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Metodología catequística para niños Cómo dar catequesis hoy Luis M. Benavides
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Metodología catequística para niños Cómo dar catequesis hoy Luis M. Benavides
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A todos los niños que me mostraron Nada obsta a la Fe y Moral católicas para su publicación.
cómo es el Reino de Dios.
Sr. Pbro. CRISTIAN JOSÉ RAMÍREZ, Censor
Puede imprimirse. S. E. R. Mons. JOAQUÍN MARIANO SUCUNZA
Vicario General del Arzobispado de Buenos Aires
...Y a todos aquellos adultos que, sin querer, me enseñaron a complicarlo
un poco.
Buenos Aires, 6 de diciembre de 2004
A Liliana, mi esposa e inseparable
compañera;
sin su apoyo, paciencia y ternura, esta obra no hubiera sido posible. Edición: Herminio Otero Revisión y adaptación: Alipio Rozas Diseño: Estudio SM Pablo Núñez
© Luis M. Benavides © 2005, PPC, Editorial y Distribuidora, SA Impresores, 15 Urbanización Prado del Espino 28660 Boadilla del Monte (Madrid) [email protected] www.ppc-editorial.com
ISBN 84-288-1943-2 Depósito legal: M-17605-2005 Fabricado en España / Made in Spain Imprenta SM Queda prohibida, salvo excepción prevista en la Ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de su propiedad intelectual. La infracción de los derechos de difusión de la obra puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos vela por el respeto de los citados derechos.
PRÓLOGO
CONTENIDO
Metodología catequística para niños Una experiencia reflexionada 1. Jesús catequista: hacia una espiritualidad catequística 2. El método catequístico 3. La catequesis de niños 4. Programación y planificación anual de la catequesis 5. Planificación y preparación de cada encuentro catequístico 6. La iniciación al silencio y a la oración 7. La iniciación litúrgica de los niños 8. Los niños y la palabra de Dios 9. Psicología evolutiva y religiosa del niño Una catequesis viva para contagiar la fe Bibliografía La catequesis en Internet
Metodología catequística para niños Es una alegría presentar una obra tan necesaria y esperada por todos los que trabajan en la catequesis y pastoral con niños. El texto es muy completo y resultará muy enriquecedor para la formación y la tarea diaria del catequista de niños. El título de un libro tiene una gran importancia. Es lo primero que se lee, es el rostro de la obra, es el carné de identidad que posibilita el primer contacto con el autor. Creo que a Luis Benavides lo que más le ha costado es encontrar el título para su escrito. Porque tiene un título que esconde más de lo que dice, pero que, quizás, es el más apropiado. Puesto que la intención del autor, es compartir con el lector toda su larga y fecunda trayectoria como catequista y formador de catequistas. Y en este sentido, estamos ante un verdadero tratado de Metodología catequística para niños. Metodología con mayúscula, que supera largamente una didáctica de la catequesis, evitando en todo momento caer en la tentación facilista de las de recetas y fórmulas salvadoras, pero que, al mismo tiempo, posee una gran utilidad práctica tanto para quienes se inician en el arte de la catequesis de niños como para quienes desean sistematizar los conocimientos y experiencias obtenidos a lo largo del tiempo. Hay en esta Metodología catequística para niños una profunda reflexión sobre la pedagogía de la fe, que evoca y presupone las grandes cuestiones de la catequética contemporánea. Hay en esta Metodología catequística una permanente alusión a la psicología evolutiva, a la sociología religiosa, que permite inculturar en estos tiempos nuevos el arte -siempre d i f í c i l - de comunicar un "acontecimiento y una doctrina de vida". Pero si hay algo que hace original a la obra es la inseparabilidad que la misma tiene con su autor. No es ciertamente un libro testimonial. Sin embargo el texto está preñado de la vida e historia personal. Luis 7
Benavides escribe lo vivido, y su vida se hace libro. Y se nota que esta obra sobre Metodología catequística para niños está compuesta por un apasionado maestro-catequista. • Maestro, porque Luis Benavides nació para el aula y en ella vive, se apasiona, experimenta y reflexiona. • Maestro también porque ya tiene en su vida mucho rodaje en el arte de acompañar la formación de otros catequistas. • Maestro porque la experiencia de lo vivido, le permite liberarse de falsas dialécticas y discusiones trasnochadas, para ofrecernos con la sencillez y la síntesis de los sabios, aquellas certezas e intuiciones que permiten a la catequesis ser arte y ciencia. Estoy seguro que esta obra será de gran utilidad para una verdadera iniciación en el arte de acompañar la fe, de quienes se descubren llamados a uno de los ministerios más antiguos de la Iglesia: el de la catequesis de niños. Pbro. ALEJANDRO JOSÉ PUIGGARI Secretario de la Comisión Episcopal de Catequesis y Director Nacional de Catequesis de Argentina
INTRODUCCIÓN Una experiencia reflexionada Queridos catequistas y agentes de pastoral: Cierta vez, en un encuentro de catequesis, Juan Alberto, un niño de siete años, me preguntó: —Amén, ¿es el "apellido" del Espíritu Santo? Todos los que de alguna manera u otra trabajamos con niños, nos hemos encontrado con situaciones como la anterior o parecidas y, no nos queda otra cosa que sonreír y admirarnos ante el misterio de la vida, envuelto en pañales de inocencia. • Una experiencia reflexionada No podemos dejar de dar gracias a Dios Padre por permitirnos compartir este tesoro inapreciable que son los niños. Somos privilegiados porque estamos en contacto con la vida misma, en una de sus manifestaciones más hermosas: los niños. Precisamente, son ellos quienes rescatan en nosotros los adultos, las ganas de jugar, las canciones, las dudas, la sencillez, la alegría; en síntesis: el gusto por la vida. Creo con sinceridad que existen pocas experiencias tan hermosas y enriquecedoras como el hecho de guiar y acompañar a los niños durante su despertar a la vida; y, mucho más, cuando se trata de iniciarlos en la fe, en la misma vida de Dios. • La catequesis, un ministerio La catequesis de niños no es una tarea menor; es un ministerio que tiene un carácter propio. La tarea catequística exige amor y profundo respeto al niño, el cual tiene derecho a una presentación sencilla y auténtica de la fe cristiana. Ser catequista de niños es un don, una llamada y un regalo del Padre. Los niños exigen total donación de sí, una entrega generosa y una permanente atención; pero como contrapartida, quienes tenemos la dicha de trabajar con niños sabemos que todos estos esfuerzos se ven, a la larga, ampliamente recompensados.
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CAPÍTULO I
• Este libro: reflexión más experiencia El presente libro es el fruto de muchos años de reflexión y dedicación a la catequesis de niños. De alguna manera, este libro es el resultado del trabajo en conjunto de muchos otros catequistas y agentes de pastoral, con los que el buen Dios me ha dado la oportunidad de compartir esta maravillosa tarea, a lo largo de mi vida. A ellos va también mi reconocimiento.
JESÚS CATEQUISTA: HACIA UNA ESPIRITUALIDAD CATEQUÍSTICA
Mi idea ha sido recoger en este libro parte de la problemática catequística infantil. He tratado de ser lo más exhaustivo posible, sobre todo en lo que respecta a los aspectos metodológicos, pedagógicos y organizativos de la catequesis.
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• Para vosotros, catequistas
Dios se hace presente en medio de nosotros, de manera plena y definitiva, a través de su Hijo Jesús. (Le 2,10-11; jn 1,1-18; Hch 2,22-36; 13,16-41; 1 Jn 1,1-14).
El libro está pensado básicamente para los catequistas. Por eso, utilizo un lenguaje sencillo y llano; ofrezco recursos asequibles a todos aquellos que ejercen, de alguna manera u otra, el ministerio de la catequesis de niños. Mi intención es que esta obra sirva de apoyo, consulta y orientación para todos los catequistas, que día a día, trabajan por extender el Reino de Dios entre los más pequeños. También, ofrezco con este texto un instrumento que ayude a pensar y a organizar mejor la catequesis. Espero que sea útil. Este libro no aspira a ser un tratado de catequética para teólogos y pastoralistas, sino más bien una pequeña aportación a la tarea evangélica y diaria de la Iglesia. De todos modos, queda planteada la necesidad de seguir profundizando en la reflexión teológica y pastoral aplicada a la catequesis de niños. Asimismo, quiero alentar y agradecer en nombre de Dios y de la Iglesia, todo lo que se hace por extender su Reino, especialmente entre los más pequeños. Finalmente, espero que todas estas reflexiones ayuden a todos los que acompañamos a los niños en su caminar hacia Dios y que, día a día, testimoniemos con alegría a Aquel que nos amó y nos eligió para ser sus discípulos a lo largo y a lo ancho de todo el mundo... Luis M. BENAVIOES
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Existe un hecho maravilloso: Dios interviene en la vida y hace irrupción en la historia de los hombres para establecer su Reino. Dios actúa y salva al mundo por Jesucristo.
Jesucristo es el centro vital del universo. Por Él somos, nos movemos y existimos, según reza san Pabío. Jesús mismo es el mensaje de salvación, la Palabra eterna hecha carne. Él revela y transmite su Palabra, es decir, él mismo se entrega a nosotros por amor. Jesús es el primer y único catequista, es el catequista. Nadie mejor que Él para enseñarnos a transmitir su propia Palabra. Por esto, dirigiremos la mirada atenta a la forma en que Él proclamaba y anunciaba su Palabra o, dicho de otra manera, a la forma en que Jesús catequizaba. Nada mejor que analizar cómo actuaba Jesús en su predicación, para darnos una idea de cómo hacerlo nosotros. Él es el modelo, el prototipo, el perfil ideal de todo catequista, y en Él debemos apoyarnos para que nuestra labor dé sus frutos.
H JESÚS Y !AiAMARJTANA____^ Entre todos los textos tan ricos que la Palabra de Dios nos ofrece, existe un pasaje evangélico que siempre me ha emocionado y conmovido: es el encuentro de Jesús con la samaritana. Fascina seguir de cerca el proceso que realiza jesús al ayudar a la samaritana a encontrarse consigo misma, con Él y con sus hermanos. 11
Tomamos este texto como punto de partida para la reflexión y el análisis de la actuación catequética de Jesús. • El relato El episodio de la samaritana es narrado solo por Juan (Jn 4,1-30 y 39-42). Contiene una riqueza, una profundidad y un conocimiento de la realidad humana como solo Jesús podía tenerlo. Sugiero que realicen una lectura pausada y atenta del texto. Imagínense la situación, los movimientos, la ubicación geográfica, el tono de voz, la cadencia; pero sobre todo, centren la atención en las acciones de Jesús, en su modo de encarar una situación tan delicada. • El texto Los fariseos se enteraron de que Jesús bautizaba y atraía más discípulos que Juan. El Señor, al saberlo, decidió abandonar la región de Judea y volvió a Galilea. Para eso, tenía que pasar por el país de Samaría. Llegó a un pueblo llamado Sicar, en la tierra que el patriarca Jacob había dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado de la caminata, se sentó sin más, al borde del pozo. Era cerca del mediodía. Una mujer samaritana llegó para sacar agua, y jesús le dijo: —Dame de beber. En ese momento se habían ido sus discípulos al pueblo a hacer compras. La samaritana le dijo: —¿Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? (Hay que saber que los judíos no se comunican con los samaritanos.) Jesús le contestó: —Si conocieras lo que Dios te quiere dar, y quién es el que te pide de beber, tú misma me pedirías a mí. Y yo te daría agua viva. Ella le dijo: —Señor, no tienes con qué sacar agua y este pozo es profundo, ¿dónde vas a conseguir esa agua viva? ¿Eres, acaso, más poderoso que nuestro antepasado Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él, su familia y sus antepasados? 12
Jesús le contestó: —El que bebe de esta agua, vuelve a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré, se hará en él manantial de agua que brotará para la vida eterna. La mujer le dijo: —Señor, dame de esa agua para que no sufra más sed, ni tenga que volver aquí a sacarla. Jesús le dijo: —Anda a buscar a tu marido y vuelve acá. La mujer le contestó: —No tengo marido. Jesús le dijo: —Es verdad lo que dices, que no tienes marido, has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes tampoco es tu marido. —Señor, contestó la mujer, veo que eres un profeta. Nuestros padres siempre vinieron a este cerro para adorar a Dios y ustedes los judíos ¿no dicen que hay que adorar en Jerusalén? Jesús le dijo: —Créeme, mujer, que llega la hora en que ni en este cerro, ni tampoco en Jerusalén, adorarán al Padre. Vosotros, los samaritanos, adoráis lo que no conocéis, mientras que nosotros los judíos conocemos lo que adoramos porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y ya estamos en ella, en la que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en Verdad. Porque ésos son los adoradores que busca el Padre. Dios es Espíritu y los que lo adoran deben adorarlo en Espíritu y en Verdad. La mujer contestó: —Yo sé que el Cristo está por venir. Cuando él venga nos aclarará todo, jesús le dijo: —Ese soy yo, el que te está hablando. En ese preciso momento llegaron los discípulos y se admiraron al verlo hablar con una samaritana. Pero ninguno le preguntó para qué ni por qué hablaba con ella. La mujer dejó allí el cántaro y corrió al pueblo a decirle a la gente: —Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. 13
¿Acaso será este el Cristo? Salieron entonces del pueblo y fueron a verlo.
LA SAMARITANA
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En este pueblo, muchos samaritanos creyeron en Él por las palabras de la mujer que decía: "Él me descubrió todo lo que yo había hecho". Vinieron donde él y le pidieron que se quedara con ellos. Y se estuvo allí dos días. Y en el pueblo mucha más gente creyó en él al oír su palabra. Y le decían a la mujer:
— ...Si conocieras el don de Dios y quién es el que dice: "Dame de beber", tú misma se lo hubieras pedido y él te habría dado agua viva.
—Señor, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso más poderoso que nuestro padre Jacob?...
—Ya no creemos por lo que tú contaste. Nosotros mismos lo hemos oído y estamos convencidos de que este es verdaderamente el Salvador del mundo. (Jn 4,5-30)
—El que bebe de esta agua vuelve a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá jamás a tener sed.
—Dame de esa agua para que no sufra más sed, ni tenga que volver aquí a sacarla.
• La estructura Para entender mejor el proceso catequístico seguido por Jesús vamos a desmenuzar y analizar detenidamente el diálogo entre Jesús y la samaritana. Jesús se encuentra fatigado y cansado en el pozo de Jacob, con la mujer. El encuentro junto a los pozos y manantiales, en la Biblia, es un símbolo de la vida que Dios da, especialmente en los tiempos mesiánicos. (Gen 24,10ss; Ex 2,15ss; Gen 26,19-22; Is 2,3; Jer 2,13). Por otra parte, los pozos en aquella época, solían quedar a unos kilómetros del pueblo. La gente (por lo general, las mujeres) tenía que llegarse a los pozos varias veces al día llevando el agua en cántaros grandes y, por lo tanto, de gran peso. En esa situación, se encuentran Jesús y la samaritana. Comienza un "diálogo de sordos" en el que Jesús va paulatinamente entrando en contacto con la mujer hasta poder comunicarle su palabra. Nos detendremos en ese diálogo para analizar el contenido del mismo: LA SAMARITANA —Dame de beber.
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I —¿Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?...
-Ve y llama a tu marido.
—No tengo marido...
Jesús continuó: —Es verdad lo que dices, que no tienes marido, has tenido cinco y el que tienes ahora tampoco es tu marido.
—Señor, veo que eres un profeta... Pero ¿dónde adorar a Dios, aquí o en Jerusalén?
—...ni aquí ni en Jerusalén... Los verdaderos adoradores, adorarán al Padre en Espíritu y en Verdad.
—Yo sé que el Cristo está por venir. Cuando él venga nos aclarará todo.
—¡Ese soy yo, el que habla contigo!
La mujer dejó su cántaro y corrió a la ciudad y dijo a la gente: —¡Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho! ¿No será el Mesías?
Salieron entonces de la ciudad y fueron a su encuentro... Muchos samaritanos creyeron en él por las palabras de la mujer... Muchos más creyeron en él a causa de su palabra y decían a la mujer: —Ya no creemos por lo que has dicho, nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo. 15
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EL PROCESO METODOLÓGICO DE JESÚS
1 Respetar _a la p e r s j o n a _ _ _ _ _ ^ ^ Es fascinante ver cuál fue el proceso que utilizó Jesús para llegar al corazón de la samaritana. *• La samaritana tenía su historia, sus creencias, su manera de relacionarse con los otros, su propia forma de vida. Pero era una mujer bloqueada, vivía en la inseguridad de no contar con nadie, ni siquiera con ella misma. *• Ella no sabía ni podía crecer como persona. Estaba totalmente alienada ante sí misma, ante los demás y ante el Dios-viviente. Se había transformado en un lugar de paso, para los hombres; de odio para las mujeres y en un motivo de escándalo para la comunidad. Era una mujer adúltera.
H Jesús parte de una realidad: la s i t u a c i ó n existencial de la samaritana • Jesús ama y conoce profundamente la realidad de la samaritana. »• Lentamente, y de acuerdo con el ritmo que ella misma impone, la va enfrentado con su propia realidad. • Si de entrada, Jesús se hubiera presentado como el Mesías, lo más probable es que la mujer le hubiese partido el cántaro en la cabeza... 2 Jesús anuncia su palabra: "Yo soy el C r i s t o " *• Esta Palabra es transformadora, viviente, operante. Genera un cambio de vida, un cambio en el corazón. Jesús mismo es la Palabra hecha carne (Jn 1,1-18), esperada desde todos los tiempos y proclamada por los profetas.
• Jesús no se escandaliza ante tal realidad. Muy por el contrario, la respeta y ama profundamente, hasta tal punto que decide ayudar a la mujer a reencontrarse con su historia. En una palabra: la hace crecer como persona, porque la ama y quiere su felicidad.
• Esta Palabra opera la salvación y la redención en los humanos con una fuerza extraordinaria. Por eso mismo, operó un cambio fundamental en la samaritana.
*- Por eso, él toma la iniciativa, da el primer paso y luego procede delicada y respetuosamente. Sin apremios, pero con marcada insistencia; sin cesar de llevarla por los caminos del amor y las exigencias de una vida mejor.
3 Se p r o d u c e un c a m b i o de vida o respuesta v i t a l
La primera lección que da Jesús a los catequistas es la de amar y respetar profundamente la realidad de los catequizandos, en nuestro caso, los niños, no imponiéndoles nada, sino acercándolos al amor de Dios. 2 Proceso c a t e q u é t i c o Evidentemente Jesús no habla, en los Evangelios, de un método catequístico, pero sí podemos percibir una manera de obrar, una "pedagogía", una "metodología" que le es propia y que la utiliza con frecuencia. En el encuentro con la samaritana, el proceso utilizado por Jesús podría resumirse así (cfr. el gráfico del diálogo con la samaritana): 16
• La mujer sacudida por el amor de Dios, tocada y sanada por la Palabra de Dios, se encuentra y acepta a sí misma. Esto le permite descubrirse, abrirse a los demás y al Otro (el Dios-viviente). Hasta tal punto cambia su vida, después del encuentro con jesús, que ya no le importa su pasado, sino que se lanza definitivamente hacia la vida plena. • La samaritana no solo vuelve corriendo a su pueblo -dejando el cántaro y con él, su vida anterior- sino que irrumpe llena de vida en la realidad cotidiana de su gente. • De tal forma que se ve transformada: pasa de ser una mujer bloqueada a una mujer liberada de su carga, capaz de amar y de ser amada y, quizás, por primera vez en su vida, escuchada. • La samaritana pasa de ser discípula (seguidora) de Jesús a convertirse en apóstol (testigo o anunciadora) de la Buena Noticia, es decir, se transforma en catequista: lleva sus hermanos hasta Jesús. 17
*• De esa manera, se convierte en el puente para que sus hermanos conozcan a jesús y, luego, ellos mismos lo reconozcan como el Salvador, transformándose, a su vez, en discípulos del Maestro y nuevos apóstoles de su mensaje.
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APLICACIONES A LA CATEQUESIS
JDinámiea del catequista Así se conforma, lo que podríamos llamar la dinámica del discípuloapóstol, es decir, la dinámica del catequista, que podríamos resumir de la siguiente manera:
Jesús
La experiencia catequética^ Y esta es la experiencia que se viene transmitiendo de persona a persona, de corazón a corazón, de padres a hijos, de catequistas a catequizandos, desde hace dos mil años en el seno de la Iglesia y hasta llegar a todos los confines de la tierra.
La transmisión de la fe cristiana es ante todo el anuncio de Jesucristo para llegar a una fe personal en Él. Desde el principio, los primeros discípulos ardieron en deseos de anunciar a Cristo: "No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído" (Hch 4,20). Y ellos mismos invitan a los hombres de todos los tiempos, a entrar la alegría de su comunión con Cristo: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida -pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifestó-, lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea completo... 1 Juan 1,1-4 18
(discípula) LA SAMARITANA (apóstol)
(discípulos) SUS HERMANOS SAMARITANOS (apóstoles)
(discípulos) A OTROS (apóstoles)
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M Estructura básica de la catequesis El actuar catequístico de Jesús podría expresarse, entonces, en tres momentos, que de alguna manera van a marcar la estructura básica de la catequesis:
¡Qué interesante sería realizar un relectura de los evangelios desde la óptica de Jesús catequista! Un análisis de este tipo descubre las actitudes que toma Jesús, cómo anuncia su palabra, su manera de catequizar, en una palabra, su forma de proceder como educador de la fe. Seguramente, esta relectura nos ayudaría muchísimo a reubicarnos como pregoneros de su vida y de sus palabras.
jesús en el centro
E | OTROS TEXTOS EVANGÉLICOS
"En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre, que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros... Catequizar es... descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios... Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por Él mismo." El fin de la catequesis es "conducir a la comunión con Jesucristo: solo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad". Catecismo de la Iglesia Católica, 426
Estos tres momentos utilizados por Jesús aparecen de una manera u otra jalonados en el Nuevo Testamento en diversos pasajes. Si analizamos los textos, podemos comprobar que dicha estructura (situación de vida - proclamación de la palabra - respuesta) se presenta con frecuencia en los evangelios. He aquí algunos textos bíblicos que demuestran el camino seguido por Jesús catequista: -
Jesús y Zaqueo: Le 19,1-10 Curación del sordomudo: Me 7,31-37 Curación del paralítico: J n 5,1-14 Curación de los leprosos: Le 7,11-19 Elección de los apóstoles Me 3,13-18 La mujer adúltera: Jn 8,1 -11 Jesús y el ciego de nacimiento: jn 9,1 -41 Los apóstoles en Pentecostés: Hch 2,13-41
Para saber más - CASIELLO, Beatriz, Metodología catequística, Guadalupe, Buenos Aires, 1986. - CATEQUISTAS DEL IPA, Camina en mi presencia, Cuadernos Catequísticos, n.° 2, Stella, Buenos Aires, 1985. -Jesús, el Señor, Stella, Buenos Aires, 1983, p. 25. - SAGRADA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis,
1997, cap. II. - MURÚA, Marcelo, Espiritualidad del catequista. - Catecismo de la Iglesia Católica, 425-426 y 429. **^_
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CAPITULO II EL MÉTODO CATEQUÍSTICO H J A METODOLOGÍA CATEQUÍSTICA "Primero vivimos, después reflexionamos sobre la vida. El aprendizaje del amor de pareja, la educación de los hijos, la tarea de la evangelización, la espiritualidad y tantos otros asuntos vitales para el hombre son, en primer lugar, vividos y luego, sistematizados." P. Francisco De Vos § | Características ^ Hablar de método, muchas veces significa reducir o encuadrar la realidad y mucho más, cuando se trata de realidades que se refieren a la interioridad del hombre y su proyección hacia los demás o hacia Dios. Sin embargo, la persona humana, gracias a su capacidad de análisis y reflexión, puede encontrar las grandes constantes que favorecen la vida o la entorpecen. Estas experiencias y reflexiones son comunicables, ayudan a vivir y a evitar accidentes innecesarios y facilitan la acción. Por esto, podemos hablar de método como un camino para llegar hacia algo... y como forma de transmitirlo también a otros, con la condición de mantener el respeto por la vida, que es siempre nueva y nunca se agota. Cuando se trata de metodología catequística, los límites de los métodos aparecen más a la vista. Evidentemente, la adhesión de los catequizandos a la fe, a Dios -que es fruto de la gracia y de la libertadno depende, en última instancia, del catequista sino de la acción de Dios y de la respuesta libre del hombre. Para que un método pueda ser aplicado a la catequesis, ha de ser coherente con los criterios evangélicos y con la finalidad de comunicar la verdad revelada. 23
El catequista, como la samaritana, es un simple "cable" entre Dios y los niños; un "puente", un instrumento del amor de Dios. Una sólida espiritualidad y el testimonio de vida cristiana en el catequista constituyen el alma de todo método. "Los niños leen más en el catequista que en el libro, se impregnan más de su conducta que de sus palabras, se les graba más con los ojos que con los oídos. Son como la esponja: absorben todo lo que ven." Juan Pablo I Solo teniendo en cuenta estos aspectos podemos hablar propiamente de metodología catequística. 2 Trabajo_e^C(omumójn_^ __
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La Iglesia ha ido perfeccionando a lo largo de los siglos, la mejor manera de transmitir la buena noticia; esa experiencia en la educación de la fe se ha ido adaptando y sistematizando, con el paso de los siglos, de acuerdo con las necesidades y los signos de los tiempos. "En la transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por sí un método propio ni único, sino que, a la luz de la pedagogía de Dios, discierne los métodos de cada época, asume con libertad de espíritu 'todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio' (Flp 4,8)... De este modo, la variedad en los métodos es un signo de vida y una riqueza, y a la vez una muestra de respeto a los destinatarios..." Directorio General para la Catequesis, 148 Evidentemente, no existe ningún método totalmente original y nuevo. El conjunto de un método será siempre el resultado de una síntesis. A lo largo de su historia, la Iglesia muestra, con mayor o menor vehemencia, determinados aspectos del método catequístico. De ahí se deduce la gran importancia de trabajar en comunidad. En todo momento, es indispensable el intercambio de ideas, de experiencias, de puntos de vista. Necesitamos de los otros para educar en la 24
fe, para ser auténticos apóstoles ya que, fundamentalmente, catequizamos en comunidad. Las grandes líneas de la metodología catequística, las experiencias nuevas, las propuestas distintas, la formación de los catequistas..., todo debe y tiene que ser aprendido en Iglesia. No podemos "navegar" solos. Nuestra tarea es un trabajo en comunión y participación: en comunión con la Doctrina Social de la Iglesia (expresada en la variedad de documentos oficiales) y en participación con nuestros hermanos, miembros del Pueblo de Dios, guiados por nuestros pastores, los obispos.
•fj; Originajtá^ Cada ser humano es único e irrepetible y por esto, implanta un matiz original al método catequístico. Cada persona con sus potencialidades, con sus capacidades, con su historia, con su formación es un elemento al que el método debe adaptarse. El catequista es el que pone en práctica el método, porque se proyecta en lo que hace. Esto no significa que cada catequista tenga su método; pero sí, que el método como instrumento, sea utilizado de una manera personal. El catequista es intrínsicamente un mediador que facilita la comunicación entre las personas y el misterio de Dios, entre la comunidad eclesial y sus miembros, entre los catequizandos y su Creador. El catequista reconoce que el método está al servicio de la Revelación y de la conversión y por eso ha de servirse de él, con absoluta fidelidad a Dios y al hombre. El documento La catequesis en nuestro tiempo expresa en su número 11: En toda catequesis íntegra hay que unir siempre, de modo inseparable: • El conocimiento de la Palabra de Dios. • La celebración de la fe, en los sacramentos • La confesión de la fe, en la vida cotidiana. La pedagogía de la fe tiene, pues, un carácter específico: • El encuentro con la persona de Cristo. • La conversión del corazón. • La experiencia del Espíritu en comunión con la Iglesia.
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31 Lajren ovación c a t e q u é t ¡ c a _ _ _ _ _ _ _ _ _ ___ Desde el Concilio Vaticano II se ha insistido en la renovación catequística y en sus métodos. Presento aquí el resultado de la maduración catequística de los últimos treinta años. Este método, con las debidas adaptaciones, es válido para cualquier tipo de acción catequística (niños, adolescentes, jóvenes, discapacitados, encarcelados, adultos, etc.) ya que, precisamente, está basado en el estilo de jesús, como hemos visto anteriormente. A partir de estas consideraciones, podemos entrar directamente en el método catequístico para niños, tal como se ejerce hoy en muchos ámbitos eclesiales. Q
EL MÉTODO CATJEQUJSTICO^JLOS^
PASOS
El Directorio General para la Catequesis habla en la tercera parte de la pedagogía de la fe. En el capítulo II (152-153), nos dice sobre los elementos de metodología: "La experiencia humana en la catequesis hace que nazcan en el hombre intereses, interrogantes, esperanzas e inquietudes, reflexiones y juicios, que confluyen con un cierto deseo de transformar la existencia... La catequesis deberá procurar que las personas estén atentas a sus experiencias más importantes, ayudar a juzgar a luz del Evangelio las preguntas y necesidades que de estas experiencias brotan, a educar al hombre, a vivir la vida de un modo nuevo... La experiencia ayuda a hacer inteligible el mensaje cristiano... La experiencia asumida por la fe viene a ser, en cierto modo, ámbito en el que se manifiesta y realiza la salvación... La iluminación y la interpretación de la experiencia a la luz de la fe se convierten en una tarea permanente de la pedagogía catequética... haciendo posible una correlación entre las experiencias humanas profundas y el mensaje revelado..." Retomando la reflexión que hacíamos sobre el encuentro entre Jesús y la samaritana y las reflexiones que emanan del Directorio General para la Catequesis, podemos vislumbrar en el actuar catequístico de Jesús tres momentos bien definidos, que forman la estructura básica de la catequesis: 26
Todo encuentro catequístico incluye estos tres pasos que, con las correspondientes adaptaciones, van a jalonar el itinerario permanente de la catequesis. 1 Situación vital y experiencia del catequizando • Partir de la vida Importa partir de la vida real y concreta, de la experiencia personal y humana del catequizando o de la experiencia del grupo que recibe la catequesis. Hay que interesarse por la vida concreta que vive el niño y que tiene cierta importancia; es decir, que le afecta, que le impacta. No se trata, por tanto, de la experiencia personal del catequista. • Mirar la vida Se trata de mirar la vida, de bucear en la realidad existencial, única y original. Partimos de la experiencia humana, de lo que le pasa o acontece al catequizando en su vida personal y grupal. Esto implica atender a la dimensión antropológica del catequizando. Este proceso implica conocer al niño para poderlo amar. Conocer el aquí y el ahora del grupo de catequizandos. Es decir, conocer sus valores, sus normas, su psicología, sus manifestaciones, su historia, su contexto familiar y social, su sexualidad, su religiosidad, sus forma de expresarse, su lenguaje propio, sus preocupaciones fundamentales; en una palabra, sus interrogantes vitales. 27
Es preciso tener en cuenta el mayor o menor sentido de Dios, el grado de evangelización recibida, la sensibilidad por los valores humanos en la familia y en el ambiente, la autenticidad de la experiencia religiosa vivida, etc. El catequista debe conocer los grandes interrogantes que inquietan al niño y lo colocan en tensión hacia lo absoluto, lo empujan a una búsqueda que lo lleva a cuestionarse a sí mismo y a todo lo que le rodea; búsqueda que se transforma en condición indispensable para poder esperar algo de Dios. • Ayudar a profundizar El catequista debe ayudar al catequizando a que profundice su propia situación, la relacione con lo que también les pasa a los otros y que se lance a la búsqueda en común. Por lo general, uno de los grandes fallos en que incurren algunos catequistas suele darse en este primer momento de la catequesis; fallo que tiene sus consecuencias imprevisibles y que se arrastra en los pasos posteriores. En vez de partir de la situación real y concreta de los catequizandos se parte del punto de vista del catequista, de una realidad idealizada, del programa preestablecido, de supuestos gratuitos que no se fundamentan en la realidad, etc. Cuando esto sucede, todo el proceso se desmorona rápidamente y pierde eficacia. No es extraño, por ejemplo, que a un adolescente se le esté hablando de los problemas y consecuencias de la masturbación, cuando quizá ya mantiene relaciones sexuales completas; también estaría fuera de contexto resaltar la importancia de atender y concentrarse en la celebración eucarística, cuando hace meses o años que no asiste a misa. • Actuar con tacto ante los niños Esta falta de tacto y de sensibilidad frente a lo que están viviendo los catequizandos se complica más cuando estamos frente a los niños. Es probable, que por adhesión o respeto al catequista, los niños no se animen a expresar verbalmente su descontento o desinterés; pero, a buen seguro que, lo manifestarán de alguna otra manera; ya sea por la distracción, ya por la falta de participación en el tema. 28
De igual manera, sería muy difícil pretender explicar a un niño las funciones de los obispos y sacerdotes, cuando éste está totalmente absorbido por el problema de su perro enfermo. O, por poner otro ejemplo, intentar conversar con un grupo de niños sobre el templo como la casa de Dios, cuando están totalmente motivados por la fiesta de cumpleaños que van a celebrar en la hora siguiente de la catequesis. • Diálogo y escucha Por eso insisto: es indispensable tener un diálogo sincero y profundo con el grupo de catequizandos sobre cuáles son realmente sus problemas, preocupaciones y aspiraciones esenciales. En el caso de los más pequeños, habrá que reemplazar el diálogo por la intuición y observación personal o la escucha indirecta familiar de su problemática existencial. Debemos prestar mucha atención a la situación vital, al aquí y ahora en que se encuentran los niños con los cuales se trabaja en catequesis. Para esto, tendremos presente los siguientes aspectos: - Los rasgos psicológicos propios de la edad. - Su situación afectiva, la integración familiar y grupal. - Las capacidades intelectuales, psicomotrices y socioafectivas. - Los intereses y expectativas que más los influyen. - Las experiencias históricas de estos niños concretos: situación y ambiente familiar, el contexto de barrio o social en que viven. - La cultura familiar, grupal y social en que se mueven. - Los programas de televisión que más ven, los modelos culturales o deportivos, las letras de las canciones que escuchan, los grupos musicales preferidos, los juegos del ordenador y en red que más los atrapan, etcétera, - El bagaje y la formación religiosa que traen de sus casas. - El nivel de pertenencia a la Iglesia o de relación con ella, etc. En resumidas cuentas, se ha de estar al día de todo aquello que pueda ayudar a conocerlos mejor, para así quererlos más y, de esta manera, anunciarles a jesús. 29
ir El anuncio o proclamación de la Palabra de Dios
• Encuentro con el Dios vivo
La situación vital y la experiencia del catequizando es vista a la luz de la Palabra de Dios. Esta Palabra ayuda al catequizando o al grupo de catequizandos a iluminar su vida con el Evangelio.
Se trata de llevar al catequizando al encuentro con el Dios vivo. Él descubrirá la presencia o la ausencia de Dios en su propia experiencia. Un Dios que quiere encontrarlo en su propia vida: que lo ha creado, lo ama, lo llama, lo juzga y lo salva.
Sin Palabra de Dios, no hay catequesis, ya que ella es el eje de la educación de la fe.
El catequista, como jesús en el caso de la samaritana, tiene que provocar en los niños el encuentro personal y comunitario con Dios. Para que el "mensaje sea vida" hay que relacionarlo siempre con la experiencia vivida por el catequizando.
La Palabra de Dios da verdadero sentido a la vida. Ella es la "fuente viva" de la catequesis.
Esto supone, y a la vez exige, que el mismo catequista tenga un contacto asiduo y directo con la Palabra de Dios mediante la oración.
La Palabra de Dios es, por sí misma, el contenido esencial de la catequesis, ya que "la Palabra se hizo carne y plantó su tienda entre nosotros" (Jn 1,14).
El catequista que no lee, reflexiona, estudia ni ora la Palabra de Dios, pronto no hará más que anunciarse a sí mismo. ¡Sería una pena!...
• Dimensión cristocéntrica de la catequesis
El catequista debe estar a la escucha de la Palabra de Dios, ya que es el portador de un mensaje, que él mismo recibió a su vez; por esto, debe releer la Palabra de Dios de continuo para mantener su mensaje vivo en su corazón y poderlo comunicar a los demás.
• La Palabra de Dios es el núcleo fundamental, el centro de toda catequesis
Es decir, la Palabra de Dios se hizo persona humana en Jesucristo y es anunciada por y en su Iglesia. Por esto, decimos y hablamos de la dimensión cristocéntrica de la catequesis. jesús es fuente, contenido y mediador de la Palabra, él mismo es el contenido fundamental de toda catequesis. Solo por Cristo y en Cristo tenemos acceso al Padre; solo por Él podemos conocer la verdad y llegar a la plenitud. He aquí un esquema sencillo de las dimensiones y situaciones donde se encuentra, se explica o se celebra la Palabra de Dios, centro y núcleo de la catequesis. La Palabra de Dios | «• ESCRITA • CELEBRADA
•> LA BIBLIA - LA LITURGIA
U EXPLICITADA
• EL MAGISTERIO
U VIVIDA
• V I D A DE LA IGLESIA
MANIFESTADA
30
• SIGNO DE LOS TIEMPOS
• Escucha de la Palabra
> La respuesta personal o cambio de vida frente a la experiencia de la fe • Respuesta personal y libre La Palabra de Dios se dirige al hombre para que escuche su invitación y responda a su amor. El tercer paso de todo proceso catequístico, es la respuesta personal. El encuentro con el Dios viviente, con su Palabra que provoca, pide y exige una respuesta personal. La fe en la Palabra de Dios exige una conversión del corazón. Esta es, en primera instancia, una conversión inicial; pero tiene que acompañar al crecimiento de la fe como una conversión continua. Dios siempre apela a la libertad del hombre. La respuesta debe ser personal y libre; debe conducir al hombre a una libertad cada vez mayor. Para lograr esta adhesión a la Palabra de Dios, es necesario dejar siempre suficiente margen a la iniciativa propia del grupo y de cada individuo. 31
• Cambio de vida El hombre responde a la llamada amorosa de Dios por medio de un cambio de vida. Generalmente, no se trata de un cambio mágico y espectacular sino de una conversión diaria a la voluntad de Dios en nuestras vidas. • Dimensión eclesial Este cambio, esta respuesta, se manifiesta especialmente en comunidad. Sin comunidad no hay catequesis. De hecho, la fe se vive y desarrolla en comunidad porque el ser humano es eminentemente un ser social. El anuncio del Evangelio no es individual, antes por el contrario, es un anuncio comunitario. De ahí que se pueda hablar de la dimensión eclesial de la catequesis. Nos encontramos con el Dios que nos salva y esto, rebasa nuestra capacidad interior y se vuelca hacia fuera. Por este motivo, el cambio o respuesta se expresa, manifiesta y celebra también exteriormente. Cuando uno se ha encontrado con Dios, no tiene otro remedio, otro camino que mostrarlo a los demás y darlo a conocer.
Cada vez que un individuo o grupo crea, pone algo de sí mismo en esa obra y se compromete con lo que ella representa. Las actividades son tan amplias como la creatividad humana. Pueden ir desde el dibujo, la memorización, la dramatización, el mimo, la música, la expresión sonora..., hasta los medios más modernos y tecnológicos de la comunicación audiovisual. Lo importante de estas actividades es que mantengan relación con la situación de vida y con la Palabra de Dios, que se ha planteado anteriormente. 2. Las celebraciones
comunitarias
Estas actividades consisten en celebrar en grupo la experiencia de la fe. Una experiencia positiva debe ser comunicada y celebrada en comunidad. Hasta las experiencias dolorosas y profundas, como la enfermedad, un fracaso y la misma muerte son dignas y plausibles de ser "celebradas" y compartidas desde la fe. Esta necesidad de celebrar la fe en comunidad es tan vital e inherente a la naturaleza humana que ya se encuentra presente en los grupos más antiguos y primitivos.
En la catequesis, esta manifestación incluso externa de la fe se da a través de:
La celebración de la fe puede realizarse a través de múltiples formas y expresiones. En el fondo de la cuestión, se trata de decir, proclamar y expresar la fe, eso que se quiere vivir.
1. Actividades
La celebración comunitaria de la fe es la base de la iniciación litúrgica y constituye una de las manifestaciones privilegiadas de la catequesis infantil.
de expresión
de la fe
Estas actividades pueden ser personales y comunitarias. Entendemos por actividades, en general, a aquellas acciones que el mismo niño pone en juego toda su persona; es decir, que él mismo es protagonista. Entonces es cuando todo su ser se pone en acción para expresar sus vivencias. El niño solo asume en forma personal aquello que llega a vivir y a expresar. Esta expresión, en cada ser humano, es única y original. Las actividades en las que se expresa la fe son algo más que un recurso metodológico para trabajar con los niños. La experiencia de fe y la expresión de fe están en íntima relación. Todas las actividades que se elijan deberán encaminarse hacia la creación, relación, profundización y comunicación de esta experiencia y expresión de la fe personal y comunitaria. 32
3. Los
compromisos
La vida de fe se manifiesta exteriormente en un modo de vida, en un comportamiento nuevo, en conductas renovadas. Como dice el apóstol Santiago: "... la fe se demuestra con obras." (Sant 2,14-25; Jn 10,25.37-38; 1Jn 3,18; Mt 5,16) El catequizando se compromete, según su edad, su capacidad, su nivel de maduración en la fe, a vivir de acuerdo con el Evangelio. En los niños, estos compromisos o intentos de cambio deben ser: • Concretos: bien definidos. El niño no puede comprometerse a "ser más bueno o mejor"; sino a ayudar a mamá, a ordenar sus ju33
guetes, a compartir una galleta en el recreo con su vecino o compañero, etc. • Evaluables: el niño y el catequista tienen que saber si los compromisos los cumplieron o no. • Internos: tienen que brotar de los mismos niños. • Cortos: es decir, por poco período de tiempo. Cuanto menores son los niños, los compromisos serán más inmediatos. De todos modos, el compromiso de vida será más auténtico en años posteriores a medida que el chico madura en la fe cristiana. 1' Nueva situación de vida Después de estos tres pasos, regresamos de nuevo al primero. Por otra parte, los tres pasos anteriores se repiten continuamente, ya que tanto el individuo como el grupo evolucionan o cambian aspectos de su existencia. Esta nueva situación de vida necesita, de nuevo, ser iluminada con la Palabra de Dios para producir un nuevo cambio y así, sucesivamente. Por supuesto que, al tratarse de seres humanos, todo este proceso puede interrumpirse, trabarse, adelantarse y modificarse una y otra vez. Por esto, la catequesis siempre tendrá que renovarse, como la propia vida. Q
TAREAS FUNDAMENTALES DE LA CATEQUESIS
Entre las tareas fundamentales que la catequesis debe llevar adelante, el Directorio General para la Catequesis destaca la de ayudar a conocer, celebrar, vivir y contemplar el misterio de Cristo. (Cfr. DGC 85-87). Según esto, las tareas fundamentales de la catequesis son: • Propiciar el conocimiento de la fe. • La iniciación y educación litúrgica. • La formación moral. • Enseñar a orar. • La iniciación y educación para la vida comunitaria. • La iniciación para la misión. 34
§1 Propiciar el £onqcim|en El que se ha encontrado con Cristo desea conocerle lo más pos¡~ ble y conocer el designio del Padre que Él reveló. El conocimiento de los contenidos de la fe viene pedido por la adhesión a la fe. Ya en el orden humano, el amor a una persona lleva a conocerla cada vez más. La catequesis debe conducir, por tanto, a la comprensión paulatina de toda la verdad del designio divino, introduciendo a los discípulos de Jesucristo en el conocimiento de la Tradición y de la Escritura. (Flp 3,8). Esta profundización en el conocimiento de la fe ilumina cristianamente la existencia humana, alimenta la vida de fe y capacita también para dar razón de ella en el mundo. • Los conocimientos son básicos e importantes, aunque por sí solos incompletos; complementan la experiencia de fe. • Sin conocimientos nuevos o profundización de los ya adquiridos no hay catequesis ni crecimiento en la fe. • Los conocimientos deben ser ciertos, seguros y adaptados a la edad de los niños. 2 La iniciación .yjedjucaciójn^ Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. La comunión con Jesucristo conduce a celebrar su presencia salvífica en los sacramentos y, particularmente, en la Eucaristía. La Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles cristianos (entre ellos a los niños) a aquella participación plena, consciente y activa que exige la naturaleza de la liturgia misma y la dignidad de su sacerdocio bautismal. Para ello, la catequesis, además de propiciar el conocimiento del sig. nificado de la liturgia y de los sacramentos, ha de educar a ios diseÑ pulos de Jesucristo para la oración, la acción de gracias, la penitencia, la plegaria confiada, el sentido comunitario, la captación recta del sig_ nificado de los símbolos...", ya que todo ello es necesario para que exi s . ta una verdadera vida litúrgica. En este campo, las Celebraciones de la Palabra constituyen un ámv bito privilegiado de iniciación litúrgica.
• La conversión a Jesucristo implica caminar en su seguimiento
La decadencia de la catequesis sobrevino cuando se redujo a la transmisión de unos resúmenes doctrinales, sin contacto con la vida. Si no hay conexión con la vida del catequizando, la catequesis pierde su sentido.
La catequesis debe, por tanto, inculcar en los discípulos las actitudes propias del Maestro.
Hf Enseñar a orar
^J^3j[9Ln}§,9Í9!D.,M9I^Í.—
Los discípulos emprenden, así, un camino de transformación interior en el que, participando del misterio pascual del Señor, pasan del hombre viejo al hombre nuevo en Cristo. El sermón del Monte, en el que Jesús, asumiendo el decálogo, le imprime el espíritu de las bienaventuranzas, es una referencia indispensable en esta formación moral, hoy tan necesaria. La evangelización, que comporta el anuncio y la propuesta moral, difunde toda su fuerza interpeladora cuando, junto a la palabra anunciada, sabe ofrecer también la palabra vivida. Este testimonio moral, al que prepara la catequesis, ha de saber mostrar las consecuencias sociales de las exigencias evangélicas.
• Asumir el carácter orante de Jesús La comunión con Jesucristo lleva a los discípulos a asumir el carácter orante y contemplativo que tuvo el Maestro. Aprender a orar con jesús es orar con los mismos sentimientos con que se dirigía al Padre: adoración, alabanza, acción de gracias, confianza filial, súplica, admiración por su gloria. Estos sentimientos quedan reflejados en el Padre Nuestro, la oración que jesús enseñó a sus discípulos y que es modelo de toda oración cristiana. • Doble dimensión
• El compromiso es la respuesta libre que se espera de los catequizandos
Cuando la catequesis está penetrada por un clima de oración, el aprendizaje de la vida cristiana cobra toda su profundidad.
De alguna manera los compromisos ponen las condiciones para que cada uno se una cada vez más a Cristo. Una buena catequesis va transformando a las personas y a las situaciones. Generando una respuesta de amor y un compromiso por construir un mundo cada día mejor. (Cfr. Jn 3,17; 4,42; Mt 5,13).
La oración se manifiesta en dos dimensiones: personal y comunitaria.
Se trata de transmitir la experiencia del Amor de Dios, que Jesucristo reveló y de la cual la Iglesia da testimonio. La catequesis no puede limitarse a la transmisión seca de una ciencia o cultura religiosa. El catequista es un educador de la vida: de su orientación última según Dios, de sus actitudes fundamentales. • La catequesis es esencialmente la transmisión de una experiencia vivencial Y esta experiencia solo se alcanza, viviéndola. Sin experiencias de fe no hay catequesis. (Cfr. Jn 15,4-17; Jn17,6-8.18-26; 1 jn 1,1-14; Evcrngelii Nuntiandi, 46). 36
• La oración personal es el contacto íntimo, individual, único con Dios. Es un diálogo amoroso entre Creador y la criatura. • La oración comunitaria es la oración de la comunidad creyente que celebra las maravillas que Dios ha obrado. Se expresa y nutre en la Liturgia, cumbre de la actividad de la Iglesia. • La oración es la meta culminante de la catequesis Sin oración no hay catequesis. Si no se da el encuentro personal con Dios, todo nuestro accionar pierde sentido. Es indispensable hablar "con" Dios además de hablar "de" Dios. Poner a los niños en el contacto existencial con el Dios viviente. El papel de la catequesis es llevar al encuentro con Dios Padre, con Dios Hijo y con Dios Espíritu. 37
§§JLaMejdhyjc»c^ • Actitudes para el aprendizaje La vida cristiana en comunidad no se improvisa y hay que educarla con cuidado. Para este aprendizaje, la enseñanza de Jesús sobre la vida comunitaria, recogida en el evangelio de Mateo, reclama algunas actitudes que la catequesis deberá fomentar: • El espíritu de sencillez y humildad: "Si no os hacéis como niños..." (Mt 18,3). • La solicitud por los más pequeños: "El que escandalice a uno de estos pequeños..." (Mt 18,16). • La atención preferente a los que se han alejado: "Ir en busca de la oveja perdida..." (Mt 18,12). • La corrección fraterna: "Amonéstale a solas tú con él..." (Mt 18,15). • La oración en común: "Si dos se ponen de acuerdo para pedir a)go..." (Mt 18,19); el perdón mutuo: "hasta setenta veces siete..." (Mt 18,22). • El amor fraterno aglutina todas estas actitudes: "Amaos unos a otros como yo os he amado" (jn 13,34). • Participación de los niños Los niños tienen que sentirse partícipes de la Iglesia, desde sus primeros pasos en la catequesis. Es esta actitud de acogida, de pertenencia, de adhesión a la comunidad la que posibilitará en el futuro hacerlos sentir miembros activos de la Iglesia. En la educación de este sentido comunitario, la catequesis cuidará también la dimensión ecuménica y estimulará actitudes fraternales hacia los miembros de otras iglesias y comunidades eclesiales. La catequesis tendrá una dimensión ecuménica en la medida en que sepa suscitar y alimentar el verdadero deseo de unidad. 6 La iniciación para la misión • Dinamismo misionero La catequesis está abierta, igualmente, al dinamismo misionero. Se trata de capacitar a los discípulos de Jesucristo para estar presentes, en cuan38
to cristianos, en la sociedad, en la vida profesional, cultural y social. Este compromiso de evangelizar brota, para los fieles laicos, de los sacramentos de la iniciación cristiana y del carácter secular de su vocación. En ese sentido, hay que preparar a los niños para dar testimonio con alegría a otros niños y adultos de su fe. En esta línea cobran sentido todas las acciones que llevan a una auténtica y coherente infancia misionera. • Alimentar actitudes evangélicas Las actitudes evangélicas que Jesús sugirió a sus discípulos, cuando les inició en la misión, son las que la catequesis debe alimentar: • Buscar la oveja perdida, anunciar y sanar al mismo tiempo. • Presentarse pobres, sin oro ni alforja. • Saber asumir el rechazo y la persecución. • Poner la confianza en el padre y en el apoyo del espíritu santo. • No esperar otro premio que la dicha de trabajar por el Reino. En la educación de este sentido misionero, la catequesis preparará para el diálogo interreligioso que capacite a los fieles para una comunicación fecunda con hombres y mujeres de otras religiones. ¡§§Aspectos fundamentales de las tareasjde la catequesis Las tareas de la catequesis constituyen, en consecuencia, un conjunto rico y variado de aspectos. Interesa en gran manera que la catequesis conserve esta riqueza de aspectos diversos, con tal de que un aspecto no se separe de los demás, con detrimento de otros. Sobre este conjunto conviene hacer varias consideraciones: • Todas las tareas son necesarias. Así como para la vitalidad de un organismo humano es necesario que funcionen todos sus órganos, para la maduración de la vida cristiana hay que cultivar todas sus dimensiones: el conocimiento de la fe, la vida litúrgica, la formación moral, la oración, la pertenencia comunitaria, el espíritu misionero. Si la catequesis descuidara alguna de ellas, la fe cristiana no alcanzaría todo su crecimiento. • Cada una de estas tareas realiza, a su modo, la finalidad de la catequesis. 39
*- Las tareas se implican mutuamente y se desarrollan conjuntamente. Una tarea llama a la otra: el conocimiento de la fe capacita para la misión; la vida sacramental da fuerzas para la transformación moral.
CAPÍTULO III
• Para realizar sus tareas, la catequesis se vale de dos grandes medios: la transmisión del mensaje evangélico y la experiencia de la vida cristiana. La educación litúrgica, por ejemplo, necesita explicar qué es la liturgia cristiana y qué son los sacramentos, pero también debe hacer experimentar los diferentes tipos de celebración, descubrir y hacer amar los símbolos, el sentido de los gestos corporales, etc. *• Las diferentes dimensiones de la fe son objeto de educación tanto en su aspecto de "don" como en su aspecto de "compromiso". El conocimiento de la fe, la vida litúrgica, el seguimiento de Cristo son, cada uno de ellos, un don del Espíritu que se acoge en la oración y, al mismo tiempo, un compromiso de estudio, espiritual, moral, testimonial. Ambas facetas deben ser cultivadas. • Cada dimensión de la fe, como la fe en su conjunto, debe ser enraizada en la experiencia humana, sin que permanezca en la persona como un añadido o un aparte. El conocimiento de la fe es significativo, ilumina toda la existencia y dialoga con la cultura, en la liturgia, toda la vida personal es ofrenda espiritual; la moral evangélica asume y eleva los valores humanos; la oración está abierta a todos los problemas personales y sociales. ¿£ Para saber más -
>
CASIELLO, Beatriz, Metodología catequística, Guadalupe, Buenos Aires, 1986. CATEQUISTAS DEL IPA, Metodología catequística, Stella, Buenos Aires, 1983. DE Vos, Francisco, Metodología catequística, Don Bosco, Buenos Aires, 1981. GARCÍA AHUMADA, Enrique, Comunicación audiovisual para evangelizar, Tíberíades, Santiago de Chile, 2004.
- JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae, 1979.
- MORACHO, Félix, Curso básico para la formación de catequistas, Paulinas, Buenos Aires, 1984. - QUINTO SÍNODO DE OBISPOS, La catequesis en nuestro tiempo, Don Bosco/Clare-
tiana, Buenos Aires, 1977. - SAGRADA CONGREGACIÓN DEL CLERO, Directorio Catequístico General, 1971. - SAGRADA CONGREGACIÓN DEL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 1997, cap. II.
V- Catecismo de la Iglesia Católica, Parte II. 40
,
LA CATEQUESIS DE NIÑOS H
FUNDAMENTACIÓri DE LA...CATEQUESIS_DE_NIÑOS
Considero importante iniciar este capítulo siguiendo las reflexiones que nos dejaran los directorios catequísticos generales de 1971 y de 1997 sobre la catequesis de niños: Directorio Catequístico General (1971) y Directorio General para la Catequesis (1997). Estos documentos valiosísimos son de consulta obligatoria para todos los que nos dedicamos a la catequesis. A continuación, realizaré una síntesis de las principales ideas sobre la catequesis infantil, que encontramos en los números 78 al 81 y 177 al 180, respectivamente. 1 La catequesis de laJnfancia y de la nijñez Estas etapas de la vida se caracteriza por tener la gracia de una vida que comienza, de la que brotan admirables posibilidades para la Iglesia y la sociedad. El niño, hijo de Dios por el don del Bautismo, es considerado por Cristo miembro privilegiado del Reino de Dios: "Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos." (Me 10,14) En efecto, quienes les han dado la vida enriqueciéndola con el don del Bautismo, tienen el deber de seguir alimentándola continuamente. El Bautismo de los niños asume todo su significado cuando la vida cristiana de los padres - d e la madre en modo particular pero no exclusivo- ofrece a la gracia bautismal la posibilidad de dar su fruto. La disposición a la fe se apoya inicialmente sobre la relación amorosa que el niño tiene con sus padres. De esta disposición inicial, depende, en parte, la evolución normal de las virtudes teologales. Desde el amanecer de la vida humana, pueden darse ya las condiciones para una personalidad cristiana. El niño necesita pleno respeto y ayuda para su crecimiento humano y espiritual. 41
1 1 Características de la catequesis infantil La catequesis de los pequeños está necesariamente ligada a su situación y condición de vida y es fruto de la intervención de distintos educadores, entre sí complementarios. He ahí algunas características de especial importancia en la catequesis de niños: •• La infancia y la niñez, comprendidas y tratadas ambas según sus rasgos peculiares, representan el tiempo de la llamada primera socialización. La educación humana y cristiana en la familia, en la escuela y en la comunidad cristiana tienen un papel capital, y por eso hay que considerarlas como factores decisivos para el futuro de la fe. • Inicio con el Bautismo. De acuerdo con una tradición ya consolidada, es en esta etapa, de ordinario, en la que tiene lugar la iniciación cristiana comenzada con el Bautismo. Con la recepción de los sacramentos, se inicia la primera formación orgánica de la fe del niño y su incorporación en la vida de la Iglesia. • La educación a la oración y la iniciación a la Sagrada Escritura son aspectos centrales de la formación cristiana de los niños. Según las Bases para catequesis de iniciación de niños, de la Conferencia Episcopal de Argentina, es preciso facilitar la colaboración entre los responsables de la Catequesis, adoptando un lenguaje común para educar a los niños en la fe, pero sabiendo distinguir la adaptación del lenguaje de lo que podría ser una "infantilización" de los valores religiosos. *• Proceso educativo. Por eso, el proceso catequístico durante la infancia será eminentemente educativo. Se estará atento a desarrollar las capacidades y aptitudes humanas, base antropológica de la vida de fe, como el sentido de la confianza, de la gratitud, del don de sí, de la invocación, de la gozosa participación... • Totalidad de la vida del niño. La integridad del mensaje cristiano no está formada solo por una lista de verdades que comunicar, sino también de una modalidad y de una apertura original que asegura el encuentro con la totalidad de la vida del niño. 42
•• Familia y escuela. Hay que tener en cuenta la importancia de dos ámbitos educativos: la familia y la escuela. La catequesis familiar es, en cierto modo, insustituible, sobre todo, por el ambiente positivo y acogedor, por el ejemplo de los adultos, por la primera y explícita sensibilización de la fe y por la práctica de la misma. *• El ingreso en la escuela significa para el niño entrar a formar parte de una sociedad más amplia que la familia. El niño en la escuela tiene la posibilidad de desarrollar mucho más sus capacidades intelectuales, afectivas y de comportamiento. *• El ámbito de la escuela. La alegría de hacer y de hacer bien, la cooperación con los otros, el sentido de la disciplina clara y razonable..., deben considerarse como otras tantas experiencias útiles no solo para la integración en la sociedad, sino también para la participación en la vida activa de la Iglesia. La escuela se transforma en un ámbito privilegiado de cultura y de formación religiosa. Todo esto requiere que los catequistas lleven a cabo una colaboración constante con los padres y también con los maestros, de acuerdo con las posibilidades de cada lugar. Toda acción catequística con los niños está profundamente condicionada por la vivencia concreta de los adultos que los rodean. (Cfr. las Bases para catequesis de iniciación de niños, de la Conferencia Episcopal de Argentina). Recuerden los pastores que, cuando ayudan a padres y a educadores a cumplir bien su misión, se está edificando la Iglesia. Este trabajo con los niños, por otra parte, ofrece una gran oportunidad para la catequesis de adultos. Siguiendo estos criterios, la catequesis, sea cual sea el método que se siga, procurará suscitar la actividad del niño. Si esto no se logra, la catequesis no realizaría su tarea de enseñar al creyente a responder de una manera más personal a la Palabra y al don de Dios. Esta pedagogía activa no se limitará a expresiones puramente exteriores, por útiles que estas sean, sino que procurará suscitar la respuesta interior y el gusto por la oración. 43
• Catequesis de niños sin apoyo religioso familiar (ZLjXjque^^
• Lo que "no debe ser" y lo que "debe ser" LI1.a.catequesisdeniños
Existen también, y en no pequeña medida, niños con graves carencias religiosas. Les falta el apoyo religioso familiar adecuado, o por no tener una verdadera familia, o por no frecuentar la escuela, o por condiciones de inestabilidad social o de inadaptación, o por otras causas ambientales. Muchos no están ni siquiera bautizados; otros no realizan el camino de iniciación a la fe.
• Lo que no debe ser la catequesis de niños
Corresponde a la comunidad cristiana suplir, con generosidad, competencia y de modo realista estas carencias. Se trata de dialogar con las familias, proponiendo formas apropiadas de educación escolar y llevando a cabo una catequesis proporcionada a las posibilidades y necesidades concretas de esos niños. Necesidad de una catequesis sistemática "En su discurso de clausura de la IV Asamblea general del Sínodo, el Papa Pablo VI se felicitaba al advertir que todos han señalado la gran necesidad de una catequesis orgánica y bien ordenada, ya que esa reflexión vital sobre el misterio mismo de Cristo es lo que principalmente distingue a la catequesis de todas las demás formas de presentar la Palabra de Dios. Hay que subrayar algunas características de esta enseñanza: • Debe ser una enseñanza orgánica y sistemática, no improvisada, siguiendo un programa que le permita llegar a un fin preciso. • Una enseñanza elemental que no pretenda abordar todas las cuestiones disputadas ni transformarse en investigación teológica o en exégesis científica. • Una enseñanza, no obstante, bastante completa, que no se detenga en el primer anuncio del misterio cristiano, cual lo tenemos en el kerigma. • Esta catequesis inicial, mas no fragmentaria, deberá revelar, si bien de manera elemental, todos los principales misterios de la fe. • Una iniciación cristiana integral, abierta a todas las esferas de la vida cristiana". Catechesi Tradendae, 21 44
Para definir o aproximarse conceptualmente a un tema, a veces conviene comenzar por la vía negativa. Es decir, ponerse de acuerdo sobre lo que la cosa en cuestión "no es o no debe ser". Precisamente vamos a intentar describir lo que no debe ser la catequesis de niños. Algunos conceptos ya los adelantamos, pero aquí aparecen juntos: • No es meramente instrucción o información religiosas. • No consiste solamente en explicarle religión ni en imponer conceptos abstractos. • Dados los rasgos psicológicos de los niños, no puede ser monótona, estática, aburrida, triste. • No debe basarse en el castigo o en el temor. No ha de presentarse a un Dios lejano, caprichoso, castigador de los niños y sus acciones. • La catequesis de niños no puede realizarse simplemente con la "buena voluntad" de los catequistas, basada en la improvisación o mera intuición. • Tampoco puede convertirse en algo abstracto, inasible, puramente racional. • No puede faltarle vida. Jamás la catequesis de niños debe ser algo "muerto", frío y sin entusiasmo vital. • No consiste en arraigar preceptos morales a la fuerza, a través del temor o la imposición. • No puede ser una catequesis pasiva, sin que participen de los niños. • Lo que debe ser la catequesis de niños Ahora, ya nos imaginamos cómo tiene que ser la catequesis de niños. • Fundamentalmente, como la catequesis de Jesús: una catequesis de y en el amor. 45
• El niño debe vivir un encuentro personal, espontáneo y directo con Dios. • Se trata de una catequesis eminentemente vivencial. El niño tiene que vivir primero la experiencia de Dios y de sus hermanos, y luego interiorizarla en su corazón. • Los conocimientos de las verdades de fe deben afirmarse en las experiencias de fe que realizan los niños, especialmente a través de la iniciación en la oración y en la liturgia. • La catequesis debe ser vivida en un clima de encuentro, de alegría, de espontaneidad, de fiesta, de admiración gozosa de las maravillas que Dios regala. • Debe presentar a un Dios cercano, que quiere nuestro bien, que nos ama, que está siempre con nosotros, nos cuida y protege en toda ocasión. • Debe reinar un ambiente de gozo, de libertad, de confianza; en el que el niño pueda expresarse y disfrutar de la vida. • La catequesis de niños debe ser dinámica, alegre, celebrada en comunidad, expresada con todo el cuerpo y manifestada a través de todos los sentidos. El niño debe oler, palpar, ver, oír, sentir; en una palabra, vivenciar a Dios presente en su vida. • Es importante que la catequesis de niños sea cuidadosamente preparada, pensada, planificada por los catequistas pero, sobre todo, tiene que ser dialogada con Dios en la oración. • Esto implica que la catequesis sea continua, sistemática y gradual. • Asimismo, no debe descuidarse la catequesis ocasional que responda a las necesidades, interrogantes vitales e inquietudes que presentan los niños. • El clima catequístico debe ser vivido y testimoniado por padres y educadores. Esencialmente se catequiza con la vida, con el testimonio personal. Si el catequista no vive con fuerza lo que predica, pierde credibilidad frente a los niños. • En la catequesis, se debe hablar de Dios, de la familia, del cuerpo, de la sexualidad, de las relaciones con sus padres, del mundo que rodea al niño; en síntesis, de todos los temas fundamentales en la vida de ellos.
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Esta extensa enumeración de lo que debe ser la catequesis solo pretende perfilar un estilo catequístico, una manera especial de enfocar el trabajo con los niños. CARACTERÍSTICAS DE LA CATEQUESIS DE NIÑOS : LO QUE NO ES O NO DEBE SER
LO QUE ES O DEBE SER
• No consiste en explicarle religión ni en imponerle conceptos abstractos. • Mera instrucción o enseñanza religiosa, centrada solo en los aspectos cognitivos.
• El niño debe vivir un encuentro personal, espontáneo y directo con el Dios vivo. • Debe procurar una formación o educación religiosa completa, donde lo vivencial se apoye en los conocimientos.
• No puede ser una catequesis parcial.
• Debe ser una catequesis integral que abarque todos los aspectos de la persona. • Debe ser alegre, dinámica, divertida, en un clima de fiesta, de encuentro, de admiración gozosa de las maravillas de Dios. • Tiene que basarse en la confianza, el encuentro y en el amor a Dios. • Debe presentar a un Dios cercano, cariñoso, que quiere nuestro bien, que nos ama, que está siempre con nosotros y nos cuida.
• No debe ser monótona, aburrida, triste, en un clima rígido e individualista.
• No tiene que estar basada en el castigo, miedo o temor a Dios. • No ha de presentar a un Dios lejano, caprichoso, vengativo y perseguidor de niños y mayores. • No puede faltarle vida. Jamás ha de ser algo "muerto" o frío, sin entusiasmo vital; en un ambiente aburrido.
• Debe ser celebrada y manifestada con todo nuestro ser y a través de los sentidos. El niño debe disfrutar de cada encuentro. Por ello, debe iniciar a los niños en la oración y en la liturgia. 47
. LO QUE ES O DÉftftfE
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• Individualista, de corte personalista, sin proyección hacia el hermano.
• Comunitaria, vivida en y para la comunidad. Debe ser celebrada comunitariamente. Por esta razón también debe ser misionera.
• Improvisada, basada en la buena voluntad del catequista.
• Pensada, programada. Esto implica que la catequesis sea continua, planificada, sistemática y ocasional.
• Pasiva, rígida, estática, sin la participación de los niños.
• Totalmente activa, donde los niños participen con toda su persona mediante el desarrollo de actitudes. • Dialogada con Dios en la oración.
• No debe servir para el provecho personal ni para el engrandecimiento del catequista. • Sin la presencia ni participación de la familia.
• Debe contar con la participación y la presencia de los padres y familiares; en un acompañamiento permanente.
CATEQUESIS DE NIÑOS E INICIACIÓN CRISTIANA Para afrontar este punto, recomiendo leer los números 19 y 20 36-37 de la Catechesi Tradendae. Ahí se puede ver cómo la peculiaridad de la catequesis, distinta del anuncio primero del evangelio que ha suscitado la conversión, persigue el doble objetivo de madurar la fe inicial y de educar al verdadero cristiano. Este llegará, por medio de la catequesis, a un conocimiento más profundo y sistemático de la persona y del mensaje de Nuestro Señor Jesucristo. Pero en la práctica, este orden ejemplar no se tiene en cuenta por la simple razón de que, a veces, la primera evangelización no ha tenido lugar. 48
Mj?!L?P??ÍO?...g ene ^ • La catequesis de niños, muchas veces, se transforma en un camino privilegiado de iniciación cristiana Cierto número de niños bautizados en su infancia llega a la catequesis parroquial o escolar sin haber recibido ninguna iniciación en la fe, y sin tener todavía adhesión explícita y personal a Jesucristo. Solo tienen la capacidad de creer dada en ellos por el bautismo y la presencia del Espíritu Santo. A esto, se añaden los prejuicios de un ambiente familiar poco cristiano o el espíritu laico o anticristiano de la educación recibida en algunos ambientes escolares o sociales, que presentan reticencias al mensaje de fe. Asimismo, es necesario tener en cuenta a otros niños, no bautizados, para quienes sus padres, por motivos personales, no aceptan sino tardíamente la educación religiosa, hasta que estos están en edad de decidir por sí mismos. • Suscitar la fe La finalidad específica de la catequesis no consiste únicamente en desarrollar, con la ayuda de Dios, una fe aún inicial, sino en promover en plenitud y alimentar diariamente la vida cristiana de los fieles de todas las edades. Se trata, en efecto, de hacer crecer, a nivel de conocimiento y de vida, el germen de la fe sembrado por el Espíritu Santo con el primer anuncio y transmitido eficazmente a través del bautismo. Es decir, que la catequesis debe a menudo preocuparse no solo de alimentar y enseñar la fe, sino de suscitarla continuamente con la ayuda de la gracia, de abrir el corazón, de convertir, de preparar una adhesión global a Jesucristo en aquellos que están aún en el umbral de la fe. La iniciación cristiana busca introducir al niño, de manera orgánica, en la vida de la Iglesia, y también una preparación inmediata a la celebración de los sacramentos. Esta catequesis de iniciación se encaminará a dar testimonio de la fe. Si bien es una catequesis inicial, no deberá ser fragmentaria, puesto que contendrá de manera elemental, todos los principales misterios de la fe y su repercusión en la vida del niño. 49
• Tarea colectiva La catequesis de iniciación cristiana de los niños es una de las tareas que exige mayor reflexión, atención y dedicación de padres, catequistas, docentes y de la Iglesia en su conjunto. Esta catequesis da sentido a los sacramentos, pero a la vez recibe de los sacramentos vividos una dimensión vital que le impide quedarse en lo meramente doctrinal y que comunica al niño la alegría de ser testigo de Cristo en su vida. La tarea catequística exige amor y profundo respeto al niño, el cual tiene derecho a una presentación sencilla y verdadera de la fe cristiana. 2 La inic^^^ Además de la familia, entiendo que la escuela y la parroquia, entre otros, por ser lugares de maduración humana, constituyen también un ambiente propicio para el despertar religioso y, más concretamente, para la iniciación en la fe de los niños. La apertura a la trascendencia, desde las primeras etapas evolutivas, animará la educación global del niño. • La Iglesia nos dice que todo bautizado posee la vida de Dios. La gracia divina lo capacita para tener actitudes filiales, para vivir con Dios, para hablarle a su manera, mucho antes de haber recibido una enseñanza explícita. La formación religiosa en la escuela tiene, necesariamente, un carácter complementario de la catequesis realizada en el seno de la familia y de la comunidad parroquial. La familia es la primera educadora de la fe y no debe descargar sobre la escuela cristiana toda la responsabilidad que supone la educación religiosa del niño. • La educación o formación religiosa es una dimensión de la educación integral; no una añadidura artificial a la educación humana. La educación religiosa es inseparable de la educación humana. Ofrece desde los primeros años de vida, una interpretación de la existencia, un concepto del hombre y una visión del mundo de acuerdo a una cosmovisión cristiana. • Toda educación auténtica es una educación para y en la libertad. El sentido religioso de la educación es una condición indispensable 50
para una opción religiosa libre. Es errónea y ofensiva para la libertad del niño la actitud de aquellos que, "por respetar esa misma libertad", intentan suprimir todo sentido religioso en la educación infantil, alegando que así el niño, cuando crezca y sea capaz de optar, podrá elegir más libremente. Frente a esta postura, creo necesario tener en cuenta los siguientes aspectos: • No existe libertad absoluta. Nos vamos haciendo libres a partir de unos valores biológicos, psicológicos, sociales y ambientales que se nos dan y, desde los cuales, hay que conquistar la libertad. Esta conquista se inicia desde la primera infancia. • Si los niños no tienen posibilidad de una orientación religiosa, sus vidas quedarán marcadas por esta ausencia; lo cual incluirá la falta de elementos y criterios fundamentales a la hora de optar o discernir. • Además, los niños son un reflejo de la sociedad en que viven. Los adultos, de una manera u otra, les imponen las costumbres, la lengua, las influencias, las opciones políticas, los valores de la cultura en que están inmersos. Pretender una educación neutra es absurdo e irreal. Lo que se pretende es procurar, al menos, que estos valores les lleguen con autenticidad, espíritu crítico y siempre en vistas a una opción libre. • Visto desde el plano de la fe, cuando uno se ha encontrado con el Dios viviente y ha sido cautivado o seducido por Él, no queda otro camino que comunicárselo a los demás, para que ellos también se encuentren con el Señor de la Vida. Con mayor razón cuando se trata de los seres que más queremos: a los niños se les brinda lo mejor y ¡qué mejor para ofrecerles que al mismo Jesucristo!
H | Las etapas de la catequesis de niños
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1 La catequesis de los niños más pequeños: Despertar religioso o catequesis de preiniciación (4 a 7 años) Durante los primeros años de la infancia (4 a 7 años), el énfasis catequístico se centra en la formación de la vivencia religiosa. En esta 51
etapa, es necesario atender antes a lo vivencial que a lo intelectual. El saber conceptual no representa sino un aspecto de la educación religiosa. Antes de saber quién es Dios, el niño puede y debe situarse en una relación de amor con Él. Así como hablamos la lengua antes de estudiar la gramática, los niños deberán vivir su fe antes de aprender la doctrina. Esto quiere decir que la educación en la fe, que se ofrece en la etapa del nivel inicial o preescolar, también conocida como catequesis de preiniciación o despertar religioso, sintoniza más con la llamada formación religiosa que con la enseñanza religiosa, catequesis propia de edades posteriores, más sistematizada, cognitiva y de profundización. • Formación de la vivencia religiosa La catequesis de preiniciación o catequesis del nivel preescolar debiera entenderse como un camino interior, un itinerario espiritual, como el descubrimiento de una presencia que transforma la vida. En este sentido, podríamos hablar de precatequesis o catequesis inicial. El hecho de hablar de precatequesis no significa que, en esta etapa, no se ofrezca al niño una auténtica educación en la fe. Por el contrario, esta iniciación cristiana se realiza de forma embrionaria y va a sentar las bases, las raíces, los cimientos de la catequesis en los años posteriores. Es la "edad de oro" del interés del niño por el mundo religioso; el mejor momento para iniciarlo en la fe. El niño siente fascinación y respeto frente a lo sagrado, está en una continua actitud contemplativa y mantiene un trato cordial y de confianza con Dios, como pocas veces en la vida. El niño, en esta etapa, capta y recibe la Buena Noticia de manera global y totalizadora. Esta precatequesis parte de una rica experiencia en valores humanos, para ir descubriendo lentamente la dimensión trascendente de la vida, a la luz del Evangelio. Durante esta etapa, la imagen de Dios Padre es la que mejor complementa y se adapta a los niños pequeños. Dios Padre, bueno, creador, todopoderoso, omnipotente es el complemento del niño: pequeño, desprotegido, necesitado, dependiente. La niñez es uno de los 52
momentos de la vida humana en que la criatura encuentra naturalmente al Otro, el Creador. Por este motivo, la catequesis sobre la creación debe ocupar un lugar central durante esta etapa. • Catequesis ambiental La catequesis en estos años es, fundamentalmente, ambiental. Los niños perciben, como por osmosis, las actitudes religiosas adultas. Es importante, crear un clima en el que se perciba la presencia de Dios. Las palabras y los gestos de los padres, el clima familiar, preparan el despertar en la fe. El elemento decisivo de la formación religiosa de estos niños, radica en las actitudes que los padres y educadores mantienen con respecto a Dios y a los demás; no, en el conocimiento acabado de las verdades cristianas ni en el sentimentalismo religioso. Las tareas de los niños "Un niño es la alegría no solo de sus padres, sino también de la Iglesia y de toda la sociedad. ¡Qué importante es el niño para Jesús! En el niño hay algo que nunca puede faltar a quien quiere entrar en el Reino de los cielos. Al cielo van los que son sencillos como los niños, los que como ellos están llenos de entrega confiada y son ricos de bondad y puros. Solo estos pueden encontrar en Dios un Padre y llegar a ser, a su vez, gracias a Jesús, hijos de Dios. Es propiamente así: Jesús y su Madre eligen con frecuencia a los niños para confiarles tareas de gran importancia para la vida de la Iglesia y de la humanidad." Juan Pablo II Carta a los Niños, diciembre de 1994 2 La catequesis de iniciación (8 a 10 años) A partir de los 8-9 años, comienza lo que conocemos con el nombre de catequesis de iniciación. Suele abarcar el período de la preparación para los sacramentos de la Reconciliación y de la Primera Comunión. 53
• Conciencia del mensaje cristiano En esta etapa, los niños comienzan a tomar conciencia paulatina del mensaje cristiano. Este es el momento para introducirles gradualmente en las verdades de la fe. A partir de los 9-10 años en adelante, el niño empieza a adentrarse en el pensamiento lógico y se va conectando con el mundo de la cultura, dando lugar a lo que conocemos como enseñanza o instrucción religiosa, • Experiencia vivencial Esto no quiere decir, para nada, que la experiencia vivencial se deje de lado. Muy al contrario, todo nuevo conocimiento en la fe deberá estar cimentado en la experiencia profunda del encuentro personal con el Dios vivo. Es decir, que solo podrá explicitarse todo aquello que ya tiene raíces profundas en el niño y que ha experimentado por sí mismo. • Crecimiento en la fe y crecimiento humano Este proceso de crecimiento en la fe sentará sus bases en el crecimiento humano, acorde con las características propias de su edad. Las últimas investigaciones de las ciencias de la conducta hablan de inteligencias múltiples, es decir, que todos tenemos capacidades en una o más de estas áreas: lingüística, lógico-matemática, musical, plástica-espacial, dinámica, naturalista, interpersonal. El niño desarrolla gradualmente sus capacidades motrices, intelectuales, emocionales, sociales y espirituales. Por tanto, la catequesis debe tener en cuenta este progreso y adaptarse a él. • Imagen de Dios y figura de Jesús Durante esta etapa, la imagen de Dios Hijo es la que penetra profundamente en el sentir del corazón de los niños. Toda la catequesis gira en torno del anuncio de los hechos de Jesús y sus apóstoles. Jesús se hace presente, como hermano y amigo, dándose plenamente en la misa o Eucaristía, transformándose en centro vital de todo lo creado. 54
3 La catequesis de profundización (11 a 12 años) Con la llegada de la pubertad, comienza la etapa de la profundización. Los chicos progresan decididamente en el pensamiento lógico-abstracto. Al mismo tiempo, toman conciencia gradual de la sociedad en que viven, se incorporan al deseo de construir un mundo mejor, erradicando las injusticias sociales. • Contenidos de la fe Esta etapa es propicia para profundizar en los contenidos de la fe. Estamos en la etapa que corresponde con la edad adulta de la infancia. La toma de conciencia de que los chicos son ya miembros activos de la Iglesia debe ser correspondida más con hechos que con palabras. • Catequesis orientada a la acción La catequesis en esta edad tiene que estar más bien orientada a la acción. Los contenidos catequísticos se transmitirán por medio de actividades pastorales grupales, especialmente aquellas que tengan relación con la asistencia y ayuda al otro, y las que buscan el encuentro personal con Dios, a través de la vivencia grupal. El sentido de pertenencia no deberá expresar otra cosa que la búsqueda de la comunidad, grupo que centrado en Jesús se manifiesta como gran comunidad: la Iglesia. • Imagen de Dios Espíritu Durante esta etapa, la imagen de Dios Espíritu es la que les ayudará a caminar en la maduración de la fe. Estos niños-adultos deben sentir que forman parte activa en la construcción de la Iglesia. El Espíritu es quien los irá guiando para anunciar al mundo la alegría de haber sido salvados por Jesús. • Confirmación En algunas diócesis, en escuelas y parroquias, los chicos de estas edades reciben el sacramento de la Confirmación. Este acontecimiento debiera ser vivido por los hijos y sus familias como un auténtico proceso de crecimiento y reafirmación de la fe, recibida en el Bautismo. 55
• Por una parte, la catequesis es la que prepara a recibir los sacramentos. Todo sacramento es signo y expresión de la fe. De acuerdo con lo presentado más arriba, ofrecemos un esquema orientativo sobre el itinerario sacramental en la catequesis de niños y de chicos. Todo lo referente a la Iniciación Litúrgica de los niños lo desarrollaremos en un capítulo aparte, poco después... 56
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