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5 Mirada creyente Tiempo Ordinario Ciclo B Del 9 de junio al 1 de septiembre de 2024
Mirada creyente Tiempo Ordinario Ciclo B Del 9 de junio al 1 de septiembre de 2024
Contenido
Presentación ..................................................................... 7 9 junio. Domingo 10 del Tiempo Ordinario ......................... 9 16 junio. Domingo 11 del Tiempo Ordinario ....................... 21 23 junio. Domingo 12 del Tiempo Ordinario ....................... 31 30 junio. Domingo 13 del Tiempo Ordinario ....................... 41 7 julio. Domingo 14 del Tiempo Ordinario .......................... 53 14 julio. Domingo 15 del Tiempo Ordinario ........................ 63 21 julio. Domingo 16 del Tiempo Ordinario ........................ 75 25 julio. Santiago Apóstol .................................................. 87 28 julio. Domingo 17 del Tiempo Ordinario ........................ 99 4 agosto. Domingo 18 del Tiempo Ordinario ....................... 111 11 agosto. Domingo 19 del Tiempo Ordinario ..................... 123 15 agosto. La Asunción de la Virgen María ......................... 133 18 agosto. Domingo 20 del Tiempo Ordinario ..................... 145 25 agosto. Domingo 21 del Tiempo Ordinario ..................... 155 1 septiembre. Domingo 22 del Tiempo Ordinario ................ 165
Presentación
L
a vista es uno de los cinco sentidos más valiosos. Sobre todo, lo sabemos quienes siempre estamos a vueltas con los ojos. Es un don precioso poder ver, recibir la luz, contemplar lo que queramos: desde una bella y reconfortante puesta de sol hasta el abrazo de una madre y un hijo. ¡Gracias, Señor, porque podemos ver, podemos mirar, podemos contemplar! Además, sin que sea una contradicción con lo que acabamos de decir, están los «ojos de la fe». No todo el mundo los tiene. Quizá porque desde pequeño no lo educaron para ello, o también porque estos «ojos de la fe» se han ido cubriendo con gruesas telas de cataratas. «Sí, hace muchos años yo creía, pero hoy me cuesta ver». La fe cristiana, en su pedagogía (que es la misma que la de Jesús), enseña a mirar: a mirar la realidad, a mirar las circunstancias cotidianas, a mirar lo que me pasa a mí y a los míos, en mi entorno. No es fácil «ver» la realidad cuando no se tiene costumbre o cuando se hace de tarde en tarde. Por eso, muchos pedagogos de la fe y catequistas nos dicen que «hay que educar la mirada». Voy por la calle y veo a un pobre hombre/mujer que está con la cara desencajada. No lo conozco. Luego le pregunto a mi acompañante: «¿Has visto a ese hombre?». No –responde– no he visto a nadie.
8 • Presentación
Estoy en la comunidad parroquial y hay un grupo de personas que no se atreven a acercarse porque no se sienten dignos. Se sienten «despreciados» porque son emigrantes. Pregunto a los más allegados: ¿has visto cómo no se atreven a acercarse a nuestra comunidad? Yo no me he dado cuenta –responde mi interlocutor con ojos extrañados–. En efecto, puede ser que sea una persona muy religiosa, pero que no sepa «mirar». Dios se hace el encontradizo con nosotros; Dios está en medio de la Historia. Nuestra fe es histórica, embarrada, humana. Hay que descubrir el paso de Dios. Los creyentes ponemos sobre el día a día un rayo de luz no porque seamos más inteligentes o perspicaces, sino porque queremos mirar como miraba Jesús. Jesús iba por los caminos de Galilea y «veía» a la gente; nada se le escapaba. Su mirada era luminosa y, sobre todo, misericordiosa. Pidamos al buen Dios que, a pesar de que el tiempo de verano nos invita a relajarnos, nunca relajemos la mirada de los creyentes; que agudicemos y cuidemos «los ojos de la fe». Equipo Eucaristía
9 de junio de 2024
Ciclo B
Domingo 10 del Tiempo Ordinario Ángel Lahuerta
Señor, escucha mi voz Dios nos llama y convoca, está a nuestro lado (Palabra de Dios). Dios es amor (Homilía). La casa es la familia, todos tenemos sitio (Evangelio en casa).
10 • Domingo 10 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura del libro del GÉNESIS 3,9-15 Cuando Adán comió del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo: –¿Dónde estás? Él contestó: –Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí. El Señor Dios le replicó: –¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer? Adán respondió: –La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí. El Señor Dios dijo a la mujer: –¿Qué has hecho? La mujer respondió: –La serpiente me sedujo y comí. El Señor Dios dijo a la serpiente: –Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre tú y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón. Palabra de Dios
Domingo 10 del Tiempo Ordinario • 11
NOTAS: Los primeros capítulos del libro del Génesis tienen un marco de interpretación propio, pues no se pueden encuadrar en la «historia» tal como la concibe Grecia y Occidente. Son «historia de la salvación», en concepción semítica, y exponen la respuesta a las grandes cuestiones de la humanidad a través de la fe judía, matizada y tamizada por los teólogos narradores, sabios y profetas. La tensión entre Dios que crea un mundo bueno y el ser humano (sexuado) que se deja seducir y
atrapar por una vida sin Dios, es evidente. Toda una serie de figuras típicas («typos»/ modelo) dibujan una escena que se escapa a la investigación arqueológica, pero que exponen una verdad profunda sobre el ser humano. El ser humano «es tentado», y la tentación no viene de Dios. Tampoco proviene del ser humano, si bien este se muestra débil, fácil de convencer y seducible. El Génesis es el libro de referencia para profundizar en el misterio del corazón humano.
12 • Domingo 10 del Tiempo Ordinario
Salmo responsorial 129,1b-8 Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa. Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes temor. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora. Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos.
Domingo 10 del Tiempo Ordinario • 13
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los CORINTIOS 4,13–5,1 Hermanos: Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él. Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día. Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno. Porque sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un sólido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos. Palabra de Dios NOTAS: Se puede vivir de puertas afuera, y se puede vivir de puertas adentro. Vivir para el exterior o para el interior. En el primer caso, se vive más de las formas, de las apariencias; en el segundo caso se vive con la honestidad de quien sabe que vive en continua tensión entre su vocación profunda y lo
que hace cada día. Fundados en la certeza de la Resurrección de Cristo, los cristianos vivimos no «de puertas afuera», sino que nuestra morada está en Dios mismo. No se trata de un conflicto entre «dos mundos», sino de conocer nuestro lugar, nuestras bases y en quién depositamos nuestra fe.
14 • Domingo 10 del Tiempo Ordinario
Lectura del santo evangelio según san MARCOS 3,20-35 En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí. Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: –Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios. Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas: –¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre. Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo. Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dice: –Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan. Él les pregunta: –¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice: –Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre. Palabra del Señor
Domingo 10 del Tiempo Ordinario • 15
NOTAS: De nuevo aparece la pregunta sobre la identidad de Jesús, si bien esta vez bajo la acusación de unos escribas enviados desde Jerusalén, para saber si el poder de Jesús proviene de Belzebú. Una primera observación es que la actividad de Jesús no deja indiferente a nadie: a sus familiares cercanos (incluida su madre) les ha llegado la noticia de que «está fuera de sí», e intentan que regrese a casa. Para la autoridad religiosa de Jerusalén, «está endemoniado» (Belcebú deriva de Baal, divinidad cananea, y es uno de los nombres
del poder del mal, Satanás). Jesús afronta estas controversias con una respuesta contudente: a los que lo acusan de «endemoniado» les argumenta con radicalidad: «nunca el demonio se hará la guerra a sí mismo, pues se autodestruiría»; añade que esa acusación es de una enorme gravedad porque es un «pecado contra el Espíritu Santo», pues él anuncia y anticipa el Reino de Dios. A los que quieren llevárselo de regreso a casa les dice que su verdadera familia es «quienes cumplen la voluntad de Dios». Pedro Fraile
16 • Domingo 10 del Tiempo Ordinario
Homilía Dios es amor Dios es amor, decimos muchas veces. Un amor que no son palabras, sino hechos liberadores. Se expresa y se hace presente en la vida de las personas, y en cada situación: en las positivas para hacerlas aún mejores, en las negativas llamándonos a cambiarlas para que sirvan a sus hijos. El Dios Padre que nos crea, nos hace nuevos, nos rodea con brazos cálidos, aunque haya momentos que no lo veamos así. Que llama y convoca Dios es amor que llama a cada uno, a vosotros y a mí, a todos. Ver que cercanía y relación se expresa en el Génesis: Adán paseando por el Paraíso, rodeado de todo bien, y Dios lo llama, se acerca, hablan de tú a tú, con relación e igualdad. Dios llama por nuestro nombre, nos invita, crea encuentro, desea rehacer relación, mira el interior..., pero nunca impone, nunca avasalla, nunca abruma. Solo nos abraza con su amor, y es necesario dejarnos envolver, contemplar la vida desde una perspectiva de fe en un amor tangible. Y se regala Un amor que vemos sí estamos atentos, y que podemos sentir. Todo nos es dado por Dios. Claro que no hay que estar ociosos ni dormidos (ya es hora de despertarse del sueño, dice Pablo), sino trabajando siempre y creciendo, con tesón y constancia. A nuestro esfuerzo se une la gracia de Dios, que es regalo y don de
fuerza, aliento y vida. El salmo que hemos rezado bien lo dice: «Del Señor nos viene la misericordia, la redención copiosa». Esto es, de Dios nos viene todo bien, lo que de verdad necesitamos para vivir con la dignidad de hijos queridos. Bien atentos para acoger y escuchar, y sentir su voz. Para esperar en su Palabra que es luz, y que siempre se hace realidad. Para que tengamos vida Nuestra vida como hijos, y como hijos de la Iglesia, es una continua llamada a crecer. Dios nos ha elegido y destinado a crear hermandad. A cada uno nos llama en nuestro estado de vida, según la vocación que recibimos. Pero fundados en Jesús resucitado que es la vida para la vida. Apoyados en este pilar, en la resurrección. Qué mirada tan creyente nos hace falta para vivir así. En la vida vamos descubriendo quién es Jesús; crecemos en nuestra relación con Él y permitimos que nos transforme. Lo vemos actuar y vivir, convocar a las personas. Pero su poder no viene de ninguna fuerza, ni grandeza humana: viene de la fuerza de Dios. Y esta fuerza hace de nosotros una familia, un pueblo. ¿Quién es mi madre y mis hermanos? pregunta Jesús. Y no puede ser más claro: «Quien cumple la voluntad de mi Padre». Si, queremos vivir como hermanos, miembros de un cuerpo, al encuentro del Señor. Sí, Jesús, hazte el encontradizo en el camino de la vida.
Domingo 10 del Tiempo Ordinario • 17
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. Nos reunimos en el nombre del Padre, que nos convoca y llama a ser seguidores de Jesús, el Señor, y nos da la fuerza de su espíritu que acude en ayuda de nuestra debilidad. Sed todos muy bienvenidos, hermanos. Acto penitencial. Necesitamos tener los ojos bien abiertos, una mirada creyente, para ver todo lo que nos rodea, pero sobre todo para vernos a nosotros mismos y reconocer las faltas de amor y de caridad con los hermanos. De todo lo que nos aparta del amor del Padre pedimos perdón: – Tú, Señor, que caminas, a nuestro lado. Y nos empeñamos en apartarte, en no reconocerte en medio de la vida. ¡Señor, ten piedad! – Tú, Señor, nos das a Jesús resucitado, fundamento de la fe. Y valoramos más cualquier otro mensaje que no nos otorga vida. ¡Cristo, ten piedad! – Tú, Señor, que quieres hacer de nosotros una familia. Y cuánto nos cuesta vivir en relación y crear unidad. ¡Señor, ten piedad! Danos, Señor, tu gracia y perdón. Por Jesucristo, nuestro Señor. Ambientación de la Palabra. Dios nos ha creado y llama por nuestro nombre, y camina siempre a nuestro lado, aunque queramos otros caminos. Estamos llamados a reconocer todo lo que nos viene como regalo, como don del buen Padre. Como Padre nos convoca cerca de sí, nos ayuda a cumplir su voluntad y a hacer un solo cuerpo; a ser testigos de su amor en el mundo. Despedida. Creí y por eso hablé, nos ha dicho Pablo. Tenemos que hablar con palabras y con acciones, con el actuar de cada día, dando el amor que recibimos. Seamos anunciadores de esta unidad, de esta familia que formamos si queremos vivir cumpliendo la voluntad de Dios Padre.
18 • Domingo 10 del Tiempo Ordinario
Oraciones COLECTA Oh, Dios, fuente de todo bien, escucha a los que te invocamos, para que, inspirados por ti, consideremos lo que es justo y lo cumplamos según tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Ya ves, Señor, que queremos buscar el bien, la unidad, la vida plena. Pero solos no podemos. A ti acudimos con humildad y sencillez para que acojas nuestra oración: ¡Ayúdanos, Dios Padre! • Para que nos sintamos todos llamados por Dios a vivir en plenitud, según la vocación a la que somos convocados. Haznos, Señor, testigos de tu amor. Oremos. • Para que de verdad el centro de nuestra fe sea la certeza de la resurrección de Jesús, y dejemos de lado mensajes vacíos que no nos pueden salvar. Oremos. • Para que la paz entre las personas y los pueblos sea una realidad, y se viva ya en los países más en conflicto en estos días. Haznos, Señor, instrumentos de tu paz. Oremos. • Para que nuestra comunidad (parroquial) sea una familia, donde todos nos sintamos valorados, queridos y respetados. Haz de nosotros, Señor, una Iglesia sinodal. Oremos. Acoge, Padre, nuestra oración y concédenos lo que más y mejor nos ayude a vivir cumpliendo tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SOBRE LAS OFRENDAS Mira complacido, Señor, nuestro humilde servicio, para que esta ofrenda sea grata a tus ojos y nos haga crecer en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Que tu acción medicinal, Señor, nos libere, misericordiosamente, de nuestra maldad y nos conduzca hacia lo que es justo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Domingo 10 del Tiempo Ordinario • 19
El Evangelio en casa Ambientación La casa es donde se dan, se acogen y celebran las buenas noticias. Nosotros queremos acoger la Palabra de Jesús. Por eso la Iglesia es una casa, una familia grande, de la que formamos parte. En esta casa acogemos la Palabra que nos ilumina y sostiene, y que queremos compartirla y hacerla vida en nosotros. Nos preguntamos Dios nos llama a todos, a unos como padres, a otros como mayores, como hijos, o como amigos. Sentirnos llamados es estar atentos para responder. De qué estamos atentos, a quiénes escuchamos. Del Señor viene la misericordia. En quienes y en qué confiamos: en nuestros trabajos, en los círculos de personas cerrados, en los diosecillos que no nos dejan crecer. Creemos que Dios Padre está en medio de nosotros. Cuánto y cómo confiamos y esperamos en Dios. Escuchamos la Palabra: Mc 3,20-35. Nos dejamos iluminar Y hacemos oración con estas palabras: Dios lo llamó y le dijo (a Adán). Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Dios Resucitó a Jesús y nos resucitará a nosotros con Él. Quien hace la Voluntad de Dios es mi hermano, y mi hermana, y mi madre. Seguimos a Jesucristo hoy Sí, queremos seguir a Jesús, que es nuestro camino. Con él a nuestro lado las dificultades se vencen, y el amor entregado a todos se puede hacer realidad. Haznos caminantes, Jesús, pero a tu lado. Ir contigo (o mejor, dejar que vengas con nosotros) es un deseo y una apuesta bien segura.
20 • Domingo 10 del Tiempo Ordinario
Plegaria Jesús, nos llamas y nos convocas a cada uno, y a todos. Si quieres ven Conmigo; mirad donde vivo, nos dices. Ayúdanos a seguirte, a hacer tu Casa en el mundo, a ser una Familia. Jesús, tu Fuerza viene de Dios, es el Espíritu. Nada de grandezas, ni títulos, ni imposiciones. Hablas con autoridad, no como los letrados. Ayúdanos a seguirte, a sentir que, si no estás a nuestro lado, nada merece la pena. Jesús, nos llamas s vivir confiando siempre en ti. Tu Palabra es veraz, y siempre se cumple. Nos das la vida. Ayúdanos a acoger la misericordia que de Ti procede, y a esperar en Tu Palabra más que el centinela la aurora. Jesús, nos dices que todo el que haga Tu Voluntad es nuestra Familia. Estamos llamados a ser un Cuerpo, una Familia. Ayúdanos a superar todo rencor, toda separación, y a ser creadores de unidad. Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas. Ángel María Lahuerta Millas
16 de junio de 2024
Ciclo B
Domingo 11 del Tiempo Ordinario Manuel Romanos
El Reino crece por sí mismo Yo soy el Señor, que humillo al árbol elevado y exalto al humilde (Palabra de Dios). El Reino presente en medio del mundo (Homilía). Testigos del Reino (Evangelio en casa).
22 • Domingo 11 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura de la profecía de EZEQUIEL 17,22-24 Esto dice el Señor Dios: –También yo había escogido una rama de la cima del alto cedro y la había plantado; de las más altas y jóvenes ramas arrancaré una tierna y la plantaré en la cumbre de un monte elevado; la plantaré en una montaña alta de Israel, echará brotes y dará fruto. Se hará un cedro magnífico. Aves de todas clases anidarán en él, anidarán al abrigo de sus ramas. Y reconocerán todos los árboles del campo que yo soy el Señor, que humillo al árbol elevado y exalto al humilde, hago secarse el árbol verde y florecer el árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré. Palabra de Dios NOTAS: La interpretación de esta alegoría exige que la situemos en su contexto literario e histórico. Los versículos anteriores nos hablan de otra alegoría, más conocida, que habla de dos águilas y un cedro. La primera águila simboliza el Imperio babilónico; la segunda, Egipto: las dos potencias enfrentadas de la época, con el pequeño reino de Judá sometido y teniendo que decidir su futuro. La primera corta una copa de cedro y la planta en Babilonia (referencia al primer destierro, el de los principales del reino); sigue un pacto con Babilonia. Ezequiel denuncia la decisión del rey de Judá, Jeconías, que traiciona el pacto con Babilonia y busca apoyo en Egipto, lo que lleva a Judá a una situación desastrosa aparentemente sin retorno. Sin embargo, el profeta anuncia que más allá del negro futuro inminente que se percibe, hay espe-
ranza. Dios mismo (ya no será las águilas imperiales), arrancará una rama del cedro y la plantará en el monte más alto de Israel (Sion); allí agarrará el brote, crecerá y florecerá. En el nuevo árbol se posarán toda clase de aves (universalidad frente al exclusivismo judío). De esta forma, Dios mismo revela quién es y cómo actúa. Dios se sirve de una rama cortada y vuelta a plantar, algo siempre incierto y delicado, para anunciar un futuro nuevo. Dios es sorprendente; no se sirve de los modos habituales ni se rige por los criterios esperados. La paradoja que hace estar abierto a la novedad forma parte de su actuación. Hay que saber mirar con ojos nuevos; no se puede despreciar lo pequeño ni lo aparentemente mutilado. Hay que saber esperar con esperanza y tomarse el tiempo necesario para ver los frutos que nacen de la actuación de Dios.
Domingo 11 del Tiempo Ordinario • 23
Salmo responsorial 91,2-3.13-16 Es bueno darte gracias, Señor. Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo; proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad. El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios. En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, mi roca, en quien no existe la maldad.
24 • Domingo 11 del Tiempo Ordinario
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los CORINTIOS 5,6‑10 Hermanos: Siempre llenos de buen ánimo y sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, estamos desterrados lejos del Señor, caminamos en fe y no en visión. Pero estamos de buen ánimo y preferimos ser desterrados del cuerpo y vivir junto al Señor. Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarlo. Porque todos tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir cada cual por lo que haya hecho mientras tenía este cuerpo, sea el bien o el mal. Palabra de Dios NOTAS: Desde un punto de vista ideológico-religioso, podemos adivinar la infuencia de grupos de carácter pregnóstico en la comunidad de Corinto. Esta influencia se prercibe no solo por la distinción dentro de la comunidad en grupos menores según su condición social (ricos y pobres) y su nivel intelectual (espiritual, dicen ellos), sino también en el desprecio hacia el cuerpo, percibido como si la vida terrenal fuera un «destierro». La madurez espiritual, dicen ellos, se juega en este paso de un grupo a otro. Pablo se sirve de esta forma de pensar para presentar la fe cristiana. Se hace eco en este texto, por tres veces, con la imagen del «destierro»; se trata de una imagen conocida entre los pueblos antiguos, muchas veces condenados a vivir lejos de su tierra para siempre. Pablo juega, así mismo, con
la imagen del «cuerpo», parte humana, física, experimentable, común a todos, entendida como «peso», «lastre» u «obstáculo» entre la mentalidad gnóstica. Sin embargo, el texto paulino no es esclavo de esta concepción filosófica; el apóstol insiste en la condición positiva del creyente, refiriéndose a su «buen ánimo» (dos veces) y al «esfuerzo por agradar» al Señor. Sea como fuere, bien viviendo como «desterrados» en este mundo, bien como «habitantes de la verdadera patria», en todo momento la actitud del creyente es la de vivir con «buen ánimo». El cristiano vive en el mundo, comparte las dificultades cotidianas lo mismo que todos sus coetáneos y conciudadanos, no es ajeno a las grandes cuestiones y problemas diarias, pero el cristiano sabe que su destino final es «vivir junto al Señor».
Domingo 11 del Tiempo Ordinario • 25
Lectura del santo evangelio según san MARCOS 4,26-34 En aquel tiempo, Jesús decía al gentío: –El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega. Dijo también: –¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra. Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado. Palabra del Señor NOTAS: Comenzamos por el final: Jesús les expone la palabra, «acomodándose a su entender». Jesús es un maestro atípico, pues lejos de insistir en los preceptos de la Ley de Moisés, les explica la voluntad de Dios de forma sencilla. La intención de Jesús no es ahondar en la Ley mosaica, sino que la Buena Noticia del Reino llegue a todos, empezando por los más sencillos. Las parábolas son el medio más claro que encuentra Jesús: ejemplos tomados de la vida ordinaria, del campo que todos ven y conocen: En este caso dos parábolas breves y muy claras:
la semilla germina, crece, día y noche, y va madurando. Todo crecimiento necesita tiempo y espera; no hay que precipitarse porque se provoca la ruina. Dios nos enseña a ser pacientes, a esperar. La segunda parábola también tiene que ver con el crecimiento y la sabiduría de la espera: no hay que despreciar lo pequeño, lo nimio, lo aparentemente insignificante. La fuerza de Dios se manifiesta con frecuencia allí donde nosotros no vemos nada, o pensamos que no tiene «futuro». Estos son los caminos de Dios, de quien debemos aprender. Pedro Fraile
26 • Domingo 11 del Tiempo Ordinario
Homilía Jesús anuncia el Reino El centro de la predicación de Jesús va a ser el Reino de Dios, pero no el Reino de poder que esperaban los contemporáneos de Jesús. El evangelio de hoy nos presenta dos parábolas donde Jesús establece cuál es la auténtica naturaleza del Reino, un Reino que no vendrá por la acción de los hombres, sea cual sea, porque el Reino es, exclusivamente, semilla y acción de Dios. Podemos rezar por la venida del Reino como decimos en el Padrenuestro, podemos suspirar a Dios día y noche, tenemos que buscarlo, luchar y anhelar su venida, prepararnos y seguir siempre preparados para ser ciudadanos del Reino, pero nadie lo puede hacer contando con sus propias fuerzas, ni realizar su aparición ni acelerarla o bien retardarla o impedirla. La semilla crece por sí misma, nos recordaba hoy el evangelio, el Reino viene solo por la virtud y gracia de Dios. El Reino es un acontecimiento que sobrevendrá a los hombres, un bien que se nos ofrece. El Reino en medio de nosotros Este Reino está ya presente en medio de nosotros, como nos dice el Señor: «Si yo expulso los demonios con el dedo de Dios entonces el Reino de Dios ha llegado a vosotros». Aunque las circunstancias del mundo nos hacen, muchas veces, dudar de su presencia. ¿Cómo es posible que el Reino de Dios esté presente en una sociedad donde abunda la injusticia, el
dolor, el abuso de los poderosos, el hambre y la miseria en gran parte del mundo? El Reino está presente con todos estos inconvenientes porque su presencia es pequeña, casi insignificante, como el grano de mostaza, la más pequeña de las semillas. Así es el Reino de Dios, su apariencia ahora es la del grano de mostaza, insignificante, pero dentro de esto que ahora es insignificante está todo el poder de Dios, como dentro de la pequeña semilla está la fuerza de la germinación y de la vida, esa fuerza que hará crecer la pequeña semilla hasta que llegue a hacerse ese gran árbol que acogerá a las aves del cielo, ese árbol anunciado ya por el profeta Ezequiel, ese cedro magnífico que surge de una pequeña rama, como veíamos en la primera lectura. La paciencia del labrador Por tanto, nosotros, ciudadanos del Reino, tenemos que tener la paciencia del labrador y dejar que el Reino crezca por sí mismo, sabiendo que este Reino viene por la gracia y el poder de Dios. Pero la paciencia no supone inmovilidad, la venida del Reino lleva en nosotros la exigencia de conversión y de fe, pero de una fe viva que actúa por el amor y que nos lleva a cumplir el programa de las bienaventu ranzas para heredar el Reino y, por encima de todo, al cumplimiento del manda miento del amo, sabiendo que el mayor amor implica el dar la vida por los demás.
Domingo 11 del Tiempo Ordinario • 27
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. Hoy la Iglesia nos convoca en el domingo, pascua semanal, para celebrar la Eucaristía. Esta celebración dominical nos reúne como comunidad de hermanos, aquí vivimos de una manera especial la comunión de la Iglesia, el Espíritu hace que los que hoy compartimos el mismo pan formemos un solo cuerpo, un cuerpo, cuya cabeza es Cristo y en el que todos somos hermanos. Con este sentimiento de hermandad dispongámonos a participar activamente. Acto penitencial. Para celebrar con dignidad los sagrados misterios de la muerte y resurrección del Señor reconozcamos con humildad nuestros pecados. – Por las veces que queremos forzar la presencia del Reino con nuestras propias fuerzas y a nuestra medida. ¡Señor, ten piedad! – Porque no estamos a la altura de nuestra condición de ciudadanos del Reino. ¡Cristo, ten piedad! – Porque nos escandaliza la condición de pequeñez del Reino que se asemeja al grano de mostaza. ¡Señor, ten piedad! Dios Padre de amor y misericordia perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Ambientación de la Palabra. La Palabra de Dios nos recuerda que la presencia del Reino está velada con la pequeñez del grano de trigo pero que caminamos hacia la plenitud de la cosecha. El Reino está presente, pero todavía no ha alcanzado su plenitud que se manifestará en ese gran árbol anunciado ya por Ezequiel. Despedida. Somos ciudadanos del Reino que hemos alimentado con el pan de la vida; ahora nos toca ser testigos del Reino, haciendo que con nuestro testimonio, este cielo y esta tierra sean un anticipo de los cielos nuevos y la tierra nueva hacia los que caminamos.
28 • Domingo 11 del Tiempo Ordinario
Oraciones COLECTA Oh, Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha con bondad nuestras súplicas y, pues sin ti nada puede la fragilidad de nuestra naturaleza, concédenos siempre la ayuda de tu gracia, para que, al poner en práctica tus mandamientos, te agrademos con nuestros deseos y acciones. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Presentemos al Padre nuestras necesidades, gozos y esperanzas. • Por la Iglesia, que constituye en la tierra el germen y el principio del Reino de Dios. Roguemos al Señor. • Por nosotros aquí presentes, por los miembros de nuestra comunidad, para que seamos fieles a la misión de anunciar el Reino de Dios. Roguemos al Señor. • Por todos los que sufren las injusticias de nuestra sociedad y nuestro mundo, por aquellos que no ven la presencia del Reino. Roguemos al Señor. • La paz ha sido la aspiración de toda la humanidad. Para que cesen las guerras y el terrorismo y se restablezca la paz en el mundo. Roguemos al Señor. • Por todos nuestros difuntos. Roguemos al Señor. Acoge Padre de amor la oración de tu pueblo y concédenos por tu bondad lo que te pedimos con fe.
SOBRE LAS OFRENDAS Oh Dios, que, según la doble condición de los dones que presentamos, alimentas a los hombres y los renuevas sacramentalmente, concédenos, por tu bondad, que no nos falte su ayuda para el cuerpo y el espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Señor, esta santa comunión que hemos recibido contigo, anticipo de la unión de los fieles en ti, realice también la unidad en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Domingo 11 del Tiempo Ordinario • 29
El Evangelio en casa Ambientación El Señor viene a anunciar el Reino de Dios, pero un Reino que no coincide con las aspiraciones de los hombres que pretendían un Reino de poder a su medida, un Reino cuyo crecimiento querían impulsar con leyes humanas. Jesús nos aclara hoy que el Reino solo crece por la acción de la gracia de Dios, nos por los poderes humanos. Nos preguntamos Dos tentaciones podemos tener ante la presencia del Reino: intentar manipularlo para construir un Reino a nuestra medida o quedarnos quietos esperando todo sin mover un dedo. Podemos preguntarnos si caemos en alguna de ellas o, de verdad, somos con nuestra palabra y nuestra actitud, auténticos testigos del Reino. Escuchamos la Palabra: Mc 4,26-34. Nos dejamos iluminar Nos iluminan las palabras de la constitución Lumen gentium del Concilio Vaticano II: «La Iglesia, enriquecida con los dones de su fundador y observando fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el Reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese Reino. Y, mientras ella paulatinamente va creciendo, anhela simultáneamente el Reino consumado y con todas sus fuerzas espera y ansia unirse con su Rey en la gloria». Seguimos a Jesucristo hoy El seguimiento de Cristo solo será posible si somos ciudadanos del Reino, lo que implica ser testigos de este Reino y ello solo lo lograremos si, de verdad, somos solidarios de los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren.
30 • Domingo 11 del Tiempo Ordinario
Plegaria Tu eres Jesús, la primera semilla del Reino de Dios. Tú eres el primer árbol, la primera levadura. El Reino de Dios viene contigo. Si te doy fe, yo también seré Reino de Dios. Y creceré. y tendré sitio para todos los que vengan. Y fermentaré. y haré fermentar a todos los que encuentre. Crecerá en la oscuridad tu semilla dentro de mí, ¡con toda seguridad! Y crecerá en mis compañeros. Y sembraremos, todos juntos, contigo, una semilla, una semilla con tu nombre, en el campo del mundo. Y será la tierra, por nosotros, un poco más que antes, el Reino de Dios. Patxi Loidi
23 de junio de 2024
Ciclo B
Domingo 12 del Tiempo Ordinario José Alegre Aragüés
En ti confío En nuestras tormentas y en tus silencios, siempre, estás Dios, gracias (Palabra de Dios). La fe es confiar en Dios. No es verlo y entenderlo como algo, es alguien y está con nosotros (Homilía). Ser cristiano e vivir como Jesús y con él (Evangelio en casa).
32 • Domingo 12 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura del libro de JOB 38,1.8-11 El Señor habló a Job desde la tormenta: –¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando escapaba impetuoso de su seno, cuando le puse nubes por mantillas y nubes tormentosas por pañales, cuando le establecí un límite poniendo puertas y cerrojos, y le dije: «Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas»? Palabra de Dios NOTAS: El protagonista clama desesperadamente a Dios y reivindica en el libro su inocencia. Si él es justo y piadoso, ¿por qué le van las cosas mal? ¿Si Dios es todopoderoso, por qué existe la desgracia, la enfermedad? Los amigos del protagonista, queriendo defender a Dios, no hacen sino estropearlo todo más. Dios, por fin, habla, y lo hace «desde la tormenta», reivindicando su condición de creador. La tierra, el cosmos, las aguas iniciales no son fuerzas desbocadas, que campan a sus anchas, sin orden, abandonadas al azar. Dios creador separa los contrarios y pone orden frente al caos; la tierra tiene un origen y una meta. Tras las palabras de Dios se adivina la
cosmología semítica: «cerrar el mar», «pone límite» a las aguas. Dios gobierna la naturaleza sin confundirse con ella; las aguas superiores e inferiores tienen un límite físico; Dios somete todo a su autoridad, sin permitir que la arrogancia de las fuerzas naturales quieran imponer su fuerza. Dios no da explicaciones o busca justificarse torpemente, sino que le pide a Job que contemple la naturaleza con ojos de fe. El ser humano no está sometido a la voracidad de fuerzas sin control, sino que es una criatura en medio de la naturaleza creada y por tanto sometida a la autoridad de Dios. El miedo que brota en el corazón humano se disipa ante la fe.
Domingo 12 del Tiempo Ordinario • 33
Salmo responsorial 106,23-26.28-31 ¡Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia! Entraron en naves por el mar, comerciando por las aguas inmensas. Contemplaron las obras de Dios, sus maravillas en el océano. Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto: subían al cielo, bajaban al abismo, se sentían sin fuerzas en el peligro. Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar. Se alegraron de aquella bonanza, y él los condujo al ansiado puerto. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.
34 • Domingo 12 del Tiempo Ordinario
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los CORINTIOS 5,14‑17 Hermanos: Nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. De modo que nosotros desde ahora no conocemos a nadie según la carne; si alguna vez conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así. Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo. Palabra de Dios NOTAS: Pablo se sirve en este soberbio texto de una serie de recursos estilísticos y retóricos para presentar su mensaje. Comienza con una afirmación solemne, contundente, a modo de «slogan moderno»: «nos apremia el amor de Cristo». ¿Qué quiere decir? La idea de «apremiar» tiene que ver con «apresurar», con «importar», con «urgir». Un segundo elemento a tener en cuenta tiene que ver con el sujeto de esta afirmación: ¿de qué amor se trata? El genitivo del texto griego (de Cristo) puede entenderse como un genitivo subjetivo: el amor personal de Cristo, que le llevó a vivir y morir de una forma determinada; nosotros estamos urgidos por su forma de vivir y amar. También se puede entender como un genitivo objetivo: el amor que nosotros le tenemos a Cristo y que nos urge a «imitar» ese amor, a vivir como lo hizo él. El contexto tiende a favorecer la interpretación subjetiva, subrayando que Cristo murió por todos, resaltando su amor como
un regalo, oblativo, entregado. Un amor que lleva a entender la vida de forma nueva y paradójica. La paradoja aparece con frecuencia en la presentación del evangelio que hace Pablo. Cristo «muere» para que todos «vivan». Ahora bien, no se trata de una «vida para sí», sino una vida «para el que murió y resucitó» (esto es, para Cristo). Se trata de un nuevo «conocimiento» (tema que se repite a lo largo de toda la Escritura); un conocimiento «carnal» frente a otro «nuevo». De nuevo nos encontramos con el lenguaje que minusvalora la experiencia corporal, propia de los gnósticos. Podríamos hablar, en el caso de Pablo, de un conocimiento «experiencial», «vital», «interior». Es una nueva forma de conocer a Cristo, participando de su vida. Pablo califica a quien se adentra en esta nueva experiencia como una «criatura nueva», enfatizando una transformación profunda y esencial en la identidad y la existencia del creyente.
Domingo 12 del Tiempo Ordinario • 35
Lectura del santo evangelio según san MARCOS 4,35-41 Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: –Vamos a la otra orilla. Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: –Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: –¡Silencio, enmudece! El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: –¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe? Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: –¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen! Palabra del Señor NOTAS: El escenario es el lago o mar de Galilea, no particularmente grande, pero sí lo suficiente para que, en días de borrasca, las aguas se agiten hasta el punto de poder hundir las pequeñas barcas que trabajan allí. Es una travesía corta; Jesús con sus discípulos están en medio del lago. Jesús duerme y el pánico se desata: ¿no te importa que perezcamos? Jesús interviene y el mar se calma. La pregunta sigue al estupor: ¿quién es este? No se trata de un milagro «antinatural», ni tampoco de poner en cuestión la verdad del Evangelio. Jesús está en la vida; los discípulos están
faenando. Las tormentas son reales (no es un adorno ni un recurso literario); pueden hacer hundir la barca; forman parte de nuestro día a día. Jesús parece que duerme, como si no le importara, pero él está ahí. Es la presencia silenciosa, pero atenta, de Jesús con los suyos. Comparte nuestra barca. Ante la súplica reiterada, Jesús actúa. La pregunta por él, por su misterio, no es una actividad intelectual, teórica, sino vital: ¿Quién es este que ha «salvado» mi vida? ¿Quién es este que está conmigo y se preocupa por mí? La autoridad soberana de Jesús disipa todos los miedos. Pedro Fraile
36 • Domingo 12 del Tiempo Ordinario
Homilía Sufrimiento, dolor, miedo, culpa, soledad, sentirse abandonado, experimentar la fragilidad, buscar protección y no hallar respuesta, poner la seguridad en Dios y verse enfrentado a peligros, a la muerte. Vivirse como humano. Estos son los ingredientes de la tormenta humana que, con frecuencia, vemos desatarse y nos hacen correr a la búsqueda de un refugio en el que encontrar protección. En medio del mar de la vida Faenando (hay que vivir: ganarás el pan con el sudor de tu frente), rodeados y asediados por mil ocupaciones, materiales unas, existenciales otras, la tormenta se descontrola y amenaza con destruir lo que hacemos, lo que somos, anhelamos, buscamos. Hay siglos de vida y reflexión humana en este libro de Job. Sigue sorprendiendo al creyente y exigiendo un esfuerzo de maduración de la fe en su constante y tensa relación con la vida que, a su vez, siempre es sorprendente y desbordante. ¡Dios! ¿Dónde estás? ¿Quién y cómo eres? Y Dios sigue dormido. ¿Nos escuchas? ¿Te importamos? En momentos de angustia el silencio de Dios es aterrador y sobrecoge tanto o más que su Palabra. Dios, más misterio que comprensión, no nos cabe en la cabeza aun-
que ella es obstinada y trata de entender y encerrar en las rugosidades de nuestra central cerebral. Hay una especie de duelo a modo de prueba o juego medieval como eran las justas medievales. Pero, en ocasiones, dejan de ser juegos y pasan a ser duelos auténticos entre el Dios, que se esconde y se nos escapa, y nosotros, inmersos en nuestras angustias existenciales. ¿Está Dios atento a nuestras peticiones de socorro? La fe nos ha puesto siempre ante un Dios que se compromete a responder si le pedimos ayuda, pero la fe, encuentra, también, el silencio como respuesta. ¿Quién eres? La vida, insistente, nos pone delante, de continuo, esta pregunta salida del cerebro. Es la fe en su dimensión teórica tratando de entender y madurar, como comienza a hacer el niño cuando despierta a su entorno y busca, ya, el fondo de las cosas y el sentido de lo que le rodea. Dios, como la realidad toda, tiene un algo de distancia insalvable. Pero hay otra dimensión existencial, en donde la fe es vida y experiencia de ella, en donde importa más vivir en confianza que en respuesta intelectual. Esta dimensión nos alcanza a todos, como la vida. Y en ella, al final, en lo hondo de todo lo que vivimos y acontece, solo queda decir con el corazón en la mano: en ti confío.
Domingo 12 del Tiempo Ordinario • 37
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. De nuevo reunidos en la casa de nuestro Padre común, el Dios de nuestra fe que nos desborda de tantas maneras, pero que Jesús nos dice cómo está de preocupado y pendiente de nosotros. Con este Dios que es Padre, Hijo y Espíritu, nos reunimos y compartimos nuestra vida y su Palabra que nos da aliento, confianza y horizontes. Acto penitencial. En el silencio, miramos en nuestro interior para encontrarnos con nosotros mismos de un modo sincero, reconocer cómo somos y disfrutar de la experiencia de saber que nos quieres como somos. – Tú, Dios, Padre cercano y misterio desbordante, que conoces nuestras limitaciones y nos aceptas como somos. ¡Señor, ten piedad! – Jesús, que has compartido nuestra vida y nuestra incapacidad para tantas cosas, pero te haces esperanza de vida futura. ¡Señor, ten piedad! – Espíritu de Dios que nos traes aires nuevos y calmas nuestra ansiedad con tu paz y tu energía. ¡Señor, ten piedad! Que la experiencia de tu perdón nos reconcilie con nosotros mismos y nos ayude a aceptar a los demás en su realidad humana. Ambientación de la Palabra. Creer, a veces, no es nada fácil. La vida nos pone a prueba esta fe que no hemos trabajado gran cosa por madurarla con la reflexión y la búsqueda de respuestas que nos den razón de tu modo de relacionarte con nosotros. Esperamos fijar un poco más la atención en las lecturas porque tu Palabra tiene mucho sentido para vivir. Pero hay que tratar de entenderla y eso nos cuesta y, después, nos gusta. Despedida. Salir de aquí no significa olvidar y dejar atrás, con indiferencia, lo que hemos hablado, pensado y rezado. Ser creyentes que saben explicar su fe, con sus dudas, a los demás es lo que muchos esperan de nosotros. Seamos portadores de esta Palabra de esperanza que tanta gente necesita escuchar y comprender.
38 • Domingo 12 del Tiempo Ordinario
Oraciones COLECTA Concédenos tener siempre, Señor, respeto y amor a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Te presentamos algunas necesidades y anhelos de nuestro mundo que te necesita y anda buscando la razón de su existencia y el horizonte de su futuro. • Por los creyentes que andamos con nuestras dudas tratando de conocerte mejor. Roguemos al Señor. • Por quienes necesitan creer y no terminan de encontrar tu huella y los signos de tu presencia en la realidad. Roguemos al Señor. • Por los niños y jóvenes a los que se les priva de ti en su educación, para que puedan llenar ese vacío de sentido y esperanza. Roguemos al Señor. • Por los necesitados de la historia que, en estos tiempos de abundancia y progreso, no consiguen satisfacer sus hambres de pan, de cultura y de amor. Roguemos al Señor. Escucha, Dios bueno y constante. Danos paz, esperanza y motivación para humanizar este mundo de seres humanos pero necesitado de humanidad sensible y solidaria.
SOBRE LAS OFRENDAS Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación y alabanza y concédenos que, purificados por su eficacia, te ofrezcamos el obsequio agradable de nuestro corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Renovados por la recepción del Cuerpo santo y de la Sangre preciosa, imploramos tu bondad, Señor, para obtener con segura clemencia lo que celebramos con fidelidad constante. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Domingo 12 del Tiempo Ordinario • 39
El Evangelio en casa Ambientación Job es nuestro portavoz a la hora de exigirte rendir cuentas en el modo de relacionarte con nosotros. Nos gustaría que fueras un Dios más claro y patente, que no anduvieras escondiendo tu rostro y ocultando tu presencia, aunque sabemos por Moisés que el ser humano no puede soportar, entender y asimilar tu visión. Es demasiado para nosotros. Pero siempre nos queda una especie de deseo-necesidad de tener unas referencias más claras de qué eres y cómo eres. Nos preguntamos Por eso nos preguntamos sobre ti en situaciones nada fáciles de entender tu existencia y la existencia del mal que, con sadismo, ataca a tantas personas sin merecerlo y sin piedad. Nos aterra el mal injusto, doloroso, generalizado e insoportable. ¿De verdad es falta de poder? ¿Te duermes, como en la barca, y nos dejas a merced de las tormentas? Escuchamos la Palabra: Maestro, ¿no te importa que perezcamos? (Mc 4,37). Nos dejamos iluminar Queremos ser humanos, tener autonomía, disfrutar de la libertad, asumir decisiones y tareas en la Historia, tomarnos en serio, dejar una huella que podamos decir que hemos hecho nosotros. Queremos ser personas capaces de amistad y relación nada menos que contigo, Dios. Queremos, queremos... pero no es de gusto sufrir las consecuencias de la seriedad de ser humanos. Seguimos a Jesucristo hoy También tú supiste, en tu corta vida, lo que es el sufrimiento, el dolor, el fracaso, la indiferencia, la soledad y el abandono de los demás y de Dios. Fuiste capaz de soportar tanto dolor y hasta la muerte por traernos el mensaje de que somos hijos, como tú, y que Dios haría con nosotros lo mismo. Gracias, porque vas por delante, nos haces camino y nos aseguras la meta. Muchas gracias.
40 • Domingo 12 del Tiempo Ordinario
Plegaria Esta historia, Señor, es un regalo. Nos lo repiten muchas veces, y no hay duda. Pero ¡con qué frecuencia brota la pregunta sobre tu generosidad! Y es pregunta en la duda, los golpes de la vida nos aturden, nos desorientan y desconciertan. Cuando uno los sufre o los contempla en otros cercanos, buenas personas, o en lejanos a quienes les aprieta con un tesón que raya en el sadismo, Job resucita en la memoria de mucha gente que se atreve a encararse contigo. Hay quienes reniegan de tu amistad, otros de tu existencia. Estos lo esgrimen como clara prueba de tu ausencia total; otros como expresión de tu indiferencia. Hay quien va más lejos y te acusa de ser un Dios malvado que prometes y no das, anuncias protección y repartes miedo. ¡Qué seríamos sin Ti, Dios serio y grande! No te tomas a broma nuestra historia, elección decidida por nosotros y bien confirmada de generación en generación. Porque queremos vivir como dioses y jugar con la vida como aquellos de los panteones mitológicos, proyección, entre humana y caprichosa, de una caricatura infantil. Pero la vida es seria, la Historia una tarea, el hombre un ser pequeño con sueños de grandeza, lleno de anhelos, llamadas y horizontes, que siente, como dice el poeta, sus alas cargadas de cadenas que le impiden volar a donde quisiera. Y ahí estás, no en mi impotencia; sí en mi horizonte. Entonces siento que eres la mano que me empuja y el brazo que me lleva. Entonces te descubro como un niño a su padre que le agarra y soporta camino de la meta que a todos nos colocaste como chip que nos identifica como humanos, hijos tuyos y herederos de tu hacienda. Por Jesús lo sabemos y con él lo viviremos. José Alegre Aragüés
30 de junio de 2024
Ciclo B
Domingo 13 del Tiempo Ordinario Santiago Aparicio
Unidos a Jesús para cambiar el mundo El Señor quiere la vida de sus hijos (Palabra de Dios). Jesús cura nuestras heridas (Homilía). Llamados a comprometernos con los que sufren (Evangelio en casa).
42 • Domingo 13 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura del libro de la SABIDURÍA 1,13-15; 2,23-24 Dios no ha hecho la muerte, ni se complace destruyendo a los vivos. Él todo lo creó para que subsistiera y las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo reina en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre incorruptible y lo hizo a imagen de su propio ser; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los de su bando. Palabra de Dios NOTAS: En el Antiguo Testamento se observa un cambio importante en la concepción judía sobre la muerte en el libro de la Sabiduría: Dios no crea al ser humano para la muerte, sino para la «inmortalidad», y lo hace a «imagen» de su propio ser, un Dios de vida. La concepción judía antigua creía que tras la muerte todos los seres iban al Sheol, sin distinción alguna entre ellos. Creían en Dios, y en un Dios misericordioso, pero solo para la vida terrena; no creían que Dios interviniera después de la muerte. La revelación bíblica, sin embargo, muestra un importante avance en este libro de la Sabiduría. La vida del ser humano no se acaba en esta tierra, sino que pasa de las manos de los hombres a las manos de Dios. Cuando en estos tiempos
actuales se insiste tanto en la «cultura de la vida» frente a la «cultura de la muerte» es imprescindible que tengamos presente esta palabra bíblica: Dios ni crea la muerte ni se «goza» con la muerte. Podríamos añadir que la muerte es «antidivina». Dios crea la vida, está con la vida, Él mismo es la vida; una vida que no se cierra en los límites terrenos, sino que se abre a la vida eterna, a la «inmortalidad», conforme al texto que hemos escuchado, unida a la «justicia de Dios». La muerte siempre se ha visto como el gran enemigo del ser humano. La propuesta del libro de la Sabiduría, que se sigue moviendo en esquemas de un futuro que no se puede definir, será aquilatada en el Nuevo Testamento, cuando se anuncie la vida plena que se nos da en Jesús.
Domingo 13 del Tiempo Ordinario • 43
Salmo responsorial 29,2.4-6.11.12a.13b Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. Tañed para el Señor, fieles suyos, celebrad el recuerdo de su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
44 • Domingo 13 del Tiempo Ordinario
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los CORINTIOS 8,7.9.13‑15 Hermanos: Lo mismo que sobresalís en todo –en fe, en la palabra, en conocimiento, en empeño y en el amor que os hemos comunicado–, sobresalid también en esta obra de caridad. Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En este momento, vuestra abundancia remedia su carencia, para que la abundancia de ellos remedie vuestra carencia; así habrá igualdad. Como está escrito: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba». Palabra de Dios NOTAS: Pablo, después de alabar a los corintios por los dones en los que sobresalen (la fe, la palabra, el conocimiento, etc.), les pide que sobresalgan en la «caridad». Podemos sobreentender, por el conjunto de la carta y por las circunstancias socioeconómicas de la comunidad de Jerusalén, que se trata de una petición real de ayuda a esta Iglesia local, lo que se conoce como la «colecta» que Pablo realiza a favor de la Iglesia de Jerusalén. Es un tema muy discutido y debatido porque si bien se sabe que, al menos en dos ocasiones, se realizó esta colecta a favor de los pobres de la Iglesia Madre, se siguen escapando multitud de detalles: cuándo fue, quiénes la llevaron, qué Iglesias
colaboraron, etc. San Pablo tiene que argumentar su petición. No duda en poner al mismo Jesús como ejemplo de generosidad y de entrega: siendo inmensamente rico, «se hizo pobre» por nosotros, para «enriquecernos con su pobreza». El anuncio de Pablo es cristológico. Una vez más el apóstol se centra en la persona de Jesús y en su acción salvífica, sirviéndose de la paradoja que subyace al mensaje cristiano. Desde esta contemplación del misterio de Cristo, en su empobrecimiento, anonadamiento, abajamiento, vaciamiento (kénosis, en griego), Cristo mismo nos enriquece con su pobreza y descubrimos la verdadera riqueza. Es un descubrimiento que cambia la vida.
Domingo 13 del Tiempo Ordinario • 45
Lectura del santo evangelio según san MARCOS 5,21-43 En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: –Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva. Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con solo tocarle el manto curaré». Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: –¿Quién me ha tocado el manto? Los discípulos le contestaban: –Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: «¿Quién me ha tocado?». Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. Él le dice: –Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad. Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: –Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro? Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: –No temas; basta que tengas fe. No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos, y después de entrar les dijo: –¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida. Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron
46 • Domingo 13 del Tiempo Ordinario
fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña. Palabra del Señor NOTAS: Este texto de Marcos, quizá más largo de lo habitual, es una buena muestra de cómo debemos leer este evangelio. Marcos gusta de la construcción «en bocadillo», esto es, primero introduce una narración que deja abierta (A), luego cambia por completo de personajes y de acción (B), y por último recupera la narración primera y la concluye (A’) pero dándole coherencia a las tres partes. Esto es muy frecuente en Marcos, y hoy estamos ante un buen ejemplo. Es una pequeña historia de mujeres, de fe, de situaciones vitales ante Dios. Una niña, hija del jefe de la sinagoga, muere. Una mujer adulta con flujos de sangre tiene riesgo de muerte y está muerta en vida, porque es «impura» para sus correligionarios. Je-
sús es la vida, transmite vida, se enfrenta a los que condenan en vida, da vida. En ambos casos juega un papel fundamental la fe. Jairo suplica a Jesús y confía en que la va a sanar; la mujer no se atreve a dirigirse a él, por eso solo quiere tocar su manto. En ambos relatos, la multitud actúa como un obstáculo. La gente impedía a la mujer acercarse a Jesús; los que salen al encuentro de Jesús de la casa de Jairo deciden que no hay que molestar más al maestro y luego se ríen de Jesús cuando dice que la niña duerme. En ambos casos la fe es imprescindible. Jesús revela el corazón de Dios cuando sana a la mujer, cuando devuelve a la vida a la niña. Es un texto «revelador» del misterio de Jesús, pero hay que tener fe. Pedro Fraile
Domingo 13 del Tiempo Ordinario • 47
Homilía Jesús nunca pasa de largo Él hace suya la vida de las personas con sus alegrías y tristezas, sentimientos de todo tipo, avances y retrocesos..., muerte y vida. Pero Él nunca pasa de largo ante los hombres y las mujeres con quienes se encuentra y, para todos ellos, tiene una palabra de consuelo y un gesto de esperanza. Jesús no deja indiferente a nadie. Está especialmente cercano a los que sufren Los evangelios lo narran insistentemente, un día y otro, en mil situaciones distintas y con personas diferentes ante las que Jesús siempre está próximo. Por supuesto que el Señor también está a nuestro lado, pero no siempre nos damos cuenta; en ocasiones nos pilla a nuestras cosas, encerrados en nosotros mismos, pero una y otra vez viene a nosotros con el mismo mensaje: quiero que tengas vida y que te vaya bien. A nosotros también nos ha transformado Jesús Él nos ha tocado el corazón. La cuestión es si nos dejamos curar y transformar por Él. Si dejamos que Él oriente nuestra vida y dirija todo nuestro ser. Jesús, con su amor, nos enseña a vivir, a amar, a perdonar, a entregarnos y a cambiar de vida... Esto solo será posible si somos dóciles a su voluntad y nos dejamos guiar por Él.
Hasta lo más interior Una mujer que sufre una enfermedad queda curada. Solo lo supieron ella y Jesús... nadie más. Es como la experiencia de fe. Se trata de encuentro personal que solo cada uno sabemos hasta dónde llega. Es la «patria interior» que cada uno conoce y donde Dios habita. Allí, el Señor se encuentra con las heridas secretas, las experiencias ocultas, las situaciones más duras que quizá nadie conoce pero que forman parte de nuestra historia. El mensaje de Jesús llega a lo más hondo de la vida de las personas. Para Él la vida es sagrada y por ese motivo sale al encuentro, especialmente, de quien sufre, aunque nadie conozca ese sufrimiento. Una y otra vez volvemos a él Nosotros, como Jairo, queremos encontrarnos con él para que nos devuelva la esperanza. Como la mujer desconocida, anónima, necesitamos poner nuestra vida en sus manos. Jesús valora nuestras búsquedas y destaca la fe de cada persona. Muchas veces venimos al templo, en silencio, con discreción... para vivir la intimidad con Él y presentarle nuestra vida y la de las personas. Así sentimos que Él nos lleva de su mano, nos sostiene y nos orienta. Hoy le pedimos que nunca nos deje de su mano..., y que nosotros no nos alejemos de Él.
48 • Domingo 13 del Tiempo Ordinario
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía. Cada domingo nos encontramos, en comunidad, para hacer memoria de Jesús. Escuchamos su Palabra, lo recibimos en la comunión y expresamos nuestro vínculo con los demás. Venimos cargados de intenciones y de situaciones que queremos poner en sus manos para que Él sea consuelo, ayuda, fuerza... especialmente para aquellos que viven situaciones de necesidad. Acto penitencial. Con confianza en el amor de Dios, miramos nuestra vida y pedimos perdón al Señor por nuestros pecados. – Porque no confiamos en ti. ¡Señor, ten piedad! – Porque descuidamos la relación contigo. ¡Cristo, ten piedad! – Porque no compartimos nuestra fe. ¡Señor, ten piedad! Dios de amor y misericordia, perdona nuestros pecados y ayúdanos a vivir en ti. Por Jesucristo nuestro Señor. Ambientación de la Palabra. Las lecturas nos presentan un rotundo mensaje de salvación y fraternidad. Dios quiere la vida de sus hijos y no ahorra esfuerzos por nosotros. El evangelio nos presenta dos signos de Jesús que transforman, radicalmente, la vida de quienes los viven. La primera lectura nos recuerda que Dios nos da la vida y quiere la vida, para siempre, de sus hijos. Esto supone un compromiso por parte de todos: vivir en el amor y la caridad, especialmente con los que sufren. Despedida. Hemos celebrado la fe y ahora queremos vivirla allá donde estemos. El Señor nos bendice para que acojamos su voluntad y vivamos alegres y mostrando el cariño y la cercanía que Dios nos tiene.
Domingo 13 del Tiempo Ordinario • 49
Oraciones COLECTA Oh Dios, que por la gracia de la adopción has querido hacernos hijos de la luz, concédenos que no nos veamos envueltos por las tinieblas del error, sino que nos mantengamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Ponemos nuestra vida en las manos de Dios y le presentamos nuestras necesidades y las de nuestro mundo. • Por los que sufren por cualquier motivo, por los que padecen la violencia o la desigualdad, por los que están solos y abandonados. Roguemos al Señor. • Por los que tienen responsabilidades en el gobierno de los pueblos, en la economía, o en la sociedad. Roguemos al Señor. • Por los cristianos, por los laicos, por los miembros de vida religiosa, por los sacerdotes, por las familias. Roguemos al Señor. • Por los que nos reunimos a celebrar la fe, por los miembros de nuestra parroquia (comunidad), por los que son perseguidos por la fe. Roguemos al Señor. Escucha nuestra oración y ayúdanos a ser testigos de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SOBRE LAS OFRENDAS Oh, Dios, que actúas con la eficacia de tus sacramentos, concédenos que nuestro ministerio sea digno de estos dones sagrados. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN La ofrenda divina que hemos presentado y recibido nos vivifique, Señor, para que, unidos a ti en amor continuo, demos frutos que siempre permanezcan. Por Jesucristo, nuestro Señor.
50 • Domingo 13 del Tiempo Ordinario
El Evangelio en casa Ambientación Hoy también hay muchas personas que sufren por distintos motivos. Sabemos que Jesús no está lejos de ellos. Por ese motivo tampoco nosotros podemos dejarlos solos. Quizá no curemos sus heridas, pero los podemos cuidar, acompañar y consolar. Es la revolución de la ternura, capaz de transformar el mundo actual. Nos preguntamos ¿Qué situaciones de sufrimiento conozco y me llaman más la atención? Pueden ser cercanos (familia, amigos) o realidades que conocemos por los medios de comunicación y que nos impresionan. ¿Qué demandan? ¿Qué necesitan? Escuchamos la Palabra: Mc 5,21-43. Nos dejamos iluminar A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo (papa Francisco). Seguimos a Jesucristo hoy Pienso en alguna persona cercana (familia, amigos, trabajo...) que esté pasando por un mal momento y, además de rezar por ella, concreto alguna acción para estar más pendiente de ella. Rezamos juntos la plegaria de la página siguiente.
Domingo 13 del Tiempo Ordinario • 51
Plegaria TÓMAME DE TU MANO Dios, tómame de tu mano, te acompaño sin resistirme. Me gusta estar protegida por el calor y la seguridad pero tampoco me rebelaré si entro en el frío, siempre y cuando sea de tu mano. Iré a todas partes de tu mano y quiero procurar no tener miedo. Prometo que viviré al máximo esta vida y que seguiré adelante. A veces pienso que mi vida empieza ahora mismo. Etty Hillesum
7 de julio de 2024
Ciclo B
Domingo 14 del Tiempo Ordinario José Ignacio Blanco
No desprecian a un profeta más que en su tierra Jesús se extrañó de su falta de fe (Palabra de Dios). Los paisanos de Jesús desconfían de Él (Homilía). Jesús experimenta el rechazo a Él y a su mensaje (Evangelio en casa).
54 • Domingo 14 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura de la profecía de EZEQUIEL 2,25 En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: –Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus padres me han ofendido hasta el día de hoy. También los hijos tienen dura la cerviz y el corazón obstinado; a ellos te envío para que les digas: «Esto dice el Señor». Te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, reconocerán que hubo un profeta en medio de ellos. Palabra de Dios NOTAS: Desde el principio, la misión de Ezequiel está claramente definida. Dios no le engaña: «te envío a un pueblo rebelde». Los profetas proclaman un mensa je que no es suyo, sino de Dios, a un pueblo que no está dispuesto a escuchar y obedecer. No hay ningún profeta aplaudido, o vitoreado, o felicitado públicamente. Uno de los rasgos del verdadero profeta, junto con que su anuncio se cumple, es precisamente su condición de persona rechazada. No tenemos por qué pensar en personajes débiles psíquicamente, o en personas desquiciadas. El desquiciamiento le viene precisamente de tener que anunciar un mensaje de otro (el profeta es una persona expropiada para Dios), que le supone preguntas internas y serios
reveses. La Escritura no descalifica ni desprestigia al profeta, sino que incide en la dureza de corazón y en la condición obstinada de sus oyentes; pero ni la rebeldía, ni la oposición enconada, ni la persecución acallan su voz. El profeta no asegura una conversión del pueblo, sino una denuncia pública y patente: no pueden ignorar irresponsablemente que «hay un profeta en medio de ellos». La palabra de Dios no está encadenada, y el profeta es su servidor. Ezequiel simboliza una vida entregada a la proclamación del mensaje de su emisor. Jesús seguirá esta línea profética; su misión será la de sanar a los enfermos y fortalecer a los débiles; pero también denunciar los pecados y anunciar la palabra de Dios.
Domingo 14 del Tiempo Ordinario • 55
Salmo responsorial 122,1b-4 Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia. A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores. Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia. Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos.
56 • Domingo 14 del Tiempo Ordinario
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los CORINTIOS 12,7b-10 Hermanos: Para que no me engría, se me ha dado una espina en la carne: un emisario de Satanás que me abofetea, para que no me engría. Por ello, tres veces le he pedido al Señor que lo apartase de mí y me ha respondido: «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad». Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. Palabra de Dios NOTAS: Pablo, el apóstol entregado y firme, reconoce ante los corintios, comunidad complicada y altiva con la que tiene problemas, que «tiene un aguijón en la carne». Prefiero traducir «aguijón, mejor que «espina», porque es un dolor más intenso (agudo), permanente, y sin duda recoge mejor el pensamiento del apóstol. Es tarea inútil querer adivinar en qué consiste este «aguijón» al que se refiere san Pablo. Para unos es una enfermedad física que lo atormentaba, sin saber cuál; recordemos que en la carta a los Gálatas les dice que él mismo les evangelizó cuando tuvo que pasar una temporada enfermo entre ellos, pero no sabemos más. Para otros se trata de un defecto personal (¿un complejo?) contra el que luchaba y no podía vencer. No tenemos más datos. Otros piensan en una dificultad permanente que le agobiaba, de tipo pastoral, al ver cómo su misión entre las comunidades era a veces contestada por los falsos hermanos.
Nunca sabremos a ciencia cierta en qué consiste este «aguijón»; lo que sí podemos decir es que es una ocasión preciosa para anunciar la aparente contradicción del evangelio. De nuevo se sirve de la paradoja «fuerte-débil». El evangelio es «débil»: no tiene ejércitos que intimiden, ni riquezas que acallen voluntades. Lo anuncian personas débiles, con contradicciones y pecados. Las comunidades eclesiales son débiles y no siempre están a la altura de lo que se espera de ellas. Si alguien busca en los cristianos a personas impolutas, irreprensibles, superiores..., pronto descubrirá lo falaz de su pretensión. La fuerza y hermosura del evangelio no radica en que sus miembros sean como los de una «secta superior» que ha llegado a la iluminación, sino en que la fuerza del evangelio se hace presente en la debilidad de los creyentes. Dios, con su gracia, que es la Gracia, es nuestro garante.
Domingo 14 del Tiempo Ordinario • 57
Lectura del santo evangelio según san MARCOS 6,1‑6 En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: –¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí? Y se escandalizaban a cuenta de él. Les decía: –No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa. No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando. Palabra del Señor NOTAS: Después de regresar del bautismo junto al Jordán, Jesús se marcha de Nazaret al comenzar su misión. Se va del pueblecito de las colinas de la Baja Galilea, a otro pueblo, Cafarnaún, a las orillas del lago. La actividad de Jesús en los primeros capítulos de Marcos se desenvuelve en torno al lago. Toda la primera parte del evangelio de san Marcos, hasta el capítulo octavo, cuando en Cesarea de Filipo el mismo Jesús les pregunte a sus discípulos quién es, es como una catequesis que el lector del evangelio se debe hacer. En esta primera parte, en estos primeros ocho capítulos, encontramos el breve relato de hoy. Jesús vuelve a su «ciudad», a Nazaret. Los suyos lo conocen bien, pues es un pueblo pequeño, lo han visto crecer y madurar. Pero los habitantes de Nazaret no están dispuestos
a creer en él. La pregunta en este caso no es «¿quién es Jesús?», que, en definitiva, es una pregunta teológica, sino «¿de dónde saca todo eso?», que es una pregunta a medio camino entre la desconfianza y la ironía. Jesús responde con las famosas palabras que han pasado a la cultura de la humanidad: solo entre los suyos se desprecia a un profeta. Jesús es mucho más que un profeta, pero ni siquiera esta primera aproximación a la figura profética de la vida de Jesús, en continuidad con toda la tradición bíblica, es aceptable para sus paisanos. El «paso a la fe» no es lógico según las normas humanas. La transición hacia la fe no sigue una lógica humana; es un acto que implica entrega, aceptación, profundidad y una claridad que todos no están dispuestos a tener. Pedro Fraile
58 • Domingo 14 del Tiempo Ordinario
Homilía La misión de Jesús está atravesada por la desconfianza y el rechazo Con cierta frecuencia escuchamos o leemos los evangelios y nos quedamos contentos de ver a Jesús curando enfermos, sanando heridas, expulsando demonios... y nos queda una imagen tanto de los enviados de Dios (Ezequiel) como del propio Jesús (Evangelio) como que son momentos puntuales, sin mayor trascendencia porque es muy superior el conjunto del bien que hacen que el rechazo que experimentan. Tanto Ezequiel como Jesús experimentan la crisis de rechazo de sus misiones. A mi humilde entender, los momentos en que los escritores sagrados han dejado constancia de estos rechazos a la Palabra de Dios y al Mesías que la Palabra definitiva de Dios, son momentos duros, pero necesarios, ya que obligan a los enviados de Dios a discernir con Él si no se habrán equivocado o habrán entendido mal la misión recibida. ¿No hemos experimentado nunca este rechazo? A Ezequiel le manda Dios que proclame lo que Dios quiere Decir a Israel, advirtiéndole que son testarudos y rebeldes a Dios. De Jesús desconfían aquellos que
desearía que le comprendieran: los más cercanos. Sin embargo, los textos de hoy nos ayudan al discernimiento: si predicamos o proclamamos lo que Dios quiere que digamos, tarde o temprano desconfiarán de nosotros porque lo que proclamamos es palabra de Dios, no una moralina ideológica que suele servir de excusa para tranquilizar nuestras conciencias. Síntesis Dice el autor de la carta a los Hebreos que «la Palabra de Dios es viva y eficaz y... juzga los deseos e intenciones del corazón». Si la intención del discípulo es tranquilizar conciencias, ¿no será porque vive de un sistema de creencias? Si la intención del discípulo es hacer partícipes a los oyentes de la Buena Noticia, en cuanto desenmascare alguna intención, que puede estar en el inconsciente, será rechazado. Sin que los oyentes se den cuenta de que el desenmascaramiento (que no juicio) les hará más libres porque podrán ser ellos mismos más auténticos y menos hipócritas. Consecuencia para el discípulo: soledad que no aísla, sino que se siente habitada por el Espíritu Santo. Y será compartida por la soledad de Jesús a medida que fue acercándose a Jerusalén.
Domingo 14 del Tiempo Ordinario • 59
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. La Eucaristía de hoy pone ante nuestra conciencia una realidad que nos cuesta aceptar: el rechazo a la misión que hemos recibido de nuestro Señor y de la Iglesia. Tendremos ocasión de comprobar cuáles son las causas de ese rechazo y cómo Dios y Jesús nos ayudan a acoger la Palabra de Dios y a confiar en ella. Acto penitencial. Pidamos perdón a Dios por nuestra terquedad y obstinación, en querer que Dios se acomode a nuestros deseos o creencias y no obedecemos a su Palabra. Ambientación de la Palabra. La mesa de la Palabra de Dios hoy recoge momentos en que los enviados de Dios no son aceptados. ¿Cómo es posible? Cuando el ser humano elabora sus convicciones no se da cuenta de que empieza a vivir de «creencias». Cuando el ser humano acoge y obedece la Palabra de Dios se produce el encuentro relacional con Dios y con Jesús que le da vida para poder evangelizar: esa es la fe (confianza radical en esa Palabra que es el propio Jesús. Despedida. A lo largo de estos domingos, Jesús nos va mostrando los rasgos del Reino de Dios, confirmándolos con algunos signos que liberan al ser humano de sus esclavitudes. Al mismo tiempo, nos muestra su sabiduría, que no es la científica, ni la filosófica; es la sabiduría de quien tiene fundamentada la existencia en Dios y en su Palabra. Confiemos en Él y en su Palabra para que Él no se extrañe de nuestra falta de fe.
60 • Domingo 14 del Tiempo Ordinario
Oraciones COLECTA Oh, Dios, que en la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída, concede a tus fieles una santa alegría, para que disfruten del gozo eterno los que liberaste de la esclavitud del pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Presentemos ahora nuestras peticiones a Dios nuestro Padre para que nos ayude en los momentos de crisis en nuestra misión. • Por la Iglesia. Para que toda ella sea dócil en acoger la Palabra de Dios y nos ayude a discernir cuál es su voluntad. Roguemos al Señor. • Por nuestros gobernantes. Para que el Señor les toque el corazón para no vean en los cristianos una amenaza a su poder sino una ayuda a su tarea de gobiernos. Roguemos al Señor. • Por cuantos no pueden disfrutar de vacaciones, por los pobres, los disminuidos, los enfermos y sus cuidadores. Para que el Señor nos ayude a acompañarles y a luchar por mejorar su situación. Roguemos al Señor. • Por todos y cada uno de nosotros. Para que el Señor nos ayude a confiar en su Palabra que es la que da auténtica vida a través de su hijo Jesucristo. Roguemos al Señor. Acoge, Señor, en tu bondad, las peticiones que tus hijos te dirigimos en este día y concédenos lo que creas más conveniente para tu gloria y la de tu reinado en la historia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SOBRE LAS OFRENDAS Que la oblación consagrada a tu nombre nos purifique, Señor, y nos lleve, de día en día, a participar en la vida del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Colmados de tan grandes bienes, concédenos, Señor, alcanzar los dones de la salvación y no cesar nunca en tu alabanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Domingo 14 del Tiempo Ordinario • 61
El Evangelio en casa Ambientación El rechazo que experimenta Jesús de su persona y mensaje, es decir de su misión como Mesías (Salvador), le crea una crisis de misión. En el Bautismo, Él había recibido la misión mesiánica y la puso en marcha con palabras y signos. Ahora empieza a darse cuenta de que su misión y persona no son aceptadas como Él había entendido a partir de lo que su Padre le encargaba. Nos preguntamos ¿En algún momento hemos experimentado que aquello a lo que a los 25 años dedicamos todas nuestras energías (proyecto vital, matrimonial, sacerdotal...) se nos viene abajo? ¿Nos hemos hundido o hemos aprovechado la oportunidad de Dios de confiar en Él? Escuchamos la Palabra: Mc 6,1-6. Nos dejamos iluminar El núcleo de esa crisis es siempre «¿dónde he fundamentado mi existencia hasta ahora?». Es momento de responder a esa cuestión, confiando en que Dios es nuestro Padre y está más interesado que nosotros mismos en sacarnos adelante. Seguimos a Jesucristo hoy La confianza es la base antropológica de la fe; pero también la base antropológica del amor humano y divino. Atrevámonos a vivir confiando permanentemente en Dios y en quien se deje.
62 • Domingo 14 del Tiempo Ordinario
Plegaria A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío, líbrame de la mano perversa. Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías. Salmo 70
14 de julio de 2024
Ciclo B
Domingo 15 del Tiempo Ordinario Pedro Fraile
Profetismo, profetas y apóstoles Un anuncio en el corazón del pueblo (Palabra de Dios). Nunca ha sido fácil ser profeta y discípulo (Homilía). Id de pueblo en pueblo, de casa en casa (Evangelio en casa).
64 • Domingo 15 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura de la profecía de AMÓS 7,12-15 En aquellos días, Amasías, sacerdote de Betel, dijo a Amós: –Vidente: vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el pan, y allí profetizarás. Pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el santuario del rey y la casa del reino. Pero Amós respondió a Amasías: –Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era un pastor y un cultivador de sicomoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: «Ve, profetiza a mi pueblo Israel». Palabra de Dios NOTAS: En la época de Amós, siglo viii a.C., eran comunes los «profetas profesionales», esto es, personas que ejercían la profecía como una profesión socialmente reconocida y que generaba beneficios económicos. Tanto en los distintos templos del Reino del Norte, también llamado Israel, como en la misma corte de Samaría, su capital, había personas a sueldo que decían hablar en nombre de Dios. Uno de esos santuarios era el de Betel, que el texto litúrgico traduce al pie de la letra como «Casa de Dios». El responsable de ese santuario es Amasías. Cuando Amós, profeta verdadero, por vocación y no por profesión, va allí para decir una palabra de Dios, se encuentra con que el sacerdote responsable de Betel lo expulsa. En este encuentro, el profeta
a sueldo del rey se enfrenta al profeta llamado por Dios. Amós no se calla, sino que apela a su condición de «vocacionado». Afirma con contundencia que él no vive de eso, como otros, pues era agricultor y pastor; la llamada ha venido de Dios mismo, y ante la palabra de Dios, el hombre no puede decir nada. Este texto mantiene la frescura de las vocaciones verdaderas que no se atemorizan ante el poder de los dirigentes que quieren acallarlos. El «vocacionado» nunca dice que la palabra es suya, sino que es de Dios: «El Señor me dijo ve y di a mi pueblo». Por esto mismo, puede ser que el problema de hoy no sea tanto que Dios calle y no pronuncie una palabra verdadera y luminosa, cuanto que no haya «escuchantes» obedientes como Amós.
Domingo 15 del Tiempo Ordinario • 65
Salmo responsorial 84,9abc.10-14 Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos». La salvación está cerca de los que lo temen, y la gloria habitará en nuestra tierra. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; La fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, y sus pasos señalarán el camino.
66 • Domingo 15 del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los EFESIOS 1,3‑14 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos. Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado. En él, por su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, conforme a la riqueza de la gracia que en su sabiduría y prudencia ha derrochado sobre nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad: el plan que había proyectado realizar por Cristo, en la plenitud de los tiempos: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra. En él hemos heredado también los que ya estábamos destinados por decisión del que lo hace todo según su voluntad, para que seamos alabanza de su gloria quienes antes esperábamos en el Mesías. En él también vosotros, después de haber escuchado la palabra de la verdad –el evangelio de vuestra salvación–, creyendo en él habéis sido marcados con el sello del Espíritu Santo prometido. Él es la prenda de nuestra herencia, mientras llega la redención del pueblo de su propiedad, para alabanza de su gloria. Palabra de Dios
Domingo 15 del Tiempo Ordinario • 67
NOTAS: El himno cristológico de Efesios forma parte de los textos fundamentales de la teología bíblica y de la cristología. Se trata de un himno prepaulino, que el autor de Efesios incorpora a la carta. Comienza con una bendición (berakah) de sabor hebreo: la bendición primera siempre es para Dios, a quien nombra como «Padre de nuestro Señor Jesucristo» (distinción notable del judaísmo); nos bendice «en Cristo» con toda clase de bendiciones. La bendición puede ser ascendente (nosotros bendecimos a Dios) y descendente (Dios nos bendice). A la bendición inicial sigue un himno centrado en la persona de Cristo. El teólogo va desgranando la «elección», nuestro «destino», la «redención», la «herencia»... Todo se cumple «en él» y «por él». La «elección» de Dios ha tenido lugar «en Cristo, es «anterior a la creación», y hemos sido elegidos «para ser santos». El destino que Dios ha preparado para nosotros, por medio de Jesucristo, es «ser hijos». El teólogo hace un cambio de sujetos. Pasa de poner en el centro de su himno a Dios (los dos primeros pronombres personales de
tercera persona, «Él») a la persona de Cristo (en él): «en él tenemos la redención»; «en él hemos heredado»; «en él hemos sido marcados con el sello del Espíritu Santo». Este es el plan de Dios, el «misterio y beneplácito de su voluntad». Un plan que se realiza «en la plenitud de los tiempos» y que consiste «en recapitular todas las cosas en Cristo». Nosotros, los creyentes, somos beneficiarios de esta «herencia»; somos «herederos» suyos, pues somos «pueblo de su propiedad». Este himno forma parte de la reflexión teológica de las primeras comunidades cristianas. Sin abandonar la tradición bíblica, sino más bien enraizada profundamente en ella, es un himno a Dios, Único, Creador, Santo. Dios había prometido al Mesías, y ha llevado adelante su plan de salvación, que no concluye en la realidad histórica de Israel. El autor lee la historia que camina a su cumplimiento y proclama «en la plenitud de los tiempos» la obra salvífica realizado «en Cristo» y «por Cristo». Una obra de redención personal y de recapitulación universal.
68 • Domingo 15 del Tiempo Ordinario
Lectura del santo evangelio según san MARCOS 6,7‑13 En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y decía: –Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos. Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. Palabra del Señor NOTAS: Jesús tiene urgencia por anunciar y hacer presente el Reino de Dios. No se trata de que su palabra se reduzca solo a los que pueden oírlo por cercanía física o porque pasan por allí. El Reino de Dios, su noticia y su presencia, tiene que difundirse. Para eso hace falta «misioneros», dándole a esta palabra el sentido más bíblico posible. Los «misioneros» participan de la misma misión de Jesús. No son «predicadores profesionales» a quienes no les importa el mensaje, sino solo el beneficio que puedan obtener, ni «teóricos» que discuten sobre la opción de vida de otros. Precisamente porque comparten la misión de Jesús, viven pobremente como él, piden la
acogida humilde como él, sanan como él y anuncian la conversión como él. Además de ser un relato que nos lleva al Jesús histórico, predicador y sanador, anunciador del Evangelio del Padre y de la conversión, nos dice cómo ser hoy discípulo. Evidentemente la misión específica y determinada consagrada en un modo de vida misionero no es para todos los discípulos, pero sí que es para todos los cristianos el anunciar sin medias tintas a Jesús y vivir desde el Evangelio. El Evangelio nos lleva a conocer mejor al Jesús de la historia, y nos agrada, pero la fuerza actual del Evangelio reside en nuestra capacidad de hacer presente su misión de manera tangible hoy día. Pedro Fraile
Domingo 15 del Tiempo Ordinario • 69
Homilía El profetismo bíblico El fenómeno profético no es exclusivo de Israel. Si leemos un manual de la Biblia nos explicará que era un fenómeno que se puede ensanchar a otros pueblos de alrededor. Pero, a su vez, nos sigue explicando que el profetismo bíblico tiene rasgos propios. En los primeros tiempos estaba muy vinculado a la monarquía, y el profeta era un consejero del rey. En un segundo momento comenzó a ser muy crítico con los comportamientos de los reyes por su impiedad. En un tercer momento los profetas bíblicos viven en medio del pueblo. Un rasgo común a los tres momentos es que son «hombres de Dios», que escuchan su voluntad y la expresan en palabras humanas. La tensión entre el profeta y los poderosos El profeta bíblico no es el «adivino» que se busca para que informe de lo que va a pasar; tampoco es el nigromante amigo de magos y brujas; es más, está abiertamente contra ellos porque las supersticiones son una idolatría. El «pro-feta» (palabra griega que tiene que ver con «hablar» –femí/fetés–), es el que escucha primero a Dios y luego habla al pueblo. El Dios bíblico siempre está con los más débiles y no soporta la opresión. El profeta es el «vocero» de la voluntad de Dios que hace
que muchas veces se oponga a los poderosos. De ahí la tensión que se adivina entre un «hombre de Dios» y un «tirano del pueblo sencillo». El profeta y el pueblo de Dios El profeta bíblico sale del pueblo. No es un «profesional» que vive de su cargo. Quizá en los primeros momentos fue así, sobre todo por la proximidad con los profetas de Baal, pero el profeta del Señor (de YHWH) sabe dónde está y de quién es portavoz. Algunos de ellos nos narran su vocación, como el caso de Amós. No quieren ser profetas, pero la llamada de Dios y la misión se les impone. Son «profetas a su pesar». Los apóstoles, nuevos profetas de Jesús Nunca ha sido fácil ser profeta. Unas veces porque la palabra de Dios es fuerte, exigente. Otras veces porque la gente presenta un rechazo abierto, no quiere escuchar. Incluso la vida del profeta está en peligro. Los apóstoles de Jesús son los «nuevo profetas» que comunican la palabra de Dios al pueblo. Primero la tienen que escuchar en su corazón, para madurarla y hacerla vida. Luego la comunican. Son personas de paz, pero se encuentran con el rechazo, incluso la violencia. Ahora bien, el anuncio de la Buena Noticia no se puede parar.
70 • Domingo 15 del Tiempo Ordinario
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. Con frecuencia proyectamos en nuestras comunidades una forma precisa de entender la sociedad: unos mandan y otros obedecen; unos tienen que predicar, otros que escuchar y obedecer. No es así. El cristiano, incorporado al misterio de Cristo por su Bautismo, es sacerdote, profeta y rey. Todo bautizado es profeta y apóstol en la vida ordinaria, allí donde esté. Acto penitencial. Presentamos al Señor nuestra vida con un corazón sencillo e imploramos su misericordia. – Tú eres el Dios que nos salva. ¡Señor, ten piedad! – Tú eres el Dios que nos ilumina. ¡Cristo, ten piedad! – Tú eres el Dios que nos perdona. ¡Señor, ten piedad! Que Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Ambientación de la Palabra. El profeta Amós reivindica su condición de «vocacionado», no de profeta profesional; habla en nombre de Dios y comunica su mensaje. Jesús envía a sus apóstoles a que anuncien también la Buena Noticia de Dios. Un Dios que se revela y manifiesta en Cristo, tal como canta el himno cristológico de Efesios. Despedida. Somos mensajeros de la Buena Noticia de Dios allá donde nos encontremos. Somos portavoces de que Dios no abandona la causa del ser humano. Somos apóstoles.
Domingo 15 del Tiempo Ordinario • 71
Oraciones COLECTA Oh, Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al camino, concede a todos los que se profesan cristianos rechazar lo que es contrario a este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Presentemos al Padre Dios nuestras súplicas con un corazón sencillo y agradecido. Digamos: ¡Oh Señor, escucha y ten piedad! • Por la Iglesia, Pueblo de Dios, para que viva su condición de ser el cuerpo místico de Cristo. Roguemos al Señor. • Por el papa, obispos, sacerdotes y fieles cristianos; que descubran en el sacramento del Bautismo su carácter profético y apostólico. Roguemos al Señor. • Por todos nosotros, que no tengamos miedo a la hora de anunciar con claridad, sin medias tintas, el Evangelio de Jesús. Roguemos al Señor. • Por todos los que quieren creer y tienen dificultades; para que abran su corazón al Dios que los busca. Roguemos al Señor. • Por todos los que buscan y no encuentran; por todos los que viven con la esperanza de vivir conforme a la voluntad de Dios. Roguemos al Señor. Escucha Padre las oraciones de tu pueblo en oración. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
SOBRE LAS OFRENDAS Mira Señor, los dones de tu Iglesia suplicante y concede que sean recibidos para crecimiento en santidad de los creyentes. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Después de recibir estos dones, te pedimos, Señor, que aumente el fruto de nuestra salvación con la participación frecuente en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
72 • Domingo 15 del Tiempo Ordinario
El Evangelio en casa Ambientación Con probabilidad somos «cristianos viejos», esto es, personas que viven la fe desde antiguo; una fe, además, heredada de los padres y abuelos. Puede ser que algunos de nosotros sea un «cristiano nuevo» de los que se han encontrado hace poco tiempo con Cristo. Sea como sea, si somos «cristianos», somos «apóstoles». ¿O quizá no? Quizá pensemos que el apostolado es solo para los «consagrados». Nos preguntamos ¿Te sientes apóstol por estar bautizado? ¿Te sientes protagonista de la misión apostólica de la Iglesia? ¿Qué dificultades tienes para anunciar el Evangelio a los tuyos? Proclamamos la Palabra: Mc 6,7‑13. Nos dejamos iluminar Jesús envía a los Doce a que anuncien la Buena Noticia del Reino. Lo hacen como los antiguos profetas de Israel: con pocas cosas en la mochila, por los caminos y los pueblos, anunciando la paz. Les advierte de que van a encontrar rechazo abierto; incluso violencia contra ellos. Ellos no deben responder con violencia. El Reino se extiende poco a poco, como una mancha de aceite; ellos obran en todo momento el bien. Seguimos a Jesucristo hoy Nunca ha sido fácil ser cristiano; ni ahora, ni en la generación de nuestros padres o abuelos. El cristiano ha tenido que soportar siempre el rechazo más o menos evidente, o incluso la oposición frontal. El Reino de Dios sufre violencia y la seguirá sufriendo. El cristiano es apóstol constitutivamente, porque está bautizado y está incorporado a Cristo, que es «sacerdote, profeta y rey». También nosotros somos profetas y apóstoles.
Domingo 15 del Tiempo Ordinario • 73
Plegaria CRISTIANOS VIEJOS No es un insulto, aunque lo parezca. Un cristiano viejo es como el vino bueno. Un bautizado hecho y derecho, que se remite a sus mayores, que guarda los recuerdos, ¡jirones de fe, pasión y vida! Quizá tiene la rémora de hacer distingos y separaciones entre «los que son» y «los que no son». Quizá remiso a los cambios porque la memoria puede ser trampa, y le cuesta perdonar ofensas, ¡Como a ti y a mí; como a todos! Sabe que su fe no es suya. Es «herencia heredada», viva, madurada, agradecida y contrastada. Gracias por el don de la fe –dice–. Gracias por los que me la anunciaron. Gracias por los apóstoles. Gracias por los hombres y mujeres santos. Pedro Fraile
21 de julio de 2024
Ciclo B
Domingo 16 del Tiempo Ordinario Álvaro Franch
Tiempo de actuar, tiempo de descansar EL amor de Dios Padre es paciente y misericordioso (Palabra de Dios). Todo lo que vivimos y hacemos debemos mirarlo desde la fe (Homilía). Vacaciones consumistas, vacaciones compartidas (Evangelio en casa).
76 • Domingo 16 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura del libro de JEREMÍAS 23,1-6 ¡Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño! –oráculo del Señor–. Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel a los pastores que pastorean a mi pueblo: –Vosotros dispersasteis mis ovejas y las dejasteis ir sin preocuparos de ellas. Así que voy a pediros cuentas por la maldad de vuestras acciones –oráculo del Señor–. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las apacienten, y ya no temerán ni se espantarán. Ninguna se perderá –oráculo del Señor–. Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que daré a David un vástago legítimo: reinará como monarca prudente, con justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y le pondrán este nombre: «El-Señor-nuestra-justicia». Palabra de Dios
Domingo 16 del Tiempo Ordinario • 77
NOTAS: Jeremías se queja amargamente de los malos reyes de Israel que han desaprovechado todas las oportunidades que Dios les ha ofrecido a lo largo de la historia, despreciando sus mediaciones salvíficas y precipitando la ruina inevitable e inminente. El profeta identifica a los reyes con la imagen de los «malos pastores». Las ovejas dispersas a las que se refiere son tanto los exiliados en el pasado cuando cayó el Reino del Norte el año 722 a.C. (Reino de Israel y su capital Samaría) como la premonición de todos los exiliados a Babilonia que sobrevendrán a la catástrofe inminente cuando caiga Jerusalén. El texto anuncia una futura restauración que recogerá a todos los dispersados: «yo mismo reuniré». Dios se revela: por una parte qui-
ta la confianza a los nefastos «reyes-pastores»; por otra anuncia que él mismo será el futuro pastor de su pueblo y suscitará un nuevo «descendiente de David». Jeremías ni rechaza ni olvida la promesa davídica, sino que la retoma y la reinterpreta. Podemos adivinar un juego de palabras: el rey histórico al que Jeremías dirige su oráculo es «Sedecías» («el Señor es mi justicia»), pero falsea gravemente su nombre. Por eso Jeremías anuncia que el futuro Mesías no solo llevará con dignidad este nombre, sino que realizará lo que significa. La imagen del pueblo como «rebaño sin dirección ni protección» la retomarán los evangelistas para describir la situación de la gente en el momento en que Jesús predicaba y hacía manifiesto el Reino.
78 • Domingo 16 del Tiempo Ordinario
Salmo responsorial 22,1b-6 El Señor es mi pastor, nada me falta. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Domingo 16 del Tiempo Ordinario • 79
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los EFESIOS 2,13‑18 Hermanos: Ahora, gracias a Cristo Jesús, los que un tiempo estabais lejos estáis cerca por la sangre de Cristo. Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos ha hecho uno, derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba: la enemistad. Él ha abolido la ley con sus mandamientos y decretos, para crear, de los dos, en sí mismo, un único hombre nuevo, haciendo las paces. Reconcilió con Dios a los dos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, a la hostilidad. Vino a anunciar la paz: paz a vosotros los de lejos, paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre por medio de él en un mismo Espíritu. Palabra de Dios NOTAS: Éfeso es una ciudad cosmopolita, del Imperio romano, de cultura griega; como todas las ciudades importantes de la cuenca mediterránea, alberga una comunidad de judíos. Los dos pueblos a los que se refiere el texto son, por tanto, según la mentalidad de Israel, los judíos y los gentiles. Dos pueblos que viven de espaldas uno al otro. El texto habla de «enemistad»; el pueblo judío se considera a sí mismo como depositario de las promesas y de la Ley y, por tanto, heredero único y legítimo de la salvación. Los gentiles, en su mayoría politeístas e idólatras, siguen sometidos al mundo del destino cruel, de los dioses volubles que no se ocupan de los humanos. Pablo comienza su exhortación a los efesios con una fuerte llamada de atención y de inmediatez: «ahora». Por otra parte, divide a los oyentes entre los que «estaban lejos» y los que «estáis cerca». La nueva realidad ha tenido lugar gracias a la «sangre de Cristo» (un poco más adelante habla de la «cruz»). En conformi-
dad con su teología, Pablo contrapone la salvación por la cruz de Cristo a la obediencia a la Ley, que ha sido «abolida»; término muy fuerte que hay que comprender dentro de la función que desempeña la Ley en la religión judía y en la teología de Pablo. ¿Cuál es el resultado de este acontecimiento de la cruz? La reconciliación. Si los dos pueblos en los que Pablo divide la humanidad, estaban sometidos a la «enemistad», por Cristo llega la reconciliación con Dios. Es una reconciliación universal, que ya conoce «pueblos», «castas», «razas», «etnias», «bloques». La palabra que más usa Pablo en este texto es la de que traigo «la paz» (cinco veces). Paz «a los de cerca y a los de lejos» (recoge la misma contraposición inicial). En el marco bíblico, «paz» implica «reconciliación» y «vida plena». Esta reconciliación-paz ha sido posible por la cruz de Cristo: «podemos acercarnos al Padre por medio de él». Cristo es nuestra «paz» y nuestro «mediador».
80 • Domingo 16 del Tiempo Ordinario
Lectura del santo evangelio según san MARCOS 6,30‑34 En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: –Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas. Palabra del Señor NOTAS: Las palabras de Jesús no son duras, lejanas y estereotipadas como las de los fariseos, los letrados y los saduceos; tampoco son como las de los predicadores de catástrofes. Son palabras que llevan luz y que sanan. A la vuelta de la misión, Jesús invita a sus apóstoles a retirarse y descansar. Sin embargo, Marcos nos cuenta cómo lo seguían buscando por tierra y mar. Más allá de una imagen idílica se trasluce la imagen de una necesidad profunda por parte de la gente, y una constatación: Jesús da respuesta a los deseos más profundo de las personas. Sobresale el verbo «compadecerse», que la traducción suaviza con un inocuo «sintió lástima». El griego habla de «compadecerse», de «sublevarse», de que las «entrañas se le conmovieron». Tiene que ver con la conmoción, como si de un movimiento interior se tratara. La razón
que da Marcos es que la gente iba descarriada «como ovejas sin pastor». La imagen del pastor y de las ovejas no solo es apreciada por la Biblia, sino fuertemente significativa: Dios es el pastor que se desvive por su pueblo Israel. Dios envía pastores a quienes encarga de su rebaño y le devuelven solo sufrimiento e infertilidad. En san Juan, Jesús se propone a sí mismo como «buen pastor». El evangelio de hoy sugiere muchas preguntas: ¿Por qué la gente buscaba a Jesús y por qué a nosotros, cristianos de hoy, no nos buscan? ¿Cuál era la situación de desamparo de la gente y cuál es hoy nuestra situación de desamparo? ¿Qué mensaje transmitimos a la gente que busca una respuesta en el Evangelio? ¿El Evangelio es reposo y descanso para las personas contemporáneas nuestras que viven desorientadas, cansadas? Pedro Fraile
Domingo 16 del Tiempo Ordinario • 81
Homilía Algunas personas ya estaremos comenzando las ansiadas vacaciones del tiempo estival en las que abandonamos nuestras actividades ordinarias; pero no dejamos de ser las mismas personas, colocadas en otros lugares, con otro ritmo de vida y relacionándonos, seguramente, con personas diferentes y hablando otras lenguas. Lo mismo sucede con el discipulado misionero en el que el sínodo universal de nuestra Iglesia está profundizando. Por el hecho de estar en otros lugares y con otras personas no dejamos de ser discípulos y discípulas, esa es nuestra identidad, aunque realicemos unas actividades distintas con personas diferentes. Discípulos misioneros Somos seguidores del crucificado resucitado, estemos donde estemos; y también somos enviados por él para testimoniarlo, anunciarlo e ir construyendo, con otras personas enamoradas de Jesús, un mundo más pacificado, justo y solidario con los hermanos y hermanas cuya dignidad de personas esté siendo más vulnerada. Estemos donde estemos, los discípulos y las discípulas debemos sentirnos enviados a encontrarnos con las personas en los diferentes ambientes en los que nos movemos. Todos debemos sentirnos invitados por Aquel que nos ama por ser lo que somos: hijas e hijos amados. Las comunidades cristianas de hoy, y de siempre, deberíamos como a principio de curso, realizar algún signo de envío sobre los que salimos fuera de la comunidad; y así ser conscientes de que vamos
a ser testigos de ese Reino que Jesús inició y que todos nosotros continuamos. Misionar, descansar, evaluar «Venid vosotros a solas a un lugar apartado». Venid conmigo, les dirá, en otros lugares del evangelio porque el obrero merece su salario. Y en este tiempo en el que suelen bajar las actividades comunitarias y el trabajo de cada persona, al salario misionero lo llamamos vacaciones: tiempo de descanso, de reflexión serena y de evaluar las tareas que voluntariamente hemos asumido. Responder a los que te buscan, te necesitan El proceso de cambio de época histórica en el que estamos inmersos está haciendo emerger un tipo de ciudadanía sustancialmente desconfiada, individualista y meritocrática. Nos enfrenta a la encrucijada de elegir entre dos tipos de sociabilidad, uno, en la que las relaciones sean sustancialmente competitivas, u otro, en el que prime la cooperación. Para la primera se necesita un tipo de persona individualista y posesiva, que basa la felicidad en la posesión de cosas, mejor dicho, en la búsqueda de la posesión para la otra sociabilidad necesitamos promover estrategias comunitarias que den respuesta a los desafíos sociales pues nos estamos enfrentando con la disyuntiva de buscar soluciones cooperativas a problemas que son colectivos, o por el contrario estamos aceptando que la única manera de vivir es la competitividad individualista.
82 • Domingo 16 del Tiempo Ordinario
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. Hoy es domingo. Las personas que nos hemos juntado aquí lo hacemos por costumbre, porque está mandado o porque hemos decidido seguir a Jesús, proclamar el Evangelio y vivir como hermanas y hermanos de todos; especialmente de los que nos buscan, nos necesitan y quieren vivir como nosotros. Acto penitencial. Antes de escuchar la Palabra y de celebrar la memoria eucarística de Jesús, reconocemos nuestros pecados: – Por la rutina que hacemos durar en la vida de cada día, por las costumbres que mantenemos sin sentido. ¡Señor, ten piedad! – Por la trasmisión de ideas sin vida, por la repetición de ritos sin alma y por no dejarnos sorprender por la novedad y Buena Noticia. ¡Cristo, ten piedad! – Por la falta de esperanza a la hora de enseñar nuestra vida, de construir el futuro y de encerrarnos en lo ya logrado. ¡Señor, ten piedad! Ayúdanos, Señor, a responder a tu invitación a seguirte en el descanso y en la misión de atender las demandas de los que nos buscan. Gracias, Señor. Ambientación de la Palabra. «El Señor es mi pastor nada me falta». Hoy, como cualquier otro día, demos gracias por reconocer a Jesús como nuestro buen pastor que nos conduce hacia fuentes tranquilas y repara nuestras fuerzas. Es un buen mensaje para aprovechar en los días de nuestras vacaciones. Despedida. Hemos recibido una doble invitación: a descansar y a no quedarnos en el sitio porque hay mucha gente que os busca y que nos necesita. Salgamos gozosos al encuentro de la gente que anda por las calles, de las que no pueden salir de sus casas y, también, de las acomodadas y miedosas que se pierden toda la vida en común.
Domingo 16 del Tiempo Ordinario • 83
Oraciones COLECTA Muéstrate propicio con tus siervos, Señor, y multiplica compasivo los dones de tu gracia sobre ellos, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren siempre, con observancia atenta, en tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Queremos construir una sociedad socialmente equitativa y ecológicamente sostenible. Por eso Dios Padre Madre te suplicamos: • Por el cuidado del planeta tierra, que procuremos un modelo de crecimiento sostenido. Ayúdanos a hacerlo posible. Roguemos al Señor. • Por la resolución personal de los problemas que nos encontramos en el día a día. Descúbrenos los caminos para hacerlo posible. Roguemos al Señor. • Por la legitimidad de todos los esfuerzos y los trabajos por la igualdad entre los seres humanos. Para que no desfallezcamos. Roguemos al Señor. • Por nuestra Iglesia encarnada, para que salgamos al encuentro de las personas «que andan como ovejas sin pastor». Roguemos al Señor. Queremos permanecer junto a ti, Señor, para la construcción de un mundo más justo y solidario. A ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
SOBRE LAS OFRENDAS Oh, Dios, que has llevado a la perfección del sacrificio único los diferentes sacrificios de la ley antigua, recibe la ofrenda de tus fieles siervos y santifica estos dones como bendijiste los de Abel, para que la oblación que ofrece cada uno de nosotros en alabanza de tu gloria, beneficie a la salvación de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Asiste, Señor, a tu pueblo y haz que pasemos del antiguo pecado a la vida nueva los que hemos sido alimentados con los sacramentos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
84 • Domingo 16 del Tiempo Ordinario
El Evangelio en casa Ambientación El tiempo de vacaciones nos lo podemos plantear de distintas maneras: para descansar, para hacer actividades diferentes, para ver sitios nuevos, para encontrarnos con otras personas o para compartir un tiempo con las personas que nos relacionamos habitualmente, etc. Nos preguntamos Comentamos en el grupo lo que vivimos cada uno en las últimas vacaciones o lo que hemos pensado para las de este año. Elegimos la que más veces aparezca y nos preguntamos por qué lo hacemos de esa manera. Proclamamos la Palabra: Mc 6,30-34. Nos dejamos iluminar ¿Qué les plantea Jesús a sus discípulos después de una jornada de trabajo misionero? ¿Qué les hace cambiar de sitio? ¿Por qué la gente busca a Jesús? ¿Y a nosotros? Seguimos a Jesucristo hoy En ese tiempo distinto que son las vacaciones, podemos dedicar, solos o con otras personas, momentos largos a compartir reflexiones sobre cómo enfocamos y llevamos a cabo el seguimiento de Jesús en nuestra vida diaria y con aquellas personas con quienes compartimos el ser discípulos.
Domingo 16 del Tiempo Ordinario • 85
Plegaria Señor, toma mi vida nueva antes de que la espera desgaste años en mí. Estoy dispuesta a lo que quieras, no importa lo que sea, tú llámame a servir. Llévame donde las personas necesiten tus palabras, necesiten ganas de vivir; donde falte la alegría, simplemente por no saber de ti. Te doy mi corazón sincero para gritar sin miedo tu grandeza, Señor. Te doy mis manos sin cansancio, tu historia entre mis labios y fuerza en la oración. Y así, en marcha, iré cantando por las calles, predicando lo bello que es tu amor. Señor, tengo alma misionera, condúceme a la tierra que tenga sed de Dios.
25 de julio de 2024
Ciclo B
Santiago Apóstol Pedro Fraile
Caminantes y discípulos del siervo El Hijo del hombre ha venido a servir (Palabra de Dios). Un tesoro en vasijas de barro (Homilía). Falsas expectativas frustradas (Evangelio en casa).
88 • Santiago Apóstol
Lecturas Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4,33; 5,12.27-33; 12,2 En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los condujeron a presencia del Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó: –«¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ese? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre». Pedro y los apóstoles replicaron: –«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen». Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Palabra de Dios
Santiago Apóstol • 89
NOTAS: Los primeros capítulos de Hechos de los Apóstoles, situados en Jerusalén, recogen la persecución abierta por parte de los jefes de los judíos. Los apóstoles son «testigos del resucitado» y que daban testimonio con «valentía», no la suya, sino la que les da el Espíritu. Recordemos que los saduceos, grupo político religioso de presión entre los sacerdotes, no aceptaban la resurrección de los muertos. Se entiende entonces cómo se enfrentan a los apóstoles por doble motivo: primero niegan la resurrección, pero también porque los apóstoles les responsabilizan de la muerte de Jesús. Según el relato, lo primero es «prohibir formalmente» la predicación; como los apóstoles no obedecen, comienza la persecución. Detienen a Pedro y a los apóstoles y los conducen al Sa-
nedrín. Eran los garantes de la recta doctrina judía ante todo el pueblo. La respuesta de Pedro es contundente: «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». Continúa con una exposición del kerigma, del anuncio fundamental y esencial de la fe cristiana: «El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús», esto es, Pedro identifica al Dios de la fe judía con el que ha resucitado a un judío; los oyentes no pueden aceptarlo. Más aún cuando los acusa de que ellos han condenado a muerte al que Dios resucita; ellos no cumplen, por tanto, la voluntad de Dios. En el culmen de la provocación, Pedro habla de una «conversión de Israel» para que se les perdonen los pecados. La respuesta de las autoridades judías fue contundente: se desata una persecución cuya primera víctima es Santiago.
90 • Santiago Apóstol
Salmo responsorial 66,2-3.5.7-8 Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.
Santiago Apóstol • 91
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los CORINTIOS 4,7-15 Hermanos: El tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios. Palabra de Dios
92 • Santiago Apóstol
NOTAS: Pablo se considera «encargado» por Dios para que lleve a cabo una misión, la de anunciar a su Hijo Jesús. Por eso habla de «ministerio», que es a la vez tarea, misión, y por otro lado vocación. Un ministerio que no es peso insoportable, sino un «tesoro». La palabra «tesoro» tiene un sentido universal; bien sea «tesoro pecuniario», de carácter material, bien «tesoro humano» como la familia, bien «tesoro moral» como la coherencia de la vida. Un tesoro que no es suyo, sino que ha sido «recibido». Mucho más: este tesoro no está preservado en lugares inaccesibles; está contenido en «vasijas de barro», porque habla de él mismo. Una experiencia mística entre el don recibido y que tiene que compartir, con la debilidad de un cuerpo sometido a todo tipo de peligros, incluso a riesgo de la propia muerte. A Pablo le gustan las paradojas: su cuerpo es mortal, el tesoro que lleva es la vida. Así como en otros textos, en esta misma segunda carta a los Corintios, el uso del
término «cuerpo» tiene un sentido de peso, contrapuesto a la vida del espíritu, ahora le sirve a Pablo para insistir en el carácter frágil y doloroso de la condición humana. Los cristianos llevamos las «marcas» físicas, reales, de nuestro seguimiento de Jesús. En un segundo momento, Pablo afirma de forma rotunda: «creí, por eso hablé». La misión evangelizadora nace de la fe acogida, madurada y cultivada en el interior. Una fe que necesita salir al exterior. Solo puede evangelizar quien ha experimentado el cambio de vida en su interior. La fe no como «ideología dominante», o como «propuesta filosófica» sometida al paso del tiempo; la fe como respuesta al don de la salvación en Cristo, que es para toda la humanidad. Una fe que nace de la resurrección de Jesús de la que participan todos los que se unen a él. Una fe expansiva: «cuantos más reciban la gracia... mayor será el agradecimiento». Evangelizar, ¿para qué? ¿Para gloria de Pablo? No, para «gloria de Dios».
Santiago Apóstol • 93
Lectura del santo evangelio según san MATEO 20,20-28 En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: –«¿Qué deseas?». Ella contestó: –«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». Pero Jesús replicó: –«No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?». Contestaron: –«Lo somos». Él les dijo: –«Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre». Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: –«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que lo sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos». Palabra del Señor NOTAS: Jesús va camino de Jerusalén, y en este trayecto se encuentra con la «madre de los Zebedeos» (Santiago y Juan). Por sus palabras se deduce que no es una petición espontánea. En el fondo se adivina que algunos discípulos de Jesús habían madurado la idea de que en Jerusalén habría un movimiento que les daría el poder. Lo que le piden a Jesús es muy sencillo: queremos ocupar un puesto importante en tu gobierno. El texto refleja tanto la ceguera de algunos discípulos sobre la misión de Jesús, como las aspiraciones del cora-
zón humano. Jesús les pregunta, pero siguen sin entender: dicen que «pueden beber el cáliz» (del gobierno), aunque Jesús no habla de eso. Jesús los corrige sin humillarlos y los remite a la voluntad del Padre, quien tiene designios y planes no revelados. Ante la indignación del resto, Jesús les explica cuál es su referencia y su camino. Les advierte severamente contra los que abusan de los pobres; les pide que ellos no sean así. Jesús se pone como referencia única: el Hijo del hombre no ha venido a que le sirvan, sino a servir. Pedro Fraile
94 • Santiago Apóstol
Homilía El tesoro de la fe La fe puede ser una carga o un tesoro. Las cargas aplastan las espaldas de quienes las llevan. Por eso, un gesto de liberación es desprenderse de la carga. Una persona que, desde pequeño, haya vivido la fe no como una suerte, sino como una pesadez ajena, postiza, que no va con él, pronto querrá librarse de ella. Por el contrario, el que descubre la fe como un tesoro que no se merece, sino que se recibe, que se encuentra, sin méritos, la custodiará como algo precioso. La fe cristiana solo merece la pena ser vivida si es un don del que solo puedes alegrarte, nunca arrepentirte.
El barro del servicio La fiesta de hoy nos pone como modelo la figura del apóstol Santiago. El evangelio no lo deja bien; más bien todo lo contrario. Parecería que en vida de Jesús buscar los primeros puestos para detentar poder sobre otros. Jesús le invita a ponerse el último y al servicio de los demás. Las empresas, las sociedades, los imperios se deben construir sobre las bases del poder. Jesús, sin embargo, nos invita al «ser servidores de los demás». Uniendo el evangelio con la reflexión de san Pablo podemos decir que la comunidad de Jesús se construye con el «barro del servicio».
Un tesoro en vasijas de barro Este «tesoro» de la fe, que en el caso del cristianismo es la fe en Cristo Jesús, lo llevamos en «vasijas de barro». Tremenda paradoja. Las paradojas no se pueden deshojar como una flor, ni desentrañar para adivinar cómo funcionan. Las paradojas son así: contradicciones que no tienen solución, pero que son verdad. La fe cristiana, lo más valioso, lo llevamos y transportamos en los recipientes débiles y frágiles de nuestra vida sencilla, humana, sometida a mil tentaciones y contradicciones. Somos «de barro», pero somos «barro» en el que vive el Espíritu de Jesús, el Espíritu Santo.
Santiago, discípulo convertido No sabemos mucho del apóstol Santiago. Más bien poco: que es de los primeros a quienes llamó Jesús en la ribera del lago, allí en Galilea; después de que su madre quiso colocarlo en un «reino» que solo existía en su cabeza, llena de expec tativas extrañas sobre la misión de Jesús, que él nunca había anunciado. ¿Tuvo que convertirse Santiago para ser discípulo? Seguro que sí, como todos, aunque el evangelio no lo diga. Convertirse a ponerse el último, entre los servidores, dejando atrás unos sueños de poder y de grandeza que no eran la propuesta de Jesús.
Santiago Apóstol • 95
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. En la fiesta del apóstol Santiago volvemos nuestra mirada a uno de los primeros discípulos de Jesús, que culminó su camino. Empezó dejando las redes de su padre en Galilea, y murió decapitado en Jerusalén. Santiago también tuvo que hacer su «proceso de fe», renunciando a los honores y poniéndose en las huellas del maestro que no vino a ser servido sino a servir. Acto penitencial. Con la seguridad de que Jesús nos acompaña en nuestro camino, presentamos nuestra vida. – Tú eres el Dios de los pobres. ¡Señor, ten piedad! – Tú eres el Dios de los limpios de corazón. ¡Cristo, ten piedad! – Tú eres el Dios de los sencillos. ¡Señor, ten piedad! Que Dios Padre, rico en misericordia, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Ambientación de la Palabra. Santiago es un personaje histórico, discípulo de Jesús, que fue decapitado en la primera persecución contra la Iglesia, tal como nos recuerda el libro de los Hechos de los Apóstoles. Pablo, que también murió mártir unos años después, reflexiona de forma profunda y bella: este tesoro (de la fe), lo llevamos en «vasijas de barro», en nuestras personas, muchas veces frágiles; ahí está la grandeza. En el evangelio la madre de Santiago y Juan piden honores y poder para sus hijos; no sabían lo que pedían; Jesús los corrige y los invita a ser servidores. Despedida. Que al celebrar la fiesta del apóstol Santiago recordemos el tesoro precioso de la fe, del que él fue misionero, y pidamos que nos ayude a vivir con sencillez y profundidad el seguimiento de Jesús.
96 • Santiago Apóstol
Oraciones COLECTA Dios todopoderoso y eterno, que consagraste los primeros trabajos de los apóstoles con la sangre de Santiago, haz que, por su martirio, sea fortalecida tu Iglesia y, por su patrocinio, España se mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES En esta fiesta del apóstol, presentemos nuestras súplicas a Dios con la confianza de que siempre nos escucha. • Por la Iglesia, para que sea fiel al ministerio apostólico que le ha sido confiado. Roguemos al Señor. • Por todos los que tienen un servicio en la Iglesia, para que lo ejerzan desde el servicio a los más pobres, débiles y necesitados. Roguemos al Señor. • Por todos los que queremos seguir de cerca a Jesús; para que entendamos que el único camino es el del servicio. Roguemos al Señor. • Por España y todos sus ciudadanos, que celebra hoy a su santo patrón, Santiago. Roguemos al Señor. Escucha Padre la oración que tu pueblo te presenta con un corazón sencillo y agradecido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SOBRE LAS OFRENDAS Purifícanos, Señor, con el Bautismo salvador de la muerte de tu Hijo, para que, en la solemnidad de Santiago, el primer apóstol que participó en el cáliz redentor de Cristo, podamos ofrecerte un sacrificio agradable a tu divina majestad. Por Jesucristo nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Al darte gracias, Señor, por los dones santos que hemos recibido en esta solemnidad de Santiago, apóstol, patrono de España, te pedimos que sigas protegiéndonos siempre con su poderosa intercesión. Por Jesucristo nuestro Señor.
Santiago Apóstol • 97
El Evangelio en casa Ambientación En un esquema normalizado de nuestras relaciones sociales, las personas se pueden situar en dos grupos: unos ocupan puestos de responsabilidad, de relevancia o de prestigio. Normalmente estas personas tienen a otros «a su servicio» (secretarios, administrativos, operarios, ujieres, etc.). Otros, por el contrario, saben que siempre están pendientes de lo que les reclamen, soliciten, pidan o incluso exijan los que forman el primer grupo. Esto es así, nos guste o no. Nos preguntamos ¿Cómo te sitúas tú en una situación normalizada de estratificación social? ¿Con los que dirigen, gobiernan, mandan y exigen o con los que obedecen las instrucciones de otros? ¿Crees que tiene menos prestigio el que acata órdenes y trabaja a las órdenes de otro? Proclamamos la Palabra: Mt 20,20-28. Nos dejamos iluminar Jesús habla con mucha claridad a sus discípulos, pero ellos tienen otro esquema en la cabeza. Están convencidos de que Jesús va a conquistar o al menos va a triunfar en Jerusalén, y ellos van moviendo ficha para ocupar los mejores puestos. Jesús se lamenta porque no han entendido nada. Jesús es el siervo de YHWH, y hace realidad la salvación que se anticipa en el siervo sufriente de Isaías; es el nuevo Adán, totalmente obediente al Padre. Jesús ha venido a servir, no a dominar, gobernar, gestionar las vidas ajenas; no ha venido para que lo sirvan. Seguimos a Jesucristo hoy El evangelio presenta a la madre de los «zebedeos», aunque siguen a Jesús desde Galilea, pero no terminan de comprender su mesianismo. Sus expectativas son falsas y no se cumplen; se frustran. Tienen que aceptar que para los cristianos, el servicio es la clave de acceso al verdadero discipulado.
98 • Santiago Apóstol
Plegaria FALSAS EXPECTATIVAS FRUSTRADAS Santiago, el hijo del pescador, por sobrenombre «Trueno» siguió voluntarioso a Jesús. ¡Poderoso y correoso! Algún tiempo después camino de Jerusalén, se atrevió a pedir la madre: «Quiero poder y gloria para mis hijos». Ella sigue su lógica: «Si Jesús es rey, tendrá que buscar ministros». «Yo he venido a servir, no a que me sirvan», Le responde tajante el Señor. La madre del Zebedeo soy yo y eres tú. Los que no buscamos a Jesús, sino un reparto de prebendas y ministerios. Jesús nos mira a los ojos, nos habla de ponernos los últimos de la fila, de servir empezando por los pobres y pequeños. Como él, el «Hijo del hombre», hizo. Bajamos la cabeza. Expectativas frustradas. Santiago lo hizo suyo y se convirtió. Siguió subiendo a Jerusalén, En otro ritmo, con otro riesgo. Pedro Fraile
28 de julio de 2024
Ciclo B
Domingo 17 del Tiempo Ordinario Javier García
Compartir Repartir el pan (Palabra de Dios). Compartir el pan (Homilía). Pan partido (Evangelio en casa).
100 • Domingo 17 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura del segundo libro de los REYES 4,42-44 En aquellos días, acaeció que un hombre de Baal Salisá vino trayendo al hombre de Dios primicias de pan, veinte panes de cebada y grano fresco en espiga. Dijo Eliseo: –Dáselo a la gente y que coman. Su servidor respondió: –¿Cómo voy a poner esto delante de cien hombres? Y él mandó: –Dáselo a la gente y que coman, porque así dice el Señor: «Comerán y sobrará». Y lo puso ante ellos, comieron y aún sobró, conforme a la palabra del Señor. Palabra de Dios NOTAS: En el Reino de Israel (norte) del siglo ix a.C., Eliseo emerge como discípulo de Elías, el profeta por excelencia, que ha pasado a la historia bíblica como uno de los dos «pilares» del judaísmo, junto con Moisés. Elías no es un profeta «milagrero», pero Eliseo sí; en su «ciclo» abundan los milagros, siempre a favor de los más pobres. La religión bíblica es profética, pero no es una profecía de «entretenimiento» o de «solución» de preguntas para adivinar el porvenir, sino que es una profecía que revela el plan de Dios. El Dios que se revela en la Es-
critura es un Dios que «salva», y que «está con los más empobrecidos. Eliseo no pretende que nadie lo bendiga, sino que se haga patente quién es Dios. El texto que, en una primera lectura, podría parecer el de un milagro «sorprendente», tiene su clave en los versos finales en los que aparece Dios: el Señor es quien ha dicho «comerán y sobrará», indicando que hay que fiarse de Dios y que para él nada hay imposible. Una vez cumplida la profecía de Eliseo, el autor del libro de los Reyes lo deja claro: sucedió «conforme a la palabra del Señor».
Domingo 17 del Tiempo Ordinario • 101
Salmo responsorial 144,10-11.15-18 Abres tú la mano, Señor, y nos sacias Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles. Que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones. Cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.
102 • Domingo 17 del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a EFESIOS 4,1-6 Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos. Palabra de Dios NOTAS: Pablo escribe a los cristianos de Éfeso, indicando que él está «prisionero». Sabemos con seguridad que Pablo sufrió la prisión en Éfeso, en Cesarea Marítima y más tarde en Roma. Dos elementos distintos a diferenciar y destacar en este breve texto: por una parte, el «catálogo de virtudes», al que exhorta Pablo; no son «exclusivas» del cristianismo, sino que las comparten con otros ciudadanos del imperio, algunos de ellos de pensamiento filosófico estoico: humildad, amabilidad, comprensión, amor y paz. La segunda parte se cen-
tra en la «unidad»: un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un Bautismo, un Dios Padre de todos. Toda la vida comunitaria se debe desarrollar bajo la «unidad del Espíritu». Podemos adivinar tensiones importantes en la comunidad de Éfeso, posiblemente debido a la influencia de «falsos apóstoles» judaizantes, o también por «propuestas gnósticas» que no terminamos de conocer bien. La unidad (un Señor, una fe, un Bautismo) siguen siendo fundamentales para mantener la comunión dentro de la Iglesa de hoy.
Domingo 17 del Tiempo Ordinario • 103
Lectura del santo evangelio según san JUAN 6,1-15 En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: –¿Con qué compraremos panes para que coman estos? Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: –Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: –Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos? Jesús dijo: –Decid a la gente que se siente en el suelo. Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: –Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda. Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: –Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo. Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo. Palabra del Señor
104 • Domingo 17 del Tiempo Ordinario
NOTAS: La conocida como «multiplicación de los panes», aparece en los cuatro evangelios (sinópticos y Juan), con elementos comunes: tiene lugar junto al lago de Galilea; la gente lo sigue y lo busca; Jesús hace posible que de lo poco, o casi insignificante, se sacien muchos. Sin embargo, hay elementos distintivos: en los sinópticos, Jesús se «compadece» de la gente porque se hace tarde y no tienen qué comer; en Juan, Jesús hace la pregunta a Felipe para «ver cómo reaccionaba», porque él sabía qué iba a hacer. En los sinópticos es un «milagro»; en Juan es el cuarto «signo» (semeion) de los siete signos con los que Jesús revela progresivamente quién es y cuál es su misión. Como en otras secciones del evangelio de Juan, encontramos
que después del «signo» sigue un «discurso»; en este caso puede incluso leerse en dos partes sucesivas: el «discurso del pan de vida» (Jn 6,22-50) y el «discurso eucarístico» (Jn 6,51-59). Más allá de los «panes», en plural, Jesús se revela como el «pan». Centrándonos en el texto de hoy, vemos cómo Jesús «toma el pan», pronunció la «acción de gracias» y los «repartió». La primera anotación es que hubo para todos y sobraron. Sin embargo, no es un signo «evidente», sino ambiguo. La gente piensa que es «el profeta que va a venir al mundo» (Jesús es mucho más que un profeta); una segunda percepción, también falsa, es que es el futuro rey. Jesús se retira a la soledad, porque, como dice Juan en su evangelio, «aún no ha llegado su hora». Pedro Fraile
Domingo 17 del Tiempo Ordinario • 105
Homilía Compartir es un milagro La multiplicación de los panes es el milagro que acontece cuando compartimos los cinco panes y los dos peces de lo que somos y tenemos. Sabemos por experiencia que cuando compartimos, lo que sucede es que llega para todos y nadie pasa hambre. Cuando compartimos hay abundancia de vida y, muchas veces, sobra. Compartir es un desafío Compartir es uno de los grandes desafíos de nuestro mundo. Produce sonrojo asomarnos a las cifras de la desigualdad. Manos Unidas nos lo recuerda: «el 1 % más rico acumula casi el 50 % de toda la riqueza global, mientras el 50 % más pobre apenas posee el 1,5 % de la riqueza total. Hay en el mundo 828 millones de hambrientos y se estima que cada cuatro segundos muere una persona por esta causa» (Manos Unidas, 2023). François Houtart, importante sociólogo belga, afirma: «Estamos viviendo una situación absurda pues nunca ha habido tanta riqueza y, al mismo tiempo, tantos pobres como ahora». ¿Por qué sucede esto? Tal vez nos estamos acostumbrando a vivir con un horizonte estrecho y mezquino, únicamente preocupados por nuestros propios intereses. ¿Esperaremos entre quejas y lamentos, con los brazos cruzados, a que los ricos compartan, un día, con los pobres? Habrá que exigirlo, pero también habrá que remangarse y seguir poniendo encima de la mesa de la vida nuestros cinco panes y
nuestros dos peces. ¡Qué importante es compartir con los necesitados! Es aportar nuestro trozo de pan para hacer posible la mesa del Reino y la mesa de la Eucaristía. ¡Qué importante compartir el tiempo con personas que viven en soledad! ¡Qué importante es compartir la alegría, la compañía, el dinero, el trabajo...! La Eucaristía es compartir El relato de la multiplicación de los panes nos permite descubrir el sentido que hemos de dar a la Eucaristía. Para los primeros cristianos, no era solamente una liturgia, sino, sobre todo, un encuentro fraternal donde cada uno ponía de sus bienes para ayudar a los necesitados. Era impensable acudir a ella sin llevar algo para compartir con los indigentes. En el siglo ii, san Justino animaba a los cristianos a compartir para «socorrer a los huérfanos y las viudas, a los que sufren por enfermedad o por otra causa, a los que están en las cárceles, a los forasteros de paso y, en una palabra, a cuantos están necesitados». El relato de la multiplicación de los panes hemos de acogerlo como una llamada a descubrir que el proyecto de Jesús es alimentar y dar vida a todas las personas y reunirlas en una fraternidad en la que se comparte el pan y los peces, como hermanos y hermanas. Domingo tras domingo, los creyentes que nos acercamos a compartir el pan de la Eucaristía hemos de sentirnos llamados a compartir nuestros bienes con los necesitados.
106 • Domingo 17 del Tiempo Ordinario
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. Seamos bienvenidos, hermanos y hermanas. El Señor está siempre con nosotros y, cada vez que nos reunimos en su nombre, él se hace presente en medio de nosotros. Nos habla en la palabra y parte para nosotros el pan de su vida. El centro de nuestra vida cristiana está aquí, en esta celebración. Acto penitencial. Reconozcamos humildemente nuestra fragilidad y expresemos nuestro deseo de conversión. – Deseamos ser personas humildes y amables. ¡Señor, ten piedad! – Deseamos ser personas comprensivas, capaces de acompañarnos mutuamente con amor. ¡Cristo, ten piedad! – Deseamos vivir construyendo unidad y paz. ¡Señor, ten piedad! Ambientación de la Palabra. En la primera lectura tomada del segundo libro de los Reyes escucharemos la orden que da Eliseo a su criado cuando recibe la ofrenda de veinte panes de cebada: «Dáselos a la gente, que coma. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará». La imagen coincide con el gesto de Jesús ante la multitud, con los cinco panes de cebada: «Jesús tomó los panes, pronunció la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado». Despedida. Hemos participado en la mesa de la Eucaristía. Ahora volvemos a la vida. Seamos solidarios y compartamos el pan cotidiano.
Domingo 17 del Tiempo Ordinario • 107
Oraciones COLECTA Oh, Dios, protector de los que en ti esperan y sin el que nada es fuerte ni santo; multiplica sobre nosotros tu misericordia, para que, instruidos y guiados por ti, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos ya a los eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Siempre necesitamos la ayuda de la comunidad y la fuerza del Espíritu Santo para vivir en el seguimiento de Jesús. Oremos con confianza. • Los conflictos bélicos están destruyendo vidas inocentes. No nos desentendamos ante el horror que están sufriendo. Roguemos al Señor. • Nunca como hoy ha habido tantos recursos en el mundo para solucionar el problema del hambre y, sin embargo, nunca ha habido tanta desigualdad. No olvidemos que Dios es el Padre de todos. Roguemos al Señor. • Nuestra Iglesia está llamada a ser presencia sacramental del Señor en medio del mundo. Ojalá sepamos escuchar la voz del Espíritu. Roguemos al Señor. • La Eucaristía es fuente de luz y de motivación para nuestras preocupaciones y compromisos por la vida. Roguemos al Señor. Padre, tú nos escuchas siempre. Concédenos tu Espíritu y que Él vaya haciendo, en cada uno nosotros, tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SOBRE LAS OFRENDAS Recibe, Señor, las ofrendas que te presentamos gracias a tu generosidad, para que estos santos misterios, donde tu poder actúa eficazmente, santifiquen los días de nuestra vida y nos conduzcan a las alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Hemos recibido, Señor, el santo sacramento, memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo; concédenos que este don, que él mismo nos entregó con amor inefable, sea provechoso para nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
108 • Domingo 17 del Tiempo Ordinario
El Evangelio en casa Ambientación Detengámonos ante dos afirmaciones que hace Francisco en las encíclicas Fratelli tutti y Laudato si’. Primera afirmación: «Nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, que es uno de los más vergonzosos» [Fratelli tutti, 13]. Segunda afirmación: «Sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y «el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre» (Francisco, Laudato si’, 50). Nos preguntamos ¿Comparto esas afirmaciones? ¿Dónde y cómo veo, en la realidad, lo que denuncia el papa Francisco? Proclamamos la Palabra: Jn 6,1-15. Nos dejamos iluminar Otros dos textos nos pueden ayudar a acoger y vivir el evangelio de este domingo: «La vocación de cada uno de nosotros consiste en ser, junto con Jesús, pan partido para la vida del mundo» (Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis, 88). «Seguir a Jesús en el don de él mismo no puede hacerse sin un salir de uno mismo, sin un vivir con seriedad y alegría la libertad del amor, por la que nos hacemos siervos y esclavos de los demás. La conversión consiste en hacerse, junto con Jesús, buen pan para los hambrientos de pan, justicia y dignidad» (Antonio Bravo). Seguimos a Jesucristo hoy ¿Qué he descubierto hoy en el evangelio y en la reflexión de los textos propuestos para este espacio del Evangelio en Casa? ¿Qué me llevo para casa y para el compromiso en la vida?
Domingo 17 del Tiempo Ordinario • 109
Plegaria Jesús, Tú eres... la palabra a proclamar, la verdad que debe ser dicha, la luz que debe ser encendida, la vida que se debe vivir, el amor que debe ser amado. Jesús, Tú eres... la alegría a compartir, la paz que se debe dar, el pan de vida que se debe comer. Jesús, Tú eres... el hambriento que debe ser sustentado, el sediento que debe ser saciado, el desnudo que debe ser vestido, el sin casa que hay que acoger, el solitario a quien se debe amar, el despreciado que debe ser acogido. Teresa de Calcuta
4 de agosto de 2024
Ciclo B
Domingo 18 del Tiempo Ordinario Jesús Gracia
Pan vivo para una vida nueva Jesús, el pan de Dios que da la vida al mundo (Palabra de Dios). Creer en Jesús, vivir la novedad de Dios (Homilía). Alimentados, desinstalados, renovados (Evangelio en casa).
112 • Domingo 18 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura del libro del ÉXODO 16,2-4.12-15 En aquellos días, la comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: –¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad. El Señor dijo a Moisés: –Mira, haré llover pan del cielo para vosotros: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba, a ver si guarda mi instrucción o no. He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles: «Al atardecer comeréis carne, por la mañana os hartaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor Dios vuestro». Por la tarde una bandada de codornices cubrió todo el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, como escamas, parecido a la escarcha sobre la tierra. Al verlo, los hijos de Israel se dijeron: –¿Qué es esto? Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: –Es el pan que el Señor os da de comer. Palabra de Dios
Domingo 18 del Tiempo Ordinario • 113
NOTAS: El pueblo de Israel hace sus primeras etapas de camino por medio del desierto, hacia la «Tierra Prometida». Aún no ha tenido lugar la Alianza en el Sinaí y el consiguiente compromiso recíproco del pueblo con Dios y de Dios con el pueblo. El relato comienza con un verbo significativo: el pueblo «protestó»; los destinatarios de la queja son Moisés y Aarón, los que los han hecho salir y los conducen obedeciendo a Dios. La acusación está llena de rencor: prefieren la comida de Egipto, aunque allí eran esclavos; es más, los acusan de engañarlos y llevarlos por el desierto para acabar con ellos. Estamos ante una perversión de la vida libre, propia de personas que no ven más allá de los intereses inmediatos: la supervi-
vencia antes que la libertad. El Señor no los destruye ni los abandona, a pesar de que es consciente de sus «murmuraciones»; tampoco se da por vencido dejándolos regresar a Egipto: les da un alimento con poco cuerpo, que tienen que recoger «cada día» y que desconocen: «¿qué es esto?» (maná, en hebreo). Ellos mismos tienen que esforzarse para subsistir. En este gesto providencial deben descubrir que el Señor es «su Dios». El maná ha pasado a ser en la historia bíblica el alimento diario de Dios a su pueblo; suficiente para caminar, pero que ni se puede almacenar ni se puede confundir con las riquezas a las que entregar el corazón. Solo Dios es la verdadera riqueza; el maná es el sustento que todos necesitamos.
Salmo responsorial 77,3.4bc.23-25.54 El Señor les dio pan del cielo. Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor, su poder. Pero dio orden a las altas nubes, abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos maná, les dio pan del cielo. El hombre comió pan de ángeles, les mandó provisiones hasta la hartura. Los hizo entrar por las santas fronteras, hasta el monte que su diestra había adquirido.
114 • Domingo 18 del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los EFESIOS 4,17.20-24 Hermanos: Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya, como es el caso de los gentiles, en la vaciedad de sus ideas. Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a CRISTO, si es que lo habéis oído a él y habéis sido adoctrinados en él, conforme a la verdad que hay en Jesús. Despojaos del hombre viejo y de su anterior modo de vida, corrompido por sus apetencias seductoras; renovaos en la mente y en el espíritu y revestíos de la nueva condición humana creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas. Palabra de Dios NOTAS: Pablo apremia a los corintios a que dejen la vida anterior y que vivan conforme a su nueva dignidad y condición de cristianos. En griego la palabra conversión (metanoia) supone y exige un cambio de mentalidad, diríamos nosotros. Pablo les pide a sus destinatarios, cristianos que acaban de abrazar la fe, que «no anden en la vaciedad de ideas». Los cultos paganos son vacíos y con frecuencia carecen de una ética. Las religiones paganas, a diferencia de la bíblica, no creen en un Dios único, Santo y personal; no creen en un Dios liberador que pide libertad; ni siguen unos «mandamientos» como normas de vida; viven su religión y practican su culto al margen de la historia, careciendo de un futuro personal. La religión que practican no les condiciona su vida moral. Esto hizo que muchos paganos honestos y piadosos admiraran a los judíos y que algunos de ellos se acercaran a las sinagogas porque admiraban la nobleza, la exigencia y la altura de la Ley de Israel. Es lo que se conoce como «temerosos de Dios». Algunos de ellos, que nunca dieron el paso y se incorporaron a la fe judía, sí que lo hi-
cieron cuando les fue anunciado Jesucristo, y estos «temerosos de Dios», abrazaron la fe. En la ciudad de Corinto gentiles, «temerosos de Dios» y judíos han abrazado la fe en Jesús. Son de condiciones sociales y culturales my diversas. El apóstol se sirve de la imagen del vestido. Hay que «despojarse» para «revestirse». Hay que «desnudarse» y «arrojar» lejos de la condición del «hombre viejo y su forma de vida». En Corinto esta forma de vida comprendía desórdenes en el campo de la sexualidad, influidos por el culto a la diosa Artemisa, de gran popularidad, que daba pie a todo tipo de excesos. Hay «que despojarse» y hay que «revestirse». El creyente ya no puede añorar lo que ha dejado atrás, ni volver a caer en sus seducciones, ni intentar un cambio a medias, negociando con la nueva fe que se abraza. Hay que «renovarse» en la mente y en el espíritu. Pablo se sirve de verbos que tienen que ver con el cambio de mentalidad: oír y dejarse enseñar en la verdad de Jesús. Una «nueva condición» a imagen de Dios: justicia y santidad. Estos son los distintivos de la fe cristiana.
Domingo 18 del Tiempo Ordinario • 115
Lectura del santo evangelio según san JUAN 6,24-35 En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: –Maestro, ¿cuándo has venido aquí? Jesús les contestó: –En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios. Ellos le preguntaron: –Y ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios? Respondió Jesús: –La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado. Le replicaron: –¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: «Pan del cielo les dio a comer». Jesús les replicó: –En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo. Entonces le dijeron: –Señor, danos siempre de este pan. Jesús les contestó: –Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás. Palabra del Señor
116 • Domingo 18 del Tiempo Ordinario
NOTAS: La multiplicación de los panes es el «cuarto signo» de los siete que recoge Juan para revelar quién es Jesús y cuál es su misión (Jn 6,1-15). Antes de que comience el discurso de Jesús sobre el verdadero pan (Jn 6,22-59), Juan recoge un «quinto signo», el de la tempestad calmada en el lago, que solo aparentemente desvía la atención (Jn 6,16-21). La escena se sitúa en el lago, cerca de Cafarnaún, que es mencionado dos veces (Jn 6,17, lugar hacia el que se dirigen) y luego en la sinagoga (Jn 6,59). La gente que «ha visto» el signo y «ha comido» hasta saciarse «busca» a Jesús. Cuan-
do lo encuentran quieren disimularlo con la pregunta «¿Cómo has llegado aquí?», pero Jesús desenmascara sus verdaderas intenciones: «me buscáis», no porque «habéis visto el signo», sino «porque os habéis saciado». La actitud de los que lo siguen denota un interés evidente y a la vez una falta de fe no tan evidente. Jesús afronta esto último: el signo debe llevar a la fe: «que creáis». La referencia al maná de Moisés vincula el texto con uno de los pilares del judaísmo, pero que es claramente superado. Moisés les procuró un «pan pasajero»; Jesús les da un «pan de vida». Pedro Fraile
Domingo 18 del Tiempo Ordinario • 117
Homilía Pan de vida, caminos nuevos El Señor nos ha reunido en torno a la mesa de la Eucaristía. Alimentados con su Palabra, y con su Cuerpo y con su Sangre, somos enviados a comunicar a todos la vida que recibimos de él. Las lecturas de hoy nos hablan de Dios que acompaña y educa a su pueblo en el camino a la Tierra de la Promesa. El maná nos recuerda cómo Dios cuida de Israel, con un amor fiel, a pesar de las quejas y dudas de Israel. San Pablo nos exhortará a vivir conforme a la fe en Jesús el Señor. Creer en él es vivir una vida nueva. En el Evangelio, Cristo nos invita a que creamos en él: Jesús es el pan de Dios que da la vida al mundo.
Cristo es la novedad de Dios Durante su travesía por el desierto, el pueblo de Israel descubre en el maná un signo de la renovación que Dios trae consigo. Ahora, Cristo es la novedad de Dios. El «maná definitivo» en el tiempo de la Iglesia es Jesús, el Señor, el Hijo enviado por el Padre. Comer el Cuerpo de Cristo nos lleva a recordar y asumir nuestra identidad de hijos de Dios. Él nos ha creado a su imagen. Creer en Cristo, vivir desde Él, nos empuja a desprendernos del «hombre viejo», y a vivir desde ahora la nueva condición caracterizada por ser hijos y hermanos, discípulos y testigos del Señor.
Memoria del amor fiel de Dios Dios ha liberado a Israel de la esclavitud de Egipto. En el camino hacia la Tierra Prometida el pueblo se queja a Dios por causa del hambre que padecen. Añoran su experiencia en Egipto, y olvidan la acción liberadora de Dios. Prefieren la esclavitud a la novedad de vivir libres. El maná que Dios les envía es un «recordatorio» del amor que tiene a su pueblo. No se ha olvidado de Israel, sino que sigue cuidándolo, guiándolo. El don de Dios debe estar acompañado por parte del pueblo por la confianza y la fidelidad a Dios. Para nosotros cristianos, la Eucaristía es «memorial» del amor de Dios Padre manifestado en Cristo, el pan vivo.
Creer en Jesús para tener su vida Jesús, el pan vivo, nos da la vida. Él se nos da como alimento para que nos dejemos convertir, renovar, por Él. Comulgar a Cristo-Eucaristía nos va modelando para ser y actuar como él, unidos a él. Comulgar, acoger el Don implica confianza, fe en Jesús. Cristo nos invita a creer en él como el Salvador, el Mesías enviado por el Padre. Creer en Jesús, el Hijo de Dios, es la tarea que el Señor nos encomienda. Creyendo en él tenemos vida en abundancia. En la fe, en la relación personal de amistad con Jesucristo se encuentra la clave de la novedad a la que Dios nos llama e invita. Jesús es el pan de vida.
118 • Domingo 18 del Tiempo Ordinario
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. Bienvenidos a la Eucaristía en el Día del Señor. Creemos en Jesús. Él nos reúne. El encuentro con Cristo nos da la vida. Él se nos da como alimento, como pan vivo que nos hace vivir de forma nueva nuestra vocación de hijos de Dios y hermanos. Jesús es el pan de Dios que da la vida al mundo. Acto penitencial. El Señor es compasivo y misericordioso. En ocasiones nos olvidamos de Él. Reconocemos nuestros pecados y nos abrimos a su perdón. – Tú que eres la novedad de Dios y nos renuevas con tu amor. ¡Señor, ten piedad! – Tú que eres el pan de vida, memoria del amor fiel de Dios. ¡Cristo, ten piedad! – Tú que nos llamas a creer en ti, como nuestro salvador, como el Hijo enviado por el Padre. ¡Señor, ten piedad! Ambientación de la Palabra. Dios acompaña y educa a Israel en el camino a la Tierra de la Promesa. El pueblo, hambriento, se queja a Dios. Este les envía el maná, pues no se olvida de Israel, sino que lo ama y lo cuida. San Pablo nos exhortará a abandonar «el hombre viejo» y a vivir la novedad de la fe en Cristo Jesús. Creer en él es vivir una vida nueva. En el Evangelio, Cristo nos invita a que creamos en él, como enviado del Padre, para tener vida. Despedida. Jesús se nos ha dado como alimento que nos renueva y vivifica. Esto conlleva cuidar nuestra relación de amistad con Él, pero también preocuparnos de aquellos que a nuestro lado sufren, están heridos en su dignidad, o se sienten solos y rechazado. Jesús, el pan vivo enviado por Dios nos convierte en «pan de vida» compartida, para ser comunicada a todos mediante el testimonio de la fe, y del amor concreto.
Domingo 18 del Tiempo Ordinario • 119
Oraciones COLECTA Atiende, Señor, a tus siervos y derrama tu bondad imperecedera sobre los que te suplican, para que renueves lo que creaste y conserves lo renovado en estos que te alaban como autor y como guía. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Jesucristo, el pan de vida, es el rostro de la misericordia de Dios. Con la confianza puesta en el Padre le dirigimos nuestras suplicas por la Iglesia y toda la humanidad. Diremos: Escúchanos, Padre. • Por la Iglesia, para que, mediante la liturgia, la caridad y el anuncio de la Palabra comunique la vida nueva que brota de la fe en Cristo. Oremos. • Por los políticos y responsables de la economía para que se esfuercen por dar respuesta a los problemas reales que padecen las personas en la vida de cada día. Oremos. • Por todos los que sufren en su cuerpo o en su espíritu, por quienes se sienten abandonados, o sin esperanza para vivir para que descubran la cercanía y el amor de Jesús mediante el testimonio de los cristianos. Oremos. • Por nuestra comunidad (parroquial) para que, alimentados con Cristo, el pan de vida, vivamos renovados como discípulos y testigos suyos. Oremos. Escucha, Padre misericordioso, nuestras oraciones. Tú nunca te olvidas de nosotros. Siempre nos cuidas y nos amas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SOBRE LAS OFRENDAS Te pedimos, Señor, que, en tu bondad, santifiques estos dones, aceptes la ofrenda de este sacrificio espiritual y nos transformes en oblación perenne. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN A quienes has renovado con el don del cielo, acompáñalos siempre con tu auxilio, Señor, y, ya que no cesas de reconfortarlos, haz que sean dignos de la redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
120 • Domingo 18 del Tiempo Ordinario
El Evangelio en casa Ambientación Cuántas veces centramos nuestra existencia en nuestros proyectos, intereses, objetivos, beneficios, caprichos... y dejamos al margen a Dios y a nuestro prójimo. Después de ver como Jesús realiza el signo de la multiplicación de los panes, la gente sigue a Jesús no por fe, sino movida por otros «intereses» y motivaciones. Nos preguntamos ¿Vivimos conforme al Evangelio, que es Jesús, o nos dejamos conducir por nuestros intereses «autosuficientes»? ¿Cómo es mi fe en Jesús? ¿Trasforma y renueva mi vida? ¿Cómo comunico a otros la vida que recibo de Jesús, el pan vivo? Proclamamos la Palabra: Jn 6,24-35. Nos dejamos iluminar Después de la multiplicación de los panes, la gente busca a Jesús guiada por intereses ajenos a la fe en él. Jesús quiere ayudar a estas personas a descubrir la finalidad de las obras que está realizando. Ver lo que Jesús hace y escuchar lo que dice debe conducir a creer en Él. Jesús es el enviado de Dios Padre, el Mesías, el Salvador. Es el Hijo de Dios, que nos revela al Padre. Creer en Jesús nos da la vida. Cristo es el pan de vida. Seguimos a Jesucristo hoy Comulgar el Cuerpo de Cristo, creer en Él, nos desinstala de nuestros intereses egoístas, de querer manipular a Dios y de ponerlo a nuestro servicio. Cristo nos ofrece la novedad de vivir y pensar de otra manera. Creer en Él nos sitúa de forma distinta ante Dios y las personas. Vivir la novedad del Evangelio de Jesús: hijos de Dios y hermanos de todos.
Domingo 18 del Tiempo Ordinario • 121
Plegaria PAN Pan para saciar el hambre de todos. Amasado despacio, cocido en el horno de la verdad hiriente, del amor auténtico, del gesto delicado. Pan partido, multiplicado al romperse, llegando a más manos, a más bocas, a más pueblos, a más historias. Pan bueno, vida para quien yace en las cunetas,
y para quien dormita ahíto de otros manjares, si acaso tu aroma despierta en él la nostalgia de lo cierto. Pan cercano, en la casa que acoge a quien quiera compartir un relato, un proyecto, una promesa. Pan vivo, cuerpo de Dios, alianza inmortal, que no falte en todas las mesas.
José María Rodríguez Olaizola, SJ
11 de agosto de 2024
Ciclo B
Domingo 19 del Tiempo Ordinario Ángel Lahuerta
Caminamos a la luz del Señor Levántate, que el camino es largo (Palabra de Dios). Nos sostienes y alimentas (Homilía). Danos de ese pan (Evangelio en casa).
124 • Domingo 19 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura del primer libro de los REYES 19,4-8 En aquellos días, Elías anduvo por el desierto una jornada de camino, hasta que, sentándose bajo una retama, imploró la muerte diciendo: –¡Ya es demasiado, Señor! ¡Toma mi vida, pues no soy mejor que mis padres! Se recostó y quedó dormido bajo la retama, pero un ángel lo tocó y dijo: –Levántate y come. Miró alrededor y a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y volvió a recostarse. El ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y de nuevo dijo: –Levántate y come, pues el camino que te queda es muy largo. Elías se levantó, comió, bebió y, con la fuerza de aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios. Palabra de Dios NOTAS: Elías, el gran profeta de Israel, defensor de la causa de Dios y de los pobres, huye de la presencia de la reina Jezabel. Al igual que Moisés, que también huye del faraón cuando mata a un capataz egipcio por defender a un pobre obrero israelita, Elías vaga sin rumbo. La causa de Dios le provoca la persecución abierta de la reina, pues no en vano él ha causado la muerte de cuatrocientos sirvientes de la corte israelita que vivían con el pretexto de adivinar la voluntad de los dioses cananeos. Elías ha actuado con celo y ahora se siente descorazonado. Elías solo quiere morir para que acabe todo; pero Dios aún tiene que manifestarse; por eso le pide que se levante y que coma. Es un alimento frugal, pan y
agua, pero necesario para seguir vivo. El camino lleva a Elías hasta el monte Horeb, monte de la revelación, donde un poco más adelante el Señor se le mostrará como Dios del silencio, de la quietud y de la paz, no de la violencia, el trueno y la destrucción. Aparece de nuevo el número bíblico y simbólico cuarenta, que recuerda la larga travesía del desierto, que aleja de la improvisación y de la premura en las decisiones. Dios tiene sus tiempos y el profeta debe aprender a escuchar y saber esperar. El «hombre de Dios» de todos los tiempos, al igual que Elías, no puede descorazonarse y abandonarse a su suerte, sino que debe alimentarse, sabiendo que vive solo para Dios, para seguir en la tarea que el Señor le va mostrando.
Domingo 19 del Tiempo Ordinario • 125
Salmo responsorial 33,2-9 Gustad y ved qué bueno es el Señor. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. El afligido invocó al Señor, él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.
126 • Domingo 19 del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los EFESIOS 4,30–5,2 Hermanos: No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios con que él os ha sellado para el día de la liberación final. Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor. Palabra de Dios NOTAS: La carta a los Efesios nos presenta una perspectiva intrigante desde el principio: la posibilidad de entristecer al Espíritu Santo. El autor no solo lo afirma, sino que además explica que «hemos sido sellados por él». El Espíritu Santo como «sello» de los bautizados es una imagen profunda y sugerente. La proposición inicial concluye explicando que estamos sellados «para el día de la liberación final». ¿Somos esclavos? ¿Quién nos esclaviza? ¿De qué o de quién debemos liberarnos? Las afirmaciones taxativas nos llevan a que nos hagamos estas preguntas u otras semejantes. El texto sigue con una serie de recomendaciones éticas. Algunos autores quieren ver en la lista que aparece sobre las distintas virtudes del cristiano, una copia de las virtudes estoicas (evitar la ira, los enfados, etc., y promover la bondad, la comprensión, el perdón...). En las primeras comunidades
cristianas son frecuentes las listas de virtudes que deben adornar al cristiano. Ahora bien, el autor de Efesios no se ciñe a lo que hoy llamaríamos «valores humanos», sino que da una doble razón de carácter religioso y cristiano. El bautizado ha sido «consagrado» (sellado) por el Espíritu Santo; no se trata solo de una predisposición a hacer el bien y aborrecer la violencia, como pueden y deben hacer todos los humanos, sino que la bondad es consecuencia de una nueva vida recibida en el Bautismo. Por otra parte, una segunda razón religiosa que identifican esta lista de virtudes está vinculada al perdón. Pablo nos invita a que perdonemos «como Dios nos perdonó en Cristo». Dios es amor, y por lo tanto Dios es perdón. Este perdón no se basa en «buenas intenciones», sino que se ha hecho realidad patente en Cristo, en su muerte entregada a la cruz, y en su resurrección.
Domingo 19 del Tiempo Ordinario • 127
Lectura del santo evangelio según san JUAN 6,41-51 En aquel tiempo, los judíos murmuraban de él porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: –¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo? Jesús tomó la palabra y les dijo: –No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: «Serán todos discípulos de Dios». Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo. Palabra del Señor NOTAS: El largo discurso del «Pan de vida» (Juan 6), que nosotros leemos poco a poco, se traza sobre la trama de la «fe-increencia» y del «verdadero alimento». El primer tema ya ha sido preparado en los versículos anteriores, cuando Jesús les echa en cara a sus interlocutores que lo buscan y lo siguen no porque comprendan el «signo» de la multiplicación (signo de revelación de la voluntad de Dios), sino porque les interesa. Ahora la incredulidad se hace patente en que le echan en cara que conocen a su familia. Jesús revela al Padre y revela quién es él, pero ellos se niegan a aceptarlo. Unido de forma inseparable aparece el «alimento» que sacia y da vida. Juan recoge una y otra vez la
tradición judía: Jesús se presenta, como Dios en el Sinaí, con el título personal «Yo soy». Por otra parte, el pueblo se alimentó en la travesía de «maná»; si bien se trataba de un «pan sin cuerpo», esto es, insuficiente, transitorio, incapaz de alimentar. Jesús se propone a sí mismo como el que «alimenta», «sacia» y consigue la «vida eterna». Pero hay que «creer en él». En el largo discurso del «Pan de vida», argumentando en espiral, retomando una y otra vez los distintos aspectos de los dos temas de fondo, Juan pide que el lector, o escuchante, de este discurso vaya tomando sus propias decisiones. La fe es siempre una «escucha» y una «decisión». Pedro Fraile
128 • Domingo 19 del Tiempo Ordinario
Homilía La vida es andar Elías profeta, dedicado a la causa de Dios, huye del faraón egipcio y es perseguido por defender a un obrero israelita. Es lo propio de los profetas: la entrega al hombre conlleva el desprecio de los fuertes. En su huida deseó la muerte al sentirse desolado y abatido, su labor en vez de procurar bien le estaba trayendo todo mal. Pero Dios nunca abandona, y menos en las caídas y en la persecución. Levántate y come, que el camino es largo, que aún has de llegar al monte del Señor, que yo (le dice Dios) te toco con mi mano, que es momento de seguir. Esta experiencia humana la sufrimos cada uno de nosotros, cuando ponemos empeño, fuerza, ilusión en sacar adelante una tarea en la vida, en el trabajo, en la Iglesia, y surgen recelos e incomprensiones. Y nos preguntamos para qué seguir, qué saco yo de todo este esfuerzo, seguro es mejor quedarme con lo mío y que otros se esfuercen. Aun ahí, en esa limitación, en el «no puedo más» está el ángel del Señor que nos dice: levántate, come, que el camino es largo. Estamos llamados por Dios para seguir y cumplir una tarea, la que Él nos da a cada uno. Con la Fuerza de Dios, de él somos Con la certeza de que lo que Dios Padre da no son palabras, ni consejos de bien quedar, ni golpes en la espalda. No, Él nos da su mismo Espíritu que nos sella y consagra: somos de Dios. Recibimos su fuerza en el Bautismo que nos destina a
ser imitadores de Jesús y a vivir con su mismo amor. Sellados y consagrados, eso se ha de «notar» en la vida, y tenemos que actuar en consecuencia, viviendo en al amor, el perdón, el servicio, la cercanía..., y sin ningún rencor ni violencia. Cristo es nuestro modelo, tengamos una mirada creyente. Seguimos a Jesús y queremos que Él nos vaya haciendo como él. Bien podemos rezar y cantar, y gritar qué bueno es el Señor, gustad y ved. Bien le podemos bendecir y gloriarnos en todo momento, proclamando la grandeza que tiene con todos. Porque Dios siempre nos escucha, nos responde en la dificultad y siempre que lo invocamos y está con nosotros. Con qué cercanía y sencillez lo hemos rezado en el salmo: el ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen. Nos sostiene y alimenta Dios acampa con nosotros, nos anima, nos da la fuerza, nos alimenta en el camino. No con cualquier alimento para salir del paso, sino con el mismo Jesús, pan de vida. Jesús se nos da como el pan, y quien vive en Él vive para siempre. Jesús es el pan que viene del cielo y sacia toda hambre, toda necesidad. Acoger, escuchar y aprender de este pan es tener vida eterna. Para esto hay que creer en Jesús; la fe es la respuesta a este Amor, y querer andar en esta vida nueva que es un regalo y que recibimos de este Dios todo bondad y misericordia. Adelante, hermanos, que el camino es largo: levántate y come.
Domingo 19 del Tiempo Ordinario • 129
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. Gustad y ved que bueno es el Señor. Reunidos en su nombre celebramos la Eucaristía, la presencia de Jesús Señor, pan de vida, en medio de nosotros. Él es nuestro alimento, el verdadero pan de vida que nos sostiene y fortalece. Atraídos por el Padre deseamos su vida. Acto penitencial. En medio de las dudas y las dificultades, no encontramos fuerzas para salir adelante, nos puede el conformismo y nos sentimos vacíos. Hasta entonces podemos recibir al perdón y la gracia de Dios, y por eso le decimos: – Tú, Señor, nos sostienes en cada caída, nos levantas y hacer que caminemos erguidos, con dignidad. ¡Señor, ten piedad! – Tú, Señor, que quieres lejos de nosotros la ira, la amargura, el desamor, toda maldad. ¡Cristo, ten piedad! – Tú, Señor, que nos atraes a ti, nos llamas, nos seduces, nos das la vida. ¡Señor, ten piedad! Eres el pan de la vida, Señor, danos siempre de ese pan, que queremos vivir como hijos. Ambientación de la Palabra. En todo momento necesitamos ánimo, fuerza, sentido y alimento. Jesús es nuestro alimento, venido del Padre. Es el pan de la vida que nos alimenta y sacia; quien come de este pan vivirá para siempre. Con este pan estamos llamados a vivir en entrega y en perdón, como Jesús que es perdón. Y sin vacilar, porque cuando caemos o nos faltan las fuerzas el Padre siempre acampa en torno a los suyos. Despedida. El pan nos da fuerzas, ánimo y esperanza. Hace que recuperemos lo que somos para seguir adelante con todas las tareas. El pan de Dios que hemos recibido es alimento de vida y salvación que debemos llevar a los hermanos, y de estos a los que más se sienten solos y abandonados. Esa es nuestra tarea como seguidores de Jesús.
130 • Domingo 19 del Tiempo Ordinario
Oraciones COLECTA Dios todopoderoso y eterno, a quien, instruidos por el Espíritu Santo, nos atrevemos a llamar Padre, renueva en nuestros corazones el espíritu de la adopción filial, para que merezcamos acceder a la herencia prometida. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Yo soy el pan bajado del cielo, nos dice Jesús. El pan que nos nutre y nos pone activos en el camino de su amor. Respondemos: ¡Danos tu pan, Señor! • Para que la Iglesia renueve la fortaleza y audacia de los primeros cristianos en su tarea de anunciar el Evangelio a todas las personas. Oremos. • Para que todos los educadores, catequistas, religiosos y laicos vean reconocidos sus esfuerzos por ser fieles a la tarea que han recibido. Oremos. • Para que hagamos del anuncio de la fe a los niños y jóvenes de nuestras comunidades algo prioritario. Que sepamos mostrarles que Jesús puede ser el sentido de sus vidas. Oremos. • Para que nuestra comunidad viva abierta a las nuevas realidades sociales y religiosas, con especial atención a los emigrantes. Oremos. A nosotros, Señor, pronto se nos terminan las fuerzas y los buenos deseos. Por eso, atiende tú cuanto ahora te pedimos con humildad y con fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SOBRE LAS OFRENDAS Acepta complacido, Señor, los dones que en tu misericordia has dado a tu Iglesia para que pueda ofrecértelos, y que ahora transformas con tu poder en sacramento de nuestra salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN La comunión en tus sacramentos nos salve, Señor, y nos afiance en la luz de tu verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Domingo 19 del Tiempo Ordinario • 131
El Evangelio en casa Ambientación Para estar vivos necesitamos comer, beber, sentirnos queridos y valorados, ayudarnos unos a otros. Todos los esfuerzos y tareas que forman la vida están orientados a esto. Y entre todos lo vamos consiguiendo. Como familia que quiere seguir a Jesús también necesitamos que Él se nos dé como pan de vida. Su alimento nos da fuerza para querernos, trabajar y servir. Nos preguntamos Cuánto valoramos a Jesús, pan de vida. A cada momento compramos y valoramos otros alimentos. Participamos, o no, en la Eucaristía (o vamos de aquí para allá: donde más nos gusta, donde no nos exigen nada, donde están los amigos). Cuánto valoramos la Palabra de Dios (que también es alimento). Tiempo y actitud que dedicamos a su lectura, reflexión y oración. Ella es luz de la vida, también alimento de vida cristiana. Proclamamos la Palabra: Jn 6,41-51. Nos dejamos iluminar Somos hijos de Dios por el Bautismo. Él nos ha sellado y consagrado, destinado a vivir en el amor y el perdón. Vivimos para Dios y para seguir en la tarea que cada uno hemos recibido. Creemos en Jesús, le escuchamos y seguimos. Jesús es alimento, el pan que viene del cielo y nos da la vida. Seguimos a Jesucristo hoy El pan que se guarda se echa a perder. El pan hay que compartirlo y darlo a los demás, que ayuda a todos. Así es Jesús, pan de vida. Que lo que hemos recibido sepamos llevarlo a nuestros hermanos los hombres, que todos se puedan alimentar de este pan. Que así sea.
132 • Domingo 19 del Tiempo Ordinario
Plegaria Ninguno podemos ir a Jesús si Dios Padre no nos atrae. Pero sí, Él nos atrae, nos convoca, no llama por nuestro nombre, y nos elige del mundo para que seamos del mundo y llevemos su amor, bondad, misericordia, perdón y paz a todas las personas. Casi siempre se nos acaban las fuerzas para seguirte, Jesús. Nuestros proyectos van por un lado, lo que hacemos por otro, y tu llamada cae en saco roto. Queremos vivir y creer en Ti, pero nos caemos una y otra vez. Entonces vuelves, con paciencia infinita, ahora u siempre, y nos muestras el Camino, nos das tu pan, y nos dices: anda, levántate y come, que el camino que te queda es largo. Ayúdanos ahora y siempre, Jesús. Cuando no tengamos fuerzas para seguirte, dinos: anda, levántate y come, que el camino es largo. Cuando el desánimo nos haga caer, dinos: anda, levántate y come, que el camino es largo. Cuando nos apartemos de ti, dinos: anda, levántate y come, que el camino es largo. Y no dejes de acampar en torno a quienes queremos vivir en ti. Amén. Ángel María Lahuerta Millas
15 de agosto de 2024
Ciclo B
La Asunción de la Virgen María Manuel Romanos
Signo de consuelo y esperanza Bienaventurada la que ha creído (Palabra de Dios). Fe de María y fe de la Iglesia (Homilía). María, modelo del discípulo (Evangelio en casa).
134 • La Asunción de la Virgen María
Lecturas Lectura del libro del APOCALIPSIS 11,19a; 12,1.3-6a.10ab Se abrió en el cielo el santuario de Dios, y apareció en su santuario el arca de su alianza. Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está encinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció otro signo en el cielo: un gran dragón rojo que tiene siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas, y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se puso en pie ante la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo cuando lo diera a luz. Y dio a luz un hijo varón, el que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro, y fue arrebatado su hijo junto a Dios y junto a su trono; y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios. Y oí una gran voz en el cielo que decía: –Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo. Palabra de Dios NOTAS: La literatura apocalíptica surge en Israel como respuesta a una época de crisis. Los escritores apocalípticos creen que no es posible la reforma de la historia, pero confían en una intervención salvadora de Dios. El texto de hoy presenta una lucha entre la mujer y el dragón. La mujer engendra la vida (Cristo) y el dragón quiere destruirla. La «mujer» es la señal que hace referencia al amor de alianza entre YHWH y su pueblo; también es signo de fecundidad, de futuro, pues está de parto. El dragón, símbolo universal de la resistencia maligna, intenta impedirlo; pero la victoria última pertenece a Dios, que coloca al niño
junto a su trono, indicando gloria y majestad. La comunidad eclesial ve en esta figura femenina una imagen de María; en ella, la «nueva Eva», han sido vencidas para siempre las potestades maléficas que atenazan al género humano. El futuro del mundo y de la historia no está sometido al mal, a las potencias violentas, a la injusticia que dice la última palabra. En este contexto de la fiesta de la Asunción de la Virgen María, el Apocalipsis nos pide que elevemos la mirada y que miremos con confianza hacia el futuro. Desde el acontecimiento salvífico hecho realidad en Cristo, la historia puede mirar la realidad con ojos nuevos.
La Asunción de la Virgen María • 135
Salmo responsorial 44,10-12.16 De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir. Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna. Prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor. Las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real.
136 • La Asunción de la Virgen María
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los CORINTIOS 15,20-27a Hermanos: Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección. Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza. Pues Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la muerte, porque lo ha sometido todo bajo sus pies. Palabra de Dios NOTAS: La comunidad de Corinto se caracterizaba por su diversidad, con miembros influenciados por el paganismo griego, otros por diversas corrientes filosóficas, por ritos mistéricos de religiones orientales, y otros profesaban la fe judía. Los corintios que han abrazado la nueva fe en Jesús resucitado reciben con precaución incluso con abierto rechazo el anuncio de la resurrección. Sin embargo, Pablo deja bien explícito que la Resurrección de Cristo es fundante e irrenunciable para la fe cristiana. No pretende describir el cómo, ni la secuencia temporal de cómo tendrá lugar, sino centrar el tema en su importancia y en sus consecuencias. Si nosotros estamos llamados a la resurrección es porque Cristo ha resucitado: él es primero, él va en cabeza. Nosotros estamos llamados a participar de su suerte. El juego de contraposiciones «muerte-vida», «primer-segundo hombre», le permite al apóstol explicitar más su pensamiento. No estamos condenados a sufrir la condición mortal que nos procuró el pri-
mer hombre-Adán, sino que estamos llamados a participar de la vida con mayúsculas gracias al hombre pleno-Cristo. El Antiguo Testamento no había dado el paso de forma explícita a la fe en la resurrección. Un salmo apunta hacia esta nueva realidad cuando nos dice que «Dios no permitirá a sus fieles conocer el “Sheol”»; en Macabeos vemos cómo, a quienes mueren de forma martirial por fidelidad a la fe, Dios les promete la vida. En el libro de la Sabiduría se nos habla de una «vida inmortal» junto a Dios. Pero no son sino anticipaciones imperfectas del gran e irremplazable anuncio: Cristo, el Señor resucitado. Él ha sido el primero que ha resucitado y el que, consiguientemente, ha abierto las puertas de la vida eterna a la humanidad. Antes de Cristo la muerte era la vencedora; con Cristo se ha inaugurado una nueva época: la de la vida eterna. En él radica nuestra esperanza y nuestra certeza de que un día participaremos así mismo de este triunfo que nos ha sido concedido gratuitamente.
La Asunción de la Virgen María • 137
Lectura del santo evangelio según san LUCAS 1,39-56 En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: –¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá. María dijo: –Proclama mi alma la grandeza del Señor, «se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava». Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: «su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación». Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia» –como lo había prometido a «nuestros padres–» en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa. Palabra del Señor
138 • La Asunción de la Virgen María
NOTAS: Entre todas las mujeres de Israel, María destaca por su «obediencia filial y humilde». La obediencia bíblica no debe ser entendida en sentido «patrón-asalariado», «jefe-empleado», o «dueño-jornalero». En la dinámica de filiación que atraviesa la Escritura y que se hace realidad en el Nuevo Testamento, María encarna a la «mujer que escucha» con fidelidad a la vez que con libertad. La libertad que le permite decir sí a Dios y la humildad que hace
que no se envanezca o reivindique sus derechos ante él. De María no brota la exigencia por sus méritos, sino la alabanza de Dios porque se ha fijado en ella. El misterio de la Anunciación sigue siendo un misterio. A los ojos humanos es «increíble»; a los ojos de la fe es «dejar a Dios que haga», sin poner condiciones, obstáculos o reservas. La victoria de María no es triunfalismo, sino exaltación de su humildad y de su obediencia filial. Pedro Fraile
La Asunción de la Virgen María • 139
Homilía El pueblo proclama la Asunción antes del dogma En esta celebración recordamos lo que el papa Pío XII proclamaba en la constitución Munificentissimus Deus, como perteneciente a la fe divina y católica que «la inmaculada madre de Dios, la siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial». Desde los inicios de la Iglesia, el pueblo cristiano y la fe de la Iglesia, sobre todo a partir de los siglos v y vi, se interesaban de una manera especial por la cuestión de cuál fue el fin de esa criatura especial llamada María, de aquella que, en el año 431, había sido proclamada solemnemente como madre de Dios, la obra perfecta del Espíritu. El pueblo de Dios, ante esta figura de María estaba convencido de que su fin no podía ser, simplemente un término, una conclusión, no podía circunscribirse a los límites de la muerte. El fin de María tenía que ser la culminación, la perfección de aquella misión que le transmitió el ángel en Nazaret, por eso, la fe por boca de Pío XII proclamó solemnemente la Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos. La madre del autor de la vida, el templo en el que entró el principio de la vida, no podía conocer la corrupción del sepulcro y los límites de la muerte. María, unida a Cristo, signo de esperanza para la Iglesia Sabemos que a María solo la podemos entender en el misterio de Cristo y en es-
te contexto, la Asunción es la respuesta del Hijo a la entrega absoluta de la madre. Esta Asunción de María en su totalidad personal a lo más alto de los cielos implica que la naturaleza humana, en María, ha alcanzado la perfección total en Cristo Jesús, por ello María se convierte en signo de consuelo y esperanza para todos los que caminamos en esperanza. María, que es madre y modelo de la Iglesia, nos muestra cómo, en ella, se ha cumplido en plenitud lo que la Iglesia espera alcanzar un día. Compromiso de seguir, hoy, el camino de María También nosotros, hemos sido creados en Cristo, por Cristo y para Cristo, estamos destinados a ser asumidos en Cristo resucitado, pero, para ello, tenemos que tener la disponibilidad de María, la fe de María, nos recordaba el evangelio en la visita a Isabel que María es dichosa por su fe, es la primera bienaventuranza del evangelio. Por ello, también nosotros, para seguir el camino de María tenemos que tener la fe de María. María es grande porque Dios ha mirado la humillación de su esclava y la fe de María es la fe viva que actúa por el amor, por un amor de entrega, de darse a los demás. También nosotros tenemos que tener la fe de María, para ser también dichosos por haber creído. Una fe que nos tiene que llevar a ser solidarios de los más desfavorecidos de nuestro tiempo, a estar como María al pie de la cruz de tantos crucificados de nuestro tiempo.
140 • La Asunción de la Virgen María
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. Celebramos hoy el triunfo de María en una fiesta que, desde los primeros siglos de la Iglesia, fue proclamada con gozo por el pueblo de Dios, mucho antes de la proclamación del dogma. Contemplamos el triunfo de aquella que, en la oscuridad de Belén, en el rechazo de la predicación de su hijo y ante el escándalo de la cruz, contemplaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. Acto penitencial. Para celebrar dignamente la Eucaristía, en este día de la Asunción de María, reconozcamos con humildad nuestros pecados. – Porque, a diferencia de María, somos egoístas y nos despreocupamos de los demás. ¡Señor, ten piedad! – Porque nuestra fe flaquea y cedemos a la tentación del abandono. ¡Cristo, ten piedad! – Porque nos escandaliza el misterio de la cruz y no somos capaces de tomarla sobre nosotros cada día. ¡Señor, ten piedad! Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Ambientación de la Palabra. La primera lectura del libro del Apocalipsis nos presenta esta figura de la mujer vestida de sol con la luna bajo sus pies y que representa el triunfo de María, signo que anuncia el triunfo de la Iglesia. Pero María es grande porque, siendo dichosa por haber creído, Dios ha mirado su humillación. Despedida. Hemos contemplado el triunfo de María al que todos aspiramos a alcanzar también, para ello tenemos que tener la fe de María, una fe que nos lleve a ser solidarios con todos aquellos desfavorecidos de hoy, a estar al pie de la cruz de tantos crucificados de nuestro tiempo.
La Asunción de la Virgen María • 141
Oraciones COLECTA Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a la gloria del cielo a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos que, aspirando siempre a las realidades divinas, lleguemos a participar con ella de su misma gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Presentemos al Padre, nuestras necesidades y las de la Iglesia. • Pidamos por la Iglesia universal, para que, como María, nos muestre a Cristo resucitado a todos los hombres. Roguemos al Señor. • Por los pastores de la Iglesia, para que realicen su misión en fidelidad a la Iglesia, por intercesión de María, reina de los apóstoles. Roguemos al Señor. • Por la paz en el mundo, para que cesen las guerras, el terrorismo, la violencia, por intercesión de María, reina de la paz. Roguemos al Señor. • Por todos los que sufren de cualquier modo, por intercesión de María, consuelo de los afligidos. Roguemos al Señor. • Por todos nuestros difuntos, por intercesión de María, asunta al cielo. Roguemos al Señor. Santa María, asunta en cuerpo y alma al cielo, ruega por nosotros ante tu hijo.
SOBRE LAS OFRENDAS Suba a tu presencia, Señor, la ofrenda de nuestra devoción, y, por intercesión de la santísima Virgen María, elevada al cielo, haz que nuestros corazones, encendidos en el fuego de tu amor, tiendan constantemente hacia ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Después de recibir los sacramentos que nos salvan, te rogamos, Señor, por intercesión de santa María Virgen, elevada al cielo, llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
142 • La Asunción de la Virgen María
El Evangelio en casa Ambientación Celebramos hoy el triunfo de María, aquella que dio su sí, generoso, a la Palabra de Dios y fue consecuente con esta Palabra en su vida, que supo estar en la oscuridad de Belén, en la vulgaridad de Nazaret y traspasándole el alma la espada del dolor, al pie de la Cruz, es hoy elevada por su hijo a lo más alto de los cielos. Nos preguntamos El Señor dijo que su madre es grande por oír la Palabra de Dios y cumplirla, por ello nos podemos preguntar ¿Somos, como María, oyentes de la Palabra de Dios y la cumplimos en nuestra vida? ¿Podemos decir que somos hermanos de Jesús por hacer, como María, la voluntad de Dios en nuestra vida? Proclamamos la Palabra: Lc 1,39-56. Nos dejamos iluminar Nos pueden iluminar estas palabras del papa san Pablo VI en la exhortación apostólica Marialis cultus: « La solemnidad del 15 de agosto celebra la gloriosa Asunción de María al cielo: fiesta de su destino de plenitud y de bienaventuranza, de la glorificación de su alma inmaculada y de su cuerpo virginal, de su perfecta configuración con Cristo resucitado; una fiesta que propone a la Iglesia y a la humanidad la imagen y la consoladora prenda del cumplimiento de la esperanza final; pues dicha glorificación plena es el destino de aquellos que Cristo ha hechos hermanos teniendo «en común con ellos la carne y la sangre». Seguimos a Jesucristo hoy María es modelo del perfecto discípulo de Cristo, por ello el seguimiento tiene que ser, según el modelo de María, o sea, desde la fe, la escucha de la Palabra de Dios y llevando esta Palabra en nuestra vida, siendo solidarios de los más desfavorecidos.
La Asunción de la Virgen María • 143
Plegaria En la travesía ilimitada del desierto, una mujer vestida de sol, frágil como un lirio, rápida como una gacela, corría detrás y delante, alentando nuestra marcha. Y solo nos decía: «Haced lo que Él os diga». De vez en cuando se concentraba profundamente sobre la arena. Y escuchaba. ¿Qué escuchas, mujer atenta, qué sonidos oyes tú de palabras sobrehumanas que te ponen tan radiante como el sol del mediodía y te dan la ligereza del que no tiene equipaje? Y ella, sonriente, repetía: «Haced lo que Él os diga, Haced lo que Él os diga». Patxi Loidi
18 de agosto de 2024
Ciclo B
Domingo 20 del Tiempo Ordinario José Alegre
Un pan que se ve Dios que transforma el pan nos puede cambiar (Palabra de Dios). Dios, con sus gestos, nos cambia (Homilía). ¿Transformamos el mundo? (Evangelio en casa).
146 • Domingo 20 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura del libro de los PROVERBIOS 9,1-6 La sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columnas; ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y ha preparado la mesa. Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la ciudad: «Vengan aquí los inexpertos»; y a los faltos de juicio les dice: «Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la inteligencia». Palabra de Dios NOTAS: Este pequeño poema debe ser leído con la correspondiente invitación de la «Necedad» a participar de su banquete (Sab 9,13-18). Son las dos propuestas que hace el sabio de Israel. En un momento crucial en que se ensalza el valor de todo lo sapiencial, se llega a una personificación y consiguiente contraposición de ambas figuras. La necedad dice «el agua robada es dulce, el pan a escondidas, sabroso». Su camino lleva al abismo. Por el contrario, la Sabiduría convoca a un banquete al que se invita a todos los que quieran participar. El alimento que se ofrece, el pan y el vino en la mesa de la prudencia y del sa-
ber, conduce a la vida. De forma simbólica, podemos relacionar la necesidad de progresar en la verdadera sabiduría con la necesidad de alimentarnos. El conocimiento de Dios va más allá de lo puramente intelectual o conceptual, adentrándose en las dimensiones de la experiencia tranquila, del conocimiento que emerge del corazón y de la contemplación. La prudencia es a la vez fuente de sabiduría y fruto que nace de ella. La persona religiosa se ve llamada a alimentarse no solo intelectualmente, sino «sapiencialmente» (sabiduría tiene que ver con «saborear») con las cosas de Dios.
Domingo 20 del Tiempo Ordinario • 147
Salmo responsorial 33,2-3.10-15 Gustad y ved qué bueno es el Señor. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que lo temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada. Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor. ¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.
148 • Domingo 20 del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta de san Pablo a los EFESIOS 5,15-20 Hermanos: Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Palabra de Dios NOTAS: La Iglesia ha vivido siempre en tensión con el mundo contemporáneo: «vienen días malos». Cada generación relee estos textos y debe interpretarlos, identificando los signos de los tiempos difíciles que se avecinan y cómo responder a ellos. Esta es una posible lectura. Ahora bien, podemos darle la vuelta al texto y ver cómo el cristiano, formando parte del mundo, de sus inquietudes y de sus anhelos, no se conforma, sin embargo,
con lo que el mundo le ofrece. El encuentro con el Cristo vivo no supone una descalificación de la humanidad, pues Cristo ha muerto por ella, sino una forma distinta de estar en el mundo. El mundo tiene su autonomía, el cristiano la reconoce; pero a la vez el creyente sabe leer los acontecimientos con ojos distintos, los que provee la fe. No condenemos al mundo, sino aprendamos a situarnos en él con los ojos y las actitudes que la fe nos ofrece.
Domingo 20 del Tiempo Ordinario • 149
Lectura del santo evangelio según san JUAN 6,51-58 En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: –Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo. Disputaban los judíos entre sí: –¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Entonces Jesús les dijo: –En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre. Palabra de Dios NOTAS: Juan da un paso más, confiriendo a este discurso un carácter claramente eucarístico. Comenzando por la multiplicación del pan físico, Jesús los invita a entrar en la verdadera significación del milagro, a trascender los signos para pasar a la fe en él. Ante la incapacidad y la obcecación de los que no quieren creer, Jesús les hace la comparación entre el maná del desierto y el pan que él ofrece, que da vida eterna. Por último, Jesús incorpora términos eucarísticos: pan y bebida, carne y sangre; pan y bebida que dan la vida; alimento que
perdura hasta la vida eterna. El lugar literario natural de esta parte del discurso podría ser muy bien la Última Cena, sin embargo el evangelista ha preferido colocarla en este lugar, como colofón al discurso sobre el pan de vida en la sinagoga de Cafarnaún. Quizá como una catequesis que nos lleva de la mano, para ir pasando de lo natural, del pan que necesitamos para saciar el hambre del camino y recuperarnos del cansancio físico, a lo que realmente es importante: descubrir y creer en Jesús como pan de vida. Pedro Fraile
150 • Domingo 20 del Tiempo Ordinario
Homilía Celebrar es cambiar Hasta los niños participan hoy, con frecuencia, en banquetes. Las familias, afortunadamente, se reúnen a celebrar determinadas fiestas a lo largo del año que dan pie para convivir y compartir entre los miembros a los que la vida ha llevado por caminos distintos o, simplemente, porque todos andamos muy ocupados. Son banquetes que alimentan el cariño familiar en unos, en otros, amigos, cultiva la amistad, o el vecindario o la buena relación de la comunidad laboral. El caso es que algo tan material como el trigo, elaborado, o el vino, o los manjares olorosos, todos contribuyen a profundizar los lazos y raíces de afectos, sentimientos y relaciones de colaboración y ánimo. Los ejemplos son eso, ejemplos. Tienen una parte de realidad y otra de simbolismo. Tienen esa conjunción, tan poco reconocida, de elementos materiales que hacen de soporte y alimento a otros inmateriales, pero reales también. Amor, amistad, colaboración, complicidad... Y todos los días comemos, pero no todos los días celebramos. La celebración es el motivo que hace cambiar la misma ingesta de productos alimenticios. Podemos comer lo mismo pero la realidad es totalmente otra.
El pan de cada día, que tanto esfuerzo supone y significa, rompe su rutina e indiferencia cuando acompaña al espíritu familiar que convoca la reunión de los seres queridos en torno a la mesa de los abuelos, radiantes y emocionados ante el abrazo convertido en mesa compartida. La vida de cada día, vivida con Jesús, se convierte en celebración festiva y llena de significado, cuando nos reunimos alrededor de su mesa y compartimos plato y vaso que contienen algo tan ordinario como el pan y el vino, ahora transformados, realmente, en carne de vida y vino de existencia. Es un lenguaje realista el que usamos en nuestras celebraciones, por mucho que algunos quieran absolutizar las palabras como si fueran fórmulas mágicas. Son palabras de nuestra vida que, pronunciadas por Jesús, ahora en su comunidad, transforman esos materiales en realidades vitales, existenciales y divinas, en su intención de transformarnos a nosotros en portadores de su significado y de la presencia real de Jesús. Porque la vida, vivida con Jesús de compañero, es otra vida ya ahora. Es otra cosa diferente a lo que habitualmente se vive por ahí. Pero hay que celebrarla en comunidad. En ella y con ella Jesús nos transforma.
Domingo 20 del Tiempo Ordinario • 151
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. Sed bienvenidos a la celebración de la vida. Venimos con frecuencia y es positivo. La comunidad es el ámbito en el que Dios ha querido comunicarse con nosotros. No perdamos la ocasión. Acto penitencial. Aquí, en la comunidad a la que acudimos, siempre nos invitamos a no creernos mejores. Dios lo sabe y nos sigue queriendo. Por eso no nos importa reconocer cómo somos y nos alegra recibir el perdón de Dios. – Tú, Padre bueno, que quieres animarnos para volver a nuestra actividad de cada día con sentido de fraternidad. ¡Señor, ten piedad! – Tú, Jesús de Nazaret, que sabes lo que es volver al tajo cada semana y nos das ánimo y esperanza. ¡Cristo, ten piedad! – Tú, Espíritu de Dios, que aireas nuestra vida cuando va tomando aspecto arrugado y nos devuelves la alegría. ¡Señor, ten piedad! Que el perdón que recibimos nos reconcilie con nosotros y con los demás y nos haga reconocer que todos somos pecadores, pero que Dios nos acoge y perdona. Ambientación de la Palabra. Hay muchas cosas en la vida que no sirven para vivir, nos distraen, nos confunden, nos engañan. La Palabra de Dios que escuchamos en estas lecturas tan antiguas, siempre nos habla de la vida y la importancia de la fe para vivirla en profundidad y con sentido. Si hacemos un pequeño esfuerzo y nos ayudamos unos a otros para entenderla, descubrimos su belleza y su función transformadora. Despedida. Con fe vemos el pan transformado y el vino hecho sangre por nosotros. Con fe podemos ver la vida con otros ojos distintos al materialismo del mundo y con más esperanza, a pesar de todo lo que ocurre. Que salgamos dispuestos a cambiar algo de nuestro entorno. Sed felices.
152 • Domingo 20 del Tiempo Ordinario
Oraciones COLECTA Concédenos tener siempre, Señor, respeto y amor a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Anhelamos que nuestro mundo cambie y se transforme en otro más humano. Por eso te dirigimos nuestras súplicas. • Para que los creyentes creamos en tu ayuda y colaboremos contigo en hacer un mundo más humano. Roguemos al Señor. • Para que los necesitados de tantas cosas nos vean siempre a su lado al repartir el pan y al comunicar esperanza. Roguemos al Señor. • Para que a los niños y los jóvenes les ayudemos a descubrir cómo Jesús nos da fuerza y ánimo por hacer un mundo mejor. Roguemos al Señor. • Para que muchas personas vean más allá de los límites materiales y descubran tu presencia en toda la realidad. Roguemos al Señor. Escucha nuestra oración, Señor, que quiere reflejar la situación de un mundo necesitado y con poca esperanza. Haznos portadores de fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SOBRE LAS OFRENDAS Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación y alabanza y concédenos que, purificados por su eficacia, te ofrezcamos el obsequio agradable de nuestro corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Renovados por la recepción del Cuerpo santo y de la Sangre preciosa, imploramos tu bondad, Señor, para obtener con segura clemencia lo que celebramos con fidelidad constante. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Domingo 20 del Tiempo Ordinario • 153
El Evangelio en casa Ambientación Nos ha tocado una época de progreso tecnológico que ha disparado el ritmo de los cambios. Antes un cambio abarcaba a varias generaciones, ahora cada generación ve varios cambios, importantes, con mucha repercusión. Nos preguntamos ¡Qué importante es la inteligencia humana aplicada a hacer cambios que repercuten y cambian la vida de las personas! ¿Seremos capaces de provocar cambios que, sin violentar la conciencia y la libertad, colaboren a cambiar nuestro egoísmo? ¿Erradicaremos la violencia como forma de conseguir objetivos? ¿Haremos posible una sociedad capaz de distribuir el pan a todos los pueblos y naciones? Escuchamos la Palabra: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo» (Jn 6,51). Nos dejamos iluminar Un mundo con tanta inteligencia y no termina de encontrar la clave que ayude a desarrollar el corazón humano hacia una sensibilidad solidaria y humanizadora. Estamos contentos con la inteligencia de hoy, pero nos llena de frustración que no esté acompañada de ese fondo espiritual que orienta, anima y motiva para hacer que nuestra propia humanización no siga otro ritmo. Necesitamos una inteligencia más humana. Seguimos a Jesucristo hoy Quienes participamos en comunidad del pan en el que Jesús se nos da a comer, deberíamos participar, abiertamente, del esfuerzo por aumentar el progreso técnico y económico, pero deberíamos implicarnos, claramente, en el progreso social, humano y espiritual de nuestra cultura. ¿Qué haremos con muchas máquinas, tecnologías y soluciones materiales si no las acompañamos de otro espíritu distinto al que enfrenta, hoy, a las naciones?
154 • Domingo 20 del Tiempo Ordinario
Plegaria Aquí estamos de nuevo, Señor, a oír la Misa. No sabemos si nos convocas Tú o es la costumbre, el caso es que aquí hemos caído, otra vez, a ejercitar la paciencia, a consumir rutina, a echar a volar la imaginación mientras el cura dice no sé qué cosas o a participar, con otros, en esta reunión en la que solo uno habla. Mi padre, menos forofo, acude algunas veces. Impresiona cuando supera la indiferencia y lo ves recogido, pensativo y hasta conversador contigo. Algo serio te dice, por la cara que pone. Hasta su postura toma actitud solemne y semblante sincero. Mi madre, mientras musita oraciones sin cuento, pone cara que no se corresponde con las cosas que dice. Está pensando, ¿quizá en mí o en cualquiera de sus otros hijos? No lo sé, pero algo le preocupa. Cuando atienden a lo que dice el cura, es como si cambiaran, ellos y el cura. Parece que hablan entonces el mismo lenguaje, de la misma cosa. Es como si algo los uniera y el tema fuera importante. Ahí es donde hago yo oídos y escucho lo que en silencio comparten. Y oigo hablar de la vida, y de Dios que motiva el vivir. Que da ánimo en tantas ocasiones de cansancio. Que da Pan y se hace a sí mismo Pan para la vida. Y aunque no lo veo, porque muestra un trocito de hostia blanco y pequeño, intuyo que eso es como las pastillas que anuncian en la tele, un poco de misterio y un mucho de energía. Como cuando mi padre viene a verme si hago los deberes y, sin decir palabra, pasa su mano grande por mi cabeza. Me lleno de cariño, de alegría inmensa y sigo con los deberes sonriendo sin que él se dé cuenta. Así te entiendo, Dios. Grande como mi padre, cariñoso como mi madre y transformador de niños con ganas de crecer, necesitados de mucha energía que no se vende en el mercado, pero se puede recoger en Misa. José Alegre Aragüés
25 de agosto de 2024
Ciclo B
Domingo 21 del Tiempo Ordinario Santiago Aparicio
No hay mejor lugar que con Dios Tú tienes palabras de vida eterna (Palabra de Dios). Vivimos la fe en la propia historia (Homilía). Las dificultades y crisis de fe forman parte de nuestra vida (Evangelio en casa).
156 • Domingo 21 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura del libro de JOSUÉ 24,1-2a.15-17.18b En aquellos días, Josué reunió todas las tribus de Israel en Siquén y llamó a los ancianos de Israel, a los jefes, a los jueces y a los magistrados. Y se presentaron ante Dios. Josué dijo a todo el pueblo: –Si os resulta duro servir al Señor, elegid hoy a quién queréis servir: si a los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país habitáis; que yo y mi casa serviremos al Señor. El pueblo respondió: –¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses! Porque el Señor nuestro Dios es quien nos sacó, a nosotros y a nuestros padres, de Egipto, de la casa de la esclavitud; y quien hizo ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios y nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos por los que atravesamos. También nosotros serviremos al Señor, ¡porque él es nuestro Dios! Palabra de Dios NOTAS: El texto que leemos, conocido como «La asamblea de Siquén» es de una importancia singular en la historia bíblica. Una vez conquistada la tierra, al menos la mayor parte de ella, conforme al relato bíblico, las tribus se reúnen en Siquén convocadas por Josué. Tienen que tomar una decisión: a quién quieren servir de ahora en adelante, a YHWH, esto es, al Señor que los ha sacado de Egipto o a los dioses de los antepasados cuando aún no conocían al verdadero y único Dios. Los historiadores adivinan bajo este texto la decisión que tuvieron que tomar algunas tribus semitas que no estuvieron en Egipto; ahora deben decidir si se suman a la nueva fe que pro-
ponen una serie de tribus, las conocidas en la Biblia como la «Casa de José», cuya cabeza representativa es Josué. La plausibilidad de este hecho es grande, pues sabemos que el pueblo de Israel es la consecuencia de un largo recorrido de pactos, decisiones, alianzas y rupturas entre las tribus. La pregunta abierta de Josué se torna en apoyo unánime a su causa, lejos de ser un motivo de secesión y de ruptura definitiva: todas las tribus se unen confesando al Dios que libera, reconociendo que ha hecho maravillas con ellos y prometiendo servirle. También en la fe hay que tomar decisiones arriesgadas, pero necesarias.
Domingo 21 del Tiempo Ordinario • 157
Salmo responsorial 33,2-3.16-23 Gustad y ved qué bueno es el Señor. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor; él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará. La maldad da muerte al malvado, los que odian al justo serán castigados. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él.
158 • Domingo 21 del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los EFESIOS 5,21-32 Hermanos: Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo: las mujeres, a sus maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia: Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne». Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. Palabra de Dios NOTAS: Una lectura aislada de este texto, extraído del contexto más amplio de la carta, levanta en algunos casos un rechazo abierto. En el contexto social, cultural y religioso de la antigüedad la mujer estaba sometida a su esposo. No podemos forzar el texto para que diga lo que no dice. Si leemos el texto en el conjunto de la carta, vemos cómo es un texto eclesial; reflexiona sobre la realidad de la Iglesia. Su autor (tradicionalmente san Pablo) quiere hablar de la Iglesia y su relación con Cristo: es un texto eclesiológico y cristológico. En esta relación, Cristo es la «cabeza», y la Iglesia es su «cuerpo». Para visualizar más, se sirve de dos imágenes: la de la sumisión y la del amor. Para el autor de Efesios no son contrarias, sino que pueden convivir de forma armónica. Aquí encontramos la dificultad para el lector moderno: la sumisión es de la mujer a su esposo, mientras que el amor es del esposo a su mujer. Por mu-
cho que lo expliquemos, la expresión escrita es esta, y no se puede «tapar» en aras de falsos irenismos. Molestan también, a lecturas extremistas, la concepción de la mujer en su doble faceta de impura (necesita ser purificada en el baño del agua) y de necesariamente hermosa (sin mancha ni arruga); para buscar su equilibrio, no debemos leer solo esta primera parte, sino ver cómo el autor de Efesios piensa en la esposa y habla de «consagrarla», de que sea «santa e inmaculada». Si nos fijamos en el la repetición de los términos clave, la palara que más se repite es «amor» (cinco veces). La palabra «someterse/sumisión» es la más llamativa porque se aplica a la mujer; pero no es la «palabra clave» del texto. El autor insiste en el amor de Cristo a su Iglesia (idea principal), y aplicada a la imagen matrimonial, se sirve de una realidad humana: el amor del esposo por la esposa.
Domingo 21 del Tiempo Ordinario • 159
Lectura del santo evangelio según san JUAN 6,60-69 En aquel tiempo, muchos de sus discípulos, al oírlo, dijeron: –Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso? Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: –¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen. Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: –Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede. Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: –¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios». Palabra del Señor NOTAS: Concluye el largo texto dedicado por Juan al «pan de vida». Se inicia con el relato de la «Multiplicación de los panes» y culmina con una toma de decisiones. Muchos deciden romper definitivamente con Jesús. Los «doce», con Pedro a la cabeza, símbolo e imagen de comunidad eclesial, lo confiesan. El discurso sobre el alimento (maná-pan), sobre la fe (creéis o dudáis), sobre la vida (que acaba o eterna), ha sido conducido magistralmente hasta la toma de una decisión: comer la carne y beber la sangre de Jesús, esto es, creer en él y compartir su vida y su suerte, o rechazarlo. La pregunta final de Jesús se puede leer en continui-
dad con la que hace Josué al pueblo de Israel antes de entrar en la Tierra Prometida. ¿Con quién estáis? ¿Con quién queréis seguir vuestro camino? Las tribus reunidas deciden seguir a Yhwh; en el caso de Jesús unos lo rechazan, otros (Pedro con los Doce) lo confiesan como el único «que tiene palabras de vida eterna» y lo siguen. La escena refleja lo que, sin duda, fue una realidad tanto en la vida de Jesús mismo como de las primeras comunidades. El seguimiento de Jesús no está exento de dificultades, incluso llegando al abandono de aquellos que en un primer momento habían decidido seguirlo con todas las consecuencias. Pedro Fraile
160 • Domingo 21 del Tiempo Ordinario
Homilía La fe se vive en la propia historia El pueblo de Israel llega a confesar su fe en el Señor tras una fuerte experiencia de liberación y transformación. Para que fuese posible, hubo un sinfín de pactos, alianzas, rupturas e incluso luchas, que forjaron una historia de fe. El Antiguo Testamento lo narra con todo lujo de detalles. Si contemplamos nuestra vida, también encontraremos una historia personal cargada de acontecimientos diversos. Algunas situaciones personales son más «victoriosas» y otros capítulos no son tan luminosos, pero hemos conocido al Señor y queremos seguir vinculados a Él. La Iglesia también vive un camino permanente de conversión y discernimiento en el que todos somos protagonistas. El sínodo que estamos celebrando es una experiencia comunitaria para profundizar en la fe, la acción y la unidad de la Iglesia. Lo propio de la comunidad cristiana es el amor San Pablo nos habla de la Iglesia desde una imagen matrimonial. Es una lectura que nos sorprende y que nos resulta difícil de comprender hoy. Nuestra cultura y valores están muy lejos de lo que se vivía en el siglo i. Pero el mensaje principal es claro y evidente: el amor. Es la palabra más repetida. En el matrimonio y en la relación del hombre y la mujer lo más im-
portante es el amor. Ese es el símil de la relación de Cristo y la Iglesia: el amor. La vocación matrimonial y familiar es ser signo de amor, reflejar, con nuestras vidas, cómo Cristo quiere a su Iglesia y da su vida por ella. Abandono y confesión de fe La vida de los creyentes no está exenta de dificultades que, en ocasiones, hacen que nos tambaleemos. Así lo recuerda Jesús en el evangelio. El encuentro con Jesús, la fe, es una realidad dinámica que pide tomar decisiones y comprometernos. No siempre es fácil, vivimos dudas, y no siempre encontramos las fuerzas para seguir adelante. Así les sucedió a un buen número de discípulos de Jesús que decidieron dar un paso atrás. La fe no es una obligación sino todo lo contrario, es una experiencia de libertad y Dios nos quiere libres. Sabemos que, en nuestra historia personal, hemos vivido distintos momentos en nuestra relación con Jesús. Quizá estemos ahora en un momento de euforia, o de dudas, o bien en un tiempo sereno y maduro. Es nuestra historia de fe personal que determina nuestros actos. Le pedimos al Señor que nos ayude a hacer la misma confesión de fe de los discípulos: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Domingo 21 del Tiempo Ordinario • 161
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía. Los creyentes necesitamos expresar y celebrar nuestra fe y, al mismo tiempo, cuidarla y acrecentarla. El encuentro personal con Jesús en la oración es imprescindible, pero también es necesaria la participación comunitaria en la Eucaristía dominical para expresar que somos parte de la familia de los cristianos, la Iglesia, y colaborar en su misión. Acto penitencial. Arrepentidos, pedimos perdón por nuestros pecados: – Por nuestros desánimos y medias tintas en el seguimiento de Jesús. ¡Señor, ten piedad! – Por nuestras faltas de amor y comprensión hacia el prójimo. ¡Cristo, ten piedad! – Por nuestro poco agradecimiento a Dios que tanto nos da. ¡Señor, ten piedad! Señor, perdona nuestro pecado y ayúdanos a seguir tus pasos. Ambientación de la Palabra. El seguimiento de Jesús no está exento de dificultades. Ya, en los primeros momentos, fueron muchos los que se echaron atrás y abandonaron el discipulado. La confesión de fe de Pedro, que escucharemos en el evangelio, nos recuerda la unión de toda la Iglesia con el Señor. Solo Él da sentido a nuestra vida. Cada cristiano y cada comunidad cristiana recuerdan su historia y los acontecimientos vividos para confesar la fe y comprometerse en la edificación de la Iglesia desde el amor. Despedida. La Eucaristía es encuentro fraterno con Jesús. Nosotros confiamos en Él. Él cuenta con nosotros para llevar su mensaje de salvación al mundo entero. Feliz semana.
162 • Domingo 21 del Tiempo Ordinario
Oraciones COLECTA Oh, Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo, concede a tu pueblo amar lo que prescribes y esperar lo que prometes, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros ánimos se afirmen allí donde están los gozos verdaderos. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Presentamos nuestra oración a Dios que siempre nos escucha. • Por la Iglesia y cada uno de los cristianos para que vivamos con pasión, fuerza y gozo nuestra fe. Roguemos al Señor. • Por los que tienen responsabilidades sociales, políticas, económicas... para que busquen siempre el bien común. Roguemos al Señor. • Por los cristianos perseguidos por la fe, para que su ejemplo nos fortalezca y nuestra oración y apoyo los sostenga. Roguemos al Señor. • Por el sínodo que, próximamente, se volverá a reunir en asamblea para que escuchen lo que el Espíritu dice a su Iglesia. Roguemos al Señor. • Por los que estamos participando de esta Eucaristía, para que, fijos los ojos en el Señor, pongamos nuestra confianza en Él. Roguemos al Señor. Escucha nuestra oración y danos vida con tu Palabra.
SOBRE LAS OFRENDAS Señor, que adquiriste para ti un pueblo de adopción con el sacrificio de una vez para siempre, concédenos propicio los dones de la unidad y de la paz en tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Te pedimos, Señor, que realices plenamente en nosotros el auxilio de tu misericordia, y haz que seamos tales y actuemos de tal modo que en todo podamos agradarte. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Domingo 21 del Tiempo Ordinario • 163
El Evangelio en casa Ambientación Seguro que todos hemos vivido momentos de debilidad en la fe y en nuestra relación con Jesús. Los motivos pueden ser de lo más diverso, pero nadie está exento de vivir un momento de crisis. Podemos hundirnos en ella o pensar que no podemos salir o bien afrontarla y salir, incluso, fortalecidos. Nos preguntamos ¿Has vivido crisis en tu relación con Jesús? ¿Cómo ha sido? ¿Cuál fue el motivo? ¿La has podido superar? ¿Qué has aprendido de ella? Escuchamos la Palabra: Jn 6,60-69. Nos dejamos iluminar La crisis de la fe, la apatía de la práctica creyente y la indiferencia de tantos jóvenes respecto a la presencia de Dios no son cuestiones que debemos «endulzar», pensando que al fin y al cabo un cierto espíritu religioso todavía resiste, no. A veces, en efecto, el andamiaje puede ser religioso, pero detrás de ese revestimiento la fe envejece. De hecho, el elegante guardarropa de los hábitos religiosos no siempre corresponde a una fe entusiasta animada por el dinamismo de la evangelización. Es necesario vigilar para que las prácticas religiosas no se reduzcan a la repetición de un repertorio del pasado, sino que expresen una fe viva, abierta, que difunda la alegría del Evangelio, porque la alegría de la Iglesia es evangelizar. Seguimos a Jesucristo hoy Tenemos un momento de oración personal con el Evangelio y el texto del papa Francisco y compartimos libremente nuestra reflexión. Escuchamos la canción Señor a quién iremos, de Cristóbal Fones. Rezamos juntos la plegaria de la página siguiente.
164 • Domingo 21 del Tiempo Ordinario
Plegaria Señor, ¿a quién iremos? Un día decidimos subir a tu barca, confiarte el timón. Desde entonces navegamos por la vida y escuchamos sonidos diversos, el ruido del trueno que anuncia la tormenta, los cantos de sirena que prometen paraísos imposibles, el bramido de un mar poderoso que nos recuerda nuestra fragilidad, las conversaciones al atardecer con distintos compañeros de viaje, los nombres de lugares que aún no hemos visitado, y los de aquellos sitios a los que no volveremos. A veces nos sentimos tentados de abandonar el barco, de cambiar de ruta, de refugiarnos en la seguridad de la tierra firme. Pero, Señor, ¿a quién iremos... si solo tú puedes ayudarnos a poner proa hacia la tierra del amor y la justicia? José María Rodríguez Olaizola, SJ
1 de septiembre de 2024
Ciclo B
Domingo 22 del Tiempo Ordinario José Ignacio Blanco
La ley prepara para vivir de la gracia Sin ley tampoco hay gracia (Palabra de Dios). Integrar la ley para acceder a la gracia pascual (Homilía). Educar en valores (normas) que sean humanizantes (Evangelio en casa).
166 • Domingo 22 del Tiempo Ordinario
Lecturas Lectura del libro del DEUTERONOMIO 4,1‑2.6‑8 Moisés habló al pueblo diciendo: –Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que yo os mando ni suprimáis nada; observaréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán: «Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación». Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos? Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy? Palabra de Dios NOTAS: El Deuteronomio, o «segunda ley», es la cabeza de una serie de libros de contenido histórico, la «historia deuteronomista», que desarrollan los acontecimientos del pueblo de Dios una vez que entra en la «Tierra Prometida» a los padres. El Deuteronomio, introducción teológica en forma de discursos de Moisés, da las «claves» que debe respetar el pueblo para sobrevivir y, aún más, para prosperar en la tierra que Dios le da. Una de esas claves fundamentales es observar los mandamientos y preceptos de la alianza. El texto los califica con dos elementos fundamentales: por una parte estos mandamientos
se entienden como la «sabiduría y la inteligencia» de Israel, de forma que el resto de los pueblos, sorprendidos, los envidiarán. El segundo elemento es la cercanía de Dios; los dioses paganos viven alejados y ajenos a la suerte de la humanidad, no así el Señor de Israel. Bien entendidos, por tanto, en su proximidad y en su inteligencia, el pueblo de Dios debe sentirse satisfecho por estas leyes, normas y preceptos, y no esperar otras o cambiarlas. Solo así se entiende esta extraña petición, que no es signo de inmovilismo, sino de la riqueza y cercanía de unos mandatos que quieren la vida del pueblo de Dios.
Domingo 22 del Tiempo Ordinario • 167
Salmo responsorial 14,2-4b.5 Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda? El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino. El que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará.
168 • Domingo 22 del Tiempo Ordinario
Lectura de la carta del apóstol SANTIAGO 1,17-18.21b-22.27 Mis queridos hermanos: Todo buen regalo y todo don perfecto viene de arriba, procede del Padre de las luces, en el cual no hay ni alteración ni sombra de mutación. Por propia iniciativa nos engendró con la palabra de la verdad, para que seamos como una primicia de sus criaturas. Acoged con docilidad esa palabra, que ha sido injertada en vosotros y es capaz de salvar vuestras vidas. Poned en práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos. La religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre es esta: atender a huérfanos y viudas en su aflicción y mantenerse incontaminado del mundo. Palabra de Dios NOTAS: En este domingo comenzamos la lectura de la carta del apóstol Santiago. Es una carta no exenta de polémica en la tradición cristiana, especialmente con las Iglesias de la reforma. Forma parte de las llamadas «cartas católicas» junto con las atribuidas a Pedro, Juan y Judas. Santiago representa el pensamiento y la fe de los judíos que abrazan la fe en Cristo, pero que se mueven en un ámbito distinto al de Pablo. Parecería, en algunos momentos, que fuera un contrapeso a la enseñanza paulina de la justificación por la fe.
Sí, es verdad que insiste sobremanera en la necesidad de las buenas obras, conforme a la religión judía, pero también es de justicia reconocer su importancia social, especialmente defendiendo a los pobres. En el texto de hoy se pone de manifiesto que la «palabra» no debe ser solo escuchada, sino que debe ser llevada a la práctica. Santiago insistirá en que, conforme a la tradición bíblica, la religión pura, la que quiere Dios, es esta: estar al servicio de los pobres y no justificar la idolatría del mundo.
Domingo 22 del Tiempo Ordinario • 169
Lectura del santo evangelio según san MARCOS 7,1-8.14-15.21-23 En aquel tiempo, se reunieron junto a él los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Y los fariseos y los escribas le preguntaron: –¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras? Él les contestó: –Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos». Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres. Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: –Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, de senfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro. Palabra del Señor NOTAS: La primera lectura insiste en que la Ley es un don de Dios a su pueblo para que, una vez acabada la travesía del desierto, pueda «vivir» y «prosperar» en la Tierra Prometida. Es más, la Ley no es solo un don de Dios, sino también una demostración de la proximidad de Dios con su pueblo. Curiosamente el pueblo de Israel olvida estos planteamientos iniciales y deriva progresivamente hacia un legalismo agobiante. La Ley se transformará en un examen continuo de
«pureza o impureza» de las cosas y de las personas. Jesús en esta ocasión se enfrenta a los representantes de la «religión de lo puro e impuro». Jesús apela a otro texto de la Escritura, del profeta Isaías, donde Dios se queja de que este pueblo «está lejos de mí». La reducción de la relación con Dios a un continuo examen de «pureza» o «impureza» no es de Dios, sino que forma parte de las «tradiciones humanas». Jesús nos enseña a mirar el fondo de las personas y de la vida. Pedro Fraile
170 • Domingo 22 del Tiempo Ordinario
Homilía La ley de Dios, dada a Israel, es un camino de sabiduría Tal como aparece redactado el texto del Deuteronomio que hemos escuchado, habría que pensar en que lo que dice Dios es como la condición para poder entrar en la Tierra Prometida, pero que no fue regalada. El texto de hoy se redacta en torno al siglo v antes de Cristo, después de la experiencia del exilio a Babilonia. La finalidad de estos mandatos es que el pueblo de Israel y nosotros entendamos la sabiduría, contenida en esos preceptos, como camino de sabiduría e inteligencia. Sabiduría de lo esencial (amar a Dios: Dt 6,4 y al prójimo como a ti mismo: Lv 19,18) e inteligencia dada por el Espíritu Santo, no la artificial. Esta inteligencia es la fuente, en la intención de Dios, de la organización social y religiosa del pueblo de Israel. El camino de sabiduría e inteligencia progresa en el proceso personal de la fe Cuando el creyente ha confiado en la promesa de Dios, acerca de los mandatos de sabiduría e inteligencia, ha puesto la base de la auténtica libertad (ya es capaz de decidir qué deseos gratifica y cuáles no) y, esa libertad es la base para poder amar gratuitamente sin esperar nada a cambio.
Jesús desenmascara la «trampa» de los fariseos Una vez que el creyente ha pasado de la ley (comer sin lavarse las manos aquí tiene un sentido religioso, no sanitario) a la gracia, descubre que el mandato de Dios es gracia que libera: «nada de lo que entra de fuera puede hacer al ser humano impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al ser humano». Los fariseos, como todo ser humano que pretende estancarse en el cumplimiento de la ley solamente, quedan desenmascarados de su trampa, mediante la cual evitan el cara a cara con Dios, ya que el cumplimiento de la ley evita el encuentro personal con Dios. Paso de la ley a la gracia Jesús pone en evidencia a los fariseos y letrados en cuanto que ellos buscan con sus tradiciones y su fidelidad a la ley justificarse ante Dios y asegurarse la salvación, poder exigir a Dios que premie sus sacrificios... De esta forma, Jesús pone en evidencia que el corazón de los «legales» tiene fondos oscuros de pecado: por ejemplo, que la fidelidad a la Ley está dominada por la desconfianza en el amor de Dios. Pero es necesario ese desenmascaramiento para que el creyente pueda dejar transformar su corazón en un corazón que confía en la misericordia de Dios. De esta forma, el creyente empieza a vivir de la gracia salvadora.
Domingo 22 del Tiempo Ordinario • 171
Celebración MONICIONES Ambientación inicial. La Palabra de Dios hoy nos da la oportunidad de revisar dónde reside el fundamento de nuestra religiosidad: o en la Ley que, sin duda, ofrece una fuerte seguridad, o en la confianza en Dios que ha enviado a su Hijo como propiciación por nuestros pecados, incluidos los cometidos contra la Ley. Escuchemos con atención las tres lecturas: Sin duda nos ayudarán a clarificar dónde estamos fundamentados. Acto penitencial. La mayor parte de los presentes de mediana y avanzada edad hemos sido educados en los pecados cometidos como transgresiones a los mandamientos de Dios y de la Iglesia. Cristo Jesús sigue ayudándonos a darnos cuenta de que la ley solamente es el paso necesario, pero paso en el que no hay que detenerse, para vivir desde el amor de Dios que nos salva y perdona gratis. Ambientación de la Palabra. La primera lectura recoge el elogio que hace el Deuteronomio de la ley dada por Yahveh en comparación con el resto de los pueblos de alrededor. Y el autor o autores han percibido bien que esa ley es un camino de sabiduría e inteligencia. Demos gracias a Dios porque esa ley nos ayuda a prepararnos para amar a Dios y al prójimo al estilo que nos mostrará Cristo Jesús. Despedida. Si hemos conseguido, a través de la Palabra de Dios y de su Eucaristía, conocer en dónde estamos fundamentados, en la ley o en la gracia salvadora, podemos dar realmente gracias a Dios porque lo que nos ha ofrecido es inaudito y nada normal. Asombrémonos y agradezcamos semejante don.
172 • Domingo 22 del Tiempo Ordinario
Oraciones COLECTA Dios todopoderoso, que posees toda perfección, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre y concédenos que, al crecer nuestra piedad, alimentes todo bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN DE LOS FIELES Después de escuchar la Palabra de Dios, presentamos a Dios, nuestro Padre, las necesidades que tenemos. • Por la Iglesia, para que lo que ella ha recibido gratis lo entregue gratis a cuantos andan abrumados por el peso de sus culpas. Roguemos al Señor. • Por los participantes en la próxima segunda sesión del sínodo de los obispos. Para que el espíritu de Cristo Jesús les conceda lucidez y discernimiento para afrontar los retos que tiene la Iglesia. Roguemos al Señor. • Por todos los que no cuentan en nuestra sociedad. Para que la acción discreta de los cristianos sea para una puerta a la esperanza. Roguemos al Señor. • Por todos y cada uno de nosotros. Para que el Señor nos conceda ir pasando de fundamentar la vida en su gracia salvadora. Roguemos al Señor. Acoge, Dios y Padre nuestro, las peticiones que tus hijos te presentamos en esta celebración. Por Jesucristo, nuestro Señor.
SOBRE LAS OFRENDAS Señor, que esta ofrenda santa nos alcance siempre tu bendición salvadora, para que perfeccione con tu poder lo que realiza en el sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Saciados con el pan de la mesa del cielo, te pedimos, Señor, que este alimento de la caridad fortalezca nuestros corazones y nos mueva a servirte en nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Domingo 22 del Tiempo Ordinario • 173
El Evangelio en casa Ambientación Los niños y adolescentes necesitan normas claras y precisas para poder estructurarse por dentro como personas. Pero hay normas cerradas y normas abiertas que permiten ir creciendo en valores que, como dice la primera lectura de hoy, sean fuente de sabiduría e inteligencia. Nos preguntamos ¿Qué clase de normas o valores aplicamos en nuestra casa o familia? ¿Cerradas o abiertas? Normas cerradas son las que se aplican independientemente de la situación personal de cada individuo. Las normas abiertas permiten tener en cuenta la situación real del individuo en las diversas etapas de su crecimiento por dentro. Proclamamos la Palabra: Mc 7,1-8.14-15 y 21-23. Nos dejamos iluminar Cristo Jesús no invalida la Ley (religiosa, Mt 5,17). Significa esto que hay una etapa en el proceso de la fe y de la relación con Dios en que los mandamientos de la ley de Dios y de la Iglesia nos ayudan a conocer qué deseos me conviene gratificar y cuáles me pueden hacer daño si los satisfago. Esa capacidad la dan las normas, especialmente las de los padres. De esta forma y en esta etapa, la persona se va estructurando por dentro y aprende a decidir, lo que constituye la base de la libertad personal y del amor gratuito, no posesivo de nadie. Y este es el amor con que Dios nos ama en su Hijo. Seguimos a Jesucristo hoy Una vez visto lo anteriormente expuesto, seguir a Jesús es dejarle a Él las riendas de nuestra relación con Él, nuestra libertad no queda limitada ni cercenada, sino que la libertad se amplía al poder amar gratuitamente a Dios y a los demás. Es una paradoja que solamente se integra en la relación real. No es posible integrarla desde la razón solamente.
174 • Domingo 22 del Tiempo Ordinario
Plegaria Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. Que donde hay odio, yo ponga el amor. Que donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que donde hay discordia, yo ponga la unión. Que donde hay error, yo ponga la verdad. Que donde hay duda, yo ponga la Fe. Que donde hay desesperación, yo ponga la esperanza. Que donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que donde hay tristeza, yo ponga la alegría. Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar. Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna. San Francisco de Asís
SUSCRIPCIONES La suscripción a la publicación Eucaristía para el ciclo B (2023-2024) consta del envío de 6 libros: • Mirada esperanzada. Adviento y Navidad (3 de diciembre al 11 de enero) • Mirada interior. Tiempo ordinario y Cuaresma (14 de enero al 17 de marzo) • Mirada apasionada. Semana Santa (24 de marzo al 31 de marzo) • Mirada luminosa. Pascua y tiempo ordinario (7 de abril al 2 de junio) • Mirada creyente. Tiempo ordinario (9 de junio al 1 de septiembre) • Mirada compasiva. Tiempo ordinario (8 de septiembre al 24 de noviembre) Importe de la suscripción 2024: Envíos a España: 45 € Envíos al extranjero: 65 € Información y suscripciones: Editorial Verbo Divino Avda. Pamplona, 41 31200 Estella (Navarra) – España Tels.: + 34 948 55 65 10 / + 34 948 55 65 05 [email protected] www.verbodivino.es
ÍNDICE Presentación ...................................................................... 7 9 junio. Domingo 10 del Tiempo Ordinario .................... 9 16 junio. Domingo 11 del Tiempo Ordinario .................. 21 23 junio. Domingo 12 del Tiempo Ordinario .................. 31 30 junio. Domingo 13 del Tiempo Ordinario .................. 41 7 julio. Domingo 14 del Tiempo Ordinario ...................... 53 14 julio. Domingo 15 del Tiempo Ordinario .................... 63 21 julio. Domingo 16 del Tiempo Ordinario .................... 75 25 julio. Santiago Apóstol ................................................. 87 28 julio. Domingo 17 del Tiempo Ordinario .................... 99 4 agosto. Domingo 18 del Tiempo Ordinario ................ 111 11 agosto. Domingo 19 del Tiempo Ordinario .............. 123 15 agosto. La Asunción de la Virgen María ................... 133 18 agosto. Domingo 20 del Tiempo Ordinario .............. 145 25 agosto. Domingo 21 del Tiempo Ordinario .............. 155 1 septiembre. Domingo 22 del Tiempo Ordinario ......... 165
ISBN 978-84-1063-005-5
9 788410 630055