Marx
 9788491043737

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J ohannes Rohbeck

Marx

Alianza editorial El libro de bolsillo

Título original: Marx Traducción: Manuel Orozco Pérez

Diseño de colección: Estudio de Manuel Estrada con la colaboración de Roberto Turégano y Lynda Bozarth Diseño de cubierta: Manuel Estrada Fotografía de Amador Toril

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjWcios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

© 2014 Philipp Reclam jun. GmbH & Ca. KG, Stuttgart © de la traducción: Manuel Orozco Pérez, 2016 © Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2016 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15 28027 Madrid www.alianzaeditorial.es ISBN: 978-84-9104-373-7 Depósito legal: M. 7.053-2016 Printed in Spain Si quiere recibir información periódica sobre las novedades de Alianza Editorial, envíe un correo electrónico a la dirección: [email protected]

Índice

9

11

Prólogo Introducción

11

Una OPA hostil

13

Marx en contexto

20

Marx hoy

26

Crítica de la economía política

28

Capital y trabajo: plustrabajo

33

Acumulación del capital

40

Economía y sociedad

48

Trabajo y técnica

49

Filosofía del trabajo

55

Filosofía de la técnica

59

¿Fin del trabajo?

65 68

Alienación y crítica de las ideologías Antropología de la alienación

71

Teoría de sistemas y cosificación

75

Teoría de la acción e inversión

79

Teoría de la conciencia y crítica de las ideologías

83

Tipología de las superaciones 7

Marx

87 89

La moral oculta Crítica de la moral

92

Moral y derecho

96

Moral y economía

101 108

Política y revolución

Sociedad e historia

108

Nuevas interpretaciones crítico-ideológicas

111

Globalización e historia universal

113

Dinámica de las formaciones sociales

117

La >. En La ideología alemana intenta demostrar que «la socie­ dad civil es el verdadero hogar y escenario de toda la his­ toria» (3 , 28, 3 6; 1 974, 28, 3 8) , partiendo de las premisas fundamentales que se presentan a continuación. La primera premisa consiste, según Marx, en la pro­ pia existencia física de los hombres y en las condiciones naturales que les rodean : Toda historiografía tiene necesariamente que partir de estos fundamentos naturales y de la modificación que experimen­ tan en el curso de la historia por la acción de los hombres (3 , 2 1 ; 1 974, 1 9 ) .

La segunda premisa se basa en el modo específico en el que los individuos reaccionan ante las condiciones naturales existentes. A diferencia de los animales, el hombre empieza a sobrevivir mediante su trabajo: «Al producir sus medios de vida, el hombre produce indi­ rectamente su propia vida material» (3 , 2 1 ; 1 974, 19) . El tipo de producción -es decir, lo que los hombres produ­ cen y cómo lo producen- determina su modo de vida. Dicho de manera más breve: «Lo que los individuos son depende [ . . ] de las condiciones materiales de su pro­ ducción» (3 , 2 1 ; 1 974, 19 s.) La tercera premisa hace referencia al hecho de que los individuos no llevan a cabo ese trabajo de forma aislada, sino que lo desempeñan desde un principio dentro de un contexto social: .

1 13

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determinados individuos, que, como productores, actúan de un determinado modo, contraen entre sí estas relaciones so­ ciales y políticas determinadas (3 , 25 ; 1974 , 25 ) .

Marx resume aquí u n desarrollo histórico en el que se van constituyendo la «división del trabajo», «la circula­ ción de individuos» y «diferentes formas de propiedad» (3 , 21 ss . ; 1 974, 20 ss. ) . Por tanto, los hombres no solo se reproducen en tanto que seres vivos, sino también en re­ lación con sus instituciones sociales. De la interacción entre necesidad y trabajo deduce Marx una dinámica básica de la historia. Al principio se dan necesidades básicas como comer, beber, tener un te­ cho, vestirse, etc . : El primer hecho histórico es, por consiguiente, l a produc­ ción de los medios indispensables para-la satisfacción de es­ tas necesidades (3, 28; 1 974, 2 8 ) .

Una vez satisfechas estas necesidades, la relación se in­ vierte en tanto que la satisfacción de esta primera necesidad, la acción de satis­ facerla y la adquisición del instrumento necesario para ell o conduce a nuevas necesidades, y esta creación de necesi­ dades nuevas constituye el primer hecho histórico (3 , 28; 1 974, 28 s.) .

Es significativo que Marx no considere las necesidades en su conjunto como una fuerza propulsora del desarro­ llo histórico, sino el trabajo humano con sus posibilida­ des de acción ampliadas. De ahí que el concepto de tra1 14

Sociedad e historia

bajo sea para él también algo fundamental para la filosofía de la historia. Ya en los Manuscritos de economía y filosofía formula la tesis de que «toda la llamada historia universal no es otra cosa que la producción del hombre por el trabajo humano» (1 2 , 3 98; 40, 546; 2013b, 188); cuando en La ideología alemana se habla de que los hombres «hacen historia», este , la filosofía de la historia cae de nuevo en postulados próximos a la teleología, de la que Marx se había distanciado hacía ya tiempo. Sin embargo, este método, sin duda problemático, no llega­ rá a discutirse aquí (así también Fleischer 1 969) , como tampoco se podrá exponer y criticar en detalle.

La «lógica» de las transiciones En lugar de eso, se intentará explicar la «lógica» por la que se rige Marx para explicar las transiciones de una formación social a otra. En el prólogo de 1859 mencio­ nado más arriba, Marx resume de manera concisa la di­ námica de las formaciones históricas: En la producción social de su vida, los hombres contraen de­ terminadas relaciones necesarias e independientes de su vo­ luntad, relaciones de producción que se corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas ma­ teriales. [. ] Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las ..

fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en con­ tradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las rela­ ciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí . Y se abre así una época de revolución social (II 2 , 1 00 s.; 13 , 8 s.; cfr. 4, 467 , 20 12b, 1 7 6 ; cfr. 20 15c, 5 7 ) .

Las categorías más importantes que aparecen aquí son «correspondencia» y «contradicción», las cuales ilustran 1 17

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cómo la relación entre las fuerzas productivas -los as­ pectos técnicos- y las relaciones de producción -los aspectos sociales- se va transformando a lo largo de la historia. Dependiendo de en qué medida ambos aspec­ tos se impulsen o se obstaculicen, se podrá determinar si una sociedad es estable, o por el contrario, tan inestable que abre el camino hacia una sociedad nueva (Sobre el método, véase el capítulo «Método y filosofía») . En El Capital Marx fundamenta l a expectativa de que el capitalismo está tocando su fin sobre la base concreta de sus «crisis» económicas, en las que se pone de mani­ fiesto la «contradicción» general de la forma de produc­ ción capitalista (II 15 , 245 s . ; 25 , 259; 20 15a, 476 s . ) . Con ello se quiere expresar algo que ya se expuso anterior­ mente, a saber: que el propio capitalismo crea las condi­ ciones necesarias de su hundimiento. La fase de «revolu­ ción social» que acompaña a este momento tiene que estar apoyada por la lucha política, tal y como se explica en el Manifiesto comunista: «La historia de todas las so­ ciedades humanas hasta el día de hoy es la historia de la lucha de clases» (4 , 462 ; 20 15c, 49). Ya en este punto Marx está haciendo referencia a las condiciones econó­ micas que hacen posibles las transformaciones sociales. Al prescindir momentáneamente de toda esta retórica revolucionaria, se hace posible interpretar de forma me­ nos contundente la tesis central propia de la filosofía de la historia sobre la relación entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción . De este modo, se adver­ tirá que simplemente se afirma que las fuerzas producti­ vas -es decir, los nuevos medios técnicos- crean posibi­ lidades ampliadas de uso, y con ello, las condiciones 118

Sociedad e historia

para un uso social de la técnica distinto. Esta es una po­ sibilidad de interpretar las categorías mencionadas de «correspondencia», «condicionamiento» y «contradic­ ción». Se puede afirmar, en suma, que los medios técni­ cos representan posibilidades reales por las que una so­ ciedad se puede orientar. Para delimitar el espacio entre determinación y aper­ tura de nuevos horizontes, hemos optado por el término «adecuación» como categoría propia de la filosofía de la historia35 • Este término hace referencia a la relación transformadora entre las condiciones fácticas y los pre­ supuestos normativos, en este caso, entre medios técni­ cos y objetivos éticamente justificados. «Adecuación» es también un estado social cuando cierto grado de desa­ rrollo científico, técnico y económico posibilita un de­ terminado modo de vida a un nivel determinado de las culturas, lo cual alberga la esperanza de que en el futuro se abran también nuevas posibilidades . De determina­ dos contextos políticos se desprenden reivindicaciones concretas que exhortan a convertir en realidad las posi­ bilidades técnicas y económicas .

Historización del capitalismo Se puede afirmar, en definitiva, que la representación histórica es aquí una perspectiva de futuro, puesto que el sistema capitalista se estudia desde la perspectiva histó­ rica de su desaparición. Dado que el capitalismo es el sis­ tema actual, cuyo fin Marx desea y promueve, es preciso en este caso llevar a cabo un análisis en profundidad. 1 19

Marx

Cuando Marx habla de la «necesidad transitoria del ré­ gimen capitalista de producción» (II 10, 53 0; 23 , 6 1 8 ; 1 975a, 499) , está contemplando el capitalismo como una sociedad de transición. El análisis económico está orientado entonces por un interés historiológico y proporciona una muestra repre­ sentativa del proceso histórico . La crítica de la economía política se enmarca dentro de la filosofía de la historia, por lo que dentro de este marco teórico es perfectamente plausible dejar a un lado, momentáneamente, la historia. El Capital se entiende como una obra de investigación sobre un determinado sistema social. Incluso en aquellos pasajes del texto que parecieran describir un desarrollo histórico según un tipo ideal, no contienen, en realidad, narración histórica alguna, sino un análisis sistemático36• Y aunque la génesis de la mercancía al capital, pasando por el dinero, se explica en gran medida siguiendo una línea temporal, lo decisivo para Marx es, en definitiva, el análisis y la síntesis de los elementos que constituyen el modo de producción capitalista. El método genético no debe confundirse con la historiografía. En este punto, el capítulo XXN del libro primero so­ bre la «llamada acumulación originaria» del capital re­ presenta una excepción. Aquí describe Marx la prehisto­ ria del capitalismo, la forma en la que se ha llegado a la acumulación de capital necesaria para que éste se pueda usar después como capital productivo; algunas de estas formas incluyen el comercio colonial, el robo, el expolio, etc. Asimismo, se exponen las condiciones históricas que han hecho posible que surja el sistema social del capita­ lismo. El libro tercero de El capital desemboca en el aná120

Sociedad e historia

lisis de las crisis económicas que deben provocar el de­ rrumbamiento del capitalismo. Marx enlaza esta expectativa con un momento de rup­ tura todavía más radical que afecta a la totalidad de la historia. Así, en el prólogo mencionado describe el pe­ ríodo transcurrido hasta el fin del capitalismo como la «prehistoria de la sociedad humana» (II 2, 1 0 1 ; 13 , 9; 20 12b, 178), refiriéndose con ello al carácter «natural» de las relaciones capitalistas (II 10, 74; 23 , 89; 2015 a, 93 ) 37• Tras esta metáfora se esconde la constatación ya re­ ferida de que la economía desarrolla una dinámica pro­ pia que, en cierto modo, se rige conforme a leyes natura­ les y se impone con independencia de la voluntad de los implicados. Marx considera que este estado social espe­ cífico de la «historia natural» de la humanidad se supe­ rará en el momento en el que los hombres sean capaces de planificar racionalmente sus relaciones sociales. Según Marx, tras esta ruptura en la historia concluirá la última forma antagónica del proceso social de produc­ ción. Pero, ¿ qué vendrá después de esta «prehistoria» si ya no existe ninguna otra forma de antagonismo? ¿La historia «en sí», o una vez que las grandes luchas hayan finalizado, vendrá quizás la «posthistoria»? En su obra La miseria de la filosofía ( 1 847 ) , Marx afirma que, tras la época del capitalismo, «las evoluciones sociales dejarán de ser revoluciones políticas» (4 , 1 82; 2004, 298) . En el siglo XXI nos vemos confrontados a una situación distinta. Es cierto que el pronóstico de Marx no se ha cumplido; al contrario, tras la desintegración de los Esta­ dos socialistas, el capitalismo ha sido capaz de extenderse por todo el mundo. La ironía reside en el hecho de que 121

Marx

ahora, en los países en los que el marxismo ha muerto, el capital se impone en la forma que Marx había previsto. Existe, sin embargo, una diferencia que Marx no anali­ zó con la suficiente profundidad, a saber: el capitalismo ha cambiado a lo largo de su historia, y como consecuen­ cia de la globalización, se ha vuelto más radical, pudién­ dose hablar así de una radicalización de la modernidad. El capitalismo desatado de este modo sobrepasa las fronteras de los Estados nacionales38, lo cual debilita los controles sociales sobre las empresas transnacionales . También el mercado de trabajo se vuelve global y pier­ de el sistema de seguridad tradicional. A esto hay que su­ mar las crisis estructurales de la industria tradicional, cu­ yos puestos de trabajo han desaparecido en su mayoría, así como el alto índice global de desempleo. En el sector servicios moderno y en el procesamiento de información han surgido relaciones de trabajo «flexibles», y por ello, «precarias», que ya no están protegidas por los conve­ nios salariales acordados entre empresas y sindicatos. Más allá de estos convenios, el trabajo desde casa, el tra­ bajo temporal o subcontratado y el llamado «Yo s.a.» se van extendiendo con perspectivas vitales muy poco se­ guras . Actualmente se habla de «precariado» concepto que parece haber ocupado el puesto del proletariado marxiano39• Mientras no se invierta esta situación, el capitalismo existirá «eternamente» en su forma actual. Hace ya tiem­ po que la aparente continuidad de capitalismo se ve rela­ tivizada por el cambio estructural que está sufriendo. Cuando Marx hace hincapié en que este sistema social se ha constituido históricamente, nos está indicando que 122

Sociedad e historia

una historización del capitalismo no solamente es posi­ ble, sino también deseable. Naturalmente, no se trata en ningún momento de con ducir la historia siguiendo un «plan» determinado. El catastrófico siglo pasado nos enseñó las consecuencias que tiene creer en que la historia se puede cambiar por la fuerza. Parece, pues, más inteligente renunciar a cam­ biar el mundo a partir de ideas sospechosas de estar im­ pulsadas por cierta filosofía de la historia. Las experiencias más recientes muestran, empero, que el otro extremo -esto es, la desregularización total- con­ duce a nuevas catástrofes. Cuando, debido a esta situa­ ción, se exige una rehabilitación de la política -un proce­ so que, en parte, ya se ha iniciado-, se vuelve a poner de actualidad la reivindicación de Marx de una superación de la «historia natural» de la humanidad y de una histo­ ria universal configurada racionalmente por el hombre. Este concepto enfático de historia quiere recuperar el sentido común político, pensando y actuando a nivel global. Para materializarlo no es necesario disponer de una instancia central superior, sino de múltiples institu­ ciones políticas que persigan objetivos globales.

1 23

Método y filosofía

Todo aquel que habla del método de Marx, piensa en la dialéctica. Como ya el propio Marx explicó en una carta a Engels, la estructura de El Capital está orientada a Hegel: En el método de trabajo me ha sido de gran utilidad el haber ojeado de nuevo la Lógica de Hegel, aunque haya sido por mero accidente (ll 9, 25; 29, 260) *.

Marx aplica el «método dialéctico» elaborado por el filósofo suabo (II, 8, 55 ; 23 , 27; 20 15a, 69) . En la historia del marxismo, la dialéctica ha sido eleva­ da a la c�tegoría de dogma. De hecho, las posiciones ha­ bían cambiado tanto que fue imposible encontrar un ca­ mino que condujera desde la dialéctica hasta las ciencias económicas de carácter empírico y a la filosofía analítica. Durante la Guerra Fría, la dialéctica, al igual que la teo*

Carta de Marx a Engels con fecha del 16 de enero de 1858. (N.

1 24

del T.)

Método y filosofía

ría de la lucha de clases, correspondía al concepto de lo que se consideraba «el enemigo». Ahora bien, al estudiar con detalle los textos de Marx, nos percataremos de que también desarrolla métodos analíticos. Marx está continuamente haciendo distincio­ nes conceptuales. Como se ha venido demostrando a lo largo de nuestra exposición, Marx distingue entre valor de uso y valor de cambio de una mercancía, entre trabajo concreto y trabajo abstracto, entre capital constante y ca­ pital variable, entre plusvalía y beneficio. Asimismo, ex­ plica las relaciones económicas partiendo de la convicción de que se mueven dentro de un marco de normas propias de la teoría económica. Así, estudia, entre otros proble­ mas, las causas del desempleo. También en la teoría de la historia exige Marx una explicación de la entrada en esce­ na de nuevos acontecimientos, como, por ejemplo, los fac­ tores que permitieron el desarrollo de la industrialización. En los últimos años este hecho se ha tenido bastante en cuenta, especialmente en el marxismo analítico, desa­ rrollado primero en Estados Unidos y que poco a poco va ganando peso en los debates europeos . El problema es que en esta modalidad del marxismo -la analítica- es presentada como el único y exclusivo método legítimo. En este capítulo se pretenden estudiar -sin echar la dialéctica por la borda- las nuevas investigaciones sobre los análisis de Marx. Es necesario mediar entre las escue­ las que se enmarcan dentro de la línea de pensamiento trazada por él y mostrar que se pueden superar las anti­ guas barreras que separaban la analítica de la dialéctica. Asimismo, deben integrarse otros métodos como la her­ menéutica, la deconstrucción y el pragmatismo. 125

Marx

Sobre este trasfondo ha de pensarse también la rela­ ción entre dialéctica y materialismo. En el marxismo or­ todoxo, ambos elementos se funden en el materialismo dialéctico, en el que parece que la dialéctica puede apli­ carse tanto a la naturaleza como a la historia. Una lectura crítica consiste en comprender la dialéctica como un mé­ todo que está estrechamente relacionado con el progra­ ma específico de la crítica de la economía política. Con estos dos temas, dialéctica y marxismo, se plantea, en de­ finitiva, la pregunta por la filosofía misma.

Analítica y explicación Para examinar el método de explicación vamos a reto­ mar la teoría de la historia y analizaremos más en detalle los pasajes ya citados del prólogo de la Contribución a la

crítica de la economía política. El verbo «corresponder» hace referencia por de pron­ to a una analogía que todavía no contiene ninguna expli­ cación, porque la relación entre fuerzas productivas y re­ laciones de producción aún no es apreciable. Sigue sin estar claro si las fuerzas productivas determinan las rela­ ciones de producción, o si, por el contrario, las relaciones de producción pueden influir en las fuerzas productivas . Los verbos «condicionar» y «determinar>> -tan solo usa­ dos con posterioridad- indican una clara dependencia: El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino, 126

Método y filosofía

por el contrario, es su ser social lo que determina su concien­ cia (II 2, 1 00; 13 , 9; 2012b, 176) .

Marx afirma al mismo tiempo que también la «super­ estructura» ideológica puede influir en la «infraestructu­ ra» material, impidiendo así su desarrollo. Existe, en de­ finitiva, una dependencia recíproca, y es precisamente a partir de esta dependencia por la que algunos han llega­ do a la conclusión de que Marx no consiguió aportar ninguna explicación causal al problema40• En lugar de eso, Marx, afirma Iorio ( 133 ss.) siguiendo en este punto a Cohen, ofrece explicaciones funcionales. «Funcionales» son aquellas explicaciones que, sin ser de naturaleza teleológica, determinan factores que cumplen una función concreta dentro de un sistema social. En este caso, son factores de la «infraestructura» que favorecen, estabilizan u obstaculizan el desarrollo de las fuerzas pro­ ductivas. En el Manifiesto comunista se sostiene que Alcanzado cierto nivel de desarrollo de producción y de co­ municación, las relaciones [. . ] dejaron de corresponder a las .

fuerzas productivas ya desarrolladas. Estas relaciones de propiedad frenaban la producción, en lugar de favorecerla. Se convirtieron en otras tantas trabas (4, 467 ; 20 15c, 56 s . ) .

Las relaciones de producción cumplen aquí la función de factores decisivos para la formación y la conservación de un sistema social. En este sentido, se puede interpre­ tar el materialismo histórico como una teoría funcional. El descubrimiento de las explicaciones funcionales en la teoría marxiana es fecundo en tanto que permite am1 27

Marx

pliar el espectro metodológico. Sin embargo, de ahí no se sigue necesariamente que Marx haya argumentado de manera exclusiva de un modo funcional, puesto que su objetivo explícito es demostrar que las fuerzas producti­ vas son un factor determinante. No hay que entender esta explicación causal como un determinismo o como una concatenación lineal de causas; de lo que se trata es, por el contrario, de demostrar determinadas condicio­ nes de posibilidad, o bien de probar una correlación abierta con un factor determinado. En esto consiste la historiografía explicativa de Marx. Las explicaciones funcionales se encuentran también en El Capital. Al desarrollar el concepto formal de capital como un valor que se aplica sobre sí mismo, Marx está analizando las condiciones materiales que hacen posible el proceso de valorización del capital productivo. A estas condiciones pertenecen, ante todo, los trabajadores que tienen que estar a disposición de la industria, así como cierto grado de productividad, especialmente en la agri­ cultura, para que se pueda producir la plusvalía como tal y la plusvalía relativa. Asimismo, para aumentar la producti­ vidad en la producción industrial se necesitan máquinas efectivas. Esta problemática la analiza Marx con relación al