"Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales" en una traducción ¿novohispana? 
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Guillaume Hyacinthe Bougeant Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales ¿Una traducción novohispana? Estudio preliminar, edición y notas de Salvador Lira y María Isabel Terán Elizondo

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El Paraíso en el Nuevo Mundo, 14 Colección patrocinada por el Proyecto CB SEP-Conacyt 2012: 179178

El Paraíso en el Nuevo Mundo contribuye al reconocimiento del pasado colonial hispanoamericano a partir de ediciones, críticas o anotadas, de textos significativos de los siglos xvi-xviii. Su nombre no solo recuerda aquella homónima obra de León Pinelo en la que el Edén estaría situado en las Indias Occidentales, sino también el que su autor fue recopilador de un primer repertorio bibliográfico indiano en 1629, su famoso Epítome de la bibliotheca oriental i occidental […], en el que consignara los títulos hasta entonces publicados por las imprentas virreinales. La obra de Pinelo reúne entonces los dos polos de aquella metáfora borgiana que concebía el Paraíso Terrenal como una biblioteca, metáfora que esta colección pretende evocar a la manera de un nuevo y letrado Jardín de las Delicias.

Dirección Manuel Pérez Consejo editorial Ignacio Arellano (Universidad de Navarra, Pamplona) Aurelio González (El Colegio de México) Karl Kohut (Katholische Universität Eichstätt-Ingolstadt) Antonio Lorente Medina (Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid) Beatriz Mariscal (El Colegio de México) Martha Lilia Tenorio (El Colegio de México) Lillian von der Walde (Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, México)

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Guillaume Hyacinthe Bougeant

Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales ¿Una traducción novohispana? Estudio preliminar, edición y notas de Salvador Lira y María Isabel Terán Elizondo

Iberoamericana - Vervuert - 2021

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www. conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Derechos reservados © Iberoamericana, 2021 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2021 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-224-7 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96869-167-1 (Vervuert) ISBN 978-3-96869-168-8 (ebook) Depósito Legal: M-33262-2021 Impreso en España Diseño de cubierta: Rubén Salgueiros Imagen de cubierta: “Máxima de la mona y la zorra” (grabado calcográfico anónimo), en Francisco Garau, El sabio instruido de la naturaleza en quarenta máximas políticas, y morales, Valencia, por Jayme de Bordazar, 1690, ficción 35. Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

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Este número 14 de “El Paraíso en el Nuevo Mundo” corresponde a la edición de un curioso manuscrito resguardado en el Fondo Inquisición del Archivo General de la Nación de México: el Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales, versión castellana del Amusement philosphique sur le langage des Bêtes (Paris, Gissey, Bordelet y Ganeau, 1739), del jesuita francés Guillamume-Hyacinthe Bougeant. El autor y la obra fueron prohibidos en su momento en todos los territorios de la Monarquía Católica; no obstante, varios testimonios circularon en ambos lados del Atlántico, ya sea de manera impresa o manuscrita, y en distintos idiomas. La denuncia por posesión del documento, hecha por Tomás de Echagaray en contra de Francisco de Rojas, en 1788, nunca concluyó en sentencia, como era habitual en estos casos; sin embargo, el proceso jurídico —que aquí también se edita— da cuenta de la posibilidad de que haya circulado en la Nueva España otro ejemplar manuscrito de esta traducción, de momento perdido. El texto propone, de manera satírica, una serie de disertaciones sobre el presunto lenguaje de los animales, así como postulados que giran alrededor de propuestas cartesianas en este sentido; su estudio puede sucitar una serie de interrogantes sobre la procedencia, autoría, traducción, posesión, lectores y circulación de estos textos prohibidos, así como respecto a la práctica de la traducción no profesional en la Nueva España del siglo xviii. La edición estuvo al cuidado de Salvador Lira, estudioso de textos y emblemas novohispanos de los siglos xvii y xviii, así como de María Isabel Terán Elizondo, autora de varias ediciones de textos coloniales, como la Apología por La portentosa vida de la Muerte (2001), La heroína mexicana (2009), El siglo ilustrado. Vida de don Guindo Cerezo (2010), la Relación verífica de la procesión del Corpus (2011), las obras de Manuel Quiroz y Campo Sagrado (2017) y las de los hermanos Bruno Francisco y José Rafael Larrañaga (2020), así como la edición del certamen literario Estatua de la Paz (2019), publicada en esta misma colección.

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Índice

Presentación................................................................................................. 11 Estudio preliminar El autor y la obra......................................................................................... 17 El manuscrito con la traducción ¿novohispana?...................................... 25 El proceso inquisitorial............................................................................... 29 Prolegómenos de las semejanzas y diferencias entre el texto original y la traducción.......................................................................................... 39 Criterios de la edición................................................................................. 45 Edición del Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales................................. 49 Punto 1º Del conocimiento de los animales............................................... 53 Punto 2º De la necesidad de un idioma entre los animales...................... 73 Punto 3º Del idioma de los animales......................................................... 85 Transcripción del proceso inquisitorial..................................................... 103 Fuentes consultadas.................................................................................... 117

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Presentación

La edición del manuscrito del Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales ha sido el resultado de un trabajo colaborativo durante más de cinco años. En ese tiempo, el rescate y estudio fue un largo devenir entre incógnitas y descubrimientos en el mar de documentos del Archivo General de la Nación de México (AGN) y otros fondos, rastreos necesarios para llevar a cabo tal empresa. El documento fue encontrado por Salvador Lira durante una estancia de investigación en el verano del 2013 cuando se encontraba realizando su tesis Reales exequias a Carlos II en la Nueva España para la Maestría en Historia en la Universidad Autónoma de Zacatecas. El hallazgo fue por azar, como si el texto esperara la mirada de nuevos lectores. Sobresalía del volumen en que estaba encuadernado por su tamaño en cuarta, la calidad de la caligrafía y, evidentemente, el atrayente título, aunque carecía de cualquier otra información porque el legajo que lo contenía no tenía ni un proceso inquisitorial ni ningún paratexto que informara sobre su autoría, procedencia, incautación, censura, prohibición o demás circunstancias que suelen acompañar este tipo de textos. Entonces, sin tener idea de su importancia o significado, se hizo una copia digital con el fin de analizarlo de manera paralela al trabajo de disertación de posgrado. Más adelante, y después de varias lecturas, se consideró que el Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales podría ser una sátira novohispana, por lo que se creyó que podría convertirse en un pro-

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yecto de mayores alcances, de modo que en conjunto con María Isabel Terán Elizondo se procedió a transcribirlo y a iniciar su estudio. En el 2015, Thomas Hillerkuss abrió una cátedra de Paleografía en el Doctorado en Estudios Novohispanos de la propia universidad. A él se le consultó sobre la posible naturaleza del documento y de entre las hipótesis sugeridas, la que pareció más acertada fue que el manuscrito podría ser una copia o una traducción. Esta idea abrió un nuevo camino de investigación en diferentes fondos documentales de México y el extranjero. En ese mismo año y justo antes de que se cerrara la convocatoria de participación al XXVIII Encuentro de Investigadores del Pensamiento Novohispano “Roberto Heredia Correa”, organizado por la ENESMorelia, se descubrió que el Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales era la traducción castellana del Amusement philosophique sur le langage des Bêtes del jesuita francés Guillaume Hyacinthe Bougeant, de suerte que se realizó un primer cotejo con esa obra y se presentó en ese encuentro un avance de la investigación con el título de “Una traducción ¿novohispana?: Amusement philosophique sur le langage des Bêtes del jesuita Guillaume Hyacinthe Bougeant”. Posteriormente, el manuscrito se preparó para su edición y difusión. Sin embargo, cuando estaba a punto de publicarse, durante el verano del 2016, María Isabel Terán Elizondo localizó en el AGN el proceso inquisitorial derivado de la denuncia e incautación del manuscrito, el cual se transcribió y analizó. Este nuevo documento aportó noticias relevantes sobre las circunstancias en que fue pasando de mano en mano entre un grupo de letrados novohispanos. El expediente inquisitorial ofrece, por tanto, información sobre los procesos de entrada, posesión y circulación de libros con contenidos heréticos, que al parecer se exponían y discutían en círculos de amigos, tertulias, o ámbitos educativos y/o universitarios. Por otro lado, también hace evidente cómo los letrados novohispanos gustaban de conocer y participar en las discusiones y polémicas que se llevaban a cabo tanto en el viejo como en el Nuevo Mundo sobre muy diversos temas científicos, políticos y literarios de actualidad en su época, como puede constatarse en la querella que enfrentó a los hermanos José Rafael y Bruno Francisco Larrañaga contra José Antonio Alzate y José Mariano Mociño, ya estudiada en el libro Los orígenes de la crítica literaria en México de María Isabel Terán Elizondo.

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PRESENTACIÓN

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El propósito de la presente edición es dar a conocer la que hasta ahora parece ser la única versión castellana íntegra del Amusement philosophique sur le langage des Bêtes de Bougeant, y abrir camino en una línea de investigación poco explorada: la de las traducciones de obras francesas y de otras lenguas modernas al castellano durante el siglo xviii, tanto en la península como en sus territorios ultramarinos, que sirvieron como medio de difusión de las ideas ilustradas; y en el mismo asunto, el rastreo e identificación de esos personajes que se interesaron por la lectura de obras extranjeras, y que posiblemente emprendieron la tarea de traducirlas y difundirlas con diversos fines. Esta perspectiva de investigación requerirá, para el caso de la Nueva España, de la indagación sobre dónde esos supuestos traductores pudieron aprender francés, inglés o italiano; y del cotejo de los originales y las versiones castellanas para explicar cómo los intérpretes resolvieron la transposición de conceptos y las formas retóricas para adaptarlos a las circunstancias, intereses y lectores novohispanos. También, la presente edición se abona a la línea de investigación en torno a la circulación, lectura y uso de textos fuera del canon aceptado del saber en la Monarquía Católica y sí difundidos de manera clandestina en tertulias o por maestros y alumnos de la Real Universidad, formando parte del patrimonio bibliográfico de la historia de la educación o de instituciones que en cierto modo se dedicaron a la formación y difusión de ideas en la Nueva España. Los autores de este libro agradecemos a todas aquellas personas que apoyaron la concreción de este proyecto: Ana Isabel Cervantes y Valeria Rodríguez, que colaboraron en la primera transcripción del manuscrito, y Érika Méndez con la del proceso inquisitorial. También reconocemos las valiosas sugerencias, aportaciones y apoyo institucional de los integrantes del CA “Historia y crítica de la relación entre la literatura y la Nueva España”: Alberto Ortiz, María del Carmen Fernández Galán y Víctor Manuel Chávez Ríos; de los investigadores Thomas Hillerkuss, Martín Escobedo, Anna María D’Amore y Marcelino Cuesta Alonso —todos de la Universidad Autónoma de Zacatecas—; de Nancy Villalobos Durán, Daniel Rodríguez Lemus, Daniel Romero Escobedo, Martín Carlos Sillas Ramos e Irma Guadalupe Villasana Mercado —docentes y directivos del Centro de Actualización del Magisterio, Zacatecas—; y de Mariano Quirós García —del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España—.

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De igual manera, no olvidamos agradecer el apoyo incondicional de los integrantes del Seminario de Edición de Textos, por el diálogo, la reflexión y el incesante objetivo de preservar, estudiar y difundir la literatura novohispana: Nancy Érika Acuña Aguayo, Nancy Judith Alonso González, Ana Lilia Félix Pichardo, Bardo Alberto Garma Méndez, Irma González de la Rosa, Adso Eduardo Gutiérrez Espinoza, Sonia Ibarra Valdés, María del Carmen Loera Gómez, Aída Janeth López González, Leticia López Saldaña, Citlalli Luna Quintana, Laura Elena Ramírez Ramírez, Karen Salazar Martínez, Manuel Trujillo Diosdado, María Refugio Grey Martínez y David Castañeda. Salvador Lira María Isabel Terán Elizondo Zacatecas, Zac., verano del 2021

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El autor y la obra

En 17391 el jesuita francés Guillaume Hyacinthe Bougeant2 imprimió su Amusement philosophique sur le langage des Bêtes3 en París,4 por la casas de Gissey, Bordelet y Ganeau (fig. 1). Esta sátira contra las 1. Otras fuentes proponen como fecha 1737. Catholic Encyclopedia, vol. II, New York, Robert Appleton Company, 1907. 2. Su nombre castellanizado fue Guillermo Jacinto Bougeant. Nació en Quimper en 1690 y murió en París en 1743. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1706. Reconocido como un gran historiador por sus obras sobre la Guerra de los Treinta Años o sobre la Paz de Westfalia (París, 1746), que fueron traducidos al alemán y al castellano. Escribió un tratado teológico sobre la forma de consagración de la Eucaristía y el Catecismo dividido en tres partes: histórica, dogmática y práctica, a manera de reivindicación del Amusement philosophique sur le langage des Bêtes. Este catecismo pasó por muchas ediciones y fue traducido al italiano y alemán. El jesuita francés escribió además tres célebres comedias: Le Femme Docteur, Le Saint déniché y Les Quakres français, que satiriza a los jansenistas. La primera tuvo 25 ediciones en pocos meses, y fue traducida al italiano, polaco, español y holandés. Entre 1725 y 1737 contribuyó con muchos artículos a las Mémoires de Trévoux. 3. Amusement philosophique sur le Langage des Bestes. A Paris, Chez, GISSEY, ruë de la Vieille Bouclerie. BORDELET ruë Saint acques. GANEAU, ruë Sain Jacques. M. DCC. XXXIX. Avec Approbation & Privilege du Roy (BnF, Signatura: S-22377). Meses después, fue reimpreso en los Países Bajos: Amusement philosophique sur le langage des Bêtes. Chez Antoine van Dole. MDCCXXXIX. Se puede observar que hay una diferencia tipográfica en los títulos de la obra: “Bestes” y “Bêtes”, lo que puede generar cierta confusión. Para el presente estudio, se utilizó la primera edición de 1739, por lo que cuando se haga referencia explícita a tal testimonio se describirá como Amusement philosophique sur le langage des Bestes, pero cuando se enuncie de manera general a la obra, se escribirá como Amusement philosophiquesur le langage des Bêtes. 4. Una obra con temática muy semejante había sido impresa en Ámsterdam en 1728 con el título de Essai Philosophique sur L’Ame des Betes de la autoría de David Boullier. Tuvo otra edición en 1737. Véase Animal Language, Animal Passions and Animal Morals. With an Introduction by Aaron Garrett, Boston University, Thoemes Press, p. IX, nota 2. Esta última obra reproduce la versión en inglés del texto de Bougeant impreso en Londres en 1739.

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opiniones de Descartes sobre el alma de los brutos tuvo tanto éxito que fue traducida al inglés, italiano y alemán, y suscitó polémica,5 por lo que la Compañía de Jesús exilió por un tiempo al autor de París, quien radicó en Le Flèche6 y en Londres. Posteriormente, este escribió Exposition de la Doctrine Chretienne Par Demandes & par Répinses … (1741), obra en donde, de alguna manera, rectificaba algunas cuestiones del libro sobre el lenguaje de los animales. La primera edición del Amusement philosophique … contiene el discurso en cuestión, la aprobación fechada en diciembre de 1738 y el privilegio del rey Luis XV de 13 de febrero de 1719. Pocos meses después, el libro fue reimpreso por la casa de Antoine van Dole (fig. 2), sin la aprobación ni el privilegio, aunque sí con un texto adicional: una carta de Bougeant, a manera de prólogo, dirigida a L’Abbe Savalette, a quien, en dicha epístola, le atribuye el cargo de “Consejero del Gran Consejo” de París.7 La obra fue reimpresa en múltiples ocasiones con varias adiciones de textos que complementaban el discurso. Por ejemplo, en 1760, se publicó en Ámsterdam con un argumento de una advertencia, un discurso preliminar, una crítica, notas y la retractación del autor.8 El Amusement philosophique sur le langage des Bêtes es una epístola en la cual un filósofo, que cumple el rol de emisor, pero no necesariamente el alter ego del autor, se dirige a una mujer, identificada solo como “Madama C.”, a la que agradeciéndole el interés que mostró por un comentario suyo sobre los animales expresado en una conversación previa, le expone en extenso su opinión sobre el tema dividida en tres puntos: 1. “Del conocimiento de los animales”, 2. “De la necesidad de un idioma entre los animales” y 3. “Del idioma de los animales”.

5. Por lo menos se sabe de esta réplica de John Hildrop: Free thoughts upon the brute-creation; or, An examination of father Bougeant’s Philosophical amusement, in two letters to a lady, 1742. También se sabe de una supuesta continuación anónima: Lettre a madame la comtesse D*** pour servir de supplément à l’amusement philosophique sur le langage des bêtes. 6. Comuna francesa situada a orillas del río Loira. 7. No se ha podido encontrar información adicional sobre este personaje. El único dato señala que murió en 1753. 8. Amusementen philosophique sur le langage des Bestes, Nouvelle Edition. Augmenté d’un Avertiʃʃement, d’un Diʃcours préliminaire, d’un Critique, avec des Notes, & de la Rétraƈtation de l’Auteur. A Amsterdam, Aux dépens de la Compagnie. M.DCC.L (BnF, Signatura: R-14460).

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EL AUTOR Y LA OBRA

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En el primero se incluye una burla del sistema cartesiano y, en general, de las posturas sobre si las bestias tienen alma o conocimiento, bajo los argumentos de los peripatéticos o la filosofía escolástica. En esta parte del texto, el filósofo le reseña con un tono satírico a su interlocutora lo que presenció en una tertulia: la exposición ante los concurrentes de un “nuevo sistema” que concluye, a partir del pasaje de Mateo 25,41: “Id al fuego eterno preparado para el demonio y sus ángeles”, que como el demonio y los demás ángeles caídos no sufrían de presente las penas del infierno, sino que las padecerían solo a partir del Juicio Final, animaban mientras tanto los cuerpos de los animales.9 Este “nuevo sistema” es explicado mediante un discurso directo por su misterioso “autor”, un filósofo del que nunca se llega a decir el nombre, a quien el narrador le cede la palabra. Su teoría sobre el ánima de los animales admira a casi todos los presentes en la tertulia, menos a un “Abad doctor” al que le incomoda, sin embargo, a pesar de que este personaje intenta contradecirla, nunca llega a expresar su opinión, al menos en la reseña del episodio hecha por el narrador. Ya en un tono serio y haciendo uso de una dialéctica ilustrada, el segundo punto trata sobre la necesidad y uso del lenguaje de los animales, y el tercero, sobre su idioma. Este último tiene la función de reforzar lo expuesto en las dos partes anteriores. Sobre todo, cabe destacar la propuesta del narrador a la “Madama” de la necesidad de un diccionario sobre el idioma de los animales.

9.

Al parecer, en su libro Philosophical Principles of natural and revealed religion unfolded in geometrical order, impresa en Glasgow en 1748, Andrew Michael Ramsay asumió como válida la idea de que los demonios animaban los cuerpos de los animales mientras llega la hora de que cumplan su condena a partir del día del Juicio Final. Véase Répertoire de la Littérature ancienne et moderne. Tome cinquième, Paris, Chez Castel de Courval, Libraire-Éditeur, 1824, pp. 407-408. En su libro, Ramsay no cita específicamente a Bougeant, pero en la proposición 50, “Si los animales tienen alma o sobre si su inteligencia es degradada o si son inmortales”, en la que critica el sistema cartesiano, comenta con burla que muchos lujuriosos e imaginativos franceses estarían muy contentos de asumir como verdadera la hipótesis. Andrew Michael Ramsay o Chavalier Ramsay (1686-1743), barón escocés, doctor por la Universidad de Oxford, vivió parte de su vida en Francia, donde obtuvo el honor de ser caballero de San Lázaro y tuvo relación con los jesuitas franceses. Fue autor de Les voyages de Cyrus (Londres 1728 y París 1727) y un reconocido masón de quien se afirma fue el fundador del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (Diccionario enciclopédico de la masonería, Ciudad de México, Editorial del Valle de México, 2006, pp. 1346-1349).

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Como el libro circuló en muchas partes, es probable que también lo hiciera en España y fuera leído en francés, ya que hasta donde se ha podido indagar, no existe una edición impresa castellana ni de la época ni posterior. El asunto tratado por Bougeant en su sátira no era nuevo en la península ibérica, pues diez años antes, en su Teatro crítico universal, el padre Feijoo había incluido un discurso sobre la “Racionalidad de los brutos”,10 que también causó controversia.11 Solo se encontraron dos referencias en textos impresos sobre el Amusement philosophique sur le langage des Bêtes, publicados en la capital española. Una aparece en la Escuela española de sordomudos, ó arte para enseñarles á escribir y hablar el idioma español…,12 de Lorenzo Hervás y Panduro, impreso en 1793. La otra se encuentra en el número 170 del Espíritu de los mejores Diarios Literarios que se publican en Europa…, impreso en Madrid el 2 de marzo de 1789,13 donde se hace una pequeña mención del jesuita y su obra, a manera de pretexto. Se ha encontrado, además, una referencia sobre la disertación filosófica de Bougeant en el manuscrito de la obra de teatro La dama doctor o la Teología a la Almohadilla…, traducida en verso castellano por

10. Véase Feijoo, Teatro crítico universal, Alicante Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 1999, tomo III, discurso IX. 11. José Manuel Rodríguez Pardo argumenta al respecto: “Asimismo, [Pereira de Castro] cita también a Laurencio Magalotti, continuador de la obra de Galileo, pero sobre todo el libro titulado Amusement Philosophique sur le langage des Bestes, publicado por Guillermo Jacinto Bougeant (1690-1743), jesuita francés que escribió la citada obra con ánimo de satirizar las opiniones de Descartes sobre el alma de los brutos, afirmando el carácter demoníaco de las almas animales. Sobre este autor sabemos que era un habitual colaborador de las Memorias de Trevoux, entre 1725 y 1737, y fue confinado en París por su propia orden tras ser publicada la fatídica obra en 1739. Asimismo, sabemos que el Padre Feijoo cita en varias ocasiones a Bougeant, como nos lo señala Ramón Ceñal, aunque el benedictino nunca hace referencia, curiosamente, a su libro sobre el alma de los brutos” (El alma de los brutos en el entorno del padre Feijoo, Oviedo, Pentalfa Ediciones/Fundación Gustavo Bueno, 2008, p. 167). 12. Escuela española de sordomudos ó arte para enseñarles á escribir y hablar el idioma español. Obra de Lorenzo Hervas y Panduro, dividida en dos tomos. Con licencia, Madrid, en la Imprenta Real, Año de 1795. 13. “Ciencias y artes. París. Las lenguas consideradas con respeto al órgano de la voz, por M. París, del Oratorio &c.”, en Espíritu de los mejores Diarios Literarios que se publican en Europa, de hoy lunes 2 de marzo de 1789, dedicado á los Literatos y Curiosos de España, Madrid, en la Librería de Don Manuel Munita, 1789.

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EL AUTOR Y LA OBRA

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Antonio Josef Porcel,14 aparecida por primera vez en 1753 y reescrita en 1780 (fig. 3). Aunque en la portada se dice que el autor del texto dramático es anónimo y en el “Prólogo del traductor” solo se indica su nacionalidad francesa; es en el “Suplemento al prólogo” donde se pone de manifiesto el nombre de Bougeant, así como las causas de la prohibición de la pieza dramática. Ahí se señala que la obra circuló y fue traducida sin saber quién era el verdadero autor. En 1780 se trabajó clandestinamente la copia hecha en 1753 por Antonio Josef Porcel, canónigo de la Real Colegiata del Salvador de Granada. El traductor quiso imprimir la obra gracias al mecenazgo del marqués de la Mina en Barcelona, sin embargo, no solo se le negó la impresión, sino que el texto fue prohibido por el Santo Oficio por los acontecimientos que generaron la expulsión de los jesuitas. Con todo, según el “Suplemento al prólogo”, La dama doctor… circuló de forma clandestina. De tal manera, se sabe de una censura de la obra dramática de Bougeant. El traductor, como se indica en el “Suplemento al prólogo”, intentó sin éxito saber quién era el autor. No sería sino hasta la publicación y consulta de Tres siglos de la Literatura Francesa Edición del año de 177515 del abad Sabatier, cuando saliera a la luz el nombre del verdade-

14. La dama doctor ô la Theología â la Almohadilla Comedia en prosa Francesa pr. un Anonimo y traducida en verso castellano por D. Antonio Josef Porcel, BNE, Sala Cervantes, Signatura: MSS/18095. 15. Les Trois siècles de la littèratura française, ou Tableau de l’esprit de nos écrivains depuis François ler jusqu’en 1772, BNM, Fondo Reservado, Clasificación B 015.55 SAB.t. Una edición de esta obra, de 1774, se encuentra en la Biblioteca Nacional de México (BNM, Fondo Reservado, Clasificación B 015.55 SAB.t). Sobre la obra en cuestión, se menciona: “On ne peut s’empêcher de trouver trop de gaieté dans ʃon Amuʃement philoʃophique ʃur le Langage des Bêtes: le ton qu’il y prend, fort un peu trop des bornes preʃcries á la gravité de ʃon état: mais on peut dire en même temps que cett Diʃʃertation agréable, don ton ne doit pas adopter toutes les idées, eʃt la produƈtion d’un eʃprit aimable & pétillant, qui égale Fontenelle pour le talent de revêertir les choʃes les plus ʃérieuʃes des graces du badinage & de la légéreté. Cependant, ʃi le P. Bougean ʃe fût borné à ce ʃeul Ouvrage, il mériteroit tout au plus une place parmi les Littérateurs frivoles. “[…] Ceux qui connoiʃʃent ʃes Comédies de la Femme Doƈteur, du Saint déniché, des Quakers Français, y remarquent un fel & une gaieté très-propres à faire ʃentir le ridicule des travers qu’il ataque. Il eʃt facile de concevoir, par ces Pieces, qu’il eût pu ʃe diʃtinguer dans plus d’un genre, ʃi ʃon état lui eût permis de donner carriere à tous ʃes talens. Il n’eʃt donc que plus eʃtimable d’avoir ʃacrifié ʃes goût à ʃes devoirs. C’eʃt ce ʃentiment qui le porta à ʃes devoirs. C’eʃt ce ʃentiment qui le

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ro autor: Guillermo Jacinto Bougeant. A partir de esta obra, se indica en el manuscrito de La dama doctor …: Escrivió tambien el Divertimento Filosofico sobre el Ydioma de las Bestias obra amatoria dirigida a una Dama qe. hubo de sazonar demasiado con alguna Satira, pues le ocasionó un corto destierro, y por cuya obra se dixo de el que conocia mas bien el ydioma de la galantería, que el de los brutos. Dicha obra Divertimiento Filosófico &c. la desaprobò el mismo despues y penso ganarse de haver ocupado su pluma en semejante bagatela con publicar La Exposicion de la Doctrina Christiana en forma de Cathecismo.16

Los datos ofrecidos en el ejemplar reescrito de Antonio Josef Porcel dan cuenta de la posibilidad de que varias obras de Bougeant circularan en España, tanto en francés, como en castellano, aunque sin indicar su nombre. Por otro lado, la prohibición de La dama doctor… sin exteriorizar la autoría del jesuita, posibilitó que otras obras “permitidas” por la Inquisición no fueran censuradas en ambos lados del Atlántico. También, a inicios del siglo xix, algunos fragmentos del Amusement philosophique sur le langage des Bêtes traducidos al español fueporta à rétraƈter l’Amuʃement Philiʃophique, & à compoʃer ʃon Expoʃition de la Doƈtrine Chrétienne par Demandes & par Réponʃes, diviʃée en trois Catéchiʃmes, l’Hiʃtorique, le Dogmatique & la Pratique, pour expier, diʃoit-il, la frivolité de cette premiere Produƈtion”, pp. 170 y 172. [“Uno no puede evitar encontrar demasiada alegría en su Diversión filosófica sobre el lenguaje de las bestias: el tono que toma, un poco demasiado de los límites prescritos a la gravedad de su condición: pero podemos decir al mismo tiempo que esta agradable disertación, el tono no debe adoptar todas las ideas, es la producción de un espíritu amable y chispeante, que equivale a Fontenelle por el talento de revestir las cosas más serias de las gracias de bromas y ligereza. Sin embargo, si el Padre Bougean se hubiera limitado a este único trabajo, en el mejor de los casos merecería un lugar entre los frívolos Literatos”]. [“Aquellos que conocen sus Comedias de La Dama Doctor…, del Santo no merecido, de los Cuáqueros Franceses, notan allí una felicidad y una alegría muy calculadas para ridiculizar los cruces que él ataca. Es fácil concebir, por estas Piezas, que podría haberse distinguido en más de un tipo, si su condición le hubiera permitido cuidar de todos sus talentos. Por lo tanto, es más estimable haber sacrificado su gusto por sus deberes. Fue este sentimiento lo que lo llevó a sus deberes. Fue este sentimiento lo que lo llevó a reconsiderar la Diversión Filosófica y a componer su Exposición de la Doctrina Cristiana por Solicitudes y Respuestas, dividida en tres Catecismos, Historia, Dogmática y Práctica, para expiar, digamos esto, la frivolidad de esta primera Producción”.] 16. Ibid., p. 11v.

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EL AUTOR Y LA OBRA

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ron incluidos en el libro Espíritu de la Enciclopedia, publicado en La Habana.17 Se trata de una disertación de MM. Ivon et Bouillet, que conjuga dos comentarios distintos sobre el alma de los animales: la referida obra del jesuita Bougeant y el Essai philosophique sur l’aime de bêtes …18 de David Renaud Boullier,19 publicado en 1728. No obstante, los fragmentos del Amusement philosophique sur le langage des Bêtes de la mencionada disertación de Ivon et Bouillet,20 fueron traducidos probablemente del francés o del inglés. Tampoco se encontró un estudio contemporáneo íntegro sobre el Amusement philosophique sur le langage des Bêtes. Para el caso hispanoamericano, el estudio de José Manuel Rodríguez Pardo y la polémica sobre la racionalidad de los brutos en Feijoo son los que más han tocado, de forma indirecta, el texto en cuestión. El haber encontrado en el fondo documental de la Inquisición del AGN un manuscrito con la traducción del Amusement philosophique sur le langage des Bêtes plantea muchas preguntas. ¿Cómo y porqué llegó y circuló esta obra en la Nueva España? ¿Quién la tradujo? ¿Se trata de una traducción original o una copia de otra? ¿Quién o quiénes lo leyeron y con qué fin?

17. Espíritu de la Enciclopedia, traducido por don Alonso del Diestro, oficial jubilado del Ministerio de Marina, La Habana, Imprenta de Terán, 1836. “Animales (el alma de los)”, pp. 297 y ss. 18. Essai philosophique sur l’aime des Betes: oul’on traite de son existence & san ature. Et oùl’onmêle par occasion. Diverses reflexión sur la nature de la Liberte’, sur celle de nos Sensations, sur L’union de l’Ame & du curps, sur l’Immortalite de l’Ame &c. Es oùl’onréfutediverse Objections de Mr. Bayle. A Amsterdam, Chez François chancuin, M. DCC.XXVIII. 19. Ministro en Ámsterdam, luego en Londres, nacido en Utrecht en 1699, murió en 1759. Se distinguió por su celo contra las doctrinas filosóficas del siglo xviii. 20. Espíritu de la Enciclopedia…, op. cit.

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El manuscrito con la traducción ¿novohispana?

El manuscrito con la traducción castellana del Amusement philosophique sur le langage des Bêtes, bajo el título Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales (fig. 4), es un cuadernillo de 36 fojas (verso y reverso) de aproximadamente 22 × 15 centímetros.1 El ejemplar se encuentra completo y es de fácil lectura porque está en muy buen estado de conservación y no tiene manchas, ni está mutilado (fig. 5). Al parecer fue escrito solo por una persona, pues los rasgos caligráficos son uniformes de principio a fin. El texto omite el nombre de Bougeant como autor de la obra y es una traducción anónima. Como el manuscrito no tiene paratextos ni alguna otra indicación a borde de página o reglón sobre su procedencia o autoría, es difícil saber si quien escribe o transcribe es al mismo tiempo el traductor. En un volumen distinto se encuentra el proceso inquisitorial, de once fojas, que menciona la posible existencia de dos o más transcripciones, sin que se haga referencia a si la que editamos aquí es la original, si se recogieron más de un ejemplar o si tan solo retuvieron el documento que sirve de fuente a esta edición.2 Por los indicios que el propio proceso inquisitorial ofrece,3 lo más probable es que se trate de una copia de otra traducción (¿novohispa-

1. AGN, Inquisición, vol. 1525 (primera parte), exp. 3. 2. AGN, Inquisición, vol. 1292, exp. 1. 3. Por ejemplo, deja en blanco los espacios de palabras que no entendió, ya fuera en el original francés o en la traducción castellana que estaba copiando. Creemos que esto último es lo más probable, ya que hay un pasaje en el que, al no entender algunas letras de la palabra “naipes”, el autor del manuscrito escribe “recipes” a pesar de que esta palabra es incoherente con el sentido del texto. Por ello suponemos que, si hubiera tenido a la vista el original francés, que dice “cartes”, no hubiera tenido problema en traducir “naipes”, de modo que la extravagancia de anotar “recipes” tiene que ver con un problema de incomprensión de la caligrafía del texto que se estaba copiando y no de interpretación o sentido.

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na?), lo que supondría la existencia de al menos dos ejemplares castellanos del Amusement philosophique sur le langage des Bêtes, ambos desconocidos hasta ahora, y uno de ellos todavía perdido en los incontables folios de los fondos Inquisición e Indiferente virreinal del AGN. En cuanto a su posible circulación en la Nueva España, en el inventario que Cristina Gómez Álvarez recopiló en Navegar con libros. El comercio de libros entre España y Nueva España (1750-1820) a partir de los registros de navíos, las licencias o pases de libros solicitados a la Inquisición, y los inventarios de los comerciantes, de entre los 2.953 títulos que se supone circularon en estas tierras, solo aparece registrada la historia de Bougeant dedicada al Tratado de Westfalia.4 Sin embargo, no hay que olvidar que la investigación de Gómez se basó en documentos oficiales, y es sabido que había un comercio clandestino que no dejó huella de los títulos que mercaba,5 por lo que es posible que la cifra sea más elevada y circulasen obras no enlistadas, como el Amusement philosophique sur le langage des Bêtes, o algún manuscrito con su traducción castellana. Y aunque no es posible saber cuándo ingresaron a tierras novohispanas, la Biblioteca Nacional de México resguarda dos ejemplares de la historia del tratado de la Paz de Westfalia,6 además de la Esposizione della dottrina cristiana…, obra que en cierta manera hace algunas rectificaciones a la disertación del lenguaje de las bestias.7 Por todo ello, es evidente que se conocieron en la Nueva España varias obras de Bougeant.8 En tiempos mucho más recientes, el manuscrito del Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales llamó la atención de dos investigadores que estuvieron involucrados en los años ochenta del siglo pasado en la elaboración del Catálogo de textos marginados novohispanos. Inquisición: siglos xviii y xix, sin que se percataran de que se 4. Gómez Álvarez, Navegar con libros. El comercio de libros entre España y Nueva España (1750-1820), Madrid/Ciudad de México, Trama Editorial/Universidad Nacional Autónoma de México, 2011, p. 53, ficha 434. 5. Pérez Marchand, Dos etapas ideológicas del siglo xviii en México a través de los papeles de la Inquisición, 2ª ed., Ciudad de México, El Colegio de México, 2005, pp. 63-70 y 119-121. 6. BNM, nº de sistema: 000345817 y BNM, Colección General, Clasificación: G.940.24 BOU.h. 7. BNM, Fondo Reservado, Colección: Obras Antiguas, Raras (BN-FR), Clasificación: RFO 34513. 8. La dama doctor ô la Theologia â la Almohadlla…, op. cit.

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EL MANUSCRITO CON LA TRADUCCIÓN ¿NOVOHISPANA?

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trata de la traducción de la obra de Bougeant: María Águeda Méndez, coordinadora de dicho catálogo, lo incluye en él,9 y otro de los investigadores que formaron parte de su equipo, Fernando Delmar, dio a conocer el manuscrito en su ensayo “Discurso Filosófico sobre el lenguaje de los animales”,10 en el que hace una somera revisión de sus temáticas filosóficas, aunque asumiendo que se trataba de un texto de autoría novohispana. Recientemente se defendió una tesis de maestría, a saber, El anecdotismo en el Amusement philosophique sur le langague de bêtes de Guillaume-Hyacinthe Bougeant. Buscando narrativas históricas alternativas para la etología por Rodrigo Callejas Torres del Centro de Investigación y Docencia Económicas, A.C. (CIDE). La página institucional resume así su objetivo: “vincular con el desarrollo histórico de la etiología contemporánea de los debates anticartesianos que se llevaron a cabo en Francia los primeros cincuenta años del siglo xviii” (http://hdl.handle.net/11651/4286) tomando como estudio de caso la obra de Bougeant.11 En el capítulo dos de la tesis, se incluye un apartado en el que el autor habla del manuscrito del AGN que aquí se edita, y resume el contenido del expediente inquisitorial, pero sin tenerlo en cuenta para su estudio; tampoco utiliza la versión castellana del manuscrito, sino la francesa impresa en 1739. También, en la misma tesis, se cita un trabajo de Zeb Tortorici “Animal Archive Stories: Species anxieties in the Mexican Nacional

9. Águeda Méndez (ed.), Catálogo de textos marginados novohispanos. Inquisición: siglos xviii y xix, Ciudad de México, AGN/El Colegio de México/Universidad Nacional Autónoma de México, 1992, p. 256, registro 1270. “ANÓNIMO. Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales. Discurso filosófico. Sin lugar, sin fecha. Características: manuscrito de mano no identificada. 36 hojas(s) suelta(s). Medidas: 22 x 15 centímetros. Texto en el legajo: (Sin proceso). [Manuscrito acerca de las teorías de la comunicación entre los animales]. Sin lugar, sin año, vol. 1525 (primera parte), exp. 3, sin foliar ni paginar. 10. Delmar, “Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales”, en Julio Ortega, José Amor y Rafael Olea Franco (coords.), Conquista y contraconquista, la escritura en el Nuevo Mundo: Actas del XXVIII Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, Ciudad de México, El Colegio de México/Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, 1998, pp. 419-425. 11. Calleja Torres, El anecdotismo en el Amusement philosophique sur le langage des bêtes de Guillaume-Hyacinthe Bougeant. Buscando narrativas históricas alternativas para la etología, Ciudad de México, CIDE – Tesis de Maestría en Historia Internacional, 2020.

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Archive”.12 Se trata de un capítulo de libro publicado en New York por Syracuse University Press, que da cuenta de algunos documentos y legajos en torno a animales, resguardados en el AGN. Este autor ofrece, entre otros puntos, una lectura con temática filosófica del Amusement philosphique sur le langage des Bêtes y del manuscrito Discurso filosófico sobre el lenguaje de los Animales; además da un resumen del proceso inquisitorial.

12. Tortorici, “Animal Archive Stories: Species Anxietes in the Mexican Nacional Archive”, en Nance, Susan (ed.), The historical animal, New York, Syracuse University Press, 2015, pp. 75-98.

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El proceso inquisitorial

En enero de 1788 se inició un proceso en contra de don Francisco de Rojas Abreu por el delito de proposiciones, en razón de la denuncia espontánea de Tomás de Echegaray, español avecindado en la Ciudad de México y oficial del regimiento de milicias. Tal fondo documental se encuentra en el Archivo General de la Nación, en el Fondo Inquisición, volumen 1292, expediente 1, y consta de once folios manuscritos por diferentes manos (fig. 6).1 En el proceso aparecen incriminados tres personajes que en la época tuvieron participaciones literarias, culturales y científicas. Ellos fueron Francisco de Rojas Abreu, el cirujano Alejo Sánchez Román y el literato José Rafael Larrañaga, así como el abogado Basilio Arrillaga,2 de quien no se ha podido recabar más información de la que aporta el propio proceso inquisitorial. El comisario que recibió la denuncia y le dio seguimiento fue Juan Antonio Bruno. La información contenida tanto en la denuncia como en las declaraciones de los indiciados,

1. La descripción del proceso es la siguiente: “El sr. Inquisidor fiscal de este Santo Oficio contra D. Francisco de Rojas y Abreu, comisario de guerra, que vive en la calle de los mesones. Por proposiciones. Denunciado por D. Tomas Echagaray, oficial del regimiento de milicias de esta ciudad, que vive en una de las casas del convento de S. Jose de Gracia, de la calle del Refugio, casado con Da. Maria Josefa Basarte, de que al llegar el denunciante a la casa habitacion de la Sra. Da. Felipa Aiza vda. del illmo. Sr. Balcarcel, hallo en conversacion a D. Francico de Rojas, D. Basilio Arrillaga, abogado de esta Real Audiencia y a D. Alejo Ramon Sanchez, segundo catedratico de anatomia y cirugia del Real Anfiteatro de esta capital, y de edad de treinta y seis años, disputando sobre el contenido de un cuaderno en cuarto menor, que trata sobre la animacion y lenguaje de los brutos, etc. Mexico”. 2. Posiblemente Basilio Larrillaga (o de Larrillaga) Larrión (1755-1825), asesor y secretario del Real Consulado. Parece que este personaje suele confundirse con su hijo, el célebre abogado Basilio José Arrillaga Valcárcel, quien nació en 1785 y murió en 1865.

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muestra una red de lectura y circulación de obras, ya fueran manuscritas o impresas, que es muy probable que se replicara en la Nueva España en otros espacios como la Real Universidad y entre diversas personas. Según la información registrada por José Mariano Beristán, Francisco de Rojas Abreu o Francisco de Rojas y Rocha era natural de México.3 Fue caballero maestrante de ronda y comisario de guerra de los ejércitos. Antes del proceso había publicado el Poema Epico, la rendición de Panzacola y conquista de la Florida Occidental por el Exmô Conde de Galvez…, en la casa editora de don Felipe Zúñiga y Ontiveros en 1785.4 Por su parte, algunos años antes, Alejo Sánchez Román había participado, junto a Manuel Antonio Moreno, en un debate científico sobre las lagartijas medicinales, pues se enfrentaron a las opiniones del célebre Antonio de León y Gama,5 polémica de la que se conservan como testimonio varios textos.6 Sánchez Román era oriundo de Extremadura, nacido en los años setenta del siglo xviii. Para 1782 ocupaba los cargos de segundo cirujano en el Real Hospital de los Naturales y cirujano mayor en el Hospital de San Andrés. Además, fungió como catedrático de Anatomía y Cirugía de la Real Universidad. José Rafael Larrañaga era natural de lo que ahora es el estado de Zacatecas, y fue colegial del seminario de Durango.7 Era un gran conocedor de Virgilio y un año antes de este proceso había publicado el

3. Beristain de Souza, Biblioteca Hispanoamericana septentrional o catalogo y noticias de los literatos…, Ciudad de México, Ediciones Fuente Cultural, 1883, tomo III, p. 250. 4. BNM. Fondo Reservado, Clasificación: RLAF LAF 275. 5. Antonio de León y Gama (1735-1802). Matemático y astrónomo novohispano. Autor de varios ensayos de tema científico, como sus observaciones sobre un eclipse solar (1778) y las auroras boreales (1790), sobre las lagartijas medicinales (1782), sobre el conteo del tiempo (1800) y sobre las esculturas prehispánicas encontradas en 1790 durante los trabajos de reempedrado de las calles de la Ciudad de México (1802). Beristain de Souza, Biblioteca Hispanoamericana septentrional o catalogo y noticias de los literatos…, Ciudad de México, Tipografía del Colegio Católico, 1883, tomo II, pp. 8-10. 6. Achim, Lagartijas medicinales. Remedios americanos y debates científicos en la Ilustración, Ciudad de México, Conaculta/Universidad Autónoma Metropolitana, 2008. 7. Beristán de Souza, Biblioteca Hispanoamericana septentrional…, op. cit., tomo II, pp. 138-144.

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proyecto de impresión de la traducción de las obras completas del autor de la Eneida, mismo que pospuso durante un tiempo a raíz de una polémica que sostuvo con José Antonio de Alzate por las visiones tan diferentes que tenían sobre lo que debía ser una buena traducción.8 El conflicto con el polígrafo novohispano se prolongó porque su hermano Bruno Francisco quiso publicar por suscripción una obra titulada Margileida o Eneida apostólica que el mismo Alzate y su colega José Mariano Mociño criticaron con tanta dureza que impidieron que el autor reuniera los suscriptores requeridos para poder costear la impresión de la obra, por lo que nunca llegó a publicarse. Estas dos polémicas pusieron en evidencia el enfrentamiento entre dos visiones del mundo que concebían la literatura y la crítica literaria de una manera distinta.9 El proceso inquisitorial sobre la obra de Bougeant consta de tres declaratorias y dos ratificaciones. La primera es la denuncia que de manera espontánea presenta don Tomás de Echegaray el 25 de enero de 1788 ante el comisario inquisidor don Juan Antonio Bruno. Fue interpuesta contra la casa habitación de doña Felipa Ayza, viuda de Valcárcel,10 donde el 21 de enero por la tarde, el denunciante encontró a Francisco de Rojas, Basilio Arrillaga y Alejo Sánchez Román discutiendo sobre el contenido de un cuadernillo manuscrito, que por lo que alcanzó a escuchar, parecía que afirmaba “‘que por ahora no estaba en ejercicio y en uso el infierno y sus penas, hasta el día del Juicio’, comprobando […] esta proposición con la de ‘Id malditos al fuego eterno, que se os tiene preparado desde la constitución del mundo’”,11 lo cual le pareció una herejía. Según la declaración de 8. La polémica solo retrasó su proyecto, porque finalmente logró imprimir cuatro tomos con la traducción de las obras completas de Virgilio. 9. Véase Terán Elizondo, Los orígenes de la crítica literaria: la polémica entre Alzate y Larrañaga, Zamora/Zacatecas, El Colegio de Michoacán/Universidad Autónoma de Zacatecas, 2001. La misma autora reunió las obras más importantes de estos autores en el libro: Dos poetas admiradores de Virgilio: Bruno Francisco y José Rafael Larrañaga. Obra poética (1775-1809), Ciudad de México, Factoría Ediciones (La Serpiente Emplumada, 43), 2020. 10. Se refiere al español asentado y muerto en México, Domingo de Valcárcel Formento y Baquerizo (1700-1783), alcalde del Crimen y oidor de la Real Audiencia de México. Su segunda esposa, María Felipa Ayza y Lucía (su viuda para cuando se llevó a cabo este proceso), murió el 30 de agosto de 1788, es decir, a los pocos meses de esta denuncia. Véase página web de la Real Academia Española de la Historia. 11. Se refiere al pasaje del evangelio de Mateo 25, 41.

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Echegaray, mientras Rojas y Arrillaga defendían la veracidad de dicha proposición, Sánchez la consideraba falsa. Según Echegaray, el punto específico de la discusión se centraba en la interpretación del vocablo preparado del pasaje bíblico, pues, según cita el denunciante, Rojas defendía que el término: […] demostraba o significaba que el uso y ejercicio del infierno era de futuro, [por tanto] no había duda alguna en que los ángeles malos y almas de los hombres hasta aquel día estarán en los cuerpos de los animales, y muertos estos pasarán a las de otros.

Además, el declarante recuerda que Rojas añadió: […] que parece se veía esto claro en las operaciones como de discurso que se notan en varios animales, como en el mono y algunos otros, y el no discurrir y obrar en estos con la perfección que los hombres procederá de no tener la organización de sus cuerpos proporcionada al efecto, que siendo Dios tan justo, sabio y acertado en sus disposiciones y providencias, parecía que no era regular permitiese que el torero matase al toro, el toro al caballo, al perro se le mate de un palo, y demás tormentos que padecen los animales siendo inculpables.12

El denunciante acusa además a Rojas de opinar que el papel manuscrito que tenía en su poder era “una alhaja”, “digno de disputarse en las escuelas”. Por su parte, culpa a Arrillaga de haberle enseñado al día siguiente del suceso un catecismo de Pío V con algunas autoridades que supuestamente sostenían la proposición “de que no padecían las almas otra pena que la de daño hasta el día del Juicio”;13 y de haber afirmado: “Que aquella era pieza digna de copiarse y se la llevaba para copiarla”. Echegaray no pudo aportar al comisario más información, pues desconocía el título de la obra y su autor. No obstante, comentó que al haberle contado a su compadre Antonio Piñeiro sobre el manuscrito, este opinó que su doctrina era “de tal calidad, que ni aun los que tienen licencia de leer libros prohibidos pueden leerlo, según oyó en España al padre Isla, ex jesuita”. De esta declaración se pueden deducir por lo menos dos cosas importantes. La primera, que al carecer de los paratextos, la obra de 12. AGN, Inquisición, vol. 1292, exp. 1, f. 2v. 13. Ibid., f. 2r.

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Bougeant tiene en la Nueva España una recepción distinta a la que tuvo entre el público europeo pues, de lo expuesto por Echegaray, se concluye que tanto Rojas como Arrillaga daban por hecho que lo relatado en el manuscrito, específicamente en la parte donde se reseña la exposición del “nuevo sistema” expuesto por “el autor” en la tertulia, era una proposición hecha en el marco de un discurso serio, que podría creerse e incluso probarse a partir de autoridades, y no, como fue el propósito de Bougeant, una parodia satírica del discurrir de los escolásticos cartesianos llevando hasta el extremo de lo ridículo su forma de argumentar y su sujeción al principio de autoridad. De hecho, a Echegaray esto le quedaba claro, pues en su declaración opina que tanto Rojas como Arrillaga “se quedaron en inteligencia de que, entendida la primera proposición en el sentido dicho, era cierto cuanto se contenía en el referido manuscrito”. La segunda, que estos personajes novohispanos parecen tener predisposición para cuestionar lo que saben, incluso de religión o hasta de la justicia divina, y estar ávidos de novedades, por lo que no les importaba arriesgarse, de ahí que los inculpados se mostraran interesados en una propuesta tan novedosa y opinaran que el texto debía ser conocido por más personas, llegando a sugerir incluso uno de ellos que se disputara en las escuelas y el otro, que merecía copiarse. Dos días después, el 27 de enero, se llamó a declarar al cirujano Alejo Ramón Sánchez. Él corroboró lo dicho por Echegaray, e insistió en que se negó a opinar sobre el tema porque se trataba de un asunto teológico, confirmando con ello que se trataba de ideas que, al igual que el denunciante, consideraba heréticas. Su postura consistió en negar que compartía el entusiasmo y la aceptación de Rojas y Arrillaga por las ideas del manuscrito, específicamente la proposición de que los demonios animaran los cuerpos de los animales, sino muy por el contrario, que intentó convencerlos de su falsedad y demostrar que los animales “no tenían otra alma que la sensitiva, y que sus funciones y acciones eran solo maquinales y enteramente ajenas de discurso y racionalidad alguna”. Llama la atención que Sánchez se refiera en dos ocasiones al asombro y entusiasmo que invadían a Rojas y Arrillaga: “uno como otro se manifestaron bastante admirados de él, y lo alababan y aplaudían, como también las autoridades y pruebas de que usa”. Pero, quizá por solidaridad con los acusados o porque verdaderamente así lo creía,

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contrario a la opinión de Echegaray, Sánchez afirma que no cree que ninguno de los dos “tendrían por positivamente verdadero el contenido de dicho papel”. En cuanto al manuscrito, declara que no lo vio sino hasta el 25 de enero, “en que entrando en la recámara dicha halló sobre la cama de la expresada señora condesa un papel manuscrito en cuarto, como de cincuenta a sesenta fojas, sin forro, y al parecer usado o manoseado, […] [y] leyó el rubro de un capítulo, que decía: Sobre el lenguaje o locución de los animales”.14 También informa que Arrillaga le dijo que se lo estaban copiando, y Rojas le comentó que en el catecismo de Pío V había autoridades que sostenían la doctrina de que las penas del infierno son a futuro. Por último, declaró que Arrillaga le dijo que el texto era de Larrañaga, el traductor de Virgilio, que no sabía quién era el autor, ni si existían más copias, pero supone que lo habrían leído u “oído leer”, además de los acusados, “la mujer de Arrillaga, y acaso el citado don Tomás, que concurrió a la disputa, aunque no entró en ella”. Sin embargo, Tomás de Echegaray no admite en ningún momento haberlo leído. No es sino hasta el 28 de enero, durante la ratificación de la denuncia de este último, cuando se da a conocer el nombre del manuscrito: Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales,15 pues Echegaray admite que en una reunión posterior a los hechos denunciados alcanzó a verlo. El 29 de enero, Alejo Ramón Sánchez acude a ratificar su declaración aportando un nuevo dato: que Basilio Arrillaga le ofreció una copia del papel, así como otro libro. El día 30 del mismo mes el comisario inquisitorial solicita se elabore el decreto para recoger el original de Francisco Rojas y la supuesta copia de Basilio Arrillaga, con la intención de impedir que el manuscrito y sus ideas heréticas llegaran a más personas. En este escrito, el comisario Juan Antonio Bruno añade un comentario interesante: “y aunque sería fácil que don Alejo Ramón Sánchez admitiese la oferta que Arrillaga le ha hecho de [pasarle] el papel original, y que habido lo entregase, siempre será más oportuno que se recoja del orden de la Santa Inquisición uno y otro, y así lo tengan entendido los que los tienen”. 14. Ibid., p. 3r. 15. Ibid., p. 6r.

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Es decir, había dos caminos para incautar la obra: el legal, siguiendo los procedimientos oficiales, más burocrático y lento, o el más expedito: engañar a los inculpados para que le entregaran el manuscrito a Sánchez y este lo remitiera al Tribunal del Santo Oficio. El comisario no cae en la tentación, pero sus palabras muestran, como ha demostrado Monelisa Pérez Marchand,16 el relajamiento de la institución durante la segunda mitad del siglo xviii. Sin que sea posible explicar la razón, no es sino hasta el 18 de agosto cuando el inquisidor fiscal Pereda,17 visto que las dos declaraciones de los testigos coincidían en lo pernicioso y escandaloso de las doctrinas contenidas en el manuscrito, “como las que enseñan que el infierno no tiene uso [sino] hasta el día del Juicio, y la [de la] metempsicosis o transmigración de las almas a los brutos”,18 ordena al comisario que intime a Rojas y a Arrillaga a entregar sus ejemplares, y en caso de que se negaran, procediera a la revisión de sus papeles y libros. La ejecución de esta orden no se dio sino hasta los días 24 y 25 de octubre, cuando el comisario se presentó en las respectivas casas de los inculpados. Rojas negó tenerlo en su poder porque se lo había devuelto a Basilio Arrillaga, quien supuestamente se lo había prestado. Por su parte este lo entregó y dijo que Larrañaga se lo había prestado a él. Ambos coincidieron en que no sabían quién era el autor ni si había más copias, aunque Arrillaga admite habérselo dado a leer a más personas: “el bachiller don Diego Álvarez, cura proprio de la parroquia de San José […] [y] al licenciado don Ignacio Salinas”.19 Los dos encausados defendieron su inocencia con el argumento de que no advirtieron en dicho papel ninguna cosa contraria a la doctrina o buenas costumbres, pues de haberlo hecho ellos mismos lo hubieran denunciado. Sin embargo, Rojas no tiene problema en admitir que admira la agudeza de lo que, según él, reconoció como los “argumentos sofísticos” del papel, aspecto que también elogia Arrillaga, aunque este añade que no consideró la obra peligrosa porque “promueve especies puramente probables”, por lo que no tuvo 16. Pérez Marchand, op. cit. 17. José de Pereda y Chávez, inquisidor fiscal entre 1785 y 1795. Aguirre Salvador, Rodolfo, El médico y la estrategia. Curas juristas y médicos en Nueva España, Ciudad de México, UNAM/Plaza y Valdés, 2003, p. 456. 18. AGN, Inquisición, vol. 1292, exp. 1, f. 5v. 19. No fue posible localizar más datos para identificar a estos personajes.

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escrúpulo en prestarlo a otras personas que también alabaron su ingenio. En pocas palabras, los dos niegan haber dado por cierto lo que el manuscrito propone, contradiciendo lo que Echegaray afirmó en la denuncia. Dos documentos más se incluyen en el expediente: unas líneas del comisario Juan Antonio Bruno, fechadas el 27 de octubre de 1788, sin destinatario, en donde, aunque reconoce que debía continuar las diligencias y llamar a declarar a Larrañaga, no lo haría porque debía salir de la ciudad.20 El otro son unas líneas sin remitente, dirigidas a los inquisidores “Prado y Alfaro”,21 datadas el 12 de julio de 1804, es decir, 16 años después, donde se da por concluido el proceso debido a que Francisco de Rojas tenía ya varios años de muerto. Como resulta evidente, el proceso presenta varias inconsistencias, además de la lentitud con la que se llevaron a cabo algunas de las diligencias (entre 1788 y 1804). Por un lado, se entrega a la Inquisición el “original” del manuscrito, pero no se vuelve a hablar de la supuesta copia o copias que alguien a quien nunca mencionan le estaba elaborando a Arrillaga, sobre las que este bien pudo haber guardado silencio y que por lo tanto podrían haber continuado circulando. Resulta imposible saber si lo que entregó Arrillaga a la Inquisición fue el “original” o una de esas hipotéticas copias. El único ejemplar del Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales no tiene ningún paratexto que lo indique. De este modo, el manuscrito fue confiscado, aunque no se hicieron mayores averiguaciones sobre el copista, el posible autor, el virtual traductor o bien si la traducción se hizo en Nueva España o en la península ibérica. El proceso da cuenta de los artilugios retóricos que usaron los denunciados para evadir el problema y no ser procesados, pero también 20. Ibid., p. 11r. 21. Bernardo Prado y Obejero, inquisidor fiscal a la muerte de José de Pereda y Chávez. De ideas conservadoras, le tocó enfrentar las ideas liberales en la Nueva España tras el exilio de Fernando VII y durante el movimiento revolucionario del cura Miguel Hidalgo. En 1813, tras la abolición del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición por decreto de las Cortes de Cádiz, Prado y el inquisidor Isidoro Sainz de Alfaro y Beaumont son repatriados a la península. Este último era primo del arzobispo y virrey interino Francisco Xavier de Lizana y Beaumont. Fue caballero de la Orden de Carlos III, prebendado de la catedral metropolitana y gobernador de la mitra.

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EL PROCESO INQUISITORIAL

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de las estrategias de difusión y circulación del conocimiento de la época, evidenciando que, a pesar de las prohibiciones sobre temas y libros, es muy probable que muchos fuesen leídos y copiados por letrados o personas de cierto nivel cultural, incluso sin conocer el nombre del autor. Ocho años antes se había hecho la relación manuscrita de La dama doctor… por Antonio Porcel, en donde se manifestaba la prohibición del autor parisino, e incluso se hacía mención a la obra sobre el lenguaje de los animales. No obstante, todo parece indicar que varios títulos de Bougeant circularon anónimos y clandestinos en ambos lados del Atlántico, aunque hasta ahora no se ha podido localizar otro manuscrito de este autor. Por otro lado, otra inconsistencia del proceso radica en que ni el comisario ni los inquisidores se tomaron la molestia de citar a los inculpados en las instalaciones del tribunal para interrogarlos más a fondo sobre sus creencias sobre las proposiciones heréticas del manuscrito, y dieron por válido y suficiente lo que ambos afirmaron de no haberlo tomado en serio. Una más es que el manuscrito no fue remitido a calificación por dos teólogos, como solía hacerse, para verificar la presencia de herejías y dar seguimiento al procedimiento usual: si fuera el caso, mandar que se prohibiera todo o en parte y hacerlo saber públicamente mediante el correspondiente edicto. Por último, en las declaraciones salieron a relucir los nombres de más involucrados en la lectura del cuadernillo: el bachiller Diego Álvarez, el licenciado Ignacio Salinas, y José Rafael Larrañaga, sin embargo, no se les llamó a declarar. Llama especialmente la atención el caso de este último, porque había sido señalado como el dueño del papel con proposiciones heréticas, y era fácil suponer que él podía develar al autor del manuscrito, a su copista o a su traductor. ¿Por qué no se le solicitó declaración? Hasta ahora es posible imaginar dos posibles razones de semejante omisión: la negligencia que Pérez Marchand considera parte de la decadencia de la Inquisición de México, o el “influyentismo”, que haría evidente su corrupción. Los cargos, la posición social, el reconocimiento literario de los involucrados o la circunstancia de tener amigos encumbrados (pues no hay que olvidar que, según los testimonios de los denunciantes, como parte del grupo que se reunía en casa de Felipa

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de Aiza asistía la condesa de san Pedro del Álamo),22 podrían ser los motivos de que no se le diera la importancia debida al asunto, se hicieran de la vista gorda y se dejara dormir hasta tener que dar el caso por cerrado porque varios de los implicados ya habían fallecido. Como podrá comprobar el lector, el manuscrito novohispano del Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales suscita más preguntas de las que hasta ahora se pudieron responder aquí: ¿quién lo tradujo?, ¿quién lo trajo a la Nueva España?, ¿tuvo más lectores?, ¿fue discutido en las escuelas?, ¿cuál fue su recepción?, ¿causó algún impacto?, ¿alguien se percató alguna vez de que se trataba de un texto satírico francés escrito por Bougeant? Haría falta localizar nuevos documentos para poder ofrecer algunas hipótesis.

22. Título nobiliario creado por el rey Felipe V en 1734 a favor de Francisco Valdivieso y Mier y Bareda, mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, vecino de México. Probablemente la condesa a la que se refiere el declarante sea María de los Dolores de Valdivieso y Valdivieso, única mujer que detentó el título.

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Prolegómenos de las semejanzas y diferencias entre el texto original y la traducción

A partir del cotejo del manuscrito novohispano con la primera edición francesa de la obra es posible identificar las diferencias y similitudes más significativas. En lo que concierne a la obra en sí, el manuscrito traduce la totalidad del original, con excepción de un fragmento y de dos espacios dejados en blanco que son claramente visibles. En los tres casos, no se trata de omisiones de carácter ideológico, sino que pueden ser un error del transcriptor o del traductor. Del primero, en el original francés se indica: Mais soit qu’ils le connoissent ou non, une dégradation si honteuse est touhours pour eux xe premier effet de la vengeance divine dont j’ai parlé. C’est un enfer anticipé.1

En el manuscrito este pasaje no aparece. Se ubica en el relato donde se describe el debate entre un “autor” y el abad-doctor. Esto, lejos de ser una omisión consciente, parece ser un descuido, ya sea del traductor o del copista. La traducción que se propone para estas líneas es la siguiente: Pero si tienen el conocimiento o no, es una degradación vergonzosa para ellos, siempre es fijo el primer efecto de la venganza divina que yo hablaba. Este es un infierno anticipado.

Por su parte, los espacios dejados en blanco por el traductor o copista parecen ser palabras o frases que, o no supo traducir del francés, o no descifró de la hipotética traducción castellana que copiaba. Veamos el primer caso:

1.

Amusement philosophique sur le Langage des Bestes…, op. cit., p. 38.

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Manuscrito novohispano: Los […] se purgan y a sus hijuelos, comiendo arañas y otros insectos; las palomas y otras muchas aves comen […] para facilitar la digestión.2 Original francés: […] les Moineaux se purgent aussi & purgent leurs petits avec des araignés ou d’autres insectes; les Pigeons & beucoup d’oiseaux margent du gravier pour faciliter leur digestion […].3

Como puede observarse, en el manuscrito faltan las palabras Moineaux (‘Monos’) y granvier (‘grava’). El segundo ejemplo es el siguiente (fig. 7). Manuscrito novohispano: Pero este principio aunque no conocemos la semilla […] […] del […] coral […] […] […] no dejamos por eso de persuadirnos que estas palabras proceden de granos, siendo este el modo como la naturaleza produce todas las otras.4 Original francés: […] c’est par ce principe que quoi qu’onne connoisse qu’a peine la semence du coral, de champignons, des truffes, du nostoch, de la fougere, nous ne laissons pas d’être persuadés que ces plantes viennent de graine, parce que c’est la façondont la nature produit toutes les autres.5

En este último ejemplo, el texto se completaría de la siguiente manera: Pero este principio, aunque no conocemos apenas las semillas del coral, champiñones, trufas, mosto, helechos, no dejamos por eso de persuadirnos que estas plantas proceden de granos […].

Lo difícil de saber en ambos casos es si las palabras faltantes están ausentes porque el autor del manuscrito no supo traducirlas, porque quizá buscaba un animal equivalente en la Nueva España o, en caso de que estuviera copiando una traducción castellana, porque no pudo descifrar la caligrafía de su texto modelo. 2. 3. 4. 5.

Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales, f. 60v. Amusement philosophique sur le Langage des Bestes…, p. 77. Discurso filosófico sobre…, op. cit., f. 62r. Amusement philosophique sur le Langage des Bestes…, p. 86.

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Por otro lado, es evidente el propósito del copista/traductor de acercar el texto francés a un lector hispano. Esto queda claro en varios apartados cuando realiza transposiciones culturales. Dos son los casos más señalados. Original francés: Un François du temps de Charlemagne me nous entendroit pas meius que nous n’entendons un Espagnol ou un Anglois. Le langage des bêtes & des oifesux n’est point sujet a ces variations incommodes.6 Manuscrito novohispano: Un español, en tiempo del Cid, no se entendería del mismo modo que nosotros entendemos ahora un alemán o un inglés. El idioma de los animales no está sujeto a lo incómodo de estas variaciones.7

En este caso se trata de la misma idea, solo que se da un cambio de arquetipos: del francés en tiempos de Carlomagno al español en tiempos del Cid. El otro ejemplo es similar. Original francés: Ceux mêmes qui parlent le plus mal une langue, comme un Allemand que écorche le François, vois diront: mois souffrir fièvre ; vois aimer vin.8 Manuscrito novohispano: Los mismos hombres que empiezan una lengua, la han de componer de estas partes; como un español que empezare a hablar el francés, diría: “Yo seufrir feveri” “Vous arme vin”.9

En este caso se traslada el personaje de la acción que se describe: de un alemán que empieza a hablar francés, a un español que intenta hacer lo mismo. El sentido no cambia, lo que se busca es la asimilación de un sentido, dirigido a un lector hispánico. Es importante señalar también que en el original francés el autor omite los nombres propios de algunos personajes y topónimos, aludiéndolos solo con sus letras iniciales: en el primer caso se encuentran los siguientes ejemplos: Madama C., M. R., Mad. d’H.; mientras que, en el segundo, lugares como C. El manuscrito novohispano, en cam6. 7. 8. 9.

Ibíd., p. 126. Discurso filosófico sobre…, op. cit., p. 72r. Amusement philosophique sur le Langage des Bestes…, op. cit., p. 155. Discurso filosófico sobre…, op. cit., f. 77r.

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bio, introduce algunas variantes sin que sea posible explicar el porqué de la solución propuesta: mientras que en el caso de los personajes mantiene del francés el nombre de madama de C, cambia M. R. por monsieur Roo, y Mad. d’H por madama de Huu, y en el caso del topónimo, C. por Coó. Otro aspecto a destacar es la introducción en el manuscrito novohispano de una precisión que no existe en el original. En el Amusement philosophique sur le langage des Bêtes, la voz narrativa, al escribirle la carta a su destinataria la “Madama”, le describe el desencuentro entre el supuesto autor del Discurso sobre el lenguaje de los brutos y un abad doctor: Orapprénez Mad… que pendant que l’Auteurs’expliquoit ainsi, un Abbé Docteur, quiétoit présent, homme d’esprit, mais vifdans la dispute & prevenu de ses príncipes, gromme loittoytbas entre sesdents d’un air de mécontentement […].10

Es decir, el antagonista es un abad doctor. En cambio, en el manuscrito se le describe de la siguiente manera: Durante que el autor se explicaba así, un abate, doctor en Teología, que se hallaba presente, hombre de entendimiento, pero vivo en la disputa y prevenido, gruñía entre dientes con aire de disgusto que el autor conoció fácilmente.11

La inclusión del título “doctor en Teología”, aunque parece un añadido mínimo, matiza en cierta forma el sentido de la polémica que se narra, ya que cambia el “horizonte de expectativas” de la obra. En el mismo tenor se encuentra los títulos del original francés y de la traducción ¿novohispana? El manuscrito se titula Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales, mientras que el original es Amusement philosophique sur le langage des Bêtes, lo que en una traducción más conveniente sería Entretenimiento filosófico sobre el lenguaje de las bestias. Es decir, el propio título advierte al lector de que lo que tiene entre manos es un juego, un divertimiento y no un discurso serio.

10. Amusement philosophique sur le Langage des Bestes…, op. cit., p. 26; las cursivas son nuestras. 11. Discurso filosófico sobre…, op. cit., f. 48r; las cursivas son nuestras.

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De hecho, con este último título es con el que se cita en la Enciclopedia de La Habana, la réplica que le hace John Hildrop en Londres y el trabajo de José Manuel Rodríguez Pardo. Quizá el matiz semántico entre los vocablos “animales” y “bestias” no sea significativo, pero entre “Discurso” y “Entretenimiento” sí hay un importante cambio en el “horizonte de expectativas”, pues el lector novohispano (como de hecho parece que así sucedió) podría haber entendido que se enfrentaba a una disertación seria, mientras el francés estaba al tanto de que se trataba de un texto satírico. Ahora bien, como se puede advertir de lo expuesto, la obra que se da a conocer aquí podría servir de fuente para muy diversos tipos de investigaciones. Ya se mencionaron las que tienen que ver con las traducciones y los traductores. Otra de ellas, por supuesto, sería el ejercicio interpretativo de las condiciones del manuscrito y el impreso como propuestas filosóficas. Y una más sería rastrear la posible recepción de la obras de Guillaume Hyacinthe Bougeant en hipotéticos lectores novohispanos: ya fuera como una polémica europea sobre el alma de los brutos, que pudo haber tenido algún tipo de repercusión en algunos autores novohispanos o en espacios de formación en la época, o solo como una sátira que sirvió para el entretenimiento de ciertos lectores, pues algunos autores de su tiempo la calificaron simplemente como “obrita compuesta con bastante gracia”.12

12. Espíritu de la Enciclopedia…, op. cit., p. 303.

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Criterios de la edición

En el presente trabajo se edita el Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales y el proceso inquisitorial dirigido tanto a los especialistas como al público en general. La versión que se propone es una edición de rescate,1 por lo que busca y acentúa la legibilidad y el sentido sobre la fidelidad lingüística de los textos. En este sentido se tomaron los siguientes criterios y decisiones:  1. Se desataron las abreviaturas.  2. Se modernizó la acentuación, la puntuación, el uso de mayúsculas y la ortografía.  3. Se ajustaron, señalándolo, las concordancias de género y número.  4. Se mantuvieron las palabras arcaicas aceptadas como vigentes por el Diccionario de la lengua de la Real Academia Española en su última edición.  5. Se marcaron con un [sic] los vocablos o estructuras sintácticas poco comunes o que no corresponden a los actuales, y aquellos otros que parecen no concordar con la sintaxis del texto.  6. En los casos de reconstrucción del texto o añadidos, las suposiciones de interpretación y/o dudas se incluyen entre corchetes.  7. La versión manuscrita novohispana fue cotejada con el original francés de 1739, por la casa de Gissey, Bordelet y Ganeau, para saber si había enmendaduras, cambios o párrafos mutilados, así como en algunas líneas de comprensión compleja en el contenido.  8. Se respetó la versión manuscrita novohispana, por considerarse una obra de traducción. No obstante, en los casos de duda, se colocaron notas al pie de página en cuestiones como el sentido de 1. Como solamente se cuenta con un ejemplar del manuscrito Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales y no se cuentan con otros testigos, se trata de una edición de rescate.

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algunas palabras o bien las voces o líneas faltantes que aparecen en el original francés.  9. Para las citas bíblicas se usó el criterio de ilustrar con el texto bíblico autorizado por el Vaticano, reproducidas de las versiones de la Sagrada Escritura de la página web del Vaticano . Se decidió por tanto poner el versículo completo en español. 10. Se colocaron notas para aclarar el sentido de algunas palabras o conceptos propios de la época o la materia, cotejados principalmente del Diccionario de la lengua y Diccionario de Autoridades o de los otros diccionarios antiguos disponibles en el Tesauro Lexicográfico del portal web de la Real Academia Española. De los autores, lugares, pasajes históricos, obras, etc., las referencias provienen de diferentes enciclopedias, diccionarios u obras especializadas. Reiteramos que el propósito de la presente edición es que el lector se acerque y disfrute el Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales en su primera versión castellana, y que su lectura abra nuevos caminos de investigación entre los senderos de la traducción, así como la circulación de obras “prohibidas” en múltiples espacios, como tertulias o espacios educativos, en la segunda mitad del siglo xviii novohispano.

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Edición del Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales

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Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales

A. M. A. D. C.1

¡Qué poderosos son, señora, conmigo, vuestros preceptos, y cuán bien conocéis el imperio que tenéis sobre mí! Por acaso se me escapó decir en una de nuestras conversaciones filosóficas que los animales hablan y que se entienden entre sí, y aunque cualquiera otro hubiera mirado esto como uno de aquellos discursos que se aventuran sin prueba y sin otro designio que el de festejar la conversación, vos no lo habéis pensado así. Decidme sobre mi proposición, que me conocéis muy bien, y que, aunque tenga todo el aire de gracejo, sabéis que yo no lo diré por acaso, y así que gustaréis la tratase seriamente dándoos parte de las razones que me la persuade. No sé si otra circunstancia que la presente podría resolverme a obedeceros, porque sabéis muy bien el poco lugar que tengo para divertirme en disertaciones de pura diversión, pero, por felicidad mía, vuestro mandato me encuentra en la Campaña.2 He dejado en la ciudad, hasta mi vuelta, aquel cúmulo de cuidados de que vos alguna vez me tenéis lástima [sic]. Aquí reino sobre toda la naturaleza ocupando una mansión deliciosa con un círculo de diversiones cuya variedad aleja el disgusto, [com]partiendo esta dicha con una gustosa compañía. Por esta última circunstancia adivinaréis fácilmente que yo estoy en Coó,3 y supuesto que como dicen los grandes maestros del delei1. En el original francés: “A Mada… C.”. El texto está dedicado a una mujer de la cual no se sabe el nombre o procedencia. 2. En el manuscrito: “campana”. DRAE: “Campo llano sin montes ni aspereza”. En el original francés: “champagne”, por lo tanto: campiña, el campo. 3. En el original francés: “C”. Hay una localidad de Cantabria, en el norte de España, de nombre Coó, sin embargo, es probable que, como otros nombres propios mencionados en la versión que editamos, sea una interpretación del original o una mala transcripción de una hipotética traducción de la cual esta es una copia.

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te, es menester para hacer los placeres más vivos interrumpir su continuación por alguna ligera ocupación, ¿qué mejor puedo hacer que satisfacer vuestra curiosidad? En todas las [de]más cosas se mezcla el amor propio, y yo creo que en responderos habrá más de gusto que [de] demérito, pero todos iremos bien, y como vos seáis [sic] contenta de mi trabajo, creo [que] me perdonaréis fácilmente el haber buscado mi propia diversión. ¿Preguntaréisme si creo seriamente que los animales hablan? Sí, señora, creo seriamente que los animales hablan y que se entienden entre ellos también, y algunas veces mejor que nosotros. ¿Queda vuestra curiosidad satisfecha? No, porque vos queréis saber cuáles son mis razones. Este segundo punto no es tan fácil [de] responder. Si ambos nos entrásemos en una conversación familiar, os diría que la razón porque me persuado a que los animales hablan es porque monsieur Rooo habla. Vos añadiríais a madama de Hooo,4 y quizá esta bufonada excitaría nuestra risa, pero cuando se escribe es preciso respetar a los lectores. Yo no os [¿recor?]daré que la serpiente tuvo una gran conversación con Eva y que la burra de Balaán5 4. En el original francés: M. R. y Mad. d’H. 5. Números 22: “Luego los israelitas reanudaron la marcha y fueron a acampar en las estepas de Moab, el otro lado del Jordán, a la altura de Jericó./ Balac, hijo de Sipor, vio todo lo que los israelitas habían hecho a los amorreos,/ y los moabitas sintieron un gran temor a la vista de ese pueblo tan numeroso. Atemorizados por la presencia de los israelitas,/ los moabitas dijeron a los ancianos de Madián: «Ahora esta turba va a devorarlo todo a nuestro alrededor como un buey devora la hierba del campo». Entonces Balac, hijo de Sipor, que era rey de Moab en aquel tiempo,/ envió unos mensajeros a Balaam, hijo de Beor —que vivía en Petor, junto al Eufrates, en el país en Petor, junto al Eufrates, en el país de los descendientes de Amav— para que le hicieran esta invitación: «Un pueblo que salió de Egipto y cubrió toda la tierra se ha establecido frente a mí./ Ven, por favor, y maldíceme a este pueblo, porque es más fuerte que yo. Tal vez así podré derrotarlo y expulsarlo del país. Porque yo sé que el que tú bendices, queda bendecido, y el que maldices, queda maldecido»./ Los ancianos de Moab y de Madián partieron, llevando la retribución para el adivino. Cuando se presentaron a Balaam y le transmitieron el mensaje de Balac,/ Balaam les respondió: «Pasen aquí la noche, y yo les daré la respuesta que el Señor me inspire». Entonces los jefes de Moab se quedaron con Balaam./ Pero Dios se manifestó a Balaam y le dijo: «¿Quiénes son esos hombres que están contigo?»./ Balaam respondió a Dios: «Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, me envió este mensaje:/ «Aquí hay un pueblo que salió de Egipto y cubrió toda la tierra. Por eso, ven a maldecírmelo. Tal vez así podré combatir contra él y expulsarlo»./ Dios dijo a Balaam: «No vayas con ellos ni maldigas a ese pueblo, porque está bendecido»./ A la mañana siguiente,

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Balaam se levantó y dijo a los jefes enviados por Balac: «Vuélvanse a su país, porque el Señor me prohíbe acompañarlos»./ Entonces los jefes de Moab partieron, y cuando estuvieron de regreso dijeron a Balac: «Balaam se niega a venir con nosotros»./ Entonces Balac envió otros jefes, más numerosos y distinguidos que los primeros./ Ellos se presentaron a Balaam y le dijeron: «Así habla Balac, hijo de Sipor: «Por favor, no te niegues a venir en mi ayuda./ Yo te colmaré de honores y haré todo lo que me digas. Te ruego que vengas y me maldigas a este pueblo»./ Pero Balaam respondió a los servidores de Balac: «Aunque Balac me diera su casa llena de planta y oro, yo no podría transgredir, ni siguiera en lo más mínimo, una orden del Señor, mi Dios./ Con todo, quédense aquí también ustedes esta noche, y veré qué me dice el Señor esta vez»./ Durante la noche, Dios se manifestó a Balaam y le dijo: «Si esta gente ha venido a buscarte, puedes ir con ellos. Pero no hagas nada fuera de lo que yo te ordene»./ Por la mañana, Balaam se levantó, ensilló su asna y partió junto con los jefes de Moab./ Pero su partida encendió la ira de Dios, y el Angel del Señor se interpuso en el camino para cerrarle el paso. Balaam iba montado en su asna y lo acompañaban dos muchachos./ Cuando el asna vio al Angel del Señor parado en el camino, con la espada desenvainada en su mano, se apartó y se fue por el campo. Pero Balaam la castigó para hacerla volver al camino./ El Angel del Señor se paró entonces en un sendero angosto, que pasaba por los viñedos y estaba rodeado de los dos lados por un cerco./ Al verlo, el asna se fue contra el cerco y apretó el pie de Balaam que la castigó nuevamente./ Una vez más, el Angel del Señor se adelantó y fue a colocarse en un lugar tan estrecho, que imposible desviarse a la derecha o a la izquierda./ Cuando el asna lo vio, se echó al suelo debajo de Balaam, y este, enfurecido, la golpeó con su bastón./ Entonces el Señor abrió la boca del asna, y ella, dijo a Balaam: «¿Qué te hice para que me golpearas así tres veces?»./ «¡Te estás burlando de mí!, respondió Balaam. Si tuviera una espada en mi mano, te mataría ahora mismo»./ El asna le respondió: «¿Acaso yo no soy tu asna, la que siempre has montado hasta el día de hoy? ¿Acostumbro yo a tratarte de ese modo?». El respondió: «No»./ El Señor abrió los ojos de Balaam, y este vio al Angel del Señor parado en la camino, con la espada desenvainada en su mano; se inclinó y lo adoró con el rostro en tierra./ El Angel del Señor le dijo: «¿Por qué le has pegado tres veces a tu asna? Era yo el que te cerraba el paso, porque tu viaje me disgusta./ Ella me vio y se apartó de mí tres veces. Hizo muy bien en apartarse, porque de los contrario yo te hubiera matado, mientras que a ella la hubiera dejado con vida»./ Balaam dijo al Angel del Señor: «He pecado, porque no sabía que tú estabas apostado delante de mí en el camino. Si esto te desagrada, ahora mismo regreso»./ El Angel del Señor respondió a Balaam: «Ve con estos hombres, pero dirás solamente lo que yo te indique». Y Balaam se fue con los jefes que le había enviado Balac./ Cuando Balac supo que Balaam estaba por llegar, fue a encontrarlo en Ar Moab, sobre la frontera del Arnón, en el límite de su territorio,/ y le dijo: «Yo te mandé a llamar urgentemente. ¿Por qué no querías venir? ¿Acaso no dispongo de medios para colmarte de honores?»./ Entonces Balaam respondió a Balac: «Aquí me tienes. Pero, ¿qué puedo decir yo ahora? Sólo diré la palabra que Dios ponga en mi boca»./ Luego Balaam se fue con Balac. Llegados a Quiriat Jusot,/ Balac inmoló vacas y ovejas y se las envió a Balaam y lo hizo subir a Bamot Baal, desde donde pudo ver a una parte del pueblo”.

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habló. Sería más inútil contaros la fábula de los caballos de Aquiles.6 A todo esto, me diríais que, de estos sucesos, los unos son sobrenaturales y los otros fabulosos, y que así, unos ni otros no prueban nada en orden a la naturaleza. Las pruebas de mi opinión sin duda os admirarán, al ver que cuanto yo haré será descubriros ciertas ideas, y un discurso confuso en que no habéis profundizado lo bastante; pero antes conviene establecer algunos preliminares en que me temo que lo accesorio sea tan largo como lo principal, lo que es una falta capital contra las reglas de una composición exacta. Mas ¿qué importa con tal que el todo os divierta? ¿Los animales tienen conocimiento? Sí, tienen conocimiento. ¿Hablan? ¿Y cómo hablan? Estos son los tres puntos de esta especie de disertación.

6.

Se refiere al encuentro en la Ilíada en que Aquiles le reclama a Janto y a Balio, sus caballos, el haber dejado morir a Patroclo. Janto, a quien momentáneamente le dota de voz Hera, responde a Aquiles.

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Punto 1º Del conocimiento de los animales

Los animales tienen conocimiento. Persuádome que sobre esta cuestión ni aún formaréis duda. Descartes os dirá que los animales son máquinas,1 que todas sus acciones se pueden explicar por las leyes de la maquinaria, y que antes de él, fueron del mismo sentir algunos filósofos del tiempo de San Agustín; pero no obstante estas ideas cartesianas, yo desafío a todos los sectarios de este sistema, a que os persuadan [de] que la perrita que tanto amáis es una máquina. Comprended si os agrada[n] las ridiculezas [sic] que resultarían contra los que amamos [a] los perros, [los] caballos y [los] pájaros. Representaos un hombre que amase una muestra2 como se ama a un perro. ¿Este le acariciara porque se creía amado? Y las horas que señalase, ¿se persuadiría que lo hacía por un sentimiento de amistad, y que sus movimientos los ejecutaba por un conocimiento de causa? Pues esta sería (si la opinión de Descartes fuese verdadera) la necedad de los que creen que los perros le son leales y que los aman con conocimiento de causa, y lo que llaman instinto. Confieso que, si el sistema cartesiano se apoyase sobre pruebas sólidas, esta consecuencia no bastaría para refutarlo. Serían dignos de compasión los hombres por entregarse a semejantes ilusiones, pero la verdad siempre sería verdad, aunque padeciese nuestro amor propio; pero el sistema de este filósofo solo está fundado en puras posibilidades. Dios —dice— pudo hacer [a] las bestias simples máquinas. No es imposible [que] las haya hecho. Todas sus acciones y movimientos 1. El documento al que se refiere es el de Las meditaciones de Descartes, donde hay una reflexión en torno al Hombre-Máquina. Descartes, Discurso del método; meditaciones físicas, trad. de Manuel García Morente, Madrid, Espasa-Calpe, 2003. Véase también: Aguilar, María Teresa, “Descartes y el cuerpo-máquina”, pp. 755770, en Pensamiento. Revista de Investigación e Información Filosófica, Comillas, Universidad Pontifica de Comillas, vol. 66, nº 249, pp. 755-770. 2. DRAE: “Reloj, especialmente el de faltriquera”.

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pueden explicarse por las leyes de la mecánica [pues] hay algunas de estas acciones que parece excluyen otro principio, luego bien puedo creer que los animales son máquinas. Discurso defectuoso como fácilmente se deja conocer, porque del hecho a la posibilidad la consecuencia es cierta; pero al contrario, la consecuencia es aventurada, incierta y temeraria; es una pura suposición, un castillo de naipes3 que sirve para la diversión pero que no tiene nada de sólido. Añado más: que hay en nosotros alguna cosa que, junto con la razón natural, conspira a desterrar de la sociedad esta opinión cartesiana. Esta no es simple preocupación, es una persuasión cierta y un sentimiento cuyo origen os voy a descubrir. No es imposible que los hombres con quienes yo vivo, que me hablan, me respondan, y que discurran y obran conmigo, sean máquinas, porque yo sé que pienso y que tengo un principio que piensa y conoce, pero no sé lo que pasa en el interior de los demás hombres, y no pudiéndose negar de Dios el poder crear hombres que teniendo la apariencia y funciones de tales, no fuesen otra cosa que puras máquinas, queda en pie la duda; sin embargo, y no obstante la certeza de este principio, me será absolutamente imposible el persuadirme seriamente a creer (a menos que de ello tuviese una expresa relación) que los hombres con quienes trato no son en efecto más que unas máquinas creadas por Dios para socorrerme, afligirme y alegrarme, etc. ¿Y cuál es la razón? ¿Cuál? El que cuando veo a algún hombre hablar, discurrir y obrar como yo, no sé qué sentimiento oculto se une a la razón y al discurso, que me fuerza a creer que el hombre a quien veo en los mismos principios de conocimiento y operación que yo, me es semejante. Ahora, contrayendo4 a nuestro caso: los animales están en el mismo caso por lo que mira a nosotros. Yo veo a un perro venir cuando le llamo, lamerme cuando le acaricio, temblar y huir cuando le amenazo, obedecer cuando le mando y, en fin, dar todas las muestras exteriores de diversos sentimientos de tristeza, alegría y temor y deseo, de las pasiones, amor, odio, etc. De aquí concluyo inmediatamente que el perro tiene en sí mismo un principio de conocimiento y de discurso, cualquiera que sea.

3. El manuscrito dice “récipes”, el original francés, “cartes”. Suponemos que el manuscrito es una copia de una traducción castellana y el copista leyó mal “naipes”. 4. DRAE: “Reducir el discurso a una idea, a un solo punto”.

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Por esfuerzos que yo haga para persuadirme que esta es una máquina, y aunque todos los filósofos del universo emprendiesen convencerme de ello, me siento arrastrado por una persuasión íntima, por no sé qué fuerza interior, a creer lo contrario, y este será siempre en los hombres un sentimiento que se opondrá perpetuamente a la opinión de Descartes. Así, es verosímil que este filósofo que tenía ingenio tan superior, no adaptase un sistema tan poco conforme a nuestras ideas, sino como una sutileza de entendimiento y con la mira de oponerse a los peripatéticos,5 a quienes había declarado la guerra, y de quien, en efecto, no es sostenible su modo de discurrir en orden a los animales. Estos, que según los principios oscuros de su filosofía intelectual, dan a los cuerpos una forma sustancial, material, distinguida de la materia, tenida entre ellos por principio de todas las operaciones, no había negado a los brutos una semejante forma, y como de otra parte confiesan que los animales sienten, conocen y obran con conocimiento y discurso, les hubieran, sin mucha repugnancia, dado una alma espiritual como la del hombre, pero esto no se lo permitían los principios de la religión cristiana, porque si los brutos tuviesen un alma espiritual, esta sería inmortal y capaz de mérito y de demérito, [y] como tal digna de premio o castigo, y sería necesario hubiese para los animales infierno y paraíso, siendo los brutos una especie de hombres, o los hombres una especie de brutos, consecuencias todas no sostenibles según los principios de la religión. Los peripatéticos, viéndose precisados a limitarse y contenerse en su [opinión sobre la] forma sustancial material, por evitar un inconveniente, caían en otro, porque se veían precisados a decir que esta forma sustancial era en los animales el principio de su conocimiento y de sus operaciones y pensamientos. Absurdo, si jamás lo hubo en los principios de la filosofía y religión, porque solo conocemos establecidas en la filosofía dos sustancias, la una sensitiva, discursiva y cognoscitiva, esta es el entendimiento; la otra extensiva, divisible, movible y capaz de ocasionar sentimientos por la unión del espíritu con ella, pero por sí misma incapaz de conocer y sentir, y esta es la materia. De aquí se comprenden fácilmente todas las contradicciones que necesariamente se siguen del sistema peripatético: una forma sustancial que no es espíritu ni materia alguna, cosa que conoce y no es espíritu; 5.

DRAE: “Que sigue la filosofía o doctrina de Aristóteles”.

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una forma sustancial y material que no es materia; y, en fin, sentimientos y conocimientos materiales, principio extremamente peligroso de que los incrédulos podrían armarse para combatir la espiritualidad de nuestra alma; y cierto es cosa pasmosa que una opinión tan monstruosa haya reinado tanto tiempo en las escuelas cristianas. Algunos filósofos han procurado amplificar esta opinión: ¿qué causa hay —dicen— para no reconocer en el universo más sustancias que el espíritu y la materia? ¿No ha podido Dios crear una sustancia media, entre la una y la otra, inferior al espíritu y superior a la materia; incapaz de discurrir, pero capaz de conocer y sentir? Al principio puede caerse en la tentación de creerlos, y quizás seréis vos la primera, pero no os fieis, porque caeréis a un tiempo en la incertidumbre del parecer de Descartes y en la oscuridad de la opinión peripatética, porque en cuanto a la primera, este sistema es solo una pura suposición, sin prueba ni fundamento; y lo segundo, ¿qué idea se puede formar de una sustancia que ni es materia ni espíritu? Ello es evidente que [sic] por lo que mira a nosotros, que ni conocemos lo uno ni lo otro. Una sustancia media es una quimera, un ente de razón de que no tenemos ni idea ni discurso. ¿Y qué sabemos si lo que solamente en lo que mira a nosotros es una quimera, no lo sea en la realidad en sí y en la naturaleza? Si ello es solo en sí, Dios no lo ha podido crear, porque no había de hacer un ente de razón. ¿Quién, pues, nos ilustrará en tan legítima duda? Un autor antiguo, cuyas obras están con las de los antiguos padres: Lactancio Firmiano6 —digo— se explicaba más claramente. Pretendía que Dios había dado el uso de la razón a todo lo que respira, pero a los animales solamente para conservar la vida, sin ningún deber de religión; a los hombres para adquirir la inmortalidad y la eterna felicidad por la práctica de un culto religioso. ¡Qué idea! Sin duda que Lactancio no veía que suponer un alma discursiva, y por consecuencia espiritual, sin ningún deber de religión, era dar por el fundamento a la ley natural y a toda la religión, degradar el alma espiritual, destruir la inmortalidad de ella y asimilarnos a los animales, queriéndolos asimilar a nosotros.

6. Lucio Cecilio (o Celio) Firmiano Lactancio fue uno de los primeros apologistas de la religión cristiana. En el Renacimiento, por sus obras, fue llamado el ‘Cicerón cristiano’. Entre las más importantes se encuentran las Instituciones divinas.

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Yo no hago, como veréis, —digo— veis, sino ir desflorando los sistemas con el temor que tengo de enojaros con relaciones demasiado circunstanciadas; pero sin embargo esto es que toda la filosofía nos enseña sobre los animales y su conocimiento. ¡Qué limitado es el entendimiento humano! —diréis vos— ¡Qué cortas sus luces y qué profundas sus tinieblas! Esto hace temblar. Nosotros sabemos que existimos y pensamos. Nosotros conocemos diversos hechos. Conocemos la existencia de mil causas, pero si nos preguntamos el cómo y el porqué, nos apuramos en conjeturas frívolas, en suposiciones falsas, y nos aturdimos con mil vanos discursos, que lejos de ilustrarnos no sirven comúnmente a otra cosa que [a] sofocar la poca luz que el sentido común nos había dado. ¿Si no nos comprendemos a nosotros mismos, cómo podremos comprender la naturaleza de los animales y de todo lo que está fuera de nosotros? Creedme, madama. Y si os parece, haced lo que os voy a proponer: marchad a la China, a las Indias o al Japón, y allí encontraréis filósofos paganos, deístas, ateístas, que discurran si no con más luces a lo menos con más libertad. Allí el uno os dirá que los dioses han criado diversas especies de espíritus, los unos más perfectos, tales cuales los genios buenos y malos; los otros menos perfectos, que son los hombres; y otros muchos más imperfectos que son los animales. Otros os sostendrán que la distinción de espíritus y materia es quimérica, que no se puede demostrar, que no hay ningún inconveniente en creer que solo hay una sustancia a quien podréis dar el nombre que os gustase; que esta sustancia tiene en los hombres y animales una organización y una modificación, un movimiento; alguna cosa, en fin, que hace que piense más o menos perfectamente; y [a] estos señores, [quienes] no conociendo los principios de la religión cristiana ni la autoridad de la Iglesia, convendrá para atacarlos en sus trincheras o principiar haciéndolos cristianos, o subir hasta los principios metafísicos, difíciles de desengañar; pero yo me lisonjeo que vos os excusaréis de este viaje, y que estimaréis conmigo, por mejor, el ateneros al gran principio de que todos estos sistemas son contrarios a la religión cristiana, y que así, son absolutamente falsos. Consolaos, madama, que yo os expondré otro sistema que no tiene nada de común con todos los que os acabo de exponer. Este es uno nuevo que os divertirá a lo menos por la singularidad, el cual os lo

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expondré en los mismos términos que se lo oí al autor,7 en una conversación, con un modo mezclado de serio y jocoso, que daba bien a conocer si él mismo estaba bien persuadido: Todo el mundo —dice [el autor]— conviene en que los animales conocen, [que] ellos tienen alma, ¿pero esta es materia o espíritu? Es preciso que sea lo uno o lo otro. No diréis que es materia, pues de aquí es preciso inferir que la materia puede conocer. ¿Diréis que es espíritu? No. Este parecer envuelve cosas contrarias a los principios de la religión. Pues señores —dijo— si para uno y otro se encuentran tantas [di]ficultades, yo las voy a quitar todas. Sabéis por mi sistema que los animales tienen alma racional como nosotros, y que esta sentencia, lejos de ser contraria a los principios de la religión, le es muy conforme.

Vos juzgaréis por estas razones que semejante promesa adquirió nuestra atención: toda la compañía se sonrió, quizá maliciosamente, y con el deseo que teníamos de conocer el nuevo sistema, cada uno guardó un profundo silencio, y el autor continuó así: La razón nos inclina naturalmente a creer que los animales tienen alma racional, y la sola cosa que se opone a ello8 son las absurdas consecuencias que este parecer envuelve; entre otras la de que los hombres no se diferencian de los brutos, lo que arruinaría los fundamentos de toda la religión. Luego, si yo pudiese eludir todas estas consecuencias, si yo diese a los animales un alma racional sin vulnerar los dogmas de la religión, es evidente que mi sistema, siendo de otra parte el más conforme a la razón, era el único que puede recibirse. Para ejecutarlo, tengo no solo el mejor medio del mundo, sino que por él mismo se explican muchos pasajes oscuros y difíciles de la Sagrada Escritura, resolviendo dificultades que hasta hoy no se han recibido bien. La religión nos enseña que los demonios fueron reprobados desde el instante que pecaron, y que están condenados a arder perpetuamente en el infierno, pero la Iglesia no ha decidido que ellos padezcan hoy los tormentos a que son condenados, [por lo que] puédese, sin mucha dificultad, creer que ellos no padecen hoy, y que la ejecución de su sentencia está reservada para el día del Juicio universal. No sucede lo mismo con nuestras almas, porque la Iglesia ha decidido que son juzgadas al momento que se separan de nuestros cuerpos, efectuándose al punto la sentencia, de suerte que si mueren en pecado se su7. Bougeant utiliza aquí el recurso literario de haber escuchado lo que sigue en una tertulia, donde otro autor (del que nunca menciona el nombre) propone la novedosa teoría sobre el alma racional de los animales. 8. En el manuscrito: “ellos”.

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mergen al instante en las llamas del infierno; pero la Iglesia no ha decidido lo mismo en cuanto a los demonios. Es verdad que en la persuasión contraria está todo el mundo, y que habrá un crecido número de personas a quien[es] no se les habrá propuesto sobre esto la menor duda, pero por la misma razón que esta opinión se cree sin reflexión ni examen, no estando apoyada9 sobre [la] Escritura ni los Padres, ni recaído sobre ella decisión, no puede formar tradición que obligue a someterse a ella; tanto más que mi parecer no es absolutamente nuevo, y podría citar algunos autores que le han insinuado, entre otros un escritor tan católico como Víctor, sacerdote de Antioquía,10 que formalmente le publicó en sus obras.

Durante que el autor se explicaba así, un abate, doctor en Teología, que se hallaba presente, hombre de entendimiento pero vivo en la disputa y prevenido, gruñía entre dientes con aire de disgusto, que el autor conoció fácilmente. —¿Qué tenéis, monsieur? —le dijo— ¿Parece que no estáis muy contento? —No lo estoy —respondió el abate—, porque vuestra proposición es formalmente herética. —¿Necesita de prueba? —esto replicó el autor—. — Ninguna cosa es más fácil —dijo el abate—. Y yo lo haré brevemente con autoridad de los Santos Padres y de los autores eclesiásticos. —Por esta vez —dijo la señora en cuya casa estábamos— habéis de perdonarme monsieur. Todos queremos oír el nuevo sistema. Si os parece, aguardad el fin y luego disputad cuando quisiereis sobre vuestros escolásticos y vuestros Santos Padres.

La dama fue obedecida, y el autor continuó así: Si la proposición mía de que los demonios no padecen hoy las penas del infierno fuese voluntaria, como la mecánica de Descartes o la sustancia media que han imaginado otros filósofos, hab[r]ía derecho para despreciar mi suposición y no intentaría persuadirla a nadie, pero el señor abate, antes de contradecirla, debe, si gusta, oír las pruebas en que se afirmará. Es artículo de fe que el demonio nos tienta11 para inclinarnos a pecar, que nos tiende redes para hacernos caer, que ronda sin cesar alrededor

9. En el manuscrito: “apoyado”. 10. Exégeta de mediados del siglo v. Autor de varios scholia. 11. En el original: “tientan”.

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de nosotros según la expresión de San Pedro, por hallar tal ocasión de devorarnos;12 él llena el espíritu de perversas sugestiones, se apodera de los cuerpos, y una vez que toma posesión no es siempre por iras como se da a conocer. Él ríe algunas veces, él canta y se divierte en embarazar los ministros de la Iglesia que le quieren arrojar del cuerpo; él discurre muy pacíficamente, como cuando tentó a Cristo en el desierto y sedujo a Eva en el paraíso terrenal. Ahora bien, ¿representaos uno en el infierno, tal como nos lo pinta la fe, devorado y consumido en un fuego cuya vivacidad no tiene comparación, y concebid si un hombre, un espíritu en este estado, puede ocuparse en otra cosa [mas] que en el espantoso tormento que padece? Diréisme que está transportado de dolor, digo, [de] furor, y que todos sus movimientos van llenos del mismo acceso de rabia y desesperación. Yo os lo concedo, pero que tenga tiempo para pensar en tentarnos y en andarse burlando con [sic]13 nosotros, esto es lo que no me es comprensible, y es necesario concluir, o que los demonios no nos tientan, o que las penas del infierno no son tan grandes como nos ponderan: dos consecuencias igualmente contrarias a la fe. Concluyamos pues, que los demonios no padecen de presente los tormentos a que están condenados. Sé muy bien lo que dicen nuestros teólogos de que los demonios llevan consigo el infierno, y convengo con ellos, y no sé que sea permitido el dudar de ello; pero expliquémonos: ¿para que sea verdad que los demonios llevan consigo a todas partes su infierno es necesario que padezcan de presente los tormentos? ¿No basta que estén condenados a ellos por un decreto irrevocable, cuya infamia los sigue como primer[a] pena de su delito? Lo que se comprueba con este símil: ¿si a un reo condenado a muerte afrentosa se le suspendiese por algún tiempo el suplicio por hacerle vivir estos días más ignominiosa y miserablemente, no diríamos que este infeliz lleva consigo la horca y los cordeles? Pues así puede decirse de los demonios, que llevan consigo a todas partes el infierno. Su sentencia está ya pronunciada sin esperanza de gracia, están ya condenados sin recurso, llevan a todas partes la maldición eterna. Esta memoria afrentosa los persigue, y por consecuencia, en ella llevan el infierno; esto es la idea de l[o] que les14 espera; luego, tenemos lugar de creer que ellos no padecen efectivamente el castigo que les espera. ¿Y por qué no lo creemos si la Sagrada Escritura nos lo dice formalmente? ¿Hago juez al señor abate en la sentencia que Jesucristo pronunció

12. 1 Pedro 5, 8: “Sean sobrios y estén siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar”. 13. Por el sentido del contexto: ‘de’. 14. En el manuscrito: “los”.

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en profecía contra los réprobos? Como se explica: “Id —les dice— malditos de Dios al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”.15 No

15. Específicamente, la cita se refiere a Mateo 25, 41. El capítulo 25 es: Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo./ Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes./ Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite,/ mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos./ Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas./ Pero a medianoche se oyó un grito: “¡Ya viene el esposo, salgan a su encuentro!”./ Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas./ Las necias dijeron a las prudentes: “¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?”./ Pero estas les respondieron: “No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado”./ Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta./ Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: “Señor, señor, ábrenos”,/ pero él respondió: “Les aseguro que no las conozco”./ Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora./ El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes./ A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida,/ el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco./ De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos,/ pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor./ Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores./ El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. “Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado”./ “Está bien, servidor bueno y fiel —le dijo su señor— ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”./ Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: “Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado”./ “Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”./ Llegó luego el que había recibido un solo talento. “Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido./ Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!”./ Pero el señor le respondió: “Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido,/ tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses./ Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez,/ porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene./ Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes”./ Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso./ Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,/ y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda./ Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde

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dice que presentemente el diablo y sus ángeles arden en este fuego, sino solamente que les está preparado, y les espera hasta el último día que será el principio de sus tormentos. Esta se conforma con otro lugar del Evangelio, donde los demonios, arrojados por Jesucristo, se quejaron a él mismo de la pena que les daba en arrojarlos de los cuerpos de los poseídos, porque le dijeron: “has venido a atormentarnos antes de tiempo”.16 ¿Qué sentido el comienzo del mundo,/ porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;/ desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”./ Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?/ ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?/ ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”./ Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”./ Luego dirá a los de su izquierda: “Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,/ porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;/ estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron”./ Estos, a su vez, le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?”./ Y él les responderá: “Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo”./ Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna. 16. Tal cita viene en Mateo: 8, 1-29. El capítulo completo, para mejor comprensión del sentido, es: Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguió una gran multitud./ Entonces un leproso fue a postrarse ante él y le dijo: “Señor, si quieres, puedes purificarme”./ Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”. Y al instante quedó purificado de su lepra./ Jesús le dijo: “No se lo digas a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que ordenó Moisés para que les sirva de testimonio”./ Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, rogándole:/ “Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”./ Jesús le dijo: “Yo mismo iré a curarlo”./ Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará./ Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: ‘Ve’, él va, y a otro: ‘Ven’, él viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘Tienes que hacer esto’, él lo hace”./ Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe./ Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos;/ en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar los dientes”./ Y Jesús dijo al centurión: “Ve, y que suceda como has creído”. Y el sirviente se curó en ese mismo momento./ Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama con fiebre./ Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y

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se puede dar a esta expresión, si los demonios padecen al presente el castigo del infierno? El mal que Jesucristo les hacía arrojándolos de los cuerpos era muy leve en comparación de sus tormentos, y así, no merecía[n] quejarse; pero si no deben padecer el infierno hasta el último día, ¿creían tener algún motivo de quejarse teniendo algunas penas menores conque Jesucristo los atormentaba antes del tiempo señalado por la justicia divina? ¿Queréis algo más decisivo? No hay sino recurrir a la Epístola de San Judas, donde dice que Dios tiene atados con cadenas eternas, en tinieblas profundas, y reservado el juicio para el gran día, [a] los ángeles que no conservaron su primera dignidad.17 se puso a servirlo./ Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos,/ para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “Él tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades”./ Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla./ Entonces se aproximó un escriba y le dijo: “Maestro, te seguiré adonde vayas”./ Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”./ Otro de sus discípulos le dijo: “Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre”./ Pero Jesús le respondió: “Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos”./ Después Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron./ De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía./ Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: “¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!”./ Él les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma./ Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?”./ Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino./ Y comenzaron a gritar: “¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?”/ A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo./ Los demonios suplicaron a Jesús: “Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara”./ Él les dijo: “Vayan”. Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron./ Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados./ Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio”. 17. Se refiere específicamente a Judas: 1,6. El inicio de la epístola de San Judas es una exhortación a la salvación. Véase Judas: 1,1-11: Judas, servidor de Jesucristo, hermano de Santiago, saluda a los que han sido llamados, a los amados de Dios, el Padre, y protegidos por Jesucristo./ Llegue a ustedes la misericordia, la paz y el amor en abundancia./ Queridos míos, yo tenía un gran deseo de escribirles acerca de nuestra común salvación, pero me he visto obligado a hacerlo con el fin de exhortarlos a combatir por la fe, que de una vez

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Es evidente que las primeras palabras de este pasaje son metafóricas, y que por estas cadenas eternas se debe entender el decreto irrevocable de Dios contra estos rebeldes espíritus, y que las profundas tinieblas significan el abismo de humillación donde su pecado los ha sumergido; pero las otras palabras del texto son tan claras y tan precisas, que no se les puede dar otra interpretación que no sea forzada, sino la que es conforme a mi sentir. Podría, si lo hallase por conveniente, afianzarme con otros textos de la Sagrada Escritura, pero creo que los citados bastan para convencer [a] todo hombre que no tenga preocupado el entendimiento.

Mi pluma no es capaz de explicaros, madama, lo que el doctor sufrió durante esta exposición de la Sagrada Escritura. Quiso interrumpir al autor y demostrarle que los lugares de [la] Escritura que había citado podrían explicarse de otra manera; pero se le obligó [por] segunda vez a callar, y se [le] pidió al autor concluyese lo que infería de todo lo que acababa de decir, porque no se discurría [a] donde caminase con tan largo preámbulo: Lo que concluyo es que esperando Dios para el castigo de los espíritus reprobados, el último día, no los ha querido dejar inútiles, y los ha esparcido en diversos lugares del mundo para servir a los designios de su Providencia y hacer resplandecer su poder; los unos, dejándolos en su estado para siempre ha sido transmitida a los santos./ Porque se han infiltrado entre ustedes ciertos hombres, cuya condenación estaba preanunciada desde hace mucho tiempo. Son impíos que hacen de la gracia de Dios un pretexto para su libertinaje y reniegan de nuestro único Dueño y Señor Jesucristo./ Quiero recordarles, aunque ustedes ya lo han aprendido de una vez por todas, que el Señor, después de haber salvado al pueblo, sacándolo de Egipto, hizo morir en seguida a los incrédulos./ En cuanto a los ángeles que no supieron conservar su preeminencia y abandonaron su propia morada, el Señor los tiene encadenados eternamente en las tinieblas para el Juicio del gran Día./ También Sodoma y Gomorra, y las ciudades vecinas, que se prostituyeron de un modo semejante a ellos, dejándose arrastrar por relaciones contrarias a la naturaleza, han quedado como ejemplo, sometidas a la pena de un fuego eterno./ Lo mismo pasa con estos impíos: en su delirio profanan la carne, desprecian la Soberanía e injurian a los ángeles gloriosos./ Ahora bien, el mismo arcángel Miguel, cuando se enfrentaba con el demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir contra él ningún juicio injurioso, sino que dijo solamente: “Que el Señor te reprima”./ Estos impíos, en cambio, hablan injuriosamente de lo que ignoran; y lo que conocen por instinto natural, como animales irracionales, solo sirve para su ruina./ ¡Ay de ellos! Porque siguieron el camino de Caín; por amor al dinero cayeron en el extravío de Balaam y perecieron en la rebelión de Coré.

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natural, se ocupan en tentar [a] las criaturas, a seducirlas y atormentarlas como hacía el demonio de Job, [sic]18 y de los que se apoderan de los cuerpos humanos por permisión divina. Estos espíritus tentadores son los que llama la Escritura potestades del aire y de las tinieblas.19 De otros20 ha hecho Dios millones de bestias de todas especies, que llenan el universo, sirven al hombre, y hacen admirar la sabiduría y poder del Creador. Por este medio se concibe fácilmente cómo los demonios pueden tentarnos, y cómo los animales pueden discurrir, conocer, pensar y tener una alma espiritual sin inte[re]sar21 los dogmas de la religión. No me causará con esto admiración su astucia, memoria, ni discurso; antes, por el contrario, me la puede causar el que no sean mucho más hábiles, teniendo verosímilmente un alma perfecta que [sic] la nuestra, pero de esto voy a dar la razón: En los animales, como también en los hombres, las operaciones del espíritu son [sic] sujetas a los órganos materiales del cuerpo a que está[n] unido[s], y estos órganos, siendo [en] los animales más imperfectos que en el hombre, de aquí nace que los pensamientos y todas las operaciones espirituales sean menos perfectas que las nuestras. Y si estos espíritus soberbios conocen su estado, ¿qué humillación para ellos el verse reducidos a simples animales?.22 18. En el Libro de Job del Antiguo Testamento se presenta la historia de este hombre fiel, quien es sometido a pruebas por el demonio con el fin de demostrar su lealtad hacia a Dios. 19. Se refiere a Efesios, 2,2. El contexto del capítulo, Efesios 2,1-9, es: “Ustedes estaban muertos a causa de las faltas y pecados/ que cometían, cuando vivían conforme al criterio de este mundo, según el Príncipe que domina en el espacio, el mismo Espíritu que sigue actuando en aquellos que se rebelan./ Todos nosotros también nos comportábamos así en otro tiempo, viviendo conforme a nuestros deseos carnales y satisfaciendo nuestra concupiscencia y nuestras malas inclinaciones, de manera que por nuestra condición estábamos condenados a la ira, igual que los demás./ Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó,/ precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo —¡ustedes han sido salvados gratuitamente!—/ y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo./ Así, Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús./ Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios;/ y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe”. 20. En el manuscrito: “otras”. 21. El autor utiliza este vocablo con el sentido de ‘comprometer’, de no comprometer los intereses o prédicas de la Iglesia. 22. En esta parte falta el siguiente párrafo que aparece en el original: “mais soit qu’ils le connoissent ou non, une dégradation si honteuse est touhours pour eux xe premier effet de la vengeance divine dont j’ai parlé. C’est un enfer anticipé”. Se propone: “Pero si tienen el conocimiento o no, es una degradación vergonzosa para

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A que una señora muy hermosa y discreta, a quien este discurso impacientaba, no pudo dejar de interrumpir al autor del nuevo sistema, diciéndole con mucha vivacidad: —Señor mío: a mí me importa poco que los diablos sean humillados o no, y que padezcan o no de presente las penas del infierno a que están destinados; pero no quiero que los animales sean diablos. ¿Cómo puede ser un diablo mi perrita que duerme conmigo, y que todo el día me anda lamiendo y haciendo fiestas? —Lo mismo —dijo otra joven doncella— digo yo de mi papagayo: él es hermoso y lo quiero mucho, pero si estuviese persuadida que era un diablo, ni aun lo miraría. —Ya conozco —dijo el autor— [a] dónde va a parar vuestra repugnancia, y os disculpo como hija de una preocupación que finalmente habrá de ceder a la razón si reflejáis un poco: ¿Amamos [a] los animales por ellos mismos? No, por cierto. Absolutamente extraños a la sociedad, no entran en ella sino por utilidad o diversión, ¿pues qué importará que sea un diablo u otra especie con tal que nos sirva o nos divierta? Esta idea, en lugar de amedrentarme, me debe alegrar. Admiro con humildad la bondad del Creador en haberme dado para mi servicio y diversión tanto número de diablos. Si se me dijese que estos pobres diablos están condenados a padecer tormentos eternos, veneraré los juicios de Dios, pero no tengo yo parte en esta terrible sentencia, y dejaré la ejecución al soberano Juez sin dejar por eso de vivir con mis pequeños diablos, como vivo con otras muchas personas de quien la religión me dice que habrá muchos condenados; pero desterrar una preocupación no es cosa de un instante, es obra del tiempo y de la reflexión. Permitidme, si gustáis, de pasar ligeramente sobre esta dificultad para hacer una observación importante. Persuadidos como nosotros estamos de que los animales sienten, ¿a quién no le ha ocurrido mil veces lastimarse de los excesivos males a que la mayor parte de ellos están expuestos? ¡Qué lástima no infunden los caballos cuando vemos uno entre el látigo de un cochero cruel! ¡Cuán dignos son de compasión los perros que están destinados a la caza! ¡Qué mísera suerte es la de los animales que viven en los campos, continuamente padeciendo las inclemencias del aire, siempre sujetos a caer en manos de los cazadores o ser pasto de otro animal más feroz, obligados siempre con mucha fatiga a buscar un leve e insípido alimento, padeciendo continuamente una cruel hambre y sujetos a las enfermedades y a la muerte! Que los hombres estén sujetos a las miserias que

ellos, siempre es fijo el primer efecto de la venganza divina que yo hablaba. Este es un infierno anticipado”.

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los consumen, la religión nos enseña que es porque nacen pecadores. ¿Pero qué delitos han cometido los animales para nacer sujetos a tales miserias?

A estas últimas palabras, nuestro doctor hizo un terrible gesto, dándose una palmada en la rodilla, lo que excitó la risa del auditorio. —Ya conozco, maestro —le dijo el autor dirigiendo a él la palabra—, de dónde nace vuestro disgusto: vos creéis que la reflexión que acabo de hacer contradice lo que llama la teología “estando en pura naturaleza”, y vos os engañáis. Yo conozco, como vos, que independiente de ningún pecado, podrá Dios crear [a] los hombres, y con más fuerte razón [a] los animales, sujetos a todas las miserias que según su constitución padecen; pero ¿estos males, que nosotros padecemos, son tales como hubieran sido en el estado de pura naturaleza? No, vos estáis precisado a convenir en que son mucho mayores, y algunos doctores como San Agustín dicen que este exceso de miserias es como una prueba de la existencia del pecado original. ¿Qué debemos pues pensar del exceso de miserias que padecen los animales, mucho más infelices en esto que los hombres? En todo nuestro sistema este se tiene por un misterio incomprensible, en lugar que en el mío nada hay más fácil de comprender. Los espíritus rebeldes son acreedores a mayor castigo, dichosos en que su pena se difiera. En una palabra, la bondad de Dios se justifica y aún el mismo hombre se justifica, porque si no ¿qué derecho reside en él para dar la muerte o tantos millones de animales, por pura diversión, si Dios no lo hubiese autorizado? Y un Dios bueno y justo, siendo los animales tan sensibles como nosotros al dolor y a la muerte, si no fuesen otras tantas culpables víctimas de la justicia divina. Pero escuchad alguna cosa de más peso y más interesante: los animales, por su naturaleza extremadamente viciosa, sábese bien que no pecan porque no son libres. Los animales carniceros y las aves de presa son crueles. Crecido número de insectos de la misma especie se devoraron [sic]23 unos a otros. Los gatos son pérfidos e ingratos, los monos mal inclinados y los perros envidiosos. Todos en común son celosos y vengativos con exceso, sin hablar de otro mucho número de vicios que no les conocemos; y al mismo tiempo que nacen tan viciosos, no tienen libertad ni socorro alguno para resistir la inclinación que los arrastra; son precisados, como se dice en la escuela, a obrar mal, y a confundir la orden general del universo, cometiendo cuanto hay en la naturaleza más contrario a la idea que tenemos de la virtud y a los principios de la equidad natural. ¡Qué monstruos en un mundo creados para hacer reinar el buen orden y la justicia!

23. Por el sentido del contexto: ‘devoran’.

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Esto es lo que en parte persuadió a los maniqueos,24 que decían haber dos principios de las cosas, uno bueno, y otro malo, y que los animales no eran obra del principio bueno. ¡Error monstruoso! ¿Pero cómo podremos persuadirnos que los animales hayan salido de las manos del Creador con cualidades tan extrañas? Si los hombres somos tan malos y tan corrompidos como parecemos, es porque el pecado pervirtió el feliz natural que Dios les había dado al formarles; es preciso inferir una de dos cosas: o que Dios tuvo especial placer en crear a los animales tan viciosos como son, dándonos en ellos un modelo de la naturaleza, o que, como el hombre, tienen un pecado original que pervirtió su feliz constitución. La primera de estas dos proposiciones es repugnante al entendimiento y contraria a la Sagrada Escritura, que dice que cuanto salió de las manos de Dios en la creación del mundo era bueno, y aún muy bueno; y si los animales25 eran tales cuales son, ¿cómo podía decir la Escritura que fueron buenas, y muy buenas? Si no es que sea bondad en el mono su mala inclinación, la envidia del perro y la deslealtad en el gato. Así, muchos autores pretenden que los animales, antes de pecar el hombre, eran diferentes de lo que son hoy, y que por angustiar al hombre los hizo Dios malos; pero este parecer es una mera suposición de que no hay el menor vestigio en la Sagrada Escritura, y es una salida floja a una dificultad fuerte. Esto solo podría decirse de los animales con quienes el hombre tiene una especie de comercio, pero de ningún modo de las aves, peces e insectos, que no tienen ninguna relación con él. Así, es preciso recurrir a la segunda proposición y decir que la naturaleza de los animales se corrompió como la de los hombres por algún pecado original; cuya proposición tampoco tiene fundamento siendo contra la razón y la religión. En cuantos sistemas se han seguido hasta ahora sobre el alma de los animales, ¿qué partido será el que tomaremos? Admitido mi sistema, todo está explicado. Las almas de los animales son espíritus rebeldes culpados delante de Dios. Este pecado en los animales no es pecado original, es personal, y que ha corrompido y pervertido su naturaleza enteramente. De aquí nacen todos sus vicios y la corrupción en que los vemos, sin que con todo eso pequen de nuevo, porque Dios, reprobándolos sin remisión, los despojó al mismo tiempo de su libertad. No me queda —añadió el autor— otra cosa qué hacer sino satisfacer a dos preguntas que se me pueden hacer. La primera: ¿cómo están los

24. Se refiere a la corriente filosófica y religiosa del maniqueísmo, fundada en el imperio persa en el siglo iii después de Cristo, que suponía una divinidad y un universo dual. El maniqueísmo consideraba que el hombre no era responsable de su maldad porque sus acciones no eran fruto del ejercicio de la propia voluntad, sino del dominio que el mal tenía sobre la vida humana. 25. El manuscrito repite de la palabra anterior: “les”.

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diablos unidos a los cuerpos de los animales? Y la segunda: ¿qué se hacen después de muertos? Para responder a la primera cuestión era preciso conocer el misterio de la unión del alma con nuestro cuerpo, lo que ningún filósofo comprenderá jamás. Contentémonos con decir que como el hombre es un alma y un cuerpo organizado junto todo, así cada animal es un diablo unido a un cuerpo organizado; y como ningún hombre tiene dos almas, ningún animal tiene más que un diablo. Esto es tan cierto que habiendo Jesucristo arrojado un día muchos demonios, y pidiéndole estos permisión [sic] para entrar en una manada de cerdos que pacían cerca del mar, Jesucristo se los concedió. ¿Y qué resultó? Que cada puerco, recibiendo su diablo, se armó entre ellos una pendencia que acabó con anegarse todos en el mar.26 Supuesto esta unión, nada debe admirarnos en los animales: deben conocer y sentir del mismo modo que nosotros, y juzgando de ellos por lo que pasa en nosotros mismos, están sujetos a la perfidia, a la ingratitud, a la ira, y a la venganza; deben estar tristes o alegres según la ocurrencia de sucesos; las pasiones del odio y amor; deben obrar en ellos deseando multiplicar su especie, amar y criar27 a sus hijos. En una palabra, deben hacer todo lo que hacen, y que no parece tan incomprensible, no dándoles alma racional. Sin embargo, importa hacer una observación, y es que como esta degradación de su discurso y sabiduría la han adquirido por haber acusado de estos dotes, Dios ha querido humillarlos por la misma razón, sujetándolos a órganos tan groseros, extremadamente inferiores a los de los hombres. De aquí nace que juzgamos bien cuando decimos algunas veces que los animales discurren; pero no debemos creer que ellos hagan razonamientos seguidos como nosotros, porque sus órganos no son capaces de movimientos tan delicados. Estos28 son autómatas, que lo más frecuente obran mecánicamente aunque con conocimiento, lo que para un espíritu es el cúmulo de la humillación. No sucede así en sus sensaciones, porque los espíritus rebeldes no pecaron por los sentidos, ellos no los tenían, y de otra parte los sentidos les son siempre órganos materiales e intérpretes groseros. Su uso, por perfecto que pueda ser, es siempre humillante para un demonio creado para ser un espíritu puro, y por consecuencia para conocer y sentir de un modo más perfecto. Esta es la razón porque Dios ha dado a los animales sentidos mucho más groseros que los nuestros. Los espíritus que los animan tienen su castigo en verse sujetos a sentidos materiales. Parece que Dios, sea para humillarlos o para hacer admirar la variedad de sus producciones, ha querido 26. Mateo, 8, véase el pasaje en nota 16 de este apartado. 27. En el manuscrito: “crear”. 28. En el manuscrito: “Estas”.

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dar a algunos animales los órganos de la sensación, mucho más delicados que los nuestros. Las aves de presa, por ejemplo, tienen los ojos demostrativos, digo, penetrativos; el perro, el olfato tan delicado, y la araña, tan suave el tacto que no habrá hombre que les iguale. La extrema pequeñez de un número de animales podría causar dificultad a muchas personas que no reflexionan sobre la naturaleza de las cosas. Como dirán, ¿es persuasible, que un demonio habite en una mosca, una pulga, una liendre? Porque no será allí tan bien29 hospedado como en un caballo o en un buey. Un espíritu, no teniendo absolutamente alguna extensión, no necesita para estar unido a un cuerpo que este sea de mayor o menor grandeza, la más pequeña cantidad de materia le basta, con tal que sea organizado, y no hay ninguna tan pequeña que no pueda serlo. Dios pudo hacer [a] los hombres tan pequeños como los mismos insectos; si los hubiese hecho así, nuestras almas no estimarían menos, ni se tendrían por menor bien hospedadas que lo son ahora. En el mundo no hay grandor absoluto: una pulga en sí misma es grande, y es pequeña por lo que mira a nosotros que somos infinitamente mayores, y es grande comparada con otra infinidad de animales mucho menor[es] que ella. Todo esto prueba la ignorancia solo, [sic] y las necias preocupaciones considerarán en los animales alguna diferencia entre pequeño y grande. De aquí se deduce no hay dificultad en que un diablo esté unido al cuerpo de una mosca o al de un elefante, y esto, para un espíritu, es cosa indiferente. Por lo que mira a la segunda cuestión sobre qué se hacen los demonios después de la muerte de los animales, es muy fácil de satisfacer: Pitágoras enseñaba antiguamente, y algunos filósofos indianos30 creen [en] la transmigración de las almas31 de unos cuerpos a otros sin diferencia entre los 29. En el manuscrito: “también”. 30. En el original francés: “Philosophes Indiens”. Los orfistas, Platón, Empédocles, Plotino y los neoplatónicos. 31. En el original francés: “métempshychose”. En el Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier se define “metempsicosis” como: La creencia en la metempsicosis, con formas y nombres diversos, está atestiguada en numerosísimas áreas culturales: indias, helénicas, nórdicas, etc. Es rechazada por el judaísmo, el cristianismo y el islam, que implican una concepción del tiempo lineal más que cíclica. El Bhagavad Gitā enseña (cap. 2, v. 13): “así como el alma pasa psíquicamente a través de infancia, juventud y vejez, así pasa también a través de los cambios de cuerpo. Eso no puede turbar ni cegar al hombre que encuentra la paz en sí mismo” (según Shri Aurobindo). Éste no es lugar de discutir tales doctrinas, aunque todas ellas tienen una carga simbólica, cualesquiera que sean sus presupuestos morales, antropológicos, cosmológicos o teológicos y cualesquiera que sean sus argumentos teóricos o experimentales. Expresan, por una parte, el deseo de crecer en la luz del uno, y por otra parte, el sentido de la

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animales y hombres, comenzando sucesivamente una nueva vida hasta el fin de los siglos. Este sistema insostenible por lo que mira a los hombres, y proscripto por la religión, conviene admirablemente a los animales en el sistema que acabo de proponer, no vulnerando en nada [a] la religión. Los demonios destinados por Dios a ser animales, sobreviven precisamente a su cuerpo, y cesarían a cumplir su destino si luego que el primer cuerpo se destruye no pasasen a otro para empezar a vivir bajo otra forma. Así, un demonio, después de haber animado un caballo, pasará a ser cabra, pez, ave, mariposa u otro insecto. Dichosos los que encuentran bien, como muchos pájaros, perros y caballos; e infelices aquellos que vienen a parar en animales de carga, tahona32 o caza, esta es una especie de lotería donde visiblemente los diablos no tienen la elección de las suertes. Podríase creer, sin embargo, que no mudan jamás especie, y que el diablo que fue caballo lo será siempre; pero esto sería una suma dificultad, porque como las especies de animales se aumentan y disminuyen frecuentemente sobre la tierra, se seguiría que algunas veces hubiese pocos diablos para animar una especie, y de otra parte hubiese muchos sin ocupación, lo que no es verosímil, en lugar que admitiendo una metempsicosis universal se previenen todas estas dificultades. Todas las especies de animales producen frecuentemente muchos más huevos o embriones que los que son necesarios para perpetuarse en la misma cantidad. Así, los diablos que Dios ha creado, digo, [ha] determinado para animales, tienen siempre empleo y hospedaje; porque si una especie se disminuye considerablemente, pasan a multiplicar otra; y esto es lo que causa estas nubes de langostas y otros animalejos que nos desuelan33 las mieses, los campos y las huertas. Búscase su origen en el frío, en el calor, en los aires, en las lluvias, y la verdadera razón es porque en el año en que vienen, o en el precedente, ha[n] [a]parecido una multitud de animales, aves, o peces con todos sus huevos; de suerte que los diablos que los animaban, son y se han visto precisados a echarse en la primera especie que han encontrado preparada a recibirlos, y por decirlo así, que tenía casas para hospedarlos. responsabilidad de los actos realizados. Esta doble fuerza, el peso de los actos y la aspiración a la pureza, entra en un ciclo de renacimientos, hasta que la perfección adquirida abra el acceso, fuera de la rueda de la existencia, a la eternidad. La metempsicosis aparece como un símbolo de la continuidad moral y biológica. Desde el momento en que un ser comienza a vivir, ya no puede escapar a la vida y a las consecuencias de sus actos. La vida no es una partida de dados: la creencia en la metempsicosis excluye por lógica todo azar (Chevalier, Diccionario de los símbolos, con la colaboración de Alain Gheerbrant, Barcelona, Herder, 2007, p. 709). 32. DRAE: “Molino de harina cuya rueda se mueve con caballería”. Es decir, se refiera a los animales que mueven la maquinaria del molino. 33. De desolar. DRAE: “asolar, destruir”.

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Concluyo con decir que cuanto más se cave en este discurso, tanto más se encuentran razones que mueven y persuaden. Esta es una cadena de observaciones singulares que satisface la curiosidad. Aún la misma religión establece sus fundamentos, da razones, da pruebas verosímiles, y la preocupación solo opone dificultades frívolas. ¿Puede rehusarse la admiración de un sistema tan plausible, y tan apoyado de todas partes?

Yo no sé, madama, lo que pensaréis de un sistema tan nuevo y tan singular, pero os diré que, por su singularidad, dio gusto a la compañía. Algunos lo tomaron por sutileza de entendimiento y diversión ingeniosa, otros lo miraron como un sistema digno de aprecio. Yo, como sabéis, en materia de sistemas soy pirroniano,34 y así me limité en dar al autor las alabanzas que exige la política en igual caso, sin pasar a más. La verdad es que yo no sabía qué decir entonces ni aun lo sé hoy, porque, de una parte, veo que el sistema supera y responde muy bien a todas las dificultades, y que no es fácil convencerlo de falso. Pero de otro lado, no lo contemplo de sólidos fundamentos, tales cuales convenían para operar una verdad sólida; y como de otra parte toca en objetos de religión, creo será temeridad abrazarlo sin el parecer de los doctores. Nuestro abate no tuvo tanta paciencia como yo, y volvió a la carga: el autor le dejó hablar largamente, y al tiempo que iba a responderle, propusieron el luego. Los dos antagonistas se retiraron a un lado de la sala a continuar su disputa, cuyo fin no se supo. Pero yo conozco que va ya mucho papel escrito sin haber dicho una palabra sobre la principal cuestión que habéis hecho del lenguaje de los animales. Acabemos esta primera disensión35 y volvamos a nuestras proposiciones. Ello es cierto, que los animales, cualquiera que sea el principio, tienen conocimiento. Este es un dictamen tan común entre los hombres, que jamás he pensado en probarlo, sino por divertiros en la exposición de tan varios sistemas. Pasemos a examinar si hablan. 34. Pirrón de Elis: filósofo de finales de la época clásica y comienzos de la helenística, considerado primer exponente del escepticismo, rescatado en la Ilustración por anteponer la duda filosófica. Véase: Burke, Historia social del conocimiento. De Gutenberg a Diderot, trad. de Isidro Arias, Barcelona, Paidós Ibérica, 2002. 35. DRAE: “Oposición o contrariedad de varias personas en los pareceres o en los propósitos”. El autor utiliza este vocablo como sinónimo de ‘disertación’, comentando que es hora de acabar con la primera parte del discurso dedicada a demostrar que los animales poseen conocimientos.

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Punto 2º De la necesidad de un idioma entre los animales

Antes de entrar en la cuestión, probaremos primero la posibilidad en el uso común. Lo que llamamos hablar es darse a entender por una orden de palabras seguidas, conque los hombres se han convenido de exprimir1 tal idea o tal pensamiento, y la total colección de estas palabras es lo que llamamos idioma, que es diverso entre diferentes pueblos. Es cierto que, si los animales hablan, no es por medio de un semejante idioma; pero ¿acaso sin este socorro no se pueden entender y hablar verdaderamente? Esto me parece es lo que no se puede dudar. Los ángeles se hablan, y no tienen el órgano de la voz. Pero dejemos lo sobrenatural: todo habla en nuestro cuerpo cuando queremos. ¿No nos damos a entender todos los días con una mirada, con un movimiento de cabeza, por un gesto? Figuraos, madama, un pueblo de mudos: ¿creeréis que no se entenderían los unos a los otros, y que privados del uso de nuestras palabras y nuestras frases, no [las] suplirían con gemidos, miradas, gestos y movimientos? Por lo que mira a mí, yo me persuado [de] que vivirían muy bien en sociedad como nosotros, y que después que los primeros, con algún trabajo, estableciesen los signos y las expresiones sensibles, las enseñarían fácilmente a sus hijos; que estos se perfeccionarían cada día más en este modo de exprimirse, y formarían poco a poco, no un idioma, pero un lenguaje tan puro e inteligible para ellos como nuestra lengua nos es a nosotros. Tenemos de esto ejemplares tan raros que no dejan duda, y yo me adelantaría hasta sostener, que pudiendo una idea explicarse de diversos modos, podría haber en él tal lenguaje, en las expresiones, energía, estilo simple y figurado, y aún el que llamamos puro, y relevado sin duda, habría también de lo oscuro y del equívoco. ¿Pero en qué idio-

1.

DRAE: “Expresar, manifestar”.

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ma no lo hay? Apliquemos pues este símil a los animales: ellos no tienen idioma, pero ¿por qué no tendr[í]an un lenguaje? Es evidente que la cosa es posible: examinemos si es necesaria. Todos los animales, es preciso convenir, en que tienen conocimiento y no vemos que el Autor de la naturaleza les haya podido dar este conocimiento con otros fines que el de hacerlos capaces de ocurrir2 a su conservación, a todo lo que les es conveniente y propio en su condición, y en la forma debida3 que les ha prescrito. Añadamos a este principio que muchas especies de animales han sido creadas para vivir en sociedad, y los otros para vivir en unión de macho con hembra, y en familia con sus hijos hasta que estén criados. Cualesquiera excepciones que se puedan poner a esta ley general deben contarse por nada. No hablando ahora sino de la primera especie que usa del conocimiento para el bien de su sociedad y el suyo propio, si esta sociedad no tiene un lenguaje común, y perfectamente conocido de todos los que la componen, no les sirve su conocimiento. Volvamos al ejemplo de un pueblo mudo y supongamos que, privados de la voz natural, les quitó todos los medios de entenderse unos a otros. ¿Qué uso harían del conocimiento y del discurso? Es evidente que no pudiendo entender ni darse a entender, no podrían recurrir ni dar ningún socorro a la sociedad. Lejos de amarse, estarían necesariamente en una continua oposición: el odio y la venganza romperían todos los principios de unión y, mudados en bestias feroces, solo pensarían en destruirse. Cuanta más comunicación, más sociedad. Lo mismo sucedería con los animales que viven en sociedad, si se supone que no tienen lenguaje alguno para entenderse los unos con los otros, por donde se concibe podría subsistir su sociedad. Tenemos por símil [a] los castores; estos animales, para asegurarse y vivir a su cubierto, habitan en pequeñas chozas de tierra que construyen ellos mismos con admirable conocimiento a la orilla de las lagunas, sobre ramas; pero comprendido que para construir la obra de su domicilio necesitan de ayuda, se juntan treinta o cuarenta de compañía, y des-

2. 3.

En el Diccionario de Autoridades: “ocurrir” se entiende en primera instancia como “prevenir, anticiparse o salir al encuentro”. En el manuscrito: “debido”.

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pués de escogido el terreno más cómodo que les conviene, reparten entre ellos el trabajo: los unos traen tierra y otros ramas; algunos se tienden de lomos y hacen de su cuerpo una especie de carro de que los otros tiran hasta llegar [a] dónde deben emplearse los materiales. Uno hace oficio de arquitecto, otro de albañil, y otro de peón; los árboles los roen por el pie hasta que caen en el lago, unos preparan estacas, las clavan otros, ínterin que otros trabajan los maderos precisos; todo se ejecuta en orden y concierto. [Se] parecen a los sirios4 construyendo la ciudad de Cartago: sin duda los perezosos ser[í]an castigados. Las centinelas hacen su oficio; en fin, la obra, con admiración de los hombres, llega a su perfección, y entonces la pequeña sociedad, gozando pacíficamente del fruto de su trabajo, solo piensa [en] vivir tranquilamente, multiplicando su especie cada uno en su propia familia. A la vista de una empresa tan regular y tan bien5 concertada ¿no es preciso suponer que estos animales tienen un lenguaje por el cual se comunican sus pensamientos? Acordaos, madama, de lo que se dice de la Torre de Babel, el medio de que Dios se sirvió para desconcertar aquel insensato proyecto, como seguro e infalible, fue la confusión de las lenguas.6 Los obreros, olvidados de un pronto [sic]7 del idioma que hablaban antes, y no entendiéndose los unos a los otros, se vieron obligados a abandonar su empresa. 4. 5. 6.

En el original francés: “Tyriens”. En el manuscrito: “tambien”. Génesis 11,1-9:

7.

Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las mismas palabras./ Y cuando los hombres emigraron desde Oriente, encontraron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí./ Entonces se dijeron unos a otros: “¡Vamos! Fabriquemos ladrillos y pongámoslos a cocer al fuego”. Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió de mezcla./ Después dijeron: “Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra”./ Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo,/ y dijo: “Si esta es la primera obra que realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua./ Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros”./ Así el Señor los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad./ Por eso se llamó Babel allí, en efecto, el Señor confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra. Con el sentido de ‘de pronto’, repentinamente.

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Lo mismo sucederá a toda sociedad que no se entendiese. Y si no, juntad treinta personas, que cada una hable su diferente lengua, y veréis cuán presto nace entre ellas la confusión. ¿Pues qué sería si estas treinta personas no hablasen nada ni tuviesen medio de comunicar sus pensamientos? Supongamos pues, que los castores no se entendiesen, ¿qué sucedería? De pronto, miro toda su sociedad en desorden, sin subordinación y sin consejo ni sin [sic]8 concierto. Veo sus trabajos, que precisamente piden del concurso de la multitud, abandon[ad]os, sin habitación común, y cada uno como la Torre de Babel, retirándose para vivir separadamente sin más sociedad. Alguno dirá acaso que el instinto puede suplir al lenguaje. Dos castores se encuentran y se juntan porque su instinto les inclina a la sociedad; después se van agregando uno y otro, engrosándose la tropa, y ve aquí la sociedad formada. El mismo instinto puede inclinarles a buscar la tierra, ramas y demás necesario para formar sus chozas, así como las aves buscan lo preciso para hacer sus nidos. El partir entre ellos el trabajo, nace de que los unos, viendo a los otros trabajar, se aplican a lo mismo, y si uno ve traer tierra, otro va por ramas, y otros se aplican a ordenar esto por no estar ociosos. Para todo esto solo necesitan los ojos y el instinto. Las centinelas, aportadas9 en las avenidas, no son otra cosa que algunos animales tímidos o prudentes que hacen útiles a los otros las precauciones que toman para consigo mismos. La objeción es espaciosa, pero es necesario apurarla. ¿Qué es lo que se llama instinto? Es un discurso no conocido en que se obra sin reflexión, un deseo ciego, un gusto indeliberado [sic],10 un movimiento maquinal de nuestra alma, que se inclina a ejecutar tal cosa sin saber por qué. Este discurso (si acaso lo hay) está comúnmente tan oculto en el hombre que no obra. Preténdese que en algunos produce efectos muy singulares. En los animales se tiene por admirable, y con él se explican todas sus acciones, y nada con efecto más cómodo para ello que este instinto. Pero, ¿hasta cuándo tomarán los hombres las simples voces por cosas reales? Porque lo primero, nadie sabe qué es lo que llamemos [sic] 8. 9.

El sentido del contexto pide: ‘y sin concierto’. DRAE: “Llevar, conducir, traer”. El autor utiliza este vocablo con el sentido de ‘apostados’. Es decir, prestos a vigilar. 10. El autor utiliza este vocablo con el sentido de ‘no deliberado’, no premeditado.

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instinto, cosa oscura y no conocida más que por el nombre. Lo segundo, ¿qué pruebas hay que los animales tengan más instinto que los hombres? La prevención ha obrado tan fuertemente en esto, que cree que el instinto en los animales es más preferible a la razón del hombre. ¿Pero sobre qué fundamentos sólidos se degrada así el discurso humano por ensalzar el instinto de los animales? Vé[a]se cómo dice el partido contrario a los animales: hacen un nido con mucha advertencia, [y] algunos animales [suelen] purgarse con el socorro de las hierbas. Los [gorriones]11 se purgan, y a sus hijuelos, comiendo arañas y otros insectos; las palomas y otras muchas aves comen [piedrillas]12 para facilitar la digestión. Las cigüeñas, dicen, que fueron las que enseñaron a los hombres los clisteres.13 Estos son los efectos maravillosos que se cuentan de los animales y su pretendido instinto, dejando aparte muchas fábulas que se cuentan sobre esta materia, y en todo ello no veo cosa que sea digna de tanta admiración; pero supuesto que nos vemos precisados a dar conocimiento a los animales, ¿para qué darles un instinto inútil? ¿Para qué atribuir a este conocido instinto lo que puede ser efecto de su conocimiento? ¿Y si el conocimiento es el que hace obrar al hombre semejantes operaciones, por qué no obrara el mismo principio en los animales? ¿No será esto lo que llaman multiplicarlos antes sin necesidad, y querer oscurecer una cosa clara y simple en ella misma? Yo a lo menos me persuado a que lo que creemos hacen los animales por instinto, lo hacen como nosotros, por un efecto de conocimiento y con conocimiento, y aunque me persuado que lo que llamamos instinto es solo un ente de razón, un hombre sin realidad; en fin, un resto de la filosofía peripatética. Pero [a]caso que fuese admitido instinto, jamás creería que los animales lo tuviesen más cumplido que los hombres, ínterin que para proveerlo solo me alegasen hechos que puedo explicar por el simple conocimiento. Y si este instinto no basta a los hombres para gobernarse, menos bastaría en los animales. Vuelvo a mi ejemplo de mi discurso: no fabricando los castores sus pequeños establecimientos con tanto concierto por un particular ins11. El manuscrito deja en blanco el espacio de la palabra. El original francés dice: “moneux”. 12. El manuscrito deja en blanco el espacio de la palabra. En el original francés: “granvier”, grava, cascajo, piedrillas finas. 13. DRAE: “enema”.

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tinto, lo ha[n] de [ha]cer por un principio de conocimiento; es así que tengo probado, por la suposición de un pueblo mudo absolutamente, que el conocimiento sin comunicación recíproca por un idioma sensible y conocido, no basta para continuar la sociedad ni para efectuar ninguna empresa que necesite unión y concierto; luego, de aquí hemos de concluir, supuesto que la naturaleza obre siempre con particular sabiduría, que pues ha criado los castores para vivir en sociedad, les ha de haber dado la facultad de hablar cualesquiera que sea el lenguaje, pues sin este socorro es imposible subsistir ninguna sociedad. Y como la naturaleza sigue en todo las mismas leyes, aplicaremos este discurso a las abejas, a las hormigas y a todas las demás especies de animales que viven en sociedad, y ve aquí una porción considerable de animales con la facultad de hablar. ¿Pero acaso puede decirse la misma cosa de todos los animales que no viven en sociedad? Tales son la mayor parte de los cuadrúpedos, las aves, los peces y los reptiles, que sin contradicción son la mayor parte. Yo no sé, madama, si comprenderéis las consecuencias del primer paso que acabo de aventurar; porque si hay algunos animales que hablen, es consecuencia precisa que todos hablen; si los castores y papagayos tienen algún lenguaje, el camello y el topo tienen el suyo. Pero veme aquí empeñado en un peligroso desfiladero donde las preocupaciones tienen tomadas las avenidas, pero en el país de los sistemas como este, lo que frecuentemente cuesta algún trabajo es el primer paso. He tomado, según me parece con bastante verosimilidad [sic], que los animales que viven en sociedad deben necesariamente tener un idioma; entenderemos la proposición de todo género de animales. Porque pregunto, ¿ha de haber la naturaleza rehusado a unos un privilegio que ha concedido a los otros? Nada sería más contrario a la uniformidad que afecta en todas sus producciones. Sé que la naturaleza, tan avara en lo superfluo como pródiga en lo necesario, no hace nada sin motivo; pero ¿acaso no es necesario que los animales que viven juntos, para gobernar una casa y una familia (dos pájaros, por ejemplo) se entienden y puedan exprimir mutuamente sus pensa­mientos? Dos personas absolutamente mudas desconfío que puedan mucho tiempo vivir asociadas, no teniendo medio de convenir en sus hechos ni de explicar sus necesidades. Dos cuervos, sin alguna especie de lenguaje estarán en la misma imposibilidad de vivir juntos y en su casa. Se verán todos los inconvenientes que he propuesto en una sociedad

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media: en una palabra, la necesidad de hablar entre un marido y mujer para gobernar su casa es la misma que la de una sociedad. No es cosa imposible que la naturaleza haya hecho algunos animales para vivir en absoluta soledad, y que les haya dado dos sexos para poder multiplicar[se] por sí mismos sin necesidad de juntarse; y suponiendo que hay tales especies en el universo, concederé sin pena que si la naturaleza les hubiese dado la facultad de la voz, les habría dado una cosa inútil; pero dos animales que tienen necesidad el uno del otro y que forman una sociedad, tienen precisa necesidad de hablarse. ¿Cómo puede concebirse que dos gorriones, en el calor de sus amores, o en los cuidados que les acarrea la crianza de los hijos, no tengan mil cosas que decirse? Aquí era lugar conveniente para alegrar la materia con relaciones interesantes; pero no quiero que una obra filosófica degenere en jocosidades. Yo, como veis, solo me armo de razones sólidas, y digo que es imposible que un gorrión que ama a su mujer, según el orden de la naturaleza, no tenga para darse a entender un lleno de expresiones cariñosas: es preciso que la riña si se deja festejar, que amenace [a] los galanes que la vengan a rondar, y que ella entienda cuando la llaman; es necesario que ínterin ella cubre a sus huevos, que él provea sus necesidades distinguiendo si lo que pide es comida o algunos utensilios para reparar su nido, y para todo esto es necesario [un] idioma. Dirásme que mucho número de animales no tienen, como las aves, cosa establecida y permanente, porque (aunque de paso) las aves son el modelo de la constancia y de la fidelidad conyugal, comprenderlo así, y el número es bastantemente grande, tales como los pájaros, caballos, venados, y casi todos los cuadrúpedos, los peces y los reptiles; pero insistiré siempre en un principio reconocido por cierto: la naturaleza es muy semejante en sus producciones para haber puesto entre los animales una diferencia tan esencial cuál sería de hablar o no hablar. Pero este principio, aunque no conocemos la semilla […] […] del […] coral […] […] […] no dejamos por eso de persuadirnos que estas palabras proceden de granos, siendo este el modo como la naturaleza produce todas las otras.14 De aquí es preciso concluir, que si la naturaleza ha dado a 14. En el original francés: “[…] c’est par ce príncipe que quoiqu’on ne connoisse qu’a peine la femence du corail, des champignons, des truffes, du nostoch, de la fou-

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los animales que viven en sociedad la facultad de hablar, ha hecho sin duda lo mismo con los demás: porque aquí no se trata de una de estas dificultades accidentales en que la naturaleza se divierte diversificando las especies de un mismo género. Puede ser [que] no haya en el mundo dos rostros que se parezcan perfectamente, y todos los hombres tienen rostros. Entre las diferentes especies de animales se ven más grandes diversidades: unos tienen alas; otros, escamas; otros, pies, y las culebras no tienen nada de esto, pero todos los animales tienen la facultad de moverse y marchar donde quieren según sus necesidades. Entre los animales unos ven y entienden con diferencias de más y menos. Lo mismo sucede en la facultad del15 habla. Puede ser que esta facultad sea más perfecta en los animales que viven en sociedad, pero si unos la tienen, es preciso creer que todos la gozan más o menos perfecta, según lo pidan sus necesidades y menesteres. También debe observarse que los animales que no viven ni en cuerpo de comunidad, ni con casa y familia establecida, no por eso dejan de tener establecida entre ellos una especie de comercio a modo de sociedad, tales son los cuadrúpedos, los peces y los reptiles, y aun las mismas aves fuera del tiempo que viven con casa y familia para criar16 [a] sus hijos, tienen esta especie de comercio, como se reconoce en los tordos, estorninos,17 grajas, patos y gallinas. ¿De qué serviría a estos animales buscar así los unos la sociedad de los otros, si no es para el fin de ayudarse y aprovecharse recíprocamente de sus conocimientos y de los socorros que pueden darse? ¿Y cómo podrán hacer nada si unos a otros no se entienden? Todo lo que queda dicho para probar que los animales que viven en cuerpo de comunidad deben tener idioma, tienen aquí su lugar y toda su fuerza. Solo puede haber la diferencia del más al menos, y si se juzga por los hechos, bien se reconoce verosímilmente que no hay ninguna. gere, nous ne laissons pas d’être persuadés que ces plantes viennent de graine, parce que c’est la façon dont la nature produit toutes les autres”. Se propone: “Es por este principio que, aunque apenas sabemos nada sobre las semillas del coral, hongos, trufas, helechos, no podemos dejar de convencernos de que estas plantas provienen de semillas, porque es la forma en que la naturaleza produce las demás”. En la traducción castellana que aquí se edita, el traductor ¿o el transcriptor? comete el error de poner “palabras” en lugar de “plantas”. 15. En el manuscrito: “de la”. 16. En el original: “crear”. 17. Errata evidente, en el manuscrito: “extornidos”.

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Los lobos, por ejemplo, cazan con sobrada advertencia, y conciertan entre sí sus tretas de guerra. Un hombre pasando por un campo, descubrió un lobo que rondaba en [un] hato de carneros haciendo semblante de acometer, advirtió al pastor aconsejándole hiciese acometer los perros. “Yo me guardaré de eso —respondió el Pastor—. Ese lobo que veis no viene a ejecutar el robo, lo que pretende es divertirme y hacer que le suelte [a] los perros, para que en el [in]terin otro lobo que esté [sic] escondido en el otro lado pueda arrebatar la presa”. El pasajero, queriendo verificar el hecho, se obligó a pagar el carnero, y el caso sucedió como el pastor lo había previsto. Un engaño tan bien concertado, ¿no da bien a conocer que los lobos se habían convenido en esconderse el uno y acometer el otro para hacer el robo? ¿Y cómo podían convenir en esto sin la facultad de hablar y de entenderse? Un gorrión, encontrando bueno para sí un nido que unas golondrinas habían acabado de hacer, se apoderó de él. Las golondrinas, viendo ocupada su casa por el usurpador, apelaron a la fuerza para echarlo. Infinito número de golondrinas acudieron al ataque, pero el gorrión, cubierto de todas partes con el nido, y solo presentado a la puerta el pico, era impenetrable,18 y hacía arrepentirse [a] las que por acaso se acercaban. Después de un cuarto de hora de combate marcharon las golondrinas, y el gorrión quedó por vencedor, juzgando los que miraban el caso, que ellas habían abandonado la empresa, pero nada menos que esto; al cabo de un breve rato se les vio volver a la carga, prevenida cada una con un poco de barro del que hacen sus nidos, del que fueron sucesivamente arrojando sobre la puerta del nido para hacer perecer al gorrión, ya que no habían podido arrojarlo. ¿Creéis madama, que las golondrinas hayan concertado este designio sin hablarse? Cuéntanse cosas admirables de los monos cuando van a sus empresas. Una tropa de soldados que va al forraje,19 avista20 del enemigo, ni marcha con más orden y precaución que ellos [sic].21 Podría contaros 18. En el manuscrito: “in penetrable”. 19. De forrajear. DRAE: “Dicho de un soldado: Salir a coger el pasto para los caballos”. 20. De avistar. DRAE: “descubrir algo con la vista a cierta distancia”. Aquí se puede entender en dos sentidos: estar a la vista del enemigo, o tener en la vista al ene­ migo. 21. En el original francés: “Une troupe de soldats qui va au fourage dans le voisinage dl’enemi, ne marche pas avec plus d’ordre et de précaution”. Se propone: “Una tropa de soldados que forrajean en las cercanías del enemigo, no marcha con más orden y precaución”.

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mil cosas semejantes a estas, pero era necesario un volumen, y yo solo busco apoyar y afianzar mi discurso de semejantes ejemplos. Se han servido hasta aquí para aprobar que los animales tienen conocimiento y aun razón; porque no se concibe cómo, sin conocimiento, puedan los animales hacer cosas tan singulares; pero por la misma razón es preciso concluir que los animales hablan, pues parece igualmente imposible lo puedan hacer sin hablarse. Y notad, si os agrada, Madama, que aquí no se trata de una opinión o un sistema fundado sobre conjeturas o explicaciones verosímiles, sino un discurso apoyado sobre hechos ciertos y palpables, tales como los que acabo de referir y otros semejantes en todo género. Entrad en un bosque donde haya una cuadrilla de pavos, el primero que os descubra dará aviso a toda la tropa, y el graznar no se acabará a menos que no os retiréis y ellos se vayan. Los picos [sic],22 los mirlos,23 y casi todas las aves, lo mismo. Luego que un gato sube a un tejado, el primer gorrión que lo descubre hace lo mismo que un24 centinela entre nosotros cuando descubre al enemigo, advierten25 sus chillidos a todos sus camaradas, y parece el sonido de un tambor cuando toca la retirada. Mirad un gallo ce[r]ca de una gallina, un palomo tras una paloma, un gato tras una gata, y veréis cómo sus discursos no acaban. Aún yo mismo no acabaría mi discurso si hubiese de agotar lo que podría decirse sobre esta materia, pero quiero sin embargo poner límites a esta pequeña obra; solo quiero añadir una importante reflexión que en mi sentir en el caso, puede pasar por demostración. Nosotros hablamos diariamente a los animales y ellos nos entienden: los carneros al pastor, y las vacas al vaquero. Nosotros hablamos a los caballos, perros y aves, y nos entienden. Los animales también nos hablan y los entendemos. ¿Cuánto se harán entender de sus semejantes? Nosotros no podemos tener para ellos sino una lengua extraña, y si la naturaleza los ha hecho capaces de entender una lengua extraña, ¿cómo les puede haber negado la facultad de entender y hablar una lengua natural? Vuestra perrita, por ejemplo, tiene su discurso, vos os entendéis todo el día con ella, vos la entendéis, y ella os entiende, pero 22. En el original francés: “les pies”. En la traducción castellana que aquí se edita: DRAE: “del latín pica ‘urraca’”. 23. En el original francés: “merle”, mirlo. En el manuscrito: “las mirlas”. 24. En el manuscrito: “una”. 25. En el manuscrito: “advierte”.

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[podéis] estar segura que cuando un perro viene a festejarla, lo entiende y se deja entender mejor. Convengamos, madama, en creer que los animales hablan, y en que es muy puesto [sic] en razón creerlo así; puesto que las leyes de la naturaleza, las observaciones y la experiencia concurren a probarlo con bastante experiencia, digo, evidencia, para fijar sobre esto nuestra incertidumbre. Con todo eso no sé si yo os habré persuadido, porque no comprendo en el mundo cosa más difícil que el persuadir a otro las cosas de que no es autor, mediante la lisonja del amor propio. Pero creo que a lo menos confesaréis que mi opinión es bastantemente fundada, por hallar lugar entre los diversos sistemas que gastan el tiempo a los filósofos. Otra aprobación que espero de vos es que mi obediencia os sea agradable, y para no dejaros nada que desear en la materia, paso a tratar del tercer punto de los que me propuse al principio y en qué dividí mi discurso.

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Punto 3º Del idioma de los animales

Sin duda, señora, que conociéndome persuadido a que los animales hablan, pretenderéis que os explique su idioma, y que os dé un diccionario de él; confieso que la cosa me parece bastante difícil y que no sé cómo emprenderlo. Yo volveré al principio de la cuestión, y de allí, según las diversas reflexiones que me ocurran, haré de mi parte cuanto sea dable para ilustrar la materia, pero no esperéis sino unas observaciones generales, porque lo demás fuera bufonada.1 ¿Para qué ha dado [la] naturaleza a los animales la facultad de hablar? Únicamente para exprimir entre ellos sus deseos y sus ideas, satisfaciendo por este medio sus apetitos, proveyendo sus necesidades, y todo lo demás que es preciso para su conservación. Sé muy bien que el idioma en general tiene por objeto exprimir los conocimientos, las reflexiones y los discursos, pero en cualquiera sistema que se siga sobre el conocimiento de los animales, aunque fuese el de los diablos que les da una alma espiritual y capaz de discurrir, es cierto que la naturaleza solo les ha dado el conocimiento de lo que es útil para la conservación de la especie y de cada individuo. No les ha dado ideas abstractas, y por consecuencia, ningunos discursos metafísicos, ningunas averiguaciones curiosas sobre los objetos que los serean [sic],2 ni otra ciencia que la de procurar conservarse, evitando lo que les pueda dañar y procurando lo que les está bien.3 De esta reflexión se sigue otra: y es que al mismo tiempo que la naturaleza les ha dado tan poca extensión al conocimiento de los anima1. 2.

En el manuscrito: “bofonada”. En el original francés “[…] fur tous les objets qui les environnent […]”. Se propone: “en todos los objetos que los rodean”. 3. En el original francés: “Aussi n’en a t’on jamais vû haranguer en public, ni disputer des causes et de leurs effets: elles ne connoissent que la vie animale”. Se propone: “También, no se ha visto arengar en público, ni disputar las causas y efectos: ellos no conocen la vida animal”.

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les, necesariamente ha limitado a proporción sus deseos, sus pasiones, y, por consecuencia, sus necesidades, supuesto que el conocimiento es el que produce en nosotros deseos. Saber que se puede ser feliz, y desearlo, es una misma cosa en el corazón del hombre. Antes del pecado, sus ojos estaban cerrados para todos los bienes humanos, y de ningún modo los deseaba; el pecado le abrió los ojos, y deseó, para su desgracia. Dichoso el prudente que puede contener sus deseos en los límites que prescriben la religión y el discurso; e infeliz aquel que se deja dominar de sus pasiones. ¡Baste de moral! —me diréis—, y vamos al caso. La fama, las riquezas, el fausto y la reputación, son nombres no conocidos de [sic]4 los animales, y que no los encontraréis en sus diccionarios: ellos solo saben exprimir sus deseos, y sus deseos están limitados a lo que puramente es necesario para su conservación. Oíd hablar a un perro: él no se quejará de que su alcoba no sea bordada, ni de que no se le sirva en vajilla de plata, no os pedirá el dominio de todos los perros de la casa, todo lo que pedirá será un poco de alimento para subsistir. Si le amenazáis, procurará aplacaros; si lo dejáis encerrado, dará en sus aullidos a conocer su desesperación, creyéndose abandonado para siempre; si lo lleváis al paseo, os lo agradecerá con mil fiestas y expresiones de gozo; si algún objeto ve que lo amedrentó, os lo dará a conocer con sus gestos y ladridos. En una palabra, hablándole de comer, dormir, correr, saltar, defenderse y defenderos como a su protector, y veréis cómo se entiende perfectamente respondiendo muy bien, porque todo esto mira a su conservación, para la cual solamente se le ha dado la facultad de entenderse y darse a entender, esto es: de hablar. Pero no tratéis con él ni de filosofía, ni de moral, porque esto sería hablarle una lengua extraña, cuyas expresiones ignora absolutamente; sus conocimientos y necesidades no se extienden5 a esto. Traedle después una perra, y en breve se conocerán y principiarán la conversación; pero no creáis que pierda tiempo en cumplimentar [a] la dama, sobre su hermosura, su talle, su entendimiento y su juventud; todo esto es para él oscuro y cosa que no podrá ni entender y explicar. La sola cosa que le mueve entonces es el deseo de multiplicar su especie, 4. 5.

Por el sentido del contexto: ‘por’. En el manuscrito: “extiende”.

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o a lo menos poner los medios. Sobre esto es únicamente su conversación, ¡pero con qué vivacidad! Todo habla en un animal amoroso, como en el hombre más apasionado, todo exprime su pasión, su gesto, su voz y todos sus movimientos. Este principio nos da la primera observación sobre el idioma de los animales, haciéndonos conocer que es muy limitado, pues no se extiende más allá de las necesidades de la vida, pero sin embargo conviene no nos engañemos en este punto, tomando la cosa en su verdadero sentido: el idioma de los animales no nos parece tan limitado, sino comparado con el nuestro, que quizá será demasiado difuso, por limitado que sea, [pero] basta a los animales, y lo demás sería inútil. ¿No es de desear que nuestra lengua, en ciertas cosas, fuese menos abundante y menos prolija? Los hombres son naturalmente grandes habladores, y si os va a decir verdad, bocarones [sic].6 Jamás tienen bastantes palabras para exprimir lo que quieren decir. Poco contentos, de ideas simples, las debilitan con divisiones.7 Parece que algunas veces quieren hacer anatomía de una idea o de un discurso, como podrá un cirujano hacerla de una cabeza. Tantas palabras nuevas como cada día se introducen, ¡y qué palabras! Voces varias de significación, de sentido oscuro, disputas que no ilustran el entendimiento. De otra parte, ¡qué abuso no hacen los hombres de la felicidad que la naturaleza les ha dado de hablar! ¡Qué errores y mentiras no introducen en sus conversaciones! ¡Qué extravagancias, murmuraciones y malos propósitos se oyen en sus bocas! Si los animales entendiesen nuestras murmuraciones, extravagancias, mentiras y desconciertos, ¿nos envidiarían el uso que tenemos de hablar?8 Ellos no logran nuestras ventajas, pero tampoco tienen nuestros defectos: hablan poco, pero al caso, y con conocimiento de causa. Dicen siempre verdad, y nunca engañan, aunque sea en amor. ¿No es esta una conocida ventaja que logran sobre nosotros? Ellos, en lo que mira esto, están casi en el mismo punto que nuestros negros y salvajes 6.

En el original francés: “[…] et si j’osios le dire, bavards”. Se propone: “Y si me atrevo a decirlo, habladores”. La palabra más acertada en español hubiera sido, quizá: “bocazas”. DRAE: “Persona que habla más de lo que aconseja la discreción”. 7. En el original francés: “Peu contens des idées simples ils aiment à les disféquer pour ainsi dire, en soudivisions”. Se propone: “Pocas ideas simples y contenciosas que les gusta desfigurar por así decirlo, en divergencias”. 8. Errata evidente. En el manuscrito: “lavar”.

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de la América. Aún estoy tentado a hacerlos filósofos y comparar muchas especies a Diógenes,9 viviendo en una tinaja, contento en hallar lo puramente necesario para la vida y huyendo [d]el comercio de los hombres, hablando solo por necesidad. Tal es la vida de uno de estos gatos bigotudos y bien forrados,10 a quien siempre veréis en un rincón de la chimenea durmiendo con mucho descanso, tomando cuando le gusta la diversión de la caza, gozando pacíficamente de la vida sin tomar cuidado por los negocios que tanto nos fatigan, sin agitar su discurso con reflexiones inútiles ni ser curioso en comunicar a otros sus pensamientos. Es verdad que con solo la vista de una gata toda su filosofía se echa a rodar, pero en semejante lance son más contenidos nuestros filósofos. Sin embargo, es preciso que nos atengamos a lo verdadero. Yo no pretendo reduciros, ni enajenarme a mí mismo con discursos más especiosos que sólidos: los animales, en general, hablan poco; hay los tan callados que en un día no articulan cuatro palabras. Tales son, entre los que conocemos, los asnos, caballos, bueyes, carneros, y la mayor parte de los cuadrúpedos. El motivo es claro: la naturaleza ha dado a estos animales un alimento muy ligero y fácil de digerir, con lo que es preciso la renueven a menudo para evitar la hambre, y esto les ocupa todo el tiempo; pero en recompensa, me confesaréis, hay animales que no cesan de hablar, tales son, entre otros, las aves, sobre lo que debéis notar, que las hembras son las que menos hablan, y como el idioma de las aves es el mejor articulado y el más sensible, lo tomaremos por ejemplo. Por él podréis juzgar de los demás que fácilmente se distinguen en cada especie. Dícese comúnmente que los pájaros cantan, y este es un error: los pájaros hablan, no cantan; lo que nosotros tomamos por canto es un lenguaje natural. [Ni] las gallinas, [ni] el cuervo, [ni] el pato, ni el milano, cantan; lo que nos hace creer que cantan son los acentos delicados de su voz. 9. Diógenes de Sinope (412-323 a. C) apodado “El Cínico”. Filósofo griego que se conoce a través de la obra de Diógenes Laercio. Fue discípulo del ascético Antístenes. Entre las anécdotas que se recogieron sobre su vida se cuenta que vivió como pordiosero en Atenas y que dormía en una tinaja, despreciando todo bien material y buscando la virtud y la autosuficiencia. 10. En el original francés: “fourrés”, relleno, con el sentido de ‘rollizo’.

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[Los] Thilos [sic]11 no tan habitadores [sic] del Cabo de Buena Esperanza, que parece graznan como los pavos, lo que en ellos es un acento de su lengua natural; y entre los cultivados, hay pueblos que nos parece que cantan cuando hablan. En el mismo sentido se puede decir que cantan los pájaros, pero no cantan por cantar, es por hablar, y es cosa gustosa que haya en el mundo una república tan numerosa que siempre hable en música. Pero en fin, en música o recitado que dicen estos pájaros, para responder se hacía preciso consultar al mago Apolonio Tianeo12 que se jactaba de entender su idioma. Por mí, que no soy adivino, solo puedo dar unas verosímiles conjeturas. Tomemos por ejemplo el colorín:13 es fácil de observar la variedad de sus discursos o cantos; tan presto sube como baja la voz, ya va de prisa, ya despacio, ya prolonga o abrevia el canto según lo pide el caso. Estas son evidentemente entre sí frases diferentes; es así que según el principio que llevo establecido, los deseos, necesidades y conocimientos de los animales se limitan a lo que es útil y necesario para su conservación. Luego, de aquí se pueden14 fácilmente [inferir] los diferentes sentidos de esta variedad de frases, y esto no debéis tomarlo por una pura diversión, sino por realidad; y si no, supuesto que un colorín no puede hablar sino para exprimir lo que le es útil y necesario, observad cuántas veces habla [y] el estado en que se halla, y combinando sus diferencias, conoceréis el estado en que se halla [sic].15 11. En el manuscrito aparece esta palabra: “Thilos”. No se ha podido encontrar el significado. En el original francés: “C’est ainsi que les Hottentots dans l’Afrique semblent glousser comme le Coq d’Inde, quoique ce soit l’accent natural de leur langue, et qu’il y a des peuples qui hous paroissent chanter en parlant”. Se propone: “De esta manera, los hotentotes, en África, parecen cloquear como los de Cabo Guinea, aunque es cosa natural de su lengua, y hay personas que los ven cantar hablando”. Es probable que no se haya podido dilucidar la palabra “Hottentots”, “hotentotes”. 12. Apolonio de Tiana fue un filósofo oriundo de Capadocia de la corriente neopitagórica que vivió a comienzos de la era cristiana (c. 3-97). Se dice que, por ser mago, no pudo entrar en el culto de los misterios de Eleusis. Véase: Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana, trad. de Alberto Bernabé Pajares, Madrid, Gredos, 1992. 13. En el original francés: “la pie”, ‘urraca’. Colorín, DRAE: “jilguero”. 14. En el manuscrito: “puede”. 15. En el original francés: “Car ’dès qu’une pie ne peut parler que pour exprimer ce qui lui est utile ou nécessasaire, toutes les fois qu’elle parle, observez dans quelle circonstance elle se trouve par rapport à ses besoins”. Se propone: “Pues tan pronto como una urraca puede hablar solo para expresar lo que es útil o necesario para ella, siempre que hable, observad en qué circunstancia se encuentra en relación con sus necesidades”.

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Si habla, por ejemplo, comiendo con apetito, no hay duda que lo que él dirá entonces será lo mismo que en igual lance diríais vos: “Esto es bueno, me agrada”. Pero si le ofrecéis algo que no le agrade, no faltará a decir como vos lo hicierais: “Esto me gusta, digo, disgusta, no vale nada para mí”. En una palabra, poneos en las diversas circunstancias en que se puede encontrar uno que solo sepa exprimir sus necesidades, y en vuestros discursos encontraréis lo que un gorrión en el mismo lance diría. Por ejemplo: “¿Dónde vais, compañeras mías? Yo me voy. Venid acá, corred, corred, aquí hay buenas cosas. ¿Dónde estáis? Vedme aquí. ¿No me oís? No os los comáis todo ¡Ay! ¡Ay! ¡Que me hacéis mal! ¿Qué me ha sucedido? Escondámonos, huyámonos”, etc. Bien conocéis podía alargar este diccionario en semejantes frases, sobre todo, si añadiese las expresiones que dictan el miedo, la alegría, los celos y el amor; pero creo [que] bastará con la muestra que me he aventurado a daros. Al propósito de la alegría, me habéis de permitir una corta digresión. Bien sabéis que los filósofos antiguos son de opinión que los animales no ríen, siendo esta propiedad16 esencialmente del hombre, con exclusión de ellos, pues con todo eso, este es un error, pues, en su modo, ríen los animales también como el hombre. Considerad dos perros nuevezuelos [sic] jugar, saltando y haciendo sus falsas acometidas, tretas y engaños para comprenderse. ¿Puede todo esto ejecutarse sin reír? ¿Es esencial que esta risa sea como en el hombre, por un movimiento de los labios y la boca, con un tono de voz convulsiva? El reír no es otra cosa que una expresión de gozo, y esta expresión ha de ser con precisión diferente en las varias especies de animales. El hombre ríe a su modo, el perro al suyo. ¿Qué importa que esto sea con sonido de voz o por un simple movimiento de la cola, de las orejas, u otra semejante expresión? ¿Qué partido tomáis, madama? Si os agrada, habéis de suspender por un breve instante la decisión. Yo soy del parecer de los filósofos antiguos, y la razón es esta: el reírse es una expresión de gozo y alegría, pero no todo placer produce la risa. El gusto que produce la risa es aquel que nace de improviso, y que nace en nosotros a vista de alguna cosa ridícula, que contenga dos cosas incompatibles, como un magistrado vestido de arlequín,17 o de un necio que 16. El manuscrito repite: “siendo esta propiedad”. 17. En el manuscrito: “arliquin”.

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quiere hacer el discreto. Esto es tan cierto que la misma causa, que nos causa risa en circunstancias ordinarias, esta ha de parecernos risible18 en otras; y que nosotros nos reiríamos de uno, que poniéndose por gusto o vanidad a saltar una acequia de agua, cayese en medio; pero si este mismo accidente sucediese a un hombre a quien su enemigo le siguiese armado, en lugar de risa excitaría nuestra compasión, de que se sigue que para mover la risa se necesita poder comparar dos ideas y apercibir la incompatibilidad; es así que los animales no son capaces de esto por no tener conocimientos directos, luego los animales no ríen y los antiguos filósofos sintieron muy bien en esta materia. Pero volvamos a nuestras aves. Objetárasme que los pájaros repiten siempre una misma cosa, conque no varían las frases como yo pretendo. A esto respondo, que además de las diferencias que es fácil notar en el habla de los animales, como de alto, bajo, breve y otras, hay verosímilmente mil variaciones que no percibimos por no entender su idioma, las cuales entienden muy bien las aves. ¿Acaso distinguimos su fisonomía? Casi no dudamos que entre ellos haya diferencia, y nada es más cierto, y con todo eso no se engañan. He visto a una golondrina estar trayendo19 de comer a seis hijuelos que la esperaban en fila a la puerta del nido, ellos cada momento mudaban de lugar, pero con todo eso jamás [se] engañó20 dando a uno dos veces seguidos, ni olvidó a ninguno. En un rebaño de corderos, si la oveja oye hablar el suyo, inmediatamente lo reconoce y va a buscarlo. Dos gorriones se conocen entre mil por el son de la voz sin que nosotros,21 lo notemos; y de esta naturaleza podría alegar crecido número de ejemplares con qué probar que todos los animales, en su comercio, tienen un discernimiento que no alcanzamos nosotros, con lo que notan mil diferencias que no percibimos; pero basta lo dicho y vuelvo a mi asunto. Si algunos pájaros nos parece que cantan siempre una misma canción, como la golondrina, la totovía,22 y el gorrión, no hemos de con-

18. 19. 20. 21. 22.

En el manuscrito: “resible”. En el manuscrito: “trahiendo”. Con el sentido de ‘equivocarse’. El manuscrito repite: “sin que nosotros”. DRAE: “Cotovía > cojugada: pájaro de la misma familia que la alondra y muy semejante a esta, de la que se distingue por tener en la cabeza un largo moño puntiagudo”. En el original francés: “comme le Moineau, le Pinson, le Serin”. Se propone: “como el mono, el pinzón y el canario”.

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cluir que dicen siempre una misma cosa. Creamos que es defecto de nuestros oídos en un lenguaje que nos es extraño. En muchas palabras nuestras hay equívocos que, aunque las distingamos fácilmente, no sucederá lo mismo a un extranjero. La lengua china está llena de semejantes cosas que la hacen sumamente difícil. ¿Si uno totalmente sordo recobrarse de pronto el oído, no pensaría al principio, cuando oyese hablar, por falta del conocimiento de sílabas vocales y consonantes, que siempre se dice una misma cosa? Pues tal es el juicio que nosotros hacemos de la gorja de los pájaros. Sin embargo, no quiero abusar de esta reflexión, sosteniendo que un ruiseñor, en la primavera, varía sus discursos tanto como su canto; o que un canario en su jaula dice tantas frases diferentes como variaciones tiene su canción. No. Antes bien me persuado que los pájaros son amigos de repeticiones, y aún me parece que pueden serlo por necesidad, fundándome en que nosotros, para decir verbi gratia: te amo, tenemos cien modos diferentes, lo que sucede en cualquier tema. Este es un efecto de la superioridad de nuestro discurso, de la multiplicación de nuestras ideas, y de la extensión y capacidad de nuestro entendimiento, que abraza muchos objetos a un tiempo, distinguiendo la relación recíproca de unos a otros. No sucede así en los animales. La naturaleza ha dado a sus conocimientos límites tan estrechos que solo pueden abrazar un objeto, y como le miran siempre simplemente y de un mismo modo, no tienen comúnmente más que un género de exprimir sus conocimientos o sus ideas. Esta nota es importante para conocer a fondo el lenguaje de los animales. No solamente es limitado, como queda dicho, a solos los objetos que interesan su conservación, pero eslo [sic]23 por sí mismo en solo tener una expresión para cada objeto, y esta es la causa de sus frecuentes repeticiones, porque como es natural que los animales insistan siempre sobre el mismo objeto hasta que se satisfaga su deseo, o bien se borre por otro más poderoso, es preciso que repitan siempre la misma expresión [en] tanto dura el objeto que los mueve. Así, un perro que ladra de noche por haber oído ruido, siempre repite una misma frase, que es decir: “Cuidado que he sentido rumor» o «Yo veo alguno que no conozco”; lo que repite hasta que su temor se desvanece. Así, un gorrión enamorado repite siempre a la hembra 23. Lo es.

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su expresión amorosa diciendo mucho número de veces: “Te adoro, te amo, te quiero” u otras semejantes, pero en otras circunstancias, cuales las de ira, venganza, celos, etc., vemos que el perro y el gorrión emplean otro número de frases bien diferentes, y si no percibimos la diferencia es únicamente o por defecto de nuestros órganos o por el poco conocimiento que tenemos de sus acentos. Hemos dicho, volviendo a nuestros pájaros, que la mayor parte repiten mucho. No basta decir que la mayor parte, todos están en el mismo caso; y si el ruiseñor parece repetir menos, es porque su frase es más larga, conque se nota mejor la diferencia de sus acentos; pero no es menos cierto que ellos tienen frases diferentes para todo lo que quieren exprimir, y así, su repetición nace de dos cosas: la una, en [in]sistir largo tiempo sobre un mismo objeto, y la otra, no tener para cada objeto más de una expresión. ¿Y acaso es defecto de su idioma este? Quiero conceder que lo sea, pero comparar [sic] este pretendido defecto con las preponderadas ventajas de nuestras amplificaciones, metáforas, hipérboles y retruécanos, y encontraréis en el idioma de los animales la simpleza y la verdad; y en el nuestro la fanfarronada y las más atroces y descaradas mentiras. Una ventaja no se puede negar a la simplicidad de la lengua de los animales sobre el nuestro. Esta es la uniformidad, y ser siempre una misma en todos tiempos y en todos los países del mundo, en lugar [de] que, [como] en la especie humana, no solamente cada reino tiene su lengua, sino los pueblos entre sí; y esta lengua se varía continuamente, de modo que al cabo de cierto tiempo no parece la misma. Un español, en tiempo del Cid, no se entendería del mismo modo que nosotros entendemos ahora [a] un alemán o un inglés. El idioma de los animales no está sujeto a lo incómodo de estas variaciones. Los ruiseñores y los canarios de hoy día hablan precisamente la misma lengua que antes del diluvio. Llévalos a las Indias o a la China y no encontrarán lenguaje extraño, hallándose desde su arribo en estado de tratar con sus semejantes sin necesidad de intérprete. ¿No sería cosa grande, como se ha propuesto varias veces, que los hombres, sobre este modelo, estableciesen un idioma general que se entendiese en todo el universo como antes de la Torre de Babel?24 24. En el original francés no se hace mención de la Torre de Babel: “Ne seroit-il pas à souhaiter, comme on l’a proposé quelquefois, que les hommes sur ce modéle le

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Esta esterilidad, o más bien, simplicidad, del idioma de los brutos, os parecerá menos defectuosa si reflejáis lo que son: una especie de lengua muy inteligible, y un suplemento de la expresión vocal. Por ejemplo: un perro no tiene expresión vocal para pediros perdón cuando os irritáis contra él, pero a falta de esta expresión, ¿qué hace?, se humilla, lame los pies, y contrahace25 la forma de un suplicante. Tampoco tiene frase para decir “Abridme la puerta”, pero, arañándola, advierte el deseo que tiene de entrar o salir. ¿No son estas acciones parlantes? Aquí era un lugar a propósito de formar un diccionario de los gestos y figuras de los monos, porque no hay la menor duda que, aunque entre estos gestos hay muchos que no pasan de gestos, los hay también que valen por otras tantas expresiones. Pero diréis que en mis ejemplos me he valido de los pájaros, que son los mayores habladores, y de los monos y perros, que son por naturaleza gesticuladores, siendo así que hay tantas especies de animales que tienen muy poco número de expresiones vocales, sin que tampoco se note en ellos alguno de estos gestos o de otras acciones parlantes. Es verdad, pero yo no pretendo disimular nada, si yo he citado estos ejemplos es únicamente porque viviendo estos animales en medio de nosotros, los conocemos mucho mejor que a las demás especies, y más cuando se intenta de ilustrar hechos poco conocidos, en que es preciso valerse de los ejemplos más sensibles; y, sobre todo, ¿qué importa que traiga el ejemplar de los gatos o de los perros? Es principio cierto que la naturaleza es constante en sus producciones, de que se infiere que todo lo que notamos esencial en una especie de animales, debe entenderse de las otras. Confieso que los peces y los reptiles ofrecen en nuestras preocupaciones una grande dificultad, ¿cómo se podrá concebir que una carpa no sea muda, ni qué especie de lenguaje nos hemos de imaginar de dos hormigas o de dos pulgas? Las aves cantan, los lobos aúllan, los perros ladran, los caballos relinchan, los carneros balan y los ciervos braman; pero el pez y el insecto parecen mudos26 absolutamente; es verdad que si hay alguna especie de animales cuyo lenguaje es sensible, y que como tal he podido aventurar algunas conjeturas verosímiles, sería peétablissent une langue générale qui fût entenduë dans tout l’Univers?”. Se propone: “¿No se esperaba que a veces se ha sugerido que los hombres en este modelo establece la lengua general que se escuchó en todo el Universo?”. 25. DRAE: “imitar o remedar algo”. 26. En el manuscrito: “mudas”.

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dir más de lo justo el pretender que explicase del mismo modo el de los reptiles y el de los peces, porque puede muy bien probarse que tienen un idioma, cualquiera que sea, pues lo tienen todas las demás especies de animales; pero ¿cómo será fácil conocer y distinguir cuál sea? Los unos viven en un elemento que no es interdicto [sic],27 y los otros se escapan por su pequeñez. Sin embargo, nos hemos de guardar mucho de entregarnos sobre este punto a nuestras preocupaciones. ¿De dónde sabemos que los peces no tengan quizá más expresiones que las mismas aves? Unos y otros parece se fundaron sobre un mismo modelo, los unos vuelan y los otros nadan, y entre el volar y el nadar no hay otra diferencia que la del elemento. En el Génesis se dice que Dios sacó a un mismo tiempo del seno de las aguas, [a] las aves y los peces,28 lo que sirvió de fundamento a varios moralistas para defender que unos y otros podían comerse indiferentemente en los días vedados. Los peces están dotados como las aves y demás animales de sus cinco sentidos, pues ¿cómo no tendrán como ellos la facultad del hablar? El no entenderlos nosotros es por falta de un órgano proporcionado que perciba lo delicado de los sones. El agua donde habitan los peces está toda mezclada de aire que respiran; ¿por qué no podrán, por el medio de algún muelle secreto, equivalente a la lengua y al garguero,29 formar vibraciones y sones tan delicados que no lleguen a nuestros oídos, y sean conocidos de cada especie? Observad la oreja del hombre y veréis que es sumamente grosera, lo que es efecto de una providencia necesaria; pues ¿qué si fuese sensible a las más menudas vibraciones del aire en que vivimos? Estaríamos continuamente aturdidos de mil estruendos confusos que no nos permitirían distinguir ninguno. En el aire hay mil sonidos que no percibimos, tal es el que hace un gusano de seda royendo una hoja de moral. Si está solo, o tres o cua27. En el original francés: “Les uns vivent dans un élément qui nous est interdit”. Se propone: “Algunos viven en un elemento que nos está prohibido”. 28. Génesis 1, 20-23: “Dios dijo: ‘Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y que vuelen pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo’./ Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno./ Entonces los bendijo, diciendo: ‘Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra’./ Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día”. 29. DRAE: “tráquea”.

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tro, nadie los oye, pero si el número se aumenta considerablemente, entonces, juntos, estos pequeños sones se hacen sensibles a nuestro oído. ¿Cuánto más posible es que haya en el agua sones [in]sensibles para nosotros y que por este medio los peces hablen sin que nosotros los entendamos? A mí, a lo menos, me parece bien el figurármelo así, por no quitar a la naturaleza la perfección que acostumbra dar a sus obras, y no me persuadiría sin pena que hubiese condenado a un eterno silencio [a] tan innumerables pueblos que habitan las innumerables especies del mar y de los ríos. El silencio es propio de los muertos, el habla es nueva vida aun para los mismos vivientes.30 Vos, madama, os reiréis sin duda de los peces parlantes, como se burlaron del primero que pensó en peces volantes, pero cuidado no sea lo uno tan verdad como lo otro, y que en nuestra risa no haya más de preocupación que de solidez. A mí esta idea me parece verosímil y juiciosa, y e[s]to me basta para abrazarla hasta que me desengañe con razones más fuertes. Los reptiles y los insectos están precisamente en el mismo caso. Hay muchas especies [de] reptiles que tienen expresiones vocales muy sensibles, como las culebras, las ranas y sapos, y, por consiguiente, discurriendo sobre el principio de la uniformidad de la naturaleza, estamos en derecho a suponer a los otros el equivalente, sin contar con el suplemento de los gestos y de las miradas. No es lo mismo en los insectos, porque no hay ninguna especie de los que conocemos que tenga propiamente una expresión vocal, porque se sabe que el chillido del grillo, el chirreo de la cigarra, el zumbido de las moscas, abejas, y de algunas mariposas, no es un son de voz, sino un ruido causado por el movimiento de una membrana, pero ¿qué importa? No hay duda en que el chillido del grillo y de la cigarra les sirve verosímilmente para llamarse y buscarse, que el zumbido de las moscas les sirve para distinguirse en cada sociedad, reconociéndose, ya sea por la unión de la voz o por diferencias imperceptibles a nosotros, lo que es un equivalente de la expresión vocal, sirviendo también para comprobar cuánto la naturaleza, uniforme en lo general y esencial, sabe variar los medios y las relaciones; y siendo cierto esto, queda comprobada mi proposición, pues lo que 30. En el original francés: “La parole donne la vie aux vivans memes”. Se propone: “La palabra da vida incluso a los vivos”.

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la naturaleza hace con algunos insectos, lo ha hecho aseguradamente con todos. No quiero pasar en el silencio una especie de arañas que tienen un modo particular de mostrarse y darse una a otra a conocer el deseo que tienen de acercarse. Una araña que busca compañía toca no sé qué instrumento en la pared o viga en que está abrigada, hasta nueve o diez pequeños golpes semejantes a los latidos de una muestra, aunque poco más fuertes y más unidos; después aguarda algún rato [a] que se le responda, [y] si no lo consigue, repite de cuando en cuando este ejercicio como una hora, descansando alternativamente así [en] el día, como [en] la noche. Al cabo de dos o tres días, si no tiene respuesta, muda de habitación hasta encontrar quién le responda; hallándola, es preciso sea otra araña que del mismo modo le responde por eco. Si la proposición es agradable, la conversación se anima y los golpes menudean con más frecuencia. Acercando el oído a la pared, se reconoce por el ruido, que se van acercando, y en fin, que los golpes se vienen a confundir los unos con los otros, después de lo cual no se oye más nada. Todo lo demás de las conversaciones [es] en voz baja según las nuestras. Algunas veces me he entretenido en hacer el eco a una de estas arañas, a quien oía golpear y cuyo ruido incitaba. Ella me respondía fielmente y algunas veces tuve la diversión de entretenerme con varias personas, diciéndoles que este era un espíritu familiar. Si nuestros órganos fuesen capaces, ¿qué descubrimientos de esta naturaleza no haríamos sobre los insectos, y más si pudiésemos percibir miradas y gestos? Persuádome que en los gusanos de seda, las hormigas, escarabajos, curianas,31 pulgas y liendres, encontraríamos, como en los demás insectos, un lenguaje establecido para sus necesidades; y como hay algunos insectos en quien[es] [se] reconoce más industria y conocimiento que en los grandes animales, es de creer que estas especies tienen también a proporción un lenguaje más perfecto, aunque siempre más limitado a las necesidades de la vida. Algunos adelantan mucho más allá sus conjeturas, pretendiendo que antes del pecado del hombre los animales habla[ba]n distintamente entre ellos un lenguaje que él entendía perfectamente, como ellos el lenguaje del hombre. El apoyo para fundar esta conjetura lo encuentran en la conversación que la serpiente tuvo con Eva en el paraí31. DRAE: “cucarachas”.

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so terrenal.32 Si en aquel tiempo, dicen, los animales no tuviesen otro idioma que el que tienen hoy, ¿qué admiración no hubiera causado a Eva el ver una serpiente trabar conversación con ella, discurriendo sobre la materia que trataban? 32. Génesis 3: La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer: “¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?”./ La mujer le respondió: “Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín”./ Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: “No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte”./ La serpiente dijo a la mujer: “No, no morirán./ Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal”./ Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió./ Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera./ Al oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín, a la hora en que sopla la brisa, se ocultaron de él, entre los árboles del jardín./ Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?”./ “Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí”./ El replicó: “¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?”./ El hombre respondió: “La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él”./ El Señor Dios dijo a la mujer: “¿Cómo hiciste semejante cosa?”. La mujer respondió: “La serpiente me sedujo y comí”. Y el Señor Dios dijo a la serpiente: “Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida./ Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón”./ Y el Señor Dios dijo a la mujer: “Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos; darás a luz a tus hijos con dolor. Sentirás atracción por tu marido, y él te dominará”./ Y dijo al hombre: “Porque hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida./ El te producirá cardos y espinas y comerás la hierba del campo./ Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!”/ El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes/ El Señor Dios hizo al hombre y a su mujer unas túnicas de pieles y los vistió./ Después el Señor Dios dijo: “El hombre ha llegado a ser como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que ahora extienda su mano, tome también del árbol de la vida, coma y viva para siempre”./ Entonces expulsó al hombre del jardín de Edén, para que trabajara la tierra de la que había sido sacado./ Y después de expulsar al hombre, puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para custodiar el acceso al árbol de la vida./ Desde Adán hasta el Diluvio.

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Juzguemos de él por el asombro de Balaán cuando oyó hablar a su burra.33 Movido de esta maravilla reconoció su pecado, y obedeció al mandato Divino. Juzguemos también por el efecto qué haría en nosotros un igual caso. Si de pronto viésemos un perro ponerse delante de nosotros y hacernos un discurso seguido para inclinarnos a cometer un pecado o para persuadirnos hacer alguna cosa indiferente, ¿cuál sería nuestra admiración? Los cabellos se nos erizaran, creeríamos ver el diablo, y lejos de dejarnos persuadir miraríamos con horror sus consejos, desconfiaríamos de ellos y partiríamos a consultar a alguno. Sin embargo, Eva no hizo nada de esto. Eva, tan virtuosa y discreta, oyó tranquilamente el artificioso discurso de la serpiente, disputó con ella, y al fin se dejó vencer. De aquí concluyen ser necesario que la serpiente —y por consiguiente los demás animales— hablasen como los hombres, y que si hoy día no hablan del mismo modo es por un castigo de Dios por haber servido de órgano al diablo y haber contribuido al pecado del hombre. Este pensamiento excitó la risa, y si él os gusta, estoy tentado a dejároslo abrazar, tanto más que Platón, en su República, pensó de los animales alguna cosa semejante, de cuyo parecer es Josefo en sus antigüedades,34 y San Basilio35 dice formalmente en su Homilía del Paraíso terrenal (de quien [sic] hace una hermosa descripción) “que estaba poblado de animales que se entendían entre sí, y que hablaban juiciosamente”, que son sus propias palabras (si bien me acuerdo) porque no tengo a la mano las obras de este gran padre. Pero vos me acusaréis si os encubro lo que se debe sentir de esta opinión, de que pretendo seduciros como la serpiente sedujo a Eva al discurrir con la serpiente. Es así que este fundamento es falso, pues antes del pecado, Eva no conocía el temor ni la desconfianza; luego, debe inferirse que ella creyó animado el órgano de la serpiente de alguna potencia superior. Esto picó su curiosidad y, creyéndose inmortal, creció su atrevimiento y experimentó su flaqueza. Ya ve[i]s cuánto 33. Números 22. El pasaje se transcribió en la nota 5, p. 50. 34. Se refiere a la obra Antigüedades judías del hebreo Flavio Josefo. Se trata de un texto en veinte tomos, de carácter histórico, desde la creación hasta las proximidades del inicio de la escritura de tal título. Véase: Flavio Josefo, Antigüedades judías, ed. de José Vara Donado, Madrid, Akal, 1997. 35. Se trata de San Basilio de Cesarea, conocido también como Basilio el Magno. Es uno de los Padres de la Iglesia griega, santo y doctor de la Iglesia católica.

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amo la verdad, y esto mismo me ha de servir para aprovecharme del texto de San Basilio, autorizando con él mi opinión sobre el lenguaje de los animales. Porque si ellos [se] entendían entre sí en el paraíso, y si hablaban juiciosamente, esto es con conocimiento y según sus necesidades, ¿qué causa hay porque hayan perdido este privilegio? Ya es tiempo de fenecer esta pequeña obra, yo estoy ya para volverme a París y la remito delante a fin de que tengáis tiempo de hacer vuestras reflexiones y comunicármelas a mi vuelta; pero, ¿he de concluir mi obra sin daros un diccionario circunstanciado del idioma de los animales? Es preciso, porque la cosa es difícil. Tantas especies de animales, otros tantos diccionarios diferentes. Es verdad que cada uno sería muy corto, pero el número sería infinito. Para comprender el de las aves era preciso distinguir las variaciones de que se compone su lenguaje, atended y mirad36 sus varias circunstancias. Y este es un pueblo tan vivo y tan ligero que es imposible seguirlo. El de los gorriones es más familiar, y así, con un poco de cuidado, podréis conocer la mayor parte de sus frases. Cuando ve que la hembra no cubre los huevos y se ausenta del nido largo tiempo, escucha sus discursos y veréis cómo le dice: “Que no le enfade con dejar los huevos, que si no lo hace [sic] la castigará”.37 Cuando la hembra está sobre los huevos y no puede acudir a comer, y el macho le trae el alimento en el pico, ella lo agradece batiendo las alas y con una especie de chillido diferente de los demás, en que sin duda dice: “Estoy gustosa, miráis por mí con cuidado”, etc. Ello ahí dos circunstancias en que las aves hablan y cantan más que lo ordinario, esto es en el tiempo del amor y del empollar los huevos; aunque [en] estas dos circunstancias su frase parezca la misma, se puede notar que su canto es más vivo en la primera circunstancia y la segunda más continuo. El ruiseñor, ínterin que la hembra cubre los huevos, se está sobre una rama observando cuanto pasa para advertir a la hembra; ínterin que canta ella, se está tranquilo; y creer que el ruiseñor, ni las demás aves no tiene ninguna idea del canto, y que canta entonces por cantar, es una vulgar preocupación sin apariencia de verdad, pues el ruiseñor, ni las demás aves, no tienen ninguna idea del canto ni el menor sentimiento de la armonía. Cuando se quisiere suponer que cante, es 36. En el manuscrito: “mirar”. 37. Por el contexto, el sentido correcto es: ‘que si lo hace, la castigará’.

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preciso suponer que su canto se reduce a asegurar [a] la hembra, que es lo que las demás aves harán en igual circunstancia. El gorrión, más lacónico en su estilo, lo dice en una frase muy corta, pero que repite continuamente. La del colorín es más larga, a esta se aventaja la del canario; la más dilatada es la del ruiseñor, porque toda su frase cuan larga es, no dice más que la del gorrión. Tal es también la que con dos gatos enemigos alternan en diálogo en un tejado, en la que continuamente repitan expresiones de su vida o celos, siguiéndose por la mayor parte un combate formal en que uno de los dos contrarios, o huye o queda vencido, de suerte que podían compararse a los héroes de Homero, que antes de llegar a las manos se hacían largas arengas. Insensiblemente os he dado una pequeña muestra del diccionario que propuse, la cual os podrá servir de clave para ampliar el idioma de los animales. ¿Queréis sin embargo un método más simple? Pues allá va: todo el lenguaje de los animales se reduce a exprimir las ideas de sus pasiones, y todas ellas se reducen a un pequeño número, como son el placer, el dolor, la ira, el temor, el38 hambre, la sed, el cuidado de sus hijos y el amor. Si queréis saber el lenguaje de los animales, obsérva[d]lo en las circunstancias de estas diferentes pasiones; y como comúnmente no tienen más de una expresión para cada una, brevemente compondréis vuestros diccionarios sobre este modelo; después, uniéndolos en uno, haréis un[o] políglota39 que contendrá los diferentes idiomas de los animales. Por ejemplo, esta frase: “Estoy malo”, lo pondréis en el lenguaje de los perros, gatos, caballos, mirlos,40 etc. Todo esto bien distinguido y claro será una de las mejores lecciones cómicas que hayáis visto. Madama, yo veo que diréis que me burlo, ya lo veo; pero ¿qué diréis de mi desenfado? Voy a deciros una cosa que dará en tierra con todo el idioma de los animales, esto es que es preciso quitar del todo lo que absolutamente se llama frase y construcción de gramática, sin exceptuar las más cortas. ¿Creeréis que el más elocuente ruiseñor diga en su lengua: “Yo amo esto, me divierto”, etc.? Nada más difícil. Toda frase donde entre lo que en gramática llamamos primera, segunda y

38. En el manuscrito: “la”. 39. En el manuscrito: “poligrote”. 40. En el manuscrito: “mirlas”.

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tercera persona: yo, tú, aquel, nosotros, y otros semejantes con todos los nombres colectivos, relativos, comparativos, y otros de esta naturaleza, es preciso borrarlos en el diccionario de los animales. La razón es, porque todas estas palabras explican ideas abstractas y metafísicas que ellos no alcanzan. Sus conocimientos directos se limitan precisamente al objeto material que hiere sus sentidos. El hombre, infinitamente superior en su lengua y en sus ideas, no podría explicarse sin componer su discurso de términos personales y relativos, que determinen el sentido y la aplicación. Los mismos hombres que empiezan una lengua, la han de componer de estas partes, como un español que empezare a hablar el francés, diría: “Yo seufrir feveri, Vous arme vin”.41 En los animales, el modo de explicarse es mucho menos que esta alvaria [sic],42 y si yo he dado expresiones en frases compuestas a nuestro modo, es por no poderlo hacer de otra manera, porque a la verdad, los animales solo explican las pasiones que sienten, y estas corresponden a la ira, celos, hambre, etc. Yo estimo mucho la honra de los animales, pero estimo más la verdad: yo no me resuelvo a darles más de lo que la naturaleza ha tenido por conveniente. Pero con todo no se ha perdido el trabajo, porque pensando seriamente la cosa, ¿qué importa que los animales digan sus frases compuestas a nuestro modo o no, con tal que se dejen entender? Verdad es que vuestra perrita no dirá: “Yo os amo”, pero lo que dice significa eso y vos así lo entenderéis. ¿Qué le falta a esta expresión, ni que podéis desear más? Así, madama, no desconfiéis, ni perdáis tiempo por lo que acabo de decir, sino trabajad43 seriamente vuestros diccionarios. ¡Qué dichosa seréis cuando sepáis el lenguaje de los animales y entendáis todos los secretos de las aves! De allí adelante solo se os verá en los bosques, y el mundo se quejará de mí por haberlo privado de una compañía tan amable como la vuestra. A Dios Señora.

41. En el original francés: “Ceux mêmes qui parlent le plus mal une lange, comme un Allemand qui écorche le François, vous diront: moi souffrir fiévre; vous aimer vin”. Se propone: “Incluso aquellos que más mal hablan una mezcla, como un alemán que despelleja el francés le dirá: yo sufro de fiebre, te gusta el vino.” 42. En el original francés: “jargón”, que significa jerga. 43. En el manuscrito: “trabajadlo”.

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Transcripción del proceso inquisitorial

Año de 1788 Inquisición de México El señor inquisidor fiscal de este Santo Oficio contra don Francisco Rojas por proposiciones Secretario Martínez Señor licenciado y maestro don Juan Antonio Bruno, calificador y comisario de Corte de este Santo Oficio. De orden del Tribunal, remito a vuestra merced al portador, para que inteligenciado del asunto, que en descargo de su conciencia tie­ ne que exponer al Santo Oficio, le reciba vuestra merced su denuncia ratificada, y en virtud de ella proceda vuestra merced al examen del conteste don Alejo solamente, y que informe vuestra merced si será o no fácil conseguir el consabido cuaderno, y quien sea el dueño de él. Dios guarde a vuestra merced muchos años. Inquisición de México y enero 22 de 1788. Por medio del Santo Oficio Don Santiago Martínez Rincón Secretario ***

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[Al margen izquierdo, abajo]: Declaración de don Tomás de Eche­ garay En la Ciudad de México, a veinticinco días de[l] mes enero de mil setecientos ochenta y ocho años, ante el señor licenciado y maestro don Juan Antonio Bruno, comisario de Corte del Santo Oficio de la dicha ciudad, pareció sin ser llamado, y habiendo entregado el supe­ rior decreto que antecede, un caballero, que dijo llamarse don Tomás Echegaray, siendo español, natural de la villa de Orizaba, y vecino de esta ciudad, casado con doña María Josefa Bazarte, oficial del Regi­ miento de Milicias de esta ciudad, que vive en una de las casas del con­ vento de san José de Gracia, de la calle del Refugio, y de edad de treinta y cinco años, el cual en descargo de su conciencia, dice y denuncia que el día veintiuno de este mes, por la noche, al llegar el que denuncia a la casa de habitación de la señora doña Felipa Ayza, viuda del ilustrísimo señor Valcárcel, y siendo como entre siete u ocho de la noche, halló en conversación en la sala a don Francisco de Rojas, don Basilio Arri­ llaga, abogado de esta Real Audiencia, y don Alejo, cirujano del Hos­ pital Real, y percibió el que denuncia estar [ellos] disputando sobre el contenido de un cuadernillo de cuarto menor, manuscrito, en el que parece [se] afirmaba “que por ahora no estaba en ejercicio y en uso el infierno y sus penas, hasta el día del Juicio”, comprobando entre otras razones o autoridades esta proposición con la de “Id malditos al fuego eterno, que se os tiene preparado desde la constitución del mundo”, sobre cuya proposición disputaban los tres referidos, defendiéndola y aprobándola los dichos Rojas y Arrillaga, y arguyéndoles sobre la falsedad de ella el citado don Alejo, con bastante ardor y eficacia. Que parece insistían principalmente en defender la referida propo­ sición por aquella expresión: “preparado”, y añadió dicho don Fran­ cisco, que si era cierto que esta voz, “preparado”, demostraba o signi­ ficaba que el uso y ejercicio del infierno era de futuro, no había duda alguna en que los ángeles malos y almas de los hombres hasta aquel día estarán en los cuerpos de los animales, y muertos estos pasarán a las de otros; y aún añadió que parece se veía esto claro en las operaciones como de discurso que se notan en varios animales, como en el mono y algunos otros, y el no discurrir y obrar en estos con la perfección que los hombres procederá de no tener la organización de sus cuerpos proporcionada al efecto, que siendo Dios tan justo, sabio y acertado en sus disposiciones y providencias, parecía que no era regular per­

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mitiese que el torero matase al toro, el toro al caballo, al perro se le mate de un palo, y demás tormentos que padecen los animales siendo inculpables. Que según advirtió el denunciante, así dicho Rojas como Arrillaga, después de la disputa, ambos se quedaron en inteligencia de que enten­ dida la primera proposición en el sentido dicho, era cierto cuanto se contenía en el referido manuscrito, sin haberse convencido uno ni otro por las razones y réplicas del expresado don Alejo, como lo acredita el que al día siguiente, estando el que denuncia en la lumbrera1 inmediata a la en [sic] que estaba dicho Rojas, este le dijo: “Mire usted don To­ más, aquel toro como sigue al torero y no embiste al castillo, si esto no es cosa de discurso”. Y dicho licenciado Arrillaga dijo: “Que aquella era pieza digna de copiarse y se la llevaba para copiarla”. Y en el día de hoy por la mañana, entre doce y una, estando el que denuncia en la referida casa, entró Arrillaga, y separándose un poco de las señoras, enseñó al que denuncia en el catecismo de san Pío V2 unas autoridades, según le parece de san Gregorio3 y otros santos, en que según dijo Arrillaga, se establecía la doctrina de que no padecían las almas otra pena que la de daño hasta el día del Juicio en que padezcan ambas, y prorrumpió en expresiones de ponderación y alabanza del manuscrito. Y finalmente, que también hace memoria que el citado Rojas dijo en la expresada disputa que “era aquel un papel digno de disputarse en las escuelas”; y según parece al denunciante, el citado manuscrito es de Rojas, pues dijo este que lo tenía allí y no había hecho reflexión sobre ello, como quien tiene una alhaja sin hacer alto en ella. Que el que denuncia no sabe cuál sea el autor del citado manuscrito, ni su título. Y ha oído el que denuncia a su compadre don Antonio Piñeiro (con ocasión de hablarle sobre estos pasajes) que el dicho manuscrito y su doctrina es de tal calidad, que ni aun los que tienen licencia de leer

1. 2.

3.

DRAE: “Abertura, tronera o caño que desde el techo de una habitación, o desde la bóveda de una galería, comunica con el exterior y proporciona luz o ventilación”. San Pío V fue el papa número 225, durante el periodo de la Contrarreforma. Se le reconoce, entre otras cuestiones, por haber dispuesto la publicación del Catecismo romano, iniciado por su predecesor, Gregorio XIII. Se trata del Catecismo tridentino, proclamado en 1570. San Gregorio o Gregorio Magno fue el papa número 64, uno de los cuatro Padres de la Iglesia latina. Su pontificado fue del 590 al 604.

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libros prohibidos pueden leerlo, según oyó en España al padre Isla, ex jesuita.4 Y que esta es la verdad, por el juramento que tiene hecho, y siéndole leído dijo que estaba bien escrito y que no lo dice por odio. Prometió el secreto y lo firmó de su nombre, con dicho señor comisario de Corte. Licenciado y maestro Juan Antonio Bruno Tomás de Echegaray Ante mí Bachiller Ignacio Arizávalo Notario del Santo Oficio *** [Al margen izquierdo, arriba]: Declaración de don Alejo Ramón Sánchez En la Ciudad de México, a veintisiete de enero de mil setecientos ochenta y ocho años, ante el señor licenciado y maestro don Juan An­ tonio Bruno, comisario de Corte del Santo Oficio de la dicha ciudad, pareció siendo llamado, y juró en forma que dirá verdad, un hombre que dijo llamarse Alejo Ramón Sánchez, ser español, soltero, natural de la villa de Zafra en la provincia de Extremadura, y vecino de esta Ciudad de México, segundo catedrático de Anatomía y Cirugía del Real Anfiteatro de esta capital, y de edad de treinta y seis años. Preguntado si sabe o presume la causa por qué ha sido llamado, dijo que no sabe ni la presume. Preguntado si sabe o ha oído decir que alguna persona haya dicho o hecho cosa alguna que sea o parezca ser contra nuestra santa fe católica [y] ley evangélica que predica y enseña la santa madre Iglesia católica romana, o contra el recto y libre ejercicio del Santo Oficio. Dijo que no sabe ni ha oído decir cosa alguna de las que se le preguntan. Preguntado si sabe o ha oído decir que alguna persona haya dicho o defendido que el infierno y sus penas no están en ejercicio hasta el 4. Se trata del jesuita español José Francisco de Isla de la Torre y Rojo (1703-1781). Su obra más importante fue Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, impresa en 1768 bajo el pseudónimo de Francisco Lobón de Salazar, bene­ ficiado de Aguilar y cura de Villagarcía de Campos. Esta obra, y su segunda parte im­ presa diez años después de manera clandestina, fueron prohibidas por la Inquisición.

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día del Juicio, confirmándolo con las expresiones de la Escritura: “Id malditos al fuego eterno que se os [sic] está preparando para el Diablo y sus ángeles”, y que estos espíritus sean los que animen o vivan en los cuerpos de los animales. Dijo que con ocasión de haber concurrido en casa de la señora doña Felipa de Ayza, viuda del ilustrísimo señor Valcárcel, el día veintiuno de este mes, como entre ocho y nueve de la noche, halló en dicha casa a don Francisco de Rojas, el licenciado don Basilio Arrillaga y don Tomás de Echegaray, que estaban en la recámara de la señora condesa de san Pedro del Álamo. A poco tiempo de ha­ ber tomado asiento el declarante, le dijo el dicho don Francisco Rojas: “He estado viendo un papel que me ha dejado asombrado el que trata sobre la animación y lenguaje de los brutos”. Y añadió que probaba que el alma de los brutos era de aquellas almas o espíritus, que dice el texto “Ite Maledicti in ignem aeternum”,5 y replicándole el declarante, se salieron inmediatamente a la sala por no incomodar a las señoras, en la que él procuró con la eficacia que pudo y alcanzó, demostrar que los animales no tenían otra alma que la sensitiva, y que sus funciones y ac­ ciones eran solo maquinales y enteramente ajenas de discurso y racio­ nalidad alguna; y aún entre la disputa, manifestó con ejemplos materia­ les la falsedad de aquella proposición, y con ocasión de expresar dicho Rojas así la referida autoridad de la Escritura, como algunas otras que no tiene presente el que declara, ni si las producía de sí Rojas o como traídas en el manuscrito o papel que citaba; insistiendo particularmente en la palabra: “El fuego que se os está preparado al Diablo y a sus án­ geles, y diciendo que: preparado es de futuro y no de presente”. El que declara le dijo que no se atrevía a disputar sobre asuntos de teología, a quien pertenecía la inteligencia de esas voces, que entendiéndose así el expresado texto y lo que afirmaba de los brutos, no era posible enten­ der cuanto se refiere en el Génesis de la creación del mundo, animales, plantas, etcétera; pues todo fue criado antes que el hombre. Que igualmente añadió el que declara, parecerle heréticas las proposi­ ciones referidas y cuanto en el papel pueda referirse para prueba de ellas. Que finalmente se separaron de la disputa y continuaron hablan­ do sobre el estado de la enfermedad de la dicha señora doña Felipa, y en concepto del que declara, dicho Rojas y el licenciado Arrillaga 5.

“Id, malditos, al fuego eterno”. Mateo 25,41. Véase nota 15 del apartado “Punto 1º Del conocimiento de los animales”.

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no creerían ni tendrían por positivamente verdadero el contenido de dicho papel, más así uno como otro se manifestaron bastante admira­ dos de él, y lo alababan y aplaudían, como también las autoridades y pruebas de que usa. Que el que declara no vio entonces el papel, pero sí en la noche del día veinticinco, en que entrando en la recámara dicha halló sobre la cama de la expresada señora condesa un papel manuscrito en cuar­ to, como de cincuenta a sesenta fojas, sin forro, y al parecer usado o manoseado; lo tomó el que declara, leyó el rubro de un capítulo, que decía: “Sobre el lenguaje o locución de los animales”. Preguntó al dicho licenciado Arillaga que si era aquel el papel de la disputa, a que contes­ tó este: “Sí es, y me lo están copiando”. Y saliendo el que declara por la sala, halló a Rojas con un libro en las manos. [Y] dijo al declarante: “Este es el catecismo de san Pío V, y vea usted al margen las autorida­ des de san Gregorio y otros padres, en que asientan la doctrina de la disputa de la otra noche”. Y no contestándole el declarante se despidió. Preguntado si sabe o ha oído decir quién sea el autor del referido papel, en poder de quién existe este, o copias de él, dijo que antes de anoche, cuando tomó el declarante el papel en la mano, preguntó al licenciado Arrillaga si era suyo, y respondiéndole que no, le preguntó [por] segunda vez (sin tener para esta segunda pregunta más motivo que el de proponérsele así al que declara) si era de Larrañaga, el traduc­ tor del Virgilio, a que respondió Arrillaga que sí, que según presume existirá en poder de dicho Rojas o Arrillaga según lo que deja declara­ do, e ignora si alguna otra persona tendrá copia de él y le parece po­ drán haberlo oído leer las dichas señora y mujer de Arrillaga, y acaso el citado don Tomás, que concurrió a la disputa, aunque no entró en ella. Y que esta es la verdad, por el juramento que tiene hecho, y sién­ dole leído, dijo que estaba bien escrito, y que no lo dice por odio. Encargósele el secreto en forma, prometiólo y lo firmó de su nombre con dicho señor comisario de Corte. Licenciado y Maestro Juan Antonio Bruno Bachiller Alejo Ramón Sánchez Ante mí Bachiller Ignacio Arizávalo Notario del Santo Oficio

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*** [Al margen izquierdo, arriba:] Ratificación de don Tomás Eche­ garay En la Ciudad de México, a veintiocho días del mes de enero de mil setecientos ochenta y ocho años, ante el señor licenciado y maestro don Juan Antonio Bruno, comisario de Corte del Santo Oficio de la dicha ciudad, pareció siendo llamado don Tomás de Echegaray, es­ pañol, natural de Orizaba, y vecino de esta ciudad, casado con doña María Josefa Bazarte, oficial del Regimiento de Milicias de esta ciu­ dad, que vive en una de las casas del convento de san José de Gracia, calle del Refugio, y de edad de treinta y cinco años, al cual estan­ do presentes por honestas y religiosas personas los bachilleres don Francisco Javier Bedoya y don Cristóbal Rodríguez, presbíteros que tienen jurado el secreto, fue recibido juramento en forma y prometió decir verdad. Preguntado si se acuerda haber depuesto ante un juez contra perso­ na alguna sobre cosas tocantes a la fe, dijo [que] se acuerda haber dicho su dicho ante el presente señor comisario de Corte del Santo Oficio, sobre un papel manuscrito que trata sobre el discurso de los animales y penas del infierno, y refirió en sustancia el contenido de su denuncia, y pidió se leyese, y le fue leído de verbo ad verbum,6 y dijo el referido don Tomás de Echegaray que aquello era su dicho, y él lo había dicho según se le había leído, y estaba bien escrito y asentado. Y que en la noche misma del referido día en que hizo su denuncia, vio sobre una cómoda de la sala, el expresado papel manuscrito junto con el catecismo de san Pío V, y que en la primera foja del papel de­ cía: Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales. Y anoche oyó decir al licenciado Arrillaga a don Alejo que le daría este y otro papel para que lo copiase, a lo que no contestó don Alejo que no se expresa en la referida foja quien sea el autor del referido papel. Y [que] no había otra cosa que alterar, añadir, ni enmendar, porque como estaba escrito [en su denuncia] era la verdad, y en ello se afir­ maba y se afirmó, ratificaba y ratificó, y si necesario era lo decía de nuevo. Prometió el secreto y lo firmó, de su nombre, con dicho señor comisario de Corte. 6.

“Palabra por palabra”.

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Licenciado y maestro Juan Antonio Bruno Tomás de Echegaray Bachiller Francisco Javier Bedoya Bachiller Cristóbal Rodríguez Ante mí Bachiller Ignacio Arizávalo Notario del Santo Oficio *** [Al margen izquierdo en medio:] Ratificación de don Alejo Ramón Sánchez En la Ciudad de México, a veintinueve días del mes de enero de mil setecientos ochenta y ocho años, ante el señor licenciado y maes­ tro don Juan Antonio Bruno, comisario de Corte del Santo Oficio de la dicha ciudad, pareció siendo llamado don Alejo Ramón Sánchez, español, soltero, natural de la villa de Zafra, en la provincia de Extre­ madura, y vecino de esta Ciudad de México, segundo catedrático de Anatomía y Cirugía del Real Anfiteatro de esta capital, y de edad de treinta y seis años, al cual estando presentes por honestas y religio­ sas personas los bachilleres Francisco Javier Bedoya y don Cristóbal Rodríguez, presbíteros que tienen jurado el secreto, fue recibido jura­ mento en forma, y prometió decir verdad. Preguntado si se acuerda haber depuesto ante algún juez sobre co­ sas tocantes a la fe. Dijo [que] se acuerda haber dado una declaración ante el presente señor comisario de Corte del Santo Oficio, sobre un papel o cuaderno manuscrito que parece trata sobre el lenguaje de los animales, y refirió en sustancia lo contenido en dicha su declaración, la que le fue leída de verbo ad verbum, y entendido de ella dijo ser la misma que había dado, y estaba bien escrita y asentada, y que antes de anoche, habiendo concurrido en la dicha casa el expresado licenciado Arrillaga, dijo le tenía que dar aquel papel, y otro del doctor Gazola,7 7.

Probablemente el médico Josef (o Giuseppe) Gazola, autor de varias disertaciones que fueron traducidas al castellano por Gregorio Mayans y Siscar con el título de El mundo engañado por los falsos médicos. Discursos del doctor Josef Gazola, veronés, médico cesáreo y académico aletófilo. Obra póstuma traducida fielmente del toscano (Valencia, 1733 y otras ediciones en 1765 y 1788). La edición original, en

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a que solo contestó el que declara, que ya tenía y había visto este se­ gundo. Y [señala que] no había [nada] que alterar, añadir, ni enmendar, porque como estaba escrito era la verdad, y en ello se afirmaba y afir­ mó, ratificaba y ratificó. Y si necesario era lo decía de nuevo. Prometió el secreto en forma, y lo firmó de su nombre, con dicho señor comi­ sario de Corte. Licenciado y maestro Juan Antonio Bruno Bachiller Alejo Ramón Sánchez Bachiller Francisco Javier Bedoya Bachiller Cristóbal Rodríguez Ante mí Bachiller Ignacio Arizávalo Notario del Santo Oficio *** Ilustrísimo Señor He recibido la denuncia y declaración que su ilustrísima me manda en el superior decreto que antecede, y me parece que no demorándose la diligencia de mandar a don Francisco Rojas y al licenciado don Basilio Arrillaga entregar inmediatamente aquel el original y este la copia que habrá sacado y está sacando, se impe­ dirá [que] se multipliquen estas, y aunque sería fácil que don Alejo Ramón Sánchez admitiese la oferta que Arrillaga le ha hecho de [pasarle] el papel original, y que habido lo entregase, siempre será más oportuno que se recoja del orden de la Santa Inquisición uno y otro, y así lo tengan entendido los que los tienen. México y enero 30 de 1788. Licenciado y maestro Juan Antonio Bruno *** italiano y póstuma, fue en Verona en 1716, a la que le siguieron otras en Venecia, Praga (1716), Trento y Leyden, y en castellano en Sevilla (1729), Madrid, Valla­ dolid y Zaragoza.

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Santo Oficio, 14 de agosto de 1788 Señores Inquisidores Mier [y] Bergoza Fórmese expediente y pase al señor inquisidor fiscal Ilustrísimo Señor El inquisidor fiscal, visto este expediente, dice que por las dos decla­ raciones contestes8 de don Tomás de Echegaray y don Alejo Ramón Sánchez, está constante que en poder de don Francisco Rojas se halla el manuscrito, que los mismos aseguran contener doctrinas tan perju­ diciales y escandalosas como las que enseñan que el infierno no tiene uso [sino] hasta el día del Juicio, y la [de la] metempsicosis o transmi­ gración de las almas a los brutos. Y siendo conforme a derecho que en cualesquiera causa fulminada contra delito no transeúnte [sic] ante todas cosas conste en el proceso el cuerpo de él, se ha de servir la justificación de vuestra señoría ilustrísima mandar que sin dar lugar a prevención, se intime a dicho Rojas que entregue el referido cuaderno o manuscrito, practicándose igual diligencia con el licenciado Basilio Arrillaga, para que exhiba la copia, esté concluida o no lo esté. Y a fin de que esta importante diligencia no se frustre, se ha de ser­ vir igualmente vuestra señoría ilustrísima cometer9 su práctica al licen­ ciado y maestro don Juan Bruno, quien tomando juramento a dichos sujetos precisamente sobre la existencia de los papeles en su respectivo poder, y confesándolo, les intimará [a] la exhibición [del original y la copia]. Y dejándola[s], les reconvendrá y amonestará con la constancia que de ello hay en este Santo Oficio. Y en vista de las resultas pedirá al inquisidor lo que sea de justicia. Secreto, y agosto 18 de 1788 años. D. Pereda *** Santo Oficio, 18 de agosto de 1788. Señores Inquisidores Mier [y] Bergosa 8. 9.

DRAE: “Dicho de un testigo: Que declara lo mismo que ha declarado otro, sin discrepar en nada”. DRAE: “Ceder sus funciones a otra, poniendo a su cargo y cuidado algún ne­ gocio”.

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Como pide el señor inquisidor fiscal, remitiéndose al efecto este expediente original al licenciado y maestro don Juan Antonio Bruno para su práctica, y con la prevención de que negándose alguno de los dos sujetos mencionados a la exhibición del cuadernillo manuscrito, proceda dicho licenciado don Juan Antonio Bruno al reconocimiento de todos sus libros y papeles asociado de notario, y dará después cuen­ ta de las resultas que ocurrieren. Rúbricas *** En la Ciudad de México, a veinte y cinco días del mes de octubre de mil setecientos ochenta y ocho años, ante el señor licenciado y maes­ tro don Juan Antonio Bruno, calificador y comisario de Corte del Santo Oficio de la dicha ciudad, estando en la casa del señor comisa­ rio de Guerra, don Francisco Rojas y Abreu, que lo es en la calle de los Mesones, y héchole [sic]10 presente que de orden del Tribunal del Santo Oficio entregase un tratado manuscrito sobre la animación de los brutos, que según información recibida en el mismo tribunal existe o ha existido en su poder, dijo: Es cierto [que] lo ha tenido y leído, y que se lo prestó el licenciado don Basilio Arrillaga, a quien lo devolvió inmediatamente. Que habiéndolo leído con toda reflexión conoció que dicho papel estaba extendido con argumentos sofísticos, aunque con mucha agu­ deza, pero que no advirtió en él cosa alguna contraria a nuestra santa fe, y que ha haberlo advertido lo hubiera entregado al Santo Tribunal por la obligación que como cristiano tiene. Y habiendo procedido dicho señor calificador y comisario al re­ conocimiento de libros y papeles del expresado don Francisco Rojas, no se halló dicho manuscrito ni algún otro libro o papel prohibido, y lo firmó con dicho señor calificador y comisario de Corte, de que doy fe. Licenciado y maestro Juan Antonio Bruno Francisco de Rojas y Abreu

10. Con el sentido de ‘haciéndole’.

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Pasó Ante mí Bachiller Ignacio Arizávalo Notario del Santo Oficio *** En la Ciudad de México, a veinticuatro días del mes de octubre de mil setecientos ochenta y ocho años, ante el señor licenciado y maestro Juan Antonio Bruno, calificador y comisario de Corte del Santo Ofi­ cio de la dicha ciudad, estando en la casa de habitación del licenciado don Basilio Artillaga, abogado de esta Real Audiencia, que lo es en el Portal de las Flores, y héchole [sic] saber entregase un cuaderno manuscrito que trata sobre la animación de los brutos, y del que hay información en el Santo Tribunal existir en su poder, dijo: Que efectivamente existe en su poder un cuaderno manuscrito cuyo título es Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales, y tiene cuarenta y cuatro fojas, el que habiendo buscado inmediatamen­ te entre sus papeles entregó a[l] expresado señor calificador y comisa­ rio, en cumplimiento de lo mand[ad]o por el Santo Tribunal. Preguntado si sabe quién sea su autor, de quién lo hubo, [y] si sabe existe en poder de persona otra alguna ejemplar alguno, y si lo ha pres­ tado para leerlo a otras personas, dijo: Que ignora quién sea el autor del expresado manuscrito, que se lo prestó el bachiller Larrañaga, tra­ ductor del Virgilio, vecino de esta Corte. Que no sabe si persona al­ guna tiene copia o ejemplar del citado manuscrito, y que en el tiempo que ha existido en poder del declarante lo ha prestado para que lo lean al bachiller don Diego Álvarez, cura proprio de la parroquia de San José de esta ciudad, a don Francisco Rojas y Abreu, [y] al licenciado don Ignacio Salinas. Y que ha [sic] haber advertido el que declara contenerse en el ex­ presado manuscrito proposición o expresión alguna que sea o parezca ser contra nuestra santa fe católica y buenas costumbres, lo hubiera inmediatamente denunciado y presentado al Santo Tribunal, mas ha­ biéndole parecido obra de bastante ingenio y agudeza, y en que pro­ mueve especies puramente probables, en las que el corto talento del que declara nada haya contrario a la misma santa fe, lo ha tenido en su poder [y] dado a leer a las expresadas personas, y aun alabado la

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agudeza e ingenio del autor, bien que no pretendiendo de modo algu­ no creer, sentir, ni enseñar cosa alguna contra la doctrina de la santa madre Iglesia católica romana de la que se gloria y gloriará eternamen­ te, por hijo fiel y obediente. Y lo firmó con dicho señor calificador y comisario de Corte, de que doy fe. Licenciado y maestro Juan Antonio Bruno Licenciado Basilio Arrillaga Pasó ante mí Ignacio Arizabal Notario del Santo Oficio *** Ilustrísimo Señor: remito a vuestra señoría ilustrísima las diligencias que anteceden, y adjunto [el] manuscrito que ha entregado el licencia­ do don Basilio Arrillaga. Y aunque debía continuarlas y proceder al examen de Larrañaga, mas no lo verifico por serme preciso ausentar­ me de esta ciudad como tengo hecho presente a vuestra señoría ilustrí­ sima. México, y octubre 27 de 1788. Licenciado y maestro Juan Antonio Bruno *** Santo Oficio y julio 12 de 1804. Señores Inquisidores Prado y Alfaro En consideración a llevar años de haber muerto don Francisco Ro­ jas, anotado en los registros, póngase en su letra. Rúbrica

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Fuentes consultadas

Archivos Discurso filosófico sobre el lenguaje de los animales, AGN, Inquisición, vol. 1525 (primera parte), exp. 3, sin foliar ni paginar. “El sr. Inquisidor fiscal de este Santo Oficio contra D. Francisco de Rojas y Abreu, comisario de guerra, que vive en la calle de los mesones. Por proposiciones. Denunciado por D. Tomas Echagaray, oficial del regimiento de milicias de esta ciudad, que vive en una de las casas del convento de S. Jose de Gracia, de la calle del Refugio, casado con Da. Maria Josefa Basarte, de que al llegar el denunciante a la casa habitacion de la Sra. Da. Felipa Aiza vda. del illmo. Sr. Balcarcel, hallo en conversacion a D. Francico de Rojas, D. Basilio Arrillaga, abogado de esta Real Audiencia y a D. Alejo Ramon Sanchez, segundo catedratico de anatomia y cirugia del Real Anfiteatro de esta capital, y de edad de treinta y seis años, disputando sobre el contenido de un cuaderno en cuarto menor, que trata sobre la animacion y lenguaje de los brutos, etc. Mexico”, México, 1788. AGN, Fondo Inquisición, vol. 1292, exp. 1, ff. 1-11. Bibliografía Achim, Miruna, Lagartijas medicinales. Remedios americanos y debates científicos en la Ilustración, Ciudad de México, Conaculta/ Universidad Autónoma Metropolitana, 2008.

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