la lucha armada y la guerra civil salvadoreña con la presencia femenina en sus ilas.
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La guerra civil, los desplazamientos forzosos, el exilio son fenómenos que contribuyen al lujo de ideas y a la incorporación de nuevos paradigmas sociales en el análisis de la realidad salvadoreña, expresándose en las primeras organizaciones de mujeres que intentan incorporar la perspectiva de género en ambientes en donde se privilegiaba el análisis de clase social. La irma de los Acuerdos de Paz trae como consecuencia la reinserción de las y los participantes en la guerra civil. Se abre un período histórico para mujeres y hombres y para la sociedad civil salvadoreña; en general es el inicio también de procesos de corporativización y asociatividad que generan un boom de organizaciones no gubernamentales, incluidas las de mujeres, base del actual Movimiento de Mujeres. Los primeros pasos en irme para la visibilización de las mujeres salvadoreñas son abordados en el Capítulo IV, que se inicia con los aportes del género testimonial de destacadas guerrilleras y mujeres de base popular o liderezas. Las exguerrilleras han dado la batalla en el interior del FMLN para trascender del análisis de clase social al análisis de género, buscando su integración. Las experiencias organizativas de las mujeres rurales toman forma para consolidar su organización e inserción en el Movimiento de Mujeres. El Movimiento de Mujeres trasciende lo nacional, se regionaliza al realizarse en 1993 el IV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. A nivel nacional se comienza a sensibilizar y concientizar sobre “la problemática femenina”. El análisis de las estrategias del Movimiento de Mujeres en los últimos diez años, 1998-2008, será abordado en el Capítulo V. Los diez años analizados podrían considerarse como el repunte del Movimiento de Mujeres, pues en este período se pueden per ilar las principales estrategias de su accionar: 1) derechos sexuales y derechos reproductivos; 2) violencia contra las mujeres; 3) iniciativas económicas; 4) derechos laborales, 5) acceso a tierra, créditos, empleos, vivienda. Estas estrategias pretenden ser integrales, ya que tienen como ejes transversales: la organización, la formación y capacitación feminista y la participación política, en este capítulo podremos constatar la acumulación de experiencias y la fortaleza del Movimiento de Mujeres.
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Referencias: 1. Bonder, Gloria: Género y subjetividad: avatares de una relación no evidente, pag. Web : www.modemmujer.org. 2. De Barbieri, Teresita: “Certezas y malos entendidos sobre la categoría género” en Laura Guzmán y Gilda Pacheco(comps.) Estudios básicos de derechos humanos IV, San José, Costa Rica, IIDH,1996, pags. 47-84. 3. Navas, María Candelaria, Domínguez, Liza y Ortiz, Edy Areli: Memoria Histórica de las mujeres, ponencia presentada en el Encuentro Internacional de Literatura y Testimonio, San Salvador, El Salvador, marzo 2001. 4. PNUD. La Equidad de Género en El Salvador. Cuadernos sobre Desarrollo Humano, No 3. 2004. 5. Vallejo, Delia Selene de Dios: Sociología de Género, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Centro de Estudios Sociológicos, UNAM, México, 2004. 6. Valcárcel, Amelia, Renau, María Dolores y Romero, Rosalía (eds.) Los desa íos del feminismo ante el siglo XXI, Instituto Andaluz de la Mujer, España, 2005.
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CAPÍTULO I MARCO TEÓRICO-HISTÓRICO DEL MOVIMIENTO SUFRAGISTA Y DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Y FEMINISTA
1.1. Origen del Feminismo ilustrado, liberal/sufragista, de los años sesentas del siglo XX El origen del feminismo es diverso, se mani iesta desde la resistencia a las prácticas opresivas (Siglo XIX) hasta la lucha por la igualdad de derechos (Siglos XX y XXI). El mundo occidental (Francia, Inglaterra y Alemania) ha estado in luenciado por conceptos y prácticas socialistas: Carlos Marx, Charles Fourier, Clara Zetkin, Alejandra Kollontay, Rosa Luxemburgo, entre otros/as; en el tercer mundo por luchas antiimperialistas y nacionalistas como las de Cuba y en otros países de Latinoamérica, así como por los retos de las mujeres negras, tanto en Estados Unidos como en Europa, que adquieren fuerza en el siglo XIX. Por lo tanto, ha dejado de ser un fenómeno exclusivamente occidental para convertirse en universal (Duby y Perrot 2003: T. 7, pp. 16). Respecto al término “feminismo”, desde una perspectiva histórica, emergió en Francia a inales del siglo XIX, cuando se introdujo en el vocabulario del
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movimiento de las mujeres. Dicha palabra apareció después de las primeras manifestaciones históricas colectivas en defensa de los derechos de las mujeres. Se ha atribuido a menudo la invención del término al socialista utópico francés Charles Fourier en torno a 1830; sin embargo, las investigadoras históricas no han encontrado dicho término antes de 1870 (Nash 2005, pp. 63). Aunque su origen exacto no está claro, la feminista francesa Hubertine Aucler se atribuyó el término. Fundadora de la primera sociedad francesa de sufragio femenino, fue de las pioneras en generalizar el uso de la expresión “feminismo”, denunciando así la opresión especí ica de las mujeres, proponiendo como estrategia la lucha feminista colectiva fuera de los partidos políticos. Fue en un discurso sobre la igualdad social y política de la mujer y del hombre, pronunciado en Marsella, Francia, en un congreso obrero socialista del año 1879. Al mismo tiempo, otra feminista francesa, Madeleine Pelletier, amplió el concepto al comparar la subordinación del sexo femenino con la opresión de la clase obrera, dándole una dimensión socio política. (ibid. 64). La palabra “Feminismo” se inspiró en la raíz latina femina (mujer) y se le añadió el concepto de ismo generalizado en Europa en el siglo XIX al denominar los modernos movimientos sociales y corrientes políticas del liberalismo, socialismo y anarquismo, lo cual hacía el concepto comparable con las demás corrientes políticas y sociales existentes, ya que vinculaba y articulaba la política con la organización de las mujeres. (Ibid. 65). La noción de feminismo fue capaz de ofrecer a principios del siglo XX un término que englobara, de manera plural, diferentes expresiones de resistencia y de lucha por los derechos de las mujeres. Aunque se suele utilizar el concepto “feminismo” en singular es pertinente re lexionar sobre la siguiente cita: “Al tratar la cuestión de la de inición y rede inición del feminismo como categoría de análisis histórico, es necesario considerar que se trata de un proceso abierto, en constante reelaboración en función del contexto político y de los avances historiográ icos, de la teoría feminista y de los estudios de las mujeres” (Nash 2005: 66). La cita anterior nos coloca ante la necesidad imperiosa de reconocer que el pensamiento feminista y la expresión más contemporánea del feminismo
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como movimiento social es un fenómeno complejo, con diversas y múltiples corrientes que no pueden reducirse a manifestaciones uniformes, por lo que no existe un canon, una norma o una regla universal del feminismo. En ese proceso de de inición y rede inición del feminismo encontramos que a inales del siglo XIX y principios del XX se hacía una distinción entre feminismo burgués y feminismo obrero. El primero se entendía como la exposición consciente de la desigualdad por parte de la mujer burguesa, quien plantearía su igualdad con el varón en los terrenos políticos, legales y económicos dentro de la sociedad burguesa. En cambio, el feminismo obrero se de inía como la lucha por la igualdad con el hombre en el marco de una sociedad sin clases, según las modalidades del movimiento obrero: socialismo, anarquismo y comunismo. Al establecerse esta distinción era evidente que la noción o categoría de clase social representaba otro de los enfoques analíticos decisivos de la historia en aquel momento. Sin embargo, se fue cimentando la idea del reconocimiento acerca de que la mujer tenía una problemática especí ica de su sexo que no se podía reducir a la procedencia de su clase social. Se de ine así el feminismo como la aceptación del hecho de que la mujer debía luchar por sí misma para lograr su emancipación y la solución de sus problemas. A inicios del siglo XX, el feminismo signi icaba una nueva forma de pensar sobre la emancipación femenina. Sin embargo, este nuevo pensamiento provocó de manera simultánea una reacción negativa y de rechazo en muchos sectores sociales. Los oponentes, a partir de 1890, tradujeron la palabra del francés al inglés –feminist– como término despectivo, con el propósito de desacreditar las propuestas de las feministas francesas, situación que contribuyó a debilitar al feminismo anglosajón. (Duby y Perrot 2003: Tomo 7, 18). El hecho anterior coincide con el desplazamiento de la fuerza del movimiento feminista hacia Estados Unidos. Luego, el vocablo feminismo se generalizó en Asia y América Latina; para 1914 una revista norteamericana a irmaba: “Ha llegado el tiempo de de inir el feminismo, ya no es posible ignorarlo. El germen está en la sangre de nuestras mujeres. El principio, en el corazón de nuestra raza. La palabra consta de forma diaria en nuestros periódicos”. En México, el periódico El Pueblo publicó el 19 de abril de 1909 un artículo titulado “El feminismo en México”, donde se hacía una re lexión en torno a la
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promoción del trabajo remunerado de las mujeres como aportación importante a la economía familiar. En enero de 1916 fue convocado el Primer Congreso Feminista en Yucatán, como resultado de la ebullición de las teorías revolucionarias que propusieron la integración de las mujeres a las propuestas socialistas y feministas en el plano internacional. En Centroamérica, estudios recientes (Rodríguez: 2002) consideran que en el período de 1890-1930, prevalecía una visión conservadora de las mujeres y el Estado, ya que se legitimaban los roles tradicionales de género, pese a que las mujeres tuvieron un papel decisivo en los procesos de reforma social, de construcción de la nación y de mantenimiento del orden social. Sin embargo, hubo voces disidentes y contestatarias, como la de Prudencia Ayala, en El Salvador; quien en 1930, causando estupor en los medios conservadores, lanzó su candidatura para Presidenta de la República, aun cuando faltaban veinte años para que el voto femenino fuera efectivo en dicho país. Prudencia Ayala se amparó en cierta apertura política esperando colocar el sufragio femenino en la agenda nacional: Tomando en cuenta la libertad que ha surgido en mi querida tierruca y no queriendo que el sexo femenino permanezca fuera de la ley restringida de los derechos de ciudadano, lanzo mi candidatura para Presidente de la República, inspirada en la justicia de un gobierno mixto que identi ique la soberanía de la nación en los dos sexos. (cita de Ticas: s/f, 9).
La plataforma de Prudencia Ayala abarcaba un ambicioso programa de reivindicaciones femeninas; un periodista lo cali icó de “prolija exposición de innovaciones radicales a favor de la mujer”. (Diario de Occidente, 4/7/1930). Su osadía le signi icó burla y escarnio. Cuando uno de los postulantes se niega a entrevistarse con ella, la candidata, según reporta un periódico, supone que no fue recibida por “ser muy fea”, lo cual no le preocupa y responde: –“no he llegado a un concurso de belleza, sino a un concurso político–”. Ayala renunció, pero su legado como feminista ha sido retomado por el movimiento de mujeres en El Salvador. En 1998 se creó la Concertación Feminista “Prudencia Ayala” que aglutina a mujeres independientes y a unas veinte organizaciones de mujeres. Ha transcurrido casi un siglo desde la identi icación de “feminismo” como tal; actualmente, en cuanto fenómeno histórico, ha sido y es un proceso abierto de de inición y rede inición de los objetivos y trayectorias de los movimien-
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tos de mujeres. En el mundo académico la de inición del feminismo como categoría de análisis histórico y de estudio, ha sido objeto de una constante y permanente reelaboración en función de los contextos, conocimientos adquiridos y avances en los estudios de género, de la historia de las mujeres y de la historiogra ía en general. (Castells 1999: V. II: 230). “Bajo la diversidad del feminismo, se encuentra una comunidad fundamental: el esfuerzo histórico, individual y colectivo, formal e informal, para rede inir la condición de la mujer en oposición directa al patriarcado”. (Ibid.)
En la a irmación anterior, de reciente data, no se encuentra ninguna alusión a la dimensión de clase social, pero sí un reto al patriarcado como elemento decisivo en la identi icación del feminismo. Agrega Castells: Lo que sostengo es que la esencia del feminismo, según se ha practicado y narrado, es la (re)de inición de la identidad de la mujer. A veces a irmando la igualdad entre hombres y mujeres, con lo que se elimina el género de las diferencias biológicas/ culturales, y en otros casos, por el contrario, a irmando la especi icidad esencial de las mujeres, al mismo tiempo que frecuentemente se a irma la superioridad de los modos de vida de las mujeres, como fuentes de realización humana; o también declarando la necesidad de alejarse del mundo y recrear la vida y la sexualidad en hermandad femenina. En todos los casos a través de la igualdad, la diferencia o la separación, lo que se niega es la identidad alienada de la mujer como tal y como la de inen los hombres y tal como se conserva en la familia patriarcal. (Ibid.)
El concepto se ha ampliado, diversi icado y hasta complejizado por el descubrimiento de nuevas categorías y de su aplicación en diferentes entornos políticos, sociales, culturales y académicos, pero lo que sí se mantiene es el cuestionamiento de la superioridad masculina y la voluntad de la transformación de las mujeres, de allí que la de inición del término feminismo en los estudios históricos no ha sido siempre la misma, sino que ha sido reformulada en función de factores diversos ya mencionados. Su interpretación está en constante reelaboración. En este estudio se considera importante desarrollar una visión incluyente y plural del Movimiento de Mujeres en El Salvador, así mismo revisar su protagonismo como actoras sociales; esto signi ica reconocer la capacidad de las mujeres como personas y/o como grupo u organización. Además, señalar las acciones propias del movimiento de mujeres en favor de sus derechos.
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Lo anterior, permite identi icar la capacidad del movimiento como agente histórico de renegociar el orden de género establecido, en el marco de un proceso de globalización e interdependencia económica, basado en un orden capitalista mundial que lleva a la profundización de las desigualdades sociales. 1.2. La evolución del pensamiento Feminista Se inicia en la Edad Media con trabajos precursores del feminismo como: La Ciudad de las Damas (1405), de Christine de Pisan; el tratado Igualdad entre hombres y mujeres (1622), de Marie de Gournay; Una propuesta seria a las damas para el avance de su verdadero mayor interés (1694), de Mary Astell, obras de re lexión crítica que de inían los intereses de las mujeres, explicaban su subordinación a partir de condicionantes socioculturales y reivindicaban el acceso a educación y la cultura como vía para mejorar la condición de la mujer. Francois Poulan de la Barre, en el siglo XVII escribió el libro: De la igualdad de los sexos (1673), abogando por el principio de la igualdad entre hombres y mujeres que se convirtió en el eje del feminismo occidental hasta la actualidad. Pero es con la Ilustración6 europea en el siglo XVIII, el siglo de las luces, cuando toma su primer gran impulso: nace una serie de nuevos modos e ideas que suelen reunirse, como el “amor cortés”, que sirve para dar modelos de autoestima y conducta a las mujeres de las castas nobles y con discursos misóginos y ginofóbicos; ya que, por un lado, se exaltan las virtudes y cualidades de las mujeres y por otro, se señalan defectos e incluso estupideces de las mismas, presentando como marco común que las mujeres han de estar bajo la autoridad masculina. Pese a que durante este período histórico hubo aportes de hombres y mujeres en la construcción del feminismo, se destacan en particular, los aportes de dos feministas: Olimpia de Gouges (Francia) y Mary Wollstonecraft (Inglaterra). En Francia, durante la Revolución, surgen expresiones de resistencia que son acalladas hasta con la guillotina; uno es el caso de Olimpia de Gouges7 6 Ilustración: corriente políƟco-social cuyos representantes difundieron las ideas del bien, de la jusƟcia, los conocimientos cienơficos. La Ilustración influyó sensiblemente sobre la formación de las concepciones sociológicas del siglo XVIII; los socialistas utópicos y en los populistas rusos. Rosental M. M. y Iudin P.F. Diccionario Filosófico. Ediciones Tecolut, 1971. 7 Olimpia de Gouges. Ilustrada francesa, (Montauban, París, 1748- 1793,) cuyo nombre verdadero
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que escribió La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana en 17918, inspirada en el modelo de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, del 26 de agosto de 1789. La declaración de Gouges constituyó una de las formulaciones políticas más claras en defensa de la ciudadanía femenina, aunque su resonancia inmediata fue escasa; denunció que la Revolución había denegado los derechos políticos a las mujeres. Pidió el derecho al voto, a la libertad y a la propiedad privada. Su propuesta incluía también derechos en el ámbito doméstico, como el rechazo a la doble moral sexual y la equiparación legal de los cónyuges y de los hijos “legítimos” e “ilegítimos”: Ya no está permitido dejarse engañar, únicamente la vigilancia política de las mujeres puede impedir que los hombres con isquen la Revolución. A las mujeres corresponde desvelar el sentido liberador de esta revolución. (De Gouges: 1791, 3).
Las mujeres fueron excluidas de los derechos de libertad y de representación política formulados por la Revolución Francesa, a pesar de la denuncia presentada en la Declaración. Una respuesta implacable al activismo ciudadano fue la prohibición de los clubes y sociedades femeninas desde los inicios de la Revolución. Las activistas republicanas fueron descritas como “tigresas”, “caníbales”, como una estrategia para obligar a las mujeres a salir de la vida pública. Olimpia de Gouges fue guillotinada el 3 de noviembre de 1793, tanto por estar políticamente cerca de los girondinos como por su defensa de los derechos de las mujeres. Aludiendo a lo anterior, el tribunal revolucionario evocó a De Gouges, entre otras cosas, como: “delirante transgresora de las virtudes de su sexo, loca con ideas feministas raras y una vanidad demencial, signo evidente de un desarreglo de sus órganos femeninos” (Palma, Milagros: 1987, 1). Con su pluma y su acción feminista, hace más de doscientos años, Olympe de Gouges reclamó no solo el derecho al voto (las francesas fueron las primeras en reclamarlo y las últimas en obtenerlo en Europa en 1944), sino, y sobre todo, el derecho de ejercer un o icio de su elección, un status legal para todos los hijos y estatuto para la unión libre. era Marie Gouze. Es considerada una de las precursoras del feminismo, escribió numerosas obras teatrales, además de novelas y opúsculos políƟcos- sociales. Segura Graíño, CrisƟna, Diccionario de Mujeres en la Historia, Espasa, Madrid, España 1998. 8 En anexos la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana.
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Sin embargo, la obra fundacional del feminismo es Vindicación de los derechos de la mujer, de Mary Wollstonecraft9, editada en 1792. A pesar de los sobrenombres despectivos, con el in de desacreditar a esta mujer, es reconocida como una de las voces que fundaron el feminismo moderno liberal. Vindicación fue, junto con otros escritos suyos, un compendio de argumentos feministas de inales del siglo XVIII; en él expuso algunos de los planteamientos que predominaron en la nueva sociedad burguesa del siglo XIX. Mujer excepcional que tuvo renombre en el medio intelectual de su época, aunque era totalmente inaceptable la presencia de las mujeres en los debates políticos de su país de origen –Inglaterra–, rechazó públicamente las tesis misóginas sobre la exclusión de las mujeres del campo completo de los bienes y derechos que diseñaba la teoría política de Juan Jacobo Rousseau. Públicamente rechazó sus tesis y sus discusiones acerca de que el objetivo de vida de las mujeres era complacer a los hombres. En Vindicación a irmaba al respecto: Se me puede acusar de arrogancia, pero, de todos modos, debo declarar que creo con irmeza que todos los escritores que han tratado el tema de la educación y los modales femeninos desde Rousseau hasta el Doctor Gregory, han contribuido a hacer a las mujeres más arti iciales, caracteres débiles que de otro modo no habrían sido, y, como consecuencia, miembros más inútiles de la sociedad. (Wollstonecraft: 1994,131-132).
Vindicación planteó la extensión de los derechos liberales a las mujeres, sostuvo que las mujeres no pueden ser con inadas por la fuerza a los asuntos domésticos y, propuso, una mayor equidad en el matrimonio y la familia, entre otros temas relacionados. Demandó el acceso a la educación y a la cultura por parte de las mujeres, sostuvo que era requisito o medio para conseguir la emancipación de estas y para el avance social. Wollstonecraft fue una mujer transgresora, en respuesta a su pensamiento soportó el rechazo y burla, fue ridiculizada por los hombres ingleses y franceses (se encontraba en París cuando se desató la Revolución Francesa), con los cali icativos de “serpiente” y “hiena con enaguas”, adoptó a lo largo de 9 Mary WollstonecraŌ. Feminista inglesa (Londres 1759-1797), considerada una de las pioneras del feminismo, fue una de las primeras en formular las aspiraciones, en aquella época todavía embrionaria, de los movimientos feministas. Entre sus principales aportes denunció la reducción de la mujer al ámbito domésƟco y promovió una revolución en las costumbres femeninas. Murió al dar a luz a su hija, Mary Shelley, que se converƟría más tarde en una de las más célebres exponentes de la novela góƟca inglesa. Segura Graíño, CrisƟna. Diccionario de Mujeres en la Historia, Espasa, Madrid, España 1998.
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su vida una conducta rebelde; escritora en un mundo donde se le negaba la palabra a las mujeres, murió a causa de iebres puerperales en el parto de su segunda hija. Esta pensadora, quien vinculó la educación de las mujeres al desarrollo general de la sociedad, es señalada como una mujer de su época, in luida por su propio contexto; sin embargo, su propuesta de igualdad fue un tanto mediatizada por su extracción de clase burguesa en un momento de auge y apogeo de la Revolución Industrial. Ella propuso para mujeres de clase media un modelo educativo centrado en el desarrollo racional, mientras que para las mujeres de la clase trabajadora priorizaba su formación en o icios manuales. A pesar de su insistencia en la educación –entendida en el sentido de socialización– reconoció en Vindicación que sería imposible cambiar la mentalidad, sin una transformación de la estructura de la sociedad. Mary Wollstonecraft fue una feminista aislada que aportó de forma crítica sobre la situación de las mujeres, su objetivo en realidad no era que las mujeres asumieran un papel activo en la política, en pie de igualdad con el hombre, sino en hacer que se reconociera su papel en la ciudad. “A ellas corresponde elegir su destino, a ellas corresponde asumir, con pleno conocimiento de causa su contribución a la comunidad”, es decir que, para esta autora, la emancipación del sexo oprimido no pasa por la negación de su identidad; por lo anterior, podemos inferir que esta contribución a la causa femenina fue revolucionaria, al a irmar que no puede haber auténtica libertad sobre la base de la renuncia de las mujeres a su ser, a su identidad, a su autonomía, es decir, a su calidad de sujeto racional y sexuado como bien lo a irma en el preámbulo de su obra: ¿Quién ha erigido al hombre en único juez, si la mujer comparte con él el don de la razón? (Duby y Perrot: 2003, Tomo 7, 54). Las francesas, por el contrario, presentaron un feminismo más colectivo en el marco de la Revolución Francesa; por ejemplo, para Gouges, el papel de la mujer es más político, su objetivo es la movilización de las mujeres y la defensa de sus derechos civiles. Para Wollstonecraft, en correspondencia al pensamiento de su sociedad liberal en donde se enfatizan los derechos individuales, lo que importa es su ser social y la reivindicación de sus derechos es la oportunidad de un verdadero cambio personal. A pesar de estas luchas y de otras, las mujeres a lo largo del siglo XIX y aún en las primeras dos décadas del siglo XX, quedaron excluidas del ejercicio de la ciudadanía en Europa.
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El feminismo, como pensamiento y acción, de Europa pasó a Estados Unidos donde tuvo auge a partir de mediados del siglo XIX, dadas las condiciones sociopolíticas y económicas propias de la sociedad norteamericana. Fueron dos los movimientos sociales que in luyeron para que las mujeres pudieran protagonizar hechos trascendentales en la historia del pensamiento feminista: la lucha por la abolición de la esclavitud y el reformismo religioso, ambos sirvieron como espacio de formación de una conciencia colectiva feminista entre núcleos importantes de mujeres. La práctica religiosa protestante promueve que las mujeres lean de manera directa los textos sagrados, lo cual obliga a que se escolaricen; esta experiencia religiosa genera con ianza en las mujeres en su capacidad intelectual, al estar obligadas a interpretar los textos sagrados; luego, la presencia y participación femenina en las luchas antiesclavistas les permitió capacitación social y formación de una identidad femenina. En una capilla del pueblo de Séneca Falls (Nueva York) los días 19 y 20 de julio de 1848 se realizó una convención de mujeres y hombres a partir de una agenda elaborada por Elyzabeth Cady Stanton y Lucrecia Mott, que concluyó con un mani iesto titulado Declaración de Sentimientos. Al igual que El Maniϔiesto Comunista, elaborado en Inglaterra por Marx y Engels, fue un texto singular y fundacional para el movimiento obrero en 1848. La Declaración de Sentimientos, de Séneca Falls, constituyó un mani iesto paradigmático para el movimiento feminista, es por ello que 1848 se considera el año del nacimiento o icial del feminismo organizado norteamericano. La Declaración identi icó y condenó las múltiples discriminaciones sexistas existentes en la sociedad norteamericana. Entre los elementos que con iguraban el trato discriminatorio de las mujeres, se señaló: la privación del derecho ciudadano del voto, la muerte civil, carencia de derechos de la mujer casada, los empleos lucrativos monopolizados por los hombres, la exclusión de numerosas profesiones tales como profesora de teología, medicina o derecho; la existencia de un código moral sexual diferenciado para mujeres y hombres, la negación al acceder al sacerdocio, la destrucción de su con ianza y de su autoestima “obligar a que ella esté dispuesta a llevar una vida dependiente y servil” y “su degradación social y religiosa” (Kreel, 2005: pp. 1-4).
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Ante esta situación, La Declaración enumeró una serie de resoluciones en un amplio programa de demandas y del derecho a perseguir la felicidad y del reconocimiento de la igualdad de los sexos. Partiendo del principio de “que la mujer es igual que el hombre, que así fue establecido por el Creador, y que el bien de la raza humana exige que sea reconocida como tal” (ibid.: pp. 3), todos los puntos fueron votados por unanimidad excepto el derecho al sufragio femenino, que suscitó discrepancias y objeciones, ya que muchas de las participantes no se atrevían aún a suscribir una reivindicación tan radical para la época. El sufragio femenino fue una exigencia extendida por las feministas norteamericanas por varias décadas. En 1869, fecha en que se eliminó la esclavitud negra y se le concedió el voto a los hombres negros, las feministas fracasaron cuando el sufragio de las mujeres no fue reconocido por el sistema constitucional americano. Poco después, en 1872, Elizabeth Cady Stanton (creadora de La Declaración de Séneca Falls) y Susan B. Anthony (feminista y abolicionista), formaron la Asociación Nacional Americana Pro Sufragio de la Mujer. Esta Asociación ha sido considerada autónoma, feminista, independiente de los partidos y de otros movimientos sociales. Transformó el feminismo histórico en un movimiento social especí ico de las mujeres e inauguró una amplia etapa de mayor militancia reivindicativa centrada en el sufragio. En 1873, Susan B. Anthony, quien desde muy joven participó en las luchas por los derechos de las minorías, especialmente de las mujeres, alcanzó notoriedad al encabezar una manifestación de señoras que llegó hasta las urnas el día de las elecciones, con la irme intención de depositar su voto. Fue acusada de ocasionar disturbios y condenada a pagar una multa. El discurso pronunciado por ella ante la Corte en 1873: ¿Son personas las mujeres?, abogando por su derecho al voto, ha sido considerado clásico y “de los más memorables que se han pronunciado en la historia”. El sufragio femenino en Estados Unidos fue otorgado en 1920. “Amigos y conciudadanos: me presento aquí esta noche acusada del supuesto delito de haber votado en la reciente elección presidencial sin tener el legítimo derecho para hacerlo. Será mi tarea esta noche probarles que con ese voto, no solo no cometí una ofensa sino que simplemente ejercité mis derechos de ciudadana, que me garantizaran a mí y a todos los ciudadanos de Estados Unidos en la Constitución Nacional y que ningún Estado tiene el poder de negarlos.
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El preámbulo de la Constitución Federal dice: Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, para formar la unión más perfecta, establecer la justicia, asegurar la tranquilidad doméstica, proveer la defensa común, promover el bienestar general y proteger los derechos que otorga la libertad para nosotros y para nuestra posteridad, ordenamos y establecemos esta Constitución para los Estados Unidos de América. Era nosotros, el pueblo; no nosotros, los ciudadanos blancos de sexo masculino; tampoco, los ciudadanos de sexo masculino; sino nosotros, todo el pueblo que forma esta Unión. Y la formamos, no para entregar los bene icios de la libertad; no para la mitad de nosotros y para la mitad de nuestra posteridad sino para todas las personas -tanto mujeres como hombres. Y es una burla descarada hablarle a las mujeres del placer de los bene icios de esa libertad cuando se les niega ejercer el único recurso que los garantiza y que este gobierno democrático ofrece: el voto. Para cualquier Estado el convertir el sexo en un requisito que siempre debe resultar en privar de derecho al voto a la mitad de la población, es como promulgar una ley ex post-facto y, por lo tanto, es una violación de la ley suprema de la tierra. De esta manera los bene icios de la libertad son retirados para siempre de las mujeres y de la posteridad femenina. Para ellas este gobierno no tiene ningún poder legal que deriva del consentimiento de los gobernados. Para ellas este gobierno no es una democracia. No es una república. Es una aborrecible aristocracia; una odiosa oligarquía de sexo. La más aborrecible aristocracia alguna vez establecida en la faz de la tierra; una oligarquía de riqueza, en donde los ricos gobiernan a los pobres. Una oligarquía de conocimientos, en donde los educados gobiernan a los ignorantes, o, incluso, una oligarquía de raza, en donde los sajones gobiernan a los africanos, podría durar. Pero esta oligarquía basada en el sexo, la cual convierte a los padres, a los hermanos, a los maridos, a los hijos varones en oligarcas sobre las madres, las hermanas, las esposas y las hijas en cada uno de los hogares –que establece que todos los hombres son soberanos sobre las mujeres súbditos– acarrea distensión, discordia y rebeldía en cada uno de los hogares. Webster, Worcester y Bouivier, todos de inen al ciudadano como una persona que en los Estados Unidos tiene el derecho a votar y a ocupar un cargo público. La única pregunta que queda ahora por formular es: ¿Son personas las mujeres? Y yo no puedo creer que algunos de nuestros oponentes tengan la audacia de decir que no. Siendo personas, entonces, las mujeres son ciudadanas; y ningún estado tiene el derecho de hacer una ley o imponer alguna antigua regulación que recorte estos privilegios o inmunidades. Por lo tanto, cualquier discriminación contra las mujeres en las constituciones y leyes de los Estados es hoy en día nula y carece de validez, del mismo modo que lo que es aquélla en contra de los Negros” (Viola, 2000: 60).
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1.3. Las feministas ligadas al socialismo utópico y al movimiento obrero Robert Owen10, desarrolló una fuerte movilización cooperativista y sindicalista en Inglaterra. Propuso nuevas formas de organización comunitaria en las que se incluían los derechos de las mujeres, la libertad religiosa, la educación popular y la reforma matrimonial. En 1812 Owen esbozó la necesidad de desarrollar alternativas comunitarias al sistema de familia individual, para quien la religión, el matrimonio y la propiedad privada eran fuentes principales de desunión social. Una seguidora de Owen, utópica y visionaria, fue Flora Tristán11, hija de un o icial peruano y de una francesa, estudió en Francia. Escribió los libros: Peregrinaciones de una paria, en 1838 y Unión obrera, en 1843. Fue una de las primeras mujeres en establecer una conexión entre la conquista del socialismo y el feminismo como vía de emancipación femenina. Su compromiso con la clase obrera quedó de mani iesto en Unión Obrera donde asumió la defensa de los intereses proletarios y presentó la idea de fundar una unión universal de obreros y obreras, siendo de las pioneras en presentar la idea de una internacional proletaria. Flora Tristán estableció un paralelismo entre la situación de las mujeres y la de la clase obrera. Sostuvo que la mujer obrera estaba doblemente explotada por el sistema económico del capitalismo, por lo cual estaba unida al proletariado, pero también padecía una subordinación especí ica como mujer. Reclamó el principio de igualdad de las mujeres con los hombres proletarios. Según sus planteamientos, la igualdad en el trato a mujeres y obreros redundaría en bene icio de la clase obrera en su conjunto. Lo con irma así: Reclamo derechos para la mujer porque estoy convencida de que todas las desgracias del mundo provienen de este olvido y desprecio que hasta hoy se ha hecho de 10 Owen, Robert (1771-1858) Economista y teórico socialista británico. 11 Flora Tristán. Feminista y socialista revolucionaria francesa, de padre peruano (París 1803 - Burdeos 1844). A parƟr de 1835 parƟcipó en el movimiento socialista y en los grupos feministas de París. En el libro Peregrinaciones de un paria, defendió la emancipación de la mujer y criƟcó vehementemente su esclavitud. En 1840 publicó Paseos en Londres y en 1843 Unión Obrera, un colosal libro teórico en el cual analizó las maneras de cómo debía organizarse la clase obrera para conseguir su emancipación. Tristán, considerada “la madre” del feminismo mundial, ligó la liberación de la mujer a la de todo el proletariado y abogó por su igualdad intelectual y profesional. Segura Graíño, CrisƟna. Diccionario de Mujeres en la Historia, Espasa, Madrid, España 1998.
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María Candelaria Navas los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer. Reclamo derechos para la mujer porque es el único medio de que se preste atención a su educación, y porque de la educación de la mujer depende la del hombre en general, y particularmente, la del hombre del pueblo. (Tristán, 1977:125-126).
Igual que otras feministas, concibió la educación de la mujer como la clave de la emancipación y reconoció que la igualdad entre mujeres y hombres era una vía para la constitución de la unidad humana. En Estados Unidos, Emma Goldman12 abogó por la libertad individual y la defensa de un feminismo que incluyera las necesidades de las trabajadoras y de una profunda transformación social. Las obreras de Lawrence, Massachusset, reivindicaban pan y rosas en la consigna de la huelga que emprendieron en 1912, donde murió una de ellas. Precisamente la expresión plural del feminismo dio lugar a que, en algunos momentos y lugares, se incorporaran algunas de las reivindicaciones de las mujeres trabajadoras. A ellas les fue dedicado el poema siguiente: Mientras venimos marchando, marchando, Innumerables mujeres muertas Avanzan a través de nuestros caminos de su antigua canción de pan; Escaso arte, amor y belleza conocieron sus espíritus esclavos de trabajo. Sí, luchamos por el Pan, pero también luchamos por las Rosas. Mientras venimos marchando, marchando, traemos mejores días; El levantamiento de las mujeres signi ica el despertar de la raza. No más esclavo y perezoso, diez que frenen mientras uno reposa Pero compartiendo las glorias de la vida, Pan y Rosas, Pan y Rosas. James Oppenheim
En el siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, el movimiento obrero organizado en sus diferentes corrientes: anarquista, socialista y comunista, rechazó al movimiento feminista a quien cali icaba de burgués y defensor de los intereses de las mujeres de clase media: El movimiento obrero, que se basaba en una identidad entre la exaltación de la producción y los grandes o icios viriles –el valiente minero, el fuerte trabajador de la construcción, el mecánico listo en la técnica, héroes que impulsaron la segunda industrialización– denigró el feminismo como burgués. (cita de Nash, 2004: 91). 12 Emma Goldman. PolíƟca rusa (Kovno, Lituania, 1869 - Toronto, 1940). Tras su traslado a Estados Unidos luchó allí a favor del control de la natalidad y del sufragio femenino y parƟcipó en numerosos actos anƟmilitaristas y anarquistas. Fue considerada por Edgar Hoover (Presidente de Estados Unidos de 1928 a 1932) “la mujer más peligrosa de América”, y expulsada del país en 1915. Segura Graíño, CrisƟna. Diccionario de Mujeres en la Historia, Espasa, Madrid, España 1998.
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Las organizaciones obreras consideraban que no era necesario movilizar de manera especí ica a las trabajadoras, ya que el proceso revolucionario de lucha de clases implicaría, de forma automática, su emancipación. Las revoluciones triunfantes del siglo XX con irman lo contrario: Cuba y Nicaragua. Augusto Bebel (1840-1913. Político socialdemócrata alemán), en su obra clásica La Mujer y el Socialismo (1879) denunciaba la doble explotación de las mujeres obreras, su dependencia social con respecto a los hombres y la dependencia económica en que estaban las mujeres en general y las mujeres proletarias en particular, igual que los hombres proletarios. Se distinguió en los espacios socialistas por su defensa de un feminismo obrero. Distinguida socialista fue la alemana Clara Zetkin13 que impulsó el movimiento internacional de mujeres socialistas a inales del siglo XIX, logró tener una destacada posición en la socialdemocracia internacional y más tarde en el movimiento comunista. Su postura era que las mujeres estaban oprimidas de forma especial por el capital; según su perspectiva la emancipación de la mujer estaba íntimamente relacionada con la cuestión social y el sistema capitalista, y por tanto, debía supeditarse a la lucha de clases. Para ella, las mujeres socialistas deberían buscar la destrucción del capitalismo para obtener su independencia económica. Bajo su iniciativa se celebró, en 1907, la primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, que se constituyó en una fuerza política in luyente en Europa desempeñando un papel importante en la promoción y defensa de los derechos de las trabajadoras. Otra iniciativa destacada fue la propuesta que presentó en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres en Copenhague en 1910, al organizar la celebración de un Día Internacional de la Mujer Trabajadora antecedente decisivo de la actual conmemoración anual del Día Internacional de la Mujer, que se celebra cada 8 de marzo.
13 Clara Zetkin (Sajonia, 1867 - Moscú, 1933): políƟca y feminista alemana militante de la clase obrera alemana, fue fundadora junto a Rosa Luxemburgo del ParƟdo Comunista Alemán (1918) y representante de éste hasta 1932. Es considerada una de las principales ideólogas del feminismo socialista, fue jefa del sector femenino de la socialdemocracia alemana, editora y directora del periódico La Igualdad, órgano de las feministas socialistas alemanas y fundadora del movimiento revolucionario espartaquista. Luchó por el voto femenino y en contra de la guerra en 1915. Al asumir Hitler el poder, en Alemania, emigró a Rusia donde fue presidenta de la Internacional de Mujeres (Segura Graíño, CrisƟna. Diccionario de Mujeres en la Historia, Espasa, Madrid, España 1998).
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Otra comunista destacada fue la rusa Alejandra Kollontay14, colaboradora de Lenin, miembro del Comité Central del Partido Bolchevique en 1917 y Ministra de Bienestar Social del primer gobierno soviético; cargo del que dimitió un año después por estar en desacuerdo con la política del Partido. Su defensa de una revolución sexual mereció severas críticas de Lenin y gradualmente fue separada del régimen soviético, al inal fue enviada de Embajadora a México. Sus obras fueron recuperadas por corrientes del marxismo disidente; entre ellas, el Partido Obrero de Uni icación Marxista –POUM– en España, que editó parte de su obra durante la guerra civil. En sus escritos defendió la perspectiva de la transformación de las relaciones amorosas entre los jóvenes como eje central e ineludible de un nuevo modelo de sociedad proletaria. Llamó a las mujeres a la independencia y al desplazamiento de las relaciones amorosas que la esclavizaban. La nueva mujer tenía que triunfar sobre sus emociones y mantener intacta su personalidad y autonomía. Las relaciones amorosas entre los sexos se tenían que basar en unos principios nuevos, que superaran la doble moral y los valores asociados al matrimonio burgués para lograr una igualdad recíproca de la pareja, el reconocimiento mutuo de sus derechos; con la eliminación de un sentimiento de propiedad de uno sobre la otra, y el desarrollo de una relación sostenida en una solicitud recíproca basada en el amor, la camaradería y el amor libre. Concibió la emancipación de la mujer como indisoluble de la revolución política y reivindicó una revolución sexual que rompiera los moldes de una sexualidad represiva, promulgando el amor libre, lo que la alejó de las posiciones socialistas tradicionales de la época. La revolución sexual impulsada por Alejandra Kollontay implicaba un nuevo modelo de familia obrera y una reivindicación de la sexualidad amorosa. Las ideas y propuestas de las mujeres socialistas y comunistas, pese a la resistencia de las organizaciones de clase en asumir las demandas especí icas 14 Alejandra Mijáilivina Kollontay. (San Petersburgo, 1872 - Moscú, 1952) Considerada una de las principales figuras del feminismo socialista, fue una de las teóricas de la “mujer nueva”. En 1899 se adhiere al movimiento socialdemócrata, en 1906 a la fracción menchevique, y en 1917 a los bolcheviques dirigidos por Lenin. Formó parte del primer gobierno bolchevique. Entre sus libros destacan: Los fundamentos sociales de la cuesƟón femenina (1909), La nueva moral y la clase obrera (1919), La sociedad y la maternidad (1921) y Autobiograİa de una mujer sexualmente emancipada (1926). Segura Graíño, CrisƟna. Diccionario de Mujeres en la Historia, Espasa, Madrid, España 1998.
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de las mujeres, fueron retomadas por las organizaciones femeninas de izquierda en el abordaje de temas tales como: la educación y atención sanitaria; centrados más en escenarios domésticos y sociales que en el terreno político. Hemos presentado de manera resumida a las feministas que con sus vidas y sus aportes dieron un legado importante que fundamentó los orígenes del movimiento. Para algunas autoras el feminismo ilustrado, este recorrido histórico que va desde el siglo XVII hasta el siglo XVIII y su contenido feminista, con iguran la llamada “primera ola del feminismo”.15 La segunda ola del feminismo gira alrededor de las luchas por la obtención del voto y por los derechos políticos iguales para la mujer; se desarrolla a inales del siglo XIX y las primeras décadas del XX. El sufragismo fue un movimiento de agitación internacional, se inició en Inglaterra y Estados Unidos, tomó dos objetivos concretos: el derecho al voto y los derechos educativos, y consiguió ambos en un período de ochenta años. Desde la Ilustración, como ya se expuso, los derechos políticos y la ciudadanía tenían como fundamento la exclusión femenina y la con irmación de los varones como sujetos políticos. El sufragio era restringido, estableciendo ciertos requisitos económicos, raciales y sociales. Alrededor del movimiento de mujeres y del movimiento feminista se dieron algunos hechos históricopolíticos y de género que in luyeron en la dinámica de dichos movimientos en Occidente. A inales del siglo XIX las mujeres no eran sujetos legales y se de inían como seres dependientes del padre o del marido; se evocaba la feminidad desde la maternidad, la entrega a la familia y su con inamiento en la casa. En contraste, el varón era considerado un ciudadano y sujeto político activo. Ellas para la casa (esfera privada) y ellos para la vida pública (esfera pública), tal como lo habían diseñado desde el pensamiento ilustrado los intelectuales franceses. 15 Se hará uso de la palabra “oleada” parafraseando a autoras como Amelia Valcálcer que lo usa en el arơculo “La memoria colecƟva y los retos del feminismo”, en Los desaİos del feminismo ante el siglo XXI, InsƟtuto Andaluz de la Mujer, España, 2005 y a D´tri, Andrea: “Feminismo LaƟnoamericano. Entre la insolencia de las luchas populares y la mesura de la insƟtucionalización” en CreaƟvidad Feminista s/f. Según el Diccionario de la Lengua Española: oleada: ola grande; embate y golpe de ola; movimiento impetuoso de mucha gente apiñada.
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Era precisamente el voto el que se les negaba a las mujeres en el siglo XIX y hasta mediados del XX. Las constituciones adoptadas en nuestras repúblicas latinoamericanas, centroamericanas particularmente, dotaron a las mujeres de nacionalidad por nacimiento en el territorio nacional, pero no de ciudadanía, entendida ésta como el derecho a elegir a los representantes de los ciudadanos, y a poder ser elegido como su representante. Las constituciones de América Latina “enfatizaban el género: se dirigían a un ser emblemáticamente a un hombre: el ciudadano; los hombres mayores de edad” (Lavrín: 2002, 4). Las luchas sufragistas permitieron avances en la construcción de la ciudadanía femenina, pero la noción de ciudadanía está ligada a la pertenencia completa a una comunidad que en teoría, cubre tres dimensiones: la ciudadanía social, incluye los derechos de garantía del bienestar social y económico; la ciudadanía política, se centra en el derecho al voto y el derecho a intervenir en política; la ciudadanía civil, abarca aspectos como la libertad individual, la igualdad ante la ley y los derechos de propiedad y de justicia. El enfoque de ciudadanía social podría aplicarse a algunas propuestas del feminismo histórico, que enfocó la actuación femenina en los espacios sociales dándole un valor positivo a la maternidad y desde allí criticó el monopolio masculino, más vinculados con el bienestar social y con la sociedad civil que con la política pública. La demanda del sufragio femenino trasciende la dimensión de ciudadanía política y fue considerada como una reivindicación radical desde la mentalidad, las pautas culturales en la sociedad y la conducta de género. Esta lucha no fue fácil y como lo hemos mencionado duró aproximadamente 80 años, el equivalente a tres generaciones de mujeres. Los argumentos de los antisufragistas expresaban preocupación porque el sufragio femenino llevaría a la masculinización de las mujeres, el abandono de sus deberes familiares y el libertinaje sexual. Algunos países de Europa establecieron el voto después de la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo: Suiza concedió el voto a las mujeres en 1971. Los obstáculos y limitaciones que tuvieron que enfrentar las sufragistas, dada la resistencia de algunos gobiernos y de sus respectivos entornos socioculturales provocaron que el movimiento se radicalizara; emergiendo
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así, mujeres que condujeron el movimiento sufragista. Bajo la herencia sin testamento de Seneca Falls surgieron iguras emblemáticas como Emmeline Pankhurst en Inglaterra; Clara Campoamor en España, Hermelina Galindo en México; Prudencia Ayala en El Salvador16, entre otras. El voto para las mujeres fue obtenido en Estados Unidos: 1920; Inglaterra: 1928; México: 1953 y; España: 1931. El movimiento social conocido como sufragismo fue impulsado en América Latina por mujeres feministas. El feminismo como ideología y activismo se de inió en el siglo XIX y se basó en el examen de la condición de las mujeres, las diferencias creadas por el sexo, y el signi icado de justicia social y la representatividad vistas con lentes de género. Feminismo y Sufragismo no son equivalentes, como muy bien lo explica Lavrín (ibid: 5). “ El feminismo fue una ideología amplia que incluyó una serie de demandas de cambio de reforma social especí icamente aplicadas a la mujer y a las relaciones entre hombres y mujeres. En el abanico de sus intereses se incluyó el sufragio femenino, pero también la igualdad jurídica entre mujeres y hombres”. La conquista del sufragio o voto17 implicaba cambios en la legislación, y más especí icamente en los modos de pensar respecto a los papeles de las mujeres y los hombres en la sociedad. Por ello hubo sufragistas que desde los inicios se apoyaron en bases legales, políticas, económicas y sociales. Estos procesos políticos vieron su primer fruto en Ecuador en 1929 y el último en Paraguay en 1961, casi un cuarto de siglo entre el principio y el inal de esta conquista. En Centroamérica Panamá obtuvo el voto en 1949 (Marco, 2002: 84); Costa Rica, 1949 (Rodríguez, 2002: 105); Honduras, 1955; Guatemala, 1945; Nicaragua, 1955. (Villars: 2001, 307). Una cita de Amelia Valcárcel nos permite cerrar este período: “La pertinaz lucha y agitación sufragista de casi un siglo, una lucha en la opinión y en el cambio de posiciones de las mujeres en la educación y los empleos, llegaba a su in. Los bienes liberales habían sido concedidos y tanto el sufragismo como la misoginia romántica habían cubierto su tramo” (Varcárcel: 2005, pp. 39). 16 En El Salvador, el voto femenino se obtuvo en 1950, este tema será desarrollado en el Capítulo II. 17 Los derechos de voto de la mujer son generalmente llamados derecho a sufragio o voto femenino, y otros derechos legales (como los que permiten a una mujer casada administrar sus propiedades o disponer de su salario) son llamados derechos de la mujer, y su ausencia incapacidad de la mujer. Chaney,Elsa:1983: Supermadre. La mujer dentro de la políƟca en América LaƟna. Fondo de Cultura Económica, México. pp. 26. (los subrayados son nuestros).
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En las dos grandes guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX (1914 y 1939), los hombres fueron llamados a ilas y llevados al frente; entonces las mujeres de los países beligerantes se hicieron cargo de sostener la economía fabril, la bélica y la administración pública. La economía no falló, la producción se mantuvo, era una prueba de que las mujeres podían salir de la esfera doméstica e insertarse en la producción, avances obtenidos gracias a la conquista del sufragio y el acceso a la educación. Al terminar la guerra, en 1945, las mujeres fueron replegadas a sus casas, comenzando así un discurso de la domesticidad. Para ello fue necesario reelaborar el ideario de la feminidad y de la familia. ¿Y cuál fue ese ideario? El nuevo modelo de mujer era aquel que sabía llevar bien su empresa familiar, no era necesario salir a competir por un puesto, si ya lo tenían en su propia casa, para ello podía hacer uso de los electrodomésticos, además de establecer sus propias relaciones a través de las cuales su esposo podía progresar como reuniones, cenas, asociaciones. Las revistas femeninas y la publicidad fueron las encargadas de marcar este nuevo patrón cultural, de fuerte arraigo internacional. La mujer, ama de casa “perfecta casada, amorosa y pendiente de los varones” se convirtió en el modelo y referente válido en el proyecto de vida femenina que fue trasladado a América Latina, incluido El Salvador. Las mujeres además, se convirtieron en consumidoras compulsivas de los nuevos productos del hogar en una sociedad de consumo en auge. Es ilustrativa la siguiente cita de un artículo publicado en una revista mensual de Estados Unidos, 1935, bajo el título “Guía para la buena ama de casa”, según el cual, además de tener lista la cena, la casa reluciente y los niños limpios y comidos, debe aplicar los siguientes consejos: Salúdale con una sonrisa cálida y demuestra sinceridad de tu deseo de complacerle. Escúchale. Puede ser que tengas una docena de cosas importantes para contarle, su llegada no es el momento. Déjale hablar primero –recuerda, sus temas de conversación son más importantes que los tuyos–. Haz que la tarde sea suya. Nunca te quejes si llega tarde a cenar o si se queda fuera toda la noche.[…]. Ponle cómodo. Déjale reposar en un sillón cómodo o descansar en el dormitorio. Que tenga una bebida fresca o caliente lista para él. Arregla su almohada y ofrécete para quitarle los zapatos. Habla en un tono bajo, tranquilizador y agradable. No le hagas preguntas sobre sus actos o cuestiones su juicio o integridad. Recuérdate es el jefe de familia y como tal siempre ejerce su voluntad con justicia y veracidad. No tienes derecho a cuestionarle. (cit. Nash, 2005: 163).
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Este modelo de mujer que negaba el derecho al tiempo propio y a la individualidad, fue el que cuestionaron las feministas norteamericanas a partir del libro La Mística de la Feminidad de Betty Friedman18, publicado en Estados Unidos en 1963, que nombró los problemas de la opresión doméstica y de la carencia de proyecto de vida propia, como los elementos principales del malestar femenino no identi icado, por eso le llamó “el malestar que no tiene nombre”. Aunque se centró en mujeres de clase media privilegiada y no identi icó las estrategias para superar la opresión doméstica, su importancia estuvo en descifrar la mística de la feminidad, analizar el malestar y descontento femenino; ello facilitó a mujeres de distintos países los referentes comunes con otras mujeres, y permitió identi icar su opresión no solamente personal, sino colectiva. Aunque muchas autoras no logran ubicar una de las obras fundamentales del feminismo El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir19, editada en 1949 (a cien años de Séneca Falls), ya que “Siempre se duda –apunta Amelia Valcálcer– si considerarla un colofón del sufragismo o la apertura de la tercera ola del feminismo”, aunque no hay duda que su aporte intelectual vino a iniciar los estudios con enfoque de género, al concluir que: “No se nace mujer, se aprende a ser mujer”, separando la naturaleza de la cultura al postular que la feminidad era una construcción sociocultural e histórica. Al de inir al hombre como la norma y la medida del ser humano, proyectaba a las mujeres como el “otro, el segundo sexo”, subalterno, cuya existencia estaba en función del varón (Varcárcel: 2005: 40). Para llegar a tales conclusiones, esta feminista analizó la historia, los mitos, la biología, el psicoanálisis y el materialismo 18 BeƩy Friedman. Feminista estadounidense (Illinois 1921-2004). Estudió psicología y sociología, y posteriormente se dedicó a la defensa de los derechos de las mujeres denunciando los tabúes que les impiden que se liberen de las tutelas y los mitos que las reƟenen prisioneras de cierto modelo de sociedad. En 1966 fundó la famosa NOW, NaƟonal OrganizaƟon for Woman, de la que fue su primera presidenta y cuyo objeƟvo principal era obtener la legalización del aborto y la igualdad salarial entre mujeres y hombres. Segura Graíño, CrisƟna. Diccionario de Mujeres en la Historia, Espasa, Madrid, España 1998. 19 Simone de Beauvoir. Escritora francesa (París 1908-1986) Estudió filosoİa en la Sorbona, donde posteriormente fue profesora. Compañera senƟmental de J.P. Sastre desde 1935, juntos desarrollaron los postulados fundamentales del existencialismo, sistema filosófico, que por otro lado, sirvió de base a la mayor parte de la obra de Beauvoir. Entre sus obras destacan la trilogía autobiográfica Memorias de una joven formal (1958), La plenitud de la vida (1960) y La fuerza de las cosas (1963), las narraciones Una muerte muy dulce (1964) basada en la muerte de su madre, y La mujer rota. El balance de una vida dedicada a la militancia existencial, políƟca y feminista en La vejez (1970) y Final de cuentas. En 1981 publica La ceremonia del adiós, en la que ofrece una controverƟda versión de sus relaciones con Sartre.
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histórico elaborando una teoría explicativa de la subordinación femenina. “Ya no se trataba de las vindicaciones como lo habían sido las ilustradas y las sufragistas, sino las explicaciones”, dice Amelia Valcárcel al descifrar los mecanismos de la subordinación femenina. Simone de Beauvoir explica en El Segundo Sexo que desde los inicios del patriarcado los hombres mantuvieron a las mujeres en un estado de dependencia. Plantea como agente histórico, la exclusión femenina, que es uno de los mecanismos que perpetúan la opresión y la falta de reconocimiento de la mujer. Señaló que el patriarcado había convertido a las mujeres en seres carentes de subjetividad propia que buscaban, incluso, su reconocimiento e identidad en el varón, de igual modo que el esclavo se identi ica con el amo. Per iló la necesidad de que las mujeres de un papel pasivo pasaran a un rol activo en la sociedad. También in luyó con su vida personal y sus vivencias rupturistas, fue una mujer liberada, autónoma, de vida independiente y espíritu intrépido; su independencia de criterio y brillantez intelectual reconocidas, rompían de forma clara con los estereotipos femeninos predominantes. En de initiva, con El Segundo Sexo puso los cimientos de la teoría y de la práctica feminista de la tercera ola, la cual apareció en los años sesentas, expresada en movimientos en pro de las mujeres en casi todos los países del mundo occidental. Se inicia con una serie de cambios en los valores y formas de vida como el uso de los contraceptivos orales que dieron origen al control del cuerpo por parte de las mujeres. Ellas constataron que los derechos políticos -incluido el voto- se tenían, los derechos educativos se ejercían, las profesiones se iban ocupando; pero todavía no se había conseguido una posición a la par de los hombres. Se iniciaron cambios legislativos, laborales, medios de comunicación, sexualidad, salud, pareja, sintetizados en la lucha por los Derechos Humanos de las Mujeres. La conquista del derecho al voto hizo converger la atención de las mujeres a la política, constató que no solamente podían votar sino también representar a las mujeres, optando a cargos públicos; lo cual llevó a enfocar su atención en los procesos políticos. No obstante, también es cierto que la mayor participación de las mujeres en las elecciones en cualquier parte del mundo, no siempre les ha abierto el camino para una mayor proporción en el liderazgo político.
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Superada la lucha sufragista, ¿cómo llegó el feminismo a América Latina? Cronológica e históricamente se ubica en la tercera ola del feminismo. Aunque la consecución del voto se da en momentos distintos en cada país, se puede a irmar que, la etapa sufragista de la historia política de las mujeres latinoamericanas perdura hasta inales de la Segunda Guerra Mundial y más allá, hasta la mitad del siglo XX. Luego se pasa a una etapa de aumento cuantitativo y cualitativo de la presencia femenina en las luchas populares y sociales. Si bien la movilización de mujeres de clase media y de sectores ilustrados en los movimientos clasistas y populares de todo tipo es alta, también es notoria la ausencia de reivindicaciones especí icas; sin embargo, se incrementan las organizaciones o sectores femeninos en partidos políticos y sindicatos. Paralelamente, se amplían las oportunidades de acceso de las mujeres a los diferentes niveles de educación, estrechamente ligados a los procesos de urbanización, nuevos asentamientos y población de las ciudades. La politización de las universidades en las décadas 1960-70 y la entrada masiva de las mujeres a las universidades son elementos que contribuirán posteriormente a que penetren los ideales feministas. En 1983, Elsa Chaney, en la versión española de su esclarecedor estudio: Supermadre: la mujer dentro de la política de América Latina, sostiene: En la actualidad, cuando las mujeres de los Estados Unidos y de algunas naciones de Europa occidental hacen manifestaciones y mítines en pro de la liberación de la mujer, ¿encontramos alguna actividad paralela en América Latina? ¿Insisten las mujeres Latinoamericanas en que sus intereses estén representados en alguna forma, incluso en los regímenes militares? ¿Se convertirán en feministas militantes? (Chaney, 1983: 114, 137).
Esta autora considera que probablemente la barrera más fuerte, en ese momento, sería la creencia de que el hombre y la mujer tienen cada uno su “esfera propia” en las profesiones y en el servicio público; ni los hombres ni las mujeres desean saltarse esas barreras; para las mujeres es satisfactorio continuar su existencia marginal, dedicadas a sus “tareas femeninas” lejos de las fuentes de poder; por esto Chaney propone a las mujeres latinoamericanas, trabajar primero sus “propios” campos de trabajo y luego usarlos como plataforma para incorporarse a la corriente principal de la vida y la
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política. Considera di ícil que las mujeres de América Latina se enfrenten a los hombres en cuestiones relacionadas con su plena emancipación, porque sienten que la militancia feminista es totalmente ajena a su tradición, y así lo mani iestan las mujeres entrevistadas:20 Muchas mujeres me han dicho que tienen un temor casi patológico a que los hombres se rían de ellas; algunos esfuerzos recientes para organizar la acción por los derechos de las mujeres han sido ridiculizados mortalmente por los hombres a través de la prensa dominada por ellos. Desean salir adelante en sus profesiones y en la vida pública, pero no planean hacerlo “agitando banderas sobre nuestras cabezas”, como lo expresó una de ellas. Desean superarse en sus profesiones y permaneciendo lo más femenina posible. (…) Si se nos pidiera que eligiéramos un solo término para cali icar la conducta femenina deseable en América Latina, el ideal podría ser la palabra “decente”. La decencia es un concepto clave en cualquier descripción del comportamiento femenino deseable; además, es una palabra que se oye muy frecuentemente no sólo sobre las mujeres sino sobre cualquier cosa que pueda ser aceptada por el público… probablemente la clasi icación más fundamental que pueda hacer un latinoamericano (sea hombre o mujer) sobre las mujeres es su división en “decentes” y “no decentes”. Es una distinción que supera los límites de clase y determina la forma en que se trata individualmente a una mujer… la mujer decente… es ante todo madre y ama de casa. (Chaney 1983: 61).
A pesar de esta aseveración, se estaban gestando ya los cimientos del actual movimiento de mujeres y dando el paso a las nuevas formas de ser mujer, que superarán la imagen que Elsa Chaney captó en su estudio. Para superar la dicotomía “esfera pública” y “esfera privada”, descubrir que el mundo privado es sede de poder y enajenación, y que es imprescindible que las mujeres antes de ser madres y amas de casa se de inan como personas con derechos propios; fue necesario que surgieran a partir de los años setentas, de manera tímida, las primeras organizaciones feministas en diversos países. Para acercarse a estos primeros pasos del feminismo resulta útil la periodización que propone Luis Vitale: Mientras el feminismo se estanca durante las décadas del 40 al 70, la participación de las mujeres en lo social y político aumenta signi icativamente, como nunca antes 20 Elsa Chaney realizó 167 entrevistas y conversaciones con liderezas laƟnoamericanas, entre 1975 y 1976, con mujeres pobres que ocupaban cargos en direcƟvas en las zonas marginales en Lima. (Chaney, 1983: pp. 24).
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había sucedido de manera tan masiva en América Latina. Este fenómeno - que tiene su sustratum en la incorporación de la mujer al llamado trabajo productivo-constituirá la base esencial para el despegue del feminismo en la década del setenta. Las ideas, el programa y los métodos de lucha del feminismo latinoamericano de los dos primeros decenios fueron notoriamente in luenciados por las europeas y norteamericanas. Sin embargo con el transcurrir del tiempo, de un tiempo de práctica social, el feminismo latinoamericano empezó desde 1980 aproximadamente a adquirir una isonomía propia y diferenciada más apegada a la especi icidad de Nuestra América indo-afro-latina (Vitale, 1987: 68).
Obviamente el autor no muestra los casos por país ni cómo se fue dando dicho proceso, tampoco las transformaciones políticas y sociales, a propósito de las nuevas exigencias que se presentaban al sistema político existente y a los actores políticos tradicionales. La irrupción en el escenario latinoamericano de un nuevo sujeto político se encuentra plasmada en un artículo de José Nun titulado La rebelión del coro, sostiene que: … en nuestra época, la vida cotidiana ha empezado a rebelarse. Y no mediante gestas épicas como la toma de la Bastilla o el asalto al Palacio de Invierno, sino de manera más deslumbrante pero también menos episódicas, hablando cuando no le corresponde saliéndose del lugar asignado al coro aunque conservando su isonomía propia. El símbolo por excelencia de esta rebelión es el movimiento de liberación femenina, justamente porque la mujer ha sido siempre el símbolo por excelencia de la vida cotidiana (Num, 1981:19).
En Centroamérica los años 80 eran momentos de guerra, las mujeres salvadoreñas subvertían el orden estructural justamente al salir de sus casas no para casarse o hacerse monjas, sino para incorporase a la clandestinidad o a los frentes de guerra, era una rebelión a lo establecido; paso importante, para dar los siguientes que vendrían a transformar la vida cotidiana en los años 90. Sin embargo, en el resto de los países latinoamericanos, en los años 80 comienzan a surgir organizaciones no gubernamentales, centros de investigación, áreas o unidades de la mujer en diversas universidades; que promoverán la organización, promoción de los derechos de las mujeres, investigaciones, estudios y diagnósticos que darán cuenta de la situación y condición de las mujeres. A ello se suma la realización del Primer Encuentro Feminista Latinoamericano realizado en Bogotá, Colombia, en 1981, en donde doscientas mujeres pro-
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venientes de México, República Dominicana, Puerto Rico, Panamá, Curazao, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile, Colombia y latinoamericanas residentes en Europa o Estados Unidos, discutieron sobre cuatro áreas de trabajo: sexualidad, vida cotidiana, mujer y cultura y, feminismo y lucha política, siendo esta última la que provocó la mayor discusión, sobre la base de acuerdo sintetizado por Marysa Navarro. La investigadora panameña Urania Ungo lo cita así: … el feminismo en Latinoamérica debe estar insertado en la realidad política y social del continente. Las condiciones históricas, socio-económicas y políticas de América Latina exigen que el feminismo forme parte de la lucha antiimperialista. El denominador común de las feministas que asistieron al encuentro es el convencimiento de que el feminismo latinoamericano debe estar comprometido con los cambios sociales profundos y debe dirigir su accionar a las mujeres de los sectores más oprimidos (Ungo, 2002: 65).
Este acuerdo generó desacuerdos de cómo realizar la meta, pero reconoció la especi icidad de las luchas de las mujeres en el marco de las luchas sociales y el compromiso del feminismo con la lucha frontal contra el capitalismo y la subordinación femenina. Para la misma autora: “El feminismo se extendió por toda Nuestra América, “importado” por latinoamericanas de clase media, con altos niveles de educación, profesionales e intelectuales, con relaciones internacionales y en su gran mayoría con experiencia política” (Ungo, 2002: 56).
La a irmación anterior, probablemente podría aplicarse a Centroamérica, principalmente al caso de Costa Rica; sin embargo, desde que las centroamericanas comenzaron a participar en los encuentros feministas a partir del IV Encuentro Feminista y del Caribe realizado en Taxco, México en octubre de 1987, se podría a irmar que el feminismo latinoamericano adquiere un nuevo rostro, como lo manifestaron las mismas centroamericanas: “La creciente participación de las mujeres en los movimientos populares centroamericanos es un hecho político evidente e incuestionable. Engrosando las ilas de organizaciones gremiales, sindicales y sociales o sentando las bases de organizaciones con carácter especí ico, la mujer centroamericana presenta al mundo un nuevo rostro en lucha” (OXFAM, 1988: 9).
¿Qué implicaba ese nuevo rostro? Parte de la respuesta se podría encontrar en los objetivos que se plantearon para la realización de dicho Taller:
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b.
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Crear un espacio en el cual las mujeres representantes de diferentes sectores y organizaciones populares pudieran intercambiar las experiencias de lucha desde una perspectiva de género, considerando su inserción en el marco de la violencia y guerra que caracteriza a la región. Re lexionar en torno a la necesidad impostergable de integrar la práctica feminista (reivindicaciones de género, etnia y clase de mujer) a los proyectos de lucha contra hegemónica de la región, como condición insoslayable para el logro de una liberación humana integral. (ídem:10).
De hecho, esta experiencia marca para Centroamérica el inicio de un nuevo feminismo, es decir, aquel feminismo que no se queda anclado en los escritorios o en las aulas universitarias; sino que llega a las mujeres de los sectores populares, mujeres rurales, con el objetivo, a veces di ícil, de integrar el análisis de clase con el análisis de género, así lo a irman ellas mismas al presentar sus Memorias: Hemos querido compartir con ustedes el proceso de nuestra discusión, con el propósito de hacer más claros los trazos, expresiones y gestos del nuevo rostro del feminismo latinoamericano: la participación cada vez mayor de las mujeres centroamericanas. Consideramos que el gran reto de las mujeres centroamericanas es recuperar la dimensión y la identidad feminista para incorporarlas a la lucha de la liberación de sus pueblos y hacer posible la construcción de una sociedad que suprima la opresión y la explotación de género, etnia y clase. (Ídem.).
Nos encontramos entonces ante un acontecimiento que marcará la historia sociopolítica del mundo, quien deberá presenciar durante el período comprendido entre 1965 y 2006 una incalculable producción teórica y metodológica; así como la generación de cambios socioculturales que dependerán de los contextos sociales, político, culturales que marcarán su evolución y expresión especí ica. Es imposible, para efectos de este trabajo, anotar todo ese recorrido, por lo que se tratará de resumir aquellos avances más destacados del período. Como ya se mencionó, el punto de partida de esta tercera ola fue la constatación, de que en todos los países existe desigualdad entre mujeres y hombres, que esta desigualdad es de origen social, no natural. Sus manifestaciones cambian según sea el sistema sociopolítico, el grado de desarrollo socioeconómico o la tradición cultural de cada país. Históricamente el feminismo se ha expresado en movilizaciones sociales y políticas, desde la edad media, pasando por la revolución francesa, las luchas sufragistas y las contempo-
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ráneas; pero también se ha caracterizado por la elaboración de teoría para comprender y explicar las raíces de la desigualdad. Para investigadoras e investigadores de diferentes latitudes la teoría más importante concebida, en este contexto, ha sido la del patriarcado. Algunas de iniciones: “El patriarcado es una estructura básica de todas las sociedades contemporáneas. Se caracteriza por la autoridad impuesta desde las instituciones, de los hombres sobre las mujeres y sus hijos, en la unidad familiar. Para que se ejerza esta autoridad, el patriarcado debe dominar toda la organización de la sociedad, de la producción y el consumo, a la política, el derecho y la cultura” (Castells, 1999: 158). “Las sociedades son patriarcales en la medida en que los hombres tienen poder sobre las mujeres, lo que se traduce en una relación de jerarquía entre lo masculino y lo femenino. Esta articulación jerárquica es la causa de la discriminación de las mujeres. El sistema patriarcal asentado en la estructura social, permite la producción y reproducción de esa realidad discriminatoria. La familia fue identi icada como la institución patriarcal por excelencia…” (Astelarra, 2005: 13). “El patriarcado es uno de los espacios históricos del poder masculino que encuentra su asiento en las más diversas formaciones sociales y se conforma por varios ejes de relaciones sociales y contenidos culturales” (Lagarde, 2005: 91). “Patriarcado es el término elegido para signi icar el orden socio-moral y político que mantenía y perpetuaba la jerarquía masculina. Un orden social, económico, ideológico que se auto reproducía por sus propias prácticas de apoyo con independencia de los derechos recientemente adquiridos” (Valcárcel, 2005: 44).
Con el descubrimiento de las raíces de la discriminación, las acciones individuales y colectivas de las mujeres se orientaron a desa iar al patriarcado, consignas como “abolición del patriarcado” y “lo personal es político” fueron dos grandes lemas que tomaron como ejes las luchas feministas; y que cobraron una dimensión central como parte de la transformación personal y social de las mujeres. El primer lema como un concepto amplio, abarcador como un objetivo más global, y el segundo como una nueva forma de entender la política, como una propuesta contracultural en donde adquieren importancia los aspectos íntimos y personales de la vida privada. Metas cruciales del nuevo feminismo serían el desarrollo personal, la autoestima y la identidad individual, lo que importaba era y es, la libertad de ser. Si bien, todas las sociedades conocidas son patriarcales; sus formas de expresión y sus mecanismos son diferentes para cada sociedad o cambian con el tiempo en la misma sociedad. Analizar las características sociales y tem-
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porales especí icas le da a la categoría de patriarcado un carácter histórico. También permite analizar que las desigualdades entre hombres y mujeres no tienen origen biológico o natural, sino social. Otro aspecto importante a analizar en este período es que la re lexión y elaboración teórica del feminismo llegó a las universidades y centros de investigación, donde mujeres, y algunos hombres -de todas las disciplinasiniciaron un trabajo riguroso de investigación acerca de las características socioculturales que determinan la condición de las mujeres; y sobre los mecanismos por medio de los cuales el sexo biológico, se convierte en característica social. Surgió la especialidad de Estudios de la Mujer, los Centros de Estudio sobre la Mujer. Se realizaron investigaciones empíricas sobre la realidad de las mujeres, permitiendo la revisión de las teorías sociales, políticas y económicas vigentes para explicar el fenómeno de la desigualdad entre lo femenino y masculino. Así surgió la categoría género para diferenciarla del sexo. La identi icación y posterior desarrollo de la categoría género, tomando como base la lapidaria a irmación de Simone de Beavoir: “La mujer no nace, se hace” que en otras palabras signi ica que ni hombres ni mujeres nacemos como tales, sino que es en el proceso de socialización, en el transcurso de nuestros primeros años, cuando somos construidos y aprendemos a ser hombres y mujeres, dada la formación económico social y el momento histórico. En cambio el sexo hace alusión a lo biológico, a lo natural. Además, se descubrió que el género no solamente hacía alusión a las personas y los roles, sino también a los ámbitos de la vida social. Así, inicia un proceso de teorización internacional que abarca casi todos los campos de las Ciencias Sociales y muchas de las Ciencias Experimentales. “La tensión en el conocimiento y la ruptura epistemológica que el feminismo produjo en el mundo cientí ico es uno de sus grandes aportes culturales” (Astelarra, 2005: 14). El conocimiento de la realidad social se amplió no solamente para incluir a ese “sector invisible” (que habían sido las mujeres) en la economía, en el derecho, en la ciencia y en la educación; sino también para repensar la sociedad, rede inir el orden y el con licto social. El concepto de género fue ampliamente revisado a la luz de la antropología, la sociología, la iloso ía, el derecho; así entonces se obligo a la revisión de las
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bases fundacionales de la ciencia, concluyendo que su característica principal había sido el androcentrismo desde su fundación. También se revisaron los análisis sobre métodos y técnicas de investigación. De tal manera que el género fue la teoría central para de inir cuáles eran los aspectos de la discriminación de las mujeres que debían ser eliminados. En el ambiente salvadoreño este concepto se comienza a utilizar a inales de los años ochentas, gradualmente fue incorporando algunas de sus variantes: enfoque de género, visión de género, perspectiva de género, sistema sexogénero. La utilización ideológica de este concepto ha adquirido diferentes acepciones, se sabe que esta diferenciación es importante para distinguir las propuestas políticas de equidad de género, tanto a nivel del movimiento de mujeres como estatales, regionales o locales. Sin embargo, cualquier propuesta de actuación política debe partir de un análisis diagnóstico de la realidad social que se desea cambiar, su ejecución o implementación dependerá de la programación estratégica e ideológica; por lo que, desde esta perspectiva, la investigación cientí ica con enfoque de género es importante. Aplicar el enfoque de género en las investigaciones sociales supone tener en cuenta cómo las relaciones de género son construidas socialmente; mujeres y hombres tienen asignados distintos roles en la sociedad; estas diferencias de género vienen determinadas por factores ideológicos, históricos, religiosos, étnicos, económicos y culturales generadores de desigualdad. Asimismo, este enfoque indica que se debe partir de las grandes disparidades entre las personas, pero la más generalizada y más universal es la que existe entre mujeres y hombres, y esta gran disparidad limita las oportunidades de desarrollo humano de unas y otros (PNUD, 2004). Finalmente, es importante destacar que, si bien es cierto, se habla de las mujeres de manera general, no se puede decir que es cuerpo monolítico y homogéneo o que es un colectivo con características comunes; existen entre ellas diferencias de clase y generacionales, especialmente cuando se trata de analizar la sociedades empobrecidas en el marco de la globalización. 1.4. Movimientos Sociales y Movimiento de Mujeres Desde principios del siglo XIX se utilizó el término “movimientos sociales”, precisamente para denominar la nueva y emergente clase obrera industrial
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que cuestionaba el orden existente, que desarrollaba ideas y acciones en la búsqueda de proyectos anarquistas o socialistas. Fue la clase obrera europea con sus acciones, sus programas sus utopías y sus estrategias la que provocó el desarrollo teórico inicial del concepto. Puede decirse que, hasta los primeros años del siglo XX, no se hacía distinción entre movimiento social y movimiento obrero. El auge organizativo, el desarrollo teórico, la hegemonía del movimiento obrero y su praxis, que fue gradualmente triunfando, contribuyeron a que el concepto entrara en desuso, es decir, la más amplia categoría de movimiento social. Los y las teóricas actuales del movimiento social, se dan cuenta, que si bien han proliferado las propuestas teórico-metodológicas sobre el tema, aún hay limitaciones para analizar las realidades de los países del tercer mundo (Alexis, 1986: 47). El movimiento obrero del capitalismo industrial competitivo y premonopolista ha sido importante y ha jugado el rol central por ser universal, ha desarrollado acciones y programas que han triunfado, con un riguroso cuerpo de ideas que le han dado coherencia, fuerza y fundamentos para lograr su utopía. Una ideología de lucha, de oposición de intereses lo ha llevado a librar guerras sociales movilizando y organizando a las otras fuerzas para lograr sus objetivos. También las movilizaciones campesinas de pequeños productores y movimientos urbanos que han luchado contra los terratenientes y grandes propietarios de las ciudades. Para algunos autores contemporáneos como Boris Alexis, la Comuna de París (1848) fue la expresión más acabada del movimiento social de la época y sirvió de base para los movimientos sociales que vendrían después (Ídem: 14). Autores como Proudhon, Augusto Bebel, Carlos Marx, Federico Engels, Bakunin, Carlos Kautski, Vladimir Ilich Lenin, León Trotski y Rosa Luxemburgo han sido los artí ices de la categorización del movimiento obrero y con ello del movimiento social. En la actualidad las corrientes de pensamiento y los diversos contextos han producido teorías y propuestas metodológicas para el análisis de los movimientos sociales en Europa, Estados Unidos y América Latina, de donde se han obtenido las fuentes básicas para su aplicación y relación con el pensamiento feminista para derivarlo hacia la realidad salvadoreña.
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Esta etapa del feminismo, la de la tercera ola internacional, surgió en el contexto más general de los llamados nuevos movimientos sociales –NMS– de los años sesentas y setentas. Emergió de alguna manera a la par de las luchas por los derechos civiles, los movimientos paci istas, los movimientos estudiantiles, los derechos de los afro-americanos, la nueva izquierda y los movimientos anticolonialistas. ¿Qué tenían o tienen de novedoso estos movimientos? Una de sus características es que fomentaron la innovación, lo creativo a partir de la cotidianidad y las acciones colectivas estratégicas, a la par de la pluralidad de ideas y valores, estructuras organizativas informales y descentralizadas, con un rechazo a la dirección jerárquica. Así, el nuevo feminismo estaba abriendo las puertas a un vigoroso movimiento internacional de mujeres, conocido en sus inicios como Movimiento de Liberación de la Mujer –MLM–.21 En síntesis, al referirse a los NMS se debe considerar el origen de estas expresiones sociales en Europa y Estados Unidos principalmente, en los años sesenta, vinculado a los llamados derechos relacionados con la cotidianidad y a la nueva relación que se establece entre lo público y lo privado. En el primer caso se re iere a la defensa del medio ambiente, los derechos de los consumidores y los movimientos por la calidad de vida. El segundo caso atañe principalmente al feminismo y a los movimientos por la defensa de las minorías, estos buscan o persiguen colocar a nivel público temas e identidades que estaban circunscritos al ámbito de lo privado como: la violencia doméstica, el incesto, la diversidad sexual, entre otros. La distinción clave en cuanto a la constitución de los NMS radica en dos paradigmas fundamentales, aunque no los únicos: el de la movilización de recursos (generada en los ámbitos académicos de Estados Unidos) y el orientado a su identidad (basada en la experiencia y el pensamiento europeo). El primero tiende a resaltar variables objetivas, como: la organización, los intereses, los recursos, las oportunidades y las estrategias, para explicar las movilizaciones a gran escala. Otorga un rol central a las instituciones en la con iguración de las acciones políticas desde la óptica del pluralismo. Sus objetivos suelen estar concentrados en la obtención de modi icaciones jurídico-políticas o de reconocimientos especí icos. 21 Liberación equivalente a emancipación significa liberación en el pleno senƟdo, tanto cultural como jurídico, no Ɵene equivalente exacto en español, aunque se emplea el término liberación y, en realidad ya estaba en uso años antes que en Estados Unidos, se empleara el término “Women’s LiberaƟon”. (Chaney, 1983: pp. 26).
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Por otro lado, el paradigma de la identidad, según lo de inen distintos autores, de origen europeo, pone el énfasis en la dimensión de la integración social en la acción colectiva y está relacionado con la búsqueda y formación de las identidades colectivas y las normas sociales, antes que con las acciones instrumentales. Recurre a la dimensión de la integración social en la acción colectiva y se relaciona con la búsqueda y formación de las identidades colectivas y las normas sociales, antes que con las acciones instrumentales. Elección de marco de referencia (cómo remplazar lo nacional), igual que de las institucionalidades y tipos de ciudadanía que generan. Con todas sus diferencias ambos paradigmas coinciden en destacar que los NMS re lejan la articulación colectiva y racional de distintos intereses por parte de la sociedad civil, en contraposición con los movimientos de masas que caracterizaron a la democracia moderna. De allí que los NMS representan cierta ruptura con los modelos del estado de bienestar (derecho a la sindicalización, políticas sociales) y cierto alejamiento de la discusión políticoideológica que viene desde el siglo XIX, en términos de izquierda y derecha o de plani icación estatal –mercado, ya que su orientación y preocupaciones políticas no responden a las lógicas propias de la movilización de masas, representadas en los partidos políticos y en los sindicatos, que se consolidaron en los treinta años posteriores a la segunda guerra. Por ello, el debate no se centra en el modelo de Estado a construir, sino en cómo presentar sus intereses a nivel público (De Piero, 2005: pp. 7). Al referirnos a América Latina y a El Salvador, en particular, se está apuntando a realidades que distan mucho de la europea o de la de Estados Unidos, ya que en la actualidad los movimientos sociales se estructuran a partir de diversos factores como: la violación de los derechos humanos, el deterioro constante de las condiciones de vida, entre otros; sin embargo, nos conduce a re lexionar sobre los objetivos actuales de los movimientos sociales y a establecer algunos parámetros de comparación histórica. En El Salvador, por ejemplo, los antecedentes de la lucha popular nos remiten a reconocer que los movimientos sociales y populares en el pasado conlicto armado (1980-1992) se identi icaron plenamente con el objetivo de la toma del poder, al hacer suyo el programa político militar el Frente Farabundo Martí para la Liberación Popular –FMLN– y se apuntaba hacia el Estado, como garante de la explotación, en la solución de las demandas. También
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los movimientos obrero y campesino, que podrían ubicarse en los parámetros tradicionales de los movimientos sociales, han tenido como adversario principal al sistema capitalista y al Estado; sin embargo, estos se fueron radicalizando y en los años setentas se abre una fase que involucra a otros y diferentes sectores sociales como maestros, estudiantes, pobladores de tugurios, profesionales, señoras de los mercados, formando parte de una lucha que autores como Rafael Menjívar y Daniel Camacho (1985) los tipi icarán como movimientos populares entendidos estos como aquellos movimientos que hacen suyo un proyecto contra-hegemónico, enmarcados en la guerra revolucionaria salvadoreña. Al ubicarse en la llamada transición postcon licto 1992-2008, se podría referir a otra fase del movimiento social, en donde si bien es cierto que se considera al Estado como adversario se incluyen otras demandas que tienen que ver con transformaciones culturales de la vida cotidiana. Así, entre los movimientos sociales surgidos se encuentran: los de los trabajadores estatales, los ambientalistas, por una libre opción sexual, de consumidores, de comunidades eclesiales de base y el de mujeres, pero ninguno tiene como objetivo la “toma del poder”. Lo anterior nos plantea que el objetivo de los nuevos movimientos sociales ya no tiene como in último la toma del poder, como antaño, sino un in que puede concebirse como más amplio o ilimitado: que podría abarcar las transformaciones de distintas prácticas sociales en el espacio público y en la vida privada o cotidiana; transformaciones sociales que pueden venir desde la base social. Este cambio puede ubicarse como las nuevas formas de hacer política, porque no necesariamente se estructuran en la lógica de los partidos políticos o de los frentes de masas o de la insurrección armada y su relación con el Estado puede ser contestataria, de descon ianza, de incidencia o de oposición. Ante un Estado que mantiene su institucionalización burocrática/autoritaria y sus políticas globalizantes, jerárquicas y homogenizantes, los sectores sociales se agrupan o se organizan con personas cuyas identidades les permiten: ser mujer, ser consumidor/a, ser trabajador/a estatal, es decir, por medio de sus propias características o rasgos, una particularidad, una condición que se lleva y se asume como identidad, activamente. En los diferentes estudios elaborados en torno al movimiento de mujeres es común encontrar diversas denominaciones tales como movimiento de muje-
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res, movimiento feminista, movimiento autónomo y movimiento amplio de mujeres; García y Valdivieso los de inen así: El Movimiento de Mujeres (MM) es reconocido como un movimiento heterogéneo, con presencia desigual en la escena social, con demandas ambiguas y muchas veces contradictorias expresadas a través de formas tradicionales y novedosas modalidades de lucha que no siempre llegan a articularse. Muchas veces estos movimientos no se consideran feministas. El Movimiento Feminista (MF) es la lucha consciente y organizada de mujeres contra el sistema en que vivimos: subvierte todas las esferas posibles, públicas y privadas, de este sistema que es clasista, sexista y racista. El Movimiento Autónomo de Mujeres (MAUM) está conformado por grupos e individuas que promueven y de ienden su agenda independiente de organizaciones gubernamentales, partidos, grupos religiosos o grupos económicos. Comparte el compromiso de luchar contra la subordinación, la discriminación y la violencia promovida por el orden patriarcal. El Movimiento Amplio de Mujeres (MAM) es una forma de articulación donde participan no solo grupos, ONG del movimiento de mujeres, sino también los grupos y ONG del movimiento feminista, organizaciones gubernamentales que adelantan políticas públicas de género, grupos y centros académicos, mujeres de partidos e individualidades con ines y proyectos muy concretos a corto y mediano plazo (García, 2005: 42-43).
Para otra investigadora, re iriéndose al MM en El Salvador, considera que “se trata del espacio en el que convergen mujeres y expresiones organizadas de ellas, que promueven y de ienden una agenda independiente de organizaciones gubernamentales, o grupos económicos y en algunos casos de partidos políticos y grupos religiosos. Realizan un trabajo con mujeres y para mujeres, fundamentalmente con aquellas de grupos populares, campesinas, de la maquila, etc. con el interés de luchar contra la subordinación, la discriminación y la violencia, pero más orientado a resolver sus necesidades prácticas” (Rodríguez, 2008: 268) En los últimos veinte años en El Salvador y en otros países de América Latina, con más antelación que acá, se ha dado un movimiento amplio de mujeres que incluye como lo propone Virginia Vargas Valente: “(...) la vertiente feminista, la vertiente popular y la vertiente de las mujeres que actúan de los espacios formales-tradicionales de organización y acción política (...) la presencia de cada una de las mencionadas vertientes ha impactado en los distintos ámbitos
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de la vida en estos países. Uno de ellos ha sido el de la organización y acción política, el de la vertiente popular y la perspectiva feminista en El Salvador. Para las autoras del libro Movimiento de Mujeres en Centro América (Aguillar, 1997: 14) estas diferencias las presentan así: Distinguimos al Movimiento de Mujeres como aquél que reúne mujeres independientemente de sus demandas, en tanto el Feminista es aquél que se reúne en función de luchar contra la subordinación de la mujer, siendo portador de una utopía. En el caso centroamericano, el Movimiento Feminista comparte con el movimiento de mujeres la característica de la búsqueda de los cambios que mejoren la condición y/o posición de las mujeres en la sociedad y aporta éste un componente ideológico que ahonda en las causas de la subordinación y apunta a la construcción de propuestas alternativas susceptibles de ser compartidas por diversas expresiones del movimiento. Para efectos de este trabajo se denominará Movimiento de Mujeres, al constituido por todos los espacios organizativos que las mujeres conforman para enfrentar, socializar, reconocer y resolver necesidades e intereses ligados a su condición de género subordinado y discriminado. Se caracterizan por la búsqueda de cambios que mejoren la condición y/o posición de las mujeres en la sociedad. Además, se construye y deconstruye permanentemente. En esta de inición cabrían las diferentes vertientes ya mencionadas antes: la feminista, la vertiente popular y la vertiente de las mujeres que actúan en los espacios formales o institucionalizados. La vertiente que genera controversias y hasta confusiones es la vertiente feminista y de acuerdo a Olga Lucía Rodríquez (Rodríguez, 2008: 268). “… Así mismo, existe dentro de este amplio conjunto, el movimiento de mujeres feminista integrado por organizaciones de mujeres e individuas independientes que con una clara conciencia de la necesidad y urgencia de transformar el sistema actual de orden patriarcal que desvaloriza y sitúa a la mujer en posiciones subordinadas, lucha por in luir en todos los espacios de la vida, para que de esta manera, las mujeres puedan resolver sus intereses y necesidades prácticas y estratégicas (más estas que las primeras”).
Se considera que en el nuevo contexto y accionar de los movimientos sociales, el movimiento de mujeres y sus diferentes expresiones constituyen parte del mismo.
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En los últimos años se ha debatido, en el seno de los movimientos sociales, sin que sea abierto, sobre el carácter del Movimiento de Mujeres en El Salvador, ya que existen dudas acerca de su verdadero papel en el seno de los movimientos sociales y de su impacto social, probablemente como producto de la resistencia a los cambios socioculturales. En este trabajo se pretende mostrar que el movimiento de mujeres tiene actualmente de inido su objetivo (visión), su identidad (demandas especí icas) y adversario (patriarcado y capitalismo); asumiendo los planteamientos de Manuel Castells que a irma “la fuerza y vitalidad del movimiento feminista radica en su diversidad, en su adaptabilidad a las culturas y a las épocas. Además, los movimientos especí icos, y las mujeres concretas dentro de ellos, suelen trascender las categorías mezclando identidades, adversarios y objetivos en la de inición propia de su experiencia y lucha” (Castells 1999: 224). De allí que uno de los retos es encontrar el núcleo fundamental de la fuerza transformadora del movimiento de mujeres, compartido con los nuevos movimientos sociales en El Salvador y contribuir así, al fomento del pensamiento feminista. En el transcurso de los veinte años de feminismo en El Salvador (1986-2008) el movimiento de mujeres se puede analizar desde tres ópticas: a) Movimiento de mujeres es toda y cualquier organización de las mujeres en función de intereses especí icos o no, sean de pensamiento conservador o progresista. Ejemplos: Organización de Mujeres Sí a la Vida, en contra del aborto y de corte fundamentalista; las áreas de la Mujer en cooperativas, gremios y organizaciones no gubernamentales mixtas. b) Movimiento de Mujeres es la organización de las mujeres en función de intereses especí icos de género, que están presentes en el barrio, la comunidad, el país y que puede o no estar articulado. Ejemplos: Asociación de Mujeres Rurales del Bajo Lempa –ASMUR–, Mesas de Género de la Alcaldía Municipal de San Salvador, Política de Equidad de Género de la Alcaldía de Santa Tecla, Asociación de Mujeres de Oriente, entre otras. c) Movimiento de Mujeres son todas las expresiones organizadas con capacidad para articularse, con altos niveles de organicidad, con capacidad de negociación e interlocución con el Estado y con otros sectores de la sociedad civil y los movimientos sociales; estructurar sus demandas, sien-
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do protagonistas de los cambios sociales y de su condición y posición genérica. Ejemplos: Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida –Las Dignas– Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes –Las Mélidas–; Movimiento Salvadoreño de Mujeres –MSM–; el Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer –IMU–; Asociación de Mujeres “Flor de Piedra”. En el cumplimiento de sus objetivos es necesario que se den procesos de conscientización permanente sobre las relaciones de poder y jerárquicas entre hombres y mujeres. También tener claridad sobre las desigualdades de clase, etnia, raza, preferencia sexual y edad. Para lograr el análisis y encontrar la conexión del movimiento de mujeres, desde la óptica de la articulación de las organizaciones para la promoción y defensa de los derechos humanos de las mujeres, es necesario actualizar el carácter y el accionar de los nuevos movimientos sociales. Con el objetivo de iniciar este análisis se parte de la consideración de que el Movimiento de Mujeres es movimiento social, dado que ha sido expresión de la acción de las mujeres en procesos históricos y culturales. Como muy bien los señala Maxine Moulinex: “éste no precisa tener una única expresión organizativa y puede caracterizarse por una diversidad de intereses, formas de expresión y ubicaciones espaciales” (Moulinex, 2003: 225); asimismo, está compuesto mayoritariamente por mujeres, pero no exclusivamente. El interés por estudiar los movimientos de mujeres está ligado históricamente a recuperar una “historia oculta” del activismo femenino; los primeros trabajos demostraron que las mujeres no eran solamente observadoras, sino que también participantes activas. Además, se encontró que la participación política femenina tenía características y trascendencia diferente a la de los varones. Posteriormente el interés se centró en las luchas de las mujeres de bajos ingresos por las necesidades de consumo y sus protestas por la injusticia social. En Centroamérica –Nicaragua, El Salvador y Guatemala principalmente– se estudian las mujeres y su relación con la guerra. En la actualidad, los estudios tienen una gama de especialidades dependiendo del contexto en el que surgen los movimientos y del momento histórico.
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Lo anterior lleva a hacer algunas preguntas: ¿Se puede caracterizar al movimiento de mujeres en El Salvador, como movimiento social? ¿Cuáles son las características teóricas útiles para analizar y de inirlo un movimiento social? Los movimientos sociales tienen ideas básicas que los conforman, ¿cuáles serían las ideas básicas del movimiento de mujeres? 1. Sentimiento de fraternidad/sororidad, se explica por la tendencia de los seres humanos a solidarizarse ante situaciones desfavorables; para las mujeres podría signi icar: acopio de potencialidades para el cambio personal y social, empoderamiento a todo nivel. 2. Discriminación, injusticia básica sentida y vivida en todos los ámbitos de la vida social: económica, política, cultural y por supuesto, sexual. Las mujeres lo han soportado por siglos. 3. Gracias a la acción de las antepasadas, han tenido la posibilidad de mejorar e imaginar un mundo pleno de potencialidades equitativas y armónicas. 4. Los cambios democráticos en la casa y el país, la igualdad, el desarrollo y la paz, la equidad de género, la independencia económica, política y social, para que la mujer pueda obtener derechos individuales y sociales, ostentar derechos iguales a los hombres, acceder al poder para vivir dignamente. Al movimiento de mujeres y feminista en El Salvador, reiteramos, se considera movimiento social, dado que ha sido expresión de la acción de las mujeres en procesos históricos y culturales durante aproximadamente siglo y medio (1841-2008). Basándose en la conceptualización de lo que es un movimiento social, es decir, que se de inen como: “acciones colectivas cuyo impacto transforma los valores y las instituciones” (Castells, 1996: 220) o “Un movimiento social es la acción colectiva de un sector de la sociedad dividida en clases, que partiendo de las reivindicaciones e intereses de su entorno social, cuestiona el sistema social que ocasiona sus desventajas, pone en juego sus energías adoptando formas organizativas, tácticas y estratégicas y per ila un sistema de ideas que racionalice su proceder, dando lugar a un programa para una utopía alternativa. (Alexis, 1986: 9). Referirse a un movimiento implica, un fenómeno social o político de cierta trascendencia, el cual puede derivarse tanto de su fuerza numérica, como de su capacidad para producir algún cambio, ya sea legal, cultural o político.
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La construcción de la identidad, la de inición del adversario y la claridad de la visión u objetivo social forman parte del proceso de construcción del movimiento de mujeres, analizar y explicar dicho proceso forma parte de esta investigación. Si se parte de que es un movimiento social, se de inen como: “acciones colectivas cuyo impacto transforma los valores y las instituciones” (Castells, 1996: 220), (Alexis, 1986, según la tipología clásica de Alain Touraine, un movimiento social se de ine mediante tres principios: la identidad del movimiento, el adversario del movimiento y la visión o modelo social del movimiento. En el entendido de que los movimientos sociales deben cumplir con los tres principios básicos, se puede a irmar que el movimiento de mujeres los cumple, tomando en consideración, y como se ha planteado antes, que existe una diversidad de expresiones del movimiento de mujeres en El Salvador. Identidad: que se re iere a la autode inición del movimiento, de lo que es a nombre de quien se habla. Se habla a nombre de las mujeres salvadoreñas y de ellas mismas como seres humanos. Se sabe que el concepto de identidad es fundamental para la comprensión de un movimiento social, ya que explica por qué los individuos deciden unirse a un movimiento, también depende de los factores de la oportunidad política y de las redes organizacionales. Adversario: hace referencia al enemigo principal del movimiento según lo identi ica este de forma explícita. El enemigo principal está de inido como el sistema patriarcal y aunque no es muy explícito, también, el sistema capitalista o capitalismo patriarcal. De ine el núcleo del con licto: para algunas autoras y autores la noción de “con licto cultural” es ahora lo medular como lo fueron el con licto económico de la sociedad industrial y el con licto político que dominó los primeros siglos de la modernidad. Visión u objetivo social: se re iere al tipo de orden o de organización social que el movimiento desearía obtener en el horizonte histórico. La utopía está
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basada en la emancipación, propone una nueva ética, la transformación de las relaciones entre los géneros la equidad de género o igualdad de derechos, incluidos los reproductivos, es decir, el desarrollo de valores del movimiento que incluyen el programa y la ideología. El programa es el esquema de cambio que el Movimiento propone y la ideología es el cuerpo de ideas que justi ican el programa y estrategia del movimiento social. La construcción de la identidad, la de inición del adversario y la claridad de la visión u objetivo social forman parte del proceso de de inición del movimiento de mujeres, analizar y explicar dicho proceso forma parte de la presente investigación.
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CAPÍTULO II LA PARTICIPACIÓN SOCIOPOLÍTICA DE LAS MUJERES SALVADOREÑAS: RECONSTRUCCIÓN CON BASE EN INFORMACIÓN HISTÓRICA Y CUALITATIVA 2.1. Periodización A la luz de los planteamientos teórico-metodológicos expresados en el capítulo anterior, se presenta una propuesta de periodización, su respectivo desarrollo y análisis; sobre el aporte que las mujeres han dado individualmente o en grupo, a los cambios políticos y socioculturales en El Salvador. Dichos períodos expresan un proceso de evolución marcado por un gradual y mayor protagonismo ciudadano de las salvadoreñas. Desde la segunda mitad del siglo XIX, a lo largo del siglo XX e inicios del XXI, las mujeres aparecen como fuerza organizada o como personas individuales, en distintos espacios: sectoriales, gremiales, corporativistas o literarios. Los períodos que se proponen se han de inido tomado en consideración los siguientes aspectos: a) Que los hechos que inician o cierran el período sean de trascendencia para las mujeres, relacionados a aspectos educativos, legales y/o organizativos. b) Que el o los hechos trasciendan a la sociedad de manera estructural y que impacten a mujeres y hombres. c) Que los hechos se ubiquen dentro de una coyuntura nacional o internacional que in luya de alguna manera a la implementación de medidas que favorezcan la puesta en práctica de acciones para hacer efectivos los derechos de las mujeres. Tomando en cuenta lo anterior se proponen seis períodos: Primer Período: De la segunda mitad del siglo XIX, con el antecedente de la creación de la Universidad de El Salvador (1841) y el parcial acceso de las mujeres a la educación, hasta la segunda mitad de la década de los años 50 del siglo XX con la creación en 1956 de la Organización Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas, ligada al movimiento obrero del Partido Comunista Salvadoreño, creado en 1930.
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Segundo Período: De 1957 a 1975, la creación de Fraternidad de Mujeres cierra y abre este período que se caracteriza por el surgimiento de las primeras organizaciones exclusivamente de mujeres, cuyo énfasis tenía como centro el sector social al cual pertenecían, ya fuera obrero o campesino, aunque elaboraron reivindicaciones y estrategias de acción propias ligadas a la esfera doméstica. Las mujeres se integran a las diferentes organizaciones que conforman el movimiento popular e incluyen sus demandas de clase dentro de la plataforma de las demandas populares. El inicio de la Década de la Mujer 1975-1985, instaurada por las Naciones Unidas, cierra este período y abre el siguiente, ya que tal iniciativa da pautas y ejerce cierto tipo de in luencia y presión a nivel gubernamental; a las mujeres, en particular, les abre ventanas y motivaciones para dar los saltos que les permitan trascender la esfera doméstica para dar forma a lo que será a futuro el Movimiento de Mujeres –MM– Salvadoreño. Tercer Período: De 1976 a 1985: “Primera oleada” esta categoría se utiliza y aplica al contexto salvadoreño para efectos explicativos o didácticos, pero no corresponde de forma contemporánea a otros contextos sociopolíticos de organizaciones femeninas, muchas de ellas conformadas en el exilio y otras dentro del país, para apoyar la lucha popular. La característica principal de estas organizaciones de mujeres es la nula reivindicación de género en sus objetivos, demandas o plataformas. Este período coincide con el auge del con licto armado y las migraciones masivas, dentro y fuera del país, por razones políticas. También es la apertura de la creación de organizaciones que trascenderán el análisis de clase, para integrar el análisis de género. Cuarto Período: De 1986 a 1989: “Segunda oleada” de organizaciones que, provenientes de organizaciones políticas de izquierda, comienzan a analizar “la problemática de la mujer”, lejos de asumirse feministas. Todavía la guerra civil se encontraba en su accionar. Justamente con el inicio del período aparecen el Instituto de Investigación, Promoción y Desarrollo de la Mujer –IMU– desde la sociedad civil, sus fundadoras son mujeres del Partido Comunista y la Organización de Mujeres por la Paz –ORMUSA– iniciativa de mujeres militantes del partido Cambio Democrático. Cierra el período la ofensiva guerrillera de noviembre de 1989 en la cual es asesinada la fundadora del IMU, Norma Virginia Guirola de Herrera; además se abren los cauces para un cierre negociado a la guerra civil.
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Quinto Período: De 1990 a 1992: “Tercera oleada”, que se enmarca en el desenlace de la guerra civil. Con las organizaciones creadas en los períodos anteriores se empieza a per ilar el actual Movimiento de Mujeres –MM– y a integrar la perspectiva de género en las demandas y denuncias. Asimismo, le empiezan a dar una dimensión regional e internacional al incipiente movimiento, pues desde su primera participación en el IV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en Taxco, México en 1987, participaran en los subsiguientes. Sexto Período: De 1993 a 2008: Cubre la fase de transición de postguerra y la implementación de los gobiernos y políticas neoliberales. Este período se abre con la realización en El Salvador del VI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (Costa del Sol, El Salvador, noviembre de 1993); elevándose así, su accionar a nivel nacional, regional e internacional. Consolidación del Movimiento de Mujeres en El Salvador y el surgimiento de algunas experiencias organizativas de mujeres rurales. Es esta fase la que se expondrá en el Capítulo IV, caracterizada por el impulso y auge de las organizaciones de mujeres, quienes logran consolidar un Movimiento de Mujeres –MM– de impacto nacional. Para dar contenido y justi icar la propuesta de periodización, se ha realizado una revisión socio-histórica sobre la participación y los aportes individuales y colectivos de las mujeres a los cambios socio-culturales y políticos en El Salvador. Se ha acudido a los aportes individuales a través de entrevistas personales, dada la escasez bibliográ ica sobre algunos años en el país, especialmente entre 1930 hasta 1950; con el objetivo de fundamentar los aportes generacionales o de acciones de grupos de mujeres, signi icando una valiosa fuente para estudiar las inquietudes que se estaban despertando con respecto al feminismo y los roles de las mujeres en la sociedad salvadoreña de la época. Con la información obtenida nos propusimos analizar la participación de las mujeres, en el marco de la construcción y ejercicio de la ciudadanía, desde una perspectiva de género, lo cual implica por un lado, una forma de mirar y de pensar los procesos sociales, las necesidades y las demandas, los objetivos y bene icios del desarrollo y por otro, supone una metodología de trabajo que considera a las mujeres como agentes de cambio que pueden impulsar
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una adquisición individual y colectiva de poder (“empoderamiento”)22, que las posiciona en una situación de equidad frente a los hombres y les posibilita relaciones con diferentes actores y espacios para incidir en los procesos de cambio. Posición en situación de equidad signi ica igualdad de oportunidades en lo que se conoce, lo que se sabe hacer y en las cualidades que se tienen. De la misma forma, la igualdad de oportunidades debería suponer el poder disfrutar de los logros y bene icios de la participación. Dicho de otra forma, equidad signi ica acceso real a las oportunidades que se presentan, existencia de condiciones apropiadas para aprovechar esas oportunidades, que además, se pueda disfrutar de los productos del trabajo; todo apuntando a una participación de las mujeres en igualdad y en pleno ejercicio de su condición ciudadana. Por eso, la ciudadanía tiene que ver con la igualdad de oportunidades de participar activa y plenamente, oportunidad de ejercer derechos y de tomar decisiones que in luyan en la producción, distribución y apropiación de los recursos materiales y simbólicos de cada sociedad y territorio en cada época histórica. La construcción y ejercicio de la ciudadanía de las mujeres remite a la participación activa en la sociedad a través de su acceso a las instancias de toma de decisiones, bajo la concepción de las mujeres como sujetos con derechos y como sujetos políticos constructores de democracia. El poder compartido se ha reconocido como requisito esencial para ella. Este nivel de participación dependerá de varios factores, algunos de ellos son: • La promoción de estructuras, políticas y esfuerzos organizados de la participación de las mujeres; • La existencia de un tejido socio-institucional que apoye y promueva a las mujeres; • La capacidad de las mujeres para conformar su propia organización. 22 De acuerdo con Schuler, el empoderamiento es “un proceso por medio del cual las mujeres incrementan su capacidad de configurar sus propias vidas y su entorno; una evolución en la concienƟzación de las mujeres sobre sí mismas, en su estatus y en su eficacia en las interacciones sociales” Shuler, Margaret. “Los derechos de las mujeres son derechos humanos: la agenda internacional del empoderamiento”. En León, Magdalena (Compiladora). Poder y Empoderamiento de las Mujeres. TM Editores/U.N. Facultad de Ciencias Humanas: Bogotá, Colombia. 1997 Pp. 31.
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El análisis de la construcción y ejercicio de la ciudadanía de las salvadoreñas obliga, también, a ubicarse en los procesos sociales y políticos que ha vivido y vive el país en torno a la participación y organización de las mujeres con las implicaciones de la misma en términos de aporte, de modi icación de estructuras organizativas e institucionales (incluidas las gubernamentales) y de las formas de concebir e implementar los procesos mismos. 2.2. Construcción y ejercicio de la ciudadanía de las mujeres salvadoreñas Ciudadanía es un concepto y una práctica heterogénea que ha ido cambiando en el transcurso histórico en los diferentes escenarios locales y mundiales. Es un concepto en proceso de permanente construcción. Según el Diccionario Enciclopédico Ilustrado Océano (1994), Ciudadanía es: “Calidad y derecho de ciudadana”, “ciudadana: natural o vecina de una ciudad”, Ciudadana “El o la que está en posesión de los derechos que le permiten tomar parte en el gobierno de un país”. Para el colectivo CIDEM, Ciudadanía es la “Condición legal que implica gozar de ciertos derechos políticos (como la capacidad de votar y ser votada) otorgados por el Estado y que siguen participando en la cosa pública, por ejemplo, la autoorganización para in luir en las políticas públicas, “ejercicio político de derechos y responsabilidades de las personas en la cosa pública dentro de un sistema democrático” (CIDEM, 2001: 32). De manera general, para el periodo moderno la ciudadanía es de inida como el estatuto que hace referencia a una dimensión jurídica, inseparable de su estatuto político, puesto que señala una gama de derechos y obligaciones vinculados a la condición de ser miembro de una comunidad política determinada (normalmente un Estado). Asimismo, se le de ine como una práctica política que da la oportunidad de contribuir y tomar parte, es decir, de participar en las decisiones que atañen a la vida pública la propia comunidad. Sin embargo, a medida que la concepción y la práctica de la ciudadanía va evolucionando en el tiempo hacia la ampliación de derechos y deberes, van surgiendo nuevos análisis y críticas sobre sus implicaciones, ya que no es lo mismo hacer uso práctico de ellos, contra una serie de derechos y deberes ya establecidos y estáticos. De esta manera autores como Antón y Rivero
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(2000) y García y Gomárriz (2000: 885-114) analizan la ciudadanía en tres niveles: Ciudadanía formal: Cuando la ciudadanía concede a las personas la gama de derechos y deberes en tanto se pertenece a una nación, sin importar si los conocen y exigen, signi ica que se le otorga el estatus formal de la ciudadanía, es decir, los fundamentos materiales para hacer valer tales derechos sociales. Ciudadanía sustantiva: Se presenta cuando los derechos y deberes son conocidos, apropiados y ejercidos bien sea para criticarlos, rede inirlos o ponerlos en práctica. Ciudadanía activa: Cuando se va más allá del reconocimiento de los derechos y obligaciones y las personas se hacen sujetos responsables con juicio político, se interesan por participar políticamente. García y Gomárriz consideran otros elementos para la caracterización sobre ciudadanía activa, para ellos, dicha participación requieren tanto la existencia de capacidades efectivas, como el deseo por hacerlo, “dándole así gran importancia a la voluntad de hacerlo” (García y Gomárriz, 2000: 89). La ciudadanía plena implica necesariamente, la sintonía de los dos componentes que le dan vida, esto es la construcción y la práctica; pues un ciudadano o ciudadana “puede tener ciudadanía formal y ciudadanía sustantiva y pese a ello realizar un ejercicio de su ciudadanía raquítico y sin tono vital” (Idem, 87), conformándose con el solo reconocimiento de derechos y obligaciones; esto signi ica una escasa participación política, que impide el desarrollo de ciudadanía de manera activa. En el caso de la construcción de la ciudadanía femenina, se trata de un proceso que busca o está ligado a conquistar autonomía. La lucha de las mujeres por acceder a la ciudadanía es una lucha por la autonomía, frente a restricciones y barreras impuestas o asumidas por las instituciones establecidas llámense: matrimonio, iglesia o Estado. Uno de los temas polémicos es el de la representación y participación política de las mujeres; ya que pese a los avances, la representación de las mujeres en niveles directivos de los partidos políticos, en el parlamento, en los
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gobiernos locales en los procesos electorales, etc., está por debajo de su participación global en la sociedad como fuerza de trabajo o como educadora, por ejemplo. Cuando se habla de representación femenina, se apuesta a que lo femenino ingrese a la política en varias dimensiones, que van desde lo simbólico hasta lo programático, llegando a la presencia ísica de las mujeres en todas las dimensiones o ámbitos del poder político. En El Salvador -como en la mayoría de países de la región- el desarrollo de los derechos ciudadanos para las mujeres se ha dado a través de la combinación de estrategias desde arriba y desde abajo, con un predominio de esta última; en donde el movimiento de mujeres, sin lugar a dudas, se ha convertido en el actor social y político “cuyas demandas y propuestas han desa iado con mayor profundidad el autoritarismo que prevalece en las esferas políticas, económicas, sociales y culturales salvadoreñas” (Herrera, et. al., 2008: 29-60), convirtiendo su gran aspiración la ciudadanía activa y plena de las mujeres en su bandera de lucha. La primera gran conquista de las mujeres como ciudadanas fue la obtención del derecho al sufragio en 1950. En las siguientes décadas, el clima de agitación social y descontento previo al con licto, luego el contexto de guerra vivido en el país, constituyeron el escenario que propició que un alto porcentaje de mujeres rurales y urbanas se identi icaran con las demandas de sus respectivos gremios: maestras, obreras, campesinas, pobladoras de tugurios, estudiantes, cooperativistas; posteriormente se incorporaron a la lucha armada. Otro momento importante en la lucha por la ciudadanía de las mujeres, fue el que se vivió en el periodo de posguerra; cuando fueron omitidos los intereses y necesidades de las mujeres en los procesos de reconstrucción nacional, soslayando las cuotas de autonomía y empoderamiento que habían alcanzado durante el con licto, para reinsertarlas nuevamente en las tareas domésticas (Murguialday, 2001: 38-42). A partir de los Acuerdos de Paz en 1992 en El Salvador, se empezaron a desencadenar, con especial énfasis, procesos de participación en diferentes ámbitos y espacios tanto a nivel local, municipal, regional como nacional.
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Muchos municipios adquieren entre sus características, la creciente participación de la ciudadanía y de las comunidades. Las condiciones generadas por estos procesos, fueron sacando a la mujer de “lo privado” hacia “lo público”. De tal manera, que las mujeres comenzaron a prestar interés, así como a realizar intervenciones para lograr objetivos especí icos; empiezan a descubrir cómo establecer “correas de transmisión” que les permitan transitar en los dos ámbitos sin descuidar ninguno, lo cual contribuye a no escindir su participación, reforzar la con ianza, la seguridad en sí mismas y en sus decisiones. Otro elemento de vital importancia en la adquisición de conciencia, ha sido el contacto con el feminismo, importancia que radica justamente por ser un movimiento que plantea la existencia de las mujeres como sujeto identi icando el problema de su sujeción a partir de las relaciones desiguales de poder entre los géneros, teniendo como intenciones fundamentales: • Acabar con las relaciones de dominación. • Poner in a la discriminación sexual. • Luchar a favor de sus derechos e intereses. • Crear conciencia, transformar las estructuras institucionales y legales. • Introducir una perspectiva de género en la concepción de la democracia, en nombre de principios especí icos como la igualdad, los derechos, la autonomía, la dignidad, la realización propia, el reconocimiento, el respeto, la justicia y la libertad. El primer contacto y su posterior permanencia en el feminismo de las mujeres y del movimiento en su conjunto, en su gran mayoría, lo hicieron en el contexto de la guerra; periodo que coincidía con el Decenio de las Mujeres de Naciones Unidas 1976-1985 (que corresponde al Tercer Período: 19761985, de nuestra propuesta), cuando el movimiento de mujeres y de pensamiento feminista estaba en su mayor auge a nivel internacional apoyado por los eventos mundiales y regionales. Como menciona Molyneux: “el feminismo de la segunda ola maduró en América Latina en un periodo de crisis política” (Molyneux, 2001: 18). La in luencia de estas mujeres fue recibida a través de su contacto con feministas de otros países, ya que muchas de ellas tuvieron que salir de El Salvador hacia otros países de la región. Igualmente, el feminismo envuelve la conducta, los valores, las acciones, los principios mediante los cuales las personas se reconocen como parte de un
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grupo en un territorio y que por lo mismo, son poseedores de derechos y deberes. Y aunque esto se encuentra formalmente estipulado en la Constitución Nacional que data de 1983, en la realidad no todos los y las integrantes de la sociedad acceden a los bene icios y asumen sus responsabilidades de la misma manera, haciendo que la defensa de los derechos y la capacidad para exigirlos surjan como aspectos relevantes en la construcción y ejercicio de la ciudadanía. Los movimientos sociales surgen como propulsores de la ampliación de los derechos ciudadanos, cobrando mucha fuerza en América Latina en las décadas de los setenta y ochenta; posteriormente, dan paso a la conformación de las organizaciones de la sociedad civil para tratar de reconstruir los vínculos sociales y un nuevo pacto social que se había roto o no existía, como en el caso salvadoreño, tras el periodo de guerras o dictaduras militares. Precisamente, por ello es tan importante el rol jugado por las organizaciones del movimiento social y de mujeres justamente en un momento de agresividad del mercado y de debilitamiento del Estado, producto de los procesos de globalización. Las organizaciones del movimiento de mujeres se han ido consolidando a partir de los Acuerdos de Paz y han estado enfocadas en apoyar la construcción de la ciudadanía de las mujeres en la medida que el contexto nacional lo ha ido requiriendo. De esta manera, una vez inalizada la guerra la preocupación inicial fue conquistar o reconquistar aquellos derechos civiles, políticos, sociales y culturales que se extraviaron durante el con licto, como el derecho a la libre expresión, a la organización y asociación, a la participación política, a elegir y ser elegidas; igualmente se ocupan por la generación de autonomía, desde la económica hasta autonomía de su cuerpo. Para el caso de las ciudadanías femeninas, el Estado debería contar con una institución autónoma que velara por ellas y en este caso debería ser el Instituto Salvadoreño de Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), creado en 1996, cuya principal misión es “promover y propiciar el desarrollo integral de las mujeres, mediante el cumplimiento de la Política Nacional de la Mujer –PNM– y la ejecución de su Plan de Acción, propiciando condiciones de igualdad y equidad entre los géneros” (ISDEMU, 2005). Por lo tanto el tema central de este Instituto debería ser el de la ciudadanía.
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En cambio en la PNM existen limitaciones en sus planteamientos, plantea un eje denominado de protección y participación ciudadana, cuando la ciudadanía es mucho más amplia; así mismo, contempla tres áreas de acción estratégicas que solo abordan algunos derechos civiles y políticos23, dejando fuera derechos tan importantes para las mujeres, como los derechos sexuales y reproductivos. El ejercicio de una ciudadanía activa de las mujeres salvadoreñas se ha expresado desde el punto de vista de la participación en actividades colectivas o como base social en los movimientos sociales, con una gran presencia en los ámbitos locales. No obstante, esta participación ha sido como demandantes de servicios comunales, como voluntarias y aunque supone una participación activa, no se ha traducido en el acceso real de las mujeres al poder local como lo han demostrado diferentes estudios al respecto.24 El papel del Estado en la construcción y ejercicio de la ciudadanía de hombres y mujeres es de vital importancia, así como la identi icación de aquellos obstáculos y limitaciones que impiden su ejercicio pleno. Para el caso especí ico de las mujeres el tema de la participación política como un componente y logro en cuanto a su ciudadanía, así como la visibilización de su presencia en la sociedad, han cobrado relevancia importante; ya que a pesar de la conquista del voto y la Declaración Universal de los Derechos Humanos en la que internacionalmente se proclama que la participación política de las mujeres es su derecho y, por lo tanto, un componente signi icativo en el ejercicio de la ciudadanía; las mujeres en su mayoría siguen manteniéndose al margen en cuanto a la participación en los espacios de toma de decisión, al prevalecer esta desigualdad, se hace imposible gozar de una democracia plena. En el estudio de Arana y Santacruz (2005: 56) se identi ican tres tipos de obstáculos que enfrentan las mujeres salvadoreñas para la participación po23 Los tres ejes son Violencia contra la mujer, Legislación y ParƟcipación ciudadana y políƟca; los objeƟvos estratégicos para el eje de parƟcipación ciudadana y políƟca son promover la parƟcipación de las mujeres en desarrollo local, fomentar la prácƟca del ejercicio de los derechos ciudadanos y políƟcos de las mujeres y su reconocimiento social y desarrollar la capacidad y liderazgo para que puedan tener acceso a la toma de decisiones. (ISDEMU: PolíƟca Nacional de la Mujer, 2005). 24 Moreno, María Elena, Navas, María Candelaria (2003), “ParƟcipación de las Mujeres en el Desarrollo Local Estudio comparaƟvo de seis municipios de El Salvador”. Fundación Nacional para el Desarrollo-FUNDE, San Salvador. Herrera, Morena.
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lítica: 1) la cultura machista (el machismo, discriminación, considerar incapaces y débiles a las mujeres, etc.) (40.3%); 2) incapacidad de las mujeres (falta de preparación académica) (15.2 %); 3) falta de conocimiento de la política (son incapaces, etc.) (7.4%). Estas razones deberían ser su icientes para que el Estado y el Movimiento de Mujeres establezcan una estrategia que atienda la superación de tales obstáculos. La historia política salvadoreña ha demostrado que la adquisición de derechos de ciudadanía no ha sido producto de dádivas de los gobiernos de turno, sino de la lucha constante por parte de la población que no puede acceder a la satisfacción plena de las necesidades básicas que le permitan un desarrollo integral. Fue necesario que las organizaciones populares realizaran luchas antimilitaristas, antiimperialistas, una guerra civil que duró más de una década. De tal manera que ha sido trascendente ganar el derecho de asociación y organización. Esto ha sido particularmente importante para las mujeres, que encuentran en los procesos de organización, en sus distintas modalidades (gremiales, sindicales, intelectuales, etc.), la posibilidad para defender sus intereses de manera colectiva. En este sentido un papel importante lo ha desempeñado el movimiento de mujeres en la promoción, movilización, fortalecimiento y acompañamiento a la organización de las mujeres, considerablemente en el caso de las mujeres rurales, pero también en el de las trabajadoras de la maquila, comités de mujeres, trabajadoras del sexo (Organización de Mujeres Exprostitutas “Flor de Piedra”); las regidoras, alcaldesas (Asociación Nacional de Alcaldesas, Regidoras de El Salvador –ANDRISAS–); parlamentarias y exparlamentarias (Asociación de Parlamentarias y Exparlamentarias Salvadoreñas –ASPARLEXSAL–). El accionar en la esfera pública de muchas de estas organizaciones lo hacen desde su problemática como mujeres y la necesidad de enfrentar su situación de pobreza y las escasas respuestas concretas que han encontrado por parte del Estado, como indica Herrera: “se trata de acciones centradas en la consecución de mejores servicios públicos para sus comunidades y familias, pero lo hacen desde su condición de mujeres y en numerosos casos, combinando su accionar reivindicativo con re lexiones y demandas en torno al ejercicio de sus derechos como mujeres” (Herrera, 2008: 35).
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Para efectos de análisis, el ejercicio de la ciudadanía de las salvadoreñas propongo enmarcarla en dos tendencias: Una tendencia que prevaleció antes del surgimiento del Movimiento de Mujeres, –MM– como tal, y la otra que es cuando surgen con reivindicaciones propias, organizado por ellas y con cierta dirección autónoma o en su búsqueda y de la especi icidad de ser mujeres. Las ideas y pensamiento marxista llegan a El Salvador en la década de los años 20, siendo la creación del Partido Comunista Salvadoreño –PCS– en 1930, el punto de partida para el desarrollo del movimiento obrero y de un sector de intelectuales llamados desde entonces “de izquierda”, ambos opositores a los gobiernos identi icados como prooligárquicos y proimperialistas. Aun no se han realizado investigaciones precisas sobre la historia de las ideas marxistas a partir de ese punto de quiebre, pero si podemos a irmar que el enfoque la lucha de clases, como motor de la historia, prevaleció en una masa crítica importante hasta la irma de los Acuerdos de Paz. Correspondería a la primera tendencia. Este enfoque sostenía que la clase social y la organización eran determinantes para la organización y las transformaciones estructurales, de allí que es justamente de esta concepción que surgirá la primera organización de mujeres de corte popular, Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas (1956), sus fundadoras eran obreras organizadas alrededor del Partido Comunista Salvadoreño, su análisis se hará en el período correspondiente. Existió de forma paralela una representación muy minoritaria de mujeres feministas que no estaban ligadas a una organización, pero pertenecían a la academia, al ateneo, al periodismo, a las expresiones literarias, las cuales hicieron presencia y ejercieron cierta in luencia desde su especi icidad e identidad femenina, pero sin trascender a niveles organizativos de mujeres con sus respectivas demandas e intereses o ligados a la lucha feminista. En esta investigación proponemos abordar a organizaciones de mujeres y mujeres independientes analizadas desde el enfoque de la lucha de clases y aquellas que integran en sus demandas el enfoque de género, es decir, ambas tendencias. Asimismo, las organizaciones de mujeres que se abordarán serán lo que se denomina organizaciones tradicionales25, organizaciones profesio25 Las organizaciones tradicionales de mujeres son las más numerosas, anƟguas y expresan la forma tradicional de organización femenina. AgluƟnan a mujeres que dependen de la profesión o acƟ-
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nales, organizaciones vinculadas a la producción, comercialización y crédito, y organizaciones reivindicativas y políticas. Tomando en consideración lo anterior, y la información que hemos podido recabar, proponemos tres grupos o bloques de organizaciones de mujeres que primeramente estuvieron vinculadas al movimiento social en su conjunto, las que se involucraron en la guerra y las que surgieron en la post guerra. 1920-1970: Las organizaciones de mujeres ligadas al movimiento obrero en el marco de la lucha de clases. 1971-1992: Las organizaciones de mujeres apoyando el proyecto contrahegemónico, en el marco de los “movimientos populares revolucionarios”. 1993-2008: Las organizaciones de mujeres con reivindicaciones propias o de género, que corresponde al momento en que surgen las demandas especí icas del ser mujer y que conforman el actual Movimiento de Mujeres. En los dos primeros momentos los sectores subalternos se constituían a partir de su determinación e identidad de clase. Consecuentemente, las mujeres y/o sus organizaciones debían “sumar fuerzas” a otros movimientos, a otras reivindicaciones de carácter global. Las transformaciones estructurales, a ese nivel, resolverían todas las formas de opresión, incluida la de género. Las salvadoreñas se integraron a estas luchas sociales aproximadamente hasta 1987, momento en que se fundan las primeras organizaciones que incorporan la dimensión de género en que se inician las re lexiones, los debates y organizaciones especí icas de mujeres. Este hecho se con irma en la cita siguiente: “Los primeros intentos organizativos de las mujeres, no provinieron de ellas mismas, y como consecuencia de ello, sus demandas y reivindicaciones giraban en torno a las de la organización que las impulsaba; sería hasta el in de la guerra, que algunas lograron hacer suyo un discurso vidad del esposo o su papel tradicional de ama de casa. Son agrupaciones de esparcimiento y entretención, dirigidas a dar contenido a acƟvidades femeninas ruƟnarias; su prácƟca va a orientada a la beneficencia y caridad pública y también ser vehículo de esparcimiento social. Reafirman el concepto y el papel tradicional de la mujer en cuanto a que su fundamento deviene de la acƟvidad laboral del hombre y de la caracterología clásica femenina de bondad y senƟmiento de caridad hacia los necesitados. Fungen como mecanismos sociales de control y someƟmiento a las conductas tradicionales de la mujer. Lejos de buscar una nueva dimensión en su desarrollo enfaƟzan los valores y los roles tradicionales.
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de género” (Soriano, 2007: 203). A partir más o menos de 1993 en adelante seremos testigos del surgimiento de numerosas organizaciones de mujeres e instituciones que velaran por sus derechos. La periodización identi icada para ubicar las diferentes expresiones organizativas de mujeres y mujeres individuales que han contribuido a los cambios socioculturales en El Salvador abarca un tramo socio histórico y político que se inicia con la creación de la Universidad de El Salvador en 1841, recién terminada la colonización y hasta 2008. Considerando que a partir de 2009, y más concretamente con el ascenso de la izquierda al gobierno, el 1º de junio de 2009, se inicia otra fase del Movimiento Social y de Mujeres. Estamos conscientes que esta propuesta no está completamente acabada, podría considerarse como la base de posteriores estudios; sin embargo, la misma se justi ica dado que estamos cubriendo un vacío en la historia sociopolítica del país. 2.3. Primer Período: 1841-1956 Hechos relevantes del período: • Primeras expresiones organizativas de mujeres sindicalistas. • Desde Prudencia Ayala (1848-1931): la que quiso ser presidenta, hasta la consecución del voto femenino (1950). • Papel de Liga Femenina Salvadoreña y el voto femenino. • Mujeres intelectuales destacadas en el período. 2.3.1. Antecedentes Cuzcatlán (El Salvador), fue conquistado en 1525 por Pedro de Alvarado y formó parte de la Capitanía General de Guatemala, estructura administrativa y política creada por la corona española para el control de los países que ahora forman la región centroamericana: Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y El Salvador, que se erigen como Repúblicas al lograr su independencia de España en 1821. Siguiendo las estipulaciones consignadas en el Acta de Independencia, las provincias fueron convocadas a un Congreso General, los diputados participantes declararon que la Antigua Capitanía General era ahora la nación so-
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berana e independiente de las Provincias Unidas del Centro de América. Allí los diputados votaron por convertirse en Asamblea Constituyente y se dedicaron a escribir una constitución que se proclamó en 1824, la cual colocó los cimientos del edi icio de los Estados en Centroamérica. Después de la independencia, los líderes de Centroamérica tuvieron que llenar los vacíos de poder dejados por el sistema colonial recién heredado. En 1840 todavía no había estructuras gubernamentales irmes, ni un cuerpo de leyes y de tradiciones de gobierno o de un ejército nacional profesionalizado, necesario en esos años de luchas internas y regionales entre liberales y conservadores, puesto que “entre 1840 y 1871 los cambios de poder de un grupo político a otro siempre fueron el producto del uso de la fuerza o, por lo menos, de amenaza del uso de la fuerza” (MINED, 1994: 209). Pero a medida que se organizó el Estado (con la creación de cuerpo de leyes, la profesionalización del ejército, la formación de una burocracia y el aumento de los ingresos del Estado para llevar a cabo sus funciones) y se cimentaron las bases económicas, aumentó la estabilidad. Uno de los principales obstáculos para organizar las instituciones del Estado era el reducido número de personas educadas que existían en el país. Al empezar la vida independiente, los salvadoreños tenían pocas oportunidades para educarse. La Universidad de San Carlos de Guatemala, durante la época colonial, era una fuente de ideas, pero unos pocos tenían acceso a ese centro de estudios. Pocos sabían leer y escribir, en 1807, el Intendente Gutiérrez y Ulloa contó menos de 2.000 estudiantes en todo el país (en 1852, se estimaba que la población de San Salvador era de 25.000). Precisamente la Asamblea Constituyente, ante la necesidad de educar a la masa poblacional sumida en el atraso y la ignorancia, tal como lo declarara en 1770, el obispo Pedro Cortez y Larraz, que “la educación era de poca cobertura y de dudosa calidad “atrasada en extremo” donde se contaba solamente con 88 maestros, es decir uno por cada 1878 habitantes” (Cañas, 1999: 4); emitió los decretos legislativos fechados: el 7 de febrero de 1827, 8 de octubre de 1832 y 3 de febrero de 1841, que sentaron las bases para la educación elemental de niños y niñas en todo el territorio nacional. Con las medidas que se tomaron para 1850 el total de estudiantes llegaba casi a 7.000 y veinte años más tarde se había multiplicado por cuatro. Aún
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así, solamente uno de cada 18 habitantes asistía a clases para recibir alguna educación. Aprendían poco, los informes de una escuela rural en 1858 muestran que uno de cada cinco alumnos había aprendido a leer. “A esto hay que añadir que la educación bene iciaba principalmente a los varones, pues había pocas escuelas de niñas y cuando las había ponían más énfasis en el bordado, que en la lectura, escritura y aritmética” (MINED, 1994: 241) La primera escuela de niñas fue creada en la ciudad capital, el 18 de octubre de 1847, bajo la presidencia del Licenciado Eugenio Aguilar, convirtiéndose así en el primer centro escolar en que las mujeres tuvieron, de manera especí ica, la oportunidad de instruirse. Estos cambios en el campo educativo es necesario ubicarlos en el contexto de una serie de procesos de cambio y de construcción de un proyecto político liberal basado en la ideología de la civilización, el orden y el progreso. Estos procesos de cambio signi icaron la exaltación de los nombres de los próceres (José Matías Delgado, Francisco Morazán, entre otros), difusión de los ideales de progreso, ciencia, libertad, en función hegemónica de la nueva clase gobernante: los criollos, los inmigrantes que fueron conformando la oligarquía nacional de base agro-exportadora (añil, café). Esta nueva clase puso a su servicio la creación de bancos, escuelas, leyes, en detrimento de las clases populares: mujeres y hombres mestizos, campesinos, indígenas, polarizando, desde su inicios como nación, a la sociedad, generando, asimismo, “la cultura de la violencia” expresión acuñada por la investigadora Patricia Alvarenga fundamentada en que: El Estado (salvadoreño) oligarca recreó el terror como mecanismo de contención, pero fuera del marco de la legalidad, y se dio a la tarea de perseguir con empeño a aquellos campesinos que desa iaban no sólo a los hacendados sino también al sistema de dominación, a través de la adopción de similares prácticas de terror... en donde la violencia llegó a ser el elemento esencial de la cultura nacional, estuvo presente en todos los ámbitos donde la existencia misma de las relaciones de poder generaba con lictividad (Alvarenga, 1996: 76-81).
Las luchas campesinas de ines del siglo XIX tuvieron a la base la transformación de la estructura de la tenencia de la tierra que había evolucionado gradualmente durante cuatro siglos, comenzó su transformación a mediados del siglo, un gobierno de cafetaleros al mando de Rafael Zaldívar (1880-1882) tomó la decisión de abolir todo aspecto de tenencia, uso o asentamiento de campesinos que pudieran obstaculizar el rápido establecimiento de planta-
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ciones de café, aboliendo así la posesión comunal de la tierra y “sustituirla con un sistema fundado exclusivamente en la propiedad privada de la tierra, y lo que es aún más importante, a base de un concepto que consideraba a la tierra y sus habitantes, como los recursos capitales, que debían emplearse con e icacia, para extremar las fortunas personales”.26 (Browning, 1982: 292). El violento despojo de los campesinos de sus tierras comunales, impidió que se tuviera en cuenta el carácter complejo del sistema que se destruía y los problemas sociales y económicos que a futuro traería. El nuevo concepto de tenencia individual, que sustituyó la colectividad, era extraño para el agricultor cuya actitud hacia la tierra y su ciclo recurrente de siembra y cosecha, estaba aún arraigado en su pasado indígena, por lo tanto ese choque trajo consecuencias que aún persisten. En el marco de ese nuevo patrón de acumulación de capital, la educación en general y tanto primaria como secundaria, dejaba mucho que desear: “ya que a inales de la presidencia de Dueñas (1870) el país contaba con sólo tres escuelas de secundaria o iciales” (MINED, TI, 1994: 243). Se tomaron algunas medidas educativas, por ejemplo, adoptar el “sistema Lancasteriano” que consistía en los estudiantes avanzados, guiados por sus maestros y maestras, ayudaban a enseñar a los menores; además, se dictaron leyes que exigían a todas las poblaciones de más de 150 habitantes abrir una escuela, pero esas buenas intenciones no se convirtieron en realidad, había pocos maestros y recursos. El 16 de febrero de 1841 la Asamblea Constituyente decretó el establecimiento de una Ciudad Universitaria y un Colegio de Educación, se dieron así los primeros pasos para la educación superior; pero dado el panorama presentado en párrafos anteriores, era di ícil la asistencia de estudiantes, así como encontrar profesores nacionales, se traían de Europa, pero se quedaban poco tiempo” los planes de estudio, eran inadecuados y algunas carreras indispensables como ingeniería, no existían” (Idem, 240). Para garantizar la preparación de los jóvenes que asistirían a la Universidad, se creó en, 1844, el colegio secundario llamado “La Asunción” para atender a los jóvenes que más tarde asistirían a realizar estudios superiores; asimismo, se emitieron decretos que regulaban la vida estudiantil, en los cuales se expresaba la es26 Mediados del siglo XIX.
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trecha vinculación entre las actividades civiles y educativas con las religiosas, que se pueden apreciar en los siguientes fragmentos: “Artículo 5. La distribución del tiempo se hará de esta manera. A las cinco y media de la mañana se levantarán a estudiar en el claustro hasta las siete y media, oyendo misa en este período… de las seis a las siete de la noche rezarán el rosario. Artículo 7. Darán asistencia a las funciones clásicas de la Catedral y a las cívicas, cuando el Gobierno concurra: pues deberán ir en la comitiva de aquél funcionario…”( Ibid, 243).
Esta combinación y el vínculo entre Iglesia y Estado se expresaron en las políticas sociales implementadas por los liberales que tenían un claro énfasis de género; en donde las mujeres y los niños se convirtieron en los elementos protagónicos para fundar el nuevo modelo de familia y nación, para preservar el nuevo orden social. La visión tradicional de las mujeres como madres, educadoras, dadoras de cariño y sanadoras ganó nueva relevancia, cuando ésta fue puesta al servicio de la nación. Las mujeres se convirtieron así, en importantes aliadas del Estado Liberal en el proceso de implementación de las políticas sociales y de construcción de la identidad nacional. Así, se exaltaron las cualidades maternales y de crianza de las mujeres y de cómo podrían bene iciar a sus respectivas familias y a la nación. Estas características fueron resaltadas en mujeres de clase media y alta quienes habían podido acceder a la educación y de manera gradual a la fuerza laboral; por ello, fueron las mujeres de clase alta las que se organizaron en instituciones alrededor de las labores ilantrópicas, como parte de las mismas políticas sociales destinadas a enfrentar la problemática social. La siguiente cita con irma lo anterior: “Las escasas oportunidades educativas, la vida en las ciudades y la apertura al comercio exterior contribuyeron a aumentar las diferencias culturales entre las clases altas y el resto de la población” (ibid: 242). Los cambios que ocurrieron en El Salvador entre 1840 y 1871 en la educación y en la vida política, parecen lentos desde el punto de vista de la actualidad, ya que se promulgaban leyes que no siempre se obedecían, se fundaban escuelas sin contar con inanciamiento y la vida política no parecía avanzar. Pero esta era la antesala del desarrollo de la república agraria,
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particularmente cafetalera, dando lugar a la creación de la oligarquía cafetalera. Esta oligarquía se sustentó en un Estado que gradualmente fue adquiriendo presencia nacional en especial en la zona cafetalera, en el occidente del país. Las nuevas leyes emitidas en la década de 1880 que incluyeron la privatización de las tierras comunales, la defensa de la propiedad privada y las garantías del cumplimiento de los contratos entre peones y hacendados; el fortalecimiento del ejército, la creación de grupos de civiles que cumplían las tareas de vigilancia y control policíaco (los llamados comisionados cantonales) conformados por jornaleros y agricultores que se encargaban, entre otras actividades, de perseguir a los jornaleros que se escapaban de las haciendas y de sembrar el terror en el campo (Ibid: 1984, T2, 28). Asimismo, se amplió la administración de justicia, situación que fue rechazada por las comunidades acostumbradas a manejar su propia justicia desde los tiempos coloniales (como algunos pueblos indígenas); por ejemplo, la presencia de leyes y funcionarios extraños causó resentimiento, incluso hasta rechazo. Hubo transformaciones en la vida urbana, la expansión cafetalera permitió un crecimiento económico que bene ició desigualmente a los diversos sectores de la población; el grupo dominante acumuló grandes riquezas: “En contraste, hubo una tendencia marcada durante el período que culminó en la década de 1930 hacia el empobrecimiento de un signi icado número de población rural y urbana;… algunas de estas contradicciones sociales contribuyeron al estallido de 1932, cuando una severa crisis de la economía hizo insoportables las condiciones de vida de gran parte de la población” (Ibid.: 55).
Los pocos años que hay entre 1927 y 1931 fueron de los más importantes en la historia de El Salvador, debido a la creciente politización de los sectores populares, y a la crisis económica que golpeó con fuerza a los grupos de menores ingresos, los movimientos de protesta tomaron auge. Esta situación tiene sus antecedentes en la in luencia de los ideales comunistas en la población campesina: “A partir de 1928-29, el comunismo adquirió en el occidente del país un auge visto rara vez en el continente americano. Por primera vez los izquierdistas lograban engrosar sus ilas con los campesinos. Este fenómeno obedeció en gran medida al trabajo diligente de un liderazgo compuesto por salvadoreños e individuos provenientes de distintas latitudes de Latinoamérica.” (Ibid, 120).
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La capacidad de proselitismo (iniciado en 1924), y de movilización de los líderes comunistas entre los que destacaron Farabundo Martí, dirigentes sindicales y sociales, así como maestros rurales; fue de gran envergadura, utilizando recursos pedagógicos, lograron convencer a miles de campesinos de la necesidad de organizarse para luchar por sus tierras. Muchos indígenas del occidente se adhirieron a la causa comunista, también ladinos participaron activamente en las actividades organizadas por la izquierda. Es justo en este período que se gestan las ideas ciudadanas de Prudencia Ayala, quién logró presentar su candidatura a la presidencia de la república, en una sociedad conservadora y oligárquica como la de principios del siglo XX, este acto aparece consignado en el periódico: “Domingo 23. La señora Prudencia Ayala pidió su inscripción como ciudadano en la Alcaldía de San Salvador. El alcalde, doctor Severo López, se la negó alegando que no es constitucional” (LPG, 1930), en la cita anterior se identi ica claramente el reparto: a las mujeres corresponde la producción de la moral social de la época y también las actividades de solidaridad. Ambas tienen que ver con el mantenimiento de la realidad social y política. A las mujeres de las primeras décadas del siglo XX las encontramos involucradas en actividades cívicas y de solidaridad; como se verá a partir de los objetivos y actividades que se plantearon las pocas asociaciones de mujeres, con carácter legal, que se fundaron en los años 20 y 40. Desde los inicios del siglo XX y hasta 1931, El Salvador había sido gobernado por civiles, principalmente por miembros de la poderosa dinastía MeléndezQuiñónez (1913-1927). En 1930 gobernaba el Dr. Manuel Enrique Araujo caracterizado por sus discursos democráticos, sin embargo, éste fue derrocado por un golpe de estado militar dirigido por Maximiliano Hernández Martínez, quien inicio la dictadura militar en El Salvador. Robert Armstron y Janet S. Rubín en su libro El Salvador (El rostro de la revolución), UCA Editores, pp. 34, recogen la descripción que el mayor A. J. Harris agregado estadounidense para Centroamérica, realiza veinte días después del golpe de Hernández Martínez: “Una de las primeras cosas que se observan cuando uno llega a San Salvador, es la abundancia de automóviles de lujo que circulan por las calles. Pareciera que sólo hubieran Packards y Pierce Arrow. No parece que existe nada entre estos carísimos vehículos y la carreta de bueyes guiada por el boyero descalzo. No existe práctica-
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mente clase media alguna entre los inmensamente ricos y los pobres de solemnidad…” “Me imagino que la situación de El Salvador actual se asemeja mucho a la de Francia antes de su revolución, Rusia antes de su revolución y México antes de su revolución. La situación está madura para el comunismo y los comunistas parecen haberse dado cuenta de ello. El primero de diciembre de 1931, había en el Correo de San Salvador, 3.000 libras de literatura comunista proveniente de Nueva York, con iscadas por las autoridades postales.” “Las autoridades parecen comprender que la situación es bastante peligrosa y se encuentran muy alertas en su lucha contra las in luencias comunistas. Una cosa que les ayuda es que la gente nunca está hambrienta. Los pobres siempre pueden conseguir frutas y verduras gratuitamente y pueden robar madera (para el fuego)… Además como nunca han tenido nada, no sienten tan aguda la necesidad de las cosas que les hacen falta…” “Una revolución socialista o comunista puede retardarse por varios años en este país, digamos diez o veinte años, pero cuando por in suceda será sangrienta.”
Como producto de los hechos antes referidos estalla el 22 de enero de 1932 el alzamiento campesino conocido como “el primer alzamiento popular en Latinoamérica conducido por el comunismo internacional”(Idem: 133). Los sucesos de 1932 fueron un cruce histórico: los oligarcas pasaron la dirección de sus destinos políticos a la fuerza armada. Ese año cientos de campesinos tomaron sus azadones, machetes y unos pocos rudimentarios ri les con el objetivo de apoderarse del país. En pocas horas fueron aplastados. El presidente de El Salvador, General Maximiliano Hernández Martínez, ordenó la matanza de todos los que habían participado o podían haber participado sumando alrededor de 30.000 campesinos. Uno de los organizadores de la revuelta –Miguel Mármol–, un zapatero que sobrevivió al escuadrón de fusilamiento, dijo: “Yo creo que el drama de 1932 es para El Salvador lo que el barbarismo nazi fue para Europa, lo que el barbarismo norteamericano fue para Vietnam, que cambió completamente en un sentido negativo el rostro de la nación… Después de aquel aciago año, todos nosotros somos otras personas y yo creo que desde entonces, El Salvador es otro país. Por encima de todo lo anterior, El Salvador es ahora la obra de aquella barbarie”.( Dalton, Roque, Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador, Colección Nuestros Países, Casa de Las Américas. La Habana, Cuba, 1983, pp. 160).
El origen de esta matanza la encontramos en la expropiación de las tierras comunales a los campesinos indígenas en 1880, mediante leyes y represión,
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la concentración, entonces en pocas manos de la tierra, y la explotación de la mano de obra para el cultivo del café, dio lugar a la entronización de la oligarquía cafetalera que tomó al país bajo su control y a partir de 1931 los oligarcas pasaron la dirección de sus destinos políticos a las fuerzas armadas, el militarismo asciende al poder para perpetuarse por más de 60 años (1931-1992) protegiendo sus intereses. Estos acontecimientos dejaron profunda huella en la conciencia de todos los salvadoreños. La población indígena prácticamente dejó de ser la misma: el idioma, la vestimenta y sus costumbres pasaron a ser formas peligrosas de identi icarse y fueron reemplazadas por otras menos evidentes. En los otros sectores, quedó la imagen de un enfrentamiento sangriento de dimensiones sin precedentes hasta ese tiempo. Las fuerzas militares se encargaron de sembrar miedo para que un hecho como ese no volviera a repetirse; las leyes de la dictadura martinista ilustran la vigilancia estricta de esos tiempos; por ejemplo, con relación a los sirvientes domésticos; sirva de ilustración la siguiente cita, que en el Art. 169 apunta: “ Las nodrizas que sin justa causa, cali icada por la autoridad, abandonasen la casa de sus amos, serán perseguidas y forzosamente obligadas a continuar la lactancia de los niños que tuvieren a su cargo, si los amos lo quisieren; pero si no, se les impondrá la pena de treinta días de servicio (…) (Ibid, 161). Durante la dictadura de Hernández Martínez (conocido como el “martinato”) (1930-1944), se vivió bajo estado de sitio, con limitaciones de las libertades constitucionales. La prensa fue sometida a constante censura, se emitieron leyes para castigar a los críticos del gobierno, se suspendió la autonomía de la Universidad Nacional de El Salvador por largos períodos, los estudiantes estuvieron sometidos a estricta vigilancia por la policía. En abril de 1944 se dan los hechos que hacen salir del poder al General Hernández Martínez, el 2 de abril se da una insurrección en la que estaban involucrados militares y civiles; 17 días después se da la huelga de brazos caídos y es derrocado el 8 de mayo. Una vez derrocado el régimen martinista, se impulsó un nuevo proyecto de construcción de nación en donde comienzan a per ilarse mujeres intelectuales que buscaron mediar entre el espacio privado y público. Fueron escritoras, quienes en foros públicos y en sus escritos expusieron su problemática,
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en un país donde estaban arraigadas las ideas tradicionales sobre el papel social y político de las mujeres. Estas mujeres no desa iaron abiertamente las jerarquías patriarcales, muchas de ellas formaron parte del movimiento revolucionario que derrocó a la dictadura; sus discursos no fueron en estricto feministas, se limitaban a convocar a la ciudadanía a la subversión; posteriormente, buscaron espacios propios para exponer su producción artística y/o literaria. Se podrían catalogar como “presufragistas”, ya que aun cuando exigieron su participación pública como ciudadanas; no enarbolaron, en estricto, la lucha por el voto. 2.3.2. Hurgando los archivos y los periódicos de los años 1920 a 1950 No se cuenta con muchos datos que aporten al mayor conocimiento de la vida política de las mujeres en el período que analizado (1841-1956). En la década de los 20 y 30, la igura de Prudencia Ayala es el indicador más claro de un ambiente –nuevo y desconocido- de libertades democráticas que favorece la existencia de grupos de mujeres y de su politización. La ausencia de datos ha sido una de las limitaciones que han señalado investigadoras e investigadores, para visibilizar la participación ciudadana de las mujeres salvadoreñas, así como de sus aportes a los cambios sociopolíticos; por ejemplo, para Elsa Moreno, la participación de las mujeres se ha realizado en el marco de regímenes autoritarios quienes por su propia naturaleza, no solamente han impedido la libre expresión y participación política de las mismas, sino que “también impidieron la creación de una memoria colectiva sobre la cual construir la historia del país. Esta limitación, aunque por diferentes razones, es extensiva al movimiento social, el cual no tuvo la oportunidad ni la visión necesaria para acumular esta memoria. Este dé icit de información se convierte en abrumador cuando se trata de establecer la participación de las mujeres dentro de la historia política del país; los pocos esfuerzos realizados en esta materia, tienen como denominador común la total invisibilización del papel de las mujeres”27 (Moreno 1997: 8).También podemos recon irmar dicha invisibilización en la siguiente cita de Sonia Ticas. “Es indicativo el gran silencio que ha habido en el país no sólo al tratarse de la historia oposicionista sino en particular respecto a la historia política de las mujeres”; es más, a irma Ticas” La invisibilidad de la mujer salvadoreña en el discurso o icial era 27 Negritas nuestras.
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por lo tanto un hecho, hasta los años de la posdictadura que ellas mismas exigieron ser inscritas en el plan maestro de la nueva nación aunque fuera a partir de su rol reproductor”. (Ticas, 2003: 3).
Los diarios o iciales de las décadas 1920, 30 y 40 arrojan muy poca información sobre las asociaciones, comités u otras organizaciones de mujeres que solicitaron legalizar su situación. A lo largo de estas décadas, las expresiones organizativas de las mujeres no adquirieron características de militancia feminista propiamente dicha, sino que existieron como “rama femenina “de entidades políticas o sociales, sindicatos u otros, justamente estas organizaciones se inscriben en la caracterización antes presentada. Ubicadas entre los años 1920-1970, su enfoque era clasista, es decir que las reivindicaciones de las mujeres estaban implícitas en las demandas del proletariado, y una vez que estos lograran el triunfo de la clase obrera, automáticamente las mujeres también se liberarían. A continuación se presenta las expresiones organizativas que lograron ser declaradas legales ya que, en la mayoría de los casos, su autorización aparece en los diarios o iciales consultados. Se destacaron en la lucha por la moral, las buenas costumbres, ahorro y la educación de la mujer. A nivel de organización, sobresalen: 1920: Sociedad Femenil “El Porvenir de la Mujer” establecida en Santa Ana, cuyos ideales son tendientes al perfeccionamiento de la mujer en lo relativo a honradez, cultura, educación ísica e intelectual, o en términos generales: a su perfección moral y material, bajo el principio del ahorro y el auxilio mutuo, que obtuvo la personería jurídica en 1921 (Diario O icial). 1922: Le es conferida la personería jurídica a la sociedad Confraternidad de Señoras, quienes en el Artículo 1º a irman que esta Sociedad tendrá por objeto la protección y auxilio de la mujer salvadoreña, dentro y fuera de la República, y conquistar a la vez el sufragio. 1943: Se funda la sociedad Obreras salvadoreñas con los ines siguientes: Buscar el mejoramiento moral y material de la mujer, haciendo valer sus derechos de acuerdo con las leyes del estado; fomentar el ahorro y el auxilio mutuo entre las asociadas; obtener la instrucción necesaria; establecer es-
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cuelas y salas de lectura, talleres de costurería, fábricas y otros negocios, así como fondos de ahorros. 1944: Frente Democrático Femenino, con la publicación “Mujer Demócrata”, dirigido por Matilde Elena López. 1945: Asociación de Mujeres Democráticas de El Salvador, con la publicación “Tribuna Femenina”, bajo la dirección de Rosa Amelia Guzmán y Ana Rosa Ochoa, surge el 4 de febrero de 1945, periódico de orientación democrática y cultural. 1946: Se concede personería jurídica a la Unión de costureras que tiene como ines: Organizar a las clases de trabajadoras que componen las diferentes secciones de la costura; luchar por los derechos de las costureras en los campos económico, social y moral; abogar por implantar el seguro social en el país; establecer relaciones con las demás sociedades tanto nacionales como extranjeras. 1948: Se funda la Liga Femenina, la cual apoyó las acciones legales hasta acompañar el logró del derecho al sufragio sin restricciones para las mujeres salvadoreñas. Tuvo como órgano de divulgación “Heraldo Femenino”.
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1950: Tribuna Femenina, inicia su segunda época con el nombre de Heraldo Femenino. En el editorial de su primer número sostienen que reaparece en su segunda época con otro nombre pero “viene con más vigor, reforzada en sus convicciones ideológicas y no ya respaldada solamente por dos mujeres, sino por un núcleo de mujeres de buena voluntad, sin más ambiciones que sus anhelos de contribuir, en la medida de sus capacidades, al mejoramiento cultural y cívico del pueblo salvadoreño, y especialmente de la mujer trabajadora, factor importante tanto en las gestas cívico políticas, como en la economía de este jirón Centroamericano” (Heraldo Femenino, Año I, No 1: 14 de julio de 1950, pp. 1) En la década de los años 20 la participación de las mujeres en los ámbitos sociopolíticos es muy escasa, los diarios o iciales reportan agrupaciones femeninas como la Sociedad Femenil El Porvenir de la Mujer establecida en Santa Ana, en 1920 “cuyos ideales son tendientes al perfeccionamiento de la mujer en lo relativo a honradez, cultura, educación ísica e intelectual, o en términos generales: a su perfección moral y material, bajo el principio del ahorro y el auxilio mutuo”. El objetivo de la sociedad es ayudar a sus miembros en las desgracias a las que el infortunio las pueda reducir, haciendo extensivo este auxilio a los padres, hijos y esposos de estas. También, establecer en el seno de la sociedad, pláticas y conferencias que propendan al adelanto moral y material de la mujer, de preferencia a la moral y cultura que se debe observar en el hogar y en la sociedad…” (DO, t90, n40: feb., 18, 1921). Esta sociedad obtuvo la personería jurídica en 1921. Suscribieron su fundación las señoras: María de Méndez, Presidenta, y el resto de integrantes de la Junta Directiva. Analizando el contenido de los objetivos y artículos de esta organización en el marco de la sociedad salvadoreña, oligárquica y conservadora; se identi ica claramente el reparto: a las mujeres corresponde la producción de la moral social de la época y también las actividades de solidaridad. Ambas tienen que ver con el mantenimiento de la realidad social y política. La una con lo espiritual y los valores; las otras, con la supervivencia material. En 1922 se con iere la personería jurídica a la sociedad Confraternidad de Señoras. Destacan en sus artículos: Artículo No1. La Sociedad tendrá por objeto la protección y auxilio de la mujer salvadoreña, dentro y fuera de la República, y conquistar a la vez el sufragio.
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Artículo No 2. Tratará de un acercamiento moral e intelectual con sociedades bien organizadas de otros países americanos, en donde se ha cristalizado en hechos la perfección de la compañera del hombre, fomentando relaciones de amistad que contribuyan a garantizar la paz y confraternidad hispano-americanas. Artículo No 3. Trabajará contra la guerra, ya que ésta solo contribuye a la desintegración de los hogares, siendo la mujer la verdadera víctima en cualquiera de sus condiciones: hija, esposa o madre.
En los siguientes artículos que fundamenta la sociedad resaltamos aspectos como: nombramiento de representantes a los congresos feministas por méritos intelectuales, reformas a las leyes y fundación de tribunales que amparen y protejan la virtud de la mujer, establecer obligaciones precisas a favor de los hijos naturales, establecer iliales en las cabeceras departamentales, realizar campañas contra los vicios, creación de escuelas de artes y o icios para mujeres, fundación de bibliotecas, fundación de un periódico feminista “por ser de indiscutible necesidad la campaña del ideal que se persigue, y, a la vez, porque será el exponente de cultura, que dará a conocer los entusiasmos de la mujer salvadoreña, que inspirada en el más sano patriotismo, quiere ver tremolar el pabellón de la confraternidad nacional, en armonía con la civilización del Continente Americano” (DO, t. 93, n172: 1 ago, 1922). Suscriben la Sociedad María Solano de Guillén, Presidenta, y Carmen María Nolasco, Secretaria. En el caso de Confraternidad de Señoras, su planteamientos son relativamente avanzados para el momento, dado que plantean en el artículo No.1, entre sus objetivos la conquista del voto; también el paci ismo, pese a que han transcurrido casi ocho años de la inalización de la primera guerra mundial; con una visión panamericanista. Siendo lo más destacado, la creación de un periódico feminista que no busca realmente la lucha por los derechos de las mujeres, sino que dar a conocer los entusiasmos de las salvadoreñas. En los periódicos comerciales revisados en la década de los años veinte no se ha encontrado ninguna referencia a esta organización que contaba con personería jurídica o sea debidamente legalizada. Se han encontrado datos hasta el año 1943, año de la fundación de la sociedad Obreras salvadoreñas, con los ines siguientes:
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María Candelaria Navas Buscar el mejoramiento moral y material de la mujer, haciendo valer sus derechos de acuerdo con las leyes del estado; fomentar el ahorro y el auxilio mutuo entre las sociedades; obtener la instrucción necesaria; establecer escuelas y salas de lectura, talleres de costurería, fábricas y otros negocios fondos de ahorros” Antonia Bermúdez. Presidenta (DO, t151: 9 jun 1943).
Esta asociación se crea un año antes de la caída del dictador general Maximiliano Hernández Martínez (1931-1944), su surgimiento probablemente esté ligado a las acciones políticas que se gestaron para derrocar al dictador. Dado que el ambiente combativo y de lucha dio lugar a que surgieran diferentes expresiones organizativas tanto mixtas, como de mujeres. Ellas se plantean actividades caritativas y/o de acción social para incidir en el mejoramiento familiar, todavía no hay demandas laborales y mucho menos feministas. Para 1946 se concede personería jurídica a la Unión de costureras que tiene como ines: organizar a las distintas clases de trabajadoras que componen las diferentes secciones de la costura; luchar por los derechos de las costureras en los campos económico, social y moral; abogar por implantar el seguro social en el país; establecer relaciones con las demás sociedades tanto nacionales como extranjeras. Firma la Secretaria General, María Luisa Erazo (DO, t140, n190: 27 abril 1946). Justamente en solidaridad con las mujeres mexicanas dirigieron al Presidente Miguel Alemán una carta con fecha 20 de septiembre de 1950, en la que exponen y piden lo siguiente: “…después de revisar la Constitución Mexicana hemos visto con extrañeza que la mujer de ese hermoso país no goza de los derechos de ciudadana en los artículos 24 al 28 en que trata de la Ciudadanía Mexicana… pues el 27 de julio de 1947 galantemente se los ofreció en la Arena de México… También sabemos que el gobierno mexicano ha irmado las Convenciones Interamericanas de Mujeres de Montevideo y Bogotá, y todo esto nos hace creer que no está lejano el día en que la mujer mexicana goce de los derechos plenos. Esperando que nuestra petición sea oída, nos suscribimos. ”(Heraldo, Año I, No 7,28 de octubre de 1950. pp. 1)
El discurso de la Unión de costureras plantea la organización de las trabajadoras de la costura, reivindicando sus derechos por una seguridad social. Es de tomar cuenta que la década del cuarenta del siglo XX, fue una de las más convulsivas en la historia de Centroamérica; en El Salvador, por ejemplo, se
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logró derribar la dictadura de Martínez y se abrió la posibilidad de establecer una sociedad democrática; en consonancia con el discurso democratizador que surgió después de la segunda guerra mundial . Pese a lo avanzado de algunos artículos de constitución de estas asociaciones al revisar los periódicos: La Prensa Grá ica y El Mundo, en las mismas fechas, para tratar de identi icar artículos, crónicas, comentarios relacionados con un discurso que hiciera alusión a la organización o la opinión de las mujeres en vinculación con el movimiento sufragista internacional, no se encontró información que permitiera sacar a luz lo que las mujeres han aportado a los cambios sociales. De lo poco que se encontró se hará referencia en las páginas siguientes. En 1920 las mujeres en Estados Unidos logran el sufragio, gracias a este triunfo ellas aportaron al feminismo latinoamericano y centroamericano, más que el europeo, a través del establecimiento de los Congresos Panamericanos, que convocaban a mujeres de estos países bajo el auspicio de sus respectivos gobiernos. Su meta era la creación y establecimiento de alianzas entre diversas organizaciones de mujeres ; así como la creación de una agenda común para el continente americano que permitiera contrarrestar las injusticias contra las mujeres. A las representantes presentes en los Congresos se les solicitaban reportes sobre la situación de las mujeres en los temas de educación y derechos políticos. Entre las mujeres salvadoreñas que asistieron a estos encuentros y a otros de carácter internacional, se menciona a la escritora Alice Lardé de Venturino “éstas primeras feministas, apunta Sonia Ticas, eran en su mayoría de clase media para quienes lo más importante era expandir las oportunidades educativas de la mujer y no necesariamente emprender una lucha sufragista” (Ticas, 2005: 29). Aquellas mujeres que hacían público su sentir en torno al tema de los derechos políticos femeninos en revistas o en los periódicos; solían defender su supuesta feminidad frente a las ideas feministas occidentales, sobre la igualdad de la mujer que consideraban peligrosas a la moral y a la institución de la familia.
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2.3.3. Prudencia Ayala (1859-1934) y su lucha por ser Presidenta de El Salvador El poco desarrollo industrial de El Salvador, el ambiente político represivo de la época, la inestabilidad política junto a las actitudes retrógradas sobre el papel de las mujeres en la sociedad, contribuyeron a que se prolongaran las luchas sufragistas y que no se lograran insertar en la segunda ola del feminismo internacional, representada en el sufragismo como demanda principal del movimiento feminista. Esas limitaciones no lograron impedir que Prudencia Ayala se autoproclamara candidata a la presidencia de la república en 1930. En El Salvador, las mujeres aún no tenían derecho al voto. Sin embargo, causa sensación la igura de Prudencia Ayala en esa época, quien se declara “orgullosa de ser una humilde india salvadoreña” (DdO, s/f : 3). La demanda de Prudencia Ayala, que causó perplejidad entre los integrantes de una sociedad claramente patriarcal, podría haber tenido vigencia; ya que la Constitución de 1866 no negaba de una manera explícita los derechos de las mujeres. Sin embargo, el asunto se resolvió con argumentos de tipo procesal, sin que la Corte Suprema emitiera un fallo en torno a esa pretensión, situación que considero a continuación. El lanzamiento de su candidatura coincide con cierta apertura democrática que se dio en el país después de que durante trece años imperó la dinastía Meléndez- Quiñónez de 1913 a 1920, la cual se mantuvo en el poder haciendo uso de la fuerza militar para someter a sus opositores. Sin embargo, en el período 1927-1931 Pío Romero Bosque prometió mayor participación de los sectores populares que habían ganado importante terreno político en los años anteriores, rechazando los abusos de las fuerzas del orden, así entonces presentó su proclama.
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“Tomando en cuenta la libertad [que] ha surgido en mi querida tierruca y no queriendo que el sexo femenino permanezca fuera de la ley restringida de los derechos de ciudadano, lanzo mi candidatura para Presidente de la República, inspirada en la justicia de un gobierno mixto que identi ique la soberanía de la nación en los dos sexos” (Ticas: mimeo, s/f 7)
Pero el argumento principal, sobre el cual basaba su solicitud Prudencia Ayala, para la inscripción de su nombre en el libro de votantes, era que el término “salvadoreño”, que iguraba en la Constitución para de inir quiénes tenían el derecho a la ciudadanía, amparaba a todos aquellos que ostentaban esta nacionalidad, y que por tanto, siendo ella mujer nacida en territorio salvadoreño, estaba implícitamente involucrada en esta acepción. En efecto el artículo 51 de la época decía: “Son ciudadanos de la República todos los salvadoreños mayores de 18 años, los casados y los que hayan obtenido algún título literario aunque no hubiesen llegado a esa edad”. Por su parte la ley electoral de la época tampoco hacia aclaración de ningún tipo sobre la interpretación genérica que debía darse al término salvadoreño” (Cáceres Prendes, 1993: 20).
La solicitud fue conocida en primera instancia por el Alcalde de la ciudad de San Salvador y ante una inusitada y razonada solicitud del procedimiento indicado por la ley electoral; decide pasar el caso directamente el Consejo de Ministros. Como era de suponerse el Consejo dictaminó que el término salvadoreño hacía referencia a las personas de género masculino nacidas en El Salvador, por lo que, las mujeres no tenían derecho a ser reconocidas como ciudadanas y mucho menos a ser inscritas en el libro de los votantes. Ante la negativa Prudencia presentó un recurso de amparo a la Corte Suprema de Justicia. Esta instancia dio trámite a la solicitud, declarándola improcedente bajo el argumento de que el recurso de amparo cubría exclusivamente los derechos individuales, pero no los políticos. Hubo un miembro de la Corte que votó en contra de la mayoría de los miembros de este órgano, el magistrado Reyes Arrieta Rossi argumentó su voto contrario, exponiendo que el recurso de amparo no podía de ninguna manera excluir los derechos políticos y que dicha solicitud debió haber sido tramitada por la Corte, por ser un caso que queda bajo protección constitucional a que tiende la ley de amparo. A irmando que “En la sentencia inal se habría dilucidado si la mujer tiene o no derecho al voto que la constitución concede a todos los ciudadanos” (LP 1930: 13 nov)
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En su edición del 27 de noviembre de 1930 La Prensa, Diario ilustrado del mediodía publicó el texto completo de la exposición de motivos del Magistrado Arrieta con la siguiente introducción: “Por ser un documento de gran importancia sobre los derechos individuales que concede la constitución de nuestro país, publicamos a continuación íntegro, un interesante estudio del señor Magistrado Reyes Arrieta Rossi, quien hizo estas consideraciones al consignar su voto en contra de la resolución de la Corte Suprema de Justicia en la solicitud de doña prudencia Ayala, para que se admitiera la inscripción de la mujer salvadoreña como ciudadano.”
Los argumentos del Magistrado Arrieta y el proceso mismo tuvieron difusión y cobertura en la prensa de la época, lo cual expresa cierta apertura para discutir el tema de otorgar los derechos políticos a las mujeres dentro de algunos círculos intelectuales del momento. A pesar de esta publicidad el tema desapareció de la difusión pública hasta 1939, como se analizará posteriormente. Prudencia Ayala (1885-1936)28 era una mujer de origen humilde, activista por los derecho civiles de las mujeres y por el unionismo centroamericano, de carácter contestatario y rebelde, con inclinaciones por el arte de la adivinación y la profecía. En Santa Ana, donde desarrolló sus talentos: literatura, música y arte en las predicciones políticas y sociales se le bautizó como la “Sibila Santaneca”, razón por la por la cual fue acusada de demente. Por sus convicciones y su militancia sufrió encarcelamiento y segregación social. Nació en Sonzacate, departamento de Sonsonate, el 25 de abril de 1885; estudió hasta segundo grado en Santa Ana. Desde muy joven se dedicó a escribir artículos en los periódicos locales, muchos de sus escritos los orientó a la defensa de la unión centroamericana, a la causa de Augusto César Sandino en Nicaragua, a la intervención norteamericana en el istmo; además, criticó muy severamente a los regímenes políticos de turno en los países centroamericanos. Desarrolló una campaña por los derechos políticos de las mujeres. Escribió dos obras que logró publicar con fondos propios: Inmortal amores de loca (1925) y Payaso literario en combate (1928) y dos folletos donde expone su pensamiento feminista Inmortal y Luz de Orión (1924). En este último escrito hace un fervoroso llamado a la 28 Los datos biográficos son tomados de sus dos obras publicadas, Inmortal, amores de loca (San Salvador Imprenta Arévalo,1928) y Payaso literario en combate (San Salvador, Imprenta Arévalo,1928) y del siƟo del Museo de la Palabra y la Imagen: hƩp:www.sv/museo.
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región centroamericana para que se una al ideal de la unión poniendo a las mujeres al frente, Prudencia Ayala escribe: Pueblo centroamericano: vuestro sexo femenino está cansado de sufrir tanta desgracia, de ver vidas sacri icadas, sin razón en los campos de batalla, defendiendo no más que la codicia de un mal gobernante o de un caudillo. Salgamos de ese separatismo, resumidero de vidas, de ese asqueroso estado de miseria que presentamos ante el Gigante del Norte. El sexo femenino lucha enérgicamente porque no se deje la obra trunca. Dará tarde o temprano una prueba de abnegación, de amor patrio. Dará el ejemplo de verdadero civismo, porque en su corazón está consumiéndose ese fuego ardiente de ideal y del amor a la Patria y a la Libertad y va triunfando velozmente pasando muy por encima de todas las barreras que colocan a su paso a los réprobos, que no ven, porque no quieren, el porvenir de América Central (Ayala: 1928.)
Prudencia Ayala emprendió su campaña en pro de los derechos políticos femeninos desde el foro público que le brindaba el Partido Unionista. En una famosa conferencia dictada en el Teatro Nacional de Santa Ana, en octubre de 1920, conmovió a su audiencia hablando del patriotismo femenino. Dicha conferencia fue publicada en El Unionista, periódico santaneco fundado para avanzar dicha causa; en ella Ayala hace un fervoroso llamado a toda la región a enarbolar el ideal de unión al frente del cual pone a las mujeres. Para Prudencia Ayala, la unión centroamericana era la única capaz de impulsar el progreso, proceso en el cual las mujeres debían tener un papel protagónico. En esta lucha no estuvo sola, aunque aparentemente no llegaron a coordinarse, ya que en Guatemala Teresa Masferrer de Miranda escribía lo siguiente: La mujer debe dejar el servilismo ciego y despojarse de prejuicios para formar un frente ante la amenaza yanqui ya que la mujer de todos los tiempos ha sido patriota; En 1921 durante la Convocación Unionista a la que Prudencia Ayala asistió en calidad de delegada reiteró que la familia centroamericana no podía verse unida sin que la mujer gozara de la plenitud de sus derechos como integrante de la nación. Acudió a los personajes femeninos patrióticos de la historia de Centroamérica para establecer la continuidad de la presencia femenina en el proyecto de la unión. Figuras como la heroica nicaragüense, Lucila Matamoros, quien muriera en el campo de batalla por esta causa, le dieron un aliciente a su propia lucha a la vez que representaron un ejemplo de la máxima abnegación femenina (Ticas, mimeo, s/f: pp. 11).
Ser “mujer patriota” en el ambiente patriarcal de la época, probablemente era más aceptable que ser “mujer política”; el patriotismo que enarbolaba valores cívicos positivos como “una persona que ama a su patria y procura todo su bien”, según el diccionario de la lengua española, era más aceptable;
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pero que una mujer se atreviera a solicitar la candidatura a la presidencia defendiendo sus derechos como ciudadana además de inaudito era inconcebible, como lo demostraron los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, al rechazar su petición de inscripción como candidata a la presidencia. Sonia Ticas sostiene la tesis de que la vida y obra de Prudencia Ayala se podría enmarcar en tres ejes interrelacionados: el profético, el político y el feminista; considerados de ruptura, dado el momento que le tocó vivir y ajenos a las normas convencionales del ser mujer. El discurso planteado en el eje profético le permitió asumirse como mujer pensante, cuya visión política para Centroamérica tenía una inspiración divina. El incipiente movimiento feminista que trató de forjar fue para reconstruir la gran nación centroamericana, cuya base, era estrictamente patriarcal. La historia de la integración centroamericana ha vivido momentos de auge y crisis. A Prudencia Ayala le tocó vivir un momento de auge dado que, después de las múltiples guerras y rencillas entre liberales y conservadores de la segunda mitad del siglo diecinueve, a principios del siglo veinte, se revivieron los ideales unionistas ante acciones intervensionistas de Estados Unidos en la región. Con la construcción del canal de Panamá, a principios del siglo XX, y luego en 1912, con la ocupación militar de Nicaragua. También los preparativos para conmemorar el primer centenario de la independencia centroamericana a cumplirse en 1921, año en que se creó la Federación Centroamericana. Durante toda la década de los 20, Prudencia Ayala se dedicó a preparar su audaz hazaña bajo el patrocinio del Partido Unionista. La plataforma de Ayala, por lo que reportaron los periódicos, abarcaba un ambicioso programa de reivindicaciones o en pro de las mujeres. Un periodista la cali icó de “prolija exposición de innovaciones radicales a favor de la mujer”. Pero en realidad no está claro cuánto apoyo tuvo por parte del elemento femenino activo en la política de la época. Ni se sabe si efectivamente fundó la Liga que había anunciado a su partida de Guatemala. Pero sí, se tiene noticia del “Círculo Femenino Tecleño” que la consideraba una ferviente defensora de los derechos de la mujer y por ende apoyó su campaña29: 29 En anexo No 2 la propuesta del Plan de Gobierno de Prudencia Ayala.
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La humillante condición que actualmente ocupa en el campo político la mujer salvadoreña ha terminado […] Hoy tócale a la mujer salvadoreña hacer valer sus derechos […]. Doña Prudencia Ayala, genuina representativa de nuestra mujer Indo-Latina, es hoy, en el campo político, un alto exponente de nuestras fuerzas ciudadanas.
Un periodista en tono sensacionalista apuntó: “Una mujer que se lanza a la candidatura para ocupar la presidencia en nuestras repúblicas tan tímidas es algo que constituye una novedad prodigiosa y suponemos que no es faltar a la seriedad ocuparse de estas novedades que el buen Dios parece haber hecho exclusivamente para satisfacción de periodistas”
Otros periodistas cali icaron su osadía como producto de la demencia y de la irracionalidad de su conducta: “Doña Prudencia se ha dado a meditar hondamente en nuestros problemas nacionales. Sus conceptos políticos producirán curiosidad en el público lector. Los niños y los locos dicen muchas veces la verdad”. Hubo caricaturas sobre Prudencia Ayala que trataron de ridiculizar y banalizar su osadía; por ejemplo, hay una caricatura en la que ella aparece representada como una feminista loca que va corriendo con un cucharón tras la silla presidencial. Exagerando su pelo corto, la boca ancha y pronunciada con labios gruesos, los ojos casi, en la cabeza, sobresaliendo el cucharón, con una lógica alusión a la cocina, recordándole que su vida es en la cocina, no en los espacios públicos. Además, en la cultura salvadoreña hay una frase que hace alusión a no entrometerse en actividades que no le atañen a las personas “no metas tu cuchara donde no te llaman”. La caricatura está acompañada del texto siguiente: “Doña Prudencia Ayala lleva enarbolada la cuchara, símbolo de la laboriosidad hogareña que no por ser candidata ha descuidado”. Seguramente la intención de esas expresiones, no es otra que mofarse del atrevimiento de una mujer que está signada y asignada, en razón de su sexo, a las labores domésticas y se burlan de sus aspiraciones para gobernar la nación; así lo con irman las frases siguientes escritas o expresadas por periodistas y citadas por Ticas: “Un periodista que la buscaba en el Palacio Nacional donde ella había llegado, declara haber leído en su semblante altivo la frase” aquí mandaré yo”. A otros les parece prepotente la manera en que maneja su campaña como si ya estuviera en la presidencia. Dice un periodista que “hilvana planes, forma gabinetes, prevé el futuro, presente y pasado,
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da disposiciones, acuerda unos pagos y en in hace todo lo que un presidente hace”. Prudencia Ayala retó todas las preconcepciones y estereotipos referentes al papel social de la mujer y no tuvo temor a que la tacharan de loca y varonil por entrar al terreno de la política. Su plan contemplaba no solamente el apoyo a los derechos de las mujeres, sino también el estímulo a la labor sindical, la honradez en la gestión gubernamental, límites en el uso y abuso del alcohol, reconocer jurídicamente a las hijas e hijos nacidos fuera del matrimonio. Dedicando el apartado siguiente especí icamente a las mujeres: “El elemento femenino tendrá el derecho político para identi icar la soberanía de la nación en ambos sexos en el desarrollo de lo político, cívico y social, por ser la mujer parte integrante de la sociedad humana” (Azucena, 1998: 6b-7b). Escritores contemporáneos catalogan el pensamiento de Prudencia Ayala, idealista y utópico ya que “…presenta una visión, un sueño y el coraje de una mujer del futuro, que lucha por liberarse de una sociedad oscura” (Ibid). No pudo ver cristalizados sus sueños, teniendo que renunciar: Me alejo almas mías con el corazón satisfecho de haber entrado en combate para obtener el triunfo de mi derecho ciudadano. Me alejo grata de los políticos que han prestado atención a la justicia que reclamo en el campo de la ley. La patria exige la práctica de la justicia, el cumplimiento de la ley en su más completo signi icado cívico social entre hombres y mujeres, para equilibrar los valores morales de la nación civilizada. Así la alegría embarga mi esperanza en el próximo futuro electoral […]. (La Época 1930)30
Como vemos su discurso de renuncia a la candidatura es expresión de la seriedad y compromiso con que asumió todo el proceso, al contrario de lo que la prensa divulgó, pero que sí permitió sentar las bases de la defensa por los derechos políticos de las salvadoreñas (Cáceres: 1993). Después de estos sucesos continúa viviendo de su o icio de costurera y de adivina para morir seis años después en 1936. De este personaje se destacan cuatro hechos que a nuestro juicio son de trascendencia histórica y política: 30 El discurso fue publicado por la mayoría de periódicos capitalinos.
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a. Su osadía principal es haberse declarado candidata a la presidencia de la república y proyectar el Gran Partido Feminista Salvadoreño. Llegó a formular una propuesta de plan de gobierno. La demanda de Prudencia Ayala, que causó perplejidad entre los integrantes de una sociedad claramente patriarcal, podría haber tenido vigencia, ya que la Constitución de 1866 no negaba de una manera explícita los derechos de las mujeres. Sin embargo, el asunto se resolvió con argumentos de tipo procesal, sin que la Corte Suprema emitiera un fallo en torno a esa pretensión. b. La creación del periódico “Redención Femenina” en el cual expresaba sus principales postulados y demandas sobre los derechos de las mujeres. c. Presentarse como escritora cuando apenas había alcanzado a completar el segundo grado. Desde 1913 publica sus planteamientos feministas y su pensamiento unionista centroamericano. Fustiga a las dictaduras del istmo, apoya la lucha de Augusto César Sandino, en Nicaragua, y rechaza la intervención extranjera. d. Escribió dos libros: “Amores de loca” (1925) y “Payaso literario en Combate” (1928); y dos folletos donde expone su pensamiento feminista “Inmortal” y “Luz de Orión” (1924), y la creación del Círculo Femenino Tecleño, cuyo accionar desconocemos. Por todo ello, la sociedad no supo cómo cali icarla, se le llamó “loca”, “intelectual” y “analfabeta”. En principio podríamos cali icar a esta mujer como una de las primeras sufragistas y promotoras de la unión centroamericana. 2.3.4. Veinte años después de Prudencia Ayala: el voto femenino 2.3.4.1. Movimiento Sufragista y el voto femenino en El Salvador Las luchas sufragistas tenían en todo el mundo un objetivo común: la conquista de la igualdad jurídica o política de las mujeres, es decir el derecho al voto. Sus motivaciones, movilización de estrategias, el apoyo o rechazo social que motivaron, duración de sus acciones, política de alianzas, y inalmente, los logros alcanzados respondieron a las condiciones sociohistóricas de cada contexto especí ico en que dichas luchas se desarrollaron. Era precisamente el voto el que se les negaba a las mujeres en el siglo XIX y hasta mediados del XX. Las constituciones adoptadas en nuestras repúblicas latinoamericanas, centroamericanas dotaron a las mujeres de nacionalidad
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por nacimiento en el territorio nacional, pero no de ciudadanía, entendida esta como el derecho a elegir a los representantes de los ciudadanos y a poder ser elegido como su representante. Las constituciones de América Latina “enfatizaban el género: se dirigían a un ser emblemáticamente a un hombre: el ciudadano; los hombres mayores de edad” (Lavrín, 2002: 4). El movimiento social conocido como sufragismo fue impulsado en América Latina por mujeres feministas. El feminismo como ideología y activismo se de inió en el Siglo XIX y se basó en el examen de la condición de las mujeres, las diferencias creadas por el sexo, y el signi icado de justicia social y la representatividad vistas con lentes de género. Feminismo y sufragismo no son equivalentes, como muy bien lo explica Lavrín (ibid, 5). “El feminismo fue una ideología amplia que incluyó una serie de demandas de cambio de reforma social especí icamente aplicadas a la mujer y a las relaciones entre hombres y mujeres. En el abanico de sus intereses se incluyó el sufragio femenino, pero también la igualdad jurídica entre mujeres y hombres”. En algunos países como México (Lovera: 2004, 29; Tuñón, Pablos: 1987, 148157), Chile (Chaney: 1983, 139-177), Panamá (Marco: 1996, 12-41), el movimiento sufragista feminista fue un movimiento de masas y de confrontación en donde se expresaban claramente de inidas sus demandas en relación a su identidad, adversario y visión31. En otros, sus manifestaciones y alcances no lograron impactar a la sociedad y más bien se trató de acciones aisladas de mujeres intelectuales, generalmente escritoras y periodistas, y sus alcances fueron menos radicales, más bien moderados, que no llenaron los requisitos o características propias de un movimiento social. Por ejemplo, en Estados Unidos el movimiento sufragista estuvo ligado al movimiento antiesclavista. Una de las resoluciones de la Convención de Séneca Falls, Nueva York, realizada en 1848, (cuyo texto ha sido analizado en el Capítulo I) en donde se convocó a las mujeres para, “discutir la condición 31 IdenƟdad: que se refiere a la autodefinición del movimiento, de lo que es a nombre de quien se habla. Adversario: hace referencia al enemigo principal del movimiento según lo idenƟfica éste de forma explícita. Visión u objeƟvo social: se refiere al Ɵpo de orden o de organización social que el movimiento desearía obtener en el horizonte histórico.
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social, civil, religiosa y los derechos de la mujer”, que culminó con la Declaración de Sentimientos en la cual se rechazó el estatus social subordinado de las mujeres estadounidenses, estableció que era un deber de las mujeres estadounidenses “asegurar su derecho sagrado al sufragio electivo”. Este hecho marcó el inicio de la lucha sufragista de ese país. En América Latina no fue sino hasta en los años veinte y treinta del siglo XX que se desarrolló un movimiento sufragista propiamente dicho. Si bien desde el siglo XIX se dieron algunos hechos aislados en algunos países, el voto femenino no fue visto como una prioridad o considerado en las agendas de las organizaciones de mujeres latinoamericanas, que surgieron en el siglo XIX y en los primeros años del siglo XX, ya que se privilegiaron las demandas de la educación y otros derechos civiles. Para algunas autoras como Rina Villars, una de las razones básicas que explicaría el carácter marginal que tuvo en sus inicios la demanda del sufragio femenino, fue la ausencia de una tradición sufragista democrática en América Latina debido, entre otras causas, al persistente caudillismo en la mayoría de los países de la región, en donde los procesos electorales fueron prácticas dominadas por la violencia y la ilegalidad. Por ejemplo, “…entre 1850 y 1900 solamente el 2.3% de la población masculina en América Latina tuvo acceso al sufragio” (Villars, 2001: 137). La ausencia de una práctica sufragista efectiva entre la población masculina aunada a las prácticas patriarcales, determinó que las primeras feministas latinoamericanas privilegiaran las demandas del acceso a la educación y sus derechos civiles, postergando la demanda sufragista. En México, por ejemplo, el movimiento sufragista generó reacciones encontradas en la opinión pública y en la prensa se publicaron con frecuencia virulentas caricaturas en contra del sufragio, en las cuales las mujeres aparecían en imágenes grotescas subvirtiendo los roles sexuales, en las que el hombre asumía funciones domésticas que tradicionalmente desarrollan las mujeres. El movimiento sufragista mexicano contó con líderes femeninas destacadas, apoyadas por el contexto de la revolución y los cambios constitucionales, sin embargo, su lucha culminó en 1948. En Costa Rica los opositores al sufragio femenino plantearon por la prensa, el argumento de que las mujeres no tenían capacidad para participar en política; así como el temor a que descuidarían sus obligaciones como esposas y madres. En Honduras no puede hablarse de un movimiento sufragista, en-
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tendido como el conjunto organizado de acciones colectivas en pro de los derechos políticos de las mujeres, sino hasta en los años cuarenta del siglo XX. El Ecuador fue el primer país en América Latina en obtener el voto en 1929, debido a una medida política de la coalición conservadora en el poder en esa época que buscaba ampliar su base de sustentación en el “sector” femenino. En El Salvador pasó algo parecido en 1939, como resultado de una reforma constitucional durante la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez. Mientras que el voto masculino fue consignado como obligatorio, el femenino fue voluntario y efectivo solamente para las mujeres que tenían por lo menos tres años de estudios de educación primaria, sin embargo: “es fácil deducir que la aprobación del sufragio femenino tuvo entre sus motivaciones, la necesidad del régimen de ampliar su base política entre las mujeres y garantizar el apoyo de estas para la reelección de Martínez” (Íbidem: 147). (Villars, 2001: 147). Sintetizando, podemos a irmar que en América Latina la promulgación del voto femenino no tuvo un carácter homogéneo, sino que fue el resultado de la combinación de muchos factores, entre otros: campañas prosufragistas llevadas a cabo por mujeres feministas, intereses políticos de las élites de poder, procesos de democratización o modernización internos y la presión internacional que después de la segunda guerra mundial, favoreció el ensanchamiento de la democracia en la mayoría de los países del mundo. En Centroamérica estudios recientes (Rodríguez, 2002: s/n) consideran que, si bien es cierto, en el período de 1890-1930 prevalecía una visión conservadora de las mujeres y el Estado en cuanto a que se legitimaban los roles tradicionales de género, por medio del papel decisivo de las mujeres en los procesos de reforma social, de construcción de la nación y de mantenimiento del orden social, hubo voces disidentes y contestatarias, como el caso de Prudencia Ayala (caso ya trabajado antes), en El Salvador, quien colocó el sufragio femenino en la agenda nacional. Sin embargo, podemos a irmar que las salvadoreñas poco a poco fueron recibiendo el in lujo del movimiento feminista mundial, que ya tenía algunos años de constituido formalmente, por ejemplo, en 1888 se creó el Consejo Internacional de Mujeres. En 1921 se organizó en Madrid una Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas que promovió la formación de ligas femeninas en los países latinoamericanos.
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En la Sexta Conferencia Panamericana de La Habana en 1928, se estableció la Comisión Interamericana de la Mujer (CIM), para el estudio de las condiciones civiles de las mujeres. En ese mismo año en el Congreso Internacional Femenino de Buenos Aires, estuvo presente la salvadoreña Alicia Lardé de Venturino. También en la Universidad Popular (creada por líderes comunistas) se organizaban conferencias con destacadas iguras femeninas y escritores salvadoreños como Alberto Masferrer. El primer logro de la CIM fue la Resolución de la Octava Conferencia Internacional Americana. Después de la inalización de la Segunda Guerra Mundial, la recién creada Organización de las Naciones Unidas vio la necesidad de evaluar la situación de las mujeres y plantear algunas acciones, fundamentalmente de corte tradicional. Otra muestra de su participación política se da en 1932, cuando un número considerable de mujeres de la ciudad, en su mayoría campesinas, se sumaron al movimiento encabezado por Farabundo Martí y formaron comités de mujeres campesinas para apoyar el levantamiento que fue reprimido indiscriminadamente por las tropas del General Maximiliano Hernández Martínez. Durante las jornadas insurreccionales de 1932, los relatos de la época dan cuenta de que las fuerzas rebeldes fueron expulsadas por las tropas del ejército y se alojaron en Sonzacate, un pueblo de origen indígena, situado en el occidental departamento de Sonsonate. El pueblo de Sonzacate se convirtió en un bastión revolucionario, se destaca entre los rebeldes la igura de una mujer conocida como la “camarada Julia” o “Julia la Roja” quien desempeñó un papel importante en la defensa de ese bastión.32 Norma Guirola de Herrera, reseña de las memorias del líder obrero Miguel Mármol, lo siguiente: “Muchas de ellas ayudaron a curar heridos, a esconder compañeros, a trasladar militantes del golpeado partido Comunista Salvadoreño. Cientos de mujeres anónimas ayudaron a la reconstrucción del partido que había perdido a sus principales dirigentes pero que continuaba irme en la lucha”. (Guirola: 1983, 15, Dalton, 1983) En 1939, igual que en 1930 en la coyuntura de Prudencia Ayala, la prensa dio amplia cobertura al tema, reproduciendo en su casi totalidad el debate 32 Camarada Julia es mencionada de manera escueta por Thomas Anderson ( EDUCA: 1976), en El Salvador, Sucesos PolíƟcos de 1932, en la p.184, no hay más datos.
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de la Asamblea Constituyente en lo relativo al derecho al voto de las mujeres. La Comisión redactora para justi icar la inclusión del artículo, que otorgaba dicho derecho, contó con la participación del Dr. Carlos Escobar Serrano para que expusiera, como ponente del proyecto, ante la Asamblea Constituyente la argumentación siguiente: Se basó la comisión para incluir la innovación en dos cosas: Primero que hay muchas mujeres muy inteligentes, preparadas y patriotas; y segundo que nunca se ha evitado que la mujer tome participación en la lucha política. Cuando se trata de elecciones supremas o locales lo primero que aparece es un comité femenino; es cosa a la cual están habituadas ya las mujeres salvadoreñas. ¿ Por qué no reconocerles ese derecho dentro del marco legal? Cuando nuestros abuelos introdujeron la separación de la Iglesia y el Estado se creyó que vendría una bancarrota social; cuando nuestros padres proclamaron principios más revolucionarios también se creyó que vendrían perturbaciones sociales; nada de eso eso ocurrió. Ahora al dar nosotros el voto a la mujer, estoy seguro que tampoco habrá bancarrota en la sociedad (LP, 1938: 6 dic).
Este punto generó debates, como era de esperarse en la sociedad patriarcal salvadoreña, dando lugar a participaciones encontradas. Algunos de los diputados que apoyaron la iniciativa tuvieron opiniones como esta, del diputado Guzmán Trigueros: “…está justi icado que la asamblea conceda el derecho al voto a la mujer. La humanidad se encamina hacia la guerra y amenaza destruir la civilización. En tanto la mujer no tenga derecho al sufragio; no podrá oponerse a la guerra; no poca ha de ser entonces la in luencia de la mujer para que El Salvador no se lance a la guerra en un caso dado. Debemos ir hacia la paz y si la mujer no interviene en la vida nacional, esa inalidad contra la guerra la vamos a perder. Démosle el voto a la mujer con restricciones porque es un ensayo y no sabemos el resultado. Al hacerlo así procedemos con buenas intenciones. El diputado doctor Jaimes dijo que le parecía innecesario discutir sobre el voto a la mujer: Las palabras dichas han demostrado que con esta innovación se sienta el principio de que la mujer está en condiciones iguales al hombre” (ibidem.)
Por su lado el diputado Aguilar pidió que, “si se dice tácitamente que tienen deberes y derechos, que se les den en forma efectiva. Actualmente han llegado muchas mujeres al mismo nivel del hombre”. Pidió que se le conceda el voto. Cáceres Prendes (1995) a irma que si bien la mayoría de las intervenciones de los diputados fueron favorables a la propuesta al analizar sus argumen-
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tos; por un lado, lo ligan de manera estereotipada con aquellos símbolos que caracterizan el ser mujer: la paz y el sostén espiritual de la sociedad, ya que no se “puede ir a la bancarrota”; y por el otro, con algunas restricciones ya que se trataba de un ensayo del cual no se sabían los resultados. La cuestión se dejó condicionada a una reglamentación que debería emitirse mediante ley de la república, de manera posterior: “…hay que reconocer el derecho como ensayo para que la ley sea la que se reforme y no la Constitución en caso de que no resulte favorable; pues la enmienda de la Constitución no se podría efectuar con la misma facilidad que una reforma de las leyes afectaría”.
El artículo fue inalmente aprobado con 27 votos a favor y 8 en contra, en sesión celebrada el 5 de diciembre de 1938 de la Asamblea Nacional Constituyente, con la siguiente redacción: “Se otorga a la mujer salvadoreña el derecho del sufragio con las limitaciones y condiciones que determinará la ley reglamentaria de elecciones”.
Fue El Salvador, el primer país centroamericano que otorgó el voto a las mujeres. Sin embargo, el artículo Constitucional nunca se produjo. Las razones de ello parecieran haber estado más con relación a las di icultades políticas y sociales que enfrentó el régimen dictatorial de Hernández Martínez en sus últimos cinco años. Parece evidente que el régimen de Martínez tuvo particular interés en impulsar esta iniciativa, ya que veía en el voto femenino un caudal electoral que podría contribuir a la reelección, a la que él estaba aspirando y que cada vez era menos probable dada la impopularidad creciente de su régimen. Justo en los meses previos a la caída de Martínez, surgió una organización de mujeres con ines políticos: el Frente Democrático Femenino que tenía como objetivo promover la incorporación de las mujeres de los distintos estratos sociales a la lucha por los cambios, las reformas democráticas al sistema político y la demanda de la renuncia de Martínez.
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Los cambios democráticos esperados que buscaba el Movimiento del 4433, que fueron la reforma del sistema político y la instauración de la democracia en El Salvador, no aparecieron después de la caída de Martínez, por lo que la lucha continuó con los mismos objetivos. En 1945 nace la Asociación de Mujeres Democráticas de El Salvador, cuyas actividades continuaron siendo las mismas del Movimiento del 44. Esta organización estableció un órgano divulgativo propio que se denominó Tribuna Feminista, cuya orientación estaba marcada por la coyuntura política del momento. En 1948 se aprobó la Convención sobre los Derechos Políticos y Civiles de la Mujer, la cual fue rati icada por El Salvador en 1951. Se funda la Liga Femenina Salvadoreña en 1947, la cual in luyó en lograr el derecho al sufragio sin restricciones para las mujeres salvadoreñas en 1950. En la VIII Conferencia Panamericana que se llevó a cabo en diciembre de 1947 en Perú, patrocinada por la Unión Panamericana, que había venido impulsando la igualdad de las mujeres y hombres, al grado que llegó a recomendar la incorporación en las legislaciones la igualdad entre el hombre y la mujer; ya habían hecho esa incorporación: Uruguay, Paraguay y Cuba. Representó a El Salvador, Dña. María de Guillén Rivas, quien presentó su ponencia: “Las Mujeres salvadoreñas piden igualdad con los hombres”. En 1948 se irman otros dos convenios: la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Políticos de la Mujer, en la cual se reconoce que “el derecho al voto y a ser elegido para un cargo nacional no deberá negarse por razones de sexo”; y la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Civiles de la Mujer, en la que los “Estados Americanos convienen en otorgar a la mujer los mismos derechos civiles que goza el hombre”. Siguiendo el devenir de los acontecimientos posteriores al derrocamiento de Hernández Martínez, un hombre de su con ianza, el General Salvador Castaneda Castro, fue elegido presidente en 1945; muchos obreros habían sido encarcelados y los reformistas exiliados. Hay una reactivación del movimiento social, especialmente el obrero, quienes se movilizaron para conseguir apoyo a sus demandas por el derecho al contrato colectivo, una jornada de ocho ho33 Se conoce así al movimiento social que agluƟnó mujeres y hombres de diferentes sectores sociales y políƟcos que realizaron acciones de calle de resistencia y denuncia, exigiendo la renuncia del dictador Maximiliano Hernández Marơnez, fundador de la dictadura militar en El Salvador en 1931.
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ras, el derecho a huelga y libertades civiles para todos. En diciembre de 1948, el General Castaneda fue depuesto mediante un golpe de Estado, la siguiente cita nos clari ica cuál era panorama económico y político de la época: “Las divisiones en el seno de la oligarquía, que venían de 1944 (con la caída de Martínez), tenían que ser resueltas. Los precios del café consistentemente elevados durante el período de la postguerra habían evitado el caos. Sin embargo, los elementos más visionarios de la élite de El Salvador sabían que algunas cosas tendrían que cambiar para que todo siguiera igual.” (Armstrong y Rubín, 1983: 44).
Lo anterior implicó que los oligarcas modernizadores, que intentaban la diversi icación de su propia riqueza y de la base económica del país, se impusieran a los oligarcas terratenientes que tenían sus fortunas enraizadas en la economía agroexportadora y que no querían participar en desarrollar la prosperidad del país. En los años cincuenta comienzan a circular opiniones diferentes respecto de los medios políticos y económicos para mantener esa prosperidad. La salida fue buscar aliados en una nueva generación de militares que habían sido formados en el extranjero, muchos en USA, eran profesionales y tecnócratas, menos que generales de carrera, eran partidarios de sacar a El Salvador del monocultivo del café y querían que el ejército contribuyera, más que a las masacres, al desarrollo del país. De este grupo surgió el Coronel Oscar Osorio quien dirigió el golpe de Estado y dos años después en 1948 fue elegido Presidente. La revolución de diciembre de 1948 da inicio a un período de modernización sin precedentes en el país: en el ámbito cultural, la modernización pretendía articular un discurso de nación y de las identidades cívicas, adoptando como eje un proyecto modernizador. Estos intentos de modernización del Estado incluyeron también cambios a su interior que afectaron a las mujeres y a los estereotipos culturales de la época. Para Armstrong y Rubín (ibid: 45) el gobierno de Osorio desarrolló una estrategia de tres vertientes que “permanecería como el marco de dominación en El Salvador durante las décadas por venir: a) el desarrollismo: la creación de las condiciones para permitir la expansión y modernización de la economía; b) reformismo: la política de ajustar las estructuras sociales y políticas existentes para mantener el sistema un paso delante de sus propias contra-
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dicciones; y c) represión: reservada para aquellos que no podían ser absorbidos y querían más que un cambio paliativo”. Aunque los estudios sobre los valores y la ideología durante la época son prácticamente inexistentes, el historiador Jorge Cáceres Prendes (1993) hace un análisis sobre el surgimiento de las organizaciones feministas, dentro de la coyuntura de modernización del estado durante el período 1948-50. En ese período se adopta la Constitución de 1950, la cual logra articular la propuesta modernizadora y proporciona los principios que han orientado el accionar del Estado hasta el presente. En las discusiones previas a la aprobación de esa Carta Magna participaron activamente varias intelectuales. De 1948 a 1949 se intentó conformar un movimiento social de apoyo al proyecto gubernamental, en el que se incorporaron diferentes sectores sociales. En la conformación del partido o icialista, el Partido Revolucionario de Uni icación Democrática (PRUD), se constituyeron sectores como el “PRUD obrero” y el “PRUD femenino”, en el cual participaron mujeres con una tradición de lucha a favor de las causas feministas. La referencia al voto femenino en El Salvador aparece en la Constitución de 1950, que tuvo la virtud de establecer el voto universal sin impedimento alguno. Sin embargo, la lucha por el voto femenino venía de tiempo atrás y se remonta a las exigencias del ejercicio del sufragio y postulación de Prudencia Ayala como candidata presidencial en las elecciones de 1930. “… la inestabilidad política junto con las actitudes retrógradas sobre el papel de la mujer en la sociedad prolongaron las luchas sufragistas y la consolidación de un movimiento de mujeres hasta 1950 cuando se creó la nueva constitución que concedía igualdad de derechos políticos para ambos sexos” (Ticas, s/f: 6). “La obtención del voto femenino salvadoreño dependió en gran medida de las crisis nacional de los años cuarenta y de la organización colectiva de las fuerzas feministas, factores que Lynn Stoner ha indicado que fueron comunes a otros movimientos de mujeres en el continente” (Ibidem: 8).
Además, se comenzaron a elegir las primeras mujeres para cargos públicos, como la primera alcaldesa salvadoreña, Rosario Lara vda. de Echeverría, por el municipio de Berlín, Usulután. Una muestra de apertura por parte del
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gobierno fue el patrocinio de un seminario del Consejo Interamericano de Mujeres (CIM). En el prudismo de la primera época, se podía identi icar una fuerte tendencia profeminista, debido a que el elemento de la igualdad entre hombres y mujeres se articulaba en la propuesta democratizadora de la modernización. Sin embargo, este apoyo duró poco, ya que el PRUD se derechizó y el movimiento social fue duramente reprimido. Una década más tarde, en 1956, surge la Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas, integrante del Frente Nacional de Oriente, que derrocó a José María Lemus, cuya dictadura torturó a mujeres en las cárceles de la policía y lanzó a otras al exilio. Esta organización realizó una intensa labor cultural, educativa y política; su plataforma de acción contenía objetivos como: la organización de mujeres campesinas, el logro y aplicación de los derechos de estas, de las empleadas domésticas, de las vendedoras de los mercados y de las trabajadoras en general. Su accionar estuvo in luido por los acontecimientos políticos del momento y por la fundación de la Confederación Nacional de Trabajadoras, que llegaron a aglutinar a 1,500 vendedoras de los mercados, profesionales y enfermeras (García, 1989: t1, 16). La coyuntura previa y posterior a la caída de José María Lemus, creó un clima favorable para realizar acciones individuales y colectivas de ciudadanas y ciudadanos, que contribuyeron a la creación de la coyuntura favorable que culminó con la aprobación del voto femenino. Esta aprobación, no fue precedida de un movimiento sufragista que impactara a la sociedad salvadoreña, ya que no aparecieron en el escenario político salvadoreño, ni movilizaciones, ni discusiones públicas al respecto, tampoco organizaciones de mujeres especí icas para tal in. El aislamiento cultural del país y la represión social de los regímenes autoritarios, impuestos desde principios del siglo XX, fueron algunos de los factores que contribuyeron a la inmovilidad en torno a un movimiento sufragista. Pese a que mujeres individuales participaron en los movimientos sociales y políticos mixtos y al surgimiento de Liga Femenina en 1948, no hubo movilizaciones sociales para obtener el derecho al sufragio. Más bien los regímenes autoritarios como el de Martínez y los que continuaron, promovieron el otorgamiento del derecho al voto a las mujeres con el objetivo de capitalizar a su favor el voto femenino.
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2.3.4.2. El Sufragismo Salvadoreño y la Liga Femenina Salvadoreña
Esta organización tuvo un papel destacado en los años anteriores a la derogación del voto femenino en El Salvador. Fue de carácter cívico, promovida por algunas mujeres que ya habían participado en la Asociación de Mujeres Democráticas de El Salvador en los años cuarenta. Su lucha por las reivindicaciones de las mujeres las llevó a plantear, entre otras, la necesidad de que se les concediera el derecho al voto y la inclusión en la Constitución Política de 1950 y que la enseñanza fuera impartida por el Estado, además de ser gratuita, laica. Otra de las conquistas de la Liga Femenina fue que se reconocieran los derechos de los hijos nacidos fuera de matrimonio. También gestionaron y lograron la creación de la Ciudad de los Niños, para la difusión de sus demandas y actividades. Entre sus fundadoras se recuerdan: Rosa Amelia Guzmán, Ana Rosa Ochoa, Tránsito Huezo Córdova de Ramírez, Mercedes Maití de Luarca, Salvadora Marcia de Marroquín, María Luisa de Guirola, Emma Escalante Rubio, Laura
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de Paz, Petrona Roldán viuda de Ibarra, Zoila Trinidad de Belloso”34, según rememora la Dra. Hilda Navas de Rodríguez. Una de las fundadoras de la Liga Femenina fue la Profesora Graciela Mancía v. de Alfaro Jovel (Mancía, 1990: 117). Ella habla sobre los motivos para fundar dicha Liga: “Una joven menor de edad, en Santa Tecla en 1947 fue atacada por quince furibundos ebrios…, la violaron golpeándola hasta dejarla en paso de muerte. Nos reunimos varias señoras para discutir con toda seriedad y humanismo, tan grave problema social… teníamos que ponerle paro a otro desaguisado y debíamos ampararnos en nuevas leyes para proteger a la Mujer y al Niño”. Se fundó una asociación para iniciar tan ardua lucha a favor de los derechos humanitarios y civiles de la Mujer y el Niño, en el Liceo 14 de abril propiedad de la profesora y consocia Tránsito Huezo Córdova de Ramírez. Acordamos fundar la Liga Femenina Salvadoreña el 20 de mayo de 1948”. Continúa recordando la Profesora Mancía de Alfaro: “Inicialmente nuestras sesiones eran de esforzados trabajos y no nos importaba que las sesiones fueran dominicales de acuerdo a los estatutos. Conseguimos, primeramente, la personería jurídica para la cual tuvimos que redactar los estatutos y luego gestionar que fueran aprobados. El segundo objetivo fue conseguir los derechos ciudadanos de la mujer para que pudiera votar. Estos derechos habían sido aprobados teóricamente por el representante de El Salvador en la Conferencia de San Francisco el 25 de abril de 1945”. La Liga Femenina gestionó, entre otras actividades, el traslado de la cárcel de mujeres ubicado en el barrio San Jacinto, que estaba en condiciones infrahumanas, a otro local nuevo en Soyapango; se mejoraron, a instancias de la Liga, los Centros de Readaptación de Menores “Adalberto Guirola y Rosa Virginia Pelletier”. También se gestionó la membresía en la Federación Interamericana de Mujeres, quienes invitaron a la Liga Femenina a participar en el Congreso Interamericano, celebrado en Ciudad de México en octubre de 1951. En este evento las mujeres de la Liga presentaron las ponencias: Protección a la Infancia y el Código de Menores, y Protección a la Mujer y al Niño. Otra de las contribuciones para obtener el voto femenino en El Salvador, fue el avance del feminismo internacional en países como Francia, Alemania, 34 Todas la referencias a la Dra. Hilda Navas de Rodríguez, son de la entrevista realizada por Ma. Candelaria Navas, el 23 de abril de 2004.
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Inglaterra, Estados Unidos y, de manera inmediata en la región, con la realización en Bogotá, Colombia, de la Novena Conferencia Internacional Americana del 30 de marzo al 2 de mayo de 1948. Aquí los gobiernos latinoamericanos suscribieron la Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Políticos de la Mujer, cuya parte resolutiva dice de modo solemne y de initivo, que “las altas partes contratantes convienen en que el derecho al voto y a ser elegido para un cargo nacional no deberá negarse o restringirse por razones de sexo”. Otro elemento importante, que produjo un accionar de la Liga Femenina Salvadoreña fue lo que se expresó en la Ley Transitoria Electoral, dictada el 21 de enero de 1950 por el Consejo de Gobierno Revolucionario, porque en dicha ley se hizo discriminación en cuanto al ejercicio de los derechos de la mujer. Se dispuso en el artículo 3 lo siguiente: “Únicamente son electores los varones y mujeres salvadoreñas por nacimiento o por naturalización”, pero en el artículo 6º de la misma ley, se estableció que únicamente son elegibles para desempeñar los cargos de Diputados a la Asamblea Constituyente y de presidente de la República, “los salvadoreños por nacimiento de sexo masculino”. La discriminación evidente en la Ley Transitoria Electoral de enero de 1950, causó desasosiego en las integrantes de la Liga Femenina Salvadoreña, lo cual fue motivo para preparar sus acertados argumentos, así como para dirigir sus gestiones y peticiones ante los Diputados. La socia Rosa Amelia Guzmán fue comisionada para presentar una exposición en la sesión de la Asamblea Constituyente, donde se trataría el tema de la ciudadanía. Allí mismo se modi icó el artículo el cual quedó así: “Son ciudadanos todos los salvadoreños, sin distinción de sexo, mayores de dieciocho años”; en el siguiente artículo se consignaron los derechos ciudadanos que son: constituir partidos políticos, ingresar a los ya constituidos y optar a cargos públicos. La comisión elaboradora del proyecto dejó constancia que al conceder a la mujer la ciudadanía en igualdad de condiciones con el hombre, creyó hacer justicia a “la esforzada mujer salvadoreña”. Aunque las mujeres salvadoreñas alcanzaron el goce pleno de sus derechos políticos hasta el 14 de septiembre de 1950, cuando entró en vigencia la nueva Constitución Política. La Liga Femenina Salvadoreña conmemora el día 14 de septiembre que fue declarado en ese mismo año, Día de la Igualdad Jurídica de la Mujer Salvadoreña, que aún se conmemora.
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El reconocimiento al voto femenino en El Salvador se hizo bajo la presidencia del Mayor Oscar Osorio, quien fue uno de los líderes del golpe de Estado del 14 de diciembre de 1948, llamado “de la juventud militar”. Osorio fue elegido Presidente de El Salvador en las votaciones de marzo de 1950. La llamada “Revolución del 48” tenía como propuesta, el establecimiento de una democracia política basada en una reforma social y económica que superara la profunda inequidad social existente en el país. En este contexto se produce la reforma constitucional propuesta por Oscar Osorio, la cual tenía como objetivo la institucionalización del régimen político existente. Derivada de esta, se creó el Consejo Central de Elecciones, se amplió la participación popular con el otorgamiento del voto femenino, además se trató de de inir las responsabilidades sociales y económicas del Estado. Del tal manera que es partir de 1950 cuando las salvadoreñas obtuvieron el derecho a elegir y ser elegidas. Como parte de las reformas constitucionales promovidas por el Mayor Osorio, se crearon mecanismos que buscaban dar una cierta legitimidad al sistema de regímenes de hecho que funcionaban en el país. Sirviendo de marco para institucionalizar a los partidos políticos, que hasta entonces nacían y desaparecían con poca institucionalidad. Surgieron en ese contexto dos partidos, uno que fundó Osorio en 1949 con el que ganó las elecciones en 1950, el Partido Revolucionario de Uni icación Democrática –PRUD– y el Partido de Acción Renovadora –PAR– fundado por el coronel José Ascencio Meléndez, como producto del movimiento civil que derrocó a Martínez, este partido estuvo compitiendo por el poder con el PRUD. Osorio, ya como presidente y al frente del PRUD adoptó como estrategia de acción, la conformación de un movimiento social de apoyo al proyecto gubernamental, incorporando a diferentes sectores sociales, así fundó el “PRUD femenino”, el “PRUD obrero”, el “PRUD intelectual”. Elsa Moreno sostiene que dentro del PRUD femenino participaron aquellas mujeres que se destacaron en el movimiento que había promovido la caída de Martínez y que por primera vez encontraban un espacio institucionalizado de participación política (Moreno, 1986: 18). Liga Femenina Salvadoreña fundó el periódico, “El Heraldo Femenino”, el cual era dirigido por Ana Rosa Ochoa (Guirola, 1983: 14). Hemos tenido acceso a
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13 números de este periódico desde su fundación el 14 de julio de 1950, hasta febrero de 1951. Justamente en el “Heraldo Femenino” Año I No 1 del 14 de julio de 1950, editado en San Salvador, leemos en el Editorial su ideario, así como el nuevo rumbo que le darán a la publicación, en su segunda época con nuevo nombre, pues le antecede con el nombre de Tribuna Femenina. “Heraldo Femenino. Viene con más vigor, reforzada por sus convicciones ideológicas y no va respaldada solamente por dos mujeres, sino por un núcleo de mujeres de buena voluntad, sin más ambiciones que sus anhelos de contribuir en la medida de sus capacidades al mejoramiento cultural y cívico del pueblo salvadoreño y especialmente de la mujer trabajadora, factor importante tanto en las gestas cívico políticas, como en la economía en este jirón Centroamericano. …Tratará de levantar el nivel moral e intelectual de la mujer por medio de artículos y lecturas bien orientadas y sanas” (Pág. 1).
En el texto anterior podemos ver claramente que Liga Femenina no era una organización que llamara a la organización o a la lucha pública por la consecución del sufragio, como muy bien lo señalan sus objetivos van orientados hacia el “mejoramiento cultural y cívico” y en esa línea se mantuvieron. Liga Femenina Salvadoreña aún existe, pero sus actividades cívicas se han reducido a reuniones sociales de sus integrantes. La Liga Femenina Salvadoreña solicitó al Dr. Reynaldo Galindo Pohl, Diputado de la Constituyente que promulgó la Constitución de 1950, que presentara la iniciativa de ley para conceder los derechos ciudadanos a la mujer, lo cual aceptó. “Ya en plenaria hubo muchos debates, unos acalorados, otros conscientes, después de enjundiosas deliberaciones aprobaron los artículos 24, 21 y 22 del título tercero por los cuales se concede a la mujer la ciudadanía y su derechos de ocupar cualquier puesto público en el país” (Hilda Navas). Su aprobación fue el 26 de junio de 1950. Precisamente en el texto completo de la solicitud presentada a la Asamblea Constituyente podemos apreciar los términos jurídicos, así como sus argumentos para que fuera concedido el voto. “EXPOSICIÓN PRESENTADA A LA HONORABLE ASAMBLEA CONSTITUYENTE Por L. J. S. Honorable Asamblea Constituyente:
SUFRAGISMO Y FEMINISMO, Visibilizando el Protagonismo de las Mujeres Salvadoreñas Nosotras, miembros integrantes de la Liga Femenina Salvadoreña, como representantes de las mujeres demócratas de nuestro país, venimos ante Vos, con el debido respeto a presentar la siguiente exposición: No haremos relación histórica sobre la posición jurídica de la mujer en las diversas épocas; nos basta a irmar con base a la realidad que en los actuales tiempos no es ni siquiera discutible ante los principios de derecho, la igualdad de la mujer y el hombre en cuanto a los derechos civiles y políticos. No se puede concebir una sola razón jurídica que postergue a un ser humano en el ejercicio de tales derechos, tomando por único fundamento la diferencia de sexos. Por eso venimos a pedir, no que se nos conceda por vía de gracia la plenitud de nuestros derechos, son el reconocimiento expreso de los tenemos por razón natural y que se nos garantice su ejercicio. Acaso habrá, quien orientada que estamos pidiendo lo que ya tenemos, pues varios abogados salvadoreños han sostenido con empeño que la Constituyente de 1886, nos concedió la ciudadanía y, por consiguiente, el derecho electoral. El argumento en que se basa tal teoría, tiene apariencias de verdadero. En efecto, la citada Constitución dice: “Son ciudadanos todos los “salvadoreños de 18 años, etc.”; y más adelante declara que ejercerán el derecho de sufragio “todos los ciudadanos salvadoreños”... Como gramaticalmente, aducen los vocablos “ciudadanos” y “salvadoreños”, comprenden los dos sexos, no cabe duda de que la mujer es ciudadana y puede ejercer los derechos inherentes a tal condición. Siguiendo este criterio sería evidente que, según la Constitución del 86, la mujer podía ser Presidente de la República, ya que para el ejercicio de este alto cargo, se exigía ser “ciudadano salvadoreño” por nacimiento, a más de otras condiciones que bien podría llenar la mujer. Una recta interpretación requiere recurrir al espíritu de la ley; y no es posible que por la mente de los Constituyentes del 86 haya pasado siquiera la idea de haber tan importantes concesiones a la mujer, cuando aún existía la potestad marital y estaban vigentes leyes como esta: La mujer no puede comparecer en juicio sin permiso del marido; la mujer no puede celebrar contrato alguno sin autorización del marido, etc., leyes que desaparecieron hasta en 1902. Por otra parte, siguiendo el criterio de la interpretación gramatical, concluiremos que gozamos de nuestros derechos desde que se emitió la Constitución Federal de 1824, lo cual ya traspasaría los límites del buen sentido. La primera vez que se discutieron en Centroamérica los derechos políticos de la mujer, en una Asamblea, fue en la Constituyente Federal de 1921, y los otorgó con limitaciones ahora a todas luces inaceptables.
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María Candelaria Navas Queremos el reconocimiento de nuestros derechos de una manera clara y terminante, mediante leyes que no permitan desatender su temor literal a pretexto de consultar su espíritu, ni mucho menos que necesiten de argumentaciones especiosas para demostrar que los reconocen. Si como hemos dicho, ante la ciencia jurídica no hay discusión posible, ¿Cuáles son las causas de la oposición a reconocer nuestros derechos? En primer lugar el temor pueril a las grandes innovaciones; el miedo de asumir responsabilidades para el futuro; y, en una palabra, la cobardía que ha sido siempre un obstáculo para el progreso. Cuando a la mujer se le otorgaron plenamente los derechos civiles, los enemigos del tal reforma pensaban que dentro de muy poco tiempo se verían los funestos resultados de la nueva ley. Ha pasado casi medio siglo, y lo que por el contrario, se ha visto es el acierto del legislador, al grado de que ahora nadie se atrevería a proponer el regreso al antiguo sistema, ni aún los elementos más profundamente reaccionarios. En segundo lugar, se han opuesto motivos de mera conveniencia, nunca de derecho; y se habla, sobre todo, de la impreparacion (sic) de la mujer. El mismo Jiménez de Azúa, re iriéndose especí icamente a España, dice: “mientras nuestras mujeres no están preparadas y no sean independientes, su voto será un arma de regresión más que de avance”; y agrega, “pero poner siquiera a debate el derecho del voto de las nuevas mujeres, me parece injurioso”. Este argumento sobre la impreparacion (sic) ha quedado descartado totalmente para la mujer salvadoreña. La ley transitoria, con todo y ser la ley más mala que se haya dado en todos los tiempos, desde que El Salvador surgió a la vida independiente, produjo un solo efecto favorable: Demostró de manera evidente la capacidad de las salvadoreñas para el ejercicio del sufragio. Este resultado merece e respeto y acatamiento del legislador y no la injuria de una negativa. En cuanto al derecho de opción a cargos públicos, aún a los de elección popular, no tiene cabida el argumento respecto a la impreparacion (sic). Porque si una mujer es electa para altos cargos, para integrar municipalidades, es nombrada para ejercer cargos, sabe que está en una nueva etapa como ciudadana. S S.(sic) 12 de junio de 1950. (Heraldo Femenino, Año I, No 1, San salvador (sic), 14 de julio de 1950, pp. 2)
El proceso de reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres en El Salvador, tuvo características especí icas y particulares que lo diferenciaron de la mayoría de los demás países de la región, principalmente por la ausencia de demandas y acciones colectivas en torno al sufragio.
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Algunos factores que pudieron contribuir a lo anterior, podríamos decir que fueron: el aislamiento cultural y la represión social que los regímenes autoritarios impusieron en el país desde comienzos del siglo XX. En sentido estricto tanto teórico como político, no hubo un movimiento sufragista. Sí hubo una participación activa de las mujeres en todos los movimientos sociales y políticos de la historia del país, pero que no logró realizar acciones especí icas para demandar el voto femenino. Si bien los regímenes autoritarios mostraron interés en promover y otorgar los derechos políticos de las mujeres; no fue sino, con el objetivo de capitalizar a su favor, la fuerza y el interés con que las mujeres estaban participando en la vida política. 2.3.5. Mujeres destacadas en el período (1841-1956) 2.3.5.1. Primera graduada en la Universidad de El Salvador La Universidad de El Salvador era, a mediados del siglo XIX, la encargada de otorgar el título de bachiller, como requisito previo para hacer estudios profesionales. La Señorita Aurelia Lara fue la primera mujer en obtener el título de bachiller, causando conmoción social por lo insólito del hecho. Ella fue la primera mujer que abrió las puertas de la Universidad a las mujeres, le siguió Matilde Paniagua. Sin embargo, ambas no aparecen registradas como graduadas universitarias: “Según fuentes secundarias consultadas, el importante hito académico del bachillerato fue alcanzado en el misógino Colegio de La Asunción, el 6 de abril de 1854” (Cañas, 1999: s/n). Se puede decir que en los inicios de la segunda mitad del siglo XIX, El Salvador cuenta con una escuela para mujeres. Hay atisbos de mujeres dedicadas al magisterio y a la literatura como Jesús López, nacida en San Vicente en 1848, de quien se conservan dos poemas cortos: A una rosa y Salve a María Santísima. También merecen mención Isaura Lara, de la ciudad de Santa Ana y Ana Dolores Arias, de la ciudad de Cojutepeque, quien utilizaba el seudónimo de Esmeralda (una escuela primaria de esa ciudad actualmente lleva su nombre). La educadora Juana López, nacida en San Vicente, funda en esa ciudad en 1868 el Liceo de niñas de la sociedad de educación, posteriormente, en 1886, asume la dirección de la Normal de Señoritas. En Ciudad Delgado, municipio de San Salvador, una escuela primaria lleva su nombre.
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En este tiempo otra mujer “intrépida y talentosa”, como la cali ica la Profesora Tránsito Huezo Córdova de Ramírez en su artículo “Historial de la Mujer Universitaria”, escrito en febrero de 1971, llamada Antonia Navarro, “obtiene su título de bachiller en Ciencias y Letras en la Universidad”, en medio de aplausos y elogios. También hubo acerbas críticas por parte de los periódicos de la época, como esta: “Las Mujeres bachilleras, las madres políticas, las esposas literatas son una calamidad social, no son buenas para maldita sea la cosa: Dios nos libre de las mujeres letradas más terribles que las siete plagas de Egipto” (Huezo, 1971: 7).
Los epítetos anteriores, expresiones de la cultura patriarcal de la época, representaban obsAntonia Navarro Huezo táculos y limitaciones para las mujeres, situación más grave que en la actualidad, dado que ahora el abanico para acceder a la educación se ha ampliado, aún cuando persistan los obstáculos patriarcales y subjetivos. Las luchas que tuvieron que librar las mujeres que se atrevieron a entrar en las aulas para obtener sus títulos de bachiller a ines del siglo XIX, ante la resistencia del patriarcado imperante, seguramente tenían las características que la profesora Huezo Córdova les atribuye en su artículo “Las Bachilleres de entonces tuvieron que sufrir lo indecible para coronar una carrera académica, tenían que ser muy talentosas, constantes, valientes, decididas y optimistas”. (Idem: 1). Además de atributos intelectuales, debían incorporar aquellos valores y características propias del ser hombre, como la valentía y la decisión. Antonia Navarro continúa en la Universidad y decide estudiar Ingeniería. Después de tres años de estudio profesional obtiene su investidura de Inge-
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niera Civil el 20 de septiembre de 1889, este hecho fue considerado como un verdadero acontecimiento nacional. Le faltaban pocos días para defender su tesis de grado, públicamente, por lo que el semanario El Municipio Salvadoreño (1889: 3), publicó el siguiente texto, deseándole buenos augurios: “Una Ingeniera. Ignoramos si en la historia de las universidades del mundo de Colón y aún del viejo continente se registre el nombre de una profesora en la facultad de ingeniería topográ ica, pero sí sabemos que en breve cabrá a las páginas de la instrucción pública del Salvador la honra legítima de presentar en el campo de las letras el nombre de la cuzcatleca señorita Antonia Navarro …ha sufrido una derrota la aberración de los que optan porque la mujer permanezca sujeta a la oscuridad del hogar doméstico triunfado. El 20 de este mes, la señorita Navarro sufrirá el examen requerido en nuestra Universidad Nacional, en el que sostendrá que La luna de las mieses, es un fenómeno ilusorio para nosotros y para la mayor parte de los países de la tierra, según la tesis correspondiente que nuestra incompetencia nos impide juzgar…” Resultaba que el tema mismo de la tesis relacionado con la astronomía era di ícil de comprender ya que para desarrollar su compleja disertación académica, Antonia recurrió a la lectura y discusión personal de textos astronómicos de autores especialistas ingleses y franceses. Antonia expuso en su trabajo que no buscaba aplausos, más bien le interesaba demostrar que la luna de las mieses una aparente anomalía en el curso mensual de la luna que se da entre septiembre y octubre “cuando sale unos pocos minutos más tarde por varias noches sucesivas y suministra su luz para recoger las mieses” es, además, “un fenómeno ilusorio para nosotros y para la mayor parte de los países de la tierra”. (Cañas, 1999, s/n). En la Revista “La juventud salvadoreña”, órgano de difusión de la asociación cientí ico-literaria homónima, se reseña el acto de graduación en los términos siguientes: El 20 del corriente se veri icó, en el salón general de la Universidad, el acto público en que la distinguida señorita Antonia Navarro rindió la última prueba para obtener el título de Doctor en Ingeniería. Dicho acto fue de lo más lúcido, y formará época en los anales universitarios por lo escogido de la concurrencia y la brillantez con que fue sostenido, correspondiendo a las esperanzas concebidas; pues cono-
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cedora es la sociedad de los relevantes méritos y especiales facultades que son el mejor adorno de la señorita que revestida de la mejor modestia, se presentó en tan luminoso palenque a obtener el merecido premio de sus asiduas labores, a realizar el ideal de sus mejores deseos y a recoger los inmarcesibles laureles con que la ciencia engalanó su frente. Este acto reviste todos los caracteres de un acontecimiento, da una idea de la cultura que hemos alcanzado y prueba, una vez más, que la naturaleza ha dotado a la mujer salvadoreña no solo con las prendas de la hermosura, sino también de los atavíos de la virtud y las esplendorosas manifestaciones del talento. “La juventud salvadoreña”, que ama todo lo que es progreso, y tiene un aplauso ferviente para todo acto nobilísimo, envía a la inteligente señorita Navarro y a su muy estimable familia, el homenaje de sus respetos y la más sincera y expresiva felicitación, congratulándose en nombre de la patria por haber cabido en suerte a El Salvador ser la primera sección que, en Centro América, discierne a la belleza la corona del talento”. (Cañas, 1999: s/n)
Como podemos advertir por la cita anterior, fue trascendental el hecho de que una mujer en las postrimerías del siglo XIX lograra obtener un título universitario. Incluso a irma la Licenciada de Ramírez que constituyó un verdadero acontecimiento nacional. La prensa extranjera, como la Revista Ilustrada de Nueva York, la llamó la primera “Doctora Centroamericana”. El Rector de la Universidad informó en la Revista Universidad este hecho insólito en el país y la disposición del Consejo Superior de Instrucción Pública de otorgar un premio a la estudiante aventajada por su talento, virtud y dedicación. Adolfo Castro, un cronista contemporáneo dijo de ella: “Salve a la ingeniera hermosa, cuya cualidad primera, es ser antes que Ingeniera y antes que hermosa, ingeniosa Hoy que das cima gloriosa a una carrera, altanera empiezas ya la carrera de la vida fatigosa. Ten fe, Antonia: no hay reveses Donde hay caricias maternas; y óyeme: sin esquiveces.
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Te darán sus luces tiernas, Si no lunas de las mieses.35 Lunas de mieles eternas”. (Huezo, 1971: 8).
Los versos anteriores que aparentemente son un elogio para la nueva profesional en el fondo son una apología a la “hermosura” de la mujer y al placer de la maternidad que le proporcionará “lunas de mieles eternas”, como un recordatorio de sus roles tradicionales y además haciendo alusión al título de su avanzada tesis. Probablemente su graduación signi icó una victoria aislada en un ambiente contrario a la formación educativa y profesional de las mujeres, en su mayoría sumidas en la desigualdad e invisibilidad de género y en la ignorancia educativa y cultural. En búsqueda de un puesto laboral, después de varios intentos fallidos, la joven ingeniera cedió a las presiones públicas y dado que no tenía alternativas, aceptó ser maestra de secundaria, opción celebrada por los intelectuales de la época como Rubén Darío, el poeta y escritor nicaragüense que vivía por esos años en El Salvador, el periodista Aquilino Chacón y el Dr. Santiago I. Barberena, así lo consignan en el diario La Unión que ellos dirigían, en su edición del 26 noviembre de 1889, anotaban: “Con muchísima satisfacción hemos presenciado la réplica veri icada por la doctora Antonia Navarro en la Escuela Superior de Varones, en la Escuela No 3... su réplica ha versado sobre geometría, ísica, geogra ía y otras materias... ojalá que el Supremo Gobierno, partidario siempre de dar ensanche a la enseñanza de la mujer, haga que la señorita Navarro ocupe la cátedra antedicha”. (cit. Por Cañas, 1999: s/n).
Fueron infructuosos sus intentos por trabajar como maestra universitaria, prácticamente no logró ejercer su profesión ya que su trabajo profesional se limitó a dar clase particulares y en la Escuela Superior de Varones. De manera sorpresiva la Academia de Ciencias y Bellas Artes, por medio de su presidente en ese momento, el Dr. Ramón García Gonzáles, se conoció la siguiente noticia: “En la noche del 22 de los corrientes (diciembre de 1891) falleció en esta ciudad la muy estimable señorita Antonia Navarro. Su muerte ha causado honda y dolorosa 35 La tesis de la Dra. Navarro se Ɵtuló “La Luna de las Mieses”.
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impresión, pues la señorita Navarro era grande y justamente apreciada en la sociedad, por los variados méritos que en alto grado la enaltecían.”
Se desconocen las causas de su deceso. Se podrían mencionar algunas mujeres destacadas contemporáneas de la Dra. Navarro; como representante literaria está Rafaela Contreras (18691893) con la revista literaria Ramo de Violetas, publicada en 1890 en la ciudad de San Salvador, “escritora que hizo suyo el nuevo lenguaje de Rubén Darío, al grado tal que escribió muchos cuentos modernistas que por décadas fueron confundidos con los del escritor nicaragüense”. En 1890 se casó con Rubén Darío. A inales del siglo XIX surge el club feminista “Adela de Barrios”, nombre de la esposa de Gerardo Barrios, que funcionó en Ahuachapán con el propósito de contribuir a la regeneración social de las mujeres y el derecho al voto. 2.3.5.2. Consuelo Suncín: la condesa Destaca en esta década la igura de Consuelo Suncín, condesa de Saint Exupéry, nacida en el pueblo de Armenia, departamento de Sonsonate, el 16 de abril de 1901, pasando en esta ciudad su infancia y los primeros años de su adolescencia “María Consuelo Suncín, ladina, nació a las diez de la noche el día 16 del corriente. Hija legítima de Félix Suncín y Ercilia Sandoval, de este domicilio, dice la partida de nacimiento” (Azucena y Vásquez, 2000: 6b-25b). En el libro Damas del corazón, escrito por la periodista Fabienne Bradu, aparece la versión de Consuelo sobre su nacimiento “nací sietemesina, bajo los trópicos, durante un te-
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rremoto. Todo se derrumbaba a mí alrededor, cuando di mi primer grito. Me dejaron al cuidado de un campesino brujo...” (Idem, 24b). Desde niña soñaba con una vida diferente. Compartió sus deseos con Claudia Lars, escritora salvadoreña (Armenia: 1999 - San Salvador 1974) fue una de sus amigas en la infancia, ambas nacieron y vivieron en Armenia, quien la recuerda en su libro Tierra de infancia: “Si me guardas el secreto te diré, que voy a ser reina de un país lejano, y tendré vestidos de plata y oro, y anillos y collares con piedras maravillosas... ¡Eso seré yo cuando crezca: una reina!” (Lars, 1983: 190). “Consuelo sabía conversar, dice Claudia, como persona mayor y usaba con gracia muy suyas palabras que no eran comunes en el lenguaje de la gente pueblerina. Además, ponía en cada frase una gorjeante emoción que me cautivó totalmente desde que empecé a escuchar sus historias, y que aún ahora –al recordar ese lejano encuentro– me obliga a reconocer que era extraordinaria”. “Parece que ese raro atributo, que pertenecía a su lenguaje como el calor al fuego, se le fue perfeccionando a través de los años, hasta alcanzar un grado de verdadero magnetismo... tuvo en París –Francia– un reino extraño y maravilloso: como la Scherezada de los cuentos árabes embrujó con sus charlas y narraciones a conocidos personajes de la moderna literatura europea” (Ibidem).
Sus sueños los empezó a hacer realidad a la temprana edad de 16 años cuando partió de Armenia hacia San Francisco California, USA, donde conoció y se casó con el capitán mexicano Ricardo Cárdenas, sobrino de Lázaro Cárdenas; quedando viuda muy joven se traslada a México D.F. donde conoció, en los años 20, al ilósofo y educador mexicano José Vasconcelos, Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, quien, se dice, la recuerda en sus memorias.36 En 1926, Vasconcelos se ve obligado a exiliarse en Francia invitando a su amiga Consuelo Suncín, a quien introduce en el ambiente artístico-literario de París. Su segundo esposo fue el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo amigo de Rubén Darío y Oscar Wilde, Consuelo tiene 26 años y Gómez 36 Vasconcelos, José (1882-1959). Escritor mexicano, pensador, periodista y políƟco. Figura de gran relieve en la historia cultural de México. Ideólogo de la Revolución y maestro de la juventud, impulsó el desarrollo de la cultura nacional a través de programas de enseñar, alfabeƟzación y difusión del arte y la literatura en ediciones económicas. Entre otros cargos fue Rector de la Universidad de México, Secretario de Educación Pública. Escribió libros y ensayos sobre diversas áreas del conocimiento como filosoİa, estéƟca, historia, sociología y arte. Diccionario de Escritores Hispanoamericanos, Referencias LAROUSSE, México, 1991. Pág. 278.
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Carrillo 53, a los 11 meses de casada, vuelve a quedar viuda y heredera de una fortuna. En 1931 se convierte en condesa al casarse con el conde Antoine de Saint Exupéry, el famoso escritor de la obra clásica de la literatura universal El Principito, a quien conoció en Argentina cuando se dedicaba a difundir la obra de su esposo recién fallecido y él era el Director de la Compañía Aeropostal de Argentina, ella tenía 29 años y él 30. En su condición de piloto militar y aviador es enviado a una misión de reconocimiento sobre la Francia ocupada por los nazis a la isla de Córcega. No hay datos idedignos sobre el avión que piloteaba, si sucumbió en el mar o si la aeronave falló el 31 de julio de 1944. Más allá de sus famosos e intelectuales amigos y esposos resulta interesante que una mujer, a principios de siglo XX, rompiera las normas de su época al trascender las fronteras nacionales y emprender una búsqueda de realización personal, motivada por las corrientes literarias y artísticas de la época, que le permitieron espacios de libertad. De allí que coincidimos con Ricardo Lindo, editor y traductor de su novela Memorias de Oppède, al a irmar en la presentación del libro editado por Concultura en 1998: “…Consuelo Suncín era una personaje capaz de proponer a la mujer cuscatleca un sentido de audacia que nunca está demás Consuelo, además, es, al mismo tiempo, una típica y atípica salvadoreña: por un lado encarna muy bien nuestro carácter migrante, capaz de abrirse campo y echar raíces en casi cualquier lugar del globo, con la diferencia de que ese sentido de desarraigo ha sido más frecuente en los hombres que en las mujeres” (Suncín 1998: 8). La novela “Memorias de Oppède” fue escrita por Consuelo, en francés, y editada por primera vez en Nueva York en 1945 y luego en Francia. Oppède es el nombre de un pequeño pueblo provenzal donde llegó escapando del París ocupado por los ejércitos de Hitler. Allí tiene lugar la historia de resonancias místicas, donde un grupo de iluminados proyecta la construcción de ciudades antiguas y futuras. En el prólogo a la edición salvadoreña, al referirse a la producción artística de Consuelo Suncín, la editora expresa que en sus legados, como pintora y escultora, no hay una producción feliz, sin embargo “…su única novela ofrece un re lejo más consistente de lo que pudo haber sido su peculiar arte de
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fabulación” (Suncín, 1998: 18-23). “Y si bien no posee grandes méritos literarios, su lectura agrada como cualquier cuento de hadas que esconde, entre los pliegues de su ropaje fantástico y nebuloso, el ojo de un drama cruel”. Consuelo Suncín fallece en Grasse, Francia, en 1979. Haciendo eco de sus propias palabras, se transcribe: “Me gusta el camino que conduce al tesoro, más que el tesoro en sí. Me gusta partir, me gusta ir como la vida que luye y luego pasar la estafeta a otros y se acabó; pero también me gusta dejar huellas, algo de mí que perdure en este planeta” (EDH: 37). Sin lugar a dudas, sus huellas están relacionadas con el afán de buscar otros horizontes para su vida, en un país donde solamente existían los hombres en un marco totalmente patriarcal, recordemos que ella inició su audaz aventura cuando en los años de mayor apogeo de la dictadura martinista (diciembre de 1931 a mayo de 1944) y la misión de las mujeres era ser la compañera del hombre y la preservación de los valores morales de la clase dominante. 2.3.5.3. Mujeres Intelectuales de la década de 1940 a 1950 Durante la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez, mujeres representantes de las capas medias urbanas se introdujeron en los campos del periodismo, las artes, las letras, las ciencias y la enseñanza primaria y media. La radiodifusión fue el principal medio de la época para transmitir mensajes a las mujeres salvadoreñas y fue a través de la YSP “La Voz de Cuscatlán”, la primera radio privada de El Salvador (1935), que mujeres como: Matilde Elena López, María Loucel, Ana Rosa Ochoa, Claudia Lars, Lilian Serpas, Rosa Amelia Guzmán, Tránsito Huezo Córdova de Ramírez, y otras, trataron temas como: la prostitución, la familia, sufragio femenino, alcoholismo, maternidad entre otros. También contaron con el apoyo del semanario capitalino Azogue, iniciado en febrero de 1938 con la misión de contribuir al mejoramiento social de la mujer salvadoreña, en el entendido de que “no sólo es mantenedora del hogar, sino como opinante y fuerza social”. Esa fuerza social se hizo evidente en las jornadas de abril y mayo de 1944, cuando los diferentes sectores sociales salvadoreños se organizaron y derrocaron al dictador. Veamos en qué forma expresaron sus ideas algunas de las intelectuales sufragistas destacadas de esa época, quienes además tuvieron protagonismo en el derrocamiento del dictador Maximiliano Hernández Martínez. Para al-
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gunas investigadoras (Moreno: 1997; Ticas: s/f) María Loucel y Matilde Elena López son las más destacadas. María Loucel, nació en San Miguel (1899), maestra de instrucción primaria. En 1947 creó una o icina de “Propaganda Salvadoreña” con el objeto de promover las artesanías nacionales. Publicó en 1926 su obra Ilapso prologada por Arturo Ambrogi y la Reseña de representantes femeninos del reino de Cuzcatlán. Podemos decir que es heredera del patriotismo que Prudencia Ayala, enarboló la defensa de los derechos de las mujeres, encubierta de civismo, para evitar ser estereotipada como feminista y opositora a los hombres; proponía que la nación fuera una tarea compartida por mujeres y hombres: “Tiempo es que ya se conozca sin reticencias que la mujer razona, trabaja, lucha y triunfa con igual visión cívica que el hombre. Que se les deje romper las asperezas y los obstáculos para que así el resultado de su compañerismo sea El Salvador (masculino) o la patria (femenina) la prosperidad nacional” (DL, 1944: 12 jul)37. Convertir a mujeres y hombres en símbolos de la nación fue una estrategia importante para generar cierto debate en los meses posteriores a la caída de Martínez (abril, mayo 1944), ya que cuatro días después de la publicación de María Loucel apareció secundando su protesta otra intelectual, Helena García Gallont, enfatizando los roles de madre y educadora de las mujeres: “En nuestras manos y bajo nuestra responsabilidad está el destino del país. Somos nosotras las mujeres las que educamos a los futuros gobernantes. Si tan delicada y grande responsabilidad fue puesta en nuestras manos por ley divina, como lo es la vida del individuo y la educación de los hombres del mañana, con mayor razón nos corresponde el derecho de expresar nuestra voluntad, referente a quien deseamos que rija los destinos de la patria” (DL, 1944: 16 jul)38. Tanto Loucel como García Gallont no lograron en sus escritos establecer una separación entre esfera pública y privada, ya que ambas enaltecen el papel de la madre como una responsabilidad social, el ejercicio de la ciudadanía se concebía en función de la tarea de educar a sus hijos. Su contemporánea y compañera de lucha Matilde Elena López (nació en San Salvador en 1922), al igual que ellas, llegó a la esfera pública como parte del movimiento revo37 Comentario de María Loucel sobre las restricciones al voto femenino. 38 Apoya la propuesta de María Loucel, Helena García Gallont.
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lucionario que derrocó a Martínez en 1944. No se consideraban feministas aunque en algunos de sus escritos y especialmente en su práctica política se percibe lo contrario. Es de justicia reconocer que, pese a las condiciones patriarcales adversas, estas mujeres lograron un espacio en el ámbito político y literario y, aunque en su tiempo las ideas feministas no eran conocidas en el medio, encontramos que Matilde Elena con apenas dieciséis años escribió en 1938 lo siguiente: “No es hora de aprender las armas de la seducción sino tomar las armas de la razón”. Las mujeres no deben perder el tiempo en frivolidades, ya es tiempo que tomen conciencia de su propio proceso de educación y que tomemos ejemplo de todo el mundo: las mujeres en Estados Unidos forman parte de los Consejos Municipales para in luir en los problemas de la nación; en Argentina: Club de Madres, Consejo Nacional de Mujeres”. (López, 1938: 7 abril, p. 4).
Se reitera el llamado a la educación de las mujeres, aunque con timidez se exhorta a “in luir” en los problemas de la nación, no a involucrarse directamente en la toma de decisiones, pero se destaca el uso de la razón como un arma para reforzar la importancia del proceso educativo. Pese al carácter represivo de la dictadura de Hernández Martínez, se producían algunos cambios a nivel del Estado, y además se hacían presentes cambios en el imaginario cultural de la sociedad que rompían con los patrones del pasado. Uno de estos cambios fue la obtención del voto femenino en 1939; debido a la presión internacional, éste fue incluido como parte de las reformas constitucionales, aunque con limitaciones como la edad y la educación. No se sabe con seguridad si esto se debió también a presiones de grupos de mujeres organizadas o a una coyuntura de posible reelección de Martínez. Durante las conocidas “jornadas de abril y mayo de 1944”, ante las primeras señales de subversión, se lanzan a través de los medios de comunicación a convocar a la ciudadanía a la resistencia. Matilde Elena López recuerda: La asonada del 2 de abril falló, se recuperó el tirano y vinieron los fusilamientos, las lecciones de terror como en 1932…Pero el pueblo no se amedrentó y empieza a tejer los hilos de la huelga general de brazos caídos, un movimiento sin precedentes en América Latina… la mujer salvadoreña fue alma y nervio, como el silencioso motor de la huelga… La huelga se organizó
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a base de hojas sueltas escritas a máquina, detalle sumamente importante porque representa el sacri icio de centenares de dactilógrafas. Trabajando día y noche para hacer volar esos papeles que llevaban sus mensajes de coordinación de enlace de la huelga (López, 1993: 7 abril). María Loucel y Matilde Elena López se involucraron de manera directa en la huelga de brazos caídos que derrocó al dictador Martínez. Durante las jornadas, las voces de ellas se hicieron presentes en las radios tomadas por la revolución, convocando a la ciudadanía a rebelarse. Esta participación les valió la cárcel para la primera y el exilio para la segunda (Ibidem). Con el fallo emitido por la Corte Suprema de Justicia en contra de la postulación para la presidencia de la República de Prudencia Ayala en 1930 y pese a la seriedad de la argumentación del magistrado Reyes Arrieta Rossi como se analizó antes, el tema permaneció sepultado hasta ser retomado en 1939 año en el que Martínez, en el poder desde 1932, convocó a una Asamblea Constituyente, cuyo objetivo principal era consolidar y garantizar su permanencia en el poder. Una de las propuestas para esta Asamblea fue el otorgamiento del derecho al voto a las mujeres Muchos historiadores y dirigentes políticos han hecho referencia a la entrega de las mujeres salvadoreñas a la lucha popular; por ejemplo, en el libro Miguel Mármol, en el que Roque Dalton recoge el testimonio de este dirigente que relata las experiencias de manifestaciones y enfrentamientos de mujeres con las fuerzas represivas. Salvador Cayetano Carpio, en su libro Secuestro y Capucha, también se re iere a mujeres obreras que con su ejemplo motivaron a otras a incorporarse y tomar una posición revolucionaria, y que, como él, padecieron cárcel; en especial se re iere a su esposa Tulita Alvarenga y a Fidelina Raymundo, una obrera. Siguiendo el curso de los acontecimientos que marcaron esas fechas, las mujeres salvadoreñas presentaron exposición en la VIII Conferencia Panamericana que se llevó a cabo en diciembre de este año en Perú, patrocinada por la Unión Panamericana que había venido impulsando la igualdad de las mujeres y hombres, a tal grado que había recomendado la incorporación en las legislaciones de los países la igualdad entre el hombre y la mujer; quienes lo habían hecho ya eran: Uruguay, Paraguay y Cuba.
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La referencia al voto femenino en El Salvador es a la Constitución de 1950, que tuvo la virtud de establecer el voto universal sin impedimento alguno. Sin embargo, la lucha por el voto femenino venía de tiempo atrás y se remonta a las exigencias del ejercicio del sufragio y postulación de Prudencia Ayala como candidata presidencial en las elecciones de 1930. “… la inestabilidad política junto con las actitudes retrógradas sobre el papel de la mujer en la sociedad prolongaron las luchas sufragistas y la consolidación de un movimiento de mujeres hasta 1950 cuando se creó la nueva constitución que concedía igualdad de derechos políticos para ambos sexos”.
Los artículos correspondientes en la Constitución de 1950, son los siguientes: Artículo 22.- Son ciudadanos todos los salvadoreños, sin distinción de sexo. mayores de 18 años. Artículo 23.-El sufragio es un derecho y un deber de los ciudadanos, salvo las excepciones consignadas en esta Constitución.
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Capítulo III Las Mujeres Salvadoreñas y el Movimiento Popular Segundo Período: 1957-1975 Hechos relevantes del período: • Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas. Primera organización de mujeres de origen popular. • Las mujeres salvadoreñas y el Movimiento popular. • Inicio de la lucha armada y el papel de las mujeres. El sello más destacado de este período es la participación política de las mujeres en el marco de los movimientos populares que buscaban un cambio social y político del país, aunque no estuvo exento del surgimiento de organizaciones de mujeres. Se puede señalar que hubo dos modalidad de participación de las mujeres: 1) la participación directa en las organizaciones sociales mixtas: sindicatos, estudiantiles, campesinas, magisteriales, comunales; 2) las organizaciones de mujeres creadas como mecanismos de incorporación de sectores sociales, no vinculados a las organizaciones sociales antes señaladas sino como amas de casa, trabajadoras independientes, profesionales. Respecto a la participación de las mujeres en las organizaciones mixtas, no existe información disponible que permita establecer las características, condiciones, porcentaje en que ésta se produjo, como ya lo han señalado, también, otras autoras (Moreno, 1997: 17). Las organizaciones de mujeres surgidas en este período podríamos enmarcarlas en la concepción de los denominados Movimientos Femeninos “entendidos éstos como aquellos que luchan por la igualdad, en relación con los hombres, dentro de la lucha popular” (Menjívar y Camacho, 1983: 220). Estos movimientos son impulsados por mujeres pertenecientes a sectores campesinos, obreros y vendedoras del sector informal, que plantean a través de sus organizaciones especí icas, demandas por su igualdad en la sociedad. Con relación al movimiento campesino en El Salvador, es desde inales del siglo XIX que se tiene cuenta de él. Como consecuencia de la escasez de tierras y la alta concentración de la propiedad en pocas manos, producto de la expropiación de tierras ejidales a partir de 1880. En 1932 se produjo el
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primer gran estallido social; por esta razón el movimiento campesino fue proscrito y declarado ilegal por los regímenes autoritarios que gobernaron el país desde entonces. Sin embargo, desde mediados de los años cincuenta el campo se despierta silenciosamente bajo el doble efecto de una rápida modernización económica, acompañada por una fuerte migración hacia las ciudades y luego bajo el trabajo de la teología de la liberación. En El Salvador, un país fervientemente católico, el horizonte de las mujeres había sido por mucho tiempo limitado siguiendo el modelo de la Virgen María –pura, virgen y sacri icada–; pero es precisamente gracias a la Iglesia progresista que muchas mujeres –campesinas, estudiantes, madres de familia- empezaron a participar en la vida pública. No existen datos para fundamentar la participación de las mujeres dentro de las organizaciones campesinas. La Iglesia y algunos intelectuales progresistas promovieron las primeras organizaciones campesinas que después, a inales de los años setentas se incorporarán a las organizaciones populares de masas. La participación pública de las campesinas será decisiva y se verá re lejada en el elevado número de ellas que se incorporaron a estas organizaciones, dentro de la población civil y posteriormente a la guerrilla en las zonas rurales. Al interior del movimiento sindical la proporción de mujeres incorporadas es un poco mayor, a partir de su inserción en el mercado laboral salvadoreño desde muy temprana edad dadas las condiciones económicas y sociales del país, de allí que probablemente su participación haya sido mayor que dentro de las organizaciones campesinas. Existen datos sobre la incorporación de las mujeres en los sindicatos solo a partir de 1986, de los años anteriores no existen registros. En este año la membresía sindical femenina es aproximadamente el cincuenta por ciento. De las obreras sindicalizadas, es que surgirá la primera organización popular de mujeres, como lo veremos más adelante. Aunado a lo anterior, en 1951 el gobierno de Osorio patrocinó con entusiasmo un seminario del Consejo Interamericano de Mujeres –CIM–, el cual fue promovido y atendido por representantes del régimen. Dentro del proyecto “populista” de los gobernantes parecía haber una tendencia de promover a las mujeres en el discurso o icial, ya que en el periódico o icial de la época La Tribuna Libre se expresaba apoyo a la causa femenina (Moreno, 1997: 19).
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Sin embargo esta estrategia duró poco tiempo al perder el PRUD su empuje inicial; ya que bajo la presión de los sectores más tradicionales del ejército se retoma el estilo autoritario y represivo, el cual constituía, a juicio de estos sectores, la vía más expedita y segura de controlar y mantener el poder. El Mayor Osorio es sustituido por el Coronel José María Lemus, quien asume como presidente de El Salvador en 1956, bajo el auspicio del PRUD. En 1960, a un año del triunfo de la Revolución Cubana, bajo la in luencia del programa de Estados Unidos para América Latina, llamado la “Alianza para el Progreso” –que pretendía promover una estrategia de interrelación con América Latina fomentando la democratización y la incorporación de nuevos sujetos sociales-, surgen en El Salvador dos nuevos partidos políticos: el Partido de Conciliación Nacional –PCN– y el Partido Demócrata Cristiano –PDC–. El PCN fue creado por la Junta de Militares que desplazó a la Junta Revolucionaria, que produjo la caída de Lemus en octubre de 1960 a enero de 1961, cuando es derrocada por dicha Junta de Militares al mando de Julio Adalberto Rivera, que asume el poder y que le da continuidad a la línea “o icial” establecida por el PRUD. La Junta Revolucionaria constituida por militares y civiles había iniciado un proceso de apertura política que fue considerado, nuevamente, como peligroso por los sectores reaccionarios y retrógrados, lo cual dio lugar a su caída. El PDC surge en 1961 bajo la in luencia de una corriente política internacional, encontrando gran acogida en el país, en especial en la clase media e intelectual y los sectores populares que veían la posibilidad de construir un proyecto político alternativo al o icial. El PCN y el PDC, durante los siguientes veinte y cinco años, fueron los partidos que rigieron la vida política del país. El PCN representando al partido instrumento del ejército, hasta el golpe de Estado que derrocó al Coronel Carlos Humberto Romero en 1979, y el PDC, como representante de una oposición moderada proveniente de la sociedad civil. En los dos partidos hubo participación de mujeres pero ligada a las labores logísticas y al trabajo organizativo, especialmente en el PDC, partido que supo aprovechar el discurso de inspiración religiosa con su énfasis en la estabilidad social y la seguridad de la familia. Parte de su estrategia organizativa
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se basó en la creación de “comités femeninos”, cuya acción fue decisiva para el desarrollo y crecimiento del partido. El PDC desarrolló un discurso que enaltecía el rol de la mujer como madre, tocando de esa manera uno de los valores culturales más arraigados en la identidad femenina salvadoreña, es fuerte en la región centroamericana, con excepción de Costa Rica. El prototipo de feminidad vigente en la sociedad salvadoreña sigue considerando a la maternidad como la meta fundamental de las mujeres, sobre este eje se articula la identidad femenina, lo cual in luyó en sus vidas entonces y ahora (Vásquez y Murguialday. 1998: 14). Así abanderó la lucha por una legislación que protegiera los derechos económicos de las esposas y madres, exigiendo a los padres el cumplimiento de sus responsabilidades económicas y de crianza. En el saludo a las madres en 1961, el PDC expresaba: “Solamente con sus intereses económicos así protegidos puede la mujer salvadoreña estar libre para realizar su gran misión de ser: la reina del hogar y educadora de sus hijos” (cit. Moreno, 1997: 20). Este discurso impactó fuertemente, en especial, entre las señoras de los mercados, probablemente debido a que ellas eran jefas de hogar que enfrentaban di íciles condiciones de sobrevivencia dada la informalidad en que desempeñaban sus actividades económicas y la persecución de que eran objeto. Es este sector caracterizado por su combatividad y representatividad numérica, considerado un importante bastión electoral; uno de los que determinaron el triunfo del PDC en la alcaldía capitalina para Napoleón Duarte, fundador y líder carismático del partido, durante varios períodos de 1964 a 1976 y posteriormente su elección a la presidencia de la república en 1984. Para ese tiempo el PDC había cambiado radicalmente su programa político, convirtiéndose en instrumento de la política contrainsurgente de los Estados Unidos y de sus aliados en este proceso: la oligarquía y el ejército salvadoreño. Desde esta época el voto de las mujeres será capitalizado por los partidos políticos pero sin considerar su derecho a ser elegidas. Durante los años setentas el PCN, el partido o icial, se mantendrá en el poder mediante el fraude electoral, la persecución y represión a sus oponentes; como respuesta los movimientos sociales que alcanzaron altos niveles de organización, ejerciendo una fuerte presión que para inales de la década era incontenible.
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En 1970, por escisión del Partido Comunista, nace la primera organización guerrillera, las Fuerzas Populares de Liberación Nacional –FPL–. Durante esta década, marcada por una crisis económica creciente y revoluciones victoriosas en Nicaragua (1979) y otros países vecinos, se desarrolla un fuerte movimiento social en el cual juegan un papel central las maestras y los maestros, estudiantes, campesinas y moradoras de barrios urbano marginales. Todos estos sectores estaban ansiosos por impulsar la lucha contra el autoritarismo militar de la época. En 1971 se produce el secuestro del empresario Miguel Regalado Dueñas, en el cual son implicados varios estudiantes universitarios y en 1972 el gobierno del Coronel Armando Molina (Partido de Conciliación Nacional –PCN–), decide invadir militarmente el campus universitario, suspender la autonomía y reprimir todo brote opositor. Esta situación generó descontento social, dando lugar al incremento de la organización. En la década de los años ochentas el PCN comienza a perder poder, pues no había podido ejercer el control de los movimientos sociales y armados. Los militares del sector progresista dan un golpe de estado, incorporando otros actores sociales diferentes a los tradicionales, con el propósito de restablecer el control social, así logran conformar la llamada primera Junta Revolucionaria, ya que pronto es sustituida por la segunda Junta convocada por la oligarquía, sectores tradicionales del ejército y la embajada de Estados Unidos. Fraudes electorales, golpes de Estado y represión hacen y obligan al movimiento social a cambiar sus estrategias de lucha; frente a la descon ianza, se pierde la esperanza de la vía política, por lo cual desde los años setenta se registra un recrudecimiento del descontento social. Las mujeres particularmente se insertan en los movimientos populares desde su respectivo sector social y tienen participación directa en las organizaciones mixtas como sindicatos, campesinos, grupos religiosos, estudiantiles, magisteriales y profesionales. Sobre la participación de las mujeres en estos procesos hay un vacío histórico, ya que no hay información disponible que nos permita establecer las características y condiciones en que ésta se produjo. Es precisamente en este período cuando aparecen las primeras organizaciones exclusivamente de mujeres, cuyo énfasis era sectorial, en particular son obreras, ligadas al Partido Comunista Salvadoreño, de forma directa o indirecta como esposas o compañeras de destacados dirigentes, como se ha mencionado antes, aunque también elaboraron reivindicaciones y estrate-
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gias de acción propias ligadas a la esfera doméstica. Las mujeres se integran a las diferentes organizaciones que conforman el movimiento popular e incluyen sus demandas de clase en la plataforma de las demandas populares. 1956: Destaca la creación de Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas (Ligada al Partido Comunista). 1969: Surge el Comité de Mujeres Sindicalistas. 1970: Se crea el Comité provisional de Mujeres Salvadoreñas. 1975: Las dos organizaciones anteriores constituyen la Asociación de Mujeres Progresistas de El Salvador –AMPES- que inicialmente concentró su atención en las mujeres trabajadoras. 3.1. Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas: 1956-1967. Primera organización de mujeres de origen popular
Reunión de Junta DirecƟv Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas (FMS). De izquierda a derecha: Lidia Escobar Ríos, Ángela Santamaría, Mercedes López, Rosa Brana de Castellano, Tula Alvarenga y Berta Deras de Aguiñada. San Salvador, 1962. Fotograİa: Foto Estudio Quijano, 1962.
El surgimiento de Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas, en 1956, es un hecho trascendente para los movimientos femeninos, ya que es la primera or-
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ganización especí ica de mujeres en oposición al régimen que surge en el seno de un partido político. Sus fundadoras tienen in luencia del Partido Comunista Salvadoreño, fundado en 1930. Doña Berta Deras de Aguiñada Carranza recuerda: La fundamos junto con otras compañeras, Lilian Jiménez, poeta salvadoreña, Ana Rosa Ochoa, intelectual; la madre de Lilian, Doña María Jiménez; Rosa María de Castellanos; Amelia Martínez, compañera del sindicalista Oscar Martínez, (asesinado durante la huelga magisterial de 1968); Tulita Alvarenga, compañera del Comandante Marcial (Salvador Cayetano Carpio) y yo39.
Norma Guirola de Herrera apunta sobre su fundación: Esta organización nació dentro de un auge organizativo del pueblo salvadoreño, que se expresó en el desarrollo del movimiento sindical, estudiantil y político… estuvo integrada por mujeres provenientes de los distintos sectores sociales y surgió como la primera organización femenina realmente popular en El Salvador, con todo el apoyo de las mujeres de izquierda y del Partido Comunista de El Salvador. Fraternidad de Mujeres nació y se ligó especialmente al movimiento sindical. El trabajo principal de esta organización fue dirigido a la infancia; participó en las luchas de masas y ijó sus reivindicaciones propias y las del niño. En 1960, siendo integrante del Frente Nacional de orientación Cívica, participó en el derrocamiento de José María Lemus. (Guirola, 1983: 10).
La organización es fundada en el período que gobierna José María Lemus (1958-1961), representante de la oligarquía salvadoreña y de los militares, en el marco del surgimiento de la Confederación General de Trabajadores –CGT–, como Central Única de Trabajadores. Realizaron gestiones ante el Ministerio del Interior para lograr su inscripción legal, pero ésta nunca les fue concedida. FRATERNIDAD DE MUJERES fue la primera organización de mujeres en El Salvador que se integró a la Federación Internacional de Mujeres –FDIM– a la cual perteneció hasta principios de los años setentas. En la actualidad son miembras la Asociación Movimiento de Mujeres “Mélida Anaya Montes” y el Movimiento Salvadoreño de Mujeres –AMS–. De manera colectiva comenzaron a estructurar la organización. Doña Berta recuerda: Entonces nos juntamos y empezamos a redactar los estatutos. Y luego que los hicimos y se aprobaron por el grupo inicial, los mandamos al Minis39 Entrevista personal a Doña Berta Deras de Aguiñada Carranza. Fundadora de Fraternidad de Mujeres, octubre de 2003. Todas sus citas en este capítulo se refieren a esta entrevista.
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María Candelaria Navas terio del Interior y nunca nos los aprobaron; entonces abrimos un local, el primero que abrimos, en la Avenida España, entre la 1ª y la calle Arce, que es enfrente de donde estaba el edi icio de Correo, ya en la segunda planta, ahí nos reuníamos, por las condiciones políticas fuimos cambiando el local, después nos venimos aquí por la 4ª Avenida al costado de donde estaba la Alcaldía, por la calle del Palo Verde por ahí teníamos local.
Son momentos de efervescencia popular, Fraternidad es in luida por los acontecimientos políticos, así como por la fundación de la federación obrera y se propone como objetivo fundamental: “Luchar por mejorar las condiciones de vida de las familias salvadoreñas, derecho al trabajo en un clima de justicia y paz y por los derechos humanos en general” (Berta Deras)
En sus inicios el propósito de la organización fue aglutinar mujeres de las más variadas tendencias políticas y religiosas, sin embargo al inal participaron principalmente mujeres sindicalistas, mujeres de los mercados, algunas profesionales y maestras simpatizantes de las ideas de izquierda; sus actividades más destacadas estuvieron relacionadas con este sector. Fraternidad de Mujeres estaba constituida principalmente por mujeres de la clase trabajadora. Doña Berta Deras de Aguiñada recuerda: “Organizamos a las vendedoras ambulantes, vendedoras de productos lácteos. Teníamos clases de mecanogra ía, dábamos charlas, teníamos círculos de estudio donde se veía la situación de la mujer, también estudiábamos artículos de Lenin, de Marx, ya que la idea era esa, llegar al poder; luchábamos porque las mujeres ganaran igual salario que los hombres, que tuvieran buenas condiciones de trabajo, bueno hasta hicimos una campaña porque en las fábricas grandes pusieran guarderías”.
Sus estatutos contienen las siguientes demandas: • Que la mujer campesina pueda organizarse y luchar por sus derechos. • Que las mujeres que trabajan en los servicios domésticos tengan derecho a gozar de seguridad social y a ser protegidas por las leyes laborales. • Que las mujeres puedan asegurar el principio de “igual pago por igual trabajo” y que el Estado establezca guarderías infantiles. • Que las luchas laborales de iendan el trabajo y protejan a las mujeres empleadas en el comercio y que no sean explotadas. • Que las mujeres de los mercados sean tratadas con dignidad.
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Por la dignidad de las mujeres profesionales, así como las enfermeras y maestras. Que el Estado cumpla sus obligaciones dentro del Código de Trabajo. Que el Estado construya más edi icios escolares y centros de recreación. Que los niños sean considerados los elementos más preciados de la vida humana. Por la unidad de todas las mujeres del país, sin distinción de clases. Por la paz y fraternidad de las naciones.
Sus principales tareas iban encaminadas a apoyar las luchas sindicales; sus bases de apoyo se encontraban en mujeres de todos los sectores sociales: señoras de los mercados, compañeras o esposas de obreros, estudiantes universitarios, profesionales y empleadas domésticas. También estaban las vendedoras de productos lácteos, vendedoras ambulantes que reclamaban el respeto a los derechos ciudadanos. Mediante un recurso de amparo lograron la protección para las señoras de los mercados, quienes eran perseguidas por la policía por realizar actividades económicas fuera de los mercados. También apoyaron a los presos políticos. Fraternidad de Mujeres realizaban actividades culturales, educativas y políticas, sus a iliadas participaban en actividades de protesta contra el régimen. Apoyaban a sindicalistas que eran perseguidos por el régimen de Lemus y a sus respectivas familias, realizaban pequeños mítines exigiendo la libertad de prisioneros políticos. Llegaron a tener más de 1000 miembros distribuidas así: 500 en San Salvador; 400 en Santa Ana; 250 mujeres simpatizantes en Ahuachapán y San Miguel. Dña. Berta de Aguiñada recuerda: Era mucha actividad entonces, yo le digo, ahora es diferente, en esa época no podíamos exponernos porque había represión; una vez, recuerdo, nos dicen que vayamos a repartir propaganda, íbamos las de Fraternidad, sabíamos que había que perder el miedo porque había que entregar de mano en mano las hojas, entonces íbamos cinco, tres adelante y dos atrás, veníamos sobre la segunda Avenida aquí por la lotería, las que veníamos adelante éramos Clarita Lechuga, Rosita que fue vendedora ambulante y yo. Ya habíamos terminado y atrás venia esta señora María y se la entrega la ultima a un hombre y era oreja y entonces el hombre cuando la vio empieza a seguirla y ella como es vendedora estaba acostumbrada a correr y cuando nos alcanza y cuando iba a cazar el semáforo, cabal en la esquina donde hay un puesto
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María Candelaria Navas de venta de bicicletas, entre la segunda y la sexta me parece Av., calle, se pone el semáforo y ya no puede pasar y la toma del brazo y pasamos, y la sentó el hombre ahí en la esquina y ella decía ¡Me quieren secuestrar…! Y entonces yo le digo señor y que ha hecho ella y se saca la hoja, y yo no creo que ella ande haciendo eso, y no me dijo nada el hombre y ella seguía entonces le dijo a uno, en eso pide un taxi, pero en eso que ella hace mucha bulla, la gente se empieza ijar, miren se llevan a la señora, peligroso, porque no van a la radio reloj, en ese entonces estaba en el edi icio donde estaba la farmacia Santa Lucia”.
Lograron montar un periódico: Fraternidad40, en donde reproducían material sobre formación política que distribuían entre sus miembras. Fundaron una pequeña escuela para los hijos e hijas de sus a iliadas llegando a atender cerca de 150 niños/as llamado “Alianza Infantil de la Amistad” con el que desarrollaron actividades culturales. Organizaban clases de mecanogra ía, actividades culturales, presentaciones de teatro, clases de danza, de inglés y de literatura, atendidas por maestros y profesionales de tendencia progresista. Muchos de los participantes se incorporarían a la lucha armada posteriormente. El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 conmocionó a la izquierda salvadoreña, precisamente a inales de ésta década hay un repunte de los movimientos populares expresados en huelgas de trabajadores de aceros, de textiles, de transportistas, de maestros, etc. El creciente ascenso de dichos movimientos coincide con una nueva crisis del sistema, ambos elementos generaran al interior de las organizaciones de izquierda una lucha ideológica muy fuerte relacionada con la estrategia de lucha a seguir. FRATERNIDAD DE MUJERES no es ajena a tal lucha ideológica, así recuerda una sus integrantes que vivió ese momento: En 1968 ya empezaban algunos roces ideológicos dentro del Partido Comunista Salvadoreño (fundado en 1930) y como Fraternidad era parte del partido Comunista, empezó a afectar el trabajo con mujeres, claro la lucha empezó dentro de la dirección del partido y luego un desmoronamiento de la Dirección. Eran necesarias nuevas formas de lucha, la Revolución Cubana había sido la chispa y el ejemplo. Era necesario que nosotros, los luchadores revolucionarios, dejáramos de lado los planteamientos reformistas y parlamentaristas, y planteáramos al pueblo nuevas formas de lucha para la toma del poder41.
40 Ha sido imposible encontrar algún ejemplar de este periódico. 41 Doña Tulita Alvarenga de Carpio. Fundadora de Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas. Todas sus referencias son de la entrevista personal realizada en enero de 2004.
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Doña Tulita Alvarenga de Carpio recuerda los principales logros de Fraternidad de Mujeres: Estuvimos presentes en congresos obreros con propuestas de aumentar el número de mujeres en las directivas de los sindicatos; hicimos campañas para que se prohibiera el trabajo nocturno de las mujeres, aunque muchas no estaban de acuerdo porque era el turno que mejor les pagaban y les permitía estar con sus hijos durante el día; apoyo a todas las huelgas convocadas por los sindicatos, aquí preparábamos la comida y, además, hablábamos con las compañeras o esposas de los huelguistas para que ellas los apoyaran.
Doña Berta Deras de Aguiñada, a irma: Logramos despertar el interés de las mujeres por lo menos en Fraternidad, porque estaba la Liga Femenina (fundada en 1947) pero no hacía trabajo como lo hacíamos nosotros, de ligarnos a las obreras, a las vendedoras de los mercados, entonces se logró hacer que participaran, hacer que las mujeres sindicalistas adquirieran su papel, que no eran simples trabajadoras, sino que vieran que tenían derechos, ver como estaban ellas en el Código de Trabajo.
Los elementos más avanzados de Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas, como Tulita Alvarenga, Fidelina Raymundo, y otras, abandonaron la organización y Fraternidad de Mujeres dejó de existir en 1969. Ese año está marcado por la crisis del Estado salvadoreño, que recrudece la represión contra la oposición y es en este contexto que la Fraternidad de Mujeres Salvadoreñas deja de realizar actos públicos y, a su vez, se ve afectada por la profunda lucha ideológica al interior de la izquierda. 3.2. La inserción de las mujeres en el movimiento popular revolucionario En la década de los setenta, el sector sindical tuvo un destacado liderazgo en el movimiento popular y dentro de él las mujeres sindicalistas tuvieron protagonismo. A inicios de esta década se creó el Comité de Mujeres Sindicalistas que más tarde se convertiría en el Comité Provisional de Mujeres Salvadoreñas; estas dos organizaciones constituyen, en 1975, la Asociación de Mujeres Progresistas de El Salvador (AMPES), la cual desaparece en 1980. Primero formamos el Comité Provisional de Mujeres Salvadoreñas en 1970; pero en el 75’ se convirtió en AMPES Asociación de Mujeres Progresistas de El Salvador; como AMPES participamos en un congreso en Moscú. También, por ejemplo, les celebrábamos a los niños la Navidad, entonces íbamos en las fabricas teníamos
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María Candelaria Navas gente, entonces recogíamos juguetes, les hacíamos piñatas, eso cuando teníamos academia de corte y confección. (Berta Deras).
La represión contra la oposición se incrementa en este período; los regímenes militares contienen violentamente los movimientos huelguísticos y las luchas reivindicativas gremiales y estudiantiles. Es a partir de 1970 cuando surgen en El Salvador las organizaciones político-militares, que entonces presentaban una alternativa de lucha popular, en las que gradualmente se van incorporando algunas mujeres, principalmente maestras y estudiantes. Mientras el país atravesaba un período de convulsión política, en la esfera internacional se dan cambios que cuestionan el modelo de desarrollo y, especí icamente, el papel que las mujeres juegan en él. La problemática de la discriminación de las mujeres pasa a ser contemplada en la agenda internacional; en 1972 la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el año 1975, Año Internacional de la Mujer, con el objeto de intensi icar medidas encaminadas a promover la igualdad entre hombres y mujeres para asegurar la integración plena de éstas en el desarrollo. En 1975 se realiza en México la Conferencia Mundial del Año de la Mujer, que fue apoyada por la Asamblea General de Naciones Unidas, en la que se proclamó el decenio 1976-1985, Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz. En la coyuntura de este y otros eventos internacionales relacionados con la problemática, se funda en el país la Asociación de Mujeres Progresistas de El Salvador (AMPES), la cual fue miembro de la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM). Inicialmente, AMPES concentró su atención en las mujeres trabajadoras y colaboró con los sindicatos in luenciados por el Partido Comunista Salvadoreño. Formamos un comité provisional de mujeres, eso fue en el 73; entonces ahí ya era más amplio, no estaban sólo las trabajadoras, sino que otras; y así estuvimos trabajando hasta el 75 que fue el año Internacional de la Mujer, se celebro en México; también entonces ahí el comité se convirtió en Asociación de Mujeres Progresistas de El Salvador, AMPES. De las mujeres sindicalistas, comité de mujeres sindicalistas, ahí estuvo Camelia Cartagena, Clara Lechuga, Aída Cartagena, Rosa Del ina Guirola; así estuvimos desde el 75 hasta el 80. También como AMPES pasamos a formar parte de la Federación Internacional de Mujeres FDIM; Participamos en un congreso en Moscú. (Berta Deras).
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El año 1975 es testigo de manifestaciones estudiantiles y de represión; a la vez se trata de proyectar una imagen distorsionada de la realidad del país, llegando al extremo de ser sede del evento de belleza Miss Universo. Esto también tiene su explicación en la bonanza económica que experimentó la oligarquía cafetalera debido al alza de los precios internacionales del café. La Asociación de Educadores Salvadoreños (ANDES) se pronuncia en contra de dicho concurso frente a la realidad de las mujeres salvadoreñas, a la vez que lo vincula al intervencionismo norteamericano. ANDES tiene como antecedente la creación del Comité Coordinador de los Maestros, por iniciativa de la líder magisterial, la Dra. Mélida Anaya Montes, quien redactó el texto siguiente: Andes 21 de junio Frente a Miss Universo 37-24-37. Dominio de varios idiomas. Gusto re inado en el vestir. Medidas de un cuerpo escultural y atributos que responden al más re inado gusto estético de una clase que domina en parte del mundo. Con buenos denominadores universalizan su gusto, tanto dentro de un país como a escala mundial, y tratan de imponerlo. Como buenos inancieros invierten dinero, ingenio y energías para convertir el evento estético en una oportunidad para lucrar; como buenos políticos de su clase hacen girar la atención nacional e internacional sobre sus objetivos. Este es un rostro. Frente a frente se alza otro rostro: tal vez un 70-70-70 o un 20-50-20. Unos pómulos manchados a los 20 años o unas profundas arrugas a los 30. Mal hablada o callada, amarillenta y peor vestida. Dos rostros frente a frente el 19 de julio de 1975 en El Salvador. El uno, el de miss UNIVERSO, expresión de las clases explotadoras, el otro el anónimo –en este evento- el de la clase explotada. El uno atrae turistas, miradas y se pasea en todo el territorio a través de los canales de televisión. El otro está oculto. Para lucir un rostro y atraer divisas se pone al servicio hasta la INTERPOL; para que se oculte el otro, también está la INTERPOL. En un mundo convulsionado, en un país en el cual la fuerza social del oprimido lanza sus gritos de desesperación y de lucha, se esceni ica un evento trivial que resulta trágico al contemplar el otro rostro: enfermizo, manchado, arrugado de penas y sufrimiento. Frente a frente dos rostros, Andes toma posición en el estrado del rostro oprimido. Sería cruel e insensato que los maestros ayudáramos en lo más mínimo a bordar el velo de una Miss con el cual se pretende ocultar el dolor de las Marías de la clase a la cual pertenecemos. Frente al rostro de una ciudad limpia y pintada oponemos el mesón, la covacha, el rancho… Nos negamos a limpiar la bandeja en la cual se solaza la clase explotadora.
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Nuestro camino es el de la lucha por reivindicaciones como gremio magisterial, nuestro camino es el de contribuir a que nuestra clase explotada se libere. Honramos en esta época de ruptura, a la que se sacri ica en la lucha revolucionaria, honramos las virtudes de los caídos en la lucha revolucionaria, veneramos esas arrugas a los 30 años en la mujer salvadoreña porque sabemos que las dejó el dolor. Admiramos la mirada penetrante de nuestras mujeres que escrutan el futuro. Frente a miss universo, ofrecemos el rostro de la obrera, el de la campesina, el de la maestra… Frente a la INTERPOL oponemos a nuestro anónimo pueblo explotado que vencerá toda barrera y gritará al mundo la victoria de una clase oprimida y humillada por centurias y entonces el mundo conocerá nuestro verdadero rostro. Por todo esto miss universo…no eres nuestro rostro, nuestro ideal, nuestra lucha. Eres ajena a nosotros, Miss Universo. Andes rinde tributo a la mujer del pueblo explotado salvadoreño. San Salvador, 1º de junio de 1975. Por la Digni icación del Magisterio Consejo Ejecutivo (Campo pagado (LPG, 2 jun: 1975).
El texto anterior es escrito en el marco de la lucha popular, que en ese momento estaba adquiriendo las características de guerra civil. En 1971 se había realizado la Gran Huelga de ANDES 21 de junio; en 1972 el presidente Arturo Armando Molina interviene militarmente a la Universidad de El Salvador, hay un auge de los movimientos sociales: estudiantes, enfermeras, pobladores de tugurios, etc. Las mujeres en este momento no luchaban por sus reivindicaciones propias, estaban en el marco de los movimientos populares adscritas a sus respectivos gremios, en el proyecto revolucionario. Fue pertinente escribir el texto desde una organización de maestros, ya que en ese momento las mujeres eran aproximadamente el 75% de sus asociados. Por lo tanto, el contenido del mani iesto expresa justamente un discurso de lucha de clases en el marco de la pobreza, contrastando la miseria de los sectores populares con la opulencia y super icialidad de los concursos Miss Universo. También es importante destacar la utopía revolucionaria re lejada en el mismo. 3.2.1. Mélida Anaya Montes Quién fue la autora del texto42: Dra. Mélida Anaya Montes. Nació en Santiago Texacuangos, Departamento de San Salvador, el 17 de mayo de 1926. Maes42 Profesora Gladis Colato, fundadora de ANDES, confirma dicha autoría. Entrevista personal realizada por María Candelaria Navas, en octubre de 2006.
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tra Normalista, estudió Pedagogía en La Universidad de El Salvador, obteniendo el Doctorado en Educación. Fue Subdirectora de la Escuela Normal España, Coordinadora de Estudios de la Escuela Normal Superior. Durante su vida y en el ejercicio de estos cargos, se caracterizó por su abnegación, disciplina enérgica, leal a sus principios y compromisos éticos, combinadas estas características con un carisma y don de gentes. Fundadora y dirigenta gremial de la Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños –ANDES 21 de Junio (1965)–, lo que la sitúa como pionera de los movimientos sociales y populares de la década de los años 70 y 80, impregnando al contenido de sus demandas de análisis de la realidad de la Educación en El Salvador y el papel del magisterio en los cambios sociales del país. La vida de la Dra. Anaya Montes se le puede analizar desde muchas aristas: como mujer, maestra, dirigenta magisterial, profesional, intelectual y como comandanta. Podemos distinguir o destacar dos momentos o facetas: la primera de ellas está referida a su vida en el magisterio nacional iniciándose como maestra de educación primaria en Zacatecoluca. Fue la subdirectora de la Escuela Normal de Maestras España, desde ines de los años 50’s hasta 1963. En esta institución se formaban las maestras de educación primaria. Es recordada por las maestras formadas por ella como una maestra integral. Viaja a España en 1961, becada por el gobierno español, a realizar un curso de especialización en pedagogía. En 1964 asume la Coordinación de Estudios de la Normal Superior, institución formadora de maestros de educación media. Es justamente entonces que comienza a aglutinar, bajo su liderazgo y del grupo gestor, a la Asociación Nacional de Maestros ANDES, que es fundada el 21 de junio de 1965,
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después de una manifestación de maestros y maestras que habían viajado de todo el país para participar en San Salvador, en la entrega de una plataforma de demandas centrada en los cambios en el escalafón magisterial, al entonces Presidente de El Salvador, Arturo Armando Molina. ANDES 21 de Junio, bajo el liderazgo de Mélida Anaya y desde Consejo Ejecutivo será protagonista de dos grandes huelgas nacionales de maestros, en 1968 y en 1971. Siendo electa secretaria de con lictos en ANDES. Desde este cargo trabajó incansablemente por implementar leyes que protegieran de manera justa a los maestros, quienes precisamente en este período atravesaban por situaciones que dañaban la integridad moral, económica, laboral que se resume en una alta explotación por parte de los gobiernos militares, vigentes desde 1932. Aplicó, junto a sus compañeros de dirección, muchas tácticas como paros laborales, huelgas de hambre, etc., siempre buscando el diálogo y los acuerdos. La doctora Mélida Anaya Montes fue reconocida públicamente por numerosas actividades realizadas en el ámbito de la educación, luchó por hacer cambios en esta rama, no sólo en la calidad de enseñanza, sino en el mejoramiento de la situación laboral de miles de maestros. Por ello participó como pieza importante en ANDES 21 DE JUNIO. Entre los principales logros de las luchas magisteriales lideradas por la Dra. Mélida Anaya Montes, siendo ella integrante del Consejo Ejecutivo de ANDES en varios períodos gradualmente, obtuvieron: la ley del escalafón magisterial, un seguro colectivo y la ley especial del maestro, entre otros; pero todos estos triunfos fueron el resultado de numerosas manifestaciones que fueron apoyadas por otras organizaciones sociales que de manera unida hicieron presión a los gobiernos. Ingresa a la Universidad de El Salvador a estudiar el Doctorado en Educación en 1959. En su vida de estudiante universitaria tuvo destacada participación en asambleas, foros, conferencias entre otras actividades públicas. Como intelectual escribió los siguientes documentos:43 43 La referencia es sobre la base de los documentos encontrados a la fecha. (2005)
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Los Estudios Sociales: Su inϐluencia en las Formas de Vida de los Pueblos y las Técnicas de su Enseñanza (Rev. Educación, 1965: 65), se destacan de este documento algunos párrafos que muestra algunas ideas de su pensamiento educativo: “La Educación como in luencia sistemática ejercida sobre los educandos con un in claramente de inido, constituye un arma poderosa. Mediante ella inculcamos una concepción del mundo, una moral, reglas de convivencia humana, determinados rasgos de carácter y de voluntad, ciertos gustos e incluso algunas cualidades ísicas” (Ibidem). En el texto argumenta la importancia en la formación de actitudes, pues contribuye a: • Tener criterio propio e independiente para tomar partido en los problemas sociales. • Imparcialidad en la investigación del material de estudio. • Respeto a las opiniones ajenas. • Amplitud de ideas. • Ayudar a eliminar los prejuicios sociales, chauvinistas, religiosos y muchos otros. El Planteamiento Integral de la Educación y sus relaciones con el Derecho Socioeconómico en El Salvador. Tesis para optar al título de Doctora en Ciencias Sociales de la Educación, en febrero de 1969, tiene 263 páginas. La Segunda Gran Batalla de Andes, Primera Edición, Editorial Universitaria 1972, con 380 páginas. Este libro contiene fundamentalmente una relación de los hechos acaecidos en la huelga magisterial de 1971, con algunas referencias a las huelgas de 1967 y 1968. Como producto de su “entrenamiento en Vietnam”, escribió un libro escrito probablemente en 1980, proscrito en bibliotecas y librerías. También hay artículos sueltos que probablemente aparecieron como anónimos en periódicos, revistas, etc., en aquellos momentos caracterizados por la inseguridad y la represión. La segunda fase en su vida se re iere al giro radical en su vida, que la llevó a vivir en la clandestinidad, por la inseguridad y persecución. En esta fase
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ella se incorpora a las FPL (Fuerzas Populares de Liberación) cuyas acciones tuvieron mucho peso en la sociedad salvadoreña. Es electa como la segunda comandanta de las FPL, desde entonces se integró a la vida clandestina dejando a un lado su vida como maestra y como profesional de la educación e intelectual. En las FPL toma el nombre de comandante “Ana María”; siempre demostró irmeza en sus decisiones y acciones, “mente fría y corazón ardiente” era su consigna, tomada de los revolucionarios clásicos. Ella como revolucionaría debería mantener frialdad y calcular sus acciones, pero a la vez impregnar de humanismo dicho quehacer. Porque la injusticia le había tocado directamente, ya que había sido testiga de los atropellos del sistema. Siempre demostró que cuando se proponía algo lo conseguía, porque era una mujer con metas claramente de inidas. Cuando se le interrogaba sobre las di icultades para mantener una guerrilla durante tanto tiempo sin que hubieran montañas en un país como El Salvador, de poca extensión geográ ica (21.000 Kms.), ella respondía que: las montañas eran el pueblo que protegía el trabajo clandestino y a la guerrilla. Mélida Anaya Montes de initivamente tiene un lugar en la historia salvadoreña. Y es necesario seguir indagando sobre su vida ya que debe de recordársele en El Salvador por la población salvadoreña como mujer, maestra, intelectual, guerrillera, revolucionaria y luchadora. La cita siguiente resume parte de su vida revolucionaria:” Mélida Anaya Montes es síntesis de la lucha de la mujer salvadoreña y durante los últimos 30 años el motor político que vinculó a los maestros, a los universitarios y a los profesionales con los obreros y los campesinos para integrar, al lado de los pobladores de tugurios y otros grupos sociales marginados, el más grande movimiento de masas, templado y forjado a sangre y fuego a través de todas las formas de lucha .Este movimiento de masas es la base de la inquebrantable capacidad político militar del Frente Farabundo Martí para la liberación Nacional y del Frente Democrático Revolucionario” (Guirola de Herrera, 1983: 131) Ahora bien, cuando la Dra. Anaya Montes nació, en la década de los años veinte, las mujeres salvadoreñas a penas comenzaban a incursionar en la educación, recordemos que durante este período, dos fueron las áreas en que las salvadoreñas tuvieron más presencia social: el magisterio y la literatura, en especial la poesía. Fue un ejemplo para las generaciones de maestras al cambiar sus medias de seda por los zapatos deportivos que facilitaban el
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recorrer kilómetros de distancias en las marchas multitudinarias que dirigía y posteriormente cambiarlas por las botas de campaña de guerrillera, cuando ya tenía más de cincuenta años. La Comandanta Ana María era todavía, al momento de ser asesinada, la Segunda responsable de las FPL, en Managua, Nicaragua en abril de 1983, aun cuando las circunstancias exactas de su muerte todavía no están claras, su asesinato se ubica en otro momento crítico de la izquierda salvadoreña, en particular de las FPL, la discusión giraba en torno al rumbo que debería seguir la lucha armada, se dice que ella era partidaria de una salida negociada a la guerra, en oposición al Comandante Marcial, Primer Responsable, quien sostenía que la guerra era: popular, armada y prolongada. La comandancia revolucionaria del FMLN, al dar la noticia de su muerte, apuntaba lo siguiente: “La Dirección Revolucionaria Uni icada (DRU) del FMLN con profundo dolor comunica al pueblo salvadoreño y a todos los pueblos del mundo el alevoso asesinato de nuestra querida compañera Mélida Anaya Montes, comandante Ana María, segunda responsable del Comando Central de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) y miembro destacado de esta Dirección Revolucionaria Uni icada, ocurrido en Managua, Nicaragua, el día 6 de abril en horas de la madrugada” (cita de Guirola de Herrera, 1983: 130). Era, precisamente, la DRU la instancia negociadora del con licto armado. Cronología mínima: • 1926: Abril nace en Santiago Texacuangos, departamento de San Salvador. • 1959: Subdirectora de la Escuela Normal España. • 1960: Ingresa a la Universidad de El Salvador a estudiar el doctorado en Educación. • 1963: Coordinadora de Estudios en la Escuela Normal Superior. • 1965: Fundadora de Andes 21 de junio. • 1968: Primera Gran Huelga de Andes 21 de Junio. • 1969: Obtiene su título de Doctora en Educación. • 1970: Surgen las FPL. • 1973-74: Ingresa a las FPL. • 1971: Segunda Gran Huela de Andes 21 de junio. • 1975: Masacre estudiantil. • 1977: Se va a la clandestinidad con el seudónimo de ANA MARIA. • 1983: Es asesinada en Managua, Nicaragua, tenía 57 años.
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Mujer, Maestra, Dirigenta Magisterial y Guerrillera, la Dra. Mélida Anaya Montes rompió los paradigmas tradicionales de ser mujer, injustamente aún no hay un reconocimiento público sobre sus aportes. El estigma de haber sido guerrillera y las circunstancias de su muerte, aún persisten en las generaciones de hombres y mujeres actualmente. Las fundadoras de la Asociación de Mujeres Mélida Anaya Montes –LAS MELIDAS– (1992), surgidas de la dirigencia y las bases de las FPL, han retomado su legado histórico, pero aún esta pendiente escribir un libro sobre su vida que le haga un justo homenaje recopilando información de su vida y su pensamiento, por medio de dirigentas y dirigentes que aún viven. 3.2.2. Inicio de la lucha armada y el papel de la mujer En este período histórico y con el auge del movimiento popular, a mediados de los años 70, las mujeres se integran a las diferentes organizaciones que conforman este movimiento e incluyen sus demandas de clase, siempre dentro de la plataforma de las demandas populares. En 1977, en respuesta a las violaciones de los derechos humanos, se funda el Comité de Madres y Familiares de Presos, Desaparecidos y Asesinados Políticos “Monseñor Oscar Arnulfo Romero” (COMADRES), precursora de las organizaciones en pro de la defensa de esos derechos. Las actividades de esta organización se centran en la defensa de los derechos humanos y dar asistencia a los presos políticos. La sociedad salvadoreña se ha caracterizado por tener divisiones abismales entre la oligarquía y los demás estratos sociales, aunado a lo anterior, una polarización política por la falta de diálogo y de una institucionalidad democrática, que pudiera garantizar la alternabilidad en el poder político por la vía electoral, la confrontación de los gobiernos de derecha y los militares unidos contra la ciudadanía salvadoreña, lo habían impedido. A inales de la década de los 70, la falta de espacios de participación democrática, unida a las condiciones de crisis socio-económica, conducen al con licto armado que se desarrolló durante la década de los 80. El surgimiento del movimiento armado revolucionario en El Salvador a inales de los años setenta, fue el inal de una historia de injusticia social, de perse-
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cución, represión y muerte a toda forma de manifestación en contra de esa situación. De 1970 a 1981 se dio el proceso de gestación de guerra de guerrillas en El Salvador, que desembocó en una guerra civil en enero de 1981. Paralelamente, entre 1969 y 1979, se desató la crisis del modelo agroexportador de café, algodón y caña de azúcar, en una economía encaminada hacia la globalización y regionalización. Sin embargo, este modelo en crisis se asentó sobre la dictadura militar, sin tomar en consideración el golpe de Estado del 15 de octubre de 1979, y la guerra abierta a partir de 1981, agotada la vía electoral y la ausencia del diálogo del gobierno con los sectores políticos, sociales y económicos marginados. “La guerra civil en un pequeño territorio, es un zafarrancho en un mesón”, decía el general Omar Torrijos, ex presidente de Panamá, quien se esforzaba por entender la guerra contra todo pronóstico, ya que El Salvador, un país sin montañas, con vías múltiples de comunicación y acceso para cualquier lugar. Es decir, no existía teóricamente un lugar para comenzar un grupo guerrillero rural en una montaña lejana”. (Sancho, 2002: 153).
La guerra en El Salvador, según protagonistas de la misma, no siguió las leyes clásicas ni las académicas, ni motivada por las super potencias. Se dice que sí tuvo in luencia de las Fuerzas Armadas Rebeldes –FAR–, de Guatemala entre 1971-1975. El sandinismo se conoció hasta en 1978 y entró triunfante a Managua en 1979; también se conocían otras experiencias de América Latina, como de Los Tupamaros de Uruguay, El ERP y los Montoneros de Argentina, de Brasil con Marighela, del MAS de Venezuela, el socialismo de Cuba, la experiencia del Che Guevara.” Tampoco fue inspirada por Moscú, ni Washington, Pekín o La Habana. Sus orígenes, dice uno de los fundadores Eduardo Sancho (Idem: 154), fueron propios y nacionalmente liderada por un grupo de estudiantes universitarios, provenientes de la pequeña burguesía acomodada e ideológicamente de la corriente social cristiana, con in luencias del marxismo”. Este grupo de estudiantes y el extraordinario dirigente obrero/panadero Salvador Cayetano Carpio de formación estalinista, antiguo dirigente del Partido Comunista Salvadoreño –PCS–, fueron los fundadores “primigenios o los parteros históricos”, de la revolución salvadoreña. Carpio renunció a este Partido en 1968, este partido se opuso a la lucha armada y solamente se incorporó hasta septiembre 1980.
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Según la visión de algunos de los fundadores esta guerra no adquirió un carácter nacional, “fue una guerra civil con visión nacionalista de rebelión contra una parte de la estructura represiva del Estado” (Ibidem.). La guerra civil duró más de 10 años siendo varios los momentos que se vivieron como acontecimientos, que desarrollaron el aparato militar guerrillero, de carácter regular e irregular. La idea fundamental y esencial era generalizar la guerra de guerrillas en la modalidad urbana, en el primer momento histórico de la gestación: 1971-1980. Los momentos se pueden subdividir en lapsos: • 1970-1972: período en que se emprendió la preparación guerrillera del núcleo madre. • 1972-1975: surgieron cuatro organizaciones guerrilleras que no se pudieron uni icar y conformaron cuatro grupos diferentes: FPL, ERP, PRTC y RN. El Partido Comunista Salvadoreño, se creo en 1930 como ya se ha mencionado. • 1975-1979: inicio de la construcción de una estrategia de guerrilla, para dar el salto al asalto y uso del sabotaje. • 1979-1983: inicio de la guerra de movimientos y de posiciones, se rompe el orden jurídico institucional y se inicia el éxodo de población hacia Estados Unidos, México y otros países, así como las migraciones internas a las ciudades más importantes del país. 1981,la primera gran ofensiva nacional militar. • 1984-1988: recrudecimiento de la guerra creación de cuatro frentes: Occidental “Feliciano Ama”; Oriental “Francisco Sánchez”; Paracentral “Anastacio Aquino” y; Central “Modesto Ramírez”. • 1989 -1991: se inicia la batalla estratégica en la capital San Salvador como objetivo de ataque principal, con la ofensiva militar de 1989 se logra una posición en la mesa de negociación, que se había iniciado entre 1984-1987 por presiones de la comunidad internacional, que obligó a las dos partes a buscar una salida negociada a la guerra. • 1992: irma de los Acuerdos de Paz en Chapultepec, México, este país y Francia actuaron como mediadores. El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, fue el principal protagonista de la guerra, se constituyó como instancia de coordinación de cinco organizaciones político militares independientes provenientes de diferentes sectores del movimiento social. La primera organización que optó por
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la vía armada para lograr la transformación social y política del país fueron las Fuerzas Populares de Liberación –FPL– fundado por un grupo que tenía como líder al legendario guerrillero comandante Marcial (Salvador Cayetano Carpio), disidente el Partido Comunista Salvadoreño, que no compartía la decisión de éste de mantenerse en la posición política electoral. La segunda organización en fundarse fue el Ejército Revolucionario del Pueblo –ERP–, cuyos miembros provenían de la juventud social demócrata y social cristiana que no compartía con el PDC su viraje a favor de la oligarquía salvadoreña y favorable a los intereses de Estados Unidos. En 1975, con motivo del asesinato del poeta Roque Dalton que era miembro del ERP, esta organización se dividió. De esta escisión surgen las Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional –RN–. Un grupo de intelectuales funda, a ines de los años setenta, el Partido de los Trabajadores Centroamericanos –PRTC– cuyos objetivos eran: incorporarse a la lucha armada y la creación de una instancia que integrara los diferentes movimientos armados de la región. El Partido Comunista, como ya se mencionó, fue el último en incorporarse a la lucha armada. Paralelamente a la acción militar, muchas y muchos fueron los y las protagonistas, que apoyaron abiertamente la lucha armada: la Iglesia católica, de la línea de la teología de la liberación; el movimiento popular revolucionario encabezado por campesinos y obreros, estudiantes y maestros; la Universidad Nacional; la solidaridad internacional; algunos sectores no organizados de la sociedad salvadoreña, muchos fueron víctimas de las acciones represivas de los gobiernos y las fuerzas armadas, quienes con la ayuda militar y económica de Estados Unidos lanzaron diferentes operativos con el objetivo de eliminar a la guerrilla y a sus bases de apoyo. Para Váquez y Murguialday (1996) la revolución salvadoreña estuvo basada “en el marxismo, la teología de la revolución y el guevarismo”. Las mujeres se incorporaron a la lucha política y militar de esos años; su oposición a los regímenes militares y al imperialismo norteamericano fue in luenciada por los lineamientos de las organizaciones político-militares de izquierda. De allí que su vinculación a la lucha armada, fue través de las organizaciones que conformaron el FMLN que tenían sus bases en la población civil. Norma Guirola a irmaba en 1983 “Estamos conscientes de que la mujer salvadoreña aún tiene que resolver muchas necesidades reivindicativas
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propias, como el problema del machismo, que es un problema cultural muy arraigado en nuestro pueblo. Pero estamos claros y conscientes de que en estos momentos la lucha principal de todos, es contra la oligarquía criolla y el imperialismo yanqui. Es por eso que la mujer se ha incorporado masivamente a todos los frentes de lucha. Y en el bregar diario por liberarnos conquistaremos también nuestros legítimos derechos de igualdad con el hombre” (ibid, 83:19). Ellas representaron en la guerra un 30% del total de los combatientes; sus motivaciones para incorporarse son dos: las mujeres del área rural lo hicieron porque se vieron arrastradas por el terror y la inseguridad y las del área urbana con un poco más de conciencia y de compromiso militante. La vivencia de la guerra fue distinta para mujeres y hombres porque distinta fue su inserción, sus tareas, sus expectativas, su involucramiento político, y diferentes eran también sus identidades y los impactos que en ellas ocasionó el con licto. Las mujeres se movieron en siete escenarios. Un 30% de las mujeres llegaron a puestos de poder. (Vásquez y Murguialday, 1996: 35). El prototipo de feminidad vigente en la sociedad salvadoreña sigue considerando a la maternidad como la meta fundamental de las mujeres, sobre este eje se articula la identidad femenina. Lo cual in luyó en sus vidas entonces y ahora. Las colaboradoras del frente del área rural hacen un balance positivo de su participación. Las mujeres-montaña fueron las nutrientes indispensables mientras la guerra fue el eje central de la lucha revolucionaria. Las que colaboraron de forma voluntaria y por conciencia expresan más a menudo satisfacción por haber sido protagonistas y artífices. Qué pasa ahora con las mujeres rurales. Para las urbanas las ganancias fueron pírricas. Para las rurales no hubo cambios en sus concepciones sobre la sexualidad, más bien rea irmaron los patrones tradicionales. La posguerra posibilitó el surgimiento y fortalecimiento de las concepciones feministas en algunos sectores del movimiento de mujeres.
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Por otro lado, las mujeres vinculadas a la derecha también se organizaron en torno a sus intereses de clase, dando abierto apoyo a los militares y siendo voceras de la campaña anticomunista de la ultraderecha. En parte, ellas respondieron a la crisis tratando de ignorar su existencia –continuaron con sus innumerables eventos sociales-, pero también se manifestaron para salvaguardar sus privilegios; como mujeres, sintieron que era su deber patriótico proteger a sus hijos, sus familias, su religión y por encima de todo, su enorme riqueza. En diciembre de 1979, se formaron dos organizaciones cívicas: la Cruzada Pro Paz y Trabajo y el Frente Femenino Salvadoreño. Las marchas organizadas por la Cruzada aglutinaron a cerca de 90,000 personas (aunque estas cifras pueden haber sido in ladas) y recibió apoyo inanciero de los militares de ultraderecha y sus respectivos partidos políticos. Después de la ofensiva militar de 1989 con su secuela de destrucción y muerte, el gobierno de El Salvador y el FMLN habían llegado a la conclusión de que la terminación de la guerra por la vía militar era imposible. Dirigentes políticos, empresarios y otros sectores in luyentes de la sociedad se sumaron a la búsqueda de una salida política. La coyuntura internacional también favoreció el proceso de negociación y facilitó el camino hacía la paz. Ya que Estados Unidos y la Unión Soviética, potencias involucradas de alguna manera en la guerra civil salvadoreña con visiones e intereses contrapuestos, habían disminuido hasta desaparecer su tradicional rivalidad, expresada en la llamada “guerra fría”. Con los ACUERDOS DE PAZ se inicia un nuevo período en la historia salvadoreña. La característica que presentan las organizaciones de mujeres antes de 1980 es la poca o nula integración de las reivindicaciones de género en sus objetivos y plataformas. Esto debido a la priorización de los graves problemas nacionales: la represión, la pobreza, el desplazamiento forzoso de poblaciones enteras, los asesinados y desaparecidos; problemas que las organizaciones de mujeres toman como banderas de lucha, con el costo de dejar sus reivindicaciones especí icas de género en segundo plano. El siguiente período que se ubica exactamente en el desarrollo de la guerra nos permitirá analizar los intereses y demandas del incipiente movimiento de mujeres.
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3.3. Tercer Período: 1976-1985. Primeras organizaciones de mujeres que intentan incorporar la perspectiva de género. Acuerdos de Paz Hechos relevantes del período: • Auge y recrudecimiento de la lucha armada y surgimiento, en el exilio, de las primeras organizaciones de mujeres que estudian la “problemática de la mujer”. • Asociación de Mujeres de El Salvador –AMES–: Feminismo Revolucionario. • Se comienza a trascender, del análisis de clases al análisis de género. “Primera oleada” de organizaciones femeninas, muchas de ellas conformadas en el exilio y otras dentro del país, para apoyar la lucha popular. La característica principal de estas organizaciones de mujeres es la nula reivindicación de género en sus objetivos, demandas o plataformas. Este período coincide con el auge del con licto armado y las migraciones masivas, dentro y fuera del país, por razones políticas. Al iniciar los años 8044, nacen otras organizaciones de orden popular, organismos no gubernamentales privados y organismos internacionales, dándole una nueva perspectiva a la problemática de las mujeres. De igual manera, surgen organizaciones que pertenecen al llamado feminismo revolucionario. Destacan: 1978: Asociación de Mujeres de El Salvador –AMES– se podría decir que es la única de este período que tiene trabajo en zonas suburbanas y rurales, en las zonas con lictivas. Se involucró de lleno en la lucha revolucionaria, realizó importante trabajo educativo y publicó algunos mani iestos sobre la condición social y laboral desde la óptica de la doble explotación: de clase y como trabajadora. Vinculada al Bloque Popular Revolucionario (BPR); a esta 44 En 1980 es fundada la Asociación de Mujeres para la Democracia “Lil Milagro Ramírez”, ligada al Frente de Acción Popular Unificado (FAPU). En 1983 surge la Asociación de Mujeres Salvadoreñas (ASMUSA), y en 1984 la Federación de Mujeres Salvadoreñas. Entre 1984 y 1985 se funda la Organización de Mujeres por la Paz (ORMUSA), vinculada al Movimiento Popular Social CrisƟano (MPSC). (García y Gomáriz, 1989: Pág. 70).
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organización de mujeres se le reconocen dos aportes principales: la conceptualización del feminismo revolucionario como única vía capaz de resolver los problemas de las mujeres y la inserción de las mujeres en el proceso revolucionario, que demostraron su capacidad de participación y dirección. 1980: Asociación de Mujeres por la Democracia Lil Milagro Ramírez. 1983: Asociación de Mujeres Salvadoreñas –ASMUSA–. 1984: Federación de Mujeres Salvadoreñas. 1984-85: Organización de Mujeres por la Paz. AMES, realizó un importante trabajo educativo y publicó un buen número de mani iestos sobre la condición social y laboral de las mujeres bajo la óptica de la doble opresión (de género y de clase). En 1980 comenzó a formar Comités barriales de Mujeres en los distritos pobres de San Salvador, los cuales tuvieron considerables éxitos. Debido a las condiciones políticas, el tipo de trabajo organizativo que ésta organización realizó en las ciudades fue bastante restringido. Las miembras de AMES trabajaban en cooperativas y apoyaron el trabajo humanitario recogiendo y repartiendo medicina y ropa. En los campamentos de refugiados del interior ayudaron a las guarderías y programas de alfabetización. A la vez, las distintas organizaciones de mujeres intentaron aglutinarse en torno al Comité Uni icado de Mujeres Salvadoreñas (CUMS). Dicho Comité fue propuesto por primera vez en octubre de 1981 por las organizaciones populares: Frente de Acción Popular Uni icado –FAPU–, Unión Democrática Nacionalista –UDN–,Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos –PRTC–, Bloque Popular Revolucionario –BPR– y Ligas Populares 28 de febrero –LP28–, a través de mujeres pertenecientes a éstas, que estaban exiliadas en Costa Rica. Sin embargo, se presentaron di icultades ideológicas para organizar un comité uni icado tanto en El Salvador como en el resto de países donde había representaciones de las diferentes fuerzas políticas. Las comunicaciones al interior del país entre las organizaciones de mujeres fueron di íciles de mantener y las representantes en el exilio demasiado dispersas a través de América Latina, Europa y Estados Unidos. 3.3.1. Asociación de Mujeres Progresistas de El Salvador –AMPES– 1975 Esta organización es fundada por mujeres miembras del Partido Comunista Salvadoreño. Tiene dos antecedentes: el Comité de Mujeres Sindicalistas,
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que funcionó entre 1960 y 1970, y el más inmediato, el Comité Provisional de Mujeres Salvadoreñas que funcionó, de 1970 hasta antes de la constitución de AMPES, en 1975. Entre las actividades que ambas organizaciones realizaron se encuentran las siguientes: - Discusión del Código de Trabajo, en particular las relacionadas con la organización o sindicalización. - Visita a comunidades de barrios y cantones de la periferia de San Salvador. - Actividades de motivación hacia las mujeres como: clases de manualidades, charlas sobre la situación del país, etc. - Participación en manifestaciones y apoyo a las huelgas obreras (AMPES, 1983: 2). Sin embargo, según testimonio de una de sus fundadoras, que también participó en Fraternidad de Mujeres: Cuando ya se había disuelto Fraternidad de Mujeres continuamos trabajando con las mujeres, pero más partidariamente. Este trabajo, el partidario, lo desarrollamos más como Comité de Mujeres Sindicalistas, ya que era un medio de atraer a las mujeres para que participaran en la lucha sindical. (Berta Deras).
Como Comité de Mujeres Salvadoreñas, se responsabilizaban de la preparación de actividades diversas y no en especial de las mujeres. Viajábamos con otras compañeras del Partido Comunista a los diferentes barrios o cantones de San Salvador, para atender a las comunidades. Hacíamos trabajo de masas y formábamos directivas en los lugares que llegábamos. El procedimiento era el de pasar un cuestionario en el que se les pedía a los pobladores de esa zona que indicaran las necesidades más urgentes de la comunidad. A nivel de partido hicimos mucha experiencia comunitaria en ese período. Pero ya estaba la guerra, ya se había anunciando la guerra, entonces nosotros apoyábamos como AMPES a las mujeres, llevábamos allá a una que murió y yo tengo muchos documentos en Nicaragua que los dejé donde una amiga nicaragüense, Ileana, la capitana Ileana, traíamos y la llevábamos, colaborábamos con AMLAE Asociaron de Mujeres de Nicaragua “Luisa Amanda Espinoza”. (Berta Deras).
AMPES en ese momento se planteaba como objetivos los siguientes: - Luchar por los derechos de la mujer trabajadora. - Luchar por las necesidades de los niños.
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- Luchar por la libertad de los presos políticos. - Luchar por las reivindicaciones sociales de las obreras. Se podría decir que las actividades de esta asociación están ligadas de manera directa a las realizadas por el Partido Comunista, por ejemplo: trabajaron como Frente Femenino de la Unión Democrática Nacionalista –UDN–, durante el proceso electoral previo a las elecciones de 1977, así lo con irma una de sus fundadoras: “AMPES, prácticamente dejó de funcionar como tal y todas las mujeres nos incorporamos a los diferentes frentes de lucha del partido Comunista Salvadoreño” (Berta Deras). Es el período de los años 80, en que la lucha armada pasó a ocupar un lugar prioritario en el proceso de la guerra civil en El Salvador. Es hasta 1983 que se encuentra una de sus primeras publicaciones, irmada por la Representación de AMPES en México, que dice lo siguiente: La presente publicación es un esfuerzo de la Representación en México de AMPES, ilial del Comité Unitario de Mujeres Salvadoreñas –CUMS–. Pretendemos con esta publicación dar a conocer la participación de la mujer salvadoreña en el proceso revolucionario en marcha y al mismo tiempo demandar la solidaridad internacional de todas las mujeres del mundo para nuestra lucha.
Es la única publicación de la Representación de la que se tiene conocimiento y en ella hay un solo artículo sobre la historia de la mujer salvadoreña; referencias al pelotón de mujeres Silvia, llamamientos a la solidaridad y denuncias. Se conocen, además, dos números del boletín de AMPES llamado Compañera Silvia. Silvia fue una destacada militante del PCS, posteriormente se incorporó a tareas militares en el Frente Paracentral Anastasio Aquino, en los Cerros de San Pedro. Murió en un enfrentamiento en agosto de 1981, también, en su honor se constituyó el Pelotón de Mujeres “Compañera Silvia”, el 20 de diciembre de 1981… se Pelotón de Mujeres “Compañera Silvia”
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componía de tres escuadras cada una con su respectiva jefa quienes eran nombradas por el Estado Mayor de acuerdo con su capacidad política y militar. “Nosotras, decía Ileana, jefa del pelotón Silvia, las mujeres combatientes, estamos dispuestas a continuar luchando; sabemos que vamos a vencer. Históricamente, el imperialismo está derrotado. Aunque aumente la ayuda militar al ejército salvadoreño, aunque trate de invadirnos, nosotras estamos dispuestas a vencer o morir, se acorte o se alargue esta guerra que nos ha sido impuesta” (Guirola, 1983: 15, 22). 3.3.2. Asociación de Mujeres de El Salvador –AMES–: 1978-1983 Se podría decir que es la única organización de este período que tiene trabajo en zonas suburbanas y rurales, en las zonas con lictivas. Se involucró de lleno en el esfuerzo revolucionario, realizó importante trabajo educativo, además publicó algunos mani iestos sobre la condición social y laboral desde la óptica de la doble explotación: de clase y como mujer trabajadora. Vinculada al Bloque Popular Revolucionario (BPR) a esta organización de mujeres se le reconocen dos aportes principales: la conceptualización del feminismo revolucionario como única vía capaz de resolver los problemas de las mujeres y la inserción de las mujeres en el proceso revolucionario, que demostraron su capacidad de participación y dirección. Esta organización nace en 1978, quedó legalmente constituida en septiembre de 1979 en una Asamblea que llevó el nombre de “Isaura de Gómez”, una maestra que fue asesinada junto a su hija de 12 años, por la guardia nacional45. AMES tiene como antecedente inmediato al Comité Coordinador de los Mercados “Luz Dilian Arévalo”, formado por mujeres vendedoras de los mercados y vendedoras ambulantes. Tenía como objetivo que las mujeres de este sector tuvieran organización especí ica para luchar contra las arbitrariedades de la policía municipal y mejorar sus condiciones de vida. También este Comité tuvo destacada labor en pro de los presos políticos que estaban en la cárcel de Santa Tecla. 45 AMES. Los datos sobre AMES son extraídos de sus publicaciones: Desde los Frentes; Posición de AMES por la paz, la distensión y desarme; Cómo nacemos y qué hacemos; Desarrollo de la parƟcipación políƟca de la Mujer Salvadoreña y su influencia en el proceso de Liberación Nacional, publicadas en México por la Representación de AMES en 1983.
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La AMES se funda “como un medio de incorporación a la lucha de aquellos sectores de mujeres que por su condición especial (amas de casa, profesionales, maestras, pobladoras de tugurios y estudiantes) no se habían incorporado a la lucha popular. El proceso de desarrollo de esta organización tiene dos períodos: Primer período: va desde 1979 año de su fundación, hasta el primer trimestre de 1983. Va desde su fundación hasta los cambios surgidos al interior de las Fuerzas Populares de Liberación Nacional-FPL. Segundo período: de 1983 a 1985 va desde su toma de posición con respecto a apoyar un proyecto de Gobierno de Amplia Participación –GAP- hasta su cierre. Primer Período: Los principales documentos de AMES se produjeron en este período, escritos centrales sobre su posición acerca del papel de la mujer en la sociedad; se sientan las bases para el trabajo en las zonas bajo control del FMLN y las estructuras organizativas que se impulsarán allí en el área rural; también emitieron varios números de sus boletines. Se considera que AMES fue la primera organización de mujeres de la más reciente generación en El Salvador, que funda sus planteamientos en una concepción diferente acerca del trabajo con y para las mujeres, dentro de lo que en muchos de sus documentos denominan “feminismo revolucionario”: “Pensamos, que la característica del feminismo revolucionario es que éste se encuentra dentro de un proyecto de transformación total de la sociedad”. (AMES, Cómo nacemos, 1983: 4).
Organiza y moviliza a las mujeres en torno a sus condiciones y reivindicaciones propias, además de oponerse al régimen. Reconoce la condición especí ica de ser mujer. Estaba constituida por mujeres de diferentes sectores del pueblo. Su objetivo fundamental fue organizar a las mujeres para que tomaran conciencia de su condición y se incorporan a la lucha de liberación del pueblo.
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Se concebían como una organización independiente, que reconocía la autoridad del FMLN-FDR. En entrevista a una representante de AMES, sostiene: “…Las reivindicaciones fundamentales y prioritarias de la mujer son en estos momentos las del pueblo, es decir, las de las amplias masas de trabajadores y superexplotadas” (ibid 40).
Los estatutos de la Asociación fueron aprobados en 1979, sus objetivos: a. Luchar por la vigencia de la igualdad de la mujer en los campos político, económico, social, jurídico, cultural y laboral. b. Defender los derechos de los menores, especialmente en lo relativo a la protección a que están obligados sus padres y el Estado; asimismo velará por la erradicación de la mendicidad y delincuencia infantiles. El lema de la AMES fue: Conquistando los derechos de la mujer y la niñez construiremos la nueva sociedad. La Asociación considera que es importante insertar la problemática de la mujer en las tareas del momento y discutir las formas más adecuadas para superar la situación de discriminación, propone para ello cuáles deben ser las posiciones revolucionarias y feministas: “Cuando una revolución es verdadera, se acompaña de conquistas de la mujer en todos los ámbitos sociales de esta, participa en un plano de igualdad en la producción, en lo cultural, en lo social, etc. En nuestro país se está operando un proceso revolucionario que tiene entre sus objetivos acabar con las desigualdades sociales y dentro de ellos se concibe la igualdad de la mujer con el hombre en todos los ámbitos de la vida social, como una de las principales metas a lograr”.
Asimismo consideraba que desde ese momento, se debería prever con qué actitud política se debería enfrentar la situación de la mujer, después del triunfo: Aún después de que se constituya el Gobierno Democrático Revolucionario, nosotras tenemos que seguir luchando contra la actitud tradicional del hombre y la mujer. Los resabios
Tula Alvarenga de Carpio, fundadora de AMES.
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del sistema de explotación y opresión seguirán existiendo por algún tiempo, principalmente en lo que concierne a la mujer eso no puede desaparecer de la noche a la mañana. Esta lucha es prolongada, eso no quiere decir que no tenga in. Pero los hombres también deben tomar conciencia de que esta lucha también les incumbe a ellos y a mí me gusta cómo AMES enfoca estos problemas, pues de esta forma aprendemos a conducir el comportamiento de nuestros esposos e hijos”.
Tienen claridad sobre la doble explotación de las mujeres, que se expresa así: “El ingreso de una mujer a la militancia en forma consciente implica un recorrido mucho más largo y arduo que el que efectúa el hombre, ya que es necesario saltar un sinnúmero de barreras para nuestra incorporación, si valoramos todas estas barreras, es desde la partida un salto doblemente cualitativo. Obviamente ello no signi ica que hayamos solucionado nuestra problemática especí ica de “ser mujer”, ni que la militancia sea la panacea que permita alcanzar nuestra propia identidad. Sin embargo, pensamos que la característica del feminismo revolucionario es que éste se encuentra dentro de un proyecto de transformación de la sociedad. También sabemos que la liberación de la mujer requiere un nivel de conciencia colectiva, producto del desarrollo de una ideología. Y esa nueva ideología no será sino resultante de un proyecto de una nueva estructura de la sociedad, sin propiedad privada y sin explotación del hombre por el hombre.”
Formas de lucha: las luchas de la AMES se enmarcaban dentro de la estrategia de Liberación Nacional del pueblo. AMES al igual que otros gremios como ANDES, opinaba que: Plantear reivindicaciones especí icas de la mujer ante el gobierno y manifestaciones públicas no se puede realizar, ya que éste no se encuentra en capacidad de resolverlas, pues representa a intereses antipopulares. Es por eso que AMES, aun siendo independientes, reconoce al FMLN-FDR como la única alternativa capaz de llevar a la sociedad salvadoreña los cambios estructurales necesarios, donde la mujer podrá cristalizar sus reivindicaciones populares (AMES, 1983: 10)46.
Realizó un importante trabajo educativo y publicó un buen número de mani iestos sobre la condición social y laboral de las mujeres, bajo la óptica de la doble opresión (de género y de clase). En 1980 comenzó a formar Comités Barriales de Mujeres en los distritos más pobres de San Salvador, los cuales tuvieron un éxito considerable. Debido a las condiciones políticas, el tipo de trabajo organizativo que esta organización realizó en las ciudades, fue bastante restringido. Las miembras de AMES trabajaban en cooperativas y apoyaron el trabajo humanitario recogiendo y repartiendo medicina y ropa. 46 AMES. desde los frentes... Ibidem
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En los campamentos de refugiados del interior ayudaron a las guarderías y programas de alfabetización. Su principal aporte a la teoría feminista fue el concepto de Feminismo Revolucionario “Pensamos, dicen, que la característica del feminismo revolucionario es que éste se encuentra dentro de un proyecto de transformación total de la sociedad” (AMES, 1982). 3.3.3. Comité Unitario de Mujeres Salvadoreñas –CUMS– Nace en San José, Costa Rica en mayo de 1981. Se constituye por mujeres que militan y representan a las siguientes organizaciones políticas: Frente de Acción Uni icado –PRTC–; Ligas Populares 28 de febrero –LP-28–; Movimiento Nacional Revolucionario –MNR–; Unión Democrática Nacionalista –UDN–; Movimiento Popular Social Cristiano –MPSC–. Se crea para aglutinar a las mujeres de dichas organizaciones: “decidimos fundar una instancia femenina unitaria que nos permitiera fortalecer eso precisamente, la unidad revolucionaria” (CUMS, 1983). Es precisamente la ausencia de una organización de mujeres representativa la que nos llevó a formar lo que hoy es el CUMS, formado en el exilio en un primer momento, pero extendido en lo que hoy son las zonas bajo control del FMLN y en el área urbana.
Pueden pertenecer al CUMS todas las mujeres salvadoreñas que estén de acuerdo con su carta de principios, sin distinción de credo religioso, partido político o grado de escolaridad. Mujeres de todos los sectores: vendedoras, campesinas, obreras, profesionales, estudiantes, colonas, etc. El CUMS nace dentro del FDR, con el objetivo fundamental de aglutinar a las mujeres salvadoreñas que ya participan en las organizaciones populares reivindicativas y luego a las que hemos tenido oportunidad de asumir el papel que nos corresponde en el proceso por falta de una ORGANIZACIÓN DE MUJERES”.
En el documento “La Mujer”, que el CUMS dio a conocer en diciembre de 1982, se dice que en esos momentos el trabajo fundamental del CUMS es: “Luchar por el derecho a la autodeterminación del pueblo salvadoreño. Conseguir la mayor solidaridad mundial para impedir la intervención directa del imperialismo en El Salvador. Luchar por la paz”.
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Asimismo mantienen que el CUMS es consciente de que mientras no funcione un Gobierno Democrático Revolucionario, las mujeres no podrán lograr sus verdaderas reivindicaciones. Y que su aspiración es que las mujeres salvadoreñas puedan participar en los diferentes niveles del gobierno revolucionario, constituyendo ese triunfo, la garantía para que la mujer salvadoreña logre sus reivindicaciones plenas y la conquista de la verdadera felicidad. Agrega que, en dichas condiciones, “se pondrá todo el interés por educar al hombre contra el machismo y se luchará por que la mujer no sea discriminada en ningún nivel”. (CUMS, Mujer, Pág. s/n). En julio de 1983, se conoce el documento: La Mujer: su participación en la lucha del pueblo salvadoreño, en el análisis que se hace, se parte de la característica esencial de la incorporación de la mujer en la lucha, y sostiene: “En El Salvador, las mujeres nos hemos organizado dentro del contexto de las organizaciones populares a través de planteamientos gremiales políticos con relación al trabajo y no a la condición de la mujer”.
Consideran que el planteamiento central del CUMS es impulsar las reivindicaciones femeninas, pero no como parte esencial del movimiento revolucionario, sino como parte de las actividades para lograr los objetivos trazados, los cuales son: la toma del poder y el a ianzamiento de la participación de la mujer en el período de la reconstrucción. También es prioritario: Respaldar las iniciativas de paz del FMLN-FDR, oponerse a la intervención militar, exigir el derecho del pueblo salvadoreño a su autodeterminación y respeto a su autonomía.
En ambos documentos, se hace una síntesis histórica de la mujer salvadoreña en las luchas populares y un análisis de las condiciones de vida de las refugiadas; concluyen solicitando ayuda material y solidaria para di ícil situación de estas mujeres. Sin embargo, su discurso aún no incorpora la perspectiva de género, está orientado por la coyuntura de guerra que se vivía. El CUMS se traza como objetivos principales: a. Brindar apoyo a todas las mujeres que se encuentran en condiciones di íciles en el exilio, propiciando un espacio para su organización en torno a la defensa de
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sus derechos y elevando su nivel de conciencia política, que permita integrarla al proceso de guerra revolucionaria. b. Impulsar y llevar adelante programas de bienestar socioeconómico cultural (salud, trabajo, educación, etc.) y cursos de capacitación técnica con la perspectiva de preparar condiciones para la etapa de reconstrucción.
Carta de principios del CUMS Luchar por los derechos de la mujer como trabajadora, ciudadana y madre. Luchar por organizar a las mujeres salvadoreñas para conquistar y defender los derechos que como ser humano le corresponden. Luchar por el derecho de la mujer trabajadora “a igual trabajo, igual salario”; “a capacitación igual, categoría de trabajo igual´´. Prevención y tratamiento de las enfermedades profesionales. Como ciudadana, luchar por el derecho a la educación, a la salud y a que ejerza sus derechos políticos innegables. Como madre, luchar por el derecho al descanso pre y post-natal, justo y necesario. Luchar por ayuda estatal para la crianza y educación de sus hijos. Luchar por el desarrollo integral y armonioso de la mujer por su igualdad de derecho ante la educación, la ciencia y la cultura con relación al sexo masculino. Luchar por los derechos de la familia y de la infancia. Luchar por el derecho a la integridad familiar, destruida como consecuencia de la guerra civil que separó a los esposos de sus hijos, para que todos los niños salvadoreños tengan un hogar constituido. Ingresos de la familia su icientes para una vida decorosa. Luchar por el abaratamiento del alto costo de la vida. Luchar por el bienestar de los refugiados y por la defensa de sus derechos, haciendo cumplir los tratados internacionales que los amparan. Luchar por una niñez sana, ísica y mentalmente, para que sean hombres y mujeres útiles a la comunidad. Luchar por el derecho a la salud y a la distracción de la infancia. Promover ante organismos internacionales competentes el interés para que se tomen medidas necesarias con el ín de reuni icar a la familia salvadoreña, promover la solidaridad internacional hacia los huérfanos y refugiados de nuestro país. Luchar por el derecho del pueblo salvadoreño a la soberanía nacional y la paz. Luchar por el derecho del pueblo salvadoreño a la autodeterminación nacional para poder constituir su propio destino. Luchar por la defensa del derecho de la no intervención en El Salvador. Luchar por la solidaridad mundial contra el genocidio, que ha cobrado miles y miles de víctimas entre las mujeres y los niños salvadoreños. Luchar por el derecho a la paz del pueblo salvadoreño. Por la conquista y defensa de los derechos de la mujer y el niño. Comité Unitario de Mujeres Salvadoreñas –CUMS–. El Salvador, Centro América, 1983.
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3.3.4. Asociación de Mujeres Salvadoreñas –ASMUSA– 198347 Surge en los primeros meses de 1983, “como una respuesta a la masiva incorporación de la mujer a la lucha revolucionaria”, tanto en las zonas rurales, de control del FMLN, como en las zonas de expansión (de control político, más no militar en el sentido estricto) e incluso en las ciudades. ASMUSA desarrolló su trabajo con mujeres rurales en: Cerros de San Pedro, San Agustín- Tres Calles, zona costera de Usulután, zona norte de San Miguel y Guazapa. Los primeros núcleos fueron creados en los cantones Amatitán Arriba y Amatitán Abajo, en los Cerros de San Pedro. El método que más uso para la incorporación de las mujeres fue la conformación de grupos de apoyo a los frentes, en especial, en las actividades de producción, salud y educación. A irmaba al respecto: “Las formas que adoptan nuestros planteamientos organizativos están en relación con nuestras condiciones de existencia, la construcción del poder popular y de nuestra organización y resistencia dentro del proceso de guerra que libra nuestro pueblo”.
En el aspecto productivo implementaba proyectos de hortalizas, talleres de costura y panadería; en educación: programas de alfabetización de adultos y educación elemental; re lexiones en torno al papel de la mujer en la lucha del pueblo salvadoreño; la mujer y las relaciones sociales y familiares. En salud: charlas sobre educación sexual, programa materno infantil; formación de brigadistas de salud; charlas y participación en programas de medicina preventiva, letrinización y control de vectores. ASMUSA a irmaba que: La incorporación de la mujer no ha sido una tarea sencilla, la principal limitación la encontramos en el orden cultural e ideológico, donde la tradicional marginación y régimen de injustas estructuras sociales han colocado a la mujer dentro de los sectores sociales más afectados por la ignorancia y el analfabetismo. Los prejuicios, la infravaloración de las capacidades y el machismo, han sido de initivamente escollos, que sólo han podido combatirse y superarse, en cierta medida, en la práctica. 47 Todos los datos sobre ASMUSA son de: Asociación de Mujeres Salvadoreñas –ASMUSA–. Boleơn No. 1, San Salvador, El Salvador, mayo de 1984.
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De las consideraciones anteriores se desprenden los objetivos de ASMUSA: - Elevar los niveles participativos de la mujer, cualitativa y cuantitativamente, preparándola para su e icaz participación tanto en el actual proceso de de guerra como en el futuro proceso de reconstrucción de nuestra patria. - Lograr la superación individual y colectiva de las mujeres, buscando superar el atraso ideológico, no sólo en la mujer como “sector social” sino en la sociedad en su conjunto, tratando de operar y desarrollar los gérmenes de la nueva sociedad del hombre nuevo. - Incorporar a la mujer en las nuevas formas de trabajo que se determine en los órganos de poder popular, con una participación más consciente, a in de lograr las bases ideológicas para una férrea resistencia y enfrentar los problemas que provocan la destrucción y la guerra. 1980: Asociación de Mujeres por la Democracia “Lil Milagro Ramírez”. Esta organización surge con el nombre de esta destacada dirigente de la Resistencia Nacional –RN– una de las cinco organizaciones del FMLN. 1984: Federación de Mujeres Salvadoreñas. 1984-85: Organización de Mujeres por la Paz. Las distintas organizaciones de mujeres que intentaron aglutinarse en torno al Comité Uni icado de Mujeres Salvadoreñas (CUMS), se enfrentaron a múltiples di icultades para organizar un comité uni icado tanto en El Salvador como en el resto de países centroamericanos, que no se pudieron superar, debido principalmente a las comunicaciones entre los frentes de guerra, el trabajo urbano de masas, al interior del país, y las representantes de las organizaciones de mujeres en el exilio, en América Latina y Europa. Al iniciarse la década de los 8048 nacen otras organizaciones de orden popular, organismos no gubernamentales privados y organismos internacionales, dándole una nueva perspectiva a la problemática de las mujeres. De igual manera, surgen organizaciones que pertenecen al llamado “feminismo revolucionario”, difundido por AMES. 48 En 1980 es fundada la Asociación de Mujeres para la Democracia Lil Milagro Ramírez, ligada al Frente de Acción Popular Unificado (FAPU). En 1983 surge la Asociación de Mujeres Salvadoreñas (ASMUSA), y en 1984 la Federación de Mujeres Salvadoreñas. Entre 1984 y 1985 se funda la Organización de Mujeres por la Paz (ORMUSA), con vínculos al Movimiento Popular Social CrisƟano (MPSC). (García y Gomáriz, 1989: Pág. 32).
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Esta explosión de organizaciones de mujeres se debió principalmente a que las organizaciones político militares revolucionarias promovieron activamente su formación, no sólo por razones organizativas, sino como importante medio logístico y económico en el desarrollo de la guerra. Pese a que la mayoría de estas organizaciones tenían como objetivo central el apoyo a la lucha armada; en varias de ellas, de manera gradual, comienza a darse un deslinde entre los objetivos políticos partidarios y los objetivos de género, cuyos efectos se verán en el período de la post guerra. Muchos factores contribuyeron a dicho deslinde, algunos de ellos son los siguientes: a. Participación de mujeres líderes en la lucha armada en eventos internacionales en donde no solamente se analizaba la violencia social, sino también la de género. b. La in luencia de mujeres internacionalistas incorporadas a la lucha armada. c. La vinculación y participación de salvadoreñas, en el exterior, en organizaciones feministas y de solidaridad con la lucha armada. 3.4. Cuarto Período: 1986-1989 • El Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer –IMU– y la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz –ORMUSA– son las primeras organizaciones de mujeres que intentan incorporar la perspectiva de género en el marco de la guerra. • Ofensiva del FMLN en 1989. • Círculo de Estudios de la MujerUNICEF. Dentro de las primeras organizaciones de mujeres que intentan incorporar la perspectiva de género en el marco de la guerra están: El Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer –IMU– y la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz –ORMUSA–.
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La “segunda oleada” de organizaciones que, provenientes de organizaciones políticas de izquierda, comienzan a analizar “la problemática de la mujer”, lejos de asumirse feministas. Pasado el Decenio de la Mujer (1975-1985) e iniciadas las primeras pláticas entre las fuerzas guerrilleras y el gobierno, los organismos de cooperación disponen de inanciamiento para proyectos con mujeres; en esa coyuntura surgen algunas organizaciones de mujeres. Durante la primera mitad de la década de los 80´s tiene lugar el repliegue del movimiento popular debido a la represión política, pero en la segunda mitad se experimenta un resurgimiento en el contexto de los espacios de participación abiertos, como parte de la política de contrainsurgencia. Por otro lado, respondiendo a las necesidades de inanciamiento de las organizaciones político militares de izquierda, surgen nuevas organizaciones de mujeres. Esto se ve favorecido por el contexto internacional en torno a la problemática de las mujeres (producto de las Conferencias Mundiales), ya que los organismos de cooperación internacional disponen de inanciamiento para proyectos con mujeres. Así, en 1986 se fundó la Coordinadora Nacional de Mujeres Salvadoreñas (CONAMUS), la Unión Salvadoreña de Mujeres (USM), y el Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer (IMU). En 1987, como respuesta a la necesidad de captar mayor solidaridad internacional para el FMLN, algunas salvadoreñas exiliadas en México formaron la Unión de Mujeres “Mélida Anaya Montes”; en los dos años siguientes surgieron la Asociación de Mujeres Marginales (AMMA), la de Mujeres Indígenas (AMIS), el Movimiento Salvadoreño de Mujeres (MSM), la Asociación Democrática de Mujeres (ADEMUSA), la Asociación de Mujeres Salvadoreñas (AMS) y la Coordinadora de Organismos de Mujeres (COM), integrada por CONAMUS, AMS, MSM, ADEMUSA y ORMUSA. Autoras como Soro (1993) señalan que es a partir de 1987 cuando se empieza a per ilar el actual movimiento de mujeres, con la aparición de las organizaciones de mujeres antes mencionadas. Desde su nacimiento, algunas de estas organizaciones integraron elementos de la “problemática de género de las mujeres” en sus denuncias y demandas, a pesar de que surgieron vinculadas a organizaciones políticas de izquierda. Este acercamiento a los
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planteamientos de género, estuvo relacionado a varios hechos: uno de ellos fue la participación de algunas mujeres (fundadoras de las organizaciones) en encuentros y actividades de mujeres en el exterior (la Conferencia de Nairobi y el IV Encuentro Feminista de Taxco en México); otro hecho fue el retorno al país de mujeres exiliadas próximas a los movimientos feministas en el exterior; y por otro lado, al trabajo de investigación y difusión de mujeres feministas salvadoreñas. Es pertinente destacar en este momento histórico la participación de aproximadamente 30 mujeres centroamericanas, 7 eran salvadoreñas, en el taller “Mujer Centroamericana, Violencia y Guerra”, en el marco del IV Encuentro Feminista. Durante tres días discutieron temas novedosos, pues ninguna había participado en los tres encuentros anteriores. Los temas que se debatieron fueron “Mujer y Feminismo”; “Mujer: Política y organización” y; “Mujer y Solidaridad”. Las salvadoreñas participantes pertenecían a las siguientes organizaciones: Instituto de la Mujer de El Salvador, Coordinadora Nacional de la Mujer Salvadoreña –CONAMUS-, Centro de Promoción Social, Centro de Apoyo a Desplazados de Guerra, Departamento de Sociología de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, Unión de Mujeres para la Liberación Nacional Mélida Anaya Montes, precisamente una representante de esa organización a irmaba: En El Salvador, no existen organizaciones puramente feministas, los movimientos de mujeres han estado motivados por la lucha del pueblo. La mujer salvadoreña se incorporó a la lucha popular desde 1932, en un movimiento obrero-campesino, sin embargo, la guerra que afronta ahora contra la intervención norteamericana ha frenado su propia lucha. Las organizaciones del FMLN luchan por que haya justicia, fuentes de trabajo, justa distribución de la riqueza, que la gente pueda comer, que los niños no se mueran de desnutrición… (Memorias, 1988: 4).
Sin embargo, en las conclusiones y re lexiones inales del taller hay algunos esbozos y rasgos del futuro movimiento de mujeres en la región centroamericana, se lee en la introducción: La creciente participación de las mujeres en los movimientos populares centroamericanos es un hecho político evidente e incuestionable. Engrosando las ilas de organizaciones gremiales, sindicales y sociales o sentando las bases de organizaciones con carácter especí ico, la mujer centroamericana presenta un nuevo rostro en lucha.
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María Candelaria Navas Ubicadas en una situación histórica candente, las mujeres de Centroamérica participan en los movimientos populares desde una perspectiva revolucionaria, que no de facto les otorga una conciencia de su ser femenino; pero en este contexto de impulsos transformadores también se encuentran las organizaciones especí icas de mujeres que aún se debaten entre la priorización de sus demandas o la dimensión de las misma en una lucha global. (Ibidem).
A pocos meses de realizado el IV Encuentro Feminista y justamente (Navas, 1988: 5) el 8 de marzo de 1988, Día Internacional de la Mujer, las organizaciones de mujeres desarrollaron actividades, en plena guerra, como: mesas redondas, actos, jornadas; la actividad más importante fue la marcha que concentró alrededor de seis mil mujeres, en donde por primera vez en la historia de El Salvador, se corearon consignas como: “La Mujer presente en la lucha por la paz” “Por la dignidad de la mujer todas a luchar” “Mujer que se organiza, mujer que se libera” “Alto al reclutamiento forzoso de nuestros hijos” Con un clavel rojo y una paloma de papel en las manos llegaron a la plaza cívica frente a la catedral metropolitana, para celebrar una oración por la paz y denunciar la situación de la mujer en medio de la guerra, se pronunciaron contra el reclutamiento forzoso y a favor de una solución negociada al conlicto; asimismo el Comité Pro Uni icación de la Mujer Salvadoreña sostuvo que las elecciones próximas49, no representaban una salida a la di ícil situación nacional. La Organización de Mujeres Salvadoreñas –ORMUSA– realizó una mesa redonda que abordó los problemas sociales de la mujer salvadoreña, las exponentes coincidieron en señalar que las consecuencias del con licto armado recaían sobre los hombros femeninos “porque los varones han tenido que enrolarse en la guerra” y “el peso de la familia lo tiene la mujer”. ORMUSA invitó a uni icar esfuerzos por construir un gobierno de consenso nacional, que proyectara las bases de una paz con justicia social. También fueron importantes los resultados del Primer Encuentro de Mujeres por la Paz en El Salvador, organizado por el Instituto de Investigación 49 Se referían a las elecciones Alcaldes y Diputados del 20 de marzo de 1988, que fueron ganadas por ARENA.
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Capacitación y Desarrollo de la Mujer –IMU– creado en 1986, realizado en la Universidad Nacional en diciembre de 1987, con la asistencia de más de 300 mujeres de sectores populares, y representantes de organizaciones o asociaciones vinculadas a la lucha social del pueblo salvadoreño. Las mujeres concluyeron que la causa principal de la desintegración de la familia salvadoreña es la injusta estructura social que sume en la miseria y en la opresión a las grandes mayorías marginadas. También hicieron señalamientos sobre las mujeres refugiadas y desplazadas de guerra ‘‘quienes se han visto obligadas a abandonar sus comunidades campesinas como resultado del con licto armado”; sobre las sindicalistas señalaron: “la mujer obrera expresa su rol activo en todas las luchas reivindicativas tanto económicas como políticas”; las mujeres que trabajan con sectores religiosos, manifestaron que “no basta con predicar el reino de Dios en la tierra, es necesario acompañar a los sectores más necesitados”. Como parte de las conclusiones apuntaron: - “Que existe la necesidad de formar un Comité pro Federación de Mujeres Salvadoreñas para promover el conocimiento de la problemática de la mujer e impulsar las luchas a su favor y de esta manera resolver las necesidades de miles de mujeres que demandan orientación a la lucha por sus derechos”. - Que “el sistema jurídico no protege a la mujer en lo relacionado con el matrimonio, fomenta la irresponsabilidad paterna al no defender a la madre soltera; y que dentro del marco de los derechos humanos la afecta doblemente, ya que sufre la desaparición de sus cónyuges e hijos y por ello la desintegración familiar, obligándole a convertirse en la única responsable de la familia”. Pese a que hay indicios e incipientes acciones de género, aún el discurso es referido al análisis de clase y a la situación de guerra que se vivía en esos años; apenas se estaba gestando el movimiento de mujeres que se conformaría entre 1990 y 1992 que toma auge después de los Acuerdos de Paz, como se estudiará en el V Período. Con la ofensiva militar del FMLN en 1989, comenzó un período de negociación que anuncia el inal del con licto armado y el inicio de una nueva etapa en la vida política del país. En este período surgen nuevas organizaciones de mujeres y las que ya existían reorientaron sus estrategias de manera más
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congruente con sus reivindicaciones de género. Los pocos espacios de participación democrática que se abren durante este período, también tuvieron sus repercusiones en las organizaciones de mujeres. Las capacitaciones ofrecidas por organismos internacionales como UNICEF, jugaron un papel importante en la reorientación de estrategias de estas organizaciones. En 1988, UNICEF auspició un curso sobre teoría de género que se constituyó en un espacio para que las mujeres de estas organizaciones profundizaran en el análisis de la opresión femenina, e hizo posible que se formara el Centro de Estudios Feministas (CEF), que se constituyó en el primer colectivo dedicado a la difusión del feminismo en el país. De los estudios realizados a inales de la década y del período por UNICEF, dan cuenta de la existencia de una gama de organizaciones de mujeres que expresan la diversidad en la composición y en la acción social50 como producto de la crisis y la guerra que transforma en la práctica el papel tradicional de la mujer. Por ejemplo, de 74 organizaciones de mujeres que funcionaban en el país a inales de esta década, la mayoría (68.9%) eran organizaciones de base de carácter social y de bene icencia o gremiales, las cuales no realizaban actividades que estuvieran dirigidas a bene iciar a las mujeres salvadoreñas. Este es el momento en que comienzan a per ilarse las organizaciones no gubernamentales –mixtas y de mujeres– como un fenómeno nuevo en El Salvador. 1986: - Coordinadora Nacional de la Mujer Salvadoreña –CONAMUS–. - Unión Salvadoreña de Mujeres –USUM–. - Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer –IMU–. Entre 1987 y 1989: - Asociación de Mujeres Marginales –AMMA–. - Asociación de Mujeres Indígenas –AMIS–. - Movimiento Salvadoreño de Mujeres –MSM–. - Asociación Democrática de Mujeres –ADEMUSA–. 50 Por ejemplo la Asociación de Señoras de Arquitectos de El Salvador, Asociación de Mujeres Universitarias, Comité Pro Clubes de Amas de Casa Campesinas, Asociación Nacional de Enfermeras, Coordinadora Nacional de la Mujer salvadoreña (CONAMUS) y Comité de Madres Monseñor Romero, entre otras.
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- Asociación de Mujeres Salvadoreñas –AMS–. - Coordinadora de Organismos de Mujeres –COM–, integrada por: CONAMUS, AMS, MSM y ORMUSA. De estas organizaciones, las que permanecieron activas e incorporaron en sus discurso las demandas feministas, son las siguientes: IMU, CONAMUS, AMS, MSM y ORMUSA. 3.5. Quinto Período: 1990-2003 • Guerra negociada: Acuerdos de Paz. • Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en El Salvador. El primero de enero de 1992, la guerra termina o icialmente con la irma de los Acuerdos de Paz entre la extrema derecha, que tras derrocar a la Democracia Cristiana estaba en el poder desde 1989, y el FMLN. Empieza entonces un nuevo período en la historia salvadoreña: el de la transición a la democracia, que supuestamente acontecerá entre el inal de la guerra y las elecciones convocadas para principios de 1994. Durante estos dos años y tres meses el país vive una rápida transformación, marcada por la esperanza, para ambos bandos. El tercer período de surgimiento de agrupaciones de mujeres o la “tercera oleada”: …se produce en el marco del proceso de desenlace de la guerra civil. La imposibilidad de la victoria militar por ninguno de los bandos enfrentados, la apertura al proceso de negociación, la firma de los Acuerdos de Paz y el inicio del proceso de desmovilización del FMLN y de los cuerpos de seguridad, son algunos de los elementos más importantes del contexto en el que aparecen nuevas organizaciones de mujeres.” (Aguilar, et. al., 1998: 76).
La experiencia acumulada de los grupos y organizaciones de mujeres, analizados en los períodos anteriores, así como el contexto internacional favorable a la lucha por los derechos humanos de las mujeres, dará lugar a un replanteamiento y un acercamiento a posiciones feministas. A principios de 1990, CONAMUS crea la primera clínica de atención a mujeres víctimas de la violencia; a mediados de ese año surge Mujeres por la Dignidad y la Vida (DIGNAS). Respecto al surgimiento de LAS DIGNAS, ellas recuerdan:
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María Candelaria Navas Había pasado la gran ofensiva militar del FMLN de noviembre de 1989 y parecía que el enfrentamiento militar como alternativa de lucha social entraba en descenso. En este marco, la Resistencia Nacional(-RN-una de las cinco organizaciones que integraron el FMLN) decide fortalecer su in luencia en organizaciones sociales ya que no contaba con una organización de mujeres ; orienta a algunas de sus militantes sobre todo urbanas y provenientes de organizaciones del movimiento popularpara trabajar en la conformación de un amplio gremio que diera voz femenina a sus planteamientos políticos y que se convirtiera en una plataforma de captación de recursos externos. (Las Dignas, 2000: 14).
A inales de 1990 se realizó en Argentina el V Encuentro Feminista, en el que participaron varias salvadoreñas y centroamericanas que se comprometieron a realizar el siguiente encuentro en la región. Con el impulso de estas mismas mujeres se crea, a principios de 1991, la Concertación de Mujeres por la Paz, la Dignidad y la Igualdad, la cual se de inió autónoma con respecto a las organizaciones políticas o más concretamente los partidos políticos integrantes del FMLN. A inales de este mismo año, dicha concertación aglutinaba a unos veinte grupos de mujeres y mujeres independientes, además preparaba el Primer Encuentro Nacional de Mujeres, que tuvo lugar en San Salvador a principios de 1992. En 1991 nacieron nuevos centros y grupos de mujeres como Mujer Ciudadana, el Centro de Estudios de la Mujer Norma Virginia Guirola de Herrera (CEMUJER), la Iniciativa de Mujeres Cristianas (IMC), el Movimiento Social de Mujeres y el Grupo de Mujeres Universitarias (MUES). Asimismo, surgen espacios para el trabajo con mujeres en ONG y organizaciones mixtas, como el Programa de la Mujer en COACES, Secretaría de la Mujer en el Comité Cristiano Pro-desplazados de El Salvador (CRIPDES) y la Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas (ANTA); nacen también comités femeninos en ANDES, en UNADES y las Mujeres Socialcristianas. (Las Dignas, 1993: 17). Es necesario anotar, de forma breve, el papel de las ONG de mujeres en nuestro contexto, empezando por su caracterización, “Son instituciones con un equipo profesional y funcionalmente especializado de colaboradoras remuneradas que a veces cuentan con una pequeña cantidad de voluntarias” (Álvarez, 2002: 55), son tipi icadas como organizaciones intermedias que reciben inanciamiento de organizaciones bilaterales o multilaterales, así como por instituciones extranjeras. Sus tareas consisten en elaborar informes, desarrollar proyectos y elaborar estrategias de incidencia ante el Estado.
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Trans ieren recursos internacionales a organizaciones de base y apoyan su desarrollo, de allí su carácter de intermediarias. Para Sonia Álvarez, la diferencia entre las ONG de mujeres y las otras que no lo son, se puede ver en dos aspectos: “La mayoría no considera su trabajo como “ayuda para otros”, sino como aporte para la transformación de las relaciones de poder entre los géneros. En segundo lugar, la mayoría de las colaboradoras se ve como parte integral del movimiento de mujeres, el cual comprende a otras mujeres, incluidas las pobres y trabajadoras para las cuales trabajan” (Idem: 57). En el caso salvadoreño, las organizaciones no gubernamentales surgidas años antes y después de los Acuerdos de Paz serán trascendentales para el desarrollo y auge del movimiento de mujeres. También, a inales de 1991, surge la Asociación de Mujeres de Occidente (AMO), como una iniciativa sin iliación político partidaria, de campesinas que se dedican a actividades agrícolas y a la venta informal. Se forma un grupo heterogéneo donde coincidieron católicas y evangélicas, campesinas y citadinas, de pensamiento progresista y conservador. Esta asociación sale a la luz pública en enero de 1992 con el inicio de capacitaciones. 1990: - CONAMUS. - Mujeres por la Dignidad y la Vida –DIGNAS–. 1991: - Concertación de Mujeres por la Paz, la Dignidad y la Igualdad. - Mujer Ciudadana. - Centro de Estudios de la Mujer “Norma Virginia Guirola de Herrera” –CEMUJER–. - Iniciativa de Mujeres Cristianas –IMC–. - Movimiento Social de Mujeres –MSM–. - Grupo de Mujeres Universitarias –MUES–. - Asociación de Mujeres de Occidente –AMO–. 1992: - Nace el Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes –MAM–. - Se crea la Red por la Unidad y el Desarrollo de las Mujeres, que llegó a aglutinar hasta 30 organismos de mujeres, entre gubernamentales y no gubernamentales.
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1993: - La celebración del VI Encuentro Feminista en El Salvador constituyó un verdadero reto para las incipientes feministas salvadoreñas, dado que apenas estaban introduciéndose en la teoría y iloso ía feminista. Fueron precisamente las convencidas en San Bernardo, Argentina, quienes conmocionadas aceptaron la realización de este encuentro. Se puede a irmar que en noviembre de 1993, con el cierre del Encuentro, se sella este período a través de las declaraciones de una de las participantes salvadoreñas: Por mucho tiempo nos enrolamos en un proyecto histórico nacional, para la construcción de la democracia en este país. Para pensar en los derechos de nosotras, es necesario pensar qué signi ica eso respecto a otras realidades, a otros espacios históricos nacionales en donde la democracia tiene una trayectoria. Ese es un elemento que hay que tener en cuenta, porque implica que la construcción del feminismo no puede ser igual para todas, e implica también la necesidad de buscar las coincidencias… En la construcción de la nueva democracia las salvadoreñas todavía no tenemos experiencia, nos metimos a la guerra desde diferentes puestos de batalla, desde diferentes ámbitos y espacios políticos y perdimos la identidad de nuestros propios intereses. Ahora estamos recogiéndolos, sacándolos a la luz, debatiendo las propuestas sobre el poder, en una sociedad tan cerrada y machista como la salvadoreña (Memorias, 1993).
Es el momento preciso en que las salvadoreñas estarán sentando las bases para la creación del Movimiento de Mujeres –MM– que nos ocupa. Desde el ámbito académico, la carrera de Sociología de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, comienzan a producirse las primeras tesis que incorporan el enfoque de género, así como estudios elaborados por nacientes organizaciones no gubernamentales surgidas de la sociedad civil. En estas iniciativas tuvo in luencia notable el “Programa Centroamericano Educación para la Mujer y supervivencia infantil” (1988-1991) que en El Salvador aglutinaba a cuatro organizaciones no gubernamentales y tenía un fuerte componente de género; desde este programa se realizó la primera política gubernamental de equidad de género, que fue presentada a los candidatos a la Presidencia de la República en las elecciones de 1989, Alfredo Cristiani, de ARENA, y Fidel Chávez, de la Democracia Cristiana, en mayo de ese año. Consultoras feministas como la antropóloga brasileña Mireya Suárez, la abogada costarricense Alda Facio y la investigadoras feministas dominicanas Magali
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Pineda y Belkis Munes, aportaron sus conocimientos y experiencias en el proceso de sensibilización e información a mujeres técnicas y profesionales de las organizaciones gubernamentales y a un núcleo de mujeres de diferentes profesiones y sectores sociales que hicieron suya la utopía feminista. Conferencias, cine foros, el Programa Televisivo brasileño ”Malú Mujer”, capacitaciones, intercambios de experiencias permitieron y contribuyeron a la creación, al interior del programa de UNICEF, del Círculo de Estudios de la Mujer al que acudían semanalmente alrededor de veinte mujeres representantes de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, para intercambiar sobre su trabajo con mujeres de base y de sectores medios. Entonces, existía la O icina de la Mujer que funcionaba desde el Ministerio de Educación. La investigación “Análisis de la situación actual de la mujer y el niño en El Salvador” (Navas, 1988 b), es el documento que sirvió de base para sustentar la Formulación de Políticas de protección de la Mujer y el Niño que fue presentado a los candidatos a la presidencia de la República del año 1989. Es importante aclarar que era necesario seguir manteniendo el binomio madre/hija/o; ya que la guerra no había concluido, además, el planteamiento de género todavía no era considerado académico y pertinente. ¿Cuáles fueron en ese momento las características que per ilaron el ser mujer en El Salvador en el momento previo al despegue de las futuras organizaciones de mujeres que eclosionaron a partir de 1992? Se destacan algunos datos del estudio sobre la mujer y el niño, antes citado: Para 1992 habían transcurrido 12 años de guerra civil; consecuentemente la crisis socio-económica era grave: la CEPAL estimaba, en 1985, que el 57.7% de la población urbana vivía en estado de pobreza. La mayoría de ellas, el 44.5% no cubre sus necesidades básicas en alimentos, otro 13.1% sólo lo hace en este rubro pero no en los servicios básicos como vivienda, salud, educación, vestimenta, etc. La mayoría de la población económicamente activa PEA se encuentra en el sector informal de la economía y dentro de éste la población femenina constituye la mayoría relativa. Una estimación del 80 al 90% de la PEA femenina se desenvuelve dentro del sector informal.
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La tasa global de fecundidad del total de mujeres de entre 15 y 49 años en la zona rural era de 5.90 y en la zona urbana de 3.78. El analfabetismo en las mujeres era del 30.2%. En el área metropolitana de San Salvador el 26% de los hogares eran dirigidos por mujeres. En 1985 existían 500 mil personas desplazadas, entre de las cuales el 25 % de las familias dependían de la madre. El período se cierra con la inalización de la guerra civil, para dar paso a la llamada fase de transición de post guerra y al auge de las organizaciones de mujeres que conformarán el Movimiento de Mujeres en El Salvador –MM–.
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CAPITULO IV De la guerra a la paz: haciendo visibles a las mujeres salvadoreñas Origen, desarrollo y consolidación del Movimiento de Mujeres en El Salvador Post Con licto en el marco de los Nuevos Movimientos Sociales 4.1. Primeros pasos para su visibilización Después de la irma de los Acuerdos de Paz, en 1992, comienza en El Salvador un nuevo capítulo de su historia. Los Movimientos Sociales y el Movimiento de Mujeres son impactados por los cambios que se experimentan al pasar de la guerra a la paz. Si bien los Movimientos Sociales clásicos que giraban alrededor de las demandas de clase por mejorar salarios, horarios, asistencia social; durante la guerra civil los Movimientos Populares Revolucionarios se incorporaron a la estrategia revolucionaria por una nueva sociedad; en la postguerra los movimientos sociales necesitarán nuevo instrumental teórico y metodológico para su interpretación. Para el caso del Movimiento de Mujeres y el surgimiento de nuevas organizaciones con demandas especí icas del ser mujer en nuestras sociedades, fue necesario recurrir a aquellas interpretaciones explicativas sobre las relaciones sociales entre hombres y mujeres y las disparidades de género expresadas en los diferentes espacios sociales, económicos, políticos y culturales, lo cual permite iniciar los estudios de género en El Salvador. Para ubicar el momento en que se inscriben dichos análisis se hace necesario presentar algunos antecedentes. La incorporación sistemática del abordaje de género en las ciencias sociales ocurre a partir de la década de los setenta, cuando en las universidades se comienzan a crear núcleos de investigaciones y cursos sobre la condición de las mujeres y las relaciones de género y en las asociaciones cientí icas se institucionalizan grupos de trabajo sobre los mismos temas. Es en las universidades donde comienzan a surgir investigadoras e investigadores comprometidos con la causa femenina y a partir de los años ochentas, aparecen en América Latina los llamados centros de estudios de la mujer, que después se convierten en centros de estudios de género, y así las catego-
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rías se van probando a la luz de las primeras investigaciones que comenzaron a rastrear la historia de las mujeres, su situación en el trabajo, la salud, la política, la educación, y se comienzan a usar y divulgar categorías como: Patriarcado: sistema de valores, costumbres, prácticas legales, económicas, sociales, que permite la subordinación femenina o término elegido para signi icar el orden socio moral y político que mantenía y perpetuaba la jerarquía masculina. Un orden social, económico, ideológico que se reproduce por sus propias prácticas de apoyo con independencia de los derechos adquiridos (Vallejo, 2004: 42). Doble o triple jornada: se dice que al descubrir esta categoría se abrió la caja negra de la subordinación femenina, ya que dada la socialización de varones y mujeres, es a ella a quien le corresponde el trabajo reproductivo en los tres niveles: biológico, de la fuerza de trabajo y social, que se realiza en el interior del hogar y que además separa la vida doméstica (esfera privada) de la vida pública (esfera pública). A partir de este descubrimiento se acuña la categoría División sexual del trabajo. Feminismo En el Capítulo I de esta tesis, realizamos una recuperación de los antecedentes históricos del Feminismo, por lo que a continuación hago referencias a citas actualizadas de autoras reconocidas por sus aportes cientí icos al tema y un resumen de algunas corrientes feministas. “El feminismo ha sido y es la más importante y decisiva revolución social de la modernidad, a diferencia de una revolución política, una revolución social no estalla: ocurre. Una revolución social es también siempre una revolución cultural” (Agnes Héller, 1987). “Resistencia de las mujeres a aceptar roles, situaciones sociales y políticas, ideologías y características sicológicas que tienen como fundamento el que hay una jerarquía entre mujeres y hombres que justi ica la discriminación de la mujer” Judith Astelarra (1984). “Es un movimiento social y político y también una teoría que parte de la toma de conciencia de las mujeres como colectivo humano oprimido, explotado y
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dominado por el patriarcado bajo sus distintas fases históricas, conciencia que nos lleva a luchar por la liberación de nuestro sexo a través de las transformaciones de la sociedad que se requieran. De esta manera, el FEMINISMO no se circunscribe a luchar por los “ derechos de las mujeres”, sino a cuestionar profundamente y desde una perspectiva nueva, todas las estructuras de poder, incluyendo (pero no reducidas a ésta) las de género”. Alda Facio (1992). Concluyendo diremos que Feminismo es una teoría y una práctica política no sexista. Que no está en contra de ningún género. Es una iloso ía humanista que busca transformar las relaciones de género a favor de la integridad, igualdad, equidad y dignidad de las personas, hombres y mujeres. Millones de mujeres en todo el mundo han construido la cultura y pensamiento feministas a partir de su vida particular, individual en contexto de lo colectivo. Se trata de una nueva concepción del ser humanas, promueve el desarrollo de comportamientos y conductas de equidad. Propone: 1. Que las mujeres y los hombres se vean desde una perspectiva de autoconocimiento crítico y reconocer el derecho y la capacidad que cada una de ellas tiene para no aceptar condiciones de marginación, alienación y discriminación. 2. Revertir la dominación, desmontar sus mecanismos con base a la experiencia vivida. No basta aceptar que existe, saber dónde está: pareja, familia, trabajo, partido, organizaciones e instituciones. 3. Deben desarrollar nuevos métodos de conocimiento y análisis para que cada una a partir de su identidad pueda re-conocer su historia y la historia de las demás. 4. Invita a deconstruir el orden patriarcal y todos los ordenes opresivos. Proponiendo un cambio profundo en la concepción sobre el poder y su ejercicio. Los diferentes tipos de feminismos que surgieron re lejaron las diversas posiciones sociales y de clase de las mujeres que asumieron la causa del feminismo, como también, sus experiencias políticas y sus relaciones con otros movimientos, el caso de Centroamérica es peculiar ya que ha sido in luenciado por luchas y movimientos nacionalistas.
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Diferentes feminismos51: Liberal: Sostienen que la liberación de la mujer consiste en su libertad de escoger sus vidas, poder competir con el hombre, en igualdad de condiciones, en los aspectos políticos y profesionales. Se movilizan en contra de las limitaciones sociopolíticas para que la mujer ejerza su libre elección. No rechazan el sistema de libre empresa ya que este sistema brinda la oportunidad para la realización de libre elección de cualquier persona que desee hacer un esfuerzo, aunque admiten que la mujer debe esforzarse más que el hombre. En cuanto a estrategia, son partidarias de luchas que igualen oportunidades, con prioridad a la eliminación de leyes y prácticas discriminatorias y a la promoción de una legislación no discriminatoria... provisión de descanso por maternidad y facilidades de atención a los niños. La cual se puede impulsar por medio de argumentos racionales, programas educativos, lobbyn y si fuera necesario la desobediencia civil. En el mundo del desarrollo, el feminismo liberal está representado por el esquema Mujeres en Desarrollo, esta estrechamente vinculada a la teoría de la modernización, con énfasis en las escogencias individuales, demandó que se le diera oportunidad e igual acceso al proceso de modernización sin cuestionar el proceso mismo. Radical: La palabra “radical” signi ica “raíz” y en este sentido, las feministas radicales estaban preocupadas por descubrir la causa de la opresión de la mujer. Desde aquí determinaron que la opresión de la mujer es la raíz de todas las formas de opresión y concentraron su atención en la libertad reproductiva de la mujer. Consideran que el patriarcado funciona de manera jerárquica y dominante, de manera tal, que cada mujer está subordinada a un hombre. Consideran que la mujer en la sociedad está subordinada dentro de un sistema económico que funciona de tal manera que bene icia y favorece primero al hombre y no valora el trabajo de la mujer. Consideran que la base fundamental y universal de esta opresión es su esclavitud a la esfera de la reproducción, en donde se les tiene como objetos 51 El trabajo pionero de Norma Chinchilla (1982) ha sido de uƟlidad para este resumen.
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sexuales y como procreadoras, pero también como esclavas domésticas atadas al ambiente privado y excluidas de la esfera pública. Argumentan que para superar el patriarcado, debe desarrollar la independencia y la con ianza que le permita desa iar un mundo dominado y centrado en el hombre(creación de espacios). Una de las innovaciones más importantes de esta tendencia es su slogan” lo personal es político”, es decir que en la medida en que la mayoría de las mujeres estaban experimentando alguna clase de dominación en sus relaciones personales, esto dejaba de ser un problema exclusivamente individual, para ser un asunto social y político mayor. Desarrollaron la noción de hermandad, a través de sus protagonistas y organizaciones, reclamaron que todas somos “hermanas bajo el sol” o “hermanas de piel”, ignorando las diferencias fundamentales de poder y acceso a recursos para las mujeres, según clases sociales y países. Marxista: El marxismo clásico sostenía que dentro de la sociedad capitalista, la mujer estaba sometida a una forma especial de opresión que tenía su raíz en la división sexual del trabajo. Debido a su responsabilidad por atender el hogar y los hijos, la mujer estaba condenada a su reclusión en el hogar. Esta exclusión de la vida pública y especialmente del sitio de trabajo, signi icaba que también estaba excluida de participar en acciones colectivas tendientes a cambiar su propia vida, como miembro de la clase trabajadora. Consideraba la condición de la mujer, bajo el capitalismo y solamente en sus relaciones de producción, bien fuera como participante en la producción o como excluida de ella, sin atender o escasamente las relaciones de reproducción. Con la lucha unida de clase y de esfuerzos organizativos a través del partido, tanto el hombre como la mujer alcanzarían el socialismo y por consiguiente, desaparecerían todas las formas de opresión. Socialista: Es consciente de las diferencias que existen entre las mujeres: por clase, etnia, colonialismo o imperialismo. Las feministas socialistas han cuestionado la dicotomía entre naturaleza y cultura, que ve al hombre como parte del mundo cultural y a la mujer como más cercana al mundo natural. Busca terminar con todas las formas de opresión, incluyendo pero no
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exclusivamente, la opresión de género y aspira a una hermandad femenina universal. Luchas de las mujeres en el tercer mundo: Las mujeres de los países pobres principalmente de las clase medias urbanas se incorporan a las demandas por los derechos humanos de las mujeres y en Centro América tiene la característica de haber traspasado lo urbano para trasladarlos al área rural. Según el Diccionario Espasa Calpe, mover es un término que viene del latín moviere, que signi ica hacer que un cuerpo deje el lugar o espacio que ocupa y pase a ocupar otro. Es dar motivo para hacer una cosa, persuadir, inducir o incitar a ella, crear los efectos de ánimo que inclinan o persuaden a hacer una cosa. En tanto movimiento es la acción o efecto de mover o moverse: generar alteración, inquietud, conmoción. De acuerdo a algunos teóricos como Touraine (1998), Castells (1986), Melucci (1986), Camacho y Menjívar (1985), Aguilar (1998) y otros/as, las características generales de un movimiento social son las siguientes: 1. Son fenómenos que expresan acciones colectivas, de masas, de numerosos grupos y, en muchos casos, implican grandes movilizaciones. 2. Son producto de procesos sociales, no de acciones espontáneas. Hay antecedentes históricos que les preceden, aunque, generalmente hay una causa directa que desencadena un movimiento social. 3. Requiere una organización social y política, al principio puede ser elemental, después puede evolucionar hacia una organización más compleja. 4. Son expresiones de clases sociales dominadas que reaccionan ante conlictos que mani iestan la lucha de clases. 5. Su ideología explícita o implícita puede aparecer o detectarse a través de la presentación y explicación de sus demandas. 6. Son fenómenos de fuerte impacto social y político porque tiene la fuerza y la legitimidad para cambiar o transformar la sociedad, aunque ello suceda a largo plazo. 7. Sus formas de expresión y de desarrollo son especí icas, de acuerdo con los miembros que participan, según el momento histórico en que aparecen en la sociedad. 8. Por sus demandas, su ideología, y en ocasiones por su manera de actuar colectivamente, confrontan al Estado, al gobierno, a las autoridades, a las
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instituciones formales y al stau quo. En especial por ser expresión de clases sociales dominadas, son objeto de represión. Perspectiva de Género: con esta categoría se trata de comprender la especi icidad de las mujeres y de los hombres, cómo son y cómo se articulan mutuamente todos los sistemas de opresión: de género, de clase, de etnia o edad, y cómo en un momento determinado funcionan para mantener la desigualdad. Analizar la situación de las mujeres y de los hombres en el marco de las relaciones entre los géneros, se ha convertido en una tarea permanente en las ciencias sociales, al igual que incorporar el enfoque de género en la práctica profesional de las diferentes disciplinas. Ahora ningún profesional de las ciencias sociales podría prescindir de este conocimiento, ya que en el mercado de trabajo laboral hay exigencia de su manejo. Organismos internacionales, agencias de desarrollo, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, consideran que es pertinente incorporar la perspectiva de género en los análisis sociológicos. Precisamente uno de los primeros problemas metodológicos que se ha encontrado, ha sido darse cuenta de que los datos en los censos, en los informes estadísticos, no estaban desagregados por género y que se utilizaba la categoría hombres como inclusiva de mujeres. Al decir hombres estamos hablando de mujeres también, se decía; se tenía que hurgar para hacer a las mujeres visibles. Entonces se dijo: si los métodos cuantitativos no nos hablan de las mujeres, tenemos que probar con los métodos cualitativos. Y así fue: el testimonio, la entrevista en profundidad, la historia de vida y los grupos focales eran y son técnicas que nos proporcionan datos sobre ellas. En el caso de la investigación sociológica, como se sabe, los testimonios o relatos de vida pueden cumplir la función exploratoria, la función analítica y la función sintética o expresiva, validando las técnicas cualitativas de investigación. El uso del testimonio oral favorece la imaginación sociológica ya que la coyuntura actual en sociología, como en otras disciplinas, está en el pluralismo de las teorías y de los métodos. Como muy bien lo a irma Daniel Bertaux: Los relatos de vida, redescubiertos al in, son utilizados de múltiples maneras, ya que hacen que la investigación se centre en el punto de articulación de los seres
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La aceptación de la categoría género en el ámbito académico no ha sido fácil; se ha visto como algo trivial e intrascendente, en algunas sociedades más que en otras; también ha sido necesario un trabajo paciente, solitario, sin interlocución, comprometido. Para apoyar su institucionalidad se han realizado cinco conferencias mundiales, la ONU ha considerado necesario promover acciones en bene icio de las mujeres a partir de las inequidades entre hombres y mujeres, expresadas de la siguiente manera: Los platos de la balanza de la equidad mundial están desequilibrados. El que corresponde a la mujer está sobrecargado de responsabilidades mientras que el del hombre de un exceso de poder. Una ventaja atrae a la otra de modo que la mayor parte de la riqueza del mundo pertenece a los hombres y la mayor parte del trabajo deben realizarlo las mujeres. La mujer representa el 50% de la población mundial, realiza aproximadamente los dos tercios de las horas de trabajo, recibe la décima parte del ingreso total y posee menos de la centésima parte de la propiedad mundial. Desde la primera conferencia mundial realizada en México en 1975, la ONU ha planteado que la mujer es miembro activo, con plenos derechos, y a la vez parte importante del desarrollo de los pueblos... Se acordó entre múltiples acciones, que cada país debería realizar estudios de docencia e investigación, así como de difusión en instituciones de educación superior destinados a la sociedad en su conjunto (Vallejo, 2004: 16).
Actualmente, como lo a irma la socióloga argentina Gloria Bonder, la categoría de género en poco más de dos décadas de “uso intensivo”, si bien no se podría a irmar que se ha desgastado, lo cierto es que está siendo revisada a partir de posturas teóricas que demuestran la interrelación del pensamien-
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to feminista con las corrientes teóricas dominantes en distintos momentos: funcionalismo, marxismo, diversas escuelas dentro del psicoanálisis, postestructuralismo, postmodernismo, etc. (Bonder, 2002: 13). El avance teórico y metodológico de la sociología de género, permite a irmar ahora que su uso puede tener tres dimensiones que ya se han difundido ampliamente: El género se re iere a la construcción sociocultural e histórica que se hace de las mujeres y los hombres. El género tiene su origen histórico según cada época y sociedad, la cual está construida sobre la diferenciación sexual de los cuerpos, concepción sujeta a cambio y transformación. Ser mujer y hombre en El Salvador en el año 2006 no es lo mismo que serlo en Irán; en cada una de estas sociedades las normas, valores y actitudes adquieren manifestaciones diferentes. Igual, cuando Prudencia Ayala en 1930 se lanzó a autoproclamarse como candidata a la Presidencia de El Salvador no se imaginó que estaba sentando las bases para que 76 años después, una concertación de organizaciones y de mujeres independientes llevara su nombre y retomara su legado. El género también constituye una categoría de análisis social de la realidad, representa una nueva forma de interpretar la realidad para identi icar los diferentes papeles y tareas que llevan a cabo los hombres y las mujeres en la sociedad, así como las asimetrías y las relaciones de poder e inequidades. Reconocer las causas que las producen y formular mecanismos para superar esas brechas es aplicable a los ámbitos: laboral, educativo, familiar y personal. La categoría de género nos ha permitido estudiar la dinámica de las relaciones intra-familiares, los roles, tareas y la posición que cada miembro tiene en el interior de la familia y las consecuencias desiguales de su ejercicio. Es una categoría política dado que el género implica acción para transformar las inequidades. Reconoce al patriarcado como sistema de dominación y reconoce la construcción androcéntrica de las sociedades. Lo cual implica cuestionar ese sistema de dominación y establecer compromisos para transformar las inequidades. Lo anterior lleva a reconocer el accionar del movimiento de mujeres, la legitimidad de su lucha y la necesidad de que los estados establezcan políticas nacionales de equidad.
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En los años ochentas en El Salvador había una guerra civil por lo que los primeros trabajos que incorporan la perspectiva de género, desde las mujeres, se pueden encontrar en los inicios de esa década, realizados por académicas que se encontraban fuera del país, exiliadas, refugiadas o en actividades relacionadas con la solidaridad. Al interior del país este proceso podríamos decir que se inicia cerca de 1986. En el plano teórico, las investigaciones sociológicas comenzaron a incorporar a las mujeres en cuanto categoría sociológica y no solamente como simple variable estadística y descriptiva. De alguna forma in luyeron los acuerdos del sistema de Naciones Unidas en el sentido de que cada país debería realizar estudios de docencia e investigación, así como de difusión en instituciones de educación superior destinados a la sociedad en su conjunto. Si se toma como punto de partida, para los Estudios de las Mujeres y de Género, el hecho de que en El Salvador por primera vez 12 mujeres: liderezas representantes de organizaciones, sindicatos, academia, etc., estuvieron presentes en el “Taller Mujer Centroamericana Violencia y Guerra” en el marco del IV Encuentro Feminista realizado en 1987 en Taxco, México, marca el primer acercamiento entre la teoría y la práctica feminista. Podríamos decir que han trascurrido 18 años, un tiempo corto para medir el impacto en cuanto la de-construcción de una cultura patriarcal acendrada en todas las instituciones y espacios de la sociedad salvadoreña. Sin embargo, a riesgo de no presentar un trabajo sistemático y documentado ya que aún no se ha realizado una evaluación del impacto social de las acciones y el trabajo realizado por el movimiento feminista y de mujeres, se presenta a continuación un punteo de los momentos y áreas de los estudios de la mujer y de género en el país, como un marco necesario e imprescindible para el empuje del movimiento de mujeres. Antes y después de la irma de los Acuerdos de Paz (entre 1983 y 1995) proliferaron documentos que rescataban la experiencia de las mujeres en la guerra. Se inician como testimonios orales, con el objetivo de denunciar la violación de los derechos humanos principalmente de las detenidas, desaparecidas, capturadas y torturadas y no con ines académicos. Sin embargo, aportan y dan elementos para sentar las bases re lexivas y de análisis sobre el uso del testimonio, tanto dentro de la narrativa como de la investigación
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social. Para el caso de la investigación sociológica, los testimonios o relatos de vida pueden cumplir la función exploratoria, la función analítica y la función sintética o expresiva, validando las técnicas cualitativas de investigación. Se podría decir que estos documentos lograron generar re lexiones y probablemente se utilizaron algunos para plani icación y formulación de proyectos. Los testimonios podrían constituir un material fundamental para conocer la experiencia, el pensamiento y los sentimientos de un sector de mujeres que tuvieron un papel destacado en la lucha revolucionaria. Restituyendo así su propia historia y a su vez re-conceptualizando la historia. “Estudiar el pasado de las mujeres comenzando por el análisis de su propia vida y de su contexto o entorno social, contribuye a enriquecer su propia historia como parte de la historia de toda la humanidad” (Navas, et. al, 2001: 3).
A continuación se hace una revisión de algunos de los primeros trabajos, que se registran sobre la especi icidad femenina salvadoreña, que comenzaron aplicando las técnicas de la historia del tiempo presente, retomando la historia de vida como principal fuente de información. En el país, este esfuerzo se ha centrado en la recolección de testimonios orales sobre las mujeres y con licto armado o las mujeres y su papel en la transición. Los cuales serán agrupados desde la siguiente tipología: testimonio, entrevista, autobiogra ía, biogra ía y académicos, que pueden utilizar algunas de las técnicas anteriores y que podrían representar las experiencias individuales y colectivas en una primera fase temporal que estaría ubicada entre 1977 y 2000. La palabra “testimonio” puede tener diferentes signi icados: según el Diccionario de la Lengua Española (1994) es el “Instrumento legalizado en que se da fe de la certeza e impostura del hecho”. El Instituto Panos (1999: 1) considera los “testimonios orales, resultado de entrevistas de amplio alcance en torno a una serie de temas que tienen por base la memoria personal y la experiencia”. Este concepto está íntimamente ligado al de historia del individuo y de la subjetividad. Posibilita la creación de una memoria histórica que amplía el alcance de sus palabras y las cosas que la rodean. Las mujeres se vuelven sujetos de la historia, creando a la vez conciencia de su especi icidad histórica, tanto entre ellas mismas, como en ámbitos
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más amplios, como los universitarios y en la historiogra ía o icial (Ramos: 1992:10). Para lograr esta nueva historia es necesario un enfoque diferente que incluye la interrogante acerca de cómo ellas, mujeres, han vivido los diferentes hechos y formas de relación con los hombres en los diferentes aspectos de la vida social. Para la historiadora Asunción Lavrin “el tema de la literatura testimonial femenina me ha parecido que es un tipo de producción intelectual que se ha desarrollado con mucha pujanza en los últimos 25 años y que merece mucha atención. Siendo un género que comparte historia, literatura, sociología y política, el testimonio ya ha adquirido “mayoría de edad” y me pareció oportuno llamar la atención sobre el mismo”. En 1975, Ana Guadalupe Martínez, una líder estudiantil y fundadora del Ejército Revolucionario del Pueblo –ERP– fue capturada, torturada y violada en la cárcel y liberada gracias a una acción del ERP que secuestró al millonario Luis Poma, el rescate por su liberación exigía una suma de dinero y la libertad de presos políticos de su organización . Recibieron el rescate, los presos fueron liberados, pero el Sr. Poma muere antes de ser liberado. De estos sucesos y de su vida en prisión, antes de volver a las montañas, narra Ana Guadalupe Martínez en su testimonio Las Cárceles Clandestinas en El Salvador, que apareció publicado por primera vez en 1977. También se destaca el libro elaborado por Norma Virginia Guirola de Herrera, quien nació en 1947: La Mujer en la Revolución Salvadoreña, (Claves Latinoamericanas, México, 1983) es de los primeros trabajos que salieron a la luz pública, en el exterior, cuando aún al interior del país se conocía muy poco sobre lo que estaba pasando, por las condiciones de represión y control policial. También para esas épocas la guerra entre el FMLN y el gobierno todavía no era abierta y sistemática, pese a que en enero de 1981 se había dado la primera ofensiva militar del FMLN. Su autora Norma Virginia Guirola de Herrera fue dirigenta del Partido Comunista Salvadoreño (PCS), desde muy joven, proveniente de una familia comprometida con las luchas populares, ya que su padre, el profesor Víctor Manuel Guirola, fue un conocido luchador social, militante también, del PCS.
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Podemos a irmar que Norma Virginia fue una mujer visionaria y comprometida en la incorporación del análisis de género a partir del conocimiento de la posición y condición de las mujeres salvadoreñas. Fue fundadora del Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer –IMU– en 1987, la primera Institución no gubernamental que se especializa en los temas de género, fue una osadía, de su parte, ya que el IMU inició su trabajo organizativo y reivindicativo en la clandestinidad y fue hasta después de la irma de los Acuerdos de Paz, que pudo abrir públicamente sus instalaciones. Participó, siendo de los mandos principales del PCS, en la plani icación y ejecución de la ofensiva político-militar del FMLN en 1989, donde murió asesinada por las tropas salvadoreñas, después de combatir dirigiendo un pelotón de mujeres cerca de San Marcos, en las afueras de San Salvador. En su libro se presentan entrevistas de mujeres luchadoras de cuatro de las cinco tendencias (no se entrevistaron militantes del PRTC), que integraron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional –FMLN– partido fundado en octubre de 1980, en la clandestinidad; entrevistó a obreras, campesinas, estudiantes y maestras, quienes hablan de su participación y compromiso político-militar. Siendo lo más destacado la referencia al pelotón Silvia conformado sólo por mujeres. Análisis posteriores (Vásquez:1996), apuntan que éste se originó en 1981 como una experiencia del Partido Comunista, ante la necesidad de buscar alternativas disciplinarias que controlaran la sexualidad de las jóvenes guerrilleras, “para preservar el espíritu de las parejas, sin lesionar la disciplina militar”, ya que mantener con inadas a las jóvenes les permitía ser visitadas por sus parejas. Sin embargo el pelotón es recordado (duró aproximadamente dos años) por su valentía y la novedad de enfrentar al enemigo, es precisamente esta visión la que se re leja en el libro. Claribel Alegría y J.D. Flakol (escritora salvadoreña/nicaragüense y su esposo escritor estadounidense), entrevistaron a mujeres de diferentes sectores sociales: maestras, estudiantes, obreras que fueron militantes de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí -FPL-, a inicios de los años ochentas. En 1983 se publica No me Agarran Viva, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 1983. Entre las mujeres destacadas en el libro igura “Eugenia”, seudónimo de Ana María Castillo Rivas, quien murió combatiendo el 17 de enero de 1981, te-
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nía 31 años. “El 17 de enero de 1981, cuando cumplía una di ícil misión revolucionaria de nuestra Organización, la compañera Eugenia cae en heroico combate desigual contra muy superiores fuerzas del enemigo… Su muerte en combate sella con el más sublime heroísmo una vida militante y guerrillera que se caracterizó por su entrega incondicional a nuestro Pueblo y su causa libertaria, por sus mil veces probada contextura proletaria, por su elevada capacidad de dirección y organización y por el más caluroso y sencillo espíritu fraternal. Al momento de su muerte, era miembro del máximo Organismo de Dirección de las FPL: El Consejo Revolucionario y formaba parte del Estado Mayor del Frente Central Felipe Peña”52. La vida de Eugenia le sirve a Claribel Alegría de eje en el libro, también el título que en artículos escritos por ella a irmó: “que prefería combatir hasta morir, antes que ser capturada”. Tomando como base entrevistas realizadas a dirigentes, hombres y mujeres, que la conocieron, la autora y su esposo logran entretejer la vida de las otras entrevistadas, algunas muy destacadas, como Mélida Anaya Montes o como Tulita de Carpio, obrera y luchadora, entre otras. Por medio del libro se logra mostrar un retrato de la participación de las mujeres en el combate guerrillero y fue importante para generar solidaridad internacional hacia al pueblo y a las mujeres salvadoreñas, en plena guerra. Otra Comandante del FMLN capturada en 1985 fue Nidia Díaz, fundadora del ERP, después militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos -PRTC- fue liberada por una acción guerrillera y la presión social, nacional e internacional, que pugnó por su libertad. Ella suscitó admiración por su cercanía con la población campesina de San Vicente (Departamento situado al oriente de San Salvador) y su valor cuando fue detenida y torturada por el ejército, como lo cuenta en su conmovedor testimonio Nunca estuve Sola, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 1987. Inmediatamente después de la irma de los Acuerdos de Paz en 1992, comenzaron a llegar a El Salvador investigadoras/es internacionalistas que hicieron valiosos aportes al rescatar la experiencia de lo que había sido el proceso de la guerra civil y el inicio de la transición post-con licto. Así llegó Sthefan 52 Eugenia: poemario escrito y editado por el Comandante Javier, compañero de Eugenia. FPL, San Salvador, 1981.
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Ueltzen, alemán, quien escribió el libro Como Salvadoreña que Soy, Editorial Sombrero Azul, San Salvador, El Salvador, 1993, el cual sistematiza ocho testimonios de mujeres excombatientes, militantes políticas, feministas, dirigentes, con papeles protagónicos en la guerra. A lo largo de su historia personal y social las entrevistadas expresan sus opiniones sobre las relaciones familiares, antes, durante y después del con licto; muestran cómo la política atraviesa sus vidas, llenas de contradicciones y peligros; los lazos familiares y de solidaridad que tuvieron que construir para sobrevivir. Dejan ver cómo la dedicación a la política las ha escindido, las separa de lo que podría llamarse “vida normal”. Las ocho mujeres, en diferentes formas, por vías particulares, en espacios y en contenidos diversos de su participación política a partir de su condición genérica, demuestran cómo se construye la mujer salvadoreña como sujeta política en ese momento histórico. Ese mismo año el Instituto Panos de Londres incluyó a El Salvador en el Proyecto Mujer y Con licto, que recopiló narraciones de unas 250 mujeres en 12 países. Fue diseñado por esta Institución en respuesta a un vacío obvio que llevaban a cabo organizaciones de desarrollo sobre el impacto de las guerras, para rescatar el punto de vista de las mujeres como un ingrediente vital que generalmente estaba ausente. Los libros resultantes de esta experiencia fueron: Armas para luchar, Brazos para proteger, Las mujeres hablan de la guerra. Editorial Icaria, España, 1995 y ¡¿Valió la Pena?! Editorial Sombrero Azul, San Salvador, El Salvador, 1995. El objetivo especí ico de ese proyecto fue “permitir que las mujeres expresaran sus propias experiencias, percepciones y preocupaciones sobre el impacto del con licto armado y sus consecuencias” (PANOS, 1989: 6,7). Al concluir el libro Panos sostiene que, se obtuvo una imagen de la mujer contraria a la predominante y estereotipada como víctima generalmente pasiva y a ligida. En contraste el libro muestra que las mujeres contaban con gran fortaleza y recursos, y eran agentes activas del cambio y la supervivencia. Lo más valioso de esta indagación a través de testimonios orales fue penetrar en aspectos ocultos, o más bien silenciados de la vida de las mujeres. Se advierte cómo los “hechos históricos” se re lejan en lo cotidiano, pues las
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historias de estas mujeres no se centran tanto en las hazañas como en las vivencias típicas del ambiente rural. Realidad, complejidad y variedad de experiencias son las diferentes facetas subrayadas en los testimonios de ambos libros comentados, pero los más importante es que dieron “voz a las mujeres en un tema que durante tanto tiempo ha estado dominado por el lenguaje macho de la misma guerra y de aquellos que informan sobre ella”. También llegaron después de 1992: Clara Murguialday de España, Norma Vásquez de México y Cristina Ibáñez de Argentina, investigadoras que dejaron documentados aportes sobre el impacto de la guerra en las salvadoreñas. Es de referencia obligada el libro Mujeres-Montaña. Vivencias de Guerrilleras y colaboradoras del FMLN, Editorial Hora y horas, España, 1995. Puede considerarse un libro pionero en el abordaje de la sexualidad y la maternidad, temáticas consideradas tabú en El Salvador. Precisamente el objetivo de este trabajo fue “Analizar las prácticas sexuales y maternales de las guerrilleras y colaboradoras del FMLN durante la guerra, y el impacto que tuvieron en sus concepciones y las secuelas heredadas”. Realizaron alrededor de 60 entrevistas y grupos focales con guerrilleras y colaboradoras del FMLN del área rural y urbana. Para socializar los resultados y a manera de consulta, convocaron a un foro centroamericano de mujeres que habían participado en las guerras de sus respectivos países para obtener comentarios y/o insumos que profundizaran el trabajo, también a comandantes hombres del FMLN. Algunos de sus principales hallazgos fueron: • Identi icaron la ausencia de un cuerpo teórico coherente en el discurso utópico y triunfalista del FMLN, sus consignas agitativas carecen de análisis y propuestas, especialmente se destaca la carencia de re lexión en torno a la subjetividad y las desigualdades entre hombres y mujeres. • Las mujeres que se involucraron en la guerra lo hicieron motivadas por razones diversas: las del área rural lo hicieron por que se vieron arrastradas por el terror y la inseguridad, y las del área urbana con un poco más de conciencia y de compromiso militante. • Demuestran que la vivencia de la guerra fue distinta para mujeres y hombres porque distinta fue su inserción, sus tareas, sus expectativas, su in-
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volucramiento político, y diferentes eran también sus identidades y los impactos que en ellas ocasionó el con licto. • Que el prototipo de feminidad vigente (hasta 1995) en la sociedad salvadoreña sigue considerando a la maternidad como la meta fundamental de las mujeres, sobre este eje se articula la identidad femenina, lo cual in luyó en sus vidas entonces y ahora. • Las colaboradoras del frente del área rural hacen un balance positivo de su participación. Las mujeres-montaña fueron las nutrientes indispensables mientras la guerra fue el eje central de la lucha revolucionaria. Las que colaboraron de forma voluntaria y por conciencia expresan más a menudo satisfacción por haber sido protagonistas y artí ices de la guerra. Tras la muerte de Norma Virginia Guirola de Herrera, en 1990, se fundó el Centro de Estudios de la Mujer –CEMUJER– que lleva su nombre en homenaje a su memoria. Actualmente es una las instituciones especializadas en la violencia contra la mujer en el marco de los derechos humanos de las mujeres, realizan estudios e investigaciones sobre la condición legal y la violencia contra la mujer. Asimismo, CEMUJER en homenaje a Norma publicó el libro: Norma: Vida Insurgente y Feminista, Talleres Grá icos-UCA, San Salvador, El Salvador, 1996, que sistematiza testimonios de mujeres que la conocieron y habla sobre su vida como luchadora por los derechos de las mujeres, su visión sobre el trabajo femenino y su vida ejemplar como guerrillera y madre. El politólogo Ilja A. Luciak, investigador y Director del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Virginia Tech, durante aproximadamente siete años se dedicó a documentar y analizar las participación en la revolución de las salvadoreñas, guatemaltecas y nicaragüenses, utilizando entrevistas como fuente principal de su investigación. Para el caso salvadoreño, Luciak realizó alrededor de 200 entrevistas para analizar el grado de participación de las mujeres en el FMLN durante la guerra y la reinserción de los excombatientes a la vida civil. También analiza el papel que las mujeres jugaron en el proceso electoral de 1994 y la igualdad de género en el FMLN. Sus valiosos análisis han contribuido a evidenciar los vacíos en el proceso de democratización del partido de izquierda, en cuanto a la representación genérica en las estructuras partidarias y en la Asamblea Legislativa, así como la identi icación de limitaciones y obstáculos para avanzar en la igualdad genérica (Luciak, 1998, 2001: 36).
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Estos trabajos han sido el fundamento de posteriores investigaciones que se han realizado sobre temas especí icos o particulares: salud y sexualidad en la guerra, pos-trauma, educación, legislación, violencia, participación política que no es del caso comentar en este espacio; sin embargo estudios sobre la historiogra ía de las organizaciones de mujeres o de mujeres destacadas, pese a que hay trabajos o artículos sueltos, no han logrado presentar un panorama general de ello. 4.2. Sexto Período: 2004-2008, de guerrilleras a feministas Principales hechos • De guerrilleras a feministas: las ex guerrilleras fundan las primeras organizaciones de mujeres que introducen la perspectiva de género. • Eclosión de organizaciones y ONG de mujeres y feministas. Bases del Movimiento de Mujeres-MM- en El Salvador. • Concertación Feminista Prudencia Ayala: 1997 Recién pasada la guerra y la irma de los acuerdos de paz se da paso al período histórico más reciente del MM, que se abre con la realización en El Salvador del VI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe realizado en Costa del Sol del Departamento de La Paz en noviembre de 2003; elevándose así, su accionar a nivel nacional, regional e internacional. Consolidación del Movimiento de Mujeres –MM– en El Salvador y el surgimiento de algunas experiencias organizativas de mujeres rurales, a quienes se les dedicará un apartado especial. El surgimiento acelerado de organizaciones de mujeres entre 1989 y 1993, dio lugar a que la re lexión sobre la situación de las mujeres salvadoreñas, fuera el tema central de estos grupos y de otras personas e instituciones. Surgen así trabajos cuya línea central será la cuanti icación de la opresión femenina; o sea, hacer visibles los niveles de pobreza y discriminación en la educación, empleo y salud, fundamentalmente la materno-infantil. Se podrían mencionar trabajos pioneros como el realizado por UNICEF en el marco del Programa Regional “Educación de la Mujer y Supervivencia Infantil”, el Programa de la Mujer del CSUCA y la Carrera de Sociología en la UCA que orientó las tesis en la línea de visibilizar la situación de la mujer salvadoreña. El estudio regional de FLACSO sobre las Mujeres Centroamericanas (1989) se constituyó en un referente obligado por muchos años.
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Estos trabajos se constituyeron en instrumentos útiles para la denuncia, plani icación de acciones y fomento de la organización de las mujeres, pero sobre todo, se inicia una línea de investigación multidisciplinaria ya que al momento, podemos encontrar trabajos de las siguientes disciplinas: sociología, educación, derecho, economía, sicología, medicina, etc. Hasta más o menos 1995, hablar de Teoría de Género en El Salvador era un asunto casi sólo de mujeres. Pero a partir de la IV Conferencia Internacional de la Mujer realizada en Pekín, China en septiembre de 1995 y al crecer en el mundo el debate sobre del concepto GÉNERO y sobre los movimientos de mujeres, también en El Salvador fueron ganando terreno estos conocimientos. Al respecto a irma Norma Vásquez: A mediados de los 90, cuando llegó el momento de preparar la participación en la Conferencia de Beijing, se pudo constatar que género y perspectiva de género han sido conceptos utilizados tanto por el movimiento feminista, los movimientos de mujeres, como por algunas ONG mixtas y gubernamentales. Eso ocasionaba que fuera necesario ponerse de acuerdo sobre el signi icado del concepto antes de iniciar cualquier discusión que lo contuviera (Vázquez, 2001: 184).
Al irmar los acuerdos de Pekín y aceptar su plataforma por parte del gobierno de El Salvador, se obligó a emplear la perspectiva de género en sus planes y programas, de allí que exista desde 1997 la Política Nacional de la Mujer y un Instituto Salvadoreño de Desarrollo de la Mujer, responsable de su ejecución. En el ámbito académico, constituido por más de 19 universidades y por diversos centros de Investigación, todavía hace falta que los planes de estudio, los currículos y las investigaciones hagan suya la Teoría de Género. En la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, UCA entre 1995 y 1997, se realizaron algunos cursos libres, pero no han tenido continuidad ni institucionalidad. De hecho, El Salvador es el único país (2006) en América Latina que todavía no tiene una cátedra, un diplomado, un curso, etc., a nivel universitario que institucionalice los estudios de género, a través de acciones académicas concretas. La Reforma Educativa postula el género como un eje transversal; sin
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embargo, es paradójico que todavía no haya instituciones que formen docentes en esa línea. A nivel de ONG de desarrollo se realizan múltiples y variadas acciones: talleres, seminarios y formulación de políticas institucionales de equidad de género. Aunque todavía no se mide el impacto social de dicho trabajo, son considerables las acciones realizadas. También es a nivel de estas instituciones que se ha logrado realizar estudios, diagnósticos, investigaciones, etc. En este punto han tenido un papel importante los centros de documentación, creados en las Instituciones de Mujeres. Después de los Acuerdos de Paz han proliferado en el país las maestrías, los diplomados, cursos, etc, impartidos por Universidades extranjeras; en ese marco la Universidad de Gerona, España, en coordinación con el Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes –MAM–, CEMUJER y DIGNAS, impartieron en 1997 una Maestría en Relaciones de Género. 4.3.1. Beijing + 11 Después de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer realizada en Beijing en 1995 ¿qué ha pasado con los estudios de la mujer y de género?, no es fácil hacer un recuento o balance, ya que se necesitaría tiempo y recursos, sin embargo, se hará un punteo de los más destacados. Destaca en 1995 la investigación realizada por el programa regional La Corriente, con el título “Catálogo Centroamericano. Investigaciones y Estudios de la Mujer”. Recopilaron información existente en la región durante 19901995. Encontraron 503 estudios de los cuales el 45% se habían realizado en Costa Rica, el resto se repartía en los otros países, encontrando para El Salvador alrededor de 100. Los temas abordados se ubicaban en salud: predominando el enfoque materno infantil; división sexual del trabajo: triple rol; trabajo: aquí interesaba desagregar por sexo la información para destacar la situación de discriminación y desventaja de la mujer, como, nivel de ingresos, incursión en empleos tradicionalmente masculinos; violencia: maltrato en la pareja, casos denunciados en las instancias judiciales; mujer rural: sobresalen estudios descriptivos de su incorporación al trabajo agrícola.
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La mayor parte de estos estudios son inanciados por organismos internacionales o instituciones regionales que gestionan fondos para la investigación, destacan: OPS, UNIFEM, Fundación Arias para la Paz, PNUD. Desde las organizaciones de mujeres se realizan estudios de tipo exploratorio y cualitativo: sexualidad, maternidad, participación política, impacto de la guerra en la salud mental de las mujeres, por mencionar algunos temas. Sobre mujeres rurales también se avanzó: Anteproyecto de Código Agrario –1998–, Empoderamiento de Mujeres Rurales –1999–, Experiencias Organizativas de Mujeres Rurales: Post-Guerra 1992-1999. El estudio regional de Carmen Diana Deere y Magdalena León: Género Propiedad y Empoderamiento: tierra, Estado y mercado en América Latina (2000). A nivel regional centroamericano contamos con el trabajo de Ilja Luciak: “Después de la revolución: igualdad de género y democracia en El Salvador, Nicaragua y Guatemala”. UCA Editores, 2001. Pese a los terremotos de enero y febrero de 2001 se realizó el Encuentro sobre Literatura y Testimonio en la Universidad de El Salvador, en marzo de ese año, se montó una mesa de Mujer y Testimonio que contó con aproximadamente 10 ponencias. Las DIGNAS han publicado en el año 2000 los títulos siguientes: Salvando Obstáculos. Los Derechos Laborales de las Mujeres; Discriminación Laboral y Acoso Sexual; Memoria del Encuentro Feminista para la Reconstrucción con Rostros de Mujer; Recopilación de Cuentos “Contando Cuentos para Cambiar”. En proceso de revisión para publicación: “Calidad de vida de las mujeres trabajadoras remuneradas de la zona periférica de San Bartolo, Ilopango”; “Embarazos en la adolescencia”; “Mujeres y Analfabetismo”; “Pasos Fundamentales a seguir para implementar un Modelo de Educación No Sexista” Las MELIDAS publicaron en noviembre 2001 “Violencia Intrafamiliar y Delitos Contra la Libertad Sexual en el Área Metropolitana de San Salvador”, realizada por Margarita Velado y, en marzo de 2001 “Construyendo una Concepción y Estrategia de Desarrollo Local desde Las Mujeres”. La Fundación Nacional para el Desarrollo –FUNDE– publicó en 2004 la investigación: “La Participación de la Mujer en los Municipios de: Tecoluca, San Salvador, Soyapango, Nejapa, Olocuilta y El Carmen”, elaborada por María Elena Moreno y María Candelaria Navas.
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Los estudios sobre masculinidad están ganando algún terreno en noviembre de 2001, se participó en la presentación del libro “El Género también es Asunto de Hombres”, de Edgar Chacón y Gustavo Briceño, investigadores centroamericanos, con un comentario en el cual se apunta: Este libro es la herencia sin testamento (parafraseando a Francoise Collin) que las feministas han construido a lo largo de 50 años, pero más especí icamente desde los años 80´s a la fecha. De alguna manera es un retomar el trabajo de las teóricas feministas y colocarlo en masculino con el ingrediente histórico-cultural de la región centroamericana. Se ve entonces que fue necesario develar la discriminación contra la mujer para identi icar, cuestionar y re lexionar sobre el patriarcado53.
La investigación: “Paternidad Responsable en el Istmo Centroamericano”, coordinada por Javier Alatorre con el patrocinio de CEPAL fue acompañada de un despliegue de publicidad y de la movilización de instituciones gubernamentales y no gubernamentales que cerró con un foro de Universidades centroamericanas, causando impacto sus resultados. Entre 2001 y 2002 se realizó en la Universidad de El Salvador el Diplomado sobre Género y Estadísticas, dirigido a mujeres y hombres de instituciones gubernamentales, como resultado de un Convenio irmado con el Instituto Salvadoreño de Desarrollo de la Mujer –ISDEMU–. Con el auspicio del FNUAP, han sido graduadas 3 generaciones de la Maestría en Derechos Sexuales y Reproductivos desde 2002 a 2006. Actualmente se inician los trabajos de investigación sobre remesas y migración, feminicidios, entre otros temas. Todo el marco anterior sirve de base y sustento, es decir el contexto, para el inicio y posterior desarrollo del movimiento de mujeres. 4.2.1 De guerrilleras a feministas: Origen de las organizaciones de mujeres postconϐlicto El 16 de enero de 1992, las fuerzas guerrilleras que constituyeron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el gobierno de El Salvador irmaron el histórico convenio de paz en el Castillo de Chapultepec, en México. Este Acuerdo puso in a un con licto que duró más de una década 53 Navas, María Candelaria, presentación/comentario del libro.
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(1979-1992) y traumatizó a una nación entera. La guerra generó 1.5 millones de refugiados y aproximadamente 70.000 asesinados, la mayoría civiles. Tras la irma del Acuerdo surgió un optimismo general con respecto al futuro de El Salvador. Al in la paz y la democracia parecían estar al alcance de la mano, la plena instauración de los acuerdos de paz en el país, tendría que conducir a cambios profundos en las estructuras socioeconómicas y políticas establecidas. El reto de las antiguas guerrillas, consistió en encontrar la manera de proseguir la lucha por la justicia social, al tiempo que buscaban su transformación en partido político. También debían demostrar que los acuerdos de paz efectivamente representaban una “revolución negociada”. Di ícil y complicada tarea, ya que era necesario reinventarse ideológicamente, en especial por la caída del socialismo real en Rusia y Europa del Este, situación que, como sabemos, “ha llevado a que la izquierda revolucionaria en América Latina, África y Asia a reexaminar la ideología socialista, dado que, repentinamente, se tuvo la impresión de que el paradigma socialista, “la luz conductora” de los movimientos revolucionarios del mundo en vías de desarrollo, había perdido su legitimidad” (Luciak, s/f: 3). En El Salvador, la dirigencia del FMLN fue muy explícita en a irmar que la guerra revolucionaria estaba abanderada por el socialismo. Al respecto el Dr. Luciak entrevistó al legendario dirigente Scha ik Hándal el 10 de febrero de 1996 (Ibidem), como jefe del recién disuelto Partido Comunista de El Salvador y uno de los cinco comandantes militares del FMLN durante la guerra, quien a irmó a la luz de la realidad “postsocialista” que el FMLN se encontraba en proceso de formular un nuevo proyecto político y en relación con la Tendencia Comunista, dentro del FMLN, a irmó que “cuando hablamos sobre los comunistas, nos referimos a los comunistas de ines de este siglo, es decir, gente que está elaborando una nueva forma de pensar que aún no está escrita”. En este apartado, se explora la dinámica sociopolítica que dio paso a las organizaciones de mujeres que trascendieron las demandas de clase hacia las de género en el marco de la “nueva forma de pensar”. Durante los años ochenta, las guerrillas lucharon contra el proyecto hegemónico de Estados Unidos y sus aliados internos. A esta pugna por la justicia social y económica, se integraron muchas mujeres, quienes deseaban participar en la “construcción de una nueva sociedad” (AMES, 1982: 12).
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Siendo el hilo conductor de este trabajo la participación de las mujeres como grupo organizado o como personas de manera individual, es de justicia visibilizarlas en la guerra, por lo tanto se analizará, a continuación, el nivel de participación de las mismas en el FMLN durante la guerra. Después de la irma de los Acuerdos de Paz, las fuerzas del FMLN debían desmovilizarse en un proceso que constó de cinco etapas, del 1o de mayo al 31 de octubre de 1992. La Misión de Observadores de Naciones Unidas en El Salvador (ONUSAL) supervisó la desmovilización, tomó los datos y fue consignando a cada uno de los miembros del FMLN, quienes fueron inscritos de acuerdo con su categoría, como combatientes, lisiados no combatientes o políticos. En 1994, la ONUSAL registró un total de 15.009 miembros del FMLN, integrados por 8442 combatientes, 2474 lisiados no combatientes y 3983 políticos. El número total de mujeres fue de 4492 o 29.9% (ONUSAL, s/f, 12). Algunos investigadores tienen sus reservas sobre los datos de ONUSAL, pues se supone que entre el 10 y el 15% de los miembros del FMLN no fueron incluidos, por varias razones que tienen cierta lógica, dada la historia de represión y violencia en El Salvador. Por ejemplo: algunos no estaban dispuestos a revelar su verdadera identidad, después que lograron in iltrarse en o icinas gubernamentales; otros tenían poca fe en la viabilidad de los acuerdos de paz; algunos altos o iciales del FMLN no lo hicieron para dar ejemplo y que no se interpretara como que quisieran sacar ventajas de los bene icios a los que tenían derecho las personas que se registraran. Sin embargo, dadas esas limitaciones, a continuación analizaremos algunos datos ofrecidos por esa Institución.
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Composición por género en los grupos del FMLN54
Grupo Mujeres
ERP FAL FPL PRTC RN TOTAL
1,156 734 1,397 356 849 4,492
%
Hombres
25.7 2,274 16.3 1,516 31.1 3,685 7.9 892 18.9 1,650 100.0 10,517
%
Total
26.4 3,930 14.4 2,250 35.0 5,082 8.5 1,248 15.7 2,499 100.0 15,009
%
26.2 15.0 33.9 8.3 16.7 100.0
Mujeres como porcentaje del total 29.4 32.6 27.5 28.5 34.0 29.9
Fuente: ONUSAL, Proceso de desmovilización del personal del FMLN, San Salvador, Imprenta El Estudiante, s/f.
Como podemos apreciar en el cuadro, en términos generales, la participación de las mujeres en los cinco ejércitos representó entre el 27 y el 34 %. De acuerdo con un estudio representativo realizado por la Fundación 16 de enero, que abarcó a una tercera parte del total de las mujeres inscritas por la ONUSAL, un poco menos del 30% de las mujeres a iliadas al FMLN durante la guerra trabajaban en la cocina, mientras que 15% estaban asignadas a tareas relacionadas con la salud. Combatientes armadas eran alrededor del 15%, un 11% ejecutaba funciones de apoyo. El 40% restante cumplía otro tipo de tareas (Fundación 16 Enero, 1993: 10) Sin embargo, durante el período de guerra estas combatientes, después de su integración a la guerrilla, tuvieron que enfrentar una realidad di ícil, en donde prevalecían los prejuicios de género. Aquellas que llegaron a tener cargo de dirección pagaron un precio muy alto. Las exigencias para mujeres y hombres eran diferentes, para las mujeres que tenían hijos la situación era compleja: “No sólo había que hacer bien las cosas, sino había que demostrar que se sabían hacer bien...Yo me recuerdo mucho más dura que los otros jefes, o sea más exigente... para que pudieran respetarme los combatientes, para que pudieran aceptarme en 54 Abreviaturas: ERP: Ejército Revolucionario del Pueblo. FAL: Fuerzas Armadas de Liberación. FPL: Fuerzas Populares de Liberación. PRTC: ParƟdo Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos. RN: Resistencia Nacional.
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María Candelaria Navas la jefatura… Yo creo que las rupturas con la maternidad fueron un elemento muy desgarrador y ser jefa en ese tiempo, o asumir jefaturas o tareas de dirección militar, era absolutamente contradictorio con asumir la maternidad. Eso no es así con los hombres, porque el vínculo padre e hijo es distinto en esta sociedad. Ojalá fuera así, pero no es así. Ese costo me acuerdo. En una ocasión una de mis hijas se había quebrado un brazo y me avisaron que estaba quebrado el brazo y que me llamaban desde el hospital. Me llega una carta y pido permiso al equipo de la jefatura y me dijeron: “Mirá, vos sabes que ninguno de nosotros puede salir de aquí sin autorización de los compañeros que están en Guazapa. Entonces, como ya dentro de un mes vamos a ir a una reunión, esperémonos mejor”. Vaya pues, yo llego a la reunión, estaba en occidente, esperanzada que iba a obtener el permiso para ver a mis hijas. Tenía casi cuatro años de no verlas y, este, lo planteo y me dicen. “Bueno, tenés derecho a un permiso pero tenemos un problema y es que hay que abrir un corredor en occidente”. Y entonces el jefe de la zona conocía más Santa Ana que yo. Y entonces me dice: “Lo tiene que ir a ver Antonio, pero si Antonio se va, nadie más que vos se puede quedar en la zona y eso se puede tardar más de 2 ó 3 meses. Si vos salís, la tarea estratégica de abrir corredor se para. Pero no te podemos negar el permiso. Vos lo decidís”. Yo me acuerdo de lo que lloré esa noche yo decía “Cómo hago, ay, cómo hago, yo quiero ir a ver a mi hija. Tanto tiempo está quebrada del brazo, pero la tarea es urgente. Y, además, sabía el costo que iba a tener si yo optaba por aquello. Y me quedé. No pude ver a mi hija sino hasta un año después” (Luciak, 2001: 67).
En Nicaragua, por ejemplo, a ines de 1978, el FSLN tenía más claridad de su compromiso con las mujeres; el Programa de Gobierno, publicado después del triunfo, en el apartado No. 22 se lee: “Vamos a luchar por acabar con la discriminación contra la mujer” La mujer será puesta en el mismo plano de igualdad que el hombre. Se luchará por acabar con la prostitución y la servidumbre (Navas, 1985: 221).
Un día después del triunfo, justamente, se prohibió la prostitución y la utilización de la mujer como objeto sexual en los medios de comunicación. Pero el FMLN no planteó abiertamente los derechos de las mujeres en sus primeros pronunciamientos y programas. Luciak resume como resultado de las entrevistas que realizó a las militantes los siguientes factores que pudieron haber in luido para que existiera tal vacío: la fuerte in luencia religiosa, el origen predominantemente rural de la base de la organización y la cultura machista que lograba inhibir hasta las más prominentes liderezas. Asimismo se puede decir que la ausencia de una organización de mujeres, con especi icidad genérica, pudo haber contribuido a tal vacío. En este punto es de justicia reconocer el trabajo de Doña Tula Alvarenga de Carpio, esposa
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del eminente, legendario dirigente obrero y guerrillero Salvador Cayetano Carpio, quien al interior de las FPL logró nuclear a salvadoreñas militantes de esa organización, que se encontraban fuera del país por razones políticas, creando un equipo de apoyo internacional, vinculado con las estructuras para el trabajo de promoción y dirección de la Asociación de Mujeres de El Salvador –AMES– que funcionaba en los frentes guerrilleros y en las zonas sub-urbanas. Doña Tula fue fundadora de Fraternidad de Mujeres en 1956 y, en los años que coordinaba el trabajo de AMES (1978, año de su fundación hasta 1983), tuvo que enfrentarse a las posiciones machistas y misóginas de los dirigentes de las FPL quienes no se cuidaban en expresar la desvalorización que se hacía del trabajo con las mujeres. Con frases como “¿ya terminaron su reunión?”, preguntaban re iriéndose a las reuniones que ella tenía con el equipo de mujeres de AMES, “es que ahora vamos a tener nuestra reunión de dirección que es seria”, obviamente era una manera de minimizar y subvaluar esos esfuerzos, que lograron recursos y solidaridad internacional, no solo para las mujeres sino que para todo el proceso, difusión y promoción del trabajo de AMES. Este grupo sistematizó y divulgó testimonios, necesidades e intereses de las mujeres en los frentes de guerra y en la periferia de San Salvador Después del asesinato de la comandante Ana María y el suicido de su esposo, el Comandante Marcial (abril de 1983), Doña Tulita fue marginada, así como su equipo de trabajo, la dirección de AMES se dividió en dos y posteriormente se disolvió. Un análisis cualitativo de la participación de las mujeres salvadoreñas en la guerra nos remitiría a una clasi icación diferente a la de la ONUSAL. Por ejemplo, para la realización, en 1993, del libro ¡¿Valió la pena?! (Navas, etl al: 1995a), cuyo objetivo era recopilar testimonios de las mujeres que vivieron la guerra, se utilizó el concepto de “población desarraigada”, caracterización proporcionada por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados –ACNUR– que incluía cuatro categorías de mujeres, así: refugiadas, repatriadas, desplazadas y repobladoras. En menor proporción incluía casos de “excombatientes” y “tenedoras”, categorías resultantes de la inalización del con licto. Sin bien las veinte y una entrevistas presentadas y analizadas no agotaron la totalidad de las experiencias vividas por las mujeres salvadoreñas durante la guerra como protagonistas, no como víctimas u
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observadoras pasivas, pero fueron una muestra amplia y representativa de los diferentes grupos sociales a quienes pertenecían. Estas mujeres entraron a la guerra por opción personal, otras porque sus hijos, hermanos, compañeros o padres las involucraron y, otras, a través de las comunidades de base. “Tenía entre diecinueve y veinte años entonces ellos me hicieron el planteamiento, hicieron que mi hermano hablara más conmigo, pues existía la posibilidad de que yo pudiera servir mucho en el trabajo clandestino. Entonces mi hermano empezó a plantearme la incorporación” (Carolina) (Navas, et.al, 1995ª: 92) “Nos empezamos a organizar, primero estudiando la Biblia. Empezamos la celebración de la palabra y a motivar a la gente de que vivíamos una injusticia y de que eso no debería ser así. Entonces nació la organización y fue cuando empezaron a perseguirnos.” (Vicenta) (Idem: 127)
En sus relatos expresan sus rupturas emocionales y sentimentales, la inestabilidad que les trajo el con licto y las di icultades que circundaron la maternidad. La violencia de género cómo fue vivida y inalmente qué ganancias obtuvieron: ¿tierras, becas, créditos?, ¿educación?, etc.; en resumen es un recuento de aprendizajes y de visibilizaciones de la participación de las mujeres rurales y semi-rurales en la guerra. “Después de desmovilizarme, me hubiera gustado acompañarme con mi compañero y seguir estudiando; hacer mi futuro en un plano como quien se casa y se va a su casa y recoge a todos los niños y empieza a trabajar, algo así...Pero por el momento no estoy estudiando porque nos habían prometido una beca y esa beca no salió…” (Carolina) (Idem: 106) “En la guerra aprendí bastante, sí valió la pena. Aprendí a leer y a escribir, charlas políticas, que ya lo militar; era vivir una vida ya no sólo metida en la casa cuidando gallinas”. (Amanda) (Idem: 234)
En tiempos de paz a muchas y muchos les ha signi icado un cambio, pero sin duda, las mujeres que fueron madres cargaron con un peso extra que no compartieron con los padres de sus hijos; la maternidad les originó sentimientos contradictorios tanto durante como después de la guerra, muchos de ellos relacionados con la culpa por el abandono o por la muerte, la mayoría a irma que podría repetir su experiencia íntegra, salvo el dejar a los hijos. Sin embargo, “muchas mujeres evalúan su participación en la guerra
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(al nivel que fuera) como altamente positiva, como determinante en sus vidas y como experiencia que les dejó una autovaloración con la que no contaban” (Soriano, s/f). Obviamente está pendiente hacer un balance de las ganancias y las pérdidas ísicas, emocionales y materiales como herencia de la guerra. De todas maneras es insoslayable el protagonismo de las mujeres en la guerra y en el llamado proceso de transición (a partir de 1992). En los años inmediatamente después de la irma de los acuerdos, se vivieron momentos de incertidumbre, de búsqueda, de esperanzas de toda la sociedad salvadoreña: de los reinsertados a la vida civil, de un partido que nacía a la vida democrática. Fue notorio que los temas relativos a las mujeres recibieron nula o escasa atención durante las negociaciones de paz, aun cuando había o iciales de la alta jerarquía política participando en el proceso como; Nidia Díaz, Lorena peña, Ana Guadalupe Martínez, entre otras. “La ausencia de una perspectiva de género, evidente en el diseño de los programas de reinserción, se tradujo en discriminación hacia las mujeres excombatientes, que no recibieron un trato igualitario en la asignación de recursos esenciales como las tierras” (Romero, 1995: 370).
Las razones de este comportamiento fueron muchas que iban desde la cultura predominante machista, hasta la falta de apoyo de parte de la dirigencia, mayoritariamente masculina, del movimiento guerrillero, es el caso de Carmen Ábrego del Cantón la Joya de San Vicente que reaccionó así cuando recibió un trato discriminatorio en el reparto de tierras: “Me ha salido tierra, no me habían puesto a mí, sólo a él lo habían puesto. Ese día que llegó el señor, que iban a ver las tierras, le dije yo.” ¿Y a quién han puesto?. No, ustedes pónganme a mí porque él hoy es y mañana no es; y yo todo el tiempo soy con mis hijos, y si él un día se va, me voy a quedar sin nada. La gran jodida que me he pegado y que no den pero ni por lo que he luchado las tierras. Entonces me pusieron” (Idem: 94).
Fueron momentos di íciles dejar la guerra y entrar a la paz sin dejar completamente su compromiso político; mujeres y hombres enfrentaron, por igual, di icultades para reintegrarse a la sociedad. Sin embargo, las mujeres del FMLN tuvieron que superar obstáculos adicionales debido a su condición genérica. Por ejemplo:
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María Candelaria Navas …las combatientes que intentaban regresar con sus familias fueron tratadas como parias por sus propios padres, parientes e hijos, por haber abandonado a éstos durante la guerra y haber elegido la lucha revolucionaria por sobre sus familias. Mientras ellas eran consideradas “traidoras a sus familias”, los hombres eran alabados por “su heroica lucha” (Luciak, s/f: 19).
La sociedad salvadoreña, que no di iere de otras, aplicando diferentes estándares a los hombres y a las mujeres. Las y los excombatientes, de ambas fuerzas, fueron favorecidos con programas de “reinserción” que consistieron fundamentalmente en becas para continuar estudios, capacitación empresarial y de o icios, reparto de tierras, incorporando en este programa a las personas que habitaron las zonas de control político y militar de la ex guerrilla. Para las mujeres campesinas, para las mujeres de los barrios marginales o para las mujeres de la clase media, para las estudiantes o las obreras, excombatientes o civiles, la vuelta a la paz está sembrada de trampas, pero también de problemas comunes. Primero, el de la sobrevivencia económica frente a la mala voluntad del gobierno a la hora de cumplir con los Acuerdos de Paz, lo cual refuerza el impacto devastador de la política neoliberal que se aplica desde 1989. Durante los doce años de la guerra civil se dedicaron a ser brigadistas de salud, radistas, capacitadoras, educadoras populares, etc., actividades que no tienen ningún diploma reconocido en la vida civil. El Programa de Transferencia de Tierras –PTT– estaba olvidando a las mujeres y las becas para reinsertarse a la vida civil no eran su icientes. La vuelta a la paz, a la “normalidad” para muchas militantes llegó acompañada de una fuerte tendencia a querer cerrar lo antes posible el penoso paréntesis de la guerra, fue también una vuelta al seno familiar con las manos vacías. Otra trampa son los recuerdos personales que cada quien guarda de la guerra: el dolor y el duelo están presentes, pero también las contradicciones que las identidades construidas durante la guerra, como la independencia, la heroicidad, no empatan con las identidades en las relaciones de género tradicionales. Cuando se esperaba la paz, se observa durante la post-guerra un aumento considerable de la violencia. El fenómeno ya experimentado en otras sociedades que han vivido un conlicto armado se expresó en El Salvador, se aceptó y permitió que las mujeres desempeñaran un papel no tradicional, siempre que fue necesario durante el
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con licto, pero una vez terminada la guerra, cuando sus nuevas identidades representaban una amenaza para las relaciones tradicionales de género, se intentó relegarla a la esfera privada y despojarla de autoridad. Un estudio realizado en 1993 sobre 1,100 mujeres del FMLN evidencia que eso ocurrió. Antes de la guerra, el 57% de las mujeres entrevistadas a irmaron que trabajaban fuera del hogar, mientras que un año después de los acuerdos de paz, el 95% se dedicaban al trabajo doméstico (Fundación 16 Enero, 1993: 10). Como una respuesta a la discriminación, con las heridas emocionales aún frescas y con los traumas de la guerra presentes, las mujeres del FMLN orientaron sus energías a contrarrestar la discriminación partidaria y social. De hecho, las primeras expresiones organizativas de mujeres surgidas de las organizaciones político-militares, en general, tenían como identidad el hecho de ser madres y desde esa condición lucharon por sus hijos e hijas presos, heridos o desaparecidos a causa de la represión. “Estas mujeres organizadas no lo hicieron por iniciativa propia, sino por instrucciones de quienes lideraban las organizaciones beligerantes que comenzaron a ver en ellas cualidades “características o habituales” que las hacían susceptibles de participar en organizaciones legales, sin ser blanco tan fácil de la represión pero que además presentarían el rostro más sensible, el personaje más sufrido de la guerra” (Soriano, s/f: 18). Obviamente sus demandas no giraban en torno a sus intereses prácticos o estratégicos, sino de la organización político-militar a quien representaban o en la cual militaban. Con el desmantelamiento de las organizaciones político-militares y la necesidad de que sus integrantes buscaran una reinserción en la sociedad, algunas de la organizaciones del FMLN orientaron su membresía a la creación de instancias que pudieran formar parte de una sociedad civil con nuevos objetivos; por un lado, que la fortalecieran y, por otro, que tomaran un cuerpo propio; de allí que algunos grupos de mujeres pertenecientes a organizaciones político-militares decidieron formar sus propias organizaciones de mujeres que posteriormente tomaron forma y contenido; algunas habían empezado a organizarse durante la guerra, renovando sus esfuerzos después de la irma de los Acuerdos y a luchar por buscar su autonomía en relación al partido. Existen diferentes explicaciones para esta situación, una de ellas es la siguiente:
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María Candelaria Navas Esto debemos comprenderlo en el marco de que si la paz ya había llegado, si ya no se estaba luchando por el socialismo, por una sociedad más igualitaria, contra el dictador, ya no era consigna postergar las demandas de las mujeres; es entonces, hasta ese momento, que ellas, que vienen de una larga guerra, se encuentran un espacio para representarse a sí mismas... Fueron en un primer momento un instrumento, pero algunas se valieron de esa experiencia para continuar construyendo su espacio (Ibidem).
El FMLN concluyó su transformación de un movimiento guerrillero en un partido legal a inales de 1992, a estas alturas la in luencia de las mujeres feministas ya comenzaba a per ilarse en los documentos. A diferencia de las posiciones que el Frente tuvo durante la guerra, cuando toda referencia a los derechos de las mujeres estaba ausente en los documentos o iciales, en el programa del nuevo partido había una referencia especí ica a las mujeres: La edi icación de una verdadera democracia supone la plena realización de las mujeres y su participación creadora en todos los ámbitos de la vida nacional. Este es un principio fundamental en el proyecto de sociedad por el que lucha el FMLN. Tenemos un compromiso: conseguir la igualdad de derechos para las mujeres, eliminar la superación de su marginación y opresión en la sociedad salvadoreña(FMLN, 1993: 19).
Es precisamente durante este período de transición cuando aparece un movimiento poderoso e innovador. Basado primero en las militantes revolucionarias civiles y ex guerrilleras a las que poco a poco se suman mujeres de diversos sectores, se a irma desde comienzos de 1992 por medio de numerosas acciones públicas y un proceso de lucha para la democratización, vinculado con una clara toma de autonomía de cara a la hegemonía de los partidos. El año siguiente, construye su unidad y desarrolla con rapidez una nueva identidad sui-géneris, el feminismo salvadoreño. (Falquet, 1998: 4)
Se buscaba la democratización de las relaciones entre los géneros y al interior de las organizaciones antiguas y nuevas, en especial las organizaciones de mujeres buscaban “desmilitarizar” y “despatriarcalizar” sus propias estructuras. Justamente es el momento en que el naciente movimiento de mujeres (1993 a la fecha), que corresponde al VI Período del presente estudio, comienza a desempeñar un papel clave en los esfuerzos por convertirse en el portavoz de los derechos de las mujeres. Se da, entonces, una coyuntura favorable para que las mujeres que formaron parte del FMLN impulsen la fundación de organizaciones de mujeres. Por ejemplo, el Movimiento de Mu-
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jeres “Mélida Anaya Montes” (Las Mélidas), fue impulsado por mujeres que pertenecieron a las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) en julio de 1992; las mujeres pertenecientes a la Resistencia Nacional (RN) fundan “Mujeres por la Dignidad y la Vida” (LAS DIGNAS); las mujeres del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRTC) fundan el Movimiento Salvadoreño de Mujeres (MSM). El Instituto de Investigación y Desarrollo de la Mujer (IMU), fundado en 1986, en un principio estrechamente ligado al Partido Comunista. El ERP no creó ninguna instancia de masas porque pronto se desligaría del FMLN. A partir de enero de 1993, las representantes de diversas organizaciones femeninas empezaron a trabajar por una “coalición de base amplia, que presionara a favor de las demandas de las mujeres” (Luciak, s/f: 19), luego de que constataran que las mujeres había sido marginadas en los acuerdos de paz, optaron por ejercer presión sobre los partidos políticos que entrarían en la contienda en las elecciones de 1994, para que apoyaran una plataforma de los derechos de las mujeres. En algunas organizaciones guerrilleras, como las FPL, antes de su disolución, las mujeres militantes dieron, al interior del partido, un debate que generó algunos logros. La Comisión Nacional de la Mujer organizó una asamblea de mujeres del Comité Central, el 2 de octubre de 1994, para elaborar aportes que fueran expuestos y discutidos en el Congreso Extraordinario que se realizó en noviembre de ese año y a las asambleas territoriales. En el documento resultante de dicha asamblea, se sostiene lo siguiente: Consideramos que estas actividades constituyen el primer paso de un proceso abierto de aporte de las mujeres militantes al Congreso y la renovación del partido. El presente documento recoge las propuestas ya elaboradas, que presentamos a la militancia y en especial a las mujeres militantes para su consideración y enriquecimiento. Las propuestas constan de tres aspectos fundamentales: 1) Que el partido asuma el análisis de género como un eje constante en su pensamiento y en la elaboración de líneas. 2) Que se profundice la democratización interna y como parte de la misma, promover la acción a irmativa para las mujeres. 3) Que reivindiquemos como propios los principios éticos que son coherentes con el nuevo orden que buscamos construir tales como: la moral única en los público y lo privado, la paternidad responsable, el respeto de los derechos humanos en la vida cotidiana y el respeto a la diversidad de pensamiento, entre otros55. 55 Aportes de las Mujeres Congresistas de las FPL para la renovación del parƟdo, mimeo, s/f 1-2.
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Antes y durante la guerra, las mujeres que militaron en organizaciones populares, en partidos políticos y posteriormente en organizaciones y frentes armados, en su mayoría di ícilmente aceptarían un enfoque diferente o integrado con el análisis de clase, aún en años inmediatamente anteriores a la irma de los Acuerdos de Paz; en octubre de 1989, por citar un ejemplo, en la Universidad Nacional se realizaba un taller regional auspiciado por el Consejo Superior Universitario Centroamericano –CSUCA– en el que participaban profesionales docentes de la región, el tema general del taller era “Mujer y Trabajo Informal”, la profesional responsable de impartir el tema sobre Teoría de Género, casi fue expulsada del aula. Cuatro años después de este hecho, las militantes de las FPL a irman lo siguiente en su propuesta: Concluimos, por lo tanto, que a pesar de que la mayoría de las mujeres compartimos con los hombres la opresión de clase, enfrentamos la pobreza, la marginación en condiciones diferentes, la mayoría de las veces en desventaja para las mujeres(los salarios más bajos, leyes discriminatorias, violencia, etc.).Dicho de otra manera, las mujeres sufrimos una doble opresión por nuestro género, que no será superada sólo a través de la lucha como clase (Idem: 2).
De este modo, las mujeres a iliadas al FMLN esperaban ser plenamente incluidas en las nacientes estructuras políticas y recibir los mismos bene icios que sus contrapartes masculinos, de acuerdo al nuevo rol que como partido comenzaría a jugar en la transición. Posiblemente la cita anterior podría ser considerada como una declaración de guerra ideológica al interior del FMLN, dado que la transformación de la guerrilla en partido político signi icó cambios sustantivos en sus estructuras y discurso; coyuntura que las mujeres militantes y simpatizantes del Frente aprovecharon para introducir el debate sobre el enfoque de género; nunca antes las militantes habían hecho críticas públicas a la línea partidaria, pero en agosto de 1993 criticaron al Frente por su falta de apoyo: Consideramos que en el FMLN nuestra problemática no ha sido incorporada de manera adecuada en la concepción y práctica revolucionaria. Al no tener una concepción que abarca la desigualdad entre los géneros, se reproducen los esquemas culturales, se evidencian prácticas marginadoras, no se capta y promueve ese gran potencial de mujeres. Nuestra dirección y nuestra militancia han sido tolerantes frente a esta situación, ya que, de manera consciente o inconsciente, pesa mucho la ideología sexista (FMLN, 1993: 18).
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La situación antes planteada por la recién creada Secretaría de la Mujer del FMLN (agosto 1993) re leja los problemas que se daban al interior de los cinco grupos que formaban el Frente, por ello: “La lucha por la igualdad de género tuvo lugar en dos frentes. Las mujeres que habían estado subordinadas dentro de sus respectivos grupos durante la guerra trataban de liberarse de las viejas ataduras y, al mismo tiempo, luchaban por asegurar que el nuevo partido que estaban construyendo fuese diferente” (Luciak, 2001: 311).
La experiencia vivida por las militantes de los cinco grupos del Frente en cuanto a que se les utilizara como canal de captación de fondos o ser objeto de burlas o discriminación por sus planteamientos innovadores sobre la democratización en las relaciones Inter-genéricas y la inclusión de sus demandas especí icas en el programa del nuevo partido, las obligó a re lexionar y discutir sobre la conveniencia o no de seguir subordinadas al partido, llegando a la conclusión necesaria de buscar la autonomía, como organización social, del partido. Estos debates se dieron entre las militantes del Frente que pertenecían a la Secretaría de la Mujer y las fundadoras o que estaban en la conducción de las nacientes organizaciones de mujeres. Por ejemplo: el surgimiento del Movimiento de Mujeres “Mélida Anaya Montes” (MAM), en sus inicios estuvo vinculado con las Fuerzas Populares de Liberación –FPL–; además había sido fundado en julio de 1992 por militantes de esta organización político militar. Sin embargo, ante la falta de apoyo para levantar la lucha por los derechos de las mujeres y por los intentos de los miembros del partido de ejercer control sobre el movimiento, las líderes del MAM declararon su autonomía de las FPL como una respuesta a: “las burlas, marginación total, desacreditación ante las bases, ingerencia de la dirección para corregir las desviaciones” (Idem: 313). Precisamente la discriminación experimentada por las militantes de los diferentes grupos del FMLN las llevó a concluir que tenían que independizarse del partido. No deseaban que se repitiera la experiencia nicaragüense, pues durante los años ochentas, el movimiento de mujeres había permanecido subordinado al partido sandinista. Otro caso es el de la Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida -Las Dignas- fundada por militantes de la Resistencia Nacional, su propia experiencia las llevó a la conclusión de que la auto-
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nomía de sus miembros era incompatible con la militancia partidaria, ello no signi icaba que se negaban al diálogo con los compañeros y consideraban que la participación activa en un movimiento de mujeres no impedía la continuación del trabajo en un partido y que se podían combinar. En los documentos para conmemorar los diez años de fundación, Las Dignas recuerdan: “La historia no sería completa si no decimos que, desde el momento de la gestación, fuimos rebeldes. Nos engendramos con el virus de la rebeldía en cada uno de nuestros tejidos, concibiendo una organización de mujeres distinta a la que la dirección de la RN tenía en su cabeza. Nos parimos con dolor porque queríamos una instancia que sirviera a las mujeres, que abordara nuestras preocupaciones y necesidades, que fuera una herramienta para nuestra lucha como mujeres” (Las Dignas, 2000: 25).
Por su lado el Instituto de Investigación, Promoción y Desarrollo de la Mujer –IMU– que originalmente estuvo vinculado fuertemente al Partido Comunista también buscó y logró una mayor independencia; sin embargo, ellas coincidían con Las Mélidas en cuanto a que era importante permanecer activas dentro del Frente y dar lucha internamente. Entonces su estrategia fue la de cambiar al FMLN internamente. La Secretaría de la Mujer del FMLN, creada en agosto de 1993, contribuyó a dar el debate. El punto central del debate de las organizaciones giraba en torno a la pregunta de cómo alcanzar la autonomía. Unas opinaban que podrían ejercer una doble militancia: como feministas y como miembras del partido; otras, en cambio, como Las Dignas concluyeron que ambas militancias eran incompatibles. Entendida la construcción de la autonomía, de manera amplia, como la reconquista del propio cuerpo, control de los recursos materiales individuales y colectivos para gozar de una vida digna, reconocimiento de los derechos de las mujeres, en especial de su organización especí ica para plantear sus propias demandas. La efervescencia y los vientos de cambio que vivía el país y la inminente participación del otrora movimiento guerrillero como partido político en las elecciones de 1994, a dos años de la irma de los acuerdos, se suma a la experiencia de realizar en El Salvador, en 1993, el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe.
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Sin embargo, es importante mencionar, aunque sea brevemente, la lucha que las militantes del FMLN dieron al interior del partido desde la Secretaría de la Mujer para obtener algunos logros. De manera muy convincente algunos investigadores como el Dr. Ilja Luciak sostienen que los regímenes revolucionarios no cuentan con muy buenos antecedentes en lo que se re iere a su empeño por el logro de la emancipación de las mujeres. Margaret Randall, la investigadora feminista norteamericana, realizadora de importantes libros sobre las mujeres cubanas y nicaragüenses (Las Mujeres en la Revolución Cubana: 1964; Todas estamos despiertas: 1980; Las Hijas de Sandino: 1994), ha expresado lo siguiente: “Cada día me convenzo más de que un error fundamental de las revoluciones del siglo XX ha sido su incapacidad o falta de voluntad para elaborar una agenda feminista”.
Richard Harris, otro autor citado por Luciak, respalda la posición anterior y sostiene que: La evidencia histórica indica que el marxismo debe volverse a enfocar para incluir la perspectiva feminista, y los regímenes socialistas deben tomar las medidas adecuadas para crear el contexto ideológico y las condiciones materiales para la genuina emancipación de las mujeres y para la eliminación de las desigualdades de género en todas sus formas (Luciak, 2001: 306).
A partir de las aseveraciones anteriores no queda duda de que el futuro político de la izquierda revolucionaria de El Salvador deberá incorporar la equidad de género en sus programas como objetivo estratégico, sea como oposición o en el poder. Las militantes del FMLN que comenzaron a introducir la perspectiva de género lo hicieron primero declarando públicamente su apoyo a tal medida, luego señalando la ausencia de la misma durante la guerra, en los documentos o iciales de la organización, por supuesto que éste señalamiento antes de los Acuerdos de Paz no lo habrían hecho. Luego su estrategia fue la creación de la Secretaría de la Mujer, con el objetivo de fortalecer su posición dentro del partido.
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Con su creación (1993), se aprobó que en su constitución estarían mujeres representantes de los cinco grupos que integraban el FMLN, situación que en algunos momentos afectó el buen funcionamiento, dada la pugna interna en la que se sumió el frente, ya que eran años de mucha agitación. Entre 1993 y 1995 la Secretaría se limitó a luchar por los intereses prácticos de género y no por los estratégicos, no fue sino hasta 1995 que se logró la cuota del 30% de mujeres en los cargos y en la participación para lograr cargos de elección popular. Según entrevista realizada a una miembra de la Secretaría de la Mujer del FMLN: “Las mujeres habían logrado que en el reglamento para la elección de los candidatos de elección popular, se estatuyera que debían votar por las mujeres militantes por lo menos en un 30% para lograr la meta; realizamos acciones de concientización para motivar el voto por las mujeres”56. Según datos de la Secretaría las mujeres miembras de dicho partido constituyen el 35%. A manera de epílogo se puede señalar que las mujeres salvadoreñas ya sea como militantes del partido o como asociadas de las nacientes organizaciones, surgidas antes y después de los Acuerdos de Paz, comenzaron una función signi icativa dentro de la izquierda revolucionaria que ha impactado a la sociedad salvadoreña en los cambios sociopolíticos y jurídicos a partir de la incorporación de la perspectiva de género en sus múltiples quehaceres y facetas. Se puede mencionar algunos factores que contribuyeron a su surgimiento y posterior fortalecimiento: 1. Las múltiples funciones que las mujeres desempeñaron durante la guerra, en la guerrilla y en las organizaciones que desde la sociedad civil apoyaron el proyecto contra hegemónico. 1970-1992. 2. La experiencia organizativa histórica de las mujeres salvadoreñas desde la creación de Fraternidad de Mujeres 1956. 3. Las experiencias individuales de mujeres que apoyaron los cambios desde diferentes espacios de acción social. 4. El peso del apoyo internacional y del movimiento feminista internacional y regional, a favor de los derechos de las mujeres. 5. La e icacia de las estrategias que perseguían las militantes tanto partidarias como feministas. 56 Entrevista a Licenciada Rina Clará Salinas, miembra de la Secretaría de la Mujer del FMLN. Realizada en Abril de 2007.
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4.3. IV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe Durante 1993 el movimiento de mujeres se desarrolla y a irma su carácter de lucha por los derechos de las mujeres y feminista, per ilándose como el movimiento social más organizado y dinámico de la postguerra, con dos proyectos unitarios. El primer proyecto, por orden cronológico, está vinculado al movimiento feminista del continente: se trata de preparar el VI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe previsto para noviembre de 1993. Son los albores y muchas mujeres no sabían exactamente el signi icado de la palabra “feminista”, especialmente en un ambiente patriarcal y machista donde durante y después de la guerra, se decía que era: “un peligroso movimiento extranjero”, “pequeño burgués”, “antihombres”, “que dividía la lucha y a las familias”. Muchas mujeres expresaron que, si pudieron con la guerra, podrían “aprender el feminismo”. Estaba a disposición del movimiento la experiencia de las exiliadas en Costa Rica, Nicaragua pero especialmente en México, quienes respaldaron las actividades de difusión, capacitación y promoción del feminismo. También un grupo de extranjeras se ofrecen para compartir su experiencia; por ejemplo, dos capacitadoras respaldadas por uno de los más antiguos grupos feministas mexicanos: el Centro para la Comunicación, Intercambio y Desarrollo Humanos en América Latina –CIDHAL–, se trasladaron a vivir a El Salvador. Las organizadoras expresaron: Cuando en la plenaria inal de San Bernardo (V Encuentro, realizado en Argentina) aceptamos ser sede del próximo Encuentro, fuimos conscientes de la complejidad del compromiso: teníamos en Centro América un feminismo naciente, con distintos niveles de desarrollo, diversas experiencias de construcción en cada país, gran distanciamiento del resto del movimiento feminista latinoamericano y del Caribe, falta de vínculos entre las feministas centroamericanas y las propias limitaciones de vivir en países pequeños y pobres (Memorias VI Encuentro…, 1993: 15).
Pero quizás nunca se imaginaron que su realización estaría precedida por una campaña de difamación misógina y lesbofóbica, la cual arranca en septiembre de 1993, cuando aparecieron en la televisión nacional “spots” en los que hablaban de un encuentro de homosexuales y lesbianas preparado por el FMLN, para degradar “la moral y la cultura” salvadoreña, a quienes no les había bastado con destruir el país sino que ahora venían a destruir los valo-
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res y traían el SIDA. Asimismo, el 29 de octubre, en el aeropuerto de El Salvador, fueron detenidas 70 mujeres que venían al VI Encuentro (procedentes de diversas latitudes), acción llevada a cabo por orden presidencial y se les incautaron sus pasaportes. Las di icultades fueron superadas y 1200 mujeres se dieron cita en la playa Costa del Sol del 30 de octubre al 5 de noviembre, para lograr el cumplimiento del objetivo: “Avanzar en la construcción de la fuerza política feminista y de su capacidad propositiva que fortalezca el carácter subversivo del feminismo en todos los espacios de la vida; asumiendo las coincidencias y diferencias dentro de la diversidad, y la pluralidad como fuente de riqueza”.
Para las salvadoreñas era crucial, en ese momento, aunar esfuerzos, también, para clari icar aún más la cuestión de la autonomía de los espacios feministas y del movimiento de mujeres en relación a los partidos. La situación antes planteada se refuerza en la siguiente cita: Este encuentro, a diferencia de otros anteriores, tuvo como telón de fondo la interrogante de si el feminismo salvadoreño ofrecía garantía de solidez teórica y de autonomía, la e icaz respuesta del Comité Organizador a la campaña de difamación desatada por los medios derechistas salvadoreños y la decisión, casi unánime, de mantener las fechas y la sede del encuentro, fueron muestras de la irmeza con que las organizadoras asumieron el compromiso de realizarlo (Murguialday y Vásquez, 1993: 179).
Las visitantes provenientes de toda América Latina y el Caribe encuentran en El Salvador un incipiente feminismo, sus jóvenes perspectivas se asemejan a las grandes tendencias del feminismo latinoamericano. Temas como: relación movimiento feminista y partidos; liderazgos colectivos e individuales; violencia contra la mujer y racismo; ecofeminismo; derechos reproductivos; diversidad sexual, entre otros, nutren a las ávidas salvadoreñas presentes, conscientes de que “El trabajo que realizamos las feministas presenta grandes di icultades derivadas de un país que recién está saliendo de una guerra que duró una década” (Memorias del VI Encuentro…,1993: 134). “Y el sueño que alguien soñó, se realizó... y no morimos en el intento...
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por eso y en honor a la diversidad... caminamos hacia el VII Encuentro para reeditar nuestros sueños, deseos y locuras... Hasta entonces.” (Idem: 213).
4.3.1. Mujeres 94 La segunda gran iniciativa del movimiento de mujeres, que más bien responde a las preocupaciones directamente vinculadas a la coyuntura nacional, es: Mujeres 94. El objetivo fue elaborar una plataforma de mujeres para enfrentar las elecciones de 1994, en donde por primera vez el FMLN participa como partido político. Constituyó un esfuerzo unitario del conjunto de las organizaciones de mujeres existentes hasta ese momento. Es considerado como un espacio de coordinación que a través de foros y consultas construye una propuesta programática y de lucha reivindicativa para las mujeres salvadoreñas. Para diferentes analistas “fue la experiencia más amplia y diversa de coordinación de mujeres, con mayor capacidad de coordinación estratégica, de alcance, proyección y contenido de las demandas, y de mayor incidencia y presencia pública en una coyuntura concreta como fue la etapa pre y electoral durante 1993 y 1994” (Herrera, 1998: 259). La Plataforma es fruto de amplias consultas con mujeres de diferentes sectores y es presentada públicamente en septiembre de 1993, allí están representados los intereses prácticos y estratégicos de campesinas, obreras, trabajadoras domésticas, privadas de libertad y prostitutas. La Plataforma combina reivindicaciones económicas clásicas del movimiento de mujeres como salud, trabajo y legislación con demandas claramente feministas, tales como la despenalización del aborto y el respeto a las diferentes preferencias sexuales. Se incluyen talleres de autodefensa para las jóvenes escolares. Mujeres 94 argumenta que las mujeres constituyen más de la mitad de la población por lo que exige para las mujeres el 51% de puestos de responsabilidad y poder en todos los niveles. Usa dos estrategias. Una tiene que ver con la sensibilización y desarrollo de la conciencia política de las mujeres lanzando una campaña para que se inscriban en las listas electorales y publica una versión popular, ilustrada de la Plataforma. La otra tiene que ver con el trabajo de cabildeo con los partidos políticos inscritos en la contienda electoral, realizan foros con los candidatos para que expresen sus opiniones sobre los planteamientos del documento. También convocan a una marcha
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con la asistencia de aproximadamente 5,000 mujeres para realizar el lanzamiento público de la Plataforma. Este espacio tiene una duración aproximada de un año, pero sus logros son históricos. Por ejemplo: fue el único movimiento social que preparó una verdadera plataforma en las llamadas “elecciones del siglo”57. Las mujeres son las únicas en realizar un ejercicio ciudadano: analizar todas las plataformas de los partidos (Partido Demócrata Cristiano, FMLN, ARENA, Convergencia Democrática, Partido de Conciliación Nacional) y compararlas con sus propias reivindicaciones; el documento Mujeres 94 es elaborado con antelación y presentado por el movimiento de mujeres en su conjunto como una fuerza social, adelantándose a las propuestas partidarias. De initivamente se presenta como una nueva forma de hacer política en el país como movimiento de mujeres, original y creativo, se coloca a la cabeza de la “nueva sociedad civil” que reivindica nuevos espacios de participación en la post-guerra; también presenta demandas novedosas que pasaban desapercibidas. Durante la guerra lo que se buscaba era la toma del poder con la consigna “Queremos el poder del Estado bajo la alianza obrero campesina, con hegemonía proletaria”. Mujeres 94 hace suya la consigna: “Una nueva mujer, un nuevo poder”, lema que le dio vida al Primer Encuentro de Mujeres Centroamericanas, realizado en Nicaragua en marzo de 1992. ¿Qué implica este nuevo poder? El preámbulo de la Plataforma de Mujeres 94, lo explica: “…el tipo de poder que hemos conocido, ejercido desde arriba, sinónimo de sumisión, un poder exclusivo y excluyente, que responde a intereses de clase, marginalizó a la mayoría y especialmente a las mujeres. El tipo de poder que necesitamos es un poder nuevo, participativo y representativo de la diversidad, democrático, descentralizado y basado en el consenso”(Mujeres 94, 1993).
Así ponen en el tapete de la discusión los temas y espacios donde quieren ejercer el poder: en la vida cotidiana, en las instancias donde se toman las decisiones. Así la sobrevivencia material de las mujeres y sus familias ocupa un lugar importante, junto con temas como la violencia doméstica, la irresponsabilidad paterna, entre otros. En ese marco surge un grupo de mujeres, 57 “Elecciones del siglo” es el nombre con el que se denominó el evento electoral de 1994, debido a su trascendencia ya que fueron las primeras elecciones después de la guerra.
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Mujeres Demandantes, que hacen ila en la Procuraduría General de la República solicitando la cuota alimenticia que sus exmaridos deben darles para sus hijos. La Plataforma también exige, por ejemplo, espacios especí icos para denunciar las violaciones y la violencia hacia las mujeres, reclama líneas telefónicas de emergencia, tribunales competentes y la posibilidad de que las mujeres maltratadas puedan seguir viviendo en sus casas, siendo protegidas de un compañero violento. Las DIGNAS inician un trabajo nuevo que vincula poder, autoestima y relexión sobre la subjetividad femenina, también promueven grupos de terapia basados en el principio de autoayuda, dirigidos a excombatientes y otras militantes revolucionarias quienes pasan problemas en su proceso de reinserción. Hay valoraciones sobre el trabajo doméstico bajo el análisis de la división genérica del trabajo. En in, es un paso hacia delante para continuar el proceso de concientización e información sobre la perspectiva de género y el movimiento feminista, bases fundamentales del movimiento de mujeres salvadoreñas. Objetivo de la Plataforma Mujeres 94 Elaborar una plataforma reivindicativa común a ser negociada con la clase política. Creación espacio Mujeres 94 que elaboró la Plataforma de Mujeres Salvadoreñas. Contenidos importantes 1. Alto al maltrato, incesto, violación y hostigamiento sexual. 2. Tierra, crédito y asistencia técnica para mujeres. 3. Vivienda digna y propia para las mujeres. 4. Capacitación Laboral y más puestos de trabajo e igualdad de salario. 5. Alto al aumento en el costo de la canasta básica. 6. Igualdad de oportunidades para las niñas en la escuela. 7. Atención integral para las mujeres en más y mejores hospitales. 8. Educación sexual integral y sin prejuicios. 9. Maternidad libre y voluntaria. 10. Paternidad responsable y aumento en las cuotas alimenticias. 11. Respeto al medio ambiente y mejorar calidad de vida para las mujeres.
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12. Políticas de desarrollo que cubran las necesidades de las mujeres. 13. Leyes que no discriminen a las mujeres. 14. 50% de los puestos de poder para las mujeres. Como resultado de esta iniciativa las militantes del FMLN negociaron reformas de estatutos del partido en torno a la representación y otros temas, logrando el 35% de representación de las mujeres en todos los puestos de decisión interna y popular. En el plan de gobierno se incluyó algunas medidas de la plataforma (Cansino, 2001: 27) Desafortunadamente no se estructuraron mecanismos de seguimiento que permitieran monitorear los compromisos adoptados. 4.3.2. Acciones Beijing 95 La IV Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Beijing, China en 199558, contribuyó de manera sustantiva en la consolidación del Movimiento de Mujeres en El Salvador, por dos razones: una fue que el cumplimiento y la ejecución del Plan de Acción de Beijing en El Salvador involucró al Estado, dado que adquirió dicho compromiso, como tal, en la Conferencia; por otro lado contribuyó al encuentro de la organizaciones de mujeres, para preparar su participación y posteriormente para vigilar el iel cumplimiento de los compromisos adquiridos por el gobierno en turno. Resultado de la Primera Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer, en 1975, fue el Plan de Acción Mundial para el Decenio de la Mujer (1975-1985), una de las recomendaciones de dicho Plan fue el establecimiento de mecanismos tendientes a promover la integración y participación de la mujer en el desarrollo, tales como la creación de Comisiones Nacionales, O icinas de la Mujer y otras entidades responsables. En 1982, la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), un organismo especializado de la Organización de Estados Americanos (OEA), resolvió recomendar a los gobiernos que se creara o fortaleciera la O icina de la Mujer en los Estados miembros, especialmente en aquellos países que carecieran de 58 Le antecedieron: la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer (México: 1975); Conferencia de la ONU de la Media Década para la Mujer 1975-1995 (Copenhague, Dinamarca: 1980); Tercera Conferencia Mundial de la Mujer (Kenia, Nairobi: 1985).
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infraestructura administrativa, para la realización de acciones que contribuyeran a lograr la plena integración de las mujeres, en el proceso de desarrollo económico y social de los países. Es así como se crea la O icina de la Mujer en 1983, como iniciativa de la Dra. Dina Castro de Callejas, delegada titular para El Salvador en la CIM quien también ejercía el cargo de Procuradora General de la República. En el período de 1983-1985 la O icina de la Mujer fue ubicada como una dependencia de la Procuraduría General de la República; de 1986 a 1988 fue ubicada como dependencia del Ministerio de Cultura y Comunicaciones; y de 1988 hasta inales de 1994 fue una dependencia del Ministerio de Educación. Es de hacer notar que la O icina de la Mujer fue siempre una sub-dependencia de algún ministerio o institución gubernamental, tuvo siempre un escaso presupuesto y poco personal, lo cual se constituyó en la principal limitante para que su labor, se pudiera difundir con mayor cobertura e incidir en más espacios de la sociedad. Fue cerrada en 1995. La III Conferencia Mundial de la Década de la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz, realizada en Nairobi, Kenia, en 1985, incluyó en la agenda tres temas adicionales: educación, empleo y salud. El documento adoptado en esta Conferencia Mundial tuvo como fundamentación la Convención sobre todas las formas de discriminación contra la Mujer, más conocida como la CEDAW, que fue aprobada por las Naciones Unidas en 1979. En El Salvador, dicha Convención fue rati icada por la Junta Revolucionaria de Gobierno en mayo de 1981, por el Decreto 705 y entró en vigor como Ley nacional en agosto de 1981. Sin embargo, hasta ahora (2007), el gobierno no ha aprobado el Protocolo Facultativo de la CEDAW, que permitiría la aplicación inmediata de la CEDAW. Con base en este documento adoptado en Nairobi, conocido como Las estrategias de Nairobi orientadas al desarrollo de la Mujer, el gobierno de El Salvador se comprometía a reformar la legislación, al igual que el resto de países signatarios, para lo cual se creó el Comité de Naciones Unidas que se encarga de velar por su cumplimiento en los diferentes gobiernos, al cual el gobierno tiene la obligación de informar sobre los avances. Al mismo tiempo que se realizaba la Conferencia Mundial, tuvo lugar el FORO de ONG paralelo, donde se abordaron otros temas aparte de los o iciales, ta-
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les como: la esclavitud sexual femenina, feminismo, el salario por el trabajo doméstico y otros. Este FORO contribuyó al crecimiento del movimiento internacional de mujeres y al desarrollo de nuevas redes a nivel mundial. El Movimiento de Mujeres salvadoreño se hizo presente en el evento. Estas Conferencias mundiales no estaban en la agenda del Estado salvadoreño, ya que su principal prioridad en ese momento era la guerra de contra-insurgencia de baja intensidad. Es en este período cuando la conducción política del Estado pasa a manos de civiles (el Ing. José Napoleón Duarte, líder histórico del Partido Demócrata Cristiano, ganó la presidencia de la República en las elecciones de 1981) como forma de legitimación de la política contrainsurgente. La coyuntura internacional se presenta favorable para el movimiento de mujeres salvadoreño ya que la preparación de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer a realizarse en septiembre de 1995, les permite participar en los preparativos centroamericanos y latinoamericanos. En El Salvador se elaboraron dos informes sobre la situación de las salvadoreñas: el del movimiento de mujeres y el del gobierno, pese a los esfuerzos de la cooperación internacional para que la delegación gubernamental y las organizaciones de mujeres elaboraran una propuesta conjunta. La siguiente cita presenta un panorama de cómo habían proliferado las organizaciones de mujeres en El Salvador en ese momento: Para 1994 existían 150 organizaciones de mujeres registradas. Ello ha llevado a que se hagan esfuerzos por caracterizar al movimiento de mujeres, aunque todavía no existe consenso respecto a ello. LAS DIGNAS (1993) señalan que éste está compuesto por cuatro vertientes (no excluyentes entre sí): las movilizaciones femeninas centradas en la lucha por la sobrevivencia y por el acceso a los servicios colectivos; las movilizaciones a favor de los derechos humanos, contra la represión política y por la paz; los espacios de mujeres en las organizaciones tradicionales de la acción social y política; y los espacios feministas (Domínguez, 1995: 75).
Aunado a lo anterior, desde mediados de la década de los noventa, fue evidente el papel del Estado salvadoreño en cuanto a facilitar la instauración del modelo neoliberal, cuyas consecuencias en el desarrollo socio económico han sido de mayor exclusión. Uno de los aspectos relevantes se re iere el alto per il empresarial en el quehacer político partidario y, concretamente, en la
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administración pública y, por lo tanto, en las prioridades de las gestiones gubernamentales. La estrategia de modernización del Estado ha sido uno de los componentes esenciales de los programas de asistencia inanciera impulsados por los organismos inancieros internacionales en El Salvador, desde principios de los noventa y, dentro de ella, ha tenido especial prioridad el achicamiento progresivo del aparato estatal. En este contexto, sin embargo, se crea a nivel internacional una exigencia fuerte e insistente –así como paradójica–, respecto a las tendencias mencionadas, relativa al fortalecimiento de la acción del Estado en materia del adelanto de las mujeres y la realización de sus demandas desde el poder público. De ahí que: En la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, en 1995, se demanda de los gobiernos la creación de un mecanismo institucional dirigido al desarrollo de las mujeres, desde las más altas instancias gubernamentales, con responsabilidad ministerial, capacidad ejecutiva y profesional, decisión política y presupuesto su iciente, así como personal formado en la perspectiva de género (IMU, 2004: 10).
El Movimiento de Mujeres, en el país, había sido reticente, apático y hasta había rechazado la relación con una instancia estatal dirigida hacia las mujeres; con la creación del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer –ISDEMU– en 1996, esta situación comenzó a romperse ya que el mandato de poner en práctica los compromisos establecidos en el Plan de Acción Mundial –PMA– emanado de Beijín recayeron en el ISDEMU, de donde se deduce que éstos fueron el punto de partida para la elaboración de la Política Nacional de la Mujer –PNM–. Es considerado un hecho de trascendencia política y de los logros más trascendentales alcanzado por el movimiento de mujeres en El Salvador, la elaboración y posterior aprobación de la PNM correspondientes al período presidencial: 1997-2000. La Política fue producto de la construcción democrática de un mecanismo de acción y de una política pública especí icamente dirigida a las mujeres. Esa coyuntura fue un importante momento de acopio del desarrollo del movimiento de mujeres respecto a sí mismo, tanto en las capacidades or-
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ganizativas como en la construcción de una fuerza colectiva y uni icada sin precedentes, tanto a nivel nacional como internacional, alrededor de las necesidades e intereses propios de las mujeres. A nivel internacional en la línea de las organizaciones sociales y de mujeres del mundo que dieron relevancia en Beijín a su accionar reivindicativo y que incluyeron entre sus principales objetivos: “monitorear, dar seguimiento e in luenciar las políticas diseñadas”. Y, inalmente, cabe destacar que la suma de estas actuaciones novedosas, ya que eran experiencias recientes, permitió al movimiento de mujeres apropiarse de un evento internacional que terminó siendo favorable a sus reivindicaciones de género. Sumado a lo anterior, también el movimiento de mujeres jugó un papel protagónico que ningún otro sector social había tenido en la transición postcon licto. Durante los siguientes cinco años aproximadamente (1996-2000) el Movimiento de Mujeres girará alrededor del monitoreo, seguimiento e incidencia hacia el Estado del Plan de Acción de Beijín y también darán sus aportes a la divulgación, capacitación y seguimiento desde sus respectivas áreas geográicas de trabajo y de acción del Plan de Acción. De la Política Nacional de la Mujer, ejecutada por el ISDEMU. 4.4. Concertación Feminista Prudencia Ayala –CFPA– El Movimiento de Mujeres en El Salvador tiene en su historial diferentes esfuerzos o intentos de unir fuerzas para concertar acciones; unos e ímeros o coyunturales, y otros, de trascendencia y permanencia en el tiempo, con cierto impacto nacional. La Concertación Feminista Prudencia Ayala constituye una de las iniciativas más recientes. Antes de su análisis, se darán sus antecedentes principales. En 1986 se fundó la Coordinadora Nacional de Mujeres Salvadoreñas –CONAMUS– que aglutinaba en sus inicios grupos y asociaciones de mujeres comunales. Dos años después, en 1988, se creó la Coordinadora de Organismos
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de Mujeres –COM– que estuvo integrada por CONAMUS, AMS, MSM, ADEMUSA, ORMUSA y LAS DIGNAS. Surge como parte de las iniciativas que funcionaron por algún tiempo a nivel nacional del Comité Permanente del Debate Nacional por la Paz –CPDN–, instancia amplia que aglutinó a organizaciones populares que representaban a diferentes sectores sociales y que jugó un papel importante presionando al gobierno para la apertura del proceso de diálogo y el establecimiento de la negociación. La COM es la instancia nacional que formó parte de la Asamblea de Mujeres Centroamericanas por la Paz, iniciativa que convoca desde las mujeres a presionar por el proceso abierto desde el Acuerdo de los presidentes de Centroamérica, que determina un giro decisivo hacia los procesos de negociación y salida de los con lictos armados en la región centroamericana, conocido como Esquipulas II. Fue la COM quien en su nacimiento integró organizaciones previamente constituidas con ciertas a inidades políticas de izquierda. Este per il se fue modi icando, probablemente in luido por sus organizaciones integrantes que fueron, en la marcha, rede iniendo sus alianzas y coordinaciones con los partidos y con otras instancias del movimiento social. A inicios de los años noventas su accionar se caracterizó por ser una instancia de colaboración entre sus integrantes, apoyo, coordinación de acciones políticas y de gestión y ejecución conjunta de proyectos. En la actualidad dicha caracterización ya no corresponde, pues dejó de ser la instancia aglutinadora para convertirse en una ONG de desarrollo en 1998. La Concertación de Mujeres por la paz, la dignidad y la igualdad, surgió en 1991, a partir de una iniciativa de las mujeres que participaron, por primera vez, en el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe realizado en Argentina. En una búsqueda de de iniciones feministas se plantean como instancia de coordinación autónoma respecto de los partidos políticos. Aglutinó por tres años a más de veinte organizaciones y grupos feministas y de mujeres, así como a mujeres individuales. Presenta un proceso de integración más abierto, por ejemplo, se podía formar parte de la instancia en representación de un grupo o sin él, lo cual abría la posibilidad a feministas que hasta ese momento no pertenecían a ninguna organización, sin embargo, ese carácter abierto se vuelve amorfo y sin estructuras, lo que repercutía en algunos momentos en poca efectividad para organizar acciones (Herrera, 1998: 258).
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Pese a lo anterior, la Concertación incentivó la realización del Primero y el Segundo Encuentro Nacional de Mujeres en febrero de 1992 y julio de 1993, respectivamente. Sus principales logros fueron: a. Introducir a las salvadoreñas en los debates feministas regionales, al constituirse en el espacio nacional de preparación y realización del primer Encuentro Centroamericano de Mujeres, realizado en Montelimar, Nicaragua en marzo de 1992, que fue el preámbulo de la realización del VI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. b. Estas actividades constituyeron para las salvadoreñas un primer acercamiento entre organizaciones de mujeres existentes hasta ese momento en el país y la oportunidad de encontrarse en discusiones feministas más amplias, así como la discusión sobre construcción de la diversidad del movimiento de mujeres... c. La Concertación realiza una primera convocatoria para la construcción de una plataforma de mujeres en ocasión de las elecciones de 1994. La Red por la Unidad y el Desarrollo de las Mujeres Salvadoreñas, creada a instancias de la cooperación del gobierno de Italia, por medio del Programa Regional de los Refugiados –PRODERE– llegó a aglutinar alrededor de diez organismos relacionados con el trabajo con y para mujeres, a quienes apoyaron en el área de capacitación técnica y de incidencia en el tema de la violencia hacia las mujeres. Pero básicamente fue un espacio que favoreció la formación y las discusiones en perspectiva de género y feminismo. Con temas sugestivos para la realización de los foros como: Celebrar y re lexionar sobre...nuestro potencial como movimiento; Relaciones del Movimiento de Mujeres y el Estado; Reconocernos como somos: identidades dentro del Movimiento; La interlocución entre nosotras: diálogo interno en el Movimiento de Mujeres (Red de Mujeres…, 1997: 32)59.
Las re lexiones en ese momento eran de contenido ilosó ico y feminista, por ejemplo, Mercedes Cañas a irma: Creo que un problema fundamental que tenemos es el olvido, la falta de memoria. Yo creo que la falta de memoria tiene que ver también con la falta de identidad, a qué aspiramos en realidad las feministas. Yo lo que quisiera es que no llegáramos un día, ninguna de nosotras a decir lo que dijo el mejicano José Emilio Pacheco: ya somos todo aquello contra lo que luchamos hace veinte años, espero que 59 Red de Mujeres por la Unidad y el Desarrollo, Memorias. Marzo de 1997; Mayo de 1997; Noviembre 1997; Enero de 1998.
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nunca nos convirtamos en lo que no queríamos, en lo que nos inspiró la rebeldía... si tenemos mala memoria, sólo le sirve al sistema, al poder (Idem, marzo 1997: 3).
En las Memorias de la Red encontramos un panorama general de las inquietudes de las integrantes de las organizaciones de mujeres y de mujeres independientes, que se relacionan directamente con los componentes centrales del Movimiento como la Identidad; aspecto al que hace referencia la cita anterior. También están frescas las heridas de la guerra y hay especial interés por dar cuerpo a la sociedad civil en cuanto a su institucionalidad, por un lado, y por el otro, cómo insertarse individualmente y como grupos en el naciente movimiento social, las preocupaciones se pueden ver re lejadas en la cita que sigue: Si queremos construir una fuerza política organizada de mujeres que se declare a favor de la lucha feminista, dice Deysi Cheyne, lo primero que debemos hacer es construirla fuera de las instituciones donde laboramos. Esto no quiere decir que no utilicemos nuestras instituciones, sus recursos y medios a favor de impulsar la lucha feminista. Pero un movimiento feminista organizado debe crearse con la militancia personal de las que estén dispuestas a trabajar por la agenda feminista... La militancia feminista tiene que ser voluntaria, consciente... mujeres que se pongan de acuerdo en una agenda común y se genere un espacio de debate respetuoso, de construcción colectiva de pensamiento feminista propio salvadoreño, que sirva para la movilización y organización de las mujeres (Idem, mayo 1997: 9).
Otros temas de ese momento eran por ejemplo: el con licto entre ONGorganización, u ONG-movimiento; Estado y Movimiento. Para entonces se decía: “Veo al Estado como algo estructural y funcional donde está enquistado el patriarcado y de donde se nos jode (molesta) a todas las mujeres. Con lo jurídico, con representaciones sociales, etc. eso es lo que nos tiene jodidas, entonces hay que acercarse ahí y ver cómo vamos incidiendo y cómo vamos transformando (Idem: 12).
En ese momento apenas han transcurrido 5 años desde la irma de los Acuerdos y ya hay signos de acercamiento al Estado. Probablemente fue el Movimiento de Mujeres uno de los primeros en romper el bloqueo histórico entre movimiento social y estado, que durante muchos años fue de oposición radical y dentro del movimiento; solamente algunas organizaciones de mujeres estaban abiertas a dar ese paso.
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Resulta ilustrativo para ampliar el punto anterior referirnos a las re lexiones que Liza Domínguez presenta sobre la actitud de confrontación del movimiento de mujeres frente al Estado, …éste no se da porque el Estado sea de carácter patriarcal, sino porque el análisis que se hacía desde la izquierda era únicamente del Estado como articulador de intereses clasistas, se vivía un ‘momento de izquierdas’ y ello ha in luido en las posiciones políticas del movimiento frente al Estado” (Domínguez, 1995: 80).
Actualmente, a irma, se viven “momentos liberales” que incluyen la modernización del Estado. Para el movimiento de mujeres continúa siendo un reto, accionar en un momento de liberalismo, en cuyo discurso el Estado se presenta como un árbitro en la solución de con lictos y en la práctica se desentiende de sus responsabilidades sociales. El movimiento de mujeres ha sabido tener presente qué implican esos momentos liberales para las mujeres y cuáles son los espacios en que pueden participar. Precisamente este acercamiento se intensi ica cuando el movimiento participó en el proceso de formulación de la Política Nacional de la Mujer 19971999, en donde no fue fácil introducir la agenda de las mujeres en los temas que tocan las reivindicaciones estratégicas de género y clase, la libre opción sexual, la maternidad libre y voluntaria, los derechos laborales de las mujeres, o una política de crédito diferente que la de la banca formal. La diputada del FMLN Lorena Peña recuerda la coyuntura de la aprobación de la Ley de Creación del Instituto Salvadoreño de la Mujer –ISDEMU–, en 1996, que estuvo precedida de consultas a las organizaciones de mujeres: Yo la experiencia más dura la tuve en el ISDEMU. Nosotras peleamos increíblemente por meter las demandas de las mujeres la ley iba a salir, ellos querían sacarla el 8 de marzo. Intentamos a tope meter todo lo que se planteó en las consultas. ¿Qué pasó? Después ellos plantearon que no se podía recibir a las mujeres porque iban a ir a sabotear y la ley tenía que salir el día siguiente (Red de Mujeres…, marzo 1997: 18).
Después de aprobada la Ley de creación del ISDEMU, el siguiente paso era empujar la formulación de la Política, con la perspectiva de género, que solamente el movimiento de mujeres podía garantizar; también no podemos perder de vista algunos elementos que contribuyeron a avanzar en esa línea: en primer lugar un ambiente internacional propicio para relanzar las reivindicaciones de las mujeres ligadas a importantes procesos más globales,
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como el desarrollo humano sostenible, los derechos humanos y el equilibrio sociodemográ ico; cambio en el Gobierno, respecto a sus obligaciones nacionales en relación a las mujeres y un movimiento de mujeres decidido a constituirse en un referente obligado para el Estado en cualquier decisión y actuación relacionada con la situación de las mujeres salvadoreñas. En 1997 se aprueba la Política Nacional de la Mujer –PNM– 1997-1999 como un resultado de la con luencia entre las reivindicaciones propias del Movimiento de Mujeres y el compromiso que el Estado adquirió con la Plataforma Mundial de Acción. Lo que según algunos analistas se constituyó, en su momento, “En términos institucionales, es el hecho político más importante para las mujeres en la administración pública” (IMU, 2004: 10)60. Luego se formuló otra para el período 1999-2004 y la última que abarca el período 2005-2007. El ISDEMU se rige por una Junta Directiva en donde, por ley, la Presidenta es la esposa del Presidente en turno; está constituida por los Ministros del área social; el movimiento está representado por dos mujeres propietarias y dos suplentes, en franca minoría, cuando de acuerdos trascendentales se trata, situación que ha llevado al conjunto de organizaciones a retirarse de dicha estructura, punto que ha llevado a controversias internas: unas argumentan que “no pueden estar en una Junta Directiva en donde solamente llegan a sumarse o avalar propuestas gubernamentales”, otras, en cambio, opinan que “es importante estar, para dar la lucha desde dentro”. Como se observa, el contexto de las relaciones institucionales de poder con el movimiento de mujeres no es tarea fácil y además le sigue siendo adverso y parece continuar por esa ruta, mientras no se modi iquen los contenidos de la Ley, en donde el movimiento de mujeres tiene escaso o nulo impacto, a tal grado que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD–, en su Cuaderno de Equidad de Género en El Salvador, de abril de 2004, hace un vehemente llamado a todos los sectores involucrados a iniciar un diálogo democrático y una suerte de concertación nacional respecto a retomar los avances irregulares en materia del “adelanto de las mujeres” en El Salvador, así como a corregir las acciones insu icientes y enfrentar los puntos pendientes, sobre todo los más complejos como la salud sexual y reproductiva. 60 IIMU (2004) Evaluación de las PolíƟcas Públicas para las Mujeres, 1999-2004. Documento elaborado por su autora Nancy Orellana San Salvador, El Salvador, p. 10.
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El dilema anterior no ha sido resuelto, sigue siendo motivo de discusión, a veces, hasta de fuertes señalamientos personales como el del enfrentamiento que se tuvo en agosto de 2004 en el marco de la reunión de CEPA, preparatoria de Beijín+ 10, celebrada en Ciudad de México, en la cual la Delegación O icial del ISDEMU, incluía a las dos representantes del Movimiento de Mujeres que no tenían autorización para participar en nombre del Movimiento, había representantes del movimiento pero en calidad de participantes del Foro alternativo, de allí que los reclamos públicos no se hicieron esperar. La Red por la Unidad y el Desarrollo desaparece en 1998, un año después, en 1999, aparece la Concertación Feminista Prudencia Ayala –CFPA– como resultado de la lucha emprendida por las mujeres, en el marco de la campaña por la participación política llamada “Prudencia Ayala”61, la cual buscaba llevar a una mujer, a la Dra. Victoria de Avilés como candidata a la presidencia por parte del FMLN, en 1998. La CFPA nace: Con el propósito de mantener vivo el ideario feminista bajo las expresiones concertadas y de amplia alianza entre las mujeres. En un proceso de complicidad y tensión, desarrollado en el postcon licto para fortalecer la democratización del país... contiene la genealogía de los movimientos que proceden del siglo anterior y de la historia reciente, retoma la historia personal y colectiva de un movimiento de mujeres feministas, portadoras de esperanzas, y aporta en la lucha por superar la subordinación femenina (CFPA, 2003).
Han transcurrido nueve años de la creación de la CFPA (1999-2008), período en el cual sus integrantes han experimentado diversas formas de organización, articulación, propuestas, campañas, talleres, asambleas; entre las incontables actividades en la búsqueda de una propuesta ágil, coherente, que logre aglutinar y articular las demandas e intereses prácticos y estratégicos de las 18 organizaciones integrantes y de las cincuenta y dos mujeres, representantes de las organizaciones de mujeres, y mixtas y mujeres independientes, que asisten a sus actividades (CFPA, 2006). En una síntesis apretada se presentan, a continuación, algunos elementos que permiten una caracterización de la CFPA y de sus proyecciones. Se auto de inen como un espacio de articulación del movimiento de mujeres y feminista que impulsa cambios en la vida de las mujeres y en las relaciones de 61 Prudencia Ayala, fue la mujer que en 1930 se auto proclamó candidata a la Presidencia de la República, fecha en que las mujeres salvadoreñas aún no podían ejercer el sufragio.
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poder entre los géneros con un ideario feminista, bajo expresiones concertadas y de amplia alianza entre mujeres para fortalecer la capacidad individual y colectiva. Su estructura organizativa se compone de una asamblea general o grupo ampliado de mujeres que se reúne cada dos meses; aquí se toman las decisiones estratégicas. Luego existe un comité de enlace conformado por representantes de cuatro mesas de trabajo. Estas mesas se han establecido en función de la agenda de trabajo y los ejes de acción establecidos por la CFPA, tienen reuniones periódicas. Cada mesa atiende un eje temático, ellos son: Incidencia en políticas Públicas; Territorial y relaciones; Seguimiento a compromisos internacionales y de Fortalecimiento. Cada Mesa tiene su respectivo plan de trabajo y acción. Cabe destacar dos actividades realizadas por la mesa de Incidencia en Políticas públicas, una es la irma de un protocolo de compromisos entre la CFPA y las diputadas de la fracción legislativa del FMLN con el propósito de contribuir al fortalecimiento y ejecución de una agenda legislativa a favor de los derechos de las mujeres, a partir de una iniciativa expresada por las diputadas para el período 2006-2009. Un objetivo especí ico de este convenio es impulsar el debate, re lexión y generación de opinión sobre las propuestas legislativas: la Ley de igualdad de oportunidades y la Ley de protección a víctimas. Ambas iniciativas son importantes y necesarias y una de ellas, la ley de protección a víctimas, presentada hace aproximadamente cuatro años, ha estado engavetada sin ser atendida para su ejecución. A continuación un resumen de las acciones realizadas en 2006. I. Agenda Legislativa CFPA. 1. Rati icación del Protocolo Facultativo de la CEDAW. 2. Aborto terapéutico. 3. Ley de Igualdad de Oportunidades. 4. Ley de Protección a Víctimas. 5. Código Agrario con Perspectiva de Género. 6. Política Macro y Micro económica. 7. Migraciones.
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8. Presupuesto General de la Nación Etiquetado. 9. Reformas al Código Penal. 10. Legislación sobre Niñez. Mecanismos para seguimiento. 1. Mecanismos para la interlocución con las diputadas. II: Agenda Judicial CFPA. 1. Violencia Intrafamiliar. 2. Aplicación de la Legislación para la discusión del abordo terapeútico. 3. Cumplimiento de la CEDAW. 2.1. Sobre la propuesta de Ley de Igualdad de Oportunidades y la Ley AFI. • Conformación comisión de análisis para diseño de Ley. • Rendición de cuentas. • Capacitación: CEDAW, Género y legislación. • Foros, debates y conversatorios en fechas claves (8 de Marzo, 1º. de mayo, 28 de mayo, 21 de junio62, 17 de junio, 11 de julio63, 23 de julio64, 8 de septiembre65, 15 de octubre, 25 de noviembre, 10 y 20 diciembre. • Encuentro centroamericano con parlamentarias y mecanismos nacionales que tiene la Ley de Igualdad de Oportunidades. • Foros y debates para impulsar la aprobación de la Ley Orgánica de la Administración Financiera del Estado. 2. 2. Sobre la Ley de Protección Integral a Víctimas de Violencia. • Comisión para que retome la Ley de Protección Integral a Víctimas de Violencia, trabajo legislativo. La CFPA podría convertirse en el espacio de coordinación idóneo del Movimiento de Mujeres en El Salvador, ya que tienen claridad de la situación o contexto del país y su compromiso político, aún cuando todavía falta de inición en cuanto a su política de alianzas con los partidos, el movimiento social y de inición en cuanto a sus relaciones con el Estado, no solamente con el 62 Día de la educación no sexista. 63 Día Mundial de la Población. 64 Día del trabajo domésƟco. 65 Día de la AlfabeƟzación.
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ISDEMU, sino también a través de las autoridades locales que no pertenecen al FMLN. Para dar un cierre eventual a este apartado se presenta la siguiente cita de la ponencia de una miembra de la CFPA, en reciente participación en un foro gubernamental, en la cual realiza una revisión de la problemática relación entre el movimiento de mujeres y el Estado, desde su creación, en los siguientes términos: El actual movimiento de mujeres salvadoreño, integrado por las expresiones más diversas de organizaciones, instituciones, grupos de mujeres y mujeres independientes, surgió a ines de los años 80, levantando la bandera del diálogo y la negociación y la demanda de que el acuerdo de paz, que se irmara entre las partes en con licto incluyera los intereses y las necesidades de las mujeres. Este histórico pacto, como todas sabemos, no hizo alusión a las mujeres, es decir, a la mayoría de la población que la constituimos. Debemos decirlo con mucha franqueza en este foro: no hemos encontrado en el aparato gubernamental y en las instancias del Estado, el interés ni la voluntad requerida para hacer de estas problemáticas, compromisos claros a favor de las mujeres… vemos que la posibilidad de tomar consensos entre el gobierno y el movimiento de mujeres está cada vez más distante por las permanentes coyunturas electorales que mantienen a la sociedad polarizada y sin estrategias de desarrollo para las grandes mayorías de nuestro país (Cheyne, 2007).
En esa participación también se puntean algunos retos de Movimiento, a saber: a. Análisis del tipo de país que se ha venido estructurando desde la inalización de la guerra y del Estado de mercado: Impacto de la dolarización y migraciones en las mujeres. b. Identi icar estrategias propias, alianzas, metas y objetivos claros y tangibles. 4.5. Las Mujeres Rurales: Su organización66 Es pertinente señalar que el papel de las mujeres rurales en la sociedad salvadoreña, ha sido invisibilizado por el MM, tanto que en sus análisis sobre la 66 El siguiente resumen está basado en las invesƟgaciones siguientes: María Candelaria Navas, Nancy Orellana y Liza Domínguez: ”Experiencias OrganizaƟvas de las Mujeres Rurales en la transición postconflicto: 1992-1999”, FUNDE-IMU-OXFAM América, Equipo MAIZ, San Salvador, 2000.; María Candelaria Navas” Mujer Rural, Acceso a la Tierra y Empoderamiento en El Salvador”, FUNDE, Impreso por Taller Arte y Vida, San Salvador, 1999.
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situación y condición, así como en las demandas a favor de las mujeres salvadoreñas, aparece de manera muy tímida, su papel en el desarrollo productivo y reproductivo del país, por tal razón se ha considerado dedicar un apartado especial para ellas. Cuando se inició el interés por los trabajos relacionados con las mujeres en la agricultura, desde los años setenta aproximadamente, y durante mucho tiempo, se utilizó el término “campesina” como una categoría amplia, para designar a las mujeres que vivían en las zonas rurales y que hacían parte de la producción agrícola especializada en cultivos tradicionales. Este término marcaba la diferencia con las mujeres urbanas y las asalariadas agrícolas, y podía designar a diferentes estratos sociales y características étnicas. De acuerdo con algunas autoras, la categoría “mujer campesina” no recogía la diversidad y especi icidad de mujeres, que se podían encontrar en las diferentes tipologías de unidades campesinas, que varios autores desarrollaban a partir de los análisis de las relaciones de producción de las economías campesinas en América Latina. Se hablaba de “la campesina” con altos niveles de homogeneidad y todavía no se contaba con las investigaciones necesarias, para registrar las diferencias al interior de los tipos de unidades productivas. Situación válida para los países andinos (Colombia, Ecuador y Perú) que empezaron el análisis de las economías campesinas del altiplano y laderas, en donde resultaba evidente la participación sistemática de las mujeres campesinas en la agricultura. A medida que evolucionaron tanto la capacidad conceptual como la metodológica para investigar a las mujeres rurales y, especialmente, con la introducción del enfoque de análisis por sistemas productivos a nivel micro en contraste con los grandes modos de producción, la investigación sobre las mujeres rurales fue ganando capacidad para mostrar un mosaico de tipos de mujeres: la campesina criolla y la campesina indígena; las campesinas en los sistemas de producción de papa y maíz en las áreas andinas; en los sistemas pecuarios (ganadería lechera y ovina de los países del sur); las campesinas de subsistencia y las de aquellas unidades con capacidad de reproducción y acumulación. En países como México, Colombia y Chile –para citar algunos– aparece la preocupación por las asalariadas agrícolas, temporales o permanentes, que
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surgieron como un contingente importante de población vinculada al llamado sector capitalista-moderno de la agricultura dedicada a la exportación. En el caso de El Salvador, aun cuando no tenemos estudios especí icos y a profundidad del mosaico de mujeres rurales, podríamos referirnos a las mujeres de las cooperativas, socias o compañeras de socios de los tres tipos de cooperativas agrícolas: tradicionales, de la reforma agraria y del programa de transferencia de tierras; aparceras, estacionales, peonas, etc. De allí la importancia de hablar de mujeres del campo o mujeres rurales, como una amplia categoría que recoge: a. La pluralidad (el término mujer rural es simpli icador en singular); b. La de inición de un espacio geográ ico opuesto al espacio dominante en las sociedades semi industriales, industriales y urbanas; c. La relación con un medio ambiente que está asociado a recursos naturales (tierra, agua, bosques, etc.). Lo anterior obliga a pensar en las mujeres rurales como sujetas que contribuyen de manera permanente, en los diferentes procesos productivos y sociales, desde diversos grupos sociales, etnias, sistemas de producción, formas de relación laboral y nichos agro-ecológicos. Al reconocer la heterogeneidad de las mujeres rurales se establece la necesidad de profundizar en las investigaciones orientándolas a estudios de casos particulares para profundizar en el conocimiento y comprensión de su situación, problemas y necesidades prácticas e intereses estratégicos, así como de los elementos condicionantes que intervienen en cada situación. Entenderemos por mujeres rurales a aquéllas cuya identidad social está determinada por encontrarse en condiciones de pobreza, con niveles mínimos de ingreso, alejadas de los centros comerciales y de poder, ligadas a fuentes de subsistencia (recursos agropecuarios y pesqueros), tanto para el autoconsumo como para la venta no mayorista. Por otra parte, su identidad cultural está condicionada fundamentalmente por: su rol de la maternidad, en el que engendrar, parir y criar es determinante de su “ser mujer” (reproducción biológica y social); una actitud de fatalidad, conformismo y religiosidad en cuanto a su sexualidad y al número de hijos e hijas, relacionada con la tierra (como productora o jornalera); su referente inmediato generalmente
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es la comunidad; persistencia de mitos y tabúes en el ciclo reproductivo, en las enfermedades, etc. La FAO en 2003 reporta que la población total de El Salvador es de 6,517,800; el 41% está constituida por la población rural y el 59% por la urbana. En el modelo de transición demográ ica, El Salvador se ubica en una segunda etapa, es decir, presenta moderada tasa de mortalidad y alta natalidad (4.95%). En lo rural el analfabetismo alcanza un 30.3% y en lo urbano el 11.1%; la escolaridad promedio es de 5.5% y en el área rural de 3.5%. Del 52 % de mujeres rurales que declaran trabajar, el 20% recibe remuneración y el restante 52% trabaja sin ella. Las mujeres rurales ocupadas se distribuyen en el sector comercio y hoteles (35.4%); servicios comunales y personales (26.4%); seguido de los sectores industrial (23.2%) y agricultura y pesca (13.9%) (FAO, 2003: 29). La jefatura de hogar femenina ha aumentado pese a que en las estadísticas se subestima esta información, debido a patrones culturales. Asimismo la migración interna y externa presenta una tendencia creciente. Respecto a la organización de las mujeres rurales, en el documento “Diagnóstico Situacional y Directorio de la Organización de las Mujeres Rurales” realizado en septiembre de 1997, se pudo constatar lo siguiente: (Navas y Orellana, 1997). 1. Desde el surgimiento de las organizaciones de mujeres (al menos desde cuando indica la información disponible), se puede a irmar que éstas han estado compuestas por mujeres de los estratos populares y medios, con fuerte contenido contra-hegemónico, pero con ausencia de las mujeres rurales. 2. Después de los Acuerdos de Paz, surgen las organizaciones de mujeres levantando reivindicaciones especí icas de género, pero en ellas también han estado ausentes las reivindicaciones propias de las mujeres rurales. 3. El recurso organizativo de las mujeres rurales es inmediato y doméstico, pocas veces extradoméstico, sin trascender la esfera local, ya que obstáculos de carácter estructural e ideológico cultural les limitan su participación, aún en las organizaciones campesinas mixtas, en donde participan más los hombres que las mujeres. 4. Tanto en la participación de las mujeres en la estructura orgánica, como en cuanto a tierra, la situación es desigual para las mujeres. La productora o trabajadora agrícola es considerada apoyo del hombre.
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Asimismo en la investigación ejecutada por la Fundación Arias para la Paz (1998: 10-11), para el caso salvadoreño se concluyó que: - No hay un movimiento de mujeres rurales, ni tampoco una organización nacional que las represente. - El movimiento de mujeres no ha integrado totalmente las luchas especí icas de las mujeres. - No hay datos sobre mujeres rurales organizadas. - En las organizaciones mixtas participan más los hombres que las mujeres y más bien las mujeres se sienten representadas por sus esposos o compañeros. - Tanto en la participación de las mujeres en la estructura orgánica, como en cuanto a crédito y acceso a la tierra, la situación es desigual para las mujeres. - La productora o trabajadora agrícola es considerada como apoyo del hombre. Pese a las di icultades de la ausencia de datos y de los obstáculos antes mencionados, se sabe que las mujeres rurales participan en organizaciones cooperativas, federaciones, confederaciones, comités, proyectos y alianzas para tener acceso a la tierra, al crédito y a la tecnología, pero no constituyen una muestra representativa a nivel nacional, y no están ligadas, de manera directa, en este momento al movimiento amplio de mujeres. El mismo estudio encontró que existen alrededor de 13 organizaciones de mujeres y mixtas, de estas, 10 tienen personería jurídica y su cobertura es a nivel nacional. Se identi icaron 12 organizaciones que promueven a las mujeres rurales, de ellas solamente dos trabajan directamente con mujeres, el resto con hombres y mujeres. Se le ha dado importancia a la asistencia técnica, educación y capacitación, alternativas de producción, derechos humanos, organización y créditos; solamente una organización de las estudiadas aseguró haber partido de las iniciativas de las mujeres, el resto generan sus acciones desde fuera; en las estructuras de dirección participan mayoritariamente hombres. En 1999, el Instituto de Investigación y Capacitación de la Mujer –IMU– y la Fundación Nacional para el Desarrollo –FUNDE– patrocinaron la investigación: “Las experiencias organizativas de las mujeres rurales en la transición postguerra” (1992-1999) (Navas, et.al, 2000). El objetivo de este estudio fue
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rastrear las experiencias organizativas integradas exclusivamente por mujeres rurales que se desenvolvieran e incidieran a nivel local; fue restringido a las comunidades; no pretendía ser un diagnóstico, ni un registro exhaustivo de grupos y organizaciones, que hubieran sido creadas en la fase de transición postcon licto, o sea, entre 1992 y 1999. Desde el punto de vista metodológico para conocer y profundizar sobre la temática, se decidió la utilización de fuentes primarias que permitieran obtener los datos cualitativos sobre la organización de las mujeres rurales, privilegiando el contacto directo con ellas y su realidad cotidiana. Se presenta información cuantitativa, derivada de la encuesta, con la que se intenta ilustrar y sustentar algunas a irmaciones. Se elaboró un Mapa en el que se identi icaron 33 experiencias organizativas de mujeres rurales ubicadas a nivel nacional y se entrevistaron un total de 127 mujeres. Se buscaba conocer la forma cómo se gestaron las experiencias organizativas desde dentro, así como la incidencia o proyección que ha podido tener, a nivel comunitario, el abordaje metodológico de esa única realidad. Se realizó desde la perspectiva de tres categorías de mujeres organizadas. a) Liderezas, abarcando a mujeres que desempeñan cargos dentro de la estructura organizativa o que han destacado en la conducción de la misma. b) Mujeres de Base, de la experiencia organizativa, que siendo miembras de ésta al momento de ser entrevistadas no desempeñan cargos de dirección. c) Mujeres no organizadas, que viviendo en la misma comunidad no participan de la experiencia organizativa. Total de Entrevistadas, por Categorías Tipología Liderezas Mujeres de base Mujeres no organizadas TOTAL
Total
% 49 43 35 127
38 34 28 100
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Los resultados de la investigación mostraron que la organización de las mujeres rurales, como experiencia organizativa especí ica, tiene diferentes momentos, así: a) Los grupos de mujeres rurales que surgieron durante la guerra son aquellos insertos en procesos de repatriación y repoblación, pertenecientes a comunidades identi icadas como de zonas ex-con lictivas. En ellas, usualmente, hubo ONG de desarrollo (mixtas) apoyando procesos comunitarios que, recientemente, han “separado” la dinámica de las mujeres de la que lleva el colectivo organizativo en general. Aquí se ubican grupos de mujeres rurales atendidos por CRIPDES, CORDES, FUNDE e IDEA, por ejemplo. También en este período surgieron grupos de CONAMUS y la Asociación Comunal de Mujeres de Morazán que, aunque son ONG de mujeres, no están ajenas a las características de trabajo organizativo ya mencionadas. Igualmente, en este período surge la cooperativa de mujeres pescadoras artesanales “Las Gaviotas”, que rompe con este escenario de acción.67 b) Los grupos de mujeres rurales que surgieron después de los Acuerdos de Paz, están ligados fundamentalmente a la labor organizativa desarrollada por las ONG de mujeres. Todas ellas, identi icadas –en mayor o menor medida– con tendencias político-partidarias de izquierda, se ubicaron en zonas o comunidades altamente excon lictivas y con mujeres estrechamente vinculadas a la dinámica político-militar. Su trabajo organizativo especí ico con mujeres (rurales, en este caso) coincide con su esfuerzo –iniciado precisamente después de terminada la guerra– por lograr autonomía organizativa de las estructuras y líneas estratégicas de carácter partidario para dedicarse, prioritariamente, a promover iniciativas y fortalecerse institucionalmente desde las reivindicaciones de género más que de las de clase. Aquí se encuentran los grupos de mujeres rurales atendidos por CONAMUS, IMU, DIGNAS, MAM y MSM. c) Los grupos de mujeres rurales que surgieron después de 1995, pertenecen principalmente al esfuerzo organizativo que, en esta línea especí ica (mujeres), iniciaron estructuras organizativas tradicionalmente masculinas, como las cooperativas y federaciones/confederaciones de cooperativas. Se insertan en el “boom” de iniciativas y inanciamiento de proyectos que 67 Esta cooperaƟva pertenece a una zona que no fue conflicƟva durante la guerra y, prácƟcamente, nada afectada por ella. Surge, además, sin vínculos políƟco-parƟdarios, siendo parte de una iniciaƟva desligada del conflicto políƟco-militar, lo cual la ha hecho permeable y vulnerable.
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la cooperación internacional comenzó a apoyar, de manera decisiva, entre los que sobresalieron las temáticas de género y medio ambiente68. De esta manera, se crearon programas o secretarías de la mujer. Se incluyen aquí los grupos de mujeres rurales atendidos por FESACORA, la cooperativa “Gusamalú” y FEDECOOPADES. Por tratarse de una iniciativa que surgió desde “agentes externos”, es pertinente conocer los argumentos con los que motivaron a las mujeres rurales a organizarse en sus comunidades. Estos, fundamentalmente, fueron dos: a) A un 50% de ellas se les invitó o convocó para –en general– trabajar juntas y apoyarse mutuamente. b) A poco menos de una cuarta parte, se le invitó o convocó motivándole a través de expectativas o promesas de responder a sus necesidades y su situación material (socioeconómica). Al respecto, proporcionalmente hablando, no hay diferencia signi icativa entre la motivación institucional que se les planteó a las mujeres afectadas o vinculadas directamente con el con licto político-militar (tanto a las liderezas como a las de base)69 y a las que no lo estuvieron. Igualmente, a ambos argumentos recurrieron los diferentes “agentes externos”. Un dato interesante es que una cuarta parte de las mujeres de base entrevistadas, no tuvo como intermediaria motivación institucional alguna, sino que participó de la organización de mujeres de su comunidad por interés y disponibilidad propios, pues no la convocaron, ni la invitaron y mucho menos le ofrecieron nada, pero se dio cuenta de la iniciativa y se acercó a ella. También hubo casos en que una capacitación fue su iciente para motivarlas a participar. Sin embargo, al ahondar en el funcionamiento y desenvolvimiento de las organizaciones de mujeres rurales estudiadas, se percibe una realidad organizativa que no está lo su icientemente consolidada como para trascender a una etapa de expansión. Por el contrario, los indicios de lo endeble que 68 Incluso, al cuesƟonar a algunas de las entrevistadas sobre la iniciaƟva para formar la organización de mujeres en su comunidad/cooperaƟva, expresaron, claramente, que ésta había provenido de una agencia donante de Austria. 69 La única diferencia entre ellas, es que las mujeres de base fueron más específicas al “enumerar” cómo se pretendía responder a sus necesidades: beneficios que obtendrían, proyectos, créditos, lanchas, etc.
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ha sido la construcción de ésta, contrasta con las expectativas que despierta como posibilidad de acción de las mujeres rurales. El panorama que caracteriza a las organizaciones de mujeres rurales, prácticamente se enmarca en un patrón común, en el que sobresale: Una Estructura Organizativa tradicional que reproduce esquemas (o, al menos, nociones) verticalistas de trabajo. Usualmente, dicha estructura está formada por: presidenta, vicepresidenta, secretaria, tesorera y vocales, pudiendo faltar alguno de estos cargos pero manteniéndose la lógica que ella impone.70 Se pudo constatar que las mujeres rurales no acompañan el “sentir nacional” de que el proceso salvadoreño se encuentra “transitando a...” una situación y condiciones distintas ni mucho menos mejores a las que propiciaron o, al menos, precedieron al con licto político-militar. En síntesis, las mujeres rurales consideran la transición como un proceso que únicamente ha favorecido el ejercicio de los derechos y las libertades individuales, en especial, con las referidas al reconocimiento y protección de su integridad personal y su participación política. Es, sin embargo, un proceso que no ha incidido en la transformación de las condiciones socioeconómicas precarias, que han gestado con lictos sociales sensibles y que con iguran un contexto adverso a la satisfacción de las necesidades más elementales de ellas y sus familias. Es así como, en general, la transición no es considerada satisfactoria por las mujeres rurales como la mejor ruta para dejar atrás la guerra o las causas (socioeconómicas, sobre todo) que tuvo a su base y que se han convertido ya en problemáticas crónicas en sus vidas. No se sienten optimistas respecto a ella, aunque estimen en gran medida la inalización del enfrentamiento armado. Sienten y saben que debió haber signi icado algo más en sus vidas, que no existió y que todavía no “ven claro”. Más aún, en un número considerable, las mujeres rurales aún sienten nostalgia por “el antes”. Y esto es igual tanto para las que estuvieron muy involucra70 Únicamente un grupo de mujeres atendido por CONAMUS no Ɵene aún estructura organizaƟva alguna.
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das en el con licto político-militar, como para aquellas que lograron salir casi intactas de él; aunque, obviamente, en las primeras es más profundo este sentimiento. “El antes” se re iere a la posibilidad de trabajo, y a que el producto de ese trabajo diera -al menos- “para irla pasando” sin mayores carencias. En algunos casos, signi icó más todavía: fue la experiencia del refugio, las repatriaciones y repoblaciones, donde los víveres, la ropa, las medicinas, los talleres vocacionales, las capacitaciones, los créditos y otras formas de solidaridad nacional e internacional eran lo característico. Ciertamente, la socialización genérica de las mujeres rurales las ha llevado a conformarse con que la transición no les haya signi icado lograr cierto bienestar personal, en lo relativo a sus condiciones materiales de vida; pero sí apreciando que ésta haya repercutido en sus condiciones subjetivas: que ya no se vea amenaza en su integridad ni la de sus familias; su estado emocional; su esperanza hacia el futuro, una sensación de libertad, etc. Esto tiene sentido en la medida en que evidencia su inclinación (culturalmente reforzada) a atender y cuidar de las y los otros, a desprenderse y no aferrarse a grandes –y justas– aspiraciones, a lograr sobrevivir en y distribuir la carencia o la insu iciencia, cuando se muestran “conformes” con el tipo de mejoría que experimentan en su situación personal. El mostrar una actitud contraria a la hora de valorar como insu iciente la transición para las demás mujeres de su comunidad, refuerza lo anterior. Si la característica medular de un proceso de transición es, precisamente, pasar de un estado, situación o condición a otra, ligándolas entre sí, la percepción de las mujeres rurales respecto a la insu iciencia del período postcon licto es correcta, en la medida en que no agotó las exigencias de transformación que la situación de con licto político-militar planteaba, sino que las limitó a las referidas al régimen político-institucional. En otras palabras, la experiencia de la transición de las mujeres rurales y su opinión crítica sobre la misma, es un cuestionamiento no una invitación ni una demanda a los márgenes en que ésta se circunscribió. Para ser satisfactoria debió abordar más allá del paso del contexto de con licto político-militar, a uno de paz (situación durante), que permitiera superar las condiciones problemáticas y con lictivas que la determinaron (situación previa).
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La investigación realizada mostró que la experiencia organizativa de las mujeres rurales se ha inscrito en este tipo de transición postguerra, que respondió más a las condiciones impuestas por la transición democrática. Esta, de inida primordial y casi exclusivamente como participación políticopartidaria e institucional, más que a partir de las exigencias reales de una reconstrucción del tejido social, emocional y material, entendida como la instauración de formas nuevas y diferentes de relaciones humanas y entre los géneros. Menos aún, en cuanto a cuestionar nuestro sistema económico de mercado y el poder de sectores económico- inancieros, que actúan para proteger sus intereses y los valores tradicionales de la ideología dominante-patriarcal que nada tienen que ver con la vida, las necesidades, las demandas y los intereses de las mujeres rurales. Todo lo cual impide el avance en materia de derechos de las mujeres. El análisis motiva a continuar con el esfuerzo de aplicar las categorías de género, en tanto ha dado como resultado la necesidad de replantear el concepto de la transición, ampliándolo a su impacto en la vida privada de las mujeres y cómo, desde ahí, se relaciona con la vida comunitaria y del país. Por otra parte, los procesos organizativos estudiados repiten un mismo esquema, independientemente de la entidad que las ha apoyado y atendido, así como de la inalidad que motivó a las mujeres rurales a organizarse, en el sentido de que: • Se ha partido más de las prioridades institucionales y de sus posibilidades inancieras que de las necesidades y aspiraciones más sentidas o, al menos, más urgentes de las mujeres rurales. • Se ha de inido y seleccionado una población líder que ya es prácticamente “cautiva” y “vitalicia”, más que la tarea de exploración, identi icación y formación de nuevas y más liderezas. • La delimitación de las demandas e inquietudes (de capacitación, de proyectos, de temáticas por saber, de actividades por hacer) para las que, institucionalmente, se tienen o quieren algunas respuestas, más que las que las mujeres rurales consideran como prioritarias. • La con inación de sus relaciones al mundo institucionalmente de inido y no al conocimiento e intercambio de otras experiencias que, aunque diferentes, vayan más allá.
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• La construcción, más bien, de una extensión de la estructura institucional y no de un referente colectivo con identidad propia. • La di icultad de parte de las mujeres rurales de reconocerse y valorarse a sí mismas como tales, de manera que su conciencia y praxis de género sea capaz de cruzar y saltarse los esquemas partidarios, ideológicos y de cualquier otra índole que subordinen, diluyan o posterguen a los primeros. Las mujeres rurales siguen invisibilizadas como sujetas protagónicas de sus vidas. Por eso es que su aporte en la transformación de los valores, prácticas y relaciones entre los géneros, es escaso o prácticamente nulo, ya que estas experiencias muestran que: • Su estructura organizativa usualmente se agota en las mujeres rurales que participan de lleno y decididamente en su dinámica (reuniones de planiicación, capacitación, bene iciarias de proyectos), sin trascender a otras, incluso de su misma comunidad, limitando su crecimiento y, por el contrario, sufriendo deserciones. • La práctica organizativa se sustenta o tiene su base en la de inición o inducción “desde fuera”, determinando su naturaleza, sus prioridades, estrategias y proyecciones del grupo. Es decir, no sólo la iniciativa de organizarse como mujeres rurales proviene de “agentes externos”, lo cual en sí mismo no es descartable. El problema es que no se permita que, una vez iniciado el proceso, éste se continúe conduciendo desde las necesidades y demandas de dichos agentes y no desde ellas. Organizadas como mujeres rurales, su experiencia es reciente, es decir, muy nueva y especí ica en cuanto a su identidad genérica. Es promisoria en muchos casos, pero igualmente es bastante endeble. Las mujeres rurales conciben su experiencia organizativa como el mecanismo que, en el corto o en el mediano plazo, les permitirá mejorar sus condiciones de vida, tanto en lo relativo a la satisfacción de sus necesidades prácticas como de sus intereses estratégicos. Lo que probablemente hace más di ícil su consolidación es que se encuentran insertas en el contexto adverso ya descrito creado por el período de transición. 4.6. Avances en la participación de las mujeres Han transcurrido 16 años (1992- 2008) desde la irma de los Acuerdos de Paz. Ese año se conmemoró, desde la perspectiva gubernamental y no guber-
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namental, sin embargo, si se revisan los avances sustanciales de los derechos de las mujeres, se tendrían que hacer algunos señalamientos. La ciudadanía tiene que ver con la posibilidad de que una persona sea considerada y pueda asumirse y ejercitar su derecho a proponer y decidir sobre la resolución de problemas en su comunidad, barrio, colonia o municipio, es decir, es una participación que trasciende el ámbito de lo asociativo o comunitario. El gobierno de El Salvador se comprometió a cumplir los acuerdos de la Conferencia de Beijing en 1995, por medio de la creación del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU) en 1996, y la aprobación de la Política Nacional de la Mujer PNM, como política de Estado, en 1997. En el área de participación política y ciudadana se plantearon cuatro objetivos especí icos: a) Promover la participación de las mujeres en el diseño de políticas públicas en los ámbitos nacional y municipal. b) Fomentar el ejercicio y reconocimiento social y político de los derechos ciudadanos de las mujeres. c) Impulsar la participación igualitaria de las mujeres y los hombres en las estructuras públicas y privadas de poder, desarrollando su capacidad y liderazgo para tener acceso a la toma de decisiones. d) Promover y fortalecer la organización social y política de las mujeres, potenciando su capacidad asociativa y de interlocución con los poderes públicos y privados. Varias instituciones han evaluado los avances de la Política Nacional de la Mujer PNM. Algunas de ellas son: la CEPAL, el Instituto de Investigación y Capacitación de la Mujer IMU, el Movimiento Salvadoreño de Mujeres MSM y la Iniciativa Centroamericana de Seguimiento a Beijing. Esta última plantea: “existen graves obstáculos en la implementación, en la decisión y en la acción política para operar la justicia hacia las mujeres. Ni en los altos niveles gubernamentales ni en las estructuras intermedias, existe política alguna para superar los mecanismos culturales en los comportamientos, y la visión de operadores de la gobernabilidad del país impide el acceso de las mujeres a altos puestos públicos” (PNUD, 2001: 66).
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Si bien se reconocen logros o iciales en la implementación de acciones que incentiven la participación política y ciudadana de las mujeres, sin embargo, los indicadores cuantitativos de avances sobre la igualdad genérica en este ámbito muestran resultados poco satisfactorios. Veamos: • Una dimensión para medir la participación política y ciudadana son los partidos políticos. Una evaluación somera de este avance a nivel de los partidos nos muestra resultados pesimistas. El Partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN ha establecido en sus estatutos una cuota del 35% para la incorporación de las mujeres en sus organismos de dirección y en sus candidaturas a puestos de elección popular. El resto de partidos se sigue caracterizando por una actitud de indiferencia en torno a la participación de las mujeres en sus estructuras de poder. En 1999, las mujeres tenían una participación global del 36% con respecto al total de miembros que integraban los organismos de dirección de los partidos inscritos. En ese mismo año el Partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), actualmente en el gobierno, reportó uno de los índices más bajos: una mujer en el Consejo Ejecutivo Nacional, donde hay 13 miembros. • En los Gobiernos Locales la situación es grave: las mujeres representan apenas un 8% del total de alcaldes y alcaldesas, el 12.6% de los síndicos/ as, el 20.6% de los regidores/as propietarios y el 22.8% de los regidores/ as suplentes. Los datos anteriores podrían establecer una tendencia progresiva en la medida en que las posiciones implican menos autoridad y capacidad de decisión. La mayor representación de mujeres en los Concejos Municipales se da en el municipio de San Salvador, con el 27%. (PNUD, 2001: 66) • En la Asamblea Legislativa, período 1991-2001, las mujeres han representado en promedio el 11.31% del total de parlamentarios y los hombres han mantenido el 88.69%. • En lo que corresponde al Órgano Ejecutivo, las mujeres ocupan el 23% de los puestos ministeriales y apenas un 12% en los vice-ministerios. • El Órgano Judicial no muestra, en equidad genérica, mucha diferencia respecto a los otros órganos del Estado. En la Corte Suprema de Justicia, la participación de la mujer alcanza el 16% del total de las magistraturas. Pero su participación es menor cuando se trata de los magistrados y magistradas titulares o propietarios, entre quienes la proporción de mujeres es apenas del 13%.
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Analizando los datos anteriores, podemos concluir que la participación de las mujeres en la vida política y ciudadana es baja. Una encuesta reciente puso de mani iesto que, en el ámbito nacional, la participación de las mujeres llega al 22%. Su participación se concentra en actividades religiosas (15%); seguidas de lejos por actividades políticas (2%), comunitarias (2%), gremiales y sindicales (2%). (Quintana y García del Corral, 2000: 30) Si bien es cierto que se necesitan espacios y mecanismos institucionales para incrementar la participación de las mujeres, consideramos también importante un clima de subjetividad política que los propicie y estimule. En este sentido vale la pena mencionar que, según un estudio realizado por la empresa Gallup en el año 2000, la población salvadoreña residente en San Salvador, expresó tener mayor conciencia de las desigualdades genéricas y aceptó tener una mayor inclinación hacia la participación de las mujeres en política. La participación social, comunitaria y política de las mujeres salvadoreñas ha contribuido a estructurar un marco referencial teórico y práctico para la construcción de ciudadanía.
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CAPÍTULO V Estrategias del Movimiento de Mujeres en El Salvador: 1998-2008 Tal como quedara enunciado al inal del capítulo anterior, es pertinente iniciar el presente capítulo con una breve visión de lo que es, ahora, la situación y condición de las mujeres salvadoreñas. El escenario en el cual transitan sus vidas, aproximadamente dos millones y medio de mujeres, pese a que han transcurrido diecisiete años (1992-2008) de inalizado el con licto armado, no parece que haya cambiado sustancialmente sus condiciones económicas, sociales y culturales; las políticas neoliberales han profundizado la pobreza y las di icultades para acceder a las oportunidades de equidad y de éxito que proyectan las campañas mediáticas de los programas nacionales y regionales en los cuales El Salvador se ha insertado, en el contexto del neoliberalismo. Asimismo, pese al accionar del movimiento de mujeres, todavía falta más presencia femenina en los niveles de decisión. Antes de inalizada la guerra, en 1989, se imponen los gobiernos neoliberales y con ello una dinámica que pone al libre comercio en el centro de las aspiraciones personales y nacionales. Al mismo tiempo, la feminización de la pobreza y la violencia de género adquieren dimensiones insospechadas. Esta situación es coincidente con el boom de las organizaciones de mujeres. De hecho, desde la llegada de ARENA al poder (1989–2008), ha constituido una verdadera proeza de las mujeres salvadoreñas el sobrevivir a la pobreza, a los desastres naturales, a los patrones socioculturales, a la violencia de género, a la imposición de políticas económicas regionales: ALCA, PPP, TLC, etc. A continuación presentamos un per il de la situación de las mujeres salvadoreñas. 5.1. La Pobreza y las Mujeres en El Salvador La población total en El Salvador es de 6.756.786 dentro del país y, aproximadamente, según el gobierno, 2.5 millones, o 1.2 millones, cifra del Informe para el Desarrollo Humano (PNUD, 2001: 145), fuera del país, principalmen-
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te en Estados Unidos. La población urbana es de 4,031,882 (59.0%); la rural de 2.724.904 (41.0%). Las mujeres a nivel nacional representan el 52%. La pobreza urbana y rural muestra en El Salvador niveles elevados: 60 por ciento de población pobre en los años 80, o sea, durante la guerra. En los inicios de los años 90, se observa una disminución de ocho puntos porcentuales; sin embargo, a partir de 1996 vuelve a subir, especialmente en el área rural. En 2005, a escala nacional, el 12.6% de los hogares del país se encuentra en situación de extrema pobreza, mientras que otro 22% de las familias sobrevive en condiciones de pobreza relativa, para un total de 34.6% de hogares en situación de pobreza (PNUD, 2005: 349). Algunos elementos que pudieron haber ayudado a que disminuyera la pobreza en lo urbano, en la década de los 90, podrían ser: expansión del sector terciario (comercio y servicios) y de la maquila, la migración del campo a la ciudad y hacia el exterior, con el consiguiente aumento de las remesas, lujo de recursos externos de diferente tipo ( inancieros y en especie), entre otros, aunque los salarios reales decayeron, dado que las actividades de los servicios y el comercio se caracterizan por los bajos salarios. Las políticas neoliberales implementadas en El Salvador han agudizado las condiciones de pobreza. En este marco el tema de la migración adquiere cierto carácter permanente de índole eminentemente económica, no es posible entender El Salvador, hoy en día, sin contemplar el fenómeno de la migración internacional, que trae consigo cambios en las relaciones familiares, en las relaciones generacionales y en las relaciones laborales: madres, hijas, abuelas, tías, amigas asumen las responsabilidades afectivas y materiales, muchas veces, de las familias, ya que por lo general son los hombres los que migran. El total de hogares que reciben remesas en El Salvador representa el 22.3%, los que tienen jefatura masculina son el 17.3%, en éstos las remesas representan el 27.6% del total de los ingresos percibidos. A diferencia del total de hogares con jefatura femenina, 32.7% reciben remesas, las cuales representan el 42.4% de sus ingresos. Del total de personas que reciben remesas o que son destinatarias de las mismas, 55% son mujeres. Además, “Hay un cuerpo creciente de literatura que con irma que los ingresos en las manos de las mujeres tienden a ser canalizados hacia el bienestar de la familia”. (PNUD, 2004: 16)
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En el área urbana la pobreza en los hogares dirigidos por mujeres (33%) es mayor que en los hogares que dirigen los varones (27%). Los primeros hogares no cuentan más que con el ingreso de la mujer jefa de hogar; en el caso de los segundos, estos cuentan siempre con el apoyo de la mujer para el desarrollo de algún trabajo en el sector informal. En el área rural la situación de pobreza en los hogares adquiere matices, la jefatura femenina es menor (44%) que la masculina (51%), aquí las mujeres realizan otras actividades adicionales a las agrícolas, como comercio, artesanías y servicios que elevan un poco el ingreso familiar. Además, se reciben más remesas que en el área urbana (PNUD, 2004: 14). La condición y posición desigual de las mujeres son agudizadas por la pobreza; ya que para ellas, las oportunidades se reducen y la carga doméstica, familiar y comunitaria se incrementa. Para el 2004, las mujeres constituían el 38.6% del total de la PEA re lejando así la menor participación de la mujer en el mercado laboral, los datos para la población masculina son del 61.4%. Según el BID, sin embargo, la participación de la mujer en el mercado laboral ha crecido, ya que en 1997, de cada 100 mujeres en edad de trabajar, 35 trabajaban o buscaban trabajo y para 1999, esta cifra había subido a 39. Pero no se aclara cuántas estaban desempleadas. De acuerdo con estudios realizados por economistas en relación al Índice de Remuneración Media de Género (IRMG) que mide los salarios promedios de las mujeres, como proporción de los salarios de los hombres vigentes a nivel nacional en un período determinado, en 1996-1998 los salarios promedios de las mujeres fueron un 29.63% menores a los salarios de los hombres. Para el año 2002, equivalía al 75.9% del percibido por los hombres. Asimismo se constata que la presencia de las mujeres en el sector informal y en la microempresa es mayoritaria: las mujeres representan el 65% del total de microempresarios(as) a nivel nacional y el 57% de los ocupados en el sector informal. Las mujeres microempresarias tienden a ubicarse en las actividades de menor rentabilidad (comercio minorista, venta ambulante, etc.) Los sectores micro empresarial y el informal, comercio y trabajo doméstico mayoritariamente, son los generadores de ingresos para un alto porcentaje de mujeres, con el agravante de que están incorporados al sistema de seguridad nacional.
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En relación a la salud integral de las mujeres, esta se presenta como un verdadero problema de salud pública, del total de la población con problemas de salud el 45.4 % son hombres y el 54.6% son mujeres. La salud reproductiva y el embarazo en adolescentes, son dos de los principales problemas que afectan a las mujeres, por factores como: acceso a servicios de salud, la falta de información, de educación y el peso de las responsabilidades familiares, que son determinantes en estos problemas. Los resultados de la Encuesta Fecundidad en El Salvador –FESAL– 2002/03 muestran que el 19% del grupo de mujeres de 15 a 19 años tienen al menos un(a) hijo(a) vivo, cifra que se eleva al 60% en el grupo de 20 a 24 años de edad. En 1998 la tasa global de fecundidad fue para el área rural de 4.56 y para el área urbana de 2.79. Estas diferencias están marcadas de manera directa con el nivel de analfabetismo registrado en 1997, para el área rural del 31.8% y para la urbana, 20.1%. En ambas el porcentaje de las mujeres es mayoritario en relación a los hombres. Urbano el 14.3% y rural el 34.6%. Por otra parte el acceso a los servicios de salud ha disminuido, las mujeres deben caminar muchas horas para llegar a un centro de salud, y en algunos pagar una cuota por la atención recibida; asimismo la falta de camas y atención en los hospitales obliga a que se atiendan en la casa a los enfermos, situación que recarga el trabajo de las mujeres. Con el incremento en los últimos meses de las enfermedades de las vías respiratorias y gastrointestinales, como el dengue en niñas y niños, el Hospital Bloom no logra atender la demanda y las señoras deben pasar muchas horas y hasta días haciendo ila para su turno. Las cifras de embarazos en adolescentes son elevadas. La tasa especí ica de fecundidad (nacimientos vivos por cada 1000 mujeres), correspondiente al grupo de 15 a 19 años, descendió de 125, en el período 83/88, a 116, en el período 1993/98 continúa siendo alta (CDC, et.al 2005: 5). Es reconocido que la educación es un factor vital para el empoderamiento de las mujeres; les permite romper con la pobreza y subordinación de género. Pese a que la educación formal es un derecho constitucional, el porcentaje de mujeres que no cuentan con ningún grado de escolaridad ha presentado una disminución, en relación a los hombres. Del 2.05%, en 1996, llegaba al 37.95% y en el 2002, se reduce al 25.9%, el problema sigue siendo grave.
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Otro aspecto a revisar, para completar este per il, directamente vinculado al tema central del presente trabajo, es el relacionado con la participación de las mujeres en puestos de elección popular y/o en puestos políticos. La presencia de mujeres en cargos o puestos de responsabilidad municipal y legislativa correspondiente a 2003-2006, fue del 6.5% de alcaldesas y 10.6 % de diputadas. Ha sido una drástica baja en relación a las elecciones de 1994, recién irmados los Acuerdos de Paz (1992), ya que en el ámbito local la representación de las alcaldesas electas para el período 1994-1997, fue del 32%, en cambio para el período 2003-2006 fue del 17%. Lo anterior denota una precaria participación política de las mujeres en cargos de elección popular, lo cual podría estar expresando la ausencia de políticas a irmativas no solamente para que participen y accedan más mujeres a los cargos, sino también para que permanezcan en ellos. Los partidos políticos juegan en este aspecto un papel de initivo, el FMLN es el único partido que tiene una cuota del 35% para la participación de mujeres en cargos de elección popular, pero no la cumple. Es abierta, no obligatoria; pese a ello es de los partidos que cuenta con el 22.6 % de mujeres en su bancada legislativa. También se debe señalar el hecho de que no existen políticas públicas para las mujeres y los mecanismos existentes son muy frágiles, como el ISDEMU, que carece de presupuesto y está directamente ligado a la esposa del Presidente de la República. Probablemente el Movimiento de Mujeres –MM– sea el movimiento social más dinámico y sostenible de todos los que surgieron en la postguerra, que aprovechando los espacios democráticos que abrieron los Acuerdos de Paz, ha logrado colocar el tema de la discriminación genérica en la agenda nacional, creando cierta “masa crítica”71 en algunos sectores sociales y políticos de la sociedad salvadoreña. De hecho, logró romper el histórico divorcio entre el Estado y el movimiento popular, al involucrarse de lleno en la elaboración de la Política Nacional de la Mujer, en 1996, antes de la creación del Instituto Salvadoreño de Desarrollo de la Mujer –ISDEMU–. Resulta ilustrativo, para ampliar el punto anterior, referirse a las re lexiones que Liza Domínguez presenta re iriéndose a la actitud de confrontación del movimiento de mujeres frente al Estado, antes de 1992. 71 Masa críƟca: Situaciones en las cuales un proceso se torna autosostenido después de atravesar un determinado umbral. De la magnitud de la masa críƟca dependerá que un nuevo sistema de creencias genere una reacción en cadena y con el Ɵempo convencer a la mayoría para que adopte dicha costumbre. Abuderne, Patricia (1993, pp. 12-13). Megatendencias de la Mujer. Editorial Norma, Bogotá, Colombia.
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Este no se da porque el Estado sea de carácter patriarcal, sino porque el análisis que se hacía desde la izquierda era únicamente del Estado como articulador de intereses clasistas se vivía un “momento de izquierdas” y ello ha in luido en las posiciones políticas del movimiento frente al Estado. (Domínguez, 1995, 80).
Al trascender esta tipi icación del MM, las características que presenta después de 1992 le hacen aparecer como un movimiento lexible, creativo, dinámico; lo cual le ha permitido, a manera de ensayo y error, elaborar y ejecutar sus estrategias, teniendo claro como su adversario el patriarcado y no muy explícito su carácter de clase, pero sus acciones han sido en iladas hacia el Estado. 5.2. Balance mínimo del Movimiento de Mujeres Transcurridos diez y seis años, un mínimo balance del MM en El Salvador durante el período, nos lleva a preguntarnos: ¿Qué es el Movimiento de Mujeres, sociológicamente hablando?, ¿quiénes lo forman? Partimos de la evidencia de que el Movimiento social de Mujeres –MM– es un actor social y político, cuyas demandas y propuestas han desa iado el patriarcado y su expresión más evidente, el autoritarismo que prevalece en las esferas políticas, económicas, sociales y culturales salvadoreñas. Colocamos en primer plano la desigualdad genérica, producto de las relaciones desiguales de poder, que habían permanecido ocultas y naturalizadas. La lucha de las mujeres ha sido visibilizar la desigualdad y la discriminación. Justamente el subvertir ese orden establecido le con iere sentido político a su lucha. Las interrogantes anteriores, también, nos introducen al tema de la con luencia de las organizaciones de mujeres, a irmamos que el MM está integrado por las expresiones más diversas de organizaciones, instituciones, grupos y mujeres independientes, donde encontramos diversos enfoques y lo que algunas feministas latinoamericanas, como la peruana Virginia Vargas, caliica como “vertientes”. Ella argumenta que “el movimiento feminista es una expresión del movimiento social de mujeres mucho más amplio, compuesto al menos por tres vertientes: la feminista, mujeres que participan en espacios mixtos e institucionalizados y mujeres de sectores populares”. La misma autora cita al sociólogo italiano Alberto Melucci, estudioso de los movimien-
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tos sociales, quien de ine a las vertientes como “espacios, más simbólicos que geográ icos, múltiples y discontinuos y un punto de referencia simbólico (Melucci, 1989 citado en Vargas, 1991, 49), que contienen y expresan la forma especí ica, particular, única e irrepetible en que las mujeres están articulando sus experiencias de vida, subjetividades, percepciones, posicionessujeto”. Probablemente el concepto de vertientes no logre abarcar o comprender la diversidad actual del Movimiento de Mujeres en El Salvador, habría que especi icar más; sin embargo, la categoría de vertientes resulta útil para explicitar que se trata de espacios y de expresiones organizativas de mujeres, que lo componen o integran. Otros elementos a considerar estarían relacionados: a) con su base teórica de sustentación, lo cual nos llevaría a analizar las ideas explicativas que dan fundamento a su análisis sobre la realidad del contexto y su propia condición y posición genérica. En este punto resultarían útiles los enfoques de desarrollo desde las mujeres; b) con el conjunto de demandas y propuestas de cambio social que plantean para cada momento histórico, por ejemplo para El Salvador el MM ha tenido demandas bien demarcadas en los tres períodos que ya hemos esbozado: 1º: cuando estuvo ligado al movimiento obrero, 2º: el período de la guerra civil en el marco del proyecto contra hegemónico; 3º: en la postguerra; c) el movimiento mismo, es decir, quienes lo integran: personas, grupos, organizaciones, su base social propiamente dicha, su extracción de clase y quienes coinciden con sus planteamientos y demandas como compromiso, poniendo a disposición del MM sus energías, recursos ísicos, materiales, emocionales, artísticos, para el logro de sus aspiraciones y demandas; d) las acciones conjuntas que impulsan a la sociedad y a las instituciones del Estado hacia las transformaciones y los cambios. Este conjunto de dimensiones no se dan de manera separada, pueden coexistir y retroalimentarse mutuamente, su análisis trasciende los objetivos de este estudio que se limita al MM mismo, sin embargo hemos incorporado algunos de estos rasgos. Entre las manifestaciones creativas y la búsqueda de formas para ejecutar sus estrategias, el MM tiene su propio historial, diferentes esfuerzos o inten-
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tos de unir fuerzas para concertar acciones, unos e ímeros o coyunturales, y otros, que han tenido trascendencia y permanencia después de la irma de los Acuerdos de Paz (1992). Se pueden mencionar dos experiencias de concertación: Mujeres 94 y Mujeres 97 (experiencias reseñadas en el capítulo IV). En 1999 se crea la Concertación Feminista Prudencia Ayala –CFPA– que es, hoy por hoy, la instancia más representativa de coordinación, plani icación y acción del MM. Han transcurrido nueve años de la creación de la CFPA (1999-2008), período en el cual sus integrantes han experimentado diversas formas de organización, articulación, propuestas, campañas; han realizado talleres, asambleas, entre las incontables actividades en la búsqueda de una propuesta ágil, coherente y que logre aglutinar y articular las demandas e intereses prácticos y estratégicos de las más de 20 organizaciones integrantes y de las cincuenta y dos mujeres, representantes de las organizaciones de mujeres y mixtas y mujeres independientes, que están asociadas y asisten a sus actividades. (CEFPA, 2006, 18). Su estructura organizativa se compone de una asamblea general o grupo ampliado de mujeres que se reúne cada dos meses. Aquí se toman las decisiones estratégicas. Luego existe un comité de enlace conformado por representantes de cuatro mesas de trabajo. Estas mesas se han establecido en función de la agenda de trabajo y los ejes de acción establecidos por la CFPA; tienen reuniones periódicas. Cada mesa atiende un eje temático; ellos son: Incidencia en Políticas Públicas; Territorial y Relaciones; Seguimiento a compromisos internacionales y, Fortalecimiento. Cada Mesa tiene su respectivo plan de trabajo y acción. Cabe destacar dos actividades realizadas por la Mesa de Incidencia en Políticas públicas en el año 2008: una es la irma de un protocolo de compromisos entre la CFPA y las diputadas de la fracción legislativa del FMLN, con el propósito de contribuir al fortalecimiento y ejecución de una agenda legislativa a favor de los derechos de las mujeres a partir de una iniciativa expresada por las diputadas para el período 2006-2009. Un objetivo especí ico de este convenio es impulsar el debate, re lexión y generación de opinión sobre las propuestas legislativas: Ley de Igualdad de
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Oportunidades y la Ley de Protección a Víctimas de Violencia Intrafamiliar. Ambas iniciativas son importantes y necesarias; una de ellas, la Ley de Protección a Víctimas, presentada hace aproximadamente cuatro años, ha estado engavetada sin ser atendida para su ejecución. En el año 2007, la mayor parte de las acciones han sido de incidencia, entendida esta como: …un concepto que hace referencia a la acción política organizada y que se utiliza para plani icar un conjunto de esfuerzos orientados a la transformación de determinados programas y políticas públicas, relacionados con aspectos que involucran la situación y condición de las mujeres en el entorno social, político y cultural en El Salvador. (PNUD, 2003: 5).
Otra actividad de incidencia de la CFPA ha sido la llamada Ley AFI, la cual es una iniciativa del Área de Género del PNUD El Salvador, avalada por el MM y consiste en una iniciativa de ley presentada por las diputadas del FMLN, para que la Ley General del Presupuesto Nacional incorpore la perspectiva de género, en lo que se ha llamado Presupuestos Participativos con Enfoque de Género, en donde haya aspectos etiquetados especí icos para favorecer la equidad de género. También, la Mesa de seguimiento a Convenios Internacionales, ha iniciado una campaña de concientización y cabildeo para lograr, a corto plazo, la ratiicación por parte del Estado del protocolo de la CEDAW. El Salvador rati icó en 1981 la Convención sobre todas las formas de Discriminación contra la Mujer, más conocida como CEDAW; en 2001 el gobierno suscribió el Protocolo Facultativo, acordando aprobar el texto y enviarlo a la Asamblea Legislativa para su rati icación, lo cual aún no se ha cumplido. Al no rati icarlo, limita los derechos de las mujeres, ya que restringe su libertad y su acceso a la justicia. El protocolo permite acceder también a Tribunales Internacionales. Un elemento nuevo en el accionar del MM es el de haber, por in, elaborado un per il del Proyecto Feminista que contiene la AGENDA FEMINISTA, la cual fue elaborada como borrador para ser presentado el 8 de marzo (2008) como Nuestras Demandas, previamente irmaron un Pacto Ético Político de las Mujeres que constituye la fundamentación ilosó ica del Proyecto Feminista basado en una agenda que tiene los puntos siguientes:
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1. Diagnóstico del mecanismo que dio lugar a la Ley de creación del ISDEMU y una evaluación de la PNM, que permita obtener lo que realmente quiere y necesita el MM. 2. Firma de un protocolo con las Magistradas de la República con el objetivo de que se pueda contar con ellas en la defensa de las iniciativas de ley. 3. Continuar a ianzando el convenio con las diputadas para reforzar las iniciativas de ley en la Asamblea Legislativa. También, han realizado actividades de calle en las fechas conmemorativas como el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer; el 21 de mayo, Día de la Salud de las Mujeres; el 21 de junio, Día de la Educación No sexista. Realizaron además una sentada en el único hospital nacional de la mujer, el de Maternidad, para reclamar sobre el exiguo presupuesto asignado a este hospital y por la privatización del sistema de salud. La CFPA podría convertirse en el espacio de coordinación idóneo del Movimiento de Mujeres en El Salvador, ya que se tiene claridad de la situación o contexto del país y su compromiso político, aún cuando todavía falta de inición en cuanto a su política de alianzas con los partidos, el movimiento social, y deinición en cuanto a sus relaciones con el Estado, no solamente con el ISDEMU, sino también a través de las autoridades locales que no pertenecen al FMLN. Un punto de quiebre podría darse ante la negativa de algunas organizaciones y personas que pertenecen al ala más radical del movimiento de crear alianzas con el movimiento social en su conjunto, ante coyunturas electorales para apoyar a algún candidato. Pese a que aún no existe un balance general exhaustivo de los logros del MM en cuanto a su impacto social y político, podríamos a irmar que ha logrado una posición importante en la sociedad civil y política de El Salvador. Existen criterios que algunos estudiosos de los movimientos sociales han de inido para cali icar la pertinencia o no de un movimiento social. El MM en El Salvador cumple con esos criterios, que son: a- Su permanencia en el tiempo, lo cual se ha tratado de demostrar en este trabajo desarrollando los seis períodos históricos identi icados, desde la creación de la Universidad de El Salvador en 1841, hasta 2008. b- La presencia de organizaciones de mujeres en todo el país. En el mapeo nacional de las expresiones organizativas a nivel municipal, realizado
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en 2007(FUNDE, 2008,14), se informa de 526 organizaciones locales, 11 organizaciones nacionales y 14 redes que articulan a las organizaciones de mujeres y feministas de carácter nacional. c- Planteamiento de sus demandas en el marco del contexto del país y del análisis político feminista, por un cambio cultural y político. Aquí se incluyen aquellos estudios que han tenido como objeto de investigación la situación o situaciones y experiencias de las mujeres en la sociedad, considerando a las mujeres como sujetos centrales del proceso, como base para plantear sus demandas. d- Acciones conjuntas. Ejemplos de acciones conjuntas hay muchas y variadas: nacionales, locales, territoriales, en alianzas con el movimiento social o con otros sectores sociopolíticos. e- Identiϐicación de su adversario. En general el adversario del MM es el Sistema Patriarcal en el marco de una sociedad capitalista neoliberal. 5.3. Aportes del Movimiento de Mujeres a la sociedad salvadoreña A. Incorporación de la perspectiva de género en el análisis de la realidad social En esta línea podemos colocar las innumerables investigaciones macro y micro social que desde la perspectiva de género se han realizado en El Salvador. Los temas más relevantes han sido: salud y derechos sexuales y reproductivos, violencia, educación, legislación, organización social y comunitaria, plani icación y ejecución de políticas de equidad de género comunitarias, municipales, nacionales, etc. Entre las mismas organizaciones existe cierta división temática (como ya lo hemos mencionado) facilitando la identi icación de los temas para el análisis de las estrategias. Las Dignas, por ejemplo, tienen su programa de Educación No Sexista. CEMUJER, investigaciones sobre violencia contra la Mujer; el IMU estudios sobre las mujeres rurales y evaluaciones de impacto de la Política Nacional de la Mujer; LAS MELIDAS y ORMUSA, investigaciones sobre Mujer y Maquila, Mujer y Derechos Laborales. A nivel de Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo –ONG– se realizan múltiples y variadas acciones: talleres, seminarios, formulación de políticas institucionales de equidad de género. Aunque todavía no se mide el impacto social de dicho trabajo, son considerables las acciones desarrolladas.
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Estos estudios han tenido como objeto de investigación la situación o situaciones y experiencias de las mujeres en la sociedad. Considerando a las mujeres como sujetos centrales del proceso de investigación y teniendo como base de sustentación la teoría feminista, tomada esta como una teoría crítica y activista que actúa en nombre de las mujeres: su objetivo es producir un mundo mejor para mujeres y hombres y, por tanto, para toda la humanidad. Esta teoría ha tratado de romper algunos paradigmas o modelos sociológicos, en especial aquel que supera el análisis macrosocial frente al micro social, los análisis cuantitativos frente a los cualitativos, este trata de profundizar en la condición y posición de las mujeres pobres proporcionando ideas, datos e información particulares sobre las macroestructuras, como el patriarcado y el modelo económico, que originan la subordinación. Se focaliza a las mujeres pobres, ya que en su mayoría realizan el trabajo invisible o doméstico, la crianza de los hijos e hijas, el cuidado de enfermos, el apoyo emocional y psicológico y las actividades de coordinación con el trabajo asalariado –formal o informal– como esperar, adaptarse o ser interrumpida en su trabajo. B. Identiϐicación de procesos a través de los cuales se mantiene la inequidad entre los géneros Simone de Beauvoir, escritora y ilósofa francesa, fue una de las primeras feministas que develó de manera cientí ica los orígenes de la subordinación y discriminación de las mujeres, al identi icar el proceso de socialización que se inicia en la familia, se continúa en la escuela, pasando por la iglesia, el Estado y los medios de comunicación, como los agentes responsables de la estructura de las relaciones de poder; también, antes que los de Simone encontramos los de Margaret Mead con su libro Temperamento y adolescencia en Samoa, en el que demostró que las prácticas sexuales de los jóvenes norteamericanos y los de la isla de Samoa en los años 20 eran diferentes por el contexto y la misma socialización, ella llamó temperamento a lo que ahora conocemos como género. En el Libro de Beauvoir El Segundo Sexo, escrito en dos tomos y editado en 1949, ya citado en el capítulo I, aparece su lapidaria frase No se nace mujer, se aprende a ser mujer. Ahora agregaríamos que también se aprende a ser hombre.
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A partir de entonces se han escrito múltiples tratados, estudios, investigaciones, desde todas las disciplinas del saber humano, dando lugar al análisis del Sistema sexo-género. En su aplicación práctica lo conocemos como “Enfoque de género”. Este enfoque establece que las diferencias entre mujeres y hombres son construcciones sociales formadas a lo largo del proceso de socialización. La identi icación del proceso de socialización al interior de la familia y su continuación en la escuela nos ha permitido identi icar las disparidades de género en cuanto a las expectativas diferenciadas entre niños y niñas, la construcción de la identidad de ambos, los premios y castigos en el aula, por ejemplo. Esta socialización diferenciada puede ser de inida como el proceso presente durante toda la vida de los individuos mediante el cual las y los miembros de una sociedad aprenden o interiorizan, a través de los principales agentes de socialización, las normas, valores, etc., que le permitirán adaptarse al grupo y a la sociedad”. Los roles y estereotipos sexuales presentes en textos escolares, en el aula al asignar premios y castigos diferenciados, así como la concepción del mundo por medio de la subjetividad femenina y masculina son instrumentos que han sido difundidos y utilizados por el movimiento de mujeres para realizar capacitaciones y para la ejecución de programas y proyectos dirigidos a mujeres y hombres de los sectores populares para realizar procesos de conscientización y sensibilización que permitan deconstruir las prácticas sexistas y a su vez eleven la autoestima de las mujeres. Asimismo, y como derivado de la socialización, se establece el proceso que da lugar a la división genérica/sexual del trabajo a través del cual se asigna a mujeres y a hombres roles y espacios en función de sus sexos a partir de la condición biológica que a cada quien le con iere el sexo; lo anterior inserta a hombres y mujeres de manera diferenciada en las distintas actividades, sean estas educativas, económicas, sociales, políticas, productivas o reproductivas, dando diferente valor a las actividades realizadas por cada uno de los géneros. Los trabajos y acciones relacionados a los temas sobre socialización genérica han derivado en cambios en la cultura y en el sentido común, relacionados con el cuestionamiento a la concepción equivocada sobre la naturalización
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de los comportamientos masculinos y femeninos. Aunque todavía persiste más en los hombres que en las mujeres, hay cierta aceptación de la necesidad de los cambios culturales, al respecto. El MM se ha enfrentado a posiciones de grupos fundamentalistas, religiosos o no, que propugnan por que persistan los valores y las creencias en los que las mujeres deben ser las únicas responsables del cuidado y crianza familiar y del trabajo doméstico; hay presión social y política para que las mujeres mantengan posiciones conservadoras, a nivel estatal la explicación que se ha argumentado sobre las causas de la violencia está destinada a culpabilizar a las mujeres por su no presencia en el hogar. C. Desarrollo de herramientas para la elaboración e implementación de proyectos y programas hacia la equidad Los diversos enfoques que han predominado en la plani icación de proyectos dirigidos a las mujeres pobres podemos agruparlos en tres grandes tipologías que se han ido construyendo en la medida que la perspectiva de género ha evolucionado: Primera tipología: Mujer y Familia. Uno de los contenidos relevantes es el de conceptuar a la mujer como la persona responsable del cuidado, alimentación, higiene y educación de los niños en el hogar. Segunda Tipología: Mujer y Comunidad. Enfatiza la importancia de atender a las necesidades básicas de las comunidades, para así proporcionar servicios y mejores condiciones de vida que faciliten a las mujeres el ejercicio de sus roles familiares y comunales. Tercera tipología: Mujer y Desarrollo. Plantea que la mujer independientemente de sus roles como madre y/o esposa es productora de bienes y servicios, es trabajadora, o sea que además de reproductora es productora y propone proyectos económicos, medidas legales, cambios educativos y medidas de participación política para las mujeres. La incorporación de la perspectiva de género en proyectos y programas en instituciones no gubernamentales y en algunas gubernamentales ha supuesto que se identi iquen las necesidades prácticas y estratégicas de género.
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El desarrollo y aplicación de estas herramientas ha signi icado en algunas ocasiones las siguientes propuestas: Política Nacional de la Mujer desde el ISDEMU, Políticas Institucionales de Equidad de Género, Políticas Municipales, entre otras. Como sabemos, toda política institucional de género requiere que al menos se cumpla con los siguientes requisitos: 1. Que haya una verdadera redistribución de los recursos y del poder, es decir, que este tipo de plani icación es tanto de naturaleza técnica como política. 2. La plani icación de género asume el con licto en el proceso de plani icación, es decir que, debemos aprender a debatir y a superar los con lictos, lo anterior implica que debemos leer, analizar, re lexionar y debatir sobre la equidad de género. 3. Los asuntos de género comprenden procesos transformativos, de cambio entre las personas involucradas. 4. La plani icación de género es o debe ser participativa. D. Aplicación de estrategias que contribuyan a la transformación de las relaciones de género Las Estrategias para el Futuro de la Mujer, resultado de la Conferencia de Nairobi 1985-1995, retomadas en la Cuarta Conferencia Mundial de Beijin, 1995, evaluadas luego en 2000, con una ampliación hasta el 2005, han servido de guía para la formulación de programas de incidencia hacia el estado y autoridades municipales. Los documentos y compromisos que los gobiernos han adquirido en estas conferencias han sido de alguna manera plasmados en la Política Nacional de la Mujer de 1997-2000 y en la de 2004, el movimiento amplio de mujeres ha estado expectante ante su cumplimiento. La falta de cumplimiento y los débiles procesos de interlocución entre el estado y el movimiento de mujeres, han impedido que se constituya un mecanismo de veri icación de cumplimiento de las acciones de la PNM y una acertada articulación para tener mayor incidencia en la Junta Directiva del ISDEMU.
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5.4. Análisis de las estrategias del Movimiento de Mujeres, 1998-2008 A continuación presentamos la evolución de los avances del MM, como producto de los análisis de dos importantes investigaciones, realizadas en 2007 y 2008. En una de ellas se registran y analizan las demandas y a través de qué medios y estrategias ha girado su accionar para lograrlas. En el otro trabajo se analizan aquellos factores que contribuyen a la construcción de la ciudadanía de las salvadoreñas y los obstáculos que la restringen. A. Herrera, Morena y otras: Movimiento de Mujeres en El Salvador: 19952006: Estrategias y miradas desde el feminismo, FUNDE, 2008. Este documento es producto de un año de trabajo de un grupo de investigadoras representantes de cinco organizaciones de mujeres y una Institución mixta: El proyecto fue coordinado por Morena Herrera. Las organizaciones participantes fueron: IMU, DIGNAS, ORMUSA, LAS MÉLIDAS, COLECTIVA FEMINISTA PARA EL DESARROLLO LOCAL y la Fundación Nacional para el Desarrollo, FUNDE, que tuvieron en la mira revisar las experiencias de las organizaciones de mujeres durante diez años: 1995-2006 (cinco años antes y cinco después del nuevo milenio), en diferentes ámbitos de actuación y lucha por los derechos de las mujeres. La consolidación del MM como movimiento social, tiene que ver con los espacios y las expresiones de su pluralidad, tanto de las mujeres como de las organizaciones que lo integran. Los temas trabajados fueron asignados de acuerdo a las fortalezas e identidad de cada organización en cuanto a su universo de trabajo: DIGNAS: promoción y vigencia de los derechos sexuales y reproductivos; MÉLIDAS : la erradicación de la violencia; COLECTIVA FEMINISTA: la promoción y apoyo a las iniciativas económicas de las mujeres; ORMUSA: defensa de los derechos laborales en el marco de los procesos de integración centroamericana y apertura comercial; IMU: estrategias de empoderamiento organizativo de las mujeres rurales, en el marco de la integración regional. Se ha mantenido también un análisis de estrategias de otros temas del movimiento de mujeres y feminista. Cada una de las organizaciones mencionadas asumió la realización de una investigación en particular; los productos intelectuales derivados del proyecto han sido considerados como el cierre de un ciclo histórico y la apertura
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de otro, dado que presentan un balance del accionar del MM con respecto a las principales estrategias impulsadas, un mapeo de las organizaciones existentes tanto a nivel territorial como descriptivo y un documento sobre las principales investigaciones realizadas en el período. Dichos documentos también se realizan un año antes (junio, 2009) de que asuma la presidencia del país un gobierno de izquierda, situación que lleva al movimiento social y de mujeres a la revisión de su accionar, por lo que dichos documentos resultan valiosos por la recuperación que se hace del trabajo del MM. La concepción trabajada sobre Estrategia está basada en la propuesta de Margaret Schuler (Schuler, 1987, 20). Utilizamos el término estrategia para signi icar “toda actividad de grupo previamente plani icada conducente hacia el logro de un objetivo” o “una serie de acciones organizadas que desa ían o utilizan el sistema legal para forjar el poder económico, político y social de la mujer”. La incidencia política feminista ha sido de inida como “un conjunto de estrategias, habilidades y herramientas dirigidas a in luir en los procesos de toma de decisión en el ámbito de lo público, social, cultural y estatal, con el in de eliminar las desigualdades entre mujeres y hombres, así como las diversas formas de opresión y exclusión, y lograr el respeto por la diversidad y la diferencia, contribuyendo de esta manera a un cambio cultural, social y político en la perspectiva de la ciudadanía plena y activa para las mujeres. Una incidencia política e icaz no sólo cambia la política sino que aumenta la voluntad del gobierno a través de la expansión de la participación ciudadana y forma actitudes y comportamientos sociales respecto a una problemática social; implica además: Cabildeo directo con actores/as políticos, Fortalecimiento de las organizaciones de mujeres, Fortalecimiento de la sociedad civil, Empoderamiento de las mujeres, Cumplimiento de responsabilidades por los actores políticos, gobierno, etc.” (PNUD, 2003: 20).
El recuento y análisis de las diferentes estrategias del MM permitió ver, en perspectiva, la acumulación y presencia de experiencias organizativas, organizaciones y acciones colectivas femeninas que desde diferentes denominaciones, contextos y orígenes, colocan la condición y posición de las mujeres como su principal preocupación y motivación para su accionar en la esfera pública, es decir en el contexto de la sociedad civil (sociedad en su conjunto, en su sentido más amplio) y de la sociedad política (Estado, gobierno, instituciones públicas), a nivel comunal, local y nacional. Su punto de partida son las condiciones de pobreza que se han agudizado en la transición poscon licto, a partir de la aplicación de medidas neoliberales para derivar en
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demandas especí icas: mejores condiciones de vida, violencia, ejercicio de sus derechos: laborales, por una libre opción sexual, políticos, etc. A nivel nacional es importante valorar la presencia y la incidencia política de las mujeres, como producto de las acciones colectivas y demandas ejecutadas a lo largo de aproximadamente dieciocho años. Por ejemplo, hay una aceptación generalizada de que las mujeres deben estar o participar en los campos de la vida económica, social y política. La aceptación de que en la plani icación de las políticas públicas se aplique el enfoque de género. En aproximadamente treinta y dos Alcaldías se han elaborado Políticas Municipales y análisis de presupuestos con enfoque de género. La metodología utilizada en las investigaciones Con algunas variantes, determinadas por las temáticas, las investigadoras utilizaron la metodología feminista de investigación. Para esto fue muy útil tomar de base el planteamiento de Eli Bartra sobre la metodología feminista, “signi ica el análisis meticuloso de cuanto conocimiento existe sobre el tema que se trabaje, para descubrir los sesgos sexistas e intentar corregirlos. Considera siempre, de forma explícita o no, la división social por géneros y se contempla su jerarquía” (1998: 148). En la metodología feminista, así como en general en las ciencias sociales la técnica de la investigación cualitativa ha demostrado ser apropiada para estudiar los diversos procesos sociales a través de la interpretación de la subjetividad de las y los individuos y los resultados de su interacción; sus herramientas ofrecen la oportunidad para que las y los participantes expongan libremente lo que desean hacer del conocimiento de los demás. Igualmente, deja en claro que con esta metodología no se trata de “que el punto de vista de las mujeres sea el que impere y se vuelva ciego, sordo y mudo frente al género masculino. Quiere decir que en lugar de ignorar, marginar, borrar, hacer invisible, olvidar o incluso, deliberada y abiertamente, discriminar el quehacer de las mujeres en el mundo, ahora simplemente se intenta ver en dónde están y qué hacen o no hacen y por qué” (Ibid: 154). Así, con esta metodología lo que se pretendió investigar fue el quehacer del Movimiento de Mujeres Salvadoreño en relación a las estrategias de lucha
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para erradicar la violencia contra las mujeres; los derechos sexuales y reproductivos; derechos laborales; iniciativas económicas; las mujeres rurales y su organización, en el transcurso de diez años tomados a partir del periodo de restauración y a irmación de la democracia posterior a la irma de los Acuerdos de Paz, hasta la fecha, esto es, de 1995 a 2006. Fuentes de Información Las investigaciones se apoyaron en fuentes primarias y secundarias de información. Entre las fuentes primarias se contó con la información que se obtuvo de primera mano, levantada a partir del contacto directo con las y los informantes clave de las organizaciones de mujeres, organismos internacionales, gubernamentales, organizaciones mixtas, así como de mujeres promotoras o facilitadoras y usuarias de los servicios de atención para los casos de violencia. Igualmente, se obtuvo información indirecta mediante cuestionarios que fueron enviados vía electrónica a personas que, por su trabajo independiente de alguna institución o no, han estado vinculadas con el tema y que, por lo tanto, denominamos expertas. Las fuentes secundarias comprendieron una serie de material documental que fue revisado, tales como: libros, informes, cartas, publicidad, trípticos, convenios, cartas de compromiso, memorias de congresos o conferencias, ponencias, guías metodológicas, videos, estadísticas, presentaciones, periódicos, revistas y boletines, discos compactos, registros fotográ icos. De igual forma, se hizo una revisión cuidadosa del material disponible en Internet, visitando portales de las organizaciones e instituciones nacionales, internacionales, y documentos relacionados con los temas que se vinculan con el tema principal. El proceso de la investigación fue desarrollado en tres etapas: en la primera se identi icaron las organizaciones de mujeres que se caracterizaran por un trabajo fuerte en el tema correspondiente, tanto a nivel central, como de las locales72; de organizaciones mixtas, instituciones de gobierno, agencias de cooperación y organismos internacionales, así como profesionales hombres y mujeres con experiencia en el tema, que en algunos casos fueron contactados. 72 Al hablar del nivel central, nos referimos a aquellas localizadas en la capital y su área metropolitana. El nivel local está referida a las organizaciones de mujeres cuyas bases se encuentran en las demás ciudades o cabeceras departamentales del país.
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Se realizaron entrevistas con otras personas externas a las organizaciones de mujeres, pero conocedores y sensibles al tema y que habían tenido la posibilidad de vincularse transitoriamente con ellas, la idea era obtener la mirada crítica de otros actores y actoras sobre el papel desempeñado por el movimiento de mujeres, sobre la efectividad, problemas y retos que enfrentan las estrategias empleadas; y de esta forma tener la opinión de las dos caras de la misma moneda y poder hacer un análisis con mayores elementos. La segunda etapa consistió en la recopilación de información a través de la aplicación de los instrumentos y de la revisión documental en medios impresos y del material en formato electrónico. Se aplicaron entrevistas semiestructuradas, talleres, grupos focales. La tercera etapa estuvo dedicada a la trascripción de entrevistas, talleres y grupos focales, análisis de la información y redacción del documento. A.1. Análisis de las Estrategias del Movimiento de Mujeres para la erradicación de la violencia contra las mujeres Institución responsable: Las Dignas. Investigadoras: Olga Lucía Rodríguez y América Romualdo. Algunos datos: • Entre los años 1990 y 2001 se atendieron vía telefónica 12,188 casos por violencia a mujeres, niños y niñas y 8,631 casos de atención directa en la Clínica de CEMUJER73. (Fuente: CEMUJER. Clínica de Atención Integral a Mujeres, Niños y Niñas Violentadas, 2002). • Entre 1992 y 1997 se atendieron en el Instituto Salvadoreño de Medicina Legal de San Salvador, 4,223 casos por violencia sexual. (Fuente: Instituto de Medicina Legal Dr. Roberto Masferrer. Corte Suprema de Justicia (CSJ). Región Metropolitana, 1998). • Entre 1995 y 1998 el Programa de Saneamiento de la Relación Familiar atendió 11,313 casos por violencia intrafamiliar, 11,691 por maltrato a menores, 14,798 de consejería y atención emocional y 1,334 casos de delitos sexuales. (Fuente: ISDEMU. PSRF, 1999). • De los 4,059 delitos cometidos contra mujeres a nivel nacional en 1998 y atendidos en la Policía Nacional, 26% corresponde a delitos contra la vida 73 Las cifras de CEMUJER fueron tomadas de Isis Internacional www.isis.cl/temas/vi.htlm.
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y la integridad personal (152 fueron homicidios, 746 de lesiones, entre otros); un 9,5% corresponde a delitos contra el pudor y la libertad sexual (353 casos de violación); un 16,9% de delitos contra la libertad personal y moral; un 2,8% contra la inviolabilidad de morada; un 42,2% delitos contra el patrimonio; y 0,6% delitos contra los bienes jurídicos de la familia. (Fuente: PNC, 1999). En el período de enero-octubre de 2001 se registraron 434 casos por violencia ísica contra mujeres y niñas; 634 casos por violencia psicológica; 117 casos por violencia sexual (violación, acoso sexual); y 445 casos por violencia económica. (Fuente: CEMUJER. Clínica de Atención Integral a Mujeres, Niños y Niñas Violentadas, 2002). En relación a feminicidios, de 134 mujeres asesinadas entre septiembre de 2000 y diciembre de 2001, el 98.3% fue producto de una relación de pareja. El 26.7% fue a manos del esposo; 21.4% el ex-esposo; 27.4% el conviviente; 18.3% el ex-conviviente; 2.7% el novio; y 17% el ex-novio. (Fuente: CEMUJER, Clínica de Atención Integral y monitoreo de medios escritos La Prensa Grá ica y El Diario de Hoy, 2002). En 2005 hubo 383 mujeres violentadas, de las cuales el 49.6% corresponden a homicidios; 37.6% fueron violadas; 5% con lesiones; 3.9% con agresión sexual, 2.9% equivalentes a prostitución/pornogra ía; 0.8% privación de la libertad y 0.3% por extorsión. (Fuente: Las Dignas, registro de tres medios –CoLatino, El Diario de Hoy y La Prensa Grá ica–, 2005). De 134 casos de violencia contra mujeres en 2005, el 35% fueron cometidos en el entorno familiar y el 10.4% por mareros. (Fuente: Informe de prensa 2005, Violencia contra las mujeres. Las Dignas. De los 154 casos de violencia contra niñas en 2005, el 56.5% fueron por violación; 28% homicidios; 18% lesiones; 7% pornogra ía/prostitución; 2.6% agresión sexual. (Fuente: Informe de prensa 2005 Violencia contra las mujeres. Las Dignas). Según ORMUSA, los asesinatos de mujeres van en ascenso: en el año 2005, hubo 390; en 2006, 437 y hasta junio del año 2007, 168 mujeres han sido asesinadas (Fuente: Observatorio de la Violencia de Género contra la Mujer, ORMUSA con base en los registros del Instituto de Medicina Legal (IML), en coincidencia con la Policía Nacional Civil y Fiscalía General de la República).
No cabe duda de que quienes han hecho posible que el tema de la violencia contra las mujeres se haga visible como uno de los principales problemas
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que afecta a las mujeres (que restringe sus derechos y limita su desarrollo, que no atañe solo al ámbito privado, sino a la sociedad en su conjunto) han sido las mujeres que integran el movimiento de mujeres y feminista. Al igual que en los demás países de la región centroamericana y de Latinoamérica, en El Salvador el tema de la lucha por violencia en contra de las mujeres ha sido, es y seguirá siendo un tema importante en las agendas de las organizaciones de mujeres, en tanto siga siendo un problema grave de salud pública, de seguridad ciudadana y de abuso patriarcal (García y Valdivieso, 2005: 42). Aunque en el país no existe en la actualidad ninguna organización que esté dedicada exclusivamente al tema de la lucha contra la violencia hacia las mujeres, este tema fue para varias el que motivó su creación. De las once organizaciones de mujeres que se consideraron para este estudio, cuatro de ellas fueron señaladas por la casi totalidad de las y los entrevistados como las más reconocidas por su gran esfuerzo y labor en el tema: Son estas LAS DIGNAS, CEMUJER, LAS MÉLIDAS y ORMUSA y en menor proporción fueron mencionadas AMS y el IMU, como organizaciones que, no obstante ser largamente reconocidas por su trabajo en otras líneas, recientemente están teniendo una mayor y más activa participación en el campo de la lucha contra la violencia hacia las mujeres. La trayectoria de estas organizaciones en relación con la temática no ha sido lineal; han tenido periodos de auge, de estabilidad, de debilitamiento, de reestructuración de sus enfoques, de incursionar en otras modalidades y, por lo tanto, las estrategias llevadas a cabo también.
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Principales Programas institucionales sobre el tema de Violencia contra las Mujeres. Nombre Organización AMS Asociación para la Autodeterminación de Mujeres Salvadoreñas. CEMUJER Instituto de Estudios de la Mujer “Norma Virginia Guirola de Herrera”. CONAMUS Coordinadora Nacional de la Mujer Salvadoreña IMU Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer LAS DIGNAS Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida MAM LAS MÉLIDAS Asociación Movimiento de Mujeres Mélida Anaya Montes ORMUSA Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz
Área o Programa Prevención de la Violencia Programa de Ciudadanía con Rostro de Mujer Salud y Violencia Erradicación de la Violencia contra la mujer Vida sin Violencia Programa por una vida libre de violencia Salud y No Violencia Atención de la Violencia, Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos Prevención y Atención de la VIF y de Género en tres municipios
CONCERTACIÓN FEMINISTA PRUDENCIA AYALA Fuente: Elaboración propia con base en información de las entrevistadas y páginas web de las organizaciones
Las principales Estrategias emprendidas para erradicar la Violencia contra las Mujeres son: a. Estrategias de Atención.
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b. c. d. e. f. g. h.
Estrategias de Organización. Estrategia de Capacitación/Formación. Estrategia de Sensibilización. Estrategia de Investigación. Estrategia de Incidencia. Estrategia de Prevención. Estrategia de Construcción de Alianzas, Redes o Coordinaciones.
Valorando el impacto de las Estrategias en la lucha contra la violencia hacia las mujeres. La lucha para erradicar la violencia contra las mujeres no ha sido fácil, más cuando se trata de sociedades como la salvadoreña, con una historia de violencia reciente, donde la resolución de los con lictos se realiza generalmente vía la imposición de la fuerza y en la que el sistema social patriarcal imperante ha consentido que “los hombres –a través de la fuerza, la presión directa, los rituales, la tradición, la ley y el lenguaje, las costumbres, la etiqueta, la educación y la división del trabajo– decidan cuál es o no es el papel que las mujeres deben interpretar” (Varela, 2002: 69) y en el que en las más de las veces, las mujeres son ubicadas en posiciones subordinas frente a ellos; en un contexto como ese, la violencia es considerada lógica y natural. Es por ello que, en el tránsito de estos doce años de trabajo sostenido de los grupos organizados de mujeres, se han encontrado con una innumerable serie de obstáculos que, lejos de rendirlas, las ha impulsado a desa iarlos, haciendo más disfrutable cada conquista. a. Logros y avances Entre los primeros logros identi icados por las mujeres de las organizaciones entrevistadas, se encuentra el avance que se ha tenido a lo largo de estos años en materia de conocimiento y comprensión del fenómeno de la violencia, la ampliación del concepto de violencia de género, la identi icación en aquellos espacios y modalidades que antes pasaban desapercibidas, la evolución en el desarrollo de estrategias y metodologías para enfrentarlo y la contribución para que miles de mujeres pudieran contar con espacios de ayuda y fortalecimiento que las empodera para salir de las situaciones
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violentas. Igualmente, el tesón de estos años las ha llevado a idear nuevas estrategias para acometer desde diversos lancos y públicos en lo local y nacional el problema, lo cual les ha valido, actualmente, el reconocimiento general de haber sido quienes visibilizaron el problema, desde donde mayor trabajo se ha realizado por los derechos humanos de las mujeres y la erradicación de la violencia en contra de ellas en el país; ser hoy en día consultadas y referidas tanto a nivel nacional como internacional y haber puesto a hablar, discutir y re lexionar sobre el tema a más de uno en los diversos sectores sociales e instancias. De manera articulada con los logros alcanzados por las estrategias de organización, capacitación, sensibilización y atención, se encuentra como logro la construcción de redes sociales a partir de los grupos de autoayuda, por cuanto les han permitido a las mujeres usuarias obtener la fortaleza de sus capacidades, especialmente en la toma de decisiones a nivel individual para una vida futura sin violencia. Como parte de las coordinaciones, también es destacable a nivel de las organizaciones, el haber superado las diferencias, respetado las identidades que en su inicio les acompañó, para que ahora puedan establecer alianzas aunque sean puntuales, pero que les permiten alcanzar mayores grados de impacto en las acciones. b. Obstáculos y debilidades Fue generalizado que de los obstáculos que las han acompañado durante los doce años, el más severo ha sido la barrera cultural; de allí se derivan otra serie de obstáculos para el desempeño en relación a esta temática. Como ya es sabido, “la violencia se rige por condiciones sociales especí icas, con un carácter histórico concreto,en un marco de normas, valores, intereses y cosmovisiones propios de cada cultura, donde se genera una red discursiva que entrelaza las prácticas sociales cuya e icacia radica en naturalizarse en el diario vivir hasta hacerlas imperceptibles, con el in de que se interioricen, se asuman, se practiquen y se legitimen en la cotidianidad” (Molinar, 2004: 284). Por esto es di ícil derribar las barreras de la resistencia, que van, desde las mismas mujeres víctimas de violencia, hasta el Estado. Se van reproduciendo y renovando con el apoyo de la Iglesia (en todas sus modalidades)
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que como organización jerárquica y sexista, ha in luenciado a toda la sociedad en la idea de la obediencia y sometimiento y donde las mujeres deben subordinarse a los hombres. Entre los principales obstáculos hay que señalar la misoginia presente en todos los ámbitos de la vida, la naturalización de la violencia que impide muchas veces a las mujeres denunciar, por desconocimiento, de que están viviendo violencia y, por temor a ser juzgadas por su entorno familiar, no lo hacen. Las subvaloración de todo lo concerniente a la mujer, por lo que el trabajo de las organizaciones de mujeres durante muchos años no fue tomado con la seriedad que merece, son desdeñadas con juicios de valor descali icativos. Es una grave di icultad tener un gobierno con una actitud pasiva hacia el problema y hacia las organizaciones de mujeres, que va desde las altas autoridades a quienes no les interesa el tema o lo ven como secundario, hasta los prestadores de servicio que amparan las malas prácticas como la revictimización aunada a la impunidad, que muchas veces le permite al agresor seguir en libertad después de una reincidencia. Así mismo, esa negligencia del Estado, ha tenido que ser cubierta por las organizaciones, asumiendo la carga económica y social que le corresponde al Estado. Otra de las grandes di icultades que encuentran en su quehacer las organizaciones de mujeres, en relación al combate a la violencia contra las mujeres, es el tema de los recursos económicos con el cual respaldar su labor. Dado que el Estado nunca ha provisto de recursos este trabajo ni a estos grupos, ellas han dependido en su totalidad de los fondos donados por las agencias de cooperación e instancias internacionales, lo cual, a su vez, las enfrenta con otros problemas como el debilitamiento cuando se da un recorte o inalización de los apoyos, la adaptación a los temas de su interés y a las dinámicas propias de estar en búsqueda continua del proyecto para el sostenimiento de la institución. En este abordaje, se cuenta hoy en día con ocho estrategias empleadas: de Atención, Organización, Capacitación, Sensibilización, Incidencia Política, Investigación, Prevención y Redes o Alianzas y acciones que acompañan a algunas, como el caso de la difusión.
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A.2. Análisis de estrategias de las organizaciones de mujeres para la promoción y vigencia de los derechos sexuales y derechos reproductivos Institución responsable: Las Mélidas Investigadoras: Silvia Matus y Melisa Oliva Las autoras de esta investigación a irman que les fue di ícil determinar exactamente cuándo se inicia el trabajo de las organizaciones de mujeres en materia de defensa y promoción de los derechos sexuales y reproductivos. Señalan los siguientes factores como posibles causas: falta de sistematizaciones dentro de las organizaciones que archiven o registren cronológicamente el trabajo desarrollado desde sus inicios o por años; otro factor es el hecho que en los promocionales, trípticos, hojas volantes y material escrito, de audio, etc., no aparecen las fechas de su elaboración, por lo que se vieron en la necesidad de analizar el tipo de arte y diagramación para estimar el período de tiempo en el que se crearon. Pero, en general, existen vacíos en cuanto a las fechas y a los programas especí icos que se han realizado en el período comprendido entre 1995 y 2007. Como una forma de superar lo anterior y además sistematizar las experiencias establecieron cuatro períodos y hechos que marcaron el rumbo y contenido de las estrategias de las organizaciones de mujeres para defender y promover los derechos sexuales y derechos reproductivos Sin embargo, fue favorable para la recolección de información que las encargadas actuales del área sobre los derechos sexuales y reproductivos de las organizaciones74, llevaran una larga trayectoria en la organización. Con todo esto, existen vacíos en cuanto a las fechas y a los programas especíicos que se han realizado entre 1995 y 2006. Como una forma preliminar de documentar estas experiencias, se han establecido cuatro períodos a partir de acontecimientos y hechos que han marcado el rumbo y contenido de las estrategias de las organizaciones de mujeres, para defender y promover los derechos sexuales y los derechos reproductivos. A continuación se presenta un esbozo de dichos períodos. 74 En los casos concretos de las Dignas, Conamus, Flor de Piedra, La Alianza por la Salud Sexual y ReproducƟva, la Coordinadora de Jóvenes por los Derechos Sexuales y ReproducƟvos.
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Antecedentes: 1984 a 1995 La mayoría de las organizaciones empiezan a trabajar en la promoción, defensa, socialización y ejercicios de Derechos Reproductivos (DR), casi desde sus respectivas fundaciones (entre 1989-2004) y aunque no se hable directamente del término en sí, se realizan acciones y programas de proyectos destinados a dichos ines. Así, en los programas de violencia intrafamiliar, prevención del VIH-SIDA75, Salud Reproductiva con mujeres adultas y adolescentes, sensibilidad en género, orientación jurídica, incidencia médica, entre otros, se consideraban aspectos relativos en los derechos Reproductivos, en la mayoría de los casos, y Derechos Sexuales, en algunos casos especí icos. Las organizaciones pioneras en el trabajo en esta área han sido: Las Mélidas, Las Dignas, Flor de Piedra y Cemujer, quienes han desarrollado talleres internos, jornadas de sensibilización y material propagandístico destinado al conocimiento del cuerpo, la promoción del ejercicio del auto cuidado y el goce sexual; las Dignas además, impulsaron acciones para promover el debate y la defensa por la identidad y diversidad sexual. Logros y retrocesos de: 1995 a 2000 En ese período se inicia una serie de acciones coordinadas entre las organizaciones, así como la apertura de sus programas de trabajo el área de salud Sexual y Reproductiva (Las Dignas y las Mélidas); pero, es a partir de la presión que recibe el gobierno salvadoreño para asumir sus compromisos y acuerdos adquiridos con las conferencias del Cairo (1994) y Beijing (1995), que lleva a las organizaciones de la sociedad civil a iniciar un trabajo más o menos sostenible en el campo de la salud sexual y reproductiva, desde el enfoque de derechos. El debate por “Los Derechos sexuales y Reproductivos” aún no aparece claramente en ese período, sino, más bien, se aborda el tema desde la perspectiva de la salud sexual y reproductiva, para promocionar de manera rápida servicios y protección en salud a las mujeres, compensando, en algunos casos, 75 En 1984, se conoce el primer caso de SIDA en El Salvador y solo cinco años después (1989) el gobierno inicia las primeras Acciones del VIH-SIDA. En 1999, se elabora el primer plan estratégico para la prevención del VIH-SIDA, como puede verse la respuesta del Gobierno ante la epidemia fue bastante lenta.
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de forma signi icativa76, la irresponsabilidad del Estado en garantizar condiciones, infraestructura y recursos para promover y garantizar la salud de las salvadoreñas. Dentro del programa “Erradicación de la Violencia de Género”, a partir de 1998 se desarrollaron investigaciones sobre violencia sexual contra las mujeres y se impulsaron campañas de sensibilización a través de distintos medios (materiales escritos77 como campañas radiales, jornadas de sensibilización, etc.), como formas de prevención, así como acciones en contra de la impunidad de la violencia sexual. Las Dignas, también editaron materiales escritos educativos, que fundamentaron el enfoque de derecho, como una manera de facilitar la comprensión del ejercicio de la salud sexual y reproductiva. En 1997 comenzó el primer proyecto de salud sexual y reproductiva orientada por la Cooperación Técnica Alemana –GTZ– junto con el Ministerio de Salud con una experiencia piloto con el Sistema Básico de Asistencia en Salud Integral (SIBASI) en tres municipios. Contradictoriamente a esta medida progresista en El Salvador, entre 1998 y 1999, se dio un grave retroceso en los Derechos Sexuales y Reproductivos al penalizar las tres causales de aborto toleradas en el Código Penal (por mal formación del feto, por enfermedad de la madre y por violencia en la mujer). Los grupos católicos fundamentalistas y la Fundación Sí a la Vida, promovieron en el pleno Legislativo, la prohibición del aborto por cualquier razón, llegándose a modi icar la Constitución Política en el aborto 1, que ahora reconoce como personas humanas a todo ser humano desde el instante de la concepción. En general, ninguna de las organizaciones de mujeres estuvo preparada a nivel jurídico, de movilización e, inclusive, discursivamente para enfrentar la medida jurídica; que penalizó todo tipo de aborto en el Código Penal (abril de 1997), esto implicó, la penalización de todas las causales que legitimaban el aborto (por motivos terapéuticos; por motivos éticos en caso de violación; y por eugenesia en caso de mal formaciones fetales o que corra peligro de vida la madre). La implementación de esta medida tomó por sorpresa al conjunto de organizaciones de mujeres feministas de la época, que estaban optimistas por 76 Dependiendo del alcance e incidencia de los proyectos. 77 Ejemplo de ellos fue el documento ¿Cómo actuar ante los abusos sexuales?, elaborado pro Dinora Aguiñada Deras y Equipo Maíz, financiado por Intermón, Unión Europea y Oxfam.
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haber logrado incidir en la creación y puesta en marcha de la Ley contra la Violencia Intrafamiliar en 1996 (Concertación Feminista Prudencia Ayala, 2005-2008), la creación del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), otorgándole cuotas de participación a las organizaciones de mujeres y la elaboración de “La política nacional de la mujer” en 1997 (CEMUJER, 2003: 52). Así como la revisión del Código Penal y la inclusión de los delitos de acoso sexual, violencia intrafamiliar, discriminación laboral en el nuevo Código Penal (concertación Íbidem) aprobado en abril de 1997 y puesto en vigencia en abril de 1998. Es importante señalar, que los debates sobre la penalización del aborto se realizaron enana coyuntura política preelectoral (Villalta, 2004:25), situación que aprovecharon los sectores conservadores de derecha y fundamentalistas de las iglesias78, para asumir un fuerte protagonismo y generar una opinión pública que coarta la libertad de acción de la mujer sobre su cuerpo. Esto impactó en los grupos parlamentarios composturas más progresistas, que los obligó a dejar al libre albedrío de cada diputado o diputada para que votara de acuerdo a su “conciencia” –a favor o no de la penalización del aborto– y así desligar a los partidos políticos del debate. Esto marcó un hito en la forma de toma decisiones en la Asamblea Legislativa, ya que generalmente, cualquier votación se resuelve en bancada o grupo legislativo. La penalización del aborto dejó al descubierto la importante relación entre los sectores conservadores de la sociedad, la derecha y la iglesia. Además, se produjo un escenario de acción di ícil para la organización de mujeres interesadas en defender y promover los derechos de las mujeres, especí icamente los sexuales y reproductivos; porque, el debate manipulado por los sectores conservadores de la sociedad, promovió una visión negativa y así “criminal” de las organizaciones de mujeres que defendieron públicamente el derecho de decidir. Legitimación de los derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos: de 1999-2005 Durante el periodo de 1999 se crea la norma de plani icación familiar (CEMUJER, 2003: 37), por parte del Ministerio de Salud, con el objetivo de es78 Dicho sector estuvo liderado por mujeres de la Organización “Sí a la Vida”, así como los principales representantes de la Iglesia Católica idenƟficado con el Opus Dei.
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tablecer un marco regulador de los métodos anticonceptivos. Esto generó el debate sobre la anticoncepción de emergencia y la anticoncepción en la adolescencia. Esto desencadenó un interés legítimo de las organizaciones de mujeres por trabajar como jóvenes-mujeres con mayor profundidad del eje temático de salud sexual y reproductiva. Es así como surgen en Las Dignas y Las Mélidas grupos embrionarios de mujeres jóvenes para capacitarse en temáticas relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos. En inicios del año 2000, Flor de Piedra, asociación que trabaja con trabajadoras sexuales, instaló una clínica de atención en salud sexual y reproductiva como una forma de promover dichos derechos. Sin embargo, por falta de recursos propios y externos no le dieron continuidad al proyecto. En el marco del Noveno Encuentro Internacional Feminista, realizado en 2002 en San José, Costa Rica, surge la campaña por la convención de los Derechos Sexuales y Reproductivos, con el objetivo de trabajar desde una lógica de derechos humanos, que permita situarlos como responsabilidad y obligación de los Estados para generar marcos de garantías ciudadanas, desde el enfoque feminista del goce y ejercicio de la sexualidad desvinculándola de la reproducción de las mujeres, excluyendo la tutela “moral” de la iglesia, el Estado y los hombres (CLADEM, 2002). Este movimiento regional señala la importancia de ampliar la comprensión de los derechos sexuales y reproductivos más allá de la salud y de una visión biologista. Este esfuerzo se impulsa a través del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLAEDM), cuyo enlace en el 2003 para El Salvador es el Instituto de Estudios de la Mujer “Norma Virginia Guirola Herrera” (CEMUJER). En mayo de 2003, CLADEM realiza el “Diagnóstico de la situación de los derechos sexuales y los derechos reproductivos”, investigación regional en la que participó nuestro país. Tanto los resultados del estudio como la Campaña por la Convención de los Derechos Sexuales y reproductivos, se convierten en un punto de encuentro y fortalecimiento de los esfuerzos de las organizaciones de mujeres para impulsar con mayor énfasis este tema generando interés en aquellas organizaciones que aún no lo habían contemplado.
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Las Dignas producen durante este periodo (2002-2003) investigaciones y material referido a la sexualidad en jóvenes. Los estudios realizados fueron entre otros “Información y prácticas sexuales: investigación con estudiantes de bachillerato de San Salvador” (2002) y Derechos Sexuales y Reproductivos, así como otras relacionadas con la penalización del aborto enfocada como una violación a los derechos de las humanas y los embarazos precoces como problemas de salud pública. Durante estos mismos años, Las Mélidas inician su trabajo con grupos de jóvenes, desde donde se sensibiliza e informa sobre derechos sexuales y derechos reproductivos, desarrollando contenidos sobre prevención y riesgo de ITS, VIH-SIDA, auto cuido y ejercicio de una sexualidad libre de prejuicios, informada y responsable. Otra estrategia de Las Mélidas, para incidir en la promoción y defensa de los derechos sexuales y reproductivos, fue la realización de investigaciones sobre la asignación presupuestaria del Estado en salud de las mujeres; así como la planeación y ejecución de políticas municipales de género (algunos ejemplos son: San Rafael Cedros, Cojutepeque, Zacatecoluca, Santa Tecla). Del mismo modo, el surgimiento de la Coordinadora de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos, en el año 2001, marca una pauta importante para la lucha por los derechos de las mujeres, ya que esta red incorpora una visión con enfoque de género y generacional, que enriquece el debate y el abordaje de los DSR al interior mismo de las organizaciones de mujeres. Se les reconoce la responsabilidad directa de abrirse campo e introducir el enfoque juvenil dentro del trabajo de las organizaciones de mujeres. En ese mismo año, un grupo de becarias de un programa de la Asociación Demográ ica Salvadoreña, al inalizar su diplomado sobre Salud Sexual y Reproductiva en Estados Unidos, deciden impulsar la creación de la Alianza por la Salud Sexual y Reproductiva, que fue constituida en el 2002 como una coordinación estratégica para defender y promover los derechos sexuales y reproductivos. En dicha alianza participan organizaciones de mujeres a ines al tema e instancias públicas como el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), la Universidad de El Salvador, así como personas independientes identi icadas y sensibilizadas con la temática.
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Revisión y replanteamiento en búsqueda de nuevos horizontes de acción: 2005-2006. En el año 2005, el Ministerio de Educación (MINED) en componenda con la Iglesia Católica, censuran programas de educación sexual en escuelas públicas que se vinculan a organizaciones no gubernamentales de salud y al Ministerio de Salud. Esto desencadena, nuevamente, otro escenario de polémica que rea irma las posiciones de los sectores conservadores de la sociedad (Iglesia Católica, Sí a la Vida, etc.) con respecto a la promoción de los derechos sexuales y reproductivos. En esa circunstancia es que el MINED hace pública su preocupación por “la información” a la que están teniendo acceso los y las jóvenes en edad escolar. Esto permite que se normalice la intervención de las ONG en las escuelas públicas, ya que dicho ministerio establece que solo podrán realizar trabajo conjunto y de cooperación con permiso previo y bajo su supervisión. Es en este contexto es que organizaciones como el IMU, ORMUSA, Las Dignas, Las Mélidas, entre otras, establecen coordinaciones para capacitar a estudiantes y personal docente de las instituciones educativas públicas. Dichos acuerdos de colaboración dependen de la voluntad del profesorado, directoras y directores de Centros Escolares especí icos, ya no del visto bueno del MINED. Con la consolidación de redes, alianzas y coordinaciones se empiezan a plantear posiciones sostenidas como ejes de lucha de las organizaciones respecto a los DS y DR. La Concertación Prudencia Ayala ha sido un espacio importantísimo para debatir y posicionarse con respecto a la defensa y promoción de los derechos sexuales y los derechos reproductivos. La lucha por los derechos sexuales y reproductivos bajo el enfoque de derechos humanos, han sido asumidos como uno de los pilares del trabajo de las organizaciones de mujeres, aun cuando estas no tienen, explícitamente, programas sobre el tema. Sin embargo, en la actualidad muchas de las organizaciones están rede iniendo los mecanismos y estrategias para promover y defender los DS y DR como uno de sus ejes estratégicos. Algunas de ellas, están considerando establecer áreas de trabajo a nivel de
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gerencias o programas institucionales para trabajar especí icamente esta temática. Movimiento de Mujeres: logros y alcances de los DS y DR en El Salvador Algunos datos: Según FESAL 2002/2003, el uso de anticonceptivos entre mujeres casadas o acompañadas entre los 15 y los 44 años de edad ascendió al 59.7% en 1998, a 67.3% en el 2002 y 2003 en la zona urbana y, al 60% en la zona rural. El uso de anticonceptivos en la primera relación sexual para los años 2002 y 2003, según la misma fuente fue el 23% en la zona urbana y 10% en la rural. Mientras que un 64.3% en las áreas urbanas y un 54.8% en las rurales conocen al menos tres formas de prevención del VIH-SIDA. El cambio en los indicadores de salud, se debe en gran parte al esfuerzo de organizaciones de mujeres en estos temas, fundamentalmente con el trabajo de promoción, difusión, sensibilización y concienciación sobre derechos sexuales y derechos reproductivos, con el que han llegado a amplios públicos de jóvenes, mujeres y hombres del país. De acuerdo a las representantes de las áreas de promoción y defensa de los DSR en las organizaciones de mujeres79 entrevistadas y a mujeres usuarias de las mismas se logra identi icar múltiples acciones y determinar algunos de sus logros y alcances. Formación y sensibilización de Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos (DSR) Las organizaciones de mujeres, en su gran mayoría, han utilizado acciones de formación y sensibilización como parte de la estrategia de promoción y defensa de los DSR. 79 Asociación Movimiento de Mujeres “Mélida Anaya Montes” (Las Mélidas) Asociación de Mujeres por la Dignidad y la Vida “Las Dignas”, Organización de Mujeres por la Paz (ORMUSA), Asociación Flor de piedra, Coordinadora Nacional de la Mujer Salvadoreña (CONAMUS), Movimiento de Mujeres Salvadoreñas (MSM) y el InsƟtuto de InvesƟgación, Capacitación, Formación y Desarrollo de la Mujer (IMU).
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Los procesos de formación en DS y DR se han desarrollado en cuatro niveles: 1) Procesos de formación a usurarías de programas y proyectos, en su mayoría enfocados a poblaciones jóvenes; 2) Campañas de divulgación y sensibilización a través de diversos medios de comunicación; 3) Al interior de las mismas organizaciones de mujeres y; 4) Producción de manuales o instructivos. Procesos de formación a usuarias de programas y proyectos La mayoría de organizaciones de mujeres han realizado procesos de formación con grupos de mujeres adultas y jóvenes, ya sea solo mujeres o grupos mixtos. Por lo general, estos procesos están dirigidos a fortalecer el conocimiento en métodos anticonceptivos y de protección de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). Solamente en las acciones desarrolladas por Las Dignas y Las Mélidas, se incluyen la formación de tópicos sobre el goce y el ejercicio de la sexualidad. Entre los contenidos temáticos se encuentran: el placer, autonomía del cuerpo, auto cuidado, autoerotismo, etc. Ambas organizaciones cuentan con materiales escritos con formatos de manuales o instructivos. Los mayores logros obtenidos son la difusión de los derechos Sexuales y Reproductivos a amplios grupos de mujeres y hombres, funcionando como un contrapeso social ante la visión moralista, conservadora y religiosa de los grupos fundamentalistas del país. Por otro lado, a través de las actividades realizadas se ha promovido “el derecho a la educación sexual”, el derecho “a decidir de forma libre sobre el cuerpo y la sexualidad” y el derecho “a ejercer y disfrutar plenamente de la vida sexual” como un derecho de las personas, especialmente de las mujeres. Estos son algunos de los factores que han contribuido a llevar la re lexión feminista sobre Derechos Sexuales y Reproductivos a amplios grupos de mujeres, jóvenes y a representantes del sector público local. En la actualidad temas como el Trabajo Sexual y los Derechos Sexuales y Reproductivos de las Trabajadoras Sexuales, la identidad y la Diversidad Sexual, comienzan a promoverse como parte de una visión más holística de la sexualidad.
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Campañas de divulgación y sensibilización a través de diversos medios de comunicación Los mecanismos más usados para la difusión de temas relativos a los DSR, han sido la distribución de material ilustrativo tales como: trípticos, fólders, a iches, portadas de cuadernillos, manuales y material promocional como estampados en camisetas, gorras, maletines, carteras, pañoletas, etc. Además, han producido campañas radiales para difundir temas especí icos como la prevención de la violencia y explotación sexual. El elemento común de estas campañas ha sido la utilización de formatos sencillos de lenguaje comprensible, empleando símbolos, dibujos o colores llamativos, por lo que se deduce que están dirigidos a sectores amplios de la población femenina, y a jóvenes mujeres y hombres. El MM ha logrado cierto reconocimiento en las sociedad y son una voz autorizada en materia de defensa de los derechos de las mujeres y en el abordaje de la salud sexual y reproductiva desde el enfoque de derechos, mostrando que también estos son derechos humanos. Al interior de las mismas organizaciones de mujeres La mayoría de organizaciones desarrollan esfuerzos formativos dirigidos a sus socias y, en algunos casos, a todo su personal, en los que realizan actividades que facilitan la re lexión sobre los Derechos Sexuales y Reproductivos. La metodología utilizada son talleres, reuniones, foros de debate y jornadas. Entre los logros más relevantes se encuentran en primer lugar, que las organizaciones de mujeres cuentan con una re lexión vivencial sobre temas como la sexualidad y los Derechos Sexuales y Reproductivos, lo que les ha permitido promover las campañas de difusión y formación hacia otros actores sociales externos a la institución. En segundo lugar, han facilitado la apropiación del derecho “a la igualdad de oportunidades y la equidad”, tanto interna como externamente. En tercer lugar, estos procesos de sensibilización y re lexión han potenciado la deconstrucción de los mitos y tabúes relacionados con los Derechos Sexuales y Reproductivos, lo que ha contribuido al empoderamiento y crecimiento
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del liderazgo de muchas mujeres integrantes de las organizaciones. Mujeres que tras varios procesos formativos y vivenciales, han podido trascender las barreras de sus propios prejuicios, para poder vivir una vida más libre, autónoma y auto determinada, implicándose con la defensa de sus derechos. Producción en Manuales o Instructivos Aunque son muy pocas las organizaciones que cuentan con producción propia de materiales de formación en temas relativos a los DSR (Flor de Piedra, MSM, Las Mélidas y Las Dignas) estos están orientados a educar y sensibilizar a las mujeres sobre anticoncepción, exposición detallada sobre los órganos reproductivos y genitales femeninos y masculinos, los ciclos menstruales, la prevención de VIH-SIDA e ITS. Estos materiales cuentan con explicación clara que diferencian la sexualidad humana de las relaciones sexo-coitales. Así como cuestionamientos a las costumbres, prejuicios, ideas tradicionales, mitos y tabúes impuestos por el sistema patriarcal y su ignorancia, orientación básica sobre las distintas preferencias sexuales, prevención y atención en casos de violencia sexual, etc. En ocasiones estos materiales constituyen devoluciones de investigaciones o sistematizaciones de experiencias, por lo que cuenta con matrices y datos estadísticos, así como con la información jurídica sobre aborto, embarazo precoz, violencia sexual, etc. Todas las organizaciones involucradas en este estudio forman parte de la campaña por la Convención de los Derechos Sexuales y Reproductivos a través de la campaña 28 de septiembre por la Despenalización del Aborto. Este esfuerzo cuenta con un Mani iesto escrito, publicado en forma de folleto, en donde de ienden los DSR desde el enfoque de derecho, a la vez que diferencia los DS de los DR y plantea la necesidad de comprender los DSR más allá del ámbito de la salud. Este material ha sido difundido a través de las organizaciones consultadas para esta investigación. Como resultado de estos esfuerzos se señala que desde las Organizaciones de Mujeres y las Coordinaciones, se ha tratado de trascender el lenguaje académico y médico sobre sexualidad y preproducción al utilizar un lenguaje
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coloquial, desprejuiciado, laico, sin estigmatizaciones y comprensible, así como material grá ico sencillo para poder llegar a un amplio público de mujeres con el mensaje de los Derechos Sexuales y Reproductivos. Con estas actividades se ha garantizado hacer accesible el derecho “a la información cientí ica, sin prejuicios y laica sobre la sexualidad”. Planiϐicación Familiar (anticonceptivos, anticoncepción de emergencia). La estrategia más utilizada en casi todos los casos ha sido la de divulgar, informar, educar y sensibilizar a la población joven, con prioridad en las mujeres, considerando que es esta la población en riesgo de embarazos no deseados. Efectivamente, han sido las organizaciones de mujeres quienes han defendido y promovido el uso de la anticoncepción de emergencia como un método e icaz, cuyo uso responsable puede prevenir embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. Han logrado este objetivo a pesar de la información que divulga el Estado a través del MINED y el Ministerio de Salud, así como la Iglesia Católica, que los métodos anticonceptivos por excelencia son la idelidad y la abstinencia. Así mismo, con estas acciones se ha obtenido promover el derecho “a la libertad reproductiva”, difundiendo entre mujeres y hombres el uso de anticonceptivos orales o inyectables, cubriendo a poblaciones del área rural, tradicionalmente olvidadas por las políticas públicas. El Aborto En general el tema sobre el aborto y la decisión de las mujeres por la maternidad, ha sido enfocado solo por las organizaciones de mujeres desde una perspectiva de derecho. En el ámbito internacional, en 1990 con el apoyo del movimiento feminista argentino, se declara el 28 de septiembre como Día de la Despenalización del Aborto en América Latina y El Caribe. Además, se creó una red de organizaciones para demandar a los gobiernos, la legalización del aborto. Su acción se materializó en la campaña denominada “Campaña 28 de septiembre pro la Despenalización del aborto”.
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A pesar del silencio que se apoderó del movimiento de mujeres posterior a la penalización del aborto, esta temática ha sido recuperada bajo el enfoque de los Derechos Sexuales y Reproductivos a partir del año 2000, aunque no como un eje central. Identidad y diversidad sexual En general, el respeto a la diversidad sexual genérica, lésbica y transgenética, ha sido un tema de los contenidos de todas las organizaciones utilizados para sensibilizar, aunque no constituye parte de ningún programa o proyecto en concreto, ni posee acciones permanentes. En 1992 se constituye en El Salvador, la organización Lésbica “Colectivo Lésbico de la Media Luna”, espacio informal que convocaba a mujeres lesbianas, bisexuales y lesbianas políticas. En su momento realizaron talleres de relexión sobre la identidad lésbica, encuentros y convivios lúdicos. El mérito de este esfuerzo radica en que por primera vez en el país, las mujeres lesbianas contaron con un espacio de encuentro, teniendo en cuenta las condiciones de pobreza, producto de los doce años de guerra civil. Si bien la “vivencia de lesbianismo no era nada nuevo en El salvador, a irmarla como una identidad social y desa iar la lesbofobia, sí fue algo nuevo a nivel político y cultural” (Ready, S/F). El colectivo lésbico elaboró dos folletos de información sobre la identidad lésbica que circularon ampliamente dentro del movimiento de mujeres. Este colectivo desapareció por diversas razones en 1997. “Los vínculos transnacionales y transmovimientales entre los movimientos lésbicos, feministas e izquierdistas, crearon una coyuntura que facilitó el surgimiento de la Media Luna. Las semillas de su creación fueron aportadas por los movimientos lésbicos de aquellos países hacia donde las salvadoreñas llegaron en busca de solidaridad o en calidad de exiliadas (México y EE.UU. de manera particular); una vez sembradas en un terreno atravesado por la guerra, el movimiento feminista centroamericano se encargó de abonarlas” (Ready, ídem). Por lo tanto no es de extrañar que uno de los antecedentes concretos de la formación de la Media Luna fuera el encuentro feminista centroamericano realizado en Monte Limar, Nicaragua en 1992. Ahí, las lesbianas salvadoreñas que participaron, regresaron cargadas de energía y deseos de trabajar por el respeto de sus derechos. Posteriormente, un grupo de aproximadamente doce mujeres lesbianas, bisexuales y mujeres que les apoyaron, empezaron a reunirse informalmente. A
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María Candelaria Navas pesar de la homofobia existente en el Movimiento de Mujeres y en la izquierda, en unos meses comenzaron a consolidarse y relacionarse con las redes existentes, con el apoyo internacional, dos integrantes del grupo participaron en la tercera conferencia de América Latina y El Caribe, en Puerto Rico, en julio de 1992 (Ready, S/F).
Sobre la desaparición del grupo, Ready menciona que “las repercusiones del encuentro (VI Encuentro Feminista de América Latina y El Caribe) y los debates alrededor de la plataforma MUJERES 94 dejaron al Movimiento de Mujeres Salvadoreñas y en particular a la Media Luna, agotado y traumatizado. El nivel de lesbofobia que se había desatado contra ellas, fue algo inesperado y sin precedentes. El surgimiento del grupo había sido gradual y anónimo y ninguna de sus integrantes había asumido públicamente un per il lésbico fuera del movimiento de mujeres. Cuando el grupo empezó a recuperarse, sus actividades fueron sobre todo de carácter social”. También a irma “una dinámica de relaciones internas parecida a la que señala Norma Mogrovejo en su Discusión sobre el movimiento lésbico latinoamericano (1996), donde las relaciones políticas y románticas se mezclan dando como resultado que las in idelidades y los celos tienen tanta in luencia sobre el rumbo de la organización como las agendas políticas. Cualquiera que ha experimentado dinámicas parecidas sabe que tales relaciones pueden ser muy destructivas para una organización. Otros dos factores in luyeron en el desenlace del grupo de manera signi icativa: la integración de integrantes de la Media Luna como asalariados de un organismo de mujeres y la disminución de las relaciones con los movimientos solidarios de otros países” (Ready, Ídem). Un último factor que a irma la autora, es que la convocatoria de la Media Luna, había sido fundamentalmente realizada por lesbianas extranjeras, que al dejar el país, el resto no fue capaz de darle un per il y un seguimiento al espacio. El movimiento de mujeres Las Dignas, ha sido la organización que más ha trabajado la temática; desde los años 90 han venido desarrollando talleres y procesos de re lexión en torno al sexismo, el heterosexismo y la lesbofobia, con el objetivo de fomentar y preparar una posición interna sobre el lesbianismo.
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En 1994 con el apoyo de Kathy Burger, miembra honoraria de Las Dignas se desarrollan jornadas de re lexión y una serie de actividades (encuentros, cine-foros, charlas, conversatorios), tanto al interno como al externo de la institución, dirigidos a fomentar y promover la organización de lesbianas como gremio. La importancia de estas actividades radica, en que han servido de medio de difusión de concepto y se ha sensibilizado a las mujeres dentro y fuera de la organización en el respeto y tolerancia. Sin embargo, se considera que es a partir del año 2004, cuando en realidad se da más apertura al lesbianismo y a las lesbianas dentro de Las Dignas de forma simbólica y visible. En la actualidad aunque Las Dignas no cuenten con un programa o proyecto especí ico para el área, consideran que el lesbianismo es un tema vital para la estrategia de fortalecimiento del movimiento de mujeres. En los años 2005 y 2006 promovieron cine-fórum con películas que planteaban la identidad lésbica. En el 2007, Las Dignas facilitaron cines-fórum y encuentros lúdicos, algunas de estas actividades las desarrollaron con grupos lésbicos como “La casa de Safo” y la Colectiva de Lesbianas Salvadoreñas (COLESAL) y otras organizaciones de mujeres como Las Mélidas. Estas últimas promovieron talleres de sensibilización y fomento al respeto del lesbianismo en el contexto del Día Internacional del Orgullo Gay y Lésbico (28 de junio). Las lesbianas, organizadas o no, han logrado manifestar en diversos espacios su inconformidad con el movimiento de mujeres, especialmente porque este último no retoma sus demandas y no impulsa acciones positivas en relación a las lesbianas en sus instituciones, considerando que existe una lesbofobia internalizada en el movimiento. Con las acciones antes mencionadas, las organizaciones feministas y lésbicas, han promovido el derecho “a decidir de forma libre sobre el cuerpo y la sexualidad”, el derecho a “no ser discriminadas”, el derecho a “decidir con quién compartir la vida y la sexualidad, las emociones y afectos” y el derecho a “la intimidad y la vida privada”. Sus acciones han visibilizado una vivencia de la sexualidad considerada tabú en nuestra sociedad y poco reconocida, inclusive por el movimiento de mujeres, mismo que se considera amenazado cuando, con la idea de desvalorar su actuación y credibilidad, le colocan desde afuera la etiqueta de “lesbianas”.
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A.3. Análisis de las estrategias del MM para la promoción y apoyo a las iniciativas generadoras de ingresos de las mujeres Institución responsable: Colectiva Feminista Investigadoras: Ana Landa y Morena Herrera Esta investigación encontró que la mayoría de las organizaciones del movimiento de mujeres entrevistadas, consideran el apoyo a iniciativas generadoras de ingreso como un medio para fomentar la autonomía económica de las mujeres, su salida del ámbito doméstico y su acceso a la toma de decisiones en todos los ámbitos y, en de initiva, su empoderamiento. De esta manera son conscientes de desarrollar estrategias para, a partir de la necesidad práctica de las mujeres de conseguir ingresos para mejorar su nivel de vida y el de sus familias, incidir en el interés estratégico del empoderamiento femenino. En cuanto al tipo de iniciativas que se apoyan • La mayoría de las mujeres entrevistadas realizan trabajos tradicionales, extensión de sus actividades domésticas como el cultivo de patios, la crianza de animales menores, la producción de alimentos, artesanías o la venta de productos comerciales. A pesar de ello, algunos cambios signi icativos se aprecian en la vida de las mujeres que se incorporan en alguna medida a labores tradicionalmente masculinas, como la crianza de ganado, o que, realizando tareas tradicionales, comienzan a salir del ámbito doméstico bien para producir, asistir a reuniones o capacitaciones, cuestionando la división tradicional de espacios. Son escasos en la actualidad los programas que promueven el acceso de las mujeres a o icios no tradicionalmente femeninos, y se concentran prioritariamente en el ámbito agropecuario, como la producción de ganado, tilapia o camarón, que, con apoyo adecuado tanto a los procesos técnicos y empresariales como a la capacitación en género, pueden promover no solo la mejora de la condición de las mujeres sino de su posición y valoración social. En general, existe escasa diversi icación e innovación en los diferentes sectores productivos, por lo que los productos elaborados y comercializados por las mujeres productoras se mantienen en mercados donde la competencia es
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elevada, mientras que la calidad ofrecida es inferior con frecuencia a la que aportan otros proveedores de productos similares. En cuanto a los énfasis Los programas de crédito Se demuestra en la práctica que las estrategias que llevan implícita de alguna manera la metodología crediticia son una alternativa interesante para medir el interés y la capacidad empresarial real de la candidata y también para promoverla, siempre que las condiciones de acceso sean adecuadas para las mujeres que las necesitan. Las mujeres empresarias que solicitan créditos, cuando son productoras, asumen también activamente la comercialización de sus productos y se dedican a ella con intensidad. La mayoría de las mujeres participantes en los programas de microcrédito valoran positivamente en términos de apoyo a sus iniciativas, ya que no exigen las garantías de las instituciones crediticias tradicionales, fomentan el trabajo en grupo, los intereses son algo menores que los de mercado y la renovación del crédito es muy rápida, si se responde adecuadamente en términos de pago, pudiéndose incrementar los montos inanciados. Los proyectos productivos • Como en el caso de los créditos agropecuarios, la carencia de tierra propia es la principal di icultad de las mujeres para participar. Otra de las limitaciones evidenciadas es el corto plazo de los proyectos implementados. • En este caso, la mayoría de la producción obtenida se enfoca inalmente al autoconsumo, dada las escasas habilidades comerciales de las productoras. Las empresas asociativas • Atención especí ica merecen las empresas asociativas, por la cantidad de esfuerzo material y humano que se les dedica y el relativo escaso éxito que han tenido en estos años. Estas nacen en la mayoría de los casos a partir de un proyecto, en el cual entran las mujeres interesadas en el mismo, a partir de algunos criterios básicos que dependen de las organizaciones.
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Las redes • El espacio de la redes permite a las mujeres intercambiar experiencias de forma permanente con otros grupos de localidades diferentes, lo que les permite ampliar su visión, adquirir más conocimientos, promueven la solidaridad colectiva y establecen alianzas de complementariedad productiva (unas elaboran los productos y otras los envasan), de adquisición o de comercialización, que contribuyen a mejorar el rendimiento económico de las empresas. Procesos de incidencia política • Los procesos de incidencia local para el apoyo a las iniciativas económicas de las mujeres, se dan en el marco del fortalecimiento a las asociaciones locales de mujeres a las que estas pertenecen. Van encaminados a conseguir el apoyo de las municipalidades en cuanto a concesión de terrenos, edi icios para la instalación de las empresas de las mujeres, o el apoyo de la alcaldía para la promoción de los productos de las mujeres en ferias u otros eventos. Todas las organizaciones, aunque en mayor o menor medida en la práctica, coinciden en que la autonomía económica y el empoderamiento de las mujeres no se alcanzan únicamente a partir de obtener ingresos económicos. Es necesario que estas actividades estén acompañadas de procesos de re lexión personal desde el hecho de ser mujeres, formación en derechos, generación de liderazgos, fortalecimiento de las organizaciones, incidencia política hacia el gobierno local para recabar apoyos. Es por ello que la mayoría de las organizaciones combinan sus énfasis de apoyo a la iniciativa con procesos más o menos intensos de capacitación en género, derechos de las mujeres, prevención de la violencia de género o promoción del liderazgo femenino, asumiendo que la generación de autonomía económica en las mujeres no es necesariamente un factor de transformación de la discriminación femenina sino hay un proceso previo de re lexión y reconocimiento de la subordinación en la propia vida. El impacto en la vida de las mujeres • Uno de los retos principales que siguen afrontando las mujeres empresarias, tanto aquellas individuales como colectivas, es la sobrecarga de
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trabajo que determina dobles y triples jornadas. Los esfuerzos de las organizaciones han estado enfocados a promover la corresponsabilidad del trabajo doméstico a partir del fortalecimiento de la conciencia de género de las mujeres, para que, de este modo, ellas demanden mayor participación de la pareja y de los hijos e hijas en las tareas del hogar. En este sentido se detectan algunos avances importantes en cuanto a la incorporación de algunos miembros de la familia al trabajo doméstico, en particular hijas e hijos, pero todavía la responsabilidad del hogar está fundamentalmente a cargo de las mujeres. Cuadro N° 29 Capacidades a desarrollar para promover el empoderamiento de las mujeres en un proyecto de generación de ingreso Capacidades
Individuales
Grupales
Expresión • Capacidad de participar y expresarse en público con habilidad. • Capacidad de visibilizar sus aportes, contribuciones y derechos. • Capacidad de identi icar, legitimizar y solucionar intereses. • Capacidad para conocer, manejar y proyectar el negocio. • De organizarse: trabajar en conjunto para una meta común. • De negociar: alcanzar soluciones comunes, llegar a acuerdos. • Funcionar como grupo: ambiente de con ianza, tolerancia, solidaridad, visión común. • De prevenir y resolver con lictos: mecanismos de transparencia y rendición de cuentas.
Fuente: Elaboración propia a parƟr de Bucher 1996.
Las mujeres que participan hoy en iniciativas empresariales están desarrollando capacidades individuales y grupales. De particular evidencia es el de-
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sarrollo de habilidades de expresión pública y comunicación, que van permitiendo a las mujeres establecer otras relaciones con el entorno, así como visibilizar sus aportes y sus contribuciones, tanto a nivel de la empresa como de sus hogares. Las mujeres valoran el espacio de trabajo colectivo no sólo como una oportunidad económica, sino como oportunidad para estar juntas, “desconectarse” de la rutina y los problemas diarios, hablar sobre sus preocupaciones o re lexionar sobre sus derechos. Este aspecto positivo se puede convertir, sin embargo, fácilmente en un problema, si los grupos no establecen claramente las reglas del juego internas y mecanismos ágiles y cercanos de resolución de con lictos. RETOS REFLEXIONES PARA CONTINUAR En primer lugar, se plantea urgente que las organizaciones del movimiento de mujeres y feministas establezcan canales de comunicación y coordinación entre ellas, para intercambiar experiencias, analizar resultados, compartir di icultades y aprender una de otras. Investigando y evaluando el impacto de este tipo de programas que incentivan la generación de ingreso para mujeres. En este sentido, es necesario reforzar los sistemas de medición de impacto de estas estrategias en la vida de las mujeres, no solo a nivel económico sino, social, político, familiar y cultural. Es importante reforzar las actividades de análisis y factibilidad previas en el marco de los procesos económicos que las organizaciones de mujeres apoyan, que podrían servir para clari icar y ajustar expectativas en cuanto a su posible impacto en términos de ingreso, salarios o puestos de trabajo. Mantener la innovación y la creatividad que son claves para poder acceder a un espacio en el mercado y facilitar que el negocio de las mujeres sea rentable. Es necesario revisar los programas de capacitación en administración y gestión empresarial para hacerlos más cercanos a la realidad concreta de las mujeres, sus niveles educativos y las capacidades progresivas de aprendi-
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zaje. Urgente se plantea, en este caso, desarrollar programas sostenidos de alfabetización matemática que acerquen el uso y el manejo básico de los números a la cotidianidad de las mujeres. Es necesario desarrollar metodologías innovadoras ya que es un componente clave para que la generación de ingresos (en el caso de las mujeres) pueda convertirse en un factor de autonomía personal y empoderamiento. En muchos casos la participación de las mujeres está limitada por la doble y triple jornada que deben asumir para llevar adelante sus empresas y asegurar el trabajo reproductivo. La tecnología es, sin duda, un elemento estratégico en tiempos de la globalización. A pesar de ello, la promoción del acceso y el uso de las tecnologías de la comunicación es muy escasa en las estrategias analizadas. La mayoría de las mujeres encuestadas no usan computadoras y mucho menos acceden a los recursos de Internet o del correo electrónico, aunque la mayoría de sus hijos e hijas ya lo hacen. Son muchos los retos que el contexto actual de globalización neoliberal plantea para la sostenibilidad de los esfuerzos desarrollados de las organizaciones promotoras de mujeres y feministas y para el avance de las empresas de las mujeres, superando la marginalidad en la que se encuentran actualmente. Trabajar en red, articularse, unir fuerzas y compartir experiencias superando celos institucionales será, sin duda, la mejor estrategia para hacer realidad los sueños de autonomía económica y empoderamiento de las mujeres de nuestro país. A.4. Análisis de las estrategias de las mujeres en defensa de los derechos laborales en el marco de los procesos de integración apertura comercial Organización responsable: ORMUSA Investigadoras: Jeannette Urquilla, Ledy Moreno, Vilma Vaquerano, Jorge Vargas Las estrategias del Movimiento de Mujeres Dentro de las diferentes estrategias impulsadas por el Movimiento de Mujeres a favor de los derechos laborales de las trabajadoras se encuentran:
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a) Campañas mediáticas Las campañas mediáticas realizadas por los organismos de mujeres en beneicio de los derechos laborales de las trabajadoras han sido diversas: “Los derechos laborales no son negociables”, “Alto a la lexibilidad laboral”, “Empleo sí, pero con dignidad”; este último es el eslogan adoptado por la Red Centroamericana de Mujeres en Solidaridad con las Trabajadoras de las Maquilas (REDCAM), para la realización de la primera campaña mediática regional en 1997. Dicho eslogan se ha conservado desde entonces en las campañas más recientes en 2001, desde la o icina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con sede en El Salvador, se realiza una campaña mediática conjunta que involucró, entre otras, a las organizaciones de mujeres; Las Dignas, Las Mélidas y ORMUSA. La campaña implementada tuvo como eje principal la violación de los derechos laborales de las mujeres en las plantas maquiladoras. Estas organizaciones inician su trabajo de defensa de los derechos laborales en el segundo quinquenio de la década del 90 y continúan aportando importantes propuestas relacionadas en materia económica laboral. En 2004, año en que se funda la la Concertación por un Empleo Digno en la Maquila (CEDM), se desarrolló una campaña de medios a escala nacional y regional para colocar en la agenda de discusión de los diversos actores, una temática altamente sensible para las trabajadoras de la maquila. La salud ocupacional. Dicha campaña fue re lejo nacional de un esfuerzo regional que involucró a la REDCAM (AMES, CODEMUH, MEC, Las Mélidas, MSM y ORMUSA), Las Dignas, CALDH y FEASIES, esta última una federación sindical, la mayoría contrapartes de la familia Oxfam que ese año decide desarrollar una campaña en “Derechos Laborales/Comercio con Justicia”, y para lo cual se asocia con dichas organizaciones nacionales y redes en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. La campaña, a su vez, creó oportunidades de alianza coyunturales y de largo plazo, como la conformación de la Concertación por un Empleo Digno en la Maquila (CEDM) y la Red de Salud de los y las trabajadoras en Nicaragua. En los últimos diez años, las temáticas abordadas en dichas campañas han sido: seguridad social (ISSS, AFP, Salud Ocupacional), empleo digno, empleo decente, calidad de empleo, lexibilidad laboral y, en general, los derechos laborales vinculados especí icamente a las trabajadoras de maquila, colocando dichos temas en las agendas de diferentes actores y generando directa o indi-
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rectamente el debate y la aprobación de planes, políticas e incluso de nuevas legislaciones que favorecen a las mujeres en su lugar de trabajo. b) Denuncia de casos de violación a los derechos laborales a través de campos pagados o actividades de calle Los casos son conocidos por las organizadoras a través de los centros de atención legal u o icinas jurídicas, en las cuales se brinda asesoría correspondiente. Dichos casos son denunciados en conferencias de prensa, o bien a través de campos pagados, señalando a empresas involucradas, derechos vulnerados y cantidad de mujeres y hombres afectados. Así mismo, la información es enviada a las instituciones gubernamentales encargadas de la vigilancia, cumplimientos y garantía en materia laboral, como el Ministerio de Trabajo y Previsión Social (MINTRAB). Esta estrategia es muy importante porque las empresas arriesgan su prestigio, al ser denunciadas como centros de trabajo donde se violentan los derechos laborales de sus empleadas y empleados. Además de algunas actividades públicas, participan mujeres afectadas, lo que se hace mucho más efectiva la presión ante los diferentes hechos. Este esfuerzo es monitoreado desde las organizaciones de mujeres y la CEDM y, tras ser sistematizado, se devuelve al público en forma de noticia de denuncia. c) Asistencia legal a trabajadoras, incluso mediante sus propias unidades o departamentos de Asistencia Legal o Jurídica Ante la proliferación de las maquilas y la violación sistemática a los derechos de quienes mayoritariamente se empleaban en dicho rubro de la economía –las mujeres–, es que, desde mediados de la década del noventa, se crean o icinas legales y/o jurídicas, con el in de brindar asesoría jurídica, consistente en orientación legal sobre el caso consultado, de acuerdo a lo que establece la ley incluyendo información sobre los mecanismos y procedimientos, dicho servicio se ha caracterizado por su gratuidad.
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En el país se identi ican por lo menos a cuatro organizaciones feministas integrantes de la CEDM, como las que cuentan con o icinas o áreas especializadas que ofrecen ese servicio. Esta constituye una de las estrategias de mayor demanda y utilidad para la clase trabajadora, ya que las personas sienten con ianza en acudir a solicitar la asistencia debido a que incluye acciones como acompañamiento a la persona para que acuda a las instituciones respectivas a hacer la denuncia, seguimiento del caso y procuración, es decir la representación técnica por medio de una abogada ante las autoridades, ya sean administrativas o jurídicas. Se trata de una estrategia que también es implementada por otras organizaciones de la REDCAM en la región. d) Capacitación en derechos laborales a grupos de trabajadoras Esta estrategia consiste en llevar a cabo procesos formativos con trabajadoras, que posibiliten información y conocimientos sobre sus derechos laborales, con el in de empoderarlas respecto a los mismos y que los hagan valer en sus centros de trabajo. Además, se realizan jornadas de estudio (encuentros, convivios, talleres de intercambio), lo que les permite intercambiar experiencias a escala nacional y regional. Esta estrategia ha estado aparejada a acciones como la organización, no precisamente sindical, debido a que los sindicatos han constituido escenarios donde las mujeres tienen una participación secundaria o no se han sentido representadas en sus intereses y necesidades, o bien porque con frecuencia son amenazadas con despido al sindicalizarse. En tal sentido, las organizaciones de mujeres han creado espacios distintos para organizarlas, buscando su empoderamiento en los distintos escenarios donde se desenvuelven, tomando en cuenta sus múltiples roles y necesidades. Los temas abordados, en otros son: derechos laborales, derechos humanos, salud ocupacional, auto cuido, violencia contra las mujeres, mecanismos de protección, género, legislación, análisis coyunturales, salarios, etc. e) Gestionar y/o promover iniciativas de ley o reformas al marco jurídico existente Los insumos de las o icinas legales y la investigación realizadas por las organizaciones de mujeres, han permitido conocer de mejor manera el escenario desfavorable de las trabajadoras y fundamentar las diversas propuestas de
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ley y reformas en gemas como la retención de cuotas en concepto de ISSS y AFP, cuya falta de pago a dichas instancias por parte de las empresas actualmente constituye un delito. Haber logrado su tipi icación particular, por las de mujeres. Otros esfuerzos en esta línea son: la propuesta para el mejoramiento en los procesos de inspeccion en los centros de trabajo y los aportes al contenido del anteproyecto de Ley de Previsión y Riesgos en los Centros de trabajo (a la que se le introdujo el enfoque de género, como un esfuerzo de la CEDM). f) Acompañamiento de las organizaciones de mujeres en los casos de despido masivo Esta estrategia consiste en la atención y acompañamiento en los que se veri ican despidos masivos, cierres de fábricas, intoxicaciones y muertes, con el in de interpelar y ejercer una contraloría a la institucionalidad del Estado en torno al área laboral, y que incluye entre otras acciones las siguientes: documentación del caso, denuncia nacional e internacional, gestión para el cumplimiento de los derechos afectados o resarcimiento de daños, que puede ser con las empresas nacionales o marcas. g) Publicar y distribuir materiales formativo-educativos sobre derechos humanos y laborales en los centros de trabajo y comunidades. Esta estrategia consiste en la elaboración de materiales informativos-educativos sobre derechos laborales, casos prácticos, instituciones, teléfonos y direcciones de las instancias a las que pueden acudir las mujeres, así como promocionar los servicios de asesoría jurídica, que las organizaciones prestan. Además, se elaboran diferentes artículos promocionales en los que se colocan mensajes relacionados con los derechos laborales. Estos materiales son distribuidos en las afueras de los centros de trabajo, zonas francas, recintos iscales y en las mismas comunidades donde residen las trabajadoras. h) Realizar y publicar investigaciones sobre la situación laboral de las trabajadoras salvadoreñas y sus derechos laborales Las investigaciones constituyen una estrategia de mucho valor, porque ubican a la mujer en la primera línea de importancia dentro del escenario labo-
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ral y, además, sirven de insumo para argumentar situaciones prácticas que les afectan. De ahí que es necesario tener planteamientos claros de las situaciones investigadas. La investigación como estrategia ha contribuido, entre muchos aspectos más, a lo siguiente: a) Fundamentar propuestas legislativas o ministeriales desde las mismas organizaciones de mujeres; b) Conocer de mejor manera la situación de precariedad en que laboran millares de mujeres en El Salvador, Centro América y el mundo; c) Visibilizar las brechas de inequidad y desigualdad existentes, como producto de la discriminación contra las mujeres por razones de género en el mundo laboral; d) Sensibilizar a diferentes actores sociales e institucionales estatales respecto a la problemática. i) Constitución de redes de carácter permanente y coyuntural. Aglutinar a ciertas organizaciones para un in común, se ha convertido en un elemento estratégico que le otorga fuerza a la sociedad civil para reivindicar los temas priorizados en las agendas, en este caso, en la agenda del Movimiento de Mujeres sobre el tema laboral, las redes conformadas en los últimos diez años se han dado a dos niveles: regional y nacional. A nivel Regional La Red Centroamericana de mujeres en solidaridad con las Trabajadoras de la Maquila (REDCAM), actualmente está integrada por la Colectiva de Mujeres Hondureñas (CODEMUH), Honduras; Asociación de Mujeres en Solidaridad (AMES), Guatemala; Movimiento de Mujeres Trabajadoras y Desempleadas “María Elena Cuadra” (MEC), Nicaragua; Movimiento de Mujeres “Mélida Anaya Montes” (Las Mélidas), Movimiento Salvadoreño de Mujeres (MSM) y la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA), El Salvador. Dicha Red fue fundada en 1996 por organismos integrantes de la Coordinadora de organismos de Mujeres (COM) de El salvador –integrada por CONAMUS, AMS, ADEMUSA, MSM Y ORMUSA–, MEC de Nicaragua, CODEMUH de
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Honduras y por AMES Y GRUFEPROMEFAM de Guatemala. Posteriormente se incorpora a la REDCAM el Movimiento de Mujeres “Mélida Anaya Montes” o Las Mélidas de El Salvador. A escala regional ha sido la REDCAM, y sus organizaciones, la que ha contribuido a colocar en la agenda pública y, por consiguiente, a visibilizar las necesidades e intereses de las trabajadoras de la maquila, posibilitando con ello avances importantes en la defensa de sus derechos laborales. A nivel Nacional En El Salvador, este aporte se realiza desde la Coordinación de Organismos de Mujeres (COM), que inicia un trabajo de acompañamiento brindando información y capacitación a mujeres trabajadoras de la maquila e impulsando procesos de sensibilización siempre bajo el eslogan: “empleo sí, pero con dignidad”. En tal sentido, el trabajo realizado desde el Movimiento de Mujeres, principalmente, ha contribuido también a que las instituciones del Estado que velan por el cumplimiento de los derechos laborales, tengan hoy más espacio en su desempeño a favor de los derechos laborales, y poco espacio para favorecer a la parte empleadora, alto que era veladamente frecuente en las décadas previas a la irma de los Acuerdos de Paz (1992). Es decir, que el impacto de la presión ejercida por dichas organizaciones en los últimos diez años, ha permitido que actualmente sea menos frecuente y más visible el incumplimiento de los derechos laborales y humanos, sobre todo de las mujeres trabajadoras, lo que ha evitado, al mismo tiempo, que muchos queden en la impunidad. La apertura comercial en el marco de la integración Centroamericana sin la participación plena de las mujeres. Se ha retirado desde distintas instancias e investigaciones publicadas que en la mayoría de procesos de integración en Latinoamérica y el istmo centroamericano, se prioriza en la apertura para el intercambio comercial, sin tomar en cuenta el impacto social y económico de dichos procesos en las condiciones de vida de la población afectada.
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Con respecto al proceso de integración en Centroamérica, la OTI80 destaca que la experiencia en procesos como el de la Unión Europea, mani iesta la necesidad de que los gobiernos reconozcan la participación de la sociedad civil y que esta reconozca su responsabilidad en la construcción de una nueva comunidad basada en la cooperación y solidaridad como es el propósito del Sistema de Integración Centroamericana (SICA). Con respecto al proceso en Centroamérica, se ha buscado la unidad política desde el siglo pasado, pero el tema de la participación de la sociedad civil no ha tenido demasiado espacio como el tema económico, pese a que la carta que protocolizó la creación y la Iniciativa Civil para la Integración Centroamericana (ICIC) –entregada a los presidentes de la región en la cumbre presidencial de Guatemala en 1943– inició un proceso de participación que buscaba representar a la sociedad civil en diferentes instancias y foros del sistema de la integración centroamericana. De acuerdo con el tratado de integración social, se crea un subsistema dentro al SICA dedicado a temas sociales: “Gobiernos del istmo centroamericano se comprometieron a mejorar la calidad de vida de la población asignando bene icios del desarrollo sostenible con los siguientes objetivos: respeto a la vida, concepto de la persona, la familia, la paz, la no discriminación, el acceso a la salud, educación, vivienda y trabajo justamente remunerados. Por tanto, llevar a la práctica la participación de amplios sectores de la población bajo esquemas de representación es una tarea bastante ardua en todos los países. Dicha participación se ha visto opacada por diversos factores en Centroamérica, principalmente la carencia de una verdadera tradición democrática en varios países provocando baja participación ciudadana y política, ausentismo en procesos electorales e indiferencia de la ciudadanía por los problemas de los países. De manera que la participación de la sociedad civil más que una necesidad, es un reto para las naciones de la región si es que se pretende que el proceso de integración tenga como resultado sociedades más igualitarias y equitativas. 80 - El proceso de integración centroamericana en perspecƟva/OTI. Impacto Social y parƟcipación de la Sociedad Civil en el proceso de integración. - La ICIC surgió de un conjunto amplio de organizaciones campesinas de pequeños empresarios, organizaciones comunales y trabajadores de la subregión como un instrumento para garanƟzar el papel de la sociedad civil como interlocutores ante los gobiernos centroamericanos y otros actores sociales.
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En este contexto, superar el escepticismo de la ciudadanía. Por ahora –añade, citando a Arriola y Aguilar–, el marco institucional del SICA reproduce las estructura jerárquicas refractarias a la participación social de las mayorías populares en el destino de las naciones. El espacio reservado a la participación de las organizaciones sociales, mediante el Comité Consultivo de SICA (CC-SICA) es insu iciente e ine iciente desde al perspectiva de una real participación social en el proceso”. En ese mismo orden, cabe señalar que el espacio de la OIT se plantea como una instancia tripartita, donde no existe actualmente o no se considera válida la interlocución de otras organizaciones que no sean representantes de la empresa privada, los gobiernos y los sindicatos. “En esa misma línea de cosas, y respecto a los procesos de integración y apertura comercial, es importante mencionar la existencia de otros espacios de participación y debate que se plantean como alternativos de los movimientos sociales y de mujeres, que desde diferentes lecturas han hecho públicas sus propuestas y posicionamientos, Sinti Techan y el Foro Mesoamericano, en donde no obstante han participado las organizaciones del movimiento feminista y de mujeres, todavía son espacios donde se pierde el principio de especi icidad, es decir las mujeres escasamente nos vemos, si no tenemos una voz propia, dijo la vocera de ORMUSA” Dimensión social de la integración y propuestas de Movimientos Sociales Aunque en la práctica no se ha retomado la integración social formal, esta igura en diversos documentos que vinculan políticas o iciales en ámbitos más amplios a lo nacional, sobre salud y seguridad social, educación y cultura, donde la persona se constituye en el sujeto y objeto de los acuerdos, expresada directamente en el Tratado de Integración Social (TISCA), acuerdos de Cumbres Presidenciales y en la Alianza para el Desarrollo Sostenible (ALIDES). Los objetivos especí icos de la integración social fueron formulados desde 1990 en cuanto a la necesidad del impulso de políticas para el Desarrollo Humano y en los compromisos de abrir espacios de participación. En julio de 1991, se incorporó el tema social en la Cumbre de San Salvador, el Proto-
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colo de Tegucigalpa y el Compromiso Presidencial suscrito en Honduras, en 1991, a través del mandato de formulación de un Programa Regional para el Desarrollo Humano (Delgado, 2004). En el TISCA fue creada la Secretaría Técnica del Consejo de la Integración Social (SISCA), el Consejo Centroamericano de Instituciones de Seguridad Social (COCISS) y La Comisión Regional de Asuntos Sociales (CRASS). Se creó en julio de 1991, como parte de las Cumbres de Presidentes, una Comisión de Primeras Damas de la región y se les de inía como el “mecanismo orientado a contribuir a la coordinación y el seguimiento para la atención adecuada de la problemática social de los distintos sectores de la región”. Pese a la existencia del sistema institucional, se observan debilidades notorias en la voluntad de los Estados Unidos para cumplir sus compromisos comunitarios. El espíritu integracionista en la región se tornó en contenido del discurso o icial para darse imagen hacia afuera, pero fue opacado por la dinámica aperturista, anulando esfuerzos y espacios institucionales importantes, que impactaron la integración de lo social, no obstante que ha estado ampliamente tratada en los documentos o iciales” (ídem). Además de la estructura actual que facilita el SICA, en los últimos años ha habido esfuerzos “formales” de involucrar a la sociedad civil en los procesos de integración regional a nivel centroamericano. Entre ellos se involucró a la Federación de Entidades Privadas de Centroamérica del Seminario sobre Multiculturalismo y Macrointegración Regional de 1996 y el balance “Hacia una Integración desde Abajo: Participación Sociedad Civil e Integración Centroamericana” del proyecto SICA/CERLAC/PAR de 1999 (Ídem). De igual manera, se organizaron reuniones motivadas procatástrofes asociados a fenómenos naturales en la región y del Grupo Consultivo Regional, en las reuniones de Estocolmo (1999) y Madrid (2001); en esta última participaron organizaciones de mujeres salvadoreñas como Las Dignas y otras que formaban el Foro de Ciudadanas,81 para quienes fue poca la participación real de la sociedad civil. A nivel formal o político, los esfuerzos por incluir la agenda económica de las mujeres en el sistema centroamericano, cobraron impulso mediante la De81 Entrevista Nora Hernández, de Las Dignas, San Salvador, 4 de octubre de 2007.
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claración de Managua, suscrita en 2002, en la cual Ministras, Secretarias de Estado Presidenciales, Viceministras, Subsecretarias de Estado y Directoras Regionales Nacionales de la Mujer de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y República Dominicana, participaron en el Encuentro Regional de Mecanismos Nacionales para la Promoción de la Mujer. En el mismo año, en el mes de diciembre, se conformó el Consejo de Ministros de Asuntos de la Mujer (COMMCA), a in de incorporar este consejo al interior de la estructura del SICA e introducir temas de interés en materia de género y políticas de igualdad. Efectivamente, tres años después82, se incorporó el Consejo de Ministros sobre el tema de la Mujer (COMMCA), como parte del SICA, en el Subsistema de la Integración Social (Martínez, s/f). Dicho subsistema fue acordado en 1995 con la irma del Tratado de la Integración Social (Protocolo de San Salvador) por parte de El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala, mediante el cual se sustituye a la Comisión Regional de Asuntos Sociales (CRAS) por el Subsistema de la Integración Social y se crea la Secretaría de la Integración Social, el órgano directivo de Secretaría es el Consejo de la Integración Social, conformado por el o la Ministra, Coordinador(a) del Gabinete Social de cada país. La agenda de trabajo del COMMCA abarca temas sociales y económicos. Es de señalar que fuera de estos mecanismos formales, las organizaciones de mujeres y mixtas, entre ellas Las Dignas, ORMUSA, MSM, Las Mélidas y ACOGIPR, son parte de redes regionales y latinoamericanas que abordan el tema de los derechos humanos de las mujeres trabajadoras, los derechos humanos de la población en general y los derechos de las personas con discapacidad, como se detalla en el capítulo siguiente. Dichas acciones, en palabras de representantes, ya sea a nivel individual o colectivo, persiguen el fortalecimiento de la autonomía de las mujeres para ejercer una ciudadanía activa en el proceso y evaluación de las políticas públicas que les afectan, una de esas experiencias fue el Foro Mesoamericano de los Pueblos. De igual manera, promueven condiciones para que las mujeres centroamericanas puedan acceder de manera efectiva a la información que les permita reclamar sus derechos laborales. 82 Durante la XXVI Reunión Ordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno del SICA, desarrollada en Honduras, el 30 de junio de 2005.
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Finalmente, en esta apartado conviene mencionar al menos dos elementos importantes en relación a la participación de las mujeres en la defensa de los derechos laborales y a su participación en los procesos de integración económica. En primer lugar, lo poco abordado que ha sido el tema laboral y económico en las agendas de los movimientos de mujeres y movimientos feministas, lo cual sin duda tiene su respuesta en las mismas estructuras que han excluido a las mujeres de la participación social, económica y política. Y en segundo lugar, está lo relacionado con los encuentros y desencuentros de las feministas y las organizaciones involucradas en estos procesos a partir de las deferencias de métodos, enfoques y en la forma de nombrarnos y nombrar a las otras y otros, desde las líneas denominadas de la incidencia y resistencia; el cuestionamiento de las organizaciones plantea que deben hacerse propuestas y en qué medida se cae en los juegos del gran capital. Develar estas diferencias es importante porque en medio de todo hay un signi icado político para quienes se ubican en la línea de resistencia, que no es más que la negativa a que esos cambios sucedan a espaldas de la población y en perjuicio de la misma: de hacer propuesta, porque la fuerza social que hemos producido aún no se pude medir o equiparar con la fuerza económica e incluso geopolítica que se encuentra detrás o claramente explícita en los procesos de negociación comercial. Retos y perspectivas de incidencia a favor en los derechos laborales en el marco de la integración centroamericana y de los procesos de apertura comercial Pese a la existencia de instrumentos formales dentro del SICA para promover la participación de las organizaciones de la sociedad civil, sector empresarial e instancias públicas, las organizaciones aún no hacen uso de dichos mecanismos limitando las posibilidades prácticas de los movimientos de mujeres para incidir en la agenda de la integración centroamericana. Según las mismas organizaciones de mujeres que intentan incidir en dicha agenda, la perspectiva de impacto de las propuestas de mujeres es bastante limitada. Existen factores internos y externos vinculados a los procesos políticos, económicos y culturales que afectan esa incidencia.
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Uno de esos factores es que el proceso de integración centroamericana, en sí mismo, se enfoca principalmente en medidas económicas e integración comercial, más que en la búsqueda de la integración social. Al revisar los acuerdos, protocolos y la realidad misma, es evidente que los gobiernos centroamericanos de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, han analizado prioritariamente tópicos vinculados a la Unión Aduanera. El Proceso de Unión Económica, la coordinación de negociaciones comerciales con terceros países o bloques regionales, entre ellos el Acuerdo de Libre Comercio Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), con México (2000) y el Acuerdo de Libre Comercio Centro América-Estados Unidos (CAFTA). El proceso de integración centroamericana enfatiza en el perfeccionamiento de la zona de libre comercio; la construcción de la unión aduanera y la negociación conjunta de un tratado de libre comercio con los Estados Unidos, acorde al esquema económico vigente basado en la liberación, la apertura comercial y la consolidación de una estructura de exportación extraregional, potenciada con las facilidades de acceso a mercados concedidas por la Iniciativa para la Cuenca del Caribe y el Sistema Generalizado de Preferencias de la Unión Europea, permitiendo el surgimiento de nuevas actividades y sectores económicos relacionados con el proceso exportador (FLACSO,2006). Esos cambios han in luido en los procesos productivos, que han impactado en los diversos sectores sociales, principalmente en las mujeres, debido al incremento de su participación como fuerza de trabajo de bajo costo en las actividades económicas del modelos exportados, principalmente en la maquila textilera y cultivos no tradicionales de exportación. Pese a ello, el énfasis de la integración regional en los últimos años, ha estado en la potenciación de la agenda económica de los países, mientras que los aspectos sociales o políticos no han tenido el mismo protagonismo en la agenda centroamericana, a pesar de la incorporación de la agenda social en el proceso de integración a partir de 1994, con la suscripción de la Alianza para el Desarrollo Sostenible y el Tratado de Integración Social de 1995. En reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de Centroamérica celebrada en junio de 2005, con el in de promover el enfoque de género en todos los
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órdenes de la vida regional, se decidió incorporar el Consejo de Ministros o Ministritas de la Mujer, como parte del Sistema de integración centroamericana, en especial dentro del subsistema de integración regional, el espacio para incorporar la perspectiva de género en el quehacer integracionista. Con el in de potenciar ese espacio, en abril de 2006, se realizó un encuentro regional de mujeres líderes en San José, Costa Rica83, cuyo objetivo fue “enriquecer el debate contemporáneo en Centroamérica, con las voces y enfoques novedosos desde las mujeres, sobre los rumbos deseables y posibles de la región centroamericana, en su proceso de integración; en virtud de la proximidad del proceso de negociación hacia un Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea”. En ese contexto, es indudable la importancia y necesidad de incorporar la agenda económica de las mujeres, en el subsistema de la integración económica centroamericana, debido a tres razones (Martínez, s/f). • El mayor lujo de comercio regional es realizado por micro, pequeñas y medianas empresas, en donde existe una presencia signi icativa de mujeres como propietarias, como abastecedoras o compradoras en algún eslabón de las cadenas productivas regionales existentes y/o en las cuales se emplea mano de obra femenina. • En el subsistema de la integración centroamericana es donde se realiza la negociación y la coordinación general de las condiciones de participación de los países del istmo, en el proceso de apertura comercial extra regional, y que posteriormente se traduce en medidas nacionales de política comercial. • Se puede prever, entonces, que las negociaciones comerciales afectan directamente a las mujeres en el plano económico, pero estas están ausentes de las mismas. Para ello, se requiere de recursos con los cuales inanciar agendas económicas complementarias que faciliten la inserción de las mujeres en las nuevas oportunidades que abren los acuerdos comerciales. La cooperación internacional para el desarrollo ha manifestado su interés en apoyar programas para el desarrollo económico de carácter regional. Desde el sistema de la integración económica se pude incorporar en la agenda de 83 Bajo los auspicios de FLACSO, con el apoyo de la Embajada Británica en Costa Rica a través de DFID, el Proyecto “Las Mujeres en la agenda económica y la apertura comercial” de UNIFEM, la Fundación Konrad Adenauer y el Programa Centroamericano de la Unión Europea (PAIRCA).
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la cooperación internacional, programas que tengan como objetivos la promoción de la autonomía económica de las mujeres y el mejoramiento de sus formas de inserción productiva en las economías nacionales y en el espacio regional. El estudio de UNIFEM denominado “Las mujeres en la agenda económica y la apertura comercial”, indicó que entre las opciones más viables para incorporar la agenda económica de las mujeres dentro de la agenda del SICA, es la conformación de una Unidad Técnica de Género e integración Económica dentro de la SIECA, por ser este el organismo más visible y más operativo dentro del subsistema de la integración Económica; además se relaciona de manera directa y relativamente ágil, con todas las instancias que forman este subsistema y que son parte de los diferentes procesos de toma de decisiones. En la medida que la SIECA acompaña, facilita y apoya el trabajo de todas estas instancias, tiene la posibilidad de incidir técnica y políticamente en el diseño de acuerdos, resoluciones, recomendaciones y reglamento. Para la agenda económica de las mujeres, esto acarrearía ventajas, puesto que los temas y/o preocupaciones de las mismas, tendrían la oportunidad de ser consideradas dentro de las discusiones y decisiones que se adopten en el mencionado subsistema. Es de esencial importancia el apoyo de la Secretaría General del SICA, donde se establecen los temas de las agendas de las reuniones de presidentes y, por consiguiente, eventualmente se puede incidir en la incorporación de los temas de la agenda económica de las mujeres en dichas cumbres presidenciales. De igual manera –señala Martínez–, el Comité Consultivo de la Integración Económica podría desempeñar un importante rol de apoyo al COMMCA, lo que exigiría una relación más estrecha entre sectores gubernamentales y no gubernamentales. Desde la óptica de los movimientos de mujeres, la desconianza, la apatía y aun la falta de recursos humanos y técnicos, afectan esa relación (Martinez, s/f). Diversas instancias públicas y no gubernamentales han reiterado que para la integración centroamericana debe existir un Parlamento Centroamericano legitimado social y políticamente en la región; que asuma funciones clave en el ámbito legislativo y no de simple planteamiento, análisis y recomendación, sino toda la iniciativa jurídica regional en torno a homologación, adecuación
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y equipamiento legal. Abrir puertas de comunicación y diálogo entre las y los parlamentarios centroamericanos y los parlamentarios nacionales, solo es posible sobre la base de propuestas concretas. Se han señalado dos posibilidades de reforma: Elaborar su propia carta social centroamericana a ser negociada con la o icialidad del sistema, con las reivindicaciones regionales que incorpore la homologación y armonización de la legislación laboral, la equipación de la planta social instalada en el istmo y una efectiva política de libre tránsito de personas, e impulsar un programa de integración integracionista centroamericano que contemple temas sobre derecho comunitario, participación democrática y convivencia pací ica entre los pueblos. La propuesta del Código Laboral Sustantivo Centroamericano se orientaba hacia la armonización de la legislación laboral y leyes más justas para trabajadores y trabajadoras centroamericanas. La propuesta aún no ha prosperado, aunque desde las mismas redes nacionales y regionales trabajando en el tema laboral, se impulsó su análisis. Aunque la propuesta elaborada por el diputado guatemalteco, Aquiles Linares, también fue cuestionada incluso por algunas organizaciones que no con ían en la labor del PARLACEN, de igual manera, recibió comentarios positivos por su alto valor proteccionista de la clase trabajadora. Según las organizaciones de mujeres que trabajan en el tema de los derechos laborales, en el marco de los procesos de integración económica y de las negociaciones comerciales, si bien este es parte de la agenda de trabajo de algunas organizaciones, no se trabaja de manera integral, además, consideran que por ahora no existen las condiciones idóneas para incorporar la agenda de las mujeres en los procesos del SICA. En coincidencia, representantes del Foro de Mujeres con la Unión Europea, con la participación de organizaciones sociales de los países el istmo Eillen Girón, coordinadora del Foro, capítulo El Salvador, comenta que este ha tenido un funcionamiento irregular debido a largos periodos de inactividad, principalmente a causa de la escasez de recursos. Desde inicios de 2007 el Foro se ha reactivado. A la fecha, la coordinación pro-tempore es asumida por la nicaragüense Haydee Castillo. A inicios de
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este año se integró al Comité Consultivo del Sistema de Integración Centroamericana (CCSICA), conformado por unas 23 confederaciones y redes de la sociedad civil de todos los países de la región. El Comité sirve como interlocutor con la Unión Europea y demás gobiernos de la región en el proceso de negociación del Acuerdo de Asociación. Esa condición nos permite conocer, qué signi ica realmente un acuerdo de esta magnitud para Centroamérica. Desde esa instancia se logró gestionar la participación de movimientos feministas centroamericanos en el Segundo Encuentro de la Sociedad Civil, celebrado en Honduras. Además facilita el contacto con los Ministerios de Trabajo centroamericanos y otras organizaciones feministas de la región, dice Eillen Girón, también Directora Ejecutiva de ACOGIPRI. “Esta no es en sí una organización feminista, –re iriéndose a ACOGIPRI–. Tampoco tenemos un programa que trabaje especí icamente el tema a nivel de organización, pero se aborda el tema de los derechos humanos de las personas con discapacidad y somos parte de la Concertación Feminista Prudencia Ayala y de la Red Latinoamericana para Personas con Discapacidad. Las redes tienen más impacto y más oportunidad de incidir en la políticas públicas”, agrega Girón. A nivel individual, no se trabaja el tema de los derechos laborales de las personas con discapacidad, pero se realiza un trabajo de incidencia más amplio para proteger los derechos humanos de ese colectivo en general, sin distinción de género. “Nuestro trabajo es brindar asesoría a las personas con disparidad que buscan empleo, conectarlas con empresas para su inserción laboral. No abordamos el tema de los derechos laborales porque apenas estamos luchando por la inserción laboral. Lamentablemente, si una persona discapacitada logra conseguir empleo ya es un gran logro. He conocido casos de personas que han sido despedidas al tratar de reclamar sus derechos; las empresas ven como un favor que están haciendo contratar a una persona discapacitada, cuando solamente están cumpliendo con la ley”. El tema de los derechos laborales es un paso más delante de la inserción; en el caso de las mujeres discapacitadas aún se esfuerza por obtener oportuni-
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dades de habilitación para el empleo e inserción laboral; no han avanzado por lograr una participación en el mercado de trabajo. “Las mujeres pasamos invisibilisadas en la sociedad en general. El acuerdo es más que todo un acuerdo comercial, pero es trascendental para Centro América. Si las mujeres no participamos no tenemos la oportunidad de señalar y esperar a que el acuerdo tenga impacto favorable en la vida de las mujeres”, opina. En una opinión menos optimista, la Directora Ejecutiva de Las Mélidas juzga que los movimientos de mujeres han sido excluidos del tema de negociación y de la misma integración. El TLC no fue consensuado entre la población y, mucho menos, entre las organizaciones sociales. Incluso, considera que redes como la REDCAM han profundizado en la temática de manera desigual, en algunos países más que en otros, con el propósito principal de contrarrestarlo pero fue imposible. “Al inal, las organizaciones nos limitamos a informar a las trabajadoras cual es el impacto de los Tratados y las cosas negativas que pudieran afectarlas. Para mí, el tema quedó concentrado a nivel de gobiernos bene iciando sus intereses y no los de la población”. Roles y retos del Movimiento de Mujeres para la incidencia en los procesos de integración económica y negociaciones comerciales Las representantes de las organizaciones admiten que la incidencia de los movimientos feministas en el proceso de integración es bastante “débil”. Se enfrenta diversos obstáculos que di icultan la participación de las mujeres, ya sea por desconocimiento, falta de cultura política y, sobre todo, por falta de herramientas necesarias para lograr una participación más efectiva. Con base a las a irmaciones de las entrevistadas, los principales obstáculos para la participación del Movimiento de Mujeres Salvadoreñas y Centroamericanas, se sintetiza en: • Falta de protagonismo de las mujeres en la exigencia de rendición de cuentas o monitoreo de los acuerdos tomados por los presidentes de Centro América, desde que inició el proceso de integración. • Falta de con ianza en los procesos. Si bien estos están abiertos al diálogo, consideran que “todo está previamente preparado entre el sector empresarial y gubernamental”. Esa descon ianza provoca, a la vez, cansancio o
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desmotiva a las organizaciones a involucrarse más en el proceso de integración. Juzgan que la falta de resultados es un desgaste que con irma la falta de cultura de diálogo entre los políticos, ya que muchos se rigen exclusivamente por los intereses de las cúpulas partidarias. Desde las organizaciones existe voluntad por presentar y elaborar propuestas, pero se enfrentan al poder económico, que tiene cooptado al Sistema Judicial, Legislativo y Ejecutivo, cali icando al gobierno como férreo defensor de la libertad económica y los intereses del poder económico. Existen diferencias entre las organizaciones en cuanto a la decisión de incidir o no en dichos procesos y cómo hacerlo. La falta de información es un problema para todas las organizaciones. Según la Directora Ejecutiva de Las Mélidas, además del obstáculo que representa la poca generación de oportunidades de consultar por parte de los gobiernos hacia las organizaciones de mujeres, se adiciona la falta de conocimiento del proceso, que sigue siendo árido y complicado, de di ícil comprensión para las mujeres que no poseen formación técnica-económica. “En el caso del TLC, además de que el documento al que tuvimos acceso estaba en inglés, tampoco conocíamos las verdaderas intenciones del Gobierno, aunque de alguna manera logramos conocerlo y analizarlo a través del economista”. En la misma línea, la Directora Ejecutiva de ORMUSA, y luego con irmado en un grupo focal, agrega que existe poca inserción de las mujeres incluso del movimiento feminista al debate económico y menos si es público; pareciera, incluso, que hay cierto temor a involucrarse en estos temas –hay pocas profesionales de la economía dentro del Movimiento de Mujeres–, es como un área masculinizada; se ha dejado el análisis económico, aparte del tema laboral, como una habilidad de hombres, pero que afecta directamente a las mujeres. Falta más movilización, más presencia de las mujeres para demostrar visiblemente su oposición a las políticas y proyectos que no las bene ician. La aprobación y vigencia de leyes para detener la movilización social, como la Ley Antiterrorista, representa una amenaza para la libre expresión y el derecho de manifestarse de la ciudadanía, ya sea a favor o en contra de las políticas del Estado. Medidas de este tipo fomentan la cultura del miedo por parte del mismo gobierno. La carga económica hace priorizar la supervivencia, mani iesta especialmente a través de las altas tasas de emigración, debido a que las personas no encuentran oportunidades laborales y de desarrollo en su país natal. Según una investigación de Las Dignas, el 80% de las mujeres no se orga-
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nizaría para defender sus derechos “esa barrera la enfrentamos todas las organizaciones de mujeres, Ellas temen que las apresen e incluso que las asesinen, ya que es preocupante el alto índice de feminicidios”, declaró la entrevistada. Síntesis Lo cierto es que a nivel de políticas públicas, se insiste en que se ha incorporado el enfoque de género, pero muchas veces no se expresa mediante las acciones prácticas de los Estados. Es solo mediante la presión de las organizaciones de mujeres que se incorporan algunos cambios –por muy mínimos que se consideren– en las instancias y políticas gubernamentales. Igual podría estar sucediendo en los procesos de integración centroamericana, que aunque se vislumbra cierta apertura, las organizaciones de mujeres aún no pueden dar cuenta de la situación real, porque es un tema casi inexplorado por estas; no obstante es tan importante que requiere de mayor atención e involucramiento. Su participación y escrutinio podría incidir de cierta manera para incorporar el enfoque de género en el proceso de integración centroamericano y crear los mecanismos necesarios, para que las propuestas de la sociedad civil y, particularmente de los movimientos de mujeres, sean tomadas en cuenta e incorporadas en el desarrollo del mismo. Una de esas medidas, sin duda sería la puesta en marcha de la Unidad Técnica de Género e Integración Económica en la SIECA, tal como se recomendó hace unos años. Lógicamente bajo el previo compromiso político de que esta tenga incidencia efectiva en la agenda de los mandatarios y en las negociaciones de tratados comerciales al interior o fuera de la región. Dado que persiste el desconocimiento, apatía y/o fundada descon ianza en los procesos y subsistemas de integración regional entre las organizaciones de mujeres, se vuelve aun más necesario el fortalecimiento, difusión e involucramiento de los movimientos de mujeres. Uno de ellos como se ha mencionado es el Consejo Consultivo del SICA, por ser este hasta ahora el espacio formal que promueve la participación y diálogo entre la sociedad civil, los gobiernos regionales y externos de la región.
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Es importante avanzar en el reconocimiento de los propios liderazgos y de las otras, así como fortalecer las coincidencias y reconocer las diferencias, particularmente en el abordaje de ciertos temas, entre ellos el que atañe a la presente investigación, lo cual ha in luido en la falta de impacto y posible incidencia, dentro del proceso de integración regional y los efectos de la apertura comercial. De igual manera es necesario rescatar la necesidad de generar mayor capacidad en las mujeres para el debate económico y laboral. Conviene traer a cuenta algunas recomendaciones previas para fortalecer la integración centroamericana y rede inir los temas de la agenda de dicho proceso, en el sentido de involucrar a toda la institucionalidad del SICA desde una visión estratégica global, es decir, la Corte Centroamericana de Justicia, Parlamento Centroamericano y de la misma Secretaría General, hacia las siguientes líneas: La región debe asumir su relación frente a otros países y la apertura con el mundo, tomando en cuenta las particularidades de sus naciones, su población y la desigualdad entre géneros y sectores sociales, partiendo de un enfoque de derechos humanos, equidad de género y protección de la clase trabajadora, especialmente de las mujeres. En el caso especí ico de El salvador, es el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), como el rector de la Política Nacional de la Mujer, y como parte del COMMCA, la instancia que en aras de propiciar mejores condiciones para el desarrollo integral de la mujer, debería promover su participación a través de las entidades gubernamentales involucradas en el proceso de integración regional (Ministerio de Trabajo, Ministerio de Economía, Ministerio de Hacienda, etc.) y, particularmente, en aquellas instancias donde se adoptan acuerdos que, siendo sobradamente de carácter económico, pueden vulnerar mucho más sus derechos laborales y humanos. Por tanto, la ausencia de las mujeres o el poco o nulo espacio para su participación en el proceso de integración centroamericana y en los tratados de libre comercio, no hace más que reiterar la urgente necesidad de revisar los reglamento de constitución y funcionamiento de la referida institución, con la inalidad de adecuarlos a las exigencias actuales y que al mismo tiempo responda a los propósitos de su creación. He ahí, por consiguiente, otro de los desa íos del Movimiento de Mujeres.
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El movimiento feminista ha demostrado interés porque se democraticen los espacios de participación y particularmente, porque se institucionalice realmente el enfoque de género en las instancias públicas. Ese debería ser un reto compartido por las organizaciones de mujeres y el ISDEMU, sin embargo ese escenario no parece estar cercano. A.5. Análisis de las estrategias de empoderamiento organizativo de las mujeres rurales, en el marco de la integración regional Institución responsable: IMU Investigadoras: Nancy Orellana, María Candelaria Navas Principales estrategias del movimiento de mujeres respecto a las mujeres rurales Teniendo conocimiento de que la labor realizada por la mayoría de las ONG de mujeres y feministas ha destinado importantes recursos inancieros, humanos y de gestión política para desarrollar proyectos productivos, crediticios y de capacitación en género dirigido a las poblaciones-meta con las cuales trabajan en el área rural, la siguiente exposición de estrategias no pretende enumerar las actividades y acciones realizadas a este respecto. El propósito es señalar las que pueden considerarse principales estrategias, porque revisten un alcance más allá de atender a un grupo de mujeres bene iciarias a través de iniciativas o apoyos de tipo económico o relacionados con la disminución de la carga doméstica. Se trata de retomar aspectos clave de estrategias que, impulsadas en y desde el área rural, han tocado la organización de la propiedad, la socialización del conocimiento y la democracia participativa, promoviendo o acompañando la organización y/o accionar de las mujeres rurales. a) Tierra La reivindicación de la propiedad de la tierra ha igurado entre las prioridades de, al menos, dos de las organizaciones del movimiento de mujeres y feminista conocidas en este estudio: Las Dignas y el IMU. También ha sido re-
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tomada en las Plataformas Electorales que han contado con un signi icativo nivel de consenso e incidencia política, en los últimos años. Vale la pena señalar que se parte de la constatación de que esta reivindicación no ha estado al margen de la pretensión de contribuir a una redistribución de la tierra, pero desde una perspectiva de género, en la superación de las condiciones de desigualdad socioeconómica, y no solamente como un instrumento de reparto de recursos para la sobrevivencia y la pretendida generación de capacidades productivas en el área rural. Sin embargo, la cuestión de la tierra iguró como estrategia de organización y acción reivindicativa prácticamente solo en la etapa de reconstrucción nacional (1992-1997) y su contexto inmediato. No signi ica esto que se dejó excluida de las demandas presentadas sobre la condición y posición de las mujeres rurales, pero sí se perdió beligerancia con relación a la importancia concedida en el marco de las mismas, coincidentemente durante los períodos de retroceso del Sector Agropecuario y Rural y del nuevo posicionamiento de este en la lógica económica y de desarrollo nacional. De esta forma, e inaugurando la acción estratégica en esta temática, Las Dignas realizan una destacada labor en cuanto a asegurar el reconocimiento y la mayor inclusión de las mujeres excombatientes en la población bene iciaria del Programa de Transferencia de Tierras (PTT), diseñado para el reparto y entrega de parcelas para la reinserción84. Lograr que, al menos, poco más de una tercera parte fueran mujeres se debió, precisamente, a un conjunto de gestiones y negociaciones impulsadas desde Las Dignas en apoyo al acceso femenino a la propiedad y uso de la tierra, dentro de la campaña nacional que se denominó: “Discriminación contra las Mujeres en las Transferencias de Tierras.”85 A principios de los años noventa, se conformó la Concertación de Mujeres por la Paz, la Dignidad y la Igualdad que convocó a un espacio de coordinación que terminó dando vida a la iniciativa denominada Mujeres 9486, que 84 Hay que recordar que Las Dignas nacen como movimiento organizaƟvo en 1990. 85 Navas, María Candelaria. Mujer rural, acceso a la Ɵerra y empoderamiento en El Salvador, Fundación Nacional para el Desarrollo (FUNDE), Serie AVANCES No.4, San Salvador, El Salvador, junio de 1999, Pág. 20. 86 Que se autodefinió como: “una iniciaƟva pluralista e independiente que busca hacer oír por primera vez en el campo políƟco, las reivindicaciones impostergables de las mujeres. Mujeres 94
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presentó públicamente, en esas fechas, la Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas que planteó, entre los principales problemas del diagnóstico de la situación de las mujeres en El Salvador, la exclusión del acceso a la tierra y el crédito en los procesos de reforma agraria implementados, mientras que entre las reivindicaciones, se incluyó: la número 6 referida a la promoción “de la investigación para el uso de tecnologías que no dañen el medio ambiente y resuelvan realmente los problemas técnicos productivos y administrativos de las mujeres.”87 Además, en el apartado del área económica, se retomaron también demandas relacionadas con la tierra y las trabajadoras campesinas (B. iii)88, así: “20. Que se otorguen en propiedad tierras a las mujeres campesinas sin requisitos discriminatorios. 21. Implementación de programas especiales de capacitación en gestión inanciera, administración cooperativa y empresarial, y técnicas de producción agropecuaria. 22. Que a las mujeres campesinas se les garantice el acceso al crédito en condiciones adecuadas. 24. Que las mujeres ex–combatientes campesinas y tenedoras en las ex–zonas conlictivas sean incluidas en el inventario de tierras”.
Finalmente, en el apartado del área jurídica se planteó como reivindicación, lo relacionado al Derecho Agrario, en los siguientes términos89: “68. Que en el Código Agrario se garantice el acceso de las mujeres a la propiedad de la tierra”.
Según algunos estudios, Mujeres 94 y la Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas resultado de su capacidad de actuación colectiva se concibieron “como un instrumento de empoderamiento que favorecía a los esfuerzos organizadefiende los intereses prácƟcos y estratégicos de las mujeres, a la vez que pretende aportar nuevos elementos de debate para la democraƟzación de la sociedad salvadoreña…”. Lo anterior, fue el resultado de una experiencia creada también “por primera vez”, a parƟr de la reunión de “una amplia gama de organizaciones y grupos de mujeres, así como mujeres independientes, campesinas, especialistas del tema, profesionales, mujeres del sector informal, trabajadoras urbanas”, que durante 8 meses trabajaron en conjunto para idenƟficar sus necesidades y demandas. Ver: Separata Mujeres 94. Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas, agosto 1993, págs.1 y 2, así como: IniciaƟva de Mujeres por la Igualdad en la ParƟcipación PolíƟca. Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas 1997-2000, Las Dignas, San Salvador, 10 de marzo de 1997, Pág. 3. 87 Separata Mujeres 94. Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas, Op.cit., págs.3 y 5. 88 Ibid, págs.6 y 7. 89 Ibid, pág.11.
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tivos del movimiento de mujeres salvadoreño, su capacidad de movilización como fuerza político social y como parte del proceso de concientización y educación hacia toda la sociedad, pero con prioridad hacia las mujeres”90. Pese a ello, se reconoció también que, entre las di icultades que mostró esta experiencia se encontró “la imposibilidad de promover y lograr una mayor presencia de mujeres de todos los sectores sociales en la construcción de la plataforma”. De hecho, en las recuperaciones históricas de esta iniciativa no se identi ican claramente organizaciones de mujeres rurales91. Con relación a dicho Código, su propósito ha sido resumido señalando que ha “cimentado los derechos a la tierra, el trabajo remunerado, la organización sindical y cooperativa, los créditos, la asistencia técnica, la educación, la salud, la vivienda digna, y la redistribución de tierras por medio de una reforma agraria, así como insistiendo en el cumplimiento de las obligaciones del Estado”92. Los esfuerzos alrededor de este marco legal se ubicaron, sin embargo, sobre todo entre 1998 y 1999 –incluyendo una serie de estudios y acciones sobre la seguridad jurídica en el agro–, involucrando en ellos a profesionales especialistas en la materia para la fundamentación jurídica y el soporte social del mismo. Y, de acuerdo al IMU, tales esfuerzos resultaron “del permanente trabajo de investigación, consulta y divulgación que caracteriza al IMU en su accionar en torno a la opción preferencial por las mujeres rurales, así como a la amplia participación de mujeres y hombres de todos los sectores de la sociedad civil y política…”93. En el ámbito de la actuación conjunta y después de un período considerado como de “dispersión y debilidad” del movimiento de mujeres al no haber “acciones conjuntas ni propositivas”94, se elabora la Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas 1997-2000, lanzada en marzo de 1997, como un esfuerzo de revisión de cumplimiento y actualización de la Plataforma de las Muje90 De Fries, citada por Domínguez Magaña, Liza. De acciones de mujeres…, Op.cit., págs.76-77. 91 Ibid, Págs. 75-79. 92 Burns, Alison Teresa. El Enfoque de Desarrollo basado en los Derechos a la luz de la prácƟca: El Caso de los Círculos de Estudio entre Mujeres en El Salvador, InsƟtuto de InvesƟgación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer (IMU), San Salvador, El Salvador, mayo 2006, Pág. 22. 93 InsƟtuto de InvesƟgación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer (I.M.U.). La perspecƟva de género…, Op.cit., sin numeración. 94 Domínguez Magaña, Liza. De acciones de mujeres…, Op.cit., Pág. 78.
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res Salvadoreñas de 1994, de cara a de inir nuevas reivindicaciones de parte de organizaciones miembras del movimiento amplio de mujeres y feminista, esperando que el mismo trascendiera “hacia la identi icación de nuestra agenda permanente y de los mecanismos necesarios para darle seguimiento, a través de múltiples acciones que garanticen el logro del mayor número de demandas hacia el año 2000”95. Una vez más, en el diagnóstico de la situación económico se señaló la exclusión de las mujeres del acceso a la tierra y al crédito re iriendo explícitamente los limitados alcances de la reforma agraria y del programa de transferencia de tierra al respecto96. Se presentaron reivindicaciones, prácticamente redactadas en los mismos términos que tres años atrás: la número 6 se re irió nuevamente a la promoción “de la investigación para el uso de tecnologías que no dañen el medio ambiente y resuelvan realmente los problemas técnicos productivos y administrativos de las mujeres.”97 No se introdujeron cambios signi icativos en el apartado del área económica y trabajo, demandando, de nueva cuenta98: “19. Que se otorguen en propiedad tierras a las mujeres campesinas sin requisitos discriminatorios. 20. Implementación de programas especiales de capacitación en gestión inanciera, administración cooperativa y empresarial, y técnicas de producción agropecuaria. 21. Que a las mujeres campesinas se les garantice el acceso al crédito en condiciones adecuadas 33. Revisar las leyes de propiedad de la tierra para garantizar que las mujeres rurales tengan acceso igualitario a este recurso99”.
Finalmente, en el apartado de Legislación, se retomó nuevamente lo relacionado al Derecho Agrario, también con idéntica redacción100: “95. Que en el Código Agrario se garantice el acceso de las mujeres a la propiedad de la tierra”. 95 IniciaƟva de Mujeres por la Igualdad en la ParƟcipación PolíƟca. Plataforma…, Op.cit., Pág. 4. 96 Ibid, pág.5. 97 Ibid, Pág. 9. 98 Ibid, Pág. 10. 99 Para esta fecha, la reivindicación específica en torno a las deficiencias del PTT para asegurar el acceso de mujeres rurales a la Ɵerra, se abandonó y parece haberse concebido incluida en los numerales 19 y 33. 100 Ibid, Pág. 14.
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Habiendo sido archivada esta última iniciativa legislativa, todavía en el 2002 –en el contexto de la celebración de diez años de la irma de los Acuerdos de Paz–, cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró su cumplimiento, el IMU envió una comunicación a la Secretaría General del organismo expresándole la ausencia aun de un Código Agrario, como estaba estipulado en el texto de los Acuerdos, aun cuando las organizaciones de mujeres habían presentado una propuesta en este sentido. A nivel parlamentario, ocurrió un desgaste del cabildeo político ante los cambios que, cada tres años, sucedían en los miembros y miembras de la comisión legislativa de trabajo respectiva, frente a quienes había que retomar, desde el principio, las gestiones en torno al anteproyecto del Código. Posterior a ello, disminuyeron signi icativamente las estrategias individuales y colectivas de las ONG del movimiento amplio de mujeres y feminista en torno a la reivindicación de la tierra, aunque persistieron iniciativas, de naturaleza más académica e investigativa, en torno a contribuir, más bien, a visibilizar la realidad de las mujeres rurales y cómo su persistente situación de subordinación y empobrecimiento en relación a su nulo o de iciente acceso a la tierra, condiciona efectivamente sus posibilidades de empoderarse personal y organizativamente101. b) Acceso a crédito e insumos Para ORMUSA el proyecto de créditos que desarrolló a principios de los noventa, aun con pocos recursos, permitió una relación de fortalecimiento con la organización y los grupos de autoayuda de las mujeres, a través de la subvención que facilitaba el mismo crédito otorgado. En el caso del IMU, entre sus primeras iniciativas de crédito ligadas al empoderamiento organizativo de las mujeres, se menciona en 1995 la implementación de un Programa Crediticio al Área rural para el desarrollo de las actividades productivas en las áreas de Agricultura y Comercio, a través de las Organizaciones Comunales. Ya para los primeros años del nuevo siglo, el apoyo con fondos rotativos de crédito a organizaciones de mujeres rurales y suburbanas, fue una estrategia para alentar su fortalecimiento organizativo, como ocurrió con la Aso101 Se cuentan entre tales iniciaƟvas la siguiente: Navas, María Candelaria. Mujer rural…, Op.cit.
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ciación de Mujeres para un Futuro Mejor (AMFM) –después constituidas en la Asociación de Desarrollo Comunal de Mujeres para un Futuro Mejor (ADESCOMFM)– del municipio de El Refugio, en Ahuachapán. De acuerdo a su valoración de la experiencia, tales préstamos fueron acompañados de conocimientos, habilidades y estructuras operativas ligadas a la Asociación para su manejo, así como de garantías dispuestas a su alcance, destinándose a pequeños negocios o ventas para la generación de ingresos; sin embargo y pese a ello, no dejaron de encontrarse importantes obstáculos tanto para aplicar adecuadamente las capacitaciones recibidas como en la cancelación de los montos recibidos, especialmente después de la dolarización de la economía, lo que comenzó a generar pérdidas, deserciones, descon ianza y descontento102. Lo importante es que dicha experiencia continuó y se habría ido logrando la cancelación de créditos en varias rondas. Por su parte y sobre todo a raíz de los terremotos de 2001, Las Dignas promueve entre las asociaciones de mujeres en sus territorios de in luencia organizativa, la constitución y funcionamiento de “fondos semilla”, bajo la lógica de préstamos rotativos y con estructuras directivas y asambleística, así como de instancias de seguimiento a los créditos, dirigidos especialmente a “mujeres pobres dedicadas a la agricultura de subsistencia, a la venta informal y amas de casa”103. Con buena parte de ellos, se pudo avanzar en la creación de una cultura de pago (recuperación), al mismo tiempo que brindaron recursos, tanto para la sobrevivencia familiar –a través de mejorar cultivos o criar animales domésticos–, como para desarrollar actividades propias de las organizaciones locales de mujeres. La sistematización de esta experiencia habría concluido en lo que consideró un fortalecimiento de los tres niveles de empoderamiento de las mujeres involucradas en esa experiencia: en lo personal, dentro de su familia y en la comunidad104. Zenaida Joachín, de Las Dignas, describe que, en los últimos cinco años, se han vinculado en dos cosas: por un lado, en la demanda especí ica del derecho al agua en las comunidades rurales, ya que su desabastecimiento es una de las problemáticas más crueles que implica para las mujeres también situaciones de inseguridad, cansancio ísico y duplicación de tareas domésticas. Por otro lado, se ha estado trabajando en el acompañamiento para fortalecer algunas 102 Ver: Burns, Alison Teresa. Nuestras Historias…, Op.cit., págs.34-40. 103 Las Dignas. Construyendo ciudadanía…, Op.cit., Págs. 22 y 23. 104 Ibid, Pág. 24.
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iniciativas económicas que desarrollan algunos grupos de mujeres rurales, especí icamente en el municipio de Berlín; iniciativas como la elaboración y venta de quesadilla, productos de reciclaje y artesanía, en un esfuerzo –que todavía no toma forma totalmente– que persigue la posibilidad de generar y fortalecer las capacidades de desarrollo de las iniciativas económicas a nivel local con la idea de ver cómo se fortalece el desarrollo interno. c) Vivienda A principios de los años noventa, como ya se mencionó, se presentó públicamente la Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas que planteó, entre los principales problemas en la situación de las mujeres en El Salvador, la exclusión del acceso a la tierra y el crédito en los procesos de reforma agraria implementados, mientras que entre las reivindicaciones, se incluyó: la número 6 referida a la promoción “de la investigación para el uso de tecnologías que no dañen el medio ambiente y resuelvan realmente los problemas técnicos productivos y administrativos de las mujeres”, así como la número 46 sobre el “Acceso a la vivienda para las mujeres del campo y la ciudad, con especial atención a las mujeres jefas de familia”105. En torno a la vivienda, se modi icó la demanda precedente –tres años atrás– de promover el acceso a la misma de parte de las mujeres del campo y la ciudad, y se plantearon dos exigencias concretas: la de “instalación de servicios básicos tanto en las zonas urbano-marginales como en las zonas rurales” (numeral 68), así como la de “Erradicación de las políticas de desalojo en las zonas urbano marginales y rurales si no se tiene una solución digna que sea convenida con la comunidad” (numeral 69)106. Posterior a ello, sin embargo, no se conocen estrategias del movimiento amplio de mujeres y feminista que retomen otros aspectos relacionados con la dotación de servicios básicos asociados a la vivienda y desarrollo rural, como lo que planteara en entrevista América Romualdo de Las Dignas: la intervención en áreas rurales se hace con una visión de desarrollo de ciudad. “Cuesta pensar –sostiene– cómo a las personas del área rural le llegan esos servicios y cómo también les llegan los recibos, si muchas veces sus ingresos no son en efectivo”. 105 Ibid, Págs. 3, 5 y 9. 106 IniciaƟva de Mujeres por la Igualdad en la ParƟcipación PolíƟca. Plataforma…, Op.cit., Págs. 9, 10 y 13.
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d) Educación y salud Dada la coyuntura existente en torno al sistema nacional de salud, como parte de la acción conjunta del movimiento amplio de mujeres y feminista, a través de la Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas 1997-2000, se incluyó en ese contexto entre las reivindicaciones referidas a esta área, las siguientes: “63. Que no se privaticen los servicios de salud y que por el contrario, estos se amplíen sobre todo en el área rural. 64. Que el Ministerio de salud capacite y contrate a las parteras especialmente en las áreas rurales que no están cubiertos (sic) por el sistema de salud”107.
Como estrategia colectiva, sin embargo, no se le dio mayor seguimiento a la consecución de tales demandas, después de su planteamiento y exigencia públicamente. En el plano de la acción institucional individual, Las Dignas han realizado acciones de difusión y debate referidas a la salud de las mujeres, en el marco de procesos nacionales e internacionales que tienen un impacto signi icativo en ella, tales como la reforma del Sector Salud en nuestro país, como los efectos asociados a la globalización108. En el nivel local o municipal, se han acompañado jornadas o campañas, entre ellas: toma de citología y tratamiento de ITS. Respecto a la educación, se ha elaborado un diagnóstico del nivel educativo de las mujeres y una propuesta de alfabetización dirigida a mujeres en cuatro municipios: Santa Marta (Cabañas), San Salvador, Zacatecoluca (La Paz) y Tecoluca (San Vicente)109. Algunos apoyos de las ONG de mujeres se han dirigido a contribuir al ingreso de las mujeres, vía el mecanismo de evitar gastos familiares, cuando el IMU facilitó a ADESCOMFM becas para algunas hijas de socias, con lo que se les brindó un apoyo inanciero puntual para cubrir las necesidades de educación y salud de las niñas restándole presión al presupuesto familiar de las socias, al mismo tiempo que se aseguró su capacitación en autoestima; pero 107 IniciaƟva de Mujeres por la Igualdad en la ParƟcipación PolíƟca. Plataforma…, Op.cit., Pág. 12. 108 Las Dignas. Memoria de Labores 2003, Págs. 13 y 15. 109 Las Dignas. Memoria de Labores 2005, Pág. 10.
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este proyecto no tuvo continuidad110. Similar experiencia ocurrió con AMUDESCO111. Las Dignas también habrían brindado becas a niñas y mujeres pertenecientes o relacionadas a las organizaciones de mujeres rurales a las que se ha dado acompañamiento y apoyo. Por su parte, el MSM elaboró en 1996 cartillas de alfabetización para adultos y adultas con tres módulos denominados: “Cuando las letras hablan… ”112. Cada uno de ellos, contiene un lenguaje e ilustraciones que retoman la cotidianeidad rural de hombres y mujeres como medio para promover la experiencia de concientización, organización y empoderamiento desde la vivencia marcada por la ruralidad. El abordaje es, además, incluyente de la realidad de mujeres rurales pero también de los hombres. e) Capacitación Los alcances de las capacitaciones impartidas, en términos cuantitativos, aparecen como muy pequeños y se han dirigido preferentemente a mujeres líderes y/o en cargos o con responsabilidades claves en instituciones públicas y municipales, en temáticas como derechos sexuales y reproductivos, participación política, resolución de con lictos, violencia intrafamiliar y de género, entre las más destacadas. Lo anterior, porque se ha considerado que uno de los obstáculos más fuertes siempre es la sobrecarga doméstica y las di icultades que enfrentan las mujeres para salir de sus hogares y lo que para ellas puede implicar atender a su familia, pero también la falta de educación (por ejemplo, el tema de la no lectura-escrita) y el analfabetismo que las mujeres sienten y lo viven como un obstáculo fuerte para poder desenvolverse mejor. Zenaida Joachín de Las Dignas, agrega a las anteriores, los celos, los condicionamentos y las limitantes que impone a las mujeres no poder salir, relacionados con el tema planteado por muchas mujeres como di icultad referida a sus compañeros de vida. Cabe mencionar, sin embargo, desde el punto de vista cualitativo, que en el caso de Las Dignas, por ejemplo, en sus acciones de alfabetización econó110 Ibid, Págs. 48-50. 111 Ibid, Pág. 67. 112 Grupo ALFIN-MSM-ASDI. CarƟlla de AlfabeƟzación para adultos y adultas. Módulo No.1: Derechos Humanos, San Salvador, El Salvador, 1996; Grupo ALFIN-MSM-ASDI. CarƟlla de AlfabeƟzación para adultos y adultas. Módulo No.2 Organización y Poder y Módulo No.3: Medio Ambiente y Desarrollo, San Salvador, El Salvador, 1997.
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mica se habrían incluido jornadas que tocan temáticas relacionadas con la economía, el poder, los derechos, el comercio y el modelo económico y las iniciativas y proyectos referidos al DR-CAFTA y al PPP113. Las mismas se han concentrado hacia comunidades y organizaciones de San Salvador y Cuscatlán (Suchitoto), aunque han incluido mujeres rurales trabajando en ONG, sindicatos y entidades mixtas. Otras acciones en el área de capacitación han sido las dirigidas a las asociaciones de mujeres legalmente constituidas a nivel local o territorial, en temáticas como teoría de género, desarrollo local, legislación y competencias municipales. El IMU ha tenido su experiencia de capacitación en temáticas formativas prácticamente en los mismos departamentos y a veces hasta en los mismos municipios atendidos por Las Dignas, como ha ocurrido en San Salvador y en Suchitoto (Cuscatlán). Las comunidades atendidas sí suelen ser diferentes. El MSM y AMS han coincidido también en sus propósitos y enfoques para la formación de liderezas en el área rural, incluso con organizaciones mixtas de desarrollo que también tienen su ámbito de in luencia organizativa en algunas zonas. Como parte de ello, por ejemplo, habrían realizado una labor de cara a “la construcción de un tejido organizacional de mujeres donde lo fundamental es la formación de nuevos liderazgos femeninos en el ámbito local, de forma de garantizar una herencia generacional entre las mujeres” con las que habrían venido trabajando desde sus inicios114. Resultado de esta experiencia fue la elaboración conjunta de un Manual para la Formación de Mujeres Liderezas para el Ejercicio de la Ciudadanía, en 2005, que presentado en una versión popular y accesible, se basó en una construcción teórica sobre las vivencias de liderezas rurales de diferentes municipios. El empoderamiento colectivo y transformador igura entre las temáticas que sintetizan el proceso formativo. Previamente, desde 1997, el MSM también utilizó material de capacitación contenido en tres Cuadernos que constituyeron una serie temática, a través del desarrollo de actividades conducidas por lo siguiente: “Diferentes sí, des113 Las Dignas. Memoria de Labores 2003, Pág. 7. 114 Asociación para la Autodeterminación y Desarrollo de Mujeres Salvadoreñas, CRIPDES y MSM. Manual para la Formación de Mujeres Liderezas para el Ejercicio de la Ciudadanía, Primera Edición, San Salvador, 2005, Pág. 3.
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iguales no” (primer cuaderno), “Mi historia, tu historia” (segundo cuaderno) y “Género en Camino” (tercer cuaderno). Si bien su contenido, ilustraciones y población-meta no se limitó a la experiencia de mujeres rurales, se retomaban muchas de sus problemáticas, escenarios y realidades propias, lo que le constituía en una importante herramienta de capacitación para la organización. Por su parte, desde el año 2002, el IMU habría puesto especial énfasis en los Círculos de Estudio de la Mujer (CEM), capacitando en el conocimiento y defensa de sus derechos humanos a mujeres líderes –en su calidad de coordinadoras de cada CEM– preparadas como multiplicadoras en sus propias comunidades; acción que se ha realizado en San Salvador, convocando inicialmente a mujeres de varios municipios de in luencia (Ahuachapán, Chalchuapa en Santa Ana y San Marcos, en San Salvador), con temas priorizados para desarrollarse115. En el caso de los dos primeros, el per il de las participantes ha sido rural, mientras que en el último, ha sido de mujeres urbano marginales, pero todas ellas, perteneciendo a iniciativas por organizarse y movilizarse colectivamente con proyección a conformar asociaciones de mujeres con personería jurídica116. El objetivo de los CEM se habría planteado como: “promover espacios para que las mujeres se reúnan, re lexionen sobre su lucha diaria, analicen su posición de discriminación, aumenten el conocimiento de sus derechos, incrementen su autoestima, y se movilicen para defender sus derechos mediante la acción colectiva”117. Respecto a esta estrategia, se ha señalado además, que “Aunque se espera que este proceso de organización y movilización conduzca a un incremento de la participación de las mujeres en la toma de decisiones a nivel local, y por lo tanto, que contribuya a la transformación de la sociedad salvadoreña, el proceso de aprendizaje en sí mismo también está altamente valorado”118. Los CEM contabilizaron, en 2006, la participación de unas 500 mujeres en 10 municipios, algunas ya organizadas en asociaciones legalizadas y otras 115 Para una profundización al respecto, consultar: Burns, Alison Teresa. El Enfoque de Desarrollo…, Op.cit.. 116 Ibid, Págs. 26 y 27. Como parte del proceso impulsado por los CEM, por ejemplo, en Ahuachapán, mujeres de tres Círculos formaron la Asociación de Derechos Humanos de la Mujer (ADEMUJER), pretendiendo posicionarse como organización de mujeres con personería jurídica. 117 Ibid, pág.24. 118 IMU (2003) citado por Burns, Alison Teresa. El Enfoque de Desarrollo…, Ibid.
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en proceso de obtención de su personalidad jurídica, pero coincidiendo en la gestión de proyectos –especialmente económicos– ante sus respectivas autoridades municipales119. Al mismo tiempo, el IMU ha impulsado como estrategia la formación de mujeres como Defensoras Populares120, llegando a diseñar y a aplicar –resultado de este esfuerzo– un Modelo de Organización e Incidencia Ciudadana para el combate de la violencia intrafamiliar y genérica, que fue construido después de un proceso de capacitación recibido, conjuntamente con instituciones y autoridades locales de los municipios donde se focalizó el mismo121. Las mujeres capacitadas han pertenecido especialmente a dos asociaciones legalmente constituidas, AMUDESCO (Suchitoto) y Asociación de Mujeres de San Marcos (ASMUSAM) (San Marcos) y han constituido estructuras que especi ican su labor: Comités de Defensoras Populares122. A través de este mecanismo se habría buscado fortalecer su autoestima, conocimiento y liderazgo en sus comunidades, mediante ocho jornadas de estudio de 6 horas cada una, al inicio de la experiencia, al mismo tiempo que el IMU logró aportar institucionalmente al abordaje municipal del tema123. Ampliada a cinco municipios del país, el trabajo de las Defensoras impulsó una campaña denominada: “Defensoras Populares por una Sociedad sin Violencia” y, posteriormente, a nivel nacional, se sumó a una estrategia de prevención de la violencia de género llamada: “Entre Vos y Yo, una Vida Diferente”124, promovida conjuntamente con AMS, MSM y otras organizaciones feministas y mixtas, cuyo alcance fue más bien nacional y con fuerte énfasis hacia la institucionalidad estatal125. f) Oportunidades de trabajo y/o generación de ingresos En la estrategia colectiva del movimiento amplio de mujeres y feminista alrededor de Mujeres 94 y de su Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas, se 119 Ibid, Pág. 76. 120 Uno de sus antecedentes, de hecho, fue la experiencia de los CEM. Ibid, Págs. 45 y 75. 121 InsƟtuto de InvesƟgación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer. Defensoras Populares…, Op.cit., Pág. 8. 122 Ibid, Pág. 15. 123 Ibid, Págs. 20, 22, 30 y 31. 124 Burns, Alison Teresa. El Enfoque de Desarrollo…, Op.cit., Pág. 75. 125 AMS y otras organizaciones. SistemaƟzación sobre “Campaña de prevención de la violencia de género”. San Salvador, febrero 2005.
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incluyó entre las reivindicaciones, el diseño e implementación de políticas de generación de empleo y oportunidades laborales para las mujeres tanto en el campo como en la ciudad126, pero de manera más especí ica, en cuanto área económica, se destinó un apartado exclusivo que recogió las demandas de las trabajadoras campesinas (B.iii)127, así: “19. Establecer mecanismos que posibiliten la participación de las organizaciones de mujeres rurales en el diseño de las políticas agrarias, en el control y seguimiento de su ejecución y en la formulación de propuestas que las bene icien… 23. Creación de servicios sociales colectivos que alivien la carga doméstica de las mujeres en el campo. 25. Oportunidad de que las mujeres jornaleras se inscriban individualmente en las planillas, para que puedan recibir en propio el pago de su trabajo. 26. Aplicación para las jornaleras del principio igual salario por igual trabajo. 27. Creación de una O icina de las Mujeres en el Ministerio de Agricultura y Ganadería que vele por los derechos de las mujeres campesinas. 28. Creación de secretarías de las mujeres en los consejos de administración de las cooperativas”.
Tres años después, en el contexto del lanzamiento de la Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas 1997-2000, estas reivindicaciones se volvieron a exponer, introduciendo pocos cambios pero signi icativos128: “18. Establecer mecanismos que posibiliten la participación de las organizaciones de mujeres rurales en el diseño de las políticas agrarias, en el control y seguimiento de su ejecución y en la formulación de propuestas que las bene icien. 22. Creación de servicios sociales colectivos que alivien la carga doméstica de las mujeres en el campo. 23. Obligatoriedad de que las mujeres jornaleras se inscriban individualmente en las planillas, para que puedan recibir en propio el pago de su trabajo. 24. Aplicación para las jornaleras del principio igual salario por igual trabajo. 25. Creación de Secretarías de las mujeres en los consejos de administración de las cooperativas. 38. Que se creen urgentemente centros de capacitación para mujeres en el área rural” (las cursivas no corresponden al original).
Se eliminó la petición de contar con una O icina de las Mujeres en el Ministerio de Agricultura y Ganadería encargada de velar por los derechos de las mujeres campesinas. 126 Separata Mujeres 94. Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas, Op.cit., Págs. 5-7. 127 Los numerales 20, 21, 22 y 24 ya fueron citados en el literal referido a Ɵerra. 128 IniciaƟva de Mujeres por la Igualdad en la ParƟcipación PolíƟca. Plataforma…, Op.cit., Págs. 10 y 11.
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No se ha desarrollado otro esfuerzo conjunto por retomar la situación laboral y de ingresos de las mujeres rurales, de tanta envergadura como los de los años 1994 y 1997. Desde el año 2003, resulta evidente que la creación de oportunidades de trabajo y generación de ingresos no es un eje prioritario de Las Dignas, en su quehacer institucional. En el caso del IMU, las oportunidades de generación de ingresos han cubierto a pocas mujeres rurales pero se han inscrito en el marco de la atención de su situación económica como liderezas y/o miembras de las asociaciones acompañadas, aparejada a la expectativa de su crecimiento y constitución en una iniciativa con mayor alcance (como constituir talleres de costura). Así, por ejemplo, a partir de 2003, siete socias de ADESCOMFM, del municipio de El Refugio, en Ahuachapán, recibieron apoyo para iniciar un proyecto de panadería, que les signi icó gestiones con la alcaldía para obtener un terreno en comodato y construir el local, así como contar con capacitaciones –que fueron impartidas por el INSAFORP y la Asociación Scout– y tener un lugar para recibirlas, así como la búsqueda y solicitud de inanciamiento a agencias cooperantes129. Para el 2005, se logró el local, pero no la maquinaria y las herramientas. Junto a esta iniciativa, también el IMU respaldó a ADESCOMFM para capacitar mujeres que se dedicarían a la sastrería y la costura, pero el monto destinado resultó insu iciente, quedaron fueran algunas interesadas porque no sabían leer y escribir, además de que el tiempo que les demandó capacitarse les generó problemas de sobrecarga doméstica y en su salud130. La experiencia trató de continuarse gestionando un proyecto propio de la Asociación que, sin embargo, no ha podido ser concretado aún. Como ya se señaló previamente, en otros casos, la capacitación técnica se ha dirigido a apoyar el ingreso de las mujeres, vía el mecanismo de evitar gastos familiares, como ocurrió con la asistencia técnica y semillas que brindó el IMU a AMUDESCO para desarrollar un huerto casero de hortalizas. Esta iniciativa, sin embargo, no tuvo sostenibilidad y inalizó al poco tiempo. Una 129 Ver: Burns, Alison Teresa. Nuestras Historias…, Op.cit., Págs. 50-59. 130 Ibid, Págs. 43-46.
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situación parecida ocurrió con el funcionamiento de un chalet, para el cual fueron capacitadas algunas socias, en seis jornadas sobre temas de administración. g) Ciudadanía La mayoría de experiencias organizativas y reivindicativas de las mujeres rurales, es resultado de procesos previos de capacitación en género desarrollados por las ONG de mujeres del movimiento, en sus zonas de in luencia. En sus inicios, las mujeres rurales que fueron apoyadas en sus esfuerzos organizativos pudieron alcanzar importantes logros: desde ser reconocidas como referente, tanto en sus comunidades, frente a sus autoridades locales como ante la cooperación, hasta la consecución de varias de sus gestiones relacionadas con sus condiciones de trabajo, de acceso a servicios comunitarios, de participación e involucramiento en su municipalidad. A partir de mediados y inales de los noventa, la opción estratégica de las ONG de mujeres y feministas en lo comunitario o territorial, se ha traducido en apoyar los procesos propios de grupos ya constituidos, en aspectos como legalización, plani icación, estructura y estrategias para su funcionamiento, así como posicionamiento para su reconocimiento y/o actuación coordinada en la localidad, a través de plataformas, declaraciones o pronunciamientos. La recuperación y sistematización de sus experiencias, ha sido otro instrumento de apoyo organizativo y de plani icación al que se ha dado importancia estratégica, en función de fortalecer el accionar de las organizaciones a partir de lecciones aprendidas o logros y di icultades identi icados. Las Dignas, el IMU y el MSM han logrado, por ejemplo, respaldar procesos organizativos de mujeres que ahora cuentan, además de su personalidad jurídica, con reconocimiento en sus comunidades y municipios; entre ellas: • Asociación para el Desarrollo Integral de las Mujeres de Zacatecoluca. • Asociación de Mujeres para el Desarrollo Integral de las Mujeres de Jiquilisco (APADEIMJ). • Asociación de Desarrollo Comunal de Mujeres Activas por la Equidad de Género (ADCMAIG). • Asociación de Desarrollo Comunal de Mujeres para un Futuro Mejor (ADESCOMFM).
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• Asociación de Mujeres para el Desarrollo de la Ciudadela Guillermo Manuel Ungo (AMUDESCO). • Asociación de Mujeres de San Marcos (ASMUSAM). • Asociación de Mujeres de San Esteban Catarina (AMUSEC). Dirigir su apoyo económico y/o respaldo institucional a este tipo de esfuerzos, responde a la convicción de que la conformación misma de tales organizaciones legales es un logro importante, en la medida en que se constituye en una herramienta con la que “pueden formular sus acciones para la lucha y la defensa de los derechos de las mujeres, con una visión amplia de interlocución y alianza con otras mujeres del municipio”, al mismo tiempo que se consigue el reconocimiento de las autoridades de las comunas y su inclusión en la gestión municipal131. En función del propio proceso interno de las organizaciones legales de mujeres rurales, las ONG de mujeres y feministas consideran que favorece su empoderamiento y protagonismo de cara a su desarrollo132. De hecho, el MSM visualiza el escenario siguiente, como horizonte a alcanzar, en similares términos a los expuestos en el párrafo precedente: “Las mujeres con las que se trabaja han alcanzado un mayor protagonismo a nivel local y nacional, hacen gestión propia, desarrollan proyectos productivos sostenibles y están incidiendo en las políticas públicas con equidad de género”133.
Asimismo, se promueven las concertaciones, uniones o colectivos, tanto como la incorporación de organizaciones de mujeres rurales a estos espacios conjuntos ya existentes. Buena parte de estos, sin embargo, son de carácter institucional y urbano, como ocurre con la Alianza por los Derechos Sexuales y Reproductivos o el Comité Interinstitucional contra la Violencia Intrafamiliar del Municipio de Berlín (Usulután) promovidos por Las Dignas. El IMU, por su parte, logró promover un espacio amplio de participación de organizaciones de mujeres rurales, constituido desde su identidad como tales denominado, justamente, Mesa Permanente de Mujeres Rurales que tenía como antecedente la identi icación también de sus necesidades y demandas 131 Alvarado, Milagro. La parƟcipación políƟca de las mujeres y su aporte al desarrollo local en Jiquilisco, BoleƟna 2003, Órgano de divulgación del IMU, Pág. 12. 132 Movimiento Salvadoreño de Mujeres. 1988-2005…, Op.cit., Pág. 11. 133 Idem.
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propias en lo que fue la Plataforma de Mujeres Rurales, elaborada por liderezas capacitadas por el IMU en 1998. A esta fecha, sin embargo, las expectativas siguen siendo muchas pero el espacio se encuentra bastante diezmado por la debilidad organizativa, inanciera, programática y, probablemente, por el bajo per il alcanzado dado el desconocimiento de su labor y la poca visibilización de la misma, sus logros y resultados a la fecha. Actualmente, la Unión de Organizaciones Locales de Mujeres por la Democracia y el Desarrollo Local, aglutina una treintena de organizaciones de mujeres locales rurales y también urbanas134, representando entonces una experiencia con un matiz un tanto diferente, pues si bien amplía las alianzas también debe procurar un accionar lo su icientemente incluyente que visibilice las demandas propias de las mujeres rurales y no solo las que son comunes entre ellas y las urbanas. Pero, de acuerdo a la documentación revisada e información recopilada, en buena medida los espacios organizativos que se han fortalecido y apoyado en los últimos años –en especial, desde mediados y inales de la década de los noventa– no corresponden, preferentemente, a los de alcance local sino nacional e inclusive los internacionales, aunque los mismos se constituyan por mujeres con liderazgo o participación municipal y comunitaria, tales como la Asociación Nacional de Regidoras, Síndicas y Alcaldesas de El Salvador (ANDRYSAS) y la Red de Mujeres Municipalistas Centroamericanas, en el caso de Las Dignas. Cuando ocurre que la naturaleza de las organizaciones de mujeres rurales es municipal o más territorial (en lo rural), su alcance se ha mostrado con limitaciones –probablemente en razón de la complejidad de la problemática especí ica que han pretendido atender–, como habría ocurrido con la conformación de la Red Intermunicipal de Comités de Defensoras Populares, que iniciaron con un convenio entre dos comités municipales con proyección de expandirse135. O como se observa con las estrategias que han perseguido la consecución de objetivos relacionados con el fortalecimiento de la institucio134 Asociación Unión Salvadoreña de Organizaciones Locales de Mujeres por la Democracia, la JusƟcia Social y el Desarrollo Local con Equidad de Género y ColecƟva Feminista para el Desarrollo Local. Unión Salvadoreña de Organizaciones Locales de Mujeres por la Democracia, la JusƟcia Social y el Desarrollo Local con Equidad de Género. Planificador 2007. 135 InsƟtuto de InvesƟgación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer. Defensoras Populares…, Op.cit., Págs. 25, 27 y 41-43.
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nalidad del gobierno local referida a la promoción de la equidad de género, como ocurrió con la irma de un Protocolo de Compromisos Mínimos para el abordaje de la problemática de la violencia entre autoridades locales y organizaciones en el marco de dicha Red. Una importante virtud de estas dos últimas estrategias es que se ha favorecido que los grupos o comités de mujeres constituidos entren a dialogar y proponer con las esferas del Estado en un espacio común y/o compartido. En un sentido similar, el MSM y AMS –en el contexto de su participación en la Concertación de Mujeres– consideraron, a principios de 2003, que la reactivación y mayor promoción de la participación política de las mujeres podría lograrse a través de las políticas municipales de género “con el objetivo de contribuir a sentar las bases para el desarrollo sustentable con equidad de género para las mujeres del sector rural del país”, al lograrse la aplicación de acciones positivas dirigidas a la vigencia de sus derechos en el contexto del desarrollo comunitario en cinco municipios (urbanos y rurales) donde tendrían presencia institucional: Apopa y Santo Tomás (San Salvador), San Bartolomé Perulapía y Tenancingo (Cuscatlán) y Concepción Batres (Usulután)136. Sin embargo, se ha reconocido que las transformaciones y avances experimentados en la esfera de las municipalidades en materia de equidad de género, han enfrentado di icultades que, en gran medida, provienen de la persistencia de estereotipos y opiniones negativas provenientes de la misma población, especialmente de hombre. Las organizaciones locales/comunitarias de mujeres que han trabajado con las municipalidades han señalado, además, en diversas ocasiones, las di icultades y debilidades para que funcionen los mecanismos e instrumentos de género introducidos en las alcaldías, desde problemas de recursos hasta de voluntad política. 3.3. A manera de recapitulación Puede concluirse de lo expuesto que organizaciones del movimiento de mujeres y feminista consideran y asumen que sus estrategias incluyen, tá136 Concertación de Mujeres (MSM-REDES-FUNSALPRODESE-AMS-CRIPDES). Las PolíƟcas Municipales de Género, un mecanismo de parƟcipación políƟca y ciudadana de las mujeres. SistemaƟzación de 5 experiencias municipales, San Salvador, El Salvador, marzo de 2005, Pág. 3.
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citamente, entre sus poblaciones meta, participantes o bene iciarias, a las mujeres rurales y la defensa de sus derechos. De esta forma, no ven necesario expresarlo de manera explícita ni en su Misión, Visión u objetivos. La práctica muestra, sin embargo, que aunque buena parte de las mujeres que reciben la atención o coordinan con las ONG de mujeres y feministas son rurales, mucha de la incidencia más sistemáticamente desarrollada se queda en las áreas o problemáticas más bien urbanas, aun cuando las acciones se expandan al interior del país y salgan del AMSS. Es así como se observa, desde mediados de los noventa, un énfasis de las estrategias del movimiento por incidir en la institucionalidad del Estado, ya sea a través de la promoción de políticas y planes relativos a la equidad de género lo mismo que de medidas a irmativas dirigidas a las mujeres. Además, se ha promovido el involucramiento de funcionarias y funcionarios o personal de las entidades públicas, municipales, judiciales y del Ministerio Público en acciones individuales, o en redes, o coordinaciones, lo mismo que en actividades o intervenciones referidas a temáticas y problemáticas de las mujeres. Dichas entidades y profesionales del Estado, sin embargo, también tienen mayoritariamente un per il predominantemente urbano, con excepción de algunas concejalas. En este sentido, existe un expreso interés en el movimiento de mujeres y feminista por consolidar las condiciones de interlocución con los gobiernos municipales, de manera muy especial. Los esfuerzos más sostenidos e ingentes en los últimos años, sin embargo, se han concentrado privilegiando las capacidades del municipio (“dotándoles” de funcionarias o trabajadoras formadas en género, políticas institucionales, proyectos con presupuesto, y de mecanismos e instrumentos de seguimiento de medidas a irmativas) más que las capacidades de las propias mujeres organizadas que deben interlocutar con este. Por otra parte, las temáticas atendidas ciertamente son parte de la vivencia de las salvadoreñas de diferente o cualquier edad, zona de residencia, condición económica, estatus social, nivel educativo, involucramiento políticopartidista, etcétera. Nos referimos, por ejemplo, a la violencia intrafamiliar y de género, derechos humanos, participación ciudadana, salud sexual y reproductiva, economía y legislación, ente las más destacadas.
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Pese a ello, la especi icidad con que estas ocurren en el área rural ha sido poco visibilizada, o se concibe implícita en el abordaje de las estrategias de impacto nacional impulsadas o se ha atendido con menor relevancia respecto a las problemáticas referidas más al acontecer nacional. Para el caso, las trabajadoras agrícolas asalariadas (permanentes o temporales) se encuentran insertas en un mercado laboral altamente desregulado, con muy escasa o inefectiva protección institucional y una experiencia sindical prácticamente nula, todo lo cual no ha sido retomado aún, decididamente, en las estrategias del movimiento amplio dirigidas a la reivindicación y luchas sobre sus derechos. Ni siquiera recientemente, pese a los efectos de la migración, el rezago para superar la pobreza rural y la precarización de las fuentes de ingresos y de las oportunidades de trabajo de las mujeres en el campo o zonas peri-urbanas. Un caso similar ocurre con la atención y gestión de riesgos: el mapa nacional muestra serias vulnerabilidades en el área rural, permanentes (cada año, según estación) y coyunturales (por el cambio climático y otros fenómenos asociados). Pero los esfuerzos e iniciativas se han concentrado especialmente en el AMSS. Asimismo, en materia de violencia y salud sexual y reproductiva, los diagnósticos y estadísticas que re lejan la realidad rural, continúan sin ser privilegiados en investigaciones y registros, mientras que la problemática de la mortalidad materna o los atentados a la integridad y la vida, no se colocan como de especial sensibilidad entre las mujeres rurales. Ha ocurrido, además, que los procesos de ciudadanía y de defensa y ejercicio de derechos, como los asociados a la violencia intrafamiliar, han brindado a las mujeres el conocimiento jurídico y doctrinal sobre los mismos, así como herramientas para la denuncia y su reivindicación, según sea el caso. Pese a ello, no se ha apoyado la cali icación de su formación ni respaldado su necesidad de enlazar estos procesos con la coordinación y alianzas institucionales –públicas y privadas– requeridas en el nivel local, que permita a las mujeres lograr la mayor efectividad e, incluso, seguridad personal en el curso de sus gestiones y diligencias, así como la propia solución a sus problemas de sobrevivencia para dedicarse, voluntariamente, a este proyecto137. De esta forma, por ejemplo, liderezas de AMUDESCO, en su calidad de Defensoras Populares, al recuperar su experiencia habrían señalado que, aunque han logrado ayudar a otras mujeres y compartir lo aprendido, sus di icultades han sido muchas, entre las que destacaron las de naturaleza económica y de carga doméstica “así como, la poca 137 InsƟtuto de InvesƟgación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer. Defensoras Populares…, Op.cit., Págs. 28 y 29.
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capacidad para ayudar a otras mujeres138”. Sus expectativas y sugerencias en ese sentido, expresadas al IMU como institución que les respalda, giraron alrededor de incrementar su capacitación para resolver y/o canalizar los casos atendidos; las recomendaciones resultantes de la sistematización de esta experiencia las retomaron y se redactaron en ese mismo sentido139. Los esquemas aplicados parecen haber respondido también, en buena medida, a lógicas urbanas: un conjunto de jornadas de estudio para el conocimiento y manejo de teoría, doctrina, leyes, planteamientos políticos, metodologías, etcétera, que en sí mismas requieren de una base educativa que no se corresponde, con mucho, de las oportunidades escolares a las que han tenido acceso las mujeres rurales ni a su disponibilidad de tiempo y recursos para hacer uso efectivo y continuado de los conocimientos y habilidades aprendidas. La irme voluntad, el interés y la buena disposición y compromiso de estas mujeres, choca con un débil seguimiento al fortalecimiento de tales conocimientos y creación de capacidades y oportunidades –incluidas las de sobrevivencia económica–, afectando la sostenibilidad y efectividad de estos esfuerzos, así como su multiplicación. Una situación parecida se pudo observar en relación a varios proyectos económicos y de generación de ingresos apoyados, especialmente los implementados durante los primeros años de accionar de las ONG de mujeres y feministas como estrategias para brindar alternativas económicas para las mujeres rurales. Las capacitaciones y asistencia técnica proporcionadas no siempre se adecuaron a las condiciones educativas, sociales ni organizativas de sus grupos, ni tampoco a la realidad socioeconómica en que estas debían funcionar y salir adelante, con lo que tampoco se pudo favorecer su sostenibilidad. El proyecto de chalet gestionado por AMUDESCO, fue una experiencia en este sentido140. Por otro lado, se logra encontrar coordinaciones y participación en esfuerzos e iniciativas de alcance regional, en la experiencia prácticamente de todas las ONG de mujeres y feministas, pero al parecer esto ocurre actuando en su calidad de organización como tales y no tanto como facilitadoras de un espacio más de articulación de grupos de mujeres desde los niveles locales en temáticas de interés para el espacio y la experiencia rural. 138 Ibid, Pág. 20. 139 Ibid, Pág. 35. 140 Ver: Burns, Alison Teresa. Nuestras Historias…, Op.cit., Págs. 69-73.
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Finalmente, no se encontró información que pudiera dar referencia sobre el crecimiento en número de las mujeres rurales organizadas, grupos formados o total de municipios a los que se ha ampliado, con el correr de los años, la incidencia de las estrategias impulsadas, así como logros propios de las organizaciones de mujeres rurales con las que se trabaja o a las que se apoya141. Lo que sí se han constituido son espacios amplios, a manera de concertaciones, alianzas o, inclusive, denominándose movimientos de alcance municipal e intermunicipal, pero las organizaciones y quienes las representan en cada uno de ellos, suelen ser prácticamente las mismas mujeres, en su calidad de liderezas o en razón de los cargos que han ostentado por mucho tiempo en sus respectivas organizaciones de mujeres rurales. Para el caso, en la recuperación de su experiencia, AMUDESCO señaló entre los principales obstáculos enfrentados como organización, el siguiente: “Algunas mujeres tenemos muchos compromisos fuera de la asociación – en la Casa de la Mujer en Suchitoto, en la Unión de Mujeres, en el partido, en la alcaldía. Hemos aprendido el valor de la participación de las mujeres en espacios comunitarios, pero a veces por esa misma dedicación, descuidamos lo propio, que es la asociación”142.
Resulta claro, además, que las ONG del movimiento amplio de mujeres y feminista, se encuentran trabajando muchas veces en los mismos municipios u otros cercanos, temas similares o conexos. La ventaja que representa esta circunstancia es la posibilidad de establecer sinergias y respaldar las iniciativas comunitarias y locales –como ocurrió con el Comité de Defensoras Populares del IMU y los Grupos de Autoayuda de ORMUSA143; la desventaja, sin embargo, es que los grupos de mujeres rurales que atienden, pueden ser los mismos o, mejor dicho, las liderezas de los mismos pueden encontrarse participando en varias de estas iniciativas, de acuerdo a la estrategia impulsada y que las convoca, sin que ello signi ique, necesariamente, la ampliación de liderazgos o el crecimiento de la base organizativa de sus grupos. Puede señalarse, inalmente, que no puede hablarse de estrategias del movimiento hacia el empoderamiento organizativo de mujeres rurales. Lo que se observan son diferentes acciones dirigidas a este propósito, pero que se inscriben en otras estrategias de un alcance más nacional o que en su afán 141 La excepción de esto úlƟmo la consƟtuyen las sistemaƟzaciones de experiencias concretas que se han mencionado a lo largo de este estudio. 142 Ver: Burns, Alison Teresa. Nuestras Historias…, Op.cit., Págs. 75 y 76. 143 InsƟtuto de InvesƟgación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer. Defensoras Populares…, Op.cit., Pág. 23.
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incluyente de la situación general o común a las mujeres salvadeñas, no necesariamente retoman la especi icidad de la realidad rural. En esta apretada síntesis priorizaremos aquellos obstáculos que de acuerdo con la frecuencia que las y los entrevistados señalaron, representan en orden de importancia los principales obstáculos que encuentran las salvadoreñas para la construcción y práctica de su ciudadanía en su orden son: 1. Los derivados del sistema patriarcal salvadoreño Fuertemente arraigado en El Salvador, el patriarcado ha sido señalado mayoritariamente como el principal obstáculo para el goce de la ciudadanía femenina y causa de la exclusión histórica de las mujeres en esta condición. Como forma de organización social, económica, política y religiosa que tiene como fundamento el control y dominio de los hombres sobre las mujeres, niñas y niños, la juventud y otros grupos que por clase, origen étnico, preferencia religiosa o política, sean minoritarios o diferentes al grupo dominante, etc.; lo cual impide avanzar a las mujeres, ya que las limita y somete, testimonios sobre el rol doméstico, la familia, la maternidad, el matrimonio, el divorcio son más que elocuentes: Entre las manifestaciones del machismo como obstáculo, se encuentran “el entorno socioeconómico dominado por hombres”, “la actitud machista y misógina de los hombres”, “la resistencia de algunos hombres políticos”, “la cultura machista que favorece la educación de los niños, sobre las niñas”, “la cultura machista que da tierra a los hombres” y “el pacto de caballeros” que cierra el círculo, excluyendo a las mujeres de cualquier oportunidad; “la resistencia generacional al cambio”; “las innumerables trabas que los hombres ponen para que las mujeres realicen su trabajo o se sigan formando”, “la sobre exigencia que hacen a las mujeres para desempeñar cargos” y “el esfuerzo que deben hacer las mujeres para argumentar su capacidad, presencia y voz en espacios mixtos”. La dependencia de las mujeres a los hombres igualmente es considerada una gran limitante; dentro de ella lo más comentado por las y los informantes fueron “la naturalización de la mujer de su posición de dependencia al marido”, “la falta de autonomía en general de las mujeres y en particular la autonomía económica”, “la mujer sumisa”, “relaciones de pareja que privan a las
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mujeres de sus derechos”, “la subordinación de la sexualidad” y “los celos del marido”. Un gran número de entrevistadas y entrevistados, a irmaron que “la violencia ejercida sobre las mujeres”, “el abuso sexual de niñas” y la “falta de espacios ísicos y sociales seguros y bien vistos” eran importantes obstáculos para la ciudadanía plena de las mujeres en El Salvador. 2. Producto del patrón cultural existente Entendiendo por cultura el conjunto de todas las formas y expresiones de una sociedad determinada, que incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias, así como toda la información y habilidades que posee el ser humano144, los obstáculos de mayor señalamiento por las y los informantes son producto de la cultura simbólica y espiritual, en tanto que otros son parte de los rasgos culturales de la sociedad salvadoreña. De esta manera, el principal obstáculo mencionado para el logro de la ciudadanía plena por parte de las mujeres es el desconocimiento, que va desde no conocer el concepto mismo de ciudadanía, pasando por sus implicaciones en función de los deberes y derechos y que por lo tanto, hacerlos valer o asumir su responsabilidad, genera a su vez otros obstáculos. Vinculado a esto, la falta de educación o el bajo nivel educativo, más la escasa información, es decir, la carencia de una cultura de derechos en la que estos se ignoran y en consecuencia no se de ienden, se convierte en un enorme obstáculo que les impide asumirse como sujetas de derechos e integrantes de una comunidad política. El segundo obstáculo de índole cultural para una ciudadanía activa es el miedo, el temor de la población y en especial de las mujeres. Al parecer puede ser una de las secuelas de la guerra, ya que tomando en cuenta los “ciclos” de la historia, veinte años es un periodo corto y todo el miedo generado durante ese lapso, puede seguir presente y paralizar a las mujeres. El miedo como 144 Colaboradores de Wikipedia. Cultura [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2009 [fecha de consulta: 11 de diciembre del 2008]. Disponible en .
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arma de dominación política y de control social restringe cualquier intento ciudadano; así por ejemplo se a irmó que representa un obstáculo importante por cuanto “impide a las mujeres exigir, demandar, reclamar sus derechos”, “hablar, decir que no, o cuestionar el status quo”, por “miedo a las críticas, a ser juzgadas por la sociedad, a perder el trabajo o los puestos políticos alcanzados, al enfrentamiento”, pre ieren abstraerse y perder su derecho a la libre expresión, al derecho a la libertad y a la vida, al derecho a la ciudad, a la reivindicación de sus derechos, a participar en las instancias de decisión. El miedo también alcanza a las organizaciones de mujeres quienes se autocensuran frente a ciertos temas que son importantes para las mujeres como el lesbianismo, el aborto, etc. La religión en todas sus manifestaciones e instituciones como las Iglesias, juegan un papel importante en la de inición de roles y de la moral en la sociedades; con toda su carga simbólica, representa un obstáculo signi icativo en tanto su in luencia y presión sobre las mujeres, fomenta el modelo patriarcal, promueve la actitud pasiva y conformismo de las mujeres, refuerza el patrón tradicional de las mujeres, juzga y castiga si se atreven a hacer otras cosas, provoca miedo, restringe la educación sexual y coarta la libertad de conciencia y credo. Además de todo esto, fueron identi icados como obstáculos “el auge del ultra conservadurismo religioso y la desmedida religiosidad”, “la iglesia radical”, “el poder político que ejerce la Iglesia”, “la idea de que Dios de ine la vida de las personas”, “las argollas religiosas” y la “falta de un Estado laico real” en donde la moral pública sigue siendo en buena medida moldeada por la jerarquía religiosa. Finalmente, también representan obstáculos para la ciudadanía de mujeres y hombres -pero en especial para ellas- “la resistencia cultural al tema”, la ciudadanía “no es un tema relevante para la mayoría” de la población, en el país “no se le enseña a la gente a ser ciudadanos”, y “los problemas de las mujeres son un problema más en el país, pero no prioritario”. Quizás el más preocupante es que “no existe un sistema de libertades plenas en el país”. 3. Los que se derivan del sistema político y los partidos políticos Un sistema político es la materialización organizativa de un conjunto de interacciones estables a través de las cuales se ejerce la política en un contexto
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limitado. Este sistema viene formado por agentes, instituciones, organizaciones, comportamientos, creencias, normas, actitudes, ideales, valores y sus respectivas interacciones, que mantienen o modi ican el orden del que resulta una determinada distribución de utilidades. Por su parte, los partidos políticos son las organizaciones que median entre los ciudadanos y el Estado, vinculando a los primeros con la esfera de poder sustentada por el segundo, para poder satisfacer sus demandas concretas de bienestar. Por lo cual, es evidente la importancia de los partidos políticos. Con un sistema y cultura política patriarcal no asombra que los partidos políticos constituyan una fuente incesante de obstáculos para la ciudadanía de las mujeres –en general– y para su vinculación en las esferas de poder político –en particular–. La estructura vertical del poder parece más explícita en el caso de los partidos políticos; esa práctica vertical del poder, no permite que alguien que generalmente ha estado en los escalones más bajos, pueda subir fácilmente y si, además, coincide con que es mujer, se le aplican reglas más estrictas. Se “golpea” en el punto más débil y si para las mujeres es “su imagen”, hacia ahí irá dirigido “el golpe”. Así mismo, no existe una práctica interna real de los partidos que apoye que más mujeres sean seleccionadas como candidatas a puestos de elección popular o de dirección No obstante, en El Salvador el sistema político parece haber extraviado su rumbo y en el caso concreto de las ciudadanas, haberse convertido en generador de limitaciones para el desarrollo y vivencia plena de su condición. De acuerdo con las y los informantes, la razón de ello es la “ausencia de una institucionalidad democrática”, con “una cultura política autoritaria y excluyente de ciudadanía”, “un sistema político corrupto y altamente patriarcal” en donde como consecuencia, “sus partidos políticos son dominantemente masculinos”. Manifestaciones sobre los aspectos obstaculizantes son: “la idea de que los hombres son quienes tienen la facultad exclusiva para decidir, en tanto que las mujeres son chismosas y mejor deben quedarse lavando”, por lo tanto no consideran la presencia femenina en sus ilas, “las cúpulas de los partidos siguen ignorando a las mujeres: por una parte no hay apertura para su inclusión” y cuando inalmente logran entrar, los hombres no creen que ellas tengan la capacidad para desempeñarse bien”, entonces proceden a toda una
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sistemática labor por “cohibirlas, las aburren, las relegan a las funciones menos importantes; les bajan el per il, son boicoteadas”. De igual manera, los partidos políticos “no implementan nada para capacitar a las mujeres, ni diseñan programas ni proyectos para las mujeres”. Por otra parte, fue muy común el mencionado “sentido utilitario y manipulador de los partidos que ve a la población como cliente político y no como ciudadanía” el “tubo partidario o argollas partidarias” que señalado por Arana y Santacruz “los partidos políticos siguen siendo la única puerta de acceso de la ciudadanía al ejercicio del poder, de inido así por la ley, con lo cual se eliminan otras posibilidades para la representación” (2005:48). Así, se restringe la entrada de las mujeres, pero además iltra las propuestas o acciones que se deseen realizar, eliminando la posibilidad de un canal por el que se puedan procesar las demandas de las mujeres. 4. Originados y relativos al rol del Estado Según los testimonios de las y los entrevistados, son obstáculos “la poca o nula promoción que el Estado hace de los derechos, es decir un Estado que hace muy poco por construir ciudadanía”; “la falta de recursos inancieros a nivel del Estado para la promoción de la ciudadanía” en general de todos y con mayor razón para las mujeres. Siendo el Estado considerado como una o varias arenas en las que se escuchan las peticiones y se resuelven los con lictos, son obstáculos para la ciudadanía “un Estado que no ejerce su verdadero papel”, “que no reconoce o da cumplimiento de sus obligaciones para con la ciudadanía”, “la impunidad del Estado”. Diferentes estudios han comprobado la intensi icación de problemas añejos del país a causa de los procesos de globalización y la implementación del modelo económico neoliberal, los cuales, en relación a la ciudadanía, generan obstáculos para hombres y mujeres, mismos que son agravados para estas últimas. Tres de ellos identi icados por las y los entrevistados fueron en su orden: la pobreza, la inseguridad y la migración. También fue mani iesto que “el problema de la sobrevivencia impide a las mujeres tener una cultura del reclamo o de la participación”, así como la falta
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de autonomía económica o la falta de recursos económicos como la tierra o el hábitat” no dejaban ejercer la ciudadanía a las mujeres. La seguridad es un derecho que le asiste a ciudadanas y ciudadanos y es obligación de un Estado brindar el respeto al derecho ajeno. De tal manera que cuando no existe un orden público ciudadano que elimina las amenazas, la inseguridad, ligada a la desprotección y a la existencia de violencia se convierten en fuertes impedimentos del ejercicio de derechos. En El Salvador existe una historia de violencia recurrente desde el siglo XIX, que ha transitado desde la violencia social, política y civil, siendo la violencia de orden criminal común la que se ha mantenido desde esa época. La experiencia de vivir durante más de una década en guerra, parece haber dejado una secuela profunda en el sentir y vivir de las y los salvadoreños. En este contexto no extraña que las y los entrevistados hayan señalado como obstáculos para el ejercicio de la ciudadanía de las mujeres factores como: “las maras y las organizaciones delictivas”, “la inseguridad en el país” y “el clima de violencia y el enfrentamiento”. Las mujeres de cualquier edad temen reclamar sus derechos tanto en el ámbito privado, como en el público, por las represalias, violencia y por la impunidad que se vive en el país; temen salir a la calle solas, disfrutar de un parque o transitar por las aceras; no pueden vestir de cualquier manera por ser susceptible de acoso y/o estigmatización. 5. Subjetivos de las mujeres Como muchas autoras y autores han señalado, la ciudadanía es una lucha continua de ciudadanas y ciudadanos por alcanzar el derecho que permite participar y decidir sobre las cuestiones relacionadas con la sociedad a la que pertenecen. Aunque la lucha para las mujeres ha durado mucho tiempo, se han logrado conquistas importantes como el reconocimiento de su estatus, al menos en lo formal. Las mujeres mencionaron como obstáculos subjetivos para ejercer su ciudadanía que: “las mujeres no se creen que sean capaces”; que “las mujeres no se creen con derechos”; “la inseguridad de las mujeres en sus capacidades”; “la timidez de la mujer salvadoreña que hemos heredado y que no nos la podemos quitar”; “las barreras psicológicas” como “la culpabilidad o remor-
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dimiento” por estar contraviniendo el papel de madre socialmente esperado y poniendo en cuestión su identidad centrada en la maternidad. Para el caso salvadoreño, fueron referidos como obstáculos, actitudes y sentimientos tales como el desinterés y la represión. En el primer caso como “el desinterés de las mujeres” por su estatus y práctica ciudadana, “desinterés por pedir o reclamar”, “el grado de conformismo histórico de la sociedad salvadoreña”, “la pasividad, adormecimiento”, “la incredulidad o escepticismo de que las cosas cambien”. Igualmente fueron apuntados factores como: “la baja autoestima de las mujeres”, “la represión autoimpuesta por evitar confrontaciones”, “las mujeres pre ieren no reclamar o no hablar por evitar que sean tildadas”; las mujeres pre ieren no participar por los prejuicios sobre ello”. 6. Surgidos de fenómenos intensiϐicados por la globalización Conceptualmente, la ciudadanía ha sido de inida por la serie de derechos y obligaciones que las y los integrantes de una sociedad tienen por su pertenencia a una comunidad política, misma que desde la modernidad se ha asociado al Estado. Como consecuencia de la pobreza, la migración también se ha convertido en un obstáculo para el ejercicio ciudadano de hombres y mujeres. Pero si la migración implica una restricción para el ejercicio de ciudadanía de hombres, para las mujeres mucho más, tanto si son ellas migrantes, o si son sus compañeros hombres quienes han emigrado. Desde el punto de vista inicial, enfrentan más riesgos, están en una situación de mayor vulnerabilidad y tienen menos posibilidades de ejercer una ciudadanía plena. Si son los esposos o compañeros de vida quienes emigran y dejan a las mujeres como responsables por la sobrevivencia de la familia, ellas tienen que realizar más trabajos para atemperar el impacto que implica la demora en recibir las remesas (cuando las reciben), entonces, realizar además de su rol reproductivo el productivo y asumir toda la carga que eso representa, como ya se señaló en líneas arriba, restringe el tiempo y la atención para dedicarse a sus deberes y obligaciones ciudadanas.
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Conclusiones Aunque en El Salvador los hombres también encuentran obstáculos para el ejercicio de su ciudadanía plena, los obstáculos de unos y otras no solo son diferentes, sino que los de ellas son mayores y más delicados, por su invisibilidad histórica, por las barreras patriarcales, por la subjetividad femenina construida en base a su auto devaluación como ser humana. Asimismo a lo largo de la investigación se constató que la lucha de las mujeres por acceder a la ciudadanía es una lucha por la autonomía frente a restricciones y barreras impuestas por las instituciones, llámense: matrimonio, familia, Iglesia, Estado, entre otras. Los obstáculos básicos que fueron determinados en la totalidad de entrevistas tienen que ver con: el rol del Estado; el sistema político y los partidos políticos del país; obstáculos de orden cultural; obstáculos producto del sistema patriarcal imperante; obstáculos devenidos de importantes fenómenos socioeconómicos del país y obstáculos subjetivos. Incidencia hacia las instituciones del Estado a nivel nacional y municipal Las organizaciones feministas y de mujeres han diseñado e impulsado de manera sostenida estrategias vinculadas con la generación de ingresos, derechos sexuales y derechos reproductivos, erradicación de la violencia contra las mujeres, derechos laborales y empoderamiento de las mujeres. Estas estrategias han sido puestas en marcha a través de procesos de incidencia política frente a instituciones del Estado, tanto a nivel nacional como municipal. Los temas que se han logrado impulsar con otros actores sociales son los relacionados con los derechos laborales, erradicación de violencia contra las mujeres y los derechos reproductivos, fundamentalmente. Entre los avances registrados en esta línea se re ieren los siguientes: • Para responder a la demanda del movimiento de mujeres y a los compromisos asumidos en Beijing, el gobierno central creó el Instituto de la Mujer (ISDEMU-1996) y aprobó la Política Nacional de la Mujer (1997). Igualmente, en la gestión de la salud han incluido la categoría de embarazos no
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deseados en la Encuesta Nacional de Salud Familiar (ADS y Ministerio de Salud) y la anticoncepción de emergencia como un método de plani icación familiar145. • Se promovió y se logró el incremento de más mujeres en la Corte Suprema de Justicia, de tres magistradas se pasó a cinco, de un total de 15 magistraturas. • En el ámbito de la Asamblea Legislativa, se logró la creación o reforma al marco jurídico nacional, entre las que se puntualizan: a) la Ley contra la violencia intrafamiliar (1996)146; b) Aprobación de un nuevo Código Penal (1997), en el que se incluyeron iguras penales que tenían como objetivo “proteger los derechos de las mujeres de actos de violencia como el acoso sexual y la violencia intrafamiliar, aunque enmarcándolos en categorías menos graves”147; c) la Ley de Protección Civil y Prevención ante Desastres148; d) Reformas a la Ley de Zonas Francas y Recintos Fiscales, en el área de seguridad social (1996). • En el ámbito municipal, se destaca la promoción y apoyo en la creación de políticas municipales para la equidad de género y mecanismos municipales, como comisiones de género, unidades de género, comisiones de la mujer, partidas presupuestarias para la implementación de acciones a irmativas hacia mujeres, entre otras. Lucha por el incremento de la participación política de las mujeres en los espacios de elección popular Incrementar la participación política de las mujeres en cargos de elección popular, ha sido una apuesta importante y sostenida del movimiento de mujeres, desde la visión de contribuir con la transformación del Patriarcado y cambiar la representación política en la toma de decisión y el sistema político.
145 La dificultad en el caso de la anƟconcepción de emergencia es que el sistema de salud no proporciona información al respecto. 146 En el diagnósƟco sobre la Incidencia PolíƟca y el Movimiento de Mujeres, realizado por Las Dignas, se afirma que es un logro y un avance significaƟvo, pero sosƟenen que ha presentado muchos problemas en el ámbito de su aplicación, dadas las debilidades insƟtucionales en el órgano de aplicación de jusƟcia. Pág. 5. 147 Las Dignas: DiagnósƟco: La incidencia políƟca y el Movimiento de Mujeres Salvadoreño; Pág. 5. 148 Este caso evidencia el interés del Movimiento de Mujeres por incidir no solo en temas relacionados con las mujeres.
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Actualmente existen ejemplos que evidencian, tanto en el ámbito local como nacional, la existencia de una relativa autonomía orgánica de las organizaciones feministas y de mujeres, tanto locales como nacionales, con respecto a los partidos políticos. Esto no signi ica que no se generen con lictos o exigencias desde los partidos políticos para que las mujeres de las organizaciones, especialmente las territoriales, no se relacionen con gobiernos municipales o con otras organizaciones que se consideran de otro pensamiento ideológico. La importancia de los derechos humanos de las mujeres radica en dos aspectos, el primero, en la necesidad de que las mujeres seamos reconocidas como portadoras de derechos y no como bene iciarias de los derechos de los otros; el segundo, supone que deben ser del conocimiento de las mujeres para que se exija su cumplimiento. En ese sentido, las organizaciones feministas y de mujeres han realizado esfuerzos para darlos a conocer a través de campañas informativas, capacitaciones y prácticas de demanda frente a diversas instancias del Estado. Existen indicios de que la promoción de los derechos de las mujeres y la equidad de género están siendo asumidas por algunos sectores de la sociedad y está traspasando en alguna medida la idea de que la defensa de estos temas es únicamente responsabilidad de las mujeres. Por ejemplo, algunos gobiernos municipales han incluido en sus prácticas de gestión la creación de mecanismos para la promoción de los derechos de las mujeres, en la que algunos contados casos están integrados por hombres. La formación y capacitación son procesos que las diversas organizaciones del movimiento de mujeres, han asumido como un eje, que si bien es cierto no es el prioritario, pero es considerado uno de los factores claves que dinamizan el empoderamiento de las mujeres, dado que centra su acción en el conocimiento de los derechos y los mecanismos que faciliten el acceso a la justicia. La formación-capacitación es central en la generación de conocimientos, en la re lexión y aplicación de los mismos, porque permite que las mujeres a partir de su práctica descubran aquellos elementos que nos identi ican como mujeres en nuestra condición histórica, es decir la construcción social que nos identi ica con la sexualidad para otros, que está relacionado con la procreación de la vida.
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El compromiso asumido por las organizaciones feministas y de mujeres, en potenciar iniciativas individuales o colectivas para la generación de ingresos de las mujeres, es de reciente data. Sin embargo, la articulación de estrategias de inanciamiento, formación empresarial, comercialización, asesoría y asistencia técnica, dan cuenta de la importancia que esto signi ica para las mujeres emprendedoras. Este es un tema trascendental para la vida de las mujeres, pero polémico para las organizaciones feministas y de mujeres, lo que les ha llevado a realizar una serie de investigaciones y sistematizaciones de experiencias económicas, que les ha permitido re lexionar sobre el modelo de economía y su articulación con la realidad neoliberal que rige la gestión económica de los municipios. Las redes y alianzas son mecanismos de articulaciones temáticas entre las organizaciones feministas y de mujeres, que han facilitado el impulso de procesos de incidencia política feminista frente al Estado, formación, campañas comunicacionales y denuncias. Uno de los principios que fundamenta estas alianzas es el principio de complementariedad, a partir de la experiencia de cada una de las organizaciones integrantes de las redes. Cambios en la autoconciencia de las mujeres La existencia de más de 500 expresiones organizativas de mujeres y el incremento de liderazgos de mujeres en el ámbito local, son una muestra del reconocimiento de la capacidad de conducir procesos entre mujeres, lo que está derivando en una nueva recon iguración de los movimientos de mujeres. La particularidad de las organizaciones locales de mujeres radica en la construcción de sus propias agendas, sus propias estructuras organizativas y actividades en los territorios. Vale reconocer, que muchas de las liderezas han surgido al margen del accionar de las organizaciones feministas y de mujeres, pero cada vez más se están estableciendo vínculos de cooperación y coordinación que facilita la interrelación entre las que se ubican en los centros de poder y las que se encuentran en la periferia, es decir en el interior del país. Esto es una muestra de los niveles de autoconciencia ganado por las mujeres en los territorios.
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La capacidad de organizarse y de inir su propia agenda sobre la base de la identidad de género para actuar en sus territorios, evidencia la construcción de autoconciencia del ser mujer, es decir que cada vez más como lo a irma Marcela Lagarde van adquiriendo conciencia de su opresión, ya que “…todas las mujeres desarrollan aspectos del feminismo por sí mismas. Lo hacen en la cotidianidad al confrontar, por un lado, el modelo de mujer que, de acuerdo con su círculo particular, deben ser con la mujer que realmente son”.149 Es decir, que en la medida que se encuentran de manera colectiva, comparten sus problemas y sus sueños, se generan procesos de re lexión colectiva-individual que concluyen en crecimiento de la autoconciencia. De allí, la importancia del surgimiento de diversas expresiones organizativas de las mujeres y del reconocimiento de su accionar, porque ello contribuye al encuentro entre ellas y al mismo tiempo al desencuentro con la mujer que responde a una construcción social de opresión y a la búsqueda de un nuevo paradigma de ser mujer. La autonomía: una contradicción permanente Después de 10 años del estudiar el movimiento de mujeres en centroamérica (La Corriente, 1997), la discusión sobre diversas formas de autonomía sigue siendo parte del debate cotidiano entre las organizaciones del movimiento feminista y de mujeres, porque constantemente se enfrentan a la necesidad de tomar decisiones en torno a alianzas, propuestas y negociaciones con partidos políticos o gremiales que no necesariamente tienen una identidad ideológica con ellas. La experiencia de tres asociaciones locales de mujeres de los departamentos de Cabañas, La Libertad y Usulután, son sugerentes como casos, en los que las mujeres se han fortalecido como organizaciones locales al hacer uso de su autonomía para impulsar dinámicas de negociación, en dos casos, con los candidatos a alcaldes en la coyuntura electoral del 2006 para promover sus agendas como mujeres y pactar espacios dentro de uno de los Concejos Municipales. Como resultado obtuvieron puestos en uno de los Concejos Municipales y el apoyo a sus plataformas en ambos casos. 149 Lagarde y de Los Ríos, Marcela (2003): Los cauƟverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. Universidad Nacional Autónoma de México, Colección posgrado. Pág. 343.
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En el tercer caso, las líderes de una organización local se propusieron involucrar en su asociación a mujeres que históricamente habían sido de un pensamiento político distinto al de ellas. Para ello, decidieron hacer su trabajo sin llevar la camisa partidaria, para demostrar que respetaban y valoraban las diversas opciones políticas que tienen sus asociadas. Hasta la fecha han logrado integrar a varias mujeres que favorecen la diversidad política-ideológica de su espacio organizativo. La decisión de ejercer su autonomía para negociar sus agendas como mujeres, implicó para ellas entrar en con licto con las organizaciones que las apoyaron en su surgimiento, que las acusaron de “derechización”, en uno de los casos y en los otros dos han tenido que establecer una clara delimitación entre sus organizaciones y sus intereses de género con respecto a sus iliaciones político-partidarias. No ha sido fácil, porque han tenido que enfrentar críticas, incomprensiones y hasta cali icativos negativos hacia sus organizaciones y personas. Estas experiencias evidencian que las socias de estas organizaciones están convencidas de que los intereses de las mujeres son más estratégicos que los intereses partidarios y que el trabajar de manera conjunta no afecta las posiciones políticas-ideológicas que cada quien tiene, sino que fortalece su identidad de género. Sin embargo, la discusión sobre las diversas autonomías sigue presente en la mayoría de decisiones que tienen que tomar tanto las organizaciones feministas y de mujeres de carácter nacional como las organizaciones locales de mujeres. Un avance más: conocimiento de los derechos y exigibilidad El seguimiento, monitoreo y divulgación pública de violaciones a los derechos laborales de las mujeres, especialmente en la maquila, es el resultado, por una parte, de un proceso de recepción de denuncias y sistematización de la información, que sirve como un factor de presión y visibilización de las principales empresas violadoras de los derechos laborales de las mujeres. Por otra, del empoderamiento de las mujeres para exigir el cumplimiento de sus derechos, que cada vez más pierden el miedo y denuncian con mayor frecuencia a empresas que cotidianamente irrespetan las leyes laborales y responsabilidades sociales empresariales.
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Como un factor potenciador para facilitar las denuncias de las trabajadoras, varias organizaciones feministas y de mujeres reciben las denuncias y en muchas ocasiones las acompañan en todo el proceso judicial, con el objeto de garantizar la accesibilidad a los mecanismos de justicia. Además de los derechos laborales, también impulsaron luchas como la cuota alimenticia, que se concibió como un derecho, por lo que apoyaron la legislación y la creación de mecanismos para su aplicación. El derecho a una vida libre de violencia, es uno que ha sido asumido como un eje temático en la mayoría de organizaciones feministas y de mujeres, que es articulado con servicios como apoyo jurídico, grupos de auto ayuda, campañas informativas y de sensibilización, etcétera. Es de señalar, que en los últimos 11 años diversas organizaciones del movimiento o movimientos de mujeres, redes y alianzas han impulsado de manera individual o concertada la formación y divulgación de los derechos humanos de las mujeres, como una manera de generar conocimiento y capacidades para que las mujeres se apropien de sus derechos y los exijan su cumplimiento. Cambios en el imaginario social sobre el papel de las mujeres En algunos espacios, como la Universidad de El Salvador, se han creado diplomados sobre género y algunas organizaciones no gubernamentales mixtas están incluyendo en sus ejes de trabajo el enfoque de género o impulsando programas hacia las mujeres, en el marco de las acciones positivas. Si bien es cierto que estas experiencias no son generalizadas, pero denota un incremento en el interés por asumir este tema con mayor responsabilidad. Se puede a irmar, que poco a poco ha ido irrumpiendo en la sociedad un nuevo imaginario colectivo en el que la entrada de funcionarias públicas a espacios de elección popular de alto nivel ya no se vive con extrañeza, sino que, de alguna manera, se ha ido legitimando como un derecho, al que las mujeres debemos acceder sin ningún condicionamiento. Sin embargo, este imaginario colectivo todavía no asocia la irrupción de las mujeres en el ámbito público con la necesidad que los hombres asumen responsabilidades en el ámbito reproductivo-privado.
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Generación de conocimientos: Formación e investigación La formación y capacitación son procesos que las diversas organizaciones del movimiento de mujeres, han asumido como un eje, que si bien es cierto no es el prioritario, pero es considerado uno de los factores claves que dinamizan el empoderamiento de las mujeres, dado que centra su acción en el conocimiento de los derechos y los mecanismos que faciliten el acceso a la justicia. Se ha podido constatar que existe algún nivel de innovación en los procesos de formación-capacitación, por ejemplo la experiencia del IMU con los Círculos de Estudios entre Mujeres, el diplomado de Las Dignas, Las Mélidas y las ANDRYSAS, tienen un nivel de innovación en sus temáticas y metodologías. Un factor determinante para la generación del conocimiento es el proceso de investigación y producción del conocimiento, que es un acto de por sí cuestionador y cuestionante, porque propicia la categorización de los hechos para llevarlos a un nivel de abstracción del pensamiento y crear nuevas propuestas que permitan avanzar en la lucha contra la erradicación de la subordinación de género. Entre 1996 y 2006 se ha registrado un aproximado de 400 publicaciones con temas diversos, entre los que se señalan: actoras sociales y movimiento de de mujeres, educación y capacitación, política institucional y participación política, salud sexual y reproductiva, programas y propuestas de políticas, entre otras. Este es un esfuerzo que comparativamente al período 1985-1995 que registró una producción de 109 publicaciones, resulta alentador porque además de incrementar las publicaciones, estas se mantienen en las 21 categorías analizadas. Generación de ingresos: Una tarea inconclusa Líneas arriba, hemos dado cuenta del compromiso asumido por las organizaciones feministas y de mujeres, en potenciar iniciativas individuales o colectivas para la generación de ingresos de las mujeres, es de reciente data. Sin embargo, la articulación de estrategias de inanciamiento, formación em-
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presarial, comercialización, asesoría y asistencia técnica, dan cuenta de la importancia que esto signi ica para las mujeres emprendedoras. La re lexión y la práctica, ha sido un proceso que ha seguido en paralelo. De los debates en el marco de los Encuentros Feministas “Para la Reconstrucción con Rostros de Mujeres”, en el marco de los terremotos del 2001, surgieron varias propuestas para garantizar los derechos económicos de las mujeres, entre los que se puntualizan: vivienda, propiedad de la tierra, microempresa, sobrevivencia, crédito y un fondo de garantía para la mujer (FOGAMUJER). Esta última propuesta fue transformada y aprobada por el ejecutivo como Fondo Solidario para la Familia (FOSOFAMILIA), el cual pone al centro a la familia y no a la mujer como actora del desarrollo. Para mostrar que los esfuerzos económicos de las mujeres, de manera asociativa o individual, aportan a la economía local y nacional, se realizaron dos festivales de iniciativas económicas (2005 y 2006), en el cual participaron más de 40 grupos asociativos o individuales de mujeres, que fueron una expresión de la diversidad de bienes y productos que elaboran, en algunos casos con el apoyo de varias organizaciones feministas y de mujeres, y de organizaciones mixtas.
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ANEXOS DECLARACIONES DE LOS DERECHOS DE LA MUJER Y DE LAS CIUDADANAS A decretar por la Asamblea Nacional en sus primeras sesiones o en la Próxima Legislatura Preámbulo Las madres, las hijas, las hermanas, representantes de la nación, piden ser consideradas en Asamblea Nacional. Considerando que la ignorancia, el olvido, el desprecio de los derechos de la mujer, son las causas de la desgracia pública y de la corrupción de os gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados de la mujer, con el in de que esta declaración, constantemente presente a todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes, de manera que los actos de poder de las mujeres y los del poder de los hombres puedan ser a cada instante comparados con el objetivo de toda institución política, siendo principalmente respetados, con el in de que las reclamaciones de las ciudadanas, fundadas desde hoy en los que dan al mantenimiento de la constitución, de las buenas costumbres, y a la felicidad de todos. En consecuencia, el sexo superior en belleza, como en valentía, en los sufrimientos maternos, reconoce y declara, en presencia y bajo los auspicios del Ser supremo, los Derechos siguientes de la Mujer y de la Ciudadanía: I. La mujer nace libre y es igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales no pueden ser fundadas que en base al interés común. II. El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescindibles de la mujer y del hombre; esos derechos son la libertad, la prosperidad, la seguridad y sobre todo la resistencia a la opresión. III. El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación, que no es más que la reunión de mujeres y hombres, ningún cuerpo, ningún individuo puede ejercer autoridad que no emane de ello expresamente. IV. La Libertad y la justicia consisten en entregarle al otro todo lo que le pertenece, así el ejercicio de los derechos naturales de la mujer no tiene más limites que la tiranía perpetua que el hombre le opone. Esos
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VII. VIII. IX. X.
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límites deben ser reformados por las leyes de la naturaleza y de la razón. Las leyes de la naturaleza y de la razón prohíben toda acción perjudicial a la sociedad. Todo lo que no prohíben esas leyes sabias y divinas, no puede ser impedido, y nadie puede ser forzado a hacer lo que ellas no ordenan. La ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las ciudadanas y ciudadanos deben participar personalmente, o por medio de sus representantes a su formación; ella debe ser la misma para todos: todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, al ser iguales a su parecer, deben ser igualmente admitidos en todos los puestos y empleos públicos según sus capacidades y sin otras distinciones que sus virtudes y talentos. Ninguna mujer será exenta, ella puede ser acusada, arrestada y detenida en los casos determinados por la ley. Las mujeres obedecen como los hombres a esta ley rigurosa. La ley debe establecer penas estrictamente y evidentemente necesaria, y nadie puede ser castigado en virtud de una ley establecida y promulgada con anterioridad al delito y legalmente aplicada a las mujeres. La ley se aplicará con rigor a toda mujer declarada culpable. Nadie debe inquietarse por sus opiniones aunque sean fundamentales, la mujer tiene el derecho de subir a la guillotina, también debe tenerlo de subir a la tribuna; con tal que sus manifestaciones no perturben el orden público establecido por la ley. La libre comunicación de pensamiento y de opiniones es un de los derechos más preciosos de la mujer, puesto que esta libertad asegura la legitimidad de los padres hacia los hijos. Toda ciudadana puede por consiguiente decir libremente “soy madre de un hijo” sin que un prejuicio bárbaro la fuerce a disimular la verdad; excepto a responder de los abusos de esta libertad en casos determinados por la ley. La garantía de los derechos de la mujer y de la ciudadanía necesita una utilidad mayor; esta garantía debe ser constituida para provecho de todos, y no para el interés particular de esas a quienes la garantía ha sido con iada. Para el mantenimiento de la fuerza de trabajo y para los gastos de la administración, la contribución de mujeres y hombres es igual; ellas tienen aparte en todos los atributos, en todas las tareas públicas deben por consiguiente tener el derecho a la distribución de puestos, y cargos, en todas las instancias de la vida pública.
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XIV. Las ciudadanas y los ciudadanos tienen derecho de constatar por sí mismos, o por medio de sus representantes, la necesidad de la contribución pública. Las ciudadanas no pueden adherir que como parte distribución igual, no solamente de la fortuna, pero también de la administración pública y de la determinación del depósito y su recaudación. XV. Las mujeres iguales a los hombres en la contribución al Estado, tienen derecho a pedir cuentas, a todo agente público, de la administración. XVI. Toda sociedad, en la cual la garantía de derechos no está asegurada, ni la separación de los poderes, bien determinada: la constitución; la constitución es para la mayoría de individuos que componen la Nación, no ha cooperado a su redacción. XVII. Las propiedades de la nación son de todos los sexos reunidos; cada uno tiene sobre ellos un derecho inviolable y sagrado; nadie puede ser privado del verdadero patrimonio de la naturaleza, a menos que la necesidad pública, legalmente constatada, lo exija y bajo la condición de una justa y previa indemnización. Post Scriptum Mujer, despierta, el toque de la razón se ha oído en todo el universo, reconoce tus derechos. El poderoso imperio de la razón de la naturaleza, ha sido liberado de prejuicios, de fanatismo, de superstición y mentira. La antorcha de la verdad ha disipado las nubes de la estupidez y de la usurpación. El hombre esclavo ha multiplicado sus fuerzas, ha tenido necesidad de recurrir a las tuyas para romper sus cadenas. Liberado, se volvió injusto con su compañera. Oh Mujeres, mujeres ¿Cuándo dejarán de ser ciegas? ¿Qué ventajas obtuvieron de la revolución? Mayor desprecio, mayor desdeño. En los siglos de corrupción ustedes reinaron sobre la debilidad de los hombres. De ese imperio destruido, ¿Qué les queda entonces? La convicción de las injusticias del hombre. Reclamen su patrimonio, fundado en los sabios decretos de la naturaleza: ¿Qué se puede perder en una bella empresa? ¿La buena palabra del legislador de la bodas de Canán? ¿Temen acaso que nuestros legisladores franceses, correctores de esta mora, por mucho tiempo colgada de las ramas de la política, pero que nos está de cosecha dejen de repetirles: Mujeres, ¿Qué hay de común entre ustedes y nosotros? Todo, responderán ustedes. Si ellos se obstinan en su debilidad, e imponen esta inconsecuencia en contradicción con sus principios, opongan con valentía la fuerza de la razón a
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las vanas pretensiones de superioridad; reúnanse bajo los estandartes de la iloso ía, desplieguen toda energía de carácter y ustedes verán pronto a esos orgullosos, sin ser serviles adoradores, arrastrarse a sus pies, pero orgullosos de compartir con ustedes los tesoros del ser supremo. Cualesquiera que sean las barreras que les opongan, cada cual tiene la posibilidad de liberarse, solo se trata de quererlo. Veamos lo horrible de lo que ustedes fueron en la sociedad; puesto que es asunto, en este momento, de una educación nacional, veamos si nuestros sabios legisladores pensaran sanamente en la educación de las mujeres. Las mujeres han hecho más mal que bien. El premio y el disimulo han sido suyos. Eso que la fuerza le había arrebatado la astucia les ha devuelto: ellas han tenido que recurrir a todos los recursos de sus encantos, y ni el más irreprochable les ha resistido. El veneno, el hierro, les fue sometido, ellas condición al crimen como a la virtud. El gobierno francés, sobre todo, ha dependido, durante siglos, de la administración nocturna de las mujeres, los despachos o tenían secretos para su indiscreción: embajadas, comandos, ministerios, presidencia, ponti icados, cardenalatos; en in, todo eso que caracteriza la majadería de los hombres, profana y sagrada, todo estaba sometido a la codicia y a la ambición de ese sexo antes despreciable y respetado, y después de la revolución, respetable y despreciado. De esta especie de contraposición, ¡Cuántas observaciones no podría yo ofrecer! No me queda más que un momento para hacerlas y ese momento ijará la atención en la posteridad más remota. Bajo el antiguo régimen, todo estaba viciado, todo estaba corrompido, pero no es acaso posible apercibir la mejoría de las cosas en la substancia misma de los vivos. Antes, una mujer solo necesitaba ser hermosa y amable; con esas ventajas, la fortuna le besaba los pies. Si no sabía aprovechar, entonces se decía que tenía un carácter extraño, o una iloso ía poco común, que llevaba al desprecio de las riquezas; entonces era considerada como una imbécil; lo más indecente se hacía respetar con el oro; el comercio de mujeres era una especie de industria riquísima de primera clase, que en adelante no tendría más crédito; si eso existiera todavía, la revolución sería un fracaso, y bajo nuevas relacio-
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nes, estaríamos siempre corrompidas. Sin embargo, la razón puede disimularse cuando a la mujer se le ha cerrado toda posibilidad de ganarse la vida y que el hombre la compara como un esclavo de las costas de África. La diferencia es grande, ya lo sabemos. La esclava manda al señor; pero si el señor le da la libertad, cuando llega la edad en donde la esclava ha perdido todos sus encantos, ¿Qué hay de esa desafortunada? Ella es juego del desprecio, las puertas mismas de la caridad se le cierran, ¿Ella es pobre y vieja –dirá una–, porque no supo ella hacer fortuna? Otros ejemplos aún más conmovedores se ofrecen a la razón. París, 1971. Olimpe de Gouge. Olimpe de Gouge. Acervos: Presente por Bovarlt Groetmercure de Pame 1987. De París al Perú, del Japón a Roma el animal más idiota, a mi parece es el hombre.
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PROPUESTAS EN EL PLAN DE GOBIERNO HECHAS POR PRUDENCIA AYALA • Organización ministerial de ciudadanos activos y competentes en los o icios de su cargo. • Apoyaré a los sindicatos obreros que en garantía del mejoramiento colectivo que corrija la mala situación de la clase trabajadora, instruyendo al obrero en el cumplimiento de los deberes y reclamo de sus derechos. • Haré un gobierno a base de honradez. • Prohibiré el uso de armas de los diputados cuando estén en sus o icios en la Asamblea. • Suprimiré lo más posible el agua ardiente. • Libertad de imprenta para la orientación del gobierno y corrección de abusos. • El elemento femenino tendrá el derecho político para identi icar a la soberanía de la nación en ambos sexos en el desarrollo de lo político, cívico y social, por ser la mujer parte integrante de la sociedad humana. • No haré negocios que lesionen la independencia política interna del gobierno. Haré todo negocio factible, compatible en el bene icio de la nación. • Las municipalidades quedarán en libertad a realizar obras públicas para el progreso de cada departamento. • Daré toda clase de apoyo a la instrucción pública y pagaré puntualmente a los profesores y a empleados del gobierno. • Fomentaré el intercambio comercial y el turismo para prosperidad de la nación. PRUDENCIA AYALA Junio de 1930. (Tomado de La Prensa Grá ica, Revista Dominical, diciembre 13 de 1998)
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Este libro se terminó de imprimir en la Imprenta de la Universidad de El Salvador, en julio de dos mil doce. San Salvador, El Salvador, C.A. Cantidad 1,000 ejemplares
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“No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas” Mary Wollstonecralt. Este libro es una versión divulgativa de la tesis doctoral de María Candelaria Navas (Santa María, Usulután, 1943) presentada ante la Universidad Nacional Autónoma, UNAM, de México: Movimiento de Mujeres en El Salvador, 1987-2008. Desde su invisibilidad histórica hasta la incorporación de la perspectiva de género. María Candelaria Navas es una investigadora de mucho récord en la temática de género y en la historia de las mujeres. A la vez, ha sido educadora y académica por un lapso de 50 años, con un currículo de múltiples estudios, publicaciones, representaciones en eventos, encuentros o congresos internacionales y capacitaciones a comunidades de mujeres o instituciones conexas. Es egresada de la Escuela Normal España, Licenciada en Sociología por la Universidad de El Salvador, UES, con Maestría en Estudios Latinoamericanos y Doctorado en Ciencias Políticas, en México. Ha realizado numerosas y amplias investigaciones, de las cuales se ha publicado sólo una parte. Se hace aquí un recorrido socio-histórico sobre el aporte de las mujeres salvadoreñas a los cambios socioculturales, para visibilizar su protagonismo individual o colectivo a lo largo de seis períodos históricos. Se parte del surgimiento que tuvieron en la Universidad de El Salvador, su consecución del derecho al voto, los primeros grupos en su organización, el protagonismo de las intelectuales de los años cuarenta, su incorporación a los movimientos populares y a la lucha armada, hasta la conformación del movimiento de mujeres y feminista en El Salvador y sus principales logros. Publicado con el patrocinio del Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer, IMU, y el Consejo de Investigaciones Científicas de la Universidad de El Salvador, CIC-UES, el libro de la doctora Navas es la culminación de un intenso estudio de la temática de mujeres y abre el espacio a nuevas investigaciones y anales históricos por las nuevas generaciones de feministas salvadoreñas que se visibilicen en las ciencias, las artes, la política, las publicaciones educativas y el saber humano en general. Es miembra activa de la Concertación Feminista Prudencia Ayala y de numerosas instituciones de la sociedad civil, de mujeres y mixtas, en El Salvador. Ciudad universitaria, San Salvador, junio de 2012.
ISBN 978-99923-27-76-0