Luz y método de confesar idólatras y destierro de idolatrías 9783968691664

Desde una perspectiva jurídica y teológica, la justificación de la conquista militar del Nuevo Mundo por parte de la Mon

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Spanish; Castilian Pages 302 [298] Year 2021

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Luz y método de confesar idólatras y destierro de idolatrías
 9783968691664

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Diego Jaimes Ricardo Villavicencio

Luz y método de confesar idólatras y destierro de idolatrías

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E l Pa r a í s o en el Nu evo Mu n d o, 13 El Paraíso en el Nuevo Mundo contribuye al reconocimiento del pasado colonial hispanoamericano a partir de ediciones, críticas o anotadas, de textos significativos de los siglos xvi-xviii. Su nombre no solo recuerda aquella homónima obra de León Pinelo en la que el Edén estaría situado en las Indias Occidentales, sino también el que su autor fue recopilador de un primer repertorio bibliográfico indiano en 1629, su famoso Epítome de la bibliotheca oriental i occidental […], en el que consignara los títulos hasta entonces publicados por las imprentas virreinales. La obra de Pinelo reúne entonces los dos polos de aquella metáfora borgiana que concebía el Paraíso Terrenal como una biblioteca, metáfora que esta colección pretende evocar a la manera de un nuevo y letrado Jardín de las Delicias.

Dirección Manuel Pérez Consejo editorial Ignacio Arellano (Universidad de Navarra, Pamplona) Aurelio González (El Colegio de México) Karl Kohut (Katholische Universität Eichstätt-Ingolstadt) Antonio Lorente Medina (Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid) Beatriz Mariscal (El Colegio de México) Martha Lilia Tenorio (El Colegio de México) Martha Elena Venier (El Colegio de México) † Lilian von der Walde (Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, México)

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Diego Jaimes Ricardo Villavicencio

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Edición de Manuel Pérez y Ana Silvia Valdés Borja

Iberoamericana - Vervuert - 2021

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com;  91 702 19 70 / 93 272 04 47) © Iberoamericana, 2021 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2021 Elisabethenstr. 3-9 - D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-216-2 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96869-165-7 (Vervuert) ISBN 978-3-96869-166-4 (e-Book) Diseño de cubierta: Rubén Salgueiros Diseño de interiores: Juan Carlos García Cabrera Imagen de cubierta: Calvario, grabado en la imprenta de Diego Fernández de León (Puebla, 1692). Depósito legal: M-21305-2021 The paper on which this book is printed meets the requirements of ISO 9706 Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro Impreso en España

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Presentación

Este número 13 de “Paraíso” no trae augurios funestos ni mala fortuna, aunque sí noticias puntuales sobre el uso de la superstición como causa judicial contra los pueblos indios del México colonial; una causa persecutoria que constituye la columna vertebral de lo que Robert Ricard llamó la “conquista espiritual” de México: proceso no solo concomitante sino incluso fundamental para la otra conquista, la militar. Porque la llamada extirpación de idolatrías fue la última línea de combate del cristianismo por desterrar las formas de resistencia indígena a la dominación europea; una resistencia que jamás fue vencida, aunque solo sobrevivió abrazada a la propia religión que la oprimía y que, a la postre, la resignificó. El libro que tiene en sus manos es un magnífico ejemplo de instrumento, digamos didáctico, de lucha contra la heterodoxia indígena en estos procesos extirpadores; paradigmático aun en su singularidad, este documento es a un tiempo tratado teológico sobre la idolatría, confesionario multilingüe y colección de pláticas para curas rústicos de pueblos de indios, a fin de que encontrasen en él herramientas para una persuasión dura y aterradora de su feligresía. Es un texto híbrido, raro y tardío, que nos puede informar no solo de los argumentos de orden político-moral con que se pretendía la última sujeción de los pueblos ya dominados, sino también de sus formas de resistencia, mismas que se asoman detrás de los atentos cuidados que su autor, Diego Jaimes Ricardo Villavicencio, puso en la redacción, idea y disposición de esta obra. El trabajo de edición con que aquí se presenta ha intentado ser justo con esta diversidad y propósito, para lo que se ha fijado y anotado el texto desde una perspectiva filológica, religiosa e histórica: una edición diversa para un libro diverso que cierra un ciclo en esta colección ofreciendo, con la generosidad de antaño, trece por docena.

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Índice

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Extirpación de idolatrías en la Nueva España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Diego Jaimes y su Luz y método de confesar idólatras . . . . . . . . . . . . . . . Estructura y estilo de la obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un caso de variación de estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Criterios de edición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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LUZ Y MÉTODO DE CONFESAR IDÓLATRAS Y DESTIERRO DE IDOLATRÍAS

Primera parte. Luz y método de doctrinar y confesar idólatras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo I. Que la caridad es la antorcha con que los pastores y curas dan luces de doctrina a sus ovejas y feligreses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo II. Que la observancia y cumplimiento del primer mandamiento de la ley de Dios es la primera luz con que han de doctrinar a sus feligreses los curas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo III. Que Dios ha puesto en el paraíso de su Iglesia a los párrocos y curas para que lo guarden y trabajen en sustentar con sus frutos a las almas de su cargo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo IV. Que el fruto principal del árbol de la fe católica es dar a conocer a los fieles quién es Dios y su grandeza, para que todos a él solo adoren y reverencien . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo V. Que la idolatría es el delito mayor que contra Dios se comete y el pecado con que ofende más a su criador la criatura . . Capítulo VI. De las idolatrías y diferentes ídolos y sacrificios que ha habido en el mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo VII. De los ídolos, idolatrías y sacrificios que hubo en este nuevo reino de la Nueva España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo VIII. De los ídolos y de las idolatrías que al presente se ven y hallan entre los indios de este reino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo IX. De los sangrientos sacrificios con que en algunos lugares y pueblos adoran y reverencian a sus ídolos los indios . . . . . . . . . . . . Capítulo X. De los grandes y rigurosos castigos que Dios ha ejecutado en los infieles idólatras y en los que han fomentado esta maldita secta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo XI. De otros grandes castigos que hizo Dios en los rebeldes idólatras del reino de Israel. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Capítulo XII. Prosigue la misma materia del capítulo antecedente . . . . . Capítulo XIII. De los castigos de Dios que experimentaron por idólatras los reyes y los indios de este reino de la Nueva España . . . . Capítulo XIV. Prosigue la misma materia del capítulo pasado . . . . . . . . . Capítulo XV. De la obligación que tienen por su ministerio los prelados, curas y sacerdotes de destruir los ídolos y de castigar idólatras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo XVI. Que los fieles y celosos ministros, al primer rumor de idolatría, se han de armar para el examen y la defensa de la honra y culto de Dios [...] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo XVII. De los castigos que amenazan a los negligentes y descuidados prelados y ministros [...] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo XVIII. De los grndes premios con que Dios honra en el cielo a los buenos y fervorosos ministros de su iglesia . . . . . . . . . . Capítulo XIX. De algunas noticias importantes y avisos necesarios para la buena administración de los indios idólatras a quienes todavía tiene engañados el demonio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo XX. De dieciocho clases y modos de supersticiones, con sacrificios que usan y observan los indios idólatras de este reino . . . . Capítulo XXI. De otras nueve clases y modos que tienen de supersticiones sin sacrificios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo XXII. De cómo se ha de conocer entre los indios idólatras el que es sacrificador o alquilante [...] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Segunda parte. Luz y método de doctrinar y confesar idólatras y destrucción de idolatrías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . De tres modos de examen para la confesión de los penitentes de esta secta para que no se yerre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Primer modo de confesar: a los alquilantes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Segundo modo de examen: para los muchachos y muchachas que no son casados [...]. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Tercer modo de examinar: a los rabíes y hechiceros sacrificadores . . . . . Pláticas muy provechosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Plática primera: contra cuatro puntos de la secta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Plática segunda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Plática tercera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cuarta y última plática . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Único de los sacrificios y supersticiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283 Aviso último y muy necesario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287

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Introducción

Desde una perspectiva jurídica y teológica, la justificación de la conquista militar del Nuevo Mundo por parte de la Monarquía Hispánica fue la propagación del Evangelio, como quedó asentado en las tres bulas que en 1493 publicó Alejandro VI.1 El papa concedía con ellas a los Reyes Católicos el dominio legal del Nuevo Mundo (esa tierra de infieles que no tenía dueño legítimo a ojos de Europa) a cambio de que la Corona de Castilla asumiese la obligación de proteger y evangelizar a los indios. Esos eran los “justos títulos” que ostentaba la Corona, concepto sobre cuya base se crearían las Leyes de Burgos (1512) como primer marco jurídico español para el gobierno de los indios.2 1. Inter caetera, Eximiae devotionis y Dudum siquidem, además de un breve, también llamado Inter caetera. Es posible encontrar un panorama crítico sobre las bulas alejandrinas en el número 5 del Anuario Mexicano de Historia del Derecho (1993), en particular los artículos de Ismael Sánchez Bella, “Las bulas de 1493 en el derecho indiano” (pp. 371-388) y Alberto Roca, “De las bulas alejandrinas al nuevo orden político americano” (pp. 329-369). 2. Casi cuarenta años después, la Junta de Valladolid (1550-1551) pondría en duda la validez de los justos títulos en una polémica que enfrentaría a Bartolomé de Las Casas con Ginés de Sepúlveda: el primero cuestionando las formas del dominio español y el segundo defendiendo la continuidad del proceso colonizador, incluyendo los modos de vincular el propósito evangelizador con los de explotación de hombres y territorios: la encomienda y el repartimiento (véase Vázquez Franco, La conquista justificada. Los justos títulos de España en Indias, Montevideo, Tauro, 1968; Bataillon, El padre Las Casas y la defensa de los indios, Madrid, Globus, 1994; Monje Santillana, Las Leyes de Burgos de 1512, precedente del derecho internacional y del reconocimiento de los derechos humanos (tesis), Burgos, Universidad de Burgos, 2009; o Jean Dumont, El amanecer de los derechos del hombre. La controversia de Valladolid, Madrid, Encuentro, 2009). Finalmente, después de varias controversias, las Leyes de Indias (1680) crearían el marco legal general al dominio hispano en el Nuevo Mundo (véase Silvio Zavala, Las instituciones jurídicas en la Conquista de América, Ciudad de México, Porrúa, 1988; Sánchez Bella, “Los comentarios a las Leyes de Indias”, en Derecho Indiano. Estudios, Pamplona, EUNSA, 1991, pp. 381-532; Ots Capdequí, El estado español en las Indias, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1993; Suárez Romero, “La situación

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Era pues fundamental para legitimar el dominio garantizar la evangelización, sustituyendo las religiones paganas; por ello es que las instrucciones a Diego Colón, del 3 de mayo de 1509, ya establecían la prohibición de que los indios hiciesen fiestas o ceremonias propias de su religión, así como la obligación de los españoles de hacer que los indios se comportasen como súbditos de la Corona, es decir, como cristianos. Por supuesto, el fracaso de esas prohibiciones iniciales llevó a métodos paulatinamente más duros, como el que se ordenó en Real Cédula del 26 de junio de 1523: que se derribaran los ídolos indígenas y se prohibiese, con penas graves, cualquier forma de idolatría;3 al grado de que dicho delito terminó por asimilarse al de lesa majestad, porque “tras las causas de idolatrías se estaba protegiendo el principal bien jurídico de la época, la fe libre de herejías”, como escribe Macarena Cordero.4 El célebre teólogo de Carlos V en Trento, Domingo de Soto, en su relección De dominio (1535), trata justamente el tema del dominio o señorío por el que alguien es legítimamente dueño o señor (dominus) de algo, de aquello que “pertenece a los hombres por derecho natural, y [que] por derecho de gentes (y también por derecho civil) se ha dividido entre ellos”.5 Esta definición de “dominio”, como facultad de apropiarse de algo, permitía una división en dos clases: el dominio por posesión y el dominio por jurisdicción (dominium rerum y dominium iurisdictionis); el razonamiento jurídico de Domingo de Soto pretendía legitimar la posesión por la jurisdicción, de modo que al monarca español le fuera lícito dominar hombres y tierras del Nuevo Mundo gracias al ejercicio de un supremo deber consignado en las bulas papales. El jesuita Juan Mayor, más radical, afirmaría después que el derecho de conquista venía dado por la incapacidad de los indios para jurídica del indio durante la conquista española en América. Una visión de la incipiente doctrina, y legislación de la época tendiente al reconocimiento de derechos humanos”, Revista de la Facultad de Derecho de México, 242, 2004, pp. 229-260). 3. Véase Alberto Díaz y Juan Chacama, “Procesos de idolatría, discursos nativos y religiosidad en el mundo andino colonial”, Taller de Letras, 51 (2012), pp. 56-57. 4. Cordero, “Innovaciones en el sistema judicial del Antiguo Régimen por efecto de prácticas judiciales y adecuaciones institucionales realizadas en las visitas de idolatría en Lima durante el siglo xvii”, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, 23 (2011), p. 455. 5. Mauricio Beuchot, La querella de la conquista. Una polémica del siglo XVI, Ciudad de México, Siglo XXI, 2004, p. 42.

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gobernarse, con lo cual eran siervos por naturaleza y necesitados de tutela.6 Un argumento similar ya había sido elaborado por Enrico di Susa en la Summa Aurea (siglo xiii), con el fin de universalizar el poder papal frente a la amenaza contra la unidad religiosa que representaban entonces los herejes cátaros, afirmando justamente que por infidelidad se podía perder el derecho de dominio. Se trata de una argumentación jurídico-teológica que fundaba un temprano concepto europeo de poder sobre el reconocimiento de los derechos divinos que otorgaba el cristianismo; una lógica que para los siglos xvi y xvii formó parte del Requerimiento.7 Se trata de la misma noción de “guerra justa” que exponían tanto Vitoria en su Relección sobre los indios (1539) como Juan Ginés de Sepúlveda en su Demócrates segundo o De las justas causas de la guerra contra los indios (1550) y, más aun, la misma noción de dominio que permitiría a Motolinía, en su “Carta al Emperador” contra Las Casas, fundar la legitimidad de la conquista en la necesidad de acabar con la idolatría; es decir, las guerras de conquista y el dominio colonial han sido justos porque era necesario obligar a los indios a aceptar el cristianismo.8 De este modo, la evangelización de los pueblos conquistados fue un asunto político y religioso de la mayor importancia para la Corona de Castilla, mismo que pasaba no solo por la enseñanza de la doctrina cristiana, sino también por la articulación de una política dedicada a la eliminación de los vestigios de las religiones prehispánicas y, por ello, incluyó un procedimiento de carácter judicial que lo sostuviera. Así, 6. Beuchot, op, cit., p. 17. 7. En las Juntas de Burgos, mientras se discutían las bases de lo que serían las Leyes de Burgos, se diseñó el exhorto o conminación a rendición conocido como Requerimiento (o Requerimiento de Palacios Rubios, por su autor, el jurista Juan López de Palacios Rubios). Se trataba de un texto que debía ser leído ante asambleas o autoridades indígenas para exigirles, bajo amenaza de guerra y esclavitud, el sometimiento a la Corona de Castilla, apelando al derecho divino que conferían a esta los “justos títulos”. 8. Lo que permitió a Charles Gibson escribir que “El imperialismo español trató de justificar sus actos a través de su misión cristiana. La conquista era una empresa cristiana porque destruía una civilización pagana y la encomienda y el corregimiento eran instituciones cristianas porque aseguraban una sociedad cristiana. Con la consignación papal del Nuevo Mundo a España, todos los aspectos de la colonización hispánica se convirtieron en tema de interpretación cristiana y subordinados a una función cristiana” (en su libro Los aztecas bajo el dominio español (1519-1810), Ciudad de México, Siglo XXI, 2007, p. 101).

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la extirpación de idolatrías fue más allá de la persecución y el adoctrinamiento, para articularse en un esquema acusatorio favorecedor de la denuncia y el interrogatorio, como había hecho la Inquisición durante siglos, aun cuando el Santo Oficio tuvo en este tema problemas de jurisdicción,9 al grado de que Felipe II (en real decreto del 23 de febrero de 1575) lo privó del derecho de proceder contra los indios; sin embargo, no por ello debe suponerse que el combate a las religiones indígenas dejó de formar parte desde este momento del proceso de dominación y poder cristiano en el Nuevo Mundo pues, con diversos nombres, nunca dejó de haber un programa institucional de lucha contra la heterodoxia.10 Una diferencia importante entre las prácticas inquisitoriales y las de extirpación de idolatrías se refiere a la vieja prerrogativa inquisitorial de guardar secreto respecto a denuncias y diligencias, que ni las visitas ni los jueces eclesiásticos observaron debido a que el Protectorado de Indios censuraba la falsa acusación que era posible desde el

9. Porque tal vez, como escribe Teodoro Hampe para el caso andino, “el modelo de la Inquisición no resultaba el más apropiado para combatir las religiones tradicionales andinas, porque uno y otro sistema se hallaban frente a sociedades y normas culturales diferentes” (Cultura Barroca y extirpación de idolatrías. la biblioteca de Francisco de Ávila, 1648, Cuzco, Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas, 1996, p. 33). Con todo, la inmensidad de la tarea llevó a intermitentes peticiones de que la persecución de idolatrías fuese encomendada a la Inquisición, como asegura Nicholas Griffiths: “Todavía en 1686, Sancho de Andrade, obispo de Huamanga (1682-1687), escribió al papa Inocencio XI solicitando que, puesto que hacía más de siglo y medio que la predicación de la fe había dado comienzo en el Perú, los indios ya no debían de ser considerados como neófitos y habían de ser sometidos a la jurisdicción de la Inquisición, junto con los españoles” (La cruz y la serpiente. La represión y el resurgimiento religioso en el Perú colonial, tr. Carlos Baliñas, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1998, p. 56, n. 17). 10. A partir del establecimiento del Santo Oficio en la Nueva España (1571), la supervisión de los neófitos indios quedó bajo la vigilancia del Provisorato de Naturales, como bien señala Moreno de los Arcos: “a todo lo largo de la época colonial y aun bien entrado el siglo xix existió una institución expresamente consagrada a perseguir los delitos religiosos de los indios, conocida con distintos nombres: Provisorato de Naturales, Tribunal de la Fe de los Indios, Inquisición Ordinaria, Vicariato de Indios, Juzgado de Naturales, que generó una enorme cantidad de procesos, de los cuales sólo se han dado a conocer muy pocos” (Moreno de los Arcos, “La inquisición para indios en la Nueva España [siglos xvi a xix]”, en J. I. Saranyana, P. Tineo, A. M. Pazos, M. Lluch-Baixaulli y M. P. Ferrer (eds.), Evangelización y teología en América (siglo XVI): X Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra, Pamplona, Universidad de Navarra, 1990, vol. 2, p. 1471).

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anonimato.11 Y es que en las Indias la Iglesia tuvo más de un problema con los protectores de indios nombrados por el rey (que se arrogaban el privilegio de la defensa de los naturales) a pesar de que los primeros de ellos fueron eclesiásticos, comenzando por Bartolomé de Las Casas, primer protector nombrado en 1516; además de que no siempre fueron claros los límites entre las jurisdicciones civil y religiosa en la extirpación de idolatrías, no solo debido al doble valor —religioso y judicial— de la misma, sino, sobre todo, porque las bulas papales habían conferido a la Corona “un poder aun mayor para dirigir la administración de los asuntos eclesiásticos en América que el que gozaba en la misma España”, como escribe Lewis Hanke.12 El “Estatuto Protector”, como llama Macarena Cordero a esta condición jurídica especial del indio,13 reproducía un cierto sentido patriarcal y de superioridad como el que Constantino Bayle todavía deja ver cuando considera que el renacimiento de las idolatrías en Perú venía “muy de ánimos infantiles, medrosos, como son los indios”;14 de este modo, aunque se reconocía el vasallaje de los indios, se los asimilaba a la categoría de miserables. Por ello Bartolomé Clavero afirma que dicha protección real no contribuyó en realidad al bienestar del indio, sino que contribuyó más bien a su desventaja práctica, al adjudicarle un estatus jurídico y cultural inferior.15 En el mejor de los 11. Véase Constantino Bayle, El protector de indios, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1945. 12. La lucha española por la justicia en la conquista de América, Madrid, Aguilar, 1959, p. 17. 13. En su art. cit. y en “Las penas y los castigos para la idolatría aplicados en las visitas de idolatría en Lima durante el siglo xvii”, Revista de Estudios Históricos y Jurídicos, 32 (2010), pp. 351-379. 14. Bayle, Los clérigos y la extirpación de la idolatría entre los neófitos americanos, Madrid, Selecciones Gráficas, 1946, p. 5. Más adelante escribirá: “Pasmarse de que entre bárbaros, al medio siglo de empezada la predicación, aun asomara el culto tradicional, es desconocer la historia y la psicología de los pueblos infantiles” (ibid., p. 18). 15. En su libro Derecho indígena y cultura constitucional en América, Ciudad de México, Siglo XXI, 1994, p. 11. Esta consideración jurídica de los indios como personas miserables podría haber nacido en una doctrina romana durante el Bajo Imperio: el Defensor civitatis, aunque con mayor seguridad lo encontramos en el Ius commune medieval. La palabra miserabilis aparece por primera vez en contexto jurídico en la Constitución de Constantino, obligando a la intervención del emperador para proteger a los débiles (huérfanos, viudas, etc.); etimológicamente, miserable es toda persona necesitada de misericordia o conmiseración y, de modo técnico y para efectos judiciales, miserable es toda persona incapaz de valerse jurídicamente por sí misma (Clavero, loc. cit.).

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casos, el Estatuto Protector significó “una responsabilidad para todo el cuerpo social, que debía acoger, proteger, ayudar y ejercer correctamente la justicia hacia ellos, con la finalidad de conducirlos armónicamente al sistema cultural hispano”, como afirmó Macarena Cordero.16 Josep Ignasi Saranyana sostiene que la difusión del cristianismo entre las poblaciones indígenas fue el propósito principal de la predicación en el Nuevo Mundo solo hasta antes del Concilio de Trento (1545-1563), y que después del mismo la predicación se abocaría principalmente a la reforma de costumbres de los pueblos ya cristianizados, suponiendo que la labor evangelizadora propiamente dicha habría terminado.17 Sin embargo, la evangelización no concluyó, ni mucho menos, en el siglo xvi; por el contrario, el desencanto cundió bien pronto entre las filas evangelizadoras debido a la resistencia religiosa cada vez más sofisticada e inteligente por parte de los indios.18 Así, para fines del siglo xvii, la Iglesia se conducía hacia una política de conversión violenta y persecución religiosa comparable a las que había instrumentado en el siglo xiii, cuando las herejías cátaras llevaron al establecimiento del Santo Oficio y al surgimiento de órdenes religiosas vigilantes de la ortodoxia, como la fundada por Domingo de Guzmán.19 De modo que después del optimismo inicial llegó “el desasosiego, la desesperación casi, ante la inmensidad de la tarea. Se acabaron los teóricos de la sociedad y de la religión de ambiciones desmedidas, de pretensiones universales. Llegó la era de los extirpadores, 16. Art. cit., p. 448. Véase también Woodrow Borah, El Juzgado General de Indios en la Nueva España (Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1985); Cayetano Bruno, El derecho público de la Iglesia en las Indias (Salamanca, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1967) y Ana de Zaballa Beascoecha (ed.), Los indios, el Derecho Canónico y la justicia eclesiástica en la América virreinal (Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2011). 17. Saranyana, Teología en América Latina. Vol. I. Desde los orígenes a la Guerra de Sucesión (1493-1715), Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 1999, p. 86. También Robert Ricard considera estas dos etapas en la predicación (op. cit., p. 35). 18. De hecho, las dificultades para la evangelización fueron reconocidas tempranamente por Jerónimo de Mendieta: “como los frailes les mandaron hacer muchas cruces y poner en todas las encrucijadas y entradas de los pueblos, y en algunos cerros altos, ponían ellos sus ídolos debajo o atrás de la cruz. Y dando a entender que adoraban la cruz, no adoraban sino las figuras de los demonios que tenían escondidas. Y esto fue luego a los principios, en que tuvieron bien que hacer los frailes para desarraigarlo de todo punto cuasi dos años” (Historia eclesiástica indiana, Ciudad de México, Porrúa, 1980, pp. 233-234). 19. Véase Grau Torras, Cátaros e Inquisición, Madrid, Cátedra, 2012.

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de los ‘inquisidores’ de indios”, como escriben Carmen Bernard y Serge Gruzinski.20 Por ello es que la evangelización puede entenderse como una “conquista espiritual” en toda regla, como la llamó Robert Ricard,21 fundada primero en la autoridad de los religiosos misioneros y transmitida luego a la de los obispos, estrategia que reproducía la ya usada por la Iglesia en Europa: En la intrincada historia multicelular de la Iglesia católica, no es siempre posible delimitar la actividad inquisitorial de los obispos y la efectuada por los “santos” tribunales. Se sabe que, aun cuando existía la inquisición, la Iglesia se valió de obispos u otras instancias eclesiásticas para aniquilar a sus adversarios ideológicos, como sucedió en el caso de Lutero o en el de la ejecución de Juan Hus por orden del Concilio de Constanza, que hizo las veces de tribunal inquisitorial. También hubo casos en que el “santo” tribunal transmitía sus funciones y poderes inquisitoriales a obispos o a los delegados de órdenes monacales. Así, poco después de la aparición de las colonias de España en América, la Inquisición española delegó su potestad en los jerarcas clericales de aquellas.22

Porque el cristianismo llegaba a esta tarea inmerso en una profunda crisis que venía poniendo en jaque los propios cimientos de la civilización occidental: la Reforma. En este sentido, la persecución de idolatrías se relacionó con los valores de la Contrarreforma, sobre todo por el uso de similares instrumentos de lucha contra la heterodoxia; 20. En su libro De la idolatría. Una arqueología de las ciencias religiosas, tr. Diana Sánchez, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 131. 21. La conquista espiritual de México, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2010 [1933]. Aunque el término, por supuesto, no es nuevo, se usa por lo menos desde el siglo xvi; véase, por ejemplo, la carta de Martín de Valencia a Carlos I, en la que refiere el resultado de sus misiones en la Nueva España y los servicios de Juan de Zumárraga: “Ahora, Sacra Majestad, no podemos dejar de significar y dar cuenta a V. M., como a devotísimo de nuestra sagrada Religión, de nuestro gran desconsuelo y pena, porque habiéndonos hecho V. M. muy gran merced, como por muchas cartas le habemos besado las Reales manos por ello, porque fué servido de elegir y enviarnos por obispo de Mexico a nuestro padre y hermano fray Juan de Zumárraga, el cual ha mostrado bien y probado su intención después que quiso la Divina Bondad dárnosle por capitán desta conquista espiritual” (en Ministerio de Fomento, Cartas de Indias, Madrid, por Manuel G. Hernández, 1877, pp. 56-57). 22. Iosif Grigulievich, Historia de la Inquisición, Ciudad de México, Quinto Sol, 2010, pp. 24-25.

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una pintura de Rubens que forma parte de una serie de tapicerías destinadas a adornar el madrileño monasterio de las Descalzas Reales, el Triunfo de la Eucaristía sobre la idolatría (1626), es testimonio del importante lugar que el tema ocupaba en el imaginario de la época: la pintura muestra a la Fe Cristiana irrumpiendo en el interior de un templo pagano y frustrando la ceremonia de inmolación de un toro.23 Rubens, al parecer, desarrolla aquí un tema inspirado en los Triunfos divinos de Lope de Vega, publicados un año antes,24 y al tiempo en que exalta el espíritu de la Contrarreforma revela también la posibilidad de pensar la idolatría con base en la Antigüedad,25 tal como la definía un diccionario de principios del siglo xvii, el Tesoro de la lengua española de Sebastián de Covarrubias, que registra una amplia acepción de idolatría incorporando el panorama conceptual en que tal definición se movía. Dice el Tesoro: Idolum, simulacrum, statua, imago: pero está contrahido a sinificar alguna figura, o estatua: la qual se venera por semejança de algún dios falso, como Iupiter, Mercurio, y los demás que reverenciaban los Gentiles, u otro demonio, o criatura de las que los Indios, y los demas barbaros reverencian, y adoran, induzidos los vnos, y los otros por el demonio.26

Como se ve, esta definición de “ídolo” entraña una discusión sobre la imagen en donde podríamos encontrar también las bases para el desarrollo del arte religioso barroco; discusión que ya había tenido lugar muchos siglos antes en la Iglesia ortodoxa, cuando Orígenes distinguía entre imagen como representación de algo existente e ídolo, como representación de algo inexistente o falsa representación de lo existente. Por ello Isidoro trae en sus Etimologías: “El ídolo, según la interpretación de la palabra, es un simulacro, en tanto efigie hecha y consagrada por el hombre”.27

23. Sobre el mismo tema puede verse la serie de grabados de Schelte Adams Bolswert, El triunfo de la Eucaristía sobre la idolatría (Antverpiae, por Nicolaus Lauwers, 1630-ca. 1652). 24. Madrid, por la viuda de Alonso Martín, 1625. 25. Véase Santiago Sebastián, Contrarreforma y barroco, Madrid, Alianza, 1985, p. 172. 26. Tesoro de la lengua, s.v. “Ídolo”. 27. Isidoro, Etimologías, 8: 11-13.

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Ex t i r pac i ó n de i do l at rí as e n l a N u e va E s paña La extirpación de idolatrías no fue un proceso homogéneo en los dominios hispánicos, pues hubo importantes diferencias geográficas y cronológicas. En el Virreinato del Perú, por ejemplo, “una evangelización más tardía, con un personal eclesiástico menos motivado para la tarea, incidió en la persistencia de los cultos indígenas locales, que una vez defenestradas las divinidades imperiales incaicas resurgieron con ímpetu”;28 así, hubo un movimiento reivindicador del culto de las “huacas” que amenazó con propagarse, contra el que hubo campaña general con la participación de autoridades religiosas y civiles. En la Nueva España, en cambio, nunca hubo un movimiento general y coordinado de resistencia religiosa por parte de los pueblos indígenas; sin embargo, ello no significó la inexistencia de mecanismos institucionales para el combate a la idolatría, los hubo sin duda aunque fueron cambiando durante los tres siglos de persecución, ajustándose a las necesidades y posibilidades del clero tanto como a las circunstancias políticas del Virreinato.29 En cualquier caso, en la Nueva España la extirpación de idolatrías fue considerada desde el principio una obligación fundamental, al grado de que las “Ordenanzas de buen gobierno” promulgadas por 28. Como escribe Magdalena Chocano en su libro La América Colonial (14921763), Cultura y vida cotidiana, Madrid, Síntesis, 2000, p. 131. 29. Se han reconocido varias etapas en este proceso. Para David Tavárez fueron cuatro: la extirpación llevada a cabo por franciscanos y dominicos (1521-1600); la realizada por jueces eclesiásticos seculares (1600-1660), aquella en la que se instituyó la “prisión perpetua para idólatras” (1660-1720) y, finalmente, una etapa borbónica en la que el concepto de idolatría comenzó a parecerse mucho al de superstición (Tavárez, “Idolatry as an Ontological Question: Native Consciousness and Juridical Proof in Colonial Mexico”, Journal of Early Modern History, 6, 2002, pp. 114-139; véase también Las guerras invisibles. Devociones indígenas, disciplina y disidencia en el México colonial, Oaxaca, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2012). John Chuchiak, por su parte, propone otro análisis temporal para la extirpación de idolatrías: primero, aquella practicada por los obispos “iconoclastas”: de Diego de Landa (1572-1579) a Gonzalo de Salazar (1610-1636); luego la extirpación institucionalizada en el “Provisorato de indios” y llevada a cabo por jueces eclesiásticos como Juan Alonso Ocón (16401643) y Pedro de los Reyes (1700-1714); finalmente, la instrumentada por los obispos Juan Gómez de Parada (1716-1728) y Pedro Agustín Estévez y Ugarte (1802-1827) (Chuchiak, “Toward a Regional Definition of Idolatry: Reexamining Idolatry Trials in the ‘Relaciones de Méritos’ and Their Role in Defining the Concept of ‘Idolatría’ in Colonial Yucatán, 1570-1780”, Journal of Early Modern History, 6, 2002, p. 160).

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Cortés en 1524 incluían ya la instrucción de destruir los ídolos y prohibir las prácticas religiosas autóctonas: “Mando que todas las personas en esta Nueva España [que] tobiesen indios de rrepartimientos, sean obligados de les quitar todos los Idolos que tobiesen, e amonestarlos que de allí en adelante no los tengan... e les prohíba sus ritos e ceremonias antiguas”.30 Fue tal la importancia concedida desde un inicio, que la Corona enviaría religiosos que no solo tenían vocación de evangelizadores, sino también de duros combatientes contra la heterodoxia, como el primer obispo de México, Juan de Zumárraga: un franciscano con amplia experiencia en la lucha contra las herejías en la provincia de Vizcaya y que en México dirigió, como inquisidor apostólico, numerosos procesos de idolatrías; uno de ellos fue el dirigido contra Carlos Ometochtli Chichimecatecuhtli, cacique de Texcoco, 31 que culminó con la muerte de este y provocó una airada carta del inquisidor general en la que reprochaba tal ejecución y prohibía la pena máxima a los indios, bajo el argumento de que eran plantas verdes en la fe.32 Y es que, como se adelantó, los acuerdos en este sentido siempre fueron difíciles en el seno de la Iglesia, pues mientras para algunos religiosos la obligación de destruir las religiones autóctonas era fundamental, como asegura fray Bernardino de Sahagún:

30. Cit. por Luis Rivera Pagán, Evangelización y violencia: La Conquista de América, Río Piedras, Editorial Cultural, 1992, p. 261. 31. En 1539, Zumárraga abrió proceso contra don Carlos Ometochtli, denunciado por un sobrino, bajo los cargos de idolatría y herejía (véase el Proceso Inquisitorial del cacique de Tetzcoco, en Publicaciones de la Comisión Reorganizadora del Archivo General y Público de la Nación, Ciudad de México, Eusebio Gómez de la Puente, 1910, t. I). Al parecer fueron 21 procesos contra indios en los que el obispo tomó parte, aunque Carlos Ometochtli fue el único condenado a morir en la hoguera, a diferencia de Martín Océlotl, Andrés Mixcóatl y Cristóbal Papálotl, acusados de hechicería (1537-1540) sin pena capital, o de Miguel Puchtecatlaylotla, acusado también de idolatría y herejía y que fue interrogado junto con otros indios acerca del paradero de los bultos de los dioses del Templo Mayor, entre 1539 y 1540 (véase el artículo de Xavier Noguez, “El juicio inquisitorial del noble texcocano don Carlos Ometochtli Chichimecatecuhtli [1539]”, Arqueología Mexicana, 127, 2014, pp. 54-57). 32. García Icazbalceta transcribe un inventario de papeles del cabildo de la Catedral de México, hecho en 1746, donde incluye “Otra carta del... señor inquisidor general reprendiendo al ilustrísimo señor Zumárraga por haber hecho proceso contra un indio cacique por idólatra y haberlo sentenciado a muerte y quemándolo; fecha en Madrid a 22 de noviembre de 1540” (García Icazbalceta, 1881: IV, 65-89, cit. por Moreno de los Arcos, art. cit., p. 1482).

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Necesario fue destruir todas las cosas idolátricas, y todos los edificios idolátricos, y aun las costumbres de la república que estaban mezcladas con ritos de idolatría y acompañadas con ceremonias idolátricas, lo cual casi en todas las costumbres que tenía la república con que se regía, y por esta causa fue necesario desbaratarlo todo [...] que no tuviese ningún resabio de cosas de idolatría.33

Para otros, como Bartolomé de las Casas, toda violencia debía ser descartada en los trabajos de evangelización, pues si la causa superior de la conquista era la propagación del Evangelio, entonces uno solo sería el modo de evangelizar: mezclando la persuasión al ejemplo de una vida virtuosa y, sobre todo, nunca mediante la coerción armada.34 Es decir, el fraile reconocía las virtudes persuasivas de la predicación, además del derecho de los pueblos indígenas a una conversión religiosa no violenta. Por ello, muchos religiosos novohispanos acudieron a la defensa de la predicación como método, como hace Manuel Fernández de Santa Cruz, obispo de Puebla, a quien fue dedicada la obra que aquí se edita: [...] que el único medio para desterrar las tinieblas de la infidelidad es la continua, oportuna y aun importuna predicación de los ministros [...] Este fue el instrumento de que se valieron los Apóstoles para plantar en todo el mundo la fe, pero vestidos de una mansedumbre de paloma; por los oídos sembraron la divina palabra, no con azotes por las espaldas.35

Así, el tratamiento de la idolatría se encaminó, en tratados y manuales, hacia su concepción como falsa doctrina, lo que llevaría el discurso extirpador por un lado hacia la disputa y el discurso judicial y, por otro, hacia la persuasión y el adoctrinamiento; por tanto, como 33. Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, Madrid, Alianza, 1988, p. 80. De hecho, los primeros obispos de México, Oaxaca y Guatemala habrían afirmado en el temprano concilio del 30 de noviembre de 1537 que “Por el primer mandamiento somos obligados todos a destruir la idolatría” (en Ricard, op. cit., p. 165). 34. Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión, ed. de A. Millares, tr. A. Santamaría, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1942 [1537]. 35. “Carta del ilustrísimo señor doctor don Manuel Fernández de Santa Cruz, obispo de la Puebla de los Ángeles, al autor”, en Diego Jaimes Ricardo Villavicencio, Luz y método de confesar idólatras y destierro de idolatría [...], Puebla de los Ángeles, por Diego Fernández de León, 1692, preliminares, s/p.

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escriben Bernard y Gruzinski, no debe sorprender que “para desarraigar la ‘doctrina idolátrica’, se crea sobre todo en la eficacia de la enseñanza, de la predicación y de la catequesis”.36 Sin embargo, cabe aquí decir que aun este método persuasivo implicaría varias formas de violencia, pues el empleo de discursos punitivos era ciertamente menos crudo que la coerción armada o físicamente violenta, aunque dichos discursos terminaban por instaurar una causa persecutoria que los haría transitar hacia el género judicial, utilizando pruebas históricas de distinta fuente a fin de argumentar la culpa terrible que implicaría el ejercicio de la idolatría.37 Así, se instrumentaron con este propósito discursos que pasaban con facilidad de la argumentación jurídica al ejemplo histórico, usando el lugar común de la prueba por testigo de vista o bien por experiencia propia.38 Se trata de la articulación de una auténtica didáctica del terror, como la propuesta por Hernando Ruiz de Alarcón en 1629: “De aquí colegirán los ministros la sagacidad que es menester con esta gente, porque ni temor de Dios, ni juramento ni otra cosa, es parte con los indios para que confiesen la verdad, sino que han de estar antes convencidos, para que por vía de temor confiesen”.39 La base de esta dura pedagogía, que buscaba el dominio y el escarmiento por temor, es la amenaza del castigo eterno y la posibilidad mucho más cercana de sufrir consecuencias físicas o económicas; para Estela Roselló, esta 36. Bernard y Gruzinski, op. cit., p. 138. 37. Como se sabe, Aristóteles determinó las dos formas básicas de la argumentación o prueba retórica: la deducción y la inducción; la primera como forma de prueba lógica, constituyendo silogismos imperfectos, y la segunda como ilustración frecuentemente narrativa de las causas discursivas, que los latinos conocieron como exemplum. Estos “ejemplos” podían ser tomados de la historia o provenir de fuentes ficcionales; los ejemplos o pruebas históricas fueron considerados siempre, en este contexto, superiores a los ejemplos ficcionales (véase Aristóteles, Retórica, tr. Quintín Racionero, Madrid, Gredos, 1999, pp. 180 ss.). 38. Como bien reconocen Carmen Bernard y Serge Gruzinski: “Los extirpadores mexicanos [sic] construyen pues lo esencial de su razonamiento basándose en su propia experiencia y lo formulan a partir de un número determinado de casos concretos cuidadosamente descritos y elegidos para apoyar sus acusaciones y sus interpretaciones” (op. cit., p. 131); o, como escribe John Chuchiak para el área maya: “As proof of his zeal and his service to the Church, his resume contained juridical proof of acts the clergy considered instances of Maya ‘idolatry’” (art. cit., p. 141). 39. Hernando Ruiz de Alarcón, Tratado de las supersticiones y costumbres gentílicas que hoy viven entre los indios naturales desta Nueva España, Ciudad de México, Secretaría de Educación Pública, 1988, pp. 45-46.

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inducción del miedo formó parte de un proceso más amplio que incluía la posibilidad posterior del perdón, formando un horizonte de posibilidades entre la culpa inducida temerosamente y la redención ofrecida por la religión, fundando con ello la posibilidad de la “negociación” que permitiría en buena medida la estabilidad política del Virreinato.40 Efectivamente, la predicación a los recalcitrantes indios fue tornándose cada vez menos complaciente, al grado de que se perfeccionó su acompañamiento por un proceso jurídico propiamente dicho; de este modo, como en otros momentos de la historia eclesiástica, el púlpito y el cadalso fueron compañeros de armas.41 En ello radica una de las contradicciones quizá mayores en esta oratoria contra las idolatrías: en el hecho de que la palabra de Dios sirviese a una causa impropia del amor cristiano como fue la creación sistemática de una conciencia culpable. Así, aunque se trataba de la expansión del cristianismo, fue el Dios terrible del Antiguo Testamento el que parecía expresarse en esta teología punitiva, y es en el Éxodo, justamente, donde encontramos uno de sus fundamentos: No tengas otros dioses además de mí. No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso.42

40. Roselló, Así en la tierra como en el cielo. Manifestaciones cotidianas de la culpa y el perdón en la Nueva España de los siglos XVI y XVII, Ciudad de México, El Colegio de México, 2006, pp. 100 ss. Véase también, en este sentido, el libro de Pilar Gonzalbo, Anne Staples y Valentina Torres (eds.), Una historia de los usos del miedo, Ciudad de México, El Colegio de México, 2009. 41. Como explica Griffiths para el caso andino: “La extirpación cumplió una doble función, tanto judicial como pastoral. Las campañas del 1609 al 1622 estuvieron acompañadas de una bien organizada política pedagógica, con predicaciones en lengua vernácula y una persuasiva actividad pastoral” (Griffiths, op. cit., p. 56). 42. Éxodo 20: 3-5. Aquí y en adelante cito por la versión modernizada Reina-Valera (El Paso, Mundo Hispano Internacional, 2015). Según el Libro de la Sabiduría, existen tres grandes formas de idolatría: divinización de las fuerzas naturales y de los astros, culto de los ídolos fabricados por el hombre, culto de los animales (Sabiduría 13: 1-19). Así, debe entenderse por idolatría la adoración que se da a las imágenes, de manera que idólatras son aquellos que no le dan a Dios la adoración a la que están obligados, sino a sus obras.

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El hecho de que Dios se proclame “celoso” de sus rivales podría significar que lo que el Éxodo proponía no era monoteísmo sino monolatría, aunque ello es cosa que se precisa mejor en el Deuteronomio, donde queda claro que Jehová (o Yahvé) no se presenta como el mejor dios por adorar, sino como el único.43 Otro de los textos centrales de este concepto persecutorio fue la traducción que la Septuaginta había hecho del Salmo 96, en el lugar donde se establece que los dioses gentiles no son sino “ídolos” (imágenes), pero cambiando “ídolos” por “demonios”: “todos los dioses de los gentiles son demonios”.44 Con base en ella, la consideración cristiana de las religiones prehispánicas implicó un proceso de traducción cultural al que se incardinarían no solo cuestiones de orden lingüístico, sino incluso epistemológico, al inventar una oposición divina vs. demoniaca donde esta no necesariamente existía; el mismo extirpador Andrés de Olmos elaboró en este sentido una entreverada traducción cultural de Dios para explicar a los indios, curiosamente, quién era el diablo: acaso os han contado a menudo que [el diablo] fue arrojado del cielo por la grandísima falta que cometió porque era vanidoso, orgulloso, presuntuoso, él no quería en ningún modo obedecer al único, el solo, el verdadero Dios quien, en tiempos pasados, lo creó, lo formó, lo hizo, lo engendró: solo, frente a Él, contra Él se levantó y quería ser honrado, quería ser más estimado que Él, quería igualarse a aquel que es Dador de la Vida, el Dueño de la cercanía, de lo que está en el anillo.45 43. “Guardad pues mucho vuestras almas, pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego, porque no os corrompáis, y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, figura de algún animal que sea en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, figura de ningún animal que vaya arrastrando por la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra. Y porque alzando tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, no seas incitado, y te inclines a ellos, y les sirvas; que Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos” (Deuteronomio 4: 15-20). 44. Traducción que se seguiría desde Clemente de Alejandría, en su Exhortación a los griegos (siglo iii), hasta Tomás de Aquino en la Summa Theologica (siglo xiii), configurando de este modo el discurso patrístico sobre la idolatría. 45. Andrés de Olmos, Tratado de hechicerías y sortilegios, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, p. 13. El “dueño del cerca y del junto” es uno de los nombres de Ometéotl, el dios dual (véanse al respecto dos libros de Verónica Murillo, Palabras de evangelización, problemas de traducción. Fray Juan Bautista de

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Sin duda estas traducciones maniqueas significaron una violencia cultural y un ejercicio de poder discursivo que pasaba por ignorar el sentido de lo trascendente contenido en la propia lengua náhuatl. Por ejemplo, la palabra teotl, que designaba las cosas de la naturaleza que para los pueblos nahuatlatos tenían valor trascendente o sobresaliente (no necesariamente divino) fue utilizada por los misioneros para significar “dios”, pasando por alto que se violentaba el concepto mismo de la divinidad; de hecho, los nahuas llamaban teotl a animales, plantas, montes, ríos o mares, solo por su calidad sobresaliente, como bien señala Jerónimo de Mendieta: Finalmente, no dejaban criatura de ningún género ni especie que no tuviesen su figura, y la adorasen por Dios, hasta las mariposas, y langostas, y pulgas; y estas grandes y bien labradas, y unas figuras tenían de pincel, pero las más eran de bulto [...] sobre todos ellos tenían por mayor y más poderoso al sol. Y a este dedicaban el mayor y más suntuoso y rico templo.46

Teotl, pues, en última instancia, era usado para nombrar a cualquier ser extremado, en bien o en mal, un niño muy hermoso podría ser teotl, lo mismo que una puesta de sol o una tragedia climática. De este modo, como afirma Verónica Murillo, “los españoles eran teotl para los indios pues mostraban algunas características que tenían otros teteu prehispánicos. Los conquistadores se apropiaron entonces de ese nombre, les daba jerarquía, infundía temor y veneración en los indios”.47 Por ese camino fue como se logró la identificación de Ometéotl con el dios cristiano, pues, como escribe Miguel León-Portilla, los tlamatinime lograrían la concepción de una divinidad principal, capaz de conjuntar los principios masculino y femenino; los demás dioses prehispánicos serían, en esta concepción, manifestaciones de este dios dual.48 Así lo escribe Mendieta: Viseo y sus textos para confesores, Nueva España (siglo XVI), Zacatecas, Universidad Autónoma de Zacatecas, 2009; y Cultura, Lenguaje y Evangelización. Nueva España, siglo XVI, Ciudad de México, Porrúa, 2012). 46. Mendieta, op. cit., p. 89. 47. Verónica Murillo, “En náhuatl y en castellano: el dios cristiano en los en los discursos franciscanos de evangelización”, Estudios de Cultura Náhuatl, 41 (2010), p. 302. 48. Miguel León-Portilla, La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, pp. 129 ss.

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Y éste [el sol] debía ser al que llamaban los mexicanos ipalnemohuani, que quiere decir: “por quienes todos tienen vida o viven”. Y también le decían Moyucuyatzin ayac oquiyocux, ayac oquipic, que quiere decir “que nadie lo crió o formó, sino que él solo por su autoridad y por su voluntad lo hace todo”. Aunque se puede creer que esta manera de hablar les quedó de cuando sus muy antiguos antepasados debieron tener natural y particular conocimiento del verdadero Dios, teniendo creencia que había criado el mundo, y era señor de él y lo gobernaba [...] no hay duda sino que los pasados, de quien estas gentes tuvieron su dependencia, alcanzaron esta noticia de un Dios verdadero; como los religiosos que con curiosidad lo intuyeron de los viejos en el principio de su conversión, lo hallaron por tal en las provincias de Perú, y de la Verapaz, y de Guatemala, y de esta Nueva España.49

Del mismo modo, algunos usos y costumbres prehispánicos que los franciscanos encontraron similares a otros de la tradición cristiana, como la comunión y el bautismo, fueron llamados “excecramentos” por Toribio de Benavente y Andrés de Olmos.50 Incluso se llegó a especular si los indios no procedían de algún pueblo cristiano o si no habría habido una evangelización de las Indias previa a la del siglo xvi; aunque al final triunfó la convicción de que todo esto lo explicaba el demonio, que él había tenido por siglos a los pueblos indios bajo su poder engañándolos con nociones verdaderas aunque torcidas.51 Porque desde finales del siglo xvi se consolidó en la Nueva España la convicción de que las peores prácticas idolátricas de los indios se debían más a un pacto con el diablo que a la ignorancia del Evangelio, como sostienen los Decretos del III Concilio Provincial Mexicano (1585), que incluyeron las religiones prehispánicas en el Libro V, Título cuarto: De Haereticis, partiendo de que ya podían los indios ser considerados cristianos; la sanción jurídica tardaría un poco más, cuando las Leyes de Indias de 1681 trataron la idolatría en el lugar donde legislaban sobre casos de brujería y donde permitían a la justicia 49. Mendieta, op. cit., pp. 89- 90. 50. Toribio de Benavente, Memoriales, ed. de Francisco del Paso y Troncoso, Ciudad de México, en casa del editor, 1903, p. 32; y Andrés de Olmos, op. cit., p. 33. 51. Sobre la satanización de las religiones prehispánicas, véase Fermín del Pino, “Demonología en España y América: Invariantes y matices de la práctica inquisitorial y la misionera”, en María Tausiet y James S. Amelang (eds.), El diablo en la Edad Moderna, Madrid, Marcial Pons, 2004, pp. 277-295.

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real intervenir si dichos casos envolvían maleficio o daños atribuibles a pactos con el diablo. Para el siglo xvii, estas interpretaciones estaban todavía en la base del discurso religioso anti-idolátrico, al igual que la identificación de los dioses indígenas con demonios, como hace el cronista carmelita fray Agustín de la Madre de Dios en su Tesoro escondido en el monte Carmelo mexicano [...] (1636-1645), en la descripción de la vieja ciudad “llamada antiguamente Tenustitlan, por un tunal encima de una peña que hallaron en este sitio sus primeros fundadores, señal que les dio el demonio y que tomaron por armas”; 52 o cuando llama “monjas bestiales” a las sacerdotisas mexicas: Entre otras cosas raras y admirables que aquí los indios tenían era un convento de monjas dedicadas al demonio que no ya vestales sino bestiales vírgenes eran el sacrificio de Plutón y las sacerdotisas del infierno [...] Lo horrible de las costumbres, lo monstruoso de las ceremonias, lo cruento de los ritos, lo sucio y abominable de los feos sacrificios y lo infernal y diabólico de estas monjas mexicanas, lo podrá ver quien gustase en los autores ya dichos, que yo sólo reparo en que vivían donde agora se hace casa para nuestras carmelitas.53

En el mismo sentido, los curanderos y sacerdotes indígenas fueron tratados como brujos por los extirpadores, resignificando las prácticas religiosas prehispánicas.54 Con todo, a pesar de estas atribuciones diabólicas, no hemos encontrado que se haya articulado un sistema de prueba de la presencia demoniaca en las prácticas religiosas de los indios; más bien dicha presunta presencia sirvió como petición de principio para permitir a las autoridades eclesiásticas un mayor control sobre la definición legal de las religiones prehispánicas y, en consecuencia, sobre la población indígena. Como se sabe, la petición de principio es una falacia que se 52. Agustín de la Madre de Dios, Tesoro escondido en el monte Carmelo mexicano [...], ed. de Eduardo Báez, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986, p. 402. 53. Madre de Dios, op. cit., V, 3, 3. 54. Como afirma David Tavárez: “Native ritual practitioners were absorbed into a Christian classificatory scheme, and received the terse designations of ‘idolaters’, ‘sorcerers’, or ‘superstitious healers’, which covered a rather large and pragmatically differentiated sphere of collective and individual ritual practices” (Tavárez, art. cit., p. 121).

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logra cuando la proposición a ser probada se incluye implícita o explícitamente entre las premisas; de este modo, si la presencia originaria del Diablo en las religiones prehispánicas era argumento suficiente para su descalificación y persecución, ahora la propia práctica de algunas formas de dichas religiones suponía ya la presencia innegable del Maligno: petitio principii en toda regla. Con el paso del tiempo, los conceptos punitivos de persecución se ampliarían tanto que comenzó a caber en ellos toda forma de conducta religiosa heterodoxa, como la mera superstición,55 tal como hicieran en el siglo xiii los primeros inquisidores clasificando a los cátaros en las siguientes categorías: hierberos o curanderos (más o menos tolerados), sanadores (hechiceros perseguidos aunque sin demasiada convicción) y los “doctores” (que predicaban las prácticas heterodoxas y contra quienes se dirigían puntualmente las campañas de extirpación).56 Esta evangelización fundada en la intolerancia y la exclusión debe ser entendida en un horizonte político e ideológico de largo aliento que hunde sus raíces en la Antigüedad, tal vez en la propia convicción unitaria del monoteísmo; no por nada Luis Páramo, en la primera historia oficial de la Inquisición, escribió que los vestidos de Adán y Eva fueron el primer sambenito, y que la expulsión fue el primer castigo, haciendo de la propia Inquisición una institución tan original como el pecado.57 Es decir, estamos frente a una necesidad central de gobernabilidad cristiana y no solo frente a meras formas de obstinación cultural, desde el momento en que coincidieron el monoteísmo con las

55. Se trata de un problema viejo, como afirma Joan-Pau Rubiés: “The crucial Enlightenment distinction between idolatry and superstition in reality has ancient roots. There was an ancient Hellenistic, ‘pagan’ concept of superstition, shared by Epicurean, Stoic, Platonic, and Skeptical writers, by which superstition (deisidaimonia in Greek) was understood as an excess of religious fear” (“Theology, Ethnography, and the Historicization of Idolatry”, Journal of the History of Ideas, 67-4, 2006, p. 572). En cualquier caso, el fundamento de la consideración de la idolatría como una de las especies de la superstición estaba ya en la Suma de Tomás de Aquino (II, 94, art. I. Cito por la tr. de Francisco Barbado Viejo et al., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1954-1960). 56. Cometiendo con ello un error, a decir de Quaife, pues al identificar “la hechicería campesina con la mayor de las herejías: la apostasía, la renuncia a la fe con el fin de servir al diablo. Este fenómeno proporcionaba a Satanás agentes en potencia en todos los pueblos” (en su libro Magia y maleficio. Las brujas y el fanatismo religioso, tr. Jordi Beltrán, Barcelona, Crítica, 1989, p. 67). 57. Luis Páramo, De Origene et Progressu Oficci Sanctae Inquisitoinis, Madrid, Typographia Regia, 1598, pp. 26 ss.

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formas de gobierno centralizadas. Ya en el siglo ii Ireneo, obispo de Lyon, en su Denuncia y refutación del falso conocimiento (cinco libros contra las herejías) abogaba por el gobierno imperial “al objeto de que por miedo al poder humano, los hombres no se coman unos a otros como peces, sino que repriman por medio de una legislación la variada mentira de los pueblos”.58 Por ello es que la idolatría constituye no solo un problema religioso en la Nueva España del siglo xvii, sino, sobre todo, un problema jurídico-político fundamental, en el que el concepto cristiano de idolatría no resultaba circunstancial, sino principio necesario para el dominio hispano del Nuevo Mundo. Es decir, la evangelización y la extirpación de idolatrías fueron procesos paralelos y mutuamente dependientes: medios de estabilidad doctrinal y control político de las poblaciones sometidas; porque los discursos religiosos novohispanos contra idolatrías contribuyeron sin duda a la estabilidad de la sociedad novohispana, aportando la interiorización de la culpa y la vergüenza por lo propio más que el anhelo de virtud, tal vez justamente en el modo en que Anne Cruz entiende la cultura: como un sistema de mecanismos de control susceptible de ser reproducido por la educación.59 D i e go Ja i m e s y s u L U Z

Y M É T O D O D E C O N F E S A R I D Ó L AT R A S

La persecución de idolatrías fue acompañada en cada una de sus etapas por textos preceptivos entre los que se pueden distinguir dos géneros: los “tratados” o manuales como textos definitorios e informativos y los “confesionarios” como instrumentos para la recolección de pruebas; ambos estaban dirigidos a curas de pueblos de indios para ayudarles a reconocer y eliminar los vestigios de religiones precristianas entre sus fieles. Entre ellos podemos mencionar el Tratado de hechicerías y sortilegios de fray Andrés de Olmos, terminado en 1553; la Relación que hace el obispo de Chiapa (fray Pedro de Feria) sobre la reincidencia en sus idolatrías de los indios de aquel país después de treinta años de cristianos, escrita hacia 1584; la Breve relación de los dioses y ritos de la gentilidad de Pedro Ponce, redactado hacia 1590; el 58. Cit. por Grigulievich, op. cit., p. 45. 59. Cruz y Perry (eds.), Culture and Control in Counter-Reformation Spain, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1992, pp. ix-xv.

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Confesionario mayor y menor en lengua mexicana y pláticas contra las supersticiones e idolatrías que el día de hoy han quedado a los naturales desta Nueva España de Bartholomé de Alva Ixtlilxóchitl (obra del siglo xvi, pero editada en 1634); el Informe contra los idólatras de Yucatán (1613) de Pedro Sánchez de Aguilar; el Tratado de las supersticiones y costumbres gentilicias que hoy viven entre los indios naturales desta Nueva España (1629) de Hernando Ruiz de Alarcón; la Relación auténtica de las idolatrías, supersticiones, vanas observaciones de los indios del obispado de Oaxaca (1656) de Gonzalo de Balsalobre; el Manual de ministros de indios para el conocimiento de sus idolatrías y extirpación de ellas (1656) de Jacinto de la Serna, entre otros. Todos ellos pertenecen a la tradición inaugurada por Nicolás Eymeric, dominico de Tarragona e inquisidor papal en el Reino de Aragón, quien había compuesto el Directorium Inquisitorum en 1376, tratado en que describía las herejías que aún se practicaban en los territorios donde los cátaros habían sembrado su semilla, al tiempo en que ofrecía consejos prácticos para interrogar herejes. Se trata de una obra fundamental para estos efectos, en la que probablemente también se inspiraría el famoso Malleus Maleficarum o “martillo de los brujos” (1487) de Heinrich Kramer y Jacob Sprenger. En esta misma tradición se encuentra el Tratado de las supersticiones y hechizerias y de la possibilidad y remedio dellas (1529) de Martín de Castañega, obra utilizada en la persecución de las heterodoxias en la zona de Logroño y el Pirineo navarro, muchos de cuyos conceptos fueron traducidos al náhuatl por el extirpador Andrés de Olmos en su ya citado Tratado de hechicerías y sortilegios; del mismo modo, también aquí podemos inscribir la Reprobación de las supersticiones y hechicerías (1530) de Pedro Ciruelo, De la démonomanie des sorciers (1580) de Jean Bodin o los Disquisitionum magicarum Libri VI (1599-1600) de Martín del Río. Luz y método de confesar idolatras y destierro de idolatrías [...], el libro que aquí se edita, es tratado y confesionario a un tiempo. Su autor, Diego Jaimes Ricardo Villavicencio, nació entre 1639 y 1641 en Quecholac, en el actual estado de Puebla.60 En 1652 ingresó al Colegio de San Pedro y San Juan, para terminar sus estudios en el Seminario

60. Véase Ana Silvia Valdés Borja, Idolatría y conversión en el manual Luz y Methodo de Diego Jaymes Villavicencio (tesis), Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2012, pp. 16-17.

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Tridentino de Puebla de los Ángeles, fundado por el arzobispo Juan de Palafox, donde se ordenó con licencia de predicador y confesor. Posteriormente, fue cura párroco de su pueblo natal y en 1674 fue nombrado juez eclesiástico de idolatrías en San Francisco de la Sierra, sujeto de Teotitlán del Camino, en Oaxaca, donde al parecer comienza su tarea como perseguidor de idólatras.61 Años más tarde, hacia 1690, Diego Jaimes,62 sería designado “juez eclesiástico y juez comisario en causas de fe contra idolatrías y supersticiones del demonio” en el partido de Tlacotepec, en el obispado de Puebla, donde llevó a cabo un auto de fe e hizo construir una cárcel perpetua para idólatras;63 al parecer se tomó muy en serio su encomienda pues una de sus primeras acciones fue publicar un exhorto a los cantores litúrgicos del pueblo para que renunciaran a la práctica de ceremonias no autorizadas por la Iglesia, so pena pecuniaria en beneficio de la misma: [...] digo que en atención a que han llegado a mi noticia de cómo los cantores de este pueblo tenían y han tenido la costumbre de que al octavo día del fallecimiento de los difuntos chicos y grandes que han fallecido y fallecen en esta jurisdicción y van los cantores de dicho pueblo a las casas de dichos difuntos al octavo día de su fallecimiento y allí usaban los dichos cantores de cierta ceremonia no aprobada por la Iglesia sino originada de los ritos antiguos de la gentilidad. Por tanto y en atención a que dichos ritos son en grave ofensa de Dios nuestro señor y contra los ritos y ceremonia establecida por nuestra Santa Madre Iglesia, mandé juntar a los dichos cantores en las casas de mi morada que fueron Cristóbal Juárez, maestro de capilla, Sebastián Melgar, Juan Pedro y Joan Gabriel, y Pedro Francisco Mateo López, Melchor de los Reyes, Andrés Agustín, a los cuales estando presentes notifiqué pena de diez pesos a cada uno para

61. Véase Ana Silvia Valdés Borja, “Diego Jaymes Ricardo Villavicencio. Un perseguidor de idólatras en el obispado de Puebla del siglo xvii”, en Gerardo Lara Cisneros (coord.), La idolatría de los indios y la extirpación de los españoles, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México/Colofón, 2016, pp. 145-167. 62. Muchos estudiosos de la obra de Diego Jaimes suelen citarlo como “Villavicencio”, aunque no es este su primer apellido. Aquí y en adelante nos referiremos a él como Diego Jaimes, a fin de ir regularizando su bibliografía. 63. Véase Ana Silvia Valdés Borja, “La persecución de la idolatría en el siglo xvii. Un auto de fe en un pueblo de indios del obispado de Puebla”, en Álvaro Matute y Evelia Trejo (coords.), De Historiografía y otras pasiones. Homenaje a Rosa Camelo, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2016, pp. 183-196.

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que desde el día de la notificación de este auto en adelante sea osado a salir a ninguna función de lo arriba referido so cargo de averiguándolo yo u otro cualquier ministro o beneficiado en esta doctrina serán castigados grandemente y multados en dicha pena pecuniaria aplicada para gastos y ornamentos de la iglesia [...].64

Diego Jaimes falleció en 1695; en su testamento pidió que, a su muerte, se dijeran misas por su alma, por su familia y por la “verdadera conversión de pecadores perdidos de dicho mi partido”.65 Tres años antes, en 1692, se imprimiría Luz y método de confesar idólatras [...],66 en la que reunió sus observaciones sobre las prácticas idolátricas de los indios de su jurisdicción. Sus propósitos son, en principio, didácticos, como advierte en el “Prólogo al lector”, donde señala que “la madre de los errores es la ignorancia” y que “la causa de idolatrar los infieles ciegamente (origen de su perdición) es la falta de conocimiento y de luz de Dios”.67 Como luz, Diego Jaimes considera 64. Archivo Histórico Parroquial de Santa Cruz, Tlacotepec, sección Sacramental, serie Bautismos, años 1617-1697, caja 1, foja 84 (apud Cortés, Inventario del Archivo Parroquial de Santa Cruz, Tlacotepec de Benito Juárez, Puebla, Diócesis de Tehuacán, Ciudad de México, Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, A.C., 2010, pp. 14-15). 65. “Escritura de Testamento que otorga el bachiller Diego Jaimes Ricardo Villavicencio, clérigo presbítero, cura beneficiado, vicario y Juez Eclesiástico del pueblo y partido de Santa Cruz Tlacotepec, Obispado de Puebla”, Archivo General de Notarías de Puebla: Notaría de Tepeaca, protocolos de 1693, f. 83v. 66. Ha sido registrado por Mariano Beristáin (Biblioteca hispanoamericana septentrional, Ciudad de México, Fuente Cultural, 1947, p. 131), Vicente de Paula Andrade (Ensayo Bibliográfico Mexicano del siglo XVII, México, Imprenta del Museo Nacional, 1899, p. 800), José Toribio Medina (La imprenta en la Puebla de los Ángeles, 1640-1821, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1991, pp. 101-103), Antonio Palau y Dulcet (Manual del Librero Hispano-Americano [...], Madrid, Julio Ollero, 1990, p. 201), Salvador Ugarte (Catálogo de obras escritas en lenguas indígenas de México o que tratan de ellas, Ciudad de México, Editorial Jus, 1954, p. 427), Joseph Sabin (Dictionary of Books Relating to America from its Discovery to the Present Time, Printing House of Edwin Rudge, 1868, §99693), Clara Louisa Penny (Hispanic Society of America. Printed Books, 1468-1700. A Listing, New York, The Hispanic Society of America, 1965, p. 600), José Pascual Buxó (Catálogo de Impresos Poblanos de la muy Ilustre Biblioteca Palafoxiana. 1645-1823, Puebla, Secretaría de Cultura/Biblioteca Palafoxiana, 1999, p. 103) y Juan Escobedo Romero (La imprenta en Puebla de los Ángeles: 1640-1815, tesis, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 2011, p. 251). 67. Jaimes, op. cit., “Prólogo al lector”, s/p. De hecho, Diego Jaimes parece valorar en mucho su aporte, pues a su entender, si los indios no habían sido evangelizados completamente era porque no existía su libro: “Y si me preguntares prudente y sabio lector

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lo que él mismo puede aportar por su experiencia y conocimiento de los indios y de sus prácticas religiosas; mientras que el método no es otro que el de predicar y confesar, por lo que el manual incluye un confesionario, consistente en preguntas que considera efectivas para descubrir diferentes tipos de idolatrías. Una particularidad de la obra de Diego Jaimes es que todavía vincula en algunas pocas ocasiones la idolatría de los indios con las de la Antigüedad grecolatina, lo que ya no era frecuente a fines del siglo xvii; como cuando acude a una crítica de aquellos mitos a fin de sustentar su causa: ¡Qué cosa más abominable y fea que llegar a poner entre sus ídolos y dioses hembras y machos, casamientos y adulterios, incestos y disensiones, parcialidades y celos, allá en el cielo como los hay acá entre los hombres malos y perversos de la tierra! Y así escriben que el dios Vulcano era marido de la diosa Venus y, sabiendo que le hacía traición, hizo una sutilísima red en que prendió al dios Marte revuelto con su Venus, y que los sacó de esta manera a la vergüenza llevándolos por todo el cielo, haciendo con este espectáculo fiesta a los otros dioses, ¡qué mayor desvarío y locura! 68

En otro lugar cita a Séneca para explicar cómo los emperadores del mundo antiguo se elevaban a sí mismos a rango divino por sus hazañas o inventos, a pesar de su comportamiento “deshonesto”: Los sacrificios deshonestos que en sus fiestas ofrecían a sus dioses y a sus diosas, especialmente a la diosa Flora y a la diosa Venus, eran tan feos y tan sucios como ellas habían sido, torpes y deshonestas, y tanto que la natural vergüenza no permite el escribirlos, y así no se refieren aquí por no ofender con ellos los limpios oídos de los castos cristianos y fieles católicos.69

¿por qué, no habiendo faltado sabios y escogidos ministros que desde que se ganó este reino han enseñado, predicado y doctrinado a los indios de él, se experimentan y ven el día de hoy idólatras indios en las Indias? Responderé a tu discreto reparo y pregunta que será, en unos, por no tener la luz y noticia que ahora les da este libro” (Jaimes, op. cit., “Prólogo al lector”, s/p). 68. Jaimes, op. cit., p. 5. 69. Loc. cit.

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Después del Concilio de Trento, el concepto de idolatría comenzaría a perder toda referencia al mundo clásico y, del mismo modo, cualquier reducto de aquella ligera benevolencia con que anteriormente se la juzgaba gracias a su atribución a la ignorancia y no a la maldad; a partir de ahora fue más corriente entre tratadistas e historiadores religiosos una interpretación de la idolatría acorde con las enseñanzas del Antiguo Testamento, incorporando la dimensión del dios colérico y proponiendo como nuevos paradigmas de ella la de los pueblos indígenas del Nuevo Mundo, como establece el Diccionario de Autoridades (1726-1739) al definir llanamente la idolatría como “la adoración o culto que los gentiles dan a las criaturas y a las estatuas de sus falsos dioses”, y autorizando tal definición justamente con un caso novohispano: “Solís, Historia de Nueva España, lib. 3, cap. 17. Siendo tanta [...] la muchedumbre de sus dioses, y tan oscura la ceguedad de su idolatría, no dejaban de reconocer una deidad superior”.70 De modo que el “humanismo” de Diego Jaimes pronto se desvaneció, al grado de que la mayor parte de sus definiciones de idolatría son de corte tridentino y tradicional, vinculando la idolatría indígena mexicana con la de los judíos, como la adoración de Moloc (Levítico 20), de Baalim y Astaroth (Jueces 10), de Astarthem y Moloc por Salomón (III Reyes 2), así como las visiones de Ezequiel (cap. 8) y las abominaciones de Antíoco (Macabeos 1).71 Estos ejemplos históricos tomados del Antiguo Testamento terminaban asimilando las religiones prehispánicas a los abominables pecados del pueblo judío, atribuyéndolos también a la nefasta obra del demonio: “esta execrable maldad y este sacrílego y abominable pecado que, obedeciendo al demonio, cometieron los israelitas y cometen los idólatras, negando al creador y verdadero Dios su culto y adoración, y dándolo a las criaturas y falsos dioses de sus ídolos”.72 Así, las religiones prehispánicas fueron para Diego Jaimes resultado de una influencia diabólica que propiciaba la peor de las rebeldías, como parte de un pasado gobernado por el demonio y cuyo dominio debía ser extinguido en el Nuevo Mundo, en pro del dominio legítimo de Dios y de sus emisarios: “De tiránico dominio del príncipe de las tinieblas 70. Aut., s. v. “Idolatría”. 71. Sobre todo en el capítulo VI “De la idolatrías, y diferentes ídolos, y sacrificios, que ha havido en el mundo” (Jaimes, op. cit., pp. 30-40). 72. Ibid., p. 28.

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y padre de las mentiras, el demonio, no participó poco este reino en el tiempo de su gentilidad”.73 En suma, Luz y método de confesar idólatras constituye una operación retórica de gran envergadura, una retórica judicial contra las idolatrías que enraizaba en una profunda tradición persuasiva contra la heterodoxia. Porque si los genera causarum de la Antigüedad (deliberativo, panegírico y judicial) son útiles aun para determinar géneros de discurso en el siglo xvii novohispano,74 los tratados de extirpación de idolatrías pueden ser considerados con justicia discursos de género judicial, en tanto que constituyen causas punitivas y persecutorias que parten de la determinación de una culpa y un culpable. De este modo, si el discurso judicial es aquel que juzga hechos pasados, poniéndolos en la balanza de lo justo vs. lo injusto, de lo legal vs. lo ilegal,75 estos tratados no hacen sino precisamente eso: juzgar un comportamiento religioso presuntamente punible y establecer una litis contra los pueblos sometidos, con profundas implicaciones políticas y culturales. Es t ruc t ur a y e s t i l o d e l a o b ra Luz y método de confesar idólatras tiene tres partes: 1. “Luz y método de doctrinar idólatras”, 2. “Luz y método de confesar idolatras” y 3. “Luz y método de predicar a idólatras”; la primera parte ofrece a los curas de indios (no siempre bien formados) algunos rudimentos

73. Ibid., p. 1. Por ello es que en Luz y método se termina por identificar a los idólatras con los fornicarios, ladrones o avaros, parafraseando a san Pablo cuando afirma “¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se engañen: que ni los inmorales sexuales ni los idólatras ni los adúlteros ni los afeminados ni los homosexuales ni los ladrones ni los avaros ni los borrachos ni los calumniadores ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (I Corintios 6:9-10). 74. Alfonso García Matamoros ya había intentado ajustar los géneros de elocuencia religiosa practicados en el siglo xvi con los tres géneros de la oratoria antigua: “Pues muchos autores, que paso por alto en honor de la religión, trataron el género didascálico, que concibieron como forma del demostrativo. El género de la refutación, que se utiliza para la acusación y la reprehensión ¿quién no aprecia que remite al género judicial? El género instructivo, censorio y consolatorio son especies propias del género deliberativo” (García Matamoros, De rationi dicendi libri duo, fol. 79v; apud José Aragüés, Deus concionator: mundo predicado y retórica del exemplum en los Siglos de Oro, Amsterdam, Rodopi, 1999, p. 234) 75. Como definió Aristóteles la esencia de este género (Aristóteles, op. cit., p. 255).

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doctrinales contra la heterodoxia, para enseñarse y enseñarlos; la segunda, que merece un estudio aparte, incluye un confesionario náhuatl con verdaderas perlas para los interesados en la traducción cultural;76 y, finalmente, la tercera parte incluye unas Pláticas muy provechosas para redargüir todos los sacrificios de las diez y ocho clases referidas en la primera parte, y desengañar con ellas a estos miserables rústicos, que no pongo en lengua extraña más que en la castellana, para que cada uno de mis hermanos que quisiere las traduzca en la lengua que correspondiere a su administración y se las predique.77

Las pláticas son piezas oratorias de estilo humilde con propósito esencialmente didáctico; el autor pretende que los curas de pueblos de indios las prediquen “porque con ellas he hallado mucho provecho y desengaño en ellos; y pónese en vulgar modo de hablar para acomodar a la rusticidad de los oyentes”. Así, este tratado pretende que dichos párrocos y curas “como padres, enseñen y den luz a estos sus feligreses con que acaben de dejar sus vanas y diabólicas supersticiones, y salgan de las tinieblas y error de la idolatría a la luz y claridad de la verdad y cristiandad”. Por eso esta serie de pláticas buscaría instruir, “desengañar” y, por supuesto, persuadir; para lo que trae de santo Tomás su noción de los tres estilos: “uno humilde y llano, otro pintado y curioso y otro muy adornado y compuesto [...] [y que] el primero conviene al que enseña, el segundo al que persuade y el tercero al que deleita”. Diego Jaimes elige el primero para “conseguir el intento del que enseña y escribe con fin de aprovechar”. 78 Con este fin utiliza el viejo recurso del exemplum: “no intento entretener y deleitar inútilmente, sí persuadir y aprovechar; y para ello me valgo de historias y de pinturas, no inútiles y profanas, sí provechosas y santas: de la escritura sagrada, de ejemplos y casos raros, y singulares 76. Sobre las implicaciones filosóficas de los confesionarios, afirma Solange Alberro: “Encontramos esta misma preocupación entre los confesores que escriben manuales [...] las preguntas que se le hacían al penitente indígena estaban destinadas a descubrir bajo sus múltiples rostros, la idolatría persistente; pero buscaban al mismo tiempo encerrarla y circunscribirla lo más estrechamente posible dentro de la categoría del error” (Alberro, Del gachupín al criollo. O cómo los españoles de México dejaron de serlo, Ciudad de México, El Colegio de México, 1997, p. 109). 77. Jaimes, op. cit., “Segunda parte”, p. 19. 78. Jaimes, op. cit., “Prólogo al lector”, s/p.

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noticias que se refieren y leen en varias historias verídicas”.79 Un mínimo rastreo de las fuentes de sus exempla revela que no pocos de ellos consisten, como cabría esperar, en historias que circulaban de texto en texto, con similar función probatoria, aunque con notables adaptaciones a la circunstancia y lugar de predicación o discurso, como sucede con cualquier texto de carácter tradicional. Así, es posible encontrar aquí varios de los relatos que contiene también el Itinerario historial de Alonso de Andrade o los Casos raros de la confesión de Cristóbal de Vega, como el muy famoso de los eclesiásticos negligentes que reciben un mensaje de agradecimiento del diablo, que también incluye el Speculum Historiale (1494) de Vicencio Belvacense y que recogen muchísimos sermonarios y textos morales diversos; dice el mensaje diabólico en la versión de Diego Jaimes: “Satanás y todos los ministros del infierno damos muchas gracias a los eclesiásticos, porque dándose a sus deleites dejan perder tanto número de almas de sus feligreses, por no predicarles y amonestarles; por lo cual, nos envían al infierno tanto número de almas cual nunca vimos en los pasados siglos”.80 Entre los ejemplos históricos, los milagros y prodigios son los más abundantes en esta obra, lo que no deja de ser significativo pues los discursos anti-idolátricos con frecuencia, como se ha visto, intentaban definir la idolatría muy cerca de la noción de superstición e ignorancia, de fe ciega en lo sobrenatural. Un pasaje del Manual de ministros de indios de Jacinto de la Serna ilustra la curiosa frontera entre dos mundos en cierto sentido “mágicos”, la maravilla cristiana contra el maleficio: Su sirvienta Agustina cayó enferma de repente y agonizaba ya cuando el cura tuvo la idea de hacerle sorber en una cucharada de agua un fragmento de hueso del bienaventurado taumaturgo Gregorio López. La enferma vomitó un pedazo de lana que contenía trozos de carbón, cascarones de huevo quemados y algunos cabellos.81

79. Loc. cit. 80. Ibid., p. 109. 81. Jacinto de la Serna, Manual de Ministros de Indios para el conocimiento de sus idolatrías y extirpación de ellas, en Pedro Ponce et al., El alma encantada, Ciudad de México, Instituto Nacional Indigenista/Fondo de Cultura Económica, 1987, pp. 301302.

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De este modo, la maravilla oficial podía luchar perfectamente contra el maleficio, estructurando un horizonte de interpretación dogmática donde lo sobrenatural podía recibir valoraciones opuestas, dependiendo del lugar que ocupen en este combate trascendente. Porque para Diego Jaimes es claro que el milagro era capaz de servir como ejemplo, de confirmar una verdad, trayendo a cuento la prueba que propuso Elías para mostrar al verdadero Dios: sacrificar dos bueyes, uno a Baal y otro a Yahvé, para ver cuál ofrenda encendía, sobre lo cual dice: “Viendo Elías la buena disposición del pueblo, y considerando que saliendo de aquella plática o sermón cada uno volvería a su costumbre de idolatrar, como hasta allí lo habían hecho, quiso con un insigne milagro confirmar su doctrina”.82 Pocos ejemplos ficcionales es posible encontrar en este tratado, pero entre ellos hay uno fundamental, sobre el que se monta buena parte de la argumentación de Diego Jaimes contra una extirpación de idolatrías tibia o no suficientemente comprometida: se trata de la parábola del trigo y la cizaña, con la que inicia denostando la “prudencia” de muchos ante la extirpación. Así la cuenta: que habiendo sembrado buena semilla en su campo, por descuido de su mayordomo en mirar por la hacienda de su amo, vino su enemigo y sobresembró entre la buena semilla otra mala y perversa que le malease, y perdiese toda la sementera. Reconociendo el daño, los ministros del dueño de la hacienda, viendo que iba creciendo con la buena, la mala yerba, le preguntaron si arrancarían la cizaña, que era la mala yerba, para que la buena (que era el trigo) desahogado de ella creciese más y llegase a dar muy colmado fruto. Respondioles que no, porque no sucediese que por arrancar la cizaña arrancasen también el trigo y se perdiese todo, que dejasen crecer las dos yerbas y que al tiempo de la cosecha diría a los cegadores que primero cogiesen la cizaña, y hechos manojos de ella la arrojasen al fuego, y después el trigo lo encerrasen en su troje [...].83

A lo que agrega: Fundados en lo literal de esta parábola y en lo que fueran sus palabras, dicen algunos que no se pueden hacer despachos contra idólatras sólo por

82. Jaimes, op. cit., p. 8. 83. Ibid., p. 2 (la parábola está en Mateo 13).

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dichos de este o de aquél, hasta que esté probado el delito [...] [sin embargo] De ninguna manera se infiere que, habiendo rumor y sospecha de idolatría en algún pueblo, partido y feligresía de la heredad de la Iglesia se suspendan las diligencias de inquirir y averiguar el origen y la causa de que proviene el rumor y la sospecha.84

Es decir, su argumentación implica una crítica al ejemplo que otros usan, sobre la base de la imperfecta o aparente similitud que lo sustenta; porque la idolatría no puede, bajo ninguna circunstancia o tiempo, ser confundida con la verdadera fe, como lo pueden ser el trigo y la cizaña en algún momento de su crecimiento. Era corriente que la argumentación inductiva contra la idolatría implicase un artificio circular que se montaba sobre un razonamiento prejuicioso; sea vinculando causalmente la miseria a la idolatría (como se procede hoy a vincular la corrupción cultural con la pobreza de los pueblos), 85 o sea, permitiéndose una definición de idolatría por petición de principio, como aquella que intentaba probar la idolatría por la presencia demoniaca. Así, no pocos autores vieron en la idolatría la causa de la tremenda disminución de la población indígena, de la embriaguez, de la lascivia o del relajamiento de costumbres, como Bernardino de Sahagún, para quien la idolatría “fue la causa de que todos vuestros antepasados tuvieron grandes trabajos [...] y mortandades”.86 Diego Jaimes no escapa a estos argumentos circulares, pues usa la Historia verdadera de Bernal Díaz del Castillo para entresacar relatos que le sirven de prueba y ejemplo de la forma en que Dios castiga la idolatría: sirviéndose de los conquistadores españoles como instrumento de castigo: Todos aquestos insultos y tan execrables delitos que idólatras y viciosos cometían inhumanos, irritaron tanto a la justicia divina que, llegado ya el

84. Loc. cit. 85. O como diría Jacinto de la Serna: “idolatría y miseria guardan una relación de causa a efecto. Así como el sufrimiento de los babilonios y los israelitas había sido el castigo a la infidelidad de estos pueblos, las calamidades que sin cesar se abaten sobre las poblaciones indígenas a partir de la conquista española son el precio de la idolatría colonial. Su intensidad basta incluso para probar la gravedad de las tendencias idolátricas indígenas” (glosado por Bernard y Gruzinski, op. cit., pp. 140-141). 86. Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, Madrid, Alianza, 1988, p. 67.

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tiempo de llevar su merecido, dispuso Dios y permitió se cumpliesen los agüeros y avisos que les habían dado los demonios por sus ídolos (los más célebres que tenían en la Ciudad de México: Huichilogos y Tescatecupa), que llegaría tiempo que por donde nace el sol vendrían unos hombres blancos, por los cuales serán a sangre y fuego conquistados, y quitando las coronas a su emperador y a sus reyes se harían señores y dueños de su reino y de sus tierras, y que a sus mismos hijos y naturales los sujetarían, de suerte que los haría tributarios dentro de su mismo reino y tierra. Como sucedió, viniendo por los años de 1519 al puerto de San Juan de Ulúa el valeroso capitán don Fernando Cortés con solos quinientos y ocho soldados valientes españoles [...].87

Así, la conquista no solo quedaba justificada, sino que resultaba necesaria, y no a juicio de los hombres, mucho menos de la Corona de Castilla, sino a juicio del mismo Dios, que usaba a los españoles como instrumentos de castigo para implantar el cristianismo. Es decir, los discursos anti-idolátricos reescribían la historia de los pueblos conquistados al configurar su causa judicial mediante pruebas históricas de distinto signo, no solo aquellas acreditadas por autorización sino también por casos particulares confirmados por testigos de vista, como procedía regularmente la historia religiosa de la época. De este modo, en Luz y método de confesar idolatras abunda el relato atemorizante, con protagonista español o sin él, y muchos de esos relatos circulan aún hoy como leyendas o cuentos de espanto de transmisión oral, mismos que en su momento configuraron uno de los modos en que se comenzó a forjar, desde la retórica y la literatura, una visión de mundo trasladada desde el sincretismo peninsular, enriquecida de herencias clásicas y orientales y, a la postre, origen de nuevos sincretismos que insospechadamente nacerían desde la censura. En suma, para probar que la idolatría era perversa, contraria a la ley de Dios, al orden natural y a la autoridad de la Corona, Diego Jaimes no utilizó grandes argumentos deductivos, complejos razonamientos o rebuscadas autoridades; más bien, tratándose de discursos de estilo humilde, el argumento más usado fue el inductivo de carácter histórico: exempla tomados del Antiguo Testamento y de la historia profana en 87. Jaimes, op. cit., p. 83. El pasaje está en Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, ed. de Guillermo Serés, Madrid, Real Academia Española, 2011, pp. 349-355.

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una operación argumental que vinculaba también historia y discurso judicial. De este modo, la argumentación inductiva construida a partir de relatos atemorizantes ofrecía pruebas de cómo Dios ha destruido pueblos idólatras de maneras terribles, otorgando con ello una fuerte justificación a la destrucción cultural que los religiosos españoles consideraron necesaria a fin de establecer el dominio del cristianismo. U n cas o de va r i ac i ó n d e e s tad o 8 8 Hemos encontrado 27 ejemplares de Luz y método de confesar idolatras en bibliotecas y fondos antiguos del mundo: nueve de ellos en México (tres en la Biblioteca Palafoxiana, dos en el Centro de Estudios de Historia de México CARSO, dos en la Biblioteca Burgoa de Oaxaca, uno en el Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de México, y uno más en la Biblioteca “Juan José Arreola” de Jalisco); la Biblioteca Nacional de Chile tiene un ejemplar, cinco están resguardados en bibliotecas europeas (uno en la Biblioteca Nacional de España, uno en la Colección Graíño de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID),89 uno en el Ibero-Amerikanisches Institut de Berlín, otro en la Universidad de Hamburgo y uno más en la British Library); finalmente, hay doce ejemplares en sendas bibliotecas de los Estados Unidos (en la Biblioteca del Congreso, la John Carter Brown Library, la New York Public Library, la Biblioteca Latinoamericana de Tulane, la Newberry Library de Chicago, la Bancroft Library de Berkeley, la Benson Latin American Collection de la Universidad de Texas, la Hoole Library Rare Books de la Universidad de Alabama, la Beinecke Rare Book and Manuscript Library de Yale, la Brinton Library de la Universidad de Pensilvania, la Tozzer Library de Harvard y la George Peabody Library de la Johns Hopkins University).90 88. Una primera versión de este apartado fue publicada como artículo: Manuel Pérez, “La carta inserta en Luz y método de confesar idólatras (1692): un caso de variación de estado”, Hipogrifo. Revista de Literatura y Cultura del Siglo de Oro, 7.1 (2019), pp. 653-663. 89. Agradecemos el dato de la existencia de este ejemplar a nuestra colega Guadalupe Rodríguez. 90. Además, hay algunas reproducciones resguardadas también en bibliotecas, como las copias fotostáticas del ejemplar de la biblioteca personal de Ignacio Guzmán Betancourt,

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A pesar de que todos estos ejemplares corresponden a la única edición (1692), no todos resultan idénticos, porque entre ellos solo algunos tienen un documento inserto entre los preliminares del texto; se trata de una carta escrita por el obispo de Chiapas, Francisco Núñez de la Vega, a fray Juan de Malpartida, calificador del Santo Oficio. Podemos encontrar dicha carta en el ejemplar de la Colección Graíño de la AECID, en el de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y en el de la Biblioteca Pública de Nueva York, así como en las fotocopias del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM y de la Biblioteca Clavijero de la Universidad Iberoamericana, respectivamente. Recuérdese que, como libros de su época, estos tratados suelen estar antecedidos por un abultado paratexto compuesto por cartas, licencias, dedicatorias, etc.; como la carta en cuestión, firmada en Ciudad Real el 16 de noviembre de 1692, en la que el obispo chiapaneco ofrece algunas noticias que supone útiles a los extirpadores de idolatrías. La carta llegó a Diego Jaimes cuando ya se habían impreso algunos ejemplares de Luz y método, de modo que, en atención a su utilidad y al respaldo extemporáneo que ella representaba para el extirpador, se decidiría incorporarla en los siguientes ejemplares de la tirada. Como se sabe, desde 1558 se había procurado una mayor vigilancia sobre la producción y distribución de libros en España y sus dominios, justamente en el contexto del combate a la heterodoxia emprendido por la Corona de Castilla, ordenando para ello algunos cuidados: en primer lugar, la centralización de la concesión de licencias para imprimir en el Consejo de Castilla; en segundo, la necesidad de la rúbrica de un escribano de dicho Consejo sobre el ejemplar presentado para obtener la licencia; en tercero, fijaba el precio de venta (en tasa también certificada por escribano); en cuarto, obligaba a incluir el nombre del autor, del impresor, así como el lugar donde se había impreso el libro en cuestión, a lo que se añadió en 1627 la exigencia de que figurase también el año de impresión.91 Para ello, el impresor debía

donadas a la Biblioteca Juan Comas del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM y a la Biblioteca Francisco Xavier Clavijero de la Universidad IberoamericanaCiudad de México; lo mismo que la microficha de la Branson Library de la Universidad de Nuevo México y las dos del Instituto Iberoamericano de Berlín. 91. Véanse al respecto Jaime Moll, “Problemas bibliográficos del libro del Siglo de Oro” (Boletín de la Real Academia Española, 59, 1979, p. 107) y María del Carmen Utrera Bonet, “La pragmática del 1558 sobre impresión y circulación de libros

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imprimir un primer ejemplar del texto, sin la portada ni otros preliminares, sobre el que se firmaba la licencia; luego, concluida la impresión completa de la tirada, debía presentarse un ejemplar del libro de nuevo al Consejo para que el corrector cotejase lo impreso con el texto del ejemplar rubricado, certificando la total correspondencia. Ello no solo abultó, cada vez más, el cuerpo de preliminares de los libros españoles del siglo xvii,92 sino que estableció también el modo de su incorporación a la obra impresa: en cuadernillos independientes. Dicho paratexto estaba constituido por cuatro tipos de preliminares: en primer lugar, los de carácter mercantil, compuestos por privilegios, tasa y la propia portada como elemento de identificación comercial; en segundo, los de carácter legal, compuestos por censuras, aprobaciones, etc.; en tercero, los socio-literarios, como prólogos, dedicatorias, poemas, cartas, etc.; y, finalmente, los textuales y editoriales: tablas, índices, fe de erratas, colofón, pie de imprenta, etc. Con el tiempo, se consolidarían los preliminares de carácter socio-literario, comenzando a competir en importancia con los elementos de carácter legal; se trataba de una no pobre cantidad de texto panegírico o propagandístico (que puede ahora ser visto casi como un género textual en sí mismo) sobre la que escribe Agustín González de Amezúa: “la costumbre se arraiga, conviértese en endémica y crece tanto, que librillo hay de pocas páginas que tiene cerca de veinte composiciones laudatorias propias y ajenas”;93 se refiere a las Varias rimas de don Miguel Colodrero de Villalobos (Córdoba, 1629), obra de 175 páginas con 17 composiciones laudatorias. Y es que, como escribe Fermín de los Reyes, “era lógico que, pese a no estar prescrito por la ley, los responsables de la edición incluyeran los textos que, como las aprobaciones, eran informes favorables que no sólo exoneraban las obras de cualquier desviación de la fe y las buenas costumbres, sino que habitualmente las elogiaban”.94 en Castilla a través de los fondos de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla” (en Funciones y prácticas de la escritura. I Congreso de Investigadores Noveles en Ciencias Documentales, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2013, p. 280). 92. Véase el artículo de Fermín de los Reyes “La estructura formal del libro antiguo español”, en El libro antiguo, Manuel José Pedraza, Yolanda Clemente y Fermín de los Reyes (eds.), Madrid, Síntesis, 2003, p. 210. 93. González de Amezúa, “Cómo se hacía un libro en nuestro Siglo de Oro”, en Opúsculos histórico-literarios, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1951, t. I, p. 357. 94. De los Reyes, op. cit., p. 214.

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Un resultado más o menos común de estas prácticas es la inserción de paratexto solo en parte de la tirada de un libro, sobre todo, paratexto de carácter socio-literario, menos regulado que los preliminares legales, pero capaz de cumplir propósitos persuasivos de carácter político a favor del libro en cuestión. Con todo, no por común esta inserción diferida de texto entre los preliminares resulta un problema insignificante: no lo es en absoluto, menos si dicha inserción debe ser explicada a efectos de fijar un libro para su edición. Los preliminares de Luz y método de confesar idolatras [...] se conforman del modo siguiente: en el primer folio se encuentra un grabado anónimo de Cristo crucificado, con san Juan y la Virgen María a los costados y, al fondo, la ciudad de Jerusalén;95 el verso de ese folio se encuentra vacío. El segundo folio contiene la portada de la obra, con mención del dedicatario y mecenas de la misma: Isidro de Sariñana, obispo de Oaxaca (bajo cuyas órdenes había comenzado Diego Jaimes su carrera de extirpador antes de ser adscrito a la diócesis de Puebla); el verso de este folio tiene el escudo de armas episcopal del dedicatario. El tercer folio inicia con la dedicatoria propiamente dicha al obispo Sariñana, misma que se extiende hasta el folio cuatro verso. Luego, en el quinto folio de la mayor parte de los ejemplares sigue una carta del obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, mientras que en los ejemplares variantes sigue la carta de Núñez y, solo después de ella, la de Santa Cruz; finalmente, viene la aprobación de Joseph Gómez de la Parra, racionero de la catedral de Puebla, la aprobación del Colegio de Teólogos, firmada por el licenciado Rodrigo Muñoz de Herrera, y la Licencia del Ordinario, firmada por Gerónimo de Luna, que ocupan una página de folio cada una. En el folio 13 se inicia el “Prólogo al lector” y en el 14 verso, la “Protestación del autor”. Sin duda la existencia de la carta de Núñez de la Vega, y su aparentemente diversa incorporación, supone una variante estructural importante de la obra, aunque no afecte sustancialmente la ecdótica del texto ni su mensaje intrínseco. Podría en principio sorprender que la carta añadida a los ejemplares variantes anteceda a la del obispo oaxaqueño Sariñana, mecenas de la

95. Se trata de un “calvario”, grabados muy comunes en los talleres de los impresores novohispanos; Pedro de Ocharte, por ejemplo, tenía tres para que el cliente eligiera; incluyó uno en la portada de la Psalmodia Christiana de Sahagún (1583).

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obra y a quien Diego Jaimes la dedica, del mismo modo en que podría sorprender que anteceda a la de su propio obispo, Manuel Fernández de Santa Cruz, pues ello sugeriría una posible preeminencia del obispo chiapaneco sobre los otros dos en los afectos del cura extirpador, lo que resultaría notable si advertimos la calidad personal y fama de los autores desplazados, a quienes la trayectoria de Núñez difícilmente alcanzaría. Manuel Fernández de Santa Cruz (1637-1699), obispo bajo cuyas órdenes trabajaba Diego Jaimes al momento de la publicación de su obra, no solo gobernó 22 años la diócesis de Puebla, sino que, en 1680, sería promovido a la arquidiócesis de México,96 aunque no aceptó el nombramiento (después, en 1696, rechazó incluso el nombramiento de virrey que se le ofrecía); el obispo Santa Cruz es, como se sabe, la famosa sor Filotea de sor Juana,97 de quien hizo publicar la Carta atenagórica (1690) con el mismo impresor con quien se imprimía el libro de Jaimes: Diego Fernández de León.98 96. Antes, en 1672, había sido nombrado obispo de Chiapas, y poco después de Guadalajara. Murió en Tepexocuna, Puebla, en 1699. 97. De aquella estrecha relación entre la monja jerónima y el obispo también da cuenta el hecho de que fray Miguel de Torres, sobrino de sor Juana, escribiría una hagiografía de Fernández de Santa Cruz titulada, siguiendo los modelos hiperbólicos de su tiempo: Dechado de principes eclesiasticos, que dibujò con su exemplar, virtuosa, y ajustada vida el Illust. y Exc. señor don Manuel Fernandez de Santa Cruz y Sahagun (1722). Véase al respecto Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1990, pp. 521-522. Al obispo Santa Cruz también se debe la finalización de las obras que hoy significan el máximo esplendor de la arquitectura barroca en Puebla (su catedral, así como la iglesia de Tonanzintla), un incremento generoso el acervo de la biblioteca palafoxiana y, en general, el fomento de las artes y las letras en el virreinato. Por supuesto, también fue un hombre piadoso y celoso vigilante de la fe: fue gran visitador de su obispado (de hecho, murió haciendo una visita cerca de Atlixco), y estuvo genuinamente preocupado por la persistente idolatría, como confirma David Brading: “Manuel Fernández de Santa Cruz [...] afirmó que los indios se inclinaban a ocultar su idolatría mediante la devoción a las imágenes sagradas, e insistió en que los agentes de este culto debían ser castigados y encarcelados” (Brading, La Nueva España: Patria y religión, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2015, p. 94). 98. La Carta atenagórica está impresa en los mismos tipos de origen holandés que su impresor, Diego Fernández de León, había hecho traer en 1688. Fernández de León había comenzado su carrera a inicios de 1683, abriendo una tienda de libros en Puebla; era un impresor celoso de su negocio, por ello consiguió su propia marca tipográfica. Fue uno de los pocos impresores novohispanos que la tuvieron, y el único avecindado en Puebla, aunque luego se trasladaría a la Casa Profesa de la Compañía de Jesús en la Ciudad de México (véase Castro Regla, La marca tipográfica de Diego Fernández de León, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2010). A la imprenta

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Por su parte, Isidro de Sariñana y Cuenca, mecenas y dedicatario de la obra,99 había sido electo obispo de Antequera (hoy Oaxaca, capital) en 1683, y consagrado en 1684; fue catedrático en la universidad, fundó varios colegios y escribió algunos buenos sermones panegíricos, como la Oración fúnebre de veintiún religiosos de San Francisco que murieron a manos de los indios apóstatas de la Nueva México (1681) o los Desengaños de la vida y Llanto del Occidente en el ocaso del más claro sol de las Españas (1666). Escribió también algún texto doctrinal, como Metodología sacra (1652), e incluso poemas, como las Décimas de desengaño de la vida. Materia de la deseada y última dedicación del templo Metropolitano de México (1668); aunque se trató de un poeta mediocre del que escribiría con su acostumbrada elegancia Alfonso Reyes: “Muy comentadas y glosadas han sido las frías décimas de Isidro de Sariñana Al desengaño de la vida, ejercicio ascético en rima, sin el menor encanto, que no estamos ciertos hubiera complacido a Francisco de Quevedo”.100 En cualquier caso, si en las letras Sariñana

de Diego Fernández de León se debe la publicación de una buena cantidad de obras importantes para la historia y la literatura novohispanas, entre las que podemos contar el Compendio del arte de la lengua de los Tarahumaras y Guazapares (1683) de Tomás de Guadalajara, la Carta atenagórica de sor Juana (1690), el Manual de los santos sacramentos de Palafox (1691), Luz de verdades catholicas (1691-1696) de Juan Martínez de la Parra, la Explicación teórica y práctica del libro cuarto del Contentus mundi de Antonio Núñez (1691), o el Compendio de la vida y virtudes de la venerable Catarina de San Juan (1692) de Joseph de Castillo Grajeda, entre otros. 99. Recuérdese que para costear la impresión, como escribe González de Amezúa, el autor “cuenta en su albedrío con un medio sutil y persuasivo: la dedicatoria; porque ya lo dijo Quevedo: ‘Todos dedican sus libros con dos fines [...]: el uno, de que la tal persona ayude para la impresión con su bendita limosna; el otro, de que ampare la obra de los murmuradores’. Bastará, pues, que el novel autor dirija su libro a un opulento magnate, estampando su nombre y títulos orondos con grandes y llamativas letras de su linaje, para que aquel se ablande y descorra los cordones de su bolsa, más o menos repleta”, y adelante: “Dos hojas más allá, en sus preliminares, la humilde y servil dedicatoria hará larga reseña de las hazañas y méritos personales del mecenas” (González de Amezúa, op. cit., p. 343). De este modo, en la dedicatoria no solo se ponderaban los méritos personales del destinatario, sino que, además, podían celebrarse las glorias de su linaje; por ello, en la portada, en lámina aparte, al comienzo de la misma dedicatoria aparecían grabadas las armas del dedicatario, como sucede en el libro de Diego Jaimes. 100. Reyes, Letras de la Nueva España, en sus Obras completas, t. XII, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1960, p. 60. Sobre la carrera universitaria de Sariñana, véase Leticia Perez Puente, Tiempos de crisis, tiempo de consolidación La catedral metropolitana de la ciudad de México, 1653-1680, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2005, p. 203.

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no encontraría la musa, su carrera eclesiástica sí fue brillante, y sustentada buena parte de ella en su devoción extirpadora, misma que le llevaría a establecer en 1686 la primera cárcel perpetua para idólatras del virreinato.101 Frente a ellos, el autor de la carta inserta, Francisco Núñez de la Vega (1634-1706), fue, sin duda, un personaje mucho menos conocido, aunque tuvo una notable labor precisamente dirigida a la extirpación de idolatrías.102 Es autor de unas Constituciones diocesanas del obispado de Chiapa y de nueve Cartas pastorales (impresas por Cayetano Zenobi en Roma, 1702, aunque sin autorización, por lo que fue motivo de secuestros oficiales y órdenes de destrucción),103 en las que condena las prácticas de idolatría de los indios de su diócesis. Fue consagrado obispo justamente por Santa Cruz,104 quien probablemente pidió a Diego Jaimes la inclusión a destiempo de la carta en cuestión. En cualquier caso, la privilegiada posición de la carta de Núñez entre los preliminares de este libro, antecediendo a las de los otros dos ilustres obispos, solo con mucha dificultad podría verse como consecuencia de decisiones de índole política a favor del texto o de la causa defendida, porque ni en honra ni en obras era mayor Núñez que los otros dos prelados, de modo que no habría preeminencia razonable que la justificara. Es verdad, como se ha dicho, que muy probablemente la decisión de incluir dicha carta pudo obedecer a sugerencias o presiones del obispo Santa Cruz, a las que Diego Jaimes no se habría podido resistir, sin embargo, hubiese podido cumplir perfectamente con ellas poniendo la carta de Núñez después de las otras dos, sin 101. Véase Tavárez, Las guerras invisibles. Devociones indígenas, disciplina y disidencia en el México colonial, Oaxaca, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2012, pp. 326-336. 102. Como lo reconocía ya Emeterio Pineda: “Fue sumamente laborioso, pues trabajó incesantemente en estirpar [sic] la idolatría entre los indios” (Descripción geográfica del departamento de Chiapas y Soconusco, Ciudad de México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1845, p. 136). 103. Hay, sin embargo, edición moderna (de María del Carmen León Cázares y Mario Humberto Ruz, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1988), entre cuyas páginas 237 y 238 se incluye también la carta en cuestión. Véase también el artículo de María del Carmen León Cázares, “La presencia del demonio en las Constituciones diocesanas de fray Francisco Núñez de la Vega”, Estudios de Historia Novohispana, 13 (1993), pp. 41-71. 104. Años antes, en 1672, Santa Cruz también había sido presentado para la mitra de Chiapas.

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duda, plumas de mayor vuelo y jerarquía. Por tanto, la explicación de la posición de la carta inserta debe intentarse, desde una perspectiva más estructural y menos política, aunque se trate de preliminares de carácter social. A este propósito sirven muy bien los conceptos de análisis textual propuestos por el sistema bibliográfico anglosajón: edición, emisión y estado, útiles justamente para determinar las distintas variedades que pueden ofrecer los ejemplares de una misma edición.105 Se trata de un procedimiento pertinente para el análisis de problemas de fijación textual como el que presenta la princeps de Luz y método, desde que supone una collatio inicial no atenta a la comparación del contenido textual, sino a la disposición formal del libro. Por “edición”, en este contexto, se entiende “el conjunto de ejemplares de una obra, impresos de una composición tipográfica única o que ofrece ligeras variaciones”, como precisó Jaime Moll;106 mientras que la “emisión” supone una variante en la tirada de dicha edición y ha sido definida como el “conjunto de ejemplares, parte de una edición, que forma una unidad intencionadamente planeada”.107 Es posible reconocer dos posibilidades de variantes por emisión en una misma edición: en primer lugar, aquellas emisiones producto de variaciones formales sucedidas antes de la puesta en venta del libro, como cuando se alteran portadas o fechas de impresión para una parte de la tirada, o bien cuando se imprime una parte de la tirada en papel de diferente 105. Los iniciadores de esta trilogía de conceptos fueron Fredson T. Bowers (Principles of Bibliographical Description, Princeton, Princeton University Press, 1949), John Carter y Nicolas Barker (ABC for Book Collectors, London, Oak Knoll Press/ British Library, 2004 [1952]) y Philip Gaskell (A New Introduction to Bibliography, Oxford, Clarendon Press, 1972). 106. Jaime Moll, “Problemas bibliográficos del libro del Siglo de Oro”, Boletín de la Real Academia Española, 59, 1979, p. 49. Similar definición en Pedraza, Clemente y De los Reyes, El libro antiguo, Madrid, Síntesis, 2003, pp. 250 ss. Carter y Barker definen del modo siguiente: “Strictly speaking, an edition comprises all copies of a book printed at any time or times from one setting-up of type without substantial change (including copies printed from stereotype, electrotype or similar plates made from that setting of type)” (ABC for Book Collectors, London, Oak Knoll Press/British Library, 2004, p. 87). 107. Moll, art. cit., p. 10. El Descriptive Cataloging of Rare Materials trae al respecto: “A group of published copies of an impression which constitutes a consciously planned publishing unit, distinguishable from other groups of published copies of that impression by one or more differences designed expressly to identify the group as a discrete unit” (Washington, D.C., Library of Congress, 2011, s/p).

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calidad o, finalmente, cuando una parte de la tirada se imprime de un modo en que luego se puedan vender por separado las diferentes secciones del libro; en segundo lugar, aquellas variaciones sucedidas después de la puesta en venta, como cuando se agrega una nueva portada o algún pliego de preliminares nuevo para rejuvenecer la edición o cuando un librero adquiere restos de edición de un libro y elude así cuestiones legales. Por supuesto, no es posible reconocer la inclusión de la carta de Núñez en los preliminares del libro de Diego Jaimes como una “emisión” de la editio princeps, pues no hay intención ni condición comercial alguna que la explique; en cambio, si los “estados” de un libro se constituyen por “las variaciones, no planeadas intencionadamente, que presentan los ejemplares de una edición, producidas durante la impresión”,108 estamos frente al tipo de variación que encontramos en la edición de esta obra. Porque se trata de variantes producidas por adiciones textuales durante la impresión, como escribe Pedraza: “Todas las emisiones de una edición tienen el mismo texto. Por el contrario, la existencia de diversos estados desvela variaciones textuales que pueden llegar a ser de considerable importancia”.109 De este modo, la extemporánea incorporación a las prensas de la carta de Núñez de la Vega supone una variante estructural no insignificante en la obra de Diego Jaimes, aunque su ubicación en el cuerpo del libro no refleje decisiones de índole política propias de los preliminares de carácter sociocultural. Y es que la explicación de dicha posición es mucho más simple si se determinan las implicaciones estructurales de la constitución física del libro en su variante de estado; en este sentido, la preeminencia estructural que Diego Jaimes da a la carta de Núñez no parece tomar en cuenta el prestigio del obispo, sino que se explica por el hecho de que se trata de la inserción a media tirada de un nuevo cuadernillo de medio pliego en cuarto, que necesariamente

108. Moll, art. cit., p. 17. 109. Pedraza, Clemente y De los Reyes, op. cit., p. 253. Carter y Barker escriben al respecto: “When alterations, corrections, additions or excisions are effected in a book during a process of manufacture that may continue after ‘publication day’ (itself a dubiously distinct event), copies exhibiting variations will go on sale indiscriminately. These variant copies are conveniently classified as belonging to different states of the parts of the book thus affected (not of the book itself ); to label them issues requires some connection with the progress of the edition” (Carter y Barker, op. cit., pp. 133-134).

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debía quedar justo después del cuadernillo de pliego completo (cuatro folios, ocho páginas) en el que se encontraba ya la portada, la dedicatoria, las armas del dedicatario y el grabado de Cristo en la cruz. La carta no podía insertarse tampoco después de las cartas de los otros dos obispos justo por el hecho de que dichas cartas y las aprobaciones que les sucedían constituían ya dos cuadernillos bien formados de pliego completo. En suma, la impresión del libro que aquí se edita presenta una variante textual que, aunque común en libros de la época, supone un problema cuya determinación ha sido necesaria para su fijación y, a la postre, su edición; en tanto que, como escribe Jaime Moll: “La fijación de la edición y sus variedades, emisiones y estados, nos permitirá, entre otras cosas, conocer el proceso de realización de la misma [...] [y], además, nos ayuda a la fijación del llamado ejemplar ideal, definido como el que ofrece el estado más perfecto de la obra, según la intención del autor, editor e impresor”.110 El ejemplar ideal de nuestro libro es, por supuesto, el que incluye la carta de Núñez de la Vega en su lugar y forma originales. Cr i t e r i o s de e di c i ó n En esta edición de Luz y método de confesar idólatras se usó como texto base la única impresión de la obra, hecha en 1692, fijando el texto con la inclusión de la variación de estado que supone la presencia de la carta del obispo Núñez de la Vega en algunos ejemplares conservados. Se optó por la modernización gráfica, siguiendo los lineamientos de la colección “El Paraíso en el Nuevo Mundo”, pues se ha pretendido ofrecer al lector un acercamiento al sentido del texto y no tanto a su estado gráfico original; una experiencia de lectura por un lado similar a la que tendría un lector de la época en que el texto fue concebido (para lo que la distancia que impondría por sí misma la grafía antigua sería un problema) y, al mismo tiempo, una lectura mesurada por la misma distancia, pero racionalizada en las notas explicativas.111 Es cierto que 110. Moll, art. cit., p. 30. 111. Es decir, se comparten las convicciones de Fredson Bowers en el sentido de que “a critical edition is not the bastard child of a facsimile or reprint text; if is properly contrived it is an improvement, in that it more faithfully represents the author’s

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una edición modernizada no resultaría útil para el especialista que pretenda recuperar el estado “ortográfico” del texto (que es, finalmente, lo único que se pierde con la modernización), aunque para ello no sería necesario trabajo ecdótico alguno, pues hoy en día tenemos al alcance (y cada vez más) la reproducción digital del original que es, finalmente, la única fuente enteramente fiable para la reconstrucción ortográfica. Debería tenerse en cuenta, además, el carácter fluctuante de la grafía de los siglos xvi al xviii (hasta antes de la primera normalización, en 1738, por parte de la Real Academia de la Lengua), para proceder con cautela a la hora de preferir criterios conservadores. Porque sacralizar la grafía de la época, en el caso de los impresos, nos llevaría al absurdo de, en aras de buscar el acercamiento “más auténtico”, ignorar que debido justamente a la poca fijeza de criterios en la época, al autor generalmente importaba poco con qué ortografía y puntuación aparecieran sus obras. Tal vez, con la intención de conservar las grafías lo único que lograríamos sería acercarnos a las decisiones del impresor o del cajista y no del autor.112 Y es que, como afirma Javier Rodríguez Molina, Por encima del respeto al manuscrito se encuentra el respeto al texto y, en última instancia, el respeto al lector. Pretender dejar, sin más argumentos, el texto en el estado en el que el códice nos lo ha conservado es dar un paso atrás respecto a la situación medieval: no olvidemos que ya en el siglo xiv el propio copista y otras manos posteriores corrigieron algunos errores evidentes. Negar al editor el derecho a la conjetura es negarle mucho, máxime cuando éste generalmente considera que la edición crítica no es

intentions than any reproduction of a single transmitted documentary form can do [...]” (Bowers, Textual and Literary Criticism, Cambridge, Cambridge University Press, 1959, p. 149). 112. Como escribe Fermín del Pino Díaz, “A la hora de editar un texto, es necesario comprender que quienes pretendían regular la ortografía eran los impresores, no los escritores, por lo que los primeros podían manipular de manera arbitraria la obra, ergo, muchos de los errores o complicaciones para leer que se ven en un texto, pueden no ser tanto responsabilidad del autor, como de su ‘editor’. // No es errar modernizar la ortografía. El autor escribía a su manera para comunicarse en su tiempo, no como un método acrisolador y arcaizante. Querer mantener las grafías sería atentar contra la voluntad del autor, que es comunicar lo escrito” (en su artículo “Hermenéutica y edición crítica de la Historia Natural y moral de las Indias del P. Acosta”, en Ignacio Arellano y José Antonio Rodríguez Garrido (eds.), Edición y anotación de textos coloniales hispanoamericanos, Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 1999, pp. 305-349).

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sino una hipótesis de trabajo, que como tal se halla expuesta a constante revisión y actualización (y de ahí la existencia de los aparatos críticos).113

Uno de los aspectos más problemáticos de la modernización es la puntuación, aunque, paradójicamente, es donde debería haber mayor acuerdo, desde que el español no tuvo en los Siglos de Oro (ni tiene ahora) un sistema seguro de puntuación.114 Y es que puntuar es interpretar, por lo que, como propone Celsa García, “siempre que la puntuación original permita el entendimiento, se debe respetar; cuando no, es momento de interpretar para deshacer ambigüedades y aclarar”.115 En cualquier caso, recuérdese que la puntuación era, para los siglos xvi-xviii, más una ayuda para la lectura en voz alta que otra cosa, de modo que los signos servían menos para indicar una pausa gramatical que una respiratoria, de ahí los aparentes excesos o incoherencias que podemos encontrar en el libro de Diego Jaimes (dados

113. Y agrega, “al igual que los editores críticos justifican sus intervenciones, harían bien los editores más conservadores en explicar sus omisiones. Si decidimos conservar determinada lección, que sea porque contamos con criterios rigurosos para ello y porque verdaderamente éstos puedan ganar la mano a los argumentos por otros esgrimidos. Porque aplicar un criterio conservador en la edición por el mero hecho de conservar (o por un respeto al manuscrito mal entendido) no resulta un criterio científicamente válido, sino más bien un signo de apatía intelectual y cómoda dejación de las responsabilidades que conlleva la dura tarea de editar un texto” (Rodriguez Molina, “In dubio pro codice: tiempos compuestos y enmiendas editoriales en el Poema de Mio Cid”, Boletín de la Real Academia Española, 84, 2004, p. 170). 114. “Resulta significativo que teóricos de la puntuación como Juan de Yziar o Jiménez Patón acaben remitiendo al ejemplo de los buenos impresores como modelo para imitar: es decir, que en la práctica real no se trataba de que el impresor respetase la puntuación de un autógrafo (que no la llevaba); más bien el escribiente podría orientarse a la hora de puntuar siguiendo los modelos de los impresores de prestigio. No tiene sentido, por tanto, en estas circunstancias, plantearse el supuesto grado de fidelidad que un impreso podría mantener respecto a un autorizado modelo autógrafo” (I. Arellano, art. cit., p. 22). Lo mismo puede decirse del uso de la tilde. Véanse al respecto los trabajos de Fidel Sebastián Mediavilla: La puntuación en el Siglo de Oro. Teoría y práctica (tesis doctoral, Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, 2001; disponible en ); La puntuación en los siglos XVI y XVII (Barcelona, Universidad Autónom, 2002); “Las primeras ediciones de La Celestina y su puntuación” (Boletín de la Real Academia Española, 83, 2003, pp. 113-135). 115. García Valdés, “Anotación de un texto satírico: La endiablada, de Juan Mogrovejo de la Cerda”, en I. Arellano y J. A. Rodríguez Garrido, ed. cit., pp. 145-188.

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nuestros criterios modernos pensados exclusivamente para la lectura silenciosa), que obligaron a su revisión y modernización.116 En suma, esta edición de Luz y método de confesar idólatras presenta su ortografía modernizada, considerando la dimensión histórica de la lengua y el propósito superior de respetar el sentido del texto (no el estado original de la escritura); ello incluye la acentuación, el uso de mayúsculas, la puntuación, al tiempo que se desatan abreviaturas. Con ello pretendemos ofrecer, tanto al especialista como al investigador en formación, un texto depurado, enmendado y anotado que permita un acercamiento útil y provechoso a esta obra fundamental de la consolidación político-religiosa del México colonial; un acercamiento con mirada contemporánea y con propósitos clarificadores que a su vez permita iluminar zonas oscuras de la mestiza y problemática formación ideológica del México contemporáneo.

116. Véanse sobre esto las consideraciones de José Antonio Mazzotti en su artículo “Criterios trasatlánticos para una buena edición crítica de los Comentarios Reales”, en I. Arellano y J. A. Rodríguez Garrido, ed. cit., pp. 245-259.

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Calvario, grabado en la imprenta de Diego Fernández de León (Puebla, 1692).

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Jesús, María y José. Al ilustrísimo señor doctor don Isidro de Sariñana y Cuenca, catedrático antes de Prima de Sagrada Escritura en la Real Universidad de México, canónigo lectoral, chantre y deán de la metropolitana de la misma ciudad, y ahora obispo de Antequera, valle de Oaxaca. D E DI C AT O RI A A D I C H O I L US T R Í S I M O Y R EV E RE N DÍ S I M O S E Ñ O R Bien sabe vuestra señoría, con su realzado talento, que es sentencia muy cierta que hay libro de la vida y que en él se escriben los que con valeroso ánimo, embrazando el escudo de nuestra santa fe, hacen cara varonil al enemigo de ella (que es el demonio) que con tantas astucias pretende y ha pretendido siempre borrarla de los corazones de los miserables naturales de este reino, y de esta manera borrarlos también de dicho libro y hacerlos errar su camino.1 Pero vuestra señoría, como pastor tan celoso de la mayor honra y gloria de Dios, bien y salvación de las almas, ha cumplido con las obligaciones del verdadero pastor que refiere el evangelista san Mateo en el capítulo 18 de su historia, en que dice que ¿qué pastor hay que tiene cien ovejas, que habiéndosele perdido y errado una el camino, no deja las noventa y nueve en los montes y sale a buscarla, y habiéndola hallado no tenga más consuelo

1. El “libro de la vida” como registro de los actos de los hombres entraña una noción de historia providencial, recurrente, como se sabe, entre historiadores religiosos. Así, por ejemplo, fray Agustín de la Madre Dios, autor del Tesoro escondido en el monte carmelo mexicano [...] (1646-1653), la primera historia de la provincia carmelitana de San Alberto de México, inicia su obra con una definición providencial de historia como libro de la vida: “Llamó a la Historia Nicetas Croniates [sic por Coniates] trompeta del juicio y libro de la vida; esto porque en él se escriben las de los justos y aquello porque la historia les hace resucitar” (citamos por la ed. de Eduardo Báez Macías, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986, p. 19).

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con haber hallado aquella que se le perdió y erró el camino, que no sobre las noventa y nueve, que no se le perdieron ni lo erraron?2 Y así se le fue el corazón a vuestra señoría no solamente tras de una, que es lo que dice el santo evangelista, sino también tras de muchos millares de ellas, no solamente nacidas sino también por nacer, que habían de errar el camino y perderse como sus padres, por nacer y morir debajo de la secta de ellos; con que ha privado vuestra señoría, con su magnánimo corazón, a su enemigo de la posesión que tenía de tantas ovejas y almas que había hecho errar el camino, y restituirlas a dicha santa fe y libro de la vida de que las había borrado, y que se espera irán a poblar las sillas del cielo que para eso las va recogiendo y sujetando, que es lo que hace el buen pastor: recoger el ganado perdido y lastimado de muerte para curarlo en la cárcel perpetua3 que ha conseguido de su Majestad (que Dios guarde). Acción tan primorosa y excelente que sola ella ha sido la primera, y porque se ha hecho vuestra señoría pastor y prelado digno de eternas memorias y alabanzas, porque con dicha diligencia se sigue el ánimo de sus ministros en la batalla y la total ruina y pérdida de la abominable peste de la idolatría; porque cesará quitando de los pueblos los sacrificadores y ministros del enemigo de donde ella pende y tiene todo su ser. Y deseando yo tener alguna parte en el grande premio que por ella ha de tener vueseñoría de Nuestro Señor en el cielo, he querido ayudar a mis hermanos sus curas y rectores con los puntos que están recogidos en este tratado; que con la experiencia y trabajo de tantos años he adquirido con el mismo uso de la administración, así en este obispado como también en el de vueseñoría en cinco o seis años que administré en él (donde corre la misma secta que acá), dedicarlo y ofrecerlo, como lo dedico y ofrezco a vueseñoría ilustrísima para que le acredite 2. “¿Qué os parece? Si tuviese algún hombre cien ovejas, y se descarriase una de ellas, ¿no iría por los montes, dejadas las noventa y nueve, á buscar la que se había descarriado?” (Mateo 18:12). 3. La cárcel perpetua era la pena aplicable a “los reconciliados”, como se conocía a aquellos reos que admitían sus herejías o blasfemias; pues no por admitir la culpa quedaban sin castigo: “Quienes sufrían la pena de cárcel perpetua eran sometidos a un régimen penitenciario relativamente indulgente; sin embargo, además de estar recluidos, sufrían el embargo y confiscación de todos sus bienes [...]” (María Luisa Rodríguez Salas, Cinco cárceles de la Ciudad de México, sus cirujanos y otros personajes: 1574-1820 ¿miembros de un estamento profesional o de una comunidad científica?, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2009, p. 161).

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y ampare (que si tuviere algunos defectos le aseguro no habrán sido de la voluntad sino del entendimiento, por no haber alcanzado más), para que favorecido con la protección de su nombre llegue con más aliento a las provincias de este reino consiguiendo, más que el aplauso, la aceptación y utilidad de los naturales, a cuyo fin y mayor servicio de Dios principalmente se encamina su trabajo. Vueseñoría ilustrísima se sirva de recibir este obsequio que con gratitud le ofrece mi rendimiento, quien4 le guarde muchos años para el bien y amparo de su Iglesia con toda la prosperidad y grandeza que deseo, Santa Cruz Tlacotepec, etcétera. Ilustrísimo y reverendísimo señor. Menor capellán de vueseñoría ilustrísima que su mano besa bachiller Diego Jaimes Ricardo Villavicencio, cura vicario del partido de Santa Cruz Tlacotepec

4. Este pronombre del relativo “quien” debería estar en relación con un elemento de la oración anterior: “Dios”; anacolutos como este se ven más en esta obra. El valor de este texto no está, como se ve, en el refinamiento de su estilo.

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COPIA DE CARTA ESCRITA POR EL ILUSTRÍSIMO Y REVERENDÍSIMO SEÑOR MAESTRO DON FRAY FRANCISCO NÚÑEZ, OBISPO DE CHIAPA, DEL CONSEJO DE SU MAJESTAD ETC. AL MUY REVERENDO PADRE MAESTRO FRAY JUAN DE MALPARTIDA DEL ORDEN DE PREDICADORES 5 que por ser tan del intento de la materia de este libro, que después de impreso vino a dar a manos del autor, le pareció a este acertado insertarla en él para mayor autoridad y comprobación de lo que en él se trata, acreditando la necesidad de la doctrina que en él se contiene contra la idolatría Recibí la de vuestra paternidad muy reverenda con regocijo grande, pues por ella conozco no me tiene tan olvidado como entendía yo que me tenía. Alegrome que su salud sea buena, y el no haber sido yo muy frecuente con mis cartas ha sido entre otros cuidados una milpa muy crecida que sembró el demonio de la supersticiosa idolatría, llegando a tanta maldad que, por declaración de algunos reos, me ha constado, han tenido indios e indias acceso carnal con el demonio, íncubos y súcubos, y otras gravísimas monstruosidades que, por no ser de la calidad referida tan deshonesta, se las expreso a la señora Santa Rosa en su carta para que su merced y su santo convento hagan oraciones especiales por estos miserables indios y se las participe a vuestra paternidad muy reverenda para que, si le pareciese, le dé noticia individual de todo al ilustrísimo señor obispo de esa ciudad. Porque en instrumentos escritos en idioma índico, y por declaraciones diferentes de reos, me consta y ha constado que las provincias de todos los obispados de toda la Nueva España están infestadas y muy vivas en ellas y practicadas las ceremonias de esta secta supersticiosa de naguales, y gravísimos maleficios, sin que sea bastante para asegurarnos de que no los hay el que no se publican, porque en este 5. Fray Juan de Malpartida fue calificador del Santo Oficio, “profeso de la Orden de Predicadores, quien fue provincial del convento de Puebla y que sería recordado por encargarse en 1696 de la edificación de la ‘capilla de mixtecos’ en el atrio del convento” (Manuel Fernández de Echeverría y Veytia, Historia de la fundación de la ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, su descripción y presente estado, Ciudad de México, Altiplano, 1963, vol. 2, p. 322).

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punto guardan los indios tanto sigilo que no se descubren aunque los quemen vivos, ni quieren confesarlos aunque los cojan con ellos en las manos, y peor es que in articulo mortis hacen lo mismo. Mucho tenía que decir de tanta baratija diabólica como ha entrado en mi poder en que tenían el pacto con el diablo: cuatro libros del teponaguaste6 y algunos de ellos en idioma que solo el demonio le entiende y los mismos indios que lo aprenden, y con algunas cláusulas en lengua hebrea en que por modo de canto explicaban y daban noticia a qué parajes y sitios de cuevas, montes, cerros, etc., habían de ir a ejecutar las supersticiones y dar culto al demonio, y donde estaban las ollas de los huesos de sus primitivos gentiles a quienes hasta hoy en día les dan culto como a santos; y tienen un cuadernillo donde, como en calendario de la Iglesia, están escritos sus nombres y sus efigies, las tenían grabadas en diferentes piedras y encerradas en unas tinajas grandes hechas todas de una pieza con su tapa y metidas en una cueva, de donde las saqué e hice quemar en Huehuetlán, con auto público y general de fe en que salieron muchos penitenciados con corozas.7 Y la noticia de esta cueva constó de un cuadernillo historial en que el autor decía que cierto gentil llamado Hutubón, alio nomine Votán,8 fabricó a soplos la tal cueva de Huehuetlán, y que allí estaba un gran tesoro en unas tinajas tapadas, y que dejó nombrada señora de ella y tapianes indios que la guardasen;9 y se verificó porque la tal india señora y tapianes sucesores de los primitivos me la descubrieron con 6. Teponaztli, teponaztle, teponaxtli, teponaxtle o teponahuaztli, instrumento sagrado de percusión de los pueblos prehispánicos, usado regularmente en fiestas y danzas; era tanto su prestigio que “los padres franciscanos consideraron necesario romperlo y quemarlo”, como afirma Guy Stresser-Péan (El sol-dios y Cristo. La cristianización de los indios de México vista desde la sierra de Puebla, tr. Roberto Rueda y Arturo Vázquez, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2013, pp. 160-184). Se conservan algunos teponaztli prehispánicos que, en determinados momentos de auge de la persecución, las comunidades indígenas decidieron esconder bajo tierra. 7. “Cierto género de capirote o cucurucho, que se hace de papel engrudado, y se pone en la cabeza por castígo, y sube en diminución, poco más o menos de una vara, pintadas en ella diferentes figuras conforme el delito del delinqüente; que ordinariamente son Judíos, Hereges, Hechiceros, Embusteros y casados dos veces, consentidores y alcahuetes” (Aut., s.v., “Coroza”). 8. Balún Votán fue un personaje mítico del pueblo maya, fundador de ciudades y benefactor de la comunidad. 9. El tapián era un trabajador forzado: “a repartimiento laborer engaged in the construction of such public works as roads, bridges, and goverment or ecclesiatical buildings. Although it was forced labor, the worker was supposed to be paid half a real

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las prisiones que hice de ellos. A este tesoro de las efigies y retratos de los gentiles primitivos alude el canto y baile del teponaguaste, que se hace con unas tinajuelas tapadas;10 yo he quitado in totum este baile y quemado casi ciento cincuenta teponahuastes con más de cuatrocientas flautas y otras tantas tinajuelas que eran ministriles de este baile, y le llaman palo hueco, que indubitablemente tengo averiguado ser uno de los principales con que se da culto al demonio. Doy noticia a vuestra paternidad muy reverenda porque, si allá se usa tal baile de teponahuaste, le diga al ilustrísimo señor obispo don Manuel que luego luego lo prohíba, con rigurosísimas penas, porque coram Deo et Christo Iesu.11 Siento que es uno de los instrumentos diabólicos con que la divina majestad está más sacrílegamente ofendida en todos los pueblos de la Nueva España, y me alegrase que el contexto de esta mi carta corra por toda ella para que los ministros celosos se aviven más y los dormidos despierten sabiendo cuán crecida está la cizaña del demonio en medio del aparente trigo, que a la verdad en los corazones de los más indios está sin sustancia de fe cristiana y reducidos solo a algunas ceremonias externas de cristiandad. Esto debemos llorar todos como unos Jeremías, considerando que los ministros hemos trabajado y trabajamos casi doscientos años sin provecho, pero no hemos de desmayar cuando Dios nuestro señor nos ha abierto los ojos y ha sido servido de descubrirnos la vana seguridad con que estábamos. Dios guarde a vuestra paternidad muy reverenda muchos años. Ciudad Real y noviembre 16 de 1692. Beso la mano de vuestra paternidad muy reverenda. Su siervo, hermano y amigo fray Francisco, obispo de Chiapa y Soconusco.

daily” (Michael F. Fry, Historical Dictionary of Guatemala, Lanham, Rowman and Littlefield, 2018, s.v. “Tapián”). 10. Se llenaban, con diferentes cantidades de agua, pequeñas tinajas que se metían a su vez en otra muy grande, con una tapa sobre la que se bailaba (véase Ana Silvia Valdés Borja, Idolatría y conversión en el manual Luz y Methodo de Diego Jaymes Villavicencio [tesis], Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2012, p. 61, con información de Salvador Reyes Equiguas). 11. “Testificor coram Deo, et Jesu Christo, qui judicaturus est vivos et mortuos, per adventum ipsius, et regnum ejus: praedica verbum, insta opportune, importune: argue, obsecra, increpa in omni patientia, et doctrina: Te requiero delante de Dios y de Cristo Jesús, quien ha de juzgar a los vivos y a los muertos tanto por su manifestación como por su reino: Predica la palabra; mantente dispuesto a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende y exhorta con toda paciencia y enseñanza” (2 Timoteo 4:2).

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CARTA D E L I LU S T R Í S I M O S E Ñ O R DO C T O R DO N MAN U EL FE R N ÁNDE Z DE S A N TA C R UZ , O B I S P O D E LA PU EBLA DE L O S Á N GE L E S , A L A UT O R Mucho estimo a vuestra merced el trabajo que me dice ha emprendido en el libro que pretende imprimir donde, instruido de sus largas experiencias adquiridas en el ministerio de párroco, da luz para que los que están dedicados a este empleo disciernan y penetren los vanos errores en que frecuentemente caen engañados del demonio los indios, que al paso que se esmeran tanto en el culto de las imágenes, afectando religiosa devoción, se dejan arrastrar de su inclinación a la idolatría, juntando a Dagón y el Arca en un mismo altar.12 Y aunque por la misericordia de Dios en este obispado de la Puebla (que indignamente sirvo) se ha reconocido menos que en otros este daño,13 con todo será 12. “Y los filisteos, tomada el arca de Dios, trajéronla desde Eben-ezer á Asdod. Y tomaron los Filisteos el arca de Dios, y metiéronla en la casa de Dagón, y pusiéronla junto á Dagón. Y el siguiente día los de Asdod se levantaron de mañana, y he aquí Dagón postrado en tierra delante del arca de Jehová: y tomaron á Dagón, y volviéronlo á su lugar. Y tornándose á levantar de mañana el siguiente día, he aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de Dagón, y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado á Dagón el tronco solamente. Por esta causa los sacerdotes de Dagón, y todos los que en el templo de Dagón entran, no pisan el umbral de Dagón en Asdod, hasta hoy” (1 Samuel 5:1-5). Dagón es un dios filisteo con torso de hombre y aletas de pez. Era alabado por el pueblo como el dios del grano o dios pez; su etimología, al parecer, remite del hebreo dág, que significa pez y dágan, que es grano. Sobre la controversia del origen y significado de la palabra Dagón, véase el artículo de Gregorio del Olmo Lete, “Origen y decadencia de Dagán”, en Joseph Cervelló Autuori y Alberto J. Quevedo Álvarez, (eds.), ...ir a buscar leña: estudios dedicados al prof. Jesús López, Barcelona, Aula AEgyptiaca, 2001, vol. 2, pp. 85-90. El nombre del dios filisteo aparece también en Crónicas 10, Josué 15:41, 19:27 y Jueces 16:23. 13. La persecución de idolartías en la región del obispado de Puebla podría haber sido más frecuente de lo que Santa Cruz pretende. Ya en 1539, Zumárraga había procesado al indio Tlilanci, del pueblo de Izucar, a quien le arrancaron la confesión de que había sacrificado a ocho jóvenes a los dioses (véase Richard E. Greenleaf, Zumárraga y la Inquisición mexicana. 1536-1543, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1988, p. 79). Todavía en 1647 se cuela como tema de la carta del obispo Palafox a Inocencio X contra los jesuitas (Salvador González publicó una traducción al castellano en Madrid, 1766). E incluso en el informe que Juan Villa Sánchez presentó en 1746 al ayuntamiento de la ciudad de Puebla, que “Instruye de la Fundacion, Progresos, Agricultura. Comercio, etc, de la espresada Ciudad”, su autor debe consignarlo como contexto de la fundación de la ciudad (Puebla sagrada y profana. Informe dado a su muy ilustre Ayuntamiento, ed de Francisco Javier de la Peña, Puebla, por José María Campos, 1835).

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muy provechoso para despertar el desvelo de los ministros; porque se debe recelar que el cuidadoso artificio de los indios en ocultar sus idolatrías esconda entre las demostraciones exteriores de religión el áspid de alguno de sus errores. Represéntame también vuestra merced su desconsuelo, nacido de que siendo tanto su infatigable celo en romper las malvas de la inculta selva de la idolatría, ya predicando, ya castigando, no bastan todas sus diligencias a extirpar de raíz la semilla perniciosa de la idolatría, aunque en muchos reducidos ha respirado su espíritu, viendo en gran parte logrado su trabajo. Sobre que debo representar a vuestra merced que el único medio para desterrar las tinieblas de la infidelidad es la continua, oportuna y aun importuna predicación de los ministros, como vuestra merced lo practica, y como a todas horas lo amonesto por mis cartas, encargo y mando en repetidas visitas que he hecho de mi obispado. Este fue el instrumento de que se valieron los apóstoles para plantar en todo el mundo la fe, pero vestidos de una mansedumbre de paloma por los oídos sembraron la divina palabra, no con azotes por las espaldas. No dudo que conviene el castigo para reducir a los obstinados, especialmente a los maestros de estos errores, en quienes la experiencia ha enseñado cuan infructuosa es la corrección; porque haciendo oficio de su doctrina para comer no dejan hasta la muerte de engañar a los incautos, prefiriendo el interés a la salvación. En estos es muy importante el castigo, y que vivan y mueran en una cárcel; porque ya que no se consiga su remedio se evite en otros el daño preservando a los demás de su contagio, como lo ejecuta el ilustrísimo señor doctor don Isidro de Sariñana, varón de grandes letras, espejo de prelados y retrato de los de la primitiva Iglesia. Pero con los que más por ignorancia y debilidad de ánimo que por malicia deslizan a la idolatría, conviene mucho la suavidad, porque si sabe el indio que ha de hallar en el ministro entrañas de padre, descubrirá lo más íntimo del corazón y, al contrario, si es universal para todos el castigo ocultará su encancerada llaga, gustoso con su propia ruina. Ha de imitar el párroco en el castigo al de Dios que es espada con propiedades de rayo, como dice David, porque como el rayo a todos atemoriza y solo hiere a uno o a pocos; así en delitos de idolatría el golpe del castigo ha de dar recio en los dogmatistas y maestros, que esto bastará para que escarmiente y horrorice a todos los que se hallaren comprehendidos en el delito. Aquella mujer que se hizo

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abogada de Absalón comparó discretamente los hombres a las aguas, porque como estas, blandamente sustentadas de las manos, no deslizan, y apretadas se precipitan, así los hombres apremiados del rigor se pierden y nos engañan.14 Es muy noble la voluntad del hombre y no desdice de esta generosidad, aunque incultos y toscos la de los indios no se rinde al golpe ni al azote, y la más obstinada se ablandará a la dulce y suave persuasión. Aún la piedra del desierto golpeada de Moisés se resistió a la primera herida en dar agua, y la diera copiosa si este gran gobernador la hubiera solo hablado con blandura; aún las fieras dijo Séneca que se domestican con halagos.15 El corazón más de fiera (y el indio más de piedra) dará lágrimas de compunción si en lugar del castigo es atraído del halago y del cariño. Ha de imitar para con estos miserables el párroco a los perros del avariento, que tenían dientes pero no mordían, solo usaban de los labios para lamer las llagas, halagando. La persuasión eficaz y la reprehensión suave hacen mayores milagros en los corazones de estos miserables, que no los rigurosos cauterios. No sacan los castigos los ídolos del corazón, éntranles más, y solo consiguen el que se escondan con más cautela y cuidado. Bien pueden rendirse los idólatras con las cárceles en lo exterior, pero nunca mudarán la religión ni sanarán verdaderamente arrepentidos. Luego que Safira,16 católica, se vio entre los pies de nuestro padre san Pedro expiró, siendo así que santo Tomas, infiel, cuando registró el corazón de su maestro resucitó a la fe; porque el súbdito pisado perece de conocido y no suele quedar enmendado. Sábese de cierto de 14. Se refiere al pasaje en el que la mujer de Tecoa aboga por Absalón, quien había sido desterrado por su padre, David, por haber matado a su hermano Amnón, en venganza por haber este violado a su hermana Tamar: “La mujer añadió: ¿Por qué, pues, has pensado tú cosa semejante contra el pueblo de Dios? Porque diciendo el rey estas cosas se confiesa culpable él mismo, por cuanto el rey no deja volver a su desterrado. Todos de cierto morimos y somos como agua derramada en tierra que no puede volver a recogerse. Ni Dios quita la vida, sino que provee medios para que el desterrado no siga alejado de él” (2 Samuel, 14:13-14). 15. Séneca, De la ira, III, 8 (Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 1999: _. Consultado el 3 de abril de 2019. 16. La historia relata que Ananías y su mujer, Safira, ambos miembros de la Iglesia primitiva, vendieron una propiedad cuyo valor correspondía a la comunidad y se quedaron con la mitad del costo. Pedro reprende a Ananías y este muere en el acto; lo mismo sucedió con su mujer (Hechos 5:1-10)

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Safira la ruina, pero se ignora que retractase el delito; mas el apóstol luego que vio y tocó finezas de amor en el corazón de su maestro depuso la infidelidad, fortificado en la fe. Los azotes, las cárceles y los grillos estropean y aun matan, pero no convierten ni sanan. Más rinde el corazón del ministro cuando se muestra amoroso a los indios que cuando el celo esgrime rigores. Cuando Dios se mostró a Isaías en majestad de superior, aunque ocultaba muchas partes de su soberanía no permitió que los serafines escondiesen su corazón: volaban para dejarle a la vista; porque como es este el centro del amor, estando patente mostraba un dulce atractivo para ganar a los súbditos. ¿Qué no harán los fáciles indios por un párroco si están seguros de que les ama su corazón? No por otra causa, dice Eliano, que presurosos surcan los mares los peces buscando ansiosos al pez llamado “festen”, sino porque en la boca de este se convierten dulces las aguas más salobres.17 Pescadores son los párrocos: si quieren llenar de humanos peces sus redes, entretéjanlas de suavidad y dulzura. Suele atemperarse el celo al genio que le recibe: quien es rígido de natural bautiza con nombre de celo su enojo, su cólera e impaciencia; y así el que se viste de este consigue muy pocos triunfos, porque rigor que amenaza espanta, no cura, turba, no sana, inquieta, destruye y no edifica ni purifica. El verdadero celo, como hijo primogénito de la caridad, es paciente, es sufrido y benigno, no es llama de Mongibelo,18 es rayo del fuego que descendió a los apóstoles, todo luz, todo amor; en este ha de arder el ministro: despida llamas que abrasen, que alumbren, pero sin quemar un cabello; conviertan en cenizas las idolatrías pero sean marea suave a los reos; despida llamas el párroco, pero que alumbren con la palabra de Dios la ignorancia de estos miserables indios; persuada, convenza su entendimiento con las noticias y verdades de nuestra fe; repita una y otra vez la explicación de sus misterios hasta que los perciba su grande incapacidad y rudeza; decláreles la diferencia 17. El relato probablemente se encuentre en la Historia de los animales de Eliano. Aunque es más probable que Santa Cruz lo haya tomado de la “Aprobación” de Agustín de Ocaña al Despertador Christiano de José de Barcia y Zambrana, colección de sermones impresa en 1687 (Barcelona, por Vicente Suriá). 18. Mongibelo es uno de los nombres del Etna, volcán Siciliano que era paradigma de furia ardiente. Según el Diccionario de autoridades, el nombre puede usarse justamente para designar “Lo que está mui encendido y ardiente, y como echando llamas. Díxose assí a semejanza del monte Etna, que está en el Réino y Isla de Sicilia, y arroja continuamente fuego. Es voz mui freqüente en la Poesía” (Aut., s.v., “Etna”).

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de los dos tribunales, de los dos empleos que suele ejercer el ministro de juez y de confesor, que es tal la rudeza del indio que juzga que lo que sujeta al tribunal de la penitencia se ha de reducir a estrépito judicial. Pondere en púlpito y confesionario con acrimonia lo enorme del delito de la idolatría, lo execrable de sus errores; pero al mismo tiempo que aplica el vino de la reprehensión, ha de mezclar como compasivo Samaritano el óleo del consuelo, abriendo el corazón, los brazos y el cielo a los que piden misericordia, que esta suavidad diestramente aplicada hace maravillosas mudanzas, y basta a pasar a los feligreses de la mano siniestra de la reprobación a la derecha de los predestinados. Registre vuestra merced sus pasos, advierta con seria reflexión si su trabajo, sus diligencias en la conversión de sus feligreses, se nivelan a las propiedades que relucen en el que es verdadero celo; y si no degeneran (como yo lo entiendo) de este generoso y noble principio, repose en una quieta tranquilidad y cristiana resignación, porque Dios no ha de pedirle cuenta de los peces que cogió sino si echó las redes, y el modo y diligencias que en el empleo de evangélico pescador aplicó. No hace cargo Dios de lo que se coge sino de lo que se siembra, por eso comparó al obispo, al párroco y predicador al que siembra, no al que coge, porque la cosecha es de Dios que únicamente domina en los corazones humanos, y solo corre por cuenta del ministro la siembra. El labrador de la tierra pierde el trabajo que puso en sembrar, regar y escardar la tierra, si por el hielo u otro accidente no coge el maduro fruto. Pero el labrador del cielo, el párroco y predicador evangélico, como dice san Juan Crisóstomo, tiene el premio en sus fatigas, aunque se le defraude el esperado fruto. 19 Siembre vuestra merced predicando, riegue, escarde extirpando la embriaguez, que es la que levanta vapores y nieblas que ofuscan la luz de la verdad, para que no la perciban los indios en quienes es innata la propensión a este vicio;20 que por este medio debe esperar vuestra 19. Crisóstomo, el gran predicador desterrado, defensor de un cristianismo militante, bien podía ser modelo de quien proponía una persecución activa de las idolatrías mediante una predicación dura y decidida, y en contra de no pocos clérigos que podían ser considerados, en este aspecto, indolentes. Glosando el pasaje evangélico en el que los hijos de Zebedeo piden a Jesús honores (Mc. 10, 32-45), dice Crisóstomo: “Éste no es tiempo de premios, ni es ahora cuando se ha de manifestar mi gloria; la vida presente es tiempo de muertes, de guerra y de peligros” (Homilía 65, 2-4: PG 58, 619-622). 20. Sin duda la embriaguez fue un problema social y de salud pública importante en la sociedad novohispana, sobre todo entre los siglos xvi y xvii, cuando se tiene registro de la producción y consumo de más de 70 tipos de bebidas alcohólicas, solamente entre

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merced llenará las obligaciones de su cargo y dará satisfacción al que le ha de hacer en su juicio Dios, cuando le tome cuenta de las almas que encomendó a su cuidado, como yo lo pido a su merced, y que guarde a vuestra merced en su gracia. Puebla de los Ángeles, y enero 15 de 1691. De vuestra merced, Manuel, obispo de la Puebla. Señor bachiller Diego Jaimes Ricardo Villavicencio.

las no destiladas (véase Augusto Godoy et al., Más allá del pulque y del tepache. Bebidas alcohólicas no destiladas en México, Ciudad de México, Instituto de Investigaciones Antropológicas-Universidad Nacional Autónoma de México, 2003); por supuesto, también se producían y consumían diversos tipos de mezcales y aguardientes a lo largo y ancho del territorio. En Morelos, afirma William Taylor, “fue natural que los frustrados curas de fines de la colonia consideraran la embriaguez como fuente principal de la violencia, la insolencia y de la menguada devoción de sus feligreses” (Ministros de lo sagrado. Sacerdotes y feligreses en el México del siglo XVIII, Zamora/Ciudad de México, El Colegio de Michoacán/Secretaría de Gobernación/El Colegio de México, 1999, vol. 2, p. 746); y todavía en 1729 fray Antonio Pérez, cura de Chalco, denuncia los muchos casos de embriaguez entre sus feligreses, lamentando que de ello “Nacen todos los vicios, y es la rayz de donde pululan los adulterios, los incestos, los homicidios etc. Siendo mi mayor congoja ver la puerta del remedio tan cerrada, que por más golpes que de el zelo, ya corrigiendo en el confesionario, ya gritándolo en el púlpito, ya llorando en las calles a la vista de los infortunios lastimosos, no responde el reparo, y deja correr libre el desahogo” (“Representación y dictamen referente al tema de la embriaguez y sobre la conveniencia de tener pulquerías separadas para hombres y mujeres”, 7 de noviembre de 1752, Biblioteca Nacional de México, Fondo Reservado: Archivo Franciscano, caja 141, exp. 1729.9, f. 48). Con todo, el alcoholismo no fue problema para las sociedades indígenas sino hasta la llegada de los españoles (véase William B. Taylor, Drinking, homicide and rebellion in colonial Mexican villages, Stanford, Stanford University Press, 1979, pp. 28 ss.). Jerónimo de Mendieta, en su Historia eclesiástica indiana, Libro II: “Que trata de los ritos y costumbres de los indios de la Nueva España en su infidelidad”, Cap. XXX: “De cómo los indios usaban del vino antes y despues de la conquista, y de la pena que daban al que se embeodaba”, donde también dice: “Despues que se conquistó esta Nueva España, luego por todas partes comenzaron todos los indios á darse al vino y á emborracharse así hombres como mujeres, así principales como plebeyos, que parece que el demonio doliéndose de perder esta gente, mediante la predicacion del Evangelio, procuró de meterlos de rota batida en este vicio, para que por él dejasen de ser verdaderos cristianos. Y esto introdujo fácilmente con la gran mudanza que hubo de apoderarse los españoles de esta tierra, quedando los señores naturales y jueces antiguos acobardados sin la autoridad que antes tenian de ejecutar sus oficios. Y con esto se tomó general licencia para que todos pudiesen beber hasta caer, y irse cada uno tras su sensualidad, lo que no era en tiempo de su gentilidad” (cito por la ed. de Joaquín García Icazbalceta [Ciudad de México, Antigua Librería, 1870], Biblioteca Virtual Cervantes, Alicante, 1999).

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CARTA D E L I LU S T R Í S I M O S E Ñ O R DO C T O R DO N I S I D R O D E S AR I ÑA N A Y C UE N C A , O B I S P O DE O AX A C A , A L A UT O R Dame vuestra merced noticia de tener para imprimir un tratado de avisos y puntos importantes contra el abominable crimen de la idolatría, para examinar por ellos al indio reo de este delito, así en el fuero interior como en el exterior judicial.21 Días ha que me participó vuestra merced el deseo de la publicación de este escrito, y de sacarle a luz dedicado a mí. Y, aunque me dificulte al nombre de Mecenas, la utilidad del asunto es tanta que si fue muy de mi consuelo el intento de imprimirlo me es de sumo gozo la ejecución, por el provecho espiritual que espero en la bondad del señor ha de resultar a estos miserables, cuya perdición llora dignamente el celo de los prelados.22 Pues habiendo más de siglo y medio que, por la divina providencia, llegaron a este Nuevo Mundo aquellos primeros varones apostólicos23 cuyo ardiente celo procuró introducir, e introdujo, en tantas almas por las puertas del oído las verdades infalibles de nuestra santa fe y religión católica, todavía ha quedado en los corazones de muchos tan radicada la idolatría y supersticiones gentílicas que, aunque abren algunas veces los ojos interiores a la luz del conocimiento de Cristo y pasan en actos exteriores a su culto, conservan el error de sus falsos dioses repitiéndole sacrílegas veneraciones en sacrificios de animales, de manera que, como lamentaba Sofonías, a un mismo tiempo adoran y juran en el

21. La persecución de la idolatría tomaba tres vertientes: la primera era la visita episcopal, cuando el obispo, informado de los delitos de idolatría, comisionaba a un provisor de indios para tales efectos; la segunda, exterior judicial, consistía en fincar al delincuente un justo proceso; y la tercera correspondía al fuero de la conciencia, que implicaba la confesión sacramental (véase Ana Silvia Valdés Borja, op. cit., pp. 29-36). 22. Lamentos de este tipo abundan en los tratados de extirpación de idolatrías; así, por ejemplo, Jacinto de la Serna escribe: “qué espina tan aguda es esta, que punsa el alma de su Ministro con la consideración y rezelo no sea algo desto por culpa suya, y falta de esperanza; con que cuidado estará de la cuenta que a de dar a Dios destas ovejas desta calidad” (“Manual de Ministros de Indios para el conocimiento de sus idolatrías y extirpación de ellas” en Pedro Ponce et al., El alma encantada, Ciudad de México, Instituto Nacional Indigenista/Fondo de Cultura Económica, 1987, p. 274). 23. Se refiere al grupo de doce misioneros franciscanos que llegaron a la Nueva España en 1524, bajo la prelacía de fray Martín de Valencia, y contando entre sus miembros a fray Antonio de Ciudad Rodrigo y Toribio de Benavente (Motolinía), entre otros (véase Ricard, op. cit., pp. 84 ss.).

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señor, y adoran y juran en Melcon, mezclando los perfumes que ofrecen a sus ídolos en los sacrificaderos con la llama de las candelas que encienden al señor en los altares de sus templos: “Adorant et iurant in Domino et iurant in Melchom”.24 Palabras en que severamente indignada la majestad de Dios reprehende a los judíos que, adorando a su majestad, adoraban también a Melcon, falsa deidad de los Amonitas. Punto que los ministros de indios deben atender para descubrir la malicia de la idolatría escondida en la ceremoniosa exterior apariencia de muchos que, pareciendo por fuera no solo católicos, sino católicos muy devotos, son por dentro rebeldes y pertinaces idólatras; y si la vigilancia de los curas no derriba y hace pedazos a Dagón, le conservarán estos miserables junto con el arca en las aras de su veneración.25 El más eficaz medio para curar tan grave daño es la frecuencia de la predicación, por eso casi siempre ha de esgrimir el cura con las manos de la lengua la espada de la palabra de Dios,26 para que a la penetrante delgadez de sus filos se corten y dividan de los corazones de los indios los resabios y afectos de la gentilidad. No tienen ya materiales templos para la pública veneración de sus ídolos, antes bien la esconden y recatan en lugares ocultos y retirados, huyendo los ojos de quien pueda acusarlos o corregirlos, siendo la misma ocultación argumento de que conocen la gravedad de su 24. “et eos qui adorant super tecta militiam caeli et adorant et iurant in Domino et iurant in Melchom”: “Exterminaré a los que sobre los terrados se postran ante el ejército del cielo, a los que se postran jurando por Jehová y jurando por Milcom” (Sofonías 1:5). Moloch, Melocon, Moloc o Melchon es un dios filisteo y es el “nombre que en su origen es lo mismo que Rey, ó soberano; significaba lo propio de Baal, Melcom etc. Llamábase asi el dios de los ammonitas. Calmet y muchos otros creén que era el sol [...]”. Parece que fue introducido por los hebreos como el dios del fuego a quien brindaban sacrificios haciendo pasar entre dos grandes hogueras a sus hijos o brindarlos abrasados por el fuego ante su figura (véase La Sagrada Biblia nuevamente traducida de la vulgata latina al español [...], tr. Félix Torres Amat, Burgos, Imprenta de Don Miguel de Burgos, 1831, p. 61). El culto a Moloch como paradigma aquí de idolatría deviene en parte muy importante de que a él solían ofrecerse en la Antigüedad sacrificios humanos, de niños y jóvenes. 25. Dagón, al igual que Moloch, son ocasión de infidelidad contumaz por parte del pueblo hebreo; a ambos se los adora al mismo tiempo que a Dios. 26. Curioso uso del tópico de la lengua y la espada que recuerda la Epístola a los hebreos en el lugar que dice “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos. Penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).

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pecado pues, del amor a las tinieblas, se arguye muy bien el odio de la luz. Pero sucede en muchos lo que lamentaba san Agustín, que aunque ya no hay templos para la idolatría hay corazones para los ídolos: “Magis remanserunt idola, in cordibus paganorum, quam in locis templorum”.27 Para derribar pues de los corazones los ídolos, entre en los corazones por el oído la eficacia de la palabra de Dios; no haya ministro que descuide en la frecuencia de la predicación y, si hay alguno, abra los ojos para la enmienda y tema en la eternidad su castigo. Laméntase Isaías con un “ay” que le penetra el corazón, y expresa ser motivo del dolor que tiene el silencio que tuvo: “vae mihi quia tacui”.28 ¡Ay de mí, porque callé! San Jerónimo inclina mucho en la sentencia de que lo que llora Isaías es no haber corregido y reprehendido al impío rey Ozías: Vel certe ita intelligendum, quia tacui, et non audacter Oziam impium regem corripui29. Aunque ha tendido el celo del santo profeta y pesadas las circunstancias de la ocasión, ni san Jerónimo ni otros doctores arguyen a culpa mortal su silencio; con todo, el ¡ay! en que prorrumpe es lamento de penitencia, con que suponiendo alguna culpa en haber callado la llora arrepentido, significolo así en estas palabras el padre Gaspar Sánchez: “Dolet Isaias, quod tacuerit”.30 Siendo pues tan del ministerio de los curas la predicación, que por todo derecho están obligados debajo de culpa mortal a frecuentarla, en manera que31 baste para instruir a sus feligreses en los misterios de nuestra santa fe y observancia de los preceptos de Dios y de la Iglesia. 27. San Agustín, Enarrationes in Psalmos, Antverpiae, por Engelbertum Gymnicum, 1662, “In Psalmum 98”, p. 553: “Más permanecen los ídolos en los corazones de los paganos que en los templos”. 28. “et dixi vae mihi quia tacui quia vir pollutus labiis ego sum et in medio populi polluta labia habentis ego habito et Regem Dominum exercituum vidi oculis meis”: “¡Ay de mí que soy muerto!, porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6:5). 29. “Por el contrario, el pasaje debe entenderse: ‘porque no capturó valientemente al malvado rey Ozías’” (san Jerónimo, Commentariorum in Isaiam prophetam, PL 24 93). 30. “Se duele Isaías, que calló” (Gaspar Sánchez, In Isaiam prophetam commentarii cum paraphrasi, Lugduni, por Horacio Cardón, 1615, p. 81). 31. “En manera que”: forma alternante con “de manera qué” en textos del siglo xvi y xvii. Véase el Tratado de re militari hecho a manera de dialogo [...] de Diego de Salazar (Bruselas, por Roger Velpius, 1590), f. 17v: “si se ordenase vn exercito, y ordenança de cinco mil infantes, y queriendo los pagar en manera que se contentasen, seria necessario darles alomenos diez mil ducados cada mes”.

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Si hay alguno que, cuidadoso en recibir para el sustento el pan corporal, descuida negligente en partir y repartir a provecho de las almas el pan de la doctrina, llore y enmiende la gravedad de esta culpa si no quiere que le convenga el ¡ay! de Isaías como lamento de su condenación, diciendo por toda la eternidad con tarda infructuosa penitencia y suma inexplicable angustia del espíritu: “Ay de mí porque callé”. Vele pues, vele el celo de los párrocos, para que por medio de la predicación se destruyan y en ganancia de las almas se pierdan las perniciosas reliquias de Baal, y se cumpla en este Nuevo Mundo lo que decía el Señor por su profeta Sofonías: “Disperdam de loco hoc reliquias Baal et nomina aedituorum cum sacerdotibus”.32 Donde es muy de advertir que cuando dice el Señor que ha de destruir la idolatría, dice también que ha de borrar los nombres de los ministros que la cuidan y falsos sacerdotes que la fomentan, dándonos a entender cuán eficaz medio para su extirpación es borrar la memoria de sus dogmatistas, maestros y sacerdotes; estos son los que, conservando libros y transfiriendo de padres a hijos los cuadernos de sus diabólicos ritos (en cuyos caracteres estudian la práctica de su perniciosa enseñanza), pasan a la posteridad las supersticiones de la gentilidad y cultos del demonio, llevándose tras sí, para la eterna condenación, a los que con suma facilidad obedecen sus dogmas y se rinden a sus engaños. Con el motivo de remediar este daño, a expensas de la religiosísima piedad del rey nuestro señor (que Dios guarde) he edificado en esta ciudad cárcel perpetua para reclusión de dogmatistas y maestros, juzgando que extraerlos y sacarlos de los pueblos es arrancar las raíces de la idolatría. Dé vuestra merced muchas gracias a Dios por la vigilancia con que en este y en ese obispado33 ha cuidado el remedio de tan graves daños, y 32. “et extendam manum meam super Iudam et super omnes habitantes Hierusalem et disperdam de loco hoc reliquias Baal et nomina aedituorum cum sacerdotibus: Extenderé mi mano contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén. Exterminaré de este lugar los restos de Baal y el nombre de los ministros idólatras junto con sus sacerdotes” (Sofonías 1:4). 33. Los obispados de Puebla y Oaxaca fueron, justamente, de los que más trabajaron en la extirpación de la idolatría. En Oaxaca, el obispo Tomás de Monterroso comisionó al mismo Diego Jaimes para confiscar objetos considerados idolátricos en San Francisco de la Sierra, sujeto de Teotitlán del Camino en 1674, cuando fue juez eclesiástico de idolatrías en esa entidad (véanse Rosalba Piazza, La conciencia oscura de los naturales. Procesos de idolatría en la diócesis de Oaxaca [México], siglos XVI-XVIII, Ciudad de México, El Colegio de México, 2016, passim; David Tavárez, op. cit., p. 180 y Ana Silvia Valdés, “La persecución de la idolatría en el siglo xvii. Un auto de fe en un

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por medio de este tratado extienda y comunique a otros los fervores de su celo. Su Divina Majestad guarde a vuestra merced en su gracia los muchos años que deseo. Antequera, y septiembre 9 de 1692. Servidor de vuestra merced, que le ama y estima, Isidro, obispo de Antequera. Señor beneficiado don Diego Jaimes Ricardo Villavicencio.

pueblo de indios del obispado de Puebla”, en Álvaro Matute y Evelia Trejo, coords., De historiografía y otras pasiones. Homenaje a Rosa Camelo, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2016, p. 190). Sobre la extirpación en Puebla se sabe mucho menos, aunque puede citarse el trabajo de Ana Silvia Valdés Borja, “Diego Jaymes Ricardo Villavicencio, un perseguidor de idólatras en el obispado de Puebla del siglo xvii”, en Gerardo Lara Cisneros (coord.), La idolatría de los indios y la extirpación de los españoles, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2017, pp. 145-168. Sobre la extirpación en Oaxaca, véase Rosalba Piazza, La conciencia oscura de los naturales. Procesos de idolatría en la diócesis de Oaxaca (México), siglos XVI-XVIII, Ciudad de México, El Colegio de México, 2016.

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APROBACIÓN Del señor doctor don Joseph Gómez de La Parra, colegial que fue del colegio viejo de Nuestra Señora de Todos Santos, canónigo magistral de la santa iglesia de Michoacán y actual racionero de la santa iglesia catedral de la Puebla de los Ángeles Por orden del señor doctor don Jerónimo de Luna,34 provisor y vicario general de este obispado de la Puebla de los Ángeles, y arcediano de esta santa iglesia catedral, se me intima35 la censura de este libro intitulado Luz y método de doctrinar idólatras,36 compuesto por el bachiller Diego Jaimes Ricardo Villavicencio, cura beneficiado por su majestad del partido de Tlacotepec. Y habiéndole leído con cuidado y atención, hallé ser digno de todo elogio y estimación por dos cosas que en él advertí: la primera, la autoridad del asunto; la segunda, la utilidad de la materia. En cuanto a la primera, digo ser del asunto la autoridad tan grande que raro será el libro que la tenga mayor, pues es el conocimiento del verdadero Dios la destrucción de la idolatría y establecimiento entre apóstatas infieles de la fe católica; y adoración a un solo Dios creador de lo visible e invisible, de los cielos y de la tierra. ¡Qué cosa más alta, más soberana y divina y de mayor autoridad! Porque si aquella es más alta ciencia (como Aristóteles dice),37 que trata de más excelente materia, qué 34. Oidor de Guadalajara y después deán de la catedral de Puebla (véase Mariano Beristáin de Souza, Biblioteca hispanoamericana septentrional, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1980, s.v. “Bañuelos [D. Nicolás]”). 35. “Se me intima” aquí vale por “se me pide” o, incluso, “se me exige”: “INTIMA. (Intíma) s. f. Lo mismo que intimación. Es voz antigua, que se usa aun en Aragón”. “INTIMACIÓN. s. f. Notificación, aviso o noticia dada. Latín. Denunciatio. Intimatio. SAAV. Coron. Got. tom. 1. Año 507. Impaciente es el sentimiento que a la primer intimación toma luego las armas. MOND. Predic. de Sant. cap. 11. Y no se había de cometer la intimación de su castígo a un Prelado Español” (Aut., s.vv. “Intima” e “Intimación”). 36. Se trata del título solo de la primera parte. 37. La idea aristotélica de un dios único, causa primera o principio generador, se encuentra expresada en diferentes obras; por ejemplo, en la Metafísica, Aristóteles enuncia la idea del “primer motor”: “Hay también algo que mueve eternamente, y como hay tres clases de seres, lo que es movido, lo que mueve, y el término medio entre lo que es movido y lo que mueve, es un ser que mueve sin ser movido, ser eterno, esencia pura, y actualidad pura” (Metafísica, XII, 7. Cito por la trad. de Valentín García Yebra, Madrid, Gredos, 1990); del mismo modo, en la Física, afirma: “Para que haya siempre movimiento tiene que haber un primer moviente eterno e inmóvil. Argumentos: 1) tiene

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cosa más excelente y alta y de mayor autoridad que Dios, que su fe católica, su culto, reverencia y adoración. Esta es aquella ciencia que alaba y engrandece el mismo Dios por su profeta Jeremías diciendo: “No se gloríe el sabio en su sabiduría, ni el esforzado en su fortaleza, ni el rico en sus riquezas; pero si se debe gloriar, el que gloriarse quisiere, en tener noticia y conocimiento de mí. Haec dicit Dominus: haec dicit Dominus non glorietur sapiens in sapientia sua et non glorietur fortis in fortitudine sua et non glorietur dives in divitiis suis; sed in hoc glorietur qui gloriatur scire et nosse me”.38 Y siendo este conocimiento, el asunto más alto y más divino de cuantos el entendimiento humano puede comprehender, puede gloriarse en el Señor el autor de este libro de que su asunto es de grande autoridad, pues en él da de Dios tan católicas39 noticias que por ellas lleguen todos a conocerle y adorarle. Y no es menos de alabar la destreza, ingenio y arte con que este su asunto introduce, lo asienta, prueba y persuade, juntando con lo doctrinal de tantos morales discursos, con tanta erudición y abundancia de escogidos lugares de escritura y graves autoridades, de santos y expositores, lo historial de tantas divinas y sagradas como humanas historias que refiere. Atreviéndome a decir, con el doctísimo abulense, en la prefación al Libro de los Jueces, que aunque los libros doctrinales son más a propósito que los historiales para quitar lo incierto y lo dudoso, pero, con todo, los libros historiales son más útiles para persuadir las cosas y documentos morales; porque mueven más los hechos y las obras que los discursos y palabras: “Audeo [enim] dicere, quod licet libri doctrinales ad tollenda dubia aptiores, quam historici sint, libri tamen historici ad moralia utiliores sunt, quia animos magis movent que haber algún agente que explique el perpetuo proceso de génesis y destrucción; 2) es preferible que sea uno y no muchos; 3) el automovimiento atribuido a los semovientes es local, proviene de causas externas y no puede mantenerse siempre. Conclusión: para que haya siempre movimiento hace falta un agente que sea inmóvil per se” (Aristóteles, Física, VIII 6. Cito por la tr. de Ute Schimdt Osmanczik, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2005). Certeza, por supuesto, muy usada y glosada por todos los comentaristas eclesiásticos, desde los propios doctores de la Iglesia, quienes la consideraron una muestra de “teología natural”. 38. Jeremías 9:23-24. 39. “Católico” no solo remitiría aquí a profesión religiosa, por supuesto, sino al uso coloquial de la palabra: “Se toma tambien por perfecto, sano y cabal. Es término del vulgo, o usado en conversación familiar [...] CERV. Quix. tom. 2. cap. 55. Viéndose bueno, entero y cathólico de salud, no se hartaba de dar grácias a Dios” (Aut., s.v. “Cathólico”).

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facta, quam verba”.40 Todo lo tiene este libro: doctrina que aprender y hechos que imitar, sin que en ello haya cosa digna de censurar. En cuanto a la segunda, que es la utilidad de la materia del libro, me parece que es tanta y tan grande, que siendo esta el doctrinar idólatras y el dar, para ello, luz y método respectivo, se puede decir de este libro lo que san Ambrosio del Salmo 118 de David: “Tamquam stelarum lumina quae lucent atque emicant in orbe, sanctus propheta diffundit centessimum et octavum decimum psalmum, velut plenum luminis solem, meridiano feruente calore, in perfecta libri constituit aetate: Como los resplandores de las estrellas lucen de noche y alumbran en todo el orbe, y como el sol en lo más fogoso y ardiente de medio día esparce sus rayos para alumbrar a todos, así el santo profeta, en el libro de sus Salmos, entre todos hace que resplandezca, campee y brille el salmo 118 [...]”,41 por más lleno de luces de enseñanza y resplandores de doctrina, persuadiendo con ella al cumplimiento de la ley santa, mandamientos divinos, culto, adoración y reverencia de Dios. Y así, por lo mismo, este libro dando luz y método de doctrinar idólatras para estos es estrella que en la noche de las tinieblas y obscuridades ciegas, en que los indios 40. Alfonso Tostado Rivera, Commentariorum in Librum Judicum, Venecia, Typographia Balleoniana, 1615, Q. 2. Se trata de un argumento tópico para exponer las virtudes del exemplum (véase, por ejemplo, María de Jesús de Agreda, Mystica ciudad de Dios [...], Amberes, por la viuda de Jerónimo Verdussen, 1692, “Prólogo”, 119, que incluye la misma cita que usa Villavicencio); así, el obispo de Hipona había ponderado las virtudes del ejemplo en la enseñanza, para lo cual sería mejor que la palabra: “plus docent exempla quam verba” (De doctrina christiana, 396-426), aunque por supuesto refiriéndose más al ejemplo personal de una vida virtuosa y menos, aunque sin excluirlo, al relato probatorio propiamente dicho. Vives todavía consideraba la utilidad del ejemplo en la moción de los afectos, para lo que sería mejor que el precepto: “magis movent exempla quam praecepta” (Juan Luis Vives, De tradendis disciplinis, cit. por José Aragüés, “Humanismo y literatura ejemplar. Del pretendido rechazo al exemplum en la obra de Vives, Erasmo y Melchor Cano”, en Manuel Mourelle de Lema, ed., Juan Luis Vives. Valencia, 1492-Brujas, 1540. Actas del Simposio celebrado con motivo del V centenario del nacimiento, Madrid, Grugalma, 1993, p. 127). En otro lugar, José Aragüés señala que esto es ya una característica de la disputa teológica y el sermón escolásticos, que se organizaban en series de confirmación de rationes y preacepta (véase “Predicación divina, palabra y tópica ejemplar en los Siglos de Oro: magis movent exempla quam verba”, Salina. Revista de Lletres, 10 (1996), pp. 55-68). Lo “historial” se refiere pues a los relatos ejemplares, como se advierte en los títulos de colecciones de ejemplos útiles para la predicación, como el Speculum historiale (1494), de Vincencio Belvacense, o el Itinerario historial que debe guardar el hombre para caminar al cielo (1648), de Alonso de Andrade. 41. San Ambrosio, “In Psalmum David 118”, en su Opera omnia, Paris, Gautier, 1836, t. II, p. 213.

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idólatras viven idolatrando con ciegas supersticiones, les da luz para que, iluminados con los claros resplandores de la fe, lleguen a tener luz y conocimiento del verdadero Dios. Y en el clarísimo día de la católica iglesia, les es lucidísimo sol que, con los ardientes rayos de sus católicos dogmas y cristianísimas verdades, los encamine seguros, y felizmente dichosos los lleve a gozar del clarísimo sol de justicia, Cristo nuestro señor, en el solio de su gloria y en la gloria de su cielo. Porque si en este su salmo comienza el profeta diciendo: “beati immaculati in via qui ambulant in lege Domini”,42 llamando bienaventurados a los que, limpios de idolatrías y vanas supersticiones, andan por el camino y senda de la ley de Dios. Y para ser uno de estos, pide le instruya y enseñe el camino de sus justificaciones: “viam iustificationum tuarum instrue me”,43 y que le aparte de la senda de la idolatría y maldad: “viam iniquitatis amove a me”,44 por haber escogido el seguir, el andar y correr por el camino de la verdad y de sus mandamientos santos: “Viam veritatis elegi, viam mandatorum ruorum cucurri”;45 porque su palabra y ley es para sus pasos antorcha, y luz clara que les alumbra para andar seguramente por sus caminos y sendas: “Lucerna pedibus meis verbum tuum et lumen semitis meis”.46 En este libro su autor, con la palabra de Dios que predica y con que exhorta a la observancia y cumplimiento de los mandamientos divinos y artículos de la 42. “Bienaventurados los de camino recto que caminan en la ley del Señor” (Salmos 119[118]:1). Como se sabe, en la tradición Septuaginta/Vulgata, el Salmo 9 y el 10 del texto hebreo forman uno solo; por ello es que a partir del Salmo 11, todos tienen en la Vulgata un número menos que en la numeración hebrea. Las traducciones modernas intentan restituir esta discrepancia, por ello aquí se consignan los dos números: el primero corresponde a la traducción castellana Reina Valera Actualizada (2015), y el segundo (entre corchetes), a la numeración de la Vulgata. 43. “viam iustificationum tuarum instrue me et exercebor in mirabilibus tuis: Hazme entender el camino de tus ordenanzas, y meditaré en tus maravillas” (Salmos 119[118]:27). 44. “viam iniquitatis amove a me et lege tua misereremei: Aparta de mí el camino de engaño, y enséñame tu ley” (Salmos 119[118]:29). 45. Gómez de la Parra forma aquí un verso a partir de fragmentos de dos versículos distinos del salmo 118: “viam veritatis elegi iudicia tua non sum oblitus: he elegido el camino de la verdad, no he olvidado tus juicios” (Salmos 119[118]:30). “Viam mandatorum tuorum cucurri cum dilatasti cor meum: he recorrido el camino de tus mandamientos, cuando engrandeciste mi corazón” (Salmos 119[118]:32). La condensación que hace el Gómez de la Parra podría decir: “he elegido el camino de la verdad; he recorrido el camino de tus mandamientos”. 46. “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino” (Salmos 119[118]:105).

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fe, da una antorcha encendida y una luz que alumbra, y da el método de doctrinar con claridad y verdad a los idólatras indios para que, instruidos en el camino claro de la justificación y fe, y dejando la obscura y lóbrega senda de la idolatría y maldad, escojan el seguir y andar, el de la verdad católica, y el correr con viva fe por el seguro recto y santo de los mandamientos de Dios: “Viam veritatis elegi, viam mandatorum tuorum cucurri”. Y teniendo en esto el autor la calidad que santo Tomás pide en el que enseña y escribe, que es, con la verdad en lo que dice, el pretender con celo santo el provecho y la utilidad: “Non solum debet intendere veritatem; sed etiam utilitatem”.47 No dudo que conseguirá el fruto de su trabajo, que fervoroso desea, pues ha practicado incansable ministrando muchos años lo que enseña y lo que escribe; porque, como dice san Jerónimo, no son las palabras desnudas (aunque sean de cosas muy santas) las que aseguran los efectos virtuosos, sino las que van vestidas con el realce de las obras.48 Y aquéllas solas tienen grande fuerza para fructificar (dice el santo) que vivamente resuenan en la boca del que enseña y en la pluma del que escribe, que son en el corazón engendradas y vivificadas con su ejemplo: “Magnam vim habet viva vox de ore authoris sui resonans, ut in corde generata.49 Y a la contra, dice san Gregorio, que se pierde la autoridad del escritor y maestro cuando sus palabras no se ayudan con el incentivo de sus obras: Nam loquendi auctoritas perditur, quando vox ex opere non adiuvatur.50 Por lo cual, juzgo que siendo el autor de este libro (como

47. “No solo debes pretender la verdad, sino también la utilidad”. La frase no es textual de donde el autor dice, pero ahí podemos encontrar algo parecido: “Et doctor ad duo intendere debet, scilicet ad utilitatem, et ad veritatem: Y el sabio debe pretender dos cosas, a saber, la utilidad y la verdad” (Santo Tomás, In epistola ad Titum, lect. 3: 1, 9-13, . Consultado el 12 de octubre de 2018). 48. También lo dijo san Agustín: “Plus docent exempla quam verba” (vid. ubi supra: De doctrina christiana, 396-426). Véase al respecto el artículo de Federico Bravo, “Arte de enseñar, arte de contar. En torno al exemplum medieval”, en José-Ignacio de la Iglesia Duarte (ed.), La enseñanza en la Edad Media. X Semana de Estudios Medievales. Nájera, 2 al 6 de agosto de 1999, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2000, pp. 303-327. 49. “Tiene grande voz, viva voz que resuena en la boca del autor, nacida de su corazón”. Sigue citando de memoria; la cita original diría: “Magnam si quidem vim habet vox viva, vox de auctoris sui ore resonans, quae ea pronuntiatione profertur, et distinguitur, quia in hominis corde generata est” (san Jerónimo, Commentaria in epistolam ad galatas, PL 26, 386C). 50. San Gregorio, Moralia in Iob, 19, 7.

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por él se conoce) tan fiel obrero y puntual ministro en el ministerio de cura de almas, de tan ardiente y fervoroso celo de la honra de Dios y de su culto, de la reducción de los indios infieles idólatras a la verdadera fe de Jesucristo y gremio de la católica Iglesia, y de tanta experiencia y práctica en tan apostólica ocupación y ejercicio, hará grandes efectos su doctrina y enseñanza en los feligreses por medio de sus curas; y que serán a los mismos señores curas, beneficiados y doctrineros,51 de mucha utilidad y alivio para cumplir con la precisa y forzosa obligación del ministerio el observar y seguir los importantes avisos, advertencias y noticias que su experiencia les da, y obsequioso y reverente les ofrece su buen celo, para que saquen almas del infierno de la idolatría y las conduzcan y lleven por la segura senda y camino de la fe al paraíso del cielo y delicias de la gloria. Para este fin glorioso, y por no haber hallado en todo el libro cosa alguna que a la inmaculada luz, fe de la católica iglesia, buenas y santas costumbres, desdiga, se oponga o disuene su Luz y método (antes sí que todo él a sus argumentos se ordena), juzgo se puede conceder la licencia para darlo a la imprenta y perpetuar con sus moldes lo que en breve desaparece con su instabilidad52 el tiempo. Este es mi parecer salvo meliori etcétera. 53 De este oratorio de nuestro padre san Felipe Neri, y mayo 10 de 1692 años. Dr. Joseph Gómez de la Parra

51. Cura: “El párroco y el rector que tiene a su cargo el administrar los sacramentos y doctrinar los feligreses de su parroquia; y así se pudo decir del cuidado que debe tener en velar, como buen pastor, sobre aquellas ovejas que están a su cargo” (Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, s.v. “Cura”). Beneficiados: “Sacerdotes del clero secular que reciben una renta por administrar los sacramentos en un pueblo que es cabecera y en poblaciones aledañas que forman entre sí el llamado Beneficio”. Doctrinero: “Durante la época virreinal se aplicó este término a los clérigos regulares que tenían a su cargo un curato o una doctrina de indios” (Juana Inés Fernández et al., Vocabulario eclesiástico novohispano, Ciudad de México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2015, ss.vv. “Beneficiado” y “Doctrinero”). 52. Vale lo mismo que “inestabilidad”: “Falta de constáncia y firmeza. Viene de la voz Latina Instabilitas. CERV. Persil. lib. 1. cap. 11. Y la voluntad de tornar otra vez a entregarse a la instabilidad del mar. ALCAZ. Chron. Lib. Prelim. cap. 8. §. 7. [iv.283] Considerando la instabilidad de nuestra viciada naturaleza” (Aut., s.v. “Instabilidad”). 53. Salvo meliori iudicio: fórmula latina de salvedad en la exposición de argumentos “salvo mejor juicio”.

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APROBACIÓN Del señor rector y consiliarios del ilustre Colegio de Teólogos de San Pablo de esta ciudad de la Puebla de los Ángeles5 4 Por decreto y remisión del señor doctor don Jerónimo de Luna, arcediano de esta santa iglesia catedral, juez provisor y vicario general en todo este obispado, hemos reconocido el tratado de idolatrías Luz y método para confesar idólatras [sic]. Su autor, el licenciado Diego Jaimes Ricardo Villavicencio, cura beneficiado por Su Majestad del partido de Santa Cruz Tlacotepec y juez comisario en causas de fe contra dicha secta de idolatría y superstición, en cuya copia de discursos, avisos, resoluciones y singulares noticias (después de mostrar el autor su mucho celo, estudio, experiencia y práctica), ofrece a la común utilidad y ejercicio de los ministros de la iglesia católica un vario y perpetuo hilo para entrar en el obscuro laberinto de la idolatría, a cuyos senos el enemigo monstruo ha conducido por tantos siglos y procura ir conduciendo a los miserables naturales de este reino, desviándolos con tanta variedad de engaños de la certidumbre y verdad de nuestra santa fe católica.55 Por tanto, y porque no contiene cosa alguna que a

54. El Colegio de Teólogos de San Pablo fue erigido en Puebla durante la época de Juan de Palafox y Mendoza y más tarde reformado con constituciones propias por Manuel Fernández de Santa Cruz. Los alumnos, después de haber transitado por los colegios de San Pedro y San Juan, donde aprendían gramática, retórica y lenguas indígenas, entre otras cosas, salían como bachilleres en Artes, Teología o en ambas; los egresados de estas aulas eran considerados los más preparados, por lo que solían pasar luego a dar cátedra en los colegios de San Pedro y San Juan. Según Miguel Zerón y Zapata, el Colegio de Teólogos de San Pablo era “refulgente archivo de ciencias, pues salen de este Colegio sus colegiales para maestros de latinidad en todas facultades para los Reales Colegios y oposiciones de las prebendas de esta Santa Iglesia y para los mejores curatos del obispado” (La Puebla de los Ángeles en el siglo XVII, crónica de la Puebla por D. Miguel Zerón Zapata. Cartas del venerable D. Juan de Palafox y de D. Manuel Fernández de Santa Cruz, Ciudad de México, Patria, 1945, p. 99). 55. Uso redondo del mito del Minotauro, en el que la alegoría funciona a la perfección: Villavicencio sería Ariadna, el hilo este libro, el ministro de indios sería Teseo, la idolatría el laberinto y Minotauro el diablo. No sería, por supuesto, una novedad esta comparación, pues la cristianización de este mito ya estaría presente en la arquitectura paleocristiana (véase, por ejemplo, el artículo de Isabel Velázquez, Miguel Loza y Javier Niso, “Una posible cristianización del mito de Teseo representada en una cochlear hallada en la Iglesia de San Martín de Dulantzi (Alegría-Dulantzi, Álava)”, Evphrosine. Revista de Filología Clássica, 45, 2017, 539-561).

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ella se oponga ni ofenda la pureza de las buenas costumbres, antes sí se hallará en la copia de sus avisos una variedad de industrias cristianas contra la variedad de las astucias diabólicas, puede concedérsele la licencia para que se dé a los moldes, salvo etcétera. Colegio Teólogo de San Pablo, Mayo 16 de 1692 años. Licenciado Rodrigo Muñoz de Herrera (rector). Bachiller Juan de Mena Velázquez (consiliario). Bachiller Joseph Pérez de Salazar (consiliario). Bachiller Francisco Cervantes y Bonilla (secretario).

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LI CEN C I A DE L O RDI N A RI O Nos, el doctor don Jerónimo de Luna, arcediano de la santa iglesia catedral de esta ciudad, provisor y vicario general en este obispado de la Puebla de los Ángeles, por el ilustrísimo señor doctor don Manuel Fernández de Santa Cruz, obispo de este dicho obispado del Consejo de Su Majestad etcétera, damos licencia a Diego Fernández de León, impresor y mercader de libros de esta dicha ciudad, para que dé a la imprenta el libro intitulado Luz y método de confesar idólatras, dispuesto por el licenciado Diego Jaimes Ricardo Villavicencio, cura beneficiado en propiedad, vicario y juez eclesiástico del partido de Tlacotepec de esta diócesis, en atención a que, por los pareceres y censuras antecedentes dados en virtud de nuestra remisión, no tiene cláusula que desdiga de nuestra santa fe católica y buenas costumbres. Dada en la Ciudad de los Ángeles a 31 días del mes de Mayo de 1692 años. Doctor don Jerónimo de Luna. Por mandado del señor provisor. Gerónimo Pérez de Soto notario público

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Prólogo al lector

La madre de los errores es la ignorancia: “Qui ignorant et errant”, dijo el apóstol san Pablo,56 y la causa de idolatrar los infieles ciegamente (origen de su perdición) es la falta de conocimiento y de la luz de Dios, el ignorar su ley santa y mandamientos divinos. Y a la contra, el conocimiento y observancia de ellos es, en los fieles cristianos, el principio y fundamento de todos sus aciertos, felicidad, bienaventuranza y dicha, adorando y sirviendo a un solo Dios verdadero, creador y salvador del mundo. Por esto mandó Dios a Josué que nunca apartase el libro de esta ley de su boca y de sus labios, para leer y meditar siempre en él, todos los días y todas las noches, y para guardar y cumplir todo lo que en él está escrito: “Non recedat volumen legis huius de ore tuo, diebus ac noctibus ut custodias et facias omnia quae scripta sunt in eo”.57 Por esto mandó en el Deuteronomio que el que fuese rey de Israel, luego que ocupase la silla de su trono, tuviese consigo este libro, para leer en él todos los días de su vida y aprender a temer al señor su Dios, y guardar todas sus palabras y ceremonias: “Postquam autem sederit in solio regni sui describet sibi deuteronomium legis huius in volumine, et habebit secum legetque illud omnibus diebus vitae suae ut discat timere Dominum Deum suum et custodire verba et caerimonias eius.58 Y por esto

56. En su Epístola a los hebreos: “qui condolere possit his qui ignorant et errant quoniam et ipse circumdatus est infirmitate: él puede mostrarse paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad” (Hebreos 5:2). 57. “Non recedat volumen legis huius de ore tuo sed meditaberis in eo diebus ac noctibus ut custodias et facias omnia quae scripta sunt in eo tunc diriges viam tuam et intelleges eam: Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien” (Josué 1:8). 58. “Postquam autem sederit in solio regni sui describet sibi deuteronomium legis huius in volumine accipiens exemplar a sacerdotibus leviticae tribus et habebit secum

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el Espíritu Santo, por Salomón, en el libro de sus Proverbios, al hijo espiritual que instruye le dice: “Guarda hijo mío los mandamientos de tu padre (que son los de la ley de Dios nuestro padre) y no desampares ni dejes de cumplir la ley de tu madre (que es la de los preceptos de la Iglesia nuestra madre) y tráela siempre atada a tu corazón y colgada al cuello, como una muy rica joya; cuando anduvieres ande contigo, cuando durmieres esté a tu cabecera y cuando despertares platica con ella, porque el mandamiento de Dios es una candela que alumbra, y su ley es una luz que guía: “Conserva fili mi praecepta patris tui et ne dimittas legem matris tuae liga ea in corde tuo iugiter et circumda guturi tuo cum ambulaveris gradiantur tecum cum dormieris custodiant te et evigilans loquere cum eis quia mandatum lucerna est et lex luz”.59 Este volumen sagrado, lucerna60 y luz de los mandamientos de Dios, y libro de su santa ley, de quien habla el libro de Josué, el del Deuteronomio y el de los Proverbios en los lugares referidos, con los documentos, enseñanza y avisos que contiene, es un dechado61 de este mi libro y tratado, y de todo lo que en él (piadoso y discreto lector)

legetque illud omnibus diebus vitae suae ut discat timere Dominum Deum suum et custodire verba et caerimonias eius quae lege praecepta sunt: Cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas. Lo tendrá consigo y lo leerá todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová, su Dios, guardando todas las palabras de esta ley y estos estatutos, y poniéndolos por obra” (Deuteronomio 17:18-19). El concepto “temor de Dios” es recurrente en la Biblia; el Eclesiastés, por ejemplo, trae lo siguiente: “La conclusión de todo el discurso oído es esta: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá a juicio toda acción junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo” (Eclesiastés 12:13-14). 59. “Conserva fili mi praecepta patris tui et ne dimittas legem matris tuae liga ea in corde tuo iugiter et circumda gutturi tuo  cum ambulaveris gradiantur tecum cum dormieris custodiant te et evigilans loquere cum eis quia mandatum lucerna est et lex lux et via vitae increpatio disciplinae: Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. Átalos siempre a tu corazón, enlázalos a tu cuello. Te guiarán cuando camines, te guardarán cuando duermas y hablarán contigo cuando despiertes. Porque el mandamiento es lámpara, la enseñanza es luz” (Proverbios 6:20-23). 60. “El candíl o velón donde se encienden una o muchas luces. Es voz puramente Latina, y de poco uso. M. AGRED. tom. 1. num. 309. Donde te ilustrará la lucerna del Cordero” (Aut., s.v. “Lucerna”). 61. “Exemplar, regla a que se atiende para imitar qualquiera cosa que se quiere salga parecída o semejante a lo que se tiene presente: como el Bordador que se guia por las labores que vé formadas, el niño que observa la muestra para sacar buena la letra, &c. Viene del Latino Dictata, orum, que significa esto mismo. OÑA, Postrim.

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afectuoso te ofrezco y amigablemente te escribo. Porque el libro y volumen de Dios me ha dado luz y método para escribir este mi libro y tratado, y este título de “Luz y método de doctrinar y confesar indios idólatras” doy a este mi tratado y libro, porque en él doy a mis hermanos y señores, los párrocos y curas, luz, no de enseñar (porque yo soy discípulo de todos) sino de avisos y noticias importantes que con muy larga experiencia tengo en esta materia adquiridas. Para que sabiendo que entre estos miserables hay ídolos y que todavía usan de idolatrías, continuando muchos en casi todos los pueblos y partidos de este reino con la ceguedad en que estaban en la gentilidad sus antepasados, y para que, como padres, enseñen y den luz a estos sus feligreses, con que acaben de dejar sus vanas y diabólicas supersticiones y salgan de las tinieblas y error de la idolatría a la luz y claridad de la verdad y cristiandad, les doy en este mi libro, esta luz y esta noticia y método de confesarlos, para que la luz de su doctrina y apostólica enseñanza en todos ellos se logre con grande mérito propio, utilidad de las almas y gloria de Dios y su Iglesia. Cuando el rey Josafat quiso reducir a su reino al culto y obediencia de Dios, el medio que tomó para esto fue enviar sacerdotes y levitas por todos sus pueblos y ciudades, y que llevando consigo el libro de la ley de Dios lo leyesen a todos declarando su doctrina; y para dar el texto sagrado a entender el fruto que de esta diligencia se siguió, dice estas palabras en el libro segundo del Paralipomenon: “por lo que cual puso Dios un temor tan grande en todos los reinos de la tierra que no osaron tomar armas contra el rey Josafat; y así creció su gloria hasta el cielo y fueron en aumento sus riquezas y señorío. Missit levitas et sacerdotes, habentes librum legis Domini et circuibant cunctas urbes, atque erudiebant populum. Itaque factus est pavor Domini, super omnia regna terrarum, nec audebant vellare, contra Iosaphat. Crevit ergo et magnificatus est, usque in sublime.62 lib. 1. cap. 10. Disc. 1. Un trasunto tan lindo sale, como el dechado de donde es sacado. NIEREMB. Coron. Virt. §. 7. Quando muchos Pintores tienen por dechado una misma pintúra, salen todos por retratos parecidos” (Aut., s.v. “Dechado”). 62. El autor cita con mucha libertad el segundo libro de las Crónicas (Paralipomenon): “et cum eis Levitas Semeiam et Nathaniam et Zabadiam Asahel quoque et Semiramoth et Ionathan Adoniam et Tobiam et Tobadoniam Levitas et cum eis Elisama et Ioram sacerdotes docebantque in Iuda habentes librum legis Domini et circuibant cunctas urbes Iuda atque erudiebant populum itaque factus est pavor Domini super omnia regna terrarum quae erant per gyrum Iuda nec audebant bellare contra Iosaphat

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A este santo rey imitan los señores obispos y prelados que envían por toda su diócesis escogidos ministros y sacerdotes, para que en todas las ciudades, pueblos y lugares de su jurisdicción y obispado a sus feligreses les prediquen, lean y expliquen el libro sagrado de la ley de Dios y doctrina cristiana, y en especial a los miserables indios que la ignoran y, por falta de doctrina y por su mala inclinación,63 idolatran continuando las sacrílegas supersticiones que observaron sus ascendientes en su ciega gentilidad. Y si a todos les dan y mandan que lleven consigo este libro, que contiene la luz necesaria y método oportuno para reducirlos y atraerlos al verdadero culto del verdadero Dios y observancia de su ley santa y mandamientos, sin duda que por este medio florecerá en toda virtud y cristiandad y santo temor de Dios todo este reino de las Indias, como entonces floreció aquel reino de Israel, honrándolos Dios y prosperándolos64 en su Iglesia y obispado, como entonces prosperó, favoreció y honró al rey Josafat en su reino; porque el mismo Dios es ahora lo que fue entonces, para hacer las

sed et Philisthei Iosaphat munera deferebant et vectigal argenti Arabes quoque adducebant pecora arietum septem milia septingentos et hircos totidem crevit ergo Iosaphat et magnificatus est usque in sublime atque aedificavit in Iuda domos ad instar turrium urbesque muratas: Con ellos envió a los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías, y también a los sacerdotes Elisama y Joram, los cuales enseñaron en Judá, llevando consigo el libro de la ley de Jehová; y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo. El terror de Jehová cayó sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá, de manera que no osaron hacer guerra contra Josafat. Los filisteos traían presentes y tributos de plata a Josafat. Los árabes también le trajeron ganados, siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos. Iba, pues, Josafat engrandeciéndose mucho; edificó en Judá fortalezas y ciudades de aprovisionamiento (2 Crónicas 17: 8-12). 63. Se trata de un concepto judío: “yetzer hará”, una de las formas de Satán, presente de muchos modos en la Biblia y, desde ahí, en el cristianismo: “Pero no me obedecieron ni me hicieron caso, sino que tercamente se dejaron llevar por las malas inclinaciones de su corazón. En vez de volverse a mí, me volvieron la espalda” (Jeremías 7:4). 64. Uso transitivo del verbo “prosperar” vigente en la época: “Acrecentar a uno los bienes o otra cosa, para que viva felíz y afortunado. Es del Latino Prosperare. Latín. Secundare. COMEND. sob. las 300. Copl. 2. Que a unos prosperaba con bienes y riquezas, y a otros abatia con pobreza. PUENT. Conven. lib. 2. cap. 15. §. 4. Prosperando Dios a los Idólatras, por vivir entre ellos los Hebréos Cathólicos” (Aut. s.v. “Prosperar”). Transitividad que estaba en su etimología: “hacer tener éxito, dar buena suerte, volver propicio” (Guido Gómez de Silva, Breve diccionario etimológico de la lengua española, Ciudad de México, Fondo de Cultura Española, México, 2011, s.v. “Prosperar”).

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mismas mercedes si le hicieren los mismos servicios: “Crevit ergo et magnificatus est usque in sublime”.65 Y si me preguntares prudente y sabio lector ¿por qué, no habiendo faltado sabios y escogidos ministros que desde que se ganó este reino han enseñado, predicado y doctrinado a los indios de él, se experimentan y ven el día de hoy idólatras indios en las Indias? Responderé a tu discreto reparo y pregunta que será en unos, por no tener la luz y noticia que ahora les da este libro y el método para confesarlos que en él se ofrece, y en otros por predicarles en tanto culto y realzado estilo que no alcanzan ni llegan a entenderlos los oyentes, predicándose a sí los predicadores y no a Jesucristo, como deben.66 Refiere el evangelista san Juan, en el libro de sus Revelaciones, que en la diestra de Dios, sentado en su trono, vio un libro escrito por de dentro y por de fuera, cerrado con siete sellos, y que al abrir y romper el sello séptimo hubo silencio en el cielo: “Et cum aperuisset sigillum septimum factum est silentium in caelo”.67 65. “Crevit ergo Josaphat, et magnificatus est usque in sublime: atque aedificavit in Juda domos ad instar turrium, urbesque muratas: Josafat se fue engrandeciendo más y más, y edificó en Judá fortalezas y ciudades almacenes” (2 Crónicas 17:12). 66. Hubo pugnas entre predicadores tradicionalistas y modernos (o ejemplarizantes y conceptistas), es decir, entre quienes buscaban seguir probando sus afirmaciones y moviendo los afectos con pruebas inductivas, y quienes preferían las pruebas deductivas consistentes en un razonamiento agudo y sentencioso; como sale a luz en una divertida polémica estudiada por Luis López Santos en la que es posible ver cómo dos jesuitas pelean también por estas cuestiones. José de Ormaza, después de publicar su Censura de la elocuencia en 1648 con el pseudónimo “Gonzalo Pérez de Ledesma”, donde asume la defensa de una predicación de corte tradicional frente a la novedad de los efectistas conceptos predicables, es interpelado por su colega y crítico Valentín de Céspedes, quien con genio satírico escribió, también con pseudónimo (“Lic. Juan de la Enzina”), su “Trece por docena. Censura censurae [...]”. José de Ormaza era un joven partidario de la nueva elocuencia mientras que Céspedes defendía la tradicional argumentación hecha con base en autoridades y ejemplos. Para Ormaza “‘Todo lo llena la razón’”, de lo que Céspedes se burla: “con punticos de mucho garbo, adornados de unos conceptos picados y picantes, que concluyen pronto, y dan en la nuca del orador, con estilo muy conciso y misterioso, destos unos, y otro, no sólo sin revolcarse, pero sin detenerse” (Luis López Santos, “La oratoria sagrada en el seiscientos”, Revista de Filología Española, 30, 1946, p. 358. Véase también el libro de Manuel Pérez, Los cuentos del predicador. Historias y ficciones para la reforma de costumbres en la Nueva España, Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/ Vervuert, 2011; así como el artículo de Félix Herrero Salgado, “La oratoria sagrada en el siglo xvii: tradición e innovaciones”, en Manuel García Martín(coord.), Estado actual de los estudios sobre el Siglo de Oro: Actas del II Congreso Internacional de Hispanistas del Siglo de Oro, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1993, vol. 1, pp. 501-508). 67. “Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo” (Apocalipsis 8:1).

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La común inteligencia entiende, por este silencio, la admiración y el espanto que causó en los santos el ver las muchas calamidades de idolatrías y herejías que había de haber en el mundo, y las muchas penas impuestas a los idólatras y herejes contenidas en el séptimo sello de este misterioso libro, que es el libro del Juicio Final, por donde a todos y cada uno se le ha de pedir estrecha cuenta de su ministerio y vida. Pero la particular explicación de san Bernandino Senense (entendiendo por este cielo la Iglesia) dice que este silencio significa la falta de predicación de la palabra de Dios en su Iglesia. Aquí la dificultad: si en toda la Iglesia hay, y siempre ha habido, tantos y grandes predicadores ¿cómo por este silencio se puede entender la falta que hay de predicación en la Iglesia? Responde el santo que es verdad, que hay muchos que evangelizan y predican a Cristo, pero no con la vida y obra sino con la voz y con las palabras, no con espíritu apostólico y fervor cristiano sino con estilo compuesto y crítico lenguaje; y estos predicadores, adulterando la palabra de Dios que es llana y sencilla con su modo de hablar curiosamente adornado, no hacen fruto ni aprovechan y, aunque predican no predican, porque se predican a sí mismos y no predican a nuestro Señor Jesucristo: “Quid hoc silentium nisi defectio verbi Dei? Nam licet multi appareant praedicare, tamen, verbum Dei adulterantes, se ipsos praedicant non Dominum Iesum Christum”.68 Para predicar, pues, doctrinando, y doctrinar y confesar aprovechando, a los miserables indios de este reino, y sacarlos de la ceguedad, de la idolatría y supersticiones en que muchos viven todavía, ofrezco la luz y método de este libro tratado, y quisiera escribirlo en alguno de tres modos que hay y pone de hablar el angélico doctor santo Tomás, explicando el verso 4 del salmo 18, “Non sunt loquelae neque sermones”,69 por las siguientes palabras: “Est autem triplex modus loquendi: unus humilis, quem communiter loquimur, alius quando est coloratus, et alius quando est ornatus. Primus convenit docenti; secundus, persuadenti; tertius, delectanti: Tres son (dice el Santo) los modos 68. “¿Por qué este silencio que abandona la palabra de Dios? Pues, aunque muchos parecen predicar, sin embargo, adulterando la palabra de Dios, se predican a sí mismos y no a nuestro señor Jesucristo” (Bernardino de Siena [1380-1444], Opera Omnia, Venecia, por Andre Poletti, 1745: Sermo IX, art. 1, cap. 1). 69. “non sunt loquelae neque sermones quorum non audiantur voces eorum: no hay discursos ni idiomas en los que no se oigan sus voces” (Salmos 19[18]:4).

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de hablar. Uno, humilde y llano, que es el ordinario y común; otro, pintado y curioso; y otro muy adornado y compuesto. El primero conviene al que enseña, el segundo al que persuade y el tercero al que deleita”.70 Y aunque no intento entretener y deleitar inútilmente, sí persuadir y aprovechar (sin molestar) al piadoso lector, para conseguir el fruto que se pretende; y para ello me valgo de historias y de pinturas, no inútiles y profanas, sí provechosas y santas de la escritura sagrada, de ejemplos y casos raros y singulares noticias que se refieren y leen en varias historias verídicas. Escojo y elijo el primer modo de hablar que santo Tomás enseña, humilde y llano, para conseguir el intento del que enseña y escribe con fin de aprovechar.71 Todo lo que hallares, advirtieres y notares bueno, santo y perfecto, ten por cierto que es de lo alto y que no es mío, sino de Dios padre de las lumbres, que es el que da luz y método a los que enseñan y escriben buscando su honra y gloria: “Omne datum optimum et omne domum perfectum desursum est descendens a Patre luminum”;72 o de los graves autores y santos que cito y pongo al margen. Mas los yerros y defectos (que juzgo serán no pocos) confieso que todos son míos, pero te aseguro que son nacidos de ignorancia y cortedad, no de malicia y bondad; súplalos tu discreción y excúselos tu voluntad, porque es propio de sabios, nobles y de cristiana piedad. Vale.

70. Tomás de Aquino, “In Psalmo 18”, en Complectens expositionem in Genesim, in Iob, in primam Davidis quinquagenam, in Canticum canticorum, in Esaiam, Ieremiam et in Threnos, Paris, por Dionisio Moreau, 1640, p. 319. 71. Refiere al bien conocido modelo ciceroniano de los tres estilos (clave en la formación de la doctrina de los estilos o “colores” de la Edad Media y el Renacimiento) donde el sermo humilis de la Antigüedad fue usado en la oratoria sagrada también con fines didácticos, como apunta Erich Auerbach (Lenguaje literario y público en la baja latinidad y en la Edad Media, tr. Luis López Molina, Barcelona, Seix-Barral, 1969, p. 36). Aunque había sido Teofrasto quien primero lo expusiera, dicho modelo tuvo su expresión más acabada en De Oratore, donde Cicerón ilumina la relación que se establece entre cada uno de los estilos y cada una de las funciones del orador: el humilde, sutil o tenue para el docere, el medio para el delectare, el grave, sublime o vehemente para el movere (V-VI, 20. Cito por la ed. y trad. de Amparo Gaos Schmidt, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1995). 72. “Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del padre de las luces” (Santiago 1:17).

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PR O T ES TA C I Ó N DE L A UT O R que se debe poner en cualquier libro que se imprime, por mandado del Sumo Pontífice Urbano Octavo, conforme a las declaraciones de la Sagrada Congregación hechas en Roma el año de 1642 En cumplimiento de esta obligación digo, declaro y protesto que todas las cosas que en este libro y tratado refiero de historias, ejemplos y revelaciones, y de todas las señaladas personas que nombro con título de virtud y santidad, de tal suerte las refiero que no quiero ni es mi intento que sean recibidas de quien las leyere como examinadas y aprobadas por la Santa Sede apostólica, sino que tan solamente gocen de la fe que les dan sus autores y no de otra manera que como de historia humana; sin introducir, aumentar o añadir culto o veneración a mis narraciones, cosa alguna a su propia estimación, dejándolo todo en el estado que ello se tenía antes que yo lo escribiese. Y esto lo protesto así, para guardar inviolable y enteramente el Decreto Apostólico de la Santa Congregación de los Sagrados Ritos y de la Universal Inquisición, que salió el año de 1625 y fue confirmado el de 1634, conforme a la declaración del mismo Decreto hecho por la santidad de Urbano Octavo el de 1631.73 Todo lo cual tan firmemente lo profeso como conviene al que desea ser tenido por obedientísimo hijo de la Sede Apostólica, y ser de ella gobernado en todos sus escritos y acciones, sujetándome en todo a la corrección de nuestra santa madre Iglesia católica, apostólica y romana. Licenciado Diego Jaimes Ricardo Villavicencio

73. Se trata de un decreto que prohibió bajo severas penas la impresión de libros que trataran el tema de la gracia divina, lo que terminó afectando con sus cuidados la impresión de todo tema religioso, al grado de que se constituyó casi en fórmula: con idénticas palabras aparece, por ejemplo en las Anotaciones de la fundación de la congregación y orden de los clérigos regulares pobres de la Madre de Dios de la escuelas pías (1623, ) de Vicente Berro; en la en la “Protestación del autor” del Compendio de los milagros de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, de Josef Félix de Amada (Zaragoza, por Mariano Miedes, 1746); o en la “Vida, virtudes y maravillas del venerable diácono don Clemente Rier”, manuscrito de la Josef Llerins que se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Barcelona (ms. 370).

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Primera parte LUZ Y MÉTODO DE DOCTRINAR Y CONFESAR IDÓLATRAS Y DESTIERRO DE IDOLATRÍAS. 74 En que se dan noticias de los ídolos y de las idolatrías que ha habido y al presente se hallan entre los indios de este reino de la Nueva España, con avisos y puntos importantes para destruir la secta maldita de la idolatría y aumentar entre ellos la fe católica

AR G U MEN TO DE E S TA P RI M E RA PA RT E Hablando con su eterno padre el salvador del mundo, dijo por su evangelista san Juan: “Esta es la vida eterna, que conozcan a ti solo, verdadero Dios, y a Jesucristo, que tú enviaste al mundo: Haec est autem vita aeterna, ut cognoscant te solum Deum verum et quem misisti Iesum Christum”.75 Esta breve sentencia es un compendioso sumario de toda la filosofía cristiana, pues fue advertir la sabiduría eterna del Padre (que es Cristo su hijo) que solo aquellos que conocen y creen en un solo Dios verdadero llegarán a gozar de la vida eterna; excluyendo de ella y de la salvación a todos los idólatras que sacrílegamente adoran ídolos y falsos dioses. Así lo afirma y predica el apóstol san Pablo, escribiendo a los Corintios: “No queráis engañaros y errar en lo que tanto importa. Sabed y tened por cierto que no solo los fornicarios y adúlteros, los avarientos y ladrones, pero76 ni los que adoran y sirven a los ídolos llegarán a poseer el Reino de Dios: Nolite errare: neque

74. Si el título general de la obra es Luz y método de confesar idólatras y destierro de idolatrías, esta primera parte incluiría un propósito más: “doctrinar”, mientras que la segunda parte propone ya no el destierro, sino la destrucción de la idolatría: “Luz y método de doctrinar y confesar idólatras y destrucción de idolatrías”. 75. Juan 17:3. 76. Conjunción adversativa exclusiva propia de la época; actualización del clásico “non solum sed etiam”; en este caso, vale por “no solo no esto sino tampoco esto otro [...]”.

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fornicarii, adulteri, neque fures, neque avari, neque idolis servientes, Regnum Dei posidebunt”.77 Antes si, todos estos (dice san Juan) tendrán su parte y castigo en el abrasador estanque de azufre y fuego que es el infierno: “Fornicatoribus et veneficis et idolatris, pars illorum erit in stagno ardenti igno et sulphure”78 Toda esta católica filosofía se contiene y encierra en los artículos de la fe, mandamientos de Dios y doctrina cristiana; y aquesto se enseñe y se dé a conocer (que no hay más que un solo Dios verdadero) a los que están sumergidos en las tinieblas de la idolatría, como son no pocos de los indios plebeyos de casi todo este reino de las Indias. Se ordena este tratado dando en él luz, con especiales advertencias y avisos, para el acierto en tan alto y apostólico ministerio. Así lo hizo Cristo con los apóstoles cuando, escogidos para curas de almas, los envió por el mundo a predicar el Evangelio y, con su evangélica luz, a sacar de tinieblas a tanta gentilidad que estaba entre las tinieblas de la idolatría y sombras de la muerte, dándoles el método que habían de observar en este ministerio; y en ellos, a todos sus coadjutores y sucesores, los prelados y pastores, párrocos y curas del reino de su Iglesia, diciéndoles que los hacía, para esta obra a que eran sublimados, luz del mundo: “vos estis lux mundi”.79 Preguntan los expositores y santos: “¿Qué luz es esta que dice Cristo han de ser sus apóstoles y sucesores?, ¿ha de ser luz de lámpara o luz de hacha?, ¿luz de aceite o luz de cera?” Y responden que ni de una ni de otra, sino luz evangélica. Porque la luz de la lámpara y de hacha consume y deshace, para lucir, el aceite y la cera, y hacen con su llama humo que tizna y afea; y la luz evangélica ha de lucir para aprovechar 77. “An nescitis quia iniqui regnum Dei non possidebunt? Nolite errare: neque fornicarii, neque idolis servientes, neque adulteri, neque molles, neque masculorum concubitores, neque fures, neque avari, neque ebriosi, neque maledici, neque rapaces regnum Dei possidebunt: ¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se engañen: que ni los inmorales sexuales ni los idólatras ni los adúlteros ni los afeminados ni los homosexuales ni los ladrones ni los avaros ni los borrachos ni los calumniadores ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (I Corintios 6:9-10). 78. “timidis autem et incredulis et execratis et homicidis et fornicatoribus et veneficis et idolatris et omnibus mendacibus pars illorum erit in stagno ardenti igne et sulphure quod est mors secunda: Pero, para los cobardes e incrédulos, para los abominables y homicidas, para los fornicarios y hechiceros, para los idólatras y todos los mentirosos, su herencia será el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8). 79. “Ustedes son la luz del mundo” (Mateo 5:14).

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sin deslucir ni consumir, y ha de brillar sin afear ni deslustrar. Pues ¿de qué ha de ser esta luz evangélica en los evangélicos ministros? Un grave y religioso expositor responde que el prelado, pastor y ministro de Dios ha de lucir en su templo y en su Iglesia con luz de estrella y aurora, de luna y de sol, como del pontífice Simeón, hijo de Onías, lo dice el Eclesiástico: “Quasi stella matutina in medio nebulae et quasi luna plena in diebus suis lucet, et quasi sol refungens sic ille efulsit in templo Dei”.80 Porque la luna luce de noche, la estrella de la mañana y aurora luce a la madrugada, y el sol luce y resplandece de día; y de estrella, luna y sol ha de ser la luz del eclesiástico ministro de Dios, para que entienda y se persuada que en todo instante, momento y tiempo, de día, de noche y madrugada, debe lucir y resplandecer asistiendo a sus feligreses, súbditos y ovejas, doctrinando y enseñando con la vida, con el ejemplo, con la doctrina y virtud: “Dicatur ergo quod ecclesiasticus praesul se habet ut sol, luna, aurora, quia in omni instanti, momento ac differentia temporis, sive die, sive nocte, sive diluculo, semper suis assistens fulget et resplendet vita, exemplo, doctrina, ac virtute”.81 Como sol en lo ardiente de la caridad, como aurora en los resplandores de la enseñanza y doctrina, y como luna en su plenitud; porque así como, estando llena, de tal suerte luce de noche que a los descaminados y perdidos saca y lleva de su obscuridad y tinieblas al resplandor y claridad de la aurora y día, así los fieles ministros de Dios, a las almas de su cargo que ven andar descaminadas y erradas entre las lóbregas tinieblas y obscuridad de la idolatría, sin reparar en tiempos ni ahorrar de afán y trabajo, la sacan, encaminan y llevan al día claro de la verdad católica, que es el empleo para que cristo redentor de las almas los hace y llama luz del mundo: “Vos estis lux mundi”. Y es de advertir que lo que Cristo hizo y fue en el mundo, eso quiere que sean y que hagan sus ministros: “Ego sum lux mundi. Lux vera quae inluminat omnem hominem venientem in hunc mundum. Yo soy luz del mundo, dijo la infalible verdad Cristo, y luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo”;82 y esto mismo 80. “Era como estrella matutina entre las nubes, como luna llena en plenilunio; brillaba como el sol que ilumina el templo de Dios” (Eclesiástico 50:6-7). 81. Juan de Silveira, Commentariorum in Apocalypsim, Lugduni, por Laurencio Anisson, 1667, p. 143. 82. Es una cita compuesta, con cierta libertad, de dos versículos del Evangelio de Juan: “Iterum ergo locutus est eis Iesus dicens ego sum lux mundi qui sequitur me non

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dice que son por participación sus ministros: “Vox estis lux mundi”, y luz verdadera porque alumbran enseñando a los infieles idólatras, y a todas las gentes del mundo, la verdad católica y fe de Jesucristo, y hácelos luz como él lo fue: “Ego sum lux. Vos estis lux”. Para que así como redimió Cristo al hombre perdido, con tanto trabajo que rindió la vida en la cruz expirando (“emissa voce magna, exspiravit”),83 cuando al criarlo su omnipotencia fue con alivio, pues fue respirando, que es descanso y alivio de la naturaleza que vive con respirar (“inspiravit in faciem eius spiraculum vitae”),84 así sus ministros, a su imitación y ejemplo, han de tener por alivio el trabajo de ministrar y han de trabajar en su ministerio ayudando al Redentor a redimir almas hasta expirar y rendir, como buen pastor por sus ovejas y feligreses, el espíritu y vida; para que así en la imitación y semejanza sean como Cristo, la luz del mundo: “Ego sum lux mundi. Vos estis lux mundi”. A esto se ordena este tratado y este es el asunto de este libro, como se verá en los siguientes capítulos de esta primera parte. C A P Í T UL O I Que la caridad es la antorcha con que los pastores y curas dan luces de doctrina a sus ovejas y feligreses La virtud en que más deben resplandecer los prelados, pastores y curas de almas es la caridad, que entre todas, así las morales como teologales, es la mayor y la reina: “Maior autem horum est caritas”.85 Pues, siendo en la dignidad como dioses en la tierra (“Ego dixi dii, ambulabit in tenebris sed habebit lucem vitae: Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12); y “Erat lux vera quae inluminat omnem hominem venientem in mundum: Aquel era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo” (Juan 1:9). 83. “Dando un fuerte grito, expiró” (Marcos 15:37). 84. “formavit igitur Dominus Deus hominem de limo terrae et inspiravit in faciem eius spiraculum vitae et factus est homo in animam viventem: Entonces el señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser viviente” (Génesis 2:7). 85. Cita de memoria, pues el demostrativo “horum” (estos), no se encuentra en el texto bíblico: “nunc autem manet fides spes caritas tria haec maior autem his est caritas: Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Corintios 13:13).

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estis”),86 si Dios nos amó con infinita caridad y por eso envió a su unigénito hijo al mundo (no para perderlo juzgándolo, sí para que por él fuese redimido y salvo: “Non ut iudicet mundum sed ut salvetur mundus per ipsum”),87 como dioses y sustitutos de Dios deben los prelados, pastores y curas ser en la caridad extremados, amando a sus súbditos, ovejas y feligreses, y enviados de Dios como cristos suyos: “Nolite tangere christos meos”;88 han de inquirir su vida, costumbres y procederes, no para perderlos como jueces juzgándolos, sí para ganarlos para Dios como padres con el pasto espiritual de doctrina y ejemplo como lo hizo Cristo, nuestro ejemplar y maestro en toda su vida, como buen pastor conociendo a sus ovejas, para que ellas a él lo reconociesen por padre: “Ego sum pastor bonus et cognosco oves meas, et cognoscunt me meae”.89 Esta participación de Dios y semejanza con él le viene a los prelados, pastores y curas de almas de la virtud de la caridad pues, como dice y enseña el apóstol san Juan: “Dios es caridad, y quien está en caridad está en Dios y Dios en él: Deus caritas est et qui manet in caritate in Deo manet et Deus in eo”.90 ¿Qué mayor participación? ¿Qué mayor semejanza, y unión? De donde se sigue que así como Dios es todas las cosas y es para todos, así también la caridad en su manera es todas las cosas y es para todos, pues para todas y a todos aprovecha, dando a todas perfección y vida; y por consiguiente los prelados y 86. “Ego dixi dii estis et filii Excelsi omnes: Yo les dije: ‘Ustedes son dioses; todos ustedes son hijos del Altísimo’” (Salmos 82[81]:6). Cf. Juan 10:34: “Respondit eis Iesus nonne scriptum est in lege vestra quia ego dixi dii estis: ¿No está escrito en su ley, ‘Yo dije: Ustedes son dioses’?”. 87. “non enim misit Deus filium suum in mundum ut iudicet mundum sed ut salvetur mundus per ipsum: Porque Dios no envió a su hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:17). 88. “Nolite tangere christos meos et in prophetis meis nolite malignari: Dijo: “¡No toquen a mis ungidos, ni hagan mal a mis profetas!” (Salmos 105[104]:15). 89. El sustantivo “oves” no se encuentra en el texto bíblico tal cual, pues el versículo en cuestión lo omite al encontrarse al final del versículo anterior (“ovibus”): “mercennarius autem fugit quia mercennarius est et non pertinet ad eum de ovibus, ego sum pastor bonus et cognosco meas et cognoscunt me meae: [...] Huye porque es asalariado y a él no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen” (Juan 10:13-14). 90. “Et nos cognovimus et credidimus caritati quam habet Deus in nobis Deus caritas est et qui manet in caritate in Deo manet et Deus in eo: Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor. Y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios permanece en él” (1 Juan 4:16).

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pastores que en esta virtud resplandecen, y en quien la virtud de la caridad con perfección se halla, son para todos y aprovechan dándose a todos para salvarlos a todos, como lo hacía san Pablo: “Omnibus omnia factus sum ut omnes facerem salvos”.91 Y esto hace la caridad y amor en los prelados, y es la que hace dignos prelados, curas y pastores de almas; como se vio en Cristo, sabiduría eterna, que queriendo hacer a san Pedro príncipe de su Iglesia y pastor de su rebaño, de ninguna otra cosa le examina sino de esta virtud, preguntándole tres veces si le amaba más que los otros: “Petre amas me?”. Y, satisfecho de su grande caridad y amor, le encomendó sus ovejas: “pasce oves meas”.92 Tan grande cuidado tuvo Dios de que amásemos al prójimo, que juntó este mandamiento con el mandamiento de su amor. Con una misma caridad habitual que se ama a Dios se ama al prójimo, ambos amores proceden de una raíz; inseparables son el amor de Dios y del prójimo: “Diliges Dominum Deum tuum ex toto corde tuo ex tota mente tua hoc est maximum et primum mandatum huic. Diliges proximum tumm sicut te ipsum”.93 En los mismos lugares que afirmó Cristo

91. “Factus sum infirmis infirmus ut infirmos lucri facerem omnibus omnia factus sum ut omnes facerem salvos: Me hice débil para los débiles, a fin de ganar a los débiles. A todos he llegado a ser todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Corintios 9:22). 92. Se trata de fragmentos más o menos libres de Juan 21:17: “dicit ei tertio Simon Iohannis amas me contristatus est Petrus quia dixit ei tertio amas me et dicit ei Domine tu omnia scis tu scis quia amo te dicit ei pasce oves meas: Le dijo por tercera vez: —Simón hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: ‘¿Me amas?’. Y le dijo: —Señor, tú conoces todas las cosas. Tú sabes que te amo. Jesús le dijo: —Apacienta mis ovejas”. Sin embargo, el sintagma tal cual es usado por Villavicencio sí que se encuentra en la tradición eclesiastica; en antífonas cantadas en la misa e incluso en textos cuasi-jurídicos que tratan la cuestión indiana, en los que Villavicencio pudo haber abrevado, como el tratado De Iusto bello contra indos de Alonso de la Vera Cruz, que lo trae como prueba de la tercera tesis de la Cuestión IV: “Utrum summus Pontifex habeat supremam potestatem: si el Papa tiene suprema potestad” (cito por la ed. de C. Basiedo, L. Basiero, F. Maceda y L. Pereña, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1997, p. 196). 93. Se trata de una cita parcial, o de memoria, del Evangelio de Mateo: “ait illi Iesus diliges Dominum Deum tuum ex toto corde tuo et in tota anima tua et in tota mente tua hoc est maximum et primum mandatum secundum autem simile est huic diliges proximum tuum sicut te ipsum: Jesús le dijo: —Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). Versiones de la misma se encuentran en Marcos 12:30 y Lucas 10:27, y todas nacen de la redacción del primer mandamiento consignada en el Deuteronomio:

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que el primero y más excelente en dignidad, de todos los mandamientos divinos, era amar a Dios, añadió que el segundo le era semejante; esto es, amar al prójimo como a nosotros mismos. Esta igualdad en el amor que debemos al prójimo y pide aquella palabra y adverbio “sicut”,94 no dice igualdad de cantidad sino de semejanza; ni quiere decir que le amemos tanto y con amor tan intenso como nos amamos a nosotros mismos, sino con amor semejante al que nos tenemos. Esto es, que dejemos al prójimo los bienes temporales y los de gracia y gloria que nos deseamos a nosotros mismos. Y aunque este precepto y mandamiento divino de amar a Dios y al prójimo como a sí mismo obliga a todo fiel cristiano, pero con más esmero y aun con más aprieto, por razón de la dignidad, le toca y le obliga a los sacerdotes ministros de Dios, como lo significó el Señor en la vestidura sacerdotal que mandó se vistiesen los sacerdotes de la ley vieja, la cual era de oro, jacinto y púrpura, y de grana de dos tintes: “Facient superumerale de auro et hyacintho ac purpura coccoque bis tincto”.95 En cuya diversidad de tan rico adorno dice san Gregorio que le intimó Dios al sacerdote la variedad de virtudes en que debe resplandecer: “Ut quanta sacerdos clarescere virtutum diversitate debeat demonstretur: en lo precioso del oro, la sabiduría para enseñar doctrinando al pueblo; en el jacinto de color de cielo, que todos sus pensamientos han de ser celestiales y divinos; en la púrpura, la regia potestad con que ha de regir, comprimir y enfrenar las pasiones; y en la grana dos veces teñida, que todas sus obras y virtudes se hermoseen, adornen y resplandezcan con los ardientes visos de la caridad, significada en la grana dos veces teñida porque, aunque es una sola virtud la caridad, con ella se nos intiman los dos preceptos de amar a Dios y amar al prójimo: “bis in tinctus coccus adiungitur (dice el Santo) ut omnia virtutum bona ex charitate decorentur; quae quia Deum, et proximum diligit, ex duplici tinctura fulget”.96 “Diliges Dominum Deum tuum ex toto corde tuo et ex tota anima tua et ex tota fortitudine tua: Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5-6). 94. “Como”. 95. “facient autem superumerale de auro et hyacintho ac purpura coccoque bis tincto et bysso retorta opere polymito: y harán el efod de oro, de material azul, de púrpura, de carmesí y de lino torcido, obra de fina artesanía” (Éxodo 28:6). 96. Continuación de la cita anterior de san Gregorio, aunque transcrita con cierta libertad: “dos veces teñida, de modo que todas las virtudes sean decoradas con

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Este precepto obliga en caso de extrema necesidad, pero advirtiendo que la caridad tiene sus grados conforme al concurso de sus causas: primero se debe a Dios sobre todo, después a nuestras ánimas y luego a las del prójimo. Y así, estamos obligados, como dice el padre Remigio, a procurar la salud espiritual del prójimo aunque sea con peligro de la vida, si su necesidad es extrema, cual es (si alguno supiese) [el] morir un niño sin bautismo: está obligado, pudiendo, a bautizarle, no habiendo otro que lo bautice, aunque por hacerlo se vea en este peligro. Y con el mismo debe el confesor confesar al que está en peligro cierto de muerte, sabiendo que está en pecado mortal sin contrición, y entiende se confesará habiendo con quien. Cuando la necesidad es grande y no extrema, no están obligados a socorrerla con grave detrimento de la vida, honra o hacienda, los que por oficio no deben mirar por la salud espiritual de otros, pero sí los que tienen este cargo como son los obispos, párrocos y demás superiores; y deben hacer diligencia para saber quién de sus feligreses y súbditos tienen semejante necesidad. Y por tanto, no puede el cura en tiempo de peste dejar sus feligreses sin los sacramentos de la penitencia, eucaristía y el de la extremaunción, aunque sepa le ha de tocar la epidemia y dar en la demanda la vida, como lo hizo nuestro buen pastor Cristo dando la suya por sus ovejas: “Bonus Pastor animam suam dat pro ovibus suis”;97 a cuyo ejemplo los curas de almas, como pastores, para ser buenos debemos poner por nuestros hermanos nuestra vida y nuestras almas, como el evangelista san Juan en su primera epístola canónica nos lo intima, poniéndonos por dechado a Cristo y por cierta señal de la caridad de Dios que debemos imitar: “In hoc cognovimus charitatem Dei, caridad, aquella que se dirige a Dios y al prójimo, que brilla como doble teñido”. El texto original lee: “Auro autem hyacintho ac purpurae bis tinctus coccus adiungitur, ut ante interni iudicis oculos omnia virtutum bona ex charitate decorentur; et cunca quae coram hominibus rutilant, haec in conspectu occulti arbitri flamma intii amoris accedant. Quae scilicet charitas, quia Deum simul ac proximum diligit, quasi ex duplici tinctura fulgescit: Al oro y al jacinto ha de agregarse la púrpura dos veces teñida, para significar que, a los ojos de nuestro juez interior, todas las virtudes deben ir adornadas con la caridad; que todo lo que brille a la faz de los hombres ha de estar inflamado internamente en el fuego del amor. Y esta caridad, que abraza con su amor a Dios y al prójimo, ha de resplandecer como aquel doble teñido” (san Gregorio, Regula pastoralis, II, 3 [PL 077, 29 A-B]. 97. “Ego sum pastor bonus bonus; pastor animam suam dat pro ovibus: Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por las ovejas” (Juan 10:11).

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quoniam ille animam suam pro nobis posuit; et nos debemus profratibus animas ponere”.98 En esta obligación juzgo que están al presente todos los curas que ministran a los indios naturales cada uno en su partido, porque por la experiencia de más de 30 años de administración entiendo están en grave y aun extrema necesidad, por estar hoy en día muchos de ellos tocados y muy enfermos con la infernal y diabólica peste de la idolatría, enfermedad que de unos a otros se va pegando y van heredando de sus antepasados, con grave detrimento y perdición de sus almas, como se verá en las noticias que de este achaque tan antiguo en estos miserables daré en este tratado. C A P Í T UL O I I Que la observancia y cumplimiento del primer mandamiento de la ley de Dios es la primera luz con que han de doctrinar a sus feligreses los curas El amor de Dios es el fin de todas las leyes y mandamientos divinos, porque todos ellos se ordenan a este divino amor, sin el cual ninguna cosa da gusto a Dios, y con él, todas le son agradables. Este es el primer mandamiento de la ley divina: amarás a Dios sobre todas las cosas, y si este mandamiento con puntualidad se cumple, con él se consigue cuanto por él se pide, porque en él se encierran todas las demás virtudes, con que Dios es servido. La razón de esto es evidente, porque el que de verdad y de todo corazón ama a Dios, que es cuando sobre todas las cosas es amado, con esta misma fineza y fuerza desea agradarle; y sabiendo que ninguna cosa le agrada, sino las virtudes y buenas obras, y entre ellas el culto y veneración que como a un solo Dios se le debe, con ese mismo ardor con que se mueve a amar a Dios se mueve también al amor y deseo de todas las virtudes y de su mayor culto y adoración, para agradarle en todo, y de ese mismo amor de donde procede ese deseo procede también el temor de ofenderle, y porque ninguna cosa le ofende sino los pecados. De aquí le viene 98. “In hoc cognovimus caritatem quoniam ille pro nobis animam suam posuit et nos debemus pro fratribus animas ponere: En esto hemos conocido el amor: en que él puso su vida por nosotros. También nosotros debemos poner nuestra vida por los hermanos” (1 Juan 3:16).

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un tan grande aborrecimiento de todos ellos, y en especial del de la infidelidad, que antes se ofrecerá a perder la vida (y mil vidas, como lo hicieron los mártires) que ofenderle; con que se ve claro que el amor de Dios no solo es el fin de todos los mandamientos divinos, sino también un compendio y sumario de ellos, como lo dijo el Apóstol: “Qui diligit, legem implebit, plenitudo enim legis est dilectio”.99 Y porque el amor presupone conocimiento de la bondad de la cosa que ha de ser amada (pues aunque se pueden amar las cosas que no se ven, pero no las que no se conocen), los celosos de la honra de Dios y fieles ministros suyos, como lo son y deben ser todos los párrocos y curas de almas, trabajan en dar a conocer a sus feligreses quién es Dios, para que como deben le amen, le adoren y sirvan, enseñándoles la doctrina cristiana, los artículos de la fe y mandamientos divinos. Y porque el amar a Dios es tan necesario y forzoso para adorarle y servirle, y para cumplir su ley santa: Qui diligit, legem, implevit, el primer mandamiento de la ley de Dios es amarle sobre todas las cosas, el cual se cumple con el ejercicio de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad,100 y con ellas dice san Agustín es Dios principalmente honrado. Honra a Dios el que cree en Dios, pues en creerlo muestra que es digno de todo crédito; honra a Dios el que solo espera en Dios, pues en esperar en él muestra que es omnipotente y sumamente liberal; y honra a Dios el que le ama, pues en amarle da a entender que Dios es bueno, y en amarle sobre todas las cosas muestra que es sumamente bueno.

99. “Nemini quicquam debeatis nisi ut invicem diligatis qui enim diligit proximum legem implevit: No deban a nadie nada salvo el amarse unos a otros, porque el que ama al prójimo ha cumplido la ley” (Romanos 13:8) / “dilectio proximo malum non operatur plenitudo ergo legis est dilectio: El amor no hace mal al prójimo; así que el amor es el cumplimiento de la ley” (Romanos 13:10). 100. Es después del Concilio de Trento que se definen estas virtudes como dones que se reciben con la gracia. Véase al respecto el Decreto del Santo Oficio del 26 de junio de 1680: “Y puesto que el ejercicio de la contemplación perfecta consiste sobre todo en el hecho de que el alma en el acto mismo de la contemplación no hace nada más, y que, al contrario, dado que entonces en la contemplación de las más sublimes virtudes de fe, esperanza y caridad, con las cuales principalmente se tributa honor a Dios” (Heinrich Denzinger y Peter Hünermann, El magisterio de la Iglesia. Enchiridion symbolorum definitionum et declarationum de rebus fidei et morum, tr. Doménec Guimerá, Bernabe Dalmau, Constantino Ruiz-Garrido y Eva Martín-Mora, Madrid, Herder, 2000, p. 614).

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En esto se emplean todos los que tienen cargo de almas, curas y beneficiados, porque así lo ordena el santo Concilio de Trento, mandando que enseñen a los niños de sus parroquias los domingos y días festivos la doctrina cristiana y rudimentos de nuestra santa fe católica, para que criados con esta leche celestial y divina, y conocimiento de Dios, le amen y le adoren como deben a cristianos. Advirtiéndoles que por la fe deben creer lo que propone la Iglesia Católica y los misterios que son necesarios necesitate modii (esto es, los que son necesarios para salvarse), que son el misterio de la Santísima Trinidad, el de la Encarnación y que hay premio y castigo eterno; y los que son necesarios necesitate praecepti (esto es que obliga el saberlos debajo de pecado mortal), los cuales son los diez Mandamientos de la ley de Dios y los cinco de la Iglesia, el Credo y los siete Santos Sacramentos. Y porque algunos de los feligreses son tan incapaces y rudos (como de ordinario lo son los indios plebeyos) que no los pueden percibir distintamente,101 basta que semejantes personas crean explícitamente los más claros misterios de nuestra santa fe y los demás que los crean implícitamente y en común, creyendo todo lo que cree la iglesia católica nuestra madre. Se les ha de enseñar cuándo están obligados a confesar la fe, a tener esperanza, y cuándo les obliga el precepto de amar a Dios. La fe obliga y se debe confesar exteriormente, cuando de no hacerlo caerán otros en algún error, pensando que la fe de Cristo no es verdadera, cuando se sabe que de confesarla la han de recibir algunos y cuando de no 101. A posiciones tan prejuiciosas como esta se refería José de Acosta en su De procuranda indorum salute donde, a modo de disputatio, discute sobre el particular; escribe el jesuita ilustrando una de las posiciones de la disputa: “Pero el pueblo indio, aunque con sus más y sus menos, en conjunto, sin embargo, está muy lejos de cualquier sinceridad; es totalmente ruin y servil, de ingenio romo, de escaso juicio, muy inconstante y escurridizo; desleales en su comportamiento, sólo ceden ante el miedo y la fuerza; apenas tienen sentido del honor, y del pudor, casi ninguno” (De procuranda indorum salute. Pacificación y colonización, ed. de L. Pereña et al., Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1984, p. 91). Don P. Abbot cree que esta afirmación resume el sentir de Acosta, olvidando que la disputatio consistía, justamente, en exponer en primera persona sucesivas posiciones encontradas para después proponer una síntesis propia; el título del capítulo segundo en el que la afirmación de Acosta se encuentra debería ser clave para su lectura: “Razón por la que a muchos les parece difícil y poco útil la predicación entre los indios”. De Abbot, véase su libro Rhetoric in the New World. Rhetoric theory and practice in Colonial Spanish America, Columbia, University of South Carolina Press, 1996, p. 4. Sobre el prejuicio respect de los indios véase William Taylor, “‘...de corazón pequeño y ánimo apocado’. Conceptos de los curas párrocos sobre los indios en la Nueva España del siglo xviii”, Relaciones, 39 (1989), 5-67.

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confesarla se impidiese la honra de Dios, que sería cuando se preguntase de ella delante de algún juez o persona que tuviese autoridad, y la razón de esto la da Santo Tomás: “Quia tunc actus cuius libet virtutis est in praecepto, quando necessarium est, ad finem charitatis erga, Deum aut proximum: quoties ergo Dei honor, aut proximi, utilitas subtrabitur, non confitendo fidem, obligabit confesionis fidei praeceptum”.102 De la esperanza, que es virtud teológica con que esperamos mediante el divino auxilio conseguir la bienaventuranza y gloria, el precepto negativo que es de no desesperar siempre y por siempre obliga; y con el afirmativo se cumple cuando uno tiene dolor de sus culpas y pecados, porque entonces rara será la vez que, doliéndose de haber ofendido a Dios, deje de tener esperanza de la vida eterna. Del precepto de la caridad y de amar a Dios, por ser acto puramente interno, no ha interpuesto la Iglesia su autoridad con decreto particular acerca del tiempo en que obliga; pero entre las 65 proposiciones que ha condenado, por especial Decreto de la Santidad de Inocencio XI, condena la opinión que decía: “No nos atrevemos a condenar si peca mortalmente el que solamente una vez en la vida hace acto de amor de Dios”, que es la Proposición 5; la de otros autores que decían: “Probable es que el precepto de caridad con Dios per se no obliga, ni aún cada quinquenio con rigor”, que es la Proposición 6; y la de otros que decían: “Entonces solamente obliga cuando debemos justificarnos y no tenemos otro camino por donde nos podemos justificar”, que es la Proposición 7.103 Y supuesta la condenación tan próvidamente

102. “El fin de la fe, como el de las demás virtudes, debe ir orientado al de la caridad, que es amor a Dios y al prójimo. Por eso, cuando lo pide el honor de Dios o la utilidad del prójimo, no debe contentarse el hombre con unirse personalmente a la verdad divina con su fe; debe confesarla exteriormente” (Santo Tomás de Aquino, Suma de teología, ed. de Ovidio Calle Campo et al., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1990, p. 74). 103. Las 65 proposiciones de Inocencio XI fueron elaboradas en marzo de 1679, por el mismo papa, cardenales e inquisidores, censurando opiniones que atentaban contra la fe o la moral, y que eran castigadas con excomunión. Proposición 5: “No nos atrevemos a sentenciar, que peque mortalmente el que una vez tan solamente en la vida hiciere acto de amor de Dios”; Proposición 6: “Probable es, que el precepto de la Caridad así a Dios en rigor, por sí, no obliga aún de cinco en cinco años”; Propsición 7: “Entonces sólo obliga, cuando tenemos obligación de justificarnos, y no tenemos otro medio, por el cual nos podamos justificar” (Decreto de Nuestro Santísimo Padre Inocencio XI, Jueves a los dos de Marzo 1679: . Consultado el 7 de marzo de 2019).

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hecha por la católica Iglesia de estas tres proposiciones, y no habiendo determinado con especial decreto cuándo y en qué tiempo obliga por la razón dicha, y siendo cierto que obliga este precepto de amar a Dios en ciertos tiempos, cuáles sean estos es lo dudoso y muy controvertido entre los moralistas y doctores. El angélico doctor Santo Tomás, y toda la tomística escuela, dice que este precepto obliga en el instante primero del uso de la razón, porque en aquel tiempo está obligado a convertirse a Dios y a encaminar a él sus acciones como a último fin, pues es propio de la criatura racional que reconozca y ame a su creador. Otros dicen que el tiempo de esta obligación es cualquiera día de fiesta, porque entonces Dios ha de ser honrado no solo con culto exterior sino también con el interior del corazón y voluntad, haciendo actos de amor de Dios. Otros dicen, que este precepto obliga todas las veces que una persona ha de comulgar, para que así más íntimamente se pueda unir con Dios. Otros, finalmente, dicen que este precepto obliga cuando el hombre recibe algún beneficio de Dios, porque en esta ocasión se debe mostrar agradecido haciendo acto de amor de Dios, de la misma manera que un hombre se muestra agradecido a otro que le ha hecho algún beneficio o le ha sacado de algún peligro. Estas cuatro opiniones refiere Machado, y el padre Hoces en la explicación de las sesenta y cinco proposiciones; dice de estas opiniones que, abstrayendo de la probalidad que tienen o dejándolas en ella, es evidente que no se comprehenden en el Decreto de su Santidad.104 Y prosiguiendo este autor en dicha explicación dice dos cosas. La primera, que lo más probable es que este precepto obliga per se en el artículo de la muerte,105 porque siendo esta aquel momento en que 104. El carmelita Bernardo de Hoces es quien cita a Machado, y lo hace en idénticos términos que Diego Jaimes: “Todas estas opiniones refiere Machado [tom. I, lib. 2, part. 2, tract. 6, docum. 2], y abstrayendo de la probabilidad, que tienen, ò dexandolas en ella, es euidente que no se comprehenden en el Decreto de su Santidad” (Celo pastoral con que nuestro santísimo padre Inocencio undécimo ha prohibido sesenta y cinco proposiciones [...], Sevilla, por Tomás López de Haro, 1687, p. 99). 105. “Preg. ¿Quiénes se juzgan estar en artículo de muerte? Resp. El sentenciado por el juez a morir; y qualquier otro a quien se haya determinado matar. Y también aquel, a quien amenaza próximamente perpetua locura” (Francisco Javier Lazcano, Índice práctico moral para los sacerdotes que auxilian moribundos, Ciudad de México, Impreso en el Colegio Real, 1750, pp. 2-3. Véase también María de los Ángeles Rodríguez Álvarez, Usos y costumbres funerarias en la Nueva España, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2001, pp. 77 ss.).

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depende la eternidad, o de condenación o salvación, siendo el acto de amor de Dios medio para conseguir la salvación, síguese que per se obliga este precepto en este artículo. Lo segundo dice que en vida, por lo menos, obliga per se una vez en el año, porque el precepto divino de recibir el sacramento de la penitencia y de la eucaristía obliga todos los años, y así lo ha declarado y mandado la Iglesia: “Ergo, maximum et primum mandatum obligavit a fortiori codem tempore, id est, per singulos annos”.106 Y siendo cierta la obligación de cumplir este precepto per se, es también indubitable que en algunas ocasiones obliga per accidens. Esto es, cuando a uno se le ofrecen graves tentaciones de odio de Dios y de infidelidad, con peligro de consentir en ellas, o de blasfemias y otras culpas con el mismo peligro. En estos casos está obligado per accidens, el que padece las tentaciones, a hacer actos de amor de Dios, por ser el remedio más eficaz para no caer. Y suponiendo que no es menester amar a Dios sobre todas las cosas intensive, sino apreciative (esto es, apreciando y estimando más a Dios que a todas las criaturas), se ha de advertir que dicho amor de Dios se puede ejercitar de muchas maneras: o haciendo acto de contrición, o teniendo singular complacencia de las perfecciones divinas, considerando con afecto de amigo que Dios solo las merece y en él solo están bien empleadas, o alegrándose de que Dios sea servido y alabado de las criaturas y de que haya muchos que le sirvan y alaben con perfección. Y también diciendo con devoción la oración del Padre nuestro, porque en las palabras, santificado sea tu nombre y hágase tu voluntad así en el Cielo como en la tierra; se ejercite el acto de amor de Dios. Por último, para quitar escrúpulos en esta materia será bien que el confesor disponga al penitente para recibir el sacramento de la penitencia con acto de contrición, en el cual se incluye el de amor de Dios, y así cumplirá con el dolor de que se necesita para la confesión y con el precepto del amor de Dios, pues con un mismo acto se pueden cumplir dos preceptos. Y aunque esta disposición no obliga 106. Los decretos del IV Concilio de Letrán (1215), en su cap. 21, ya decían: “Todo fiel de uno u otro sexo, después que hubiere llegado a los años de discreción, confiese fielmente él solo por lo menos una vez al año lodos sus pecados al propio sacerdote, y procure cumplir según sus fuerzas la penitencia que le impusiere, recibiendo reverentemente, por lo menos en Pascua, el sacramento de la Eucaristía” (Denzinger y Hünermann, op. cit., p. 81).

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de necesidad, pues basta la atrición para justificarse en el sacramento, con todo harán muy bien los confesores en exhortar a los penitentes a que hagan actos de contrición y de amor de Dios cuando los disponen para la absolución sacramental, pues con esto se libran de dudas y de escrúpulos sobre si han cumplido con el precepto del amor de Dios y primer mandamiento de su santa ley. Todo lo dicho se entiende del precepto afirmativo, que el negativo que consiste en no aborrecer a Dios ni hacer cosa que sea contraria a su amor obliga siempre y por siempre, como los demás preceptos negativos. ¡Oh!, cuánta obligación tenemos los curas y párrocos de doctrinar enseñando a nuestros feligreses y ovejas,107 especialmente a los indios naturales y más a los plebeyos, esté primero y grande mandamiento de Dios, no solo para que cumplan como deben con el precepto afirmativo de caridad y de amor a Dios sobre todas las cosas, como se ha dicho, sino también, y con mayor cuidado, a que guarden y cumplan con el negativo que es de que no aborrezcan a Dios ni hagan cosa alguna contraria al amor, reverencia y culto que se le debe, que es en lo que no pocos de ellos faltan, con supersticiones que tienen y con idolatrías que hacen, quitándole a su Dios verdadero y creador la honra, culto y veneración que deben darle como cristianos, y se la dan (aunque en secreto y a escondidas) al demonio y a sus ídolos, continuando sus sacrificios sacrílegos y supersticiones diabólicas que sus antepasados, ciegos en su gentilidad, hicieron. Pues si por omisión nuestra y descuido en nuestro oficio permanecen en su error y mueren idolatrando, observando los ritos y ceremonias de tan infernal secta, entrará la justicia divina pidiéndonos con severidad estrecha y rigurosa cuenta de sus ovejas y almas que nos tiene encomendadas (y de la sangre de Cristo vertida con tanto amor para redimirlas y salvarlas, y en ellas 107. El compromiso de Villavicencio por la extirpación de la idolatría era bien reconocido; en una carta inserta en un proceso contra idolatrías en que participó, puede encontrarse la siguiente valoración: “es un ministro celoso del servicio de Dios y ha mucho tiempo que se aplica a extirpar la idolatría entre los indios de su doctrina... es un hombre lleno de verdad, pureza e ingenuidad y tengo conveniente el que Vuestra Señoría Ilustrísima se sirva alentarlo, consolándolo y dándole las gracias en lo que convenga porque en las cartas que me ha escrito de dicho tiempo a esta parte, se halla desconsolado solo y perseguido de sus feligreses” (“El fiscal del Santo Oficio contra Nicolasa, mulata libre, mujer de Juan Matheo, indio, vecinos del pueblo de San Luis, doctrina de Tlacotepeque, por delitos de idolatría”, Archivo General de la Nación, Ramo: Inquisición, vol. 669, exp. 10, 1688).

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desperdiciada por nuestra culpa y descuido), quitándonos en castigo el cargo de pastorear las ovejas de su aprisco y rebaño de su Iglesia, como nos amenaza diciendo por su profeta Ezequiel, y después ponderaré en el capítulo 15: “Sanginem autem eius de manu tua requiram. Ecce ego ipse super pastores requiram gregem meum de manu eorum et cesare faciam eos, ut ultra non pascant gregem meum”.108 Pero diranme algunos, y preguntarán admirados, ¿qué rebaño hay, y qué feligreses, que por idólatras se pierdan en este obispado o reino? Los que hubo en otro tiempo, al conquistarlo, ¿no quedaron acabados y destruidos?, ¿quién idolatra ahora?, ¿quién ofrece incienso a ídolos?, ¿quién dobla las rodillas al demonio, adorándolo y ofreciéndole inhumanas, sangrientas ofrendas y sacrificios?, ¿dónde están ahora los altos cúes109 de demonios y de ídolos que entonces derribaron y, celosos de la honra de Dios, destrozaron y destruyeron los valientes conquistadores y cristianos españoles?, ¿tienen ídolos los indios?, ¿idolatran todavía?, ¿no vemos que en lugar de grandes cúes, donde al demonio adoraban estando en su ceguedad, cómo los han convertido en sagrados y altos templos que han edificado en sus pueblos, donde con tanto culto reverencia y devoción, adoran cristianamente a nuestro Dios verdadero, trino y uno, y a su unigénito hijo, Cristo nuestro redentor? Pues si es esto así, ¿contra quién vienen a ser esas amenazas de Dios y esos rigores que intima en su nombre su profeta?, ¿qué prelados y pastores, qué curas, ministros y párrocos hay, se hallan o ven en todo este reino ahora quien toque esta amenaza, y amenace este rigor?

108. Es pasaje compuesto a partir de dos lugares de Ezequiel:“sanguinem autem eius de manu tua requiram: yo demandaré su sangre de tu mano” (Ezequiel 33:8) y “haec dicit Dominus Deus ecce ego ipse super pastores requiram gregem meum de manu eorum et cessare eos faciam ut ultra non pascant gregem nec pascant amplius pastores semet ipsos et liberabo gregem meum de ore eorum et non erunt ultra eis in escam: Así ha dicho el señor Dios: ¡He aquí yo estoy contra los pastores y demandaré mis ovejas de sus manos! Haré que dejen de apacentar a las ovejas, y ellos dejarán de apacentarse a sí mismos. Libraré a mis ovejas de sus bocas, y no les servirán más de comida” (Ezequiel 34:10). 109. Cu es voz de origen maya que significa “adoratorio” o “templo”. Viene de k’ul (cosa divina o sagrada) y k’ult (adorar). Javier Abelardo Gómez Navarrete, Diccionario introductorio: español-maya/maya-español, Chetumal, Universidad Autónoma de Quintana Roo, 2009, s.v. “K’ultnaj”. “Y un poco más adelante adonde nos dieron aquella refriega estaba una placeta y tres casas de cal y canto, que eran cúes y adoratorios donde tenían muchos ídolos de barro” (Bernal Díaz del Castillo, op. cit., 2011, p. 25).

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A esto respondo y digo que, aunque manifiestamente y en lo público no hay templos o cúes de ídolos, ni se vean en los altares colocados simulacros y figuras de demonios, ni quién públicamente idolatre adorando falsos dioses en lo secreto y oculto, entre los indios plebeyos hay ídolos, hay idólatras, hay no pocos que quitando a Dios la adoración y honra, que como a su creador le deben, supersticiosamente idolatrando se la dan a las criaturas y a los demonios a quien sirven y veneran como a dioses, que no es poco de sentir y que debe lastimar a los católicos pechos de los prelados y curas que a su cuidado y cargo tienen a estas almas. Y el persuadir esto a mis hermanos y señores, los curas y beneficiados, es el blanco a donde tira el trabajo de esta obra, y es el tema de los discursos y asunto de este tratado. Y aunque los ministros que hay y doctrinan al presente en todos los beneficios y curatos de este reino, es cierto que son y han sido dignos pastores de almas que atentos y vigilantes velan sobre el ganado que ha puesto Dios a su cargo, no ahorrando trabajo alguno por el bien de sus ovejas, y que si llegaran a saber que en sus partidos hubiera algunas que adolecieran de la infernal peste y roña de superstición o idolatría, se deshicieran por deshacerla y del todo destruirla, aunque fuera a costa y peligro de la salud y la vida, exponiéndola como el buen pastor que refiere el Evangelio,110 por dársela a sus ovejas y asegurarles la eterna. Y porque en adelante no haya (y por si hubiere en la ocasión) algunos que hayan sido descuidados como yo y negligentes en cuidar del patrimonio de Cristo, omisamente dejando que perezcan y se pierdan habiendo de dar de ellas estrecha cuenta y razón, cuando el dueño de la hacienda nos llame a juicio y riguroso nos la pida de todo el tiempo que la tuvimos a cargo, y entonces nos hallemos de cuentas alcanzados, y sin tener descargo que dar al cargo nos perdamos con el ganado que perdimos descuidados. Contra estos son las amenazas de Dios y a estos es a quienes toca el advertir y notar estos avisos de Dios para excusar tanto daño, y para que a todos nos sirvan de despertador que nos hagan dar, como san Pablo nos pide, a nuestro ministerio el lleno: Ministerium tuum imple,111 se ponen y se ponderan los que hacen al intento en esta obra y tratado. 110. Juan 10:11. 111. “Tu vero vigila, in omnibus labora, opus fac evangelistae, ministerium tuum imple. Sobrius esto: Pero tú, sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista; cumple tu ministerio” (2 Timoteo 4:5).

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C A P Í T UL O I I I Que Dios ha puesto en el paraíso de su Iglesia a los párrocos y curas para que lo guarden y trabajen en sustentar con sus frutos a las almas de su cargo Parrocus, entre los griegos, significa el que provee de manjares y de cosas necesarias a la vida, y cura es lo mismo que cuidado. Y porque los ministros de la Iglesia que tienen cargo de almas a sus feligreses ministran aquel sacramento divino, pan del cielo y pan de ángeles, en que el buen pastor Cristo en verdadera comida da su carne, y su sangre en bebida verdadera, para el sustento verdadero de todos sus escogidos, se les da este nombre de párrocos y curas a los que cuidan de almas para que en el nombre, conociendo la obligación de su cargo, todo su empleo sea en cuidar y proveer a sus feligreses con cuidado del espiritual sustento, forzoso y necesario para la vida del alma, teniendo muy entendido que el cargo que tienen es carga, que tiene por pensión y peso el trabajar y sudar, para cumplir con el cargo no para deliciarse112 gozando del provecho y obvenciones, aunque de ellas sean dignos y a su trabajo debidas: Dignus est operarius mercede sua.113 Todo esto encierra y dice la palabra y nombre cura: cuidado, solicitud, congoja, mucho estudio y diligencia. Plantó el señor en los confines y términos de la oriental Arabia de Mesopotamia el paraíso de deleites, y en él puso al hombre que había formado. Y dice el sagrado texto que lo puso para que en él trabajara y lo guardara cuidadoso: Ut operaretur et custodiret illum.114 Si el Paraíso es un ameno jardín o vergel todo sembrado de flores, de azucenas y de rosas, y muy abundante de frutos y escogidísimas frutas, parece que el poner Dios en él al hombre, que había formado su omnipotencia y amor, había de ser para que libre y muy a su gusto gozase de la 112. “Deleitarse, recibir gusto o placer con alguna persona o cosa. Latín. Delicias facere. Deliciari. FLORENC. Mar. tom. 1. Serm. 9. Punt. 4. Yo era a quien él miraba en todas las criatúras, y se deliciaba en essa memória” (Aut., s.v. “Deliciarse”). 113. “In eadem autem domo manete edentes et bibentes quae apud illos sunt dignus enim est operarius mercede sua nolite transire de domo in domum: Posen en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que les den porque el obrero es digno de su salario” (Lucas 10:7). 114. “tulit ergo Dominus Deus hominem et posuit eum in paradiso voluptatis ut operaretur et custodiret illum: Tomó, pues, el Señor Dios al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo guardara” (Génesis 2:15).

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fragancia de sus flores, y suavidad y dulzura de sus sazonados frutos. ¿No fue puesto y colocado entre tanta amenidad? ¿No había de vivir Adán en aquel sitio y lugar, y en él sustentar la vida? ¿Quién lo duda? ¿Pues cómo no le dice Dios que se delicie y recree, gozando de sus fragancias y gustando de sus frutos? ¿Y por qué pone y le expresa que de él cuide y trabaje en él? Ut operaretur et custodiret. Es el misterio, dice san Ambrosio, que en ese paraíso se representa la santa y católica Iglesia, y en Adán (a quien dio de ese jardín o vergel) el señorío y presidencia; se significan los prelados, los párrocos, curas y beneficiados, a quienes Dios ha escogido para guardar de su Iglesia, y esta custodia ha de ser no para comer de sus frutos ni deliciarse gozando de las rentas y regalos en que abundan sus diócesis, sí para obrar en ella contentos con lo decente con continuo afán y trabajo, mirando con desvelo por la salud espiritual de sus feligreses y ovejas: “Non ut comedant fructus sed ut operentur”, dice el Santo.115 ¡En grande empeño y cuidado, hermanos y señores míos, nos ha puesto Dios haciéndonos curas y párrocos, poniéndonos por custodias y guardas de su florido jardín y amenísimo paraíso de su santísima Iglesia! Santos debemos ser, porque santos han de ser los que en cosas santas tratan, como es la administración de los santos sacramentos, y cuya obligación es de encaminar almas al cielo, por el camino y vereda de los santos mandamientos, del ejercicio de virtudes, con el continuo afán y trabajo de doctrinar enseñando los artículos de la fe, para que solo Dios trino y uno sea de todos adorado, reverenciado y servido en el paraíso de su Iglesia. En aquel terrenal paraíso hubo un árbol, y Dios vedó a nuestros primeros padres que comiesen de su fruto, diciéndoles y amenazándoles que el día que de él comiesen morirían desgraciados: Inquocumque enim die comederis ex eo morte morieris.116 Y en este celestial de su Iglesia, otro ha plantado y puesto árbol de vida, no de muerte; árbol de bien, no de mal; este es el de la fe divina con que viven y se sustentan

115. Escribe san Agustín: “Muchos comen el fruto de sus trabajos; trabajan la viña, no comen su trabajo, sino lo que se origina de su trabajo” (Comentario al Salmo 127, 10, . Consultado el 7 de octubre de 2018). 116. “de ligno autem scientiae boni et mali ne comedas in quocumque enim die comederis ex eo morte morieris: pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás” (Génesis 2:17).

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los católicos cristianos, la raíz y tronco de este divino árbol es Dios. Porque la fe es una lumbre sobrenatural que el Espíritu Santo infunde en nuestro entendimiento, que los teólogos llaman hábito de la fe, el cual por virtud de Dios inclina nuestro entendimiento a creer los artículos de la fe y todo lo demás que Dios tiene revelado en sus escrituras, con mucha más firmeza y certidumbre que lo que se ve con los ojos y se toca con las manos. Porque así como el hábito de la caridad inclina a nuestra voluntad a amar a Dios sobre todas las cosas, aunque no le veamos, así el hábito de la fe inclina a nuestro entendimiento a creer todos los artículos de ella, aunque con nuestra razón no lleguemos a comprenderlos. Las ramas de aqueste árbol son las virtudes todas, y sus frutos sazonados (con que el alma se sustenta) son los actos de esas virtudes con obras buenas y santas; y son las que san Pablo refiere: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad. Donde estas virtudes se hallan, se practican y ejecutan, la fe está viva y muy frondoso y fecundo este divino árbol, y los frutos de las obras son de vida y meritorios; porque sin obras la fe está muerta y no da vida: “fides sine operibus mortua est”.117 Y sin fe, no es posible servir y agradar a Dios, aunque se hicieran muchas y grandes obras, como enseña el mismo Apóstol: “sine fide impossible est placere Deo”;118 de donde se sigue que si los árboles se conocen por los frutos que producen, y cada uno se da a conocer por sus obras: “a fructibus eorum cognoscetis eos”,119 en aquéllos diremos que está la fe, donde se vieren y hallaren los frutos de estas virtudes. Y al paso que la fe creciere en los fieles, crecerán también ellas y se aumentarán los méritos, porque siendo la fe el primer fundamento y raíz de las virtudes todas, creciendo la raíz, crecerán también estas espirituales ramas y estos virtuosos frutos. 117. “Sicut enim corpus sine spiritu emortuum est ita et fides sine operibus mortua est: Porque tal como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26). 118. “sine fide autem inpossibile placer credere enim oportet accedentem ad Deum quia est et inquirentibus se remunerator fit: Y sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). 119. “a fructibus eorum cognoscetis eos numquid colligunt de spinis uvas aut de tribulis ficus: Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?” (Mateo 7:16).

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Este es el trabajo que hemos de tener los párrocos y curas: el plantar este divino árbol de la fe católica en los corazones y las almas de los miserables naturales que a nuestro cargo tenemos; para esto nos ha puesto Dios en el paraíso de este reino, no para solo gozar de sus bienes y riquezas: “non ut comedant fructus”, sí para que, como el querubín que puso en aquel paraíso de la Arabia con la espada de dos filos (esto es, con el celo de la honra y gloria de Dios, y del bien y salvación de las almas) el paraíso de la Nueva España,120 trabajando lo guardemos: “Sed ut operentur et custodirent illum”. ¿Quién duda pues que siendo como son, dóciles, los indios naturales que a nuestro cuidado tenemos, que arraigando bien en sus almas el árbol de la fe católica a costa de nuestro afán y cuidadoso desvelo, que se verán en ellos los frutos de las virtudes que produce tan fecundo la caridad, gozo y paz, la bondad, mansedumbre y castidad, con las demás virtudes buenas y santas obras que tienen los buenos cristianos? Y se conocerán por los frutos los que están bien doctrinados y son en la fe católicos y fieles en la fe católica,121 con grande gloria de Dios y crédito de sus ministros, acreditándose de ángeles y querubines celosos que su paraíso guardan, para que en él no entre la astuta y maldita serpiente de la infernal idolatría con que el demonio tienta y molesta a los pobrecitos indios lleguen a gustar y comer del envenenado fruto de este vedado árbol de la idolatría, secta con que quieren persuadirlos para perder a sus almas, sino el que sean dioses como a nuestros primeros padres: “eritis sicut 120. Aunque la alegoría parece aquí acotada al tema bíblico propuesto, no está de más recordar la vitalidad que desde un siglo antes había comenzado a tener la idea de que el Paraíso se encontraba en el Nuevo Mundo pues, como se sabe, la búsqueda del Paraíso Terrenal constituye una de las constantes esenciales del imaginario medieval y renacentista. El Paraíso en el Nuevo Mundo (Madrid, s. n., 1650-1656) de León Pinelo es, en este sentido, un texto paradigmático, no solo el más amplio tratado en español sobre a la ubicación del Edén, sino también el más ambicioso garante de su ubicación en las Indias occidentales, mediante indicios de diverso sino. El nombre de la colección en que este tratado de idolatrías se edita es un homenaje tanto a la obra de Pinelo como a esta fértil alegoría. 121. Juego de palabras con base en la polisemia del adjetivo “católico”: en el primer uso como “perfecto, sano y cabal. Es término del vulgo, o usado en conversación familiar. Latín. Sanus. Incolumis, et e. CERV. Quix. tom. 2. cap. 55. Viéndose bueno, entero y cathólico de salud, no se hartaba de dar grácias a Dios”; en este primer uso del sintagma el adjetivo califica al sujeto: “los que están bien doctrinados”, que son, de este modo, católicos en la fé. En el segundo uso el adjetivo califica la fe desde el sentido más recto del término: como aquella que profesa “la Doctrina Christiana, enseñada por Christo y sus Apostoles, y segun el sentido de la Iglésia Romana” (Aut., s. v. “Catholico”).

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dii”.122 Sí, para que a los dioses de sus ídolos (y en ellos a los demonios) reverentes den y ofrezcan adoraciones y sacrificios. ¿Y quién duda que a donde faltare este cuidado y desvelo, este trabajo y afán en los ministros y curas, que tendrá entrada el demonio, entrando en el paraíso nuevo de esta Nueva España y reino donde no ha muchos, ni dos siglos, que tuvo levantado altar y trono y de todos los naturales de él era temido, reverenciado y adorado, teniéndolos empañados con mentirosas promesas y amenazas rigurosas? Y lo que es más de sentir, y debe poner en grande cuidado a los curas, es el saber que hoy en día, aunque secreta u ocultamente, hay idólatras123 y tienen ídolos a quienes miserablemente tiene el demonio engañados, y con diabólicas supersticiones muy rendidos y sujetos, como se dirá después. ¿Y quién duda que las ovejas que están en nuestro rebaño enfermas de aquesta peste infernal, y por no escudriñar y averiguar quiénes son las enfermas para curarlas, que del mal y perdición de sus miserables almas nos ha de pedir riguroso el supremo juez y pastor estrecha y rigurosa cuenta cuando a juicio nos llame, y diga con severidad: “redde rationem vilicationis tuae”?124

122. “scit enim Deus quod in quocumque die comederitis ex eo aperientur oculi vestri et eritis sicut dii scientes bonum et malum: Es que Dios sabe que el día que coman de él, los ojos les serán abiertos, y serán como Dios, conociendo el bien y el mal” (Génesis 3:5). 123. Para el siglo xvii ya se advertía algo de irritación en las filas del Evangelio frente a una idolatría resistente a siglos de extirpación. Chuchiak estudia los cambios del concepto operativo de idolatría en “relaciones de méritos” de clérigos yucatecos, lo que le permite hablar tres momentos: De los obispos iconoclastas: Diego de Landa (15721579) a Gonzalo de Salazar (1610-1636), Del “celoso juez provisor”: [obispos también] Juan Alonso Ocón [1640-1643] a Pedro de los Reyes [1700-1714] y De la desilusión clerical: [arzobispos] Juan Gómez de Parada [1716-1728] a Pedro Agustín Estévez y Ugarte [1802-1827] (Chuchiak, art. cit., p. 160). Tavárez, por su parte encuentra “cuatro ciclos”, desde un punto de vista institucional, en la persecución de idolatrías en la Nueva España: la extirpación “apostólica (por franciscanos y dominicos, entre 1527 y 1571), la extirpación por jueces eclesiásticos seculares (por “jueces de comisión” o “jueces de visita” —provisores—, entre 1600 y 1660), aquella en la que surgió la “prisión perpetua para idólatras” (entre 1660 y 1720) y, finalmente, la que coincide con la ejecución de las reformas políticas borbónicas (entre 1720 y principios del siglo xix) (Tavárez, art. cit., p. 119). 124. “Et vocavit illum et ait illi quid hoc audio de te redde rationem vilicationis tuae iam enim non poteris vilicare: Su señor lo llamó y le dijo: ‘¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía porque ya no podrás ser mayordomo’” (Lucas 16:2).

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Dame cuenta de las ovejas de mi Iglesia y mi rebaño que con mi sangre adquirí y las puse a tu cuidado, para que en ellas se logre lo que por todas y por cada una con todo amor padecí. Dime ¿cómo trabajaste en plantar y en arraigar el árbol de mi fe católica en el corazón y alma de todas y de cada una dándoles en mantenimiento el fruto que dan sus ramas, que es la práctica y ejercicio de virtudes y obras buenas? Y si al paso, medida y peso que fuere la negligencia y culpa ha de ser la pena y el castigo, también será el premio, el galardón y gloria en el paraíso del cielo; tanto mayor y grande, cuanto fuere mayor el trabajo, grande el afán y cuidado en guardar y cultivar el paraíso de Dios en la tierra que es la católica iglesia, donde dice que tiene sus delicias con los hijos de los hombres: “deliciae meae esse cum filiis hominum”,125 que son los fieles cristianos de ella y fieles ministros suyos. C A P Í T UL O I V Que el fruto principal del árbol de la fe católica es dar a conocer a los fieles quién es Dios y su grandeza, para que todos a él solo adoren y reverencien El primer paso que se ha de dar en la vida cristiana es a Dios y su grandeza, porque de él se sigue el adorarle y reverenciarle como se debe; y de la falta de este conocimiento han nacido tantas maneras de errores y de idolatrías, de sectas y de herejías como ha habido en el mundo; y el borrar de las almas esta tan necesaria y provechosa noticia es lo que grandemente, con todas sus fuerzas, solicita el demonio, para conseguir de ellas todo lo que quiere, que es el que dejen a Dios, no le sirvan ni adoren y a él sigan y le den culto. Porque así como la primera cosa que hicieron los filisteos cuando prendieron a Sansón fue sacarle los ojos, y después hicieron de él cuanto quisieron hasta hacerle moler como bestia en una atahona;126 así, lo primero que hace el demonio 125. “Ludens in orbe terrarum et deliciae meae ese cum filiis hominum: Yo me recreo en su tierra habitada, y tengo mi delicia con los hijos del hombre” (Proverbios 8:31). 126. “Es un molíno seco, de que se usa donde no hai agua, cuya rueda mueve una béstia. Covarr. quiere venga del Hebreo Tahan, que significa moler; pero mas cierto paréce ser del Arábigo Tahona, passado à nuestra lengua con sola la anteposición de la A. Oy se dice mas comunmente Tahóna. Lat. Moletrina. Pistrinum. FR. LUIS DE GRAN. Symb. part. 2. cap. 20. §. 5. Mandó luego otro dia traher dos piedras de  atahóna,  y

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en cautivando a un alma es oscurecerle esta vista y borrar de ella este conocimiento, y esto conseguido, hace de ella todo lo que quiere que es hacerla deslizar de la fe católica y caer en los errores de la maldita secta de la idolatría. Y en especial consiga esto en aquellas gentes y naturales, cuales son los indios falsos y plebeyos de este reino en cuyas venas todavía bulle, se menea y vive la sangre de sus antepasados, que en su gentilidad se dieron tan ciegamente a la idolatría, que al demonio con sus ídolos ofrecían inhumanos sangrientas y humanas víctimas. A esta solicitud diabólica se opone con gran desvelo el apostólico celo de los señores obispos (que hoy tan ejemplar goza felizmente este Nuevo Mundo y reino), por sí y por medio de sus grandes y fieles ministros, beneficiados, curas, párrocos, esmerándose en doctrinar a estos sus feligreses y miserables indios para plantar con su enseñanza en sus corazones y almas el árbol de la fe católica y, bien arraigado en ellos, creciendo lo que ella enseña y haciendo obras cristianas con que se aviva la fe y fructifica este árbol (y frutos de vida eterna), lleguen con dicha a gozarlos, gustando del principal que es el conocimiento de Dios, de su ser y su grandeza. Y sin duda lo conseguirán estando ilustrada su alma con la lumbre de la fe, porque esta enseña y confiesa ser Dios una cosa tan grande que no se puede pensar otra que sea mayor, de cuya omnipotencia testifica ser tan universal y grande que la fábrica de todo este mundo, y cuanto en él hay criado, no le costó más que decirlo y luego fueron todas las cosas hechas, el mandarlo y luego fueron criadas; y lo que excede toda admiración es que, con la facilidad que crió este mundo, pudo en un punto criar otros mil, tan grandes y tan hermosos.127 Tan grande, que todas las cosas criadas penden de él y él no pende de nada; todas son mudables y en él no cabe mudanza; todas atallas à los cuellos de los Santos. GRAC. Mor. fol. 122. Persiguiendo à un esclavo suyo fugitivo, se acogió à una atahóna. NAVARR. Man. cap. 13. Mas lo contrário es del moler en las  atahónas  por la gran ocupación y trabájo que requiéren” (Aut., s.v. “Atahona”). En las comunidades rurales del norte de México hoy se le llama “tauna”. Por supuesto, la referencia remite al pasaje de Jueces 16:21: “Entonces los filisteos le echaron mano, le sacaron los ojos y lo llevaron a Gaza. Y lo ataron con cadenas de bronce, para que moliera en la cárcel”. 127. Aquí y en lo que sigue, Diego Jaimes toma casi textualmente la Parte quinta de la Introducción al símbolo de la fe, de fray Luis de Granada: “Y (lo que excede toda admiración) con la facilidad que crió este mundo, podría en un punto criar otros mil mundos tan grandes, y tan hermosos, y tan poblados como este” (Obras del venerable padre y maestro Luis de Granada, Madrid, Imprenta de la Real Compañía, 1800, p. 251).

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tienen principio y pueden tener fin, mas él ni tuvo principio ni puede tener fin, porque él es el principio y fin de todas ellas. Finalmente, todas las cosas pueden dejar de ser si él quisiera, mas él no puede dejar de ser el que es, porque él es el mismo ser y este ser de Dios es infinitamente bueno, sabio y poderoso, santo, hermoso, justo y misericordioso, y en todas sus perfecciones es infinito, inmenso, inefable, invisible; y es incomprensible de tal manera en su ser y perfecciones, que todo cuanto de él alcanzan los más altos serafines es casi nada, en comparación de lo que les queda por alcanzar y entender. Esto nos representan aquellos dos serafines que vio Isaías en el templo, de los cuales dice que con sus alas tenían cubierta la cara y los pies de Dios;128 para dar a entender que ninguna criatura, por muy alta que sea, conoce a Dios de cabo a cabo, ni puede conocer su principio porque no lo tiene, ni tampoco su fin porque no le tendrá, por ser incomprensible su ser y su grandeza infinita. El creer y confesar todas estas grandezas y perfecciones de Dios, y el reverenciarle conforme a ellas adorándole con la adoración de latría, que solo a Dios se debe, es propio oficio de la fe católica; todo lo cual se ha de confesar y creer con tanta firmeza y constancia, que primero se ha de perder la vida que faltar en esta fe y creencia, como lo hicieron tanto sin número de mártires que han ilustrado a la Iglesia con su constancia y su fe. Y aunque se dice que el principal fruto del árbol de la fe es el conocimiento de Dios y su grandeza, porque de él luego se sigue lo que principalmente debe hacer el que profesa la fe católica, que es reverenciarle y adorarle como a un solo Dios verdadero, y que no hay otro Dios ni lo puede haber a quien se le pueda dar culto y veneración, creyendo y confesando el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, trino en las personas y uno en la esencia y naturaleza divina. Con este conocimiento y creencia de los atributos y perfecciones de Dios que pertenecen a la divinidad, se ha de juntar el conocimiento y la creencia de los demás artículos de la fe, que son los que pertenecen a la humanidad santísima, confesando y creyendo que de las tres divinas personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), la segunda, 128. “En el año que murió el rey Uziasa, vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime; y el borde de sus vestiduras llenaba el templo. Por encima de él había serafines. Cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban” (Isaías 6:1-2).

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que es el Hijo, se hizo hombre encarnando en las entrañas purísimas de María Virgen por obra del Espíritu Santo, y que nació de ella quedando tan entera y virgen en el parto y después del parto como lo estaba antes de él, quedando Dios hecho hombre, el divino-humano, el impasible-pasible129 y el inmortal-mortal. Porque así como el que quiere salvarse ha de creer en el misterio de la Trinidad Santísima, así también ha de creer, para conseguir la eterna salud y vida, el misterio de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo, creyendo y confesando que Jesucristo Nuestro Señor, que nació de María Virgen, es hijo de Dios y es hombre: Dios engendrado de la sustancia del Padre antes de los siglos, y hombre naciendo en tiempo de la sustancia de la Madre, perfecto Dios y perfecto hombre: “Ex anima rationali et humana carne subsistens”.130 Igual al Padre en la divinidad, y menor a él según la humanidad, impasible e inmortal según Dios, y pasible y mortal en cuanto hombre; y habiendo padecido y muerto por nuestra salud descendió al infierno, y resucitando al tercero día de entre los muertos subió a los cielos, donde está asentado a la diestra de Dios Padre y de donde ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, para dar a los buenos la vida eterna en premio, y a los que mal obran enviarlos en castigo al fuego eterno. Y esta es, como dice el símbolo de la fe, la fe católica; y quien firme y fielmente no lo creyere no podrá ser salvo. De estos sagrados frutos que lleva y da este divino árbol, gozando felizmente dichosos los fieles y feligreses a quienes sus ministros y curas cuidadosamente enseñan los artículos de la fe referidos, pues teniendo con ellos conocimiento de Dios, de su perfección y grandeza, y de su amor infinito con que obró el soberano misterio de la Encarnación, haciéndose hombre para redimir al hombre y, con su muerte y pasión, librarle de sus pasiones y darle la eterna vida, como fieles cristianos agradecidos creen en Dios y creen en Cristo, y reverentes le adoran y sirven obsequiosos, asegurando con la fe y obras de cristianos

129. “Que puede o es capaz de padecer” (DRAE, s.v. “Pasible”). 130. Tomado del Symbolum Quicunque o “Credo de san Atanasio”: “Perfecto Dios y perfecto hombre, de un alma racional y carne humana que subsista”. Se trata de una profesión de fe (de las muchas que aparecieron desde que Constantino instituyó la Iglesia) atribuida a san Atanasio aunque sin censura conciliar, todavía vigente en el siglo xvii, aunque posteriormente abandonada (véase Andrew Eubank Burn, The Atanasian Creed and its Early Commentaries, Cambridge, Cambridge University Press, 1896 (“Texts ans Studies. Contribution to a Biblical and Patristic Literature”, 4), passim.

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la salvación de sus almas y el llegar a gozarle en la bienaventuranza y con ella todos los bienes juntos y celestiales dones. Así lo afianza san Cipriano en la explicación que hizo del símbolo de la fe, diciendo que en las primeras palabras del Credo, que son “creo en Dios Padre todo poderoso y en Jesucristo su hijo”, se nos abre un manantial divino, y una perene y celestial fuente de todos los bienes juntos, que es la gloria y eterna bienaventuranza: “Fons et origo omnium bonorum ponitur cum dicitur ‘credo in Deum [...]’ etc.”131 Y si de tantos soberanos frutos gozan los feligreses, que por bien doctrinados de sus párrocos saben, confiesan y creen los artículos de la fe y doctrina cristiana, de todos ellos se privan, desdichada y miserablemente, los que los ignoran por falta de doctrina: pobres de estos pobres, y mucho más miserables los ministros que a esto faltaren, faltando a la obligación de doctrinar y enseñarlos; esto digo no sin causa y para aviso de mis hermanos los curas a quienes referiré lo que, escribiendo este tratado, me refirió un indio de mi curato, entendido y buen cristiano, y tan buen doctrinero que no hay cosa de la doctrina cristiana que necesita saber y creer un perfecto cristiano para salvarse que todo no la sepa muy bien, el cual me dijo que habiendo salido en busca de un hermano suyo que se le había ido a trabajar en su oficio de pintor a otro pueblo distante del suyo, estando en él trabó plática con los indios de aquel partido acerca de la doctrina cristiana y misterios de nuestra santa fe católica, y habiéndoles referido en su lengua las cuatro oraciones, los mandamientos de la ley de Dios y de la Iglesia, los siete sacramentos, los artículos de la fe y las preguntas y respuestas de la doctrina cristiana, las obras de misericordia y letanías de Nuestra Señora, y explicándoles otros misterios de la fe como son el fin del mundo y la resurrección universal, las penas que Dios tiene aparejadas en el infierno para castigo de los malos y pecadores, y el premio del reino de Dios para los buenos y justos, advirtió que estaban todos admirados y como atónitos de oírle referir estas cosas, y que le preguntaban como asombrados y como quien no las había oído nunca:

131. “Fuente y origen de todo bien cuando dice ‘creo en Dios [...]’” (Cipriano de Cartago, Expositio in symbolum, en Opera D. Caecilii Cypriani arthaginiensis episcopi, Amberes, por la viuda y herederos de Juan Stelsio, 1568, p. 562).

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“¡Es posible que Dios ha de acabar al mundo y resucitar los muertos! ¡Qué semejantes penas tiene en el infierno para los malos y tales premios en el cielo para los buenos! Nosotros no habíamos oído ni sabido estas cosas, en tinieblas hemos estado de todo lo que nos has dicho, ni la doctrina que has referido sabemos. Dinos, ¿quién te ha enseñado todo eso?” A lo cual le respondí: “el ministro que me ha administrado me enseñó a mí y a todos los que se han criado conmigo, y vosotros ¿no tenéis ministro que os diga y enseñe todas estas cosas tocantes a la santa fe católica?” A lo cual me respondieron con grande sentimiento que sí tenían, mas que solo iban a decirles misa deprisa y que, abreviando con todo, luego se iban, y que en las confesiones los dejaban muy desconsolados porque los confesaban muy de tropel; y me rogaron que me quedase a vivir con ellos en su pueblo para que les enseñase, lo que les había referido, y que me lo agradecerían y servirían mucho. Y yo les dije que me perdonasen, que no podía, porque tenía en mi pueblo, padres, casa, mujer e hijos, y les haría falta.

Confieso que al oír esto recibí grande pena y dolor, y certificándome de lo que este indio con sencillez me refirió me admiré de ver que esto sucediese en aquel partido, y luego al punto dije: “esto es lo que lloraba el profeta Jeremías en el capítulo 4 de sus Lamentaciones: “Parvuli petierunt panem et non erat qui frangeret eis”.132 Estos pequeñuelos y pobrecitos133 deseosos de su salvación, para conseguirla pedían el pan de la doctrina y enseñanza de los artículos de la fe y doctrina cristiana, para ser cristianos como debían, y se estaban en ayunas y aun se morían de hambre porque no había quién les repartiese de este pan de enseñanza y de doctrina tan necesaria para la vida espiritual del alma; y esto es también lo que con admiración pregunta el apóstol san Pablo: “Quomodo ergo invocabunt in quem non crediderunt? Aut quomodo credent ei quem non audierunt? Quomodo autem audient sine predicante?”.134 ¿Cómo invocarán a Dios, pidiéndole su favor, y gracia, aquellos que aún no creen en él? ¿Cómo creerán en

132. “Los pequeñitos piden pan, y no hay quien se lo reparta” (Lamentaciones 4:4). 133. Para comprender este sentido patriarcal y de superioridad frente al indio recuérdese que el Estatuto Protector había institucionalizado el Protectorado de Indios reconociendo su vasallaje aunque asimilándolos a la categoría de miserables. 134. “quomodo ergo invocabunt in quem non crediderunt aut quomodo credent ei quem non audierunt quomodo autem audient sine praedicante: ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (Romanos 10:14).

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Dios, los que no han oído su grandeza y perfección? ¿Y cómo las han de oír para que con su noticia lo adoren y reverencien, sin predicador, maestro y ministro que les predique, enseñe y doctrine? Si la fe y los artículos de ella entran por el oído: “[...] fides ex auditu”.135 Y por el oído entra la palabra de Dios y la doctrina cristiana: “Auditus autem per verbum Christi”. Los que no oyen la palabra de Dios porque no les predican, ni la doctrina cristiana porque no se la enseñan, no tendrán fe y, sin ella, no adorarán a Dios ni creerán en Cristo, su único hijo.136 Y no estando en sus almas plantado este árbol de la fe divina, no gozarán de sus frutos que son el conocimiento de Dios, de su grandeza y perfecciones, con que se incitan y mueven los ánimos a darle el culto, la adoración y reverencia que se le debe; y por consiguiente, sin la fe del verdadero Dios, los miserables indios volverán a dar culto y veneración a los ídolos y falsos dioses que idólatras adoraban en su ciega gentilidad, ¿y esto por qué?, ¿por falta de ministros que les prediquen y enseñen? No, por cierto, pues hay muchos y muy buenos ministros, y hoy conocemos que puntuales cumplen con su ministerio; sí, porque hay algunos que por omisos faltan a lo que deben. De estos debió de hablar Cristo cuando dijo a sus discípulos, los sagrados apóstoles (y en ellos a todos sus coadjutores, los pastores y párrocos): Messis quidem multa, operarii autem pauci.137 Muchas son las mieses, muchos son los feligreses, muchos hay a quien predicar y enseñar la fe de Dios y la doctrina cristiana y pocos los operarios, no porque haya al presente pocos ministros y doctrineros, sino porque de estos muchos faltan algunos a su obligación. Y no sé si diga que por que son pocos, los que dan del todo a su ministerio el lleno, dijo Cristo, que eran muchas las mieses y pocos los obreros.

135. “ergo fides ex auditu auditus autem per verbum Christi: Por esto, la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo” (Romanos 10:17). 136. Esta concepción de la idolatría como fruto de la ignorancia, más que de la maldad, todavía recuerda la confianza que para su erradicación ponía en la predicación Bartolomé de las Casas, para quien el propósito principal era abolir, mediante la persuasión, los ídolos de la imaginación y la memoria de los indígenas, de modo que ellos mismos se encargaran luego de eliminar sus expresiones materiales (Bartolomé de las Casas, Apologética historia sumaria, ed. de Edmundo O’Gorman, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1967, pp. 63-70). 137. “la mies es mucha, pero los obreros son pocos” (Mateo 9:37).

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C A P Í T UL O V Que la idolatría es el delito mayor que contra Dios se comete y el pecado con que ofende más a su criador la criatura Cosa infalible y cierta (y verdad católica) es que hay un soberano rey y señor en este mundo que es Dios, el cual es la cosa más alta y más perfecta de cuantas el entendimiento humano puede comprender (como en el capítulo antecedente se ha dicho); y aunque no se vea este soberano señor con los ojos corporales, no por eso deja de ser el que es. Porque así como no hay cosa más cierta que tener nosotros alma en nuestros cuerpos, pues por ella vivimos, nos movemos y sentimos, y sin ella todo esto falta; y con saber tan cierto que la tenemos no por eso la vemos, por ser sustancia espiritual e invisible como lo es el mismo Dios Nuestro Señor, a cuya imagen fue ella criada y la conocemos por sus efectos. Así también conocemos que en este mundo hay un supremo gobernador que es Dios, por los efectos que vemos en él, tan acomodados a la sustentación y conservación de nuestra vida aunque no la veamos. Y así como es certísimo que hay Dios, es también certísimo que no hay más que un solo Dios y que es imposible el haber muchos dioses; porque si hubiera dos diferentes entre sí, necesariamente ha de tener el uno de ellos alguna cosa con que se diferencie del otro, esta cosa en que se diferencia ¿o es perfección, o es imperfección? Si es imperfección, ya este no será Dios, porque en Dios no cabe imperfección alguna; si es perfección, el que de ella carece no será Dios: porque Dios es una cosa tan sumamente perfecta que ninguna perfección le puede faltar. De esta verdad tan infalible y cierta, que no hay ni puede haber más que un solo Dios, gobernador y señor de todo lo creado,138 procede otra verdad que de ella se sigue, y es que este soberano rey y señor ha de ser de todos adorado y, por consiguiente, amado, reverenciado y honrado sobre todas las cosas, así por la soberanía y grandeza de su majestad y señoría como por los innumerables beneficios que de él recibimos, que son cuantas criaturas hay en este mundo, pues todas las crió para el servicio y sustentación de nuestra vida.

138. Dice el Éxodo: “No tengas otros dioses además de mí. No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso” (Éxodo 20: 3-5).

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Esta razón convenció a todas las naciones del mundo, por bárbaras que eran, a entender que estaban obligadas a honrar y servir a este común señor y dador de todos los bienes. Mas como les faltaba la lumbre del cielo, que les enseñase de qué manera había de ser este común señor y Dios legítimamente honrado y venerado, vinieron a desvariar y seguir diversas maneras de sectas, pretendiendo honrarlo con cosas indignas a su majestad y bondad; y siendo sumamente bueno, ninguna cosa le agrada sino la virtud y santidad, y ninguna cosa más le ofende y desagrada que el vicio y la maldad. Y habiendo de ser este señor santa y legítimamente adorado y venerado, síguese necesariamente que ha de haber en el mundo alguna ley y religión que le sea agradable y digna de su bondad, que dignamente y como se debe le reverencie y adore; esta es la ley de Dios, la fe católica y religión cristiana. Siendo, pues, la fe católica y religión cristiana, por su virtud y santidad, la que adorando a un solo Dios más le sirve y más le agrada, síguese que la que más le desagrada y ofende, por su vicio y su maldad, es la pestilencial secta de la idolatría. Porque así como se dice de la naturaleza del bien, que cuanto es más común y más general es más divino y aprovecha a muchos; así, por el contrario, cuanto el mal es más universal es más pestilencial y dañoso. Tal es la infernal peste y secta de la idolatría, porque ¿qué mayor mal y maldad que esta maldita secta?, pues por ella se comete la mayor blasfemia que es quitar a Dios Nuestro Señor su silla y su corona real y entronizar en ella y en su solio a su mayor enemigo, que es el demonio, y ¿qué mayor y más general daño y maldad que este?, pues este príncipe de las tinieblas, como tan soberbio y enemigo de Dios, queriendo tiranizar este mundo y usurpar la gloria de Dios y hacerse adorar en todo él y venerar como a Dios en toda la redondez de la tierra, extendió sus banderas, sus armas, sus insignias, sus templos, sus altares y sacrificios, y casi en toda ella se hizo obedecer y adorar de tantas naciones y gentes, en tanta diversidad de ídolos, simulacros, figuras y efigies de su feísima figura y abominable fealdad como diremos luego. Esta execrable maldad y este sacrílego y abominable pecado que, obedeciendo al demonio, cometieron los israelitas y cometen los idólatras negando al creador y verdadero Dios su culto y adoración, y dándolo a las criaturas y falsos dioses de sus ídolos, es lo que gravemente sintió y siente el Señor; como lo manifestó cuando, quejándose de su pueblo idólatra, por Jeremías dijo: “populus vero meus mutavit gloriam

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suam in idolum. Obstupescite caeli super hoc et portae eius desolamini vehementer dicit Dominus”.139 Este mi pueblo me ha trocado por un ídolo, dándole la gloria y adoración que solo a mí, que soy su verdadero Dios y señor, se debe. ¡Asombraos cielos de ver semejante maldad y delito! ¡Y en señal de sentimiento arrojad por los suelos vuestras puertas! ¿Y en qué está y consiste, Señor, lo grave, feo y abominable de este pecado y delito? Ya lo dice, no con poco dolor y sentimiento: “duo enim mala fecit populus meus me derelinquerunt fontem aquae vivae ut foderent sibi cisternas, cisternas dissipatas, quae continere non valent aquas”.140 Dos cosas perversas y malas ha hecho contra mí este mi pueblo: la una, el dejarme a mí que soy fuente purísima de aguas claras y vivas; y la otra, el ocuparse en cavar y hacer hondas cisternas, esto es, en fabricar sus ídolos y falsos dioses que son como las cisternas rotas que no tienen, ni pueden tener en sí, aguas de dichas y de felicidad alguna, sino muchas abominaciones para su mal, de muchas infelicidades y desdichas que sobrevinieron a todo Israel, bramando contra él en castigo los leones, asolando toda la tierra y destruyendo sus ciudades hasta dejarlas sin habitador alguno: “Super eum rugierunt leones et dederunt vocem suam pasuerunt terram eius in solitudinem civitates eius exustae sunt et non est qui habitet in eis”.141 ¿Y esto por qué?, ya lo dice el sagrado texto: porque idolatraron los israelitas dando culto a falsos dioses, dejando a su verdadero Dios y señor: “numquid non istud factum est tibi quia dereliquisti Dominum Deum tuum [...]?”142 Y si la gravedad del pecado y de la culpa se ha de conocer de la grandeza y gravedad del castigo, siendo tan grande y gravísimo este castigo que experimentó Israel por el pecado que cometió de idolatría, ¿quién podrá ponderar la gravedad y malicia de este abominable delito y lo mucho que por él es ofendida la dignidad, grandeza y bondad de Dios? Dejando al que es, fuente clara, de aguas vivas, por el asqueroso 139. “mi pueblo ha cambiado su gloria por un ídolo. ¡Espántense, oh cielos, y horroricense por esto! Tiemblen en gran manera, dice el Señor” (Jeremías 2:11-12). 140. “Porque dos males ha hecho mi pueblo: Me han abandonado a mí, que soy fuente de aguas vivas, y han cavado para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua” (Jeremías 2:13). 141. “Los leones rugieron contra él, emitieron su voz e hicieron de su tierra una desolación. Sus ciudades están devastadas y sin habitantes” (Jeremías 2:15). 142. “numquid non istud factum est tibi quia dereliquisti Dominum Deum tuum eo tempore quo ducebat te per viam?: ¿No te ha sobrevenido esto porque abandonaste al Señor tu Dios cuando él te conducía por el camino? (Jeremías 2:17).

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cieno y obscuro cenagal de torpes inmundicias en que ciegos se revuelcan, como inmundos animales, todos los idólatras, ¿qué mayor maldad que dejar al creador por la criatura, al cielo por la tierra, y a la hermosura de Dios por la fealdad del demonio a quien adoran y reverencian en los ídolos que veneran? Esto es lo que hace estremecer a los cielos y los llena de admiración y de pasmo, y aun de temor y de miedo: “obstupescite caeli super hoc [...]”,143 viendo que en la tierra hay criaturas racionales que, como brutos, cometen un delito tan bestial. Pero dirá alguno que no es menos en la tierra la idolatría de los Israelitas, estando siempre mirando que en esos mismos cielos se le está siempre dando y se le dará eternamente a Dios su debido culto, adoración y reverencia, por tanto sin número de soberanos espíritus y de bienaventurados; y si esto ven advertidos en el cielo, ¿cómo por esto, no muestran grande alegría y gozo y solo manifiestan mucha tristeza, temor y asombro de ver idolatrar en la tierra a los hombres? Este es el misterio que descubre la gravedad de este delito y malicia de esta culpa, pues siendo los cielos criaturas de Dios, como también lo son las de la tierra, aunque insensibles, sienten más que las sensibles de la tierra el ver que el único nombre de deidad que a solo el soberano creador se debe, por error malicioso de los hombres, ciegamente se lo dan y lo atribuyen a las criaturas en los ídolos que como a Dios adoran. Esto dice Euquerio: “turba a los elementos y causa grande pavor y asombro a todos los cielos: obstupescite caeli super hoc! Turbata ergo erant elementa, turbata non officio sed affectu, quod unicum nomen Deitatis hominum eis error imponeret, samulatumque debitum conditori caeca devotione praeberet”.144 Tanta es como esta, del pecado de la idolatría la gravedad y malicia, y tanto como esto es por ella Dios ofendido, que no llorándola y sintiéndola como deben las criaturas racionales y sensibles de la tierra, la sienten, lloran y lamentan, los insensibles elementos del cielo.145 143. “obstupescite caeli super hoc et portae eius desolamini vehementer dicit Dominus: Espántense, oh cielos, y horrorícense por esto! Tiemblen en gran manera, dice el Señor” (Jeremías 2:12). 144. San Euquerio de Lyon, In libros regum commentariorum, Basilea, in Officina Frobeniana, 1531, p. 153. Lo trae también Juan Antonio Jarque en su Del orador cristiano [...], Zaragoza, por Juan de Ivar, 1665, t. X, p. 142. 145. Es tópica en la literatura religiosa la contradicción entre un elemento natural que siente lo que el hombre debiera. Véase, por ejemplo, la siguiente copla de los Catorce romances a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, de Lope de Vega (1614): “Salió

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C A P Í T UL O VI De las idolatrías y diferentes ídolos y sacrificios que ha habido en el mundo No siendo posible el referir todo lo que acerca de esta materia se lee en los libros sagrados de la Sagrada Escritura y en las eclesiásticas y humanas historias, algo de lo que en estos volúmenes se contienen se pondrá en este capítulo, así para satisfacer al asunto de este tratado como para vivir agradecidos a Dios, con estas noticias, del beneficio tan grande que nos está haciendo misericordioso, en tenernos en el gremio de su católica iglesia entre las apuradas y limpias verdades de la fe santísima que católicamente profesamos todos los fieles cristianos. El capítulo 20 del Levítico refiere que los hijos de Israel adoraban por Dios a un ídolo llamado Moloc, y hablando el Señor con Moisés amenazó de muerte a los que en adelante le adorasen y ofreciesen sacrificios de su linaje: “locutus est Dominus ad Mosen dicens: si quis dederit de semine suo Idolo Moloch morte moriatur”.146 A estos Israelitas entregó el Señor en manos de sus enemigos, porque a sus antiguos pecados añadieron otro nuevo, que fue servir a los ídolos de Baal y Astarot, y el adorar a los dioses de Siria, Sidón y Moab, como lo refiere el capítulo 10 del libro de los Jueces.147 Del sapientísimo Salomón, rey de Israel, dice el capítulo 11 del libro 3 de los Reyes que las muchas mujeres y concubinas que tuvo le pervirtieron en su vejez el corazón, y le hicieron adorar y edificar templo a Astarté, diosa de los Sidonios, y a Moloc, ídolo de los amonitas,

de golpe la sangre / dando color a las piedras, / que pues no la tiene el hombre, / bien es que tengan vergüenza” (Romance VIII: “Al levantarle en la cruz”. Citamos por la edición de Manuel Pérez, “Catorce romances a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, por Lope de Vega”, Anuario Lope de Vega, 10, 2004, 173-237). 146. “Locutusque est Dominus ad Mosen dicens: haec loqueris filiis Israhel homo de filiis Israhel et de advenis qui habitant in Israhel si quis dederit de semine suo idolo Moloch morte moriatur populus terrae lapidabit eum: El Señor habló a Moisés diciendo: ‘Di también a los hijos de Israel que cualquier persona de los hijos de Israel, o de los extranjeros que residen en medio de Israel, que ofrezca alguno de sus descendientes a Moloc, morirá irremisiblemente. El pueblo de la tierra lo apedreará’” (Levítico 20:1-2). 147. “Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos del Señor y sirvieron a los Baales, a las Astartes, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos. Abandonaron al Señor y no le sirvieron” (Jueces 10:6).

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y a cada uno de los dioses que tenía cada una de sus concubinas edificó templo, por lo cual fue de Dios gravemente castigado, y está en opinión su salvación. 148 Del rey Saúl, dice el capítulo 10 del libro 1 del Paralipómenon, que hallándolo muerto en el monte Gelvoe le despojaron los filisteos de sus armas y le cortaron la cabeza, la cual presentaron en los templos de sus ídolos y la fijaron en el templo del ídolo Dagón, y sus armas las dedicaron y ofrecieron a sus dioses.149 Y en el capítulo 15 del libro 2 se lee que, por el pecado de la idolatría, se vino a ver mucho tiempo el reino de Israel sin dios verdadero, sin sacerdote y sin ley;150 y para aplacar la ira del Señor limpió toda la tierra de Judá de todos los ídolos que la infestaban, el rey Asa y a su madre llamada Machan depuso del Imperio, porque en el bosque dedicó un simulacro y figura del dios Príapo. El santo profeta Ezequiel dice de sí que en una visión admirable fue arrebatado en espíritu,151 y cogiéndole de los cabellos una mano lo levantó en el aire, entre el cielo y la tierra, y lo llevó a Jerusalén y puso junto a la puerta interior que miraba el aquilón, donde estaba colocado un ídolo que llamaban del celo o de la emulación, y habiéndole dicho que levantase los ojos y mirase aquel ídolo, y las grandes abominaciones que allí hacía la casa de Israel, habiéndolo visto le dijeron que otras mayores había de ver. Dicho esto le entraron por la puerta de un patio y, mostrándole un agujero en la pared, le mandaron que cavase en ella, y habiéndolo hecho se le abrió una puerta, dijéronle que entrase y entrando vio otras abominaciones malísimas que allí se hacían; estaban en aquella pieza muchas hechuras o semejanzas de animales que se arrastraban por la tierra, como son culebras y otras sabandijas, y por todo al derredor pintados en las paredes todos los ídolos de

148. Véase 1 Reyes 11:2-13. Las dudas respecto a la salvación de Salomón nacen de una tradición medieval cristiana que describe el castigo de su despellejamiento eterno sin ser condenado al infierno, una suerte de castigo prometéico. Marc Bloch registra dicha tradición en Jean Jouvenel des Ursins, obispo de Beauvais, en su Crónica del reinado de Carlos VI (Bloch, Historia e historiadores, ed. de Étienne Bloch, tr. F.J. González García, Madrid, Akal, 2006, pp. 204-209). Se trata, sin embargo, de una tradición más bien talmúdica; tradición que los musulmanes, a diferencia de los cristianos, resolvieron de muy diferente manera: salvando a Salomón y haciéndolo habitar cerca de Noé en el Paraíso, puesto que había ya recibido suficiente castigo en vida. 149. 1 Crónicas 10:8-10. 150. 2 Crónicas 15. 151. Lo que sigue es glosa de lo relatado en el capítulo 8 del Libro de Ezequiel.

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la casa de Israel, donde estaban setenta varones de los más ancianos de esta casa y, en entre ellos, Jezonías, hijo de Safán; todos los cuales vio que estaban delante de estas pinturas y que teniendo cada uno su incensario en las manos, los turificaban ofreciéndoles humo de incienso. Otras abominaciones no menores que allí se hacían le dijeron que vería, y entrándolo por las puertas de la casa del Señor, que miraban al Aquilón, vio allí a muchas mujeres que estaban llorando amargamente por su querido Adonis, que era un ídolo de un hermoso enamorado de Venus; y, por último, sacándole de allí le pusieron en un patio de la casa del Señor donde vio que en la puerta del templo, entre el portal de él y del altar, que estaban hasta veinte y cinco hombres vueltas las espaldas al templo del Señor y los rostros hacia el oriente, adorando al sol en su nacimiento. Y dice el profeta que le dijo el Señor que, por tantas idolatrías y tan graves delitos y maldades, que los castigaría sin misericordia cerrando los oídos a sus voces y clamores. Y el libro 1 de los santos Macabeos, capítulo 1, refiere que habiendo el rey Antíoco entrado por fuerza de armas en la ciudad de Jerusalén, fabricó un abominable ídolo que llamó “de la desolación”, y lo mandó poner sobre el altar de Dios y en todas las ciudades de Judá le consagraron aras y levantaron altares, y en las puertas de las casas, calles y plazas le sacrificaban y ofrecían incienso, y por edicto de este rey quemaron los libros de la ley de Dios, y a todos aquellos en cuyos poder se hallaban estos libros les quitaban la vida y los despedazaban, y a las mujeres que circuncidaban a sus hijos las hacían pedazos y colgaban del pescuezo a los hijos circuncidados en sus mismas casas, y a todos aquellos que no quisieron sacrificar a este ídolo y eligieron el morir antes que faltar a la ley santa de Dios les quitaron cruelmente la vida, y dice el sagrado texto: “Facta est ira magna super populum valde”.152 A estos ídolos y falsos dioses, y a otros muchos que refiere la escritura sagrada, no solo adoraban y ofrecían incienso los idólatras israelitas, sino que entre otras víctimas que les ofrecían llegaron a ser tan inhumanos y sangrientos, que más crueles que las más brutas fieras sacrificaban a sus hijos y a sus hijas a los demonios, a quienes 152. “Grande fue la ira del Señor sobre el pueblo de Israel” (1 Macabeos 1:67). Nótese el oxímoron que implica el hecho de que Diego Jaimes proponga como ejemplar la resistencia a la imposición religiosa que había realizado Antíoco sobre Israel, cuando resultaba tan parecida a la de aquellos indios que arriesgaban la vida (o incluso la entregaban) por no abandonar la fe de sus antepasados.

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adoraban en sus abominables ídolos, como lo dice el santo rey David en su Salmo 105: “immolaverunt filios suos et filias suas daemomoniis”, derramando su inocente sangre, la cual ofrecían y sacrificaban a los entallados153 ídolos de Canaán: “Et effuderunt sanguinem innocentem; sanguinem filiorum suorum, et filiarum suarum, quas sacrificaverunt scultilibus Chanaam”.154 Y hablando el señor por su profeta Jeremías dice que pusieron en su casa, donde se invocaba su santo nombre, sus abominables ídolos contaminando sacrílegos su templo, donde levantaron suntuosos altares al falso dios Baal para consagrar y dedicar allí a sus hijos y a sus hijas al ídolo Moloc: “et aedificaverunt excelsa Baal [...] ut initiarent filios suos Moloch”.155 Y por el profeta Ezequiel dice que mancharon su santuario en aquel día y profanaron sus sábados sacrificando en medio de su casa, sus hijos a los ídolos que adoraban: “Cumque immolarent filios suos idolis suis, et ingrederentur sanctuarium meum in die illa ut polluerent illud, haec fecerunt in medio domus meae”.156 Todo esto se lee en las historias sagradas, y en las profanas se refiere que llegó a tanto la ceguedad de los hombres, engañados del demonio, que atribuían divinidad a las criaturas más hermosas del mundo y que eran de más provecho temporal para el uso de la vida humana,

153. Vale por tallar o esculpir: “Hacer figuras de entero o medio relieve en madera, bronce, marmol, etc. si bien este verbo con más rigor se toma por las obras hechas en madera. Latín. Sculpere. Insculpere. CERV. Quix. tom. 1. cap. 2. Adonde saldrán a luz las famosas hazañas mias, dignas de entallarse en bronces, esculpirse en mármoles. VALVERD. Vid. de Christ. lib. 6. cap. 21. Semejantes a ellos sean los Idolatras, que entallan estos simulacros, para darles adoración como a Deidades” (Aut., s.v. “Entallar”). 154. “et effuderunt sanguinem innocentem sanguinem filiorum suorum et filiarum suarum; quas sacrificaverunt sculptilibus Chanaan et interfecta est terra in sanguinibus: derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas que sacrificaron a los ídolos de Canaán. La tierra fue profanada con los hechos de sangre” (Salmos 106[105]:38). 155. “et aedificaverunt excelsa Baal quae sunt in valle filii Ennom ut initiarent filios suos et filias suas Moloch quod non mandavi eis nec ascendit in cor meum ut facerent abominationem hanc et in peccatum deducerent Iudam: han edificado lugares altos a Baal, que están en el valle de Ben-hinom, para hacer pasar por fuego a sus hijos y a sus hijas a Moloc; lo cual no les mandé ni me vino a la mente que hicieran esta abominación, para hacer pecar a Judá” (Jeremías 32:35). 156. “cumque immolarent filios suos idolis suis et ingrederentur sanctuarium meum in die illa ut polluerent illud etiam haec fecerunt in medio domus meae: pues habiendo sacrificado sus hijos a sus ídolos, en el mismo día entraron en mi santuario para profanarlo. He aquí, así hicieron dentro de mi casa” (Ezequiel 23:39).

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como eran el sol, luna y estrellas, y a los planetas del cielo,157 a quienes honraban y adoraban por sus dioses, y cuando de ellas habían de sacar motivos para conocer y amar la hermosura y belleza del creador, de quien participan la que tienen las criaturas, en lugar de alabarlo y de glorificarlo por eso negaban este culto y reverencia al creador de toda hermosura, que es Dios, dueño y señor de todo, y se lo daban a sus criaturas los astros y planetas idolatrando en ellos, poniendo en ellos divinidad reverenciándolos como a dioses. ¿Puede ser mayor ceguedad y desatino? Sí, porque a quien a su Dios verdadero, inefable, inmenso y omnipotente no reconoce y niega, no habrá error en que no caiga ni feísima maldad que no cometa. ¡Qué cosa más abominable y fea que llegar a poner entre sus ídolos y dioses hembras y machos, casamientos y adulterios, incestos y disensiones, parcialidades y celos, allá en el cielo como los hay acá entre los hombres malos y perversos de la tierra! Y así escriben que el dios Vulcano era marido de la diosa Venus y, sabiendo que le hacía traición, hizo una sutilísima red en que prendió al dios Marte revuelto con su Venus, y que los sacó de esta manera a la vergüenza llevándolos por todo el cielo, haciendo con este espectáculo fiesta a los otros dioses, ¡qué mayor desvarío y locura!158

157. En sus Coloquios, Sahagún atribuye las siguientes palabras a Lucifer referidas a los indios: “Vosotros que sóis de más alto entendimiento, con toda diligencia y aviso tentaloseys para que ydolatren, que adoren por dios al sol y a la luna y a las estrellas y a las estatuas hechas de piedra y madero, a las aves y serpientes y otras criaturas, y también los provocaréis para que nos adoren y tengan por dioses a nosotros, para que desta manera ofendan especialmente a su criador (Bernardino de Sahagún, Coloquios y doctrina cristiana con que los doce frailes de San Francisco, enviados por el papa Adriano VI y por el emperador Carlos V, convirtieron a los indios de la Nueva España: En lengua mexicana y española, ed. de Miguel León-Portilla, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México/Fundación de Investigaciones Sociales, 1986 [“Facsímiles de Lingüística y Filosofía Nahuas”, 4], p. 93). 158. Los amores adúlteros de Marte y Venus ya eran vituperados en la Antigüedad, sobre todo por Homero y Ovidio, no tanto por Hesiodo que los consideró legítimos (véase Pablo Martín Llanos, “El adulterio de Marte y Venus en Metamorfosis de Ovidio: relato, narradoras y auditorio interno”, Argos, 34, 2011, 36-52). Como se sabe, dichos amores constituyeron un tópico de la pintura renacentista y posterior, cercana a la época de Villavicencio; el episodio de la red en que Vulcano atrapa a los amantes es también fértil en la literatura aurisecular (véase Rafael González Cañal, “La fábula de Vulcano y Minerva del conde de Rebolledo”, en Ignacio Arellano, Carmen Pinillos, Marc Vitse y Frédéric Serralta, Studia Áurea. Actas del III Congreso de la AISO, Toulouse/Pamplona, Universidad de Toulouse/Universidad de Navarra, 1996, t. I, pp. 351-358).

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Aún más adelante pasó el engaño del demonio y la ceguedad de los hombres, pues llegaron a tener por dioses a todos aquellos que inventaban algún arte y oficio, y así levantaron por dios a Esculapio, porque inventó la medicina,159 y a un hombre llamado Baco porque halló el uso y bebida del vino,160 a Ceres por el uso del pan,161 a un muchacho porque inventó el arado,162 a un rey llamado Estercen porque enseñó a estercolar los campos para que diesen más fruto,163 y a Hércules porque con su valentía limpió la tierra de muchos monstruos que la infestaban y, continuando estas malditas blasfemias, los emperadores se hacían adorar por dioses, como lo hicieron los perversos Domiciano y Cómodo, y el cruelísimo y deshonestísimo Nerón, y la espantosa bestia del emperador Cayo Calígula164 en quien se vio hasta dónde 159. En la versión de Píndaro, Asclepio (Esculapio para los latinos) era hijo de Apolo y Coronis, una mortal que, estando embarazada, engañó a Apolo con un mortal; de modo que Apolo tomó el arco y mató a Coronis, luego entregó el niño al centauro Quirón, versado en las artes médicas. Con el tiempo, Asclepio se convirtió en tan buen médico que el mismo Zeus tuvo temor de su poder y lo mató con un rayo; luego, lo llevó al Olimpo convertido en deidad. El símbolo de Asclepio es su báculo con una serpiente enroscada, mismo que con los años se convirtió también en símbolo de la medicina (Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana, tr. Francisco Payarols, Barcelona, Paidós, 1989, s.v. “Asclepio”. Véase también Annette Kerckhoff, La enfermedad y la cura. Conceptos de una medicina diferente, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2015, pp. 58-61). 160. Baco (Dioniso para los griegos) es hijo de Zeus y Semele, quien pidió al padre de los dioses que se le mostrara en todo su esplendor; sin embargo, Semele no pudo soportar el fulgor y murió ahí mismo fulminada. Zeus le extrajo el hijo de ambos que llevaba en sus entrañas y lo cosió a su muslo, donde terminó de formarse (Grimal, op. cit., s.v. Dioniso). Los profundos vínculos de Baco con mitologías orientales tal vez llevaron a Villavicencio a considerar que se trataba de un hombre simple elevado a deidad por los griegos. 161. Ceres (Deméter para los griegos) es una antigua diosa de la fertilidad y, en especial, del trigo; hija de los titanes Crono y Rea, no hay razones para que Diego Jaimes asuma su linaje humano, más allá de procurar el descrédito a toda la mitología grecorromana. 162. Aunque la costumbre atribuye a Atenea la invención del arado, aquí Diego Jaimes seguramente se refiere a Triptólemo, rey de Eleusis, ligado al mito de Deméter y que, efectivamente, recibió de esta el arado, pero no lo inventó. 163. Se refiere a Sterquilinus, divinidad rústica de la fertilización, también conocido como Esterencio, Stercutus o Sterculius. Por supuesto, está en la base de la etimología de “estiércol” (véase Juan Bautista Carrasco, Mitología universal, Madrid, Imprenta de Gaspar y Roig, 1864, p. 481; y Patricio de la Escosura, Manual de mitología, Madrid, Imprenta de P. Mellado, 1845, s.v. “Esterencio”). 164. Para una visión de conjunto sobre el culto imperial en Roma, véase Dunkan Fishwick, The Imperial Cult in the Latin West, Leiden, Brill, 1987-1992.

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podía llegar la gula y prodigalidad de los hombres y cuánto podía el vicio acompañado del poder y autoridad pues, como refiere Eusebio Cesariense,165 se mandó intitular el nuevo Júpiter y nobilísimo dios Cayo, y en todas las tierras del imperio romano había imágenes y altares dedicados a él, excepto en las sinagogas de los judíos, que no lo admitieron. ¿Y qué diremos de Alejandro Magno?, el cual después de conseguida la victoria contra Darío tanto se ensoberbeció, que se mandó llamar y adorar por dios; y porque un gravísimo filósofo que traía en su compañía, llamado Calístenes, de la escuela de Aristóteles, resistió a esta incomparable locura, le impuso crimen de conjurado y le mandó cortar las orejas, las narices y labios de la boca, y lo encerró en una jaula de hierro con un perro dentro de ella, y al fin de estas crueldades le quitó la vida, con lo cual oscureció la gloria de sus hazañas, como refiere Seneca lamentando la muerte de tan grande filósofo.166 Y si fue grande esta locura y maldad, mayores son las dos que se siguen. El emperador Adriano sintió tanto la muerte de un muchacho (de quien usaba mal) llamado Antonino, que para consuelo de su tristeza lo hizo adorar por Dios y le edificó templo, diputándole sacerdotes y señalándole sacrificios y fiestas que se celebrasen en honra suya, y advierte san Jerónimo que este emperador había sido criado en estudios y doctrinas de filósofos;167 y si en un hombre tenido por sabio se admira y espanta esta blasfemia tan grande, qué admiración y espanto causara la que todo un senado romano, que era una junta de los hombres más entendidos y sabios, hizo públicamente consagrando por diosa a una mujer pública llamada Flora,168 porque cuando murió hizo al senado heredero de una grande hacienda que había ganado en tan vil oficio. Y no contento el senado con haber hecho tal blasfemia en hacer tal diosa, celebraba cada año su fiesta a 29 de Junio, concurriendo a ella las mujeres torpes y públicas, la cual era tan fea y deshonesta que 165. Eusebio de Cesárea, Historia eclesiástica (ca. 324), tr. Argimiro Velazco Delgado, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2010. 166. Séneca, Cuestiones naturales, VI, 23 (cito por la trad. de Carmen Codoñer, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1979, t. II). 167. Casi con las mismas palabras lo trae fray Luis de Granada, citando el Cap. 64 del Catálogo de los escritores eclesiásticos de Jerónimo (Granada, op. cit., p. 497). 168. Al parecer fue una deidad del pueblo sabino, introducida en Roma por Tito Tacio en el siglo viii a.C. (Grimal, op. cit., s.v. “Flora”). En las fiestas en su honor solían participar prostitutas, aunque las fuentes clásicas no indican que ella misma lo haya sido; es san Agustín quien aporta esa interpretación, seguida por fray Luis de Granada.

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no es digna de referirse; de esto dan testimonio Plutarco, Ovidio y san Agustín en el 2, libro de Civitate Dei.169 Y no es menos de admirar el llegar a embrutecerse tanto los hombres, seguidores de la bestial secta de la idolatría, que adoraban por dioses los animales como eran culebras, bueyes, cocodrilos, cigüeñas y serpientes, de que hace mención el profeta Daniel.170 Y Teodoreto refiere que entre los animales adoraban al cabrón, por ser entre todos el más lascivo;171 y Antonio Sabélico, en su libro de ejemplos, dice que los egipcios llegaron a tan grande extremo de locura que adoraban por dioses a los ajos y cebollas, por lo cual dijo un poeta por irrisión y donaire: “Dichosos pueblos en cuyas huertas nacen tales dioses”. 172 Y siendo tales, tan abominables, feos y ridículos los dioses que estos idólatras adoraban, ¿qué tales serían los sacrificios que les ofrecían y fiestas que les hacían? Claro es que serían los sacrificios según la calidad de tales dioses y las fiestas según el apetito de los que las celebraban, y así había entre ellos dos géneros de sacrificios: unos eran cruelísimos en que sacrificaban hombres, y otros eran deshonestísimos en que entrevenían por fiesta grandes torpezas y deshonestidades. Los moradores de Rodas, mediado el mes de octubre, sacrificaban un hombre a Saturno; en la ciudad de Heliópolis, en Egipto, se sacrificaban cada día tres hombres; los Lacedemonios sacrificaban un hombre al dios Marte en 169. Plutarco en sus Vidas paralelas (tr. Jorge Bergua Cavero, Salvador Bueno Morillo y Juan Manuel Guzmán Hermida, Madrid, Gredos, 2007, t. VI, pp. 290 ss.), Ovidio en sus Fastos (tr. Bartolomé Segura, Madrid, Gredos, p. 166) y san Agustín en La ciudad de Dios (tr. José Morán, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1958, pp. 188 ss.). 170. En el capítulo 7 de Daniel, Dios mostró en sueños varios animales al profeta: un león con alas de águila, un leopardo con cuatro alas, un oso y una bestia monstruosa con 10 cuernos; aunque suele interpretarse con ellos alegorías de imperios enemigos de los israelitas, no animales de adoración. 171. También en Granada, op. cit., p. 498, seguramente citando Ad quaestiones magorum (429-436), obra de Teodoreto de Ciro que se ha perdido, en la que al parecer justificaba los sacrificios del Antiguo Testamento como alternativa a la idolatría egipcia. Por lo demás, la adoración del macho cabrío por parte de las brujas medievales está más que documentado (véase, por ejemplo, el libro de Carlo Ginzburg, Historia nocturna. Las raíces antropológicas del relato, tr. Alberto Clavería, Barcelona, Muchnik Editores, 1991, passim; o el artículo de Juainas Paul Arzak, “El aquelarre, una invención afortunada”, Gerónimo de Uztariz, 23/24 (2008), pp. 9-40). 172. Granada, op. cit., p. 498. El relato está en De memorabilibus factis dictisque exemplorum libri X, de Marco Antonio Coccio Sabelico (Basilea, por Henricus Petrus, 1507).

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Cartago; y los griegos, con ser gente de más entendimiento, cuando iban a las guerras sacrificaban sangre humana; y el rey Aristómenes sacrificó en un día trescientos hombres a honra del dios Júpiter. Los sacrificios deshonestos que en sus fiestas ofrecían a sus dioses y a sus diosas, especialmente a la diosa Flora y a la diosa Venus, eran tan feos y tan sucios como ellas habían sido, torpes y deshonestas, y tanto que la natural vergüenza no permite el escribirlos, y así no se refieren aquí por no ofender con ellos los limpios oídos de los castos cristianos y fieles católicos. Esto y mucho más acerca de esta materia escribe con erudición y magisterio el venerable padre fray Luis de Granada, en la cuarta parte del Símbolo de la fe;173 y estos eran los sacrificios y los dioses a quienes la mar y la tierra servía, y a quienes adoraban reyes y emperadores idólatras en casi todas las naciones del mundo, pues hasta en estas Indias, orientales y occidentales, antes que llegase a ellas la luz del Evangelio, había públicas adoraciones de ídolos y sangrientos sacrificios de hombres174 que inhumanos y crueles les ofrecían los indios, como se dirá en el capítulo siguiente. C A P Í T UL O VI I De los ídolos, idolatrías y sacrificios que hubo en este nuevo reino de la Nueva España Del tiránico dominio del príncipe de las tinieblas y padre de las mentiras, el demonio, no participó poco este reino en el tiempo de su gentilidad, pues llegó a cundir tanto en él la infernal secta de la idolatría, que así como hay ahora en todas las ciudades, pueblos y lugares 173. Como se puede ver en las notas anteriores, buena parte de los casos con que Diego Jaimes ilustra su punto proceden de esta obra de Granada. 174. Aunque la evidencia arqueológica parece confirmar las prácticas sacrificiales de los pueblos prehispánicos, mucho se ha debatido al respecto. Ya Bartolomé de las Casas lo negaba con estas palabras: “Esto de sacrificar hombres y comerlos, como dice Gómara, yo creo que no es verdad, porque siempre oí en aquel reino de Yucatán que ni hobo sacrificios de hombres, ni se supo qué cosa era comer carne humana, y decirlo Gómara, como ni lo vido ni lo oyó sino de boca de Cortés, su amo y que le daba de comer, tiene poca autoridad, como sea en su favor y en excusa de sus maldades; sino que esto es lenguaje de los españoles y de los que escriben sus horribles hazañas, infamar todas estas inversas naciones para excusar las violencias, crueldades, robos y matanzas que les han hecho, y cada día y hoy les hacen” (Las Casas, Historia de Indias, ed. de Agustín Millares Carlo, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1992, t. III, 231).

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(y en muchas de las particulares casas de él) tanto sin número de suntuosos templos, grandes iglesias, devotas ermitas, ricos santuarios y curiosos oratorios, así hubo entonces en toda la Nueva España y su dilatada tierra, públicos y patentes, altos y soberbios montecillos hechos a mano, que llamaban cúes, en cuya encumbrada cima edificaban templo y casa a sus ídolos y falsos dioses. Y otros, aunque menores, innumerables altares y oratorios, no solo en las plazas y calles de las ciudades y pueblos, sino en las particulares casas, y tanto que no había indio ni india que en sus casillas y viviendas no tuviese dos altares, uno donde dormían y otro a la puerta donde tenían unas arquillas de madera o petaquillas llenas de variedad de idolillos, en la figura y tamaños, a quienes adoraban perfumando con su incienso de copal, poniéndoles en su altar en unos tiempos a unos y en otros días a otros, porque para cada necesidad, semilla y sementera tenían su idolillo señalado y su diosecillo diputado, teniendo mucho cuidado de no entrometer a unos dioses en la jurisdicción y pertinencia de otros, ceguedad en que vivían y los tenía el demonio para que no advirtiesen que siendo dioses de palo, de piedra, de barro o de oro, y de los moldes sacasen cuerpo, manos y pies, ojos, oídos y boca, no sientan, no hablan, ni ven, ni oyen, ni puedan dar paso alguno, en su socorro y ayuda, ni darles la mano para sacarlos con bien de sus trabajos y males, ni poder, chico ni grande, para dar lo que les piden; porque no siendo dioses en la realidad y verdad, sino solo lo que muestran en la figura que tienen, no pueden dar ni hacer cosa alguna en beneficio de los que idolatrando les dan culto y veneración, sacando solo en su daño y perdición la perdición de sus almas y extraña condenación. Esto se les debe predicar, decir y con eficacia enseñar hoy en día a todos los indios, y en especial a los plebeyos, porque de ello necesitan, como se verá por lo que adelante diré. Entre las muchas casas, o templos de ídolos (que los naturales llamaban cúes) que vieron en este reino los conquistadores de él (como lo refiere el verídico historiador y conquistador valeroso, el capitán Bernal Díaz del Castillo, en la historia que escribió con llaneza y sencillez de lo que vio por sus ojos y con sus manos tocó),175 el primero 175. Diego Jaimes parece tomar aquí partido por los historiadores-conquistadores, que ostentaban el privilegio de su calidad de testigos de vista para escribir la historia de las Indias, en su disputa con los historiadores letrados que escribían desde la metrópoli; como podría haberlo hecho al lado de Jiménez de Quesada frente a Jovio, al lado de

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fue el del pueblo de Cempual176 el cual era muy alto con muchas gradas alrededor, y en lo alto de él estaba el templo y oratorio con su altar, y en él algunos ídolos muy horribles, feos y deformes, porque unos tenían la figura de dragón y tan grandes como becerros, y otros eran la mitad del cuerpo de figura de hombre y la otra mitad de perro, a quienes servían como sacerdotes seis indios hijos de principales, y los llamaban papas, su traje y vestido era unas como lobas de bayeta negra,177 que los cubría todos, con sus capuces grandes del mismo género manchados de sangre humana, los cabellos largos y muy enredados con costras de sangre, las orejas las tenían rasgadas y sajadas las caras, porque así se señalaban cuando se sacrificaban a los dioses de sus ídolos y se hacían sus papas. Estos sacrificaban a los ídolos de este pueblo cada día cuatro o cinco indios, abriéndoles los pechos y sacándoles el corazón el cual les ofrecían en braseros de lumbre y la sangre pegaban por las paredes, y cortándoles los brazos y piernas con ellas cocidas o asadas los papas se sustentaban y lo demás se vendía por menudo

Oviedo frente a Pedro Mártir de Anglería o al lado de Pedro Cieza de León o Agustín de Zárate frente a todos los que escribían de oídas o “leídas”. Apenas en 1632 se había impreso la Historia verdadera (Madrid, en la Imprenta del Reino), aunque al parecer muy pronto se convirtió en tópico de veracidad, como puede verse en las palabras que le dedica fray Agustín de la Madre de Dios en su Tesoro escondido (1646-1653): “Bernal Díaz del Castillo (testigo tan abonado que no sólo lo vio sino que en ciento y diez y nueve batallas en que se halló peleando cuando fue conquistada aquesta tierra llegó a experimentar sus duros filos)”, y adelante: “Hasta aquí este soldado y escritor más verdadero que elegante y más valiente que retórico” (Madre de Dios, op. cit., p. 39). 176. Hoy Cempoala: antigua ciudad prehispánica ubicada en el actual estado de Veracruz, famosa por sus canales de riego y acueductos; de hecho, su nombre significa ‘veinte aguas’. 177. La loba es “cierto género de vestidúra talar, que oy usan los Eclesiásticos y Estudiantes: la qual empieza por un alzacuello que ciñe el pescuezo, y ensanchándose después hasta lo último de los hombros, cae perpendicularmente hasta los pies. Tiene una abertúra por delante, y dos a los lados para sacar los brazos. Latín. Tunica talaris. Toga non praecincta. PRAGM. DE TASS. año 1680. f. 35. De hechúra de una loba de bayeta, ha de llevar el Maestro seis reales. MEDIN. Grand. lib. 2. cap. 85. Trahen tambien sotana o loba los Caballeros mui principales: como hijos o hermanos de Condes o Marqueses” (Real Academia Española Diccionario 1726-1739, s.v. “Loba”); mientras que la bayeta es una tela “de lana mui floxa y rala, de ancho de dos varas lo mas regular, que sirve para vestídos largos de Eclesiásticos, mantillas de mugéres, y otros usos. Háilas de todas colóres, blancas, verdes, negras, &c. Lat. Laneus pannus crispatus, cirratus. PRAGM. DE TASS. año 1680. fol. 4. Cada vara de bayéta contrahecha de Segobia veinte y cinco reales. QUEV. Tacañ. cap. 14. A las doce y media entró por la puerta una estantígua vestida de bayéta hasta los piés” (Aut., s.v. “Bayeta”).

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en los tianguis, y como estos malditos papas eran los sangrientos carniceros, estaban tan ensangrentados y asquerosos que hedían a carne quemada y podrida, y con la horrible figura de sus caras y trajes se parecían a los demonios a quien servían y sacrificaban como ministros suyos. A estos ídolos y feísimos dioses, falsos y mentirosos, aunque los defendían sus papas y los caciques del pueblo los derribaron del altar y precipitaron por las gradas abajo los soldados cristianos, haciéndolos pedazos y arrojándolos al fuego los convirtieron en ceniza, y haciendo de su asquerosa casa un oratorio y capilla, curiosa y afeada, blanqueándola toda y aderezando el altar con mantas ricas y olorosas flores y ramas, colocaron en él los católicos conquistadores una santa cruz, que hicieron allí, y una santa imagen de la Virgen María nuestra señora que tenían; y a cuatro de aquellos papas mandaron que, muy aseados y limpios y vestidos de mantas blancas, cuidasen de su adorno y aseo, poniendo en el altar ramilletes de las muchas flores y rosas en que abundaba la tierra. Y para que así lo hiciesen, y resguardo de la santa imagen, dejaron por ermitaño de aquel nuevo y primero oratorio y ermita, a un soldado viejo y cojo, que no podía servir en la conquista y guerra.178 El más célebre y suntuoso cu de toda la Nueva España era el de la ciudad opulentísima de México, corte del grande, poderoso y rico emperador Moctezuma, donde estaban los mayores ídolos, más venerados y temidos de todos los indios y naturales de toda la tierra, el cual estaba fundado en la plaza mayor de la ciudad que era entonces el barrio de Tlatelolco, donde está ahora la iglesia de Santiago Apóstol, patrón de las Españas. Tenía de circuito seis grandes solares de los que dan para edificar casas de vivienda, había antes de llegar a él dos espaciosos patios, cada uno con su cerca de cal y canto como muro y ante mural, y estaban curiosamente enlosados con piedras y losas blancas, muy lisas, y donde no había losas estaba de argamasa bien encalado y bruñido, y tan barrido y limpio que no había en ellos ni una paja, y desde lo bajo de él hasta su cumbre iba en proporción minorando. Tenía ciento y catorce gradas y, en medio de él, algunas concavidades o aposentos de vivienda. Tenía en su cumbre una plazoleta y en ella una torre con una sala en medio donde estaban colocados los ídolos. Era tan alto este gran cu que desde su cumbre se veía toda la ciudad, 178. Díaz del Castillo, op. cit., p. 184-186.

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sus calzadas, lagunas y todos los pueblos, que eran muchos, los que la rodeaban y guarnecían. En la sala de la torre estaban dos como altares de ricos tablones, y en ellos colocados dos bultos y cuerpos muy altos y gruesos, como de gigantes, el de la mano derecha era el célebre ídolo, que llamaban Huichilogos [sic]179 y era el dios de la guerra; tenía el rostro muy ancho, los ojos deformes y espantables, todo el cuerpo y cabeza tenía lleno de pedrería, piezas de oro y plata con muchas perlas y aljófar, del cuello tenía pendientes unas como caras y corazones de indios de oro y plata, y rodeadas por la cintura unas culebras de oro; en una mano tenía un arco y en la otra unas flechas, y junto a él estaba otro ídolo pequeño que decían era su paje, el cual tenía una lanza y una rodela de oro y de pedrería, a este ídolo grande llamaban el dios de la guerra y, delante de él y del altar, estaban unos grandes braseros donde quemaban copal, que era su incienso y los corazones de los indios que cada día le sacrificaban. A la otra parte y lado izquierdo del altar estaba otro grande bulto del altar de Huichilogos, el cual tenía el rostro como de ojo y los ojos le relampagueaban,180 porque eran hechos de espejos; todo el cuerpo muy adornado de preciosas piedras, oro, plata y perlas, como el de Huichilogos, que decían era su hermano, a este lo llamaban Tescatecupa [sic]181 y decían que era el dios del infierno que tenía cargo de las almas de los 179. “‘Colibrí zurdo’ o ‘colibrí del sur’, nahuas. También era conocido como Ilhuicatl Xoxouhqui, que quiere decir “cielo azul” y Tlacahuepan cuexcotzin. Era el dios de la guerra y del Estado, patrono de los mexicas, quienes en su nombre conquistaron la mayor parte de Mesoamérica en el Posclásico” (Yolotl González Torres, Diccionario de mitología y religión de Mesoamérica, Ciudad de México, Larousse, 1991, s.v. “Huitzilopochtli”). 180. Sahagún menciona una de las representaciones de Huitzilopochtli —Ixteocale— que significa, justamente, “Dueño de la Casa del Ojo Divino” (Historia general de las cosas de Nueva España, ed. de Ángel María Garibay K., Ciudad de México, Porrúa, 2006, pp. 106-109). Para Eduard Seler, uno de los atributos de Huitzilopochtli —el anáhuatl, pectoral en forma de disco— simboliza un ojo, el ojo del cielo o del Sol, o bien la expresión jeroglífica de que el dios lo ve todo (Comentarios al Códice Borgia, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1963, t. I, p. 117). 181. Tezcatlipoca, hermano mayor de Huitzilopochtli, es representado con frecuencia junto a este, e incluso identificado con él. Sobre dicha identificación, véase Guilhem Olivier, Tezcatlipoca. Burlas y metamorfosis de un dios azteca, tr. Tatiana Sule, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2004, pp. 281-283 y 373-374; lo mismo que Gabriel Kenrick Kruell, “Panquetzaliztli. El nacimiento de Huitzilopochtli y la caída de Tezcatlipoca”, Estudios Mesoamericanos. Nueva época, 10 (2011), pp. 81-93.

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indios mexicanos, y así tenía ceñidos por la cintura y rodeadas al cuerpo unas horribles figuras de diablos con las colas de serpientes. En lo más alto de este grande cu y su torre estaba otra concavidad con su altar labrado de ricas maderas, y en él estaba otro ídolo, medio hombre y medio lagarto,182 adornado de pedrería, el cual estaba hueco, y esta oquedad tenía llena de todos los géneros de semillas que había en la tierra, y lo tenían y reverenciaban por el dios de las sementeras y frutos; la puerta o entrada a la sala y casa de estos abominables ídolos o diablos era la cabeza de un espantable dragón, por cuya boca, que la tenía muy abierta, con grandes y agudos colmillos, entraban a sacrificar y a adorar a estos sus feísimos y falsos dioses, remedando con esta manera de entrada y puerta la del infierno, que según la pintan es en esta misma forma, por cuya boca y garganta traga el infierno a las almas condenadas y tragó por tantos siglos a tanto sin número de indios y de indias idólatras y gentiles, que miserablemente engañados del demonio por haber entrado por la puerta y boca de este dragón a idolatrar, muriendo en su infernal secta entraron condenadas sus almas por la verdadera puerta y boca del infierno, de quien era esta su casa de ídolos: representación muy propia, remedo muy al vivo. En los patios de este gran cu, maldito templo y casa de estos ídolos, estaban labrados algunos aposentos que eran la vivienda de los papas que como sus sacerdotes les servían, cuya figura y traje era como la de los demás que se han dicho, vestidos con lobas de mantas prietas y capuces grandes de lo mismo, las guedejas largas, enredadas y llenas de costras de sangre, con las caras y orejas cortadas y señaladas, en señal de que estaban sacrificados a los ídolos que tenían a su cuidado y cargo; con esta figura de demonios y con sus capuces y lobas negras, eran los lobos carniceros que hacían pedazos y cuartos a los indios que sacrificaban, sustentándose de sus carnes y ofreciendo los corazones calientes, luego que los sacaban de los cuerpos, a los demonios que estaban en los cuerpos de los ídolos. Para esta carnicería estaban dispuestos en esta plazuela unos tajones o tableros, y en ellos unas grandes piedras donde ponían a los 182. Al parecer se trata de una representación de Tláloc. Es cita casi textual de Bernal Díaz del Castillo: “y en lo alto de todo el cu estaba otra concavidad muy ricamente labrada la madera de ella, y estaba otro bulto como de medio hombre y medio lagarto, todo lleno de piedras ricas y la mitad de él enmantado” (Díaz del Castillo, op. cit., p. 336).

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miserables indios que sacrificaban todos los días del año, abriéndoles primero los pechos con cuchillas y navajones de pedernal, y sacándoles los corazones los ponían luego al punto sobre las ascuas de unos grandes braseros, turificando a sus dioses con el humo pestilencial que de tal incienso y carne quemada salía, y la sangre, la untaban en el altar, y paredes, y así estaba con la repetición de estos sacrificios toda aquella infernal pieza, tan asquerosa, y de mal olor y fea, que eran un remedo de las sucias abominables oficinas del infierno. Luego les cortaban los brazos, y piernas, de esta parte era para el sustento de los malditos papas, y parte se comían los indios en sus fiestas y banquetes, las cabezas colgaban de unas vigas, y lo demás de los cuerpos sacrificados lo echaban a las bestias fieras que tenían en una jaula o corral; las personas que aquí sacrificaban, entre grandes y pequeños, eran al cabo del año más de dos mil y quinientas, y cuando hacían estos sacrificios tocaban un grande tambor que tenían en este cu, cuyos cueros eran de sierpes grandes, y el ruido que hacia al tocarle era tan horrible y grande que se oía casi dos leguas, y causaba su sonido espantable miedo, asombro y temblor como instrumento del infierno. De esta misma suerte sacrificaron vengativos a estos sus endemoniados ídolos por espacio de diez días, cuando estaban en la mayor fuerza de sus batallas y guerra con los conquistadores, a más de sesenta soldados españoles que aprisionaron en ella, aserrándoles los pechos y sacándoles los corazones que ofrecían a los ídolos;183 las piernas y brazos se comían vorazmente crueles y vengativos los indios, y lo demás de los cuerpos de estos pobres soldados lo echaban a las fieras y bestias, tan brutas y carniceras como ellos, y al sacrificar a estos españoles tocaban el grande tambor y muchas trompetas y atabales, que hacia estremecer y temblar a los demás soldados que lo oían y sabían la carnicería que entonces hacían de los cuerpos de los soldados sus compañeros y amigos, temiendo como hombres, aunque tan esforzados y valientes, si llegarían a hacer lo mismo con ellos. Después de este grande cu y casa de estos tres más celebres ídolos y falsos dioses, estaban otros tres cúes o casas más pequeñas con otros ídolos, cuyas puertas y entradas eran otras bocas de infierno y de dragones horribles, como se ha dicho del grande; y también había en ellos sus papas que los cuidaban y por cuya mano se hacían los 183. Díaz del Castillo, op. cit., p. 476-493.

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mismos inhumanos y sangrientos sacrificios del mismo traje y figura, formidable y horrible, que los demás, porque todos eran hechuras de una mano y obra de Satanás, a quien todos ellos servían como sus infernales ministros; en la primera de estas tres casas o cúes estaban unos ídolos y feas pinturas, a quienes tenían por sus dioses abogados de los casamientos de los hombres. En la segunda casa estaban recogidas muchas indias hijas de los principales indios de México, donde estaban como en monasterio hasta que se casaban, y los ídolos que allí tenían eran de figura de mujer, a quienes tenían por sus diosas abogadas de los casamientos de mujeres. En la tercera casa o cu estaban otros ídolos que eran los dioses abogados de sus difuntos, y este era el entierro y panteón donde estaban innumerables calaveras y zancarrones184 puestas por su orden, y muchos rimeros de huesos que eran de los grandes señores y principales caciques, señoras y cacicas nobles de México, y todas estas casas y cúes estaban tan asquerosas, de tan mal olor y hediondez, con la mucha sangre que en ellos se derramaba en los muchos sacrificios, que de humanos cuerpos se hacían cual se deja entender de lugares tan inmundos, y más a donde tantas y tan feas calaveras y tantos y tan horribles zancarrones había, cuyas almas desdichadas se están abrasando y ardiendo en las sulfúreas llamas del infierno donde están para siempre condenadas y padeciendo sin duda, sin género de piedad, a manos de aquellos demonios a quienes acá sirvieron y adoraron por sus dioses, contra toda cristiandad, razón, derecho y justicia. Para remedio de tanto mal y tanta perdición de almas, movido de su amor infinito, piedad y misericordia, envió Dios a este reino, en el tiempo que tenía predefinido ab eterno, contra el poderoso monarca y grande emperador Montezuma,185 al valiente héroe y sin segundo en valor don Fernando Cortés (como a la tierra de Egipto contra faraón a Moisés), su capitán y caudillo, para que como aquel libró del poder 184. “El huesso del pié desnudo, y sin carne. Trahelo Covarr. en su Thesóro en la voz Zancajo. Lat. Crus carne nudatum. // Por extensión se dice de qualquier huesso grande, ò seco, ù sin carne. Lat.  Os carne nudatum. ESPIN. Escud. Relac. 1. Desc. 12. Descubrióse que el leño era un mui descarnado zancarrón de un mulo” (Aut., s.v. “Zancarrón”). 185. Moctezuma Xocoyotzin, tlatoani antecesor de Cuauhtémoc, a quien correspondió recibir a Cortés, para luego ser puesto preso por él. Una buena biografía de Moctezuma es la de Michel Graulich, Moctezuma, apogeo y caída del imperio azteca, Ciudad de México, Era/Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2014.

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de aquel tirano a su escogido pueblo israelítico, y lo encaminó con prodigios a la tierra de promisión: así este, en este reino, con valentías prodigiosas y singulares hazañas, sacase de la sujeción y dominio, no tanto del obstinado idólatra Moctezuma como de la opresión y vasallaje de aquél más que faraón, rebelde y cruelísimo tirano, el príncipe de las tinieblas, padre de la mentira, el soberbio Lucifer. Por este pues valentísimo español y brioso extremeño, con sus esforzados seguidores, capitanes y soldados, aunque pocos en número, muchos en valor y brío, conquistando en este reino, ricas y opulentas indias, encaminase por medio de evangélicos ministros y apostólicos sacerdotes a tanta multitud de indios y de indias naturales, mediante el bautismo sagrado, a la verdadera tierra de promisión que es el cielo, librándolas de tantas plagas, de tanta miseria y desdicha como padecían por idólatras, entre tantos abominables pecados que tan ciegos cometían en este indiano Egipto, dando a Dios nuestro señor honra y gloria en tantas almas convertidas, a la Iglesia tantos católicos hijos, a su rey innumerables vasallos, grande lustre a España, qué escribir a las historias y qué contar y admirar a la posteridad y fama. C A P Í T UL O V I I I De los ídolos y de las idolatrías que al presente se ven y hallan entre los indios de este reino Aunque por la infinita bondad y misericordia de Dios y buena diligencia de los príncipes y prelados, pastores y curas que celan su honra y cuidan de su honor, culto y veneración, solicitando siempre los aumentos de la fe y religión cristiana, no se hallen al presente templos y oratorios públicos de ídolos y falsos dioses a quienes, como en la gentilidad, adoren y reverencien y ofrezcan sacrificios; no obstante, en lo secreto y a escondidas, y en partes muy retiradas y solas y apartadas de poblados, se hallan particulares sitios y lugares señalados a donde, persuadidos del demonio y no olvidados de lo que sus antepasados, como infieles y gentiles y sin la luz evangélica, hacían gentílicamente, ciegamente idolatrando, ahora no pocos de los indios plebeyos tienen ídolos y los colocan y ponen en altares como dioses, y los inciensan y adoran y ofrecen sus sacrificios. De esto se dirá dónde los hay y se han visto, para que con su noticia se solicite y se ponga con eficacia el remedio.

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Es cierto y es verdad evangélica que aborrece la luz quien mal obra: “qui mala agit odit lucem”.186 Y siendo la idolatría la obra más perversa y mala de cuantas contra Dios se hacen (como se ha dicho) pues es quitar al verdadero señor y Dios, creador de cielos y tierra, su silla real y trono, y colocar en ella a su mayor enemigo, el demonio, dándole veneración en los ídolos que son sus malditas hechuras y abominables figuras. Estos miserables indios, no dejando de conocer por lo que les han enseñado en sus doctrinas los curas, y por lo que ven obrar y hacer a los cristianos y católicos en las catedrales y parroquias, y en tantas iglesias y templos como hay en las ciudades y en los pueblos y lugares de toda esta tierra y reino, aborreciendo esta luz y huyendo sus resplandores se retiran, esconden y ocultan para ejecutar a oscuras y a ciegas sus vanas supersticiones y sacrificios sacrílegos que idolatrando dan y ofrecen a los ídolos que adoran. De estos sitios y lugares uno es en los montes que llaman de Santa Fe, cuatro leguas de México, hacia la parte del sur y camino de Toluca; entre estos montes hay uno más empinado y alto que los demás, al cual llaman el monte de los ídolos,187 porque hasta hoy en día idolatran en él los indios. Esto se sabe y se ha visto, porque no lejos de este monte y entre los demás de aquella cordillera, en un sitio muy frondoso de alta y espesa arboleda, no sin especial providencia de Dios tienen fundado los religiosos descalzos de la sagrada religión de nuestra señora del Carmen un desierto188 de grande edificación y ejemplo donde, fuera del convento grande donde están siguiendo comunidad los religiosos ermitaños, con observancia de más apretadas leyes de mortificación y 186. “omnis enim qui mala agit odit lucem et non venit ad lucem ut non arguantur opera eius: porque todo aquel que practica lo malo aborrece la luz y no viene a la luz para que sus obras no sean censuradas” (Juan 3:20). 187. Se refiere al cerro de San Miguel, aledaño al convento de los carmelitas descalzos de Santa Fe (véase el artículo de Virginia Guzmán Monroy, “Los recursos maderables del Santo Desierto de los Leones, siglos xvi al xix”, Boletín de Monumentos Históricos, núm. 22, mayo-agosto 2011, p. 96). 188. Se trata del Desierto de los Leones, convento de retiro carmelita fundado en 1604 y terminado en 1611; sin embargo, en el siglo xviii fue reconstruido debido a los estragos provocados por la humedad y por un sismo. Fray Agustín de la Madre de Dios, primer cronista de la provincia carmelitana de san Alberto de México, da cuenta de esta fundación y de los antiguos sitios idolátricos que había en ese lugar: “Eran todos estos montes antiguamente habitación de demonios y albergue propio suyo, porque en las más altas cabezas de los riscos labraban los idólatras altares y ofrecían horribles sacrificios al príncipe del infierno” (Madre de Dios, op. cit., p. 286).

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penitencia que en los demás conventos de la provincia, tienen muchas ermitas por los collados y laderas de los montes que rodean al convento, donde están otros religiosos solos haciendo vida eremítica y de más rigor y austeridad que la que hacen los que están juntos en el convento; estos santos religiosos y ermitaños han ido muchas veces al dicho monte de los ídolos, y dicen que en la cumbre de él está un cercado de laja y piedra seca como cementerio de iglesia, de seis u ocho varas en cuadro y en medio de él está, de la misma piedra, una como mesa de altar a donde siempre que han ido han hallado mucha diferencia de ídolos de barro y de piedra, unos pequeños y otros medianos, de la figura de hombres como muñecos, y de animales, y en una ocasión hallaron uno grande de piedra de cantería y no estaba entero, sino de medio cuerpo de mujer, y delante de este como altar hallaban sahumadores de barro con carbones, y copal, cabos de velillas de cera y flores secas, el ídolo grande de figura de mujer, lo despeñaron por un profundo derrumbadero, y los demás idolillos los llevaban al convento y los deshacían y quemaban. En la cumbre de este monte, y en este como altar que había en él, fijaron los religiosos una cruz grande de piedra, celosos de la honra de Dios, para que huyesen de aquel sitio los demonios y para que los indios, dejando de idolatrar, adorasen en ella al que en cruz muriendo obró nuestra redención. Pero movidos sin duda de Lucifer, su enemigo, varias veces la derribaron y, aunque volvían a levantarla con el mismo fin y celo los religiosos ermitaños de este santo Desierto, repetían el quitarla, de manera que no se ha podido conservar en aquel sitio; aunque en otras partes no lejos de él y por aquellos montes, y cerca de todo el desierto que tiene en contorno cuatro leguas, hay muchas de cantería, bien asentadas y fijas, en peañas de cal y canto, y hoy en día permanecen en este monte de los ídolos y en el lugar dicho donde idolatran los indios. Llevando todo recaudo los religiosos compusieron un altar un domingo de la Santísima Trinidad y dijeron una misa de este soberano misterio, ofreciendo en aquel lugar tiernamente devotos el incruento y verdadero sacrificio de Cristo sacramentado, único hijo de Dios vivo, solicitando aplacar el justo enojo que tendrá por la grande ofensa que allí le han hecho y hacen negándole el culto y adoración que como a Dios y creador en todo el orbe le deben todas las criaturas de los cielos y de la tierra, y todas las gentes y naciones de todo el universo mundo. Este cristiano celo y la continuación fervorosa con que

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en este desierto y monte están sirviendo a Dios estos santos religiosos de día y de noche, empleados en su veneración y culto en los lugares a donde en tiempo de la gentilidad muchos idolatraban, sienten tanto los demonios que algunos de estos contemplativos religiosos los han visto que desde las altas cumbres de estos empinados montes, llenos de saña y furor, armados con arcos y flechas las tiraban al convento, a las ermitas y ermitaños, solicitando rabiosos con sugestiones diabólicas que les dejasen el sitio que tantos siglos había que tenían de él posesión y ahora se veían de él con afrenta despojados; pluguiese a Dios y a su poder infinito que de la misma suerte y manera fueran también despojados y lanzados de este monte de los ídolos a donde todavía acuden a venerarlos los indios idolatrando en sus ídolos. Quiera su majestad divina que los católicos príncipes, los señores virreyes y señores arzobispos, con esta noticia dispongan (mirando por la honra de Dios) con eficacia el remedio de tanto mal y perdición de tantas miserables almas que hoy en día allá acuden a idolatrar, apostatando de la fe que en el bautismo reciben como cristianos. De este monte de los ídolos que está en la jurisdicción y arzobispado de México, bajemos al obispado de la Puebla de los Ángeles y veremos que, aunque es población de ángeles buenos, no faltan en ella ángeles malos, de aquellos que por soberbios cayeron del cielo con lucifer y están poblando el infierno, estos ángeles apóstatas que, de hermosas criaturas se hicieron feos demonios, no habiendo podido alcanzar ser en el cielo adorados, queriendo poner su silla sobre los astros de Dios, solicitan el ponerla en la tierra de este reino y obispado de la Puebla para que los adoren en ella los indios que ahora la pueblan, como lo hicieron idolatrando sus padres y antepasados; y es tanto el ardid y la maña de estos malditos espíritus que de algunos lo consiguen, como se verá en lo que resta de este capítulo. En el curato de indios de la villa de Atlixco, que ministran los religiosos del señor san Francisco,189 habrá catorce o quince años poco más o menos, tuvo noticia el padre Temastian [sic] que algunos de los indios, sus feligreses, iban a idolatrar a escondidas y a deshoras a un arroyo que llaman Jocopa, cuyas aguas son amargas y tienen allí su

189. En 1550, la provincia franciscana del Santo Evangelio fundó un convento en Acapetlahuacán, Atlixco el Alto (una hermosa villa al pie de los volcanes que pertenece actualmente al estado de Puebla), en la que organizaron una doctrina de indios.

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origen y manantial. El padre cura, con esta noticia, entró en cuidado de averiguar el caso y poner el remedio que pedía tan grave mal y pecado. Informado de una india, buena cristiana, que le dio el aviso de cuándo y el lugar a donde acudían los idólatras, se determinó el ir al puesto señalado ocultamente y disfrazado con algunos compañeros; hízolo así un día muy de mañana y, estando a una vista oculto, vio que juntándose algunos indios e indias a las orillas y manantial del arroyo, trajeron un carretón y, enramándolo todo con verdes ramas y flores, pusieron en medio de él una vasija con agua de aquel arroyo y, alrededor de ella, algunos sahumadores con carbones encendidos y les echaron copal, que es el género de incienso que usan. Luego se uncieron al carretón cuatro o seis indios enjaezados y, sirviendo de brutos y caballos, comenzaron a tirar del carretón llevando en él y en procesión el agua de aquel arroyo, con mucha fiesta y regocijo, y un indio que hacia oficio de sacerdote, de papa o sacrificador, iba incensando al agua que llevaban en el carretón que era su ídolo a quien todos como a su dios adoraban; y cuando más orgullosos iban en su procesión y sacrificio, sacrílegamente idolatrando en el agua, salieron de su emboscada el cura y sus compañeros y, con el celo que debía, volviendo por la honra de Dios a quien solamente se debe dar culto y veneración, arremetió con los suyos al carretón y carreteros y, deshaciéndolo todo y con desprecio arrojando el agua por el suelo y reprehendiendo agriamente su idolatría y maldad, hizo prender a todos los idólatras, así indios como indias, y los puso en una cárcel a quienes castigó públicamente, para temor y ejemplo de todos los demás con rigurosas penitencias, y los más culpados fueron por algún tiempo vendidos como esclavos en los trapiches y obrajes.190 No dejará de advertir el prudente lector, admirado, así en el género de idolatría adorando por dios al elemento del agua, que el poder de Dios creó para servicio del hombre, como el dominio y tiranía con que dominando el demonio a estos miserables indios tan vilmente los trataba, que los sujetaba el yugo de animales y de bestias haciéndoles creer ciegosamente que el agua de aquel arroyo, que por la tierra corre y se arrastra por el suelo, era digno de la adoración que solo se debe dar al supremo señor y rey de los cielos y la tierra y de los elementos

190. Véase el libro de Silvio Zavala, Los esclavos indios en Nueva España, Ciudad de México, El Colegio Nacional, 1968.

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todos, y que como verdadero Dios tiene su sitial y trono en lo más alto del cielo, teniendo a sus pies por peaña a los ángeles y querubines y más altos Serafines. ¡Qué bestialidad tan grande!, y aun por serlo esta acción de dar el culto a la criatura que solo al criador se debe, hacían oficio de bestias aquestos indios idólatras, tirando como brutos como mulos y caballos del carretón en que iba, entre ramos verdes y flores, el ídolo de aquella agua que como a dios adoraban, obrando como animales sin razón ni entendimiento. Con estos indios idólatras y con todos los que son de este jaez y secta, habla Dios por su profeta reprehendiendo su insolencia por estas graves palabras: “Nolite fieri sicut equus et mulus quibus non est intellectus”.191 Siendo hombres de razón, no queráis haceros bestias y convertiros en brutos, como lo son los mulos y los caballos en quienes no se hallan rastro de entendimiento y razón, porque como ellos haréis muchas brutalidades: ¿qué mayor brutalidad que dejar al creador, Dios inmenso y poderoso para socorrer a todos en todos sus menesteres, trabajos y necesidades, por la criatura flaca y pobre que en nada puede ayudarlos ni darles consuelo alguno?, ¿qué mayor bestialidad, arrojo y atrevimiento que, negando a Dios su culto, dárselo al demonio a quien los idólatras sirven en los ídolos que adoran?, y ¿qué castigo merece tan desmedida maldad?, ya lo señala el Señor y se lo manda al mismo profeta, consecutivamente a las palabras dichas, y en él a todos los pastores y prelados, y a los curas sus ministros: “[...] in camo et freno maxillas eorum constringe qui non adproximant ad te”.192 A los feligreses que no siguen, vuestra enseñanza y doctrina, que no guardan obedientes los mandamientos de Dios ni quieren creer como deben los artículos de la fe que profesan los cristianos y, sin temor de Dios, se arrojan a cometer desbocados el crimen de la idolatría, ponedlos luego en prisiones (in camo), echadlos en una cárcel193 para que, sirviéndoles 191. “No sean sin entendimiento como el caballo o como el mulo” (Salmos 32[31]:10). 192. Loc. cit. 193. Desde la evangelización más temprana los idólatras eran merecedores de cárcel: “que el indio o india que después de ser baptizado idolatrase o llamare a los demonios, ofreciéndoles copal, o papel, o otras cosas, por la primera vez sea preso y luego lo azoten y trasquilen públicamente, y por la segunda sea traído como dicho es a la dicha nuetra Audiencia con la información que contra él hobiere” (“Traslado de ciertas Ordenanzas fechas por el Abdiencia Real, insertas en una provisión sellada con sello real. Ciudad de México, 10 de junio de 1539. Cédula 60”, en Alberto María Carreño,

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el castigo como a las bestias de freno, que les enfrene la boca y apriete bien las quijadas, como a brutos los sujete para que, advertidos y enmendados, los haga entrar por camino y reduzca a siempre obrar lo que deben a cristianos; porque la pena y castigo que a tiempo y sazón se da, hace de necios cuerdos y, de idólatras infieles, a estos miserables indios los hará fieles cristianos. C A P Í T UL O I X De los sangrientos sacrificios con que en algunos lugares y pueblos adoran y reverencian a sus ídolos los indios No solo observan y guardan muchos de los indios de estos tiempos las antiguas tradiciones de sus antepasados, en cuanto a tener ídolos y a idolatrar en ellos, sino que como si fueran gentiles como ellos, gentílicamente crueles los imitan en los sangrientos sacrificios que inhumanamente les ofrecen, como se verá en este capítulo. Estando escribiendo este tratado, se me ofreció el prender en esta jurisdicción a un indio rabí194 profesante de esta secta, a quien puse luego en la cárcel de los idólatras de este partido, el cual declaró ante mí, judicialmente, que habiendo estado una temporada en un pueblo experimentó que los más naturales de él eran idólatras y creían en el demonio,195 y que lo mismo era de otros pueblos de aquel partido, lo cual dijo que lo sabía muy bien porque en una ocasión vio que juntándose más de treinta de aquellos naturales idólatras convocaron a sus ministros o sacrificadores, que tienen señalados para este efecto, y les mandaron que fuesen por todas las casas que por allí estaban desparramadas, por entre los montes y Un desconocido cedulario del siglo XVI, perteneciente a la Catedral Metropolitana de México, Ciudad de México, Imprenta M. León Sánchez, 1944, p. 132). 194. Bernard y Gruzinski afirman que uno de los cambios conceptuales de la idolatría, sobre todo en México, fue su concepción como “doctrina”, falsa doctrina, que apuntaría el discurso extirpador hacia la disputa. De este modo, se comienza a hablar de también de “maestros de idolatría”: “No es sorprendente por ello que, para desarraigar la ‘doctrina idolátrica’, se crea sobre todo en la eficacia de la enseñanza, de la predicación y de la catequesis” (Carmen Bernard y Serge Gruzinski, op. cit., p. 138). 195. El interrogatorio era una práctica fundamental en la extirpación de idolatrías, como lo había sido antes en Europa para la persecución de herejías, asentado junto al examen de conciencia después de Trento. En Óscar Martiarena puede encontrarse una reseña sobre estas prácticas (Culpabilidad y resistencia. Ensayo sobre la confesión en los indios de la Nueva España, Ciudad de México, Universidad Iberoamericana, 1999, pp. 49-52).

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espesuras, a recoger aves de la tierra y de castilla196 para un sacrificio que habían de hacer a sus ídolos y, habiéndolo hecho, se fueron todos con este declarante (a quien llevaron consigo, por saber que era de los de su secta) a una cueva muy apartada de poblado que estaba en un monte muy espeso, donde había muchos ídolos grandes y pequeños, y habiendo entrado en ella y adorado como a sus dioses aquellas figuras, hicieron su sacrificio, que fue degollar delante de los ídolos las aves que llevaban, y con la sangre de ellas caliente los rociaban, y después de esta función que duró medio día, mandaban los sacrificadores a los circunstantes que ayunasen cuatro días y cuatro noches en reverencia de aquellos ídolos sus dioses, reconviniéndoles que si no cumplían con aquellos ayunos enojarían mucho a sus dioses. Y hecho este sacrificio, poco después de puesto el sol se volvían llevando las aves muertas, cuya sangre habían sacrificado, para comerlas en sus casas; y que no se volvían todos juntos porque no se notase en el pueblo. Todo esto dijo este declarante idólatra a quien di su merecido castigo, y lo mismo hago (para cumplir con mi obligación) con todos los de esta maldita secta. No solo los indios idólatras de dicho pueblo y provincia hacen estos sacrificios con la sangre de animales, sino que como brutos, sin razón ni entendimiento, inhumanamente crueles los hacen también con sangre humana. Lo cual supe porque en una ocasión vino a confesarse una india conmigo, y después de la confesión me dijo las razones siguientes: “Padre, yo vengo escandalizada y asombrada mucho de haber visto en la tierra de donde vengo y donde estuve algunos días, y me salí de ella por no verlo; porque a los ídolos que adoran les sacrifican criaturas, cortándolas y partiéndolas por medio”. Con esta noticia tuve otra de personas fidedignas, las cuales me certificaron por cosa cierta que habían sabido, en un lugar no muy distante de este, que había venido a él otra india de la tierra que refirió la antecedente; y dijo a distintas personas que, estando ella en dicha tierra, la llevaron los indios idólatras y rabíes de esta secta a una cueva grande donde tenían sus ídolos, y vio allí dos de grande estatura y deformes caras y cuerpos, y que a un lado de ellos estaban algunos cuerpos de criaturas de indios y de indias partidos y abiertos por medio, que habían sacrificado a dichos ídolos, y que entre las espesuras y bosques de aquellos montes vivían muchos indios que estaban por bautizar. Lo cual se verifica con 196. Guajolotes y gallinas.

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lo que me refirió un hombre, el cual vivía con su mujer en la misma tierra, y me dijo que deseaba mucho salir de ella por no ver los abominables sacrificios que aquellos naturales hacían al demonio en los ídolos que adoraban, los cuales tenían en las muchas cuevas que había en contorno del pueblo, a donde ordinariamente iban a sacrificar, y que estaba determinado a dar cuenta de todo lo referido a quien pusiese en ello remedio y salirse de aquella tierra por no ver semejantes cosas; yo le dije que hacía muy bien y que, en hacerlo así, haría un grande servicio a Dios. Otras muchas cosas y verdaderas historias de esta materia podía referir, y la omito por la brevedad, y porque basta lo dicho para dar a conocer y persuadir que hay al presente no pocos indios idólatras que tienen ídolos a quienes adoran y sacrifican, venerándolos como dioses. ¿Quién llegara a imaginar que entre tanta cristiandad y católica piedad, como hay en este reino, había de haber tantos infieles idólatras, y que se habían de usar todavía tan sangrientos sacrificios y tan inhumanas ofrendas? ¿Quién dijera que teniendo en poblado tantas devotas iglesias y tantos sagrados templos, donde tanta veneración y tanto religioso culto en tantos curiosos altares ricamente compuestos y decentemente adornados, de cristo, de su madre y de los santos en que el verdadero Dios y señor es de tantos venerado, y con purísimos sacrificios muy decentes y agradables, de misas, de oraciones y de divinos oficios es servido y adorado, había de haber quien dejando tanta hermosura y belleza fuese a buscar a los montes, obscuras y lóbregas cuevas, horribles y breñosos bosques, remedo de las cavernas tenebrosas del infierno, para venerar en ellas? ¿A quién? ¡A las horrendas figuras y espantables simulacros, hechuras de los demonios, que son la misma fealdad estampada en los ídolos a quien ciegamente tienen por sus dioses y señores, y les ofrecen sangrientas ofrendas de sangre humana y víctimas horrorosas de cuerpos humanos, hechos inhumanamente tajadas y cruelmente divididos en muchos pedazos y piezas! ¿Quién, entre el trigo escogido y semilla celestial de la doctrina cristiana y evangélica enseñanza ha sembrado esta cizaña tan infernal y maldita que la inficiona y la pierde, y hace que tantas almas con ella miserablemente se malogren y se pierdan? ¿“Unde venit cisania”?197 ¿No están siempre

197. Citando de memoria: “Accedentes autem servi patrisfamilias, dixerunt ei: Domine, nonne bonum semen seminasti in agro tuo? unde ergo habet  zizania?: Se

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sembrando en la tierra de sus partidos y en las almas de su cargo, los curas y beneficiados, los artículos de la fe y los mandamientos de Dios, semilla tan buena y fecunda que en los católicos pechos tanto crece y multiplica, que a más de ciento por uno asegura de cosecha con que se llena de almas de todas naciones y gentes, de todas las lenguas y pueblos, las grandes trojes del cielo y graneros de la gloria, que no se pueden contar ni reducir a guarismo? ¿Quién puede poner en duda lo que san Juan asegura como testigo de vista: “Vidi turbam magnam quam dinumerare nemo potest ex omni tribu et lingua et populo et natione stantes ante thronum Dei”?198 Pues ¿quién pierde y quién malea semilla tan buena y santa? ¿Quién hace que tantos indios adoren tan feos ídolos y abominables figuras, y les sacrifiquen sangrientos, inhumanos y crueles los cuerpos despedazados de sus mismos hijos y deudos? “Inimicus homo hoc fecit”.199 Esto hace y esto ha hecho el enemigo hombre (esto es) el demonio, que tomando figura de hombre o metiéndose en los ídolos que tienen forma de hombres, fingidamente humanado siendo cruelísimo demonio y verdadero enemigo como león rugiendo: “Tamquam leo rugiens”.200 Por este camino voraz, despedazando se traga a los miserables indios que hechos cuartos le ofrecen y hacen que los sacrifiquen, inhumanos y sangrientos. El Santo Job pintando la figura del demonio con nombre de Leviatán dice que sus ojos son encendidos como fuego, de sus narices sale denso y espeso humo como de olla que hierve, de su boca arroja hachas de tea encendida, su respiración quema y abrasa, en sus andanas201 de dientes tiene su fortaleza: “Per gyrum dentium formido acercaron los siervos al dueño del campo y le preguntaron: ‘Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?’” (Mateo 13:27). 198. “post haec vidi turbam magnam quam dinumerare nemo poterat ex omnibus gentibus et tribubus et populis et linguis stantes ante thronum et in conspectus agni amicti stolas albas et palmae in manibus eorum: Después de esto miré, y he aquí una gran multitud de todas las naciones y razas y pueblos y lenguas, y nadie podía contar su número. Están de pie delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y llevando palmas en sus manos” (Apocalipsis 7:9). 199. “Et ait illis: Inimicus homo hoc fecit: Y él les dijo: ‘Un hombre enemigo ha hecho esto’” (Mateo 13:28). 200. “sobrii estote vigilate quia adversaries vester diabolus tamquanm leo rugiens circuit quaerens quem devoret: Sean sobrios y velen. Su adversario, el diablo, como león rugiente anda alrededor buscando a quién devorar” (1 Pedro 5:8). 201. “El orden de algunas cosas puestas en línea: y assi se dice que una casa tiene dos, ò tres andánas de balcónes: un navío dos andánas de piezas de artillería: un aposento

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eius”.202 Y todo su cuerpo dice que tiene como un escudo de acero, y tan tupido de escamas que ni una brizna de aire puede entrarle por ellas, las espadas y las lanzas no hacen en él mella alguna, el hierro para él es paja y el acero es palo podrido; tan horrible y espantoso que en lo más profundo del mar hace que hiervan sus aguas. Y en fin pregunta, admirado, ¿quién podrá descubrir lo feo y abominable de su cara y su vestido? ¿Y quién podrá entrar por en medio de su boca? “Quis revelavit faciem indumenti eius et in medium oris eius quis intrabit?”.203 Aunque todo lo que hay en este deforme dragón es horrible y espantable, lo que más nota en él el santo y paciente Job es su boca, diciendo que por ella le salen hachas de fuego y tea encendida, y que en sus dientes tiene toda su fortaleza; ¿es acaso porque a todos los miserables precitos que caen en sus uñas y en sus garras, con los dientes los despedaza y tragándolos voraz los arroja al vientre y seno del infierno y sus tormentos, a donde cruel los abrasa con hachas de azufre y resina, que es el fuego más activo y que más abrasa y quema? Si dice san Gregorio papa, explicando las palabras de Job, que hablando de sus dientes dice: “Per gyrum dentium formido eius”. Su fortaleza tiene en sus dientes, porque en los dientes de esta formidable bestia se significan los maestros de los errores, que mordiendo con los dientes de su maldita doctrina a los réprobos idólatras los despedaza y destroza, sacándolos del gremio de la verdad católica hacen que los sacrifiquen y ofrezcan en víctima al ídolo de la falsedad: “Dentibus Leviathan errorum magistri significantur: quia reproborum vitam mordendo dilaniant et eos a veritatis integritate subductos in sacrificio falsitatis mactant”.204 De manera que los que a idolatrar enseñan, que son los rabíes idólatras y entre los indios son los que hacen oficio de papas y de

donde se crían gusános de seda ocho, ù diez andánas de zarzos de cañas. Lat. Quarumcumque rerum quae in linea recta collocantur, series” (Aut., s.v., “Andana”). 202. “Portas vultus ejus quis aperiet? per gyrum dentium ejus formido: ¿Quién abrirá sus fauces? Hay terror alrededor de sus dientes” (Job 41:5 en la Vulgata; 41:14 en Reina Valera). 203. “¿Hará un trato contigo para que lo tomes por siervo perpetuo?” (Job 41:4). 204. “ita etiam dentibus Leviathan istius errorum magistri figurantur: quia reproborum vitam mordendo dilaniant, et eos a veritatis integritate subductos in sacrificio falsitatis mactant: así también los maestros de los errores son representados por los dientes de este Leviatán, porque destrozan con su mordisco la vida de los réprobos y ofrece la integridad de la verdad en el sacrificio de la mentira” (san Gregorio, Moralia in Job, PL 076, 33, 27-47).

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sacerdotes que hacen y ofrecen los sacrificios, son ministros del demonio y dientes de Leviatán, que haciendo pedazos y cuartos a los de su misma nación inhumanamente los sacrifican y ofrecen a los demonios en holocausto y en víctima de falsedad y mentira, sacándolos engañados de los brazos de la verdad y del gremio seguro y santo de la católica iglesia: “Mordendo dilaniant et eos a veritatis integritate subductos in sacrificio falsitatis mactant”. ¡Qué mayor engaño y mal! ¿Qué cosa puede haber más lastimosa que esta? ¿Y qué servicio se puede hacer más agradable a Dios que sacar de tanto engaño a tantas desdichadas almas de tantos idólatras indios que miserablemente se pierden y condenan para siempre? ¿Y qué castigos dará la recta justicia de Dios justamente provocada con tantas idolatrías y sangrientos sacrificios, inhumanos y crueles, a los que así idolatran y de esta suerte sacrifican, negando la adoración y el culto que a solo Dios se debe y dándoselo al demonio en los ídolos que adoran y sirven como a sus dioses? De esto se tratará en el siguiente capítulo no solo para terror y para escarmiento y temor de los que idolatran y ofrecen semejantes sacrificios, sino también para advertencia de los párrocos y curas por cuya omisión y descuido hay todavía y se hallan en sus partidos idólatras, y sabiendo que los hay no ponen con eficacia, mirando por la honra de Dios, a tanto mal el remedio. C A P Í T UL O X De los grandes y rigurosos castigos que Dios ha ejecutado en los infieles idólatras y en los que han fomentado esta maldita secta Aunque se ostenta el Señor, padre de misericordia y dios de toda la consolación, que a los que le adoran y sirven en sus trabajos alivia y en la tribulación consuela: “Pater misericordiarum et Deus totius consolationis, qui consolatur nos in omni tribulatione”.205 Para los rebeldes y 205. “Benedictus Deus et Pater Domini nostri Iesu Christi Pater misericordiarum et Deus totius consolationis, qui consolatur nos in omni tribulatione nostra ut possimus et ipsi consolari eos qui in omni pressura sunt per exhortationem qua exhortamur et ipsi a Deo: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones. De esta manera, con la consolación con que nosotros mismos somos consolados por Dios, también nosotros podemos consolar a los que están en cualquier tribulación” (2 Corintios 1:3-4).

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obstinados que atrevidamente le niegan su culto y veneración es Dios, aunque paciente, juez justo y fuerte; y si sabiendo que fuertemente se aíra206 no se reducen a darle la adoración que deben, sabe blandir y jugar la espada de su justicia para vengar sus injurias: “Deus iustus iudex fortis et patiens numquid irascitur per singulos dies, nisi conversi fueritis gladium suum vibrabit”.207 Y el juntar el santo profeta David con lo fuerte de Dios su paciencia: “Fortis et patiens”, es para dar a entender, como dice Valerio Máximo, que la divina ira camina con paso lento a la venganza, compensando después la tardanza de la ejecución con la gravedad del castigo;208 y porque como dijo el otro gentil: quien quebranta la divina ley siempre lo paga, porque los dioses tienen los pies de lana pero las manos de hierro.209 De esta verdad es prueba lo que la escritura sagrada refiere en el capítulo 25 de los Números donde, airado el Señor contra los israelitas porque adoraban los ídolos y ofrecían sacrificios a los falsos dioses de las hijas de Moab, y en especial al ídolo Belfegor, dijo y mandó a Moisés, levanta en alto y suspende a todos los príncipes del pueblo, cuélgalos en la horca en presencia y a vista de todos, para que así aparte de Israel la furia de mi justo enojo: “Iratus Dominus ait ad Mosen tolle cunctos principes populi et suspende eos contra solem in patibulis ut

206. “Dexarse posseer de la ira, enojarse con vehemencia contra alguno. Este verbo (aunque es próprio y mui usado) en algunas personas y tiempos no se usa de él por su dureza, como en el imperfecto de subjuntivo, ni en el presente airaría, aire, ni en los futúros: sirviendose en lugar de ellos de otras phrases, como Encenderse en ira, cegarse de ira. Lat. Irasci. SAAV. Empr. 8. Ninguna enfermedád del ánimo mas contra el decóro del Príncipe que la ira, porque el airarse supone desacáto, ù ofensa recibida. GRAC. Mor. fol. 130. Y si se airáren contra ellos, que se aplaquen de presto” (Aut., s.v. “Airarse”). 207. “Deus iudex iustus et fortis et patiens numquid irascitur per singulos dies, nisi conversi fueritis gladium suum vibrabit arcum suum tetendit et paravit illum: Dios es el que juzga al justo; es un Dios que emite sentencia cada día. Si el impío no se arrepiente afilará su espada; ha dispuesto su arco y lo ha preparado” (Salmos 7:11-13). 208. “Pues la ira divina avanza con paso lento hacia su venganza y compensa su demora con la gravedad del castigo” (Valerio Maximo, Facta e dicta memorabilia, tr. Alicia Schniebs et al., Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 2014, p. 117). 209. Se trata de un proverbio que ya se encuentra en Petronio: “Dii lanatos pedes habet” (44.18); asimismo, Macrobio en su Saturnalia: “Deos laneos pedes habere” (1, 8, 5). Juan de Horozco lo recoge en su Emblema 21: Iovi Vltori (A Júpiter vengador): “Lanigeros Diuum dixerit ese pedes: que los dioses tenían los pies de lana” (Trescientos emblemas morales, ed. de María del Mar Agudo, Alfredo Encuentra y Juan Francisco Esteban, Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2017, p. 204).

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avertatur furor meus ab Israel”.210 Y después de este mandato de Dios, ordenó Moisés a todos los jueces del reino que quitasen la vida a todos los que idolatraban en el ídolo Belfegor, y que esto hiciese cualquiera aún con los más allegados suyos: “Dixitque Moyses ad judices Israel: Occidat unusquisque proximos suos, qui initiati sunt Beelphegor”.211 Y ejecutado este castigo, y quedando muertos veinte mil hombres, cesó la plaga y rigor entre los hijos de Israel: “Cessavitque plaga a filiis Israel: et occisi sunt viginti quatuor millia hominum”.212 Pasemos de este riguroso castigo, ejecutado en los príncipes y grandes del pueblo de Israel, al que dio el cielo a sus poderosos reyes idólatras por medio del grande y celoso profeta Elías. Sobre los ídolos en figuras de becerros que había introducido Jeroboam en el reino de Israel echó profundas raíces la idolatría, y creció tanto en tiempo del rey Acab que, como dice la escritura, excedió en maldades este rey a todos los demás de Israel: porque casó con Jezabel, hija del rey de Tiro (que era gentil) y admitió por dioses a sus ídolos, y hasta en su misma corte labró templo a Hércules, a quien con nombre de Baal adoraban por su dios Tiro y Sidón, cabezas de la Fenicia. Con el ejemplo de estos reyes ganó la idolatría más adoración, porque siempre influye en los miembros la cabeza, haciendo de la culpa lisonja, y teniendo por la mayor, los reyes y los prelados, que sus vasallos y súbditos adoren su dictamen para ser en sí mismo y en sus acciones adorados. Para la cura de enfermedad tan mortal (porque siempre lo es dejar al criador por la criatura y al verdadero Dios por el falso y mentiroso Baal) previno su remedio el cielo, y como en los tiempos en que la Iglesia ha tenido mayores adversarios le ha dado valientes defensores (como en la antigua ley que el mismo día en que Nabucodonosor destruyó el templo de Jerusalén dispuso que naciese Ciro, que había de repararlo, y en la Grecia contra los errores de Arrio opuso a san 210. “initiatusque est Israhel Beelphegor et iratus Dominus, ait ad Mosen tolle cunctos principes populi et suspende eos contra solem in patibulis ut avertatur furor meus ab Israhel: Israel se adhirió al Baal de Peor, y el furor del Señor se encendió contra Israel. El Señor dijo a Moisés: ‘Toma a todos los jefes del pueblo y ahórcalos a la luz del sol, delante del Señor. Así se apartará de Israel el furor de la ira del Señor’” (Números 25:3-4). 211. “Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: ‘Cada uno mate a los hombres suyos que se han adherido al Baal de Peor’” (Números 25:5). 212. “Así cesó la mortandad entre los hijos de Israel. Los que murieron en la mortandad fueron veinticuatro mil” (Números 25:8-9).

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Atanasio, contra Pelagio a san Agustín y contra Nestorio, que negaba a Nuestra Señora el título de Madre de Dios, a su gran devoto san Cirilo Alejandrino), así en tiempo del rey Acab y Jezabel previno al celoso de la honra de Dios, el santo profeta Elías, y habiéndole ilustrado para esta lid el entendimiento con la sabiduría, su ánimo con la caridad, sus deseos con la oración, y dándole amplio poder en cielos y tierra, con todas las armas que pedía su valor y la arrogancia de sus enemigos, quiso que saliendo de la soledad y retiro del Monte Galaad se presentase en público para dar principio a sus victorias. El año de la creación del mundo, 3121, y antes del Nacimiento de Cristo, 930,213 dijo el señor a su profeta Elías que ya era tiempo de salir al campo y reprehender al rey Acab y de castigar a todo su reino, sus ciegas idolatrías. Admitió obediente la comisión Elías sin dar excusa como Moisés, porque no se las permitía su gran celo, y con la ilustración que el Señor le dio de las grandes abominaciones de aquel pueblo, juntamente conoció que para principio de su reducción era bien que el cielo negase sus lluvias a todo el reino; para esto le pidió Elías al Señor (como dice el Apóstol Santiago) le diese las llaves del cielo y hasta que él lo ordenase no derramase sobre la tierra sus lluvias. 214 Otorgóselo su majestad y arrojándose a Samaria se presentó ante Acab, y levantando al cielo la mano y arrojando su celo por la boca tantos rayos como palabras le dijo: “pues no hay enmienda en ti, oh rey descreído, ni temor en ti, oh pueblo pérfido, que desprecias al Señor por verle blando, usando mal de su misericordia, vive el señor Dios de Israel, ante cuyo acatamiento estoy, que no habéis de ver rocío ni lluvia del cielo sobre vuestros campos estos años, sino cuando y como yo quisiere: vivit Dominus Deus Israel, in cuius conspectu sto, si erit annis his ros et pluvia, nisi iuxta oris mei verba”.215 Así se ejecutó como lo dijo el 213. El reinado del rey Acab tuvo lugar entre el 874-853 a.C., de modo que se iniciaría 2887 años y terminaría 2908 años después de la creación del mundo, según el calendario hebreo, que lo establece en el 3761 a.C. Aunque los cálculos del extirpador serían más aproximados la cronología de James Usher, quien en sus Annales veteris testamenti a prima mundi origine (Londini, exofficina J. Flesher, 1650) afirmó que el mundo habría sido creado en el año 4004 a.C. 214. “Elías era un hombre sujeto a pasiones igual que nosotros, pero oró con insistencia para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Y oró de nuevo, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:17-18). 215. “[...] dijo a Acab: —¡Vive el Señor Dios de Israel, a quien sirvo, que no habrá rocío ni lluvia en estos años, sino por mi palabra!” (1 Reyes 17:1).

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profeta, dice Santiago, y no llovió en todo el reino por tres años y seis meses: “Et non pluviat annos tres et meses sex”. Quedó con esta amenaza atónito el rey y pasmados todos los circunstantes y toda la Corte; con esto, instruido del Señor, Elías se salió de la ciudad y se retiró a las roturas y peñascos de Carid, dejando echada a los cielos la llave. Fueron tantos y tan grandes los trabajos que con este castigo se padecieron, de hambre y sed, que en todo el reino, en la corte y en el palacio y casa del rey faltó sustento; y el mismo rey con su mayordomo mayor salió a buscarlo para que no pereciese (a no referirlo la escritura sagrada parece que no se podía creer). Llamó el rey Acab al mayordomo de su casa, Abdías, dice el Texto: “Vocavitque Achab Abdiam dispensatorem domus suae”,216 y díjole que fuese a buscar por las fuentes y valles del campo alguna yerba que dar a sus caballos y mulos antes que muriesen de hambre: “vade in terram ad universos fontes aquarum, et in cunctas valles, si forte possimus invenire herbam, et salvare equos et mulos, et non penitus iumenta intereant”.217 El rey salió a esta diligencia por un lado y camino, y Abdías su mayordomo por otro: “Diviseruntque sibi regiones ut circuirent eas. Achab ibat per viam unam, et Abdias per viam alteram seorsum”.218 A tan baja ocupación como esta se vio obligado un rey tan poderoso como este, obligado de la necesidad que padecía él y todo su reino, en castigo de sus idolatrías; en esta ocasión se encontró Abdías con el profeta Elías, a quien mandó Dios que saliese del retiro de Carid y fuese a remediar esta necesidad dando el agua que había quitado, instruyéndole el Señor en el modo. El mayordomo del rey, luego que vio al profeta se arrojó a sus pies y, con grande humildad, le preguntó: “¿Eres tú por ventura, señor mío, Elías? Num tu es domine mi Elias?”; respondiole que sí y mandole que se partiese luego a buscar a su señor el rey, y que le avisase como estaba allí y le esperaba. Excusábase al principio Abdías, pero asegurado del profeta que no se iría a otra parte fue a dar las nuevas al rey, el cual más moderado con el hambre y más rendido

216. “Entonces Acab llamó a Abdías, el administrador del palacio” (1 Reyes 18:3). 217. Diego Jaimes trae “[...] invenire possimus”. “Ve por la tierra a todos los manantiales de agua y a todos los arroyos; quizás hallemos pasto con que podamos conservar con vida a los caballos y a las mulas, y no tengamos que eliminar algunos de los animales” (1 Reyes 18:5). 218. “Se repartieron el territorio entre ellos para recorrerlo; Acab se fue solo por un camino, y Abdías se fue solo por otro” (1 Reyes 18:6).

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con el azote y castigo del cielo salió de Samaria y se vino a ver con el profeta, obedeciendo el cetro a la virtud, porque como hija de Dios luce y puede más que las coronas. Llegó Acab a la presencia de Elías y, aunque reducido, no olvidado que era rey, y más humillado que humilde, le dijo: “¿por ventura eres tú el que turbas a Israel? Tune es ille, qui conturbas Israel?”.219 ¡Oh qué antiguo es dar nombre de inquietud a la reforma! Quiere el prelado reformar su diócesis para cumplir con la obligación y dicen que perturba al obispado, quiere el cura doctrinando que sus feligreses sigan la virtud y dejen el vicio, solicitando como debe que cumplan con los mandamientos de Dios y de la Iglesia, y dicen que inquieta el partido; y no es así, sino que se inquieta el vicio cuando la virtud le quiere echar de su posesión, clama contra ella y juntando todas las afrentas en una la llama inquieta. Así el idólatra rey llama de inquieto y perturbador al santo profeta, que como ministro de Dios cela su culto y mira por su honra; pero respondiole Elías con profético valor: “Yo no soy el que turbo a Israel, sino tú y la casa de tu padre, que habéis desamparado al verdadero Dios y mandamientos del Señor y seguís al mentiroso Baal: Non ego turbavi Israel, sed tu et domus patris tui qui dereliquistis mandata Domini et secuti estis Baalim”.220 El verdadero origen y principio de nuestra inquietud es el apartar a nuestra alma de Dios, como lo es el de la piedra imán apartarla de su norte. Prosiguiendo con estas y otras razones, el rey y el santo profeta se hallaron junto al monte Carmelo. Viéndose allí y sabiendo de boca de Dios que aquel monte sagrado había de ser el teatro de aquel solemne auto de fe, y de las grandes maravillas que en ostentación de su poder y piedad tenía decretadas, le dijo al rey: “despacha tus reales provisiones y júntame a todo el pueblo de Israel en este monte Carmelo, los cuatrocientos y cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos de los bosques que comen de la mesa de Jezabel”. Hizo Acab todo lo que se le mandó, y puesto el santo profeta en lo eminente del monte donde pudiese ser visto de todo el reino que le rodeaba, con pocas y graves palabras, templando el justo enojo por no irritarlos, les dijo: 219. 1 Reyes 18:17. 220. “et ille ait non turbavi Israhel sed tu et domus patris tui qui dereliquistis mandata Domini et secuti estis Baalim: Yo no he trastornado a Israel, sino tú y tu casa paterna, al haber abandonado los mandamientos del Señor y al haber seguido a los Baales” (1 Reyes 18:18).

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“¿para qué cojeáis de ambos pies? Si el Señor es Dios, seguidle; si Baal lo es, seguidle a él: ¿Usquequo claudicatis in duas partes? Si Dominus est Deus, sequimini eum; si antem Baal, sequimini illum”.221 Que fue decirles, queriendo agradar a Jezabel ofrecéis Idólatras en sus altares sacrificios, y pretendiendo conservar la religión de vuestros mayores se los ofrecéis a Dios en sus Aras, pero cojeando en el uno y otro paso nunca asentáis el pie derecho: porque en el primero os hace tropezar la conciencia, y en el segundo la adulación. Ved pues lo que os está mejor y eso haced, mirad que Dios os es más a propósito, porque es largo y verdadero en sus promesas, cierto en sus palabras, poderoso para defenderos, abundante para enriqueceros y misericordioso para perdonaros, y nada de esto hallaréis en Baal porque es falso y mentiroso, y es más imposible juntar a Dios con Baal que a las tinieblas con la luz. Enmudeció todo el pueblo, confundido con la vergüenza de sus delitos, atajado con las palabras del profeta y convencido con la fuerza de su razón; de suerte que ni el rey, ni los sacerdotes idólatras, ni los príncipes, ni del vulgo se atrevió nadie a responder palabra en tan grande multitud, porque tuvo más fuerza una sola verdad de Elías que infinitas mentiras de aquellos rebeldes, y porque el vicio es cobarde cuando le hace rostro la virtud. Viendo Elías la buena disposición del pueblo, y considerando que saliendo de aquella plática o sermón cada uno volvería a su costumbre de idolatrar, como hasta allí lo habían hecho, quiso con un insigne milagro confirmar su doctrina y, citando a todos, les dijo: “yo solo he quedado entre los profetas del Señor; los profetas de Baal son cuatrocientos y cincuenta (fuera de otros cuatrocientos de los bosques). Dénsenos dos bueyes y elijan ellos uno, y hecho pedazos pónganlo sobre la leña del sacrificio, con tal que no pongan debajo fuego. Yo también haré otro tanto de mi buey y lo pondré sobre la leña y no pondré debajo fuego. Vosotros invocad el nombre de vuestros dioses y yo invocaré el nombre de mi Señor; y el Dios que oyere, invocado por fuego, ese sea tenido por verdadero. Respondió todo el pueblo: “bonísima es la proposición: optima propositio”, juzgando todos que quien tenía dominio sobre el fuego ese era el verdadero Dios. Llegado el caso y tomando la mano, los sacerdotes de Baal dispusieron su altar y, poniendo sobre la leña su buey hecho cuartos, invocaron a su 221. 1 Reyes 18:21.

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dios con continuas y repetidas voces diciendo: “Baal, Baal, óyenos”. Él como sordo y mudo no respondía. Y ellos con esto, tan encendidos como sordos a la verdad, daban vueltas alrededor del altar, pasaban por en medio de otro fuego, a su usanza, para mover a lástima a su dios con las ampollas que en sus cuerpos hacia la llama que los quemaba, pidiendo les enviase del cielo sobre su sacrificio fuego; pero ni por esas, ni por esotras oyó ni respondió su dios, sordo y mudo. Elías, usando de su vivo ingenio, mofando de ellos, les decía: “levantad bien la voz, porque ese dios quizá está hablando en la ventana o en el camino, o quizá duerme y será bien despertarlo”. Todas estas palabras del profeta eran quemazones que los abrazaba más que el fuego que pedían; porque cada una era una ironía picante con que Elías deshacía la divinidad que ellos tanto veneraban, haciéndola sorda, impedida, necesitada y dormilona. Por lo cual, hechos los sacerdotes unos áspides y braveando con la afrenta, cercaban otra y otra vez su altar, corrían furiosos a una y a otra parte, levantaban sus manos y, como endemoniados, hacían horribles gestos y visajes; y crueles consigo mismos para mover a sus dioses, con cuchillos y lancetas rompían sus carnes y derramaban su sangre, costumbre y ceremonia que el demonio les enseñaba y ellos ejecutaban fieros por salir con la suya; pero nada bastaba de todo esto para conseguir su intento, porque su dios Baal era nada y el verdadero Dios por entonces no quería dar lugar, como otras veces, a que su pueblo fuese engañado y a que nadie pudiese hombrear con su profeta Elías. Habiéndose pasado medio día, y llevándose la tarde en que había de hacer el sacrificio vespertino, viendo Elías confuso al rey, avergonzados y sin confianza a los falsos profetas, y a todo el pueblo alentado con el suceso, los llamó a todos, y llegándose a un altar sagrado que allí estaba de tiempos antiguos, ya destruido, a quien la Escritura llama altar del Señor, lo reparó y tornó a levantar, y escogiendo doce piedras, según el número de los hijos de Jacob, con ellas edificó el altar en el nombre del Señor. Hizo alrededor un acueducto o acequia, compuso sobre él la leña, dividido el buey en cuartos y puestos sobre ella mandó echar doce grandes cantaros de agua que, bañándolo todo y corriendo alrededor del altar se llenó el acueducto; y, en fin, llegándose Elías al altar, estando todos en silencio y suspensos, sin más visajes y ceremonias que levantar confiado el ánimo a Dios y los ojos al cielo, con voz humilde, tierna y ferviente dijo así: “Señor, Dios de Abraham, de

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Isaac y de Israel, muestra hoy que tú eres Dios de Israel y yo tu siervo, y que según tu mandato he hecho todas estas cosas; óyeme Señor, óyeme, para que aprenda este pueblo que tú eres el Señor y que tú convertiste su corazón otra vez”. Apenas había acabado las últimas palabras cuando cayó el fuego del cielo, tragose el holocausto, la leña y las piedras del altar y también el polvo y lambió el agua, que estaba en el acueducto. Viendo esto el pueblo cayó en tierra asombrado del suceso, y dando voces decía: “el Señor es el Dios, el Señor es el Dios”. Este fue el remate de aquella acción, la conclusión de aquella controversia entre Dios y Baal, el decreto de aquella junta que todo el reino de Israel celebró en el monte Carmelo, siendo su presidente y legado de Dios su grande profeta Elías, sobre el punto más importante de fe que se podía ofrecer; asistiendo a ella no solo los pocos católicos que había sino los muchos idólatras y herejes que admitieron la condición de la victoria; 222 y se cumplió sin engaño para tanta gloria de Dios, crédito de la fe y de su verdadero profeta, conversión de un rey idólatra y de todo un reino. No quiso el prudente y celoso profeta Elías perder la ocasión que la devoción y fervor del pueblo con el desengaño de los hierros pasados le daba; y así, ayudándose de él y desenvainando la espada de su poder y comisión, mandó que arrebatasen a los cuatrocientos y cincuenta profetas de Baal y a los otros cuatrocientos de los bosques, que por todos eran ochocientos y cincuenta, los llevasen al arroyo de Cizon y los degollasen a todos, porque pagasen su pecado y no quedase quien pervirtiese al pueblo haciendo otra vez idolatrar, y en especial a los sacrificadores que son los que industrian y enseñan a idolatrar a otros y son tenidos entre los de esta secta por sus profetas y papas. Y porque Dios no quiere la muerte y la perdición de los malos y pecadores, sino que se conviertan y vivan, viendo convertido al rey de Israel y a todo su reino, y que convencidos con la prueba de tan manifiesto milagro reconocían y aclamaban por el verdadero Dios al señor y Dios de Elías, hizo este Señor que este su Profeta abriese los cielos, que había cerrado con la llave de la oración, para dar a todos el 222. Es práctica recurrente en Diego Jaimes forzar la similitud al grado del anacronismo, lo que muestra entre otras cosas que escribía con más intención ideológica que didáctica. Es decir, el extirpador construía argumentos de lucha contra la idolatría para ser usados por curas más bien ignorantes frente un pueblo más ignorante aún; de este modo, pesando más el propósito persuasivo que la verdad, falsea los hechos.

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consuelo de la lluvia que tanto necesitaban; dijo Elías al rey Acab: “ea pues, sube, come y bebe, porque hay grande ruido de agua: ascende comede et bibe, quia sonus multae pluviae est”.223 Y subiendo a la cima del monte, el profeta se puso en oración postrado en tierra, pidiendo a Dios el agua que ya tenía prometida, y sabiendo el buen despacho que se da en el cielo a la oración fervorosa oró con instancia, y después de un rato dijo a su siervo que le acompañaba que mirase hacia el mar si había de agua alguna señal, hízolo y dijo que no la había; mandole repitiese hasta siete veces esta diligencia, perseveró el santo en su oración y su siervo en su diligencia, y a la séptima vez que miró hacia la mar vio una nubecilla pequeña, como la huella de un hombre, que subía del mar, díjolo al profeta y mandole avisase al rey que bajase del monte y subiese en su coche antes que le coja el agua. El efecto descubrió la verdad de sus palabras, porque derramándose luego por todo el cielo aquella nubecilla se hizo muchas, y tan cargadas de agua que, batidas de un gran viento, la derramaron toda sobre la tierra sedienta, y en tan buena sazón que en abundancia dio la tierra su fruto, como dice Santiago: “Et rursum oravit, et caelum dedit pluviam, et terra dedit fructum suum”.224 De esta manera se mostró Dios en su profeta riguroso y piadoso con los ochocientos y cincuenta profetas del mentiroso Baal; por rebeldes mandó que con rigor los pasasen a cuchillo sin dejar ni uno a vida, y a todo el pueblo que conociendo su engaño dejaron la idolatría, dejando a Baal y siguiendo a Dios, piadoso los socorrió con la lluvia del cielo. Mas, ¡ay cielo santo! ¡Qué inconstante es el hombre en los buenos propósitos y en lo santo y bueno! Quién dijera que el rey Acab, y a su ejemplo su reino, después de haber visto la prueba de la verdad con tan manifiestos y claros milagros del cielo, con fuego y agua, había de volver a negar a Dios y tornar otra vez a idolatrar y a dar culto a Baal; y si él después de esto no se lo dio con su asistencia y persona, por temor del castigo con que estaba amenazado, y por lo que vio por sus ojos con lo sucedido en el monte Carmelo, con el permiso concurrió a la idolatría de todos sus hijos y de todo el reino, no haciendo derribar y echar por tierra el templo que edificó al mentiroso Baal por complacer a Jezabel, habiendo experimentado lo 223. “Sube, come y bebe; porque se oye el ruido de una fuerte lluvia” (1 Reyes 18:41). 224. “Y oró de nuevo, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:18).

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falso de su deidad y lo verdadero y cierto del Dios de Israel, a quien adorando predicaba el Profeta Elías, cuya reincidencia y obstinación castigó Dios en toda su descendencia en la forma que dirá el capítulo siguiente. C A P Í T UL O X I De otros grandes castigos que hizo Dios en los rebeldes idólatras del reino de Israel Después de celebrado en el monte Carmelo el auto de fe en que triunfó victorioso Elías de los falsos profetas, Dios de Baal y la verdad de la mentira, llegó el rey Acab a Jezrael, a donde Jezabel le esperaba para saber el suceso de conmoción tan general. Supo de la boca del marido los triunfos de Elías, la confusión de Baal y muerte de sus profetas, pretendiendo quizá con su narración Acab reducirla a que conociese al Dios de Israel y se redujese al verdadero camino, dejando la idolatría. Pero deslumbrada Jezabel con la luz de la verdad, y como fiera herida con la saeta o venablo, se desató en tantas iras y rabias contra el profeta Elías que, bramando y rabiosa, le envió a decir: “Mal me hagan los dioses si mañana a estas horas no hiciere de tu vida lo que tu hiciste de la de mis sacerdotes”.225 Con este aviso se salió huyendo de Jezrael Elías, y sin saber dónde iba llegó al monte Oreb, a donde el Señor le encaminaba, y entrando en su espesura se recogió a una cueva, mas no queriendo Dios ver cobarde a su profeta, se le apareció y dijo: “¿Qué haces aquí Elías? ¿Qué temor es el tuyo? ¿Y qué acobardas sabiendo que yo te asisto?”. El santo, confuso con la reprehensión del Señor disfrazada en sus favores, respondió envolviendo en la respuesta a su excusa: “Con gran celo he celado la honra del Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel han desamparado vuestro pacto, han destruido vuestros altares y degollaron a vuestros profetas, y solo quedo yo buscando mi vida, para acabar con todo”. Para consolarle el Señor y darle a conocer cuánto es el poder de Dios y cuán valiente su mano para castigar sus enemigos, cuán dulce y suave para regalar a quien ama, y para volver por todos sus fieles ministros que con valor defienden su ley y honra, le mostró una maravillosa visión.

225. 1 Reyes 19:2.

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Estando Elías en la puerta de la cueva vio venir un viento tan recio y furioso que trastornaba los montes y deshacía las peñas, luego un terrible temblor de tierra que sacudiendo su misma pesadumbre y cargar a los peñascos, árboles y riscos, les obligaba a que mudasen lugar y asiento, y después un fuego tan fuerte y abrazador que todo lo consumía. Y advierte el sagrado texto que ni en el viento, ni en el temblor, ni en el fuego venía el Señor, sino su ira y enojo, queriendo con esto que conociese Elías, y todos sus ministros que celan su honra, que con la misma facilidad que mueve la tierra, trastorna los montes y lo abraza todo, puede deshacer y consumir su majestad a todos sus enemigos. Instruido pues en esta verdad, le envió un aire delicado y una marea suave que le regaló el alma y dilató el corazón, con que quedó animado para no temer a Jezabel ni a todos sus valedores, y le mandó el Señor tres cosas: la primera, que saliese de la cueva y, volviendo por el desierto a la ciudad de Damasco, ungiese a Hazael, por rey de Siria; la segunda, que pasando a Samaria ungiese a Jehu por rey de Israel, que eran los dos cuchillos que su majestad prevenía para castigo de la casa de Acab y Jezabel, que tanto por idólatras habían ofendido a la majestad de Dios derramando la sangre de sus fieles profetas; y la tercera, que ungiese a Eliseo, hijo de Safad y natural de Abelmeula, por profeta y sucesor suyo, no solo en el don de profecía sino también en la vida religiosa que había de comenzar en el Carmelo,226 y para que con el cuchillos de su santidad acabase con las reliquias de los idólatras que escapasen de los hilos de estos dos reyes. Así lo ejecutó el profeta Elías y previno a los dos ungidos por reyes de Siria y de Israel, para el tiempo y ocasión que el Señor había determinado que tomasen la posesión de sus cetros y coronas. 226. El monte Carmelo, efectivamente, había adquirido carácter sagrado y prestigio religioso desde la época de los grandes profetas hebreos, pues ahí Elías no solo había obtenido iluminación y disciplina, sino que también fue, como ya se vio, el lugar donde consiguió uno de los mayores triunfos para el judaísmo contra los sacerdotes de Baal. Se trata de un prestigio que sobrevivió al advenimiento del cristianismo, pues en el siglo v, al parecer, hubo efectivamente en el Carmelo una comunidad de ermitaños que ya vindicaban la memoria de Elías; aunque no es sino hasta el siglo xii cuando puede hablarse de actividad monástica más o menos estructurada, y a principios del xiii (en 1209), san Alberto daría las primeras reglas a los ermitaños que ahí habitaban (véase Eduardo Báez, El Santo Desierto. Jardín de contemplación de los carmelitas descalzos en la Nueva España, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1981, p. 12 y Manuel Pérez, Los cuentos del historiador. Literatura y ejemplo en una historia religiosa novohispana, Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2012, p. 54).

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Habiendo ejecutado lo que el Señor le mandó, el santo profeta se retiró al Carmelo, y habiendo quitado el rey Acab a un ciudadano de Jezrael, llamado Nabod, no solo una viña sino también la vida injustamente, con falsa información, por mandado de Jezabel, derramando impíamente en el campo su sangre y yendo a tomar posesión de la viña y hacienda ajena, descendió del Carmelo Elías por mandado de Dios y, haciéndose encontradizo con el impío rey, con animosa libertad, le dijo: “Quitaste a Nabod la vida, y tomaste posesión de su viña. Pues hágote saber que en este lugar, donde los perros lambían la sangre de Nabod, lamerán la tuya y también comerán las carnes de Jezabel en el campo de Jezrael”.227 Volviose Elías a su retiro y Acab, temiendo el castigo de Dios por tener experiencia de la verdad de las palabras y amenazas de su profeta, reconoció su delito y para aplacar a Dios ayunó y se vistió de silicio, derramando muchas lágrimas; y deseando el Señor la conversión del pecador y no su muerte, volvió a verse con Elías y, más templado, le dijo: “¿No viste humillado a Acab en mi presencia? Pues porque se humilló por mi causa no ejecutaré en sus días mi sentencia sino en los de su hijo acarreará los trabajos a su casa”. Estos fueron quitarle el reino con destrozo de casi toda su descendencia. No tardó mucho el castigo que tocaba a la persona de Acab porque duró poco su arrepentimiento y penitencia, pues envanecido con las victorias que había conseguido de Benadab, rey de Siria, habiéndoselas dado Dios para que lo castigase no solo no lo hizo pudiendo sino que asentó con él pecado y amistad. Viendo el Señor su ingratitud le envió a su profeta Miqueas que le intimase la muerte diciendo: “Esto dice el Señor: porque dejaste de tu mano al varón digno de muerte, pagará tu vida por la suya y tu pueblo por el suyo”.228 Obstinado Acab, como de antes, tuvo esta amenaza de Dios por libertad de su profeta, y haciéndole prender lo puso en cadenas, y llegándose a estos delitos la injusta y cruel muerte de Nabod, no quiso dar Dios más largas a la muerte de tan perverso sobre idólatra rey. Y así, buscándosela él, queriendo recobrar a Ramod de Galaad, que el Ciro le tenía usurpada, acometiola con un grueso ejército y, estando en la calor de la batalla, vino una saeta desmandada y entrándole al rey por las espaldas le salió

227. 1 Reyes 21:19. 228. En 1 Reyes 22 Miqueas profetiza la derrota de Acab, aunque no exactamente con estas palabras.

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por el estómago, quedando muerto y llenándose el carro de su sangre, llegaron a lamerla los perros, con que se cumplió la profecía del santo profeta Elías, que en el lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabod, lamerían también la suya, y después hicieron los mismo con la sangre y carnes de Jezabel. Muerto Acab le sucedió Ocacías, su hijo, así en el cetro de Israel como en los vicios y en la idolatría, y solo tuvo de mejor que vivió menos, porque estando un día paseándose por un terrado o azotea de palacio, se cargó tanto sobre la baranda o pretil que, rendido del peso, dio con el rey abajo, dejando en gran peligro su vida; y con el ansia de asegurarla envió a consultar a Belsebú, que era un ídolo que en la ciudad de Acarón adoraban los filisteos, de cuya intercesión sabía como idólatra su mejoría. Viendo el Señor su mal consejo avisó a su profeta y le mandó que saliese al paso a los criados y mensajeros del rey. Obedeció Elías, bajó del monte y, encontrándose con ellos, les dijo: “¿Por ventura no hay Dios en Israel a quién consultar? ¿Para qué vais a Acarón? Con la vida pagará el rey su pecado. No se levantará de la cama”.229 Retirose el santo profeta y, llenos de asombro y temor, los criados volvieron al rey y le dijeron lo sucedido; preguntoles asustado qué persona era la que así les había hablado y qué señas tenía, dijéronle que era un hombre velloso, vestido y ceñido de unas pieles; “Elías es”, respondió el rey, a quien conocía en vida de su padre. Turbose grandemente con el anuncio y comunicó su susto con Jezabel su madre, y resolvieron que un capitán con cincuenta soldados lo fuesen a prender y se lo trajesen a Samaria; así lo ofreció el capitán, y llegando al Carmelo donde estaba el profeta, con irrisión y arrogancia le dijo: “Hombre de Dios, el rey manda que desciendas”. El Santo, conociendo que la ironía con que hablaba no cargaba tanto sobre su persona cuanto sobre la autoridad de Dios, en cuyo nombre había hablado, con espíritu y celo del honor de Dios, le respondió: “Si soy hombre de Dios, baje fuego del cielo y trague a ti y a tus cincuenta soldados”230. Así sucedió, convirtiéndolos a todos en un instante en ceniza. Viendo el rey que se tardaba envió segundo capitán con igual gente, experimentó lo mismo, porque bajando segunda vez fuego del cielo los abrazó a todos, defendiendo Dios su honor agraviado en su profeta.

229. 2 Reyes 1:2. 230. 2 Reyes 1:10.

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Para que el rey se reconociese menos experiencias bastaban; pero como la fiera que incauta cayó en el lazo, cuando rebelde sacude la cerviz más se ahoga, y el pretender sacudir el yugo es apretar más la coyunda, así el rey forcejando por huir la espada de Dios se entraba más en sus filos. Envió tercero capitán que fue Abdías, mayordomo que fue de su padre Acab, con otros cincuenta soldados, pero siendo este católico y respetando a Elías como debía, cortésmente le suplicó tuviese compasión de sus vidas, pues venía enviado de su rey y con atención a su servicio y veneración, entonces el ángel que asistía a Elías le dijo: “Desciende y ve con él, no temas”. Descendió Elías del monte, y llevando a Dios consigo llegó a Samaria, fuese derecho a palacio y, sin temer las iras de Jezabel ni el sentimiento de Ocozías su hijo, con ánimo intrépido y voz desembarazada como quien hacía la causa de Dios, le dijo sin más preámbulos: “Esto dice el Señor: porque enviaste mensajeros a consultar a Belcebú, dios de Acarón, como si no hubiera Dios de Israel a quien pudieses preguntar, del lecho sobre que subiste no descenderás, sino morirás”.231 Con esto se salió el profeta dejando a todos asustados y al rey, en castigo, en manos de la muerte que poco después se lo llevó por hallarle indigno de la vida, en cumplimiento del mandato de Dios declarado por Elías, cuyas palabras eran eficaces para abrazar con fuego del cielo soldados y capitanes, y para quitar vidas a reyes cuando son contrarios al honor de Dios y su ley. Muerto Ocozías y sus hijos, habiendo reinado dos años tasados, le sucedió Jorán su hermano, y sabiendo que Hazael había entrado por rey de Siria, pareciéndole que por nuevo en el gobierno no tendría tan buenas manos y bríos como Benadab, rey de Damasco, determinó restituir a su reino y corona la ciudad de Ramod de Galaad, llevando adelante el intento de su padre. Pero no fue menos infausta la empresa para él de lo que fue para Acab, su padre, porque aunque juntó un grueso ejército y convidó a su sobrino Ocozías, rey de Jerusalén, para la jornada, estando sobre el cerco fue tan malamente herido que le fue necesario volverse a Jezrael a curarse. Dejó sobre Ramod todo su ejército y en él a Jehu, con facilidad para levantarse con todo, llamó a uno de sus hijos los profetas, que era Jonás, y le dijo irás al ejército llevando contigo una ampolla de aceite, en él hallarás a Jehu, hijo de Josarat, y apartándole de los demás príncipes, a solas le echarás el 231. 2 Reyes 1:16.

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aceite sobre la cabeza y ungiéndole dirás: “Esto dice el Señor, ungite por rey de Israel. Castigarás la casa de Acab y vengareme de la sangre de mis profetas y siervos que por ella ha sido derramada. Asolarela toda y de ella haré lo que hice de las casas de Jeroboan y Basa, reyes de Israel, y las carnes de Jezabel despedazarán los perros, como dijo Elías, y no habrá quien las sepulte”.232 Viéndose Jehu segunda vez ungido por mandato de Eliseo, creyó la primera unción, hecha por Elías. Dijo Jehu a los demás príncipes lo que pasaba y tuvo tanta fuerza la verdad de la profecía y decreto de Dios, que sin dar lugar a discursos y sin reparar en que Jorán era vivo, adoraron a Jehu por rey de Israel, para lo cual quitándose sus capas y echándolas por tierra debajo de sus pies hicieron uno como tribunal, donde le sentaron y recibieron por rey, y con esto quedó desenvainado el segundo cuchillo contra la casa de Acab. C A P Í T UL O X I I Prosigue la misma materia del capítulo antecedente Considerando el nuevo rey cuánto le importaba la presteza en tomar la posesión del reino, quitando a su rey Jorán la vida, echó luego un bando que nadie saliese de sus banderas ni atravesase las trincheras del ejército, previniendo con esto que Jorán no fuese avisado y se fortificasen en Jezrael. Echado el bando subió en su carro, y acompañado de una tropa de caballeros caminó hacia Jezrael. La atalaya, que desde el homenaje avisaba, viendo la tropa que venía avisó al rey, el cual mandó que saliesen luego a saber lo que era. Llegó a la tropa el mensajero en su carro y dijo el rey cuidadoso: “pregunta si hay paz en el campo”, Jehu le respondió: “¿qué tiene que ver la paz contigo? Poneos en la retaguardia y seguidme, que esto es lo que conviene”. Envió segundo y tercero correo el rey, y sucediendo lo mismo puso en tanto cuidado a Jorán, sospechando algún motín o alguna grande desgracia, bulléndole el corazón en el pecho que sin aguardar a que llegase Jehu salió en su carro a encontrarlo, sin reparar en su herida, y viéndose con él le dijo: “¿qué es esto que ha sucedido en el ejército, por ventura hay paz?” Jehu diciendo y haciendo puso una flecha en el arco y, enderezándola

232. 2 Reyes 9:6-10.

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hacia él, la despidió con estas palabras: “¿Qué paz ha de haber para ti, viviendo todavía las fornicaciones y hechizos de tu madre?”.233 Viendo esto, Jorán volvió las riendas a los caballos para huir, y clamando dijo: “traición, traición”. Pero la flecha guiada por Dios llevaba tan derecho su camino que, entrando por las espaldas salió por el pecho dejándole atravesado el corazón, con que luego cayó muerto dentro de su carro, pagando justísimamente los pecados propios y los de su padre. Viéndole muerto, Jehu mandó a un príncipe que lo arrebatase del carro y lo echase en el campo, donde Nabod había sido muerto, diciéndole: “bien te acuerdas que yendo los dos en el coche con el padre de este nos salió el profeta Elías, y se la juró diciendo que habían de morir sus hijos donde murieron los de Nabod, y así es justo que quien tal hace que tal pague, y que en todo se cumpla la sentencia de Dios. Con esta muerte se confirmó en el reino Jehu y entró triunfando en Jezrael. Sabiendo Jezabel lo que pasaba, y la muerte del rey su hijo, viéndose sin fuerzas para resistir a Jehu quiso usar de maña y cogerle en el lazo de sus ojos. Para esto, en vez de las tocas, lutos y lágrimas, se afeitó y compuso su rostro, y muy de fiesta se puso al balcón como celebrando el triunfo y dando parabienes al nuevo rey. Alzó la cabeza Jehu y, aunque la conoció, no esperando cosa semejante de una madre que había de estar llorando a su hijo y de una señora que había de clamar contra el criado que con el reino se levantaba, preguntó: “¿quién es aquella?” Y diciéndole que era Jezabel mandó que subiendo donde estaba la echasen del balcón abajo, y cumpliendo con el mandato la arrojaron y dando su cuerpo en las cornisas y paredes, dejándolas salpicadas con su real sangre, cayó a los pies de los caballos del nuevo rey, el cual esperó a ver el suceso y pasando con ellos por encima de ella, trillándola, como lo había hecho ella con los profetas del Señor, acabó su entrada, sujetándosele todos sin que nadie osase hablar palabra ni levantar el dedo por el muerto. Subió Jehu al palacio, recibió los parabienes, requirió las guardas y púsose a comer y beber, muy

233. Cambia aquí el orden de la narración, posiblemente buscando un dramatismo más efectivo, o bien porque Diego Jaimes citaba de memoria “—¿Hay paz, Jehú? Y él respondió: —¿Cómo va a haber paz, mientras continúen las fornicaciones y las muchas hechicerías de tu madre Jezabel? Entonces Joram, volviendo las riendas, huyó diciendo a Ocozías: —¡Traición, Ocozías! Pero Jehú puso la flecha en su arco e hirió a Joram por la espalda. La flecha le atravesó el corazón, y el cayó sobre sus rodillas en su carro” (2 Reyes 9:21-24).

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gozoso de su felicidad, y estándolo haciendo se acordó del miserable cuerpo de Jezabel y mandó a sus criados que levantasen sus pedazos, diciendo: “sepultadla que al fin es hija de rey”; vueltos los criados, dijeron: “Señor los perros se la han comido, no hallamos de ella más que la calavera los pies y los dedos de las manos”. Oyendo esto, Jehu dijo: “cumplido se ha la palabra de Dios, que por su siervo Elías dijo: ‘En el campo de Jezrael despedazarán los perros las carnes de Jezabel, y serán tan poco estimadas como estiércol sobre la faz de la tierra, de tal suerte que los que pasaren digan, ¿esta es aquella Jezabel? 234 ¿Aquella que no temió a Dios? ¿La que en ofensa suya levantó aras y templos al ídolo y falso Baal adorándolo como a Dios? ¿La que quitó atrevida a los profetas de Dios la vida, sin recelo ni temor de la justicia divina? Sí, esta es y en esto paró su cetro, su corona y su grandeza, arrogancia y altivez, y de esta suerte fue castigada por idólatra y por infiel a Dios y a su ley divina’”.235 Muertos ya el rey Acab, la reina Jezabel su mujer y sus dos hijos legítimos y herederos, Ocozías y Jorán, con tan desastradas muertes como merecían sus idolatrías y maldades, restaban otros hijos de este idólatra rey, y tantos que llegaron a setenta habidos en distintas mujeres, y por tanto no podía estar del todo seguro Jehu; porque levantando alguno la voz pudieran aclamarlo por rey y levantarse con el reino. Entendiendo esto Jehu, antes que lo ejecutasen escribió a los magistrados de Samaria y ayos de los infantes, que de todos los hijos de Acab escogiesen el mejor y lo pusiesen en el solio de su padre, y venid a pelear por su casa y cetro. Esta arrogancia de Jehu y los sangrientos hechos que había ejecutado les causó tanto pavor y miedo 234. Hasta aquí la cita bíblica (2 Reyes 9:36-37), lo que sigue en las palabras que Diego Jaimes pone en voz de Jehu es invención y glosa. 235. El pasaje ha tenido vida ejemplar o en la tradición oral; como lo primero, ha sido registrado por Cesáreo de Heisterbach en su Diálogo de milagros (ed. de Z. Prieto Hernández, Zamora, Ediciones Monte Casino, 1998: XI, 53); por Etienne de Bourbon en su Tractatus de Diversis Materias Praedicabilibus (ed. J. Berlioz and J.-L. Eichenlaub, Turnhout, Brepols, 2007, p. 314); por Frederic Tubach en su Index exemplorum (Helsinki, Akademia Scientiarum Fennica, 1969): “1718 Dogs tear apart excommunicated woman. The body of an excommunicated woman is torn apart by dogs”. Como lo segundo, por Harriet Goldberg en su Motif-index of Medieval Spanish Folk Narratives (Tempe, Arizona State University, 1998): “Q331.2.3. Jezebel’s pride punished. Displays self in window of tower. Tower topples; her flesh eaten by dogs”; y por Stith Thompson en su Motif-index of Folk-literature (Bloomington, Indiana University Press, 19551958): “Q415.1. Punishment: being eaten by dogs”.

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(permitiéndolo así el Señor) que rendidos todos le respondieron que eran todos sus vasallos y criados, y que no les pasaba por el pensamiento reconocer por rey a otro viviendo su alteza. Alegre Jehu con esta respuesta, les volvió a escribir diciendo: “Si sois míos y me obedecéis, quitad la cabeza a los hijos de vuestro amo y traédmelas mañana, a esta hora que os escribo, a Jezrael donde estoy”. Viéndose empeñados, magistrados y ayos de los infantes, con la primera respuesta les fue forzoso obedecer al mandato, y así luego a la hora degollaron los setenta hijos de Acab, y echando aquellas setenta cabezas reales en dos cofines,236 como si fueran de otros tantos perros, se las llevaron a Jehu y llegando a él se las echaron a sus pies. Hecha esta crueldad dio luego tras todos los príncipes, amigos y sacerdotes y falsos profetas de la casa de Acab que había en Jezrael, sin dejar cabeza habida que tuviese obligación alguna a la casa y familia de aqueste idólatra rey. Prosiguiendo Jehu con sus hechos pasó a Samaria, y para consumar la obra de Dios y palabras de su profeta Elías, convocando a todos los profetas del ídolo y mentiroso Baal, con título que quería hacerle un grande sacrificio, porque todos viniesen y se juntasen, los encerró en uno de sus templos y, cuando más seguros y contentos los tenía, mandó a sus soldados que entrasen en el templo y no dejasen hombre a vida, pasando a todos por los filos del cuchillo que en Jehu les tenía prevenido en castigo la justicia divina. Hecho esto, mandó derribar la portentosa estatua y célebre ídolo de Baal, y reducida a menudos polvos los hizo entregar al viento, porque de ella no quedase señal ni memoria alguna, y de su templo mandó hacer letrinas en su desprecio; en esto paró este tan celebre ídolo, su templo y falsos profetas, y en esto por fin y postre han venido a dar y han de parar todos los ídolos que ha habido, todos sus sacerdotes sacrílegos y todos sus protervos y obstinados idólatras y seguidores, prevaleciendo siempre triunfante el verdadero Dios y Señor de todo lo visible, y creado en lo alto de los cielos y en lo bajo de la tierra, a quien solo se debe todo culto, honra y gloria.

236. “Género de cesto, espuerta ò canasto hecho de esparto, mimbres ò madéra, de que en lo antiguo se usó para llevar fruta y otras cosas de una parte à otra. Viene del Latino Cophinus. GRAC. Mor. fol. 187. Priméro venía uno que trahía un cabrón, y trás él se seguía otro que trahía acuestas un cofín de nueces. MARM. Descripc. tom. 1. fol. 95. Y llevándolas en cofines, y marchando de noche, llegaban mui frescas. QUEV. Tacañ. cap. 6. Yendo una noche por la calle mayór ví una Confitería, y en ella un cofín de passas sobre el tabléro” (Aut., s.v. “Cofín”).

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Solo quedaba por castigar a Atalia, hija de Acab y de Jezabel, que era reina de Jerusalén, y habiendo mamado de su madre la idolatría, la crueldad, la soberbia y sagacidad, para apoderarse del marido hizo del suyo, el rey Jorán, lo que quiso, causando en el reino, lamentables sucesos y tragedias. Tanto que Jezabel triunfaba, viendo que si Elías había desacreditado el culto de su falso dios Baal en Samaria, ella lo había canonizado en Jerusalén por medio de esta su hija Atalia, que allí había introducido la adoración del ídolo Baal. Lepra que duró muchos años en aquellos reinos, sacerdotes y príncipes, y fue la polilla de aquel reino; porque Jorán, su marido, habiéndose confirmado en él por muerte de su buen padre Josafat, fue su destruición habiendo de ser su amparo. Mató seis hermanos suyos inhumanamente, y con ellos a muchas personas principales que les hacían lado, con título de reprimir rebelión. Demás de esto, el rey de Edón, que había pagado parias a Josafat, las negó al hijo, con que perdió hacienda y reputación; porque es justo que el que se rebela contra Dios, siente la rebeldía de los hombres. Y aunque parte de su castigo lo había experimentado esta reina de Jerusalén por idólatra, en esta rebelión de Edón, revueltas de su reino, pérdida de algunos hijos y muerte de marido, todavía le quedaba Ocacías. Porque habiendo salido con su tío Jorán a reconocer la tropa de Jehu, huyó viéndole traspasado con la saeta y que pasaba adelante la ira de Jehu; habiendo entrado en Jezrael para escaparse de ella volvió a salir por el camino de la casa del jardín, mas sabiéndolo Jehu mandó a sus soldados lo siguiesen hasta quitarle la vida, como lo hicieron hiriéndole de muerte a la subida de Gaver, y le acabó la herida cuando llegó a Magedo, y acomodándole los criados en su carro lo llevaron a Jerusalén. El día siguiente, yendo Jehu a tomar posesión de Samaria, encontró en el camino a los hermanos de Ocozías, que ignorantes de lo que pasaba iban a la corte a ver a los hijos del rey Acab y de la reina Jezabel; preguntoles Jehu quiénes eran y respondiendo que eran hermanos de Ocozías, los mandó prender a todos, que eran cuarenta y dos personas, y en una majada de pastores, los hizo degollar a todos. Llegó la voz a Jerusalén, y sabiéndolo Atalia, echa un lucifer de enojo, en vez de luto se vistió de su infernal espíritu, y resolviendo levantarse con el reino, viendo muerto a su hijo y a sus hermanos. Para salir con ello degolló a toda la generación real (esto es, a todos los que podían tener derecho de varonía al reino); porque hasta entonces no se había visto

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que hembra sucediese en la corona. Con esta acción, tan tirana como cruel, acabó Dios la sangre y descendencia de Acab que en Jerusalén había quedado, por medio de su misma sangre, que era Atalia, sirviéndose de la mala intención y voluntad de esta cruelísima reina para sus altos fines. Pero como Dios había prometido a David que no le había de faltar sucesión y que no le apagaría la lucerna de su casa, puso en el pensamiento a Josaba, hija del rey Jorán, hermana de Ocozías y cuñada de Atalia, que estaba casada con Joyada, sumo sacerdote, que hurtase a Joas, hijo de Ocozías juntamente con su ama, librándolo del cuchillo de Atalia escondiendo al niño, que tenía un año, en parte secreta del templo; encomendolo a la buena diligencia de su marido Joyada, él lo hizo tan bien que seis años enteros crió al niño con tan grande secreto y ayuda de Dios que no llegó a noticia de la reina el hurto. Cuando ya el niño tenía siete años, el valeroso Joyada, habiendo hablado con los principales del templo y de la ciudad que podían ayudar a su buen consejo, y habiendo tomado las puertas y calles de la ciudad con soldados, cuando le pareció tiempo oportuno sacó al hijo del rey, púsole en la cabeza la corona y, levantándolo por rey, lo ungió este sumo sacerdote, y dando grandes palmadas de alegría a grandes voces dijeron: “¡viva el rey, viva el rey!”. Oyó en su palacio la reyna Atalia las voces del templo y de todo el pueblo que corría a él, y saliendo despavorida de su casa fue a ver lo que pasaba, y vio en el templo al rey sobre su tribunal y a los cantores, chirimías y pueblo que con grande alegría celebraba su coronación. Turbada del caso, rompiendo sus vestiduras de sentimiento y dolor, clamó diciendo: “conjuración, conjuración”. El valeroso Joyada y sumo sacerdote mandó a los centuriones que le echasen mano y que arrastrando la sacasen del templo, y fuera de él le quitasen la vida degollándola, para que ni una gota de aquella sangre idólatra, cruel y bárbara, gozase de sagrado, ni tuviese su cuerpo, sepulcro en el templo. Hízose así y con esto acabo del todo la línea de Acab, masculina y femenina; quedando en solo Joas, que por ser hijo de Ocozías era nieto de Atalia y bisnieto de Acab y Jezabel, y por este arcaduz237 237. “Caño por donde se condúce el agua en los aqüeductos, que del nombre Caño se llaman encañádos. Algunos dedúcen esta voz del Lat. Aquaeductus,segun siente Covarr. Otros dicen viene del nombre Arábigo Caiduz, que significa esto mismo, y con el artículo Al se formó Alcaidúz, por lo que tambien se halla escrito Alcadúz, como

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llegó aquella pésima sangre a la fuente de la santidad, Cristo, en quien fueron santificadas todas las gentes. Y llegó a triunfar la fe católica y los fieles cristianos de la Iglesia, de la perversa y maldita secta de la idolatría, quitando a sus seguidores sangrientamente la vida, con tan desastradas muertes como se ha visto en lo referido de la escritura sagrada, en este y en el antecedente capítulo. Y si en el reino de Israel tan rigurosamente castigó Dios a los idólatras de él, destruyendo y acabando tantos reyes y príncipes, quitándoles con la vida las coronas y los cetros, los castigos que Dios ha dado a este reino de las Indias y a sus reyes y monarcas, por sus grandes idolatrías y sangrientos sacrificios que a sus ídolos hacían dirá el capítulo siguiente, según lo refieren las historias y lo muestra la experiencia. C A P Í T UL O X I I I De los castigos de Dios que experimentaron por idólatras los reyes y los indios de este reino de la Nueva España Es cosa averiguada y cierta que todas las calamidades, públicas y generales, que se han padecido en los reinos y en todo el mundo han sido por pecados, y cuantos estos fueron mayores lo fueron también los castigos, y de la grandeza de estos se colige lo enorme de aquellos; porque la divina justicia es rectísima y, así, proporciona y mide la cantidad del castigo con la calidad del delito. También es cierto y evidente que, después de la caída del primer hombre, el mayor mal y pecado de cuantos ha habido en el mundo fue el de la idolatría, como queda dicho en el Capítulo 5, porque de ella han procedido tantos horribles males y abominables pecados que no hay palabras que basten a decirlos y explicarlos. El apóstol san Pablo, escribiendo a los romanos, dice que en pena del pecado de la idolatría entregó Dios a los hombres a la tiranía de todos sus apetitos y carnalidades, para que sin ningún freno ni resistencia se entregase a todos los vicios: “Propter quod tradidit illos Deus in desideria cordis eorum in immunditiam etc.”238 Y porque la trahe Covarr. pero el uso común es con r, y no con l. Lat. Fistula. Tubus, i. ANT. AGUST. Dial. fol. 437. Refiére que vió un arcadúz de plomo con estas letras” (Aut. s.v., “Arcaduz”). 238. “Propter quod tradidit illos Deus in desideria cordis eorum in inmunditiam ut contumeliis adficiant corpora sua in semet ipsis: Por tanto, Dios los entregó a la

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usaron tan mal de la inclinación que Dios imprimió en las almas, que nos inclinaba a reverenciar y adorar al verdadero Dios, permitió que perdiesen todos los otros dotes y beneficios de naturaleza, y así no hubiesen en ellos verdad, ni fe, ni afición con padres, ni madres, ni amigos, ni bienhechores, ni compasión de los necesitados, ni otro oficio de humanidad, que tan propia es del hombre. Y así mismo permitió que así los hombres como las mujeres, dejando el uso natural que la naturaleza instituyó para la conservación de la especie humana, usasen de otras invenciones contrarias a la común ley y oficio de naturaleza. Y porque no tuvieron el conocimiento que debieran tener de Dios, permitió él que viniese a caer en ceguedad de entendimiento, para que como ciegos y desatinados se despeñasen en todos los pecados de malicia, de fornicación, de avaricia, de astucia, de envidia, de homicidios, engaños y malignidades; y así fuesen también inventores de males, rebeldes a sus padres, ajenos de toda razón, sin lealtad ni misericordia. Todos estos y otros pecados (dice el santo apóstol) se siguieron de la idolatría. Y todos estos vicios, pecados y abominaciones se vieron y se hallaron en los idólatras, emperadores, reyes y naturales de esta Nueva España, pues como se refiere en la historia de su conquista239 eran todos de tan abominables costumbres, y en especial en el vicio de la lujuria, que no contentos con usar de muchas mujeres, teniendo por propias impureza, en las pasiones de sus corazones, para deshonrar sus cuerpos entre sí” (Romanos 1:24). La asociación de concupiscencia e idolatría no es infrecuente en san Pablo; en su carta a los Colosenses escribe: “Por lo tanto, hagan morir lo terrenal en sus miembros: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y la avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:5). 239. El autor apostilla: “Histor de la Nuev. Esp. Cap. 20”. No se refiere a la obra de Francisco de Aguilar, que está constituida por “Jornadas” y no por capítulos (además, solo son ocho); tampoco parece referirse a la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, que cita en otras ocasiones, pero que en su capítulo 20 no menciona todavía a la Nueva España. Aunque bien pudiera ser Bernal el citado aunque en diferente sitio, pues con frecuencia el gran cronista toca estos temas, como en su capítulo 51: “Y desde que los caciques y papas de aquel pueblo y otros comarcanos vieron que tan justificados éramos y las palabras amorosas que Cortés les decía con nuestras lenguas, y también las cosas tocantes a nuestra santa fe, como lo teníamos de costumbre, y dejasen el sacrificio y de se robar unos a otros y las suciedades de sodomías y que no adorasen sus malditos ídolos”, de lo que el editor anota: “Bernal se refiere a los tres vicios nefandos que se atribuían siempre, fueran o no ciertos, a las culturas y religiones remotas: los sacrificios humanos (con o sin canibalismo), la sodomía (II,25) y la idolatría” (Díaz del Castillo, op. cit., p. 179, n. 4).

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tantas cuantas podía sustentar cada uno, usaban del pecado nefando tan desenfrenadamente que andaban muchachos en traje de mujeres a ganar con este infernal y diabólico oficio, y en las muchas veces que embriagados240 perdían el juicio y la razón (si acaso tenían alguna los que vivían tan contra toda razón y naturaleza) peores que brutos no reservaban padres a hijas, hijos a madres, ni hermanos a hermanas. Y lo que es más, que aún hoy en día (que es mucho para sentir y llorar) se hallan y ven estos desordenes y gravísimas culpas en las muchas borracheras que públicamente y, como dicen, hacen con licencia; porque han llegado a tanta altura los pulques que personas de suposición241 dan por su asiento muchos millares, y en aquél se rematan, puesto en pregones, que más puja y más da, y de esta suerte autorizados valen mucho y pueden mucho, y los indios que lo beben y se embriagan con pulque en públicas pulquerías, en su delito hallan patrocinio y amparo. Porque en su mayor gasto y uso de esta bebida tienen su ganancia los que sacan y compran por sus reales de a ocho su real asiento, como oficio de cuenta, entre los que son y se llaman oficios reales. Quiera Dios, que llegue el caso que del todo se quite, como muchas veces se ha intentado y ya al presente lo han quitado y prohibido dentro de la Ciudad de México este año de 1692,242 los muy católicos y cristianos príncipes que hoy gobiernan con celo santo de la honra y gloria de Dios. Así también, con el mismo celo, lo prohibieran en la ciudad de Puebla, donde están en pie los graves daños que con tan público uso de esta perniciosa bebida se experimentan; y de la misma suerte en las demás ciudades, pueblos y lugares de todo el reino, dejando próvidamente en cada lugar alguno señalado, donde para medicina y 240. En realidad el alcoholismo no fue un vicio de los pueblos indígenas sino hasta la llegada de los españoles, pues el alcohol tenía en las sociedades prehispánicas un uso casi exclusivamente ritual, permitiéndose su consumo solo a los mayores de 60 años (véase William B. Taylor, Drinking, homicide and rebellion in colonial Mexican villages, Stanford, Stanford University Press, 1979, pp. 28 ss.). 241. Definición vigente todavía en el siglo xix, en Ramón Campos, por ejemplo: “No corresponde un mismo trato con todas las personas. De unas se hace más caso, y de otras menos, según que suponen más o menos. Al que supone más, se le trata con respeto, con cortedad, con acatamiento. Se le da preferencia en todo” (De la desigualdad personal en la sociedad civil, Barcelona, en la Imprenta de Manuel Sauri, 1838, p. 47). 242. El tumulto de 1692 al parecer fue organizado en pulquerías; por ello, la clausura y prohibición de las mismas fue uno de las acciones inmediatas para la restauración del orden (véase Rosa Feijó, “El tumulto de 1692”, Historia Mexicana, 14, 1965, pp. 656-679).

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remedio se provea y venda lo necesario. Pues es cierto que para el servicio de las dos majestades así conviene, y se excusarán sin duda los muchos insultos y graves pecados que por él se cometen. En las iras y rencores y mortales enemigas que, por envidia y codicia de más tierra y riquezas, tenían unos con otros los reyes y los caciques, los pueblos y las naciones, fueron tan crueles en sus sangrientas batallas que a sus enemigos que en ellas mataban no se contentaban con quitarles la vida, sino que a bocados se los comían haciendo de sus carnes, cocidas o asadas, los mejores platos que crueles servían y voraces tragaban en sus fiestas y banquetes; tan inhumanos y bárbaros que para ellos era la vianda más sabrosa la de la carne humana, a imitación y ejemplo de su emperador Moctezuma, que fuera de las muchas mujeres y mancebas que tenía, con quien lujurioso cebaba su apetito y su lascivia, entre más de trecientos platos que en su mesa le servían de diferentes manjares uno de ellos era para su mayor regalo de las carnes delicadas de los niños tiernecitos,243 y a tanto llegó la inhumana crueldad de estos, más fieras que hombres, que en todos los pueblos tenían unas como jaulas grandes, de fuertes y gruesos maderos, y en ellas encerraban muchos indios e indias para cebarlos como marranos y, en estando gruesos y gordos los sacrificaban a sus ídolos y dioses ofreciéndoles su sangre y los corazones, y los cuerpos hechos cuartos públicamente los pesaban y vendían como si fueran cuartos de carnero o de vaca, en rastros y carnicerías. Todos aquestos insultos y tan execrables delitos que idólatras y viciosos cometían inhumanos irritaron tanto a la justicia divina que, llegado ya el tiempo de llevar su merecido, dispuso Dios y permitió se cumpliesen los agüeros y avisos que les habían dado los demonios por sus ídolos, los más celebres que tenían en la Ciudad de México: Huichilogos y Tescatecupa, que llegaría tiempo que por donde nace el sol vendrían unos hombres blancos por los cuales serían a sangre y fuego conquistados, y quitando las coronas a su emperador y a sus reyes se harían señores y dueños de su reino y de sus tierras, y que a sus mismos hijos y naturales los sujetarían de suerte que los harían tributarios dentro de su mismo reino y tierra; como sucedió, viniendo 243. Bernal era la fuente de esta información, aunque no era tan taxativa como la considera Diego Jaimes: “Oí decir que le solían guisar carnes de muchachos de poca edad; y como tenía tantas diversidades de guisados y de tantas cosas, no lo echábamos de ver si era de carne humana” (Díaz del Castillo, op. cit., p. 322).

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por los años del señor de 1519 al puerto de San Juan de Ulúa el valeroso capitán don Fernando Cortés con solos quinientos y ocho soldados valientes españoles. Y habiendo entrado de paz en la Ciudad de México, donde tomaron casa y pusieron su real y sus trincheras, donde estaban siempre en arma, siempre en vela y prevenidos por estar entre enemigos; y aunque entraban y salían a comunicar y tratar Cortés y sus capitanes con el grande Montezuma, amigablemente en su palacio, tomando ocasión Cortés de haberle muerto los indios a un capitán y seis soldados que había dejado en un pueblo diciendo que había sido con orden de Montezuma, se determinaron a un hecho, el más raro y singular que en historias se ha leído, que fue el prenderlo y llevarlo a su real prisionero: como lo intentaron lo hicieron. Señalado pues el día, y quedando los soldados en su casa prevenidos y puestos a punto de guerra, fue Cortés con cinco de sus capitanes y, habiendo para cada uno de sus quinientos y ocho soldados millares de indios guerreros, con grande denuedo se entró en palacio y, llegándose a Montezuma, grande emperador de las Indias, le dijo: “Vuestra Majestad se ha de servir de darse por preso y venirse con nosotros, porque así importa y conviene”. Y viendo que se alteraba, con resolución le dijeron: “esto ha de ser así y, si no, aquí luego todos le quitaremos a estocadas la vida; vengase bueno a bueno mostrando a todos que va a su voluntad y gusto, para excusar alboroto”.244 ¡Caso raro! Viéndose Montezuma dentro de su corte y palacio, en tanta infelicidad y desdicha se demudó, y de los ojos se le saltaron las lágrimas. Vino en todo y lo llevaron Cortés y sus capitanes a su real, donde lo tuvo preso con muchas guardas, y llegaron a ponerle como a delincuente grillos. ¿Quién oye esto y no queda lleno de admiración y espanto? ¿Es posible que esto fue y así sucedió y se vio ejecutado este hecho? Sí, pues miradas con atención todas sus circunstancias no fue tanto hecho de hombres, aunque hombres lo ejecutaron, sino obra del poderoso y fuerte brazo de Dios para dar con esto principio al castigo que merecía por sus idolatrías y vicios este monarca y su reino. Esto se verá ser así de los muchos y grandes desastres que después de aquesta acción se fueron experimentando; porque alborotados los indios, viendo preso a su señor, se pusieron luego en armas muchos

244. Relato construido con información tomada de Díaz del Castillo, op. cit., pp. 349-355.

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millares de ellos y, acudiendo todos con grande estruendo de guerra a sacarlo de la prisión, con ánimo y resolución de quitar la vida a Cortés y a todos los españoles, los cercaron atrincherándose para que ninguno pudiese escaparse de sus manos. Viendo tanta multitud de guerreros despechados temieron los españoles, acudió Cortés a Montezuma y le pidió que saliendo a donde todos lo viesen los apaciguase, diciendo que por su voluntad estaba entre ellos y que atentos le estimaban y servían obsequiosos. Mostráronlo, pues, por un terrado o azotea acompañado de Cortés y sus soldados, y aunque les habló diciendo que él estaba libre y bueno, que no hiciesen demostración alguna ni meneasen las armas, luego que los indios vieron a Cortés y a sus soldados, encendidos en cólera y saña, sin atender en que estaba entre ellos Montezuma, su emperador y señor, despidieron contra ellos tanta multitud y lluvia de piedras y de saetas que, aunque abroquelándose procuraron guarecer a Montezuma, permitiéndolo así Dios por sus altos y secretos juicios, no saliendo herido ni uno de todos los españoles, a Moctezuma alcanzaron tres piedras y una saeta; y cuando para derribar David al gigante Goliat, de cinco piedras que llevó solo una bastó para dar con él en tierra, y luego con su mismo alfanje animoso le quitó con la cabeza la vida, al grande emperador Montezuma tres piedras lo derribaron y con sus mismas armas, que eran las saetas de los suyos, si no el valiente Cortés, como a Goliat David, Dios, como en David en Cortés, tomándolo por medio y por causa instrumental le quitó la vida, muriendo de las heridas, especialmente de la saeta, envuelto por castigo del cielo en la púrpura de su noble y real sangre, por idólatra rebelde como el otro idólatra Acab, rey de Israel, herido de otra saeta por justo juicio de Dios, revolcándose en su sangre acabó con vida y reino. Quizá porque Cortés, escogido de Dios contra Montezuma y su reino idólatra, como otro David contra Goliat, vino en nombre del señor de los ejércitos a deshacer ídolos, a destruir idolatrías, y mirando celoso por la honra de Dios y su gloria, a plantar en la tierra de esta Nueva España la católica iglesia y fe de Jesucristo: “Ego autem venio ad te in nomine Domini exercituum”.245 245. “dixit autem David ad Philistheum tu venis ad me cum gladio et hasta et clypeo ego autem venio ad te in nomine Domini exercituum Dei agminum Israhel quibus exprobrasti: Entonces David dijo al filisteo: -Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina. Pero yo voy contra ti en el nombre del Señor de los Ejércitos, Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado” (1 Samuel 17:45).

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Muerto el grande emperador Montezuma, rebelde en su idolatría sin haber podido alguno de los ministros y capitanes reducirlo a que dejase la idolatría en que había vivido, que recibiese la fe de Jesucristo y el santo bautismo por más diligencias que hicieron, desesperado acabó bárbaramente en su secta sin haber querido comer ni dejar que le curasen las heridas de su cuerpo. ¡Qué infelicidad tan grande! Y qué feliz y dichosa hubiera sido su alma si se hubiera convertido y logrado la ocasión de recibir el bautismo que se le vino a las manos y trujo Dios de tan lejos. Pues si hubiera recibido la fe que le predicaron y el bautismo que se le ofrecía, muriera cristianamente y absuelto a culpa y pena desde luego, para siempre subiera al cielo y gozara de Dios y su eterna gloria; pero su obstinación en su idolatría y secta lo condenó a eternas llamas del infierno y sus tormentos. Enterraron a su usanza, con majestad y grandeza, el cuerpo de su emperador los sacerdotes y papas, en el grande cu y oratorio de sus ídolos y dioses donde tenían su entierro los grandes caciques y reyes, y donde poco después con sus ídolos abominables y sus mentirosos dioses fueron quemados sus huesos reduciéndolos a ceniza los valientes españoles. Fue tanta la batería que, después de muerto Montezuma, dieron para vengarse un sin número de indios con piedras, palos y flechas, a Cortés y sus soldados, que viéndose casi todos heridos y muchos muertos, se determinaron a salirse de la ciudad a buscar fuera de las lagunas y acequias, campo raso y tierra firme donde pudieran defenderse; los pocos que habían quedado consiguiéronlo una noche con pérdida de muchas vidas y de la plata y el oro que con dolor de sus almas, grande rebato y prisa, no pudieron llevar consigo. Viéndose fuera y libres de todo riesgo y peligro, se repararon y previnieron para poner cerco a México y dar a la ciudad asalto. ¡Notable valor y ánimo de tan pocos contra tantos! Pues habiéndose convocado de todos los pueblos vecinos y de muchas leguas en contorno mucha multitud de indios y un sin número de guerreros, puestos todos en arma y en defensa de su gran ciudad y corte, no obstante, para que se viese y experimentase que más peleaba la espada de la divina justicia que la de Cortés y sus soldados, de allí a un año volvieron los españoles y, no habiendo quedado de ellos más que cuatrocientos y cuarenta, y con la ayuda de dos mil de los amigos de Tlaxcala pusieron a

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la ciudad cerco,246 ganaron las entradas y calzadas, y por las lagunas con fuertes y ligeros bergantines les quitaron el entrarles socorro por parte alguna; quebraron la cañería del agua de Chapultepec, y en tanto aprieto los pusieron de hambre y sed, y batería que les dieron por espacio de 93 días quitando cada día a muchos a sangre y fuego la vida, que viéndose los cercados que iban todos pereciendo, procuraron por no rendirse desamparar la ciudad y de ella salir huyendo. El primero que se puso en fuga con la familia en una Piragua, llevando consigo lo más precioso de su riqueza y tesoro en canoas, por entre el tule y carrizo de una grande laguna, fue el rey Guatemuz,247 sucesor de Montezuma en el cetro y la corona, el cual iba a esconderse a unos pueblos vecinos. Pero teniendo de ello noticia los españoles salieron en sus bergantines a todo remo y vela, y uno de ellos columbrándolo dio tras él ligeramente y dando alcance a la piragua amenazaron a los que iban en ella con los mosquetes y ballestas, si no se rindiesen luego. Temeroso Guatemuz no le quitasen a él y a su mujer la vida, se descubrió diciendo que él era el poderoso rey de México y de esta tierra. Pidió al capitán del bergantín no le hiciese mal alguno a él, a su mujer ni a los demás grandes señores de su palacio y corte que le acompañaban, que lo llevase al señor Malinche, que así llamaban al capitán Cortés. Diose pues por prisionero y, entrándolo en el bergantín, los victoriosos españoles lo llevaron a Cortés; y viéndose el rey en su presencia, con sollozos y muchas lágrimas le dijo estas

246. La alianza de los tlaxcaltecas con Cortés fue fundamental para conseguir el sometimiento de los aztecas, de ahí que este pueblo indígena haya sido incorporado a las labores de conquista y colonización posteriores, incluso en las Filipinas. El Lienzo de Tlaxcala es, en este sentido, una suerte de probanza de méritos del pueblo tlaxcalteca en su conjunto para exigir las prebendas y privilegios a los que se sentían con derecho (véase el artículo de Xavier Noguez, “Lienzo de Tlaxcala”, Arqueología Mexicana, núm. 103, 2010, pp. 84-85). No es el único caso de un pueblo indígena que colabora con los conquistadores españoles y que considera dicha colaboración motivo de orgullo: los otomíes del Bajío (en el centro-norte de México) participaron activamente en las guerras chichimecas de la segunda mitad del siglo xvi apoyando la cristianización de dichos territorios, y recogen dicha hazaña en un documento del siglo xviii titulado Origen de la santísima cruz de milagros de la ciudad de Querétaro [...], editado en esta misma colección por David Wright (Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2017 [“El Paraíso en el Nuevo Mundo”, 3]). 247. Cuauhtémoc (“Águila que descendió”), último tlatoani mexica, sufrió derrota y muerte a manos de los españoles. Véase el trabajo de Josefina Muriel, “Divergencias en la biografía de Cuauhtémoc”, Estudios de Historia Novohispana, 1 (1966), 1-81.

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razones: “yo, como rey, he hecho lo que debía en defender y guardar esta mi ciudad y reino, y pues soy tan infeliz y en tanta desdicha me veo, tendré por muerte la vida y así con ese puñal, que tienes pendiente en la cinta quítamela luego al punto que en la ocasión te lo tendré a grande favor y merced”248. Pero el grande capitán Cortés, tan precedente y avisado como cortés y piadoso, viendo a sus pies rendida aquella majestad real, con benignidad cristiana le hizo tan buen cuartel que no solo no le dio la muerte que le pedía sino que ofreció la vida y el tratarle y servirle como a persona real. A tanto como esto llegó el poderoso brazo de Dios abatiendo y castigando a este rey y a todo el reino, por lo mucho que le tenían agraviado y ofendido con tantas idolatrías y sacrificios inhumanos que sacrílegamente hacían a sus ídolos y dioses. No obstante que Cortés cortésmente trató a Guatemuz como a rey, y hacía que como a tal sus soldados le sirviesen, por diferencias que hubo entre los oficiales reales sobre el quinto del tesoro que hallaron en la ciudad y tocaba a Carlos Quinto su rey, pareciéndoles ser poco los trecientos y ochenta mil pesos de oro que tenían juntos, para que todo se descubriese pidieron que al rey Guatemuz y a su privado y primo, el señor de Tacuba, que habían preso con él, diesen tormento para que declarasen dónde estaba escondido. Y aunque sintió esto mucho Cortés, porque sus émulos le imponían que lo sabía y guardaba para sí, vino en que se diese al rey y a su privado tormento, con esta determinación: pusieron a los dos en el potro y el tormento fue quemarles los pies con aceite hirviendo, y con la fuerza del tormento confesaron que cuatro días antes que los prendiesen echaron en la laguna todo el oro, la plata y joyas que tenían en su poder. ¿Qué sentiría este rey viéndose en tanta desdicha dentro de su misma corte y reino puesto a cuestión de tormento, y que quitado del trono de su real casa y palacio, como a hombre vil y delincuente lo tenían en un potro? Esto debió de temer, y por no llegar a verse en tanta afrenta y tormento pidió con instancia y lágrimas a Cortés que le quitase a puñaladas la vida, teniendo este rey por mejor el acabar y morir a los filos de un acero que vivir para ver afrentada en un potro su majestad 248. “Señor Malinche, ya he hecho lo que soy obligado en defensa de mi cibdad y vasallos, y no puedo más; y pues vengo por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma ese puñal que tienes en la cinta y mátame luego con él” (Díaz del Castillo, op. cit., p. 676).

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y corona. Pasemos de este castigo que dio el cielo a este idólatra rey al que padeció toda su grande ciudad y corte, y sea en otro capítulo por no dilatar mucho este. C A P Í T UL O X I V Prosigue la misma materia del capítulo pasado Preso el rey de México y veinte de los principales de su corte, quedó la ciudad sin gobierno, sin concierto y sin orden, y así como todos los miembros de un cuerpo tienen aliento y vida del alma que los anima, y faltando esta todos ellos desfallecen, así todo un reino sin su rey, toda una república sin gobernador y todo un ejército y sus soldados sin su guía y capitán. Habiendo pues quedado todos los mexicanos sin rey, sin gobernador y capitán, de tal suerte desfallecieron que a todos se les cayeron las armas de las manos, y viéndose de los españoles conquistados y vencidos, todos se les rindieron y sujetaron humildes. Entraron en la ciudad y a cada paso que daban crecía la admiración y espanto, porque eran tantos los cuerpos muertos y cabezas de indios que encontraban, que apenas hallaban por donde andar sin pisarlos. Las lagunas, las acequias y calzadas, las plazas, calles y casas, estaban llenas de indios y de indias y muchachos muertos y corrompidos, unos a los filos y aceros de las espadas y lanzas, otros a las ardientes violencias de trabucos y mosquetes, y otros a las tiranas crueldades de la sed y del hambre; porque fue esta tan grande en los 93 días que los tuvieron cercados, sin agua y sin bastimento alguno, que habiéndose comido las yerbas que había brotado la tierra, de sus entrañas sacaban sus raíces duras y secas para mantener la vida, y para dilatarla algo hacían vianda y plato de las duras cortezas de los árboles y troncos. Y cuando aprisionaban algunos de los indios tlaxcaltecos, sus contrarios y enemigos, y de los soldados españoles, incitados del hambre y del rencor que les tenían a bocados se los comían deseando satisfacer su canina hambre y sed, crueles como inhumanos con sus carnes y su sangre. Como eran tantos los cuerpos y estaban ya corrompidos, era tanto el mal olor y tan grande la hediondez, que no la podían sufrir y temieron apestarse y todos perecer con ellos; para obviar este peligro, procuraron diligentes que los vivos enterrasen a sus muertos, aunque todos ellos estaban tan flacos, secos y pálidos que parecían que eran

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esqueletos de los muertos o unas sombras de la muerte con movimientos de vivos. Y para que en tanta desdicha no acabasen de morir, les mandaron que saliesen de la ciudad a gozar de los saludables aires, buenas aguas y alimentos en los pueblos circunvecinos. Este fue el castigo que experimentaron entonces estos protervos idólatras y altivos indios de México, veamos el que dio el cielo a sus ídolos y dioses. Entre los grandes asaltos que dieron a la ciudad los valerosos españoles, fue el que dieron al encumbrado y alto cu, oratorio o casa de los ídolos más célebres que adoraban los mexicanos; y aunque era tan grande, como se dijo en el capítulo séptimo, tan alto y fuerte que estaba murado con dos grandes cercas, y a él se subía por ciento y catorce gradas, por él rompiendo estos valientes héroes entraron y subieron haciéndose lugar y abriendo camino entre los muchos indios que armados lo guardaban, a fuerza de brazos y fuertes estocadas llegaron victoriosos a su eminente cumbre donde, hallando mucha variedad y diferencias de ídolos de todos metales, de oro y plata, de hierro y barro, y las dos célebres y agigantadas estatuas de los dos grandes ídolos: Huichilogos y Tescatecupa, adornadas y vestidas sus espantables figuras de ricas preseas y preciosas piedras, que puestos en sus altares adoraban como a dioses, abrazados con el fuego de su católico celo embistieron con ellos y de los altares tirándolos al suelo con desprecio haciéndolos pedazos los deshicieron a todos. Y para que de ellos no quedase rastro ni memoria alguna les pegaron fuego, y en vivas llamas ardiendo las estatuas, los ídolos, oratorio y casa; en breve la actividad de este voraz elemento, vengando la injuria que en ellos habían hecho a su creador los idólatras, los redujeron a todos en ceniza y polvo, que entregadas al aire desapareció el viento, enarbolando triunfantes en aquella eminencia los soldados cristianos sus banderas católicas con la cruz de Cristo, a pesar de sus contrarios del demonio y del infierno. Parece que de estas estatuas, agigantados ídolos y soñados dioses, es muy al vivo y propia figura aquella grande estatua que le fue mostrada en sueños a Nabuco,249 rey de Babilonia, de varios metales 249. “Tú, oh rey, mirabas y he aquí una gran estatua. Esta estatua, que era muy grande y cuyo brillo era extraordinario, estaba de pie delante de ti; y su aspecto era temible. La cabeza de esta estatua era de oro fino; su pecho y sus brazos eran de plata; su vientre y sus muslos eran de bronce; sus piernas eran de hierro; y sus pies en parte eran de hierro y en parte de barro cocido.  Mientras mirabas, se desprendió una piedra, sin intervención de manos. Ella golpeó la estatua en sus pies de hierro y de barro cocido, y

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compuesta y fabricada, cuya cabeza era de oro, el pecho y brazos de plata, el vientre y los muslos, de bronce, las piernas de hierro y los pies de barro. Interpretando Daniel la significación de esta estatua dijo que por la cabeza de oro se entiende el imperio de los caldeos, por el pecho de plata la monarquía de los persas y medos, por los muslos de bronce el dominio de los griegos, por las piernas de hierro el imperio de los romanos, y por los pies de barro se significaba que estas cuatro poderosas monarquías estriban como todas las demás cosas del mundo en un poco de barro y que todas, en fin, se convierten en tierra y aun en menos que tierra, pues como la Sagrada Escritura dice, deslizándose del monte una piedra sin que mano alguna la impeliese dando en el barro y pies de la estatua: “Abscisus est lapis de monte sine manibus et percussit statuam, in pedibus eius”.250 Toda su grandeza y todos sus metales poderosos y ricos los convirtió y redujo en pavesa, ceniza y polvo que arrebata y lleva el viento: “Tunc contrita sunt pariter ferrum testa aes argentum et aurum et redecta quasi in favillam aestivae areae, quae [sic] rapta sunt vento”.251 Y advierte el sagrado texto que nunca más se vio la estatua, ni los metales de que fue compuesta se hallaron jamás en lugar alguno: “Nullusque locus inventus est eis”.252 Y dan la razón los expositores, porque esta estatua era una representación de Nabucodonosor, como se lo dijo el profeta Daniel: “Statua quam vidisti tu es Rex”;253 y tanto con esto se desvaneció este rey que, desatinado y loco, quiso siendo hombre ser en ella adorado los desmenuzó. Entonces se desmenuzaron también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro; y se volvieron como el tamo de las eras en verano. El viento se los llevó, y nunca más fue hallado su lugar. Y la piedra que golpeó la estatua se convirtió en una gran montaña que llenó toda la tierra” (Daniel 2:31-35). 250. “videbas ita donec abscisus est lapis sine manibus et percussit statuam in pedibus eius ferreis et fictilibus et comminuit eos: Mientras mirabas, se desprendió una piedra, sin intervención de manos. Ella golpeó la estatua en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó” (Daniel 2:34). 251. “tunc contrita sunt pariter ferrum testa aes argentum et aurum et redacta quasi in favillam aestivae areae rapta sunt vento nullusque locus inventus est eis lapis autem qui percusserat statuam factus est mons magnus et implevit universam terram”: Entonces se desmenuzaron también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro; y se volvieron como el tamo de las eras en verano. El viento se los llevó, y nunca más fue hallado su lugar. Y la piedra que golpeó la estatua se convirtió en una gran montaña que llenó toda la tierra (Daniel 2, 35). 252. Loc. cit. 253. “Tu, rex, videbas, et ecce quasi statua una grandis: statua illa magna, et statura sublimis stabat contra te, et intuitus ejus erat terribilis: Tú, oh rey, mirabas y he aquí una

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como dios: “In tantam que dementiam incidit, ut cum esset homo, tamquam Deus adorari, colique volverit”.254 Pues estatua que dedicaban para idolatrar en ella de tal suerte la despedacen y la deshagan toda que en ningún lugar del mundo jamás se halle y se vea: “Nullusque locus in ventus est eis”. ¿Y quién así la deshizo y la despareció del mundo? Una piedra cortada del monte: “Absissus est lapis de monte et percussit statuam”. Y habiendo deshecho a la estatua tanto creció la piedra que de ella se hizo un gran monte que llenó toda la tierra: “Et factus est mos magnus et implevit universam terram”;255 porque esta piedra era Cristo: “Petra autem erat Christus”,256 que bajando del cielo a la tierra a destruir la idolatría, de tal suerte la deshizo que erigiéndose el edificio de la católica Iglesia sobre la firme piedra Cristo, tanto ha crecido en el mundo que llenando toda la tierra no ha dejado lugar alguno en ella a la sacrílega idolatría ni a sus estatuas o ídolos: “Nullusque locus inventus est eis”. Esto pues ha sucedido y se ve ejecutado con los ídolos y estatuas del célebre y alto cu que en la Ciudad de México hallaron los españoles, que de tal suerte los deshicieron reduciéndolos a pavesas y a ceniza y polvos que ni el lugar donde estaban colocados con grandeza, que era este suntuoso y encumbrado cu, rico oratorio o templo, dejaron en pie, destruyéndolo sin dejar piedra sobre piedra en él, arrasándolo por los suelos y edificando en su lugar los católicos cristianos una iglesia que fue la primera de este reino, donde comenzó a ser el verdadero Dios adorado de los indios convertidos, de idólatras y gentiles en nuevos fieles cristianos por medio del santo bautismo, creciendo tanto la piedad de la Iglesia y fe católica que derribó las estatuas y los ídolos de México, que ha llenado toda la tierra y todo

gran estatua. Esta estatua, que era muy grande y cuyo brillo era extraordinario, estaba de pie delante de ti; y su aspecto era temible” (Daniel 2, 31). 254. Juan de Silveira, Commentariorum in textum Evangelicum, Lugduni, por Laurencio Annison, 1652, t. 2, p. 54. 255. “Tunc contrita sunt pariter ferrum, testa, aes, argentum, et aurum, et redacta quasi in favillam aestivae areae, quae rapta sunt vento, nullusque locus inventus est eis: lapis autem, qui percusserat statuam, factus est mons magnus, et implevit universam terram: Entonces se desmenuzaron también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro; y se volvieron como el tamo de las eras en verano. El viento se los llevó, y nunca más fue hallado su lugar. Y la piedra que golpeó la estatua se convirtió en una gran montaña que llenó toda la tierra” (Daniel 2:35). 256. 1 Corintios 10, 4.

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el reino de templos donde es Dios glorificado y de todos adorado, el salvador de las gentes Cristo nuestro señor. Si la destrucción de los ídolos más celebrados en México prefiguró tan al propio la escritura sagrada en la célebre estatua de Nabucodonosor, no menos se ven expresados en ella los castigos que dio el cielo a todos los indios del reino que idolatraron en ellos, pues proféticamente hablando el profeta Ezequiel de los ídolos y de las idolatrías de los hijos de Israel y castigos que padecieron, parece habló también de los idólatras indios, hijos y naturales de este reino de las Indias. El capítulo 6, hablando en persona del Señor, dice: ecce ego inducam super vos gladium et disperdam excelsa vestra et moliar aras vestras et confringentur simulacra vestra et deiciam interfectos vestros ante idola vestra, et dabo cadavera filiorum Israel ante faciem simulacrorum vestrorum et dispergam ossa vestra circum aras vestras in omnibus habitationibus vestris urbes desertae erunt et excelsa demolientur et cessabunt idola vestra et conterentur delubra vestra et delebuntur opera vestra.257

Véase si esta profecía y todas las amenazas de ella que hizo Dios a los idólatras del reino de Israel se ven ya cumplidas en los indios idólatras del reino de las Indias. La espada que puso Dios sobre los idólatras de este reino para su castigo: “Ego inducam super vos gladium”, fue la de Cortés y de todos sus soldados, y en su conquista quedaron derribados sus altares, 257. “et dices montes Israhel audite verbum Domini Dei haec dicit Dominus Deus montibus et collibus rupibus et vallibus ecce ego inducam super vos gladium et disperdam excelsa vestra et demoliar aras vestras et confringentur simulacra vestra et deiciam interfectos vestros ante idola vestra et dabo cadavera filiorum Israhel ante faciem simulacrorum vestrorum et dispergam ossa vestra circum aras vestras  in omnibus habitationibus vestris urbes desertae erunt et excelsa demolientur et dissipabuntur et interibunt arae vestrae et confringentur et cessabunt idola vestra et conterentur delubra vestra et delebuntur opera vestra: Les dirás: ‘¡Oh montes de Israel, escuchen la palabra del señor Dios! Así ha dicho el señor Dios a los montes y a las colinas, a las quebradas y a los valles: He aquí, yo mismo traeré contra ustedes la espada y destruiré sus lugares altos.  Sus altares serán desolados y sus altares de incienso destruidos. Haré que sus muertos caigan delante de los ídolos de ustedes. Pondré los cadáveres de los hijos de Israel delante de sus ídolos y esparciré sus huesos alrededor de sus altares. En todos los lugares donde habiten, las ciudades serán destruidas y los lugares altos desolados. Sus altares serán destruidos y desolados; sus ídolos serán rotos y cesará su culto; sus altares de incienso serán destrozados y sus obras borradas” (Ezequiel 6:3-6).

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desechas sus aras, hechas pedazos sus imágenes, en presencia de sus ídolos fueron muertos muchos indios y sus cadáveres arrojados delante de sus simulacros; y el panteón donde estaban los cuerpos de los reyes y grandes señores de México quedó abrazado y en sus llamas quemados todos sus huesos. Las ciudades y poblaciones quedaron hechas desiertos, y todos los templos de ellas, con sus altares y aras, destruidos y asolados, y los ídolos que en ellas como a dioses adoraban no parecen ni se hallan, quedando todas sus obras arruinadas y desechas. Todo esto que se ha dicho y se ve ejecutado, ¿no es lo que contiene y encierra la profecía de Ezequiel? ¿Quién puede negar lo que se ve claramente? Y con lo que adelante dice en este mismo capítulo se verifica más y se va (en lo que está sucediendo) cumpliendo la profecía: “et scient quia ego Dominus non frustra locutus sum ut facerem eis malum hoc [...] gladio fame et peste ruituri sunt qui longe est peste morietur qui autem prope gladio corruet et qui relictus fuerit et obsessus, fame morietur”.258 Sabrán, dice el Señor, que no he de faltar a lo que he dicho, y en ellos se cumplirá todo este mal con guerra, con hambre y peste quedaran destruidos y se verán arruinados. El que se hallare distante, perecerá con peste, el que estuviere cerca, caerá en la guerra, en los filos del cuchillo, y los que quedaren dentro, sitiados y cercados, morirán de hambre. Este es el castigo que dio el Señor a los idólatras de Israel, y este mismo han padecido y van experimentando los indios idólatras de este reino, pagando los hijos los delitos de los padres, los presentes las idolatrías de sus antepasados. En tiempo de la conquista murieron en la guerra muchos millares, y en el cerco de la ciudad y corte de México un sin número de ellos perecieron de hambre; en aquel tiempo, y después acá en muchas ocasiones, pueblos

258. “et scient quia ego Dominus non frustra locutus sum ut facerem eis malum hoc haec dicit Dominus Deus percute manu tua et adlide pedem tuum et dic eheu ad omnes abominationes malorum domus Israhel qui gladio fame peste ruituri sunt qui longe est peste morietur qui autem prope gladio corruet et qui relictus fuerit et obsessus fame morietur et conpleam indignationem meam in eis: Así sabrán que yo soy el SEÑOR. ¡No en vano he dicho que les haría este mal! Así ha dicho el señor Dios: ‘Golpea con tu mano y pisotea con tu pie, y di: «¡Ay de todas las terribles abominaciones de la casa de Israel! Porque con espada, hambre y peste caerán. El que esté lejos morirá de peste, el que esté cerca caerá a espada, y el que se quede y sea sitiado morirá de hambre». Así agotaré en ellos mi ira’” (Ezequiel 6:10-12).

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enteros se ha llevado la peste de ardientes cocolistes259 que les ha dado con tanta ruina y destrozo de ellos, que la guerra, el hambre y la peste, que son los castigos de Dios, en pocos millares de indios ha reducido a los muchos cuantos de ellos que había entonces: “Gladio, fame et peste, ruituri sunt”. Y porque todavía entre ellos hay, se han hallado y ven muchas supersticiones, idolatrías y sacrificios inhumanos y sangrientos que hacen a los ídolos que en lugares ocultos adoran como a dioses (como queda dicho en el capítulo 8), al presente experimentan los mismos castigos (y quizá por sus idolatrías los participa también todo el reino) pues vemos en estos tiempos, y con grandes lástimas, guerras, hambres y peste; las guerras, en los muchos levantamientos que en diversas partes del reino desleales han hecho, obligando a los españoles que en viva guerra, a sangre y fuego los rindan y sujeten a costa de sus vidas, y por el tumulto que este año de 1692 hicieron en México quemando al palacio, pretendiendo abrazar toda la ciudad y corte, se han levantado muchas Compañías, con vivos capitanes y muchos soldados que en todas las ciudades, villas y lugares están y estarán puestos en armas para tenerlos siempre sujetos y humillados a mal que les pese.260 El hambre se está padeciendo este mismo año, valiendo las semillas a precios tan subidos que la carga de trigo ha llegado a valer veinte y cinco pesos y la de maíz ocho y diez, con tanta penuria y desdicha de estos miserables naturales que, no teniendo caudal para comprar maíz ni lográrseles las sementeras, se sustentan con yerbas y con frutillas de árboles silvestres, ocasionándoles los desusados mantenimientos muchas enfermedades con que han perecido muchos. Y la peste que al presente les molesta mucho es un género de achaque que llaman sarampión, tan general que raro es el que se libra de él, y ha sido mucha la mortandad, en especial de niños y muchachos de que han participado los 259. Del náhuatl cocoliztli, que significa “enfermedad” o “peste”, lo más corriente es que aparezca en los textos de la época como “cocoliste”, como lo hace en el Diccionario de autoridades: “Enfermedad que se padece en la Nueva España, que corresponde à la que en Castellano llamamos Tabardillo en las tripas. ACOST. Hist. Ind. lib. 3. cap. 21. Algúnas enfermedades generáles han consumido gran parte: como el Cocoliste en la Nueva España” (Aut., s.v. “Cocoliste”). 260. Justo el año de publicación de este libro (1692) tuvo lugar un gran tumulto en la Ciudad de México, cuya fuente más fidedigna es Alboroto y motín del 8 de junio de 1692, de Carlos de Sigüenza y Góngora (ed. de Irving Leonard, Ciudad de México, Talleres gráficos del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, 1932).

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españoles, muriendo de unos y de otros muchos millares en todo el reino. Quiera Dios aplacar su ira y justo enojo, y sin duda será así y usará de su grande misericordia y piedad, librándonos de estos tres males, guerra, hambre y peste, si sus ministros los prelados y curas pusieren con eficacia el cuidado que deben en quitar a los indios, sus ídolos y sacrílegos simulacros, castigando a los idólatras que los adoran y ofrecen execrables sacrificios, que es la causa de tantos males y el origen de las desdichas que todos han padecido.261 C A P Í T UL O X V De la obligación que tienen por su ministerio los prelados, curas y sacerdotes de destruir los ídolos y de castigar idólatras Tan inclinados fueron siempre a la idolatría los israelitas, que en la ocasión en que Moisés, su capitán y caudillo, se tardaba en el monte tratando con Dios, impacientes le pidieron a Aarón que les diese dioses que los presidiesen; temiendo Aarón la obstinación del pueblo y propensión a lo malo no les contradijo la petición, pero para dificultar la ejecución de él les dijo que para hacerlos le trajesen las arracadas y joyas de oro y de plata con que se componían sus mujeres y sus hijas. Ellos no reparando en el mucho costo, por conseguir su gusto y porque haciendo de ellas ídolos, en ellos y en la plata y oro idolatrasen. Luego al punto las entregaron y entregándolas al fuego salió de la fundición un becerro a quien, erigiéndole altar y ofreciéndole sacrificios, adoraron por su dios celebrando la fiesta con esplendidos banquetes, saraos y juegos. Viendo el Señor su maldad y su delito, dijo a Moisés: “baja y ve que ha pecado tu pueblo adorando por su dios a un becerro, diciendo ‘este es tu Dios, Israel, que te ha sacado de la tierra de Egipto’”. Y, enojado, el Señor añadió diciendo: “veo que este pueblo es de dura cerviz, deja que mi furor se encienda contra ellos y acabe con todos: “Cerno quod populus iste durae cervicis sit dimitte me ut

261. Como se adelantó en la Introducción, es un lugar común del discurso religioso ver en la idolatría la causa de la disminución de la población indígena, como en Bernardino de Sahagún, para quien la idolatría “fue la causa de que todos vuestros antepasados tuvieron grandes trabajos [...] y mortandades” (Sahagún, op. cit., p. 67).

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irascatur furor meus contra eos et deleam eos”.262 Y a no interceder por su pueblo Moisés, luego al punto castigara el Señor tan enorme delito, porque culpa tan grave como es la idolatría luego había de experimentar el castigo merecido, que es deshacer los ídolos y destruir los idólatras: “Et deleam eos”, pero después se ejecutó con rigor. Bajó del monte Moisés, y viendo a los israelitas ciegamente idolatrando, con el celo justo y santo que como ministro de Dios debía tener de su culto y honra, arrebatando el ídolo y arrojándolo al fuego lo abrazó en sus llamas y, reducido a polvos, los echó en el agua; y a todos los idólatras se la dio a beber para que atosigados con ellos les causase hastío tan sacrílego delito. Y no paró en esto el castigo, porque informado de Aarón, y sabiendo Moisés todas las circunstancias de la idolatría y sacrificios que había hecho al ídolo (atiendan a esta acción todos los sacerdotes y ministros del Señor), se plantó en la puerta de los ejércitos y levantando la voz dijo: “el que es del bando del Señor póngase a mi lado: si quis est Domini, jungatur mihi”. Luego, al punto, juntándose todos los hijos de Leví se pusieron a él: “congregatique sunt ad eum omnes filii Levi”.263 A quienes intimó de parte del Señor que, tomando todos la espada, entrasen por medio de las tiendas del ejército y fuesen quitando la vida a todos, aunque fuesen hermanos, amigos o prójimos, y todos los hijos de Levi, con grande valor y brío, hicieron todo lo que Moisés les mandó de parte del Señor, y en aquel día quedaron muertos casi veinte y tres mil hombres idólatras: “Feceruntque filii Levi iuxta sermonem Moysi, cecideruntque in die illa quasi viginti tria milia hominum”.264 Y agradó a Dios tanto esta acción que les dijo a todos: “hoy habéis consagrado al Señor vuestras manos con haber quitado la vida a tantos idólatras, sin haber reservado a

262. “rursumque ait Dominus ad Mosen cerno quod populus iste durae cervicis sit dimitte me ut irascatur furor meus contra eos et deleam eos faciamque te in gentem magnam: Le dijo, además, a Moisés: Yo he visto a este pueblo, y he aquí que es un pueblo de dura cerviz.  Ahora pues, deja que se encienda mi furor contra ellos y los consuma, pero yo haré de ti una gran nación” (Éxodo 38:9-10). Por supuesto, Diego Jaimes omite la última frase del versículo. 263. “et stans in porta castrorum, ait: Si quis est Domini, jungatur mihi. Congregatique sunt ad eum omnes filii Levi: Moisés se puso de pie a la entrada del campamento y dijo: —¡Quien esté de parte del SEÑOR únase conmigo! Y se unieron con él todos los hijos de Leví” (Éxodo 32:26). 264. “Entonces los hijos de Leví hicieron conforme al dicho de Moisés, y aquel día cayeron del pueblo como tres mil hombres” (Éxodo 32:28).

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hijos ni hermanos, deudos y parientes, con que habéis granjeado que el Señor os dé a todos su bendición: “Et ait Moses: consecrastis manus vestras hodie Domino unusquisque in filio et in fratre suo, ut detur vobis benedictio”.265 Y siendo significados los señores obispos en Moisés, pastor y caudillo del pueblo de Dios, y en los hijos de Leví todos los sacerdotes, lo mismo que intimó Dios a Moisés y Moisés a los sacerdotes, les está obligando a los señores obispos y a todos los sacerdotes, sus curas y ministros, en cuanto a la obligación de celar y de mirar como deben por la honra de Dios y su culto y aumento de la fe católica, oponiéndose con valor a la perversa y maldita secta de la idolatría hasta acabar con ella y con todos los indios idólatras, sus ídolos y simulacros, si no quitándoles a cuchilladas la vida como por orden de Moisés, instruido y movido de Dios, lo hicieron sus sacerdotes con los idólatras de Israel, por lo menos con prenderlos y castigarlos en una cárcel perpetua, como por cédula del rey nuestro señor se ha hecho y la hay en el obispado de Oaxaca, donde su vigilante y celoso pastor, así de la honra de Dios y su gloria como del bien y salvación de sus ovejas, el ilustrísimo señor doctor don Isidro de Sariñana y Cuenca, tiene aprisionados a los idólatras de su diócesis y los hace castigar conforme a la gravedad de su pecado y delito, y los doctrinan y enseñan en los artículos de fe, hasta que reconocidos y enmendados se reducen a cumplir con las obligaciones de buenos y fieles cristianos; a quien (sin duda) y a todos los sacerdotes, sus curas y sus ministros, por esta acción tan heroica como católica, agradado Dios le llenará de sus bendiciones y bienes, así espirituales como temporales, por haber consagrado sus manos en esta obra que hoy en día están ejercitando con tanta piedad y celo con sus feligreses, que son sus hijos, hermanos y prójimos, como dijo Moisés a todos los que hechos de su bando le ayudaron a castigar a los enemigos de Dios, idólatras y supersticiosos, mirando como aquellos por su honra, por su culto y por su Iglesia: “et ait Moses consecrastis manus vestras hodie Domino unusquisque in filio et fratre suo ut detur vobis benedictio”.

265. “Entonces Moisés dijo: —Hoy han consagrado vuestras manos el Señor, cada uno a costa de su hijo o de su hermano, para que él les dé hoy bendición” (Éxodo 32:29).

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Y no siendo menos el valor, celo y cuidado pastoral, así de la honra de Dios como del aumento de la fe y de la Iglesia, el de nuestro gran príncipe y prelado, el señor doctor don Manuel Fernández de Santa Cruz, dignísimo pastor del grande rebaño y diócesis de la Puebla de los Ángeles, esperamos de su grandeza que, teniendo ya hecha y usada su larga y liberal mano en fundar tantos colegios y monasterios de monjas, para fomento y amparo de la virtud y letras, fundará también para destrucción y ruina de la idolatría una casa que, sirviendo de cárcel segura y perpetua a todos los indios idólatras y rabíes de esta secta, presos en ella paguen su pecado y su delito, y causándoles a todos terror y miedo la pena, excusarán el cometer tan enorme y grave culpa. Y según su ilustrísima me lo ha significado, ya la hubiera fundado si los muchos y graves cuidados le hubieran dado lugar; y no dudo que habiendo de ser (como en otro obispado se experimenta) de tanto servicio de Dios, que este Señor le dará para cumplir su deseo cumplida salud y vida, y más viendo cuán de su parte y bando tiene, como Moisés, a tantos sacerdotes y curas que como fieles ministros suyos en esta causa de Dios, a una voz que les dé (“siquis est Domini iungatur mihi”), a todos juntos los tendrá luego al punto a su lado para obedecer y ejecutar cuanto en este punto y en todo ordenare y dispusiere: “congregatique sunt ad eum omnes filij Levi [...] et fecerunt iusta sermonem Moisi”.266 Muy parecidas a este orden que el señor dio a su capitán y caudillo de su pueblo, Moisés, son dos leyes que impuso su divina majestad para castigo de idólatras y ruina de la idolatría, según en el Deuteronomio nos refiere la escritura. La primera dice así: “si tu hermano, hijo, hija o mujer, o algún amigo a quien amas como a tu misma vida, te quisiere reducir a que adores dioses ajenos, mira que en ningún caso lo encubras ni tengas compasión de él, sino que luego muera por ello apedreado de todo el pueblo, y tú le has de tirar la primera piedra”.267 La segunda es: Si supiere por cosa cierta que los moradores de algunas de sus ciudades adoran dioses extranjeros, en el punto pasarás por los filos de la espada a todos los moradores de esa ciudad sin perdonar ni aun a las bestias y ganados que pacen en el campo; y pondrás por tierra toda esa ciudad y juntarás 266. Parafrasea aquí Villavicencio los ya citados versículos 26 y 28 del capítulo 32 del Éxodo. 267. Deuteronomio 13:6-9.

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todas las alhajas y cosas de ella en medio de la plaza y pegarles has fuego, junto con la misma ciudad, de manera que ella quede hecha una sepultura eterna que nunca jamás sea reedificada; y mira que no se te pegue a las manos cosa alguna de ella sino que todas las tendrás por cosas abominables.268

Por estas leyes se declara la reverencia que se debe a la majestad divina de Dios, pues con tan riguroso juicio y espantosas penas manda castigar el desacato que se le hace adorando dioses falsos, y que por la honra, gloria y culto que a solo Dios se debe, ni parentesco ni obligación de padres a hijos, ni de hijos a padres, ni otro cualquiera vínculo, por estrecho que sea, ha de haber por quien no se rompa y atropelle, poniéndolas todas debajo de los pies cuando se encuentren con esta tan grande y precisa obligación. Y aunque tan rigurosas penas y castigos, que mandaba Dios entonces, no puedan ahora ejecutar los prelados, los curas y sacerdotes en los indios idólatras que hallaren en sus partidos, quemando y asolando a ellos, a sus alhajas, a sus pueblos y sus casas, pero pueden y debemos ejecutar lo que el mismo Señor manda en el capítulo 12 del Deuteronomio, por las siguientes palabras: “Subuertite omnia loca, in quibus coluerunt gentes quas possessuri estis Deos suos super montes excelsos et colles et subter omne lignum frondosum dissipate aras earum et confringite statuas lucos igne conburite et idola comminuite disperdite nomina eorum et locis illis”.269 Todos aquellos lugares en que las gentes que están debajo de vuestro dominio adoran a sus dioses, sea en los altos montes, en los collados y cerros, trastornadlos y destruidlos, deshaced sus altares, haced pedazos sus estatuas, en vivas llamas abrazad sus bosques, desmenuzad sus ídolos y, de tal suerte acabad con todo esto, que no se oigan más sus nombres ni de todos ellos quede memoria. Esta es precisa obligación que insta a todos los que somos pastores y curas de almas, y el dejar por omisión y culpable negligencia de ejecutar todo esto, que Dios nos intima y manda en castigo de los idólatras y destrucción de los ídolos que entre los indios de nuestro cargo halláremos en nuestros

268. Deuteronomio 13:12-17. 269. “Ciertamente destruirán todos los lugares donde las naciones que ustedes han de desalojar han servido a sus dioses sobre los montes altos, sobre las colinas y debajo de todo árbol frondoso.  Derribarán sus altares, romperán sus piedras rituales y quemarán en el fuego sus árboles de Asera; quebrarán las imágenes de sus dioses y harán desaparecer sus nombres de aquel lugar” (Deuteronomio 12, 2-3).

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partidos, no tiene excusa delante del Señor; pena sí, del riguroso juicio y cargo que nos hará en el día de la cuenta, según el aviso que nos da y la amenaza que nos hace en persona y voz de su profeta Ezequiel: “Si dicente me ad impium morte morieris non adnuntiaveris ei neque locutus fueris ut avertatur a via sua impia et vivat ipse impius in iniquitate sua morietur sanguinem autem eius de manu tua requiram”.270 Si habiendo amenazado Dios al pecador y malo con muerte eterna; esto es, si siendo infalible y cierto que el idólatra que adora dioses falsos muriendo en su pecado se condenará miserable, y tú no le avisas de esta verdad ni le predicas, ni exhortas a que se enmiende y deje la idolatría en que vive, y por tu descuido muere en ella y se pierde, de la sangre de esta tu oveja y condenación de su alma te haré cargo y pediré estrecha cuenta: “Sanguinem autem eius de manu tua requiram”. Grande peligro y conocido riesgo corre el que tiene cargo y gobierno de almas, pues de todas ellas ha de dar estrecha cuenta, y esta el mismo Señor la ha de tomar, como lo dice por el mismo profeta: “Ecce ego ipse super pastores requiram gregem meum de manu eorum”.271 No será este juicio, en esta ocasión de la perdición de los pastores y curas que no cumplen con esta obligación (que esta no tiene duda), sino de la perdición de las almas de su cargo, de la condenación de los miserables indios que mueren en su idolatría por no haberles quitado sus ídolos y derribado sus aras y altares. No solo pide Dios cuenta de la sangre de las ovejas derramada entre los dientes del lobo, sino de la sangre preciosísima de Jesucristo malograda en ellas, por la omisión y descuido del pastor y cura, pues está claro que con sentimiento le dirá: “pastor de mis ovejas, que compré y gané con el precio de mi sangre y de mi vida, dame cuenta de mi ganado perdido, dame cuenta de las almas que yo vine a redimir, a salvar y, tomándolas tú a tu cargo, me las has dejado perder; dame cuenta de las ovejas que yo llevé sobre mis 270. “Si yo digo al impío: ‘¡Morirás irremisiblemente!’, y tú no le adviertes ni le hablas para advertir al impío de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su pecado; pero yo demandaré su sangre de tu mano” (Ezequiel 3, 18). 271. “Haec dicit Dominus Deus: Ecce ego ipse super pastores: requiram gregem meum de manu eorum, et cessare faciam eos, ut ultra non pascant gregem, nec pascant amplius pastores semetipsos: et liberabo gregem meum de ore eorum, et non erit ultra eis in escam: Así ha dicho el Señor Dios: “¡He aquí yo estoy contra los pastores y demandaré mis ovejas de sus manos! Haré que dejen de apacentar a las ovejas, y ellos dejarán de apacentarse a sí mismos. Libraré a mis ovejas de sus bocas, y no les servirán más de comida” (Ezequiel 34, 10).

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hombros y espaldas y tú, por ser cura descuidado, las echaste a las espaldas del olvido, al paso de mi amor es mi dolor, al paso del deseo de su bien es la pena de su mal, y al paso que procuré su salvación siento su condenación. Mi sangre que despreciaste, la cobraré de ti y también la sangre de cada una de las almas mis ovejas que se perdieron por ti: Sanguinem autem eius de manu tua requiram”. Reconociendo este riesgo y lo riguroso de esta cuenta los prelados superiores, para cumplir de su parte con lo que les toca y deben, exhortan a sus ministros los curas y sacerdotes a que pongan vigilantes todo el cuidado que se deben en cumplir su ministerio, como se lee en el Pontifical, folio 3, titulado Ad Synodum prope finem, donde con gran prudencia y caritativo afecto, proponiéndoles el cargo y la dignidad de su oficio les dice: “Amantísimos hermanos y sacerdotes del señor, coadjutores sois de nuestra dignidad y ministerio. Nosotros (aunque indignos) ocupamos el lugar de Aarón, vosotros el de Eleazaro. Nosotros tenemos las veces de los doce apóstoles, vosotros la de los setenta y dos discípulos. Nosotros somos vuestros pastores, vosotros lo sois también de las almas que os hemos encomendado. Nosotros hemos de dar de vosotros cuenta y razón al sumo pastor nuestro Señor Jesucristo, y vosotros la daréis de los pueblos que os tenemos encargado. Y por tanto, amantísimos hermanos, mirad vuestro peligro y amonestamos y rogamos que esto de que os avisamos con grande solicitud y estudio lo encomendéis a la memoria para ponerlo por obra”. Y por ser estas razones tan graves y de tanto peso, las pondré con las formales palabras que el Pontifical las refiere, por remate de este tan importante capítulo: Fratres dilectissimi, et Sacerdotes Domini, cooperatores ordinis nostri estis. Nos [quambis indigni] locum Aaron tei emus; vos autem locum Elezari. Nos vice duodocim Apostolorum fungimur; vos ad formam, septuaginta duorum discipulorum estis. Nos Pastores vestri sumus; vos autem Pastores animarum vobis commisarum. Nos de vobis rationem reddituri sumus, summo Pastori nostro Iesu Christi, vos de plevibus vobis commendatis. Et ideo Fratres dilectissimi, videte periculum vestrum; admonemus itaque,et obsecramus fraternitatem, vestram, ut quæ suggerimus vobis, memorie commendatis, et opere execere studeatis.272

272. Pontificale Romanum Clementis PP. VIII iussu restitutum Urbani item VIII auctoritate recognitum III pars. Ordo ad Synodum, Roma, por Jacobo Luna, 1595, p. 572.

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C A P Í T UL O X V I Que los fieles y celosos ministros, al primer rumor de idolatría, se han de armar para el examen y la defensa de la honra y culto de Dios, sin temer las persecuciones que al cumplir con su obligación suelen seguirle La demasiada prudencia y discreción de que suelen blasonar algunos que se tienen por muy mirados y atentos suele ser ocasión, en particulares materias, de algunos daños y yerros; como también los causa la inconsiderada resolución. De uno y otro tenemos ejemplar en la Escritura Sagrada: refiriendo el evangelista san Mateo la parábola del labrador, dice que habiendo sembrado buena semilla en su campo, por descuido de su mayordomo en mirar por la hacienda de su amo, vino su enemigo y sobresembró entre la buena semilla otra mala y perversa que le malease y perdiese toda la sementera. Reconociendo el daño los ministros del dueño de la hacienda, viendo que iba creciendo con la buena la mala yerba, le preguntaron si arrancarían la cizaña que era la mala yerba, para que la buena que era el trigo, desahogado de ella creciese más y llegase a dar muy colmado fruto; respondioles que no, porque no sucediese que por arrancar la cizaña arrancasen también el trigo y se perdiese todo, que dejasen crecer las dos yerbas y que al tiempo de la cosecha diría a los cegadores que primero cogiesen la cizaña y, hechos manojos de ella, la arrojasen al fuego, y después el trigo lo encerrasen en su troje: “sinite utraque crescere usque ad messem et intempore messis dican messoribus colligite primum zizania et alligate ea [in] fasciculos ad comburendum triticum autem congregate in horreum meum”.273 Fundados en lo literal de esta parábola y en lo que fueran sus palabras, dicen algunos que no se pueden hacer despachos contra idólatras solo por dichos de este o de aquél, hasta que esté probado el delito y convicto de la culpa el delincuente; porque como de la parábola se colige, advirtiendo el prudente labrador que la mala yerba de la cizaña es muy parecida a la buena del trigo y solo por el fruto se conoce cada una, y por tanto avisado, mandó a sus ministros y sirvientes que hasta 273. “Dejen crecer a ambos hasta la siega. Cuando llegue el tiempo de la siega, yo diré a los segadores: Recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla. Pero reúnan el trigo en mi granero” (Mateo 13, 30).

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ser conocida la cizaña habiendo crecido no se arranque, porque junto con ella por falta de conocimiento no arrancasen también el trigo. De la misma suerte, hasta que con la prueba esté conocida la culpa no se ha de castigar en el tribunal de justicia, porque no será bien arrancar de la sementera de la Iglesia a quienes solo la fama y rumor acusa de mala semilla, sino aquellos a quienes condena la probanza del delito. Pero, en el sentido espiritual y místico, entendiendo por la heredad o sementera la Iglesia santa, por el padre de familia y dueño de ella a nuestro verdadero Dios y señor, por sus mayordomos y ministros a los prelados, curas y sacerdotes, en la buena y sana semilla el limpio y saludable grano de la fe católica, y en la mala y perjudicial yerba y cizaña la maldita idolatría, que maliciosamente sembró el hombre enemigo que es el demonio, enemigo de Dios, de la fe y de su Iglesia; de ninguna manera se infiere que, habiendo rumor y sospecha de idolatría en algún pueblo, partido y feligresía de la heredad de la Iglesia se suspendan las diligencias de inquirir y averiguar el origen y la causa de que proviene el rumor y la sospecha, pues por la senda de un indicio cuidadosamente seguida se han descubierto, grandes idólatras, y si el rumor y la sospecha se hubiera despreciado se quedara oculta, esta mala y diabólica semilla creciera de tal suerte que ahogara y destruyera la buena, sana y saludable de la fe católica, y a poco tiempo se perdiera toda la cristiandad y fe de todo un pueblo, de toda una ciudad y de todo un reino.274 Fuera que la razón prudencial del labrador en mandar que dejasen la cizaña hasta que creciese se fundaba en que la cizaña, en su mata y cogollos verdes, es tan parecida a la de la buena semilla del trigo, que no conociéndose por muy semejantes era evidente el peligro de 274. Resultan notables estos cuidados en un persecutor de idolatrías del siglo xvii, puesto que es casi un lugar común la opinión de que el mundo hispánico de esos años era ajeno al principio jurídico de presunción de inocencia (véase, por ejemplo, Adelina Sarrión Mora, El miedo al otro en la España del siglo XVII. Proceso y muerte de Beltrán Campana, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2016). Aunque dicho principio, de larga data, había superado el ostracismo medieval para renacer ya desde el siglo xv, sobre todo en el derecho inglés, cuando los juristas atendieron de nuevo el Digesto de Justiniano bajo la convicción de que era preferible absolver al culpable que condenar al inocente; como escribió sir John Fortescue (1385-1479), en su De Laudibus Legum Anglie: “Prefiero, de hecho que veinte culpables escapen de la muerte a través de la piedad, a que un inocente sea injustamente condenado” (tr. S. B. Chrimes, Cambridge, Cambridge University Press, 1942, p. 65). Puede verse también el artículo de A. Volokh, “N Guilty Men”, University of Pennsylvania Law Review, 146 (1997), 173-216.

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arrancar con la mala la buena planta y, con esta anticipada diligencia, se perdiera toda la sementera. Y esta razón no corre en la espiritual heredad de Dios, en el campo de su Iglesia, porque la mala yerba y maldita cizaña de la idolatría es tan distinta de la buena y santa semilla de la fe católica, y tan contraria a ella, que privativo275 se oponen como la luz y tinieblas; de tal manera que así como donde hay luz no hay tinieblas y donde hay tinieblas no se ve luz, así se distinguen y oponen la idolatría y la fe católica. Y por tanto, siendo conocida desde luego que nace y brota la mala yerba y cizaña de la idolatría, luego al punto sin dilación alguna se ha de segar y arrancar de raíz, sin temor ni riesgo de arrancar con ella la buena y santa de la fe; antes sí crecerá esta segura y limpia, hasta llegar a dar colmados frutos de gracia y gloria, arrancada aquella de raíz y del todo de la heredad católica. Y que baste solo el rumor y fama de idolatría para armarse y salir a ejecutar con ella esta importante y precisa diligencia se colige de lo que la escritura sagrada refiere en el capítulo 22 del libro de Josué. Queriendo Josué, como capitán general, caudillo del pueblo de Dios y sucesor de Moisés, jubilar (según el orden de la militar disciplina) a las dos tribus de Rubén y Gad, y al medio tribu de Manasés, en agradecimiento de su obediencia, fidelidad y valentía, los despidió en paz y honrosamente dándoles licencia para que volviesen a sus casas. Partiéronse luego, y llegando a las orillas del Jordán edificaron un altar de grande y singular majestad en testimonio de su fidelidad. Llegó esta erección a noticia de los nueve tribus y medio restantes,276 de cuya compañía se acababan de apartar, los dos y medio, y sospechando que el altar que habían levantado era para ofrecer sacrificios en él a algún ídolo, movido de este rumor y sospecha, con el celo de la honra de Dios se resolvieron a tomar las armas y dar guerra a sus hermanos y compañeros: “Convenerunt omnes in Silo, ut ascenderent, et dimicarent contra eos”.277 Y mientras se armaban las tropas y disponía el ejército enviaron al sacerdote Finees, hijo del sumo sacerdote

275. “Vale tambien singular proprio y particular. Latín. Privativus. Proprius” (Aut., s.v. “Privativo”). Es decir, que la luz y las tinieblas se oponen de manera singular y propia. 276. Como se sabe, las doce tribus de Israel son la descendencia de los doce hijos de Jacob (Génesis 49). 277. “[Cuando los hijos de Israel oyeron esto] se reunió toda la congregación de los hijos de Israel en Silo, para subir a combatir contra ellos” (Josué 22, 12).

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Eleazaro, con diez príncipes cada uno de su tribu para que les reconviniesen del delito, diciéndoles “¿cur reliquistis Dominum Deum Israel, aedificantes altare sacrilegum et a cultu illius recedentes?”,278 ¿por qué habéis dejado a vuestro señor y Dios de Israel erigiendo un sacrílego altar, apartándoos de su adoración y culto? Pero averiguado el caso, y satisfechos de no ser así con la respuesta que les dieron diciendo que estaba muy lejos de ellos el cometer tal delito, el apartarse de su señor y Dios y el dejar de seguir su ley santa y mandamientos: “Absit a nobis hoc scelus, ut recedamus a Domino, et eius vestigia reliquamus”,279 dejaron las armas y paró el estruendo militar que prevenían para salir contra ellos en defensa del culto de Dios y su honra; dando a entender con prevención tan presta y diligente que la idolatría es una peste tan venenosa y mortal que, para atajarla, no ha de haber tardanza alguna; y que los superiores, por cuya cuenta corre el remediar los desórdenes de los súbditos en materia de religión y culto divino, apenas han de tener sospecha y ha de haber rumor y fama de idolatría, cuando han de levantar banderas, alistar soldados, disponer tropas y componer ejércitos para marchar luego en públicos alardes contra los enemigos de la fe, que son los idólatras que niegan a Dios su debido culto y se lo dan al demonio adorando ídolos. Y si solo al rumor y fama de los ídolos y de idólatras se deben hacer tan apretadas diligencias para destruirlos y deshacerlos, ¿a qué obligará la cierta ciencia y evidente conocimiento que muestran las experiencias de los ídolos, de las idolatrías y de los inhumanos sacrílegos y sangrientos sacrificios que hoy en día se hallan, se ven y se hacen en distintos partidos de indios en este reino, como queda dicho en los capítulos 8 y 9? No dudo que siendo el celo de los príncipes y prelados de este reino de las indias no menor al de los príncipes y jueces del reino de Israel, y el de los sacerdotes de ahora al de Eleazaro y Finus, sacerdotes de entonces; que si aquellos con sola la noticia, rumor y fama de ídolo y de idolatría, tales y tan prestas diligencias hicieron que estos, con la cierta noticia y ciencia de los ídolos que hay entre los indios de sus partidos, cuya dirección y doctrina corre por su cuenta, 278. “¿Qué infidelidad es esta que han cometido contra el Dios de Israel, apartándose hoy de seguir al Señor al edificarse un altar y rebelarse hoy contra el Señor?” (Josué 22, 16). 279. “Lejos esté de nosotros el rebelarnos contra el Señor, o el apartarnos hoy de seguir al Señor” (Josué 22, 29).

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acudieran luego tan celosos como aquéllos a reconvenirles diciéndoles: “¿cur reliquistis Dominum Deum Israel, aedificantes altare sacrilegum et acultu illius recedentes?”. Y hallando haber delinquido en dar culto al demonio en los ídolos que adoran, juntándose todos como lo hicieron los príncipes y sacerdotes de Israel en Silo, que era el lugar donde estaba la casa de Dios, que es la Iglesia, a prevenirse y armarse para hacer guerra y pelear contra su mayor enemigo, el demonio y los idólatras que idolatrando le siguen: “Convenerunt omnes in Silo [id est in loco inquo fuit domus Dei] ut ascenderent et dimicarent contra eos”.280 No dejarán las armas ni de la mano la espada, que es la palabra de Dios: “gladium est verbum dei”,281 predicando a los idólatras hasta reducirlos y sujetarlos al yugo de Cristo y su ley, destruyendo y abrasando con el fuego de su celo cuantos ídolos encontraren con todas sus aras y altares; temerosos, como prudentes y entendidos, el concurrir y el ser cómplices en el mismo delito y culpa si, como deben y pueden, culpablemente dejan de cumplir y ejecutar este su ministerio y obligación tan precisa, como lo advierte y dice el Derecho Canónico, Capítulo 2, De Haereticis, por las siguientes palabras: “Qui alios ab errore, cum potest revocare non revocat; et ipse se errare demonstrat”.282 Y Salviano añade que tácitamente manda hacer el delito y pecado el que teniendo facultad y poder para estorbarlo, lo disimula y calla: “Potestas, quae prohibere potest si taceat iubere videtur”.283 Algunos ministros y curas se excusan y eximen de esta su obligación, diciendo que no ponen mano en quitar ídolos y castigar idólatras porque, en tratando de ello, se alborotan los pueblos y ellos en sus personas lo padecen y lo lastan,284 conjurándose contra ellos 280. Josué 22, 12. 281. “et galeam salutis assumite, et gladium spiritus (quod est verbum Dei): tomen también el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6, 17). 282. “Qui alios, cum potest, ab errore no revocat, se ipsum errare demonstrat” (Corpus juris canonici emendatum et notis illustratum, Romae: In aedibus Populi Romani, 1582, Lib. 5, Tit. 7, Cap. 2 “De Haereticis”, p. 1669). 283. Como se sabe, de Salviano de Marsella sobreviven dos obras: De gubernatione Dei y Ad Ecclesiam contra avaritiam; aunque en ninguna hemos encontrado el pasaje. Probablemente, como en otros momentos, Diego Jaimes citaba aquí de segunda mano, pues el fragmento se encuentra, textual, en Raymundo Lumbier, Fragmentos varios morales, Zaragoza, por Domingo Gascón, 1683, t. 2, p. 1072. 284. “En el sentido moral vale pagar, purgar y padecer la culpa y delíto de otro. Latín. Luere. PELLIC. Argen. part. 1. lib. 1. f. 16. Qué otra cosa advierten las fábulas

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y abanderizándose los indios culpados en este delito, se querellan de ellos en los tribunales imponiéndoles falsedades porque los depongan del ministerio y curato, y ellos se queden con sus ídolos y prosigan pacíficamente en su idolatría y secta. Pero esta no es excusa que quita la obligación, porque siendo causa de Dios, como sus fieles ministros y con el ejemplar de Cristo, sumo Pastor de las almas, han de desechar con valor este temor y recelo, y por la honra y gloria de Dios y salvación de sus ovejas, como buenos pastores, han de exponer por ellas, la honra, la salud y la vida. Bien sabía Cristo nuestro señor y maestro, como sabiduría eterna, que con su entrada en Jerusalén se había de alborotar la ciudad, como sucedió y refiere san Mateo: “Cum intrasset Hierosolymam commota est universa civitas”;285 que en ella había de ser entregado a sus enemigos y que, de tal suerte lo habían de maltratar, que haciendo escarnio y mofa de él lo azotarían cruelmente, le escupirían el rostro y, después de todo esto, le quitarían la vida con una afrentosa muerte, así lo dijo a sus apóstoles y lo refiere san Lucas: “ecce ascendimus Hierosolyma, et consummabuntur omnia quae scripta sunt per prophetas de Filio hominis tradetur enim gentibus et inludetur, et flagellabitur et conspuetur et posquam flagellaverint occident eum”.286 Y, con todo, no quiso excusar la entrada, porque así convenía al servicio de su eterno padre y al bien y redención de todo el género humano; y a todos los sucesores de su pastoral ministerio exhorta que, a su imitación, hagan como él lo mismo: “Exemplum enim dedi vobis ut quemadmodum ego feci vobis it, et vos faciatis”,287 avisándonos a todos los curas y pastores de almas este pastor divino, que el que es pastor bueno y hace bien el oficio de cura, como él lo hizo, ha de llegar a dar por sus ovejas la vida, después de haber padecido muchas afrentas e injurias: “Ego sum bonus pastor, bonus pastor animam suam que nos pintan a Licaon al cuello de Júpiter hospital, sino a los Príncipes que lastan con impensados fines, el crédito que dán a los extraños?” (Aut., s.v. “Lastar”). 285. “et cum intrasset Hierosolymam commota est universa civitas dicens quis est hic: Cuando él entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió diciendo: —¿Quién es este?” (Mateo 21, 10). 286. “He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas que fueron escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, injuriado y escupido.  Después que lo hayan azotado, lo matarán” (Lucas 18, 31-33). 287. “Porque ejemplo les he dado para que, así como yo se los hice, ustedes también lo hagan” (Juan 13:15).

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dat pro ovibus suis”.288 Y que el cura de almas que así no lo hiciere y lo reusare cobarde no es pastor, sino mercenario; esto es, no es cura para cuidar de las almas sus ovejas y darles a todos el pasto espiritual que necesitan para encaminarlas al cielo, que es en lo que deben emplearse para su bien, sino mercenario, que es un jornalero que trabaja en su curato y beneficio por el interés y renta que le dan las obvenciones. Y de este dice el Señor que, como no es pastor, no mira a las ovejas como suyas, y en viendo venir al lobo huye, las desampara y deja, y entrando en la manada sin resistencia alguna el lobo derrama todo el ganado y, robando todas las ovejas, las despedaza cruel y se las traga voraz: “Mercenarius autem et qui non est pastor cuius nos sunt oves propriae vidit lupum venientem et dimittit oves et fugit et lupus rapit et dispergit oves”.289 Y la causal porque deja las ovejas y huye del lobo que viene, dice el evangelista, que es porque es mercenario y no pastor, jornalero y no cura: “mercenarius autem fugit quia mercenarius est”.290 En grande empeño y cuidado pone al beneficiado y cura el curato y beneficio, pues no es menos que para dar buena cuenta de las almas sus ovejas que ha tomado a su cuidado, ha de ser pastor y bueno (bonus pastor), no mercenario que huye el cuerpo a la dificultad, con pérdida de las ovejas del rebaño de Cristo y su Iglesia (mercenarius fugit). Y entonces lo será dando a su ministerio el lleno, cuando celoso y fiel ministro, al primer rumor de idolatría entre los indios de su partido, se armare para el examen y saliere a la defensa de la honra y culto de Dios, sin temer las persecuciones que al cumplir con su obligación suelen amenazar y seguirse. 288. “ego  sum  pastor  bonus,  bonus  pastor  animam suam dat pro ovibus” (Juan 10:11). 289. “Pero el asalariado, que no es el pastor y a quien no le pertenecen las ovejas, ve que viene el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo arrebata y esparce las ovejas” (Juan 10:12). Por más que la etimología remita a un tipo de soldado que pelea por paga: “Dicho de un soldado o de una tropa: Que por estipendio sirve en la guerra a un poder extranjero” (DRAE, s.v. “Mercenario”), “mercenario” no tiene en la época la connotación absolutamente negativa que sobre aquella otorga la acepción actual, sino el de un simple trabajador asalariado: “El trabajador o jornalero, [iv.550] que por su estipendio y jornal trabaja en el campo. Latín. Mercenarius. Operarius. FONSEC. Vid. de Christ. tom. 3. Parab. 24. Si fueres siervo, teme el azote: si mercenário, procura no perder el jornal: y si hijo, trahe delante de los ojos el gusto y reveréncia de tu padre. M. AGRED. tom. 3. num. 702. El trabajador y mercenário, acrecientan las fuerzas y el conato, quando llega la tarde, y no se acaba la tarea” (Aut., s.v. “Mercenario”). 290. No es cita textual, sino síntesis en latín de la anterior cita bíblica.

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C A P Í T UL O X V I I De los castigos que amenazan a los negligentes y descuidados prelados y ministros, y que en la otra vida han experimentado algunos Refiriendo san Mateo la parábola del labrador que sembró en su campo buena y escogida semilla, como queda dicho en el capítulo antecedente, advierte que como se durmiesen los hombres vino su enemigo y, entre la buena semilla del trigo, sembró la mala de la cizaña y se fue: “Cum autem dormirent homines, venit inimicus eius, et superseminavit zizania in medio tritici, et abiit”.291 Preguntan los expositores y santos, ¿quiénes son estos hombres dormidos?, ¿y de que condición y calidad? Y todos asientan en que eran buenos y, por serlo, fueron escogidos del Señor de la heredad para que la cuidasen y, mirando por ella, la cultivasen. ¿Cómo, pues, siendo buenos y escogidos tan profundamente duermen, que dan lugar al enemigo a que entre en la heredad y haga en ella tanto mal y tanto daño? A esto responden san Jerónimo, san Agustín, san Pascasio, san Bernardo, libro 2 De concideratione,292 que por estos hombres dormidos se significan y representan los pastores y curas de la Iglesia, que aunque por sus prendas y talentos son buenos y son escogidos para la dignidad y oficio, pero en el cumplimiento de su ministerio son dormidos y negligentes, y por este su descuido y culpable negligencia nacen y brotan en su campo, que es en su diócesis, a diligencias del demonio enemigo, los abrojos, espinas y cizaña de muchos pecados y vicios; porque es difícil el evitar grandes pecados en los grandes oficios y dignidades, dice el Cartusiano: “Magna difficile est in magnis officiis vitare peccata”.293 Y da la razón san Pedro Crisólogo, porque el demonio, aunque huye cobarde de los vigilantes y fervorosos, a los dormidos y negligentes

291. “Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue” (Mateo 13:25). 292. San Bernardo, Tratado sobre la Consideración al papa Eugenio (Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1984, pp. 52-233); san Jerónimo, Commentariorum in Evangelium Matthaei (PL 026, 15-218D); san Agustín, “Diecisiete cuestiones sobre el Evangelio de San Mateo” (tr. Miguel Fuentes Lanero, en sus Obras completas, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2003, t. XVIII, Cuestión 11); san Pascasio, Expositio in Evangelium Matthaei (PL 120, 31-994). 293. Dionisio Cartujano, Opuscula insigniora, Colonia, por Johan Birkman, 1559, p. 43.

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osado les acomete: “Incidiator vigilantes fugit; appetit dormientes”.294 Y tanto estrago hace en ellos que, perdiéndose por su descuido las ovejas, con ellas también los pastores se pierden, como se verá en los casos siguientes, que por ser de eclesiásticos y para eclesiásticos este tratado, referiré aquí brevemente. De dos amigos sacerdotes, refiere Vicencio Belvacense, que habiendo muerto el uno y aparecido al otro, le dijo que era para siempre condenado y que, para que él no lo fuese, le exhortaba que dejase el mundo y se entrase religioso; y dudando de hacerlo (no obstante que el difunto sacerdote, para que sintiese algo de lo que padecía, le echó al vivo unas gotas del sudor que le causaban los infernales tormentos que le afligían y le barrenó con ellas el cuerpo) le dijo las siguientes palabras: Miserable, si no tratas de mudar de vida lee estas letras (y extendiendo la mano vio en ella escrito estos renglones): “Satanás y todos los ministros del infierno damos muchas gracias a los eclesiásticos, porque dándose a sus deleites dejan perder tanto número de almas de sus feligreses, por no predicarles y amonestarles; por lo cual nos envían al infierno tanto número de almas cual nunca vimos en los pasados siglos”.295

Con esto desapareció el difunto, y el vivo dejó el mundo deseoso y escarmentado de librarse del infierno y, con mejor vida, asegurar el cielo. San Vicente Ferrer dijo que, habiendo muerto treinta mil personas cristianas el día que murió san Bernardo, de todas ellas solo el santo y un eclesiástico, Arcediano de León, que hizo veinte y cinco años penitencia en un desierto, subieron luego al cielo; tres almas fueron al purgatorio y todas las demás bajaron al infierno. Y la causa de tantos condenados fue por las malas confesiones que hicieron, por estar 294. “Insidiator in noctibus latitat, in diebus vigilantes fugit, appetit dormientes” (Pedro Crisólogo, “Sermo 97”, Opera Omnia, Paris, Petit-Montrouge, 1846, p. 472). 295. Vicencio Belvacense, Speculum historiale, Graz, Akademische Druck und Verlagsanstalt, 1965 [Facsímil de la edición de Douai: por Baltazar Belleri, 1624]: 25, 83. Ha sido registrado por Tubach: “3032. Letter from devil. The devil, in the guise of a man, sends a letter to an archbishop. He asks a lay brother to deliver the letter and strikes the lay brother on the face with his hand. The mark remains until the archbishop sprinkles the spot with holy water”. Goldberg: “J1263.1.7. Devil marks messenger’s face. Carries message of clerical ignorance. Marking cleansed by holy water”.

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mal instruidos de sus curas en la doctrina de Cristo y mandamientos santos de la Ley de Dios. Así le fue revelado al venerable padre fray Juan de Tejeda, como se lee en la Historia de la religión sagrada de los menores (parte 4, capítulo 23, folio 122). Con este caso coincide el siguiente, que refieren graves autores y trae el colector del Espejo de ejemplos.296 Enfermó un eclesiástico, canónigo y persona de muchas prendas y rentas y, visitándole un religioso, grande amigo suyo y muy siervo de Dios, viéndole ya sin esperanzas de vida le exhortó se dispusiese para la eterna. Y al mismo punto se obscureció la recámara en que estaba y se oyó una voz de grande horror, que decía: “Levántate, levántate sacrílego despojador de Cristo y ven”; acabando de oír esta voz se quedó muerto, y su cuerpo como un carbón. El religioso, asustado, se fue a su convento y, puesto en oración, suplicó al Señor le manifestase el juicio de aquel eclesiástico; luego se le apareció entre dos caballos de fuego que, afirmando sus manos sobre sus hombros, con los dientes le hacían pedazos. Cayó el religioso despavorido en tierra, y vuelto en sí oyó que le decía: “Yo soy el canónigo, tu amigo, y estoy para siempre condenado”. Preguntole la causa y la significación de aquellas penas, y respondió: “Estos caballos arrojan fuego infernal por todos mis miembros, y hacen pedazos, y comen todos mis huesos; el uno en castigo de mis pecados, y el otro por los de los pueblos de quienes recibía diezmos y obvenciones”. Díjole el religioso: “maravíllome mucho que habiendo sido honesto, discreto y eclesiástico, te hayas condenado”. “No te maravilles de eso (le respondió) antes si debes maravillarte que haya eclesiástico con cargo de almas y de Iglesia que se salve”. Conjurole el religioso le dijera la causa: “¿por qué así peligran tantos de los que tienen cargo de almas?” Respondiole las razones siguientes, dignas de que todos los que tenemos este cargo y ministerio, hagamos de ellas mucha ponderación y reparo: Atiende al establo que tienen y a la Iglesia que gobiernan, y verás el establo sin goteras, y la Iglesia con ellas. Mira sus vestidos, muchos y buenos, y los de la Iglesia pocos y malos. Mira sus mesas con muchos vasos

296. Se refiere al Magnum speculum exemplorum, reedición y ampliación que en 1610 hizo el jesuita Juan Mayor del Speculum exemplorum, obra anónima de 1480.

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preciosos, de plata y oro, y la de los altares con tan pocos y de tan corto valor. Visten personas de ruines costumbres con la hacienda de los pobres, huyen de hacer limosnas y aborrecen el predicar y enseñar a sus feligreses. Abrázanse con el mundo, déjanse vencer de la lujuria; olvidan a veces el rezar el oficio divino y se acuerdan de cantar canciones indecentes y profanas. Esta es la causa del principio y condenación de muchos eclesiásticos y curas de almas. 297

Dicho esto, envuelto en horribles y hediondas llamas de fuego, lo arrebataron los caballos y llevaron a la eterna morada del infierno. Confirma lo dicho otra carta escrita a los confesores y curas que el demonio dio a un prebendado que iba a predicar en un grave concilio de Italia, para que la leyese en el púlpito, según la refiere el padre M. Loscano en la forma siguiente: “Los príncipes del infierno, a vosotros los confesores y curas de almas, etcétera, os damos la norabuena y gracias de lo bien que lo hacéis en vuestros oficios con nosotros, pues por lo mal que cumplís con ellos, con doctrina y ejemplo, vosotros con vuestros penitentes venís en tanto número al infierno”.298 Parece que estas cláusulas se copiaron de la Homilía 17 de san Gregorio, donde dice el Santo: “Onus praedicationis nos habemu, et nos ipsi per vitam reprobam, ad inferni supplicatia festinamus”.299 Los pastores y curas tenemos el cargo de enseñar y predicar; y por la vida no aprobada y buena (esto es, por no conformar el decir con el hacer ni con el predicar), el obrar no aprovecha nuestra enseñanza y, por este obrar no ajustado, caminamos muy aprisa a los tormentos del infierno. Razones que, ponderadas, obligarán a los eclesiásticos a cumplir con el peso y cargo de su ministerio, para librarse no solo de las penas que en castigo por una eternidad amenazan, sino para asegurar los gozos que para siempre en premio en la gloria les espera.

297. Juan Mayor, Magnum  speculum  exemplorum, Dvaci, Baltasar Bellero, 1610, p. 582. 298. No hemos encontrado la fuente de Diego Jaimes, aunque José Gavarri (quien trae el ejemplo) también cita Loscano (Gavarri, Instrucciones predicables y morales, no comunes, que deben saber los padres predicadores, y confesores principiantes, y en especial los missioneros apostólicos, Zaragoza, por José Dormer, 1676, p. 2). 299. En realidad, lo que escribe San Gregorio en su Homilía 17 es: “Ingrediuntur electi, sacerdotum manibus expiati, coelestem patriam; et sacerdotes ipsi per vitam reprobam ad inferni supplicia festinant” (Gregorius Magnus, Homiliarum in Evangelia Libri Duo, PL, 76, 1075-1312C.).

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CA P Í T UL O X V I I I De los grandes premios con que Dios honra en el cielo a los buenos y fervorosos ministros de su Iglesia Al paso que Nuestro Señor castiga severo a los padres de almas que se descuidan en darles la doctrina y ejemplo que deben, premia con mano liberal a todos los que cumplen con esta obligación. Y tanto solicita su majestad así el bien de las almas como el que sus ministros cuidadosos se empleen en ocupación tan de su gusto y agrado, para que consigan el galardón que les tiene prevenido, que los exhorta con las eficaces razones que en el libro de sus Revelaciones refiere santa Brígida, que son las siguientes: Yo doy voces de todo mi corazón a todos mis amigos diciendo: “compadeceos y tened piedad de mí, no perdonéis trabajo por mi amor pues yo por el vuestro tanto padecí comprando con mi sangre mis ovejas, y así las amo tiernamente. Oh, amigos míos, si fuera necesario volver a morir por las almas hiciera por cada una cuanto hice por todas, y antes pasaría por esto que por carecer de ellas. Yo juro por mi deidad que daré a mis amigos que me ayudan a ganarlas premio copiosísimo, y a mí mismo en gozo sempiterno. El abismo insaciable del infierno siempre está abierto y en él caen almas como caen del cielo copos de nieve en la tierra. No cesen pues mis amigos de predicar y amonestar, pues por su voluntad y trabajo en beneficiar almas (aunque no se convierta ninguna) tendrán tanto premio como si las convirtiesen todas.300

¿Qué ministro, cura y beneficiado habrá que, atentamente leyendo estas palabras de Cristo nuestro bien y redentor, no se enternezca viendo la ternura y el amor con que este divino señor le habla, le ruega y pide, dándole repetidamente el cariñoso título y nombre de amigo, para que haga por él lo que le ruega y pide en beneficio de las almas y ovejas de su rebaño, que no se emplee todo en tan santa ocupación solo por darle gusto y hacer en esto con todo afecto su santísima voluntad y cumplirle su deseo? Y si a esto añade un premio tan excesivamente grande como darse a sí mismo en galardón, jurando por su divinidad el cumplirle la promesa. ¿Quién de los curas, que son ministros y fieles 300. Santa Brígida, Revelationes caelestes, Monachii, Typis Sebastian Rauch, 1680, pp. 90-91.

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amigos de este divino señor, viendo que en sus partidos tantos miserables indios caminan a la perdición, ciegamente idolatrando, dando culto y reverencia a sus ídolos y simulacros, con tanta ofensa de Dios, no se arriesga y no se empeña, sin reparar en trabajos a defender con valor su culto, su honra y gloria, buscando por valles y montes, por breñas, bosques y grutas, los ídolos que en ellos tienen escondidos los idólatras, para deshacerlos todos, y con su enseñanza y doctrina convertir a los infieles y, ganándolos para Dios, acabar y destruir del todo y por todos caminos secta tan infernal y maldita? A esto ayudará no poco la noticia de lo mucho que merecen los confesores que en tan santa ocupación se emplean, sacando a las almas de pecado por medio de la confesión sacramental, y encaminan al cielo, según lo que refiere la venerable madre sor Ana María de san José, descalza francisca de Salamanca que le manifestó Nuestro Señor, para consuelo de los confesores y alivio de su trabajo, en tan prolijo como útil ministerio, dice pues: Diome a entender el Señor eran sus merecimientos sin número ni cuento. Y si los confesores hubiesen visto, como yo, lo muchísimo que merecen en confesar y predicar, anduvieran siempre por las calles buscando a voces a quién confesar. Todos los demás ejercicios santos que pueden hacer son inferiores a este, por el agrado tan grande que tiene el Señor de él. Y así no quisiera que ningún confesor rehusara el confesar, porque se priva de un sin número de merecimientos.301

De donde se infiere que, siendo evidente y cierto en toda buena teología, que al número y grandeza de los merecimientos corresponden en la vida otros tantos grados de gracia, y a estos en el cielo otros 301. Ana María de San José (1581-1632), clarisa salmantina cuya causa de beatificación se peleaba hacia 1690, cuando Diego Jaimes escribía su tratado. No hemos podido encontrar la fuente de este fragmento, pero sí su uso posterior, casi exacto, en un libro de Joseph de Carabantes: Pláticas dominicales y lecciones doctrinales, Valencia, por Antonio Bale, 1723, p. 604. Es muy probable que Carabantes tampoco haya tenido acceso a la cita de sor Ana María y que su fuente haya sido Diego Jaimes, pues su cita sucede, justamente, a la de santa Brígida que el extirpador también ha traído aquí. Sobre los escritos de sor Ana María véase Samuel Eiján, La poesía franciscana en España, Portugal y América. Siglos XIII-XIX. Historia y antología, Santiago de Compostela, Tip. de El Eco Franciscano, 1935, caps. 5 y 6; y sobre los textos de su beatificación, Pedro Cátedra y María Luis López Vidriero, El libro antiguo español, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2002, t. IV. “De libros, librerías, imprentas y lectores”, p. 217.

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tantos grados de gloria; siendo tan sin número ni cuento los merecimientos que adquieren los confesores confesando, ¿cuánta será la gloria que les corresponderá en premio y gozarán en el cielo? Sin duda que será tanta que “nec oculus vidit nec auris audivi, nec in cor hominis ascendit”.302 Para que se vea cuánto ayuda Dios en la mayor necesidad y aprieto —que es la hora de la muerte— a los confesores que con celo del bien de las almas se emplean en este ministerio, pondré aquí un caso que refiere el padre fray Jordán de Sajonia en las vidas de los ermitaños de su sagrado orden (libro 2, capítulo 13).303 Había, dice, un religioso predicador que tenía muchos hijos e hijas de confesión y oía de buena gana las confesiones de los pobres y, estando para morir, vio una sierva de Dios en espíritu que [le dijo a] este confesor [que] en aquella hora era hijo de perdición; y Dios nuestro señor le dio tan grandes auxilios en aquella ocasión que se salvó. Fue a graves penas del purgatorio y vio que las lágrimas y oraciones de las personas que había confesado se las aliviaban, y presto le sacaron de ellas; y habiendo salido del purgatorio vio a su alma sobre el altar donde solía decir misa, y que todos sus hijos de confesión que habían muerto y estaban en el cielo vinieron por el alma de su confesor y la llevaron consigo a la gloria. No permitiendo el Señor que alma que había sacado a tantas de pecado confesándolas que muriese en pecado, y que en premio de haber encaminado a tantas al cielo por medio de tan piadoso y caritativo empleo, subiesen con ellas a gozar de la gloria. Dichoso confesor y dichosos tantos fervorosos ministros y curas que con tan sumo trabajo, puntualidad y asistencia confiesan, doctrinan y enseñan con espacio, caridad y paciencia a tanto indios e indias, con celo, ansia y deseo de la salvación de sus almas; y más a los que han sido y son idólatras (que no son pocos), que por ser rudos, ignorantes y zafios duplican el afán y trabajo, pues con las muchas que por este camino encaminan 302. “Sed sicut scriptum est: Quod oculus non vidit, nec auris audivit, nec in cor hominis ascendit, quae praeparavit Deus iis qui diligunt illum: nobis autem revelavit Deus per Spiritum suum: Spiritus enim omnia scrutatur, etiam profunda Dei: Más bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio ni oído oyó, que ni han surgido en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman. Pero a nosotros Dios nos las reveló por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las cosas profundas de Dios” (1 Corintios 2:9-10). 303. Jordán de Sajonia, dominico alemán del siglo xiii, escribió una historia de la Orden de Predicadores titulado Libellus de principiis ordinis praedicatorum (ca. 1234).

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y llevan al cielo, felizmente dichosos con ellas subirán a gozar para siempre doblado galardón y corona de oro sobre su cabeza, expresa señal de su honra y gloria y digno premio de su valor y fortaleza en tan santa como heroica obra: “Corona aurea super caput eius expresa signo sanctitatis, gloria honoris, et opus fortitudinis”.304 Palabras del Eclesiasto que acomoda la Iglesia a los santos mártires, y también les vienen y ajustaran en premio a los sacerdotes confesores, por mártires en su ministerio. Confirmación de estas revelaciones humanas es una de las revelaciones divinas que el evangelista san Juan refiere en su sagrado Apocalipsis: “Et in circuitu sedis sedilia viginti quatuor et super thronos viginti quatuor seniores sedentes, circumamicti vestimentis albis, et in capitibus eorum coronae aureae”:305 vi, en el cielo (dice san Juan) en majestuoso y sublime trono, a Dios sentado en su silla y, alrededor de ella, veinticuatro sillas, y en ellas sentados veinticuatro venerables ancianos vestidos de blanco y que tenían en su cabezas coronas de oro. Por este cielo (según la moral inteligencia de Lira) se entiende la militante Iglesia, por la silla de Dios la Iglesia romana, donde tiene su asiento el sumo pontífice como vicario de Cristo, y por los veinticuatro venerables ancianos los señores obispos en las sillas de sus obispados: “Caelum est Ecclesia militans, Dei sedes, Ecclesia Romana, inqua, sedet summus Pontifex, tamquam Christi Vicarius: viginti quatuor seniores, sunt omnes Episcopi, in suis sedibus, id est Episcopatibus”.306 La glosa expone que por estos veinticuatro ancianos se entienden los doctores de la católica Iglesia, que son sus ministros, predicadores y curas, 304. “Corona aurea super mitram ejus expressa signo sanctitatis, et gloria honoris: opus virtutis, et desideria oculorum ornata: corona de oro por encima de la tiara, inscripción del sello de consagración, prestigio de honor, obra magnífica, delicia de los ojos este adorno” (Ecclesiástico 45:12). 305. “También alrededor del trono había veinticuatro tronos; y sobre los tronos, veinticuatro ancianos sentados, vestidos de vestiduras blancas, con coronas de oro sobre sus cabezas” (Apocalipsis 4:4). Sobre la antigua atribución del Apocalipsis al evangelista Juan, véase la “Introducción” de Patxi Lanceros a su edición bilingüe del Apocalipsis o libro de la revelación, Madrid, Abada, 2018, passim. 306. Las categorías ecclesia militans y ecclesia triumphans son bien conocidas y están estrechamente relacionadas en el pensamiento eclesiológico medieval. Para Nicolás de Lira, por ejemplo, el cuerpo místico de Cristo es la Iglesia, que tiene dos estados: uno militante y otro triunfante (véase Scott H. Hendrix, Ecclesia in via, Leiden, E.J. Brill, 1974, p. 75. Aunque la cita de Diego Jaimes parece más bien tomada de Juan de Silveira, In Apocalypsim, p. 290).

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porque este número se compone de seis veces cuatro, y el número seis se refiere a las obras que hizo Dios en seis días, y el número cuatro a los cuatro sagrados evangelistas. Y porque las obras que hizo Dios en la ley natural creando el mundo, y las que hizo en la ley de gracia y evangélica reformándolo, las reverencian y explican, predicando y doctrinando, estos doctores y ministros de la Iglesia, se representan y significan en los veinticuatro venerables ancianos que, sentados en sus sillas, asisten y acompañan a la majestad soberana de Dios en el trono de su gloria: “Omnes Ecclesiae Doctores dicuntur viginti quatuor, quia hic numerus conficitur, per sex quatuor, sex, referuntur, ad opera, quae sex diebus, fecit Deus, quatuor verò, ad Evangelia: quia opera, quae in lege naturae, et in Evangelio fecit Deus, Doctores ipsi colunt et explicant”.307 ¿Qué mayor premio para los ministros y curas que, como doctores de la Iglesia, predican y enseñan, confiesan y doctrinan a sus feligreses? Y porque los sacerdotes se llaman presbíteros, esto es, ancianos, no en la edad sino en la honra y dignidad, y porque todos lo deben ser en la madurez, discreción y prudencia, en estos veinte y cuatro ancianos se representan todos los sacerdotes; porque así como aquellos tienen en el cielo su trono y silla, así estos en la Iglesia, por la potestad que tienen de ligar y de absolver, tienen también su trono y silla en el tribunal sagrado de la confesión sacramental. Y por eso usan el tener, como aquéllos, corona en la cabeza para denotar esta potestad de juzgar en trono, como jueces, y porque así antiguamente se usaba estar coronados, cuando juzgaban, en tribunal los jueces. De aquellos venerables ancianos, dice el sagrado texto, que tenían vasos de oro en las manos llenos de olorosos perfumes, que son las oraciones de los santos: “Habentes singuli fialas aureas plenas odoramentorum quae sunt orationes sanctorum”;308 esto es, los cálices y vasos sagrados en que los sacerdotes ofrecen a Dios sacrificio y, junto 307. “Todos los Doctores de la Iglesia dicen veinticuatro, debido a que el número se realiza a través de multiplicar seis por cuatro: seis, en relación con las tareas de Dios en seis días, y cuatro por los evangelistas; de modo que el Evangelio funciona en la ley de la naturaleza y en la de Dios” (Silveira, loc. cit.). 308. “et cum aperuisset librum quattuor animalia et viginti quattuor seniores ceciderunt coram agno habentes singuli citharas et fialas aureas plenas odoramentorum quae sunt orationes sanctorum: Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos” (Apocalipsis 5:8).

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con él, las oraciones de los fieles. Su adorno era unas vestiduras blancas: “Circum amiciti vestimentis albis”,309 que son las albas con que celebran los sacerdotes, cuyo candor significa la castidad y pureza que por voto deben tener y guardar, y con que entre todos los fieles y seglares han de aventajarse y resplandecer. Aquellos están en sus sillas muy cerca del trono de Dios y su silla en el cielo (“in circuitu sedis seditia viginti quatuor”), y los sacerdotes son los más llegados a Dios, así por la dignidad, pues hacen las veces de Dios en la tierra, como por la vida santa y perfecta que por su oficio, santo y perfecto deben tener; con que amando más que todos al Creador, tanto por amor con él se unan y traten en altísima contemplación que, como dice san Gregorio, lleguen a tener como aquéllos su asiento y descanso, muy vecino a Dios: “Thronum Dei iuxta positis sedibus ambiunt: quia qui prae ceteris conditorem diligunt, per altissimam conversationem ei vicinius requiescunt”.310 No solo tienen trono y silla muy cercanos al trono y silla de Dios, sino que están en su presencia con coronas de oro en sus cabezas (“et in capitibus eorum coronae”), en demostración de la bienaventuranza y gloria que en premio correspondiente a sus méritos felizmente gozarán. Mas ¿qué semejanza tiene la corona de oro con la bienaventuranza y gloria? Mucha y grande, porque siendo la corona de forma orbicular y redonda, carece de fin y denota la duración sin fin y eternidad de ese premio y de esa gloria, que en aquel reino coronados poseen y reinando gozan, dice san Buenaventura: “Regnantes autem coronas aureas habent in capitibus; rotunditas autem coronae, significat, illus regni aeternitatem”.311 Y según expone Ricardo, la corona que ahora traen en el mundo los sacerdotes, significados en aquellos veinticuatro ancianos coronados, es en esperanza de la que han de tener en el 309. “Et in circuitu sedis sedilia viginti quatuor: et super thronos viginti quatuor seniores sedentes, circumamicti vestimentis albis, et in capitibus eorum coronae aureae: También alrededor del trono había veinticuatro tronos; y sobre los tronos, veinticuatro ancianos sentados, vestidos de vestiduras blancas, con coronas de oro sobre sus cabezas” (Apocalipsis 4:4). 310. San Gregorio Magno, Commentarii in Librum I Regum, PL 079, 9-470. 311. Estos comentarios de san Buenaventura al Apocalipsis eran cita frecuente en la época: “A questo proposito dice pur bene S. Bonaventura: ‘A sapientia suos charissimos inebriat, et in patria regnare facit, dicens, per me reges regnant, regnantes autem coronas aureas habent in capitibus’” (Bernardo Fineti, Secondi riflessi di spirito, Venecia, por Francesco Valvasense, 1680, p. 248).

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cielo de gloria: “In capitibus habens coronas in mundo sperando, in caelo possidendo gloriam”.312 Ahora para el intento, exclama un grave y religioso expositor: “Unde ergo tanta exellencia, ut in conspectu Dei coronati super thronos sedentes appareant?”313¿De dónde les ha venido tanta excelencia, dignidad y honra, que lleguen a estar en el cielo sentados en trono, teniendo en la cabeza cada uno su corona de oro delante de la real majestad y presencia de Dios? ¿Puede haber dicha y felicidad que iguale a esta? Y responde a su bien fundada admiración y pregunta, oigan con atención la causa de tanta dicha los pastores y curas de almas para su consuelo, y para que fervorosos continúen con el trabajo y afán con que emplean sus fuerzas, salud y vida, doctrinando, predicando y enseñando a sus feligreses: “Tam praeclari meriti est fidem Christi praedicare, docere, ac doctrina defendere, ut illi deferatur sumus honos; ut proxime coram Deo cum corona aurea ac sede assistat”.314 De tan ilustre y esclarecido mérito es predicar y enseñar la fe de Cristo, y el defenderla con doctrina, que a quien en esta ocupación tan soberana se emplea se lo da en premio tan suma honra, loor, dignidad, reverencia y gloria, que le ponen y dan asiento en trono y silla, laureadas las sienes con corona de oro, muy cercano al trono y silla de Dios en el cielo. Y para que más se vea y se conozcan y procuren los méritos de tan apostólico ministerio, por cuyo medio se llega a poseer tan excesiva y soberana gloria, pondré aquí lo que hablando a este intento y exhortando a este empleo escribe en una carta pastoral a los pastores y curas de almas el ilustrísimo y excelentísimo señor don Juan de Palafox y Mendoza, dignísimo prelado y pastor de este obispado de la Puebla y ciudad de los ángeles, y virrey esclarecido de este reino y Nueva España; aquel que fue dechado de prelados y ejemplar de sacerdotes y curas, en el celo de la honra y gloria de Dios y de su Iglesia un profeta Elías, en lo benigno y piadoso un Moisés, en lo profundo y suave de su decir un Ambrosio, en el ingenio un Agustino, en la elocuencia un Crisóstomo, en la constancia un Atanasio, en la penitencia un Jerónimo, en la santidad un Gregorio, en la oración un Domingo y en la humildad un Francisco, aquel que enseñó y predicó con la vida, con la

312. Ricardo de San Victor, In Apocalypsim Joannis libri septem, PL 196, 747. 313. Silveira, In Apocalypsim, p. 210. 314. Loc. cit.

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palabra, con la obra y con la pluma; y, en fin, aquel de quien se espera que, atendiendo la Iglesia a sus méritos, a sus virtudes y santidad, lo honrará poniéndolo en el catálogo de sus Santos.315 Este, pues, en el tomo 6 de sus obras, y párrafo 8, de dicha carta, dice: ¿Qué premios no se reservan y prometen a los que sirven a Dios en este altísimo ministerio? Claro está que los mayores que pueden granjearse en esta vida. Ni la penitencia más rigurosa del más santo anacoreta, ni la soledad más abstraída del ermitaño más retirado y perfecto, ni la fatiga mayor del que visita en peregrinación los santos lugares, ni la mayor abstinencia, ni los más excelentes y heroicos actos del más fervoroso, ni la asistencia perpetua a los hospitales, ni las más abundantes limosnas a los pobres, ni todo cuanto se puede hacer por los hombres, aunque se haga esto por Dios, puede igualarse al mérito que causa en esta vida y a la gloria y corona que ha de causar en la eterna, el trabajo y la fatiga del cura que, con igual caridad que los referidos, lleva las almas a Dios, se las enseña, se las gobierna, se las guía, se las convierte y rescata de los lazos del demonio. La razón de esto es porque aquellas penitencias son buenas, santas, excelentes para el que las hace, pero los trabajos del beneficiado y del obispo y de cuantos gobiernan almas se enderezan a la suya y a las que tienen a su cargo, y trabajan inmediatamente los curas en lo que Dios trabajó, y se ocupan en aquello porque derramó su sangre, y procuran se logre su muerte y su redención y cooperan con Dios en ella, que es el mérito mayor.316

Para confirmación de esto, refiere luego el caso siguiente, y yo lo pongo aquí para remate y corona de este capítulo. Había un cura muy temeroso de Dios y devoto de san Juan Bautista, deseaba vivir con gran pureza en el alma; parecíale que le impedía para eso el ministerio y todas aquellas tribulaciones y tentaciones que ordinariamente

315. Juan de Palafox, hombre de gran habilidad política que ocupó el obispado de Puebla y también la sede virreinal de la Nueva España, fue centro y participante de grandes polémicas a lo largo de su vida pública; por ello es posible encontrar no pocos detractores tanto como aduladores o entusiastas partidarios de su persona y obra. Como se puede ver, Diego Jaimes puede contarse entre estos últimos. Entre las muchas obras que se han escrito sobre este ilustre prelado, véase el Estudio crítico. Juan de Palafox y Mendoza, de Gregorio Bartolomé Martínez (Madrid, Fundación Ignacio Larramendi, 2015). 316. Juan de Palafox, Carta pastoral y dictámenes de curas [...], Madrid, por Diego Díaz de la Carrera, 1656, fols. 41r-44r.

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le acompañan. Resolvió dejarlo por esta causa; despidiose de su Iglesia y secretamente se salió del lugar con intento de avisar después de haberse partido, porque no lo detuviesen. Caminaba y huía de su parroquia y ministerio; encontró un hombre en el traje y la presencia y en la hermosura del rostro, admirable y celestial, y le dijo: “¿A dónde vas? ¿Por qué dejas tus ovejas? ¿A qué aspiras? ¿Y qué temes?” El buen sacerdote conoció que era su gran devoto el bautista, y arrodillado le dijo: “no huyo de mis feligreses sino de las culpas y de los lazos y peligros que van envueltos en tan alto ministerio”. Y entonces el santo le respondió: “trabajos hay y peligros, pero a ellos suceden estas coronas; mira al cielo”. Alzó los ojos el sacerdote y vio tantas coronas en él que resultaban de cada una de las acciones de aquel alto ministerio que, admirado y persuadido, postrándose pidió perdón a Dios y a san Juan y se volvió a su parroquia, y con mayor fervor comenzó a servir y padecer y administrar a las almas de su cargo.317

De tan evidentes premisas y tan seguras promesas se sigue, por consecuencia legítima y verdadera, que los párrocos y curas que, como deben, cumplen diligentes y fervorosos con su ministerio apostólico, que méritos tan relevantes sin duda serán laureados con coronas de oro y gloria, en superior y alto trono, en la real corte del cielo, como se colige de todo lo dicho en este capítulo. Y para que todos la logren y lleguen a conseguirla, añadiendo nuevo esmalte de méritos a tal corona, se ponen en los capítulos siguientes las noticias y los avisos que la experiencia ha enseñado para la fructuosa administración en la enseñanza y doctrina y confesión sacramental de todos los indios que han sido y al presente son idólatras, con los géneros y modos que tienen de idolatrías, de sacrificios y supersticiones, que es el blanco a donde tira lo escrito en este tratado, con que se busca y desea la salvación de estas almas, el mayor culto, honra y gloria de Dios y aumento de la fe católica.

317. Ibid, fols. 44r-45r.

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C A P Í T UL O X I X De algunas noticias importantes y avisos necesarios para la buena administración de los indios idólatras a quienes todavía tiene engañados el demonio Común sentir es de todos el axioma que dice: “Experientia nos docet esse magistros”.318 Y aunque yo no lo soy, el uso y ejercicio de más de treinta años de administración me lo ha hecho ser; y porque, como dicen, la mejor ciencia es la experiencia, con esta tengo por fijos y ciertos los avisos siguientes, los cuales pongo aquí para que con esta noticia los ministros principiantes entren a trabajar en el jardín de la Iglesia, arrancando y destruyendo las espinas y los abrojos de los vicios y pecados que entre los miserables indios ha producido la idolatría (como se ha dicho), para que sacada esta raíz de la tierra de sus corazones, y quitándoles los ídolos que todavía tienen muchos y las supersticiones de que usan idolatrando en ellos, produzca la buena enseñanza y doctrina cristiana en sus almas convertidas las flores de virtudes y frutos de buenas obras que, con los fieles católicos y verdaderos cristianos, se hallan en abundancia con el riego celestial y rocío de la gracia que comunica Dios liberal a los que le sirven y adoran. Aviso primero. Que todos los ministros a quienes los señores arzobispos y obispos cometieron sus veces319 pueden absolver a todos los indios del crimen de la herejía, idolatría y apostasía in utroque foro;320

318. “La experiencia nos enseña a ser maestros”; variante de un proverbio bastante viejo: “In ambito latino, abbiamo spesso il topos dell’importanza dell’usus, inteso sia come esperienza individuale, sia come norma, uso, consuetudine. In Cicerone (Pro Rabirio Postumo, 4,9) compare Usus magister est optimus” (Renzo Tosi, Dizionario delle sentenze latine e greche, Milano, RCS Rizzoli Libri, 2017, s.v. “494. L’esperienza è l’inizio della conoscenza”). También está en Tácito: “el miedo y la experiencia les habían enseñado” (Historias, ed. de José Luis Moralejo Álvarez, Madrid, Akal, 1990, p. 314); y san Agustín lo introduce a la oratoria sagrada medieval, a partir de lo cual tuvo una larga vida. 319. Es fórmula cuasi-jurídica: “Dar uno sus veces a otro, poner a su cargo y cuidado la execución de algúna cosa. Viene del Latino Committere. RECOP. lib. 2. tit. 5. l. 73. Y que la información de lo susodicho, uno de los Oidores la reciba, sin la cometer al Escribano del Acuerdo. CHRON. DE S. FERN. cap. 23. Yo volveré y le diré lo que debe hacer, y prométame que hasta que yo vuelva no cometa ningúna cosa a él, ni a su gente. AMBR. MOR. tom. 1. fol. 209. Tal negocio como este no se cometa, sino a hombres fidelíssimos” (Aut., s.v., “Cometer”). 320. “En ambos fueros”, expresión latina usual en el Derecho Canónico que significa la inclusión tanto del fuero interno (el de la conciencia) como del externo (el judicial).

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porque los dichos señores arzobispos y obispos tienen, para dicho efecto, facultad y licencia en todas las Indias concedida por la santidad del sumo pontífice Gregorio XV.321 Lo cual ignoraba un ministro de cierto partido que había nueve años que estaba ministrando y me preguntó que si se confesaba con él algún indio idólatra si le podía absolver de este pecado, a quien respondí que sí por la razón dicha; y me hizo mucha lástima el oír esta pregunta, porque dicho partido estaba muy infestado de la infernal peste de la idolatría por ser aquella tierra de muchas montañas y serranías, que es el centro de ella, y porque de la pregunta se sigue o que dicho ministro no los absolvía de este pecado o los indios idólatras no se confesaban de él, callándolo como de ordinario lo hacen, que es lo más cierto. Aviso segundo. Si confesándose alguno de los indios idólatras dijere que alquiló algún rabí de la secta para sacrificar a los ídolos, puede el confesor en el acto de la confesión (aunque sea juntamente confesor y juez comisario)322 compeler al penitente a que denuncie en el fuero exterior al rabí que alquiló, ante el dicho confesor como a juez comisario, por ser este delito contra la pureza de la fe católica. Y esto es opinión y parecer de hombres muy doctos a quien tengo comunicado, y uno de ellos es el ilustrísimo señor doctor don Isidro de Sariñana y Cuenca, dignísimo obispo de Oaxaca. Para que preso y examinado dicho rabí descubra a otros y, por este medio, se remedie mucho de este daño y el gravísimo que causan estos rabíes

321. Se refiere a su bula Omnipotentis Dei (1623), la última que emitió la Santa Sede sobre brujería. 322. “La Inquisición y los tribunales eclesiásticos tenían funcionarios análogos, unos llamados jueces comisarios y los otros jueces eclesiásticos vicarios in capite, quienes ejercían jurisdicción delegada [...] Los jueces eclesiásticos y comisarios de la Inquisición operaban, al mismo tiempo, como jueces calificadores que enviaban el caso al foro correspondiente y como jueces comisionados que adelantaban los procesos tanto como sus superiores lo indicaran [...] Se trataba de funcionarios religiosos idóneos para estas tareas pues ante su feligresía eran, al mismo tiempo, curas párrocos, maestros, evangelizadores, confesores, consejeros, intermediarios con la potestad temporal, intermediarios culturales, promotores de usos y costumbres, supervisores de la fe y, además, jueces de pleno derecho en materia de fe y en materia de reforma de las costumbres que representaban dos foros de justicia” (Jorge E. Traslosheros, “Los indios, la Inquisición y los tribunales eclesiásticos ordinarios en Nueva España. Definición jurisdiccional y justo proceso. 1571-c.1750”, en su libro Los indios ante los foros de justicia religiosa en la Hispanoamérica virreinal, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010, pp. 54-55).

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y sacrificadores que es mandar a los que los alquilan con amenazas que, cuando se confiesen con los curas, que no les digan este pecado; y ellos, por su pusilanimidad y temor, los callan y hacen confesiones inválidas y sacrílegas, como yo he experimentado en la suma grande de confesiones generales que en el largo tiempo de mi administración he hecho, y también lo he reconocido por las declaraciones que han hecho en el fuero exterior todos los reos que he tenido presos por este delito de la idolatría. Aviso tercero. Que los confesores a los idólatras, sus feligreses, con especial cuidado les han de preguntar en la confesión si han cometido el pecado de la idolatría; porque si lo deja a que ellos ex propio motu323 lo hagan, ningún idólatra lo hará, por tenérselo así mandado sus rabíes como se ha dicho, y habiendo de esto experiencia y teniendo esta cierta noticia los confesores, no cumplirán con su conciencia ni con su ministerio los curas si no hacen esta pregunta. Y si la dejan de hacer por hacer muy de prisa las confesiones y despachar presto a los penitentes de su partido, una vez al año que, por cuaresma, los confiesa, no les excusa de pecado mortal el ilustrísimo señor obispo Montenegro, como lo dice en su Itinerario ad Parrochos, fundado en las palabras del Derecho (capítulo Omnis utriusque sexus de penitentia et remissione) que son las siguientes: “Confessor diligenter inquirat peccatoris et peccati circunstantias quibus prudenter intelligat quale debeat concilium et remedium ad hibere”.324 Y aunque hay opinión que el confesor no tiene obligación de preguntar al penitente, esto se entiende con los penitentes doctos y temerosos de Dios, mas no con los rústicos y zafios que no confiesan con concierto más de aquello que les preguntan, como lo son de ordinario los indios plebeyos; y más con los que maliciosamente y sin temor de Dios callan pecados, como son los indios idólatras de que hablamos. Y esta pregunta ha de ser con eficacia y con aprieto, aunque parezca

323. Otra expresión de corte jurídico que, como se sabe, significa hacer algo por libre y plena voluntad. 324. Es curioso que Diego Jaimes cite el Itinerario en latín, cuando que la princeps de este libro ya estaba en castellano (Madrid, por Joseph Fernández de Buendía, 1668). Hemos encontrado el lugar del Itinerario de donde ha sacado la cita latina del Derecho Canónico, aunque no en la princeps: Alonso de la Peña Montenegro, Itinerario para parrochos de indios en que se tratan las materias más particulares tocantes a ellos para su buena administración, León de Francia, por Joan-Ant. Huguetan, 1678, p. 509.

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importuno, como nos lo manda el apóstol san Pablo: “Insta oportune inportune argue obsecra increpa”. Y esto no de corrida y de prisa sino muy despacio, doctrinando con mucha paciencia y sufrimiento: “in omni pacientia et doctrina”.325 Porque, de no hacerlo así, se sigue el hacerle muchas confesiones inválidas y sacrílegas, como lo vi por mis ojos y toqué con mis manos, en lo que me sucedió con un ministro que, cuando yo comenzaba a ministrar y confesar de estos indios, me reprehendió diciendo que no fuera tan importuno en esta materia y que hiciera lo que él; y preguntándole qué era lo que hacía me respondió: “Yo les pregunto, ¿has idolatrado? No Padre. Pues pasa adelante”. Con este género de médicos y curas parece que habló cristo cuando por san Lucas dijo: “medice cura te ipsum”.326 Pues menos que curando en sí este mal y daño no podrá sanar a los que como cura y médico espiritual debe curar confesando, antes si los dejaba más enfermos; porque confesando yo después de esta reprehensión a los indios que él había confesado con su modo y estilo, por no ser importuno, hallé que habían hecho muchas malas confesiones callando este pecado de idolatría, y me vi obligado a confesarlos de nuevo haciéndoles revalidar todas las confesiones que en mucho tiempo habían hecho, que no fue de poco tiempo. Aviso cuarto. Para alivio de los que confiesan a los que han callado pecados y han hecho malas confesiones mucho tiempo, advierte el referido autor.327 Que si el indio con ignorancia invencible (no haciendo juicio de que anulaba la confesión) calló algún pecado, bastará confesar el pecado que calló, porque la buena fe y la ignorancia le excusan. Pero si conoció que, callando algún pecado, hizo confesión sacrílega, debe repetir y no solo decir lo que ocultó sino también todos los pecados que confesó en las malas confesiones. Y si el indio penitente fuere tan rústico y zafio que no se le pueden sacar en limpio todos los pecados que cometió y confesó en todo el tiempo que hizo malas confesiones, bastará que se confiese de los pecados que cometió aquel último año, y por él prudentemente juzgar los que cometería cada uno de los demás años; porque semejantes penitentes tienen un mismo 325. “praedica verbum insta oportune inportune argue obsecra increpa in omni patientia et doctrina: Predica la palabra; mantente dispuesto a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende y exhorta con toda paciencia y enseñanza” (2 Timoteo 4:2). 326. “Médico, cúrate a ti mismo” (Lucas 4:23). 327. De la Peña, op. cit., p. 493.

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modo y género de vida todos los años. Y siguiendo esta opinión, que es del padre Henríquez328 y de otros, preguntará cuántas veces se ha confesado sacrílegamente y, para más seguridad, si ha cometido otros pecados graves y deformes que no son tan ordinarios, como son del pecado incesto, nefando, bestialidad y homicidio. Y advierte Posevino que si el indio calló pecados cuando mozo y cuando se confiesa de todos es ya viejo, no tiene lugar esta opinión; porque no será prudencia igualar los pecados de un mozo con los de un viejo ni a la contra: “Hoc prudenter expendendum est, nan vix in venies, hanc uniformitatem, in Rustico juvene, in viro et in codem sene”. 329 Y así, en caso que haya pasado por todas estas edades callando pecados en las confesiones, podrá valerse para acertar el confesor de particulares preguntas para cada una de estas edades; porque claro es que en el pecado de la carne y de embriaguez no son iguales, y en los de idolatrías, hechicerías y supersticiones exceden los viejos a los mozos. Y nótese mucho acerca del pecado de la idolatría que no ha de preguntar absolutamente si ha cometido y callado el pecado de idolatría, o si es idólatra, porque no se conseguirá nada, sino con disimulo si han hecho algunos a unos, por el buen suceso de sus negocios y sementeras: ¿qué sacrificios hacen para esto?, ¿qué ídolos tienen?, y si han hecho alguna cédula al demonio. Y estas preguntas han de ser en la lengua materna de cada uno, y este modo y estilo de examen y preguntas se ha de observar en todos los géneros y diferencias que tienen de idolatrar y sacrificar, que se pondrán en el capítulo siguiente. Aviso quinto. Que entre los indios idólatras que hay en casi todos los pueblos en que yo he administrado, hay unos que son como maestros, ministros del demonio a quienes los demás siguen y obedecen, y son entre ellos como los rabíes entre los judíos; y aunque entre los idólatras y seguidores de esta secta son muy conocidos, no es fácil que los conozcan los curas, porque para disimular andan en lo exterior con sus rosarios al cuello que parecen buenos y fieles cristianos,330 y

328. Enrique Henríquez, Theologiae Moralis Summa [...], Salamanca, por Juan Ferdinández, 1591, p. 331. 329. Giovanni Battista Bernardino Possevino, De officio curati [...], Venecia, por Benedicto Milochum, 1676, p. 186. También lo trae Alonso de la Peña Montenegro en su Itinerario [...], p. 88. 330. O, como escribe Jacinto de la Serna en su Manual de ministros de indios: “una fingida bondad no solo es bondad, sino que es doblada malicia, quieren estos parecer

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en lo interior y a escondidas son los más finos idólatras, propiamente hipócritas, que son una cosa y parecen otra, y de aquellos falsos profetas de quien avisa Cristo nuestro señor por san Mateo que nos guardemos de ellos, pareciendo en lo exterior ser unas ovejas y en lo interior son unos lobos voraces y carniceros: “Attendite a falsis prophetis, qui veniunt ad vos in vestimentis ovium, intrinsecus autem sunt lupi rapaces”,331 que comen, pierden y condenan las almas de todos aquellos a quienes enseñan a idolatrar, y el modo y ceremonias con que han de sacrificar. Y estos ha mostrado la experiencia que son tan protervos, obstinados y rebeldes que no basta para ellos muchos años de predicación, ni el haberlos castigado públicamente en las puertas de las iglesias. 332 Y así, por el grave daño que hacen a los demás, se ha de poner grande cuidado en conocerlos, prenderlos y castigarlos, poniéndolos en una cárcel perpetua hasta que se conviertan o mueran, que es una de las principales diligencias para acabar con ellos, con sus ídolos, idolatrías y con tan maldita y perniciosa secta.

Christianos siendo verdaderos idólatras; usan traje de corderos, siendo lobos; quieren parecerse á los verdaderos Crisitianos, siendo verdaderos idólatras, queriendo las más veces en sus conjuros y curas, y supersticiones imitar los Ministros de la Iglesia, y usurparles sus oficios imitando en esto a Satanás” (en Ponce, op. cit., p. 449). 331. “Guárdense de los falsos profetas, que vienen a ustedes vestidos de ovejas, pero que por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7:15). 332. El Tercer Concilio Provincial Mexicano señala lo siguiente: “veda este sínodo que ninguno, de cualquiera condición que sea, use de agüeros, suertes, círculos o encantamientos para conocer los futuros contingentes, ni dé a nadie bebedizos para inducirle amor u odio; y de lo contrario sufrirán la pena de azotes, y serán castigados con coroza en señal de infamia pública; o multados en pena pecuniaria, según la calidad de las personas, de suerte que a arbitrio del obispo sea el castigo correspondiente a la gravedad de la culpa” (“Tercer Concilio Provincial Mexicano y Directorio para confesores”, en Pilar Martínez López-Cano (coord.), Concilios Provinciales Novohispanos. Época Colonial, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004: “De los hechiceros”, p. 242). Se castigaba a las puertas de las iglesias aun contra el mandato de la “Ley XVI” de las Leyes de Indias: “don Felipe III en S. Lorenzo a 5 de setiembre de 1620. Que cuando los indios fueren a misa las fiestas, no vayan las justicias a hacer averiguaciones con ellos a las puertas de las iglesias” (Recopilación de leyes de los reinos de las Indias, Madrid, Boix Editor, 1841, p. 4).

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C A P Í T UL O X X De dieciocho clases y modos de supersticiones, con sacrificios que usan y observan los indios idólatras de este reino Primera clase de los sacrificios que hacen los indios curanderos por los enfermos cuando los alquilan, que es lo más ordinario alquilarlos en sus enfermedades. Y en estos sacrificios concurren ordinariamente (fuera del pecado del sacrificio) seis circunstancias gravísimas: la primera es poner el ídolo junto al enfermo a quien se hace el sacrificio, sobre papeles de estraza que le sirven como de corporales, poniéndole a los lados copal para sahumar al ídolo; la segunda es ponerle al enfermo en las manos la ofrenda con que se sacrifica, que es una ave de castilla o de la tierra, y a esta misma le arranca la cabeza el sacrificador con cuya sangre rocía el ídolo y papeles de estraza; la tercera es hincarse de rodillas el sacrificador y el enfermo (si puede) y los circunstantes, delante del ídolo, haciéndole rogativa por la salud; la cuarta es ofrecerle sangre de sus lenguas, sajándoselas con puyas; la quinta es ponerle candela encendida al ídolo; la sexta es sahumarlo. A que se añade otra circunstancia más grave, que es mandar ayunar el sacrificador al enfermo y a todos los circunstantes en aquella casa (que todos son cómplices) siete noches y siete días,333 o seis noches y seis días, y ellos aceptan luego dichos ayunos que los hacen absteniéndose de cohabitar los maridos con las mujeres y las mujeres con los maridos dichas noches y días apartando cama. Y adviértase que fuera de dichos ayunos, que son pecados distintos porque el acto de uno no es el acto del otro, se deben declarar en la confesión, quitadas las dichas seis circunstancias que no se deben declarar (necessitate confessionis) sino solo ad cungruitatem confessionis, porque dichas circunstancias son anexas al sacrificio: “Sicut in copulla ilicita, sunt annexa oscula, tactus, etc.”; porque consultado sobre este punto el ilustrísimo y reverendísimo señor doctor don Manuel Fernández de Santa Cruz, nuestro prelado, lo resolvió así. La segunda clase de sacrificios que hacen es por el aumento y sanidad de sus ganados y aves de castilla y de la tierra, y estos los hacen 333. Para Óscar Martiarena, el ayuno “es una clave para identificar tanto a idólatras como a los que a ellos se acercan”; de modo que si un indio niega haber participado en actos idolátricos, tal vez no niegue haber ayunado (Martiarena, op. cit., p. 211).

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todos los años; y en los más de estos sacrificios que se siguen concurren las seis circunstancias arriba referidas, y en dichos sacrificios de ganados dan siete días y siete noches de ayunos, y ordinariamente entierran en medio de los corrales de dichos ganados el xuchitelmactli, que ellos llaman en mexicano, que es un papel de estraza cortado en forma de mano, con dedos o ramales, y muchos de ellos tienen la semejanza del demonio, porque es pacto con él para que les aumente sus ganados y aves de castilla y de la tierra.334 Tercera clase de sacrificios que hacen por los frutos nuevos todos los años, y estos los hacen en casas o en las sementeras y dan en ellos siete noches y siete días de ayunos; y este sacrificio y todos los demás hacen en la forma que arriba está referida, poniendo los ídolos sobre los papeles de estraza y rociándolos con sangre.335 Cuarta clase de sacrificios que hacen por los pulques nuevos, y estos los hacen en todas las veces que quiebran magueyes, que al año los quiebran seis o siete veces conforme tienen, y en ellos dan inviolablemente cuatro noches y cuatro días de ayunos.336 Quinta clase de sacrificios que hacen por las casas nuevas, y estos los hacen todas las veces que hacen casas nuevas, y aun se ha visto que muchos los hacen aunque el ministro de Dios haya bendecido dichas casas, y en estos sacrificios ordinariamente dan trece noches y trece días de ayunos aunque otros suelen variar el número de dichos ayunos, que unos dan más y otros menos pero, aunque varían el número de los ayunos nunca varían la sustancia que es sacrificar. Sexta clase de sacrificios que hacen por tierra nuevas, y estos los hacen todas las veces que rompen tierras nuevas para hacer sus sementeras, sin reservar ninguna, aunque sea de su beneficiado; porque en 334. El obispo de Antequera (hoy Oaxaca), Eulogio G. Gillow, registra al respecto lo siguiente: “Undécima clase de sacrificios, que hacen al demonio en sus ídolos por la salud, cuando están sanos y le otorgan cédula de darle sus almas por ella, y llaman á dicha cédula en mexicano xuchitelmactli, y en la lengua chocha Imacengni, salpicándola y rodándola con sangre de aves y de sus lenguas en lugar de letras, por no saber escribir” (Apuntes históricos, Ciudad de México, Imprenta del Sagrado Corazón de Jesús, 1889, pp. 83-84). 335. Una ceremonia bastante extendida, no solo en Mesoamérica (véase el trabajo de Gabriel Pacheco Salvador sobre esta ceremonia entre los huicholes: Yuimákwaxa. Ceremonia de los primeros frutos tiernos, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2019). 336. Véase Patrick Johansson, “Totochtin incuic Tezcatzoncatl: un canto para las primicias del pulque nuevo”, Estudios de Cultura Náhuatl, 26 (1996), 69-97.

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una ocasión les mandé sembrar una milpa337 para ayuda del gasto de casa y, aún con ser mía dicha milpa, sacrificaron a escondidas, como lo vine a averiguar después de pasado tiempo. Y en estos sacrificios, ordinariamente dan trece noches y trece días de ayunos. Séptima clase de sacrificios que hacen por las lluvias,338 y estos hacen en todos los años (una vez cuando menos) alquilando sacrificadores por el tiempo de carnestolendas o después, y en estos ordinariamente dan trece noches y trece días de ayunos y concurren ordinariamente las seis circunstancias arriba referidas, que son muy ordinarias en todos los sacrificios, como está referido. Octava clase de sacrificios que hacen por la planta nueva de magueyes,339 que si dicha planta es en esta tierra nueva hay sacrificio, y si no es tierra nueva no le hay, y en estos ordinariamente dan cuatro noches y cuatro días de ayunos. Nona clase de sacrificios que hacen por jornadas largas, cuando van a negocios o pleitos a México o a otros lugares lejos, y en estos ordinariamente dan cuatro noches y cuatro días de ayunos. Décima clase de sacrificios que hacen cuando cortan puntales, quiotes y otras maderas para hacer casas, y en estos ordinariamente dan cuatro noches y cuatro días de ayunos, aunque otros varían el número en que sean más: porque si no los hacen en esta y en las demás clases referidas y por referir en este tratado —dicen- que se han de enojar sus dioses y que los han de matar rayos o que les morderán víboras, se ahogarán o los arrastrará un caballo, y con estos espantajos frívolos los compelen los sacrificadores a que hagan dichos sacrificios y ayunos. Undécima clase de sacrificios que hacen al demonio en sus ídolos por la salud, cuando están sanos, y le otorgan cédula de darle sus almas por ella; y llaman a dicha cédula en mexicano “xuchitelmactli”, y en la lengua chocha “buncenggui”, salpicándola y rociándola con sangre de aves y de sus lenguas, en lugar de letras, por no saber escribir. La cual he hallado en todos los sacrificadores que he tenido presos, porque

337. México y Centroamérica: “Terreno  dedicado  al  cultivo  del  maíz  y  a veces de otras semillas” (DLE, s.v. “Milpa”). 338. Véase Johanna Broda, “El mundo sobrenatural de los controladores de los meteoros y de los cerros deificados”, Arqueología Mexicana, 91 (2008), pp. 36-46. 339. Véase Enrique Martínez Vargas y  Ana María Jarquín Pacheco, “Ofrendas a Mayáhuel, diosa del maguey, en Zultepec-Tecoaque”,  Arqueología Mexicana, 57 (2014), 32-35.

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me las han entregado (que han sido muchísimas) y han declarado que las han hecho siempre y dado en todas las cosas que sacrificaban. Y el modo que he tenido para que las echen de sí, las quemen y se aparten de ellas, es haber reprehendido en las pláticas y sermones ásperamente dicha superstición, con que he experimentado el fruto de que muchos las han quemado y echado de sí. Y en estos sacrificios ordinariamente dan siete noches y siete días de ayunos, aunque otros dan cuatro noches y cuatro días. Duodécima clase de sacrificios que hacen cuando conciertan o tratan casamientos los padres del contrayente. Ofrecen sacrificio para ablandar y disponer los corazones de los padres de la contrayente, y que se persuadan a dársela; y en estos sacrificios ordinariamente ayunan los padres del contrayente cuatro noches y cuatro días de ayunos para dicho efecto. Décima tercia clase de sacrificios que hacen en los partos difíciles y trabajosos de las mujeres, especialmente primerizas, a quienes ponen un ave en la mano para la ofrenda; y cuando la mujer es primeriza mandan ayunar trece noches y trece días, y si no es primeriza cuatro noches y cuatro días.340 Decimocuarta clase de sacrificios que hace cuando salen al primer baño de paridas, y en estos ordinariamente dan cuatro noches y cuatro días de ayunos. Decimoquinta clase de sacrificios que hacen cuando se levantan de paridas; y en estos, ordinariamente, si el parto es de varón siete noches y siete días de ayunos, y si es de hembra seis noches y seis días de ayunos. Decimosexta clase de sacrificios que hacen cuando hacen baños nuevos para bañarse, y en estos ordinariamente dan trece noches y trece días de ayunos.

340. “También aprovechan [los baños] a las preñadas que están cerca del parto: porque ahí las parteras les hacen ciertos beneficios para que mejor paran. También aprovechan a las recién paridas para que sanen y para purificar la leche” (Sahagún, op. cit., p. 332 apud Edelmira Linares, “El baño de temazcal. Una tradición que ha sobrevivido en el México moderno”, en Brigida von Metz, coord., La relación hombre-naturaleza, Ciudad de México, CIESAS/Siglo XXI, 2012, p. 157). Véase también Berenice Alcántara Rojas, “Miquizpan. El momento del parto, un momento de muerte. Prácticas alrededor del embarazo y parto entre nahuas y mayas del Posclásico”, Estudios Mesoamericanos, 2 (2000), 37-48.

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Décima séptima clase de sacrificios que hacen cuando alguno tiene enemiga341 con otro, que alquila al hechicero sacrificador para que lo enhechice, y en estos sacrificios dan los sacrificadores siete noches y siete días de ayunos, aunque otros varían este número. Décima octava clase de sacrificios que hacen todos los años al ídolo de la comunidad, que ordinariamente tienen muy escondido en montes y bosques cerrados, y dichos sacrificios hacen ordinariamente de noche, en el monte o en su mismo pueblo (si no hay vecindad de españoles) antes o después que celebran la fiesta titular de su pueblo, y en dichos sacrificios asiste mucha o la mayor parte del pueblo, con embriagueces y bailes delante del ídolo, y en dichos sacrificios no se sabe determinadamente las noches y días que dan de ayunos, que nunca los pueden dejar de dar. Y adviértase que muchos de los que no son sacrificadores tienen sus ídolos particulares a quienes sacrifican en todas sus necesidades alquilando sacrificadores para ello; y los dichos sacrificadores ordinariamente tienen dos géneros de ídolos: unos chiquillos, en sus cajas, tenates342 o petaquillas, con que siempre usan sacrificar en las funciones a que los alquilan; y otros grandes que tienen escondidos en los montes, y cuando en las prisiones que he hecho en ellos se han visto apurados sobre la entrega de sus ídolos, no entregan los chiquillos con que sacrifican de ordinario sino los grandes. Y con esto escapan los chiquillos, y de esta manera se me escaparon a mí muchos, hasta que habiendo reconocido su ficción los apretaba sobre la entrega de unos y otros ídolos, y entonces los entregaban. Y esto me consta por experiencia larga con todos los que he tenido presos, que han entregado dichos dos géneros de ídolos a fuerza de buena diligencia.

341. “Lo mismo que Enemistad. Latín. Inimicitia. Simultas. PART. 1. tit. 9. l. 38. Manda que quantos tan grande enemíga como esta ficieren, que no los sotierren nunca jamás en la sepultúra de la Eglésia. MARIAN. Hist. Esp. lib. 1. cap. 8. Los hijos tienen por [iii.460] grande hazaña proseguir la enemíga de sus padres” (Aut., s.v., “Enemiga”). 342. “Canasto de palma que se usa principalmente para transportar comestibles” (Diccionario del Español de México, [en adelante: DEM], s.v. “Tenate”.

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C A P Í T UL O X X I De otras nueve clases y modos que tienen de supersticiones sin sacrificios Primera clase de supersticiones que hacen imponiendo insignias y nombres del demonio a las criaturas en sus nacimientos, ordinariamente antes del bautismo de la Iglesia y algunas veces después; y dichas insignias hacen atándoles hilos de algodón en los brazos y piernas a las criaturas y echándoles agua en la cabeza, invocando al demonio diciendo: “ven demonio, ayuda a esta criatura”, imponiéndoles nombres conforme a la hora en que nació, diferentes a los que nacen por la mañana y diferentes a los que nacen a medio día y diferentes a los que nacen de noche.343 Que uno de tantos nombres como les imponen en la lengua chocha es llamarle “xronkaja”, si es varón, y si es hembra “tenchi”, que son nombres incógnitos en dicha lengua, que no tienen significación.344 Segunda clase de superstición es que hacen (y es muy ordinario y cosa que sucede frecuentísimamente) que todas las veces que se les pierde alguna cosa o que tienen algún cuidado, como es saber de un enfermo, si ha de vivir o morir o si tienen algún pleito, saber si han de vencer o no, alquilando sacrificador adivino para que les adivine por arte del demonio el suceso que han de tener, diciéndole al adivino, si es en la lengua mexicana: “xineht lat lamachihuilli”, que quiere decir “adivíname”, y si es el la lengua chocha: “torchu haxina”, que también quiere decir “adivíname”. Y en mexicano llaman al adivinador “tlamattini” y en la lengua choca “ichichago”; y el modo de adivinar es

343. Miguel Pastrana afirma que el ritual del bautismo se realizaba al amanecer: “se reunía a los parientes de la criatura y a la partera, ésta solicitaba un lebrillo nuevo con agua, a continuación levantaba al niño con ambas manos y se colocaba en dirección de la salida del sol, entonces recitaba oraciones a Quetzalcóatl y Chalchiutlicue en las que daba la bienvenida al infante y se daba gracias a los dioses” (Entre los hombres y los dioses. Acercamiento al sacedocio de calpulli entre los antiguos nahuas, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2008 [“Serie Cultura Náhuatl. Monografías”, 30], p. 140). 344. Jacques Soustelle precisa que “Los ritos del bautismo [no el cristiano] eran ejecutados no por el adivino, sino por la comadrona. La ceremonia comprendía dos partes: el lavatorio ritual del niño y la imposición del nombre” (La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la Conquista, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1956, p. 157).

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medirse del codo a la mano, o refregándose las palmas de las manos, invocando al demonio, para que les haga saber por señales lo que desean saber. Y otros adivinan con cierto número de maíces345 que tiran en el suelo y otros con cajetes de agua.346 Tercera clase de supersticiones, que es costumbre en ellos alquilar a los sacrificadores para que sahúmen a los enfermos, niños y adultos, invocando al demonio con palabras supersticiosas por su salud. Unos mandan ayunar cuatro noches y cuatro días, y otros no lo mandan. Cuarta clase de supersticiones que hacen y tienen costumbre de hacer cuando están enfermos, que alquilan a los sacrificadores curanderos para que los chupen invocando al demonio por su salud con palabras supersticiosas. Unos mandan ayunar, otros no. Quinta clase de supersticiones que hacen los parientes por sus difuntos cuando mueren chicos y grandes; ayunan nueve noches y nueve días si es adulto el difunto, y si es párvulo siete noches y siete días. Sexta clase de supersticiones que hacen, que es lavar los cuerpos de sus difuntos347 y enterrarlos con los instrumentos que usaban en su trabajo cuando eran vivos, y unos dan por razón que los necesitan 345. “el uso de semillas de zea mays, en particular con el método de arrojarlas y decodificar las combinaciones que generan los granos una vez que se han esparcido, [...] no era una práctica exclusivamente mesoamericana. En realidad, este método de adivinación, que en cierto sentido puede denominarse  boleomancia,  se encuentra en una gran cantidad de culturas; el objeto arrojado varía pero en todos los casos se le confiere un significado a las formas que adoptan dichos objetos al caer sobre una superficie cualquiera o un receptáculo determinado” (Yolotl González Torres, “La adivinación por medio del maíz”, Estudios de Cultura Náhuatl, 48 (2014), p. 213). 346. El cajete es una “Cazuela honda y gruesa sin vidriar” (DLE, s.v. “Cajete”). Guy Stresser escribe lo siguiente: “se hizo una sesión de adivinación arrojando pedacitos de copal en un cajete lleno de agua, lo que permitió verificar que la ceremonia era bien recibida en lo alto” (El sol-dios y Cristo: la cristianización de los indios de México vista desde la Sierra de Puebla, tr. Roberto Rueda y Arturo Vázquez, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2013, p. 78). 347. Al parecer no solo se trataba de una costumbre náhuatl; también los mayas la practicaban: “En Guatemala, según las fuentes, los cadáveres de los señores eran purificados y lavados con cocimiento de yerbas y flores aromáticas, vestidos ricamente e inhumados con sus joyas, plumas y otros adornos, dentro de una gran olla, que se depositaba en un agujero con las demás ofrendas. Aquel recipiente se tapaba con una laja, y sobre la fosa se construía un túmulo con la efigie del desaparecido” (Mercedes de la Garza, “Ideas nahuas y mayas sobre la muerte”, en Elsa Malvido, Grégory Pereira y Vera Tiesler, eds., El cuerpo humano y su tratamiento mortuorio, Ciudad de México, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2014, p. 14).

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para trabajar con ellos en el infierno,348 y otros dicen que en el infierno está una demonia que en chocho llaman “nchrininchri” y que esta, a los que se entierran con dichos instrumentos, no atormenta allá, pero a los que se entierran sin ellos los atormenta mucho. Séptima clase de supersticiones que usan todas las veces, que en las fiestas bailan el caballo de Santiago.349 El que lo baila le manda echar maíz y agua, y ponerle candela encendida y sahumarlo, y lo mandan velar a los bailadores aquellas noches porque no se meta el santo en él y se les huya con las ropas que alquilan; y manda ayunar cuatro noches y cuatro días. Y estas supersticiones, que por su naturaleza son pecados mortales, son muy usadas en todo este obispado y arzobispado de México; porque así me lo declararon en una ocasión que se me descubrió este delito todos los indios que cogí en él en este partido, a quienes castigué por ello. Y es muy verosímil que hagan también dichas supersticiones con sacrificios, aunque en la ocasión que los castigué por ellas (que las confesaron llanamente) no lo pude averiguar. Octava superstición, que es muy asentada en todas las casas que sacrifican los sacrificadores (que son muchas al cabo del año), mandan a los cómplices que jamás se confiesen sacramentalmente de dichas supersticiones porque les ha de suceder mal. Y este mandato observan los cómplices, inviolablemente, como lo han declarado todas las veces que han estado presos; de donde se sigue que no hace falta Lucifer para condenar almas donde está un sacrificador de estos. Y nótese que la substancia de estas supersticiones corre en tierra fría y en muchas partes del reino, aunque varíen en el modo en algunas partes pero no varían en la substancia. Aunque en tierras calientes pasa a más otro género de supersticiones que usan, en que tienen pacto con el demonio que les hace creer trastornándoles el entendimiento que sucede, como cuando uno sueña que ve visiones y en lo físico y real no hay nada, que se convierten en naguales, leones, toros, etc. Y esta conversión es falsa y contra toda filosofía y, aparente, por tener el juicio

348. Hablar del Mictlán (el mundo de los muertos en la cosmovisión nahua) como si se tratase del infierno cristiano es una muestra más de esa constante labor de traducción cultural que los evangelizadores y extirpadores realizaron sobre las religiones prehispánicas. 349. Véase el artículo de Ana Sulai Capponi, “El culto de Santiago entre las comunidades indígenas de Hispanoamérica: símbolo de comprensión, reinterpretación y compenetración de una nueva realidad espiritual”, Imaginário, 12-13 (2006), 249-277.

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trastornado; y si tal vez sucede, como algunos arguyen, que mata un tirador un león y que luego se halla muerto el indio en su casa, herido en la misma parte que lo está el león,350 a que se ha de responder que el demonio pone aquel verdadero animal para que le tiren y lo maten, y luego instantáneamente pasa él y mata al indio que tiene hecho el pacto con el demonio, permitiéndolo así Dios en castigo del pecado con que se entregó al demonio y renunció a Dios. Y esto se ha de responder a todos los demás casos semejantes a este, porque están dejados de la mano de Dios los que obran de esta manera. La nona superstición que hacen es que al octavo día de muertos sus difuntos, que llaman el “chicometilis”, y celebran este día con pulques y otras cosas y con asistencia de los cantores;351 porque dicen que ese día se va el alma a descansar, saliendo del lugar en que murió. A que se junta que suelen poner un santo crucifijo bocabajo, en que se conoce que esta superstición es contra la fe, porque necesita el ministro velar y tener siempre sumo cuidado con semejante día. Y es mucho de notar que, de todos los sacrificios y supersticiones hasta aquí referidas, consta de los idólatras que jamás invocan ni 350. Recuérdese el caso de mentalidad supersticiosa que cita Solange Alberro, ocurrido por esos años en los alrededores de Acapulco: un hombre es puesto preso por haber matado un caimán en el momento en que una anciana moría cerca de ahí; no es que fuese delito matar caimanes, sino que la anciana gritó, en el momento de su muerte, que la mataba aquel que mataba el caimán, y esta sola afirmación —junto a la fama de hechicera que la anciana tenía— fue suficiente para considerar al señalado como sospechoso mayor. La acusación podía apoyarse tanto en la probabilidad de una manifestación del nahual de la hechicera, pues seguía viva la creencia indígena en la doble alma de ciertas personas poderosas (una alma humana y otra animal), tanto como de la antigua costumbre europea de atribuir a las brujas el poder de transformarse en animales; en cualquier caso ello muestra entre otras cosas el valor jurídico que podía tener una creencia popular, pues la propia autoridad la acepta como base de la prueba para procesar al inculpado (Solange Alberro, Del gachupín al criollo. O cómo los españoles de México dejaron de serlo, Ciudad de México, El Colegio de México, 1997, p. 105). 351. “El noveno día, se considera que el difunto debe ya abandonar definitivamente su antigua morada, y para ello se realiza el rito del ‘levantamiento de la cruz’. Según el prólogo del devocionario seguido por los rezanderos, ya en el siglo V San Martín había querido morir en el suelo, en la mortaja tendida sobre una cruz de ceniza, y posteriormente, San Luis Ludovico y Enrique III habrían observado este ritual. Pero hay que tener en cuenta que aquí, antes del cristianismo, en el octavo día, llamado ‘chicometilis’, se celebraba la salida del difunto del lugar donde murió para emprender su viaje con pulque, comida y cantores” (Enrique Marroquín, La cruz mesiánica. Una aproximación al sincretismo católico indígena, Ciudad de México, Palabra Ediciones, 1999, pp. 190-191). En realidad, Chicometiliztli significa “unidad de siete (días)”.

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piden a Dios cosa ninguna de esta vida ni de la otra, sino solamente al demonio; por donde conocidamente están excluidos del reino de Dios, como lo testifica el apóstol san Pablo en la Carta a los corintios, capítulo 6, por las palabras siguientes: “neque idolis servientes regnum Dei possidebunt”,352 y san Juan en el 21 de su Apocalipsis: “veneficis et idolatris et omnibus mendacibus pars illorum erit in stagno ardenti igne et sulphure quod est mors secunda”.353 Y siendo tantos los miserables indios que siguen esta secta, no hay que espantar que la majestad de Cristo señor nuestro revelase a su querida esposa santa Brígida aquellas palabras referidas en su libro I, capítulo 29, en que dice: “Abyssus illa insatiabilis semper aperta est, in quam animae descendunt sicut nix de caelo in terram”.354 Luego, para obviar sus curas y rectores tan grandes y tan conocidos daños e inconvenientes, deben poner grandísimo remedio; y el que lo puede poner y no lo quiere hacer comete grave pecado, y el señor tomará venganza de él como queda dicho del capítulo 3 de Ezequiel: “Sanguinem autem eius de manu tua requiram”.355

352. “sed vos iniuriam facitis et fraudatis et hoc fratribus an nescitis quia iniqui regnum Dei non possidebunt nolite errare neque fornicarii neque idolis servientes neque adulteri  neque molles neque masculorum concubitores neque fures neque avari neque ebriosi neque maledici neque rapaces regnum Dei possidebunt: Sin embargo, ustedes hacen injusticia y defraudan, ¡y esto a los hermanos!  ¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se engañen: que ni los inmorales sexuales ni los idólatras ni los adúlteros ni los afeminados ni los homosexuales ni los ladrones ni los avaros ni los borrachos ni los calumniadores ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:8-10). 353. “timidis autem et incredulis et execratis et homicidis et fornicatoribus et veneficis et idolatris et omnibus mendacibus pars illorum erit in stagno ardenti igne et sulphure quod est mors secunda: pero, para los cobardes e incrédulos, para los abominables y homicidas, para los fornicarios y hechiceros, para los idólatras y todos los mentirosos, su herencia será el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8). 354. En realidad, el pasaje que resume el extirpador se encuentra en el capítulo 20 del libro segundo de las Revelaciones de Santa Brígida: “Secundo, quod abyssus illa insaciabilis, cui non lapides, non arbores resistunt, semper aperta est, in quam animae descendunt sicut nix de caelo in terram: La segunda es que el foso sin fondo, contra el cual ni rocas ni árboles sirven de nada, permanece siempre abierto. Almas descienden dentro de él como la nieve cae del cielo a la tierra” (Santa Brígida, op. cit., p. 88). 355. “si me dicente ad impium impie morte morieris non fueris locutus ut se custodiat impius a via sua ipse impius in iniquitate sua morietur sanguinem autem eius de manu tua requiram: Si yo digo al impío: ‘Impío, morirás irremisiblemente’, y tú no hablas para advertir al impío de su camino, el impío morirá por su pecado; pero yo demandaré su sangre de tu mano” (Ezequiel 33:8).

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C A P Í T UL O X X I I De cómo se ha de conocer entre los indios idólatras el que es sacrificador o alquilante, y de cuántos pecados cometen el sacrificador y cada uno de los cómplices en los sacrificios que hacen al demonio Por la mayor parte, muchos de los indios viejos ordinariamente son sacrificadores, y también hay muchos mozos que lo son. Y para reconocer cuál de ellos es sacrificador se les ha de hacer en la confesión la pregunta siguiente, en mexicano: “¿Quezqui tonalli ihuan quezqui yohualli otiquinnahuati yehuantin omozahuazquia ihcuac otiquinhuenchihuili in iztlacathetheo uel in tlacatecolotl ipampa inchicahualiztli?356 Y si lo niega, que es lo ordinario, con astucia y cautela se le ha de hacer la misma pregunta y repreguntas, mutatis mutandis en otra cualquiera clase de las diez y ocho que están referidas, que confesándose que ha mandado ayunar ya se reconocerá que es sacrificador, porque los que no lo son sino alquilantes estos no mandan ayunar sino que ayunan los días que manda el sacrificador, con quien (constando por dicha respuesta que lo es) se debe hacer con él distinto examen que con los alquilantes, porque siempre son más los pecados del sacrificador que de dichos alquilantes y demás cómplices. Verbigracia, alquilan los dueños de una sementera al sacrificador para que sacrifique al demonio por los frutos nuevos, que son elotes, calabazas, ejotes, etcétera; y pongamos caso, que sean diez personas a quienes mandó el sacrificador que todas ayunasen, a siete noches y siete días: en este caso cada uno de los alquilantes y cómplices cometió quince pecados, los catorce de los catorce ayunos (porque el acto del uno no es el acto del otro), y el decimoquinto pecado del sacrificio a que asistió; y el sacrificador cometió en dicho sacrificio diez y seis pecados, los catorce de los catorce ayunos (porque el también ayuna de por sí en cada uno de los sacrificios que hace), y los otros dos pecados al cumplimiento de los diez y seis el uno es del sacrificio que hace al demonio, y el otro del escándalo general mandando ayunar a los circunstantes que no es más de un pecado salvo si les manda que no se confiesen sacramentalmente de aquel pecado. Porque, en este caso, 356. “¿Cuántos días y cuántas noches les mandaste ayunar cuando ofreciste ofrendas a los ídolos o al demonio para su fortalecimiento?”.

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cometerá otro pecado más que harán diez y siete, porque ya será de otra especie, que es sacrilegio; pero en caso que a dichas diez personas no les mande esconder en la confesión aquel pecado, no es más que un pecado mandarles ayunar a todas diez. Y aunque el padre Vázquez lleva y tiene por opinión que son diez pecados distintos, porque tiene por los objetos diez malicias número distintas, ac per consequens que se han de confesar como diez pecados distintos. Con todo esto el padre Suárez lleva la opinión contraria en la materia De poenit. dis. 202, sess. 5, a num. 34,357 donde dice que es un solo pecado; y en orden a la práctica y sacramento de la penitencia, dice y juzga el cardenal Lugo en la materia De poenit. Disp. 16, sess. 3, n. 133, 358 que de ninguna manera se ha de obligar a los fieles a que por razón de las malicias objetivas confiesen como diez el pecado, ut in casu proposito;359 y la razón se toma del santo Concilio Tridentino que, habiéndonos puesto precepto de confesar los pecados, declarando su número y especie, no se halla en él precepto alguno de confesar las malicias que forte in singulis peccatis reperiuntur,360 por no llenar de escrúpulos y perplejidades las conciencias de los penitentes y de los confesores. La cual razón sigue y muestra largamente el padre Tamburino, en el tratado de Methodo expeditae confessionis, capítulo 1 § 9, número 38; y, entre otros muchos illatos361 que saca de su doctrina, dice así en el número 64: “Qui suo unico actu peccaminosso scandalum est aliquibus, seu occasio peccandi ne sit solicitus, explicare numerum astantium; satis enim habebit ex Lugo n. 135. si dicat: fui semel multis occasio peccandi, meo malo exemplo”.362 Y del mismo parecer es fray 357. Francisco Suárez, De poenitentia, Ebora, Typographia Academiae, 1678, p. 618. 358. Juan de Lugo, Disputationes scholasticae, et morales, de virtute, et sacramento poenitentiae (Lugduni, Jacobo y Petro Prost, 1638, pp. 324 ss.), tratado también conocido como De poenitentia. 359. “Como es el caso”. 360. “Que pueden encontrarse en cada uno de los pecados”. 361. “Alius alia causa illata. Cés. Dando uno una razón, otro otra” (Vicente Salvá, Diccionario Latino-Español, Paris, Librería Garnier, 1868, s.v. “Illatus”). Puede valer, entonces, por “razonamientos”. 362. Tomaso Tamburini, jesuita sometido a proceso inquisitorial y condenado por Inocencio XI debido a su posición probabilista, publica su Methodus expeditae confessionis en Roma (1645); trae la cita en las páginas 82-83 de la edición de Colonia (por Johanem Busaeum, 1658). De dicho libro, Foucault escribe: “un manual de confesión de la primera mitad del siglo xvii, que fue redactado por Tamburini y se llama Methodus

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Leandro del Santísimo Sacramento: título 1 De Sacram. tract. 5, disp. 8 §. 3, q. 91.363 Bonacino (disp. 2, q. 4. punt. 2. tom. 2) dice: Nono sunt tot, numero peccata, quot sunt objecta, circa quae unus, et idem actus, eodem tempore versatur, Ratio est, quia quando est unum solum objectum, circa quod versatur, unus actus, est unum tantummodo peccatum: ergo etiam, est unum tantummodo peccatum, quando unus, et idem actus versacur simul circa plura objecta eiusdem rationis: nam hæ omnia objecta vieem unius gerunt.364

Verbigracia, un capitán de ladrones manda simul et semel a diez compañeros suyos le acompañen en ir a hacer un robo; en este caso el capitán no cometió más que dos pecados, el uno del robo y el otro del escándalo general, y cada uno de los compañeros su pecado distinto. Así mismo, en el sacrificador que sacrificó al demonio y mandó a diez compañeros que ayunara cada uno a siete noches y siete días, cada uno cometió quince pecados: los catorce de las siete noches y siete días de ayunos, y el otro del sacrificio a que asistió. Y el sacrificador cometió un pecado más, que son los diez y seis: los catorce de los catorce ayunos, porque también él ayuna de por sí, y los otros dos al cumplimiento de los diez y seis, el uno es del sacrificio y el otro del escándalo general con que mandó ayunar a los diez compañeros. Y así mismo se ha de filosofar, en cada una de las diez y ocho clases arriba referidas, subiendo o bajando el número de los pecados conforme al número de ayunos. En las tres clases de sacrificios que están arriba referidas, que hacen por tierras nuevas y por casas nuevas, y por lluvias después de hecho el sacrificio, en cada una de dichas clases siempre manda el sacrificador a los cómplices ayunar en cada uno de dichos sacrificios, trece noches y trece días, y cada uno de dichos cómplices ayuna dichas noches y días. expeditae confessionis (por lo tanto, si no me equivoco, un método para la confesión rápida, expeditiva), encontramos el detalle de lo que podía, de lo que debía ser una buena confesión en relación con el sexto mandamiento consiguiente” (Los anormales, tr. Horacio Pons, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, p. 202). 363. Leandro del Santísimo Sacramento, Quaestiones morales theologicae, Lugduni, por Juan Couronneau, 1654, p. 203. 364. Martin Bonacino, Opera omnia, Lugduni, por Antonio Chard, 1628, pp. 112113. No es cita textual, sino resumen de la “Segunda proposición”.

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En este caso, el cómplice comete 27 pecados, los 26 de los 26 ayunos y el otro, al cumplimiento del 27, del sacrificio a que asistió; porque el acto de un ayuno no es el acto del otro ayuno, y secundum omnes D. D. tot sunt peccatae, quot sunt actus voluntatis moraliter interrupti.365 Y en dicho caso el sacrificador comete veinte y ocho pecados en cada uno de dichos sacrificios, los veinte y seis de los veinte y seis ayunos (porque también él ayuna de por sí), y los otros dos al cumplimiento de los veinte y ocho, el uno del sacrificio y el otro del escándalo general, mandando simul et semel a muchos que ayunen dichas noches y días: que aunque lo mande a muchos, y haya muchas malicias objetivas, no es más que un solo pecado de escándalo general, que consta por la doctrina del padre Suárez y de otros que le siguen, que tenemos arriba asentada. Salvo si, con distintos actos interruptos los mandó hacer a cada uno de por sí, porque en este caso serán tantos pecados cuantos fueron los cómplices a quienes mandó ayunar interruptive [sic]. Con estos avisos y noticias tan importantes se da fin a la primera parte de este tratado y se abre camino, para poner en práctica y en ejecución, el método y modo de examinar y confesar a los indios idólatras que se propone en la segunda parte que se sigue.

365. Parafraseando: “De acuerdo con todos los autores citados, todos son pecados pues todos son actos de la voluntad que rompen con la moral”.

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Segunda parte LUZ Y MÉTODO DE DOCTRINAR Y CONFESAR IDÓLATRAS Y DESTRUCCIÓN DE IDOLATRÍAS En que se trata de los modos de examen que se ha de hacer a los indios idólatras para confesarlos en su lengua mexicana, y de la doctrina que se les ha de dar en particulares pláticas para su aprovechamiento

Entre las admirables obras que después de la venida del Salvador se habían de obrar en el mundo, fue la primera la destrucción de la idolatría; la segunda, el introducir en el mundo el conocimiento del verdadero Dios; la tercera, la extirpación de los vicios que se seguían de la idolatría reformando las costumbres de los hombres. Todo lo cual testifican los sagrados profetas y en especial Isaías en el capítulo cuarenta y dos, donde hablando el eterno padre con Cristo su hijo, le dice: “Yo soy verdadero Señor que te llamé en justicia y te tomé por la mano, te guardé y te puse para que fueses reconciliador del pueblo y luz de las gentes, y para que abrieses los ojos de los ciegos y sacases a los presos de la cárcel donde vivían en tinieblas. Yo soy Dios y no daré mi gloria a otro ni mi alabanza a los ídolos: Gloriam meam alteri non dabo et laudem meam sculptilibus”.366 Así fue, así lo ejecutó y por eso dijo de sí que era la luz del mundo: Ego sum lux mundi;367 y por haberlo así cumplido, dijo de este nuestro redentor su evangelista san Juan que era verdadera luz que alumbra a todo hombre que viene al

366. “ut aperires oculos caecorum, et educeres de conclusione vinctum, de domo carceris sedentes in tenebris. Ego Dominus, hoc est nomen meum; gloriam meam alteri non dabo, et laudem meam sculptilibus: a fin de que abras los ojos que están ciegos y saques de la cárcel a los presos, y de la prisión a los que moran en las tinieblas. Yo, el Señor; este es mi nombre. No daré mi gloria a otros ni mi alabanza a los ídolos” (Isaías 42:7-8). 367. “Iterum ergo locutus est eis Jesus, dicens: Ego sum lux mundi: qui sequitur me, non ambulat in tenebris, sed habebit lumen vitae: Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

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mundo: “Erat lux vera quae illuminat omnem hominem venientem in hunc mundum”.368 Y aunque en todo el mundo, y en este nuevo de la Nueva España, esta luz divina de Cristo y nuestra santa fe haya destruido las tinieblas de la idolatría pública y manifiesta que había en tiempo de su gentilidad, para acabar y deshacer la que oculta y secretamente se ha descubierto y se halla en particulares pueblos y lugares de él, por industrias del demonio, y para introducir en todos el verdadero culto y conocimiento de Dios y extirpar los vicios y los pecados que con la idolatría tienen los miserables indios idólatras, se pone en esta parte segunda de este tratado el método de confesarlos, para que con esta luz sus ministros, disponiéndolos debidamente y en persona de Cristo absolviéndolos, los saquen de sus tinieblas y los ilustren y adoren, con las luces de la gracia mediante la confesión, y con ella hermoseadas puedan parecer sus almas con dicha y felicidad en la preferencia de Dios, como el profeta rey lo asegura: “Confessio et pulchritudo in conspectu eius.369 La confesión de los pecados y la hermosura de la gracia andan siempre acompañadas, y esto es lo que lleva a las almas a la presencia y vista de Dios; pero advierten los santos y expositores que primero pone el profeta la confesión de los pecados (confessio) y luego la hermosura de la gracia (et pulchritudo), porque para conseguir esta ha de preceder aquella y ha de ser para que se siga, a la confesión, la gracia legítima, entera y con todas sus circunstancias, las cuales aquí se declaran con los siguientes modos de examen y de confesar idólatras, por interrogatorios en su nativa lengua.

368. “Aquel era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo” (Juan 1:9). 369. “confessio et pulchritudo in conspectu eius; sanctimonia et magnificentia in sanctificatione eius: la santidad y la magnificencia resplandecen en el lugar de su santuario” (Salmos 96 [95], 6).

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ANTES DE PONER EL INTERROGATORIO y examen conviene advertir dos cosas: la primera, es una duda que se propuso al colegio teólogo de san Pablo de la Ciudad de los Ángeles, y la resolución que dicho colegio dio DUDA Si llegando un natural a confesar pecado de idolatría sin declarar la cédula en que otorga al demonio su alma, ¿está el confesor obligado a preguntarle por ella moviéndole a que la declare, o pueda absolverle juzgando ser bastante la confesión que hace del pecado de la idolatría sin la dicha circunstancia? Fúndase la razón de dudar en que, regularmente, todas las veces que a dichos naturales se les pregunta en la confesión por los ídolos y cédulas hay experiencia de que las niegan, y si se les quisiere obligar deteniéndoles la absolución, en tanto que las traigan, responden que sí y no vuelven. De donde se sigue que, negándolas en la confesión, cometan con la mentira un sacrilegio que se pudiera excusar con no preguntarles; o que no vuelvan con las cédulas y se queden en aquella miseria sin esperanza de su remedio. Y como quiera que ex duobus malis minus est eligendum370 y es menor mal dejarles de preguntar, pues no se arriesga nuevo sacrilegio y preguntándoles sí, porque es conocida la mentira; parece que no está el confesor obligado a hacer la pregunta y, por consiguiente, puede tuta conscientia absolver a dichos idólatras. R E S O L UC I Ó N Supuesta la experiencia que se tiene en los idólatras de dichas cédulas, está obligado sub mortali371 el confesor a preguntarle si tiene hecho pacto y cédula otorgada al demonio, y no puede ser bastante aquella confesión indirecta que ha hecho de las cédulas para que se pueda absolver, aunque presuma y tema prudentemente que las ha de negar si le pregunta. La razón es porque este que viene a confesar el pecado 370. “De duobus malis minus est semper eligendum: Siempre es mejor elegir el menor de dos males” (Thomas Kempis,  De imitatione Christi, Augsburgo, por Georg Mayr, 1615, p. 179). 371. Sub pecatto mortali: bajo pecado mortal.

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de idolatría ¿o trae intención de confesar las cédulas y manifestarlas o no? Si no trae intención, no trae disposición y, así, desde luego comete gravísimo sacrilegio, y antes le daña que le aprovecha la absolución; si trae la intención, conocidamente es buena la pregunta, porque con ignorancia crasa (que no excusa de pecado mortal) puede juzgar no debe declararlas y, si no se le pregunta, se queda con el error con la ocasión y con el pecado. Otra razón, fundada en principios teológicos y muy ciertos: el confesor (según muchos con santo Tomás) está obligado a preguntar todo aquello que por derecho natural y divino se debe saber, esto es, está obligado a hacer la pregunta (ora aproveche ora dañe) de aquellas cosas acerca de las cuales no puede el penitente tener ignorancia invencible: sed sic est372 que ninguno, aunque muy rústico y agreste, puede tener ignorancia invencible de que son inmediatamente contra el honor de Dios estas cédulas e ídolos; luego el confesor está obligado a hacer la pregunta aunque dañe. La mayor es de Santo Tomás, la menor es de todos los teólogos tomistas y de otras escuelas, en el tratado de Existentia Dei, por esta razón: no puede haber ignorancia invencible acerca de esta proposición “Deus est colendus”,373 porque como es primero principio de la sindéresis est proposition per se nota: sed sic est, que por el pacto con el demonio y adoración a los ídolos se niega a Dios el culto, honra y reverencia que se le debe: luego no puede haber ignorancia de que son inmediatamente contra el honor de Dios estas cédulas e ídolos. Confírmase todo lo dicho: ninguno, según los teólogos, puede tener ignorancia invencible de Dios, porque como no puede haber ignorancia invencible acerca de las leyes y preceptos naturales no puede haberla acerca de Dios, que es fin y autor natural de dichos preceptos; sed sic est que el que no puede tener ignorancia invencible de Dios está obligado por derecho natural y divino a saber lo que deroga y niega el culto y reverencia a Dios, luego ninguno puede ignorar que dichos ídolos y cédulas son inmediatamente contra el honor de Dios. La mayor, fuera de 372. Vale por “de modo [que]”. “Assi que; pues que; assi es: equivalen al  sed sic est, que los Philosophos colocan a la menos del sylogismo” (David Bolles, Combined Dictionary-Concordance of the Yucatecan Mayan Language, Los Angeles, Foundation for the Advancement of Mesoamerican Studies, 2001, s.v. “Abla”). 373. “Solus deus est colendus: solo Dios es venerado” (David Derodon, Disputatio theologica de existentia Dei, Geneva, por Pedro Chouët, 1661, p. 84).

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ser tan cierta, la expresa el apóstol Ad Romanos 1: “qui ignorant Deum dicuntur in excusabiles”,374 y si pudiera haber ignorancia invencible fuera falso este testimonio, puesto que la ignorancia invencible excusa de pecado mortal, como es corriente en el tratado De pecatis. San Cipriano, hablando de la vanidad de los ídolos, dice “Haec est summa delicti nolle agnoscere, quem ignorare non possis”.375 Y otros muchos santos padres, como san Damasceno, libro 1, Orthodoxae fidei, capite 1; san Gregorio Magno, libro 17, Moralium, capite 3; san Agustín, In Psalmum 74; san Jerónimo, Epístola 3 Ad Napolianum, etcétera. La menor se prueba con razón eficaz: el que no tiene ignorancia invencible de Dios debe saber que solo Dios se debe adorar y reverenciar, en lo interior con afectos y en lo exterior con los cultos; allias376 pudiera haber excusa de pecado no solo en las circunstancias de la idolatría sino también en la propia idolatría, lo cual no se puede ni imaginar, sed sic est que el que adora ídolos y otorga cédulas al demonio no ignora que en esto niega el culto y adoración a Dios; luego, el que no tiene ignorancia invencible de Dios está obligado a saber lo que es contra el culto de Dios y, consiguientemente, el confesor está obligado (aunque dañe) a preguntar por las cédulas y exhortar a los penitentes a que las traigan o que las quemen. Si acaso responden, los que tuvieren parecer contrario a este, que supuesto que hayan confesado el pecado de idolatría se supone conciencia moral de que tienen dichas cédulas, y basta eso para exhortarles, moverles a la detestación y obligarles a que las quemen, sin que sea necesaria la pregunta ni el examen que conocidamente los daña. Dirase lo primero que es cosa muy difícil que se mueva a dejar las cédulas, solo por amonestación, quien con malicia tan conocida las calla y las oculta por no darlas, de suerte que si le preguntan por ellas las negará; lo segundo, que no basta la ciencia moral o conjetura de que las tiene para que el confesor quede salvo y exento de la obligación de examinarle en ese punto. La razón es porque, según el concilio tridentino en la 374. “quia quod notum est Dei, manifestum est in illis. Deus enim illis manifestavit. Invisibilia enim ipsius, a creatura mundi, per ea quae facta sunt, intellecta, conspiciuntur: sempiterna quoque ejus virtus, et divinitas: ita ut sint inexcusabiles: porque lo que de Dios se conoce es evidente entre ellos pues Dios hizo que fuese evidente. Porque lo invisible de él —su eterno poder y deidad— se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:19-20). 375. Cipriano de Cartago, De idolorum vanitate, en Opera D. Caecilii Cypriani carthaginiensis episcopi, Amberes, por la viuda y herederos de Juan Stelsio, 1568, p. 290. 376. Vale por “de otro modo”.

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sesión 14 capítulo 4, tal debe ser la confesión para que sea buena que el sacerdote puede hacer recto juicio de la gravedad del delito;377 sed sic est que si no confiesa el penitente esa circunstancia en la idolatría no podrá el confesor hacer recto juicio de la gravedad, aunque con ciencia moral sepa que traerá esa circunstancia, luego está obligado el confesor a preguntarlo y el penitente a confesarlo. La menor se prueba con dos razones; la primera, porque puede acontecer que en dicha idolatría solo intervenga pacto implícito y no más, sed sic est que la idolatría en que solo interviene el pacto implícito no es igualmente grave a aquella en que hay pacto explícito y cédula, luego es necesario el que se confiese de ella y la declare para que el confesor haga recto juicio de la gravedad. La segunda razón es con paridad de un caso muy común entre los moralistas: si al juez le constase con evidencia que Pedro había cometido un crimen y no tuviese testigos del delito en corriente, que si el reo no lo confiesa no le puede imponer pena; sed sic est que en este caso hay más que conjetura y ciencia moral del delito, y tras todo eso no basta esa conjetura y ciencia moral para la equidad y rectitud del juicio, luego aunque el confesor tenga ciencia moral de que hay esas cédulas no hará recto juicio si el penitente no las confiesa. La otra razón con que se puede impugnar la respuesta es que si el confesor no pregunta por estas cédulas, temiendo la mentira del penitente, peca mortalmente porque es absolverle dejándole la ocasión próxima de pecar; y el no preguntarle porque no niegue es indirecto cooperar a la continuación de esta ocasión. Y siempre que el confesor absuelve con ocasión próxima (que está en mano del penitente el quitarla, sin que allias se siga daño de tercera persona) peca mortalmente, y más cuando reconoce tanta renuencia, tan poco dolor y tan ningún propósito como en semejante caso debemos presumir, en que no puede salvarle el deseo de que no mienta porque non sunt facienda mala ut eveniant bona378 cuanto y más que mayor mal es absolverle con tan mala y perversa disposición.

377. “La contrición, que tiene el primer lugar entre los actos del penitente ya mencionados, es un intenso dolor y detestación del pecado cometido, con propósito de no pecar adelante. [...] que esta contrición incluye no solo la separación del pecado, y el propósito y principio efectivo de una vida nueva, sino también el aborrecimiento de la antigua” (El sacrosanto y ecuménico Concilio de Trento, tr. Ignacio López de Ayala, Barcelona, Imprenta de Ramón Martín, 1847, p. 141: Sesión XIV del 25 de noviembre de 1551, Cap. IV. “De la contrición”) 378. No deben ser hechas cosas malas para alcanzar buenas.

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R ES PU ES TA A L A RA Z Ó N DE L A DUDA A la razón de dudar, que toda se funda en que ex duobus malis minus est eligendum, se responde que esto se entiende caeteris paribus,379 esto es, cuando uno y otro mal necesariamente se siguen. Verbigracia: hase llegado uno a confesar con un ministro el cual le negó la absolución por su poca disposición, después inmediatamente se levanta a dar la comunión el sacerdote y llega el expulso a que le comulguen; en este caso no peca y está obligado el ministro a darle la comunión, aunque sepa que peca mortalmente y que comete sacrilegio, porque ya entre estos dos males que necesariamente se han de seguir (el del sacrilegio si comulga, y el del escándalo si no le da comunión) es menor mal el del sacrilegio. Y así, en este caso con menor mal se ha de obviar el mayor, pero como quiera que a una pregunta (y más en un tribunal donde se vienen a manifestar las llagas para el remedio y la cura) no se sigue necesariamente la mentira, sino potius380 la verdad, es per accidens381 el que el otro mienta; y así sibi imputet porque además de que el confesor usa de su derecho preguntándole está obligado sub mortali a cumplir con su oficio, y faltará a él no haciendo la pregunta por temor de la mentira o por excusarla. Y así, mayor mal es dejar de preguntar que el que él mienta; porque el que mienta solo es mal para él, el no preguntarle es mal para el confesor y para él. Todo esto está claro en un caso común de los moralistas en que asientan que si Pedro tiene una grave necesidad y sabe que Juan, usurero, se la ha de socorrer pero dándole el mutuo con la usura, en este caso dice que Pedro —usando de su derecho— puede pedir no solo el mutuo sino también con la usura.382 Ve aquí mayor mal es que Juan

379. Vale por “[siendo] las demás cosas igual”. 380. Vale por “más que”: “in contractibus rei veritas potius quam scriptura prospici debet: en los contratos se debe atender más bien a la verdad de la cosa que a lo escrito” (Real Academia Española, Diccionario del español jurídico, s.v. “Potius”). 381. Circunstancialmente. 382. El “mutuo” es un préstamos sin interés: “En lo forense y moral se llama el contrato en que se da una cantidad de dinero, azéite, granos o otra cosa semejante, con la obligación de volver otra tanta, sin intervención de interés, que es lo mismo que Prestamo. Usase regularmente como substantivo. Latín. Mutuum. VILLALOB. Sum part. 2. trat. 22. Dific. 1. Por manera que en romance con esta palabra Emprestido significamos dos contratos, que son Mútuo y Comodato, que no hai dos vocablos que correspondan a estos contratos” (Aut., s.v. “Mutuo”).

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cometa la usura que el que Pedro deje de remediar su necesidad, porque el uno es mal espiritual y el otro solo lo es temporal, sed sic est, que no debe Pedro excusar el remediar su necesidad porque Juan no cometa la usura. Luego, ni el confesor debe excusar la pregunta por obviar la mentira, dado caso que fuese mayor mal, y allias como en esto hay obligación por razón del oficio, y charitas incipit a se,383 está obligado el confesor a mirar primero por sí que por el otro, y más cuando con esa piedad (démosle ese nombre, que no lo es) no consigue el que perciba el fruto y gracia de los sacramentos sino que antes lo remata y pierde con esa cautela; lo cual se puede obviar no absolviéndole o preguntándole con tal suavidad y estilo como que ya sabe que las tiene (que eso se queda a la prudencia del confesor) para que no niegue y se consiga el efecto. Este es nuestro parecer, sujeto siempre a lo que fuere más cierto, más del provecho de las almas y del agrado de Dios. LO S EG U N DO Q UE S E A DVI E RT E es la siguiente duda Preguntan los doctores si debe el penitente confesar el pecado que no se puede decir sin que el confesor venga en conocimiento del cómplice. Y aunque hay casos en que no lo debe confesar por seguirle grave daño, con todo eso hay otros muchos en que lo debe confesar, como la trae Manuel Rodríguez en el capítulo 53, conclusión 8, en la confesión de los pecados cuanto a sus circunstancias, donde dice: débese mas notar que se puede revelar el cómplice al confesor, que necesariamente se ha de conocer, no habiendo ni pudiendo haber otro confesor legítimo que pueda oír al penitente, ni pudiendo el penitente dejar de confesar la especie del pecado si del tal conocimiento no se espera daño alguno al cómplice, antes se le sigue grande provecho. Así lo tiene Navarro, Córdoba, Medina, fray Luis López, y lo resuelve Pedro Navarra, salvo si de revelar el cómplice al confesor se teme grande peligro y notable daño, como si se entendiese que descubrirá la confesión o que se vengará del cómplice o de su hermana si con ella se cometió el pecado.384

383. “Caritas incipit a se ipso: la caridad empieza por uno mismo”. 384. Manuel Rodríguez Lusitano, Obras morales en romance, Valladolid, por Francisco Fernández de Córdoba, 1621, t. I, p. 149 (no se trata del capítulo 53, sino del 109).

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Y lo mismo resuelve Bonacina con otros muchos padres que él cita en la dific. 4, disp. 5, q. 5, sess. 2 §. 4, donde dice: “An vero manifestari possit complex in confessione? aquél responde diciendo: Respondeo afirmative, quoties non adest, copia alterius confessarii cui fit ignotus complex”.385 Como sucede a cada paso en las confesiones de los indios idólatras de lenguas bárbaras, en que hay inopia de confesores en sus lenguas, porque son muy comunes los pecados de supersticiones del demonio que no los pueden explicar los penitentes sin que sus confesores dejen de venir en conocimiento de sus cómplices. DE TRES MODOS DE EXAMEN PARA LA CONFESIÓN DE LOS PENITENTES DE ESTA SECTA PARA QUE NO SE YERRE porque otro es el modo de confesar a los alquilantes, otro el de confesar a los muchachos y muchachas que no son casados, y otro el de confesar a los rabíes, sacrificadores y hechiceros Nótese que la tierra en que no hay idolatría (si es que hay alguna en que no la haya) con una pregunta general que se haga al penitente se excusarán hacer en particular los interrogatorios que se siguen, preguntándole: “En todo el discurso de tu vida, ¿son muchos los sacrificadores que te han pervertido en la idolatría? ¿O ninguno?”. Si dice que “ninguno”, estará excusado el interrogatorio; y si responde que alguno o muchos forzosamente estará comprendido en dicho interrogatorio que entonces se debe hacer conformándose con la calidad de los tres modos de penitentes que se siguen. Y así, para coger el hilo de la confesión, se hará la primera pregunta en mexicano, como se sigue. PR I MER M O DO DE C O N F E S A R: a los alquilantes ¿Ixquichica otimozcalti cuix miequintin moteotia nime omitztlapololtique itech copa in tlateotoquiliztli anozo manel ce?386

385. Martin Bonacina, Sacrae theologiae, Lyon, por Claudio Landry, 1629, p. 209. 386. “En todo el tiempo, desde que creciste ¿alguno de los muchos adivinos te ha confundido con idolatrías?” (para las traducciones del náhuatl, agradecemos la invaluable ayuda de Heréndira Téllez Nieto y de Alejandra Dávila Montoya).

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1. ¿Quezqui tonalli ihuan quezqui yohualli omitznahuati in tlateo tocani vel in moteotiani, vel in tepactiani, vel in tlacatecolotl notzani timozahuaz (que pongo todos estos términos para que use el confesor del que le pareciere) ihcuac ometeoti inahuac Tlacatecolotl ipampa in mochicahualiz, ihuan ipampa in inchicahualiz in mopilhuan in motlahuical387 etc.? Y no se puede excusar esta pregunta así, porque de otra manera no lo confesarán. ¿Ihuan quezquipa otimoteotl inahuac ipan centetl inin xihuitl,388 si la confesión es anual, y si es general: cece xihutica.389 Y esta pregunta se repita mutatis mutandis en todos los sacrificios que se siguen; y nótese que todas las veces que han ayunado se supone haber habido sacrificios, porque no hay sacrificio sin ayunos. Y por excusar prolijidad omito en todos los sacrificios siguientes la mitad de la pregunta de ¿Quezqui tonali ihuan quezqui yohualli omitznahuati moteotiani timozahuaz?390 Porque esta la añadirá el confesor memoriter391 anteponiéndola en cada uno de los sacrificios siguientes. 2. ¿Ihcuac omitzpopochhui?392 3. ¿Ihcuac omitztlaquixtili vel omitzchichinac?393 Que es chupar al enfermo invocando al demonio. 4. ¿Ihcuac otictlatlani chicahualiztli ipampa in yolcame?394 5. ¿Ihcuac omitzteochihuili yelotl, yexotl, ayotli395 etcétera?, que son los frutos nuevos. 6. ¿Ihcuac omitzteochihuili, neuctli, alotl?396 que es el pulque nuevo. 7. ¿Ihcuac oticchiuh vel otictlali, yancuic, calli?397

387. “¿Cuántos días y cuántas noches te ordenó el idólatra (o el adivino o algún compañero o el llamador del demonio) que ayunaras?, ¿cuando adoró al demonio para fortalecerse y fortalecer a sus hijos, sus seguidores, etc.?”. Aquí y en adelante, el “vel” que aparece como disyuntivo es latino, no náhuatl. 388. “¿Y cuántas veces has adorado con él en este año?”. 389. “En todos los años”. 390. “¿Cuántos días y cuántas noches te ordenó el adivino que ayunes?”. 391. De memoria. 392. “¿Cuando él te sahumó?”. 393. “¿Cuando te extrajo algo chupándote?”. 394. “¿Cuando pediste fuerza para vivir?”. 395. “¿Cuando te hizo el adivino preparar para su dios elotes, ejotes, calabazas?”. 396. “¿Cuando te hizo preparar pulque nuevo para su dios?”. Aunque neuctli es también “miel”; así que ese “pulque nuevo” es lo que también se llama “aguamiel”, el principio del pulque. 397. “¿Cuando le hiciste o le dispusiste una casa nueva?”.

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8. ¿Ihcuac otictlapo yancuic tlalli?398 9. ¿Ihcuac otia vel oyaque, hueca otlica?399 Y si es pastor: ihcuac oya ihuan, ohuala rancho, ica ichcame, ompa itlacualoyan?400 Porque siempre sacrifican los pastores por el buen viaje. 10. ¿Ihcuac oanqui tlatlani cue quiahuitl?401 11. ¿Ihcuac oan Cuitlalique vel otictlali yancuic metl?402 12. ¿Ihcuac omitzchichihuili, xochinemactli?403 Que es cuando otorgan cédula al demonio, de darle el alma por la salud del cuerpo, que es la peor superstición. 13. ¿Ihcuac otlacat moconeuh?404 14. ¿Ihcuac timixiuhqui otia temazcalco?405 15. ¿Ihcuac otimeuh ica otimixiuhcati?406 16. ¿Ihcuac oticchiuh vel oquichiuhque yancuic temazcalli?407 17. ¿Ihcuac otictec vel oanquiteque yancuic cuahuitl?408 18. ¿Ihcuac oquihuenchihuilique tecpanteotl?409 19. ¿Ihcuac oanquitlatlanique ichpochtli ipampa nenamictiliztli?410 Examen breve para los alquilantes de las supersticiones sin sacrificios: 20. ¿Cuezquintin pipiltzitzintin mopilhuan otiquintlaqueuh in moteotiani oquintonalmacac?411 21. ¿Cecemeztica cuezquipa omitlatlamachihuili in iztlacatlamatini?412

398. “¿Cuando le abriste una tierra nueva?”. 399. “¿Cuando te fuiste o tomaste camino?”. 400. “¿Cuando sacaste a tus ovejas del rancho a pastar?”. 401. “¿Cuando pediste lluvia?”. 402. “¿Cuando plantaste nuevos agaves?”. 403. “¿Cuando le ofrendaste flores?”. 404. “¿Cuando nació tu hijo?”. 405. “Cuando pariste, ¿fuiste a la casa del sudor [el temazcal]?”. 406. “¿Cuando te levantaste después de parir?”. 407. “¿Cuando quisiste o construiste un nuevo temazcal?”. 408. “¿Cuando quisiste o fuiste a cortar madera?”. 409. “¿Cuándo le hiciste ofrendas a tu dios en su templo?”. 410. “¿Cuando solicitaste una jovencita virgen en matrimonio?”. 411. “Cuando tus hijos eran niños, ¿los prestaste al adivino para idolatrar?”. 412. “¿Cuántas veces al mes empleaste las destrezas del falso sabio?”.

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22. Ihcuac omomiquilique in mopilhuan pipiltzitzintin ¿cuezqui tonalli ihuan cuezqui yohualli omitznahuati in moteotiani timozahuaz?413 23. ¿Ihcuac omomiquilique chicahuac tlaca mocnihuan cuezqui tonalli ihuan cuezqui yohualli omitznahuati in moteotiani timozahuaz?414 24. Ixquichica otimozcalti ihuan ixquichica axcan ¿cuix miequintin mimique tepitzitzin ihuan hueintin oanquinpacaque ihuan oanquintlalilique itech in mique tilmatli, mecapilli, cactli, malacatl, ihuan cuahuitl, ica ic quiticihuame?415 Y nótese que examinando yo a un sacrificador famoso, preguntándole qué significaban aquellos instrumentos que les ponían a sus difuntos cuando se enterraban, me respondió que sus antiguos la habían enseñado que los que se enterraban con los instrumentos con que trabajaban cuando eran vivos, no los atormentaba el demonio en el infierno; pero que atormentaba mucho a los que no se enterraban con ellos. 25. Ihcuac ipan ilhuitl oanquiihtotique cavallo, yaxca Santiago ¿cuezqui tlamantli oanqui tlalilique? ¿Oanquitlalilique tlaolli, atl, popochtli, ihuan candela?416 26. ¿Cuix yemiec Cuaresma oticpinahuizcauh inin tlatlacolli tlateotoquiliztli?417

413. “Cuando murieron tus hijos pequeños, ¿cuántos días y cuántas noches te ordenó el maestro de idolatría que ayunaras?”. 414. “Cuando murieron tus amigos viejos, ¿cuántos días y cuántas noches te ordenó el maestro de idolatría que ayunaras?”. 415. “Mientras crecías, y aún ahora, ¿cuando morían tus hijos, pequeños o grandes, los lavabas y disponías su tilma de muerto, su cordón, sus sandalias, su huso, su vara, alguna vez? ¿Alguna vez lo hicieron las mujeres?”. 416. “Cuando baila el caballo en la fiesta del señor Santiago, ¿cuántas cosas le dispusieron?, ¿le dispusieron granos de maíz, agua, incienso y velas?” 417. “¿Durante muchas Cuaresmas has dejado de avergonzarte del pecado de la idolatría?”.

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S EG U N DO M O DO DE E X A M E N para los muchachos y muchachas que no son casados, que a estos no se les examina de ayunos porque no son casados, sino de la asistencia a los sacrificios que hacen sus padres Nótese que Montenegro, con otros autores que él cita en el Tratado de la confesión,418 sección 7, dice que al rústico (salvo a los que son entendidos) no se aflija el confesor en averiguar ni sacarles el número de sus pecados, porque como ellos no saben contar no es otra cosa que ponerlos a mentir el preguntarles el número de sus pecados; sino que preguntándoles en cada uno de los mandamientos de la ley de Dios, de la Iglesia, y en cada una clase de las supersticiones del demonio contenidas en este tratado, si las han cometido muchas veces en el discurso del año, basta que digan que sí, que consta por las palabras siguientes: “Quod si, rusticus, aut consuetudinarius, nesciat numerum peccatorum, nec verum, nec verissimilem, quomodo integre confiteatur”. Responde: “Sufficere si dicat hoc saepe fecit, vel quassi quotidie, vel omni hebdomada, vel quoties fui iratus quod saepissime fuit”.419 1. ¿Ipan centetl inin xihuitl vel cecexiuhtica cuix miecpa oticatca (que quiere decir estuviste o asististe) inahuac in moteotiani ihcuac oquihuenmanili, ipampa in imchicahualiz in cocoxque vel mochicahualiz?420 2. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac oquinpopochhui in cocoxque ipan centetl inin xihuitl vel cecexiuhtica?421 Y en dicha forma se harán las preguntas para lo que mira al año o años. 3. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac oquintlaquixtili vel oquinchichinac in cocoxque?422 Y aquí, y en los demás sacrificios se varíe, la pregunta en singular, si lo sahumaron, o chuparon a él, que no lo hacen sin invocación del demonio.

418. El “Tratado de la confesión” es parte del Itinerario para párrocos de indios. 419. Aunque lo trae el Itinerario, es cita de Posevino, op. cit., p. 186. 420. “¿En un año, o año tras año, solías estar con el adivino cuando hizo sacrificios por los males de los enfermos o su fortalecimiento?”. 421. “¿En un año, o año tras año, has estado con frecuencia con el adivino para sahumar a los enfermos?”. 422. “¿Has estado a menudo con el hechicero o su asistente cuando aspira o chupa a un enfermo para curarlo?”.

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4. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac oquinhuenmanili, in iztlacateteo, ipampa ichicahualiz in yolcame, in tentzome, in ichcame,423 etc.? 5. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani, ihcuac oquinhuenmanili, iniztlacateteo, ica oquiteochiuh, yelotl, yexotl, ayotli,424 etc.? 6. ¿Cuix miecpa oticatca ynahuac in moteotiani, ihcuac oquiteochiuh neuctli alotl?425 7. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac, oquinhuenmanili in iztlacateteo, ica oquiteochiuh yancuic calli?426 8. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac oquinhuenchihuili in iztlacateteo, ica oquitlapo yancuic tlalli?427 9. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac oquinhuenchihuili in iztlacateteo, ica oyaque huecca otlica?428 Y si es pastor: ¿Ihcuac oya ihuan ohuala rancho, ica ichcame ompa itlaqualoyan?429 10. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac oquinhuenchihuili in iztlacateteo, ica oquitlatlani quiahuitl?430 11. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac oquinhuenchihuili in iztlacateteo ica oquitlali yancuic metl?431 12. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac oquinhuenchihuili in iztlacateteo, ihcuac oquin chicchihuili yehuantin xochi hemactli ipampa in chicahualiztli?432

423. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando hace ofrendas a los ídolos para fortalecer animales vivos, cabras, ovejas?”. 424. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece a los ídolos maíz tierno, ejote, calabazas?”. 425. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece a los ídolos pulque nuevo?”. 426. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos por una nueva casa?”. 427. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos para barbechar tierra nueva?”. 428. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos antes de un viaje lejos?”. 429. “Cuando estuviste en el rancho ¿llevaste tu ganado allá, al pastizal?”. 430. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos para pedir lluvia?”. 431. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos para plantar agaves jóvenes?”. 432. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece a los ídolos manta de flores para obtener fuerza?”.

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13. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac omoteoti inahuac in iztlacateteo ihcuac opilhuaque cihuame?433 14. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac omoteoti ica oyaque temazcalco, in mixiuhque?434 15. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac omoteoti inahuac in iztlacateteo ica omomixiuhca euhque?435 16. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac omoteoti, inahuac in iztlacateteo ihquac oquitlalique yancuic temazcalli?436 17. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac omoteoti inahuac in iztlacateteo, ihcuac oquiteque yancuic cuahuitl?437 18. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac oquihuenchihuili tecpam teotl?438 19. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihquac oquihuenchihuili in iztlacateteo ica oquitlatlanique cihuame ipampa nenamictiliztli?439 Y nótese que, para abreviar la confesión y excusar prolijidad, se puede coger en cada sacrificio de los referidos la pregunta desde aquella partícula ihquac, como está notado arriba, verbigracia: ¿ihcuac oquinhuenchihuili in iztlacateteo, ica oquitlatlani cuiahuitl?440

433. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos cuanto te han nacido hijas mujeres?”. 434. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos en un temazcal, por un parto?”. 435. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos porque has parido?”. 436. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos porque se construye un nuevo temazcal?”. 437. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos antes de cortar madera joven?”. 438. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos en su templo?”. 439. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando ofrece sacrificios a los ídolos antes de pedir mujeres en matrimonio?”. 440. “¿Cuando ofrece sacrificios a los ídolos para pedir lluvia?”.

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Examen breve de las supersticiones sin sacrificio para dichos muchachos y muchachas: 20. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac oquintonalmacac in pipiltzitzintin?441 21. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani in iztlacatlamatini, ihcuac otlatlamachihuac?442 22. ¿Cuix miecpa oticatca inahuac in moteotiani ihcuac oquinpacac miquetzitzintin, tepitzitzin ihuan hueintin?443 T ER CE R M O DO DE E X A M I N A R a los rabíes y hechiceros sacrificadores 1. ¿Quezqui tonalli ihuan quezqui yohualli otiquinnahuati yehuantin omozahuazquia ihcuac otiquinhuenchihuili in iztlacathetheo vel in tlacatecolotl ipampa in chicahualiztli?444 Y nótese que también al sacrificador se ha de examinar por pasiva, porque también ellos ayunan los mismos días que mandan ayunar a sus cómplices. 2. ¿Quezqui tonalli ihuan cuezcui yohualli itiquinnahuati yehuantin omozahuazquia ihcuac otiquinhuenchihuili in iztlacathetheo vel Tlacatecolotl icaotiquintlacuixtili vel otiquinchichinac in cocoxque: ihuan cuezcuipa otiquintlacuixtili centetl inin xihuitl vel cece xiuhtica?445 Y adviértase que, aunque arriba está advertido que no se aflija el confesor en averiguarles el número de los pecados, también se ha de advertir que no hay regla sin excepción; porque aquí no es inconveniente el hacerlo con los sacrificadores en lo que mira al número de días y noches que dan de ayunos, porque ellos los tienen de memoria, y también se note

441. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando le dio el tonalli a los niños pequeños?”. 442. “¿Has estado a menudo con el hechicero, perdiendo el tiempo con el falso sabio?”. 443. “¿Has estado a menudo con el hechicero cuando lava niños muertos, pequeños y grandes?”. 444. “¿Cuántos días y cuántas noches les mandaste ayunar cuando ofreciste ofrendas a los ídolos o al demonio para su fortalecimiento?”. 445. “¿Cuántos días y cuántas noches les ordenaste ayunar cuando hiciste ofrendas a los ídolos o al diablo, cuando chupaste a los enfermos, y con qué frecuencia los chupaste en este año o cada año?”.

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que aunque las dos preguntas que están mencionadas en los dos sacrificios ut supra son las legítimas que se deben hacer en cada sacrificio de los que se siguen. Con todo eso se les ha de disfrazar la pregunta sin mencionarles el ídolo ni el demonio, porque oyendo ellos estos nombres se recatan de confesarlos, sino que bastará hacer las preguntas en la forma que ahora se va siguiendo; porque ya se supone que confesando que mandaron ayunar sacrificaron al demonio en sus ídolos, porque es anejo lo uno con lo otro, y después de haberse confesado reprehenderle como a quien ha sacrificado al demonio en sus ídolos. Y también excuso el poner la pregunta entera que empieza desde “cuezcui tonalli ihuan cuezcui yohualli otiquinnahuati yeheuantin omozahuazquia”.446 Y la pongo desde la partícula ihquac, porque lo demás de la pregunta que dice “cuezcui tonalli, ihuan cuezcui yohualli”447 lo suplirá el confesor memoriter anteponiéndolo a la partícula ihcuac. 3. ¿Ihcuac otiquinpopochhui in cocoxque?448 Y nótese que en esta clase unos mandan ayunar y otros no. 4. ¿Ihcuac otictlatlani chicahualiztli ipampa in yolcame?449 5. ¿Ihcuac otiquinteochihuili yelotl, yexotl, ayotli,450 etc.? 6. ¿Ihcuac otiquinteochihuili neutli alotl?451 7. ¿Ihcuac otiquinteochihuili yancuic calli?452 8. ¿Ihcuac oqui tlapoque yancuic tlalli?453 9. ¿Ihcuac oyaque huecca otlica vel ihcuac oya ihuan ohuala [rancho] ica inichcame ompa itlaqualoyan?454 10. ¿Ihcuac oquitlatlanique cuiahuitl?455 11. ¿Ihcuac oquitlalique vel oquitocaque yancuic metl?456 12. ¿Ihcuac otiquinchichihuili xochitiemactli?457 Y aquí se note que rocían la cédula con sangre de sus lenguas, sajándoselas.

446. “Cuántos días y cuántas noches les mandaste ayunar?”. 447. “Cuántos días y cuántas noches?”. 448. “¿Cuando sahumaste a los enfermos?”. 449. “¿Cuando pediste fuerza para los animales?”. 450. “¿Cuando preparaste a los ídolos elote verde, ejotes, calabazas, etc.?”. 451. “¿Cuando preparaste a los ídolos pulque fresco?”. 452. “¿Cuando hiciste a los dioses una casa nueva?”. 453. “¿Cuando abrieron nuevos barbechos?”. 454. “¿Cuando llevaron las ovejas lejos a pastar?”. 455. “¿Cuando pidieron lluvia?”. 456. “¿Cuándo sembraron magueyes nuevos?”. 457. “¿Cuando les hiciste hacer mantos de flores?”.

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13. ¿Ihcuac otlacatque ipilhuan?458 14. ¿Ihcuac ica mixiuhque oyacue temazcalco?459 15. ¿Ihcuac omeuhque ica omixtuhcatique?460 16. ¿Ihcuac oquichiuhque yancuic temazcalli?461 17. ¿Ihcuac, oquiteque yancuic cuahuitl? 462 18. ¿Ihcuac oanqui huenchihuilique tecpanteotl? 463 19. ¿Ihcuac oquitlatlanique cihuame ipampa nenamictiliztli?464 Examen breve de los mismos sacrificadores para las supersticiones sin sacrificios: 20. ¿Cuix miequintin pipiltzitzintin otiquin tonalmacac ipan centetl inin xiuitl vel cece xiuhtica?465 21. ¿Ipan cece metztli quezquipan vel cuix miecpa otic tlatlamachihuili yehuantin ihcuac omiztlacueuhcue?466 Y nótese que esta superstición, que es la de adivinar y que la hacen de diversas maneras, es en ellos muy ordinaria y la hacen invocando al demonio. 22. ¿Ihcuac omomiquilique ipilhuan pipiltzitzintin quezqui tonalli, ihuan quezqui yohualli, otiquin nahuati yehuantin omozahuazquia?467 Y nótese que en este caso lo ordinario que suelen dar son siete noches y siete días de ayunos, aunque sea sin sacrificio. 23. ¿Quezqui tonalli ihuan quezqui yohualli otiquinnahuati yehuantin omozahuazquia, ihcuac omique y icnihuan chicahuac tlaca?468 Y nótese, que en este caso dan nueve noches, y nueve días de ayunos. 458. “¿Cuando nacieron sus hijos?”. 459. “¿Cuándo fueron al temazcal a parir?”. 460. “¿Cuando se levantaron después de parir?”. 461. “¿Cuando hicieron un nuevo temazcal?”. 462. “¿Cuándo fueron a cortar madera nueva?”. 463. “¿Cuándo le hiciste ofrendas a tu dios en su templo?”. 464. “¿Cuándo pidieron muchacha joven para matrimonio?”. 465. “¿Acaso muchas veces les adivinaste los días a los señores este año?” (puede referirse a la práctica del Tonalámatl, códices que servían para predecir los días favorables o funestos para bautizos, matrimonios, viajes, entronizaciones etc.). 466. “¿Cuántas veces al mes les has hecho capturar un animal cuando ellos te prestaron a alguien?”. 467. “¿Cuántos días y cuántas noches les mandaste ayunar cuando murieron sus hijos pequeños?”. 468. “¿Cuántos días y cuántas noches les mandaste ayunar cuando murieron sus amigos ya grandes?”.

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24. ¿Ipan centetl inin xihuitl vel cece xiuhtica, cuix miequintin miquetzitzintin tepitzintzin, ihuac hueyntin, otiquin pacac ihuan otiquin tlalili, itech mique tilmatli, mecapalli, tecactli, malacatl,469 etc.? 25. ¿Ihcuac ipan ilhuitl, oanqui ihtotique y cavallo Santiago: quezqui tlamantli, otitlanahuati, quitlalilizque?470 26. ¿Ipan centetl inin xihuitl vel cece xiuhtica, cuix miequintin tlacaotiquin tlachihui, vel otiquintlalili cocoliztli, itlallo, izoquio?471 27. ¿Ipan cece xiuhtica cuixmiecpa otiquintzauc icamac yehuantin ihuan otiquin nahuati, ca amo, ipan moyolcuitizque, inin tlatlacolli, tlateotoquiliztli?472 28. ¿Quezqui xochitilmatli ihuan teteo omitzcahuilique motahuan ihcuac omomiquilique, vel omitzpialti moteotiani, ihcuac omitztlapololti?473 Fin del interrogatorio

469. “¿Cuántas veces en este año, o cada año, cuando murieron niños, jovencitas o grandes, tú les preparaste su tilma de muerto, su cuerda, sus sandalias, su malacate?”. 470. “¿Qué cosas pediste que se dispusieran para la fiesta del caballo de Santiago?”. 471. “¿En un año o cada año, ¿a cuántas personas has atendido por enfermedad, o sus tierras o su ciénaga?”. 472. “¿Cuántas veces al año les ordenas que cierren la boca y que no confiesen el pecado de idolatría?”. 473. “¿Cuántos mantos de flores de los dioses te dejaron tus padres cuando murieron o te confiaron con el adivino cuando te confundió (en la idolatría)?”.

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PLÁTICAS MUY PROVECHOSAS para redargüir todos los sacrificios de las dieciocho clases referidas en la primera parte, y desengañar con ellas a estos miserables rústicos. que no pongo en lengua extraña más que en la castellana para que cada uno de mis hermanos que quisiere las traduzca en la lengua que correspondiere a su administración y se las predique; porque con ellas he hallado mucho provecho y desengaño en ellos. y pónense en vulgar modo de hablar para acomodarse a la rusticidad de los oyentes474

PLÁT I C A P R I M E RA Contra cuatro puntos de la secta Saulus autem magis convalescebat et confundebat Iudaeos adfirmans quia hic est Christus.475 Dice la Sagrada Escritura que san Pablo fue grande judío, pero después que se convirtió a Dios y se hizo cristiano fue grande santo, y entonces confundía a los judíos con los errores que cometían en no creer que nuestro señor Jesucristo era y es verdadero Dios y hombre. Así yo os tengo de confundir ahora con los errores vuestros y de vuestros antepasados que creían en el demonio, que es dios falso, no creyendo derechamente en Jesucristo nuestro señor, que es el verdadero Dios. Que uno de los grandes errores que cometían contra la fe era pedirle al demonio y sacrificarle por la salud y vida de los enfermos; y con la doctrina que ahora os predicaré conoceréis476 que el demonio no pudo 474. Las pláticas son sermones de estilo humilde dedicados sobre todo a la instrucción. Lejos de la oratoria de corte y catedral, las pláticas han recibido poca atención entre los estudiosos de la oratoria sagrada, a pesar de su interés como documentos doctrinales e ideológicos (véase Manuel Pérez, Los cuentos del predicador, ob. cit., pp. 43-50). 475. “Saulus  autem  magis  convalescebat et confundebat Iudaeos qui habitabant Damasci adfirmans quoniam hic est Christus: Pero Saulo se fortalecía aún más y confundía a los judíos que habitaban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo” (Hechos de los Apóstoles, 9:22). 476. Parece fórmula: “que ahora os predicaré, conoceréis [...]”, como podrá verse adelante, sucediendo a “ejemplo” o “historia”, como aquí a “doctrina”. La fórmula contendría también el propósito con que se dicen insertar los ejemplos: no para ilustrar, mostrar o probar, sino enseñar. Con todo, dicho aparente propósito didáctico contrasta con el uso ideológico que regularmente se da a los mismos.

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ni puede darles a ellos ni a vosotros salud ni vida ninguna, porque esta solamente Dios la da, como nos lo enseña la Sagrada Escritura por estas palabras: “Ego sum salus populi de quacunque tribulatione, ad me clamaverint, et ego exaudiam eos”.477 Y también nos lo enseña en el capítulo 10 del santo Job por las palabras siguientes: “Nonne sicut lac mulsisti me et sicut caseum me coagulasti? Vitam et misericordiam tribuisti mihi”.478 Al principio de vuestro ser, en el vientre de vuestras madres, que fuisteis más que un pedazo de carne en forma de embrión que Dios hizo, y no el demonio, que no os movéis ni tenéis vida, ojos, boca, narices, ni oídos, pies, ni manos, hasta que Dios crea el alma racional y la infunde en aquel embrión, entonces os comenzáis a mover y vivir, y se dividen las partes de vuestro cuerpo, como es la cabeza, boca, ojos, narices, oídos, pies y manos, etcétera, y comenzáis a vivir. Luego, solo Dios es el principio de vuestra vida y no el demonio; luego vosotros y vuestros antepasados cometieron y cometéis grandísimo error contra la fe en pedir y haber pedido salud y vida al demonio, siendo así que solamente Dios es quien os la da y os la quita cuando es servido de mandar apartar el alma del cuerpo para darle la gloria en el cielo a la que le creyó y sirvió en esta vida, y para condenar para siempre en el infierno a la que no le creyó ni sirvió en esta vida, mas que al demonio sacrificándole por la salud; y como por este pecado condenó para siempre en los infiernos a vuestros antepasados,479 también condenará ahora para arder siempre 477. “Salus autem justorum a Domino; et protector eorum in tempore tribulationis. Et adjuvabit eos Dominus, et liberabit eos; et eruet eos a peccatoribus, et salvabit eos, quia speraverunt in eo: La salvación de los justos proviene del Señor; él es su fortaleza en el tiempo de angustia. El Señor los ayudará y los librará; los librará de los impíos y los salvará porque en él se han refugiado”, dice el Salmo 37 [36]:39-40. Sin embargo, el texto de Diego Jaimes parece corresponder, más bien, a una antífona del Antifonario de San Gregorio: “Salus populi ego sum, dicit Dominus. De quacumque tribulatione clamaverint ad me, exaudiam eos, et ero illorum Dominis in perpetuum: Yo soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor. En cualquier tribulación en que me invoquen los escucharé y siempre seré su Dios” (Liber Antiphonarius, “Hebdomada decima nona post octavam Pentecostes”, PL 078, 0641-0724A). 478. “nonne sicut lac mulsisti me et sicut caseum me coagulasti pelle et carnibus vestisti me et ossibus et nervis conpegisti me vitam et misericordiam tribuisti mihi et visitatio tua custodivit spiritum meum: ¿Acaso no me vertiste como a la leche, y me cuajaste como al queso?” (Job, 10:10). 479. Afirmaciones como esta, repetidas, consolidaron sin duda la cancelación simbólica del pasado religioso indígena. Es, probablemente, una de las mayores muestras de la naturaleza de la llamada “conquista espiritual” (véase al respecto el artículo de Gisela von Wobeser, “La concepción del más allá en la obra ‘Doctrina cristiana para la

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en los infiernos a cualquiera de vosotros que hiciere lo mismo si no se convirtiere a Dios de todo corazón como se convirtió san Pablo, que por haberse convertido a Dios, está gozando de su gloria en el cielo para siempre, y los demás judíos sus compañeros que no se convirtieron están ardiendo y padeciendo para siempre en el infierno. También sacrificaban vuestros antepasados al demonio por el aumento de sus ganados, mandando ayunar siete noches y siete días a sus dueños en que quebrantaban el sacramento del matrimonio, haciéndoles apartar cama; y por más que sacrificaran al demonio, ¿quién duda que si encerraran aquellos ganados en sus corrales y en veinte días no bebieran ni comieran hebra de zacate480 que se murieran todos? Luego, no se aumentan los ganados por los sacrificios hechos al demonio, sino solo por los pastos que Dios crió, que es el zacate y el agua; porque este ni otra cosa alguna no puede criar el demonio, sino solo Dios.481 Luego es y fue grande confusión para vosotros y para vuestros antepasados sacrificar, y haber sacrificado al demonio por el aumento de los ganados, que el demonio no los creó ni los puede crear más que solo Dios, que es solo quien los aumenta mediante los pastos que creó. También sacrificaban vuestros antepasados al demonio por los frutos nuevos, como son elotes, calabazas, ejotes, etcétera, mandando ayunar en reverencia del demonio siete noches y siete días. Este es error muy grande: lo uno porque quebrantaron el sacramento del matrimonio haciendo apartar camas a los casados, que es muy grande pecado que lleva al infierno a los que lo hacen; y lo otro porque la tierra en que sembraron y sembráis vosotros, esas semillas no la creó el demonio sino solo Dios, ni tampoco creó el demonio esas semillas ni las aguas con que se crían, sino solo Dios. Luego este error fue grande confusión para vuestros antepasados, como también lo es para cualquiera de vosotros que hiciere ahora lo mismo; y como aquellos están padeciendo crueles penas para siempre en el infierno, así cualquiera instrucción de los indios’ de fray Pedro de Córdoba, 1544”, en Memorias de la Academia Mexicana de la Historia, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2012, pp. 39-73). 480. Zacatl, pasto o hierba en náhuatl. 481. Para la evaluación de las creencias indígenas, el discurso religioso solía usar una argumentación lógica implacable, que luego desaparecía al momento de exponer milagros y prodigios cristianos, cuando la aceptación de lo sobrenatural era absoluta (véase al respecto M. Pérez, “Sobre el carácter histórico de los milagros en la predicación del siglo xvii novohispano”, Memorabilia, 11, 2008, 49-63).

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de vosotros padecerá y arderá para siempre en el infierno si hiciere lo mismo y no se convirtiere a Dios como se convirtió san Pablo. También sacrificaban al demonio vuestros antepasados por los pulques nuevos, mandando ayunar a los que lo hacían cuatro noches y cuatro días, quebrantando el matrimonio de los casados. Y este fue grande error y confusión para ellos, como también lo será ahora para cualquiera de vosotros que hiciere lo mismo, porque los magueyes y la tierra en que están plantados solamente Dios la creó y no el demonio; luego solamente a Dios debieron ellos y vosotros alabar y bendecir cuando coméis y bebéis, y no sacrificar al demonio porque solamente Dios creó todo lo que coméis y bebéis y no el demonio. Tomad ejemplo en lo que sucedió a san Juan Evangelista,482 que está escrito en su vida que cuando fue por mandado de nuestro señor a predicar a la tierra de Asia a los idólatras, un ministro de ídolos idólatra que estaba allí, llamado Aristomedo, rabioso de ver que por su predicación tantos idólatras se convertían a Dios, se bautizaban y se hacían cristianos, dejaban y tiraban sus ídolos, le dijo al santo: “si quieres que yo me haga cristiano y crea en tu Dios beberás el vaso de veneno que yo te diere, y si no te dañare ni te murieres con él yo creeré en tu Dios”. A que le respondió san Juan Evangelista diciéndole que de muy buena gana lo bebería en nombre de Jesucristo y experimentaría cómo no le hacía mal ni se moriría con él. Y por espantarlo el dicho Aristomedo mandó beber a dos idólatras suyos un vaso de veneno, con el cual cayeron luego muertos en presencia de muchos idólatras; lo cual sucedido, el dicho ministro de ídolos Aristomedo mandó luego que el santo bebiera el vaso de veneno que había prometido beber, y el santo lo bendijo con la señal de la cruz y lo bebió en nombre de nuestro señor Jesucristo, y el dicho veneno no le hizo daño alguno ni se murió con él. Lo cual, visto por todos aquellos idólatras, renunciaron a sus ídolos, se hicieron cristianos y se bautizaron, y luego el santo resucitó en nombre de nuestro señor Jesucristo a aquellos dos idólatras que habían muerto con el vaso de veneno que habían bebido.483 482. La prueba inductiva era, como se sabe, la forma de argumentación más usada en piezas oratorias de estilo humilde, como lo eran justamente estas pláticas. Los milagros y prodigios funcionaban perfectamente en la retórica menor, tan afecta a suscitar la admiratio (véase M. Pérez, Los cuentos del predicador, ob. cit., pp. 144-157). 483. La historia se encuentra ya en Pedro de Ribadeneira, Flos sanctorum de las vidas de los santos (Madrid, por Luis Sánchez, 1616, p. 899), y ha sido recogida como

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Veis aquí estos idólatras, por serlo y haber bebido el veneno sin la señal de la cruz, sin bendecirlo y sin alabar a Dios, les hizo daño y con él se murieron, y san Juan evangelista por haberlo bendecido con la señal de la cruz y bebídolo en nombre de nuestro señor Jesucristo no le dañó ni se murió con él. Pues lo mismo os ha de suceder a vosotros, que todos los que comiereis y bebiereis, bendiciendo y alabando a Dios como lo hizo san Juan evangelista, la comida y bebida no os dañará ni moriréis con ella; pero todos los que comieren y bebieren pulques nuevos sacrificando por ellos al demonio, matarán sus almas con esos vasos de veneno y serán sepultados en el infierno, para padecer y arder siempre en él por tan grande pecado, como por él y otros muchos están vuestros antepasados ardiendo y penando en el infierno para siempre, etcétera. Y porque ayunaron y sacrificaron al demonio por la salud de sus cuerpos; ¿y por qué más?, porque ayunaron y sacrificaron al demonio por el aumento de sus ganados; ¿y por qué más?, porque ayunaron y sacrificaron al demonio por los frutos nuevos; ¿y por qué más?, porque ayunaron y sacrificaron al demonio por los pulques nuevos, haciendo en todo esto grande injuria no solamente al sacramento del matrimonio, quebrantándolo, haciéndoles apartar cama a los casados, sino también a Dios, deshonrándole, sin atender a que es su criador y vuestro. Y quien es solamente el que os da la salud del alma y del cuerpo, y el que creó y da el aumento de vuestros ganados, y el que creó y os da los frutos que coméis, y el que creó todas las plantas del mundo y magueyes de que sacáis los pulques. Y por haber muerto vuestros antiguos en este mal estado, y con tan grandes pecados, sin haberse confesado ni hecho penitencia de ellos, han estado y estarán para siempre (como os tengo dicho) penando y ardiendo en el infierno en un llanto eterno, en compañía de los demonios que también están ardiendo y penando para siempre. Y también ha de ser lo mismo de cualquiera de vosotros que hiciere lo mismo, si no os convertís a Dios de todo corazón, renunciad y dejad para siempre los ídolos, imágenes del demonio, y tan malos sacrificios. ejemplo en Ci nous dit. Recueil d’exemples moraux (ed. de G. Blangez, Paris, SATF, 1979-1986, 620:1-6); del mismo modo, ha sido registrada por Goldberg: D1766.6.4.1. Sign of cross. Saint makes sign of cross over poisoned wine and is able to drink it without danger. D1840.1.2.1. Saint invulnerable to poison. Drinks poison; is saved by divine protection.

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Confesaos de todos estos pecados sin esconder ninguno de ellos, haciendo penitencia de ellos, y os perdonará Dios como perdonó a san Pablo, a la Magdalena y al buen ladrón, que fueron grandes pecadores y ahora están, con todo eso, gozando de Dios en el Cielo, porque se convirtieron a Dios de todo corazón; y así también os perdonará a vosotros si os convertís de todo corazón y alcanzaréis su gracia, que es prenda segura de su gloria: Quam mihi et vobis praestare dignetur qui cum Patre et Spiritu Sancto vivit et regnat in saecula saeculorum.484 Amén. PLÁT I C A S E GUN DA “[...] nisi conversi fueritis, et efficiamini sicut parvuli, non intrabitis in regnum caelorum”.485 Lo primero que hemos de asentar y habéis de saber es que todos aquellos que renuncian el pecado de la idolatría y otras supersticiones del demonio, y otros que son contra los diez mandamientos de Dios y cinco de la Iglesia (por grandes pecadores que sean con todo eso), si se convierten de todo corazón a Dios les perdonará y los recibirá486 en su amistad y gracia, para gozarle en el cielo para siempre. Pero otra cosa ha de suceder contra todos aquellos que son obstinados, protervos y duros, que no quieren dejar las idolatrías y demás supersticiones del demonio ni quieren convertirse a Dios; a estos tales no les ha de perdonar sino que, enojado por su dureza y protervia, los ha de castigar y los ha de echar para siempre en la cárcel del infierno. Porque así 484. Fórmula con que solían terminar los sermones, que solicitaba gracia divina para el predicador y para los oyentes, y sobre la que Pedro Calderón de la Barca hizo una pequeña broma en su comedia Guárdate del agua mansa: “Quam mihi et vobis / praestare se te ha olvidado, / para acabar el sermón / con todos sus aparatos” (ed. de Ignacio Arellano y Víctor García, Murcia, Universidad de Murcia, 1989, p. 155). 485. “et dixit [Jesús]: Amen dico vobis, nisi conversi fueritis, et efficiamini sicut parvuli, non intrabitis in regnum caelorum: y dijo: De cierto les digo que si no se vuelven y se hacen como los niños, jamás entrarán en el reino de los cielos” (Mateo, 18: 3). 486. Por “Leísmo” debe entenderse “el uso impropio de le(s) en función de complemento directo, en lugar de  lo  (para el masculino singular o neutro), los  (para el masculino plural) y la(s) (para el femenino), que son las formas a las que corresponde etimológicamente ejercer esa función” (Diccionario panhispánico de dudas, s.v. “Leísmo”). Sobre el “leísmo” en el español novohispano, véase Claudia Parodi, “El leísmo en América y en España”, Bulletin of Hispanic Studies, 89-3 (2012), 217-236.

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nos lo enseña claramente la Sagrada Escritura que escribió san Mateo evangelista, su escribano, por las palabras siguientes: “Nisi conversi fueritis, et efficiamini sicut parvuli, non intrabitis in regnum caelorum”, que quiere decir que si no os convertís y os hacéis inocentes en la vida como los niños, no habéis de entrar en el reino de Dios; ¿y por qué? porque los niños no saben qué cosa es idolatrar, ni sacrificar al demonio, ni saben qué cosa es fornicar, hurtar ni embriagarse. Y así ha de hacerse en su vida (y no en la edad) como un niño el que de veras se convirtiere a Dios llorando sus pecados. Lo segundo que hemos de asentar y habéis de saber es que nunca hubo cielos ni tierra hasta que Dios los crió, ni hubo hombres, plantas, ni animales hasta que Dios los crió, tampoco hubo demonios ningunos en el cielo, en la tierra ni en el infierno hasta que Dios crió los cielos. Entonces crió en ellos muchos ángeles, más que estrellas hay en el cielo; unos fueron buenos y otros malos: el capitán de los ángeles buenos fue san Miguel, y este, con todos los demás ángeles buenos, se humillaron a Dios y le creyeron y así merecieron su gracia y les dio su reino para siempre. Y el capitán de los ángeles malos y cabeza de ellos fue Lucifer el cual, porque no se humilló a Dios como lo hizo san Miguel, y porque se ensoberbeció queriendo ser semejante a Dios, con este pecado se pervirtió así a todos los demás ángeles malos, por el cual él y todos los demás ángeles malos fueron convertidos en demonios; y Dios enojado contra ellos mandó a san Miguel que los desterrase del cielo y los echase en el infierno, como los desterró y echó en él. Y siendo esto así verdad como lo es, porque así nos lo enseña la Sagrada Escritura por las palabras siguientes, en el Salmo 72: “Dejecisti eos, dum allevarentur”.487 ¿Cómo puede ser Dios el demonio? Porque Dios es una cosa, que es creador, y el demonio no es otra cosa más que criatura suya; luego, mucho erraron vuestros antiguos en haber hecho y tenido por su dios al demonio, porque no es dios verdadero sino falso, que ni es bautizado, ni cristiano, ni santo, ni señor, como ellos decían. Pues siendo esto así verdad como lo es, porque le ayunaban y sacrificaban cuando hacían casas nuevas, rompían tierras nuevas y plantaban magueyes,

487. “Verumtamen propter dolos posuisti eis; dejecisti eos dum allevarentur: Ciertamente los has puesto en deslizaderos y los harás caer en la decepción” (Salmos 73[72]:18).

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que por estos pecados y no haberse convertido ni hecho penitencia de ellos están penando y ardiendo para siempre en el infierno; y lo mismo ha de ser de cualquiera de vosotros si no se convirtiere ni hiciere penitencia de ellos: “Nisi conversi fueristis etcétera”. Mirad, no hagáis eso cuando hacéis casas nuevas ni cuando rompiéredes tierras nuevas ni cuando plantares magueyes; porque la tierra que rompéis para plantar magueyes y para sembrar vuestras sementeras y para fundar vuestras casas no la crió el demonio, sino Dios, para que en ella se den los frutos para vuestro mantenimiento y fundéis vuestras casas, que para ellas también crió los materiales con que las hacéis, que sin dicha tierra ni materiales no pudiérades hacer nada si Dios no os lo hubiera dado. Y así, solamente a Dios y no al demonio debéis alabar, bendecir y dar gracias por haberos dado la tierra que pisáis, que os da los frutos que coméis, y el agua que bebéis y el fuego que os calienta y el aire que os refresca; luego, jamás hicieron bien vuestros antiguos en ayunar y sacrificar al demonio por todas estas cosas, y así no los debéis imitar en esto porque os condenaréis como ellos se condenaron. También ayunaban y sacrificaban al demonio, sahumando sus ídolos, vuestros antiguos cuando le pedían lluvias; y por este pecado (y porque no se convirtieron ni hicieron penitencia) están penando y ardiendo en el infierno para siempre. Y lo mismo ha de ser de cualquiera de vosotros que hiciere lo mismo si no se convirtiere a Dios: “Nisi conversi fueritis”. Mirad que jamás ayunéis ni sacrifiquéis al demonio por las lluvias, como lo hicieron ellos, sino solamente a Dios; porque el demonio no crió ni pudo criar las nubes ni las lluvias, sino solamente Dios, que es quien os las da, como nos lo enseña la sagrada escritura en el capítulo 26 del Levítico, por estas palabras: “Si in praeceptis meis ambulaveritis, et mandata mea custodieritis; dabo vobis pluvias temporibus suis”,488 que quieren decir: “si guardáredes mis preceptos y viviérades en ellos, os daré lluvias a su tiempo”. Y si muchas veces no os llueve a su tiempo y pasáis calamidades y hambres y trabajos, es porque ayunáis y sacrificáis al demonio por las lluvias, quebrantando 488. “Si in praeceptis meis ambulaveritis, et mandata mea custodieritis, et feceritis ea, dabo vobis pluvias temporibus suis,  et terra gignet germen suum, et pomis arbores replebuntur: Si andan según mis estatutos y guardan mis mandamientos, poniéndolos por obra, les mandaré la lluvia a su tiempo. La tierra dará sus productos, y el árbol del campo dará su fruto” (Levítico 26:3-4).

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sus mandamientos. Y en el capítulo 10 del profeta Zacarías os enseña la Sagrada Escritura las palabras siguientes: “Pettite a Domino pluviam in tempore serotino, et Dominus faciet nives, et pluviam imbris dabit eis, singulis herbam in agro. Quia simulacra locuta sunt inutile, et divini viderunt mendacium etc.”,489 que quiere decir: “pedid a Dios las lluvias, que él os las dará, y no creáis al demonio ni a sus ídolos ni a los adivinos sacrificadores embusteros (que os engañan por comerse las aves que les dais) para sacrificar al demonio, sin atender a que ellos y vosotros después lo habéis de penar en el infierno si no os enmendáis. También ayunaban y sacrificaban al demonio los antiguos, como es muy notorio, cuando caminaban jornadas largas: y por este pecado, y porque no se convirtieron de él y de otros muchos, están penando y ardiendo en el infierno para siempre. Y lo mismo ha de ser de cualquiera de vosotros que hiciere lo mismo, si no os convertís a Dios: “Nisi conversi fueritis etcétera”. Mirad que cuando caminéis jornadas largas jamás sacrifiquéis al demonio, porque os despeñaréis en el infierno, sino encomendaos a Dios y poned en él el corazón, como lo hicieron los tres santos reyes magos Melchor, Gaspar y Baltazar cuando hicieron aquella jornada larga desde el oriente a la ciudad de Belén, a adorar al niño Jesús nuestro señor. Que no sacrificaron al demonio en una jornada tan larga, sino que pusieron sus corazones en Dios, y así les envió una estrella del cielo que los guió y los llevó con bien, sin que les sucediese mal ninguno; así cuando fueron como también cuando se volvieron a sus tierras, como lo refiere el evangelista san Mateo, en su capítulo 1, por las palabras siguientes: “Et ecce stella, quam viderant in Oriente, antecedebat eos”.490 Y también los israelitas, cuando los sacó

489. “Petite a Domino pluviam in tempore serotino, et Dominus faciet nives: et pluviam imbris dabit eis, singulis herbam in agro.  Quia simulacra locuta sunt inutile, et divini viderunt mendacium: et somniatores locuti sunt frustra, vane consolabantur: idcirco abducti sunt quasi grex: affligentur, quia non est eis pastor: Pidan al Señor la lluvia de la estación tardía. El Señor produce relámpagos y hace llover. Él da pan al hombre y hierba en el campo. Pero los ídolos domésticos prometen en vano. Los adivinos ven mentiras y refieren sueños falsos; vano es su consuelo. Por eso el pueblo vaga como ovejas; fue afligido por falta de pastor” (Zacarías 10:1-2). 490. Qui cum audissent regem, abierunt, et ecce stella, quam viderant in oriente, antecedebat eos, usque dum veniens staret supra, ubi erat puer. Ellos, después de oír al rey, se fueron. Y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre donde estaba el niño” (Mateo 2:9).

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Dios de entre los idólatras de Egipto y los llevó al desierto para que le sacrificasen, los pasó por el mar bermejo y, yendo el tirano faraón en su seguimiento con propósito de hacerles todo el mal que pudiese, les envió una nube clara y resplandeciente que los iba guiando, a la cual siguiendo todos los israelitas se salvaron y libraron bien, quedando ahogados todos sus enemigos, como lo dice la Sagrada Escritura en el capítulo 14 del Éxodo, por las palabras siguientes: “Per columnam ignis et nubis interfecit excercitum eorum”;491 que pasaron el mar bermejo abriéndole las aguas camino, sirviéndoles de muro por un lado y por otro, como lo refiere la Sagrada Escritura, en el mismo capítulo, por las palabras siguientes: “Et ingressi sunt filii Israel per medium sicci maris. Erat enim aqua quassi murus a destra eorum et leva”492. Veis aquí cómo los que se encomiendan a Dios y ponen en él sus corazones, para caminar jornadas largas, les envía del cielo una nube para que los guíe y les abra camino seco por el mar. Y no solamente a estos favoreció Dios en esta jornada larga, porque también refiere la Sagrada Escritura que viniendo un hijo de Tobías de una jornada larga, por haber puesto su corazón en Dios le envió un ángel del cielo que le libró a su mujer, para que el demonio no le hiciera mal, y a él lo libró de que un peje grande lo despedazara, que consta por las palabras siguientes que dijo a su Padre, en el capítulo 12 versículo 2: “Respondens Tobias, dixit patri suo: Pater, quam mercedem dabimus ei? Aut quid dignum poterit esse beneficiis eius? Me duxit et reduxit sanun, pecuniam a Gabelo ipse recepit, uxurem ipse me habere fecit, et daemonium ab ea ipse compescuit. Gaudium parentibus eius fecit, meipsum a devoratione piscis eripuit”.493 491. “Jamque advenerat vigilia matutina, et ecce respiciens Dominus super castra AEgyptiorum per columnam ignis et nubis, interfecit exercitum eorum, et subvertit rotas curruum, ferebanturque in profundum. Dixerunt ergo Aegyptii. Fugiamus Israelem. Dominus enim pugnat pro eis contra nos: Aconteció que a eso de la vigilia de la mañana, el Señor miró hacia el ejército de los egipcios, desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión en el ejército de los egipcios.  Trabó las ruedas de sus carros, de modo que se desplazaban pesadamente. Entonces los egipcios dijeron: “¡Huyamos de los israelitas, porque el Señor combate por ellos contra los egipcios!” (Éxodo 14:24-25). 492. “Et ingressi sunt filii Israel per medium sicci maris: erat enim aqua quasi murus a dextra eorum et laeva: Y los hijos de Israel entraron en medio del mar en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda” (Éxodo 14:22). 493. “Respondens Tobias, dixit patri suo: Pater, quam mercedem dabimus ei? aut quid dignum poterit esse beneficiis eius? Me duxit et reduxit sanum, pecuniam a Gabelo

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Luego, si vosotros ponéis el corazón en Dios cuando camináis jornadas largas, también mandará al ángel de vuestra guarda que os guíe y os libre del demonio y de todos los males, como está escrito en otro lugar de la sagrada escritura, en el Salmo 90, por las palabras siguientes: “Angelis suis Deus mandavit de te, ut custodiant te in omnibus viis tuis”;494 luego, no conviene que sacrifiquéis al demonio, que tanto os aborrece y desea llevar al infierno, cuando camináis jornadas largas. Todos los que habéis oído la palabra de Dios y, con todo eso, si alguno de vosotros prosiguiere ayunando y sacrificando al demonio por casas nuevas, por tierras nuevas, por planta de magueyes nuevos, por lluvias y por jornadas largas, no ha de entrar en el reino de Dios, como lo dice la sagrada Escritura por las palabras siguientes: “Non intrabitis, in regnum Caelorum”; sino que el día de su muerte lo ha de castigar Dios con un castigo terrible y espantoso, como lo declara la Escritura en el Salmo 139 por las palabras siguientes: “Virum in justum, mala capient in interitu”. Que lo entregará Dios a todos los males que se padecen en el infierno. Dejad los pecados de los antiguos, apartaos de ellos, que nunca son buenos porque todos son embustes y mentiras del demonio; gemid y llorad vuestros pecados convirtiéndoos a Dios, confesaos de todos ellos de todo corazón, con que os perdonará Dios y alcanzaréis su gracia con que entréis en el cielo: “Quam mihi et vobis praestare dignetur”.

ipse recepit, uxorem ipse me habere fecit, et daemonium ab ea ipse compescuit: gaudium parentibus ejus fecit, meipsum a devoratione piscis eripuit, te quoque videre fecit lumen caeli, et bonis omnibus per eum repleti sumus. Quid illi ad haec poterimus dignum dare?: Respondió Tobías: ‘Padre, ¿qué salario puedo darle? Aun entregándole la mitad de la hacienda que traje conmigo, no salgo perdiendo. Me ha guiado incólume, ha cuidado de mi mujer, me ha traído el dinero y te ha curado a ti. ¿Qué salario voy a darle?” (Tobías 12:2-3). 494. “Quoniam angelis suis mandavit de te, ut custodiant te in omnibus viis tuis: Pues a sus ángeles dará órdenes acerca de ti para que te guarden en todos tus caminos” (Salmos 91[90]:11).  

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PL ÁT I C A T E RC E R A “Veneficis et idolatris, et omnibus mendacibus, pars illorum erit in stagno ardenti igne et sulphure: quod est mors secunda”.495 Lo primero que hemos de asentar y habéis de saber es que el demonio es vuestro mortal enemigo, y también lo es de todos los hombres del mundo; y es de tal manera su enemigo, que si Dios le diera licencia luego acabara con todo el mundo y sepultara a todos los hombres en el infierno, donde penaran y ardieran con él para siempre. Y si no lo hace es porque Dios no quiere y no le da licencia para ello; pero con todo eso pone de su parte todas las astucias posibles para engañar a los hombres y condenarlos, como él lo está, como lo hizo con todos los gentiles antiguos enseñándoles a ser hechiceros y sacrificadores, para que le sacrificasen siempre que nacían, comían, bebían y morían, porque él sabe que todos han de nacer, comer, beber y morir; por eso mandó a los antiguos que le ayunasen y sacrificasen cuando nacieran, comieran, bebieran y murieran, porque así no se le escapase ninguno que no se condenase con él, porque sabe que está escrito en la sagrada escritura que los que son hechiceros idólatras y sacrificadores no se pueden salvar mientras lo fueren, como consta de nuestro tema:496 “Veneficis autem et idolatris, pars illorum erit in stagno ardenti igne et sulphure etc.” 495. “Timidis autem, et incredulis, et execratis, et homicidis, et fornicatoribus, et veneficis, et idolatris, et omnibus mendacibus, pars illorum erit in stagno ardenti igne et sulphure: quod est mors secunda: Pero, para los cobardes e incrédulos, para los abominables y homicidas, para los fornicarios y hechiceros, para los idólatras y todos los mentirosos, su herencia será el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8). 496. Los sermones temáticos se inician, efectivamente, con una introducción o thema, consistente en una cita bíblica capaz de resumir el contenido de la pieza oratoria, seguido del prothema que es una amplificación del thema y luego una oratio o invocación; una segunda parte se inicia con la repetición del thema, luego viene una divisio que incluye la exposición de los argumentos, una amplificatio de los mismos, una extensa peroratio, para terminar con la oratio conclusiva. Como puede verse, la estructura simple de estas pláticas no permite su consideración como sermón temático —aunque el autor parezca pretenderlo—, pues el sermón temático incluía ejercicios de lógica aristotélica y tópica ciceroniana, mientras que las pláticas como esta de Diego Jaimes eran predicadas en lengua vernácula y con base en analogías, pasajes bíblicos y patrísticos, símiles y exempla (véase al respecto el libro de Hilary D. Smith, Preaching in the Spanish Golden Age. A study of some preachers of the reign of Philip III, Oxford, Oxford University Press, 1978, pp. 11 ss.).

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Pues siendo esto así verdad, como lo es, ¿por qué hay entre vosotros muchos sacrificadores embusteros que hacen ayunar y sacrificar al demonio a muchas mujeres, engañándolas, cuando paren y cuando van al baño de paridas y cuando se levantan de paridas, cuando cortan puntales para casas nuevas y cuando conciertan casamientos y cuando hacen baños nuevos, poniéndoles a las mujeres en las manos un ave cuando paren para sacrificarle? Mirad los animales, como son vacas, cabras, ovejas y otros como ellos, por sola la providencia de Dios paren sus hijos, sin ponerse unos a otros aves en las manos para sacrificar al demonio; luego, peores sois que animales los que hacéis esto. Y también en cierto modo sois peores que el demonio, porque el demonio en cierto modo teme más a Dios que no los que hacéis semejantes sacrificios con tan poco temor suyo, debiendo atender a que los hechiceros y sacrificadores y alquilantes que no se quieren enmendar han de bajar el día del juicio, vivos, en cuerpo y en alma al infierno a penar y arder para siempre, en estancos de fuego y azufre, como consta de nuestro tema sacado de la Sagrada Escritura: “Venefficis autem, et idololatris, pars illorum erit, in stagno ardenti igne, et sulphure etc.”. También hay muchos entre vosotros que tenéis otorgadas cédulas al demonio, que en mexicano llamáis xuchitelmactli, para darle vuestras almas por la salud de vuestros cuerpos, las cuales tenéis escondidas en vuestras casas con los ídolos con que sacrificáis al demonio; y si no quemáis y echáis de vosotros dichas cédulas, y así mismo si no quebráis y echáis de vosotros para siempre dichos ídolos, han de ser testigos contra vosotros en el tribunal de Dios para que seáis condenados para penar y arder en el infierno para siempre. Porque aunque tengáis escondidas estas cédulas e ídolos de vuestros ministros, y ellos no lo sepan, no los podéis esconder de Dios que sabe muy bien no solamente lo que tenéis escondido en vuestras casas y montes sino también todos los pecados que tenéis escondidos en vuestros corazones, como lo dice la Sagrada Escritura por las palabras siguientes, en el primero libro de los Reyes, en el capítulo 16: “Homo videt in facie; Deus autem, intuetur cor.497

497. “Et dixit Dominus ad Samuelem: Ne respicias vultum eius, neque altitudinem staturae eius: quoniam abjeci eum, nec iuxta intuitum hominis ego iudico: homo enim videt ea quae parent, Dominus autem intuetur cor: Pero el Señor dijo a Samuel: No mires su apariencia ni lo alto de su estatura, pues yo lo he rechazado. Porque el Señor

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Y con el ejemplo que ahora os predicaré conoceréis qué cosa tan mala es otorgar cédulas al demonio. En la historia de nuestra señora de Loreto, en el libro 4 capítulo 33, está escrito que un mozo lascivo se enamoró locamente de una mujer honesta, y como no pudiese dar logro a sus deseos con todas las promesas y diligencias que hizo para inclinarla a su voluntad, se valió de un hechicero nigromántico (gran lazo de Satanás) para conseguir su intento. Este llamó con sus conjuros al demonio, el cual mandó venir a su presencia a su pretendiente y, en llegando, le dijo que le haría señor de aquella mujer que tan vivamente deseaba si le ofrecía vasallaje, alistándose en su bandera y dejando la de Cristo señor nuestro.498 El mozo, ciego y loco con los vivos deseos, no reparó en cosa alguna a trueque de cumplirlos, y así ofreció al demonio hacer cuanto le pidiese, porque a este término trae una loca pasión a un cristiano vencido de ella; teniéndole pues tan cautivo le mandó el demonio que por escrito le hiciese entrega de su alma, ofreciéndose por esclavo suyo, y que renegase de Cristo señor nuestro y de su madre, y que dejase la fe que había recibido en el bautismo, y esto con tan grandes blasfemias y execraciones contra Cristo que pone grima el oírlas. Todo lo hizo y firmó el desventurado, como lo ordenó Satanás, y le entregó la cédula en sus manos; y el demonio, con sus infernales artes, dio traza (permitiéndolo Dios para manifestar en este pecador su grande misericordia) que la mujer que pretendía se rindiese a su voluntad; pero en cumpliendo su apetito el pecado le abrió los ojos para conocer su engaño, como nuestro padre Adán, porque como los gustos de este mundo son tan menguados y engañosos, y prometen lo que no dan. No halló el triste satisfacción de su apetito sino remordimiento del corazón, tristeza y aflicción de espíritu; el gusto pasó en un instante y la pena permaneció en el alma. Viéndose esclavo de Satanás y condenado a eternos tormentos, excluido del cielo y desheredado de

no mira lo que mira el hombre: El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón” (Samuel 16:7). 498. Alusión al régimen militante que san Ignacio había impreso a la vida religiosa, en la comparación alegórica de las dos banderas que usa en sus ejercicios para persuadir al ejercitante a engrosar las filas de los que luchan bajo la bandera de Dios: “El cuarto día, meditación de dos banderas: la una de Cristo, sumo capitán y Señor nuestro; la otra de Lucifer, mortal enemigo de nuestra humana natura” (Ignacio de Loyola, Ejercicios, ed. J. Groh, Barcelona, Abraxas, 1999, p. 136).

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la gloria, descomulgado y apartado de la comunión de los fieles lloraba y gemía, y no hallaba a dónde poder tomar alivio; porque había negado a Cristo señor nuestro y a sus santos renunciando el bautismo y, con él, la comunicación de la Iglesia, y en el demonio hallaba tormento como en señor tirano que solo pretende la ruina de sus esclavos. Finalmente, mirándole Dios con ojos de misericordia, le trajo al pensamiento la grande piedad de la madre de misericordia, la santísima Virgen María, de quien fue devoto en un tiempo y, acordándose que era madre de pecadores, cobró alguna esperanza de alcanzar remedio y perdón de sus pecados. Fue a su santa casa de Loreto, postrose a los pies de un confesor y le confesó lo que había hecho, diole parte de su aflicción preguntándole si había remedio para un tan grande pecador. Respondiole que sí, porque la misericordia de Dios era mayor que todos los pecados del mundo, y que siempre franquea la puerta y recibe con los brazos abiertos al pecador arrepentido, y más cuando interviene la intercesión de la reina de los ángeles. Mandole que se encomendase muy de veras a ella y que ayunase tres días y se disciplinase y vistiese de silicio y velase en su cámara angelical. Todo lo cual cumplió el arrepentido penitente, pidiendo con lágrimas a la Santísima Virgen que le sacase de la esclavitud de Satanás; y al tercero día, estando en lo más fervoroso de su oración, le puso la Virgen en sus manos la cédula que había hecho al demonio. Volvió con este favor como de la muerte a la vida, dio mil gracias a la reina de los ángeles por él, llevola al confesor que se admiró de las blasfemias que contenía (al fin como dictada del demonio), hízola pedazos y absolviole y ordenó su vida en adelante, y como buen cristiano en servicio de Dios nuestro señor, dejándonos ejemplo, por una parte, de la tiranía del pecado que tal estrago causa en el alma y en tal abismo de maldades despeña al pecador y, por otra, el poder que tiene contra los demonios la beatísima Virgen, que solo con su querer los vence y saca a los cautivos de su poder; y juntamente de la confianza que deben tener los pecadores en la misericordia infinita de Dios que con tanta facilidad los perdona por muchos y graves que sean sus pecados, como fueron los de este pecador.499 Veis aquí, cómo los que tenéis otorgada cédula a Satanás estáis hechos sus esclavos, excomulgados y excluidos del reino de Dios, para penar y arder para siempre 499. Este ejemplo se encuentra en la Historia lauretana, IV, 33.

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en el infierno, si no quemáis y tiráis esas cédulas y os valéis de la beatísima Virgen María, nuestra señora, por medio de su rosario, para que os alcance perdón de vuestros pecados de su santísimo hijo, nuestro señor Jesucristo. Tirad esas cédulas e ídolos, gemid y llorad vuestros pecados confesándoos de todos ellos, y alcanzaréis misericordia y perdón de Dios nuestro señor. También vuestros padres y antiguos tenían ídolos de comunidad, a quienes servían y sacrificaban, pidiéndoles lluvias y frutos de la tierra y la salud, con que se engañaron torpísimamente, porque las lluvias nunca las ha dado ni las puede dar el demonio, sino solamente Dios todopoderoso; y por este pecado que cometieron, quebrantando la verdadera fe, los condenó Dios para penar y arder para siempre en el infierno, y lo mismo ha de ser de todos los que entre vosotros tenéis ídolos de comunidad, que en mexicano llamáis tecpanteotl,500 que le servís y sacrificáis por la salud, lluvias y frutos de la tierra, si no renuncias, quebráis y echáis de vosotros dichos ídolos. Con la historia que ahora os predicaré conoceréis cuan engañados vivieron los antiguos y los que ahora hacen lo mismo, teniendo ídolos de comunidad. En el tercer libro de los Reyes, capítulo 18, refiere la Sagrada Escritura que todos los judíos de la provincia de Samaria eran grandes idólatras, y Jezabel (mujer del rey Acab) grande autora de ellos; que por este pecado y otros muchos la castigó Dios con mala muerte, permitiendo que los perros se la comieran, como la comieron en el campo como si fuera bestia, como lo refiere la Sagrada Escritura en el cuarto de los Reyes, capítulo 9 versículo 36: todos servían y sacrificaban a un ídolo de comunidad que tenían, a quien llamaban Baal.501 Por este pecado de idolatría que cometían el rey Acab y su mujer Jezabel, y todos aquellos idólatras amparándolos ella, se enojó Dios y, a pedimento del 500. Cada comunidad tenía un dios “patrón”: “la deidad que velaba sobre el destino de la comunidad, el altepetliyollo, el ‘corazón’ del pueblo” (Serge Gruzinski, La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a “Blade Runer” (1492-2019), tr. Juan José Utrilla, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1994, p. 64); a dichos dioses, los curas de indios llamaban “ídolos de comunidad”. Se trata de una tradición heredada de los antiguos clanes familiares o calpulli, consistentes en organizaciones sociales complejas que poseían unidad territorial, gobierno interno e, incluso, escuela; cada calpulli tenía su dios al que adoraban y hacían fiestas y sacrificios. 501. La continua operación de retórica de asimilar las religiones prehispánicas a la idolatría de los judíos alcanza aquí una curiosa concreción, porque llamar “ídolo de comunidad” a Baal es más que un anatopismo cultural.

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santo profeta Elías, cerró el cielo y retiró a Elías a un desierto, donde por mandado de Dios le llevaban de comer los cuervos porque la idólatra Jezabel no le persiguiese, como había perseguido a otros muchos profetas de Dios. Y no llovió en tres años y medio: que era tanta la seca que la tierra se secó y la gente y ganados perecían y morían de hambre;502 y Dios, por su bondad, después de este tiempo sacó del desierto al santo profeta Elías,503 el cual se encontró con el rey Acab en el campo, donde andaba buscando pasto para sus bestias, quien le dijo: “tu, Elías, tienes turbada la gente y reino de Israel”, a que le respondió el santo profeta Elías diciendo: “no soy yo sino tú y la casa de tu Padre; porque has quebrantado los mandamientos de Dios siguiendo al ídolo Baalin, sacrificándole, y tú verás el desengaño. Manda juntar a tus vasallos idólatras y a cuatrocientos rabíes sacrificadores que tienes en el monte Carmelo, donde tendrás el desengaño”.504 Mandó Acab juntar a todos sus vasallos y rabíes sacrificadores en el monte Carmelo donde, estando juntos el santo profeta Elías, les dijo: “¿Hasta cuándo habéis de cojear y no andar derechos? Si el Señor es Dios, seguidle, y si Baal lo es, seguidlo”, a que no respondieron cosa los idólatras. Y visto que no le respondían les volvió a decir: “yo solo he quedado profeta del Señor, y vosotros rabíes y falsos profetas del ídolo Baal sois cuatrocientos y cincuenta. Traigan dos bueyes y poned vosotros uno en un altar en pedazos sobre mucha leña, ofreciendo sacrificio a vuestros dioses, y no le pongáis fuego que yo haré lo mismo; y el Dios que enviare fuego para quemar el sacrificio ese sea tenido por Dios y no otro”. Respondieron todos diciendo que había dicho muy bien, a que les dijo Elías: “vosotros sois muchos, sacrificad primero vuestro buey invocando a vuestros dioses y no le pongáis fuego, que yo lo haré después”. Pusieron los idólatras su buey y empezaron desde por la mañana a invocar a su ídolo Baal, para que les enviase fuego para quemar aquel sacrificio, diciéndole: “Baal, óyenos”. Y no les oía, ni oyó, ni les envió fuego, siendo ya medio día. Y los burlaba Elías diciéndoles: “clamad con mayores voces, porque vuestro dios estará por ventura en alguna conversación o vendrá caminando o estará

502. 1 Reyes 17; Santiago 5:17. 503. Lucas 4:25. 504. 1 Reyes 18:17-19.

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durmiendo, para que despierte”; y los idólatras más levantaban la voz hiriéndose con cuchillos y lancetas, derramando su sangre. Y habiendo visto el santo profeta Elías que ya se había pasado el mediodía y la hora del sacrificio, y que no habían sido oídos de su dios, ni enviándoles el fuego que le pedían, le dijo a todo el pueblo: “venid acá”, y estando con él reedificó el altar del Señor (que estaba destruido) y puso sobre él leña, hizo pedazos el buey y lo puso sobre ella, y les mandó que llenasen cuatro cantaros de agua y la derramasen sobre aquel sacrificio. Habiéndolo hecho, les mando que hiciesen lo mismo por segunda y tercera vez, con que quedó tan mojado el sacrificio que corrían las aguas por él; y, siendo ya hora de ofrecerlo, hizo el profeta oración a Dios diciendo: “Señor Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, muestra hoy que tú eres Dios de Israel y yo tu siervo. Óyeme Señor, óyeme señor, para que sepa este pueblo que tú solo eres el verdadero Dios”. Luego cayó fuego del cielo, que envió Dios, y quemó el holocausto; y habiendo visto el pueblo este milagro cayeron todos en tierra diciendo y confesando al señor de Israel, que era el verdadero Dios, por donde quedaban desengañados y, así, el profeta Elías les dijo: “prended a todos los sacrificadores y profetas falsos del ídolo Baal, de tal manera que ninguno se huya”. Y habiéndolos cogido los llevaron al santo profeta Elías al torrente Cisón505 y allí los mandó degollar y matar a todos, y luego llovió Dios copiosamente por la oración del santo profeta en toda la tierra, con que se criaron pastos para las bestias y frutos para los hombres. De este ejemplo habéis de sacar tres cosas: la primera, cómo castiga Dios a los sacrificadores y a los que los amparan, como lo hizo con Jezabel y con todos los sacrificadores que sacrificaban al ídolo de la comunidad que tenían llamado Baal; la segunda, que dicho ídolo Baal era dios falso y, por eso, no los oyó ni les envió el fuego que le pedían; la tercera, que solo el señor que crió el cielo y la tierra es el verdadero Dios, porque dio a Elías fuego del cielo con que ardió su sacrificio y envió y dio agua a la tierra. Por donde conoceréis que cualesquiera de vosotros que tuviereis ídolo de comunidad y ampararen a los que les sacrifican los ha de castigar Dios echándolos para siempre en el

505. El mismo en el que, años antes, los hombres de Barac habían liberado al pueblo de Israel de los cananeos. En aquella ocasión, el Cisón había barrido los cadáveres después de la batalla (Jueces 4:6-13).

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infierno: “venefficis autem et idololatris pars illorum erit in stagno igne et sulphure, etc.”,506 si no los echáis de vosotros y os apartáis de ellos. Poned el corazón solamente en Dios todopoderoso, quien os dará la salud, lluvias y frutos de la tierra, como se los dio a los israelitas así que dejaron el ídolo de comunidad que tenían, y alcanzaréis la gracia de Dios que es prenda segura de la gloria: “Quam mihi, et vobis, prestare dignetur, etc.”. CU ARTA Y Ú LTI M A P L ÁT I C A C O N T RA T RE S S U PE R S T I C I O N E S DE L DE M O N I O “Clama, ne cesses, quasi tuba exalta vocem tuam, et annuntia populo meo scelera eorum”507 Manda Dios a sus ministros que no cesemos de clamar y levantar la voz, como trompeta contra los vicios y pecados que se cometen en su pueblo; y por eso no me puedo excusar de clamar contra los pecados que se cometen en este pueblo, para que temiendo su divina justicia os convirtáis haciendo penitencia y no os condenéis con ellos. A tres puntos se pueden reducir los pecados que se cometen en este pueblo: el primero es contra los que callan y esconden pecados en sus confesiones; y el segundo contra los que imponen nombres e insignias del demonio a las criaturas en sus nacimientos, como lo hacían los gentiles antiguos; y el tercero contra los que alquilan hechiceros para adivinar, por arte del demonio, cuando se les pierde alguna cosa o tienen otro cuidado, y que este pecado es el más ordinario, como así mismo lo hacían los gentiles. Acerca del primer punto, como es callar y esconder pecados de supersticiones en la confesión, sabed que nuestro señor Jesucristo instituyó el sacramento de la confesión y penitencia con que perdona sus pecados a todos los que se confiesan de todo corazón; y solos aquellos [que] se confiesan bien y de todo corazón, que les pesa muy de veras y

506. “para los idólatras y todos los mentirosos, su herencia será el lago que arde con fuego y azufre” (Apocalipsis 21:8). 507. “Clama, ne cesses, quasi tuba exalta vocem tuam, et annuntia populo meo scelera eorum, et domui Jacob peccata eorum: Proclama a voz en cuello. No te contengas; alza tu voz como corneta. Denuncia ante mi pueblo su transgresión, y a la casa de Jacob su pecado” (Isaías 58:1).

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de todo corazón de haber ofendido a Dios y se convierten, apartan y quitan de sí para siempre la fornicación, embriaguez y supersticiones del demonio, y no callan ni esconden sus pecados cuando se confiesan, estos son los que alcanzan perdón de Dios. Pero no los que los callan y esconden cuando se confiesan porque se condenan para siempre en el infierno, como lo sabéis por el ejemplo que os contaré ahora, terrible y espantoso, que sucedió en una miserable india llamada Catalina, natural de una ciudad llamada Santa Cruz de la Sierra que está en el reino del Perú: que consta por una carta de una provincia de aquel reino (su fecha el año de 1590) que refiere el padre Andrade de la Compañía de Jesús en el grado 20 al 24,508 donde dice que en dicha ciudad había un hombre principal que tenía algunas indias para su servicio, y entre ellas tenía una de tanta habilidad que siendo de dieciséis años sabía tres lenguas, y en todas tres sabía la doctrina cristiana con tal eminencia que la enseñaba a las demás; a los principios procedía con recogimiento y humildad, mas después viéndose estimada de su ama y de las demás criadas sus compañeras empezó a dar muestras de libertad y desahogo, hablando con la gente de casa y de fuera con más frecuencia y menos modestia de lo que su edad y estado pedía. Reprendiola su ama pero no se corregía, y su libertad y desenvoltura la trajeron a términos que, perdiendo el estado dichoso de la virginidad, se amancebó con dos mozos aunque tan ocultamente que no lo entendieron en su casa. Habíala industriado su ama para que confesase y comulgase cada ocho días; costumbre establecida no solamente en su persona sino en todos los que moraban en su casa, la cual no obstante sus pecados continuaba con sus compañeras, pero sacrílegamente, callando en la confesión los pecados sensuales que cometía. Encendiose por aquella tierra, una recia pestilencia, llegó a la casa de esta señora y, como si viniese a vengar las ofensas de Dios, hirió a Catalina. Llamaron luego a un padre confesor de nuestra Compañía,

508. Alonso de Andrade, Itinerario historial que debe guardar el hombre para caminar al cielo, Barcelona, por José López, 1648. El ejemplo también está en Martín del Río, Disquisitionum magicarum libri sex, Londres, por Horacio Cardon, 1608, 1.2, 26, 5; Cristóbal de Vega, Casos raros de la confesión, Barcelona, por Joseph Giralt, 1656, 12-20. Tubach registra el motivo “850. Candle rejected three times. A candle placed on the alter of St. Paul by a sinful woman is three times rejected; Cf. 4238. Sermon interrupted by singing. A girl interrupted a sermon by singing and dancing; she contracted a horrible disease from which she was cured only by confession”.

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que lo era ordinario suyo y de sus compañeras; como la enfermedad era tan peligrosa ordenáronle que se confesase, vino en ello con mucha facilidad. Confesose pero tan mal, como siempre, y con tal desenvoltura que en saliendo el confesor de su aposento empezó a reír y hacer burla de él con las otras indias sus compañeras, diciendo con desprecio: “¡Miren a qué venía el padre!, a que confesase yo mis pecados y le dijese lo que había hecho. No se verá en eso ni lo sabrá en toda su vida”. Escandalizadas las demás avisaron a su ama de lo que pasaba, la cual vino luego y le pregunto si era verdad lo que había dicho y qué pecados eran los que callaba al confesor; no tuvo empacho de manifestarlos a su ama, a quien los dijo claramente. Y replicándole por qué razón no los había manifestado al confesor respondió que porque una negra que asistía a su cabecera la persuadía a que no los confesase, porque era cosa de aire y que perdería mucho con el confesor que la tenía en grande opinión: “Verdad es —añadió— que a mi lado derecho veo a santa María Magdalena que me exhorta a que los confiese; pero me tienen temerosa las amenazas de la negra”. Exhortola la buena ama a que confesase enteramente sus culpas y, pudieron tanto sus palabras, que se resolvió por entonces a obedecerla. Llamaron al confesor a quien el ama refirió lo que había dicho y otras cosas que las criadas confesaban de varias acciones deshonestas y palabras indecentes que había hecho y dicho; entraron ambos a su aposento, el confesor y el ama, la cual habló primero y dijo: “Catalina, ves aquí al padre, confiésale los pecados que me dijiste a mí y todos los de tu vida para que sea salva tu alma”. Mostró grande indignación oyendo estas palabras y respondió en otra lengua, que no la entendía el confesor: “no le dije yo a vuestra merced esas cosas para que las dijese al padre”; y dicho esto se resolvió en no confesar con él sin que bastasen persuasiones ni diligencias algunas, así del confesor como de su ama, para mover su corazón a lo que le convenía. Cansados pues de batallar con ella la dejaron por entonces, apelando a mejor tiempo si Dios se le concedía para hacerla confesar enteramente; pero en hallándose sola, empezó a cantar coplas lascivas y a decir palabras indecencias a las criadas que entraban a curarla. Llegó a tal dureza y obstinación que no le pudieron persuadir que pronunciase el santo nombre de Jesús. Pusiéronle un crucifijo delante de los ojos y dijéronle: “mira a tu Dios que padeció por ti”, a que respondió con saña y muestras de indignación: “ya lo sé, ¿y qué le tengo de hacer yo?”

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“Que te confieses —replicaron— y le pidas perdón de tus pecados, que para dártele se puso en esa Cruz”. “No me canséis —respondió— que no estoy ahora de ese parecer”, y para divertir la plática volvió a sus lascivos cantares, en quienes perseveró hasta la noche. Echose a dormir y tuvo un sueño o visión que el misericordioso Dios le dio, para reducirla a su rebaño, en que vio las penas de los condenados y sintió parte de sus tormentos; pero, aunque en sueños, tuvo tal sentimiento que empezó a dar voces, acudieron ama y criados y preguntándole qué tenía respondió: “he padecido grandísimos tormentos por no haber confesado mis culpas como debo, y si supiérades lo mucho que he padecido ¡qué lástima me tuviérades!”. Ostentaba gran fatiga y tal descaecimiento que parecía acabársele la vida; diole un parasismo509 que le duró siete horas, en que estuvo helada y yerta como una difunta, y creyendo que lo estaba trataron de amortajarla, cuando al cabo de las siete horas volvió en acuerdo510 con admiración de todos. Preguntáronle si le quedaba algo que reconciliar, respondió que sí y que llamasen luego al confesor, el cual vino con presteza y confesó, pero tan sacrílegamente como las otras veces; tan rendida la tenía Satanás y el empacho de sus culpas que ni en aquel artículo tuvo valor para decirlas. Pasados estos lances tuvo el demonio tan grande dominio en ella que no le dejaba pronunciar el nombre santo de Jesús, dábanle a besar el santo crucifijo y apartábale, y al paso que se retiraba de Dios se llegaba más Satanás; porque otra india enferma que tenía la cama en su aposento vio unas sombras espantosas que la cercaban por todas partes, de que atemorizada pidió a voces que la sacasen de allí y al padre que la confesase, por no venir a los trances de su compañera, y como se tardasen en sacarla, espoleada del temor saltó como pudo de la cama dándole el deseo de su bien las fuerzas que la enfermedad le negaba. Confesose luego de todas sus culpas, recuperando en su alma Dios lo que perdía en el alma de su compañera, la cual padeció otro parasismo quitándole el Señor la vida a pausas para que cayese en la cuenta y se 509. “Nombre griego paroxismoz, stimulatio, concitatio, exacerbatio, est incitare. Hoc etiam graeci appellant accesum febris, hoc est exasperationem, quae statis temporibus fieri consuevit. Los accidentes del que está mortal, cuando se traspone, los llamamos vulgarmente parasismos” (Covarrubias, Tesoro, s. v. “Parasismo”). 510. Vale por “acordar”: “Recobrar el uso y exercicio de los sentidos, de que por algun accidente estuvo alguno privádo, ò suspenso” (Aut., s.v. “Acordar”).

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aprovechase de los plazos que le daba; volvió de él cuando la tenían por muerta, y sentándose con furor en la cama empezó a hacer visajes y a dar tales aullidos que los presentes, atemorizados, huyeron como de persona condenada que volvía de la otra vida. Mas no fue así, que aún no había salido de esta. Pero salió aquella noche sin muestras de penitencia y con sumo desconsuelo de sus amos y compañeras, por ver morir en la flor de su edad una moza de dieciséis años tan infelizmente, habiendo a su parecer vivido en tanta virtud. En expirando, en toda la casa había un hedor tan pestilencial que salía del miserable cuerpo que, no le pudiendo sufrir, la sacaron al corral; sintiéronse ruidos y espantos que atemorizaban a todos, no solamente a los hombres, porque los perros ladraban y los gatos aullaban, sin término de quietud, y un caballo manso que estaba en la caballeriza no cesó en toda la noche de bufar y relinchar, erizarse y tirar coces. Vieron todos una india, y dar a otra invisiblemente un gran golpe, cuya señal le duró por muchos días sin saber el autor de estas y de otras muchas cosas temerosas que aquella noche sucedieron, presagios todos y señales de la condenación eterna de la infeliz difunta. Pero no quiso Dios que quedase solo en señales, sino que se manifestase con evidencia para escarmiento de todos, lo cual sucedió a 19 de octubre de dicho año de 1590, dos meses después de haber muerto, en la forma siguiente: entró en la despensa una compañera a guardar los manjares y oyó a Catalina que la llamó por su nombre con voz baja; conociola y diole tal temor que salió despavorida y cerrando la puerta sobre sí, mas la difunta levantó la voz y la llamó tres veces y pidiéndole con instancia que no huyese. Conocieron las otras indias a Catalina en la voz, y aunque la india a quien llamaba había cobrado tan crecido temor, ellas la animaron tanto que se resolvió a entrar en la despensa y a oírla, pero con dos condiciones: la primera, que había de llevar una vela de cera bendita encendida; y la segunda, que la habían de acompañar dos compañeras suyas. Ambas se cumplieron, y entró con ellas y la vela en la mano, pero la difunta que estaba en lo profundo de la pieza la habló en entrando y dijo: ven tú sola, no temas, y quita esa vela que me da notable pena. Cobró aliento con estas palabras, dándosele Dios, para que pudiese oír y ver lo que después refirió; dio la vela a una de sus compañeras y entró sola, hacia donde oyó la voz, miró con atención y vio a la infeliz Catalina encendida en fuego, el cual despedía por todas las coyunturas de su cuerpo, y mayores llamas

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por la cabeza y los pies; tenía una faja de fuego ceñida por la cintura muy apretadamente, que la corría a raíz del cuerpo hasta los pies, en pena de su sensualidad. Tembló con su vista la pobre india, y aunque la difunta la animaba para que se animase y no temiese, no podía; vio a esta sazón bajar de lo alto a un niño muy hermoso, que sería el ángel de su guarda, el cual se llegó a ella y le dijo: “no temas, escúpela, y oye lo que te dijere y publícalo en saliendo de aquí”. Escupiola, y Catalina enojada la dijo: “¿por qué me escupes?” “Porque me lo manda —respondió- quien me asiste”. Hágote saber —respondió la difunta— que no te vengo a ver por mi voluntad sino por la del señor a quien todas las criaturas obedecen, para que sepas y publiques mi desdicha que ha sido sobre todas las del mundo, pues fui condenada a las penas eternas del infierno por haber callado en la confesión los pecados graves que cometía con dos mozos con quienes ocultamente estaba amancebada, confesando los leves y de poca importancia. Dilo a los Padres para que lo prediquen, y tú no calles nada en la confesión como yo hice.

A esta sazón tocaron a las Ave Marías, y la difunta y el ángel mandaron a la viva que saliese afuera, la cual obedeció pero tan cortada y sin pulsos que cayó en el suelo como muerta. Las indias sus compañeras la levantaron y la confortaron, y refirió todo lo que aquí queda escrito, lo cual se predicó en todo el reino para común escarmiento y edificación de todos. Ya habéis oído cómo esta miserable india se condenó por haber callado sus pecados al confesor, y no atendiendo que aunque se los escondiese a su confesor no se los podía esconder a Dios, que todo lo sabe, que por eso manda a sus ministros que clamemos sin cesar levantando la voz como trompeta contra los que cometen este pecado; y así yo ahora clamo contra vosotros, los que escondéis vuestros pecados de supersticiones a vuestro confesor, advirtiéndoos que si no revalidáis las confesiones que habéis hecho de esta manera os habéis de condenar y os ha de castigar Dios para siempre en el infierno: “Clama, ne cesses, quasi tuba exalta vocem tuam, et annuntia populo meo scelera eorum”. El segundo punto es acerca de los que ponen nombres e insignias del demonio a las criaturas en sus nacimientos, como lo hacían los gentiles antiguos; que por este pecado y otros muchos como este están

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penando y ardiendo para siempre en el infierno. Sabed que la beatísima virgen nuestra señora es la norma y guía de todos los santos y santas de la corte del cielo, os enseña a todos lo que habéis de hacer para salvaros; porque esta señora, cuando parió a su santísimo hijo, el niño Jesús nuestro señor, no mandó llamar a sacrificador ninguno para que le pusiese a su hijo insignia ni nombre alguno del demonio, porque es muy grande pecado, sino que al octavo día, como lo dice el evangelista san Lucas en el capítulo 2 por las palabras siguientes: “Postquam consummati sunt dies octo ut circuncideretur puer voccatum est nomen ejus Iesus”.511 Le puso por nombre Jesús, que quiere decir salvador, que es el nombre que le anunció el ángel san Gabriel y el mismo evangelista dice en el mismo capítulo 2, por las palabras siguientes: “Postquam impleti sunt dies purgationis Mariae secundum legem Moysi, tulerunt Iesus, in Jerusalem, ut sisterent eum Domino”;512 que a los cuarenta días cogió en brazos a su hijo, el niño Jesús nuestro señor, y lo llevó al templo de Jerusalén a ofrecerlo al Eterno Padre. De manera que esta señora no alquiló hechicero ni sacrificador alguno para poner a su hijo nombre ni insignia del demonio; a que se junta que nunca lo ofreció al demonio sino al Eterno Padre. Esto mismo es lo que vosotras habéis de hacer cuando pariedes a vuestros hijos: que al octavo día los habéis de enviar a la casa de Dios, que es la Iglesia, para que allí sean bautizados por sus ministros, que son los sacerdotes, y les impongan por nombre el santo o santa de vuestra devoción de la insignia de cristianos, que les impone con el santo óleo que se les pone en forma de cruz en el pecho cuya significación es el dulce amor de Dios a quien ha de amar, y en las espaldas que significa el suave yugo de Cristo que recibe por el bautismo, y con el santo crisma en la cabeza para que más fácilmente conozca y crea los misterios de Dios y no creáis a los sacrificadores y hechiceros embusteros que os engañan diciendo que si no ponéis los nombres e insignias del demonio a 511. “Et postquam consummati sunt dies octo, ut circumcideretur puer, vocatum est nomen ejus Jesus, quod vocatum est ab angelo priusquam in utero conciperetur: Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, llamaron su nombre Jesús, nombre que le fue puesto por el ángel antes que él fuera concebido en el vientre” (Lucas 2:21). 512. “Et postquam impleti sunt dies purgationis ejus secundum legem Moysi, tulerunt illum in Jerusalem, ut sisterent eum Domino: Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos conforme a la Ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor” (Lucas 2:22).

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vuestros hijos se han de morir; porque si Dios no quiere que mueran, aunque no les impongáis dichas insignias y nombres del demonio no se han de morir, y si Dios quiere que mueran, que les impongais o no les impongais dichos nombres han de morir. Y en saliendo a misa ofreceréis a Dios vuestros hijos, que los crió y les dio el alma y vida que tienen, y no los ofrezcáis al demonio como lo hacían los gentiles antiguos; que por este y otros muchos pecados de este género manda Dios a sus ministros que clamemos sin cesar levantando la voz como trompeta contra los que cometen dichos pecados, y así como sin cesar contra vosotros los que los cometéis. Y os intimo de parte de Dios que si no os convertís y dejáis de cometer semejantes pecados, y os confesáis de todos ellos, que el día del juicio os ha de echar vivos en cuerpo y alma en los infiernos para penar y arder en ellos para siempre. El tercero punto es acerca de los que alquilan hechiceros embusteros para adivinar, por arte del demonio, cuando se les pierde alguna cosa o tienen algún cuidado, como lo hacían los gentiles antiguos; que es muy grande pecado que lleva al infierno y castiga Dios al que lo comete, como lo refiere la Sagrada Escritura que lo hizo con el rey Saúl por sus maldades, y por haber alquilado a una hechicera que le adivinase el suceso que había de tener en la guerra, por estas palabras en el libro 1 del Paralipomenon, capítulo 10: “Mortuus est ergo Saul propter iniquitates suas, eo quos praevaricatus sit mandatum Domini quod praeceperat, et non custodierit illud: sed insuper etiam pythonissam consuluerit, nec speraverit in Domino: propter quod intersecit eum, et transtulit regnum ejus ad David filium Isai”.513 De manera que castigó Dios al rey Saúl por haber quebrantado su mandamiento, como también por haber alquilado la hechicera para que le adivinase, la cual le engañó diciéndole que había de vencer en la guerra a que iba y después no venció sino que después fue vencido él y todos sus soldados, y lo castigó Dios. Esto mismo os pasa a muchos de vosotros que alquiláis a muchos adivinos, hechiceros embusteros, para que os adivinen si habéis de hallar lo que se os perdió o habéis de tener buen suceso en el cuidado que tenéis. Y ellos os engañan diciéndoos que habéis de hallar lo que se os perdió y habéis de tener buen 513. “Así murió Saúl por la infidelidad que cometió contra el Señor, respecto a la palabra del Señor, la cual no guardó, y porque consultó a quien evoca a los muertos pidiendo consejo, en lugar de pedir consejo al Señor. Por esta causa él lo hizo morir y transfirió el reino a David hijo de Isaí” (1 Crónicas 10:13-14).

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suceso en el cuidado que tenéis, y después sucede no hallar lo que se os perdió ni tenéis buen suceso en el cuidado que tenéis. A que se junta que os cargan de otro pecado más grave tapándoos la boca, diciéndoos y aconsejándoos que no os confeséis de dichos pecados, con que acabáis vosotros y ellos de perderos y condenaros echándoos Dios en el infierno para siempre por tan graves pecados; que por eso manda a sus ministros que clamemos sin cesar contra estos pecados, que por eso clamo contra vosotros los que los cometéis intimándoos de parte de Dios que si no os convertís y dejáis para siempre semejantes pecados os ha de castigar para siempre en el infierno: “Clama, ne cesses, quasi tuba exalta vocem tuam et anuntia populo meo scelera eorum”. Convertíos a Dios, gemid y llorad vuestros pecados y venid a confesar conmigo de todos ellos, y no temáis ni tengáis vergüenza, que para eso estoy aquí y es mi oficio absolveros de todos ellos confesándoos de todo corazón, con que alcanzaréis perdón y la gracia de Dios que es la limpieza del alma con que entraréis en la gloria: “Quam mihi, et vobis, præstare dignetur etc.” LAUS DEO

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ÚNICO DE LOS SACRIFICIOS Y SUPERSTICIONES que arriba se explicaron, los cuales se ponen aquí en sumario en lengua castellana para que el confesor que quisiere, sabiéndolo memoriter, haga por él las preguntas en su lenguaje natural, variándolas conforme a lo arriba explicado en el examen de cada penitente y en cuanto al número de ayunos: parte primera en que no hay tantos sacrificios asentados como hay en este capítulo, porque se descubrieron después de escritos.

1. Sacrificios cuando conciertan casamientos si no aceptan presto los padres de la novia. 2. Sacrificios cuando son ya casados, para que quieran a los maridos y olviden a los padres. 3. Sacrificios cuando están preñadas, por el buen suceso del parto. 4. Sacrificios por la salud, cuando paren. 5. Sacrificios por salir al baño de paridas. 6. Sacrificios por levantarse de paridas. 7. Sacrificios cuando imponen nombres del demonio a las criaturas en sus nacimientos. 8. Sacrificios por la salud de los enfermos. 9. Sacrificios cuando chupan a los enfermos invocando al demonio. 10. Sacrificios cuando sahúman al enfermo invocando al demonio. 11. Sacrificios por aumento de ganados. 12. Sacrificios cuando siembran sus frutos y sementeras. 13. Sacrificios cuando comen frutos nuevos. 14. Sacrificios cuando cogen y encierran sus frutos. 15. Sacrificios por pulques nuevos. 16. Sacrificios cuando entran a vivir en casas nuevas. 17. Sacrificios cuando abren o desmontan tierras nuevas. 18. Sacrificios por lluvias. 19. Sacrificios a los ídolos de comunidad. 20. Sacrificios cuando otorgan cédulas al demonio por la salud. 21. Sacrificios por jornadas largas. 22. Sacrificios por planta de magueyes en tierra nueva.

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23. Sacrificios por cortar maderas nuevas. 24. Sacrificios por temazcales nuevos (y hasta aquí son con ayunos los sacrificios ut supra). 25. Pregunta: ¿con qué instrumentos se entierran? 26. Pregunta: ¿lo que pasa al octavo día de sus entierros? Supersticiones sin sacrificios 27. Adivinaciones por las cosas perdidas invocando al demonio y para saber si son de vida o de muerte los enfermos. 28. Ayunos de los padres y parientes cuando mueren las criaturas. 29. Ayunos de los parientes cuando mueren los adultos. 30. Lavar los cuerpos de los párvulos y adultos difuntos. 31. Maíz, agua, candelas y copal que ponen al caballo de Santiago cuando lo bailan. 32. Alquilar hechiceros para enhechizar a otros cuando tienen enemiga. 33. Preguntas para saber cuántas veces al año les pareció que se convirtieron en nahuales y otros animales con pacto del demonio.514 34. Pregunta para saber las cédulas e ídolos que les dejaron sus padres o los sacrificadores cuando les sacrificaron. 35. Pregunta para saber cuántas cuaresmas callaron y escondieron a sus confesores este linaje de pecados. Todo el batallón de este tratado se reduce al examen de los sacrificios y supersticiones ut supra.

514. Sobre este tipo de “brujería”, véase Alfredo López Austin, “Cuarenta clases de magos del mundo náhuatl”, Estudios de Cultura Náhuatl, 7 (1967), pp. 87-117. 

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AVISO ÚLTIMO Y MUY NECESARIO515 Todo el batallón de este tratado se reduce al examen de los sacrificios y supersticiones ut supra, y para que no extrañen o se alteren con dicho examen (de que tengo experiencia); porque se supone que nunca han sido examinados por él, es forzoso aparejarlos con las pláticas ut supra u otras semejantes, intimándoles mucho la enemiga mortal que el demonio nos tiene con que desea nuestra perdición, y el grande amor que Dios nos tiene. Y advertir que aunque en la “Segunda parte” está que no hay sacrificios ni ayunos cuando imponen nombres a las criaturas en sus nacimientos, aquí se corrige y se advierte que los hay. ITERUM LAUS DEO ET BEATAE MARIAE SINE LABE CONCEPTAE

515. Un aviso que se incluyó cuando el tiraje estaba hecho o iniciado; no se encuentra en el índice, a diferencia del agregado anterior.

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