Metodología I. Teoría de la construcción del objeto de estudio
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DIRECTORIO DR. JOSÉ ENRIQUE VILLA RIVERA Director General DR. EFRÉN PARADA ARIAS Secretario General DR. JOSÉ MADRID FLORES Secretario Académico ING. MANUEL QUINTERO QUINTERO Secretario de Extensión e Integración Social DR. LUIS HUMBERTO FABILA CASTILLO Secretario de Investigación y Posgrado DR. VÍCTOR MANUEL LÓPEZ LÓPEZ Secretario de Servicios Educativos DR. MARIO ALBERTO RODRÍGUEZ CASAS Secretario de Administración LIC. LUIS ANTONIO RÍOS CÁRDENAS Secretario Técnico ING. LUIS EDUARDO ZEDILLO PONCE DE LEÓN Secretario Ejecutivo de la Comisión de Operación y Fomento de Actividades Académicas ING. JESÚS ORTIZ GUTIÉRREZ Secretario Ejecutivo del Patronato de Obras e Instalaciones ING. JULIO DI-BELLA ROLDÁN Director de XE-IPN TV Canal 11 LIC. LUIS ALBERTO CORTÉS ORTIZ Abogado General LIC. ARTURO SALCIDO BELTRÁN Director de Publicaciones

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Alfredo Tecla Jiménez

INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL — MÉXICO —

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Metodología I Teoría de la construcción del objeto de estudio PRIMERA EDICIÓN: 2006 D.R. © 2006 INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL Dirección de Publicaciones Tresguerras 27, 06040, México, DF ISBN: 970-36-0350-5 Impreso en México/Printed in Mexico

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ........................................................................................................511 1. LA TEORÍA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO ................................ 25 Los principios comunes del empirismo ..................................................... 27 El cuerpo pensante ........................................................................................ 32 La teoría de la inferencia .............................................................................. 35 Situación actual de la metodología en el cuerpo de saber ..................... 43 Introducción al estado del problema.......................................................... 44 El sujeto crítico .............................................................................................. 46 El estado del problema, la categoría central de la metodología ........... 49 La teoría del sujeto ........................................................................................ 51 El saber deficitario inherente del sujeto ................................................... 55 La teoría del cuerpo de saber....................................................................... 56 El instrumento y el cuerpo de saber .......................................................... 60 CONCLUSIONES ........................................................................................................... 63 2. INTRODUCCIÓN AL MARCO TEÓRICO ..................................................................... 67 Los datos de la intuición viviente, de la representación y la construcción del objeto de estudio ............................................. 67 El diseño de investigación ........................................................................... 72

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3. SOBRE LA TOTALIDAD ............................................................................................ 81 Preámbulo ....................................................................................................... 81 La categoría de totalidad y los hechos sociales ....................................... 84 4. UN EJEMPLO DE LAS TEORÍAS DE RANGO MEDIO .................................................103 ANEXO I EL MÉTODO MARXISTA .......................................................................................... 113 INTRODUCCIÓN A LOS ELEMENTOS FUNDAMENTALES PARA LA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA .......................................................................................115 Producción .................................................................................................. 115 a) El objeto a considerar es en primer término la producción material ...................................................................... 115 b) Eternización de relaciones de producción históricas. Producción y distribución en general. Propiedad ................. 117 La relación general de la producción con la distribución, el cambio y el consumo ....................................................................... 121 a) Consumo y producción ................................................................. 123 b) Distribución y producción ........................................................... 128 C) Cambio y producción .................................................................... 132 El método de la economía política....................................................... 134 El arte griego y la sociedad moderna ................................................... 145 ANEXO II La ascensión de lo abstracto a lo concreto en principios de la lógica dialéctica.................................................................................................. 151 Sobre el método marxista ........................................................................ 151 La correlación entre lo concreto y lo abstracto en el proceso singular del conocimiento ..................................... 156 Comienzo de la ascensión que lleva de lo abstracto a lo concreto .......................................................... 162 La ascensión de lo abstracto a lo concreto ........................................ 169 La correlación entre lo concreto y lo abstracto en el proceso histórico del desarrollo del conocimiento .................................. 180

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9 La errónea teoría sobre el “desacuerdo” entre el aumento de las abstracciones científicas y el carácter concreto del mundo sensorial .......................................................................... 189 ANEXO III El método Weber ............................................................................................... 201 Los tipos ideales de Max Weber ............................................................ 203 BIBLIOGRAFÍA ......................................................................................................... 213

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Es frecuente que los académicos se pregunten sobre el significado del llamado “marco teórico” de la investigación. La situación se complica cuando las formas protocolarias oficiales introducen otros términos como “estado del arte”, “marco de referencia”, “marco conceptual”, entre otros. Los textos especializados no ayudan mucho a despejar esta situación. Por ejemplo, Carlos Méndez en su Metodología,1 utiliza indistintamente los conceptos de marco de referencia, marco conceptual y marco teórico. Cuando trata de definirlos cae en tautologías: “En esencia, el marco teórico, dice, permite ubicar el tema objeto de investigación dentro del conjunto de las teorías existentes” y es a la vez: “una descripción detallada de cada uno de los elementos de la teoría que serán directamente utilizados en el desarrollo de la investigación.” Respecto al marco de referencia sólo indica que está sustentado en el conocimiento científico, mientras que el marco conceptual consiste en “definir el significado de los términos que van a emplearse con mayor frecuencia en la observación, descripción, explicación y predicción”.2 Umberto Eco en su libro,3 no hace una referencia explícita a lo que es un marco teórico, sólo cuando habla de “cientificidad” encontramos algo que podría interpretarse en este sentido, sobre todo cuando se refiere a la construcción del objeto de estudio. Empieza señalando que el objeto puede ser tangible o intangible y enseguida argumenta: “Definir al objeto significa enton11 22 13

Méndez, Carlos E., Metodología, p. 109. Idem. Eco, Umberto, ¿Cómo se hace una tesis?, p. 78. 11

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ces definir las condiciones bajo las cuales podemos hablar con base en unas reglas que nosotros mismos estableceremos o que otros han establecido antes que nosotros.”4 Podemos observar que no habla de un sujeto trascendental ni de un sujeto libre de prenociones o de principios evidentes. Enseguida, Eco, aborda los aspectos de la selección del objeto de estudio, la cual debe estar orientada por la búsqueda de nuevos descubrimientos (decir cosas nuevas y que sean útiles a los demás). Algunos autores incluyen en el marco teórico la descripción, el análisis y la explicación;5 otros lo relacionan con el problema como Pérez Tamayo quien dice: “es el marco de referencia del problema; es allí donde se estructura un sistema conceptual integrado por hechos e hipótesis que deben ser compatibles entre sí en relación con la investigación”.6 Con esta orientación Canales dice en su texto: Los elementos a incluir en el marco teórico son presentados de diferentes maneras, según los diversos autores que traten el tema; también varían las denominaciones que se les asignan. Unos plantean lo relativo a conocimientos y teorías existentes sobre el problema en una selección denominada “revisión de literatura” o “marco general de estudio”. La denominación “Marco Teórico” queda reservada para las variables y sus definiciones.7

Por un lado, dan cuenta de la diversidad de los conceptos, pero a su vez, contribuyen a la confusión al afirmar que el marco teórico debe limitarse a las variables y sus relaciones. Good y Hatt, en su libro Métodos de investigación social,8 no tratan explícitamente lo del marco teórico pero en su apartado “El concepto como abstracción” dicen lo siguiente: “Puesto que tanto los hechos como los conceptos son abstracciones, tienen significado solamente puestos en un marco de referencia, dentro de algún sistema teórico.” Independientemente de su teoría del concepto, lo que nos interesa es cómo concibe el marco de referencia. Heinz Dietrich, por su parte, en su obra Nueva guía para una inves44 55 66 77 88

Idem. Neupert, citado por Canales et al., en Metodología de la investigación, p. 85. Idem. Idem. Good, W. J. y Hatt, P. K., Métodos de investigación social, p. 58.

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13 tigación científica,9 define al marco teórico de la siguiente manera: “El marco teórico es el resultado de la selección de teorías, conceptos y conocimientos científicos, métodos y procedimientos, que el investigador requiere para describir y explicar objetivamente el objeto de su investigación, en el estado histórico, actual o futuro.” Esta definición resulta muy amplia, pues incluye hasta los métodos y procedimientos. La teoría del marco teórico en Bunge hay que buscarla en su apartado “La teoría del concepto y de la definición”,10 donde señala que “…una definición es una operación puramente conceptual por lo cual (i) se introduce formalmente un nuevo término en algún sistema de signos (como el lenguaje de una teoría), y (ii) se especifica en alguna medida la significación de los términos deficientes”. Otro autor, cuya obra actualmente tiene una gran difusión en nuestros medios académicos, Hernández Sampieri, tampoco le presta mucha atención al marco teórico. Se limita a la referencia de las ideas que surgen o motivan al inicio de la investigación y que la ubican en un tema y que llevan a conocer sus antecedentes. Sin prestarle más atención, pasa a tratar el problema. Como vemos, la teoría del marco teórico es un asunto descuidado al que no se le ha prestado mayor atención y, por lo mismo, existe sobre él mucha confusión. Desde nuestro punto de vista, si algún significado tiene el marco teórico es el de representar el momento de la construcción del objeto de estudio. La premisa de que es el sujeto el que construye el objeto de estudio nos obliga a poner nuestra atención en el concepto de “construcción”. No hay que ir muy lejos para encontrar los antecedentes del término. El primero de los filósofos que llama nuestra atención al respecto es Kant. La construcción, según Kant, es exhibir (a priori) una intuición que corresponde al concepto. De acuerdo con Franco García,11 “la construcción a la transición desde un concepto general hasta una intuición que representa al concepto (tiempo, espacio). Éste es un proceso de la razón pura que no acude a la experiencia.” En otro apartado dice: “es introducir la representación de lo individual en lo ge99 10 11

Dietrich, Heinz, Nueva guía para una investigación científica, p. 81. Bunge, Mario, La investigación científica, p. 139. Franco García, Francisco, consultado en unidad abierta. edu. mx.

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neral (categoría, concepto). Y más adelante en forma más clara agrega: poner propiedades en los objetos, más bien es constatar, descubrir propiedades según el concepto general”. Los comentarios de Franco García sobre los argumentos de Kant coinciden con los argumentos que se expresan en este trabajo sobre la construcción del objeto de estudio como una totalidad. En términos dialécticos, lo concreto es lo concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, o sea, la unidad de lo diverso. Hurgando en los textos de Kant, nos damos cuenta que él utiliza más bien el término de “representación”, al cual define como el acto de conocer un objeto por categorías. Para Marx, el acto de conocer no es expresión de una razón trascendental, sino una función del cuerpo que piensa que se eleva de lo ingenuo, de lo caótico o confuso, a través de la abstracción, partiendo de la “abstracción inicial”, la cual deriva, de lo que aquí llamamos “el todo más desarrollado”. De acuerdo con Marx, es el concreto mental que corresponde a un concreto real. El objeto de estudio se construye como una totalidad en torno a la esencia, la esencia es el inicio de la investigación, no es cualquier característica observable; la investigación parte de la esencia para ir a otra esencia más profunda.12 Buscamos el término de “construcción” en Kant, no lo hallamos pero sí el concepto ya sea como “enlace” o como “capacidad de representación” que se realiza a través de la intuición (conocimiento a priori), reflexión, juicios sintéticos y juicios analíticos.13 Según Kant, la sensibilidad sólo nos proporciona las apariencias de los fenómenos que están fuera de ella y que no se pueden conocer, el sujeto dispone y actúa con las representaciones de los datos de la experiencia, es así como el sujeto “construye” a su objeto.14 Pero, de acuerdo con Kant, se trata de un objeto que no tiene nada que ver con la “cosa en sí”, es decir, con la realidad externa. Por eso resulta extraño que Kant se refiera a las coincidencias entre las representaciones de varios sujetos, coincidencias que atribuye a la unidad del objeto y no al sujeto trascedental. Al respecto dice: “…no habría fundamento alguno para que otro juicio hubiese 12 13 14

Marx, Introducción general a la crítica de la economía política 1857, pp. 58-60. Kant Manuel, Prolegómenos a toda metafísica del porvenir, p. 42. Ibid., p. 47.

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15 de convenir necesariamente con el mío, si no fuese la unidad del objeto, al cual se refiriesen todos, con el cual convienen y por el cual, también, todos deben concordar los unos con los otros”.15 No es necesario hablar, como lo hacen algunos autores, de un polígono de mil lados para dar cuenta de los límites de la observación; no sólo el cuerpo pensante se enfrenta a la realidad infinita sino también a un cuerpo de saber inabarcable, oceánico. Cualquier concepto y objeto plantean ya esta limitación. El cuerpo pensante está mediado por conceptos y valores y sus circunstancias condicionan lo que selecciona de lo que sus sentidos perciben y los valores y conceptos que le dan significado. Los conceptos de la ciencia no son ostensivos ni empíricos, aunque se alimente de ellos, son, como diría Kant, enlaces, representaciones, determinaciones, abstracciones. Cuando se habla de clase social, ideología o administración, no es posible observar de modo seguro y directo (empírico) lo que el concepto designa. Sólo cuando hacemos referencia a las determinaciones esenciales que constituyen las definiciones de los conceptos, es posible derivar variables e indicadores que nos permiten seleccionar las características observables de los individuos, fenómenos y comportamientos significativos de acuerdo con los conceptos ubicándolos en una categoría. Para la ciencia no existen hechos sin significado (Darwin). La relación de propiedad no se puede observar directamente, pero se puede inferir a través de usos y acciones. Lo mismo sucede con conceptos más abstractos. Volviendo al lenguaje de Kant, la intuición es la propiedad del sujeto que le permite “construir” la representación, “abstraer de lo empírico”, lo sensible. El objeto resulta una “construcción” lógica de la intuición intelectual.16 Para Kant hay dos tipos de representación: a priori y a posteriori. El tiempo y el espacio son categorías a priori, o sea, no se requiere de la experiencia para su representación, son condiciones necesarias para la posibilidad de la representación de cualquier objeto. No resulta extraño que bajo esta forma de interpretar lo a priori resulte posible para Kant, la concepción de un espacio vacío (Newton), es decir, se trata de una intuición pura. Por cierto, cuando

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Ibid., p. 54. Kant, Nueva crítica de la razón pura, p. 84.

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Kant aborda esta cuestión, aparece una nota a pie de página donde utiliza el término “construcción”, textualmente dice: “...la posibilidad de sus construcciones a priori”.17 Para Kant los conceptos de espacio y tiempo no son construcciones, son intuiciones puras a priori, existen antes de la percepción de cualquier objeto. Pero, tanto el espacio como el tiempo son intuiciones que existen en el interior del sujeto trascendental (al cual también identifica con el alma),18 son la condición inmediata de nuestros fenómenos interiores, los cuales no pueden incluir a la cosa en sí, pues es incognoscible. De este modo, cuando Kant habla del objeto, se refiere a las representaciones de los objetos, no a la realidad objetiva. Resulta extraño, pero éste es el argumento kantiano que nos permite darle el verdadero significado a su “unidad del objeto”. En Kant todo está invertido: los objetos no son una representación de los objetos que existen independientemente de que el sujeto los piense, sino que son sujetos ideales o lógicos, construidos por un sujeto o razón trascendental. De acuerdo con esto, cuando habla de “correspondencia” no se refiere a una relación entre el concepto y el objeto, sino a una relación entre el concepto y la representación. ¡Todo un lío! En el discurso de Kant el punto de partida no es la realidad objetiva sino la experiencia subjetiva, sus límites son las formas del pensamiento, lo único que se puede decir de la realidad es que existe, pero ninguna otra propiedad pues es incognoscible. Ante el idealismo subjetivo y el idealismo de “ensueño”, propone su idealismo crítico, el cual reconoce la existencia objetiva de la realidad (cosa en sí) la cual es incognoscible; lo único que se conoce son los enlaces entre las intuiciones o representaciones de la experiencia del sujeto y “la relación de un objeto con el sujeto, y no lo íntimo, que pertenece al objeto en sí”.19 De acuerdo, el sujeto construye al objeto, pero en Kant el objeto viene a ser la representación de la representación. La construcción del objeto como enlace de conceptos y a la vez relaciones de conceptos con objetos, o sea, con representaciones del objeto, es una actividad del sujeto donde no intervienen Kant, Crítica de la razón pura, p. 176. Kant, op. cit., p. 186. 19 Ibid., p. 197. 17 18

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17 los objetos como cosa en sí, sino como representaciones o intuiciones sensibles: “Todo enlace es una actividad intelectual.”20 Hay una idea en Kant la cual, sin considerar que cuando se refiere a la representatividad se está refiriendo a un concepto o sistemas de conceptos que no incluyen al objeto externo, es un argumento que pudiera ser defendido por un dialéctico materialista, la cual citamos enseguida: “Mas el concepto de enlace lleva consigo además del concepto de diversidad el de unidad de esta misma diversidad. El enlace es la representación de la unidad sintética de la diversidad.”21 La diferencia fundamental con la totalidad dialéctica es que, mientras para Kant el criterio para establecer el enlace es una categoría a priori que pertenece a la razón pura o trascendental, para el materialismo dialéctico es una categoría o teoría que el sujeto elige del cuerpo de saber, el cual es exterior al sujeto, es decir, existe fuera e independientemente del sujeto, que no proviene de una razón trascendental; de tal modo que el enlace sólo es posible en una relación dialéctica sujeto-objeto. Si los enlaces que establece no corresponden a las propiedades objetivas del objeto debe cambiar los conceptos con los cuales se establecen estos enlaces. Cuando el objeto es equivalente a la cosa en sí, no son posibles estos enlaces. Como vemos existen suficientes razones para que autores como Popper y Franco García interpreten estas ideas kantianas como “construcción”. Lo que es conveniente señalar es que, tanto Kant como Popper (parece ser que también Weber) conciben la construcción como una actividad lógica determinada por el sistema del que parte el sujeto y no por las relaciones con los objetos. Estamos de acuerdo en que construir al objeto es introducir lo particular en lo general, pero no sólo eso, también es encontrar lo general en lo particular. Kant habla de poner propiedades en los objetos o descubrir propiedades según un concepto general. Hay que reconocer que estas ideas pueden ser interesantes y sugestivas siempre que se consideren desde la perspectiva materialista. Lo concreto es lo concreto porque es la unidad de múltiples determinaciones, es la unidad de lo diverso. El método dialéctico consiste en saber situar la parte en el todo. Como vemos, la diferencia es muy fina. El acto de 20 21

Kant, op. cit., p. 241. Ibid., p. 246.

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conocer, para Kant, es un acto del sujeto trascendental que echa mano de la razón pura; para Marx no existen conocimientos a priori ni ideas innatas, el sujeto es un ser histórico mediado por el cuerpo de saber, y una vez que ha seleccionado su objeto de estudio, busca y selecciona en el cuerpo de saber aquella teoría que considera la más desarrollada y que le permite construir su objeto como una totalidad; pasando a seleccionar un concreto real y, nuevamente, determinar una esencia volviendo a construir una totalidad más específica. El proceso investigativo lleva de una esencia a otra esencia, siempre se están construyendo totalidades, que son lo diverso unido por la esencia, pasando así de una esencia a otra esencia más profunda.22 No se trata de una simple sustitución de una razón trascendental por el cuerpo pensante. La cosa en sí, incognoscible de Kant, no sólo existe fuera e independientemente del sujeto, pues en esto está de acuerdo Kant, sino que es inalcanzable por la experiencia del sujeto. Aquí se rechaza la cosa en sí, en cambio se habla del objeto como parte de la realidad objetiva, que no sólo existe fuera e independientemente del sujeto sino que es inseparable del sujeto que conoce, lo cual es condición necesaria para que el sujeto reproduzca el objeto en su cerebro, que es el órgano del pensamiento, y traduzca sus propiedades en forma de conceptos, abstracciones, de acuerdo a su construcción como una totalidad que es la que le permite discriminar la infinidad de información o de características que posee cualquier objeto. La totalidad no es el contenido exhaustivo del objeto. El tipo ideal de Weber, como totalidad, también se refiere a una selección de características que constituyen la estructura del objeto y también reconoce la objetividad del objeto; la diferencia estriba en que él no parte de la esencia sino de cualquier elemento, hasta cierto punto, arbitrario. También interpreta la falta de fidelidad del tipo ideal en cuanto a que no puede ser exhaustivo. Más adelante volveremos a Weber. El cuerpo de saber también es externo al sujeto, es histórico y heterogéneo. Los grupos dominantes o vencedores destruyen, filtran, manipulan el cuerpo de saber, la cultura en general, de los grupos dominados o vencidos. De lo que queda o de lo acumulado; conservan sólo aquello que les puede servir para el control y reproducción de su poder. El sujeto, como ser social, 22

Marx, Introducción general a la crítica..., p. 58-60.

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19 es un producto de las relaciones que se establecen entre los diferentes grupos o clases. Todo aquello que nutre al cerebro que piensa está determinado por estas relaciones. Independientemente de sus capacidades individuales, cuando el ser humano se constituye en sujeto de investigación, realiza su práctica investigativa a partir de las teorías y corrientes o conceptos que le han sido inculcados, muchos de los cuales no son conscientes. De hecho, los diferentes sujetos construyen sus objetos en forma diferente, según la teoría que adopten. Aquí es donde la objetividad del objeto es la que determina cuál de las construcciones es la que se aleja o aproxima más. No resulta extraño que el objeto sea determinante respecto a la teoría. Cuando el sujeto parte de una teoría que es negada por los hechos debe cambiar de teoría. La teoría científica es lo que está comprobado y se encuentra en constante desarrollo. Y esta posibilidad siempre existe, la hipótesis está construida sobre la probabilidad de la posibilidad del descubrimiento de un nuevo conocimiento. Antes de abandonar el tema de Kant, hay que decir que lo que aquí se ha discutido, como sus conceptos de “cosa en sí”, su razón pura, etcétera, no demeritan la importancia de las aportaciones que este filósofo alemán hizo a la lógica y a la teoría del conocimiento. Queda en pie que el objeto es complejo y diverso y que es el sujeto el que selecciona, consciente o inconscientemente una teoría para construirlo, tesis que es ajena totalmente al empirismo. La teoría permite enlazar las propiedades del objeto y concebirlas como partes de un todo, viene a ser lo concreto pensado. Después de esto, vale la pena hacerse la pregunta ¿qué tanto hay de Kant en la definición del concreto sensible de Marx, así como en la definición del cuerpo del saber como los datos de la intuición viviente y de la representación? Los términos son los mismos sólo que Marx no se refiere a un sujeto trascendental sino al saber acumulado que existe objetivamente, en libros, documentos, archivos, datos, etcétera. La construcción del objeto en Kant es una construcción lógica, pero a diferencia de la convencionalista y el tipo ideal de Weber, no es una construcción arbitraria sino determinada por la unidad del objeto y las leyes que rigen las relaciones entre las categorías. De este modo, se distigue su idealismo crítico del subjetivo al reconocer la existencia de la cosa en sí aunque sea ajena al conocimiento del sujeto, pero de ninguna manera significa que el

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conocimiento del sujeto sea algo arbitrario: está sujeto a las leyes de la lógica. Por el momento dejamos a Kant. Para irnos aproximando a las teorías actuales sobre la totalidad hablemos antes de Max Weber y sus tipos ideales. Tanto el tipo ideal de Weber como el de totalidad de Marx, hacen referencia a lo esencial y la reducción a las estructuras; ambos hacen a un lado el contenido exhaustivo del objeto por innecesario e inalcanzable. En lo que se distinguen es en la importancia que le dan a la subjetividad, pues mientras el tipo ideal pone el acento en la “racionalidad” del sujeto, la totalidad dialéctica pone el acento en la relación sujeto objeto. El tipo ideal viene a ser, hasta cierto punto, una construcción arbitraria que depende de la teoría seleccionada por el sujeto que puede ser la que más le plazca según sus valores (ideología). Para Weber, primero están los valores del sujeto, a diferencia de Durkheim que concibe a un sujeto libre de valores y prenociones; para Marx, primero está el sujeto crítico que confronta las diversas teorías y a las teorías con el objeto, Weber no habla propiamente del objeto sino de actividades y conexiones, de las cuales el tipo ideal viene a ser una representación donde lo determinante es la “parcialidad subjetiva” del sujeto. Otra diferencia estriba en que para la metodología weberiana, el paradigma viene a ser fundamental para el ordenamiento del mundo mental. No hay que olvidar que la influencia de Kant le llega vía Windelband y Rickert, la cual se refleja en sus conceptos de causalidad, particular y general. Weber no niega la realidad pero se detiene ante su cognoscibilidad; al igual que Kant sustituye a la realidad por las estructuras lógicas. Consecuentemente, la esencia no es una propiedad objetiva del objeto. No entiende la abstracción como aislamiento y selección de las propiedades del fenómeno que dan cuenta de su estructura, ni a la totalidad como la unidad de la diversidad. Weber, confunde la fidelidad del tipo ideal con el contenido exhaustivo, el cual, al hacer abstracción y determinar la estructura (el tipo ideal), deja de ser un modelo fiel y se vuelve arbitrario. Al igual que Kant, no es un empirista. El punto de partida para la construcción del objeto es el tipo ideal, es el que sirve de guía en la selección de los datos empíricos. Una diferencia más es la que se refiere a la finalidad del conocimiento: para Weber, el fin del conocimiento científico es la comprensión, no es la apropiación y transformación de la sociedad. Siguiendo a Rickert y Windelband, concibe dos tipos de ciencias: las que descu-

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21 bren leyes, nomotéticas (naturales); y las que sólo describen hechos particulares, ideográficas (sociales). Las ciencias sociales no buscan la explicación a través de leyes, sino la comprensión a través de tipos ideales. En un principio, Weber se identificó con el pensamiento marxista. La influencia inicial de Marx dio paso a un profundo rechazo que llevó a Weber a producir una obra prolífica (que ha tenido gran influencia), tratando de demostrar que Marx estaba equivocado. Su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo tuvo como principal razón, demostrar que era falso el principio marxista de que no es la conciencia la que determina el ser social sino el ser social el que determina la conciencia: la ética protestante fue la que dio origen al capitalismo. Y en cuanto a la ciencia, el sujeto que investiga a la sociedad, trata exclusivamente con las construcciones mentales que se elaboran sobre ella; de ahí su emergentismo.23 En resumen, la diferencia entre el tipo ideal y la totalidad dialéctica, es el concepto de objetividad. La totalidad es una construcción objetiva que corresponde al objeto y en eso consiste su fidelidad (totalidad abstracta, totalidad pensada, totalidad concreta, objeto, concreto real). La totalidad no tiene nada que ver con el contenido exhaustivo, con todas las propiedades del objeto, sólo toma en cuenta las propiedades del objeto que constituyen su estructura y de sus relaciones dialécticas. “Esta dialéctica significa además la interrelación entre el sujeto y el objeto, así como su transformación y apropiación. La totalidad es el punto de partida de la investigación que es un movimiento en espiral que lleva a un resultado desconocido, a algo distinto al punto de partida. Como dice Kosik: “es necesario dar un rodeo para que lo concreto se vuelva comprensible por medio de lo abstracto, el todo por medio de la parte”.24 Es el momento de resaltar la franca oposición al empirismo de Weber (Bacon, Locke, Hume, Durkheim, Hempel, etc.). Definitivamente, el objeto no se construye de lo particular a lo general, ni a partir de alguna de sus caracerísticas observables, como afirmaron Bacon y Durkheim, entre otros. Un autor que va por una línea parecida a la de Weber es Popper, es oportuno citarlo en este momento por sus críticas al empirismo. Popper no oculta 23 24

Gallo, Miguel Ángel, et al., Ciencias sociales, pp. 5-142. Idem.

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su filiación neokantiana, el punto de partida de la investigación es la teoría “falseable”, en este caso. Más adelante veremos de que se trata esto. En cuanto a su crítica al empirismo, lanza su ataque al punto más débil que es el mismo principio de la inducción, al cual dice: “no hay que tomarlo como verdadero sino como probable”. También afirma que “todo principio de inducción es superfluo”.25 Indudablemente, eso dicho por Popper demuestra las enormes dificultades a las que se enfrentan los empiristas a pesar de que hablen de una observación pura o de un sujeto libre de prenociones, y que consiste en preguntarse simplemente ¿cuál es el punto de partida de la inducción? Pero Popper se enfrenta a sus propias dificultades. Una de ellas aparece cuando se enfrenta al objetivo de la ciencia que consiste en descubrir nuevos conocimientos. Nos sorprende su opinión cuando califica al proceso de descubrimiento de “irracional”. Ante la pregunta ¿cómo llega el científico al descubrimiento de una nueva verdad? Popper se responde: “Puede expresarse mi parecer diciendo que todo descubrimiento contiene “un elemento irracional” o una “intuición creadora” en el sentido de Bergson”.26 Ante el concepto de “teoría falseable” de Popper, es conveniente preguntarse ¿qué es una teoría? Algunos autores la han llegado a considerar como un instrumento para predecir (Mach, Wittgenstein, Shlick), otros la consideran como una simple fórmula simbólica (Kant, Carnap, Wittgenstein, Bohr, etc.), un recurso para comprender (Weber) o, bien, como redes que los sujetos lanzan al mundo para racionalizarlo, explicarlo y dominarlo (Epicuro, Lucrecio, Bacon, Espinoza, Kant, Hegel, Marx, Popper, etc.). El diccionario define a la teoría como conocimiento especulativo diferente a lo práctico o aplicado. Definición que no es de mucha ayuda para nuestros fines. Debemos empezar diciendo que una teoría puede ser equivalente a un concepto, un modelo, una categoría o interpretación; las verdaderas dificultades comienzan cuando queremos ver sus relaciones con la realidad, incluido el sujeto y la práctica. Es cuando entra en juego la corriente de pensamiento de la que se parte para explicar esa relación. Claro, esto viene a ser fundamental, pero independientemente de cómo se resuelvan estas cuestiones, la teoría, para cualquiera de las corrientes, es lo 25 26

Ibid., p. 28-29. Ibid., p. 31.

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23 general y común a un conjunto de fenómenos. En este sentido su papel es separar, delimitar, ordenar un grupo de fenómenos, ya sea para describir, clasificar o explicar. Después viene la tarea de confrontar las teorías y de ver su relación con los fenómenos externos a los que hacen referencia. Como hemos visto, algunos autores ponen el acento en su carácter lógico, otros en su función. También pueden establecerse diferencias entre aquellos que ven a la teoría como principios evidentes (intuicionistas e iluministas), o verdades absolutas (dogmáticos), arbitrarias (convencionalistas), cambiantes (relativistas), en desarrollo (dialécticos). Entre los relativistas ubicaríamos a Popper y a Bunge, precisando, los relativistas se caracterizan por reconocer la diversidad y el cambio, pero sobre todo por eliminar la diferencia entre teoría científica e hipótesis, es decir, entre la teoría ya comprobada y la teoría por comprobar. Popper hace también la diferencia entre las ciencias que pertenecen a las ciencias empíricas y las que no, sin reparar en las paradojas que se derivan de esta afirmación. Pero algo parecido sucede con Bunge especialmente cuando habla de ciencias naturales y de ciencias fácticas. Pero por el momento no vamos a entrarle al tema de la clasificación de las ciencias.

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Cuestionario 11. ¿Cuántos términos existen para dar cuenta de la etapa del llamado “marco teórico”? 22. ¿Cuál es la aportación o avance de reconocer de que el objeto se construye? 33. ¿Qué diferencias existen entre una construcción lógica de origen kantiano y otra de carácter dialéctico? 44. ¿Cuáles son las diferencias entre el convencionalismo y el tipo ideal de Weber? 55. ¿Cuál es la diferencia entre el tipo ideal y la totalidad dialéctica? 66. ¿Qué diferencia hay entre razón pura y cuerpo de saber? 77. ¿Qué servicios presta la teoría en la construcción del objeto de estudio?

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1. LA TEORÍA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO

En la historia del método los autores que han abordado el tema lo han hecho ya sea desde la perspectiva del sujeto o bien del objeto, pocas veces desde el cuerpo de saber o de los instrumentos. Por ejemplo, Bacon, en su teoría del error incluye al sujeto y al cuerpo de saber, los empiristas clásicos, al sujeto y al instrumento. Hay que recordar el famoso mito de “La Caverna” de Platón en la que la fuente del error era la naturaleza del sujeto, en cuanto a sujeto con alma porque su alma era pequeña y en cuanto a su cuerpo, porque los sentidos engañan. Igualmente con Bacon el sujeto es como un espejo irregular. Para Descartes, el sujeto es la fuente de la verdad y del error, en conclusión, también para Kant. Se infiere en Descartes porque la “cosa pensante” y la “cosa extensa” constituyen dos niveles que nunca se tocan y en Kant, porque la experiencia del sujeto nunca alcanza al objeto pues es la “cosa en sí”. Feyerabend pone el énfasis en el error cuya fuente tiene un carácter ambiguo, pues a veces se origina en el cuerpo de saber o tiene su origen en los instrumentos. Pero ¿por qué poner el énfasis en el error y no en la verdad? De acuerdo con la dialéctica, el error presupone a la verdad, no existen el uno sin el otro y los dos tienen un carácter histórico. Siempre han estado presentes en todas las corrientes, las cuales se han estado observando y comunicando constantemente entre ellas a pesar de que a veces lo nieguen o se combatan entre sí. Esto lo demuestra la relación que hubo entre Platón y Demócrito en la Antigüedad o entre los nominalistas y realistas en la Edad Media, o entre Bacon y Aristóteles, etc. El método, el instrumento, es un producto histórico que se ha ido desarrollando en medio de contradicciones y que ha sido, al 25

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igual que la ciencia, objeto de discriminaciones y de polémica, entre otras cosas, a veces ha jugado el papel principal ya sea como fuente de error o de verdad. A veces se le ha mutilado, transfigurado o reducido. Algunos lo han combatido y hasta negado, lo más frecuente ha sido el camuflaje que le han impreso las corrientes, debido a ello ha adquirido mil rostros: empirista, lógico, inductivo, comparativo, dialéctico, comparativo, cuantitativo, etcétera. Ante esta diversidad, como una cuestión de principio, hay que empezar por definir la práctica científica, pues no se trata de dilucidar la existencia del método, o de los métodos, sino del planteamiento de que esta práctica dé paso a una disciplina que tenga por objeto las leyes o reglas que actúan en el proceso de descubrimiento de nuevos conocimientos. La historia del método nos ayuda a identificar las condiciones en que surge y cómo se va desarrollando. Como toda ciencia, la metodología no surge de repente, tampoco es algo estático, el método como parte de la ciencia y como ciencia (metodología), es un sistema abierto que se está desarrollando constantemente. No se trata de un conjunto de recetas o de dogmas que no cambian. Por el contrario, el método es ajeno a cualquier dogma. No es una camisa de fuerza que restrinja la libertad del investigador. Es más bien, el instrumento que le permite al sujeto ejercer su capacidad crítica sin otro límite que su propia responsabilidad de sujeto crítico. El científico no es un oportunista ni un simulador. No se orienta por el interés ni por la búsqueda de prestigio sino (aunque suene a romanticismo) por la búsqueda de la verdad. El método no hace al científico un oportunista por excelencia 27 sino a un buscador profesional que sabe aprovechar las oportunidades. El sujeto es un ser humano cuya existencia individual está determinada socialmente. Es lo que una serie de autores denominan “circunstancias”, de tal modo no se puede hablar de individualidad del sujeto, sin considerar las circunstancias histórico-sociales. Por ejemplo, Feyerabend, aunque habla de las circunstancias no las concibe de esta manera. No se trata de ignorar la variable individual sin la cual no se puede entender cómo los grandes hombres, entre ellos los hombres de ciencia, logran superar las condiciones adversas en las que realizan su trabajo; pero, por mucha que sea su capacidad no se desarrolla si no existen las ,

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Feyerabend, Contra el método, p. 8.

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27 condiciones mínimas para su desarrollo. Sin embargo, en cuanto al cuerpo de saber ¿qué es lo que lleva al sujeto a apoyarse en tal o cual teoría? La heterogeneidad del cuerpo de saber plantea la posibilidad de que el sujeto se apropie de alguna de las teorías que se encuentran en el cuerpo de saber, pero la decisión de que se apropie de la teoría “A”, de la “B” o de la “C” observa, en la realidad, diferentes probabilidades. Por ejemplo, antes de que apareciera la obra de Darwin El origen de las especies era muy poco probable que alguien se declarara evolucionista pero a fines del Siglo XIX estas probabilidades aumentaron considerablemente; actualmente las probabilidades de que alguien sea materialista dialéctico son muy escasas. Hay quien separa el método de las ciencias particulares de un método general y a cualquier intento de hablar de un método general o universal, lo llaman metafísica. La crítica está especialmente dirigida a los que ven en la dialéctica un método universal, aunque esta pretensión no sea exclusiva de los materialistas dialécticos. Un ejemplo reciente es Manuel Sacristán, quien sin rodeos, considera a la dialéctica una metáfora, y no sólo eso sino que se trata de una metafísica precientífica.28 Y agrega: “Si se da parte de una sucesión de operaciones regulada y repetible no existe el método dialéctico. Si por método se entiende puramente estilo intelectual, entonces es válido.” Esto demuestra que tanto la formación de los intelectuales como la corriente predominante en el cuerpo de saber es la corriente positivista. Por el contrario, lo que sí podemos afirmar es que, con respecto a la metodología, aparte de una diversidad de teorías y opiniones diferentes se da una departamentalización, tanto en el conocimiento como en el quehacer científico, lo que da por resultado, entre otras cosas, una proliferación de métodos, lo cual no sería negativo a no ser porque la propia departamentalización no permite la integración y la coherencia, por lo que se cae en la confusión y la duplicidad. Frecuentemente, se afirma lo mismo en contextos diferentes. LOS PRINCIPIOS COMUNES DEL EMPIRISMO Sin embargo hay tesis que caracterizan a cada corriente que nos permiten reconocer cuando un autor pertenece a alguna de ellas. 28

“En torno a la dialéctica”, consultado en www.lainsigna.org/2005/mayo/cul_003.htm.

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¿Qué significa la tesis de que la ciencia comienza con la observación? O bien aquella que afirma que la ciencia se alimenta de hechos válidos y observables (Good, Hatt, Dukheim). Hernández Sampieri en su texto29 comienza afirmando que la investigación científica es sistemática, controlada; empírica y crítica. Y con respecto a su carácter “empírico”, aclara que “significa que se basa en fenómenos observables de la realidad”.30 Después retomaremos el tema de la observación. Junker,31 define al trabajo de campo como la observación de la gente in situ, “se trata de conocer personas donde están”. Como vemos, de esta manera, los alcances del trabajo de campo son muy limitados, además, no se trata de observar por observar sino de darle significado a los hechos y bajo esta base seleccionarlos, pues es imposible, y no tiene sentido, registrar todo lo que el sujeto es capaz de observar. Más adelante dice: “llegó un momento que tuve que abandonar los informes estadísticos y los documentos y comenzar a navegar por mi cuenta”,32 según él, es más fácil manejar materiales escritos “basta con quitarles el polvo y abrirlos” para darse el “placer” de conocer las palabras y el pensamiento de los autores. Por mucho que lo desee, el sujeto no puede darse el lujo de caminar por su cuenta, no puede prescindir de los documentos y de los conceptos previos (Aristóteles). No existen observaciones puras. Ante las tesis de estos autores contemporáneos, vale la pena preguntarnos qué existe en el cuerpo de saber sobre el método y cómo se han ido desarrollando las categorías del método. Hay que recordar la dialéctica ingenua con Heráclito llamado “el oscuro” y a Demócrito con su tesis de que el concepto es la guía de la investigación. Una de las primeras definiciones que existen del método, es la de Aristóteles el cual lo define como el organón, el instrumento, el camino ordenado, lógico, tanto inductivo como deductivo. Si bien en Aristóteles ya existe una teoría de la definición, del postulado, la hipótesis, la verdad y del error, éstas no han dejado de desarrollarse; por ejemplo, no es sino hasta Boyle a fines del siglo XVII, cuando encontramos una definición más desarrollada de la hipótesis. El concepto del todo más desarrollado, también se encuentra en Aristóteles en forma embrionaria, 29 30 31 32

Sampieri, Metodología de la investigación, p. XXVI. Idem. Junker, Introducción a las ciencias sociales, el trabajo de campo, p. 8. Idem.

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29 cuando él plantea la necesidad de confrontar teorías para elegir entre ellas la que explique mejor el fenómeno en cuestión y tomarla como punto de partida. El surgimiento del empirismo con Locke (1632-1704), al que se le considera su fundador, jugó un papel muy importante en la historia del método. En su momento jugó un papel revolucionario pues se enfrentó al iluminismo y a los principios evidentes. El antecedente inmediato fue Bacon (1561-1626), que con su inductivismo radical, tiró al niño junto con el agua sucia, se opuso no sólo a Aristóteles sino que también desechó al cuerpo de saber al considerarlo como fuente de error imaginando que existía un camino directo que prescindía de él. (Bacon hablaba en su tiempo de una filosofía empírica). El empirismo tiene como rasgo esencial la naturalización del sujeto y la cosificación del objeto. Son idealistas objetivos. También Kant y Hegel son idealistas objetivos al reconocer la existencia objetiva del objeto. Aunque Kant reconoce la existencia del objeto lo elimina en cuanto a objeto del conocimiento pues en cuanto a cosa en sí, es incognoscible. Su concepto de experiencia no incluye al objeto, es propiedad exclusiva del sujeto. La tesis de Bacon, que eliminaba el cuerpo de saber con su camino directo y la de Kant, que eliminaba al objeto como “cosa en sí” no permitieron resolver aspectos fundamentales de la metodología. Bacon partió de la teoría del error el cual tenía sus fuentes en la naturaleza del sujeto, en el cuerpo de saber y el instrumento (el deductivismo de Aristóteles), no incluyó al objeto. En su obra El nuevo organón nos dice que hay dos reinos: el de Dios y el de los hombres, hay que expulsar del reino de los hombres a los falsos ídolos para convertirlo en el reino de la ciencia pues los hombres no podrán entrar al reino de los cielos “sino en figura de niño”.33 El empirismo radical de Locke, por su parte, dio paso al idealismo subjetivo de Berkeley cuya esencia quedó de manifiesto en su tesis “existir es ser percibido”. Los extremos se tocan. La coincidencia con Locke aparece cuando éste afirma que lo único que percibimos son cualidades, mientras que la materia nadamás la suponemos, debería de eliminarse “dejando a la realidad formada sólo por dos elementos: las mentes y las ideas que éstas experimentan directamente”.34 El empirismo de Hume (1711-1773), por su parte, da paso a uno de los aspectos 33 34

Bacon, El nuevo organón, p. 53. Ruy Pérez Tamayo, ¿Existe el método científico?, p. 96.

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de la inducción que tiene que ver con la teoría de la inferencia al reconocer que el “empirismo puro” es insuficiente para el desarrollo de la ciencia, pues la observación, por sí sola, no puede demostrar que un hecho se pueda repetir en los mismos términos, de tal modo, que la inducción no requiera de otro principio que no esté basado en la experiencia. Y si se acepta un principio no empírico ¿por qué no aceptar otros? Tal reconocimiento llevó al empirismo radical a un callejón sin salida.35 No tuvo más remedio que intentar soluciones “irracionalistas” que lo llevaron a situaciones paradojales como fueron los casos de Comte y Durkheim36 y de otros menos célebres como Rickert y Mach.37 Mach, nos lleva a otro de los factores del problema (infra) que es el instrumento. Tanto los operacionalistas como instrumentalistas le atribuyen a la teoría una función reducida a la utilidad sin importar que el contenido refleje o no la realidad objetiva, se reduce el cuerpo de saber a simple memoria técnica con valor puramente didáctico o heurístico, mientras que la realidad, a la que pertenece el objeto de estudio, queda reducida a una simple conexión de elementos sensoriales que excluyen “a todo lo que nos representamos además de las apariencias”.38 Pérez Tamayo hace la observación de que el instrumentalismo “renuncia a explicar los hechos observados”.39 Sin embargo, Mach (1838-1916) no tuvo ninguna objeción para aceptar la teoría de la evolución de Darwin, sin importarle las contradicciones con su concepción instrumentalista. El caso de Kant (1724-1804), es interesante para la metodología no sólo porque es uno de los pensadores que desarrolló en forma sustancial las cate-

Ibid., p. 105. “Ya que por la sensación nos ponemos en relación con el exterior de las cosas, podemos afirmar en resumen: para ser objetiva, la ciencia no debe partir de conceptos que se han formado sin su concurso, sino de la sensación. De los datos sensibles debe sacar directamente los elementos de sus definiciones iniciales. Y en efecto, basta representarse en qué consiste la obra de la ciencia para comprender que no se puede proceder de otra manera.” Durkheim, Las reglas del método sociológico, México, EDHSA, p. 96. 37 “Rickert, 1863-1936, afirma que el método estriba, en particular, en tratar de argumentar la idea de que el conocimiento natural científico, que usa el método de generalización, no es un verdadero conocimiento de la realidad y que éste se consigue sólo valiéndose del método individualizador, ya que este último es el que corresponde más que otros al carácter del objeto a conocer. En esto estriba la ventaja de las ciencias históricas sobre las naturales: se presenta lo individual inconfundible lo que descarta toda generalización”, Moskvichov, Teoría de la desideologización, p. 34. 38 Ibid., p. 150. 39 Ibid., p. 151. 35 36

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31 gorías de la lógica, al grado que no se puede entender a Hegel sin su antecedente, Kant; así como no puede entenderse a Marx sin Hegel. Con Kant se establece a las formas del pensamiento como objeto de estudio de diversas disciplinas, entre ellas la lógica y la epistemología. Si bien sus posiciones idealistas no le permitieron a Kant la solución de los problemas que planteó, aportó elementos para su solución. El planteamiento que se hizo Kant fue ¿cómo es que son posibles las proposiciones sintéticas a priori? Kant era consciente de la importancia de su pregunta, estaba convencido de que su solución era tan importante como una revolución copernicana. Con Kant quedó demostrada la capacidad creativa del proceso de abstracción. La “cosa en sí” representó la piedra en el zapato de los idealistas radicales que no hallaban la forma de eliminarla, en cambio su razón pura y la subjetividad de la experiencia que nunca alcanzaba al objeto o “cosa en sí” dio paso a los empiristas lógicos, a los analistas del lenguaje, etc., es decir a toda la pléyade de neokantianos que ha predominado dentro de las corrientes positivistas. A fin de cuentas, el sujeto trascendental kantiano es un sujeto ahistórico. No tardaron en aparecer escuelas neokantianas, como la del Círculo de Viena, la de Friburgo, la de Hamburgo, los neopositivistas lógicos, los analistas del lenguaje, entre otras. Las escuelas de Friburgo (Windelband y Rickert)y Hamburgo (Cohen), desarrollan los elementos idealistas de Kant y eliminan los elementos materialistas (la cosa en sí); la de Hamburgo interpretó las categorías filosóficas de Kant como si fueran construcciones lógicas. Entre los positivistas lógicos se encuentran, entre otros, Popper y Hempel. Estos pensadores coinciden en que el procedimiento (método) de las ciencias, tanto naturales como sociales debe ser el mismo. En cada explicación causal, escribe Popper, existen obligatoriamente dos elementos: por un lado, una especie de ley universal y, por otro, la descripción de condiciones específicas en que transcurre el proceso dado, que puede ser llamado condiciones de partida; Hempel hizo extensivo este principio a la historia al que se llamó “ley envolvente”. Sobre los analistas del lenguaje, sólo diremos por el momento que éstos sostienen que: 11. La filosofía sólo es posible como análisis del lenguaje.

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22. Este análisis debe limitarse a lo “dado”, es decir, a la experiencia inmediata o lenguaje. 33. La realidad se da sólo en el pensar. Esto es puro idealismo subjetivo, ya no es el pensamiento sino el lenguaje a través del cual se construye la realidad. EL CUERPO PENSANTE Si tomamos en cuenta que Spinoza (1632-1677) vivió casi 100 años antes que Kant, nos llega a impactar más su tesis del “cuerpo pensante”, fue un gran paso en la teoría del sujeto, dice Spinoza: “El hombre no es una sustancia, pues en la sustancia la esencia implica necesariamente la existencia: la esencia del hombre, ser derivado, no la contiene. El hombre es una esencia compuesta de los modos de los atributos divinos.”40 Spinoza no separa jamás al espíritu del cuerpo. El hombre no es un ángel caído; no es un ser hecho de arcilla a quien se insuflara un alma existente por sí. No: Es un cuerpo humano, es decir, consciente de sí y del mundo. Sin cuerpo no hay alma, sin alma no hay cuerpo. “ni atribuimos la duración del alma más que mientras subsiste el cuerpo”.41 Su concepto de alma queda más o menos definido cuando afirma “el alma es un modo de pensar”.42 Spinoza se adelantó 200 años a la ciencia cuando dice: “Porque no entiendo por ideas de las imágenes aquellas que se forman en el fondo del ojo o, si se quiere, en medio del cerebro, sino en las concepciones del pensamiento.”43 Spinoza, antes que Kant, ofrece un concepto desarrollado de totalidad. Con Spinoza, queda superado, históricamente hablando, la dualidad del sujeto, intuyendo, además, la relación dialéctica con el objeto (con los otros cuerpos); el cuerpo como una unidad no puede realizar la actividad de conocer sin recomponerse, traduciéndolo al lenguaje dialéctico, no puede conocer sin apropiarse de la naturaleza. Todo conocimiento es transformación y apropiaSpinoza, Ética, p. 40. Ibid., p. 173. 42 Ibid., p. 64. 43 Ibid., p. 65. 40 41

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33 ción. Estas transformaciones son ilimitadas. El “cuerpo” tiene una capacidad infinita de conocer: “no sabemos ni siquiera lo que puede el cuerpo”.44 Su tesis del cuerpo como un compuesto de partes da paso a la unidad y a la totalidad; una totalidad que sólo existe recomponiéndose. Hay relaciones que descomponen haciendo daño, como el veneno o el crimen, hay otras que “convienen” al cuerpo. La acción del cuerpo sólo adquiere significado dentro de un contexto que Spinoza llama “estado”. De ahí, que para la naturaleza humana “pervertida”, los crímenes son virtud.45 Spinoza estuvo muy cerca de la definición del hombre como el conjunto de sus relaciones sociales. El método que emplea para llegar a lo que Deleuze llama su “extrañísima concepción del mal”, sirve también para resolver las “extrañísimas” categorías de simple y complejo, particular y general, forma y contenido, cantidad y calidad, etc., es sólo hasta que se construye el “estado”, término que al definirlo se semeja a la totalidad, cuando se pueden determinar las propiedades que adquieren sus diversas partes. El cuerpo no existe aislado sino que también forma un “estado” por las relaciones que mantiene con los otros cuerpos: el veneno descompone las relaciones internas entre las partes del cuerpo, el robo descompone las relaciones de propiedad. Desde luego, en la época de Spinoza no existía una teoría desarrollada de la dialéctica, Hegel produce su obra 200 años más tarde, y no tenía en mente una teoría del conocimiento. Se puede afirmar que el concepto de “estado” es un antecedente de la categoría de totalidad que viene a ser fundamental en el enfrentamiento del sujeto con la complejidad y a través de la cual construye su objeto de estudio. Las propiedades de simple, complejo, particular, general, etc., que adquiere la parte en cierta totalidad, cambian si pasa a formar parte de otra totalidad. Ésta es una concepción dialéctica, los positivistas sostienen que el objeto se construye empíricamente, a través de la observación. Lo cual nos demuestra que el desarrollo del conocimiento no sigue una línea recta y en un solo sentido. Esto es un hecho. Influye la heterogeneidad del cuerpo de saber, el condicionamiento social y, como ya lo habíamos planteado, la departamentalización. Debido a esto, la comunicación se da entre los especialistas que trabajan en los mismos temas; 44 45

Gilles Deleuze, Spinoza: Filosofía práctica, p. 28. Ibid., p. 52.

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pero cuando éstos trabajan en campos diferentes, es muy difícil que se enteren de lo que cada uno hace. Lo mismo sucede con los metodólogos a pesar que su objeto de estudio es el método, deberían de ser los indicados para estar enterados de lo que se hace en cada campo para poder generalizar. Los idealistas, contrariamente a lo que pudiera creerse, no han sido ajenos al objetivo de buscar un método general para todas las ciencias. El filósofo idealista Hegel ocupa un lugar destacado con su dialéctica; también hay que incluir a Comte, el fundador del positivismo, y al polifacético Peirce. Algunos autores regatean méritos a Hegel, nosotros pensamos que ocupa un lugar especial en la historia del método. Este filósofo, tomando como punto de referencia los lados débiles de Kant, desarrolla su dialéctica y hace, además, valiosas aportaciones a la teoría del concepto y de la totalidad; a su vez, sirvió de referencia para el materialismo dialéctico de Marx. En este punto, es conveniente reflexionar sobre las condiciones específicas en que producen los intelectuales y sobre sus características personales (la variable individual). Es difícil imaginar a Comte, apologista de la burguesía, como un suicida frustrado, o como candidato al manicomio por sus ataques de locura ante los que tuvo que ser asistido por una sacrificada esposa que se vio obligada a ejercer la prostitución para cubrir los gastos que ocasionaba su cuidado. En cambio, no es difícil imaginarlo como secretario particular de Saint Simón del que tomó varias de sus tesis. También causa desconcierto que, siendo el principal ideólogo de clase capitalista haya sobrevivido gracias a la caridad pública. A pesar de que a los 14 años se declaró ateo, terminó fundando una nueva religión que tuvo como santos a los empresarios capitalistas. Le puso nombre al sistema de conocimientos que tenían por objeto a la sociedad, la sociología, y consideró a los fenómenos sociales como cosas. Sostuvo que cada ciencia tiene sus propios métodos, como corresponde a una visión departamentalizada de la ciencia. Los capitalistas, como clase dominante, acogieron con entusiasmo el lema conservador del positivismo de amor, orden y progreso, así como su tesis de que los empresarios son los sujetos de la historia. Gran parte de la confusión actual que existe sobre la ciencia y el método se la debemos al positivismo al que contribuyen la ortodoxia en las corrientes que se dicen marxistas y el derrumbe del sistema socialista.

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35 Independientemente de la discusión ideológica, Marx, ocupa un lugar predominante en la historia del método. Con él adquiere una nueva dimensión la dialéctica, desarrolla la teoría del sujeto con el concepto de praxis, y la teoría del cuerpo de saber con la categoría de los datos de la intuición viviente y de la representación, lo mismo sucede con la categoría de totalidad, concreto sensible, concreto mental y abstracción inicial, que por ser las categorías centrales de esta propuesta, se explicarán más adelante. Antes de pasar a ellas, queremos referirnos a alguna de las propuestas de algunos autores contemporáneos a modo de ilustración de la situación polémica que presenta el asunto del método. LA TEORÍA DE LA INFERENCIA Como introducción nos puede servir la teoría de la inferencia. De entrada podemos afirmar que el empirismo positivista se caracteriza por su rechazo a la teoría de la inferencia. Ya Hume había dicho: “Es imposible hacer cualquier inferencia a partir de una configuración determinada sobre la existencia de otra configuración completamente distinta.”46 La concepción positivista de inducción excluye la inferencia y con ello toda relación con la teoría. De hecho, es negar la relación dialéctica entre la inducción y la deducción. Si se excluye la deducción no es posible, ya no digamos una ley, sino cualquier teoría o concepto. La exclusión de la inferencia no deja más opciones que el irracionalismo, el escepticismo y el agnosticismo. Algunos positivistas se han dado cuenta de ello. Popper, el que por cierto en su juventud fue admirador de Marx, acepta el papel de la teoría, pero con algunas condicionantes, como la de ser falsable, es decir, empíricamente contrastable (vid infra). Cuando Popper se refiere a la confrontación de teorías para elegir aquella que permita construir el objeto, no se está refiriendo al todo más desarrollado ni mucho menos, se está refiriendo a conjeturas. En cambio, concibe a la teoría científica como simple conjetura o hipótesis, con lo cual Popper se ubica como un relativista. Cuando Popper habla del método hipotético deductivo, hay que tener presente que no está refiriéndose a una relación dialéctica, pues la deducción se 46

Ruy Pérez, ¿Existe el método científico?, p. 179.

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origina en una conjetura, definida ésta como invenciones creadas por los investigadores para explicar algún problema y que, por lo tanto, deben ponerse a prueba a través de procedimientos diseñados “para su posible refutación”.47 Así podemos interpretar en sus justos términos su afirmación de que la unidad funcional del método es la teoría. En la primera mitad del Siglo XX surgen varias corrientes positivistas de influencia neokantiana, que van conformando sus teorías del método dentro del marco planteado por el desarrollo de las ciencias departamentales, destacando los descubrimientos de la física, la biología, la química y las matemáticas los que, como es natural, son interpretados a la manera neopositivista; ya sea, con soluciones reduccionistas y mecanicistas o, bien, poniendo el énfasis en las técnicas cuantitativas y matemáticas. Por un lado encontramos a Mach y sobre todo a Bohr con su tesis de que hay que considerar al átomo como una metáfora, y por otro a los sociólogos empiristas queriendo aplicar las técnicas estadísticas y los modelos matemáticos a cuestiones intrascendentes y sin validez teórica; tendencia que está bien ilustrada por la cantidad de estudios descriptivos y cuantitativos en disciplinas como la antropología, la sociología y la administración, para hablar sólo de algunas. Destaca la llamada Investigación de Operaciones que se desarrolló durante la Segunda Guerra Mundial para resolver problemas militares y que se ha tomado como modelo para algunas disciplinas. A veces las influencia provienen de campos inesperados como del lenguaje. Por el momento nos referiremos a Wittgenstein (1889-1951), analista del lenguaje nacido en Viena, vivió las dos Guerras Mundiales y fue hecho prisionero por los italianos en la Primera Guerra Mundial, se dice que ya llevaba en su mochila el escrito que le dio celebridad Tractatus Lógico Philosophicus (1918). Es difícil imaginarlo reflexionando sobre su obra mientras estaba en la trinchera. Pero también resulta extraño que, siendo heredero de una gran fortuna, se haya desprendido de ella convencido de que el que persigue objetivos científicos debe llevar una vida austera. También desconcierta que en plena edad madura, entre los 30 y 35 años, haya decidido ser maestro de primaria en el campo, y que después, en 1929, se haya doctorado en filosofía. Fue maestro en Cambridge hasta su 47

Ibid., p. 219.

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37 muerte por cáncer en 1951.48 El tema del lenguaje tiene que ver con sus relaciones con el pensamiento, con la lógica y los significados (semiótica). Si bien el tema del lenguaje no es tan novedoso, si ha llegado a ser uno de los últimos refugios del idealismo. Al respecto, hay que recordar al padre del idealismo subjetivo, Parménides, la teoría del lenguaje de Platón con sus hombres de oro que le ponen nombres a las cosas; más tarde a los escolásticos y las discusiones entre nominalistas y realistas. A partir de Kant, el tema del lenguaje adquirió un nuevo impulso, en el que una de las tendencias culmina con la tesis del lenguaje ideal de Wittgenstein. Actualmente, el panorama es tan complejo que haría falta una obra como la de Materialismo y empiriocriticismo de Lenin para hacer un análisis a fondo de estas teorías. Lo que sí podemos afirmar por el momento, es que no será con tesis como las de que, la mente es una metáfora49 o la del lenguaje ideal (Wittgenstein), como se va dilucidar el papel del lenguaje en la construcción del objeto. Hay que mirar hacia tesis como las que definen al lenguaje como la conciencia práctica (Marx), para desarrollar un concepto científico respecto al papel del lenguaje en la construcción del objeto de estudio. A veces da la impresión de que la lucha entre materialistas e idealistas es una lucha a muerte, en la algunos pensadores idealistas reaccionan ferozmente contra los materialistas, piden destruir sus obras y quemar a sus autores con leña verde. Pero una hojeada a la historia demuestra que esto no ha sido siempre así. A veces los materialistas han mirado hacia el lado del idealismo y se han nutrido con sus hallazgos, el caso más relevante es de Marx con la dialéctica hegeliana. En la Antigüedad tenemos el caso de Platón con Demócrito, aunque Platón haya recomendado que se quemaran las obras de Demócrito, lo cierto es que se apropió de algunas de sus ideas. Pero además, considerando que la ciencia es por esencia materialista, es una constante ver cómo el idealismo se apropia de sus descubrimientos para apoyar sus interpretaciones. Un ejemplo elocuente es el evolucionismo, si queremos encontrar una exposición precisa y brillante del método dialéctico, la más contundente es la teoría de la evolución. Darwin expone la teoría de la evolución a través de cinco postulados: 48 49

Pérez Tamayo, op. cit., p. 219. Wittgenstein, Ludwig, Los cuadernos azul y marrón, p. 32.

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11. Todos los organismos vivos cambian sin cesar dando origen a nuevas formas. 22. Los cambios se dan de lo simple a lo complejo y de lo inferior a lo superior. 33. El parentesco entre los animales se establece a través de la semejanza del plan de estructura. 44. En la lucha por la existencia se da una selección natural en la que predominan los más aptos. 55. Los nuevos rasgos adquiridos por el animal se trasmiten a través de la herencia. En la teoría de la evolución encontramos a la contradicción como fuente del desarrollo, el tránsito de los cambios cuantitativos a los cualitativos; la orientación del cambio de lo simple a lo complejo y de lo inferior a lo superior. Este carácter dialéctico no ha impedido que del lado del positivismo se haga una interpretación a modo como sucedió con el social darwinismo (Spencer y muchos más). Ya hemos visto a un físico de laboratorio importante como Bohr, afirmar que el átomo es una metáfora. Es muy común el reduccionismo de los que utilizan los avances de la genética para explicar la superioridad de los grandes hombres o de los empresarios o, bien, de la teoría del Big Bang para argumentar a favor del idealismo. Pero a pesar del radicalismo, tanto de idealistas como de materialistas, se puede afirmar que el diálogo o la comunicación entre estas corrientes del pensamiento siempre ha existido. Al científico práctico, que trabaja en el laboratorio, de hecho, no le importa si el concepto de problema o de hipótesis viene de una o de otra corriente, lo que le interesa es que su hipótesis funcione. Al final le tiene sin cuidado si sus resultados son aprovechados con algún fin particular. No debería de ser, pero así es. Esta situación ha llevado a algunos intelectuales a decir que el conocimiento del método no es necesario para hacer ciencia, algunos llegan a afirmar que “todo vale” (Feyerabend), y si no existen reglas hay que darle paso a la anarquía. La paradoja entonces viene a ser ¿cuáles son las condiciones que

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39 tiene que cumplir el hombre de ciencia para ser un anarquista?50 Tratando de resolver la paradoja Feyerabend cae en el absurdo: desechar los instrumentos inadecuados de la lógica y sustituirlos por “el cariño del novelista” o el “gusto por el chismorreo”.51 Se trata de lograr la “anarquía epistemológica” que nos pondrá a salvo de principios científicos “inalterables y absolutamente obligatorios que rigen los asuntos científicos...”,52 parece que hace estas afirmaciones con respecto al quehacer de la historia, pero sin duda está pensando en la ciencia en general. Que sepamos, no hay quien considere a la ciencia como algo inalterable y absoluto. En otro momento se contradice cuando se refiere a lo que nosotros consideramos como la situación del sujeto ante la heterogeneidad del cuerpo de saber. Cuando habla del sujeto como el hombre individual ante “la proliferación de opciones”, lo que lo lleva a justificar una posición pluralista: “El argumento a favor de la proliferación [...] es para mí uno de los más importantes argumentos a favor de una metodología pluralista.”53 Entonces ¿qué pasó con el principio de “todo vale”. Lo interesante es que a través de su argumentación Feyerabend va reconociendo principios dialécticos como el de la interconexión y la contradicción como fuente interna. El sujeto no sólo se enfrenta a la heterogeneidad sino a la inabarcabilidad del cuerpo de saber. En esta propuesta de una metodología crítica, tal situación se resuelve a través de la teoría del sujeto crítico que se enfrenta a la complejidad de la inabarcabilidad del cuerpo de saber y a la infinitud de la realidad confrontando, primero, las teorías equivalentes sobre su objeto de estudio y, segundo, confrontando a éstas con el objeto y; tercero, eligiendo una de ellas o construyendo otra. En esta forma se ejerce la capacidad crítica del sujeto y su libertad de elegir entre diferentes opciones. Lo cual no tiene nada de anarquía. A propósito de la proliferación, ésta se puede considerar una ley que se observa en el comportamiento del cuerpo de saber. Entre más nos acercamos a nuestro tiempo, más proliferan y se diversifican las teorías. En este contexto hay que situar a Popper (1902-1997), que al igual que Wittgenstein, Russell y otros, vivió dos guerras mundiales; Popper además, presenció el desmantelamiento del sistema 50 51 52 53

Feyerabend, op. cit., p. 22. Ibid., p. 11. Ibid., p. 15. Ibid., p. 25.

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socialista. Su extensa obra ha ejercido una importante influencia. En un principio tuvo una influencia intensa pero breve de Marx. No tardó en renegar del marxismo. En su primer obra importante, publicada en 1945, La sociedad abierta y sus enemigos, critica furiosamente las ideas de Platón, Hegel y Marx. Antes, en 1935, había publicado su Lógica de la investigación, a la que siguieron diversas obras. Entre sus propuestas metodológicas, destacan su teoría de la inducción y de la falsabilidad a las que ya hemos hecho referencia. Él a su vez, tuvo una influencia importante en Lakatos (1922-1974), del que, resumiendo sus contribuciones, podemos afirmar que éstas giran en torno a los programas que pueden seguirse en la construcción del objeto de estudio que incluyen, también, las actividades que se realizan en el proceso de contrastación. En lo que respecta a la elección de teorías y de hipótesis, propone tres criterios que se citan a continuación: 11. Otra teoría T' encierra mayor contenido empírico que T, o sea que predice hechos nuevos o hasta incompatibles con T. 2 22. T' explica todo lo que explica T. 3 33. Parte del exceso de contenido de T', sobre T se confirma. Estos criterios pueden aceptarse, pero hay que reconocer que su propuesta de “programas científicos” no es muy afortunada al calificarlos de “progresistas” y “degenerados”, pero además recomienda no darle apoyos a los programas “degenerados”. Asimismo, hay que eliminar los “pseudo problemas” a los que hay que rechazar y censurar, pero ¿con base a qué criterio? Es así como funciona el sistema dominante, es lo que hace cualquier funcionario conservador sin haber leído a Lakatos. Sin reflexionar mucho sobre las consecuencias de ejercer una censura, venga de donde venga, reduce la metodología a un simple conjunto de reglas: “Estas reglas tienen una doble función: en primer lugar, sirven como un código de honestidad científica cuya violación es intolerable; en segundo lugar, representan la esencia de los programas de investigación historiográfica normativa.”54 54

Pérez Tamayo, op. cit., p. 226.

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41 Thomas Kuhn, nacido en 1926, es otro de los protagonistas de esta etapa. Su obra Estructura de las revoluciones científicas, le dio merecida fama. Su concepto de “paradigma” ha servido para analizar los posibles criterios que han servido de marco para orientar la actividad de los científicos. Sirve también como criterio para distinguir etapas, pues el concepto de paradigma se refiere a los criterios aceptados socialmente. Kuhn toma en cuenta no sólo la acumulación de conocimientos sino también los saltos cualitativos o revoluciones. Pone como ejemplo la etapa ptolemaica frente a la revolución copernicana. Kuhn, no ve a los científicos trabajando aisladamente y en forma individual, sino en un contexto sociohistórico. Al hablar de un nuevo paradigma, señala que éste debe de cumplir con dos requisitos para ser aceptado por los científicos: 1. solucionar problemas ampliamente debatidos, y 2. conservar los aspectos positivos de los avances anteriores. O sea, la negación dialéctica: negar o destruir lo viejo, conservar lo que tiene posibilidades de desarrollo y construir lo nuevo. Pero Kuhn no emplea esta terminología. El estado del problema ve al cuerpo de saber como un saber filtrado. Los grupos dominantes son los encargados de llevar a cabo esa filtración, son los que favorecen y difunden determinadas corrientes de acuerdo a sus intereses. Por lo tanto, existen corrientes predominantes y alguna de ellas juega el papel hegemónico. Katherine Hayles habla de probabilidades,55 ¿qué probabilidades existían de que Henry Adams fuera evolucionista a fines del Siglo XIX? Las probabilidades de ser evolucionista a fines del Siglo XIX eran mayores que a principios del Siglo XIX, sencillamente porque la aparición y rápida difusión de El Origen de las especies que la había fundamentado y popularizado, había aumentado las probabilidades de la posibilidad de adoptar esta concepción que ya existía a principio del Siglo XIX. La misma pregunta podemos hacer sobre las probabilidades de ser positivista o materialista. Planteada en términos de probabilidades ya sabemos la respuesta. Si no existen sujetos críticos es porque no existe una educación crítica. La humanidad se plantea problemas para los cuales están dadas las condiciones para su solución. En el lenguaje que estamos utilizando, no se plantean problemas cuyas soluciones se refieren a posibilidades abstractas. En 1985, la 55

Katherine Hayles, La evolución del caos.

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astronomía no se podía plantear el descubrimiento de planetas. En 1994 se podía suponer la existencia de ellos por la oscilación de las estrellas. En la actualidad se pueden detectar la existencia de muchos de ellos por sus efectos en los movimientos de estrellas gracias a los potentes telescopios que ya existen. Las teorías, los problemas, las hipótesis, así como los instrumentos, tienen una historicidad. Nuestra forma de percibir y nuestro aparato sensorial también son fenómenos históricos. Cada época tiene su forma de hacer ciencia y de hacer arte. El descubrimiento de la perspectiva mostró otra forma de representar a la naturaleza. Hasta el arte abstracto impulsado por la CIA ha impuesto una forma de representar al mundo. Si no se toman en cuenta los condicionamientos sociales, la ciencia o el arte aparecen como entes abstractos con vida propia. El estado del problema aplicado a la historia del método, nos muestra que el condicionamiento social está presente desde que el sujeto selecciona su objeto de estudio; no se trata sólo de una decisión de carácter individual en la que intervienen aspectos psicológicos, sino también de una formación ideológica determinada y orientada por los intereses de la clase dominante. Al grado de que, cuando un sujeto elige un objeto de estudio no es muy consciente de sus consecuencias, frecuentemente el positivista no sabe qué es un positivista. El concepto de paradoja de Kuhn, nos permite ver la selección de los objetos, problemas, hipótesis e instrumentos, no como decisiones de carácter individual, sino determinada por razones de prestigio social o intereses utilitarios. Kuhn lo plantea en los siguientes términos: “Y, puesto que la mayoría de las observaciones científicas toman tiempo, equipo y dinero ¿qué es lo que incita a los científicos a llevar a cabo su conclusión?”56 Kuhn, con su erudición abunda en ejemplos, haciendo referencia a asuntos donde la teoría ha sido determinante o, bien, las condiciones técnicas y a veces las cuestiones sociales. Pone como ejemplo el caso de Colombo que trabajaba sobre la electricidad, dice: “El éxito de Colombo dependió de que se construyera un aparato especial para medir la fuerza entre dos cargas extremas.” Respecto al papel del cuerpo de saber, podemos citar el caso de Kepler que pudo fundamentar sus leyes del movimiento planetario gracias a que pudo tener acceso a la gran cantidad de información que había acumulado Ticho 56

Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, p. 54.

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43 Brache. Sobre la importancia de la teoría, Kuhn nos dice lo siguiente al final de su capítulo “Naturaleza de la ciencia normal”: “Estas tres clases de problemas —la determinación del hecho significativo, el acoplamiento de los hechos con la teoría y la articulación de la teoría— agotan, creo yo, la literatura de la ciencia normal, tanto empírica como teórica.”57 Sólo queremos mencionar casos donde el paradigma ha excluido hipótesis, problemas o variables. Uno es el muy comentado por los especialistas que afirman que Poincairé tenía toda la información para formular la teoría de la relatividad y que no lo hizo por el excesivo respeto que le otorgaba a la tradición, o sea, al paradigma. Las ciencias sociales son ejemplos extremos de problemas y variables que no se incluyen, se evita cuidadosamente el empleo de ciertas teorías como el de clases y lucha de clases (hay que recordar el caso de Robert Lynd en su primera descripción de Middletown); otro caso notable es el de la administración donde la preferencia de los estudios cuantitativos es una característica y también lo son la exclusión de ciertas variables como el poder y el currículum oculto. Con estos ejemplos se capta más la conveniencia de utilizar el concepto de “ciencia normal” de Kuhn. Estamos de acuerdo con él cuando afirma que la ciencia normal “es una actividad altamente determinada”.58 SITUACIÓN ACTUAL DE LA METODOLOGÍA EN EL CUERPO DE SABER Este breve recorrido por la historia de la metodología ha servido, entre otras cosas, para constatar que los instrumentos son imprescindibles en las tareas de obtener nuevos conocimientos. Cuando las teorías se aplican al objeto, se convierten en instrumentos. El método es la teoría puesta en movimiento y se operacionaliza con las técnicas y con los equipos y aparatos. El método es el que da sentido a las técnicas y las orienta de acuerdo con los propósitos señalados. Si no fuera así, el descubrimiento quedaría abandonado al azar o bien sería el resultado de la acción de los “hombres de oro”, de seres geniales que les ponen nombres a las cosas independientemente de la continuidad y de la acumulación de los conocimientos. No faltan aquellos que llevan la pluralidad de 57 58

Ibid., p. 66. Ibid., p. 79.

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los métodos al extremo de asegurar que cada investigador crea su propio método, lo cual nos conduce a la misma situación del azar o del papel de los genios. Ya hemos visto que el empirismo se encuentra en un callejón sin salida y que sus propuestas descriptivas y cuantitativas pueden servir muy bien a los intereses utilitarios de los empresarios capitalistas pero resultan limitados ante los objetivos fundamentales de la ciencia. El positivismo dominante oscila entre el empirismo estrecho y el idealismo sofisticado; desde los que privilegian la observación y los “métodos cuantitativos”, hasta los que hablan del “lenguaje ideal” o del sujeto acrítico y neutral. En el cuerpo de saber abundan los que interpretan al método como técnica, mencionaremos a unos cuantos, Lazarsfeld, Boudon, Zeltiz, Godd (estadounidenses), Durkheim, Duverger (europeos) y muchos más. En México, se presenta más bien una situación ecléctica y confusa, representada por la obra de autores como Rojas Soriano, Gómez Jara, Padua y otros, Eli de Gortari tiene un lugar aparte; son conocidos los textos de los sudamericanos Ander Egg y, sobre todo, los de Mario Bunge que hacen importantes contribuciones a la teoría del problema y de la hipótesis pero que no es ajeno al positivismo. Entre los textos francamente positivistas destacan los de Kerlinger (estadounidense) y el del mexicano Hernández Sampieri cuyo libro Metodología de la investigación, se ha convertido en libro de texto de varias instituciones educativas. Hernández Sampieri adopta fielmente las teorías positivistas de Kerlinger, sin citarlo, por cierto (véase anexos). En el cuerpo de saber se encuentran obras de autores de corrientes materialistas dialécticas que abordan aspectos que tienen que ver con la metodología y que, en lo particular, nos han servido como punto de apoyo para formular nuestra propuesta metodológica, algunos de ellos son: Hegel, Marx, Lenin, Lukacs, Rosental, Kopnin, Vetter, Friedrich, Morin. Cada uno de ellos puso atención en ciertos temas. En el desarrollo de nuestra propuesta metodológica procuraremos darle a cada autor la importancia y el crédito que le corresponde. INTRODUCCIÓN AL ESTADO DEL PROBLEMA Decir que el sujeto construye su objeto de estudio, es aceptar que el hombre construye su realidad. La mayoría de los hombres construyen su realidad a

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45 través del sentido común que ha sido inculcado por los grupos primarios y las instituciones educativas. El sujeto construye su objeto al igual que un ama de casa o un obrero construyen su realidad, el sujeto construye su objeto, pero a diferencia de ellos no lo construye a través del sentido común, sino a partir del todo más desarrollado, o sea, la aproximación más aproximada al objeto de estudio y que es seleccionada por un sujeto crítico, es crítico porque conoce las diferentes teorías sobre su objeto y las confronta, entre ellas y con su objeto. Como hemos visto, en esto coinciden diferentes autores de distintas corrientes, desde Demócrito hasta Marx y Popper. De acuerdo con este último, la teoría debe ser unívoca, precisa, clara, esencial, totalizadora y suficiente: De acuerdo a sus circunstancias, la evaluación crítica determina que: 1. la T2 es más precisa que la T1; 2. la T2 explica mejor el hecho que T1; 3. la T2 describe con más detalle que la T1; 4. la T2 resiste más pruebas que la T1; 5. la T2 sugiere nuevas pruebas experimentales; 6. la T2 unifica diversos problemas o hechos hasta ese momento desvinculados.

El análisis crítico de las teorías puede llevar a la negación o exclusión de alguna de ellas o, bien, a la negación de alguno de sus elementos, así como a la aceptación de otros; en este caso se trata de la construcción de una nueva teoría, lo cual resulta normal en el trabajo científico. Siendo la práctica científica altamente selectiva, la elección del objeto se convierte en el primer criterio de selección de teorías, búsqueda de información y de descripción de rasgos del objeto. Conforme avanza en la investigación y recopilación orientada por la definición apoyada en la teoría inicial, ésta también se va desarrollando o modificando. El sujeto va cambiando el todo más desarrollado, por eso hay que concebir a la teoría inicial como lo más aproximado. El proceso investigativo, de hecho no es de carácter unilateral y en un solo sentido, más bien es un movimiento en zigzag, cuyo punto de partida puede ser cualquiera de los factores del estado del problema: el cuerpo de saber, el objeto, el sujeto o el instrumento. Es un constante ir y venir, se puede estar cambiando de problema, de hipótesis, de teoría o hasta de objeto. Y de esto nos informa ampliamente la historia de la ciencia. Dentro de cada disciplina científica también existen niveles, en lo teórico, lo metódico y en lo práctico. El sujeto crítico debe de observar estos niveles para que la confrontación de teorías

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tenga validez. Es lo que podemos llamar el principio de equivalencia. Como puntualiza Shapere,59 Kepler, para formular sus leyes, necesitaba confrontar teorías sobre el movimiento de los planetas, no tenía sentido plantearse teorías sobre el origen del universo, por ejemplo. Y así por el estilo. Lo que ha trascendido de Newton son sus leyes de gravedad no su idealismo objetivo. Darwin no abandonó sus creencias religiosas y mucho menos Wallace, resulta paradójico que los creadores de la teoría de la evolución hayan sido creacionistas o al menos no lo hayan rechazado públicamente. El mismo sentido le podemos atribuir al diálogo sostenido entre Napoleón y Laplace cuando aquél le hizo la pregunta indicada —¿Y en su sistema dónde está Dios? Pregunta que recibió la respuesta apropiada: —No necesité de esa hipótesis. EL SUJETO CRÍTICO Empezaremos diciendo que la categoría del estado del problema presupone al sujeto crítico; no es posible enfrentarse al cuerpo de saber con su inabarcabilidad y heterogeneidad sin una posición crítica; ante la diversidad de los instrumentos o a la infinitud y complejidad de la realidad. Sin un sujeto crítico no es posible la práctica científica. Y no es posible un sujeto crítico que no tome en cuenta la heterogeneidad del cuerpo de saber y la influencia de la ideología de la clase dominante. El sujeto está mediado por los conceptos. El sujeto libre de prenociones es un invento del positivismo durkhemiano (hay que recordar al esclavo interrogado por Sócrates en el diálogo “Menon o de la virtud”). El hombre no nace con un cerebro dotado de conceptos, éstos son inculcados por el grupo y las instituciones. No existen conceptos y valores innatos. La fuente del conocimiento no es el cerebro ni el objeto sino la práctica, concebida ésta como la relación entre ambos, como una actividad material orientada a fines, es decir, impregnada de subjetividad. El cerebro es el órgano del pensamiento, cualquiera que sea su contenido, éste es el reflejo de la realidad, pero ni el pensamiento ni el cerebro crean la realidad, ésta existe fuera e independientemente del cerebro que la piensa. La realidad material no ha sido creada por 59

“Significado y cambio científico”, en Revoluciones científicas, FCE, 1981, p. 87.

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47 nadie, no tiene principio ni fin, existe en constante transformación, es un sistema abierto y estratificado sujeto a leyes tanto universales como particulares que actúan en cada nivel de la realidad y que son cognoscibles. El sujeto en el proceso del conocimiento construye su objeto pero no lo crea. Los objetos del conocimiento son construidos como totalidades orgánicas. Son totalidades abstractas equivalentes a las totalidades concretas (abstracto en el pensamiento concreto en la realidad). El objeto es prioritario, el concepto secundario. El concepto juega un papel activo en la transformación de la realidad, si bien no crea la realidad contribuye a su transformación cuando se convierte en guía de la práctica, potenciándola. El concepto es la subjetivización de la naturaleza, de la realidad; mientras que los objetos y los instrumentos son la objetivación del pensamiento o concepto. Desde luego, el concepto es también parte de la realidad. El concepto es un modelo subjetivo del objeto que designa sus propiedades comunes y esenciales. Cuando el concepto corresponde al objeto se dice que su contenido es objetivo; cuando no corresponde se dice que es subjetivo. Los conceptos científicos son objetivos por su contenido y la forma de demostrar su objetividad es a través de la práctica. Para determinar lo que es cualitativo y cuantitativo es necesario primero constituir la totalidad; lo que viene a ser cuantitativo en una totalidad puede ser cualitativo en otra, pero en cualquier totalidad existe la cantidad y la calidad, la relación entre ambas es la medida. La investigación, históricamente, ha privilegiado alguno de estos aspectos cayendo en el mecanicismo y reduccionismo. Ha sido frecuente en las ciencias sociales privilegiar los “métodos” cuantitativos ya sea por fines pragmáticos o por imitación de las llamadas ciencias exactas o duras, a veces se han interpretado los fenómenos sociales a través de las leyes de la biología o de la física dando paso al mecanicismo. Los fenómenos sociales están regidos por leyes específicas que observan un carácter más tendencial que las leyes de la biología o de la física, aunque la termodinámica y la entropía nos están informando de que la incertidumbre también es una propiedad característica de los fenómenos físicos y biológicos. Los avances tecnológicos han hecho posible medir lo que antes no se podía medir y ha abierto nuevas posibilidades a la investigación. Se puede asegurar que los llamados métodos cuantitativos, matemáticos y estadísticos, están encontrando en las ciencias sociales un ambiente más propicio para su

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aplicación. Sin embargo, la cuestión esencial sigue siendo el significado, lo cualitativo, saber qué se mide. De acuerdo con esto, se puede afirmar que cualquier descripción o cuantificación depende de la definición del fenómeno que le asigna el significado, su cualidad, lo distintivo. No se puede describir o cuantificar algo que no se ha definido, que no se sabe qué es. Teniendo el significado se puede medir el fenómeno, es decir, relacionar la cantidad con la calidad, si se considera sólo un aspecto se pierde la objetividad. Un ejemplo de ello vienen a ser las categorías de pobreza, desempleo, delito, etc. ¿Están disminuyendo los pobres? ¿Está aumentando el desempleo? La respuesta dependerá de cómo se defina la pobreza o el desempleo. Todo ello nos lleva a establecer que el observador es un sujeto histórico cuyos sentidos han sido condicionados por su grupo social, por su ideología, por su formación. El sujeto que investiga no está libre de ideología y de valores y el método no los elimina sólo hace consciente al sujeto de su influencia permitiéndole lidiar con ellos para que no se conviertan en un obstáculo en el desarrollo del conocimiento científico. El investigador observa hechos con significado, entre los millones de datos que sus sentidos son capaces de percibir selecciona sólo aquellos que designan las definiciones de sus conceptos. Por eso, toda teoría debe ser descompuesta en conceptos, éstos en variables y las variables en indicadores; una vez derivados los indicadores el sujeto puede determinar las técnicas a través de las cuales va a recolectar la información que necesita para emprender el camino de regreso agrupando los datos en variables y conceptos. El cuerpo de saber y la realidad, por su inabarcabilidad e infinitud son como laberintos, pero el sujeto guiado por la teoría y la abstracción inicial, puede internarse en ellos sin perderse al igual que el Teseo del mito griego fue guiado por el hilo de Ariadna. Así, es posible que el sujeto pueda recolectar sus datos y, finalmente, correlacionarlos para probar las teorías formuladas como hipótesis, las que pueden ser simplemente descriptivas o, bien, explicativas o predictivas. Cuando las hipótesis están muy próximas a los datos o los hechos se dice que son empíricas, cuando están alejadas se les suele designar como teóricas. Otro punto que me parece importante es la relación que se establece entre “investigaciones empíricas” e “investigaciones teóricas”, para resolver adecuadamente esta cuestión debemos ver antes qué se entiende por empírico.

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49 Parece ser que es con Locke que se funda el empirismo como corriente de la teoría del conocimiento que propone a la experiencia como la fuente de éste, el cual va de lo particular a lo general. Aparentemente la categoría de experiencia no ofrece muchas dificultades para su comprensión, pero más adelante Kant complica el asunto cuando define a la experiencia como una propiedad del sujeto que no incluye al objeto, de tal modo que los datos de la experiencia son ordenados por el sujeto a través de dos maneras: la razón trascendental o razón pura, la que proporciona un conocimiento “a priori”, es decir, antes de la experiencia; y la razón a “posteriori” que tiene su fuente en la experiencia pero cuyo conocimiento no alcanza al objeto que viene a ser la “cosa en sí”, la cual es incognoscible. Esta referencia a Kant es importante porque de otra manera no se puede entender la corriente de pensamiento positivista que después aplica este criterio para clasificar a las ciencias como empíricas y no empíricas. Por ejemplo, Hempel,60 empieza su texto diciendo: La característica definitoria de un enunciado empírico es su capacidad de ser sometido a prueba mediante la confrontación con hallazgos experimentales, es decir, con resultados de experimentos apropiados o de observación dirigida. Esta característica distingue los enunciados que tienen contenido empírico tanto de los enunciados de las ciencias formales, la lógica y la matemática, que no necesitan de ningún test experiencial para su validación, como de las formulaciones de la metafísica transempírica, que no admite ningún test semejante.

EL ESTADO DEL PROBLEMA, LA CATEGORÍA CENTRAL DE LA METODOLOGÍA Hempel no se preocupa mucho por definir sistemáticamente sus conceptos pero el desarrollo de su argumentación nos muestra que su concepto de empirismo es kantiano. Para apoyar esta afirmación, recordemos que Kant, al igual que Descartes, dividía a la realidad en dos planos opuestos que nunca se tocaban (aunque Descartes afirmaba que el habitáculo del alma era la glándula plineal). La cosa extensa de Descartes venía a ser “la cosa en sí” de Kant, la cual era incognoscible (que no se puede conocer). Lo que “conoce” el sujeto son los datos de su propia experiencia, la que a pesar de ser una extensión del sujeto, nunca alcanza a la cosa en sí. El término empirismo viene de una 60

Hempel

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raíz griega que significa experiencia. Curiosamente ha habido empiristas idealistas (Berkeley, Hume, Mach, Avenarius) y materialistas (Bacon, Hobbes, Locke). Lo común al empirismo es considerar a la experiencia la fuente del conocimiento independientemente de sus relaciones con el objeto. Cada uno de estos empiristas tiene diferentes concepciones del conocimiento y del objeto, pero por el momento no vamos a abordar estas cuestiones. Sólo nos vamos a referir a los conceptos a priori y a posteriori de Kant, que los emplea para designar dos tipos de conocimiento, aquellos previos a la experiencia y los que se dan después de la experiencia. De aquí se deriva también una teoría del sujeto del conocimiento: Platón, sostenía la existencia de un “topos uranus” como el lugar donde habitaban las ideas que después se anidaban en las almas de los hombres, cada hombre nacía con su paquete de ideas, los que le ponían nombre a las cosas (hacían ciencia), eran los hombres de oro, para Descartes era el alma, para Kant, el sujeto trascendental. No podemos dejar de mencionar a Bacon, en cierto modo el padre del empirismo moderno por sostener que había un camino directo entre el sujeto y el objeto que no pasaba por el cuerpo de saber. Bacon fue definitivo, el cuerpo de saber había que evitarlo por estar poblado de ídolos, especie de obstáculos fantasmales que empañaban la realidad (palabra, conceptos y discursos). Estas tesis se han venido repitiendo dentro del positivismo. Augusto Comte, considerado el padre del positivismo y que además fundó y le puso nombre a la sociología, afirmaba de forma rotunda que la ciencia sólo se debería de ocupar de los hechos de la experiencia. Más de 100 años después, Durkheim, que debería ser considerado el tío del positivismo, en la misma línea, decía que la ciencia se iniciaba con la observación de los hechos y agregaba que no debería estar guiada por conceptos ni contaminada por teorías e ideologías, ser neutral y “pura”. Al igual que Bacon, recomendaba no tomar en cuenta el cuerpo de saber como condición para hacer ciencia y que el sujeto debería de enfrentarse a los hechos “desnudo” de teorías, lo cual, sencillamente, es imposible. Durkheim, es conocido como el campeón de la neutralidad por sus tesis. Como hemos visto no se puede abordar alguno de los factores que intervienen en el proceso investigativo sin relacionarlo con los demás factores. En la metodología que aquí se propone, el concepto central es la categoría de estado del problema, que es la que da cuenta de los factores que intervienen

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51 en todo proceso investigativo y que nos permite analizar sus interrelaciones. Estos factores son los siguientes: 1. el sujeto, 2. el cuerpo de saber, 3. el objeto, 4. el instrumento. LA TEORÍA DEL SUJETO La totalidad nos dice en un primer momento, que no existen elementos sueltos ni hechos aislados, que los hechos están conectados unos con otros y que tal conexión no es al azar. El concepto de totalidad evita la cosificación del objeto y la naturalización del sujeto. La objetividad en la metodología significa la correspondencia de su modelo o representación que a través de ella se construye con las propiedades del objeto que existe independiente del sujeto. La objetividad en el empirismo y en el positivismo significa la fetichización o cosificación del objeto que es externo al sujeto cuyas propiedades son absolutas e independientes del sujeto que son captadas por la experiencia y observación que no varían y son como propiedades naturales del ser del sujeto activo y crítico. Al cosificar al objeto se elimina al sujeto. Al mistificar al sujeto se elimina al objeto (el iluminismo y el trascendentalismo). Dice Bachelard. “¡Es tan cómodo para la pereza intelectual, refugiarse en el empirismo, llamar a un hecho un hecho y vedarse la investigación de una ley!”61 El empirismo también se ahorra la búsqueda de la esencia y la construcción de la totalidad. No existe el sujeto libre de prenociones, para el ser humano, en su papel de sujeto, no existen hechos sin significado. Cuando el hombre adopta el papel de sujeto, construye su objeto a través del todo más desarrollado. De ninguna manera, el método le dice al sujeto qué es lo más desarrollado, él es el que siempre decide, es el experto. Lo único que indica el método es que el sujeto debe elegir el todo más desarrollado, después de confrontar teorías. Es sólo consultando el cuerpo del saber como el sujeto encuentra el todo más desarrollado que le sirve de apoyo para la construcción de su objeto. Es el sujeto el que decide cuál es ese todo más desarrollado y es el sujeto el que elige su objeto y lo construye, y para ello emplea el método y las técnicas como instrumentos. Los cuatro factores del estado del problema no se pueden separar. Bacon lo 61

Bachelard, G., La formación del espíritu científico, p. 35.

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intentó en su tiempo afirmando que había un camino directo, que no pasaba por el cuerpo de saber el cual estaba poblado de ídolos que empañaban el conocimiento, ese camino directo era el inductivismo que iba de lo particular a lo general y por lo tanto era el único método científico según él. Los empiristas y positivistas son irremediablemente ahistoricistas como si el sujeto tuviera propiedades fijas que no se desarrollan históricamente sin estar condicionadas por las circunstancias. De tal modo que los sujetos observan lo mismo y a lo que observan le dan, supuestamente, el mismo significado. Es el sujeto el que conoce y para conocer cuenta con un sistema nervioso y un aparato sensorial que se ha desarrollado a través de su práctica, la cual ha sido objetivada en los instrumentos y en el cuerpo de saber, que sirven a su vez en punto de apoyo al sujeto para desarrollar el conocimiento. Tanto los instrumentos como el cuerpo de saber se constituyen en mediaciones para el sujeto en el proceso de conocimiento y apropiación del mundo. El ser humano nunca ha partido de cero en este proceso. Negar la necesidad del sujeto de acudir al cuerpo de saber en el proceso de conocer es caer en el solipsismo o en el racionalismo idealista o, bien, en el empirismo mecanicista. Una tesis de uso frecuente y dominante es la que ha afirmado que el conocimiento científico comienza con la observación y, que por lo tanto, la fuente de conocimiento viene a ser la experiencia. Tal vez por esto Maturana en su libro El árbol del conocimiento,62 empieza tratando a la observación y no al cuerpo de saber o al concepto como mediación entre el sujeto y el objeto. Por ejemplo: “La experiencia de cualquier cosa allá afuera es válida de manera particular por la estructura humana que hace posible la cosa que surge en la descripción.”63 Como vemos, no aparece el cuerpo de saber. Cuando trata de demostrar que lo que se observa no es lo mismo en diferentes observadores, da ejemplos de ilusiones ópticas y del papel de la estructura del sistema nervioso en la visión de los objetos: así, los colores no son propiedades de los objetos sino una ilusión óptica provocada por las relaciones entre colores captados por la estructura del sistema nervioso.64 No es necesario acudir a las ilusiones ópticas ni a la estructura del sistema nervioso para caer en cuenta que los 62 63 64

Maturana, H. y Varela, F., El árbol del conocimiento. Ibid., p. 21. Ibid., p. 17.

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53 sentidos tienen un desarrollo histórico y un condicionamiento social. Maturana cita el caso de las niñas lobo encontradas en una aldea bengalí en 1922, una de 5 años y la otra de 8, la primera murió en poco tiempo mientras la otra sobrevivió 10 años, murió a los 18. Cuando fueron encontradas no manejaban lenguaje alguno y ni siquiera habían adquirido la posición erguida. La que sobrevivió no llegó a dominar el lenguaje, aprendió algunas palabras. “Las personas que la conocieron en algún grado de intimidad, nunca la sintieron verdaderamente humana.”65 El cerebro es el órgano del pensamiento, pero no segrega como el estómago jugos gástricos. El cerebro está constituido por 100 mil millones de neuronas, las cuales pueden establecer trillones de circuitos (sinapsis). Estos circuitos son la base material del pensamiento que se desarrolla gracias a la vida social y a la práctica. Si el hombre no vive en sociedad no se desarrolla en un sentido humano. Su socialización es su humanización, dice Maturana. Desde que el ser humano nace empieza a absorber una gran cantidad de información, la que es trasmitida consciente e inconscientemente por el grupo social. Lo que nos dice la neurofisiología y la psicología, es que el pensamiento lógico se empieza a desarrollar a partir de los 6 años. Si en este tiempo el ser humano no ha recibido la información y la socialización adecuada, después es más difícil adquirirla, a pesar de la capacidad y plasticidad del cerebro. Como el mismo Maturana lo afirma al final de su texto: “Sin el desarrollo histórico de las estructuras adecuadas no es posible entrar en este dominio humano.” Cierto, pero junto a esas estructuras adecuadas se ha desarrollado un cuerpo de saber sin el cual tampoco se puede acceder a un nuevo conocimiento. El surgimiento de la ciencia es relativamente reciente, tiene apenas unos 2 500 años, mientras que la historia humana se remonta a cientos de miles de años. El cerebro y el aparato sensorial no existen separados de las condiciones sociales e históricas a las que pertenece. El ser humano se encuentra con un mundo ya estructurado, diverso y complejo. Puede ser educado de manera que sólo acepte cierto conocimiento y ciertos valores de una parte del cuerpo de saber que le trasmitió su grupo, o puede ampliar su conocimiento y abarcar más, trascendiendo lo que se le trasmitió. Pero, además, no puede descubrir algo nuevo si no se apoya en el cuerpo de saber. 65

Ibid., p. 111.

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En primer lugar, la teoría del sujeto nos informa de que el ser humano tiene una capacidad infinita para conocer, pues está dotado de un órgano maravilloso, el cerebro, que está constituido por más de 100 mil millones de neuronas que pueden establecer trillones de circuitos (sinapsis) que constituyen la base del pensamiento. El cerebro al nacer, nace sin conceptos y sin valores. No hay ideas innatas. El hombre es criado y socializado por el grupo social y las instituciones, a través de la crianza y la educación se le van inculcando ideas y valores. De acuerdo con Piaget, no es sino hasta cierta edad que el niño es capaz de realizar operaciones mentales sin tener enfrente a los objetos. El sujeto siempre está mediado por los conceptos, es decir, el cuerpo de saber. El sujeto es producto de las circunstancias. Aunque el ser humano está equipado orgánicamente por la naturaleza con el mismo cerebro y aparato sensorial, no percibe el mundo de la misma manera, no piensa lo mismo ni siente u observa lo mismo. Cada individuo construye su mundo, su “realidad”, de diferente manera, aunque su aparato sensorial esté percibiendo millones de datos, en todo momento, su cerebro registra sólo aquellos que son necesarios para manejarse en su contexto o que, según su educación, tienen algún sentido. Ante esta situación, no existe ninguna diferencia entre un obrero, un ama de casa o un científico, todos ellos construyen su realidad. En lo que se distinguen es en la forma en que la construyen. Unos la construyen de acuerdo a su sentido común producto de la tradición, los hábitos, los valores de su grupo; otros, en cambio, como el hombre de ciencia, construyen su realidad, en este caso su objeto de estudio, de acuerdo a un todo más desarrollado seleccionado por el sujeto después de la revisión del cuerpo de saber y haber localizado la información y confrontado, críticamente, las teorías más significativas que hablan de su objeto de estudio. El hombre siempre actúa guiado por conceptos, la acción humana, como práctica, es una actividad material guiada por el pensamiento orientada a fines. La práctica científica no es la excepción, por el contrario, el propósito o fin es obtener un nuevo conocimiento, el cual es posible sólo cuando el sujeto descubre un déficit de saber objetivo después de consultar el cuerpo de saber y de explorar una porción de la realidad que viene a ser el objeto de estudio en un primer momento y que, después, ante su complejidad, se resuelve determinando un concreto real, el cual debe cumplir con el requisito de ser típico y/o represen-

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55 tativo, para que puedan generalizarse las conclusiones de su estudio a la clase de fenómenos a la que pertenece. EL SABER DEFICITARIO INHERENTE DEL SUJETO Si bien el sujeto tiene una capacidad infinita para conocer, su saber siempre será deficitario ante la infinitud de la realidad y la inabarcabilidad del cuerpo de saber; el hombre siempre tendrá algo que conocer y algo por descubrir, lo cual no tiene nada que ver con la incognoscibilidad. Sus limitaciones están relacionadas con su condición humana: en primer lugar, su esperanza de vida, en segundo lugar con su tiempo productivo dedicado a la investigación; el condicionamiento tiene que ver con el tipo de formación que le ha llegado a través de un saber filtrado, con sus intereses, su psicología e ideología. A propósito de la ideología, hay que volver a insistir que, contrariamente a lo que se desprende de la tesis tendenciosa de Durkheim, el método no elimina a la ideología, pero en cambio, lo hace consciente de que le es inherente y le enseña a lidiar con ella. La formación del sujeto, su psicología y su ideología entran en juego desde que el sujeto elige el objeto de estudio. En su elección se manifiesta su interés por el mundo, su responsabilidad intelectual y su compromiso con una parte de la sociedad. Esta elección no es cualquier cosa, tiene que ver con sus principios y su sentido de la vida, con sus valores. Una característica que viene a ser esencial en el sujeto, es su actitud crítica. Ante la heterogeneidad del cuerpo de saber, no puede comportarse como un crédulo ingenuo, como un dogmático pedante, un frívolo esnobista o extravagante enciclopedista recolector de datos curiosos. El sujeto debe ser crítico, lo cual significa estar abierto a cualquier dato o teoría, a cualquier corriente de pensamiento, poder discriminar lo significativo y confrontar teorías diversas. Ponerlo en duda todo, hacer de la duda un instrumento de análisis. La diferencia entre un escéptico y un crítico, estriba en que, mientras el escéptico no cree en nada, es estéril, el crítico pone en duda todo para poder encontrar algo nuevo, es creador. La ciencia es un sistema abierto, no existen verdades absolutas, la verdad siempre es concreta. La tesis de que el método es dogmático, una receta o una varita mágica, es un cuento chino. El método sólo es una guía, es la teoría puesta en movimiento. El sujeto, en cuanto a decidir, es

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autosuficiente, es el que decide en todo momento: al seleccionar el objeto, su todo más desarrollado, su concreto real, la abstracción inicial, el problema, la hipótesis, etc. Si algún concepto de libertad vamos a aplicar es el que se refiere a la capacidad de decisión entre una diversidad de opciones: entre más opciones mayor capacidad de decisión, entre mayor capacidad de decisión más libertad. Algunos autores, como Boltvinik, advierten del peligro que representa el estar ligado a intereses políticos coyunturales o el recibir apoyos de instituciones no académicas que limitan, o de plano impiden ejercer la libertad de la investigación. Según Boltvinik, si los académicos se involucran en las políticas públicas “sus visiones críticas de la sociedad quedarían automáticamente excluidas.”66 LA TEORÍA DEL CUERPO DE SABER El cuerpo de saber está constituido por los datos de la intuición viviente y de la representación. Es toda la información y conocimientos que se han acumulado a través de la historia de la humanidad. El cuerpo de saber existe en forma tangible e intangible: lo tangible es cualquier forma de registro material, estelas, grabados, tablillas, códices, libros, revistas, periódicos, documentos, estadísticas, etcétera; lo intangible, las creencias, los valores, los datos y la información que guardan los hombres en sus cabezas y que es necesario extraerlos por medio de alguna técnica y convertirlos en materia de investigación (historia oral, entrevistas, uso de informantes, etcétera). El cuerpo de saber debería estar formado por toda la información y conocimientos que la humanidad ha producido a través de la historia, pero no es así; el cuerpo de saber es un saber filtrado, se conserva y se difunde sólo lo que a los grupos dominantes les conviene y es útil a sus intereses. Según Platón, no hay que enseñarle dialéctica a los jóvenes porque éstos no la toman más que como un recurso para poner en aprietos a todos aquellos “que se les ponen a tiro”.67 Y agrega “Tras muchas disputas terminan por no creer en nada.” Hay que esperar hasta que les llegue “el peso de la autoridad”, es decir, en la edad madura: los 50 años. Sin embargo, el avance 66 67

La Jornada, 3/5/2005, p. 28. Platón, Diálogos, p. 508.

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57 científico se produce aunque llegue a contradecir los intereses de los grupos dominantes debido a que guarda una relativa independencia respecto a la base económica. Ya Platón hablaba del Estado mentiroso y esta consigna se ha venido repitiendo a través de la historia: Maquiavelo, Hitler, etc. Los gobernantes y diplomáticos actuales hablan de la mentira obligada, del Estado mentiroso como una condición sine qua non de la política. El sujeto requiere en gran parte de información que no puede generar por sí mismo, de ahí que se vea obligado a echar mano de las fuentes oficiales: datos estadísticos, censos, encuestas, etc. Ya hemos dicho que no puede comportarse como un ingenuo y creer al pie de la letra todo lo que se dice o está escrito en letras de imprenta; debe de ejercer su capacidad crítica y, desde su punto de vista, elegir los datos más confiables. Debe tener presente que el cuerpo de saber es heterogéneo, es decir, que contiene tanto lo falso, como mentiras y verdades, ahí se encuentra de todo, desde simples datos hasta teorías de un alto nivel de abstracción, así como problemas e hipótesis. Otra característica del cuerpo de saber, es su crecimiento exponencial, en tiempos de la prehistoria se duplicaba cada 200 mil años; en la Edad Media, cada 1000 años; en el Renacimiento, cada 500; en tiempos de la Revolución Industrial, cada 200, a fines de siglo XIX, cada 50; a fines del siglo XX, cada 4 años, y en la actualidad cada tres años. En cualquier momento, el cuerpo de saber ha sido inabarcable, por lo tanto, resulta una condición inherente al sujeto su saber deficitario. El sujeto debe ser consciente de esta situación y tratar de evitar el síndrome de los hermanos Keeper. Catherine Hayles en su obra,68 relata la sugestiva fábula de Marcia Davenport que citamos enseguida: los hermanos Keeper, que están recluidos, desarrollan la manía compulsiva de coleccionar indiscriminadamente el periódico New York Times, llegando a acumular tal cantidad en su pequeña celda que, finalmente mueren asfixiados por la enorme masa de papel. Sobre esta metáfora comenta Hayles: “Lo que tememos inmediatamente no es que el universo se desplome, sino que la información que amontonamos supere nuestra capacidad de comprenderla.” Cualquier sujeto corre el peligro de “morir asfixiado” por una montaña de información si se enfrenta al cuerpo de saber sin algún propósito y sin criterios para discriminar 68

Katherine Hayles, op. cit., p. 76.

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la información. A pesar de la información oceánica, las posibilidades de hacer nuevos descubrimientos son cada vez mayores. El sujeto desarrolla el método, las técnicas y nuevos instrumentos para enfrentarse al cuerpo de saber inabarcable y a la realidad infinita. Si el sujeto no está guiado por un propósito se pierde ante la infinitud y la inabarcabilidad. Debe seleccionar, primero un objeto, después un todo más desarrollado, luego un concreto real, después una abstracción inicial, etc. Va resolviendo complejidades pero no elimina la complejidad. Pasa de una complejidad a otra complejidad. Y ante cada complejidad va construyendo una totalidad. El sujeto, a cada paso de investigación, corre el riesgo de perderse o empantanarse. El cerebro es un órgano maravilloso con una capacidad infinita para conocer. El sujeto, con un cerebro normal, puede dominar cualquier área del conocimiento y proponerse resolver cualquier problema por difícil y complejo que sea, siempre y cuando existan las condiciones necesarias para su solución. Necesita apropiarse del método para determinar su todo más desarrollado y descubrir un déficit de saber. Construir su objeto de estudio como una totalidad. Toffler, en una nota de su libro La tercera ola, observa que: Si bien podemos tratar simultáneamente con muchos factores a un nivel subconsciente o intuitivo, el pensamiento consciente y sistemático, acerca de muchas variables es condenadamente difícil, como sabe cualquiera que lo haya intentado.69

Ante el océano de información al que se enfrenta el investigador, las computadoras ayudan a procesar la información y a construir modelos y experimentar con ellos, pero siempre es la teoría puesta en movimiento, o sea el método, el que le da significado al dato, transforma el dato en información, a la información en interpretación y a la interpretación en conocimiento científico. Cualquier dato o información cae sobre estructuras ya establecidas que son las que contextualizan y le dan significado. De ahí que el mismo dato o la misma propiedad objetiva del objeto percibida por el sujeto tenga una interpretación diferente de acuerdo a las estructuras mentales de los diferentes sujetos.

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Toffler, A., La tercera ola, p. 178.

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59 No es que sean diferentes realidades sino diferentes estructuras mentales que les dan un significado diferente a los datos o a las propiedades objetivas de cuerpo del saber y de la realidad. Cuando estas estructuras impiden conocer o explicar la realidad cambiante, el sujeto debe estar dispuesto a modificar esas estructuras o a cambiarlas sin ningún escrúpulo o miramiento y, llegado un momento, a hacer cambios radicales. Se han dado casos, frecuentemente, en que investigadores o innovadores de prestigio se han visto limitados por no querer desprenderse de sus viejas estructuras. Ya mencionamos el caso de Poincaré y la ley de la relatividad, recordemos a Edison ante la corriente alterna, y en el campo de la administración de empresas a Ford con su modelo T, y muchos más. Vale la pena citar los cuatro “mapas mentales” de Lyndon LaRouche: A: (Un caso hipotético) todos los principios físicos universales conocidos que se asumen son verdaderos, pero el mapa está incompleto, pues omite muchos principios aún por descubrir. B: Aunque quizá los miembros de la sociedad ignoren que todos los principios físico universales reales, tienen ideas que, en una clase de casos, sirven como aproximaciones a la realidad y, en otra, son absurdas y a menudo de una forma bastante peligrosa. C: La sociedad combina algunas buenas aproximaciones de principios universales, mucha ignorancia sobre otros principios que existen y una pizca generosa de supuestos axiomáticos falsos (tal como el argumento de Euler y Langrage que Gauss desenmascaró en 1799). D: El individuo o cultura implícitamente condenado o condenada que excluye, de modo axiomático, la existencia posible de supuestos contrarios a la mezcla de principios verdaderos y falsos que ese individuo o cultura asume al presente, implícitamente, como verdadera.70

Haciendo una interpretación a modo, el mapa A daría cuenta del déficit inherente del sujeto; mientras que los mapas B y C de las mezclas de lo falso y verdadero que contienen las mentes de la mayor parte de los individuos de la sociedad, incluidas las mentiras y las supersticiones; el mapa D daría cuenta de 70

Consultado el 10/06/2005 en http:/www.larouchepac.com/spanish/escritos_discursos_arch/2004/ fraude_strauss.htm

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las mentes de los grupos dominantes y de sus apologistas, entre los cuales Larouche ubica a Leo Strauss, al que llama “criatura depravada”, “antiprometeica” y que pertenece al grupo de hombres que están por la “estupidización del ganado humano”. Es como “se expresa el interés especial de la clase oligarca de los gobernantes”.71 EL INSTRUMENTO Y EL CUERPO DE SABER El instrumento incluye al método, las técnicas, los aparatos como telescopios, microscopios, computadoras, etc., incluye además a los recursos y los tiempos (ruta crítica). Los órganos de los sentidos son un resultado de la historia y de la práctica humana y el hombre los ha prolongado a través de sus instrumentos trascendiendo sus límites naturales; ahora ve lo que antes no podía ver y medir lo que antes no podía medir. Toffler anota: Debido a que se puede recordar e interrelacionar gran número de fuerzas causales, el computador puede ayudarnos a abordar tales problemas a un nivel más profundo que el habitual. Puede reunir “destellos” y congregarlos en unidades más amplias y significativas. Dado un conjunto de suposiciones o un modelo, puede detectar las consecuencias de decisiones alternativas, y hacerlo más sistemática y completamente de lo que, en circunstancias normales, podría conseguir cualquier persona sola. Puede incluso sugerir imaginativas soluciones a ciertos problemas mediante la identificación de relaciones nuevas o hasta entonces inadvertidas entre personas y recursos.72

También T. Caplow, desde otra perspectiva, hace referencia a las virtudes y necesidad de manejar desde un principio los instrumentos: “En un proyecto bien hecho, la primera etapa comienza con una exposición preliminar del objeto de la investigación, seguida de un estudio profundo de los trabajos anteriores, empíricos o teóricos; a veces, este método lleva a plantear el problema sobre bases nuevas o a ampliarlo.” Más adelante comenta que para los estudiantes reviste un alto grado de dificultad este primer paso. El estudiante se pierde en una multitud de posibilidades, no distingue entre lo banal y signifi71 72

Idem. Toffler, A., op. cit., p. 179.

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61 cativo, lo viable y lo complejo. El campo de la investigación aparece mal definido o bien inaccesible. El déficit de saber personal no le permite elegir el camino más adecuado. A estas alturas el estudiante carece de una red de relaciones intelectuales que le permitan tener asesoría y apoyo.73 Es frecuente que los investigadores, sobre todo los estudiantes, aunque ya hayan seleccionado un concreto real o unidad de análisis no sepan qué hacer, cómo abordarla, con la siguiente dispersión y confusión. Hasta este momento, esta propuesta metodológica nos ha llevado a distinguir los siguientes niveles de aproximación: la disciplina, el tema, el subtema, el objeto de estudio, el concreto real y la abstracción inicial, esta última es la que nos ayuda a resolver el aspecto o el enfoque de la investigación; es la que determina la esencia del concreto real y la que va a permitir definirlo como un sistema de conceptos, como una totalidad. Antes de pasar al objeto, es conveniente tener presente los siguientes aspectos sobre los métodos cuantitativos y cualitativos: 11. El método es la teoría puesta en movimiento. 22. La pluralidad contempla, desde la aceptación o no de un método universal y general hasta la diversidad de los métodos particulares. 33. Todo fenómeno expresa la cantidad y calidad, la relación entre ellas es la medida. 44. Para determinar la cantidad y la calidad y pasar de su carácter abstracto al concreto, hay que construir primero al objeto de estudio como una totalidad. 55. A través de la historia han existido corrientes del pensamiento que han hecho abstracción ya sea de la cantidad o de la calidad. El empirismo ha puesto el énfasis en la cantidad y lo particular. 66. Se puede afirmar que con Bacon, Locke (oficialmente considerado el fundador) y Hume, el empirismo ha sido la corriente predominante. 77. Estas corrientes son diversas y propiamente ningún autor escapa a la influencia del positivismo, como lo demuestran los casos de Popper, Lakatos, Kerlinger, Bunge y otros de menor talla.

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Caplow, T.

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88. El positivismo de Comte, fundador de la sociología, echa raíces en el empirismo. Su huella está presente en todas las disciplinas sociales que han surgido desde entonces. 99. La sociología nace como una ciencia de la burguesía. La antropología, como instrumento del colonialismo; la administración, como auxiliar en la toma de decisiones de carácter político y militar y más tarde en las decisiones empresariales. 10. De acuerdo con ello, algunas disciplinas se han declarado como descriptivas o cuantitativas (véase anexos, Durkheim, Boas, Boudon, etcétera). 11. La tesis de Durkheim de que el método comienza de características observables y que la mayor parte de los especialistas lo adoptan sin cuestionamientos, prueba la influencia del empirismo. 12. Desde un principio han sido predominantes los enfoques cuantitativos y descriptivos, sustituyendo al método por las técnicas. 13. No todos lo positivistas son empiristas, ahí convergen idealistas objetivos y subjetivos. Como se ha visto, ellos encuentran muy bien la forma de hablar del método o de las técnicas sin necesidad de reconocer la existencia de los objetos de la realidad. 14. El reduccionismo, como una opción, tiene su historia dentro de la metodología del positivismo: hay que recordar la aplicación de la teoría de la lucha por la existencia a la sociedad, el uso de la teoría de los reflejos condiciona dos por el conductismo aplicado a la mercadotecnia y a la política, etcétera.* *Nota: En cuanto a la administración en particular, el positivismo ha reflejado su influencia a través de los enfoques cuantitativos: la tradición se remonta hasta Taylor el que se especializa en tiempos y movimientos, poco después, Likert propone la construcción de escalas; Elton Mayo, introduce la correlación y medición de variables. Las técnicas estadísticas se introducen desde 1925 en la dirección de la produción por Walter Sheiwart. Los modelos matemáticos se introducen con la siguiente técnica: Investigación de Operaciones a partir de la Segunda Guerra Mundial (modelos de simulación, de líneas de espera, programación lineal, etc.). Por último hay que considerar en este listado, la masa crítica de Pareto (el número crítico); la teoría de sistemas y, en cierto modo, a las teorías del caos y de la entropía.

INTRODUCCIÓN

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CONCLUSIONES

Sobre el objeto, lo esencial ya se dijo en la “Teoría de la construcción del objeto de estudio.” Por eso sólo hacemos algunas consideraciones a manera de síntesis o de conclusión: El objeto es una porción de la realidad objetiva que es infinita, existe fuera e independientemente de que el sujeto la piense, y está regida por leyes. La realidad incluye todo, lo tangible y lo intangible, lo conocido y lo desconocido. La realidad es cognoscible y el hombre como sujeto, se plantea conocer sólo aquellas porciones de la realidad que guardan un sentido de acuerdo a su desarrollo y necesidades. Se plantean problemas de investigación para las cuales existen las condiciones para su solución, la realidad se presenta al sujeto ya como un conjunto de fenómenos (instituciones, grupos o cosas) o conjunto de conceptos y valores (documentos, datos, valores, comportamientos); que siempre son porciones de la realidad que se presentan al sujeto como fenómenos complejos. El sujeto, ante la complejidad, construye al objeto como una totalidad, lo primero que hace el sujeto es ubicarse en una determinada disciplina o área del conocimiento, después en un tema del cual deriva un subtema, de ahí selecciona un objeto de estudio, el cual tiene que operacionalizarse en un concreto real (CR unidad de análisis) al que se le describe de acuerdo con la teoría seleccionada (el todo más desarrollado) se delimita y especifica en qué lugar y en qué tiempo se va a llevar el estudio. La abstracción inicial (AI) es la que garantiza la validez teórica. Supongamos que el sujeto elige el subtema de gestión municipal, se encuentra con aproximadamente 2,500 concretos reales 63

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(CR) posibles, tiene que elegir alguno de ellos, pero no basta con eso, porque aún se enfrenta a la complejidad, la abstracción inicial que se deriva del todo más desarrollado, puede escoger la línea de la calidad de la gestión, esta categoría de calidad se puede desglosar en sus propiedades entre las cuales se encuentran: servicio al cliente (ciudadano o usuario), liderazgo, mejora continua (capacitación, en este caso, servicio civil de carrera), trabajo en equipo, responsabilidad, etcétera. Se puede estudiar la calidad de la gestión municipal como un todo, en cuyo caso ésta sería la abstracción inicial o, bien, sólo se va a investigar una de sus propiedades como el servicio civil de carrera por ejemplo. En este caso, el servicio civil de carrera sería la abstracción inicial. En cualquier circunstancia es necesario especificar en qué tiempo se va a llevar a cabo la investigación. El proceso de llegar a un CR y una AI, es un proceso paralelo. Independientemente de cómo se llegue a ellos, la AI, es la que permite la continuidad teórica, es la brújula que orienta (el hilo de Ariadna que permite internarse en el laberinto de la complejidad, tanto del cuerpo de saber inabarcable como de la realidad infinita), sin perderse, evitando así las descripciones empíricas, dispersas y confusas; o, bien, los estudios barrocos que sólo agregan información sin propósitos definidos, que no son necesarios y que sólo tienen como fin impresionar por el volumen de datos o de cuestiones que aborda; son muy amplios, pero no profundizan ni contribuyen al desarrollo del conocimiento. En el caso de las tesis, que son obligatorias en ciertas instituciones para graduarse; el sujeto debe darle un peso determinante a la viabilidad de la investigación, en cuanto a que, no debe seleccionar problemas de investigación que requieran de muchos recursos y de periodos largos de tiempo para hacer su investigación. Debe seleccionar objetos de estudio que no sean muy complejos, y problemas que requieran de pocos recursos y puedan seleccionarse en un tiempo que no sea mayor a dos o tres años, y si se empieza a trabajar en las tesis desde el inicio de la carrera o de la maestría, mucho mejor. Por muy específico que sea el CR debe cumplir con el requisito de la validez teórica, lo cual se logra con la AI. En cada paso o avance se aplicará el estado del problema: 1. validez teórica, 2. importancia o justificación, 3. viabilidad, de tal modo que el CR, será siempre típico y representativo, por lo

ICNTRODUCCIÓN ONCLUSIONES

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65 tanto, las conclusiones a las que se llegue podrán extrapolarse a la clase de fenómenos de la que forma parte. No es necesario estudiar todo el universo, basta con una muestra o con un estudio de caso. Tenemos los ejemplos de Taylor que estudió un proceso de trabajo; Mayo, un pequeño grupo de obreras; Oscar Lewis, una familia; Ricardo Pozas, la vida de un indígena Tzeltal; Robert Lynd, una ciudad media estadounidense; Marx, el sistema económico de Inglaterra. Volvemos a insistir, no se trata de una receta, ni de un camino rígido y en un solo sentido. El sujeto puede partir de una vivencia personal, de una inquietud teórica o de una posición ideológica. En cualquier caso, debe preocuparse por la validez teórica. Lo cual significa que, si parte de un hecho particular, debe remontarse a la teoría y, si parte de una teoría, debe buscar en el mundo complejo un objeto y un concreto real que le permita probar su teoría. Y no hay que olvidar que el CR puede ser un tema teórico o conjunto de teorías. Lo que sí debe vigilar el sujeto o tener cuidado, es de no emprender objetivos que estén fuera de sus posibilidades y que no termine con resultados, quedándose a mitad del camino, pues será tiempo desperdiciado. El sujeto debe considerar que el tiempo es vida y sólo se vive una vez.

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Cuestionario 11. ¿Qué contradicciones se puede observar entre inducción e inferencia? 12. ¿En qué se apoya Tecla en este trabajo para afirmar que la metodología es una ciencia? 33. ¿Cuál es el papel que ha jugado la teoría del error en autores como Bacon y Feyerabend? 44. ¿Qué función le atribuyen a la teoría los instrumentalistas y operacionalistas? 55. ¿Qué razón dan los analistas del lenguaje para discriminar a la filosofía? 66. ¿Cuál es la importancia de la tesis del cuerpo pensante de Spinoza? 77. ¿Cuántos son los XXX entre el concepto de “estado” de Spinoza y el de totalidad dialéctica? 88. ¿Por qué son importantes Kant y Hegel en la historia del método? 99. ¿Cómo define Popper su método hipotético? 10. ¿En qué consiste la anarquía epistemológica de Feyerabend? 11. ¿Cómo define Lakatos los “programas científicos”? 12. ¿Cuáles son los requisitos de un paradigma según Kuhn? 13. ¿Cuáles son los factores del estado del problema? 14. ¿En qué consiste la cosificación del objeto y la fetichización del cuerpo de saber? 15. ¿Cuáles son las características del cuerpo de saber? 16. ¿Qué incluye el instrumento? 17. ¿Cuáles son los condicionamientos del sujeto? 18. ¿Cuáles son las propiedades de la realidad, del objeto y del concreto real?

INTRODUCCIÓN AL MARCO TEÓRICO

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2. INTRODUCCIÓN AL MARCO TEÓRICO LOS DATOS DE LA INTUICIÓN VIVIENTE, DE LA REPRESENTACIÓN Y LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO

Una primera dificultad que tiene que allanar el investigador es la aproximación a su objeto de estudio. Lo concreto sensorial es un elemento de la realidad objetiva. Las propiedades de este concreto se le presentan al sujeto de conocimiento en forma de datos. Si bien el dato es una mediación entre el sujeto y el objeto de conocimiento, es también el punto de apoyo para el proceso del conocimiento. El dato es el enlace entre el sujeto y el objeto, surge de la praxis; es, por consiguiente, un elemento histórico, no es un elemento arbitrario, subjetivo que obedezca al capricho del investigador. La categoría marxista que designa al contexto donde se ubica el dato es el cuerpo de saber que Marx llama “datos de la intuición viviente y de la representación”. Se entiende por esto no solamente aquello que se representa al individuo en forma de imagen sensible. Sería una interpretación extremadamente estrecha y perfectamente falsa, que corresponde justamente a la filosofía premarxista y de la concepción antropológica del sujeto de conocimiento, Marx lo entendió como la masa de la experiencia empírica socialmente acumulada, “toda la masa colosal de datos empíricos que alimentan al teórico por los libros, las tablas estadísticas, las revistas, los testimonios”.74 Estos datos se le dan ya al teórico en una forma abstracta, en términos, categorías, cifras, en tablas y en otras formas “abstractas”. O sea, lo que denominamos como cuerpo de saber (véase gráfica 2.1).

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Ilienkov, “Elevarse de lo abstracto a lo concreto”, El capital teoría, estructura y método, p. 34. 67

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METODOLOGÍA I. TEORÍA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO

Sujeto de Conocimiento

Praxis Trabajo de elaboración de conceptos

Masa de datos: abstracciones, cifras, conceptos, teorías. Poseen un carácter social e histórico Formas en que se presentan: libros revistas periódicos tablas estadísticas cifras, etc.

Medios de obtenerlos: a) Investigación documental b) Investigación empírica

Objeto de estudio (concreto sensible)

Realidad en proceso

Objetivo independiente

Gráfica 2.1 El investigador tiene que buscar esos datos que le permitan una primera aproximación al objeto de estudio. El propósito inicial es darse cuenta hasta dónde se ha avanzado en el conocimiento de ese objeto de estudio y en particular de las limitaciones, de las deficiencias, para enseguida captar las diferentes posiciones o puntos de vista y el tipo de problemas y soluciones que se hayan planteado. El teórico no puede aceptar tácitamente los datos, sino que tiene que analizarlos y discriminarlos. Ilienkov nos dice que la tarea del teórico consiste en primer lugar en proceder a un análisis crítico de las abstracciones del nivel empírico del conocimiento y volverlas a pensar para enseguida avanzar criticando la estrechez y el subjetivismo de estas abstracciones y destruyendo las ilusiones que ellas contienen desde el punto de vista de la realidad en su conjunto concreto. Es en este sentido (y solamente en éste) el pasaje del estado empírico al estado racional del conocimiento aparece también como un pasaje “de lo abstracto a lo concreto”.75 Aristóteles ya concebía el cuerpo de saber, cuando hablaba de los “conocimientos previos.”76 En conclusión, como señala Marx “las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por la vía del pensamiento”. Este proceso es definido por Marx como “el método científico correcto”. 75 76

Idem. Aristóteles, Metafísica, p. 27. También hizo referencia a la actitud crítica del sujeto de investigación, y al todo más desarrollado, p. 37.

INTRODUCCIÓN AL MARCO TEÓRICO

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69 O sea, la tarea del teórico es la de transformar los datos de la intuición viviente y de la representación en conceptos, modelos, teorías o leyes.77 Existe un aspecto sobre el que hay que llamar la atención, los datos de la intuición y de la representación están dados no sólo por aquella información que ya existe en forma de cifras o tablas estadísticas o, bien, en términos o conceptos, sino por los datos y percepciones aportados por el propio investigador por medio de encuestas, entrevistas y de la observación directa. Esta diferencia (es decir, entre los datos que ya existen y aquellos que el sujeto de conocimiento obtiene en el curso de su propia investigación) no es sustancial en cuanto al reconocimiento de que hay un salto del dato a su transformación en lo concreto mental, es decir, a la reconstrucción de lo concreto por vía del pensamiento. Pero sí es importante distinguir desde el punto de vista de la investigación aquellos datos que no se conocen y cuya necesidad de investigarlos surge de los propios problemas e hipótesis planteados. Como ya se ha dicho, el cuerpo de saber es inabarcable. La tarea del sujeto, guiado por conceptos, consiste en pasar del dato a la información, de ésta a la interpretación para llegar, finalmente, a un nuevo conocimiento. La categoría de “datos de la intuición viviente y de la representación” es una categoría tan general que incluye las teorías que existen sobre el objeto de estudio particular, no se trata solamente de datos estadísticos o cifras porcentuales sino también de modelos, categorías; considerada de esta manera tan amplia la categoría resulta equivalente a la categoría “concreto mental”, a no ser que este último término se utilice exclusivamente para designar a aquellos datos y teorías que son objetivos y que dan cuenta de lo esencial del fenómeno, excluyendo las teorías y datos que falsean la realidad. Visto de esta manera, los datos de la intuición viviente y de la representación incluyen todos aquellos datos y teorías que se refieren al objeto de estudio sean científicos o no, sean o no objetivos o, bien, que aún no hayan sido verificados como es el caso de las hipótesis; quedarían incluidas también todas las interrogantes que se hayan hecho sobre el objeto de estudio. Por ejemplo, Marx incluyó dentro de los datos de la intuición viviente y de la representación los problemas planteados por Ricardo sobre la fuente de la riqueza; el papel del proceso de 77

Ilienkov, op. cit., p. 34.

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circulación y del “trabajo”. Por lo tanto nos inclinamos a considerar la categoría de los “datos de la intuición viviente y de la representación como una categoría más amplia que la de “concreto mental”. Lo común a cualquier investigador es que tiene que traducir su objeto de estudio en términos de datos de la intuición y de la representación. Donde se supone que existen diferencias fundamentales es en la manera de obtener los datos y en la forma de interpretarlos. Hay que distinguir los estudios puramente descriptivos, donde los datos aparecen como indicadores, tal es el caso de los informes censales, estadísticos y demográficos o, bien, los estudios monográficos. Estos estudios nos presentan los datos en “bruto” y nos dan cuenta de los fenómenos sociales en sus aspectos más generales. Los datos que funcionan como indicadores aparecen en forma de cifras, tablas estadísticas, coeficientes, tasas, etc. En cambio, los conceptos y las leyes aparecen en forma de teorías y modelos. Los propios indicadores tienen que ser confrontados con las teorías y modelos, pues, seguramente la forma en que pueden concebirse fenómenos como el suicidio, el desempleo, la crisis, las clases sociales, etc., varían de un autor a otro. Es aquí donde surgen las principales diferencias entre las distintas corrientes sociológicas. Las principales variantes son: a) aquella que tiene por objetivo la sola descripción del fenómeno, es decir, que no trasciende el nivel del dato; hay que dejar en claro que esto no excluye que haya estudios descriptivos que manejen problemas e hipótesis de investigación; b) la que lleva a cabo una interpretación estrecha, limitada (las teorías de rango medio), por rechazar la existencia de una teoría general de la sociedad; c) las corrientes que parten de una teoría general de la sociedad, aquí se presentan varias alternativas; esquematizando, podemos reducirlas a dos: 1. Aquellas corrientes que dan una visión parcial y/o unilateral del fenómeno social y 2. La corriente que, partiendo de una teoría general, se aproxima a las teorías particulares de acuerdo a la especificidad de su objeto de estudio y que obtiene, selecciona y analiza los datos bajo la perspectiva de una visión integral del fenómeno. Sin negar cierta validez a las otras variantes, nos parece que esta última es la opción correcta y la que se ajusta al método científico. Estas opciones se reflejan en la variabilidad que presenta el diseño de investigación. Al respecto, González Casanova nos informa:

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71 La formulación del diseño de investigación presenta varias alternativas, según se empiece por establecer un sistema categorial, un sistema de hipótesis, una serie de dimensiones variables o indicadores. Todas estas alternativas se presentan en la investigación contemporánea.78

No podemos dejar de señalar que existe una tendencia de acuerdo con los intereses económicos a promover la investigación a un nivel pragmático donde se requiere solamente la información aunque con un alto grado de precisión. Esto nos lleva a señalar que no existe ciencia social pura y que, además, no existe información por la información. La recolección de datos, la información, siempre ha estado ligada a determinados intereses. Clara Gallini nos habla del carácter político que matiza cada vez más a la información. La expansión neocolonialista y la explotación capitalista hacen cada vez más importante y necesaria la recolección de cualquier tipo de información tanto sobre los propios países como sobre naciones extranjeras. La autora indica: “Bien pronto el criterio será saber todo sobre todo.” Se reconoce cada vez más la importancia de la información como instrumento de poder político y económico y ello se evidencia en el sentido opuesto de una dirección de investigación selectiva que prefiere la cantidad a la calidad. Se considera, con motivo, que sabiendo todo sobre todo, ninguna novedad nos tomará por sorpresa.79

A este nivel, está claro que salen sobrando tanto los marcos teóricos, así como la ética y los sistemas de valores. Así pues, la cuestión de las variantes en los diseños de investigación y la actitud de los investigadores ante los datos, no es algo ocioso sino una cuestión de gran importancia ideológica y científica. Es necesario remarcar que el investigador debe ser crítico, que en el cuerpo de saber se encuentra tanto lo falso como lo verdadero; no se puede ser ingenuo y confiar en las fuentes, hay que tener presente la tesis del Estado mentiroso de Platón.

78 79

González Casanova Pablo, Las categorías del desarrollo económico y la investigación en las ciencias sociales, p. 13. Clara Gallini, Las buenas intenciones, p. 21.

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EL DISEÑO DE INVESTIGACIÓN Respecto al diseño de investigación, de entrada hay que decir que el diseño ya es, hasta cierto punto, un producto de cierto nivel de investigación. El diseño nos introduce a la temática, nos aproxima al objeto de estudio y nos expresa una estrategia en el proceso de conocimiento. El diseño posee una estructura, expresa un orden lógico no sólo en las fases de la investigación, sino también hacia el interior de cada una de las fases. Independientemente de cada desglose, de las peculiaridades y de lo detallado, el diseño comprende los siguientes pasos: ,1. Marco teórico: que consiste fundamentalmente en la definición de las categorías generales (teóricas) y de las categorías particulares que se refieren al concreto sensible (operativas). Para lograr este objetivo es necesaria una investigación documental donde nos informemos sobre lo que hay en cuanto a nuestro objeto de estudio y, frecuentemente, comprende una investigación empírica, en forma de sondeo exploratorio. Su objetivo fundamental es eliminar el déficit del saber subjetivo y construir el objeto de estudio como una totalidad. Sus diferentes momentos los podemos enunciar de la siguiente manera: Las tareas del sujeto crítico y la construcción del objeto a) Recolectar información (investigación documental y empírica). b) Organizar y sistematizar las abstracciones ya dadas y las que han resulta do del sondeo exploratorio. (Datos de la intuición y representación). c)

Analizar y criticar las abstracciones; verificarlas confrontándolas con los hechos (abstracto en la realidad, concreto en el pensamiento).

d) Discriminar las abstracciones con base en un marco de referencia teórico general, o sea, el tratamiento teórico de los datos. Esto implica un examen crítico de las teorías anteriores. Se trata de descubrir lo que está detrás del dato.

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73 e) Determinar las abstracciones iniciales. La abstracción inicial cumple con las siguientes funciones: a) revela lo esencial a un primer nivel; b) sirve de abstracción límite. f) Delimitar el objeto de estudio. Con base en la abstracción inicial se define y delimita el objeto de estudio a nivel de concreto real (o unidad de análisis), así como el ángulo o nivel de la investigación. Estos pasos, que se refieren a un trabajo teórico por excelencia, tienen como fin el informarse de lo que se conoce sobre nuestro objeto de estudio para no repetir etapas ya superadas. Puede ser que nos planteemos investigar cosas ya investigadas y conocidas o, bien, que repitamos los mismos errores o falsos enfoques. Tenemos la obligación y la necesidad de volvernos expertos sobre el tema que hemos seleccionado, de actualizar nuestro conocimiento y partir del más avanzado. Por otra parte, el teórico debe volver al análisis de los hechos aun de aquellos que parecen haber sido estudiados a fondo. Es la única forma de desarrollar un pensamiento crítico, base de toda actividad científica. La abstracción inicial es la que enlaza orgánicamente los datos de la intuición y de la representación con el concreto mental ya elaborado, esto tanto en el nivel del marco teórico general como a nivel de las teorías particulares. La abstracción inicial se deriva del “todo más desarrollado”, el cual es determinado siempre por el sujeto, el método no le puede imponer o indicar un todo más desarrollado. El marco teórico de ninguna manera es la repetición mecánica de los conceptos y categorías del marco teórico general, tampoco es un rosario de justificaciones ni de posiciones declarativas respecto a nuestras motivaciones subjetivas. El marco teórico es menos que eso y también mucho más. Es un trabajo riguroso, sistemático, respecto a relacionar lo particular con lo general; respecto a establecer los eslabones intermedios entre las categorías teóricas y las categorías operativas; de análisis y de síntesis; de someter a crítica y confrontación los datos y las teorías con los hechos concretos. El método que había seguido la ciencia burguesa era partir de lo abstracto para volver a lo abstracto; el resultado no era una totalidad orgánica

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concreta, sino el reflejo unilateral de la realidad: aparentemente el método de la economía era correcto, pero en su esencia no. Desde el primer momento en que uno se enfrenta al concreto sensible tiene el problema de su relación con nuestro pensamiento. Es una falacia la tesis de que uno puede enfrentarse a los hechos libre, desnudo de teoría. El investigador participa necesariamente de alguna concepción dentro de la matriz teórico-ideológica que le ofrece su sociedad y su tiempo. Sea o no consciente el investigador participa de alguna teoría. Quien cree expresar los hechos, dice I1ienkov, absolutamente sin idea preconcebida sin ningún concepto “anteriormente admitido”, no está desprovisto de ellos. Al contrario, es inevitablemente esclavo de los conceptos más vulgares y más absurdos.80

Marx ya nos había advertido que la cuestión de si puede llegarle verdad real al pensamiento humano no es una cuestión de teoría sino una cuestión práctica; y de que es en la práctica donde el hombre tiene que probar la verdad, la fuerza y la terrenalidad de su pensamiento. Como señala Marx, sólo se hacen hipótesis en vista de algún fin determinado. No hay forma pues, de soslayar las ideas preconcebidas. De lo que se trata es de hacerlas congruentes con los fundamentos de la ciencia, es más, de que estas ideas preconcebidas deriven con una lógica inexorable del conocimiento acumulado. 22. Planteamiento del problema. La categoría de déficit de saber es clave para la definición de problema: hay dos tipos de déficit: subjetivo y objetivo; por el momento diremos que el problema de investigación da cuenta de un déficit de saber objetivo. El planteamiento del problema reviste extraordinaria importancia dentro de la investigación científica y no está lejos de ser cierta la afirmación de que el planteo correcto del problema puede significar el avance de la mitad de la investigación. Por el momento señalaremos que el problema se mueve en los límites señalados por la abstracción inicial. El problema determina con precisión lo que se va a investigar, delimita el objeto de estudio en cuanto al tipo o importancia específica de las relaciones posibles entre 80

I1ienkov, op. cit., p. 44.

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75 cierta clase y cantidad de fenómenos sociales. El problema es el enlace entre el marco teórico, o sea lo concreto mental ya elaborado, y el objeto de estudio, o sea lo concreto sensible. La problematización en este sentido es ya una elaboración teórica sobre la realidad.

Concreto sensible u objeto de estudio

Marco teórico general abstracción inicial

Marco teórico particular, abstracción inicial

Abstracción inicial planteamiento del problema

Abstracción inicial hipótesis

33. Elaboración de la hipótesis. El problema posee una estructura lógica y se presenta en forma interrogativa o conminatoria; contiene la abstracción inicial y las categorías que reflejan las propiedades o aspectos del objeto de estudio que se pretenden relacionar. El paso del problema a la hipótesis es un asunto complejo, no se trata de pasar simplemente de una forma interrogativa a una afirmativa. La hipótesis presenta los nuevos elementos que se insertan como parte de la explicación que se pretende a nivel de suposición, de respuesta tentativa. Así también se contemplan las diferentes opciones y las implicaciones contrastadoras. Las hipótesis sirven de guía en el proceso de investigación y han sido consideradas como la punta de lanza de la ciencia.

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44. La contrastación de la hipótesis. Todos estos pasos nos ponen de relieve que la praxis científica es una actividad rigurosamente sistematizada y altamente selectiva; su objetivo no es recolectar “toda información” sobre el concreto sensible sino, principalmente, aquella información que tiene significado para la contrastación de las hipótesis. De las hipótesis se desprenden los indicadores o variables que nos van a dar cuenta de las propiedades y relaciones entre las partes del todo. La recolección, clasificación e interpretación de los datos es la parte culminante de la investigación y se presenta como el eslabón débil de la cadena, que tiene como fin el rechazo o confirmación de nuestra hipótesis. 55. Análisis y conclusiones. El método de exposición. Otro momento crucial y definitivo de la actividad científica es el paso del dato a la teoría. No se vaya a pensar que el proceso de investigación es un proceso continuo en un solo sentido, la rigidez no tiene nada que ver con el método científico. El proceso de investigación es concebido como un constante ir y venir de la teoría al dato y del dato a la teoría. En cada momento hay que estar confrontando los datos con nuestras teorías y modelos; frecuentemente, esto significa replantear nuestros problemas y reelaborar nuestras hipótesis. Pero hay una fase de la investigación que se caracteriza porque el paso del dato a la teoría es fundamental y determinante. Es el momento en que se obtiene un nuevo conocimiento. Hay que señalar que no se trata sólo de “conclusiones” en cuanto a la comparación y confrontación de los datos con nuestras hipótesis (que pueden estar formuladas en términos de modelos, teorías o leyes), de tal modo que lo que se obtiene es el rechazo o el reajuste y modificación o, bien, su comprobación y afirmación, sino que además incluye la fase de la exposición de nuestras conclusiones. Mientras en el proceso de investigación se va de lo complejo a lo simple, en el proceso de exposición de nuestras conclusiones se va de lo simple a lo complejo. El ejemplo por excelencia para ilustrar el método de exposición es el capital, donde Marx empieza por la categoría más simple que es la mercancía, la célula de la economía capitalista que contiene las contradicciones esenciales del sistema y el desentrañamiento de las leyes que lo

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77 rigen. Así pues, esta etapa que se conoce simplemente como de conclusiones, comprende dos fases claramente diferenciables: la fase del paso del dato a la teoría y la fase de la exposición de nuestras conclusiones, que se refiere fundamentalmente al ordenamiento de las categorías de acuerdo a su contenido y extensión y que va de lo general a lo particular, de lo esencial a lo fenoménico o secundario, de lo simple a lo complejo. Por lo dicho, se sobreentiende que, el método de exposición trata fundamentalmente del ordenamiento de las categorías según su relación de lo simple a lo complejo y que, además, lleva implícita la depuración de nuestra información. Es una etapa de discriminación, en la que se elimina aquella información que resultó falsa o no relevante y en la que se omiten todas nuestras tentativas fallidas, pistas falsas, etc. Pero aquí no se agota todavía el objetivo de cada fase, sino que el problema de la forma guarda una independencia relativa con respecto a su contenido. Es decir, que un mismo contenido puede expresarse en diversas formas, de tal modo, el método de exposición comprende la selección y el desarrollo de la forma más adecuada para nuestros fines. Si nuestra exposición está dirigida a un público especializado, no nos preocuparemos mucho por buscar un lenguaje más sencillo, pero si tenemos en la mira un público amplio, no especializado, la cuestión de traducir las categorías a un lenguaje cotidiano se convierte en un problema fundamental. También es necesario conocer las formas específicas de exposición tales como el informe, el ensayo, las monografías, estudios de casos, biografías, etc. y los tratados propiamente. Tal vez había que dejar fuera los manuales, aunque algunas veces hay manuales que hacen aportaciones en las que el método de exposición es clave, también es conveniente advertir de que hay de ensayos a ensayos. Recuerdo en este momento el Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke y los nuevos ensayos sobre éste de Leibniz, que era una réplica del anterior en dos tomos. Mientras que Berkeley le llamaba a su obra sobre la misma materia —y más breve—: Tratado sobre el conocimiento humano. Bien, en resumen, se puede indicar la necesidad de conocer en particular las diferentes formas que puede revestir el discurso científico, para aplicar aquella o aquellas formas que estén de acuerdo con las exigencias de nuestro contenido.

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Es conveniente agregar una observación sobre la posición de algunos positivistas que sostienen que una investigación no necesariamente debe ser de carácter explicativo o estar orientado por hipótesis. Es necesario advertir que aún las supuestas investigaciones descriptivas o de carácter “exploratorio” manejan modelos o teorías y que no existen las descripciones neutrales o exploraciones que no estén guiadas por teorías. Es probable que detrás de estas posiciones se trate de ahorrar todo esfuerzo teórico contradiciendo el principio de que no puede existir proceso investigativo sin un sujeto crítico.

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79 Cuestionario 11. 22. 33. 44. 55. 66. 77. 88. 99. 10. 11. 12. 13. 14.

¿Qué se entiende por datos de la intuición y la representación? ¿Cuál es la tarea del teórico según Ilienkov? ¿Cómo define Marx al método científico? ¿Qué diferencias existen entre las categorías de concreto mental y de los datos de la intuición y representación? ¿Cuáles son las alternativas que surgen de la manera de obtener e interpretar los datos? ¿Cuáles son las alternativas al diseño de investigación según González Casanova? ¿Qué relación existe entre ideología e información? ¿Cómo se define el diseño de investigación? ¿Cuáles son las fases del diseño? ¿En qué momentos se desglosa la elaboración del marco teórico? ¿Cuál es el papel de la abstracción inicial? ¿Qué importancia reviste el marco teórico en la investigación? ¿Qué importancia tiene la fase del planteamiento del problema? ¿Cómo se relacionan las distintas fases de la investigación?

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3. SOBRE LA TOTALIDAD PREÁMBULO

La metodología ha sido un campo hasta cierto punto inexplorado y no es sino hasta los últimos tiempos cuando se ha manifestado una violenta polémica en torno a una serie de aspectos metodológicos. Una de las cuestiones o temas que presentan estas características es el que se refiere a la categoría de totalidad. Asunto un tanto viejo y un tanto nuevo. El problema de la totalidad subyace o está en el trasfondo de cualquier planteamiento de carácter científico, aparentemente es fácil de captarlo y fijarlo, pero no es así, sucede como el agua que se nos resbala entre las manos. El término se puso de moda en nuestro ambiente intelectual a fines de los 60, época en la que aparece Dialéctica de lo concreto de Kosik y a la que en gran parte se le debe esta nueva situación. Rápidamente la moda generó el abuso de la categoría y frecuentemente se escuchaban y leían estas referencias a la categoría de totalidad sin entender las más de las veces su verdadero significado. Después de unos años de su puesta en moda, la categoría ha caído un tanto en el olvido, pero también es justo el momento en que nos acerquemos a la categoría de totalidad con una actitud más reflexiva e indaguemos algunas de sus propiedades y significados. La aproximación no será por ahora de carácter filosófico, a pesar de las advertencias de Kosik, sino más bien metodológico, y en particular, en el campo de las ciencias sociales. El problema fundamental del conocimiento se expresa en lo esencial, en la pregunta de ¿cómo se conoce? El conocimiento se ha definido como apropiación del mundo. El hombre conoce el mundo en la medida que lo transforma, y lo transforma en la medida que se apropia de él. Ahora bien, según esto, 81

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apropiarse del mundo es conocerlo. Esto quiere decir que ¿todo conocimiento implica transformación y que toda transformación implica conocimiento? Habiendo llegado a este punto podemos responder definitivamente que no. Pensamos que no es necesario profundizar mucho en esto, por lo tanto con un ejemplo por el momento es suficiente. Es obvio que la burguesía actúa sobre la realidad y que de alguna manera se “apropia del mundo”; sin embargo, este apropiarse del mundo no significa necesariamente un conocimiento del mismo. Esta observación que hacemos a nivel de clases, la hacemos extensiva a sectores sociales y a personas. Un sector social o bien una persona, se relacionan con la realidad, y la conocen en la medida que actúan sobre ella, en la medida que la transforman. Sin embargo, este “conocer” y “transformar” se presenta la mayor parte de las veces más bien como la eliminación de un “déficit del saber” a nivel personal o de un determinado grupo social. Aquí hay que distinguir varias cosas; primero un nivel genérico cuando hablemos en los términos de “el hombre conoce...” un nivel parcial cuando nos referimos a un determinado grupo o clase social; y un nivel personal.* Por otra parte hay que distinguir el conocer como “transformación apropiación” en sentido estricto y que comprende la adquisición de un conocimiento nuevo y el conocer como eliminación de un determinado “déficit de saber”. Si bien no existe una demarcación tajante entre el “conocer” como transformación-apropiación y el conocer como “eliminación de un déficit de saber” sí son claramente diferenciables por ser cualitativamente distintos. Existe por lo demás una relación dialéctica entre estas dos formas de “conocer”, esto quiere decir que sus relaciones son contradictorias, que se niegan y que se presuponen. De ninguna manera podemos afirmar que la eliminación del déficit del saber a nivel personal o parcial nunca es apropiación-transformación. Si bien podemos establecer que la eliminación del déficit del saber es, generalmente, la ampliación de la transformación-apropiación. Por lo tanto, la forma como surge o se da la apropiación-transformación es como la eliminación del déficit del saber ya sea a nivel personal, parcial o genérico. Desde otro ángulo, el proceso del conocimiento tiene que ver principalmente con * El término “personal” de ninguna manera significa aquí el individuo aislado, el Robinson Crusoe del conocimiento, sino el hombre particular que si bien es un resultado y un ser social, su conocimiento, sus percepciones y vivencias no coinciden plenamente con el grupo, con la clase y con la sociedad.

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83 determinado tipo de praxis; o sea la praxis científica. Desde el ángulo de la praxis científica los niveles personal, parcial o genérico, se diluyen o bien se traspasan. Sin embargo, esta problemática se presenta, desde nuestro punto de vista, con características específicas en el campo de las ciencias sociales y naturales. Nos referimos al carácter de clase que en el caso de las ciencias sociales se manifiesta claramente. La ciencia social surge como una ciencia partidaria. Solamente adoptando el punto de vista de la clase proletaria se podía llegar a conocer las leyes generales que rigen a la sociedad, y las leyes que rigen al sistema capitalista. Aquí existe plena identidad entre la eliminación del déficit del saber a nivel personal, parcial y genérico. Cuando Marx, individuo particular, descubre las leyes y categorías del materialismo histórico, lo hace desde la perspectiva de los intereses de la clase obrera, intereses que representan lo más avanzado de la humanidad, y que significan una conciencia histórica, desde el punto de vista general, desde el punto de vista del hombre. Hay un punto, en el que parece que Kosik no profundiza en cuanto al hecho real y el reflejo, o mejor dicho, su ausencia como tal en la conciencia humana, en su lugar y funcionando el falso reflejo del hecho, dice: “Un político aparece durante su vida a los ojos de los contemporáneos como un gran político”, después de su muerte se demuestra que era sólo un político mediocre y que su supuesta grandeza no era más que una ilusión de su tiempo. ¿Qué es lo que era hecho histórico? ¿La ilusión que dio una apariencia de grandeza y creó la historia, o la verdad que se ha manifestado sólo más tarde y que en el momento decisivo no existía como acción y realidad? El historiador debe ocuparse de los acontecimientos tal y como se desarrollaron efectivamente, ¿pero qué significa esto?, ¿hay historias realmente? La historia de la conciencia humana, la historia de cómo los hombres han cobrado conciencia de su tiempo y de los hechos que han sucedido o, bien, es la historia de cómo las cosas han ocurrido realmente y se reflejaron en la conciencia humana. La presencia del proletariado como clase revolucionaria, significa la existencia de la premisa material que hace posible y requiere de una nueva concepción y de un método para conocer y transformar el mundo.

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LA CATEGORÍA DE TOTALIDAD Y LOS HECHOS SOCIALES El “hecho puede ser definido como una porción discreta de la realidad”, pero es necesario indicar que no puede ser identificado con la “parte”. El “hecho” es la unidad mínima, mientras que la “parte” es un conjunto de hechos que a su vez están insertos en un sistema o conjunto más amplio. Tanto el hecho como la parte no pueden ser delimitados si no se delimita a su vez la totalidad. Ejemplos a la mano: Si hablamos de totalidad a nivel de las sociedad global nos referimos a la formación económico-social que como totalidad está constituida por una serie de partes, como la base y la superestructura. La base a su vez está constituida por las relaciones de producción que a su vez se compone por una serie de partes, etcétera. A este nivel, un hecho puede ser un instrumento o una institución cualquiera. Mientras que la parte se nos presenta como un conjunto de hechos, por ejemplo: las relaciones de producción o, bien, la superestructura. Así cuando a este nivel hablamos de descubrir los nexos, entre las partes, hablamos de nexos entre base y superestructura entre relaciones de producción y fuerzas productivas, etc. En cambio, cuando la porción de la realidad es más restringida, por ejemplo, la religión, tenemos que definir, fijar la totalidad para determinar las partes y los hechos. No podemos precisar qué es un hecho religioso, si antes no definimos qué es la religión. Por otra parte, entre todos los hechos sociales está claro que sólo una porción de éstos van a ser considerados hechos religiosos. La totalidad es, pues, una demarcación, una delimitación de la realidad. Aun cuando hablamos de la formación económico-social, tenemos que especificarla, concretarla. La totalidad nos obliga a demarcar la porción de la realidad que queremos conocer, en términos de unidades mínimas; de partes (o conjuntos) y del todo. Esto nos conduce a ordenar: estos elementos, a clasificarlos y finalmente a jerarquizarlos. La totalidad sólo puede ser concebida como una unidad, su demarcación nos aclara no sólo cuáles son los elementos que constituyen la totalidad sino cuáles son los que no forman parte de ella. Aquí hay que tener presente la concreción de la totalidad, porque si bien podemos afirmar en términos generales que el objeto teléfono no es un hecho religioso, esto no quiere decir que bajo determinadas circunstancia pueda presentarse con características reli-

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85 giosas (por ejemplo: el avión, que para nosotros no tiene significado religioso; en cambio, lo llegó a tener en algunas tribus religiosas australianas o, bien, el árbol en poblaciones del África, o de la India, los ejemplos pueden multiplicarse); o sea pues que la totalidad significa estar regido por las contradicciones de esa totalidad, esto es lo que le otorga a un determinado conjunto de fenómenos su unicidad. La totalidad está regida por contradicciones; no es algo estático, la fuente de su desarrollo se desprende de sus contradicciones internas. Una cuestión fundamental es destacar la contradicción o las contradicciones principales. Las contradicciones principales son las que rigen y le dan carácter, su cualidad esencial a la totalidad. En alguna otra ocasión hemos definido a la totalidad como el momento de las contradicciones, en el sentido de una afirmación de la concepción de la totalidad que se produce y reproduce incesantemente; que constantemente engendra nuevas contradicciones que tienden a la destrucción de la totalidad y a la creación de otra nueva, generalmente superior y más compleja. El destacar la contradicción principal es parte de la jerarquización, la cual consiste fundamentalmente en establecer el papel que juegan las contradicciones dentro de la totalidad, esto nos permite determinar las propiedades o características y por lo tanto los criterios con base en los cuales podemos ordenar y clasificar los elementos y partes que la constituyen. La concepción sobre la totalidad distingue radicalmente a la posición marxista de la positivista. Antes hay que aclarar que la posición positivista presenta algunas variantes. Una de ellas es la de concebir los hechos aislados negando la totalidad, pero también presenta la variante de aceptar la totalidad, pero considerada como una totalidad formal, mecánica o estática. Otra posición, consiste en la mistificación de la totalidad, es decir, una totalidad cuya existencia transcurre separada y al margen de los hechos y de la propia praxis. La relación entre el todo y las partes queda falseada, deformada, de tal modo que llega a afirmar que el todo es la suma de las partes o, bien, que la parte es idéntica al todo. La primera variante de considerar los hechos aislados, reduce el conocimiento a la descripción de los fenómenos, y en el mejor de los casos a su clasificación, tomando como modelo las ciencias naturales, y frecuentemente se niegan los principios y leyes generales, así como las relaciones de causa-efecto.

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En la disciplina antropológica, disciplina penetrada hasta los huesos de positivismo (se pueden agregar otras disciplinas como la administración), encontramos todas estas variantes. Boas, por ejemplo, define la totalidad cultural como una interrelación entre varios aspectos de la cultura que siguen diversos patrones y que no se prestan a generalizaciones. Boas participa, sin embargo, de la misma idea de Benedict respecto a que las culturas están penetradas por una idea dominante. Antes de seguir adelante con el problema de las características metodológicas de la totalidad, hay que señalar aquí dos consecuencias inmediatas de la concepción formal de la totalidad; una de ellas, como lo hemos visto, es considerar la totalidad como una simple interrelación entre sus elementos; la otra, es la negación de los principios generales. El problema metodológico fundamental que se deriva de la totalidad, se refiere al punto de partida, ¿se parte de los hechos o del todo?, ¿qué es lo que conocemos primero, el todo o las partes? El ejemplo más típico lo tenemos con el intuitivismo, que contrapone al conocimiento racional la “aprehensión” directa de la realidad mediante la intuición. Esta corriente filosófica se traduce en términos del conocimiento de la realidad social, como la captación del todo en forma inmediata y directa. Primero conocemos el todo, luego las partes. Un ejemplo a la medida resulta la escuela de “cultura y personalidad” en la antropología norteamericana y, en especial, Kroeber y Benedict. Si hay que buscarle una base filosófica a la antropología benedictiana hay que hurgar en el irracionalismo, que constituye, además, el fondo filosófico en el que se mueve en general la antropología norteamericana. Las relaciones de la escuela de cultura y personalidad con el relativismo de Boas y Kroeber son obvias, de tal manera que se puede concebir aquélla como continuación de ésta. No son casuales las alusiones teóricas a Spencer de Kroeber, como no lo son las alusiones de Benedict a Spengler. El denominador común es el intento de dar una explicación al fenómeno cultural desde posiciones idealistas. El rechazo de Boas a los modelos generales y a los principios y leyes, así como la naturaleza superorgánica y los propósitos generales humanos de la cultura de Kroeber, los principios psicológicos de Linton y las configuraciones de Benedict, son variedades de la misma especie ideológica. En lo que respecta a Benedict, se parte del modelo spengleriano en el que, en contraposición al materialismo histórico, la historia se divide en varias

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87 “culturas” independientes, sin repetición posible, a modo de supraorganismos especiales que poseen su destino individual y recorren los periodos de nacimiento, prosperidad y muerte. Spengler reduce el objetivo de la “filosofía de la historia” al conocimiento de la “estructura morfológica” de cada cultura, cuya “alma”, figura en la base de dicha estructura. En consecuencia, Spengler rechaza la concepción del progreso histórico colocando en su lugar al fatalismo. Hay que recordar que Spengler vive entre los años 1880-1936, y que su obra fundamental: La decadencia de occidente, aparece en los años 1918-1922. Este autor refleja una decisiva influencia de Spencer y de Nietzeche, del primero a través de su teoría de lo supraorgánico y del segundo con sus tesis sobre el espíritu apolíneo y dionisiaco. (Nietzsche desarrolló estos conceptos en su obra El origen de la tragedia, escrita en 1886). Spengler habla de una “alma” o “espíritu” que configura las culturas, y Nietzsche de un impulso biológicopsicológico que se manifiesta como una fuerza despótica —entusiasmo o locura religiosa—, como una exaltación dionisiaca que arrastra en su ímpetu a todo el individuo subjetivo hasta sumergirlo en un completo olvido de sí mismo o, bien, como la fuerza armonizadora, el ensueño, la serenidad, el principium individuationis, es decir, el espíritu apolíneo. Estas fuerzas dicotómicas sirven a Benedict (a través de Spengler) para explicar la individualidad de las culturas, sus formas, sus estructuras. Benedict sigue el camino metodológico de Spengler y de Boas al sustituir la causalidad y las leyes por la analogía y eleva a canon de la investigación el cubileteo con símiles y comparaciones, no pocas veces, muy superficiales.81 El relativismo en antropología, al desconocer las leyes y principios generales, irracionaliza el estudio de la cultura y lo limita a los aspectos formales entronizando a la analogía como método de investigación. Benedict es fiel al principio spengleriano de que “el medio para comprender las formas muertas es la ley matemática. El medio para comprender las formas vivas la analogía”.82 Para Spengler, la tipología de las culturas es el conocimiento supremo, el único conocimiento fundamental de éstas. La cultura constituye un “fenómeno primigenio” y proclama la “fisonomía” —o sea la configuración de Benedict— 81 82

Lukács, Asalto a la razón, p. 374. Spengler O., citado por Lukács, op. cit., p. 376.

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de cada cultura como fundamento real de todas sus manifestaciones concretas, tanto intrínsecas como las formales, las estructurales como las dinámicas. Y, como afirma Lukács, la construcción científica auxiliar se convierte, así, en un fundamento real, aunque irracionalista por principio, y sólo puede captarse por la vía de la intuición. Para Benedict al igual que para Boas, Kroeber y Linton, las culturas son totalidades cerradas, explicables sólo en sí mismas; la clave de su explicación está en encontrar su sentido otorgado por los “propósitos generales humanos”. “Una cultura como un individuo, dice Benedict, es una pauta más o menos coherente de pensamiento y acción. En toda cultura hay propósitos característicos, no necesariamente compartidos por otros tipos de sociedad”. Y más adelante sostiene que “solamente podemos entender la forma que estos actos adoptan entendiendo primero las principales fuentes emocionales o intelectuales de esa sociedad”. O sea que, la explicación es psicologista, idealista. La configuración se convierte de este modo en lo determinante. Aquí Benedict acude al todo y a las partes en su argumentación tendiente a demostrar este principio: El todo, como insiste la ciencia moderna en muchos campos, no es meramente la suma de sus partes, sino el resultado de un único ordenamiento y de una única interrelación de las partes que han producido una nueva entidad.83

Puesto que el conjunto determina sus partes —no sólo su relación, sino su naturaleza misma—, el punto de partida debe ser, según Benedict, el todo y no sus partes. La naturaleza del todo y las partes es única en cada caso: Entre dos conjuntos hay una discontinuidad específica, y toda interpretación debe tomar en cuenta sus naturalezas diferentes, por encima del reconocimiento de los elementos similares que hay en ambos.84

Apoyándose en Wilhelm Stern,85 Benedict sostiene que la importancia del estudio de la configuración del conjunto en oposición al análisis de sus partes se acentúa en uno tras otro campo de la ciencia. Por el momento nos interesa 83 84 85

Lukács G., op. cit., p. 374. Idem. Idem.

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89 subrayar el carácter absoluto que se le otorga al todo, y en este caso a un todo formal, y que desde el punto de vista metodológico sostiene que hay que tomar como punto de partida al todo y no a sus partes. Esta concepción considera las relaciones entre las partes como simples asociaciones y ordenamientos. La totalidad como configuración está fundada sobre una base psicologista y su pretendido carácter particular único nos da como resultado totalidades cerradas. El impulso vital de las culturas es la idea, la cual se manifiesta como una fuerza fáustica o apolínea. Las categorías spenglerianas son adoptadas plenamente por Benedict sin sufrir modificación alguna y le sirven como instrumentos teóricos y metodológicos para el estudio comparado de las culturas. El resultado es un estudio descriptivo y/o una explicación idealista del fenómeno. Estamos de acuerdo en que el todo no es la simple suma de las partes, pero es necesario aclarar que el todo es resultado de las múltiples relaciones (contradicciones) que se dan entre las partes, y que son ciertas relaciones y contradicciones —por el papel que juegan— las que le dan su cualidad esencial y su carácter unitario. De este modo, la parte refleja las propiedades del todo pero no en forma absoluta sino esencial y por lo tanto algorítmica. En la parte no se producen todas las características del todo, ni todas sus contradicciones. La parte si bien está determinada por las contradicciones esenciales de la totalidad a la que pertenece, observa sus propias características y sus propias contradicciones, por lo tanto la parte no puede identificarse con el todo, ni el todo puede ser reducido a una de las partes. El todo observa cualidades diferentes a cada una de las partes, sus cualidades surgen de las múltiples relaciones entre las partes y, en consecuencia, estas cualidades cambian cuando se modifican sustancialmente las relaciones entre las partes. La relación entre el todo y las partes es una relación dialéctica. El todo determina a las partes en cuanto a sus cualidades esenciales, pero a su vez, las relaciones entre las partes determinan al todo. La totalidad de Benedict y compañía, es una totalidad hipostasiada, mecánica, unilateral, vacía de contenido. Antes de abordar el problema del punto de partida del conocimiento, es conveniente volver la mirada hacia otras concepciones que se han dado en la antropología, pues encontramos que si bien en algunas ocasiones se han detectado las complejas relaciones que se dan entre el todo y las partes, no se ha

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encontrado una solución correcta. Dentro de la antropología ha sido característica la preocupación por definir a las culturas como conjuntos bien integrados, como totalidades, así como el intento de estudiar de manera completa las relaciones entre todos los elementos que componen a cada uno de estos conjuntos. Es interesante el esfuerzo realizado en este sentido por Marcel Mauss. Este autor acuñó la categoría de “hecho social total”. Mauss había caído en cuenta que los hechos sociales revelan diferentes propiedades, que si bien a veces se nos presentan como hechos económicos en otras ocasiones se nos presentan como hechos religiosos o estéticos, etc. De esta manera, concluye Mauss: “Los hechos que hemos estudiado son todos... hechos sociales totales...” Es decir, que ponen en movimiento en algunos casos la totalidad de las sociedades y de sus instituciones... Todos estos fenómenos son, a la vez, jurídicos, económicos, religiosos e incluso estéticos, morfológicos, etcétera... Se trata de “todos”, de sistemas sociales completos de los que hemos intentado describir el funcionamiento.86 Mauss reconoce las limitaciones en los estudios antropológicos de tipo mecanicista o fisiológico debido a los métodos analógicos utilizados, pero enfáticamente subraya el carácter totalizador de estos enfoques y afirma que el considerar a las sociedades como conjuntos ha permitido captar lo esencial. Para Mauss, el estudio de lo concreto, en cuanto totalidad, es posible y todavía más cautivador y explicativo en sociología; el sentido y el fin de la sociología es el de comprender a todo el grupo y su comportamiento total.87 Estas tesis, nos presentan a pleno vigor las justas preocupaciones de Mauss por resolver la relación entre el todo y las partes. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, nos parece que Mauss comete dos errores fundamentales: primero, confundir los niveles de la realidad; segundo, y en con secuencia, identificar la parte con el todo. Mauss, de ninguna manera es un positivista primitivo que intente reducir el papel de la sociología o de la antropología a la descripción del fenómeno; justamente señala, en su estudio sobre la plegaria que explicar “es establecer entre los hechos ya determinados un orden racional”. En cuanto a la forma de construir una teoría sobre un determinado conjunto de hechos Mauss ve dos caminos; primero, partir de un 86 87

Mauss M., Sociedad y Ciencias Sociales, p. 11-112. Idem.

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91 sistema de conceptos, de una noción genérica, es decir, ir de lo general a lo particular, el segundo, un tanto durkhemiano, parte de la comparación de hechos particulares, con base en alguna característica, pasando a su clasificación y a la construcción de modelos o tipos, en un orden que va de lo más rudimentario a lo más evolucionado; a este procedimiento o método, Mauss lo denomina genético. Levi Strauss tiene toda la razón cuando comenta que Mauss era un hombre de chispazos geniales, de imaginación creadora pero disperso, que finalmente se quedaba en el umbral de la solución de los problemas. Lo anterior es una muestra de ello, Mauss captó la esencia del problema del punto de partida pero no lo pudo resolver correctamente, al fin de cuentas opta por el camino planteado por Durkheim, aunque Mauss en ningún momento se postula contra las prenociones, más bien deja abierta la opción. Ciertamente, el problema es complejo. Para Marx la totalidad pensada es el verdadero punto de partida de la intuición y de la representación, es el momento desvanecedor en el proceso del cambio de las materias reales, prácticas entre el hombre y la naturaleza, entre el sujeto y el objeto de conocimiento. Siguiendo a Ilienkov, se puede considerar el paso de la teoría a la práctica también como paso de lo abstracto a lo concreto: Cada paso del análisis, cada acto de reducción de lo concreto a lo abstracto, debe tener desde el principio en cuenta el “todo” que encubre la representación, la intuición viva, y cuyo reflejo es la meta suprema del trabajador teórico (bien entendido solamente mientras se trata de trabajo teórico, mientras el hombre se ocupe del mundo sólo desde el plan teórico).88

Aquí hay que establecer una clara diferencia con la posición de Benedict. Si bien para Marx el todo aparece como punto de partida, éste guarda el carácter de momento desvanecedor. Se parte de una totalidad como resultado de una determinada praxis que se ha desarrollado históricamente, y que constantemente es verificada y confrontada con los hechos a través de la propia praxis. Los científicos no puden darse el lujo de ser unos manirrotos que dilapiden las conquistas alcanzadas por el hombre en su penoso devenir histórico. Se parte de lo concreto mental ya elaborado, para pasar en seguida al análisis, de aquí su carácter de “momento desvanecedor”. Sin el análisis la totalidad sería algo 88

I1ienkov, “Elevarse de lo abstracto a lo concreto”, El capital, teoría, estructura y método, p. 28.

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muerto, estático. La totalidad cobra vida a través del análisis, siendo el comienzo de una sucesión que consiste en elevarse de lo abstraco a lo concreto. La totalidad, en el proceso de conocimiento, cumple el papel de postulado o de primera aproximación —en forma de hipótesis, de investigación— del concreto sensible. La totalidad, de este modo, presupone el análisis, la confrontación con los propios hechos. En este sentido los hechos son determinantes, puesto que es evidente que no son los hechos los que deben ajustarse a la teoría sino ésta a los hechos. Nuestra totalidad como punto de partida orienta el proceso de conocimiento, el camino que va de lo abstracto a lo concreto y de lo concreto a lo abstracto, proceso en el cual nuestra totalidad es enriquecida, desarrollada, verificada, modificada y a veces —en cierto modo siempre— negada. Para Benedict el estudio de la configuración del conjunto existe solamente en oposición al análisis de sus partes. Para el materialismo no existe tal oposición, tampoco concibe el todo como configuración. Ya hemos dicho que la concepción de la totalidad no es una concepción formal sino concreta, orgánica, dialéctica, y que el todo y la parte existen estrechamente relacionados. La posición de Mauss de privilegiar el análisis de los hechos particulares, es compartida en cierto modo por Nadel. Para Nadel la delimitación de la totalidad —cultural en este caso— se puede hacer con base en dos criterios: a través de la construcción de marcos que separan cuadros idénticos o parecidos, o a través de la ordenación tipificada de datos. En todo momento Nadel tiene en mente modos de vida o patrones culturales o, bien, modos de acción que tienen lugar en un grupo de extensión dada. Los modos de conducta vienen a ser, pues, las partes de la cultura. Sobre el carácter unitario del todo, dice lo siguiente: ...el carácter unitario de nuestro descubrimiento de las relaciones importantes que existen entre las partes componentes. En otras palabras primero analizamos, y construimos el “todo” como resultado del análisis.89

Nadel tiene claro que cuando habla del “todo” no se refiere al contenido exhaustivo; por el contrario, la totalidad no tiene un contenido preciso, puesto 89

Nadel, S. F., Fundamentos de antropología social, p. 410.

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93 que no se puede observar todo absolutamente sino únicamente aquello que de acuerdo a cierto criterio de importancia consideramos que es “todo”. Sin embargo, su concepción sigue siendo una concepción formal, mientras que como hemos visto, respecto al punto de partida se decide a favor del análisis. La definición del hecho implica, cuando menos, una visión general, aproximada, de la totalidad. Así como una definición de la totalidad implica la definición de los hechos que la constituyen. Definir el hecho es ubicarlo en una interconexión causal, objetivamente existente y regular con otros.90 De lo que se trata, a fin de cuentas, es de insertarlo en un determinado contexto. La definición de un hecho es la descripción y explicación de sus relaciones. Si nosotros definimos en un plano muy general al hecho como una porción discreta de la realidad, tenemos como postulados la concepción de la realidad, como algo que existe objetiva e independientemente de nosotros, que existe en movimiento y que, por lo tanto, la concebimos como un proceso cuya naturaleza está constituida y regida por contradicciones. La definición concreta del hecho equivale a lo que Podociotnik llama el establecimiento del hecho, ya sea a un nivel descriptivo o explicativo. De esta manera los hechos constituyen la materia prima del conocimiento; su establecimiento significa tomarlos en su conjunto como red de relaciones. En un nivel más profundo, la explicación significa discriminar los hechos, separar los necesarios de los casuales, los esenciales de los secundarios, etc. La ciencia tiene que ver más con este nivel. La ciencia se remite a lo esencial, lo causal y necesario. No consiste en la simple descripción de los hechos. La pretensión de reducir la ciencia a la descripción de los hechos, ha sido una de las posiciones más primitivas dentro del positivismo. La totalidad, por lo tanto, no tiene que ver con todos los hechos, sino sólo con aquellos que han sido aislados en cuanto a sus relaciones y propiedades a los que hace referencia la totalidad. Entre la multiplicidad de relaciones que representa el hecho, se hace abstracción de ciertas relaciones significativas en una situación concreta dada. La determinación de la totalidad significa, por lo tanto, la delimitación de un aspecto de la realidad y, desde el punto de vista metodológico, la delimitación del objeto de estudio. Este concepto de totali90

Podociotnik, “La importancia gnoseológica de los hechos”, La teoría del conocimiento y la ciencia actual, p. 258.

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dad es diametralmente opuesto a la concepción de Boas en la que el todo es considerado como el contenido exhaustivo de la realidad, por lo cual no podía ser agotado por el conocimiento, por esta razón no era posible elaborar principios y leyes generales. Éste es el mismo argumento que utilizan los defensores de las teorías de rango medio. El problema de la identificación del todo con las partes a la que llega Mauss es retomado por Levi-Strauss. En los apéndices de los capítulos III y IV de su Antropología estructural a propósito de las críticas hechas por Haudicourt y Granai en cuanto que se postulaba en sentido afirmativo ante el problema de la identidad de la lengua y la sociedad. En primer lugar, Levi-Strauss responde señalando que su método estructural no ambiciona obtener un conocimiento total de las sociedades, lo cual, además, sería absurdo, de lo que se trata es de extraer, de una riqueza y una diversidad empíricas, las constantes que son recurrentes en otros lugares y en otras épocas. Textualmente dice Levi-Strauss: Rechazo, pues, el dilema que anuncian nuestros autores: o bien la sociedad no existe como una totalidad y está hecha de la yuxtaposición de sistemas irreductibles, o bien todos los sistemas considerados son equivalentes y expresan cada uno en su lenguaje, la totalidad de lo social... Ya había respondido a este punto en el artículo de 1953, que mis críticos no han leído; para definir de manera conveniente las relaciones entre lenguaje y cultura es preciso, me parece, excluir desde un principio dos hipótesis. Una, aquella según la cual no puede haber ninguna relación entre los dos órdenes; otra, la hipótesis inversa de una correlación total en todos los planos... Mi hipótesis de trabajo pretende, pues, ocupar una posición intermedia, es probable que puedan descubrirse ciertas correlaciones entre determinados aspectos y en ciertos niveles, y para nosotros se trata de encontrar cuáles son esos aspectos y dónde están esos niveles.91

Realmente, no tenemos nada que objetar al justo rechazo de Levi-Strauss a las dos hipótesis. Sin embargo, no estamos de acuerdo con su propia hipótesis de trabajo. Las relaciones entre las partes del todo —trátese de la sociedad global o de un aspecto más particular— están simplificadas a nivel de correlaciones; se trata de discernir niveles que sean comparables por este medio y convertirlos en significativos.92 Ante la exaltación de su recurso comparativo 91 92

Levi-Strauss, Antropología estructural, p. 77. lbid., p. 80.

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95 opondríamos las mismas objeciones; la comparación —analogía, homología— es útil para alcanzar cierto conocimiento de los fenómenos, en cuanto a sus características y propiedades, pero, por sí mismo, no será capaz de conducir a la esencia de los fenómenos, ni al descubrimiento de principios generales —relaciones de causa efecto—; los niveles de la totalidad son concebidos en una superficie plana y estratificada, a partir de estas posiciones es fácil comprender su estructuralismo y reduccionismo, y también resulta comprensible su teoría del trabajo científico. Su metodología se basa en la distinción entre estructura y relaciones sociales, en la negación del carácter empírico de la estructura, o sea la negación de la totalidad concreta, en la concepción de la estructura como articulación de transformación, en la consideración del trabajo científico a partir de modelos excluyendo la praxis; y, por último en el objetivo de revelar las estructuras inconscientes a través del análisis estructural.93 La totalidad incluye, y es resultado de, una relación objetiva entre el sujeto y el objeto de conocimiento, entre lo concreto mental y lo concreto sensible; Lukács ha insistido con gran fuerza en la asunción de la praxis en el interior mismo de la teoría de la totalidad. Esto nos permite destacar el carácter relativo de la totalidad. La totalidad se establece en una relación concreta entre el sujeto y el objeto de conocimiento. Sobre el carácter relativo de la totalidad, le dejamos la palabra a Lukács: El conocimiento, dice, en la medida en que es concreto, es decir, total, refleja siempre un conjunto compuesto de totalidades unidas por vínculos orgánicos, pero accede a él sólo por aproximación. Y esto es así, en primer término porque cada “todo” (cada vínculo, para retomar la palabra de Hegel) que el conocimiento elige como objeto (la estructura económica de tal país, por ejemplo) forma a la vez parte de una totalidad aún más amplia, tanto histórica como teóricamente, lo que significa que en el aspecto objetivo, su totalidad es relativa. Y esto sucede también porque el conocimiento que podemos tener de la totalidad es por necesidad relativo al no ser más que una aproximación. Sólo captando las correlaciones móviles, multilaterales, siempre cambiantes de los elementos, llegamos —dentro de los límites de nuestras posibilidades históricamente determinadas— a rodear cada vez más la realidad objetiva.94 93 94

Trias, E., “Luz roja al humanismo”, Estructuralismo y marxismo, p. 11. Lukács G., La crítica de la filosofía burguesa, pp. 180-181.

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Lo que interesa en la determinación de la totalidad no es solamente discernir los diferentes niveles, o partes, que la constituyen, sino establecer las contradicciones fundamentales que la rigen y le dan su carácter unitario, es la única forma de evitar la unilateralidad del método funcional o estructural. El problema de la determinación de la totalidad no es tanto un problema teórico sino práctico que consiste fundamentalmente en dilucidar las relaciones concretas que se establecen entre el sujeto cognoscitivo y la realidad objetiva. Como dice Lukács, la teoría leninista del conocimiento indica una vía segura hacia la reconquista de la totalidad humana al demostrar, ante todo, que el conocimiento es desde todos los puntos de mira, inseparable de la acción práctica y del trabajo. A diferencia de lo que propone Levi-Strauss, no se trata de diluir al hombre y de estudiarlo como si se tratara de hormigas, sino de comprometerse con los hombres, con los intereses más avanzados de la humanidad que orientan la transformación revolucionaria del mundo. Pero aún nos falta descifrar la incógnita planteada en forma clara por Mauss, respecto a su teoría del “hecho social total” como diría Levi-Strauss, teoría tan a menudo celebrada y tan mal comprendida. Ya hemos visto que Mauss privilegia los hechos frente a la teoría, al observador frente al teórico, posición paradójica tratándose de Mauss que fue un teórico, un investigador de escritorio. En su ensayo sobre los dones Mauss indica que el proceso del análisis conduce, en breve, a un nivel donde todo se mezcla. Desde luego no estamos plenamente de acuerdo con la interpretación que hace Levi-Strauss de la noción de totalidad de Mauss, si bien tiene razón cuando señala que trasciende el descarnamiento que amenaza a la sociología durkhemiana al explicitar el elemento subjetivo, pero de ninguna manera el problema consiste en relacionar dos subjetividades: la del objeto de estudio y la del sujeto de conocimiento, proponiendo una solución un tanto existencial donde la única conclusión consista en reconocer que la síntesis, aun cuando sea aproximativa, pertenezca a la experiencia humana. Nos parece que al afirmar esto no se ha avanzado nada, y más bien se ha revuelto el asunto haciéndose más turbio. Como condición previa necesitamos ubicar el problema en los términos correctos. La cuestión no se define como el encontrar aquel elemento que puede sustituir a cualquier otro elemento del todo, el elemento común al cual pueda ser reducida la diversidad de su contenido. No se trata

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97 de equivalentes generales o universales sino de relaciones generales o universales, es decir, el descubrimiento y formulación de leyes, de principios y de modelos. Por otra parte, es elemental tener en cuenta el carácter relativo de la subjetividad. En primer lugar, respecto a dos miembros de una determinada cultura, es necesario distinguir lo que reflejan de la propia realidad reflejada, es decir, de la realidad objetiva. En segundo lugar, es necesario distinguir la forma como el investigador refleja su objeto de estudio, es decir, lo abstracto en el pensamiento de lo concreto en la realidad; en tercer lugar, es necesario tener en consideración que cuando se habla de estructuras inconscientes se refiere a un nivel de la realidad que no tiene que ver con lo objetivo o lo subjetivo, ni a nivel de los seres humanos que forman parte del objeto de estudio ni a nivel de la relación sujeto-objeto de conocimiento. No podemos olvidar que lo que es subjetivo para unos es objetivo para los demás, de tal modo que lo que existe en la cabeza de los seres humanos tiene también una existencia objetiva, independientemente de que el contenido del reflejo sea objetivo o subjetivo. Las fantasías, los errores, la falsa conciencia, pueden ser también —y lo son— objetos de estudio. Cualquier equivalencia general o universal resulta ser, inevitablemente, una fórmula exagerada. Cuando decíamos antes que, por el contrario, de lo que se trataba era de descubrir las relaciones generales o universales hablamos a la vez de relaciones esenciales. Los elegantes juegos que consisten en comparar modelos con el fin de traducirlos a un metalenguaje se alejan del término de los hechos y de los propósitos de la ciencia que consiste en revelar los aspectos esenciales, la fuente y la tendencia del desarrollo de los fenómenos. Para penetrar a la esencia es cierto que el científico tiene que dar un rodeo. La esencia no se encuentra en la superficie del fenómeno, sino que se encuentra oculta por la apariencia, por lo fenoménico, si no fuera por el papel que juegan la apariencia y el condicionamiento social, estaríamos de acuerdo con cierto autor cuando comenta que no se necesita ser un candidato seguro a ingresar a un manicomio para negar la objetividad de la materia, y lo mismo acontece con los que afirman que las clases sociales no existen y de que el burgués es rico gracias a su trabajo o a su inteligencia, negando que su riqueza sea producto de la apropiación del trabajo ajeno o, bien, los que aseguran que los conceptos tienen vida propia y son los que determinan la existencia de las cosas o, bien, aquellos

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que sostienen que la materia es una metáfora o que el mundo ha sido creado por una fuerza o ente espiritual, etc. La apariencia no sólo oculta la esencia del fenómeno sino que lo refleja en forma tal que no solo aparece como lo que no es, sino, frecuentemente, como lo opuesto de lo que es. De tal manera, el Sol aparece como el que gira en torno a la Tierra y de que es del mismo tamaño o más chico que la Luna. Así también las relaciones entre los hombres nos dan la apariencia de una relación entre cosas. La apariencia en otros niveles opera en distinta forma, como categorías absolutas supradeterminadas, tal es el caso de la mercancía... La victoria de la categoría mercancía en la vida diaria del hombre en la sociedad capitalista le ocasiona tal perturbación en la actitud perceptiva de lo social que cree ver en todas partes lo que no existe en ninguna; la progresiva autonomía de la economía (Godelier) y la universal identificación de capitalismo y racionalidad (Shumpeter).95 Selivanov resalta el carácter paradójico de las nuevas tesis que contradicen a la experiencia cotidiana y afirma que las verdades científicas son siempre paradójicas si se juzga sobre la base de la experiencia cotidiana que capta únicamente la engañosa apariencia de las cosas. Pero ¿qué podemos decir cuando se trata de otro nivel, de la praxis empírica y teórica de los investigadores? La tendencia de un reflejo deformado, unilateral de la realidad objetiva es impulsada, entre otros factores, por aspectos ideológicos y metodológicos. En el problema de la penetración del fenómeno a la esencia, juega un papel importante la captación de las contradicciones fundamentales y principales. Como hemos dicho, no se trata de equivalencias o de sustituir las contradicciones por las relaciones o lucha entre las partes. Desde nuestro punto de vista hay que partir del carácter genético dinámico de la totalidad como sistema orgánico “que tiene sus supuestos y su desarrollo en el sentido de la totalidad”.96 Las contradicciones fundamentales que rigen el sistema, actúan en dos sentidos: a) en el sentido de someter e imprimir su carácter a todos los elementos que constituyen la totalidad, b) en crearse los órganos, partes o aspectos que le hacen falta conforme a su naturaleza y desarrollo. Es la totalidad orgánica a la que más tarde Maturana va a llamar “autopoiéticas”. 95 96

Bagú, S., Tiempo, realidad social y conocimiento, p. 181. Tecla, Alfredo, Universidad, burguesía y proletariado, p. 33.

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99 En este sentido, es una totalidad histórica. La totalidad es un sistema estratificado. Si bien las contradicciones fundamentales impregnan, atraviesan o iluminan a los elementos constituyentes de la totalidad, las relaciones entre los elementos no se dan en forma caótica o aislada sino formando conjuntos, en forma de redes de relaciones o bien de estructuras. De otra manera caeríamos en los límites del pensamiento mágico, donde los fenómenos más diversos se conectan entre sí y bien podríamos dar explicaciones al estilo de que la enfermedad es provocada por el “mal de ojo” o que el canto del búho anuncia la muerte de alguna persona. La realidad es, pues, una realidad estratiforme. Por último, el embrollo en que se han metido algunos autores, entre ellos Mauss, respecto al hecho social total, y que consiste en querer ver reproducidas las cualidades del todo en cada una de sus partes o de sus elementos, sólo puede ser superado con base en las consideraciones anteriores y que nos permiten ver los distintos niveles de la totalidad. Si bien es cierto que cada una de las partes del todo y cada uno de sus elementos reproduce en su escala las contradicciones y cualidades del todo, también es cierto que las partes y los elementos presentan características específicas que los distinguen del todo, y que, a su vez, el todo presenta cualidades diferentes a las de las partes y de sus elementos. Es lo que hemos llamado esencialidad orgánica y esencialidad específica. La esencialidad orgánica se deriva de la contradicción principal que rige al sistema, la que “ilumina” y le da su carácter a la totalidad. Mientras que la esencialidad específica deriva del sistema o red de relaciones en que se ubica al fenómeno. En otro trabajo señalamos que si bien las propiedades de un determinado fenómeno —incluyendo las esenciales— varían de acuerdo al contexto en que se ubica el fenómeno en cuestión, revela una esencialidad que le otorga el ser parte constitutiva de un todo. Cada elemento, cada parte está sometida a las leyes que rigen el todo. La contradicción principal es la que determina la cualidad esencial a nivel de totalidad. A esta característica esencial es la que aquí definimos como esencialidad orgánica que si bien tiene una relación estrecha con las otras propiedades del fenómeno, no se puede identificar con aquellas propiedades esenciales que surgen de la relación específica de sus aspectos internos y de sus relaciones concretas con el contexto donde se ubica. Como ejemplo citamos las instituciones que bajo el sistema capitalista están

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determinadas por las contradicciones principales del sistema, pero que, por otra parte, presentan características y propiedades esenciales específicas. Sabemos que el carácter esencial del capitalismo es la plusvalía, y que ésta impregna a la totalidad; sin embargo, la esencialidad orgánica puede coincidir o no con las propiedades esenciales que surgen en el análisis, a nivel del fenómeno o en un contexto parcial de la totalidad. Es decir, no existe una relación mecánica entre la esencialidad orgánica y las propiedades esenciales particulares del fenómeno, a la que denominamos orgánica. La esencialidad específica, por su parte, se obtiene a través de una serie de eslabones intermedios, donde se revela el papel que juegan las contradicciones principales que rigen la totalidad, y las contradicciones específicas que actúan al nivel del fenómeno dado. La investigación científica debe poner en claro esta relación concreta.97 Así pues, una concepción correcta de las relaciones entre el todo y las partes, es decir, la totalidad, no sólo nos preserva del estrecho empirismo, o de las mistificaciones positivistas, sino que nos sirve como un eficaz instrumento en la investigación de la realidad, asunto de gran importancia sobre todo para aquellos que, con su trabajo científico, quieren contribuir a la transformación progresiva de la sociedad.

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Idem.

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101 Cuestionario 11. ¿Qué tipo de relaciones y diferencias se establecen entre el conocer como “transformación-apropiación” y el conocer como “eliminación del déficit del saber”. 22. ¿Cómo se define el “hecho”, la “parte” y el “todo”? 33. ¿En qué consiste la unicidad de un conjunto? 44. ¿Cuáles son las variantes de la concepción sobre la totalidad del positivismo? 55. ¿Cuáles son las consecuencias inmediatas de la concepción formal de totalidad? 66. ¿Qué problema metodológico se deriva de la concepción formal de totalidad? 77. ¿Cómo se expresa esta concepción formal en Benedict, Boas, Nietzsche y Spengler? 88. ¿En qué consiste el principio spengleriano para el estudio de las formas vivas? 99. ¿Por qué no puede reducirse el todo a la suma de las partes? 10. ¿Cuál es la concepción de totalidad de Mauss? 11. ¿En qué consisten sus dos errores fundamentales? 12. ¿Cuál es el verdadero punto de partida según Marx? 13. ¿Qué significa la determinación de la totalidad? 14. ¿Cuáles son las limitaciones de la analogía y la homología, que no capta Levi-Strauss? 15. ¿En qué se basa la metodología de Levi-Strauss? 16. ¿En qué consiste el carácter relativo de la totalidad? 17. ¿Cuáles son las alternativas metodológicas a las proposiciones de Mauss y Levi-Strauss? 18. ¿En qué consiste la esencialidad orgánica según Tecla?

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INTRODUCCIÓN AL MARCO TEÓRICO

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4. UN EJEMPLO DE LAS TEORÍAS DE RANGO MEDIO

Franz Boas nació en Minden, Westfalia en 1858. Estudió física y geografía; hizo su doctorado en 1881. De 1883-84 realiza una expedición a la tierra de Baffin en la que realiza estudios etnográficos sobre los esquimales. Esta experiencia es definitiva para Boas quien de ahí en adelante se orienta hacia la antropología. En 1886 inicia sus investigaciones sobre las tribus de la Columbia Británica. Tres años más tarde es contratado por la Clark University de Estados Unidos combinando una “experiencia amplia en el trabajo de campo con una oportunidad sin rival para entrenar investigadores”.98 Entre sus discípulos se pueden destacar A. L. Kroeber, A. B. Lewis, R. H. Lowie, P. Radin, E. Sapir, F. C. Cole, L. Spier y M. Herskovits. Antropólogos como Linton y Benedict tuvieron una fuerte influencia en Boas. La labor de Boas se refleja en todas las ramas de la antropología; y como señala Lowie hizo inclusive una aportación a la arqueología con sus excavaciones estratigráficas en México. Boas le imprimió más sistematicidad al trabajo de campo. Recomendaba el uso del idioma nativo respectivo; el conocimiento de la lengua nativa era un requisito para conocer al indígena “desde dentro”; desarrolló la técnica del uso de informantes e insistió en la descripción sistemática de todos los datos culturales “como única actitud científica justificable”.99 Fue un celoso defensor del método comparativo. Es cierto que su obra etnográfica es monumental, pero es falso que este campeón del relativismo haya sido un antiteórico.100 998 999 100

Lowie, Historia de la etnología, p. 160. Ibid., p. 163. Citado por Abraham Monk, en “Su provincia fue el mundo”. Introducción al libro de Boas Cuestiones fundamentales de la antropología cultural, Buenos Aires, 1964. 103

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Por lo que vamos a exponer más adelante, se verá que es explicable nuestra suspicacia ante los juicios de sus discípulos de considerarlo a la altura de un héroe mítico o bien como el gran metodólogo, Benedict llega a afirmar que “Boas halló la antropología hecha un haz de acertijos dislocados y la dejó transformada en una disciplina seria donde las teorías deben someterse invariablemente a la experimentación y validación.”101 Lo cierto es que Boas aparece en un principio, influenciado por el determinismo geográfico de Ratzel que más tarde desecha; siempre en oposición a los esquemas generales y como un excelente expositor de las teorías de “rango medio”. Su obra es una gran masa de datos etnográficos. En 1911 aparece la primera edición de su obra The Mind of Primitive Man. Le suceden un gran número de artículos publicados en diversas revistas antropológicas. Los artículos sobre el método que aquí reproducimos, fueron publicados en 1920. El carácter actual de la antropología americana (y en gran parte de la antropología que se hace en México) sería incomprensible sin tomar en consideración la influencia de Boas, el cual significa un viraje radical en cuanto a los problemas centrales de la antropología, los objetivos y la metodología. En este sentido Boas es la expresión típica de la orientación y del carácter correspondiente a la ideología burguesa que nutre el empirismo estrecho bajo sus diversas formas del positivismo, racionalismo, neokantismo, psicologismo y pragmatismo, o sea de las corrientes idealistas de la época. La actividad de Boas se inicia en la década de los años ochenta y se termina en 1936, año de su jubilación; este periodo corresponde al surgimiento del pragmatismo (Peirse 1839-1914, James 1842-1910), ya la segunda etapa del positivismo bajo su forma de empiriocriticismo representado principalmente por Mach y Avenarius (1838-1916 y 1843-1896), respectivamente, mientras que el racionalismo se manifiesta en la teoría del instinto de Freud, el voluntarismo inconsciente de Shopenhauer, las teorías del superhombre, lo dionisiaco y lo apolíneo de Nietzsche, en la intuición de Bergson y James, y un poco más tarde en el empirismo pragmático de los primeros estudios de los procesos administrativos como Taylor y Elton Mayo. El kantismo, lo mismo que el positivismo es la referencia común de las corrientes idealistas. El neokantismo lleva al extre101

Ibid., p. 6.

UN EJEMPLO DE LAS TEORÍAS DE RANGO MEDIO

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105 mo algunas de las tesis de Kant o, bien, es su aplicación a algunos campos específicos como es el caso de la historia en la que la Escuela de Baden fundada por Windelband (1848-1915), juega un papel importante. Este dato es significativo debido a que, las posiciones boasianas con respecto a la historia, y las de sus discípulos (Kroeber en este caso) coinciden con el neokantismo de la Escuela de Baden. Así pues, para analizar la obra de Boas, hay que contemplarla en el contexto social, económico y cultural de la época, pues de otra manera perdemos de vista su verdadero significado. No podemos quedarnos en el juicio de Lowie (discípulo de Boas) el cual estimó que “desde Taylor nadie ha ejercido sobre la etnología una influencia comparable a la de Franz Boas (1859-1942)”, sino que tenemos que ir más allá e intentar explicar por qué Boas jugó ese papel y qué carácter tuvo su influencia. Deliberadamente, Lowie pasa por alto la influencia de Morgan, pero ya sabemos que éste no se contaba entre los antropólogos predilectos de Lowie, y que en el fondo esto se debía a grandes diferencias ideológicas. Por otra parte, no resulta extraño que la antropología, al igual que otras disciplinas, limiten su función a la descripción y cuantificación. La antropología americana no es la excepción y abstrayéndose de los grandes problemas de su tiempo se plantee como objetivo exclusivo el “rescate etnográfico” y que, desde el punto de vista teórico y metodológico, se encuentre empantanada en el más estrecho empirismo. El carácter clasista de las ciencias sociales nos explica, en términos generales, las principales causas de esta situación, pero desde el punto de vista gnoseológico y metodológico es necesario analizar algunas cuestiones específicas de la obra de Boas y, de paso, de Kroeber, y esto es lo que enseguida vamos a hacer. El rasgo fundamental de la antropología que se inicia con Boas es la exclusión y rechazo de los modelos generales que pretenden dar una explicación al desarrollo social; en consecuencia se niega la posibilidad del conocimiento histórico y se afirma el relativismo cultural. El “método” es por excelencia comparativo mecanicista, en cuanto a que aisla los fenómenos, los concibe estática y unilateralmente en su aspecto cuantitativo. Consideramos que esto es lo esencial. Sin dejarnos llevar por el carácter contradictorio de los pocos textos teóricos de Boas, trataremos de extraer aquellos conceptos fundamentales que caracterizan su obra.

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Boas rechaza el modelo general de evolucionismo, basado en los siguientes razonamientos: a) el falso principio de la unidad psíquica cuyo principal argumento es el paralelismo, dice: “La historia de la civilización humana no nos parece determinada totalmente por una necesidad psicológica, que conduce a una evolución uniforme en todo el mundo” (The methods of Etnology, 1920). Estas necesidades psicológicas difieren de un pueblo a otro y en esto juega un papel importante la adecuación al medio geográfico. Dice textualmente Boas: Más bien vemos que cada grupo cultural tiene su propia y genuina historia, que depende, tanto del desarrollo interno peculiar del grupo social, como de las influencias extrañas a que se ha estado sujeto. Ha habido procesos de diferenciación, gradual, así como procesos de nivelación de diferencias, entre centros culturales vecinos; pero que sería casi imposible entender sobre la base de un esquema evolutivo único, lo que ha pasado en cualquier pueblo en particular.102

Y más adelante cita el argumento de Cushing el cual consideraba que era posible explicar la cultura zuñi enteramente sobre la base de las reacciones de la mentalidad zuñi hacia su ambiente geográfico y que la totalidad de la cultura zuñi puede ser explicada como el desarrollo que se deriva necesariamente de la posición en la que el pueblo está ubicado; b) no existe una línea general del desarrollo, puesto que la historia de cada pueblo es única y particular y por lo tanto no se puede desprender de cada una de ellas algo común general; en pocas palabras, no existen leyes generales del desarrollo social; c) no existe la determinación de alguno de los factores de la realidad social, pues según el ejemplo zuñi el factor determinante es su ubicación geográfica; d ) no se puede postular como ley del desarrollo el paso de lo simple a lo complejo y de lo inferior a lo superior. Todos estos argumentos coinciden con los de la escuela de Windelband y Rickert que afirmaban que había ciencias descriptivas (ideográficas). Según Boas, esto es evidente en el ejemplo de los estilos representativos y geométricos pues no se infiere, necesariamente, que uno sea más antiguo que el otro y que se derive de él; e) la fuente del desarrollo no se encuentra en el “desarrollo interno del grupo social sino en las in102

Idem.

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107 fluencias externas a las que está sujeto” (supra. loc. cit.); f ) por lo tanto, el aspecto fundamental del cambio y que a su vez lo explica, es la difusión; g) el esquema evolucionista aun en sus aspectos más generales es vago y no se puede desprender de él ninguna base o procedimiento para explicar los detalles particulares; tal es el caso de la secuencia de las invenciones industriales de América y el Viejo Mundo en que a pesar de que parece existir cierto paralelismo, éste es útil y desaparece cuando se hace una comparación más detallada, pues no existe correspondencia en cuanto al tiempo, número y calidad de los inventos. Lo anterior nos permite comprender el sentido de ciertas categorías utilizadas por Boas y que, en un primer momento, sin estos antecedentes nos hubieran llevado a la confusión. ¿Qué entiende Boas por totalidad, por cambio y por historia? Partamos del siguiente texto de Boas: Cuando hayamos delimitado la historia de una sola cultura y comprendido los efectos del medio circundante y las condiciones psicológicas que en ella se reflejan, habremos dado un paso adelante y podremos también investigar en qué medida las mismas y otras causas operaban en el desarrollo de otras culturas. Al comprender así las etapas del crecimiento se pueden encontrar leyes generales. Este método es mucho más seguro que el método comparativo (evolucionista) tal como es practicado corrientemente, porque en lugar de una hipótesis sobre el modo de desarrollo la base de las deducciones está formulada por la historia real.103

El núcleo de este razonamiento estriba en la correlación que hace Boas entre historia, geografía y cultura. La cultura como totalidad para Boas implica una relación estrecha como el medio geográfico y la historia y las condiciones psicológicas, sólo que esta relación se da a nivel de unidad más no de contradicción; es decir, observa sólo un aspecto de la totalidad. Para Boas es “imposible reducir sus elementos a una causa común”;104 aunque le adjudica un papel preponderante al medio geográfico reconoce que hay culturas sumamente distintas con el mismo medio ambiente. De tal manera, cada cultura se presenta como una totalidad autónoma; en consecuencia la historia de ser 103 104

The limitation of comparative method in antropology, 1896, citado por Leclerc, Antropología y colonialismo. Lowie, op. cit., p. 179.

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posible, no lo es como historia general sino como el análisis de las historias particulares (Leclerc) puesto que no existe una causa común, o sea que el relativismo cultural hay que entenderlo también como un relativismo histórico. La historia para Boas no es una ciencia que postula leyes, puesto que “Los fenómenos culturales son de una complejidad tal que, parece... dudoso que se puedan encontrar leyes culturalmente válidas.” Las leyes que se pueden proponer serán “necesariamente vagas y... tan obvias que ayudarán poco a una verdadera comprensión”.105 La historia será pues, para Boas, la descripción de los hechos, descripción fragmentaria y limitada, lo más que puede descubrir es un orden, no necesariamente cronológico, ni mucho menos causal, en el que unos rasgos están presentes y otros no lo están, de acuerdo a un espacio geográfico —área de cultura y “área de edad”—, y que con base a un “principio general” (¡vaya paradoja en tal campeón del relativismo que niega principios universales!) el principio de la continuidad de la difusión. La distribución del rasgo cultural adquiere sentido para Boas, se establece un centro cultural o mejor dicho, centros, de cultura, áreas de cultura, periferias culturales y áreas intermedias; de acuerdo con esto, los rasgos culturales se clasifican en tipos puros, tipos mezclados y tipos extremos. Así pues, la distancia, la frecuencia y la distribución se convierten en los criterios fundamentales para el análisis. La incomprensibilidad de la historia ha sido resultado de esta manera por Boas. Aun cuando Boas hubiese tenido en mente hacer historia; de ningún modo se trataría de una historia explicativa puesto que la historia no busca leyes. Su concepción del cambio está ligada a la concepción de rasgo cultural. El cambio es el resultado de la combinación y el incremento de los rasgos culturales. Boas, en la práctica, despoja a los rasgos culturales de su contenido humano, dejan de ser producto y expresión de determinadas relaciones sociales y, por el contrario, se convierten en entes metafísicos con vida propia, que se combinan y se mezclan sin sujeción a alguna ley. Su visión mecánica del cambio, su concepción estrecha y relativista de la cultura y su escepticismo histórico, hacen que Boas deambule en medio de una masa enorme de datos cuyo verdadero significado queda oculto. Recordamos la fábula de los hermanos Keeper de Katherine Hayles, que estando presos en una pequeña celda 105

Idem.

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109 desarrollan la manía compulsiva de coleccionar el periódico New York Times y llegado un momento mueren asfixiados por la cantidad de periódicos acumulados. Su rechazo a las teorías y principios generales lo llevaron a elaborar un método mecanicista, al simple análisis morfológico, al psicologismo, al escepticismo histórico (Leclerc) y al agnosticismo. Es indudable que Boas fue un incansable recolector de datos y que fue consecuente con una técnica rigurosa pero que igualmente esquivó sistemáticamente el método y la teoría científica, la consecuencia de esa actitud fue su eclecticismo, el cual va a caracterizar de ahí en adelante a la antropología norteamericana. Al criticar el método comparativo, en realidad no lo sustituye por otro, sino que propone el mismo “método” reducido a la técnica en la que la cuantificación es lo único “seguro”. Ve solamente lo particular y desecha lo general. El método científico que postula el paso de lo abstracto a lo concreto se ve fracturado quedando reducido a la abstracción mecánica, la cual está imposibilitada por lo mismo a llevar a cabo la integración del fenómeno que conduce al descubrimiento de la fuente de desarrollo y a entrever las perspectivas, la orientación de ese desarrollo. Aquí radica la principal diferencia entre la abstracción mecánica de Boas y la abstracción dialéctica, la cual nunca pierde de vista la concreción del fenómeno ni la validez teórica. Es falso que Boas no haya tenido tiempo de elaborar teorías, o de que la masa de datos no era suficiente para una interpretación teórica, ni mucho menos que la actitud científica consista precisamente en evitar las interpretaciones generales. Lowie interviene decididamente en favor de Boas cuando dice: Sin duda alguna también en este caso lo detuvo su puritanismo; por una parte es nuestro deber recoger los datos originales antes que desaparezcan; pero por otra parte, ¿cuándo podemos estar seguros de disponer de todos los datos que puedan justificar una interpretación definitiva?106

Lowie indica que ésta es la diferencia entre el “hombre de ciencia en contraste con la del filósofo” y recurre al líder del empiriocriticismo Ernest Mach del que cita en su apoyo el siguiente párrafo: “El hombre de ciencia que en cada 106

Idem.

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solución importante de un problema encuentra nuevos rasgos, considera como prematura la sistematización y esquematización, y las deja gustosamente al filósofo, que tiene más práctica en ella”, se trata simplemente de fraccionamiento de la ciencia, del desconocimiento de una ciencia y un método general. Esta postura es característica del positivismo. Durkheim en sus conclusiones a “Las reglas del método sociológico”, expresa con mucha claridad esta posición. El método, ante todo dice Durkheim: “es independiente de toda filosofía, y debe estar alejado de toda lucha partidaria”. Esta ha sido una de las varias aspiraciones de la ideología burguesa, despojar de su carácter de clase a las ciencias sociales y convertirlas en simples técnicas al servicio de la clase dominante o, bien, quedar reducidas a un simple nivel descriptivo. Se intenta romper también la relación estrecha entre la teoría y la práctica, desembocando en el dogmatismo en un caso y en el empirismo en el otro. Lo mismo está pasando en otros campos como en la administración, por ejemplo, la teoría, para ser científica, necesita estar siendo confrontada constantemente con la práctica (el sujeto crítico), es a través de ella como se enriquece y se desarrolla el conocimiento, mientras que la práctica sin la teoría carece de propósito científico, es incapaz de penetrar a la esencia de los fenómenos, de prever los cambios y su orientación. Cuando se observa esta estrecha relación entre la teoría y la práctica se está en posibilidad de desarrollar nuestro conocimiento sobre el mundo objetivo, de descubrir sus leyes y de reflejar en nuevos conceptos y categorías los vínculos, los nexos entre los fenómenos con los que el hombre se relaciona a través de su práctica. Cuando esta condición se cumple está haciendo ciencia. Ejemplos extraordinarios que ilustran este principio los constituyen, Darwin, Marx y Lenin. Darwin decía sobre sí mismo, que se había convertido en una máquina de moler leyes, y lo mismo podemos decir de Marx y de Lenin en el campo de las ciencias sociales. Estos dos grandes científicos y revolucionarios eran verdaderas máquinas de moler leyes. No sólo manejaban una masa enorme de datos sino que estaban en constante acecho, confrontándolos y recogiendo nuevos datos para enriquecer la teoría. Sus modelos, leyes y categorías se construían sobre la experiencia histórica y viva de los hombres. Los intentos de la ideología burguesa de separar la teoría de la práctica están destinadas al fracaso. Pero esto no es un asunto solamente teórico sino también práctico. Hay que desenmascarar en todo momento a la ideología

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111 burguesa que se nos presenta con el disfraz de ciencia “neutral” y “objetiva”, o bien “antihistórica” y “descriptiva”, lo que nos obliga a tomar una actitud crítica hacia esta clase de antropología (que es la ciencia que estamos tratando, pero lo mismo se puede decir de la ciencia administrativa por ejemplo) donde quiera que se encuentre, pues es un hecho histórico que ésta ha echado raíces profundas en la “antropología mexicana”. Y como demostración baste el ejemplo de Palerm, prestigiado antropólogo mexicano, el cual adopta las posiciones empiriocriticistas. Para Palerm, igualmente; no debe mezclarse la antropología con la filosofía; la filosofía es metafísica y, desde luego, critica a los que quieren establecer esa relación Introducción a la teoría etnológica. El tema de Boas, pues, es ilustrativo por muchas razones, y una de ellas es que constituye un tema vigente, puesto que en gran medida ha servido de estereotipo a la antropología americana y, en gran parte, a la antropología mexicana, como lo ilustra el caso de Palerm. La crítica de Boas es, en cierto modo, la crítica a la antropología tradicional.

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Cuestionario 11. ¿Cuál es el rango fundamental de la antropología que se establece con Boas? 22. ¿Cuáles son los argumentos de Boas para rechazar el modelo general del evolucionismo? 33. ¿Cuál es la alternativa que propone Boas al método comparativo (evolucionista)? 44. ¿Qué significado tiene para Boas la cultura como totalidad? 55. ¿Qué vendría a ser la historia para Boas? 66. ¿Cuál es la concepción del cambio en Boas? 77. ¿Cuál es el principio general que reconoce Boas? 88. ¿Cuál es la crítica que hace Tecla al relativismo y mecanicismo de Boas? 99. ¿Cuáles son los argumentos que cita Tecla en su critica a la proposición boasiana de las teorías de rango medio? 10. ¿Qué ejemplos cita Tecla en el contexto de la antropología en México con el que se demuestra la influencia empiriocriticista de Boas?

INTRODUCCIÓN A LOS ELEMENTOS FUNDAMENTALES...

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ANEXO I EL MÉTODO MARXISTA

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INTRODUCCIÓN A LOS ELEMENTOS FUNDAMENTALES...

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INTRODUCCIÓN A LOS ELEMENTOS FUNDAMENTALES PARA LA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA Carlos Marx, 1875-1858 PRODUCCIÓN a) El objeto a considerar es en primer término la producción material. Individuos que producen en sociedad, o sea la producción de los individuos socialmente determinada: éste es naturalmente el punto de partida. El cazador o el pescador solos y aislados, con los que comienzan Smith1 y Ricardo,2 pertenecen a las imaginaciones desprovistas de fantasía que produjeron las robinsonadas del siglo XVIII, las cuales no expresan en modo alguno, como creen los historiadores de la civilización una simple reacción contra un exceso de refinamiento y un retorno a una malentendida vida natural. El contrato social de Rousseau,3 que pone en relación y conexión a través del contrato a sujetos por naturaleza independientes tampoco reposa sobre semejante 1

2

3

Cfr. Adam Smith, An Inquiry in to the Nature and Causes of the Wealt of Nations. With notes from Ricardo. MacCulloch, Chalmers and Other Eminent Political Economists. Edited by Edward Gibbon Wakefield. A new edition ni four volumes, London, 1843, vol. I, p. 2 (Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones, México, FCE, 1958, p. 4). Marx utilizó a veces la edición 1835-39 (cuyos extractos se encuentran en el cuaderno londinense VII) y la traducción francesa Recherches sur la nature et les causes de la rechesse des nations, traductions nouvelle, avec des notes et des observations; par German Garnier, París 1802. (Extractos de esta última en dos cuadernos no datados y no numerados, pero redactados aproximadamente en enero-junio de 1844 en París. Cfr. MEGA 1/3, pp. 557-493.) Cfr. David Ricado, On the Principles of Po1itical Economy and Taxatin, third edition, London, 1891, p. 3 (Principios de economía política y tributación, trad. J. Broc.,Wolfy y J. Estrada, FCE, México 1959, p. 10. (Extractos comentados de esta edición, en los cuadernos londinenses IV y VIII. Los extractos son publicados en apéndices a la edición alemana de los Grundisse, pp. 765-780,781-893. Marx utilizó también la traducción francesa Des principes de l´economie politique et de l’import. Traduit de I’anglais par F.S. Constancio, D.M., etcétera, avec des notes explicatives et critiques par J.B. Say, seconde édition. París, 1835 (Extractos de esta última, en cuaderno redactado aprox. enero-junio de 1844 en París mayo-junio de 1845 en Bruselas. Cfr. MEGA 1/3, pp. 493-519). Un índice analítico de la obra de Rousseau la encuentra en un cuaderno titulado por Marx “Notizen sur franzosischen Geschichte. Kreuznac. Juli-August 1843”. Cfr. MEGA 1/1, t. 20, pp. 120-121. 115

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naturalismo. Éste es sólo la apariencia, apariencia puramente estética, de las grandes y pequeñas robinsonadas. En realidad se trata más bien de una anticipación de la “sociedad civil”4 que se preparaba desde el siglo XVI y que en el siglo XVIII marchaba a pasos de gigante hacia su madurez. En esta sociedad de libre concurrencia cada individuo aparece como desprendido de los lazos naturales, etc., que en las épocas históricas precedentes hacen de él una parte integrante de un conglomerado humano determinado y circunscripto. A los profetas del siglo XVIII, sobre cuyos hombros aún se apoyan totalmente Smith y Ricardo, este individuo del siglo XVIII —que es el producto, por un lado, de la disolución de las formas de sociedad feudal y, por el otro, de las nuevas fuerzas productivas desarrolladas a partir del siglo XVI— se les aparece como un ideal cuya existencia habría pertenecido al pasado. No como un resultado histórico, sino como punto de partida de la historia. Según la concepción que tenían de la naturaleza humana, el individuo aparecía como conforme a la naturaleza en tanto que puesto por la naturaleza, y no en tanto que producto de la historia. Hasta hoy, esta ilusión ha sido propia de toda época nueva. Stuart, que desde muchos puntos de vista se opone al siglo XVIII y que como aristócrata se mantiene más en el terreno histórico, supo evitar esta simpleza. Cuanto más lejos nos remontamos en la historia, tanto más aparece el individuo —y por consiguiente también el individuo productor— como dependiente y formando parte de un todo mayor: en primer lugar y de una manera todavía muy enteramente natural, de la familia y de esa familia ampliada que es la tribu; más tarde, de las comunidades en sus distintas formas, resultado del antagonismo y de la fusión de las tribus.5 Solamente llegar al siglo XVIII, con la sociedad civil, las diferentes formas de conexión social aparecen ante el individuo como un simple medio para lograr sus fines privados, como 4

5

Aquí está dicho en la acepción de Hegel, Filosofía del derecho, p. 182: “La persona concreta, que es para sí como un fin particular, en cuanto totalidad de necesidades y mezcla de necesidad natural y de arbitrio, es uno de los fundamentos de la sociedad civil; pero la persona particular entra sustancialmente en relación con otra igual individual, de suerte que cada una se hace valer y satisface mediante la otra igual individual, de suerte que cada una se hace vivir y se satisface mediante la otra y al mismo tiempo simplemente mediatizada, gracias a la forma de la universalidad, constituye el otro principio” (Cfr. en la edición en español de Edit. Claridad, Buenos Aires, 1968, p. 172). B. G. Niebuhr, Romische Geschichte. Erster Theil, zweite; vollig umbearbeite Augusgabe Berlín, 1827, pp. 317-351. (Extractos, pero de la edición inglesa, 1847-51, en un cuaderno no numerado y no datado, pero redactado hacia febrero de 1855 en Londres).

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117 una necesidad exterior. Pero la época que genera este punto de vista, esta idea del individuo aislado, es precisamente aquella en la cual las relaciones sociales (universales, según este punto de vista) han llegado al más alto grado de desarrollo alcanzado hasta el presente. El hombre es, en el sentido más literal, un animal político,6 no solamente un animal social, sino un animal que sólo puede individualizarse en la sociedad. La producción por parte de un individuo aislado, fuera de la sociedad —hecho raro que bien puede ocurrir cuando un civilizado, que potencialmente posee ya en sí las fuerzas de la sociedad, se extravía accidentalmente en una comarca salvaje— no es menos absurda que la idea de un desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan juntos y hablen entre sí. No hay que detenerse más tiempo en esto. Ni siquiera habría que rozar el punto si esta tontería, que tenía un sentido y una razón entre los hombres del siglo XVIII no hubiera sido introducida seriamente en plena economía moderna por Bastiat, Carey, Proudhon, etc.7 A Proudhon entre otros, le resulta naturalmente cómodo explicar el origen de una relación económica, cuya génesis histórica desconoce, en términos de filosofía de la historia, mitologizando que a Adán y a Prometeo se les ocurrió de repente la idea y entonces fue introducida, etc. Nada hay más insulso que el locus communis, puesto a fantasear. b) Eternización de relaciones de producción históricas. Producción y distribución en general. Propiedad. Por eso, cuando se habla de producción, se está hablando siempre de producción en un estudio determinado del desarrollo social, de la producción de individuos en sociedad. Podría parecer por ello que para hablar de la producción a secas fuera preciso seguir el proceso de desarrollo histórico en sus diferentes fases o, bien, declarar desde el comienzo que se trata de una deter6

7

Cfr. Aristotelis de republica libri VIII et economica ex recensione Inmmanuelis Bekkeri, Oxonii MDCCCXXXVII, t. X, lib. I, cap. 2, 9-10. (Extractos de esta edición en un cuaderno no numerado y no datado, redactado aprox. febrero-marzo de 1858 en Londres). Frederic Bastiat, Harmonics économiques, p. 16-19. H. Carey, Principles of Political Economy, Part the first, of the laws of the Production and Distribution or Wealth. Philadelphia, 1837, pp. 7-8. (Extractos de la obra de Carey en el cuaderno londinense X). P.J. Proudhon, Systéme des contradictions économiques ou philosophie de la misere, t. I, París, 1846, p. 77-79.

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minada época histórica, por ejemplo, de la moderna producción burguesa, lo cual es en realidad nuestro tema específico. Pero todas las épocas de la producción tienen ciertos rasgos en común y ciertas determinaciones comunes. La producción en general es una abstracción pero una abstracción que tiene un sentido, en tanto pone realmente de relieve lo común, lo fija y nos ahorra así una repetición. Sin embargo, lo general o lo común, extraído por comparación es a su vez algo completamente articulado y que se despliega en distintas determinaciones. Algunas de éstas, pertenecen a todas las épocas, otras son comunes sólo a algunas. Ciertas determinaciones serán comunes a la época más moderna y a la más antigua. Sin ellas no podría concebirse ninguna producción, pues si los idiomas más evolucionados tienen leyes y determinaciones que son comunes a los menos desarrollados, lo que constituye su desarrollo es precisamente aquello que los diferencia de estos elementos generales y comunes. Las determinaciones que valen para la producción en general son precisamente las que deben ser separadas, a fin de que no se olvide la diferencia esencial por atender sólo a la unidad, la cual se desprende ya del hecho de que el sujeto, la humanidad, el objeto y la naturaleza son los mismos. En este olvido reside, por ejemplo, toda la sabiduría de los economistas modernos que demuestran la eternidad y la armonía de las condiciones sociales existentes. Un ejemplo: ninguna producción es posible sin ningún instrumento de producción, aunque este instrumento sea sólo la mano, sin trabajo pasado, acumulado, aunque este trabajo sea solamente la destreza que el ejercicio repetido ha desarrollado y concentrado en la mano del salvaje. El capital, entre otras cosas, es también un instrumento de producción, es también trabajo pasado, objetivado. De tal modo, el capital es una relación natural universal y eterna; pero lo es si deja de lado específico, lo que hace un “instrumento de producción”, del “trabajo acumulado”, un capital. Así toda la historia de las relaciones de producción aparece, por ejemplo en Carey, como una falsificación organizada malignamente por los gobiernos. Si no existe producción en general, tampoco existe una producción general. La producción es siempre una rama particular de la producción —por ejemplo: la agricultura, la cría del ganado, la manufactura, etc., o bien es una totalidad. Pero la economía política no es la tecnología. Desarrollar en otro lado (más adelante) la relación de las determinaciones generales de la produc-

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119 ción, en un estadio social dado, con las formas particulares de producción. Finalmente, la producción tampoco es sólo particular. Por el contrario, es siempre un organismo social determinado, un sujeto social que actúa en un conjunto más o menos grande, más o menos pobre, de ramas de producción. Tampoco corresponde examinar aquí la relación entre la representación científica y el movimiento real. Producción en general. Ramas particulares de la producción. Totalidad de la producción. Está de moda incluir como capítulo previo a la economía una parte general, que es precisamente la que figura bajo el título de “Producción”8 y en la que se trata de las condiciones generales de toda producción. Esta parte general incluye o debe incluir: 1. las condiciones sin las cuales no es posible la producción. Es decir, que se limita solamente a indicar los momentos esenciales de toda producción. Se limita, en efecto, como veremos, a cierto número de determinaciones muy simples, estiradas bajo la forma de vulgares tautologías; 2. las condiciones que hacen avalizar en mayor o menor medida a la producción, tales como por ejemplo, el estado progresivo o de estancamiento de Adam Smith.9 Para dar un significado científico a esta consideración que en él tiene su valor como apercy, habrá que realizar investigaciones sobre los grados de la productividad en diferentes periodos, en el desarrollo de pueblos dados, investigaciones que excederían de los límites propios del tema pero que, en la medida en que caen dentro de él, deberán ser encaradas cuando se trate del desarrollo de la concurrencia, de la acumulación, etc. Formulada de una manera general, la respuesta conduce a la idea de que un pueblo industrial llega al apogeo de su producción en el momento mismo en que alcanza su apogeo histórico in fact. Un pueblo está en su apogeo industrial cuando lo principal para él no es la ganancia, sino el ganar. En esto, los yanquis están por encima de los ingleses. O también: que ciertas predisposiciones raciales, climas, condiciones naturales, como la proximidad del mar, la fertilidad del suelo, etc., son más favorables que otras para la producción. Pero esto conduce nueva8

9

Véase, por ejemplo, J. St. Mill, Principles of political economy with Some of their Aplications to Social philosophy, London, Libro primero, capítulo I (Principios de economía política), pp. 53, 58). Cfr. A. Smith, An Inquiry, etc., cit., vol. II, pp. 1-9 (Riqueza de las naciones, pp. 329-339. MEGA I/1, pp. 477-478.

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mente a la tautología de que la riqueza se crea tanto más fácilmente cuanto mayor sea el grado en que existan objetiva y subjetivamente los elementos que la crean. Pero no es esto lo único que realmente interesa a los economistas en esta parte general. Se trata más bien —véase por ejemplo, el caso de Mill—10 de presentar a la producción, a diferencia de la distribución, etc., como regida por leyes eternas de la naturaleza, independientes de la historia, ocasión que sirve para introducir subrepticiamente las relaciones burguesas como leyes naturales inmutables de la sociedad in abstracto. Ésta es la finalidad más o menos consciente de todo el procedimiento. En la distribución, por el contrario, los hombres se habrán permitido de hecho toda clase de arbitrariedades. Prescindiendo de la separación brutal de producción y distribución y haciendo abstracción de su relación real, es de entrada evidente que por diversificada que pueda estar la distribución en los diferentes estadios de la sociedad debe ser posible también para ella, tal como se hizo para la producción, extraer los caracteres comunes, así como es posible confundir o liquidar todas la diferencias históricas formulando leyes humanas universales. Por ejemplo, el esclavo, el siervo, el trabajador asalariado reciben una cierta cantidad de alimentos que les permite existir como esclavo, siervo o asalariado. El conquistador que vive del tributo, el funcionario que vive del impuesto, el propietario de la tierra que vive de la renta, el monje que vive de la limosna o el levita que vive del diezmo, obtienen todos una cuota de la producción social que está determinada sobre la base de leyes distintas de las que rigen para el esclavo, etc. Los dos puntos principales que todos los economistas clasifican bajo esta rúbrica son: 1. propiedad; 2. su protección por medio de la justicia, la policía, etc. A esto se debe responder muy brevemente así: ad. 1. Toda producción es apropiación de la naturaleza por parte del individuo en el seno y por intermedio de una forma de sociedad determinada. En este sentido, es una tautología decir que la propiedad (la apropiación) es una condición de la producción. Pero es ridículo saltar de ahí a una forma determinada de la propiedad, por ejemplo, la propiedad privada. (Lo cual implica además como condición, una forma contrapuesta: la no propiedad). La historia nos muestra más bien que la forma primigenia es la propiedad común (por ejem10

Cfr. J. St. MilI, Principles, etc., cit., vol. I, pp. 25-26 (Principios pp. 50-51).

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121 plo, entre los hindúes, los esclavos, los antiguos, celtas, etc.), forma que, como propiedad comunal, desempeña durante largo tiempo un papel importante. No está en cuestión todavía en este punto el problema de si la riqueza se desarrolla mejor bajo esta o aquella forma de propiedad. Pero decir que no se puede hablar de una producción, ni tampoco de una sociedad, en la que no exista ninguna forma de propiedad, es una tautología. Una apropiación que no se apropia nada es una contradicción in subjecto. ad. 2. Protección de lo adquirido, etc. Cuando se reducen estas trivialidades a su contenido real, ellas expresan más de lo que saben sus predicadores. A saber, toda forma de producción engendra sus propias instituciones jurídicas, su propia forma de gobierno, etc. La grosería y la incomprensión consisten precisamente en no relacionar sino fortuitamente fenómenos que constituyen un todo orgánico, en ligarlos a través de un nexo meramente reflexivo. A los economistas burgueses les parece que con la policía moderna la producción funciona mejor que, por ejemplo, aplicando el derecho del más fuerte. Ellos olvidan solamente que el derecho del más fuerte es también un derecho, y que este derecho del más fuerte se perpetúa bajo otra forma en su “Estado de derecho”.

Cuando las condiciones sociales que correponden a un estadio determinado de la producción están recién surgiendo, o cuando están a punto de desaparecer, se manifiestan naturalmente perturbaciones en la producción, aunque en distintos grados y con efectos diferentes. Para resumir: todos los estadios de la producción tienen caracteres comunes que el pensamiento fija como determinaciones generales pero las llamadas condiciones generales de toda producción no son más que esos momentos abstractos que no permiten comprender ningún nivel histórico concreto de la producción. LA RELACIÓN GENERAL DE LA PRODUCCIÓN CON LA DISTRIBUCIÓN, EL CAMBIO Y EL CONSUMO

Antes de seguir adelante con el análisis de la producción, es necesario examinar las diferentes rúbricas con que los economistas las asocian. La primera idea que se presenta de inmediato es la siguiente: en la producción los miembros de la sociedad hacen que los productos de la naturaleza resulten apropiados a las necesidades humanas (los elaboran, los conforman); la distribución determina la proporción en que el individuo participa de estos productos; el cambio le aporta los productos particulares por los que él desea

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cambiar la cuota que le ha correspondido a través de la distribución; finalmente, en el consumo los productos se convierten en objetos de disfrute, de apropiación individual. La producción crea los objetos que responden a las necesidades; la distribución los reparte según leyes sociales; el cambio reparte lo ya repartido según las necesidades individuales; finalmente, en el consumo el producto abandona este movimiento social, se convierte directamente en servidor y objeto de la necesidad individual, a la que satisface en el acto de su disfrute. La producción aparece así como el punto de partida, el consumo como el punto terminal, la distribución y el cambio como el término medio, término que a su vez es doble, ya que la distribución está determinada como momento que parte de la sociedad, y el cambio, como momento que parte de los individuos. En la producción, la persona se objetiviza, en el consumo la cosa se subjetiviza. En la distribución, la sociedad asume la mediación entre la producción y el consumo por medio de determinaciones generales y rectoras; en el cambio, la mediación se opera a través del fortuito carácter determinado del individuo. La distribución determina la proporción (el cuanto) en que los productos corresponden al individuo; el cambio determina la producción, de la cual el individuo desea obtener la parte que la distribución le asigna. Producción, distribución, cambio y consumo forman así un silogismo con todas las reglas: la producción es el término universal; la distribución y el cambio son el término particular; y el consumo es el término singular con el cual el todo se completa. En esto hay sin duda un encadenamiento, pero no es superficial. La producción está determinada por leyes generales de la naturaleza; la distribución resulta de la contingencia social y por ello puede ejercer sobre la producción una acción más o menos estimulante; el cambio se sitúa entre las dos como un movimiento formalmente social, y el acto final del consumo, que es concebido no solamente como término, sino también como objetivo final, se sitúa a decir verdad fuera de la economía, salvo cuando a su vez reacciona sobre el punto de partida e inaugura nuevamente un proceso.11 11

Cfr. por ejemplo, H. Storch, Cours d’économie politique, ou exposition des principes qui déterminent la prosterité des nations, avec des notes explicatives et critiques par J.B. Say, París 1823, vol. 4, tomo I. (Extractos de los primeros dos tomos en un cuaderno no numerado ni datado, cuya redacción es aprox. de abril-mayo de 1845 en Bruselas; cfr. MEGA I/6, p. 615), James Mill, Eléments d’économie politique, tr. de I’anglais por J.T. Parisot, París, 1823. (Extractos comentados en dos cuadernos redactados en el verano de 1844 en París; cfr. MEGA I/3, pp. 520-550.

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123 Los adversarios de los cultores de la economía política —provengan ellos del interior o del exterior de su ámbito—, que les reprochan disociar groseramente las conexiones, se colocan en su mismo terreno o, bien, por debajo de ellos. Nada más común que la acusación de que los cultores de la economía política consideran a la producción demasiado exclusivamente como un fin en sí. La distribución tendría una importancia similar. Esta acusación está basada precisamente en la idea de los economistas según la cual la distribución está situada al lado de la producción, como una esfera autónoma independiente, o que los momentos no serían concebidos en su unidad. Como si esta disociación hubiera pasado no de la realidad a los libros de texto, sino de los libros de texto a la realidad, ¡como si aquí se tratara de una combinación dialéctica de los conceptos y no de la comprensión de relaciones reales! a) Consumo y producción La producción es también inmediatamente consumo, doble consumo, subjetivo y objetivo: el individuo que al producir desarrolla sus capacidades, las gasta también, las consume en el acto de la producción, exactamente como la reproducción natural es un consumo de fuerzas vitales. En segundo lugar: consumo de los medios de producción que se emplean y se usan, y que se disuelven en parte (como, por ejemplo, en la combustión) en los elementos generales. Consumo, igualmente, de la materia prima que no conserva su forma ni su constitución natural, sino que más aún se consume. Por lo tanto, el acto mismo de producción es también en todos sus momentos un acto de consumo. Pero los economistas aceptan esto. Llaman consumo productivo a la producción que se identifica directamente con el consumo, y al consumo que coincide inmediatamente con la producción. Esta identidad de la producción y del consumo remite a la proposición de Spinoza: determinatio est negatio. Pero esta determinación del consumo productivo ha sido establecida sólo para separar el consumo identificado con la producción del consumo propiamente dicho, concebido, por el contrario, como el opuesto aniquilador de la producción. Consideramos, pues, el consumo propiamente dicho. Igualmente, el consumo es de manera inmediata producción, del mismo modo que en la naturaleza el consumo de los elementos y de las sustancias químicas es pro-

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ducción de plantas. Es claro que en la nutrición, por ejemplo, que es una forma de consumo, el hombre produce su propio cuerpo. Pero esto es igualmente cierto en cualquier otra clase de consumo que, en cierto modo, produce al hombre. Producción consumidora. Sólo que, arguye la economía, esta producción idéntica al consumo es una segunda producción, surgida del aniquilamiento del primer producto. En la primera, el productor se objetivaba; en la segunda, la cosa creada por él se personificaba. Por consiguiente, esta producción consumidora —aun cuando sea una unidad inmediata de producción y consumo— es esencialmente diferente de la producción propiamente dicha, La unidad inmediata, en la que la producción coincide con el consumo y el consumo con la producción deja subsistir su dualidad inmediata. En consecuencia, la producción es inmediatamente consumo, el consumo es inmediatamente producción. Cada uno es inmediatamente su opuesto. Pero al mismo tiempo tiene lugar un movimiento mediador entre los dos. La producción es mediadora del consumo, cuyos materiales crea y sin los cuales a éste le faltaría el objeto; pero el consumo es también mediador de la producción, en cuanto crea para los productos el sujeto para el cual ellos son productos. El producto alcanza su finish (realización) final sólo en el consumo. Una vía férrea no transitada, que no se usa y que por lo tanto no se consume, es solamente una vía férrea (en potencia) y no en la realidad. Sin producción, no hay consumo, pero sin consumo tampoco hay producción ya que en ese caso la producción no tendría objeto. El consumo produce la producción de dos maneras: 1. en tanto el producto se hace realmente producto sólo en el consumo. Un vestido, por ejemplo, se convierte realmente en vestido a través del acto de llevarlo puesto; una casa deshabitada no es en realidad verdadera casa; a diferencia del simple objeto natural, el producto se afirma como producto, se convierte en producto, sólo en el consumo. Disolviendo el producto, el consumo le da el finishing stroke (la última mano): pues el resultado de la producción es producto no en tanto actividad objetivada, sino sólo como objeto para el sujeto actuante; 2. en tanto el consumo crea la necesidad de una nueva producción es producto no en tanto actividad objetivada, sino sólo como objeto para el sujeto actuante; 3. en tanto el consumo crea la necesidad de una nueva producción, y por lo tanto el móvil ideal de la producción, su impulso interno que es su supuesto. El consumo crea el impulso interno que es su supuesto. El consumo crea el

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125 impulso de la producción y crea igualmente el objeto que actúa en la producción como determinante de la finalidad de ésta. Si resulta claro que la producción ofrece el objeto del consumo en su aspecto manifiesto, no es menos claro que el consumo pone idealmente el objeto de la producción, como imagen interior, como necesidad, como impulso y como finalidad. Ella crea los objetos de la producción bajo una forma que es todavía subjetiva. Sin necesidad no hay producción. Pero el consumo reproduce la necesidad. Por el lado de la producción a esto corresponde: 1. que ella proporciona al consumo su material, su objeto. Un consumo sin objeto no es un consumo; en consecuencia, en este aspecto la producción crea, produce el consumo; 2. pero no es solamente el objeto lo que la producción crea para el consumo, ella da también al consumo su carácter determinado, su finish. Del mismo modo que el consumo daba al producto su finish como producto, la producción da su finish al consumo. En suma, el objeto no es un objeto en general, sino un objeto determinado, que debe ser consumido de una manera determinada, que a su vez debe ser mediada por la producción misma. El hambre es hambre, pero el hambre que se satisface con carne cocida, comida con cuchillo y tenedor, es un hambre distinta del que devora carne cruda con ayuda de manos, uñas y dientes. No es únicamente el objeto del consumo, sino también el modo de consumo, lo que la producción produce no sólo objetiva sino también subjetivamente. La producción crea, pues, el consumidor; 3. la producción no solamente provee un material a la necesidad, sino también una necesidad al material. Cuando el consumo emerge de su primera inmediatez y de su tosquedad natural —y el hecho de retrasarse en esta fase sería el resultado de una producción que no ha superado la tosquedad natural— es mediado como impulso por el objeto. La necesidad de este último sentida por el consumo es creada por la percepción del objeto. El objeto de arte —de igual modo que cualquier otro producto— crea un público sensible al arte, capaz de goce estético. De modo que la producción no solamente produce el objeto sino que también produce el consumo: 1. creando el material de éste; 2. determinando el modo de consumo; 3. provocando en el consumidor la necesidad de productos que ella ha creado originalmente como objetos. En consecuencia, el objeto del consumo, el modo de consumo y el impulso al consumo. Del mismo modo, el consumo produce la disposición del productor, solicitándolo como necesidad que determina la finalidad de la producción.

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Las identidades entre el consumo y la producción aparecen por lo tanto bajo un triple aspecto: 11. Identidad inmediata: la producción es consumo; el consumo es producción. Producción consumidora. Consumo productivo. Los economistas llaman a ambos consumo productivo. Pero establecen no obstante una diferencia. La primera figura como reproducción; el segundo, como consumo productivo. Todas las investigaciones sobre la primera se refieren al trabajo productivo y al trabajo improductivo; las que tratan el segundo tienen por objeto el consumo productivo o no productivo. 22. Cada uno de los dos aparece como medio del otro y es mediado por él: ello se expresa como dependencia recíproca, como un movimiento a través del cual se relacionan el uno con el otro y aparecen como recíprocamente indispensables, aunque permaneciendo, sin embargo, externos entre sí. La producción crea el material del consumo en tanto que objeto exterior; el consumo crea la necesidad en tanto que objeto interno, como finalidad de la producción. Sin producción no hay consumo, sin consumo no hay producción. Esto figura en la economía en muchas formas. 33. La producción no es sólo inmediatamente consumo, ni el consumo inmediatamente producción; ni tampoco es la producción únicamente medio para el consumo y el consumo fin para la producción, es decir, que no es el caso que cada término sólo suministre al otro su objeto; la producción, el objeto externo del consumo; el consumo, el objeto representado de la producción. Cada uno de los términos no se limita a ser el otro de manera inmediata, y tampoco el mediador del otro, sino que, realizándose, crea al otro y se crea en tanto que otro. Sólo con el consumo llega a su realización el acto de la producción, haciendo alcanzar al producto su consumación como producto, en tanto lo disuelve, consume su forma de cosa, su forma autónoma; en tanto convierte en habilidad, por la necesidad de la repetición, la disposición desarrollada en el primer acto de la producción; el consumo no es, pues, únicamente el acto final gracias al cual el producto se convierte en producto, sino también el acto en virtud del cual el produc-

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127 tor se hace productor. Por otra parte, la producción engendra consumo, creando el modo determinado de consumo, creando luego el atractivo del consumo y a través de éste la capacidad misma de consumo convertida en necesidad. Esta última identidad mencionada en el apartado tres es interpretada de muy diversos modos en la economía a propósito de la relación entre la oferta y la demanda, los objetos y las necesidades, las necesidades creadas por la sociedad y las necesidades naturales. Nada más simple, entonces, para un hegeliano que identificar producción y consumo y esto ocurrió no sólo en el caso de los ensayistas socialistas, sino también en el de economistas prosaicos como Say, por ejemplo, que piensan que si se considera a un pueblo su producción sería su consumo. O también que la humanidad in abstracto (en general). Storch demostró el error de Say haciendo notar que un pueblo, por ejemplo, no consume simplemente su producción, sino que también crea medios de producción etc. como capital fijo. etc.12 Además, considerar a la sociedad como un sujeto único es considerarla de un modo falso, especulativo. En un sujeto, producción y consumo aparecen como momentos de un acto. Lo que aquí importa es hacer resaltar que si se consideran a la producción y al consumo como actividades de un sujeto o de muchos individuos, ambas aparecen en cada caso como momentos de un proceso en el que la producción es el verdadero punto de partida y por ello también el momento predominante. El consumo como necesidad es el mismo momento interno de la actividad productiva. Pero esta última es el punto de partida de la realización y, por lo tanto, su factor predominante, el acto en el que todo proceso vuelve a repetirse. El individuo produce un objeto y, consumiéndolo, retorna a sí mismo, pero como individuo productivo y que se reproduce a sí mismo. De este modo, el consumo aparece como un momento de la producción. En la sociedad, en cambio, la relación entre el productor y el producto, una vez terminado este último, es exterior y el retorno del objeto al sujeto 12

Cfr. H. Storch, Considerations sur la natura de revenu national, Parisot, París 1823. (Extractos en un cuaderno no datado ni numerado, cuya redacción es aprox. mayo-junio de 1845 en Bruselas). Se alude aquí al desmentido de Storch a la interpretación que hiciera Say de sus tesis en la edición comentada del Cours d’economie politique, y publicada por él en París en 1823, con el desconocimiento de Storch.

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depende de las relaciones de éste con los otros individuos. No se apodera de él inmediatamente. Además, la apropiación inmediata del producto no es la finalidad del sujeto cuando produce en la sociedad. Entre el productor y los productos se interpone la distribución, quien determina, mediante leyes sociales, la parte que le corresponde del mundo de los productos, interponiéndose por lo tanto entre la producción y el consumo. Ahora bien, ¿la distribución existe como una esfera autónoma junto a la producción y fuera de ella? b) Distribución y producción Cuando se examinan los tratados corrientes de economía lo primero que sorprende es el hecho de que en ellos todas las categorías son presentadas de dos maneras. Por ejemplo, en la distribución figuran la renta territorial, el salario, el interés y la ganancia, mientras que en la producción, la tierra, el trabajo, el capital figuran como agentes de la producción. En lo que concierne al capital, es evidente que aparece bajo dos formas: 1. como agente de producción; 2. como fuente de ingresos, como determinante de determinadas formas de distribución. Es por ello que el interés y la ganancia figuran también como tales en la producción, en tanto son formas en que el capital se incrementa, crece y, por eso, son momentos de su producción misma. En tanto formas de distribución, el interés y la ganancia presuponen el capital como agente de producción. Son modos de distribución cuya premisa es el capital como agente de producción. Son igualmente modos de reproducción del capital. Del mismo modo el salario es el trabajo asalariado considerado bajo otro título: el carácter determinado que tiene aquí el trabajo como agente de producción aparece allí como determinación de la distribución. Si el trabajo no estuviese determinado como trabajo asalariado, su modo de participar en los productos no aparecería bajo forma de salario, tal como, por ejemplo, en la esclavitud. Finalmente, la renta territorial, y con esto tomamos justamente la forma más desarrollada de la distribución en la que la propiedad territorial participa de los productos, presupone la gran propiedad territorial (más exactamente, la agricultura en gran escala) como agente de producción y no la tierra pura y

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129 simple, así como el salario no presupone el puro y simple trabajo. En consecuencia, los modos y relaciones de distribución aparecen sólo como el reverso de los agentes de producción. Un individuo que participa en la producción bajo la forma de trabajo asalariado, participa bajo la forma de salario en los productos, en los resultados de la producción la organización de la distribución está totalmente determinada por la organización de la producción. La distribución es un producto de la producción, no sólo en lo que se refiere al objeto —solamente pueden ser distribuidos los resultados de la producción—, sino también en lo que se refiere a la forma, ya que el modo determinado de participar en la producción determina las formas particulares de la distribución, el modo bajo el cual se participa en la distribución. Es del todo ilusorio ubicar la tierra en la producción, la renta territorial en la distribución, etcétera. Economistas como Ricardo,13 a quienes se les reprocha con frecuencia no tener presente sino la producción, han definido como el objeto exclusivo de la economía a la distribución, precisamente porque concebían instintivamente las formas de la distribución como la expresión más definida en que se fijan los agentes de la producción en una sociedad dada. Frente al individuo aislado, la distribución aparece naturalmente como una ley social que condiciona su posición en el seno de la producción, dentro de la cual él produce; y que precede por lo tanto a la producción. En su origen el individuo no posee ni capital ni propiedad territorial. Desde que nace está destinado al trabajo asalariado en virtud de la distribución social. Pero el hecho de estar destinado es el mismo resultado del hecho de que el capital y la propiedad territorial existen como agentes autónomos de la producción. Si se consideran sociedades globales, la distribución parece desde cierto punto de vista proceder y hasta determinar la producción; aparece en cierto modo como un fact (hecho) preeconómico. Un pueblo conquistador divide al país entre los conquistadores e impone así una determinada repartición y forma de propiedad territorial; determina, por consiguiente, la producción. O bien reduce a la esclavitud a los conquistados y convierte así al trabajo esclavo en la base de la producción. O bien un pueblo, mediante la revolución, 13

Cfr. D. Ricardo, On the Principles, op. cit., p. III (Principios, p. 5). (De acuerdo a la cita de Introducción General a la Crítica de la Economía Política de Cuadernos de Pasado y Presente, Buenos Aires, 1974, p. 71.)

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fragmenta la gran propiedad territorial y da un carácter nuevo a la producción por medio de esta nueva distribución. O bien la legislación perpetúa la propiedad del suelo en ciertas familias o reparte el trabajo (como) privilegio hereditario para fijarlo así en un régimen de castas. En todos estos casos —y todos ellos son históricos— la distribución no parece estar determinada por la producción, sino, por el contrario, es la producción la que parece estar organizada y determinada por la distribución. Según la concepción más superficial, la distribución aparece como distribución de los productos y de tal modo como más alejada de la producción y así independiente de ella. Pero antes de ser distribución de los productos, ella es: 1. distribución de los instrumentos de producción; 2. distribución de los miembros de la sociedad entre las distintas ramas de la producción, lo cual es una definición más amplia de la misma relación. (Subsunción de los individuos a determinadas relaciones de producción). La distribución de los productos es manifiestamente sólo un resultado de esta distribución que se halla incluida en el proceso mismo de producción y determina la organización de la producción. Considerar a la producción prescindiendo de esta distribución que ella encierra es evidentemente una abstracción vacía, mientras que, por el contrario, la distribución de los productos ya está dada de por sí junto con esta distribución, que constituye originalmente un momento de la producción. Ricardo, que se ha esforzado por concebir a la producción moderna en su organización social determinada y que es el economista de la producción par excellence (por excelencia), declara precisamente, por esa razón que no es la producción, sino la distribución, el verdadero tema de la economía moderna. Una vez más se evidencia la tontería de los economistas, que presentan a la producción como una verdad eterna y relegan la historia al campo de la distribución. Qué relación tiene esta distribución determinante de la producción misma es sin duda un problema que cae de por sí dentro del marco de ésta. Se podría decir que ya que la producción debe partir de una cierta distribución de los instrumentos de producción, por lo menos la distribución así entendida precede a la producción y constituye su premisa. Y será preciso responder entonces que efectivamente la producción tiene sus propias condiciones y sus supuestos, que constituyen sus propios momentos. En un comienzo estos supuestos pueden aparecer como hechos naturales. El mismo proceso de producción los transfor-

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131 ma de naturales en históricos; si para un periodo aparecen como supuesto natural de la producción, para otro periodo, en cambio, constituyen su resultado histórico. Ellas se modifican incesantemente en el interior de la producción misma. El uso de la maquinaria, por ejemplo, ha modificado tanto la distribución de los instrumentos de producción como la de los productos. La gran propiedad territorial moderna es el resultado al mismo tiempo del comercio y de la industria moderna, y de la aplicación de esta última a la agricultura. Las cuestiones planteadas antes se reducen todas, en última instancia, a una sola: ¿cómo inciden las condiciones históricas generales en la producción y cuál es la relación que mantienen con el movimiento histórico en general? Esta cuestión ocupa un lugar evidentemente en la discusión y desarrollo del tema de la producción misma. Sin embargo, en la forma trivial en que acaban de ser planteadas, pueden ser liquidadas rápidamente. Todas las conquistas suponen tres posibilidades: el pueblo conquistador somete al pueblo conquistado a su propio modo de producción (por ejemplo, los ingleses en este siglo en Irlanda y, en parte, en la India); o bien deja subsistir el antiguo y se satisface con un tributo (por ejemplo, los turcos y los romanos); o bien se produce una acción recíproca de la que nace una forma nueva, una síntesis (en parte, en las conquistas germanas). En todos los casos, el modo de producción —sea el del pueblo conquistador, sea el del pueblo sometido, o el que resulta de la fusión de los dos— es determinante para la nueva distribución que se establece: aunque ésta aparezca como un supuesto para el nuevo periodo de producción, ella misma no es a su vez producto de la producción, histórica en general, sino de una producción histórica determinada. Los mongoles, por ejemplo, devastando a Rusia, actuaban de conformidad con su producción que no exigía más que pasturas, para las cuales las grandes extensiones inhabitadas eran una condición fundamental. Los bárbaros germanos, para quienes la producción consistía en agricultura practicada con siervos y en una vida aislada en el campo, pudieron someter tanto más fácilmente las provincias romanas a estas condiciones, por cuanto la concentración de la propiedad de la tierra que se había operado en ellas había transformado por completo las antiguas condiciones agrarias.

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Es una noción tradicional la de que en ciertos periodos se ha vivido únicamente del pillaje. Pero para poder saquear es necesario que haya algo que saquear, es necesaria una producción, y el tipo de pillaje está determinado también por el modo de producción. Una stock-jobbing nation (nación de especuladores de bolsa), por ejemplo, no puede ser saqueada de la misma manera que una nación de vaqueros. Cuando se roba el esclavo, se roba directamente el instrumento de producción. Pero también es preciso que la producción del país para el cual se ha robado esté organizado de manera que admita el trabajo de los esclavos, o bien (como en América del Sur, etc.) debe crearse un modo de producción que corresponda a la esclavitud. Las leyes pueden perpetuar entre ciertas familias un instrumento de producción, por ejemplo, la tierra. Estas leyes adquieren un significado económico únicamente allí donde la gran propiedad territorial está en armonía con la producción social, como en Inglaterra, por ejemplo. En Francia el pequeño cultivo se practicaba a pesar de la gran propiedad territorial; por ello esta última fase fue destruida por la Revolución. Pero, ¿y la perpetuación por medio de leyes del parcelamiento de las tierras, por ejemplo? A pesar de estas leyes la propiedad se concentra de nuevo. Determinar más en particular la influencia de las leyes sobre la conservación de las relaciones de distribución y, por consiguiente, su efecto sobre la producción. c) Cambio y producción Las definiciones de cambio y circulación: la circulación misma no es más que un momento determinado del cambio o también es el cambio considerado en su totalidad. El cambio es sólo un momento mediador entre la producción y la distribución que ella determina, por un lado, y el consumo por el otro, y en tanto que el propio consumo aparece también como un momento de la producción, es evidente que el cambio está incluido en la producción como uno de sus momentos. En primer lugar resulta claro que el cambio de actividades y de capacidades, que se opera en la propia producción, pertenece a la producción directamente y es algo constitutivo de ésta. Esto es válido también, en segundo

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133 lugar, respecto del cambio de los productos, en la medida en que éste es un medio para suministrar el producto acabado, preparado para el consumo inmediato. Por lo visto hasta ahora el cambio es un acto incluido en la producción. En tercer lugar, el llamado exchange (intercambio) entre dealers (comerciantes) y dealers,14 en razón misma de su organización está completamente determinado por la producción como actividad también productiva. El cambio sólo aparece como independiente junto a la producción e indiferente con respecto a ella en el último estadio, en el cual el producto se cambió directamente para ser consumido. Pero, 1. no existe cambio sin división de trabajo, sea ésta natural o constituya un resultado histórico; 2. el cambio privado presupone la producción privada; 3. la intensidad del cambio, lo mismo que su extensión y su índole están determinados por el desarrollo y la organización de la producción. Por ejemplo: cambio entre la ciudad y el campo, cambio en el campo, en la ciudad, etc. El cambio aparece así, en todos sus momentos, como directamente incluido en la producción o determinado por ella. El resultado a que llegamos no es que la producción, la distribución, el intercambio y el consumo sean idénticos, sino que constituyen las articulaciones de una totalidad, diferenciaciones dentro de una unidad. La producción trasciende tanto más allá de sí misma en la determinación opuesta de la producción, como más allá de los otros momentos. A partir de ella, el proceso recomienza siempre nuevamente. Se comprende que el cambio y el consumo no puedan ser lo trascendente, y lo mismo puede decirse de la distribución en tanto que distribución de los productos. Pero como distribución de los agentes de la producción, constituye un momento de la producción. Una producción determinada, por lo tanto, determina un consumo, una distribución, un intercambio determinados y relaciones recíprocas determinadas de estos diferentes momentos. A decir verdad, también la producción, bajo su forma unilateral, está a su vez determinada por los otros momentos, por ejemplo, cuando el mercado, o sea la esfera del cambio, se extiende, la producción amplía su ámbito y se subdivide más en profundidad. Al darse transformaciones de la distribución se dan cambios en la producción, del caso, por ejemplo, de la concentración del capital o de una distinta distribución de la población 14

Cfr. A. Smith, An Inquiry, etc., vol. II, pp. 327-330. (Riqueza de las naciones, pp. 363-367).

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de la ciudad y en el campo, etc. Finalmente, las necesidades del consumo determinan la producción. Entre los diferentes momentos tiene lugar una acción recíproca. Esto ocurre siempre en los conjuntos orgánicos. EL MÉTODO DE LA ECONOMÍA POLÍTICA Cuando consideramos un país dado desde el punto de vista económico-político comenzamos por su población, la división de ésta en clases, la ciudad, el campo, el mar, las diferentes ramas de la producción, la exportación, la importación, la producción y el consumo anuales, los precios de las mercancías, etcétera. Parece justo comenzar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; así, por ejemplo, en la economía, por la población que es la base y el sujeto del acto social de la producción en su conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se revela (como) falso. La población es una abstracción si dejo de lado, por ejemplo, las clases de que se compone. Estas clases son, a su vez, una palabra vacía si desconozco los elementos sobre los cuales reposan, por ejemplo, el trabajo asalariado, el capital, etc. Estos últimos suponen el cambio, la división del trabajo, los precios, etc. El capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado, sin valor, dinero, precios, etc. Si comenzara, pues, por la población, tendría una representación caótica del conjunto y, precisando cada vez más, llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples; de lo concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles hasta alcanzar las determinaciones más simples. Llegado a este punto, habría que reemprender el viaje de retorno, hasta dar de nuevo con la población, pero esta vez no tendría una representación caótica de un conjunto, sino una rica totalidad con múltiples determinaciones y relaciones. El primer camino es el que siguió históricamente la economía política naciente. Los economistas del siglo XVIII, por ejemplo, comienzan siempre por el todo viviente, la población, la nación, el Estado, varios Estados, etc.; pero terminan siempre por descubrir, mediante el análisis, un cierto número de relaciones generales abstractas determinantes, tales como la división del trabajo, el dinero, el valor, etc. Una vez que esos momentos fueron más o menos fijados y abstraídos, comenzaron (a surgir) los sistemas económicos que se elevaron desde lo simple —trabajo, división del trabajo, necesi-

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135 dad, valor de cambio— hasta el Estado, el cambio entre las naciones y el mercado mundial. Esto último es, manifiestamente, el método científico correcto. Lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida y, en consecuencia, el punto de partida también de la intuición y de la representación. En el primer camino, la representación plena es volatilizada en una determinación abstracta; en el segundo, las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por el camino del pensamiento. He aquí por qué Hegel cayó en la ilusión de concebir lo real como resultado del pensamiento, que, partiendo de sí mismo, se concentra en sí mismo, profundiza en sí mismo y se mueve por sí mismo mientras que el método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto es para el pensamiento sólo la manera de apropiarse lo concreto, de reproducirlo como un concreto espiritual. Pero esto no es de ningún modo el proceso de formación de lo concreto mismo. Por ejemplo, la categoría económica más simple, como por ejemplo el valor de cambio supone la población, una población que produce en determinadas condiciones, y también un cierto tipo de sistema familiar o comunitario o político, etc. Dicho valor no puede existir jamás de otro modo que bajo la forma de relación unilateral y abstracta de un todo concreto y viviente ya dado. Como categoría, por el contrario, el valor de cambio posee una existencia antediluviana. Por lo tanto, a la conciencia, para la cual el pensamiento conceptivo es el hombre real y, por consiguiente, el mundo pensado es como tal la única realidad —y la conciencia filosófica está determinada de este modo—, el movimiento de las categorías se le aparece como verdadero acto de producción (el cual, aunque sea molesto reconocerlo, recibe únicamente un impulso desde el exterior) cuyo resultado es el mundo; esto es exacto en la medida en que —pero aquí tenemos de nuevo una tautología— la totalidad concreta, como totalidad del pensamiento, como un concreto del pensamiento, es in fact (en los hechos) un producto del pensamiento y de la concepción, pero de ninguna manera es un producto del concepto que piensa y se engendra a sí mismo, desde fuera y por encima de la intuición y de la representación sino que, por el contrario, es un producto del trabajo de elaboración que transforma intuiciones y representaciones en conceptos. El todo, tal como aparece en la mente como todo del

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pensamiento, es un producto de la mente que piensa y que se apropia del mundo del único modo posible, modo que difiere de la apropiación de ese mundo en el arte, la religión, el espíritu práctico. El sujeto real mantiene, antes como después, su autonomía fuera de la mente, por lo menos durante el tiempo en que el cerebro se comporte únicamente de manera especulativa, teórica. En consecuencia, también en el método teórico es necesario que el sujeto y la sociedad estén siempre presentes en la representación como premisa. Pero estas categorías simples, ¿no tienen una existencia histórica o natural, autónoma, anterior a las categorías concretas? Ca dépend (esto depende). Por ejemplo, Hegel tiene razón en comenzar la filosofía del derecho con la posesión,15 ya que constituye la relación jurídica más simple del sujeto. Pero no existe posesión antes de la familia o de las relaciones de dominación y servidumbre, que son relaciones mucho más concretas. En cambio, sería justo decir que existen familias, tribus, que se limitan a poseer pero que no tienen propiedad. Frente a la propiedad, la relación de simples comunidades de familias o de tribus aparece como categoría más simple. En la sociedad de un nivel más elevado la propiedad aparece como la relación más simple dentro de una organización desarrollada. Pero el sustrato más concreto, cuyo vínculo es la posesión, está siempre supuesto. Puede imaginarse un salvaje aislado que sea poseedor. Pero en este caso la posesión no es una relación jurídica. No es exacto que la posesión evolucione históricamente hacia la familia. Por el contrario, ella presupone siempre esta “categoría jurídica más concreta”. Sin embargo, quedaría siempre en pie el hecho de que las categorías simples expresan relaciones en las cuales lo concreto no desarrollado pudo haberse realizado sin haber establecido aún la relación o vínculo más multilateral que se expresa espiritualmente en la categoría más concreta; mientras que lo concreto más desarrollado conserva esta misma categoría como una relación subordinada. El dinero puede existir y existió históricamente antes que existiera el capital, antes que existieran los bancos, antes que existiera el trabajo asalariado. Desde este punto de vista, puede afirmarse que la categoría más simple puede expresar las relaciones dominantes de un todo no desarrollado o las relaciones subordinadas de un todo más desarrollado, relaciones que existían 15

Cfr. Hegel, Filosofía del derecho, p. 40.

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137 ya históricamente antes de que el todo se desarrollara en el sentido expresado por una categoría más concreta. Sólo entonces el camino del pensamiento abstracto, que se eleva de lo simple a lo complejo, podría corresponder al proceso histórico real. Por otra parte, puede decirse que existen formas de sociedad muy desarrolladas, pero, sin embargo, históricamente inmaduras, en las que se encuentran las formas más elevadas de la economía, por ejemplo, la cooperación, una división desarrollada del trabajo, etc. sin que exista tipo alguno de dinero, como por ejemplo en el Perú.16 También en las comunidades eslavas el dinero y el cambio que le condiciona no aparecen o lo hacen muy raramente en el seno de cada comunidad, mientras que aparecen en cambio en sus confines, el tráfico con otras comunidades; de allí que sea en general erróneo situar el cambio en el interior de las comunidades como el elemento constitutivo originario. Al principio aparece más bien en la relación de las diversas comunidades entre sí, antes que en las relaciones de los miembros en el interior de una misma y única comunidad. Además, aunque el dinero haya desempeñado desde muy temprano un papel múltiple, sin embargo, como elemento dominante, pertenece en la antigüedad sólo a naciones unilateralmente determinadas, a naciones comerciales. Y hasta en la antigüedad más culta, entre los griegos y los romanos, sólo en el periodo de su disolución alcanza el dinero su pleno desarrollo, el cual en la moderna sociedad burguesa constituye un supuesto. Esta categoría totalmente simple aparece históricamente en toda su plena intensidad sólo en las condiciones más desarrolladas de la sociedad. Pero de ninguna manera impregna todas las relaciones económicas. Por ejemplo, el impuesto en especie y las prestaciones en especie continuaron siendo el fundamento del Imperio romano en su punto de mayor desarrollo. Allí, el sistema monetario propiamente dicho sólo se había desarrollado completamente en el ejército. Jamás llegó a dominar en la totalidad de la esfera del trabajo. De modo que, aunque la categoría más simple haya podido existir históricamente antes que la más concreta, en su pleno desarrollo intensivo y extensivo ella puede pertenecer sólo a una forma social compleja, mientras que la categoría 16

Cfr. S. H. Prescott, History of the Conquest of Perú, vol. I, London, 1850, libro primero. (Extractos en el cuaderno londinenses XIV).

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más concreta se hallaba plenamente desarrollada en una forma social menos desarrollada. El trabajo parece ser una categoría totalmente simple. También la representación del trabajo en su universalidad —como trabajo general— es muy antigua. Y sin embargo, considerado en esta simplicidad desde el punto de vista económico el “trabajo” es una categoría tan moderna como las relaciones que dan origen a esta abstracción simple. El monetarismo, por ejemplo, pone todavía, de un modo completamente objetivo, la riqueza en el dinero, como cosa exterior a sí misma. Frente a este punto de vista se operó un gran progreso cuando el sistema manufacturero o comercial transfirió la fuente de la riqueza del objeto a la actividad subjetiva, al trabajo comercial o manufacturero, pero concibiendo todavía esta actividad siempre bajo el aspecto limitado de una actividad productora de dinero. Frente a este sistema se produjo otro progreso con el sistema fisiocrático que considera como creadora de la riqueza a una forma determinada del trabajo —la agricultura— y concibe al objeto mismo no ya bajo el disfraz del dinero, sino como producto en general, como resultado general del trabajo. Todavía este producto, en razón de la naturaleza limitada de la actividad, es siempre un producto determinado de la naturaleza, un producto agrícola, un producto de la tierra par excellence. Un inmenso progreso se operó cuando Adam Smith rechazó todo carácter determinado de la actividad creadora de riqueza considerándola simplemente como trabajo; ni trabajo manufacturero, ni trabajo comercial, ni agricultura, sino tanto uno como otro. Con la universalidad abstracta de la actividad creadora de riqueza, se da al mismo tiempo la universalidad del objeto determinado como riqueza, como producto en general, o una vez más como trabajo en general, pero trabajo pasado, materializado. La dificultad o importancia de esta transición lo prueba el hecho de que el mismo Adam Smith vuelve a caer de cuando en cuando en el sistema fisiocrático. Podría parecer ahora que de este modo se habría encontrado simplemente la expresión abstracta de la relación más simple y antigua, en que entran los hombres en tanto productores, cualquiera sea la forma de la sociedad. Esto es cierto en un sentido. Pero no en el otro. La indiferencia frente a un género determinado de trabajo supone una totalidad muy desarrollada de géneros reales de trabajo, ninguno de los cuales predomina sobre los demás. Así las abstracciones más generales surgen

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139 únicamente allí donde existe el desarrollo concreto más rico, donde un elemento aparece como lo común a todos los elementos. Entonces, deja de poder ser pensado solamente bajo una forma particular. Por otra parte, esta abstracción del trabajo en general no es solamente el resultado intelectual de una totalidad concreta de trabajos. La indiferencia hacia un trabajo particular corresponde a una forma de sociedad en la cual los individuos pueden pasar fácilmente de un trabajo a otro y en la que el género determinado de trabajo es para ellos fortuito y, por lo tanto, indiferente. El trabajo se ha convertido entonces, no sólo en tanto categoría, sino también en la realidad, en el medio para crear la riqueza en general y, como determinación, ha dejado de adherirse al individuo como una particularidad suya. Este estado de cosas alcanza su máximo desarrollo en forma más moderna de sociedad burguesa en Estados Unidos. Aquí, pues, la abstracción de la categoría “trabajo”, el “trabajo en general”, el trabajo sans phrase, que es el punto de partida de la economía moderna, resulta por primera vez prácticamente cierta. De este modo, la abstracción más simple que la economía moderna coloca en el vértice, y que expresa una relación antiquísima y válida para todas las formas de sociedad, se presenta no obstante como prácticamente cierta en este grado de abstracción sólo como categoría de la sociedad moderna. Podría decirse que aquello que en Estados Unidos se presenta como un producto histórico —me refiero a esta indiferencia hacia un trabajo determinado—, entre los rusos, por ejemplo, se presenta como una disposición natural. Pero, en primer lugar, existe una diferencia enorme entre bárbaros con disposición para ser empleados en cualquier cosa y civilizados que se dedican ellos mismos a todo. Además, entre los rusos, esta indiferencia hacia el carácter determinado del trabajo corresponde prácticamente a la sujeción tradicional a un trabajo enteramente determinado, del que sólo pueden arrancarles las influencias exteriores. Este ejemplo del trabajo muestra de una manera muy clara cómo incluso las categorías más abstractas, a pesar de su validez —precisamente debida a su naturaleza abstracta— para todas las épocas, son no obstante, en lo que hay de determinado en esta abstracción, el producto de condiciones históricas y poseen plena validez sólo para estas condiciones y dentro de sus límites.

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La sociedad burguesa es la más compleja y desarrollada organización histórica de la producción. Las categorías que expresan sus condiciones y la comprensión de su organización permiten al mismo tiempo comprender la organización y las relaciones de producción de todas las formas de sociedad pasadas, sobre cuyas ruinas y elementos ella fue edificada y cuyos vestigios, aún no superados, continúan arrastrando, a la vez que meros indicios previos han desarrollado en ella su significación plena, etc. La anatomía del hombre es una clave para la anatomía del mono. Por el contrario, los indicios de las formas superiores en las especies animales inferiores pueden ser comprendidos sólo cuando se conoce la forma superior. La economía burguesa suministra así la clave de la economía antigua, etc. Pero no ciertamente al modo de los economistas, que cancelan todas las diferencias históricas y ven la forma burguesa en todas las formas de la sociedad. Se puede comprender el tributo, el diezmo, etc., cuando se conoce la renta del suelo. Pero no hay por qué identificarlos. Además, como la sociedad burguesa no es en sí más que una forma antagónica de desarrollo, ciertas relaciones pertenecientes a formas de sociedad anteriores aparecen en ella sólo de manera atrofiada o hasta disfrazada. Por ejemplo, la propiedad comunal. En consecuencia, si es verdad que las categorías de la economía burguesa poseen cierto grado de validez para todas las otras formas de sociedad, esto debe ser tomado cum grano salis (con humor). Ellas pueden contener esas formas de un modo desarrollado, atrofiado, caricaturizado, etc., pero la diferencia será siempre esencial. La así llamada evolución histórica reposa en general en el hecho de que la última forma considera a las pasadas como otras tantas etapas hacia ella misma, y dado que sólo en raras ocasiones, y únicamente en condiciones bien determinadas, es capaz de criticarse a sí misma —aquí no se trata, como es natural, de esos periodos históricos que se consideran a sí mismos como una época de decadencia— las concibe de manera unilateral. La religión cristiana fue capaz de ayudar a comprender de una manera objetiva las mitologías anteriores sólo cuando llegó a estar dispuesta hasta cierto punto, por así decirlo, a su propia autocrítica. Del mismo modo, la economía burguesa únicamente llegó a comprender la sociedad feudal, antigua y oriental cuando comenzó a criticarse a sí misma. Precisamente porque la economía burguesa no se identificó pura porque con

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141 el pasado se fabricaron mitos, su crítica de las sociedades precedentes, sobre todo del feudalismo contra el cual tuvo que luchar directamente, fue semejante a la crítica dirigida por el cristianismo contra el paganismo, o también a la del protestantismo contra el catolicismo. Generalmente, en toda ciencia histórica, social, al observar el desarrollo de las categorías económicas hay que tener siempre en cuenta que el sujeto —la moderna sociedad burguesa en este caso— es algo dado tanto en la realidad como en la mente, y que las categorías expresan por lo tanto formas de ser, determinaciones de existencia, a menudo simples aspectos, de esta sociedad determinada de este sujeto, y que por lo tanto, aun desde el punto de vista científico, su existencia de ningún modo comienza en el momento en que se comienza a hablar de ella como tal. Este hecho debe ser tomado en cuenta porque ofrece elementos decisivos para la división (de nuestro estudio). Nada parece más natural, por ejemplo, que comenzar por la renta del suelo, la propiedad territorial, desde el momento que se halla ligada a la tierra, fuente de toda producción y de toda existencia, así como a la primera forma de producción de todas las sociedades más o menos estabilizadas: la agricultura y, sin embargo, nada sería más erróneo. En todas las formas de sociedad existe una determinada producción que asigna a todas las otras su correspondiente rango y la influencia. Es una iluminación general en la que se bañan todos los colores y que modifica las particularidades de éstos. Es como un éter particular que determina el peso específico de todas las formas de existencia que allí toman relieve. Entre los pueblos pastores, por ejemplo (los pueblos dedicados exclusivamente a la caza y a la pesca están fuera de la esfera donde comienza el verdadero desarrollo). Existe entre ellos cierta forma esporádica de agricultura. De ese modo se determina la propiedad de la tierra. Esta propiedad es común y conserva esta forma en mayor o menor grado dependiendo de la adhesión de esos pueblos a sus tradiciones, por ejemplo, la propiedad comunal entre los esclavos. Entre los pueblos que practican la agricultura sedentaria —esta sedentariedad es ya un gran paso—, donde ésta predomina como en la sociedad antigua y feudal, la propia industria y su organización, y las formas de propiedad que le corresponden, tienen en mayor o menor medida el carácter de propiedad territorial. La industria depende completamente de la agricultura, como entre los

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antiguos romanos o, bien, como en el Medievo, reproduce la organización rural en la ciudad y en sus relaciones. En el Medievo, el capital mismo —en la medida en que no es simplemente capital monetario—, como instrumental artesanal tradicional, etc., tiene dicho carácter de propiedad territorial. En la sociedad burguesa ocurre lo contrario. La agricultura se transforma cada vez más en una simple rama de la industria y es dominada completamente por el capital. Lo mismo ocurre con la renta territorial. En todas las formas en las que domina la propiedad territorial, la relación con la naturaleza es aún predominante. En cambio, en aquellas donde reina el capital predomina el elemento socialmente, históricamente, creado. No se puede comprender la renta del suelo sin el capital, pero se puede comprender el capital sin la renta del suelo. El capital es la potencia económica de la sociedad burguesa que lo domina todo. Debe constituir el punto de partida y de llegada, y debe ser considerado antes que la propiedad territorial. Una vez que ambos hayan sido considerados separadamente, deberá examinarse su relación recíproca. En consecuencia, sería impracticable y erróneo alinearse las categorías económicas en el orden en que fueron históricamente determinantes. Su orden de sucesión está, en cambio, determinado por las relaciones que existen entre ellas en la moderna sociedad burguesa, y que es exactamente el inverso del que parece ser su orden natural o del que correspondería a su orden de sucesión en el curso del desarrollo histórico. No se trata de la posición que las relaciones económicas asumen históricamente en la sucesión de las distintas formas de sociedades. Mucho menos de su orden de sucesión “en la idea” Proudhon (una representación nebulosa del movimiento histórico). Se trata de su articulación en el interior de la moderna sociedad burguesa. La pureza (la determinación abstracta) con que los pueblos comerciantes —fenicios, cartagineses— se presentan en el mundo antiguo, está dada precisamente por el predominio de los pueblos agricultores. El capital comercial o monetario se presenta justamente bajo esta forma abstracta, allí donde el capital no es todavía el elemento dominante de las sociedades. Los lombardos y los judíos, ocupan la misma posición respecto a las sociedades medievales dedicadas a la agricultura. Otro ejemplo de las distintas posiciones que ocupan las mismas categorías en los diversos estadios de la sociedad: una de las más recientes institu-

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143 ciones de la sociedad burguesa, las joinl-stock-companies (sociedades por acciones). Aparecen, no obstante también en sus comienzos, en las grandes compañías comerciales que gozan de privilegios y de monopolio. El concepto mismo de riqueza nacional se insinúa entre los economistas del siglo XVI —y esta concepción subsiste en parte en los economistas del siglo XVIII— bajo un aspecto tal que la riqueza aparece creada únicamente para el Estado, cuya potencia aparece proporcional a esta riqueza.17 Era ésta una forma todavía inconscientemente hipócrita bajo la cual la riqueza misma y la producción de la riqueza se anunciaban como la finalidad de los Estados modernos, considerados en adelante únicamente como medios para la producción de riqueza. Efectuar claramente la división (de nuestros estudios) de manera tal que se traten: 1. las determinaciones abstractas generales que corresponden en mayor o menor medida a todas las formas de sociedad, pero en el sentido antes expuesto; 2. las categorías que constituyen la articulación interna de la sociedad burguesa y sobre las cuales reposan las clases fundamentales. Capital, trabajo asalariado, propiedad territorial. Sus relaciones recíprocas. Ciudad y campo. Las tres grandes clases sociales. Cambio entre ellas. Circulación. Crédito (privado); 3. Síntesis de la sociedad burguesa bajo la forma del Estado. Considerada en relación consigo misma. Las clases “improductivas”. Impuestos. Deuda de Estado. Crédito público. La población. Las colonias. Emigración; 4. Relaciones internacionales de la producción. División internacional del trabajo. Cambio internacional. Exportación e importación. Curso de cambio; 5. El mercado mundial y la crisis. Producción, medios de producción, relaciones de producción y relaciones de tráfico. Formas del Estado y de la conciencia en relación con las relaciones de producción y de tráfico. Relaciones jurídicas. Relaciones familiares. Nota breve acerca de puntos que han de mencionarse aquí y que no deben ser olvidados: 1• La guerra se ha desarrollado antes que la paz: mostrar la manera en que ciertas relaciones económicas tales como el trabajo asalariado, el mecanis17 Cfr. J. Steuart, An Inquiry into the Principles of Political Economy, etc., vol. I, p. 327. Extractos de esta segunda edición, vol. 3, lo. en 2 vol., London, 1767, en el cuaderno londinense VIII).

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mo, etcétera, han sido desarrollados por la guerra y en los ejércitos antes que en el interior de la sociedad burguesa. Del mismo modo, la relación entre las fuerzas productivas y relaciones de tráfico, particularmente visibles en el ejército. 2• Relación de la historiografía ideal, tal como ella se ha desarrollado hasta ahora, con la historiografía real. En particular de las llamadas historias de la civilización que son todas historias de la religión y de los Estados. En esta ocasión decir algunas palabras sobre los distintos géneros de historiografía practicados hasta ahora. El género llamado objetivo. El subjetivo (moral, entre otros). El filosófico. 3• Relaciones de producción derivadas en general, relaciones transmitidas no originarias, secundarias y terciarias. Aquí entran en juego las relaciones internacionales. 4• Objeciones sobre el materialismo de esta concepción. Relación con el materialismo naturalista. 5• Dialéctica de los conceptos de fuerza productiva (medios de producción) y relaciones de producción. Una dialéctica cuyos límites habrá que definir y que no suprime la diferencia real. 6• La desigual relación del desarrollo de la producción material con el desarrollo, por ejemplo, artístico. En general, el concepto del progreso no debe ser concebido de la manera abstracta habitual con respecto al arte, etc., esta desproporción no es aún tan importante ni tan difícil de apreciar como en el interior de las relaciones práctico-sociales mismas. Por ejemplo, de la cultura. Relación de los United States con Europa. Pero el punto verdaderamente difícil que aquí ha de ser discutido es el de saber cómo las relaciones de producción, bajo el aspecto de relaciones jurídicas, tienen un desarrollo desigual. Así por ejemplo, la relación del derecho privado romano (esto es menos válido para el derecho penal y el derecho público) con la producción moderna.

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145 7• Esta concepción se presenta como un desarrollo necesario. Pero —justificación del azar—. Cómo (entre otras cosas, también de la libertad). Influencia de los medios de comunicación. La historia universal no siempre existió; la historia como historia universal es un resultado. 8• El punto de partida está dado naturalmente por las determinaciones naturales; subjetivamente y objetivamente. Tribus, razas, etcétera. EL ARTE GRIEGO Y LA SOCIEDAD MODERNA En lo concerniente al arte, ya se sabe que ciertas épocas de florecimiento artístico no están de ninguna manera en relación con el desarrollo general de la sociedad, ni por consiguiente, con la base material, con el esqueleto, por así decirlo, de su organización. Por ejemplo, los griegos comparados con los modernos, o también Shakespeare. Respecto de ciertas formas del arte, a la épica por ejemplo, se le reconoce directamente una vez que hace su aparición en la producción artística como tal, ya que las formas del arte no pueden producirse nunca en su forma clásica, en la forma que hace época mundialmente; se admite así que en la propia esfera del arte, algunas de sus creaciones insignes son posibles solamente en un estadio poco desarrollado del desarrollo artístico. Si esto es verdad en el caso de relación entre los distintos géneros artísticos en el ámbito del propio arte, es menos sorprendente que lo mismo ocurra en la relación entre el dominio total del arte y el desarrollo general de la sociedad. La dificultad consiste tan sólo en formular una concepción general de estas contradicciones. Si no bien son especificadas, resultan esclarecidas. Tomemos, por ejemplo, la relación del arte griego y luego, el de Shakespeare con la actualidad. Es sabido que la mitología griega no fue solamente el arsenal del arte griego, sino también su tierra nutricia. La idea de la naturaleza y de las relaciones sociales que está en la base de la fantasía griega y, por lo tanto, del arte griego, ¿es posible con los self-actors, las locomotoras y el telégrafo eléctrico? (A qué queda reducido Vulcano aliado de Roberts et. Co., Júpiter al lado del pararrayos y Hermes frente al Credit Mobilier? Toda mitología somete, domina, moldea las fuerzas de la naturaleza en la imaginación y mediante la imaginación y desaparece por lo tanto cuando esas fuerzas resultan real-

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mente dominadas. ¿En qué se convierte Fama frente a la Printinghouse square? El arte griego tiene como supuesto la mitología griega, es decir, la naturaleza y las formas sociales ya modeladas a través de la fantasía popular de una manera inconscientemente artística de la naturaleza (aquí la palabra naturaleza designa todo lo que es objetivo, comprendida la sociedad). La mitología egipcia no hubiese podido jamás ser el suelo, el seno materno del arte griego. Pero de todos modos era necesaria una mitología. Incompatible con un desarrollo de la sociedad que excluya toda relación mitológica con la naturaleza, toda referencia mitologizante a ella, y que requiera por tanto del artista una fantasía independiente de la mitología. Por otra parte, ¿sería posible Aquiles con la pólvora y el plomo?¿O, en general, la Ilíada con la prensa o directamente con la impresora? Los cantos y las leyendas, las musas, ¿no desaparecen necesariamente ante la regleta del tipógrafo y no se desvanecen de igual modo las condiciones necesarias para la poesía épica? Pero la dificultad no consiste en comprender que el arte griego y la epopeya estén ligados a ciertas formas del desarrollo social. La dificultad consiste en comprender que puedan aún proporcionarnos goces artísticos y valgan, en ciertos aspectos, como una norma y un modelo inalcanzables. Un hombre no puede volver a ser niño sin volverse infantil. Pero, ¿no disfruta acaso de la ingenuidad de la infancia, y no debe aspirar a reproducir, en un nivel más elevado, su nivel más elevado, su verdad? ¿No revive en la naturaleza infantil el carácter propio de cada época de su verdad natural? ¿Por qué la infancia histórica de la humanidad, en el momento más bello de su desarrollo, no debería ejercer un encanto eterno, como una fase que no volvería jamás? Hay niños mal educados y niños precoces. Muchos pueblos antiguos pertenecen a esta categoría. Los griegos eran niños normales. El canto que encontramos en su arte no está en contradicción con el débil desarrollo de la sociedad en que maduró. Es más bien su resultado; en verdad está ligado indisolublemente al hecho de que las condiciones sociales inmaduras en que ese arte surgió, y que eran las únicas en que podía surgir, no pueden volver jamás.

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147 Cuestionario 11. 22. 33. 44. 55. 66. 77. 88. 99. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25.

¿En qué consiste la crítica de Marx al naturalismo? ¿Cuál es el punto de partida según Marx? ¿Qué se entiende por producción en general? ¿En qué consiste el historicismo de los “economistas modernos”? ¿Cuáles son las determinaciones generales de la producción? ¿Cuál es la crítica a las “vulgares tautologías” de los economistas burgueses? ¿Cómo explica Marx la producción en cuanto a totalidad “silogismo con todas las reglas”? ¿En qué consiste la identidad de la producción y consumo? ¿Cuál es el movimiento mediador entre producción y consumo? ¿Cuáles son las dos maneras en que el consumo produce la producción? ¿Qué es lo que proporciona, crea y determina la producción? ¿Cómo aparece la distribución en los “tratados corrientes” de economía, según Marx? ¿Qué es lo que determina la organización de la distribución? ¿Cómo considera Ricardo a la distribución? ¿Qué es la distribución según Marx? ¿Qué papel juega el modo de producción? ¿Cómo define Marx el cambio y la circulación? ¿Cuál es la conclusión a que llega Marx? ¿Cuál fue el camino que siguieron los economistas del siglo XVIII? ¿En qué sentido afirma Marx que los métodos que se elevaron de lo simple a lo complejo son los métodos correctos? ¿Cómo define Marx lo concreto? ¿En qué sentido lo concreto aparece como resultado y en qué otro como punto de partida? ¿Cuál es la ilusión hegeliana? ¿Qué diferencia hay entre la categoría más concreta y el concreto más desarrollado? ¿Cómo actúa la determinación histórica aún en el caso de las categorías más abstractas?

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26. ¿Cómo se puede entender la tesis de que la anatomía del hombre es la clave para la anatomía del mono? 27. ¿Cómo se explica en consonancia, la tesis de que los indicios de las formas superiores en las especies animales inferiores pueden ser comprendidos sólo cuando se conoce la forma superior? 28. ¿Qué papel juega la producción en todas las formas de sociedad burguesa? 29. ¿Qué diferencia hay entre el orden de sucesión de las categorías en el curso del desarrollo histórico y la articulación interna en los diversos estadios de la sociedad? 30. ¿Cuáles son las fases en que Marx divide su estudio de la sociedad burguesa?

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LA ASCENSIÓN DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO EN PRINCIPIOS DE LA LÓGICA DIALÉCTICA Por Ilienkov SOBRE EL MÉTODO MARXISTA La dificultad principal que presentan muchos problemas relacionados con el proceso de la cognición y las diversas contradicciones del mismo estriban en lo compleja que resulta la correlación entre lo singular y lo general, entre lo sensorial y lo racional, entre lo inmediato y lo mediato. Lo que constituye la esencia del conocimiento es la elevación de lo singular a lo general, del fenómeno a la ley. Como quiera que lo singular y lo general son contradicciones y entre lo uno y lo otro no hay un nexo directo, inmediato, surgen dificultades. Uno de los aspectos de este problema general es el de la relación entre lo abstracto y lo concreto. El camino que lleva al conocimiento del mundo objetivo pasa por la abstracción. Hablando de manera figurada cabe decir que la abstracción, en forma de concepto, leyes, ecuaciones matemáticas, etc., forma el collado por el que es indispensable pasar para que la realidad, de apariencia caótica al principio, se ofrezca a la mirada humana como una unidad de fenómenos y procesos intercondicionados y correlacionados. Otro camino de cognición, no existe. Ahora bien, si esto es así, aquí chocamos de nuevo con la contradicción común a todo el conocimiento que presenta, en el caso dado, una de sus manifestaciones: la contradicción entre lo abstracto y lo concreto, pues la abstracción implica alejarse de lo concreto, apartarse de la viva multiplicidad de la naturaleza. El objetivo del conocimiento es ver la realidad en lo que ésta tiene de concreta; pero a dicho objetivo se llega únicamente mediante la abstracción, es decir, alejándose de lo concreto. En eso radica la profundísima contradicción del proceso del conocer.

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Ahora bien, ¿qué es lo concreto y qué es lo abstracto, qué rasgos lo caracterizan? Lo concreto es la integridad de una cosa, de un fenómeno, en la multiplicidad de sus propiedades y determinaciones, en la interacción de todos sus aspectos y partes. Toda cosa posee numerosas facetas y partes y existe sólo como integridad en la diversidad de sus manifestaciones, diversidad en que todos sus elementos se hallan concatenados entre sí y se condicionan recíprocamente. “Lo concreto es concreto —dice Marx— porque constituye la síntesis de numerosas determinaciones, o sea una unidad de lo diverso.”1 Fuera de esta “unidad de lo diverso”, lo concreto no existe. El árbol dado, el hombre dado son concretos, y es concreta toda la naturaleza, la naturaleza como un todo. El árbol, el hombre, tienen diferentes particularidades; también la naturaleza presenta muchas cualidades y propiedades que le son inherentes, pero el árbol, el hombre y la naturaleza son concretos porque existen únicamente como unidad de lo diverso, como sistema de nexos y relaciones. Lo concreto no es sólo la integridad de una cosa o de un fenómeno, sino la integridad de los nexos y relaciones de la cosa o del fenómeno con otras cosas y fenómenos, de sus concatenaciones naturales con las condiciones en que existen. El árbol, por ejemplo, es concreto no sólo porque constituye una unidad de aspectos y propiedades, sino, además, porque constituye un todo indisoluble con las condiciones de su existencia: con el suelo, el clima, el aire, etc. Al hombre también se le puede comprender como conjunto de relaciones sociales, en conexión con toda la sociedad. Si de estas condiciones aislamos las cosas y los fenómenos, unas y otros dejan de ser lo que son. Al margen de las condiciones aludidas, las cosas y los fenómenos no pueden ser concebidos como algo concreto. De ahí que del concepto de lo concreto como integridad, como unidad, formen parte, también, la conexión y las relaciones del fenómeno dado con otros fenómenos al margen de los cuales el primero resulta inconcebible. Otros son los rasgos que caracterizan a lo abstracto. Lo abstracto es una parte de un todo, extraída de él y aislada de todo nexo e interacción con los demás aspectos y relaciones del todo. Es este rasgo capital lo que hace de la abstracción el contrario de lo concreto. Así, por ejemplo, el electrón es una 1

C. Marx, Contribución a la crítica de la economía política, p. 213.

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153 abstracción respecto al cuerpo complejo, pues sólo constituye una parte de este último, del que lo separamos mentalmente para comprender un fenómeno concreto complejo. El monopolio también es una abstracción respecto al imperialismo como conjunto concreto de propiedades y cualidades, abstracción artificialmente sacada de este conjunto con el mismo fin. Cuando hablamos de la abstracción como producto de la consideración aislada y consciente de una parte, de un aspecto, de una propiedad, de una relación respecto a un todo concreto, no sometemos a ninguna violencia los fenómenos y procesos reales ni actuamos de manera arbitraria. El que, de un todo, podamos abstraer una parte o relación, se explica por la existencia real de dichas partes o relaciones. El electrón es tan real como un cuerpo material complejo compuesto de electrones y otras partículas materiales. El monopolio es tan real como la forma imperialista del capitalismo en su conjunto. La naturaleza es, a la vez, concreta y abstracta. Por este motivo, la actividad analítica del pensar —principal recurso del proceso de abstracción— y su actividad sintética, que aparece como medio para reproducir un todo en sus conexiones, se apoyan igualmente en las propiedades y particularidades de la propia realidad objetiva. La diferencia entre lo concreto y lo abstracto no es absoluta sino relativa. Lo concreto en una conexión puede ser abstracto en la otra y viceversa. Respecto al átomo, la molécula es algo concreto; pero respecto a un cuerpo más complejo, es abstracta, pues sólo constituye una parte, un aspecto de dicho cuerpo. El que algo deba ser considerado como abstracto o concreto depende del nivel a que se haya llegado en el complejo proceso de análisis e investigación de los fenómenos, pues dichas categorías, como contrarios, pasan de una a otra en el curso de la cognición: lo abstracto se hace concreto; lo concreto, abstracto. Para comprender la dialéctica de lo abstracto y de lo concreto en el conocimiento, es necesario, ante todo, subrayar su contradicción. La contradicción de dos aspectos, tendencias y procedimientos del conocer, encuentra su expresión en los conceptos de “abstracto” y “concreto”. Lo concreto, en el conocimiento, es un todo reproducido en el pensar; lo abstracto, no es más que una parte unilateral de un todo. Lo concreto es la realidad aprehendida en carne y hueso; lo abstracto, es el ámbito de los aspectos, propiedades, rasgos, objetos, etc., singulares aislados del todo.

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La contradicción entre lo concreto y lo abstracto suele verse también en el hecho de que lo primero es percibido de manera directa, es visible, tangible; en cambio, lo segundo no es visible, no es tangible y llega a ser conocido tan sólo de manera mediata, por vía indirecta. En cierto sentido, esto es verdad, pues en la contemplación sensorial, los objetos se nos presentan de manera directa en lo que tienen de concretos, tangibles, cosa que no puede decirse respecto a la abstracción. No cabe, sin embargo, conferir valor absoluto a semejante contradicción. Es erróneo entender que sólo puede ser concreto lo que es sensorialmente perceptible y que todo lo demás es abstracción. Si ésta se entendiera tan sólo como articulación de ciertos caracteres generales inherentes a una masa de objetos, la contradicción apuntada entre lo abstracto y lo concreto sería pertinente. En este caso, lo perceptible por los sentidos sería sinónimo de concreto y la reproducción de los fenómenos con ayuda del pensar, sería sinónimo de abstracto. Esto explica que la concepción indicada de lo abstracto y lo concreto no pase de ser una confrontación superficial de dichas categorías. Pero la lógica dialéctica entiende la abstracción de manera mucho más profunda y la define como proceso en que se refleja la esencia, la ley de las cosas. Si la abstracción es un procedimiento para llegar a conocer la realidad, la ley de los fenómenos, es evidente que al margen de la actividad abstractiva del pensar no es posible poseer un concepto de los mismos. Tenemos, por tanto, que el ser tangible, el ser directamente perceptible, no puede considerarse como rasgo fundamental de lo concreto, pese a que, en cierta medida, le es inherente. El conocimiento se desarrolla en forma de dos contraposiciones polares. Se trata del movimiento del pensar que va de lo concreto a lo abstracto y de lo abstracto a lo concreto. Este carácter contradictorio del conocimiento da origen a varias dificultades que lleva a tergiversar la esencia de la cognición y de las leyes de su desarrollo si no se comprende el carácter dialéctico de las correlaciones existentes entre lo abstracto y lo concreto. De ahí que surjan soluciones de distinto género respecto a la idoneidad de la cognición científica para reflejar y reproducir el mundo concreto objetivo; nos encontramos con tales dudas, por ejemplo, cuando intentamos generalizar las peculiaridades de la ciencia moderna y de sus métodos de investigación. Algunos científicos hablan del abismo creciente que se da entre la ciencia

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155 y la realidad concreta, pues la ciencia —añaden— se hace abstracta y resulta inaccesible al sentido común. Según ellos, el mundo de la ciencia y el mundo de la realidad se alejan uno del otro incesantemente. Cuanto más abstractos llegan a ser los conceptos y fórmulas del mundo, tanto menos concreta y vívida aparece ante la mirada del hombre la imagen de la naturaleza. De ello los científicos aludidos intentan sacar la conclusión de que ha surgido un conflicto irreductible entre lo concreto y lo abstracto, y ven en él menos que una tragedia de los procedimientos contemporáneos de conocimiento y de la concepción del mundo. En el mismo volumen de la revista Erkenntnis en que se proclamó la “revolución” en filosofía y el programa de la nueva lógica, publicó Reichenbach el artículo “Valor filosófico de la física moderna” en el cual afirmaba que se había producido una extraña disensión entre el mundo de la ciencia y la vida corriente, la realidad inmediata, y cargaba en la cuenta de los filósofos toda la culpa de que ello fuera así. Explicaba la causa de esa disensión por el hecho de que los filósofos intentan aplicar a la física moderna los conceptos abstractos de causalidad, sujeción a leyes, espacio, etcétera, como se hacía antes mientras que la ciencia natural haya dejado de ser “metafísica”, es decir, no puede acomodarse a tales categorías filosóficas. Para acabar con la disensión entre la ciencia y la realidad concreta, Reichenbach propuso admitir que una y otra constituyen el ámbito de nuestras vivencias humanas. En esto —afirma— radica la unidad entre la ciencia abstracta y la realidad concreta. Sólo las vivencias —escribió— y su regulación en una teoría coherente son idóneas para expresar el contenido de la investigación contemporánea de la naturaleza.2

Esta solución positivista del problema desdeña grandes recursos del conocimiento: los conceptos abstractos y las categorías, sin los cuales es imposible toda ciencia natural así como todo conocimiento científico. La misma contraposición entre ciencia abstracta y mundo concreto se encuentra en Russell y en muchos otros filósofos burgueses. Esta contraposición de lo abstracto y lo concreto, la circunstancia de que la ciencia, con sus 2

Erkenntnis, tomo I, 1930, p. 69.

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fórmulas matemáticas abstractas, parezca alejarse cada vez más del mundo concreto, inquieta también a los científicos ocupados directamente en la investigación de la naturaleza. La causa de que ello ocurra estriba no sólo en una falta de sagacidad para ver la interconexión dialéctica entre lo abstracto y lo concreto, sino, además, en la complejidad real de los métodos contemporáneos de investigación, que hacen posible que surja la ilusoria idea de que el saber científico, por su carácter abstracto, no es un reflejo del mundo objetivo. Más adelante volveremos sobre este problema, pues en él se ve con meridiana claridad cómo, en el presente caso, la fuente del error radica en no saber superar —recurriendo al planteamiento dialéctico del problema sobre lo abstracto y lo concreto—, las contradicciones reales y las dificultades engendradas por el desarrollo de la ciencia. Tenemos, por tanto, que la esencia del problema examinado está clara. Toda la cuestión estriba en comprender rectamente la naturaleza dialéctica de la contradicción entre lo abstracto y lo concreto y en elucidar, también en esta relación, la verdadera lógica del movimiento del conocer. Intentaremos examinar esta lógica en el plano del desarrollo singular (individual) del proceso de cognición y en el plano de su desarrollo histórico. Ambos aspectos son importantes no sólo porque existen realmente como esferas hasta cierto punto independientes del conocer sino, además, porque también en este problema lo lógico y lo histórico coinciden. LA CORRELACIÓN ENTRE LO CONCRETO Y LO ABSTRACTO EN EL PROCESO SINGULAR DEL CONOCIMIENTO

La parte capital y más difícil del problema que examinamos radica en lo concreto. Llegar a conocer un fenómeno en lo que tiene de concreto es difícil y complicado. Desde luego, la abstracción tiene una base escondida, invisible, está vinculada a las relaciones esenciales de las cosas, por lo que no es fácil, ni mucho menos, la labor de la actividad abstractiva del pensar. Por otra parte, al plantear este problema es indispensable recordar que la cognición es un proceso en el cual lo abstracto y lo concreto se hallan trabados en una unidad. Precisamente por constituir dos aspectos o formas de un mismo proceso es importante destacar la parte a la que, en última instancia, se halla subordina-

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157 do todo el proceso. Esa parte es lo concreto. Pues el fin del conocimiento no consiste únicamente en descubrir las leyes de la realidad, sino, además, en explicar, por medio de dichas leyes, los fenómenos que nos rodean. Las leyes de la ciencia sólo justifican su designación cuando cumplen esa función, cuando son de utilidad en el hacer práctico, cuando facilitan la acción práctica sobre el mundo objetivo. Esto significa que la abstracción con que se destacan algunos aspectos —los más esenciales— de la multiplicidad de lo concreto, no pasa de ser un recurso necesario para que pueda cumplirse el objetivo capital de la cognición: reproducir los fenómenos en lo que tienen de concretos, captando sus nexos y relaciones con otros fenómenos. A la luz de lo dicho, es posible comprender las quejas de los científicos que, habiéndose remontado a las cumbres de la abstracción, sienten un imperioso anhelo de descender, por decirlo así, a la tierra y conectar lo abstracto con lo concreto para llegar a comprender la naturaleza concreta en lo que tiene de carne y hueso. En este anhelo ha de verse, forzosamente, una justa y sana comprensión de la esencia y de los fines del conocimiento. Todo el camino indirecto que recorre la cognición, es decir, el que se aparte de lo concreto para dirigirse hacia las abstracciones, se hace únicamente para poder reflejar mejor lo concreto en el pensar, para poderlo reflejar de manera más honda y adecuada. En este sentido afirmamos que el momento central en el problema de la correlación entre lo abstracto y lo concreto es lo concreto y que el conocimiento de lo concreto constituye la parte más compleja del objetivo global. Será útil recordar, en relación con el problema que nos ocupa, las ideas expuestas por Hegel en su excelente artículo titulado “¿Quién piensa de manera abstracta?” Nada hay más fácil que pensar de manera abstracta, dice Hegel, refiriéndose, ante todo, al pensar unilateral que se circunscribe a alguna parte, propiedad o cualidad del fenómeno y no tiene en cuenta los nexos de todas las facetas, propiedades y cualidades del mismo ni sus relaciones con los otros fenómenos, nexos y condiciones que le dan origen. Esta manera de pensar es corriente en la vida cotidiana. Hegel presenta de ello varios ejemplos como los que recogemos a continuación:

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Conduce a un asesino al patíbulo. La muchedumbre ve en él sólo al asesino sin pensar en el cúmulo de circunstancias que le han situado en la senda del crimen. Esto significa pensar de manera abstracta.3

Otro de sus ejemplos, dice: —¡Eh vieja! ¡Vendes huevos podridos! —dijo una compradora a una vendedora. —¿Qué? —saltó ésta— ¿Mis huevos están podridos? ¡Tú si estás podrida! ¿La del padre comido por los piojos y la de la madre que tuvo trato con los franceses? ¿Tú, la de la abuela que murió en el asilo? ¡Miradla, ha gastado una sábana entera para hacerse un pañuelo! ¡Ya sabemos, claro, de dónde sacas todos esos sombreritos y trapitos! ¡De no ser por los oficiales, las que son como tú no lucirían esas galas! Las mujeres decentes se ocupan de sus casas y para las que son como tú, el mejor sitio es la cárcel ¡Mejor sería que te zurcieras los agujeros de las medias! —En fin, la vendedora no puede admitir que la compradora tenga ni asomos de alguna cualidad. Piensa de manera abstracta: resume todo lo que ve en la compradora o sabe de ella, empezando con los sombreros y acabando con las sábanas, de pies a cabeza, sin olvidarse de su padre ni de la demás parentela, la única luz del delito que aquélla ha cometido: haber dicho que los huevos estaban podridos. Todo resulta matizado por el color de esos huevos podridos.4

También en la ciencia se da el enfoque unilateral de la abstracción cuando, para alcanzar un determinado conocimiento, se destaca alguna propiedad de la naturaleza haciendo caso omiso de otras propiedades, de sus nexos e interacción, de su desarrollo, de su paso a nueva calidad, etc. Hegel tiene razón cuando critica que se atribuya valor absoluto al proceder abstracto del conocimiento, pues la abstracción es sólo un camino, un peldaño hacia lo concreto; tiene razón, asimismo, al recalcar que es difícil reproducir lo concreto en el pensar como objetivo último y fin de la cognición. Ahora necesitamos puntualizar la definición de lo concreto. En las páginas anteriores nos hemos referido a lo concreto independientemente del lugar, del tiempo y del grado en que se da cuando el entendimiento lo capta. Pero si examinamos todo el proceso de la cognición, veremos que en el pensar, lo concreto se refleja dos veces: al comienzo y al fin de la cognición, en el 3 4

Véase Hegel, “Problemas de filosofía”, ¿Quién piensa de manera abstracta?, núm. 6, p. 139. Ibid., p. 140.

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159 punto inicial del proceso y en su punto final. Lo concreto, en esos dos momentos, no es lo mismo. De este hecho no cabe inferir, desde luego, que el pensamiento, al efectuar su trabajo —tan complejo— se encuentre con dos realidades concretas. La realidad es una y existe como realidad concreta, como unidad de la diversidad. Pero en el proceso de tal cognición, lo concreto en las diferentes etapas —al principio y al final del proceso— no es lo mismo. El punto de partida del conocimiento es la realidad objetiva, concreta, y el pensamiento realiza todas sus operaciones con esta realidad, con el material de la misma. Ahora bien, en las diferentes etapas del conocimiento, la realidad concreta se refleja de manera distinta. Nada sabríamos de ella si primeramente no nos fuera dada en la contemplación sensorial, en nuestras sensaciones. Lo concreto se ofrece directamente a la contemplación sensorial; en este sentido, lo definimos como lo perceptible y visible directamente. La cognición sólo puede iniciarse partiendo de eso concreto, de eso dado de manera inmediata y visible, tangible. Pero lo concreto sensorial, en dicho estadio del conocimiento, aún no puede aparecer como unidad de fenómenos diversos, pues dicha unidad se halla sustraída a la mirada directa y sólo puede ser aprehendida mediante abstracciones, mediante la formulación de leyes, conceptos, hipótesis, etcétera. Por esta razón, de lo concreto en dicho estadio tanto puede decirse que es visible como no lo es. Es visible en sus manifestaciones concretas, en su exterior, pero no lo es como lo concreto, en que las manifestaciones externas e inmediatas se hallan ligadas a su esencia interna, a las leyes de su existencia y desarrollo. Ahora bien, el conocimiento de lo concreto en este nivel constituye el objetivo de la cognición auténticamente científica. En el estado sensorial del conocimiento, lo concreto es visible y asequible, pero ello se paga desconociendo su esencia; por tanto, la condición de ser accesible directamente, presupone que en el conocer se dan elementos de comprensión ilusoria de los fenómenos, engañosa, a menudo profundamente errónea. Lo concreto, visible y tangible, ha de ser radiografiado por abstracciones —como por unos rayos “x” mentales sui generis— para descubrir con ello su escondida base, su esencia, y luego llegar a conocerlo como lo concreto en que la manifestación externa y su esencia se hallan indisolublemente ligadas entre sí. Lo concreto con estas características se da en el estudio final del proceso de cognición.

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Pero, entonces, no se trata ya de algo concreto sensorial, sino mental, fecundado por el conocimiento gracias a las abstracciones de la esencia, de la recóndita base de las cosas. Resulta, pues, que si tomamos un proceso singular de conocimiento, sus polos contrapuestos son —ambos— lo concreto; pero lo concreto en un polo es distinto de lo concreto en otro polo; en uno tenemos lo concreto sensorialmente percibido; en otro, lo concreto mental. En el camino que va de un polo a otro se encuentra la abstracción. En el estadio de la percepción sensorial de la realidad, el conocimiento recibe los datos, el material sin el que no puede avanzar ni un paso. En el estadio del pensar abstracto, se busca lo que constituye la base, la unidad de la diversidad. En el estadio de la reproducción mental de lo concreto, el círculo en cierto modo se cierra en el punto de partida, pero sobre una nueva base: la diversidad se nos presenta ya no como un conjunto caótico de aspectos y relaciones, sino como una unidad “organizada”, subordinada a determinadas leyes. Lo concreto mentalmente reproducido aparece ya no en forma de suma de diversos datos, observaciones, hechos, proposiciones separadas, etc., sino como un saber sobre fenómenos iluminados por una idea única. Como vemos, el acto de alejarse de lo concreto, en el primer estadio del proceso de la cognición, presenta una doble naturaleza: es alejarse para aproximarse mejor a lo concreto. O, como escribió Lenin: “El movimiento de la cognición hacia el objeto sólo puede ir, siempre, dialécticamente; se aparta para acertar con más seguridad...”5 Con esta proposición se resuelve el problema principal concerniente a la correlación entre lo abstracto y lo concreto. La dialéctica de dicha correlación es tal que el paso de lo concreto sensorial a lo abstracto no nos aparta, en esencia, del mundo concreto, sino que nos acerca a él en el sentido de que lo llegamos a conocer más hondamente, en su esencialidad, y sólo habiendo descubierto por medio de abstracciones la esencia de los fenómenos, podemos luego conocerlos en lo que tienen éstos de concreto. El movimiento del conocer en la forma indicada de contradicciones polares, el paso de la forma de percepción concreta de la realidad a la forma contraria de abstracción, no 5

V. I. Lenin, Obras, tomo XXXVIII, p. 275.

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161 sólo no separan la realidad respecto al mundo de las formas científicas abstractas, sino que, por el contrario, constituyen un procedimiento para lograr que una y otra se aproximen coincidan. Por ejemplo, cuando en el proceso del conocimiento pasamos de la percepción de la oscilación caótica de precios en el mercado a la abstracción de valor o, bien, cuando nos elevamos de la percepción de la masa de cuerpos materiales diversos a la abstracción de la materia, nos alejamos de lo concreto; pero este modo de alejarse de lo concreto es, en realidad, una manera de acercarse a ello, es el procedimiento para llegar a conocerlo. El haber establecido este hecho deja sin base alguna la afirmación de que el movimiento del pensar desde lo sensorial concreto hacia lo abstracto (hacia la ley, el concepto, la fórmula científica, la ecuación matemática) significa apartarse de manera absoluta del mundo visible concreto. En realidad, este movimiento, sujeto a la ley del pensar, tiene un sentido directamente contrapuesto. “El significado de lo general —escribió Lenin— es contradictorio: es un significado muerto, adulterado, incompleto, etc., pero es un paso hacia el conocimiento de lo concreto...”6 “Lo abstracto es un paso hacia lo concreto”; esta fórmula dialéctica pone de relieve la interpenetración que existe entre las formas contrapuestas del movimiento del pensar. Es una fórmula opuesta a la concepción metafísica de la relación entre las formas aludidas en el sentido de que lo abstracto es, tan sólo, un alejamiento de lo concreto, cuando, en realidad, constituye una unidad de “alejamiento” y “aproximación” o bien de un alejamiento para saltar mejor hacia adelante, para comprender mejor lo concreto. Así como la fase inicial del proceso del conocer se efectúa en forma de transición desde lo concreto sensorial a lo abstracto, la fase siguiente consiste en pasar de lo abstracto a lo concreto; es decir, el ulterior movimiento de la cognición posee, también, carácter dialéctico. La abstracción no constituye un fin en sí, sino un medio, un recurso para entrar en conocimiento de los fenómenos en lo que éstos tienen de concreto. Por este motivo, alcanzando el nivel necesario de abstracción, cuando la esencia de los fenómenos, su ley, están descubiertas, el pensamiento comienza a moverse en dirección inversa, 6

Idem.

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desde lo abstracto a lo concreto, para reflejar lo concreto a base de la abstracción alcanzada, uniendo la diversidad de propiedades y facetas de la cosa. Esta última fase del proceso de la cognición, que puede definirse como ascensión de lo abstracto a lo concreto, es de importancia extraordinaria y requiere un examen más circunstanciado. Dos son las cuestiones que se presentan en este caso de especial significado: 1. la que trata del punto de partida de dicha ascención, y 2. la que trata del modo en que la ascención se realiza. COMIENZO DE LA ASCENSIÓN QUE LLEVA DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO Después de haber encontrado, mediante la abstracción, cierto aspecto o cierta propiedad de la cosa para caracterizar lo que constituye la base esencial y la unidad de todas las manifestaciones de la cosa dada, comienza el proceso de ascensión que lleva de este momento abstracto hasta lo concreto. Pero, ¿qué representa lo abstracto mismo que sirve de momento inicial en el proceso de ascención hacia lo concreto? Su rasgo capital estriba en que lo abstracto, en este caso, expresa —aunque sea de manera unilateral— la esencia, la base del fenómeno investigado. Tal es el sentido del movimiento de lo sensorial concreto a lo abstracto. En el proceso de análisis son posibles distintos grados de abstracción de lo concreto, es posible obtener abstracciones distintas. Así, por ejemplo, se comprende que cuando se trata de un organismo tan complejo como es la sociedad —cuyo ser se manifiesta en una multiplicidad de esferas: economía, política, ideología, moral, etc., cada una de las cuales, a su vez puede descomponerse en numerosos aspectos y partes— no resulta fácil hallar la abstracción inicial. Un fenómeno social como la clase, es una abstracción respecto al organismo social como un todo. Pero la clase misma es algo complejo; para comprenderla, es necesario separar, a su vez, los aspectos más esenciales de la misma, al margen de los cuales el concepto de clase no puede resultar claro y concreto. Nos encontramos, en este caso, con el problema concerniente al carácter relativo de los conceptos de concreto y abstracto. Sin tomar en consideración este carácter, es imposible resolver el problema de cuáles son los rasgos que han de caracterizar la abstracción inicial.

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163 En efecto, el concepto de clase social es una abstracción respecto a la sociedad en su conjunto, pero respecto a varios caracteres distintivos de las clases, el concepto aludido resulta extraordinariamente concreto. Recordemos la definición de clase, dada por V. I. Lenin: Las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social, históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción (relaciones que en gran parte quedan establecidas y formalizadas en las leyes), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo y, consiguientemente, por el modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse del trabajo del otro, por ocupar puestos diferentes en un régimen determinado de economía social.7

Como vemos, la clase es un fenómeno complejo, y la investigación de tal objeto ha de pasar por todos los estadios arriba indicados, o sea, ha de ir de lo concreto a lo abstracto y luego ha de elevarse de lo abstracto a lo concreto. De ahí que, la clase no pueda ser la abstracción inicial en el conocimiento de la sociedad, dado que ella misma constituye un fenómeno concreto y complejo. A continuación intentaremos analizar ese objeto con el fin de descubrir la abstracción inicial. El examen del concepto de clase desde el punto de vista que a nosotros nos interesa es importante, además, porque los enemigos contemporáneos del marxismo procuran confundirlo por todos los medios. Esforzándose por demostrar que en la sociedad capitalista de nuestros días se han borrado ya o se están borrando las diferencias entre clases antagónicas o, bien, que de existir éstas, es ya sobre una base distinta de la indicada por el marxismo, los enemigos de esta doctrina hacen caso omiso conscientemente, de los aspectos decisivos del concepto de clase y lo expurgan por completo de todo contenido social. Llevan la abstracción hasta el extremo que se pierde la cualidad específica de la clase como fenómeno histórico-social. De la citada definición leninista de clase se sigue que las clases sociales están caracterizadas, por lo menos, por cinco rasgos o facetas: 1. son grandes 7

Lenin, V. I., Obras escogidas, pp. 612-613.

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grupos de hombres; 2. estos hombres se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social, históricamente determinado; 3. por las relaciones en que se encuentran respecto a los medios de producción; 4. por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo y 5. por el modo de la proporción en que perciben la parte de la riqueza social. A esto hay que añadir otro rasgo específico para las clases de las formaciones antagónicas: unas clases se apropian de los frutos del trabajo de otras. Es preciso abstraer del todo, de lo concreto, cada una de estas partes para que sea posible investigar lo que la clase es. En parte hemos examinado ya este objetivo de la cognición al tratar el problema del análisis y de la síntesis. Hemos visto, allí, que el fin del análisis estriba en descomponer un todo y hallar las facetas más esenciales con las que luego ese todo puede volver a unirse. A esto se limita la misión del análisis. Ahora, cuando lo que se investiga es el problema que trata de la correlación entre lo abstracto y lo concreto —categorías íntimamente vinculadas al análisis y a la síntesis— el problema no se limita ya, simplemente, a hallar y descubrir la esencia del todo, su aspecto esencial, por medio del análisis. Desde luego, esto también es importante para resolver el problema de lo abstracto y de lo concreto; sin el análisis no hay modo de separar de lo abstracto lo concreto. Pero el objetivo específico de la abstracción estriba, en este caso, en separar, mediante el análisis, el aspecto esencial que pueda desempeñar el papel de abstracción inicial en la vía ascendente de lo abstracto a lo concreto. Ahora bien, esto significa que la abstracción inicial ha de caracterizarse por algunas propiedades nuevas, complementarias aparte de la que les es esencial: expresar de manera abstracta, pura, la esencia de la cosa, del fenómeno, del proceso. Puede parecer, a primera vista, que cualquier carácter de clase es idóneo para constituir la abstracción inicial desde la que se comienza la ascensión hacia lo concreto. Pero esto es un error. Tomemos un rasgo de la clase social como el del papel que desempeñan los hombres en la organización social del trabajo. Se trata de un aspecto importante del concepto de clase; sin él no hay clases; la burguesía por ejemplo, en la sociedad capitalista no cumple más que una determinada función en la producción, pues, directamente o a través de sus agentes, organiza, dirige, manda, etc. Los proletarios, al contrario, invierten sólo su trabajo, no se ocupan de la organización del proceso productivo ni

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165 lo dirigen. Pero, por importante que sea este rasgo de la clase social, no es el más esencial y, es un rasgo mediato que está determinado por otros caracteres de clase y se desprende de ellos. Dicha abstracción no puede ser, pues, inicial, no puede servir de punto de partida para elevarse hacia la clase como unidad de la diversidad. Podemos tomar otro rasgo: las proporciones de la riqueza social que perciben distintas clases. También este rasgo tiene un carácter mediato, está determinado por otro factor. Sabemos por la historia de la ciencia que han existido teorías cuyos autores veían la sociedad dividida en clases en dependencia del modo de distribución de la riqueza social. Semejantes teorías no eran científicas. Pues tomaban el efecto por la causa. El capitalista lo es no porque dirige la producción, sino que, al contrario, dirige la producción por ser capitalista; de modo análogo, de la riqueza recibe él la parte del león por su condición de capitalista. De lo dicho se sigue que la abstracción inicial ha de poseer, por lo menos, dos cualidades: 1. ha de reflejar la esencia, la causa de la cosa, y 2. de ser una abstracción límite, es decir, no alcanzada de manera mediata a través de otras abstracciones, sino que, por lo contrario, ella misma ha de servir para que puedan llegarse a conocer otras facetas y propiedades de los fenómenos. Dicho de otro modo, las abstracciones iniciales son conceptos en que se ha alcanzado el límite en el acto de abstraer aplicado a una multiplicidad concreta dada; se trata, por decirlo así, de una abstracción “última”, más allá de la cual ya no cabe ir sin que ello redunde en perjuicio del reflejo adecuado del fenómeno. Dichas abstracciones combinan, en sí, lo esencial, la causa con lo elemental, con lo simple; simple en el sentido de que tales abstracciones son un comienzo no desarrollado de un todo desarrollado y de ellas arranca una serie de mediaciones, en el sentido de que son el manantial del que surge y se desarrolla todo lo demás. En el ejemplo examinado por nosotros, la abstracción inicial será la relación de los hombres con los medios de producción, dado que es dicha relación la que determina todo lo demás, todos los otros aspectos y rasgos de la clase social. La proporción del ingreso social percibido por las diferentes clases lo mismo que el lugar ocupado en la organización social del trabajo y la posibilidad de que una clase explote a otra, se hallan condicionados por la faceta capital indicada, que

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caracteriza la clase. Es ella la que facilita el conocimiento mediato, de todos los demás caracteres de la clase social y los determina; por este motivo, en el análisis la relación de los hombres con los medios de producción aparece como lo sencillo, como el momento inicial del que se obtienen los demás caracteres. No obstante, la abstracción inicial, por acentuado que sea su carácter de abstracción límite, ha de ser, al mismo tiempo, una “abstracción concreta”, es decir, ha de ser, respecto a lo concreto, una abstracción que exprese, pese a todo, lo cualitativamente específico de un fenómeno dado. La última abstracción, el comienzo simple, ha de conservar la medida de la cosa; o sea: el grado de abstracción de lo concreto no puede ir tan lejos que en él se pierda la cualidad de la cosa a investigar. El concepto de “abstracción concreta” lo utilizamos, precisamente, en dicho sentido. Así, en nuestro ejemplo, aun podríamos dar otro paso por el camino de la abstracción y dejar a un lado las relaciones de las personas con los medios de producción, destacando como abstracción límite las relaciones entre las personas en el proceso de la organización técnica de la producción. Diremos, a este propósito, que los apologistas contemporáneos del capitalismo obran de dicho modo e intentan demostrar que no es la propiedad sobre los medios de producción, sino que son las funciones cumplidas por los hombres, la colocación de estos últimos en el proceso de la producción lo que condiciona la pertenencia a una clase u otra. Semejante idea se halla bastante extendida en las obras de la burguesía contemporánea y de los socialistas de derecha. Según este criterio, dado el nivel actual en que se encuentra la organización de la sociedad, el papel de un determinado grupo social no está definido ya por relaciones de propiedad sino por el lugar que dicho grupo ocupa en la jerarquía técnica de los trabajadores de la producción. De ello se sigue que, actualmente, lo característico no es la división de la sociedad en burguesía y clases trabajadoras, sino la división en consonancia con el “orden tecnocrático”. No hay duda alguna de que en la sociedad presente se han producido enormes cambios técnicos que han dado lugar a varios fenómenos nuevos como, por ejemplo, el incremento —antes nunca visto— del número de dirigentes y organizadores así como de su papel en la producción. Sin embargo,

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167 ello no ha modificado el hecho de que las riquezas fundamentales de un país capitalista se hallan concretadas en manos de la burguesía, del Estado burgués, y la clase dominante en el terreno económico es, asimismo, la clase dominate en el terreno político. El fin perseguido con este modo de enfocar el problema concerniente a la estructura de clase de la sociedad capitalista es muy claro. Pero de este modo se infringen también las reglas lógicas de la abstracción, se pierde la cualidad del fenómeno investigado. Por su cualidad la organización técnica de la producción es ya un fenómeno distinto, no reúne condiciones para expresar la esencia y lo cualitativamente específico de la clase social, que tiene su base en la relación con los medios de producción. Ello es tan cierto como el hecho de que un concepto abstracto (para tomar un ejemplo de otro tipo) como es el de fuerza actuante entre partículas invariables de materia basta para explicar los procesos mecánicos, pero resulta ya insuficiente para comprender los fenómenos atómicos. Esto requiere otras abstracciones iniciales, abstracciones que expresen lo que tienen de específico los microobjetos respecto a lo específico de los grandes cuerpos. Marx, al analizar un fenómeno complejo como el del modo capitalista de producción, separa, también, de la diversidad concreta que ofrece dicho modo de producción una abstracción que le sirve de punto de partida para elevarse, luego, hacia lo concreto. En calidad de semejante abstracción límite, inicial, aparece en Marx el valor materializado en la mercancía. Marx lo llama la forma más abstracta de la riqueza burguesa. Sin el valor, no es posible comprender ningún proceso característico de tal medio de producción. El valor es realmente una “abstracción concreta”, más allá de la cual no cabe ir. Ahora bien, si analizamos el modo socialista de producción, el concepto de valor ya no puede desempeñar el papel de punto de partida para ascender hacia lo concreto, pues nos encontramos con un organismo social cualitativamente distinto sujeto a otras leyes de desarrollo. Por otra parte, la abstracción inicial, tomada en su conjunto, ha de coincidir con lo que ha sido lo primero en el proceso efectivo del desarrollo de la realidad misma. Semejante rasgo de la abstracción inicial tiene enorme trascendencia, dado que en el proceso de ascención a lo concreto ha de reflejarse el objeto en su desarrollo y cambio. Esta faceta puede resultar, en lo tocante a la clase social, menos clara que en lo tocante a la investigación de otros

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fenómenos. Más, también en este caso resulta evidente que la relación con los medios de producción constituye el fundamento o la causa de la que surgen y se desarrollan todos los demás aspectos y propiedades de la clase social, sus correlaciones con otras clases, etc. Desde luego, las relaciones burguesas de producción no existen, por ejemplo, al margen de una determinada ideología propia de la clase dada; pero la psicología secundaria respecto a las condiciones materiales de existencia de la clase social, surge y se desarrolla de dichas condiciones como su semilla. Las relaciones capitalistas de propiedad nacen en el seno de la sociedad feudal antes de que la burguesía conquiste el poder político. La historicidad de la abstracción inicial resulta aún más clara cuando se investiga de manera especial el desarrollo del fenómeno. Así, en El capital de Marx la abstracción lógica inicial, la mercancía, y su valor, se encuentran en perfecta correspondencia con el momento inicial histórico del desarrollo capitalista. Todos los procesos de la producción capitalista se desarrollan partiendo —como de una célula de un organismo vivo— del valor de la mercancía, del cambio de mercancías según la ley del valor, y la ascención de lo abstracto a lo concreto ha de reproducir esos procesos históricos. El botánico, el biólogo, al investigar el origen de las especies de plantas y animales, toman, asimismo, en calidad de punto inicial de la investigación, los organismos, históricamente simples, de los que proceden los complejos organismos de hoy. Como quiera que la fuerza motriz del desarrollo se encuentra en las contradicciones propias del fenómeno, la abstracción inicial ha de reflejar, en germen, las contradicciones del fenómeno, aquellas cuyo despliegue y lucha sirven de estímulo al desarrollo de este útlimo. Así son las contradicciones de la mercancía y del valor. En biología, son así las contradicciones del metabolismo en los organismo vivos, contradicciones que sirven de fuente de la evolución y cambio de las especies, etcétera. Tales son los rasgos fundamentales de la abstracción inicial, comienzo de la ascensión que va de lo abstracto a lo concreto. Vamos a examinar, ahora, la esencia de dicho proceso del movimiento del pensar desde el comienzo más simple hasta la integridad concreta como unidad de fenómenos diversos.

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169 LA ASCENSIÓN DE LO ABSTRACTO A LO CONCRETO Partiendo de la abstracción inicial, el pensamiento debe de reproducir el fenómeno como unidad concreta íntegra formada por todos sus aspectos y propiedades, como una diversidad en la unidad, como una combinación de numerosos determinantes. Este proceso es complejo y presenta sus dificultades, las cuales se derivan, sobre todo, de que entre lo abstracto y lo concreto en el proceso del conocer existe una contradicción —por lo común muy tajante—, de modo que es necesario un grande y minucioso trabajo de la mente para unir tales contrarios, para combinarlos. La contradicción que entre lo abstracto y lo concreto se da en el pensamiento expresa la contradicción más amplia existente entre lo general y lo singular, entre la ley y el fenómeno, entre la esencia y la forma en que ésta se manifiesta. La abstracción inicial expresa la esencia del fenómeno, pero no siempre lo hace por completo. Refleja la esencia, la ley de los fenómenos, de manera abstracta, en su aspecto puro. Así se ve en el ejemplo de la clase social. Hasta ahora hemos examinado la clase sobre todo desde el punto de vista económico. Enfocado así el problema, el vínculo entre la abstracción inicial y todos los demás rasgos de la clase no es excesivamente complejo, resulta más o menos inmediato. De la distinta relación con la propiedad sobre los medios de producción no es difícil inferir todos los demás rasgos y caracteres que diferencian a las personas por su situación de clase. Pero si investigamos las clases sociales desde el punto de vista político, jurídico, ideológico, etc., o por decirlo con otras palabras, si examinamos la política de las clases, su ideología, etc., el fenómeno indicado se nos aparecerá de manera aún más concreta que visto en la perspectiva económica. Resultará, en este caso, que la definición económica de clase social respecto a esa integridad más completa, aunque sigue siendo la más importante y esencial, constituye una abstracción que se ha de llenar de contenido concreto. Ello pone de manifiesto, una vez más, que es de suma importancia tener en cuenta la relatividad de los conceptos de abstracto y concreto. Ahora bien, si confrontamos la abstracción inicial en la determinación de clase social —es decir, la relación entre los hombres y los medios de producción— con manifestaciones concretas de dicha abstracción como, por ejemplo, la ideología, la moral, la filosofía de tal o cual clase, veremos que el nexo

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entre lo abstracto y lo concreto no es tan simple e inmediato como puede parecer. Este nexo existe, pues la relación con los medios de producción es lo importante, es la unidad buscada que se manifiesta en toda la existencia de la clase empezando con lo económico y acabando con las esferas más alejadas y “sutiles” como son, por ejemplo, la ideología de clase, su arte, su filosofía, etc. Pero la cuestión estriba en que ese vínculo no es inmediato y para sondearlo, para descubrirlo; el pensamiento ha de seguir el proceso de ascensión gradual desde lo abstracto hacia lo concreto. Sólo entonces la clase aparecerá en carne y hueso, en toda su plenitud concreta e íntegra. De la relación que se da entre una clase social cualquiera y los medios de producción no es posible inferir, de manera directa, por ejemplo el arte de clase social. Pero se cometería el mismo error si, partiendo de dicha base, se declarara que la abstracción inicial es una ficción. Los sociólogos burgueses sostienen que las clases son una ficción de ese tipo; los filósofos positivistas consideran que lo son todas las leyes de la naturaleza y de la sociedad. Conviene recordar, a este propósito, un comentario en Engels acerca de la naturaleza de las leyes económicas, comentario que aclara con mucha precisión las relaciones complejas y mediatas existentes entre lo abstracto y lo concreto. Respondiendo a K. Schmidt que no comprendía la correlación entre la ley del valor y la norma de beneficio y suponía —ante la falta de coincidencia entre ellas— que la ley del valor es una ficción, Engels escribió: Sus objeciones a la ley del valor conciernen a todos los conceptos (aquí Engels al hablar de conceptos se refiere a leyes M.R.)... En razón de que un concepto posee la naturaleza esencial del concepto, en razón de que el concepto, por tanto, no coincide sin más, prima facie con la realidad de la cual es necesario abstraerlo primero, debido a todo eso, el concepto siempre es más que una ficción; a no ser que declare usted ficciones todos los resultados del pensar porque la realidad les corresponde de manera sumamente indirecta y, además únicamente en aproximación asintótica (es decir, sin coincidir nunca. M. R.).8

Engels expone, luego, unas consideraciones generales de suma importancia sobre la correlación entre lo abstracto y lo concreto; entre la ley y la realidad e indica que: si en alguna empresa empezaran a exigir: 8

C. Marx y F. Engels, Cartas sobre El Capital, pp. 307-308.

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171 que la norma de beneficio, bajo la amenaza de ser degradada a ficción, fuera igual, con toda exactitud, digamos a 14,876934... hasta cien números decimales, en cada empresa y cada año, entenderíamos de manera completamente errónea la naturaleza de la norma de beneficio y de las leyes económicas en general; todas ellas no poseen más realidad que la dada en la aproximación, en la tendencia, en el valor medio, y no la tienen en la realidad inmediata. Ello es así debido, en parte, a que su acción se entrecruza con la acción simultánea de otras leyes, pero, en parte, debido a su naturaleza de conceptos.9

Las palabras de Engels ponen de manifiesto que la falta de coincidencia directa entre lo abstracto y lo concreto se explica por la existencia de eslabones intermedios que se encuentran entre esos dos polos contrapuestos. Dado que el pensamiento al pasar de lo concreto sensorial a lo abstracto hace caso omiso de factores que complican el proceso y toma la esencia de la cosa en su aspecto puro, el movimiento inverso del pensar —de lo abstracto a lo concreto— exige que se tenga en cuenta esos factores dejados a un lado. De ahí que la ascensión de lo abstracto a lo concreto constituya un proceso en virtud del cual la abstracción inicial va haciéndose mediata a través de nuevas facetas de las que se había prescindido en el proceso anterior, encaminado a obtener la abstracción inicial. Al estudiar la ley de la caída de los cuerpos, hacemos abstracción de la resistencia que el aire ofrece, es decir, el pensamiento toma el fenómeno en su aspecto puro creando la abstracción de la ley. Pero ésta no es una ficción, dado que al pasar de lo abstracto a lo concreto el pensamiento valiéndose de la ley por él encontrada, aclara por entero lo concreto, es decir, explica la caída de los cuerpos tal como la percibimos nosotros de manera inmediata. Como vemos, entre lo abstracto y lo concreto no se da un lazo directo; a lo concreto conduce, para decirlo con palabras de Engels, un camino indirecto, el de la unión de contrarios (de lo abstracto y de lo concreto) mediante el análisis de los eslabones de mediación. El concepto de eslabones de mediación abarca un círculo sumamente amplio de fenómenos: entran en él los momentos complejos de que antes hemos prescindido, las condiciones nuevas, variables, en que rige la ley, el desarrollo del propio fenómeno que se investiga —en el que surgen ciertos rasgos y propiedades que modifican la 9

Ibid., p. 308.

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acción de la ley—, las limitaciones del efecto de una ley por la acción de otras leyes, el cruce de la acción de leyes diferentes, etcétera. En virtud de lo que hemos dicho, el proceso de ascensión de lo abstracto a lo concreto, el proceso en virtud del cual se reproduce en el pensamiento lo concreto; es muy complejo. A nuestro modo de ver, sus rasgos capitales se caracterizan por lo siguiente: a) En el camino que se sigue para elevarse de lo abstracto a lo concreto, el objetivo principal estriba en reproducir en el pensar todo el sistema de nexos y relaciones característicos del objeto dado como integridad concreta. Sólo así se llega al final del movimiento hacia lo concreto en un ciclo singular de cognición. Para que semejante movimiento resulte posible, es necesario que la mente, al principio, descomponga y diseque ese sistema de conexiones, separando de él los nexos y relaciones que sirvan de inicio, de punto de partida al proceso de ascensión hacia lo concreto. Por tanto, la ascensión de lo abstracto a lo concreto ha de significar que se estructura, con los nexos iniciales más simples, un complejo sistema de nexos e interacción de los aspectos y partes de un todo. La esencia inicial, el comienzo, se inserta en nexos complejos; lo abstracto, en lo concreto; y, en consecuencia, los nexos y las relaciones ganan en riqueza de matices. Además, el proceso en virtud del cual se reproduce en el pensar lo concreto como las facetas y propiedades del fenómeno, refleja, por lo común, el desarrollo del propio objeto. El fenómeno como conjunto de nexos y relaciones complejos y concretos no surge de golpe en la realidad objetiva; por ese motivo, el proceso de ascensión de lo abstracto a lo concreto ha de reflejar, también, de una u otra manera ese desarrollo del fenómeno. La lógica del movimiento del pensar ha de coincidir forzosamente, aunque sea en líneas generales, con el desarrollo del propio objeto de investigación. b) En relación con lo antes dicho, sería un error entender el camino hacia lo concreto —lo concreto que es una síntesis de numerosas determinaciones— como un proceso en virtud del cual se crean conceptos sobre todos los aspectos singulares de lo concreto y luego se unen dichos conceptos o determinaciones formando una unidad. En realidad se trata de un proceso

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173 de síntesis, de inferencia sintética; partiendo de la abstracción inicial se desarrolla toda la multiplicidad concreta del fenómeno. Mientras que al pasar de lo sensorial concreto a lo abstracto aplicamos, sobre todo, el análisis, el procedimiento de investigación más importante para ascender de lo abstracto a lo mentalmente concreto es la síntesis. Como ya hemos dicho, la síntesis no es un simple acoplamiento mecánico de partes separadas hasta formar un todo, sino un procedimiento de desarrollo; es la inferencia de lo singular y concreto partiendo de lo general y abstracto. Unicamente ese desarrollo sintético que va de unos conceptos y definiciones a otros más concretos, puede reproducir —como resultado de todo el camino de ascendencia— la concreta diversidad de las facetas del fenómeno en su unidad. El “acoplamiento” mecánico de las partes no puede conducir más que a una definición ecléctica del todo como suma de las facetas de la cosa dada. c)

Siendo la ascención un proceso en virtud del cual se alcanza lo concreto y se desarrolla partiendo de lo abstracto, ha de efectuarse de modo que cada nueva etapa está directamente ligada a la precedente y, por tanto, cada nuevo concepto o cada nueva definición del objeto ha de contener en sí, en forma “superada” los conceptos y definiciones anteriores. Esto significa que la ascensión ha de ser gradual, que es inadmisible saltar por encima de los eslabones de mediación que enlazan la cadena entera en un todo único. De modo análogo a como un tren se dirige a una estación terminal, no puede dejar de pasar por las estaciones intermedias, el proceso de ascensión hacia lo concreto no puede prescindir de tal o cual eslabón que se encuentre entre lo abstracto y lo concreto. Sólo que, a diferencia del tren, que puede o no detenerse en todas las estaciones, la representación mental de lo concreto no puede prescindir de ningún eslabón de mediación que tenga aunque sólo sea la más pequeña importancia para acercarse al objetivo. Todas las tentativas de eludir este camino indirecto y ligar directamente lo abstracto con lo concreto, llevan inevitablemente a errores.

Si, desde este punto de vista, proseguimos el examen del ejemplo relativo a las clases sociales, será preciso decir que, en efecto, las relaciones de propie-

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dad sobre los medios de producción están ligadas a formas de conciencia propias de tal o cual clase social; más, para ver este nexo, es indispensable analizar muchos eslabones de mediación que unen lo abstracto y lo concreto entre sí. No podemos inferir directamente de las condiciones de vida de una clase social, su ideología, su arte, etc., como tampoco Marx infirió enseguida del valor la norma media de beneficio. Las condiciones económicas de la vida de una clase determinan directamente las relaciones políticas y jurídicas; estas últimas condicionan la ideología de clase, una determinada concepción del mundo, una moral; finalmente la ideología, la moral de clase determinan la dirección en que se desenvuelve el arte y la posición de este último frente a la realidad. Si refundimos en los correspondientes conceptos y categorías todas esas facetas de la vida de las clases sociales, la subordinación de los conceptos y categorías obtenidos podría presentar el aspecto aproximado de la siguiente cadena: economía, política y derecho, ideología, moral, arte, etc. Resulta, pues, evidente que entre la economía y el arte se encuentran varios eslabones a través de los cuales y de manera mediata queda determinado el carácter de clase de este último. Sería vulgarizar el problema pretender inferir directamente, de las relaciones de producción burguesa, una dirección del arte moderno como es, por ejemplo, el abstraccionismo. Ahora bien, si tenemos en cuenta que tales relaciones de producción han dado ya de sí, hace tiempo, cuanto podían dar y no ofrecen amplios horizontes al desenvolvimiento de las fuerzas productivas, resultará claro que a través de factores como la correspondiente política de las clases dominantes y su concepción decadente del mundo, a través de la moral antihumanista de la sociedad burguesa, las relaciones de producción influyen también sobre los procesos que se producen en el arte, se presentan desempeñando el papel de causa última que provoca la desintegración de la forma en el arte. Tenemos, pues, que ascendiendo gradualmente desde una abstracción como la de relaciones de producción y, en un plano más amplio, de las condiciones por los grados, como política, derecho, moral, etc., en que el organismo social se concreta, llegamos de manera natural al arte estableciendo las leyes objetivas de su desarrollo. En este camino ascendente, cada nuevo concepto resulta más concreto que el anterior dado que éste queda “superado” en el otro y se conserva tan sólo en calidad de parte, faceta o elemento, del nuevo con-

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175 cepto. Así, en este sentido, el concepto de política es más concreto que el de economía, dado que la política presupone la economía, es la expresión concentrada de esta última. Cuando hablamos de la política de una clase social cualquiera, damos por sobreentendido que es economía “superada”, es decir, que expresa ante todo los intereses económicos de la clase y los presenta. La política es una síntesis, una conclusión de los intereses económicos, el desarrollo de esos intereses en la política, en la lucha política y en la lucha de los partidos políticos. La política, a su vez, se encuentra en forma “superada” en tales conceptos como ideología y moral; está contenida en ellos como formando su parte esencialísima, y a través de la política en los conceptos de ideología, moral, etc., se reflejan, también los intereses económicos de la clase social correspondiente. En el proceso de la ascensión desde lo abstracto hacia lo concreto se pone de manifiesto la naturaleza de la negación dialéctica; en virtud de esa naturaleza, lo nuevo —en el presente caso los conceptos reflejan nuevas facetas, propiedades y relaciones del objeto investigado— no prescinde de los conceptos anteriores más abstractos, sino que los asimila, los convierte en su base o en una de las facetas de la misma. En este proceso, cada nueva etapa, cada nuevo concepto y cada nueva definición, se hacen cada vez más concentrados, condensa en sí los resultados de la investigación precedente. Al mismo tiempo, cuanto más nos alejamos de la abstracción inicial, tanto más mediatos resultan nuestros conceptos. En el camino de la ascensión se producen las metamorfosis de los conceptos, es decir , los conceptos abstractos se hacen concretos y los concretos se transforman en abstractos. Cada nuevo concepto formado en el curso de la reproducción de lo concreto, es concreto respecto al anterior. Pero, como quiera que el pensamiento sigue avanzando y formula conceptos aún más concretos, el anterior se convierte en concepto abstracto respecto al nuevo, más concreto. Así, por ejemplo, en El Capital, Marx pasa del concepto de valor al de plusvalia, este concepto es concreto respecto al otro. Pero Marx no se detiene aquí. De la plusvalía pasa al beneficio, concepto más concreto que el de plusvalía de modo que éste, es decir, el concepto de plusvalía se convierte ya en una abstracción respecto a una relación tan desarrollada y concreta como es la de beneficio.

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d) A medida que ascendemos de lo abstracto a lo concreto se van introduciendo en la investigación aspectos nuevos que complican el comienzo inicial. Al pasar de las relaciones de los hombres con los medios de producción al lugar que las personas ocupan en la organización social del trabajo, a su relación con otras clases sociales, a la política, al derecho, a la psicología, al modo de vivir, a la moral, a la concepción del mundo y al arte, el pensamiento va abarcando diversas facetas y cualidades y se acerca al momento en que las clases sociales son reproducidas en el pensar en todos sus aspectos tal como se manifiestan en la vida real concreta, es como si volviéramos otra vez al punto desde el que se ha puesto en marcha nuestro pensamiento: a lo real, a lo concreto, a lo que se da en la contemplación viva; pero ¡qué enorme distancia entre ese punto primero y el punto final. Entonces, como ahora, teníamos ante nosotros lo concreto. Pero ahora lo concreto no constituye una realidad caótica ni una caótica conexión de aspectos, propiedades y tendencias distintos, como se nos aparecía al principio, sino como una realidad comprendida en lo que tiene de conexión esencial sujeta a la ley. La llama del pensamiento cognoscente ha abarcado todos los aspectos de los diversos fenómenos y procesos y los ha refundido en una unidad, en consonancia con la naturaleza objetiva real de los mismos. *** Hemos examinado la lógica del movimiento del pensar desde el punto de vista de la correlación que se da entre lo abstracto y lo concreto tomando ante todo como ejemplo datos de las ciencias sociales. No hay duda alguna, empero, de que es igual la lógica de la investigación en las ciencias naturales si bien, huelga decirlo, en cada una de esas ramas fundamentales del saber humano, como en cada ciencia particular la ley general del conocimiento se expresa a su modo. Que ello es así puede demostrarse siguiendo el curso del pensar en una obra tan clásica entre las de ciencia natural como es La vida de las plantas de K. A. Timiriázev. De este modo, en primer lugar podremos poner de relieve el valor universal de la ley de la cognición que acabamos de examinar; en segun-

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177 do lugar, ello nos permitirá exponer sumariamente cuanto hemos dicho acerca de esta ley. El libro de Timiriázev está consagrado a uno de los fenómenos más complicados de la naturaleza: a la vida de las plantas. De ahí que presente para nosotros sumo interés ver el camino que recorrió ese gran investigador de la naturaleza viva, la lógica a que obedece el movimiento de su pensar. El interés resulta aún mayor por cuanto el autor del libro no fue un hombre de ciencia estrictamente limitado a la investigación de la naturaleza, sino un pensador afanoso de elucidar los problemas generales de la concepción del mundo, así como la metodología y la lógica del estudio de la naturaleza. Todo ello hace que en su obra resulte fácil rastrear los principios lógicos, aparte de que el propio Timiriázev habla especialmente de lo que ha de servirnos de orientación para llegar al conocimiento de la vida de las plantas. ¿Con qué empieza K. A. Timiriázev su investigación de las plantas? Para comprender la vida de una planta es necesario, ante todo, conocer su forma; para comprender el funcionamiento de una máquina es necesario conocer su estructura. Lancemos, en primer lugar, una rápida mirada sobre las manifestaciones externas, formales, de la vida vegetal que pueden observarse sin ninguna preparación especial y sin aplicar procedimientos técnicos de investigación de ninguna clase.10

Como quiera que la “experiencia cotidiana” sitúa el comienzo de la vida de la planta en la semilla y en la yema, por ahí —indica Timiriázev más adelante— es necesario comenzar el examen de las manifestaciones externas de su vida. A continuación, Timiriázev describe brevemente la semilla, la yema, la hoja, la flor y otras partes de la planta. Dicho de otro modo: ante el investigador se encuentra la imagen, compleja y concreta, de la planta en sus manifestaciones externas. Esta imagen se percibe directamente. Tenemos, pues, que en este caso el comienzo de la investigación se encuentra en lo concreto. Ahora bien, en este objeto concreto —la planta— todas sus partes, todos sus órganos están relacionados entre sí de manera externa, es decir, su conexión interna y su unidad aún no han sido 10

Timiriázev, K. A., La vida de las plantas, p. 74.

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aclaradas, todavía no son conocidas para nosotros. El problema estriba en penetrar en dicho mundo interior de la planta. Esto ya no puede lograrse mediante la descripción de sus formas externas, sino recurriendo al método de la abstracción combinado con la experiencia y con el experimento. ¿Qué se ha de tomar como punto de partida, como principio de la nueva etapa, una vez que conocemos las manifestaciones externas de las plantas? La representación sensorial concreta sobre la planta vincula a la semilla el comienzo de su vida. Al parecer, debería de comenzar por la semilla la investigación de la vida de la planta. ¿Es legítimo —pregunta el autor— ver en la semilla el comienzo verdadero de la vida de la planta, su auténtico punto de partida, o bien estamos en condiciones de llevar más allá sus límites y podemos encontrar un comienzo más simple de la vida de la planta?11

La semilla, dice Timiriázev, es un cuerpo muy complejo por esto no puede ser ni el comienzo de la vida de la planta, ni por ende, el comienzo de la investigación. La semilla no es una abstracción límite, no es lo más sencillo ni lo que se nos da directamente, sin eslabones de mediación. Timiriázev muestra que se ha de considerar como lo más sencillo la célula de la planta. En la célula hemos de ver el comienzo inicial más sencillo de todo organismo; la célula ya no es susceptible de ser dividida en partes que puedan subsistir independientemente; la célula es un límite real, no rebasado por nuestro análisis morfológico; es la unidad orgánica.12

Así, pues, gracias al movimiento de lo concreto a lo abstracto, mediante el “análisis morfológico”, ha sido encontrada y delimitada la abstracción “realmente límite” en que se reflejan las fuentes de la vida. Es la célula. De ella hay que obtener todo lo demás: “la célula es el ladrillo del que se obtiene el edificio de la planta”.13 De lo expuesto Timiriázev infiere una conclusión lógica: Ibid., p. 82. Ibid., p. 85. 13 Idem. 11 12

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179 De modo análogo a como, en química, comenzamos el estudio de las sustancias por los cuerpos simples, por los elementos, y luego pasamos a sus combinaciones, en el presente caso el estudio de los órganos vegetales ha de comenzar por el de su órgano elemental: la célula.14

Como vemos, el proceso de investigación de la vida de la planta coincide por entero, en la primera etapa, con los principios generales que hemos indicado más arriba. Dicha investigación se halla subordinada a la ley general del conocimiento según la cual el pensar se mueve, primero, de lo concreto a lo abstracto para encontrar la abstracción “inicial” “límite” en que se expresa tanto la esencia del fenómeno como la fuente del mismo. También en el presente caso el comienzo lógico de la investigación coincide con lo que es históricamente primero: de los seres unicelulares ha surgido todo el complejo mundo de las formas orgánicas. Ahora bien: ¿cuál es la lógica de la investigación ulterior de la vida vegetal? El propio Timiriázev lo formula como “camino de síntesis de ascensión gradual”.15 Después de haber penetrado profundamente en la célula, en este laboratorio de la vida; después de haber explicado de qué modo se efectúan en ella los procesos vitales y cómo se asimilan las sustancias necesarias para la vida del órgano más simple, Timiriázev emprende un largo camino de ascensión que lleva de la célula a las otras partes y órganos de la planta, obteniéndolos de la célula, sacando de lo simple lo complejo; de la esencia, el fenómeno; de lo abstracto, lo concreto. Al recorrer este camino, examina la semilla, la raíz, la hoja, el tallo, los fenómenos de crecimiento, la flor y el fruto. Además, el orden con que pasa de unos conceptos a otros corresponde al proceso real de complicación de la planta misma; la semilla se estudia después de la célula; la hoja, después de la semilla y de la raíz, etc. Al final, como conclusión basada en la investigación de todas las manifestaciones de la vida de la planta, Timiriázev descubre brevemente el proceso histórico seguido por el desarrollo de las formas orgánicas. Recorrido el largo y difícil camino que lleva al conocimiento de la vida de las plantas, Timiriázev hace una exposición magistral de la lógica de la investigación a que se ha atenido en su trabajo: 14 15

Ibid., p. 86. Ibid., p. 85.

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Habiéndonos propuesto estudiar la vida de las plantas, en la primera conferencia hemos procurado descomponer este fenómeno complejo en sus elementos mostrando que las plantas constan de órganos, que éstos constan de otros mucho más simples: células, los cuales, a su vez, constituyen agregados de ciertos cuerpos químicos. En consonancia con este resultado del análisis, luego hemos examinado en orden inverso, ascendente, sintético, las propiedades de dichas sustancias, la vida de la célula, de los órganos, de la planta toda y, finalmente, la vida de todo el mundo vegetal.16

En estas palabras está expuesta la ley general del conocimiento, la ley del movimiento del pensar que va de lo concreto a lo abstracto y se eleva de lo abstracto a lo concreto. La misma ley del conocimiento descubrió Marx a base de un material totalmente distinto e indicó que: En el pensar, lo concreto se presenta como proceso de unificación, como un resultado, no como punto de partida, pese a que lo constituye en la realidad y, en consecuencia es también punto de partida para la contemplación y la representación.17

Tal es la correlación entre lo abstracto y lo concreto en el proceso singular del conocimiento. LA CORRELACIÓN ENTRE LO CONCRETO Y LO ABSTRACTO EN EL PROCESO HISTÓRICO DEL DESARROLLO DEL CONOCIMIENTO

Puede afirmarse, en virtud del principio de coincidencia entre lo lógico y lo histórico, que la correlación entre lo abstracto y lo concreto en todo caso singular y la que se da en el proceso histórico del conocimiento coinciden. Así lo confirman el proceso real seguido por el desarrollo histórico del pensamiento, la historia de la ciencia. No es posible analizar aquí, con detalle, este vasto problema; nos limitaremos, por tanto, a hacer sobre él algunas observaciones muy generales. 16 17

Ibid., p. 300. Marx, C., Contribución a la crítica de la economía política, p. 213.

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181 Si tomamos la historia del conocimiento humano en su conjunto, no nos será difícil convencernos de que dicho conocimiento recorre el mismo camino que lleva de lo concreto sensorial a lo abstracto y de lo abstracto a lo mentalmente concreto. Verdad es que no cabe señalar un límite cronológico hasta el cual la cognición humana avance de lo concreto en la realidad hacia los principios abstractos y luego siga avanzando desde estos principios hacia lo que es concreto en el pensar. Pero la tendencia general del movimiento es precisamente la indicada. En la aurora de la existencia humana, la naturaleza se presentaba al hombre como un fenómeno complejo y misterioso, desconocido aún tanto en su conjunto como en sus partes singulares. La necesidad de obtener recursos para subsistir obligó al hombre a penetrar, primero instintivamente y luego de manera cada vez más consciente, en la conexión causal de los fenómenos. Al surgir el conocimiento científico, comienza la historia de la ofensiva consciente contra los misterios de la naturaleza sobre la base de la aprehensión práctica del mundo. El punto inicial de la contemplación y representación, el comienzo de este camino largo, milenario, no podía ser otro que la realidad en su diversidad concreta. No es casual, por tanto, que en la ciencia de los tiempos antiguos se perciba la indeleble huella de la visión sensorial concreta de la realidad y de la correspondiente posición en el estudio de la misma. Cuando Tales, Heráclito y otros pensadores de la antigua Grecia intentan hallar la “raíz de la vida”, cierto principio general de la naturaleza, manifiesto en todos los procesos de la misma, veían tal raíz en cosas sensorialmente concretas como el agua, el fuego, etcétera. Ya en ese periodo de los antiguos pensadores tenían planteado el problema de lo abstracto y lo concreto, pues procuraban separar de la diversidad concreta de la naturaleza un principio general, asiento de toda la multiplicidad de cosas y fenómenos. El agua, el fuego, el aire tomados en calidad de semejante principio son abstracciones, resultados de delimitar en la multiplicidad lo singular divisible y lo no divisible. Los átomos de Leucipo y de Demócrito fueron resultado de una mayor penetración del pensar en la esencia de la naturaleza y significaron un alto grado de abstracción de lo concreto. Los antiguos filósofos intentaron comprender esta regularidad del proceso de la cognición, ver la correlación, como decían ellos, entre lo múltiple y lo singular, entre lo divisible y lo no divisible. Aristóteles, por ejemplo, indica en su metafísica que:

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La multiplicidad y lo divisible es visto en mayor medida por la percepción que lo indivisible, de modo que la multiplicidad, por su concepto —si la cuestión se enfoca desde el punto de vista de la percepción sensorial— se da antes que lo indivisible. Se halla vinculado a lo único... lo idéntico, lo parecido e igual; a la multiplicidad, lo que es distinto, lo que no se parece ni es igual.18

Resulta, pues, que lo concreto, que consta de una multiplicidad de fenómenos, es percibido antes que lo único, en que queda superada la multiplicidad, y eso único constituye una abstracción. Intentando, luego, inferir de sus principios toda la concreta multiplicidad con que se nos ofrece la naturaleza, los pensadores de la Antigüedad clásica recorrieron el camino que conduce de lo único a lo múltiple, de lo indivisible a lo divisible, es decir, de lo abstracto a lo concreto. El curso general de la cognición toda del hombre posee también su dialéctica de correlación entre lo abstracto y lo concreto, a consecuencia de lo cual cada etapa histórica del conocimiento ocupa un determinado lugar en relación con el proceso en su totalidad. Respecto al ulterior desenvolvimiento del saber, la ciencia y la filosofía de la Antigüedad clásica fueron una etapa de la visión predominantemente concreta de la realidad; o sea, en el desarrollo general del saber humano, constituyeron la etapa histórica, durante la cual la misión básica consistía en obtener una imagen sensorial, concreta, del mundo. El ulterior avance de los conocimientos científicos se produjo en el sentido de acentuar cada vez más el papel de la abstracción. Ello se tradujo ya en el hecho de la diferenciación de la ciencia. A medida que aumentaban los conocimientos, la naturaleza única y concreta se dividía en el conocimiento, se descomponía, presentando numerosas facetas singulares, objeto de investigación y estudio de ciencias particulares. Este proceso de diferenciación de las ciencias aún se ha intensificado más en nuestro tiempo, lo cual se explica por el progreso del saber, por el hecho de que la mirada del hombre ha llegado a penetrar en tales profundidades de la materia y de las formas en que ésta se mueve, con las que antes no era posible ni siquiera soñar la investigación que cada ciencia hace de tal o cual aspecto de la naturaleza como integridad concreta, también se efectúa en la dirección que va de lo concreto a lo abstracto. 18

Ibid., p. 300.

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183 Por consiguiente, la estructura misma de la ciencia, su desarrollo histórico desde una ciencia única, indiferenciada y sin subdividir, hasta la multiplicidad de las ciencias particulares, refleja el movimiento del pensar humano de lo concreto a lo abstracto. También en este hecho se observa una coincidencia total entre el proceso histórico y el proceso lógico del conocer, procesos que representan, tanto el uno como el otro, el movimiento que va de lo concreto a lo abstracto. No es posible atribuir valor absoluto a la diferenciación de las ciencias, diferenciación en que se traduce el movimiento del conocer humano que va de lo concreto a lo abstracto. Dicha diferenciación es tan dialéctica como cualquier otro aspecto del conocimiento. Una ciencia, al entrar en conocimiento —con ayuda de muchas otras ciencias—, de distintos campos y esferas del mundo objetivo, avanza, al mismo tiempo, por el camino opuesto de ascensión desde lo abstracto a lo concreto, es decir, va hacia la captación de la naturaleza única desde distintos puntos de vista. La dialéctica del desenvolvimiento de la cognición científica es tal que cuanto mayores son la profundidad y la exactitud con que se alcanzan aspectos singulares de un todo, tanto más nos acercamos al momento en que se abarca, sintetizando todos los resultados alcanzados por las ciencias particulares. Las ciencias singulares, diferenciadas, no existen por sí mismas, como montón de ladrillos en desorden, sino como partes y aspectos de un mismo edificio científico. Desde el punto de vista del desarrollo general de los conocimientos científicos, el proceso de ascensión de lo abstracto a lo concreto se manifiesta de maneras distintas. En primer lugar, se hace cada vez más estrecho e indisoluble el nexo entre las ciencias particulares. Esta conexión resulta sobre todo patente entre la física y la química, entre estas dos ciencias y la biología, entre la matemática y muchas otras ciencias, entre la cibernética y la física, la biología, la fisiología, etc., entre la física y la cosmogonía, entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, etc. En los últimos tiempos han surgido varias ciencias que unen diferentes sectores de conocimientos, ciencias en cierto modo colindantes que relacionan aspectos diferentes de la naturaleza, como por ejemplo, la química física, la astrofísica, etcétera.

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El que sea cada vez mayor el contacto entre los distintos sectores del saber, el que una ciencia necesite de hacer uso de los resultados obtenidos por otra, no se debe a arbitrarias tendencias de los hombres de ciencia hacia la unidad, sino que expresa la conexión interna y la interdependencia de los fenómenos y procesos cualitativamente heterogéneos del mundo objetivo. El que la ciencia sobre el origen de la vida haga uso de los datos que han obtenido la física y la química modernas es un hecho que está condicionado por el nexo objetivo existente entre el mundo inorgánico y el orgánico, por la unidad que éstos forman, por el paso del uno al otro. Cuando un químico, para aclarar la esencia de las transformaciones químicas rrecurre a la doctrina de la física acerca de la estructura del átomo, también obra de este modo porque las formas del movimiento físico y químico se hallan vinculadas entre sí y las de un tipo se convierten en las del otro tipo. Por causas análogas se explica la conexión y las interdependencias entre otras ciencias. Pero, al mismo tiempo, todas estas conexiones de las ciencias constituyen la expresión del proceso de ascensión gradual desde lo abstracto a lo concreto, pues la ciencia, al ligar entre sí en una unidad los resultados obtenidos en las diferentes esferas del saber, reproduce de manera cada vez más completa el mundo concreto en su integridad. En segundo lugar, si lo concreto constituye una unidad de lo diverso, el propósito de la ciencia ha de estar —y ha estado— dirigido a encontrar y descubrir la unidad de la naturaleza, la unidad de todas sus leyes, que explican el nexo y la interdependencia de todos los fenómenos cualitativamente heterogéneos. Mas, el camino que ha llevado a la comprensión de esta unidad no ha sido, ni mucho menos, un camino recto y ha pasado por etapas en las que, para explicar los fenómenos cualitativamente distintos, se ha ideado toda clase de sustancias artificiales. El avance de la ciencia natural ha consistido en ir desechando, una tras otra, tales sustancias que daban origen, según se creía, a la diversidad cualitativa de la naturaleza (flogisto, fluidos eléctricos y magnéticos, éter, fuerza vital, etc.). Ya en el siglo XIX la ciencia comprobó que la unidad del mundo radica en su materialidad y, sobre esta base, ha procurado unir en un solo conjunto todos los fenómenos de la naturaleza. No es la multiplicidad, sino una sustancia única, la materia, en desarrollo y cambio constantes, lo que constituye la fuerza creadora que hace posible y necesario explicar todos los fenómenos y procesos naturales.

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185 El desarrollo más reciente de la ciencia natural, sobre todo de la física ha revelado aún de manera más profunda esa unidad del mundo, demostrando la unidad material de fenómenos antes totalmente escindidos como materia y campo, conectando indisolublemente la masa y la energía, descubriendo la naturaleza corpuscular-ondulatoria de los objetos materiales, estableciendo el hecho de la recíproca tansformabilidad de las partículas elementales, etc. La ciencia contemporánea trabaja para unificar los resultados de la física cuántica y de la teoría de la relatividad en una sola teoría sobre la base de las propiedades y leyes generales del desarrollo de la materia. En el mismo sentido avanza el desarrollo de la ciencia social. El marxismo ha descubierto la base general de la que, en último término, surgen y se desarrollan todos los fenómenos sociales. Forman dicha base las condiciones de la vida material de las personas o, de manera más concreta, el modo social de producción. En dicha base radica la unidad, la interconexión y la interacción de todos los aspectos y formas del desarrollo social. Gracias al marxismo, por primera vez, se ha logrado explicar científicamente la historia de toda la sociedad no como suma de acontecimientos y procesos aislados, sino como proceso único, histórico-natural, sujeto a ley, en cuya base figura el desarrollo del modo material de producción. El significado histórico-mundial del descubrimiento de Marx estriba, asimismo, en el hecho de haber eliminado el dualismo metafísico de sociedad y naturaleza, pues se ha visto que la vida social, aunque esencialmente distinta de la naturaleza, es también material, aunque su materialidad es singular: la “materia” social —es decir, las condiciones de la vida material de las personas—, desempeña un papel decisivo en el desarrollo de la sociedad. El marxismo ha descubierto la peculiaridad cualitativa de las leyes sociales y su diferencia respecto a las leyes vigentes en la naturaleza. Acabamos de decir que el saber científico ha avanzado y sigue avanzando por el camino que asciende de lo abstracto a lo concreto, reflejando cada vez con más profundidad y exactitud el nexo y la interacción que se dan entre todos los aspectos y propiedades del mundo objetivo. En tercer lugar, en este proceso de ascensión de lo abstracto a lo concreto desempeñan un enorme papel las leyes generales descubiertas por la ciencia vigentes en las esferas más diversas del mundo objetivo. En este sentido,

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cualquier ley, incluso la más rigurosamente particular, posee gran significado para alcanzar un conocimiento concreto de los objetos, pues la ley constituye una unidad de nexos y relaciones esenciales de las cosas. Descubierta una ley semejante, la ciencia, valiéndose de ella, explica la diversidad concreta de los fenómenos. Mas resulta sobre todo importante el significado de las leyes generales, de amplia vigencia, como son por ejemplo, la ley de la conservación de la masa, la ley de la conservación y de la transformación de la energía o —en el terreno de la vida social— la ley de la correspondencia necesaria entre las relaciones de producción y el carácter de las fuerzas productivas, etcétera. El importante papel de semejantes leyes estriba en que éstas explican el nexo y la unidad de una gran cantidad de hechos, con lo cual permiten al conocimiento humano avanzar con mayor firmeza y seguridad por el camino de la ascensión sintetizadora. De ahí que sea completamente justa la estimación dada, por ejemplo, al descubrimiento que hizo Newton de leyes que unifican zonas tan independientes entre sí como las correspondientes al movimiento de los astros en el cielo y movimiento de los cuerpos en la tierra. Con razón los científicos califican de “prodigio” ese descubrimiento e indican que quien no ha percibido todo el significado de dicho prodigio no puede tener ni siquiera esperanzas de llegar a comprender ni poco ni mucho el espíritu de la ciencia contemporánea de la naturaleza. Mayor “prodigio” aún ha de considerarse el descubrimiento de la ley de la conservación y transformación de la energía, denominada por Engels ley absoluta de la naturaleza. El descubrimiento de esta ley puso fin a la escisión entre las diversas formas de movimiento material después de haber demostrado que todas las formas del movimiento están vinculadas entre sí y unas pueden transformarse en otras, poniendo en manos del hombre un poderoso instrumento para conocer la diversidad de la naturaleza en su profundísima unidad. La física atómica contemporánea, al ahondar en la esencia de las partículas elementales, al poner de manifiesto las complejas propiedades de los microobjetos, ha descubierto, y sigue descubriendo, leyes que explican con mayor profundidad la base y la unidad del mundo —infinitamente diverso— de los fenómenos y procesos. La tendencia básica del desarrollo de la ciencia, tendencia vinculada al avance del saber sobre la naturaleza, a las crecientes posibilidades de llegar a

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187 conocer de manera más profunda la esencia de la materia, estriba en el descubrimiento de leyes que abarcan zonas cada vez más amplias de fenómenos, estriba en la investigación de la conexión y de la unidad de leyes que parecían antes aisladas. Así, sobre la base de los éxitos obtenidos por la nueva física se ha establecido la unidad indisoluble entre la ley de la conservación de la masa y la ley de la conservación de la energía, formulándose una ley única sobre la conservación de una y otra. Lo característico de las teorías de nueva creación consiste en que éstas fijan límites a leyes descubiertas antes, señalan la esfera de su vigencia, que resulta ser una faceta o parte de una zona de fenómenos más amplia, regidos por leyes más generales. Este hecho se hace patente al confrontar las leyes de la mecánica clásica con las de la mecánica cuántica, la geometría euclidiana con la no euclidiana, el principio clásico de la relatividad —que generaliza tan sólo fenómenos mecánicos— con la moderna teoría de la relatividad, etcétera. Hay teorías que se perfeccionan gracias al aumento de las generalizaciones que engloban en su órbita nuevos aspectos y propiedades del mundo objetivo. Los propios científicos, expresando de manera figurada esa tendencia general del desarrollo de los conocimientos de la ciencia, dicen: La creación de una nueva teoría no se parece a la destrucción de un viejo granero y edificación de un rascacielos en su lugar, se parece, más bien, a la ascensión a una montaña, ascensión que abre panoramas nuevos y más vastos y muestra inesperados lazos entre nuestro punto de partida y su rico contorno. Pero el punto del que hemos partido aún existe y puede ser visto, si bien parece más pequeño y constituye una parte minúscula del dilatado paisaje que se ofrece a nuestra mirada.19

Esta feliz imagen aclara muy bien la regularidad con que se desarrolla el conocimiento. Cuanto más amplias son las generalidades hechas por la ciencia, cuanto más generales y profundas son las leyes que ésta descubre, tanto más íntegra y concreta se nos aparece la naturaleza, el mundo objetivo. Esto significa que el movimiento que va de lo abstracto a la concreta reproducción del mundo constituye una ley inmutable del conocer. De modo análogo a 19

Einstein, A. e Infeld, L., La evolución de la física, p. 156.

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como, a través de la verdad relativa, nos acercamos a la verdad absoluta, gracias a la ampliación y a la profundización de las abstracciones científicas la imagen de la naturaleza se hace más concreta. Finalmente, uno de los aspectos más importantes que presenta la acción de esta ley del conocimiento estriba en el hecho de que el progreso de la ciencia y de la actividad práctica histórica de la humanidad, permiten crear una síntesis más general de todo el saber en forma de doctrina filosófica, de concepción filosófica del mundo. Las posibilidades de generalización no quedan circunscritas a las leyes generales de la ciencia a que nos hemos referido. Por vastas que sean, las generalizaciones de las ciencias concretas tienen sus confines; el objeto de su investigación es limitado. Por ejemplo, pese a la extraordinaria amplitud de los fenómenos estudiados por la física, esta ciencia no puede aspirar a generalizar con sus leyes los fenómenos biológicos o sociológicos. Ahora bien, la aportación de cada ciencia particular en la reproducción concreta del mundo objetivo, así como los éxitos registrados en el aprovechamiento práctico del mundo, permiten descubrir las leyes más generales a las que se subordina todo lo existente. Son tales leyes las que expresan la unidad más profunda y esencial de las facetas y relaciones del mundo objetivo. La única ciencia que puede llegar a descubrir esa unidad —la más general de los fenómenos— es la filosofía, basándose en el riquísimo caudal de datos que proporcionan las ciencias exactas y en el desarrollo del hacer práctico. Por otra parte, la filosofía científica moderna concibe dicha generalización límite no según el espíritu propio de las viejas teorías de los filósofos de la naturaleza, no en el sentido de buscar ciertas “causas finales”, las “sustancias últimas” del mundo, etc., sino en el sentido de formular una síntesis filosófica de los resultados de la ciencia y de la práctica, síntesis que permita englobar en una unidad íntegra toda la diversidad de los fenómenos revelando lo general que relaciona entre sí los aspectos y esferas más diversos de la realidad. El desarrollo de la ciencia y de la práctica conducen de manera necesaria a semejante síntesis, de modo análogo a como cada ciencia particular, por una necesidad semejante, ciñe con una sola idea toda la multiplicidad de los fenómenos por ella estudiados. No cabe ser consecuente si se admite esta necesidad para la generalización en cada sector particular de los objetos y no se admite para el conocimiento del mundo en su conjunto.

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189 Las proposiciones del materialismo dialéctico acerca de la materialidad del mundo, acerca del carácter primario de la materia y del carácter secundario de la conciencia, acerca de la indisolubilidad de materia y movimiento, acerca del espacio y el tiempo como formas de la materia en movimiento, acerca del carácter determinado de los fenómenos, acerca de las leyes más generales del desarrollo, etc., son las generalizaciones más amplias. Su importancia está determinada no sólo por el hecho de proporcionar una representación concentrada del mundo objetivo, es decir, una concepción del mundo, enlazando todos los conocimientos en una unidad, sino, además, por el hecho de señalar un punto de vista para el examen de los fenómenos, los procedimientos para abordarlos; en pocas palabras, la importancia de las proposiciones del materialismo dialéctico está determinada por el activo papel que éstas desempeñan en todo el proceso del movimiento del conocer desde lo concreto a lo abstracto y desde lo abstracto a lo concreto. LA ERRÓNEA TEORÍA SOBRE EL “DESACUERDO” ENTRE EL AUMENTO DE LAS ABSTRACCIONES CIENTÍFICAS Y EL CARÁCTER CONCRETO DEL MUNDO SENSORIAL

Tenemos, pues, que el movimiento del pensar desde las representaciones abstractas de la naturaleza hacia conceptos cada vez más concretos constituye una regularidad de la cognición. Vamos a examinar, ahora, el problema planteado al principio del presente capítulo: el de si existe —y se ahonda— un abismo entre el mundo dado directamente en nuestras percepciones, el mundo cotidiano de los fenómenos, y el mundo “abstracto” de la ciencia. En puridad, después de lo antedicho, la respuesta a tal pregunta resulta evidente: no puede haber ningún abismo entre esos dos mundos y es ya del todo gratuita la afirmación misma de que existen esos dos mundos. El mundo de la ciencia, de las fórmulas científicas no puede existir independientemente del mundo real. La ciencia, en el proceso de su desarrollo, refleja de manera cada vez más exacta la naturaleza objetiva; por esta razón, las teorías científicas han de fundirse con la esencia de la realidad misma, es decir, han de expresar la verdad objetiva. Ahora bien, ¿qué razones hay para afirmar que se da una escisión entre las abstracciones de la ciencia y el mundo concreto de la realidad? Cedamos la palabra a los renombrados científicos que sostienen dicho punto de vista. En

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varios de sus trabajos W. Heisenberg intenta explicar la tendencia fundamental del desenvolvimiento histórico de la ciencia desde el punto de vista de la correlación entre lo que tiene de concreto y perceptible el mundo real y la abstracción profunda de la ciencia. Define la tendencia del desenvolvimiento de la ciencia del siguiente modo: Los conceptos con que operaba la ciencia natural (en el proceso de su desarrollo histórico, M. R.) se han hecho más abstractos y menos manifiestos.20

Heisenberg ilustra su tesis aduciendo rico material. Contraponiendo la descripción real del movimiento de los cuerpos dada por Aristóteles a la ley de Galileo sobre la caída de los cuerpos como si se tratara de dos procedimientos opuestos en el estudio de la naturaleza, el primero de los cuales se basa en la percepción sensorial y el segundo en la abstracción. Heisenberg muestra cómo, desde Galileo, cada nuevo paso en el avance de la ciencia ha ido separando del mundo inmediato la ciencia natural hasta llegar, en la física atómica contemporánea, a la separación total con respecto al mundo de los sentidos. Heisenberg subraya el inmenso progreso del saber científico que se desarrolla en forma de abstracciones. Ve acertadamente el carácter de la tendencia indicada en el hecho de que se van conociendo de manera cada vez más precisa y profunda la unidad del mundo, las leyes generales que rigen los fenómenos más diversos de la naturaleza. Entiende que los nuevos conceptos de la ciencia son fundamentales “porque engloban una variedad infinita de fenómenos diversos del mundo sensorial en un sistema único y bien concertado, haciéndolo, de este modo, accesible a la comprensión”.21 Heisenberg repite insistentemente esta idea captando, en verdad, la quinta esencia de la dirección fundamental del desarrollo de los conocimientos humanos. Escribe que haciéndose “cada vez más abstracta, la ciencia natural adquiere, al mismo tiempo, nueva fuerza. Resulta que está en condiciones de poner de manifiesto los nexos internos existentes entre los fenómenos más diversos y reducirlos a una fuente común.22 Heisenberg, W., Problemas filosóficos de la física atómica, p. 63. Ibid., p. 64. 22 Ibid., p. 63. 20 21

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191 Las palabras subrayadas por nosotros expresan acertadamente cuál es el movimiento de la cognición de lo abstracto a lo concreto, pues lo concreto constituye la unión “de los fenómenos más diversos”, de los aspectos más diversos de la naturaleza compleja, en una “fuente común” que es la reproducción mental de esa fuente común de la imagen real del mundo. No obstante, aun comprendiendo acertadamente la esencia del proceso de la cognición Heisenberg infiere de dicho proceso una conclusión filosófica errónea. En nuestro tiempo ha resultado —escribe— que semejante imagen (es decir, la imagen física del mundo creado por la ciencia moderna, M. R.)al aumentar en exactitud se aleja cada vez más de la naturaleza viva. la ciencia no se ocupa ya del mundo de la experiencia inmediata, sino de las bases ocultas de dicho mundo descubiertas gracias a nuestros experimentos. Pero esto significa, al mismo tiempo, que el mundo objetivo se presenta, en cierta medida, como resultado de nuestras acciones activas y de la perfecta técnica de observación. Por consiguiente, también en este terreno nos encontramos frente a límites infranqueables para el conocimiento humano.23

En estas palabras están contenidas, en realidad, dos conclusiones filosóficas: 1. cuanto más abstractos se hacen los conceptos y fórmulas científicas tanto más se aleja el saber humano de la “naturaleza viva”, o sea, dice Heisenberg, la unificación de la imagen del mundo basada en los datos proporcionados por la ciencia natural, se paga “renunciando a representar, mediante esta ciencia, los fenómenos de la naturaleza en su virtud inmediata;24 2. cuando más abstractos son los conceptos de la ciencia tanto más se borra la divisoria entre objeto y sujeto y la imagen científica del mundo se hace cada vez más subjetiva, más dependiente de nuestro modo de proceder, de nuestras medidas, de nuestros instrumentos, etc. Heisenberg expresó esta idea de modo singularmente radical en su obra La imagen de la naturaleza en la física actual (1955). La meta de la investigación —declara— no es ya el conocimiento de los átomos y de su movimiento en sí, es decir, prescindiendo de la problemática suscitada por nuestros

23 24

Ibid., p. 65. Ibid., p. 63.

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procesos de experimentación; antes bien, desde un principio nos hallamos imbricados en la contradicción entre hombres y naturaleza, y la ciencia es precisamente una manifestación parcial de dicho dualismo. Las vulgares divisiones del universo en sujeto y objeto, mundo interior y mundo exterior, cuerpo y alma, no sirven ya más que para suscitar equívocos. De modo que en la ciencia natural* el objeto de la investigación no es la naturaleza en sí misma, sino la naturaleza sometida a la interrogación de los hombres ; con lo cual, también en este dominio, el hombre se encuentra enfrentado a sí mismo.25 .

La idea de que en la ciencia actual, en virtud de su carácter abstracto, se borra la diferencia entre el sujeto y el objeto es sostenida, asimismo por otros científicos. Así, por ejemplo M. Born en su artículo “La realidad física”, a la vez que afirma la realidad objetiva del mundo externo, declara: La mecánica cuántica ha destruido la diferencia entre objeto y sujeto, pues puede describir la situación en la naturaleza no como tal, sino como situación creada por el experimento del hombre... El físico atómico se encuentra muy lejos de la idílica postura del naturalista de antaño que esperaba confiadamente descubrir los secretos de la naturaleza observando mariposas en un prado.26

Las dos conclusiones filosóficas indicadas se deben a una errónea interpretación del modo en que se correlacionan lo abstracto y lo concreto y merecen un examen crítico. Ello nos permitirá ver el problema de que venimos tratando desde algunos puntos de mira nuevos. Está fuera de toda duda que al aumentar nuestros conocimientos científicos, crece y se amplía la actividad abstractiva del pensar. Pero, ¿significa ello que al acentuarse esta tendencia, la imagen del mundo se va alejando cada 25

Heisenberg, W., Des Naturbild der heutigen Physik, p. 18.

* Heisenberg ve la situación presente de la ciencia natural tan sólo como una de las manifestaciones de la situación

general en el mundo de nuestros días. Antes, el hombre se encontraba enfrentado con la naturaleza y luchaba contra ella procurando subordinarla. Ahora, cuando ya lo ha logrado, el hombre se enfrenta no con la naturaleza, sino consigo mismo. “El hombre se encuentra enfrentado a sí mismo.” Ahora la amenaza, para el hombre, parte de otro hombre. En este sentido el hombre se encuentra por doquier exclusivamente “consigo mismo”, con estructuras y situaciones creadas por él. A pesar de que algunas de las aseveraciones de dicha tesis, su autor ha aceptado en la situación presente cierto fenómeno real; aunque lo ha interpretado erróneamente. En efecto, en la sociedad moderna existen grupos sociales (y no “el hombre” en general) que desearían convertir el poder adquirido sobre la naturaleza en arma contra la humanidad, desearían desencadenar las fuerzas de la energía atómica con fines destructivos, transformar fuerzas que encierran en sí posibilidades extraordinarias, antes nunca vistas para satisfacer la vida del hombre, en fuerzas demoniacas de guerra. De todos es bien sabido quiénes representan a dichos grupos sociales y cuál es su naturaleza de clase. 26 Born, M., “Éxitos de las ciencias físicas”, La realidad física, p. 137.

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193 vez más de la naturaleza viva?, ¿significa ello además, que resulta ya ilusorio querer reflejar y conocer la naturaleza “como es”? Desde luego, no es así. Hemos dicho más arriba que mediante la abstracción científica no nos apartamos de la realidad viva e inmediata de los fenómenos, sino que, en último término, nos acercamos a ella. Esto es, precisamente, lo que explica el hecho de que con el aumento de las abstracciones científicas, nuestros conocimientos acerca de la naturaleza se van haciendo cada vez más exactos y adecuados al mundo objetivo. Que ello es así, no lo niegan los propios naturalistas, quienes señalan que las abstracciones ponen de manifiesto los nexos internos entre los fenómenos y los hacen accesibles a la comprensión del hombre. Utilicemos el ejemplo aducido por Heisenberg. Aristóteles, al explicar la caída de los cuerpos, describió el movimiento real de los mismo en la naturaleza y estableció que los cuerpos ligeros caen más despacio que los pesados. El punto de partida de los razonamientos de Galileo sobre el mismo hecho fue una abstracción, ya que Galileo planteó el problema en términos generales, abstractos: cómo caerían los cuerpos si no hubiera la resistencia del aire ¿Quién dio una descripción más exacta del fenómeno? Aristóteles, con sus representaciones sensorialmente concretas, que reflejan el hecho tal como se ve directamente, o Galileo, con sus abstracciones. La respuesta es obvia. Ahora bien, si quien estaba en lo cierto era Galileo y no Aristóteles, ¿en qué nos basamos para sostener que la abstracción aleja de la naturaleza el conocimiento del hombre? Es evidente que el conocimiento no se detiene en la abstracción. Valiéndose de ella, vuelve a los fenómenos concretos en su realidad viva y explica por qué, en virtud de qué causas, los cuerpos no caen a la tierra con movimiento uniforme. Aristóteles creía también que un cuerpo en movimiento se detiene si cesa la acción de la fuerza externa que lo impulsa. Esa idea estaba asimismo dictada por la mera observación sensorial. Pero Galileo, como se sabe, refutó también esta conclusión de Aristóteles al explicar, mediante abstracciones (así como por medio de varios experimentos) el fenómeno de la inercia. Más tarde, Newton formuló la ley “abstracta” de la inercia que refleja la naturaleza con mucha más exactitud que las más vívidas representaciones tomadas de la experiencia inmediata. Estos ejemplos muestran que para conocer de manera adecuada la naturaleza, el saber científico debe situarse en el camino de la abstracción. Si las

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abstracciones permiten que la ciencia conozca más hondamente la naturaleza, ¿por qué ha de sorprendernos que a medida que se hacen más profundos los conocimientos del hombre aumente asimismo el número de abstracciones y se haga cada vez más difícil y compleja, de aspecto más abstracto, la forma misma en que tales conocimientos se expresan? En eso estriba la regularidad objetiva del desarrollo de la cognición. Cuanto más penetra la ciencia en la escondida base de las cosas cuanto más al desnudo pone la esencia de los fenómenos y de los procesos, tanto más abstracta es, por la forma, su manera de expresar los resultados obtenidos. Los datos de que hoy dispone la física atómica no pueden ser expresados en forma sensorialmente perceptibles, se representan mediante complejas ecuaciones matemáticas. Pero ¿acaso disminuye, por esto, el enorme contenido objetivo encerrado en las abstracciones científicas? Al contrario, la dialéctica del desarrollo es tal, en este caso que cuanto más abstracta es la forma de expresión, tanto más concretos y más llenos de contenido se hacen nuestros conocimientos de la naturaleza. La teoría de la relatividad, por ejemplo, como teoría física moderna del espacio y del tiempo es sensiblemente más abstracta que la teoría newtoniana. Pero no deja de ser menos claro que resulta más concreta que las viejas representaciones, si bien éstas, con su división de un espacio, tiempo y materia en movimiento, resultaban mucho más claras y accesibles al sentido común. Huelga decir que la ciencia no ha de tender artificiosamente a la materialización abstracta de sus investigaciones. Pero el avance en el sentido indicado constituye una ley del conocimiento, objetiva, independiente del deseo y de la arbitrariedad del hombre. Dicha ley está expresada con claridad y precisión en las siguientes palabras de V. I. Lenin: “La suma infinita de los conceptos generales, leyes, etcétera, da lo concreto en su plenitud.”27 Únicamente los positivistas pueden exigir que los conocimientos actuales se basen en el principio de la “observabilidad” y declarar irreal, no objetivo, etcétera, todo lo que no se puede observar. Si se ateniera a semejantes principios, la ciencia no podría dar un paso adelante y ello no sólo en nuestro tiempo, sino ni siquiera en las primeras etapas de su desarrollo, pues ya los primeros pasos de la ciencia por el camino del conocimiento de la naturaleza necesitaban de abstracciones. 27

V. I. Lenin, Obras escogidas, tomo XXXVIII, p. 275.

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195 Por esto a las quejas de que, con el desarrollo de la ciencia, el conocimiento se aparta cada vez más de “la realidad viva inmediata” de la naturaleza, no se les puede dar más que un sentido, que resulta muy difícil traducir a formas sensorialmente perceptibles los resultados obtenidos. Ahora bien, si examinamos con todo rigor este aspecto del problema, lo mismo podemos decir acerca de cualquier concepto. La imposibilidad de expresar en forma de “realidad viva inmediata” la naturaleza corpuscular-ondulatoria del electrón o la naturaleza del fotón, no queda limitada a tales fenómenos; tampoco hay modo de expresar en la forma aludida conceptos tan simples como el de “hombre”, “planta”, “caballo”, “piedra”, etc. No por ello, sin embargo, dejan de ser una realidad el hombre, la planta y los demás fenómenos objetivos. El ejemplo aducido nos permite ver el error que presupone identificar lo concreto con las representaciones sensorialmente perceptibles. Son muchos los conocimientos sobre fenómenos que no pueden ser expresados de manera que resulten sensorialmente perceptibles; pero no por esto tales conocimientos dejan de reproducir en el pensamiento los fenómenos en lo que tienen de concretos, o unidad de numerosas determinaciones, como unidad en la diversidad. Al contrario, este camino es el único que permite aproximar el pensamiento al mundo objetivo concreto. Lo abstracto y la realidad viva inmediata, al divergir, convergen, se aproximan. En esta dialéctica se manifiesta el efecto de la ley relativa a la negación de la negación: es necesario apartarse de lo dado de manera inmediata para volver a ello, pero volver sobre una base incomparablemente más profunda. Las teorías de la física atómica, por apartadas que se hallen de la “realidad viva inmediata” de los fenómenos que se dan en el mundo objetivo, permiten —precisamente esas leyes y no otras— penetrar en los fenómenos del mundo objetivo; en caso contrario, dichos fenómenos, pese a toda su realidad viva y a su carácter inmediato, seguirían siendo, para nosotros, sonidos huecos. El hecho de saber que el rayo de luz es una forma de energía, fruto de complejos procesos nucleares, dados en el Sol, ¿me aleja, por ventura, de la realidad viva inmediata del fenómeno en cuestión? Los economistas burgueses, en su tiempo, atacaban a Marx diciendo que la teoría de la plusvalía, por él formulada, nada tiene de común con la “realidad viva inmediata” del beneficio capitalista. Pero la cuestión estriba en que la “realidad viva inmediata” del beneficio encubre la esencia de la plusvalía y

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han sido precisas abstracciones “vertiginosas” para que este fenómeno llegara a ser aprehendido, visto, realmente, en toda su realidad viva. El movimiento de lo abstracto a lo concreto es, por tanto, un movimiento hacia el mundo sensorial, pero un movimiento reversible, que permite ver y comprender este mundo mucho mejor de lo que es posible cuando el pensamiento sólo inicia el camino de lo concreto sensorial a lo abstracto. En este sentido, lo concreto, obtenido como resultado de todo el proceso de la cognición, es una vuelta a la “realidad viva inmediata” de los objetos que se investigan, pero una vuelta ya con brújula que permite orientarse con pulso firme por el mundo sensorial. Lo más importante de cuanto se aproxima lo abstracto a lo concreto es la práctica, la actividad práctica del hombre. Por abstractos que parezcan los conceptos y conclusiones científicos, existe un criterio que los hace accesibles para el hombre y les da carácter de realidad viva inmediata; es el criterio del hacer práctico. Los mismos hombres de ciencia se ven obligados a reconocerlo, pese a lo que digan sobre el alejamiento de la ciencia respecto a la naturaleza real. El propio Heisenberg, al hablar de que los conceptos abstractos de la física moderna abarcan una infinita variedad de fenómenos del mundo sensorial, declara que: Esto ha sido demostrado por la técnica desarrollada sobre la base de este sistema de conceptos, técnica que ha hecho al hombre capaz de aprovechar las fuerzas de la naturaleza para alcanzar sus objetivos.28

Es, precisamente, esta capacidad de los conceptos científicos abstractos para proporcionar al quehacer práctico del hombre conocimientos que le permitan aprovechar las fuerzas de la naturaleza, lo que mejor demuestra el carácter concreto y vital del saber contemporáneo. Resulta, pues, que están en lo cierto, quienes, al comprobar que la ciencia natural de nuestros días tiende a aumentar su carácter abstracto, no infieren de ello que se abra un abismo entre la ciencia y el mundo real, sino que hablan de la aproximación constante entre una y otro. En este sentido es extraordinariamente 28

W. Heisenberg, Problemas filosóficos de la física atómica, pp. 64-65.

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197 valiosa la indicación de M. Planck según la cual, por paradójico que parezca, “el progresivo alejamiento de la imagen física del mundo respecto al mundo sensorial no significa otra cosa que la aproximación progresiva al mundo real”.29 Todo ello refuta la sengunda conclusión filosófica que hemos citado más arriba acerca de la correlación entre el objeto y el sujeto sobre la base de los conocimientos obtenidos y de los métodos actuales de investigación científica. No existe ninguna diferencia de principio entre la correlación de sujeto objeto que se daba en el pasado y la que se da en la actualidad. La diferencia estriba tan sólo, en que antes, cuando la ciencia aún no estaba en condiciones de revelar con la profundidad de hoy la esencia de la naturaleza, era posible, según la imagen empleada por Born, llegar a conocer algunos secretos de la naturaleza observando las mariposas en el prado. En cambio, ahora, cuando se investigan fenómenos tan ocultos a la mirada directa como son las partículas “elementales”, mundos separados de la Tierra por mil millones de años luz, etc., ha aumentado incomparablemente el papel del sujeto; la actividad de su pensar y los métodos de estudio se han hecho más complejos. Actualmente, para estudiar la naturaleza se crean instrumentos tan poderosos como sincrofasotrones, satélites artificiales de la Tierra, “luniks”, etc. Pero nada de esto anula la proposición general —válida en cualquier estadio del desarrollo de la ciencia—, de que el conocimiento es un acto de interacción entre el sujeto y el objeto, en el proceso del cual, el sujeto, es decir: el hombre pensante, entra en conocimiento de propiedades y leyes del mundo objetivo, no de sí mismo ni de arbitrarias oscilaciones de su cerebro, sino de la naturaleza con existencia real, de la naturaleza “en sí”. Aducir que la mecánica cuántica sólo puede describir situaciones creadas por el experimento humano, no confirma la falsa tesis de que desaparece la diferencia entre sujeto y el objeto. En las situaciones creadas por la experiencia humana, por el experimento, se reflejan propiedades objetivas de fenómenos reales y el hombre llega a conocerlas. De otro modo resultaría imposible utilizar en la práctica tales propiedades y leyes de la naturaleza en beneficio del hombre. En la práctica las abstracciones cobran vida; en la misma práctica se comprueba y confirma su carácter objetivo. 29

M. Planck, Das Weltbild der neuen Physik, Leipzig, pp. 14-15.

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METODOLOGÍA I. TEORÍA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO

En el proceso de la cognición en desarrollo, la diferencia entre sujeto y objeto se borra tan sólo en el sentido de que cuanto mayores son la profundidad y la exactitud con que la ciencia conoce los fenómenos y las leyes de la naturaleza, cuanto más coincide el pensamiento (el sujeto) con el objeto, tanto menor es el abismo que se abre entre ellos. En este sentido, el conocimiento humano tiende a fundirse por completo con el mundo objetivo. El proceso de esta fusión ni teórica ni prácticamente tiene límites. En dicho proceso lo abstracto se hace cada vez más concreto, la imagen de la naturaleza adquiere, en el pensamiento humano, un carácter cada vez más íntegro y objetivo. En ello estriba la esencia del movimiento de la cognición desde lo abstracto a lo concreto.

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199 Cuestionario 11. 22. 33. 44. 55. 66. 77. 88. 99. 10. 11. 12. 13. 14.

15.

¿Cómo se define lo abstracto y lo concreto? ¿Cuál es la forma en que se desarrolla el conocimiento? ¿Cuál es la solución positivista respecto al desarrollo del conocimiento? ¿En qué consiste la correlación entre lo concreto y lo abstracto en el proceso singular del conocimiento? ¿Qué es pensar de manera abstracta? ¿Cuál es el punto de partida en el conocimiento de la realidad objetiva? ¿En qué consiste la doble naturaleza de alejarse de lo concreto? ¿Cuál es la importancia del proceso de análisis? ¿Cuál es la función de la abstracción inicial? ¿Cómo se realiza la reducción del fenómeno a la esencia? ¿A qué llama Rosental la historicidad de la abstracción inicial? ¿En qué consiste la relatividad de los conceptos de lo abstracto y lo concreto y a qué llama Engels su no coincidencia? ¿Cómo ejemplifica Rosental la correlación entre lo abstracto y lo concreto? ¿Cuáles son las formas en que se manifiesta el proceso de ascención de lo abstracto a lo concreto, desde el punto de vista del desarrollo general de los conocimientos? ¿Cómo se responde al problema planteado de la escisión entre el mundo de la ciencia y el mundo concreto de la realidad?

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METODOLOGÍA I. TEORÍA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO

El paso de lo abstracto a lo concreto Abstracto Punto de partida Concreto mental

Marco Teórico Estructura lógica

Conocimiento ya establecido

Teorías, leyes, categorías, conceptos, modelos, problemas hipótesis, datos y cifras

Primer momento de la abstracción

Concreto Proceso de la investigación Concreto real sensorial Proceso abstracción concreción Selección y delimitación del objeto de estudio Especificación del marco teórico Abstracciones iniciales

Etapa exploratoria

Sondeo Hipótesis Provisionales Replanteamiento

Planteamiento del problema

Elaboración de hipótesis

Fundamentación, relación entre el marco teórico general y el marco teórico específico

Etapa de concreción y contrastación de hipótesis

Abstracto Punto de llegada Concreto mental

Conclusión Nuevo conocimiento Método de exposición Estructura lógica Teorías, leyes, categorías, conceptos. modelos, nuevas hipótesis y nuevos problemas

Segundo momento de abstracción

Recolección de datos, concentración, sistematización y procesamiento Interpretación, medición, cuantificación, cualificación, verificación o rechazo de hipótesis

General

Singular-Particular

General

Afirmación

Primera negación

Negación de la negación

Simple

Complejo

Simple Fuente: Elaborado por Alfredo Tecla

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ANEXO III EL MÉTODO DE WEBER

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METODOLOGÍA I. TEORÍA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO

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LOS TIPOS IDEALES DE MAX WEBER 1 .

I. S. Kon, 1974

La vida sostenida por Rickert fue tomada y desarrollada posteriormente por el célebre historiador, y sociólogo alemán Max Weber (1964-1920). Intelectual de formación multilateral, Weber en su juventud experimentó una evidente influencia del marxismo (aunque es difícil aceptar la aseveración de A. I. Neusijin: “en la práctica, el empirismo de Weber está fuertemente impregnado de la influencia filosófica de Marx”,2 esto es una franca exageración) e intentó elaborar una lógica coherente de la ciencia histórica y, en especial, esclarecer la naturaleza gnoseológica de sus conceptos generales. El punto de partida de la teoría de Weber, es en el fondo, el mismo de Rickert. Concentra su atención en el aspecto activo del proceso cognoscitivo y atribuye una importancia decisiva, no al objeto real de la investigación, sino al “punto de vista” inicial del investigador. En general, Weber coincide con Rickert en que lo histórico siempre está vinculado a determinados “valores” culturales. Pero a partir de aquí empiezan divergencias considerables. En su intento de eludir el relativismo, Rickert partía del sistema de los “valores absolutos”; Weber demostró convincentemente la inconsistencia de este punto de vista, que da por supuesto que la historia que se va a describir, en realidad ya está escrita. Partiendo de la posición de un empirismo de principio, y procurando fundamentar la lógica del conocimiento histórico en supuestos reales, Weber trasladó el concepto de “valor”, del mundo trascendente de los imperativos abstractos al mundo real de la historia contemporánea, 1 2

Tomado de El idealismo filosófico, México, Cultura Popular, pp. 83-85. Neusijin, Sociología empírica, Max Weber y la “lógica de la ciencia histórica bajo la bandera del marxismo”, p. 118. 203

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destacando que los hombres utilizan diversos sistemas de valores. Pero al comprobar la dependencia del conocimiento histórico respecto de la realidad contemporánea. Weber no fue capaz de explicar correctamente esta dependencia, y esto lo llevó al subjetivismo y al relativismo. Ya era subjetivista el punto de partida del juicio de Weber, que atribuye únicamente a nuestra conciencia la ordenación de la realidad caótica y deduce que el contenido mismo del conocimiento histórico es determinado por el punto de vista del investigador. La cualidad de un proceso dado (un fenómeno económico social, por ejemplo —subraya Weber—) no consiste sólo en lo que les es inherente a él “objetivamente”. Está determinado de modo mucho más fuerte por la dirección de nuestros intereses cognoscitivos pues proviene de ese específico sentido cultural que atribuimos a dicho proceso en un caso individual dado.3 El significado de cualquier proceso o fenómeno no puede ser comprendido, naturalmente, por sí solo, sino únicamente en relación con otros fenómenos. Pero aquí nos referimos a relaciones objetivas. Weber, en cambio, al mistificar la multiplicidad de interrelaciones entre los fenómenos de hecho la disuelve en la conciencia del investigador. Observa con acierto que no es posible, por ejemplo, decir que tal fenómeno sólo tiene un significado económico, dado que puede ser contemplado desde otro ángulo visual. Pero extrae de esto la conclusión de que todo “fenómeno adquiere la propiedad de ser económico tan sólo en la medida y hasta el momento en que nuestro interés esté dirigido exclusivamente en el sentido que tiene la lucha material por la existencia”.4 Puede ocurrir, por ejemplo, que nos pongamos a contemplar una herramienta de trabajo desde el punto de vista de su forma artística: en este caso, cortamos la relación con la esfera del trabajo. Indudablemente, al contemplar tal o cual fenómeno, nos vemos forzados a limitarnos tan sólo a unas pocas, escasas relaciones, que tienen importancia en una situación concreta dada. Pero esto no invalida el hecho de que ese mismo fenómeno tenga una cantidad de otras relaciones (“significados”), ni quiere decir que esas mismas relaciones sean establecidas arbitrariamente. El 3 4

Weber, W., Gesammelte Aufsatze zur Wissenscftslchre, Tubingen, p. 161. Ibid., pp. 162-163.

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205 “significado” no es algo subjetivo que “atribuimos” al objeto: es una de las relaciones objetivas reflejadas por nuestra conciencia. El hecho de que esta relación no sea la única no refuta en nada su objetividad. Por supuesto, el hombre puede considerar los fenómenos desde los puntos de vista más dispares, ya que todo en el mundo está recíprocamente relacionado. Lo cual no quiere decir, en modo alguno, que cada uno de estos puntos de vista sea científico y acertado. El error de Weber proviene de su concepción según la cual las ciencias mismas no se clasifican de acuerdo con su objeto sino de acuerdo con sus métodos. El fundamento de la división de los terrenos de las ciencias no es la “interrelación” fáctica entre las “cosas”, “sino la interrelación conceptual de los problemas”.5 ¿Pero es posible contraponer la interrelación de los problemas a la interrelación de las cosas? Lo cierto es que la primera se basa en la última. El no comprender esta situación lleva inevitablemente al subjetivismo y al relativismo. Sin embargo, por ser él mismo un gran historiador, Weber no podía prescindir de la abstracción en la historia, puesto que sin ella ninguna ciencia tiene sentido. La historia, según Weber, enseña lo peculiar y lo singular. Por otra parte, no puede arreglárselas sin algunas generalizaciones teóricas. ¿Cuál es el carácter gnoseológico de estas generalizaciones?, ¿son el reflejo de determinada realidad concreta, o nada más que medios auxiliares, una especie de instrumentos, que en sí mismos no reflejan nada pero que son necesarios para el conocimiento? Weber contesta a la pregunta en este último sentido. Al analizar las categorías de la economía política, Weber asegura que éstas no reflejan la realidad económica, sino que son “ideas de los fenómenos históricos”, son nada más que modelos ideales y agrega: La economía política nos proporciona un cuadro ideal de los fenómenos que ocurren en el mercado cuando una sociedad está organizada sobre la economía de cambio, la libre concurrencia y el comercio fuertemente racionalizado. Este cuadro ideal une determinadas relaciones y fenómenos de la vida histórica en un complejo de vínculos creados mentalmente y que 5

Ibid., p. 166.

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está libre de contradicciones. Por su contenido, esta construcción tiene el carácter de una utopía que se obtiene llevando a un primer plano determinados elementos de relaidad.6

Esta “utopía” mental es llamada por Weber “un tipo ideal”. El “tipo ideal”, en el concepto de Weber, no es una exponente “medio” de las diversas formas de la realidad empírica. El “tipo ideal” se obtiene “mediante la promoción unilateral de uno o varios puntos de vista y la unificación de una cantidad de fenómenos dispersos, y que existen por separado (...) En su pureza abstracta esta forma mental no puede encontrarse, empíricamente, en la realidad; es una utopía, y surge, para la labor histórica, el problema de establecer en cada caso aislado qué tan cerca o qué tan lejos de esta forma mental está la realidad, y en qué medida, por consiguiente, el carácter de las relaciones económicas de una ciudad determinada puede ser tomado por típico para el concepto de “economía urbana”.7 Weber subraya que el “tipo ideal” no es más que un instrumento del conocimiento. Una forma mental, que no es una realidad histórica y mucho menos una “auténtica” realidad. Menos aún puede servir como un esquema al cual la realidad deba adecuarse en carácter de exponente. Tiene tan sólo el significado de un concepto ideal, al cual se aplica una realidad, y se lo compara con determinados elementos, de su contenido empírico dotados de sentido.8

Al demostrar la necesidad de semejantes “utopías lógicas” para la sistematización y la conceptualización de los hechos aislados Weber previene al mismo tiempo contra la “confusión” de lo típicamente ideal con los históricamente real.9 Estas posiciones de la teoría de Weber están directamente enderezadas contra la concepción marxista de las formaciones económico-sociales como categorías teóricas, que reflejan la esencia del proceso histórico. Según Weber, los conceptos típicos ideales, precisamente en virtud de su idealidad, no pueden ser colocados en la base de una clasificación genética de los fenómenos históri6 7 8 9

Ibid., p. 190. Ibid., p. 191. Ibid., p. 194. Ibid., p. 195.

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207 cos, de los tipos de economía, dada que la continuidad histórica de los fenómenos no coinciden con la de la lógica, sin mencionar el hecho de que es muchísimo más compleja. Al criticar la concepción marxista de las formaciones económico-sociales, Weber sostiene que los conceptos de la economía política marxista y del materialismo dialéctico no son un reflejo de las etapas reales o de la “tendencias” del proceso histórico, sino nada más que “tipos ideales”. La confusión de Weber al resolver los problemas de la lógica y la historia está condicionada por su actitud idealista subjetiva, según la cual los conceptos científicos no son un reflejo de la realidad objetiva, sino nada más que “instrumentos mentales que tienen por fin el señorío espiritual sobre lo dado empíricamente”.10 Weber tiene razón cuando demuestra que las categorías lógico-abstractas y teóricas en que se apoya la economía política y otras ciencias sociales no expresan directamente toda la realidad objetiva, no pueden transmitir toda la riqueza de los fenómenos. Pero el hecho de que ningún concepto general coincida directamente con la realidad y, hasta cierto punto, en forma inevitable, la simplifique, no priva a ese concepto de un contenido objetivo y no lo convierte en una pura ficción. Tomemos, por ejemplo, el concepto de “capitalismo”. Sin duda alguna éste es un concepto abstracto, general, al cual no es posible encontrarle un único sentido de “referencia” en la realidad histórica. El concepto general de “capitalismo” no puede expresar toda la riqueza y multiformidad de las relaciones designadas con dicho término (capitalismo industrial, capitalismo monopolista, capitalismo de Estado, etc.) y sus modificaciones históricas (el capitalismo norteamericano actual es una cosa, y el capitalismo en las ex colonias es otra). De aquí la necesidad de otros conceptos, menos generales y, al mismo tiempo más concretos. ¿Pero quiere decir esto, acaso, que el concepto “capitalismo” está desprovisto de contenido objetivo y que ha sido creado por nosotros nada más que con el propósito de orientarnos mejor? Por supuesto que no. Este concepto designa en forma general características realmente propias de esa forma determinada de organización social, aunque nunca se muestren en forma “pura” y este concepto no es sólo instrumental, sino también un resultado del conocimiento histórico. 10

Idem.

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La idea de Weber, que señala el carácter “instrumental” de las categorías sociológicas y, se aproxima a la concepción positivista y pragmática de este problema es un sí misma contradictoria.11 Por un lado Weber subraya que los “tipos ideales” no son un reflejo de los fenómenos históricos reales, empíricos; por otro lado, escribe que justamente en el proceso del conocimiento de los fenómenos históricos se esclarece y se pone de manifiesto si determinado tipo ideal es un concepto científico y fructífero o nada más que un juego intelectual.12 Weber demuestra que para sistematizar los fenómenos históricos es posible utilizar con idéntico buen resultado diversos complejos de conceptos típicos ideales, por cuanto éstos dependen del punto de vista que adopta el investigador. Al mismo tiempo reconoce que los cambios en los conceptos típicos ideales predominantes dependen no sólo de la variación de las valoraciones culturales sino también del progreso del propio conocimiento histórico.13 No obstante, como las categorías sociológicas utilizadas en la historia no pueden ser un reflejo de la realidad —ésta es la tesis principal de M. Weber—, la sociología misma se torna formalista, convirtiéndose fácilmente en una tipología abstracta, basada en analogías superficiales y antihistóricas. Esto abre el camino a la arbitrariedad en la determinación y el empleo de los conceptos generales. Aunque Weber hace críticas a la sociología formalista de Simmel, en él mismo no escasean estas analogías arbitrarias. La teoría de Weber, enderazada contra el determinismo científico, no es compatible con el reconocimiento de la existencia de leyes históricas objetivas. Desde su punto de vista las categorías sociológicas no son otra cosa que “tipos ideales”, Max Weber identifica el capitalismo con la simple producción de mercancías y sostiene que “el capitalismo ha existido, en tales o cuales formas, en todas las épocas de la historia de la humanidad”.14

Muchos investigadores han señalado ya esta contradicción (W. Bienfait: Max Webers Lehre vom geschichtlichen Erkennen, Berlín, 1930, p. 38; A. I. Danilov: Problemas de la historia del agor de 18 Baja Edad Media en la historiografía alemana de fines del siglo XIX y principios del XX, pp. 101-102). 12 Weber, M., Gesammelte Ausfsatze zur Wissenschftslehe, p. 193. 13 Ibid., pp. 206-207. 14 Weber, M., Historia de la economía, p. 177. 11

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209 Weber se burla del primitivo irracionalismo de la “filosofía de la vida”. “El que tiene ganas de contemplar —escribe—, que vaya al cine.”15 pero sus reparos críticos se dirigen nada más que contra las formas anticuadas y vulgares de irracionalismo. En realidad, el mismo Weber paga tributo al irracionalismo, intentando conciliar las ideas de Rickert con las de Dilthey. Considera que la tarea principal de la sociología consiste en descubrir el “significado objetivo y espiritual” de las formas sociales y comprender “el esquema de los fines racionales que yace en la base de los actos sociales”; rechaza cualquier intento de explicación monista de la historia, oponiéndole un “pluralismo” ecléctico y la “teoría de los factores”. En esto Weber es consecuente y lógico a su manera. Si el punto de partida del conocimiento histórico es el “punto de vista” individual del historiador, entonces es menester reconocer que la historia puede ser contemplada desde cualquier ángulo: si ése es vuestro gusto, considerar a la cultura como un producto de la economía; si tenéis el gusto contrario, considerad las relaciones económicas como un producto de la cultura. Todo depende de los intereses del investigador. Pero en la realidad histórica no hay nada constante y todos los “factores” del desarrollo social poseen los mismos derechos. Sin embargo, este reconocimiento de la igualdad de derechos de los factores sigue siendo en buena medida una “declaración oficial”. En sus trabajos concretos, y en abierta polémica con el marxismo, Weber intentó demostrar que la ideología no surge de la economía, sino, al contrario, que ésta es un producto de aquélla. En este espíritu están escritas sus numerosas obras sobre la sociología de la religión así como su libro fundamental: La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Después de reunir un cuantioso y valioso material de datos, Weber estableció determinada correspondencia entre las exigencias del capitalismo en el ascenso y las exigencias de la moral protestante. Sin embargo, de una explicación falaz de este fenómeno. Al principio, partiendo del principio del pluralismo, según el cual obran en la historia una cantidad de “factores con derechos iguales”, Weber dice que no se puede dar preminencia ni a la economía ni a la religión; el hecho de que coincidan dos etapas de su desarrollo no quiere decir 15

Weber, M., Gesammelte Aufsatze zur Religionssoziologie, Bd. I. Tubingen, p. 14.

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en absoluto que uno de los “factores” deba ser condicionado por el otro “factor”. Sin embargo, más adelante desemboca en un franco idealismo y sostiene que en el fundamento de la economía se encuentra la religión. Por muy fuertes que sean, en casos aislados, las influencias sociales que condicionan económica y políticamente a la ética religiosa, en un principio y de todos modos han recibido a su vez la influencia de las fuentes religiosas.16

Ahora intenta ya interpretar la historia de la sociedad, no a partir de los “intereses” de los hombres, evidentes como son en la vida material, sino dejas “ideas”, Según Weber, no fueron las relaciones capitalistas de producción las que engendraron la moral calvinista, sino al contrario: las ideas del calvinismo engendraron el capitalismo. Razonaba del siguiente modo: el capitalismo ha sido creado por el hombre que siempre obra de acuerdo con determinadas ideas. ¿Por qué los hombres empezaron a ser cautelosos y a ampliar la producción en vez de gastar todas las ganancias, como hacían antes? Las causas de ello se hallan en la religión calvinista. Según el dogma calvinista, no está convencido de que justamente él haya sido elegido por Dios. Busca señales en su “elección” en la tierra y las encuentra en el florecimiento de sus negocios y en sus éxitos materiales. Por eso no puede dilapidar sus ganancias en lujos, sino que las invierte en la ampliación de la producción. Y es así que la religión calvinista se convierte en la causa del surgimiento del capitalismo. Como es evidente Weber pone las cosas patas arriba. No cabe duda; por cierto, que la ética calvinista haya influido en el desarrollo de las relaciones capitalista, pero lo esencial es que la religión calvinista nació a consecuencia de1 cambio de condiciones económico-sociales objetivas, y éste es el punto decisivo que Weber no puede ver. Ecléctica y subjetivista en sus fundamentos, la teoría de Weber está dirigida contra el materialismo histórico. Utiliza algunas categorías económicas elaboradas por Marx y se esfuerza por demostrar que la doctrina marxista no es “aplicable” en su totalidad, que es “unilateral” y “metafísica”. Pero en 16

Ibid., p. 240.

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211 realidad es la doctrina de Weber la que tiene un carácter metafísico. La selección y la generalización de los hechos históricos son dictaminadas, según él, por puntos de vista subjetivos, que en último término se apoyan en valores de una cultura. Pero el significado de estos últimos no puede fundamentarse en la historia empírica y por eso Weber, como Rickert, se ve forzado en últimos análisis a recurrir a la trascendencia, a la religión. El trasfondo del conocimiento social es “la fe, propia del hombre, en el sentido metaempírico de los últimos de nuestra existencia”.17 De este modo, “la lógica del conocimiento histórico, se convierte en un flagrante irracionalismo”.

17

Ibid., pág. 213.

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Cuestionario 11. ¿Cuál es el punto de partida del proceso del conocimiento para Weber? 22. ¿Qué factores condujeron a Weber al relativismo y al subjetivismo? 33. ¿Cómo considera Weber las diferentes cualidades de los fenómenos ya sean estéticas, económicas, etcétera? 44. ¿Cuál es el criterio de clasificación de las ciencias según Weber? 55. ¿En qué consiste el método individualizador? 66. ¿Cómo considera Weber las categorías de la economía política? 77. ¿En qué consiste el carácter contradictorio de los tipos ideales weberianos? 88. ¿Cuál es la tarea principal de la sociología según Weber? 99. ¿Por qué rechaza Weber la explicación marxista de la historia? 10. ¿En qué consiste la inversión weberiana y su irracionalismo según I. S. Kon?

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