Paisaje y arqueología en el Alto Asón (Cantabria, España): Resultados del proyecto de prospección arqueológica del Alto Asón 9781407300566, 9781407330815

Resultados del proyecto de prospección arqueológica del Alto Asón

122 44 33MB

Spanish; Castilian Pages [233] Year 2007

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD PDF FILE

Table of contents :
Microsoft Word - Cap1_Ason PS.pdf
Microsoft Word - Cap2_Ason PS.pdf
Microsoft Word - Cap3_Ason PS.pdf
Microsoft Word - Cap4_1 PS.pdf
Microsoft Word - CAP4_2 PS.pdf
Microsoft Word - Cap5 PS.pdf
Microsoft Word - Cap6_1 PS.pdf
Microsoft Word - Cap6_2 PS.pdf
Microsoft Word - Cap7 PS.pdf
Prelims.pdf
1614 verso.pdf
John and Erica Hedges Ltd.
British Archaeological Reports
Front Cover
Title Page
Copyright
Front Matter Image
Autores
Dedication
Índice
Introducción
Capítulo 1. El paisaje
Capítulo 2. Historia de la investigación
Capítulo 3. Procedencia de la información y método
Capítulo 4. Estudio de las evidencias
Capítulo 5. Evolución del poblamiento y la cultura
Capítulo 6. La información arqueológica
Referencias
Recommend Papers

Paisaje y arqueología en el Alto Asón (Cantabria, España): Resultados del proyecto de prospección arqueológica del Alto Asón
 9781407300566, 9781407330815

  • 0 0 0
  • Like this paper and download? You can publish your own PDF file online for free in a few minutes! Sign Up
File loading please wait...
Citation preview

BAR S1614 2007  RUIZ COBO ET AL   PAISAJE Y ARQUEOLOGÍA EN EL ALTO ASÓN (CANTABRIA, ESPAÑA)

Paisaje y arqueología en el Alto Asón (Cantabria, España) Resultados del proyecto de prospección arqueológica del Alto Asón

Jesus Ruiz Cobo con: Emilio Muñoz Fernández, Pedro García Gómez, Victor Crespo, Manuel Moñino Saez, Peter Smith

BAR International Series 1614 9 781407 300566

B A R

2007

Paisaje y arqueología en el Alto Asón (Cantabria, España)

Paisaje y arqueología en el Alto Asón (Cantabria, España) Resultados del proyecto de prospección arqueológica del Alto Asón

Jesus Ruiz Cobo con: Emilio Muñoz Fernández, Pedro García Gómez, Victor Crespo, Manuel Moñino Saez, Peter Smith

BAR International Series 1614 2007

Published in 2016 by BAR Publishing, Oxford BAR International Series 1614 Paisaje y arqueología en el Alto Asón (Cantabria, España) © The authors individually and the Publisher 2007 The authors' moral rights under the 1988 UK Copyright, Designs and Patents Act are hereby expressly asserted. All rights reserved. No part of this work may be copied, reproduced, stored, sold, distributed, scanned, saved in any form of digital format or transmitted in any form digitally, without the written permission of the Publisher. ISBN 9781407300566 paperback ISBN 9781407330815 e-format DOI https://doi.org/10.30861/9781407300566 A catalogue record for this book is available from the British Library BAR Publishing is the trading name of British Archaeological Reports (Oxford) Ltd. British Archaeological Reports was first incorporated in 1974 to publish the BAR Series, International and British. In 1992 Hadrian Books Ltd became part of the BAR group. This volume was originally published by John and Erica Hedges Ltd. in conjunction with British Archaeological Reports (Oxford) Ltd / Hadrian Books Ltd, the Series principal publisher, in 2007. This present volume is published by BAR Publishing, 2016.

BAR PUBLISHING BAR titles are available from: BAR Publishing 122 Banbury Rd, Oxford, OX2 7BP, UK E MAIL [email protected] P HONE +44 (0)1865 310431 F AX +44 (0)1865 316916 www.barpublishing.com

Boca de la cueva de Escaleras en el Alto Asón

CAEAP GEIS C/R Santander- Maliaño 2006

i

ii

Autores Jesus Ruiz Cobo. Grupo de Exploraciones e Investigaciones Subterráneas Carballo / Raba Emilio Muñoz Fernández. Colectivo para la Ampliación de Estudios de Arqueología y Prehistoria. Victor Crespo Grupo de Exploraciones e Investigaciones Subterráneas Carballo / Raba Peter Smith Grupo de Exploraciones e Investigaciones Subterráneas Carballo / Raba Expedición Internacional a Matienzo Manuel Moñino Saez Dpto Historia. I.E.S. Quintana (Suances Cantabria) Pedro García Gómez Ayuntamiento de Rasines (Cantabria)

iii

iv

A Claude Mugnier, que recorriendo con su perro los senderos de estas montañas, representa para nosotros la imagen de la investigación en estado puro.

v

vi

Índice Introducción

1

1. El paisaje

3

1.1. El paisaje y los recursos 1.2. Morfología glaciar en el Alto Asón 2. Historia de la investigación

27

2.1. Las primeras noticias 2.2. La aportación espeleológica 2.3. Prospección sistemática 2.4. Producción científica 3. Procedencia de la información y método

35

3.1. La prospección de la zona 3.2. La ficha de yacimiento 3.3. Variables utilizadas 3.4. Análisis espacial 3.5. Estudio de los materiales 4. Estudio de las evidencias

43

4.1. El Paleolítico 4.2. Epipaleolítico y Mesolítico 4.3. Del Neolítico a la Edad del Bronce 4.4. Del Bronce Final a la Tardoantigüedad 4.5. El arte esquemático-abstracto 4.6. La ocupación del territorio en la Edad Media 5. Evolución del poblamiento y de la cultura.

115

5.1. La utilización diferencial del espacio 5.2. Evolución del poblamiento y de la cultura 5.3. Aspectos culturales 6. La información arqueológica. Fichas de yacimientos

129

6.1. Yacimientos en cueva. 6.2. Estaciones al aire libre. 6.3. Cuevas con indicios de yacimiento 6.4. Yacimientos mal documentados 6.5. Otras cavidades de interés 6.6. Plantas de cavidades Referencias

209

vii

viii

Introducción La parte más alta de la cuenca el Asón, formada por este río y sus tributarios, el Bustablado, el Gándara y el Calera, es un territorio poco conocido o conocido sólo de forma superficial por buena parte de los cántabros. Se trata de un territorio con paisajes de grandes contrates, entre el ambiente calizo de fuerte relieve de las peñas de Mortillano, Hornijo o San Vicente, que separan el Miera y el Gándara del Asón, a las largas cimas y suaves collados de las altas sierras que conforman el flanco sur de Soba. A pesar de que esta zona sufrió una larga e intensa deforestación, aún conserva impresionantes hayedos en sus cumbres, amplias zonas de bosque mixto sobre los afluentes de los cursos principales y densos encinares en las soleadas laderas calizas. La importancia de las rocas carbonatadas en el Alto Asón ha producido un gran número de abrigos y cuevas, utilizados desde el primer poblamiento humano de estos valles. El conocimiento que teníamos hasta hoy del patrimonio arqueológico del territorio era muy puntual y se limitaba a unos pocos yacimientos dispersos, protagonistas de algún hallazgo aislado – caso de las espadas de Coyusa, los vasos cerámicos de AER o las piezas de arado de Coventosa-. A finales de los años 80, un pequeño grupo de investigadores, formado por E. Muñoz, A. Bermejo y C. San Miguel, integrados en el grupo C.A.E.A.P., con la colaboración de otros arqueólogos, llevó a cabo un proyecto de investigación, -aprobado y parcamente financiado por el Gobierno Regional-, bajo el título “Prospecciones arqueológicas en los cursos altos del Miera y Asón” . En las múltiples salidas al campo llevadas a cabo por este equipo se localizaron y estudiaron, sólo en el Alto Asón, más de ochenta estaciones en cueva con yacimiento arqueológico y varios sitios al aire libre, que corresponden a casi todas las épocas de la Prehistoria. Desde esa fecha, y de forma discontinua, se ha desarrollado el estudio de los datos obtenidos entonces, aunque ha sido necesario revisar los materiales depositados en los museos, realizar un vaciado bibliográfico, depurar y organizar los datos y la información gráfica, etc. El resultado de este proyecto se presenta aquí, junto a una serie de estudios ambientales, que permiten dotar de un marco ecológico a la información cultural. La prospección hoy día debe entenderse como una prioridad para la investigación arqueológica, en tanto en cuanto ofrece, por una parte la base de trabajo a la arqueológica clásica, es decir, nuevos yacimientos y por otra, ofrece un contexto de interpretación espacial y cultural a la evidencia prehistórica recuperada en los yacimientos conocidos. Sin causar el más mínimo deterioro en el patrimonio y con costes siempre menores a los de una intervención destructiva, la prospección, realizada conforme a la metodología actual, permite llevar a cabo una reconstrucción de la realidad arqueológica de una calidad científica paralizable a la obtenida en un proyecto de excavación. Hoy día puede considerarse superado el carácter complementario que hasta hace poco se asignaba a los trabajos de prospección. Con un enfoque más amplio, la información obtenida en la prospección resulta fundamental para desarrollar una labor sostenida de conservación de patrimonio, sobre todo desde el ámbito municipal y local. La mejor prueba de esta argumentación son los resultados obtenidos en el proyecto, que aparecen resumidos en este libro.

1

2

Capítulo 1. El paisaje

Vaso de cerámica de la cueva de la Peña del Ciego (M.R.A.P.)

3

4

Capítulo 1. El paisaje

1.1 El paisaje y los recursos Ruiz Cobo, J. El objetivo básico que se plantea en el estudio del medio es establecer la oferta de recursos de que dispusieron los grupos humanos, caracterizando su distribución en el espacio, frecuencia, asociaciones, etc. Obviamente para llevar a cabo esta reconstrucción es preciso contar con un importante corpus de datos ambientales y paleoambientales. Su escasez en este extremo de la Región se ha suplido incrementando la información procedente de variables ecológicas actuales y limitando los propios objetivos. 1. El territorio de trabajo. Rasgos generales. El área seleccionada para la realización del estudio se circunscribe al sector alto de la cuenca del río Asón, presenta una superficie de unos 300 km2 y su rasgo geomorfológico más destacado es el contraste altitudinal, sus fuertes pendientes y su topografía accidentada. Esto no es resultado de la presencia de cotas de gran altura absoluta, sino del dominio del sustrato calizo que potencia un relieve de mucha energía. La cuenca hidrográfica queda limitada al norte por la sierra que une la Cruz del Collado, el puerto de Cruz de Usaño, La Piluca, el puerto de Alisas y el Alto de La Garma, con alturas entre 360 y 700 m y que lo separa de la depresión de Matienzo. Desde aquí el perímetro de la divisoria de aguas toma rumbo sur y va incrementando su altura. Las mayores elevaciones de este tramo, que divide la

>1400 600-1400 0-600

Figura 1.1. Territorio de trabajo en el extremo Sureste de Cantabria

Figura 1.2. Ortofoto del territorio del Alto Asón abarcado por el estudio cuenca del Asón de la del Miera, son El Alto del Tejuedo, el Porracolina (1414 m), el Carrillo (1456), Lusa (1568) y el Alto de Imunia (1512), en la divisoria interregional. El cordal que cierra la cuenca por el sur presenta alturas progresivamente menores, entre 1300 y 1200 m, como Las Tejas (1333) o el Ventorrilo (1205) y linda con la comarca de Las Machorras. El límite oriental, de unos 15 kms de longitud, es el linde con Vizcaya, y en buena parte de su recorrido sirve de frontera el fondo del valle del Calera, hasta llegar a la cubeta de Ramales. El último tramo de este río se ha considerado ya que corresponde al territorio del Medio Asón. Todo el área de estudio se integra en la región estructural conocida como país cántabrourgoniano, caracterizado por la potencia de las series sedimentarias carbonatadas, interrumpidos por fases detríticas, depositados durante el Aptense (Rat 1983). El importante espesor de los paquetes calcáreos se explica por tratarse de una zona de fuerte subsidencia durante este episodio, en que se desarrollaron amplias formaciones de coral. Este país urgoniano tiene su frontera Este en el fondo del valle del Miera, donde comienza el país cántabro – wealdense, dominado por materiales detríticos, y su límite Sur en la comarca de las grandes depresiones sinclinares, con series calcomargosas.

5

El paisaje

Litológicamente la mayor parte de la zona está formada por el complejo urgoniano (Rat 1959), con espesores superiores a los 1000 m, que descansa sobre la serie detrítica wealdense, en que alternan arcillas y arenas y que sirve de nivel de base impermeable a los fenómenos cársticos del piso superior. Estos materiales pre-urgonianos, de génesis continental y fluvial, afloran en sectores de extensión limitada, en los núcleos anticlinales del sur de Arredondo, de Ruesga y de Ramales. En la franja superior de la cuenca, en la parte alta del cordal Norte, de Alisas a Barruelo, afloran las series del Cretácico Superior, donde alternan calizas arenosas y margas calcáreas. El sector sureste está labrado en margas hojosas y calizas arcillosas albenses que dan lugar a un modelado más suave. 445.000

450.000

455.000

La intensidad del relieve es la característica más llamativa del área de estudio. Así, más de la mitad del territorio presenta pendientes superiores al 30 % y casi un 20 % superiores al 50%. Este rasgo destaca más aún porque no se trata de un espacio muy alto en términos absolutos: la mayor parte del terreno se encuentra en los pisos submontano -300 a 700 m- (44 %) y montano -700 a 1600-(42%). El piso subalpino técnicamente no estaría representado, pues las cumbres más altas de la zona no superan los 1600 m, y se acepta que en Cantabria este piso comienza a partir de 1600/1800 m. Las alturas mínimas del terreno, situadas en la cubeta de Ramales, son del orden de 100 m.n.m.

460.000 4.795.000

R. Asón

R. Bustablado 4.790.000

4.785.000

R. C

R. Gándara

alera 4.780.000

4.775.000

Areniscas y arcillas limolíticas en facies Weald Arcillas hojosas y areniscas albenses Calizas recifales con bancos detríticos, aptense-albense inferior Margas hojosas y detríticos en facies “margas de Soba” Calizas, calizas arenosas y detríticos supraurgonianos Aluviones, terrazas y morrenas

Figura1.3. Croquis de sustratos y estructura tectónica del territorio.

6

El paisaje

Estación Alcomba Arredondo GC Ramales GC Villar de Soba Rasines

Altura (m) 520 166

Pp. Md 1.762 1.906

Tº(C) 12 13

Nieve 4.6 s.d.

Piso Submontano Eucolino

Ombroclima Hiperhúmedo Hiperhúmedo

84 361 90

1.569 1.261 1.402

12 12 12

s.d. 4.0 2.5

Basal Submontano Eucolino

Matienzo La Concha Mirones

160 603 180

1.692 2.472 2.041

12 10 13

0.6 s.d. s.d.

Eucolino Submontano Eucolino

Hiperhúmedo Húmedo Húmedo /Hiperhúmedo Hiperhúmedo Hiperhúmedo Hiperhúmedo

Datos climáticos generales de las estaciones de la zona y su periferia Altura (m): altitud en metros, T (ºC): temperatura media anual, Pp. Md. (mm): precipitaciones mm anuales medias. Nieve: precipitaciones medias anuales en nieve (s.d.: sin datos). Periodo 1955-1964 y 1964-1990, según las estaciones (V.V.A.A. 1985).

La relación del clima con la topografía hace que éste varíe de forma significativa entre las zonas bajas, como la cubeta de Ramales o el valle Ruesga y el alto Asón, pero no se trata de una relación lineal. El clima del territorio se enmarca en el dominio oceánico-templado, y en las zonas medias y bajas se caracteriza por sus temperaturas suaves, con un claro dominio de altos valores de humedad. En lo que respecta al régimen térmico se pueden diferenciar tres regiones a) un sector en forma de C que cubre el valle de Ruesga - Arredondo hasta la altura de Val de Asón y las zonas bajas de Soba, con un clima caracterizado por temperaturas medias superiores a los 12º, b) el sector de laderas de los valles, desde el piso submontano al comienzo del montano, que incluye los tramos bajos del macizo, con temperaturas entre 12 y 10º y c) las zonas

interiores de los macizos y las cumbres, por encima de los 900 ó 1000 m, con valores inferiores de temperatura y con precipitaciones en forma de nieve parte del año. En cuanto a las precipitaciones, se observan también variaciones importantes. Así, en el sector más bajo de la cuenca, entre el valle de Ruesga y la cubeta de Ramales, los valores anuales son inferiores a 1800 (Ramales 1570), incrementándose al ascender en el valle - Arredondo tiene un valor medio anual de 1900-, y van ascendiendo a lo largo del valle hasta superar los 2000 en la zona alta y en las laderas y los 2200 en el macizo calcáreo. Así pues, buena parte del territorio responde un perfil de ombrotipo hiperhúmedo, con valores superiores a 1400 mm de precipitación anual.

Perfil topográfico W-Este del Macizo Altura en mts

1500 1000 500 0 0

5000

10000

15000

20000

Figura 1.4. Sección topográfica del macizo del Alto Asón, en sentido W-E

7

El paisaje

En cambio, el valle de Soba presenta precipitaciones claramente inferiores, dentro del grupo ómbrico húmedo, como evidencia el valor de Fresnedo, ligeramente superior a los mil mm. y Villar, con un déficit anual respecto a Arredondo de 780 mm. En la zona más alta se alcanzan también los 2000 mm, pero se desciende rápidamente para llegar a los 1400 en la zona central del amplio valle. En este sentido destaca que las condiciones de uso de los sectores de cumbres bajas y de media ladera sean mejores en Soba que las características de los fondos de valle cerrados del área calcárea del Asón. Este descenso se explica por el efecto de descarga de agua que provoca el macizo de la Sierra de Hornijo sobre Arredondo-Ruesga, quedando así la cuenta alta del Gándara más

445.000

1800

12 450.000

12

1800

relativamente más secas y cálidas del valle del Gándara, donde en su zona media y baja aunque las temperaturas son frescas, las precipitaciones son notablemente inferiores. En lo que respecta al viento, la variación a lo largo del año de los parámetros de dirección, velocidad, temperatura y humedad asociados hacen que no pueda generalizarse para todas las estaciones anuales una “orientación ideal” y esto asumiendo que los itinerarios de las borrascas fueron durante el primer Holoceno similares a los actuales. Los componentes dominantes en frecuencia son los vientos del NW/ W, que suponen conjuntamente más del 30 %, y en menor medida los del Sur (12

460.000

455.000

4.795.000

R. Asón

R. Bustablado 4.790.000

10 8

2000

2200

4.785.000

a R. C

R. Gándara

lera

2200

4.780.000

4.775.000

Figura 1.5. Croquis de precipitaciones y temperaturas, extrapolado a partir de Moreno (1979-80).

protegida. Así pues las condiciones climáticas de Ruesga y Ramales, húmedas y frescas, se vuelven rápidamente muy húmedas y progresivamente frías en el Alto Asón. En el macizo las condiciones de vida durante el invierno son difíciles, con temperaturas medias bajas combinadas con altas precipitaciones, que en parte del invierno caen en forma de nieve. Esto contrasta con las condiciones 8

%). En el clima de hoy el viento Sur supone un descenso de la humedad y una elevación de la temperatura, salvo en los momentos más fríos del invierno, cuando al atravesar las cumbres nevadas se vuelve frío. Se trata de un viento desagradable por su velocidad y sus frecuencias son mucho más altas desde octubre hasta marzo. El viento del Norte, es el más frío, pero también es mucho menos frecuente que el anterior, con valores medios anuales inferiores al 5 %.

El paisaje Norte y Oeste

Frecuencias de vientos por dirección

Viento del Sur 50 40 30 20 10 0 E

F

M

A

M

J

J

A

S

O

N

D

Figura 1.6. Frecuencias de vientos por dirección, en valores medios. Fuente: V.V.A.A. (1985). 2. Los biotopos El viento del Oeste, asociado a las borrascas, conlleva un incremento de la humedad por el aumento de las precipitaciones y se asocia a temperaturas suaves. Sus frecuencias son casi homogéneas a lo largo del año, aunque quizás con un ligero incremento en el otoño e invierno. El viento más característico de la zona es el Noroeste, frío y húmedo, con valores de frecuencia que doblan a las anteriores componentes. Los vientos Este y Nordeste despejan las nubes y refrescan el ambiente y se produce en situaciones anticiclónicas; sus frecuencias mayores se dan en la primavera y el verano y se asocian al tiempo seco y estable. Así pues, no parece existir una orientación óptima para el hábitat. Las construcciones tradicionales de la zona orientan sus vanos hacia el Este y el Sur, huyendo más de la humedad que del propio viento. En lo que respecta a la selección de las cuevas y abrigos para el hábitat animal y humano debe valorarse un posible parámetro de estacionalidad en la decisión. Si una estación de tipo abrigo se ocupa en el periodo de abril a octubre – en decir en primavera / verano-, debe tenerse en cuenta que un importante número de días el viento cargado de agua vendrá del norte y del oeste, por lo que la orientación sur y sureste será la ideal. Ahora bien, durante el invierno las orientaciones este y noreste serían las ideales.

El principal problema para realizar una aproximación a los biotopos de la zona en época preindustrial es la casi total deforestación que han sufrido en los últimos siglos. Por otra parte se dispone de poca información paleoclimática dado que no se han publicado excavaciones arqueológicas en la zona que incluyan estudios ecológicos. Para los sectores más altos se cuenta con la información proporcionada por las turberas de Los Tornos y Saldropo, esta última fuera del territorio, en los cercanos montes vizcaínos. Comparativadeprecipitaciones

Arredondo GC

Fresnedo

250 200 150 100 50 0 E F M A M J

J

A S O N D

Figura 1.7. Gráfico comparativo de precipitaciones entre los fondos de valle y las zonas medias

Así pues la aproximación al paisaje se realiza tomando como base variables ecológicas conocidas y estableciendo su orientación potencial preferente1. Aunque no puede plantearse una relación mecánica entre biotopos y recursos, que aparecen como capas móviles sobre el paisaje, en muchos casos la probabilidad de localizar un determinado recurso se concentra sobre una serie de biotopos concretos. Los recursos asociados de forma más significativa a cada biotopo se resumen en la tabla anexa. 9

El paisaje 2 445.000

450.000

3

460.000

455.000

4.795.000

1 4 Bustablado

Cubeta de Ruesga

Valle de Arredondo

R. Bustablado

R. Asón

Cubeta de Ramales

6

4.790.000

El Hoyo

7

Ancillo

Bajo La Canal Gándara

10

11

a aler del C Valle

Alto Asón

Rolacias

4.785.000

Posadía

a R. C

Gándara R. Gándara

lera

9 4.780.000

1000 m

4.775.000

Pasos de montaña Sendas de valle

Figura 1.8. Pisos altitudinales, cursos fluviales y sendas tradicionales

El estudio de las unidades bioclimáticas se enfrenta con la carencia de datos de temperaturas, pues en los registros de los observatorios de la zona sólo incluyen datos de precipitaciones. La información genérica, aportada por autores como sólo diferencia dos ambientes en el área de trabajo: el colino y el montano. Aunque la delimitación de los pisos bioclimáticos debe realizarse a partir del Indice de Termicidad (It2), el análisis de la información genérica aportada por autores como Rivas-Martínez Lloidi (1987) indica que el piso montano coincide aproximadamente con la banda de temperaturas medias inferiores a 11º, correspondiente el resto del territorio al piso colino y a su vez esta línea coincide de forma bastante ajustada a los 600 a 700 m sobre el nivel del mar, que es por otra parte, donde suele situarse la transición entre pisos en la cornisa. Piso ombrotérmico eucolino. Sustratos calcáreos La topografía muy contrastada hace que resulte poco indicativa la distribución de frecuencias de superficie en los distintos ombroclimas.

Así, aunque el subpiso colino medio, o eucolino, que puede hacerse coincidir con el piso altitudinal situado entre los menos de 150/200 m de altura del suelo del fondo de los valles y los 300 m de alturasólo suponga el 14 % de la superficie total, es una zona clave para la situación del hábitat y de las estructuras y vías de comunicación, dado que se trata de las únicas áreas, con excepción de las cimas, con pendientes bajas. En los valles las medias de temperatura son del orden de los 12º-13º combinadas con precipitaciones en torno a los 1800 mm anuales. En la parte alta de este piso, ya en la transición al siguiente, se encuentra buena parte del hábitat de fase paleolítica y mesolítica. La ubicación de los centros de mayor población en los valles es un fenómeno reciente, pues la media de altura de las distintas entidades tradicionales, muy relacionadas con la explotación ganadera, es de 390 m. sin contar la situación del hábitat disperso, que ocupa cotas aún más altas. El ambiente calcáreo incluye los siguientes biotopos: 1.1. Áreas con fuertes pendientes, que conforman cortados rocosos, desfiladeros y canchales, cerca de los valles. Los suelos, cuando aparecen, son muy pobres y sólo se forman sobre las bandas detríticas

10

El paisaje

Montano

100%

Submontano

80%

Eucolino

60% 40% 20% 0% Pend. 50

Figura 1.9. Distribución de superficie relativa por pendientes y pisos en el territorio de trabajo que cortan los bancos de caliza, a modo de escalones. Se trata zonas muy secas, por la rápida infiltración del agua, sobre las que crecen series de vegetación pobres en especies, dominadas por el encinar disperso y otras especies xerófilas y calcícolas, como el aladierno, así como herbáceas, manteniendo suelos de tipo litosol calizo. Suponen una parte reducida de la superficie total del área de trabajo aunque en ocasiones no se reflejan en la cartografía digital, dada su reducida extensión en planta. Se trata de un biotopo de caracteres engañosos, porque en muchos casos hace de frontera con el ambiente de fondo de valle, de caracteres opuestos. El principal recurso asociado es la disponibilidad del hábitat, en cueva y abrigo, en posiciones muy cercanas a los fondos de valle. 1.2. Laderas calcáreas, con pendientes medias, protegidas o expuestas, situadas también muy cerca de los fondos de los valles, dado que se encuentran por debajo de los 300 m. En su variante protegida presentan buenas condiciones para el hábitat humano, aunque su cercanía a los fondos de valle provoca el incremento de humedad ambiental. Los suelos dominantes son los litosoles calcáreos, combinados con luvisoles crómicos. Los sectores de acumulación de coluviones de ladera, y los de sustratos mixtos pudieron estar ocupados, en época preindustrial, por la serie del roble. El robledal serie colino montana cantabroeuskalduna acidófila del roble (Quercus robur)- debió ocupar buena parte del territorio tras la retirada del aparato glaciar, al menos en la cuenca del Gándara. Aunque la especie fundamental es el roble, localmente puede ser dominante el fresno, y aparecer otras caducifolias. El sotobosque asociado incluye helechos y tojos. Actualmente se pueden ver todavía en este medio grupos de corzos (Capreolus capreolus) y de jabalíes (Sus scropha). Los carnívoros más característicos son el zorro -Vulpes vulpes-, la comadreja - Mustela nivalis- la marta, Martes

martes, el tejón , Meles meles y el gato móntes, Felis silvestris. A estos recursos habría que añadir la recogida de frutos, como endrinas, madroños y bellotas y de caracoles de tierra (Cepaea nemoralis). En los sectores de ladera de pendiente más acusada, con sustratos de calizas puras, la asociación dominante debió ser, como ocurre actualmente, la del matorral de encina. Se trata de la serie colina cantabroeuskalduna de la alsina y encina híbrida (Quercus ilex), en que la encina se combina con otras especies como el laurel, el madroño, el aladierno, el aligustre y el rosal. Entre las epifitas destaca por su abundancia la zarzaparrilla, la brionia negra y la hiedra. Se trata de formaciones muy densas, de porte medio, y en las que la densidad de plantas y la importancia de las epifitas da un aspecto de selva. A diferencia de los dos medios anteriores, más o menos abiertos, este bosque es muy poco transitable, tanto por la maraña de vegetación como por lo accidentado del sustrato. La fauna de vertebrados que ocupa este medio en nuestros días incluye carnívoros, como el zorro, el tejón, la gineta o la marta. Entre los herbívoros el que más aprovecha este medio es el jabalí. 1.3. Sectores de pendientes bajas o nulas, de sustrato calcáreo, generalmente coincidentes con fondos de valle, en zonas protegidas. En ocasiones aparece cobertera superficial de depósitos cuaternarios de tipo aluvión o terraza. Se trata de zonas relativamente umbrías cuando el valle es estrecho. En los valles, los rellenos detríticos provocan la formación de suelos permeables, de tipo vega parda, bien desarrollados, lo que permite suponer que la vegetación en estas zonas se corresponde con la serie del fresno -serie colinomontana

Foto 1.1. El fondo del valle del río Asón, a la altura de Coventosa 11

El paisaje

orocántabro-atlántica mesofítica del fresno (Fraxinus excelsior), dado su tendencia a ocupar suelos profundos y ricos en bases, así como formaciones de bosque de ribera, con alisos y avellanos. A juzgar por la vegetación actual de la zona y por las series polínicas, esta última especie debió formar parte importante en el biotopo, creciendo en los primeros tramos de ladera asociado primero a las especies del bosque galería y después a los castaños y fresnos de las laderas. En la actualidad es frecuente la asociación avellanocastaño –roble en las pequeñas manchas de bosque, que de forma marginal, se conservan en el fondo del Asón, en el área de Bustablado. Los suelos ricos de estas vegas hacen que hayan sido en buena parte roturadas para el cultivo desde épocas antiguas. Actualmente la cobertera vegetal se caracteriza por la alternancia de prados de siega, huertas y manchas de bosque aislados, con alisedas con sauces, avellanos y robles. Aunque el biotopo supone menos del 5 % de la superficie total de la zona, resulta una zona importante para el hábitat humano, en todas las épocas, dada la concentración de recursos asociados. Además de los fluviales -pesca de trucha, salmón y recogida de cantos de arenisca y de marga silícea en las graveras- incluye los asociados a los bosques mixtos, como la recogida de frutos, avellanas y bellotas y la disponibilidad de hábitat en los abrigos rocosos labrados en sus bordes. 2. Piso submontano/montano inferior. Sustratos calcáreos. El piso colino superior o submontano, que podría situarse entre 300 y los 700m. representa el 44 % de la superficie total. En este medio se encuentra buena parte de las estaciones en cueva con yacimientos prehistóricos, con un valor de altura absoluta media de 415 m. A esta altura las precipitaciones son algo más abundantes, y las temperaturas más frías, aunque debe tenerse en cuenta la existencia de importantes variaciones locales. En este sentido, en el valle de Soba, se observa un cierto gradiente térmico, con menores precipitaciones y temperaturas algo superiores. Por encima de los 600 – 700 m y hasta los 1000 m se entra en el piso montano inferior. Esta zona en la actualidad está ocupada, salvo en los roquedos, por explotaciones ganaderas de tipo cabaña pasiega, conformados por la casa, la cerca y el prado, cuya instalación ha transformado radicalmente el paisaje original. En este piso el clima es muy húmedo, con valores cercanos a los 2000 mm y con temperaturas medias de unos 9º. Algunos yacimientos prehistóricos, como cuevas refugio de pastores o 12

estructuras megalíticas, utilizan este ambiente. Se han diferenciado las siguientes unidades: 2.1. Cortados y “hazas” de fuertes pendientes, protegidas o expuestas. Sus caracteres son similares a los ambientes de fuertes pendientes ya descritos, aunque la altura provoca que las temperaturas sean algo inferiores y la distancia al valle hace que, a pesar de la importancia de las precipitaciones, sean medios más secos y saludables para el hábitat humano que los fondos de los valles. Los cortados orientados de forma protegida suponen el 7 % y los expuestos el 16 % de la superficie total. Estas zonas, además de las amplias extensiones del interior de los macizos, y de las situadas por encima de los 1000 m, en el ambiente montano superior, serían el hábitat de rebaños de cabra salvaje (Capra pyrenaica) y de rebeco (Rupicapra rupicapra). Durante fases cerámicas y en época histórica su única utilización ha sido la de mantener pequeños rebaños de cabras. 2.2. Laderas calcáreas, con pendientes medias, protegidas o expuestas, situadas en posiciones altas sobre los valles. Los abrigos situados en este medio sólo presentan buenas condiciones de uso para el refugio del ganado y el hábitat humano en su variante protegida, porque la altura agrava la exposición al viento y a la lluvia. En las laderas meridionales la vegetación climática serían encinares en las áreas de lapiaz y de litosol, y formaciones mixtas en aquellas zonas con suelos más desarrollados. Hoy día las primeras conservan un matorral de encina ralo, muy castigado por la práctica de “la quema” –dada su utilización por los rebaños de cabras, y las segundas zonas están ocupadas por prados. La reconstrucción de la vegetación potencial permite situar en las laderas umbrías y expuestas bosques de hayas. La colonización del territorio por el haya es un fenómeno relativamente reciente, y probablemente en el Atlántico este medio estaba cubierto por asociaciones de caducifolias. En el área de trabajo el haya aparece ya desde el piso submontano, llegando a descender por debajo de los 400 m. Aunque en general esta especie prefiere las laderas frías, orientadas al Norte, con déficit de insolación, lo que aumenta su disponibilidad de agua, en el Asón aparece también en áreas de cumbre, sin orientación definida, así como en laderas al Este, como en el hayedo del Barranco de Los Castros3. El hayedo, aunque crece sobre un amplio abanico de sustratos, en el Alto Asón aparece de forma dominante sobre ambientes calcáreos sean puros o mixtos – calizas con tramos detríticos- calizas

El paisaje

margosas, y sólo algunos bosques se desarrollan sobre detríticos, como el de Valcaba.

3. Piso submontano y montano inferior sobre sustratos detríticos.

Estas laderas suponen el biotopo más extenso, dentro del ámbito calizo, con algo más del 20 % de la superficie total, conjuntamente. Sus recursos potenciales son similares a los ya citados de las laderas del piso colino.

3.1. Laderas de pendientes medias, protegidas o expuestas. Suponen una parte muy sustancial del territorio no calcáreo, aunque se trata de ambientes muy pobres arqueológicamente. Los sustratos de margas y areniscas generan suelos podsolizados y cambisoles, generalmente pobres en nutrientes, cubiertos actualmente por pastizal abierto, combinado con matorral de ericáceas. En fases preindustriales este ambiente debió estar cubierto por bosque caducifolio, de roble y de haya, predominante este último en el piso montano, en áreas de umbría. Los recursos potenciales asociados serían la caza de ciervo, corzo, jabalí y pequeños carnívoros y la recogida de bellotas y avellanas. Este biotopo supone buena parte del valle del Gándara, donde aún se conservan manchas importantes de robledal oligótrofo, sobre todo en el flanco sur (Herrera 1995). 3.2. Áreas de bajas pendientes: fondos de valle,

Recurso Caza- Pesca Corzo Jabalí Ciervo Cabra / Rebeco Conejo / Liebre Carnívoros 1 Carnívoros 2 Trucha /salmón Nutria Recolección Moluscos de tierra Berros / Compuestas Cangrejo de río Bellota Avellana Bayas /Rosáceas Materias primas Materia prima: sílex Materia prima: cantos Hábitat Abrigos / Cuevas Pastos y agricultura Pastos de diente (ganado vacuno y caballar) Pastos de ladera (ganado ovino y caprino) Suelos arables

Unidad

Biotopos

Robledal / Hayedo /Bosque mixto Robledal /Hayedo /Bosque mixto / Encinar Robledal/Hayedo /Bosque mixto / Matorral Matorral calizo: Laderas – cimas Matorral silíceo, pradería zonas culminales Robledal / Hayedo /Bosque mixto Matorral calizo / Encinar Cursos fluviales Cursos fluviales / Riberas

2.2- 3.1 2.2-3.1-3.2 3.1-3.2-(4) 2.1-2.2-(4) 3.2-(4) 3.1-3.2-(4) 3.1-2.2-(4) 1.3 1.3

Matorral calizo / Encinar /Bosque mixto Arroyos y fuentes, bosque de ribera. Cursos fluviales Robledal / Encinar Bosque mixto Robledal- Bosque mixto

1.2-2.2 1.3-1.2.-2.2. 1.3 1.2-2.2-3.1-3.2 1.3-3.1 1.1-1.2

Laderas- cimas calcáreas Cursos fluviales, bordes de valle, terrazas

1.3 1.3

Laderas calizas

1.1-1.2

Collados, zonas altas de collados silíceos

3.2-(4)

Laderas calizas con matorral abierto –brezo y 1.2 – 2.2 tojo- y herbáceas. Utilización por el sistema de “quemas”. Rellanos de ladera media y fondos de valle 1.3-(2.3)-3.13.2

Distribución de los recursos por unidades de paisaje y biotopos 13

El paisaje

rellanos, cimas, morras y collados. Los fondos de valle, dada la altura, estarían ocupados por robledales eútrofos, combinados con fresnos y otras caducifolias. En cambio, en la parte más alta del piso, la vegetación potencial sería el hayedo y el abedular en las fases antiguas del Holoceno, que pasó después a bosque mixto, con dominio de robledal y avellano en las laderas, dependiendo de las zonas y de las épocas. Supone aproximadamente un 5 % de la superficie total. La presencia frecuente de fuentes en los rellanos, o de zonas de encharque en las cumbres crea áreas muy higrófilas con histosoles cubiertos por una vegetación característica y frecuentadas por el ganado. Se trata de áreas con importante utilización en la prehistoria y la historia de la zona. Así, los cordales, por encima de los 600 m, han sido convertidos por el hombre en pastizales de diente y utilizados para el pastoreo de ganado vacuno y caballar, en régimen extensivo, hasta la actualidad.

Hoy día están cubiertos en gran parte de matorral de tipo brezal-tojal, ocupando importantes áreas en los cordales del Gándara. Durante las fases recientes de la prehistoria esta zona pudo ser utilizada como área de pastos para la ganadería extensiva. 4. El piso montano superior Este área, situada por encima de los 1000 m presenta pocas evidencias de ocupación humana. En el sector norte del territorio está integrado por agrestes relieves calizos y en la mitad meridional por los cordales de la divisoria con Burgos. La altura y la exposición al viento hacen que este ambiente no sea adecuado para los grupos humanos, lo que provoca que la evidencia arqueológica conocida en este entorno sea mínima, y así sólo se conoce un yacimiento en cueva situado a más de 1000 m, la cueva del Haza del Saco, en el valle glaciar de Bustalveinte. Por otra parte, su baja

Figura 1.10. Depósitos superficiales y áreas de captación de materias primas

14

El paisaje

accesibilidad hace que la prospección de este medio haya sido más marginal que en el resto del territorio. Así pues este ambiente no se ha incluido en el análisis espacial, más que de forma puntual. Materias primas Para conocer la oferta de materias primas del territorio se ha realizado un estudio de campo específico, que incluyó la toma de muestras en diferentes depósitos de cantos de la zona, así como la localización de afloramientos de nódulos de sílex y de margas silíceas. Además de las acumulaciones de cantos ya conocidas (IGME 1:50.000), se han identificado terrazas colgadas, a diversas alturas sobre el fondo del valle. Destacan por su extensión superficial: - Terraza fluvial dispuesta sobre la ladera norte de Ogarrio a unos 40-50 m sobre el río, de varios metros de potencia. Bastante desmantelada por fenómenos de arroyada. Está formada casi exclusivamente por cantos de arenisca de grano fino y micáceas.

c) Margas silíceas, procedentes de nódulos incluidas en las margas de Soba. Aparecen exclusivamente en las graveras del Gándara y de algunos de los torrentes que desembocan en él. Se han identificado en las series líticas de varios yacimientos arqueológicos de la zona. En lo que respecta a los puntos de afloramiento de nódulos de sílex se sitúan sobre las litologías de calizas masivas de facies urgoniana. Destaca la presencia de capas portadoras en la falda sur del monte El Castro, sobre Arredondo, así como en la ladera occidental del Mortillano, sobre el pueblo de Asón y en la falda sur del Hornijo, sobre el pueblo de San Pedro de Soba. En todos los casos se trata de sílex negro mate, de grano medio a grueso, de calidad media y baja. Las limitaciones a su explotación proceden tanto de su fractura subconcoidea, como de la abundancia de planos y microfisuras que presentan los nódulos.

- Terraza situada al sur de Valle, a unos 100 m de altura sobre el fondo del valle, de 3 m de espesor visible. Integrada por cantos de arenisca y cuarzo. En el curso más alto del Asón, en varias cuevas, aparecen en el ámbito de boca, acumulaciones de cantos de génesis fluvial, estudiados en su día por Mugnier (1969). En la mayor parte de los casos la litología dominante en estos depósitos son las areniscas, en diversas variantes. Por otra parte, se ha estudiado la composición de las acumulaciones de cantos en aluviones en varios puntos: 1) En la confluencia del Rolacía con el Asón, 2) en las graveras situadas al Sur de Ogarrio, 3) en los aluviones del Asón a la altura de Vegacorredor 4) en el río Gándara, a la altura del pueblo de Manzaneda y 5) en la confluencia del arroyo de Irías con el Gándara. Se acredita la presencia de un espectro litológico muy limitado:

Foto 1.2. Terraza fluvial colgada sobre la localidad de Riva

a) Areniscas de grano fino, medio y grueso. Proceden de las facies Weald, de los pisos detríticos urgonianos y del Albense. Se constata la utilización en los yacimientos arqueológicos de las areniscas de grano grueso weáldicas y de las areniscas tableadas aptenses, así como de areniscas muy compactas, diagenizadas. Son la litología dominante en las muestras. b) Calizas grises oscuras y margas del Aptense y del Albense.

15

El paisaje Q.decidual

LosTornos

Fagus Corylus

30 25 20 15 10 5 0

media, de tonos oscuros que aparecen como nodulizaciones dentro de capas de margas hojosas negras. Se han identificado en las capas subhorizontales de las laderas al Norte de Astrana, en la litología de margas hojosas y calizas arcillosas con intercalaciones de arenisca, del Albiense inferior.

78 30

46 20

13 60

3. La evolución del paisaje Estimación cronológica B.P.

T.P.Arboreo

Saldropo

Matorral Poa+Cereal

100 90 80 70 60 50 40 30

No se trata de hacer aquí de repetir la escasa información paleoclimática publicada para Cantabria en el Holoceno y utilizada habitualmente por los arqueólogos. Quizás el único cambio climático de importancia real para las sociedades humanas fue el incremento de temperaturas producido al final del Dryas III y que en el Alto Asón supuso el desmantelamiento del aparato glaciar que cubrió la zona media y alta del valle, permitiendo la circulación de los grupos humanos y de las manadas de ungulados en ese sector.

20 10

84 0

35 90

56 30

0

1

Anomalía de Temperatura (ºC)

F.R. polen

Q.decid.

Saldropo

0

Corylus Fagus

60 -1 50 -2 40

-3

En este sentido, el análisis de amplias series polínicas a escala europea revela, tanto para la zona centro occidental de Europa como para el suroeste, que las anomalías térmicas holocénicas son de una escala muy reducida. Así, en la primera zona, desde el 12000 B.P (cal) hasta el presente, el ascenso de la temperatura media anual es un proceso continuo, en el que se alcanzan valores muy similares a los actuales hace unos 10.000 años, con fluctuaciones a partir de entonces de 0.5ºC. (Davis et al. 2003)

30 -4

20 -5

10 0

2000

4000

6000

8000

10000

12000

84

0

90

30

Años B.P. (Cal.)

0

35

56

Figura 11. Evolución de las temperaturas medias Estimación B.P. en Europa centro occidental. Matorral

Los Tornos

T.P.A. Cyperacea Poa

En el área suroccidental de Europa tras un limitado óptimo climático entre el 12000 y el 9500 B.P.(cal) la temperatura asciende de forma continua hasta el presente, con pulsaciones en la temperatura media de rango de grado. Así pues, a partir del comienzo del Atlántico, las fluctuaciones climáticas debieron de limitar sus consecuencias para los grupos humanos a la influencia en el tipo de asociaciones vegetales que conformaron el paisaje, lo que se tradujo en variaciones en la oferta de recursos.

90 80 70 60 50 40 30 20 10

30 78

20 46

13

60

0

Las dos fuentes básicas para reconstruir estas modificaciones en las series vegetales para la zona son el estudio de la Turbera de los Tornos, que situada a unos 900 m s.n.m., indica sólo el clima para la franja montana y la turbera de Saldropo, en la parte más alta del piso submontano, a unos 50 km al este de la anterior, en la montaña vizcaína, estudiadas ambas por Peñalba (1994).

Estimación cronológica B.P.

Figura 1.11 a 1.14: Diagramas polínicos de Los Tornos y Saldropo, a partir de Peñalba (1994). Se han localizado varios puntos de afloramiento de margas silíceas. Se trata de cantos reniformes, de tamaño centimétrico muy variable, de 3 a 15 cm de 16

En el primer Holoceno, la información polínica revela la existencia de una cobertera vegetal para el piso montano dominada por los bosques de abedul, combinadas con praderas en los cordales y zonas altas y por masas de robledal en las laderas. Se trataría de bosques abiertos, dada la relativa importancia de las herbáceas. Los grupos

El paisaje

mesolíticos, cuyos hábitats se situaron cerca de los valles y en áreas de ladera caliza, utilizaron un paisaje formado por avellanos, sauces y algunos álamos en los fondos de las cuencas, y bosques de robles en las laderas. En el final del mesolítico y sin una causa climática que lo explique correctamente, se aprecia la sustitución parcial del abedul por el avellano y un cierto descenso del polen arbóreo, es decir, de la superficie de bosque, compensado sobre todo por la extensión de las herbáceas, y esto, aunque es un proceso sostenido, tiene su época de mayor aceleración hacia la primera mitad del IV milenio a.C. En este momento es cuando se supone la llegada a estas campas de altura de los grupos neolíticos, constructores de megalitos. Estos grupos encontraron en las zonas de cordales un paisaje dominado por el arbolado, con una gran extensión de los abedules -especie que supone el 50% en el registro de la zona en el Atlántico- y de los robles y avellanos en las laderas. De hecho el retroceso de arbolado se realiza sobre todo a costa de los abedules, que poblaban las zonas más altas. La idea de que este cambio responde a un factor de descenso de la humedad es complejo de sostener dado que en este momento se produce también un fuerte incremento de las cyperáceas, muy ligadas a ambientes húmedos. Estas plantas probablemente se desarrollaron en las zonas encharcadas y perhúmedas de los collados formadas en las zonas altas de Los Tornos, tras su deforestación por los grupos ganaderos. La evidencia de Saldropo indica que esta misma transformación, reflejada por una fuerte subida de Poa, asociada a un fuerte descenso del abedul, no se da en la sierra vizcaína hasta el estadio 6, es decir, en un momento cultural de Bronce Pleno. Se aprecia entonces, a mediados del II milenio, un descenso muy significativo de la superficie arbolada, a costa sobre todo de abedul, que coincide con la expansión del matorral y del prado. Parece que el bosque que ocupaba las zonas altas, que por otra parte son también las más llanas, ha sido sustituido por un paisaje similar al que cubre hoy día estas áreas, en que se combinan masas de matorral con prado de diente, mientras los hayedos, y en mucha menor medida los robles y los avellanos, colonizan las laderas. En la segunda mitad del II milenio a.C., se aprecia en Los Tornos la caída de los avellanos que son sustituidos por las hayas, en lo que parece un proceso muy rápido y en el que la responsabilidad de los grupos humanos no está aún clara,

continuando el incremento sostenido de las herbáceas, por la utilización ganadera del medio. La presión antrópica se hace especialmente evidente en el registro de Saldropo en la Edad Media, hacia el siglo X-XI, con el retroceso del bosque, fruto de los nuevos sistemas de gestión del paisaje. Se aprecia también la acción sobre las extensiones de matorral, probablemente mediante la utilización del sistema de quemas anuales, el mismo que se ha mantenido hasta época histórica, y que produce la sustitución de los matorrales de ericáceas por las masas de helechos – Pteridium-. Esta presión no llegará a las zonas altas de Los Tornos hasta cuatro o cinco siglos más tarde. 4. Las grandes unidades morfoestructurales. Dentro de la amplia cuenca que forma el territorio del Alto Asón se pueden diferenciar varios sectores, o cuencas secundarias, en base a criterios estructurales y topográficos. El valle de Bustablado Presenta una cuenca de algo más de 30 km y una longitud de 6.5 km de recorrido Oeste-Este, que sigue el largo plano de fractura, asociado al flanco norte del anticlinal San Roque – Ramales. Forma un valle de fondo estrecho, que sólo se amplía en su confluencia con el Asón, en la pequeña cubeta de Arredondo. Tanto su ladera Norte como la Sur son largas y relativamente tendidas, salvo en algunos sectores, por lo que el paisaje, aunque labrado en calizas urgonianas y supraurgonianas, no puede considerase de desfiladero. La existencia de amplios rellanos y cimas de suave relieve, se relaciona con la serie litológica sinclinal de Los Trillos – El Castro, que hace aflorar series de materiales alternos detrítico – carbonatados. Se trata de un espacio relativamente rico en yacimientos arqueológicos, que aparecen tanto en la ladera Sur, junto a rellanos de ladera, como los grupos de Jaral, Vallina y Colorado, como en el fondo del valle, caso del Cubillo, el abrigo del Río y la Cueva del Molino, y en la ladera Norte, donde se sitúa la cueva de Cañuela y el Masío. El Alto Asón Desde su nacimiento hasta Arredondo el Asón recorre unos 8 km con un desnivel de más de 300 m, en sentido Sur a Norte. A lo largo del recorrido se van cruzando las diferentes litologías del cretácico inferior. En un primer tramo aparecen calizas masivas con delgadas intercalaciones arcillo-arenosas, cuyos estratos buzan en dirección 17

El paisaje

contraria a la corriente y dan lugar a un valle de fondo muy estrecho, paredes abruptas, y largos tramos de desfiladero. Al llegar al núcleo wealdense del anticlinal, por erosión diferencial, el valle se ensancha, en la zona de Socueva – Rocías. A pesar de su topografía muy accidentada presenta tres núcleos de yacimientos arqueológicos: Peña Sota, Cubera y Socueva. Los tres grupos presentan, en un patrón muy agrupado, varias estaciones en cueva y abrigo con yacimientos epipaleolíticos y mesolíticos, y en menor medida de otras épocas. El río tiene muy pocos afluentes, que en forma de torrentes salvan un fuerte desnivel. El más importante es el Arroyo de Rolacías, en cuya zona alta se abre la cueva de Los Moros de Río Munio. El valle de Ruesga Este sector, entre Arredondo y la cubeta de Ramales, constituye una de las zonas con mejores condiciones de hábitat de toda la zona de estudio. El valle está labrado en una serie litológica muy variable, dominada por las calizas urgonianas, aunque con diversas intercalaciones detríticas. El río aprovecha aquí la red de fallas, de dirección aproximada Este-Oeste, la misma dirección del buzamiento de las capas, lo que provoca que las pendientes de las laderas sean tendidas, con valores moderados, entre el 10 y el 20 % como término medio. La amplitud del valle ha permitido la conservación de plataformas de terraza y sobre todo de acumulaciones de cantos en los aluviones. La ladera Norte, ofrece amplios espacios orientados al meridión, con sustratos carstificables. En esta ladera se encuentra un importante número de núcleos de yacimientos en cueva, que incluyen estaciones con utilizaciones paleolíticas – como Cuevalisa- o mesolíticas, como el Abrigo de Lledes y los conjuntos de Coverón, Campuvijo o Siñuelo. Pero también en la ladera orientada al Norte aparecen yacimientos, generalmente en cuevas con orientaciones protegidas, en recodos o en la cara sur de valles secundarios. En este ámbito se encuentran las cuevas de La Sierra, Cañuela, Lastras, Valles y Cabazón o Cucurríu ya sobre la cubeta de Ramales. En la cara meridional del valle secundario de Ancillo se sitúan, entre otras, las cuevas de Cubijíu, Viar o Acerón. El valle del Gándara El relieve de la cuenca del Gándara rompe la tónica general del Alto Asón. Presenta una red hidrográfica más compleja, con abundantes afluentes, dispuesta en buena parte sobre una ancha depresión. Esto se explica porque sólo una quinta parte de los 150 km2 de superficie de su cuenca presenta sustratos carstificables, donde aparecen los 18

relieves más abruptos, concentrados en el sector noreste del valle, cuyo mejor exponente es el desfiladero del último tramo del Gándara, labrado en calizas urgonianas. En este sector destaca por su densidad el núcleo de estaciones en cueva de Sobrelascuevas, situado en un tramo de desfiladero, en la zona media – baja del río, y formado por las cuevas de La Mina I y II, Peña Busta I-II, Sobrelascuevas, La Peña del Ciego (designada en la bibliografía como cueva del AER), Covatán, Converúz y Covujero. Otras cuevas aparecen aisladas, en manchas o en bandas calcáreas cercanas al contacto entre formaciones, como el Abrigo de las Abejas, Los Moros de Aja, El Cubillo de las Palomas, el Mortero de Astrana, o en la parte más alta del valle la de Callangón. El resto de la superficie de la cuenca está formado por margas hojosas y arenosas -los valles del Sur y del Oeste- y por materiales detríticos albenses, en el Sur, que han permitido el desarrollo de una profunda actividad erosiva al río Gándara y a sus afluentes. Esta última litología da lugar a un paisaje elevado, de relieves suaves, con grandes lomas, prolongadas laderas y amplios collados. Los yacimientos que aparecen en este medio detrítico son las estaciones megalíticas de los cordales sobre los que se asientan Herada, Fresnedo y Rehoyos. Se trata de grupos de túmulos que siguen la pauta habitual de estas estructuras, situándose en zonas altas de los cordales, en cumbres y collados, asociados en algunos casos a material lítico aislado. En este valle, además de las necrópolis, que parecen formar un conjunto con las vizcaínas, se conoce un agrupamiento en la ladera sur de la Sierra del Hornijo, sobre el pueblo de Rozas, en un collado frente a la Canal de Ancillo, también a unos 700 m. Por otra parte, el poblamiento medieval se instaló también en este medio, pero en este caso en relieves de tipo estribación –morras- y en rellanos de ladera, a menor altura. Su evidencia arqueológica son las necrópolis de lajas y las ermitas. El valle del Calera Esta cuenca sólo se ha incluido parcialmente en el territorio de estudio. Se trata de un valle de dimensiones reducidas, con una cuenca de sólo 43 km2, labrado en litologías variables. En su mitad sur el río corta los paquetes detríticos albenses y las margas hojosas de Soba, dando lugar a largas laderas, y a un valle muy estrecho en casi todo su recorrido, salvo en la zona media, ocupada por Lanestosa. Presenta un fondo plano y relativamente colgado sobre la red del Gándara-Asón, pues su curso medio se encuentra entre los 400 y los 350 m. En sus cumbres occidentales, como La Casía o el collado de Torre de la Bastida se encuentran los

El paisaje

conjuntos tumulares citados ya en el valle del Gándara, y en la cadena oriental, formada por las cumbres de Bernalta – Cotobasero- Ubal – Peña del Moro, se sitúan los conjuntos megalíticos de Cotobasero y Altubal – El Fuerte, ya en tierras vizcaínas y de caracteres similares a los sobanos. En su mitad norte el río atraviesa las capas de calizas urgonianas, presentando un relieve más acusado. En esta zona se abren, en la ladera

oriental, las cuevas del grupo de Lanestosa: Pajucas y Cuestalaviga y en la ladera de Peña Busta las cuevas del Tarrerón, Abrigo del Tarrerón y Callejo Cerezo. En su último tramo el río cruza el sistema fallado de La Pared, poco antes de su confluencia con el Gándara. En este sector se conoce otro denso núcleo de yacimientos en cueva que se han considerado ya parte de la cuenca media del río por lo que no se estudiarán en este trabajo.

19

El paisaje

1.2 Morfología Glaciar en el Alto Asón Moñino, M. Durante el Cuaternario en la cabecera del río Asón se instalaron un conjunto de aparatos glaciares que se engloban dentro del glaciarismo que durante esta época se desarrolló en la vertiente norte de Castro Valnera (glaciar del alto Miera, glaciar de Valdició y glaciar del alto Asón). La dinámica glaciar del alto Asón, claramente subordinada a los relieves heredados, presenta unas peculiaridades que confieren a esta zona un carácter singular dentro del glaciarismo cuaternario que afectó a la vertiente norte de la cordillera cantábrica: las altitudes de las cumbres no superan los 1.625 m y los frentes morrénicos llegan a descender hasta los 580 – 600 m, altitud en la que situaría la zona de fusión de los hielos cuaternarios o zona de ablación glaciar.

Asimismo, a lo largo del área objeto de estudio son fácilmente observables los sedimentos transportados y depositados por los glaciares que se ubicaron en la zona. Estos sedimentos, conocidos con el nombre de tills, se caracterizan, en líneas generales, por su alta heterometría (sedimentos constituidos por arcillas, arenas, gravas y cantos), así como por su poca o nula clasificación y estratificación.

Tradicionalmente, y para el conjunto de la vertiente norte de la cordillera cantábrica, se ha venido señalando la existencia de tres glaciaciones que han sido asignada al Wurm, Riss y Mindel (Obermaier, 1914; Hernández Pacheco, 1944, 1962; Lotze, 1963). Sin embargo, y para el área concreta que nos ocupa, no hay evidencias que permitan establecer de manera concluyente la presencia de dichas glaciaciones. Por el contrario, y a falta de dataciones absolutas, y sobre la base del excelente grado de conservación de las formas erosivas y deposicionales más antiguas detectadas en la cabecera del Asón, el glaciarismo que nos ocupa es atribuible a una única glaciación reciente y muy pulsadora que pudiera corresponder al Pleistoceno Superior (Wurm?). En efecto, en la actualidad es fácilmente reconocible en torno a los collados del Asón formas de acumulación glaciar que conservan su morfología original así como su situación deposicional respecto al glaciar que las originó. La cartografía de estas formas deposicionales (morrenas), el análisis de su distribución espacial y su posterior interpretación, permite establecer el flujo del hielo y, por extensión, la dinámica glaciar que afectó a la cabecera del río Asón durante el Pleistoceno Superior.

20

Foto 1.3. Morfología de un canto glaciar típico. Los cantos glaciares típicos presentan un aspecto subanguloso a subredondeado. Presentan un aspecto triangular (“flat-iron”) terminados en punta (“nez”) mostrando marcas de arranque y estrías.

El paisaje

aaaaaaaaaaaaaafafdasfa

3 1 2

Foto 1.4. Vista general del valle glaciar de Bustalveinte (1) y morrenas del collado del Asón (2). (3) Confluencia del glaciar de Hondojón con el glaciar de Bustalveinte.

Valle glaciar de Hondojón 2

3

1

Foto 1.5. Morrenas del glaciar del Hondojón colgadas sobre el glaciar de Bustalveinte. En este punto, el espesor de hielo era de unos 120 m. Las morrenas están ordenadas de más antigua (1) a más reciente (3). Estas tres morrenas corresponden a la época más antigua y de máxima expansión glaciar. Las morrenas del fondo del valle de Bustalveinte (4), marcan una fase glaciar menos extensa y más reciente.

21

El paisaje

grandes depresiones de origen cárstico actuaron como importantes zonas de acumulación de nievehielo a partir de las cuales se desarrollaron los aparatos glaciares. En la mapa de la figura 1.16 se presenta una cartografía básica de los principales rasgos glaciares del alto Asón, rasgos que pueden ser fácilmente observados en el campo. Como puede observarse en este mapa, en el alto Asón se desarrollaron dos grandes aparatos glaciares a los que hemos denominado glaciar de Hondojón y glaciar de Bustalveinte. Foto 1.6. Sustrato rocoso pulido por la acción del hielo. Sin embargo, hay que señalar que estas características sedimentológicas generales varían en función del origen, el tipo de transporte (subglaciar, endoglaciar, supraglaciar) y del ambiente deposicional de los derrubios transportados por el glaciar, por lo que dentro del nombre genérico de tills pueden diferenciarse diversos tipos y subtipos.

Éstos se desarrollaron, como ya se ha apuntado, a partir de dos grandes depresiones preglaciales de origen cárstica que, durante el Pleistoceno Superior, actuaron como zonas de acumulación de nievehielo.

Ahora bien, se debe señalar que en el área del alto Asón, las malas condiciones de observación de los tills, como consecuencia de la ausencia de cortes y afloramientos adecuados que permitan un análisis de detalle de estos sedimentos glaciares, ha imposibilitado hasta la fecha llevar a cabo un análisis de detalle de los diferentes tipos de till existentes en el alto Asón. Este hecho no impide, por contra, observar con facilidad las características morfológicas de los cantos que forman parte del till del alto Asón. Éstos presentan, en líneas generales, una aspecto subanguloso a subredondeado, con facetas muy marcadas, suelen presentar un aspecto triangular (“flat-iron) terminados en punta (“nez”), y sobre su superficie es frecuente encontrar marcas de arranque y estrías resultado de impactos, presiones y rozamientos que se producen entre los cantos en el interior del glaciar (transporte subglaciar y/o endoglaciar) (foto 1.3). Por otro lado, y como ya ha sido apuntado más arriba, la dinámica glaciar que afectó a la cabecera del río Asón presenta como principal característica el hecho de que ésta se vio condicionada por la existencia de un relieve heredado. Un relieve preglacial fuertemente carstificado, en el que

22

Foto 1.7. Sustrato rocoso estriado y con marcas de arranque. El mechero señala el sentido del flujo glaciar.

En la época de máxima expansión glaciar, y para el caso del glaciar de Hondojón, la depresión cárstica preglacial, con paredes prácticamente verticales y con una diferencia de altitud entre la zona más deprimida y el borde superior de la depresión de unos 250–300 m, posibilitó una acumulación de hielo que llegó a alcanzar los 130-150 m de espesor. A partir de aquí, la masa de hielo comenzó a fluir en dirección noreste, puliendo las paredes del valle del Hondojón en su fluir hacia al glaciar de Bustalveinte, con el que confluiría tras haber recorrido unos 3 kms de distancia.

El paisaje

Asimismo, pueden ser observadas estrías en el sustrato rocoso fruto del rozamiento de cantos transportados en la base del glaciar (foto 1.7), así como marcas de arranque resultado tanto del impacto sobre el sustrato de cantos transportados por el glaciar como de procesos de hielo y deshielo que se dieron en la base del mismo (foto 1.8). En la época de máxima expansión glaciar en el área de los collados del Asón, se acumularía el hielo proveniente del glaciar de Bustalveinte y del glaciar del Hondojón (foto 1.9). En este punto, la masa de hielo alcanzó un espesor de al menos 150 m, pudiéndose observar hacia el sureste distintos arcos morrénicos que marcan distintas posiciones del frente glaciar. En este punto, la zona de fusión del glaciar se situaría a 600 m de altitud.

Foto 1.8. Sustrato rocoso con marcas de choque y arranque. El mechero señala el sentido del flujo glaciar. En la zona de confluencia de ambos glaciares el espesor de hielo alcanzó al menos los 120 m (foto 1.4). En este punto, el till procedente del glaciar del Hondojón dio lugar a tres arcos morrénicos que se encuentran colgados sobre el fondo del valle de Bustalveinte. Estos arcos morrénicos se presentan ligeramente arqueados en sentido suroeste-noreste como resultado del empuje del hielo proveniente del glaciar de Bustalveinte en su dirección hacia los collados del Asón. (foto 1.5). Entre esta zona de confluencia de los glaciares de Hondojón y de Bustalveinte y los collados del Asón, pueden observarse diversas formas erosivas sobre el sustrato rocoso como resultado de la acción del hielo y de los sedimentos que éste transportaba. En efecto, en este área pueden verse rasgos de pulimento glaciar como resultado de la fricción de la masa de hielo y de los sedimentos más finos (arcillas y arenas) sobre el sustrato en su desplazamiento valle abajo (foto 1.6).

Hacia el norte, no se observan en la actualidad morrenas como consecuencia de los procesos erosivos a las que éstas se vieron sometidas una vez tuvo lugar la deglaciación. Sin embargo, la existencia de un pequeño afloramiento de till a lo largo de la carretera (con unas muy malas condiciones de observación) a unos 1.200 m del mirador del alto Asón, y a una altura sobre el actual curso del río Asón de 50 m, pone de manifiesto que la masa de hielo fluyó principalmente hacia el norte, valle abajo, si bien no se tiene ningún indicio de dónde y a qué altitud se encontraría su zona de ablación (foto 1.10). Por otro lado, el glaciar de Hondojón, en su recorrido hacia el glaciar de Bustalveinte, presenta un rebosamiento de parte de su masa de hielo hacia el este, a través de la Sierra de Helguera, en dirección al núcleo de población de Cañedo. Esta difluencia glaciar dio origen a una “planchalengua” de hielo que en su parte más distal tendría unos 2 km de ancho. A lo largo de su recorrido, de unos 4 km, esta “plancha” de hielo iría progresivamente estrechándose hasta alcanzar un frente de unos 250 m de ancho a la altura de Cañedo, donde se situaría la zona terminal de esta “plancha-lengua” glaciar, a unos 600 m de altitud, en donde parece que se ubicaría la zona de ablación (foto 1.11).

23

El paisaje

Foto 1.9. Collado del Asón. En este punto se acumuló el hielo proveniente del glaciar de Bustalveinte, alcanzando un espesor de 150 m.

2

1

Foto 1.10. Till (1) al norte de los collados del Asón sobre el que se superponen depósitos de ladera periglaciares (2).

24

El paisaje

2 1 3

Foto 1.11.- Vista general de la difluencia del glaciar de Hondojón. Obsérvese la morrena lateral derecha (1) y la morrena lateral izquierda (2) de la lengua glaciar. (3) núcleo de población de Cañedo. Como ya se ha apuntado, el complejo glaciar del alto Asón, y a falta de estudios de detalle y de dataciones absolutas, parece corresponder al Pleistoceno Superior (glaciación Wurm?), siendo un glaciarismo fuertemente subordinado al relieve cárstico preglacial que posibilitó la acumulación de importantes espesores de hielo y, por extensión, el

desarrollo de lenguas de hielo que se extendieron a lo largo del entorno de los collados del Asón, situándose su zona de ablación hacia los 580-600 m de altitud, altitud, por otro lado, similar a la detectada para el caso del glaciar del río Miera, al oeste del área que nos ocupa.

25

El paisaje

Figura 1.15. Cartografía de los principales rasgos glaciares del Alto Asón. (1). Divisoria de aguas y cotas (2). Depresiones cársticas que actúan como zonas de acumulación de nieve-hielo (3). Cubetas cársticas retocadas por la acción del hielo (4). Escarpes (5). Sentido de los flujos de hielo (6). Sustrato rocoso pulido (7). Till y cretas de morenas (8). Sustrato rocoso con marcas de arranque y estrías (9). Deslizamientos sobre el till (10). Espesor de hielo. La numeración hace referencia al espesor de hielo en la zona. (11). Zona de ablación glaciar con altitud de la misma

Notas 1

En la realización de este apartado ha sido fundamental la información obtenida de Herrera (1995), M.A.P.A. (1985), P.O.R.N. (2004), todo ello contrastado con las observaciones directas realizadas en el campo por los autores.

2 El índice de termicidad (It) es el valor resultante de la suma de las décimas de grado centígrado de T (temperatura media anual), m: temperatura media de las mínimas del mes más frío) y M temperatura media de las máximas del mes más frío y se expresa como It= 10 (T+m+M). En el territorio estudiado se han reconocido los siguientes pisos bioclimáticos, a partir de Herrera (1995):

Piso montano: T: 6º a 10º m: -4º /0º M: 0º/3º It: 50/180 Piso colino: T>10º m > 0º M > 8º It: 180 En cada uno de los pisos pueden diferenciarse horizontes, que tienen su reflejo en las asociaciones de vegetación que lo ocupan. Son: Altimontano ó montano superior It: 51 a 110; Mesomontano (montano medio): It: 111 a 180; Colino superior (submontano): 181 a 240; Eucolino (colino medio): It: 241 a 320; Termocolino (colino inferior): It >320. 3 En la actualidad, el hayedo es una de las principales formaciones boscosas del Alto Asón, junto con las masas de encinar calcáreo. Los bosques de hayas se sitúan entre los poco más de 300 m del hayedo de Cubillones, en la ladera Norte del Macizo Mortillano – Hornijo, hasta los 1500 en el extremo S.E., en el hayedo del Portillo de Las Escalerucas. Aparecen seis bosques de cierta entidad y pequeñas masas aisladas, muchas veces en el límite de las calizas desnudas de las cumbres. Las de mayor extensión son, además del ya citado del Norte de Hornijo, el que se extiende por las cumbres de este mismo macizo y que llega hasta Hoyo Masayo, así como el de la ladera Norte del Mortillano y el que cubre desde Los Collados del Asón hasta la Hoya del Saco, orientado en buena parte al Este.

26

Capítulo 2. Historia de la investigación

Urna cerámica de la cueva de La Brazada

27

28

Capítulo 2. Historia de la investigación Muñoz, E.

El Alto Asón es un área poco conocida en su faceta arqueológica, quizás por una única causa: la falta casi total de investigaciones centradas en su territorio. La distancia que lo separa de los grandes núcleos de población, unida a su topografía muy accidentada, y en relación con ella, las malas comunicaciones, han llevado a un aislamiento que se refleja, entre otros aspectos en el escaso conocimiento que hasta hace pocos años teníamos de su patrimonio arqueológico.

como es conocida en la literatura arqueológica la cueva de Coyusa. Así pues, más que de historiografía, o de historia de la investigación, la formación del corpus de datos de yacimientos y materiales del Alto Asón es una serie, muy limitada hasta las prospecciones de estos últimos años, de descubrimientos producto del azar, o de trabajos de espeleología. Como se verá mas adelante, los estudios de materiales son puntuales, y los trabajos sobre épocas concretas, referidos a esta comarca, casi inexistentes. 2.1. Las primeras noticias La cita más antigua que conocemos sobre un yacimiento del Alto Asón se remonta a mediados del siglo XIX, y se refiere a la cueva de Los Machucos. En realidad se trata de la cueva del Masío, sobre el pueblo de Arredondo, y la cita es de P. Madoz, que reseña que la cueva presentaba signos de haber sido habitada en la antigüedad (Madoz, 1846-1850: 46). El yacimiento arqueológico de la cavidad no será catalogado hasta las exploraciones del grupo CAEAP en los años ochenta (Muñoz, San Miguel y CAEAP 1988). En la última década del siglo XIX Regil y Alonso, descubre y estudia la ermita de San Juan de Socueva, edificio prerrománico situada en el interior de una cavidad (Regil y Alonso 18961897).

Figura 2.1. Mapa dibujado en 1765 por el Vicario de Soba Aunque este mínimo conocimiento de las distintas etapas de la Prehistoria es común a otras zonas del interior de Cantabria, esta comarca era quizás el caso más extremo. A pesar de que algunos de sus yacimientos han proporcionado materiales arqueológicos notables –AER o Coyusa, por ejemplo- han sido estudiados por especialistas en los fondos de los museos, de forma descontextualizada, y sin conocer de modo directo su lugar de procedencia. De hecho, hoy día son todavía muy pocas las personas –investigadores o no- capaces de localizar Cuevayusa de Ogarrio,

Tanto los grandes pioneros del siglo XIX, como M. Sánz de Sautuola y E. de la Pedraja, como los grandes investigadores de principios de siglo, entre los que destacaron H. Alcalde del Río y Lorenzo Sierra no trabajaron en la zona. De principios de siglo data un importante hallazgo casual, producido en la cueva de Cuevallusa de Ogarrio (Leguina 1914), un lote metálico muy relevante para los estudios tipológicos, característicos de los planteamientos arqueológicos de la segunda mitad del siglo XX. Unos años después, ya en 1930, tiene lugar el hallazgo en la entrada de la cueva de Conventosa, por parte de un joven pastor, de un escondrijo de época romana, compuesto por varias rejas de arado y una lanza, todo ello en hierro (J. León 1988). En los años 20, Carballo publica unos grabados esquemáticos, localizados a la entrada de la Cueva de Cañuela, poniéndolos en relación con otras 29

Historia de la investigación

grafías que estudió en Cabrojo (Cabezón de la Sal), en el conjunto de la “Braña de los Pastores”.

Figura 2.2. Dibujo de T. Morante de unos grabados esquemáticos localizados por J. Carballo en “una peña a la entrada de la caverna de Cañuela, en Bustablado” (Carballo 1934).

En la cueva de Coventosa se produjo un gran colapso al fondo del vestíbulo durante los años cincuenta, lo que puso al descubierto un fértil nivel paleomesolítico, que fue excavado por el equipo de peones camineros, según información oral del ya fallecido miembro de este grupo, F. Quintana. Se conserva en el MRAP un importante lote de materiales, sobre todo piezas de sílex, recuperadas en estas prospecciones (Muñoz, San Miguel y CAEAP). A este grupo se debe también el hallazgo de un cráneo humano prehistórico en la cueva de Vegacorredor, según información oral de F. Quintana. No hay seguridad si fue el equipo de camineros quien recuperó un pequeño conjunto de material arqueológico, depositado hoy en el M.R.A.P, procedente de la denominada cueva de Las Hojas de Bustablado (Muñoz, San Miguel y CAEAP 1988). Esta cavidad no ha sido localizada o identificada en la actualidad, siendo probable que el “Bustablado” que se cita en la etiqueta corresponda al pueblo del valle de Arredondo.

Las primeras prospecciones sistemáticas en la zona fueron llevadas a cabo por el equipo de camineros de la Diputación Provincial de Santander, en la década de los años cincuenta, que debieron practicar numerosos sondeos en las cuevas de este valle. Estas investigaciones no fueron nunca publicadas, por lo que hoy día tenemos un conocimiento muy parcial de sus resultados, derivado fundamentalmente de su transmisión oral a miembros del colectivo CAEAP, y del estudio de los escasos materiales conservados en el Museo de Santander (Muñoz, San Miguel y CAEAP 1988). A este equipo de camineros corresponde la excavación de los yacimientos de Cayuela o Cañuela y Coventosa, cuyos materiales se encuentran depositados en el M.R.A.P. De la primera estación se conserva un lote de piezas líticas, sobre todo restos de talla de sílex, encontrados en las excavaciones practicadas en el lateral derecho del vestíbulo. Esta colección ha permanecido prácticamente inédita hasta hoy (Muñoz, San Miguel y CAEAP 1988). En esta cueva, y hacia los mismos años, fueron excavados los túmulos existentes, aunque de estas intervenciones no se conservan testimonios escritos y las versiones orales conocidas son contradictorias.

30

Figura 2.3. Esquema de Cubera, publicado por Chaline (1965) 2.2. La aportación espeleológica Muy importantes fueron las investigaciones centradas en el karst del Asón por parte de grupos espeleológicos franceses, especialmente el Speleo Club de Dijon, activos en la zona desde mediados de los años cincuenta. Estos trabajos vieron la luz unos años después, en una publicación traducida al castellano (Mugnier 1969). Gracias a estos trabajos se conocieron los yacimientos de las cavidades de Los Santos o del Becerral, en Soba, donde se hallaron dos mandíbulas humanas (Bufford y

Historia de la investigación

Chaline 1965); el abrigo de Cubera, donde se descubrió un importante conchero de caracoles, publicándose también un croquis sobre su estratigrafía y recuperándose un hueso con grabados lineales, que se atribuyó al Auriñaciense (Chaline 1961). Esta atribución fue recogida por I. Barandiarán en su monografía sobre el arte mobiliar cantábrico (Barandiarán 1973). A estos grupos se debe también la localización de un vaso cerámico completo, en la cueva de La Brazada, que se atribuyó a la Edad del Bronce (Chaline 1961). En la cueva del Escalón recogieron “cerámicas antiguas” (Loriol 1958), y materiales prehistóricos – sílex y hueso- en la cueva de Los Murciélagos, muy próxima a Cubera (Humbel 1965-1966). También reconocieron la cueva de Cubías Negras, donde hallaron abundantes restos de oso de las cavernas (Chaline 1963), conservándose una importante colección en el Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander. Por último citar la recogida en Cañuela, por miembros de estos grupos, de algunos dientes y fragmentos de mandíbulas humanas, asociadas a cerámicas, al pie de la pared de entrada, y fragmentos de cerámica en la Galería Norte (Loriol 1958).

Figura 2.4. Fragmento de hueso con grabados publicado por Chaline (1961). A partir del original de este autor. Los trabajos de los equipos de espeleólogos franceses culminaron con el importante estudio sobre el karst realizado por Claude Mugnier, que incluye un catálogo exhaustivo de las cavidades de la zona, y un apartado dedicado a los yacimientos arqueológicos y paleontológicos (Mugnier 1969). Este autor, además de reconocer nuevos yacimientos, con abundantes restos óseos, como los de Cueva Fresca y Las Abejas, la primera con cerámicas antiguas y la segunda donde cita una toba con huesos, estudia las cavidades con yacimientos reconocidos hasta el momento: abrigo de Cubera, cueva de Las Abejas, cueva de Los Murciélagos, Cueva Fresca –donde únicamente señala restos paleontológicos- Cañuela, cueva del

Escalón, cueva del Becerral, el hallazgo de piezas romanas de hierro de Coventosa y la ermita prerrománica de San Juan de Socueva. Por otro lado, Mugnier señala en su trabajo, la existencia de rellenos post-glaciares con gasterópodos terrestres en siete cavidades, alguna de las cuales ha sido identificada después como conchero mesolítico. Cita también restos óseos en nueve cuevas, que han sido revisadas de forma detallada para este trabajo. En lo que respecta a los restos paleontológicos cita los de Cubías Negras, cueva de Cubera así como restos de mamíferos en Cueva Fresca y restos de microfauna en el Mortero de Astrana. Por último, C. Mugnier cita sondeos antiguos, ya señalados por el Speleo Club Dijon en 1958, en numerosas cavidades de la zona: cueva 27 del Macizo de San Vicente, Peña Ruya, cueva de Escaleras, Cueva I de la Peña Sota, Hayol, cueva del Mazo Escobal, Cueva Fresca, Cubía, Fuerte de Somadia, Las Abejas, abrigo de Cubera, Coventosa, Falso Escalón, cueva 90 del Macizo de Porracolina, La Sierra, El Aspio, Orillón, Viar, Cabazón y Cueva 78. Este investigador atribuye estos sondeos a algún prehistoriador de principios de siglo, como H. Alcalde del Río, L. Sierra y J. Carballo (Mugnier 1969). Las aportaciones de la espeleología regional también han sido sustanciales: así, el Servicio de Espeleología del Seminario Sautuola (S.E.S.S) halló abundantes fragmentos de cerámica prehistórica, alguno con motivos incisos complejos, a unos 100 metros de la boca de La Cañuela (Begines 1965). Por otra parte, la Asociación Espeleológica Ramaliega (A.E.R.) fue quien dio noticia del hallazgo de restos sepulcrales de la Edad del Bronce en la cueva de la Peña del Ciego (citada como cueva del AER) y localizó cerámica prehistórica en la cueva del Aspio (Muñoz y Bermejo 1987). Con todo, a finales de los años sesenta se conocían muy pocas cuevas con yacimiento arqueológico en el Alto Asón y así en el estudio inédito de V. Gutiérrez Cuevas, del año 1969, que recoge las actuaciones del grupo S.E.S.S. y sobre todo del equipo de peones camineros – cuyo cuaderno consultó-, únicamente se aportan datos sobre las cuevas del A.E.R. (cuyo nombre original es Cueva de la Peña del Ciego) y Coventosa. Sobre Peña del Ciego solo hace referencia a lo ya publicado, citando los enterramientos asociados a vasos cerámicos completos, lisos y decorados, y varias lascas de sílex negro, una de ellas con retoque lateral. En lo que respecta a la cita de Coventosa, tiene más interés, ya que recoge, aunque muy

31

Historia de la investigación

Nº de estaciones en cueva

escuetamente, un informe de F. Quintana, donde señala que la cueva “tiene un importante yacimiento muy estropeado por excavaciones incontroladas” (Gutiérrez 1969). El primer yacimiento estudiado y publicado de forma específica en la zona es la cueva del AER, por dos colaboradores del entonces Museo Provincial (Begines y García Caraves 1966 y García Caraves 1966).

100

Foto 2.1. El equipo de prospección del Alto Asón en el abrigo de San Juan de Socueva, en 1985.

80 60 40 20 0 1850 1950 1950 1960 1970 1980 1990 - 1900 - 1950 - 1960 - 1970 -1980 -1990 - 2000

Figura 2.5. Cronología de los descubrimientos de cuevas con yacimiento arqueológico en el Alto Asón 2.3. Prospección sistemática En los años ochenta, el grupo C.A.E.A.P. – formado por E. Muñoz, C. San Miguel, R. Bermejo y con la colaboración de J. Gómez Arozamena- emprende la exploración sistemática del Alto Asón, contando con el preceptivo permiso de la Consejería de Cultura, dentro del proyecto denominado “Prospecciones arqueológicas en la zona geográfica comprendida entre los rios Miera y Asón. Campaña de 1986” (Muñoz, San Miguel y Bermejo 2000). Fruto de este trabajo es la localización y catálogo de 68 nuevos yacimientos en cueva, algunos de interés extraordinario. Además se realizaron otros hallazgos en cavidades ya conocidas, incluyendo Delante La Cueva o del Masío, únicamente citada en una escueta noticia de P. Madoz. En lo relativo a la localización de material arqueológico en cavidades conocidas con anterioridad hay que citar la Ermita de San Juan de Socueva, que proporcionó materiales paleolíticos, la cueva del Escalón, en que se identificaron pinturas de tipo “marcas negras”, en Coventosa se localizó un depósito de materiales de la Edad del Hierro y de la Edad del Bronce, en la Cueva de Las Abejas se documentó un yacimiento que incluye industria lítica y fauna, en la Cueva de Los Murciélagos industria lítica y fauna, en Cueva

32

Fresca un depósito formado por cerámicas indígenas, romanas, así como un hacha metálica y “marcas negras”, en la Sima del Mortero se ha estudiado un yacimiento con industria lítica y restos de fauna, en la Cueva del Aspio se ha localizado un importante depósito de la Edad del Hierro, que incluye industria lítica, fauna, cerámica, en asociación a “marcas negras” y en la Cueva de La Llusa aparecieron restos humanos, fauna, cerámica prehistórica y cerámica medieval. Este colectivo también ha realizado nuevas atribuciones culturales de yacimientos ya conocidos, como es el caso del depósito del Abrigo de Cubera, ó la Cueva de Vegacorredor yacimientos no citados con anterioridad, y conocido por informaciones verbales de Nando Quintana, miembro del equipo de camineros de la Diputación Provincial. En estos trabajos de prospección del grupo CAEAP también participaron activamente algunos miembros del grupo espeleológico GEIS C/R. Es el caso de J. Ruiz Cobo (codescubridor de las cavidades del Abrigo de la Carretera, Los Moros, El Cerizal, Cañedo, La Mina II, El Pico, Cabazón, Siñuelo II, Prado La Cueva, Abrigo de Lleres y Cucurrio I, El Haza, Peña Busta I y II, y Cubijíu II), P. Smith (codescubridor de los yacimientos de las cuevas de Falso Escalón, Mazo Escobal, Cueva del Pico, Peña Busta I y II, Cubijíu II, Cubío), V. Crespo Lastra (Carrascal o la Sierra, Cueva del Mar, Cueva de Campovijo y Covacho de Campovijo, Peña Busta I y II) y C. González Luque (Cañuela, Prado de la Cueva, Colorado II, Colorado III, Los Moros, Peña Sota IV, Peña Sota V, El Haza, La Mina II, Peña Busta I y II). Durante estas prospecciones se localiza también un yacimiento al aire libre, denominado Encima del Cubillo de Las Palomas, así como cuatro hallazgos de material lítico aislado. Parte de los resultados obtenidos se han citado ya en artículos generales (Morlote et alii, 1997, Muñoz y Malpelo 1995), incluyéndose también en la primera redacción de

Historia de la investigación

la Carta Arqueológica de Cantabria (Muñóz y otros 1988). En obras conjuntas se han estudiado, junto con otros autores, yacimientos como los de Socueva (Marcos et alii 1994), o la Cueva del Aspio (Serna et al. 1994), Los Trillos (Bohigas, Molinero y Muñoz 1992) y La Llusa (Serna y Malpelo 1993). Tras finalizar las labores de prospección del CAEAP se han localizado nuevos yacimientos, como es el caso del Abrigo de San Juan de Socueva, con pinturas rojas, por parte de miembros del A.C.D.P.S., cuyas manifestaciones publicaron en detalle (Serna y Valle 2001), o la cueva del Colorado, por miembros de la Expedición Británica a Matienzo, durante trabajos de investigación espeleológica. De esta misma forma se ha identificado la Sima del Mortero de Astrana, por la Sección Espeleológica La Senyera de Valencia (S.E.L.S.) (León 1997), la Sima de Calaca y el Cubillo de Las Palomas II, durante la realización de un curso de espeleología, por miembros de la Federación Española de Espeleología (Fernández Cainzos s.f.). Por último, la cueva de Los Moros de Aja y el Torcón de Muesa han sido descubiertos por el Gabinete de Arqueología G.A.E.M.

80 70 60 50 40 30 20

Hallazgos casuales

Invest. Clásica

0

Desc.espeleológicos

10 Prosp. Sistemática

Nº estaciones en cueva

90

Figura 2.6. Autoría de los descubrimientos de las cuevas con yacimientos. La localización de las estaciones megalíticas se debe en su mayor parte al trabajo de García Alonso, que en la primera mitad de los ochenta, estudia todo el flanco sur de Soba (Garcia Alonso 1985). En esta misma época se publica el trabajo de R. Bohigas sobre el registro arqueológico medieval de Cantabria (Bohigas 1986), que incluye cinco necrópolis de lajas en Soba, otra en

Barruelo de Ruesga, y la ermita rupestre de San Juan de Socueva, en Arredondo. Vemos por tanto que la localización de los yacimientos se ha producido de tres formas diferenciadas: El hallazgo casual, que generalmente tiene lugar por un lugareño. En el Asón es común la figura del pastor que utiliza la cavidad para un fin muy concreto y que encuentra algún elemento arqueológico muy significativo. Este es el caso que hemos comentado de la cueva de la Peña del Ciego, cuyo yacimiento fue localizado por un vecino del Barrio de Manzaneda, que al ampliar un covacho, para utilizarlo como gallinero, encontró vasos de cerámica y huesos humanos. Muy similar es la historia del descubrimiento de las espadas de Coyusa y de las rejas de arado de Coventosa. El segundo de los mecanismos es la realización de estudios espeleológicos. Los grupos de espeleólogos, que comienzan a trabajar en esta zona en los años 60, han producido un continuo de hallazgos, desde las primeras localizaciones de hace casi cincuenta años hasta las más recientes. A grupos de espeleología franceses se debe la localización de siete estaciones y a grupos nacionales y locales de cinco en los años cincuenta y sesenta. Desde entonces hasta hoy estos grupos han localizado siete nuevos yacimientos. Obviamente, el sistema que mejores resultados produce es la prospección sistemática. Durante los años cincuenta estos trabajos fueron realizados por el equipo de peones camineros, con métodos característicos de la época, que incluían la práctica de sondeo en todas las cavidades y la realización de excavaciones extensas y profundas en las cuevas con yacimiento, en busca de colecciones líticas y óseas. El problema de este equipo es que en Asón se centró en grandes cavidades ya conocidas, limitándose a realizar amplias excavaciones en las mismas. La investigación en los años sesenta está más relacionada con el aspecto espeleológico que con el puramente arqueológico, lo que limita mucho los resultados. La prospección realizada por el grupo CAEAP ha permitido la localización de la mayoría de los yacimientos en cueva conocidos hoy día en el Asón. La prospección arqueológica científica ha sido llevada a cabo en el Alto Asón por el grupo CAEAP, dentro de un proyecto autorizado y siguiendo un método sistemático, riguroso y con absoluto respeto a los yacimientos arqueológicos. La única explicación del éxito alcanzado, reflejado tanto en el número como en la calidad de muchos de los nuevos yacimientos localizados, es el

33

Historia de la investigación

trabajo de campo continuado desarrollado por investigadores especializados en una de las ramas más complejas y peor conocidas de la disciplina arqueológica1. La evolución en cifras de la localización de yacimientos en esta comarca resulta muy significativa de lo que ha ocurrido en todo el oriente regional. El total de estaciones en cueva con yacimiento arqueológico conocidas en el Alto Asón, que asciende hoy a 100, se ha ido acumulando de forma muy irregular en el tiempo. Así, en el siglo XIX se producen 2 hallazgos, en la primera mitad del siglo XX otros 3 y el equipo de peones camineros encuentra, en los años cincuenta, 1 yacimiento. En cambio, la prospección sistemática de la zona, realizada en la década de los años 80 por el grupo CAEAP, localizó 85 yacimientos. Desde entonces las nuevas localizaciones, fruto del azar y sobre todo de la actividad espeleológica, suman otros 7 yacimientos en cueva. 2.4. Producción científica Los estudios centrados en materiales arqueológicos recuperados en este sector son muy escasos, como consecuencia directa del pobre conocimiento de la

arqueología de la zona. Cabe citar el trabajo sobre la punta de hierro del Sillar de Soba (Fernández Acebo 1991) y el estudio monográfico sobre la Ermita de San Juan de Socueva, realizado por varios autores de la órbita del ACDPS (Marcos et al. 1994). En obras de ámbito general se han publicado las espadas encontradas en la Cueva de Cuevallusa o Coyusa de Ogarrio (p.e. Almagro Gorbea 1976), las rejas de arado del vestíbulo de la Cueva de Coventosa (Barril 2001), la tecnología cerámica de las piezas del Aspio (Olaetxea 2002) y las formas y decoraciones de los vasos de la Cueva de la Peña del Ciego (Rincón 1985, Ruiz Cobo y Serna 1990). Dentro de un estudio de enfoque global, arqueológico -etnográfico llevado a cabo sobre el Valle de Soba, se incluye también un estado de conocimiento de los yacimientos arqueológicos de esta zona (García Alonso y Bohigas Roldán 1995). El arte rupestre de la zona ha sido objeto de algún trabajo, como el estudio, ya citado, de las pinturas del Abrigo de San Juan de Socueva (Serna y Valle 2001). Por otra parte, las cavidades con manifestaciones de tipo esquemático abstracto, o “marcas negras” de esta zona se incluyen en el estudio de P. Smith (1998) centrado sobre este fenómeno.

Nota 1

Este desconocimiento se convierte en muchos casos en menosprecio por parte de colegas que prefieren utilizar el cómodo asiento de un despacho como máquina de creación científica y que no pueden entender que alguien haga por vocación lo que ellos no serían capaces de lograr con mucha más motivación económica y por supuesto, con muchos más medios a su alcance.

34

Procedencia de la información y método

Capítulo 3. Procedencia de la información y método

Orza procedente de la cueva del Tarrerón

35

36

Capítulo 3. Procedencia de la información y métodoProcedencia de la información y método

Muñoz, E., Ruiz Cobo, J. 3.1. La prospección arqueológica de la zona. Método de prospección. Aunque no es este el lugar para teorizar sobre el mejor método de búsqueda de yacimientos arqueológicos se resumen aquí los sistemas de trabajo utilizados durante la prospección del Alto Asón. En principio se intentó explotar al máximo la información publicada sobre las cavidades de la zona.

del monte y sus recursos, y así los senderos que antes se mantenían abiertos, gracias a la saca de leña y de varas, o los que llevaban a abrigos utilizados por el ganado, están ahora literalmente cerrados y su memoria casi perdida entre las gentes del Alto Asón. Todos estos elementos hacen que este trabajo sea fundamental pues cada vez resulta más difícil acceder a muchos de estos puntos. Gracias al uso del GPS la información obtenida permitirá, a los investigadores que conozcan el terreno, encontrar en el campo, de forma más sencilla, los yacimientos arqueológicos estudiados aquí. Una vez localizada la estación, en el caso de las cuevas y abrigos, se llevó a cabo un trabajo de búsqueda de posibles indicadores de yacimiento. En este punto, sólo la experiencia permitió dar con las evidencias. En los casos en que apareció yacimiento arqueológico se trazó la planta de la cueva o abrigo, y sus secciones más significativas. Las plantas de las cavidades, que se reproducen en el anexo, junto con las fichas de yacimientos, se han realizado con cinta métrica, clinómetro y brújula.

Foto 3.1. Vista desde la cueva de los Moros de Río Munio. En este sentido ha sido importante contar con el trabajo de los investigadores franceses sobre la red de cavidades del Asón, que permitió establecer la localización de una parte de las cuevas a estudiar. Pero esta información estaba muy limitada a las grandes cavidades y casi no incluía las de pequeño formato y mucho menos los abrigos rocosos, que se han revelado como lugares muy utilizados por el hombre prehistórico. Así pues debió de recurrirse a los habitantes de los pueblos y de las cabañas de estos valles y a la búsqueda sistemática en amplias zonas, en un paisaje abrupto y con una topografía muy accidentada. El progresivo abandono que sufre actualmente el campo y el monte se agrava en esta zona marginal de Cantabria y los pastizales, robados al monte por los pasiegos en las laderas medias y altas durante los últimos dos siglos, se convierten hoy en matorrales y éstos en encinares casi impenetrables, lo que impide la prospección directa de estas zonas. Las transformaciones que han sufrido los modos de vida rurales suponen prácticamente el abandono del uso

Se tomaron las coordenadas UTM al punto más próximo a la boca posible. Sobre la planta se situaron los puntos donde se habían localizado las evidencias. Se registró la presencia de fauna, restos humanos y evidencias materiales. Si los restos arqueológicos eran significativos se realizó un dibujo y se rellenó una ficha básica. En casos puntuales, en que se trataba de elementos arqueológicos susceptibles de fractura, pérdida, o por su valor intrínseco, se optó por su recogida controlada, para su posterior entrega en el Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. El trabajo en el yacimiento terminó con la fotografía de la boca de la cueva, de las zonas donde aparecía el yacimiento y en su caso, fotografías de detalle de los elementos arqueológicos, tanto series antropológicas o faunísticas, como materiales. En el caso de las pocas estaciones al aire libre encontradas su localización fue en buena medida casual y se produjo por la búsqueda de evidencias en superficie a lo largo de las pistas que recorren los cordales y las laderas. La potente cobertera vegetal de Cantabria hace que sea muy difícil la localizaciones de hábitat al aire libre. En lo que respecta a la prospección de las áreas detríticas, se limitó dentro del proyecto, a la revisión

37

Procedencia de la información y método

de las noticias sobre localizaciones megalíticas y necrópolis medievales realizadas por García Alonso y

formaciones detríticas que incluían nódulos de marga silícea, generalmente en las margas negras de Soba. Estos puntos fueron registrados cartográficamente. 3.2. La ficha de yacimiento El modelo de ficha utilizado es muy sencillo, y organiza la información en dos bloques: por una parte los datos referidos a la estación y por otra los relativos al yacimientos o conjunto de yacimientos generados y conservados en la misma. Debe tenerse en cuenta que, en muchos casos, en una única cueva se han documentado dos o más yacimientos, por ejemplo, evidencias de un conchero mesolítico en el vestíbulo, inhumaciones asociadas a cerámica en galerías interiores, y / o depósitos de momentos más avanzados en otros puntos. Así pues, a todos los efectos, la unidad de análisis debe de considerarse el yacimiento, y no la cavidad.

Foto 3.2. Último tramo del río Calera, antes de unirse al Gándara. El bosque de encinas se mezcla con las formaciones de caducifolias ligadas a los suelos del valle. Bohigas Roldán en la primera mitad de los años 80 (García Alonso 1986, Bohigas Roldán 1986). Así pues, amplias zonas de los cordales del Sur de Soba no han sido recorridos, y es probable que su estudio revele la existencia de conjuntos megalíticos desconocidos hoy. Un último trabajo fue el estudio de las fuentes potenciales de abastecimiento de materias primas. Se llevó a cabo en dos modalidades: a) Toma de muestras de cantos en las graveras de los cauces de los ríos Asón y Gándara, en las acumulaciones de cantos de las formaciones fluvioglaciares cercanas a la cabecera de la cuenca, y de varias terrazas colgadas localizadas en las laderas. Se estableció así la oferta de este medio en lo relativo a las materias primas. b) Por otra parte, durante los trabajos de prospección se localizaron en varias ocasiones afloramientos de nódulos de sílex, siempre de tipo negro aptense y de

38

La información ofrecida sobre la estación - cavidad o lugar al aire libre- incluye datos sobre su posición espacial y otros sobre su morfología y métrica. El primer grupo aporta únicamente el nombre de la localidad más cercana, el municipio al que corresponde, las coordenadas UTM, obtenidas mediante el sistema GPS, la altura absoluta, y se describe de forma aproximada la topografía del lugar. Esta adscripción topográfica se reducirá después, en las tablas a un solo tipo (ladera en desfiladero, ladera, ladera sobre rellano, borde de valle). Para no volver excesivamente densa la ficha, los datos de morfología, métrica y orientación de la estación, que incluyen la variable tipo de estación cueva, abrigo, aire libre-, la orientación y la métrica de la boca y el desarrollo total de la cavidad se aportan en las tablas de estaciones. El apartado de datos de la estación se completa con una descripción, más o menos sucinta, de los distintos aspectos del lugar, que incluyen la forma del vestíbulo, galerías etc., para las cavidades y el entorno paisajístico para las estaciones al aire libre. En lo que respecta a la información del yacimiento la ficha establece primero el número y tipo de yacimientos presentes en la estación. La variable tipo de yacimiento es un dato combinado, formado por la facies funcional y la asignación cronocultural teórica del yacimiento. Así se diferencian estaciones de hábitat paleolítico o hábitat mesolítico, estaciones sepulcrales del Calcolítico, de la Edad del Bronce o de la Edad del Hierro y estaciones de facies depósito, de asignación cultural más o menos precisa. Por último, la falta de datos, obligará en varios casos a

Procedencia de la información y método

utilizar la categoría con la asignación de fase indeterminada. Para el caso de estaciones en cueva la información contextual sobre el yacimiento se completa con datos sobre el tipo de conducto donde aparecen las evidencias, y sobre su forma de aparecer: yacimientos puntuales, extensos o dispersos. Los siguientes apartados de la ficha aportan datos sobre la autoría del descubrimiento y la investigación del yacimiento y sobre la autoría de la topografía y las referencias bibliográficas. En un apartado independiente se especifica el lugar de depósito de los materiales estudiados en la ficha. En caso de que no aparezca este punto debe entenderse que las piezas y series se conservan en el propio yacimiento, lugar donde fueron estudiadas. En un último párrafo se citan las referencias bibliográficas en que se estudia este yacimiento. Como en el caso anterior, en caso de que el yacimiento esté inédito este apartado no aparecerá.

Ind: Función indeterminada, hallazgos descontextualizados. La asignación funcional se realiza en base a la morfología de los yacimientos. Estaciones de hábitat y de refugio se consideran si proporcionan niveles con evidencias de procesado y consumo, sepulcrales si se ha documentado una asociación espacial directa entre restos humanos y elementos materiales, depósitos en los casos en que aparecen elementos arqueológicos sin ninguna de las asociaciones anteriores, pero en un contexto ordenado, con evidencia de selección de un espacio determinado. Aquellos yacimientos constituidos exclusivamente por restos humanos, sin asociación a ninguna otra evidencia se han clasificado en una categoría independiente. Por último si las evidencias materiales se encuentran en posición secundaria o descontextualizadas se considerarán de función indeterminada. La combinación de la fase y de la función establece un tipo de yacimiento, como una variable derivada. Se han documentado un total de 15 tipos de yacimientos:

3.3. Variables utilizadas La información incluida en las fichas de estaciones se ha organizado en una tabla, en que cada registro es un yacimiento. La unidad de trabajo del análisis no será por tanto la estación o la cueva, sino el yacimiento, teniendo en cuenta que una única cueva puede albergar varios yacimiento de diversa cronología y distinta facies funcional –estaciones de hábitat, sepulcrales, depósitos-. El conjunto está formado por 150 yacimientos identificados en las 100 cuevas estudiadas, y una veintena de estaciones al aire libre. Se utilizan 16 variables básicas para describir la variabilidad espacial y morfológica de las estaciones y los yacimientos. Además de una variable número de referencia y otra de nombre del yacimiento, la variable fundamental para organizar la información es la asignación cronológica de la estación. Se han diferenciado un total de 10 posibles adscripciones que agrupan las diversas fases cronoculturales: 1: Paleolítico Inferior, 2: Paleolítico Medio, 3: Paleolítico Superior y estaciones con arte de esta fase, 4: Paleolítico Indiferenciado, 5: Epipaleolítico-MesolíticoNeolítico antiguo, 6: Calcolítico-Bronce Pleno, 7: Bronce Final, 8: Edad del Hierro- RomanizaciónTardoantiguo, 9: Alta y Plena Edad Media. Se han diferenciado varias funciones básicas: Hab: Hábitat, Ref : Refugio, Dep: Depósito, Sep: Sepulcral en cueva, Tml: Sepulcral en túmulo, Ncl: Sepulcral en necrópolis de lajas, Rha: Restos humanos aislados,

DCB: depósito del Calcolítico / Bronce, DBF: depósito del Bronce Final, DHI: depósito de la Edad del Hierro / Tardoantiguo, DEM: depósito de la Edad Media, HMS: Hábitat mesolítico, HPI: Hábitat paleolítico indeterminado, ICB: Indeterminado Calcolítico / Bronce, IHI: Indeterminado Edad del Hierro / Tardoantiguo, IEM: Indeterminado Edad Media, RCB: Refugio Calcolítico / Bronce, RIN : Restos humanos descontextualizados, SCB: Sepulcral Calcolítico / Bronce, AEM: Cueva con marcas negras, NLJ: Necrópolis de lajas / Medieval, NTM: Necrópolis tumular. El siguiente grupo de variables describe la posición espacial de la cavidad: UTM-X: longitud UTM , UTM-Y: latitud1, Z: Altura absoluta, sobre el nivel del mar, U-topo: Unidad topográfica donde se encuentra la estación. La variabilidad real se ha resumido en LA: Ladera, LR: ladera, junto a un rellano, LD: ladera en un medio de desfiladero, BV: Cuevas abiertas en la pared del reborde del valle, FV: cuevas abiertas en pequeños húm en el fondo del 1

Las coordenadas UTM, obtenidas en todas las estaciones en cueva, abrigo o aire libre con G.P.S., han servido como base para situación en la cartografía de los yacimientos y para su analítica posterior, pero no se ha considerado prudente su inclusión en la publicación definitiva, por razones de conservación de su yacimiento. Si alguien está interesado en alguna de ellas, se le facilitarán en la siguiente dirección: Grupo C.A.E.A.P., C/ Alcalde Arche s.n., Maliaño (Cantabria).

39

Procedencia de la información y método

valle. Alt-abs: Altura absoluta, Alt-rlv: Altura relativa, sobre el fondo de valle, en metros, Dis-fdv: Distancia a fondo de valle, en metros, Energía: Energía del relieve en el entorno inmediato de la estación. Para su cálculo se ha tomado la pendiente del diámetro de un círculo hipotético de 500 m de radio, orientado en la dirección de la ladera. Las variables utilizadas para la descripción métrica y morfológica de la cavidad son: soporte: describe el tipo de boca. Ofrece sólo tres opciones: ABR: abrigos, CVA: cueva de gran vestíbulo, CUE: cueva normal. Ancho de boca, en metros, Orient: orientación de la boca. Se han tomado sólo las orientaciones básicas y sus combinaciones primarias: Grp-Ori: grupo de orientación. Variable obtenida a partir de la orientación y que asigna valor 1 a las orientaciones cálidas y secas (E, S, SE), un valor intermedio, 2, a las mixtas, (NE y SW), y un valor alto, 3, a las orientaciones expuestas al frío y al viento dominante (N, W, NW). Las variables que describen la posición del yacimiento en la cueva son: La distancia lineal del yacimiento al exterior y el tipo de conducto donde se instala el yacimiento, diferenciándose: VE: vestíbulo exterior, VI: vestíbulo interior, GI: galería interior, LI: laminador interior, MX: mixto, varias. El tipo de yacimiento se ha diferenciado entre: puntual: PT, extenso: EX, indeterminado: IN. Además se trabajará con algunas variables secundarias. Así se utilizará, para la prueba del “Vecino más próximo” la distancia al yacimiento arqueológico de la misma facies y cronología más cercana, en metros, pero por un recorrido posible, es decir por el camino más corto posible para un adulto. 3.4. Análisis espacial Para estudiar la situación topográfica de las estaciones se han manejado variables cuantitativas, como la altura sobre fondo de valle, la distancia lineal al fondo de valle y la energía del relieve del área donde se encuentra la estación, para lo que se ha elegido un área de 500 m de diámetro, en torno a la misma. Esto se combina con la topografía del entorno, que puede ser: a) un desfiladero, b) una ladera tendida, c) un borde de valle. Además se ha tenido en cuenta la clasificación ombrotérmica de los distintos sectores y de la propia situación de la estación, a partir de datos medios actuales de precipitaciones y temperaturas. El estudio del perfil espacial se completa con un análisis general del territorio, con el objetivo de aislar

40

zonas con parámetros físicos y ecológicos más o menos uniformes y con un significado o un papel concreto en la adaptación humana al medio. La información se ha obtenido a partir de mapas 1:50.000 de topografía y de sustratos. A partir de la información topográfica se confecciona un mapa de energía del relieve, un mapa de orientaciones y otro de franjas altitudinales, umbroclimático. A partir del mapa geológico se realiza un mapa de sustratos. Para hacer más sencilla la interacción o cruce entre criterios, en una segunda fase de procesado, se ha simplificado el número de clases posibles, agrupándose en algunos casos las contiguas. a) Mapa de pendientes. Se establecen tres categorías de menor a mayor valor: baja: de 0 a 29, media de 30 a 49 %, y alta a partir del 50 %. b) Mapa de orientaciones. Se han diferenciado: 1) Orientaciones protegidas: aquellas zonas con dominio de orientación de ladera al Sur, Este y Sureste; 2) Orientaciones mixtas: Sur-Oeste y Nor-Este; 3) Orientaciones expuestas: Oeste, Norte, Noroeste y a todos los vientos. En una segunda fase se ha simplificado, diferenciándose sólo entre orientaciones protegidas y resto de orientaciones. c) Mapa de franjas altitudinales. A partir del mapa topográfico se diferencian cinco grupos: 1) de 0 a 300 m sobre el nivel del mar, que se corresponde aproximadamente con el piso bioclimático eucolino-, 2) de 300 a 700 -piso submontano; 3) de 700 a 1000 m piso mesomontano; 4) más de 1000 -piso altimontano -. Para anular una variabilidad posicional extrema en las estaciones se unificarán las categorías submontana y mesomontana. d) Mapa de sustratos. 1: sustratos carbonatados: CU: sustratos de caliza urgoniana, CA: calizas arenosas del Supraurgoniano, 2: áreas con sustratos detríticos; 2.1: DW: materiales detríticos del Weald, 2.2. MG: margas hojosas de Soba; 2.3. AA: areniscas Albenses, 3. elementos de cobertera cuaternarios: 3.1. AL: materiales de alubión y de terraza, 3.2. MR: morrenas. Como categorías de trabajo reales se han considerado sólo sustratos carbonatados (C), sustratos detríticos (D) y sustratos de cobertera, aluviones y terrazas (A) a nivel de contexto. En total, combinando las tres clases de la energía del relieve, las dos orientaciones posibles, los dos sustratos y los tres pisos altitudinales, se formarían 36 biomas teóricos, que quedan reducidos a 24 por que, dada la falta casi total de yacimientos por encima de los 1000m esta categoría no se ha subdividido. La información cartográfica ha sido tratada con el

Procedencia de la información y método

programa MAP y su procesado estadístico con el paquete SPSS. En el trabajo se estudian las frecuencias de cada facies de yacimiento en los distintos biomas, así como la densidad en cada uno de ellos aislando así las preferencias funcionales y cronológicas en cada momento cultural. 3.5. Estudio de los materiales Se han estudiado materiales arqueológicos y series faunísticas y antropológicas tanto en fondos de museos como en los propios yacimientos. Ya se ha citado el importante grado de desconocimiento que rodea a los yacimientos de este valle. Un indicador más de este fenómeno es la escasa presencia de material arqueológico depositado en los centros de investigación. Como parte del proyecto de estudio del registro arqueológico de esta zona se ha llevado a cabo un proyecto de vaciado bibliográfico y museográfico. El estudio de las piezas incluye su dibujo y la realización de una ficha estándar, que incluye su caracterización tipológica, métrica y tecnológica y en su caso fotografía digital. Así mismo se han estudiado las series faunísticas y antropológicas. Se conservan materiales arqueológicos procedentes del área de trabajo en el Museo Regional de Arqueología y Prehistoria, en el Museo de Etnografía y Arqueología de Bilbao y en el Museo de Altamira, en Santillana del Mar y el material metálico de Coyusa se conserva en la colección del Instituto Valencia de Don Juan. El listado de series arqueológicas, faunísticas y antropológicas, estudiadas en el Museo Regional de Arqueología y Prehistoria, y que procede de un total de 32 yacimientos, se realiza en un anexo de la obra.

En el Museo de Etnografía y Arqueología de Bilbao se ha estudiado el material lítico, óseo, y cerámico, así como los restos de fauna y el material antropológico recogido en la excavación realizada por el Dr. Apellaniz en la cueva del Tarrerón. Así mismo se ha estudiado en este mismo centro el conjunto vizcaíno de Las Pajucas, a efectos comparativos, dada la cercanía espacial de esta cueva al área de trabajo. En el Museo Altamira se conserva una cerámica procedente de la cueva de la Peña del Ciego (conocida en la bibliografía como cueva del A.E.R.). Una parte importante de los yacimientos estudiados – en concreto 31 - conservan el material arqueológico in situ, donde fue estudiado durante la campaña de prospección. Se intentó que el método utilizado fuese similar al utilizado en los fondos del Museo, aunque evidentemente, la falta de lavado de las piezas, y las condiciones de trabajo no fueron las mismas. El material estudiado “in situ” se relaciona así mismo en el anexo ya citado. En el resto de los yacimientos, una treintena, el estudio se limita a la clasificación de los restos de fauna y antropológicos visibles en superficie, realizada también in situ. La industria lítica ligera ha sido estudiada conforme a los criterios de retoque de Laplace y para su clasificación tipológica se utilizó también la sistemática de este autor. Se ha optado por reproducir en las láminas de materiales aquellos que no se encontraban publicados de forma específica, caso por ejemplo de las series del Aspio y de Cofiar, o en aquellas series en que los materiales estaban publicados de forma parcial, dispersa o excesivamente antigua.

41

42

Capítulo 4. Estudio de las evidencias

Punzón pulimentado sobre hueso de la cueva de Callejo Cerezo

43

44

Capítulo 4. Estudio de las evidencias Ruiz Cobo, J., Muñoz, E. 4.1. El Paleolítico Los yacimientos que pueden asignarse al Paleolítico en el Alto Asón son muy escasos: El Cerizal, Sobrelascuevas, Cuevalisa Inferior y quizás San Juan II y la Cueva de la Ermita de San Juan. Es probable que en alguno de los grandes yacimientos como Valline, cueva de La Sierra o el Aspio, por debajo de los niveles mesolíticos y epipaleolíticos existan niveles del pleni y del tardiglaciar, pero este extremo sólo puede comprobarse mediante la realización de una excavación arqueológica. No se han documento en el área de trabajo yacimientos del Paleolítico Inferior, a pesar de existir dos importantes localizaciones muy cerca de sus límites: la estación al aire libre de Ramales y la cueva de Cofresnedo. En el primero se ha recuperado una importante colección lítica muy característica, con abundantes industrias de arenisca y marga y con una buena representación de macroutillaje, que incluye hendedores de tipo 0 de Tixier, cantos tallados, útiles sobre lasca, raederas, escotaduras, etc. El yacimiento aparece en superficie, en un rellano situado sobre El Calera, en un contexto de antigua terraza edafizada sobre lenares calizos. En Cofresnedo apareció, en la base de la estratigrafía, un nivel aparentemente muy antiguo, quizás del Riss-Würm, con una lasca de cuarcita y algunos restos óseos. Estos yacimientos permiten suponer la existencia de un primer poblamiento del Paleolítico Arcaíco en la zona, al menos en sus límites espaciales, en los valles del Asón y del Gándara. Más datos poseemos del Musteriense, que aunque abundante en el Medio Asón es todavía mal conocido. Se ha documentado tanto en Matienzo, en la cueva de Cofresnedo, como y sobre todo, en Ramales, en las cuevas del Arco, cueva Chiquita, en el Abrigo de Los Abandejos (abrigo Rojo) y en El Mirón, donde se ha datado una ocupación de una fase terminal del Musteriense en el 41.280 B.P. (Straus et al. 2002). En el área que nos ocupa es probable que aparezca en varios yacimientos de la zona, siendo significativas en este sentido algunas de las industrias aparecidas, especialmente las de la cueva de San Juan y San Juan II, con industrias de cuarcita, entre cuyos materiales destaca un núcleo discoidal musteriense y fauna significativa -restos de gran bóvido, integrados niveles antiguos. Durante el Paleolítico Superior el Alto Asón debió ser una zona poco habitable, debido al importante

aparato glacial instalado en la cabecera de la cuenca, lo que convertiría buena parte de este territorio en un área periglaciar (Mugnier 1969). No se conoce ningún yacimiento que pueda atribuirse con seguridad al periodo, aunque es probable que determinados sectores, como las cuencas bajas del Calera y del Gándara, resultasen habitables en las fases interestadiales, aunque quizás de forma temporal. En este sentido es significativa la proximidad del importante núcleo de yacimientos de Ramales, formado por varias estaciones de hábitat, con evidencias de ocupación a lo largo de todo el Paleolítico Superior, en cuevas como el Mirón, Covalanas, El Haza, cueva del Arco B, ó la cueva de La Luz.

Foto 4.1. Boca de la cueva de Sobrelascuevas

Otro área que debió de ser especialmente habitable, incluso en fases frías, es el tramo de valle comprendido entre Arredondo y Ramales, y aquí se encuentra una de las estaciones que, con más seguridad, alberga un yacimiento paleolítico en la zona, la llamada Cuevalisa, en Riba (Ruesga). La cueva se abre cerca del fondo del valle, en un sector ancho y plano, en una posición clave del mismo, con amplia visibilidad sobre su acceso. Presenta condiciones de uso óptimas: amplia, seca y bien orientada. El nivel fértil, se hace visible en un corte a casi un metro de profundidad. Aunque su yacimiento sólo ha aportado evidencias faunísticas, la presencia de Bos sp. y de huesos con patrones de fractura antrópica y marcas corticales resultan indicadores suficientes de la existencia de un nivel de

45

Estudio de las evidencias ocupación, probablemente de un momento antiguo del Paleolítico Superior. Ya se ha comentado la posibilidad de que algunos de los yacimientos epipaleolíticos y mesolíticos incluyan materiales del Paleolítico Superior. Únicamente se ha comprobado la existencia de industrias paleolíticas en las cuevas de Cerizal y de Sobrelascuevas. El nivel hallado en Cerizal solo ha proporcionado una lasca grande de sílex, en un nivel muy profundo, a más de 2 m por debajo de los restos de una capa cementada, probablemente de comienzos del Holoceno, formado a su vez por varias costras pavimentarias superpuestas. El nivel, de color amarillento y textura arcillosa, es de aspecto antiguo y su cronología probablemente sea anterior al Paleolítico Superior.

Foto 4.2. Molar de gran bóvido de Cuevalisa En la cueva de Sobrelascuevas, situada sobre el desfiladero del Gándara, en el área de ManzanedaPeña Busta, el nivel paleolítico aparece por debajo de un paquete estratigráfico formado por la capa de conchero mesolítico, una costra pavimentaria espesa y varios niveles estériles. Parece tratarse de un nivel muy pobre y únicamente aflora en el mismo una lasca de sílex, si bien es cierto que el área de exposición es muy reducida. Es posible que Sobrelascuevas sea la misma cueva citada como “Cueva de Manzaneda” por un médico de Soba, quien al parecer, encontró allí arpones, azagayas y otras piezas, y que no ha vuelto a ser localizada (Saiz Antomil 1951). De hecho en su vestíbulo se aprecia una calicata de aspecto antiguo, donde puede verse la estratigrafía. Pero la pobreza del nivel paleolítico, situado en la base del corte, hace que su identificación como la “Cueva de Manzaneda” sea problemática. En este mismo sector de Manzaneda – Peña Busta, aunque hay otras cavidades, no presentan buenas condiciones de habitabilidad y ninguna de ellas ha proporcionado evidencias antiguas.

46

También se ha señalado la existencia de dos yacimientos con arte rupestre, asignables al Paleolítico Superior, en el Alto Asón: las cuevas del Becerral (también conocida como de los Santos ó Hazatraviesa) (Bernaldo de Quirós y otros 1987) y el abrigo de San Juan de Socueva (Valle Gómez 2002). Ninguno de los dos conjuntos, sobre los que se hablará en otra parte del libro, pueden considerarse con seguridad de este momento. El primero por tratarse de una falsificación moderna, en la que se copian pinturas negras del Magdaleniense. En el segundo, aparecen grupos de puntuaciones digitales y lineales, en rojo, indudablemente prehistóricas, pero su asignación estilística más probable es el ciclo esquemático. Así pues, es muy poco lo que se puede decir del Paleolítico en el Alto Asón, aunque durante las prospecciones se han reconocido un corto número de yacimientos, distribuidos por los valles fluviales de los principales ríos de la zona -Asón y Gándara. Probablemente en estos valles las primeras ocupaciones se produjeron a finales del Paleolítico Inferior, pues aparecen evidencias de este periodo en las áreas limítrofes como la depresión de Matienzo o el valle del Calera. Sin duda, en el Paleolítico Medio hubo ocupaciones más estables, como revela la relativa importancia del registro de este momento en los valles inmediatos. Se trata de estaciones cercanas al valle, no muy altas, y pueden relacionarse con la caza de animales de roquedo; el único exponente conocido hoy con ciertas garantías en el Alto Asón, es la Cueva de San Juan, en Socueva. La ocupación de estas mismas áreas durante el Paleolítico Superior probablemente debió de tener carácter esporádico, en relación con su carácter periglaciar, por lo que resultaría poco atractiva para estos grupos de cazadores, sobre todo en los estadios fríos del Würm. Ocupaciones ocasionales deben de contener algunas cuevas del valle, siendo más que probable que alguno de los yacimientos con Paleolítico Indeterminado, del tipo de Sobrelascuevas, correspondan a estos momentos. De hecho, y como ya se ha señalado, se han citado materiales del Magdaleniense Superior / Final – en concreto arpones- en una cueva del desfiladero del Gándara, a la altura de Manzaneda – quizás la propia de Sobrelascuevas-. La existencia de una buena representación de yacimientos de este momento tanto en las áreas inmediatas como en el propio valle del Miera, a mayor altitud, pero en un contexto ecológico similar, como El Puyo o Salitre, plantea la existencia de yacimientos del tardiglaciar en el Alto Asón, extremo sólo comprobable mediante programas de excavación arqueológica.

Estudio de las evidencias Sin duda según se desmantela el aparato glaciar de la cabecera del Asón, las poblaciones del Epipaleolítico fueron colonizando la zona, y estableciendo campamentos temporales en sus cuevas y abrigos. Así, el asentamiento estable probablemente no llegará hasta el final del Aziliense

Foto 4.3. Pinturas rupestres en Socueva y sólo será el Mesolítico la fase que supone la ocupación global del territorio, que incluye los valles secundarios interiores, las largas laderas y por último los cordales y collados.

mediados del cual comienzan a utilizarse pautas económicas neolíticas. La adaptación mesolítica parece consistir en una serie de respuestas técnicas y sociales a un medio forestal denso y cubierto y a un clima similar al actual, aunque quizás algo más húmedo, en el marco de una mayor y creciente densidad demográfica. La solución, válida a juzgar por el tiempo que se mantuvo estable, parte de un ajuste estricto a la disponibilidad concreta de un territorio más reducido que el de fases anteriores, mediante la diversificación de las fuentes de obtención de alimento y el incremento de los paisajes utilizados, llegando a ponerse en uso casi todos los biotopos del territorio. En la zona oriental de Cantabria, en un momento avanzado del Aziliense, comienzan a explotarse como recurso los caracoles de tierra –Cepaea nemoralis-, que forman capas en la parte final de las secuencias de las cuevas, generalmente afectadas por coladas de concreción calcárea. Las escasas industrias de estos grupos suelen incluir elementos microlíticos –raspadores, geométricos, microburiles, puntas- y piezas grandes realizadas en materias primas fáciles de obtener en el entorno.

4.2. Epipaleolítico y Mesolítico La bonanza climática del Preboreal, fase desarrollada entre aproximadamente el 10.200/9.800 y el 8.800 B.P., tuvo varias implicaciones territoriales. La elevación del nivel marino derivada del calentamiento climático supuso la reducción del territorio utilizable en la plataforma litoral, al cubrirse amplios espacios llanos, muy habitables. Por otra parte el desmantelamiento del aparato glaciar en el Alto Asón ofreció nuevos espacios a estos grupos. Foto 4.4. Nivel aziliense en el vestíbulo de Coventosa En el aspecto paisajístico la repercusión fundamental en el cantábrico es la generalización del bosque caducifolio, sobre todo del roble y del avellano combinados con otras especies en los valles, como alisos y sauces. Este cambio climático coincide con el Aziliense, periodo que había comenzado unos siglos antes, en un estadio frío, el Dryas III. Probablemente cuando el paisaje respondió al nuevo clima las sociedades humanas se enfrentaron a una nueva disponibilidad de recursos, diseñando nuevos patrones de uso de los mismos. Es en este momento cuando se detecta en el occidente europeo una territorialización o compartimentación de los territorios, así como el desarrollo de soluciones industriales peculiares, aunque del mismo tipo. El inicio de las culturas propiamente mesolíticas podría fijarse en el comienzo del Boreal, en torno al 8.800 B.P., continuándose durante buena parte del Atlántico, que se data entre el 7.500 y el 5500 B.P- a

Del total de yacimientos arqueológicos considerados en el trabajo, se han asignado a un momento epipaleolítico y mesolítico 49 estaciones. El criterio fundamental utilizado para ello ha sido la presencia de niveles con acumulaciones de caracoles de tierra, o de moluscos marinos holocénicos, en asociación a fauna, carbón o industria lítica -sílex o cuarcita-, ó bien la presencia en un mismo nivel de fauna con evidencias industriales significativas. En muchos casos no puede establecerse si el nivel corresponde a un momento Epipaleolítico Aziliense o a una fase mesolítica, por lo que se ha preferido manejar ambos períodos en bloque. 4.2.1 Las estaciones Variables topográficas y ecológicas

47

Estudio de las evidencias

Dentro de la relativa uniformidad paisajística del Alto Asón pueden diferenciarse varios perfiles en el entorno de los yacimientos, con diferente reflejo ecológico. Las variables utilizadas para discriminar entre grupos han sido la orografía del terreno, indicada por la energía del relieve del entorno de la estación, la altura relativa y la distancia al fondo de valle, mediante un sistema de aglomeración con la unidad topográfica donde se abría la boca1. Se ha diferenciado así entre: a) Medio puramente rupícola, caracterizado por fuertes pendientes, y por la presencia de amplios volúmenes de caliza desnuda. En esta unidad se encuentran las estaciones del grupo de Socueva, formado por el Abrigo de la Ermita y Socueva IV-, el grupo de Cubera –Coventosa, Cubías Negras III, Abrigo de Cubera, Cueva de las Abejas, Abrigo y Cueva de los Murciélagos y Abrigo de la Carretera-, el grupo de Peña Sota –Abrigo bajo Peña Sota, Peña Sota III, Cueva 22, Cueva 27, Cueva del 450.000

445.000

455.000

de valle, en una zona relativamente abierta. Las estaciones, frente a pronunciados taludes, se asocian a desfiladeros, rodeados de cimas altas y escarpadas, en un característico paisaje fruto de la dinámica superficial del karst. Este medio de alta energía del relieve es el idóneo para la vida de comunidades de cabra y de rebeco, aunque hoy día es posible también ver o escuchar a grupos de corzos en los bosques de encinar y mixtos formados en las pendientes. b) Unidad con energías del relieve más moderadas, con amplias laderas tendidas en su entorno, que permiten la formación de suelos y el crecimiento de comunidades vegetales diversas. En esta unidad – referenciada como G2 en las tablas - se sitúan los yacimientos del flanco Norte del Asón, formado por el Jaral, el grupo de Vallina I y Vallina II, El Colorado, el Abrigo de Lleres, El Coverón, y el agrupamiento de Siñuelo - I y II – de Cubillo y Campuvijo, Cueva y Covacho. También a este perfil corresponde la cueva de Tarrerón y el Abrigo de 460.000 4.795.000

R. Asón R. Bustablado 4.790.000

4.785.000

R. C

R. Gándara

alera 4.780.000

Pisos altitudinales 1000 m 4.775.000

Figura 4.1. Distribución de yacimientos mesolíticos en el Alto Asón Aparcamiento, Las Escaleras y Abrigo del Asón- y grupo de Sobrelascuevas – integrado por Sobrelascuevas, La Mina y Peña Busta-; grupo G1 en las tablas. Caracteres intermedios presenta el Abrigo del Río de Bustablado, situado en un medio

48

Tarrerón. Paisajes similares aparecen en la ladera norte de la Sierra del Hornijo, el entorno de la cueva del Aspio y de Covatán, y en el grupo de Valle – Lastras II, Sierra y Cañuela y la Cueva de Masío, sobre un pequeño valle, casi en la cima del cordal.

Los yacimientos mesolíticos del vecino valle de Matienzo se adscriben al segundo grupo, porque, aunque aparecen en zonas puramente calizas, se encuentran junto a la vega plana del río, que permite un paisaje vegetal diversificado y rico. Las estaciones con yacimiento mesolítico y epipaleolítico se distribuyen por toda la zona de trabajo, aunque debe de destacarse la importante asociación a las cuencas de los ríos principales: el Asón y el Gándara. Esta cercanía a los cursos de agua o a los valles se aprecia bien al estudiar la distancia de la estación al fondo de valle. Esta variable toma un valor medio de 570 m, pero con una alta desviación, y así, solo cuatro yacimientos se encuentran a una distancia superior a 1250 m, en concreto Cabanzón, los del sur de Soba – Palomas, Mortero- y los del grupo de Viar, en un punto interior del macizo. Esto podría sugerir que, o bien los recursos explotados se asocian al medio de ladera cercano al valle, o que los movimientos del grupo se ajustaban mas o menos a la red fluvial, y que se buscó la cercanía al agua, una constante en las opciones de elección del hábitat. La altura sobre el fondo de valle también es relativamente reducida, y solo 7 yacimientos se sitúan por encima de 250 m de altura sobre el fondo del valle, encontrándose la mayor parte a menos de 100 m del fondo del mismo.

>500

451-500

401-450

351-400

301-350

251-300

201-250

151-200

101-150

c) Un tercer grupo presenta en su entorno pendientes medias, pero combinadas con sustratos silíceos y margosos que dan origen a un modelado muy diferente, con extensiones de terreno de energía del relieve reducida, y presenta como rasgo distintivo altos valores de distancia y altura sobre el valle. En este perfil se clasificaría el grupo situado en el valle de Ancillo, que incluye las cuevas de Cubijíu I y Cubijiu II, Cubío de El Acerón y Viar-, y las estaciones del sur de Soba, en concreto la Sima del Mortero de Astrana, el Cubillo de Las Palomas y el Abrigo de las Abejas II en un entorno mucho más abrupto. El primero de ellos presenta sólo una pequeña fracción de su entorno conformada por relieves silíceos y en los otros dos este sustrato es más abundante. La fauna que podría situarse en estos medios es similar a la del grupo anterior.

10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 0 -1

51-100

La fauna que poblaría estos bosques, formaciones de roble, fresno y avellano, durante el Atlántico es más diversificada, e incluiría, además de los grupos de cabras y rebecos de los roquedos, ciervos, corzos y jabalíes que utilizarían los bosques caducifolios de las laderas y las formaciones mixtas del fondo de los valles.

0 a 50

Estudio de las evidencias

Figura 4.2. Distribución altitudinal de los yacimientos mesolíticos Para establecer el patrón de distribución espacial de las estaciones se ha medido el estadístico del vecino más próximo, (Rn: 0.21), que indica una distribución bastante concentrada, alejada de una distribución al azar. Este valor se explica porque un 80 % de las estaciones de la muestra aparecen en concentraciones de radio inferior a los 200 m, formadas por varios yacimientos; son los núcleos ya citados de Vallina-Colorado – 3 yacimientos- , Socueva – Abrigo de Suaria – 3 yacimientos-, Cubera – 7 yacimientos-, Peña Sota – 7 yacimientos, Ogarrio –5 yacimientos-, Sierra-Cañuela, CubijíuViar-Acerón -4 yacimientos-, Sobrelascuevas – 3 yacimientos- y Tarrerón – 2 yacimientos-. Las estaciones que siguen un patrón disperso son las de Masío, Cañuela de Bustablado, Aspio, Cabanzón y las del área de Soba. El estudio estadístico de esta variable indica que las estaciones situadas en ambientes de desfiladero presentan un intervalo de distancia al vecino más próximo muy bajo, entre 160 y 390 m y en cambio las ubicadas en ámbitos de ladera y rellano se encuentran mucho más aisladas, alejadas unas de otras, con distancias entre 370 y 1410 m. Esto parece sugerir una pauta de uso diferenciado entre ambas. El otro rasgo discriminante en el patrón de distribución de las estaciones es su asociación significativa al valle. En esta asociación debe intervenir también la disposición en el paisaje de los espacios susceptibles de uso como lugar de hábitat, las cuevas y abrigos, muy relacionadas en su génesis con los cursos de agua. La asociación al fondo del valle, y un patrón de tendencia agrupada, también son los rasgos que describen a los yacimientos mesolíticos de la depresión de Matienzo.

49

Estudio de las evidencias La orientación del espacio no parece un rasgo discriminante, porque, aunque son mayoría las orientaciones protegidas, Este, Sur y Sureste, también aparecen algunas cuevas y abrigos dirigidos al Oeste. Sí es marcada la ausencia de abrigos que miran al Norte. Por otra parte, en muchas estaciones de tipo cueva que presentan en el área de boca amplios abrigos, el yacimiento se encuentra en el tramo más exterior de la cavidad, como si de un abrigo se tratase.

Foto 4.5. Abrigo de Peña Sota, visto desde la boca de Cueva Fresca. Esta asociación al valle se traduce en una posición ombroclimática concreta. Así, del total de 49 yacimientos mesolíticos, 42 se sitúan en la franja más cálida del territorio, con valores térmicos actuales entre los 12 y los 14 ºC de media anual. En la siguiente franja, entre 10 y 12º C se encuentran sólo 7 estaciones y en las más frías ninguna. Cabe destacar también que en este grupo de 7, formado por los núcleos de Valline, Colorado, Abrigo de Asón, Mortero de Astrana, Cubillo de Las Palomas y Cubijíu, se encuentran dos estaciones de conchero que han aportado cerámica – Abrigo de Asón y Cubillo de Las Palomas. Variables microespaciales Para abordar el estudio de la morfología de las cavidades se ha utilizado el tipo de espacio donde se encuentra el yacimiento, diferenciándose entre cuevas y abrigos, así como la métrica de la boca, en anchura y altura y el espacio útil. De esta forma se han aislado tres tipos de cavidades: los abrigos, las cuevas con bocas o vestíbulos amplios, y las pequeñas cuevas, con anchuras de boca inferiores a 5 m (la media de anchura de boca es de 10.8 m para las cuevas). Una buena parte de los yacimientos, quince, se encuentran en espacios de tipo abrigo, en todo el rango de tamaños, desde pequeñas paredes de menos de 5 metros de longitud por algo más de un metro de anchura, hasta grandes y profundos abrigos. Aunque no es un valor indicativo, la longitud media es superior a los 12 metros, con una profundidad de 3 metros. Esto supone un espacio útil relativamente importante, - con un valor medio superior a los 20 m2- sobre todo teniendo en cuenta la utilización hipotética de la primera franja de terreno frente a la visera, mediante el uso de construcciones adosadas a la pared.

50

Algo más de un tercio de los yacimientos se ubica en grandes cavidades; se trata de cuevas conocidas y muy frecuentadas a lo largo de toda la prehistoria y de la historia, y suelen aportar evidencias de muchos momentos: Vallina, Socueva, Coventosa, Cañuela, Escaleras, Masío o el Aspio. En este grupo se encuentran los yacimientos de posible cronología epipaleolítica o aziliense. Las evidencias de la ocupación humana mesolítica se han conservado generalmente en los laterales más exteriores del vestíbulo, pero todo indica que en origen el yacimiento cubrió toda la boca. En cuevas como La Sierra o Cabanzón aparecen evidencias líticas y faunísticas varios metros hacia el interior. En la de Cañuela de Valle el nivel fértil aflora también en el fondo de una colada, a varios metros de la boca, aunque probablemente se trate de un paquete deslizado desde la misma. El espacio útil en estas cavidades es más alto que en los abrigos, pues, con una anchura de boca media similar, ofrecen mayor profundidad de área útil con luz natural, y así el área utilizable media de las grandes cuevas multiplica por siete al de los abrigos. En contra debe tenerse en cuenta que se trata, en algunos casos, de espacios más húmedos que los abrigos bien orientados, aunque estas cuevas están bien orientadas en su mayoría: de las diecisiete sólo cuatro presentan la componente Norte y/o Oeste. Los otros se orientan al Este, al Sur, o al Sureste. Expuestas 24.5%

Protegidas Intermedias

57.1%

18.4%

Figura 4.3. Orientación de las estaciones mesolíticas Por último, trece yacimientos se encuentran en cavidades de tamaño reducido. Esta población presenta una media de anchura de boca muy pequeña, con sólo 3.7 m. La orientación cálida y seca no parece haber primado en la selección de

Estudio de las evidencias los grupos mesolíticos sólo utilizaban las pequeñas cuevas y los abrigos de tamaño reducido cuando estos lugares se encontraban cerca del fondo del valle. Las estaciones algo alejadas del valle, y quizás más apartadas de determinados recursos o de las vías de comunicación, eran utilizadas por brindar mejores condiciones de uso o por su capacidad de uso para un grupo mayor. En cualquier caso se trata de términos relativos, porque como ya se dijo, las alturas y distancias al valle son siempre limitadas. Los datos indican cierta relación entre el espacio útil y la orientación, y así las estaciones bien orientadas tienen un área utilizable de más del triple que las cavidades con orientaciones medias y malas. 4.2.2. Los yacimientos: caracteres generales Concrección masiva Limos calcáreos con bloques Nivel de terraza fluvial con cantos Nivel de arenas y cantos, fluvio-glaciar. Fragmentos de hueso

.

Conchas de Cepaea nemoralis

Figura 4.4. Croquis estratigráfico del abrigo de Cubera estos lugares pues una parte importante presentan las componentes W, N o intermedias, aunque el dominio es para la orientación Este, Sur y Sureste. Es probable que varias de estas cavidades hayan sido utilizadas por presentar un abrigo, más o menos amplio en su boca y podrían haberse considerado a todos los efectos como abrigos pues el yacimiento se encuentra en los bordes exteriores. El estudio de la localización en el espacio de los distintos formatos de cavidad indica un comportamiento diferente entre estos dos grupos de estaciones: las grandes cuevas por una parte y los abrigos y pequeñas cueva por otra. Las primeras están situadas a valores de altura y de distancia sobre el valle mayores que las pequeñas cuevas y que los abrigos2. Tales diferencias son estadísticamente significativas, y es posible interpretarlas como producto de un sesgo en la prospección. Aunque el incremento neto de estos valores medios procede, de una parte de las grandes cuevas -Jaral, Masío, Socueva, Aspio, Cabanzón, Viar, Cubijíu y Aceróntambién es cierto que todas las grandes cuevas se clasifican en la categoría media-alta de altura relativa y casi todas las cuevas y abrigos se sitúan en la categoría media y sobre todo baja. Así parece que

El rasgo fundamental que podría describir a los yacimientos epipaleolíticos y mesolíticos del Alto Asón es su estado de conservación deplorable. En buena parte de los casos sólo se conserva un testigo, generalmente de pequeño tamaño, adherido a la pared de la cueva o del abrigo por el carbonato cálcico arrastrado por el agua de escorrentía. La explicación de este importante grado de vaciado de las cuevas tiene probablemente tres causas mayoritarias: a) en las grandes cuevas la erosión pluvial, producida en momentos puntuales, ha supuesto la reactivación de los sistemas y el vaciado de los conductos, b) en gran parte de las estaciones su uso como rediles por los ganaderos de la zona ha llevado a la ampliación de estos espacios y su acondicionamiento, y c) la extracción de estériles para el tratamiento de las tierras de labor, confirmado en muchas estaciones por los vecinos de la localidad. Estos agentes han visto multiplicada su agresividad por la textura muy suelta de estas capas, muy sencillas de excavar, dado su importante contenido en caracoles de tierra. En otras cuevas parte del yacimiento aparece acumulado en el fondo de la cavidad, en posición aparentemente secundaria, como podría ser el caso de la cueva del Tarrerón y en Cañuela de Valle. Los yacimientos que pueden asignarse al Aziliense, con más o menos dudas, parecen conservarse algo mejor, como en el caso del nivel de Coventosa, Cayuela de Bustablado y quizás del yacimiento del Mortero de Astrana. De cronología epipaleolítica también deben de ser las ocupaciones de Socueva, Cuevas I y IV, ambas casi totalmente excavadas.

51

Estudio de las evidencias

En otros casos la concreción química integra a las propias evidencias: abrigo de Suaria, abrigo de Cubera – en este caso sobre una terraza fluvial-, abrigo Bajo Peña Sota y abrigo de Lleres, Cubijíu I y abrigo del Coverón. Por último, bajo un nivel arcilloso o terrígeno, se encuentran los niveles holocénicos del abrigo y la cueva del Tarrerón y del abrigo de Las Abejas II. Costra de carbonato

Calizas y margas Limos con gravas lavadas Arcillas pardas con eboulis

Limos con bloques Margas y calizas margosas del sustrato

Fragmentos de hueso

Figura 4.5. Croquis estratigráfico del abrigo de Las Abejas II. Aunque la información estratigráfica es muy limitada, por su procedencia de observaciones superficiales, el patrón es uniforme, y en casi todas las cavidades se aprecia que el nivel que aporta evidencias epipaleolíticas / mesolíticas, con matriz de origen detrítico o químico, ha sido el último en formarse. Se observan varias posibilidades: el nivel fértil está en superficie, en una capa terrígena o conservado gracias a la acción de consolidación de los carbonatos, o bajo una capa de concreción. Solo en dos yacimientos se encuentra bajo un nivel detrítico. En cualquier caso los niveles suelen ocupan el tramo más alto de las secuencias.

En algunos casos se observa más de un nivel fértil superpuesto. En el caso del abrigo de los Murciélagos, en el grupo Cubera, se aprecia un nivel superior con Cepaea y algunos eboulis de caliza, con Capra, superpuesto a un nivel inferior, también concrecionado, con mayor densidad de eboulis y sin presencia de Cepaea nemoralis. En Cubera aparece una secuencia similar, aunque en este caso los eboulis son escasos en los dos tramos y ambos descansan sobre una terraza fluvial. Dado que las dos cuevas han proporcionado industrias que pueden adscribirse a un momento Aziliense y a una fase mesolítica, es probable que la utilización de Cepaea se intensificase en momentos post-azilienses. En los yacimientos azilienses suelen aparecer algunas conchas de Patella, restos de ciervo y abundante industria lítica, y en cambio, en los yacimientos característicos del mesolítico son habituales las conchas de caracol de tierra – Cepaea nemoralis-, asociadas a fragmentos de carbón, huesos de macromamíferos –cabra montés, ciervo, corzo o jabalí-, y en ocasiones alguna concha marina. También es frecuente la presencia de cantos, con o sin evidencias de uso, así como de restos de talla, habitualmente en sílex.

El nivel se presenta en superficie, en extensión, sin conservar niveles superpuestos, en C. del Masio, C. de Peña Sota III, C. de Escaleras, Cueva 27, Aº Mortero de Astrana, Cubillo de las Palomas I, C. Sobrelascuevas, Cubío del Acerón, C. de La Sierra, Cubijíu II, C. Aspio o Cvo. de Campuvijo. En varios de ellos se aprecia, en las zonas cercanas a las paredes, la existencia de concreciones pavimentarias que cubren o que cementan el propio nivel fértil. En otras estaciones sólo se conserva un testigo de nivel arcilloso, adherido a la pared: Cueva del Jaral, Vallina A y B, Cueva 22.

Sólo se dispone de un registro faunístico procedente de una excavación arqueológica, en sentido estricto para el ámbito de trabajo. Se trata de la serie obtenida por Apellániz, en el nivel III del Tarrerón. Los demás datos proceden de la observación en el campo de las piezas dentarias y algunos huesos significativos en las masas de conchero cementadas y en la superficie de sus niveles.

Estaciones en que el nivel fértil aparece con claridad bajo una capa de concreción pavimentaria aparentemente estéril son el abrigo del Río de Bustablado, Cubías Negras III, el abrigo de Las Abejas, la cueva de Los Murcielagos, la cueva de Cabanzón– en que también se conserva algunos puntos dentro de la concreción, Peña Busta, Viar, Siñuelo I. En Socueva I el nivel fértil descansa sobre un fino nivel con clastos y está cubierto por una capa terrígena.

Entre la fauna de macromamíferos la especie mejor representada, es la cabra montés (Capra pyrenaica), que supone el 40 % de los registros. La otra especie típica de roquedo, el rebeco, es difícil de diferenciar en las muestras concrecionadas de otras especies menores, como los ovicápridos domesticos, por lo que se ausencia podría deberse a una deficiencia de muestreo. En cuanto al ciervo es la segunda especie en importancia, y debe valorarse que es fácil de identificar en las masas concrecionadas; supone el

52

4.2.3. Las evidencias de explotación del medio a) La caza y la recolección

Estudio de las evidencias 34 % de las citas en estaciones con yacimiento epipaleolítico / mesolítico. El corzo se ha registrado en seis estaciones y el jabalí en cinco. Los datos para las estaciones azilienses en las zonas altas de la Región son escasos en Cantabria, pero puede esbozarse un marco comparativo utilizando información de Asturias y del País Vasco. Por ejemplo, en los últimos niveles de La Riera es característico el dominio de Cervus en toda la serie, entre un 52 y un 84 %, del 24 al 29. La cabra montés varía entre el 9 y el 42 %, completando casi los valores de la especie anterior (Straus, Clark 1986). De todos modos resulta significativo el incremento del corzo en el nivel 29, que pasa a ser la segunda especie (Altuna 1995).

16 14

Yac. C Yac. C2 y C3

12 10 8 6 4 2 0

Figura 4.6. Frecuencias de fauna según el entorno del yacimiento. El nivel 1 de Rascaño, en el mismo valle, parece formado en un momento frío, el Dryas III, e indica una alta especialización en la caza de la cabra, con más del 85 % de los restos (Altuna 1995).

Foto 4.6. Molar de cabra montés integrado en la masa de conchero, en la pared del vestíbulo de la cueva de ElPico. En el nivel aziliense de Cueva Morín, aunque el número total de restos de fauna es reducido, el dominio del ciervo es también muy importante. Los 77 restos de ciervos corresponden a un mínimo de 5 individuos y suponen el 85.5 %. La cabra montés está representada por un único resto, al igual que el corzo y el jabalí (Altuna 1978). El biotopo más similar al del Alto Asón en la zona es el Alto Miera, donde se encuentran las cuevas del Pielago I y II. La serie faunística de estos yacimientos es un reflejo de un medio de roquedo muy puro: la mayor parte de los restos proceden del género Capra –Capra pyrenaica, Capra ibex, Capra sp.- y del género Rupicapra –Rupicapra rupicapra-. Los valores de ciervo son secundarios, y así, por ejemplo, en Pielago II, frente al 65 % de representación del género Capra, y el 24 % del rebeco, el ciervo sólo supone el 6.7 % de los restos. Los valores del resto de los mamíferos son puntuales y así sólo aparecen unos pocos huesos de caballo y de bóvido, y el corzo y el jabalí no se citan (LópezBergés y Valle 1985).

En general se detecta en los niveles la llegada del Preboreal por el incremento de los valores de corzo y jabalí, a costa del ciervo. De todos modos, parece claro el contraste entre las series azilienses procedentes de estaciones ubicadas en las zonas bajas, en Cantabria en la Marina, que mantienen el monocultivo de Cervus y en que la presencia de Capra es secundaria, y el ambiente de roquedo, típico paisaje de las zonas medias e interiores, en que el dominio es para la cabra y en que el ciervo presenta valores secundarios. El caso contrario o complementario de Rascaño sería el yacimiento aziliense de Valle, que aunque en una zona ya interior, presenta un entorno de paisaje mixto. La cueva se abre frente a una amplia vega y a su alrededor la extensión de roquedo calizo es limitada. De hecho, en su área de captación de 2 km de radio, el 36 % de la superficie es de sustrato calizo, y en un radio de 3 km, este sustrato no alcanza el 25%, correspondiendo la mayor parte del paisaje a un medio silíceo, donde se podrían ubicar bosques y landas. La excavación realizada entre 1996 y 1998 bajo la dirección de García-Gelabert (1997-1998) revela, para el nivel aziliense, en el corte GDSS/1, un dominio casi total del ciervo, con 91.4 % del número de restos. La cabra montés supone el 4.4% y el corzo el 1.2 % (Pino Uría 1988). La muestra es de tamaño medio y puede

53

Estudio de las evidencias

Así pues los datos parecen indicar que, para el período cultural previo al Mesolítico, el Aziliense, no es tanto la posición de la estación en la zona de Marina o de interior lo que condiciona el tipo de recurso faunístico explotado, sino el paisaje asociado a ella. A pesar del carácter muy limitado de las observaciones de los yacimientos del Alto Asón puede verse en qué medida este planteamiento podría extrapolarse al Epipaleolítico y al Mesolítico. El estudio de las escasas evidencias faunísticas aportadas por los yacimientos del Alto Asón confirma que el registro de cada yacimiento es un reflejo de su entorno. Parece lógico que se minimizase el trayecto de trasporte de la caza, desde el lugar donde fue abatida la pieza hasta la estación donde se llevó a cabo su procesado. En este sentido, para esta zona y periodo, sólo se cuenta con la información sobre la modalidad de tratamiento utilizado en el nivel mesolítico de la Cueva de Valle. Resulta significativo el dominio de animales jóvenes, y así más del 60 % del total de restos son subadultos. En la muestra aziliense los huesos de ciervo son, en su mayoría, apendiculares (60.7%), seguidos de los craneales – sobre todo dientes-, destacando la baja representación de los restos axiales. Para el caso del Alto Asón, en el primer grupo de estaciones diferenciadas, las ubicadas en medios de desfiladero o de alta energía del relieve, formado por 20 yacimientos, el 65 % de las referencias de fauna corresponden a cabra montés y el 21 % restante a ciervos y el 10 % a corzos. Este valor asciende al 80 % si no incluimos las series que pueden considerarse Azilienses. En cambio, en el grupo b y c, o asentamientos de ladera, rellano o de valle, formado por otros 23 yacimientos, sólo el 21 % de las referencias corresponden a cabra, siendo el resto de especies de bosque –ciervo: 37%, corzo 21 % y jabalí 13% -. Dentro de este grupo, aunque el ciervo es la especie con más citas, en 13 yacimientos, es importante el valor del jabalí y del corzo. Resulta frecuente en muchas estaciones la presencia de restos de animales jóvenes. Esta misma tendencia se refleja en los valores de pendiente del entorno de las estaciones. Los yacimientos que sólo aportan restos de cabra tienen valores de pendiente medios muy superiores (60 %) a los que aportan sólo restos de ciervo, o corzo y jabalí asociados (39 y 33 %). En Matienzo, utilizable como un grupo más en la comparación, se dispone del registro faunístico del

54

% de pendiente entorno de la estación

considerarse representativa, con un tamaño de 467 huesos identificados3.

Valores medios de pendiente por tipo de fauna

0.7 0.6 0.5 0.4 0.3 0.2 0.1 0 Cabra Ciervo y Ciervo Cabra

CorzoJabalíCiervo

Figura 4.7. Valores de pendiente del entorno de los yacimientos, según proporcionan diferentes especies de fauna. Cubío Redondo, fruto de una excavación muy limitada, que indica que la mayor parte del número de restos corresponde al ciervo, con algo más del 50 %, seguido del corzo, con casi el 16 % y del jabalí y el rebeco, con un 12%. Resulta muy destacable la baja representación de la cabra, que no llega al 1% (Castaños 2001). En Cofresnedo aunque sí aparece cabra, lo hace con valores similares a los de las especies de bosque, el jabalí y el corzo (Ruiz Cobo y Smith 2003). En el tramo medio del Asón, además de Valle, han aparecido evidencias de yacimiento mesolítico en otras estaciones. En la cueva de San Roque, el yacimiento con un registro más completo, se han citado restos de ciervo, corzo, jabalí y gran bóvido. La boca de la cavidad se abre junto al borde del valle, en un paisaje de colinas suaves, lo que se ajusta bien a este espectro de fauna. La implicación de que el registro faunístico de los yacimientos sea un reflejo más o menos velado de la disponibilidad del entorno de la estación, y que esto se extienda desde el medio al Alto Asón son interesantes. Con toda probabilidad estos grupos de cazadores, buenos conocedores del perfil de caza para cada bioma, desarrollaron un tipo de caza ajustado a cada medio. Así, en los desfiladeros del Alto Asón, del Gándara y del Carranza pudieron utilizar el sistema de batidas sobre manadas de cabras, y en los bosques de las laderas de Soba, situar trampas para cazar corzos, ciervos y jabatos.

Estudio de las evidencias Una parte significativa de los yacimientos considerados como mesolíticos, en torno al 75 %, incorpora conchas de caracol de tierra (Cepaea nemoralis), por lo que se trata de un rasgo distintivo de esta facies. El estudio de la métrica de sus conchas en un yacimiento de Matienzo, El Cubío Redondo, (Ruiz Cobo y Smith 2001), indica que la muestra estudiada podría haber sido recogida entre finales del verano y comienzos del otoño. Las poblaciones de caracoles debieron de suponer un recurso relativamente seguro y cómodo de recoger para estos grupos, aunque probablemente, como los

Foto 4.7. Conchero de Cepaea, en la cueva del Siñuelo I. moluscos marinos en las estaciones litorales, su aportación a la dieta fue complementaria. También en este yacimiento se ha documentado la utilización, relativamente importante dado el reducido volúmen excavado, de bellotas y de avellanas. Es posible que la importancia de los cantos en las estaciones mesolíticas pueda relacionarse con su procesado. También es frecuente en las series estudiadas la presencia puntual de conchas marinas (aparecen en el 20 % de los yacimientos), generalmente de mejillón (Mytilus edulis) y ostra (Ostrea edulis), que son significativamente las que mayor tiempo pueden permanecer vivas fuera del agua. El resto de las espacies de moluscos están muy poco representadas. Esta presencia, siempre anecdótica por su número, se ha acreditado también en los yacimientos de Matienzo, como en el Cubío Redondo, Cofresnedo y en otras zonas del propio Asón, como en el sector de Rasines. Generalmente aparecen mejillón y ostra,

aunque también se ven conchas de muergo (Solem sp). La presencia tan limitada de un recurso recogido a varios kilómetros de distancia, no encuentra una explicación fácil, dentro de una lógica de organización de las actividades de recolección y consumo. b) Las materias primas Las series consideradas mesolíticas en el alto Asón que han aportado utillaje y restos de talla en un número mínimamente representativo son sólo siete: abrigo de Cubera, cueva de Las Abejas, cueva de Los Murcielagos, Escaleras, Mortero de Astrana, Tarrerón y cueva de La Sierra. En total se ha estudiado un conjunto de unas 600 piezas, procedentes de todos estos conjuntos, por lo que su valor sólo puede ser indicativo y utilizarse para hacer una aproximación a los tipos de materia prima utilizada. En este grupo se incluyen dos colecciones antiguas, las de la Cañuela de Arredondo y Coventosa que se tratarán de forma independiente dado que se trata de series claramente seleccionadas. En general el sílex domina de forma absoluta en las colecciones y supone más del 90 % de las piezas. Del resto, una parte significativa son fragmentos de cantos, y cantos de arenisca de grano fino, y el resto piezas de marga silícea, cuarcita y de cuarzo. Dentro del sílex la variedad más representada es la gris y negra local, abundante en las calizas aptenses, con el 40 % de las piezas, aunque las series son poco homogéneas. Las variedades procedentes del litoral representan el 23% y aquellas otras para las que no puede determinarse el origen, ó son claramente foráneas, el resto. Esta tendencia a incrementarse el uso de las materias primas de origen local y litoral, frente a las procedentes del exterior del territorio, parece un rasgo característico de las estaciones mesolíticas. Así, el estudio de la serie mesolítica del Cubío Redondo, en Matienzo, formada por 304 piezas, indica la importancia del uso de las materias primas locales en los procesos de talla realizados en el propio yacimiento. Entre el material de desecho el sílex local supone el 64 %, y el sílex litoral el 32.6, reduciéndose las variedades foráneas al 4 %, lo que indica que las piezas realizadas en sílex de calidad, en otros yacimientos, llegaron ya como tal a las estaciones de montaña.

55

Estudio de las evidencias

Cañuela

70 60 50 40 30 20 10 0

Coventos Escaleras

in ad o

In de te rm

Lo ca l

Tarrerón

Li to ra l

Fo rá ne o

En las series de Cañuela y Coventosa, que por su utillaje retocado y por las características de sus niveles podrían asignarse al Epipaleolítico, las variedades foráneas se sitúan en torno al 50-60 % y las litorales entre el 20 y 30%. Las materias primas locales - la marga silícea y el sílex local- casi no fueron utilizadas, a excepción de las areniscas fluviales. De todos modos, ambos yacimientos han sufrido una importante selección en su recogida, presentando un alto número de piezas retocadas, y un tamaño muy grande de las mismas, por lo que es factible que estos valores no sean representativos de la población original. Procedente del nivel paleolítico 4.3 –auriñaciensede Cofresnedo, recuperada en una excavación arqueológica realizada con metodología actual, se ha estudiado una serie de 446 restos de talla. Aquí las variedades foráneas son casi el 60 % en esta muestra, las litorales no llegan al 14 y los sílex y la marga local suponen casi el 30 %, muy lejos del 64 % del yacimiento Mesolítico del Cubío (Ruiz Cobo y Smith 2003).

Figura 4.8. Frecuencias de tipos de sílex en cuatro estaciones del Alto Asón. Se aprecia un comportamiento diferente entre las estaciones epipaleolíticas – Cañuela y Coventosa- y las mesolíticas –Escaleras y Tarrerón-. Las primeras están dominadas por los sílex foráneos y las segundas por los locales.

Así pues los grupos humanos que utilizaron las sierras y los valles interiores en el oriente de Cantabria durante el Atlántico combinaron tres fuentes de abastecimiento de materias primas: locales, litorales y foráneas. Las materias locales fueron procesadas íntegramente en los yacimientos y en cambio las otras dos llegaron, al menos parcialmente, en forma de utillaje ya preparado a la estación. La aparición de materias primas litorales de forma habitual en estos yacimientos del interior hace pensar que el territorio anual de estos grupos llegaba desde el mar hasta el interior, situado a una jornada de camino. Esta cercanía hace innecesario plantear un patrón de tipo estacional puro, aunque probablemente, las zonas interiores se utilizaron sobre todo desde el final de la primavera a comienzos del otoño.

muy cortas, y enfocadas directamente a la caza y pesca podría traerse ya el equipo de herramientas, incluidos unos núcleos de repuesto. Si la estancia fuese bastante mas larga quizás sería necesario recurrir al uso de materiales locales.

No sabemos cuando se produce el cambio entre los patrones de obtención de materias primas del Paleolítico y los del Mesolítico. En la excavación del Piélago I la importancia del sílex negro llamó la atención a los excavadores, que indican que en torno a cinco de cada seis piezas están realizados en este material (García Guinea 1985), lo que supondría más de un 80 %. Pero esto ocurre sólo en la parte alta de la secuencia, en los niveles 1 a 4, porque en el nivel 5 y 6 – Magdaleniense Superior y Final, denominados por su excavador protoazilienses- el sílex gris/negro desaparece casi totalmente, sustituido por variedades de vetas y sílex blancos. Esta sustitución de unos materiales por otros puede indicar tanto un cambio real en las fuentes de abastecimiento como una variación en el patrón de uso del espacio. Si las excursiones al interior fuesen

56

En la dinámica de abastecimiento de materias primas debe tenerse en cuenta que la transgresión de comienzos del Holoceno afectó al sector del territorio más rico en vetas portadoras de nódulos de sílex, correspondientes al flysch del final del Cretácico y comienzos del Terciario, lo que obligó a la búsqueda de nuevas fuentes de materia prima. Los datos de Piélago I – que no el Piélago II, dominado en toda la secuencia por variedades foráneas- indican que este proceso de sustitución de unas materias primas por otras se produce con el comienzo del Aziliense. González Sainz (1995) estudia este proceso, generalizable en la Cornisa Cantábrica y sugiere que se trata de un fenómeno que comenzó con el final del Magdaleniense. Lo interpreta como resultado de una reducción del área total de captación de materias primas, producido a su vez por el rápido incremento de población de la región durante la segunda mitad del Tardiglaciar (González Sainz 1995). Esto supondría quizás una reducción del grado de movilidad anual de los grupos y limitaría las áreas aprovechadas al cabo de un ciclo, a lo que se uniría la reducción de extensión derivada del avance marino. El trabajo en el Cubío indicó la presencia de dos poblaciones diferentes de piezas: en sílex litoral aparecen útiles fragmentados y lasquitas de reafilado y el sílex local en cambio estaba presente todo el proceso de talla, incluyendo también utillaje

Estudio de las evidencias retocado. Esto podría confirmar la bipolaridad del hábitat, que combinaría estancias en el litoral, en estaciones centrales, con campamentos especializados de montaña, con peores condiciones de uso, para estancias cortas.

50

4.2.4. Las industrias

20

Aspio

Frecuencias Grupos Laplace

Total Asón

40 30

10

Industria lítica

Se ha realizado un estudio global de las industrias en los 36 yacimientos que han aportado restos líticos, y en general se trata de conjuntos muy reducidos, con muy bajo número de piezas. De hecho, la mayor parte de las series son exiguas, contándose únicamente con dos colecciones que superan el medio centenar de piezas: las de Cañuela y Aspio, y

E

La industria del Aspio, procede de la superficie del vestíbulo y está formada por 60 útiles sobre lasca y lámina, aunque sólo 35 son piezas retocadas, todas ellas en sílex. La métrica de los útiles es grande en términos relativos y destaca la abundancia de piezas dobles, siendo la mayoría de ellas dobles. También se localizaron un yunque-percutor, un percutor de arenisca y un disco de caliza. Predomina el orden de los simples y los sobreelevados, muy bien representados, seguidos de los abruptos. El orden de los buriles y astillados aparecen sólo de forma anecdótica.

Cañuela

Frecuencias Grupos Laplace

Escaleras 12 10 8 6 4 2 Bc PD /L D /B TD

A+ T

D

G

P

0 R

Se dispone además de dos pequeñas colecciones, muy mal documentadas, producto de excavaciones antiguas, la de Coventosa y la de Cañuela, realizadas por el equipo de peones camineros de la Diputación en los años cincuenta del siglo XX. Ambas series, conservadas hoy en el Museo Regional, han sido profundamente seleccionadas en su recogida. El resto, que son la mayoría de los conjuntos, son fruto de recuperaciones de superficie realizadas por el C.A.E.A.P. durante la prospección llevada a cabo en este sector en el año 1987 y estudiadas en los fondos del M.R.A.P.

B

Bc PD /L D /B TD

T

D

A+

G

cuatro colecciones con más de una decena de piezas, Coventosa, Escaleras, Mortero de Astrana y Tarrerón. El resto de las colecciones poseen un número muy limitado de efectivos. En cuanto al utillaje retocado destacan las cuevas del Aspio, Tarrerón, Escaleras, Cañuela y Coventosa que incluyen más de una decena de útiles y las cuevas del Mortero y del Carrascal o de La Sierra con más de media docena.

E

Figura 4.9. Frecuencias de modos de retoque en los conjuntos del Alto Asón, según la sistemática de Laplace.

Figura 4.10. Frecuencias de tipos generales, en la series del Asón, según la sistemática de Laplace.

B

Ec ai lle

Pl an o

il Bu r

o Ab ru pt

Si m pl e So br ee le va do

50 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0

R

Se conocen muy pocas industrias en el sector del Alto Asón debido a la ya citada carencia de trabajos de excavación recientes, puesto que únicamente el yacimiento del Tarrerón cuenta con una excavación relativamente moderna - años setenta del pasado siglo-. Las únicas series publicadas son las del Tarrerón (Apellániz 1967) y las del Aspio (Serna y otros 1994), precisamente, las colecciones más importantes.

P

0

Figura 4.11. Comparativa de frecuencias de tipos generales de Laplace entre Escaleras y Cañuela.

57

Estudio de las evidencias

Figura 4.12. Industria lítica de series epipaleolíticas y mesolíticas del Alto Asón. Dorsos y geométricos de las series de Los Murciélagos de Asón (1), Escaleras (2, 3), El Aspio (4, 5), Lastras II (6), Las Abejas (7), La Sierra (8,9) y Cueva del Tarrerón (10 a 13). Las raederas son útiles muy abundantes y están representadas por diseños simples, marginales y sobreelevados. Sin duda destacan dos láminas con retoques sobreelevados en los bordes, de las denominadas "láminas auriñacienses", una de ellas completa, asociada a una truncatura. La otra es un fragmento mesial. Muy interesante es la presencia de una lasca foliácea estrangulada con retoques simples directos, una pieza muy característica de los yacimientos mesolíticos y neolíticos. Los raspadores también son numerosos predominando los planos sobre los altos. Entre los primeros destaca uno fabricado en el talón de una lámina, asociado a una escotadura y otro fabricado sobre una lámina retocada. Los otros planos son uno sobre lasca y uno inverso sobre lasca retocada y dos raspadores planos en hocico fabricados en una lasca. Hay dos raspadores carenados, uno de ellos en hocico. Sin duda los raspadores son uno de los grupos más importantes de la colección aunque sus rasgos no sean demasiado característicos de ningún momento en concreto. Por otro lado son piezas de

58

buen tamaño y, en general, de buena factura, lo que es más característico del Paleolítico Superior y del Epipaleolítico, frente al Mesolítico; por otro, aparecen varios raspadores inversos, uno de ellos en el talón, más propios de industrias avanzadas, frecuentes en conjuntos del Neolítico. El grupo de los denticulados es el más abundante en la colección, y está representado básicamente por las escotaduras, ya que los denticulados son muy escasos. Las escotaduras se suelen asociar a otros útiles, y su abundancia parece un carácter tardío, si bien también son frecuentes durante el Paleolítico Superior y Epipaleolítico. El orden de los abruptos está bien representado mediante piezas con retoques abruptos, becs, truncaturas, puntas de dorso, láminas de dorso y láminas de dorso truncadas. Sin duda las piezas más interesantes son las puntas de dorso, con dos ejemplares. El primero tiene el dorso curvo, y su fractura basal impide asegurar que se trata de una punta aziliense, aunque no puede descartarse que se trate de un segmento de círculo. La segunda pieza presenta una muesca adyacente. Son muy

Estudio de las evidencias

Figura 4.13. Industria lítica de series epipaleolíticas y mesolíticas del Alto Asón. Muescas de Aspio (1-2), La Sierra (3-8), Siñuelo I (4), Murciélagos de Asón (5), Cueva del Tarrerón (6, 7,9).

características las truncaturas, todas ellas laminares, excepto una, y se asocian generalmente a raederas laterales. Además hay una laminilla de dorso truncada, dos piezas de dorso, una lámina con dorso marginal y una laminilla de dorso. El perforador es desviado y se ha fabricado sobre una lámina simple y una lasca con retoques abruptos. Resumiendo, el grupo de los abruptos está muy bien representado, como es norma a partir del Magdaleniense hasta el Neolítico, siendo abundantes las truncaturas, útiles muy frecuentes en las colecciones del Aziliense, y resulta destacable la escasa representación de las laminillas retocadas y presencia de una única punta aziliense rota, sin duda el útil más significativo del grupo, por tratarse de un tipo muy frecuente durante el Aziliense.

Los buriles sólo están representados por un ejemplar, aunque se trata de una pieza de factura muy típica. Los buriles son raros desde el Mesolítico hasta la Prehistoria Reciente, detectándose ya en el Aziliense una fuerte disminución en sus frecuencias con respecto al Magdaleniense. La serie incluye también una pieza astillada. Estos útiles son muy abundantes durante las fases neolítica y calcolítica, aunque a veces sea también frecuente en el Magdaleniense, especialmente en aquellos yacimientos donde domina la cuarcita y/o la radiolarita, materiales donde se suelen fabricar este tipo de piezas, como se observa en la serie de la cueva del Rejo, de un momento avanzado del Paleolítico Superior.

59

Estudio de las evidencias

. Figura 4.14. Industria lítica de series epipaleolíticas y mesolíticas del Alto Asón. Raspadores de las series de Aspio (1, 10), Las Abejas (2), Siñuelo (3), Sierra (4, 9, 10, 12, 13), Cabazón (5), Murciélagos de Asón (6), Mortero de Astrana (7), Tarrerón (8, 11, 14)

En lo que respecta a los restos de talla son dominantes los productos laminares, dentro de los que destacan las laminillas y sobre todo los núcleos, muchos de ellos piramidales, preparados para la extracción de laminillas. La industria del Aspio es, en general, poco indicativa, si bien algunos caracteres de la misma

60

nos permiten hacer alguna aproximación. La fauna aparecida es muy escasa, dominando ampliamente la cabra montés y con presencia de ciervo y de jabalí. La industria está realizada mayoritariamente en sílex, aunque local, de buena calidad. Aparecen abundantes raspadores, alguno de ellos inverso, lo que supone un rasgo tardío. Son características algunas láminas auriñacienses y una lámina estrangulada, pieza muy frecuente en contextos

Estudio de las evidencias mesolíticos. También es muy significativa la presencia de una punta aziliense. Así pues, y en conjunto, el Aspio es un yacimiento claramente de hábitat que podría atribuirse a un momento evolucionado del Aziliense, aunque con toda probabilidad la ocupación continuó en fases mesolíticas. De La Cañuela procede una importante colección lítica, hallada por el equipo de camineros en las excavaciones efectuadas en los años cincuenta en la parte derecha del vestíbulo. Se compone de 469 efectivos líticos y algunos restos de fauna, en concreto, 1 concha de Patella vulgata, 1 fragmento de concha de Ostrea sp. y restos óseos con presencia de ciervo, Bos sp. y Capra sp. La colección lítica, muy seleccionada, se compone únicamente de elementos de cierto tamaño y mayoritariamente realizados en sílex (95.74 %), con una mínima presencia de cuarcita (1.92 %) cuarzo (1.28%), arenisca (0.64 %), caliza (0.21 %) y ofita (0.21 %). A pesar de estar seleccionada es muy pobre en útiles, que únicamente representan el 3.62 % de la industria. Los 17 útiles hallados pertenecen al orden de los simples y de los sobreelevados, donde abundan las raederas con 11 ejemplares, la mayoría de ellas marginales y laterales sobre lámina, destacando dos ejemplares inversos sobre lámina. Es interesante la presencia de una punta fabricada sobre lasca, con retoques laterales directos, y de dos denticulados marginales y una escotadura. Pero sin duda las piezas más características son dos raspadores en hocico, uno plano y el otro carenado, bastante típicos. Los restos de talla, aunque abundantes son poco representativos, con 440 ejemplares (330 lascas, 115 láminas y 5 núcleos) destacando la alta proporción de productos laminares: las láminas suponen el 26 %. Resulta significativa la presencia de varios núcleos piramidales, orientados a la extracción de laminillas. Resumiendo, ni la escasa fauna conservada, ni la industria resultan características, aunque algunos rasgos apuntan a una cronología tardía, quizás Aziliense: la abundancia del sílex, la alta frecuencia de los productos laminares, la presencia de raspadores en hocico, excepcionalmente el carenado,

la métrica bastante grande de los útiles y la misma asociación faunística, propia de momentos postpaleolíticos, que incluye a la ostra, una especie frecuente en yacimientos holocénicos. Así pues, con muy poca seguridad se puede asignar esta serie industrial a un momento Epipaleolítico. La serie de la cueva de Coventosa también procede de una excavación de los camineros en los años cincuenta y, como la de Cañuela, ha sido muy seleccionada, aunque es sensiblemente más reducida. Únicamente se compone de 27 elementos líticos, de los que casi la mitad (14) son útiles. La mayor parte de las piezas son sílex (25) y la arenisca está presente en dos piezas, un chopper y un fragmento de canto con retoques. Los 12 útiles son pequeños, todos ellos poco característicos, salvo quizás los dos raspadores, ambos frontales sobre lasca y una truncatura. El resto de las piezas son raederas y escotaduras. La colección sin duda es tardía y podría situarse en un momento entre el Paleolítico Superior y el Mesolítico. A favor de una atribución epipaleolítica juegan el tamaño grande de las piezas, la buena calidad del sílex, la masiva presencia de cabra montés y de ciervo. Mayor interés tiene la serie procedente de la superficie de la cueva de Escaleras, con 45 piezas líticas y algunos restos de cabra montés. La gran mayoría de las mismas son de sílex, apareciendo esporádicamente la arenisca y la cuarcita. Hay 31 restos de talla (25 lascas, 3 láminas y 3 núcleos). Entre las lascas predominan ampliamente las simples, sobre las secundarias. La colección de útiles, aunque reducida es bastante expresiva, con 18 ejemplares. Domina el orden de los simples y los sobreelevados (61,11%) seguido de los abruptos (22.22 %) y los buriles (16.67 %). Son frecuentes las raederas, generalmente sencillas, además de una marginal. Todas ellas son de soporte lasca, excepto una sobre lámina. Los raspadores son los útiles más abundantes, 5, todos ellos realizados por regularización de núcleos y un raspador frontal, asociado a un perforador y a una raedera denticulada, sobre lasca de decorticado primario. Hay una escotadura lateral directa sobre lasca simple.

61

Estudio de las evidencias

Figura 4.15. Industria lítica de series epipaleolíticas y mesolíticas del Alto Asón. Piezas de retoque continuo de las series del Alto Asón.

El orden de los abruptos está muy bien representado y además del perforador asociado a un raspador ya comentado, aparece un fragmento proximal de punta con retoques a doble bisel, con el dorso muy curvo, sobre laminilla y dos laminillas retocadas, una de dorso y la otra con truncatura angulada. Sin duda, son las piezas más características de la colección, sobre todo la punta con retoque a doble bisel, modalidad de retoque característica de momentos avanzados. Aunque se ha querido considerar este tipo de retoque como un rasgo típico de los tecnocomplejos neolíticos, también aparece en series mesolíticas4.

62

Los buriles son abundantes, aunque mucho menos que los raspadores, apareciendo ejemplares muy característicos. Hay uno sobre truncatura fabricado en una lámina y uno diedro múltiple, un diédro en ángulo y el otro sobre plataforma plana preexistente, fabricados sobre una lasca simple. Sin duda las características de esta industria son tardías. Las atribuimos a un momento muy evolucionado del Aziliense por varios motivos: la fauna asociada a las industrias, presencia de la cabra montés y la ausencia de conchero de Cepaea

Estudio de las evidencias nemoralis, la importante presencia de raspadores, muchos de ellos sobre núcleo, la representación de los buriles, muy escasos desde el Mesolítico, la abundancia del utillaje de dorso sobre laminillas, etc. En cualquier caso, la presencia de rasgos industriales avanzados, como el retoque a doble bisel, quizás indica la existencia de continuidad en el hábitat, hasta fases mesolíticas.

Foto 4.8. Abrigo que bordea la sima del Mortero de Astrana (Soba), una estación post-glaciar en el Alto Soba.

En el Mortero de Astrana se ha recuperado una pequeña colección de superficie, de indudable interés. El yacimiento se encuentra en el enorme abrigo de entrada en cuyo centro se abre la sima. Es una estación situada a gran altitud, en medio de un paisaje de lenares, propicio para animales de roquedo. Entre la fauna identificada en el abrigo aparecen ciervo además de cabra montés. Únicamente se han recogido 19 piezas líticas, la mayor parte de ellas de sílex (16), en general de buena calidad, con algunas calizas (2) y una arenisca. De ellas 12 son restos de talla y 7 están retocadas. Los productos laminares (5) casi igualan a las lascas (6), superando las laminillas a las láminas, todas ellas simples, mientras que entre las lascas aparecen el mismo número de piezas simples que corticales. Los útiles recuperados son poco expresivos, y solo están representados el grupo de los simples y el de los abruptos. Aparecen varias raederas, un denticulado carenado, un raspador sobre lasca, muy corto y plano, de aspecto evolucionado, quizás la pieza más característica de la colección. El orden los abruptos está representado por dos útiles, un bec y una laminilla de dorso con retoques muy finos, a doble bisel, en el filo. Este yacimiento debe adscribirse a un genérico momento post-paleolítico por varios motivos: la gran altitud a que se encuentra, lo que casi descarta la asignación a un momento tardiglaciar, el predominio de los sílex de buena calidad, con unos útiles de buen tamaño, frente a lo que ocurre con las series mesolíticas, la inexistencia en el yacimiento

de conchero de Cepaea, más propio de fases evolucionadas, y los mismos rasgos de la industria, con abundantes piezas laminares, la presencia de un raspador plano y sobre todo la laminilla de dorso con retoques a doble bisel en el filo Las dos últimas colecciones líticas de cierto tamaño que se han estudiado son muy reducidas: las series de Vallina, únicamente con 7 piezas de sílex y la de la cueva de Las Abejas, en donde se han recuperado 4 útiles y algunos restos de talla. La colección de Vallina procede de la superficie del sector del fondo del vestíbulo, donde el goteo estalagmítico ha alterado la capa superficial. Todas sus piezas son de sílex, de buena calidad y de cierto tamaño. De ellas 4 son útiles y 3 restos de talla. Entre estos últimos aparece una lámina y una lasca de retoque. El utillaje se compone de dos raspadores, uno plano en hocico y otro realizado por regularización de un núcleo; una lámina de dorso parcial y una lasca con escotadura. Entre los restos de fauna aparecen esquirlas con marcas de descarnado y un premolar de corzo. Se trata de una serie demasiado exigua para realizar una atribución cronocultural, aunque la presencia de corzo, así como la relativa abundancia de sílex de calidad, y de productos laminares y la presencia y el diseño típico de los raspadores, permitiría una hipotética atribución a un momento Aziliense y a una fase mesolítica post-aziliense, durante la que se podría haber formado el conchero de Cepaea situado en el lateral del vestíbulo. La breve colección de Las Abejas incluye, además de restos de talla, con varios núcleos, 4 útiles: dos raederas laterales, un raspador frontal carenado y una punta de dorso, destacando estos dos últimos útiles, especialmente la punta de dorso total sobre laminilla. El conjunto puede atribuirse al Aziliense por la presencia de los dos útiles citados, especialmente el segundo, la existencia de sílex de buen tamaño y calidad, el aspecto del nivel fértil, la proximidad con otras cavidades con industrias azilienses, como el Abrigo de Cubera, la fauna hallada en el propio yacimiento con dominio absoluto de cabra montés y la poca representación de Cepaea. También azilienses parecen las industrias recuperadas en el resto de las cuevas del núcleo de Cubera, grupo formado por la propia cueva de Las Abejas, el abrigo de Cubera, el abrigo de Los Murcielagos, la cueva de Los Murciélagos y el covacho de Los Murciélagos, todos ellos muy próximos entre sí. Sin duda de estos conjuntos el más importante es el yacimiento conservado en el Abrigo de Cubera, con un enorme conchero muy rico en restos de cabra y algunos de ciervo, donde se conocen algunos útiles de cierto interés, como un raspador sobre lasca, de pequeño tamaño, y dos puntas de dorso, aunque la pieza más expresiva es una costilla grabada con un

63

Estudio de las evidencias

Principales conjuntos líticos del Alto Asón. Tipología de Laplace (1972). Tipo R11

Vallina A

R21

Cañuela 7

Coventosa 2

Escaleras 1

Mortero 1

Aspio 5

Abejas

Tarrerón 1

Total 17

4

3

3

2

6

2

2

22

R22

1

R321

2

P21

7

1

G11

1 2

1

1

G12 G22

1

G311

1

G312

1

G322

1

2

D23

9

2

2

2

3 6

1

2

1

2

1

2

5

1

16

3

24

1

2

1

4

D321 D323

1

A2 T21 T22

3

1

2 1

2

4 1

D1 D21

1 5

1

T23

1

BC1

1

2

2

1

2

1

1

3

3

1

2

1

3

1 1

PD21

0

PD23

1

1

1

3

PD31

1

1

LD11

1

1

LD12

1

1

LD21

1

1

1

3

BPD12

3

LTD11 B11

1

B22

1

B32

1

3

1

1

1

2 1 1

E1

1

1

Total

4

17

12

18

8

59

4

15

137

T.Pz.Retoc adas

4

17

14

18

8

60

4

20

145

motivo lineal complejo, que Fernández Tresguerres considera típico del Aziliense (Fernández Tresguerres 1995). Este yacimiento, así como en el inmediato de Los Murciélagos, presenta una capa con conchas de Cepaea, superpuesta a los niveles de fauna, lo que podría sugerir su utilización en fases epipaleolíticas y mesolíticas. En la cueva de Los Murciélagos, se ha estudiado un yacimiento muy similar al de la cueva de Las Abejas, también con mucha cabra montés, algún ciervo y escasa representación de Cepaea. En sus

64

industrias destaca la presencia de un raspador corto sobre lasca, un buril diedro y una punta de dorso sobre hojita, sobre sílex de buena calidad y cierto tamaño. Todo ello podría permitir una asignación Aziliense. En el abrigo de Los Murciélagos se estudió un buril diedro de sílex, y la cueva contiene un importante testigo de un conchero cementado de Cepaea nemoralis. Es probable que en esta cueva, como en otras muchas de la zona, aparezca representado más

Estudio de las evidencias de un momento y tanto ella como Cubera tengan niveles de ocupación epipaleolíticos y mesolíticos.

Foto 4.9. Covacho de Campuvijo (Ogarrio). En el mesolítico es frecuente la utilización de pequeñas estaciones en cueva y abrigo.

Del resto de los yacimientos solamente se han estudiado lotes muy reducidos que apenas sirven para caracterizar los yacimientos, aunque hay algunas series de interés entre los que destacamos La Sierra, o El Carrascal y el covacho de Campuvijo. Las dos han proporcionado pequeñas colecciones de útiles, algunas de ellas característicos. En la primera aparecen varias láminas retocadas, 2 raspadores sobre lasca y 2 raederas denticuladas, además de una truncatura marginal. Este conjunto podría ser epipaleolítico. En Campuvijo han aparecido algunos útiles característicos, en concreto un buril y un raspador. Este yacimiento, por su perfil general, podría asignarse al Mesolítico.

El nivel inferior de la cueva de Tarrerón ha proporcionado una colección de 20 útiles y escasos restos de talla, donde hay presencia de láminas y laminillas. Hay 15 útiles sobre lasca-lámina, 2 yunques sobre canto y 1 afiladera, además de algunos colorantes, en concreto, un fragmento de ocre y uno de galena. La colección recuperada es muy corta y no permite la aplicación de estadísticas, aunque tiene algunas características que se repiten en otros yacimientos de la zona. Estos rasgos serían: la presencia únicamente de los órdenes simple y sobreelevado, que es el más abundante y el de los abruptos, mucho más significativo culturalmente, representado por 3 segmentos de círculo, muy característicos del Mesolítico. En el orden de los simples y sobreelevados aparecen raederas, raspadores, denticulados y escotaduras. Los raspadores son muy pequeños, frontales, algunos tendentes a unguiformes, típicos del periodo. Se cuenta con una fecha de C-14 que sitúa el nivel en un momento evolucionado del Mesolítico, acorde con las características industriales comentadas, así como también con la fauna del nivel, tanto terrestre como marina. Las series recuperadas en los concheros de Cepaea son demasiado breves y poco características, aunque ninguna de las piezas desentone con una genérica asignación mesolítica, con pequeños raspadores, raederas y en algún caso con piezas de dorso. Industria ósea Sólo se han recuperado algunos items, generalmente en contextos de conchero. Sus caracteres se recogen en la tabla anexa. Esta precariedad se explica por la falta de excavaciones sistemáticas. De hecho, dos de los útiles proceden de la única excavación realizada en la zona, en la cueva del Tarrerón. De todos modos las industrias mesolíticas siempre han ofrecido series óseas muy reducidas, como puede verse en otros conjuntos excavados en extensión, como El Perro, La Fragua, etc.

65

Estudio de las evidencias

Figura 4.16. Pitones de asta, con marcas de uso, de estaciones mesolíticas: 1. Cueva de Los Murciélagos de Asón, 2. Yacimiento del vestíbulo del Masío, 3. Nivel 3 de la cueva del Tarrerón.

Yacimiento C.Murcielagos Tarrerón nv. III Tarrerón nv. III Cañuela (Valle) C. Masío

66

Tipo Candil Punzón Candil Candil Candil

Mat. Prima Asta ciervo Asta ciervo Asta ciervo Asta corzo Asta ciervo

Métrica 46-12-12 69-20-18 106-20-20 54-14-13

Alteración Uso / Incisiones Pulimento Perforado Uso Uso / Incisiones

Estudio de las evidencias de La Fragua. O una de La Fragua, casi igual a otra de El Cubío. Por último la del Tarrerón es idéntica que la del Cubío de Matienzo. Esto indica que, en términos relativos, mientras se formaba el nivel de conchero de La Fragua, en el curso bajo del río, también se ocupaba el Cubío. La proximidad espacial de Cofresnedo y el Cubio y su escasa distancia en años, hace pensar en un poblamiento de múltiples estaciones a la vez. Esto mismo ya viene indicado por la profusión de estaciones en espacios pequeños, como se aprecia en varios núcleos del Alto Asón.

4.2.5. Marco cronológico El Aziliense y el Mesolítico cuentan con varias dataciones en la cuenca del Asón. Al primer periodo corresponden ocho fechas, en cinco yacimientos, y al segundo trece, procedentes de ocho lugares. Los conjuntos azilienses son los del Horno, Valle, Perro y La Fragua, en todos los casos con continuidad desde el Magdaleniense Superior Final. Las cinco primeras corresponden al XII milenio, dos al XI y sólo la Fragua se situa ya en la primera mitad del X. Las dataciones mesolíticas proceden del Tarrerón y del Mirón, en el curso alto, del Cubío, Cofresnedo en el curso medio y de La Chora, Ilso de Hayas, El Perro y La Fragua, en el curso bajo del río, las dos últimas junto a su desembocadura actual. Las dataciones se distribuyen entre el 9559 del nivel 10.1 del Mirón y el 5780 del Cubío y del Tarrerón, es decir, un desarrollo de unos 4000 años.

La continuidad de poblamiento se evidencia en varios yacimientos del valle, aunque con dudas en algunos de ellos. Es el caso de Valle, donde la última ocupación, formada por un conchero de caracoles, se sitúa bastante por encima de una datación cercana a 10.000 B.P. En Cubera ocurre algo similar, y probablemente en Chora se mantiene la ocupación desde el Aziliense. En cambio es interesante el abandono, o la dispersión en el tiempo de las visitas, evidenciada a algunas grandes cuevas, como es el caso del Mirón (Straus et al. 2002).

La presencia en algunas de estas estaciones, como El Mirón, de una secuencia casi ininterrumpida desde el Magdaleniense indica la continuidad del poblamiento. En Valle, la secuencia desde el M.S.F., Aziliense y Mesolítico está bien establecida, aunque

13000 12000

Mirón Horno

11000

Valle El Perro

10000 Mirón

9000

La Fragua

Mirón Chora

El Perro

8000

Garma A La Fragua La Fragua

Hayas

7000 6000

Cubío

Cofresnedo

Garma A

La Fragua

Garma A

Mirón

Mirón

Mirón

Valle

Valle

Valle

Mirón

4000

Cubío

Tarrerón

5000

Figura 4. 17. Dataciones epipaleolíticas y mesolíticas de yacimientos de la cuenca del Asón. no se ha datado el último nivel del conjunto. Lo mismo sería válido para La Garma, con una larga serie de datas, no incluidas por no corresponder a este valle. Llama la atención la proximidad de algunas de las fechaciones: así una datación de El Mirón es casi igual que la de la Chora. La del mesolítico del conchero de Cofresnedo es casi la misma que otra

4.2.6 Resultados El Alto Asón, en términos de productividad biológica, es una zona pobre para una sociedad de cazadores recolectores y sus recursos aparecen irregularmente distribuidos en el espacio: en el bosque caducifolio, en las laderas calizas y en el nicho fluvial. Aún así, presenta una densa red de estaciones epipaleolíticas y mesolíticas que evidencia la utilización sostenida de este medio

67

Estudio de las evidencias desde el Paleolítico hasta la neolitización. Los lugares de ocupación se dispersan por toda la zona de trabajo, aunque se sitúan siempre cerca de los fondos de los valles de los ríos principales. Se pueden diferenciar dos tipos de estaciones según su entorno: cuevas y abrigos situados en las paredes de desfiladeros y otras abiertas en laderas tendidas, muchas veces cerca de amplios rellanos. Los yacimientos se organizan mayoritariamente en núcleos formados por varias estaciones – de dos a siete- y son escasos los que se encuentran aislados.

superposición de niveles mesolíticos con conchas de caracol de tierra sobre otros, formados en un momento más frío, probablemente de adscripción aziliense. Se ha apreciado una diferente composición del registro faunístico en las estaciones según se encuentren situadas en desfiladeros y abruptas pendientes calizas, dominadas por la cabra y con presencia puntual de otras piezas, o se abran en laderas tendidas o situadas junto al borde del valle, en que la especie dominante es el ciervo, acompañado de una presencia importante de las especies de bosque, el corzo y el jabalí. No se cuenta con estudios sobre la forma de procesado de los animales, pero todo indica que cada yacimiento es un reflejo de la disponibilidad faunística de su entorno inmediato6.

La diferenciación entre abrigos, grandes cuevas, que ofrecen un amplio vestíbulo y pequeñas cavidades permite comprobar que su situación en el espacio es significativamente distinta, y mientras las grandes cuevas se encuentran en posiciones relativas medias y altas, los abrigos, y sobre todo, las pequeñas cuevas, se localizan mucho más cerca del fondo del valle. En lo que respecta a la orientación, las grandes cuevas presentan orientaciones secas y cálidas, y en la selección de las pequeñas no parece haberse tenido en cuenta este factor. Esto puede indicar que para la selección de los grandes espacios de habitación fueron prioritarias las buenas condiciones de uso, aunque la cueva se alejase del fondo del valle y en cambio en los espacios más pequeños el criterio fundamental debió ser la proximidad a los recursos, más que las condiciones de hábitat ideales. Esto indicaría que estas cuevas pequeñas y abrigos fueron utilizados para un espectro de actividades más limitado -puntos de trabajo, reunión, ó refugio temporal5.

Los escasos datos disponibles sobre fauna indican la importancia de la representación de los animales inmaduros, que iguala ó supera en número de restos a los adultos. En principio, puesto que la caza selectiva primaría la captura de individuos con mayor masa corporal, la alta representación de inmaduros sugiere el empleo de un sistema de caza sin discriminación, probablemente de trampeo, un método muy adecuado para su uso en ambientes forestales densos7. En lo que respecta a los moluscos, mientras la presencia de conchas de Cepaea nemoralis es habitual en casi todos los yacimientos, las conchas marinas sólo aparecen en uno de cada cinco yacimientos, lo que se explica por la importante distancia hasta la línea de costa. Las más frecuentes son las conchas de mejillón y de ostra, aunque también aparecen muergos o lapas.

En general los yacimientos presentan una conservación mala, aunque en algunas grandes cuevas aparecen evidencias claras de niveles amplios y extensos que abarcan toda la superficie del vestíbulo. La mayor parte de los abrigos sólo conserva una pequeña parte del volumen original de yacimiento, gracias a las precipitaciones químicas. Todo indica que la formación de la concreción parietal y pavimentaria ha sido contemporánea o ligeramente posterior a la acumulación del yacimiento. En lo que respecta a la morfología y posición de los niveles fértiles en muchas grandes cuevas se aprecia la coexistencia de varias modalidades, conservándose el material fértil dentro de un nivel terrígeno, mejor o peor conservado en la superficie de la cueva, generalmente de color pardo, o grisáceo, de textura variable de suelta a arcillosa y que en algunas zonas de la cueva está cubierto por una capa de concreción pavimentaria o bien incorporado a la misma. En otras muchas estaciones sólo se ha conservado este nivel gracias a la mayor resistencia de los carbonatos. La potencia de los niveles fértiles es muy variable, desde poco más de 10 a los 80 cm del Siñuelo I. En algunos casos se aprecia la

68

El estudio de las materias primas indica que a lo largo del Aziliense las de origen litoral y local van incrementando su uso a costa de los materiales obtenidos en puntos más alejados, fuera del territorio o en puntos alejados del mismo. Se aprecia un uso diferencial de los materiales, y mientras en los yacimientos interiores aparecen tanto evidencias de talla como utillaje en sílex local, en sílex litoral y foráneo sólo se documentan útiles rotos y algunas lasquitas de reafilado.

L

La presencia de moluscos marinos y materias primas obtenidas en el litoral indican que, con toda probabilidad, el territorio de estos grupos humanos abarcaba desde la cabecera del Asón –el Alto Sobahasta las llanuras de la desembocadura del río. Por otra parte, las condiciones de uso de muchas estaciones del Alto Asón sugieren que fueron utilizadas por grupos reducidos de cazadores y recolectores en periodos de tiempo limitados. Algunas evidencias concretarían como momentos de

Estudio de las evidencias mayor uso de estos biotopos interiores los meses de verano y comienzos del otoño. Sólo en una parte de las cuevas, -Vallina, Masío, La Sierra o El Aspio, Cañuela y Coventosa- pudieron ser utilizadas por grupos más amplios, durante periodos de tiempo mayores, pues sus condiciones de uso son óptimas. Este mismo planteamiento es válido para Cofresnedo, en el valle de Matienzo.

4.3. Del Neolítico a la Edad del Bronce La evidencia neolítica

Ya se había señalado el carácter dudoso de algunas de estas manifestaciones, aunque es difícil, sin una excavación arqueológica, establecer su carácter prehistórico. La revisión realizada durante los trabajos de prospección de la zona nos permite considerar como válidas, en la medida en que se ajustan a los patrones morfométricos clásicos para la zona, un total de cuatro manifestaciones y una más dudosa, aunque es preciso aclarar que siempre hay un grado de subjetividad en esta clasificación. En la sierra del Monte del Prado a La Casía, de Sur a Norte, se encuentran el túmulo de La Tejera, que presenta cámara cistoide realizada con lajas de

Las evidencias del primer neolítico en el Alto Asón se limitan a la aparición de fragmentos de cerámica realizada a mano en la parte alta de los niveles asignados al mesolítico en algunas estaciones de facies conchero. Sólo en tres de ellas, el abrigo de Asón, en el abrigo de La Carretera y en el Cubillo de Las Palomas, puede considerarse que los pequeños fragmentos de cerámica son contemporáneos de la formación del nivel de hábitat. En el resto de Cantabria los concheros con cerámica que pueden adscribirse a un momento Neolítico son relativamente abundantes y en el último trabajo sobre el tema se estudian 44 yacimientos (Muñoz Fernández 2001). Sus industrias mantienen los rasgos básicos de los conjuntos mesolíticos, con dominio del sílex y coexistencia de piezas micro y macrolíticas. En la zona occidental se perpetúa la utilización de los picos marisqueros, destacando la importancia del utillaje pesado, sobre todo los molinos planos, lo que podría relacionarse con el desarrollo de la agricultura (Muñoz Fernández 2001). Los conjuntos megalíticos En el área abarcada por el estudio, de unos 300 km2, los conjuntos megalíticos se concentran en el tercio sureste y presentan las mismas características que los conocidos en el resto del tercio oriental de Cantabria y extremo occidental de Vizcaya. De hecho, esta zona es, junto con Liebana, una de las áreas de mayor concentración de túmulos de Cantabria y se continúa en las Encartaciones vizcaínas. La primera referencia de este tipo para el Alto Asón se debe a Gorrochategui y Gorrochategui (1974), que localizan un túmulo en la zona de Los Tornos, en concreto en el Monte del Prado, en el tramo sur del cordal que separa el Gándara del Calera. Se le conoce con el nombre de Dolmen de Landias ó túmulo de La Tejera. En esta misma divisoria, unos años más tarde, García Alonso localiza nuevas estructuras tumulares y paratumulares (Garcia Alonso 1986, 2002). Desde entonces no se han publicado nuevas localizaciones en este sector.

Foto 4.10. Estructura tumular de Landias (Los Tornos, Soba). arenisca del lugar, el túmulo de la Torre de La Bastida, también claro, con depresión central, en posición de collado y el túmulo de la Casía, sobre una cumbre y muy alterado. En la sierra que desde Landias va hacia el pueblo de Fresnedo, se localiza, en un collado, el túmulo de Landias, también una estructura tumular clásica, de 6 m de diámetro medio, aunque algo alterada por los propietarios del prado donde se encuentra, que lo “recortaron”. En una posición de vértice de cordal se encuentra la estructura de Corunías-2, cuyo carácter prehistórico es dudoso, por estar muy mal conservada. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que el cordal que corre al Este del río Calera, frente a la agrupación tumular de Herada, presenta también estructuras de este tipo, en concreto los conjuntos de Cotobasero y Alto de Ubal. En este conjunto fue excavada una estructura, El Fuerte, que proporcionó material lítico calcolítico, significativo (Apellaniz 1973).

69

Estudio de las evidencias En fechas recientes se ha localizado un nuevo conjunto tumular en el valle de Soba, en concreto sobre el pueblo de Rozas. Se encuentra en un amplio rellano formado en el arranque de la Canal de Ancillo, sobre valle del río Gándara, en un paisaje de montaña. Se trata de un collado labrado sobre el contacto entre las calizas urgonianas y las facies de calizas margosas y margas hojosas de tipo sobano.

450.000

445.000

455.000

El túmulo de La Canal -1 se encuentra en un prado de siega y presenta un amplio pozo de violación. Sus diámetros son de 11 y 14 m. con una altura de un metro. La Canal 2, a 150 m del anterior, es un túmulo formado por acumulación de tierra del entorno, arcilla, piedras de arenisca, de caliza margosa y algunos bloques de caliza recifal, cubierta

460.000 4.795.000

R. Asón R. Bustablado 4.790.000

4.785.000

a R. C

R. Gándara

lera 4.780.000

Pisos altitudinales 1000 m 4.775.000

Neolítico / Bronce C. Sepulcrales C. Refugio C. Depósito Túmulos

Figura 4.18. Distribución de yacimientos de fase cerámica antigua: Neolítico, Calcolítico y Edad del Bronce

Es una zona de alto valor estratégico pues por este collado pasa el antiguo camino, una senda empedrada para caballerías, que comunicaba la parta alta del valle de Soba con la cubeta de Ramales, a través de Ancillo. El conjunto está formado únicamente por dos estructuras tumulares una de las cuales había sido alterada por maquinaria pesada. Como consecuencia de ello, en la superficie de una de las estructuras aparecía una breve serie lítica, entre la que destacaba una punta de flecha de sílex y un trapecio de base muy cóncava.

70

parcialmente por prado de diente. Ha sido afectado por la maquinaria. Las medidas de la masa tumular son, en sentido Norte – Sur 15.20 m y en sentido Este Oeste: 15.1 m. La altura es de un metro aproximadamente. Sobre la tierra revuelta de la superficie tumular se recogió una punta de flecha de sílex blanco algo quemada, cuatro lascas de sílex y dos cantos. La punta de flecha es de tipo de aletas incipientes, realizada sobre una lámina procedente de un núcleo de laminillas, y presenta un retoque inverso variable de simple a plano en todo su perímetro, y en la cara ventral un retoque directo simple. El sílex es blanco, pero está muy alterado por la exposición al calor. Se

Estudio de las evidencias trata de una pieza delicada y de tamaño reducido, aunque muy correcta formalmente.

de los cordales donde se encuentran. Esta es la tónica en toda el área megalítica oriental. La realización de actividades económicas en el entorno de los megalitos se comprueba por la aparición de acumulaciones de material lítico. Así, en las inmediaciones del conjunto de Herada se han documentado restos de talla de sílex, uno de ellos, una lasquita de retoque, de procedencia foránea. Dada la importante cobertera vegetal de la zona de trabajo, este tipo de hallazgos se produce siempre gracias a la alteración antrópica, normalmente en forma de pistas forestales. Llama la atención la concentración espacial de estos hallazgos. Así, tres de ellos se agrupan en la ladera meridional del valle principal – Bustablado – Asón. Se trata de los hallazgos de Linares, Camino de Vallina y Llaneces. Todos se localizan en, ó junto a, rellanos de ladera Figura 4. 19. Situación de las estructuras tumulares del conjunto de La orientados al Sur. El cuarto se Canal, en el mapa 1:2000, en la ladera Sur del macizo de Hornijo realizó en la divisoria de aguas Matienzo – Asón, cerca del puerto, en la misma La otra pieza retocada del conjunto es un trapecio de línea que el grupo tumular de Beralta- En todos los base muy cóncava, realizado sobre sílex gris, de una casos se trata de lascas o lascas laminares en sílex o variante foránea. La forma general de la pieza, de eventualmente con algún retoque, aparecidas en la triángulo equilátero y una pequeña fractura en la base del nivel húmico. Un último hallazgo aislado, cúspide del mismo, sugiere un uso como punta de se realizó en el camino que lleva de Val de Asón a flecha, más que como componente de un útil mixto. Coventosa, y tanto su pátina como su tipología indican que se trata de una pieza de cronología En la frontera norte del territorio del Alto Asón, en paleolítica. el cordal que separa la cuenca principal de la depresión de Matienzo, entre el monte Beralta y Por último se han localizado restos de sílex en una Cruz de Usaño, se conoce un grupo de tres suave ladera sobre la cueva del Cubillo de Las estructuras tumulares de tamaño mediano a pequeño, Palomas, aunque es complejo establecer su carácter localizadas en la divisoria de aguas (Smith, Ruiz antrópico. También se recogió un pequeño lote de Cobo 1999). El megalitismo en esta región es una sílex junto a la Sima de Calaca. Las dos manifestación muy irregularmente conocida, y es localizaciones se encuentran en pleno macizo de San probable que en un futuro inmediato se produzcan Vicente, en posiciones de rellano de ladera, de nuevas localizaciones. orientación meridional, con amplia visibilidad y Un rasgo muy destacado de la distribución de los conjuntos megalíticos, tanto en la zona de trabajo como en buena parte de Cantabria, es su asociación a sustratos detríticos, y en relación con ello, a un tipo de paisaje. Los conjuntos de Soba aparecen situados exclusivamente sobre materiales de facies margosas y sobre limolitas, arenas y arcillas Albenses, rehuyendo los sustratos carbonatados. Descartando el argumento de la conservación diferencial esta asociación debe relacionarse con las actividades económicas llevadas a cabo en este entorno, y sus exigencias ambientales. Resulta interesante la organización espacial de los conjuntos, siguiendo un patrón lineal, ajustado a la morfología

quizás revelan la existencia de asentamientos de hábitat de fase post-paleolítica. La utilización de las cuevas Las evidencias de utilización de las cuevas durante el Calcolítico y la primera Edad del Bronce son mucho más abundantes en la zona de estudio. En total pueden asignarse a esta fase 47 yacimientos, aunque en algunos casos hay dudas en su atribución, realizada mediante criterios estilísticos cerámicos. A estos habría que añadir otros 10 yacimientos en que se han localizado restos humanos sin una asociación clara que permita inferir su cronología y que es

71

Estudio de las evidencias probable correspondan, al menos parcialmente, a esta cronología. En cualquier caso este grupo será estudiado de forma independiente. Dentro de esos 47 yacimientos de fase cerámica se han diferenciado a) cuevas refugio, b) yacimientos sepulcrales, c) cuevas de facies depósito y d) cuevas con cerámica prehistórica aislada, descontextualizada. Los yacimientos considerados “cuevas refugio” son cavidades con niveles de ocupación en su vestíbulo, generalmente finos o mal conservados, que incluyen evidencias de fase cerámica antigua. El criterio utilizado para considerar a una cueva como de facies sepulcral es la presencia en el mismo espacio limitado de restos humanos junto a items con carácter de indicador de fase Calcolítico/ Bronce. En otras estaciones se asocian restos humanos con industrias asignables a periodos Bronce Final y Edad del Hierro que no se estudian aquí. Las cuevas de facies depósito son aquellas en que se han identificado yacimientos complejos, organizados en el espacio, que incluían varios elementos en superficie: restos cerámicos, fauna, fragmentos de carbón, generalmente en puntos interiores de la cavidad. Por último las cuevas con cerámica descontextualizada han proporcionado restos cerámicos que por su tipología pueden adscribirse al

lugares de almacenamiento, apriscos o refugios en zonas de pastos, e incluso algunas, con condiciones de uso excepcionales, continúan siendo habitadas, como el Mirón. El uso de estos espacios como refugio de pastores y como apriscos, funciones muy relacionadas entre sí, se ha mantenido hasta la actualidad en el Alto Asón. El criterio utilizado en este trabajo para considerar un yacimiento como cueva refugio es la presencia de indicadores de hábitat integrados en niveles situados en los vestíbulos de cavidades, junto con un indicador cronológico de fase cerámica. Las evidencias más frecuentes son los fragmentos de cerámica de tipo cocina en asociación a restos de fauna con huellas de procesado y a carbón, todo ello conformando niveles, generalmente finos y mal conservados. En el Alto Asón aparecen yacimientos de esta facies en las cuevas del Jaral y del Colorado, ambas en la ladera Sur de la cuenca del Bustablado y ambas con yacimiento mesolítico, en la cueva del Hayal, en Peña Sota IV, en Haza del Saco, en Collangón, Moros de Aja, Covatán, Cueva del Pico, Cuvío del Acerón –quizás con yacimiento mesolítico previoCallejo Cerezo, Esculines y Campuvijo. La tasa de reutilización, de esta fase sobre el mesolítico, de en torno al 30% de las cuevas, es baja y no resulta mínimamente significativa. Función DEP REF SEP IND Total

BD 4 3 4 4 15

BV 2 1 4 7

LA 3 7 4 1 15

LR 4 2 2 2 10

Total 13 13 14 7 47

Tabla de contingencia Unidad topográfica / función del yacimiento. BD: Borde de desfiladero, BV, Borde de valle, LA Ladera, LR, rellano de ladera. DEP: Cuevas de facies depósito, IND, indeterminadas, REF: Utilizaciones como refugio, SEP: Sepulcrales. Foto 4.11. Boca y entorno de la cueva del Viar, con evidencias de uso como redil durante fases cerámicas. Calcolítico ó a la primera Edad del Bronce, pero de forma aislada y sin un contexto que permita su interpretación. Las cuevas utilizadas como refugio Aproximadamente a partir de mediados del IV milenio, las cuevas y abrigos dejan de ser ya los centros de hábitat, por desplazarse éste a poblados al aire libre. De todos modos, la evidencia en la Región indica que determinadas cuevas siguen teniendo diversas utilizaciones de tipo económico, como

72

Estos trece yacimientos se disponen en el espacio siguiendo un patrón claramente disperso: sólo dos estaciones se encuentran más o menos cerca una de otra: El Pico y Cubío del Acerón. La aplicación del test del vecino más próximo aporta así un valor de 1.21, con N=13. La significación de este valor es una distribución al azar, apuntando incluso una tendencia de los puntos a estar lo más alejados posibles unos de otros. La comparación con el valor de este mismo test para los yacimientos mesolíticos es indicativa de un patrón diferenciado de uso del medio8. Todos los sectores espaciales que conforman el Alto Asón incluyen una estación de esta facies.

Estudio de las evidencias

Su situación topográfica es variada, apareciendo sobre todo en bordes de desfiladero y en laderas altas, a diferencia de las sepulcrales, más abundantes en los rebordes de valle. Esta diferente situación se refleja en la importante altura relativa –336 m- y en la alta distancia al valle, de unos 1600, frente a los 600 de las cuevas sepulcrales. Sólo dos cuevas, Campuvijo y Hayal, están por debajo de los 200 m de altura relativa. Es decir que se usaron preferiblemente como refugios las cavidades alejadas del valle, quizás porque en los rellanos cercanos a su fondo o en el mismo reborde, se situaron los poblados. En varios casos las distancias al valle son relativamente altas y suponen salvar importantes desniveles. Así, por ejemplo, aunque el trayecto desde Asón a la cueva del Haza del Saco – el pueblo más cercano- supone sólo 12 km, se tarda varias horas en realizarlo por el importante desnivel que hay que salvar, dado que esta cueva se sitúa a más de 1200 m y por el carácter tan abrupto del relieve. Lo mismo, aunque en menor medida, es válido para cuevas como el Pico, Cubío del Acerón, Esculines y para otras varias del alto Soba. Las cuevas utilizadas como refugio son, en general, grandes como indica su tamaño medio de boca, y presentan en todos los casos buenas condiciones de uso, por la amplitud de su vestíbulo, y su orientación. Sólo dos casos de las trece las bocas se orientan hacia el componente frío – norte- o húmedo –oeste-. Este perfil de cavidad, unida a su situación en zonas de ladera alejadas de valle, ha llevado a su utilización como rediles y apriscos para el ganado, sobre todo de oveja y cabra en época histórica y actual. Este es el caso de las cuevas de Jaral, Colorao, Peña Sota IV, Collangón, Covatán, Pico, Cubío del Acerón. Los yacimientos aparecen en posiciones de vestíbulo, generalmente cerca de la boca. Así la distancia media del yacimiento a boca es de 5.7 m con un intervalo estadístico (al 95 %) de entre 3 y 8 m. Las evidencias aparecen en niveles arcillosos finos, de 10 a 15 cm de espesor, con materia orgánica que les da un color oscuro y que contienen carbón y restos óseos. Su conservación es generalmente muy marginal, por haber sido utilizadas las cuevas por los ganaderos, y sólo aparece el yacimiento en los bordes de los vestíbulos, o preservados en algún entrante o gatera de los vestíbulos. La fauna más común son los

animales domésticos –vaca, cerdo y ovicaprinospero también aparece en algunas estaciones el corzo, la cabra, y el jabalí. El material arqueológico estudiado es muy limitado. En la industria lítica aparece alguna pieza de sílex, la más destacable es una posible pieza de hoz de la cueva de Los Moros de Aja, y son frecuentes los cantos fluviales de arenisca de grano fino, con marcas de percusión y pulimento. Entre la industria ósea cabe destaca el punzón de la cueva de Callejo Cerezo, casi completamente pulimentado. Por último, la cerámica no es especialmente significativa. Se trata de pequeños fragmentos de vasos, de superficies lisas, con tratamientos alisados, pastas oscuras, cocciones a baja temperatura, y generalmente con desgrasantes de calcita. Las cuevas sepulcrales La muestra es muy reducida y probablemente la población original de cuevas sepulcrales del tardoneolítico, calcolítico y primera edad del Bronce (3500 a 1600) era muy superior. En el trabajo se incluyen 13 cuevas con evidencias de este uso: El Cubío y El Molino en el valle de Bustablado, El Cubillo de las Palomas, en Soba, el grupo de Sobrelascuevas- AER, La Mina y Peña Busta en el tramo bajo del Gándara, el Tarrerón en el bajo Calera y el Abrigo del Coverón, el Risco y Coyusa en las laderas sobre Ogarrio, la Cueva de La Cueva en Valles, en el reborde de la cubeta de Ramales y por último la cueva de Cubijíu II, en el valle de Ancillo. Además se incluirá en el trabajo, a efectos de comparación, la cueva de Pajucas, a muy escasa distancia del límite del área de estudio, a 500 m del Tarrerón, en la pared de enfrente del mismo valle. Las cavidades con utilización sepulcral aparecen en varios tipos de posiciones: a) La más frecuente es la de reborde del valle, en la zona baja de ladera, a poca distancia del fondo. En este sentido es importante la escasa altura media sobre el fondo del valle de las cuevas sepulcrales, sólo 150 m, la menor de todas las facies cerámicas y la mitad que la de las cuevas con evidencias de utilización como refugio. Este es el patrón de la cueva de Tarrerón, de Pajucas, del Molino de Bustablado, del Cubío de Bustablado, La cueva de la Cueva de Valles y de la Cueva del Risco en Ogarrio.

73

Estudio de las evidencias cavidades aparecen agrupadas, como las del desfiladero de La Busta, y la asociación Tarrerón – Pajucas, o la pareja Molino- Cubillo, aunque están a 1200 m de distancia entre ellas. Otras cuevas aparecen aisladas, como el Risco, Coyusa o Coverón. En Peña Sota hay varias estaciones en cueva con posible utilización funeraria, ninguna cumple los requisitos claros para considerase como sepulcral. No poder utilizar como cuevas sepulcrales las del Colorao II o la Mina II, hace que la distancia media entre las cuevas sea relativamente alta y por tanto la prueba del vecino más próximo revele sólo cierto agrupamiento (Rn: 0.65).

Foto 4.12. Restos humanos en la cueva de Cubijíu II, un ejemplo de pequeña cueva sepulcral.

b) En la pared de un desfiladero, en posiciones variables de altura, aunque generalmente cerca del fondo se sitúan las cuevas de Aer, La Mina, Sobrelacuevas y Peña Busta. c) En la zona media de la ladera, en posición alejada del borde de valle: Coyusa, Abrigo del Coverón y sobre un amplio rellano de ladera, o valle secundario, las cuevas del Cubillo de Las Palomas y de Cucurrío 2. Por tanto aunque la ubicación topográfica es variable, el patrón dominante es el de reborde de valle; el único rasgo destacable es la posición cercana al valle. Esta asociación es mucho más fuerte que en las otras facies de la misma época, las cuevas depósito y las cuevas utilizadas como lugar de refugio. Tampoco se comportan de forma unitaria en lo que respecta a su distribución en el espacio. Algunas Yacimiento

Ovicaprinos Adul Juv. Sobrelascuevas 1 AER 1 18 La Mina I 1 Tarrerón 1 1 Pajucas 40 rest. Aº Coverón El Risco 2* Coyusa 2* La Cueva -

Ovis aries Adul. Juv. 2 17 -

Las estaciones sepulcrales del vecino valle de Matienzo se asocian también al fondo de la depresión, y se distribuyen parcialmente agrupadas. Las cuevas 708- 709 forman un grupo con Emboscados y algo más lejos se encuentra la Cueva de Tres Niños. Las cuevas de Cofresnedo y Rascavieja, utilizadas a comienzos del II milenio para realizar inhumaciones están más alejadas del fondo del valle y aisladas. Como espacios sepulcrales se seleccionaron cavidades de varios modelos: cuevas lineales de pequeño tamaño, cuevas de tamaño mayor y plantas de diverso tipo. El formato más repetido es el primero: cuevas de métrica reducida y planta lineal. Este es el caso del Molino, Cubío, Aer, La Mina, Peña Busta, El Risco, Abrigo del Coverón, Tarrerón y Pajucas, La Cueva de Valles y Cucurrío 2. Una planta también lineal, pero de mayor escala es la del Cubillo de Las Palomas. Plantas más anchas, con tamaños mayores corresponden las estaciones de Coyusa y Sobrelascuevas. Así pues, las cuevas sepulcrales son, en general, de tamaño reducido, y su anchura media de boca es inferior a los 3 metros, muy por debajo de las cuevas de facies depósito, en que este valor supera los 10 m. En Matienzo las cavidades sepulcrales son de dos Capra hircus Adul. Juv. 1 1 1

Bos taurus Adul Juv. 1 3 1 1 1 1 -

Sus sp. Adul. 1 1 1 ó2 -

Juv. 2 -

Fauna identificada en contextos sepulcrales Cubillo: 1 molar de Cervus y 1 molar de C. pyrenaica. Aer: 1 Capra pyrenaica. 2 Canis familiaris, Coyusa: 1 Cervus elaphus. 1 Equus sp. Pajucas: 1 Rupicapra rupicapra, 1 Capreolus capreolus. * Edad indeterminada.

74

Estudio de las evidencias Región, donde el número de individuos depende del grado de excavación de la cueva y en casos de excavaciones amplias aparece un número muy alto de sujetos. Así, en Campo de Pos (Ojebar) una excavación de L. Sierra, evidenció la existencia una docena de individuos, y en la de Pico Ramos, sobre la desembocadura del Barbadum, de 104 (Baraybar y De la Rua 1995). Es posible que estas pequeñas cuevas del Asón contengan una media de entre 10 y

Foto 4.13. Restos humanos aislados en la superficie de la cueva de la Carretera de Asón. tipos: las de tamaño reducido y planta más o menos lineal, como Tres Niños, 708 y 709 y las grandes cuevas con depósitos de restos humanos en sus gateras y laterales, como Rascavieja y Cofresnedo. Los restos humanos aparecen depositados en la superficie, en varios tipos de espacios: galería, vestíbulo, fondo de vestíbulo, aunque al tratarse sobre todo de espacios de organización lineal, los restos suelen aparecer a lo largo de la galería principal o en el fondo del tubo. El estudio de la variable de distancia a boca del yacimiento revela un valor medio algo superior a los 8 m, con un intervalo de 4 a 12m. Parece que los individuos se iban disponiendo, de forma acumulativa, sin ningún tipo de estructura permanente. Algunos datos indican que cuando era necesario colocar nuevas inhumaciones, los restos de las anteriores se retiraban al fondo de la cavidad, por lo que los yacimientos suelen presentar peor estado de conservación en esas zonas (Zapata y Ajangiz 1993). Se dispone de muy poca información sobre la organización interna de estos espacios y sobre el número y características de las inhumaciones, ajuares, ofrendas etc. Sólo dos de los yacimientos citados han sido excavados arqueológicamente Tarrerón y Pajucas, ambos por Apellaniz en los años 60. Además una cueva ha sido vaciada hace varias décadas: la cueva del AER. Estos tres yacimientos han proporcionado las mejores evidencias de ajuar y los números de individuos más altos. En Tarrerón aparecen restos de dos adultos y de un individuo juvenil. En Pajucas de 6 individuos y en AER de unos 13. En las demás el número de huesos es muy reducido y corresponde a uno o dos individuos. En cualquier caso esta es también la pauta para toda la

Foto 4.14. Característico espacio sepulcral: la cueva del Tarrerón (Soba). 20 sujetos, como evidencia Pajucas y AER. Es siempre importante la presencia de una alta proporción de individuos subadultos, lo que indica la alta mortandad juvenil y en relación con ello, la escasa esperanza de vida de estos grupos. Los datos sobre ofrendas animales son aún más delicados de utilizar dada la posibilidad de contaminaciones y mezcla de materiales. El estudio de otras estaciones excavadas con método científico permite suponer que, al menos parcialmente, los huesos de fauna doméstica y salvaje de individuos adultos y juveniles aparecidos junto a los restos humanos corresponden a ofrendas. Resulta muy importante la presencia en las series con datos bien estudiados de animales jóvenes: corderos, cabritos y terneros. Aunque esto no parece ser reflejo de la tanatocenosis natural de una cavidad la asociación fauna / restos humanos requiere un contraste muy preciso (Castaños 2003). Las asociaciones a material arqueológico de los restos humanos son también muy escasas. Lo más frecuente es la existencia de algunos fragmentos de cerámica a mano, generalmente de paredes gruesas. El tipo identificable más habitual es la orza, vasos de perfil ovoideo, o de paredes rectas, de gran tamaño, con decoración mixta, plástica e impresa. Fragmentos de vasos de este tipo, asociados a restos humanos, se han localizado en la Cueva del Molino y del Cubío, ambas en Bustablado, en Peña Busta,

75

Estudio de las evidencias en Tarrerón, en Coverón, en la cueva de La Cueva de Valles y en una variante algo distinta, en Pajucas. Generalmente presentan decoración de ungulaciones, en la arista, en el cuello, directamente sobre la panza o sobre un realce o una cinta. El tercio inferior suele ir cubierto de barro plástico, con improntas de dedadas. En el Risco, también asociado a restos humanos, se conoce un vaso de perfil ovoideo, con decoración impresa en la arista, aunque no se corresponde con el modelo característico de orza.

10 30 50 70

Densidades de restos humanos en número de restos por m2.

90 110 110

90 70 50 30 10

Fgtos. Panza con decoración impresa -plástica tipo DD/PZ Vaso cerámico

Figura 4.20. Planta de la cueva de Las Pajucas, con indicación de la situación de los items cerámicos.

En el resto de los yacimientos sepulcrales aparecen cerámicas de paredes lisas o plásticas y sólo en Peña del Ciego se han recogido cerámicas con patrones incisos. La cronología y el estudio estilístico de las piezas de esta última cueva ha sido un tema abordado por varios investigadores, y hoy, gracias a la datación directa de las piezas, se ha establecido su cronología en el bronce tardío (Morlote y Muñoz: 2001).

Por lo que conocemos de otros contextos sepulcrales en cueva de la Región, aunque esta modalidad ritual comienza con el final del Neolítico, su profusión se corresponde con el Calcolítico, sobre todo de la segunda mitad del III milenio hasta comienzos de la Edad del Bronce, en el cambio de milenio. En una

76

batería de 23 fechaciones de contextos sepulcrales en cueva en la zona, el rango de variación en que se incluyen la mayor parte de los valores es de 4400 a 3400 B.P., es decir, de mediados del III a mediados del II milenio a. C., aunque obviamente hay dataciones muy anteriores, en momentos Calcolítico antiguo y Neolítico, y posteriores, pues la costumbre de inhumar en cuevas se mantiene mucho tiempo después. En cualquier caso, el ritual de inhumación típico del Calcolítico y la primera edad del Bronce, de tipo acumulativo, con utilización de ajuares estandarizados, en cuevas con determinado perfil, parece durar poco más de un milenio. Las cuevas con restos humanos aislados El estudio de los rasgos posicionales, métricos y morfológicos de estas cavidades, así como de la organización de sus evidencias indica que en este grupo, formado por nueve estaciones, existen al menos tres tipos de yacimientos. Una parte de ellos responden en todos sus detalles al tipo de cueva sepulcral perfilado más arriba; se trata de las cuevas de La Mina II, las cuevas de Colorado II y III, Próxima a Cubera, el Aº de Encima de Las Abejas, Cubías Negras II y Peña Sota V. En algunas aparecen restos de fauna significativa, como es el caso de La Mina II con huesos de suidos, en asociación a los restos humanos. Muy probablemente en todos estos casos la ausencia de restos de cerámica o de otros elementos característicos se puede explicar por un error de muestreo, tratándose por tanto de cuevas sepulcrales de cronología Calcolítico- Bronce Antiguo. Un segundo grupo, formado por Peña Sota III y Cueva del Coverón es más complejo de interpretar. Se trata de cuevas grandes, con varios tipos de yacimientos de diferentes épocas y con restos humanos sin un contexto definido. En ellas sólo una campaña de investigación de detalle permitiría establecer su lógica interna. Un último grupo, formado por Becerral y Vegacorredor son yacimientos conocidos sólo por de antiguas citas de restos humanos, y en los que hoy no se observan restos arqueológicos en superficie. Las cuevas de facies depósito El reconocimiento de este tipo de utilizaciones en las cuevas de Cantabria es un hecho relativamente reciente, y se cuenta con pocos yacimientos publicados: El Portillo, El Calero (Muñoz y Morlote 2000), Las Grajas (Ruiz Cobo y Smith 1997) y El Pendo (Morlote y Muñoz 2001). Aunque presentan importantes diferencias en cuanto a la riqueza del registro y a la duración de su uso, ofrecen también una serie de rasgos comunes. Se trata de espacios complejos, más o menos amplios y con un rico paisaje interior. Los diferentes depósitos se realizan en posiciones diversas dentro de la cueva, siempre

Estudio de las evidencias en puntos interiores. Los primeros elementos depositados –en el III milenio y comienzos del IIparecen ser los grandes vasos de tipo orza (casos del Portillo, Calero, Grajas), acompañados de otros lisos. Estos contenedores estuvieron ocupados por alimentos, cuyos restos han llegado hasta hoy carbonizados en su interior. En algunas cuevas continúan realizándose este tipo de “ofrendas” durante el Bronce Tardío. A este momento corresponde el impresionante conjunto del Pendo, con una gran variedad de elementos (Morlote y Muñoz 2001). En lo que respecta al Alto Asón, se han considerado como espacios de depósito ritualizado catorce estaciones en cueva: Vallina A, Masío, Cañuela, San Juan, La Porqueriza, Coventosa, Cueva Fresca, Peña Sota III, Cofiar, Converuz, Cubijiu, Aspio, Mar y Cucurriu. Diferenciar entre cuevas con utilizaciones sepulcrales de otras de “uso ritual” es complejo y equívoco, porque ambas utilizaciones se yustaponen en ocasiones, pero se hace necesario, pues del estudio de los datos se desprende que tienen lógicas y cronologías diferentes. Cofiar y Cañuela, aunque presentan yacimientos de este tipo, dado que han proporcionado materiales más tardíos, encuadrables en el Bronce Final, se incluirán sólo a efectos comparativos, pues su cronología las sitúa fuera del marco del estudio. La situación en el espacio de este tipo de estaciones es intermedia entre las cuevas con utilizaciones como refugio, a más de 330 m sobre el nivel del fondo de valle, y las cuevas sepulcrales, a 150 m, con un valor de 256 m. La distancia al fondo de valle refleja valores similares. Se trata en todas las ocasiones de espacios amplios o muy amplios y ricos visualmente. Este tipo de depósitos se realizó en las mayores cuevas de la zona, lo que se refleja en el gran valor del tamaño medio de boca, de casi 11 m, muy por encima del tamaño de boca de las cuevas sepulcrales, de sólo 2.8 m. Así pues parece que los factores que primaron en la elección de una u otra cavidad fueron diferentes. Los datos del Alto Asón indican que las cuevas con utilizaciones sepulcrales calcolíticas no se reutilizaron como lugares de depósito ritual durante la Edad del Bronce, sino que se eligieron otras, con tamaños mucho mayores, y sobre todo, con espacios interiores amplios y ricos visualmente. No importaba en esta elección que estas grandes cuevas se encontrasen relativamente alejadas del valle.

23 m, pero supera claramente a las cuevas de facies sepulcral. En general el depósito aparece en una zona marginal de la gran sala, en el fondo, junto a un laminador o una pequeña gatera, y aunque se realizan en zona oscura, ésta se sitúa en lugares de fácil acceso, en muchas ocasiones cerca de pequeñas galerías, o entrantes, lugares con una referencia específica dentro del amplio espacio de los vestíbulos. El depósito puede ser sencillo, limitado a una o dos orzas y a restos de animales domésticos, o mucho más complejo, con varias concentraciones de material, cerámica, piezas de madera, fauna etc. Se encuentran vasos de tipo orza ovoidea, con decoración mixta plástica e impresa, en el depósito de Vallina A, Coventosa, Cañuela, San Juan, Converuz, Cubijiú, Aspio, El Mar y Cucurríu. Destaca el diseño de la pieza del Aspio, recuperada en el primer depósito, que presenta dos series de realces en el cuello impresos con digitaciones y las dedadas en disposición subhorizontal.

El importante grado de fracturación de estas piezas, de gran tamaño impide su reconstrucción, salvo en algunos casos. La métrica más frecuente, para las piezas del Asón es de unos 250 a 300 mm. de diámetro de boca, y en torno a 120- 150 mm de diámetro de fondo. Estos grandes vasos suelen asociarse en los depósitos a fragmentos de carbón y a restos de fauna doméstica, habitualmente vaca, cerdo y ovicápridos. Resulta, con mucho, el tipo cerámico más frecuente en las muestras estudiadas de las cavidades del Asón. En un momento algo posterior, del Bronce Antiguo al Bronce Pleno, deben de formarse los depósitos de Vallina y de Cañuela. Entre las piezas de Vallina, la más significativa es una vasija de pérfil bitroncocónico con una cinta lisa, poco realzada, de superficies bruñidas. En Cañuela aparece también una pieza cerámica significativa, una cazuela de carena alta, fondo curvo y superficies bruñidas. Su diámetro, en la arista, es de 180 mm. Esta pieza podría corresponder al mismo horizonte que alguno de los vasos del AER, aunque en Cañuela también se recogió un fragmento de un vaso con decoración incisa, de rectángulos reticulados, con buenos paralelos en momentos Bronce Final. Probablemente, como se aprecia en el Pendo, este tipo de conjuntos debieron formarse acumulativamente, a lo largo de periodos más o menos largos.

Las salas donde se encuentran los yacimientos son siempre amplios salones o sectores profundos de los vestíbulos. La distancia a la boca no es, al menos para los conjuntos estudiados, muy alta. La media, (para n=11), sin los registros del bronce final, es de

77

Estudio de las evidencias

Figura 4.21. Vasos cerámicos de la Edad del Bronce de yacimientos del Alto Asón. 1 a 5 y 8: Cueva de la Peña del Ciego. 6. Cañuela de Bustablado, 7. Cueva del Tarrerón.

78

Estudio de las evidencias

450.000

445.000

460.000

455.000

4.795.000

3 2 1 R. Asón R. Bustablado

4 4.790.000

5

6

4.785.000

alera R. C

R. Gándara

4.780.000

4.775.000

Neolítico / Bronce C. Sepulcrales C. Refugio C. Depósito Túmulos

Figura 4.22. Distribución de posibles núcleos de poblamiento de fase Calcolítica – Bronce, a partir de la situación de las cuevas sepulcrales.

También a una fase avanzada de la Edad del Bronce debe de corresponder un vaso de perfil acampanado, depositado en el MRAP, procedente del depósito del vestíbulo del Masío. Presenta un diámetro de unos 25 cm en la carena, con una cinta muy realzada decorada por impresiones digitales. Se trata de un diseño poco frecuente en los registros regionales, y su perfil resulta similar al de otras piezas de Matienzo, que recuerdan a diseños del Ebro, bajo influencia de Campos de Urnas. Además de piezas cerámicas significativas son comunes los fragmentos de cerámicas lisas, en ocasiones bordes de tendencia recta a ligeramente vuelta al exterior, procedentes de piezas de tamaño medio a grande, de perfil ovoide, formas que perduran desde fases calcolíticas. Piezas de este tipo vemos en Cañuela, en el Coverón, en un contexto sepulcral, en Coventosa, en este caso con decoración de digitaciones impresas en la arista y en Peña Sota III.

Contamos con algunas dataciones para contextos de este tipo, que abarcan desde un momento tardoneolítico en el Portillo, hasta una fase Bronce Antiguo en Las Grajas y sobre todo en la Edad del Bronce, en el Pendo. Reconstrucción del hábitat La asociación evidenciada en la marina de la región, entre cuevas sepulcrales y poblados permite plantear la ubicación más probable de los lugares de habitación, a partir de la situación de los núcleos de cuevas funerarias. En el Alto Asón pueden aislarse siete agrupaciones de estaciones de esta facies. Bustablado es un estrecho valle de fondo plano que ofrece óptimas condiciones de uso, sobre todo en su estrechamiento final, con el fondo algo más alto que el valle principal, en el lugar llamado El Avellanal, donde se sitúa la cueva del Cubío. Este punto sería óptimo para la localización de un pequeño poblado. Este patrón de valle se repite en el núcleo formado

79

Estudio de las evidencias

Figura 4.23. Industria lítica de fase cerámica de algunas series del Alto Asón. 1 y 2: Túmulo de La Canal (Punta de flecha y geométrico), 3. Cueva de Los Moros de Aja, 4 a 7: Industria pesada. 4: Los Moros de Asón, 5: Cofiar, 6: Cañuela, 7: Cojueros. por Tarrerón y Pajucas, asociados directamente al fondo del valle del Calera, un área con poblamiento histórico y con buenas condiciones de uso. También se reproduce este esquema en la asociación de la Cueva de los Valles y la Cueva de Vegacorredor. Esta última pertenece a la categoría de yacimiento con restos humanos aislados, aunque responde bien al tipo sepulcral. Ambas estaciones se abren en el

80

reborde de una amplia cubeta de fondo plano recorrida por el Asón. Un modelo diferente sigue el agrupamiento del Colorado II y III, no consideradas sepulcrales por la falta de indicadores cronológicos asociados a los restos humanos. Se encuentran en un amplio rellano de varias hectáreas de extensión, a más de 300 m

Estudio de las evidencias sobre el fondo del valle, en una plataforma orientada al meridión y con buenas condiciones de uso, donde podría establecerse un poblado. De hecho casi hasta la actualidad se ha mantenido el hábitat permanente en algunas cabañas vividoras levantadas en el sitio. El grupo de Sobrelascuevas está formado, además de por esta cueva, por Peña del Ciego y La Mina I, a la que habría que añadir La Mina II, una cueva larga y estrecha situada a escasos metros de La Mina I, pero que no ha proporcionado indicadores de fase junto a los restos humanos. La interpretación de este núcleo es compleja por situarse en una pronunciada ladera que comunica el rellano de ladera de Manzaneda con el fondo de valle. En este sector sólo es posible imaginar los pequeños núcleos de habitación en las mismas ubicaciones topográficas que los pueblos actuales, es decir, en rellanos de ladera. A poca distancia al oeste de este agrupamiento, menos de una hora de camino, se encuentra el de San Pedro de Soba. Junto a este pueblo se sitúa la cueva del Cubío de las Palomas I, considerada sepulcral y Cubío de Las Palomas II, con restos humanos y sin cerámica. En este caso el poblado parece que se estableció en el rellano que hay inmediatamente sobre la cueva, con buenas condiciones de uso por su orientación al sureste y por la presencia de una fuente y de suelos desarrollados; en este punto se encuentra una estación de superficie, donde se han localizado restos de talla de sílex y alfloramientos de nódulos de sílex aptense. También en este modelo de rellano de ladera se encuentra el Abrigo y la Cueva de Coverón, de la que sólo la última ha sido considerada sepulcral. En la cueva también han aparecido restos humanos, pero no puede precisarse su cronología, y V. Gutiérrez Cuevas (1969) cita la recogida de “cerámicas antiguas”, por gente del lugar. Las dos cuevas se encuentran sobre y junto a el Hoyo Mortiro, una plataforma de cinco hectáreas orientada al sur y muy protegida. Así pues es posible establecer al menos dos ubicaciones para estos hipotéticos poblados del III milenio: a) en los fondos de valle, en las cuencas altas, junto a los rebordes de ladera, en zonas protegidas y con buenas condiciones de hábitat y b) en rellanos de ladera amplios, orientados al sur y relativamente cercanos a los valles. Ambos modelos han sido utilizados también en el poblamiento en época histórica. En los dos ambientes aparecen suelos bien desarrollados y utilizables para la práctica agrícola. Al margen de que el centro de gravedad del hábitat se sitúe en poblados al aire libre permanentes o no, pero cerca de los valles, la evidencia de las cuevas refugio revela la utilización económica de los sectores medios y altos de ladera. La ubicación

topográfica de estas cavidades apunta, por eliminación, a la práctica de actividades de pastoreo en régimen extensivo. La evidencia señala por tanto a un modelo económico mixto, agrícola y ganadero. Por otra parte, también se mantiene, al menos durante el Neolítico y Calcolítico, la ocupación de hábitat en cueva, en sentido estricto, en algunas cuevas La composición faunística de los registros recuperados en las escasas cavidades sepulcrales conocidas habla de una ganadería bien desarrollada. Este dato se confirma con la información obtenida en la única cueva de hábitat de esta fase excavada en el Alto Asón, la Cueva del Mirón. Sus series faunísticas incorporan en el Neolítico ovicaprinos y ciervos y en el Calcolítico ovicaprinos, bóvidos y cerdos (González Morales y Straus 2000). Esta ganadería, unida a la práctica agrícola en valles y rellanos, revela una economía compleja, aunque probablemente pobre -orientada al autoconsumo y con escasa producción de excedentes-, a juzgar por la penuria de los ajuares del III y comienzos del II milenio a.C. Evidencias materiales En lo que respecta a la industria lítica las series procedentes de contextos en cueva son muy reducidas y sólo cabe destacar la pieza de la cueva de Moros de Aja, un elemento de hoz sobre lámina. El resto del material estudiado fue recuperado en la superficie del túmulo 2 del conjunto de la Canal y está formado por una punta de flecha de aletas incipientes y un trapecio base cóncava. Aunque piezas son frecuentes en contextos megalíticos, parecen apuntar a dos utilizaciones diferentes realizadas con una cierta distancia temporal. El geométrico indica que el túmulo se levantó y utilizó como lugar de inhumación colectiva hacia el final del IV milenio, mientras la punta de flecha señalaría hacia mediados del III, en cronología convencional. En cambio la industria pesada es relativamente frecuente en todos los contextos, sobre todo en las cuevas con evidencias de uso económico, utilizadas probablemente como refugio de pastores. En estas estaciones es habitual la aparición de fragmentos de molinos barquiformes, manos de molino, de machacadores, así como de cantos con evidencias de percusión. La industria ósea está representada exclusivamente por los punzones de Callejo Cerezo y de Sobrelascuevas. Destaca la alta calidad técnica de la primera pieza, realizada sobre un hueso muy compacto y totalmente pulida. En el segundo caso, aunque la cueva presenta varias ocupaciones, el lugar donde apareció parece indicar su relación con las inhumaciones de fase cerámica.

81

Estudio de las evidencias

Figura 4.25. Cuenco de superficies bruñidas, asignado a la serie del AER (Peña del Ciego), aunque hay dudas sobre su procedencia real.

Figura 4.24. Punzones de hueso de Callejo Cerezo y Sobrelascuevas

Serie Aspio Mar Cañuela Cubijíu VallinaA Cucurríu Converuz San Juan Molino Peña Busta II Coverón, Aº Tarrerón Cubio Busta La Cueva Peña Sota I Abejas Suaria

Decoración A.L./ CTU/CTU/DDPZ A.L./CTU/A.U/CTU/CTU/DDPZ A.U./U0/U0/ DDPZ DDPZ DDPZ DDPZ DDPZ DDPZ Lisa. Dudosa. A.L./CTU/CTU/CTU/DDPZ DDPZ DDPZ DDPZ DDPZ DDPZ

Salvo en un caso, la cueva de la Peña del Ciego, las series cerámicas estudiadas son muy breves y las piezas se encuentran siempre muy fracturadas. El conjunto citado, conocido tradicionalmente como cueva del AER, por el grupo que lo descubrió, está formado por media docena de vasos, y ha sido estudiado ya por varios autores (Ruiz Cobo y Serna 1990, Arias 1992). Se trata de piezas de muy buena factura, dominada por las formas troncocónicas realzadas, y en tres de los vasos aparecen motivos incisos complejos que combinan grupos de líneas paralelas flanqueadas por series de puntuaciones oblicuas, a modo de lágrimas. Se trata de un motivo

D.Boca 300 250 130 240 250 290 -

Vasos de tipo orza de yacimientos del Alto Asón

82

D.Fondo 11 120 11 152 * -

Facies Depósito Depósito Depósito Depósito Depósito Depósito Depósito Depósito Inhumación Inhumación Inhumación Inhumación Inhumación Inhumación Sin contexto Sin contexto Sin contexto

Estudio de las evidencias que ha tenido cierto protagonismo en la bibliografía y que a la vista del conjunto del Pendo, podría situarse en un momento pleno de la Edad del Bronce (Morlote y Muñoz 2001).

La pieza cerámica más frecuente en contextos cerámicos en cueva es el gran vaso ovoideo de tipo orza. El importante grado de fracturación de estas piezas de gran tamaño impide su reconstrucción, salvo en Tarrerón. La métrica más frecuente para las orzas ovoides del Asón es de unos 250 a 300 mm de diámetro de boca y en torno a 120 – 150 mm de diámetro de fondo. Los espesores de pared son, sobre todo en la parte superior de las piezas, relativamente bajos, en torno a 6 a 7 mm, teniendo en cuenta el volúmen de los vasos. Un rasgo peculiar es la técnica de fabricación: en el tercio inferior de las piezas la pared se recubre con una capa de barro plástico de 2 a 4 mm de espesor, dejando su superficie muy rugosa, con surcos realizados con los dedos. Sobre esta superficie, una vez seca, se aplica una tercera capa de barro fino, de color rojo intenso, que con frecuencia sólo se conserva en piezas cementadas por calcita. Otro rasgo característico es la decoración, en que suelen combinarse impresiones de uñas en la arista, con una o más bandas de realces o cintas también impresos, con la yema del dedo o con la uña. Probablemente estos grandes vasos sirvieron de contenedores de algún tipo de alimento más o menos sólido, dado que es habitual la presencia de perforaciones de lañado en sus paredes. En las cuevas de facies depósito suelen asociarse a fragmentos de carbón y a restos de fauna doméstica, de vaca, ovicápridos o cerdos. Aunque este tipo de piezas comienzan a fabricarse en momentos avanzados del Neolítico, la mayor parte de sus contextos de asociación y de las dataciones disponibles en la Región indican que su momento de mayor utilización coincide con el Calcolítico y los comienzos de la Edad del Bronce. A un momento algo posterior, Bronce Antiguo a Pleno, deben de corresponder los diseños aparecidos en los depósitos de Vallina y de Cañuela. Entre las piezas de Vallina, la más significativa es una vasija de perfil bitroncocónico con una cinta lisa, poco realzada, de superficies bruñidas. En Cañuela aparece también una pieza cerámica significativa, una cazuela de carena alta, fondo curvo y superficies bruñidas. Su diámetro, en la arista, es de 180 mm. Esta pieza podría corresponder al mismo horizonte

Figura 4.26. Vaso cerámico recuperado en la superficie de Coyusa. Su diseño podría ser contemporáneo de la serie metálica. que alguno de los vasos de la Peña del Ciego, aunque en Cañuela también se recogió un fragmento de un vaso con decoración incisa, de rectángulos reticulados, con buenos paralelos en momentos Bronce Final. Probablemente, como se aprecia en el Pendo, este tipo de conjuntos debieron formarse acumulativamente, a lo largo de periodos de tiempo más o menos largos. También en una fase avanzada de la Edad del Bronce habría que situar un vaso de perfil acampañado depositado en el M.R.A.P. procedente del depósito del vestíbulo del Masío. Presenta un diámetro de unos 25 cm en la carena, con una cinta muy realzada decorada por impresiones digitales. Se trata de un diseño poco frecuente en los registros regionales y su perfil resulta similar al de otras piezas de Matienzo, que a su vez recuerdan a diseños del Ebro, bajo influencia de Campos de Urnas. Aparte de estas cerámicas significativas, se puede citar la presencia de fragmentos de cerámicas lisas, en ocasiones bordes de tendencia recta a ligeramente vuelta al exterior, procedentes de piezas de tamaño medio a grande, de perfil ovoide, formas que perduran desde fases calcolíticas. Piezas de este tipo aparecen en Cañuela, en el Coverón, en un contexto sepulcral, en Coventosa, en este caso con decoraciones de digitaciones impresas en la arista, y en Peña Sota III.

83

Estudio de las evidencias

Figura 4.27. Vasos de tipo orza y otras piezas cerámicas de gran formato del Alto Asón.

En lo relativo al material metálico del II milenio faltan la mayor parte de los diseños de este momento. No se conocen en el Alto Asón los pequeños puñales de enmangue por remache, los

84

punzones de sección cuadrada o cualquier tipo de hacha. Las únicas piezas procedentes de esa zona son las que forman en conjunto de Coyusa, tres espadas de bronce cuyos diseños, de alta calidad formal, han permitido múltiples estudios tipológicos.

Estudio de las evidencias A pesar de ello no se conoce el tipo de depósito de que formaban parte, si se trata de una facies de depósito ritual, o bien de un conjunto asociado a una o más inhumaciones.

A finales del III milenio el ritual de inhumación cambia y ahora se eligen como espacios sepulcrales pequeñas cavidades situadas en las inmediaciones del hábitat, donde los enterramientos se suceden de forma acumulativa, a lo largo de periodos de tiempo dilatados. El número de individuos en las cuevas con información varía entre los 10 y los 15 individuos, aunque podo haber sido ser mucho mayor. Junto a

Figura 4.28. Conjunto de espadas de bronce de Coyusa o Cueva Yusa (a partir de un original de A. Giribert 1986, modificado.

Resultados Los grupos mesolíticos de comienzos del V milenio a.C. incorporan la cerámica a su utillaje cotidiano y mantienen en uso algunas estaciones de hábitat y trabajo en la montaña calcárea del Alto Asón. Quizás comienzan también a compatibilizar la caza y la recolección con las nuevas actividades productivas agrícolas y ganaderas, o quizás esto se produce en una segunda fase, algo más tarde. En cualquier caso, unos cientos de años después, los concheros de altura, situados preferentemente en abrigos y cuevas junto a los valles, parecen abandonarse aunque se mantienen en uso algunas grandes cavidades como lugar de habitación, evidenciándose entonces con claridad, la práctica de la nueva economía. De forma paralela se detecta la construcción de tumbas megalíticas, generalmente sobre zonas de sustrato silíceo, en cordales de media montaña, y es posible que en sus alrededores se levantasen pequeños poblados. A juzgar por las dataciones del medio Asón, este fenómeno se desarrolla desde mediados del IV al III milenio a.C.

los muertos se colocaron restos de animales domésticos, sobre todo jóvenes: terneras, corderos, cabritos y en menor medida cerdos. Los ajuares más utilizados son vasos cerámicos, sea de tipo orza con decoraciones plásticos o vasos con decoraciones incisas. El ritual parece volver a modificarse con el final del Bronce Antiguo- tras el velado episodio campaniforme- y probablemente las inhumaciones se realizasen ya en los propios poblados, en fosa o en pithoi. A partir de este momento comienza la práctica de depósitos rituales en grandes cuevas, generalmente en puntos no excesivamente alejados de la boca, entre bloques, ó en pequeñas gateras. Quizás como una derivación del uso de las cuevas como espacios sepulcrales, la cosmovisión del grupo incorporó la idea de que en las cavidades se encontraba la frontera con el mundo de los difuntos o con la esfera de sus seres míticos, lo que llevaba a la entrega, a modo de ofrendas, de bienes de equipo, vasos con alimentos y piezas de carne. Esta entrega de riqueza puede interpretarse en el marco de creencias en que existen dos planos contrapuestos (vivos / antepasados ó seres humanos / seres míticos) con unos canales de comunicación que,

85

Estudio de las evidencias aunque estrechos, permiten una posibilidad de interacción mutua. Quizás la relación entre ambos planos conllevase exigencias pautadas y concretas y éste sería el rol de la ofrenda, entendida como una inversión que permite obtener unos beneficios o bloquear determinadas influencias negativas sobre la vida cotidiana del grupo.

30

Frecuencias absolutas

20

10

PISO Montano 0

Eucolino DEP

SEP

Funcion

Figura 4.29. Distribución de los yacimientos de facies depósito (Dep) y sepulcrales (Sep) por pisos térmicos, eucolino y montano. Se aprecia que casi la mitad de las cuevas sepulcrales se ubican en el piso inferior, mientras que las utilizadas como espacios de depósito se sitúan casi exclusivamente en los pisos altos.

86

Estos depósitos podrían realizarse en determinados momentos del año, relacionados con los ciclos naturales, como ocurre por ejemplo con la ofrenda de “las primicias”, o bien hacerse tras algún suceso de otro tipo. En este sentido es interesante la presencia en varias estaciones de facies depósito de restos de individuos infantiles de muy corta edad. La distancia relativamente escasa que hay entre la boca y el lugar del depósito, que aunque en la zona oscura se encuentra a pocos metros de la franja de penumbra, es indicativa del respeto que los oferentes tuvieron por estos lugares. En cualquier caso, la explicación de estos depósitos no responde a las mismas pautas que la de las cuevas sepulcrales. Las diferencias entre las cuevas utilizadas como cementerios colectivos en el Calcolítico y primera Edad del Bronce y los espacios elegidos para realizar depósitos rituales durante el Bronce Pleno y Tardío son evidentes y revelan en el segundo caso un interés por la búsqueda de cavidades con un perfil muy concreto, grandes espacios, generalmente con formaciones estalagmíticas complejas. Aunque durante el Bronce Final continúan realizándose depósitos rituales en cuevas, la presencia de estructuras de piedras, su situación a mucha mayor profundidad y la incorporación de la incineración, lleva a pensar que el modelo de depósito típico del Bronce Pleno y Tardío se modifica. Este mismo tipo de depósitos parece similar al característico de la Edad del Hierro por lo que su estudio se abordará de forma conjunta.

Estudio de las evidencias 4.4. Del Bronce Final a la Tardo-antigüedad La información disponible Como ocurría ya en cierta medida con el registro de la Edad del Bronce, la información sobre las culturas del último milenio a.C. procede de forma exclusiva, para el territorio de trabajo, de ambientes en cueva, lo que limita mucho su interpretación. De hecho, en la cuenca del Asón, sólo se conoce un poblado de tipo castreño, situado en la zona costera, sobre la desembocadura del río, el llamado castro del Retorín o de Castrojeniz. También se ha citado un castro en el Pico del Hacha, en Laredo (Fernández y otros 2003), aunque en este caso las estructuras y los materiales proporcionados son menos claros. Por otra parte, algunos indicios apuntan a la existencia de otro poblado de este tipo sobre el valle de Voto, pero no se trata de una referencia confirmada. Con toda seguridad, esta carencia de datos procede de una falta real de prospección al aire libre en la zona. En este sentido, en el contiguo valle del Miera, se conocen varios castros, aunque también concentrados en el curso bajo: La Garma, Castil Negro, Vizmaya o Peñarrubia (Valle y Serna 2003). En el territorio oriental, la excavación del castro de Sámano revela la existencia de importantes contingentes de población en este sector en momentos previos y durante la propia romanización (Bohigas Roldan 2002). Las dataciones realizadas en estos yacimientos indican que el poblamiento castreño tuvo comienzo en el Bronce Final, continuándose hasta la romanización (Peralta 2003). Se han localizado materiales de este período en una veintena de cavidades del Alto Asón, pero en buena parte de ellos los restos se encuentran descontextualizados o no puede precisarse su cronología. Este es el caso de yacimientos como Valline I, donde aparecieron, en el fondo del vestíbulo, fragmentos de varios vasos cerámicos poco diagnósticos. En Colorado I el único fragmento cerámico que parece corresponder a este momento se localiza a unos 50 m de la boca, sobre el suelo de arcillas, sin contexto aparente. En Peña Sota VI, una cueva de pequeño tamaño, se identificó un fragmento de cerámica en una oquedad de la roca, junto a la boca, no diagnóstico, aunque por el tipo de pastas y tratamiento superficial podría considerarse de la Edad del Hierro. Tampoco puede establecerse con seguridad la cronología de los fragmentos de Cubijíu, aunque sus caracteres apuntan a un momento tardoantiguo. En la cueva del Portal, en superficie, se han estudiado dos fragmentos de panza que por su morfología pueden asignarse a la Edad del Hierro. Por último en el interior de la cueva de Converuz se recogieron fragmentos de un vaso de borde muy vuelto, cuyo diseño corresponde también a este momento.

Así pues el número de yacimientos con un contexto interpretable y con una asignación cronológica se reduce sensiblemente: cuatro yacimientos del Bronce Final/ 1ª Edad del Hierro, nueve de la 2ª Edad del Hierro y sólo dos indígeno-romanos o tardoantiguos. Su cronología es amplia y se aprecia una cierta secuenciación cronológica, a pesar de que el desconocimiento de las formas y diseños cerámicos de estos momentos hace que resulte difícil su adscripción. No es posible la comparación entre el patrón de localización espacial e incluso el formato de cavidad de las estaciones de los diferentes momentos por el reducido tamaño muestral. De todos modos, la altura sobre el fondo de valle es una variable de comportamiento significativo, y así las cuatro estaciones atribuidas al Bronce Final /Hierro I se encuentran mucho más altas sobre el valle que las de época Hierro II (416 sobre 244m) sobre el valle. La energía del medio en cambio es homogénea y en esto son diferentes las cuevas con restos indeterminados, ubicados en zonas más llanas. El formato de cavidad es similar entre las distintas fases, y en ambos grupos aparecen grandes cuevas y cuevas de tipo medio, aunque el tamaño de boca de las cuatro estaciones con depósitos antiguos es mucho mayor, con 17 m de anchura media sobre los 9 m de las de aportaron depósitos de la Edad del Hierro. El rasgo en que más divergencia existe es en la orientación, por la presencia de dos cuevas con material del Bronce Final orientadas a componentes Norte, mientras las de la fase siguiente, se orientan con toda regularidad y casi sin excepciones al Este, Sur y Sureste. También resulta muy importante la variación en la profundidad de boca media, que en los depósitos del Bronce Final es de más de 60 m, mientras en las de época Hierro sólo 35 y en las indeterminadas baja a menos de 11 m. En cualquier caso los tamaños muestrales son muy reducidos. A continuación se comentan los rasgos básicos de los yacimientos, organizados por grandes períodos culturales. Los depósitos del Bronce Final y del Hierro I Se trata de un periodo estudiado por la investigación regional de forma muy marginal, y para el que faltan tanto trabajos de detalle como dataciones absolutas. No se han caracterizado sus series industriales, a excepción de algunos tipos metálicos, analizados según el sistema de paralelos tipológicos (p.e. Fdez. Manzano y Guerra Doce 2003). Por otra parte, los conjuntos asignables a estas fases en el Alto Asón son escasos y no exentos de problemas.

87

Estudio de las evidencias

Quizás a un momento Bronce Final a Hierro I correspondan tres de los depósitos de Cofiar, el depósito nº 1 del Aspio, algunos restos de Cañuela y otros del vestíbulo del Masío y con muchas dudas una pieza de Coventosa. La duración del período, desde el final del Bronce Tardío, en el siglo XII a.C. hasta el siglo V a.C., unos 700 años y su escasa representación en cuevas podría indicar que en estas fases los rituales no se realizan en estos ámbitos más que de forma ocasional.

Foto 4.15. Corte del interior de una estructura tumular en La Cañuela. En Aspio puede asignarse a este momento una pieza cerámica, representada por dos fragmentos, recogida en el primer depósito. Con ellos se puede reconstruir un vaso de paredes lisas, de carena alta y característico perfil acampanado, con un diámetro de boca aproximado de 18 cm. Sus superficies son negras están finamente alisadas y sus pastas incluyen desgrasantes gruesos de calcita. A esta forma corresponde también un borde de Coventosa, aunque se trata de un diseño sencillo y podría ser posterior, así como un borde aparecido en Cañuela, no sabemos si asociado o no a la cerámica incisa citada mas abajo. Por último, en el vestíbulo del Masío se recuperó un fragmento de urna de perfil acampanado decorada con una cinta muy realzada e impresa que podría ser también de este momento. A unos 100 m de la boca de la cueva de Cañuela de Bustablado fueron recogidas algunas cerámicas, por miembros del S.E.S.S. en el año 1962, en superficie (Begines Ramirez 1965). Se cita la presencia entre ellas de fragmentos decorados con motivos de rayas y puntos. Este lote, depositado en el MRAP incluye

88

Figura 4.30. Fragmento de molino barquiforme y mano de molino, procedentes de Cofiar (MRAP). un fragmento que presenta un motivo formado por bandas reticuladas incisas con paralelos en piezas del bronce final, como un vaso de Solacueva (Ruiz Cobo y Serna 1990). Debe tenerse en cuenta que, siguiendo el eje de Cañuela, a unos 90 m aproximadamente se encuentra una estructura tumular, similar a otras dos más exteriores. Un conjunto más complejo es el de la cueva de Cofiar. Esta gran cavidad se abre en un punto alejado del valle, en pleno macizo cárstico del Hornijo. Se trata de una cueva de grandes dimensiones y de recorrido interior relativamente fácil en que se han localizado tres acumulaciones de material arqueológico prehistórico y una de restos más modernos. En la primera concentración de materiales, localizada a unos 90 m de la boca Oeste, en la base de un caos de bloques, aparecen dos cuencos, uno de pequeño tamaño, hemiesférico aplanado, de arista biselada interior y otro mayor, de unos 20 cm de diámetro, también hemiesférico aplanado, pero decorado con motivo en ziz zag con técnica excisa. Se cita junto a este material una posible escápula humana.

Estudio de las evidencias

Figura 4.31. Vasos de perfil asignable a la Edad del Bronce. De arriba abajo: 1. Coventosa inferior, 2. C. Del Masío, 3. C. De Converuz, 4. C. De Valline A.

89

Estudio de las evidencias La segunda concentración de material se sitúa a 72 m de la boca, y se encontraba sobre las arcillas y en asociación a piedras y lajas. Allí aparecieron tres restos humanos: un fragmento de coxal así como un peroné y un húmero ambos con evidencias de exposición al fuego. La tercera, situada a escasos metros de la anterior, en la pared opuesta de la galería se asocia a estructuras de piedras de forma circular. Aparecen pequeños fragmentos de cerámica y minúsculos restos de hueso quemado. Aquí, entre la ceniza, se recogieron fragmentos de varios vasos, que incluyen dos cuencos de perfil parabólico, una forma de carena baja, una olla de perfil ovoideo, con borde recto saliente y arista recta, otro perfil ovoideo, más pequeño con borde vertical, y superficies peinadas, y una forma mayor, de perfil bitroncocónico, que podría ser similar a la del Aspio, aunque al parecer presenta la carena marcada. En esta misma acumulación se recogió una aguja de hueso y un metacarpiano humano completo. La presencia de estos perfiles bitroncocónicos en asociación a decoraciones excisas y la cita de restos humanos quemados permite interpretar a los autores este yacimiento como un depósito de incineración y datarlo en el Bronce Final (Bohigas y otros 1992).

Figura 4. 32. Cubilete procedente de la Boca B de Valline 1. Las tres cavidades citadas con materiales del Bronce Final o Hierro I, Aspio, Cañuela y Cofiar, son grandes espacios, y en los tres los materiales se

90

localizan en puntos interiores de sus galerías (60, de 90 a 70 y 100 m, respectivamente). El resto de los rasgos son diferentes. Así, en Aspio parece tratarse de un único vaso y en Cañuela y en Cofiar se habla de posibles estructuras. Estas estructuras, siempre citadas en relación con los depósitos del Bronce Final en cueva, no han sido objeto de un trabajo monográfico. El estudio de un corte en uno de los “túmulos” de Cañuela revela su carácter artificial, así como una cierta complejidad, dada la presencia de varios. En Cofiar los círculos de piedras asociados al material arqueológico están formados por acumulación de los clastos autóctonos. En otros yacimientos de la Región que han proporcionado materiales del Bronce Final se han citado también estructuras, aunque de morfología diversa. Este es el caso de Lastrilla III, donde a unos 60 m de la boca se describe una acumulación formada por varios niveles: un nivel inferior de cenizas y carbón, sobre el que hay restos cerámicos y huesos humanos fragmentados, cubierto por un nivel de cantos rodados y todo ello oculto por una cúpula de lajas alóctonas (Rincón 1980). En La Cervajera, una cueva –sima de Guriezo- se cita también una posible acumulación artificial, asociada a la aparición de material cerámico y metálico significativo9. En el vecino valle de Matienzo aparecen también depósitos de vasos, que pueden adscribirse a este momento, pero sin asociación a restos humanos. Es especialmente interesante la pieza de La Cuvía de La Vega, una cavidad de dimensiones reducidas y poco apta para el hábitat. En un cono de derrubios, también en un punto interior, se encontró depositado un vaso de carena alta, en hombrera y cuerpo troncocónico, con ungulaciones en la arista, sin otro contexto que algo de carbón (Ruiz Cobo y Smith 2003). Esta pieza tiene un cierto aire de familia con el vaso del Aspio, con el borde de Cañuela y de Coventosa, con la salvedad de que se conserva mucho más completo y resulta una forma frecuente en las necrópolis de incineración del Ebro, en la tradición de Campos de Urnas. Resulta interesante que muchas de estas piezas presenten ungulaciones en la arista, un motivo característico de las piezas de formato medio y grande en contextos Hierro I.

Estudio de las evidencias En este mismo valle se han estudiado también depósitos de restos humanos, de inhumación, en dos yacimientos, en la Sima del Diente y en la Sala Pendants de Cofresnedo, que han proporcionado dataciones radiocarbónicas en el Bronce Final. En ambos casos no aparece ningún material arqueológico asociado (Ruiz Cobo y Smith 2003). Se pone así de manifiesto la necesidad de obtener 450.000

445.000

455.000

En principio, y considerando como indicador la presencia de vasos de ambos tipos, corresponderían a un momento Hierro II, los conjuntos del interior del Masío, algunos depósitos de Coventosa, el depósito 3º del Aspio, Brazada, y quizás los de Peña Sota, Falso Escalón, La Llosa, los fragmentos de Covarrio, Cañedo y la Cueva del Mar.

460.000 4.795.000

R. Asón R. Bustablado 4.790.000

4.785.000

alera R. C

R. Gándara

4.780.000

Pisos altitudinales 1000 m 4.775.000

Edad del Hierro Depósito Indeterminado

Figura 4.33. Distribución de yacimientos de la Edad del Hierro en el territorio del Alto Asón. más información y de mayor calidad, para poder interpretar este tipo de yacimientos. La Segunda Edad del Hierro Es difícil determinar los conjuntos que corresponden a la segunda Edad del Hierro, por la falta de elementos que permitan un diagnóstico claro y por el propio carácter de los depósitos. Sabemos, por la datación de un vaso de tipo Brazada de Cofresnedo en el siglo III a.c., que la utilización de piezas con este diseño en depósitos arranca al menos en ese momento, en pleno Hierro II. Su asociación a vasos celtibéricos plantea que la moda se mantiene quizás hasta el siglo II ó I a.C. Para la consideración de una serie como de la Edad del Hierro se ha tomado en cuenta la presencia de vasos tanto de tipo Brazada como de perfil en S, así como de restos de cerámica tardoceltibérica.

Los contextos de aparición de estos materiales son diversos: aparecen tanto aislados, como en Brazada o en Masío interior, asociados a piezas metálicas significativas, como Peña Sota III y la Llosa, o junto a cerámica celtibérica, en los casos de Coventosa – en una variante grande de perfil en S- y Aspio, en lo que parece un depósito de artesano. En otros casos sus fragmentos se encuentran en superficie, junto a restos de fauna, sin un contexto claro, como Covarrio, Cañedo o Falso Escalón. En La Brazada, el vaso apareció completo, en una oquedad junto a una sima, en una galería de tamaño medio. Para llegar a ella es necesario gatear durante unos 50 m, desde la boca. El único contexto son los abundantes fragmentos de carbón de madera, que aparecen en la superficie del lugar. Al parecer el vaso, en el momento de su descubrimiento, conservaba aún pequeños fragmentos de carbón en su interior. En el Masío el vaso se encontraba, en

91

Estudio de las evidencias origen, en una repisa sobre una depresión del suelo de la amplia sala interior de la cueva. Hoy día sus fragmentos se distribuyen entre la ladera y el fondo de este rehundimiento, y en el suelo aparecen también restos de carbón.

Figura 4.34. Vaso procedente de la cueva de La Brazada

En Peña Sota una parte de los materiales del depósito podría corresponder a este momento. Se trata de un vaso de perfil en S, de pequeño tamaño, y un posible tahalí con decoraciones en series de Figura 4. 36. Vasos con perfiles de tipo Brazada, de yacimientos del Alto Asón. 1-2 Coventosa, sector “fondo bajo”, 3: C. Del Masío, interior, 4-5: Coventosa interior. no es posible establecer la relación entre estos restos y la cerámica a mano y el metal. En la Llosa el depósito se encuentra en zona de penumbra y los restos se recogieron junto a la pared, en superficie. Además de un vaso de perfil en S, se recuperaron fragmentos de otros vasos mayores, así como una chapa circular de bronce remachada y decorada que podría ser un adorno frontal de caballo. En el lugar se observan también restos de fauna, con ovicápridos, cerdo y vaca. Figura 4.35. Vaso procedente de la cueva de La Brazada “eses”. Se recogieron entre bloques, en el suelo de la amplia galería que hay trás el vestíbulo. Aparecen allí estructuras hechas por bloques clásticos, una de ellas de planta subcircular, con cerámica medieval. En la colada de barro que lleva al final de la cueva aparecen restos humanos y abundante carbón, pero

92

Coventosa presenta varios depósitos. El más exterior, que puede interpretarse como un escondrijo de metal, fue localizado en 1930 por un pastor de Asón. El material estaba cubierto con piedras, en la zona exterior del vestíbulo de la cueva y comprendía 20 piezas de las cuales, “tres de ellas grandes y bien construidas” (León 1993: 22). Los diferentes avatares que sufre el conjunto lo merman en número y hoy día se conservan en el M.R.A.P. diez rejas y una punta de lanza de enmangue tubular (Barril 2001). Este lote ha sido estudiado por Barril que plantea una cronología, a partir de criterios

Estudio de las evidencias tipológicos en un momento celtibéricos tardío, en torno al siglo II-I a.C. En la gran sala interior, cuyo fondo está ocupado por una colada estalagmítica en forma de rampa de fuerte pendiente se han diferenciado tres depósitos: 1: En la explanada de la base de la rampa, en la superficie de los grandes bloques aparecen fragmentos de cuatro vasos de tipo Brazada y otros fragmentos cerámicos. Raspador de sílex sobre lasca, con frente amplio, retocado por los bordes. 2: En el borde una sima inmediata: Fragmentos de un vaso de tipo Brazada, con decoración de impresiones digitales suaves en la base del cuello y restos de otros cuatro vasos, probablemente del mismo tipo. Así mismo se recogieron restos de una olla tardo-celtibérica con el borde vuelto y moldurado y el labio de sección cuadrangular, asociados a un objeto metálico, formado por una placa de bronce al que aparece unida por detrás una argolla de hierro, probablemente parte de un bocado de caballo.

El depósito del Aspio es el más diverso en cuanto a sus componentes. En un pequeño sector, a unos 120 m de boca, junto a la pared izquierda, se recogieron restos de 18 vasijas de perfil en S, otra de mayor tamaño con decoración compleja, y un vaso de tipo tardo-celtibérico. Además aparecen piezas de telar, como una fusayola, ocho peines, varios objetos de hierro, etc. En la cueva quedaron otros materiales, como una pieza de herrero, un puñal de hierro, fragmentos cerámicos, etc. (Serna y otros 1994). Quizás también se trate de un yacimiento de facies depósito el de la gran cueva del Falso Escalón, donde, al fondo de la gran rampa de entrada, se localizó, junto a carbón, un fragmento de un vaso de perfil en S, y otros restos, como cerámica medieval.

3: En la parte superior de la colada el material aparece en las oquedades naturales de la concreción pavimentaria, que en algunos casos han sido retocadas y presentan en planta forma subcircular o cuadrangular irregular. Se recogieron restos de cuatro vasos de tipo Brazada, asociados a carbón de madera.

Figura 4.37. Pieza de arado en hierro, de Coventosa exterior.

Foto 4.16. Cantil donde se abre la cueva de La Llosa, cerca del conjunto de Socueva. Así pues, pueden diferenciarse: dos depósitos formados exclusivamente por urnas de tendencia esférica, de tipo Brazada, y otro que incluye, además de estas piezas, cerámica tardoceltibérica y una pieza de bocado de caballo. En todos los casos el único elemento presente, además de la cerámica es el carbón. Resulta interesante la posibilidad de que, para colocar los vasos, se halla modificado el perímetro de las cubetas de la concreción.

También aparecen vasos cerámicos de estos diseños sin un contexto claro. Este sería el caso de Covarrío. En esta gran cavidad, en una rampa de la zona media de la cueva, en un cono de derrubios, en su nivel superficial, entre tierra suelta aparece un gran fragmento de borde de olla de este tipo. La única asociación es la presencia de esquirlas y de huesos de fauna. Un contexto similar es el de la pieza de Cañedo, también un vaso de perfil en S, recogida en superficie, en un punto interior, junto a esquirlas y a huesos de fauna. En la cueva del Mar, en el cono de derrubios que tapa la segunda entrada, aparece un nivel arcilloso que incluye restos de fauna doméstica, carbón y un fragmento cerámico de una olla de perfil en S, lisa.

93

Estudio de las evidencias

Así pues se aprecia una importante variabilidad en los depósitos asignados a la Edad del Hierro. Algunos de ellos, como el de Coventosa exterior, parecen responder a una lógica diferente del resto. Este conjunto es muy similar en cuanto a su disposición y composición al de Cueva Reyes (Smith 1996), y parecen obras de metalúrgicos, y serían relacionables con el proceso de reciclaje del hierro. Están formados por utillaje de uso diario e informan bien sobre el nivel técnico y las bases económicas de estos grupos (Barril 2001). En una segunda modalidad de yacimientos los restos aparecen, en zonas relativamente cercanas a la boca, e integrados en niveles con evidencias escasas y poco concluyentes. Podría considerarse que se trata de cuevas con utilizaciones de tipo económico, aunque no hay información clara. A este grupo pertenecerían Covarrío y Cañedo y quizás Falso Escalón. Para el resto de los conjuntos debe recurrirse a otro tipo de explicaciones. En principio todos comparten su posición interior en las cuevas, aunque algunos están formados sólo por vasos cerámicos, como Brazada, y determinados depósitos de Cofresnedo y otros por una diversidad de piezas. La idea de que se trata de conjuntos de “artesanos” choca con la variedad de oficios presentes. Así, en Aspio, aparecen en el mismo depósito elementos textiles, junto a una pinza de herrero y abundantes cerámicas. Si se considera que se trata de depósitos de urnas cinerarias, que se acompañaron de elementos relacionados con la profesión del difunto, habría que pensar que se han superpuesto varios depósitos. Por otra parte, los elementos más frecuentes, además de la cerámica, son los relacionados con la indumentaria – fíbulas, placas de cinturón- y con las armas. En esta línea se encuentran los depósitos de Cofresnedo –el aparecido en la sala Pendants- (Ruiz Cobo y Smith 2003), Barandas, los de Callejonda (Morlote y otros 1996), Peña Sota ó la Llosa. Resulta un rasgo interesante la relativa homogeneidad en los tipos cerámicos utilizados en este contexto. Sabemos por las series castreñas que estas sociedades fabricaban y utilizaban una importante variedad de formas, decoradas así mismo con varios tipos de patrones y sin embargo en este tipo de depósitos en cueva aparecen representados casi exclusivamente dos formados: el perfil en S y el tipo Brazada, generalmente lisos o ligeramente cepillados. Por otra parte, parece que en cada conjunto domina una de las dos formas. En Aspio el perfil en S y en cambio en Coventosa o Cofresnedo casi todo son cerámicas de tipo Brazada. Los diseños y tamaños se repiten entre yacimientos. Así, por ejemplo, una pequeña cerámica de perfil en S, de 12 cm de diámetro de boca, se encuentra repetida, casi

94

Figura 4.38. Puñal de hierro de la cueva del Aspio.

en cada detalle, en otras dos piezas, procedentes de Barandas y Codisera, dos yacimientos de esta misma facies de Matienzo (Ruiz Cobo y Smith 2001). El principal problema de interpretación de estos conjuntos es su lógica, dado que no está bien acreditada la presencia de incineraciones. De hecho, en algunos depósitos como Brazada está clara su ausencia. Si se realiza una crítica de detalle de cada depósito en cueva asignado a la Edad del Hierro, no sólo en el Asón, sino a nivel regional, se aprecia que aunque frecuentemente se citan restos humanos, sólo en cuatro cuevas (Gurugú II y Callejonda en el Besaya, Cueva Mora en Calseca y Lamadrid en Rucandio) se encontraron evidencias físicas de incineración (Morlote y otros 1996). Cuando se ha realizado una excavación con lavado de todo el material recuperado, sí que aparecen algunos restos humanos incinerados. Este es el caso de la excavación de la gatera G4 de Cofresnedo donde aparecieron restos humanos de un depósito de la Edad del Bronce anterior, así como fragmentos de vaso de tipo Brazada, y entre la ceniza de carbón de madera se encontraron abundantes fragmentos de

Estudio de las evidencias una cronología en torno al siglo IV. (García Gelabert 1991). Ya en el Bajo Asón, en Santoña se constata la presencia romana en época alto imperial (Vega de la Torre 1993.) En lo que respecta a la etapa visigoda, los únicos restos localizados en la cuenca del Asón son hallazgos fortuitos y sin contexto arqueológico,

Figura 4.39. Vasos cerámicos asociados a material métalico en el conjunto de Peña Sota III. hueso quemado, pero de tamaño tan reducido que sólo en tres casos es posible establecer que su procedencia humana (Ruiz Cobo y Smith 2001). Esto podría indicar que la combustión era muy intensa, o más bien que en la urna sólo se introducía una pequeña parte del material recogido en la pira, una mezcla de carbón de madera y ceniza. De todos modos en otras cavidades, como Brasada o Aspio parece claro que no existió incineración alguna, y otras varias se encuentran restos humanos sin evidencia de exposición al fuego, como Barandas y asociados a formas cerámicas características. Los primeros siglos de nuestra era La escasez de evidencias arqueológicas de estas fases probablemente indica que el territorio fue escasamente romanizado, al quedar al margen de los circuitos y vías de comunicación de la época. Aunque se ha planteado la importancia que debió tener la vía de comunicación del “Camino de Los Tornos”, hasta hoy no ha quedado demostrada su utilización durante el periodo romano10. El despegue definitivo de esta vía no se va producir hasta el reinado de los Reyes Católicos (Álvarez Llopis et al. 1999). Para la zona del Asón solamente se ha constatado la presencia de elementos itálicos en el Medio Asón, en Rasines, con el hallazgo de un ara romano en las inmediaciones de la Cueva de Valle, así como un posible asentamiento, con T.S.H. tardía en torno a la iglesia de San Andrés, todo ello correspondiente a

Figura 4.40. Material metálico de depósitos de la Edad del Hierro. 1 y 2. Tahalí y hebilla de Coventosa. 3. Disco de remache de La Llosa.

como el vaso litúrgico de Limpias o unas hebillas de cinturón en Santiesteban, Ampuero (Alonso Ávila 1985). Así pues puede plantearse que en estos primeros siglos el territorio del Alto Asón se encontraba aislado culturalmente al haber quedado notablemente alejado de los principales núcleos que desde antiguo se situarían más cerca de la línea de costa, aunque su situación fronteriza y el constituirse en paso natural hacia la meseta harían factibles frecuentes intercambios con esa área. Sólo se han estudiado materiales de posible cronología romana procedentes del Masío, Coventosa y cueva Fresca. En la primera cueva aparecieron, en la zona media del vestíbulo, dos fragmentos de cerámica común romana, de una olla de borde muy vuelto. Presenta pastas negruzcas con desgrasantes de calcita y de mica y su diámetro en la boca sería de 126 mm. También en el vestíbulo exterior de Coventosa se recuperó un fragmento de molino circular que conserva parte del agujero central.

95

Estudio de las evidencias (Peralta 2000). Gracias a este trabajo, que parte de la realidad arqueológica, se han superado el esquema apriorístico, que planteaba desde el despoblamiento cultural, al retraso milenario del territorio norte de la cordillera o la existencia de dos poblaciones diferentes y sabemos que este territorio estaba poblado uniformemente por una sociedad que, aunque peculiar, se enmarca en la misma tradición etnocultural que los grupos vecinos (Gutiérrez y Hierro 2001).

Foto 4.17. Fragmento de molino circular aparecido en el vestíbulo de la cueva de Coventosa. El depósito de cueva Fresca, probablemente sea ya de cronología tardoantigua, y se encuentra en la zona central de la gran sala. Allí se recogieron un vaso realizado a torneta, un hacha de hierro, asociados a restos de fauna, cerámica medieval y fragmentos de carbón. La presencia de cerámica medieval hace que resulte complejo establecer el carácter del conjunto. Es probable que se trate de una serie de depósitos realizados a lo largo de un periodo más o menos dilatado. Como ocurría en los conjuntos con material cerámico de la Edad del Hierro, en esta fase también aparecen materiales sin un contexto preciso. Así, en Valline II, en la salita del fondo del vestíbulo, en un estrato con huesos y carbón, apareció un fragmento cerámico que corresponde a un vaso de tipo olla de perfil en S, realizado a torneta, por lo que su cronología más probable es la tardoantigua. Resultados El registro correspondiente a las culturas del último milenio a.C. para el Alto Asón es muy parcial, dado que procede exclusivamente de yacimientos en cueva, siguiendo así en buena medida la pauta del milenio anterior. Las actividades humanas realizadas en las cuevas en estos momentos entran dentro del ámbito de lo ritual o de lo funerario por lo que no son válidas para reconstruir, de forma global, la cultura de estos grupos. No permiten una aproximación a su modelo económico y determinados aspectos, como el poblamiento o incluso la tecnología, se muestran de forma muy sesgadas. Pero, a diferencia de lo que se ha visto en la Edad del Bronce, hoy día contamos con información de calidad sobre las culturas de la Edad del Hierro en Cantabria, disponiendo de una reciente síntesis que la recoge e interpreta de forma global y sistemática

96

La falta de localizaciones de tipo castreño en la zona de trabajo podría explicarse por el sistema económico de estos grupos, móvil o trashumante, entre las tierras bajas y altas, pero es mucho más sencillo explicarlo por deficiencias en la prospección. La importancia de las evidencias recuperadas en cuevas indica claramente que existió un poblamiento más o menos denso en la zona. Trasladando el modelo que los últimos trabajos están documentando en el valle del Miera y del Besaya, todo indica que los castros de esta zona se levantaron en áreas de cumbre, elegidas por su fácil defensa. Este modelo de hábitat en altura es compatible con la existencia de granjas y de aldeas en los rellanos, más próximos a los valles y con mejores condiciones de hábitat. La información arqueológica en el Alto Asón utilizable para una aproximación al modelo económico es mínima, pero aparecen representados varios complejos de producción y transformación. La importancia de las actividades agrícolas, realizadas en los suelos de los valles y en los rellanos de ladera, viene reflejada por la presencia, en dos depósitos de la zona, de varias rejas de arado, acompañadas además en cueva Reyes de una amplia variedad de herramientas, relacionadas todas con la agricultura. La propia diversidad de utillaje de este depósito revela la realización de una amplia variedad de trabajos agrícolas, que deben de cubrir un amplio rango de cultivos. En la misma línea apuntan la alta frecuencia de piezas de molino –manos y metates- aparecidas tanto en cuevas del Asón, como en los castros del bajo Miera. De hecho, se han detectado silicofitolitos residuales en las caras activas de varios molinos de Castilnegro, identificándose restos de trigo de la variedad escanda, además de bellota de encina o roble (Valle y Serna 2003).

Junto a uno de los vasos del depósito del Aspio se localizó un aglomerado de fibra que mantenía la forma del interior de la cerámica. Su estudio microscópico indica la presencia de tegumentos exteriores de, al menos, una especie de leguminosa – arveja, lenteja o similar- y de fragmentos de epitelio

Estudio de las evidencias de otra de lilíacea – del tipo de la cebolla, puerro ó ajo11. En otros castros de la Cornisa, como el poblado vasco de Intxur aparecen, de pólenes de trigo, dos variedades de cebada y evidencias de habas y guisantes. También en los cercanos asentamientos vizcaínos de Kosnoaga y Berreaga o en el castro guipuzcoano de Buruntza se han registrado también pólenes de cereal (Iriarte 1997). Acumulaciones de granos de cereal carbonizado se han conservado en las acumulaciones de carbón de Cofresnedo, y algunos granos se asocian a depósitos de urnas de tipo Brazada.

Pero quizás la actividad mejor documentada en los ajuares o depósitos es la guerra, y así, las armas y los adornos del guerrero son frecuentes en estos contextos. Aparecen puntas de lanza y regatones, puñales, placas de cinturón, tahalíes, placas de cinturón, arreos y bocados de caballo etc. Esto indica el modelo de sociedad que produjo estos depósitos.

La existencia de una ganadería desarrollada se confirma por la asociación de restos de fauna de animales domésticos en contextos en cueva, que en ocasiones aparecen quemados. Los más frecuentes son los ovicaprinos, los bovinos y los suidos. En las recientes excavaciones de Castilnegro se identifican restos de bovinos y de cerdos (Valle y Serna 2003). Así pues es probable que el complejo ganadero tuviese también un peso importante en la economía. En los depósitos están bien representados los oficios artesanales: en Aspio la elaboración de prendas textiles, con diversas piezas de telar, y los trabajos de herrero, y en Castilnegro y en La Garma, la metalurgia, con crisoles, hornos y abundantes escorias de hierro y bronce (VVAA 1998).

Foto 4.18. Boca de la pequeña cueva de Brazada.

El registro del Alto Asón pone de manifiesto que los grupos de la 2ª Edad del Hierro continuaron depositando vasos en el interior de las cuevas, aislados o en conjuntos, asociados o no a incineraciones, al igual que hicieron las generaciones anteriores de la Edad del Bronce. Esta continuidad en el ritual plantea la posibilidad de que parte del sustrato poblacional de la primera mitad del último milenio a.C. continúa viviendo en el Alto Asón durante la segunda mitad, superando la influencia de Roma.

97

Estudio de las evidencias

Notas 1

Se ha realizado un analísis de distancia de tipo k-medias, que ha diferenciado entre estaciones asociadas a los valles, generalmente abiertas en taludes (Grupo 1), otro con distancias y alturas medias (1250 y 350 respectivamente), situadas en medios de ladera y de rellano de ladera (Grupo 2), y un tercer grupo muy alejado de los fondos de valle (590 y 3300) en situaciones topográficas diversas (Grupo 3).

2 Se aplica el test Chi-2 a las frecuencias de los distintos formatos de cavidad por piso (eucolino o submontano), obteniéndose un resultado de 10.78 que permite rechazar la H0 de falta de diferencias significativas. De hecho, los abrigos son sólo más frecuentes en el piso eucolino, pero las grandes cuevas con un perfil de uso completo aparecen casi de forma exclusiva en el piso submontano. La aplicación del test t , con Levene asociado, a la comparación de la media de boca de las cuevas de los distintos pisos revela también diferencias significativas. Las cuevas del piso inferior tienen una media de anchura de boca de 7.15 m y las del piso submontano de 11.6 m. 3

En esta misma cueva, el sondeo C se realizó sobre un nivel adscribible al MSF, y en este caso los valores de ciervo son todavía mas altos, llegando al 96 %, con una muestra superior a los 1000 restos (Morales et al. 1997). Las especies de roquedo –cabra montés y rebeco- no llegan conjuntamente al 3 %, y el corzo sólo aparece representado por unos pocos restos.

4

Por ejemplo, en la cueva del Oso, en Obregón, aparece una pieza microlítica con este tipo de retoque, aunque quizás se trate de un depósito secundario, procedente de la zona externa del yacimiento de la cueva de Morín, de su nivel aziliense o de su ocupación mesolítica.

5 La idea de que en la elección de las estaciones especializadas se renuncia, en cierto sentido, a la comodidad, para minimizar la distancia a los recursos, se plantea quizás por primera vez para Cantabria por Utrilla (1994), para el Magdaleniense Inferior, y se aplica a mesolítico del litoral por Fanos (1998). 6

Aunque hay variaciones importantes entre las frecuencias de huesos representados según la parte del cuerpo entre la muestra magdaleniense de la Cueva de Valle, la aziliense del mismo yacimiento y los niveles azilienses del Pielago esto podría deberse a diferencias en el nivel de estudio. En todo caso es habitual en las series la presencia de alguno de los escasos huesos axiales, lo que parece sugerir que los animales se llevaron enteros a los yacimientos. Esta frecuencia es algo mayor en el caso de corzos, rebecos y cabras que en los ciervos. En Cubío Redondo, aparecen bien representados los huesos axiales, tanto en los ciervos como en los corzos. 7

En concreto en la caza furtiva actual el lazo es el sistema más utilizado en la reserva del Saja, para ciervos y corzos (Palomero y Nores 1983-84).

8

Así, la distancia media al vecino más próximo que en los yacimientos mesolíticos era de 0.65 km, en estos conjuntos sube a 2.45 km. Esta prueba no está afectada por la importante diferencia en la densidad, dado que, por ejemplo, las cuevas sepulcrales, con un tamaño muestral menor, con N= 11, aportan un valor de Rn: 0.62, similar al de las cuevas mesolíticas. 9 En una reciente visita a la cavidad se ha comprobado que efectivamente aparecen estructuras, además de carbón, en el punto donde se cree que se recogió el material arqueológico según comunicación oral de P. Smith. 10

Las dificultades de esta vía de comunicación quedan patentes en la propia denominación de la misma, Senderinfiesto, que aparece ya en el Libro de las Monterías de Alfonso XI, hacia 1350.

11

La muestra fue estudiada en el laboratorio agroalimentario de Santander, el mismo año de la realización de los trabajos en Aspio, pero si limitó a un análisis de superficie realizado con lupa binocular, dado que en este momento no se disponía de un cromatógrafo de gases para llevar a cabo un análisis de detalle.

98

Estudio de las evidencias 4.5. El Arte esquemático-abstracto Smith, P. Se han reconocido conjuntos de arte esquemáticoabstracto en catorce cavidades, en la zona del Alto Asón. Se trata de manifestaciones parietales en forma de marcas negras no-figurativas, realizadas con carbón vegetal. Este tipo de arte rupestre ha sido reconocido en un centenar de cavidades de Cantabria, el País Vasco y Burgos, elaborándose la primera sistematización del fenómeno hace unos cuarenta años (Llanos 1966). En los últimos años, se han datado varias pinturas con el procedimiento de C14-AMS, que indican que este ciclo artístico se desarrolló principalmente en la Edad Media, con una fecha anterior, de la cueva de Cofresnedo (Matienzo) de 1740 ± 80 BP (Ruiz Cobo y Smith 2003).

pinturas, dentro de un contexto arqueológico excepcional. El contenido esquemático-abstracto de las dos cavidades citadas ya ha sido publicado con cierto detalle (Serna Gancedo y otros 1994, Marcos Martínez y otros, 1994). Las otras estaciones

Foto 4.21. San Juan de Socueva. solamente han aparecido en catálogos generales dedicados al fenómeno esquemático-abstracto; el más reciente de Gómez Arozamena (2003). En total, son indicadores de un uso determinado de las cuevas en el periodo entre los siglos III y XIII, que debía tener cierta relevancia en la zona.

Foto 4.19. Cueva del Masio.

Cueva del Masío, o Delante La Cueva: Se hallan unos siete paneles de pinturas, todos dentro de la gran sala interior. Al entrar en la sala, en la pared derecha, se encuentra una pequeña marca vertical en una cornisa. Los paneles más interesantes se localizan en la pared izquierda. Unos puntos pequeños son seguidos por otra serie de puntos alineados, en un saliente de la pared. El panel siguiente es el principal y está formado por una nube de más de 40 puntos y rayitas, cubriendo un espacio unos 50 cms de largo. Los restantes paneles consisten en puntos aislados (Foto 4.19).

Foto 4.20. San Juan de Socueva. En el Alto Asón, la estación más importante, con diferencia, es la cueva de San Juan, pero también destaca la cueva del Aspio por la calidad de las

Foto 4.22. San Juan de Socueva.

99

Estudio de las evidencias Cueva de San Juan: Las pinturas esquemáticoabstractas se localizan en casi todas partes de la cueva, que tiene un desarrollo total de unos 100 metros. Sin embargo, los paneles más interesantes y los mejores conservados se hallan en la sala principal, a mano derecha de la galería de entrada. La parte derecha de la sala tiene un número de pilares de roca y cornisas colgadas del techo, y todos ellos estan decorados, a veces con paneles de

Cueva de Falso Escalón: Esta cueva cuenta con un amplio número de pinturas, todas localizadas en la pared derecha. Empiezan con una línea diagonal unos 4cm de largo, seguida por varios puntos aislados. También existe una agrupación de cuatro o cinco puntos. Un poco hacia el interior de la cavidad, se encuentran nuevos grupos de puntos, dispuestos sin ningún orden aparente. Dos de las pinturas más interesantes de la cueva se hallan aún más hacia el interior. En el borde de una fisura en la pared, se encuentran dos rayas de 3 y 4cm de largo, con otros puntos. La figura mayor es un panel abstracto, que ocupa un espacio 22cm de anchura, con varios puntos y líneas anchas. La última figura, algo separada de las demás pinturas, es otro grupo de puntos. Cueva de Escalón: En el interior de la cueva, sobre la pared izquierda, se conserva un pequeño conjunto de pinturas. Consisten en cuatro paneles de puntos y líneas cortas. Destaca un grupo de unos diez puntos que forman un círculo.

Foto 4.23. San Juan de Socueva. gran complejidad. Una de las más interesantes tiene en su centro una fuerte línea vertical que es interpretable como un antropomorfo, mientras en la parte superior se halla un grupo de tres líneas paralelas (Foto 4.20). Las otras consisten en gran cantidad de líneas cortas y puntos, algunos alineados (Foto 4.21). Sin embargo, el mayor panel en esta parte de la cueva, y uno de los mayores conocidos en Cantabria, se halla sobre la pared derecha. Mide más de dos metros de largo y 0,80 metros de alto. El lado izquierdo tiene gran profusión de puntos y líneas, mientras hacia la derecha se van desarrollando grandes manchas de carbón, que llegan a cubrir la pared casi por completo. Otro panel complejo, con muchos trazos, algunos pareados, se localiza en otro pilar de roca cerca de la entrada a la sala.

La pared izquierda de la sala tiene dos signos más pequeños formados por líneas sub paralelas (Foto 4.23. La galería intermedia tiene varias figuras en la pared derecha; una de estas, consiste en una línea vertical, 15cm de largo. Enfrente se halla otro conjunto dominado por dos líneas curvas y paralelas (Foto 4.22). La galería de entrada también tiene pinturas aunque peor conservadas; muchas son borrosas, deslavadas y afectadas por una especie de moho amarillento. Sin embargo algunas figuras son bastante complejos. Se hallan tanto en ambas paredes como en el techo.

100

Foto 24. Cueva de Coventosa. Cueva de Coventosa: Esta gran cavidad tiene muy pocas muestras de arte esquemático-abstracto. Las pinturas más importantes se hallan en la galería de los gours y hoyos, donde se documentaron los depósitos de cerámica. Localizadas sobre la pared izquierda, consisten en pequeños grupos de puntos (Foto 4.24). Existen puntos aislados en algunas otras partes de la cueva. Cueva Fresca: El gran vestíbulo de esta cueva tiene un número importante de pinturas. Se caracterizan por ser mayoritariamente grupos de puntos, a veces no muy bien conservados a causa de la humedad en las paredes. Estos grupos se localizan a mano izquierda de la sala, dentro de una serie de recovecos. Cubren lienzos de la pared de 50 a 60cm de ancho, en algunos casos a más de 2m por encima del suelo (Foto 4.25). Al fondo de la sala, cerca del paso hacia las galerías interiores, se encuentra un

Estudio de las evidencias signo formado por varias líneas de unos 10cm de largo (Foto 4.26).

Cueva de la Cañuela (de Valles): La pintura principal en esta cavidad consiste en una serie de puntos y rayas que forman una línea curva (Foto 4.27).

Foto 4. 25. Cueva Fresca.

Foto 4.27. Cueva de la Cañuela de Valles.

Foto 4.26. Cueva Fresca Cueva del Mazo Escobal: Esta cueva solamente tiene tres pinturas, todas localizadas en un recoveco al final de la galería. En todos los casos, se trata de grupos de puntos. Cueva de Escaleras: Las pinturas de este pequeño conjunto consisten en varios puntos aislados, localizados tanto en la pared izquierda como la derecha, cerca del final de la galería. En la mayoría de los casos, se encuentran en pequeños salientes o cornisas. Cueva de Peña Sota III: Este conjunto es pequeño, pero de gran interés por las posibles asociaciones con el yacimiento arqueológico en superficie. Al pie de la rampa de la entrada, en la pared izquierda, se halla el primer grupo de pinturas: una línea que hace un ángulo con un punto en el medio, una marca en una estalagmita, y un grupo de cuatro puntos. En el suelo, debajo de estas pinturas, se halla un gran cenizal. Las otras pinturas se encuentran en la continuación de la galería, a mano derecha, y consisten en un grupo de tres puntos, y una serie de puntos y rayas formando una línea 14cm de largo con más puntos por encima. Este grupo se halla muy cerca de unos restos óseos humanos.

Foto 4.28. Cueva del Aspio. Cueva del Aspio: Las pinturas más interesantes se sitúan sobre unos grandes bloques, al final de la enorme galería de la entrada, a unos 175m de la boca. La posición es estratégica, por ser el último punto desde donde se ve la boca, y es el paso hacia la continuación de la cavidad. En el extremo de un bloque se halla un panel con varias líneas; en la parte superior, unos trazos paralelos tienen la forma de puntas de flecha, abajo a la izquierda, un posible antropomorfo en forma de "golondrina", y a la derecha una línea vertical (Foto 4.28). Este bloque descansa sobre otro, con una raya y un punto en su cara posterior. Al subir la rampa, se encuentra otra gran pintura en la cara inferior de un bloque. En un espacio de 35 x 25cm, se halla gran número de líneas curvas, y agrupaciones de líneas subparalelas. En otro lateral del mismo bloque, siete líneas paralelas ocupan un recoveco en la roca. También, en la parte más alta de la rampa, se encuentra otras dos figuras, formados por puntos alineados. Igualmente, se ha notado la existencia de

101

Estudio de las evidencias un punto grande en la pared, cerca del tercer depósito arqueológico.

consisten en pequeños grupos de dos o tres puntos, pero existe una figura excepcional; un signo formado por al menos cinco líneas paralelas. De éstas, en diagonal ascendente, la línea central es la más larga, unos 15cm de longitud. Más puntos, en la cara de un gran bloque, completan el conjunto. Cueva del Callejo Cerezo: Esta cueva solamente conserva un pequeño conjunto de marcas, localizadas en los grandes bloques situados al fondo del vestíbulo.

Cueva

Foto 4.29. Cueva de Cubijíu.

Foto 4.30. Cueva de Cubijíu.

Cueva de Cubijíu: El conjunto de pinturas dentro de esta cavidad se localizan en unos grandes bloques, a mano izquierda al final del vestíbulo. En general, las marcas son algo desvaídas y tienen un tono grisáceo. Aparte de algún punto aislado, las figuras más interesantes son: una línea que hace un ligero ángulo, (Foto 4.29) una serie de marcas paralelas, y otra serie de puntos alineados (Foto 4.30. Como se puede apreciar en las fotografías, estas pinturas se sitúan en los salientes, aristas y extremos del gran bloque.

Foto 4.31. Una concentración de carbón en Peña Sota III. Cueva de Converuz: Las pinturas se hallan en una galería lateral a mano izquierda. En gran parte

102

Altura absoluta (m) C. del Masío 485 C. San Juan 475 C. Falso 467 Escalón C. Escalón 307 C. Coventosa 308 C. Fresca 451 C. del Mazo 412 Escobal C. Escaleras 400 C. Peña Sota 450 III C. Cañuela 320 C. del Aspio C. Cubijíu C. Converuz C. Callejo Cerezo

315 575 536 345

Lugar de las pinturas dentro de la cavidad Sala interior 1ª Galería-sala interior Galería Galería Sala interior Vestíbulo Final de galería Final de galería Galería Fondo de galería principal Fondo de 1ª galería Fondo del vestíbulo Galería lateral Fondo del vestíbulo

Situación de las cavidades y de las pinturas Interpretación En la primera tabla, vemos que las cavidades con conjuntos de arte esquemático-abstracto se localizan a bastante altitud, de hecho se trata de la facies situada a mayor altura relativa. Nuestra interpretación, no obstante, no es que se buscaban cuevas a una altitud especial, o dentro de un entorno específico. Las situaciones de las bocas de las cuevas varía de las zonas más cerradas de los valles (por ejemplo, Cueva Fresca) a ambientes más llanos y abiertos (como El Aspio o la cueva de San Juan). Es más probable que se seleccionaban las cuevas grandes y espectaculares y estas pertenecen a las redes fósiles, que siempre se encuentran en niveles superiores. Otro dato interesante es que las pinturas tienden a ubicarse hacia el final de la zona accesible de la cavidad: en los fondos de los vestíbulos, en una sala interior, o en el caso de las cuevas más pequeñas, a final de una única galería.

Estudio de las evidencias La segunda tabla resume la información disponible en el catálogo principal acerca de los materiales arqueológicos que, en principio, aparecen asociados con las pinturas. Se observa la escasa frecuencia de los restos humanos, aunque se debe anotar la dificultad de identificar restos de este tipo si se ha practicado un ritual de incineración. Las cerámicas de la Edad del Hierro y las medievales aparecen con frecuencias parecidas, lo que supone en parte un reflejo de la propia importancia que tienen las manifestaciones de esta cronología en la comarca, sobre todo en las cuevas de El Aspio y Coventosa. Otro elemento contextual característico y muy frecuente son los cenizales. En las primeras investigaciones en torno al arte esquemático-abstracto, Llanos (1966) asociaba los conjuntos pictóricos con los yacimientos sepulcrales en las mismas cavidades. Desde entonces, la investigación ha podido demostrar varios hechos. Primero, que el uso sepulcral de las cuevas dura hasta la Tardo-antigüedad/Edad Media, con los ejemplos de La Garma, o el enterramiento de un niño en la cueva del Calero II. Segundo, a Cueva MASÍO SAN JUAN FALSO ESCALÓN ESCALÓN

Restos Humanos Sí -

COVENTOSA

-

FRESCA

-

MAZO ESCOBAL ESCALERAS PEÑA SOTA III CAÑUELA ASPIO

-

-

CUBIJIU

-

CONVERUZ

-

CALLEJO CEREZO

-



Cerámica del Hierro Tipo "Brazada"

pesar de la pervivencia del uso sepulcral, se ha documentado la existencia de cuevas depósito, con cronologías desde el final de Calcolítico hasta épocas históricas, donde no se constata una actividad funeraria, sino rituales de tipo votivo. Tercero, las dataciones radiocarbónicas disponibles para pinturas esquemático-abstractas se concentran en la Edad Media, aparte de la fecha más antigua obtenida en la cueva de Cofresnedo. Muñoz y Serna (1985) ya señalaban la asociación de las estaciones con arte esquemático-abstractas con manifestaciones antiguas del cristianismo. En la zona del Alto Asón tenemos en la cueva de San Juan de Socueva un ejemplo excepcional de dicha asociación. Los primeros cristianos adaptaron su calendario religioso al de las prácticas paganas; es sabido la importancia del solsticio de verano para los cultos pre-cristianos, por lo menos desde el momento de la construcción de Stonehenge (no es este el lugar para estudiar la significación de los ritos y creencias antiguos que todavía se asocian con la noche de San Juan). En relación con estas creencias, es fácil entender el atractivo del paraje Otros objetos

Olla con perfil en "s" ¿Cerámicas antiguas? Celtibérica y tipo "Brazada" Fragmentos

Objeto hierro cobre Hacha hierro

Cerámica Medieval

Cenizales

Una jarra Fondo de una jarra Fragmentos lisos

Sí Sí

de y de



Fragmentos

Si Si

Cerámicas mano

a

Tipo "Brazada" y celtibérica

Hierro o indígenoRomano A mano, quizás del Hierro

Sí Sí

Un tahalí del Hierro

Fragmentos de olla y otras vasijas

Peines madera útiles hierro

Una jarra

Sí Sí

Fragmentos



de y de

No -

Materiales arqueológicos posiblemente asociados a las manifestaciones

103

Estudio de las evidencias de Socueva: "el primer lugar donde ilumina la luz del alba en los amaneceres de este tramo del Valle del Asón" (Marcos Martínez et al. 1994). También, los cristianos tenían que adaptar los lugares de los actos paganos a la nueva religión. Existen múltiples ejemplos: la citada obra de Marcos Martínez et al hace mención de la iglesia subterránea de Saint Emilien en Francia; Benito y Grande (2000) catalogan varios ejemplos entre los santuarios rupestres en el Centro-oeste de España. Las creencias están asociadas a un lugar, y si se separan de ese lugar, pierden su vigor: "se comprende... que la traslación de santuarios y de ritos traicione, rigurosamente, el espíritu religioso,

104

sin que quepa justificar, tal cosa, por razones de “acomodación a los nuevos tiempos" (Benito y Grande 2000). Así, parece que en el caso de la cueva de San Juan de Socueva, la importancia ritual del lugar fue motivo para la construcción de la ermita. En este sentido es muy sugestiva la existencia del rupestre homónimo, el monasterio de San Juan de la Peña, en Huesca, que fue "una cueva sepulcral", lugar de enterramiento de los reyes de Aragón. En Cantabria tenemos el otro caso bastante claro de la cueva de Cudón, con un impresionante conjunto de pinturas esquemáticoabstractas, y donde se halló una serie de objetos litúrgicos y visigodos (Alcalde del Río 1934).

Estudio de las evidencias 4.6 La ocupación del territorio en la Edad Media

para esta época bajo el Obispado de Valpuesta (Ortiz Mier 1990: 16 y 17).

García Gómez, P. La Alta Edad Media Los primeros siglos de la Edad Media se van a caracterizar por la escasez de fuentes documentales y por lo limitado del registro arqueológico para este territorio, lo que dificulta la propuesta de un modelo de ocupación para esta fase. Consecuencia de ello es la falta de estudios sobre este espacio, al contrario de lo que sucede para otras áreas de la región. Una síntesis del periodo, para el Valle de Soba, fue realizada por García Alonso y Bohigas Roldán (1995). Las primeras referencias escritas sobre el poblamiento de Cantabria, corresponden al reinado de Alfonso III, cuando se hace alusión, a través de una crónica, a la repoblación llevada a cabo por su antecesor Alfonso I (año 757) y relacionando el amplio territorio que el monarca asturiano hizo repoblar y que abarca la zona de estudio aunque no hace una alusión específica de la misma. En este tiempo Alfonso I, desde su reino asturiano, va a trasladar gentes procedentes de Castilla, que ocuparán el amplio territorio descrito, produciendo su aculturación. Debe de tenerse en cuenta el importante choque cultural producido entre estos grupos de religión cristiana y la población indígena, que suponemos viviendo en el Alto Asón, mínimamente romanizada y cuyos únicos rituales conocidos se relacionan con la tradición de realizar depósitos de ajuares y cerámicas en cueva, una práctica que parece hundir sus raíces en la Edad del Hierro y desarrollarse durante la tardoantiguedad, llegando a la Plena Edad Media. Los primeros tiempos de cambio Las primeras noticias escritas sobre el Alto Asón corresponden al 836, año en que de forma documental se deja constancia de su ocupación con la fundación del Monasterio de San Andrés de Asia (Aja) por el presbítero Cardelio. Se trata de una repoblación privada que utiliza el scalido como fórmula por la que se accede a la propiedad y se acota la misma mediante su conversión de terreno llano o baldío, en tierra cultivada, adquiriendo los derechos de explotación y más tarde el de propiedad “Terras iscalda factum est scalidum et de monte fecimus campus”. Aparece como firmante en el documento el Abad del monasterio de Santa María de Puerto (Álamo 1950: doc. 2), en el que se menciona la edificación de iglesias, casas, huertos, viñas y pomares, y se habla de una villa en Asia, así como de la existencia de un molino. En el año 959 es cedido a favor de Santa Dorotea de Cigüenza,

La fundación de un monasterio en el ámbito familiar que va a actuar como colonizador del territorio sobre el que se asientan, hace dudar sobre si realmente las tierras se encontraban sin cultivar y baldías, es decir sin un particular o comunidad que las detente, lo que justificaría su ocupación, o bien se trata de una fórmula que asegura su aprehensión por un particular, en consonancia con un sentido de la propiedad más vinculado al derecho romano. Es posible que las tierras estuviesen ya explotadas de forma comunal por pequeños grupos, mediante un sistema itinerante de base ganadera, en consonancia con el derecho germánico. Esta fórmula jurídica por la que se produce el acceso a la tierra mediante su trabajo, procediendo a su privatización, es un proceso que se inicia mediante la ocupación de hecho y el uso continuado de la misma, para luego dejar constancia por escrito, asegurando de esta forma el pleno dominio del suelo ocupado frente a terceros que pudieran invocar derechos, con lo cual se consigue una fuerza probatoria y una seguridad jurídica superior a la que pudiera derivarse de la mera costumbre. Del análisis del documento de fundación y dotación de San Andrés de Asia, se deriva la existencia de una villa y de un molino, lo que pone de manifiesto de forma clara, que el territorio para esta época se encontraba ya ocupado y en el que se describe una pequeña industria destinada a la molienda, lo que significaría asimismo el cultivo de cereal para elaborar el pan. Para este siglo la villa queda identificada como un centro de explotación agraria de un solo propietario que bien puede intuirse como cabeza de clan o linaje (Pérez Bustamante y Ortiz Real 1987) De esta forma sería factible en los primeros siglos de nuestra era la existencia de pequeños grupos individuales unidos por vínculos familiares, que desde antiguo y de forma continuada habitaban el territorio del Alto Asón y ocupaban temporalmente los valles y de forma más intensa la media ladera, y que van a explotar los recursos procedentes del bosque, de donde obtienen las principales materias para su subsistencia, aprovechando los claros para el pasto del ganado, base de su economía. Hay que tener en cuenta que el asentamiento en el fondo de los valles resulta más complejo, por su superficie más reducida, su topografía más accidentada y su ambiente insalubre, por estar cubiertos de bosque y cruzados por ríos encajonados. Estas pequeñas comunidades desarrollarían una organización espacial del paisaje, conformado por el lugar de asentamiento y un espacio inmediato a

105

Estudio de las evidencias explotar. Este espacio comunitario en cuanto a su

de particulares en las que se incluyen una iglesia y

Foto 4. 32. Canecillo de Santa María de Busta, representando una cabeza de murciélago. explotación, va a sufrir una notable modificación en el siglo IX, como hemos señalado anteriormente, cuando comienza la ocupación por parte de los particulares, que mediante la fórmula de creación de monasterios familiares acceden a la tierra. Es de suponer asimismo un escaso poblamiento para estos años, señalado para la franja entre la costa y el pie de la Cordillera, de grupos reducidos, dedicados básicamente a una ganadería trashumante (García de Cortázar y Díaz Herrera 1982). La fase de consolidación A partir de los siglos X y XI las iglesias locales actuarán como aglutinantes de un poblamiento embrionario, consolidando el mismo y teniendo el monte como fuente principal de los recursos económicos. De esta forma se van configurando numerosos núcleos notablemente dispersos y con escaso número de pobladores, situados en torno a lugares estratégicos, en la franja de media ladera y en terrenos relativamente llanos y bien orientados, separados por accidentes geográficos y que tienen como vínculo el valle. Estos pequeños núcleos, que ahora se van a hacer permanentes, tienen como condicionantes el factor orográfico y la forma de explotar la tierra. A partir del siglo XI se procede a la incorporación de parte del territorio al Monasterio de San Salvador de Oña, Burgos y a la integración del territorio dentro de un espacio interregional. El interés del monasterio por estas tierras pone una vez más de manifiesto la necesidad de obtención de nuevas zonas para el pastoreo que complemente la producción cerealística de las tierras de la meseta. Las adquisiciones se realizan a través de donaciones

106

determinadas tierras, de esta forma el monasterio pasaría a detentar los bienes comunales, o derechos al uso de los montes, base de una cabaña ganadera en auge. Esta concentración de la propiedad en manos particulares desemboca en el siglo XI en su transferencia a los grandes monasterios castellanos, y así en el año 1040 aparece doña Munia “cum suos filios cum Castro et Arruega (Ruesga), soba cum tota su pertenencia”. También en el año 1052 Don García el de Nájera y su esposa ceden a favor de Santa María de Nájera In soba Sanctum Iohannem cum sua hereditate. Ya en 1108 se ceden a favor de Oña entre otras pertenencias en Soba: Santa Eulalia, Santa Juliana de Bárcena, en Santa Cruz de Soba y en Santa María de Porres (Ortiz Mier 1990). También el poderoso Monasterio de Santa María de Puerto tuvo interés en estas tierras, tal y como se desprende del documento por el que Alfonso VII, en marzo de 1136, incluye entre las donaciones con que va a favorecer al citado monasterio, a Santa Eulalia de Ribbas cum onni sua hereditate (Abad Barrusus 1985). En esta misma época se construía la ermita de los Santos Mártires, San Emeterio y San Celedonio, en el barrio La Maza de Arredondo (Aramburu Zabala et al. 2001). Del estudio de esta relación de iglesias, creadas entre los siglos IX y XII, obtenida a partir de la documentación y de la existencia de necrópolis de repoblación destacan: a) La escasez de fuentes documentales, b) la fundación de iglesias se va a realizar a una considerable altitud, con una media

Estudio de las evidencias superior a los 447 m sobre el nivel del mar; c) La advocación bajo las que se crean se corresponde en gran medida con las señaladas en esta época para el resto de Cantabria (González Echegaray 1998). Lugar Aja Villar Fresnedo Pilas Rozas Sangas San Martín Socueva Riba Arredondo /La Maza Barruelo Valcaba?

Altitud Año 610 836 370 1108 521 933 400 391 440 621 320 130 1136 191 1200 282 520 1052

Los privilegios de pastos chocarán, a finales de la Edad Media, con motivo de las diferentes circunscripciones que se han ido creando, y cuya base económica sigue siendo el monte. De esta forma asistimos en 1509 a un grave conflicto entre

Fuente Documental / Arqueológica Documental / Arqueológica Documental /Arqueológica Arqueológica Arqueológica Arqueológica Arqueológica Arqueológica Documental Arqueológica Arqueológica Documental

Advocación San Andrés Santa Cruz San Esteban San Miguel San Miguel Advocación desconocida San Martín San Juan Santa Eulalia Santos Emeterio y Celedonio San Pedro San Juan

Relación de iglesias entre los siglos IX y XII. La fundación de iglesias a una notable altitud sobre el nivel del mar, además de obedecer a condicionantes físicos, responde a un tipo de explotación del medio predominantemente ganadera, resultado de una política de colonización de los espacios ultramontanos destinados a pastos (Botella Pombo 2000). En relación con este tipo de ocupaciones pudiera estar el topónimo Busanjuan, así como los citados hacia 1350: Bustaguijon, Bustortex, Bustablado. La integración comarcal Será a partir del siglo del siglo XI cuando se va a superponer una organización más amplia del territorio, que pasará a estar bajo la órbita de San Salvador de Oña, algunos de los núcleos comienzan a aparecer a partir del siglo XII en el Cartulario de este monasterio, tal como sucede con Santa Cruz de Villar, Aja, Valcaba, Veguilla y Regules. En el siglo XI las villae tienen una significación de entidades donde viven un número determinado de personas de condición social y económica diferente, es decir de aldeas (Pérez Bustamante y Ortiz Real 1987). A partir de estas fechas el territorio espacio queda incluido en la zona de expansión en busca de nuevos pastos de los ganados castellanos hacia el mar, que tiene su origen en los privilegios concedidos al citado Monasterio en 1011, desde el cual pasó a los Monteros de Espinosa, en pago de los servicios prestados al Monarca, el 27 de marzo de 1396 el Enrique III, conocido como el privilegio de los herbados. El documento comienza haciendo públicos los territorios sobre los que se extiende, citándose entre otros, Soba, Ruesga y Matienzo.

los vecinos de Soba, que con sus ganados habían invadido la Junta de Parayas y procedido a quemar el monte antes de su retirada (CFR-DOHISCAN-F. BOTIN. A.G.S. 1509.06.14. Sello 1518.10.12. sello 1509.06.14. Sello 1518.10.01.) El carácter de comunidad ganadera heredada se va a intensificar a lo largo de toda la Edad Media, así como su carácter de trashumante, teniendo su continuidad en los modos de vida pasiega ya en el siglo XVIII. Esto se refleja en el alto número de topónimos que en la zona se refieren a pastos de verano, brenas, seles o lugares de resguardo de pastores y ganados y que se han relacionado con lugares primitivos de aprovechamiento (García Alonso 1997). La importancia del monte, como base fundamental que sustenta la economía local, se pone de manifiesto a lo largo de todas las etapas históricas. Del monte se van a explotar tanto las leñas para los hogares, madera para la construcción y fabricación de útiles, fabricación de carbón y cal, granas, frutos y sobre todo el pasto libre del ganado, principalmente el vacuno y ovino, así como el ganado de cerda. De este medio también se van a detraer frutos salvajes y castañas, éstas últimas con un peso importante dentro de la dieta, además de la caza 1. Los recursos procedentes del monte se completaban mediante la roturación de pequeños espacios dedicados a la siembra de cereales, lo que va a suponer una nueva reordenación del territorio, dedicándose los lugares más llanos y soleados a la producción de cebada, como se constata en el Cartulario de Puerto para otros lugares y sobre todo

107

Estudio de las evidencias trigo, pues ya en el siglo IX se habla de la existencia de un molino. El sistema de cultivo utilizado era el barbecho, o descanso de la tierra que era alternado con el pasto del ganado, que con sus abonos contribuían a recuperar la fertilidad del suelo. Este tipo de explotaciones se completaría con la plantación de pequeños huertos en torno a las viviendas que asegurarían la diversificación de alimentos y la producción de hortalizas para los años de malas cosechas. Ahora bien la existencia de una economía deficitaria, y el sistema de dejar la tierra en reposo, exigiría el aumento de las tierras roturadas para dedicarlas a los cultivos en detrimento del monte y de las zonas dedicadas a producir hierba para el ganado, de ahí la necesidad constante de búsqueda de nuevos espacios para el ganado. Los escasos datos polínicos disponibles para la zona confirman en buena medida este esquema. En la turbera de Saldropo, situada en un ambiente de media montaña en los vecinos cordales de Vizcaya, a unos 600 m.s.n.m., se evidencia tras el siglo XII, un fuerte retroceso del hayedo y en menor medida de los avellanos y los robledales y un correlativo incremento de las herbáceas –poaceas- y de los matorrales –ericáceas-. Un clásico indicador de roturación, como Plantago, comienza un potente ascenso y también se aprecia un mínimo incremento de los pólenes de cereal (Peñalba 1990). En la serie de la turbera de Los Tornos, estos cambios no se aprecian, o lo hacen de forma muy atenuada, dada su importante altura, superior a 900 metros.

En el orden político el territorio aparece bajo el poder de los reyes Asturianos desde Alfonso I, en el siglo VIII y ya en el siglo X bajo el dominio castellano. En la primera mitad del siglo XI, y después de diversos avatares el territorio queda incluido dentro del Reino de Navarra por corto espacio de tiempo. Será a partir de la batalla de Atapuerca en torno a 1054 favorable al monarca castellano, cuando estas tierras se incorporen definitivamente al reino castellano. El poder señorial El proceso de acumulacion de tierras en manos de particulares se verá incrementado en el siglo XIV, de esta forma en el año 1300, Fernando IV pondrá en manos de Sancho Sánchez de Velasco entre otros territorios Soba y Ruesga lo que va a desembocar en un poder señorial, que detentará desde la Baja Edad Media y durante la Edad Moderna la familia Velasco. Aunque no deja de ser sintomático que una vez constituido el Ayuntamiento tal y como permanece al día de la fecha, cada uno de los concejos derivó en entidad local menor hasta en número de 27 con sus respectivos bienes comunales, favorecido por la dispersión de los mismos y fuertes lazos de identificación que tienen su origen en los primeros tiempos medievales. De esta forma quedan refundidos el común de los vecinos y el concejo, pasando a ser una misma cosa. En el orden administrativo, también se darán diversas disposiciones que van a contribuir a consolidar el poder señorial. De esta forma en 1338

Foto 4.33. Ermita románica de Santa Mª de Busta

108

Estudio de las evidencias aparece fechado un documento firmado por Alfonso XI en el que se confirman los privilegios otorgados por Sancho IV y Fernando IV, mediante el cual se reducen los impuestos a los moradores de la Tierra de Soba, en contra de lo exigido por Diego López, señor de estas tierras (Álvarez Llopis et al., 1999). En 1351 se pone de manifiesto de nuevo el carácter señorial del territorio, como se refleja en el Libro Becerro de las Behetrías (Martínez Díez 1981), donde se deja constancia de que el Valle de Soba y Ruesga son de Pero Fernández de Velasco. Ya en la Baja Edad Media prácticamente se encuentran constituidos todos los núcleos que conocemos actualmente y las referencias a los mismos son frecuentes y se contienen en la cuantiosa documentación de la Casa de Velasco (Álvarez Llopis et al 1999)2. La toponimia dará muestras asimismo del origen medieval de los núcleos que se van formando: Revilla, Villaverde, Villar, Novales. En otras ocasiones, dando un nombre que entronca con el sentir cristiano, propio de la época: San Vicente, San Martín, San Felices, San Bartolomé, Santayana, San Juan, Santa María, San Pedro, lo que pone una vez más de manifiesto la relación con las advocaciones medievales.

Foto 4.34. Interior de la ermita de San Juan de Socueva.

La evidencia arqueológica Los datos ofrecidos por los documentos conservados, van a ser enriquecidos por los obtenidos por la labor arqueológica, constatándose entre los siglos VIII y XIII, lo que se ha denominado periodo de repoblación. Sin duda alguna el monumento más significativo de esta época es la ermita rupestre de San Juan de Socueva, en Arredondo, donde se constata la llegada de gentes repobladoras. Esta ermita semirrupestre ha sido objeto de diversos trabajos. Una primera referencia nos la da Pascual Madoz en su diccionario (18451850) cuando hace referencia entre otras a la existencia de una ermita en Socueva, aportando una mínima descripción 3. El carácter rupestre del edifico es puesto de nuevo de manifiesto en 1896-1897 por Maximiliano de Regil y Alonso, quien la considera árabe, fechándola entre el siglo IV y VI, este autor describe para esos años la existencia de otro arco de herradura y una galería de dos metros en arco puntiagudo (De la Fuente Porres 2000). Más tarde fue adscrita al período visigodo (Íñiguez Alech 1995). Esta construcción ha sido estudiada, entre otros por Van Den Eynde Cerruti (1985), Bohigas Roldán (1986) y Marcos et al. (1994). Se trata de ermita que aprovecha un pequeño abrigo natural y a la que se accede mediante un vano rectangular, con una nave rectangular de 5m, dividida longitudinalmente en dos tramos por muros de mampostería y cuyo suelo está constituido por la roca madre. En su interior destaca, como elemento más significativo, un arco de triunfo formado por un arco de herradura, tras del cual se encuentra una capilla absidal. En su interior conserva una mesa de altar cuadrada sobre pilar ochavado. La cronología señalada para este edificio sería el siglo IX (Bohigas Roldán 1986) y estaría en relación con la repoblación de esta zona en la primera mitad de este siglo, coincidiendo con la fundación de San Andrés de Asia. El estudio más completo sobre esta edificación fue realizado en 1994 (Marcos Martínez et al.(s.f.). A través del mismo se hace un acopio de toda la bibliografía que sobre este templo se había publicado y se describe cada uno de los elementos que componen su fábrica, y las diversas fases por las que atraviesa su construcción, levantando plantas y alzados. También se hace un estudio detallado del altar y la pila que lo sostiene. Se señala como posible cronología de construcción el último cuarto del siglo IX o siglo X y en opinión de los autores la ermita de San Juan viene a ocupar un paraje que poseía un contenido previo mágico-religioso y podría corresponder al establecimiento de cultos cristianos sobre antiguos asentamientos paganos.

109

Estudio de las evidencias Las evidencias arqueológicas más significativas correspondientes al denominado período de repoblación lo constituyen las necrópolis de tumbas de lajas, la constatación de un número importante de éstas, sería la evidencia de la llegada de las nuevas formas culturales ajenas a la Región Cantábrica, ritos que acompañan a grupos humanos que en número importante se establecen sobre el territorio. Las estructuras más comunes están formadas por

puede constarse entre los siglos VIII y XIII (Van den Eynde Ceruti 1985), aunque hay autores que trasladan su pervivencia hasta la Edad Moderna (García Alonso y Bohigas Roldán 1995). Dentro del territorio del Alto Asón se conocen conjuntos de este tipo en Barruelo (Ruesga), Aja, Fresnedo, Pilas, Rozas, Sangas, San Martín y Villar, en Soba. Estas ocho necrópolis de repoblación que

Figura 4.41. Dispersión de los yacimientos y núcleos medievales en el territorio del Alto Asón. Se aprecia la continuidad de los núcleos a lo largo del valle, ubicados en posiciones de ladera baja. una serie de lajas verticales que forman una caja, dentro de la cual se deposita el cadáver directamente sobre la tierra, en orientación este-oeste, cubriéndose la parte superior asimismo mediante lajas en horizontal y que se disponen en torno a las iglesias de los diferentes concejos. Otra característica es la falta de ajuares, o de inscripciones que hagan referencia al difunto. Tampoco al día de la fecha ha sido encontrada estela alguna, asignables a estas fases. La pervivencia de este tipo de inhumación

110

se han constatado al día de la fecha en el territorio del Alto Asón, contrasta en número con las halladas en el resto de la cuenca de este río, donde sólo se conoce una necrópolis de este tipo en Rasines, inmediata a la Ermita de San Roque (González Echegaray 1970). Por lo que se refiere a la arquitectura religiosa medieval, que correspondería a las primitivas iglesias que se fundan, apenas han quedado

Estudio de las evidencias vestigios, sobre todo porque aunque ha permanecido la advocación en un número considerable, las posteriores transformaciones que han sufrido han desdibujado completamente el origen medieval de los edificios, constatado sólo al día de la fecha por la existencia de necrópolis de tumbas de lajas.

Figura 4.42. Tapadera de vaso en piedra de la cueva de La Busta (Soba)

A finales del siglo XII se construye la ermita de Santa María de Busta, edificio dado a conocer por A. Ortiz Mier. Constituye uno de los escasos ejemplos del románico en la cuenca del Asón, y ha sido datado en la segunda mitad del siglo XII. Se trata de un edificio de escasas dimensiones con la cabecera rematada en un ábside semicircular, decorado en el exterior mediante canecillos, en la que la iconografía utilizada ha sido las cabezas humanas y toneles. El ábside se cubre mediante bóveda de horno y el presbiterio con bóveda de cañón; habiéndose conformado la fábrica mediante sillarejo. Estilísticamente se ha relacionado con otras ermitas del norte de Burgos, lo que denotaría un intercambio cultural con esta área (Polo Sánchez et al. 1995).

altonzano, a una cierta altura sobre el fondo. Este modelo de distribución en que se combina un algo grado de uso del espacio útil, junto a una importante dispersión de los núcleos, con distancias internas maximizadas, responde a la existencia de territorios asociados claramente establecidos, y que serán heredados por los núcleos rurales de época bajomedieval y por el poblamiento moderno. El registro arqueológico se completa con la existencia de un número importante de cuevas en este periodo medieval, que contienen como vestigio más significativo la cerámica y cuyo periodo cronológico abarcaría desde la Alta a la Plena Edad Media. En general en las cuevas estudiadas sólo aparecen fragmentos de cerámica y algunas piezas de madera. En total 17 cuevas han aportado materiales de esta fase, pero conforman más de un tipo de yacimiento. Así, en 8 de ellas se han estudiado fragmentos de cerámica medieval en la superficie de los vestíbulos, en la zona de entrada o en sus fondos, entre las piedras, sin ningún elemento de contexto. Este es el caso de las cuevas de Vallina I, Masío, Coventosa, Sobrelascuevas, Tarrerón, Cubijíu II, Campovijo y La Cubía de Helguero. En varios casos se trata de cerámicas de fases avanzadas: la Baja Edad Media (Vallina A, Masio y Coventosa), Plena Edad Media (Sobrelascuevas) o de un momento medieval indeterminado.

Ya en el siglo XIII cabe encuadrar otra serie de vestigios conservados: ermita de Los Santos Mártires, en el barrio de La Maza de Arredondo (Aramburu et al. 2001). Ermita de San Lorenzo en La Revilla, e Iglesia Parroquial de San Pedro (Polo Sánchez et al. 1995). La distribución de las iglesias y necrópolis anteriores a la Plena Edad Media, en la comarca del Alto Asón, revela una utilización completa de las áreas de valle, aunque dentro del espacio se eligen de forma preferente los ámbitos de rellano de ladera, especialmente las formas de tipo estribación y

Figura 4.43. Vasija de madera labrada de la Cueva del Moro, en Río Munio, Asón.

111

Estudio de las evidencias

Figura 4.44. Algunas formas cerámicas procedentes de yacimientos en cueva en el Alto Asón. 1. Sobrelascuevas, 2 a 4: Entorno de la Ermita de los Santos Mártires de La Maza (Arredondo). 5. Vestíbulo del Aspio, 6. Cueva del Haza. Probablemente en todas estas cuevas pueda explicarse la presencia de cerámica por el uso de la cueva con una lógica económica más o menos primaria. Entran así dentro de una constelación de usos marginales al hábitat relacionados bien con la explotación económica del entorno de la estación o en otros casos, con la necesidad de esconder o proteger algo, o a alguien durante un tiempo.

No conocemos la lógica de este tipo de depósitos, e incluso su adscripción cronológica medieval es todavía hipotética y se plantea por la datación de una serie de muestras obtenidas de las marcas negras de las paredes en varias estaciones de la región (Gómez Arozamena 2003). Por todo ello su estudio se aborda en un apartado específico, junto con el del fenómeno de las cuevas con marcas negras.

En otros yacimientos en cueva la cerámica aparece en puntos interiores, en asociación a concentraciones de carbón vegetal, arte esquemático abstracto u otro material arqueológico, aunque en ningún caso puede establecerse la contemporaneidad de esta asociación, por falta de dataciones radiocarbónicas de los contextos. A este grupo pertenecen las estaciones de San Juan, Falso Escalón, Moros de Asón, Mazo Escobal, Cueva Fresca, Peña Sota III, Cubijíu y Aspio. En la cueva de Haza del Saco la cerámica aparece en una gatera junto a la boca, lejos de las manifestaciones del depósito interior.

Resultados

112

De lo anteriormente expuesto se puede esbozar para el territorio del Alto Asón en la Edad Media un modelo de ocupación que atravesaría los siguientes periodos: 1º. En los albores de la Edad Media, el territorio estaría ocupado por pequeñas comunidades que han venido explotando este espacio de forma continuada al menos desde la Edad del Hierro, dedicadas a la ganadería, alternada con pequeños cultivos y que

Estudio de las evidencias mineras y en las tierras llanas y fértiles, donde establecen sus villas, o en la línea de costa, en relación con el comercio y el tráfico marítimo. 2º. A partir del siglo IX se comienza un proceso de privatización de la propiedad, utilizando el sistema de scalido. Asistimos de esta forma una contraposición entre los bienes explotados por la comunidad y un particular, el primer modelo de origen germánico y el segundo relacionado con el derecho romano y con nuevas formas culturales foráneas. La llegada de estos grupos traerá nuevas formas de vida y nuevas ideas, dentro del fenómeno conocido como repoblación, en el que la base romano-cristiana actuará como agente decisivo de aculturación. Aunque para el territorio objeto de estudio, todo hace pensar en una larga pervivencia de ideas y costumbres hasta la Plena Edad Media. En este sentido, la existencia de un importante número de cueva con yacimientos de facies depósito, con marcas negras, cerámica y concentración de carbones, podría conectarse con la pervivencia de determinados rituales paganos.

Figura 4.45. Punta de lanza en hierro localizada en “El Sillar”, en Soba, de cronología indeterminada, entre la Edad del Hierro y el Medievo. tienen el bosque como fuente fundamental de su economía. La explotación se produce de forma comunal. Culturalmente conservan fuertes raíces indígenas dado que la romanización había sido escasa, al tratarse de un terreno abrupto y marginal, centrándose el interés de Roma en las explotaciones Notas

3º. A partir de los siglos X y XI, se procede a la creación de iglesias que son dotadas de bienes y que van a pasar al dominio de los monasterios castellanos, Valpuesta y Oña; el interés de estos nuevos centros interregionales viene dado por la necesidad de buscar nuevos pastos hacia la costa para una cabaña ganadera en desarrollo. Las nuevas iglesias que se crean centrarán y fijarán definitivamente el poblamiento, caracterizado por la fragmentación y la dispersión, lo que va a acentuar la personalidad de cada uno de los núcleos que se forman y han llegado hasta nuestros días. 4º. En el siglo XIV se produce la señoralización del territorio, en unos casos mediante otorgamientos de los monarcas y en otros mediante la adquisición de tierras. El territorio pasa a manos de la Casa de Velasco, quien asimismo tendrá un amplio territorio en las inmediatas tierras castellanas, situación que tendrá su continuidad hasta bien entrada la Edad Moderna.

1

La importancia de este medio se pone de manifiesto en la redacción del Libro de las Monterías de Alfonso XI, hacia 1350, en que se señalan, incluidos en Castilla Vieja, los correspondientes a Soba y Ruesga. Dentro de los de Soba quedaban incluidos: La Mesa, Gascon, El Desuebi, Lez, en todos ellos se hace mención a que son un buen monte de oso, et de puerco en verano, asimismo y dentro de la relación de los mismos aparecen algunos topónimos significativos: El Cerro (El Cedro), Terraslada, Senderinfiesto, Hozcerrada, Bustaguijon, Amas Sierras, Moruenco, Tasangue, Fresneda, Cova Oveya, Butrian, Boleraguijon, Portiello de la Foz, Portiello de Amuesta, la Cabreriza, Llano de la Torca, Trabunar, Encaruña, la Moñeca, Peña de Aja, Bolon, Picos. Y en la relación de montes de Ruesga aparecen: Bustablado, Lason, Luzno,Urdafege, señalándose asimismo que son montes de buen de puerco en verano, et en invierno. También aparecen una serie de topónimos al igual que en el caso anterior, cuando se habla de las vocerías et son las armadas: Linares, Alisas, Mojabarcas, Bustortex, Cerro del Pajar, Val del Arco, Vega de la Barzeniella, Sillar de Cortezuelas, los Collados, Hoyo de Masayo,

113

Estudio de las evidencias

Coagero, Media-Duero, Faza, Focecina, Valle, Ardavaño, Alcoba, Fruente, Cerro de Urdafege. (Gutiérrez de la Vega 1872. Libro de las Monterías de Alfonso XI. Biblioteca Venatoria. Tomo II. p 10.) 2

En concreto: Año 1379: Rozas; 1380: La Bárcena, Ruesga; 1403: El Cabrillo; 1413: Villar, 1417: Herada, San Juan , San Martín, Santa María, Santelices, La Veguilla; 1434: La Gándara, Quintana, Regules. Socueva, El Arroyo (Ruesga), Barruelo, Campos (Ruesga), El Cueto (Ruesga), La Maza (Arredondo). Ogarrio, Riba, Valle; 1432: El Prado, La Revilla, Rehoyos, San Bartolomé, Santayana, 1492: Hazas.

3

De la cual existe la ermita dedicada a San Juan Bautista, hecha por la misma naturaleza, pues consiste en una cueva, cercada por una pared por la parte de oriente, contando con 40 pies de largo y 15 de ancho; en la peña que forma la cueva, se ha observado siempre en algunas aberturas abejas que fabrican mucha abundancia de miel, sin haber podido llegar a este sitio, por estar la peña muy perpendicular y las abejas a una gran altura (Madoz 1845-50 p 45).

114

Capítulo 5. Evolución del poblamiento y la cultura

Vaso de la cueva de Coyusa

115

116

Capítulo 5. Evolución del poblamiento y la cultura Ruiz Cobo, J. paredones protegidos en el piso eucolino, es decir relativamente cerca de los fondos de valle. Este nicho está muy poco representado en la zona, y sin embargo en todos los casos presenta yacimientos de esta facies. El siguiente bioma por su densidad son los paredones expuestos en el piso eucolino y las laderas protegidas en este mismo piso. Las dos variables que mejor explican la distribución de los yacimientos mesolíticos son la térmica – áreas con temperaturas medias entre 10 y 12º y sobre todo aquellas con temperaturas superiores a 12º- y la topográfica – cercanía a puntos con pendientes altas, superiores al 50 %-.

5.1. La utilización diferencial del espacio El estudio combinado de las frecuencias relativas de los diferentes tipos de yacimientos en los distintos biotopos, y su densidad, calculada como el cociente entre el número de estaciones y la superficie del bioma en km2 en el territorio de trabajo, permiten establecer en qué medida los grupos humanos de los diferentes momentos utilizaron determinados ambientes de modo preferente. Las estaciones con yacimientos paleolíticos aparecen en tres casos en cuevas abiertas en las paredes de desfiladeros en el ámbito submontano, en orientaciones protegidas y en un caso en una zona de pendientes medias, pero en el reborde del valle y también en orientación protegida.

En lo que respecta a las estaciones utilizadas como refugio de pastores en el Calcolítico y la Edad del Bronce, se concentran en tres biomas: en zonas protegidas de pendiente fuerte del piso submontano, y en laderas medias protegidas y expuestas de este mismo piso. Así pues su rasgo diferenciador es la utilización de las laderas del piso submontano.

Las cuevas y abrigos con ocupaciones epipaleolíticas y mesolíticas aparecen en cinco biomas, especialmente en laderas de pendiente media en la franja submontana pero protegidas y

50

40

C. de Cayuela de Bus

C. de Cayuela de Bus C. de la Cañuela

C. de la Cañuela A. bajo Pesota

30

Sima del Mortero C. del Aspio

C. de Vallina I

20

Ancho boca

10

0

-10 N=

36

14

12

49

CB

EM

HI

MS

Fase

Figura 5.1. Comparativa entre las anchuras de boca de las cuevas utilizadas en diferentes épocas.

en menor medida en el mismo ambiente, pero en la zona cercana al valle. Las posiciones asociadas a desfiladeros, en sus diferentes variantes suponen el resto. Lo más significativo no obstante son las variaciones en la densidad de este tipo de yacimientos entre los distintos biomas. El que mayor densidad presenta son los

Las evidencias neolíticas, en el ámbito megalítico, ocupan nichos radicalmente diferentes, aunque son escasas en la muestra. La mitad de los túmulos aparecen sobre el bioma de collados y cimas de cordales de pendiente baja, expuesto a todos los vientos, sobre sustrato detrítico, en la parte alta del piso submontano. El

117

Evolución del poblamiento y la cultura

Mesolítico

Vecino mas próximo por facies

Desviación típica

Refugio C/B Sepulcral

2 1.8 1.6 1.4 1.2 1 0.8 0.6 0.4 0.2 0

Dep.C/B Dep. Hierro

0

1

2

3

4

Distancia media al V.P.

Figura 5.2. Distancia al vecino más próximo en distintas facies y cronologías. resto se construyó sobre zonas de pendiente media protegidos, detríticos y montanos y sólo uno sobre un cordal de calizas arenosas, expuesto a todos los vientos. Esta facies se asocia significativamente a un tipo de paisaje, de montaña de media altura, y a una cobertera de tipo pastizal. Los datos paleoeconómicos de las turberas, situadas en zonas montanas revelan una importante incremento de las herbáceas, en concreto del género Poa, a mediados del IV milenio b.c. a costa de los bosques de abedul y roble, que precede al aumento de las extensiones de matorral, consecuencia del retroceso del bosque. Ambos datos podrían relacionarse con la modificación del paisaje llevada a cabo por los grupos de pastores neolíticos. Las cuevas sepulcrales del Calcolítico y Bronce se encuentran repartidas en varios de los biomas diferenciados. El más representado es el de laderas de pendiente media protegidas en el piso submontano, así como estas mismas laderas en el entorno de los valles, en el piso eucolino. Los yacimientos de facies depósito del Bronce Final y Edad del Hierro se concentran en zonas de pendientes altas de la franja submontana, y en laderas submontanas tanto bien como mal orientadas. Su rasgo distintivo por tanto es la ocupación de las zonas altas. Un modelo muy similar siguen las grandes cuevas con depósitos medievales y con manifestaciones de tipo marcas negras. En estos tres casos parece tratarse de una correlación sesgada, en la medida en que el perfil de cavidad utilizada se localiza, en buena medida, en posiciones de altura. El estudio directo de las variables que describen la posición de las estaciones indica, en lo que

118

respecta a los yacimientos en cueva, que los situados a mayor altura, tanto en términos absolutos, como relativos, - altura sobre el fondo del valle-, son las cuevas refugio de fase cerámica y las de facies depósito de cronología medieval. La explicación podría ser diferente porque diferente es el uso que se les dió; en el primer caso una utilización económica y en el segundo “ritual”. La importante altura de los refugios del III y II milenio parece relacionada con la utilización ganadera de los biotopos de ladera en que se asientan, ocupación que ha continuado hasta época histórica. En cuanto a la energía del medio más baja corresponde al entorno de las cuevas con utilizaciones indeterminadas en la Edad Media. Esto se explica por que se trata de cuevas relacionadas con actividades económicas, realizadas generalmente cerca de rellanos, relieves suaves y fondos de valle. Los hábitats mesolíticos se encuentran en sitios más abruptos, y aún más las cuevas con arte esquemáticoabstracto y las cuevas con depósitos rituales, sobre todo las medievales. El mayor ancho de boca, obviando al grupo del bronce final, no significativo por su bajo número de componentes, es para las cuevas depósito del Calcolítico / Bronce, con más de trece metros, seguidas de cerca por las cuevas con marcas negras, que casi llegan a doce. Las cuevas de hábitat mesolíticas y epipaleolíticas son grandes también, pero aquí influye el alto número de abrigos. Las cuevas sepulcrales son, con mucho, las de tamaño de boca más reducido, con una media de menos de tres metros. Es significativo que las cuevas con restos indeterminados del

Evolución del poblamiento y la cultura

calcolítico / bronce tengan también un tamaño de boca muy reducido.

medio y pequeño, se encuentran agrupados en núcleos de varios yacimientos. A la vista de las limitaciones de espacio de estos pequeños abrigos y cuevas, estos agrupamientos sugieren un tipo de utilización colectiva, en que un grupo de tamaño medio que se repartiría entre los abrigos, más que una secuenciación en el uso, durante periodos dilatados de tiempo por colectivos pequeños.

El grupo de cuevas mejor orientado son los que contienen depósitos de la Edad del Hierro y las cuevas indeterminadas de la Edad del Hierro, todas ellas orientadas al Sur y/o al Este. Las de hábitat mesolítico están, en general, bien orientadas, aunque para la selección de determinadas estaciones, generalmente de pequeño tamaño, no se tuvo en cuenta la orientación. En el caso de las cuevas sepulcrales la orientación media es aún peor, y una buena parte de sus bocas mira hacia el Oeste o al Norte.

Si el patrón mesolítico es claramente agrupado, las cuevas con evidencias de uso como refugios asignados al III y II milenio siguen el modelo contrario y aparecen así claramente dispersas, con altas distancias entre sí, ocupando cada una un medio de ladera diferenciado.

En cuanto a la distancia del yacimiento a la boca es mínima en los yacimientos mesolíticos y epipaleolíticos, situados siempre en el entorno de la misma, en la zona exterior de los vestíbulos. También es reducida para los restos de hábitat del calcolítico / bronce. En las cuevas sepulcrales, la distancia ya es mayor, con unos 8 m. de media. Las mayores distancias son las de los depósitos medievales – 23 m, las del calcolítico / Bronce, con 29.5 m, y por último, las más profundas, las de la Edad del Hierro, con profundidades superiores a 36 m de media.

Las cuevas sepulcrales también presentan un patrón agrupado, aunque no tan extremo como en el caso de las estaciones mesolíticas. Como ocurre en la marina de la región es frecuente la acumulación de varias pequeñas cuevas sepulcrales en la misma ladera del mismo monte, en ocasiones a escasa distancia entre sí. El resto de los tipos de yacimientos presentan valores de agrupamiento intermedios, y no resultan especialmente significativos.

140 120 100 80 60

Distancia boca

40 20 0 -20 N=

47

25

18

49

CB

EM

HI

MS

Fase

Figura 5.3. Variación de la distancia del yacimiento a la boca., en metro, en las diferentes épocas. . CB: Calcolítico - Bronce, EM: Edad Media. HI: Edad del Hierro. MS: Mesolítico

Por último, el estudio de la organización interna de cada tipo de yacimiento revela patrones muy diferentes entre ellas. Así las estaciones paleolíticas están claramente dispersas en el espacio, lo que puede relacionarse con su escaso número. En cambio durante el mesolítico los abrigos y cuevas, sobre todo los de tamaño

El estudio conjunto de la distribución de los yacimientos por biomas indica que el proceso de colonización del espacio en el Alto Asón ha sido relativamente tardío en su comienzo y lento en su desarrollo. En la gráfica adjunta, se han acumulado las superficies relativas de los nuevos biotopos explotados en cada fase cultural. En el

119

Evolución del poblamiento y la cultura

100 80 60 40 20 as

va l ie

ba ñ Ca

M ed

lH ie

rro

nc e

de

/B ro

ad Ed

íti co

ic o lít

N eo

lít

Ep

Pa

i/M es ol

ico

0 le o

Frecuencias acumuladas

Paleolítico sólo se utilizan dos biomas que suponen sólo el 10 % de la superficie total, inferior a los 1000 m. En cambio en el Mesolítico se diversifican los ambientes utilizados, incluyendo otros siete nuevos, aumentando muy sensiblemente la superficie utilizada.

Figura 5.4. Porcentaje acumulado de superficie total utilizada en el territorio de trabajo

El proceso continuó, y se aceleró con las nuevas economías, que pusieron en uso nuevos ambientes, llegando hasta la edad moderna, en que las cabañas pasiegas colonizan los prados con pendientes medias y bajas, situados en las zonas más altas. Este incremento de la diversidad ecológica utilizada se explica por la combinación de una presión demográfica creciente asociada a la disponibilidad de nuevos equipamientos técnicos que hicieron posible una explotación rentable. Hoy día se esta produciendo el fenómeno inverso, y amplias zonas con utilización económica, algunas desde la Edad del Bronce y otras tan solo desde época moderna, como las explotaciones de tipo cabaña pasiega, de los siglos XVII a XIX, se abandonan, volviendo a cubrirse de matorral primero y de bosques después.

5.2. Evolución del poblamiento y de la cultura Poblamiento y subsistencia La información disponible limita la reconstrucción del poblamiento del Alto Asón a los últimos milenios de la Prehistoria. Aunque, con toda probabilidad, esta comarca se utilizó como zona de caza y lugar de paso en fases prewürmienses, no conocemos aún ningún yacimiento de este momento. Y en lo que respecta al Paleolítico Medio las mínimas

120

evidencias conocidas deben ser sólo una parte de la información real, lo que también puede explicarse por las carencias del conocimiento del registro arqueológico. Para estudiar la red de estaciones del Paleolítico Superior en el área es preciso ampliar la escala espacial, dado que el Alto Asón debió de constituir una zona de utilización marginal llevado a cabo desde otro territorio. Es muy marcado el contraste entre la densa concentración de yacimientos situados en el sector medio del Asón, con estaciones como Valle, el conjunto de Carranza y el núcleo de poblamiento de Ramales, con la falta casi total de yacimientos en las cuencas altas; lo que apunta a una imposibilidad real de utilización de este sector, durante largos periodos de tiempo. Este uso, que sin duda existió, aunque fuese esporádico y limitado, debió de realizarse desde los núcleos de Ramales – Carranza. Probablemente su cercanía espacial no hizo necesario el establecimiento de campamentos especializados en las cuevas del Alto Asón, sino que los valles de Bustablado, Calera y Alto Asón, podrían ser explotados como territorios de caza a partir de los núcleos de ocupación de Ramales – Carranza, en momentos interestadiales. Dentro del Alto Asón, la zona con mejores condiciones de uso durante el Tardiglaciar es el valle de Ruesga, sector que conecta la cubeta de Ramales con el valle de Arredondo. La morfología de este área comienza con un tramo muy estrecho desde Vegacorredor hasta la entrada del pueblo de Valle. Aquí el fondo de la cuenca se ensancha durante más de tres kilómetros y para llegar al nuevo ensanchamiento de Arredondo es preciso recorrer otros dos kilómetros de desfiladero. El valle de Ruesga -Valle –Ogarrio- Ribapresenta unas condiciones de uso excepcionales, acotado como está por dos desfiladeros a modo de puertas. Si la red mesolítica de yacimientos en este sector es muy densa, con el grupo de Coverón, Siñuelo, Cubillo, Campuvijo, Lastras, Sierra y Cañuela – un total de diez yacimientos durante el Paleolítico probablemente también fue intensamente utilizado. De hecho, en Cuevalisa, en el reborde del valle se documenta el yacimiento Paleolítico más claro del Alto Asón, y con toda probabilidad, en La Sierra también existe ocupación paleolítica. La distribución se completa con algunas estaciones de altura, situadas en áreas de roquedo calizo, como quizás Socueva o Sobrelascuevas, asociadas a medios de garganta o desfiladero.

Evolución del poblamiento y la cultura

Desde el punto de vista de la gestión del medio, durante el Tardiglaciar, a la vista de los datos de Valle, se aprecia una clara especialización en la caza del ciervo, estando las otras especies mínimamente representadas. Es interesante la importancia de los jóvenes, y es posible pensar en una utilización preferente de la estación durante momentos avanzados del verano. Por otra parte, la alta representación de objetos de arte mueble, así como la calidad de las industrias, revelan que se trata de un enclave central para estos grupos, situado en el eje de movimientos N-S que comunica el núcleo de Voto con el de Carranza-Ramales. La utilización dominante de una única variedad de sílex de procedencia foránea en estos yacimientos para la fabricación de la industria ligera– Mirón (Straus et al. 2002) ó Valle (Gelabert 1998)- apunta a la ocupación de un territorio -anual o no- muy amplio, que abarcaría tanto la ancha plataforma litoral, como la franja de colinas prelitoral y varios de los valles que organizan la montaña oriental de Cantabria y de Vizcaya. La dinámica de uso de este gran territorio implicaría una movilidad muy alta entre los ambientes de explotación, realizada de forma pautada en el tiempo. Probablemente la red de

que implicó el acceso del nivel marino, desarrollado de forma relativamente rápida en el tiempo, parece compensarse con la colonización de los territorios situados en los cursos altos de los ríos. En el Asón, se pasa de contar con algunas escasas estaciones tardiglaciares situadas en las embocaduras de los valles, a la existencia de una red densa y bien distribuida de yacimientos epipaleolíticos. Probablemente es hacia finales del Aziliense, ya en el Holoceno, cuando se establecieron hábitat temporales pero duraderos en las cuevas mejores del valle: La Sierra, el Aspio, el Masío ó Coventosa (1). La fusión del hielo y la atemperación climática general, abrió la posibilidad de cazar en la zona alta de los valles del Asón, y del Gándara y en parte de los macizos interiores. Utilizar estos nuevos territorios, bastante alejados ya del núcleo de Ramales, haría necesario, en un momento avanzado del Aziliense, contar con estaciones especializadas de refugio y cazadero durante las campañas de caza. En el caso de Soba este sería el caso del Mortero de Astrana, del Cubillo de las Palomas o del Abrigo de las Abejas II y en el ámbito interior los de Cubijíu. Es difícil establecer en qué medida esta

500.00

mts sobre nivel del mar

Altura abs

450.00

400.00

350.00

300.00 Paleolítico

Mesolítico

Calc/Bronce

Hierro

Edad Media

Figura 5.5. Proceso de colonización del territorio. Según se avanza en el eje cronológico se incrementa la altura absoluta de las estaciones.

yacimientos y en relación con ello, la red de movimientos teórica, tenía una frontera en el comienzo del Alto Asón. Así, las escasas evidencias llegan sólo hasta las zonas mas bajas del territorio de estudio. La transformación del paisaje que supone el Preboreal, producida durante el estadio cronocultural Aziliense, tiene profundas implicaciones en este área en el nicho ecológico humano. La importante reducción de territorio

modificación del paisaje y esta necesaria ampliación del territorio supuso para los grupos humanos una situación crítica o bien pudo solucionarse con ajustes graduales. Muy esquemáticamente, el nicho de explotación de los grupos tardiglaciares incluía tres ambientes: a) las zonas abiertas, cubiertas por matorral y por un paisaje de parque, que ofrecían sobre todo ciervos y en menor medida otros ungulados, b) el ambiente de calizas, con alta energía del relieve, que ofrecía cabras y rebecos, y c) los ambientes 121

Evolución del poblamiento y la cultura

Figura 5.6. Malla de recorridos potenciales y tradicionales en el territorio. 1. Valle de Ruesga a Llueva por Barruelo. 2. Ruega a Matienzo por el collado. 3. Bustablado a Bajo Miera por el collado de Alisas. 4. Bustablado a Miera por la Sierra. 5 -9. Alto Asón a Valle de Trueba. 6. Travesía Ruesga – Alto Gándara por Hornijo. 7. Travesía Ramales-Ancillo-Soba por La Canal. 8. Calera a Los Tornos, 10. Alto Asón a Miera por Rolacias, 11. Travesía del medio Gándara al Calera por la sierra. litorales y fluviales. Los rasgos que definen su sistema adaptativo serían “la especialización cinegética y la alta movilidad logística de los grupos” (González Sainz 1995). Los cambios en el paisaje implican la sustitución de las comunidades vegetales que ocupaban la franja de colinas, sierras prelitorales y sus pequeños valles, que según avanza el preboreal se cubrirían de bosques de roble, abedul y avellano. Esto produciría un reajuste en la distribución y frecuencia de las poblaciones animales que llevó la cultura de estos grupos a rediseñar la caza: sus objetivos, sus ciclos, técnicas y los itinerarios habituales. El ambiente que menos cambios debió de sufrir es el de las sierras de caliza urgoniana, objetivo de partidas de caza de cabra y rebeco, en los que pudo utilizarse el abrupto relieve como sistema de captura, centrada más en el rebaño que en el individuo.

122

La colonización de los biotopos de valle del Alto Asón parece un proceso rápido, y así se identifican yacimientos epipaleolíticospremesolíticos, en muchos sectores del territorio. Se ocupan los bordes de la cubeta de Ramales y el sector Riba-Valle, donde ya había un poblamiento tardiglaciar, la cuenca del Bustablado, el desfiladero de Cubera y la cuenca alta de Gándara. Durante el Mesolítico la adaptación al medio boscoso debió de generalizarse, manteniendo también el uso de las zonas calizas. La densa red de estaciones mesolíticas ocupa tanto los ambientes de calizas puras como las zonas detríticas de relieves suaves, que podemos suponer, junto con los fondos de valle, cubiertos por densos bosques de caducifolios. Las especies explotadas en estos ambientes, de forma prioritaría serían el corzo, el jabalí y el ciervo, además de los carnívoros. El bosque caducifolio permitiría además la recolección de frutos secos, para varios de los cuales se ha acreditado su

Evolución del poblamiento y la cultura

consumo en el Mesolítico del medio Asón (Ruiz Cobo y Smith 2003). Por otra parte, uno de los tipos de paisaje con un perfil de utilización más neto y más denso son los tramos de desfiladero, con cuevas situados en los propios taludes, en los desfiladeros de Socueva y del bajo Gándara. Es el soporte de los núcleos de Socueva, Peña Sota, CoventosaCubera y Sobrelascuevas, que reúnen un gran número de yacimientos epipaleolíticos y mesolíticos.

ellas de perfil especializado, sólo utilizables de forma limitada en el tiempo, como lugares de reunión - trabajo o refugio por un grupo reducido de personas-. De hecho, el estudio de las condiciones de uso de las cuevas de la zona, indica por ejemplo que las pequeñas cavidades son claramente peores para el hábitat que las grandes cuevas, sobre todo por su orientación mucho más expuesta, lo que puede sugerir que en su elección se primó minimizar la distancia al recurso sobre su comodidad, dado que estaban pensadas para breves estancias. El incremento neto del número de puntos conlleva un aumento

0.35 0.30

Háb. mesolítico

0.25

Refugios Calc/Bronce

0.20 0.15 0.10 0.05 0.00 ACEE

ACEM

ACPE

ACPM

BCPE

MCEE

MCEM

MCPE

MCPM

Figura 5.7. Utilización diferencial de los diferentes biomas para el hábitat mesolítico y los refugios de pastores de fase cerámica antigua, expresado en el porcentaje de yacimientos situados en cada bioma.

Sólo faltan estaciones de hábitat en el territorio más interior del macizo oriental y en la cabecera del Gándara. La importante representación de la cabra en estos yacimientos, así como su perfil ecológico potencial, apuntan a que se trata, en buena medida, de estaciones especializadas en la caza de la cabra y del rebeco. Un recurso asociado a la vegetación que crece sobre las calizas, aunque también aparece en otros medios, es el caracol de tierra, Cepaea nemoralis, un rasgo característico de los concheros interiores mesolíticos. Aunque probablemente su aporte a la dieta no fue importante en términos de calorías, su presencia casi sistemática en los yacimientos mesolíticos indica que sí se valoró. Esto puede interpretarse tanto como un indicador más de carestía -de otros alimentos más apetecibles- o como exponente de la existencia de una economía de amplio espectro, modelo económico en que se enmarcan estos grupos. Además de las grandes cuevas, con óptimas condiciones de uso, se utilizan en el Mesolítico del Alto Asón un buen número de estaciones en abrigo o cueva de menor entidad, muchas de

del territorio explotable, incorporándose los pequeños valles interiores, colgados muchos sobre la red principal y fáciles de unir en itinerarios breves a través de los macizos, como el valle de Ancillo. En el aspecto industrial el tecnocomplejo implicado en la caza refleja en buena medida la transformación de las estrategias de subsistencia derivadas en última instancia de los cambios del paisaje. En los conjuntos del final del Epipaleolítico y del Mesolítico del Alto Asón, como Escaleras, Cubillo o Tarrerón, aparecen los característicos microlitos geométricos, reflejo de la sustitución de las azagayas y arpones tardiglaciares por el arco. En cuanto a la miniaturización que sufren las industrias puede interpretarse como producto de la reducción territorial y probablemente fruto de la necesidad de pasar temporadas más largas en ambientes de explotación, como los valles interiores, sin materias primas de calidad cercanas, lo que obligó a la utilización de sílex locales, con peores condiciones de talla.

123

Evolución del poblamiento y la cultura

No hay información que permita establecer el tamaño de este poblamiento. Ahora bien, utilizando las densidades al uso para grupos de sociedades de cazadores- recolectores, de 0.4 hab. / km2, y ajustándola a la existencia de amplias extensiones de utilización marginal en el área de trabajo –marismas, cumbres-, con una superficie del área de trabajo de 830 km para la cuenca del Asón y sus afluentes, se obtendría una cifra de entre 100 y 150 habitantes para todo el valle en el Mesolítico. Esta población formaría, con toda probabilidad, varios grupos que pudieron desplazarse a lo largo de la cuenca. Cada uno de ellos pudo utilizar un poblado, una gran cavidad, ó a un abrigo en la zona media de la cuenca como lugar de hábitat central, pues en esta franja se dan las mejores condiciones de uso. Desde cada uno de estos núcleos, dado lo limitado de las distancias, se explotarían territorios de caza y de recolección más o menos concretas: valle de Matienzo, valle Llueva, cuenca del Calera, valle de Ruesga, valle de Bustablado y valle del Alto Asón. Las grandes estaciones nucleares utilizables como lugares centrales de estos territorios pueden ser del tipo de Cofresnedo, Cobrante, La Sierra o el Aspio y Escaleras. Esta organización modular, en grupos reducidos, podrían integrarse en unidades mayores de interacción, de forma periódica. Este mismo modelo podría reproducirse en la explotación de los ambientes litorales, con

interiores se hizo de forma compatible con la utilización de los ambientes litorales, lo que plantea la existencia de un territorio grupal relativamente extenso que abarcaba toda la cuenca del río. Todavía durante el V y primeros siglos del IV milenio continúan en uso los pequeños abrigos de tradición mesolítica, aunque en algunos de ellos se evidencia ya la presencia de cerámica. Deben de ser contemporáneos de la construcción de los primeros túmulos megalíticos en los cordales silíceos de Soba. Resulta significativo que los yacimientos de facies conchero que han aportado cerámica se encuentren en áreas más interiores del macizo que los demás. Es el caso del Cubillo de las Palomas y del Abrigo de Asón. Muy probablemente la densidad demográfica se incrementa de forma sustancial con la aplicación de los sistemas económicos productivos. El modelo que más se ajusta a los datos disponibles para el Neo-eneolítico es una red de poblados de hábitat estable, completada con pequeñas estaciones de utilización puntual por los grupos de pastores, situadas en las zonas altas de los cordales, tanto en cuevas como en cabañas. Sólo en el Alto Asón, se podría plantear hipotéticamente la existencia de un mínimo de media docena de estos centros de hábitat, con una veintena de cuevas sepulcrales en sus cercanías y se conocen más de una docena de cuevas con evidencias de uso como refugio. Refugios

0.45

Sepulcrales

0.40

Depósitos

0.35 0.30 0.25 0.20 0.15 0.10 0.05 0.00

ACEE

ACEM

ACPE

ACPM

BCPE

MCEE

MCEM

MCPE

MCPM

Figura 5.8. Frecuencias de uso de los biomas para distintas facies funcionales en momentos de la prehistoria cerámica antigua. estaciones centrales y pequeños asentamientos de tipo conchero, utilizados como refugios o lugares de reunión y trabajo. De hecho, la presencia de sílex litoral y de restos de moluscos marinos en las estaciones del medio y alto Asón revelan que la explotación de estos biomas

124

La escasa información faunística proporcionada por estos yacimientos, unida al registro del Neolítico recuperado en el Mirón (González Morales y Straus 2000) plantea la existencia de una economía ganadera bien desarrollada, aunque aún con cierta dependencia de la caza.

Evolución del poblamiento y la cultura

Así, el registro de las cuevas refugio, revela la utilización de la vaca, el cerdo y los ovicaprinospero también aparece en algunas estaciones el corzo, la cabra y el jabalí. Los niveles neolíticos del Mirón indican también el dominio de ovicaprinos y de ciervos. Los yacimientos que pueden asignarse al Neolítico y primer Calcolítico en la zona se encuentran en dos biotopos: a) las cimas y collados de los cordales de sustratos detríticos del extremo oriental y meridional y la extensión de sustratos margosos del alto Gándara y b) las amplias y pronunciadas laderas de los relieves calcáreos.

Periodo

Hábitat Paleolítico Hábitat Epipaleolítico Hábitat Epipaleolítico - Mesolítico Hábitat Mesolítico Hábitat Bronce Hierro s.c. Depósitos Bronce Depósitos Hierro Depósitos Medievo

Duración

25.000 2.000 5.000

Nº yc

pastos debe de ser estacional, limitado a la primavera y al verano. En lo que respecta al segundo medio utilizado, los entornos calizos, las evidencias se encuentran en cuevas refugio, con finos niveles de ocupación, que en determinadas estaciones se superponen, revelando una utilización frecuente pero discontinua en el tiempo. En algunos cortes se aprecia la existencia de antiguos niveles de “cuadra” resultado de la ocupación de la cavidad como rediles. El estudio global de la situación de estos yacimientos indica que esta facies, la cueva refugio, es la que ocupa las posiciones relativas más altas en el Alto Asón, lo que unido a su dispersión espacial y al tipo de yacimientos la Densidad Utilización propuesta

Utilizaciones económicas 4 0.01 Uso esporádico 9 0.45 Uso estacional 43 0.86 Uso estacional / especializado

3.000 34 1.13 Uso especializado Concentración de la población en poblados 1.500 13 0.86 Cuevas refugio de pastores 1.000 5 0.50 Utilizaciones económicas marginales Utilizaciones rituales 2.500 26 1.04 Depósitos de vasos (no funerarios) 1.500 16 1.06 Depósitos rituales 1.000 9 0.9 Utilizaciones rituales

Evolución de la densidad de yacimientos del Alto Asón en diferentes momentos culturales En el primero se encuentra una importante serie de conjuntos de estructuras megalíticas tumulares, asociadas en algunos casos a material lítico de superficie, interpretable como hábitats. Unos kilómetros más al norte, en otros puntos de la Región, en los cordales vizcaínos o en el norte de Burgos, es frecuente la asociación de estos túmulos con estaciones de hábitat de superficie, lo que permite plantear que estas zonas fueron utilizadas económicamente y que en ellas se situaron los lugares de habitación, probablemente construidos con materiales perecederos2. Estos espacios ofrecen dos tipos de recursos: el bosque caducifolio, que permitiría la caza, el trampeo y la recolección de frutos secos, y sobre todo los pastizales de altura, de óptima calidad, utilizables para el desarrollo de una ganadería extensiva. Ambos usos se han mantenido hasta fechas históricas, en buena medida por ser los únicos posibles. Debe tenerse en cuenta que, dada la altura a que se sitúan estas estructuras, en torno a los 700 m, el régimen de explotación de estos

relaciona con la explotación ganadera de estas amplias ladera y cumbres, quizás orientada de forma preferente, a juzgar por su utilización actual, al ganado de oveja y cabra. Lo poco que conocemos de las series líticas neolíticas, a través del registro de las estructuras megalíticas y las estaciones de superficie asociadas en el oriente de Cantabria y en Vizcaya, revela el mantenimiento de un tecnocomplejo de tradición mesolítica, con microlitos y piezas de sustrato, además de industria pesada, en que se incorpora el material pulimentado. Se conoce también alguna evidencia secundaria de la práctica agrícola, por la presencia de grandes láminas y de posibles piezas de hoz, así como evidencias polínicas. La capacidad de construcción de dólmenes y el propio modelo económico, con rebaños y cultivos, conlleva casi necesariamente un tipo de hábitat en poblados al aire libre, lo que concentraría la población, antes quizás más dispersa. En cuanto a la densidad de poblamiento

125

Evolución del poblamiento y la cultura

de esta fase, el alto número de yacimientos con evidencias de uso en cueva iguala al conjunto del hábitat del epipaleolítico – mesolítico- lo que indica probablemente un incremento neto en la población. Las formas culturales no parecen sufrir cambios importantes en el III milenio, que incorpora la práctica de enterramiento colectivo en cueva, manteniendo también el uso de estructuras megalíticas. El registro faunístico del Mirón parece ahora limitarse a especies domésticas, y aparecen así ovicaprinos, bóvidos y cerdos (González Morales y Straus 2000), el mismo espectro de fauna documentado en los niveles de las cuevas refugio estudiadas en el Alto Asón. La industria lítica se limita a piezas de sustrato e incorpora como novedad el retoque plano, utilizado sobre todo en la fabricación de puntas de flecha. Se añade ahora al ajuar doméstico una serie cerámica relativamente rica en formas y homogénea en sus tratamientos y característicos punzones en hueso.

Foto 5.1. La zona media del desfiladero del Alto Asón. Es probable que buena parte del hábitat se encuentre ahora cerca del fondo del valle y en los rellanos inmediatos la mismo, como indica el patrón de distribución de las cuevas sepulcrales, que pueden situarse en la transición del III al II milenio a.C. De hecho, en la comparativa entre las diferentes facies de yacimientos del Alto Asón, las cuevas sepulcrales son las que menor altura relativa presentan, junto con los lugares de hábitat mesolítico. Según se avanza en la secuencia cerámica se pierde la información sobre el hábitat y ésta se desplaza hacia los aspectos funerarios y rituales. En la actualidad no se conoce ningún poblado o asentamiento que pueda atribuirse en el Alto Asón al II y I milenio. La evidencia recuperada en otras zonas de la Región sugiere que el hábitat del I milenio a.C., se sitúa en emplazamientos de altura, algunos de los cuales se configurarán después como castros. Probablemente en la

126

cuenca media y alta del Asón existe más de un asentamiento de este tipo, pero hoy día los indicios estudiados no han ofrecido resultados concluyentes. La información arqueológica sobre las bases de subsistencia de estos grupos del primer milenio a.C. es reducida, y en los escasos castros excavados han aparecido restos de ganado doméstico, como vaca y cerdo y de fauna salvaje, como ciervo o jabalí. También existen claras evidencias de la práctica agrícola, como los restos de escanda de Castilnegro, las leguminosas de Aspio, las piezas de arado y los aparejos agrícolas de Cueva Reyes y de Coventosa, y sobre todo, los abundantes metates y manos de molino frecuentes en las murallas de los castros. Se acredita también la práctica de oficios artesanales, como la alfarería o los trabajos textiles y es abundante también la presencia de indicadores de metalurgia, del trabajo del hierro y del bronce y en relación con ella de la orfebrería. Por último, y al menos para los últimos siglos de la Edad del Hierro, una actividad básica en la economía de estos grupos debió de ser la guerra, orientada a la rapiña sobre los ricos vecinos del sur. Este tecnocomplejo es, con mucho, el mejor representado en los ajuares, lo que refleja una sociedad en que la élite guerrera debió de organizar las relaciones tanto dentro del propio grupo como entre diferentes poblados. Frente a esta escasez de información sobre el hábitat, el número de cuevas con utilizaciones como lugar de depósito o funerarias se multiplica y se prolonga en el tiempo. La tendencia a utilizar estos lugares como centros rituales se mantendrá, hasta el I milenio d.C. Y así, se aprecia un mantenimiento del número de yacimientos con esta función entre las distintas épocas Bronce / Hierro / Medievo. 5.3 Aspectos culturales El aislamiento que podría asociarse en una primera lectura a la dinámica de la evolución cultural del Alto Asón, a la vista de su paisaje y su clima, es probablemente más ficticio que real. Tanto en lo que respecta a los tecnocomplejos como a las manifestaciones de espiritualidad este territorio sigue punto por punto las grandes modas de las áreas vecinas. Tras la utilización marginal del Tardiglaciar, la colonización del territorio en el Holoceno por grupos culturales azilienses, supondrá la incorporación de esta zona a los ritmos de cambio cultural de su entorno. Quizás el mejor exponente de la integración sea el hueso grabado

Evolución del poblamiento y la cultura

de Cubera, con un motivo que aparece representado en otros yacimientos del oriente regional. Por otra parte los concheros mesolíticos de las paredes del desfiladero del Asón son indiferenciables en su perfil físico y en su constitución a los que pueden encontrarse en Matienzo, o en el alto valle del Miera. Son iguales los patrones de caza y de recolección, los criterios de selección de las cavidades y abrigos, o las pautas de recogida de las materias primas para la fabricación del utillaje. Esta homogeneidad se explica porque esta comarca forma parte de un territorio mayor en este momento. Lo que conocemos del megalitismo de Soba repite las pautas de las necrópolis de los cordales del medio Asón, de Galupa a Lodos y de los cordales vizcaínos. Y en lo que respecta a las cuevas sepulcrales puede decirse que son réplicas de las de otros valles de la región y del oriente del País Vasco. La presencia de un lote de espadas de bronce de Coyusa, con un diseño muy característico, se ha interpretado como fruto de un intercambio físico con otras regiones. Sea esto cierto o no, lo que sí que indican estas piezas y sus paralelos es la existencia de una comunidad de modas y quizás formas de vida extraregional, en la que se vieron inmersos los hombres que poblaron Ogarrio y que quizás fueron enterrados en Coyusa. Compartir estas modas en los diseños de armas supone la existencia de flujos de información, redes de intercambio de ideas y quizás de bienes de equipo y el hecho de que los hombres se entierren junto a sus espadas apunta también hacia una sociedad en la que la guerra, tiene ya un peso específico importante. Esto mismo revelaban ya los ajuares de unos siglos antes con sus abundantes puntas de flecha de sílex.

El resto de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro permite muchos y mejores ejemplos en que se aprecia como los artefactos del Alto Asón, siguen estrictamente la pauta de su entorno. Las espadas de Coyusa, los diseños decorativos de los vasos de tipo orza, repetidos en toda la Región, la presencia de decoraciones incisas de patrones característicos en la cueva de la Peña del Ciego, presentes en otras estaciones de Cantabria, pueden servir de ejemplo para el calcolítico – bronce. La identidad de tipos es bastante amplia y muy diversa para la Edad del Hierro. En el campo del utillaje metálico resulta llamativa la gran similitud de los arados de Coventosa con los de la cueva de Reyes en Matienzo, la aparición de puñales de tipo biglobular, muy similares entre sí, en Aspio y en Cofresnedo, las puntas de lanza de hierro del Sillar de Soba que encuentra una réplica en una sima en Seldesuto, las decoraciones del tahalí de Peña Sota III, habituales en contextos avanzados del Hierro II, etc. Al margen de estas piezas metálicas, quizás el mejor exponente de esta relación es la cerámica. Las homogéneas series cerámicas de vasos de perfil en S y de tipo Brazada del Alto Asón corresponden a formatos comunes en la Edad del Hierro, pero su diseño preciso aparece sobre todo en la mitad oriental de Cantabria. Incluso sus decoraciones peinadas –casi una técnica de tratamiento superficial más que una decoración - y sus proporciones métricas se repiten en todos los yacimientos (Ruiz Cobo 1996). Esta identidad en los diseños, producto de una evolución interzonal homogénea, se explica por la pertenencia del Alto Asón a una unidad cultural superior, cuyos límites son difíciles de precisar, pero que incluye la cubeta de Ramales, los valles cársticos de Voto, el valle de Rasines, y el de Carranza, la depresión de Matienzo, y probablemente el resto de las unidades que conforman el tercio oriental de Cantabria. Toda esta identidad lleva a una paradoja: el ámbito de trabajo “Alto Asón” no es válido para un estudio de enfoque cultural en la medida en que es una porción de tarta tan pequeña que sólo sabemos que es igual que la porción de al lado. La única forma de precisar sus rasgos diferenciadores, identificar su personalidad cultural, pasaría por añadir al análisis los territorios del Miera, del bajo Asón y del Carranza.

Foto 5.2. La cumbre del Mortillano.

127

Evolución del poblamiento y la cultura

Notas 1

La colonización de las zonas altas de otras comarcas de Cantabria y su cordillera, como la zona sudoccidental, se produce también en un momento avanzado del Aziliense (Díez Castillo 1996-1997, Bernaldo de Quiros y Neira 1993, Vega y Herrero 1992). 2

La excavación de un poblado en Ilso Betayo, en los cordales del Norte, en que se han identificado fondos de cabaña circulares con hogar central, en una campa megalítica (Gorrochategui y Yarritu 1990), o la presencia de restos de hábitat al aire libre de Ordunte, unos kilómetros al Este, apoyarían este idea.

128

Capítulo 6. La información arqueológica

Reja de arado en hierro del vestíbulo de la cueva de Coventosa

129

130

Capítulo 6. La información arqueológica Muñoz, E. (Fichas) Crespo, V. (Topografías)

Las fichas de las estaciones aparecen ordenadas según un doble criterio. Se comienza estudiando las estaciones que han aportado yacimientos con evidencias claramente interpretables. En este bloque se diferencia entre estaciones en cueva o abrigo y estaciones al aire libre. La información de apartado, el más denso del capítulo, se organiza en veintiún concentraciones espaciales, que a su vez se van ofreciendo con un criterio geográfico, que comienza con la zona más occidental y recorre el valle del Asón hacia el Sur, siguiendo hasta Soba y descendiendo después por el valle del Gándara. En el grupo de las estaciones al aire libre se estudian a) los conjuntos megalíticos, b) los hallazgos de material suelto al aire libre y c) las necrópolis medievales. La segunda parte del capítulo relaciona aquellas estaciones que han sólo han aportado evidencias de la existencia de yacimiento, sin confirmación. El catálogo se completa con las fichas de yacimientos mal documentados, de los que se conocen citas que, por una u otra razón, no han podido ser verificadas.

quizás de ocupación de la Prehistoria reciente, en la primera sala. En la pared derecha del vestíbulo, a unos siete metros de la boca y a un metro de altura sobre el suelo actual, se conserva un pequeño testigo cementado de un nivel de conchero de Cepaea, de 1 x 0.5 m . En el conchero se identifican un inciso de ciervo (Cervus elaphus), un molar de cabra (Capra pyrenaica) y un molar de corzo (Capreolus capreolus). En la sala que hay después del vestíbulo, en penumbra, se conservan, en los bordes de las paredes, testigos de un nivel grueso arcilloso, con abundantes restos óseos, algunos de ovicáprinos y un fragmento de cerámica lisa, gruesa - 8 mm. de espesor de pared- con el exterior rojizo y el interior negro. Además aparecen restos de Sus sp., Bos taurus y ovicáprinos, así como abundantes fragmentos de carbón. 5. Descubrimiento / Investigación: Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Topografía: Realizada por el C.A.E.A.P.

6.1. YACIMIENTOS EN CUEVA O ABRIGO Sector 1. Alisas. 1. Cueva del Jaral 1. Situación: Alisas. Z: 556 m . En un medio de ladera, en la pared de una dolina de grandes dimensiones, lejos del valle principal. 2. Descripción de la cavidad: Es una cueva corta, con una entrada muy amplia que da acceso a un gran vestíbulo recto. En el fondo la cavidad se estrecha y desemboca en una sala amplia, que continua por una galería bastante larga. La entrada y el vestíbulo ofrecen buenas condiciones para el hábitat. 3. Tipo de yacimiento: Vestíbulo: Hábitat: Mesolítico. Interior: Hábitat (?) Prehistoria Reciente 4. Descripción del yacimiento / Evidencia arqueológica: Aparecen evidencias de dos yacimientos diferenciados: un hábitat de facies conchero en el vestíbulo y restos de un nivel

7. Depósito de materiales: Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. 8. Muñoz y Malpelo (1992), Muñoz y Malpelo (1995).

2. Cueva de La Valline I (A). 1. Alisas. 382 m. Z: 410 m. Se abre al pie de un farallón, labrado a media ladera, relativamente alta y alejada del fondo del valle principal. 2. Es una cavidad de gran desarrollo y de boca grande, que da acceso a un inmenso vestíbulo descendente, con abundantes bloques y muy húmedo, por goteo. Desde el fondo del vestíbulo hay un laminador que es necesario forzar, el cual desemboca en el techo de una galería de grandes dimensiones, con unos 15 metros de altura. Su desarrollo es superior a los 25 kilómetros, tiene boca secundaria, también con yacimiento arqueológico (Valline Boca B). El abrigo exterior y la primera zona del vestíbulo son aptas para el hábitat.

131

La información arqueológica

3. Nivel de hábitat: Paleolítico Superior (?), Nivel de hábitat: Mesolítico Depósito: Edad del Bronce Depósito: Edad del Hierro Depósito: Edad Media / Moderna 4. Se han localizado materiales arqueológicos en varios puntos de la cavidad: a)

En el extremo derecho de la boca se forma un abrigo recogido donde se observa un potente nivel de hábitat formado por un conchero de Cepaea, conservado en la pared del fondo. En superficie se puede observar integrado en la masa del conchero, un astrágalo de Cervus elaphus, y abundantes esquirlas óseas. En lo que respecta a la industria lítica aparece un canto de arenisca completo, con marcas en los polos, y 1 canto de cuarcita de grano grueso, fragmentado por los extremos.

resaltado. El espesor de la panza es de 6 mm. y el de la arista de 11. El diámetro calculado para esta pieza sería de 270 mm. Valline 13. Dos fragmentos de panza de superficies bruñidas, pasta marrón, desgrasantes finos, y decorados por dos grupos de al menos tres líneas incisas finas. El espesor de pared es de 5 mm. Valline 14. Siete fragmentos de panza y un borde de un vaso, de superficies bruñidas y espatuladas, pastas rojas, desgrasantes finos y medios, sin decoración. Su espesor es de 6 a 7 mm. Valline 15. Un fragmento de panza de un vaso de tipo orza, con superficies con barro plástico aplicado y con dedadas impresas. Pasta exterior marrón, alma marrón e interior gris. Desgrasantes escasos de tamaño medio. Espesor de pared 11 mm.

b) Inicio de la pared derecha del vestíbulo, una vez pasado el área de conchero. En el laminador, y entre bloques, se hallaron:

d) Se sitúa hacia el fondo del vestíbulo, junto a la pared derecha, en superficie y entre los bloques calizos. Proporcionó:

- Cerámicas medievales y modernas: 1 fragmento de base plana que conserva la unión con la panza, de diseño ligeramente convexo, rebajado en la base, con vidriado exterior marrón - verdoso, de color grisáceo con el exterior de color ladrillo. 1 fragmento de panza de color ladrillo con goterones aislados por el interior de vidriado marrón verdoso. 4 fragmentos de panza de color ladrillo con goterones de vidriado por el exterior y vidriado por el interior, de color verde - marrón.

1 raspador frontal en hocico, con retoque lateral marginal, sobre lasca de decorticado 2ª, en sílex gris; 1 raspador carenado sobre canto pequeño de sílex, donde se han extraído dos lascas y retoques regularizadores en el extremo; 1 escotadura lateral directa sobre lasca simple; 1 hoja con retoque abrupto en parte de un borde; 1 fragmento proximal de hoja; 1 lasca de retoque y 1 lasca simple. La industria lítica ligera está elaborada totalmente en sílex, de variedades foráneas y locales.

c) Laminador existente en la pared derecha y proximidades, a pocos metros del anterior. Proporcionó el lote cerámico, depositado en el MRAP, que se relaciona a continuación. Los fragmentos de cerámica a mano pertenecen a un mínimo de seis vasos diferentes

En el apartado de fauna, se ha estudiado: 1 premolar de Capreolus capreolus, 5 fragmentos de huesos largos identificables, 7 fragmentos de huesos largos no identificables con marcas de descarnado.

Valline 11. Corresponden a esta pieza 11 fragmentos de panza de superficies alisadas, de pasta exterior marrón, alma e interior gris, con desgrasantes abundantes de cuarzo. La pieza presenta una suave cinta lisa. El espesor de pared es de 8 mm. y en la zona de la cinta de 10 mm.

e) En la caída de la primera sima, desde el techo de la galería donde desemboca el laminador del fondo del vestíbulo, aparecen los restos de un ciervo con grandes astas (Cervus sp.) 5. Reconocida e investigada por el grupo CAEAP y por Peter Smith. 6.C.A.E.A.P. y Expedición Británica a Matienzo.

Valline 12. Un fragmento de borde y uno de panza de un vaso de superficie espatulada, color negro, desgrasantes finos y medios. La arista del borde es biselada exterior y de tipo

132

7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander.

La información arqueológica

8. Muñoz y Arozamena (1995), Muñoz y San Miguel (1987), Smith (1998).

7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander. 8. Smith (1998)

3. Cueva de La Valline-I Boca B.

4. Cueva de Valline II

1. Alisas (Arredondo). Z: 410 m .

1. Alisas (Arredondo). Z: 360 m. Se abre en un pequeño rellano de una larga ladera, algo alejada del valle principal, en posición resguardada y poco dominante.

La boca se abre en el suelo, debajo de un pequeño farallón calizo, en la zona media de una larga ladera. 2. Se trata de una boca cegada que comunica con el gran sistema de Valline 1, y se sitúa junto al borde de una antigua dolina, adosada al talud de la ladera. La boca, de tamaño muy reducido, da acceso a un gatera en rampa de fuerte pendiente, que desciende hasta conectar, con la galería de Valline 1, una galería de suelo llano, ancha y baja, muy húmeda y de gran desarrollo longitudinal. En el descenso se aprecian diferentes niveles de colmatación de la dolina, algunos con tierra con contenido orgánico. Se trata por tanto de una boca secundaria de Valline, que accede a sus pisos inferiores. Para llegar al punto donde conectan Valline I-Boca B y Valline I-Boca A debe de realizarse un largo recorrido que incluye el descenso de varias simas, lo que explica que se haya optado por considerar ambas bocas como yacimientos diferenciados. Esta boca permaneció cerrada hasta su desobstrucción por el equipo de la Expedición Británica a Matienzo.

2. Presenta una boca de tamaño grande que da acceso a un vestíbulo recto y continúa de frente por una salita muy húmeda. Hacia la derecha nace una galería que a los pocos metros se bifurca, desarrollándose desde allí en amplias galerías. Presenta muy buenas condiciones de uso para el hábitat. 3. Hábitat: Mesolítico Depósito: Edad del Hierro 4. Aparecen evidencias arqueológicas en tres puntos diferentes: En el fondo izquierdo del vestíbulo restos de un nivel de hábitat. En la salita del fondo del vestíbulo depósitos de cerámica y carbón. En la sala interior derecha hay un nivel con restos de fauna. a) En el fondo izquierdo del vestíbulo, que está parcialmente vaciado, hay un corte con tierras marrones, en el que aparecen conchas de Cepaea nemoralis, un fragmento de mandíbula de Capra pyrenaica, esquirlas óseas, varias lascas y una hoja de sílex.

3. Depósito (?): Prehistoria Cerámica. 4. Al final de la pendiente gatera, en la base de un antiguo cono de derrubios cubierto parcialmente por concreción y por limos, miembros de la E.B.M. recogieron un pequeño vaso cerámico de cronología prehistórica. El estudio detallado del entorno no proporcionó otro contexto, salvo la aparición en las inmediaciones de pequeños fragmentos de hueso y algunos minúsculos carbones. También aparecen fragmentos de carbón en los cortes de la gatera que da acceso a la galería. Se trata de una pequeña pieza conservada completa. Su forma corresponde a un cubilete de 55 mm. de altura, de forma cilíndrica, con un diámetro de 61 mm. El espesor de pared es de 5 mm. Las pastas aparecen alisadas. Un dibujo de esta pieza fue publicado en Smith (1998). 5. P. Smith. 6. Expedición Británica a Matienzo.

b) En la salita del fondo del vestíbulo, aparece un estrato superficial con huesos y fragmentos de carbón, además de un fragmento cerámico que corresponde a un vaso de tipo olla de perfil en S, realizado a torneta. c) En el corte del fondo de la sala interior de la derecha, que está vaciada, se observa un nivel, a unos 80 cm de la superficie, con abundantes huesos, algunos aparecen caídos del mismo. Se identifican varios de Cervus elaphus. 5. C.A.E.A.P. 6. C.A.E.A.P. 5. Cueva de Colorado I (Arredondo). 1. Alisas. Z: 542 m . En un rellano de ladera, bastante alejada del fondo de valle principal. Se abre muy cerca de una casa habitada, en el borde de una finca. En posición resguardada y poco dominante.

133

La información arqueológica

2. Presenta una boca de tamaño medio que da acceso a una galería relativamente amplia y de perfil rectilíneo que ha sido acondicionada como aprisco para el ganado, rebajándose el suelo. En el fondo de la galería se ha construido así mismo un muro de piedra. Tras el muro, la galería continua después de una sima, durante más de un centenar de metros. La entrada resulta habitable. 3. Vestíbulo. Hábitat: Mesolítico Interior. Depósitos. Calcolítico-Bronce. Prehistoria cerámica indeterminada. 4. En la misma boca de la cavidad, en su pared izquierda, se observa un pequeño testigo de unos 30 cms. de potencia en cuyo techo se aprecia un nivel de unos 15 cm de espesor, formado por tierras oscuras, con conchas de Cepaea nemoralis. Se aprecian algunos huesos de ciervo (Cervus elaphus) y de cabra montés (Capra pyrenaica). En este sector apareció también un reducido fragmento de cerámica a mano, con decoración plástica y dedadas. En el fondo de la galería, y en pared izquierda, hay una pequeña oquedad donde aparecen tierras amarillentas parduzcas, en cuya superficie se hallaron dos fragmentos de cerámica lisa, de 6 mm. de espesor, con desgrasantes gruesos de calcita de pastas rojizas. Por último, en la zona media de la cueva, en la galería que hay una vez descendida la sima, apareció un fragmento de cerámica, a unos 60 m de boca. Se encuentra caído directamente sobre la arcilla, sin ningún contexto arqueológico. Se trata de un fragmento de panza de un vaso cerámica a mano, de superficie espatulada. Las pastas son de buena calidad, bien cernidas, y con desgrasantes finos y medios -1 a 3 mm. - de cristales de calcita. La superficie interior presenta poros producidos por la desaparición de los desgrasantes. El color exterior es gris negruzco y gris el alma y el interior. El espesor de pared varía de 3 a 4 mm. y el diámetro máximo calculado sería de unos 150 mm. 5. Expedición Británica a Matienzo. C.A.E.A.P. 6. C.A.E.A.P. (parcial).

Abierta en el borde de un amplio rellano, situado a media ladera, lejos del fondo del valle del Asón. 2. Cueva de boca amplia que da acceso a un reducido vestíbulo descendente. Continúa por una galería amplia que ha sido rebajada en más de 1 metro, hasta el fondo, donde se han acumulado bloques. Desde aquí hay una fuerte rampa que conduce hasta una sala final, larga, ancha y húmeda con la superficie cubierta de bloques. Su vestíbulo, corto aunque de buenas dimensiones, resulta poco apropiado para el hábitat humano. 3. Sepulcral: Prehistoria cerámica indeterminada /Calcolítico-Bronce (?). 4. En el corte del fondo se observa la estratigrafía, que incluye un nivel de unos 20 cm de potencia, con huesos y una vértebra humana y carbón, dispuesto sobre un nivel de arcillas estériles. En la sala final, en superficie, y junto a la pared izquierda, aparece un fragmento de tibia humana, asociado a restos de Bos sp. y otros huesos. 5. 6.

C.A.E.A.P. C.A.E.A.P.

7. Cueva de Colorado III (Arredondo). 1. Alisas. Z: 537 m . Abierta en el borde de un amplio rellano, situado a media ladera, lejos del fondo del valle del Asón. 2. Pequeña cavidad con una boca de tamaño medio que da acceso a un reducido vestíbulo llano, desde el cual y en la pared izquierda se accede a un laminador que desemboca en una galería recta, ancha y baja donde está el yacimiento. Esta galería desemboca en otra boca, más reducida, abierta en el techo, en el fondo de un lenar. Su reducida entrada no resulta utilizable como lugar de hábitat. 3. Sepulcral: Prehistoria cerámica indeterminada. 4. Desde la salida del laminador, y en la galería inmediata se observan, en superficie, restos de un individuo, en concreto: un fémur, una vértebra, un cúbito, un fragmento de tibia y un fragmento de cráneo junto a la pared derecha, y junto a la pared izquierda un fémur. La métrica indica que se trata de un individuo juvenil.

6. Cueva de Colorado II (Arredondo). 1. Alisas. Z: 539 m .

134

5. C.A.E.A.P. 6. C.A.E.A.P.

La información arqueológica

SECTOR 2. BUSTABLADO 8. Cueva del Molino

encuentra el yacimiento. Se trata de una cavidad de boca y vestíbulo reducidos y no resulta habitable.

1. Bustablado (Arredondo). Z: 218 m . Se abre en la zona baja de la ladera, sobre la carretera Bustablado- Arredondo, a poca distancia del fondo del valle.

3. Sepulcral. Prehistoria Reciente / Calcolítico (?)

2. Cavidad de gran desarrollo, con una boca de tamaño medio, que da acceso a un pequeño y bajo vestíbulo, que no resulta habitable. Este vestíbulo, ligeramente descendente y corto, termina en una sala alargada en cuya pared izquierda nace una galería que desemboca a su vez en una sala en cuyo techo aparece una boca en sima. La sala continua tanto de frente por un laminador, como por la derecha a través de un corredor que desemboca en otra galería que, a su vez, conecta con un río subterráneo a la izquierda. Desde aquí la cueva ya es activa aunque tiene galerías fósiles, colgadas sobre un falso suelo.

Evidencia arqueológica: En superficie, en el fondo del vestíbulo, hay una hoja de sílex, fragmentos cerámicos lisos y bastos, de color pardo-grisáceo y con desgrasantes visibles de cuarzo. Tres de ellos corresponden a un vaso de tipo orza, con barro plástico aplicado. También aparecen restos humanos, en concreto un molar, una vértebra y varios huesos. Se identifican algunos restos de bóvido (Bos taurus).

3. Sepulcral : Calcolítico / Bronce. Depósito: Prehistoria cerámica indeterminada (Edad del Bronce). 4. Material arqueológico integrado en el nivel superficial.

4. Material arqueológico integrado en el nivel superficial.

5. Reconocida e investigada por CAEAP y Peter Smith. 6. Realizada por CAEAP 7. Parte del material está depositado en el M.R.A.P. y el resto permanece en el yacimiento. 8. Muñoz y Arozamena (1995).

10. Cueva del Masio (o Delante la Cueva). 1. Bustablado (Arredondo). Z: 485 m .

Evidencia arqueológica: En la pared izquierda del vestíbulo aparecen restos óseos de dos individuos, uno infantil y otro adulto, entre ellos una mandíbula. Junto a los mismos se encuentra un fragmento de panza de un vaso de tipo orza, con decoración plástica a dedadas. En la sala alargada existente al fondo del vestíbulo, en medio de una colada, cerca de la sima de la misma, hay varios fragmentos de cerámica prehistórica, realizada a mano, gruesa, de paredes lisas, de tonos parduzcos y superficies alisadas. 5. Reconocida e investigada, en la década de 1980 por C.A.E.A.P. 6. Realizada por CAEAP 7. Museo Regional de Prehistoria y Arqueología. 8. Muñoz y Arozamena (1995). 9. Cueva del Cubío

Se encuentra en la base de un pico calizo, un lugar muy destacado paisajísticamente, en la parte alta de una prolongada ladera, junto a un valle secundario, colgado sobre el principal. 2. Su entrada es amplia y da acceso a un gran vestíbulo en cuyo lateral izquierdo, relleno de bloques, está el depósito arqueológico. El fondo aparece casi colmatado por un gran caos de bloques que desemboca en una sala de gran tamaño. El espacio de la boca y vestíbulo resulta muy habitable. La cueva ocupa una posición espacial dominante. 3. Vestíbulo: Hábitat: Mesolítico Depósito / Sepulcral (¿): Bronce Refugio: Bronce / Romano (¿) / Medieval (¿). Interior: Depósito: Edad del Hierro Depósito/ Marcas negra: Edad Media

1. Bustablado (Arredondo Z: 224 m . Se encuentra en el sector terminal del pequeño valle de Bustablado, en una zona de fondo plano, en la pared de una pequeña dolina. 2. Cavidad con varios pisos que dan a distintas bocas, de las que la más interesante es la del piso medio, que está cegada, al fondo de la cual se

4. En la parte izquierda del vestíbulo aparece un importante nivel de conchero de caracoles de tierra (Cepaea nemoralis) con abundantes restos de macrofauna. Los restos aparecen en superficie, protegidos parcialmente por los grandes bloques caídos del techo.

135

La información arqueológica

En una gatera abierta entre bloques en el centro del vestíbulo, aparece fauna doméstica asociada a restos cerámicos asignables a la Edad del Bronce. Entre los bloques de este mismo sector, en la galería principal, aparece un depósito de vasos, correspondiente a varios momentos, desde el final de la Edad del Bronce a época romana, asociados a restos humanos. En el fondo del vestíbulo aparecen restos de un vaso medieval. Por último, ya en el interior de la cueva, en la parte derecha de la gran sala del fondo se conservan abundantes fragmentos de un vaso de tipo Brazada.

- Cinco fragmentos de panza de un vaso realizado a mano, de una pieza de tamaño grande, de superficies lisas, con cocción oxidante. - Siete fragmentos de panza, a mano, de un vaso de tipo Brazada, de tamaño medio, de cocción reductora. - Un fragmento de fondo de vaso, realizado a mano, de diseño recto y continuo, superficies alisadas, desgrasantes no visibles, con pastas de mala calidad. Espesor de pared de 6 mm y de 11 en el fondo. Su diámetro es de 82 mm.

Evidencia arqueológica: Zona: Conchero. Aparecen abundantes conchas de caracol de tierra –Cepaea nemoralis- en superficie e imbricados en un nivel bajo los grandes bloques (95 conchas). Entre la fauna identificable se aprecia: 1 fragmento de maxilar de Sus scropha, adulto, que conserva los molares y un premolar, 1 incisivo, 2 M3, 1 M2 y una extremidad proximal de ulna de Capra pyrenaica y 1 PM2 de Cervus elaphus, y un pitón de ciervo con claras marcas de trabajo (56 x 14 x 13). En superficie, en los pozos de goteo, se ven algunas lascas y lasquitas: 5 lascas simples, con talón liso, en sílex blanco grisáceo de tipo opalino litoral (15-09-02, 15-12-3, 13-13-02, 06-07-02, 11-06-02), y una arista de núcleo en sílex blanco hidratado, quizás litoral, (39x17x08) con retoques de uso en un lateral y retoque Smdc en el extremo apical del borde opuesto.

- Dos fragmentos de una vasija de cerámica común romana, perteneciente a una olla con el borde muy vuelto y labio moldurado para el encaje de una tapadera. Corresponde al tipo Vegas IA. Presenta superficie de color negruzco y desgrasantes abundantes de calcita y mica. Diámetro en la arista de 126 mm. - Un cuerno de cabra con evidencias de corte metálico en la base, sólo en uno de los bordes. Industria lítica: - Fragmento de molino circular, en arenisca, de tipología romana. Restos humanos: - Dos grandes fragmentos de cráneo humano - Un fragmento de maxilar inferior humano, que no conserva piezas dentarias y correspondería a un adulto. Fauna: - Incisivo de ovicaprino.

Zona: Parte izquierda del vestíbulo, entre bloques

Zona: Lateral izquierdo del fondo del vestíbulo

Cerámica

- Restos de una jarra de cerámica medieval, característica del bajo medievo, que presenta el interior vidriado, cuerpo periforme, basa plana, cuello cilíndrico y asa de cinta.

- Tres fragmentos de panza de un vaso de tamaño grande, con una cinta alta y muy destacada, de sección semicircular tendente a rectangular, decorada con digitaciones, situado debajo del cuello. Superficie alisada y pasta negruzca, con parches ocres oscuros. Incorpora abundantes desgrasantes de tamaño medio y grueso de cristales de calcita y fragmentos de caliza. Cocción variable, a baja temperatura. El diámetro de la panza exterior es de 308 mm. De este mismo vaso aparecen 12 fragmentos lisos, de panza. - Un fragmento de panza decorada con digitaciones en línea horizontal, realizadas directamente sobre la panza. Superficies alisadas, desgrasantes finos de mica. El diámetro en el estrechamiento del cuello de 174 mm.

136

Zona: Parte derecha de la gran sala del fondo. - Fragmentos de una vasija de tipo Brazada, conservada "in situ". El material aparece en una gran oquedad natural del terreno. Aparecen dos grandes fragmentos del borde y el fondo casi completo. Se trata de una pieza característica, con un diámetro de boca de 205 mm, un espesor de pared de 9 mm y un diámetro de fondo de 150 mm. La cocción es reductora, superficies alisadas y parcialmente peinadas, pastas negras y desgrasantes finos y medios de cal y de calcita. 5. Aunque es citada por P. Madoz con el nombre de Cueva de Los Machucos especificando que

La información arqueológica

presentaba huellas de haber sido habitada, fue reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P.

pendiente. Su boca resulta muy visible desde la distancia.

7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander. La vasija de tipo Brazada se conserva en la cavidad. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Madoz (1845-1850), Mugnier (1969), Morlote et al. (1996).

2. Su boca, es de grandes dimensiones, con unos 35 m de anchura por 16 de altura y está orientada al Norte. La cueva comienza con una galería de grandes dimensiones, de unos 25 metros de anchura media, ligeramente descendente y que traza una amplia curva hacia el oeste. En el fondo hay una sima de hundimiento que se flanquea por el lateral izquierdo, por medio de un pasamanos. Después la galería principal se bifurca y continua conduciendo a un sistema de complejo de largo desarrollo (Mugnier 1969). El gran espacio vestibular reúne muy buenas condiciones de hábitat.

11. Abrigo del Río de Bustablado 1.

Bustablado (Arredondo Z: 185 m.

Se abre en la base de la ladera, a poca distancia del curso del río, que en este tramo está encajonado. 2. Abrigo corrido de 12 metros de longitud por 2 metros de anchura, que resulta habitable. Su superficie buza de izquierda a derecha. En el sector izquierdo la superficie aparece cubierta por grandes bloques. 3 . Hábitat: Mesolítico. 4. Adherido por las precipitaciones calcíticas al fondo del abrigo se conserva un nivel de arcillas de color pardo amarillento de unos 10 cm de potencia, que incluye conchas de Cepaea nemoralis.

Evidencia arqueológica: Aparecen más de medio centenar de conchas de Cepaea nemoralis, 2 molares de Capra sp., 2 esquirlas óseas y varios sílex: 1 hoja blanca con talón puntiforme, 1 lasca simple de sílex gris, con talón liso, 1 hoja simple con escotadura, de sílex negro con talón facetado, 1 hoja de decorticado 1º de sílex de color negro, 1 extremo proximal de hoja gris, de talón liso, 1 lasca simple de sílex gris, de talón fracturado, 1 lasca de decorticado primario, con el talón puntiforme, con una escotadura. 5. 6. 7. 8.

Reconocida e investigada por el grupo CAEAP Realizada por CAEAP Museo Regional de Prehistoria y Arqueología. Muñoz y Arozamena (1995).

12. Cueva de la Cayuela o de la Cañuela. 1.Bustablado - La Roza (Arredondo). Z: 305 m . Gran cavidad abierta a unos 200 m . sobre el cauce del río Bustablado, en un tramo de fuerte

3. Vestíbulo. Hábitat: Epipaleolítico / Mesolítico Sepulcral (?) / Estructuras tumulares: Bronce Final (?) Interior. Depósito: Bronce Final / Pleno. 4. En el lateral izquierdo del vestíbulo el equipo de peones camineros de la Diputación Provincial realizó excavaciones que proporcionaron materiales líticos y óseos, depositados hoy en el M.R.A.P. En la galería de la entrada se localizan cuatro estructuras de planta circular y de tipo tumuliforme. Una de ellas aparece a unos 30 m . de boca, otra a unos 60 metros (E3) y otras dos en torno a 80-90 m. Todas se encuentran profundamente afectadas por amplias remociones, por lo que su contorno está desdibujado. Su diámetro varía desde los 3 a los 6 metros. Un pequeño fragmento de cerámica se encontró en la masa tumular del túmulo más interior, situado al fondo de la primera sala. Estaba realizado a mano, de pastas oscuras, con desgrasantes visibles. La estructura que aparece vaciada en su zona central es un pequeño túmulo de forma originalmente circular, en planta. Su diámetro menor es de 2.5 m . y el mayor de 3 m . Su altura actual es de 1.30 m . Presenta los cortes de los laterales de una supuesta cata limpios, lo que permite apreciar su composición interna. De abajo hacia arriba, desarrollándose en un total aproximado de 1.50 m . la secuencia se forma por los siguientes niveles: Nivel basal, compuesto por 30 cm de potencia visible, formado por arcillas locales, con gelifractos, correspondiente con seguridad al suelo natural de la cavidad. Nivel de cenizas, de color gris blanquecino, de 3 a 4 cm de potencia. Se aprecia que está formado por

137

La información arqueológica

finas capas, correspondientes a hogueras superpuestas. En su interior abunda la madera carbonizada. Este nivel se encuña hacia la periferia de la estructura. Nivel de arcillas rojas, plásticas, en torno a 15 cm de potencia. Sirve de base a una posible estructura de piedra, de forma paralepipédica, muy alterada, de unos 30 cm de altura. El lado más corto de la cámara debió de tener unos 70 cm de longitud. El mayor es desconocido por aparecer la estructura seccionada. Evidencia arqueológica: En el M.R.A.P. se ha estudiado un lote de materiales, procedentes de las excavaciones del equipo de camineros. 1. Restos paleontológicos - 1 fragmento de borde de concha, Ostrea sp. - 1 concha de Patella vulgata - 1 molar de Cervus elaphus - 1 fragmento de molar de Bos. Hueso de articulación determinable - 1 falange de Capra sp. - 16 fragmentos de huesos largos - 1 fragmento de hueso de macromamífero, con fracturas antrópicas. - 1 fragmento de asta, de 43 x 22 x 8 mm. con dos grupos de líneas incisas, quizás marcas de trabajo. - 23 fragmentos óseos no significativos 2. Industria lítica 107 láminas de sílex 301 lascas de sílex 4 núcleos de sílex 16 lascas con retoques marginales en sílex 12 piezas retocadas en sílex 1 lasca laminar de ofita 1 lasca de decorticado de cuarcita 6 fragmentos de cuarzo 1 lasca de caliza fragmentada en dos 1 Lasca de decorticado secundario de arenisca de grano fino 1 Lasca simple de arenisca grano medio 1 Lasca simple de ofita alterada 2 Lasca de decorticado primario de ofita 3. Industria cerámica Los restos cerámicos fueron recogidos por miembros del S.E.S.S. en el año 1962, en superficie, a unos 100 metros de la boca, en el interior de la cueva (Begines Ramirez 1965, pg., 46). Descripción de los vasos

138

Ref. Cñ1. Sólo ha podido identificarse un fragmento de este vaso. Se trata de una panza decorada, de superficie espatulada, compacta, con desgrasantes finos de mica y cuarzo. El espesor de pared varía de 4 a 6 mm. a lo largo del desarrollo vertical de la pared. La decoración está formada por bandas horizontales de 1 cm de altura, rellenas por reticulado oblicuo. Ref. Cñ3. Un fragmento de vaso de borde recto y vertical, de arista ligeramente redondeada. Pastas compactas, superficie espatulada, color gris claro, desgrasantes finos de composición no apreciable. Espesor de pared de 6 a 8 mm. El diámetro estimado para la boca del vaso es de 230 mm. A este vaso corresponderían también los piezas sigladas como 5 y 6, dos fragmentos de panza alisadas. Ref. Cñ.7. Se trata de 9 fragmentos de la panza y fondo de un vaso de carena alta, de fondo curvo, de superficies lisas y espatuladas, de color marrón oscuro, con desgrasantes muy abundantes de calcita de tamaño medio 2 a 4 mm. Espesor de pared 5 a 6 mm. Espesor de fondo 7 mm. Diámetro estimado en la carena: 180 mm. Ref. C2/C4/C10/C9 y C8. Se trata, respectivamente, de un pequeño fragmento de borde de superficies alisadas, con impresión de uñas en la arista, con un espesor de 11 mm (C2, referenciado como 48); un fragmento de panza con dos cintas plásticas horizontales decoradas por digitaciones impresas, de 8 a 11 mm. de espesor (C4); tres fragmento de panza lisa de superficies alisadas de 10 mm. de espesor (C10), 36 fragmentos de panza con barro plástico aplicado y con dedadas impresas de 14 mm. de espesor (C9); y un fragmento de fondo plano que conserva el arranque de la panza, con un espesor de pared de 12 mm. un espesor de base de 17 y con una capa de barro plástico aplicado sobre las dedadas de 3 mm. de grosor. Todos estos fragmentos proceden de una vasija de tipo orza, con decoración impresa en la arista, cintas impresas en el cuello y barro plástico aplicado sobre dedadas en la panza. sus caracteres técnicos son: pared exterior marrón clara e interior gris, desgrasantes medios de caliza. En la zona inferior la capa de barro plástico es de color más rojizo y en algunos puntos se ha desprendido. El diámetro del fondo es de 126 mm. 5. Carballo cita grabados esquemáticos en una “peña situada frente a la boca” (Carballo 1921) que no han sido localizados. Mugnier (1969) cita dientes y fragmentos de mandíbulas y restos de cerámicas rojas a la

La información arqueológica

entrada, al pie de la pared. También habla de fragmentos de vasija muy erosionada por el agua debajo de uno de los pozos, en la galería Norte (SCD 1958). Begines (1965) cita cerámicas de la Edad del Bronce, algunas con decoración incisa, de puntos y líneas, recogidas en 1962, por el grupo SESS, a 100 m . en el interior de la cavidad. 6. Realizada por S.P.D. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander. 8. Carballo (1921), Mugnier (1969), Rincón (1985), Muñoz y San Miguel (1987).

SECTOR 3. SOCUEVA. 13. Cueva de la Ermita de San Juan de Socueva 1. Socueva. Z: 475m . Se encuentra en un gran abrigo, labrado en la zona media de la ladera, en posición dominante. 2. Cavidad corta, con un amplio abrigo, cuya parte derecha está repleta de grandes bloques. Se trata de un espacio muy habitable. La cueva continúa por una galería, que por la derecha se subdivide en dos pequeños ramales en su inicio. Mide 23 metros de desarrollo longitudinal. 3. Hábitat: Epipaleolítico Ermita altomedieval 4. En el fondo del abrigo y hacia su centro se conserva una pequeña ermita prerrománica, La Ermita de San Juan, de planta rectangular y ábside semicircular, realizada con piedra de mampostería rústica, unida con mortero. La planta mide 2.40 m . de longitud por 2.75 m . de anchura. El ábside mide 1.30 m . de profundidad, por 2.3 m . de anchura, con una tronera en su centro. Destaca el arco triunfal, de herradura, de 1.85 m . de altura, con dos improntas lisas.

probablemente para la extracción de arcillas básicas. En varios puntos de los laterales del vestíbulo se aprecia la misma secuencia estratigráfica: 1. Un nivel basal de cantos de caliza rodados, de año medio, de 1 a 3 cm de diámetro, cementado y de potencia desconocida. 2.

Nivel de cantos más finos, de 0.3 cm a 1cm, sin rodar y muy carbonatados. Presenta una potencia variable, en la entrada mide unos 20 cm y buza hacia el interior de la cavidad.

3.

Nivel de arcillas amarillentas, con eboulis muy finos en la base y más terrígeno en la parte alta, aunque compacto. Incluye restos de fauna, destacando un incisivo de jabalí (Sus scropha), fragmentos de varios molares e incisivos de cabra (Capra pyrenaica) y una falange de cáprido fracturada, así como un hueso quemado, esquirlas con fracturas antrópicas y varias conchas de Cepaea nemoralis. Potencia de unos 15 cm en el corte de la entrada.

4. Nivel terrígeno casi estéril, con algún hueso de pequeño tamaño, formado por limos de tonos claros. Potencia variable de 10 a 15 cm. Caídos del corte, entre el material suelto de superficie, se vieron una hoja de sílex y algunas conchas de caracol (Cepaea nemoralis). En una gatera lateral se localizó una pieza retocada. Se trata de raedera denticulada, quizás utilizada como perforador, realizada en una lasca simple, de talón facetado, con retoque Spdd, en sílex beige claro, quizás procedente de las canteras litorales. Su métrica es: 33-20-7 mm.

La mesa del altar, lisa y cuadrada, presenta un hueco para encajar el pilar, y mide 0.5 m de lado. El pilar, de 0.88 m de altura, presenta sección cuadrangular, con las aristas achaflanadas. En el encaje de la mesa se ha practicado una oquedad destinada a caja de reliquias. La cronología de esta ermita debe ser visigoda ó mozárabe.

En la boca inmediatamente situada hacia el Norte, en el mismo cantil, a escasa distancia, se encuentra la cueva de San Juan de Socueva II. Se trata de una cueva muy vaciada, como el resto, y sólo conserva testigos de sedimento muy reducidos. En los primeros metros del vestíbulo, casi en el exterior, entre los grandes bloques caídos de la visera, aparece un nivel de arcillas endurecidas, en la base de la secuencia. En superficie se localizó un molar de gran bóvido (M2), muy fosilizado, así como una astilla de hueso de fractura antrópica, incrustada en el nivel.

El suelo de la cueva está muy alterado, quedando únicamente testigos mínimos en las oquedades más profundas de la cueva, donde apareció un molar de caballo. El relleno de la cueva ha sido vaciado y se aprecian las marcas de los picos,

5. Conocida a finales del siglo XIX por Regil y Alonso. El yacimiento prehistórico fue reconocido e investigado por el grupo CAEAP. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria

139

La información arqueológica

8. Marcos Martínez et al. (1994). 14. C. de San Juan II 1. Socueva. Z: 475 m Se sitúa inmediatamente a la derecha de la cueva de San Juan I, en posición dominante. 2. Cavidad amplia aunque corta, formada por dos galerías, siendo la más profunda la derecha. Presenta buenas condiciones de habitabilidad. La cueva esta en gran medida vaciada y conserva muy poco relleno sedimentario en forma de pequeños testigos en los laterales y bajo un gran bloque central. 3. Hábitat: Paleomesolítico indeterminado. 4. En los primeros metros del vestíbulo, casi en el ámbito exterior, bajo un gran bloque caído de la visera, aparece un nivel de arcillas amarillentas endurecidas, en la base de la secuencia. En superficie se localizó un molar de gran bóvido, muy fosilizado, así como una astilla de fractura antrópica, incrustada en el nivel. 5. Reconocida por CAEAP, J. Ruiz Cobo y P. García Gómez. 6. CAEAP 8. Marcos Martínez et al. (1994). 15. Abrigo de San Juan III 1. Socueva. Z: 475 m Como el resto de las cuevas de la zona se encuentra en un rellano, en la zona media la ladera, en posición dominante. 2. Abrigo poco profundo y de reducidas dimensiones. Presenta un falso suelo, por debajo del cual, a unos 2.5 m de profundidad, se conserva un testigo de 1 metro cuadrado, en forma de escalón y de unos 20 cms. de potencia, de tierras de color pardo amarillento. 3. Hábitat: Paleomesolítico indeterminado. Arte parietal: Paleolítico (¿) / Esquemático (¿). 4. En el testigo citado, así como en la tierra caída del mismo, se hallaron abundantes esquirlas de hueso, tres de ellas con marcas de procesado - una de ellas presenta marcas de descarnado y otras dos una muesca simple inversa-. Así mismo aparecieron restos de fauna y una lasca simple de cuarcita negra. Asignación cronocultural: En la única publicación realizada para este yacimiento las pinturas se han atribuido a momentos Paleolíticos, aunque es posible también que se trate de restos de pinturas esquemáticas.

140

Además, la cueva contiene un pequeño conjunto de pinturas rojas, situadas a una altura entre los 2 y 2.80 m sobre el suelo actual, en su sector exterior. - Panel 1. Dos líneas de color rojo y violáceo que se disponen horizontal y paralelamente. Por la derecha hay restos de una línea oblicua y restos de ocre alrededor de una pequeña oquedad circular. El panel está a 2.10 m sobre el suelo, y ocupa unos 30 cm. - Panel 2. A poco más de 1 metro a la derecha del anterior. Conjunto de puntuaciones rojo-violáceas probablemente realizadas con los dedos. Se halla entre 2.5 y 2.85 m del suelo, con una anchura de unos 35 cm. Se observan 36 puntos y manchas en los bordes, especialmente en el borde derecho. Por encima hay varias líneas rojas, dos de ellas dispuestas en segmentos de círculo, de trazado paralelo, con una mancha roja encima. Por último, en el abrigo aparece una oquedad con restos de dos pequeños trazos de pintura de tonos rojo a violáceos. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.EA.P. Las manifestaciones artísticas han sido descubiertas y publicadas por miembros del grupo ACDPS. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Prehistoria y Arqueología. 8. Muñoz y Arozamena (1995), Marcos Martínez et al. (1994), Serna y Valle (2000); Valle Gómez (2002). 16. Cueva de San Juan 1. Socueva. Coordenadas Z: 475 m Se encuentra en el mismo cantil que el resto del conjunto, en su extremo derecho, en una zona media alta de ladera, en posición dominante. 2. Cavidad de unos 100 m de desarrollo, con boca de sección oval, de tamaño medio, que comunica con un vestíbulo bajo y largo, cuya primera parte tiene el suelo rocoso, y después hay un escalón de un metro de altura, pasando la galería a tener suelo fértil y terroso. El fondo del vestíbulo da paso a una salita baja y subcircular. A la izquierda da paso a un laminador de pocos metros de desarrollo. La cueva continua por una galería amplia, que a su derecha, por medio de unos corredores cortos, desemboca en una sala grande, aunque de escasa altura. El espacio vestibular presenta buenas condiciones para el hábitat.

La información arqueológica

3. Hábitat: Paleolítico indeterminado Hábitat: Epipaleolítico – Mesolítico Depósito: Calcolítico - Bronce Indeterminado / marcas negras: Medieval 4. En la primera parte de la galería central se conserva, en la parte más alta de la secuencia, un nivel unos 10 cm de potencia que incluye algunos fragmentos de carbón, dos molares de cabra (Capra pyrenaica), y uno probablemente de rebeco (Rupicapra rupicapra). Se trata de un nivel fino, al menos en la parte conservada, y cementado junto a la pared. La industria consiste en: - Lámina simple, talón retocado, con retoque Smdc y Spdc en un lateral, una truncatura cóncava distal (Spdc) y retoque de uso en el otro lateral. Fabricada sobre sílex blanco veteado, foráneo. Métrica: 50-13-5. - Lámina simple rota, con talón liso, en sílex gris veteado. Métrica: 26-8-3. - Núcleo de lascas, sin córtex, irregular de tres planos, en sílex gris brillante, foráneo. Métrica: 36-25-19. Por otra parte, en la zona media del vestíbulo se hallaron los siguientes materiales: - Fragmento de núcleo discoidal musteriense, realizado sobre canto rodado de arenisca. - Hoja de borde de núcleo con talón cortical, en cuarcita negra. - Varias esquirlas óseas, una de ellas con marcas de procesado -con una muesca inversa retocada-. En la sala próxima al vestíbulo aparecieron: - Gran lasca 1ª de cuarcita de color morado con una gran escotadura clactoniense. - Dos fragmentos de panza de una orza ovoidea, con el interior negruzco y con capa exterior ocre con engobe gris. Incluye desgrasantes de calcita. Uno de los fragmentos es liso y está engobado, correspondiendo a la parte superior de la vasija. El otro está cubierto por una capa de arcilla plástica de color ocre, con grandes granos de cuarzo y aplicación de dedadas. En el laminador de la izquierda aparecen: - Varios fragmentos de una orza ovoide, unos lisos y otros con aplicación de barro plástico a dedadas, con desgrasantes de cuarzo y mica. - Fragmento de base completa de una jarra a torno, con la unión con la panza ligeramente cóncava, de color ladrillo, con engobe pardo y desgrasantes de mica.

- En el interior de la cueva aparecen abundantes restos de hogueras, y amplios paneles de marcas negras en las paredes del fondo de la cueva. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander 8. Marcos Martínez et al. (1994). 17. Cueva del Portal 1. San Juan de Socueva Z: 390 m En una amplia ladera, en posición dominante. 2. Reducida cavidad, de perfil rectilíneo, estrecha y alta, con boca de forma triangular, que da paso a una galería recta que finaliza a los pocos metros. Hacia el fondo de la cueva y a unos 30-40 cms. del suelo hay una pequeña oquedad en la pared derecha, donde se conserva el único testigo de yacimiento de la cueva. El lugar es poco habitable. 3. Indeterminado: Edad del Hierro (?). 4. Sobre un nivel formado por tierras pardas y bloques se localizaron 2 fragmentos de cerámica pardo negruzca, que por su aspecto podría corresponder a la Edad del Hierro. 5. Reconocida e investigada por el grupo CAEAP 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Arozamena (1995), Marcos Martínez et al. (1994). 18. Cueva de Suaria 1. Socueva. Z: 402 m Se encuentra en la parte alta de un pequeño cantil labrado en la ladera, tras el farallón del Abrigo de Suaria. Su boca resulta difícil de localizar. 2. Cavidad de boca muy pequeña que da paso a un reducido vestíbulo, de menos de dos metros de longitud, en cuyo fondo hay una estrechez por la que hay reptar, otros dos metros y que desemboca en una salita reducida y baja, donde se localizó el material. 3. Indeterminado: Prehistoria cerámica. 4. Material cerámico en superficie. En la salita del fondo apareció un fragmento de cerámica, de panza de pared gruesa, de tipo orza, que presenta

141

La información arqueológica

barro plástico con dedadas por el exterior, de color rojizo. 5. Reconocida e investigada por el grupo CAEAP. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Arozamena (1995), Marcos Martínez et al. (1994). 19. Abrigo de Suaria 1. Socueva (Arredondo). Z: 373 m. Se encuentra al pie de un cantil rocoso, en el fondo de un rellano de ladera, en posición dominante, bien orientado y con buenas condiciones de uso. 2. Abrigo de tamaño medio, de unos 7 metros de longitud, pero de escasa profundidad, con un máximo de 1.5 m Está muy afectado por la erosión, casi totalmente vaciado y ha sido utilizado como refugio para el ganado de cabra. 3. Hábitat: Mesolítico. 4. En el centro del fondo del abrigo se conservan dos testigos de un nivel de conchero adheridos a la pared por concreción calcárea blanquecina, de unos 15 cm de potencia en uno de los puntos y de casi 30 cm en el otro. En el nivel fértil aparecen varias conchas de Cepaea nemoralis, una concha de Ostrea, un molar de corzo (Capreolus capreolus), esquirlas óseas y dos lascas de sílex. 5. Reconocido e investigado por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Arozamena (1995), Marcos Martínez et al. (1994).

20. Cueva de la Llosa o de la Arena 1. San Juan de Socueva. Z: 650 m En el fondo de un pequeño rellano de ladera, sobre una amplia y pendiente ladera, en posición alta y dominante. Su acceso resulta difícil. 2. Posee una boca muy amplia que comunica con un vestíbulo ancho, y bajo, terminando la cueva en una sala inundada. La zona de entrada resulta habitable.

4. En el lateral izquierdo del vestíbulo, junto a una pared, entre piedras se localizó el siguiente lote de materiales: - Fragmento de olla, de perfil en S, de unos 6 mm. de espesor de pared, de color rojizo, con desgrasantes de cristales de calcita. Tiene el borde vuelto y el labio plano y afinado. - Fragmento de borde muy pequeño y similar al anterior. Es recto y su labio es convexo. - Fragmento de base plana, muy tosca, de 11 mm. de espesor, de color rojizo, con desgrasantes de calcita. Está alisado por el interior. - 4 fragmentos similares pero más finos (8 mm.), uno de ellos alisado. - Fragmento de panza negruzca, con desgrasantes de calcita y de mica, con engobe por ambas caras, de 7 mm. de grosor. - Fragmento de panza negra, desgrasantes de calcita y mica, de 6 mm. de espesor, con gruesa capa de ocre. - Fragmento de panza pardo negruzca con abundantes desgrasantes de caliza y de calcita, de 4 mm. de espesor, con engobe ocre por el exterior. - Fragmento de panza y arranque de base plana, de color grisáceo a negruzco, con desgrasantes de cuarcita y superficie muy afinada. - Objeto de cobre circular, irregular por la cara inferior, con un pequeño orificio en el extremo, con pequeños abultamientos siguiendo el borde y uno en posición central. Por la cara superior estos abultamientos son mayores por lo que quizás el orificio sea el resto de otro abultamiento similar. Presenta además varios círculos concéntricos incisos, primero una línea excisa, después otro formado por pequeñas rayas, luego línea incisa y por último un botón abultado. Quizás se trata de un adorno de arreo de caballo. 5. Reconocida e investigada por el grupo CAEAP 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander. 8. Muñoz y Arozamena (1995), Marcos Martínez et al. (1994). 21. Cueva de La Porqueriza

3. Depósito (¿): Edad del Hierro. 1. Asón. Z: 463 m Abierta al pie de un cantil, en la zona alta de la ladera, visible desde abajo.

142

La información arqueológica

2. Cavidad de amplias dimensiones, aunque de corto desarrollo, con dos bocas y que presenta abundantes y grandes bloques en su interior. En ambos vestíbulos el suelo ha sido rebajado para extraer arcillas, llegando a aparecer niveles arcillosos amarillentos estériles.

3. Depósito (?): Prehistoria cerámica indeterminada. 4. Hacia la mitad de la cueva y en una pequeña zona protegida junto a la pared derecha, y en superficie, se observan algunas esquirlas y huesos y un fragmento de panza de cerámica lisa y tosca, con el interior pardo negruzco y el exterior rojo, con desgrasantes gruesos. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Arozamena (1995).

una gruesa línea recta, dos puntos alisados y restos de otros, todo ello realizado con carbón vegetal. - Fragmentos lisos de panza de color naranja, de un vaso medieval. - En la pared derecha de la sala inmediata al vestíbulo, aparecen algunas "marcas negras". 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Prehistoria y Arqueología. 23. Cueva del Escalón 1. Asón. Z: 307 m En una zona de ladera alta, en posición dominante, frente a una abrupta caída sobre el valle.

SECTOR 4: COVENTOSA- CUBERA

2. Cavidad de más de un kilómetro de desarrollo, de grandes dimensiones. Presenta un vestíbulo muy amplio que desemboca en una sala enorme, con abundantes fenómenos reconstructivos. El lugar es bastante húmedo y resulta poco habitable.

22. Cueva del Falso Escalón

3. Depósito (?) Marcas negras / Medieval.

1. Val de Asón Z: 467 m Abierta en la zona media de una prolongada y pronunciada ladera, bastante alta sobre el valle, muy visible desde la distancia, en posición dominante.

4. Según Claude Mugnier (1969) en la misma se hallaron cerámicas antiguas. En la pared izquierda de la sala contigua al vestíbulo aparece un gran panel de "marcas negras", además de otras pinturas del mismo tipo aisladas en las proximidades.

2. Cavidad de boca amplia, que da acceso a un gran vestíbulo muy descendente, cubierto de bloques, y que finaliza en una galería amplia y recta de grandes dimensiones. No presenta buenas condiciones de uso como lugar de habitación.

5. Mugnier (1969) y C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Mugnier (1969). 24. Cueva de Coventosa

3. Depósito: Edad del Hierro (?) Depósito: Medieval Marcas negras: Medieval 4. En el lateral derecho del sector del fondo del vestíbulo, al finalizar la rampa, y entre bloques clásticos, se hallaron, mezclados con restos de carbón vegetal, las siguientes piezas: - Restos de una olla globular a ovoide, de cerámica a mano, con el borde recto y labio plano. Las pastas son rojizas con el alma grisácea, e incluyen desgrasantes grandes de cuarzo. - Varios fragmentos de una vasija similar a la anterior, con el borde vuelto. - Extremo proximal de tibia de bovino, con retoques directos en el extremo distal. - Canto roto de arenisca pintado con un motivo formado por un pequeño círculo atravesado por

1. Val de Asón Z: 308 m. Z: 285 m (C. Puch). En una zona de alta de la ladera, en una zona de fuertes pendientes. Posición dominante sobre el valle. 2. Se trata de una gran cavidad, de más de 35 km de desarrollo. Su boca es muy grande y da acceso a un gran vestíbulo cubierto por bloques y ligeramente descendente. La cueva continua por el fondo del mismo a través de una rampa muy pronunciada desembocando en salas de grandes dimensiones, con abundantes columnas. Hacia el fondo hay una sima que comunica con el sistema. El entorno del vestíbulo y la propia entrada presentan buenas condiciones para el hábitat. 3. Hábitat. Aziliense- Mesolítico

143

La información arqueológica

Depósito. Edad del Bronce Depósito. Edad del Hierro Marcas negras. Medieval Asignación cronocultural: La ocupación del vestíbulo podría ser tardiglaciar, o más probablemente del comienzo del Holoceno Aziliense o Mesolítico-. Los depósitos interiores corresponden a la Edad del Bronce y a un momento avanzado de la Edad del Hierro. El depósito de metal del vestíbulo corresponde al final de la Edad del Hierro. También aparecen algunas "marcas negras" de reducido tamaño. Descripción del yacimiento (Morlote et al. 1996). Aparecen varios puntos con yacimiento en esta gran cavidad, que se han concentrado en dos sectores: a) Vestíbulo y b) en las galerías interiores. a) Yacimiento del vestíbulo. Dentro del vestíbulo se han diferenciado a su vez tres sectores donde aparecen las piezas. a.1. Zona exterior del vestíbulo: En 1930 un pastor localizó, en un escondrijo cubierto con piedras en el vestíbulo, un amplio lote de material metálico (Barril 2001). El mismo estaba formado por 20 piezas de las cuales, tres de ellas grandes y bien construidas (León 1993: 22). En la actualidad se conservan en los fondos del M.R.A.P. diez rejas de arado, estudiadas por González Echegarary (1971: 139, fig. 9) y por Barril (2001). Esta última autora plantea una cronología para este lote en el siglo II- I a.C. por paralelos formales con piezas celtibéricas, aunque también podrían ser anteriores. Hacia la mitad de la zona izquierda del vestíbulo, en uno de sus bordes, aparecieron, entre los bloques clásticos, los siguientes materiales: - Un fragmento de molino circular de arenisca, con parte del agujero circular. - Fragmento de un vaso de cerámica a mano, de fondo plano, ligeramente indicado. Es de color negruzco, con exterior rojizo, y desgrasantes de calcita. - Fragmento de panza de cerámica a mano, de color rosaceo, superficies bruñidas y pastas bien decantadas. - Fragmento de panza, a torno, de color rojizo y vidriado. a.2. En la zona interior de la entrada: - Fragmento de escoria de hierro

144

- Falange de oso - Tres fragmentos de cuello de cerámica a mano, de pared gruesa, superficies alisadas, desgrasantes de calcita y mica. Presentan el perfil del borde ligeramente vuelto, y la arista de sección planoconvexa. - Un fragmento de cuello similar al anterior, pero con el interior grisáceo y desgrasantes gruesos de mica. a.3. Fondo del vestíbulo. En el fondo del vestíbulo, junto a la pared hay un gran hundimiento, donde el equipo de Peones Camineros de la entonces Diputación de Santander, practicó excavaciones. Allí se observa, por debajo de una gruesa costra calcárea un espeso nivel negro, muy rico en materia orgánica en que aparecen abundantes restos de Capra pyrenaica y Cervus elaphus, además de sílex. Según el testimonio oral de F. Quintana, miembro del citado equipo de Peones Camineros, en el fondo del vestíbulo se produjo un colapso, por esa época, que puso al descubierto, en sus bordes, un nivel fértil, que fue excavado por ellos. Se recuperó allí abundante industria lítica y restos óseos. En el fondo de la gran rampa que hay una vez superado el vestíbulo, aparece una calicata grande y poco profunda, donde se observa un espeso nivel negruzco, rico en restos óseos y sílex. Junto a la cata se halló, en superficie, un fragmento de parietal humano. d) Yacimiento de las galerías interiores: El depósito se encuentra en una gran sala interior en cuyo fondo aparece una rampa estalagmítica de pendiente muy pronunciada. La primera parte de la sala aparece cubierta por bloques clásticos. Los restos fueron localizados en tres zonas: d.1) En una explanada existente en la base de la rampa, en la superficie de los grandes bloques. d.2) En el borde una sima. De este último punto proceden los restos de una vasija celtibérica, un objeto metálico, y los restos de un parietal humano. d.3) Parte superior de la colada citada. Las oquedades naturales de la concreción pavimentaria, en algunos casos han sido retocadas y presentan en planta forma subcircular o cuadrangular irregular. Estos puntos aparecen ocupados por restos de grandes vasijas, asociados a carbón de madera. Todo el conjunto está muy alterado por tratarse de una cavidad muy visitada. Evidencia arqueológica: Se listan los materiales, en función del punto de procedencia

La información arqueológica

d.1) Explanada en la base de la rampa de la galería interior: Fragmentos de cuatro vasos de tipo Brazada Fragmentos de cuatro vasos de forma indeterminada y fondo plano. Raspador de sílex sobre lasca, con frente amplio, retocado por los bordes.

- 2 fragmentos de hueso con marcas, patinado, fracturas antrópicas. Bos o Equus (nº 3156). - nº 112: 1 molar de Bos / 1 molar de Capra pyrenaica, 2 molares de Bos muy desgastados ( P4d y M1 d), 2 molares de Bos sp. M3 y M2. nº 119: 1 cuerno de Capreolus capreolus (Long: 153 mm., Diámetro 37.4 y 32.3 mm. )

d.2) Entorno de la sima

Zona: Fondo de la rampa del fondo del vestíbulo.

Fragmentos de un vaso de tipo Brazada. Presenta decoración de hoyuelos en la base del cuello, producidos por una impresión suave de la yema del dedo. Fragmentos de otros cuatro vasos, probablemente del mismo tipo. Fragmento de una olla tardo-celtibérica con el borde vuelto y moldurado y el labio de sección cuadrangular. Objeto metálico, formado por una placa de bronce al que aparece unida por detrás una argolla de hierro, probablemente parte de un bocado de caballo.

Un lote de huesos de Ursus sp. Aparecen: 2 metacarpos, 1 metápodo, 2 falanges, 2 caninos de leche, 1 epífisis de hueso largo, 1 epífisis de radio (?). Longitud del metacarpo: 80,9 mm y 76,3 mm.

d.3) Oquedades de la gran colada. Fragmentos de un vaso de tipo Brazada, con labio plano convexo y base indicada. Fragmentos de otros tres vasos de perfil similar. Además aparecen abundantes fragmentos de panza, muchos de ellos con cepillado en ambas caras. Canino pequeño de Ursus arctos y una esquirla ósea. En las paredes de la cavidad aparecen algunas "marcas negras" de pequeño tamaño, en la pared derecha. Descripción de material arqueológico

Zona: Fondo Bajo - 1 diáfisis de hueso largo, etiquetado como C.Coventosa, "Fondo Bajo", de aspecto reciente. - 1 fragmento de diáfisis de hueso largo, patinado, siglado como 7. Zona: Interior, zona de Cazoletas. - 1 falange, siglada como C.-2. Probablemente de Sus juvenil. Falange. 2º. Long. 31 mm. - 6 fragmentos de un canino de Ursus arctos. 3. Industria lítica El listado descriptivo del material lítico se incluye en el anexo de datos. La pieza 122-6 casa con una pieza de 116 (11613), por lo que entendemos que deben de proceder de la misma zona. Se trata de una materia poco frecuente en la serie, un sílex con córtex rosado, de apariencia litoral. 120-1: Flanco de canto de arenisca rojiza con retoques en un lateral. 103 x 85x 48. Funcionalmente se asemeja a una gran raedera.

1. Restos humanos Zona: Fondo de la rampa de entrada. Junto a la antigua calicata interior, probablemente realizada por el equipo de Peones Camineros. Descripción: 1 Hueso coxal entero. Presenta erosión en un lateral. La cavidad donde se aloja el fémur aparece perforada. Métrica: Long: 192,9 mm. Anchura: Alterada por erosión: 130 mm. Diámetro de la cavidad femoral: 47 x 46 mm. Por su métrica puede establecerse que corresponde a un individuo adulto. 2. Fauna

Zona: Fondo Bajo: Cv.FB.1 LD3/ 41-40-13 GROP Litoral –LS - Retoque: SEpdc /Apic(R). Se trata de un raspador sobre lasca simple, de retoque frontal, en sílex opalino de procedencia probablemente litoral. Materias primas: GROP: Sílex gris opalino, GRPD: Gris brillo; OPHD: Opalino Hidratado, BLNC: Blanco; MGC: Margas silíceas. NGMT: Negro Mate, MRBR: Marrón Brillo, MRMT: Marrón Mate GRBT: Gris Brillo. 4. Cerámica. Los caracteres de las piezas cerámicas se resumen en el anexo de datos.

Zona: Coventosa vestíbulo Descripción de las piezas cerámicas

145

La información arqueológica

Referencia: Sin ref. - 117. Zona de la cavidad: Vestíbulo (centro izquierda). - Se trata de un vaso del que se conservan dos fragmentos de borde. Superficie espatulada. Color marrón exterior y negro interior. Desgrasantes abundantes de calcita, aragonito, caliza y cal, todos de tamaño fino. Superficie Espatulada Interior y Exterior. Presenta alguna línea incisa en la cara interna. Espesor de pared: 7.6 mm. mínima y 9.4 máxima. Decoración de digitaciones en arista. Diámetro de boca: 280 mm. Se trata del borde de un vaso de tipo cazuela en hombrera. Su perfil y decoraciones son muy característico. Tiene un paralelo casi exacto en su perfil y decoración en la pieza de la Cubía de la Vega, de Matienzo, pero se trata de una pieza algo mayor, con un diámetro de 440 mm.

muy abundantes de caliza y calcita. Presenta una capa de engobe interior de 1 a 1.5 mm. de espesor. El alma es de color gris y el interior y el exterior de color marrón claro. El espesor de la base es de 10 mm. y el de la pared de 8 mm. El diámetro de la pieza es de 192 mm. El diseño del fondo es en ángulo abierto (45º) y algo peraltado. Ref. INT 2. Zona Coventosa, zona interior, cerca de las cazoletas. Sigla Cov. 2 Dos fragmentos de fondo y pared. Superficie espatulada, con muchos desgrasantes de calcita. Alma gris, interior y exterior de color marrón. Presenta la cara interior de tipo acorchado y muy poroso. El espesor de pared es de 6 mm. y el de la base de 6.5 mm. El diámetro de fondo es de 150 mm. Se trata de un fondo de ángulo abierto (45º) y de tipo continuo.

Ref. F.B.1. Zona: Fondo Bajo. Sigla 1. - 25 fragmentos de panza, y 3 fragmentos de fondo. Los fragmentos de panza presentan la superficie alisada, desgrasantes abundantes de tamaño fino, medio y grueso. La superficie interior es de tipo acorchado, por la desaparición de desgrasantes de cristales de calcita. Espesor de 6 a 7 mm. Los fragmentos de fondo son del mismo tipo, y el espesor de la base es de 6 mm. El fondo presenta el ángulo abierto y es de diseño continuo. Su diámetro es de 150 mm. A este vaso podría pertenecer un fragmento de borde, de arista recta y peinado vertical suave en el exterior, con un diámetro de boca de 185 mm. Los fragmentos pertenecen a un vaso de tipo Brazada. Ref: F.B. 2. Zona: Fondo Bajo. Sigla 2. - Se conservan 25 fragmentos de panza de este vaso y 2 fragmentos de borde y de la panza. Se trata de una pieza de superficies alisadas y peinadas en el exterior y alisadas interior. Aunque aparecen algunos huecos de desgrasantes en la cara interior son menos abundantes que en el vaso 1. Los desgrasantes son de tamaño finos y medio, de calcita y de caliza. Las pastas son más compacta que las del vaso anterior y de color marrón a gris. Espesor de pared de 6.2 a 7.5 en el borde y de 7 mm. en la pared. Se trata de un perfil un poco especial de la forma de tipo Brazada, por la forma continua del mismo. El diámetro de boca es de 183 mm. El diámetro en carena, sin ser máxima es de 250 mm. Ref. INT.1. Zona Coventosa, zona interior, cerca de las cazoletas. Sigla Cov. 1 Cuatro fragmentos de fondo, que casan entre sí. Superficies alisadas y pastas con desgrasantes

146

Ref. INT3. Zona Coventosa, zona interior, cerca de las cazoletas. Sigla Cov. 3 Tres fragmentos de borde y dos fragmentos de fondo corresponden a este vaso. Presenta las superficies exterior espatulada, y desgrasantes abundantes de calcita de tamaño medio y fino. Cara exterior e interior negras y grises oscuras. El espesor de pared es de 6 a 6.5 mm. El labio es de arista recta y el diámetro de boca es de 142 mm. El fondo plano es de tipo alto y el espesor de la base de 6 mm. Corresponden a una pieza de perfil en S, o quizás a una forma pequeña de tipo Brazada. Además aparecen 131 fragmentos de panza de los tres vasos, para los que en muchos casos resulta imposible establecer la atribución correcta. En algunos, que corresponden con toda probabilidad al vaso Cov.1, aparece un suave peinado exterior. 5. Metal Zona: Junto a la 2ª sima, en el interior de la cavidad. 1 pieza de cobre en forma de placa con una anilla de hierro. Junto a ella apareció otra placa rectangular con remaches. Procede de un arreo de caballo. Recogido junto Zona: Zona: Lateral del vestíbulo 1 reja de arado, en hierro. Tubo de sección subcircular. Longitud: 25.2. Tubo 10.7. Tubo 3.8. Desarrollo de tubo: 6.15. Zona: Sin establecer

La información arqueológica

1 fragmento de metal mezclado con escoria. Se trata de un fondo de horno. Parece integrar varias piezas que no han perdido aún la forma original, por refundición de chatarra.

4. Material estratigráfica.

en

superficie,

sin

evidencia

5. La primera referencia se debe a un pastor de la localidad. En la década de los años 50 el equipo de Peones Camineros de la Diputación Provincial realizó excavaciones en el fondo del vestíbulo. El yacimiento interior ha sido investigado por el grupo C.A.E.A.P.

Evidencia arqueológica: A unos cinco metros de la boca, siguiendo la única galería de la cueva, parte una gatera de tamaño muy reducido hacia la derecha. A dos metros de su inicio, sobre una colada pavimentaria, aparecen tres fragmentos de cráneo humano –frontal y parietales-, que encajan entre sí. El escaso espesor del hueso indica que se trata de individuo subadulto.

6. Topografía realizada por el grupo S.C.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria 8. Muñoz y Arozamena (1995), Morlote y otros (1996), Barril (2001), González Echegaray (1971).

5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Marcos Martínez et al. (1994), Muñoz y Arozamena (1995)

Industria lítica del abrigo de la Cubera Soporte Lasca decorticado 2º Lasca simple Lámina simple (Fr) Lasca simple Lasca simple

Métrica 29-31-8 13-16-3 31-15-5 17-15-3 9-17-4

Talón Plano Fracturado Suprimido Facetado Fracturado

Mat. Prima Sx Opalino Sx Opalino Sx Bl /Hd Sx Gris Sx Opalino

Procedencia Litoral Litoral Litoral Aptense Litoral

Lámina simple (Fr) Núcleo sin cortex

15-14-3 Fracturado Sx Opalino Litoral 16-14-12 Fracturado Sx Negro Br. Foráneo

Alteración Fracturado Fracturado -

-

Material retocado Soporte Lasquita simple Lámina Lasca decorticado 2º Lasca decorticado 1º Fragmento de canto.

Métrica 12-10-2 30-08-97 67-18-15 32-31-12 55-50-40

Talón Lineal Plano Plano Plano Cortical

Mat. Prima Sx. Opalino Sx Negro Sx Blanco A.G.F. Cuarcita

Procedencia Litoral Local Litoral Local Foránea

Alteracion Sin alteración Fracturado Ret. reafilado Sin alteración Sin alteración

26. Cuvias Negras III 25. Cueva de Cubías Negras II

1. Val de Asón (Arredondo Z: 262

Asón. Z: 255

Zona media de una ladera relativamente abrupta, a unos 70 m sobre el fondo del valle, en un paisaje de prados casi abandonados y bosque mixto en proceso de regeneración.

1. La boca se abre en la ladera, relativamente pendiente, que se extiende sobre Cubera, orientada al Este y cubierta por un bosques ralos de encina y prados abandonados. 2. Cavidad reducida, con boca de tamaño medio que continúa por un vestíbulo corto, ancho y relativamente bajo, poco habitable, que se vuelve un laminador por el extremo derecho. 3 . Sepulcral: Prehistoria cerámica indeterminada.

2. Covacho de reducidas dimensiones, con una boca de pequeño tamaño que se abre a un vestíbulo, finalizando inmediatamente. 3. Hábitat ocasional. Epipaleolítico / Mesolítico. 4. En el fondo del pequeño vestíbulo, aparece un nivel de hábitat, en que se aprecian tres huesos largos con fractura de patrón antrópico, un molar de Capra pyrenaica cementado en la concreción y

147

La información arqueológica

un hueso quemado. En la superficie inmediata de la cueva, bajo el corte, y caído del mismo, se aprecian otras esquirlas óseas.

Cepaea nemoralis-, con abundantes restos óseos. Se observa un incisivo de Capra pyrenaica cementado en el corte.

5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Marcos Martínez et al. (1994), Muñoz y Arozamena (1995)

- Nivel inferior. En continuidad con el anterior, se observa un nivel cementado, de unos 20 cm de potencia, sin presencia de Cepaea nemoralis, con abundantes restos óseos y con cantos de tipo eboulis de caliza, de arista roma.

27. Abrigo de Cubera

- Nivel de base. Nivel de terraza fluvial, formado por cantos de caliza, y algunos de arenisca de grano fino, rodados.

1. Cubera. Z: 175 m En la base del cantil, junto al fondo del valle, muy cerca del río. 2. Gran abrigo corrido que prolonga por la izquierda la boca de la gran surgencia de Cubera, en un plano ligeramente superior. El abrigo presenta buenas condiciones de uso para el hábitat humano. En este punto Chaline (1961) señaló la existencia de un depósito arqueológico, situado por encima de un relleno de terraza fluvial. 3. Hábitat: Epipaleolítico / Mesolítico 4. Sobre un nivel de terraza fluvial aparece un potente nivel de conchero, que en algunos puntos llega a superar el metro de espesor. El paquete está bastante excavado y erosionado aunque conserva amplias zonas intactas y grandes testigos adheridos a la pared y techo del abrigo. En el corte se observa la siguiente estratigrafía: -Nivel superior. Paquete cementado de 15 cm de espesor, formado con conchas de caracol, -

Evidencia arqueológica: En la masa del conchero se identifican conchas de Cepaea nemoralis, y restos óseos de cabra montés (Capra pyrenaica) así como restos de sílex. Entre ellos aparecieron 2 puntas de dorso sobre hojita, un raspador pequeño sobre lasca, y abundantes núcleos. Chaline (1961) recoge y publica un hueso, con series de trazos grabados lineales oblicuos, asignándolo al auriñaciense y que Fernández Tresguerres (1995) considera aziliense. Caído del corte se encuentran, en los pozos de goteo varios restos de talla que se listan a continuación: Por otra parte, en el M.R.A.P. se conserva el siguiente lote de materiales: Restos de fauna 1 Cepaea nemoralis concrecionado, adulto. 1 hueso con marcas de descarnado 1 M3 y 1 incisivo de Capra pyrenaica 6 Molares de Bos sp. 2 Esquirlas no identificadas

Industria lítica de la cueva de Las Abejas Soporte Lasca simple Fgto. nódulo Lasca simple Lámina Lámina Núcleo Núcleo

Métrica 21-15-06 60-45-27 14-08-02 23-11-03 18-12-03 36-32-30 67-55-48

Talón Ablación S.T. Ablación Lineal Ablación S.T. S.T.

Materia Prima Sx. Negro-Mate Sx. Negro Mate Sx. Negro Mate Sx. Gris Brillo Sx Gris Mate Sx. Negro Mate Sx. Gris Vetas

Proc. Local Local Local Litoral Local Local Foráneo

Alteración Ret. pisado Ret. pisado Alt. Fuego -

Soporte Lámina

Métrica 39-16-07

Talón Facetado

Materia Prima Sx blanco- Hd

Proc. Foráneo

Lámina

20-07-3.5

Ablación

Sx Gris-Pd.

Foráneo

Lasca simple Lámina (fr)

32-32-21 20-14-4

Cortical Ablación

Sx. Gris Brillo Sx Gris Brillo

Foráneo Foráneo

Retoque Smcd + Sped Apdc (1 lat.) SEpdc (R1) Apdc /microb

Material retocado

148

La información arqueológica

Es posible que esta cueva sea la misma que la citada por Carballo (1926) como Cubillo de Arredondo, aunque es algo difícil de establecer. De esta cueva última procede un pequeño lote de materiales depositados en el M.R.A.P.

como varias piezas no retocadas, todo ello en sílex de buena calidad, de tonos oscuros.

5. Los importantes rebajes que se aprecian en el nivel parecen corresponder a los sondeos realizados por el equipo de Camineros de la Diputación Provincial.

Siglado como Vestíbulo: Fragmento de cráneo de Capra sp, 1 molar de Capra sp., 2 molares de Capra pyrenaica (M3 y M2), 1 premolar y 1 incisivo, 1 M2 de Bos sp. concrecionado.

6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander 8. Muñoz y Malpelo (1995), Chaline (1961), Fernández Tresguerres (1995), Carballo (1926).

Industria lítica. Restos de talla. * Localizados en una visita posterior al yacimiento, donde fueron estudiados y donde permanecen.

28. Cueva de las Abejas (Porracolina 65). 1. Cubera Z: 215 m. Esta pequeña cavidad se abre a unos 15 m sobre el abrigo de Cubera, por tanto cerca del fondo del valle. 2. Cavidad explorada por el Speleo Club Dijón, aunque el yacimiento fue señalado por C. Mugnier en los años sesenta. Presenta una boca bastante amplia que comunica con un pequeño vestíbulo, en cuya pared izquierda aparece una pequeña boca. Después la cueva continua por un estrechamiento que conduce a una reducida salita. 3. Hábitat: Epipaleolítico / Mesolítico. 4. En la entrada de la salita interior, y en el mismo estrechamiento, se observa un largo corte, formado al vaciar la cavidad. Se aprecia la siguiente estratigrafía: - Costra calcárea pura, de 10 a 15 cm de potencia, estéril. - Nivel concrecionado, de tonos oscuros, con abundantes restos de hueso de cabra montes (Capra pyrenaica) así como algunos sílex y varias conchas de Cepaea nemoralis. Presenta algunos cantos escasos. - Nivel masivo, hasta el suelo de la cueva, formado por bloques y cantos cementados. No se aprecian en el mismo evidencias de yacimiento, aunque se encuentra muy cubierto por musgos. Por otra parte, en la superficie del vestíbulo, que está vaciado, y entre los bloques que cubren la superficie, aparecen abundantes industrias líticas, hoy día entregadas en el M.R.A.P. La colección incluye varios núcleos, raspadores y raederas así

En los fondos del M.R.A.P. se ha estudiado este lote de materiales:

5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria 8. Mugnier (1969), Muñoz y San Miguel (1987), Muñoz y Arozamena (1995). 29. Abrigo de los Murcielagos 1. Asón. Z: 225 m. Zona media de ladera, aunque relativamente cerca del fondo del valle. Se trata de un sector de ladera en fuerte pendiente, con buena visibilidad. 2. Abrigo corrido, de gran tamaño, con planta en forma de ángulo. El lateral derecho es llano y el izquierdo muy descendente. Resulta un muy espacio habitable. 3. Hábitat. Mesolítico. 4. Hacia el centro del abrigo se conserva un testigo de más de un metro de longitud, donde se observa, la siguiente estratigrafía: - Nivel superior: Concrecion calcárea con conchas de Cepaea nemoralis y con abundantes eboulis de caliza, de 20 cm de potencia. Aparece un molar de Capra pyrenaica cementado. - Nivel inferior: Concrecion calcárea con huesos de macromamífero y abundantes eboulis de caliza lavados, de 25 cm de potencia. - Ambos paquetes descansan sobre un lecho de bloques de mayor tamaño, aunque las características de este nivel no resultan observables. En el suelo apareció un buril diedro, realizado sobre una lasca simple, y fracturado. La materia prima es un sílex de color gris veteado de calidad,

149

La información arqueológica

procedencia foránea. Su métrica es 30 x 17 x 9 mm. Esta pieza está depositada en el M.R.A.P. En una visita posterior, en la superficie del vestíbulo se localizó un raspador frontal sobre lasca, realizado en sílex negro local (35-16-12) que fue dejado en el yacimiento. 5. Reconocida e investigada por el grupo CAEAP 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. 8. Muñoz y Arozamena (1995), Muñoz y San Miguel (1987),

30. Cueva de Los Murciélagos 1. Asón. Z: 225 m Se abre en la ladera, pero cerca del fondo del valle y en posición dominante. 2. Cavidad de reducidas dimensiones, con una boca grande, después de la cual hay un escalón de un metro de altura que da acceso a una sala relativamente amplia, en cuya pared izquierda hay una boca reducida. Presenta buenas condiciones de habitabilidad. 3. Hábitat. Mesolítico. 4. Buena parte de la cueva está vaciada, conservando testigos en los laterales y en el fondo de hasta 80 cm de potencia, observándose un único nivel arqueológico, muy rico en fauna, protegido por una costra calcítica.

El lote arqueológico conservado en el M.R.A.P. está formado por: Fauna 1 Fragmento de maxilar inferior de Capra sp., patinado y concrecionado. La métrica indica que se trata de Capra pyrenaica. 1 Molar de Capra pyrenaica fragmentado. 1 Pitón de asta de Cervus, con marcas de pulimento en la punta e incisiones. Métrica: 4612-12 5. Señalada por Mugnier (1969), investigada por CAEAP. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Prehistoria y Arqueología. 8. Mugnier (1969), Muñoz y San Miguel (1987), Muñoz y Arozamena (1995). 31. Covacho de Los Murciélagos 1. Asón. Z: 223 m Cerca del fondo de valle. 2. Covacho muy reducido, situado inmediatamente por debajo de la Cueva de Los Murciélagos, con la que está íntimamente relacionado. Es un covacho estrecho, bajo y muy descendente y no reune condiciones de uso como lugar de habitación. 3. Secundario. Hábitat: Mesolítico

Industria lítica de la cueva de Los Murciélagos Soporte Lasca decorticado 1º Lasca simple Lámina Lasca simple Lasca simple Material retocado Soporte Lasca decorticado 2º Lasca simple Lámina Lámina Lámina

Métrica 35-17-15

Talón Liso

Mat. Prima Cuarcita

Procedencia Local

Alteración -

16-27-06 16-17-04 30-17-05 14-16-03

Liso Liso Cort Plano

Sx. Gris Sx. Blanco Sx. Blanco Sx. Blanco Mate

Litoral Foránea Mate Foránea

Hidratado Hidratado Foránea Hidratado

Métrica 28-28-07

Talón Cort.

Mat. Prima Sx. Blanco

Procedencia Local

Alteración Hidratado

Retoque Ret. Uso

27-27-07 16-08-02 25-09-03 20-09-04

Plano Ablac Ablac Ablac

Sx. Crema Sx Gris Brillo Sx Gris Mate Sx.Blanco Oseo

Desc. Desc. Desc. Litoral

Hidratado -

Sepdc R1 Spie /MD Apcb Apcb

Abundantes restos de Capra pyrenaica, así como restos de talla de sílex y algunos útiles de sílex: 1 raspador sobre lasca, 1 buril diedro, 1 punta aziliense, etc. Además son muy abundantes las conchas de Cepaea nemoralis.

150

Retoque

4. Nivel superficial. Los materiales han caído desde la entrada de la cueva abierta sobre el covacho. Evidencia arqueológica: En superficie se observan varias conchas de Cepaea nemoralis, restos paleontológicos (aparecen restos de Cervus elaphus) y una lasca de sílex. El material ha sido

La información arqueológica

redepositado desde la entrada de la cueva superior. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y San Miguel (1987), Muñoz y Arozamena (1995). 32. Cueva próxima a Cubera 1. Asón. Z: 224 m En ladera, en un farallón alto, cerca de Cubera pero unos cincuenta metros por encima. Ocupa una posición dominante y es visible desde la distancia.

Depósito: Calcolítico-Bronce. 4. En el fondo del abrigo se conserva un pequeño testigo, cubierto de musgo, que incluye un nivel de color gris claro amarillento, muy característico, que incluye conchas de Cepaea nemoralis. Evidencia arqueológica: En el nivel de conchero se observan 20 conchas de Cepaea nemoralis y algunas esquirlas óseas. Sobre él aparece un pequeño fragmento de cerámica a mano, lisa, de color pardo, con gruesos desgrasantes de calcita, de 6 mm de espesor de pared. En la pared exterior del abrigo, hacia el centro del mismo, se hallaron algunos sílex (3 lascas simples, 1 lasca de decorticado secundario, 1 hoja simple, y 1 hoja de retoque).

2. Su boca es relativamente amplia y está parcialmente tapada por un muro. Después el vestíbulo es ascendente, y se va estrechando, dando acceso a una sala alargada, en cuya pared derecha está el yacimiento. Siguiendo el recorrido de la cueva aparece un laminador que acaba a los pocos metros. Resulta poco habitable.

5. Localización M. Moñino, J. Ruiz y C.A.E.A.P., en 1985. Investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Muñoz y Arozamena (1995).

3. Sepulcral: Calcolítico (?).

SECTOR 5. RIO MUNIO.

4. En la sala interior, en varios puntos y en superficie, aparecen restos óseos humanos. La sala sepulcral está muy vaciada, conservando el yacimiento en el borde derecho.

34. Cueva de los Moros de Asón

Evidencia arqueológica: Junto a la pared derecha de la sala interior se hallaron los restos de un cráneo casi completo, aunque muy fragmentado, fragmentos de tibia, de peroné, una falange grande, fragmentos de pelvis y un calcáneo. Además, junto a un bloque se halló un fragmento de un fémur y de una tibia. En el laminador del fondo aparecen dos fragmentos de sendas tibias. El conjunto corresponde a un mínimo de 2 individuos. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

1. Asón. Z: 856 m Cavidad situada a escasa distancia - unos 200 mdel nacimiento del río Munio. Se encuentra en la base de un talud vertical, sobre una prolongada y pronunciada ladera, muy alta sobre el valle y relativamente lejos de su fondo. La boca resulta visible a distancia. 2. Es una cueva de entrada amplia, que da acceso a un ancho y relativamente bajo vestíbulo ligeramente descendente, pasando después a una sala alargada de amplias proporciones, llena de grandes bloques y con algunas formaciones calcáreas. La entrada y el vestíbulo resultan poco habitables. 3. Depósito: Edad Media

33. Abrigo de la Carretera 1. Asón. Z: 224 m En ladera, pero relativamente cerca del fondo de valle, en posición dominante. 2. Pequeño abrigo, poco profundo, situado en el centro de una cadena de abrigos corridos. La base de los abrigos está bastante inclinada hacia la carretera. 3.

Hábitat: Mesolítico.

4. Los materiales aparecen entre los bloques que cubren la irregular superficie del vestíbulo y la primera galería. Se observan fragmentos de carbón en superficie, así como restos de fauna. En algunos puntos en las paredes de la galería aparecen algunas escasas marcas negras. En la primera parte de la gran sala y hacia la izquierda, entre bloques, se hallaron tres mitades de grandes vasijas de perfil abierto realizadas en madera, circulares y bajos y con el borde plano,

151

La información arqueológica

muy bastos, a modo de artesas. Una de las piezas está muy mal conservada, fracturada y con marcas de haber sido roída. La pieza mejor conservada corresponde a la mitad de una artesa, de fondo plano y perfil troncocónico, con un diámetro máximo de 270 mm y una altura de 108 mm. El espesor medio de pared y de fondo es de 25 mm. Su superficie exterior está finamente alisada, y en el interior se aprecian marcas de la pequeña azuela utilizada en su fabricación. La madera es muy ligera y está acorchada. Así mismo se localizó un fragmento cerámica de un vaso medieval de fondo plano, y superficies lisas. En el entorno se observan abundantes huesos y mucho carbón. En la zona media del vestíbulo, entre bloques, se estudió un fragmento de molino. Está realizado sobre un canto de arenisca de grano muy fino y presenta un claro pulimento en ambas caras. Se encuentra fracturada por su eje transversal. Su métrica es: 93 x 99 x 47 mm. 5. C.A.E.A.P. y J. Ruiz. 6. Realizada por C.A.E.A.P. SECTOR 6. PEÑAS ROCÍAS 35. Cueva del Cerizal 1. Rocías (Arredondo Z: 420 m En la zona alta de una pronunciada ladera. 2. Pequeña cavidad fósil, con una boca amplia que comunica con un vestíbulo recto y liso, cuyo fondo aparece recubierto de piedras. El vestíbulo resulta habitable. 3.

Hábitat: Musteriense Hábitat: Mesolítico (?).

4. Resulta muy interesante la estratigrafía de la cueva, que aparece en el fondo de la cueva, junto a la pared izquierda. Allí aparecen restos de un nivel cementado, a unos 40 cm de altura sobre el suelo actual, con muchas piedras de caliza. En el nivel se observan abundantes restos óseos, esquirlas muy troceadas, sin duda de cronología prehistórica. En la superficie se observa un nivel con bloques y arcillas amarillentas de aspecto estéril. En la boca aparece una amplia secuencia de niveles de costra pavimentaria de más de 2.5 m de espesor. En la base de esta secuencia, en un nivel amarillo limoso, se halló una lasca muy gruesa y grande, de sílex. 5. C.A.E.A.P y J. Ruiz. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

152

36. Cueva del Mazo Escobal 1. Rocías. Z: 412 m Su amplia boca es visible desde la distancia y se abre en una pronunciada ladera, en posición dominante. 2. Presenta una boca ancha y bastante baja que comunica con una galería recta, que se hace más ancha hacia el fondo y que continua por el extremo izquierdo hasta una galería ancha y baja, con abundantes formaciones, muy húmeda. 3 . Marcas negras. Medieval (¿) Depósito (Hogares): Medieval 4. Se observan algunas calicatas en el fondo de la cueva, realizada por los lugareños para la extracción de arcillas básicas. En alguna de ellas, se aprecia, por debajo del nivel concrecionado superficial, una capa con cenizas y huesos. Esta misma capa aflora al fondo de la cueva. En el fondo de la cata mayor se localizó una artesa de madera antigua, de forma rectangular ovalada y asas laterales y en sus inmediaciones un canto de arenisca fracturado. En el sector de fondo de la cavidad aparecen algunas marcas negras de reducido tamaño, bastante borradas por el goteo. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. y P. Smith. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 37. Cueva del Hayal o Cubío de Las Tejas 1. Asón. Z: 224 m Su boca resulta poco visible en el terreno, y se sitúa en el sector alto de la ladera, lejos del fondo del valle. 2. Cavidad con boca de tamaño medio que da acceso a un amplio vestíbulo descendente. Hacia la derecha comunica con una sala muy amplia y bastante baja. Desde aquí, por un paso estrecho, se prolonga por una galería larga, con abundantes concreciones. 3. Hábitat ocasional (?): Prehistoria con cerámica. 4. En la sala de la derecha, inmediata al vestíbulo y junto a la pared izquierda, hay una calicata de extracción de tierras, de casi un metro de profundidad, con niveles amarillentos de arenas fluviales. A unos 10 cm de la superficie aparece un nivel fino con un fragmento de mandíbula de corzo (Capreolus capreolus), así como huesos y carbones. En el fondo de la cata y junto a la pared aparecen esquirlas óseas y un pequeño fragmento de cerámica prehistórica, con la pared exterior

La información arqueológica

parda y el interior negruzco, con desgrasantes de calcita. Su espesor de pared es de 6-7 mm. 5. Reconocida e investigada por el grupo CAEAP 6. Realizada por C.A.E.A.P 8. Muñoz y Arozamena (1995), Mugnier (1969).

SECTOR 7. ENTORNO DE CUEVA FRESCA 38. Cueva Fresca 1. Asón. Z: 451 m En la zona media-baja de una larga y pendiente ladera, sobre un talud. Ocupa una posición dominante y resulta visible desde la distancia. 2. Cavidad con dos bocas, próximas entre sí, que comunican con vestíbulos relativamente largos y de techo bajo, que a su vez llevan a una gran sala, cuya parte derecha se halla ocupada por una gran colada. Desde aquí y por un corredor, se accede a una galería muy estrecha y concrecionada con una salita, en cuyo centro hay una colada donde se han practicado dos pozos circulares, profundos y comunicados entre sí por un canal poco profundo, de fecha indeterminada. Desde la gran sala y por un corredor estrecho y bajo, con mucha corriente de aire, se accede a un escarpe alto que comunica con el resto de la cueva. Más al interior la cueva continúa, en un sistema de grandes dimensiones y de varios kilómetros de desarrollo. 3. Depósito: Romano Depósito / Indeterminado: Tardoantiguo/ Medieval. Marcas negras: Medieval (¿) 4. El depósito se sitúa en el centro de la gran sala, y abarca una extensión importante. Los restos materiales aparecen asociados a amplios acumulaciones de carbón vegetal y dispersos por el suelo de la cavidad. Evidencia arqueológica: En esta cavidad, el grupo C.A.E.A.P. recogió, a comienzos de los años 80, en superficie, el siguiente lote de materiales (Morlote et al. 1996). - Fragmentos de una vasija cerámica realizada a torneta, que presenta el borde vuelto y el labio ligeramente exvasado y convexo. Las pastas son de color grisáceo e incluye desgrasantes abundantes y grandes de caliza y finos de mica. - Fragmentos de panza lisa, de cocción reductora, con desgrasantes gruesos de mica moscovita. En algunos de ellos aparecen adherencias de ceniza. - Hacha de hierro de forma trapezoidal, con el talón de sección rectangular, en vástago, y con un ligero saliente en la zona inferior. El filo presenta melladuras de uso. Peso: 1200 gramos.

Cerámica medieval - Fragmentos de una pequeña vasija, con el exterior ocre y el alma grisácea. Desgrasantes de calcita y mica. Tiene la base plana y la unión con la panza cóncava. Borde pequeño y vuelto, labio de arista semicircular. La base de la panza, en su unión con el fondo, posee un resalte a modo de verdugón, delimitado en su base por una gruesa línea incisa. - Fragmento de base plana, de cerámica gris con el alma negruzca. Finos desgrasantes de cuarzo y de mica. La panza es muy convexa, con ligero reborde en la unión con el fondo. - Fragmento de base plana de color gris, con abundantes desgrasantes de cuarzo. Presenta un ligero anillo de solero (?). - Tres fragmentos de panza ocres, con desgrasantes de mica y 1 fragmento de panza grisácea, con dos anchas bandas grabadas, con abundantes desgrasantes de cuarzo. - Restos óseos de ovicaprinos, bovinos y suídos. Sobre la zona donde aparecen estos materiales existen varios paneles de pinturas esquemático abstractas. En los fondos del M.R.A.P. se ha podido estudiar además, un lote de materiales (ref. 1735), procedente de esta cavidad, que incluye un fragmento de cráneo y un molar de Bos sp. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. aunque con anterioridad fue señalada por C. Mugnier. 6. Topografía realizada por S.C.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria 8. Muñoz y Arozamena (1995), Morlote et al. (1996). 39. Cueva 22 del Porracolina. 1. Porracolina. Z: 484 m Se abre unos diez metros por debajo de la entrada derecha de la cueva Fresca, en una pronunciada ladera, alejada del fondo de valle, en posición dominante. 2. Pequeña cavidad, en forma de abrigo, de unos 5 metros de anchura, con un fondo de dos metros, y que presenta una pequeña galería, en el fondo. El desarrollo longitudinal es de unos 10, acabando en un laminador. Ofrece poco espacio útil, pero resulta un lugar seco y bien orientado. 3 . Hábitat: Mesolítico

153

La información arqueológica

4. En el fondo del vestíbulo conserva testigos laterales de un nivel con restos de yacimiento. Los materiales aparecen en un nivel arcilloso, en grumos, y a veces concrecionado, de aspecto pobre. Evidencia arqueológica: Se observan 13 conchas de Cepaea nemoralis, 5 esquirlas óseas, 1 fragmento de falange de herbívoro, un fragmento de hueso identificable y abundantes carbones. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Mugnier (1969) cita restos de moluscos de tierra en esta cavidad. 40. Cueva del Tío Isidro o de Las Cabras 1. Asón. Z: 415 m Pequeña surgencia fósil situada por debajo y a la izquierda de Cueva Fresca, más cerca del valle, en el tramo medio de la ladera. 2. La boca, con un pequeño muro pastoril, da acceso a un vestíbulo amplio, llano y bastante húmedo. Aunque es una cueva corta presenta buenas condiciones uso como lugar de hábitat. Es visible a distancia. 3. Hábitat ocasional. Prehistoria indeterminada. 4. En el vestíbulo de la cavidad aparece un testigo de un nivel amarillento de aspecto pobre, con alguna esquirla de hueso muy reducida y una pieza de sílex en el fondo, junto a la pared derecha. Evidencia arqueológica: Lasca de sílex y esquirlas de hueso. 5. Reconocida e investigada por el grupo CAEAP 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. 8. Muñoz y Arozamena (1995).

3. Depósito: Edad del Bronce / Edad del Hierro (?). 4. Depósito de cerámica. Evidencia arqueológica: En el centro de la colada, cerca de la boca, aparece una oquedad natural donde se halló un fragmento de cerámica, de forma circular, de color pardo-rojizo, con desgrasantes de calcita gruesa. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 42. Cueva de Peña Sota I ó Cueva del Monstruo 1. Peña Sota Z: 425 m Cavidad colgada sobre un cantil en un tramo alto de ladera, en posición dominante, y de difícil acceso. 2. Su boca muy amplia y cuadrada, da acceso a un inmenso vestíbulo, ligeramente ascendente, que se prolonga por una pequeña galería recta y muy estrecha, de 8 metros de longitud. 3 . Depósito: Calcolítico - Bronce. 4. Fragmentos cerámicos en superficie. Evidencia arqueológica: En la misma boca y hacia su centro, se localizaron dos fragmentos del fondo de un vaso de cerámica de tipo orza, de perfil ovoideo. La base es plana, ligeramente indicada, y en las paredes aparece barro plástico y dedadas. 5. Reconocida por miembros del grupo G.E.I.S. C/R. 6. Realizada por G.E.I.S. C/R.

43. Cueva de Peña Sota III SECTOR 8. PEÑA SOTA.

1.

41. Cueva de Peña Sota VI

Zona media alta de una pronunciada y pendiente ladera, relativamente alejada del fondo del valle, no tanto en distancia, sino en altura. La boca se abre frente a un cantil.

1. Asón. Z: 460 m Ladera alta, en posición dominante y bastante visible. 2. Cavidad reducida, aunque de boca media y con un abrigo poco profundo. Por la parte izquierda presenta una rampa muy pronunciada, con coladas estalagmíticas. No resulta un espacio habitable, por su reducido tamaño y por la accidentada topografía del suelo, por la presencia de bloques y coladas.

154

Peña Sota. Z: 450 m

2. Cavidad con dos bocas situadas en dos planos distintos. La boca superior, bastante grande, desemboca, por medio de una galería muy descendente, en una sala amplia donde aparecen restos de varios muros. Hacia la derecha continúa por un laminador que desemboca en el segundo vestíbulo de la cueva, con una amplia boca, abierta sobre un cantil casi inaccesible. La sala además continua de frente por una galería ancha baja y descendente, que desemboca

La información arqueológica

inmediatamente en una sala amplia y húmeda, con abundantes restos de hogares y cenizales junto a la pared izquierda. Siguiendo una rampa descendente se llega hasta una galería muy húmeda, que en ocasiones se inunda. 3. Hábitat: Mesolítico-Neolítico (¿) Depósito: Edad del Bronce / Edad del Hierro Depósito: Tardo-Antiguo / Medieval (¿). Marcas negras: Medieval. 4. Aparecen evidencias arqueológicas en varios puntos de la cavidad. a) En el vestíbulo inferior aparecen esquirlas óseas en superficie, restos de cabra montés (Capra pyrenaica), así como fragmentos de carbón y algunos sílex. En concreto aparecen varias lascas y otros restos de talla. En un lateral la gatera continua y se sale a una segunda boca colgada sobre el precipicio. Aparecen abundantes evidencias de un hábitat mesolítico o epipaleolítico: una lasca y un núcleo de sílex negro local, y un hueso con marcas, de tipo ahorquillado. b) En el lateral derecho del fondo del vestíbulo, se localizan: - Fragmento de panza de cerámica de color parduzco, con desgrasantes de cuarzo. Espesor 3 mm. - Fragmento de panza de cerámica de color pardorojizo, con desgrasantes de cuarzo. Espesor 5 mm. c) En la salita próxima al vestíbulo inferior. En esta zona se observan dos construcciones rectangulares, realizadas a piedra seca, de aspecto pastoril. En la superficie aparecen los siguientes materiales: - Fragmento de panza muy convexa, a mano, de color negruzco, con desgrasantes de cristales de calcita. Presenta engobe rojizo por ambas caras. Espesor: 8 mm. - Fragmento de panza a torneta, muy erosionada, de color grisáceo, con abundantes desgrasantes de cristales de calcita, con engobe exterior ocre. - Fragmento de panza de vasija medieval, realizada a torno, de color pardo, con desgrasantes gruesos de calcita. Espesor 4 mm. - Cuerno completo de cabra con marcas de cortes sucesivos en la base. d) Comienzo de la rampa inferior En esta zona aparecen abundantes restos de hogares y los siguientes materiales:

- Fragmento de panza de cerámica de color pardoaladrillado, realizado a torneta, de cronología medieval. Espesor 6 mm. - Fragmento del cuello de una olla realizada a torneta, de cronología medieval, de color ladrillo, con cenizas adheridas. Presenta borde vuelto y labio biselado del exterior al interior ligeramente convexo. Incorpora desgrasantes de cuarzo y mica. La panza presenta un fino estriado. - Borde de cerámica de aspecto medieval arcaíco así como un fragmento de panza con arranque de un asa de cinta. El material se dejó in situ, tomándose fotografías del mismo. e) Rampa inferior, en el laminador que da acceso a la sala final, sobre la colada. - Fragmento de tahalí (?), formado por varillas delgadas de cobre, decoradas con finas líneas, en cuyo centro hay eses ladeadas. Estas varillas aparecen embutidas en planchas gruesas de hierro, que están muy oxidadas y dañadas. - En la colada de barro que hay detras de estas estructuras, en la arcilla aparece mucho carbón y abundantes huesos de fauna. Aparecen también restos humanos entre los bloques, algunos caídos claramente entre bloques y otros metidos parcialmente en la arcilla plástica. Aparecen vértebras, coxis, femur, dos tibias rotas, tres húmeros, uno completo y otros fracturados: La serie parece corresponder al menos a dos individuos, uno adulto y otro casi. Un radio aparece en posición vertical entre bloques. También se aprecia la existencia de restos óseos fauna doméstica, Bos sp. y ovicaprinos. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Todo el material recogido fue entregado en el Museo de Prehistoria y Arqueología, salvo parte del material del vestíbulo inferior, y los restos humanos, que se dejó in situ. 8. Muñoz y Arozamena (1995), Morlote et al. (1996). 44. Cueva de Escaleras 1. Asón. Z: 400 m Se abre en la ladera de Peña Sota, en un sector de ladera alta, muy visible a distancia. 2. Su boca es muy amplia y da acceso a un vestíbulo largo y recto, que se va estrechando y perdiendo altura hacia el fondo, donde es llano, ancho y bajo, hasta convertirse en un laminador. Al final del mismo se accede a una pequeña salita,

155

La información arqueológica

ancha y baja, bastante húmeda, con algunos bloques calizos de tamaño medio. 3. Hábitat: Epipaleolítico- Mesolítico. Marcas negras: Medieval. 4. Los materiales aparecen en el nivel superficial, formado por tierras oscuras y sueltas. Se aprecia la existencia de una antigua cata, de tamaño grande, en cuyo fondo aparecieron las industrias. Evidencia arqueológica: El lote estudiado está formado por: Industria lítica: - Raspador frontal carenado, sobre núcleo de sílex negro (G311). - Raspador frontal carenado, sobre núcleo de sílex pardo (G311). - Raspador frontal carenado, sobre núcleo de sílex opalino (G311). Procede de un nódulo de sílex. - Raspador frontal carenado, sobre núcleo de sílex blancuzco (R311). - Lasca 1ª de sílex, con raspador en un extremo, perforador atípico en el otro y con raedera denticulada lateral (G11 +Bc1 + D21). - Buril con paño lateral sobre retoque transversal truncatura cóncava- sobre hoja 2ª de sílex negro (B22). - Buril con paño latero-transversal, asociado a un buril sobre plataforma plana preexistente, sobre lasca simple de sílex negro (B11+B32). - Raedera marginal sobre lasca simple, en sílex negro (R1). - Raedera lateral sobre lasca simple, en sílex negro (R21). - Escotadura sobre lasca simple, en sílex negro (D21). - Hojita de dorso de sílex, con pátina blanca (LD21). - Hojita con truncatura angulada, en sílex acaramelado (T23). - Fragmento proximal de punta gruesa con retoques a doble bisel, bidireccionales, en sílex negro (BPD11 o PD23). - Raedera lateral sobre lasca 2ª de sílex gris (R21). - Raedera lateral sobre hoja simple, en sílex patinado (R21). - 14 lascas simples (1 grande de cuarcita de grano grueso y 13 de sílex, 7 de sílex negro, 1 marrón, 4 blanquecinas y 1 gris) 6 lascas de decorticado secundario (5 de sílex negro, una de ellas con dorso natural y 1 de arenisca) 3 lascas de decorticado primario (82 de sílex negro y 1 de cuarcita) 2 láminas (1 simple de sílex y 1 simple de arenisca), 3 núcleos irregulares (1 negro con cortex, 1 pequeño en sílex blanquecino y 1 con cortex).

156

- 2 lascas simples de borde de núcleo (1 de sílex negro y 1 de sílex pardo) y 1 laminilla simple de borde de núcleo de sílex negro. Fauna - 1 esquirla ósea con marcas de descarnado. - 1 molar y 3 incisivos de Capra pyrenaica. En la salita final de la cueva aparecen algunos restos de "marcas negras". Se trata de varios puntos aislados, en ambas paredes, en el tramo final de la galería, en salientes y cornisas. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria 8. Muñoz y Arozamena (1995). 45. Cueva de Peña Sota IV 1. Asón. 125 Z: 450 m En ladera alta, en una zona de fuerte pendientes, alejada del valle. La boca está algo escondida en un recodo de la ladera. 2. Cavidad con boca bastante amplia, orientada al Oeste, que da acceso a un vestíbulo perpendicular al eje de la misma, un conducto corto y habitable y que se va estrechando hasta el fondo. 3 . Hábitat ocasional. Prehistoria cerámica indeterminada. 4. En el lateral izquierdo del vestíbulo y junto a la pared izquierda, en superficie, se hallaron abundantes huesos (Sus, Bos y ovicaprinos) y dos fragmentos de cerámica a mano. Uno de ellos presenta borde vuelto y labio plano y corresponde a un vaso similar a los típicos de perfil en "S". El segundo fragmento es de color rojizo, de superficies bastas y desgrasantes de cuarzo, y su espesor de pared es de 5 a 7 mm. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Arozamena (1995). En este trabajo se cita como Covacho I de la Peña Sota. 46. Cueva de Peña Sota V 1. Asón. Z: 450 m Pequeña cavidad, situada unos metros a la izquierda de la anterior, y unos 50 metros por encima y a la izquierda de la cueva de Escaleras. En ladera alta y posición dominante, poco visible.

La información arqueológica

2. Presenta una entrada de tamaño medio, casi cegada por un enorme bloque, continua por un corredor estrecho que desemboca en una sala perpendicular y alargada, hasta hacer impracticable por el ramal de la derecha. No resulta un espacio habitable. 3 . Sepulcral: Prehistoria cerámica indeterminada. 4. Restos humanos en superficie. Evidencia arqueológica: En el comienzo de la sala interior aparecen, en superficie, restos humanos: un fémur, un cúbito y algunas falanges, y huesos de herbívoros, en un suelo llano, con fragmentos de costra calcárea. 5. Reconocida e investigada por el grupo CAEAP 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Arozamena (1995). Citada en esta obra como Covacho II de la Peña Sota. 47. Abrigo debajo de Peña Sota 1. Asón. Z: 556 m Se abre en la zona media de la ladera, aunque en posición dominante. 2. Abrigo corrido de tamaño grande, que presenta una construcción ganadera en su lateral izquierdo. 3. Hábitat: Mesolítico 4. Restos cementados de nivel, colgados sobre el nivel actual del abrigo. Evidencia arqueológica: En el centro izquierdo del abrigo aparecen restos cementados de conchero, poco visible, a 50 cm sobre el nivel del suelo. Aparecen unas 30 conchas de Cepaea, así como restos óseos de cabra montés (Capra pyrenaica) y esquirlas óseas no identificables. Todo ello está muy concrecionado. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

sobre el talud de ladera, aunque en la actualidad, la construcción de la carretera la ha retraído unos 2 ó 3 m. Se trata de un lugar con buenas condiciones de uso y buena visibilidad. 2. Afectada por el corte de la ladera de la caja de la carretera. Sus dimensiones actuales son modestas aunque ofrece un espacio relativamente amplio en su interior, corta y de suelo ligeramente ascendente. 3. Hábitat: Mesolítico. 4. El suelo ha sido rebajado en toda la planta de la cueva, y se observa un buen corte de la estratigrafía en el lateral derecho del vestíbulo, a unos 4 metros de la boca. Formado por: a) El nivel inferior, a la misma altura del suelo actual está formado por grandes bloques de génesis fluvial. b) Nivel de unos 20 cm, integrado por cantos más finos c) Capa de material heterogéneo, probablemente fluvioglaciar, de unos 30 a 40 cm de potencia. d) Capa de concreción calcárea que sella el nivel anterior y en cuya parte superior aparecen conchas de Cepaea nemoralis, carbón, y huesos, con una potencia en la zona fértil de unos 15 cm. La matriz del nivel arqueológico, es de arcillas marcas muy concrecionadas. Evidencia arqueológica: Se pueden ver, en el nivel semiconcrecionado, 12 conchas de caracol (Cepaea nemoralis), 4 esquirlas óseas, un astrágalo y 1 molar de cabra montés (Capra pyrenaica), así como abundantes fragmentos de carbón. 5. C.A.E.A.P y G.E.I.S. C/R. 6. Realizada por C.A.E.A.P. y G.E.I.S. C/R.

49. Covarrio o Cueva de Peña Ruya o de Las Abejas. 1. Asón. Z: 508 m Zona alta de ladera, en un sector de fuertes pendientes. Posición dominante, visible a distancia.

48. Cueva del Aparcamiento de Peña Sota 1. Asón. Z: 370 m. Se abre a la misma altura que la actual carretera que lleva de Asón al Collado del Asón, frente a la cueva 22. En la zona media baja de la ladera, a 70 m sobre el fondo del valle, bajo un tramo de fuertes pendientes. Su boca debía abrirse directamente

2. Cavidad de buenas dimensiones, aunque de escaso recorrido. La boca es amplia y da paso a un corto vestíbulo descendente que desemboca, por una rampa, en una sala amplia. A la derecha de la boca aparece una galería de reducidas dimensiones. 3 . Depósito: Calcolítico- Edad del Bronce Depósito: Edad del Hierro

157

La información arqueológica

4. En la cavidad aparecen evidencias en dos puntos: a) En la rampa, muy cerca de donde desemboca la galería 2ª y en un cono de derrubios, en el nivel superficial, de tierras marrones muy sueltas, aparecen esquirlas, huesos y un gran fragmento de borde de una olla de perfil en S. b) La sala interior ha sido rebajada por los campesinos, para extraer la tierra, acumulando las piedras en los bordes de la sala. Entre ellas aparecen algunos fragmentos de un vaso de tipo orza ovoide, con decoración plástica a dedadas, además de huesos de herbívoros.

montés (Capra pyrenaica). En los huesos se observan marcas de descarnado y fracturas antrópicas. Inmediatamente frente a la boca de la cueva hay un bloque caído, de un metro y medio de longitud, que presenta tres cazoletas profundas, realizadas por frotación, de época indeterminada, aunque quizás prehistóricas. Este tipo de manifestaciones son relativamente abundantes en Cantabria; se han estudiado en Cueva Grande, Cobrante y en Hazuca, entre otros puntos.

SECTOR 9. CUENCA ALTA DEL ASON

Evidencia arqueológica:

51. Abrigo de Asón

a) Fragmento de borde de una olla de perfil en S, de superficie parda. Esquirlas y huesos. b) Fragmentos de vaso de tipo orza, con barro plástico aplicado y con dedadas. Superficie negruzca y barro plástico rojizo, que es donde aparecen las dedadas.

1. Asón. Z: 460 m Ladera alta, visible a distancia.

5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Mugnier (1969), Muñoz y Arozamena (1995). En esta última se cita con el nombre de Cueva de Peña Sota. 50. Cueva 27 del Macizo de San Vicente 1. Asón. Z: 411 m Se encuentra cerca de la Peña Sota, en una zona de ladera alta, en posición dominante. 2. Pequeña cavidad, señalada por C. Mugnier. Presenta una boca de tamaño medio que da acceso a un vestíbulo recto, relativamente amplio, de ambiente muy seco, con óptimas condiciones de uso. En la entrada se conserva un pequeño murete, levantando por los pastores, para utilizar este espacio. El suelo en la zona de entrada está totalmente cubierto por una capa de excrementos de cabra. Buenas condiciones para el hábitat. 3. Hábitat: Mesolítico (?). 4. Todo el área de entrada del vestíbulo aparece cubierto por una capa de excrementos de cabra. En el tercio de fondo se aprecian testigos de niveles arcillosos que indican que la cueva ha sido vaciada. En el fondo de la cueva se conserva un nivel de cantos muy cementados, sobre el que aparecen, en la zona fondo y la derecha, testigos de un fino nivel -entre 5 y 10 cm- de potencia de arcillas que incluyen algunos huesos y esquirlas óseas, entre los que se identifican restos de cabra

158

2. Abrigo relativamente amplio y profundo, situado en la margen izquierda de la carretera, según se asciende hacia los Collados del Asón. Resulta un lugar muy habitable. Está parcialmente vaciado. 3. Hábitat: Mesolítico- Neolítico (?). 4. En el fondo del abrigo aparece un potente testigo, de unos 60-80 cms. de espesor, en cuya parte superior hay un conchero de Cepaea nemoralis, donde se observó una concha de Mytilus edulis, de tamaño grande. En el centro izquierdo del abrigo hay otro corte donde se observaron 3 fragmentos de cerámica a mano, gruesa, lisa y tosca, de color rojizo, con desgrasantes de cuarzo. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Arozamena (1995), Muñoz y San Miguel (1987). SECTOR 10. LOS COLLADOS. 52. Cueva del Haza 1. El Saco, Bustalveinte (Soba Z: 1238 m Se abre en una de las paredes de una amplia depresión cárstica, abierta en el entorno del valle glaciar de Bustalveinte. Se trata de un medio de ladera, pero situado ya en el ambiente de cumbres. Se trata de la cueva arqueológica situada a mayor altitud de la región.

La información arqueológica

2. Presenta una entrada no muy amplia, que da acceso a un vestíbulo recto prolongado en una galería recta y descendente hasta desembocar en una salita, y continuando despues por una galería estrecha que lleva al lecho del rio de la cueva, por donde se accede al interior del sistema, de varios kilómetros de desarrollo. 3. Depósito: Prehistoria cerámica Depósito (?): Edad Media 4. A unos 5 metros de la boca, y junto a la pared izquierda, en la base de una fisura, se conserva una banqueta o testigo de nivel, junto a la pared, de más de 60 cms de altura. En la parte superior de la estratigrafía, aparece una capa de unos 10 a 15 cms. de potencia, de textura arcillosa y color parduzco, que incluye fragmentos de carbón y algunos huesos. En la superficie del testigo se observan restos de una jarra medieval, con el borde recto y el labio convexo afinado de color pardo-ladrillo. Junto a ella se hallaron fragmentos de una vasija realizada a mano, con el borde vuelto y con labio aplanado, decorado con puntos gruesos y oblicuos, además de una esquirla ósea. Cerca apareció un fragmento de cerámica parda realizada a mano. En el interior de la cueva se localizó una cubeta cubierta por una capa de carbón vegetal. 5. El descubrimiento espeleológico se debe a Mugnier. Yacimiento reconocido e investigado por el grupo C.A.E.A.P. y J. Ruiz. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. La cavidad ha sido citada por Mugnier (1969) 53. Cueva del Becerral, de Hazatraviesa o de Los Santos 1. Soba. Z: 725 m Cavidad situada en la base de un espejo de falla situado en una ladera pronunciada por encima de la surgencia del Gándara. 2. Su boca, estrecha y alta, da acceso a un vestíbulo muy largo que continúa por una galería que desemboca en la zona activa de la cueva, de complejo recorrido. El vestíbulo es estrecho y muy alto, de ambiente muy húmedo y a los pocos metros de la entrada se llega al cauce activo del rio. No resulta un espacio habitable. Desarrollo total de unos 900 metros. 3. Sepulcral: Prehistoria reciente. 4. En 1961 fué investigada por el S.P.D. quienes hallaron en el vestíbulo dos maxilares humanos y dos pequeños huesos de cráneo humano, de

aspecto prehistórico, conservados hoy día en el M.R.A.P. Posteriormente la cavidad ha sufrido un acondicionamiento para captar agua, en la que se ha rebajado todo el vestíbulo. Hoy día se observan niveles de terraza y periglaciares de aspecto estéril en el mismo. En las paredes de la cavidad se ha señalado la existencia de varias pinturas negras, realizadas con carbón, fechadas en fases paleolíticas. En concreto aparecen dos caballos y un oso, todas ellas falsas, a nuestro entender. 5. La localización por parte del SCD de restos humanos fue publicada en Buffard y Chaline (1965). El tema de las manifestaciones parietales se aborda en Bernaldo de Quiros otros (1987, 1988-1989, 1989). 6. Realizada por C. Puch. 7. En los fondos del M.R.A.P. se conserva un lote formado por dos fragmentos de mandíbula humana así como algunos restos de fauna. 8. Buffard y Chaline (1965), Bernaldo de Quiros y otros (1987, 1988-1989, 1989).

54. Cueva de Callangón o de Cañedo 1. Cañedo, Soba. Z: 656-771 m Cercana a la carretera que asciende al Portillo de la Sía, en una ladera muy tendida, en posición dominante, aunque su boca está algo escondida. 2. Cavidad amplia con una boca de buen tamaño que da acceso a un inmenso vestíbulo sembrado de bloques del que parten dos pequeñas galerías en la pared izquierda. El vestíbulo ha sido utilizado por el ganado. Aunque se trata de una cavidad amplia es de corto recorrido y su vestíbulo resulta habitable. 3 . Hábitat ocasional: Prehistoria reciente. Depósito (?): Edad del Hierro-Época romana. 4. En un montón de piedras situado junto a la pared derecha aparecieron los siguientes materiales: - Tres fragmentos de cerámica a mano. Un fragmento fino, oscuro y tosco, 2 fragmentos rojos por fuera y negros por dentro, con capas del mismo espesor, toscas y de unos 5 mm. de grosor. - Algunas esquirlas de hueso quemadas y rodadas. - 1 incisivo de jabalí (Sus scropha) quemado - 1 lasca de decorticado 2º, de sílex gris, con retoques marginales en un borde.

159

La información arqueológica

En la 1ª galería de la izquierda aparecen esquirlas óseas y carbones En la 2ª galería de la izquierda un fragmento de la panza de una olla de perfil en "S", de pastas de color pardo, asociada a esquirlas y a huesos. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. y J. Ruiz Cobo. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

SECTOR 11. ASTRANA Y HOYO SALZOSO 55. Sima del Mortero de Astrana 1. Astrana (Soba). Z: 720 m El abrigo es una de las paredes de una gran dolina abierta en una zona amesetada en un entorno de cumbres. 2. El abrigo presenta una boca espectacular, en forma de semicírculo, con más de 100 metros de diámetro, y tiene bastante fondo. En su lateral derecho presenta algunas galerías con pequeños laminadores que pronto se colmatan. Se dispone alrededor de una sima de hundimiento de enormes dimensiones. Su situación en el fondo de una dolina hace que no sea visible. El abrigo presenta muy buenas condiciones de uso para el hábitat humano. La sima da acceso a un sistema de gran tamaño, con más de cuarenta kilómetros de desarrollo. 3. Hábitat: Mesolítico. 4. La superficie del abrigo está cubierta en parte por una capa de excrementos de cabra. En la superficie de la zona central del abrigo, aparecen algunas piezas de sílex y huesos con fracturas antrópicas. Proceden de un nivel de tierras, de unos 20 cms. de potencia, conservado de forma parcial junto a la pared del fondo del abrigo. En los pozos de goteo se aprecian abundantes restos prehistóricos. En la parte central izquierda del abrigo se hallaron los siguientes ítems: Industria lítica y ósea - Raspador sobre lasca 2ª, con el frente convexorecto, muy plano, de sílex de tono lechoso (G11). - Perforador atípico en extremo de lasca simple de sílex grisáceo (Bc1). - Lasca de decorticado secundario, de borde de núcleo, con retoques continuos en un borde y discontinuos en otro, de sílex lechoso nacarado (2 R21). - Denticulado profundo de frente semicircular, realizado sobre una LD2 con el dorso cortical, de sílex negruzco (D321).

160

- Laminilla de dorso con retoques muy finos bifaciales en la mitad del filo, de sílex grisáceo (LD21). - Lasca simple con retoques en extremo distal, de sílex gris claro (R22). - Lasca de decorticado secundario con retoques marginales en sílex gris (R1). - 3 Lascas simples de sílex (1 de tonos naranjas, 1 de sílex lechoso y 1 fracturada, muy rodada, y con talón facetado). - 1 Lasca de decorticado secundario de caliza. - 2 Lascas de decorticado primario (1 de caliza y 1 de arenisca rojiza de grano muy fino). - 1 Lámina simple de sílex nacarado traslúcido. - 1 Lámina fracturada, de sílex grisáceo. - 2 Laminillas rotas, de sílex, 1 negruzco y 1 nacarado- traslúcido. - 1 Laminilla de borde de núcleo rota, de sílex negruzco. - 1 Núcleo irregular, mixto de lascas- hojitas, muy pequeño, de sílex lechoso, rodado y con escaso cortex. - 2 Esquirlas óseas con marcas de procesado. Restos de fauna: Abundantes esquirlas, varios molares de Cervus elaphus y 1 molar de Capra pyrenaica. 5. Descubierto por el grupo espeleológico valenciano S.E.L.S. (Sección de Espeleología La Senyera) e investigado por el grupo C.A.E.A.P. 6. Topografía realizada por el grupo S.E.L.S. 7. Museo Regional de Prehistoria y Arqueología. 8. Muñoz y Arozamena (1995).

56. Cueva de Los Trillos o de Cofiar 1. Hoyo Masayo. Soba. Z: 989 m. Z: 1.020 m. En abre en el borde de un talud, en la zona de cumbres del alto valle de Soba. Atraviesa la cima de un pequeño macizo calcáreo al Sur de Hoyo Masayo. 2. Se trata de una gran cavidad, con dos bocas con unos 500 metros de desarrollo aproximado. La boca occidental está orientada al Este, y la occidental al Noroeste. Está formada por una galería lineal, de desarrollo casi horizontal, con importantes acumulaciones de bloques en algunos tramos y con una anchura variable de 5 a 10 metros aproximadamente. 3. Sepulcral / Depósito: Bronce Final 4. Los investigadores de este yacimiento diferencian cuatro acumulaciones de material

La información arqueológica

designados como Locus (Bohigas y otros 1992). La información utilizada en esta ficha se ha sintetizado de este trabajo. Locus 1. Se encuentra situado a unos 90 (*) metros de la boca Oeste, en la base de un caos de bloques, entre los que aparecieron los siguientes materiales: - Pequeño cuenco, recuperado completo, de cerámica a mano de pastas negras y superficie espatulada. Superficies porosas, con presencia de burbujas en el interior. - Fragmento de borde de un cuenco hemiesférico, de borde recto con arista redondeada, decorado con uñadas. La cara externa se decora con dos bandas horizontales paralelas, rellenas de un zizzag en el relieve de trazado irregular, utilizado mediante una técnica próxima a la excisión. - Cinco fragmentos de panza de cerámica a mano, de pastas rojizas y negruzcas. - Tres fragmentos de huesos de ovicáprido, un hueso de ave y una posible escápula humana.

- Fragmento de panza lisa, similar a la anterior y de 4 mm. de grosor. En el Círculo Oval, entre ceniza negra - Fragmento de pequeño vaso carenado, con el borde vuelto, de pequeño tamaño, bruñido por el exterior y con engobe negro por ambas caras. La pasta es de color pardo, con desgrasantes de cuarzo y 5 mm. de anchura de pared. - Cinco fragmentos de un mismo vaso, cuatro de panza y uno de base plana, de pastas de color pardo-rojizo, desgrasantes de cuarcita y bruñidas por el exterior. - Fragmento similar pero de pastas de color rojizo. - Dos fragmentos de borde y cuatro de panza de un mismo vaso de tipo urna, de borde vuelto y arista recta. El espesor de pared es de 6 mm. Presenta adheridos restos de ceniza. - Fragmento similar al anterior pero con la arista del labio menos marcada.

Locus 2. Situado a unos 72 metros de la boca Oeste, en la pared derecha de la galería, sobre las arcillas, en una zona de goteo, y asociados a varias piedras y lajas. En este punto se recogieron:

- Dos fragmentos de panza de pasta de color pardo-grisácea, muy porosa y mal decantada, con desgrasantes de calcita, de 5 mm de espesor.

- Fragmento de coxal izquierdo humano, parcialmente recubierto por la concreción calcárea. Conserva el lateral y la oquedad de cabeza femoral.

- Tres fragmentos de un mismo borde vuelto, de labio plano convexo, de pasta negra con engobe rojo exterior y color pardo-rojizo interior. Bien decantada y con desgrasantes grandes de calcita.

- Peroné humano completo, de 31 cms. de longitud, con señales de haber estado sometido a la acción del fuego.

- Junto al Círculo Oval

- Húmero derecho completo, salvo en su extremidad distal, de 27 cms. de longitud, con señales de haber estado sometido a la acción del fuego. Locus 3. Situado a pocos metros más hacia el exterior que el anterior, en la pared opuesta de la galería y cerca de la base de una sima que acaba en el techo de la galería. En esta zona aparece lo que parecen círculos de piedra, y entre ellas se recogió el material arqueológico, asociado a pequeños fragmentos de cerámica y minúsculos fragmentos de hueso quemado. En el denominado Segundo Círculo el grupo CAEAP recogió: - Fragmento de panza lisa, de pasta negra y engobe pardo negruzco exterior, con desgrasantes de cuarzo. Presenta textura porosa y está alisada.

- Fragmento de metate de un molino barquiforme, de forma plano convexa, en arenisca. Conserva la cara superior y un borde. En este locus en la campaña de prospección de 1990, se recogieron los siguientes materiales: - Varios fragmentos de borde, panza y fondo de un vaso realizado a mano, de tipo urna, de fondo plano, borde saliente, de eje oblicuo, y arista recta. Las pastas son de color grisáceo, con superficies espatuladas y desgrasantes finos de cuarzo y de caliza. Se puede estimar una altura de unos 18 cms. Junto a este vaso apareció una aguja de hueso, que se describe después. - Varios fragmentos de un borde de vaso realizado a mano, de boca de tendencia cerrada, con carena alta y borde oblicuo con arista semicircular. Las pastas son negras y de superficie espatulada.

161

La información arqueológica

- Fragmento de borde de olla hecho a mano, de perfil vertical y arista semicircular. La pasta es negra y se han utilizado desgrasantes de cuarzo. La superficie exterior espatulada está densamente peinada. En la zona del cuello, por la cara interna se han realizado también peinados. - Fragmento de panza y borde de un cuenco realizado a mano, de perfil parabólico, borde recto y arista del labio semicircular, con pastas negras. - Extremo de una aguja de hueso, de 39 mm. de longitud, que ha perdido el extremo perforado. - Primer metacarpiano humano completo.

entre las estructuras circulares de piedra. En 1990 R. Bohigas dirige un programa de prospección arqueológica en la cavidad, autorizada por la Consejería de Cultura del Gobierno Regional, en que se recoge el resto del material estudiado en este informe. Los resultados fueron publicados en Bohigas y otros (1992). 6. Realizada por N. Herrero (1985) 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. 8. Bohigas y otros (1992).

SECTOR 12. SECTOR SAN PEDRO Y AJA Además de estas piezas se recogieron en este sector doce fragmentos de panza de pastas grises a rojizos, todos a mano, así como fragmentos de madera quemada. Locus 4: La última zona donde se ha recogido material es el comprendido entre la sala y el caos de bloques, y comienza a unos 40 metros de la boca Este, hacia el interior. En esta zona se ha recogido sólo material de época histórica, de cronología moderna. - Fragmento de base plana de una olla fabricada a torno, con vidriado interior verde. - Fragmento de olla de base plana a torno, de pastas grises

57. Cueva de los Moros de Aja 1. Aja (Soba). Z: 524 m Se abre al pie de un potente talud formado por un espejo de falla, en una zona de ladera muy abrupta. Resulta visible desde la distancia. 2. Cavidad fósil, de boca amplia, que da acceso a un pequeño vestíbulo largo y muy descendente, que continúa por una galería recta que finaliza en una salita, donde se sitúan los grabados. En este tramo se produce un brusco cambio de rumbo en el eje de la cavidad, que continua por una galería sinuosa para finalizar en una amplia sala. El primer tramo de la cavidad resulta habitable. 3.

- Fragmento de olla de borde recto, labio aplanado y moldurado por el exterior, a torno, de pastas rojizas, cubiertas con vidriado plúmbeo interior. - Fragmento de cuenco de solero realzado, realizado a torno, macizo y plano, de pastas ocre claro, cubiertas por una capa uniforme de esmalte blanco de estaño. - Fragmentos de un cuenco de perfil completo, con base de solero macizo plano, realzado. Pastas grises trabajadas a torno a alto. el cuerpo es hemiesférico y el borde recto, con arista semicircular. La cara interna está cubierta por vidriado verde cobre, que se extiende también por la zona superior de la cara externa. - Cocino de madera de acacia, de perfil naviforme, situado en un gotero natural del sector inmediato a la boca oriental. Sus medidas son: 52 cms. de longitud por 18 de anchura y 20 y 12 de altura anterior y posterior. 5. El descubrimiento arqueológico de la cavidad de debe a miembros del grupo C.A.E.A.P., que en 1985 localizan diversos fragmentos de cerámica

162

Hábitat (?) Mesolítico - Neolítico Indeterminado / Depósito: Edad Media Arte parietal: Postpaleolítico

4. A unos 5 metros de la boca, en las arcillas del borde de la galería, aparece una lasca laminar de sílex. Se trata de una pieza de buena factura, procedente de un núcleo de láminillas, que presenta retoques marginales de uso en uno de los bordes, y una cierta pátina. Podría tratarse de una pieza de hoz. En la zona media de la cueva, a unos 50 metros de la boca, aparece en el fondo de una calicata subcircular, un nivel de arcillas muy plástica con abundantes fragmentos de carbón, y restos óseos de Capra sp. y Sus sp. En el fondo de la cueva aparecen restos de hogares en pozos y oquedades de la concreción pavimentaria, y en ocasiones por debajo de ella. De hecho, en la superficie de la cueva aparecen varios huesos de oveja y vaca (Bos taurus) recubiertos por una fuerte capa de concreción calcárea blanca. En el techo de la cavidad, en esta zona, aparece un punto alargado, en pintura roja.

La información arqueológica

En la pared derecha aparece un pequeño conjunto de grabados, de trazo muy grueso, realizados sobre la calcita. Destaca un antropomorfo simple y una figura humana con los brazos extendidos hacia arriba, con grandes dedos. Aunque es muy difícil precisar una atribución cronológica, podrían ser medievales.

Capra sp. (probablemente C. pyrenaica dado su contexto), y al menos tres sílex: una laminilla de borde de núcleo, en sílex opalino litoral y talón ablacionado; un fragmento distal de lamina de sílex, de tipo gris brillo y una lámina de sílex gris brillo, alóctono, de talón lineal, con retoque Smdc en un lateral y Smic en otro y claras evidencias de uso.

5. La cavidad fue reconocida e investigada en los años noventa por el grupo GAEM s/c. 6. Realizada por G.A.E.M. 8. Muñoz y Malpelo (1995).

5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. y J. Ruiz Cobo y P. García Gómez. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

58. Abrigo de Las Abejas II

59. Cueva Encima del Abrigo de Las Abejas

1. Regules (Soba).: Z: 350

1. Regules (Soba). Z: 350 La boca se abre en un abrigo colgado en un cantil, a unos 20 m sobre el fondo del arroyo de Irías, orientado hacia el Sur-Sureste.

Se trata de un abrigo abierto junto al arroyo de Irías, en frente al amplio abrigo de Las Abejas, a pocos metros sobre el fondo del cauce. La boca se orienta hacia el Sur-Sureste. 2. Se trata de un abrigo amplio, con una profundidad de unos tres a cuatro metros en su zona mayor, y que en la actualidad presenta el suelo en pendiente hacia el exterior, por la erosión del torrente. Está labrado en capas de calizas y de margas calcáreas muy fosilíferas. Su suelo está escalonado, y elevado unos 4 m sobre el cauce del arroyo.

2. El abrigo, labrado por la alternancia entre estratos de calizas y de margas calcáreas, es de tamaño reducido y escaso fondo. En su zona central presenta un pequeño covacho, con 1.20 m de anchura, por un metro de altura en la boca. A un metro de profundidad su diámetro mayor se reduce a 0.70 m, volviendose una estrecha gatera, que tras 4 m de desarrollo se vuelve impracticable. 3. Sepulcral: Calcolítico- Edad del Bronce (¿)

3 . Hábitat: Epipaleolítico (¿) 4. Junto a la pared del fondo del abrigo, parcialmente oculto por los depósitos de lavado de la pared y por musgos, se conserva un depósito, cortado por el cauce del arroyo. La estratigrafía observable es la siguiente, de abajo hacia arriba: - Nivel de base formado por margas calcáreas, en bloques, muy alteradas. - Nivel 1: Potencia de 55 cm. Formado por bloques y cantos de tamaño grande, en matriz de arcillas pardas. - Nivel 2. Potencia de 30 cm. Limos oscuros, con eboulis y gravas de aristas romas y apariencia lavada. Aparece entre las arcillas, huesos de herbívoros y sílex. - Nivel 3. Potencia de 15 cm. Limos de tonos claros con gravas muy lavadas. - Nivel 4. Potencia de 25 cm. Formado por bloques de tamaño medio, cantos grandes, en matriz de limos calcáreos, de color siena claro. - Nivel 5. Potencia 3 cm. Costra pavimentaria discontinua. Evidencia arqueológica: En el corte se aprecian restos de huesos de macromamífero, un molar de

4. A unos tres metros de la boca aparecen, en superficie, y semienterrados en las arcillas rojizas del suelo, varios huesos humanos. Se observan: 3 costillas fracturadas, 1 vértebra, 1 húmero, 1 radio, 1 peroné, 1 cúbito, 1 cabeza de fémur, 1 fragmento de maxilar inferior, con tres molares y 1 premolar, 1 foramen magnun. Los huesos largos, como en el radio, no presentan la epífisis soldada y salvo el maxilar, todos los demás huesos corresponden a un individuo subadulto. El maxilar presenta un importante desgaste en las piezas, que por otra parte están bien conservadas y no corresponden a una persona de edad muy avanzada. Además de los restos humanos, aparece un fragmento de maxilar inferior de ovicáprido, doméstico a juzgar el tamaño, y con la misma pátina que los huesos humanos. Por otra parte, y procedente de esta cavidad, se conserva en el M.R.A.P. un lote de materiales, referenciado como 10.827, que incluye: 1 incisivo humano, con grado de desgaste 2, de un adulto y 1 fragmento de maxilar inferior, correspondiente al sector del mentón, de un adulto. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P.

163

La información arqueológica

6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. M.R.A.P.

6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Arozamena (1995). 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria.

60. Cueva del Cubillo de las Palomas 60bis. Cubillo de Las Palomas II 1. San Pedro (Soba). Z: 770 m En el tramo medio bajo de una ladera, sobre un valle secundario, lejos del valle principal. Su boca ocupa una posición dominante y resulta visible desde la distancia. 2. Cavidad con boca amplia que da acceso a un extenso vestíbulo, aunque con muchos bloques, continuando por una corta galería descendente que acaba en un lago. Por encima de la galería principal y al interior, hay una galería alta y de difícil acceso. 3. Hábitat: Mesolítico Sepulcral: Calcolítico- Edad del Bronce 4. Se conserva un nivel de conchero hacia el fondo del vestíbulo y en la pared izquierda de la cavidad. Hacia el centro del vestíbulo se observan testigos de un nivel de unos 15 cms. de potencia observable, formado por tierra de color pardoamarillento. En la pared izquierda los testigos dejan ver un nivel más espeso de color pardo, fértil. Evidencia arqueológica: a) Centro del vestíbulo: 24 Cepaea nemoralis, 2 Elona quimperiana, 1 canto de arenisca con los extremos astillados, 2 cantos fragmentados y 1 entero de cuarcita, 1 raspador-raedera carenoide sobre lasca 2ª de borde de núcleo, en sílex grisblanco, 2 mandíbulas de cabra montés (Capra pyrenaica). b) Techo izquierdo del fondo del vestíbulo: 1 nódulo roto de sílex gris-marrón, de buena calidad. c) Lateral izquierdo: Fragmento de molar de Cervus elaphus, molar de Capra pyrenaica y fragmento de mandíbula de Sus juvenil. 1 fragmento de cúbito humano, esquirla ósea con muesca inversa retocada, yunque-percutor sobre fragmento de canto de arenisca, escotadura sobre lasca 2ª de sílex blanco con el talón liso. Fragmento de cuello de una vasija con el borde recto y el labio convexo. Color negro-parduzco, espesor fino, de unos 3 mm. desgrasantes gruesos de cuarzo y mica. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P.

164

1. San Pedro (Soba) Z: 773 m Su boca se abre a la izquierda del Cubillo de Las Palomas, y como ella se encuentra en ladera, en posición dominante. 2. Cavidad reducida aunque con entrada y vestíbulo amplios, poco habitable. Posee una boca de tamaño medio que da acceso a un vestíbulo recto hasta terminar en un paso angosto que conduce a una sala final, alargada. 3. Sepulcral. Prehistoria cerámica indeterminada (?). 4. Junto a la pared izquierda, y al comienzo de la sala interior, aparecen los restos óseos de un individuo, parcialmente concrecionado. Evidencia arqueológica: Algunos de los huesos conservan cierta conexión anatómica: cráneo, húmero y cúbito juntos, fragmentos de fémur y tibia, una falange, coxis, omóplato y alguna costilla. Todas las piezas aparecen cementadas por calcita en la concrecion pavimentaria del suelo. En el informe de Fdez. Cainzos se cita la existencia de un cráneo, casi completamente concrecionado, que conserva: el hueso frontal, parietal, occipital, temporal, la apófisis cigomática, la apófisis mastoidea, el conducto auditivo externo, esfenoídes, el maxilar superior, malar, estmoídes. También aprecian la existencia de 2 ó 3 costillas y 4 huesos de extremidades. 5. El descubrimiento se produjo por espeleólogos que participaban en un curso, en San Pedro de Soba, en 1995. Uno de los monitores, J.C. Cainzos, realizó un informe, después de una exploración detallada del yacimiento. 6. J. C. Fernández Cainzos. 8. Fernández Cainzos (s.f.).

SECTOR 13. MANZANEDA 61. C. del Calero del Herrero 1. Manzaneda (Soba) Z: 596 m. (9-7). Se sitúa al borde de una dolina, unos metros por debajo del Hotel Palas, muy cerca de un calero denominado “de El Herrero”, en un rellano de

La información arqueológica

ladera, lejos del valle principal y al pie de crestas rocosas muy abruptas. 2. La cueva presenta una boca de medianas dimensiones, 3.1 m de anchura por 1.2 m de altura, con un murete muy derruido en la parte izquierda de la entrada, que comunica con un pequeño vestíbulo de 7.2 m de longitud, ligeramente descendente y parcialmente cerrada al fondo por un muro muy derruido. Desemboca en una sala alargada de 10 m de profundidad, con recodos laterales. Se trata de un espacio bastante húmedo. 3. Depósito: Calcolítico – Bronce. 4. En el recodo situado en la pared izquierda, inmediatamente por detrás del muro interior, se observan algunos huesos de ovicápridos y un fragmento pequeño de cerámica, procedente de la parte inferior de la panza de una orza ovoide, con decoración plástica. Es de color grisáceo oscuro con capa de barro plástico ocre-naranja y desgrasantes de calcita. 5. Reconocida e investigada por CAEAP, J. Ruiz Cobo y P. Smith. 6. Topografía realizada por CAEAP. 61bis. Cueva de Cujueros 1. Manzaneda, Las Rozas (Soba). Z: 783 m En la parte más alta de la ladera, cerca ya de la base de la rompiente del Pico San Vicente, alejada del fondo del valle principal, en posición dominante. 2. Se abre en medio de una zona de lapiaz, en un entrante del mismo, protegida del viento. Su boca, orientada al Sureste, es de tamaño medio, y da acceso a un vestíbulo pequeño, pero llano y algo húmedo, que sirve de refugio para el ganado. Se conservan algunos restos de un muro que lo cerraría por el exterior. Tras el vestíbulo la cueva continúa por una galería descendente, cubierta por un cono de bloques y piedras, hasta que en su último tercio se hace más llana. 3. Refugio (?): Calcolítico / Bronce. 4. En el lateral izquierdo del vestíbulo se conserva un nivel, el último de la secuencia, formado por arcillas plásticas con algunos huesos, fragmentos de concha de caracol de tierra (Cepaea nemoralis) y algunos carbones, de unos 15 cm de potencia. En la zona media del vestíbulo se ven algunos huesos con fracturas antrópicas. En el sector del fondo de la cavidad, a unos 20 m de la boca, aparecen restos de un nivel de cuadra, de unos 15 cm de potencia, con la composición

característica, que consiste en un material poroso, muy ligero, de color marrón oscuro a rojizo, con restos de carbón, algunos restos óseos, en concreto un fragmento de metápodo de cabra (Ovicaprinidae), y acumulaciones de sales blanquecinas en forma de grumos. También aparecen gruesos fragmentos de madera, de aspecto antiguo, muy ligera. Este nivel procede del área vestibular. En superficie se observan algunos restos óseos y un canto de cuarcita beige clara de calidad, muy aplanado, de génesis fluvial. Sus medidas son: 85 x 64 x 26 mm. Presenta repiqueteada casi toda su periferia, dos lascados en una de las caras y en los laterales largos ha sido profundamente recortado y pulido por repiqueteado. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P., P. García y J. Ruiz. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 62. Cueva de Converuz 1. Manzaneda, Las Rozas (Soba) Z: 536 m En ladera alta, sobre un valle secundario, alejada del fondo del valle principal, en posición dominante, aunque su boca está algo escondida por el relieve. 2. Cavidad de cierto tamaño con boca ancha y baja casi cerrada por un muro y por un desprendimiento. La boca comunica con un vestíbulo largo y recto, de grandes dimensiones aunque bajo, cerrado al fondo por una pared de piedra para el ganado. Continúa por una galería descendente en cuyo fondo se bifurca: una galería hacia la derecha muy descendente y de cierta longitud y otra hacia la izquierda que termina pronto. El área vestibular resulta habitable. 3. Depósito (?): Calcolítico - Edad del Bronce. Depósito (?): Edad del Hierro. Marcas negras: Medieval. 4. Al fondo del vestíbulo, una vez traspasado el muro de piedra que divide la cueva y junto a la pared derecha, entre tierras oscuras, aparecen fragmentos de hueso y de carbón, así como los restos de una vasija de paredes negras, de tamaño pequeño, con el borde vuelto. Junto a la pared izquierda se han localizado tres fragmentos de cerámica a mano, correspondientes a un vaso de paredes gruesas, de tipo orza ovoide, con decoración plástica con dedadas. Por último, en una galería lateral a la izquierda aparecen algunas marcas negras, que consisten en

165

La información arqueológica

grupos de puntos, y un signo más complejo, formado por varias líneas. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Depósito parcial en el Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. 8. Morlote y otros (1996). 63. Cueva de Covatán 1. Manzaneda (Soba) Z: 400 m En una ladera alta, muy visible, en posición dominante. 2. Cavidad de grandes dimensiones, con boca muy amplia que da acceso a un vestíbulo recto y ascendente. La cueva es recta y relativamente corta y se ciega por una terraza detrítica cementada. Buenas condiciones para el hábitat. 3. Hábitat ocasional (?): Prehistoria Reciente. 4. En el vestíbulo se encontraron algunas esquirlas óseas, y al pie de la boca, entre los excrementos de cabra, aparecieron 1 molar de ciervo (Cervus elaphus), esquirlas semifosilizadas, y dos pequeños fragmentos, inferiores a 1 cm de eje, de cerámica, realizada a mano, con gruesos desgrasantes de calcita. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. Ha sido citada como Cueva de Manzaneda IV. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Arozamena (1995).

64. Cueva de Sobrelascuevas 1. Manzaneda (Soba) Z: 340 m Sus bocas se abren colgadas sobre un prolongado talud que cae a pico sobre rio Gándara. 2. Cavidad corta y de amplias dimensiones que presenta tres bocas, la del extremo derecho conduce a un amplio vestíbulo de unos 15 m de profundidad, donde está el yacimiento. Las otras se comunican por corredores anchos, bajos y cortos y presentan pequeñas galerías. El vestíbulo presenta buenas condiciones para el hábitat. 3. Hábitat: Paleolítico Superior (?). Hábitat: Mesolítico. Sepulcral: Calcolítico (?). Indeterminado: Edad Media.

166

4. Se diferencian tres concentraciones de evidencias: a) A unos dos metros en la pared derecha, y en superficie, en un nivel de tierras pardas aparecen: - Fragmento de borde recto, con el labio plano. Color negruzco, con una capa de engobe ocre y desgrasantes de calcita. Realizada a mano. - Fragmento muy deshecho de base plana, muy alterado por el exterior, de color ocre, con desgrasantes de calcita. Realizada a mano. - Fragmento de panza negruzca, poco alisada, con desgrasantes gruesos y escasos de cuarzo y abundantes de caliza (?). Su espesor es de 7 mm. Está realizado a mano. - Fragmento de panza realizado a torno, con el exterior ocre y el interior de color ladrillo, alisado, con goterones de esmalte marrones por el interior. - Fragmento de panza de color ocre, con desgrasantes de mica, realizado a torno. - Punzón óseo realizado sobre diáfisis de ovicaprino, presenta pulimento en un extremo. Medidas: 87 x 22 x 18 mm. - 1 incisivo humano - 1 mandíbula y 1 molar suelto de ovicaprino - 1 molar de bóvido (Bos sp.) - Esquirla ósea con muesca no retocada inversa, de procesado. b) En la entrada del vestíbulo hay una calicata antigua donde se observan niveles amarillentos, destacando uno en la base de la misma, por debajo de 0.5 mts, que incluye esquirlas óseas y una lasca de sílex. c) En el extremo izquierdo del vestíbulo, en superficie, aparecen restos de una capa de conchero de Cepaea. En el mismo se aprecian abundantes conchas de Cepaea nemoralis -20 adultos y 10 subadultos- una concha de Nassa reticulata, un molar de Capreolus capreolus y una lasca simple con retoques esquirlados de sílex gris. En los fondos del M.R.A.P. se conservan cuatro fragmentos de borde y cuello de una jarra a torno, de color siena, de cronología medieval, con un diámetro en la boca de 122 mm. Presenta cuello recto y arista reentrante. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Arozamena (1995).

La información arqueológica

65. Cueva de la Peña del Ciego (referenciada como Cueva del AER) 1. Manzaneda (Soba) Z: 354 m En la base de un pequeño cantil dispuesto en ángulo sobre el talud del valle principal del Gándara, en una zona de ladera de ladera abrupta, conocida como la Peña del Ciego, bajo el Barrio de Manzaneda de Soba. Su boca resulta difícil de localizar por estar escondida por la topografía y la vegetación. En la bibliografía se la conoce con el nombre de Cueva del AER, por el grupo Asociación de Espeleología de Ramales que la reconoció. 2. Se trata de una cavidad pequeña, cuya boca, orientada hacia el Sur, es de tamaño reducido y da paso a una única galería que acaba tras un recorrido de unos 12 metros. Solo presenta una pequeña gatera, a mano izquierda, de tamaño muy reducido. Antes de su descubrimiento la boca estaba colmatada. No resulta habitable. 3. Sepulcral: Bronce Antiguo. 4. Al parecer, y según el descubridor de la cavidad, la cueva en origen estaba casi sellada por la tierra y las inhumaciones estaban extendidas, perpendicularmente al eje de la galería, con la cabeza apoyada en el pequeño reborde de tierra situado junto a la pared izquierda de la cueva, en un pequeño ensanche del fondo del vestíbulo. En una estrecha gatera descendente, situada en el fondo de la cueva, se localizaron los restos de un cráneo humano, al que faltaba parte del flanco izquierdo y parte de la cara. Evidencia arqueológica: El material está formado por varias piezas cerámicas, la mayoría completas o casi completas, restos óseos animales y restos óseos humanos. El conjunto estudiado es el conservado en los fondos del M.R.A.P., donde ha sido estudiado. Restos animales: Se ofrecen los resultados de la clasificación de la series ósea animal, realizada por A. Morales en 1988, recogida por J. Ruiz (Ruiz Cobo 1991) y obtenida del fichero base de la Carta Arqueológica de Cantabria, realizada por la Sección de Prehistoria del Dpto. de Ciencias Históricas de la Universidad de Cantabria, a finales de los años ochenta. - Ovis aries: 1 cráneo adulto, 15 neurocráneos juveniles, 3 viserocráneos (1 adulto y 2 subadultos), 2 radios y 2 pelvis. - Ovicaprinidae: 19 mandíbulas (1 adulto y 18 infantiles, juveniles y de subadulto), 6 viserocráneos juveniles y subadultos, 9

neurocráneos infantiles y subadultos, 2 atlas, 2 axis, y 17 vértebras de subadultos, 2 sacros adultos, 6 astrágalos de subadultos, 1 pelvis inferior, 1 disco intervertebral, 9 dientes superiores ( 5 deciavos 2P y 3M, y 4 dif. 1P4, 2P3, 1P2), 9 dientes infantiles. - Capra hircus: 2 neurocráneos femeninos (1 adulto y 1 subadulto) y 1 escápula. - Sus domesticus: 1 maxilar, 1 mandíbula completa, 1 hemimandíbula dcha (P3, P4, M1 en cripta), 2 neurocráneos, 7 vértebras costales, 1 axis. - Bos taurus: 3 neurocráneos con cuerno (jovenes), 1 axis (joven) - Capra pyrenaica: 1 astrágalo - Ursus arctos: 1 neurocráneo infantil, 1 mandíbula infantil, 1 incisivo de adulto. - Vulpes vulpes: 2 mandíbulas y 3 pelvis - Carnivora indeterminado: 15 vértebras, posiblemente varias son de V. vulpes. - Canis familiaris: 2 mandíbulas, 1 tibia, 1 pelvis, 1 canino, 1 esternón, 1 falange III. - Felix catus: 2 neurocráneos, 3 viserocráneos, 3 hemimandíbulas - Arvicola sp: 1 tibia / fíbula - Orictolagus cuniculus: 1 pelvis y 1 vértebra costal - Lepus europaeus: 2 hemipelvis, 8 vértebras lumbares, 1 calcáneo, 1 metatarso - Aves indeterminadas: 2 sinsacros, 2 esternones (1 quizás de Alcatráz) - Gallus gallus: 1 neurocráneo, 3 esternones, 2 sinsacros, 6 pelvis, 2 tarso- metatarso, 3 carpometacarpo, 1 coracoides y 1 vértebra costal. Restos óseos humanos - 1 cráneo sin mandíbula, al que le falta parcialmente el esplacnocráneo. Conserva 1 PM2 y 1M1 - 2 cráneos completos, uno de los cuales conserva la mandíbula - 1 fragmento de cráneo con occipital y parietales, parcialmente conservados. - 4 fragmentos de parietales, de al menos 3 individuos diferentes, uno de ellos infantil. - Mandíbula con PM1, 2 M1, 2 M2, 1 M3 de adulto. - Mandibula con 2 M1 y 2 M2 - Fragmento de mandíbula con 2 M1, 1 M2 y 1 M3 - Mandíbula, del cráneo 2, que conserva la dentición completa, salvo un incisivo. - Un esternón - Un fragmento de coxis - 2 Fémures derechos y 5 izquierdos - 1 tibia derecha y 1 izquierda Industria cerámica

167

La información arqueológica

No todos los vasos depositados en el M.R.A.P. y etiquetados como procedentes de la Cueva del AER proceden realmente de este yacimiento. Uno de ellos, una forma ovoide con decoración incisa, debió ser recuperado en la cueva de Los Avellanos (Alfoz de Lloredo). Por otra parte, un cuenco hemiesférico, incluido también en esta serie, es de procedencia dudosa, pues, según un antiguo miembro del grupo AER, esta pieza procede de una cueva de Ramales. Los demás vasos, todos hechos a mano, se describen a continuación: - Ref. A9. Borde de un gran vaso de tipo contenedor, de perfil vertical y arista plana, de 10 a 16 mm. de espesor, pastas negras y marrones, desgrasantes finos a gruesos y superficie espatulada. - Ref. A10. Borde de un vaso de tamaño medio, de perfil vertical y arista plana, de pastas negras y desgrasantes finos, de superficies bruñidas y lisas, de 6 mm. de espesor. - Ref. A12. Pequeño vaso de perfil parabólico y fondo plano, con labio recto y arista del borde algo biselada en el interior. Se trata de una pieza lisa. Las pastas son negras, los desgrasantes finos y la superficie es espatulada. El espesor de pared es de 6 mm. El diámetro del fondo es sólo de 40 mm. el de boca de 90 mm y la altura de la pieza de 83 mm. - Ref. A13. Pequeño vaso muy similar al anterior, aunque de perfil más troncocónico que parabólico y fondo plano. También es liso, y sus pastas son negros, los desgrasantes finos y la superficie bruñida. El espesor de pared es de 6 mm. el diámetro del fondo de 45 mm. el de la boca de 105 mm. y la altura de 85 mm. - Ref. A14. Pequeño vaso de carena alta, liso, con aplique de tipo botón circular en el cuello, sobre la carena. El fondo es plano y el borde algo vuelto hacia el exterior y de arista semicircular. Sus pastas son negras, con desgrasantes finos y superficies bruñidas. El espesor de pared es de 6 mm. el diámetro del fondo es de 68 mm., el de boca de 166 mm., y la altura de la pieza de 120 mm. - Ref. A15. Vaso de perfil parabólico realzado, de borde vertical, algo entrante, arista recta y fondo plano. La pieza no presenta decoración. Las superficies son espatuladas, la pasta marrón y los desgrasantes finos a gruesos. El diámetro de boca es de 142 mm. el de fondo de 62 y la altura de la pieza de 178 mm. - Ref. A17. Vaso de perfil parabólico realzado, de borde vertical y arista claramente biselada al interior, y fondo plano. La pieza presenta un patrón decorativo complejo. En el cuello tiene un primer grupo de ocho líneas anchas incisas, en forma de acanaladuras. Desde la inferior parten

168

grupos de seis acanaladuras verticales flanqueados por líneas formadas por lágrimas de disposición oblicua. El diámetro de boca es de 200 mm. y el del fondo de 73. La altura de la pieza es de 151 mm. - Ref. A18. Pequeño vaso de perfil parabólico y fondo plano, de borde recto y arista plana, con decoración incisa. Sus pastas son negras a marrón oscura, los desgrasantes finos y la superficie bruñida. El espesor de pared es de 6 mm. el diámetro en la boca, de 134 mm el del fondo, de 62 y la altura de 124 mm. El patrón decorativo inciso está formado por una composición compleja. De arriba hacia abajo, comienza por dos líneas de puntos incisos, bajo los que aparece un serie de ocho líneas incisas de trazo ancho y profundo, de tipo acanalado. Desde aquí parten grupos de líneas verticales, en dos bloques de a seis cada una. Los vanos que quedan entre los grupos de líneas se adornan con una doble serie de líneas formadas por puntos. 5. El yacimiento apareció cuando un vecino de la cercana localidad de Manzaneda, que había descubierto la cueva, rebajó el nivel superficial, que llegaba hasta cerca del techo, para utilizar el espacio como gallinero. Los restos humanos y las piezas de ajuar fueron llevadas al pueblo, por lo que, cuando fueron estudiados, se carecía casi de cualquier referencia sobre su posición original. El conjunto fue publicado unos años después por Begines Ramírez y Garcia Caraves (1966). 6. Aunque en su día se publicó una topografía básica - Begines Ramírez y Garcia Caraves (1966)- , la actual fue realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. 8. Begines Ramírez y García Caraves (1996). Las cerámicas han sido recogidas en varias publicaciones, aunque el yacimiento no ha sido objeto de una publicación monográfica. La información recogida en esta ficha procede, básicamente, de Ruiz Cobo (1991). 66. Cueva de La Mina 1. Manzaneda (Soba) Z: 125 m En la base de un potente cantil, ya en la zona baja de la ladera sobre el Gándara, pero en una zona de fuertes pendientes, aunque a poca distancia del valle. Resulta muy visible desde la distancia, sobre todo desde el otro lado del rio. 2. Cavidad de tamaño reducido, con una boca media, que conduce a una galería sinuosa hasta terminar en una salita donde está el yacimiento arqueológico. 3 .Hábitat: Mesolítico (?)

La información arqueológica

Sepulcral: Prehistoria Reciente indeterminada(?). 4. En la sala final, en superficie, aparecen los restos arqueológicos, integrados en un nivel de tierra arcilloso, de color marrón claro, de textura suelta. En esta salita del fondo se observan: Restos líticos: 2 lascas simples de marga, 1 hoja simple de sílex Restos humanos: 1 tibia y 1 costilla Restos de fauna: 1 molar de ovicaprino y esquirlas óseas. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Prehistoria y Arqueología 8. Se ha citado en varios artículos: Muñoz y San Miguel (1987), Muñoz y Arozamena (1995). 67. Cueva de La Mina II 1. Manzaneda (Soba). Z: 125 m Hoja. XIII-33. En el mismo farallón que La Mina I y a escasa distancia de la misma. 2. Cavidad reducida, estrecha, de boca de tamaño pequeño, poco habitable. 3. Sepulcral: Calcolítico - Edad del Bronce. 4. Restos óseos humanos y animales en superficie, integrados en un nivel de tierra arcillosa de color pardo-amarillento. En el fondo de la cueva aparecieron: 1 mandíbula inferior humana con las piezas dentarias muy gastadas y un hueso humano. 1 mandíbula inferior y un molar de cerdo, un hueso identificable y una esquirla ósea con marcas de descarnado. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. y J. Ruiz. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

4. Bajo el nivel de excrementos de cabra que cubre la mayor parte de la superficie del vestíbulo aparece un nivel de tierra amarillenta pardo oscura, fértil, que incluye restos óseos y cerámicas lisas realizadas a mano. En el centro del vestíbulo, muy cerca de la línea de boca, en la superficie del nivel fértil, se hallaron abundantes restos óseos, incluyendo Bos taurus, así como dos fragmentos de cerámica lisas y bastas - una gruesa y otra más fina- de color pardo oscuro. Cueva de La Mina II 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P, P. Smith y J. Ruiz Cobo. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 69. Cubío de El Acerón 1. Ancillo (Soba). Z: 600 - 709 m Se encuentra en la cima de una pequeña elevación caliza situada en una zona de pronunciadas pendientes, alta y alejada del valle, y en posición dominante. Visible a distancia. 2. Cavidad con doble boca, acondicionada como aprisco para el ganado. Como parte de este acondicionamiento se ha rebajado el suelo, y sólo quedan testigos del relleno original adheridos a los bordes. La cavidad presenta un amplio abrigo corrido en la boca, en cuyo fondo se abre una sala amplia, casi circular, que continúa por una pequeña y corta galería, ligeramente ascendente, que desemboca al exterior por una boca de tamaño medio. En conjunto la cavidad es de pequeño tamaño y presenta buenas condiciones para el hábitat. 3. Hábitat: Mesolítico / Neolítico (¿). Hábitat: Prehistoria reciente.

SECTOR 14. ANCILLO 68. Cueva del Pico 1. Ancillo (Soba). Z: 925 En posición elevada, en la parte alta de una ladera muy pendiente, en posición dominante, de acceso incómodo. Muy visible a distancia. 2. Cavidad con boca muy amplia, que comunica con un gran vestíbulo llano y corto. Al final del mismo asciende en forma de rampa hasta terminar en una salita. La entrada y el vestíbulo resultan habitables. 3 . Hábitat ocasional: Prehistoria cerámica indeterminada.

4. En los cortes de los testigos laterales se observa un nivel de arcillas estériles, sobre los cuales aparece un espeso nivel arcilloso, de color pardo amarillento, que incluye abundantes restos de fauna. Se pueden identificar restos de cerdo, ovicápridos y bóvidos (Sus sp., Ovicaprinidae, Bos taurus), que deben de corresponder a una utilización de la cavidad en el Neolítico o en la Prehistoria Reciente. Por otra parte en el centro de la cueva, entre los abundantes bloques, se puede observar un metate fragmentado realizado sobre un canto de arenisca, 2 núcleos irregulares de cuarzo, un raspador carenado en hocico, de sílex y un percutor, muy

169

La información arqueológica

usado, sobre un canto pequeño de arenisca. Podrían corresponder a una ocupación mesolítica. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 70. Cueva de Cabazón 1. Los Valles (Soba) Z: 450 m La boca se abre al fondo de una pequeña explanada en la amplia ladera de la Sierra del Hornijo, en una zona de pendientes pronunciadas.

La fauna incluye un M3 de Cervus elaphus, 1 epífisis distal de F2 de Capra pyrenaica, 2 molares M2 y M3 de Capra pyrenaica, y una cabeza de fémur, de Capra sp. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. y J. Ruiz. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

SECTOR 15. PEÑA BUSTA 71. Cueva de la Peña de Busta I

2. Se trata de una cavidad orientada al Norte, aunque seca y relativamente protegida. Su boca es muy amplia, y conserva dos líneas de cierre de madera, una al fondo y otra cerca de la boca, para su utilización como aprisco. Su gran vestíbulo ascendente termina en una salita llana y alargada, donde se conserva el yacimiento. Todo el vestíbulo, hasta un metro de profundidad ha sido vaciado para extraer las arcillas de decalcificación para los campos. Estas extracciones han llegado hasta la sala del fondo de la cueva, donde aparece el yacimiento. La mayor parte de la superficie del mismo aparece cubierta por una gruesa capa de excrementos del ganado 3. Hábitat. Mesolítico. 4. En la sala del fondo de la cueva se observa una costra estalagmítica de unos 10 a 15 cm de espesor, que cubre un nivel pardo- grisáceo, muy uniforme, de 8 a 12 cm de potencia. En este nivel aparecen restos de ceniza y esquirlas óseas. En el lateral derecho se aprecian restos del nivel sobre la capa de excrementos, que incluyen algunos restos de talla y huesos. El nivel fértil aparece en toda la extensión de la sala del fondo, y también se han conservado en la zona de entrada de la cueva, en el lateral izquierdo del vestíbulo y en la zona media del lateral derecho, en alguna pequeña gatera. Evidencia arqueológica: En superficie, sobre la capa de excrementos, así como incrustado por la concreción en la zona media de la pared, se han identificado: - Un núcleo de lascas y laminas de sílex gris local (47x36x33), con dos planos de extracción. - Un raspador en extremo de lasca (27x20x11), en sílex hidratado, de tipo opalino acaramelado, litoral. - Una laminilla de sílex blanco, litoral, con marcas de uso en uno de los bordes (19x9x3). - Un fragmento de lasca simple, en sílex gris brillante.

170

1. Peña de Busta Z: 159 m En la zona baja de la ladera de Peña Busta, en la base de un farallón, cerca del fondo del valle, a unos 30 metros por encima de la actual carretera. 2. Reducida surgencia fósil, con boca de tamaño medio que conduce a un vestíbulo recto, de unos 5 metros. de profundidad, relativamente ancho y alto. En su fondo aparecen dos pequeñas galerías colgadas, a una altura de 0,6 metros sobre el suelo, en forma de laminador e impracticables. 3. Hábitat: Mesolítico (?) 4. Todo el vestíbulo está actualmente vaciado, y sólo se conserva un testigo en la pared del fondo. En este punto se aprecia que, bajo una gruesa capa de concreción pavimentaria aparece un nivel de unos 25 cms. de potencia, de tierras arcillosas, de color pardo amarillento, con abundantes esquirlas óseas semifosilizadas así como dos molares de Capra pyrenacia, una decena de fragmentos de hueso, una concha de Cepaea nemoralis, y fragmentos de carbón. Este nivel descansa sobre otros niveles arcillosos en apariencia estériles. 5. C.A.E.A.P. y J. Ruiz Cobo, V. Crespo Lastra y P. Smith. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

72. Cueva de la Peña de Busta II 1. Peña de Busta. Z: 160 m. Se abre a unos diez metros a la izquierda de la anterior. Tramo bajo de ladera, bajo un farallón, cerca del fondo del valle. 2. Su boca es relativamente amplia, y su vestíbulo corto y recto, aunque de proporciones medias. En el fondo, y colgado a más de un metro de altura sobre el nivel del suelo, se abre un laminador angosto, con un primer paso muy reducido, que

La información arqueológica

comunica, tras un codo, con una galería recta, en laminador, muy concrecionada y que acaba cegándose a los pocos metros por una colada. 3. Sepulcral: Calcolítico – Bronce antiguo. 4. En la superficie de la cavidad aparecen algunos huesos de un individuo juvenil, todos muy fragmentados, identificándose 2 fragmentos de peroné y 2 vértebras. En el inicio del laminador, en un pequeño divertículo de la pared derecha aparece un fragmento de un vaso de tipo orza ovoide, con barro plástico aplicado, así como una costilla humana. A los pocos metros, en una pequeña galería situada a la izquierda, aparecen varias vértebras, y un cóxis completo de un individuo adulto. Un poco más adentro, siguiendo el laminador, aparece huesos cementados por la concreción, que corresponden a la cintura coxígea. En superficie, también en este punto, se localizó una tapadera de jarra, realizada en arenisca. 5. C.A.E.A.P., J. Ruiz, P. Smith, V. Crespo Lastra. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

SECTOR 16. LADERA NORTE DE PEÑA BUSTA 73. Cueva de Callejo Cerezo 1. Soba. Z: 345 m Al fondo de un cañón que forma una prolongada y pronunciada ladera, en su zona alta, directamente sobre el río, en posición dominante, visible desde la base del desfiladero. 2. Presenta una boca de enorme tamaño que da acceso a un amplio vestíbulo, con grandes bloques en el fondo, tras los cuales puede accederse a una salita muy húmeda. El vestíbulo resulta habitable. 3 . Hábitat ocasional: Calcolítico (?) Marcas negras: Medieval (?) 4. El yacimiento se circunscribe a la zona izquierda del vestíbulo, que está allanado en su primera parte, como resultado de su utilización durante la guerra carlista para la instalación de cañones. En la superficie se observan abundantes bloques de medio y pequeño tamaño donde abundan las esquirlas óseas y los huesos de bóvidos (Bos taurus) y ovicaprinos (Ovicaprinidae). En esta zona se localizó una esquirla de hueso con varias muescas inversas y un punzón óseo con la base reservada.

Esta pieza se encuentra hoy dia depositada en el M.R.A.P. Se trata de un punzón muy bien conservado, completo, de base reservada, realizado sobre una epífisis de hueso de macromamífero. Está completamente pulido y bien aguzado. Conserva en la cara interior el tejido esponjoso. En su superficie aparecen abundantes marcas de uso y de pulimento. Sus medidas son: 105 x 25 x 16 mm. En un bloque situado al fondo del vestíbulo se ha localizado un pequeño conjunto de marcas negras. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P 6. Realizada por R. Prieto Herrero, del grupo C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Prehistoria y Arqueología. 74. Cueva del Tarrerón 1. Soba Z: 345 m Se abre en la zona baja de una ladera relativamente pendiente, a poca distancia del fondo del valle, en la base de un pequeño cantil, que oculta lateralmente su boca. 2. En el fondo de una pequeña plataforma en la ladera se abre la pequeña boca de la cueva, conformada por una única galería descendente, que se va estrechando progresivamente hasta cegarse a los diez metros de la boca. Se trata de un covacho y, salvo en la plataforma exterior, no permite el hábitat. La boca mide 1.7 metros de ancha por algo más de un metro de alta, y se orienta al Este. 3. Hábitat: Mesolítico Sepulcral: Bronce antiguo 4. El yacimiento fue excavado por el Dr. Apellaniz a comienzo de los años 70, pues consideró que se encontraba ubicada en la provincia de Vizcaya, publicando los resultados unos años después. Se diferenciaron entonces tres niveles: El nivel 1 es una capa de tierra con restos humanos, fragmentos de cerámica a mano y restos de fauna. Según sus excavadores tenía una potencia de entre 50 y 100 cms. Se trataba de una formación superficial y estaba contaminado por elementos modernos en sus primeros 10 cms. Está compuesto por tierras de tonos grises amarillentos, con piedras pequeñas con clastos calizos y algunos clastos de areniscas. Aportó inhumaciones colectivas, más escasas hacia la

171

La información arqueológica

base del nivel y ajuar cerámico, lítico y óseo, así como restos de animales. El nivel 2 es de carácter transicional y tenía forma de lentejón centrada en la zona deprimida del centro del yacimiento. Estaba formado por tierras grises con abundante contenido en carbón, y clastos calizos. Aporto algunos restos malacológicos, con Patella, Mytilus sp., Ostrea sp. y Trochococlea crassa, así como fauna doméstica y salvaje y algunas piezas de sílex. Las cerámicas sigladas como procedentes de este nivel son sólo fragmentos del fondo de dos vasos recuperados en el nivel anterior. El nivel 3 tiene una potencia aproximada de 60 cms. y forma de bolsada sobre la zona central de la cueva. Presenta abundantes fragmentos de conchas de caracol (Cepaea nemoralis), así como de moluscos marinos: Mytilus edulis, Ostrea sp., Patella sp. Trochococlea crassa, y restos de fauna salvaje. Se identifican como procedentes de este nivel, según su excavador, 11 sílex retocados y 48 no retocados. Escasa industria ósea. En este nivel se realiza una datación por C.14, a partir de restos de madera carbonizada, con el resultado de 5.780 +- 120 (Ref.: 3-8433-112). El último nivel excavado, el nivel 4, es una capa arenosa de color amarillento, con muy escasos indicios de yacimiento. El estudio realizado en el Museo de Etnografía y Arqueología de Bilbao revela que los materiales procedentes del nivel I se siglaron como A y los del II como B, y los del nivel III no están siglados. En la memoria, una parte de los materiales asignados como B(III) se incluyen en el nivel III. En lo que respecta al carácter intacto del yacimiento, Apellaniz reconoce que la primera capa del nivel I estaría contaminada por elementos modernos, lo que debe de corresponderse con la presencia de varios fragmentos de una escudilla de cerámica vidriada del nivel marrón, siglados como A8-A4-A2. Por último resulta complejo definir la transición del I al II, dado que los fragmentos de los dos grandes vasos que Apellaniz atribuye al 2º nivel, aparecen en ambos. Hoy día se conservan aún las marcas de pintura que indican el nivel "0" de la excavación de Apellaniz, pintadas a lo largo de la única galería. En el talud de la cueva se ven algunos pequeños fragmentos de un vaso grande, de pastas negras y algunos huesos aislados. En la entrada se observó

172

un fragmento de asa de cinta, de una vasija medieval. Evidencia arqueológica: Se resumen los resultados del estudio realizado en el M.E.A.B. de los materiales del yacimiento, organizados según las siglas de los mismos. Nivel 1 Industria ósea: Cuenta cilíndrica, realizada en asta, perfectamente pulimentada, de 33 x 13 x 11 mm. Cerámica Tr1.: Varios fragmentos de borde, panza y fondo de un contenedor de tipo orza. Presenta un espesor variable de 7 a 9 mm, y superficies alisadas y espatuladas en la zona superior, y recubrimiento plástico en la zona inferior, con aplicación de dedadas. La cocción es la característica de estos vasos, de color marrón exterior, alma e interior negros, los desgrasantes son de tamaño fino y medio. Presenta un diámetro de boca de 290 mm y un patrón decorativo formado por un cordón horizontal cercano a la boca, de barro aplicado e impreso por uñadas y dos cintas o verdugones decorados también con uñadas. El tercio inferior presenta dedadas aplicadas sobre barro plástico. El fondo es plano y presenta un diámetro de 152 mm. Tr2. Fragmentos del borde y panza de un vaso de tipo cuenco hemiesférico, de tendencia cerrada, de tamaño grande, con un diámetro de 330 mm, de superficies alisadas y decoradas por ungulaciones dispersas por toda la superficie de la pieza. Espesor de pared variable de 7 a 10 mm, exterior marrón alma negra e interior marrón, desgrasantes medios y gruesos. La sección del borde es semicircular. Tr3. Fragmentos de cerámica siglados como procedentes del nivel 1 y nivel 2, corresponden al borde de un vaso de perfil ovoide, con un diámetro de 242 mm, de superficies alisadas, y desgrasantes finos, con un espesor de pared de 7 a 8 mm. Tr4. Fragmento de fondo curvo de una pieza de pequeño tamaño, probablemente la de tipo cuenco. Presenta alteración por exposición directa al fuego, superficies alisadas, pastas rojizas y desgrasantes gruesos. Tr5. Fragmento de fondo recto, de 104 mm de diámetro, de 6 de espesor de pared y 9 de espesor de fondo, alisado, desgrasantes gruesos.

La información arqueológica

Tr6. Fragmento de borde, de un vaso de pequeño tamaño y perfil ovoideo alto, de borde vertical y arista recta, con 98 mm. de diámetro de boca, de superficies espatuladas, pastas marrones y desgrasantes finos. Tr7. Pequeño fragmento de borde, que no permite calcular el diámetro, de una pieza de tamaño pequeño, de arista curva, casi semicircular. Industria metálica: Se recuperó una única pieza: una cuenta de cobre o bronce, con fractura lateral, de tipo tonel. Medía 23 mm de longitud y un diámetro de 9 mm. Al parecer esta pieza fue extraviada accidentalmente durante las tareas de estudio del material, subsiguientes a la excavación. Macrofauna: El estudio de la fauna de este nivel fue realizado por P. Castaños en el Museo de Etnografía y Arqueología de Bilbao, en 1990, en relación con el doctorado de J. Ruiz. Bos taurus: Fragmentos de cráneo, vértebras, 3 molares, 2 fragmentos de costillas, 1 húmero, 2 fragmentos de fémur, 1 fragmento de tibia, falange, metápodo y calcáneo. Se registra al menos 1 individuo juvenil y 1 adulto. Sus domesticus: Maxilar, 3 molares (1 de leche), vértebra cervical, tibia, metápodo. Se identifican al menos 1 individuo de 0 a 3 meses y otro menor de 2 años. Ovis aris – Capra hircus: 1 fragmento de cráneo, 4 incisivos, 1 molar, 4 fragmentos de maxilar, 2 vértebras, 1 escápula, 3 fragmentos de costilla, 2 fragmentos de coxal, 2 húmeros, 1 fragmento de cúbito, 2 metacarpianos, 9 falanges, 1 calcáneo. Una parte de de los individuos debe de ser juvenil. Cervus elaphus: 3 molares. Se registran otros huesos de especie, pero su sigla “Contacto con nivel III” y su aspecto más patinado, indican que corresponden al nivel III. Equus caballus: Se identificaron un mínimo de 2 molares. Vulpes vulpes: Aparece un fragmento de cráneo. Ave indeterminada: 13 fragmentos de huesos largos. Malacofauna: Cepaea nemoralis: 37 Mytilus sp.: 14 esquirlas, que deben corresponder a 4 valvas. Ostrea edulis: 1 valva.

de

Trochococlea crassa: 1 ejemplar Restos antropológicos: En los fondos del M.E.A.B. se han estudiado los siguientes restos: Sin referencia: 1 húmero, 3 costillas, 1 fragmento de cóxis, 1 vértebra. En un lote independiente, también sin referencia: 1 parietal, 2 fragmentos de calota craneana, 1 fémur, 1 húmero, 1 cuerpo vertebral, 2 fragmentos de costillas. Corresponden a un individuo adulto. Sigla Tr.4ª. Nivel 1. Fragmento de parietotemporal. Corresponde a un individuo subadulto. Sigla. Tr. 6ª. Nivel 1. Enterramiento 2º: 1 fragmento de frontal, 1 cabeza de fémur, epifisis y diáfisis de 2 fémur, 1 diáfisis de húmero. Todos proceden de un individuo adolescente. Tr.6ª. Coxal izquierdo, 1 occipital, 1 maxilar inferior con 2 PM y 2M, de tamaño reducido. Fragmento de parietal. 2 falanges, 2 costillas, 1 epífisis de peroné, 2 vértebras y 1 fragmento de coxal. Sigla Tr8A. Nivel 1. Enterramiento 3º. Temporal izquierdo, fragmento de maxilar superior, con M2 y M3, con alto desgaste (grado III). En TR.A8.2, 1 escápula y 1 fragmento de vértebra de aldulto y 1 cabeza de fémur, 1 atlas y 1 áxis de individuo infantil. Sigla Tr12A. Nivel 1. 1 Epistrofio, 1 coxal derecho, ambos de individuo subadulto. El estudio revela por tanto la presencia de al menos 3 individuos: 2 adultos y 1 subadulto. Nivel III Industria lítica Del total de 20 piezas de industria ligera, 9 procederían del nivel 1 y 11 del nivel 3, pero la homogeneidad de la serie revela que todas ellas corresponden a la ocupación mesolítica, del nivel 3 y 2. Las piezas Tr11 a Tr19 aparecieron en el cuadro A8, A10, y A12, del nivel 2º o B, es decir del nivel III. Tr1.1. Muesca alterna, sobre lasca simple, con retoque Spae, en sílex gris brillo, foráneo. Tr2.2. Microburil sobre lámina en sílex gris/ negro, mate, local. Tr2.4. Denticulado sobre lámina, en sílex negro mate, local. Tr2.5. Fragmento de geométrico, de segmento de círculo, sílex negro mate, local.

173

La información arqueológica

Tr2.6. Segmento de círculo, con retoque a doble bisel en el borde y cubriente en un extremo. Sílex opalino acaramelado, litoral. Tr19. Golpe de buril, en sílex opalino, litoral. Tr3.12. Pequeño segmento de círculo, con retoque alterno abrupto. Tr3.13. Fragmento de lámina con muesca y retoque continuo, en disposición alterna. Tr3.11. Denticulado sobre lasca laminar, en sílex opalino litoral, con retoque inversos en el filo denticulado y continuos en el filo opuesto. Tr3.22. Microraspador sobre lasca, realizado con retoque simple, en casi todo su contorno. Sílex negro mate, local. Tr3.23. Microraspador sobre lasca, retoque sobreelevado. Sílex negro mate, local. Tr3.24. Microraspador unguiforme sobre lasca, retoque sobreelevado, sílex gris de calidad, foráneo. Además aparecen otras ocho piezas, sobre lasca y lámina, en algunos casos con retoques de uso. La industria pesada está formada por dos yunques, sobre cantos de cuarcita y de arenisca de grano medio, con marcas de percusión central. Una afiladera, con alteración superficial y tres fragmentos de canto. Por último se ha estudiado un fragmento de cristal de roca (25 x 13 x 8 mm), un fragmento de ocre (82 x 40 x 36) y una piedra de galena (30 x 20 x 10 mm).

8. Apellaniz (1967), Apellaniz (1971), Apellaniz y Nolte (1979). La información recogida en esta ficha procede en gran parte de Ruiz Cobo (1991).

75. Abrigo del Tarrerón 1. Soba. Z: 345 m En la zona baja de una ladera de pendiente media, en la base de un cantil, cerca del valle, que en esta zona es de fondo plano. 2. Abrigo corrido, usado por el ganado menor. Es de forma angular, con una pequeña galería de entrada muy reducida, de pocos metros de profundidad. 3. Hábitat. Mesolítico. 4. El yacimiento está casi vaciado, conservando únicamente niveles fértiles en la salida del fondo, en cuya entrada se observa la estratigrafía. Se aprecia un nivel de tierras de color amarillento, de aspecto estéril, y debajo una capa de 10 a 15 cm de potencia de color pardo, que incluye conchas de caracol de tierra (Cepaea nemoralis), un fragmento de concha de mejillón (Mytilus sp.) así como esquirlas óseas. Por debajo de este nivel aparecen arcillas amarillentas de aspecto estéril. 5. Descubierta por el grupo C.A.E.A.P. 6. Topografía realizada por C.A.E.A.P.

Industria ósea

SECTOR 17. RUESGA. LADERA SUR.

- Punzón de base reservada, en asta de cérvido, de 69 x 20 x 18 mm con evidentes marcas de pulimento en la punta.

76. Abrigo de Lleres

- Pitón de asta de base perforada, y fracturado, de 106 x 20 x 20. Macrofauna: Los restos de encuentran muy fracturados, y, a diferencia de los restos del nivel 1, presentan evidencias claras de su procesado. Este lote no ha sido estudiado por P.M. Castaños. La inmensa mayoría de los restos son de Cervus elaphus, algunos de Capra sp. (Capra pyrenaica, a juzgar por su métrica) y restos muy puntuales de Bos sp. Aparecen también algunos huesos de aves, indeterminadas. Malacofauna: Mytilus edulis: 8 fragmentos de concha, correspondientes a un mínimo de 3 valvas. 5. Nolte y Apellaniz. 6. Apellaniz (1967) 7. Museo de Etnografía y Arqueología de Bilbao.

174

1. Riba (Ruesga). Z: 376 m Forma parte del borde de una amplia dolina, situada en una plataforma de ladera, relativamente alejada del valle. 2. Abrigo corrido de escasa anchura, visera parcialmente desplomada. Aunque es seco y está bien orientado, no ofrece mucha superficie útil. 3 . Hábitat. Mesolítico. 4. Se conservan algunos testigos adheridos a las paredes del fondo del abrigo por las precipitaciones calcíticas y en el suelo, en un estrato amarillento de potencia desconocida, pero superior a 10 cms. Evidencia arqueológica: 17 conchas de Cepaea nemoralis, 1 molar de Cervus elaphus, 1 lasca de sílex grisáceo (adherida a la pared). 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. y J. Ruiz.

La información arqueológica

6. Realizada por C.A.E.A.P.

como urna en los contextos rupestres de la zona oriental de Cantabria.

77. La Brazada

También con etiqueta de Brazada, con número de registro 10873, (retirado de vitrina 20) aparecen

1. Riba (Ruesga) Z: 250m Su boca se abre en el borde de una larga uvala formada en la ladera, escondida, cerca de un amplio rellano de ladera, no excesivamente alejada del valle. 2. Cavidad de boca de tamaño pequeño, ancha y baja, de difícil localización. La boca da acceso a un largo corredor, bajo y estrecho, que a veces es casi un laminador, que acaba en una sala de techo alto, donde se abre una doble sima relativamente ancha, la mayor de unos 6 metros de profundidad, sin bloques. A partir aquí la cueva conecta con otra galería algo mayor, continuando hacia la derecha y hacia la izquierda. El conducto de la izquierda lleva hasta una segunda sima mayor, continuando después la cueva. 3 . Depósito. Edad del Hierro. 4. Se trata de un depósito cerámico formado, por un vaso completo de cerámica y quizás otros restos fragmentarios. El vaso había sido depositado en un punto interior de la cavidad, en el borde de una sima, una vez atravesado el laminador, en un área reducida, que había sido previamente despejada de piedras y bloques. En el entorno del vaso aparecen abundantes restos de ceniza de carbón vegetal. Fue localizado por P. Huré, miembro del Speleo-Club de Dijon, en la década de los años 50 y se encuentra expuesto hoy día en el M.R.A.P. Según la referencia de Chaline, que da cuenta del descubrimiento de la pieza, el vaso contenía algunos restos de carbón de madera. Evidencia arqueológica: Depositado en el M.R.A.P. se ha estudiado un lote formado por: - Un vaso completo de perfil periforme, liso, con fondo plano, y bordes rectos de disposición oblicua, con arista semicircular muy aplanada. La cocción ha sido reductora y las pastas son marrón oscuras a gris y compactas. La superficie aparece bien espatulada, con un peinado suave en algunas zonas. Presenta amplias manchas de carbón en su superficie exterior. En la elaboración de la pasta se han utilizado desgrasantes de cristales de calcita. La métrica del vaso, se ofrece en valores medios, dado que la pieza es asimétrica. El diámetro de boca es de 250 mm. el de fondo de 170 y la altura de la pieza de 305 mm. Esta pieza define al tipo de vaso utilizado probablemente

- Un fragmento de borde de vaso (ref. 41), característico del tipo Brazada, recto, de ángulo oblicua y con arista recta. La superficie exterior está alisada y la interior ligeramente peinada. De color marrón claro y pastas compactas, aparecen desgrasantes finos y gruesos de calcita. El espesor del borde es de 6 a 7 mm. No puede establecerse el diámetro, pero la pieza sería de tamaño medio. - Dos fragmentos de panza (ref. 53 y 49) de un vaso, con superficies lisas y una cinta aplanada, de sección triangular. Pastas marrones rojizas, y desgrasantes finos de calcita y caliza. El espesor de la pared es de 8 a 9 mm. No hay seguridad sobre la procedencia de este último lote de materiales, teniendo en cuenta que proceden de una retirada de vitrina. 5. Chaline (1965) 6. Grupo A.E.C. Lobetum 94. Referencia de catálogo 20. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. 8. Chaline (1965), Muñoz y Arozamena (1995), Morlote y otros (1996)

78. Cueva de Cuevalisa I 1. Riba (Ruesga) Z: 128 m Se encuentra en la zona baja de la ladera norte del valle del Asón, entre los barrios de Solores y el pueblo de Riba, a poca distancia y a escasa altura sobre el fondo del valle, que en este sector es relativamente ancho y muy plano. 2. Cavidad de boca de tamaño medio, que ofrece un vestíbulo amplio, seco y orientado hacia el Sur-Este, con óptimas condiciones de uso. 3. Hábitat. Paleolítico. 4. La cueva aparece muy alterada por una amplia y profunda zanja excavada siguiendo su eje longitudinal. En el lateral derecho se aprecia la estratigrafía, en cuya mitad inferior (*) aparece un potente nivel formado por eboulis con matríz de limos calcáreos. Tanto en el la base del corte, como en la tierra procedente del mismo que cubre la superficie actual de la cueva, aparecen fragmentos de huesos de métrica grande y fractura antrópica. Cabe destacar la presencia de un molar M2 de grán bóvido.

175

La información arqueológica

5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. y por P. Smith. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

SECTOR 18. VALLE / RUESGA 80. Cueva de Cañuela 79. Cueva del Carrascal o de la Sierra 1. Valle (Ruesga)

Z: 285 m

En la zona alta de una ladera, relativamente alejada del fondo del valle, en posición dominante. 2. Cavidad de boca amplia que da acceso a un gran vestíbulo llano y relativamente ancho y bajo. En el fondo del mismo aparece una pared de aprisco. Desde aquí la planta gira hacia la derecha por una galería recta, con una pequeña sima de hundimiento. La cueva acaba en un gran cono de derrubios parcialmente cubiertos por la colada estalagmítica. Se trata de una cueva de grandes dimensiones, y su vestíbulo, seco, amplio y de superficie lisa, ofrece condiciones óptimas para el hábitat.

1. Valle (Ruesga) Z: 320 m En la pared de una dolina poco profunda abierta en la zona media de una larga ladera, relativamente alejada del fondo del valle. 2. Cavidad abierta en el fondo de un abrigo corrido, asociado a una dolina. Esta muy escondida y resulta compleja de localizar. Desde el fondo del abrigo, parcialmente cegado por bloques, la cueva arranca con una galería de enormes proporciones, y tras superar un fuerte desnivel, se desciende sobre un gran cono de derrubios, formado por grandes bloques y tierras. La última parte de la cueva está formada por la misma galería, que mantiene su gran tamaño, pero de suelo plano, cubierto por concreciones pavimentarias, y con algunas formaciones en el techo. La cueva se ciega por último por grandes coladas.

3. Hábitat: Mesolítico. 4.Aparecen restos de fauna y de industria lítica dispersos por la superficie del vestíbulo. En los laterales se conservan sendos testigos, a la derecha y a la izquierda de la boca, aunque en el resto del suelo del vestíbulo también parece conservarse el yacimiento, pues aparecen evidencias en los pozos de goteo estalagmíticos. En el sector de entrada, a la derecha, donde la cueva forma un abrigo, aparecen restos de conchero con Cepaea nemoralis y otras evidencias de hábitat. Evidencia arqueológica: En el extremo derecho de la boca aparece un testigo de 0.5 m de altura, con conchas de Cepaea y fragmentos de hueso. Se identifica un M3 de ciervo (Cervus elaphus). En la pared izquierda aparece un testigo de 20 cms. en que aparecen fragmentos de hueso. En el centro del vestíbulo, y en superficie, entre las abundantes piedras calizas que lo recubren son abundantes los restos óseos. Se identifican algunos restos de ciervo y de corzo. También aparecen restos de industria lítica, en concreto: raspador sobre lasca, hoja truncada con ambos bordes denticulados, una lasca con retoques simples en un borde, lámina con retoques simples laterales y directos, etc., en sílex, así como un fragmento de canto de arenisca. Así mismo se ha identificado un fragmento de cerámica medieval, también en la superficie del vestíbulo.

176

El vestíbulo, en origen debió de ofrecer un amplio espacio para el hábitat, aunque hoy día está muy cubierto por bloques. El lugar reúne buenas condiciones de uso. 3. Hábitat. Mesolítico. Marcas negras: Medieval. 4. Aparecen evidencias en tres puntos de la cavidad: En el lateral izquierdo, según se accede a la cavidad, en la base del gran cono de derrubios procedentes del abrigo exterior, aparece un pequeño corte donde se observa la estratigrafía del yacimiento. Comienza con un nivel superficial, inmediatamente bajo los bloques, superpuesto a una capa, arqueológicamente fértil, de unos 20 cm de potencia, que incluye abundantes conchas de caracol de tierra (Cepaea nemoralis), una valva de mejillón (Mytilus sp.), un candil de corzo (Capreolus capreolus), esquirlas de hueso y abundantes fragmentos de carbón. En el sector intermedio de la cueva, en el suelo de la cueva, junto a su pared izquierda, se observan concentraciones de material, formadas por abundantes esquirlas óseas y algunos restos de carbón vegetal.

La información arqueológica

Por último, en el último tercio de la cueva, se aprecian algunas marcas negras de reducido tamaño, formadas por puntos y pequeños trazos. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. y V. Crespo Lastra. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

81. Cueva de Esculines 1.

Valle de Ruesga (Ruesga). Z: 617 m.

Se encuentra en el Monte de Valle, en un recodo que hace la ladera orientado al Oeste, sobre un pequeño rellano, debajo del Porrón de la Cruz. Se trata de un sector de ladera alta, lejos del valle, aunque de pendientes medias.

4. En el centro del vestíbulo aparecen esquirlas óseas y un fragmento de concreción que incluye tres lascas de sílex y fragmentos de hueso. En el fondo del vestíbulo aparece un corte natural, que permite ver una capa de costra pavimentaria espesa, y bajo ella un nivel pardo, bastante espeso e irregular, muy rico en restos óseos, fundamentalmente de cabra montés (Capra pyrenaica). En los cortes se aprecian abundantes molares de esta especie y una pieza de sílex. En superficie, en el lateral izquierdo del vestíbulo, se conserva una lámina de sílex opalino, de tipo litoral, con una truncatura distal y claros retoques de uso en un lateral. En el fondo del vestíbulo se observan varias estructuras tumuliformes realizadas con bloques y piedras de la propia cavidad, de carácter y cronología indeterminada.

2. Cavidad de tamaño importante, con boca amplia y alta, que comunica con un vestíbulo también grande. Después la cueva continua por una pequeña galería ascendente que desemboca en otra boca más reducida.

5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

3. Hábitat ocasional: Prehistoria cerámica indeterminada.

1. Valle de Ruesga (Ruesga)

4. El vestíbulo está muy vaciado. En su lateral derecho se conservan testigos laterales, cubiertos por abundantes piedras, donde se observa un nivel de arcilla de tonos oscuros, de unos 10 a 15 cms. de potencia. En el mismo se aprecian abundantes restos óseos y un pequeño fragmento de la panza de un vaso de cerámica prehistórica, de 4 mm. de grosor de pared, de color gris pardo, con abundantes desgrasantes de calcita. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Arozamena (1995).

83. Cueva del Cubijíu Z: 575 m

En ladera alta y posición dominante, alejada del valle principal. Su boca resulta muy visible a distancia. 2. Cavidad con boca muy amplia que da acceso a un inmenso vestíbulo con grandes bloques y una estructura pastoril adherida a la pared derecha. La planta continúa por una rampa ascendente, con bloques, hasta terminar en una sala que continúa hacia la derecha, por un corredor muy descendente, hasta cegarse. 3. Vestíbulo. Hábitat: Mesolítico. Indeterminado: Calcolítico/ Bronce Depósito: Indígeno Romano (¿) Depósito / Marcas Negras: Medieval.

82. Cueva del Viar 4. El yacimiento aparece en varios puntos: 1. Ancillo (Ruesga). Z: 605 m Se abre en la zona baja de la ladera sobre al valle de Ancillo, en su tramo más alto, pero no lejos del fondo del mismo. Es una zona de relives abruptos y característico paisaje calcáreo. 2. Cavidad de boca amplia que da acceso a un gran vestíbulo, repleto de bloques. Desde aquí se sigue hacia la derecha por una galería recta, hasta la segunda boca, en sima, terminando en una galería muy descendente. El vestíbulo es amplio, aunque relativamente húmedo por goteo. 3. Hábitat. Mesolítico.

- En la boca corresponde a una ocupación de hábitat, que por su perfil podría datarse en un momento Mesolítico, conservándose testigos de conchero cementado en el lateral exterior derecho de la cueva. - En la parte izquierda del vestíbulo aparece cerámica de tipo orza, en superficie. - En el interior hay un depósito de vasos, quizás de fase indigeno romano, asociados a carbón - En el interior también aparecen algunas marcas negras de poca entidad. - También en el interior se ha documentado cerámica medieval.

177

La información arqueológica

Evidencia arqueológica: En el lateral derecho del exterior del vestíbulo, adherido al techo, colgados a unos 50 cm del suelo, aparecen dos masas de concreción parietal. En la primera se observan unas 25 conchas de Cepaea y un hueso de herbívoro, así como dos gruesos trozos de carbón de madera, todo cementado y la 2ª apenas resulta observable por la acumulación de bloques. En el suelo situado junto la pared derecha de la boca se observan huesos, fundamentalmente esquirlas, y un poco mas al interior, en una cubeta en la calcita, y en los pozos de goteo, aparece una mandíbula de cabra (Capra sp.) quemada y carbón de madera. Así mismo se encuentra un molar de cerdo (Sus sp.), también quemado. En superficie se ven varios percutores y percutoresyunque, con marcas de uso. En la parte izquierda de la boca aparecen restos de una o dos grandes orzas ovoides, incluyendo fragmentos de borde y de fondo. En los fragmentos de borde aparece decoración impresa de ungulaciones en la arista y doble hilera de digitación, realizada directamente sobre la panza, bajo la arista. Algunos de los fragmentos de panza presentan dedadas sobre barro plástico. Junto a la pared derecha y antes de la estructura pastoril, aparecen fragmentos de cerámica lisa y tosca, con desgrasantes muy abundantes y visibles de mica, que podría situarse en la Edad del Hierro. Así mismo aparece un fragmento de cerámica medieval y un diente de Sus y otros de Bos taurus. En el interior del vestíbulo hay un gran bloque con algunas "marcas negras" pequeñas y cerca aparecen restos de hogares, así como una pieza de hierro. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

valle. Se encuentra por debajo de la cueva de Cubijíu. 2. Pequeña cavidad, de unos 2 metros de anchura de boca por 1.60 de altura, seca y bien orientada. Ofrece un espacio de refugio reducido, de unos 6 m cuadrados y techo bajo. La cueva se abre en un pequeño abrigo de unos 6m de cuerda, pero su lateral oeste está desplomado, por lo que sólo una parte de la boca de la cueva es utilizable. 3. Hábitat. Mesolítico Sepulcral: Calcolítico Indeterminado: Medieval. 4. A dos metros al interior de la boca, en ambos laterales, aparecen concentraciones de Cepaea nemoralis, abundantes y grandes huesos de herbívoro patinados y con marcas de descarnado, un astrágalo de ciervo (Cervus elaphus), un M3 de corzo (Capreolus capreolus) y una concha grande de Mytilus. El conchero se integra en un nivel de tierras grises sueltas que descansa sobre otro de arcillas amarillas de apariencia estéril. Sobre el conchero aparecen bloque y eboulis y entre ellos se ven observan varios huesos humanos. Se identifican dos extremidades distales de húmero, derecho e izquierdo, de un individuo subadulto, un fragmento proximal de otro húmero derecho, un fragmento de pelvis, un metacarpiano del primer dedo, de un adulto. En la zona del fondo de la cueva, a 4 m de boca, aparecen algunas costillas, dos grandes fragmentos de cráneo, de la base del cráneo, del temporal y occipital de un adulto, además de otros huesos fracturados. Junto a los húmeros aparece un fragmento de cerámica muy espatulada, casi bruñida, de cocción mixta, color marrón claro a gris, con desgrasantes muy finos de caliza o calcita. Mide 73 x 62 x 6 mm. También se identifica un fragmento de panza de cerámica medieval, de 3 mm. de espesor, muy fino, con marcas de torno.

84. Cueva de Cubijíu 2

5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. / G.E.I.S., P. García, J. Ruiz Cobo y P. Smith. 6. Realizada por C.A.E.A.P. / G.E.I.S.

1. Ancillo (Ruesga) Z: 5-- m

85. Cueva de Lastras II

La boca se sitúa en la pared sur del valle de Ancillo, en uno de sus rebordes laterales, ya en la zona alta del mismo, a escasa distancia del fondo del valle, unos 40 m sobre el mismo. Se trata de una ladera bastante escarpada, aunque practicable. La cueva tiene muy buen control visual sobre el valle de Ancillo, pero no resulta visible desde el

1. Lastras (Ruesga) Z: 164 m Se abre en la pared de una pequeña dolina, en la ladera de una elevación de tamaño reducido, una estribación cercana al fondo del valle. En una zona de colinas labradas junto al borde del valle. 2. Pequeño sumidero fósil, utilizado como refugio durante la Guerra Civil por los habitantes del

178

La información arqueológica

pueblo. Probablemente este uso explique que hoy día la cueva esté bastante vaciada. Presenta una boca bastante amplia, abierta en el borde de una dolina, que da acceso a un reducido vestíbulo casi circular, que buza hacia la derecha. Continúa por una galería rectilínea que acaba a los pocos metros. El vestíbulo y el interior está parcialmente rebajado, desde la línea de visera hasta el fondo de la cueva. El espacio resulta habitable.

En la pared derecha del vestíbulo aparece un nivel arcilloso, de unos 25 cm de potencia, muy rico en restos óseos e industria lítica en sílex y cantos de arenisca. En las zonas descubiertas el nivel fértil aparece en superficie, aunque en otros puntos está protegido por coladas pavimentarias.

3. Hábitat. Mesolítico

Raspadores: Buriles: Hoja de retoques continuo: Truncaturas: Puntas de dorso: Hojas de dorso: Lascas con retoques Escotaduras: Denticulados: Lascas simples: Lascas LD2 Lascas LD1 Hojitas Hojas simples Hojas 2º Hoja de borde núcleo Núcleos piramidales Núcleos amorfos Arenisca Yunque percutor Percutor Lasca 2ª

4. En la parte derecha de la boca aparecen restos de un conchero de Cepaea, en una capa de unos 20 cms. de potencia. Además de abundantes conchas de caracol de tierra, se observan algunos huesos, 1 lasca de decorticado primario, en sílex negro, varias lascas simples, una punta de dorso sobre laminilla y una lasca retocada. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

86. Cueva del Aspio 1. Valle (Ruesga) Z: 315 m En la pared de una dolina abierta en un rellano, situado a media ladera. Se trata de un sector de pendientes suaves, al sur del Asón. 2. Conducto fósil de grandes dimensiones, con boca de gran tamaño, con unos 28 metros de anchura por 3.5 m de altura, que da acceso a una galería vestibular de planta rectangular, de unos 150 m de longitud por 45 m de anchura, y una altura en torno a los 12 m La primera zona presenta condiciones óptimas de habitabilidad. La mitad más profunda de esta galería aparece cubierta por grandes bloques clásticos. Al fondo la cavidad continua a través de conductos más finos. 3. Vestíbulo. Hábitat: Epipaleolítico / Mesolítico Interior. Depósito: Edad del Bronce Depósito: Edad del Hierro Indeterminado: Medieval Marcas negras: Medieval (?) 4. Estos materiales, como los anteriores han sido ya estudiados en Serna et al. (1994), resumiéndose aquí los resultados. Aparecen evidencias en varios puntos: a) yacimiento del vestíbulo, b) primer depósito, c) segundo depósito, d) tercer depósito. a) Yacimiento del vestíbulo

La muestra de industria lítica, estudiada en Serna et al. (1994), esta compuesta por: 7 1 1 4 2 4 8 5 3 13 8 2 6 1 2 1 3 6 1 1 1

Caliza: Disco alargado sobre gruesa lasca de caliza, con retoque finos bilaterales y retoques amplios inversos en el resto de la pieza. Hueso: 1 Esquirla con denticulado distal directo, 1 esquirla con marcas de cortes profundos. Asta: Fragmento de cuerno de cabra doméstica con restos de un corte oblicuo en la base Restos paleontológicos. Capra pyrenaica: Varios molares e incisivos; Cervus elaphus: Fragmento de mandíbula con tres molares; Sus scropha: 1 colmillo. Cerámica - 4 fragmentos de cerámica a mano - 1 fragmento de cerámica a torneta de pasta finas, 5 mm. de espesor - 1 vasija a torno, hallada en el extremo derecho del vestíbulo. Los fragmentos se encontraban dispersos en una superficie de medio metro cuadrado. Se ha podido reconstruir casi dos tercios del borde, el asa casi completa, la mayor parte de la panza y parte de la base. Color de superficie rojizo y grisáceo. Aún conserva adherida ceniza por el exterior. Fabricado a torneta, con desgrasantes muy finos de mica. Se trata de una jarra con el cuello periforme, la base

179

La información arqueológica

plana, poco panzuda y con cuello alto y poco vuelto, y labio exvasado plano oblicuo. Presenta asa de cinta y una decoración de estriado muy fino, uniforme y poco profundo. Diámetro de boca: 114 mm. Diámetro máximo en la panza: 160. Grosor de panza: 3 mm. - 1 fragmento de panza con arranque de asa liso, de color gris, vidriado verde oscuro interior y goterones por el exterior. Desgrasantes muy finos de mica. - 1 fragmento de panza liso de color rojizo y engobe pardo exterior, vidriado interior y goterones muy finos en el exterior. Desgrasantes muy finos de calcita y mica. b) Primer depósito Se encuentra en el fondo del vestíbulo, a 60 metros de la boca. El suelo aparece cubierto por restos de carbón y abundantes esquirlas óseas. Todo el conjunto ha sido pisado. Aparecen fragmentos de tres vasos cerámicos: 1. Fragmentos de panza y cuello de un gran vaso de tipo orza. Perfil ovoideo, y superficie alisada en la zona superior y barro plástico aplicado en la zona interior, con dedadas de disposición horizontal. En la parte más cercana al cuello aparece una cinta con impresiones digitales y otra junto a la boca, ambas de sección subtriangular. Labio ligeramente oblicuo y plano. Desgrasantes muy finos de calcita. El diámetro de boca es de 300 mm. y el grosor medio de la panza de 8 mm. 2. Dos fragmentos de panza lisa, de superficie alisada y color negro, con abundantes desgrasantes gruesos de calcita, de 2 mm. de espesor. 3. Gran fragmento de panza liso de un vaso de perfil carenado. Color pardo claro y superficie afinada, presenta desgrasantes medios de calcita. El diámetro de la carena es de 208 mm. y el grosor medio de pared es de 5 mm. Fauna: Huesos de Bos taurus, Ovicapridos, Capra hircus. c) Segundo depósito Situado a unos 80 metros de la boca, en una acumulación de bloques de tamaño medio. Está formado por restos de tres vasos cerámicos 1. Fragmentos de panza y borde de un vaso de tipo Brazada, de pequeño tamaño, con cuello muy vuelto y labio plano. La superficie es alisada y la pasta presenta abundantes desgrasantes de cristales de calcita. Diámetro de boca: 140 mm., diámetro máximo en panza: 167 mm. Espesor de panza: 5 mm.

180

2. Fragmentos de borde, panza y base de un vaso de tipo Brazada, de pequeño tamaño. Diámetro de boca: 139 mm. Diámetro de base: 133 mm. Espesor de pared: 5 mm. Espesor de base 8 mm. Presenta un ligero bisel en el perímetro del fondo. 3. Dos fragmentos aislados, de cuello y panza de otro vaso, de borde vuelto, con arista recta. En este mismo depósito aparecen abundantes fragmentos cerámicos de panza lisa, así como abundantes restos óseos de ovicaprinos y de Bos taurus y varios palos, algunos quemados. Entre ellos destacan dos tibias de Bos taurus con el extremo recortado y ahorquillado, pulidos. d) Tercer depósito. Se localiza a 120 m de la boca, en una zona con grandes bloques que colmatan parcialmente la galería. Los materiales se encontraban dispersos en un área de unos 40 m2, sobre una rampa inclinada, cercana a la pared izquierda. Cerámica a torno Vasija casi completa, realizada a torno rápido, de pasta anaranjada. Se trata de un vaso tardoceltibérico, de cuerpo globular, base plana anillada, borde muy vuelto y fino. Decoración compleja de líneas incisas paralelas y decoración de pintura de color vinoso en la parte superior del vaso. Altura del vaso: 100 mm. Diámetro de boca: 72 mm. Diámetro de la base: 60 mm. Espesor medio de panza: 2-3 mm. Cerámica a mano: Gran vasija globular, de borde recto vuelto, base plana con un ligero reborde perimetral. De pastas de color aladrillado, espatulada y desgrasantes medios de calcita. Decoración compleja con impresiones lineales en la arista, impresiones triangulares en el cuello y una línea acanalada que forma amplias ondas, combinada con grupos de tres impresiones circulares. Altura del vaso: 250 mm. Diámetro de boca: 2002 mm. Diámetro de fondo: 98 mm. grosor medio 5-6 mm. Fragmentos de 14 vasos. En buena parte de los casos los vasos están conservados casi completamente, o su forma puede ser reconstruida. Se trata de formas globulares. Los vasos de tamaño mayor corresponden al tipo Brazada. Los de tamaño menor corresponden a diseños de perfil en S. Las características técnicas y métricas se recogen en la tabla adjunta. Fragmentos del fondo de otros tres vasos que no han podido adscribirse al conjunto.

La información arqueológica

Fusayola de cerámica de color ocre, de forma cilíndrica, caras planas, con orificio circular pasante y surco realizado con el dedo en la pared externa. Madera: Varias piezas, probablemente de un telar, de distintas formas y diseños: bases de engarce, lancetas, etc. Destacan ocho peines de telar, con manilla de sección oval, y púas formadas por cortes paralelos en un extremo previamente biselado. Dos de ellos presentan decoración de aspas. Presentan un número variable de púas, entre 15 y 20. Su medidas varían entre una longitud de 12 a 15 cms., anchura de 4 a 5 cms. y espesor entre 2 y 3 cms. Algunos de ellos conservaban semillas entre las púas. Metal: Pinza de herrero, de sección cuadrangular, de 49 cms. de longitud y un diámetro medio de 2.5 cms. Puñal de hierro, de tipo biglobular, sección aplanada, de 171 mm de longitud, con una anchura máxima en la base de 41 mm y un espesor de 7.2 mm. No se aprecia la existencia de lengüeta o perforaciones aunque la pieza aparece cubierta de una importante capa de óxido de hierro. Clavija de hierro, con la punta de sección rectangular, base subcircular, perforada. Otros materiales: Valva grande de Cerastoderma (Rudicardium) tuberculatum. En varios puntos de las paredes de la cavidad aparecen manifestaciones parietales del ciclo esquemático abstractos, o marcas negras. 5. Reconocida e investigada por C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. Publicada en Serna et al. (1994). 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. 8. Serna et alii (1994). En esta publicación se realiza un estudio de detalle, tanto de una muestra de superficie del yacimiento epipaleolítico, como de los materiales que formaban los depósitos interiores.

3. Sepulcral. Cronología indeterminada. 4. En esta cavidad, el equipo de Peones Camineros de la Diputación Provincial encontró en los años cincuenta un cráneo humano. 5. Equipo de Peones Camineros de la Diputación 6. Realizada por C.A.E.A.P.

SECTOR 19. OGARRIO NORTE 88. Cueva del Coverón 1. Riba (Ruesga). Z: 271 m En la base de un pequeño farallón labrado en la zona media de una ladera tendida, no muy alta sobre el valle, pero relativamente alejada de su fondo. Su boca no resulta visible desde los alrededores. 2. Cavidad de varios kilómetros de desarrollo con boca muy amplia, abierta en el suelo, y que da acceso a un inmenso vestíbulo descendente, cuya superficie aparece totalmente cubierta por bloques. En el fondo del vestíbulo, en su sector derecho, la cueva continua por amplias galerías, de recorrido complejo. 3. Sepulcral: Prehistoria cerámica indeterminada. 4. En el fondo de la gran rampa del vestíbulo y entre bloques, cerca de la pared derecha se hallaron dos grandes fragmentos de cráneo humano. En la zona media de esta misma rampa, se conserva un fémur humano incrustado en la capa de arcillas que la conforman. En sus inmediaciones, en superficie, aparece un fragmento de costilla humana y otros restos oseos. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 5. C.A.E.A.P. 8. La cueva figura en el libro inédito de Vicente Gutiérrez Cuevas, que señala que los lugareños habían recogido cerámicas en la misma.

89. Abrigo del Coverón 1. Sobre la cueva del Coverón. Riba / Ogarrio (Ruesga). Z: 270 m

87. Cueva de Vegacorredor 1. Vegacorredor (Ramales) Z: 135 m Su boca se abre al pie de una ladera, en el borde del valle por lo que no resulta muy visible. 2. Cavidad con tres bocas de tamaño reducido, complicado recorrido y trazado laberíntico y muy descendente. No resulta habitable.

2. Abrigo extenso, situado sobre la cueva del Coverón, por el que comunica mediante una sima abierta en el suelo del mismo. Hacia la mitad del abrigo hay pequeña galería ascendente, en cuya boca se nota una pequeña corriente de agua ocasional. La cavidad tiene también, en su lateral derecho, una galería de dimensiones reducidas, en forma de laminador.

181

La información arqueológica

3. Hábitat: Mesolítico 3. Vestíbulo y galería: Hábitat. Mesolítico Galería derecha: Sepulcral. CalcolíticoBronce. 4. En el suelo de la galería de la derecha aparecen restos de un relleno sedimentario, de color amarillo y textura muy arcillosa y de aspecto pobre, donde se encuentran esquirlas óseas, carbones y 1 lasca de sílex. En varios puntos del abrigo y de las gateras de la izquierda aparece un nivel de tierra marrón oscura que incluye abundantes conchas de caracol de tierra (Cepaea nemoralis) así como fragmentos de hueso y carbón. En la pared y el techo del abrigo, en el sector de la derecha, se conserva una placa de conchero cementado formado por conchas de Cepaea. En el mismo se conserva cementado un molar de Capra pyrenaica, así como una vértebra de Cervus elaphus. En una galería lateral, a la derecha del abrigo, a unos 5 metros de la boca, se conserva un fragmento de cerámica a mano, una vértebra humana, y un molar de Sus probablemente doméstico (Sus domesticus). La cerámica es un fragmento de borde de un vaso ovoideo, quizás de un vaso de tipo orza de tamaño medio, con unos 250 mm de diámetro de boca. El espesor de pared medio es de unos 8 mm. La sección de la arista es casi circular. La cocción oxidante a baja temperatura da al exterior un color marrón y al alma y al interior color negro. La pasta presenta desgrasantes de calcita y de cuarzo, de tamaño fino y medio. El tratamiento de la superficie es alisado. El fragmento presenta fracturas antiguas. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 5. C.A.E.A.P. 90. Cueva del Siñuelo 1. Ogarrio (Ruesga). Z: 251 m Se encuentra en un pequeño escalón labrado en una ladera suave, junto a un rellano. Aunque no se encuentra alto sobre el valle, sí está algo alejado de su fondo. 2. Cavidad de tamaño reducido, aunque con entrada amplia, y vestíbulo ancho y poco profundo, bastante húmeda. Ha sido acondicionada para el uso del ganado, construyéndose un amplio muro de cierre en la entrada que ha dejado una pequeña puerta de acceso. Además se ha colocado una base de hormigón en el suelo y se ha vaciado gran parte del relleno original de la cueva, que en origen era casi un abrigo profundo. Salvo por la importante humedad, el espacio es habitable.

182

4. En el fondo de la cueva se conservan, en el corte realizado al adecuar la cueva como cuadra, amplios testigos de un conchero de Cepaea de unos 35 a 50 cms. de potencia. El nivel de conchero está cubierto por una costra calcárea de unos 20 cms. de espesor, y está formado por tierras de color pardo y en el mismo son muy frecuentes los restos arqueológicos. Evidencia arqueológica: En el conchero se observan multitud de conchas de caracol de tierra (Cepaea nemoralis), 1 valva superior de Ostrea edulis, 1 valva de Crassostrea ungulata así como abundantes restos óseos, entre los que puede identificarse 1 molar infantil de Sus scropha. En lo que respecta a los restos industriales son muy frecuentes en el yacimiento los cantos de arenisca, aparecen varias lascas de sílex, una de ellas con un retoque lateral enmuescado. También se ha identificado un fragmento de asta de ciervo trabajado. 5. C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 91. Cueva del Siñuelo II 1. Ogarrio (Ruesga). Z: 241 m Se abre en la zona central del mismo rellano de Siñuelo I. Rellano de ladera, de pendientes suaves, y en posición dominante. 2. Cavidad de dimensiones muy reducidas, con planta en forma de túnel, situada a unos 20 metros a la derecha de la cueva del Siñuelo. Se abre a la altura del suelo, y presenta dos pequeñas entradas, una algo mayor que la otra. La cueva ha sido bastante vaciada, hasta unos metros de la segunda entrada. El espacio cubierto, muy limitado, no ofrece buenas condiciones de uso. El hábitat probablemente se situó en el exterior. 3. Hábitat: Mesolítico 4. En la misma rampa de la primera entrada, a muy poca distancia del exterior de la cavidad, aparecen testigos de un nivel de color amarillento con bloques. En superficie, y procedente de este nivel aparece: 1 núcleo de hojitas regularizado como raspador, 1 hoja, 1 lasca de retoque y varias lascas, todo ello en sílex, y 1 lasca de cuarcita y algunas esquirlas óseas. 5. C.A.E.A.P. y J. Ruiz. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

La información arqueológica

SECTOR 20. OGARRIO. 92. Cueva del Risco (Inferior). 1. Ogarrio (Ruesga). Z: m (*) En ladera, en posición dominante, aunque su boca es poco visible.

2. Pequeña cavidad situada por encima y a la derecha de la surgencia del Cubillo. Presenta una boca relativamente amplia que da acceso a un pequeño vestíbulo recto y llano de unos 8 metros de profundidad, muy habitable. Presenta buenas condiciones de habitabilidad. 3. Hábitat: Mesolítico

2. Cavidad de tamaño reducido. Su boca pequeña da acceso a un minúsculo vestíbulo, que continúa por una galería estrecha y muy descendente. En su fondo se abre una estrecha galería colgada a un metro de altura, también de reducidas dimensiones. No reúne condiciones para su uso como lugar de hábitat. 3. Sepulcral. Calcolítico. 4. Aparecen evidencias en dos puntos de la cavidad: a) Junto a la pared izquierda y hacia el centro de la galería principal se hallaron: - Una lasca de decorticado 1° de sílex y un fragmento de canto de cuarcita, - Dos fragmentos de panza de un vaso cerámico, de color pardo, mal acabado y con desgrasantes muy gruesos de cuarcita; un fragmento de panza de color pardo rojizo, más afinada y con desgrasantes de calcita. - Un fragmento de húmero humano. - Dos mandíbulas de ovicaprinos y un molar de Bos taurus - b) En el fondo de la galería principal: - Varios fragmentos de un vaso a mano, similar a los anteriores, grueso y de color negruzco, con grandes y escasos desgrasantes de cuarzo y de calcita. Son tres grandes fragmentos de panza y borde de un vaso de perfil troncocónico, con el borde recto y con el labio ligeramente vuelto hacia el exterior, decorado con impresiones en la arista profundas y perpendiculares. 5. C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Prehistoria y Arqueología.

93. Cueva del Cubillo 1. Ogarrio (Ruesga) Z: 224 m En la zona baja de la ladera, cerca del reborde del valle de Ogarrio, sobre una surgencia.

4. En el fondo de la cueva se conserva en la parte derecha, un testigo, bastante grande, de unos 80 cms. de espesor, de un conchero de Cepaea nemoralis, muy rico en conchas de este animal, además de una valva de Mytilus sp., una de Ostrea edulis, abundantes restos óseos, entre los que destaca un fragmento grande de mandíbula de Capreolus capreolus, una lasca de sílex, cantos de arenisca, carbones, etc. Hacia la mitad de la cueva y junto a la pared derecha, en un área de goteo, aparece un fragmento mesial de lámina y una lasca de sílex. 5. C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 94. Cueva del Prado de la Cueva 1. Ogarrio (Ruesga) Z: 385m Sector medio de una prolongada ladera, relativamente alejada del fondo del valle de Ogarrio. 2. Cueva de corto desarrollo y de boca amplia, abierta en la ladera. Su vestíbulo es recto y su única galería acaba a los pocos metros. El suelo de la cueva ha sido rebajado hasta una profundidad importante en casi toda la planta de la cueva. La cueva resulta poco habitable. 3. Depósito (?) / Edad del Bronce 4. En el lateral izquierdo de la galería se conserva un testigo de unos 80 cms. de potencia, formado por un nivel de arcillas amarillentas, estériles. En la zona media de la cueva, empotrado en el tercio superior de este nivel arcilloso, se conserva aproximadamente 1/5 de un vaso cerámico. Se trata de una vasija de superficie lisa, de pastas pardo rojizas, con desgrasantes gruesos de calcita y superficies muy afinadas. El borde de la pieza es vuelto al exterior, a modo de olla. 6. Realizada por CAEAP 5. C.A.E.A.P. y J. Ruiz Cobo. 95. Cueva de Collusa o Cuevallusa 1. Ogarrio (Ruesga) Z: 385 m En la zona alta de una prolongada y pendiente ladera, alejada del valle, en posición dominante.

183

La información arqueológica

2. Cavidad con boca amplia, orientada al Oeste, que da acceso a un gran vestíbulo llano, donde se ha construido un muro para su utilización como establo. En la parte derecha tiene un reducido laminador que acaba pronto. Toda esta parte de la cueva está rellena por bloques. La galería principal se estrecha y desaparecen los bloques, terminando la cueva. En este punto aparece una gran calicata antigua, de 8 x 5 m y de unos 30 cms. de profundidad, donde se observan niveles arcillosos de aspecto estéril. 3. Sepulcral. Bronce Antiguo. 4. En la pequeña galería de la derecha y en sus proximidades se hallaron los siguientes materiales: a) 14 fragmentos de una vasija de color siena, con restos de engobe rojizo por el exterior y ocre en el interior, con el alma negruzca y desgrasantes gruesos de cristales de calcita. El tratamiento superficial es afinado. Es de perfil troncocónico, con carena alta. El borde es ligeramente vuelto al exterior y la sección del labio es aplanada, por la existencia de ungulaciones en la arista en disposición oblicua. El diámetro de boca es de unos 155 mm. b) 1 fragmento de panza, con arranque de base plana, de una vasija pequeña realizada a torno. Es de color ocre claro en el exterior y rojizo en el interior, y presenta desgrasantes muy finos de mica. c) 1 núcleo de sílex de color grisáceo con dos frentes regularizados, a modo de raspador. d) 1 fragmento pequeño de canto de arenisca. e) 1 fragmento de cúbito y 1 costilla humanos. f) Restos paleontológicos: 2 molares de Equus caballus, 2 fragmentos de mandíbula de ovicáprido, 5 molares y 1 diente de Sus sp. y 1 metápodo de Cervus elaphus. Además se localizaron algunos huesos no significativos y 2 esquirlas óseas con marcas de procesado (muescas inversas). g) A principios de siglo se hallaron 3 espadas de bronce, sin que se conozca el lugar exacto de procedencia dentro de la cueva. Se trata de tres espadas de remaches, fabricadas en bronce. Una de ellas presenta un espigo incipiente y la punta fracturada. Sus medidas son 438 mm de longitud, por 92 de anchura y un espesor de 3,4. Pesa 450 gramos. Presenta tres perforaciones para los remaches a cada lado del espigo. La segunda espada, sin espigo, conserva dos perforaciones de remachado y evidencia de otras. Probablemente, como las demás, presentaba seis remaches. Sus medidas son 424 x 93 x 2,8 mm y su peso de 425 gramos. La tercera tampoco

184

presenta espigo y conserva bien la zona de remaches. Sus medida son 503 x 97 x 3 mm y su peso de 490 gramos. Este lote ha sido estudiado por diversos autores, como Jorge Aragoneses (1953) ó Almagro Gorbea (1976 a y b), entre otros. 5. El yacimiento ha sido vuelto a localizar y estudiado, tras el descubrimiento de las espadas, por el grupo CAEAP. 6. C.A.E.A.P. 7. Las tres espadas de bronce se conservan en la colección del Instituto Valencia de San Juan, de Madrid. El material recogido por el CAEAP está depositado en el Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander. Referencias. Yacimiento: Serna y Malpelo (1993). Material metálico: Jorge Aragoneses (1953), Mata Carriazo (1963), Almagro Gorbea (1976a, 1976b). 96. Cueva de Campuvijo 1. Ogarrio (Ruesga) Z: 139 m Se abre a la derecha y por encima de la surgencia de Campuvijo, en la zona baja de la ladera, cerca del fondo plano del valle secundario de Ogarrio. 2. Cavidad de 900 metros de desarrollo, todavía activa. La boca superior, situada a la derecha y por encima de la surgencia es relativamente amplia, comunicando con un vestíbulo recto y ascendente, que continúa recto por un laminador que se ciega a los pocos metros. A la izquierda del vestíbulo se abre un laminador que inmediatamente se bifurca, hacia la derecha por un laminador muy largo que comunica con el sistema y hacia la izquierda por un laminador estrecha que se va reduciéndose hasta cegarse a los pocos metros. Se trata de una cavidad de desarrollo difícil y laberíntico. 3.

Hábitat. Mesolítico Depósito. Prehistoria cerámica Indeterminado. Medieval

4. En la pared izquierda del vestíbulo y en los primeros metros del laminador de la izquierda aparecen restos, bastantes grandes, de un potente conchero de Cepaea, que incluye abundantes restos óseos. En la rampa del fondo del vestíbulo aparece un fragmento de cerámica tosca y gruesa, lisa, de color pardo, con desgrasantes de calcita. Unos metros hacia el interior y junto a la pared izquierda hay un fragmento similar. A los pocos metros de la entrada del laminador de la derecha y

La información arqueológica

en un pequeño entrante de la pared, se encuentran algunos huesos y un fragmento grande de cerámica, de panza, de color pardo, a torno, de cronología medieval. Y por último, en el fondo del laminador de la izquierda, se han localizado abundantes restos óseos de herbívoros y un fragmento de cerámica, de unos 5 mm. de espesor, realizado a mano y con desgrasantes gruesos de calcita, de color negruzco. 5. CAEAP y V. Crespo Lastra 6. Realizada por C.A.E.A.P. 97. Covacho de Campuvijo 1. Ogarrio (Ruesga). Z: 138 m En la zona baja de una ladera, muy cerca de la surgencia, unos metros a la izquierda de la boca superior de la cueva de Campuvijo. 2. Se trata de una pequeña cavidad conformada por un abrigo y un laminador labrado en su fondo. Presenta un abrigo corrido, aunque poco profundo, desde el que se interna, por el extremo izquierdo por un pequeño vestíbulo ascendente, en el fondo del cual hay un estrechamiento que conduce a un largo laminador impracticable, colmatado por el yacimiento. El abrigo reune buenas condiciones de uso para el hábitat. 3. Hábitat: Mesolítico 4. En el extremo izquierdo del abrigo de entrada se observan abundantes piezas en superficie: Industria lítica - Un raspador microlítico sobre lasca, con un diseño que tiende a unguiforme - Un fragmento proximal de lámina con retoques marginales inversos en un borde - Un buril diedro de ángulo sobre lasca secundaria - Una lámina simple - Una lámina de decorticado secundario - Una lasca de decorticado primario y otra de decorticado secundario - Varias lascas simples, todas de sílex Fauna - Algunos restos óseos: un molar de un individuo viejo de ciervo (Cervus elaphus) y ocho esquirlas óseas - Cuatro conchas de Cepaea nemoralis. En la galería colmatada se observan una veintena de conchas de Cepaea nemoralis, una mandíbula de Sus scropha y esquirlas óseas y huesos troceados.

98. Cueva del Mar 1. Ogarrio (Ruesga). Z: 139 m En la pared de un pequeño relieve de tipo hum situado en la llanura fluvial del valle de Ogarrio, a escasa distancia del actual cauce del rio. 2. Cavidad de unos 80 metros de desarrollo de boca alta y estrecha, que da paso a un vestíbulo recto, ligeramente descendente, que continúa por una galería recta, con algunos ensanchamientos. En la pared derecha de esta galería aparece un tubo colgado a 2 metros de altura, de reducidas dimensiones, y que llega hasta una bifurcación, de donde parte un largo laminador hacia la derecha, y otro hacia la izquierda, de mayores dimensiones y bastante húmedo. La galería principal sigue recta y llana hasta alcanzar la pronunciada pendiente que termina en una boca obstruida por tierra, con un gran cono de derrubios. 3. Depósito: Calcolítico-Bronce Depósito: Edad del Hierro 4. En el fondo del vestíbulo y junto a la pared izquierda, en un recodo, aparecen dos fragmentos de cerámica a mano, tosca, pertenecientes al cuello y al borde de una orza ovoide. Uno de ellos presenta decoración, y el otro mas fino, es liso y de color negro. Presentan desgrasantes de calcita. En el ensanchamiento que hay a pocos metros y junto a la pared derecha se localizó un fragmento de la parte inferior de una orza ovoide, con aplicación de barro plástico y dedadas. En el mismo punto aparecen carbones. Por último, en el cono de derrubios que tapa la segunda entrada se ha localizado un estrato grueso, de textura arcillosa, en que se ven abundantes restos de fauna de especies domésticas, así como fragmentos de carbón. En la base de este corte, y procedente del mismo, se localizó un fragmento de una olla de perfil en “S”, lisa. 5. C.A.E.A.P. y V. Crespo Lastra. 6. Realizada por C.A.E.A.P. SECTOR 21. HELGUERO 99. Cueva de La Cueva (Ramales) 1. Los Valles (Ramales). Z: 116 m En el reborde de la cubeta formada por el valle del Asón, a escasa distancia de su confluencia con el Gándara. La boca se abre en la base de la ladera, a unos 500 m del cauce del cauce del río, en un paisaje de valle.

5. C.A.E.A.P. y V. Crespo Lastra. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

185

La información arqueológica

2. Cavidad de fácil localización, situada en la zona baja de la ladera. La boca, de tamaño medio aunque baja, da paso a un vestíbulo amplio y descendente, que tras unos pocos metros lleva a una sala que a su izquierda continúa por un colapso accesible y hacia la derecha por una galería amplia, de difícil acceso y que no ha sido explorada. 3. Depósito Sepulcral. Calcolítico / Bronce. 4. La cueva está muy vaciada, desde poca distancia de la boca, para la extracción de tierras. En un corte del relleno original, situado en el lateral derecho del vestíbulo, se observa un nivel con abundantes restos óseos. En el fondo el vestíbulo, entre las abundantes piedras calizas, se observan varios cantos de arenisca, algunos fragmentos de cerámica tosca con decoración plástica, restos óseos de bovinos, así como restos humanos, destacando por su conservación un fragmento de tibia humana. 5. C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 100. Cueva de Cucurrío 1. Los Valles (Ramales). Z: 173 m La boca se abre en la zona media-baja del reborde del valle, en la 2. Cavidad con entrada preparada como aprisco, con una boca no muy grande, que da acceso a un gran vestíbulo, bajo y poco iluminado, utilizado para la estabulación, donde aparecen limos amarillentos estériles, con abundante goteo. La cueva se prolonga por una rampa ascendente con bloques, que termina a los pocos metros de recorrido. 3. Depósito: Calcólítico- Bronce 4. Aparecen fragmentos de cerámica y algunos restos óseos en la superficie de un entrante, en la pared izquierda, ya en la rampa final de la cavidad. Evidencia arqueológica: El material arqueológico está formado por un incisivo de Bos taurus, varias esquirlas óseas, carbones y un fragmento de cerámica de un vaso de tipo orza ovoidea, con interior negro y barro plástico aplicado con dedadas por el exterior. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. y J. Ruiz Cobo. 6. Realizada por C.A.E.A.P.

186

La información arqueológica

6.2. ESTACIONES AL AIRE LIBRE 6.2.1. Conjuntos megalíticos Los túmulos estudiados en la zona de trabajo se agrupan en cuatro series o conjuntos, en diferentes cordales. 1. Conjunto del cordal Monte del Prado / La Montera. Se trata de un cordal de unos 8 km de longitud, de dirección Norte – Sur, que forma el lateral Oeste de la cuenca del Río Calera. Sus sustratos son variables, desde las areniscas albenses en la mitad sur, las limolitas y argilitas en la zona media y las calizas en el tercio norte. Las manifestaciones megalíticas sólo aparecen sobre los sustratos detríticos. Este conjunto fué reconocido y estudiado por García Alonso (1988), que da por válidas otras estructuras. De sur a Norte, se considerado de carácter prehistórico las siguientes estructuras: 1.1. Túmulo de La Tejera. 1. Monte del Prado (Soba). Z: 753 Se encuentra en un rellano en la parte más alta del cordal, una vez superado, hacia el sur, la cota 798, del Monte del Prado. 3. Estructura tumular. 4. Estructura tumular de 13.70 de diámetro NorteSur, por 15.10 de diámetro Este-Oeste y con una altura de 1.30 m. Construido por bloques de piedra arenisca, procedentes probablemente del resalte situado unos 100 m al Sur producido por la ruptura de pendiente que afecta a los paquetes detríticos de disposición subhorizontal. Presenta un marcado pozo de violación y en su lateral oeste aparece una importante alteración por extracción de bloques, con un diámetro de 2.30 x 3.50. En el lateral Sur de la depresión central aflora un ortostato de arenisca hincado que debe formar parte de la cámara, con una longitud de 0.83 m, una altura visible de 0.40 m y un espesor de 0.17. 5. Localizada y publicada por Gorrochategui y Yarritu (1980). 8. Gorrochategui y Yarritu (1980), García Alonso (1985), que lo denomina La Tejera 1.

1.2. Túmulo de Torre de La Bastida.

Se encuentra en el collado formado entre La Casía y el Alto Torre de La Bastida, en una finca particular cubierta por prado de siega. 3. Estructura tumular. 4. Se trata de un túmulo claro y bien conservado, con un diámetro norte- sur de 13.50 m por 14.50 Este –Oeste y una altura de 1.10 m. No se observan bloques en su superficie y presenta un pozo de violación suave, aunque marcado. 5. Localizado y estudiado por M. García Alonso. 8. García Alonso (1985). 1.3. Túmulo de La Casía 1. La Cistierna / Busta: La Casía Z: 692 Se encuentra en el mismo cordal que los anteriores, en posición destacada, en la cumbre llamada Alto de la Casía. Se trata de una zona de sustratos detríticos, de relieves suaves que forman grandes lomas. El punto donde se encuentra la estructura presenta una gran visibilidad sobre los dos valles. 3. Estructura tumular. 4. Estructura tumular de piedra y tierras, de perfil ligeramente ovalado, con un diámetro mayor de 12 m y menor de 9 m y una altura estimada de 1.30 m. Presenta un hito de vértice geodésico levantado sobre su masa tumular. Esto, unido a la zanja que afecta a su borde norte hace que se encuentre muy alterado. En la pista que conduce al monumento, en su zona de arranque, se ha localizado una pequeña lasca de sílex blanco, alóctono, sin evidencias de talla, con unas medidas de 11 x 12 x 1.5 mm, talón facetado. 5. Localizado y estudiado por M. García Alonso. 8. García Alonso, M. (1985). 2. Conjunto del cordal de Landias a Fresnedo. Situado en la sierra que desde Landias va hacia el pueblo de Fresnedo. Este cordal desciende, en sentido Sur – Norte, desde los 800 m hasta el valle del Gándara. La mitad inferior está formada por areniscas albenses y la superior por litologías detríticas de la facies de margas de Soba. Sólo en su extremo norte afloran las calizas urgonianas. Garcia Alonso (1985) cita en este cordal cuatro posibles estructuras, en algunos casos de carácter dudoso. En nuestra opinión, derivada de la revisión en el campo de estas manifestaciones, pueden considerarse válidas la de Landias y con dudas la denominada por el autor Corunias 2.

1. Herada, Soba. Z: 665

187

La información arqueológica

Industria lítica. Estructura tumular de La Canal – 2. Ref Lc1 Lc2 Lc3 Lc4 Lc5 Lc6 Lc7 Lc8

L 24.4 20.6 20.7 10.7 12 14.4 90 64

A 12.5 22.2 16.4 10.1 6.5 16.5 56 62

E 3.2 3 3.1 6 3.2 5.8 32 59

Soporte Lms Frlm Ld3 Frlc3 Lmt3 Ld2 Canto Canto

TL. FR AB FR AB PT CT ST ST

M.P. Retoque Sxblanco/alt Spcb Sx. gris Apci/Aped/Apci Sx.blanco(lit) Sin retoque Sx.hialino Sin retoque Sx.hialino Sin retoque Sx.negro mt local. Sin retoques Cta roja Sin marcas Cta gris Sin marcas claras

2.1. Túmulo de Landias

3. Estación megalítica de Beralta

1. Landias. Z: 750. Se encuentra en un collado, en el arranque del cordal, en su extremo meridional. Está situado en una finca particular, cubierta por prado de siega, a escasos metros de la carretera que lleva al Portillo de Los Tornos.

1. Ladera Este del Monte Beralta (Ruesga). Z: 450 a 486 m. s.n.m. Se encuentra en la ladera Este del Monte Piluca, inmediatamente al Este de la estribación de Beralta. Se trata de la zona alta del cordal, en el flanco que se dirige el puerto de Cruz de Usaño. Se accede por una pista madedera que sale de lo alto del puerto de Cruz de Uzano, hacia el oeste. Se sigue la pista en torno a un kilómetro hasta abandonarla en la parte cercana al alto. Desde allí se accede hasta la línea divisoria, donde en un rellano de ladera se encuentran los túmulos. Se trata de una zona caliza, calizas aptenses, con algunos bancos detríticos. Vegetación de monte bajo, en zonas con eucaliptal ahora retirado. Aparecen algunos tocones de encina y algunas encinas dispersas.

3. Estructura tumular. 4. Estructura tumular de planta circular, con un diámetro Norte – Sur de 11.20 por 12.60 Este – Oeste y una altura de 1.35 m. No se aprecia pozo de violación. Según el dueño del terreno, hace algunas décadas, para poder utilizar la segadora, se rebajó algo la altura de la estructura con maquinaria pesada, allanándose su parte superior y echando tierra en los bordes, lo que explicaría la falta de pozo central. 5. Localizado y estudiado por M. García Alonso. 8. García Alonso, M. (1985).

2.2. Túmulo de Corunias 2 1. Z: 690. Se encuentra en una amplia campa formada en un rellano del cordal, a algo más de un kilómetro al Sur de Fresnedo, en el extremo del mismo. 3. Estructura tumular. 4. Estructura cubierta por prado de siega, en que aparecen bloques y piedras de arenisca, y se aprecia un cierto rehundimiento central. Su planta es ligeramente alargada, con un diámetro norte – sur de 7 m por 8 m en sentido este – oeste, y una altura de un metro. Aunque es posible que se trate de una acumulación de bloques relacionada con la limpieza del prado no puede descartarse tampoco que se trate de una estructura prehistórica. 5. Localizado y estudiado por M. García Alonso. 8. García Alonso, M. (1985).

188

3. Conjunto tumular 4. Se han localizado tres estructuras tumulares. Beralta 1 es un pequeño túmulo, de unos 3 metros de diámetro y 30 cms. de altura. Túmulo de piedra y tierras y 7 lajas de formato bloque de arenisca. Beralta 2, similar pero algo mayor, está situado a unos 30 metros hacia el este, en la misma línea de cumbres. Beralta 3 es una estructura tumular de unos 7 a 8 m de diámetro y 50 cms. de altura, tierra y piedras y bloques de arenisca. Está situada también a unos 40 metros de la anterior. Presenta su perímetro deformado por la maquinaria pesada. Está cercano a una linde en cárcava. En una estribación situada al sur del conjunto, a unos 400 m, aparece un hito (Beralta 4) de unos 80 cms. de altura por 25 x 30 cms. en la base. Arenisca o calcarenita, lados debastados. Sin grabados visibles. 5. Localizado durante la prospección asociada al estudio de la Prehistoria Reciente de Matienzo (Ruiz Cobo, J. y Smith, P.) 8. Ruiz Cobo y Smith (2002).

La información arqueológica

4. Estación megalítica de La Canal de Ancillo

4.2. Túmulo de La Canal -2

La estación se encuentra en un amplio rellano formado en el arranque de la Canal de Ancillo, sobre valle del río Gándara, conocido con el topónimo de Hoyos de La Canal. Se trata de una extensión en forma de collado, más o menos llana, situada sobre el contacto entre las calizas urgonianas y las facies de calizas margosas y margas hojosas de tipo sobano. En concreto los túmulos se asientan sobre la segunda litología. Los suelos de la zona presentan una capa de arcillas basales, formada sobre las calizas margosas, y sobre ella un horizonte de concentración de materia orgánica.

1. Z: 709. En el collado de La Canal de Ancillo a unos 30 metros al sur de la pista que lo recorre en sentido Este – Oeste. Se encuentra a 150 metros al Oeste del anterior. 3. Estructura tumular. 4. Se trata de una acumulación de tierra del entorno, arcilla, así como de piedras de arenisca, de caliza margosa y algunos bloques de caliza recifal, cubierta parcialmente por prado de diente. Esta muy afectado por la maquinaria pesada, que ha retirado la capa de hierba y lo recortado entre 15 y 20 cm de altura. En el entorno del túmulo aparecen algunos grandes bloques de caliza que ha levantado la maquinaria. Las medidas de la masa tumular son, en sentido Norte – Sur 15.20 m y en sentido Este Oeste: 15.1 m. La altura es de un metro aproximadamente. Se aprecia que la zona central mantiene la cobertera de herbáceas de diente, que se ha perdido en su periferia, por lo que se ve que tenía pozo de violación. Se observan algunos bloques de tamaño medio en la zona central de la estructura.

Se trata de una zona de alto valor estratégico pues por este collado pasa el antiguo camino, una senda empedrada para caballerías, que comunicaba el valle de Soba con la cubeta de Ramales. El conjunto está formado únicamente por dos estructuras tumulares y fue localizado de forma accidental, durante una excursión, en el año 2004, por uno de los autores. Una de las estructuras había sido recientemente alterada por maquinaria pesada, al parecer en relación con la construcción de un invernadero en la zona inmediada. Como consecuencia de ello, en la superficie de una de las estructuras aparecía una breve serie lítica, entre la que destacaba una punta de flehca de sílex. El conjunto se recogió para evitar su pérdida o deterioro por la maquinaria y se entregó en el Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. A continuación se describen los dos túmulos que forman el conjunto. 4.1. Túmulo de La Canal -1 1. Z: 712 (F4). En el collado de La Canal de Ancillo a escasa distancia de la pista que lo recorre. 3. Estructura tumular. 4. Se trata de un túmulo situado en un prado de siega, cubierto por tanto de suelo, con una clara y amplia depresión central. Su lateral Sur está afectado por el reborde de la pista y por la tapia anexa que lo han deformado sensiblemente. Su diámetro Norte-Sur es de 11.1 m, y en sentido EW 14.5 m. La altura estimada es un metro y el pozo de violación mide 3.4 x 4 m, manteniendo la planta oval del túmulo. 5. Localizado de forma accidental durante una excursión a la Canal de Ancillo por J. Ruiz Cobo, en el año 2004.

Sobre la tierra revuelta de la superficie tumular se recogió una punta de flecha de sílex blanco algo quemada, cuatro lascas de sílex y dos cantos, cuyos caracteres se dan a continuación. La punta de flecha es de tipo de aletas incipientes. Está realizada sobre una lámina procedente de un núcleo de laminillas, y presenta un retoque inverso variable de simple a plano en todo su perímetro, y en la cara ventral un retoque directo simple. El sílex es blanco, pero está muy alterado por la exposición al calor. Se trata de una pieza delicada, y de tamaño reducido, aunque muy correcta formalmente. La otra pieza retocada del conjunto es un trapecio de base muy cóncava, realizado sobre sílex gris, de una variante foránea. La muesca está realizada con un retoque abrupto, alterno y profundo. En cuanto al dorso está logrado mediante retoques abruptos marginales y parciales bidireccionales. No se aprecian marcas de uso en el filo. La forma general de la pieza, de triángulo equilatero, y una pequeña fractura en la cúspide del mismo, sugiere un uso como punta de flecha, más que como componente de un útil mixto. 5. Localizado de forma accidental durante una excursión a la Canal de Ancillo por J. Ruiz Cobo, en 2004. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria.

189

La información arqueológica

6.2.2. Hallazgos de material arqueológico al aire libre

litoral. Métrica: 25-22-8. Presenta retoques de pisado, y está fracturada. 5. Localizado por grupo C.A.E.A.P.

1. Hallazgo de Linares 1. Linares (Arredondo) Z: 600 m En el reborde de un amplio rellano de montaña, a unos 400 m sobre el fondo del valle. 3. Hallazgo lítico descontextualizado. 4. Hallazgo aislado, producido en una pista forestal, que parte de la carretera que conduce de Arredondo a Alisas. La pieza se localizó dentro del nivel de arcillas que conforma la base del horizonte húmico. Evidencia arqueológica: Se trata de una lasca de decorticado 2º, con talón cortical. Sílex negro mate local. Métrica: 39-29-11. Presenta un retoque S-m-d-c, en un lateral. En la cara inversa presenta evidencias de utilización de ese mismo filo. 5. Localizado por grupo C.A.E.A.P. 2. Hallazgo de Valline 1. Valline (Arredondo). En la pista que lleva desde la carretera Arredondo- Alisa hasta la cabaña de Valline. 3. Hallazgo lítico descontextualizado. 4. El material aparece en las arcillas que forman el sustrato. Evidencia arqueológica: Lasca laminar de talón fracturado. Fabricado en una variante del sílex melado, de procedencia litoral, pero muy patinado en blanco. Métrica: 32-17-5. Presenta evidencias de uso en un borde y retoques accidentales. 5. Localizado por grupo C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander (lote 10.758). 3. Hallazgo de Llaneces 1. Llaneces (Ruesga Z: 345 m En una suave ladera, cerca de un collado, en un gran rellano sobre el valle del Asón, aguas abajo de Arredondo. Se trata de una zona de relieves suaves, alomada. 3. Hallazgo lítico descontextualizado. 4. Hallazgo aislado, producido en el suelo de una pista que sale del antiguo camino que llevaba de Arredondo a Riba, por el monte. La pieza se localizó dentro del nivel de arcillas que conforma la base del horizonte húmico. Evidencia arqueológica: Lasca simple, con talón facetado. Sílex gris sucio, muy hidratado y patinado, de grano grueso, probablemente de procedencia

190

4. Hallazgo del Camino a Coventosa 1. Val de Asón. 3. Hallazgo lítico descontextualizado. 4. El material lítico se encontraba en la superficie del camino, entre las arcillas. Evidencia arqueológica: Núcleo de sílex de mala calidad, con córtex, muy patinado y en mal estado de conservación. 5. Localizado por grupo C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander (lote: 3157). 5. Estación de superficie Beralta –5 1. Cruz de Usaño (Ruesga) En una pista maderera que sale del puerto de Cruz de Usaño, en la cara Este del Monte Beralta, a unos 250 metros de distancia de la carretera. 3. Hallazgo lítico descontextualizado. 4. El material lítico aparece en el horizonte de lavado de un suelo de tipo podsol, muy rico en materia orgánica, inmediatamente bajo el horizonte A. Evidencia arqueológica: Se localizaron 2 piezas de sílex. Sigladas como Beralta-Uzano 1, y 2. Una lasca de sílex blanco y un fragmento roto por flexión de lámina en sílex blanco rosado, con retoques de uso como la anterior. Se recogió tambien un fragmento de almeja. 5. Localizado durante la prospección asociada al estudio de la Prehistoria Reciente de Matienzo (Ruiz Cobo, J. y Smith, P.) 7. Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de Santander. 8. Ruiz Cobo y Smith (2002). 6. Estación de superficie del Tonduco 1. San Pedro (Soba) En ladera tendida, cerca de un amplio rellano situado sobre la aldea de San Pedro. Se trata de una ladera orientada al Sur, de sustratos calcáreos, cubierta por matorral bajo de ericáceas y que actualmente sufre una fuerte erosión por escorrentía. 3. Hallazgo lítico descontextualizado. 4. En los pequeños surcos producidos por la escorrentía, y en el fondo del camino carretero que cruza la ladera, aparecieron en la década de los años 80, varios sílex, algunos de métrica reducida. Evidencia arqueológica: Restos de talla.

La información arqueológica

Se ha comprobado la existencia de abundantes fragmentos de sílex, en la variante negra aptense, algunos con córtex. La mayor parte no presentan un facetado antrópico claro, por lo que su carácter de yacimiento arqueológico es dudoso. 5. Localizado por grupo C.A.E.A.P. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. 7. Hallazgo de superficie de Villar de Soba 1. Villar (Soba). El hallazgo se produjo en una ladera tendida. 3. Hallazgo descontextualizado. 4. La pieza fue encontrada por un vecino de la localidad (Fernández Acebo 1991). Un caballo que llevaba la desenterró. La revisión del lugar no dió ningún resultado positivo y en el lugar donde se localizó la pieza no se aprecia ningún tipo de estructura exenta o soterrada. Se trata de una punta de lanza de hierro, de 23,4 cm de longitud de hoja, de sección plana y enmange cónico cerrado. 5. Localizado accidentalmente por un vecino de Soba. Fue publicado por V. Fernández Acebo. 7. Museo Regional de Arqueología y Prehistoria. 8. Fernández Acebo (1991). 8. Material de (Arredondo).

superficie

de

La Maza

1. Barrio La Maza (Arredondo). Z: 186 m El posible yacimiento se situa en un rellano de ladera, sobre el pueblo de Arredondo, a unos 25 m. de altura sobre el fondo del valle, a pocos metros al oeste de la ermita de los Santas Mártires. Se trata de una zona orientada al sur, con condiciones óptimas para el hábitat. 3. Hallazgo descontextualizado. El material probablemente indica la existencia de un hábitat de época medieval en este altozano. 4. Los materiales aparecen en el corte de una huerta, en un pequeño talud sobre un prado de siega, a unos 20 m al oeste de la ermita, en el nivel superficial. Material arqueológico: Se trata de dos bordes de vaso a torno, una pequeña punta de hierro, de sección cuadrada y dos lascas de sílex. 6.2.3. Necrópolis medievales En el área de estudio se dispone de información sobre la existencia de ocho necrópolis de lajas, todas ellas situadas en núcleos rurales.

1. Necrópolis de Barruelo 1. Barruelo (Ruesga) Z: 275

En la puerta del cementerio y como consecuencia de unas obras de movilización de terrenos relacionadas con su ampliación, aparecieron diversas tumbas formadas con lajas verticales y otras dispuestas en sentido horizontal. Una de las tumbas aparecía seccionada transversalmente cuando fue investigada por R. Bohigas. Se trata de una tumba de lajas orientada de este a oeste, con una longitud de 1.70 y una anchura en los pies de 0.23 m. Esta autor, al limpiar de tierra la tumba, recogió varios huesos humanos del esqueleto, entre ellos una tibia, un peroné y una vértebra, que corresponden a un individuo adolescente, próximo ya a la edad adulta. 5. R. Bohigas. 8. Bohigas Roldán (1986). 2. Necrópolis de Aja 1. Aja (Soba) Z: 620 En los años 30 del siglo pasado, como consecuencia de realización de obras en la torre de la Iglesia de Aja aparecieron diversos dientes y otros huesos humanos, que al parecer procedían de una necrópolis de lajas situada en torno a la iglesia (Bohigas Roldán 1986). 5. R. Bohigas. 8. Bohigas Roldán (1986). 3. Necrópolis de Fresnedo 1. Fresnedo (Soba). Z: 535 R. Bohigas recoge la noticia de la aparición, en torno a la iglesia parroquial de este pueblo, de una tumba de lajas (Bohigas Roldán 1986). 5. R. Bohigas. 8. Bohigas Roldán (1986). 4. Necrópolis de Las Pilas 1. Las Pilas (Soba) Z: 350 En el lugar denominado “Mies de la Iglesia” o “San Miguel”, aparecieron en los años 60 del pasado siglo varias sepulturas de losas, como consecuencia de la realización de trabajos de arado. Las lajas que formaban la estructura de las tumbas se reutilizaron en la construcción del muro del camino de la actual iglesia. Al parecer todas las tumbas contenían su esqueleto y en una de ellas apareció un esqueleto de 1.90 m de altura. 5. La noticia de este hallazgo fue recogida por M. García Alonso. 8. Bohigas Roldán (1986).

191

La información arqueológica

5. Necrópolis de Rozas 1. Rozas (Soba) Z: 390 4. Se cuenta con una referencia bibliográfica a la aparición de sepulturas realizada con lajas: Posteriormente se hicieron algunos enterramientos en la parte exterior de la iglesia, precisamente en el camino que hoy la separa del contiguo cementerio, donde hasta época muy reciente todavía podían observarse sendas losas puestas de canto, indicadoras de las sepulturas (Sainz de los Terreros 1944). 8. Sainz de los Terreros 1944. 6. Necrópolis de Sangas 1. Sangas (Soba). Z: 390 En un huerto de la localidad –propiedad de un vecino llamado Marcelino- aparecieron tumbas realizadas con piedras hincadas, según una noticia recogida por M. García Alonso. 5. Noticia recogida por M. García Alonso 8. Bohigas Roldán 1986. 7. Necrópolis de San Martín 1. San Martín (Soba). Z: 620 Junto a la iglesia se encontró una tumba de losas verticales tapada por losas horizontales, sobre la misma se disponía un pequeño túmulo de tierra. (Bohigas Roldán 1986). 5. Noticia recogida por R. Bohigas. 8. Bohigas Roldán 1986. 8. Necrópolis de Villar 1. Villar (Soba). Z: 360 En las inmediaciones de la parroquia de Villar de Soba, en un corte del terreno practicado al hacer una bolera, aparecieron varias cistas. Se recuperaron algunos materiales: cerámicas vidriadas y no vidriadas, destacando algún fragmento pintado, clavos, algún aplique metálico y lo mas significativo, una moneda de los Reyes Católicos (García Alonso y Bohigas Roldán 1995) 5. R. Bohigas y M. García Alonso. 8. García Alonso y Bohigas Roldán (1995).

192

La información arqueológica

6.3. CUEVAS YACIMIENTO

CON

INDICIOS

DE

1. Torcón de Muesa o Cueva Bornea 1. El Portillejo (Arredondo Z: 540 m Rellano alto. 2. Torca anular de unos 15 metros de profundidad, que da acceso a una sala amplia en cuyos laterales aparece el material arqueológico. La entrada en forma de sima es amplia, y desemboca en una gran sala, con algunas formaciones calcáreas. 3. Depósito: Prehistoria indeterminada 4. En los laterales de la sala donde desemboca la sima, aparecen abundantes concentraciones de carbón vegetal y ceniza, con restos óseos calcinados de Capra sp. y Bos sp. 5. El yacimiento fue localizado durante un programa de seguimiento arqueológico derivado de la instalación de una estación repetidora en el monte El Portillejo, llevado a cabo por el grupo GAEM. Los resultados de este programa se recogen en Muñoz y otros (2002). 6. Expedición Británica a Matienzo. 8. Muñoz y otros (2002). 2. Sima de la Calaca 1. Astrana (Soba) Z: 1.060 m Sima perteneciente al sistema de las torcas del Crucero, de 8000 m de desarrollo y 112 m de desnivel. Situada en la parte alta del valle en una zona de relieve muy abrupto, por encima de la Torca del Mortero de Astrana. 2. Posee tres bocas de acceso en sima de hundimiento, de unos 28 metros de altura, comunicando con una espaciosa e irregular sala con abundantes bloques. Continúa por galerías de amplias proporciones, y da acceso al sistema de torcas del Crucero, de 8 km de desarrollo conocido. 3. Sepulcral (?): Indeterminado (Arrojo, o depósito). 4. En la superficie de la sala, un equipo de espeleólogos, encontró 2 frontales humanos de aspecto antiguo. Se encuentran en la superficie de la gran sala de entrada, entre piedras, al fondo del cono de derrubios. 5. La sima fue reconocida por el grupo S.E.I.I. (Sección Espeleológica de Ingenieros Industriales de Madrid). El descubrimiento de los restos humanos se debe a grupos de espeleólogos. 6. Realizada por S.E.I.I.

3. Cueva del Hotel Palas 1. Manzaneda (Sobas). Z: 600 Se sitúa en un pequeño rellano de ladera, formado por una amplia dolina, cerca de la cueva de Cojueros, siendo difícil de localizar. 2. Se abre al fondo de una profunda dolina, de paredes verticales, siendo necesario utilizar métodos de escalada artificial en los últimos cuatro metros para su acceso. La boca, de amplias proporciones, da acceso a un vestíbulo muy descendente repleto de bloques de gran tamaño, que se prolonga por una galería descendente con bloques grandes para desembocar en una galería bastante llana, con algunos pozos de agua, hasta cegarse por una colada. 3. Indicios de utilización como cueva depósito o cueva refugio. 4. En la parte baja de la rampa de bloques, situada a unos 30 m de la boca y en recovecos situados en su base, se observan restos de ovicápridos: maxilares, tibias y otros huesos largos, asociado a acumulaciones de carbón y a un fragmento de canto de arenisca, ligeramente pulido. Todo ello parece estar dispuestos sobre un primitivo suelo ahora oculto por la capa de bloques. En varios puntos de la galería del fondo de la cueva aparecen concentraciones de carbón, algunos parcialmente recubiertos por una fina capa de concreción, siendo especialmente notable uno situado en el borde de una colada estalagmítica situado en el fondo de la cavidad. En la cúspide de dicha colada y en las oquedades de la misma, se conservan fragmentos de carbones. En el entorno de estas concentraciones de carbón se aprecian, en los pozos de goteo, abundantes restos troceados de ovicaprinos, de origen dudoso. 5. Reconocida e investigada por CAEAP, J. Ruiz Cobo y P. Smith. 6. Realizada por CAEAP 7. El nombre de la cueva fue puesto, según un habitante de Manzaneda, por un aldeano ya desaparecido. Con este nombre es recogida ya por C. Mugnier entre las cuevas no visitadas del Alto Asón (Mugnier 1969). 4. Abrigo encima de la surgencia del Gándara 1. Cañedo (Soba) Z: 645 m En un abrigo abierto en un rellano del farallón que hay sobre la surgencia del Gándara, a unas decenas de metros bajo los taludes de la carretera que lleva a los Collados del Asón. Se trata de un collado en posición dominante, en la misma cabecera del valle. 2. Cavidad con un amplio abrigo, en cuyo lateral derecho aparece una galería de pequeño tamaño, de medio metro de diámetro y de pocos metros de

193

La información arqueológica

recorrido, en forma de gatera ascendente, que termina en una salita muy baja. En el extremo izquierdo hay una galería descendente, forzada, que da acceso a un sistema complejo. 3. Indeterminado / Edad Media 4. En la pequeña galería de la derecha, en un nivel de arcillas amarillentas, se observan algunas esquirlas óseas semifosilizadas, una de las cuales presenta una muesca inversa, de procesado. En la salita final y en superficie, se observó un fragmento de panza lisa, de color pardo con el interior rojizo, realizado a torneta. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. y V. Crespo, a principio de los años 80. Inédita. 6. C.A.E.A.P.

2. Cavidad con boca de tamaño medio, que da acceso a un vestíbulo descendente que se prolonga por una galería de buenas proporciones, llana y con algunas concreciones. Aproximadamente a 80 m la galería desemboca en una sima. 3. Indeterminado / Edad Media 4. Hacia la mitad de la galería aparecieron los restos de una jarra, prácticamente completa, de cuerpo periforme, cuello recto y labio exvasado, con un asa de cinta. Está hecha mediante cocción oxidante, de color ladrillo. Se trata de una pieza característica de la Plena Edad Media. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 8. Muñoz y Malpelo (1995).

5. Cueva de La Loba

8. Cueva de Cerca del Tarrerón

1. Soba. Se encuentra en la misma peña y por encima de la cueva de Cabazón, siendo muy conocida por los lugareños. 2. Tiene una entrada de tamaño medio que da acceso a un pequeño vestíbulo que se ciega a los pocos metros. 4. En la misma entrada se halló una esquirla ósea de macromámifero de aspecto prehistórico. La cavidad ha sido parcialmente vaciada, excavándose en un nivel de arcillas amarillentas de aspecto esteril, para ser usada como aprisco de ganado menor. 5. Reconocida por P. García y miembros del G.E.I.S. C/R y CAEAP.

1. Soba. Pequeña cavidad situada por debajo y a unos 300 m a la derecha del Tarrerón, en el borde de un prado llano, muy visible desde el camino carretero, al borde del monte. 2. Tiene una entrada ancha y baja que continúa por un vestíbulo de unos 6 m, ancho bajo y ligeramente descendente. 3. Indeterminado / Edad Media 4. En la superficie de la entrada se localizó un fragmento de panza cerámica con un estriado grueso y separado, medieval. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 9. Cueva Lisa (Superior).

6. Cueva de La Loba III 1. Soba. Se situa a unos 30 m por debajo de la cueva de la Loba. 2. Su boca es ancha y muy baja por estar muy colmatada y da acceso a un vestíbulo muy bajo, de menos de 60 cm. de altura máxima. Desde el fondo del vestíbulo hacia la derecha la cueva continua por un laminador. Se trata de un espacio muy húmedo. 4. En el fondo de la cueva se halló, en superficie, una esquirla ósea de aspecto prehistórico. 5. P. García y miembros del G.E.I.S. C/R. y CAEAP. 7. Cueva Destra 1. Santa Marina (Soba). En la zona media de una ladera larga y tendida, en una zona cubierta por pinar de repoblación, y cerca de una cabaña a la que se accede por un camino carretero que parte de la carretera principal. Se encuentra relativamente lejos del fondo del valle principal.

194

1. Riba (Ruesga). Z: 168 Situada unos cuarenta metros por encima y a la derecha de la cueva Lisa (Inferior), siendo muy conocida por los lugareños. 2. Posee una boca amplia que comunica con un vestíbulo de buenas dimensiones, ligeramente descendente, que desemboca en una sala con una gran colada en la pared inferior. La cueva continúa por una galería amplia, a la derecha, con pequeñas gateras en la pared derecha. 4. En el comienzo de la gran colada citada aparecen algunos huesos concrecionados y en la pared existente en la parte alta de la colada se observan abundantes zarpazos de oso. 5. Reconocida por el grupo Lobetum de Cuenca que publicaron los zarpazos, considerándolos “macarronis” prehistóricos. 6. Realizada por el grupo Lobetum. 10. Cueva de La Cubía de Helguero 1. Helguero (Ramales) Z: 125 m Su boca se abre en la zona baja de la ladera, muy cerca del fondo del valle.

La información arqueológica

2. Cavidad con la entrada preparada para su uso como aprisco de ganado, con un pequeño vestíbulo poco profundo y ancho, muy húmedo. Se prolonga por un laminador, donde aparece el material arqueológico, de unos 6 metros de largo, con bloques de tamaño medio y pequeño que desemboca en una sala muy amplia, muy estalagmítica, que en el fondo se vuelve de mayores dimensiones. Desde ahí se accede al sistema activo. Se trata de una cueva grande pero con un pequeño abrigo de entrada, que resulta poco habitable. 3. Indeterminado: Medieval. 4. En el laminador aparecen algunos fragmentos de cerámica medieval, tardíos, que posiblemente corresponden a una jarra. Está realizada a torno, presenta la superficie lisa y son de color rojizo. 5. Reconocida e investigada por el grupo C.A.E.A.P. 6. Realizada por C.A.E.A.P. 11. Cueva de Cucurrío (Superior). 1. Los Valles (Ramales). Abierta unos 50 m por encima de la cueva de Cucurrio (Inferior) en medio de un sotobosque de encinar cantábrico. Es conocida por los lugareños. 2. Presenta una boca muy amplia, que da acceso a un vestíbulo de buenas proporciones, aunque algo bajo, continuando por una galería ligeramente ascendente, que termina colmatándose. 4. Junto a la base de los bloques que cubren la zona derecha del vestíbulo, se observa un nivel arcilloso de color pardo, con abundante restos de carbón, bastante espeso, sin duda de cierta antigüedad. 5. Reconocida e investigada por C.A.E.A.P y J. Ruiz.

6.4. YACIMIENTOS MAL DOCUMENTADOS 1. Cueva de Asón (Soba) 1. Cavidad situada en las proximidades de Peña Sota, muy cercana a un sendero y al Norte de Peña Sota. 2. Según información oral de sus descubridores posee una boca ancha y baja, que da acceso a una galería algo descendente que desemboca en una sala. 4. En el fondo de la cueva y en superficie, se halló un fémur humano que se conserva en el Museo Regional de Arqueología y Prehistoria de Santander. La cueva no ha sido localizada. 8. Muñoz y Malpelo (1995:129). 2. Cueva del Desfiladero del Gándara 1. Soba. Cavidad situada en el desfiladero de la entrada de Soba, probablemente cerca del pueblo de Manzaneda. 2. No ha sido identificada. La única cavidad que pudiera corresponderse con ella es la de Sobrelascuevas, que presenta una calicata antigua, donde se observa un nivel paleolítico, aunque de aspecto pobre, por lo que identificación no es segura. 5. Se conoce por la cita de un libro realizado por un médico de Soba, de la década de los años 50. Cita el hallazgo en esta cueva de piezas paleolíticas, entre ellas arpones. 8. Muñoz y Malpelo (1995:129).

6.5. OTRAS CAVIDADES DE INTERÉS 1. Cueva de Cubías Negras 1. Asón (Arredondo). Cavidad situada por encima y a la derecha de la surgencia de Cubera, bastante conocida por los lugareños, siendo su localización sencilla. 4. En el M.R.A.P. se conserva una importante colección de restos de oso de las cavernas, entregados por el Speleo Club de Dijón que debieron de realizar algún tipo de excavación en la misma. En la propia cueva, con óptimas condiciones de habitación, no se observan restos. Sólo en las amplias galerías interiores de la cueva, aparecen algunas oseras y en una de ellas se conservan algunos restos óseos. Algo más al interior aparecen algunas amplias catas de las que pueden proceder los restos, sin duda pertenecientes a un buen número de individuos. 8. La cueva ha sido citada por C. Mugnier (1969), por sus restos de oso de las cavernas, al igual que

195

La información arqueológica

la cueva de Cubera, cuyos restos no han sido encontrados. 2. Cueva de Debajo del A.E.R. 1. Manzaneda (Soba). Cavidad situada por debajo y a la izquierda de la cueva del AER, en medio de un bosque de encinar cantábrico, siendo de difícil localización. 2. Posee una entrada ancha y baja, que comunica con un vestíbulo amplio, de techo no muy alto y de suelo ligeramente descendente, que desemboca en una salita, con algunos bloques, donde se ciega el conducto. En total su desarrollo es de unos 15 m. 4. En toda la sala del fondo, y en el propio vestíbulo, aparecen abundantes restos de carbón vegetal, algunos de bastante tamaño, a veces formado espesas capas, en situación muy superficial. Podrían relacionarse con la existencia de carboneo, una práctica muy común en esta zona. 5. C.A.E.A.P. 3. Cueva 119 del Porracolina 1. Cañedo (Soba). Cavidad situada en el escarpe en cuyo pie se sitúa la cueva del Becerral; inaccesible. No ha sido explorada. 4. En su entrada C. Mugnier señala la existencia de un muro antiguo. 8. Mugnier (1969: 86).

196

La información arqueológica

6.6. PLANTAS DE CAVIDADES1 Vallina A B

0

B

9M

B’

B’

A

-17º N

A

A’

-13º

0 6M

A’ -12º

N

A

A’

-11º

A’ A

Cueva del Jaral

6M

0

Cueva de Valline I

0

6M

N

A

A’

N

A

A’

+0,4m +0,5m

A

A A’

A’

Cueva del Molino de Bustablado

Cueva del Colorao I

6M

0

0

6M

N

A

A’ A’ A

A

A A’ A’

Cueva del Colorao I

Cueva del Colorao III

197

N

La información arqueológica

A

A’

A’

N

A

Abrigo del Río de Bustablado

Cueva de La Ermita de San Juan

A. de San Juan de Socueva III 0

15M

N Friso de las pinturas

N

Abrigo de San Juan de Socueva III 0

Cueva de San Juan de Socueva 0

3M

4M C C’ C

B

C’

B’ N

N

B

B

B’

B

A

A

A

A’ A

Cueva del Portal

198

A’

Cueva de Suaria

B’

B’

A’

A’

La información arqueológica

0

4M

0

6M

A

A’

N

A

A’

N

-2m

Abrigo de Suaria La Llosa

Cueva de La Porqueriza

0

0

6M

6M

-0,40m N

N

-0,10m

A A

A’

A’

Cueva de La Llosa

Cueva del Falso Escalón

Escalón

O

9M

N N

A

A’ A A’

Cueva del Escalón

Cuvías Negras II

199

La información arqueológica

B’ A’

A

N

A

A’

B +0,80m B’ B

Cuvías Negras III

Abrigo de Cubera

6M

0

A’ N

A

N

A B’

A B

B

A’

A’

B’

A

Cueva de Las Abejas

Abrigo de Los Murciélagos 0

12M

N

+ 0,65m

B B’ B N

B’ A

A

A’

A’

Cueva de Los Murciélagos

200

Cueva Próxima a Cubera

A’

La información arqueológica

4M

0

0

9M

N

-3,5m

N

Covacho de Los Murciélagos

0

Cueva del Hayal

6M 0

6M

-17º +6º

-22º -10º

+6º

N

B

-12º A B

+5º

B’

B’ A’

-8º A

A

A’

A’ A’

A

Cueva de Los Moros de Asón

Cueva del Cerizal

0

0

24M

-0.80M

3M

N

A

N

A

A’

A

A’

A’

A

Cueva del Mazo Escobal

A’

Cueva 22 del Porracolina

201

La información arqueológica

4

0

8M

3M

0

A A

N

A’

N

+2m -1.45m

A’

B

+0.5m



B’

B

Cueva de Peña Ruya o de Las Abejas

Cueva del Aparcamiento de Peña Sota 0

9M

9M N

0

A

A’

N

A’

A

Cueva 27 del Porracolina

Abrigo de Asón 0

75M

12M

0

53

N

N

C15 Std-2 Cueva de Los Santos (o del Becerral)

Río R3

C15 Captación artificial

C12 Captación Rápidos

Cueva de Cañedo o Callangón

202

Cueva del Becerral

R2

0 R1 Entrada Sala de las Pinturas

0

La información arqueológica

SOBA 12m

0

Los Moros 0

9M

+1,80M

N

PINTURA ROJA

N

MARCAS NEGRAS

D

C C’ +1,20M

B

-2,50M

D’ -1,80M

B’C

-0,30M

C’ D D’

FIGURA I FIGURA 2 FIGURA 3

GALERÍA COLGADA

A

BB’ E E´

+0,60M

A’ A

A A’

A

A’

A’

Cueva de Los Moros de Aja 0

Cubillo encima de Las Abejas

6M

0

A

9M

A’

N

A

N

A’

A’

A

A’ A

Cueva de Converuz

0

Cueva de Covatán 0

12M

A

12M

A’

N

N

A

A’

+2,3m

+3m

A’

-0,6m +0,6m

A A

A’

B B’ B

Cubillo de las Palomas I

B’

Cubillo de las Palomas II

203

La información arqueológica

Cueva de la Peña del Ciego (AER)

3M

0

0

27M +0,3M N

C C’

C

N

B B

E

B’

B’

A

A’



A

A’

E E´

Cueva de Sobrelascuevas 0

C’

Cueva de Peña La Mina II del Ciego (AER)

9M 0

B

B’

9M

B B’

N N

A

A’

A’ A A’

A A’ A

Cueva de La Mina I 0

Cueva de La Mina II

9M

6M

0

N

A

N

A

A’

Cueva del Pico

204

Cuvío del Acerón

A’

La información arqueológica

Peña Busta I 0

0

9M

9M

A

A’ N

B A

B

B

A’

B

A

A

A’

A’

Cueva de Cabazón 0

Cueva de Peña Busta I 24M

0

3M

+1,2m +0,65m N

A

A

A’

A’

Cueva de Peña Busta II

Cueva de Callejo Cerezo 3M

0

0

24M

B

B’

2M

0 N

Cueva del Tarrerón. Sección y Planta.

Abrigo del Tarrerón

205

La información arqueológica

0

36M

N

A

N

A’

Abrigo de Lleres

Cueva del Carrascal

Esculines 0

6M

0

-1m

-4m

3M

-30 -30º -25º -25º N

-8º -18º

-11º -25º

-8º -18º -11º -14º

+17º

+16º

Cueva de la Cañuela de Valle

Cueva de Esculines

N

-0,7m

A

B

A’

B’

A’

B

A

B’

+0,2m

Cueva del Viar

Cueva del Viar

206

A

A

Cueva de Lastras II

A’

A’

La información arqueológica

0

40M

Cueva del Aspio A. Del Coverón 0

6M

N

+0,6M +0,6M

+19º

N

Abrigo del Coverón de Riva

N

Cueva de Vegacorredor

A

A’

A

A’

A’

A A’

A

Cueva de Siñuelo I

Cueva de Siñuelo II

207

La información arqueológica

Risco

9M 0 N

N +1m

A’

A A

A’

A A’ A

A’

Cueva del Risco Prado de La Cueva

Cubillo de Ogarrio 0

6M

-0,30m

B

N

N

A B

B

B A A

Cueva de Prado La Cueva

A

Cueva de Collusa o Llusa 9M

0

N

+2,6M

A A’ A A’ N

A’

A’

A

A

Covacho de Campuvijo

Cueva del Mar

Notas 1

Se incluyen sólo aquellas plantas que o bien están inéditas o bien han sido redibujadas o completadas. Las referencias a la autoría de las topografías se encuentran en las fichas de los yacimientos.

208

Referencias

Tapadera de vaso cerámico, en piedra, de la Cueva de la Busta (Soba).

209

210

Referencias Álamo, J. del (1950): “Colección diplomática de San Salvador de Oña (822-1284)”. Madrid. Alcalde del Río, H. (1934): Varios objetos de los primeros tiempos del Cristianismo en la Península. Anuario del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueologos, 1, pp 149-159. Almagro Gorbea (1976a): “La Espada de Entrambasaguas. Aportación a la secuencia de las espadas del bronce en el Norte de la Península”. XL Aniv. Centro de Estudios Montañeses, pp. 455-473. Santander. Almagro Gorbea (1976b): “La espada de Guadalajara y sus paralelos peninsulares”. Trabajos de Prehistoria 29, pp. 55-78. Madrid. Alonso Ávila, A., (1985): Indigenismo y visigotismo en la actual región cantábrica. Revista Altamira XLV. pp 70 y 76. Santander. Altuna, J (1995): “Faunas de mamíferos y cambios ambientales durante el Tardiglacial cantábrico. En: El final del Paleolítico Cantábrico. A. Moure y C. González (Eds), pp, 77-118. Universidad de Cantabria. Santander. Altuna, J. (1978): “Los mamíferos de Cueva Morín”. En: Vida y Muerte en Cueva Morín, J. González Echegaray y L. G. Freeman, pp. 201-209. Institución Cultural de Cantabria 7. Santander. Álvarez Llopis, E., Blanco Campo, E. y García de Cortazar, J.A. (1999). Documentación medieval de la Casa de Velasco. Santander Apellaniz, J.M (1967): Cuevas sepulcrales de Vizcaya: Excavación, estudio y datación por el C-14. Munibe XIX, pp., 159-226. San Sebastian. Apellaniz, J.M. (1971): “El mesolítico del Tarrerón y su datación por el C-14”. Munibe XXIII-1, pp. 91-104. San Sebastian. Apellaniz, J.M. (1973): “Corpus de culturas prehistóricas con población de las cavernas Meridional”. Suplemento nº Sebastián.

materiales de las cerámica de la del País Vasco 1 Munibe. San

Apellaniz, J.M. y Nolte, E. (1979): “Memoria de las excavaciones de las cuevas de Tarrerón (Santander), Cuestalaviga (Vizcaya) y Orejones de Mostescusu (Burgos).” Kobie 9, pp., 73-101. Bilbao.

Baraibar, J.P. y de la Rua, C. (1995):“Estudio antropológico de la población de Pico Ramos (Muskiz, Bizcaia). Consideraciones sobre la demografía, salud y subsistencia”. Munibe Antropología-Arkeologia) 47- 151-175. Barandiaran Maestu, I. (1973): “Arte mueble del Paleolítico Cantábrico” Monografía Arqueológica del Seminario de Prehistoria y Protohistoria de la Universidad de Zaragoza, XIV. Zaragoza. Barril, M. (2001): “Pre-Roman Ard-shares in Cantabria” En: Ruiz Cobo, J. y Smith, P. 2001: The Archaeology of the Matienzo Depression, North Spain. British Archaeological Reports International Series 975, pp. 177-197. Oxford. Begines Ramírez, A. (1965): "Avance al catálogo de cavidades de la Provincia de Santander" Cuadernos de Espeleología 1: 43-46. Santander. Begines Ramírez, A. y Garcia Caraves, J.M. (1966): "Hallazgos del Bronce I en dos cuevas de Santander". IX Congreso Nacional de Arqueología, pp. 122-126. Benito del Rey, L. y Grande del Brío, R. (2000). Santuarios Rupestres Prehistóricos en el Centro-Oeste de España, Librería Cervantes, Salamanca. Bernaldo de Quirós Guidotti, F., Bohigas Roldan y Cabrera, V. (1987): Las Pinturas rupestres de la cueva de Los Santos o El Becerral (Cantabria)”. B.C.E., 8, Santander, 133-140. Bernaldo de Quirós Guidotti, F., Bohigas Roldan y Cabrera, V., (1989): “Las pintures rupestres de la grotte de Los Santos ou du Becerral (Cantabria, Espagne)”. Préhistoire Ariégeoise T. XLIV: 83-95. Foix (France). Bernaldo de Quirós Guidotti, F., Bohigas Roldan y Cabrera, V., (1988-1989): “Las Pinturas rupestres de la cueva de Los Santos o El Becerral (Cantabria)”, Ars Praheistorica VIIVIII, pp. 87-96. Bernaldo de Quirós, F. y Neira Campos, A. (1993): “Paleolítico Superior Final de Alta Montaña en la Cordillera Cantábrica (Noreste de Leon)”. Pyrenae, 24: 17-22. Bohigas Roldán, Molinero Arroyabe J.E. y Muñoz Fernández, E. (1992): “Los materiales de Cueva Cofiar ó de los Trillos (Hoyo Masallo, Sierra de Hornijo, Soba)”. Actas del V Congreso Español de Espeleología. Camargo-

211

Referencias

Santander 1-4 Noviembre Santander.

de 1990: 229-241.

Bohigas Roldán, R. (1986). Yacimientos arqueológicos medievales del sector central de la Montaña Cántabra. Monografías Arqueológicas 1. Santander. Bohigas Roldán, R. (2002): “Estudio de la Edad del Hierro en Cantabria oriental. Excavación del castro de la Peña de Sámano (Sámano, Castro Urdiales) (1996, 1998-1999). En: Actuaciones Arqueológicas en Cantabria, 1984-1999, pp. 323-326. Santander. Bohigas Roldán, R., Molinero Arroyabe, J.T., Muñoz Fernández, E.(1992): "Los materiales de la Cueva de Cofiar o de Los Trillos (Hoyo Masallo, Sierra del Hornijo, Soba)". Actas del V Congreso Español de Espeleología". Camargo- Santander 1990, pp. 229-241. Federáción Española de Espeleología. Bohigas Roldán, R., Molinero Arroyabe, J.T., Muñoz Fernández, E.: "Los materiales de la Cueva de Cofiar o de Los Trillos (Hoyo Masallo, Sierra del Hornijo, Soba)". Actas del V Congreso Español de Espeleología". CamargoSantander 1990, pp. 229-241. Federación Española de Espeleología. Botella Pombo, E. (2000). Colonización ultramontana. El monasterio de San Vicente de Fiestoles. Sautuola VI. Estudios en homenaje al profesor Dr. García Guinea. pp 513 a 520. Santander. Bufford, R. y Chaline, J. (1965): “La campagne 1961 du Spéleó Club de Dijon a Arredondo (Province de Santander), Espagne”. Sous le Plancher, Organe du Spéléo-Club de Dijon (2), IV, 4, 49-53. Dijon. Carballo, J. (1922): “Descubrimiento de un centro neolítico en la provincia de Santander”. Memoria de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria, VII: 141-161. Madrid.

Ruiz Cobo y P. Smith (dr). BAR International Series 975, pp. 93-97. Oxford. Castaños, P. (2003): “Estudio arqueozoológico”. En: J. Fernández Eraso. Las Yurdinas II: un depósito funerario entre finales del IV y comienzos del III milénio a.C.”. Memorias de yacimientos alaveses 8: pp. 137-150. Vitoria. Chaline, J. (1961): "Observations préliminaries sur les terrains quaternaires des environs d'Arredondo (Provincia de Santander)". Sous le Plancher, VIII, 4-5, 50-57. Dijon. Chaline, J. (1963): “Un nouveau gisement a Ursus speleaus dans la Cordilliére Cantabrique”. Sous le Plancher, Organe du Spéléo-Club de Dijon (2) II, 3: 44-47. Dijon. Chaline, J. (1965): "Observaciones preliminares sobre los terrenos cuaternarios en los alrededores de Arredondo (Provincia de Santander)". Cuadernos de Espeleología 1, pp. 21-26. Santander. De la Fuente Porres, M. (2000). Ruesga y Arredondo. El despertar de un valle. Santander. De Mata Carriazo, M. (1963): “La Edad del Bronce”. Capítulo VI del Vol. 1º, Tomo I de la Historia de España, dirigida por Menéndez Pidal. Ed.: Espasa-Calpe: 786. Madrid. Díez Castillo, A. (1996-97): “Utilización de los recursos en la Marina y Montaña cantábricas: una prehistoria ecológica de los valles del Deva y Nansa”. Illunzar 96-97. Fano, M. (1998): “La insolación como factor condicionante en la elección de los espacios destinados al hábitat: propuesta metodológica y primeros resultados para el Mesolítico del Cantábrico occidental”. Arqueología Espacial 19-20, Teruel, pp. 121-134. Fernández Acebo, V. (1991): “Hallazgo de El Sillar (Soba): Una punta de lanza de hierro en contexto interesante”. Arquenas 1991, pp. 201-204. Santander.

Carballo, J. (1926): “El esqueleto humano más antiguo de España”. Publicado por el autor. Santander.

Fernández Cainzos, J.C. (s.f.): “Yacimiento arqueológico cavernícola de San Pedro de Soba (Cantabria). Informe Inédito.

Carballo, J. (1934): “Los grabados prehistóricos de Cabrojo, Ayuntamiento de Cabezón de la Sal (Santander). Boletín de la Academia Gallega 256: 83-87. La Coruña.

Fernández Manzano, J. y Guerra Doce, E. (2003): “El caldero de Cabárceno”. En: La Arqueología de la Bahía de Santander, Fernández Ibáñez, C. y Ruiz Cobo (Eds). pp. 335-349. Fundación Marcelino Botín. Santander.

Castaños, P. (2001): “Estudio arqueozoológico de la fauna del yacimiento del Cubío Redondo (Matienzo Cantabria)”. En: The Archaeology of the Matienzo Depresion, North Spain, J.

212

Fernández Tresguerres Velasco, J.A. (1995): “El Aziliense de la región Cantábrica”. En Moure Romanillo A. y González Saiz, C. (Eds).: “El

Referencias

final del Paleolítico Cantábrico”. Universidad de Cantabria: 199-224. Santander. Fernández, F., Peralta, E., Ayllón, R. (2003): “El hábitat castreño en la Cantabria litoral: El Castro de Castillo (Prellezo, Val de San Vicente)”. En C.A.E.A.P. 25 años de Investigación sobre el Patrimonio Cultural de Cantabria, pp. 161-172. Santander. García Alonso, M. (1985): “Nuevos hallazgos dolménicos en el valle de Soba”. Altamira XLV, pp. 33-43. Santander. García Alonso, M. (1997): La cabaña pasiega. Origen y evolución arquitectónica. Torrelavega. Garcia

Alonso, M. (2002): “Prospección arqueológica de las obras de acondicionamiento de la carretera N-629 en el tramo Lanestosa-límite provincia de Burgos. 1997”. En: Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1987-1999. Arqueología de Gestión, pp. 187-194. Consejería de Cultura. Santander.

García Alonso, M. y Bohigas Roldán, R. (1995). El Valle de Soba. Arqueología y Etnografía. Santander. Garcia de Cortazar, J.A. y Díaz Herrera, C. (1982) La formación de la sociedad hispano-cristiana del Cantábrico al Ebro en los siglos VIII a XI. Santander. Garcia Guinea, M.A. (1985): “Las cuevas azilienses de El Pielago (Mirones, Cantabria) y sus excavaciones de 1967-1969”, pp.. Sautuola IV, pp 11-154. Santander. García-Gelabert, M.P. (1997): Excavación de urgencia en la cueva del Valle en Rasines, Cantabria y estudio de las zonas inmediatas. Memoría de las campañas 1996 y 1997. Inédita. Depositada en la Consejería de Cultura y Deportes, Gob. Cantabria. Santander. García-Gelabert, M.P. (1998): “Informe Preliminar: Excavación de urgencia en la cueva del Valle en Rasines, Cantabria y estudio de las zonas inmediatas. III y última campaña. Rasines” Memoría inédita. Depositada en la Consejería de Cultura y Deportes, Gob. Cantabria. Santander. Giribert, A. (1986): “Metalurgia de la Edad del Bronce en Cantabria: Inventario de materiales metálicos y aplicación de análisis de metales”. Tesis de Licenciatura leída en la Universidad de Cantabria. Santander.

Gómez Arozamena, J. 2003. El arte esquemáticoabstracto. Una actualización. C.A.E.A.P. 25 años de investigación sobre el Patrimonio Cultural de Cantabria, pp 215-232. Camargo. González Echegaray, J. (1970): El ara romana de Rasines. Archivo Español de Arqueología volumen 43. pp 223-224-225. González Echegaray, J. (1971): “Yugos y arados en la provincia de Santander”, Publicaciones del Instituto de Etnografía y folklore “Hoyos Sainz”, III. pp. 123-169, Santander. González Echegaray, J. (1998). Cantabria en la transición al medievo. Los siglos oscuros: IVIX. Santander. González Morales, M.R. y Straus, L.G. (2000): “La prehistoria del Valle del Asón: La Cueva del Mirón (Ramales de la Victoria). Excavaciones 1996-1999. En: Actuaciones Arqueológicas en Cantabria, 1984-1999, pp. 331-336. Santander. González Morales, M.R.: (2000): “La Prehistoria de las Marismas: Excavaciones en la cueva de La Fragua (Santoña). Campañas de 1990, 1991, 1993, 1994 y 1996”. En: Actuaciones Arqueológicas en Cantabria, 1984-1999, pp. 177-180. Santander. González Sainz, C. (1995): “13.000-11.000 B.P. El Final de la época Magdaleniense en la región cantábrica”. En: El final del Paleolítico Cantábrico. A. Moure y C. González (Eds)., pp, 159-198. Universidad de Cantabria. Santander. González Sainz, C., San Miguel Llamosas, C. (2001): “Las cuevas del desfiladero. Arte rupestre paleolítico en el valle del río Carranza (CantabriaVizcaya). Monografías Arqueológicas de Cantabria. Santander. Gorrochategui, J., Yarritu, M.J. (1980): “Catálogo de talleres y manifestaciones funerarias (dólmenes, túmulos, cromlech y menhires) del Bronce y Hierro en el Este de Santander”. Kobie 10, pp. 449-495. Bilbao. Gorrochategui, P.M. y Gorrochategui, F.J. (1974): “Noticia de nuevas construcciones megalíticas en las provincias de Santander y Vizcaya”. Kobie 5, pp. 21-28. Bilbao. Gutiérrez Cuenca, E. y Hierro Gárate, J.A. (2001): “La Guerra Cantábrica: de ficción historiográfica a realidad arqueológica”, Nivel Cero 9: 71-96. Santander. Hernández Pacheco, F.(1944): Fisiografía, geología y glaciarismo cuaternario de las montañas de

213

Referencias

Reinosa. Memoria de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, X, Madrid, 183 Hernández Pacheco, F.(1962): La pequeña cuenca glaciar de la peña de Lusa en la cordillera cantábrica, Santander. Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural. (Geol.), 59, Madrid, 191-205. Herrera, M. (1995): Estudio de la vegetación y flora vascular de la cuenca del río Asón”. Guineana 1: 1-435. Herrero, N. (1985): "El karst antiguo del Mortillano", Jumar 5, pp. 87-97, Madrid. Humbel, B. (1965-1966): “Activités du Spéléo-Club de Dijon en Espagne (Anneés 1965-1966)”. Sous le Plancher, Organe du Spéléo-Club de Dijon 2 (ronéotypé) IV, 4: 61-64 y V, I: 1-14. Dijon. Iñiguez Almech, F. (1955): “Algunos problemas de las viejas iglesias españolas”. Cuadernos de Trabajo de la Escuela Española de Arqueología de Roma, VII. Iriarte Chiapusso, M.J. (1997): “El entorno vegetal del yacimiento de Buruntza (Andoain, Guipuzkoa): Datos polínicos. Munibe 49, pp.: 135-142. San Sebastian. Jorge

Aragoneses, M. (1953): “Hacia una sistematización de la Edad del Bronce en la actual provincia de Santander”. Altamira 1-3, pp. 242-282. Santander.

Leguina Vidal, E. (Barón de la Vega de Hoz) (1914): “La Espada Española: 55-56. Madrid. León

García (1989): “Catálogo de Grandes Cavidades de Cantabria. Monografías I. Federación Cántabra de Espeleología I. Santander.

León García, J. (1988): “Antecédents historiques”. En: Morverand, P. Treinte anneés d’explorations dans le Cueto et la Coventosa (Cantabria- Espagne). Memories du SpeleoClub de Paris, n 15: 15-20, Paris. León García, J. (1993): “Antecedentes históricos de las exploraciones en la Cueva Coventosa”, Federación Cántabra de Espeleología, nº 9, nov. 1993, pp. 21-23. Santander. López-Berges, M.A., Valle, M. (1985): “Estudio osteológico de la cueva de Pielago II”. Sautuola IV, pp. 113-121. Santander. Loriol, B. de (1958): “L’expéditions dans les Monts Cantabriques été 1958”. Sous le Plancher,

214

Organe du Spéléo-Club de Dijon (I) V, 4-5: 60-67. Dijon. Lotze, F. (1963): Acerca de unas glaciaciones pleistocénicas en el grupo de Valnera (cadenas cantábricas orientales). Notas y Comunicaciones. Instituto Geológico y Minero de España, 72, 257-262. Llanos, A., 1966. Resumen tipológico del arte esquemático en el País Vasco-Navarro. Estudios de Arqueología Alavesa 1, pp 149-158. Vitoria. M.A.P.A. (1985): “Evaluación de recursos agrarios. Mapa de Cultivos y Aprovechamientos, Hoja de Villacarriedo, Escala 1:50.000”. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid Madoz, P. (1845-1850): “Diccionario geográficoestadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar”. Edición facsimil de Santander, publicada por Ambito-Estudio. Valladolid, 1984. Marcos Martínez J., Bohigas, R, Serna, A, Muñoz, E., Smith, P. (sf:1994): "San Juan de Socueva. Acercamiento a una de las primeras manifestaciones del cristianismo en Cantabria". Monografías de la A.C.D.P.S. 4. Santander. Martínez Díaz, G. (1981): Libro Becerro de las Behetrías. León. Maza

Solano, T. (1953). Nobleza, hidalguía, profesiones y oficios en La Montaña según los padrones del Catastro del Marques de la Ensenada. Santander.

Moñino, M., Cendrero, A., Díaz de Terán, J.R. (1988): Dinámica glaciar cuaternaria en la vertiente norte de Castro Valnera, Cantabria. Congreso Geológico de España, vol. 1, 399401. Moñino, M., Cendrero, A. (1987): Glaciarismo en el alto Miera (Cantabria). VII Reunión sobre el Cuaternario (AEQUA), Santander, 21-26 septiembre, 179-182. Morales, A., Gabaldón M., Martín, S. (1997): “Cueva del Valle: Valoración preliminar de la fauna recuperada en el Sondeo C”. Informe técnico nº 1997/16. Laboratorio de Arqueozoología. Madrid. Moreno, G. (1979-80): “Notas preliminares para una climatología de Cantabria”. Anal. Inst. Est. Agropecuarios 4: 59-79. Santander. Morlote J.M., Serna, A., Muñoz, E. y Valle, M.A. (1996): "Las Cuevas Sepulcrales de la Edad del Hierro en Cantabria". En: La Arqueología de Los Cántabros. Actas de la Primera

Referencias

Reunión sobre la Edad del Hierro en Cantabria. Ed. Fundación Marcelino Botín. Santander.

de una estación repetidora en el monte “El Portillejo” (Arredondo)”. Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1987-1999. Arqueología de Gestión, pp. 93-95. Gobierno de Cantabria, Consejería de Cultura. Santander.

Morlote, J.M., Muñoz, E., Serna, A. Valle, M.A. (1997): “Las cuevas sepulcrales de la Edad del Hierro en Cantabria”, La Arqueología de los cántabros. Actas de la Primera Reunión sobre la Edad del Hierro en Cantabria. Santander. Fundación Botín, pp. 195-279

Muñoz Fernández, E., San Miguel Llamosas, C., CAEAP: (1987): Carta Arqueológica de Cantabria. Ed. Tantin. Santander.

Morlote, J.M., y Muñoz, E. (2001): “Los depósitos arqueológicos de la Edad del Bronce (zona 8/96)”. En: La cueva de El Pendo. Actuaciones Arqueológicas 1994-2000. R. Montes Barquín y J. Sanguino González (Dir), pp. 245-265. Santander.

Muñoz, E., Morlote J.M. (2000): “Documentación arqueológica de la cueva del Calero II y la sima del Portillo del Arenal, en Piélagos”. En: Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1984-1999, pp. 263-266. Gobierno de Cantabria. Santander.

Mugnier, C. (1969): “El karst de la Región del Asón y su evolución morfológica”. Cuadernos de Espeleología 4. Santander.

Muñoz, E., y Serna A.(1985): “El arte esquemáticoabstracto en Cantabria”. Altamira 45, pp. 5-31. Santander.

Muñoz Fernández, E, San Miguel Llamosas, C., Bermejo Castrillo, A. (2000): “Prospecciones arqueológicas en la zona geográfica comprendida entre los ríos Miera y Asón. Campaña de 1986”. Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1994-1999, pp. 105-108. Gobierno de Cantabria, Consejería de Cultura. Santander.

Obermaier, H. (1914): Estudio de los glaciares de Picos de Europa. Trabajo del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid, 41.

Muñoz Fernández, E. (1998): "Los concheros holocénicos en Cantabria". Tesis de Licenciatura. Universidad de Cantabria. Muñoz Fernández, E. y Bermejo Castrillo, A. (1987): “Aportaciones de los grupos de espeleología al conocimiento del Patrimonio Arqueológico de Cantabria (1909-1987). Boletín Cántabro de Espeleología 8: 19-28. Santander. Muñoz Fernández, E. y Gómez Arozamena, J. (1995): "Catálogo topográfico de las cavidades con interés arqueológico: Asón Castro Urdiales (Zona VII)". Boletín Cántabro de Espeleología 11: 137-145. Santander. Muñoz Fernández, E., Malpelo Garcia, B. (1993): “Las cavidades sepulcrales en Cantabria”. En Actas del VI Congreso Español de Espeleología. A Coruña 1992: 287-308. A Coruña. Muñoz Fernández, E., Malpelo García, B. (1995): “Catálogo topográfico de las cavidades con interés arqueológico: Arredondo-Soba (Zona VI)”. Boletín Cántabro de Espeleología 11: 129-135 (130). Santander. Muñoz Fernández, E., Morlote Expósito, J.M. y Montes Barquín R. (2002). Informe arqueológico sobre el proyecto de instalación

Olaetxea, C. (2000)” La tecnología cerámica en la prehistoria vasca. Munibe (Antropología – Arkieologia) Suplemento n 12. Sociedad de Ciencias Aranzadi. San Sebastian. Ortiz Mier, A. (1990). Padrones de hidalguía del Valle de Soba. Santander. P.O.R.N. (2004): Memoria del Plan de Ordenación de los recursos Naturales del Parque Natural Collados del Alto Asón (B.O.C nº 17 de 27 de enero de 2004). Palomero, G., Nores, C. (1983-84): “Aspectos poblacionales y cinegéticos de los venados (Cervus elaphus L.) de los montes de Ucieda (Reserva Nacional de Saja, Cantabria), con algunas consideraciones metodológicos”. Anales del Instituto de Estudios Agropecuarios Vol. VI, pp. 45- 54. Institución Cultural de Cantabria. Santander. Peñalba, M.C. (1994): “The history of the Holocene vegetation in northern Spain from pollen analysis”. Journal of Ecology 82, pp 815-832. Peralta, E. (2000): “Los cántabros antes de Roma”. Bibliotheca Archaeologica Hispana 5, Real Academia de la Historia. Madrid. Perez Bustamante, R. y Ortiz Real, J. (1987). La Alta Edad Media. Santander Pino Uría, Beatríz (1998): II Informe faunístico del yacimiento “Cueva del Valle” (Rasines, Cantabria). Informe técnico nº 1998/2, Laboratorio de Arqueozoología. Madrid.

215

Referencias

Polo Sanchez, J. Aramburu-Zabala, M., González Echegaray, M.C. (1995): “El Valle de Soba. Arte y Heráldica. Santander. Rat,

P. (1959): “Les Pays crétacés Bascocantabriques (Espagne). P.U.F. París.

Rat, P: (1983): “Les Regions basco-cantabriques et nord-ibériques; présentations, problèmes, posés”. en VUE sur le cretacé bascocantabrique, Stratigraphie. Une marge et son arrière-pays. Ses environements sedimentaires. Dijon: Institut des Sciences de la Terre, 1983. Regil y Alonso M. de (1896-97): "Arco árabe en una cueva de la provincia de Santander". Boletín de la Sociedad Española de Excursiones VI, 3 - 1896 a 2-1897: 189-200. Madrid. Rincón Vila, R. (1980): “Contribución al conocimiento de la estratigrafía prehistórica de las cuevas de Castro Urdiales (Santander)”. Cuadernos de Espeleología 9-10, pp. 26.-74. Santander. Rincón Vila, R. (1985): “Las culturas del metal”. En: Historia de Cantabria, M.A. García Guinea (ed.), pp. 113-209. Santander. Ruiz Cobo, J. (1991): “Economías de producción en Cantabria”. Tesis Doctoral. Edición microfilmada.. Universidad de Cantabria. Ruiz Cobo, J. Smith, P. (2001): “El yacimiento del Cubío Redondo (Matienzo, Ruesga): Una estación mesolítica de montaña en Cantabria”. Munibe (Antropologia-Arkeologia) 53, pp: 3155. San Sebastian. Ruiz Cobo, J. y Serna M.R. (1990): “Cerámicas incisas en cuevas de Cantabria”. Veleia 7, pp. 61-78. Vitoria. Ruiz Cobo, J. y Smith, P. (2001). The Archaeology of the Matienzo Depression, North Spain. British Archaeological Reports International Series 975. Oxford. Ruiz Cobo, J., Smith, P. (1997): “El depósito cerámico de la Cueva de Las Grajas (Matienzo, Ruesga). Munibe (AntropologiaArkeologia) 49: 65-76. Ruiz Cobo, J., Smith, P. (2003): “La Cueva de Cofresnedo, en el valle de Matienzo”. Actuaciones Arqueológicas 1996-2001”. Monografías Arqueológicas de Cantabria. Gobierno de Cantabria. Santander. Sainz de los Terreros, R. (1944): Notas genealógicas de un linaje del Valle de Soba. Madrid.

216

Serna Gancedo, A. y Malpelo, B. (1993): “La Cueva Llusa ó Collusa de Ogarrio”, Boletín Cántabro de Espeleología 9, pp. 39-41. Santander. Serna Gancedo, A., Malpelo Garcia, B., Muñoz Fernández E., Bohigas Roldán, R., Smith, P., García Alonso, M. (1994): "La Cueva del Aspio (Ruesga, Cantabria): Avance al estudio del yacimiento. Museo y Centro de Descubrimiento / Investigación: de Altamira. Monografías nº 17: 369-396. Serna Gancedo, A., Muñoz Fernández, E. (1996): “Informe de la Federación Cántabra de Espeleología sobre la zona de Ramales. Memorias ACDPS 1993-1995, pp. 91-99. Serna Gancedo, M. L. Valle Gómez M.A. (2000): "El Conjunto de pinturas rojas del abrigo de San Juan de Socueva (Socueva, Arredondo)". Boletín Cántabro de Espeleología 14. Santander. Serna González, M.R. (2000): “Excavaciones en la Estación Megalítica de Alto Guriezo-Hayas (Ampuero). Campañas de 1991-1999”. En: Actuaciones Arqueológicas en Cantabria, 1984-1999, pp. 197-202. Santander. Smith, P. (1996): “El depósito arqueológico de la Cueva de Reyes (Matienzo)”, La Arqueología de los cántabros. Actas de la Primera Reunión sobre la Edad del Hierro en Cantabria. Santander: Fundación Botín, pp. 173-191. Smith, P. (1998): "Apunte arqueológico. Una gran cavidad: Cueva Vallina 26 Km." Subterránea 9, Revista de Espeleología, pp. 18. Smith, P. (1998): “El arte Esquemático-Abstracto en Matienzo y sus alrededores”. En: El Final de la Prehistoria: ocho estudios sobre protohistoria de Cantabria”, pp. 87-140 A.C.D.P.S. Santander. Smith, P., Ruiz Cobo (1999): "Avance al inventario arqueológico de la depresión cerrada de Matienzo". Sautuola VI. Estudios en homenaje al profesor Dr. García Guinea, pp. 243-256. Santander. Sojo y Lomba, F. (1931-1932) Ilustración a la historia de la M.N. y S.L. Merindad de Trasmiera, 2 vols. Madrid. Straus

L.G., González Morales M.R., GacíaGelabert, M.P. (2002): “Last Glacial Human Settlement in Eastern Cantabria (Northern Spain)”. Journal of Achaeological Science 29, 1403-1414.

Referencias

Straus, L.G., Clark G. (1986): “La Riera Cave”. Anthropological Research Papers. Tempe. Utrilla, P. (1994): “Campamentos –base, cazaderos y santuarios. Algunos ejemplos del Paleolítico peninsular”, en: Homenaje al Dr. Joaquín González Echegaray, CYMA –17, pp. 97-113. V.V.A.A. (1985): “Informe sobre el campo montañés”. Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas y Peritos Agrícolas de Santander”. Ed. Aula de cultura Caja de Ahorros de Santander y Cantabria. Santander. V.V.AA. (1999): “La Garma. Un descenso al pasado”. Ed. Convenio Consejería de Cultura - Universidad de Cantabria. Santander. Valle Gómez, M.A. (2002): "San Juan de Socueva". En Las Cuevas con Arte Paleolítico en Cantabria. A.C.D.P.S. Santander. pp. 229232. Valle y Serna (2003): El Castro de Castilnegro y otros asentamientos de la Edad del Hierro en el entorno de la Bahía de Santander”. pp. 351-

390. En: La Arqueología de la Bahía de Santander, Fernández Ibáñez, C. y Ruiz Cobo (Eds). Fundación Marcelino Botín Van den Eyden Cerruti, E. (1985): “La época de la Repoblación”. En: Garcia Guinea, M.A. (Director), Historia de Cantabria. Edades Antigua y Media, pp. 287-347. Ed. Estudio. Santander Vega de la Torre, J.R.. (1993). Santoña romana. I. Numismática.Objetos metálicos y óseos. Vidrios, en Cuadernos de Trasmiera IV, pp 1326. Vega, M.L. y Herrero, M.: (1992): “Un nuevo yacimiento aziliense en Cantabria: Cueva de La Mina (Dobarganes)”. V Congreso Español de Espeleología: 291-299. Zapata, L. y Ajangiz R. (1993): “Aplicación del cluster-analysis a fragmentos de cráneo de la cueva sepulcral de Pico Ramos (Bizcaia, Pais Vasco). En: Aplicaciones Informáticas en Arqueología. Teorías y Sistemas. pp 539-544. Bilbao.

217