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Spanish Pages 184 [188] Year 2013
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FUENTES ETNOGRáFICAS
FUENTES ETNOGRáFICAS
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2. Josef de Acosta, Historia Natural y Moral de las Indias, ed. de Fermín del Pino-Díaz, 2008. 3. Juan José Prat Ferrer, Bajo el árbol del Paraíso. Historia de los estudios sobre folclore y sus paradigmas, 2008. 4. Aurelio M. Espinosa, Cuentos españoles recogidos de la tradición oral de España, introd. y rev. de Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas, 2009. 5. Fermín del Pino-Díaz, Pascal Riviale y Juan J. R. Villarías Robles (eds.), Entre textos e imágenes. Representaciones antropológicas de la América indígena, 2009. 6. Enrique Flores Esquivel y Mariana Ana Beatriz Masera Cerutti (coords.), Relatos populares de la Inquisición Novohispana. Rito, magia y otras «supersticiones», siglos XVII-XVIII, 2010. 7. Susana Asensio Llamas, Fuentes para el estudio de la música popular asturiana. A la memoria de Eduardo Martínez Torner, 2010. 8. Tomás de la Torre, De Salamanca, España, a Ciudad Real, Chiapas (15441546), ed. de Pedro Tomé y Andrés Fábregas, 2011. 9. Alejandro Vivanco Guerra, Una etnografía olvidada en los Andes. El valle del Chancay (Perú) en 1963, ed. de Juan Javier Rivera Andía, 2012.
Los pintores de la Expedición Malaspina en la Costa Noroeste Una etnografía ilustrada
Una etnografía ilustrada Emma Sánchez Montañés
1. Albert Klemm, La cultura popular de Ávila, ed. de Pedro Tomé, 2008.
Los pintores de la Expedición Malaspina en la Costa Noroeste
Emma Sánchez Montañés
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mismo modo que en los planes originales de la conocida y estudiada expedición Malaspina no se contemplaba la exploración de la región de la Costa Noroeste de América del Norte, tampoco los dos pintores principales que ilustraron dicha campaña eran los que se habían vinculado originalmente a la expedición: Tomás de Suria y José Cardero. Sin embargo, tanto en el mes de junio de 1971, en la bahía de Yakutat, como en agosto en el establecimiento español de San Lorenzo de Nootka, y al año siguiente, en el viaje de circunnavegación de la isla de Vancouver realizado por las goletas Sutil y Mexicana, dichos pintores realizaron una serie de dibujos que ilustran varios aspectos de la cultura tradicional de los pueblos nativos que allí se encontraban. Dichos dibujos han sido en su mayoría reproducidos y publicados en numerosas ocasiones. En este trabajo se procede a un estudio etnográfico de la información que aportan, pero desde el punto de partida de que esas ilustraciones no son instantáneas fotográficas, aunque algunos sean apuntes, aparentemente tomados del natural con trazos rápidos. Muchos se terminaron y hasta se compusieron posteriormente, en México e incluso en España, sobre los apuntes de otros, entremezclando elementos de distintas culturas nativas, a veces introduciendo elementos ajenos y componiendo, por lo tanto, representaciones relativa o totalmente ‘irreales’, a lo que contribuía la formación académica de los artistas que los realizaron. Los dibujos deben ser y han sido aquí siempre analizados en compañía de la información textual que se recoge en muchos diarios e informes de la expedición. Aislados por completo carecen de valor etnográfico, que es lo que aquí se pretende: información sobre algunos pueblos nativos de la Costa Noroeste a finales del siglo XVIII y sus relaciones con los españoles. EL
ISBN: 978-84-00-09684-7
Los pintores de la Expedición Malaspina en la Costa Noroeste
TÍTULOS PUBLICADOS
Emma Sánchez Montañés
CSIC
EMMA SÁNCHEZ MONTAÑÉS, arqueóloga y antropóloga, es profesora titular del Departamento de Historia de América II (Antropología de América) de la Universidad Complutense. Ha realizado numerosos trabajos arqueológicos en Perú, Ecuador, Guatemala y México, y es autora de varios libros sobre arte indígena americano. Desde finales de los ochenta se ha dedicado a la investigación y enseñanza del arte y las culturas nativas norteamericanas en el citado departamento, habiendo dirigido, en la década de los noventa, los únicos proyectos españoles de investigación etnográfica en la Costa Noroeste de América del Norte. Sus líneas de investigación actuales se centran en la historia y cultura de los pueblos nativos del Pacífico norteamericano sobre la base de los diarios y documentos de las expediciones españolas al Pacífico norte en el último tercio del siglo XVIII. Entre sus últimas obras se encuentran la coedición de Norteamérica a finales del siglo XVIII: España y los Estados Unidos (Marcial Pons, 2008) y de Norteamérica y España. Percepciones y relaciones históricas: una aproximación intedisciplinar (Sepha, 2012), así como una serie de artículos en Anales del Museo de América sobre las piezas del museo traídas por las mencionadas expediciones.
LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
FUENTES ETNOGRáFICAS
Nº 10
La colección DE ACÁ Y DE ALLÁ. FUENTES ETNOGRÁFICAS pretende poner al alcance del lector aquellos textos de especial relevancia para un mejor conocimiento de la etnografía realizada en el ámbito hispánico, y también en otros pueblos y culturas relacionados con él. Así, tendrán cabida aquí las obras «clásicas», de difícil adquisición, y los documentos o compendios inéditos, con una cuidada edición y la aspiración de convertirse en referencia para el futuro. Esta vocación de permanencia e internacionalidad se articula en torno a una doble mirada: la hispánica sobre lo no hispano y la foránea sobre nosotros. La responsabilidad sobre la redacción y contenidos de los textos y su documentación gráfica corresponde a los autores que firman cada uno de los volúmenes integrados en esta colección.
Director Luis Díaz Viana. CSIC Secretaria Susana Asensio Llamas. CSIC Comité Editorial Manuel Gutiérrez Estévez. UCM José Manuel Pedrosa Bartolomé. UAH Liliana Suárez Navaz. UAM Pedro Tomé Martín. CSIC Honorio Velasco Maillo. UNED Juan J. R. Villarías Robles. CSIC Consejo Asesor Stanley Brandes. Universidad de California en Berkeley (EE.UU.) Luis Calvo Calvo. CSIC María Cátedra Tomás. UCM Jean-Pierre Chaumeil. CNRS (Francia) Luis Alberto de Cuenca Prado. CSIC Joaquín Díaz. Centro Etnográfico de Documentación de Urueña (Valladolid) Andrés Fábregas Puig. Universidad Intercultural de Chiapas (México) James W. Fernández. Universidad de Chicago (EE.UU.) Francisco J. Ferrándiz Martín. CSIC Carlos Giménez Romero. UAM Israel J. Katz. Universidad de California en Davis (EE.UU.) Leoncio López-Ocón Cabrera. CSIC José Carlos Mainer Baquer. Universidad de Zaragoza Consuelo Varela Bueno. CSIC
Emma Sánchez Montañés
LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE UNA ETNOGRAFÍA ILUSTRADA
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Madrid, 2013
Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.
Este libro se incluye dentro de los trabajos del proyecto de investigación MICINN ref. HAR2009-13284.
Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicacionesoficiales.boe.es EDITORIAL CSIC: http://editorial.csic.es (correo: [email protected])
© CSIC © Emma Sánchez Montañés © De los mapas, Leoncio Carretero Imagen de cubierta: goletas de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés impulsadas a remo en los rápidos Arran y rodeadas por nativos homalco salish (10 de julio de 1792). Colección privada de la marquesa de la Motilla. ISBN: 978-84-00-09684-7 e-ISBN: 978-84-00-09685-4 NIPO: 723-13-077-5 e-NIPO: 723-13-078-0 Depósito Legal: M-15841-2013 Edición a cargo de Calamar Edición & Diseño Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado TCF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.
Índice
PRESENTACIÓN
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LA COSTA NOROESTE
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LA EXPEDICIÓN MALASPINA HACIA LA COSTA NOROESTE
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LOS PINTORES DE LA CAMPAÑA DE LA COSTA NOROESTE Capitán de navío Felipe Bauzá y Cañas Don Tomás de Suria, de la Real Academia de San Carlos José Cardero
29 29 30 31
LOS PINTORES Y LA HISTORIOGRAFÍA
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LA BAHÍA DE YAKUTAT Bosquejo de kayak y de canoa Dibujo de canoa y de kayak Retrato del jefe de Puerto Mulgrave Retrato de un joven de jefe de la bahía de Yakutat Retrato del jefe de Puerto Mulgrave con un hijo Jefe yakutat tlingit con su armamento defensivo y ofensivo Las corbetas en Puerto Mulgrave. Comercio con los nativos Retrato de una joven yakutat tlingit Retrato de una nativa yakutat tlingit Estudios de cabezas femeninas con el plato labial Mujeres plebeyas de Puerto Mulgrave Mujer plebeya de Puerto Mulgrave con un niño en el portabebés Nativa yakutat tlingit de Puerto Mulgrave Nativa yakutat tlingit con su niño en un portabebés Un nativo plebeyo de Puerto Mulgrave Un plebeyo yakutat tlingit Dos nativos de Puerto Mulgrave Vista de la bahía de Yakutat desde Puerto Mulgrave. Al fondo el monte San Elías Sombrero ceremonial de un jefe del Pacífico norte
41 41 42 44 48 49 50 54 56 56 57 59 60 60 61 62 63 65 67 68
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ÍNDICE
Estructura de una casa permanente de invierno yakutat tlingit Conjunto de monumentos funerarios de la familia del jefe de Puerto Mulgrave Monumento funerario de un antiguo jefe de Puerto Mulgrave Problemas con los nativos de Puerto Mulgrave Incidentes con los nativos de Puerto Mulgrave el 5 de julio Retirada del cuarto de círculo Los nativos de Puerto Mulgrave piden paz El jefe de Puerto Mulgrave pidiendo la paz Emblema ruso de águila bicéfala Kayak con dos tripulantes
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LA ENTRADA DE NOOTKA La corbeta Atrevida fondeada ante el establecimiento de San Lorenzo de Nootka El establecimiento español de San Lorenzo de Nootka en 1789 (?) El establecimiento español de San Lorenzo de Nootka en 1791 Establecimiento español de San Lorenzo de Nootka en 1792 La cala de los Amigos. El establecimiento de San Lorenzo de Nootka y el baluarte de San Miguel Boceto del puerto de Nootka con una serie de navíos Boceto de la cala de los Amigos [Friendly Cove] Tlupananuhl, primer jefe de los mowachaht en la entrada de Nootka Maquinna, primer jefe de los yuquotaht en 1791 Oratorio del jefe Maquinna Fiesta organizada por Tlupananuhl Natzape, jefe ehattesaht Esposa de Natzape (?) Nativa de la entrada de Nootka Nativo de la entrada de Nootka con el rastrillo de arenques Nobles de la entrada de Nootka Fiesta de la pubertad de la hija de Maquinna La pesca de la sardina Panorámica de Friendly Cove desde el establecimiento español en 1792
87 88 89 92 92 94 94 95 96 100 104 107 108 111 114 115 117 119 122 124
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS El poblado de Tatooche en la isla Tatoosh, frente al cabo Flattery Establecimiento español en el puerto de Núñez Gaona y canoa de guerra del jefe Tetacus Tetacus, jefe makah Segunda esposa (?) del jefe Tetacus Primera esposa (?) del jefe Tetacus Las goletas en el canal Güemes, en el estrecho de Juan de Fuca Jefe Snuneymuxw. Puerto de Nanaimo Jefe de la bahía del Descanso (?) Malaspina Galeries. Isla Gabriola, Estrecho de Georgia Jefe muskeam. Point Grey. Vancouver Dibujo de una tabla hallada en el Toba Inlet Las goletas en el canal de los Comandantes (Arran Rapids) Loughborough Inlet Knight Inlet Klickseewy, poblado kwakiutl Nativo tlatlasikwala
127 128 130 132 134 135 138 140 142 143 144 146 147 152 156 158 161
–8–
ÍNDICE
EPÍLOGO
163
BIBLIOGRAFÍA
169
TOPÓNIMOS ESPAÑOLES MENCIONADOS Y SUS CORRESPONDENCIAS ACTUALES. POR LEONCIO CARRETERO COLLADO
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ÍNDICE DE MAPAS Principales grupos lingüísticos del área de la Costa Noroeste (Mapa 1) La expedición Malaspina en la bahía de Yakutat: 27 de junio – 8 de julio de 1791 (Mapa 2) Territorios y asentamientos tlingit hacia 1780 (Mapa 3) La expedición Malaspina en Puerto Mulgrave: 30 de junio de 1791 (Mapa 4) Territorios tradicionales en la entrada de Nootka hacia 1730 (Mapa 5) Curso de la expedición de Espinosa y Cevallos en torno a la isla de Nootka. Felipe Bauzá. Museo Naval: 2-D-20 (Mapa 6) La expedición de Alcalá Galiano y Valdés: 6-25 de junio de 1792 (Mapa 7) La expedición de Alcalá Galiano y Valdés: 25 de junio al 18 de julio de 1792 (Mapa 8) La expedición de Alcalá Galiano y Valdés: 28 de junio al 8 de agosto de 1792 (Mapa 9) Divisiones lingüísticas kwakwaka’wakw (Mapa 10) La expedición de Alcalá Galiano y Valdés: 8-31 de agosto de 1792 (Mapa 11)
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18 40 46 86 97 102 126 148 149 155 162
A León y a Fred
PRESENTACIÓN
E
27 de junio de 1791 fondeaban en el llamado Puerto Mulgrave en el interior de la bahía de Yakutat, en el sureste de Alaska, las corbetas Descubierta y Atrevida. Comenzaba la campaña de exploración de la Costa Noroeste, al mando del capitán de navío Alejandro Malaspina. Tras una estadía de doce días y después de navegar hacia el noreste hasta llegar a asomarse a la entrada del Príncipe Guillermo, el 12 de agosto arribaban a la entrada Nootka, en el occidente de la isla de Vancouver: allí existía desde el año anterior un pequeño establecimiento español, la avanzada más septentrional del imperio, donde permanecieron dieciséis días. En 1792 los capitanes de navío Dionisio Alcalá Galiano y Cayetano Valdés, en las goletas Sutil y Mexicana, comandaron la exploración del estrecho de Juan de Fuca y circunnavegaron la actual isla de Vancouver. Este viaje de exploración se considera también parte de la expedición Malaspina, ya que sus objetivos eran semejantes y el propio comandante los impuso a sus oficiales sobre los anteriormente previstos. En todos los casos una serie de dibujantes —algunos artistas profesionales, otros no— ilustraron con sus lápices y pinceles la realidad de los pueblos nativos que tuvieron ante los ojos. Tanto en la bahía de Yakutat como en la entrada de Nootka, y a pesar de los escasos días de parada de la expedición en ambos casos, una serie relativamente abundante de dibujos proporciona información sobre una gran parte de los aspectos de la cultura tradicional de los nativos. En el primer caso, sobre los que conocemos como yakutat-tlingit. En el segundo, sobre los que hoy se autodenominan nuu-chahnulth,1 particularmente sobre los mowachaht y algunos reL
presentantes de otros pueblos de los alrededores de la entrada de Nootka. En ambos lugares nos encontraremos ante «retratos» de sus jefes, más acusadamente en el de Nootka debido a la existencia del establecimiento y el largo tiempo de relación con los nativos. Una serie de dibujos genéricos, de «indios» e «indias», ilustra varios aspectos de la cultura material, vestidos, tocados, adornos varios, algunos temas relacionados con la organización social e incluso, como veremos, algún atisbo de su sistema de creencias. Hay también diferencias en el contenido de los dibujos, derivadas de las características —también distintas— de ambos encuentros. En la bahía de Yakutat podremos contemplar, a modo de viñetas, una serie de dibujos que siguen detalladamente los incidentes que se produjeron entre nativos españoles, afortunadamente sin graves consecuencias, en el último día de parada de la expedición. En la entrada de Nootka, el propio asentamiento español, sus construcciones, el baluarte, se convirtieron en objeto de atención y representación por parte de los dibujantes. Sin embargo, en los ochenta y siete días de duración de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés, el número de ilustraciones que podemos contemplar es mucho menor y su carácter es también algo diferente. Solamente en la primera parada de la expedición, dos días en el Puerto Núñez Gaona (en el ex–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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Nuu-chah-nulth es la actual denominación de los erróneamente denominados Nootka en la antropología tradicional y Nutka en las fuentes. El origen
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de la denominación rechazada hoy por los nativos proviene de Cook, como ya recogió Moziño en su «Descripción de la isla de Mazarredo»: «No se porque equivocacion le daria [Cook] el nombre de Nutca, pues los Naturales desconocen este bocablo, y no me aseguraron no haberlo sido jamas, hasta que comenzaron los Ingleses à traficar en aquella Ysla. Sospecho que dio ocasion à este error la palabra Nut-chi, que significa Montaña, pues los que Cook llamó Nut-ca, nunca ha tenido entre los Isleños otro nombre que Yut-qual». Moziño, J. M. (1792): f. 325.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
tremo noroccidental del estado de Washington, donde los españoles intentaban también en esas fechas iniciar un asentamiento), los dibujos de los nativos makah revelan cierta semejanza general con los dos casos mencionados: «retratos», en este caso de un jefe y de sus esposas, y alguna vista del asentamiento. A partir de ese momento y a lo largo de la ruta de la expedición, siguiendo el estrecho de Juan de Fuca y los estrechos de Georgia, Johnston y Quenn Charlotte, diferentes pueblos —primero de lengua salish y posteriormente kwakwaka’wakw—2 van a hacer acto de presencia en las ilustraciones, tanto en forma de «retratos» de algunos supuestos jefes como de composiciones que ilustran escenas y acontecimientos concretos del viaje. En este caso los encuentros con nativos se reducirán a unas pocas horas, e incluso a episodios esporádicos. Debemos recordar ahora que los dibujos no son instantáneas fotográficas.3 Algunos sí son apuntes, aparentemente tomados del natural con trazos rápidos. Pero muchos se terminaron e incluso se compusieron posteriormente, en México e incluso en España, sobre los apuntes de otros, entremezclando elementos de distintas culturas nativas, introduciendo en ocasiones elementos ajenos y componiendo, por lo tanto, representaciones relativamente ‘irreales’. No debemos olvidar que nos encontramos a finales del siglo XVIII, en el que los artistas de formación académica copiaban una y otra vez en sus clases de dibujo modelos académicos de tradición francesa. Los modelos que se utilizaban eran estatuas clásicas, pero también pinturas neoclásicas; se buscaba el paradigma de belleza, las posturas estereotipadas, los gestos ‘dignos’. Tomás de Suria, como luego mencionaremos, procedía de la Academia de San Carlos de México y se había formado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Cardero no tenía formación académica, pero muchos de sus dibujos —como los de Suria— serían luego terminados en San Carlos, como ya hemos mencionado. Los personajes representados en los dibujos de la expedición, especialmente en las escenas complejas, muestran claramente esas posturas estereotipadas que vemos se repiten de unas láminas a otras.4 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 2
3
4
Kwakwaka’wakw es la denominación actualmente usada y aceptada para los llamados en la antropología tradicional kwakiutl meridionales. En este caso el uso del nombre deriva de los propiamente kwakiutl, los nativos de Fort Rupert, y de la divulgación de los primeros trabajos académicos de campo por parte de Franz Boas en esa comunidad. Frase literal de Bernard Smith, en The Art of Captain Cook’s Voyages (with Rüdiger Joppien). Melbourne: Oxford University Press, three volumes, 19851987. Coincidimos totalmente con este historiador australiano del arte, gran experto en conocer la deformada visión europea de los nativos oceánicos, que ha sabido conectar sus valiosos testimonios iconográficos con la extraña realidad hallada. La extrañeza, o diferencia entre lo visto y lo real, se puede ‘rescatar’ a través de los textos, que evidencian mejor la situación particular de los visitantes y el proceso real de sus percepciones. Comunicación personal de Carmen Bernárdez Sanchís.
Por todo lo mencionado, los dibujos deben ser siempre analizados en compañía de la información textual que se recoge en muchos diarios e informes de la expedición. Aislados por completo son despojados de su propio valor etnográfico. Somos conscientes de la existencia de otras opiniones comunes, para quienes estas imágenes constituyen un todo documental que puede ser leído independientemente de los textos literarios.5 Respetamos los puntos de vista diferentes, pero el valor de los dibujos radica en nuestro caso en lo que se representa en esas imágenes referencialmente, como ‘ilustraciones’ complementarias de una serie de textos, y siempre con el objetivo concreto de buscar información sobre algunos pueblos nativos de la Costa Noroeste a finales del siglo XVIII y sus relaciones con los españoles. Este no es un trabajo de historia del arte. Se han hecho ya muchos estudios sobre las láminas desde la perspectiva de esa disciplina, que serán mencionados cuando sea necesario. Para aspectos tales como las características técnicas de los dibujos se harán las respectivas referencias en cada caso. Queremos dejar claro, también, que tampoco es nuestro objeto de interés entrar en discusión sobre las distintas atribuciones que existen en relación con la ‘autoría’ precisa de determinados dibujos. Para nuestro propósito es indiferente quién sea el autor, ya que lo que nos interesa principalmente es lo dibujado. Pero sí es importante corroborar si el artista participó realmente en la exploración de la Costa Noroeste, y no elaboró o re-elaboró el dibujo posteriormente, sobre los apuntes de otro artista. Son tres los pintores que participaron en la exploración de la Costa Noroeste, Felipe Bauzá, Tomás de Suria y José Cardero. Cualquier dibujo de otro artista será desestimado —salvo en algún caso particular— ya que lo único que estará realizando es un «arreglo», «retoque» o reinterpretación del apunte o la obra de otro artista, desconociendo además por completo la realidad representada. Sin embargo, y para aportar la mayor cantidad posible de documentación a la historiografía sobre el tema, se mencionarán las diferentes atribuciones y se reseñará la bibliografía al respecto, con la mayor exhaustividad posible. Comenzaremos con una breve descripción del escenario en el que se desarrolló esta historia ilustrada, el área cultural de la Costa Noroeste, con una rápida mención a los grupos lingüísticos reconocidos en ella y una somera descripción del modelo cultural tradicional. A continuación, un vistazo a la expedición Malaspina (sus circunstancias, objetivos e incluso un resumen de su derrota ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 5
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Suele ocurrir, en el caso de los historiadores del arte, que solamente se interesan en el proceso interno del acto pictótico. Véase, por ejemplo, Pedro, A. (1995). También Pedro, A. (2009).
PRESENTACIÓN
hasta su llegada al lugar objeto de nuestro interés) proporcionará en este caso un segundo escenario, aquel en el que se encontraban justamente los artistas de la expedición. Ellos serán el objetivo del epígrafe siguiente. Aunque sobradamente conocidos los hechos, son obligadas unas breves referencias biográficas, en las que nos remitiremos a las obras ya publicadas al respecto. Mencionaremos sobre todo las circunstancias que los vincularon a la expedición y su particular modo de trabajar, ya que estas cuestiones son significativas para el objetivo de nuestra investigación. Haremos también un comentario, aun sin ánimo de exahustividad, sobre otras publicaciones que hasta la fecha han tenido como objeto preferente —o por lo menos importante— las láminas de los pintores de la Costa Noroeste. Aunque esta no es una investigación que se plantee desde la disciplina de la historiografía, sabemos del interés de los museos en los que se encuentran las colecciones por conocer la mayor documentación posible en relación con los ejemplares depositados en ellos. La parte central de este trabajo de investigación, los comentarios sobre las láminas de los pintores, se ha dividido en tres partes que se corresponden con los tres ámbitos geográficos mencionados. El primero, la bahía de Yakutat. En este caso se ha podido seguir un orden cronológico en la exposición y comentario de los dibujos. Al hilo de diferentes diarios de los oficiales, generalmente muy semejantes en su contenido, los dibujos aparecen confirmando esa narración y —a su vez— la narración es enriquecida por la ilustración. En los primeros dibujos veremos que el contenido y los comentarios tienen sobre todo un carácter etnográfico (representarán la cultura tradicional de los nativos yakutat tlingit) que nos permite hablar de la nobleza, de los plebeyos, los distintivos de rango y otros diferentes aspectos de la cultura material, las estructuras de las viviendas y los monumentos funerarios. Sin embargo, los dibujos realizados en los últimos momentos de la estancia de la expedición en Puerto Mulgrave tendrán claramente un carácter de crónica histórica. En ese caso el tema protagonista es la relación de los nativos con los españoles, que consideramos de tanta importancia e interés como la etnografía de la cultura tradicional. Ordenar cronológicamente los dibujos de la entrada de Nootka —la segunda erapa del viaje— es algo más difícil que en el caso de la bahía de Yakutat. Aun así, se ha intentado y logrado en parte: las abundantes fuentes derivadas del establecimiento español nos permiten no solamente la identificación de los jefes retratados, sino establecer sus relaciones de parentesco y su ubicación en la pirámide social de la época y de la región. Como en el caso de los yakutat tlingit, aquí
también se encuentra información ilustrada sobre los nobles, los plebeyos, sobre determinadas ceremonias y diferentes aspectos de la cultura social y material; e incluso sobre el propio establecimiento español y sus relaciones con los nativos. En el caso de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés, se impone necesariamente utilizar los dibujos como una especia de ‘crónica ilustrada’ del viaje. Excepto en la breve estancia entre los makah que ya hemos mencionado anteriormente, la diversidad de pueblos nativos representados posteriormente obligará a que los comentarios etnográficos se limiten a breves pinceladas. El estudio de cada dibujo irá precedido de un epígrafe que describe lo realmente representado. En los pies de cada lámina o láminas correspondientes, se ha respetado el texto que figura en el dibujo original o la denominación que usualmente se ha utilizado. En relación con las fuentes, que necesariamente en nuestro caso consideramos el soporte de los dibujos, preferimos trabajar con documentación original dentro de lo posible, aunque se han publicado una buena parte de los diarios de la expedición Malaspina y fuentes relacionadas. En los dos primeros casos, el diario general del viaje, el manuscrito de Malaspina, que se encuentra en el Museo Naval con el n.º 423, será utilizado como una especie de guía base de la narración. Existen otros muchos diarios de la expedición que, dadas las características de este trabajo de investigación, no hemos pretendido utilizar en su totalidad. Es evidente la semejanza entre los diarios de los oficiales de la expedición; son diarios «oficiales», nos permitimos el juego de palabras, cotejados unos con otros, no necesariamente redactados día a día, de los que el almirante extrae el diario general. Aun así, existen algunas diferencias: por ello hemos utilizado también el diario de José Bustamante y Guerra, el segundo comandante de la expedición, al mando de la Atrevida, que se encuentra en el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores con el n.º 13. Muy interesante, por su capacidad para relacionarse con los nativos, es la figura de Antonio Tova Arredondo, primer oficial de la Atrevida. Su diario se encuentra en la Biblioteca Pública Municipal de Santander, n.º 1040. Pero es el diario de José Espinosa y Tello, oficial de la Descubierta, en el que se encuentran los datos más precisos sobre las culturas nativas: es el manuscrito 95 que se encuentra en el Museo Naval. Otros diarios, como el del oficial de la Atrevida Juan Gutiérrez de la Concha, nos han proporcionado solamente algún dato aislado de interés, por lo que hemos recurrido solamente a ediciones impresas. Hay que mencionar también el diario de uno de nuestros pintores y oficiales de la expedición, Felipe Bauzá, que se encuentra en el Museo Naval con el n.º 479.
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Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Tomás de Suria escribió también su propio diario, que es la mejor explicación de sus propios dibujos. Lo tituló «Año de 1791. Primer Cuaderno Original del Viage al NO de America. Borrador-Suria. Reserbado con juramento», y se encuentra en la Universidad de Yale en la colección Beinecke de Libros y Manuscritos raros. Hemos accedido a una copia digitalizada del mismo,6 pero existen ya dos ediciones publicadas: la de Monge y del Olmo de 1991 y la de Rey Tejerina de 1995.7 Debemos mencionar también la temprana edición en inglés de este diario, por parte de Henry Wagner,8 que es la utilizada generalmente por los estudiosos anglosajones. Realmente el diario de Suria es más bien, tal como él lo denominó, un cuaderno de campo donde va anotando sus observaciones: a veces con anotaciones día a día a modo de diario, pero otras veces en forma de comentarios extensos. El hecho de no ser precisamente un diario en el que escribiese «a diario», hace que sus fechas no coincidan en ocasiones con las de los diarios de los oficiales de la expedición. En el caso de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés existen una gran cantidad de manuscritos que se han englobado en las referencias bajo la autoría de Alcalá Galiano.9 Son una serie de documentos de los que hemos utilizado preferentemente, y en este caso como guía del viaje, el manuscrito 143 1(1), mientras que el n.º 143 1(2) proporciona una mayor información sobre el ámbito de los nativos. Se han utilizado también otros documentos, tanto de los manuscritos 143 como 144. Debemos mencionar así mismo los «Apuntes» del primer piloto de la Sutil, Secundino Salamanca, que se encuentran de nuevo en el Museo Naval, n.º 330. Además, y en todos los casos, las fuentes de información que hemos manejado no se limitan a lo reseñado. Al margen de los documentos de la expedición, se han utilizado también otras muchas fuentes originales y originadas por las diferentes expediciones españolas y de otras nacionalidades a la Costa Noroeste. Y hemos manejado finalmente también una amplia bibliografía de carácter etnológico relativa a los pueblos tradicionales de la Costa Noroeste, bibliografía que irá siendo reflejada en cada caso. Queremos realizar ahora algunos comentarios sobre los términos geográficos que usaremos en este trabajo, necesarias traducciones del inglés, para facilitar la lectura del texto. La complejidad de la costa pacífica de América del Norte hace
que nos encontremos ante una serie de accidentes geográficos que, en algunos casos, carecen de claros correspondientes en Europa. Términos como bay o gulf no plantean problemas de traducción y serán denominados bahía o golfo. Lo mismo ocurre con strait, channel o passage, cuya traducción será estrecho, canal y paso. Cove se traducirá como rada. Mayores problemas plantean sendos términos de aparición continuada, sound e inlet. Para el primero hemos optado por el término que se utiliza en los diarios españoles: entrada. Para el segundo optamos por otra denominación que también se encuentra en las fuentes españolas y que ya ha sido utilizado por algún autor como sinónimo de inlet, ‘brazo’.10 Pero nos ha parecido más conveniente usar brazo cuando se utiliza el nombre español, actualmente en la mayor parte de los casos hoy desaparecido, y mantener inlet en el caso de la denominación actual. Como ejemplo, se hablará del «brazo de Quintano» y/o del Bute Inlet. En cuanto a los nombres con los que se designan a todos esos accidentes geográficos, nombres de origen nativo, español e inglés, hemos optado generalmente por no traducirlos, excepto en el caso de nombres muy conocidos, como las islas de la Reina Carlota o la entrada del Príncipe Guillermo. Hablaremos, por lo tanto, de la bahía de Yakutat, de la entrada de Nootka, del Tlupana Inlet, del estrecho Queen Charlotte, o de la rada Friendly.11 Los museos de América y Naval de Madrid son los depositarios de la mayor parte de las láminas de la expedición Malaspina. A Concepción García Sáiz, directora del Museo de América, y a María Luisa Martín-Merás, directora técnica del Museo Naval, quiero agradecer desde estas líneas su colaboración, extensible al personal de ambos museos. Una tercera institución es la Beinecke Library de la Universidad de Yale, donde se encuentran, junto con su diario, una serie de dibujos de uno de los pintores, Tomás de Suria. Como suele ser general en las instituciones norteamericanas, las láminas se encuentran en libre acceso digital y se permite su publicación ajustándose a unas menciones determinadas. Por último, una lámina inédita, probablemente del pintor José Cardero y de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés, se encuentra en Sevilla y pertenece a la colección privada de la marquesa de la Motilla. Agradezco a sus propietarios el permiso de publicación y a Dolores Higueras las gestiones realizadas y, sobre todo, el descubrimiento de dicha lámina.
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En la Beinecke Library se denomina «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural» y así se nos ha pedido que sea citado en las referencias a los dibujos, cosa que se ha hecho. Véanse Suria, T. (1991) y Rey Tejerina (1995). Véase Suria, T. (1936). Poco después se publicó en México la de Justino Fernández (1939). Véase Alcalá Galiano, D. (1792).
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John Kendrick en The Voyage of Sutil and Mexicana 1792... (1991) utiliza el término brazo para referirse a un inlet. Aceptamos este uso y creemos preferible consolidar un témino antes que complicar las cosas buscando otros nuevos. Quiero agradecer al catedrático de Geografía de la Facultad de Geografía e Historia de la UCM, Juan José Sanz Donaire, sus consejos al respecto.
PRESENTACIÓN
Como un último comentario debo mencionar la satisfacción personal que me ha producido el trabajo realizado para esta obra, ya que me ha permitido retrotraerme a los años de trabajo de campo realizados en la Columbia Británica entre 1991 y 1996 como directora de sendos proyectos de investigación etnográfica en la Costa Noroeste financiados por la Universidad Complutense y la Dirección General de Investigación Científica y Técnica. Por ello, agradezco al Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid la oportunidad de participar
en las publicaciones de esta colección, que no solamente me ha traído gratos recuerdos sino también me ha permitido dar a la luz el arduo trabajo de investigación de muchos años. Y no puedo dejar de mencionar a Leoncio Carretero Collado. Es además el autor de los mapas y del trazado de la ruta de las expediciones sobre fotos de satélite. Es también el autor del cuadro de topónimos y sus equivalencias actuales. Sin su trabajo y su colaboración, sencillamente este libro no hubiera visto nunca la luz y a él se lo dedico.
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Mapa 1. Principales grupos lingüísticos del área de la Costa Noroeste.
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a extensa franja costera del Pacífico septentrional de América del Norte que se extiende, a rasgos generales desde el sureste de Alaska y a lo largo de la provincia canadiense de Columbia Británica y de los estados de Washington y Oregón en Estados Unidos, es denominada por la antropología académica área cultural de la Costa Noroeste.1 Aunque la frontera oriental del área es relativamente clara y de carácter ecológico, por la barrera natural que representan una serie de cordilleras costeras que reciben diversos nombres, sus límites septentrional y meridional son muchos más imprecisos, e incluso se encuentran sometidos a discusión. En el norte, las bahías de Yakutat o del Príncipe Guillermo contemplaron el movimiento de pueblos de diversos grupos lingüísticos: a finales del siglo XVIII pueblos hablantes de eyak, que se encontraban en torno a la bahía de Yakutat, estaban siendo dominados por la expansión de pueblos de lengua tlingit. A principios del siglo XIX los eyak-tlingit de la región oriental del cabo Suckling desplazaron a pueblos chugach de la bahía Controller, mientras que otros pueblos, más propiamente eyak, expulsaron a chugach del delta del río Copper y de Cordova hacia el interior de la entrada del Príncipe Guillermo. Los tanaina, de lengua atapascana, se ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 1
Dado el carácter general e introductorio de este capítulo hemos preferido omitir las citas bibliográficas dentro del texto. Para la Costa Noroeste, en general, podemos remitirnos a Suttles, W. y Sturtevant, W. C. eds. (1990). Para un vistazo rápido y puesto al día, Ames, K. (2003). Para los interesados en general, pueden ver traducidos al español los volúmenes de Curtis, E. (1997, 1999, 2003). Para las regiones en las que vamos a centrar este trabajo existe el estudio clásico sobre los yakutat tlingit de De Laguna, F. (1972); también Emmons, G. T. (1991). Para los nuu-chch-nulth, véanse las obras clásicas de Drucker, P. (1951) y Arima, E. (1983). Para los mowachaht del establecimiento de Nootka, Carretero, L. (1998). Una información documental exhaustiva sobre fuentes españolas para el estudio de las poblaciones nativas del área puede verse en Hilton, S. L. (1996).
encontraban alrededor de la entrada de Cook, enclavados en medio del territorio de los chugach. Por el sur los límites de la Costa Noroeste con el área de California son también muy poco precisos. Sencillamente el modelo cultural de la llamada Costa Noroeste, muy definido en el sureste de Alaska y norte de la provincia de Columbia Británica, se va transformando y diluyendo, hasta el punto de que solamente la adscripción a determinado tronco lingüístico separa a los takelma de la Costa Noroeste de los yurok o tolowa del área de California. Tenemos, por lo tanto, un escenario en el que a pesar de la adscripción dominante al área de la Costa Noroeste, se movían también por el mismo representantes de otras áreas culturales (como la ártica, la subártica o la de California), aunque estos otros diversos actores constituyen los ejemplos más alejados del modelo cultural de su área respectiva. Pero lo que es evidente es el fuerte «aire de familia» de las culturas tradicionales de esos pueblos costeros, independientemente de cuál sea su adscripción a determinada área. La razón de esa semejanza podría deberse a las particulares características medioambientales de esta costa, más acusadas en la Columbia Británica, que se van transformando paulatinamente hacia el norte y el sur, aunque se mantienen lo suficientemente definidas como para impregnar de una marcada personalidad a las culturas de los pueblos tradicionales. Aunque encontramos una gran variedad de micro medioambientes, puede hablarse en general de temperaturas relativamente suaves y elevados índices de pluviosidad que han originado, en una gran parte de la región, una pluviselva templada, de espesos bosques de gigantescas coníferas que fueron la base de la cultura material de los pueblos nativos. La picea de Sitka (Picea sitchensis) y el western hemlock (Tsuga hete-
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rophylla), junto con el cedro rojo (Thuja plicata), el «árbol de la vida» para los nativos, son las especies dominantes de ese bosque costero que se extiende desde el noreste de la isla de Kodiak hasta el río Chetco en Oregón. Mar y bosque configuraron así un particular modelo de subsistencia, una peculiar estructura socio-política y una especial ideología. La antropología menciona una serie de troncos lingüísticos, algunos sin filiaciones conocidas con el resto de América, que a su vez comprenden varias lenguas distintas, pero tal clasificación no responde a ninguna división socio-política, ya que a lo largo de toda la costa la mayor unidad política era el poblado. Si nos ceñimos al territorio ocupado por los pueblos adscritos al área de la Costa Noroeste, en el siglo XVIII cuatro grupos regionales eyak vivían entre las bahías del Príncipe Guillermo, Sound y Dry. Estos hablantes del tronco atapascano empezaron a ser dominados por el expansionismo tlingit y están hoy prácticamente extinguidos, aunque existe una Corporación Eyak para las reclamaciones nativas, cuyos integrantes viven en el área de Cordova. Los tlingit, constituidos en tres divisiones principales y una serie de grupos locales, cuya lengua está remotamente relacionada con el eyak-atapascano, ocupan el «mango de sartén» del sureste de Alaska. Seis grupos haida, de lengua sin relaciones conocidas, viven en el archipiélago de la Reina Carlota y en el sur del archipiélago de Alexander. Los hablantes de tsimshian, tronco también de filiación desconocida, habitan la costa norte de la Columbia Británica, formando tres divisiones principales, con claras diferencias lingüísticas, culturales y medioambientales: los nisga’a en la cuenca del río Nass, los gitksan, en el curso medio y superior del río Skeena, y los tsimshian propiamente, en el curso inferior del Skeena e islas y brazos adyacentes. Junto con los haida constituyeron uno de los dos focos de gran significación cultural, punto básico de referencia para la comprensión de algunos rasgos característicos de la región, como el arte emblemático. La mayor parte de la costa central y meridional de Columbia Británica está ocupada por hablantes del tronco wakashan. Los haisla, el grupo más septentrional y relativamente aislado de los demás wakashanos, ocupan los riscos superiores de los canales de Douglas y Gardner, en la costa interior de la provincia. En el centro de la misma, los haihais se localizan en torno a los canales Finlayson y Mathieson; los heiltsuk (antes bella bella), en las entradas Milbanke, Fitz Hugh y el canal Fisher; y los oowekeeno, en torno al Rivers Inlet y el lago Oowekeeno. Vecinos de estos dos últimos son los nuxalk (bella coola), reducto interior y alejado del tronco salish, en torno a los canales Dean y Burke y los Bentinck Inlet, septentrional y meridional. Los treinta grupos kwakwaka’wakw, conocidos vulgarmente como kwakiutl, en realidad el nombre de una de
sus divisiones, se encuentran en el norte de la isla de Vancouver y la región continental adyacente, en torno a los estrechos Queen Charlotte y Johnston. Estos grupos wakashan constituyen otro de los grandes focos culturales del área, entre los que ciertos rasgos culturales como las sociedades secretas alcanzaron su máxima expresión. Veintidós subdivisiones nuu-chah-nulth viven en la costa oeste de la isla de Vancouver. Junto con los makah, en torno al cabo Flattery y el extremo noroeste de la península Olímpic del noroeste de Washington, representan la rama más meridional del tronco wakashan. Los hablantes de salish ocupan el suroeste de Columbia Británica y noroeste de Washington. En la costa occidental de los estados de Washington y Oregón se encuentran representantes de diferentes familias lingüísticas, entre los que podemos destacar las divisiones chinook, rama del tronco penutiano, en el curso inferior del río Columbia. A la vista de la aparente variedad de recursos, peces anadromos2, marinos y fluviales, mamíferos marinos y terrestres, aves acuáticas, mariscos y plantas, suele generalizarse sobre la enorme riqueza y productividad de la región. Pero se olvida que tal abundancia es solamente estacional, ya que casi todos los recursos mencionados son migratorios y las grandes concentraciones se producen solamente en lugares muy concretos y en períodos de tiempo muy cortos. Por ello era necesario no solo almacenar la mayor cantidad de alimentos para las largas temporadas de absoluta carencia, sino también organizarse eficazmente para moverse con rapidez hacia los lugares de cosecha y obtener, procesar y almacenar la máxima cantidad en el menor tiempo posible. Esa necesidad de organización, que primaría un liderazgo eficiente, se ha relacionado con la fuerte jerarquización de las sociedades nativas tradicionales, y a su vez obligaba a dividir el año en dos estaciones: la económica en verano y la social-ceremonial en invierno. A lo largo de toda la costa la pesca, especialmente la de varias especies de salmónidos, aparece como el recurso básico de subsistencia, aunque el halibut (Hippoglosus stenolepis) desempeñaba ese papel entre los haida y el eulachen (Thaleichtys pacificus) entre los tsimshian. Los mamíferos marinos aparecen en segundo lugar, aunque su importancia y la sofisticación de las técnicas de caza aumentan entre los pueblos más septentrionales y próximos al mar abierto. En el suroeste de Alaska la caza de cetáceos y pinnípedos formaba parte significativa del ciclo estacional. La importancia de la ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 2
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Se dice de las especies de peces que viven en el mar, pero remontan los ríos para reproducirse, como el salmón (Real Academia Española, Diccionario de la lengua española).
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caza de mamíferos terrestres era más acusada entre los pueblos situados en el interior y por último los mariscos constituyeron un complemento a la dieta entre quienes tenían acceso a grandes extensiones de playa. La recolección vegetal era también significativa en toda la Columbia Británica, destacando los frutos del bosque, y aumenta en variedad e importancia hacia el sur, a medida que el bosque va dando paso a praderas abiertas. El mar no solo era la principal fuente de recursos, sino también el ámbito de movilidad. Grandes canoas, generalmente vaciadas en un tronco de cedro, se encuentran a lo largo de toda la costa, con variedad de formas según los grupos y las funciones de las mismas. En el extremo más septentrional, el kayak, la embarcación característica del Ártico, convivía con la canoa tradicional. El modelo de asentamiento variaba también estacionalmente. Todos los grupos poseían poblados de invierno semipermanentes, con casas multifamiliares bien construidas. El modelo más extendido era el de casas de tablones colocados sobre una estructura de troncos, con acusadas diferencias de estilos. Entre los grupos más septentrionales de la Columbia Británica, el espacio interior se excavaba parcialmente en el suelo. Su disposición interior se relacionaba con su organización social: como las casas de linaje en la mayor parte de la Columbia Británica, en las que también vivían plebeyos y esclavos dentro de una organización espacial jerarquizada. Por toda el área y siguiendo a los recursos, surgían también asentamientos y viviendas temporales, generalmente hechas de tablones, en su mayor parte procedentes de las casas de los poblados principales. La organización social giraba en casi todas partes en torno a un linaje o a una familia extensa en el norte. Clanes y mitades eran también comunes en la parte central del área que nos ocupa. La filiación matrilineal era la característica de los grupos de la costa pacífica septentrional y se transforma en ambilateral entre los grupos de lengua wakashan y en patrilineal a medida que nos alejamos hacia el norte y sur. La división de la sociedad en clases, nobleza, plebeyos y esclavos se extiende por el norte hasta incluir los yupik del Pacífico y a los chinook por el sur, aunque entre los primeros las clases sociales eran menos rígidas. Dentro de una general concepción general del mundo de carácter animista, propia de pueblos cazadores-recolectores, se proyectaba la jerarquización de la sociedad en forma de un mundo animal también jerarquizado. Igual que en la mayor parte de Norteamérica el complejo del «espíritu guardián» (la ayuda de un ser sobrenatural obtenida a través de una visión) implicaba tanto a hombres como mujeres, aunque también de un modo particular, ya que el espíritu bus-
cado debía pertenecer al linaje de quien lo buscaba. Como pueblos cazadores-recolectores, eran importantes las ceremonias de propiciación de la caza, entre las que destacaban las dedicadas al primer ejemplar capturado del animal base de su subsistencia. Entre los mitos de origen aparece por todas partes el Cuervo como protagonista, el héroe transformador y tramposo, pero otra larga serie de mitos de propiedad particular, narran el encuentro de un antepasado con un ser sobrenatural. Esos encuentros eran dramatizados ante un público restringido por medio de una serie de cantos y danzas, que demostraban la relación personal con ese ser sobrenatural y legitimaban las diferencias sociales existentes. Los meses de invierno centraban las principales actividades ceremoniales, realizadas en las casas de linaje o a veces en casas especialmente construidas para esas actividades. Ese ceremonial alcanza su máxima expresión entre los kwakwaka’wakw, organizado por sociedades secretas, entre las que destaca la sociedad caníbal, con la dramatización del rapto de los novicios por un ser sobrenatural, su secuestro en el bosque, su retorno y domesticación hasta su incorporacion a la sociedad. La institución del potlatch es tal vez la que ha generado una mayor cantidad de bibliografía antropológica, y también los mayores tópicos y errores. Se trata de una serie de fiestas de carácter variado: transmisión de nombres ceremoniales, matrimonio, funerales por un jefe..., que tras la muestra pública de los privilegios, termina con un reparto diferencial de regalos en función del estatus de cada invitado. La jerarquía imponía, además, un estilo de arte característico en el que todas las posesiones de los nobles se tallaban y/o pintaban con los emblemas del propietario, legitimando así visualmente esas diferencias sociales. A finales del siglo XVIII, diferentes expediciones españolas aparecieron como nuevos actores en ese complejo y gigantesco escenario. Su presencia constituiría el primer acto de un cambio acelerado, de un proceso de transformación y de destrucción, en estos últimos casos protagonizados por otros. Pero la presencia española supuso también el legado de una documentación precisa y preciosa, en muchos casos ignorada, sin cuya existencia se desconocería en gran medida la cultura tradicional de sus habitantes. Las diferentes expediciones al Pacífico norte, que tuvieron lugar entre 1774 y 1779 y sobre las que existe una amplia bibliografía,3 tienen para nuestro propósito el interés de que ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 3
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Para una vistazo general a dichas expediciones puede verse Monge, F. y Olmo, M. del (1991), Bernabeu, S. (2000) y Sánchez Montañés, E. (2008). Para diversas cuestiones en torno al tema de las expediciones en general sigue siendo interesante Pino, F. del (1988).
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en los diferentes diarios y narraciones generados en dichas expediciones se encuentran informes específicos en los que se describen minuciosamente a los nativos y sus costumbres, ya que ese era uno de los encargos oficiales que debían cumplir los comandantes y oficiales. El valor «etnográfico» de esos informes es muy grande. En primer lugar, porque se trata de descripciones directas de esos pueblos nativos que abarcan todos los aspectos de su cultura tradicional: desde su medio ambiente y los recursos con los que cuentan, sus armas, su aspecto, sus poblados, casas, vestidos y adornos, hasta temas mucho más complejos que se refieren a su organización social y política. Y en algunos casos nos encontramos incluso con incursiones interesantes en el ámbito de sus creencias. En segundo lugar, porque en muchos casos se trata de los primeros datos que existen sobre esos pueblos nativos, o lo que es lo mismo, recogen datos sobre su cultura antes de que hubieran sufrido el posterior proceso de cambio y destrucción. Tendrían que pasar casi ciento cincuenta años antes de que aparecieran, en algunas regiones de la costa pacífica septentrional, los primeros antropólogos culturales con la pretensión de estudiar y recuperar una cultura ya prácticamente desaparecida. Además, un valor añadido de esos primeros informes «etnográficos» reside en que los marinos describen todo lo que tienen ocasión de observar, sin demasiadas consideraciones teóricas, pero sobre todo sin intención de reconstrucciones hipotéticas de un pasado cultural que por otra parte desco-
nocían. Las informaciones se refieren a las características y a la situación de los indios, en ese momento, sin contactos previos en algunos casos, aunque parcialmente sometidos ya a los rusos en otros. Incluso se puede apreciar su proceso de cambio, o la inexistencia del mismo, en las visitas realizadas a los mismos lugares en años diferentes. No debemos olvidar que esta área cultural, la Costa Noroeste, es la cuna de la antropología cultural y sus habitantes los primeros objetos sistemáticos de estudio por parte de una disciplina académica que daba sus primeros balbuceos a finales del siglo XIX. Pero a Franz Boas, el padre de la disciplina académica, y a sus contemporáneos, no solo no les interesaba la realidad de los indios con los que se encontraron entonces, nativos reducidos a un cuatro por ciento de su población original y con una sociedad absolutamente desestructurada, sino que además intentaban reconstruir la cultura del pasado, extrapolando hacia atrás una realidad completamente diferente y dando de ese modo origen a toda una serie de errores y malentendidos que todavía perduran,en muchos casos. La «etnografía» precoz de los diarios de los españoles es una de las mejores vías para intentar deshacer algunos de esos malentendidos. Y no solo describieron a esos pueblos, en un momento suficientemente temprano; en algunos casos también dibujaron a los nativos, sus viviendas y poblados, sus monumentos funerarios y algunos de sus objetos. Son esos dibujos, los que realizaron los pintores de la expedición Malaspina en 1791 y 1792, los que van a constituir el eje central de este estudio.
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LA EXPEDICIÓN MALASPINA HACIA LA COSTA NOROESTE
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l 30 de julio de 1789 zarpaban de Cádiz las corbetas Descubierta, al mando del entonces capitán de navío Alejandro Malaspina y la Atrevida, al mando del también capitán de navío José Bustamante y Guerra.1 La expedición científica y política seguramente más famosa de la historia de España, y que más bibliografía ha generado,2 tenía unos objetivos precisos, como se desprende de la lectura del plan de viaje. Se planeaba una expedición de tres años alrededor del mundo (que luego se convertirían en cinco) para poder realizar una serie de progresos en los campos de la navegación, la geografía y la historia natural: se haría el levantamiento de cartas hidrográficas para las regiones más remotas de América y se trazarían una serie de rutas para poder guiar en el futuro con acierto a la poco experta navegación mercantil; pero, por otro lado, se proponía también la investigación de la situación política de América (su gobierno hispano monárquico), relacionada con España pero también con otras naciones extranjeras. El plan del viaje se expresaba también con claridad; las dos corbetas debían zarpar de Cádiz el 1 de julio de 1789 y dirigirse a Montevideo. El año 1790 tenía que emplearse en las costas occidentales de América desde Chiloé hasta San Blas. El reconocimiento de las islas Sandwich ocuparía los
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Este epígrafe se ha concebido como una especie de relato de las aventuras y vicisitudes de la expedición en México y en las fechas previas a la exploración de la Costa Noroeste. Está basado en diferentes diarios de la expedición y se han omitido las citas al respecto. En cuanto a las fuentes publicadas, la bibliografía generada por la expedición Malaspina es inmensa e imposible de reseñar aquí. Me remito a Bernabeu, S. (2000): 227-228, que compara su bibliografía en extensión a la de los viajes colombinos y hace una amplia reseña de esa bibliografía. Uno de los trabajos más completos es la edición, entre 1987 y 1999, en varios tomos, publicada por el Ministerio de Defensa, el Museo Naval y la editorial Lunwerg. Para una visión general, véase la reciente obra de Galera, A. (2010).
primeros tres meses de 1791. Luego había que costear California para seguir hacia el norte, entre Asia y América, hasta donde lo permitiesen los hielos y, tras hacer escala en Kamtchatka, se seguiría hasta Cantón para vender las pieles de nutrias, cuyo monto sería en favor de la marinerías. En esos planes no se contemplaba la exploración minuciosa de la región de la Costa Noroeste de América del Norte, entre otras razones porque ya habían sido varias las expediciones españolas y de otras nacionalidades las que la habían recorrido.3 Desde el descubrimiento del océano Pacífico por Núñez de Balboa, el 29 de septiembre de 1513, se sucedieron en el siglo XVI una serie de grandes expediciones españolas, entre ellas la primera circunvalación de la tierra entre 1519 y 1522, realizada por Magallanes y Elcano, que habían dejado establecida la presencia española en todo el ámbito del océano Pacífico, hasta el punto de que llegó a acuñarse el término de Lago Español para referirse a dicho océano. Pero el Pacífico norte de América se mantuvo fuera del ámbito español hasta bien avanzado el siglo XVIII, cuando las apetencias expansionistas de otras grandes potencias empezaron a hacer valer sus derechos comerciales y de posesión sobre esa región. La expansión del imperio ruso hacia tierras americanas había comenzado ya en tiempos del zar Pedro el Grande y, una vez alcanzado el mar de Behring en 1639, la nave San Gabriel hizo acto de presencia en 1732 en las costas de Alaska, presencia que se haría más firme con la expedición de Vitus Bering y Alexei Tchirikov en 1741 y la toma de ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 3
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Existe una bibliografía muy extensa sobre las expediciones marítimas españolas al Pacífico norte. Pueden verse, entre otros muchos: Monge, F. y Olmo, M. del (1991). Bernabeu, S. (2000 y 2003) y Sánchez Montañés, E. (2008).
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posesión oficial por parte de Rusia de las islas Aleutianas en 1768-1769. Las noticias de esa presencia rusa, que llegaron a la corte española en la década de 1760, fueron el detonante de la organización de las primeras expediciones españolas, las realizadas entre 1774 y 1779. La primera expedición, la comandada por el alférez de fragata Juan Pérez en la fragata Santiago, alcanzó la latitud de Alaska y estableció los primeros contactos de cualquier blanco con nativos de la Costa Noroeste en el norte de las islas de la Reina Carlota y en el sur de la entrada de Nootka. En 1775, la expedición al mando del teniente de navío Bruno de Hezeta y Dudagoitia, en la fragata Santiago, y del teniente de fragata Juan Francisco de la Bodega y Cuadra, en la goleta Sonora, recaló en la bahía de Trinidad, proporcionando los primeros datos etnográficos existentes de los nativos yurok del norte de California. Posteriormente Bodega proseguiría solo su periplo hacia el norte, en un viaje épico, en el que llegaría al que llamaría puerto de Bucareli en la isla Príncipe de Gales en Alaska, y Hezeta acabaría entrando en la desembocadura del río Columbia. En 1779 la expedición de Arteaga partió con instrucciones de alcanzar los 70º de latitud norte. El teniente de navío Ignacio Arteaga y Bazán Infante, comandante de la expedición, se encontraba al mando de la fragata Princesa, mientras que la segunda fragata, la Favorita, se encontraba al mando del ya teniente de navío Juan Francisco de la Bodega y Quadra. Tras encontrarse ambas fragatas en el puerto de Bucareli y proporcionar las primeras descripciones etnográficas de los nativos klawack tlingit, se dirigieron al norte y recorrieron la costa de Alaska desde la entrada del Príncipe de Guillermo hasta la entrada de Cook y tomaron posesión del punto más septentrional alcanzado por España.4 Tras la muerte del virrey de Nueva España, Antonio María Bucareli, a principios del mes de abril de 1779, y el consiguiente vacío de poder, se produjo un paréntesis de ocho años sin expediciones españolas al Pacífico norte.5 Pero las noticias procedentes de la última de las grandes expediciones científicas francesas, la de La Pérouse, sobre la práctica presencia rusa en la entrada de Nootka, dio origen a las siguientes expediciones. El 8 de marzo de 1788 zarparon del puerto de San Blas de Nayarit la fragata Princesa, al mando del alférez de navío Esteban José Martínez, y el paquebote San Carlos, al mando del primer piloto Gonzalo López de Haro, con órdenes explícitas de llegar a los 60º N y al oeste de Unalaska para investigar la presencia rusa y sus actividades. Confirmada dicha presencia y las intenciones rusas de establecerse en la entrada de Nootka, como tendremos ocasión ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 4 5
Véase Hilton, S. (1981): 58. Ibidem: 59, nota 100.
de volver a mencionar más adelante, Martínez fue enviado al año siguiente en la fragata Princesa a fundar un establecimento en la cala de los Amigos en la entrada de Nootka, cuya función ya no era solamente parar el expansionismo ruso hacia el sur, sino demostrar también las pretensiones españolas frente a los ingleses, cuyos navíos, tras la última expedición de James Cook (1776-1779), se movían libremente por la costa comerciando pieles de nutria con los nativos. La captura de navíos ingleses con bandera de conveniencia y con pretensiones semejantes de asentarse en el lugar, como también mencionaremos, desataron un incidente diplomático y cuasi bélico con Inglaterra y el abandono temporal del asentamiento. En 1790, la expedición comandada por el teniente de navío Francisco de Eliza y Revenga tenía como objetivo principal el reestablecimiento de la presencia española en la Costa Noroeste, para lo que se reedificó el fuerte y el asentamiento de Nootka. Pero las exploraciones de la costa continuaron, en este caso partiendo de Nootka, y se llevaron a cabo tanto en Alaska como en el entorno del estrecho de Juan de Fuca. A partir de esta fecha y hasta el obligado levantamiento del establecimiento español en 1795, Nootka se convirtió en un puerto español que no solamente recibía periódicamente los navíos que llegaban de Acapulco y San Blas con suministros, sino también en el lugar donde atracaban e incluso se aprovisionaban naves, generalmente comerciantes, de diferentes banderas y sobre todo de donde partían nuevas expediciones de exploración, tanto hacia el norte como el sur. En el mismo año de 1790, Salvador Fidalgo Lopegarcía, en el paquebote San Carlos, exploró la entrada del Príncipe Guillermo, la entrada de Cook y dejó interesantes referencias de los asentamientos rusos y de sus relaciones con los nativos. Ese mismo año, Manuel Quimper exploró el estrecho de Fuca, realizando los primeros mapas del mismo y tomando posesión del Puerto Núñez Gaona en la actual bahía Neah, en el noroeste del estado de Washington, puerto que se consideraría una posible alternativa a Nootka. En 1791, el paquebote San Carlos, a las órdenes de Francisco de Eliza, junto con la goleta Orcasitas al mando de José María Narváez, exploró los estrechos de Haro y Georgia. El 29 de abril de 1792 arribó a Nootka la fragata Santa Gertrudis al mando de Alonso Torres y Guerra. Con él iban Juan Francisco de la Bodega y Quadra, comandante de una expedición que tenía un propósito fundamentalmente diplomático y político, entrevistarse con el comisionado inglés George Vancouver. Entre el 13 de junio y el 7 de septiembre de ese mismo año, Jacinto Caamaño y Moraleja, en la fragata Aránzazu, recorrió y exploró la costa entre el puerto de Bucareli en Alaska y la entrada de Nootka. Fue la segunda ex-
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LA EXPEDICIÓN MALASPINA HACIA LA COSTA NOROESTE
pedición española que estableció contacto con nativos haida de las islas de la Reina Carlota, tras la expedición de Juan Pérez de 1774, y la única en establecer contacto con nativos tsimshian. También en 1792, las goletas Sutil y Mexicana, al mando de Dionisio Alcalá Galiano y Cayetano Valdés, zarparon de Nootka para circunnavegar por primera vez la isla de Vancouver. Esta expedición es considerada parte de la expedición Malaspina, por lo que trataremos sobre ella con más detenimiento. Aunque durante los años siguientes la actividad española en la Costa Noroeste se centró fundamentalmente en mantener su presencia en Nootka, establecimiento que sería definitivamente abandonado en 1795, en 1793 se realizó la que sería la última exploración española en la Costa Noroeste. El 30 de abril zarparon, de nuevo desde San Blas, dos goletas: la Activa, a cuyo mando se encontraba el teniente de navío Francisco de Eliza y Revenga, y la Mexicana, al mando del segundo piloto Juan Martínez y Zayas. Sus instrucciones eran la exploración de la costa desde el estrecho de Juan de Fuca hacia el sur, hasta San Francisco. Es indudable el hecho de que, entre todas las expediciones españolas, la expedición Malaspina destaca por sus propósitos, intenciones y logros, y es la única comparable a otras grandes expediciones ilustradas de Inglaterra y Francia (Louis Antoine de la Bougainville, entre 1766 y 1769; Jean-François de Lapérouse, entre 1786 y 1788; James Cook, 1768-1771, 1772-1775 y 1776-1779), ya que fue concebida como una gran expedición de estado con el apoyo y el patrocinio incondicional de la Corona, la Marina y las autoridades coloniales.6 Fermín del Pino, a raíz de la publicación en inglés de la expedición Malaspina, destaca el espíritu de competición de las expediciones científicas ilustradas en las que Cook era tomado como modelo. La mejor prueba de esa emulación sentida por la expedición española con la inglesa fue el cambio de nombre que realizó Malaspina a las dos corbetas, cuyos nombres originales eran Santa Justa y Santa Rufina, patronas de Sevilla, por los de Descubierta y Atrevida, recordando que los nombres de las naves de James Cook en su tercer viaje eran Discovery y Resolution.7 Volviendo al curso de la expedición Malaspina, en el mes de marzo de 1791, y tras haber recorrido y explorado América del Sur, tanto en sus vertientes atlántica como pacífica, la expedición arribó al puerto de Acapulco, en México, desde donde Malaspina planeaba proseguir hasta Hawái. La arri––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 6 7
Para una contextualización de la expedición Malaspina, Monge, F. (2002). Pino-Díaz, F. (2007): 102. En su tercer viaje Cook incorporó al artista John Webber al Resolution cuyos dibujos y acuarelas representan una parte importante de la aportación etnográfica de la expedición, dibujos que debieron ser conocidos por los artistas españoles.
bada de las corbetas a Acapulco y la estancia de la expedición en México iban a ser largas y complicadas. El 16 de noviembre de 1790 las corbetas habían echado el ancla en Puerto Perico, Panamá, desde donde, concluidas diversas tareas, habían zarpado el 12 diciembre con intención de arribar al puerto de Realejo, en Nicaragua. Sin embargo, después de más de veinte días de calmas contínuas y corrientes contrarias, prácticamente no habían logrado avanzar en su ruta, por lo que no pudieron reconocer debidamente el tramo entre Panamá y Realejo. Además, el 7 de enero de 1791 y a la altura de Costa Rica, las dos corbetas se perdieron de vista. Eran las 10:30 de la mañana. La expedición había empleado demasiado tiempo en un reconocimiento minucioso de las costas y en la realización de detalladas mediciones, por lo que los planes previstos estaban empezando a retrasarse. Habiendo tenido ya que suspender el reconocimiento de las islas Galápagos y de Gallego, y con las condiciones del viento y el mar en tan malas condiciones que retrasaban aún más la derrota, las corbetas se vieron también en la imposibilidad de realizar el estudio de la costa entre Panamá y Acapulco con el fin de levantar una cartografía adecuada. Esa cartografía se había considerado necesaria, ya que en Panamá se había combrobado que los mapas existentes eran muy inexactos e imprecisos, y carecían del necesario detalle. Para evitar mayores retrasos, Malaspina ordenó a Bustamente dirigirse con la Atrevida hacia Acapulco y San Blas, sin más demora que la precisa para situar la isla de Cocos, e ir anticipando los aprestos necesarios para continuar la expedición. Mientras tanto, la Descubierta continuaría reconociendo detenidamente la costa, anclaría en el puerto de Realejo y arribaría al puerto de Acapulco a mediados del mes febrero. La Atrevida pudo ajustarse al plan propuesto. El 12 de enero se encontró a una legua de la isla de Cocos, lo justo para establecer su posición con cierta precisión, y prosiguió su derrota hacia Acapulco en medio de chubascos, calmas y corrientes contrarias, pero adonde logró arribar el 2 de febrero de 1791. Pero la Descubierta, tras zarpar de Realejo el 30 de enero del 1791, encontró tan pésimas condiciones en el mar, en forma de calmas, vientos y corrientes contrarias, que incluso habiendo renunciado a un reconocimiento adecuado de las costas de ese tramo no pudo arribar a Acapulco hasta el 27 de marzo. Mientras tanto, el 16 de febrero llegaba a Acapulco el pintor Tomás de Suria para incorporarse a la expedición. El 25 del mismo mes se incorporaron también a la expedición dos personajes que tendrían una parte activa e importante en la campaña de la Costa Noroeste. Uno de ellos era el teniente de navío José de Espinosa y Tello, que había colaborado intensamente en la preparación de la expedición, recogiendo noticias geográficas, documentos y buscando pintores en Madrid y en
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Sevilla;8 pero que no había podido incorporarse a la misma desde el principio, por problemas de salud. Por ello viajó posteriormente desde Cádiz hasta Veracruz y, por tierra, desde Veracruz hasta Acapulco. Llevaba con él alguno de los instrumentos científicos que, encargados en Londres y París, no pudieron ser entregados en su momento, aunque otra parte del instrumental se retrasaría todavía a causa del mal tiempo. Con él viajó también el teniente de navío Ciriaco de Cevallos, otro importante protagonista en la campaña de la Costa Noroeste. El 26 de febrero, y tras haber realizado en el puerto de Acapulco las observaciones y mediciones científicas pertinentes, la Atrevida zarpó hacia el puerto de San Blas. En Acapulco se habían quedado extractos de la documentación y se había dejado la orden de que una buena parte del equipaje fuera trasladado por tierra a San Blas, junto con los nuevos instrumentos llevados por Espinosa y Cevallos. Bustamante debía construir en San Blas una lancha grande y hacer reparaciones en el casco de la corbeta antes de regresar a Acapulco. El 27 de marzo la Descubierta arribaba por fin a Acapulco, donde Malaspina todavía no encontraría nuevas directrices de la Corte o del virrey sobre la derrota que debía tomar su expedición a partir de ahí. Pero una cosa parecía tener clara: consideraba una idea poco sensata el emplear seis u ocho meses en ir a explorar el norte de América. Numerosas expediciones ya lo habían reconocido y era muy poco probable la existencia del paso del noroeste.9 Pero las cosas iban a cambiar. Antes del comienzo de la expedición había vuelto a salir a la luz en Europa el supuesto viaje de Lorencio Ferrer Maldonado a través del estrecho de Anián.10 El tema adquirió una relativa importancia, mientras Malaspina se encontraba navegando, cuando el eminente cartógrafo francés Phillippe Buache (Jean N. Buache de Neuville) planteó la cuestión en la Academia Francesa de las Ciencias, dando credibilidad al relato apócrifo de Ferrer Maldonado. El gobierno español, consciente de que hasta el momento todas las expediciones de diversas naciones solo habían conseguido resultados parciales en esa área, decidió tomar cartas en el asunto y, apro-
vechando las cualidades de la expedición Malaspina, zanjar el tema de una vez por todas. El primer ministro Floridablanca y el ministro de Indias, Antonio Valdés y Bazán, enviaron entonces órdenes a México instruyendo a Malaspina para que se dirigiese inmediatamente a investigar la costa hacia la latitud de los 60º N, para buscar el mítico «paso del noroeste». En México las cosas se tomaban su tiempo. El 28 de marzo Malaspina envió una serie de órdenes por correo urgente a San Blas. Bustamante, una vez recibida la lancha y hechas las reparaciones pertinentes en la nave, no debía demorarse en regresar a Acapulco. Los planes cambiarían si Bodega y Quadra,11 en esas fechas el comandante del Departamento de San Blas, aconsejase reconocer la costa entre el cabo Mandocino y el cabo San Lucas por lo adecuado de la estación. La Descubierta iría, mientras tanto, a Hawái y las corbetas se renunirían finalmente en el mes de octubre en San Blas. El 29 de marzo Malaspina tomó la decisión de viajar a la ciudad de México para entrevistarse con el virrey y de paso hacer algunas observaciones astronómicas, por lo que el día 30 entregó el mando de la Descubierta a Dionisio Alcalá Galiano y emprendió el viaje a caballo. Ese mismo día arribaba Bustamente a San Blas. Malaspina llegó a la ciudad de México al mediodía del 5 de abril, y esa misma tarde se presentó ante el virrey Revilla Gigedo. El mismo día 5 Bustamente recibió en San Blas una valija real para Malaspina. En ella iba la Real Orden de 22 de diciembre de 1790, ordenando a la expedición que pusiera rumbo inmediato hacia el norte, abandonando los planes de dirigirse a Hawái. Había que buscar el paso del noroeste. El día 6 de abril, acompañado de Francisco Mourelle y otras autoridades, Malaspina visitó las instalaciones y comprobó los instrumentos de observación astronómica en México. Los días siguientes los pasaron comprobando la fiabilidad del instrumental de unos y otros. Aprovechó el tiempo también para ponerse al corriente de las últimas noticias de Europa y del estado de los dominios de la Corona. Leyó, entre otros, el extracto del diario de Fidalgo, y Mourelle12 le puso al día de sus experien-
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Véase Cuesta, M.P. (1993): 402-403. Es obvio que Malaspina tenía conocimiento de los viajes de Bering y Cook (cuya tercera expedición en 1776, al mando de las corbetas Discovery y Resolution, debía buscar el paso del noroeste, del mar del norte o Alántico, al del sur o Pacífico). Además hace mención expresa de los diarios de las anteriores expediciones españolas, como las de Bodega y Quadra, Esteban Martínez, Fidalgo o Quimper y se refiere además a expediciones no españolas: Meares, Guise, Hanna, Portlock, Barkley, Dixon, Etches, y La Pèrouse. Se trata de un diario apócrifo de 1588 de un tal Lorencio Ferrer Maldonado en el que se declara que había partido de Lisboa y alcanzado el océano Pacífico por el norte de América, volviendo posteriormente por el mismo lugar con gran ahorro de tiempo. Es el famoso «paso del noroeste» que, a semejanza del estrecho de Magallanes en la Antártida, trataban de encontrar todas las expediciones en el norte de América. Efectivamente tal paso existe, pero por su magnitud y lo septentrional de su latitud, solamente pudo ser atravesado ya en el siglo XX y su recorrido llevó más de dos años.
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El capitán de navío Juan Francisco de la Bodega y Quadra había protagonizado ya dos expediciones a la Costa Noroeste en 1775 y 1779. Era entonces comandante en San Blas, un insalubre puerto en el estado de Nayarit de donde partían las expediciones españolas hacia el norte. Al año siguiente sería comisionado por el gobierno español para encontrarse con Vancouver en Nootka, en la llamada «expedición de límites», y zanjar la controversia entre España e Inglaterra por el dominio de esa parte del mundo. Francisco Antonio Mourelle de la Rúa, teniente de fragata, había sido segundo en el mando de la goleta Sonora que había comandando Bodega y Quadra en la expedición de 1775 en la que llegaron hasta el archipiélago Alexander en Alaska, un viaje épico por sus terribles circunstancias. En 1779 y de nuevo como segundo de Bodega volvió al Puerto de Bucareli con la expedición de Arteaga. Se encontraba entonces en México esperando su regreso a España. Sus diarios son excelentes desde el punto de vista de la etnografía del área. Para su persona y sus diarios véase Landin, A. (1971). Salvador Fidalgo había explorado en 1790 la entrada del Príncipe Guillermo.
LA EXPEDICIÓN MALASPINA HACIA LA COSTA NOROESTE
cias sobre la navegación por las costas septentrionales. Mientras tanto Bustamante había enviado a Malaspina, por correo urgente, la valija que él había leído el día anterior con sus propios comentarios, aunque en el correo del virrey se le había comunicado que Malaspina aún no había llegado a Acapulco. El 11 de abril Bustamante recibió en San Blas un correo urgente de Malaspina. El comandante, desconociendo aún las nuevas órdenes reales, comunicaba a Bustamente su llegada a Acapulco y le urgía dirigirse cuanto antes a dicho puerto, para salir los dos hacia las islas Hawái. Su plan era ir a las islas, regresar a Acapulco, y desde dicho puerto poner rumbo hacia las islas Filipinas. Bustamante debía de terminar rápidamente las tareas de construcción, reparación y abastecimiento en San Blas. Al día siguiente se embarcó el equipaje e instrumental que faltaba de Espinosa y Cevallos. Pero por fin el 13 de abril Malaspina y el virrey recibieron las cartas urgentes de Bustamante fechadas el día 7, en las que también se mencionaba que él mismo había arribado a San Blas el día 29 de marzo, y que habían llegado a dicho puerto órdenes del ministro de Marina encargándoles dirigirse ese verano al reconocimiento de las costas septentrionales de América en busca del paso del noroeste. Bustamante le comunicaba además que, no teniendo noticias de la llegada de la Descubierta a Acapulco, planeaba dar cumplimiento a la orden solo con la Atrevida, o en compañía de otra goleta de San Blas. Malaspina envió entonces un comunicado urgente a San Blas para que Bustamante se reuniese con él en Acapulco y desde allí salir ambos para el norte. Bustamante zarpó entonces precipitadamente con la Atrevida de San Blas para reunirse con Malaspina en Acapulco. La impresión que le dejó San Blas no pudo ser más pobre, por su insalubridad y escasez de recursos. El 15 de abril, tras recibir algo de dinero del virrey y acordar con él que algunos de sus oficiales y científicos se quedarían, realizando una serie de trabajos en México,13 Malaspina emprendió el regreso hacia Acapulco, adonde llegó en la noche del 19, y se mostró muy satisfecho por la eficacia con la que todos sus oficiales habían desempeñado sus funciones. A mediodía del 20 de abril la Atrevida ancló en Acapulco. Bustamante puso al corriente a Malaspina de las incidencias acontecidas desde su separación y de las experiencias de navegación de Bodega por el norte. Bodega, Malaspina y Bustamente mantenían la opinión de que Acapulco era mucho mejor puerto que San Blas como base de la Marina española. Malaspina comunicó expresamente a Bustamante sus planes
de salir para el norte expresamente, a pesar de lo avanzado de la estación, de la poca credibilidad de las ideas de Buache y de los repetidos viajes de reconocimiento hechos por españoles y extranjeros. El 21 de abril, Espinosa y Cevallos hicieron entrega a Malaspina de los intrumentos y libros que venían con su equipaje y habían recibido en San Blas, junto con órdenes del ministro de Marina de repetir las observaciones con esos nuevos intrumentos, siempre que fuera posible. El 22 de abril las corbetas se encontraban ya prácticamente listas para zarpar, a falta de completar la cartografía y ordenar los trabajos de historia natural para enviar inmediatamente a la corte. Malaspina se lamenta de no haber podido completar con la debida minuciosidad los trabajos, en esa parte de la costa y en sus alrededores, porque le preocupa especialmente todo lo que atañe a «la navegación y defensa nacionales». Otra de las razones por las que le desanima su viaje al norte es que, dada la naturaleza tan agreste de la costa, sus científicos iban a tener escasas oportunidades de realizar una recogida exhaustiva de muestras y poco sosiego para realizar los estudios de historia natural, cuando en México podrían haber obtenido resultados mucho más provechosos. La oficialidad se redistribuyó de nuevo entre las dos corbetas, ya que parte de los oficiales y científicos se quedaban en México para ordenar el material obtenido hasta el momento y continuar con sus estudios e investigaciones.14 Se incorporporó además, como nuevo miembro de la expedición, el pintor Tomás de Suria. Como un hecho curioso, podemos mencionar que el 26 de abril desertaron cinco marineros de las corbetas, aunque tres fueron capturados y devueltos ese mismo día. Además, hay que mencionar que desde la salida de Cádiz se habían producido cuarenta deserciones en la Descubierta y cincuenta y tres en la Atrevida, por lo que esas ausencias debieron suplirse con marineros indígenas de escasa cualificación. Sumados a los fallecidos, a los dejados en hospitales por enfermedad y a los transbordados por indisciplina o accidente, se habían producido hasta ese momento sesenta y un bajas en la Descubierta y ochenta y una en la Atrevida, lo que arroja la no despreciable cifra de un total de ciento cuarenta y dos. El 29 de abril quedaba ya razonablemente ordenado el material cartográfico, científico y documental como para enviarlo al virrey, y se dejaba todo ello bajo la responsabilidad de Alcalá Galiano. Malaspina declaró como objetivo de su campaña al norte la búsqueda del paso de Ferrer Maldonado —aunque él mismo manifiesta doce razones por las que no ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 14
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Dionisio Alcalá Galiano, por ejemplo, no participó en la campaña de la Costa Noroeste de 1791, aunque sería el comandante de la expedición de 1792.
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Además del mencionado Alcalá Galiano, se quedaron también en México el botánico Luis Neé, Antonio Pineda y Ramírez, el director de Historia Natural, así como el pintor José Guío, entre otros.
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resulta creíble el atribuido relato de Ferrer—, así como el reconocimiento detallado de toda la costa. El día 1 de mayo de 1791, las corbetas Descubierta y Atrevida, al mando de los capitanes de navío Alejandro Malaspina y José Bustamante, zarparon por fin desde Acapulco hacia el norte. Es 21 de mayo. Hasta ese día, las corbetas habían seguido rumbo O y NW, según les habían aconsejado Mourelle en México y Bodega en San Blas, para poder remontar con más facilidad hacia el norte, según los vientos dominantes. Malaspina le pasó a Bustamante instrucciones para hacer un reconocimiento detallado desde la bahía de Bucareli, en la isla Príncipe de Gales en el archipiélago Alexander, hasta la punta oriental de la isla Kodiak. Su propósito era una cartografía más exacta y detallada de la existente hasta el momento. Después
descenderían, reconociendo igualmente la costa entre los 50º y 40º N, para en el futuro facilitar la navegación de los barcos de Manila. El frío comenzaba ya a hacerse sensible. El 21 de junio las corbetas se encontraban a unas cincuenta y tres leguas de la entrada de Bucareli. El 23 de junio estaban a la altura del monte Edgecumbe, en la entrada de Sitka. Al anochecer del 25 de junio se encontraban ya muy próximas a tierra, a la altura del monte Fairweather, pero el cambio del tiempo les obligó a alejarse otra vez de la costa, aunque se mantuvieron a una distancia de la misma entre tres y siete leguas. El 27 de junio a las 17:00 la corbeta Descubierta fondeaba en Puerto Mulgrave. La Atrevida lo lograría dos horas después. Empezaba la exploración de la bahía de Yakutat, como veremos en seguida.
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LOS PINTORES DE LA CAMPAÑA DE LA COSTA NOROESTE
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i, como hemos visto, la exploración de la Costa Noroeste no se encontraba entre los planes originales de la expedición Malaspina, los dibujantes que tomaron parte en dicha exploración tampoco fueron los primeros previstos, tanto en la bahía de Yakutat como en la entrada de Nootka y posteriormente en la circunvalación de la isla de Vancouver. A excepción de Felipe Bauzá, el oficial encargado de cartas y planos, Tomás de Suria fue contratado exclusivamente para la campaña, en México; y José Cardero, que también abandonaría la expedición tras la campaña de la Costa Noroeste, era originalmente un criado que emergería como pintor a lo largo del viaje. Entre los pintores originalmente contratados1 se encontraba José Guio y Sánchez, quien —enterado de la expedición— se había dirigido por carta al ministro de Marina. Antonio Pineda, el director de historia natural de la expedición, informó favorablemente sobre él. Su habilidad para copiar del natural y su práctica en la disección de aves y cuadrúpedos hicieron que su contratación fuera muy rápida, y quedó como encargado principal de los trabajos de historia natural. Guio enfermó en México y aunque tuvo que ser relevado de la expedición, permaneció allí cierto tiempo y ayudó a Suria en la terminación de sus dibujos. El otro dibujante sería José del Pozo, contratado en Sevilla de familia de artistas y vinculado a la Academia Sevillana. Pero a pesar de su capacidad y habilidad, su negligencia y falta de dedicación e indisciplina hicieron que, tras numerosas amonestaciones, fuera finalmente desembarcado en Lima, donde parece permaneció el resto de su vida. Veamos ahora algunos datos sobre nuestros tres protagonistas, por otra parte sobradamente conocidos.
Capitán de navío Felipe Bauzá y Cañas Felipe Bauzá había nacido en Palma de Mallorca el 16 o 17 de febrero de 1764.2 Su origen humilde le impidió ingresar en la Academia de Guardia Marinas, y empezó su carrera de marino como piloto meritorio en la Real Escuela de Navegación del Cuerpo de Pilotos del Departamento de Cartagena. Entre sus tempranas y numerosas experiencias militares en diferentes naves se cuentan el sitio de Gibraltar, la vigilancia del Estrecho, la rendición del castillo de San Felipe e incluso la guerra de corso contra buques argelinos. En diciembre de 1782 ascendió a pilotín de número y pasó entonces a prestar servicio en el Departamento de Cádiz. En octubre de 1785 viajó a Mogador y fue ascendido a segundo piloto en 1786. A su vuelta a Cádiz se le destinó a la corbeta Loreto, en la que hizo campañas en las costas de Galicia y Portugal y en la costa norte de España; obtuvo en 1787 el destino de ‘maestro de fortificación y dibujo’ en la Academia de Guardias Marinas. Pero antes de tomar posesión del destino mencionado, fue asignado a la fragata Perpetua, al mando del brigadier Vicente Tofiño, para el levantamiento del atlas marítimo español de las costas de España, honrosa comisión que realizaría junto con uno de los destacados oficiales de la expedición, el joven noble sevillano José de Espinosa y Tello. Malaspina había recibido del rey poderes absolutos para poder elegir a las dotaciones de la expedición. Por ello y tras el triunfo logrado por Tofiño con su Atlas Marítimo de España, Malaspina invitó a los dos discípulos de Tofiño más autorizados y ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 2
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Los datos sobre ambos pintores están tomados de Sotos, C. (1989 I).
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Sobre Bauzá existe una amplia bibliografía. Para su biografía y sus importantes aportaciones en el campo de la cartografía pueden verse, entre otros, Cerezo, R. (1987); Bauzá, F. (1994); Martín-Merás, M. L. (2002).
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mejor formados, el teniente de navío José Espinosa y al maestro Felipe Bauzá. Uno de los objetivos importantes de la expedición era precisamente el levantamiento de cartas y planos, y Bauzá sería el encargado de los mismos.3 Por lo tanto, en 1789 embarcaba en la corbeta Descubierta, como alférez de fragata, siendo promocionado a alférez de navío en el transcurso de la expedición, en 1791. Felipe Bauzá estuvo vinculado a la expedición Malaspina en su totalidad, como jefe oficial de cartas y planos, y también tomó parte en la campaña de la Costa Noroeste de 1791. Su aportación como cartógrafo, sus mapas y perfiles geográficos son sobradamente conocidos. Y su inclusión en este caso como pintor se debe a la existencia de al menos tres dibujos que se le atribuyen con seguridad y unos cuatro más relativamente dudosos, tanto del Puerto de Mulgrave como del establecimiento de Nootka. No firma ninguno de esos dibujos y aunque es autor de un importante diario de la expedición,4 en él no se encuentran referencias a su actividad como dibujante. Se trata de un diario de aspecto «oficial» o, dicho de otra manera, muy semejante a los demás diarios de la expedición realizados por los demás oficiales y en los que se encuentran en muchas ocasiones párrafos idénticos. De la misma manera, las diferentes menciones que aparecen sobre Bauzá en los diarios oficiales y especialmente en el de Malaspina, siempre se rerieren a su persona con el «teodolite» en las manos y efectuando diversas mediciones. La importancia de la figura de Bauzá, como ya señalaron Cutter y Palau,5 radica sobre todo en que pudo preservar muchos de los mapas y dibujos de la expedición, tanto como ciudadano particular como por su puesto como director del Depósito Hidrográfico, antecedente del hoy Museo Naval de Madrid. En 1794, ya en España, fue ascendido a teniente de fragata y destinado a Madrid para colaborar con Malaspina en la selección de diarios de la expedición. Dejado en suspenso dicho trabajo, embarcó en la fragata Mahonesa y prestó despues servicios en los batallones del Arsenal de Cádiz hasta 1798, cuando pasó como segundo del ya brigadier José Espinosa y Tello a colaborar en la organización y puesta en funcionamiento de la Dirección de Hidrografía. En 1802 ascendió a teniente de navío y en 1806 a capitán de fragata, empleo que tenía cuando se produjo la invasión francesa e interrumpió la tarea de levantar un mapa de la frontera pirenaica. En 1809, bajo el gobierno de Bonaparte y mediado algún desembolso, Bauzá pudo sacar de la capital seis cajones de
mapas y planos y, aunque fue hecho prisionero, pudo fugarse mediante soborno el 1 de mayo desde El Retiro a Madrid. Marchó luego en el mes de junio a Sevilla y después a Cádiz llevando la documentación referente al mapa de los Pirineos que la Junta General Militar le había encomendado,6 para reorganizar el Depósito Hidrográfico, del que fue nombrado director interino. Cuando en 1814 se normalizaron las funciones de la Armada, Bauzá retomó su puesto en el Depósito Hidrográfico en Madrid, a las órdenes de Espinosa y Tello, y se encargó de su dirección efectiva en 1815, a la muerte inesperada de Espinosa. Ascendido en 1819 a capitán de navío, en 1820 se le confió la presidencia de las comisiones para terminar la división territorial de España. En 1821 fue elegido diputado a Cortes durante el trienio constitucional, por lo que tuvo que huir a Gibraltar en 1823 y se trasladó después a Inglaterra. El 3 de marzo de 1834, a los setenta años y a causa de una hemorragia cerebral, moría en Londres en la calle Johnson n.º 52, en Somers Town, un barrio de exiliados españoles de escasos recursos, poco después de haber sido amnistiado.7
Don Tomás de Suria, de la Real Academia de San Carlos Tomás de Suria, nació en Madrid en el mes de abril de 1791,8 aunque también se afirma que nació en Valencia.9 Sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 6 7
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Cuesta Domingo, M. P. (1993): 402. Bauzá, F. (1789-1794). Véase Cutter, D. y Palau, M. (1977): 27.
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Cuesta, M. P. (1993): 748. La suerte de muchos héroes de la expedición fue también desgraciada: el brigadier Alejandro Malaspina, tras siete años y cuatro meses de prisión en el castillo de San Antón en La Coruña, murió en Pontremoli (Italia) el 9 de abril de 1810 después de siete años de exilio. El brigadier Juan Gutiérrez de la Concha y Mazos de Güermes fue fusilado el 21 de agosto de 1810 en el Monte de los Papagayos, Argentina, por su lealtad a la Corona. El teniente general José Espinosa y Tello se negó a reconocer a José I, estuvo cinco años «comisionado» en Londres y murió en Madrid en 1815. El capitán de navío Ciriaco Cevallos y de Bustillo tuvo que huir de Veracruz en 1809 a causa de la revolución y no existen desde esa fecha noticias sobre su paradero. El capitán general Cayetano Valdés y Flores (sevillano como Espinosa) estuvo seis años confinado en el Castillo de Alicante, fue condenado a muerte el 1 de octubre de 1823 —aunque la sentencia no se ejecutó— y sufrió luego diez años de exilio en Inglaterra. Murió en San Fernando, Cádiz, el 6 de febrero de 1835 con los máximos honores de capitán general y director general de la Armada. Fue enterrado en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando. Sotos, C. (1982 y 1989); Jiménez, A. (1997). Es lo que sostiene Rey Tejerina, A. (1995) en una publicación sobre el pintor financiada por la Generalitat valenciana. No entra en los fines de este trabajo entrar en dicha polémica, pero podemos mencionar que de lo que no hay duda es sobre el origen valenciano de la familia de Tomás de Suria y es curiosa la existencia de un foro web en el que se discute apasionadamente la posibilidad de que fuera natural de Enguera, pero en el que la mayoría de los participantes mencionan la presencia del apellido Suria en Tavernes de Blanques (http://www.enguera.org/foro//real.php?1,160). Para detalles de su biografía pueden consultarse, además de los autores mencionados, a Cutter, D. y Palau, M. (1977).
LOS PINTORES DE LA CAMPAÑA DE LA COSTA NOROESTE
el ser un alumno aventajado del maestro grabador Jerónimo Antonio Gil, le conducirían a la Nueva España cuando el maestro fue designado por el rey para ir a México como grabador mayor y fundar la que sería conocida como la Academia de San Carlos. Como uno de los dos alumnos más aventajados de San Fernando, Suria llegó a México el 21 de diciembre de 1778, donde pasaría ya el resto de su vida. Su incorporación a la campaña de la Costa Noroeste de la expedición Malaspina se debió a que uno de los dos pintores originales asignados a la expedición, José Guío, había enfermado en México, y al previo desembarco de José del Pozo en Lima, por causa de su mal comportamiento, como ya hemos mencionado. Aunque Malaspina escribió a España solicitando dos pintores italianos, fue en seguida consciente de que no llegarían a tiempo para participar en la campaña de la Costa Noroeste, por lo que se dirigió, desde Guayaquil, al virrey de Nueva España para que contratase a algún pintor de la Academia. Tras una serie de vicisitudes,10 la elección recayó en Tomás de Suria. El pintor, que viajó a caballo desde México, llegó a Acapulco el 16 de febrero de 1791, donde se encontraba en ese momento solamente la corbeta Atrevida. Bustamente debía partir inmediatamente hacia San Blas, por lo que Suria aguardó la arribada de la Descubierta. Nada más presentarse a Malaspina quedó a las órdenes de Antonio Pineda, para quien ilustró algunos trabajos sobre Historia Natural. De los tres pintores de la campaña de la Costa Noroeste, es de Suria de quien encontramos menciones a su carácter, su espíritu de aventura, sus inquietudes, su ilusión, que le llevaron a unirse a la expedición a pesar del desacuerdo de su esposa —tenía ya dos hijos— y de su familia política, con la que residía.11 Para nuestros propósitos, Suria es el dibujante más fiable. No solo dibujaba sino que, como ya hemos mencionado, escribió también un diario o más bien un cuaderno de campo distinto al de los diarios «oficiales», ya que en él se encuentran descripciones de aspectos de la vida cotidiana de los nativos, tal vez porque su condición de dibujante le permitía aproximarse a la gente de una manera diferente de la que lograban hacerlo los oficiales de la expedición. Y lo más valioso es que su cuaderno se encuentra ilustrado por una serie de apuntes cuyo valor etnográfico no podemos poner en duda, ya que refuerzan mutuamente las descripciones de los aspectos que ilustra. La mención a Suria y a su labor es constante en los varios diarios de los oficiales de la expedición. La mayoría coinciden
en describirlo retratando al cacique de Puerto Mulgrave o a uno de los jefes de la bahía de Nootka; acompañando a Malaspina en la excursión para investigar los sepulcros de los «ankaus»12 de Mulgrave o dibujando las estructuras de troncos de una vivienda; retratando mujeres en la bahía de Yakutat o representando un baile de los nativos en la playa de Nootka. Y siempre se refieren a él como «Don Tomás de Suria». La contribución de Suria al éxito de la campaña de la Costa Noroeste fue reconocida por todos y, explícitamente, por el propio Malaspina. Tras el regreso de la expedición a Acapulco —la Descubierta llegaba concretamente el 18 de octubre—, Suria volvió a México para reincorporarse a su anterior destino, lo que haría el 18 de noviembre, aunque siguió trabajando para la expedición según acuerdo del virrey y Malaspina.13 De hecho y durante ocho meses siguió trabajando en los dibujos, para lo que recibió ayuda de José Guío, recuperado de su enfermedad, y de dos colegas de la Academia mexicana de San Carlos.14 Sus dibujos finalizados tienen una característica inscripción, «Suria fecit», pero dejó también una gran parte de dibujos sin terminar, muchas veces simples bocetos sin firma, pero que consideramos tienen un gran valor etnográfico precisamente por tratarse de impresiones, de apuntes rápidos. Suria terminó sus días en México y, a pesar de su brillante carrera y de ser fundador de la Academia, no logró nunca un título o puesto oficial en la Academia, ni título académico consiliario alguno.15 Su falta final de reconocimiento pareciera estar unida al trágico final de la mayoría de los protagonistas destacados de la expedición.
José Cardero El criado José Cardero, que solamente durante el curso de la expedición alcanzaría la categoría de pintor y llegaría a ser pagado como tal, había nacido en Écija el 31 de octubre de 1766 según manifiesta Cutter a la vista de un certificado de nacimiento, o el 30 del mismo mes según Carmen Sotos, «como se desprende de la partida de Bautismo, existente en la Parroquia de Santa María y Santa Bárbara de la ciudad de Écija», en la que recibió el nombre de Josef Antonio Feliciano.16 Al margen de la discordancia sobre esa fecha, que consideramos carece de importancia, el hecho es que embarcó en Cádiz en ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 12
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Véase Sotos, C. (1989 I): 140-141. Cutter, D. y Palau, M. (1977): 22; Sotos, C. (1989 I): 140; Jiménez, A. (1997): 496.
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Ankau es la denominación genérica utilizada en las fuentes españolas para designar a un jefe. Del mismo modo se utiliza el término Tais en la entrada de Nootka. Sotos, C. (1982 I): 147. Cutter, D. y Palau, M. (1977): 23-24. Sotos, C. (1982 I): 149. Veánse Cutter, D. (1977): 21 y Sotos, C. (1982 I): 125.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
1789, como miembro de la dotación de la corbeta Descubierta con la categoría de criado, o más precisamente ‘asistente de cámara’ de algún oficial. Siguiendo la biografía que de Cardero realizó Carmen Sotos,17 parece que se estrenó como pintor en Montevideo, donde realizó una vista de la Colonia del Sacramento, aunque las primeras noticias documentadas como dibujante al servicio de la expedición proceden de Guayaquil donde, al parecer, realizó una serie de dibujos de Historia Natural y algunas perspectivas. El desembarco de José del Pozo en Lima propició la nueva función de Cardero como pintor oficial, hasta la llegada de los nuevos dibujantes contratados en Italia. Una vez arribada la Descubierta a Acapulco, Cardero continuó con su trabajo como dibujante y como tal es considerado en el diario manuscrito de Malaspina, como ya señaló Cermen Sotos: «Todas mis previsiones havian sido ejecutadas por Don Dionisio Galiano, y los demás oficiales, con el mayor celo, [...] acrecentada la colección de vistas por el Piloto [tachado] Dibujante Cardero...».18 Cuando el 1 de mayo de 1791 las corbetas zarparon de Acapulco hacia el norte, en busca del paso del noroeste, José Cardero figuraba como dibujante contratado en la tripulación de la Descubierta.19 Aunque la importancia de Cardero como dibujante en la campaña de la Costa Noroeste se ha puesto de relive desde hace tiempo,20 incluso destacando su valor por encima del de Suria, no deja de asombrar su absoluta inexistencia en los diferentes diarios de la expedición, tanto en la bahía de Yakutat como en Nootka. No se encuentra ni una sola mención a los trabajos de Cardero, como sí se hace en el caso de los dos pintores antes mencionados, aunque muchos de los dibujos llevan su firma, sobre todo de la bahía de Yakutat. A la vuelta de la expedición a Acapulco el 18 de octubre de 1792 —la Atrevida había arribado el 16—, Cardero, del mismo modo que Suria, fue separado de la expedición, pero en seguida sería asignado ya como dibujante oficial, a la expedición de Alcalá Galiano y Valdés. Efectivamente, así aparece consignado en un manuscrito del Museo Naval,21 y concretamente en la goleta Mexicana. La expedición zarpó de Acapulco el 8 de marzo de 1792 y arribó a Nootka el 13 de mayo. De allí partieron hacia el estrecho de Fuca el 5 de junio, para regresar el 31 de agosto. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 17 18 19
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Ibidem: 125-138. Malaspina, A. (1789-1794): f. 274v. Sotos, C. (1982): nota 32. Sin embargo, en los Padrones del cumplimiento pascual de la Expedición Malaspina, publicados por Pablo Anton Sole, aparece reflejado un tal «Josef Caldero» como criado, tanto el 25 de mayo de 1790 como el 15 de junio de 1791. Véase Sole, P. A. (1991). Cutter, D. y Palau, M. (1977). Véase Alcalá Galiano, D. (1792): Ms. 144, Doc. 1: f. 8v.
Carmen Sotos plantea la imposibilidad de separar los dibujos de Cardero realizados en Nootka en 1791 y en 1792, aunque ella se decanta porque la mayoría los realizaría en su segunda estancia, dado el escaso tiempo de la primera, del 12 al 28 de agosto del año anterior.22 Sin embargo, y como veremos más adelante, es imposible que Cardero presenciase lo que se representa en algún dibujo que se le atribuye. Las fechas son concluyentes al respecto. De nuevo es llamativa la «inexistencia» de Cardero a lo largo de toda la expedición de Alcalá Galiano y Valdés. Entre los varios manuscritos consultados de la expedición no se encuentra una sola mención a su persona, a diferencia por ejemplo de las frecuentes menciones a don Tomás de Suria y a sus actividades tanto en Puerto Mulgrave como en la entrada de Nootka. La única mención a su apellido es en la denominación de un canal —el canal de Cardero—23 y la única referencia a su trabajo, aunque no a su persona, es la pintura de una peculiar tabla con diseños hallada en el curso de la expedición de Galiano y Valdés, que se mencionará en su momento y de la que se «sacó un diseño».24 Parece que su origen, un simple asistente de cámara de los oficiales, no podía ser fácilmente olvidado. Cardero volvió a Nootka con la expedición donde solamente estuvo dos días, ya que volvieron a zarpar hacia San Blas el 2 de septiembre. Sorprenden entonces los complejos y detallados dibujos que se afirma realiza en esos dos días.25 Por ejemplo, la vista del establecimiento de Nootka, firmada por el autor, o la fiesta en honor de la hija del jefe Maquinna, o el famoso «cajón» del mismo jefe, dibujos que serán comentados en su momento. El 23 de noviembre de 1792 la expedición llegaba al Puerto de San Blas, desde donde Cardero salió para México, adonde llegaría el 11 de febrero de 1793 y donde parece fue asignado a la Academia de San Carlos para terminar allí sus dibujos; en el mismo año volvió a España. Es interesante la mención de Sotos de que, a finales de mayo de 1795, Cardero entregó a Malaspina «todos los dibujos relativos a su comisión en el viaje de las goletas “Sutil” y “Mexicana”».26 A partir de ese momento Cardero se desvinculaba definitivamente de la expedición, no volvió nunca a trabajar como dibujante y acabó sus días como oficial del ‘cuerpo de suplentes’ de la Armada española, con base en Cádiz. No podemos estar de acuerdo con algunas apreciaciones27 relativas a que el pintor copió del natural con la máxima fi––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 22 23 24 25 26 27
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Sotos, C. (1982 I): 131-132. Alcalá Galiano, D. 1792): Ms 143 1(1): f. 75v. Alcalá Galiano, D. (1792): Ms. 143 Doc. 1(1): f. 58. Sotos, C. (1982 I): 136. Cutter, D. y Palau, M. (1977): 27; Sotos, C. (1982 I): 137. Ibidem: 138.
LOS PINTORES DE LA CAMPAÑA DE LA COSTA NOROESTE
delidad, absteniéndose de introducir en la composición falsos detalles que pudieran realzarla. Como veremos, sus composiciones son precisamente las menos fiables: por un lado, por el escaso tiempo del que dispuso para realizar lo que debieron ser unos simples apuntes. Por otro, porque en muchos casos serían los pintores «oficiales», los de abolengo, los
que terminarían sus obras. Precisamente veremos en sus láminas como se ‘introducen’ objetos, personajes, escenas, vistos en otros lugares y en otros momentos, por lo que sus dibujos, de indudable valor etnográfico, deben ser analizados con cuidado y siempre relacionados con los textos que aparentemente se pretende ilustrar.
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ualquier comentario sobre los pintores de la expedición Malaspina debe comenzar por la mención de algunas obras básicas de referencia. La primera es, por supuesto, el trabajo que en 1982 publicó la Real Academia de la Historia de Carmen Sotos Serrano sobre Los pintores de la expedición Malaspina. Fruto de una elaborada tesis doctoral —dirigida por el que todos reconocemos como maestro, Enrique Marco Dorta—, en ella aparecían por primera vez todas las láminas de la expedición. El libro comienza con el derrotero de las corbetas, las circunstancias de la contratación de los pintores con su biografía y una serie de extractos y referencias a diferentes documentos. El grueso del trabajo es el álbum de láminas, donde se recogen de cada una sus dimensiones y características técnicas, se menciona en qué institución se encuentran, se atribuye a determinado autor y se hace un comentario sobre lo representado. Carmen Sotos es historiadora del arte y desde esa perspectiva está realizado su trabajo. Para nuestros propósitos la referencia a esta obra es imprescindible en cada caso y la iremos citando al pie de cada uno de nuestros comentarios para orientar a los lectores interesados en las características técnicas de los dibujos, considerados también como lo que son también, obras de arte. En esta misma línea, el segundo trabajo que debe ser mencionado es una obra algo anterior, publicada en 1980 por el Ministerio de Cultura, de Mercedes Palau de Iglesias: Catálogo de los dibujos, aguadas, y acuarelas de la Expedición Malaspina. Mercedes Palau, entonces conservadora del Museo de América, dio a conocer por primera vez de forma conjunta la colección de láminas donada por Carlos Sanz López a dicho museo en 1961. El origen de dicha colección puede leerse en el libro de Palau. Para nuestro propio interés encontramos en este catálogo comentarios más precisos sobre el contenido de los mismos, además de una serie de referen-
cias de carácter técnico sobre los dibujos. Hay algunos errores, pero son atribuibles a la temprana fecha de publicación del trabajo. Del mismo estilo que el anterior y de 1985-1994, es el Catálogo crítico de los documentos de la expedición Malaspina (1789-1794) del Museo Naval. Su autora, Dolores Higueras Rodríguez, publica, entre la inmensa colección documental del museo, la colección de dibujos y aguadas del Museo Naval, procedentes del antiguo Depósito Hidrográfico. Aunque ya publicadas anteriormente por Carmen Sotos, su nueva edición y las menciones a la situación particular de las diferentes colecciones de dibujos y aguadas, así como de grabados, convierten esta obra en una de obligada referencia sobre todo para los documentalistas del tema. Sin embargo, y bastantes años antes de estas tres obras de referencia, los dibujos de los pintores de la expedición Malaspina ya habían salido a la luz, por diferentes procedimientos y en distintas situaciones, como exposiciones y catálogos. Pocos años después de la exploración de la Costa Noroeste por parte de la expedición Malaspina, en 1802 José de Espinosa y Tello editaba la Relación del viage hecho por las goletas Sutil y Mexicana en el año de 1792 para reconocer el Estrecho de Fuca. En esta preciosa edición se incluían una serie de grabados obtenidos de los dibujos de la expedición, cuyos originales serán comentados en su momento. En 1885, la edición del Viaje político y científico alrededor del mundo por las corbetas Descubierta y Atrevida, al mando de los capitanes de navío Don Alejandro Malaspina y Don José Bustamante y Guerra desde 1789 a 1794, realizada por el teniente de navío Pedro de Novo y Colson, reproduce dos láminas solamente de la campaña de la Costa Noroeste. Los dos son grabados (obra posterior) y están además basados en obras de Brambila, que no entra en nuestro estudio, como ya hemos mencionado. Sin embargo, sí haremos mención al ori-
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ginal de uno de ellos para situar correctamente y de una vez por todas la localización geográfica del dibujo. En 1930 la Sociedad Española de Amigos del Arte publicó en Madrid el catálogo ilustrado de una magna exposición sobre la Aportación de la cultura española en las Indias. En la exposición, de carácter muy ecléctico, se daba cabida a la arquitectura colonial, a las artes industriales, las imprentas coloniales, a publicaciones españolas sobre lenguas indígenas, cartografía española, ciencia naútica, descubrimientos... Nos encontramos, tal vez, con la primera ‘exposición’ en la que se muestran dos láminas de los dibujos de la expedición Malaspina, pero en las fotografías del catálogo desafortunadamente no se reproducen esas dos láminas. Solamente hemos encontrado su descripción en el índice. El n.º 183 reza: «California Norte. Sin Rótulo. Representa a las Corbetas Descubierta y Atrevida fondeadas en Mulgrave. Aguada a sepia por José Cordero. Exp. Museo Naval». No tenemos muy claro a qué dibujo puede hacer referencia, ya que en el Museo Naval no existe ninguno que se ajuste a esa descripción. Pensando en que la identificación de ‘Puerto Mulgrave’ pudiera tratarse de un error, el dibujo más aproximado podría ser el catalogado en el museo con el n.º 1723 (9), efectivamente es una aguada sepia y de Cardero, pero representa las goletas Sutil y Mexicana en el estrecho de Juan de Fuca. El n.º 187 reza: «Pira y Sepulcro de la familia del actual AnKau en el puerto Mulgrave. Dibujo en sepia. Anónimo. 0’50 por 0’27. Exp. Museo Naval». Por las dimensiones parece tratarse del dibujo de Brambila, del que no entramos en este trabajo en su consideración porque no visitó físicamente la Costa Noroeste, y por existir otro dibujo muy semejante de Cardero que sí será objeto de comentario. En 1932, con motivo del IV Centenario del primer viaje a las costas de California, el Museo Naval de Madrid publicó un primer tomo con el catálogo de una exposición sobre el tema y donde ya aparecen una serie de láminas de dicho museo, reproducidas con cuidado y calidad, que se indican en las notas al pie en cada caso. Encontramos también algunos errores, disculpables dada la fecha de publicación. Por ejemplo, la lámina del museo n.º 1723-22, la «Vista del remate del canal de Salamanca...» aparece con el pie de «Desembarco en Nutka». O la lámina del museo n.º 1725-1, un nativo de Nootka, aparece con el pie de «Indio de Mulgrave», error que en algún caso se ha mantenido, incluso en 1995. En 1936 Henry R. Wagner publicó, en la Pacific Historical Review, una traducción al inglés del cuaderno de Suria con el título: «Journal of Tomás de Suría of His Voyage with Malaspina to the Northwest Coast of America in 1791». Encontramos en él ocho de los dibujos que incorporó Suria a su diario, los que representan figuras completas, aunque sin co-
mentarios adicionales al respecto. Lo mismo podemos decir de la edición de 1939 de Justino Fernández, publicada en México y por la editorial Porrúa: Tomás de Suria y su viaje con Malaspina. Fernández vuelve a traducir al español parte de lo publicado por Wagner y publica los mismos ocho dibujos y en el mismo orden que el autor mencionado, de quien por otra parte se cita que se han tomado. En 1944 José Torres Revello publica, en la Universidad de Buenos Aires, uno de los trabajos pioneros sobre Los artistas pintores de la expedición Malaspina. Lo breve del texto repercute en que el espacio dedicado a los artistas en la campaña de la Costa Noroeste, y a sus actividades, sea poco más de media página. Pero se reproducen dos láminas del museo Naval, el famoso retrato del jefe Maquinna de Nootka, lámina del museo n.º 1-27, y uno de los dibujos de la fiesta ofrecida por el jefe Tlupananuhl en la playa de Nootka, lámina del museo n.º 1723-8, como «Danza pagana de Mujeres en Nutka». Aunque no hay reproducciones, se catalogan también otra serie de láminas y vuelve a aparecer el ya mencionado error del remate del Canal de Salamanca, como «Desembarco en Nutka». En los años sesenta y setenta del siglo pasado debemos mencionar también una serie de publicaciones, algunas relacionadas con exposiciones, que se realizaron en los Estados Unidos y en las que, en general, son bastante acertados los comentarios que se realizan sobre los dibujos de la expedición. Las fechas son todas anteriores a las de las tres primeras obras reseñadas por nosotros. En 1963, Donald C. Cutter, historiador y profesor de la Universidad de Nuevo México, publicó en la revista Pacific Northwest Quarterly un artículo sobre «Early Spanish Artists on the Northwest Coast». Es un trabajo muy bien documentado en el que también incluye al artista que llevó Bodega y Quadra en la expedición de límites de 1792. Reproduce solamente dos de los dibujos de la expedición, un retrato de un jefe de Nootka, de Tomás de Suria, y la vista de un poblado nativo fortificado cerca del puerto de Núñez Gaona, de Cardero. Sitúa ambos dibujos en el Museo Naval, aunque se encuentran en el Museo de América. En 1972 salió a la luz la obra de Frederica de Laguna, referencia básica para el estudio de los nativos yakutat tlingit, de la bahía del mismo nombre, producto de un trabajo de campo y de investigación de fuentes, patrocinado por la Smithsonian Institution de Washington. En este imponente trabajo, Under Mount Saint Elias: The History and Culture of the Yakutat Tlingit, De Laguna reproduce en el álbum gráfico diez dibujos del cuaderno de Suria, siete dibujos del Museo Naval y cinco del Museo de América. Los comentarios sobre las láminas son mínimos, pero llama la atención que en todos
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los dibujos de los museos madrileños se especifica y agradece su reproducción al Museo Naval. En 1977, y con ocasión de la celebración del bicentenario de los Estados Unidos y a instancias de Donald C. Cutter y Michael Weber, del museo de Nuevo México, en colaboración con los museos de América y Naval de Madrid y con patrocinio del Ministerio de Educación y Ciencia, se organizó en el pais norteamericano una exposición sobre La Expedición Malaspina, en las que se exhibieron materiales documentales y piezas de ambos museos. En la publicación derivada de la exposición en Santa Fe, Nuevo México, colaboró también Mercedes Palau de Iglesias. A lo largo de las cinco partes o capítulos del trabajo se reproducen algunos dibujos, tanto del Museo Naval como del de América, aunque los comentarios sobre las láminas son muy breves. En el mismo año de 1977, la exhibición Voyages of Enlighment: Malaspina on the Northwest Coast, 1791-1792 —y de nuevo con la colaboración de Mercedes Palau— recoge nuevamente los datos de la exposición de Santa Fe, pero aumentada y enriquecida. En este caso la exhibición se realizó en Portland, Oregón, patrocinada por la Sociedad Histórica de dicha ciudad. El libro, obra de Thomas Vaughan, E.A.P. Crownhart-Vaughan y Mercedes Palau, incluye un amplio «Pictorial Record» donde, además de mapas, aparecen reproducidas por primera vez casi todos los dibujos de la Costa Noroeste existentes en el Museo de América, junto con alguno del Museo Naval. Los comentarios a los dibujos, a pesar de algún error muy concreto, son relativamente extensos, bien documentados, precisan con bastante exactitud las localizaciones geográficas, plantean interesantes identificaciones y son ajustados desde un punto de vista etnográfico. Por ello sorprenden los errores que se encuentran en publicaciones posteriores, e incluso en fechas recientes. Hacia finales de los años ochenta, la proximidad de la celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América propició una serie de exposiciones y publicaciones entre las que no se encontraban ausentes las relativas a la expedición Malaspina. En el mes de noviembre de 1984, se inauguró en Madrid, en el Centro Cultural de la Villa, una exposición sobre la expedición Malaspina que reunía una serie de materiales (mapas, cartas, planos, objetos etnográficos, instrumentos científicos y dibujos) como una pequeña muestra de los resultados obtenidos por la expedición y que procedían del Museo Naval, del Museo de América, del Real Jardín Botánico, Biblioteca Nacional y Archivo de Indias. La publicación de dicha exposición, patrocinada por el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento de Madrid, obra de varios autores, se tituló La Expedición Malaspina 1789-1794. Viaje a América y Oceanía de las Cor-
betas «Descubierta» y «Atrevida». En una de sus secciones, dedicada a la Costa Noroeste, en la que se reproducen algunas de las láminas objeto de nuestro interés, aparece por primera vez la correcta autoría de uno de los dibujos del Museo de América, atribuido siempre a Cardero. La que es ahora directora de dicho museo y entonces conservadora jefe de la sección de arte colonial, Concepción García Sáiz, sacó a la luz al pintor José Cardano. De nuevo sorprende que en publicaciones posteriores se ignore el trabajo de García Sáiz. En 1987, La Spedizione Malaspina in America e Oceania 1789-1794, recogía los resultados de la exposición de Madrid trasladada a Génova, dentro de nuevo de los actos conmemorativos del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y resultado de la colaboración cultural y científica entre España e Italia. El patrocinio de la exposición y de la subsiguiente publicación fue obra conjunta de la Comune di Genova Assesorato ed Ufficio Speciale Colombiano, la Comisión Nacional del V Centenario, el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Defensa. Del mismo modo que la publicación madrileña, la «Sezione VI» se dedicaba a la Costa Noroeste de América del Norte, por lo que en la exposición, y posteriormente en el catálogo, se mostraban y luego reproducían varias láminas de los pintores de la expedición Malaspina objeto de nuestro interés. En 1986 se editó y presentó el libro To the Totem Shore. The Spanish Presence on the Northwest Coast en el pabellón español de la Exposición Universal de Vancouver, en el que por primera vez, se dice, se daban a conocer a un público no especializado, las colecciones de manuscritos, diarios, cartas, planos, dibujos y objetos originales del siglo XVIII, conservados en los archivos y museos españoles, procedentes de las expediciones a la Costa Noroeste. Dos años más tarde, en 1988 y en España, se organizaba la exposición y el catálogo El Ojo del Tótem. Arte y Cultura de los Indios de la Costa Noroeste de América, en la que por primera vez se presentaban más de cuatrocientas piezas de museos de Canadá, Estados Unidos, Inglaterra, República Checa, Alemania, Italia y España. El patrocinio correspondió al Ministerio de Asuntos Exteriores. The Totem Shore y El Ojo del Tótem reproducen, y con gran calidad, un buen número de las láminas de la expedición objeto de nuestro interés: ambas publicaciones parecen mostrar las mismas láminas y los pies de las mismas parecen pasados de un libro a otro. La impresión que se produce, sin embargo, es que los dibujos parecen utilizarse como un «adorno», ya que se distribuyen a lo largo de los textos sin que haya una clara relación con los mismos. Debemos mencionar también que en el caso de To the Totem Shore encontramos, en los pies referentes a las láminas de la bahía de
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Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Yakutat, el error de la mención al «Mulgrave Sound». Dicha entrada de Mulgrave sencillamente no existe: o bien se menciona Puerto Mulgrave, el sitio concreto de parada de la expedición, o por extensión la bahía de Yakutat. Como un complemento de la exposición El Ojo del Tótem, que además de en Madrid se presentó también en Barcelona y Sevilla, se celebró el «I Coloquio Internacional sobre el Arte y la Cultura de la Costa Noroeste», en el que participaron especialistas de todo el mundo y cuyos trabajos fueron recogidos en las actas publicadas en 1989. En el volumen que se denominó Culturas de la Costa Noroeste de América, publicado por la Sociedad Estatal del Quinto Centenario y la editorial Turner, se incluyen entre las ilustraciones, que se agrupan al final, una serie de dibujos tanto de la expedición Malaspina de 1791 y la de Alcalá Galiano y Valdés de 1792, como de la expedición de Bodega del mismo año. Los dibujos aparecen reproducidos sin ningún ordenamiento claro y en algunos pies con claros errores de geografía. También en la exposición mundial de Brisbane, en 1988 —y bajo el título general El Pacífico Español de Magallanes a Malaspina, en una edición a cargo de Carlos Martínez Shaw—, surge un libro aprovechando la participación española en una importante efeméride del Pacífico anglosajón, el bicentenario del asentamiento británico en Australia, para subrayar la presencia española en esa parte del mundo. En el libro, un artículo de Dolores Higueras sobre «La Expedición Malaspina (1789-1794)», se encuentran publicadas dos láminas de la campaña de la Costa Noroeste. Los años noventa iban a contemplar no solamente las efemérides del Quinto Centenario, sino también las del segundo centenario de la expedición Malaspina. En 1991, la ciudad de Vancouver organizó una serie de actos para conmemorar el bicentenario del paso por aquellas costas de la expedición. El Vancouver Maritime Museum preparó una gran exposición de originales y reproducciones, basada en la española de El Ojo del Tótem. Precisamente el NW Coast of America: Iconographic Album of the Malaspina Expedition es una lujosísima edición de Dolores Higueras en la que se recogen todos los dibujos del Museo Naval y del Museo de América —en palabras del entonces director del Museo Naval— como contribución española a la conmemoración de la ciudad de Vancouver. En este libro de 1991, publicado por el Museo Naval y Lunwerg Editores, pueden encontrarse probablemente las mejores reproducciones de los dibujos de la expedición. El simposio internacional, celebrado en Vancouver con motivo de dicha exposición, dio origen al libro Spain and the North Pacific Coast. Essays in Recognition of the Bicentennial of the Malaspina Expedition, 1791-1792, editado por Robin
Inglis en 1992. En esta obra encontramos reproducidas algunas láminas objeto de nuestro interés: la portada es precisamente uno de los dibujos de Cardero. No se trata de una edición lujosa, como lo son las españolas en esas mismas fechas, pero las láminas, aunque escasas, sí se encuentran ilustrando textos relacionados, y con pies adecuados. Retrocediendo de nuevo un año atrás, 1991 fue un año fructífero en publicaciones por la cercanía de la mítica fecha del año 92. De ese año es un libro no destinado a la venta, a cargo de Dolores Higueras y María Luisa Martín Merás: la edición facsímil de la Relación del viaje hecho por las goletas Sutil y Mexicana en el año 1792 para reconocer el Estrecho de Fuca de 1802. Las láminas que se reproducen corresponden también a la edición de 1802 y, por lo tanto, a los grabados del libro y no a los dibujos originales de donde se originaron las planchas. También de 1991 es otra edición del viaje de las goletas Sutil y Mexicana. John Kendrick, un estudioso de la historia marítima, principalmente en la Costa Noroeste, publicó The Voyage of Sutil and Mexicana, 1792: The Last Spanish exploration of the Northwest Coast of America, una traducción al inglés de algunos manuscritos del Museo Naval con un estudio introductorio. Para el tema que nos interesa, Kendrick reproduce e ilustra el texto con los dibujos originales del viaje. Alguno de los pies de los dibujos nos indica que no manejó los manuscritos en los que sí encontraremos que se hace una clara referencia a los «incidentes» representados. Desde esas fechas, se han intensificado las relaciones culturales hispano-canadienses. Fruto de dicha relación fueron las «Jornadas Internacionales sobre la Expedición Malaspina» organizadas en 1992 y 1994 por la Real Academia Hispanoamericana con la colaboración y el patrocinio de la Dirección General de Relaciones Culturales y Científicas, la Embajada de Canadá y la Asociación Española de Estudios Canadienses. La mencionada Dirección General publicó en 1998 Nutka. Regreso a una historia olvidada, relacionada con la exposición documental de originales llevada a cabo en el Museo de América. La publicación se realizó también en inglés y en catalán, en este caso con motivo de la organización en Barcelona de una exposición fotográfica en la que se recogían fotografías de objetos y documentos originales de diferentes museos y archivos españoles de la primera exposición, fotografías que luego serían donadas a la nación mowachaht-muchalaht, en gran parte ‘protagonista’ del viaje de Malaspina a la Costa Noroeste. En este libro, también de gran formato, encontramos de nuevo reproducidos y con gran calidad gráfica la mayor parte de los dibujos objeto de nuestro interés, a modo de álbum de ilustraciones. El año 1998 y fruto de otro bicentenario, en este caso el de la expedición de límites de Bodega y Quadra, significó tam-
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LOS PINTORES Y LA HISTORIOGRAFÍA
bién la lujosa edición y en gran formato de Nutka 92, a cargo, entre otros, de Mercedes Palau y Robin Inglis, en la que, además de reproducciones de los dibujos de los artistas que acompañaron a Bodega, se encuentran también reproducciones de gran calidad de dibujos de la expedición Malaspina. Y a lo largo de los años ochenta y noventa, debemos recordar también, entre 1987 y 1999, la lujosa edición, en varios tomos y a cargo de varios editores, de La expedición Malaspina 1789-1994, patrocinada por el Ministerio de Defensa, el Museo Naval y la editorial Lunwerg. Nos encontramos de nuevo, y a lo largo de todos los volúmenes, con la reproducción de dibujos de los artistas de la expedición, aunque en general producen la impresión de un ‘adorno’ ilustrado, ya que en muchos casos no se encuentran relacionadas con los textos entre los que se insertan. También en los años noventa del pasado siglo aumentaba el interés por los estudios malaspinianos. El Instituto Italiano di Cultura de Madrid y el naciente Centro di Studi Malaspiniani Alessandro Malaspina en Mulazzo, Italia, van a generar también una serie de publicaciones. Podemos mencionar el libro Alejandro Malaspina. La América imposible, editado en 1994 por Blanca Sáiz con una biografía del comandante a cargo de Dario Manfredi y un prólogo de José de la Sota. La expedición se desarrolla a través de una selección de textos y, para el objeto de nuestro interés, las páginas dedicadas a la campaña de la Costa Noroeste se ilustran, como el resto del libro, con algunos dibujos de los artistas de la campaña, incluyendo también al final algunas referencias y láminas del viaje de la Sutil y la Mexicana. Entrando ya en el presente siglo, la proximidad de otro bicentenario, en este caso el de la muerte del comandante de la expedición, generó otra serie de ediciones. Entre los años 2001 y 2004 se publicó la primera traducción al inglés del viaje de Alejandro Malaspina por parte de la Hakluyt Society.1 Se trata de una cuidada edición en tres volúmenes que aprovecha los resultados del proyecto español del Museo Naval realizado entre los años 1987 y 1999. De hecho, aunque como editor figura la mencionada sociedad inglesa, se menciona expresamente la colaboración con el Museo Naval de Madrid. Del mismo modo, sus editores son también ingleses y españoles. Para nuestros intereses, encontramos en el volumen II, publicado en 2003, la parte del diario general de la expedición dedicado a la campaña de la Costa Noroeste. Nos encontramos ahí reproducidas una serie de láminas, tanto del Museo de América como del Museo Naval, situadas en los lugares adecuados en relación con los textos del diario. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 1
Para una valoración crítica de la obra véase Pino-Díaz (2007).
Entre las publicaciones más recientes sobre la expedición Malaspina, y en las que se encuentran algunas reproducciones de los dibujos que nos ocupan, podemos mencionar en primer lugar la obra de varios autores publicada por el Boletín Oficial del Estado en 2009: La expedición de Alejandro Malaspina (1754-1810). Una empresa de la Ilustración española. En ella, y tras una breve presentación de María Teresa Fernández de la Vega, entonces vicepresidenta del gobierno, se encuentra un texto —también breve— sobre la expedición, cuya autora es María Luisa Martín-Merás. Para nuestros intereses solamente nos queda referirnos a la sección «Iconografía de la Expedición», a modo de álbum de fotos de dibujos de la misma, procedentes todos del Museo Naval de Madrid, en el que solamente aparecen dos dibujos de la Costa Noroeste, con un simple pie sin ningún comentario adicional. En 2010, y para conmemorar el bicentenario de la muerte de Alejandro Malaspina, la Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa publicó Expedición Malaspina: un viaje científico-político alrededor del mundo, 1789-1794. Tras una breve presentación de Javier Reverte, Miguel Ángel Puig-Samper hace un resumen de la expedición con una mención a los pintores de la misma. Para nuestros intereses, mencionamos el capítulo «Álbum de fotografía de la expedición Malaspina», en el que José María Moreno Martín revela que lo que se presenta en esta obra son las ‘fotografías’ que de determinados dibujos se hicieron para entregar a la Princesa de Asturias, con motivo de su visita a la Dirección de Hidrografía del Archivo del Museo Naval de Madrid el 16 de diciembre de 1875. El autor reconstruye una historia de dichas fotos, de las que se conservan tres ejemplares del álbum que se realizó en 1786, el más lujoso de los cuales se encuentra depositado en la Real Biblioteca de Palacio. Por lo tanto, las reproducciones de los dibujos no son de los originales sino de esas fotografías; aun así, serán mencionadas en cada caso. Suponemos que el error que se encuentra en la situación geográfica de uno de los dibujos se deslizó antes, en la fecha en las que se hicieron las fotos. En el último capítulo del libro, relativo al arte, encontramos una reproducción aislada de uno de los dibujos, en este caso del viaje de la Sutil y la Mexicana, aunque dado el pie de la misma, parece desconocerse la fecha del viaje mencionado. Siguiendo con las más recientes publicaciones dedicadas a la expedición Malaspina con motivo del centenario, nos encontramos con el libro de Andrés Galera Gómez, Las corbetas del rey. El viaje alrededor del mundo de Alejandro Malaspina (1789-1794), publicado por la Fundación BBVA (Madrid, 2010). En relación con el tema que nos ocupa, en el necesariamente breve apartado dedicado a la Costa Noroeste, ya que se trata de una obra dedicada a toda la expedición, se reproducen algunas de las láminas, a modo de
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ilustración del texto. Los pies son relativamente amplios y explicativos de los numerosos dibujos incluidos, pero se deslizan errores significativos, especialmente desde un punto de vista etnológico, que revelan un cierto desconocimiento de la cultura tradicional de la Costa Noroeste. Queremos terminar este breve epígrafe dedicado a la historiografía de los pintores recordando al lector que no hemos pretendido una revisión total de todas las obras donde se han reproducido los dibujos de la campaña de la Costa Noroeste.
Hemos mencionado solamente las más significativas, por la fecha temprana de su edición, por la cantidad de dibujos reproducidos, por la calidad de las reproducciones; en contados casos, por lo significativo de los textos explicativos que las acompañan, o por las fechas recientes de edición. Los dibujos han sido objeto de gran interés por sus características, y por lo tanto la reproducción —en muchos casos de algún dibujo aislado— ha sido continuada casi desde el momento de su elaboración.
Mapa 2. Expedición Malaspina. Ruta de las corbetas entre el 27 de junio y el 8 de julio de 1791. En amarillo, ruta de la expedición hasta la bahía del Desengaño.
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LA BAHÍA DE YAKUTAT
E
l contacto con los nativos en la bahía de Yakutat comenzó para los expedicionarios, incluso, antes de haber fondeado las corbetas. El 27 de junio, sobre las 10 de la mañana, nada más haber doblado las naves la Punta Carrew y haber empezado a adentrarse en la bahía de Monti, en el sureste de la gran bahía de Yakutat, se empezaron a aproximar canoas con indios. Las peculiares embarcaciones de los nativos serían por lo tanto, los primeros objetos percibidos, y los primeros descritos y aún dibujados detalladamente. Malaspina menciona dos canoas grandes y una pequeña, que se dirigieron a la Atrevida, en las que los nativos cantaban el «Imno Armonioso de Paz», acompañándolo del inequívoco gesto de los brazos abiertos.1 Por primera vez los expedicionarios tuvieron también ocasión de contemplar los kayaks, la peculiar embarcación que suele asociarse con latitudes más septentrionales y que Suria describió y dibujó en más de una ocasión: El Señor, Rey, ó Cacique andaba dirigiendo sus Canoas en una de Pellejo de la figura de una Lanzadera de texedor, con su cubierta de lo mismo, en la que tienen dos abujeros perfectamente redondos por donde entran y salen y les biene a la Zintura donde se amarran y en dichas canoas hacen trabesias de unas Islas a otras y quando hay malos temporales y mucha mar se meten dentro y dexan la canoa a discrección de las olas y quedan muy seguros porque por parte ninguna les entra el Agua.2
Los dibujos de canoas de Suria se encuentran en páginas más avanzadas de su diario, cuando hace una «descripcion de los Indios del Puerto de Mulgrabe»,3 pero parece conveniente presentar y comentar ahora algunas de dichas ilustraciones de modo conjunto.
Lámina 1. Bosquejo de kayak y de canoa. 4
Bosquejo de kayak y de canoa (lámina 1) El hecho de la coexistencia de las canoas de un tronco de cedro, la embarcación tradicional en el área de la Costa Noroeste, y de las que hablaremos después, y los kayaks, cuya existencia asociamos generalmente con el área ártica, merece algún comentario A finales del siglo XVIII, en la bahía de Yakutat se utilizaba también la baidarka o kayak de proa bifurcada y doble remero, en uso entre los aleutas y los pueblos hablantes de yupik de la costa suroeste de Alaska, como los koniag o los chugach y los eyak.5 El kayak acabaría siendo reemplazado entre los yakutat tlingit por las canoas tradicionales vaciadas en un ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 4
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Malaspina, A. (1789-1794): ff. 302-302v. Suria, T. (1791): ff. 12-12v. Ibidem: f. 17.
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Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 22r. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale. Se reproduce en Sotos, C. (1982 II): fig. 593. A finales del siglo XVIII el panorama cultural de los habitantes de la bahía de Yakutat distaba mucho de ser sencillo, ya que hacia esas fechas pueblos hablantes de eyak, que se encontraban en torno a la bahía de Yakutat, estaban siendo dominados por la expansión de los tlingit. A finales del siglo las gentes de Yakutat eran todavía en parte eyak, aunque las familias destacadas eran tlingit o habían adoptado su lengua y sus costumbres. Puede ampliarse esta información en Laguna, F. (1990): 195.
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tronco.6 Una característica de los kayaks del Pacífico son los remos, de tipo canalete como los de las canoas de un tronco, a diferencia de los del Ártico central, de doble pala. Además de dibujarlas, Suria también las describe: Usan canoas de barios tamaños: las mas ordinarias son de Maderas de la figura de una Lanzadera de texedor de esta figura [se inserta el dibujo de la canoa] Otras son de Cuero cosidas a una Armazon de Palos muy bien construidos y atados y son asi [se inserta el dibujo del kayak]. Estos dos abujeros que tienen en el medio son por donde se meten quedando dentro el medio cuerpo de la cintura abaxo, sentados sobre los talones (que es su ordinario modo), y desde aquí manejan la Canoa con los remos. No usan timon, y para que llebe direzcion recta palancan el Agua el mismo número de bezes a un lado y luego a otro con suma belocidad cuyos remos son muy curiosos y pintados como asimismo sus Canoas con barios signos y Mascarones. Tienen barios Cueros que atrabiesan toda la Cubierta de la Canoa y se amarran en los costados los cuales estan tirantes donde meten sus Lanzas y flechas quando ban de viaje y tambien los Remos.7
José de Espinosa y Tello, en su diario, es aún más minucioso en la descripción de las mismas: Sus canoas son de dos ó tres clases y las mas pequeñas muy curiosas y bien trabajadas se componen de una armazon de varas de madera correosa, bien ligadas, arqueadas y unidas con hilo de bexuco que admira a qualquiera que las contempla con reflexion; estas las forran de cuero y son sumamente ligeras. Otras tienen los fondos de una pieza y las bordas de tablas unidas; pero las mayores que podrán contener 12. ó 14. personas estan formadas de un tronco de arbol socavado sin proporcion ni forma regular y con estas son con las que se alexan à hacer la pesca.8
Espinosa menciona también las canoas de madera advirtiendo, acertada y rápidamente, que son de una pieza pero con las bordas añadidas, como veremos dentro de pocas líneas; y que eran esas canoas de madera y de mayor tamaño con las que se adentraban a pescar en mar abierto. Nos volveremos a encontrar ante dibujos de kayak en otras láminas de la bahía de Yakutat, generalmente coexistiendo, como hemos mencionado, con las canoas de madera. Ese doble tipo de embarcación se encuentra también representado en el siguiente dibujo del diario de Suria.
Lámina 2. Dibujo de canoa y de kayak. 9
les a lo largo de la Costa Noroeste.10 En muchos casos la proa y la popa se hacían con piezas separadas, como también en ocasiones las bordas, pero su unión con el cuerpo base era perfectamente estanca. Su tamaño variaba en relación con su uso y su estilo difería también a lo largo de los diferentes pueblos de la costa. En el caso de las canoas de la bahía de Yakutat, aunque Suria hizo algunos dibujos de las mismas —más bien esbozos— no están bien descritas. En Alaska no existe el cedro rojo, por lo que las canoas de mayor tamaño eran generalmente importadas de otros pueblos más meridionales.11 Estas canoas dibujadas por Suria le parecen a De Laguna las que denomina tipo tlingit ‘spruce’.12 Hechas de una sola pieza, con una proa y popa de forma semejante, que se elevaban sesgada y rectamente desde el agua y que podían tener hasta siete metros de longitud. Normalmente llevaban seis remeros, dos remando codo con codo en cada bancada, más un timonel en la popa. Parece ser que estas eran las típicas embarcaciones para la caza, la pesca y los desplazamientos.13 La construcción de una canoa grande era una tarea de especialistas que generalmente trabajaban con uno o más ayudantes.14 Para lograr el éxito en su trabajo el maestro imploraba a su espíritu auxiliar y estaba también sujeto a una serie de restric––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 9
Dibujo de canoa y de kayak (lámina 2) 10
Las canoas realizadas a partir de un tronco de cedro rojo (Thuja plicata) ahuecado eran las embarcaciones tradiciona––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 6 7 8
Laguna, F. (1972): 331. Suria, T. (1791): ff. 21v-22. Espinosa, J. (1791): f. 115v y f. 116.
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Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 31v. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale. Se reproduce en Sotos, C. (1982 II): fig. 594. En The Totem Shore (1986): 134. En Hart, C. P. (1987): 73. En El Ojo del Tótem (1988): 60. También en Pedro, A. (1995): 199. Información detallada sobre los diferentes tipos de embarcaciones tlingit y de la Costa Noroeste en general puede encontrarse en Laguna, F. (1972): 330345, Stewart, H. (1984): 48-60 y Emmons, G. (1991): 84-98. Laguna, F. (1972): 340. El ‘spruce’ es la picea, concretamente la picea de Sitka (Picea sitchensis), el árbol básico para la elaboración de canoas en el sureste de Alaska. Laguna, F. (1972): 337. La construcción y el uso de canoas pueden verse en Stewart, H. (1984).
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ciones. Empezaba seleccionando un cedro apropiado por su tamaño y rectitud, y por la cercanía al agua. Cuando el árbol había caído, el canoero cortaba la copa con las ramas y eliminaba la corteza. Luego hacía un ancho corte en forma de V en cada extremo, extraía la madera entre ambos cortes y azuelaba ambos extremos en forma de punta, reservando la base del tronco para la proa. Entonces daba la vuelta al tronco y completaba la forma exterior, perfectamente simétrica de extremo a extremo. La canoa sin terminar se dejaba en el bosque durante el invierno, para que la madera madurase. A la primavera siguiente, el maestro y un ayudante regresaban a la canoa en construcción y empezaban a ahuecar toscamente el interior, extrayendo la madera con martillo y cincel. El maestro canoero utilizaba una azuela de forma característica para conseguir la forma final, teniendo cuidado de obtener una perfecta simetría y una elegante alzada en la proa y en la popa. Después se trabajaba cuidadosamente el interior hasta que el casco de la embarcación alcanzaba un grosor semejante, generalmente el ancho de unos dos dedos para los lados y de tres dedos para el fondo de una canoa grande. Un maestro experimentado sabía, simplemente por el tacto, cuándo los lados tenían el grosor adecuado. La parte final de la conformación de la canoa incluía el ahumado para separar los costados, lo que proporcionaba a la embarcación una manga más ancha para mejorar la estabilidad y aumentar la capacidad. Se encendían grandes hogueras a los lados de la canoa y se calentaban docenas de piedras. La canoa se llenaba parcialmente con agua dulce y se iban metiendo las piedras calientes, colocando sobre el casco esteras de corteza de cedro para evitar que escapara el vapor y llevar con mayor rapidez el agua al punto de ebullición. En el momento correcto, cuando el casco se había ablandado y a una señal del maestro, los ayudantes agarraban los costados de la canoa, para irlos separando cuidadosamente. Entonces se clavaban en el suelo pares de postes contra los costados de la canoa para impedir que se abrieran más. El casco se pulía con piel de lija o ramas de hemlock hasta dejarlo suave, y finalmente se ponían las bancadas. Muchas canoas antiguas llevaban una elaborada ornamentación, o bien solo en la proa o tanto en la proa como en la popa, con una parte negra en la zona central o a lo largo de toda la longitud del casco. Alguna tenía una figura heráldica tallada y pintada atada a la proa —como tendremos ocasión de ver más adelante— con mimbres de cedro o cuerda; esa figura se quitaba cuando la canoa se usaba para carga. En los tiempos antiguos los remos eran el único sistema de propulsión. El remo tlingit tenía una elegante forma, ensanchándose suavemente desde el mango hasta la pala, que terminaba en punta. Un corto travesaño horizontal facilitaba
la empuñadura para su manejo. Generalmente se hacían de madera de tejo, que era fuerte y duradera, pero también de cedro amarillo. El que se usaba como timón tenía siempre una pala ancha. Los hombres pasaban mucho tiempo remando, por lo que desarrollaban fuertes hombros y brazos y, a menudo, tenían las rodillas encallecidas de remar en pequeñas canoas en posición arrodillada. En las canoas de mediano tamaño y en las grandes se remaba sentado en las bancadas. Para los viajes, el propietario de la canoa o la persona de más experiencia tomaba la posición de timonel. Cuando se encontraban todos los miembros de una familia o de un hogar en una canoa, la disposición de los asientos era un reflejo de la disposición en la casa y se sentaban según el rango. Al atracar en la playa se dejaban las embarcaciones de proa al mar para facilitar una rápida botadura. Si necesitaban anclar fuera, se arrojaba una piedra por un costado, asegurada a través de un agujero a una larga cuerda. El cuidado y mantenimiento de las canoas era de enorme importancia, ya que de ella dependía no solamente la vida de la tripulación sino también la de la familia o del hogar. Un jefe o una persona rica podía permitirse un buen canoero para mantener su canoa en buenas condiciones. Las secciones rotas o dañadas se retiraban y se reemplazaban con madera nueva, que se cosía con fuertes hebras de cedro o raíz de picea. Las roturas o hendiduras podían remendarse y se cubrían después con brea o resina fresca. El pulido regular del casco minimizaba la fricción, y era importante para la velocidad. Cuando en tiempo cálido se dejaba varada una canoa, se cubría con esteras viejas, tablas o ramas para prevenir que la madera se cuartease; si no se iba a usar durante un tiempo, se llevaba sobre la playa, se volteaba y se colocaba a la sombra. El 27 de junio de 1791, a las 17:00 horas, la corbeta Descubierta fondeaba en el llamado Puerto Mulgrave. La corbeta Atrevida lo haría dos horas después. Los comandantes llevaban consigo el diario de George Dixon, que había estado en Puerto Mulgrave del 23 de mayo al 4 de junio de 1787, y a quien se debía el nombre del puerto.15 El mismo día 27, antes incluso de haber fondeado, nada más doblar la Punta Carrew sobre las 10 de la mañana empezaron a acercarse a las corbetas canoas con indios. Ya hemos visto como Malaspina mencionaba dos canoas grandes y una pequeña, que se dirigieron a la Atrevida. Bustamante permitió subir a la corbeta a algunos nativos «entre los cuales había un anciano venerable», que identificó como el «caudillo de esta tribu» por el respeto y la consideración que le prestaban los demás. El cacique indicó incluso a Bus––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 15
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Dixon, G. (1986): 70. Participó en la tercera expedición de Cook (1776) en busca del paso del noroeste.
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tamante quien sería «su inmediato sucesor».16 Más preciso aún es el relato de Tova: A poco rato recivimos otra canoa de una construccion mui distinta dela primera con solos dos hombres, el uno que hera un anciano venerable subio tambien a bordo y despues de pasear el alcazar con una timidez afectada pronuncio un largo discurso lleno de entusiasmo y convirtiendo la voz alternatibamente al cielo al mar anosotros y a los Suyos: Supimos que este anciano era el Gefe principal y el mismo nos confirmo en ello significando que el otro Indio en quien supusimos al principio la Suprema autoridad era su hijo: para esto puso los brazos en actitud de sostener un niño moviendolo despues como se suele hacer para arrullarlo.17
Desde las nueve de la mañana del día 28 de junio, las dos lanchas de las corbetas habían reconocido el lugar y buscado el sitio más oportuno para hacer aguada. Fueron guiados por «uno de los naturales» a un lugar donde encontraron diferentes manantiales y el nativo les enseñó incluso su «choza», que se encontraba en las inmediaciones. Tras el intento de prostitución de algunas mujeres esclavas por parte de los nativos, Malaspina dio instrucciones escritas a todos los oficiales sobre el modo de comportarse con los indios. El ankau, que la mañana anterior había visitado la corbeta Atrevida y parecía haber entablado una buena amistad con Bustamante, pasó a la Descubierta, donde «logramos muy luego, el que Don Tomas Suria le retratase con mucha exactitud...».18
Retrato del jefe de Puerto Mulgrave (lámina 3) Del mismo modo que Malaspina, en los demás diarios de los oficiales se menciona también el retrato del jefe realizado por Tomás de Suria «con suma exactitud»;19 y el hecho de que Suria terminase el retrato en ese momento, que parece ser el que incorpora en su diario, permite una aproximación al mismo con cierta confianza. Podemos estar por lo tanto ante el jefe del Puerto de Mulgrave, o lo que es lo mismo, el jefe del lugar en el que los españoles se establecieron temporalmente, entre los días 28 de junio y 5 de julio de 1791. El extremo sureste de la gigantesca bahía de Yakutat se abre al Pacífico con dos cabos destacados: cabo Ocean, el más exterior, y la punta Carrew, que dan paso a la bahía de Monti. Dicha bahía se cierra al norte por la isla de Khantaak, en cuyo extremo sur y en una abrigada cala se encontraba el poblado que se denominó Puerto Mulgrave. El propio Suria narra por-
Lámina 3. Jefe del Puerto de Mulgrabe nombrado Ankaìui. 20
menorizadamente en su diario la visita del jefe a la Descubierta, con dos hijos, aunque la sitúa el día 29 de junio, en vez del día 28, y nos brinda además una descripción de dicho jefe: El Cazique con sus dos hijos cuyo Primogenito es muy feroz y Agigantado pidio por señas al Comandante benir a bordo, el cual se lo prometio: se ospedó en la Camara Alta este día hubo mucho que admirar en estos 3. hombres. El Cazique Un Biejo Benerable y feroz con una barba muy larga y Cana en forma Piramidal, el Pelo lazio y suelto por la Espalda, con una Cabellera supuesta de barias mechas sin orden ni concierto que le hazían monstruoso: Una Larga Piel de Leon por la capa la cual tenía recogida en la cintura y descubria el Pecho brazos Muslos y Piernas todo desnudo, muy membrudo y Corpulento y se daba cuanto Ayre de majestad que manifestaba en ablar poco, pausado y un Eco de boz que a bezes parecia un bramido de toro otras bezes la suabizaba, y respecto a sus hijos era mas dulze su conversacion.21 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 20
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Bustamante, J. (1789-1794): ff. 136v-137. Tova, A. (1789-1794): ff. 173-173v. Malaspina, A. (1789-1794): f. 305v. Véanse por ejemplo también: Tova, A. (1789-1794): f. 174v; Bustamante, J. (1789-1794): f. 138v.
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Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 25r. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale. Para las características técnicas véase Sotos, C. (1982 II): 185. Además de en Sotos, C. (1982 II): fig. 586, se reproduce en Laguna, F. de (1972): 962 y lámina 45, como «El jefe de Puerto Mulgrave». También en The Totem Shore (1986): 189, como «jefe de Mulgrave Sound»; en El Ojo del Tótem (1988): 51; en Monge F. y Olmo, M. del (1991): 127. Suria, T. (1791): f. 13.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
La primera característica del jefe nativo retratado que puede llamar la atención es la presencia de pelo, y además abundante, en el bigote y en la barba, hecho raro entre las poblaciones indígenas de América, como se hace notar en los diferentes diarios de la expedición. Ya que son muy semejantes todos ellos, transcribimos aquí los comentarios de Tova: El que juzgara de estos pueblos por hombres de mediana edad creeria que son imberbes como mucha parte de los naturales de America; pero no sucede assi: son comunes los hombres de 25 a 30 años sin la menor apariencia de varva quando los que pasan dela edad media la tienen poblada y crecida; no se puede atribuir esta transformacion repentina ala naturaleza la qual observa en todas sus obras, una graduacion regular siendo de creer que la arrancan hasta cierta epoca dela vida, y la dejan crecer quando la autoridad lo exige, o quando las pretensiones dela hermosura cesan.22
En cuanto al manto con el que se viste y que Suria describe como una «piel de león», parece que fue incluso objeto de comentario y discusión por parte de los oficiales, y fue además reconocido como un particular distintivo de clase: Finalmente en su misma persona y trage no se advertia otro distintivo que el de usar la piel de zorrillo en lugar de las nutrias, lobo u oso, que los demas llevaban.23 Este ultimo distintivo fué entre nosotros por algun tiempo un objeto de disputa, pero ultimamente parecio decidirla la pregunta del Ankau de si Don Juan Vernaci era hermano del Comandante pues lo veia con un sortú24 forrado de piel de guanaco y semejante al que llevaba aquel Xefe.25
Los peculiares y distintivos sombreros serán mencionados en seguida, pero ahora hay que destacar el peculiar adorno nasal o nariguera, que se aparta de los «clavos» que también serán mencionados a continuación. Parece tratarse de una nariguera muy especial y, por las características del dibujo, podría ser de madera y llevar incrustaciones de la valiosa concha del haliotis o abalon (Haliotis kamtschatkana). El interior de la concha de dicho molusco, de un brillante color azul verdoso con irisaciones, hacía que fuera considerado uno de los objetos de mayor valor a lo largo de toda la Costa Noroeste. Era considerada como una joya, para llevar como adorno personal o para incrustar en las tallas más valiosas.26 Del mismo modo que hemos visto en museos adornos labiales femeninos incrustados con
trozos de haliotis, podrían encontrarse narigueras realizadas de modo parecido y ser, desde luego, un objeto portado solamente por los jefes más importantes. Un tema interesante que surge a la vista de este retrato y de los comentarios de los diferentes diarios es la existencia en la región de jefes hereditarios, ya que claramente el reconocido como jefe señaló a su sucesor. En la breve estancia de la expedición Malaspina en Puerto Mulgrave es imposible que llegaran a darse cuenta de la compleja organización social de los pueblos tradicionales de la Costa Noroeste y en particular de los yakutat tlingit,27 pero aun así no dejan de ser sorprendentes, por lo exactas, las apreciaciones sobre la desigualdad social que se encuentran en los diferentes diarios, con la clara e inequívoca percepción de la existencia de nobles, plebeyos y esclavos, o sea de clases sociales claramente diferenciadas. En concreto, los habitantes de la bahía de Yakutat, como todos los tlingit, tenían una clase de aristocracia compuesta por los jefes y sus familiares más cercanos, que contrastaban claramente con la gente común. No en el diario de la expedición, sino en la Descripción física de las costas del noroeste o visitadas por nosotros o por los navegantes anteriores, Malaspina presenta (comportándose como un auténtico antropólogo, no limitándose a los datos recogidos por él mismo y sus compañeros de expedición, sino demostrando conocer y utilizando los manuscritos de las expediciones anteriores, tanto de los españoles como de los de navegantes extranjeros, Cook, Dixon, Meares o La Pérouse, como él mismo se encarga de anotar) un verdadero compedio de lo que se conocía hasta la fecha sobre el área, que ya denomina ‘Costa Noroeste’ y sobre sus pueblos nativos, y en la que ya se encuentra esa división en tres regiones o provincias (norte, centro y sur) actualmente utilizada en la antropología del área. Malaspina toca todos los aspectos de la cultura tradicional y con relación a la provincia septentrional, y particularmente centrado en Puerto Mulgrave, recalca la existencia de la nobleza hereditaria: Es pues indubitable, que en estas pequeñas Tribus hay una Familia, en quien recae por herencia la Succession del Mando; y por consiguiente un Gefe, que las govierna en la Paz y las dirije en la Guerra: El Ankau Junè era en nuestro entender, verdaderamente digno de esta publica confianza; reuniendo en sí todas las calidades de edad, Valor, Corpulencia, y Penetracion, que deven precisamente acompañar la eleccion de un Gefe en el estado aun naciente de una pequeña Sociedad: Su padre, a la Caveza de la Tribu, havía, no mucho tiempo antes, rechazado una Invasion enemiga, y comprada, con su vida, la Victoria, Su hijo, contava diferentes Azañas echas por el en el mismo
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Tova, A. (1789-1794): f. 185. Con el término zorrillo es probable que Espinosa se estuviera refieriendo no tanto a la mofeta (Mephitis hudsonica), que es como se llama vulgarmente a este animal en América, sino a algún otro animal de la familia de los mustélidos de valiosas y cálidas pieles, como la marta (Martes americanai) o un pariente cercano de piel aún más apreciada (Martes pennanti). Especie de sobretodo, a modo de abrigo amplio. Derivado del francés surtout. Espinosa, J. (1791): f. 113. Emmons, G. (1991): 174.
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Para todos los temas relacionados con la organización social tradicional puede verse la clásica obra de Laguna, F. de (1972): 461-497. Para la tradicional discusión, ya sobrepasada, de rango versus clase puede consultarse Carretero, L. (1990). Para la percepción de la desigualdad social en las fuentes españolas, véase Sánchez Montañés, E. (2010a).
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Mapa 3. Territorios y asentamientos tlingit hacia 1780.
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LA BAHÍA DE YAKUTAT
Lámina 5. Indio de Mulgrave. 31
Lámina 4. Borrador de un retrato de un indio del Puerto de Mulgrabe...28 Choque; y un semblante audaz, varias Proezas en la Caza de los Osos, su actual ensayo del mando en la Ranchería del Puerto del Desengaño, todo manifestava que no desmayaria en sus Manos el cargo del Govierno Supremo. 29
Malaspina proporciona además una descripción muy acertada de la organización política de la región: Esta Tribu se llama la de los Tejunés; abita las diferentes Islas del Puerto Mulgrave; y no pocas familias estan establecidas en la Tierra Firme, ô bien frontera a las mismas Islas, ô inmediata a el Puerto del Desengaño, ô esterior del Cabo Muñoz; de suerte que pudieran considerarse sus limites actuales desde la Bahia del Almirantazgo hasta la Bahia de Behring: Sin embargo los que abitan asía esta ultima Bahia, no devieran en la realidad considerarse como una misma Nacion, por que no es facil su Comunicacion con los delas Islas por falta de Canales Internos; ni posible su Reunion para la Pesca de la Ballena; pero como tuviesen por caudillo un hijo del Ankau Junè del mismo modo, que otras Rancherias internas, hemos creido, que precisamente en el caso de una Guerra sus intereses serian comunes.30
La bahía de Bering recibió el nombre de James Cook y se identifica con la actual bahía Dry.32 Malaspina no andaba descaminado en su apreciación de considerar a los habitantes de la bahía de Yakutat, hasta la bahía Dry en el sureste de Alaska, como pertenecientes a una misma nación, los que actualmente denominamos yakutat tlingit. Lo que describe claramente Malaspina es el control por parte de una familia del ámbito de la bahía de Yakutat, con la mención de un jefe principal, el Ankau de Puerto Mulgrave, un hijo como jefe de alguno de los poblados situados a lo largo de la costa al sureste de la bahía y otro hijo como jefe del poblado en el área de la bahía del Desengaño. Precisamente alguno de esos hijos podría encontrarse retratado en alguno de los dibujos siguientes.
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Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 29r. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale. Para las características técnicas Sotos, C. (1982 II): 184. Además de en Sotos, C. (1982 II): fig. 581, el dibujo se encuentra reproducido en Laguna, F. de (1972): 963 y lámina 46; en The Totem Shore (1986): 179; en Monge, F. y Olmo, M. del (1991): 139. Malaspina, A. (1795): f. 108v. Ibidem: f. 108.
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-105). N.º de inventario 02251. Para las características técnicas véase Sotos, C. (1982 II): 184. Además de en Sotos, C. (1982 II): fig. 582, el dibujo se reproduce en Gunther, E. (1972): 157 fig. 138, donde dice simplemente «Spanish Picture»; Frederica de Laguna (1972): 964 y lámina 47, lo reproduce por «cortesía del Museo Naval»; se encuentra también en Cutter, D. y Palau, M. (1977): 24, donde se identifica como un indio prominente del inexistente Mulgrave Sound; también en Palau, M. (1980): 140 y fig. 45; Peset, J. L. (1989): fig. 43; Higueras, D. (1991): 83; Palau et al. (1998): 99. La autoría de Suria parece incuestionable. Laguna, F. de (1972): 141.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Retrato de un joven de jefe de la bahía de Yakutat (láminas 4 y 5) Aunque a la vista de ambos dibujos nadie discute que su autor sea Suria, ya que —como menciona Carmen Sotos— este dibujo del Museo de América está basado en el apunte del dibujo anterior del diario de Suria, es más discutible la identificación del mismo como el hijo del jefe, que se encuentra ya en Frederica de Laguna y que hace también Carmen Sotos en relación con este dibujo.33 En los pies de los dibujos no se identifica en ningún caso a este joven como el hijo del jefe, aunque en los diversos diarios —y especialmente en el de Suria— se mencionan no uno sino dos hijos del Ankau y se describe con detalle al mayor de ellos: El Mayor de estos [de los dos hijos] pasaba de dos baras igualmente Corpulento y membrudo: traya la Cabellera suelta cuyo Pelo pasaria Clin de Caballo por lo grueso muy negro y el de la barba era lo mismo, benia bestido de una Piel de Oso negra y muy peluda tambien en forma de Capa que se recogia con algo de Aliño descubriendo a bezes todo el desnudo paseandose sobre el Alcazar muy Ergido y derecho, su mirar era iracundo Soberbio y de desprecio.34
El problema es que el joven del dibujo, de barba rala, no se ajusta especialmente bien a la descripción de Suria. Podría tratarse de otro hijo, de quien Malaspina hace mención: «Dexó a un hijo suyo el cuidado de atender a los Cambios...».35 El mismo Malaspina, en la Descripción Física... y como ya hemos visto antes, al referirse a un «hijo del Anakau Juné», menciona en una nota al pie que «es el que se le há nombrado yá muchas veces, y se le ha representado con mucha exactitud en nuestras Laminas».36 Por consiguiente, parece que se retrató, por lo menos, a uno de los hijos del jefe de Puerto Mulgrave. El hecho de que un hijo del jefe principal sea el jefe de otro poblado apunta la idea, mencionada antes, del control de la región por medio de un linaje familiar. Mención expresa a uno de los hijos del Ankau de Puerto Mulgrave se encuentra en el relato de la exploración de la bahía de Yakutat en busca del paso del noroeste, cuando cerca de la que se denominó ‘bahía del Desengaño’ les salió al paso el que parecía el jefe de la «ranchería del lugar». Malaspina lo identifica como un «Hijo del An-kau del Puerto». Lo mismo hace Tova, como «hijo del Gefe principal del puerto de Mulgrave». Ambos oficiales refieren que se les presenta vestido con ropa occidental.37
Si nos centramos en las características del dibujo, parece tratarse del retrato de medio cuerpo de un hombre joven, de frente, con bigote y barba ralos, cubierto hasta el cuello por una piel de oso. Lleva el característico sombrero troncocónico de cestería con diseños pintados y el septum atravesado horizontalmente por un clavo. El adorno nasal, claramente un clavo, es descrito también especialmente por Suria: Luego que nazen les atrabiesan una Pluma muy delgada por la ternilla de las narizes a fin de abujerearselas y conforme creze le anchan el dicho agujero de forma que quando Grandes se pueden meter un Clabo de mediano Porte como lo hazen pues todos ellos tienen agujereada la nariz.38
El característico sombrero requiere ser comentado con algo más de detenimiento, ya que puede identificar a este personaje como un miembro de la nobleza o algún personaje destacado. Los sombreros tlingit eran del tipo septentrional, con alas acampanadas y copa plana; eran tanto un objeto utilitario y, en ese caso, sin decoración como un elemento de prestigio, pintado entonces con diseños de carácter emblemático. El material básico era la raíz de picea, y se usaba la técnica de entrelazado [twining]. La mitad inferior del ala se tejía con puntos saltados, produciendo un efecto decorativo de zigzag o rombos concéntricos, mientras que la mitad superior se elaboraba con tres cabos muy finos, dejando una superficie lisa sobre la que se pintaba.39 El sombrero de nuestro protagonista presenta claramente su parte superior pintada con los clásicos diseños curvilíneos del arte septentrional, y Mercedes Palau ya señaló que es semejante a los que se conservan en la sección etnográfica del Museo de América, traídos por la expedición».40 De entre esos sombreros del museo, Bill Holm identifica el ejemplar inventariado con el número 13572 con el que lleva el jefe de Puerto Mulgrave.41 Este sombrero tiene un diseño muy semejante al de nuestro personaje, de tal manera que si no se trata del mismo, sí es uno de estilo muy parecido o —lo que es lo mismo— se trata de un sombrero que identifica a un jefe. Nos llama la atención, sin embargo, que no se mencione de alguna manera a este posible jefe, incluso con su nombre, como si se hace en Nootka o en Neah Bay, donde todos los jefes —e incluso sus esposas— aparecen claramente identificados en los dibujos, obra tanto de Suria como de José Cardero.
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Véanse Laguna, F. de (1972): 964 y Sotos, C. (1982 II): 184. Suria, T. (1791): f. 13. Malaspina, A. (1789-1794): f. 305v. Malaspina, A. (1795): f. 108v. Malaspina, A. (1789-1794): f. 312v; Tova, A. (1789-1794): f. 177.
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Suria, T. (1791): ff. 18-18v. Holm, B. (1990): 623. Palau, M. (1980): 140 y fig. 45. Holm, B. (1989): 110. Véase el dibujo en Sotos, C. (1982 II): fig. 589.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
Lámina 6. Jefe del Puerto de Mulgrave. 42
Los comentarios que venimos realizando del jefe de Puerto Mulgrave y de un posible hijo del mismo deben unirse al de otro retrato, en este caso del mismo jefe, acompañado al parecer de un hijo, cuya autoría se discute, pero que debemos situar entre los terminados probablemente en México.
Carmen Sotos considera este dibujo como uno de los mejores retratos, a lápiz, de José Cardero.43 Dada la total ausencia de este pintor en Puerto Mulgrave o, dicho mejor de otra manera, de la ausencia total de referencias a su persona, este dibujo
podría ser uno de los que terminó o realizó Cardero en México, a la vista de los apuntes tomados en Puerto Mulgrave. Nos parece un retrato mucho más frío e impersonal, si lo comparamos con la viveza y la fuerza de los dibujos anteriormente comentados. De nuevo nos llama la atención que si bien, bajo la figura de la derecha aparece claramente el rótulo de «Gefe del Puerto de Mulgrave», debajo de la figura de la izquierda aparece simplemente «Indio de Mulgrave». Un hecho curioso es que el sombrero que lleva en este dibujo el jefe parece el mismo, o es muy semejante al que aparece en el dibujo de Tomás de Suria; mientras que el que lleva el joven, se parece al que lleva el jefe de Puerto Mulgrave en el dibujo de su diario. Podría tratarse de un intercambio de sombreros en la realidad o, probablemente, una licencia del
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Retrato del jefe de Puerto Mulgrave con un hijo (?) (lámina 6)
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Museo Naval, ms. 1725-11. Para las características técnicas véase Sotos, C. (1982 II): 186, que atribuye el dibujo a José Cardero. Además de en Sotos, C. (1982 II): 589, se reproduce en Guillén y Tato, J. (1952): n.º 168; Laguna, F. (1972): 961 y lámina 44 lo atribuye a Suria, como «El jefe de Puerto Mulgrave y su hijo, 1791»; en The Malaspina Expedition (1977): 10 se identifican como un jefe y un nativo tlingit. Se reproduce en La Expedición Malaspina (1984): 110 y n.º 280 y se atribuye también a Cardero, lo mismo que Higueras, D. (1985 II): 459 y n.º 2931. Se reproduce en
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El Ojo del Tótem (1988): 159 y n.º ¼, como de Cardero y con un comentario al catálogo perfectamente prescindible. Se reproduce de nuevo en Higueras, D. (1991): 86-87. En Palau, M. y Orozco, A. (1994): 159, se atribuye a Suria. Se reproduce también en Orozco et al. (1996): 152; en Palau et al. (1998): 100-101, y en Sota, J. (2002): 106 se atribuye de nuevo a Cardero. En David et al. (2003): 111 y lámina 10. En VV. AA. (2009): 83 se atribuye a Cardero. Sotos, C. (1982 II): 186.
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dibujante; si el dibujo, como creemos, se terminó o incluso realizó sin tener ya a la vista las figuras originales, la imaginación del artista pudo añadir, cambiar o quitar los adornos que prefiriera. En relación con el linaje gobernante en la bahía de Yakutat en el momento de la estancia de la expedición Malaspina es de gran interés la apreciación de José de Espinosa y Tello que transcribimos a continuación: Sospechaba el Capitan Cook tratando de los Indios de la entrada del Principe Guillermo que habia en estas costas una grande diferencia entre la fisonomia de los naturales de una misma tribu, pero nosotros la hemos notado muy particular en los Indios del Puerto de Mulgrave distinguiéndose facilmente el rostro de la plebe del de las familias adictas al Ankau ó Cacique de modo que no nos queda duda de esta diferencia por lo menos en quanto à los hombres: varias veces con una leve recompensa conseguimos que algunos jovenes se lavasen la cara y descubrieran por consiguiente su color natural: era este bastante blanco y sonrosado, y la tez fina á pesar que el uso continuado del aceite y grasas con las quales se abrigan comunmente para resistir el frio debe penetrar la pelicula y variarles el color al cabo de algunos años.44
Como ya mencionamos en los capítulos introductorios, a finales del siglo XVIII, la región en torno a la bahía de Yakutat, originalmente territorio de pueblos hablantes de eyak, estaba siendo dominada por la expansión tlingit. En esas fechas la gente de la bahía era todavía en parte eyak, aunque las familias destacadas eran tlingit o habían adoptado su lengua y sus costumbres.45 En ese caso sería posible, como afirma Espinosa, que fuesen distintos los «rostros» de la plebe del de las familias del Ankau, ya que los primeros serían eyak y los segundos tlingit. Aunque es evidente que esa diferencia es imposible que se reflejara en los dibujos, cuando muchos de ellos —como este— se terminaron varios meses después y sin tener ya delante los modelos. Continuando la narración del diario de Malaspina, el día 28 de junio por la tarde, y complacido a la vista de su retrato, el jefe de Puerto Mulgrave les pidió «con ancia que no solo se retratase tambien el Morrion (que nos enseñava) del Caudillo Enemigo, vencido en la Rehierta, sinó, que se espresase individualmente, que era el fruto y la Señal de la Victoria, y la Amistad...».46 Tova precisa que el dibujo se realizó a bordo de la Descubierta, donde el jefe «instó con vehemencia le pintasen con un morrión que en un combate sangriento había ganado a otro caudillo enemigo», encontrándose la misma información y casi con las mismas palabras en Bustamante.47
Lámina 7. Indio armado en guerra del Puerto de Mulgrabe...48
Jefe yakutat tlingit con su armamento defensivo y ofensivo (lámina 7) Podemos deducir, por lo tanto, que en este dibujo Suria pintó, a la derecha, el morrión49 tan importante para el Ankau ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 48
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Espinosa, J. (1791): ff. 109v y 110. Laguna, F. (1990): 195. Malaspina, A. (1789-1794): f. 305v. Tova, A. (1789-1794): f. 174; Bustamante, J. (1789-1794): f. 138v.
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Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 24r. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale. Para las características del dibujo véase Sotos, C. (1982 II): 187. Además de en Sotos, C. (1982 II): fig. 579, se reproduce en Laguna, F. (1972): 968 y lámina 51. En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 33, sin citar procedencia, como «ropa india». Lo reproduce Pino, F. (1982): Lámina VI, pero toma la lámina de la publicación de Wagner. Se reproduce en TheTotem Shore (1986): 137, con el curioso pie «indio armado durante la guerra de Mulgrave Sound». En El Ojo del Tótem (1988): 70. En Peset, J. L. (1989): fig. 44 aparece como «Indio de Mulgrave con traje de guerra». En Monge, F. y Olmo, M. del (1991): 113. En Emmons, G. (1991): 343, como «un guerrero de Puerto Mulgrave, Yakutat, 1791», pero como un nuevo dibujo sobre el de Suria. En Pedro, A. (1995): 199. También en Espíritus del Agua (1999): 33. Defendemos la denominación morrión que se da a esta pieza de la armadura en todas las fuentes españolas, que por otra parte evidencian una riqueza y propiedad lingüísticas impresionantes. Se trata exactamente de un morrión si recurrimos al DRAE y a las enciclopedias derivadas del mismo. El término que se usa hoy con más frecuencia, especialmente en los museos, es yelmo, que no es correcto y suponemos por homofonía con el helmet inglés. Tampoco son cascos, otro término en uso, ya que no tapan la cabeza en su totalidad.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
de Puerto Mulgrave, y de paso realizó un dibujo, tal vez del mismo jefe, con el mismo morrión en la cabeza, pero también con toda su armadura completa. Por ello el valor etnográfico de este dibujo es grande, ya que muestra con detalle la complejidad del armamento de los jefes y la manera en que se colocaba sobre el cuerpo, así como el preciso simbolismo asociado de protagonismo jerárquico. Como de costumbre, es el propio Suria, quien en su «Quaderno...» describe minuciosamente las diferentes piezas del armamento: Los Indios Guerreros gastan todas Armas, Peto, Espaldar Morrion con su bisera o a lo menos haze sus oficios: el Peto y Espaldar es una especie de Cotilla de tablas de dos dedos de grueso empalmadas con un Grueso Ylo que despues de bestirlas por el as y Embes con mucha union e igualdad las unas entre si; y en dicha union, lleba el Ylo dirección opuesta siendo lo Particular que aun aquí no puede pasar la flecha mucho menos en el Grueso de las tablas: Este Peto se lo ziñen a el Cuerpo por la Espalda y de la misma estructura se ponen un Mandil o tonelete que no Puede menos que estorbarles el andar: de lo mismo se cubren el brazo del hombro al Codo en las Piernas usan unos botines que les llegan asta medio muslo el Pelo para dentro. El Morrion lo construyen de barias figuras por lo regular es de una Pieza de madera muy solida y grueso de forma que abiendome Puesto uno me Pesaba lo mismo que si fuera de fierro. Siempre tienen un figuron al frente o un Aguilucho o una Especie de Loro y para cubrirse la Cara baxan del Morrion un Pedazo de Madera que ziñe al dicho y esta pendiente de unos Cueros del Medio de la Cabeza a unirse con otro que sube de la barba y se juntan en la nariz quedando la juntura por donde ben; es de adbertir que antes de ponerse dicha Armadura tienen una Tunica a manera de la de sus mujeres pero mas fuerte y Gruesa y con ciertas labores, se cuelgan su Carcax y el Arco se lo meten por el brazo a que quede pendiente atras del hombro y embrazan un Lanzon cuchillo y hacha. este es un hombre Armado en Guerra. la dicha Lanza es de un Palo Grueso muy bien trabaxado de Madera negra y en la Punta le amarran una oja de un Cuchillo grande que adquieren delos Yngleses a cambio de sus Pieles; el Cuchillo que lleban en la cintura es lo mismo que los nuestros por las razones dichas. La hacha es una Piedra negra del tamaño figura y filo de nuestras hachas de fierro: la sujetan a un Grueso Palo y de ella se valen en la Guerra y en sus otros menesteres: las flechas y Arco son lo mismo que las de todos los Yndios. Todo esto lo se porque un Yndio se armo porque lo bieramos por señas nos significo todo.50
Si comenzamos por la pieza más llamativa, el morrión —que Suria parece dibujar aisladamente y luego colocado en la cabeza del guerrero— se realizaba a partir de un nudo de árbol o una raíz, y generalmente se tallaba con la cara de un ser humano o un animal. Además se pintaba, y la decoración que conformaba la figura principal se podía realizar también con incrustaciones de concha, cobre y cabellos humanos. Para proporcionar una mayor confortabilidad a quien lo portaba, se colocaba sobre un gorro de piel y se aseguraba bajo la barbilla con correas de cuero.51 La siguiente pieza de la armadura, sobre la que descansa el morrión, es la que denomina Suria visera y suele llamarse hoy generalmente collar o collera.52 Pero que, aunque suponemos que con poco éxito, llamaremos babera, ya que es la denominación que se ajusta realmente a la función de la pieza. Siguiendo de nuevo a Emmons para precisar más el uso de la pieza, el morrión descansaba sobre un «collar» de madera, que cubría el cuello y la cara hasta la altura de los ojos. La babera se hacía a partir de una única y pesada pieza de madera; se le daba primero forma por dentro y por fuera, se rebajaba después lo que sería la parte interior, se calentaba al vapor y se doblaba, atando los extremos juntos con ataduras de cuero; cuando se enfriaba, la forma permanecía. La babera también se decoraba con talla, pintura e incrustaciones de concha, relacionadas con lo representado. En el borde superior de la misma, en el nivel de los ojos, se cortaban unas ranuras para que el portador pudiera ver. La babera se aseguraba en su sitio con un lazo de corteza trenzada o cuero, o por un cazonete que se sujetaba con los dientes.53 La que podemos llamar armadura o más apropiadamente coraza —también muy evidente en el dibujo— se hacía generalmente combinando tablillas y varillas hechas de la madera más dura disponible.54 Las tablillas se unían con tiras finas de tendón retorcidas y entretejidas, que no cubrían toda la superficie de las tablillas, sino que dejaban espacios vacíos que se pintaban. El peto y el espaldar estaban separados, asegurándose uno con otro por medio de tiras de cuero. El peto tenía una proyección en la parte inferior para proteger el estómago y los genitales, y cortes laterales para dejar libre el ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 51
La descripción de Suria es mucho más pormenorizada que el dibujo, ya que en él no encontramos las piezas que protegen los brazos y las piernas, ni la lanza y el hacha mencionadas. Sin embargo, la frase que utiliza, «este es un hombre armado en guerra» es la misma que se utiliza en el pie del dibujo, por lo que debe tratarse del que ilustra su descripción.
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Suria, T. (1791): ff. 19-20.
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Emmons, G. (1991): 342. Si recurrimos de nuevo al DRAE y a las enciclopedias derivadas, se trata efectivamente de una babera, literalmente una pieza de la armadura antigua que cubría la parte inferior del rostro y comenzó a usarse en 1325. Por otra parte el término collera designa siempre una pieza de uso por animales. Emmons, G. (1991): 342. Este tipo de armadura de tablillas era muy característico de toda la Costa Noroeste y se encuentra también entre los esquimales chugach y en el norte de California. La armadura típica tlingit del siglo XVIII combinaba tablillas y varillas, y las ataduras de tendón cubren la mayor parte de la superficie, dejando espacios abiertos relativamente pequeños y rectangulares que se pintaban a menudo con diseños de línea formal. Véase Holm, B. (1989): 109.
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juego de piernas. El espaldar terminaba por abajo en forma recta, con las esquinas inferiores biseladas. La coraza completa se mantenía en su sitio por medio de correas o bandas de cuero, que pasaban sobre los hombros del guerrero.55 La larga camisa o túnica con mangas que llega hasta los tobillos del guerrero, era también parte de la armadura defensiva, ya que se hacía de fuerte cuero. Suria —como ya hemos dicho— menciona también las piezas, igualmente confeccionadas con tablillas, que protegían las piernas y los brazos, pero que no aparecen dibujadas. En cuanto a las armas ofensivas, destacan el arco y la flecha que sujeta la figura representada; aunque se opina que no se trataba tanto de un arma de guerra como de caza, ya que en las contiendas se preferían las armas que implicaban combate cuerpo a cuerpo, como las mazas, las hachas o las lanzas —de las dagas hablaremos posteriormente—.56 Los arcos, de sección aplanada, eran de madera de picea o de hemlock, pero sobre todo de tejo (Taxus brevifolia), hasta el punto de que en muchas lenguas nativas de la Costa Noroeste se llama al tejo «planta de arco» o «arco».57 Se prefería la madera del lado norte del árbol, por su mayor dureza. Para darle forma se envolvía en algas húmedas y se colocaba sobre piedras calientes, sumergiéndola después en agua fría. La cuerda se hacía con tendón de ballena. Las flechas, de diferentes tipos de madera, constaban de un ástil crudamente terminado, con la punta de concha de mejillón, cobre o hierro con una larga lengüeta para insertarla en el ástil. Es interesante cómo refleja Suria la manera tradicional de realizar un disparo con el arco en posición horizontal, al estilo de la ballesta. Un tema que surge relacionado con el dibujo del guerrero y que se recoge en los diferentes diarios es el de la guerra. Etnográficamente la guerra era algo común a lo largo de la costa, variando desde un simple asesinato en una disputa sangrienta hasta un ataque en toda regla contra un poblado o fortaleza, con guerreros bien armados y protegidos.58 Existen claras evidencias de conflictos bélicos: solían atacarse los lugares estratégicos en las principales rutas comerciales, por lo que estaban fortificados y defendidos con empalizadas de troncos. Las evidencias arqueológicas de la violencia intergrupal se remontan al período II de Prince Rupert, en la región norte (1500 a.C. – 500 d.C.), donde se han encontrado armas, huesos de brazos fracturados, cabezas ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 55
56 57
58
Emmons, G. (1991): 342 y 344. En el Museo de América de Madrid se encuentran excelentes ejemplos de partes de armaduras: concretamente tres morriones, dos baberas y cuatro corazas. Un juego completo puede provenir de la expedición Malaspina, según afirma Bustamante, J. (1789-1794): f. 148v. Emmons, G. (1991): 337. Turner, N. (1992): 118. Una descripción muy detallada de las armas puede verse en Emmons, G. (1991). Para el tema de la guerra puede verse el trabajo clásico de Swadesh, M. (1948).
trofeo y cráneos hendidos.59 La guerra aparece en todo el Pacífico norte como una respuesta adaptativa a las fluctuaciones de los recursos en un medio ambiente muy inestable; aunque existían también recompensas inmediatas, como la obtención de botín y la captura de esclavos, para lo que se hacían incursiones a muy larga distancia. Los pueblos habitantes del sureste de Alaska y del archipiélago de la Reina Carlota sembraban el terror entre los grupos del estrecho de Georgia y la entrada de Puget, hecho regular para el que existen datos a comienzos del período histórico (siglo XVIII), pero que probablemente se remontaba al pasado. Hay también evidencias de que la costa había alcanzado el máximo posible de población en tiempos nativos, particularmente en el norte, donde los grupos locales se escindían y se debían buscar nuevos territorios.60 Ejemplos de guerras de invasión y conquista los tenemos, ya en tiempos históricos, en la expansión de los yakutat tlingit hacia el norte, arrasando a los eyak, y en la conquista de los haida, cruzando el estrecho de Dixon, del sur del archipiélago Alexander, territorio originalmente tlingit. Los jefes eran los comandantes nominales de las partidas de guerra, aunque podían delegar en los líderes de guerra, posición también hereditaria y de bajo rango, pero que podía permitir encumbrarse en la nobleza. La guerra era casi el único modo de movilidad social. Los jefes y los líderes eran los que iban armados con la compleja parafernalia que dibujó Suria. Los preparativos de la guerra requerían de rituales secretos por parte de los líderes, pero también de entrenamiento táctico: se preferían los ataques por sorpresa, rápidos y de noche, dejando escondidas las canoas y con una partida de soldados protegiendo la retirada. Las casas en sí mismas suministraban suficiente protección pero, si la incursión requería atacar una vivienda, había que entrar en la casa atacada, de uno a uno, en silencio y habiendo elegido cada atacante a su víctima. Solía existir en las viviendas una puerta de escape, que se intentaba utilizar si no había sido descubierta por el enemigo. Tras el retorno triunfante se colocaban las cabezas obtenidas en postes, como prueba del poder de los guerreros.61 En cuanto a las contiendas concretas en las que hubieran estado envueltos los habitantes de la bahía de Yakutat, hay algunas menciones en los diarios, aunque sin poder llegar a la precisión exacta de quiénes eran exactamente los enemigos. Así, en la Descripción física... Malaspina menciona que el padre del actual Ankau, a la cabeza de la tribu y no mucho tiempo antes había rechazado una invasión enemiga, en la que había perdido la vida.62 Suria describe someramente la batalla: ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 59 60 61 62
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Carlson, R. (1983): 28. Drucker, P. (1965): 76. Ibidem: 80-81. Malaspina, A. (1795): f. 108v.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
causarnos la mayor confusion, para la cabal Inteligencia de esta Narracion, fue la Representacion, que nos hizo de que de parte de los Enemigos havía un hombre a Cavallo, llegando sus deseos, de que así lo entendiesemos, hasta a hacer llamar su hijo, y ponerle en la postura de un Quadrupedo, señalando luego, que el Enemigo le montava.64
Igualmente, a darnos a entender no se que batalla con unos ademanes y Posturas muy raras y que manifestaban bien ser muy Guerreros: Lo que pudimos rastrear de todas sus señas fue que poco tiempo abia rindieron a otro Cacique y lo mató el hijo del Cacique... 63
La mención la precisa aún más Malaspina en su Diario, cuando cita que el Ankau les narró «algunas rehiertas tenidas no havía mucho, con sus vecinos y, sobre todo, aclara los «ademanes y posturas muy raras» que menciona Suria: Cada parte de la Rehierta se nos representava con los Colores mas vivos; Entendimos, que los Enemigos traían hasta seis Fusiles, que havía avido algunos Muertos de una, y otra parte; y finalmente que havían pedido la Paz, y esta muy luego concedida: peró lo que devio
La inequívoca referencia a un caballo resulta desde luego sorprendente en las latitudes de la bahía de Yakutat en 1791, pero —como acertadamente apuntan Monge y Del Olmo— podría tratarse de caballos siberianos, llevados al continente americano por los yakuts, pueblo nativo de Siberia que, tras ser colonizado por los rusos, colaboró con los mismos en la explotación peletera de las islas de Alaska.66
Lámina 8. Vista del alojamiento de los indios y del Puerto de Mulgrave sacada desde su bajo. 65 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 63 64 65
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Suria, T. (1791): f. 13v. Malaspina, A. (1789-1794): f. 305v. Museo de América (Colección Bauzá, tomo I-9). N.º de Inventario 02249, firmado por Josef Cardero. Para las características técnicas, Sotos, C. (1982 II): 177-178 y fig. 560. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1952): n.º 166. En Gunther, E. (1972): 152 y fig. 34, como «Navíos españoles en Puerto Mulgrave». En Laguna, F. de (1972): 957 y lámina 40, como «vista general de Puerto Mulgrave 1791», el título español, y cortesía del Museo Naval de Madrid. En Cook, W. (1793): s. p. y n.º 37, sin citar procedencia. En Vaughan et al. (1977): 29, n.º 9. Cutter, D. (1977): 31, menciona al pie que se muestra el comercio
66
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entre los exploradores españoles y los tlingit. Palau, M. (1980): 139 y n.º 43. En La Expedición Malaspina (1984): 108 y n.º 279. En Higueras, D. se reproduce dos veces (1991): 64-65 entero y p. 57 la mitad izquierda. En Hart, C. P. (1992): 79. En Peset, J. L. (1989): Fig. 58. En Higueras, D. y Pimentel, J. (1993): 97. En Palau et al. (1998): 88-89. En Bustamante, J. (1999): 236237. Lo reproduce Sota, J. (2002): 103 y lo sitúa equivocadamente en el Museo Naval. El pie también es erróneo: «Mulgrave o Yakutat, su nombre tlingit...». En David et al. (2003): 108 y lámina 9. En Palau et al. (2006): 172. Monge, F. y Olmo, M. del (1991) 183-184, nota 34. Para la historia de la presencia rusa entre los nativos de Alaska puede verse Black, L. (1988).
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Al amanecer del día 29 de junio, con el tiempo cerrado y con llovizna, y al no poder por lo tanto realizar ningún tipo de tareas hidrográficas y astronómicas, salieron las dos lanchas armadas de las corbetas al mando de Tova para proveer de agua y lastre. Lo confirma Tova y precisa que las dos lanchas iban con «Bombos y piperia bacia».67 Ese mismo día, por la mañana, se echaron en falta dos pasadores de hierro que no fueron devueltos, por lo que quedó prohibido el comercio con los nativos; luego se restituiría este, pero ya en la playa, para evitar robos en las corbetas; hasta ese momento los intercambios se habían realizado desde las canoas, evento que parece reflejarse claramente en la lámina 8.
Las corbetas en Puerto Mulgrave. Comercio con los nativos (lámina 8) Nos encontramos por primera vez ante una escena, una composición compleja que se encuentra con toda seguridad entre las obras terminadas y, en este caso firmadas, por Cardero en México. Vaughan68 menciona que la vista está bien compuesta y fue probablemente hecha por Cardero bajo la dirección del artista Brambila, que se unió a la expedición en Acapulco a la vuelta de las corbetas. Por todo ello creemos que este dibujo puede tomarse más que como un documento etnográfico, como un documento de tipo histórico (es decir, del trato con extranjeros españoles). De todos modos lo utilizaremos también como una guía para una serie de comentarios de carácter general. En primer lugar y como hemos mencionado antes, hasta la orden explícita en contra y —como era usual en todos los lugares en que atracaban las naves occidentales— las canoas nativas aparecían para comerciar. El dibujo representa, en lo que sería pictóricamente un plano medio, a las corbetas Atrevida a la derecha y Descubierta a la izquierda, y entre ambas una multitud de canoas nativas de diferentes tamaños. Entre ellas se vislumbra, casi en el centro, una de las lanchas: detrás de ella podría estar representado una lancha bombo, ya que los objetos que parece llevar a popa podrían ser las pipas o toneletes, preparados para la aguada. En la popa de la misma embarcación parecen estar dibujados oficiales españoles y, al menos, uno de ellos armado con un fusil. En el fondo y destacando delante de un bosque de coníferas, se encuentran bien representadas tres casas nativas que, por su aspecto, no parecen tanto casas de invierno sino refugios provisionales de verano. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 67
68
Malaspina, A. (1789-1794): f. 306; Tova, A. (1789-1794): f. 174. Un bombo es una embarcación de fondo chato y muy poco calado, muy roma en proa, que se usa para carga. La pipería es el conjunto de pipas en que se llevan la aguada y otras cosas. Vaughan et al. (1977): 29.
Casi todos los pueblos tradicionales de la Costa Noroeste tenían poblados de invierno, constituidos por grandes casas de linaje. Dichas casas tenían una estructura fija hecha de grandes troncos, como veremos más adelante y, para formar las paredes y el tejado, se recubrían con tablones que se desmontaban y transportaban para construir refugios temporales, en los emplazamientos destinados a la obtención de determinados recursos. El tipo y estilo de casas variaban mucho a lo largo de la costa, pero se encuentra una idea semejante desde el sureste de Alaska hasta el norte de California. De Laguna69 menciona que no se levantaron casas permanentes de invierno en el emplazamiento de Puerto Mulgrave hasta 1880 o incluso después; dicha mención refuerza la idea de que las casas que vieron los españoles y describe Suria no eran todavía las grandes viviendas de invierno: Las dichas Casas las tienen en la ribera del Mar en la Punta que forma la Canal de la salida del Puerto, son de Tablas colocadas sin orden sobre un Tronco de un Arbol que es el que atrabiesa y forma el lomo donde ban a parar las tablas de un lado y otro cuyo tronco esta sostenido por otros barios dichos Perpendiculares a el Piso. enzima del texado tienen todo su Equipaje: alli se ben Canoas hechas, otras en esqueleto Pieles a medio Curtir, Leña y otros barios chismes. Dentro suzede lo mismo, lo que no cabe afuera lo colocan dentro.70
Espinosa, tal vez el más agudo observador de las pautas culturales de los nativos, se pregunta dudoso por la probable existencia de casas de invierno: La rancheria de estos Yndios situada en la parte O. del fondeadero se reducía á unas 6. ó 7. chozas formadas de puntales y cubiertas de tablas sin primor alguno, y tan mal unidas que dexaban libre paso por mil partes á la nieve y á la lluvia, y aunque el cuidado con que construian las canoas y el disgusto que notabamos les causaba la lluvia quando estaban ocupados en el trabajo nos hiciese pensar en si tendrian otras habitaciones para guarecerse de las intemperies del invierno nada pudimos aclarar sobre es punto.71
En primer plano se dibujan con cuidado dos canoas nativas. La de la izquierda es una canoa grande, con trece nativos, mientras que la de la derecha de la escena —con cuyos tripulantes está hablando un marinero español— tiene cinco nativos. Casi todas las canoas representadas parecen ser de las realizadas a partir de un tronco, aunque justamente en el centro hay un kayak de dos tripulantes, al lado de una lancha española. Los tipos de las canoas, si están bien representados, parecen ser del más común en la zona, «spruce canoe», o canoa ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 69 70 71
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Laguna, F. de (1972): 319. Suria, T. (1791): f. 17v. Espinosa, J. (1791): ff. 108v-109.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
de picea, mientras que la del primer plano a la izquierda parece del tipo canoa de guerra haida. Otras más pequeñas, como la del primer plano de la derecha, de popa recta, recuerdan canoas más meridionales del tipo «nootka». Recordemos que los tlingit, que carecían de cedro rojo en su hábitat, importaban canoas de los pueblos más meridionales.72 Los nativos, hasta donde se aprecia, por lo menos en los del primer plano, parecen todos hombres y van vestidos con una piel de oso colocada de diferentes maneras sobre el cuerpo, e incluso apartada a un lado. Uno de los nativos en la canoa de la derecha, dibujado de espaldas y sin la piel, parece llevar el «taparrabo» mencionado por Suria.73 Muchos llevan el tradicional sombrero cónico de cestería; sin embargo, algunos parecen llevar el pelo recogido en la parte superior de la cabeza. Parece tratarse de un tipo de «peinado» masculino que veremos en un dibujo de Suria, y que describe Emmons,74 como el pelo atado en la parte superior de la cabeza y emplastecido con grasa, ocre rojo y con plumón de ave pegado. En el primer plano, a la derecha, mientras un marinero a proa de la lancha varada en tierra la sostiene con una pértiga, otro parece conversar con los nativos de una canoa. Este sujeta en su mano izquierda lo que parecen ser dos clavos de hierro que muestra a los nativos: podría tratarse de un guiño de Cardero a los dos pasadores de hierro que fueron robados el 29 por la mañana, pero que no fueron devueltos. Un tercer marinero está sentado, sosteniendo una prenda de vestir en sus manos que podría tratarse de unos calzones: Vaughan et al. los interpretan como los famosos pantalones que se mencionan unos días más tarde y que fueron robados sin que los marineros lo advirtieran.75 Su devolución, como remate a toda una serie de encontronazos entre nativos y españoles, sería profusamente ilustrada, como veremos más adelante. Es perfectamente posible que Cardero —una vez en México y tras los sucesos de Puerto Mulgrave— añadiera a esta escena los pantalones, como el primer paso de la serie de incidentes que tendrían lugar después. El mismo día 29 Malaspina decidió volver a permitir el comercio, pero ya en la playa, para evitar los robos que se habían producido en las corbetas. Se plantó en tierra la tienda del observatorio, que sirvió incluso para dar cobijo a los participantes en los intercambios, ya que la lluvia continuaba. Se estableció un precio fijo para el pescado fresco: un clavo de hierro de unos ocho centímetros por un salmón de unos cuatro kilos. Se bajaron los instrumentos del
observatorio, pero se devolvieron enseguida a las naves para evitar conflictos: «Don Tomas Suria pudo retratar algunas Mujeres, y la no crecida Cantidad de Utensilios Domesticos...». 76 En vista de la cita de Malaspina comentaremos a continuación una serie de dibujos, tanto del diario de Suria como de los museos de América y Naval, de mujeres y hombres de la bahía de Yakutat a los que no es posible adscribir una fecha exacta de realización. Pero en todo caso ilustran aspectos de la cultura material de los yakutat tlingit, cultura en la que por otra parte estaban interesados los expedicionarios a la vista de los objetos que se adquirieron para el Real Gabinete, algunos de los cuales se encuentran actualmente en el Museo de América de Madrid.
Lámina 9. Mulgrave...77
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 76 77
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 72 73 74 75
Laguna, F. de (1972): 336. Suria, T. (1791): f. 19. Emmons, G. (1991): 240. Vaughan et al. (1977): 29.
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Malaspina, A. (1789-1794): f. 307. Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-103). N.º de inventario 02252. El autor es Tomás de Suria. Para las características técnicas del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 182 y fig. 570. Laguna, F. de (1972): 974 y lámina 57, lo reproduce y sitúa y agradece en el Museo Naval. Véanse también Vaughan et al. (1977): 34 y n.º 14; Palau, M. (1980): 140, fig. 46; Hart, C. P. (1986): 185. Se reproduce en El Ojo del Tótem (1988): 99; en Higueras, D. (1991): 82; en Orozco et al. (1996): 149 y en Palau et al. (1998): 98. Lo reproduce también Sota, J. (2002: 106) y lo sitúa en el Museo Naval.
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Retrato de una joven yakutat tlingit (lámina 9) «Mulgrave» es el único pie que aparece en el dibujo original. Representa sin duda a una nativa yakutat tlingit cuyo rostro, completamente terminado, muestra los rasgos de una joven, casi una niña, mientras que el resto del medio cuerpo aparece simplemente abocetado. Tanto Mercedes Palau como Carmen Sotos mencionan el hecho de que tiene la nariz taladrada, por un clavo en el primer caso y por un palo en el segundo.78 Vaughan et al. dicen que el adorno de la nariz es un hueso, aunque también usaban clavos.79 Ya hemos citado a Suria, con ocasión del comentario del retrato de un supuesto hijo del jefe de Puerto Mulgrave, cuando describe cómo a todos los niños se les perforaba el tabique nasal con una pluma muy delgada hasta llegar a atravesarlo con un clavo.80 Emmons precisa cómo poco despues del nacimiento de un niño, cuando el bebé tenía solamente de tres a diez días, se le perforaba el septum de la nariz y el lóbulo de la oreja. La perforación la realizaba la tía paterna con una aguja de hueso y se dejaba cicatrizar el orificio alrededor de una pequeña astilla también de hueso.81 El adorno nasal femenino, en comparación con el labial, apenas se menciona en las fuentes, y en los dibujos femeninos de Suria aparece solamente en dos casos. La cita de Portlock, de que tanto los hombres «como las mujeres» se hacían un pequeño agujero a través del cartílago nasal donde se ponían una aguja o un clavo que obtenían por comercio, nos da algunas indicaciones al respecto.82 Pero lo que más llama la atención en este dibujo es la ausencia de otros adornos en el rostro que, como veremos, eran muy comunes y distintivos de clase. Además del aspecto, se identifica como mujer por el atuendo abocetado. Y parece que podemos concluir que se trata de una niña, en la que la aparente ausencia de perforaciones y/o adornos en el labio inferior y en las orejas nos permite mencionar que probablemente se trate de una joven plebeya e incluso de una esclava, ya que, como hemos mencionado, las primeras perforaciones de las orejas se hacían a los pocos días del nacimiento. A los esclavos no se les permitía tener las orejas perforadas.83
Lámina 10. Mujer de Mulgrabe en persona. 84
Por el contrario, el siguiente retrato presenta toda la parafernalia decorativa en un rostro femenino:
Retrato de una nativa yakutat tlingit (lámina 10) Estamos, evidentemente, ante el retrato de una nativa en el que toda la atención del artista se centra en su cabeza, y particularmente en el despliegue de adornos que muestra. Será entonces en esos adornos en los que centraremos los comentarios. La mujer, aparentemente joven, lleva un clavo nasal, unos colgantes en los pabellones auditivos, que Emmons afirma son de concha dentalium,85 y un bezote o plato labial. Ya hemos comentado el adorno nasal, y hablaremos en seguida del bezote, por lo que nos centraremos ahora en los colgantes que lleva la retratada en las orejas. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 84
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Palau, M. (1980): 140; Sotos, C. (1982 II): 182. Vaughan et al. (1977): 33. Suria, T. (1791): f. 18v. Emmons, G. (1991): 242. Portlock, N. (1789): 288. Emmons, G. (1991): 242.
85
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Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 26r. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale. Para las características técnicas véase Sotos, C. (1982 II): 182 y fig. 571. Se reproduce en Laguna, F. (1972): 973 y lámina 56, como «una joven con pin nasal, 1791». En The Totem Shore (1986): 188. En El Ojo del Tótem (1988): 92. En Emmons, G. (1991): 247. En Monge, F. y Olmo, M. del (1991): 131. Emmons, G. (1991): 247.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
Después del primer agujero que se hacía a los recién nacidos de noble cuna, se acababan haciendo dos o tres agujeros más, en el borde del pabellón auditivo. Pero el tercer agujero se hacía solamente en el transcurso de una gran fiesta dada por un jefe y era el momento en el que los jóvenes de ambos sexos eran presentados ceremonialmente a los huéspedes por su padre o su abuelo, y se les imponían nombres ceremoniales. Era una ceremonia que les ennoblecía públicamente y les permitía llevar un adorno colgando del agujero superior.86 Los jóvenes de ambos sexos de la clase superior —hacia la edad de ocho años e incluso antes— y generalmente todas las mujeres y la mayoría de los hombres llevaban algún tipo de adorno en las orejas. Para los adultos había orejeras de uso cotidiano y otras para ocasiones ceremoniales. Los adornos de uso diario eran semejantes para ambos sexos: consistían en pequeños trozos colgantes de concha haliotis (Haliotis kamtschatkana), piedra o hueso, o dientes muy pequeños de tiburón.87 En cuanto al material de los colgantes de las orejas de la joven que nos ocupa, no nos atrevemos a asegurar por completo que se trate de conchas de dentalium (Dentalium pretiosum), como opina Emmons, aunque la forma alargada recuerda algo a la peculiar forma del caparazón de este molusco, muy valorado e importante objeto de comercio a lo largo de una gran parte de América del Norte. Si fueran pendientes de dentalium, el hecho de que las personas de alto rango atesoraran sus conchas y las comerciaran a larga distancia88 podría relacionarse con otro adorno que lleva esta joven mujer en su boca y que es tal vez, por sus peculiaridades, el que más comentarios generó en todas las fuentes del siglo XVIII. Tomás de Suria hizo incluso en su diario una serie de bosquejos de rostros de mujeres con el bezote89 o plato labial:
Lámina 11. De el Pto. Mulgrabe... 90
Las mujeres a mas del dicho Agujero de la nariz se abren el labio inferior orizontalmente por donde se meten una roldana de madera en figura eliptica socabada por una cara y otra y por el Grueso para sostenerlo entre los dientes y el labio. es de un Grandor que pareze increible puedan, a no ser por la costumbre de llebarlo, abarcarlo con el labio; con dicha roldana ablan comen y lo hazen todo. No sabemos si es distintibo de las Casadas, aunque a mi me pareze que si por no aberlo notado en otras que estas. Las no casadas no lo husan.91
Los diarios de los oficiales Bustamante, Gutiérrez de la Concha, Tova, emplean casi las mismas palabras, y se horrorizan de la fealdad de semejante objeto a ojos europeos, pero también opinan lo hermoso que debe de ser para los «tejuneses». Transcribimos las palabras de Tova: Entre todos los usos que ha introducido el capricho, y la estrabagancia de las mugeres, y su deseo de parecer bien ninguno mas singular que uno propio delas Tejunesas: se hacen una seccion debajo del labio inferior paralelamente ala boca, y de su propia longitud, y en ella colocan una pieza de madera de forma eliptica, y cuyo largo no bajara de dos pulgadas [5,08 cm] , sobre una de ancho [2,54] ; esta pieza es concaba por ambas caras, y tiene en toda su circunferencia una media cana, donde encaja y se afianza el labio. Una vez puesta toma por su propio peso una situación horizontal, y forzando a que el labio se separe de la boca deja descubiertos todos los dientes dela mandibula inferior. No se puede concebir justamente quanto desfiguraba el rostro de estas muge-
Estudios de cabezas femeninas con el plato labial (lámina 11) Es evidente que el peculiar «adorno» labial femenino de las mujeres de la bahía de Yakutat llamó tanto la atención de todos los expedicionarios, y cómo no de Suria, que realizó este dibujo en su diario con cuatro cabezas femeninas. Comenzaremos con la descripción que hace el pintor de este adorno: –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
86
90
87
88 89
Ibidem: 242. Ibidem: 243. Para los adornos tradicionales de concha puede verse también Stewart, H. (1996): 125-127. Ibidem: 127. Bezote es la traducción del término labret, que el Longman Webster English College Dictionary define como ‘ornament (eg. a piece of shell) word in a perforation of the lip (L. labrum, lip)’. Podría denominarse también plato labial, ya que su uso, a diferencia de los bezotes de dimensiones modestas, produce una modificación continua y a veces acusada del cuerpo, el labio inferior en este caso.
91
– 57 –
Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 31r. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale. Para las características de los dibujos, Sotos, C. (1982 II): 187 y fig. 590. Se reproduce en Laguna (1972): 969 y lámina 52: «Mujeres de Puerto Mulgrave llevando bezotes, 1791». Se reproduce en dos dibujos separados en The Totem Shore (1986): 122 y 123. Se reproduce en dos dibujos también separados, aunque en la misma página, en El Ojo del Tótem (1988): 62. En Peset, J. L. (1989): fig. 42, se reproduce una sola de las cabezas con el pie: «Estudio de mujer con bezotes». Suria, T. (1791): f. 18v.
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or fourteen years, when it is taken out, and the wooden ornament introduced; its firts size is about the width of a button.94
res, un adorno que añadía mil gracias alos ojos delos Tejuneses: Tan distintas son las oposiciones de los hombres sobre lo hermoso. 92
Pero es Espinosa quien describe con más precisión dónde se abría exactamente el labio, proporcionando incluso medidas exactas de la «roldana»:
Es el capitán Dixon, en 1787, el que antes ya llamó la atención sobre este «adorno», asociándolo también a un distintivo de rango: ... a custom extremely singular, and what we had never met with before, neither do I recollect having feen it mentioned by any Voyagers whatever. An aperture is made in the thick part of the under lip, and increased by degrees in a line parallel with the mouth, and equally long: in this aperture, a piece of wood is constantly wore, of an eliptical form, about half an inch thick; the superficies not flat, but hollowed out on each side like a spoon, though not quite so deep; the edges are likewife hollowed in the form of a pully, in order to fix this precious ornament more firmly in the lip, which by this means is frequently extended at least three inches horizontally, and consequently distorts every feature in the lower part of the face. This curious piece of wood is wore only by the women, and seems to be oonsidered as a mark of distinction, it not being wore by all indiscriminately, but only those who appeared in a superior station to the rest.95
Pero el adorno al parecer mas cruel y raro es el que usan las mugeres en la boca. Quando niñas se abren la parte gruesa del labio inferior con un alambre grueso y en llegando á tener el tamaño suficiente encaxan en esta abertura una especie de roldana de figura eliptica que se fixa fuertemente en aquel sitio y ensancha el labio obligandolo á caer con su peso y que dexe descubierta toda la mandibula inferior. Esta roldana muy bien bruñida por todas partes y hecha de madera de pino tiene en su exe mayor dos pulgadas y una linea inglesas [4,10 cm], una pulgada en el exe menor [2,54 cm] y siete lineas de grueso [aprox. 14 mm] de uno á otro canto, y si como creimos es este un adorno preciso para hacer su semblante mas grato, en nosotros causó un efecto enteramente contrario, pues nos parecian con el sumamente feas.93
En otras fuentes no españolas es donde se pueden encontrar los comentarios sobre el plato labial referentes a la incomodidad y a la manera de comer de las mujeres. Veamos un ejemplo de Portlock, tomado algunos años antes entre los tlingit meridionales: ... the women disfigure themselves in a most extraordinary manner, by making an incision in the under-lip; in which part they wear a piece of wood made in an oval form a little hollow on each side, and about the thickness of a quarter of an inch; the outer part of the rim is hollowed all round: this curious piece of wood is thrust into the hole, ans is secured there by the rim of the lip going round it, fixed in the hollow which is made round the wood. They appear to be worn large or small in proportion to the age of the women, or prehaps to the number of the children they have bore; those that I took to be between thirty and forty years of age wore them about the size of a small saucer, and the older larger in proportion; one old woman, I remarked particularly, having one as large as a large saucer. The weight of this trencher or ornament weighs the lip down so as to cover the whole of the chin, leaving all the lower teeth and gum quite naked and exposed, which gives them a very disagreeable appearance. When they eat, it is customary for them to take more in the mouth at a time than they can possibly swallow; when they chewed it, the lip-piece serves them a trencher to put it out their mouths on, and then they take it occasionally. It seems a general practice among the females to wear the wooden ornament in their under-lip; the children have them bored at abour two years of age, when a piece of copper-wire is put through the hole; this they wear till the age of about thirteen
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Tova, A. (1789-1794): f. 185v. Espinosa, J. (1791): ff. 110v y 111.
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Portlock, N. (1789): 288: «Las mujeres se desfiguran de la manera más extraordinaria, haciendo una incisión en el labio inferior, en cuya parte llevan una pieza hecha de madera de forma oval algo ahuecada en cada lado, y de un grosor de alrededor de un cuarto de pulgada [0’63 cm]; la parte exterior del borde está ahuecada alrededor; esta curiosa pieza de madera se empuja a través del agujero, y se asegura porque el borde del labio la rodea, al fijarse en el hueco que se hace alrededor de la madera. Parece ser más grande o pequeña en proporción con la edad de la mujer, o quizás del número de hijos que haya tenido; las que creo están entre los treinta y cuarenta años de edad las llevan del tamaño de de un platillo pequeño, y las de más edad proporcionalmente más grandes; señalo particularmente a una anciana que tenía uno tan grande como el platillo más grande. El peso de este tajadero o adorno estira el labio hacia abajo y cubre la barbilla por completo, dejando todos los dientes inferiores y la encía desnudas y expuestas, lo que proporciona una apariencia muy desagradable. Cuando comen, acostumbran a tomar en la boca de una vez más de lo que pueden posiblemente tragar; cuando mastican, la pieza del labio les sirve como un tajadero para ponerla fuera de sus bocas, y tomarla de ahí ocasionalmente. Parece una práctica general entre las mujeres llevar el adorno de madera en el labio inferior; se taladra a las niñas sobre los dos años de edad, cuando se empuja a través del agujero un trozo de alambre de cobre; lo llevan hasta alrededor de los trece o catorce años, cuando se quita y se introduce el adorno de madera; su primer tamaño es aproximadamente del ancho de un botón». Dixon, G. (1789): 172: «... costumbre extremadamente singular, y con la que no me he encontrado antes, ni la he encontrado mencionada por ningún otro viajero en ninguna parte». «Se hace una abertura en la parte gruesa bajo el labio inferior, y se va incrementando por etapas en una línea paralela con la boca, e igual de larga: en esta abertura, se lleva constantemente una pieza de madera, de una forma elíptica, como de media pulgada de gruesa [1,27 cm]; la superficie no es plana, sino ahuecada en cada lado como una cuchara, aunque no tan profunda; los bordes están asímismo ahuecados en forma de polea, para fijar el precioso ornamento más firmemente en el labio, que por este medio se extiende frecuentemente al menos tres pulgadas [7,62 cm] horizontalmente, y consecuentemente distorsiona cada rasgo de la parte baja de la cara. Esta curiosa pieza de madera la llevan solo las mujeres, y parece ser considerada como una señal de distinción, no siendo llevada por todo el mundo indiscriminadamente, sino solo por quienes aparentan un estatus superior al resto.»
LA BAHÍA DE YAKUTAT
Sin embargo, fueron navegantes españoles —los oficiales y misioneros de la expedición de Juan Pérez de 1774— los primeros que describieron el bezote, en ese caso entre los haida del archipiélago de la Reina Carlota y, además, con datos muy precisos sobre su uso: Las mugeres andan dela misma manera vestidas, estas trahen en labio de abajo que tienen agujereado colgada una rodela pintada de colores, que parecía de tabla delgada curba, que las afea mucho, pues de algo apartadas parece que trahen sacada, y colgada la lengua: con facilidad, y con solo el movimiento del labio, se levanta dicha tablilla, y les tapa la boca, y parte de la nariz: dijeron de los nuestros, los que las vieron mas de cerca, que tienen taladrado el labio de abajo, y de el cuelgan dicha rodela; no sabemos que fin tendran en esto, si sera para afearse, como algunos alsi lo entienden; o para engalanarse; y a esto me inclino, pues en La Gentilidad descubierta, desde San Diego a Monte Rey, hemos observado, que cuando van de visita a otra ranchería se embijan de varios colores, que se ponen feísimos; 96 ... el labio inferior por el medio lo tienen taladrado, y en el se ponen un labio de concha pintado que les da en las narices cuando hablan, pero tienen movimiento regular, y esto lo usan las casadas según parece, pues algunas mozas no lo traían.97
Después de la reclusión de la joven en la menarquia, se daba una pequeña fiesta en la que se le perforaba el labio inferior y se insertaba en el corte un tapón de hueso, alrededor del cual cicatrizaba el agujero. Tras el matrimonio, el agujero se agrandaba paulatinamente por medio de un bezote más grande, hasta que con el tiempo podía medir tres o más pulgadas de largo [7,62 cm]. Los bezotes de tamaño medio, que rellenaban justo la abertura del labio y sobresalían muy poco, eran de hueso, marfil o mármol, tenían forma de carrete y eran llevados por las mujeres de mediana edad y de bajo rango. Los más grandes eran de madera, sobre todo por su peso, y en algunos casos se incrustaba en la cara superior concha de haliotis, los llevaban solamente las mujeres mayores y de alto rango, nunca se quitaban en presencia de extraños y a las esclavas no se les permitía llevarlos.98 Podemos concluir entonces que era un distintivo de clase, vetado su uso —como los adornos de las orejas— a las esclavas, y cuyas dimensiones, forma y adornos, indicaban la posición social y la edad de su portadora. El plato labial no se limitaba a los tlingit, fue también usado por todos los pueblos de la división septentrional de la Costa Noroeste, tlingit, tsimshian, haida y haisla, asociado además a un peculiar sistema social regional en el que se encuentran linajes matrilineales, mitades... Sistema en el que no podemos profundizar en este momento.99
Lámina 12. Mujer Pleveya de Mulgrabe...100
Esa extensión del uso del bezote femenino y lo llamativo del objeto para los españoles hacen que aparezca en casi todos los casos de representaciones femeninas en Puerto Mulgrave; pero otros dibujos proporcionan información sobre otros aspectos de la cultura material, como el atuendo.
Mujeres plebeyas de Puerto Mulgrave (lámina 12) En el folio 23 recto del manuscrito de Tomás de Suria, aparece este dibujo en el que se reproduce a una mujer de pie, con un niño en brazos metido dentro del característico portabebés; y otra mujer de perfil —someramente esbozada— sentada en el suelo. Hay un fondo de ramaje y lo que parece ser una vivienda temporal a la derecha. En el pie, además del título expuesto, hay un texto bastante incomprensible.101 Ya hemos realizado una serie de comentarios sobre los bezotes; sobre la llamada cesta cuna o —más apropiadamente ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 100
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Crespi, J. (1774): f. 18v. Pérez, J. (1774): ff. 24v-25. Emmons, G. (1991): 245. Suttles, W. (1990a): 13.
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Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 23r. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale. Para las características técnicas del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 183 y fig. 577. Se reproduce en Laguna, F. de (1972): 970 y lámina 53, como «Una mujer plebeya de Puerto Mulgrave, 1791». Se reproduce también en The Totem Shore (1986): 178. En El Ojo del Tótem (1988): 99. En Monge, F. y Olmo, M. del (1991): 10. En Orozco et al. (1996): 149. «Mu Mujer Proyeras de la mujer incadijadas Madredes en viendo a su madre Ella con su rebaxo en sus vrazos de su manto llenos de ramas»: Suria, T. (1791): f. 23.
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Nativa yakutat tlingit de Puerto Mulgrave (lámina 14) Este dibujo, con los dos anteriores, parece intentar no ya un retrato sino la representación ‘genérica’ de una nativa del lugar. En las tres representaciones es muy semejante el vestido que llevan y, de nuevo, es Suria quien describe ese atuendo con más detalle, lo mismo que el peinado femenino: Sus trajes, el de las mujeres es muy honesto consiste en una Tunica de Piel curtida y sin Pelo que les cubre asta la garganta de los Pies y el Pecho y brazos hasta las muñecas cuya manga es hancha pero onesta. En todo guarda esta túnica la misma idea que la que ponen a una Efigie de Jesus Nazareno y se la amarran por la cintura: a mas de esta Tunica lleban una Capa o Manto Quadrilongo igualmente de Piel que sostienen en el hombro derecho por un Cuero,
Lámina 13. De Mulgrabe...102
un portabebés— hay representaciones todavía más detalladas, por lo que utilizaremos este dibujo principalmente como una muestra del vestido tradicional de las mujeres yakutat tlingit, del mismo modo que la siguiente lámina y que por lo tanto comentaremos conjuntamente.
Mujer plebeya de Puerto Mulgrave con un niño en el portabebés (lámina 13) Se trata de un sencillo apunte de una nativa de pie, con el portabebés en el brazo izquierdo, dibujo y postura que se asemejan mucho al dibujo anterior del manuscrito de Suria. Sotos, que menciona la relación de semejanza de los dos dibujos y atribuye este a José Cardero, menciona además que debió de servir como apunte para otro dibujo, atribuido a Felipe Bauzá, que se encuentra en el Museo de América: ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 102
Museo Naval, ms. 1725-1, fig. 3.ª. Para las caracteristicas técnicas del dibujo, véase Sotos, C. (1982 II): 183 y fig. 576. Guillén y Tato, J. (1932): lámina XIII, lo reproduce como «Apunte de una mujer de Mulgrave» y lo atribuye a Brambila. El mismo autor años después lo atribuye a Suria: Guillén y Tato, J. (1952): n.º 176. Laguna lo atribuye a Suria y entrecomilla un título español, «India de Mulgrave con su hijo»: Laguna, F. de (1972): 972. Engstrand, I. lo reproduce y lo atribuye a Tomás de Suria: (1981): s. n. En Higueras, D. (1985 II): 457 y n.º 2930, se reproduce y atribuye a Cardero. En El Ojo del Tótem (1988): 252 y n.º 8/7 se atribuye a Suria. En Higueras, D. (1991): 85, se vuelve a atribuir a Cardero. Lo reproduce Emmons, G. (1991): 238, sin citar procedencia y con la imagen vuelta de derecha a izquierda.
Lámina 14. Mulgrabe...103 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 103
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-115). N.º de inventario 02255. Para el museo el autor es Tomás de Suria. Para las características del dibujo véase Sotos, C. (1982 II): 184 y fig. 578. El número de inventario que recoge, 2.254, está equivocado. Sotos lo atribuye a Felipe Bauzá. Palau, M. lo atribuye a Suria: (1990): 140, fig. 49. Higueras, D. (1991): 45, lo atribuye también a Bauza.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
y algunas en la orilla de dicho manto lleban un fleco, otras usan estos mantos de riquisimas Pieles de Marta. [...] El Pelo suelto (en las mujeres tambien pero con mas aliño hechado a un lado y otro, quedando la raya descubierta) entrapado de Almagre y las Caras pintadas de lo mismo que hazen orribles.104
En todos los dibujos hombres y mujeres aparecen descalzos, y sabemos que generalmente llevaban los pies desnudos. Emmons menciona haber visto nativos tranquilamente descalzos sobre la nieve, pero también refiere la existencia de una especie de mocasines de cuero curtido y unas a modo de botas de piel de foca que, llegaban hasta media pierna y que a veces llevaban los cazadores. Las mujeres utilizaban los mocasines principalmente en la casa y los hombres con los zapatos de nieve. Ambos sexos iban también por lo general con la cabeza desnuda, excepto para los viajes en canoa, cuando llevaban el típico sombrero cónico de cestería, tanto para protegerse del sol como de la lluvia.105 Lámina 16. India de Mulgrabe.107
El característico portabebés, tradicional en todos los pueblos de América del Norte y que denomina Suria cesta cuna, aparece perfecta y detalladamente dibujado en los dos dibujos siguientes, claramente modelo uno del otro y que comentaremos también conjuntamente.
Nativa yakutat tlingit con su niño en un portabebés (láminas 15 y 16) Para Carmen Sotos, el dibujo del Museo de América que atribuye a José Cardero es una copia del apunte de Suria que se encuentra en el Museo Naval.108 El valor etnográfico de este dibujo hace que haya sido utilizado repetidamente por antropólogos como ilustración de aspectos de la vida cotidiana de los yakutat tlingit.109 La mujer lleva la túnica con mangas y el manto sin adornos ya mencionados, lo mismo que el plato labial. En este ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 107
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Lámina 15. India con su hija en brazos. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 104 105 106
Suria, T. (1791): ff. 18v-19. Emmons, G. (1991): 239. Museo Naval, ms. 1725-6. Para las características del original véase Sotos, C. (1982 II): 182 y fig. 572. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1932): lámina XII, como «Apunte de una mujer de Mulgrave», de autor anónimo. Todas las atribuciones son a Suria, o no se menciona el autor. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1952): n.º 80. En Laguna, F. de (1972): 971 y lámina 54 se reproduce entrecomillado un supuesto título español: «India de Mulgrave con su hijo». En The Totem Shore (1986): 185. En El Ojo del Tótem (1988): 62 y n.º 8/8. En Peset, J. L. (1989): fig. 41. En Higueras, D. (1985 II): 457 y n.º 2928. En Higueras, D. (1991): 81. Sotos, C. lo reproduce de nuevo (1991): 256. En Galera, A. (2010): 76.
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-70). N.º de inventario 02253. El museo atribuye el dibujo a Suria. Para las características del original véase Sotos, C. (1982 II): 183 y fig. 573. Cook, W. (1973): s. p. y n.º 38, sin mención a procedencia ni autor. Cutter, D. (1977): 34, lo reproduce pero no menciona el autor. Palau, M. (1980): 140, fig. 47 y Vaughan et al. (1977): 34 y n.º 16 lo atribuyen a Suria. En Palau et al. (1998): 85 se reproduce este dibujo del Museo de América, se atribuye a Cardero, pero se ubica en el Museo Naval. Laguna, F. en 1972: (fig. 54) reproduce el dibujo del Museo Naval, pero años después (1990): 223, fig. 16, utiliza el dibujo del Museo de América que de nuevo atribuye a Suria. En Malaspina, A. (1990): 317 se atribuye a Cardero. Higueras, D. (1991): 80 lo atribuye a Cardero y lo sitúa en el Museo Naval. Palau et al. (1998): 85, reproducen este dibujo del Museo de América, lo sitúan en el Museo Naval y lo atribuyen a Cardero. En David et al. (2003): 116 y lámina 11. Sotos, C. (1982 II): 183. Véase, por ejemplo, Laguna, F. de (1990): 223 y fig. 16.
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caso lo más destacable del dibujo es la imagen del bebé. Lleva ya la nariz perforada, tema que también ya se ha comentado. Laguna menciona que el adorno que lleva el niño en la nariz es una concha de dentalium,110 pero consideramos que el diámetro de dicha concha, aun de las más pequeñas, es demasiado grande para la nariz de un crío. Podría tratarse del raquis de una pluma. Más comentarios puede merecer la cuna, realmente un portabebés. El propio Suria, tan cercano a la vida cotidiana de los nativos como ya hemos mencionado, describe el objeto detenidamente:
A pesar de que Malaspina menciona que el 29 de junio Suria «pudo retratar algunas Mujeres»,113 nos encontramos también ante algunos dibujos genéricos que podemos considerar así mismo como hombres plebeyos.
Quando los niños son recien nacidos los meten en unas cunitas de un especie de junco muy bien trabado: De un lado y otro de la Cuna penden dos pieles que se juntan en el pecho de la criatura y le llegan hasta las rodillas y estan trabadas por un cuero que por barios abujeros ba de un lado a otro. Las Criaturas estan bestidas con los brazos dentro todo con pieles y así como esta lo meten en la Cuna y lo lian muy bien hasta los Pies como se a dicho y así lo manejan dandole de mamar y dexandole tirado en el suelo.111
Emmons añade que se limpiaba al recién nacido con musgo blando o suave corteza de cedro, se le envolvía en blandas pieles de venado y se le colocaba en una cuna de corteza de cedro rellenada con musgo. Cuando al crecer el bebé sobrepasaba el tamaño de la cuna, esta se escondía cuidadosamente en un árbol hueco, en una grieta profunda de una pared rocosa, o se hundía en el agua con ayuda de piedras, ya que se creía que todavía podía influir en el bienestar del niño.112 Personalmente no nos gusta la denominación de cuna aplicada a este objeto. De noche, en todas las sociedades tradicionales, los bebés suelen dormir pegados al cuerpo de sus madres. Pero también en todas las sociedades tradicionales, o en concreto en América del Norte, existía una especie de cuna rígida que se utilizaba para colocar en ella al bebé a lo largo del día. Los materiales variaban de área a área: cestería, cuero duro, madera para conformar la base del recipiente rígidamente y poder transportar así el artilugio, por ejemplo, colgado del arzón de la silla de un caballo, en la espalda de la madre, clavarlo en el suelo o colgarlo de un lado de la vivienda. Por supuesto el recipiente se completaba siempre con pieles, tejidos o cualquier otro material suave y confortable, más materiales blandos para ejercer las funciones de pañal. De ese modo el bebé se encontraba seguro y, por la colocación del portabebés, podía dormir o participar de la vida diaria de su familia y allegados.
Lámina 17. Pleveyo.114
Un nativo plebeyo de Puerto Mulgrave (lámina 17) En el folio 22 verso de su Cuaderno..., Suria realizó este dibujo y lo tituló en la parte superior «Pleveyo». Al pie de la figura aparece un texto de nuevo no demasiado comprensible, que transcriben tanto Carmen Sotos como Fernando Monge y Margarita del Olmo: «Este de este cubierto de pieles descalzo de un senbroro y desnudo desde el muslo al pie y lo se a su quidado», trascripción que suscribimos aquí.115 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 113 114
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Ibidem: 223. Suria, T. (1791): f. 18. Emmons, G. (1991): 258.
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Malaspina, A. (1789-1794): f. 307. Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 22v. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale. Para las características del original, Sotos, C. (1982 II): 184-185 y fig. 584. Se reproduce también en Laguna, F. de (1972): 966 y lamina 49, como «un hombre de Mulgrave, 1791, «Pleveyo» ». También en The Totem Shore (1986): 182, y en El Ojo del Tótem (1988): 42. En Monge, F. y Olmo, M. del (1991): 101, como Plebeyo de Puerto Mulgrave. Sotos, C. (1982 II): 184-185; Monge, F. y Olmo, M. del (1991): 128; Suria, T. (1791): f. 22v.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
Lámina 18. Mulgrave.116
Lámina 19. Indio de Mulgrave.117
Es evidentemente una descripción del hombre representado, descalzo, con la piel de oso envolviendo su cuerpo y el característico sombrero «a la chinesca». La obvia e indudable autoría de este dibujo ha pesado sobre el conflicto de atribución de autor que aparece en dos dibujos, bastante parecidos, que se encuentran en los museos de América y Naval de Madrid, y que por su semejanza entre sí serán comentados conjuntamente. Sotos, que atribuye el dibujo de la lámina 18 a Felipe Bauzá, menciona que está probablemente realizado a la vista del dibujo de Cardero, al que copia con fidelidad, y que se encuentra actuamente en el Museo Naval.
Un plebeyo yakutat tlingit (láminas 18 y 19) Carmen Sotos atribuye el dibujo de la lámina 19 a José Cardero, quizás una copia del dibujo de Suria que se encuentra en su diario.118 Los dos dibujos anteriores representan a un hombre de pie, cubierto únicamente con una piel —probablemente de oso— sujeta al cuello, tocado con un sombrero troncocónico sin decoración y llevando sujeto en la mano derecha un ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 117
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-113). N.º de inventario 02254. Para el museo el autor es Suria. Para las características del dibujo original véase Sotos, C. (1982 II): 185 y fig. 585, que atribuye el dibujo a Felipe Bauzá. Palau, M. (1980): 140, fig. 48, lo atribuye a Suria y menciona la existencia de un ejemplar semejante en el Museo Naval. En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 30, sin autor ni procedencia. Vaughan et al. (1977): 34 y n.º 17, lo atribuyen también a Suria. Higueras, D. (1991: 45) lo atribuye a Bauza.
118
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Museo Naval, ms. 1725-1, fig. 2.ª. Para las características del dibujo original, Sotos, C. (1982 II): 185 y fig. 583; Guillén y Tato, J. (1932): Lámina XIV, lo reproduce como «Indio de Mulgrave» y lo atribuye a Brambila con interrogante. Guillén y Tato, J. (1952): n.º 175 lo atribuye ahora Suria. Laguna, F. de (1972): 965 y lámina 48, lo reproduce y lo atribuye a Suria. Gunther, E. (1972): 157 y fig. 39, simplemente como «indio de Mulgrave», sin autoría. Pino, F. (1982): lámina VII lo reproduce y atribuye al «joven» José Cardero. En Higueras, D. (1985 II): 457 y n.º 2929, se atribuye a Cardero. Se reproduce también en El Ojo del Tótem (1988): 176 y n.º 2/3. En Higueras, D. (1991): 84 se atribuye a Cardero. En Galera, A. (2010): 75, se atribuye a Cardero, pero se sitúa el dibujo en el Museo de América. Sotos, C. (1982 II): 185.
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puñal. Parece que el dibujo de Suria en su diario fue la fuente de inspiración de ambos, ya que, excepto por el hecho de la adición de la daga, es muy semejante. El ya mencionado manto de piel de oso (Ursus americanus) es además citado como atuendo habitual en la mayoría las fuentes españolas; el propio Suria menciona que «el de los hombres [trajes] es como tengo dicho, de barias Pieles unos, y es lo mas ordinario, de Piel de oso negra y muy Peluda...». Pero encontramos, sin embargo, otras referencias a que «el vestido de los hombres es regularmente una capa de pieles de nutria».119 Frederica de Laguna afirma tajantemente que este dibujo representa el hijo del jefe de Puerto Mulgrave, armado con una daga.120 La única base para tal afirmación es la descipción que Suria hizo de uno de los hijos del Ankau de Puerto Mulgrave, de la que podemos recordar los puntos esenciales: corpulento, membrudo, cabellera suelta, vestido con una piel de oso que le descubría a veces el torso... Pero el pintor había utilizado antes casi las mismas palabras para describir al jefe: piel de león por capa, recogida en la cintura, pecho, brazos, muslos y piernas al descubierto, muy membrudo y corpulento...121 Es a todas luces una somera descripción que podría ajustarse a cualquier guerrero yakutat tlingit. Además, si aceptamos que los dibujos de ambos museos copian el del diario de Suria, en este se identifica claramente como «Pleveyo», luego difícilmente podría ser el hijo de un jefe. T. Vaughan y Mercedes Palau apuntan otra posible identificación mencionando que «probablemente el artista ha querido mostrarnos al hombre que el 5 de julio amenazó a Valdés «... llegando al punto de presentarse un natural pecho a pecho contra el teniente de navío Valdés» ».122 El episodio mencionado aparece en casi todos los diarios de la expedición, como veremos más adelante al comentar las ilustraciones relacionadas con el incidente, pero no existe una base clara para tal identificación. Pensamos que no parece tratarse de un retrato, sino de la representación de un guerrero común yakutat tlingit con su arma más significativa y llamativa para los españoles. No olvidemos que Suria dibujó también con todo detalle a un jefe armado con todo su armamento, tanto defensivo como ofensivo, como ya hemos comentado. Ya se ha hablado sobre el manto, prosiblemente de piel de oso, lo mismo que sobre los sombreros de raíz de picea. El objeto más destacable en este caso sería la especie de daga o puñal que el personaje sujeta sobre su pecho. En todos los
diarios se hace referencia al puñal como parte del atuendo del guerrero. Bustamente es de los más precisos, mencionando que: ... sus armas principales son el puñal, que traen colgado de un tahali, y lo sugetan en la pelea con una fuerte correa à la muñeca para no soltarlo jamás.123
Juan Gutiérrez de la Concha plantea un interesante problema y es el del origen de la materia prima de esos peculiares cuchillos: Estos cuchillos, cuya longitud ordinaria no pasará de un pie, son de fábrica y nuestras conjeturas sobre el modo como los tejuneses adquieren el hierro, han sido muy diversas. El capitán Dixon, que fue el primero y a quien hemos inmediatamente sucedido en el descubrimiento del Puerto Mulgrave, no pudo surtirlos tan abundantemente de este metal, siendo verosímil que se produce sobre las tierras del continente inmediatas a estas islas.124
George Emmons, que precisamente reproduce el dibujo del Museo de América atribuyéndolo a Suria y localizándolo en el Museo Naval,125 describe detalladamente estas «dagas», de las que además reproduce varios ejemplares. La daga era el arma más común, particularmente mencionada por los más tempranos visitantes, posesión de todos y cada uno de los tlingit. Se trata de un cuchillo de dos hojas, terminado en punta y afilado en ambos lados. La hoja superior tiene sobre un tercio o un cuarto la longitud de la inferior; la empuñadura —la zona estrecha entre ambas hojas— se envolvía con cuero, raíz, corteza o pelo humano trenzado. Se aseguraba además con una tira de cuero que se enrollaba a la muñeca para evitar que la daga se perdiera al blandirla. La funda se hacía de cuero muy grueso, de alce, por ejemplo, y se colgaba del cuello por una ancha banda. Originalmente de piedra,126 esta fue substituida progresivamente por el cobre y el hierro; y, con la mayor eficacia del trabajo en metal, a la hoja inferior se le añadió un caballete o una acanaladura. La hoja superior podía estar cortada representando animales emblemáticos e incrustarse con haliotis. Tales cuchillos eran entonces una propiedad importante que pasaba de un jefe a su sucesor y se guardaban en cajas especiales de madera.127 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 123 124
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Suria, T. (1791): f. 19; Espinosa, J. (1791): f. 109v. Laguna, F. de (1972): lámina 48. Suria, T. (1791): f. 13. Vaughan et al. (1977): 34; Palau, M. (1980): 140.
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Bustamante, J. (1789-1794): f. 148. Gutiérrez de la Concha, J. (1991): 45. Emmons, G. (1991): 326. En MacDonald, G. F. (1983): 111, fig. 6:17, puede verse una fotografía del escondrijo de las armas de un guerrero, fechado en 500 d.C., donde se aprecia claramente una de estas dagas de piedra. Emmons, G. (1991): 340-342.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
Interesante es la mención al manto de lana que parece llevar la figura de la derecha. La única descripción de dichas mantas nos la proporciona José de Espinosa: Finalmente merece una singular atencion en los texidos la manta que hacen de lana hilada y texida á la qual está embutido por una parte el pelo de la piel de nutria formando lineas de color tan rectas como se harian en un telar.130
Lámina 20. Habitantes del Pto. de Mulgrave.128
Dos nativos de Puerto Mulgrave (lámina 20) En el folio 32 recto del Cuaderno... de Tomás de Suria, aparece este dibujo de dos nativos, con una leyenda al pie: «Habitantes del Pto. de Mulgrabe, 59, 59, 30 Lat. N.º, Año 1791, Suria Borrador 163». Frederica de Laguna hace una descripción bastante precisa del dibujo: a la izquierda, un guerrero con el pelo atado en lo alto de la cabeza y un manto con borlas atadado a la cintura. A la derecha, un hombre con un sombrero de cestería y un largo manto con borlas, probablemente una manta tejida de lana de cabra.129 El «peinado» del nativo de la izquierda ya se ha comentado anteriormente: el cabello atado en la parte superior de la cabeza y emplastecido con grasa, ocre rojo y con plumón de ave pegado. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 128
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Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 32r. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale. Para las características del original, Sotos, C. (1982 II): 186 y fig. 588. Laguna, F. de (1972): 967 y lámina 50, lo reproduce como «Hombres de Puerto Mulgrave, 1791». Se reproduce en The Totem Shore (1986): 186; en Monge, F. y Olmo, M. del (1991): 143. Laguna, F. de (1972): 967.
Las vulgarmente denominadas ‘mantas’, aunque su función era la de un manto, se confeccionaban con una urdimbre de corteza, generalmente de cedro rojo (Thuja plicata), pero sobre todo del llamado cedro amarillo (Chamaecyparis nootkatensis) por ser su corteza más blanda.131 La trama es lana de cabra de montaña (Oreamnos americanus), entremezclada y adornada también a veces con plumón de ánade. Estamos aparentemente describiendo las famosas y comúnmente denominadas en el siglo XIX ‘mantas chilkat’ en toda la Costa Noroeste.132 El comercio a larga distancia existía en toda la costa, y no solamente la lana sino las mantas confeccionadas podían encontrase entre los bienes comerciados. Erna Gunther describe la técnica para la ejecución de esas mantas: la lana en varias combinaciones daba a las tejedoras mayores oportunidades para mostrar su habilidad y, además del manto común de corteza de cedro, realizaban una pequeña manta oblonga llamada «manta de hombros». Excelentes ejemplos de esta variedad se encuentran en la colección del Museo de Etnología de San Petersburgo. Estas mantas se tejían con urdimbres de corteza de cedro retorcida, que se tomaban dos a dos según la técnica del entrelazado [twining]. Entre cada par de urdimbres de corteza se introducía una tercera urdimbre hecha de una delgada tira de piel de nutria, con el pelo de cara a la tejedora. El tejido es tan apretado que apenas muestra por dentro la piel de nutria, así que por un lado parece ser por completo de piel mientras que por el otro muestra la lana de cabra salvaje como trama.133 Las mantas de estas características están presentes y se describen en todos los diarios e informes de las expediciones españolas a la Costa Noroeste, y en todas las expediciones se informa de que se compran mantas y se envían al «Real Gabinete». Desgraciadamente no se ha conservado ninguna: los materiales orgánicos, fibras vegetales, lana y plumas son de difícil conservación. De nuevo y en la expedición de Juan Pérez de 1774, nos encontramos ante las primeras mantas de estas característi––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 130 131 132 133
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Espinosa, J. (1791): f. 116. Turner, N. (1992): 71. Emmons, G. (1907): 331. Gunther, E. (1972): 260 y fig. 63.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
cas descritas y se supone que son las primeras que se enviaron a Europa. En el curso del viaje se recogieron una serie de piezas de las que se han conservado listas de su envío al Rey, pero también se recogieron dos mantas que se consideraron especialmente destacables y que se enviaron separadamente. Existe además un manuscrito en el Museo Naval en el que se refiere el envío de esas mantas «especiales», que hemos publicado en otra ocasión134 y del que transcribimos un fragmento: Las Mantas que la tripulacion recogiò, ò cambió con los indios, y que se remiten en este mensal à S M. son mui dignas de observacion, y dan no poco lugar à reflexiones: es-tàn mui bien trabajadas; tienen un dibujo razonable; el todo de ellas està hecho de un punto de ahuja mui bueno, à excepcion de las orlas, faxas, ò tiras exteriores, que parecen texidas: la materia de que estàn fabricadas es lana mui fina, y al parecer de oveja, ò carnero, y seguramente no de Vicuña.135
Por la descripción parece que ambas mantas fueron recogidas en territorio haida, como uno de los misioneros describe: Otras Colchas ó frasadas de lana fina, ó de pelo de animales que parece lana fina, texida, y laboreada de hilo del mismo pelo, de varios colores principalmente de blanco, negro, y amarillo; Un texido tan tupido que parece ser hecho en telares.137
Esas mantas plantean además un interesante problema, tal como ya se preguntaba el autor anónimo del documento que transcribimos, y es que están aparentemente hechas de lana. Sin embargo, en el archipiélago de la Reina Carlota no existen ni carneros ni cabras salvajes, siendo estas últimas las que proporcionaban la materia prima. Los propios diarios pueden aportar una primera solución ya que podría tratarse de pelo de algún otro animal. Veremos además, en el transcurso de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés, las continuas referencias a estas mantas con la lana de perro como materia prima.
Lámina 21. Corbetas Descubierta y Atrevida, y vista de...136 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 134
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Para un estudio de los objetos enviados por la expedición de Juan Pérez en 1774 y que se encuentran en el Museo de América, véase Sánchez Montañés, E. (2010b). California (1774): f. 53. Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-5). N.º de inventario 02248. Para las características técnicas, Sotos, C. (1982 II): 176. Para el Museo de América el autor es Felipe Bauzá. Guillén y Tato, J. (1952): n.º 179, lo atribuye a Cardero. En 1980, Palau atribuye el dibujo a Felipe Bauzá, apoyándose en el diario de Suria, en el que se refiere a varios dibujos hechos los días 24, 25 y 26 de junio de 1791 hechos por Bauzá: Palau, M. (1980): 139. Sin embargo, Sotos, y citando de nuevo el diario de Suria en la edición de Fernández. J. (1939): 43, lo atribuye al propio Suria o «si no es de Suria, está realizado a la vista de algún apunte suyo»: Sotos, C. (1982): 176, fig. 588. En Malaspina, A. (1990): 299, se atribuye a
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Bauzá y se sitúa en el Museo Naval. La misma atribución a Bauzá y la misma ubicación en el Museo Naval se encuentra en Higueras, D. (1991): 60-61. Palau, M. y Orozco, A. (1994): 205, lo atribuyen a Bauzá. En Martínez-Cañavate, L. R. (1994): 203, se reproduce, pero sin pie ni atribución. En Palau et al. (1998): 86-87, se atribuye a Felipe Bauzá y se sitúa en el Museo Naval. Palau, Tovell et al. (1998): 71, lo vuelven a situar en el Museo de América, pero no mencionan autor. Lo reproduce Sota, J. (2002): 114, lo atribuye a Bauzá y lo sitúa otra vez en el Museo Naval. En Vaughan et al. (1977): 27, la obra en la que hemos encontrado los comentarios más acertados de las láminas, dudan entre la atribución a Suria o a Bauzá. En Bernabeu, S. (2003): 155. En David et al. (2003): 157 y lámina 17. En Galera, A. (2010): 79. En Sánchez Montañés, E. (2011): 703. Crespi, J. (1774): f. 16.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
No tenemos noticias de la existencia en museos de mantas antiguas procedentes de territorio haida, pero precisamente sí se conocen escasos y raros ejemplos tlingit.138 Por regla general, todas las referencias a la arribada de la expedición a la bahía de Yakutat se han ilustrado con el siguiente dibujo, que aunque no es precisamente de carácter «etnográfico», muestra el escenario general de los acontecimientos que tuvieron lugar en los días sucesivos. Sin embargo, la mención en todos los diarios a que el día 29 de junio, a la caída de la tarde, despejó el tiempo y pudieron por fin contemplar, llenos de admiración, la cordillera y el monte San Elías nos lleva a la modificación del orden de la historia.
se realizó desde algún lugar cercano al campamento español en Puerto Mulgrave. Lo que aparece a los ojos del espectador es precisamente la amplia bahía de Yakutat, elevándose al fondo el nevado monte San Elías. El día 29 de junio, por la tarde, encontramos en el diario manuscrito de Malaspina una interesante descripción que nos parece encaja a la perfección con el paisaje que el pintor, sea quien fuere, ofrece: Pero con la caida de la tarde, despejado enteramente el Tiempo, era aun mucho mas nuevo y grandioso de quantos se han referido hasta aquí el Espectaculo, que se nos presentó a la vista: Semejante a el Telon de un Teatro, que corrido con la mayor prontitud, descubre en un solo instante a el Espectador admirado un numero creecido de objetos tan nuevos, como varios, y agradables, así disipadas las Nubes, y Serrazon, que havín hasta aquí interceptado los objetos distantes, se dexó ver toda la Cordillera Majestuosa, que desde el Monte Buen Tiempo sigue hasta el de San Elias: El Hielo, de que estavan cubiertas desde su Cima hasta la ultima Falda, reflejava con nuevo brillo, los Rayos del Sol.142
Vista de la bahía de Yakutat desde Puerto Mulgrave. Al fondo el monte San Elías (lámina 21) T. Vaughan y Mercedes Palau mencionan que el dibujo muestra en primer plano a las dos corbetas, con la Descubierta a la izquierda y al fondo una montaña cubierta de nieve, que identifican como el monte San Elías. Recuerdan que, en su Diario, Suria se refiere a varios dibujos realizados los días 24, 25 y 26 de junio de 1791.139 Si recurrimos a los diarios, efectivamente el 24 de junio de 1791, Suria menciona «unas Montañas muy Grandes todas de Niebes» y en las anotaciones del día 25 es mucho más preciso, mencionando: Se onstentaba sobre el Mar una Cordillera de Zerros que con el Monte ‘buen tiempo’ (que es el mas Alto y Grande) formaban un Angulo, todos de una Magnitud espantable: causaba mayor Espanto y admiracion berlos todos desde el Pie ala Cumbre cubiertos de Purisima Niebe que no se hartaban los ojos de mirar. Yo me puse a dibujarlos sobre la fondilla pero el Ayre frigidisimo que benia de ellos me areò prontamente pues no lo puede sufrir: me baxé al Jardin de Estribor y alli sin tanto frío saquè una bista que adoptò mucho el Geografo agregandola con las demas ala Coleccion.
Y el día 26 de junio Suria anota que el geógrafo Bauzá y él sacan una vista de unos cerros.140 Sin embargo, en el diario de Bauzá —mucho más prolijo en relación con los aspectos técnicos— no se encuentra, en los días citados, ninguna mención relacionada con esos dibujos; tal vez podría tratarse de temas que le parecerían sin importancia.141 Pero la perspectiva de la escena hace pensar que probablemente ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 138
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En el Museo Peabody de la Universidad de Harvard se encuentra otro ejemplar adquirido en 1800 y reproducido por Emmons, G. (1991): 232. Podemos ver también una de ellas en Fitzhugh, W. y Crowell, A. (1988): 217, fig. 284 y 76, fig. 80, donde asimismo puede verse el dibujo de un jefe tlingit llevando una de esas mantas. Vaughan et al. (1977): 27. Suria, T. (1791): ff. 9v-10. Bauzá, F. (1789-1794): ff. 69-70.
No se encuentra en los diferentes diarios ninguna mención a que se sacara una vista del paisaje, aunque el propio Malaspina menciona la presencia de Felipe Bauzá, que «con el Teodolite imediatamente se dirigío a uno de los Estremos de la Base para estender las Marcaciones...». Una mención a la maravilla del paisaje puede también encontrarse en Bustamante y en Espinosa. Y en el diario de Bauzá, describiendo el mismo paisaje, puede leerse: «… la vista sacada con la Camara obscura dara una idea mas completa de quanto pudieramos añadir...».143 El día 30 de junio muy temprano, hacia las cuatro de la mañana, se reemprendieron las diversas tareas: «Don Josef Espinosa» salió con las lanchas y los bombos «armados» a hacer aguada y leña; «Don Felipe Bauzá», con un bote armado fue a reconocer la bahía de Monti hasta el cabo Carrew; el piloto Maqueda, con otro bote, reconoció el interior de los canales entre las islas; y los oficiales astrónomos se dispusieron para realizar todas las observaciones que estuviesen a su alcance. Un episodio interesante es que se aproximó al observatorio el viejo Ankau acompañado de otra persona «prominente», para anunciar a los españoles la proximidad de dos grandes canoas, ignorando si eran hostiles o pacíficas. El jefe solicitó a Malaspina que pasase a la orilla opuesta y se disparase un tiro de fusil, cosa que se encargó de hacer Don Ciriaco Cevallos. Inmediatamente los visitantes prorrumpieron en el «Imno de Paz» y se aproximaron a la orilla. Disipados los recelos, los «caudillos de ambas piraguas» fueron llevados en brazos a la playa y les fue––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 142 143
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Malaspina, A. (1789-1794): f. 308. Bustamante, J. (1789-1794): f. 139v; Espinosa, J. (1791): ff. 102-103. Bauzá, F. (1789-1794): f. 72v.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
ron presentados a los españoles «de parte de nuestro Ankau», para dirigirse luego los nativos y sus visitantes a sus viviendas. Durante doce horas los expedicionarios pudieron continuar con sus mediciones y volvieron a encajonarse todos los instrumentos hacia las cuatro de la tarde. Finalmente, «Don Tomas Suria rectificó en esta Ocasion, para representarlas a el vivo, todas las Ideas adquiridas en los dias anteriores...».144
Sombrero ceremonial de un jefe del Pacífico norte (lámina 22) Este dibujo, firmado por Cardero, es el único que representa un objeto aislado de la cultura material tradicional: un sombrero de cestería con diseños pintados. Puede
Lámina 22. Sombrero o turbante del Gefe de Mulgrave...145 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 144 145
Malaspina, A. (1789-1794): ff. 308v-310. Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-81). N.º de inventario 02256. Para las características técnicas del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 186 y fig. 587. Lo reproduce Guillén y Tato, J. (1952): n.º 178. Laguna, F. de (1972): 975 y lámina 58, como «Sombrero con emblemas del jefe de Puerto Mulgrave, 1791», reproduce el título español y continúa: «(Aguatinta «81» por Suria: erroneamente atribuido a José Cardero. Costesía del Museo Naval. Madrid)». En Gunther, E. (1972): 155 y fig. 36 como «sombrero ceremonial del jefe de Mulgrave». En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 34, como «ropa india». En Vaughan et al. (1977): 34, n.º 15. En Palau, M. (1980): 141 y n.º 50. En Engstrand, I. (1981): s. n. En The Totem Shore (1986): 152. En Galera, A. (1987): 50, como «Sombrero de la Costa Noroeste. Expedición Malaspina. Museo Naval». En El Ojo del Tótem (1988): 82, con el pie del original. En Peset, J. L. (1989): figura 3. Se reproduce en Malaspina, A. (1990): 305, pero como un adorno a final de capítulo, sin pie. En Higueras, D. (1991): 52. En Sáiz, B. (1994): 278. En Palau, M. y Orozco, A. (1994): 64, como «Sombrero del jefe de Mulgrave». En Pedro, A. (1995): 199.
encontrarse entre los dibujos de los que Suria realizó esbozos, pero que luego terminó José Cardero en México, como veremos sucedió con seguridad en el caso del dibujo siguiente. Mercedes Palau recuerda que en el Museo de América se encuentra algún sombrero semejante,146 y efectivamente podemos mencionar como ejemplo el inventariado con el n.º 13574. Precisamente ese sombrero ha sido clasificado como chugach por Bill Holm —no como tlingit— por la forma peculiar de sus diseños.147 En el dibujo, además del propio sombrero que adivinamos hecho de cestería y con diseños pintados, parecen haberse sobrepuesto dos objetos rígidos, con adornos geométricos, que recuerdan mucho los objetos de marfil: probablemente amuletos que encontramos unidos a los sombreros y viseras, de madera o cestería, de los chugach y otros pueblos del Pacífico norte y del mar de Bering. Lo mismo podemos decir del elemento, aparentemente de madera y cabello, que se encuentra a la derecha del sombrero y que de nuevo recuerda a máscaras y tocados ceremoniales de los yupik. Pero en los diferentes diarios de la expedición no hay constancia de que se recogiera ningún sombrero de estas características en territorio chugach. Los encuentros con los nativos fueron siempre muy fugaces y un sombrero de este tipo no es precisamente un objeto utilitario para llevar en un kayak. En cualquier caso, esos característicos sombreros de cestería, coronados por una serie de cilindros, también tejidos, eran considerados prestigiosos emblemas del rango de jefe, tanto entre los tlingit como entre los esquimales del Pacífico, debiendo recordar de nuevo la compleja situación política de la bahía de Yakutat en las fechas de la parada de la expedición. No hay ningún dibujo que muestre a nadie llevando este peculiar sombrero, probablemente porque las condiciones de uso, las danzas en contextos ceremoniales, no tuvieron ocasión de ser presenciadas por los españoles. Ya se han mencionado anteriormente los sombreros pintados, hechos de raíz de picea, tejidos mucho más finamente que los de uso común, pertenecientes y llevados solamente por las personas de prestigio. El dibujo representa un sombrero de uso exclusivamente ceremonial, un sombrero de danza, que solían tener el ala algo más corta para permitir ver el rostro del danzante. Los más preciados y decorados tenían una serie de anillos tejidos que se alzaban desde lo alto de la copa. Esos anillos se tejían con entrelazado de tres fibras alrededor de una base delgada de madera que generalmente ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 146 147
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Palau, M. (1980): 141. Holm, B. (1989): 111-112.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
ñado de Don Tomas Suria, y Don Josef Espinosa fui con el Bote directamente a el Rio, y poco despues de las nueve yà estava en el paraje indicado: Se nos aparecieron afortunadamente quatro, ô cinco Naturales, que erravan en los Campos imediatos buscando Fresas para su Alimento. Parecían a la verdad de la ultima Plebe, y por consiguiente poco aptos a satisfacer mi Curiosidad; pero, como fuese mi Animo, el recoger para el Real Gabinete una, u ôtra Cosa de estos Sepulcros, no me era a la sazon mas... que cualquiera otra de la Poblacion del Fondeadero; la qual, ô por... de temor, ô de Veneracion, no me huviera tal vez permitido la ejecucion de mis Ideas: Medimos a el principio, y Don Tomas Suria representò en una Vista de Perspectiva los Postes, y Vigas, que enserravan una Abitacion larga, y dispuesta a el parecer para el Ibierno.150
se dejaba en el interior. Los anillos variaban en número según el rango de su portador, y a menudo colgaba una piel de armiño desde la parte superior de los anillos,148 que en este caso parecen ser mechones de cabello. De nuevo, y aunque nos encontramos ante un objeto descontextualizado, se trata claramente de un marcador de diferencias de clase. Ese mismo día 30, al regresar Felipe Bauzá de sus exploraciones, informó a Malaspina de que había: ... visitado, no sin mucha admiracion, el paraje de los Entierros, yà indicado por el Capitan Dixon: las circunstancias, de todo lo que rodeava este paraje, eran demasiado curiosas, y podría dar tanta luz sobre los principios religiosos de estas Naciones, que uviera sido culpable el no visitarle yò mismo: Así en la mañana siguiente acompa-
Esa mencionada perspectiva de postes y vigas es la que parece representarse en el dibujo de la lámina 23.
Lámina 23. Casa de Ybierno sin techo en el Puerto de Mulgrave.149 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 148 149
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Busby, S. (2003): 75. Museo de América (Colección Bauzá, tomo I-10). N.º de inventario 02250. Firmado por Josef Cardero. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 178 y fig. 561. Se reproduce en Vaughan et al. (1977): 33 y n.º 14. En The Malaspina Expedition (1977): 11. En Palau, M. (1980): 139
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y n.º 44. En Engstrand, I. (1981). En La Expedición Malaspina (1984): 108 y n.º 278. En Higueras, D. (1991): 66-67. En The Totem Shore (1986): 129. En El Ojo del Tótem (1988): 58-59. En Palau, M. y Orozco, A. (1994): 61 y 133. En Sota, J. (2002): 110. Malaspina, A. (1789-1794): f. 311 y f. 311v.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Estructura de una casa permanente de invierno yakutat tlingit (lámina 23) Lo primero que llama la atención es la aparente contradicción de que en todos los diarios se menciona a Suria como el que dibuja esta estructura, mientras que el dibujo está claramente firmado por José Cardero. Además de Malaspina, Bustamante, por ejemplo, menciona que «Don Tomas Suria representó en una vista de perspectiva los postes y vigas que formaban una larga habitación el parecer dispuesta para el invierno».151 Sin embargo, en la Descripción..., Malaspina menciona que los sepulcros que le interesaban y de los que luego hablaremos, «se han representado con mucho primor por el Dibujante Cardero».152 Como los dibujos de los «sepulcros» y de la estructura de la casa se hicieron en el transcurso del mismo desplazamiento, y en él solamente se menciona la presencia de Suria y nunca la de Cardero, la única conclusión posible es que este dibujo fuese otro más de los que terminó Cardero en México a la vista o sobre apuntes de Suria. Otro punto a destacar es que, a pesar de lo que reza en el pie, la estructura de esta casa no se encontraba en Puerto Mulgrave sino al otro lado de la bahía Monti, en la península Phips cerca del que se denomina «rio»: el desaguadero a la bahía de las lagunas Ankau. Al tratarse de un dibujo terminado posteriormente, no es importante tanto mencionar las figuras que en él aparecen: dos españoles y un nativo vestido con una piel de oso y al fondo, a la derecha, una canoa, que pueden incluso tratarse de «adornos», añadidos para hacer más vistosa la composición, sino fijarnos en lo básico del dibujo, la estructura de enormes troncos, característica generalizada de todas las viviendas de la Costa Noroeste, y uno de sus rasgos más definitorios. Todas las casas tenían una estructura de grandes postes y vigas hechas de tronco de cedro,153 tal como vemos en el dibujo. Una estructura de troncos y varas más delgadas, que también se representan en parte, configuraba el armazón de la vivienda, que se cubría posteriormente, tanto en las paredes como en el tejado, con gruesos tablones. Esas paredes de tablones se colocaban en la región septentrional verticalmente, perfectamente asegurados sobre una especie de alféizar. Su tamaño medio estaba entre los 15 por 17 m. El interior podía estar semiexcavado, formando plataformas que
luego se recubrían también con tablones, y la entrada solía hacerse por medio de dos o tres escalones. Esa entrada era el único vano, aunque también se podía abrir un agujero en el centro del tejado para permitir la salida del humo. Una hoguera, protegida por un cuadrado de tierra en el centro de la casa, era donde se cocinaba. Levantar una casa era un duro y complicado trabajo, reservado solo a trabajadores especializados. Levantar y ser propietario de una casa estaba solamente al alcance de la nobleza, la poseedora de los recursos, quien además daba nombre a esas casas entre los tlingit referidos generalmente a emblemas animales: casa del Cuervo, de la Orca, del Halibut... 154 Un linaje ocupaba una de esas grandes viviendas comunales, vivienda que no era solamente un refugio sino un símbolo; era el contenedor de ese linaje y ayudaba a su identificación como una familia. Por ello y generalmente —como veremos también dibujadas aunque en otras regiones de la costa— las casas solían decorarse con tallas y pinturas, tanto en el interior como en el exterior. Representaciones que de nuevo aludían al linaje y, por lo tanto, al nombre del propietario de la casa. En relación con esta casa en concreto, Suria menciona someramente que los troncos estaban pintados: ... mas adelante sobre la misma Playa hay una Casa en esqueleto que se reduze a tres orcas cada 1ª de tres palos, colocadas Paralelas unas a otras a distancia proporcionada y la de enmedio mas alta que las otras dos: en las Caras de los Palos que miran adentro Ay barios signos.155
Suria menciona «tres», y no cuatro horcas, que son las que aparecen el dibujo. La contradicción es perfectamente posible, ya que el dibujo final no lo realizó precisamente Suria. La información sobre esa estructura es más precisa, ya que el día 4 de junio se realizó una segunda visita al «paraje de los Sepulcros», por parte de los oficiales de la Descubierta, ocasión en la que «acrecentaron mucho en esta Ocasion sus Conocimientos así de las Costumbres como del Idioma»,156 ya que fueron acompañados por el jefe de Puerto Mulgrave. Suria escribe: El Cazique que se hallò allí nos hizo barias señas que nada pudimos entender; pero lo que mas se aprocsima es que o antes o despues de las Zeremonias funerales tiene algun baile en este sitio, el cual debe ser muy particular pues despues de significarnos que se cubrian aquellos Palos con alguna Cosa, desembaynò su cuchillo y lo clabò en el Palo y luego con un ademan muy alegre se puso a
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Bustamante, J. (1789-1794): f. 140v. Malaspina, A. (1795): f. 10v. Para todo lo relativo a la construcción y los estilos de casas puede verse Stewart, H. (1984): 60-75.
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Ibidem: 73. Suria, T. (1791): f. 21. Malaspina, A. (1789-1794): f. 318v.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
bailar haziendo barios mobimientos y trinando una O. con la garganta. 157
Pero es mucho más preciso y proporciona una más detallada descripción el diario de Espinosa: ... y el ultimo encerrado en un pedazo de terreno quadrado formando con palos muy gruesos una Casa sin techumbre. Habia en ella unos pilares muy robustos, en que estaban pintadas con almagre unas caras de hombres de exôrvitante tamaño, rajadas de proposito de alto á baxo. Manifestamos al Cacique nuestra curiosidad por saber qual era el uso de aquel edificio, y él con bastante eficacia nos señaló que aquello se cubria por todas partes con una tela formando tambien un techo muy alto, y que situados varios indios cada uno al pie de un pilar clavaban su cuchillo y bailaban todos à un tiempo, pero nunca pudimos llegar à entender si esta fiesta era una ceremonia religiosa o meramente de diversion fixada à varias estaciones.158
A la vista de este texto, Frederica de Laguna interpreta que dicha casa se habría dedicado con un potlatch que habría incluido sacrificios humanos, cosa que les había indicado el jefe Juné mediante gestos, y que esos sacrificos se habrían realizado apuñalando un esclavo en cada poste.159 La idea de la asociación de la construcción de una casa con el sacrificio de esclavos entre los tlingit, se encuentra también en otros autores.160 Sin embargo, y en relación con el sacrificio humano como ofrenda de fundación de una vivienda, costumbre por otra parte muy común en el Nuevo Mundo, el antropólogo George MacDonald afirma que, aunque es una idea comúnmente aceptada que los haida mataban y enterraban a un esclavo sobre el que luego se levantaba el poste de frontal de acceso a la casa, nunca se han encontrado restos de los mismos en los varios postes removidos para su traslado a museos.161 Si volvemos sobre el texto de Espinosa, vemos que nos topamos con el tradicional problema de comprensión de un informante, del que además se desconoce por completo el idioma. Alguna de las interpretaciones de Espinosa no son sencillamente posibles: sería imposible cubrir con una gran tela una estructura de esas dimensiones; los tlingit, como en toda la Costa Noroeste, desconocían el tejido en telar. Las mantas se realizaban entretejiendo manualmente diferentes tipos de hebras que colgaban flojamente de un travesaño. Tal vez el jefe le estaba indicando que se cubría con tablones, y Espinosa interpretó mal el gesto, acostum-
brado, como europeo, al levantamiendo de tiendas, como las que se erigían en el transcurso de la expedición para el, o los, observatorios. Sin embargo, parece más aceptable la idea de Espinosa de que el jefe les estuviera dando a entender que allí se celebraba algún tipo de ceremonia, no necesariamente una fiesta de fundación, como interpreta de Laguna, sino una ceremonia «religiosa» o «estacional», como menciona nuestro cronista. Podría tratarse de una fiesta en celebración de una victoria, dado lo descrito y dado el carácter belicoso de la región, como ya hemos mencionado. Las fiestas, que andando el tiempo los antropólogos denominarían potlatch, se celebraban en toda el área en el interior de las grandes casas, que se acondicionaban al respecto. El mismo día y en el mismo episodio que venimos refieriendo, Malaspina —junto con don José Espinosa y Tello y Tomás de Suria— visitaron los «sepulcros» del anterior y actual ankau. Era una visita muy deseada por Malaspina, ya que intentaba de algún modo aproximarse al, para los españoles, inexplicable mundo de creencias de los nativos de la bahía de Yakutat: ... luego nos ocupó por largo tiempo con los mismos objetos el Sepulcro antiguo, y ultimamente el Nuevo, que por su Coloracion y Adornos, y buena Conservacion, no podía menos de causar estrañeza y admiracion, finalmente, no repugnandolo los Naturales, a quienes havía preparado con algunos dones saqué, y embié a el Bote una de las Cajas, que estavan en el Sepulcro antiguo. Estava esta ligeramente adornada por fuera con los Caracoles acostumbrados: Conservava otra Caja menor, en la qual hallamos embueltos en una Especie de Esportilla, solo pocos huesos Calcinados, y en mucha parte pulverizados: la Vista de estos Sepulcros, que acompaña nuestra Narración dará mejor idea de sus diferentes partes, y de sus proporciones, de lo que pudiera alcanzar una descripcion por si dificil, y cansada; Solo especificaremos aqui, que yà comprendimos por los naturales, ser estos Sepulcros unicamente de los Ankaus, û familia reinante, y que no nos quedò duda de la Combustion de los Cadaveres a el reedror del Figuron, pues ademas de señalarlo así los Naturales, vimos tres, ô quatro pequeñas fosas del largo de un hombre, en las quales estavan cubiertas con algunas Tablas, y Piedras, los Carbones, ô leña, que havían servido para la Pira.162
Veamos a continuación los dibujos de esos monumentos funerarios:
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Suria, T. (1791): f. 21. Espinosa, J. (1791): ff. 111-111v. Laguna, F. de (1972): 312. Véase por ejemplo Averkieva, J. (1971): 330. MacDonald, G. (1994): 26.
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Malaspina, A. (1789-1794): f. 311v.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Lámina 24. Pira y sepulcros de la Familia del actual An Kau en el Puerto Mulgrave.163
Conjunto de monumentos funerarios de la familia del jefe de Puerto Mulgrave (lámina 24) Tanto este dibujo como el siguiente y, sobre todo los comentarios de los varios diarios, se refieren a dos temas relacionados. Por un lado la descripción, en algunos casos muy precisa, de dichos monumentos, que en muchos casos se ajusta exactamente a lo dibujado. Pero por otro aparecen también en las fuentes comentarios sobre las creencias de los nativos, motivo casi siempre de incompresión, dada la distancia cultural entre observantes y observados. Ya que, como hemos apuntado antes, la estructura de la casa y los monumentos funerarios se hallaban en las inmediaciones, nos encontramos también ante dos episodios diferentes realizados en dos dias distintos. El 1 de julio es cuando Malaspina, junto con Tova y Suria, llevaron a cabo una primera visita en la que recogieron algunas cajas sepulcrales para el Real Gabinete. En el transcurso de la segunda visita, la realizada por los oficiales de la Descubierta el 4 de julio, es cuando, en compañía del jefe de Puerto Mulgrave, recabaron y obtuvieron información más precisa sobre las practicas funerarias de los habitantes de la bahía de Yakutat. Este primer dibujo, firmado por Cardero, debe de nuevo inscribirse en la serie de los que terminó este pintor México, pero basándose sin ninguna duda en los apuntes realizados por Tomás de Suria. Se trata por lo tanto de una composición
realizada posteriormente, e indudablemente «adornada» con una serie de figuras de españoles y de nativos que consideramos carece de sentido describir o identificar. Sin embargo, las descripciones que acompañan al dibujo de los «monumentos» nos permiten un mayor grado de fiabilidad, ya que además encajan a la perfección con las tradiciones fúnebres de los tlingit, descritas repetidamente por la antropología. En el dibujo aparece en el centro una gran escultura de un animal en posición sedente, con lo que sería una especie de cola clavada en la tierra, sobre la que se alza. El animal tiene sobre sus rodillas una caja decorada que sostiene también con sus garras. La iconografía del animal es claramente la de un oso, emblema de linaje muy común entre los tlingit,164 y que confirma en su conocido trabajo sobre los pueblos nativos de la bahía de Yakutat Frederica de Laguna.165 La ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 163
164
165
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Museo Naval, ms. 1723-5 Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 178-9 y fig. 563. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1932): lám. VI. Torre Revello, J. (1944): 60 y n.º 25. Laguna, F. (1972): 977 y lámina 60 dice claramente que es de Suria, erróneamente atribuido a Cardero. En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 36, sin autor ni procedencia. Se reproduce en Peset, J. L. (1989): fig. 1. En Higueras, D. (1985 II): 451 y n.º 2925. En Sotos, C. (1991): 254. En Higueras, D. (1991): 72-73. Se reproducen detalle de este dibujo en Higueras, D. y Pimentel, J. (1993): 100 y 101. Se reproduce en Palau et al. (1998): 92-93. Los mismos detalles que en Higueras y Pimentel aparecen en Bustamante, J. (1999): 244 y 245. En David et al. (2003): 120 y lámina 12. El mito de la Madre Osa, que es como realmente debe denominarse, puede encontrarse, por ejemplo en Barbeau, M. (1950 I): 182-183. Laguna, F. de (1972): 342.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
Entre las muchas razones y datos positivos que nos han convencido de esta sucesion hereditaria en la familia del Ankau y las distinciones que merecia, debio particularmente fixar nuestra atencion el deposito de los cadaveres de la misma familia que con toda prolixidad exâminamos. Tampoco nos fué posible el comprehender si el monstruo colosal de que hemos hablado representaba un idolo, ò era solo un recuerdo espantoso de los estragos de la muerte, pero nos inclinaba à creer lo primero el que exîstian en sus inmediaciones varias piras en las quales se habian quemado diferentes cadaveres, y en la caxa que tenia debaxo de las manos ô uñas se dexaban vér una esportilla vacia, una copa de sombrero europeo, una piel de lobo y un pedazo de tabla. [...] La cara del monstruo miraba al E. y su nombre era Yukitchetch, segun algunos naturales, quienes nos aseguraron tambien que los dos monumentos laterales correspondían à dos hijos del Ankau. [...] Don Antonio Toba en su excursion de las Lanchas halló en la isla Pineda otro conjunto igual de monumentos en la misma direccion y con el mismo monstruo, lo qual nos induxo finalmente à creer que cada descendencia ó familia reynante forma su monumento particular que compuesto de madera y descuidado despues, es en pocos años victima de las intemperies y del tiempo.170
caja es claramente una caja funeraria, tallada y/o pintada, ejemplares que es posible encontrar hoy en muchos museos del mundo. Espinosa, que se revela siempre como uno de los observadores más agudos de la expedición, se da cuenta en seguida de la función de dicha caja cuando menciona que la «figura grande y horrorosa... tenia en sus garras una caxa en que creimos estarian los huesos de alguna persona», y precisa más su descripción: La altura del monstruo era de 10 ½ pies frances [aprox. 3 m], construido de madera de pino, y los adornos de la caxa de conchitas embraidas en la misma madera; todo estaba pintado de almagra à excepcion de los dientes, las uñas y la parte superior de la cabeza que eran de blanco y negro.166
A ambos lados de esta escultura, vemos en el dibujo a modo de dos grandes cajas o estructuras cúbicas, levantadas sobre postes, y en medio, en tierra, una especie de altares. La caja de la derecha está cubierta de diseños tallados y/o pintados, del mismo estilo de la caja funeraria: ... a la mano derecha abìa dos Caxones Cuadrados elebados del Suelo hasta dos baras y media y sostenidos por quatro Pilares igualmente bien escuadreados: dichos Caxones el de la mano Izquierda tiene en la Caxa que haze frente barios signos de Mascarones y otros que no sabemos su significado al pie de dichos Caxones (esto es a la raiz de la tierra) ay otros que fue los que esploramos y encontramos una Calabera Calzinada, entre unos Petates; cuyo Caxon con todo lo que tenia nos traximos a bordo.167 Los dos depositos laterales se formaban por dos pilares que sostenian una caxa como de vara de largo en la que habia dos canastos uno mayor que otro, bien trincados y cuyo contenido no pudimos averiguar: en la parte inferior habia otra caxa cubierta con algunas tablas sueltas colocadas en el suelo sin sugecion alguna y contenia una esportilla con algunos huesos calcinados y divididos en partes muy chicas, de suerte que à penas podia distinguirse que eran partes del craneo y las dos primeras vertebras del cuello.168
Parecen tratarse también de cajas funerarias que debían contener restos humanos, y es de nuevo Espinosa quien refiere que los naturales le informan de que esas contenían los restos de dos hijos del ankau.169 Pero más interesantes que las precisas descripciones de estos monumentos son las consideraciones que encontramos, sobre la relación de los mismos con la estructura social jerarquizada de los pueblos de la bahía de Yakutat y el sistema de creencias. Las palabras de Espinosa parecen tan reveladoras que creemos interesante transcribirlas in extenso: ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 166 167 168 169
Espinosa, J. (1791): ff. 111-112. Suria, T. (1791): ff. 20v-21. Espinosa, J. (1791): f. 112. Ibidem: f. 112.
Efectivamente Tova menciona: ... de todos los Canales en las inmediaciones de la Isla Pineda171 y rinconada del E. se presentaban a cada paso estos Comerciantes, cuia circunstancia y la de abandonarnos amedida que nos acercabamos al fondeadero de Mulgrave, nos hizo inferir había por estos parajes otras rancherías de cuia noticia carecíamos, siendo una comprobación de esta conjetura el gran Cementerio que bisitamos no sin alguna repugnancia de los naturales, en la parte E. de la isla Pineda, el qual aunque mayor y mas bien construido, es en todo semejante al que ya se habia reconocido en las cercanías del puerto Mulgrave... 172
De estos textos podemos, por lo tanto, extraer la conclusión de algo ya mencionado anteriormente: que un mismo linaje, tal vez representado por el emblema que vemos en el monumento funerario, controlaba el territorio de la bahía de Yakutat. Es muy interesante también la mención de Espinosa de que el monumento de madera era descuidado, y en pocos años víctima de la intemperie y del tiempo. En la concepción del arte monumental tradicional importaba siempre el momento de la erección, en este caso de un monumento funerario, acompañado siempre de la fiesta pública correspondiente. Luego el monumento se abandonaba, efectivamente, a las inclemencias del tiempo, para que volviera a convertirse en el bosque del que al fin y al cabo había surgido. Nunca fue un arte para perdurar, como encontramos entre otros pueblos del mundo e incluso en América. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 170 171 172
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Espinosa, J. (1791): ff. 111-112v. Actualmente la isla Knight. Tova, A. (1789-1794): f. 188.
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Tanto las descripciones como los dibujos mencionan el hecho de la cremación de los cadáveres. La cremación era una práctica extendida en la cultura tradicional. Estaba unida a la idea de la reencarnación y a la necesidad de conservar cuidadosamente todos los huesos del difunto, el elemento «duro» de ese cuerpo, que era lo que garantizaba la reencarnación. Los ritos funerales de los jefes de alto rango eran largos y elaborados. El cadáver era vestido con ropas ceremoniales y dejado, con todos los tesoros de su linaje colocados delante, en un a modo de velatorio.173 La cremación se realizaba generalmente al cuarto día, pero para el cadáver de un gran jefe había que esperar hasta su descomposición. El difunto se sacaba finalmente de la casa por una abertura hecha en la pared removiendo una tabla, para conducirlo a la pira donde se sometía a su cremación. Los huesos —y los restos mal consumidos— se recogían con cuidado, se envolvían en una manta
y se colocaban en una caja sepulcral o en un monumento funerario. Entre los tlingit las «sepulturas» más antiguas, especialmente en el sur, eran postes mortuorios, tallados con los emblemas del clan y ahuecados para recibir las cenizas del muerto. En el norte eran más típicas las cajas para las cenizas colocadas en lo alto de postes, tal como las vemos representadas en este dibujo. Por supuesto, este largo proceso mencionado se acompañaba de un elaborado ceremonial, cantos y danzas específicos, que se realizaban por determinados segmentos sociales en los momentos adecuados. Las fiestas o potlaches funerarios son, todavía, los de mayor importancia entre los pueblos nativos del área. Pero como hemos visto ya en algunos textos, el conjunto de monumentos funerarios del entonces jefe de Puerto Mulgrave no fue el único que visitaron, ya que en la misma zona se encontraba otro.
Lámina 25. Sepulcro del Ankau del Puerto de Mulgrave anterior à el actual, muerto según indicios en una Rehierta. 174 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 173
174
En archivos de Estados Unidos y Canadá existen muchas fotografías de finales del siglo XIX y comienzos del XX donde puede verse todavía el mantenimiento de esta tradición. Museo Naval, ms. 1726-67. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 178 y fig. 562. Guillén y Tato, J. (1952): n.º 167. Laguna, F. de (1972): 976 y lámina 59, lo atribuye a Suria. En Gunther, E. (1972): 154 y
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fig. 35 aparece como «sepulcro del cacique de Mulgrave». En Higueras, D. (1985 II): 449 y n.º 2924. En The Totem Shore, y un fragmento inferior izquierdo, «oficiales conversando con indios» (1986): 139 y 180. En El Ojo del Tótem (1988): 112-113, con el pie del título del original. En Higueras, D. (1991): 70-71. En Palau et al. (1998): 90-91. Un detalle en Bustamante, J. (1999): 253, como «Fragmento de tripulantes de las corbetas e indígenas confraternizando». En San Pío, M. P. e Higueras, D. (2001): 37.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
Monumento funerario de un antiguo jefe de Puerto Mulgrave (lámina 25) José de Espinosa es quien mejor describe este monumento: A no mucha distancia de estos depositos, habia otro que se hacia mas notable por que aunque el objeto fuese el mismo de abrigar una caxita inferior y elevar otra à mucha distancia del suelo, sus adornos y pinturas mas bien acabadas, los cabellos que colgaban à uno y otro extremo de los palos destinados á sostener la caxa, y la cuspide alta posterior puesta probablemente para recordar la memoria de la persona cuyas cenizas estaban alli depositadas; [ilegible] daba á este sitio un resalte admirable que adquiriria nueva hermosura por los amenos contornos que le rodeabam. Algunos oficiales que visitaron este sitio acompañados de Ankau, pudieron averiguar que era el deposito de una muger suya...175
serie de tradiciones y mitos nativos que todavía existían en la bahía de Yakutat ya en el siglo XX.179 Fueron precisamente de este «sepulcro antiguo» de donde, en el trascurso de la visita de Malaspina el día 1, se llevaron algunos objetos para el Real Gabinete. Suria menciona el «Caxon» inferior que «con todo lo que tenia nos traximos a bordo».180 Tova es más preciso: Se consiguió embarcar una de las Cajas del Sepulcro Antiguo. Estaba esta adornada por fuera Con Caracoles, y dentro había otra menor enla qual se hallavan enbueltos en una especie de esportilla algunos huesos Calcinados, y en gran parte pulverizados. Pudo comprenderse por los naturales Ser estos los Sepulcros destinados únicamente para la familia reynante, no quedando duda de la Combustion de los Cadaberes al rededor del figuron que representa la vista con la mayor propiedad.181
Sin embargo, en otro momento del mismo diario, el mismo Espinosa afirma que el jefe había dicho que este monumento contenía las cenizas de su padre.176 La aparente contradicción es aclarada por Frederica de Laguna, cuando afirma que la caja podía haber contenido tanto las cenizas del padre como de la mujer del jefe, ya que ambos pertenecían al mismo linaje. Dentro de la tradicional organización de linajes y mitades matrilineales existente entre los tlingit tradicionales y entre los yakutat tlingit, De Laguna interpreta que en los monumentos que flanqueaban la figura del oso, sus ocupantes, los hijos del Ankau pertenecían a la mitad Águila-Lobo, mientras que el jefe era de la mitad Cuervo.177 Volviendo al monumento «antiguo», Laguna describe el diseño de la caja funeraria de nuevo como un oso, mientras que los postes o tablones laterales representan aletas de orca y están decoradas con pelo, como los remos de danza. En el suelo se encuentran los restos de otra caja, pero en el dibujo aparece claramente representado lo que parece un sombrero con un emblema o un morrión que representa la cabeza de un lobo, del que se levanta una alta columna tachonada de cilindros178 que nos recuerdan los característicos cilindros que rematan los sombreros de danza. De Laguna concluye que estos monumentos no solamente indican que los emblemas del oso y de la orca se encontraban ya representados en la bahía de Yakutat a finales del siglo XVIII, sino que además se ejecutaban en el estilo característico del arte tradicional tlingit. La situación de estos monumentos en el paraje de las lagunas Ankau y en la costa sur de la isla Knight apoya una
Fue enseguida evidente para los españoles que se trataba, por supuesto, de monumentos funerarios destinados exclusivamente para los jefes principales, para la «familia reinante». El día 2 de julio, una vez concluida las necesarias faenas de aguada y leña para la que eran necesarias las lanchas, se embarcaron Malaspina y Bauzá en la lancha de la Descubierta y Antonio Tova en la lancha de la Atrevida, armados y con víveres para quince días. El objetivo era el reconocimiento de la bahía de Yakutat a la búsqueda del ansiado «paso del Noroeste», ante el que Malaspina se mostraba completamente escéptico, como ya se ha mencionado. La exploración de la bahía acabaría dando la razón al comandante. Tras el ya referido encuentro con un hijo del jefe de Puerto Mulgrave, a las once y media de la noche encontraron la «Línea de Hielo Constante», o lo que es lo mismo, la lengua del glaciar Hubbard, mucho más avanzada en 1791 que en la actualidad y que cerraba el paso a cualquier idea de penetración hacia el interior. El nombre, muy significativo, de bahía del Desengaño, se mantiene en la actualidad: Disenchantment Bay. El único testimonio gráfico de esta pequeña expedición es un dibujo en color, firmado por Juan Ravenet, pintor que se unió a la expedición Malaspina a su regreso de la campaña de la Costa Noroeste 182 y que, por lo tanto, no tuvo ocasión de ver con sus ojos nada de lo representado. Aunque por las razones aducidas el dibujo no es objeto de comentario detallado, incluimos su reproducción a título de ilustración. La lámina se encuentra actualmente en el Museo Naval catalogada con el n.º 1726-73.
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Espinosa, J. (1791): ff. 112-112v. Ibidem: f. 111. Laguna, F. de (1972): 542. Ibidem.
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Para la historia mítica de los yakutat tlingit, ibidem: 230-291. Suria, T. (1791): f. 21. Tova, A. (1789-1794): ff. 176-176v. Sotos, C. (1982 II): 181.
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Lámina 26. Vista del Puerto del Desengaño en...
Las lanchas de la exploración regresaron al lugar de las corbetas el día 4 por la tarde.183 Mientras tanto se habían sucedido una serie de roces con los nativos que culminarían en los eventos del día 5, profusamente descritos y aún ilustrados por medio de una serie de dibujos. El mismo día 2 de julio, y habiendo quedado Bustamante al mando de las corbetas, Cayetano Valdés y Ali Ponzoni salieron con los botes a hacer más leña y aguada, media milla al norte de la ranchería de Puerto Mulgrave. A un marinero de Valdés le robaron la chaqueta y la gorra, por lo que el oficial exigió su devolución al ankau. Bustamante acabó prohibiendo los intercambios mientras no se restituyese la chaqueta. El 3 de julio, el ankau fue a bordo de la Descubierta «disimulando lo acaecido ayer». Bustamante pidió a Espinosa que le enviase el cacique a la Atrevida y, tras muchas «instancias» y gritos por parte del ankau a su gente en tierra, se logró la devolución de la chaqueta, ya que la gorra «no paraba ya en los de esta tribu». Pero la actitud agresiva de los indios en tierra continuaba, intentado incluso uno herir «con su puñal al oficial comisionado don Joseph Robredo». Los españoles decidieron hacer entonces una demostración de tiro, en la que destacó por
su destreza Ciriaco Cevallos. Pero la prohibición de comerciar para prevenir robos había contribuido a aumentar la tirantez, manifestando incluso los nativos «que si no entablabamos los cambios abandonasemos el puerto». La promesa de reanudarlos al día siguiente calmó algo los ánimos. Después de las cinco de la tarde bajaron a tierra el propio Bustamante con los oficiales Concha, Cevallos, Viana, Ali, el contador y algunos marineros. Un marinero fue capturado por los indios y Bustamante se encontró también amenazado por un nativo armado con su puñal. La presencia del ankau solventó la situación por el momento, pero la tensión continuó hasta el punto de verse obligados los españoles a cargar las armas y a aprestarse a su defensa en «campo descubierto». Una serie de disparos realizados desde las corbetas por encima de los nativos y sus chozas calmaron la situación, restableciéndose la paz con cantos y bailes. El 4 de julio amaneció lluvioso, por lo que Bustamante decidió dar descanso a la marinería. Malaspina regresó con las lanchas por la tarde y fue informado de «todo lo acaecido» por Bustamante.184 Entre los sucesos de esos días el propio Tomás de Suria se vio en peligro el día 3, pues fue dejado inadvertida-
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El relato de la expedición en Malaspina, A. (1789-1794): ff. 312-316.
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Bustamante, J. (1789-1794): ff. 141-141v.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
mente atrás, solo y en medio de nativos hostiles. Suria se encontraba dibujando en casa del cacique, le agarraron y le sacaron a empujones y le rodearon cantando en tono insultante. El hecho de hacerse el loco, imitarles y seguirles la corriente en todo lo que le proponían le salvó probablemente la vida.185 El día 5 de julio, tomando las debidas precauciones, se reanudaron los prometidos intercambios con los nativos. Aunque se trataba de apresurar la salida del Puerto para aprovechar la estación favorable y aunque el día había amanecido bastante cerrado con nubes, «habiendo mejorado de semblante á pocas horas de la mañana, dispuso el Comandante bajase á tierra el teniente de Fragata D. Juan Vernaci con el quarto de circulo, un relox, un Pilotin y dos Soldados armados para tomar alturas y concluir la marcha de los reloxes».186 Sin embargo, las últimas horas de la estancia de los españoles en la bahía de Yakutat iban a complicarse.
tar el desembarco de oficiales en auxilio de los que se encontraban en la playa en una situación de riesgo con los nativos. Aunque hemos encontrado alguna pretendida identificación de los oficiales que se encuentran en la lancha a la derecha, esta es claramente errónea, por lo que consideramos mejor transcribir las palabras del propio Malaspina, protagonista en primera persona de dichos sucesos:
Problemas con los nativos de Puerto Mulgrave (lámina 27) Dentro de la narración de los sucesos del día 5 de julio este dibujo podría ser el primero, ya que parece represen-
Peró poco antes del Medio dia, ô bien fuese un mero efecto de una Curiosidad ociosa, ô un nuevo prurito de abusar de nuestra paciencia, empezaron los Naturales a concurrir en mayor numero asía el paraje del Quarto de Circulo, luego a pretender tocar yá uno, yá otro Utensilio, y ultimamente en rodear los Soldados, que procuravan apartarles, llegando hasta pedirles los Fusiles no sin algunas Muestras de Insolencia: No omitío Don Juan Vernaci de avisar muy luego estas circunstancias a el Comandante de la Atrevida, a cuya Voz estava, y este me las participó imediatamente, avisandome, que tenía a su bordo el An-kau, y que para obrar de concierto, deseava, que le previniese mis Intenciones: La debilidad de nuestras Fuerzas actualmente en Tierra, el riesgo de la perdida de una Pieza qualquiera del Quarto de Circulo dificil luego de remplazarle; y sobre todo, el deseo de evitar una discordia, que
Lámina 27. Escena en el Puerto de Mulgrave.187 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 185
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Puede encontrarse el relato pormenorizado de la humillación del dibujante en Suria, T. (1791): ff. 14-14v. Espinosa, J. (1791): ff. 106v-107. Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-22). N.º de inventario 02257. Para el museo el autor es Cardero. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 180 y fig. 565. Lo atribuye a Cardero. Se repro-
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duce en Cutter, D. (1977): 37, sin atribución de autor. Vaughan et al. lo reproducen (1977): 32 y n.º 12 y lo atribuyen a Suria o a Bauzá. Palau, M. (1980): 141 y n.º 5,1 lo atribuye a Suria. Se reproduce en The Totem Shore (1986): 71, sin atribución de autor. En El Ojo del Tótem (1988): 109, se atribuye a Cardero, lo mismo que en Higueras, D. (1991): 74.
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fuese tal vez funesta a unos, y otros, no dexava eleccion sobre el partido mas conveniente: Le previne, que detuviese el An-kau, que le hiciese prevenir a los suyos, que se apartasen de las Imediaciones del Quarto de Circulo, y finalmente que tuviese la Artillería pronta para usarla, si fuese necesario: A el mismo tiempo en el Bote de la Atrevida me embarqué yó mismo con Don Juan de la Concha, y yá nos precedía algun tanto Don Cayetano Valdes con quatro Soldados armados. 188
En el dibujo puede apreciarse a la derecha una lancha con los oficiales que se preparan para desembarcar, lancha que es incluso jalada desde la orilla por unos marineros, mientras que a la derecha se están cargando objetos en otra lancha; uno de los bombos se encuentra varado a su costado. El embarco de los objetos está siendo protegido por la tropa armada frente a un grupo de nativos.
Incidentes con los nativos de Puerto Mulgrave el 5 de julio (lámina 28) Este dibujo del Cuaderno de Suria se ha identificado a veces con los sucesos del día 3, cuando Bustamante se vio amenazado por un nativo con un puñal. Sin embargo, el hecho de que, mientras ocurría el ataque a Bustamante, el propio Suria estaba siendo rodeado por los nativos nos hace pensar mejor en trasladar este dibujo de nuevo a los sucesos del 5 de julio, en los que de forma parecida Malaspina fue también amenazado por un nativo. El título del dibujo del autor, de discordia en 5 de junio, es claramente una errata en el original. De nuevo las palabras de Malaspina son las que mejor pueden continuar con la narración de la «discordia»:
Lámina 28. Discordia con los Naturales del Pto. Mulgrave en 5 de junio de 1791.189 En esta ocasion Yá huviera sido imprudencia el pretender mantenernos en aquel Puerto, hasta la hora de las Observaciones de la tarde, y hacer del Quarto de Circulo un Paladio, 190 que fuese la Causa de una
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Malaspina, A. (1789-1794): ff. 319-319v. Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural: f. 24v. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale.Para las características del original, Sotos, C. (1982 II): 179 y fig. 566. Se reproduce en Laguna, F. de (1972): 959 y lámina 42, como «Una discrepancia con los nativos de Puerto Mulgrave, julio 5, 1791». En The Totem Shore (1986): 179. En Monge, F. y Olmo, M. del (1991): 121.
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Es decir, un monumento que debiera defenderse a todo trance. Dada la erudición clásica de Malaspina, se refiere al Paladio o Paladión, en la mitología grecorromana, que era una estatua arcaica de madera que representaba a Atenea y se conservaba en Troya desde los tiempos de su fundación. Su conquista equivalía a la conquista de Troya, una especie de alter ego (Wikipedia).
LA BAHÍA DE YAKUTAT
dos, y enseñandole el Fusil le dixe, que se retirase; però este solo retrocedío de dos, û tres Pasos, y sacando su Puñal, me manifestó, que el tampoco estava sin Armas; y que no temía: En valde a la sazon, el An-kau, detenido, contra su voluntad, a bordo de la Atrevida, gritava a los suyos, que se retirasen, y les avisava de estar la Artillería pronta para ofenderlos; en valde nos otros mismos, bien unidos, y bastantemente fuertes les deciamos, que se retirasen: Insistían en su primer animo, y mas bien redoblava su furor ciego, llegando a el punto de presentarse un Natural pecho a pecho contra Don Cayetano Valdés, quién tenía prontos su Fusil, y Bayoneta: Yà pues en este tranze me parecío oportuno a el mismo tiempo accelerar el Embarco del Quarto de Circulo sin detenerse en encajonarlo, y avisar a Bustamante que hiciese disparar un Cañonazo sin Bala; mientras no otros nos aproximavamos en buen Orden, y paulatinamente a la Orilla: A el estruendo miraron todos en torno para ver el daño acaecido; el An-kau, solicitó, que no se dirigiese la Puntería a
Rehierta Sangrienta; y Así los primeros Pasos de los Thenientes de Navío Valdés, y Vernaci, y luego de Don Juan de la Concha, y mios se dirigieron a cubrir con la Tropa el Quarto de Circulo, a apartar algun tanto los que estavan imediatos; y aun a convencerles, (encargandonos nos otros mismos de esta Operacion), a que era necesaria esta Medida, y acompañada siempre de las Ideas mas Pacificas y suaves: Mandé a el mismo tiempo a el Pilotin, que encajonase el Quarto de Circulo, y a la Marinería, que llevase a el Bote todos los Utensilios: Resistían los Naturales el retirarse; manifestavan en sus Posturas, y Rostros (yá bien conocidos) el deseo de usar de sus Puñales, si se les presentase una Ocasion favorable, todas las canoas se havían retirado de las Corvetas, y a el mismo tiempo veíamos aproximarse algunos por la parte de la Laguna, y casi a el abrigo de algunos Arboles; mientras de la Atrevida me avisavan, que yá toda la Tribu armada se encaminava asía nos otros: Procuré entonces dirigirme con algun Imperio a un Indio Natural de los mas alenta-
Lámina 29. Retirada del cuarto de círculo.191 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 191
Museo Naval, ms. 1723-6. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 180 y fig. 568. Atribuye el dibujo a Tomás de Suria. Guillén y Tato, J. (1952): n.º 171, lo atribuye a Cardero y lo titula «desembarco en Mulgrave». Laguna, F. de (1972): 958 y lámina 41, lo titula «dificultad con los nativos al levantar los instrumentos del observatorio. Menciona un «título equivocado»: «Mulgrave desembardo», que no menciona Sotos en 1982 ni Higueras en 1985, cosa que sí parece haber visto Guillén y Tato en 1952. En Gunther, E. (1972): 156 y fig. 37, se publica al revés, vuelto de derecha a izquierda, como «Dificultades en Puerto Mulgrave en el viaje de Malaspina». En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 34, sin autor ni procedencia. En Higueras, M. D. (1985 II): 455 y n.º 2927, se atribuye a Suria. Se reproduce en El Ojo del Tótem (1988): 222 y n.º 5/16. En Malaspina, A. (1990): 31, Higueras, M. D. (1991): 75 e Higueras, M. D. y Pimentel, J. (1993): 119, se atribuye a Suria. En Bustamante, J. (1999): 240, se reproduce un detalle. En David et al. (2003 II): 134 y lámina 15.
las Chozas, y algunos parecieron determinados a retroceder; peró muy luego bolviendo a cobrar Aliento, uno de ellos, que nos seguía de cerca, empuñò con noble audacia el Arma, y gritó a el An-kau, que puziese su Persona en Salvo, y vería entonces no esitaría en atacarnos. 192
El episodio de la amenaza de un nativo empuñando su daga es descrito claramente por Espinosa: «Uno en particular resentido por la detencion del Cacique, segun lo indicaron sus palabras, empuño su cuchillo y cubierto con una piel llegó casi hasta ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 192
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Malaspina, A. (1789-1794): ff. 319v-320.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
las puntas de las bayonetas».193 En el apunte pictórico de Suria se ve claramente el nativo cubierto con una piel, blandiendo su daga y enfrentándose a un fusil con la bayoneta calada. Pero el hecho que confirma Espinosa de que «bien temprano el Cacique de la tribu habia pasado à bordo de la Atrevida atendiendo à los cambios en los quales lograba de una grande ventaja sobre los demas con la prefererencia de subir à bordo de la qual él solo disfrutaba»194 acabó solventando la situación que llegó incluso a agravarse, como vemos en el dibujo de la página 79.
tenidos a bordo de la Atrevida, y por consiguiente de nuestras parte aquellas mismas ventajas, que huvieran deseado tener en los dias anteriores por medio del Marinero: Se agregavan a esto las repetidas Voces del mismo An-kau, y la cesacion de los Cambios, todos Agentes para que tuviese lugar muy luego, una nueva Pacificacion; y ultimamente nuestra Conducta uniforme para atraerlos a un Roze amistoso, sin que dependiese ô del recelo de la Ofensa, ô del Cevo, é Interes del Comercio: Así no pasó largo tiempo sin que muchos Naturales, se aproximasen a la Orilla, y gritasen a el Ankau que estavan dispuestos a la Paz; Peró, como nuestras Lanchas del Agua no se huviesen reunido aun a sus Buques, avisé a Don Josef Bustamante, que sería oportuno el detener el An-kau a bordo con differentes Pretestos hasta el Regreso a bordo de D. Ciricaco Cevallos con su pequeño Convoy. 196
Retirada del cuarto de círculo (lámina 29) En el diario de Malaspina es evidente la angustia por lograr que todos los intrumentos de la expedición no sufriesen daño alguno, por lo que el traslado del cuarto de círculo se revistió de gran importancia y fue, incluso, protegido por la tropa armada.195 Malaspina continúa en su diario:
En estos tres dibujos se representa siempre una de las corbetas, e incluso las dos en el apunte de Suria, con el fogonazo producido por un cañonazo. Sin embargo, todos los diarios son claros en que el cañonazo «sin bala» fue solamente uno, reali-
Lámina 30. El Cacique de Mulgrave acompañado de otras Canoas pide la paz a las Corbetas. 197 –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Yá embarcado el Quarto de Circulo, y estando proxima a los Botes toda nuestra Quadrilla, que se havía reforzado con la Reunion del Bote, que estava Sondando, todos los cuidados mas bien devían dirigirse mas bien a la Seguridad nuestra, a evitar, que uno û otro Natural no buscase por sí mismo la Muerte entre nuestros Fusiles, y Bayonetas; por consiguiente dispuse, que se embarcasen algunos Soldados y luego, cubierto por estos lo ejecuté yó mismo con los Sres. Valdes, Concha, y Vernaci; considerandome feliz de haver podido evitar toda Efusion de Sangre Umana, en una Ocasion tan proxima a derramarla. Con la Retirada de nuestros Botes, yá variavan mucho las Circunstancias de la Contienda: pues sin tener los Naturales objeto alguno para sus tretas, y Venganza, veían su Gefe, y otro Indio de-
196 197
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Espinosa, J. (1791): f. 108. Ibidem: f. 107v. Ibidem: f. 107v.
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Malaspina, A. (1789-1794): ff. 320-320v. Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-24). N.º de inventario 02258. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 180-181 y fig. 567. Esta lámina se atribuye a Suria en el catálogo del Museo de América, lo mismo que en el catálogo de la exposición de la Casa de Colón en Las Palmas. Guillén y Tato, J. (1952): n.º de cat. 169. Frederica de Laguna la atribuye a Suria, traduce la leyenda: «El cacique de Mulgrave accompanade de otras canoas pide la pas a las corbetas» y menciona la devolución de los pantalones robados y sitúa el dibujo en el Museo Naval de Madrid. Laguna, F. de (1972): 960 y lámina 43. Gunther, E. (1972): 149 y fig. 31, no se complica buscando autor: «Spanish picture». En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 35, sin autor ni procedencia. Vaughan et al. (1977): 31, lo atribuyen a Cardero. Palau, M. (1980): 141 y fig. 52, lo atribuye a José Cardero. Engstrand, I. (1981): s. n. hace una atribución probable a Cardero. Sotos, C. (1982): 180-181 y fig. 567, a Cardero, quien además recuerda que de la canoa que transporta al cacique existe un dibujo aparte. Pino, F. (1982): Lámina V, lo atribuye a Cardero sobre la base del dibujo del detalle de la Canoa, que dice lo firma Cardero. El dibujo aparece también en Cole, D. y Darling, D. (1990): 122 y fig. 4, donde hacen además un breve apunte etnográfico y se atribuye a José Cardero. Se reproduce en Higueras, M. D. (1991): 19, como de autor anónimo.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
Lámina 31. Cacique de Mulgrave pidiendo la paz a las Corbetas.200 No demoró este mucho, y a las tres de la tarde, repitiendo los Naturales, sus Instancias para la devolucion de su Gefe, y aun ofreciendo la Restitucion de un par de Calzones, que havían quitado diestramente a un Marinero en el Segundo dia del Corte de Leña, accedimos finalmente a que se restituyese a Tierra en una Canoa, que vino a buscarle, con las Señales acostumbradas de Paz: Muy luego vimos aparecer de nuevo el mismo An-kau, que entonando el Imno, y llevando en alto con la mayor Solemnidad los Calzones, ratificó la Paz solicitado de nuestra parte las Voces, y Señales acostumbradas en el Pasamano, así como los suyos las repetían desde la Playa: Despues de esta formalidad, cesó de nuevo toda desconfianza, y no pasó una media hora que se allavan a nuestro Costado
zado por Bustamante desde la Atrevida, obedeciendo órdenes directas de Malaspina. La idea era que el estruendo asustase y parase momentáneamente a los indios, como así sucedió.198 Los dos últimos dibujos representan el final de los incidentes, la petición de paz por parte de los nativos de Puerto Mulgrave con el jefe a la cabeza y los comentaremos conjuntamente, aunque el autor de uno de ellos no estaba presente en los sucesos que se representan.
Los nativos de Puerto Mulgrave piden paz (lámina 30) El jefe de Puerto Mulgrave pidiendo la paz (lámina 31)
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A pesar de que en el año 1984 Concepción García Sáiz dejó muy clara la autoría de este dibujo, que en ningún caso es de Cardero,199 lo incluimos aquí como complemento de la lámina anterior, ya que ambas representan el mismo episodio y esta puede ser considerada un detalle de la anterior. Malaspina continúa narrando con detalle el episodio: ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 198 199
Espinosa, J. (1791): f. 108. En el catálogo de La Expedición Malaspina (1984: 106 y n.º 277) Concepción García Sáiz dice textualmente: «Tradicionalmente ha venido atribuyéndose esta obra a José Cardero, con cuyo estilo nada tiene que ver, y a pesar de estar firmada por José Cardano, un dibujante, grabador y litógrafo español del siglo XIX, con el que parece que Bauzá mantuvo relación epistolar desde Londres, y al que recomendó a menudo para que ampliara sus conocimientos en Francia y Alemania».
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-59). N.º de inventario 02259. El museo lo atribuye al autor de la firma, José Cardano. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 181 y fig. 569. Guillén y Tato, J. (1952): n.º 170, lo atribuyen a Suria. Gunther, E. (1972): 150 y fig. 32, no se complica con el autor y tampoco tiene muy claro qué es lo que reproduce, ya que dice: «Detalle de la canoa del jefe». Cutter, D. (1977): 36, lo atribuye a Cardero. Sotos opina que la firma no parece ser la que emplea Cardero en sus dibujos sino que parece una atribución del siglo XIX. El estilo se aproxima más al de Suria, pero no se atreve a afirmar una atribución. Sotos, C. (1982 II): 181. Vaughan et al. (1977): 30 y fig. 10, a Cardero. Palau, M. (1980): 141 y fig. 54 a Cardero. Se reproduce en The Totem Shore (1986): 130, ya aclarada la autoría de José Cardano, lo mismo que en El Ojo del Tótem (1988): 61. Sin embargo, en Higueras, D. (1991): 76-77 se reproduce como de autor anónimo. En Lucena, M. y Pimentel, J. (1991): 11, se reproduce atribuido a Cardero y situado en el Museo Naval. En Palau, M. y Orozco, J. (1994): s. p., sin pie ni atribución, como ilustración final del libro. En Pedro, A. (1995): 197: se atribuye a Cardero como un «dibujo final». En Palau et al. (1998): 94-95 como de autor anónimo. En Soler, E. (1999): 153, vuelve a atribuirse Cardero. En David et al. (2003): 136 y lámina 16, aparece de nuevo como de autor anónimo. En Palau et al. (2006): 159, aparece sin autor.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
proponiendo una Piel, ô qualquier otra Friolera los mismos Individuos, que a el medio dia despreciavan su Vida por el solo placer ô de ultrajarnos ô de defendernos.201
Aunque estos dibujos y, en este caso concretamente el primero, han servido como base para la realización de comentarios de corte etnográfico, el hecho de que el primero hubiera sido terminado por Cardero en México y de que el segundo lo realizara un pintor que no tuvo en absoluto nada que ver con la expedición Malaspina, hace que le adjudiquemos a este más bien el valor de ilustración de un episodio de las relaciones de los españoles con los nativos. Cole y Darling se limitaron a mencionar que los individuos en las canoas y el kayak llevan ropa de piel de oso y algunos el tradicional sombrero en forma de cono pintado.202 Sobre todos esos aspectos de la cultura material ya se ha hablado. Algo que, sin embargo, sí ilustran claramente ambos dibujos y que además se menciona repetidamente en los diferentes diarios es el característico «himno de paz» con el que continuamente ponían fin los nativos a los encontronazos con los españoles. Descripciones detalladas del «himno» aparecen en Suria, en las primeras aproximaciones de las canoas nativas a las corbetas con ánimo de comerciar: ... luego que estubieron junto a la Escala se lebantaron todos en Pie eszepto el Timonel, y al trueno de una boz Espantosa que diò el mas feo que estaba en medio tendieron todos en Cruz a compas los brazos con mucha biolencia torciendo sus Cabezas para un lado y entonando una Canzion muy triste en su lengua pero que guardaba compas y orden [...] ... en otras hazian una pequeña pausa se seguian con un gran Grito, repitiendolo tres bezes y sonando las Palmas de las Manos con las que llebaban el Compas y con los remos y remataban poniendo los brazos en Cruz.203
día, pero que habían venido gestándose desde antes— tiene que ver sobre todo con el tiempo de permanencia de los españoles en Puerto Mulgrave. Once días no parecen muchos en principio, pero los nativos se habían acostumbrado a la presencia esporádica y lo más breve posible de barcos peleteros. Los españoles estuvieron varios días, sacaban periódicamente de los navíos raros instrumentos y es perfectamente posible que los nativos temieran no solamente por una estancia prolongada sino por un asentamiento permanente. Pasarían muy pocos años para que los nativos de la bahía de Yakutat vieran realizados sus peores temores. En 1794 llegaron los rusos, y esa vez llegaban para quedarse. En 1796 Aleksandr Baranov, que desde 1786 había estado explorando y reclamando el territorio de los tlingit, establecería un asentamiento en la bahía de Yakutat. Es curioso que el mismo Suria dejó dibujado en su cuaderno una muestra material de esa presencia rusa. En el reverso del folio 32, en el que se encuentran dibujados dos nativos de la bahía de Yakutat que comentamos en su momento, se hallan otros dos dibujos sobre los que ya llamó la atención Carmen Sotos. Describe a la derecha del espectador una cruz y, ocupando la mayor parte del papel, un boceto de águila bicéfala en forma de escudo.205 El dibujo está reproduciendo con toda fidelidad.
Emblema ruso de águila bicéfala (lámina 32)
José de Espinosa y Tello lo ratifica: Al principio de nuestra llegada al Puerto y quando aun no habian empezado los cambios, se presentaban estos naturales unos cantando el himno de la paz, y otros llevando el compás dando glopes con los canaletes en la bordo de las Canoas.204
El «himno de la paz», como tantas otras veces, ponía fin a un grave episodio que pudo evidentemente haber tenido trágicas consecuencias, sin el medido comportamiento de los españoles y la férrea disciplina impuesta por los oficiales. La causa de los problemas que estallaron —sobre todo el último
Lámina 32. Emblema ruso de águila bicéfala. 206
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Malaspina, A. (1789-1794): ff. 320v-321. Cole, D. y Darling, D. (1990): 122, fig. 4. Suria, T. (1791): ff. 11v-12. Espinosa, J. (1791): f. 108v.
206
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Sotos, C. (1982 II): 186 y fig. 591. Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 32v. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
Lo que parece representarse en el dibujo de Suria, prácticamente un boceto rápido, al parecer a lápiz, es el emblema del escudo imperial ruso. Vemos un águila bicéfala, cada una de las cabezas con su corona: el águila situada a la derecha del espectador sostiene con su garra la bola del orbe y el águila de la izquierda sostiene el cetro. En el centro del escudo se encuentra una figura algo borrosa, un jinete, que en el escudo imperial ruso se trata de la figura de san Jorge alanceando al dragón infernal. En la misma hoja Suria esboza también una cruz latina sobre un círculo. Se nos ocurre que solamente se trate del bosquejo de una bola de orbe, aunque la cruz aparece en este caso sobredimensionada. En la página 70 del libro Crossroads of Continents: Cultures of Siberia and Alaska, editado por William W. Fitzhugh y Aron Crowell, se encuentra la fotografía de un objeto casi igual al dibujado por Suria, falta solamente la garra que sostiene el cetro. En el listado de las numerosas piezas de museos que se reproducen en esa obra, se menciona que esta placa de latón, de 23 cm de altura, se encuentra en el National Museum of American History, en Washington D.C.207 Lydia Black, la autora del artículo en el que aparece la fotografía, decribe el objeto. El águila bicéfala era el emblema imperial de la Rusia zarista, y fue adoptado de la heráldica bizantina en el siglo XV. Esas placas de latón, con el emblema del águila, se enterraban y se utilizaban para señalar las reclamaciones rusas en territorio americano. La costumbre se inició justamente en 1788 con el viaje de los exploradores Bochorov e Izmailov. El objeto, considerado como un raro ejemplar del Museo Nacional de Washington, parece haberse introducido en las redes comerciales nativas, ya que se encontró en 1934, en la excavación de una tumba nativa klickitat de finales del siglo XVIII, en una isla del río Columbia en Oregón. 208 Se trata de la isla Memaloose, en el curso medio-superior del río Columbia, territorio en el que interrelacionaban pueblos de lengua sahaptin, como los klickitat y chinook, en la que se denomina área de la Meseta.209 La región está lejos del ámbito de influencia rusa, por lo que la observación de que la placa debió de llegar hasta allí por medio del comercio tradicional nativo parece acertada. No olvidemos que las naves rusas se movían por la costa hasta California, y algún buque pudo dejar unas de esas placas en la desembocadura o curso inferior del río Columbia, desde donde pudo ser llevada aguas arriba por cualquier nativo. Tras habernos puesto en contacto con el Museo Nacional de Washington, se confirmó la existencia de esa «Insignia ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 207 208 209
Fitzhugh, W. y Crowell, A. (1988): 348. Black, L. (1988): 70. Véanse, por ejemplo, French, D. y French, K. (1998) y Schuster, H. (1998).
rusa de doble águila», catalogada con el n.º A420307-0, cuyas circunstancias de hallazgo ya hemos mencionado antes. El objeto entró en el museo el 23 de agosto de 1935 como parte de la colección Krieger y —siguiendo la política de la Smithsonian Institution, de quien depende el museo— el acceso a la pieza no es ahora posible, ya que se ha organizado su devolución a los delegados de las tribus confederadas de Warm Springs y/o a los de las tribus confederadas de la nación yakima de Washington. El museo, no obstante, conserva un molde y un vaciado de la placa. Tal vez fuera también el comercio el medio por el que llegó a manos de Suria la placa que dibujó. Entre los objetos comerciados con los nativos, comercio que como hemos visto era continuo y de gran interés para ambas partes, pudo haberse introducido dicha placa, procedente de algún lugar en esos momentos ya bajo la órbita rusa. Suria no la describe en ningún momento, ni tampoco y, como ya hemos mencionado, encontramos, por ahora, ninguna referencia en los diarios de la expedición. El hecho de que se encuentre en el envés de un dibujo podría tal vez indicar que la placa, que significaba las reclamaciones territoriales rusas sobre la región, no sería muy del agrado de Malaspina ni de cualquier oficial, ya que los intereses políticos de España chocaban con la presencia rusa. Las reivindicaciones territoriales rusas habían sido precisamente la causa de la organización de algunas expediciones anteriores españolas. El 6 de julio de 1791 las corbetas salieron de la bahía de Yakutat con rumbo oeste. Aunque trataron de entrar en la bahía Controller, el viento se lo impidió. Recorrieron la costa oriental de la isla Kayak antes de dirigirse a la entrada del Príncipe Guillermo, donde arribaron el 10 de julio. El día 11 se encontraban al oeste de la isla de Middleton —Hijosa en los diarios— con viento en calma y niebla. El día 12, sin que el tiempo hubiera cambiado, roderon la isla, y el día 13 todavía se encontraban solamente a tres leguas al norte de la isla mencionada. Durante los días 14 y 15 de julio continuaban todavía al noreste de la isla Middleton, aunque tratando de avanzar con rumbo NE. Pudo ser en las cercanías de la isla Middleton donde las corbetas se encontraron con una piragua.
Kayak con dos tripulantes (lámina 33) Dado que ya se ha comentado anteriormente la existencia de kayaks en la bahía de Yakutat en el siglo XVIII, sería interesante ahora intentar la atribución correcta del lugar en el que se realizó este dibujo, ya que las interpretaciones refererentes al mismo son muy variadas. En algunos casos se omite el posible lugar de ubicación de la embarcación. En El Ojo del Tótem se reproduce como «Ka-
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Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Lámina 33. Piragua de...210
yaks», de Felipe Bauzá211 y en Higueras se reproduce como «Piragua», pero en inglés figura «Dugout», 212 lo que es incorrecto. Dugout es literalmente una canoa hecha de un tronco ahuecado, que era como se hacían las canoas tradicionales de la Costa Noroeste; no así los kayaks, hechos generalmente de una estructura de madera o de huesos de mamíferos marinos recubiertos de piel. Una ubicación concreta del dibujo se encuentra en Sotos, cuando lo titula «Piragua de Nootka».213 Un pie semejante, «canoa de nootka», encontramos en To the Totem Shore,214 sin atribución de autor: solamente «expedición Malaspina». Blanca Sáiz titula de nuevo el dibujo como «Piragua de Nootka».215 En todos los casos el error es evidente. Los kayaks eran exclusivamente embarcaciones septentrionales y no existieron nunca en la latitud de la entrada de Nootka. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 210
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-40) N.º de inventario 02376. El museo lo atribuye a Felipe Bauzá y lo titula «Piraguas de Nootka». Para las características técnicas del dibujo véase Sotos 1982 II: 190, para quien la técnica y el estilo son cercanos a los de Bauzá. La tutoría del dibujo, cuando se menciona en las demás obras, se atribuye siempre a Felipe Bauzá. El Ojo del Tótem (1988): 101. Higueras, D. (1991): 56. Sotos, C. (1982 II): fig. 592. The Totem Shore (1986): 133. Sáiz, B. (1994): 281.
Existe la posibilidad de que se trate de un kayak yakutat tlingit, como apunta Mercedes Palau, cuando en el catálogo de los originales del Museo de América describe el dibujo como «piragua de Alaska» y luego aclara al pie del dibujo: «Piragua con un (?) indio Mulgrave».216 Podría tratarse incluso del dibujo del kayak que se acercó el día 27 a la Atrevida y que, como hemos mencionado anteriormente, describió y dibujó Tomás de Suria en su diario. Pero otra posibilidad que se ha mencionado es que se tratase de algún kayak avistado en las proximidades de la entrada del Príncipe Guillermo, ya en la latitud del área ártica. Esa posibilidad ya fue señalada por Erna Gunther cuando menciona «Un pequeño bote visto en Prince William Sound».217 La misma ubicación realiza de la Sota cuando cita: «Es ya la tierra de los esquimales y dos de ellos salieron a inspeccionar las corbetas en alta mar a bordo de su frágil pero ágil kayak». 218 Efectivamente, el día 10 de julio, por la tarde, Malaspina relata un encuentro con tres kayaks en las inmediaciones de la entrada del Príncipe Guillermo: Unas tres Canoas de Naturales, de las Serradas con Piel de Lobo, yà se havian dexado ver, quando a las seis de la tarde [del 10 de julio] to––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 216 217 218
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Palau, M. (1980): 141 y fig. 53. Gunther, E. (1972): 151 y fig. 33. Sota, J. (2002): 115.
LA BAHÍA DE YAKUTAT
mos por popa inmediata al timon donde les hizimos repetidas instancias paraque subiesen a nuestro bordo escusandose temerosos y significandonos las sabidas señales de Amistad tendiendo los brazos y repitiendo esta Palabra Lalí. Lalí. Desde luego equibalente a la de Koacan o Amigo: al mismo tiempo nos manifestaron los deseos que tenian de que fuèramos a fondear a un Puerto que segun las señas que nos hacian caíya en la Parte del Oeste de otra Isla y abiendo perdido las esperanzas se fueron. Su traje el que usan los de Mulgrabe Pieles de Nutria el uno y el otro una Tunica de tripa flexsible y transparente sujeta su falda al borde del Agujero de la Canoa sus sombreros a la Chinesca el Pelo suelto entrapado de Almagre oradadas las orejas y nariz pendiente de aquellas unos cueros en tiras como cintitas y en esta atrabesado un colmillo o Gueso de Animal Terrestre. 225
mamos las Muras à Babor: Gritaron con sus acostumbradas señales, y tono enfatico a la Descubierta, que navegaba algo distante, y luego alcanzaron a la Atrevida, cuyo Comandante me puso la señal de que manifestaban Ideas Pacificas: [...] en sus canoas, se notaba una mayor perfeccion, que en las del Puerto Mulgrave [...] muy luego se separaron, dirigiendose aquellas asia el Puerto de Santiago...219
Pero también en los días de calma en torno a la isla de Middleton,220 la expedición tuvo un encuentro, entre otros, con dos nativos en un kayak. En los diarios de la expedición hay varias referencias a dicho encuentro, generalmente muy parecidas y que, por la reiteración del episodio y las precisas decripciones en algún caso, podría ser este un dibujo ilustrativo del encuentro: A la misma ora [del 15 de julio] se acerco a la Descubierta una canoa formada de cuero con dos Indios que habian salido por la mañana de la Isla Galeano, y adonde regresaron por la tarde habiendo procurado persuadirnos nos aproximasemos aella por la parte S.O. 221
Malaspina ratifica en su diario que se trata de una «canoa serrada con dos naturales»222 y, curiosamente, Bauzá, a quien se atribuye el dibujo, menciona «una canoa con solo indio mozo de buen semblante».223 La misma descripción contradictoria con un solo indio encontramos en Espinosa: En esta disposicion vino á acercarse á nosotros una canoa con un solo Indio, mozo de buen semblante que nos combidaba con instancias á que pasasemos á fondear en la parte del O. de la isla de Hijosa; manifestandonos una muy buena piel de nutria como la mejor persuasion para que fuesemos á ella: le llamamos con mucha eficacia abriendo los brazos y mostrandole algunos abalorios; pero no pudimos conseguir el que se atracase á bordo. 224
De nuevo es Suria quien relata el hecho más pormenorizadamente, aunque, como es usual, lo sitúa en un día diferente: Restaba decir como de la isla de Ijosa con tiempo claro y bonancible y a la mañana del 12. saliò una Canoa de Cuero como las indicadas del Puerto Mulgrabe con dos Indios en sus respectibos agujeros flechas y lanzas a prebencion amarradas en la Cubierta dela Canoa: sin embargo de la bentaja de andar de nuestros Buques, bogaron con tal esfuerzo y ligereza que a poco rato las tubi––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 219 220
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Malaspina, A. (1789-1794): f. 328. La llamada isla de Hijosa, la actual Middleton se encuentra bastante apartada de la entrada del Príncipe Guillermo y había sido buscada por la expedición: «Por ventura nuestros Navegantes havían visto, en estas inmediaciones, unas islitas llamadas de Hijosa, que ni el Capitan Cook ni el Capitan Dixon havían comprendido en sus Cartas...», Malaspina, A. (1789-1794): f. 380. Tova, A. (1789-1794): f. 195v. Malaspina, A. (1789-1794): f. 330. Bauzá, F. (1789-1794): f. 83. Espinosa, J. (1791): ff. 127v-128.
El dibujo es muy preciso, tanto en lo relativo a la peculiar forma de la embarcación como a la forma de los remos, ya que esos remos alargados de una sola pala y semejantes a los utilizados en las canoas de un tronco son los característicos de los kayaks del Pacífico, diferentes a los canaletes de doble pala del Ártico central.226 El dibujo es muy sencillo y poco preciso, por lo que otros detalles etnográficos apenas se esbozan. La túnica sujeta «al borde del agujero de la canoa» que menciona Suria se aprecia claramente en el tripulante que se encuentra sentado delante. Es casi la misma descripción que encontramos más de un siglo después, cuando Edward Curtis menciona las parkas de intestino de foca, de las que cuando se va el kayak, el cazador «puede atar el bajo alrededor del borde del agujero del barquero con una correa».227 El segundo tripulante parece, sin embargo, llevar el torso desnudo. Los sombreros a «la chinesca» de Suria eran característicos también de los chugach.228 De tratarse efectivamente de un dibujo realizado en la latitud de la entrada del Príncipe Guillermo, sería el único dibujo de la expedición conservado que ilustrase a los chugach. Entre el 16 de julio y el 11 de agosto las corbetas intentaron explorar la costa entre la isla Kaye y la isla de Nootka, pero los vientos contrarios o las nieblas y las lluvias les impideron en muchos casos sus propósitos. Finalmente, en la tarde del 12 de agosto, la expedición de Malaspina se encontraba en Quees-pees, la playa exterior y al oeste de Yuquot, el poblado nativo que los españoles denominaron «San Lorenzo de Nootka» y el escenario de la siguiente parada de la expedición. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 225 226
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Suria, T. (1791): ff. 37v-38. Un remo semejante, perteneciente a un kayak koniag y que se encuentra en el Museo de Antropología y Etnografía de San Petersburgo, puede verse en: Fitzhugh, W. (1988): 51. Curtis, E. (1999): 30. Fotografías de los sombreros de los esquimales del Pacífico, así como dibujos de los mismos y fotografías de kayaks pueden verse en Clark, D. (1984): 185-197.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Mapa 4. Expedición Malaspina. Rutas de exploraciones en el interior de la bahía de Yakutat.
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LA ENTRADA DE NOOTKA
A
l amanecer del día 13 de agosto, la corbeta Descubierta fondeaba en Nootka1 mientras la Atrevida lo hacía a las 9:30. Los expedicionarios fueron recibidos por el comandante de la fragata Concepción, el alférez de navío don Manuel Saavedra y por don Pedro Alberni, capitán de la compañía suelta de Voluntarios de Cataluña.2 Saavedra había quedado temporalmente al mando del establecimiento, ya que el oficial superior, el teniente de navío Francisco de Eliza y Revenga, se encontraba en esas fechas ausente. Eliza había zarpado el 4 de mayo de Nootka en el paquebote San Carlos, junto con la goleta Santa Satur––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 1
2
El asentamiento español, enclavado en el fondo del llamado actualmente Friendly Cove, ha recibido diversas denominaciones en las fuentes españolas. Aunque el que aparece más claramente es San Lorenzo de Nutka, también se denomina Puerto de Santa Cruz, o simplemente Nutka. Puerto de Nutka es la referencia más constante en las fuentes, mezclando fondeadero y establecimiento. De ahora en adelante optaremos por la denominación de entrada de Nootka, como avanzamos al principio, y nos referiremos al establecimiento español como Nootka, con la grafía actual y universal al respecto. Friendly Cove se dejará en inglés, excepto en algún caso muy concreto que será traducido por «cala de los Amigos», como alguna vez se ha encontrado en las fuentes. El primer comandante de Nootka fue obviamente el teniente de navío Francisco de Eliza y Revenga, que arribó a Nootka en la fragata Concepción el 25 de marzo de 1790. El 5 de marzo de 1791 tomó el mando el alférez de navío Ramón Antonio Saavedra y Guyráldez, que había arribado en el paquebote San Carlos. Eliza retomó el mando el 30 de agosto y lo mantuvo hasta el 29 de abril de 1792, cuando fue relevado por el capitán de navío Juan Francisco de la Bodega y Quadra, que había llegado a Nootka a bordo de la fragata Santa Gertrudis para entrevistarse con Vancouver. El desplazamiento de Bodega a Neah Bay hizo que el mando en Nootka quedase temporalmente, del 21 de septiembre al 2 de octubre de 1792, en manos del teniente de fragata Jacinto Caamaño Moraleja, que había arribado en la fragata Aránzazu tras la exploración del norte. Caamaño fue relevado por el teniente de navío Salvador Fidalgo Lopegarcía, con la fragata Princesa tras el fallido intento del establecimiento en Neah Bay. El 9 de mayo de 1793 fue relevado por Saavedra, que arribó en el paquebote San Carlos. El 31 de agosto de 1793 llegó a Nootka, a bordo de la fragata Princesa, el brigadier y coronel del regimiento de Puebla José Manuel de Álava, a quien Saavedra entregó el mando. El 15 de octubre Álava volvió a Monterrey, por lo que Saavedra retomó el mando. El 16 de marzo de 1795 regresó Álava a Nootka para hacer cumplir los acuerdos del Tercer Tratado del Escorial y ordenó a Saavedra comenzar el desmantelamiento del establecimiento. Saavedra fue el último oficial en abandonar el asentamiento español el 16 de abril de 1795.
nina —alias Orcasitas— al mando del piloto José Narváez, para explorar los actuales estrechos de Haro y Georgia. La relativamente abundante existencia de dibujos del pequeño asentamiento español por parte de los pintores de la expedición Malaspina parece reflejar la importancia que se daba a esa avanzada española en el lejano norte, por lo que parece conveniente reflejar, en unas breves líneas, la importancia política y geo-estratégica del puerto de Nootka. Ya hemos mencionado que, entre 1774 y 1795, se llevaron a cabo una serie de expediciones marítimas españolas en la costa pacífica de América del Norte —la Alta California— que, aunque tradicionalmente se denominan «expediciones científicas», sus objetivos fueron fundamentalmente políticos y geo-estratégicos. Las primeras, entre 1774 y 1788, se dedicaron principalmente a investigar la presencia rusa en el Pacífico norte. A partir de 1789, y una vez confirmada dicha presencia, los objetivos fueron frenar a los rusos y la competencia con Inglaterra por el dominio de esa parte del mundo. Las primeras expediciones partían de San Blas de Nayarit, en la costa noroccidental de México, pero las malas condiciones de dicho puerto, de lo que dejó constancia Bustamante, como ya mencionamos, hicieron que también desde el primer momento se buscara un fondeadero adecuado que pudiera significar una alternativa a San Blas. La expedición de Heceta y Bodega de 1775 presentó la posibilidad de la bahía Trinidad, en el norte de California, pero el propio virrey desechó la idea, ya que el lugar debería ser abastecido durante al menos un año y en ese momento había incluso dificultades para aprovisionar lugares más cercanos, como el presidio de Monterrey.3 El puerto de Bucareli, descubierto por Bodega en la misma expedición, en el sur de la isla Príncipe de Gales, en Alaska, representaba una posibilidad todavía más lejana y por lo tanto impracticable. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 3
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Bucareli, A. (1775).
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La elección de un puerto en la entrada de Nootka se vio sobre todo determinada tras la expedición comandada por el alférez de fragata Esteban José Martínez en 1788 a los 60º norte, para investigar la presencia rusa y sus actividades. Se confirmó que los rusos llevaban ya establecidos veintiocho años en Onalaska y en otras islas vecinas, que habían realizado expediciones a la entrada de Cook y a la del Príncipe Guillermo y que tenían seis establecimientos con seis galeotas y 462 hombres, otra galeota con cuarenta hombres que recorría la costa hasta la entrada de Nootka comprando pieles4 y —lo más importante— que, aunque no tenían todavía allí un establecimiento, pensaban enviar dos fragatas al año siguiente para fundarlo.5 «San Lorenzo de Nutka», como fue denominado por los españoles, era por consiguiente un establecimiento con ciertas intenciones de pervivencia.6 En el momento de la arribada de la expedición, Espinosa estimó que se encontraban allí unas 250 personas dedicadas a la construcción de diferentes estructuras, y habiendo incluso construido la goleta Santa Saturnina mencionada.7 Son varios los dibujos, aparentemente realizados por los pintores de la expedición, en los que aparece el establecimiento
español en el momento de la visita. Como veremos, algunos plantean problemas relacionados con la fecha de su realización, por lo que parece conveniente empezar con un apunte que, por no tratarse precisamente de un dibujo elaborado, podría representar con mayor exactitud lo visto por los expedicionarios.
La corbeta Atrevida fondeada ante el establecimiento de San Lorenzo de Nootka (lámina 34) En este apunte se representa en primer término la corbeta Atrevida, según se indica en el pie del dibujo, indicación de la que no tenemos datos para dudar, con los palos desnudos y la cubierta tapada con lonas. Detrás se puede contemplar la parte central de la playa de Friendly Cove, con algunas de las construciones del establecimiento español.9 Es en el diario de Espinosa donde encontramos la descripción de las edificaciones que mejor se ajusta a lo que tenemos en este caso representado: Habia ya construidas tres Casas de madera, una que servía de Almacen de viveres y de pertrechos para los buques que derrotasen en el Puerto: otra para alojamiento de el Capitan de la Compañia; y
Lámina 34. Corbeta Atrevida. 8 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 4 5 6
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Narváez, J. M. (1998): 128. Barreiro, R. (1964): 10; McDowell, J. (1998): 28. Para las características y condiciones del establecimiento español en Nootka, Sánchez Montañés, E. (2012). Espinosa, J. (1791): f. 173v. Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-4). N.º de inventario 02274. El museo lo atribuye a Bauzá. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 188 y fig. 597, quien lo atribuye a Felipe Bauzá. Palau, M. (1980): 166 y fig. 70, lo reproduce pero no lo atribuye a ningún autor. Se reproduce
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en The Totem Shore (1986): 219, simplemente como una «corbeta en Nootka». En Higueras, M. D. (1991): 39, se atribuye a Bauzá. Se reproduce en Palau, Tovell et al. (1998): 64 y 215, y se titula en ambos casos: «Fragata Concepción en Nutka. Expedición Malaspina...». El reconocimiento de las edificaciones se ve facilitado por sendos mapas que se encuentran en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, bajo la misma denominación: «Plano del fondeadero de Nutka situado en la Latitud N de 49º 35’...». El de Jacinto Caamaño Ms. 11#8 y el de Bodega Ms. 146#3.
LA ENTRADA DE NOOTKA
otra finalmente en que trabaxaban los Carpinteros, ademas de una de piedra destinada para el Herrero, y los hornos; y otra grande de madera que se fabricaba en la actualidad con vivienda alta para los oficiales destinados en el establecimiento. 10
Según los planos, el almacén sería la construcción situada en el extremo izquierdo del espectador. A continuación y depositadas en la playa, el pintor dibuja las maderas preparadas para la construcción de la casa del comandante, cuya estructura, que apenas se divisa, se está levantando detrás. En los planos aparece claramente la carpintería y la herrería como un edificio conjunto, y en este dibujo es en el único en el que la construcción correspondiente aparece como un edificio doble: el más cerrado, la carpintería a la izquierda, y la estructura destinada a herrería más abierta a la derecha, doble estructura y actividad que reseña solamente Espinosa. Detrás de lo que serían las huertas, cercadas, ante las que se levanta una cruz, se encuentran tres jacalones11 de los que, según los planos, el jacalón central correspondería a la vivienda del capitán de la tropa, según menciona de nuevo Espinosa.12
Este apunte parece haber servido como base de una serie de dibujos14 ya terminados que representan diversas vistas del establecimiento español.
El establecimiento español de San Lorenzo de Nootka en 1789 (?) (lámina 35) A primera vista, lo que parece representarse en este dibujo es la parte derecha o sector más septentrional del asentamiento, con las dos huertas cercadas, la cruz y los tres jacalones que vimos en el dibujo anterior. Y más a la derecha, una especie de tienda, la que sobre los planos podría corresponder al galerón de los pertrechos de la fragata. Parece tratarse, entonces, de la representación de la «mitad» del establecimiento que parece completarse con el dibujo que comentaremos a continuación y que parece representar la otra mitad, al modo de una composición fotográfica doble. Sin embargo, y según señaló Sotos, que ya
Lámina 35. Establecimiento de Nutka 1º.13 –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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Espinosa, J. (1791): f. 149v. Es decir, un cobertizo o edificio grande y destartalado, usado en México (RAE, Diccionario de la lengua española). Ibidem. Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-20). N.º de inventario 02260. El museo lo atribuye a Cardero. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 188 y fig. 599. Lo reproduce Gunther, E. (1972): 52 y fig. 25, como «asentamiento español en Nootka Sound, dibujo español». En Vaughan et al. (1977): 45 y n.º 30, se atribuye a Bauzá. Para Sotos, C. (1982 II): 188, el autor es desconocido. Se reproduce en Palau, M. (1980): 161 y fig. 56, con el mismo pie del dibujo. En The Totem Shore (1986): 204, se reproduce como
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una «vista del asentamiento de Nootka», de la expedición Malaspina. «En Sáiz, B. (1994): 305, se reproduce como «Vista del establecimiento de Nutka. Apunte de autor incierto de la expedición Malaspina. Museo de América». En Palau, Tovell et al. (1998): 62, se presenta junto con el dibujo siguiente como «Establecimiento 1º y 2º de Nutka. Expedición Malaspina. Museo de América. Madrid». No se menciona autor. En el cuadro de Brambila Vista del establecimiento y puerto de Nutka, que se encuentra en el Museo de América, se aprecia claramente como el artista ha tomado como base este dibujo para la reproducción en primer plano de la corbeta. El cuadro se realizó claramente fechas después, ya que esta vista del establecimiento español corresponde a 1792.
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apreció esa representación del establecimiento en dos mitades, la técnica en ambos dibujos es diferente.15 El rótulo del dibujo, «Establecimiento de Nutka 1º», ha dado pie también a que se haya interpretado como el «primer establecimiento español en Nootka», idea adelantada ya en 1977 por Thomas Vaughan, E. A. P. Crownhart-Vaughan y Mercedes Palau.16 Dichos autores mencionan varias chozas delante de un bosque frondoso, una cruz en el centro levantada por los frailes españoles, a la derecha una construcción más grande, que podría ser probablemente la ocupada por el capitán John Meares,17 y dentro de los cercados están las que consideran las primeras huertas del Pacífico Noroeste. Pero el «primer establecimiento de Nootka» se levantó en 1789, por lo que no pudo ser contemplado por ningún artista de la expedición ni por ningún otro pintor, ya que no había ninguno en ese momento en Nootka. El encargado de establecer el asentamiento español en dicha fecha fue Martínez, por lo que la mejor guía para intentar interpretar este dibujo serían las propias palabras del oficial recogidas en su diario. El 5 de mayo de 1789 Esteban José Martínez Fernández, alférez de fagata al mando de la fragata Princesa, dio «fondo en el puerto de Nutka, a las 11 de la mañana». No se encontró allí ningún asentamiento, excepto las casas de la «ranchería» de los nativos. La recepción que le dispensaron los nativos de Yuquot fue amistosa y los primeros encuentros estuvieron presididos por fiestas como la del 5 de mayo, siendo Martínez invitado el dia 6 al potlatch de imposición de nombre a un hijo de Maquinna.18 Estando en la casa del jefe este presentó a Martínez las conchas que le regaló en 1774, aclarando el comandante que el indio «aquien Io lastimé al tirarle las Conchas desde abordo, hera un hermano de dicho Macuina, los quales me reconocieron, y dijeron que cuando yò havia estado aqui la otra ocasion, que es la del referido año del 74, entonces heran ellos muchachos».19 Efectivamente, aunque había sido James Cook quien en su tercer viaje entrara en Friendly Cove,
donde permaneció desde el 30 de marzo hasta el 19 de abril de 1778,20 los primeros hombres blancos que vieron los nativos de la entrada de Nootka fueron los marinos españoles de la expedición de Juan Pérez en 1774. A las 15:30 horas del 8 de agosto de 1774, la fragata Santiago, al mando del piloto graduado de alférez de fragata Juan José Pérez Hernández, se aproximó tanto a la península Hesquiat, en la costa meridional de la entrada de Nootka, que se le acercaron varias canoas a comerciar. A las 19:00 se echó el ancla junto a una desprotegida playa, dos leguas al norte de la punta de San Estevan y cuatro leguas al sureste de la punta de Santa Clara. Durante el día 9 continuó el intercambio con los nativos hasta que, al anochecer, arreciaron los vientos del ONO que les empujaban hacia los bajos, por lo que tuvieron que cortar el cable y poner rumbo SSO.21 En la expedición de Juan Pérez se encontraba Esteban José Martínez como primer piloto. El establecimiento de Nootka tenía como objetivo, además de representar la presencia española en ese lejano norte frente a rusos e ingleses, convertirse en una base desde la que partirían las expediciones, como alternativa más avanzada a la del Puerto de San Blas en México, como ya se ha mencionado. El 15 de mayo comenzaron a levantarse las primeras construcciones del asentamiento español en Yuquot. Entre las primeras preocupaciones de Martínez se encontraba la reparación de los toneles para el agua y la defensa, para lo que se decidió levantar un fuerte en la isla de San Rafael, que llevaría el nombre de San Miguel.
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Encontramos también menciones al labrado de una cruz para la toma de posesión, que se realizó el 24 de junio, y continuas referencias a la preparación de maderas para hacer una casa grande que nunca llegó a levantarse. Lo que sí se terminó fue el baluarte, en el que se colocaron los cañones el 1 de julio. Pero el miércoles 29 de julio arribaba al puerto de la «Santa Cruz de Nutka» la fragata Aránzazu, comandada por José de Cañizares, con órdenes del virrey
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Sotos, C. (1982 II): 188. Vaughan et al. (1977): 45. En 1786 John Meares arribó a Nootka en el paquebote del mismo nombre, con bandera portuguesa de conveniencia y se llevó a un jefe de segunda fila, Kekelem o Comekela (Callicum) a China, donde vivirá cerca de Cantón, véase Quimby, G. (1948): 250-252. En 1788 John Meares, ahora en el paquebote Felice Adventurer, y de nuevo con bandera portuguesa de conveniencia, arribó a Nootka el 12 de mayo trayendo de vuelta a Callicum, véase Quimby, G. (1948): 250-252 y Arima, E. (1983): 123. Construyó entonces una caseta comercial en el llamado Meares’ Corner y se marchó el 23 de septiembre. A la llegada de los españoles en 1789 no había ningún asentamiento extranjero, pero las violentas reclamaciones de Meares en Inglaterra (1790) originarán las diferentes convenciones de Nootka y al final la retirada de España, a pesar de encontrarse la razón de su parte. Martínez, E. (1789): ff. 45-47. Ibidem: f. 46.
En este día mandé hazer una Barraca en la Playa, para hir mandando la Pipería à tierra, para que la recorriesse el Tonelero. Contemplando que la mejor Defensa para este Puerto, es la punta del NE. que forma la boca, providencié se empezase a travajar en terraplenar, y aplanar encima del Cerro que está en dicha punta, para montarle 10 Cañones, à cuyo Baluarte puse el Nombre de San Miguel y para avitación en lo prompto de los que asisten al travajo, y cuidar la Artillería que se hade montar en dicho Baluarte, determine se armase mi tienda de Campaña.22
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Cook, J. (1993). Pérez, J. 1774: f. 38. Martínez, E. (1789): 52.
LA ENTRADA DE NOOTKA
con fecha del 25 de febrero para el regreso de Martínez, por lo que se suspendieron todos los trabajos del asentamiento:
también encontramos las primeras referencias a la formación de huertas: Desde el dia 8. al 12. del dicho se montaron 8. Cañones en el fuerte no pudiendo montar mas por no permitirlo el terreno, pero ahora pien so ver el modo de montar los 6. de á 24 que creo cos tará bastante trabajo, vien entendido, que con los 8 queda el Puerto bien resguardado, sin que absoluta mente pueda entrar nadie en ese fondeadero sin ser hechado á pique. Luego que llegué á este Puerto hize formar una Huerta grande, y al mismo tiempo cinco Xacaloncillos en los que se han puesto varios utensilios de la Fragata. Estando uno de ellos sirviendo de enfermeria; pero en el dia ya no se halla con ningun enfermo, por no tenerlo, no haviendose muerto mas que un Soldado en la mar que se hallaba lastimado del pecho... 26
... el Baluarte se des hizo, la Casa grande quedó apilada su madera, las demás entregadas a la Voluntad de Macuina quien seguramente lás deshara cuando se le antoje. 23
El 31 de octubre se abandonó Nootka; Martínez tampoco menciona que se hubieran excavado huertas en esas fechas, aunque es posible que se hicieran. La reconstrucción del establecimiento español la emprendería el teniente de navío Francisco de Eliza y Revenga, que arribó a Nootka el 25 de marzo de 1790 al mando de la fragata Nuestra Señora de la Concepción, en la que volvía a Nootka Esteban José Martínez-Fernández, esta vez como oficial y primer piloto, y además ascendido a alférez de navío. Junto con Eliza arribó también a Nootka el paquebote San Carlos, al mando del también teniente de navío Salvador Fidalgo Lopegarcía. Las instrucciones eran la reconstrucción y fortificación del asentamiento y la continuación de las expediciones que, en este caso partiendo desde Nootka, deberían reconocer por el sur el estrecho de Fuca y por el norte llegar hasta Cook Inlet.24 Las primeras tareas de construcción se dedicaron al fuerte y
Por lo tanto, este dibujo, aunque es semejante a los que vemos parecen representar parte del establecimiento de 1792, pudo tal vez realizarse como una especie de figuración de cómo era en 1789 el asentamiento. Los oficiales de la expedición conocían y manejaban los diarios de las anteriores expediciones españolas. Podría tratarse de una especie de «encargo», ya que el dibujo siguiente, el segundo establecimiento de Nutka, lleva el pie con la misma letra, sugiriendo de ese modo la idea de presentar los dos dibu-
Lámina 36. Establecimiento de Nutka 2º.25 –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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Ibidem: f. 125. Revillagigedo, Conde de (1790). Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-21). N.º de inventario 02261. El museo lo atribuye a Cardero. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 188 y fig. 600. Se reproduce en Gunther, E. (1972): 53, sin pie. En Cutter, D. (1977): 31, se atribuye a Cardero. En Vaughan et al. (1977): 44 y n.º 29, a Cardero mencionando la atribución de Cutter. Sotos, C. (1982
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II): 188, lo atribuye a José Cardero. Palau, M. (1980): 161 y fig. 57, lo reproduce sin atribución de autoría. Engstrand, I. (1981): s. p., lo reproduce como de autor desconocido. En Pineda, A. (1996): 17, se atribuye a Cardero. En Palau, Tovell et al. (1998): 62, se presenta junto con el dibujo anterior como «Establecimiento 1º y 2º de Nutka. Expedición Malaspina. Museo de América. Madrid». No se menciona autor. Eliza, F. (1790): ff. 2v-3v.
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jos juntos como parte de la historia del sitio. En cualquier caso nos movemos en el terreno de la hipótesis, ya que en los diarios de la expedición las descripciones del establecimiento se refieren siempre a lo que tienen ante los ojos en 1791, lo que por otra parte no deja de ser obvio. En los diferentes diarios y particularmente en el de Malaspina que estamos utilizando como hilo conductor de nuestra historia, las construcciones que se describen del «Establecimiento» se ven claramente reflejadas en el dibujo siguiente:
El establecimiento español de San Lorenzo de Nootka en 1791 (lámina 36) Malaspina describe: Veíanse en el Fondo del Puerto differentes Barracas, costruídas con Tablazon vigilavan por su Custodia, y buen Orden el mismo Alberni con la Tropa aquartelada en Tierra; la Fabrica de Pan fresco, que se suministrava diariamente a todos, el Cultivo de las Huertas, en las quales la Naturaleza ya prodigava sus dones, el cuidado de los Viveres y Peltrechos contra un Enxambre harto destructivo de Ratas, las Herrerías, la misma Continuacion; ô Incremento de las Casas con el corte necesario de Madera, eran otras tantas Ocupaciones, en las quales brillavan con igual teson la Subordinacion, y Constancia de los Subditos, y el buen Exemplo, y Acierto de los Oficiales Comandantes Elisa Saavedra, y Alberni, influyendo ultimamente en la Conservacion de la Salud, y en la buena Armonía, que a la sazon reinava entre todos. 27
En el dibujo, de izquierda a derecha, se representan a modo de dos tiendas, una de ellas con toda probabilidad el observatorio que se estableció «en Sitio oportuno, y no distante de las Barracas;» y que ya hicieron notar Vaughan et al.28 Espinosa, con su acostumbrada precision, nos indica la funcionalidad de la otra «tienda»:
puede ser identificada como la panadería. La siguiente construcción, también de madera y de mayor tamaño, puede identificarse como el «almacén de víveres y de pertrechos para los buques que derrotasen en el Puerto».30 Nos parece evidente que la construcción a la derecha, de baja altura, de buen tamaño y muy abierta, sea la herrería, pero en este dibujo no aparece ya la otra parte de la estructura, la probable carpintería, que se apreciaba en la primera lámina comentada. Y se encuentra también claramente dibujada la estructura de madera, el futuro alojamiento de los oficiales del establecimiento. A continuación, y siguiendo con la «serie» de dibujos del establecimiento español en Nootka, nos encontramos ante una lámina en la que sus edificaciones se encuentran en unas condiciones que no pudieron ser observadas por los expedicionarios en 1791.
Establecimiento español de San Lorenzo de Nootka en 1792 (lámina 37) En este caso vemos que se recoge una a modo de ‘vista panorámica’ de todo el establecimiento. A la izquierda se aprecia la panadería, que ya no tiene a su lado las tiendas del observatorio levantadas por Malaspina en 1791. A continuación del almacén de víveres y pertrechos, aparece una nueva construcción de dos pisos, la que veíamos en el dibujo de 1791 en construcción, la destinada a convertirse en las dependencias del comandante y levantada con prisas ante el encuentro entre españoles e ingleses que se avecinaba. En relación con dicha construcción, cuando Bodega y Quadra arribó a Nootka el 29 de abril de 1792,31 se encontró ya con la casa del comandante terminada, pero en unas condiciones que no le parecerieron dignas al plenipotenciario del gobierno español para su entrevista con el delegado británico, George Vancouver. En palabras del propio Bodega:
No se difirió un momento es establecer el observatorio en sitio oportuno, y no distante de las barracas, y cerca de el se armó otra en que se custodiaron los pendulos, anteojos, y demas instrumentos astronomicos.29
La descripción de las edificaciones que ya se habían levantado en el establecimiento español emplea prácticamente las mismas palabras que Malaspina, por lo que la primera construcción de madera, cerca de la playa y al lado de las tiendas,
La casa principal se fabricó deprisa y con madera verde, no estaba capaz de habitarse. Así, tuve que emprender en ella algunas obras, deseoso de poder recibir y obsequiar a los ingleses con más decencia, sin perder de vista otras faenas a que era preciso atender. 32
De nuevo ante el dibujo, vemos a continuación la edificación destinada a herrería, las huertas cercadas y con una cruz en ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 30
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29
31
Malaspina. A. (1789-1794): f. 342. Ibidem: f. 342; Vaughan et al. (1977): 44. Felipe Bauzá identifica claramente el observatorio, como puede verse en un «Plano de la cala de los Amigos...», Museo Naval de Madrid, 2D-17. Espinosa, J. (1791): f. 150.
32
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Ibidem: f. 149v. El 29 de abril de 1792 arribaba a Nootka la fragata Santa Gertrudis al mando de Alonso Torres y Guerra. Con él iban Juan Francisco de la Bodega y Quadra, comandante del departamento naval de San Blas y enviado plenipotenciario español para entrevistarse con el comisionado George Vancouver y cerrar el llamado conflicto de Nootka. Bodega, J. F. (1792): f. 11.
LA ENTRADA DE NOOTKA
Lámina 37. Nutka. 33
Lámina 38. Vista del Puerto de Núñez Gaona. 34 –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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34
Museo Naval, ms. 1723-21. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 189 y fig. 601, quien piensa que la técnica es de Bauzá, pero no asegura la atribución. Se reproduce en Higueras, D. (1985 II): 463 y n.º 2933, sin autor. Se reproduce en El Ojo del Tótem (1988): 161 y n.º 1/6, con Felipe Bauzá como autor aunque con interrogación. En Malaspina, A. (1990): 294-295, de autor anónimo. En Higueras, D. (1991): 89 se atribuye a Bauzá. En Pérez Miguel, A. (1991): 87. Se reproduce en Palau et al. (1998): 102-103, y se atribuye a Felipe Bauzá. En Sota, J. (2002): 125 se atribuye a Felipe Bauzá. En Galera, A. (2010): 80, sin atribución a autor. Museo de América (Colección Bauzá, tomo I-12). N.º de inventario 02270. El museo lo atribuye a Cardero. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 189 y fig. 603. Sotos, C. (1982 II): 189, lo atribuye a José Cardero, mencionando que sobre este dibujo se hizo el grabado «Vista de lo interior de la cala de los Amigos en la entrada de Nutka» que ilustró la Relación del Viaje de las Goletas «Sutil» y «Mexicana», de 1802. Y menciona correctamente que el título al pie está equivocado, ya que es Nootka y no Núñez Gaona. Lo reproduce Cook, W. (1973): s. p. y n.º 47. Cutter, D. (1977): s. p., reproduce el grabado de la Relación. En Vaughan et al. (1977): 42 y 43, se atribuye a Cardero, pero con dudas. Palau, M. (1980): 164 y fig. 66, lo atribuye también a Cardero, pero acepta erróneamente que es el Puerto de Núñez Gaona. En Arima, E. (1983): 126, como fragata Atrevida en Friednly Cove en 1791, y se sitúa en el Museo Naval. Se reproduce en La Expedición Malaspina, se atribuye a
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Cardero y se titula correctamente «Puerto de Nutka», (1984): 100 y n.º 270. En Malaspina, A. (1984): entre pp. 290-291, sin pie. Se reproduce en The Totem Shore (1986): 208, donde se optó por cortar parte del lado derecho y por lo tanto la canoa de Tetacus. En La Spedizione Malaspina (1987): 113 y n.º 244, se titula «Vista del Puerto de Nutka». En Cerezo, R. (1987): 50, se reproduce también sin la parte derecha y por lo tanto sin la canoa de Tetacus. En Hart, C. P. (1987): 87. En El Ojo del Tótem (1988): 108, se atribuye a Cardero. En Gibson, Ch. (1988): 101 y fig. 5, se atribuye a Cardero, como «Santa Cruz de Nuca, base española en Friendly Cove, Nootka Sound, Vancouver I.». En Peset, J. L. (1989): fig. 12, se reproduce el grabado del Atlas de la Relación. En Jones, L. (1991): 47, como el «Fuerte español en Yuquot y la fragata Atrevida en 1791, de Cardero». En Higueras, D. (1991): 92-93 se reproduce y atribuye a Cardero, lo mismo que en Sáiz, B. (1994): 285. Palau, Tovell et al. (1998): 53 y 143, lo reproducen dos veces y titulan. «Vista del fuerte San Miguel en Nutka» y «Vista del establecimiento español de Nutka, el baluarte de San Miguel con la bandera española y a la derecha la canoa de Tetaku, jefe del estrecho de Fuca». No se menciona autor. Se reproduce en Palau et al. (1998): 106-107, se atribuye a Cardero y en el pie, simplemente, «Puerto de Nutka». En Soler, E. (1999): 159, como «Puerto de Nootka (con la bandera española ondeando en el fortín)». En Hayes, D. (2000): 69, donde se identifica incorrectamente a la fragata como la Concepción. En Bernabeu, S. (2003): 156.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
el centro, cuatro jacalones detrás —el alojamiento de la tropa y del capitán de la misma—, y a la derecha el almacén de pipería; tanto las huertas como los jacalones y el almacén parecen haberse basado en el segundo dibujo que hemos comentado. Aunque —como hemos mencionado repetidamente— no es objeto de este trabajo discutir las posibles autorías de los dibujos, sí quisieramos recordar que Felipe Bauzá, a quien suele atribuirse esta lámina, no estuvo en Nootka en 1792 y, por lo tanto, no pudo ver la casa del comandante terminada. Los únicos artistas que se encontraban en esas fechas en el establecimiento español fueron José Cardero, que salió desde Nootka el 5 de junio de 1792 como dibujante oficial de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés, y Atanasio Echevarría, que había llegado a Nootka el 29 de abril con Bodega. Pero de nuevo queremos recordar que los dibujos de la expedición, en su mayor parte, se terminaron posteriormente, en México e incluso en España, que algún dibujante como Cardero volvió a Nootka en 1792; que unos artistas trabajaron sobre lo pintado o recordado por otros y que, por lo tanto, nos encontramos no ante fotografías instantáneas de una realidad sino ante ‘recreaciones’, que tienen un valor evidente siempre y cuando seamos conscientes de las limitaciones que venimos mencionando. Y tal vez la lámina que mejor representa las recreaciones posteriores de los artistas, en las que mezclan imágenes de diferentes lugares y fechas sea:
La cala de los Amigos. El establecimiento de San Lorenzo de Nootka y el baluarte de San Miguel (lámina 38)
destaca en este dibujo, en primer plano a la derecha, la canoa de guerra del jefe Tetacus, como correctamente se ha identificado en varias ocasiones. Es la presencia de esa canoa la que tuvo que originar el error, antiguo, de titular con tinta esta lámina como «Puerto Nuñez Gaona». La canoa pertenece realmente a otro dibujo (el del puerto Núñez Gaona que se encuentra en el Museo de América de Madrid con el n.º de inventario 02269) y que, como veremos también en su momento, es asimismo una composición figurada que no obedece a una situación real. Se trata, por lo tanto y con toda claridad, de un añadido posterior que Cardero, autor de la composición, realizó posteriormente, en el momento de terminar los dibujos de la expedición. El dibujo de las canoas en ambas láminas es casi exactamente el mismo, con la particularidad en este caso de que el «aguilucho» de la proa, del que también hablaremos, tiene aquí el pico ligeramente entreabierto. La correspondencia de los remeros es también casi exacta, y la diferencia más notable es que en este dibujo el jefe que se encuentra de pie dirige su brazo izquierdo hacia otro nativo sentado a popa, que levanta su brazo derecho hacia él. En el dibujo del puerto de Núñez Gaona, el jefe mira hacia adelante y lleva el brazo izquierdo doblado sobre el cuerpo, mientras que el nativo a popa sí levanta su brazo, aunque por detrás del último remero de la bancada de babor. Carece de sentido detenernos ahora en el comentario de esta escena, un postizo en el dibujo sin el menor género de dudas.
Boceto del puerto de Nootka con una serie de navíos35 (lámina 39)
Pasando por alto algunas descripciones de este dibujo, no muy precisas, nos encontramos ante una vista panorámica de la parte sureste de Friendly Cove, en la que se ha representado el baluarte, parte del establecimiento español, una de las corbetas y varias canoas de nativos. La representación geográfica es relativamente correcta —conocemos el lugar personalmente— y destaca en primer lugar, a la izquierda del dibujo, el baluarte de San Miguel levantado sobre la isla de San Rafael, la primera preocupación de los españoles. En el establecimiento español, aunque dibujadas no exactamente de la misma manera que hemos visto en dibujos anteriores, aparecen las tiendas levantadas por la expedición: la panadería, el almacén de víveres, la herrería y, entre estas últimas dos construcciones, la estructura de la futura vivienda de oficiales, lo que se corresponde con la fecha de la visita de la expedición a Nootka y la supuesta fecha del dibujo. En el mar, varias canoas con nativos se acercan a una de las corbetas, con el velamen arriado y lonas en cubierta. Pero
Lámina 39.
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Museo Naval, ms. 1724-24. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 190 y fig. 598. Se reproduce solamente en Palau, Tovell et al. (1988): 74, y se titula «Vista de Nutka».
LA ENTRADA DE NOOTKA
Este apunte, del que resulta difícil apreciar los elementos representados, es considerado por Sotos como un probable boceto de la bahía de Nootka, realizado por Tomás de Suria.36 El dibujo parece estar realizado desde algún punto del establecimiento español. Se aprecian tres naves grandes que, debido a lo endeble del dibujo, son difíciles de identificar, pero que, dada la fecha, tienen que tratarse de las dos corbetas y la fragata Concepción, la única que en ese momento se encontraba en el puerto. Se distinguen también, en un plano más adelantado, dos lanchas o chalupas juntas y, apenas esbozadas, las que serían canoas de nativos. Se aprecia también una pequeña embarcación, con velas desplegadas cerca de una de las probables corbetas. El baluarte con la bandera desplegada se ve en el fondo a la derecha del dibujo.37 El fragmento mejor terminado del dibujo se encuentra en primer plano a la izquierda: una inequívoca cerca de tablas que podría tratarse de uno de los cercados que protegían las huertas, y por lo tanto el pintor se encontraba en la zona más septentrional del establecimiento. El propio Suria menciona en su cuaderno que frecuentemente realizaba varios desplazamientos por el lugar, lo que le permitiría, tal vez, realizar apuntes como el que vemos: Todas las tardes por descanso de nuestras tareas nos ibamos a pasear por aquella Playas las cuales se componen de unas Piedrezitas menudas... [...] El Bosque inmediato a dichas Playas es sumamente Espeso, donde la Naturaleza se ostenta Rustica y rara. 38
Producto de esos «paseos» pudo ser el esbozo de un plano de la ensenada, que se encuentra en su diario:
Boceto de la cala de los Amigos [Friendly Cove]39 (lámina 40) El apunte, dibujado en el folio 46 verso del Cuaderno... de Suria, lleva una especie de pie: «Esta configuracion es hecha en Birtud dela vista e inmédiatamente de la Entrada, falta su total arreglo». Podemos ver en el dibujo la situación y mención al castillo, al fondeadero, el puerto, la situación del «Establecimiento», cerca de la playa, y el
Lámina 40.
dibujo en planta y mención del «Sitio donde estuvo el Capitán Meares».40 De nuevo, otra referencia a Meares parece indicarnos que debemos dedicar alguna línea más a su persona. John Meares era un personaje de cuidado: había ingresado en la armada británica en 1776, y se convirtió en capitán de la marina mercante después de 1783. Fue en la India cuando decidió involucrarse en el comercio de pieles con la Rusia americana. Con un grupo de mercaderes organizó, en 1786, la Compañía de Pieles de Bengala, ignorando las obligatorias licencias del monopolio de las Compañías de la India Occidental y del Mar del Sur. El hecho de que el 13 de mayo de 1788 Maquinna hubiese cedido una pequeña parcela en Friendly Cove, para que Meares levantase un puesto comercial e incluso construyese una nave, fue la base de las reclamaciones británicas sobre el territorio.41 La importancia del «sitio de Meares» era, a lo que se refieren los dibujos, por lo tanto grande, aunque —como veremos más adelante— Maquinna negó haber realizado venta alguna al dicho Meares. La amistad de un jefe de segundo grado, Callicum, con John Meares, hizo que este tomase un decidido partido por los ingleses, contribuyendo al famoso «incidente». En muy breves líneas, el 2 de julio de 1789 arribó a Nootka el pa––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 40
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Sotos, C. (1982 II): 190. Este boceto podría haber servido como base para la elaborada lámina firmada por Josef Cardero que se encuentra en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Ms. 146 # 5 y que comentaremos más adelante. Suria, T. (1791): f. 3v. Tomás de Suria, «Quaderno Que Contiene el Ramo de Historia Natural»: f. 46v. Western Americana Collection, Beinecke Rare Book and Manuscript Library, Universidad de Yale. Lo ha publicado Hart, C. P. (1987): 87.
41
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Ya se ha hecho mención en otra nota al establecimiento del «Capitán Meares» y su importancia con la llamada «controversia o incidente de Nootka», tema en el que por razones obvias no podemos entrar en esta ocasión. Puede consultarse el diario de Martínez, E. (1789), el de Bodega, J. F. (1990), que además resolvió brillantemente el asunto en encuentro con Vancouver, e incluso Moziño, J. E. (1792), aunque este no era partidario de Martínez. Las circunstancias políticas de la monarquía española en Europa, que acabaron dejando a España aislada y culminaron en el abandono de Nootka y en las pretensiones de España en el Pacífico norte, están bien analizadas en Mariñas, L. (1967). Meares, J. (1790).
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Finalmente en la mañana del 14, el Cacique Secundario Tlupananú vensió esta barrera, confiado a la verdad, en la Amistad constante, que havía reinado entre el, y los nuestros, y sin embargo timido, y casi asombrado a la vista de tantas fuerzas unidas: «Se le retrató con mucha propiedad por Don Tomas de Suria». 45
quebote Argonaut sin bandera, comandado por James Colnett. Eran las fechas en las que se encontraba en Nootka Esteban José Martínez intentando levantar el primer establecimiento. Las pretensiones de Colnett eran tomar posesión del puerto y construir un asentamiento. Por fin izó la bandera inglesa y presentó pasaporte de la compañía Richard Etches & Meares. Martínez le impidió sus propósitos y el porfiado Colnett acabó siendo arrestado por su actitud. El jefe Callicum tomó partido decidido por Colnett y fue muerto por un marinero español, tras haber fallado un disparo Martínez, por sus continuos insultos al mismo.42 Nos encontramos, por consiguiente, ante eventos de cierta relevancia histórica en los que no podemos detenernos, por lo que parece conveniente volver a la narración de nuestros dibujos. Hasta este momento los nativos de la entrada de Nootka, y particularmente los habitantes de Yuquot, el poblado nativo cuya denominación siempre fue reconocida en las fuentes españolas —que estaba enclavado en la playa interior del denominado Friendly Cove desde 1786 por los ingleses y donde se levantó el asentamiento español—, no han hecho acto de presencia en los diferentes dibujos, excepto en los elaborados en fechas posteriores. El propio Malaspina recoge en su diario tal situación: Varias causas (cuyo Origen es estraño para esta Narracion) influían entonces, a que huviese de parte de los Naturales una Conducta timida, y precavida, con el Establecimiento nuestro; Eran pocos los Pescadores, que veíamos concurrir a las Corvetas; y por quanto deseasemos conocer los differentes Caciques, ô Taguís, a los tres dias de nuestra llegada aun no havía parecido alguno, sin embargo, que varios dones a las Canoas, y no pocas promesas a los que nos visitasen, devían ser incentivos harto fuertes para atraerles. 43
Encontramos las mismas palabras en casi todos los diarios, precisando Tova que se pretendía también destruir «toda mala idea que hubiesen comprehendido de nosotros por algun paso, imprudente de uno ú otro individuo, o por la opinion que les hubiesen inspirado de los españoles, las embarcaciones extrangeras que han frequentado este Puerto los ultimos años».44 Por fin, el día 14 de agosto Malaspina recibió la visita de uno de los jefes de la entrada de Nootka, Tlupananuhl, el cual fue también protagonista de uno de los mejores retratos de Tomás de Suria:
Lámina 41. Tlupanamabu Cazique de Ntca.46
Tlupananuhl, primer jefe de los mowachaht en la entrada de Nootka 47 (lámina 41) Se trata probablemente del mejor retrato de Tomás de Suria, como él mismo reconoce. En su diario Suria escribe que su re––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 45 46
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43 44
Aunque toda la bibliografía anglosajona e incluso una buena parte de la española considera a Martínez el «malo» de esta historia, nuestra opinión es que su actitud fue completamente digna e impecable. Actualmente tenemos en prensa un trabajo sobre el «incidente de Nootka», pero analizando sobre todo el papel de los nativos en el mismo: Sánchez Montañés, E. (s. f.). Malaspina, A. (1789-1794): f. 342v. Tova, A. (1789-1794): f. 200v.
47
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Malaspina, A. (1789-1794): f. 342v. Museo Naval, carp. 1-47. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 191 y fig. 607. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1952): n.º 149, y se titula «Hupananumo cacique...». En Gunther, E. (1972): 49 y fig. 24, con el sorprendente pie: «Dibujo considerado como Maquinna». En Malaspina, A. (1984): entre pp. 310-311. En Higueras, D. (1985 II): 469 y n.º 2937. Se reproduce en El Ojo del Tótem (1988): 160 y n.º 1/5. En Peset, J. L. (1989): fig, 2, con el sorprendente añadido de «Vancouver» al pie. En Higueras, D. (1991): 99. Se reproduce también en Sáiz, B. (1994): 284; en Palau, Tovell et al. (1998): 182; en Palau et al. (1998): 113. En Pedro, A. (1995): 186, como un «dibujo preparatorio». El nombre de este jefe se ha escrito de múltiples maneras en las fuentes españolas y en otras. Optamos por la utilizada actualmente por los especialistas en las culturas nativas de la Costa Noroeste.
LA ENTRADA DE NOOTKA
Mapa 5. Territorios tradicionales en la entrada de Nootka hacia 1730.
trato fue muy aplaudido por la «identidad que se notaba en el, de sus facciones».48 Nos encontramos ante el rostro de un interesante personaje, uno de los jefes nativos de la entrada de Nootka, que aparece mencionado en todos los diarios y que fue también uno de los mejores interlocutores de los españoles. Tlupananuhl es continuamente identificado como un jefe subalterno, súbdito de Maquinna —dice Suria—, el jefe principal de la entrada de Nootka del que hablaremos en seguida; como ‘cacique subalterno’, lo califica Tova, el mismo término que emplea Bustamante; ‘Tays secundario’, lo considera Espinosa, lo mismo que Bauzá.49 Sin embargo, esa interpretación no era correcta: Tlupananuhl, como Maquinna, era el jefe principal de uno de los grupos locales que se encontraban a finales del siglo XVIII en torno a la entrada de Nootka. Era el primer jefe de los mowachaht, que controlaban los territorios en el fondo de la entrada de Nootka y parte de la entrada oriental de la misma, cuyo poblado principal era Mowatcha.50
La percepción de jefe secundario o súbdito de Maquinna, primer jefe de los entonces yuquotaht, como veremos, podría proceder de que los yuquotaht por su situación geográfica eran más poderosos; y además Yuquot, lugar del poblado nativo en el que se asentaron los españoles, era territorio controlado por Maquinna. Ese hecho acrecentaría las reticencias de Maquinna con los españoles y sus distancia, aunque en otros informes posteriores, como veremos, las relaciones de Maquinna con los españoles acabaron siendo realmente de colaboración mutua. Tlupanuhl era además tío de Maquinna, ya que el padre de este, Yalhua II, se había casado con una mowachaht, hermana de nuestro protagonista. En el transcurso de esa visita y casi con las mismas palabras, todos los diarios mencionan que se regaló al jefe adecuadamente y en palabras de Malaspina: Se le regaló por nuestra parte abundantemente, y se le prometieron Dones aun mucho mayores si nos visitase de nuevo con su Canoa grande, bien esquifada, y dispuesta a verificar varias Evoluciones así de Guerra, como de Alegria. 51
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50
Suria, T. (1791): f. 2v. Suria, T. (1791): f. 46v; Tova, A. (1789-1794): f. 201; Bustamante, J. (17891794): f. 159v; Espinosa, J. (1791): f. 149v. Bauzá, F. (1789-1794): f. 88v. Para la situación de la entrada de Nootka en la época del establecimiento español, la mejor información se encuentra en Carretero, L. (1998).
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Malaspina, A. (1789-1794): f. 342v.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Esa promesa de futuros regalos sería recordada por el jefe posteriormente y, efectivamente, Tlupananuhl correspondió con una serie de demostraciones que también veremos reflejadas más adelante. Entre los diferentes ejemplos del interés de Tlupananuhl por los españoles, se cuentan algunos episodios que relata José de Espinosa en el transcurso de la exploración de los canales en torno a la isla de Nootka, que dirigió junto con Ciriaco Cevallos entre los días 18 y 25 de agosto, en los que la presencia del jefe fue muy evidente. El 19 por la tarde exploraron el brazo al que dieron el nombre precisamente del jefe «Tlupananulg en obsequio del Tays ó Xefe de la poblacion». El nombre de Tlupana Inlet se conserva en la actualidad. Esa misma noche acamparon cerca de la ranchería del jefe y a las 10 de la noche se presentó el propio Tlupananuhl en una canoa, al que recibieron «con las demostraciones mas afectuosas», reiterando el jefe su amistad hacia los españoles»: ... Tlupananulg esta dispuesto à darnos conversacion toda la noche, pero nosotros que debiamos madrugar y deseabamos el reposo le despedimos con la cortesìa posible y se fuè ofreciendonos primero una visita apenas apareciese el Sol sobre el horizonte, y aun de acompañarnos despues, y como nuestros reconocimientos del dia siguiente podian tal vez conducirnos à Tasis residencia de Macuyna no nos desagradó la oferta pudiendo sernos util la compañia de Tlupananul por muchas razones.52
Pero van a ser interesantes y muy políticas las razones que al día siguiente aducirá el jefe de los mowachaht para no acompañarles en su visita a la ranchería de Maquinna, aunque la confianza de los oficiales en él era tanta que incluso le dieron una carta para Malaspina: ... Tlupananulg que nos habia seguido sin repugnancia hasta entonces consultó mejor sus intereses y varió de resolucion. Al principio creimos que reusaba continuar por encarecer el servicio de acompañarnos, pero luego conocimos que trataba con formalidad de bolberse; nos representó que su compañia nos era absolutamente inutil, el camino à Tasis inequivocable, y su persona poco necesaria para que los naturales del interior nos recibiesen con bondad, añadiendo que ya estaba entre los suyos notado de demasiado parcial de los Españoles, y que Macuyna se indignarìa justamente quanto viese que los introducia en su propia Casa. Estas razones nos hicieron toda la fuerza que debian, y habiendole dado una Carta para el Xefe de la Expedicion donde le avisabamos de nuestro estado, nos despedimos de aquel buen amigo. 53
En la tarde hoi [del día 20] se aparecio el Gefe Tlupananulg, que me entregó cartas de los oficiales Espinosa y Zevallos que les habian entregado la noche anterior, quando salian para Tasis, reconocidos sin fruto los dos Brazos ó Canales de la Izquierda, cuyas noticias trasladé luego á Malaspina. Se regaló á este Gefe así por su eficacia en la conducción de las cartas como por la constante buena amistad que había conservado con los españoles, aunque no en esta parte tanto como dictase el agradecimiento, y los deseos suyos, dirigidos a que se le proveyese de una vela grande de vitre para su canóa; procuramos contentarle en una y otra corbeta con otras cosas y prometerle la vela cuando viniese á executar en presencia nuestra las evoluciones que ya le habiamos indicado. 54
Las buenas relaciones de Tlupananuhl con los españoles se reflejan también en los periódicos informes que Saavedra55 enviaba, en los que —y casi telegráficamente— se limitaba a informar de ciertos hechos; por ejemplo, del obsequio de tablas para las construcciones que se estaban levantando: El dia 10. vino Clupananu Capitan de una de las Rancherias inmediatas, y me regaló quarenta tablas que necesitaba para fines del servicio, y en correspondencia le di dos planchas de cobre. 56
Sin embargo, en 1792, cuando la expedición de las goletas Sutil y Mexicana arribó a Nootka, como parte de la expedición Malaspina para explorar el estrecho de Fuca y rodear la llamada hoy isla de Vancouver, la situación había cambiado. Las excelentes relaciones del comisionado Bodega y Quadra con Maquinna, como veremos en seguida, habían desplazado a Tlupananuhl en el trato con los españoles, y este lo acusaba: Tlupanamul igualando dos dedos de la mano siempre nos decia, que el era Cococoa Macuina: nosotros no notamos que en su concurrencia se tuviese el uno al otro el menor respeto, y si que Tlupanamul no se mostraba satisfecho de la preferencia, que daba el Comandante Quadra à Macuina, de regular, se acordase de los servicios hechos con su gran Piragua à las corbetas, y al establecimiento de sus continuos regalos; pero en esto no era inferior Macuina; pues notando que Elisa estaba en escasez, antes que llegasen las embarcaciones, mandó à sus ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 54 55
En el diario de Bustamante se recoge que el jefe había cumplido diligentemente el encargo de Espinosa y Cevallos, cuando: ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 52 53
Espinosa, J. (1791): ff. 154v-155v. Espinosa, J. (1791): ff. 156 y 156v.
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Bustamante, J. (1789-1794): f. 161. Ramón Antonio Saavedra y Guyraldez, alférez de navío, había arribado a Nootka el 26 de marzo de 1791 al mando del paquebote San Carlos, con provisiones, personal y órdenes de Bodega para que las exploraciones prosiguiesen. Saavedra se queda al mando del establecimiento ya que Eliza salió el 4 de mayo a la exploración del estrecho de Fuca. Por lo tanto, Saavedra recibió en Nootka a la expedición Malaspina. Eliza retoma el mando en Nootka a su retorno, el 30 de agosto, y Saavedra zarpó de Nootka el 24 de octubre de vuelta a México. Saavedra regresó a Nootka de nuevo en el San Carlos el 19 de mayo para relevar en el mando a Fidalgo. Pasó allí los dos inviernos siguientes y el 16 de abril de 1795 fue el último oficial español que abandonó Nootka. Sus varios informes sobre la situación y el día a día en Nootka son precisos y preciosos para el seguimiento de la breve historia del establecimiento. Saavedra, R. (1791): f. 1.
LA ENTRADA DE NOOTKA
mischismis que proveyesen de pescado à nuestro establecimiento y ellos lo hacian à menudo sin querer recibir recompensa. No obstante Tlupanamul continuaba en venir una vez a la semana trayendo al Comandante Quadra casi siempre un Venado: comia cerca de la Mesa al lado opuesto de Macuina: sus expresiones eran pocas, su aire estupido; pero dexando ver en el una apreciable honradez. 57
En los años posteriores las buenas relaciones continuaron y la confianza de este jefe en los españoles era grande. Si en muchas ocasiones los españoles recibían pescado de los nativos, hasta el punto de que el aporte de proteínas llegó en algunos momentos a depender de ese suministro, en otras ocasiones Saavedra informó de que los españoles tuvieron que auxiliar a la gente de Tlupananulh con un caldero de fríjoles diario para mitigar su hambre. La situación llegó a ser tan difícil que el propio jefe solicitó se dijera una misa para propiciar la aparición de pesca.58 Si nos centramos en el retrato, además de la personalidad del personaje, destaca un característico sombrero de cestería y una capa de piel que cubre su torso desnudo y poderoso. Esos sombreros, con un remate en forma de bulbo, aparecerán varias veces en las cabezas de los jefes retratados, aquí en la entrada de Nootka y en Neah bay, o puerto de Núñez Gaona, pero es en este retrato donde lo encontramos dibujado con más cuidado. La forma peculiar, la decoración geométrica en el borde del ala, en la base del bulbo y en el propio bulbo y, sobre todo, la representación esquematizada de los arponeros en la caza de la ballena las vemos hoy en cuatro sombreros, exactamente iguales al del dibujo, que se encuentran en el Museo de América, inventariados con los números 13.569, 13.567, 13.566, 13.570. El sombrero era un distintivo de rango de los jefes por las dificultades y los peligros que entrañaba la caza de la ballena, de tal modo que el arponero era siempre el jefe principal. En los diarios de los oficiales de la expedición, a diferencia de los datos que aportan en Puerto Mulgave, no hay prácticamente menciones a los aspectos de la cultura material de los nativos, aunque sí se encuentran recogidos temas relativos a los aspectos sociales, políticos y aun religiosos. Sin embargo, en la Descripción de la isla de Mazarredo de José Mariano Moziño Suárez de Figueroa, encontramos abundantes datos sobre los aspectos de la cultura material.59 Moziño describe detalladamente esos peculiares sombreros:
... lo mas usual son dos especies de sombreros texidos sobre moldes de proposito de tule ò espadaña muy flexible, que acompañan de delgadas laminas sacadas de la costilla de la pluma para formar un campo blanco en que sobresalgan los dibujos con que los adornan, los quales siempre son representativos del aparato con que pescan la Ballena. La figura de estos es de un cono trunco mas ò menos elevado, sobre el qual la gente principal sobrepone otro como mas pequeño que remata en punta aguda. Los de los Plevellos son de tegido mas tosco, y carecen de diseño; unos, y otros se afianzan con barbiquejos de correas ò con cualquiera cordon. 60
Bill Holm precisa los detalles técnicos y menciona que los detalles de materiales y confección convierten a este tipo de sombreros en algo único. Son dobles, con un a modo de forro interior de corteza de cedro que se une a la capa exterior en las últimas filas del tejido del borde. La urdimbre es de raíz de picea. El cuerpo del bulbo y el sombrero están tejidos con trama de corteza de cedro, teñida de negro, mientras que en la punta del bulbo, el cuello por debajo del bulbo y el borde llevan trama de raíz de picea. Una capa superpuesta de las agujas blanco creta de la «surf grass» (Phyllospadix torreyi) formaba el campo blanco y los detalles de los diseños.61 El autor no habla en ningún momento de los raquis de plumas que sí menciona Moziño, pero podemos mencionar que en el Museo de América se ha comprobado la utilización de raquis en ese peculiar tipo de sombrero.62 En cuanto al manto de piel que aparece en el dibujo, recurrimos de nuevo a Moziño. Tras describir el atuendo de la gente común, del que hablaremos más adelante, menciona que las pieles de nutria se reservaban exclusivamente para «los nobles de primer orden».63 Además de a Tlupananuhl, Suria retrató a otros jefes de la entrada de Nootka y, con toda seguridad, el más divulgado es el del jefe Maquinna,64 del que se conservan tres dibujos:
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): f. 17v. Saavedra, R. (1794a): f. 5v. Con Bodega y Quadra llegó también a Nootka el naturalista y geógrafo José Mariano Moziño Suárez de Figueroa, que sería el autor de las Noticias de Nutka, o Descripción de la Isla de Mazarredo, la obra etnográfica imprescindible para el estudio de los que hoy conocemos como los nativos mowachaht de la Costa Noroeste.
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Moziño, J. M. (1792): f. 305. Holm, B. (1990): 625. Véase Cabello et al. (2000). Moziño, J. M. (1792): f. 304v. Existen también en las fuentes muchas variaciones de la transcripción de este nombre. Aceptamos y usamos la actual, ya que hoy es el apellido del primer jefe de la band mowachaht, Mike Maquinna. Debe pronunciarse como se escribe en las fuentes: Macuina.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Lámina 42. Cazique Pral. de Nutca nombrado/ Lámina 43. Boceto para el retrato de Maquina. 66 Maquina. 65
Maquinna, primer jefe de los yuquotaht en 1791 (láminas 42, 43 y 44) Así como en todos los diarios aparece claramente reflejado el día en que Suria retrató al jefe Tlupananuhl, no ocurre lo ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 65
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Museo Naval, carp. 1-27. Firmado por Tomás de Suria. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 191 y fig. 606. Se reproduce en Torre Revello, J. (1944): lám. XII. En Guillén y Tato, J. (1952): n.º 157. En Gunther, E. (1972): 48 y fig. 23, como «dibujo tradicional de Maquinna, jefe de Nootka. En Higueras, D. (1985 II): 468 y n.º 2936. En Jewitt, J. (1987): 18. En El Ojo del Tótem (1988): 251 y n.º 8/2. En Higueras, D. (1991): 98. En Kendrick, J. (1991): 75. En Sotos, C. (1991): 257. Engstrand, I (1981): s. n., lo reproduce, pero lo ubica erróneamente en el Museo de América. En Inglis (1992): 134. Palau, M. y Orozco, A. (1994): 161, lo reproducen pero lo sitúan en el Museo de América. En Pedro, A. (1995): 186, como un «dibujo preparatorio». En Palau, Tovell et al. (1998): 13. En Palau et al. (1998): 112. En Espíritus del Agua (1999): 28. En Sota, J. (2002): 122. En David et al. (2003 II): 173 y lámina 20. Sorprendentemente Luzzana, I. y Manfredi, D. (2004): 22 reproducen este retrato como «Maquina, cacique de la isla de Nootka», como un «dibujo de F. Cardero». Museo Naval, carp. I-46. Para las características del dibujo véase Sotos, C. (1982 II): 192 y fig. 608. La autora lo considera un boceto preparatorio para el original del Museo Naval. Se reproduce en Higueras, D. (1985 II): 471 y n.º 2938. Se menciona en el catálogo de El Ojo del Tótem (1988): 251 y n.º 8/1. Se reproduce en Pedro, A. (1995): 184, como un «dibujo preparatorio». Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-37). N.º de Inventario 02262. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 191-192 y fig. 609. La autora menciona que es una réplica del que se encuentra en el Museo Naval, pero dispuesta en óvalo. Es el original utilizado por Selma para el grabado publicado con el n.º 12 en el Atlas que acompaña a la Relación del Viaje de las Goletas «Sutil» y «Mexicana» (1802), donde lleva por título «Macuina, Xefe de Nutka». Se reproduce en Vaughan et al. (1977): 35 y n.º 18. En Palau, M. (1980): 161 y fig. 58. En Pino. F. (1982): Lám. IX. En TheTotem Shore (1986): 197. En El Ojo del Totem (1988): 67. En Higueras, D. (1991): 100. En Jones, L. (1991): 14, se reproduce el grabado de Selma con un sorprendente pie, ya que la autora se refiere a Tomás de Suria como «sacerdote». En Palau et al. (1998): 114. En Galera, A. (2010): 83.
Lámina 44. Xefe de Nutka. 67
mismo con el retrato de Maquinna. Dos son las visitas que hizo este jefe a las corbetas, e incluso el propio Suria tuvo ocasión de verle cara a cara en la visita a su casa que realizaron los oficiales Espinosa y Cevallos, durante el curso de la exploración en torno a la isla de Nootka. Esta última visita duró apenas veinte minutos, como el propio Espinosa menciona,68 por lo que no parece que Suria hiciera su retrato en ese momento. El día 19 de agosto por la tarde, las corbetas recibieron por fin la tan anhelada visita del jefe que controlaba el territorio del asentamiento español. En su diario de Malaspina menciona que el jefe se negó a subir a bordo de la Descubierta: ... eran pocos los Gefes, que no nos huviesen visitado, y haviamos merecido igual atencion a «el Gefe» [tachado] Macuina, si bien manifestandose en su rostro mucha desconfianza «negandonos la Visita a bordo de» [tachado] y no permitiese el subir a bordo a tres Mugeres suyas, que le acompañavan y «hubieramos deseado retratar.69
Sin embargo, Bustamante y Tova afirman que el jefe Maquinna subió a bordo de la Atrevida, y es precisamente la mención a que no permitió subir a sus tres mujeres, para que no se las retratase, lo que nos permite deducir que Maquinna sí permitió tal vez que le hicieran su retrato.70 Maquinna, que aparece representado con el característico sombrero de los ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 68 69 70
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Espinosa, J. (1791): f. 158v. Malaspina, A. (1789-1794): f. 344v y f. 345. Bustamante, J. (1789-1794): f. 161; Tova, A. (1789-1794): f. 202.
LA ENTRADA DE NOOTKA
balleneros, que ya hemos comentado, en las fechas del establecimiento español (1789-1794) era el jefe principal de los que podemos denominar yuquotah, que controlaban el Tahsis Inlet y la parte occidental de la entrada de Nootka. Pero los españoles simplemente se adelantaron el tiempo en su percepción de considerarle el jefe principal de la región. Hacia 1810 Maquinna era ya el jefe de la confederación mowachaht y había reunido los territorios de los yuquotah y de los mowachaht, quienes en la época del asentamiento español controlaban los territorios situados en el Tlupana Inlet, centro de la entrada de Nootka y occidente de la península Hesquiat y cuyo jefe principal había sido Tlupananulh, como ya hemos mencionado.71 En los diferentes diarios de la expedición, el jefe aparece a veces distante, a veces temeroso, a veces amistoso. Maquinna era en realidad un enorme político que sabía cambiar de actitud a tenor de las circunstancias, pero no olvidemos que sus declaraciones fueron determinantes, como veremos, en la resolución del incidente de Nootka.72 Por lo tanto, podemos separar las noticias sobre Maquinna, considerando primero las que tienen un carácter más personal, para pasar luego a valorar su importancia política. Durante la parada en Nootka, Maquinna visitó al menos dos veces las corbetas. De la primera, la realizada en la tarde del día 19, ya hemos hablado. En ella se mencionaba a tres mujeres suyas, aunque Tova, entre otros, menciona que tenía cuatro esposas.73 Efectivamente Maquinna, hijo de Yalhua II —que fue cuñado de Tlupananuhl y había muerto en 1778—, tenía como primera esposa a Hestoquatto, una mujer ehattesaht, hija de un importante jefe, Hannape, y hermana de otro, Natzape, que pronto hará también acto de presencia. Otra de sus esposas era Y-ya-tintla-no, una mujer tla-o-qui-aht. La tercera esposa se llamaba Cla-si-a-ca, y de la cuarta no tenemos noticias de su nombre en las diversas fuentes.74 La pertenencia de las diferentes esposas de Maquinna a diferentes grupos locales de la entrada de Nootka proporciona un excelente ejemplo de la política matrimonial de la región. La visita que realizaron Espinosa y Cevallos el día 20 de agosto al poblado principal de Maquinna, Tahsis, nos dejó una interesante serie de datos sobre este jefe y su entorno. Sin embargo, la llegada a la ranchería de Maquinna estuvo
precedida de una serie de muestras que les hicieron temer no ser muy bien recibidos. Afortunadamente las cosas cambiaron y Maquinna no solo les recibió con cortesía sino incluso les presentó a una de sus esposas: Macuyna tubo la condescendencia de recibirnos à la mitad del camino entre el Pueblo y el Desembocadero con un ayre afable que no esperabamos ni correspondia à su condicion anterior: nos condujo à su Casa donde lo primero que vimos fué su armero con 14 fusiles, y un hombre haciendo Centinela en actitud de descansar sobre las armas: [...] El Cacique nos presentò à su muger cuya bella figura no nos sorpendió menos que el centinela y los fusiles. Tendrìa como 20 años de edad, y se distinguia entre otras muchas por su color blanquisimo del propio modo que por la delicadeza y la proporcion de sus facciones. Si despues de una navegaciòn tan dilatada se pudiera juzgar de la hermosura con rectitud nos atreveriamos à decir que esta graciosa muchacha excede en belleza à las heroinas de Novela, tales como nos las hacen concebir los prestigios de la poesia y la imaginacion inventora de los poetas. 75
Espinosa describe también con detalle la casa del jefe, proporcionando un cuadro preciso del interior de las grandes casas de linaje, características de toda el área de la Costa Noroeste, como ya se ha mencionado: La Casa de Macuyna que es igual à todas las que componian el Pueblo en su materia y en su forma tendría como 70 pies de frente, y 50 de fondo,76 pero su alto no correspondía à estas dimensiones. El techo formado asi como los costados de tablones bien unidos, se apoyaba sobre vigias de toda la longitud de la Casa, sostenidas por gruesas columnas unas y otras de pino sin labrar y en su forma natural. A los quatro angulos habia otros tantos hogares ocupados por familias parientas ò tal vez de la cervidumbre del cacique y sobre las columnas de uno de los frentes, se dexaban ver dos figuras que imitaban con alguna propiedad el rostro humano, uso comun de todas las casas, y cuya significacion no pudimos entender. 77
Después de esa parada, que no duró más de veinte minutos, Espinosa menciona la visita a la familia del hermano mayor del jefe y a la de su suegro Hannape, «ambos Xefes subordinados pero que gozan su cierta autoridad», y pasearon también a lo largo de Tahsis, «cuyo frente ocupará una estension de 200 toesas:78 muchas Casas tienen ventanas, y en una vimos su vidriera».79 –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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Remitimos de nuevo al lector a: Carretero, L. (1998). El marinero inglés John Rodgers Jewitt, que entre el 22 de marzo de 1803 y el 19 de julio de 1805 fue prisionero y esclavo de este mismo jefe Maquinna, proporciona en su diario un interesante retrato del mismo. Véase Jewitt (1990). Tova, A. (1789-1794): ff. 202-202v. Agradezco a Leoncio Carretero Collado toda la información proporcionada sobre los linajes dirigentes de la entrada de Nootka.
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Espinosa, J. (1791): f. 158. Si se trata de pies castellanos, 19,60 m por 14 m. Espinosa, J. (1791): f. 158v. En el manuscrito 146 del Museo Naval y con el n.º 27, se encuentra un conocido dibujo del interior de la casa de Maquinna realizado en 1792, aunque como mencionaremos, consideramos una copia de los dibujos de Webber, el dibujante de Cook. Unos 390 m aproximadamente Espinosa, J. (1791): ff. 158v y 159.
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Mapa 6. Curso de la expedición de Espinosa y Cevallos en torno a la isla Nootka. Felipe Bauzá. Museo Naval: 2-D-20.
La visita cambió la percepción que los oficiales tenían de Maquinna: Este Xefe cuyo nombre se repite con mucha frecuencia, y mas respecto en todas aquellas cercanias no pasaba de 30 años de edad: era de estatura baxa y mal formado en la mitad inferior del Cuerpo, pero compensaba estas faltas con una fisonomia agradable y un ayre espiritual lleno de Magestad y de nobleza con que inspiraba naturalmente cierto respecto à su persona. 80
En la última visita de Maquinna realizada a las corbetas el día 27 por la mañana, poco antes de que zarparan, su actitud era ya amistosa, suavizada probablemente por la cercanía de la salida de los visitantes e incluso «tomó algunas Tazas de Té a bordo de la Atrevida, costumbre, que se allava bien introducida entre sus Parientes, y Gefes subalternos». Malaspina detalla también los regalos que se dieron al jefe: «Dos Velas para Canoa, quatro Cristales de Ventana, una plancha de Cobre algunas Varas de Paño azul, y pocas Piezas de Quincalleria».81 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 80 81
Ibidem: ff. 159 y 159v. Malaspina, A. (1789-1794): ff. 347v-348.
El 29 de abril de 1792 arribaba a Nootka la fragata Santa Gertrudis al mando de Alonso Torres y Guerra. Con él iban el capitán de navío Juan Francisco de la Bodega y Quadra, comandante de la expedición de límites, que en este caso tenía un propósito fundamentalmente diplomático y político: entrevistarse con el comisionado inglés George Vancouver. Con Bodega llegaron el naturalista José Mariano Moziño Suárez de Figueroa y el artista Atanasio Echevarría y Godoy. Las relaciones de Bodega con Maquinna fueron excelentes desde el principio, como recoge el propio Bodega en su diario, y como tuvieron ocasión de corroborar Alcalá Galiano y Valdés. Maquinna fue tratado desde el principio como un importante interlocutor, un jefe de primer orden, siendo conscientes los oficiales españoles de que el establecimiento se encontraba en su territorio y de que las manifestaciones del jefe iban a ser importantes en la negociación con el inglés. Durante la parada en Nootka de la expedición de Alcalá y Galiano y Cayetano Valdés, dichos oficiales tuvieron ocasión de constatar esas buenas relaciones y el trato que se daba a quien estaba emergiendo como jefe principal de toda la región de la entrada de Nootka:
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LA ENTRADA DE NOOTKA
Mientras estuvimos en Nutka, vimos con particular complacencia la estrecha amistad que reinaba entre los españoles, y los Indios. Macuina movido por los regalos, y buen trato del Comandante Quadra se habia venido à vivir muy cerca de los buques: comia todos los dias de la mesa del otro comandante, aunque no en ella, muy proximo, usando del tenedor y cuchillo, como el mas decente europeo, dejando y haciendose servir de los criados, y fomentando el buen humor de la Sociedad con el suyo: bebia vino con placer, y era menester darle moderadamente de este licor, al que el llamaba agua de españa, para que no se embriagase. Ordinariamente le acompañaba Cuatlazapè, à quien èl manifestaba el mayor cariño; tambien solian comer en la camara algunos Parientes y Vasallos suyos, y para estos ultimos se ponia diariamente un plato de frixoles, ò avichuelas manjar que ellos preferian à los demas. Macuina esta dotado de un talento claro, y despejado, y conoce bien sus derechos de soberania: se quexaba mucho del trato de las embarcaciones extrangeras, que traficaban sobre la costa, a causa de algunas tropelias que decia habian recibido los suyos: negaba la cesion del Puerto de Nutka al Teniente Ingles Meares, y solo confesaba haberle permitido establecerse en él, repitiendo continuamente la cesion, que hacia al Rey de España del Puerto de Nutka, y las playas que le correspondian con todas sus producciones. 82
Son innumerables las anécdotas y sucedidos que se recogen en el diario de Bodega relativas a su amistad con Maquinna, imposibles de reseñar aquí por su extensión. Mencionemos especialmente, entre otros eventos, la invitación del jefe realizada al comandante para participar en la fiesta de la pubertad y proclamación como heredera de su hija,83 que se citará más adelante, y la visita realizada a Tahsis el 3 de septiembre con el capitán George Vancouver y todos los oficiales. En esa ocasión prácticamente se dio a Maquinna tratamiento de Jefe de Estado, se cumplimentó a su hija, se cenó exquisitamente y se obsequió a los visitantes con una serie de bailes. Bodega y Quadra refiere la visita sucintamente, pero Vancouver se extiende en ella con mucho más detalle y prolijidad.84 Pero en la historia de la época y del lugar, Maquinna sería una pieza fundamental del complejo rompecabezas en el que se había convertido Friendly Cove por las reclamaciones de los ingleses. Ya en el curso de la parada de la expedición Malaspina en Nootka, y en el transcurso de la visita del jefe a la Descubierta el 27 de agosto, Maquinna: Ratificó en aquella ocasion la cesion del Terreno, que havía echo anteriormente para el actual Establecimiento Nacional, nos aseguró, que avría entre unos, y otros una paz duradera, y ultimamente se despidío manifestando asía nos otros con Espresiones dificiles de Equivocarse, tanto Agradecimiento, y Amistad, quan-
tas havían sido a el principio las Muestras de su Enojo, y Desconfianza. 85
Pero hay que destacar, sobre todo, que esta declaración de Maquinna, recogida por Bodega en su diario, fue determinante en la firme actitud del plenipotenciario español ante Vancouver, y en su negativa ante las pretensiones del mismo. Maquinna afirmó claramente que nunca había vendido ningún territorio a Meares y sí, sin embargo, había hecho donación de terreno a Eliza y Bodega para el establecimiento español, a condición de su devolución en el momento de su retirada.86 La declaración de un «soberano indio» resultó de un valor crucial en la alta política internacional de la época. En los años posteriores vemos de nuevo, en los informes de Saavedra, cómo la relación entre los españoles y los habitantes de la entrada de Nootka se había normalizado, siendo frecuentes las visitas de Maquinna al establecimiento y la colaboración mutua. Maquinna pedía en ocasiones auxilio a los españoles ante el temor de ataques por parte de sus enemigos, por lo que solicita «licencia para hacer dentro de este Puerto su Casa», e incluso se interesa en saber si España se «tomaria satisfacción» en caso de su muerte violenta, a lo que el comandante contesta afirmativamente.87 La presencia de los españoles no alteró substancialmente el ciclo estacional de los nativos. Dos años despues, en 1794, Saavedra informa de su presencia en la estación de la pesca de la sardina y del levantamiento de campamentos temporales, como era habitual, para lo que el oficial colaboró aportando material. El día 21 de agosto «se mudó Macuina, su Hermano Quaclazape, Quicomacia, y otros varios Capitanes y demas de ellos que aun siguen viniendo, y han puesto sus Casas proviciones...» , y el día 26 llegaron «mas Lanchas de Indios à Abecindarse àqui provicionalmente».88 Los nativos continuaron manteniendo sus actividades tradicionales con otros nativos, incluso bélicas. El 26 de agosto del mismo año, 1794, Maquinna narró a Saavedra el ataque ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 85 86
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Alcalá Galiano, D. (1792) ms. 143, doc. 1(1): ff. 11v-12. Bodega, J. F. (1792): f. 26v. Vancouver, G. (1984): 671.
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Malaspina, A. (1789-1794): f. 348. Aunque se recoge también en el diario de Bodega, la declaración de Maquinna puede verse en: «Declaración del 20 de setiembre, ante testigos, del Gefe Macuina sobre donación o venta de terrenos en el conflicto de Nutka. Copia fechada en Monterey, el 24 de octubre de 1792». Madrid: AHN, Estado, Leg. 4287, Carpeta 3, f. 1-2. Saavedra, R. (1794a): ff. 7v-8. Debemos recordar que Yuquot no era, para los yuquotah, un poblado permanente sino un asentamiento temporal para la obtención de recursos concretos. Sin embargo, se acabaría convirtiendo en un poblado permanente, y en la siguiente cita de Saavedra parece que Maquinna ya había empezado a realizarlo, a pesar de la presencia española: «Dia 8 de Abril bino un un Rancho mas de Indios, y colocó Macuina una gran Viga en su Casa nueva, la que tendra 25 varas de largo; y no solo él está alojado en ella, sino tambien sus Hermanos, ya familias». Saavedra, R. (1794a): f. 8. Saavedra, R. (1794a): ff. 6v-7v.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
de 25 canoas del jefe Wikanninish89 a los hesquiat, con el resultado de la obtención de setenta cabezas como trofeos y varios chicos y chicas cautivos.90 El jefe Maquinna fue, por lo tanto, una presencia constante del establecimiento español en Nootka, a lo largo de su corta vida. Las buenas relaciones con los españoles se mantienen hoy de nuevo en la figura del actual jefe de los mowachaht, Mike Maquinna, que ha visitado España ya en un par de ocasiones. Si hasta el momento ha sido a la organización social y la política de la época a la que nos hemos asomado —a través de los rostros de algunos de sus protagonistas— el siguiente dibujo nos proporciona algún atisbo del sistema de creencias y de los rituales tradicionales de los nativos de la región.
Oratorio del jefe Maquinna (lámina 45) Parece que este dibujo no se realizó durante las fechas de la primera parada de la expedición Malaspina en 1791, sino en la que podemos considerar segunda visita, en 1792, por parte de Alcalá Galiano y Valdés, antes de la exploración del estrecho de Fuca. Nos encontramos ante lo que probablemente era algún tipo de objeto de uso ritual, propiedad del jefe Maquinna. En uno de los varios documentos que se encuentran en el Museo Naval de Madrid, Alcalá Galiano menciona: En el mejor sitio de la casa de Macuina se halla un caxon oblongo de poco mas de dos varas de largo, y media de ancho, en cuyo interior está pintada una figura monstruosa con rostro humano feísimo, brazos sumamente largos, uñas semejantes a las del Aguila, y pies parecidos à los del oso el qual està destinado à los usos religiosos. 92
Por su parte Moziño, en su Descripción de la Isla de Mazarredo, se refirió al cajón prácticamente con las mismas palabras: En el mejor sitio de la casa se alla un cajon oblongo de poco mas de 2 varas de largo y media de ancho, en cuyo interior esta pintada una figura monstruosa con rostro humano, aunque feisimo, brazos sumamente largos, uñas semejantes a las de las Aguila, y pies paresidos a los del oso, el qual esta destinado a los usos religiosos que referire despues. 93
En la Relación del Viage de las goletas... editada en 1802 por Espinosa y Tello se recoge una descripción del cajón prácticamente semejante, 94 aunque en este texto se hace una mención expresa a que «su singularidad nos ha movido á dar –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Lámina 45. Caxon donde entra el Gefe de Nutca asus superticiones. 91 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 89
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Wickanninish era un jefe tla-o-qui-aht, una de cuyas esposas, una mujer ehattesaht, era hermana de Hannape, padre de Hestoquatto, la primera mujer de Maquinna. De nuevo un excelente ejemplo de las complejas relaciones sociales de los linajes de élite de la entrada de Nootka. Los tla-o-qui-aht controlaban el sur de la entrada Clayoquot, en torno a varios brazos de dicha entrada. Una isla lleva hoy el nombre del jefe. Los hesquiat se encontraban al sur de la entrada de Nootka. Saavedra, R. (1794b): f. 6. Museo Naval, ms. 1725-1, fig. 1ª. Para las características del dibujo, véase Sotos, C. (1982 II): 209 y fig, 661. Para esta autora el dibujo es de José Cardero y es preparatorio para el grabado n.º 15 que ilustra la Relación del Viaje
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de 1802. Torre Revello, J. (1944): 61 y n.º 37, lo atribuye a Cardero. Guillén y Tato, J. (1952): n.º 158 lo atribuye a Suria. Cook, W. (1973): s. p. y n.º 43, los describe como un cubículo de oración de «Ma-kwee-na, aunque reproduce el grabado de la Relación...» En Higueras, D. (1985 II): 483 y n.º 2948 se atribuye a Cardero. En The Totem Shore (1986): 154, se atribuye a Cardero y al pie: «Caja conteniendo al jefe de Nootka». En Cerezo, R. (1987): 88, como «Ritual mágico en Nootka». En El Ojo del Tótem (1988) 81, 277 y n.º 10/1. Los comentarios a la lámina son perfectamente prescindibles. En Higueras, D. (1991): 142. Sáiz, B. (1994): 295, lo atribuye a Cardero, pero por el subtítulo del dibujo, no está reproduciendo el original del Museo Naval sino el grabado de la Relación. Se reproduce en Palau, M. y Orozco, A. (1994): 62, con el sorprendente pie de «Jefe de Nutka». Pero en el mismo libro se vuelve a reproducir más adelante (en la reproducción de la portada que reproduce el programa de las jornadas que dieron lugar al libro) y ahora se titula: «Cajón donde se encierra el jefe de Nootka» y se atribuye a Cardero en 1792. Se reproduce en Orozco et al. (1996): 144 como «Cajón de Macuina» y se sitúa en el Museo de América. Se reproduce en Palau, Tovell et al. (1998): 213, se atribuye a Cardero, en 1792, y se coloca en el Museo de América de Madrid. En Palau et al. (1998): 146, se vuelve a reproducir y ya se coloca en el Museo Naval. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 144, doc. 2(2): f. 181v. Moziño, J. M. (1792): f. 306v. Carmen Sotos ya hizo referencia a la página 129 de la Relación... de 1802. Sotos, C. (1982 II): 209.
LA ENTRADA DE NOOTKA
un dibuxo de él con los otros grabados que adornan la relación de este viaje».95 Desafortunadamente, el manuscrito de Alcalá Galiano en el que se encuentra la referencia al cajón, está cortado en el momento en el que se describe el uso que hacía Maquinna de dicho objeto, pero sí encontramos esa parte perdida en Moziño: [Macuina] Otras veses hase dentro de su propia casa la horacion para conjurar por su medio las tempestades que impiden á los Mes-chí-mis el salir a la pesca y demas trabajos. Encerrado entonces en el caxon ô Nicho de que hemos hablado antes golpea reciamente la tablas de un lado y otro con las manos, y vos en cuello entona sus preces, una de las quales pude Yo aprender y presento aquí traducida a costa de ingentísimo trabajo: «Cacatzu-o-co-majai; jaquel, ó javi-jlil jlem-oo jaui clut nas: chimipeo tzepi-tizmo: Nachac-tu-tzo mamac tzeptme: chuatla-jahuci, chuatlehuit Zejaqui. Ix-jo jaquetl clul-jas, nac-humas jaquetl», «Dadnos, Señor un buen tiempo, concedednos la vida, no nos hagas perecer; buelve á nosotros tus ojos: aparta de la tierra las tempestades y de sus havitantes las enfermedades: interrumpe la frecuencia de las lluvias: Dejanos ver los dias claros, y los Cielos serenos». Queda despues con el mas profundo silencio, y las mugeres se acercan á su tabernaculo lo llaman repetidas veces por su nombre, y le ofrecen que comer; mas él sordo á sus importunaciones, si por ventura llega á desplegar los lavios, es solo para orar con nuevo genero de ferbor, arrebatadose cada vez mas, y mas del ímpetu de su deboto entusiasmo. 96
En la Relación... de 1802 este texto es de nuevo prácticamente semejante, aunque se ha omitido la oración en nuu-chah-nulth.97 Es evidente entonces, como hemos mencionado, que el «cajón» u oratorio de Maquinna no fue visto ni dibujado en la parada de la expedición, en 1791, sino en el transcurso de la estancia de las goletas Sutil y Mexicana al año siguiente. El ámbito de las creencias de los nativos de la Costa Noroeste fue siempre el aspecto de la cultura de más difícil comprensión para los españoles. Acostumbrados, en todo caso, al tipo de religión de los indios mexicanos, con sus templos, sacerdotes, ritos, «paganos», al fin y al cabo, pero reconocibles, el mundo de creencias de una sociedad animista les era profundamente extraño e inaccesible. Son precisamente los documentos derivados de la expedición Malaspìna los que empiezan a somarse a ese mundo complejo y los que nos proporcionan los primeros atisbos del mismo. Dentro de ese tipo de sociedad era muy importante el poder ‘mágico’ de los jefes y de ellos dependía el bienestar de su pueblo, para lo que habían de someterse a toda una serie de restricciones y realizar ciertos tipos de prácticas, sobre todo en tiem-
pos de escasez. Una de esas prácticas se refiere en uno de los manuscritos de Alcalá Galiano, que aunque no se trata del cajón representado, parece referirse a otro objeto de uso ceremonial del jefe Maquinna: Tambien presta el Supremo tais sus beneficios oidos con prefencia à los taises de la tierra: todos los Mischismis de Nutka tienen la mayor confianza en las Oraciones de Macuina, y esta preferencia les asegura la consideracion, y respeto. Tiene Macuina una silla llena de pinturas de animales extravagantes, y en ella clama a Cuautle en tiempo de escasez, y calamidades con lamentosos canticos, y luego, velando a veces toda la noche: Sus Mugeres, y familia se mantienen à alguna distancia, fuera de la vista, y responden de quando en quando à sus oraciones. 98
Cuautle, Qua-utz, en términos de Moziño, fue considerado el «creador» el Ser Supremo de los nativos de la entrada de Nootka: el que dio origen a los primeros hombres, el que preside una especie de paraíso al que solamente accedían las almas de los nobles.99 Para los nuu-chah-nulth tradicionales, el mundo se componía de cuatro partes: el Cielo, el Horizonte, la Superficie (tierra y mar) y el Inframundo (subsuelo y bajo el agua), cada una de ellas gobernada por un gran espíritu, jefe de cada una de ellas. Pero esa idea anterior de Alcalá Galiano de una especie de Dios, creador supremo, se asemeja demasiado a la concepción de Dios que tenían los españoles y es ciertamente errónea su aplicación al ámbito de creencias de los habitantes de la entrada de Noota. Kwa?ots, «Nieto», el Cuatle, Quautz, de los españoles, era el «jefe» del ámbito de la superficie —tierra y agua—, vivía en el monte Conuma: una especie de paraíso seco, cálido, soleado, tranquilo y repleto de cosas buenas. Es quien regía sobre los salmones y los demás recursos que permitian vivir a los seres humanos —y por lo tanto a quien los jefes rogaban para lograr su obtención—. Y precisamente a Conuma iban los espíritus de los jefes difuntos, de los muertos en guerra y de algún plebeyo especialmente distinguido por sus servicios a la comunidad.100 Retomando la narración, ya hemos mencionado que el día 20 de agosto, por la tarde, el jefe Tlupananuhl llevó una carta al comandante de parte de Espinosa y Cevallos, escrita la noche anterior, en la que le comunicaba que salían para Tahsis desde Mowatcha. Fue el momento en el que jefe reiteró la petición de una vela para su canoa grande y Malaspina le pidió a cambio una demostración de habilidad precisamente con dicha canoa. Y en la mañana del 23 bien temprano vino finalmente a visitarnos con la Canoa deseada; La conducían unos treinta Remeros, cuyo Canto, –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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Alcalá Galiano, D. y Valdés, C. (1802): 129. Moziño, J. M. (1792): ff. 313v-314. Ibidem: 145 y 146.
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc 1(1): f. 14. Moziño, J. M. (1792): ff. 309-309v. Para los temas de creencias tradicionales véase, por ejemplo, Drucker, P. (1951); Arima, E. (1983).
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Evoluciones, y destreza nos sorprendieron en las primeras bueltas que dio a el reedor de las Corvetas: Siguieronse varios bailes ejecutados por los mismos Remeros antes a bordo de la Corveta, y luego en la Playa inmediata a el Observatorio tanta gracia de parte de aquel jefe no podia a menos de que subiese toda su Gente a bordo de la Descubierta, y cantase, y bailase a nuestro alvedrío, mientras Don Tomas Suria, procurava representar a el vivo todas estas Acciones, finalmente les despedimos bien contentos de nuestros Regalos, entre los quales, como era natural, se comprendían las Velas prometidas. 101
Tal como Malaspina refiere en su diario, Tomás de Suria dejó testimonio gráfico del evento, pero la presencia de Suria en la entrega ceremonial de la vela plantea un problema, ya que —y según manifiesta él mismo en su diario— 102 en las mismas fechas se encontraba en compañía de Espinosa y Cevallos explorando los diferentes brazos y canales de la entrada de Nootka. La demostración de Tlupananuhl se realizó el 23 de agosto, por la mañana. El propio jefe se había encontrado con Es-
pinosa y Cevallos el día 19 y el 20, como hemos visto, había entregado a Bustamante la carta de los oficiales. El 23 por la mañana, la pequeña expedición de Espinosa y Cevallos se encontraba en el noroeste de la isla de Nootka, en la entrada del Esperanza Inlet y muy lejos por lo tanto del puerto de Nootka.103 Entonces Tomás de Suria, o no presenció los eventos de los dibujos que supuestamente hizo, o no viajó con Espinosa y Cevallos, a pesar de lo que afirma en su diario, o quizás se fue pero regresó antes, incluso con el propio jefe Tlupananuhl, aunque no se afirme nada al respecto. De todas maneras —y como ya hemos dejado constancia repetidas veces—, carece para nosotros de importancia quien sea el autor de los dibujos, pero parece interesante señalar las incongruencias con las que venimos topando, una vez que se cotejan las fechas en las fuentes. Aunque este dibujo es realmente un boceto,105 representa claramente la misma escena que el dibujo siguiente, aun-
Lámina 46. Fiesta organizada por Tlupananuhl. Boceto. 104 –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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Malaspina, A. (1789-1794): ff. 345-345v. Suria, T. (1791): f. 2v. Espinosa, J. (1791): f. 156v. Precisamente en esa fecha se encontraban en una islita en la que se toparon con un cementerio de «meschimes». La descripción del mismo, por su rareza, es de enorme interés. Ibidem: ff. 162-162v. Museo Naval, ms. 1723-8. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1988 II): 191 y fig. 605. No parece dudarse de la atribución a Suria. Se reproduce en Torres Revello, J. (1944): lám. XIII, como «Danza pagana de mujeres en Nutka». En Higueras, D. (1985 II): 467 y 2935. En Higueras, D. (1988):
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151. En The Totem Shore (1986): 187. En El Ojo del Tótem (1988): 75, se reproduce un detalle, el baile de los nativos desnudos. En Higueras, D. (1991): 96-97. En Sotos, C. (1991): 258. Se reproducen fragmentos en Higueras, D. y Pimentel, J. (1993): 165 y 146. En Palau et al. (1998): 110-111. En Galera, A. (2010): 81. Sotos, C. (1982 II): 191, menciona que es un boceto realizado durante los bailes que tuvieron lugar en la mañana del 23 de agosto, una prueba previa al otro dibujo del Museo Naval (ms. 1723-7), tomado desde tierra y que recoge un momento diferente.
LA ENTRADA DE NOOTKA
Lámina 47. Fiesta organizada por Tlupananuhl. 106
que este mira desde la perspectiva de tierra y el segundo desde el mar. Las comentaremos, por lo tanto, conjuntamente.
Fiesta organizada por Tlupananuhl (láminas 46 y 47) En la escena representada se aprecian tres grandes canoas de nativos, dos de ellas con los remeros alzando sus remos y la otra con los remos en el agua; hay una lancha española con tres tripulantes atracada en la playa; en tierra se encuentra un corro ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 106
Museo Naval, ms. 1723-7. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1988 II): 190 y fig. 604. Salvo excepciones, no hay dudas de la atribución a Suria. Cook, W. (1973): s. p. y n.º 49, sin atribución de autor ni prodencia. Engstrand, I. (1981): s. p., lo reproduce y dice que es probablemente de Fernando Brambila y lo sitúa en el Museum of New Mexico. En Pino, F. (1982): lámina X. En La Expedición Malaspina (1984): 104 n.º 273. En Malaspina, A. (1984): entre pp. 294-295. En Higueras, D. (1985 II): 464 y n.º 2934. En The Totem Shore (1986): 131. En La Spedizione Malaspina (1987): 118 y n.º 246. En El Ojo del Tótem (1988): 115 y 259 y n.º 9/1. En Higueras, D. (1988): 152. En Peset, J. L. (1989): Fig. 46. En Malaspina (1990): 35. En Higueras, D. (1991): 94-95. En Pérez Miguel, A. (1991): 91. Un fragmento en Higueras, D. y Pimentel, J. (1993): 159. En Sáiz, B. (1994): 292. En Orozco et al. (1996): 162. En Palau, Tovell et al. (1998): 69. En Palau et al. (1998): 108-109. Se reproducen varios detalles en Bustamante (1999): 269, 275, 280 y 281. También un fragmento en San Pío, P. e Higueras, D. (2001): 39, «Fragmento de los danzantes y músicos indígenas». En David et al. (2003 II): 181 y lámina 22. En Galera, A. (2010): 84.
de nativos danzando, mientras otro grupo entrechocando bastones actúa como coro; y los españoles, claramente identificados por su vestimenta, contemplan el espectáculo. Las tiendas del observatorio que se recogen en ambos dibujos, y la casa de la panadería que se observa en el segundo, sitúan la escena en el extremo sur de la playa de Friendly Cove, donde efectivamente la playa se hace más profunda y permite el paso hacia el interior. Sin embargo, la escena dibujada no se corresponde exactamente con lo que se describe en los diarios. Para empezar los diarios hablan de una sola canoa, la canoa grande del jefe Tlupananuhl con treinta remeros.107 Es perfectamente posible, sin embargo, que el jefe apareciera con más canoas, pero fue la «grande» —la canoa de guerra y una de sus propiedades de mayor importancia— la que llamó más la atención de los oficiales y por ello parece mencionarse con exclusividad en los diarios. Esa particular canoa tendría con toda seguridad hasta un nombre personal, ya que una canoa era para su propietario una persona, a la que se nombraba, a quien se le decía adónde se quería ir. 108 Como de costumbre Espinosa es quien describe ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 107
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Véanse también Bauzá, F. (1789-1794): f. 89v; Bustamante, J. (1789-1794): f. 161; Tova, A. (1789-1794): f. 202. Véase Stewart, H. (1984): 59.
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con más detalle la escena, aunque sea Malaspina el único que menciona que se bailó en la playa, en las inmediaciones del observatorio, tal como se aprecia en los dibujos.109 Logramos por fin verla aparecer una mañana temprano: la conducían unos treinta hombres enteramente desnudos, cuyo canto y evoluciones, y la destreza con que la manejaban nos sorprendió en las primeras bueltas que dió la Canoa al reededor de las Corvetas. Atracó finalmente à bordo, è inmediatamente se cubrieron todos con su manta de cipres; entonces se suplicó à Tlupananulg, y este condescendió en que vaylasen sus gentes varias veces, y cantasen en coro: La multitud de movimientos, la variedad de posturas, y la apariencia de su semblante que procuraban generalmente manifestar horroroso, eran objetos que ocupaban enteramente nuestra atencion en esta escena verdaderamente curiosa. No baylaban los Xefes, y solo dirigian à sus Mischimis entre los quales estaba confundido un anciano que se decia ser padre de Tlupananulg el qual por su edad avanzada habia dexado el mando de la Ciudad ó nunca habia llegado à ser Tays, pero aunque confundido con la plebe para baylar, se distinguia muy bien de ella por la elegancia, variedad y la viveza de sus acciones. Concluido el bayle se le dió a Tlupananulg la prometida Vela, y despues que comieron todos galleta, vevieron vino, y recibieron algunas frioleras de quinquilleria se retiraron de à bordo. 110
Estamos entonces ante unos dibujos con los que se ilustra un acontecimiento de la estancia de los expedicionarios de Malaspina en el establecimiento de Nootka, el cual, aunque se trata de una composición en la que se han introducido elementos que no estaban en ese momento, no deja por ello de tener cierto valor etnográfico. No estamos ante lo que luego los antropólogos denominarían propiamente un potlatch sino, sencillamente, ante la celebración de una fiesta por medio de la cual el jefe Tlupananuhl acepta el regalo de una vela de un modo ceremonial, demostrando las habilidades de sus remeros y con un baile de meschimes 111 o plebeyos, tal como se menciona claramente en las fuentes. En ningún caso pudo tratarse de una «danza pagana de mujeres», como se ha encontrado publicado en algunos casos. Cuando en 1792 Moziño describe los bailes de los «nutkeses», acaba mencionando que muy rara vez hacen las mujeres la diversión y «jamás delante de personas con quienes no tengan alguna familiaridad».112 Es interesante también la mención al posible padre de Tlupananuhl que hace Espinosa, en la figura de un anciano venerable confundido entre la plebe, pero entre la que des––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 109 110 111
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Malaspina, A. (1789-1794): f. 345v. Espinosa, J. (1791): ff. 151-151v. Meschimes es la denominación genérica que se encuentra en las fuentes españolas para designar a la clase plebeya en la entrada de Nootka, lo mismo que el término tais designa a los nobles, como ya se ha mencionado. Moziño, J. M. (1792): f. 322v.
taca de manera notoria. De ser así se trataría de Hiyanuhl, un mowachaht que moriría en 1798, y que en esas fechas podría tener más de ochenta años. 113 En las canoas vemos también, sentado en el centro de cada una, a un personaje envuelto en una piel (y en una de ellas uno más a popa). Esto coincide con los datos de Moziño, cuando dice que el tais ocupa siempre «el sentro de las piraguas, à cuyos extremos bogan los Mes-chi-mes»,114 y esa será la manera tradicional en que veremos representadas las diferentes canoas nativas a lo largo de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés. El 25 de agosto fue un día alegre para los expedicionarios, ya que por la tarde regresaron Espinosa y Cevallos tras cartografiar los diferentes brazos y canales de la entrada de Nootka y circunnavegar la isla del mismo nombre. Cercana ya la salida de las corbetas, los jefes Nanikius y Natzape —sobre todo este—, pasaron los días 26 y 27 en las corbetas, actuando como verdaderos informantes acerca de las costumbres de los nativos de la entrada de Nootka. Bustamante destacó en su diario el buen hacer de Tova en este sentido, «quien usando de una paciencia y método singulares, unidos a un regular conocimiento en el idioma pudo conseguir de ambos jóvenes y de otros el comprender cuanto preguntaba».115 ... fueron tambien con estremo felices para nos otros los dos dias siguientes «a el de la llegada de las Lanchas» [tachado] del 26 y 27; pues concurrieron a bordo de ambas Corvetas los dos Hermanos Natzapé, y Nanikius, Jovenes de un Talento, Comprension y afabilidad singulares, nos suministraron, tales ideas tan claras, y tan estrañas, sobre su Religion, Origen, Leyes, Costumbres, Sistema Governativo, Comercio, y Geografia Interna que nos parecia una Ilusion, el comprendernos reciprocamente con tanta velocidad, «y se nos abriese tan facilmente la Puerta para unos Arcanos de la mayor importancia: [tachado]. 116
Tomás de Suria efectivamente nos proporciona un interesante retrato de uno de estos jóvenes jefes:
Natzape, jefe ehattesaht (lámina 48) Estamos ante el retrato de un personaje cuya identificación no ofrece dudas, ya que Suria nos proporciona su nombre: «Natsapi de Nutka». Aunque se trata de un boceto en el que apenas se aprecian detalles del vestuario o del sombrero, tiene las facciones claramente definidas y su identificación ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 113 114 115 116
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Carretero, L. comunicación personal. Moziño, J. M. (1792): f. 302v. Bustamante, J. (1789-1794): f. 162v. Malaspina, A. (1789-1794: f. 347.
LA ENTRADA DE NOOTKA
Espinosa nos informa también en ese texto de que Hannape era suegro de Maquinna, y por lo tanto Natzape era su cuñado. Entre los hijos de Hannape y hermanos —por lo tanto— de Natzape, se encontraban Quiocomasia, Nanikius y Hestoquatto, la esposa principal de Maquinna. Pero Natzape, él mismo jefe del poblado de Ehatis en la cabecera del Zeballos Inlet, aparece como el mejor informante, sobre todo en las fuentes españolas (como ya señaló Mercedes Palau)119 y como Tova describió muy gráficamente: Entre todos los jefes los que mas frequentaron nuestro trato fueron los dos hermanos Nazapi, y Nazakuis estos dos jovenes dotados de una comprehension y viveza singular nos suministraron varias noticias de sus leyes, religion y comercio, y creemos poder responder de su exactitud porque poseian perfectamente, el lenguaje de acción, y tenían ya conocimiento del sentido de muchas vozes españolas.120
Bustamante se afirma prácticamente en lo mismo: Los dos hermanos Nazapi y Nanikius jóvenes de talento y agrado singulares, nos suministraron del mayor interés sobre su religión, leyes, costumbres, sistemas de gobierno, comercio y geografía interna.121
Lámina 48. Natsapi de Nutka. 117
como Natzape, personaje bien conocido en las fuentes españolas, permite aportar una serie de datos sobre su persona. Natzape pertenecía a una importante familia del entorno de la entrada de Nootka: su padre, Hannape, era el primer jefe de los ehattesaht, que controlaban los brazos a los que dieron nombre Espinosa y Cevallos, en el norte de la isla de Nootka. Es precisamente Espinosa quien menciona que dicho jefe tenía también casa en Tahsis, el poblado principal de Maquinna, en el que tuvieron ocasión de conocer a su mujer favorita:
Hasta el momento, los nativos de la entrada de Nootka que han aparecido representados en los dibujos de nuestros pintores pertenecían todos a la nobleza. Es hora, pues, de que siguiendo los datos que proporciona Natzape proporcionemos algunos apuntes sobre la organización social y política de la región a finales del siglo XVIII. «Hè aqui en resumen lo que resulta de sus noticias», según las propias palabras de Espinosa: La confederacion de Nutka cuenta unos 4000 Individuos, y su territorio no se extiende mas allá del terreno que reconocimos en la expedicion de las lanchas, lindando acia la punta rompìentes con los pueblos Yucuates al NO. con otras tribus que no conocemos, y finalmente à la espalda con los Muchimases,122 naciòn cuyo numero y poderío parecen muy superiores à los de Nutka. Esta voz no denota en sí sinó achipièlagos en general pero es provable que de ella deriben su nombre aquellas tribus confederadas, pues jamas le vimos otro alguno hablando de si mismos.123
Despues de haber hecho una mansion de 20 minutos en Casa de Macuyna, visitamos las familias de su hermano mayor, y de Canapé Padre de su muger; ambos Xefes subodinados, pero que gozan su cierta autoridad, y donde fué necesario hacer algunas donaciones. 118
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-69). N.º de inventario 02264. El museo lo atribuye a Tomás de Suria y no parece haber dudas al respecto. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 192 y fig. 610. Lo reproduce Cutter, D. (1963): 151, y lo sitúa en el Museo Naval. Gunther, E. (1972): 46 y fig. 22, lo reproduce junto con el n.º 02263 del Museo de América, como «Una pareja nootka». En Vaughan et al. (1977): 35 y fig. 19. En Palau, M. (1980): 162 y fig. 60. En The Totem Shore (1986): 168. En Grunfeld, F. (1986): 168. En El Ojo del Tótem (1988): 66. En Orozco et al. (1996): 148. En Palau, Tovell et al. (1998): 101. En Sánchez Montañés, E. (2011): 704. Espinosa, J. (1791): f. 158v.
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Palau, M. (1980): 162. Tova, A. (1789-1794): f. 203. Bustamante, J. (1789-1794): f. 162v. Los Muchimases o Nuchimases designan en las fuentes españolas a los kwakwaka’wakw, más específicamente a los namgis, con quienes los nativos de la entrada de Nootka mantenían relaciones comerciales y matrimoniales, como veremos en seguida. Efectivamente la denominación Nootka, debido a un error de Cook, carecía de significado para los nativos de la región. De ahí que la denominación Nutkas, aplicada todavía en alguna bibliografía recalcitrante a los habitantes nativos del occidente de la isla de Vancouver, haya sido substituida, por decisión de los mismos, por la de nuu-chah-nulth.
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Reconocen todos à un mismo Xefe, cuyos privilegios son grandes, y le siguen como inferiores ò subordinados los Xefes de otros distritos, los quales tienen sin embargo un numero determinado de subditos que les obedecen en las operaciones generales de la sociedad, y se reunen con los demas para la defensa de la causa comun en sus guerras particulares. Estos Xefes subalternos, bien sea casualidad constitución ò politica, están enlazados entre sí por medio de reciprocos matrimonios de tal suerte que raras veces las gentes principales se casan en su misma Tribú. Estos contratos se hacen por los padres respectivos desde la infancia de los niños, y el esposo y esposa permanecen sin conocerse hasta el mismo instante en que llegados à edad combeniente les mandan unirse para siempre; los Xefes subalternos son tres à saver Natzapi, Tlupananulg y Calacan, pero la autoridad suprema reside en Macuyna, el qual por su parte preside tambièn à las Rancherias del fondo de Tasis, y à las que están esparcidas en la Ysla grande que comprende en Puerto de Yucuat. Estas familias forman la clase de los Tays ó grandes destinada à gobernar la plebe, la qual se distingue con el nombre de Mischimis, y ya sea en la veneracion con que estos tratan à los Tays, y en el respeto y subordinacion que todos profesan a Macuyna, parece cierto que bien decidida la autoridad suprema de este, ni la subordinaciòn desmaya, ni el deseo de el mando acarrea discordias intestinas. 124
A pesar del indudable interés de esta descripción, es conveniente realizar una serie de precisiones al respecto. El hecho de actuar precisamente Natzape como informante produce un discurso «interesado», en el que él mismo aparece como un jefe importante, subordinado exclusivamente a Maquinna. En las fechas en las que la expedición Malaspina visita el emplazamiento español de la entrada de Nootka, como ya hemos mencionado, los territorios circundantes de la entrada de Nootka se dividían entre los yuquotaht, que controlaban el Tahsis Inlet y la parte occidental de la entrada de Nootka, y por lo tanto el lugar del asentamiento español y cuyo jefe era Maquinna. Los mowachaht, que controlaban los territorios en el fondo de la entrada de Nootka y una parte del este de la misma, tenían como jefe principal a Tlupananuhl. Los cheesa’ath controlaban la mayor parte del este de la entrada de Nootka, en torno al Muchalat Inlet y su jefe principal era Ougomais. El mencionado Calacan, o Callicum, había sido solamente un jefe secundario de los cheesa’ath y, además, había muerto por un tiro de fusil de un marinero de Esteban Martínez en 1789, como ya se dijo. Precisamente ese hecho
Linajes de los jefes de la entrada de Nootka. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 124
Espinosa, J. (1791): ff. 165 y 165v.
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y el haber sido un incondicional partidario de los ingleses en los sucesos de ese año en Nootka lo catapultaron a la fama. El propio Natzape, que era un jovencito de muy pocos años, era hijo del jefe principal de los ehattesaht, que controlaban territorios en el fondo de entrada de Clayoquot, en torno al brazo de Zeballos. El jefe principal era, como también hemos dicho, Hannape, padre de Natzape, quien, evidentemente, parece estar dándose importancia en su narración, cuando era simplemente el jefe de un poblado, Ehatis. La «confederación» que menciona Espinosa en su diario no existiría efectivamente como tal hasta principios del siglo XIX, cuando habiéndose unido los territorios yuquotaht y
Lámina 50. Mujer de Nutka. Boceto. 126
mowachaht, Maquinna se convirtió entonces en el jefe principal de la entrada de Nootka. A pesar de la necesaria corrección de los detalles históricos, es de una precisión y claridad asombrosa la descripción ofrecida de los linajes dirigentes, de la nobleza principal y secundaria, de los matrimonios concertados entre los nobles, en suma, de la existencia de una sociedad profundamente jerarquizada. El propio Natzape, a pesar de su corta edad, había estado también implicado en la política matrimonial de los jefes, y es posible que Suria retratase a una de sus esposas en el dibujo siguiente. Lámina 49. Muger de Nutka. 125
Esposa de Natzape (?) (láminas 49 y 50) ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 125
Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-68). N.º de inventario 02263. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 193 y fig. 616. El museo lo atribuye a Tomás de Suria y no parece haber discrepancias al repecto. Gunther, E (1972): 46 y fig. 22, lo reproduce junto con el dibujo anterior, el n.º 02264 del Museo de América como «una pareja nootka». En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 41. En Cutter y Palau (1977): 19. En Vaughan et al. (1977): 36 y fig. 20. En Palau (1980): 161 y fig. 59. En Engstrand, I. (1981): s. n. En The Totem Shore (1986): 168. En Grunfeld, F. (1986): 168. En El Ojo del Tótem (1988): 99. En Peset, J. L. (1989): fig. 45. En Higueras, D. (1991): 101. En Orozco et al. (1996): 149. En Palau et al. (1998): 115, Palau, Tovell et al. (1998): 101, donde se titula: «Mujer de Natsapi». En Sota (2002): 122, como «una adolescente nutka», se ubica en el Museo Naval. En Sánchez Montañés, E. (2011): 703.
Al estar de acuerdo con la obervación de Carmen Sotos de que el boceto es un borrador, previo al dibujo [2.263] del Museo de América,127 ambos dibujos serán comentandos conjuntamente. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 126
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Museo Naval, carp. 1-45. No parece haber dudas de que es obra de Suria. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 193 y fig. 615. Se reproduce solamente en Higueras (1985 II): 471 y n.º 2939; y en El Ojo del Tótem (1988): 176 y n.º 2/2. Sotos, C. (1982 II): 193.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Se trata de un retrato de busto de una mujer, aparentemente muy joven, de la que apenas se aprecian los detalles del vestido, tema del que hablaremos más adelante; en todo caso se aprecia un reborde de piel en el cuello. Lleva el cabello dividido en el centro, dos pequeñas trenzas delanteras y una serie de elementos alargados que podrían colgar, a modo de adornos, de sus orejas que aparecen tapadas por el cabello. Moziño describe algunos tipos de orejeras que podrían ajustarse a los representados por el artista: Acostumbran desde Pequeños abrirse 3 ha 4 agugeros por toda la extencion pulpejo inferior de las horejas [...]. De los primeros cuelgan barios ilos, o correas, que anudan separadamente à poco más de una pulgada [2.54 cm] de la oreja; de esta suelen pender algunas planchitas de cobre redobladas en forma de cilindro de pulgada, y media [3.81 cm] à dos pulgadas [5.8] dela longitud.128
Pero lo más interesante de esta joven no radicaría tanto en sus adornos sino en el personaje retratado, ya que podría tratarse no de una mujer cualquiera de Nootka, sino de alguien de mayor significación. Carmen Sotos fue la primera que trató de identificarla: como una de las mujeres favoritas de Maquinna, que según se la describe en el diario de viaje era una mujer de unos veinte años, bella figura y facciones proporcionadas.129 Es de la misma opinión Rey Tejerina, que evidentemente sigue la de Sotos, y en El Ojo del Tótem se insiste en que puede ser la favorita de «Macuina».130 La única base para esta identificación es la descripción que se hace, no en el «diario de viaje» sino en el «Diario de la comisión de reconocimiento de los canales interiores de Nutka en unión de D. Ciriaco Cevallos, y noticias de los habitantes de estas costas, su lengua, sus costumbres y leyes», firmado por Espinosa y Tello, que es parte de su diario y que venimos citando de continuo.131 Los tenientes de navío Espinosa y Cevallos circunnavegaron la isla de Nootka por orden de Malaspina, y Tomás de Suria, según menciona él mismo,132 participó en dicha expedición; en la visita que realizaron a Tahsis, el poblado principal de los yuquotaht y particularmente a la casa del jefe Maquinna, les fue presentada la que creyeron era su esposa principal. Repetimos la transcripción de ese fragmento particular: El Cacique nos presentò a su muger cuya bella figura no nos sorprendiò menos que el centinela y los fusiles. Tendría como 20 años de edad, y se distinguia entre otras muchas por su color blanqui-
simo del propio modo que por la delicadeza y la proporcion de sus facciones... 133
La visita, como también ya hemos mencionado, duró apenas veinte minutos, como el propio Espinosa menciona.134 Pero sobre todo no podemos olvidar que en todos los diarios se recoge que Maquinna se había negado repetidamente a que se retratase a sus esposas.135 Y el hecho de que Maquinna guardaba celosamente a las mujeres de su casa, incluida su hija, lo señala Moziño especialmente, a pesar de la especial relación de amistad que mantuvo Maquinna con Bodega y Quadra: Nuestro comandante disfrutaba de la amistad de Macuina en el grado mas eminente à que pueda llegar la confianza, y contodo eso no bastaron jamas sus ruegos para obligar a aquel Gefe à traher a su hija a comer un día siquiera en nuestra compañía, pues siempre que se le hablaba sobre el particular respondía que ya su hija era muger y no podía salir de casa. 136
Ante la seguridad consecuente de que no puede tratarse de ninguna de las mujeres de Maquinna, se ha apuntado sin embargo en la bibliografía otra posibilidad que tiene más visos de certeza. Ya en 1977 Mercedes Palau, entonces conservadora en el Museo de América, menciona en la publicación del catálogo de la exposición de la Oregon Historical Society (junto con Thomas Vaughan y E. A. P. CrownhartVaughan) que en el «Índice» del álbum de los dibujos de la colección Bauzá este dibujo se describe, junto con el de Natzape, como «dos retratos a lápiz de Natzapi y su mujer –Nootka». Sabemos que Natzape era el viudo de la hija de un jefe namgis, pero no tenemos información precisa sobre esa mujer. Es posible que el «Índice» esté equivocado y que pueda ser el retrato de alguna otra mujer de la misma tribu, o que fuera la segunda esposa de Natzapi, una costumbre común entre los jefes Nootka, que podían tener tres o mas esposas.137 Hemos podido tener en las manos el «Album del Viage alrededor del Mundo de las Corbetas Descubierta y Atrevida a 1789 – 1794 por el capitán de navío D. Felipe Bauzá». Concretamente el de menor tamaño, el que contenía los retratos de los dibujos de la colección Bauzá donada al Museo de América en 1961.138 En el índice de esos dibujos puede ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 133
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Moziño, J. M. (1792): f. 303v. Sotos, C. (1982): 193. Rey Tejerina, A. (1995): 95; El Ojo del Tótem (1988): 176. Espinosa, J. (1791). Suria, T. (1791): f. 2v.
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Espinosa, J. (1791): f. 158. Ibidem: f. 158v. Véanse Malaspina, A. (1789-1794): f. 345; Bustamante, J. (1789-1794): f. 161; Tova, A. (1789-1794): f. 202. Moziño, J. M. (1792): f. 313-313v. Vaughan et al. (1977): 36. Véase Palau, M. (1980): 46-47.
LA ENTRADA DE NOOTKA
ba con los ojos casi bañados en lagrimas que el año anterior se le habia Zozobrado, una canoa grande y habia perdido todo su tesoro y, lo que le era mas sensible su muger faborita de mucho merito personal, e hija del Gefe de los Nuchimases, Pasados a la gran laguna la costean por la derecha hasta llegar ala residencia del Gefe Principal, y Tahys Nuchima, a quien los Nukeños de esta clase presentan todo su cargamento repitiendo a cada alaja que es regalada y como en correspondencia reciben del mismo modo pieles de nutria. Luego que los Tahis de las dos naciones han concluido su feria en unos terminos tan generosos empiezan los contratos de los Nuchimis quienes por el contrario se valen de todos los medios para enagañar. Segun el andar de las Canoas, y tiempo que tardan los Nukeños en llegar a los Nuchimases distaran estos de Tasis unas 25 leguas del N. al N.N.E. 142
efectivamente leerse: «68-69- Dos retratos lápiz- Natzapi y su mujer. Nutka en lápìz». No se trata, evidentemente, de una identificación definitiva, pero sí probable por la especial relación de amistad de Natzape con los españoles. Además sí tenemos noticias, e incluso descripciones, de la que podría ser la única esposa que este jefe tenía en el tiempo de la expedición Malaspina. Es curioso que la descripción que nos proporciona Espinosa es semejante a la que se hace de la esposa favorita de Maquinna, descripción que ha servido de base, como dijimos, para la identificación de la retratada: ... Natzapi no tenìa entonces sinò una sola muger, pero encarecìa mucho el amor que la tenìa y la excelencia de sus prendas personales y seguramente la pintura que nos hizo de las lindas proporciones de su cuerpo, dela finura de su tez y de la blancura de su color, no desmienten las ideas que comunmente se han admitido en Europa relacionadamente à la hermosura. 139
Pero ya mencionamos que Natzape había tenido otra esposa, la hija de un jefe namgis. Los nuu-chah-nulth septentrionales —y más concretamente los nativos de la entrada de Nootka— mantenían relaciones tanto belicosas como comerciales y de matrimonio con los namgis (división de los kwakwaka’wakw), siendo la principal vía de comunicación el lago Woss y el río Nimpkish.140 Además, una hermana de Hannape —el padre de Natzape, cuya hija era la primera esposa de Maquinna— estaba casada con Wickanninish, jefe principal de los tla-o-qui-aht. Es un buen ejemplo del entrecruzamiento de los linajes nobles existente en el entorno del Nootka Sound. Esa esposa había muerto en el transcurso de uno de esos viajes comerciales a tierras namgis y es Tova quien mejor lo describe junto con el accidente de la mujer del jefe: Desde Tassis salen cargados del cobre y demas efectos que adquieren de los Europeos, y caminando dos días por montañas y malos caminos llegan a la orilla de una gran laguna de figura circular y embarcados en canoas que tiene a este fin se dirigen en derechura al remo a la parte opuesta; donde se comunica esta laguna con otra mayor por el estrecho de dos cables de largo y diez a 12 varas de ancho: ambas lagunas son de mucha profundidad, y el agua es dulce pero la segunda es la que parece recive las mayores vertientes delas montañas, y el desyelo de las niebes pues se experimentan siempre una corriente tan rapida en el estrecho que las une, que solo la pueden vencer saltando en tierra y llevando las canoas con riesgo de que zozobren si lleganàa atrabesarse: 141 Nazapi nos conta-
Natzape, en palabras de Espinosa, no solamente había ganado por matrimonio el privilegio del comercio con las namgis, sino también el derecho de ostentar ciertos distintivos: Natzapi habiendose casado con la hija del Xefe de aquellos Pueblos [Nuchimases] habìa logrado entre ellos la distincion de Tays, distinguiendose por esta circunstancia con una especie de cabellera postiza que llebaba con bucles prolongados muy parecida en quanto à la figura à la del Ankau de Mulgrave. 143
En relación con las esposas, Natzape informó a los españoles de la poligamia permitida solamente a los jefes y, además de la razón aducida por este jefe, son evidentes las políticas de relaciones intertribales a través de los matrimonios de la clase dirigente: Admiten estos naturales la Poligamia, bièn que permitidà solo à los Tays y limitada al numº de 4 mugeres justificando Natzapi la necesidad de esta costumbre para no usar las que estan criando ni las que se hallan muy adelantadas en el embarazo. Contaba el mismo Natzapi que cada muger duerme con su estera en uno de los 4 angulos de la pieza... 144
En cualquier caso hay que reconocer que no se encuentra en las distintas fuentes ninguna mención a que Suria retratase a la esposa de Natzape. Pero tampoco aparece ninguna mención a que los artistas de la expedición dibujasen a simples nativos de la entrada de Nootka —a jefes secundarios sin nombre conocido, a plebeyos— y, sin embargo, encontramos una serie de dibujos de los mismos:
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Espinosa, J. (1791): f. 170v. Drucker, P. (1951): 151, 298, 354; Curtis, E. (2003): 20. Efectivamente, la profundidad del Tahsis inlet hace que el territorio namgis esté relativamente cercano. El naufragio que relata Natzape sucedió en el lago Nimpkish, el centro del territorio tradicional namgis, que desagua a través del río del mismo nombre en el estrecho de Broughton, entre la isla Malcom y la isla Vancouver. No se trata de dos lagunas, como relata Tova.
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Tova, A. (1789-1794): ff. 240v-205. Espinosa, J. (1791): f. 171. Ibidem: f. 170.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Lámina 51. Muger de Nutka.145
Carmen Sotos146 atribuye el dibujo de la lámina 51 a Suria, como un probable apunte del natural, posiblemente conocido por Cardero, autor del dibujo siguiente, semejante del Museo de América. Lámina 52. Muger de Nutka.148
Nativa de la entrada de Nootka (láminas 51 y 52) Carmen Sotos menciona que la lámina 52 se trata de un retrato hecho a la vista de la anterior lámina. Aunque dudamos de que sea propiamente un retrato, sí representa claramente algunos aspectos de la cultura material como es el vestido femenino. Dada la semejanza de ambos dibujos, el comentario será conjunto. El interrogante que encontramos en Vaughan et al. 147 de que pudiera tratarse de la segunda esposa de Matzapi [Natzape] pensamos se basa en la semejanza del rostro de esta mujer con el del retrato femenino de busto. Dado que se trata
aparentemente de un dibujo terminado posteriormente, y a la vista de otros dibujos o apuntes, pensamos que es más apropiado considerarlo la representación genérica de una mujer plebeya, de la entrada de Nootka. La información etnográfica que proporciona este dibujo se refiere más bien a la forma del vestido femenino, ya que el dibujo es muy impreciso en cuanto a los materiales con los que se confeccionaba. A diferencia de la información recogida en Puerto Mulgrave, son muy escasas e incluso imprecisas las noticias referentes a la cultura material de los nativos de la entrada de No-
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Museo Naval, ms. 1725-4, fig. 1ª. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1082 II): 193 y fig. 611. Hay un acuerdo general en la atribución a Tomás de Suria. Se reproduce en Torre Revello, J. (1944): 64 y n.º 71. En Engstrand, I. (1981): s. p. En Higueras, D. (1985 II): 473 y n.º 2941. En El Ojo del Tótem (1988): 175 y n.º 2/1. En Higueras, D. (1991): 102. En Palau, Tovell et al. (1998): 183, y se sitúa en el Museo de América. Sotos, C. (1982 II): 193. Vaughan et al. (1977): 47.
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Museo de América. N.º de inventario 02265. Para las características del dibujo, véase Sotos, C. (1982 II): 194 y fig. 614. El museo lo atribuye a Suria. Se reproduce en Cutter (1977): 35, sin hacer mención al autor. En Vaughan et al. (1977): 47, se atribuye a Suria. Palau, M. (Palau 1980): 162, fig. 61, lo atribuye a Tomás de Suria. Sotos, C. (1982 II): 194, lo atribuye a Cardero. En Malaspina, A. (1984): entre pp. 300-301. En Higueras, D. (1991): 102, se atribuye a Cardero. En Sáiz, B. (1994): 287, se atribuye a Cardero. En Sánchez Montañés, E. (2011): 704.
LA ENTRADA DE NOOTKA
otka. Espinosa suele ser el mejor informante al respecto, aunque las menciones que hace sobre el atuendo son muy vagas: ... Su vestido consiste en una especie de esclavina que baxa hasta lo inferior del pecho, cuya tela es un texido de cortezas de arboles, ribeteado con tiras de piel de nutria, y sobre el hombro derecho, lleban colgando una capa de pieles que les llega à media pierna. Las mugeres visten con mucha decencia, usando una tunica que les cubre completamente. 149
En 1972, Moziño será algo más preciso: El vestido es muy sensillo consiste comunmente en solo una capa de forma quadrada texida de las ebras maseradas del cipres, y la lana de un quadrupedo, que sospecho sea algun sibolo ò cabra montes de que se proveen por cambios que selebran con los Muchimanes los que tienen tal ves algun comercio con los trivos del continente en donde se encuentran con abundancia estos Brutos. 150
La lana que se utilizaba no era en ningún caso de cíbolo y entendemos por cíbolo no lo que se encuentra en los diccionarios españoles, ‘bisonte’ (Bison bison), ya que es obvia su inexistencia en esta región. En las fuentes españolas de la zona el término se aplica al wapiti (Cervus elaphus, Cervus canadensis), enorme cérvido de imposible traducción por carecer de congéneres europeos.151 La lana utilizada para enretejerse con las fibras de la corteza del cedro (generalmente el cedro rojo, Thuja plicata) era generalmente —aunque no esclusivamente— la de la cabra de montaña (Oreamnos americanus), que efectivamente se comerciaba a lo largo de toda la costa.152 Pero la prenda más específicamente femenina era la «esclavina» que cubre el pecho y que, también, describe Moziño con detalle: ... suelen traher asimismo ocultos los pechos bajo de una muzeta ò Es clavina cerrada, que es de la misma materia y se fabrica de proposito, de modo que no saque costura alguna. Su gala consiste en lo mas fino, y delicado de la tela, en una orla de piel de Nutria con que guarnesen todas sus orillas, y una felpa o tersiopelo que hasen sirviendo de vello el pelo suabisimo del propio animal, y de trama y urdimbre las ebras y lanas referidas. 153
Podemos, por lo tanto, situar esta serie de dibujos como ilustraciones de los plebeyos de la entrada de Nootka, del mismo modo que los hemos visto representados en la bahía de Yakutat. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 149 150 151
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Espinosa, J. (1791): f. 166. Moziño, J. M. (1792): ff. 340-340v. Una descripción amplia y precisa del cíbolo y por lo tanto del wapiti puede leerse en Pantoja 1791: ff. 237v-238. Para la realización en detalle de la ropa de corteza de cedro puede verse Stewart, H. (1984): 141-148. Moziño, J. M. (1792): f. 304v.
Nativo de la entrada de Nootka con el rastrillo de arenques (láminas 53 y 54) Es evidente que nos encontramos ante una misma representación, aunque al dibujo del Museo Naval le falta obviamente una parte, una «india», como ya mencionaba Carmen Sotos,154 y además la parte superior del peculiar instrumento que el personaje lleva en la mano y que etnográficamente es lo más interesante del dibujo. Se trata de una representación de gran interés etnográfico ya que este hombre, cubierto solamente con una piel —al parecer de oso— y tocado con el característico sombrero de los balleneros que ya hemos comentado, lleva en su mano derecha un instrumento de pesca, especialmente característico de las culturas tradicionales de la Costa Noroeste: el rastrillo de arenques, traducción literal de «herring rake», como ya señalaron en 1977 Vaughan et al.155 Espinosa, en su diario, describe tanto el instrumento como el método de pesca: Es muy ingenioso el metodo que hemos visto emplean para pescar la sardina. Toman una vara de 12 pies de largo en cuyo extremo inferior colocan una especie de peyne con 25 ó 30 puntas equidistantes, y embarcandose dos hombres en una canoa la guia el uno por el cardumen de aquel pez, y el otro tira sus golpes con la expresada vara, executando esta maniobra con tal destreza que de cada golpe sacan al menos tantas sardinas como puas tiene el peyne, y en breve rato cargan una canoa. 156
Hilary Stewart, en su monografía sobre las pesca nativa en la Costa Noroeste, describe con detalle dicha actividad y utiliza, además, la lámina del Museo de América como una de sus ilustraciones.157 Dicho método de pesca era usado extensivamente a lo largo de la costa y en un único poblado podían encontrarse diez o quince personas con el rastrillo de arenques recogiendo peces. El astil, de madera dura, podía tener unos 4 m de longitud y 5 cm de diámetro, de sección circular en el extremo del mango y aplanado en la sección del propio rastrillo. En esa sección se practicaban una serie de agujeros en los que se encajaban dientes de madera dura o hueso, de una longitud de entre 2,5 a 4 cm, que dejaban entre sí un espacio de 1,5 a 1,8 cm. Los dientes no se colocaban perpendicularmente al ástil, sino con un cierto ángulo de inclinación para hacer más efectivo el instrumento. La pesca la realizaban cooperativamente un hombre y una mujer. El hombre, en la popa y por el lado derecho de la ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 154 155 156 157
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Sotos, C. (1982 II): 192. Vaughan et al. (1977): 46-47. Espinosa, J. (1791): ff. 166-166v. Stewart, H. (1977): 77.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Lámina 54. Indio de Nutka.160
Lámina 53. Indio, é India de...158
canoa, barría con el rastrillo la masa de peces y los introducía en la canoa; ella, en la proa, manejaba el remo en dirección opuesta al movimiento del rastrillo para incrementar la fuerza de su movimiento. El rastrillo se usaba también y con el mismo éxito para otros peces como el smelt.159 Volviendo a los dibujos, la vestimenta, una piel de oso, pero sobre todo el peculiar sombrero de cestería con remate bulboso podrían aparecer en principio como una incongruencia, ya que el sombrero calificaría a su portador como un jefe que difícilmente se implicaría de un modo efectivo en las actividades de pesca. Si fuera un jefe principal, así se habría indicado probablemente en el dibujo, junto con su nombre. El pie de la lámina del museo de América —«indio de Nutka»—
y el de la lámina —«indio e india de...» (y el rabo de una N)— parecen indicar que se trata de un plebeyo. ¿Por qué entonces el peculiar sombrero? La respuesta más razonable radica en lo que venimos ya repitiendo. No estamos ante instantáneas de la realidad de los nativos, sino ante dibujos terminados —e incluso realizados bastante tiempo después— en los que podían introducirse —y se introducían— objetos fuera de contexto. Además, el sombrero del dibujo del Museo Naval, simplemente, esboza la forma del peculiar tocado bulboso. Probablemente el pintor, sea quien fuere, colocó en la cabeza el sombrero como adorno, cuya forma particular llamó desde el principio la atención de todos los españoles. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 160
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Museo Naval, ms. 1725-1, fig. 4ª. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 192 y fig. 613. Hay acuerdo en su atribución a Suria. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1932): lámina XV, como «Indio de Mulgrave» y se atribuye a Suria. El mismo autor, Guillén y Tato, J. (1952): n.º 174, y continúa identificándolo como un «indio de Mulgrave». En Higueras, D. (1985 II): 473 y n.º 2940. En Higueras, D. (1991): 102. En Rey Tejerina (1995): 79, se asocia de nuevo a Puerto Mulgrave. Ibidem: 76. Smetl es la demoninación genérica de varias especies de peces anadromos de la familia osmeridae y del género osmerus. La traducción que suele hacerse en los diccionarios, eperlano, haría referencia a un género de esa especie, el Osmerus eperlanus, que es más bien propio del norte de Europa, pero no es demasiado incorrecta por la concordancia del género.
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Museo de América. N.º de inventario 02267. El museo lo atribuye a Suria. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 192-193 y fig. 612. En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 39, se menciona solamente el sombrero de los jefes. Stewart, H. (1977): 7,7 reproduce el dibujo por cortesía de Erna Gunther. Por lo tanto, en el libro de Gunther, E. (1972): 35, fig. 9, está también reproducido. En ambos casos no se dice de dónde se toma la imagen, solamente: pintura española. Vaughan et al. (1977): 46-47, lo reproducen y dudan entre la atribución a Bauzá o a Suria. Palau, M. lo atribuye a Suria (1980): 163, fig. 63. Sotos, C. (1982 II): 192-193, atribuye el dibujo a Felipe Bauzá, aunque como una probable copia del apunte de Suria que se encuentra en el Museo Naval. La misma atribución se encuentra en VV. AA. (1988): 66. En Palau, Tovell et al. (1998): 101, se atribuye a Suria. Grunfeld, F. (1986): 162, no menciona autor. Se reproduce en El Ojo del Tótem (1988): 66 y se atribuye a Bauzá. Se reproduce en Higueras, D. (1991): 102, y se atribuye a Bauzá. Se reproduce en Palau, M. y Orozco, A. (1994): 44, sin atribución. Se reproduce en Orozco et al. (1996): 148, y se atribuye a Bauzá. Se reproduce en Palau, Tovell et al. (1998): 101, y se atribuye a Suria. En Sánchez Montañés, E. (2011): 705.
LA ENTRADA DE NOOTKA
volvió al establecimiento de Nootka en 1792 con la expedición de Alcalá Galiano y Cayetano Valdés, y coincidió allí por consiguiente con Bodega y Quadra, con José Mariano Moziño y con otro pintor, Atanasio Echevarría (generalmente mal llamado Anastasio). Es perfectamente posible que unos pintores se inspiraran o copiaran los apuntes de los otros. En este sentido, Mercedes Palau recuerda la existencia del Manuscrito 146 del Ministerio de Asuntos Exteriores, en el que el n.º 30 es un dibujo firmado por N. Moncayo, con el pie «Tais de Nutca», muy semejante al jefe de este dibujo. Lo mismo ocurre con el dibujo n.º 33, «Taisa de Nutca», firmado por Marchena. Moncayo y Marchena eran alumnos de la Academia de San Carlos de México, y debieron de copiar los dibujos de originales de Suria, Cardero y Anastasio [Atanasio] Echevarría.162 Más que la vestimenta y el sombrero, consideramos que es interesante el intento de representar, por parte de los pintores de la expedición, tanto los retratos particulares de los jefes con los que se tuvo una mayor relación, como figuras genéricas de nobles y de plebeyos, «indios» y «jefes» de Nootka. En cualquier caso debemos de nuevo recurrir a Moziño para una descripción más pormenorizada, en este caso de la ropa de los nobles: Las Nutrias dan un traje reservado unicamente à los nobles de primer orden que lo forman de tres buenas pieles dos de las quales conservan enteras hasiendo otras tantas tiras iguales de la 3ª cuyas puntas sobre salen despues de unidas aun lado, y otro y suelen servir de vuelta que no deja de ser airosa. El embe esta ordinariamente pintado de encarnado con figuras de capricho. Quando el tiempo es caloroso, dejan asi à fuera el pelo porque la imbersa les sirve de grande abrigo en el Imbierno. Para aumento de su Gala acostumbran sobre coser como una especie de franja sobrepuestas de varias colas del mismo amphibio. 163
Lámina 55. India é Indio, Gefes de Nutka. 161
En cualquier caso, el valor —y grande— de este dibujo radica en la reproducción del particular arte de pesca que hemos mencionado.
Nobles de la entrada de Nootka (lámina 55) Aunque ha habido algún intento de identificación de estos personajes, parece más apropiado considerarlos la representación genérica de una pareja de nativos representantes del estamento noble de la entrada de Nootka. No es un dibujo del natural, sino una elaboración posterior. Su autor, José Cardero,
Al año siguiente, en 1792, la estancia de las goletas Sutil y Mexicana en Nootka les permitió, en este caso a los oficiales Alcalá Galiano y Valdés, ampliar la información sobre los habitantes de la entrada de Nootka, y especialmente de su clase dirigente. Sus datos son semejantes a los proporcionados por Natzape, pero es interesante mencionar que, al tratarse de otro informante, cambia la percepción de quienes serían los jefes más importantes: Las clases que distinguen son los Gefes, ó Soberanos que llaman Taises, y los vasallos, que llaman Mischimis: tres son los que se distinguen en la primera clase, Macuina, Tlupananul, y Cicomacsia, todos cabezas de tribus. 164
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-96). N.º de inventario 02266. Se atribuye a Cardero. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 194 y fig. 617. Cook, W. (1973): s. p. y n.º 42, no menciona autor ni procedencia. En Vaughan et al. (1977): 37 y n.º 22, se reproduce pero no se le atribuye autor. Se reproduce en Palau, M. (1980): 162 y fig. 62. En Malaspina, A. (1984): entre pp. 304-305. En The Totem Shore (1986): 164. En El Ojo del Tótem (1988): 85. En Malaspina, A. (1990): 347. En Higueras, D. (1991): 103. En Sáiz (1994): 283. En Palau, Tovell et al. (1998): 147. En Palau et al. (1998): 117). En David et al. (2003 II): 177 y lámina 21.
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Palau, M. (1980): 162. Moziño, J. M. (1792): ff. 304v-305. Alcalá Galiano, D. (1792): Ms. 143, Doc. 1(1): f. 12v; Doc. 1(2): f. 137; Doc. 1(3): f. 273.
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Vemos entonces que, en palabras de Alcalá Galiano, cambia la referencia a los jefes de «primera clase». Antes Natzape se situaba él mismo entre los importantes junto con Tlupananuhl y Callicum, y mencionábamos que esa información no era correcta. Los datos de Alcalá Galiano se aproximan mucho más a la realidad, situando en la misma posición a Maquinna y Tlupananuhl, y además aparece aquí Quiocomasia, el hermano mayor de Natzape, aparentemente el informante en este caso, heredero por lo tanto de Hannape, jefe de los ehattesaht. Quiocomasia era el jefe del poblado de Mawum, en la isla de Nootka, que había cambiado varias veces de nombre y había recibido el de Quiocomasia después de su matrimonio con la hija de un jefe namgis,165 y es mencionado también por los españoles como el cuarto jefe del Nootka Sound,166 lo cual, como estamos viendo, es relativamente exacto. Muy interesante además es la descripción del «baile» con el que el jefe convida a los oficiales: Quicomacsia nos combidó el 20 de Mayo para darnos un baile en su Ranchería, que estaba en lo interior, en el sitio que llamamos Malvinas: este Tais es el mismo que el año anterior á la estada de las Corbetas se llamaba Quicsioconuc, y que por un nuevo casamiento con una hija de un Tais de los Nuchimases, havia variado de nombre en otro à nuestro modo de entender de mas suposicion, nunca pudimos comprehender en que consistia esta; pero estaba tan vano con su alianza, que la ponderaba como una circunstancia que tenia sobre Macuina; decia, que el era Tais de Nutca y Tais Muchimas, y por tanto preferente à Macuina. Se hizo el baile al son del ruido de unos palitos hechos en el mismo instante de unas Varas de arboles, con los que daban sobre las tablas: Quicomacsia, se disfrazó, ya con plumas, ya representando varios animales, entre los que uno imitaba algo al Oso: andaba à veces en quatro pies, y se representaba como acometido por el Cazador: despues de este extraordinario espectaculo, se puso enfrente de nosotros à alguna distancia, y nombrandonos à cada uno de por si à grandes gritos nos fue embiando pieles de Nutria: al otro dia fue a vernos à las Goletas, nosotros le regalamos prevenidos ya de que venia con este Obgeto, nos dixo, que recibia los regalos, no como cambio, porque los Taises no cambiaban, sino regalaban, y eran correspondidos, ya para estimularnos, à que nuestros presentes fuesen de mas valor, nos volvió à manifestar su expresada preferencia sobre Macuina. 167
En este caso nos encontramos claramente ante la descripción de la fiesta que los antropólogos han dado en llamar un potlatch. Quiocomasia, vestido de diferentes formas, representó con toda probabilidad una serie de danzas propiedad de su linaje en las que se narrarían los mitos de ori––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 165
166 167
Alcalá Galiano, D. (1792): Ms. 619: f. 22-22v; Moziño, J. M. (1792): ff. 311v-312. Sánchez, F. M. (1789): 86. Alcalá Galiano, D. (1793): ff. 22-23.
gen del mismo, entre otros. El remate final fue el reparto de regalos, pieles de nutria en este caso, reparto que como era tradicional se realizaba nombrando en voz alta al regalado. Los oficiales tuvieron el buen sentido de informarse y, al estar «prevenidos», pudieron corresponder a su vez con otros regalos en una visita posterior del jefe a las goletas. Para terminar con este vistazo general a las clases sociales y a la nobleza de la entrada de Nootka, podemos recurrir a otro manuscrito, en el que es llamativa la percepción de la mezcla del poder social, político y religioso que detentaban los jefes, que no necesita más comentario: El govierno de estas gentes puede rigurosamente llamarse patriarcal; pues el Xefe de la Nacion hace âun mismo tiempo los oficios de Padre de familia de Rey y de Summo Sacerdote siendo tan estrechos entre si los enlaces de estas tres dignidades, que recirpocamente se sostiene una à otra, y todas juntas apoyan la autoridad soberana de los tayses. Los Vasallos reciven el sustento de la mano del Monarca, ò del Governador que le representa en las Rancherias distantes de la que le sirve de corte, y creen que deben este substento à la intersecion del Soberano para con Dios. De aqui es que confundiendose unos con otros los derechos politicos, y de Religion, forman la base de un sistema que à primera vista parece mas despotico que el de los Califas, y que no dexa de serlo baxo de ciertos respetos; siendo moderadisimo por otros. No hay Gerarquia intermedia entre Principes, y esclavos: esta ultima condicion es la de todos aquellos que no son hermanos ó Parientes mui immediatos del tays, y se conocen con el nombre de Michimis, siendo el de los primeros tays-calatí que quiere decir, hermano del Xefe. La moderacion consiste en que sin embargo de estar persuadido el Monarca de la eficacia de sus oraciones, no dexa de conocer que estas le serian infructuosas para sostenerse à si mismo, y substentar à sus subditos si ellos no empleasen tambien sus brazos trabajadores en la Pesca, la caza, corte de maderos. Esto le mueve à amarlos como à hijos, à defenderlos de sus enemigos à todo riesgo, y aliviarlos del modo posible de las penalidades de la vida. 168
El 28 de agosto las corbetas de la expedición zarparon de Nootka con rumbo sur. Pero el día 11 de mayo de 1792 —realmente el día 13— arribaban de nuevo a Nootka dos de los oficiales de la misma, los capitanes de fragata Dionisio Alcalá Galiano y Cayetano Valdés. Iban a comandar el viaje de exploración del estrecho de Juan de Fuca y los estrechos septentrionales de la isla de Vancouver, viaje al que más adelante haremos referencia. En este momento es interesante precisar las fechas de estancia de las goletas en Nootka. El 5 de junio zarparon del establecimiento español, al que regresaron el 31 de agosto, para volver a zarpar en seguida con rumbo sur el 2 de septiembre. Nos empeñamos en la mención de las fechas porque nos encontramos ante una lámina que se encuentra entre las lámi––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 168
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Alcalá Galiano, D. (1792): Ms. 144 Doc 2(2): ff. 187 y 187v.
LA ENTRADA DE NOOTKA
Lámina 56. «Fiesta en Nutka» [al dorso]. 169
nas de la colección Bauzá del Museo de América y que no pudo pintar Cardero, a quien suele atribuirse: o al menos no tuvo ante sus ojos la escena que se reprenta, ya que no se encontraba en Nootka en las fechas en las que transcurrió el evento.
Fiesta de la pubertad de la hija de Maquinna (lámina 56) Carmen Sotos, atribuye este dibujo a José Cardero, como preparatorio para el grabado con el n.º 10 en el Atlas de la Relación..., donde se titula «Fiesta celebrada en Nutka por su Xefe Macuina a causa de haber dado su hija indicios de entrar en la pubertad».170 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 169
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo I-39). N.º de inventario 02268. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 204-205 y fig. 649. En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 58, sin autor ni procedencia. En Cutter, D. (1977): s. p., se reproduce el grabado de la Relación. Palau, M. (1980): 163 y fig. 64 lo atribuye a Fernando Brambila. En La Expedición Malaspina (1984): 100 y n.º 271, se reproduce y atribuye a Brambila. En Malaspina, A. (1984): entre pp. 298-299. En La Spedizione Malaspina (1987): 113 y n.º 245, se reproduce y se atribuye de nuevo a Brambila. En El Ojo del Tótem (1988): 34 y 35 se reproduce como «Proclamación de la princesa Ystocatlitemoc» y se coloca en el Diario de Bodega y Quadra. En Sáiz, B. (1994): 289, se reproduce y atribuye a Cardero. Se reproduce en Palau, M. y Orozco, A. (1994): 413, y se atribuye al diario de Bodega y Quadra. En Pedro, A, (1995): 187, se atribuye a Brambila como un «dibujo final». Se reproduce en Palau et al. (1998): 134-135, y se atribuye a Cardero. Sotos, C. (1982 II): 205.
Fermín del Pino, por su parte, lo reproduce como «Fiesta en honor de la hija de Macuina» y menciona que el museo de América lo atribuye a Brambila. De la misma manera que Carmen Sotos, recuerda que el dibujo se reprodujo en la «Relación del Viaje de las Goletas Sutil y Mexicana» con el título «Fiesta celebrada en Nutka...». Pero afirma que el dibujo «procede en realidad de la expedición de Bodega y Quadra, de donde se conserva una lámina muy parecida a ésta. La procedencia de Bodega se confirma porque la fiesta aludida, y en la cual la hija de Macuina cambia su nombre, la describió como testigo presencial J.M. Moziño, y su relato pasó a la relación de la Sutil y Mejicana, junto con la lámina copiada por Brambila».171 Mercedes Palau y Pamela Spratz recuerdan que en el manuscrito 146 del Ministerio de Asuntos Exteriores, el álbum de dibujos y mapas que acompaña al manuscrito 145, el diario de Bodega y Quadra de 1792, se encuentra catalogado con el n.º 29 un dibujo firmado por J. Guerrero, la «Proclamación de la Princesa Ystocoti-Tlemoc». El dibujo es semejante al original del Museo de América de Madrid y al grabado que ilustra el atlas de las goletas Sutil y Mexicana (Madrid, 1802).172 Un vistazo al manuscrito mencionado confirma la afirmación de ambas autoras. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 171 172
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Pino, F. (1982): lámina XII. Palau, M. y Spratz, P. (1998): 201 y n.º 27.
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la residencia de Maquinna que era una de las más grandes, aunque no estaba enteramente cubierta; aquí encontramos sentada en una especie de banco, a la hija de Maquinna, que no hacía mucho había sido públicamente y con gran ceremonia proclamada única heredera de todas sus propiedades, poder y dominio. Cerca estaban sentadas tres de sus esposas, y numerosos parientes. La joven princesa era de baja estatura, muy rechoncha, con una cara redonda y pequeños rasgos; su piel estaba muy limpia, y siendo casi blanca, toda su persona en conjunto, aunque sin pretensiones de belleza, no podía considerarse desagradable. Le hice a ella y a su padre los regalos apropiados para la ocasión, que fueron recibidos con la mayor aprobación por ellos y por la multitud allí reunida; también los que hice a sus esposas, hermanos, y otros parientes. Habiendo terminado esas ceremonias, se sirvió una excelente cena que había suministrado el Sr. Quadra en la que tuvimos la compañía de Maquinna y la princesa, que se había sentado a la cabecera de la mesa y se conducía con mucha propiedad y decoro. 175
Aunque este dibujo se encontraba en el álbum de la Colección Bauzá, lo cierto es que el original no pudo ser pintado por ninguno de los artistas de la expedición Malaspina. Siendo verdad que Cardero regresó a Nootka con la expedición de Alcalá Galiano y Valdés, las fechas en las que se encontró esta segunda expedición en Nootka no coinciden con las de la celebración de la fiesta. Bodega describía la celebración con brevedad: Asistí tambien a Cop-ti a darle la enhorabuena [a Maquinna] por la nueva denominacion y proclamacion solemne desu hija, que al entrar en la pubertad, siguiendo la costumbre del País, se mudó por orden de su Padre el antiguo nombre de Ape-nas en el de Esto-coti-Tlemog, acto que se solemnizo de parte de los Naturales con Banquetes, Cantos, Bailes, y juegos de lucha, en que daban una ó dos conchas al que combatiendo con 20 ó 30 competidores sacaba en triunfo un pedazo de madera, que le havían arrojado desde el valcon en que se presentó al Pueblo la princesa. Mis Marineros entraron igualmente en la Palestra, y fueron premiados con buenas Pieles y aplaudidos por todos los expectadores, cuyo pasaje se dibujó con la mayor naturalidad. 173
Bodega no menciona la fecha de la celebración, pero podemos afirmar por otros testimonios que la fiesta de la pubertad de la hija del jefe Maquinna debió de realizarse entre los días 24 y 26 de agosto.174 En la visita de cumplido que Bodega realizó con Vancouver, el 3 de septiembre a Tahsis, para cumplimentar a la nueva princesa, se menciona la proximidad pasada de la celebración en la que precisamente la joven fue proclamada como tal. Transcribimos libremente el diario de Vancouver, mucho más prolijo que Bodega en su descripción, aunque él sitúa el acontecimiento el día 4: ... sobre las ocho de la mañana del martes 4 el señor Quadra me acompañó en la yola del Discovery, el cual, con nuestra propia lancha, una lancha española y el cutter de Chatham, y llevando a tantos oficiales españoles e ingleses como se podía, partimos hacia Tasheis; se había enviado un mensaje el día anterior para anunciar nuestra visita. El tiempo, aunque nuboso, era agradable, y teniendo una brisa favorable llegamos a Tahsheis sobre las dos de la tarde: Maquinna nos recibió con gran agrado y aprobación, y era evidente que su orgullo estaba no poco satisfecho con nuestras muestras de atención. Nos condujo a través del poblado, donde parecíamos ser bienvenidos, a causa quizás de los regalos que distribuimos entre sus habitantes, que se conducían de la manera más civil y ordenada. Después de visitar la mayor parte de las casas, llegamos a
Nos inclinamos por lo tanto, por la opinión de Fermín del Pino. Efectivamente la descripción de la fiesta aparece en la Relación... de 1802, pero no debemos olvidar que Espinosa, actuando como un auténtico editor, recoge y centraliza información tanto de Alcalá Galiano, como de Moziño, que sí estuvo presente en la fiesta. Además debemos recordar que Bodega y Quadra llevaba también un artista, Atanasio Echevarría, y el propio comandante menciona en su diario que se había dibujado la fiesta de la princesa, pero también que manda pintar otra determinada escena que comentaremos a continuación.176 Echevarría pudo haber realizado un apunte que fuera luego terminado por Cardero en México. En este sentido Donald Cutter recuerda que los dibujos que Echevarría hizo en Nootka fueron solamente apuntes y que, cuando regresó a México, fue inmediatamente reasignado a la expedición botánica del sur de México, por lo que los dibujos fueron terminados por José Cardero y Tomás de Suria.177 En cualquier caso la lámina, al margen de la fiabilidad de la escena concreta, tiene un indudable valor etnográfico, basado sobre todo en la abundante información que le acompaña en los diarios. Transcribimos la descripción de la Relación... que es la más rica, precisamente por englobar en ella distintas fuentes: Es digna de referirse la pompa con que se solemnizó esta funcion: en uno de los ángulos de la casa, que estaba situada á las faldas de
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Bodega, J. F. (1792): ff. 26v-27. Para llegar a esta conclusión, además del diario del propio Bodega, se han cotejado las fechas de entradas y salidas de diferentes navíos de Nootka, referencias muy abundantes y de procedencia muy variable. Podemos concluir que esta es una comunicación personal de Leoncio Carretero. En cuaquier caso, los eventos que ahora relataremos apoyan estas fechas.
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Vancouver, G. (1984): 670-671. En una visita a Marvinas bay, Bodega dice: «Logre ver en esta cala el metodo con que hacen la pesca de la sardina, cuya descripción omito, pues la presenta con mayor propiedad la estampa que mande dibujar a este intento» [Bodega, J. F. (1792: ff. 26v)]. Cutter, D. (1963): 156.
LA ENTRADA DE NOOTKA
las frondosas montañas de Copti,178 eleváron un tablado sostenido por quatro gruesas columnas, pintadas de blanco, amarillo, encarnado, azul y negro, con varios figurones de mal diseño. y dos bustos en las esquinas con los brazos abiertos y las manos extendidas como para significar la munificencia del Monarca. En lo interior de la casa sobre unas esteras nuevas habia un reclinatorio, donde se hallaba la jóven Princesa vestida de las telas mas finas del cipres, y ataviada con innumerables adornos. Luego que llegó la hora señalada tomó Macuina á su hija por la mano, y la conduxo á un balcon, poniéndose él á su derecha, y á su izquierda Quatlaza-pé. El numeroso concurso de naturales que ocupaba el atrio y la playa quedó en el mas profundo silencio. Entonces dirigiendo el Xefe la voz á tódos, dixo: «Ya mi hija Apenás no es niña sino muger; de aquí adelante será conocida con el nombre de Istocoti-Clemoc, esto es, la gran taysa de Yucuatl.» A lo que respondieron todos con grandes voces: Huacas, Huacas, Macuina: Huacas, Istocoti-Clemoc: expresion que equivale á nuestros vivas; siendo de advertir que el mayor elogio de aquellas gentes se toma siempre de la amistad, significada por la palabra Huacas. Empezáron luego á cantar y baylar los Tayses y demas nobles, y cada uno recibia alguna alhaja de importancia, que á nombre de Macuina y de la Princesa arrojaba desde el tablado Quat-laza-pé. Uno de los juegos de esta celebridad fue la lucha, sirviendo de arena el atrio que se habia allanado para este fin. Una concha era el premio que se proponia al vencedor, y se presentaban sobre la marcha veinte ó treinta atletas, desnudos, á disputarse el honor de la victoria. Lanzaba sobre ellos Quat-laza-pá desde lo alto un pequeño cilindro de madera, que á porfia querian recibir en sus manos los competidores, y que unos á otros se arrebataban, empleando todas sus fuerzas para apoderarse de él y conservarle, hasta que el mas esforzado ó astuto conseguia el triunfo. Los Marineros Españoles tuviéron parte en este combate, y el premio que lográron fue siempre superior al de los naturales; pues á estos no se les daba mas que conchas, y á aquellos excelentes pieles de nútria... 179
El dibujo es claramente una reelaboración del acontecimiento al que indudablemente asistieron Bodega y Quadra, Moziño y el pintor Echevarría. Lo más conspicuo es la estructura elevada180 en la que aparecen tres figuras. La central podría identificarse con la princesa; uno de los dos hombres que la flanquean debería ser Maquinna y el otro su tío Quatlazape; pero llevan el torso sospechosamente desnudo, algo improcedente en unos jefes en esas circunstancias. Las «figuras de las esquinas con los brazos abiertos», que no aparecen en el dibujo, son reconocibles como las caracte––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 178
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La referencia a las actividades de Maquinna y su familia en diferentes poblados, Tahsis, Yuquot, Kupti en este caso, puede confundir al lector. Recordemos que Tahsis era, en las fechas de la visita de Malaspina, el poblado de invierno principal de los que denominamos Yuquotaht. Kupti y Yuquot eran emplazamientos temporales para la obtención de determinados recursos, siguiendo un ciclo estacional de desplazamientos muy común entre casi todos los pueblos de la Costa Noroeste. Véanse Jewitt, J. (1990): 22-223; Carretero, L. (1998): 57. Alcalá Galiano, D. (1802): 143-144. Puede verse un dibujo de una estructura relativamente parecida en Stewart, H. (1984): 74.
rísticas figuras de «bienvenida» de los nuu-chah-nulth, cuyos hombros articulados permitían alzar los brazos y representar un signo visual de bienvenida a circunstanciales invitados o visitantes. Figuras de este estilo reciben hoy al viajero en el aeropuerto internacional de Vancouver. Se representa también, delante de la estructura elevada, una especie de palenque de arena acotado por troncos, donde los contendientes que se describen en la Relación... luchan entre sí por el objeto de madera arrojado por la princesa. Cualquier intento de identificación de los oficiales españoles y los nativos que se representa alrededor sería muy arriesgado, ya que es claramente una composición pictórica, no un retrato o fotografía, lo que estamos contemplando. Pero es evidente la enorme importancia del evento dibujado y relatado. Nos encontramos ante una de las fiestas de mayor importancia en el ciclo vital de la nobleza de la entrada de Nootka y del área de la Costa Noroeste. Se mezcla aquí la celebración de la menarquía, de vital importancia en el caso de las mujeres nobles, con la imposición de un nuevo nombre proclamando a la joven heredera de Maquinna: en otras palabras, la ‘construcción’ y presentación en sociedad de una nueva mujer.181 En la Relación... se menciona ya a la joven ataviada con las «mejores telas» y con innumerables adornos. Pero a ese acicalamiento le habría precedido un período de aislamiento y reclusión, período en el que la joven tuvo que haberse sometido a una serie de restricciones y tabúes alimentarios y de comportamiento, junto con un proceso de instrucción por parte de las ancianas. Lo que se relata es ya la segunda parte: la presentación pública de la nueva mujer, purificada, bañada, vestida con ropas nuevas y engalanada, que además iba a cambiar su nombre infantil, Apenas, por el de Istocotitlemoc,182 y ser proclamada heredera de Maquinna. En el siglo XX los antropólogos hablarán de dos fiestas: la del potlatch de la menarquia de las nobles, y la del potlatch de imposición de nombres ceremoniales y de proclamación de herederos. La referencia al baile de los jefes y de los demás nobles, y el recibo a continuación de un regalo de importancia mientras pronunciaban sus nombres Maquinna y su hija, son una referencia precisa al potlatch: fiesta con bailes escénicos y regalos a cada invitado, diciendo en voz alta su nombre. La «lucha» si––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 181
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Para el análisis de este tipo de ceremonias que aún se mantenían a comienzos del siglo XX véase Moogk, S. (1991). Su trabajo se basa en Sapir, E. (1913). Según el vocabulario de Nootka de Moziño, Izto-co-ti significa ‘concha’, véase Moziño, J. M. (1793): f. 109. En Monge, F. y Olmo, M. del (1999): 199, encontramos la precisión de «concha de haliotis» tomada de un manuscrito de la Biblioteca del Ministerio de Asuntos Exteriores. No olvidemos el valor de dicha concha, como ya hemos mencionado repetidamente.
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guiente es ya una fiesta general, de plebeyos, en la que incluso participan marineros españoles, aunque a estos últimos se les hacía entrega de mejores regalos, pieles de nutria, por una probable deferencia excepcional. Las referencias a esta fiesta y sus consecuencias podrían alargarse indefinidamente. Para terminar, mencionemos simplemente cómo en la Relación... Macuina agradece a los españoles su asistencia y cómo, a partir de ese momento, la joven que hasta entonces había visitado sin problemas y llena de alegría a los españoles, se encontraba retirada, dedicada a sus labores, y casi sin poder ser vista.183 Ya era socialmente una mujer y, como tal, debía comportarse. Nos encontramos ahora ante otro dibujo firmado por Tomás de Suria, cuya escena representada tampoco pudo ser presenciada por el pintor:
La pesca de la sardina (lámina 57) Mercedes Palau y Pamela Sprätz ya mencionan que el apunte original de este dibujo tuvo que ser realizado por Echevarría, y posteriormente sería terminado o elaborado en México por Suria: que tal vez durante su estancia con la expedición Malaspina pudo ver la escena de la pesca de la sardina más de una vez.185 Pero esta suposición no es correcta dada la estacionalidad de dicha pesca, que no coincide con las fechas de la parada de la expedición Malaspina en Nootka. El propio Bodega narra en su diario cómo procuraba cumplimentar a Maquinna en sus sucesivos desplazamientos estacionales y cómo hallándose en «Mar-huinas» pudo presenciar en esa «cala» el método de la pesca de la sardina y que mandó además hacer un dibujo de la escena.186
Lámina 57. La pesca de la sardina.184 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 183 184
Alcalá Galiano, D. (1802): 144-145. Ministerio de Asuntos Exteriores. Ms. 146, n.º 28. Para las características del dibujo, véase Palau, M. y Sprätz, P. (1998): 201 y n.º 26; recuerdan que es semejante al dibujo n.º 5 del Ms. 11, firmado por Lindo. Se reproduce en The Totem Shore (1986): 209, como de Tomás de Suria y del Diario de Bodega y Quadra. Un fragmento del mismo, con el mayor detalle de la pesca, se reproduce también en la p. 161. En El Ojo del Tótem (1988): 64-65. En Peset, J. L. (1989): fig. 67. En Orozco et al. (1996): 71. En Palau, Tovell et al. (1998): 152. En Palau et al. (1998): 149.
La bahía Marvinas se encuentra en la isla de Nootka, al norte de Friendly Cove, abocado al canal de Cook y cerca del Kendrick Inlet, que con la isla Strange en medio constituye la entrada occidental al Tahsis Inlet. La bahía está flan––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 185 186
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Palau, M. y Sprätz, P. (1998): 201. Bodega, J. F. (1792): f. 26v.
LA ENTRADA DE NOOTKA
queada al este por la punta Boston. Precisamente en sus cercanías el 22 de marzo de 1803, el buque Boston, al mando del capitán John Salter, fue atacado por el mismo Maquinna, y mataron a toda su tripulación excepto al herrero, John Jewitt, y a un velero y artillero, John Thompson.187 La zona cercana a la entrada del Tahsis Inlet es mencionada por el propio Jewitt como muy propicia para la pesca de «arenques» y «sardinetas».188 El peculiar método de pesca, con ayuda del rastrillo de arenques, ha sido ya descrito anteriormente,189 y volverá a ser mencionado en una de las escenas representadas en el curso de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés.190 La escena representada sería la pesca de la sardina, aunque la contemplación del dibujo produce una cierta sensación de que el autor dejó volar su imaginación. El dibujo produce la impresión de un estudio del cuerpo masculino en una gran variedad de posiciones, consiguiendo la sensación de gran dinamismo, pero probablemente bastante lejos de la realidad. Las canoas, en gran número y no de muy gran tamaño, se encuentran muy cerca unas de otras: están bien representadas, por su forma general en las que incluso se aprecian en algunas las «bancadas», constituidas por simples travesaños. Generalmente llevan dos tripulantes, dos hombres, tal como menciona Espinosa.191 Algunos nativos levantan el rastrillo de arenques; otros, muy pocos, reman, varios empuñan unos reteles colgando de unas varas que no parecen relacionarse con este tipo de pesca y, que tal como son enarbolados por algún nativo, se asemejan a estandartes. Otros nativos se encuentran incluso dentro del agua y sacan con sus manos puñados de peces sostenidos por las colas. Los hay que se están zambullendo en las olas, ya que sus piernas y nalgas son perfectamente apreciables. Parecen representarse también dos mujeres, una arrodillada detrás de una de las canoas que se encuentra varada en la playa y aparentemente sacando la pesca de la misma, y otra sentada en una de las canoas dibujada en una perspectiva casi áerea, ya que se aprecia todo el interior de la misma: en este caso la supuesta mujer parece estar en actitud de no hacer absolutamente nada. Es una escena vistosa y dinámica, llena de cuerpos desnudos y poderosos, la representación tal vez ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 187 188 189
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Véase Jewitt, J. (1990). Ibidem: 238. Véase Espinosa, J. (1789): ff. 166-166v; y remitimos de nuevo al lector a Stewart, H. (1977): 76-77. Aunque en las fuentes españolas se emplea el término sardina, en inglés se habla de herring. Es bastante probable que se trate del arenque del Pacífico (Clupea pallasii) y era también la especie cuyos huevos eran recogidos (y se recogen) por los nativos en grandes cantidades. No podemos olvidar tampoco la existencia de otra especie, el pilchard (Sardinops sagax). Véase Clemens, V. A. y Wilby, G. W. (1967): 99-103. Espinosa, J. (1789): f. 166.
más «occidentalizante» que hemos visto precisamente por todo lo comentado, aunque la escena recoge una de las actividades más importantes de obtención de recursos del ciclo estacional de los nativos. Es precisamente cuando las gentes de Maquinna se encontraban en Kupti, en la entrada del Tahsis Inlet, y hacia el mes de febrero, cuando Jewitt describe también el peculiar método de pesca de sardinas con el rastrillo de arenques. Su descripción es muy semejante a las que ya hemos presentado: menciona las canoas con dos ocupantes y le llaman la atención la enorme habilidad y la rapidez por medio de las cuales llenaban en muy poco tiempo la canoa de peces.192 En ningún caso se menciona que nadie se tirase al agua a capturar peces. No consideramos necesario indagar a qué temperatura se encuentra el agua en el mar en esas fechas y en esa latitud y es gratuito mencionar que la natación no era una de las habilidades de los nativos del área. El ciclo de movilidad estacional en el que se encontraban inmersos prácticamente todos los pueblos tradicionales de la Costa Noroeste estaba determinado, como se mencionó en la introducción, porque los recursos de los que dependía la subsistencia eran todos estacionales y locales. En el caso particular del pueblo de Maquinna, Yuquot era la base para el acceso a una amplia variedad de recursos marinos. Se establecían allí a finales del mes de febrero o principios de marzo, para pescar al arrastre los salmones de primavera que comenzaban a hacer su aparición. Si el tiempo era demasiado malo como para aventurarse en el mar, se encontraban accesibles moluscos, peces de roca y venados. A finales de marzo o a principios de abril, se colocaban ramas y arbustos en las caletas para asegurar la puesta de huevos de arenque. Un tiempo favorable en primavera permitía la aparición de aves acuáticas migratorias. Era también el tiempo de pescar halibut y otras varias especies de peces marinos. Ballenas, focas y nutrias se cazaban también a lo largo del verano y se encontraban así mismo disponibles recursos vegetales como varias especies de frutos del bosque y raíces. A la caída del otoño se abandonaba Yuquot y la gente se dirigía hacia los brazos interiores para la captura de salmones en la remonta. Tahsis era el poblado en el que se pasaba el invierno y cuando las provisiones de pescado seco, de las que necesariamente se subsistía en invierno, escaseaban, se desplazaban a Kupti para pescar arenques, donde también podían obtenerse algunos peces marinos y algunas focas. Cuando el tiempo comenzaba a mejorar, a finales de febrero, se desplazaban desde Kupti hasta los sitios exteriores como Yuquot.193 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 192 193
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Jewitt, J. (1987): 122-123. Efrat, B. y Langlois, W. J. (1978): 3-4.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Lámina 58. Vista de la bahía de Nutca, dese la playa del establecimiento español. 194
Recordemos simplemente de nuevo la proximidad del emplazamiento de Kupti, hoy una reserva de los mowachaht aunque nadie habita en ella, con la bahía Marvinas, donde aparentemente se desarrolla la escena representada. Debemos mencionar también que Bodega llegó a Nootka el 29 de abril y que en las fuentes se menciona que la temporada de las pesca de arenques era más bien a comienzos de primavera; específicamente se mencionan las fechas de finales de febrero y marzo como las del establecimiento en Kupti. Pero también debemos recordar que el establecimiento español, en uno de los emplazamientos más importantes para los nativos de la entrada de Nootka, Yuquot, tuvo que distorsionar en alguna medida y sobre todo en los primeros años el ciclo estacional de los nativos. De todas maneras y como ya hemos mencionado, ese ciclo y a pesar de la presencia española, acabó por restaurarse. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 194
Ministerio de Asuntos Exteriores, Ms. 146, 5. Para las características del dibujo, Palau, M. y Sprätz, P. (1998): 195 y n.º 5. Se reproduce en Cook, W. (1973): s. p. y n.º 59, sin autor, como «Friendly Cove en el apex de su actvidad, 1792». Se reproduce un detalle en El Ojo del Tótem (1988): 106. El mismo detalle en Peset, J. L. (1989): fig. 55. En Palau y Orozco (1994): 167 y 327. En Palau, M., Tovell et al. (1998): 11, 77 y 142, con distintos pies. En Palau et al. 1998: 147.
Parece pertinente terminar la revisión de los dibujos de la entrada de Nootka con otra vista de dicho puerto, firmada claramente por Cardero, pero que, por las características de lo representado, tuvo que realizar en su segunda estancia, ya como pintor oficial de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés, entre el 13 de mayo y el 5 de junio de 1792
Panorámica de Friendly Cove desde el establecimiento español en 1792 (lámina 58) Esta lámina, firmada por «Josef Cardero», presenta una amplia vista de la llamada cala de los Amigos por los españoles y conocida luego como Friendly Cove. La perspectiva parece estar realizada claramente desde la playa del fondo de la cala, donde se encontraban el poblado nativo de Yuquot y el establecimiento español. El baluarte de San Miguel, que estaría situado a la derecha del espectador, se entrevé solamente, ya que se encuentra tapado por los palos y las jarcias de tres de las naves representadas. Es patente también en el dibujo lo farragoso de las elevaciones y de la vegetación que rodea a la cala.
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LA ENTRADA DE NOOTKA
Lo más llamativo de la representación son los navíos, seis en total, que ya han sido identificados como las «fragatas Santa Gertrudis, Aránzazu, Princesa y la goleta Activa». 195 Efectivamente, si Cardero realizó o hizo un apunte de este dibujo entre las fechas de la parada de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés en Nootka, se encontraban allí las naves mencionadas. La fragata Santa Gertrudis había llegado a Nootka el 29 de abril llevando al comisionado Juan Francisco de la Bodega y Quadra. El 4 de mayo, el bergantín Activo llegó al puerto de Nootka, al mando de Salvador Meléndes Valdés, muy dañado, por lo que tuvo que someterse a una serie de reparaciones. El 14 de mayo arribó a Nootka la fragata Nuestra Señora de Aránzazu, con Jacinto Caamaño, llevando personal y provisiones. A mediados de mayo también había llegado ya Salvador Fidalgo, con la fragata Princesa.196 Las cuatro naves mencionadas, todas con las velas arriadas, ocupan una parte importante del escenario. La nave central,
con el gallardete y la bandera a popa desplegadas, puede identificarse con la Santa Gertrudis, en esas fechas el buque insignia en el puerto. El velero que se encuentra más alejado, el de menores dimensiones, se identificaría con el bergantín Activo y en medio las otras dos fragatas mencionadas, la Aránzazu y la Princesa. Delante de las cuatro naves mencionadas, estarían aparentemente las goletas Sutil y Mexicana, representadas con las velas desplegadas. A la izquierda del escenario, se dibuja una lancha navegando a vela y en primer plano una canoa nativa con dos remeros. La presencia en el dibujo de hasta ocho canoas nativas más, generalmente cada una con dos remeros, proporciona a la escena una sensación de «normalidad» en las relaciones entre españoles y nativos en esas fechas. El 5 de junio Cardero partía de Nootka en la goleta Mexicana como miembro de derecho de la expedición que daría la vuelta a la isla de Vancouver. Pero ese es otro capítulo de esta historia que veremos a continuación.
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Palau, M., Tovell et al. (1998): 11. Véase Bodega, J. F. (1792).
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Mapa 7. Ruta de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés entre los días 6 y 25 de junio de 1792.
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LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
D
urante el año 1791, por falta de tiempo y de medios, Malaspina no había podido abordar el reconocimiento del estrecho de Juan de Fuca y del entorno de la isla de Vancouver en la búsqueda del mítico paso del noroeste. Por ello se decidió la organización de una expedición específica para el año siguiente. En principio, el virrey Revillagigedo había nombrado como comandante para tal fin a Francisco Antonio Mourelle, al mando de la goleta Mexicana. El virrey tenía además en la mente la idea de que, si Núñez Gaona (Neah Bay) resultaba ser un puerto lo suficientemente favorable como para constituirse en la nueva base naval española en el Pacífico, se podría ceder Nootka a los ingleses sin demasiados problemas. Pero Malaspina consiguió al final imponer a sus oficiales, Dionisio Alcalá Galiano y Cayetano Valdés. Alcalá Galiano, que se había quedado en México y no había participado en la campaña previa de exploración del Pacífico norte con Malaspina, fue nombrado comandante de la expedición.1 Los nombrados oficiales consideraban que serían necesarias naves pequeñas y muy manejables para adentrarse por los estrechos. Se contaba ya con la goleta Mexicana, que comandaría Cayetano Valdés, y se estaba realizando una copia de la misma en San Blas, la Sutil, que comandaría Dionisio Alcalá Galiano. Sin embargo las goletas eran de dimensiones tan reducidas, 14 metros de eslora y 3,6 metros de manga, y tenían tan poca borda que no tenían cabida en ellas ni los víveres ni los animales vivos necesarios, por lo que se necesitó acondicionarlas. Por ello, el 28 de diciembre de 1791 llegaron las goletas procedentes de San Blas a Acapulco, donde ya no se encontraba Malaspina, que había salido el día 20, y se comenzaron en ellas los trabajos de reacondicionamiento.
Finalmente, el 8 de marzo de 1792, zarparon las goletas rumbo a Nootka, donde fueron avistadas el 11 de mayo aunque no pudieron fondear hasta el día 13. Debido a las incidencias de la arribada, la Sutil tuvo que ser liberada de una roca próxima a la entrada en la que estaba varada, mientras que la Mexicana llegó con el palo mayor rendido, por lo que debió ser repuesto y sus velas reparadas. José Cardero, embarcado en la Mexicana, era esta vez el artista asignado oficialmente a la expedición, como mencionamos al principio.2 Por lo tanto, se le considera el autor de todos los dibujos de la expedición. Sin embargo, creemos también que todos sus dibujos están terminados posteriormente, y en muchos casos se pueden comprobar las invenciones y añadidos posteriores, por lo que deben ser analizados con reservas. Aun así, constituyen una especie de guía ilustrada de los sucesos del viaje y es como vamos a proceder a su comentario. Es posible que en esos días de forzosa espera en Nootka, Cardero pintara el cajón u oratorio del jefe Maquinna, del que ya hemos hablado, y la lámina de la flota española reunida en Nootka que también hemos comentado. Por fin, el 5 de junio y tras sucesivos intentos infructuosos por lo contrario de los vientos y con la ayuda de los consejos y oraciones del jefe Maquinna,3 las goletas zarparon en dirección al estrecho de Juan de Fuca con el objetivo de buscar la salida del mismo al océano Pacífico y de explorar los varios y profundos brazos del continente. Antes de fondear en Neah Bay o Puerto de Núñez Gaona, como fue denominado por los españoles, pasaron cerca de la isla Tatoosh, de la cual tenemos un primer dibujo: ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 2
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Para los antecedentes de la expedición puede consultarse la edición facsímil de la Relación del Viaje... de Dolores Higueras y M.ª Luisa Martín-Merás: Alcalá Galiano (1991).
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En el manuscrito 144, doc. 1, f. 8v del Museo Naval podemos leer: Goleta Sutil Comandante D. Dionisio Alcala Galiano y Teniente de Fragata Don Secundino Salamanca. Goleta Mexicana Comandante Don Cayetano Valdés y Teniente de Fragata Don Juan Vernaci. Dibujante... Don Josef Cardero. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 20v-21.
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Lámina 59. Fortificación de los Indios del Estrecho de Fuca.4 Las navegaciones de estos Naturales parece no se extienden por la parte al Sur mas que hasta la Isla de Tutusi que está proxima à la punta meridional de la Boca de Fuca.6
El poblado de Tatooche en la isla Tatoosh, frente al cabo Flattery (lámina 59) Este dibujo se ha identificado en algunas ocasiones como el establecimiento español en el puerto de Núñez Gaona. Tal vez la primera de esas equivocaciones sea la de Warren Cook, cuando afirma al pie de la reproducción de la lámina: «La empalizada española estaba siendo erigida en Núñez Gaona (Neah Bay), el más temprano asentamiento blanco en lo que es ahora el estado de Washington». 5 Lo malo es que tal identificación carece por completo de base y no se trata por lo tanto de ningún asentamiento blanco. No existe ninguna duda de que lo que trató de dibujar Cardero es la isla Tatoosh —conocemos el lugar personalmente—, que se menciona antes de la salida de la expedición de Nootka al referirse a los nativos de dicha entrada: ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 4
5
Museo de América (Colección Bauzá, tomo I-7). N.º Inventario 02350. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 202-203 y fig. 644. Se reproduce en Cutter, D. (1963): 152, como «Fortificación en el estrecho de Juan de Fuca». En Gunther, E. (1972): 63 y fig. 26, como «fortificación india en el estrecho de Juan de Fuca. En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 53. En Cutter, D. (1977): 21. En Vaughan et al. (1977): 50 y n.º 37. En Palau (1980): 165 y n.º 67. En Cerezo, R. (1987): 103. En Palau, Tovell et al. (1998): 171. En Higueras, D. (1991): 122-123. En Palau et al. (1998): 126-127. Cook, W. (1973): s. p. y n.º 53. El mismo error en Vaughan et al. (1977): 50 y n.º 37; Palau, M. (1980): 165 y n.º 67.
Ahora bien, las estructuras que aparecen encima de la isla no pudieron ser contempladas tal como se encuentran dibujadas, como enseguida veremos. Apenas se encuentran menciones al poblado de la isla en los diferentes manuscritos de Alcalá Galiano, aunque sí en los procedentes de la expedición de Quimper del año anterior: Como 4 millas al oeste [del Puerto de Núñez Gaona] se halla la punta de Martínez y proximo à ella está una Isla, pequeña y llana, aunque de mediana altura y en ella vimos una muy grande Rancheria, a cuyos capitanes dan el nombre de Tutusi y Tatacuu.7
Tatooche era un campamento de verano, no un poblado permanente invernal. Los desplazamientos temporales eran comunes, como ya hemos mencionado, a lo largo de casi toda la Costa Noroeste. Los poblados de invierno de los makah —la división más meridional de los pueblos nativos de lengua nuu-chahnulth—, los primeros con los que se encontraron Alcalá Galia––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 6 7
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 144, doc. 3 (2): f. 387v. Pantoja, J. (1791): f. 243.
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
no y Valdés en el comienzo de su exploración del estrecho de Fuca, se encontraban más en el interior del estrecho, en torno a la actual bahía Neah o Núñez Gaona, como la denominaron los españoles. Esos campamentos temporales de verano se hacían con los tablones de las casas del poblado principal de invierno, que muchas veces se transportaban colocados entre dos canoas, formando una especie de catamarán, para aumentar la capacidad de carga y poder llevar toda la impedimenta: «Canoas amadrinadas», como las denominó Espinosa.8 Lo que aparece en el dibujo es claramente un poblado permanente de invierno, en el que solamente quedan las estructuras de las casas, por haberse levantado los tablones que debieron cubrir esas estructuras. Se representa también con toda claridad una fortificación, en forma de una empalizada de troncos colocados horizontalmente. Nos inclinamos a pensar que en la elaboración posterior del dibujo, Cardero colocara aquí lo que los expedicionarios contemplaron más adelante. Por un lado, serán abundantes las referencias a la visión de estructuras de casas, tal como aparecen en este dibujo: «Hallaron las armazones de las rancherias, y restos del fuego, y marisco que enteramente habian mudado de mansion...».9 Por otro
lado, será en territorio kwakwaka’wakw cuando se recogerán en los diarios menciones a fortificaciones: Todas las señales de los naturales, que habia encontrado, se los presentaban mucho mas guerreros que los que habia tratado hasta entonces. Las rancherias estaban en las cimas de los montecillos rodeadas de fuertes estacadas. 10
En el momento en el que se recoge esta cita de Alcalá Galiano, las goletas se encontraban ya, como veremos más adelante, en territorio de los lekwiltok, la división más meridional de los pueblos de habla kwakwaka’wakw, pueblo belicoso como tendremos ocasión de mencionar. Los poblados fortificados no eran raros, sobre todo en los pueblos de la provincia septentrional y central del área de la Costa Noroeste. Por ejemplo, los haida tenían fuertes en las islas de la Reina Carlota. El capitán Cook registró el primer ejemplo cuando describió un refugio fortificado en lo alto de una colina, en una islita en la costa oeste de la isla Graham, en 1778. La llamó Hippah Island. Newcomb registró dos docenas de localidades en Reina Carlota y los mitos haida hablan de otras muchas. De hecho cada poblado parece haber tenido su re-
Lámina 60. Vista del Estavlecimiento Español en el Puerto de Núñez Gaona y gran Canoa de Guerra de Tetaku. 11 –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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Espinosa, J. (1791): f. 162v. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): f. 44v.
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): f. 219v. Museo de América (Colección Bauzá, tomo I-13). N.º inventario 02269.
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fugio o lugar defensivo. Dependiendo de la topografía local esos refugios variaban desde simples empalizadas sobre afloramientos rocosos a fuertes considerables, con elaborados sistemas defensivos. Uno de los fuertes mayores se supone construido por la gente del poblado de Hiellan en Tow Hill, un prominente mojón en la costa norte de la isla Graham. Este fuerte tenía defensas de troncos rodados como los de Fort Kitwanga, en territorio gitksan, y este fuerte particular estaba involucrado en las guerras haida-Kitwanga.12 Nos afirmamos por lo tanto en la idea de que Cardero coloca en la isla Tatoosh, donde efectivamente existía una ranchería, aunque realmente un campamento veraniego, estructuras de poblados y empalizadas vistas en otros lugares de la expedición. El 6 de junio, a las 16:00 horas, las goletas fondearon en la que se llama actualmente bahía Neah. Allí se encontraba ya Salvador Fidalgo ocupado en las tareas de comenzar un asentamiento, aunque más bien atareado en el trabajo de las huertas que en el de las construcciones. Se encontraba realmente a la espera de órdenes de Bodega y Quadra y de los resultados de la negociación con Vancouver. A Alcalá Galiano no le causó buena impresión Neah Bay como puerto, por estar muy expuesto a todos los vientos, sobre todo del norte, y por las características de las playas, por lo que presentará un informe desfavorable sobre el mismo como futura base naval española.
miento» se reduce a dos cabañas, una de ellas con la bandera ondeando, y se representan las goletas y la fragata Princesa —base desde la que Salvador Fidalgo intentaba iniciar un asentamiento— y se aprecian también algunas canoas de nativos. Los problemas con Inglaterra y el supuesto reparto del territorio hicieron que se considerasen otras alternativas a la del puerto de Nootka. Una de ellas fue el puerto de San Juan —Port San Juan—13 en el sur de la isla de Vancouver, donde estuvo —del 11 al 15 de junio de 1790— el alférez de navío Manuel Quimper y Benítez del Pino con la balandra Princesa Real. 14 Pero la alternativa más seria a Nootka fue la bahía Neah, en el extremo noroccidental del estado de Washington. El propio Quimper echó el ancla el día 24 de julio a las 9 de la mañana en la que bautizó como bahía de Núñez Gaona, y donde permaneció hasta el 3 de agosto. El 1 de agosto Quimper tomó posesión formal del puerto.15 Entre el 7 y el 11 de agosto de 1791 fondearon en dicho puerto el paquebote San Carlos, al mando del teniente de navío Francisco de Eliza y Revenga, comandante de la expedición al estrecho de Juan de Fuca, y la goleta Santa Saturnina, al mando del pilotín José María Narváez Gervete.16 Será el primer oficial del San Carlos, Juan Pantoja y Arriaga, quien proporcionará las primeras descripciones del puerto, mencionando ya sus malas condiciones como fondeadero: En lo mas norte del fronton dela tierra del Sur dela embocadura del Estrecho, se halla, la expresada Baia de Nuñez Gaona, resguardada de los vientos del 1º. 2º, y 3º quadrante, poco descubierta del 4º que es el viento reinante lo mas del Verano, por cuya razon, y tener en lo interior el fondo de piedras, no es buena para que el Buque grande permanezca anclado en ella, y en los dias que que estuvimos fondeados, notamos en su boca mar sorda, que nos hizo dar grandes y repetidos balances y en la playa mar de lebas, y tiene ala parte del Este una pequeña Isla. 17
Establecimiento español en el puerto de Núñez Gaona y canoa de guerra del jefe Tetacus (lámina 60) Nos encontramos de nuevo ante una composición de Cardero en la que por segunda vez aparece la «canoa de guerra de Tetaku», en otro lugar, pero donde tampoco fue vista por los españoles. En los manuscritos de Alcalá Galiano hará acto de presencia la famosa canoa, pero más tarde y en otro sitio, por lo que trataremos este dibujo como compuesto de dos partes y pospondremos los comentarios sobre la canoa en el momento en que realmente hizo acto de presencia. Aunque se trata de una elaboración posterior, el dibujo del puerto se ajusta más o menos a la realidad. El «estableci-
En la expedición de 1792 es el teniente de fragata Secundino Salamanca, el segundo de la Sutil, quien mejor resume la situación del establecimiento, la relación con los nativos y las malas condiciones del puerto: ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 13
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Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 202 y fig. 642. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1952): n.º 154. En Gunther, E. (1972): 71 y fig. 28. En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 52. En Palau, M. (1980): 164 y n.º 65. En The Totem Shore (1986): 132. En La Spedizione Malaspina (1987): 109 y n.º 241. En El Ojo del Tótem (1988): 68. En Higueras, D. (1991): 116-117. En Kendrick, J. (1991): 84. En Palau, M. y Orozco, A. (1994): 329. En Orozco et al. (1996): 163. En Palau, Tovell et al. (1998): 91 y 170. En Palau et al. (1998): 120-121. El detalle de la canoa de Tetaku en Bustamante, J. (1999): 272, sin pie, y se utiliza claramente como un dibujo decorativo ya que Bustamante no participó en la expedición de Galiano y Valdés. MacDonald, G. (1989): 13. Véase también Keddie, G. (2004).
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La bibliografía anglosajona cita generalmente al capitán Bearkley como «descubridor» del estrecho de Juan de Fuca en la primavera de 1787, o a John Meares, que ancló en el Puerto de San Juan el 28 de junio de 1788 [el diario de Bearkley se ha perdido, véase Gunther, E. (1972): 56]. No considero importante entrar en esta diatriba, pero sí hay que recordar que los primeros mapas del estrecho de Fuca, de Neah Bay, e incluso de Port San Juan, son de Quimper. Planos de Núñez Gaona en AGI, Mapas y Planos, México. 424. También en el Museo Naval de Madrid: 3-C-06 y 3-C-13. Quimper, M. (1790): f. 195. Ibidem: f. 198v. Eliza, F. (1791): f. 64. Pantoja, J. (1791): ff. 242-242v.
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
Don Salvador Fidalgo que estaba de comandante en este establecimiento provisional tenia con los Indios la mayor union regalandolos y obsequiandolos en los mismos terminos que en Nutca. Tienen el mismo idioma y créo que las mismas costumbres pues aunque los de la fragata Princesa los tienen por mas estupidos, el mismo concepto nos devieron al principio los de Nutca: muchos tienen mantas que ilan y tejen de los pelos de las pieles y mezclan con corteza de arboles. Estiman poco las conchas, y Fidalgo no quiere darlos cuchillos por un justo recelo; los tiene enseñados a irse a sus rancherias desde el cañonazo de retreta a el de Alba. [...] Fidalgo tiene orden de formar un Establecimiento y ya a empezado hazer una casa, y huerta trae ganado de toda especie para criar; el temor de Ibernar aqui le hace adelantar los trabajos, y apurarlos mas que pediria el traer ocupada la gente y distraida en un puesto que probablemente abandonaremos antes de quatro meses: El terreno es feraz y el clima grato y saludable; el pais regado por pequeños rios, abrigado por bien colocadas montañas agradece todo cultivo, y toda ventaja que quiera proporcionarsele: el Puerto esta desabrigado a los NO, y en las playas ai una continua resaca, que con el fondo generalmente de piedras dan mala acogida a las embarcaciones menores. 18
La historia de este establecimiento español fue muy corta, desde el 27 de mayo de 1792 —cuando arribó al mismo Fidalgo en la fragata Princesa— hasta el 29 de septiembre del mismo año, cuando Juan Francisco de la Bodega y Quadra abandonó Núñez Gaona en la goleta Activa. Tras la entrevista con Vancouver y la decisión de mantener, por el momento, el establecimiento de Nootka, el comisionado Bodega y Quadra tomó el mando de la goleta Activa —que había arribado a Nootka al mando de Salvador Menéndez Valdés— y el 21 de septiembre zarpó hacia el puerto de Núñez Gaona. El viaje tenía por misión encontrarse con Fidalgo para indagar sobre los sucesos que habían desembocado en la muerte del piloto de la Princesa, Antonio Serantes.19 Arribaban en ese momento a Nootka la fragata Columbia y una balandra al mando del capitán Gray, a quien Bodega pidió que le acompañara en su viaje al estrecho de Juan de Fuca. Posteriormente, el día 29 le compraría la balandra en Núñez Gaona —que sería rebautizada como Orcasitas, alias Aventura— y viajaría al sur con Bodega el 29 de septiembre. Bodega arribó a Núñez Gaona el día 25. La fragata Princesa estaba preparada para hacerse a la vela y fue enviada por Bodega a Nootka para relevar a Caamaño, con la recomendación de permitir la libre entrada y el comercio con los nativos a cualquier nave. En el diario de Bodega se narra la entrevista con el jefe «Tlatacu» [Tetacus] y su hermano «Tututsi» [Tatoosh] para investigar
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Tetacus, jefe makah (láminas 61 y 62) 22 Es evidente que nos encontramos ante un jefe makah, no solamente por el pie del dibujo, sino porque también —y a semejanza de los jefes de Nootka— lleva el peculiar sombrero de los balleneros y un manto de piel. Pero lo primero que debemos realizar es la correcta identificación de este jefe, Tetacus, en los pies de los retratos y en todas las fuentes españolas. Sin embargo, en algunos textos anglosajones se identifica como Tatoosh,23 o lo que es lo mismo, se habla entonces de la existencia de un único jefe en ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 20 21 22
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la muerte de Antonio Serantes. Se concluye que los indios de una ranchería inmediata le asesinaron para robarle, los cuales, temerosos del castigo, huyeron y no fue posible capturarles. Ese pudo ser uno de los motivos —aunque Bodega alega simples razones de la poca conveniencia del puerto—, por los que se decidió abandonar el asentamiento del puerto de Núñez Gaona y mantener el de Nootka. El hecho de que las relaciones con los nativos y especialmente con sus jefes no fueran malas se demuestra en que Bodega dio órdenes expresas de que se cediera a los indios la barraca que se había construido en tierra sin quitarle ni un palo.20 El 29 de septiembre se abandonó definitivamente el Puerto de Núñez Gaona. Bodega y Quadra puso rumbo hacia México con la goleta Activa y la balandra Orcasitas. Se han mencionado ya los nombres de algunos de los jefes makah con los que españoles se relacionaron y especialmente —como veremos en seguida— los componentes de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés. Uno de ellos fue retratado por Cardero, del que tenemos dos versiones: Carmen Sotos menciona que el dibujo del Museo Naval, en óvalo, es una réplica del que se encuentra en el Museo de América. Recoge también que es preparatorio para el grabado que realizó Selma, publicado con el número 13 en el Atlas que acompañaba la Relación del Viaje de las Goletas «Sutil» y «Mexicana» de 1802, donde lleva por título: «Tetacú, Xefe de la entrada del Estrecho de Juan de Fuca».21
Salamanca, S. (1792): ff. 60-60v). La personalidad conflictiva de Antonio Serantes, que ya había empezado a destaparse en la expedición de Martínez de 1788, fue en última instancia la causa de su muerte ya que desobedeció las órdenes expresas de no aventurarse solo con los nativos. Sobre la muerte de Antonio Serantes véase Revillagigedo (1792).
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Bodega, J. F. (1792): f. 70v. Sotos, C. (1982 II): 655. El nombre de este jefe —como el de todos— aparece escrito de diferentes maneras en las fuentes. Optamos por Tetacus, tal como aparece en algunos manuscritos que mejor informan sobre los nativos; se encuentra así también en la Relación... de 1802 y lo utiliza de igual manera Kendrick, J. (1991). Gunther, E. (1972): 68, como «Tatoosh y su familia, ya que también están los retratos de las mujeres]». Cook, W. (1973): s. p. y n.º 54, lo llama «Te-ta-toos», por lo que no está claro a quién se refiere. Renker, A. y Gunther, E. (1990): 428, como Tatoosh y sus esposas. Suttles, W. (1989): 259, cae en el mismo error. Todos estos autores están manejando solamente la traducción parcial de fuentes españolas al inglés de Wagner, H. (1933). Sin embargo, en la correcta edición de Kendrick del viaje de las goletas españolas, se encuentran ya mencionados los nombres de tres jefes y los retratos deTetacus identificados correctamente. Véase Kendrick, J. (1991).
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Lámina 61. Gefe de la entrada de Juan de Fuca «Tetatus». 24
Núñez Gaona. Estamos ante un evidente error que sencillamente indica un profundo desconocimiento de las fuentes españolas. No solamente se trata de dos jefes distintos, Tetacus y Tatoosh, sino que incluso existía un tercer jefe, el cual recibió a las goletas ceremoniosamente: Uno de sus Gefes Taisoum vino à nuestro bordo, poco despues de fondear, y nos regaló sardinas antes de subir, accion que jamas habiamos visto en Nutca, ni se podia aguardar consultada la pobreza, y las necesidades de estos salvages: nosotros le correspondimos con conchas, abalorios, y alguna galleta: el vió los buques, y se retiró muy satisfecho de nuestro trato. 25
Taisoum no vuelve a ser mencionado. Podemos deducir que era tal vez el jefe principal de los makah o bien el jefe del po––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 24
25
Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-57). N.º Inventario 02276. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 206 y fig. 654. Se reproduce en Cutter, D. (1971): 25. En Gunther (1972): 68 y fig. 27. En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 54, como «Te-ta-toos». En Vaughan et al. (1977): 49 y n.º 36. En Palau (1980): 166 y n.º 72. En Engstrand, I. (1981): s. p. En Renker, A. y Gunther, E. (1990): 428, fig. 8. En Kendrick, J. (1991): 101. En Kendrick, J. (1992): 106, pero ahora lo sitúa erróneamente en el Museo Naval. En Peset, J. L. (1989): fig. 5. En Pedro, A. (1995): 185, como un «dibujo final». En Palau, Tovell et al. (1998): 92 y 140. Alcalá Galiano, D. (1792), ms.143, doc. 1(1): f. 27.
Lámina 62. Tetaku Gefe de la entrada de Fuca. 26
blado Di’aht, al lado del cual se estaba levantando el establecimiento español, por lo que su jefe prefería mantener las distancias. Como hemos visto en la entrada de Nootka, parecen ser los jefes secundarios los que van a interrelacionarse mejor con los españoles. En las fuentes manejadas se habla además de dos hermanos, Tatoosh y Tetacus. El primero, llamado muchas veces Tutusi en las fuentes, fue el primer jefe makah con el que se encontraron los españoles en la expedición de Manuel Quimper en 1790, el 22 de julio. «Tutusi» les condujo hasta la bahía Neah, donde dijo que «tenía buen puerto».27 Tatoosh hizo también acto de presencia cuando el 10 de junio las goletas zarparon del llamado Puerto de Cordova, actualmente Esquimalt Harbour, para comenzar la exploración del estrecho de Fuca: ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 26
27
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Museo Naval, ms. 1726-69. fig. 2ª. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 207 y fig. 655. Se reproduce en Torres Revello, J. (1944): 61 y n.º 35, como «Yetacú...». En Guillén y Tato, J. (1952): n.º 155, como «Gitaku...» En Higueras, D. (1985 II): 478 y n.º 2945. En El Ojo del Tótem (1988): 55 y 252 n.º 8/3. En Pedro, A. (1995): 185, como un «dibujo preparatorio». En Palau et al. (1998): 141. En Ros Togores (2011): 7. Quimper, M. (1790): f. 198.
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
Lámina 63. Segunda muger de Tetaku. 28
Lámina 65. Muger de Tetaku en la Entrada de Fuca. 30
–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
29
30
Lámina 64. Muger de Tetaku de la Entrada de Fuca. 29 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 28
Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-60). N.º Inventario 02279. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 205 y fig. 650. Se reproduce en Gunther; (1972): 69 y fig. 27, como parte de la «familia» del jefe Tetaku. En Vaughan et al. (1977): 48 y n.º 33. En Palau, M. (1980): 167 y n.º 75. En Engstrand, I. (1981): s. p. En Malaspina, A. (1984): entre pp.
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314-315. En TheTotem Shore (1986): 77. En El Ojo del Tótem (1988): 99. En Peset, J. L. (1989): fig. 36. En Renker, A. y Gunther, E. (1990): 428, fig. 8, como esposa de Tatoosh. En Higueras, D. (1991): 132. En Sáiz, B. (1994): 290. En Palau, M. y Orozco, A. (1994): 331, junto con la lámina 1725-3 del Museo Naval, bajo el pie común de «Favoritas de Tetaku, jefe de la Entrada de Fuca». En Orozco et al. (1996): 149. En Palau et al. (1998): 136. Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-59). N.º Inventario 02278. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 206 y fig. 652. Se reproduce en Gunther, E. (1972): 70 y fig. 27, simplemente como «familia» del jefe Tetaku. En Vaughan et al. (1977): 48 y n.º 34. En Palau, M. (1980): 167 y n.º 74. En Malaspina, A. (1984): entre pp. 312-313. En Renker, A. y Gunther, E. (1990): 428, fig. 8, como esposa de Tatoosh. En Higueras, D. (1991): 134. En Kendrick, J. (1991): 101. En Sáiz, B. (1994): 288. En Palau, Tovell et al. (1989): 120. En Pedro, A. (1995): 185, como un «dibujo final». En Palau et al. (1998): 138. Museo Naval, ms. 1725-3, fig. 2ª. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 206 y fig. 563. Se reproduce en Torre Revello, J. (1944): 60 y n.º 34. En Guillén y Tato, J. (1952): n.º 151. En Higueras, D. (1985 II): 478 y n.º 2944. En The Totem Shore (1986): 76. En El Ojo del Tótem (1988): 99 y 252 n.º 8/4. En Higueras, D. (1991): 135. En Palau, M. y Orozco, A. (1994): 331, junto con la lámina 02279 del Museo de América, bajo el pie común de «Favoritas de Tetaku, jefe de la Entrada de Fuca». En Pedro, A. (1995): 185, como un «dibujo preparatorio». En Orozco et al. (1996): 149. En Palau et al. (1998): 139.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
... atracaron à bordo quatro canoas, que habian venido del Puerto de Nuñez Gaona, y cambiamos dos sombreros con los Gefes de ellas: El uno era Totus, que es uno de los tres principales que se cuentan en Nuñez Gaona. 31
Vemos también, y por ello hemos dejado la cita textual, la inequívoca referencia a ‘tres’ jefes principales en territorio Makah. El hecho de que tanto Quimper como Alcalá Galiano y Valdés se encuentren con Tatoosh navegando por el estrecho, y la identidad misma del nombre, nos hace considerarlo como jefe del poblado de Tatooche en la isla Tatoosh, aunque al tratarse de un poblado temporal es evidente que su jefatura se extendía también a otros ámbitos. En 1792, Tatoosh aparece de nuevo mencionado, como ya hemos visto, como interlocutor de Bodega y Quadra, junto con su hermano Tetacus «y otros jefes», en la investigación de la muerte del piloto Serantes. 32 Es, sin embargo, Tetacus, el retratado, el que durante la breve estancia de las goletas en Núñez Gaona se convierte en el protagonista omnipresente de todos los documentos de la expedición. Pero como las andanzas de Tetacus con los españoles se entremezclan también con la presencia de sus esposas, presentemos primero a las mismas para, luego, transcribir extensamente los documentos en los que el jefe tiene un destacado papel.
Segunda esposa (?) del jefe Tetacus (láminas 63, 64 y 65) Carmen Sotos menciona que el dibujo del Museo Naval es prácticamente idéntico al del Museo de América, con excepción de la mano, que en el dibujo del Museo Naval se presenta con los cinco dedos, mientras que el otro solo tiene tres, por lo que este dibujo es el que utilizó Selma para su grabado «Maria, Muger de Tetacú», que figura con el n.º 14 en el Atlas que acompaña la Relación del Viaje... de 1802.33 Aunque es evidente que los dos retratos son simplemente dos versiones del mismo, consideramos que el primero es también un retrato de la misma mujer, la joven agraciada que aparece en las fuentes, como en seguida veremos. No existe en los diferentes manuscritos ninguna mención a tres mujeres, sino solamente a dos, una joven y otra de más edad, que presentaremos en seguida. De nuevo estamos ante unos retratos «elaborados», terminados tiempo después, en los que Cardero pudo introducir los adornos que creyó conveniente. Por ejemplo, las
descripciones de la vestimenta de las mujeres makah no se ajustan especialmente a los dibujos que estamos viendo: el vestido de ellas nos es tan modesto; pues se reduce a una capa de pieles sugeta al cuello, sin otra interior que una faxa atada a la cintura de decencia que pende un fleco mui ancho de fibras del pino y otras yerbas al proposito con que llegan à cubrirse las partes vergonzosas, al modo que las usan las Indias de California, manifestandose con mucho desembarazo y muy poco pudor en sus canoas y en tierra: van llenas de brazaletes de cobre ò asta de ciervo, labrados de collares, de conchitas de hueso de ballena, cobre, ò abalorios; del mismo modo adornan los pendientes de sus orejas, y narices, cuya ternilla tambien agugerean, se pintan de encarnado y negro, usan de grasa para poner reluciente el cavello, y se conoce ponen mas cuidado en sus extravagantes adornos, que las mugeres de Nutca.34
Lo que parece llevar la retratada, en los dos casos, es una elaborada manta de corteza de cedro y lana, o de cabra de montaña o de perro: mantas que serán descritas con detalle más adelante, en territorio salish, algunas de las cuales fueron adquiridas por los expedicionarios.35 Los abundantes adornos no son fácilmente identificables, pero efectivamente —y tal como se ha referido en la cita de Alcalá Galiano— pueden ser perfectamente conchas, que A. Renker y E. Gunther identifican como cuentas de dentalium y olivella, identificación perfectamente factible y, probablemente, cuentas comerciales.36 El sombrero cónico, de cestería con un remate de plumas, se asemeja a los que luego encontraremos en las cabezas de otros nativos de otros grupos a lo largo del recorrido de la expedición. El niño en brazos no aparece por ningún lado mencionado, pero se trataba de la pintura de una madre, y joven, por lo que seguramente a Cardero le pareció un buen detalle añadido. Por el contrario, la mujer mayor que veremos enseguida no lleva ningún niño. El niño aparece envuelto en un manto similar al que lleva su madre, pero algunos autores han reparado en el peculiar sombrero cónico, «quizás para deformar la cabeza». Más específicamente, Renker y Gunther mencionan un «aparato para deformar la cabeza».37 La identificación puede ser acertada, aunque tenemos que plantear ciertas reservas a la forma del «aparato». Una gran parte de los pueblos nativos de la Costa Noroeste practicaban la modificación de la forma del cráneo y se han reconocido tres tipos diferentes. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 34
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Alcalá Galiano, D. (1792) ms. 143, doc. 1(1): f. 33. Bodega, J. F. (1792): f. 70. Sotos, C. (1982 II): 206.
35
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 26-26v. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 181v-182; ms. 143, doc. 1(1): ff. 45 y 46. Renker, A. y Gunher, E. (1990): 428. Vaughan et al. (1977): 48; Renker, A. y Gunther, E. (1990): 428.
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
En el conjunto del área se encuentra la modificación del cráneo en un continuum que se extiende desde los heiltsuk y nuxal en el norte hasta los alsea o siuslaw en el sur. Franz Boas reconoció tres tipos distintivos: el tipo «Koskimo», cuyo epítome son los grupos kwakiutl del extremo norte de la isla de Vancouver, donde las cabezas maleables de los infantes recién nacidos eran atadas circunferencialmente con tiras de alga kelp; el tipo «Chinook», restringido al valle del río Columbia y caracterizado por un aplanamiento extremo de la frente y el occipucio; el tipo «Cowitchin», principalmente en la región del estrecho de Georgia y en la costa de Washington, en el que la parte posterior de la cabeza se comprimía en mayor medida que en el tipo Chinook y se aplicaba también presión en la frente por medio de almohadillas de corteza de cedro. Boas señaló también variaciones intermedias de esos tipos extremos que se han confirmado por estudios de cráneos del período histórico temprano. Una forma menos intensa del tipo Koskimo, técnicamente conocida como deformación anular o popularmente como deformidad pan de azúcar, fue practicada por los nuu-chah-nulth septentrionales y centrales, los comox y kwakwaka’wakw, entre Fort Rupert y Campbell River.38
Nos hemos detenido en esta referencia porque el infante del dibujo no lleva un aparato deformador del cráneo que corresponda al estilo de modificación característico de los makah, sino más bien del tipo anular o «pan azúcar» que acabamos de mencionar. No podemos detenernos en la realización de un estudio pormenorizado de este tema, pero tanto los nuu-chah-nulth como los kwakwaka’wakw mencionados fueron pueblos visitados y conocidos por la expedición Malaspina y por la derivada de la Sutil y la Mexicana, y durante mucho más tiempo y con más intensidad que lo que pudieron conocer de los makah en apenas dos días, por lo que de nuevo es perfectamente posible que Cardero introduzca en este retrato algo que haya visto y de lo que pudo hacer un apunte en otro lugar. Pero esta joven no es la única esposa del jefe Tetacus que encontramos dibujada; aunque con menos extensión, todos los documentos nos hablan también de otra.
Primera esposa (?) del jefe Tetacus (lámina 66) Nos encontramos ante el retrato de una mujer, aparentemente de más edad que la joven anterior, sobre cuyo atuendo y adornos poco podemos añadir, ya que de nuevo es un retrato elaborado posteriormente. Vaughan et al. mencionaron que los adornos son de dentalium y de cuentas de latón [?],40 tema que no podemos confirmar ni refutar. Más interesante, sin embargo, es la aparición en los diferentes diarios de la expedición de la figura de esta mujer y su actitud en el breve tiempo de relación con los españoles. Como los personajes de Tetacus y sus dos esposas aparecen en los relatos protagonizando a veces episodios de interés, no solamente etnográfico sino humano, nos parece más conveniente la transcripción de esos textos, para terminar con un comentario sobre las relaciones intergrupales que se daban entre los pueblos nativos tradicionales, que aparecen claramente reflejadas en esos textos: Tetacus uno de los principales Gefes, y que segun su conducta convino despues con las noticias, uno de los mas devotos de los españoles vino también a bordo, y pidio con la mayor atencion licencia para ver los buques, se le dió, y los examinó con una curiosidad que aun no habiamos visto en ninguno de estos Indios. Despues nos dixo, que era su muger una que quedaba al costado en la canoa: la
Lámina 66. Muger de Tetaku Ancau de Fuca. 39
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Cybulski, J. (1990): 52-53. Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-58). N.º Inventario 02277. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 205 y fig. 651. Se
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reproduce en Gunther, E. (1972): 67 y fig. 27, junto con el retrato de Tetaku, como «familia». En Vaughan et al. (1977): 49 y n.º 35. En Palau, M. (1980): 166 y n.º 73. En Higueras, M. (1991): 133. En Kendrick, J. (1991): 101. En Palau et al. (1998): 137. Vaughan et al. (1977): 49.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
llamaban Maria, nombre, que pudiera parecer una corrupcion de pronunciacion, sino se hubiera atendido con cuidado à la de Tetacus.41 Tetacus llegó a la Goleta Mexicana a las 8: y dexando à su muger Maria en la Canoa; pasó à dentro, saludó à los oficiales con el mayor agrado; y presentandole estos una taza de chocolate, dio una prueba del cariño, que profesaba à su compañera; pues hallando à los primeros sorbos, que le gustaba; en el instante mojó un trozo de pan, y fué apresuradamente à hacerla participe de su regalo. No es estraño el amor de estos salvajes à sus mugeres, si atendemos à lo que dice M. Montagne: que todo el moral de los Canibales consiste en dos leyes; ser valerosos en la guerra, y amar àsus mugeres. Despues de haber hecho un rato de visita à los oficiales, pidio licencia para retirarse, y dixo a Valdés que el debia salir en aquella mañana para la rancheria que tenía en lo interior del estrecho. Le convido Valdés para que hiciese su viaje en la Goleta, y Tetatus no rehusó la oferta, antes manifestó que tendria gusto de ellos; y seguidamente tomó un poco del pescado seco que llebaba en la canoa para alimentarse en la navegacion, lo colgó dela jarcia de la Goleta, y mandó a su muger continuase su viaje. No pasó mucho tiempo sin que llegase al costado una canoa, en que iba otra de sus mugeres de mas edad, y no tan bien parecida como Maria: y asi como esta manifestaba ceder en el amor conjugal à su marido, asi la segunda hizo conocer lo que le aventajaba con el temor, que mostró al ver la confianza con que su marido se habia entregado à nosotros, y con las instancias mas vehementes acompañadas del llanto mas tierno conque procuraba obligarle à que se separase de los extrangeros, è hiciese el camino en su compañia. El procuró disipar en ella el menor recelo de trahision de nuestra parte; pero reiterando sus clamores, sin que bastase cosa alguna à consolarla, se derminó à ceder, ê hizo patente à Valdes; que seria preciso dexarnos, y acompañarla. Pero este Comandante previno mui bien que si encontrabamos en lo interior del Canal à su muger Maria ô à otros de sus conocidos, que habian quedado persuadidos que iba en la Mexicana, y no le veian en ella, recelarian desde luego, que le habiamos quitado la vida, y quedabamos expuestos a entrar en guerra con unas naciones, con quienes no perdonabamos diligencia alguna, para mantener la buena armonia, al mismo tiempo que les inspirabamos respeto à nuestras armas; unico medio de contener la multitud que se encuentra en varios parajes, y que sabiamos habian acometido à las embarcaciones de los que intentaron reconocer esta entrada. Asi lo hizo entender à Tetacus, que procuró persuadir à su muger con las mismas razones, pero no con tanto suceso; y deseando no corresponder à las mayores muestras de estimacion con las de despego, hacia señas à Valdes, y à Vernacci para que le abrazasen, y conduxesen à la camara, no dexandole libertad para que se fuese. Despues de mucho tiempo de esta altercacion desesperando ya la muger de conseguir su intento se retiró redoblando su llanto, despues de haber recivido algunos abalorios. Mucho tuvimos, que admirar en la conducta de este Xefe dueño de muchas riquezas, y cuyo poder se extendia por muchas leguas en aquellos territorios: solo, sin armas, en un buque cuyo manejo no le era conocido, se entrega à unos extrangeros à quienes era aquel el 1º dia que veia, sin manifestar la menor inquietud, ni recelo, ni arrepentimiento de su determinacion; sino al contra––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 41
Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 27-27v.
rio, dando à conocer la mayor satisfaccion en todo el tiempo que estuvo con nosotros. Obserbaba, y preguntaba con curiosidad haciendo ver habia sido su principal intento en la admision del pasaje que se le habia ofrecido, tomar noticia de nuestro govierno interior, manejo de las embarcaciones. Miraba atentamente las maniobras, buscaba el laboreo de los cabos, indagaba los nombres, y rara cosa escapaba à su examen, procurando no hacerse molesto, interponiendo en sus preguntas algun agasajo con un semblante risueño y dando algunas noticias de sus usos, y nombres que daban à varias cosas, que el creia nos podian interesar. 42
Vemos entonces que han hecho su entrada, por orden de aparición: el jefe Tetacus, una de sus esposas, la joven María —arrojada y curiosa— y la de más edad —tímida y apocada, tal vez la esposa principal—. Continuemos con la historia del viaje hasta el «Puerto de Cordova», el actual Esquimalt Harbour, al lado de la ciudad de Victoria, capital de la provincia de Columbia Británica: ... quando vimos el oleage del viento en la canal fue preciso hechar el bote al agua, y armar los remos para salir al viento. Esta idea confirmó el practico Tetacus, que seguia en la Mexicana, [...] Amanecimos cerca de la punta de Moreno de la Vega, y orzamos a pasar por entre ella, y los islotes que tiene en sus cercanias, derrota que indicaba Tetacus, y que nos recomendaban mucho las noticias, que teniamos del Estrecho [...]: nos dirigimos al Puerto de Cordova, donde Tetacus indicaba debia quedarse y à que el daba el nombre de Chachimutupusas. habia dormido en la noche con sosiego, y no desmintiendo jamas su franqueza, y confianza, daba continuas pruebas de su claro talento y comprehension, preguntaba el uso de todos los muebles, conocia en la carta la configuracion del estrecho, e islas descubiertas, y nos dixo los nombres, que las daban: doblada la punta de Moreno de la Vega, nos advirtió hiciesemos agua alli, que era rica, y abundante, y que mas delante los manantiales eran escasos y de mal gusto: comia quanto le daban con aseo, imitando en todo nuestras acciones, que observaba siempre cuidadosamente. Sabia los nombres de todos los capitanes Ingleses, y Españoles, que han visitado la costa de tierra firme, ò archipielago de Claucuad y Nutka, y aun nos decia, que habia dos embarcaciones dentro del estrecho.43 Quando nos hallabamos cerca de la Rada de Eliza se acercaron à bordo de la Mexicana 3 canoas con quatro ò cinco Indios cada una; pero sin querer atracar al costado: venian vestidos con mantas de lana, y trahian otras nuevas, que estaban prontos à cambiar por una plancha de cobre. Se notó en esta ocasion una accion de Tetacus, que indicó su generosidad. Se quitó 4 brazaletes de cobre mui bien hechos que llebaba puestos, se los entregó a Vernacci, y le dixo procurase adquirir aquellas mantas que trahian los Indios: quiso este oficial cambiar una de ellas por 2 delos brazaletes, y no queriendola dar los dueños sin recibir los 4 se lo indicó al tays, el que le dixo que los diese todos: lo que no se verificó conociendo Vernacci que este ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 42 43
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 164v-166. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 29v-30v.
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
falta de los conocimientos de su Religion, que no fué posible adquirir, nos indica el mucho lugar que tienen en su creencia las fabulas; y debemos suponer que entre los tayses pasará por mas ilustrado en aquella el que tenga una imaginacion mas viva. 46
Indio agradecido al buen trato, que habia recibido de Valdes como igualmente un capote de Barragan, y un sombrero; queria hacer aquel sacrificio para corresponderle con la manta. 44
El único comentario que se nos ocurre como antropólogos es la sorprendente capacidad de adaptación de un nativo al viaje en la goleta, a su reconocimiento de las cartas de navegación; pero también debemos destacar que los españoles reconocían los conocimientos del jefe sobre las aguas que estaban recorriendo, y aceptaban y seguían sus consejos. A las 11 de la mañana conseguimos tomar el puerto de Cordova, y anclamos en seis brazas de arena en el fondo, que tiene al Sur: la canoa de las Mugeres de Tetacus aun no habia llegado, y estaba con la mayor inquietud: tomaba el anteojo, registraba por todas partes el horizonte, dando a conocer mas y mas en sus palabras, y acciones el cariño que habia manifestado tener à Maria su muger asi estuvo, hasta que llegó la canoa à la una del dia: se habian unido en esta las dos Mugeres Vimos en ella à mas otra muger, que parecia amaba en extremo à Tetacus por los sentimientos que hizo en Nuñez Gaona, y por los que mostró al verle. el fué a las canoas, las acaricio, y se volvió a bordo, donde comio con nosotros. No pudieron esta vez nuestras instancias alcanzar que subiese ninguna de sus mugeres, sin duda por desconfianza de la vieja, que no pudo vencer el temor, propio de la fibra ya debil, y de la poca energia de su espiritu. Se fuè despues Tetacus à tierra con sus mugeres, llevando entre otros regalos un capote de Barragan y un sombrero de Valdès que habia usado en su navegacion. Notámos, que la canoa traía en su proa un gran aguilucho de talla, como lo habiamos visto colocado en otras canoas de Guerra: y supimos que las plumas de aguila eran entre ellos una riqueza de particular estimacion, à causa de que los Indios de los Presidios conservan la tradicion, de que esa ave sacó de un pozo à uno de ellos, por cuya beneficiencia le tributan una justa gratitud. 45
Vemos que ahora sí, en el puerto de Cordova y no en Núñez Gaona, hizo su aparición la famosa y representada «canoa de guerra de Tetaku», pero utilizada como una gran canoa de viaje, dada la distancia existente entre Núñez Gaona y el puerto de Cordova. Es de gran interés la pregunta que se le hace al jefe sobre el «aguilucho» de la proa, por la explicación que da, en la que nos aproxima a su mundo de creencias. Tetacus habiendo tomado casualmente un la-piz, entre otros dibuxos que hizo en un papel, nos figuró con esmero un Aguila en accion de volar, con una cabeza mui grande, y dos cuernos en ella, teniendo asida en sus garras à una Ballena: y nos aseguró habia el visto descender rapidamente esta Ave de las alturas al mar proximo à su havitacion, agarrar à una Ballena, y volverse à elebar: le reproduxo Valdes que estaria durmiendo cuando creyó ver esto: y el aseguró que estaba tan dispierto como quando lo contaba. Esto à
Es claro para nosotros que no se trata de un «aguilucho», sino de un «Pájaro del Trueno», el ave que se identificaba siempre con los jefes principales nuu-chah-nulth, y de tan gran tamaño que apresaba y comía ballenas. La iconografía del Pájaro del Trueno está claramente inspirada en el águila de Steller o pigargo (Haliaeetus pelagicus). Lo que además describe Tetacus es una visión y acertadamente concluye Alcalá Galiano sobre la importancia que tenían esas visiones para los jefes. El relato continúa: Por la tarde estuvimos en tierra visitando las rancherias de Tetacus en las que habia como cincuenta Indios: nos tendieron mantas para que nos sentasemos: sacaron una porcion de pulpo que era toda su provision, y nos rodearon todos. Tetacus manifestaba la bondad y amistad de sus huespedes alternando sus expresiones con continuos abrazos: nos hicieron quantos obsequios estuvieron à su alcanze, y nos retiramos à bordo muy satisfechos. Por la noche hubo una suma quietud en el Puerto, y en nosotros la vigilancia que pedia evitar una ocasion de desgracia, pues aunque bien asegurados de la amistad de Tetacus ignorabamos entonces el grado de respeto y subordinacion que le tenia su gente. Despues supimos que es uno de los caudillos mas temidos de estas costas; y que se ha adquirido el respeto y autoridad por su valor, Su talento y despejo manifiestan una grandeza de alma poco comun y no es corta prueba de ella la accion de confiarse a venir en las Goletas con tan escasa experiencia de amistad como le pudo proporcionar el poco tiempo que nos habia tratado. 47
El viaje y la estancia de las goletas con Tetacus en el puerto de Cordova, el actual Esquimalt Harbour, plantea una interesante cuestión. El puerto de Cordova se encuentra situado en territorio de los nativos denominados por los antropólogos, Northern Straits, una subdivisión lingüística de los salish de la costa central, y por lo tanto de lengua diferente y de tradición cultural relativamente distinta de los makah de la península Olímpica de Washington. Más específicamente Esquimalt Harbour era territorio songhees.48 Tetacus parece que era reconocido como un jefe por los songhees de ese poblado. La explicación más razonable podría ser, de nuevo, un jefe por matrimonio: una de sus esposas podría ser songhees. Del mismo modo que en la entrada de Nootka algunos jefes estaban o estuvieron cansados con nobles namgis y se consideraban también jefes de esa subdivisión kwakwaka’wakw, es altamente probable que los pueblos nativos situados en las márgenes del estrecho de –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 168-168v. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): f. 31
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 169-169v. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 31- 31v. Suttles, W. (1989): 259.
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Fuca mantuvieran intercambios matrimoniales, lo que implicaba también relaciones comerciales e intercambio ritual.49 El 10 de junio, las goletas zarparon de Esquimalt Harbour a las 3:00 de la mañana. Ya hemos mencionado que se encontraron con cuatro canoas que habían salido del puerto de Núñez Gaona y que en una de ellas iba el jefe Tatoosh, del que obtuvieron dos sombreros.50 Las goletas pusieron rumbo este y se aproximaron a las actuales islas de San Juan, entre la isla de Vancouver —frente a la actual Victoria— y tierra firme. Pronto comenzaron los encuentros con nativos. El primero se produjo hacia las 6:00 de la mañana del día 11, cuando se acercó a las goletas una canoa con tres indios, dos jovenes bogando a proa y a popa, y un anciano sentado en medio sobre unas esteras, las piernas cubiertas con otra, vestido con una piel y llevando un sombrero «en figura de cono truncado». Se dirigieron a ellos en «Idioma de Nutka», pero no consiguieron hacerse comprender. Intercambiaron algo de carne de ballena o marsopa por galleta, y una flecha por un hilo de abalorios y, tras atender el anciano interesado a la maniobra de leva, volvieron a su ranchería.51 La apreciación de que se distinguían muy poco «de los de la boca del Estrecho» era muy correcta.
Se trataban de nuevo de salihs de los estrechos septentrionales, del mismo grupo lingüístico que los del puerto de Córdova. Lo mismo que los del siguiente encuentro que es el aparentemente dibujado por Cardero.
Las goletas en el canal Güemes, en el estrecho de Juan de Fuca (lámina 67)52 El día 11 se encontraban navegando al sur de la isla Güemes, por el canal del mismo nombre, cuando las goletas tuvieron otro encuentro con nativos: La navegacion era muy agradable por lo frondoso de las costas. En la del N, que a la entrada es de playa vimos una Rancheria proxima a la punta N.O, que examinada con el anteojo, se halló de dos casas grandes: los Indios corrieron a la playa, se embarcaron en una canoa, y se dirigieron à las Goletas dandoles caza con tanto tino, como pudiera hacerlo el mas experto marinero: atracaron en ella à bordo con confianza un viejo, y quatro jovenes de una fisonomia agradable, y nos regalaron moras, tomando parte de las muchas que traian con unas conchas de tres, à quatro pulgadas de diàmetro, y procurando ocultar las que no nos ofrecian: les dimos un boton de metal à cada uno, y ellos repetían sus regalos en pequeñas porciones, procurando sacar mas partido, pues siempre se les
Lámina 67. Las goletas en el canal Güemes, en el estrecho de Juan de Fuca. –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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Suttles, W. (1990b): 456. Alcalá Galiano. D. (1792), ms. 143, doc 1(1): f. 33. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): f. 33v; ms. 144, doc. 6: ff. 529-529v.
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Museo Naval, ms. 1723-9. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1988 II): 202 y fig. 643. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1932): lám. VIII. En Vaughan et al. (1977): 52 y n.º 39. En Higueras, D. (1985 II): 474 y n.º 2942.
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
correspondia con un boton, un hilo de abalorios, ò con un pedazo de galleta: tambien nos presentaron mariscos curados de la especie que los marineros llaman verdigonas 53 ensartados en una cuerda de corteza de Arbol, y otros de diferente especie asados y ensartados en palitos delgados: recogimos cantidad suficiente de estos verdigones, y se les trocó tambien una manta de lana de perro colchada de pluma, y una piel de venado curtida [...] Se despidieron los Indios despues de haber dexado todas las moras, y mariscos, de que comió abundantemente la tripulacion, habiendose manejado con la mayor confianza. Venian pintados de encarnado, y segun pudimos comprehender hacen el color con almazaron, y zumo de moras, pues no nos pudimos entender con ellos en el idioma de Nutka por serles desconocido. 54
Debemos recordar una vez más que estamos ante un dibujo elaborado, o al menos terminado en México, que puede ilustrar un episodio de la expedición, pero cuyos detalles podrían ser cuestionables. El dibujo de Cardero destaca en primer plano una canoa, con cuatro remeros y un aparente jefe sentado a popa que, por su atuendo y sombrero, recuerda al anciano del encuentro anterior. La forma de la canoa se asemeja a la forma de las canoas salish que recogen Hilary Stewart y Wayne Suttles.55 Destaca también en la proa de la canoa un arpón de cabeza desprendible, que se podía usar tanto para focas como para peces de gran tamaño, salmones e incluso esturiones.56 Un arpón del estilo al dibujado en esta canoa aparece minuciosamente descrito unos días después, cuando las goletas está fondeadas en el que llamaron el Puerto del Descanso: En ninguno otro paraje de la costa habiamos notado un modo tan ingenioso de pescar, como el que obserbamos à estos Indios. Trahian en cada canoa un harpon de concha de megillon mui bien trabajado; montado en un asta bastante larga, que llebaba una horquilla en el otro extremo. trahian tambien un trozo de madera en figura de cono, colocadas en la periferia de su base unas tiras delgadas, y correosas de corteza de arbol à la manera de plumas, semejando el total à un Volante. Cogian este con la horquilla por el encaxe de las plumas, y quando veian à algun pez gande à alguna profundidad en el agua, lo introducian en ella con mucha ligereza, siempre con el vertice para abaxo, hasta la inmediacion de su ca-
beza, y sajando entonces la horquilla subia el volante à la superficie con una rapidez, que no dexando percivir al pez lo que es aquello, y cuyo movimiento le indicaba algun semejante suyo à quien podia devorar, le seguia hasta cerca de la superficie, y entonces el Indio que yà habia vuelto el asta, y presentado el harpon se lo tiraba comunmente con tal acierto, que pocas veces dexaba de clavarlo. 57
El territorio del encuentro continúa siendo el de los salish de los estrechos septentrionales. Su subsistencia dependía en gran parte del mar, tanto a partir de la pesca de diferentes especies de salmones —todas presentes en la región en diferentes estaciones del año— como del halibut e incluso esturiones en las bahías cercanas al río Fraser. Las focas y las marsopas eran la más importante fuente de grasa.58 Aunque la jerarquización social no se encontraba tan fuertemente marcada entre los salish como entre los pueblos más septentrionales de la Costa Noroeste, Wayne Suttles menciona desde un punto de vista nativo: a) a la gente digna de respeto, b) a la gente no digna y c) a los esclavos.59 Podemos deducir, pues, que los españoles se encontraron en muchos casos con esas personas repetables. El 12 de junio, a las 16:00 horas, las goletas salieron del seno de Gastón y entraron en el canal de Pacheco.60 Fondearon en la bahía Boundary para pasar la noche.61 El 13 de junio, a las 5:00 horas, se dirigían hacia la punta de Lángara, hoy Point Grey, donde se encuentra la actual ciudad de Vancouver, cuando a las 7:00 horas —encontrándose a la altura de la desembocadura del río Fraser— divisaron en la lejanía una nave por el oeste. Se trataba del bergantín Chathan, al mando del teniente William Robert Broughton, en conserva de Vancouver, que estaba anclado en Birch Bay.62 Hubo saludos afables, intercambio de informaciones y una invitación a reunirse con Vancouver, lo que Galiano aceptó siempre y cuando los vientos fueran favorables, pero al no serlo en ese momento, intentaron avanzar hacia la punta de Lángara. ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 57 58
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En The Totem Shore (1986): 81. En El Ojo del Tótem (1988): 119, 220 y n.º 5 /14. En Higueras, D. (1991): 118-119. En Kendrick, J. (1991): 67. En Alcalá Galiano, D. (1991): en portada el fragmento de las goletas, y en p. 6 pero reproducido al revés, tal vez intencionadamente. En Sáiz, B. (1994): 301). En Palau, M. y Orozco, A. (1994): 209, y se sitúa en el Museo de América. En Orozco et al. (1996): 162. En Palau, Tovell et al. (1998): 90, y se sitúa en el Museo de América. En Palau et al. (1998): 122-123. En Sota (2002): 120-121, con el pie: «Las goletas Sutil y Mexicana en el Puerto de Núñez Gaona». El verdigón es un molusco parecido a la almeja, de color verdoso. En varias entradas de Internet aparece como berberecho (Cerastoderma edule), pero sería un atrevimiento precisar de qué especie se trata exactamente en el texto. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 34-35. Stewart, H. (1984): 52; Suttles, W. (1990a): 8 y fig. 3. Arpones semejantes pueden verse en Stewart, H. (1977): 70 y 72.
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Alcalá Galiano, D.(1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 189v-190. Suttles, W. (1990b): 457-458. Ibidem: 465. El seno de Gastón es la actual bahía Bellingham. El canal de Pacheco es el paso Hale, entre el continente y la isla Lummi, al oeste de la bahía Bellingham. La bahía Boundary, que era considerada un canal por los expedicionarios, se encuentra entre la punta de San Rafael [Kwomais Point] y la punta oriental de la Península de Cepeda [Point Roberts]. Debemos recordar que la fragata Discovery, al mando del capitán George Vancouver y el bergantín Chatham, al mando del teniente William Robert Broughton, se dirigían a Nootka, adonde arribaron el 27 de agosto, para la entrevista con el comisionado español Juan Francisco de la Bodega y Quadra. Entraron por el estrecho de Juan de Fuca y recorrieron también los estrechos entre la isla de Vancouver y el continente, explorando una serie de entradas y brazos, pero no circunnavegaron la isla totalmente, como sí lo hizo la expedición de Alcalá Galiano y Valdés.
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El 14 de junio los vientos se calmaron, pero las corrientes de la desembocadura del río Fraser les obligaron a poner rumbo sur. Finalmente, echaron el ancla en un surgidero que llamaron del «Anclage», en la zona central del lado este de la isla de Galiano, donde pasaron la noche. El 15 de junio a las 9:00 horas, buscando un fondeadero mejor, penetraron en la boca de Porlier;63 pero las corrientes y los vientos hacían muy peligroso adentrarse entre la multitud de canales, estrechos e islas que se encuentran en la zona y se decidió volver a salir hacia el estrecho de Georgia, en el que siguieron su costa sur, aunque con grandes esfuerzos. Pasaron a lo largo de la punta Gaviola y acabaron entrando en las bocas de Wintuysen, para dirigirse a la cala del Descanso,64 donde echaron el ancla. Una vez atracadas las goletas en la cala del Descanso, se bajó a tierra para hacer aguada. Ya en la playa los nativos les condujeron a un lugar apropiado para ello y les llevaron a donde encontraron: ... dos lagrimaderos, en uno de los quales habia tres pozitos del tamaño de una taza grande tapados con unas piedras de figura semiesferica: y con esto nos aseguramos en la idea de la escasez, que hay de agua sobre estas costas, confirmando la noticia de nuestro amigo Tetacus. 65
Lámina 68. Gefe de las Bocas de Wentuisen. 67 no estupidos, de una comprehension tarda. El Idioma es enteramente diferente del de Nutka, y hacen aun mayores esfuerzos, y aspiraciones guturales en la pronunciacion, que los Naturales de aquél Pays; por lo que nos parecio mas dificil de aprender, no menos rico, y mas harmonioso. 68
Y es de este poblado de nativos de donde Cardero realiza uno de los tres primeros «retratos» que existen de nativos salish costeros,66 probablemente un jefe.
Jefe Snuneymuxw. Puerto de Nanaimo (lámina 68) Llegaron a juntarse cerca de las Goletas en este [el dia 15] 39 canoas con 2 ò 3 Indios cada una. No hallamos sus fisonomias distintas de las de otros Naturales que nos habian visitado en el Estrecho, si sola la particularidad de ser tuertos muchos de ellos, llebar los bigotes cuviertos de pelo corto, las barbas con perillas y las cejas bastante pobladas. Sus vestidos se reducian en lo general à mantas gruesas, y bien texidas de lana sugetas por dos picos sobre el hombro, alcanzando solamente à las rodillas. Alguno otro vestia piel de Venado, llebandose la atencion por su mejoria la que cuvria, al que parecio ser el tays, que trahia à mas de este vestido una manta encima, un sombrero de figura de cono truncado, 5 brazaletes delaton en la muñeca derecha, y un aro de cobre al cuello mui semejante alque habiamos visto usar àun Indio en los 60 grados de latitud. Mui pocos llebaban sombreros, y si muchos iban pintados con almagra. Se presentaban risueños, parecian dociles, y si
Es interesante la percepción y la referencia a un idioma completamente «diferente del de Nutka», ya que efectivamente los expedicionarios se encontraban ante representantes de un tronco lingüístico distinto. Los nativos de la entrada de Nootka hablaban una lengua nuu-chah-nulth, del tronco wakashan. En Nanaimo y zonas vecinas los nativos pertenecían a la división lingüística halkomelen, del gran tronco lingüístico salish. El nombre actual, Nanaimo, es una contracción de Snuneymuxw, un pueblo hablante del dialecto cowichan que vivía en el puerto de Nanaimo.69 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 67
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El paso de Porlier, entre las islas de Galiano y Valdez. Las bocas de Wintuysen son el actual Nanaimo. La cala del Descanso, en la isla Gabriola, mantiene el nombre de bahía Descanso. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): f. 43. Suttles, W. (1989): 260.
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Museo Naval, ms. 1725-5. fig. 1ª. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 207 y fig. 656. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1932): lám. X. Guillén y Tato, J. (1952): n.º 161. En Torre Revello, J. (1944): 60 y n.º 32. En Higueras, D. (1985 II): 481 y n.º 2947. En El Ojo del Tótem (1988): 69. En Higueras, D. (1991): 138. En Kendrick, J. (1991): 117. En Palau, M. y Orozco, A. (1994): 53, y se sitúa en el Museo de América. En Palau, Tovell et al. (1998): 92, como uno de los «jefes del estrecho de Fuca» y se situa en el Museo de América. En Palau et al. (1998): 142. En Pimentel, J. (2001): 113. Alcalá Galiano, D. (1792) ms. 143, doc. 1(2): f. 181. Hodge, F (1968): 2-23.
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La mención a un tays, a un jefe o al menos a alguien con la apariencia de serlo por su atuendo distintivo, no entra en contradicción con un organización menos jerarquizada que la que se encontraba entre los nativos más septentrionales. La figura de un jefe de poblado era perfectamente reconocible, aunque su poder no se extendía más allá de ese poblado en concreto. En la descripción del «jefe», el único elemento reconocible en el dibujo es el sombrero en forma de «cono truncado». Cardero adorna su faz con los mismos adornos capilares, bigotes y barba cuidada con perilla que vamos a encontrar en todos los demás jefes retratados de esta expedición. Tampoco lleva el pelo precisamente corto. Parece vestir un manto del tejido tradicional, adornos de dentalium; y la daga que lleva sobre el pecho parece un añadido ornamental, ya que no encontramos en las fuentes referencias a dicha arma, que está más en consonancia con las dagas que hemos visto en la bahía de Yakutat. Como todos los nativos del área, acostumbrados al comercio, se produjo rápidamente un intercambio en el que se describen con precisión una serie de armas:
de hierro, antes que las armas trabajadas, «porque les acomoda mas para apropiarlo à lengüetas».73 El 18 de junio, tras descansar y poner en orden sus notas —y aunque seguía lloviendo del mismo modo que en los días anteriores— los viajeros decidieron salir en la lancha para reconocer las bocas del puerto de Nanaimo. Cardero elaboró otro retrato de un jefe que, del mismo modo que el anterior, parece tratarse de un jefe de Nanaimo, del antiguo poblado Snuneymuxw.
Nos ofrecian al cambio grandes cantidades de sardinas secas alfrio, y al humo, y armas que se reducian à flechas unas con lengüeta de pedernal, ò concha de megillon mui bien formada, otras con una ò dos largas de trabajadas en figura de sierra, macanas de hueso hueso de ballena, y arcos medianos de madera bastante fuerte, y correosa.70
Son también muy interesantes las referencias a los perros, muy importantes en la cultura tradicional: Tambien ofrecian mantas nuevas de lana que inferimos despues era de perro: ya porque cotexada la texida con la de nuestros animales, no se encuentra diferencia, y ya por el grande numero que alimentan en sus rancherias dexandose ver los mas esquilados. Son estos animales medianos, parecidos à los de casta inglesa, mui lanudos los mas blancos. Nos inclinamos à seguir el sistema del Maestro Boufon diciendo que estos animales son indigenas de la America, porque entre otras cosas se diferencian mucho de los de Europa en el modo de ladrar, que en aquellos, no es mas que un lamentable aullido. 71
Todos los documentos coinciden en señalar el carácter receloso y desconfiado de esos nativos, aunque abiertos al comercio, siendo los materiales preferidos las «conchas de Monterrey de cuyo nakar se sirven para sus adornos»72 y los trozos
Lámina 69. Gefe del Puerto del Descanso. 74
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 181v-182. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): f. 182. La «concha de Monterrey» es el abalone. De los varios géneros de haliotis, alguno existente en Columbia Británica, el más apreciado por su tamaño, unos 25 cm, y por su interior fuertemente iridiscente, era el haliotis rufescens, cuyo hábitat se encuentra desde Oregón hasta Baja California y era un importante objeto de comercio tradicional.
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): f. 43v: doc. 1(2): ff. 182-182v. Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-55). N.º de Inventario 02281. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 207 y fig. 657. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1952): n.º 152. En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 55, como «Un jefe de la isla Gabriola». En Vaughan et al. (1977): 53 y n.º 40. En The Malaspina Expedition (1977): s. p., se identifica erróneamente como un «jefe tlingit». En Palau, M. (1980): 167-168 y n.º 77. En The Totem Shore (1986): 44. En La Spedizione Malaspina (1987): 113 y fig. 242. En El Ojo del Tótem (1988): 67. En Peset, J. L. (1989): fig. 6. En Suttles, W. (1990b): 464, fig. 9. En Higueras, D. (1991): 139. En Kendrick, J. (1991): 117. En Palau et al. (1998): 143.
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bastar todas nuestras señas de paz, y amistad a hacerles comprehender la equivocacion de sus ideas se dirigieron despues à la Sutil, à la que no fué posible hacerle atracar con la misma confianza. No podemos atribuir à otra causa esta diferencia, sino à la expresada de haber visto salir de este el bote con armas para tierra. Cerca de anochecer se volvio la canoa para el fondo de la ensenada: la total ignorancia de su idioma nos ataba e imposibilitaba para adquirir conocimiento de estas Tribus visitadas quiza ahora por la primera vez de los Europeos. 76
Jefe de la bahía del Descanso (?) (lámina 69) El que llamaron Alcalá Galiano y Valdés, puerto del Descanso, conserva actualmente el nombre, Descanso bay, y se encuentra en el noroeste de la isla Gabriola, la cual está situada frente a Nanaimo. No encontramos en los diferentes manuscritos referencias concretas a un jefe, tan solo menciones a los encuentros con los nativos y referencias a algunos aspectos de su cultura. El día anterior, el 17 por la mañana, Secundino Salamanca había salido con algunos hombres armados y provisto de «abalorios y bujerias» para recorrer la isla Gabriola, visitar las rancherías de los indios, de las que solamente encontró las estructuras, y, de paso, conseguir algo de caza. En su diario menciona haber visto un indio en la playa, «mirando cuidadosamente las goletas», y que uno de los cazadores se había encontrado con tres o cuatro indios en torno a un fuego, pero sin verle.75 Alcalá Galiano describe todos esos sucesos detalladamente: El 17 por la mañana fue Salamanca con cinco hombres armados, y surtidos de bugerias y avalorios con el fin de dirigirse acia donde tenian los Indios sus rancherias para ver si las habian desamparado como podia inferirse del paso de las canoas armadas y los aullidos de los perros, que no habian cesado en toda la noche: reconocer las islas, y ensenadas al S.: tomar noticias, sacar vistas pro-porcionando à la marineria la diversion de la caza y dando al mismo tiempo à conocer a los naturales los efectos de las armas de fuego, y el solo uso, que nosotros haciamos de ellas, por si les habia alarmado verlas en las embarcaciones menores, siempre que debiamos separarlas de à bordo. Hallaron las armazones de las rancherias, y restos del fuego, y marisco que enteramente habian mudado de mansion, dexando los perros que luego los siguen por tierra, segun costumbre de estas tribus: por la mañana solo se vio desde a bordo un Indio en la playa mirando cuidadosamente à las Goletas, sin mostrar inquietud por el grande tiroteo que habia en el monte. Salió nuestra gente à las ocho y media de la mañana, y volvió a las once y media, sin haber conseguido, mas que matar un pajaro pequeño aunque si habiendo visto muchos rastros de quadrupedos grandes. Solo vieron una casa pequeña con dos Indios; à la que no se acercaron, por haber conocido su recelo. Tambien este dia hicimos alguna aguada y por la tarde marcaciones, yendonos con la lancha a la punta del E. de las bocas y a la punta N.O. del puerto. Por la tarde vino una canoa à la Mexicana con cinco hombres, y un muchacho, de ocho à diez años: salió esta canoa del fondo de la ensenada donde debieron traerla à hombros: venian a cambiar unas mantas de un dibujo mas complicado, que las que habiamos visto hasta aqui con mucho gusto, y eleccion en sus adornos, y se tomó una para el Rey: estaban azorados, y se retiraban siempre al menor movimiento, que se hacia à bordo sin
El día 18, por la tarde, se dejaron ver de nuevo tres nativos que arribaron al costado de la Mexicana, intercambiaron sus arcos y flechas, pero aunque parecían bastante confiados —«hechados sobre una borda»—, no se decidieron a subir a la nave.77 La única referencia a la figura de un jefe, y por lo tanto a la probable persona del retratado, proviene de la Relación... de 1802: Los Salvages no vencían sus rezelos por mas que nos esforzábamos á hacerles comprehender nuestras ideas pacificas: ningunas instancias ni obsequios bastáron á hacer subir al Xefe á bordo de la Sutil, y todas las Canoas se arrimaban unas á otras, y estaban al costado de la Goleta con gran sobresalto. 78
Wayne Suttles menciona que este jefe de Nanaimo lleva un vestido tejido probablemente de corteza de cedro, con reborde de piel y un elaborado tocado, probablemente también de material tejido decorado con plumas y conchas.79 No estamos en condiciones de asegurar o refutar esta descripción. Unas consideraciones generales de Alcalá Galiano sobre los «naturales» de Nanaimo pueden ser un buen cierre para nuestros comentarios: El trato tan corto, y caucioso que tuvimos con los naturales hizo, que fuesen mas escasas nuestras investigaciones y se puede decir que quedan reducidas à lo poco que se se hà expresado: la falta de entender su idioma que es duro, y de muy dificil pronunciacion fué tambien causa de que no nos pudiesemos grangear su confianza, ni adelantar nuestro reconocimiento: no tienen diferencia en el vestido con los Salvages en Nutka, trabajan con mucha igualdad en el texido, y simetria en el dibujo las mantas de pelo de Nutria, y de perro, y conservan con preferencia estas tribus de pescadores los salmones, y sardinas al parecer entre la nieve despues de haberlos desbarbado, y hecho perder toda la humedad en la prensa. 80
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Salamanca, S. (1792): ff. 70-70v.
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 44v-45v. Salamanca, S. (1792): f. 71v. Alcalá Galiano, D. y Valdés, C. (1802): 59. Suttles, W. (1990b): 464, fig. 9. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): f. 46.
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
Lámina 70. Vista de la Costa en el Estrecho de Mulgrave con una galería natural. 81
Malaspina Galeries. Isla Gabriola, Estrecho de Georgia (lámina 70) Aunque estamos ante una lámina cuyo autor es Brambila, el cual debió de realizarla en Madrid, a la vista de un apunte de Cardero,82 el hecho de que forme parte de la colección de ilustraciones de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés nos anima a incluirla, aunque sobre todo lo hacemos porque prácticamente en todas las publicaciones aparece sistemáticamente mal situada, por lo que parece conveniente de una vez por todas colocar este dibujo en su correcto lugar geográfico. El antiguo pie con la referencia a «Estrecho de Mulgrave» ha dado origen a malentendidos. En algunos casos el dibujo se coloca dentro del capítulo referente a Puerto Mulgrave, en la bahía de Yakutat.83 O directamente se titula como «Vista de la costa en Mulgrave».84 Y es aún más frecuente el error de ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 81
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo I-36). N.º de Inventario 02273. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 177 y fig. 559. Se reproduce en Vaughan et al. (1977): 36 y n.º 21. En La Spedizione Malaspina (1987): 109 y n.º 235. En El Ojo del Tótem (1988): 25. En Peset, J. L. (1989): fig. 60. En Malaspina, A. (1990): 309. En Higueras, D. (1991): 62-63. En Higueras, D. y Pimentel, A. (1993): 134-135. En Sáiz, B. (1994): 291, se sitúa en el Museo Naval. En Palau, Tovell et al. (1998): 97, se reproduce el grabado de la edición de Novo y Colson. En Palau et al. (1998): 118-119. En Sota, J. (2002): 126. Sotos, C. (1982 II): 177. Malaspina, A. (1990): 309. Higueras, D. y Pimentel, A. (1993): 134-135.
situar el dibujo en el estrecho de Fuca, tal vez porque suele denominarse a la expedición, de un modo general, como viaje a Fuca. Por ejemplo, en El Ojo del Tótem, se menciona correctamente que la galería puede estar en las inmediaciones del Puerto del Descanso, pero en el estrecho de Juan de Fuca.85 El mismo error de confusión del estrecho de Fuca con el de Georgia se encuentra en Peset.86 Lo que parece más extraño es que, en algún caso, el autor de la publicación aparece retratado en la galería y, sin embargo, en el pie continúa apareciendo «estrecho de Juan de Fuca».87 Ya en 1977, aún sin situar todavía las Malaspina Galeries en su entorno correcto, ya se mencionó que la vegetación no corresponde ni a Yakutat ni a Nootka y se señaló el error en el pie de la edición de Novo y Colson de 1885, en la que se dice «Vista de una galería natural de 100 pies de largo y 10 de ancho, en la región del Puerto del Descanso, en el estrecho de Juan de Fuca». El pie del dibujo reza simplemente «Vista de un corredor natural en la Costa Noroeste de América».88 Es probable que este curiosa formación geológica fuera vista en el curso de las exploraciones del día 18, ya que las Malaspina Galeries, como actualmente se denominan, se encuentran en la isla Gabriola, muy cerca de la que llamaron los españoles bahía ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 85 86 87 88
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El Ojo del Tótem (1988): 25. Peset, J. L. (1989): fig. 60. Sota, J. (2002): 126. Vaughan et al. (1977): 36 y n.º 21.
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del Descanso y que hoy día se denomina de la misma manera, Descanso Bay. La isla Gabriola, situada frente a Nanaimo, se encuentra, obviamente, en el estrecho de Georgia.89 Es una pena que incluso en un país altamente civilizado como Canadá, estas «galerías» hayan sido también objeto de vandalismo, y su peculiar forma de ola rompiendo se encuentra hoy día muy mermada en relación con lo que encontraron los españoles y vemos en la ilustración. El 19 de junio las goletas zarparon de Descanso Bay con la intención de reconocer la zona norte del estrecho de Georgia, dirigiéndose hacia English Bay, donde hoy se encuentra la ciudad de Vancouver. A las 3:30 horas del día 20 se encontraban junto a Point Grey y decidieron echar el ancla ya que las corrientes les empujaban contra la costa. Del lado suroeste de la punta salieron siete canoas, cada una con dos o tres indios, que se aproximaron a las goletas y les regalaron un salmón sin solicitar nada a cambio. Las naves lograron avanzar algo en dirección sureste y pudieron confirmar que lo que se conocía como Boca de Floridablanca era en realidad un gran río, el hoy llamado río Fraser. En la tarde del día 20 arribaron a las goletas doce canoas más. Se trataban de salish musqueam, de entre los que debió de elegir Cardero a alguno para la elaboración del cuadro de la lámina 71. Lámina 71. Gefe de la punta de Langara. 90
Jefe muskeam. Point Grey. Vancouver (lámina 71) Salieron de la parte SO de la punta de Langara 7 canoas que se dirigieron a las Goletas: eran medianas, y mui semejantes a las que se usan en la boca del Estrecho. Cada una trahia 2 ò 3 Indios, quitadas las mantas, y por tanto presentandose enteramente desnudos: alguno u otro con sombrero, y los mas pintados con varios colores. Las facciones de estos Naturales mas proporcionadas que las de los demas Indios vistos en todo el Canal, y el contorno de la cara mas perfecto, les daban unas fisonomias mui parecidas à las europeas: eran sus musculos si no mas abultados, sí mejor formados, que los delos habitantes de Nutka, aunque no mas blancos: pero su viveza, gracia, soltura, y comprehension llebaron toda nuestra atencion. Mostraban al mismo tiempo que un agrado recomendable, una disposicion guerrera. Viajaban probehidos de muchas y buenas armas, como chuzos con puntas de hierro de media vara de largo, zurrones de flechas con lengüetas del mismo metal, y de piedra, arcos, y macanas; haciendo tanta estimacion de estas que no fue posible que cambiasen una por cuchillos, ni conchas de Monterrey. Tambien trahian en sus canoas varias caxitas, y unos cestos con harpones de piedra, puntas de fisgas, cuerdas de sargazo, y demas instrumentos de pezca. Quando atracaron à bordo regalaron inmediatamente un salmon sin mostrar que esperaban recompensa; ni hacer el mayor aprecio de los
abalorios que les regalamos, nos acompañaron un rato, y se retiraron dexandonos admirados de la diferencia de fisonomia, disposicion corporal, y de caracter que se nos presentaba en no muchas leguas de estension. 91
En otro de los manuscritos encontramos incluso la referencia a un supuesto cacique con su «sombrerete»: A las 9 vimos venir para a bordo quatro canoas de la parte S. de la punta de Langara: tres eran pequeñas, y traia tres Indios cada una, la otra era mayor y venian en ella seis, en-tre ellos dos muchachos bogando, y un anciano de notable gravedad con su sombrerete, que manifestaba ser cazique, les obsequiamos con avalorios pero dieron muestras de estimarlos en poco, y preferian el fierro, y el cobre: les cambiamos las planchas pequeñas de este metal del peso ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 90
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Hemos visitado las Malaspina Galeries en la isla Gabriola.
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Museo Naval, ms. 1725-5. fig. 2ª. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 207-208 y fig. 658. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1952): n.º 163. En The Malaspina Expedition (1977): s. p., donde se identifica erróneamente como un «jefe nootka». En Higueras. D. (1985 II): 481 y n.º 2946. En The Totem Shore (1986): 221. En El Ojo del Tótem (1988): 52. En Peset, J. L. (1989): Fig. 4. En Higueras, D. (1991): 140. En Kendrick, J. (1991): 117. En Palau, M. y Orozco, A. (1994): 51 y se sitúa en el Museo de América. En Orozco et al. (1996): 36. En Palau et al. (1998): 144. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 187v-188.
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de cinco a seis libras por una canoa, que necesitabamos para la comunicacion de las Goletas, quando remitiesemos nuestras embarcaciones menores à algun reconocimiento como se proyectaba. El cazique subió a bordo luego que se le hizo la oferta, y manifesto toda confianza. 92
La expedición española continuaba en territorio salish, concretamente en el territorio de los salish de la costa central, término muy amplio que utilizan los antropólogos para designar a los pueblos tradicionales hablantes de cinco lenguas, siendo una de ellas el halkomelem, que se hablaba en el extremo noreste de la isla de Vancouver y en la tierra firma adyacente. Los movimientos estacionales para la obtención de recursos proporcionaban a los pueblos halkomelem una gran unidad. Los nativos con el jefe que visitaron las goletas son reconocibles como muskeam, un grupo particular de los downriver halkomelen, en el continente, que se localizaban en el brazo norte del río Fraser y el Burrard Inlet.93 El texto es muy minucioso en cuanto a la descripción de las armas y los utensilios específicos para la pesca, de los que los nativos hacían tanto aprecio que no estaban dispuestos a desprenderse de ninguno de ellos; la pesca de diferentes especies, tanto de peces anadromos como de agua salada, por diferentes, peculiares y variados procedimientos, era su principal medio de subsistencia. Ya mencionamos antes que la búsqueda de recursos pesqueros originaba la gran movilidad de los halkomelem, el frecuente contacto con otros pueblos de su misma lengua y por lo tanto el fuerte aire de una cultura común.94 En cuanto al particular «retrato» del jefe, vemos de nuevo un rostro libre de pinturas, con el bigote, barba recortada y perilla que Cardero pone en todos los rostros de los «jefes» retratados en la expedición. La piel que cubre sus hombros se encuentra dentro de lo reconocido como el vestido tradicional. Curtis describe a los salish costeros desnudos y simplemente cubiertos, cuando era necesario, con un manto de los más variados tipos de pieles, aunque las más valiosas eran las de marta, marmota y nutria marina.95 El 21 de junio, encontrándose las goletas junto a Point Grey, se les acercó a las 7:00 horas un bote en el que iban Vancouver, Puget y otro oficial. Intercambiaron mapas e información de carácter geográfico, y Vancouver insistió en que ambas expediciones trabajasen conjuntamente, compartiendo las informaciones de los nuevos descubrimientos que ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 92 93 94
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): f. 49. Suttles, W. (1990b). Véase de nuevo Suttles, W. (1990b). Para las técnicas de pesca y, sobre todo, para fotografías de los diferentes utensilios véase Eells, M. (1985): cap. X. Curtis, E. (1997): 75.
fueran haciendo en cada caso, para avanzar más rápidamente en sus trabajos cartográficos. Alcalá Galiano aceptó el compromiso y quedó fondeado al sur de English Bay. Envió la lancha y el bote para reconocer el Burrard Inlet que ya había sido explorado por los ingleses. A las 6:00 horas del día 23 regresaron a English Bay la lancha y el bote tras haber recorrido todo el Burrard Inlet hasta su fondo y habiendo entrado incluso en el canal de Sasamat (Indian Arm), que les había pasado desapercibido a los ingleses y donde los indios se extrañaron sobremanera de ver embarcaciones y gentes tan extrañas. A las 8:00 horas del día 25 zarparon de English Bay con la intención de reunirse con las naves ingleses a las que encontraron al sur de dicha bahía. Dionisio Alcalá Galiano y Cayetano Valdés subieron a bordo de la Discovery para saludar a Vancouver. El 26 de junio, ambas expediciones conjuntamente pasaron por delante de las bocas de Mazarredo y del Carmelo (Howe Sound), aunque desistieron de entrar pues ya habían sido reconocidas por los ingleses. Las goletas continuaron por el canal existente entre la isla Texada y el continente, el estrecho Malaspina, y arribaron a la entrada Desolation, donde se encontraron de nuevo con las naves inglesas. Las cuatro naves juntas fondearon para pasar la noche en la isla de la Quema.96 El día 27 Vancouver propuso enviar tres lanchas en distintas direcciones para reconocer mejor el terreno. Peter Puget, segundo teniente de la Discovery, con la lancha de ese buque iría hacia el norte, por el canal entre las islas Cortés y West Redonda —Lewis Channel— siguiendo el continente; James Johnstone, con el bote del Chatham, se dirigiría hacia el sur, por el canal de la Sutil y el paso Discovery; William Broughton, con otro bote, tendría que buscar un fondeadero mejor; Valdés, con la lancha de la Mexicana, iría hacia el este, por el canal de la Tabla —Toba Inlet—; y en el bote de la Sutil, Vancouver y Alcalá Galiano tomarían mediciones en distintos puntos de la zona. El 28 de junio Alcalá Galiano buscó un mejor fondeadero en el canal de la Separación y llegó a echar el ancla en el surgidero de la Separación (Teakerne Arm), al oeste de la isla West Redonda. Al anochecer, regresó Valdés —al que habían ido a buscar con el bote a la isla de la Quema—. A su regreso por el Toba Inlet se había encontrado Valdés con Peter Puget, a quien informó de que el canal no era tal ya que había llegado a su fondo; a pesar de la información, el inglés continuó para comprobarlo él mismo. Precisamente del erróneamente denominado «canal» de la Tabla procede otro dibujo de la expedición: ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 96
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Isla Kinghorn, al sureste de la isla de Cortés.
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Lámina 72. Tabla de 2½ varas de largo, encontrada en el Canal de su nombre. 97
Cayetano Valdés, evidentemente acompañado de José Cardero, fue el oficial que a bordo de la lancha grande de la Mexicana exploró dicho canal:
Dibujo de una tabla hallada en el Toba Inlet (lámina 72) El Toba Inlet es el que se denominó en la expedición canal de la Tabla, precisamente por este hallazgo cuya pintura es la única mención que se encuentra en los documentos a la actividad de Cardero. El Toba Inlet es un profundo brazo de mar cuya salida se bifurca en el canal Pryce y el canal Homfray. Ambos rodean las que todavía se denominan islas Redondas, y el canal Homfray se abre a la entrada Desolation, nombre evidente dado por los expedicionarios. El «canal de la Tabla» se adentra en el corazón del territorio tradicional de los klahoose, una subdivisión lingüística de los salish de la costa septentrional, y en cuyas orillas o inmediaciones podían contarse en tiempos tradicionales hasta unas diez «rancherías».98 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 97
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-42). N.º de Inventario 02275. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 208 y fig. 660. Se reproduce en Vaughan et al. (1977): 53 y n.º 41. En Palau, M. (1980): 166 y n.º 71. Se ubica el canal en la «Costa del Este del Estrecho de Fuca». En Engstrand, I. (1981: s. n. En The Totem Shore (1986): 154, se reproduce el grabado de la Relación del Viaje... En El Ojo del Tótem (1988): 79. En Kennedy, D. y Bouchard, R. (1990): 450, fig. 7. En Higueras, D. (1991): 142. En Palau, Tovell et al. (1998): 105, se sitúa en el estrecho de Fuca. En Palau et al. (1998: 146). Véase Kennedy, D. y Bouchard, R. (1990).
Al anochecer volvió Valdés que habia seguido el canal de la Tabla, y avistado los inmediatos, el qual aparentaba ser considerable al principio; pero se halló su fin a pocas leguas: Sus costas eran muy altas, y cortadas à pique, su fondo mucho, y los canales que se presentaban llenos de islotes. En su costa E halló una tabla, por la que se dió nombre al canal, y de que se sacó un diseño: estaba llena de pinturas, que manifestaban ser un Geroglifico de los Naturales: vio algunas rancherias desamparadas; pero ningun habitante. 99
La función de esta tabla se desconoce. Segun los documentos, estaba colocada en «una altura» y al sacar de ella un dibujo se vieron algunas rancherías, pero sin habitantes.100 Kennedy y Bouchard mencionan que la tabla original debió de estar tanto tallada como pintada con figuras geométricas y realistas, entre las que se encuentran cinco cabras silvestres.101 Las medidas que aparecen recogidas en el propio dibujo equivalen apoximadamente a 2,20 m. Su estilo es el caracte––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 99 100 101
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): f. 58. Véase Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 198v-199. Kennedy, D. y Bouchard, R. (1990): 450, fig. 7.
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rístico de la provincia meridional del área de la Costa Noroeste, mucho más estilizado y menos complejo que el característico arte emblemático septentrional.102 La cabra silvestre o cabra de montaña (Oreamnos americanos) era importante por su lana, que junto con la del perro y la fibra de corteza de cedro eran la base de las mantas, hermosamente tejidas, en palabras de los españoles, muy características de la tecnología y el arte salish.103 En el centro de la tabla se representa esquemáticamente un ser humano de pie, de frente y con las manos alzadas llevando en cada una uno de los 52 objetos circulares que aparecen en total distribuidos en la tabla. No pueden ser evidentemente «jeroglíficos», ya que no existió ningún tipo de escritura en América del Norte. Son círculos cuya forma recuerda a la sección de algún fruto y que en su mayor parte no tienen nada pintado en su interior, mientras que algunos llevan pintados uno, dos, tres o más puntos. Creemos que podría tratarse de la representación de algún tipo de juego, de juego de fichas de suerte, que eran y son todavía muy populares a lo largo de toda el área. Culin reproduce unos discos de madera lejanamente parecidos procedentes de los makah.104 Curtis, por su parte, describe varios juegos entre los salish, alguno de ellos con fichas de tejo pulidas, algo mayores de un dólar y con marcas distintivas.105 También Eells describe e ilustra juegos con fichas circulares de madera.106 Sobre qué función tuviera la tabla original solamente caben conjeturas. Podría estar relacionada con algún tipo de construcción funeraria. Los salish costeros utilizaban a menudo planchas anchas de madera, colocadas horizontalmente, para construir un cobertizo con tejado a media agua con una plataforma en el interior para contener las cajas funerarias.107 Pero los salish de la costa septentrional, una vez lavado el cadáver, lo colocaban en posición flexionada, lo envolvían en una manta y lo metían en una caja mortuoria de madera que ponían en una cueva o grieta de las rocas o en una isla cercana, o en un lugar fuera del poblado.108 Pudo formar parte también de la estructura de una vivienda. La vaga referencia a que se encontraba «en una altura» podría indicar un lugar de habitación y sabemos que los frontales de las características casas de tablones estaban decorados frecuentemente con motivos antropomórficos.109 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 102 103 104 105 106 107 108 109
Véase Holm, B. (1990). Barnett, H. (1938): 125. Culin, S. (1975): 263-264. Curtis, E. (1977): 123-124. Eells, M. (1985): 205-206. Stewart, H. (1984): 75. Kennedy, D. y Bouchard, R. (1990): 448. Ibidem: 446.
Entre los pueblos salish de la costa suroeste se han encontrado objetos con algún parecido, al menos en la concepción y en el estilo, que se relacionan con las actividades de los chamanes. Se trata de las llamadas tablas de imagen, «Image boards». Los chamanes quinault, durante una ceremonia de curación, colocaban pequeñas tablas que representaban el poder de sus espíritus, alrededor del enfermo. También se mencionan tablas realizadas para guardar el poder de un espíritu, hechas no necesariamente por un chamán.110 Desgraciadamente las referencias en los documentos a las circunstancias del hallazgo de la tabla son inexistentes. El día 29 de junio Alcalá Galiano se quejó a Vancouver de la poca confianza y colaboración que encontraba en los ingleses, pues repetían el trabajo que ya habían realizado los españoles. Vancouver apaciguó los ánimos, manifestando que no se trataba tanto de desconfianza sino de la obligación de comprobar los hechos por ellos mismos. El 2 de julio Alcalá Galiano salió con la lancha de la Mexicana para realizar una serie de reconocimientos en los alrededores de la isla Redonda. El día 3 se dedicaron a reponerse y a realizar mediciones en la entrada Desolación. Durante ese día y los siguientes, no tuvieron encuentros con nativos, aunque sí registraron la presencia de los mismos en forma de restos de monumentos funerarios y artes de pesca. El 6 de julio partieron Vernaci, con la lancha de la Mexicana, y Salamanca, en el bote de la Sutil, para reconocer el brazo de Quintano (Bute Inlet). Penetraron por la tarde en el brazo y el día 8 llegaron hasta su fondo norte, donde estuvieron a punto de zozobrar. Pasaron en el brazo todo el día 9 y aunque de nuevo encontraron testimonio de la existencia de nativos, dichos nativos no hicieron acto de presencia. El 10 de julio Vernaci y Salamanca salieron del Brazo de Quintano y se dirigieron al canal o Angostura de los Comandantes (Arran Rapids). En la punta de la entrada del brazo divisaron una gran ranchería india y en la angostura de los Comandantes divisaron un gran número de canoas de nativos pescando sardinas. Esta escena podría ser la descrita en uno de los manuscritos de la expedición y quedaría también reflejada por Cardero en uno de sus dibujos.
Las goletas en el canal de los Comandantes (Arran Rapids) (lámina 73) A pesar de lo extenso del pie en el dibujo original, que hace referencia al conjunto de la expedición, la escena dibu––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 110
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Véase Hajda, Y. (1990): 512 y fig. 10, donde se reproducen dibujos estilizados de varias de esas tablas.
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Mapa 8. Ruta de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés entre el 25 de junio y el 18 de julio de 1792. En diferentes colores, las rutas de las lanchas en exploraciones particulares.
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Mapa 9. Ruta de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés entre el 28 de junio y el 8 de agosto de 1792. Se destacan las rutas de las lanchas de las exploraciones de los importantes inlet en esa región.
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Lámina 73. Las goletas de la Marina Real Sutil y Mexicana de 43 toneladas, á las ordenes de los Capitanes de fragata D. Dionisio Galiano y D. Caietano Valdes con los Tenientes de fragata D. Juan Vernaci y D. Secundino Salamanca recorrieron el año de 1792 el Estrecho de Juan de Fuca entre las latitudes 48½ y 51.111
jada parece ajustarse, como hemos dicho, al evento de las goletas en los rápidos Arran. El que llamaron los españoles canal o angostura de los Comandantes es la salida más septentrional del brazo de Quintano o Bute Inlet, al norte de la isla Stuart, muy lejos del estrecho de Juan de Fuca al que insistentemente se refieren todas las leyendas: El 10, por la mañana estando ya el tiempo hermoso entraron [tachado el Canal de los Comandantes] havia una Rancheria grande mui bien situada en un llano sobre la punta de tierra alta, que forma el recodo para entrar en la primera encenada: fueron costeando hasta llegar á la boca del canal, donde notaron que el agua iba para afuera con una rapidez maravillosa; se guarnecieron immediatamente de la punta meridional de la entrada, y se amarraron las embarcaciones a tierra. En la inmediacion estaba un gran numero de Canoas con 2 o 3 Indios cada una ocupados en la pezca de la sardina, que hacian con la mayor destreza, y suceso por la grande ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 111
Colección privada de Isabel Martínez Campos, marquesa de la Motilla. Agradezco su buena disposición para la publicación de este dibujo y deseo también reconocer el trabajo de Lola Higueras Fernández, a quien se debe el descubrimiento del dibujo y sus facilidades para incluirlo en este trabajo.
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abundancia que de ella havia. El instrumento de que sirven para cogerla es un palo redondo como de 3 varas de largo, que tiene en una tercia parte clavados dientes, y otros huesos animales afilados y convenientemente dispuestos, semejandose esta parte del Instrumento à un escarmenador, y sirviendo la restante de mango: introducen aquella en el agua, sacan las sardinas clavadas, y las sacuden en las canoas. Muchos de los naturales rodearon inmediatamente à nuestros Oficiales sin mostrar la menor desconfianza, antes bien unos semblantes risueños y pacificos, les regalaron carne de Venado, pescado, parisco, y frutillas, y recivieron con aprecio, conchas de Monterrey, cuchillos, y abalorios. Eran de una estatura mediana, bien formados, los mas, robustos, de color oscuro, y en su fisonomia e idioma no se diferenciaban notablemente de los vistos en el interior del estrecho. Sus vestidos eran mantas de lana, que tenian los mas abandonadas durante el trabajo. Las armas que usan son, buenos arcos, flechas con puntas de concha de megillon. hueso, o de fierro bien labradas. Juzgaron que el numero de Naturales que había en este paraje será de 130 à 150 que graduaron de los mas felices del Estrecho. Situados à la baxada de las tierras altas, con otras llanas en la inmediacion, havitan un Pays fertil, y hermoso. Las campiñas y los Bosques llenos de arboles, arbustos, y tiernas plantas les prestan gran cantidad de frutillas de diversas especies para variar los alimentos, y templar la acrimonia alkalina, que puede producir el uso
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de los pescados y mariscos: En ellos se ven muchos Venados, y algunos pajaros: Las costas proximas les subministran el marisco; y la mar que las baña no solamente la sardina, pero tambien peces buenos de otras especies; Con la abundancia de estos ramos pueden mantener muchos perros cuya lana, estamos persuadidos, sirve para fabricar las mantas: y la configuracion del terreno, su fertilidad, el juego de las aguas, las aves acuaticas, y los quadrupedos que salen à las orillas, sirven para presentar à la vista un total, que la recrea; y debemos persuadirnos que la paz, y alegria que muestran en los semblantes sus moradores, indican con verdad la satisfaccion interior, que gozan comparandose con sus vecinos. 112
La expedición española se estaba ya adentrando en territorio fronterizo entre los salish y los kwakwaka’wakw. La ranchería mencionada, situada en la costa este de la angostura de los Comandantes, es identificada por Galois como Saaiyouck, un importante campamento de caza y pesca de los homalco, una subdivisión de los salish de la costa septentrional.113 Los poblados de invierno de los homalco se situaban precisamente a lo largo del brazo de Quintano.114 La situación fronteriza de la región incide en que tuviera una historia complicada. Saaiyouck fue capturado por una subdivisión de los kwakwaka’wakaw lekwiltok —de los que enseguida hablaremos—: los tlaaluis, probablemente hacia la década de 1830, siendo posteriormente de nuevo atacado por salish o haihais a mediados de la década de 1840.115 El dibujo representa a las goletas con las velas arriadas, las respectivas lanchas a remolque y avanzando a fuerza de remos. En primer plano se encuentra una canoa de estilo más septentrional por la forma de su popa, con tres remeros y una figura sedente en la popa, que empieza a ser algo habitual en los dibujos de Cardero; sería un supuesto jefe. En la proa destaca el rastrillo de arenques, el objeto que ya hemos descrito en la parte dedicada a la entrada de Nootka y que protagoniza la actividad a la que, según el diario, se estaban dedicando varias canoas de «indios» en la angostura de los Comandantes, actividad que ya también hemos descrito. Hasta ocho canoas, con diferentes números de remeros, aparecen en la escena, aunque ninguna se encuentra atareada en el peculiar sistema de pesca que, como vimos, solía realizarse en parejas. Sin embargo, el texto sí menciona canoas con dos o tres remeros, lo que se ajustaría mucho más a la supuesta actividad realizada.116
Un simple vistazo a un mapa permite apreciar al instante la compleja geografía en la que se encontraban en esas fechas inmersas tanto las naves de la expedición española como las de la inglesa. El fárrago de islas, isletas, entradas, pasos, canales, en algunos casos con rápidos muy peligrosos por la estrechez de los lugares y los brutales cambios de mareas, complicaban enormente la navegación de las embarcaciones. Sin poder detenernos en este momento en una narración pormenorizada del día a día de las goletas, podemos destacar que el día 12 de julio decidieron separarse las dos expediciones. El día 13, Vancouver y Alcalá Galiano se reunieron para intercambiar mapas de los reconocimientos realizados. Las naves de Vancouver se dirigieron luego hacia el suroeste para avanzar entre las islas Quadra y Vancouver, a lo largo del paso Discovery y el estrecho de Johnstone. Se había decidido que las goletas de la expedición española, por su menor tamaño, intentarían avanzar por los pasos al norte de la isla Quadra. Tras las condiciones adversas a causa de vientos contrarios los días 14, 15 y 16 de julio, en las que incluso este último día tuvieron que moverse a fuerza de remos, el episodio más llamativo, incluso dramático, fue el paso de la angostura de los Comandantes o rápidos Arran. Lo lograron principalmente con la ayuda de los nativos, quienes aconsejaban el momento más adecuado para la travesía atendiendo a los cambios de marea. De nuevo la atención y el reconocimiento de la sabiduría tradicional de los «naturales» ayudó a salir con éxito de un trance enormemente dificultoso. Tras dos días de descanso en el fondeadero del Refugio, en el continente, frente a la isla Sonora, intentaron explorar diferentes entradas y brazos, como el canal del Estero —Frederick Arm— y el canal del Engaño —Phillips Arm—, anclando finalmente en el surgidero que se encuentra en la costa noreste de la isla East Thurlow y al que llamaron surgidero de Nodales. El 23 de julio se decidió enviar a Salamanca con la lancha para reconocer el canal del Engaño, ya que las noticias que tenían del mismo procedentes de los nativos no eran acordes con las que tenían de los ingleses: Las noticias de los Indios con confrontaban con las que teniamos por los Ingleses, y asi era nuestro intento, que fuesen las embarcaciones menores a reconocer el canal del engaño. Salió à este efecto Salamanca en la lancha à las dos y media de la tarde: Habiamos notado media hora antes que la marea empezaba a tirar para el N. sobre la costa, siendo muy poca su fuerza en nuestro fondeadero. 117
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 203v-205. Galois, R. (1994): 257. Kennedy, D. y Bouchard, R. (1990): 441. Galois, R. (1994): 257-258. Véase Stewart, H. 1977: 76-77.
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Alcalá Galiano, D. (1792) ms. 143, doc. 1(1): f. 74.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Lámina 74. Vista del Remate del Canal de Salamanca y sospechoso seguimiento de los Yndios. 118
Loughborough Inlet (lámina 74) Debemos recordar que existe otro dibujo semejante, cuyo autor es Brambila, que se encuentra en el Museo de América.119 Por las razones repetidamente expuestas nos limitaremos a comentar el dibujo de Cardero. El Loughborough Inlet, se encuentra en el norte del estrecho de Johnstone, el más cercano a la isla de Vancouver, aunque separado del mismo por la isla Thurlow occidental. Su nombre actual proviene de la expedición de Vancouver, que había entrado en el mismo un mes antes.120 Mientras las goletas esperaban fondeadas en la entrada norte del surgidero de Nodales, en la costa noreste de la isla ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 118
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Museo Naval, ms. 1723-22. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 203 y fig. 646. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1932): lámina VII, como «Desembarco en Nutka». En Guillén y Tato, J. (1952): n.º 153. En Engstrand, I. (1981): s. p. En Higueras, D. (1985 II): 476 y n.º 2943. En El Ojo del Tótem (1988): 221 y n.º 5/15. En Malaspina, A. (1990): 333. En Higueras, D. (1991): 124-125, como «Vista del canal de Salamanca, Fuca». En Kendrick, J. (1991): 164. En Pedro, A. (1995): 196, como un «dibujo preparatorio». En Orozco et al. (1996): 153, junto con el grabado de Brambila debajo. En Palau et al. (1998): 128-129 se reproducen ambas láminas, de Cardero y Brambila, como «Vista del remate del Canal de Salamanca en Fuca». Colección Bauzá, tomo I-6, n.º inventario 2.272. Véase Sotos, C. (1982 II): 203-204. Vancouver, G. (1984): 610-611.
Thurlow oriental, recibieron varias visitas de los nativos. No solamente se aproximaron a las goletas hombres, sino incluso una canoa «con dos Mugeres y un chiquito» que, a pesar de las advertencias de sus compañeros varones, llegaron «a bordo, les dimos abalorios verdes; que apreciaron», marchándose después hacia el «canal del Engaño». Generalmente los nativos llevaban salmones en sus canoas para cambiar.121 El inlet se adentra en territorio komenox, una subdivisión de la división lekwiltok.122 Era ya territorio kwakwaka’wakw, y aunque no es el primer contacto que los españoles tuvieron con esa poderosa «nación», fueron rápidamente conscientes de la mayor superioridad cultural de los mismos frente a los recién abandonados salish. En uno de los documentos de la expedición se describe la exploración del canal de Salamanca con cierto detalle: Con la marea que salio, reconocio el canal que acaba en un rio, y la profunda ensenada que tiene al O. Al dia siguiente aprovechando el viento del Sur continuo este reconocimiento, corrió todo el canal de su nombre â cuyo termino llegó â las 3 de la tarde: Vio en el una ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 121 122
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 74v-75. Véase Galois, R. (1994): 224.
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
grande Rancheria poblada, y dos Rios de bastante consideracion. El viento estaba duro, y arrafagado, y habia un baxo-fondo formado por los dos Rios, en que se notaba un gran escarceo y remolinos: sin embargo como sabia lo que engañan en aquella disposicion de tierras las puntas interpuestas, que presentaban à distancia de media milla, como cerrados canales considerables, y siendo mui interesante la entera satisfaccion del termino de este por seguir al Norte, y tener mas de catorce leguas de extension, se aventuró Salamanca à atravesar à la Costa opuesta para registrar mejor las bocas de los Rios: intentó entrar por la del E y halló interrumpido el paso por un corral de pescado perfectamente construido con estacas, y tablas. Ambas bocas eran anchas; pero de mui poco fondo, y en que la corriente era tan rapida que hubiera sido temeridad el exponer una tan pequeña embarcacion à ser el juguete de las aguas. Los Naturales que habitaban la grande Rancheria habian obserbado nuestra lancha, y viendo que no se acercaba à ellos en Canoas con ocho, ò diez hombres cada una gritando, y mostrando una piel de Nutria. No pudieron los nuestros esperarles por hallarse la Lacha en mala situcion, disponiendose à atravesar con el trinquete à la Costa del E, para evitar que los golpes de mar la cogiesen de costado à que quizà no hubiera podido resistir. Parece que este manejo hizo sospechar à los Indios que los nuestros llebaban ideas hostiles; porque volvieron à su Rancheria se vistieron las cueras de guerra, se reembarcaron, se unieron à una canoa en que iba un tays, y se pusieron en demanda de la lancha, en donde vistas estas prevenciones, tomó Salamanca los medios mas al proposito para aprovechar en su defensa los debiles medio con que se hallaba. No se atrevieron los guerreros à dexar el abrigo de una punta, donde saltaron en tierra y continuaron siguiendo por la Costa à la Lancha mostrando alternativamente las pieles de Nutria y las flechas, hasta que no pudiendo seguir mas retrocedieron para sus Rancherias. Al anochecer hallaron los nuestros una pequeña ensenada donde pasaron la noche que fue mui incomoda por la mucha lluvia, y poco abrigo – El 25 aclaró el Cielo y se volvio por el mismo camino que habia hecho, continuando sus trabajos geodesicos. 123
El episodio representado parece ajustarse más o menos a lo descrito. En primer plano, a la izquierda, se encuentra la lancha con los españoles armados. En el centro vemos una canoa de nativos con uno de ellos en pie, en actitud de dirigirse al oficial de la lancha —Salamanca—. Entre ellos se encuentran dos sentados con sombreros, que tal vez intentan representar a los jefes. Se cuentan hasta cinco canoas más de nativos, en diferentes planos, casi todas con un personaje en pie en la misma actitud de arenga. Tal como se dice en el documento, se representan también nativos en la costa, a la derecha de la escena. El tipo de canoa dibujada es completamente diferente a la famosa canoa de guerra de Tetacus, y es semejante a la primera que aparece en el estrecho de Fuca. Es más bien un estilo de canoa semejante a las salish,124 diseñadas para aguas interiores.
Sin embargo, antes que para detalles etnográficos que podrían ser controvertidos dada la elaboración posterior del dibujo, la ilustración es representativa de algo que también se recoge en algún documento: [tachado]: todas las señales de los naturales, que habia encontrado, se los presentaban mucho mas guerreros que los que habia tratado hasta entonces. Las rancherias estaban en las cimas de los montecillos rodeadas de fuertes estacadas. Eran numerosos sus habitantes, usaban canoas mui grandes, y armas fuertes y bien trabajadas. 125
Nos referimos a la clara percepción de que los naturales eran mucho más numerosos, belicosos y bien armados que los que se habían encontrado hasta entonces. La percepción era muy acertada. Como ya mencionamos, el episodio tuvo lugar en territorio komenox de los lekwiltok. Hay pocas noticias sobre los komenox, de hecho ya desaparecidos o unidos a los weewiakum a mediados del siglo XIX.126 Sus relaciones con otros poblados lekwiltok no son claras, pero su nombre parece sugerir un origen comox, de la isla de Vancouver. Parece ser que eran bilingües de kwakwala y salish. Galois asume que la lancha española que tuvo una incidencia con komenox cerca de la cabeza del Loughborough Inlet, era probablemente con hablantes de salish.127 El estilo de canoas que hemos mencionado refuerza esa idea de un pueblo culturalmente mixto salish y lekwiltok. Los lekwiltok eran la división lingüística más suroriental de los kwakwaka’wakw, y controlaban tanto parte de la isla de Vancouver como del continente, encontrándose entre ambos una intrincada red de islas y canales al norte del estrecho de Johnston. Los lekwiltok, y tal como se menciona en la cita, era un pueblo belicoso. De hecho y siguiendo a Curtis, eran los kwakwaka’wakw más belicosos. Su emplazamiento, en el extremo más meridional, hacía que peleasen frecuentemente con los salish. Controlaban además las aguas por las que pasaban las flotas de canoas de los pueblos septentrionales que, ya en tiempos históricos, iban camino de Fort Victoria a comerciar.128 En 1843, la Compañía de la Bahía de Hudson fundó Fort Victoria en territorio de los songhees salish, en el extremo sureste de la isla de Vancouver. El establecimiento, que con el correr del tiempo se convertiría en la capital de la provincia canadiense de Columbia Británica, llegó a ejercer un ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 125
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 218- 218v. Véase Stewart, H. (1984): 52.
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Alcalá Galiano, D. (1792) ms. 143, doc. 1(2): ff. 219v-220. Curtis, E. (1994): 377. Galois, R. (1994): 244. Curtis, E. (1994): 139.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
enorme poder de atracción para el comercio nativo. Pueblos como los haida, de las islas Reina Carlota, también iban a Fort Victoria a comerciar. Tras atravesar el estrecho de Hecate, se internaban en la costa interior de la isla de Vancouver, por los estrechos Quenn Charlotte y de Johnstone. Además de tener que enfrentarse a los terribles rápidos de alguna de esas zonas, pasaban forzosamente a través del territorio lekwiltok.129 El jefe lekwiltok Assu cuenta una gran batalla que tuvieron contra los haida en Gowlland Harbour: «Ellos bajaban por ese camino y nuestra gente siempre los estaba vigilando. Advertimos que los haida llegaban. Solían vigilar en lo alto de los acantilados de Race Point por si llegaban canoas enemigas del sur a través de los estrechos. La batalla tuvo lugar en los acantilados que llamamos “hemxwemaxa’as”. Significa saltar a tierra. Los haida treparon a lo alto del risco mientras nuestra gente se escondía tras los árboles. Los obligaron a saltar hasta matarse, murieron todos. Fue una gran victoria para nuestra gente que nunca se ha olvidado».130 Tal desplazamiento no parece que fuera algo esporádico, ya que el mismo jefe lewiltok, Assu, menciona que, en los «viejos tiempos», unos cien años atrás, los haida constituían la principal amenaza para su gente. Más tarde, cuando se asentaron en Cape Mudge, fortificaron el poblado, principalmente para defenderse de ellos.131 Vemos, por la tanto, que el «incidente» se produjo con uno de los pueblos mejor preparados para las actividades bélicas de la Costa Noroeste, sin incidentes desgraciados, por fortuna, para los españoles. En el texto se menciona también que la lancha encontró interrumpido el paso en el río «por un corral de pescado perfectamente construido con estacas, y tablas». Se trataba de uno de los sistemas tradicionales de pesca, sobre todo para peces estacionales anadromos, como los salmónidos, que permitía obtener grandes cantidades de peces. Las diferentes estructuras podían dejarse en el agua a lo largo de todo el año, reparándolas simplemente cuando se hacía necesario.132 Tras haber regresado de su exploración Salamanca el 25 de julio, las goletas zarparon el día 26, dirigiéndose hacia el oeste por el norte de las islas Thurlow occidental y Hardwick y explorando, con las lanchas o con las propias goletas, diferentes entradas y brazos. El 30 de julio las goletas continuaban avanzando hacia el oeste por la costa norte del estrecho de Johnstone. A las
16:00 horas echaron el ancla en un fondeadero al que llamarían del Insulto,133 donde se sucedieron varios encuentros con nativos. En la propia bahía Forward parece que existía un antiguo poblado mamalilikulla, de kwakwaka’wakw del curso inferior del Knight Inlet, pero como ya señalaba el propio Galois, los españoles no mencionan ningún asentamiento nativo.134 En seguida llegaron varias canoas de nativos que «entendían el Idioma de Nutka» y demostraban haber tenido mucho trato con europeos. Los españoles pudieron adquirir un sombrero que llevaba uno de los jefes y recalcan que fue lo único que pudieron obtener, ya que «desdeñaban quanto les ofreciamos». No permitieron subir a bordo a los nativos y los españoles resaltan el aire libre y «desembarazado», más que el de los «demas salvages que habiamos visto» así como su «soltura», su «mirar atrevido» y su «caracter fiero».135 Se trataba evidentemente de kwakwaka’wakw, y particularmente de namgis, los «nuchimases» que conocían y mantenían relaciones comerciales con los nativos de la entrada de Nootka. En la madrugada del 31 de julio salió Vernaci con la lancha a reconocer los diferentes brazos y canales que desde el norte de la isla West Cracroft se adentran en el continente, recorrido en el que nos detendremos más adelante y del que dejó un dibujo Cardero. Un grupo de marineros salió a hacer aguada y leña y al salirles al encuentro muchas canoas de indios armados, solamente un cañonazo les hizo desistir. En la mañana del 1 de agosto se acercó a las goletas una canoa cuyos nativos se identificaron claramente como nuchimases (namgis) y manifestaron también que no tenían nada que ver con los que les atacaron el día anterior. Llevaban un fusil y lanzas de hierro que decían trabajar ellos mismos, pero no pudieron intercambiar nada con ellos, pues solo querían a cambio pólvora. El 4 de agosto las goletas tuvieron una interesante visita.
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Codere. H. (1990): 363. Assu, H. e Inglis, J. (1989): 31-32. Ibidem: 32. Para ver estos sistemas de pesca con todo detalle, dibujos incluidos: Stewart, H. (1977): 99-110.
Vino à bordo una canoa con Cauti, un tays, segun nos dixo poderoso en esta comarca, que nos traia noticias de la lancha, y las daba de Macuina, Nasape, y otros gefes de Nutka, y que en su porte, y manejo atestiguaba su elevada clase; nos pareció muy conducente para la seguridad de la lancha, ganarnos la amistad, y confianza de este Gefe, y para esto le regalamos cumplidamente en ambos buques; nos ofreció volver, y que le acompañaria Sisiacús 136 un igual suyo, dueño de tierras sobre las costas del N.
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Forward Bay, sureste de la isla Cracroft. Galois, R. (1994): 167. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 78v-79. En ms. 143, doc. 1(2): f. 226v, se le llama Sisiakis «dueño de muchas tierras sobre la Costa del N».
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
Mapa 10. Divisiones lingüísticas kwakwaka’wakw. Nos visitó en efecto por la mañana y nosotros le obsequiamos con todo el esmero que exigia la situacion de nuestra embarcacion y comisionadas; dixo se iba à dormir à la costa y que volvería el dia siguiente à recibir los regalos que le ofreciamos. 137
Sisiakis, que «hablaba muy claro el idioma de Nutka», invitó a los españoles a su ranchería, no sin advertirles que Cauti era un jefe de inferior rango y manifestando que él mismo no tenía igual «en aquellos terrenos que decia le pertenecian todos». La mención a que algunos «naturales» llevaban fusiles, «sus saquitos de municiones, y un chifle con polvora», es una evidencia clara de las relaciones comerciales de los namgis. 138 Mientras tanto, en la madrugada del 31 de julio, Vernaci había salido con la lancha de la Mexicana, del fon-
deadero que llamaron del Insulto, para reconocer los brazos y canales septentrionales, como ya hemos mencionado. Regresaría el 6 de agosto. Durante los días de su exploración y ante la evidencia de que la salida al mar estaba cerca, Vernaci había decidido reconocer lo máximo posible de esa área. Por ello, entró en el Call Inlet, recorrió el Knight Inlet —Brazo de Vernaci—, el Tribune Channel —Canal de Baldinat—, el Thompson Sound —Brazo de Balda—, el Bond Sound, y acabó saliendo al Canal de Pinedo —Tribune Channel— rodeando el noroeste de la isla Gilford y regresando por donde había partido. Vio muchas rancherías y se encontró con problemas con los nativos porque llevaba pocos artículos de intercambio y se le acabaron a los dos días, mientras los indios insistían en intercambiar ropas, herramientas, armas... Cardero dejó de nuevo testimonio del «canal de Vernaci».
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): f. 82. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 82v-83. Un «chifle» es un cuerno para llevar la pólvora.
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Lámina 75. Vista del Canal de Bernaci y una gran Cascada. 139
Knight Inlet (lámina 75) Aunque nos encontramos ante un dibujo cuyo apunte original es indudablemente de Cardero, hay muchas opiniones sobre que fue terminado o retocado más tarde por Brambila en Madrid;140 procederemos a su comentario como un episodio más del viaje de la exploración de las goletas. Aunque hemos encontrado algunas sorprendentes ubicaciones del «canal» en el estrecho de Fuca, e incluso «en la en––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 139
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Museo de América (Colección Bauzá, tomo I-4). N.º de Inventario 02341. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 203 y fig. 645. En Guillén y Tato, J. (1952): n.º 162, se atribuye a Brambila. En Gunther, E. (1972): 119, se reproduce un detalle, la cascada y la canoa india central, sin pie, al comienzo del capítulo sobre los haida. En Vaughan et al. (1977): 56 y n.º 45, se atribuye a Cardero. En Palau, M. (1980): 168 y n.º 79, se atribuye a Cardero. En Ensgtrand, I. (1981): s. n. En La Expedición Malaspina (1984): 104 y n.º 274, se atribuye a Brambila sobre apuntes de Cardero. En Malaspina, A. (1984) entre pp. 292-293. En The Totem Shore (1986): 87, se atribuye a Brambila. En La Spedizione Malaspina (1987): 108 y n.º 232, se atribuye por completo a Brambila y se considera preparatorio para un grabado. En Bernabeu, S. (1987): 181, se atribuye a Brambila. En El Ojo del Tótem (1988): 22-23, se atribuye a Cardero. En Higueras, D. (1991): 120-121 se atribuye a Cardero como: «Vista del canal de Venacci en Fuca». En Kendrick, J. (1991): 179. En Kendrick, J. (1992): 109. En Sáiz, B. (1994): 297, se atribuye a Cardero, retocado por Brambila. En Palau, M. y Orozco, A. (1994): 212, se reproduce una parte del dibujo, las embarcaciones y la cascada, junto con una foto de un tal Toby Molinar, se atribuye a Brambila y se titula «Estrecho de Fuca. Reconocimiento». En Palau et al. (1998): 124-125, de nuevo como «Vista del Canal de Vernacci en Fuca» y se atribuye a Cardero. En Galera, A. (2010): 82. Véase por ejemplo Sotos, C. (1982 II): 203 y nota anterior.
trada al estrecho de Juan de Fuca»,141 el Knight Inlet, que es como actualmente se denomina al canal de Vernaci, es una larguísima entrada que corre al norte del estrecho de Johnstone. Galois piensa que la gran cascada podría situarse en punta Cascada, enfrente de la desembocadura del río Ahnuati y de un poblado awaetlala.142 En todos los documentos de la expedición se hace patente el alivio ante el regreso de la lancha que apareció por fin el 7 de julio «à las 7 de la mañana». Al final sus tripulantes habían tenido que estar día y medio remando, sin tener nada para comer, beber «ni fumar, ni objetos de cambio» e incluso habían «estado tentados», si hubieran tardado más tiempo en encontrar a las goletas, de ir a una ranchería a proveerse, «tentando todos los medios mas suaves antes que los de la fuerza». El tiempo había sido contrario a todos sus proyectos, con continuas neblinas, pero a pesar de todo siguieron los canales de Retamal, Vernaci, Balda, y Baldinat y «acabaron su reconocimiento en el de Pinedo que está en la costa occidental». Habían encontrado muchas poblaciones de indios de «aspecto despejado y fiero», que no miraban con particular agrado «el reconocimiento de canales cerrados, à donde tenían sus habitaciones, y sus familias, que no podian atribuir a la simple curiosidad que à ellos tampoco les mueve».143 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 141 142 143
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Vaughan et al. (1977): 56. Galois, R. (1994). Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 83-84.
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
En uno de los documento estudiados se da cuenta pormenorizadamente de los incidentes de la exploración de Vernaci: Habia encontrado parajes de agradable vista, tierras poco altas cuviertas de arboles, bosques, y muchas playas con buenos fondeaderos en sus proximidades: sin dexar de ver montes asperos, altisimos en el canal de su nombre, en que tubo que admirar la hermosura de una cascada de las aguas que daban las nieves de una montaña que por su disposicion las reunia en una quebrada que cayendo de mucha altura en el canal las derramaba en ella con grande ruido, y agitando el aire de suerte, que sin embargo de haber calma en lo restante del canal, al pasar por la immediacion hizo dar la vela de la lancha, y andubo alguna distancia con el auxilio del viento que producia. Tambien halló muchas rancherias en las immediaciones de los Rios que se hallan regularmente en los remates de los tramos y en van à desovar los salmones en la estacion que frecuentan la Costa. Prefieren los Naturales esta situacion para sus havitaciones à lo interior del estrecho por la abundancia de la pesca concurriendo en estos Rios mayor numero de pezes que en los otros por la proximidad al mar, y por poder participar por esta de las utilidades que sacan los Nuchimases del comercio con los estrangeros. Habian llebado tan pocos objetos de cambio que que se les acabaron à los dos dias, lo que le molestó mucho pues los Indios le incomodaban con incesantes instancias para que les regalase ò cambiase algunas de las prendas con que veian vestidos à los nuestros, ò las armas que llebaban en la lancha por pieles, ù otras cosas, que ellos estimaban menos. Al introducirse por algun Canal en que tenian sus havitaciones, se sorprehendian, y se esforzaban despues â indagar, qual era el objeto de aquellos estrangeros en seguir tan estraños caminos, yendo pocos, y en una embarcacion tan pequeña. Habian visto, que no les llebaba el deseo de hacer comercio; pues no habian querido cambiar conellos cosa alguna; tampoco el buscar substento; pues no habian admitido pescado, y frutillas que les habian ofrecido: y llenos de confusion, y desconfianza hacian señas para que no siguiesen adelante: e indicandoles los nuestros que iban à ver el fin del canal; ellos daban à entender con el lenguaje de accion mas expresivo, que estaba enteramente cerrado, Cerciorados de que no les podian vencer à desistir de la empreza, se adelantaban algunos dando gritos, desaforados, avisando à las rancherias interiores para que se pusiesen en aquella prevencion, que es la primera maxima de la defensa. Vernacci se halló algunas veces en circunstancias mui embarazosas dudoso en determinar el partido mas prudente entre varios, que se presentaban. 144
Es interesante la mención a los «Nuchimases» en el texto, ya que esa es la denominación que se utilizaba para referirse a los kwakwak’wakw en la entrada de Nootka, en concreto a los namgis, como ya hemos visto. Las tribus kwakwaka’wakw que habitaban en los entornos del Knight Inlet a finales del siglo XVIII se reconocen por esa denominación geográfica, tribus del Knight Inlet. Se subdividían en dos grupos: del curso
inferior del inlet, mamalilikulla, matilpi y tlawitsis, y del curso superior, tenaktak y awaetlala. Esas agrupaciones carecían de implicaciones políticas.145 Todos ellos ocupaban diferentes poblados de invierno y tenían campamentos de verano a lo largo de las orillas del brazo y de otros cercanos. Como mencionamos antes, parece que la ilustración de Cardero puede situarse en territorio awaetlala. Los poblados más cercanos awaetlala, y por lo tanto implicados en el encuentro, podrían ser Hunwati e Iawigalis. Pero en el curso de la expedición de Vernaci con la lancha se adentraron también en el «trazo de Balda», la parte sur de los actuales Tribune Channel y el Thompson Sound,146 como se recoge en un texto al margen y en parte tachado del manuscrito que venimos citando. Encontro particularmente en el extremo del trazo de Balda Naturales de un aspecto despejado, resuelto, y al parecer mui aguerridos, segun indica lo bien lo bien provistos que estaban de armas. A todos procuro nuestro oficial, ganarselos con el buen trato, yâ que no podia contentarlos con regalos, ni condescender con ellos en no proceder à examinar mui de cerca: toda la orilla de las tierra firme, indicandoles que no intentaba hacerles mal ninguno, y que solo iba à ver aquellas tierras, volviendose prontamente à las embarcaciones grandes, que les esperaban para alejarse de aquellas costas.147
Siempre en territorio kwakwaka’wakw, los hombres de Vernaci se habrían encontrado, en el «extremo del trazo», en el fondo del inlet, con representantes de otra división lingüística, los kwakwaka’wakw de Gilfford Island, y más concretamente con el grupo kwiksootainuk. En la cabeza del Thompson Sound se encontraba Watu, un antiguo poblado, en cuyas cercanías estaba Kakweken, aparentemente otro antiguo poblado perteneciente al grupo dlidliget.148 La lancha de los españoles tuvo también que pasar ante un importante poblado, Kyimla,149 señalado por Rohner como un poblado tradicional de los kwiksootainuk.150 Como ocurría en el canal de Salamanca, la percepción de los españoles en relación con los nativos se refiere de nuevo a su belicosidad, pero también encontramos menciones a la abundancia de pesca y al comercio, siendo manifiesto el desagrado de los nativos al haber terminado los españoles los objetos para cambio. William H. Broughton, el comandante del Chatham, la segunda nave de la expedición de Vancouver, a ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 145 146 147 148
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 228-229.
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Galois, R. (1994): 132. Kendrick, J. (1991): 240. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): ff. 229v y 231. Galois, R. (1994): 118 y 124; Rohner, R. (1967): 33. Galois, R. (1994): 122. Rohner, R. (1967): 33-35.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
bordo de una lancha, había alcanzado también el fondo del Knight Inlet algunos días antes, donde había visitado un poblado a algunas millas de distancia del extremo del inlet.151 Este hecho refuerza la desilusión y el enfado de los nativos ante la ausencia de objetos de comercio por parte de los españoles. El dibujo se centra sobre todo en lo espectacular del paisaje, con los nativos someramente esbozados en las canoas, con lo que no permite un análisis etnográfico más detenido. El día 8 de agosto zarparon las goletas del fondeadero del Insulto, con rumbo oeste siguiendo el estrecho de Johnstone. El día 9, habiendo entrado en el estrecho de Broughton, entre la isla Cormoran y la isla de Vancouver, pasaron por la mañana por el puerto de Bauzá —Beaver Cove— y llegaron a la ranchería de Sisiaquis, quien subió a bordo y les indicó que Nootka quedaba al sureste, pero que rodeando por el mar llegarían «prontamente». Sisiaquis pidió a los españoles «que pasáramos por sus rancherías, donde podriamos dormir que el nos regalaría, y sus mugeres nos servirian, como hacian con otros viajeros, que por las señas que daban eran los Ingleses comerciantes, y armadores que les pagaban con gran cantidad de cobre este agasajo».152 La descripción que encontramos en los manuscritos de la ranchería de Sisiakis podría aplicarse al dibujo de otra ranchería que nos deja Cardero. Como es perfectamente posible que Cardero compusiera un dibujo con partes de otros, transcribimos el texto del documento que nos da la más viva descripción de esta ranchería: Vimos luego una magnifica Rancheria en anfiteatro sobre una colina, rodeada de un gracioso prado, e immediata à un riachuelo: eran muchas las casas que la componian formando calles, y presentando a la mar una agradable vista; por estar todas pintadas de varios colores, y con dibuxos, nada diformes: era la mejor que habiamos encontrado despues de la de Tetacús. En esta tribu populosa, que según pudimos comprehender es la de los Nuchimases, se manifiesta el luxo que ha producido el mucho comercio, que tiene con las Naciones Europeas, y la de Nutca. Aqui doblaron nuestros Indios sus ofertas à los Comandantes para que parasemos; y asi que se cercioraron de que no determinabamos perder camino se fueron à su rancheria y volvieron immediatamente en numero al menos de 50 en diversas canoas, para cambiar pieles de Nutria, y unas mantas texidas de corteza de arbol, y Yierba, con labor de colores en forma de cenefa mui cimetrica y de buen gusto; de las que se tomó una para el Real Gabinete. 153
El texto se refiere a Cheslakees, en la desembocadura del río Nimpkish, que era un gran poblado en esas fechas, con 34 casas y una población estimada entre 200 y 900 perso-
nas. Era un lugar de comercio tradicional para los barcos ingleses.154 La descripción se ajusta a la perfección al dibujo de John Sykes que se encuentra en el diario de Vancouver.155 Los oficiales rechazaron la invitación a entrar en el poblado de Cheslakees y al atardecer del día 9 de agosto, las goletas se encontraron con el bergantín Venus, al mando del capitán Enrique Sephard. Sephard venía de Nootka y de Núñez Gaona e informó de la muerte del piloto Antonio Serantes a manos de los nativos en dicho puerto, personaje del que ya hemos hablado. Las tres naves fondearon frente a las rancherías de Quacós y Majoá.156 De una y otra ranchería salieron numerosos indios y se emtabló un vivo comercio.
Klickseewy, poblado kwakiutl (lámina 76) Aunque en algún caso y tal vez por la semejanza del nombre se ha identificado este dibujo con el poblado principal de Maquinna, en la entrada de Nootka, su ubicación se encuentra en el norte de la isla de Vancouver, en la orilla oriental de la desembocadura del río Cluxewe, en la salida del estrecho de Broughton, frente a la punta occidental de la isla Malcolm. Las identificaciones de las rancherías que mencionan los españoles plantean alguna dificultad, ya que ellos las denominaban casi siempre por los nombres de sus jefes. Quacós, en la orilla occidental del río Cluxewe, parece tratarse de Suquash, un antiguo poblado walas kwakiutl localizado una milla al oste del río. Maguaa, Majoá, se puede identificar con Klickseewy, un poblado kwakiutl en la orilla oriental del río.157 La descripción del poblado que encontramos en los documentos es muy breve; valga como muestra: ... ya empezado à anochecer fondeamos los tres buques entre la gran ranchería de Quakos, y la de Majoa: llenas de pinturas, y tallas las fachadas de sus chozas que se presentaban vastante espaciosas: de una y otra acudieron a bordo muchas canoas, y en una el Tais Majoa que se anunció regalando una piel a cada uno de los Comandantes de los buques: traian una cantidad de otras varias muy buenas de las que se cambiaron algunas, mas por condescender à sus implorantes instancias, que por la ventaja, que proporcionaba el hacerse de un genero, que en los Presidios de California es mucho mas barato», al final les cuesta una plancha de cobre de catorce libras por «una piel buena y otra mediana.158 ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 154
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Galois, R. (1994): 410. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 85v-86. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(2): f. 233v.
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Vancouver, G. (1984): 627; Galois, R. (1994): 317. Véase Vancouver, G. (1984): entre pp. 628-629. Suquash y Klickseewy, en la desembocadura del río Cluxewe. Galois, R. (1994): 210-211 y 221. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 86v-87.
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
Lámina 76. Vista de la Gran Rancheria de Maguaa. 159
Esto nos hace pensar, como mencionábamos antes, que en la realización del dibujo definitivo es perfectamente posible que Cardero mezclase apuntes del poblado namgis Cheslakees y de los poblados kwakiutl Suquash y Klickseewy. En cualquier caso, el dibujo es un buen documento etnográfico de un antiguo poblado kwakwaka’wakw, independientemente de que no sea la reproducción exacta de uno en concreto. Es la representación del poblado, aunque en el fondo del dibujo, lo que nos parece más substancial. El dibujo parece hacer referencia a la escena descrita, la gran «ranchería», las goletas a ambos lados en un plano central y muchas canoas de nativos que acuden a comerciar. Precisamente Cardero dibuja cuidadosamente una canoa en primer plano. Su estilo, como el de las demás, es ya más sep––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 159
Museo de América (Colección Bauzá, tomo I-37). N.º de Inventario 02280. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 204 y fig. 648. Se reproduce en Cutter, D. (1971): s. p. En Vaughan et al. (1977): 51 y n.º 38. En Pino, F. (1982): lám. XI. En La Expedición Malaspina (1984): 105 y n.º 275. En The Totem Shore (1986): 88. En La Spedizione Malaspina (1987): 113 y n.º 243. En El Ojo del Tótem (1988): 93). En Peset, J. L. (1989: fig. 59, se ubica en el «Estrecho de Juan de Fuca». En Higueras, D. (1991): 128129. En Kendrick, J. (1991): 175. En Palau, M. y Orozco, A. (1994): 43. En Orozco et al. 1996: 163. En Palau, Tovell et al. 1998: 92 y 217, como «Las goletas Sutil y Mexicana en el Estrecho de Fuca». En Palau et al. (1998): 132133. En Bustamante, J. (1999): 256, sin pie y como un dibujo decorativo al final de un capítulo.
tentrional,160 con la peculiar alzada de la popa. En ella se encuentran cuatro remeros, dos vestidos con una piel y el pelo recogido en la parte superior de la cabeza, al estilo de Puerto Mulgrave, y dos desnudos, uno de ellos con un sombrero también de estilo septentrional. En popa, solemnemente sentado, envuelto en una piel y con perilla, el que aparenta ser un jefe. Muchas otras canoas aparecen repartidas por el escenario, algunas en las proximidades de las goletas y en una de ellas parece desplegarse una piel, como se menciona en el texto. Sin embargo, y a pesar de que se trate de una elaboración posterior, el mayor interés etnográfico del dibujo radica en la representación del poblado. Es obviamente un gran poblado y aunque no resulta fácil contar el número de casas pasan con toda seguridad de veinte. El modelo de asentamiento, en línea, con la fachada a una playa de fácil acceso y de espaldas al bosque, es el característico de toda el área. El tipo de casa y los diseños que aparecen en algunas fachadas recuerdan el dibujo de Sykes de la expedición de Vancouver ya mencionado, aunque el del inglés es más detallado en relación con los diseños. La diferencia más llamativa es precisamente el modelo de asentamiento, en línea frente a ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 160
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Véase Stewart, H. (1984): 52.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
una playa abierta como ya hemos mencionado, y en terrazas en el caso de Cheslakees. Las casas tradicionales wakashan, el gran tronco lingüístico al que pertenecen los kwakwaka’wakw, tenían una fuerte estructura de nueve postes colocados en tres filas de tres; los postes exteriores soportaban las vigas laterales de los aleros y los centrales la viga cumbrera central. Como esta viga era de mayor diámetro que las otras dos, el tejado tenía una ligera forma de gablete. Las paredes de la casa, separadas de la estructura base, se hacían de tablones colgados horizontalmente entre pares de postes verticales colocados a intervalos a lo largo de la estructura exterior. Los tablones de las paredes podían tener una anchura de 1,5 m y una longitud de 1,8 m, mientras que los que se usaban para configurar los tejados podían tener hasta 5,5 m de longitud y una anchura variable. El tamaño medio de una de esas casas estaba entre los 11 m y los 12,2 m de anchura y una longitud que iba desde los 12,2 m hasta los 45,7 m.161 Esta descripción puede ajustarse a la representación de Cardero, aunque lo más llamativo en este caso son las fachadas, pintadas en algunos casos con diseños que ocupan todo el frente de las viviendas. No podemos confiar totalmente en el tipo de diseño que nos presenta Cardero, sino simplemente en el hecho de la pintura en la fachada. Aunque en el dibujo vemos diseños semejantes, las pinturas de las fachadas, generalmente utilizando los colores negro y rojo, tenían siempre un carácter emblemático y mostraban visualmente y a gran tamaño el emblema del linaje que poseía y habitaba la vivienda.162 Lo interesante del dibujo es que muestra en fechas muy tempranas la existencia de una tradición que se desarrollaría espectacularmente años más tarde.163 La parada entre las rancherías de Quacós y Majoa significó también algún incidente con los nativos que pudo terminar de mala manera. Solamente un jefe que «estaba en la camara» pudo poner fin a la confrontación entre un marinero y un nativo. A partir de ese momento «debimos estar con sumo estu-dio en manifestarles agrado, sin darles confianza y en cuidar no se agolpasen muchos dentro del buque, ni estorvarselo con recelo».164 Por ello y para evitar más conflictos, en la madrugada del 10 de agosto las goletas prosiguieron su camino. Con tiempo muy cerrado y mucha lluvia, siguieron la costa hasta arribar al actual Beaver Harbour. Al amanecer del día 11 decidieron
buscar un mejor fondeadero, entraron en el Puerto de Güemez —Hardy Bay— y echaron el ancla en Bear Cove, donde el mal tiempo y la necesidad de reponerse les retuvo allí varios días, en un lugar donde además podían disfrutar de abundante y variada pesca. Encontrándose en el Puerto de Güemez recibieron salmones de los nativos y les visitaron ocho nativos en cuatro canoas «con un aire mas estupido que los de las rancherias de Sisiakis, Majoa y del Insulto», pero los españoles claramente comprendieron que eran «Nuchimases y pertenecientes à Majoa».165 El 22 de agosto, Alcalá Galiano salió con la lancha a reconocer el canal de las Goletas, como hoy todavía se llama. En esa «escursión» divisó una «ranchería de Indios sobre Punta Sutil». De dicha ranchería salieron dos canoas que se dirigieron al lugar del fondeadero de las goletas. Los nativos mostraron en todo momento un trato amistoso y mucha curiosidad a la vista de los instrumentos y de las observaciones que estaban realizando los españoles.166 La ranchería sería el asentamiento, en parte poblado, en parte fortificación, de Nawitty, del grupo tlatlasikwala de los nahwitti. Este poblado tendría posteriormente un largo historial de ataques por parte de la marina inglesa.167
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Stewart, H. (1984): 65-67. Holm, B. (1990): 611; Malin, E. (1999): 88. Pueden verse una serie de esos espectaculares diseños en Malin, E. (1999). Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 87-87v.
A la salida de punta se presentaron unas seis canoas con 34 Indios mas fornidos, y robustos que todos los que habiamos visto anteriormente y de regulares facciones, eran de la ranchería de Punta Sutil y los convidabamos con señas à venir à bordo pero no quisieron arrimarse por mas que nos esforzamos por atraherlos. 168
Los días 23 y 24 de agosto, tras varias vicisitudes teniendo incluso las goletas que recurrir a los remos, lograron recorrer el canal que lleva su nombre y el 25 de agosto la goleta Sutil encontró un excelente fondeadero, el que llamaron puerto Valdés, hoy Bull Harbour, al suroeste de la isla Hope. La expedición se encontraba ya con la salida del océano a la vista. El día 26 ambas goletas zarparon de Puerto Valdés tratando de doblar el cabo Scott, pero los vientos contrarios eran tan fuertes que a las 14:00 horas tuvieron que regresar a puerto, donde permanecieron hasta el día 30. Si efectivamente se trata de un indio de la «Salida de las Goletas», como se indica en el pie, debe ser en Bull Harbour donde Cardero tomó los apuntes del último dibujo del que disponemos para la expedición de Alcalá Galiano y Valdés:
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Ibidem: f. 89v. Ibidem: f. 90. Galois, R. (1994): 298-299. Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): f. 92.
LA EXPEDICIÓN DE DIONISIO ALCALÁ GALIANO Y CAYETANO VALDÉS
El 27 cedió el viento; pero continuo la lluvia y cerrazon; vinieron dos canoas de Indios cargados de lenguado de extraordinaria magnitud, se pesó uno de los dos mayores, y se halló tenia 21 ½ libras [aprox. 97 kg]: no se notó en su trato diferencia alguna de los demas que habiamos tratado: se fueron luego que se acabaron los cambios saliendo del puerto para la canal.170
Lámina 77. Yndio de la Costa N.O. en la Salida de las Goletas.169
Nativo tlatlasikwala (lámina 77) El puerto de Valdés, hoy Bull Harbour, se encuentra en la isla Hope, la cual se localiza en el extremo noroeste de la isla de Vancouver, abocada ya al océano, por lo tanto, y en la entrada oriental del canal de las Goletas. El puerto se encuentra en el suroeste de la isla y allí se encontraba también, a finales del siglo XVIII, la fortaleza nativa de Xwadzaxsdi’, perteneciente a la tribu tlatlasikwala. Los españoles continuaban por consiguiente en pleno territorio kwakwaka’wakw y las evidencias de la belicosidad y complejidad cultural eran continuas. Sin embargo, la única mención que encontramos a algún encuentro con nativos durante los días de parada forzosa en la isla Hope son muy escuetas: ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 169
Museo de América (Colección Bauzá, tomo II-56). N.º de Inventario 02282. Para las características del dibujo, Sotos, C. (1982 II): 208 y fig. 659. Se reproduce en Guillén y Tato, J. (1958): n.º 156. En Cook, W. (1973): s. p. y n.º 56, como «Un bravo kwakiutl del estrecho Queen Charlotte». En Vaughan et al. (1977): 53 y fig. 42. En Palau, M. (1980): 168 y n.º 78. En The Totem Shore (1986): 170. En Cerezo, R. (1987): 88. En El Ojo del Tótem (1988): 66. En Higueras, D. (1991): 141. En Kendrick, J. (1991): 193. En Orozco et al. (1996): 148. En Palau, Tovell et al. (1998): 92. En Palau et al. (1998): 145. En Palau et al. (2006): 135.
No hay menciones a ninguna figura de un nativo o jefe particular, cuyo atavío fue ya descrito con detalle: con un tocado de armiño o de plumas con piezas colgantes a los lados. Lleva la cara pintada con ocre mezclado con aceite. De sus orejas cuelgan pendientes de concha, quizás de «concha de Monterrey» [haliotis]. Una piel de nutria cubre sus hombros, lleva un brazalete en el brazo, probablemente de cobre, y marcas pectorales.171 La tradición del comercio, constante a lo largo de toda la expedición, y tradicional en toda el área de la Costa Noroeste, continuaba. Los «lenguados» de gran tamaño eran evidentemente halibut (Hippoglosus stenolepis). Dada su situación geográfica, cada subdivisión kwakwaka’wakw tenía acceso a diferentes fuentes de recursos e incluso se explotaban los de una amplia área moviéndose en sus grandes canoas.172 Uno de esos recursos eran los halibut. Este gran pez plano, aunque no rastrero, es de la familia pleuronectidae, en el que la hembra puede alcanzar más de dos metros y medio de longitud y pesar más de 200 kg. Es una especie abundante a lo largo de la costa pacífica de Canadá, especialmente en primavera.173 La pesca de este particular pez implicaba para los nativos una tecnología muy especial, con anzuelos elaborados, pesas de madera y mazas.174 Si volvemos al dibujo, tal vez lo más novedoso que podemos ver en esta figura, y que no aparece en los anteriores «retratos» de la expedición, sean las pinturas faciales y corporales: una ancha banda, tal vez de ocre rojo, se extiende en la parte central del rostro, desde los ojos hasta la parte inferior de la nariz, con otras tres rayas paralelas en la frente y cuatro bandas horizontales más en el pecho. Tras la permanencia en Puerto Valdés a la espera de que las condiciones del tiempo mejorasen, el día 30 de agosto zarparon las goletas y consiguieron doblar el cabo Scott. Al anochecer se encontraban ya a la altura de la península de Brooks. Al amanecer del 31 de agosto y tras haber logrado circunnavegar la isla de Vancouver, las goletas se encontraban por fin en la entrada de Nootka, pero no consiguieron fon––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 170 171 172 173 174
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Alcalá Galiano, D. (1792), ms. 143, doc. 1(1): ff. 93-93v. Vaughan et al. (1977): 53. Codere, H. (1990): 364-365. Clemens, W. A. y Wilby, G. V. (1967): 184-185. Véase Stewart, H. (1977): 46-63.
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dear hasta el mediodía. Allí se encontraron con las naves de Vancouver que habían arribado tres días antes. El 2 de septiembre las goletas salieron de Nootka rumbo a México, y tras una parada de casi un mes en Monterrey,
entre el 23 de septiembre y el 25 de octubre, para restablecer la salud y hacer las reparaciones necesarias en las naves, la Sutil y la Mexicana arribaron a San Blas el 23 de noviembre, poniendo fin a la expedición.
Mapa 11. Ruta de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés entre los días 8 y 31 de agosto de 1792.
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EPÍLOGO
D
esde el puerto de San Blas, adonde habían arribado las goletas Sutil y Mexicana el 23 de noviembre de 1792, José Cardero pasó a la ciudad de México, adonde llegó el 11 de febrero de 1793, como ya mencionamos al principio. Puede suponerse que en esa estancia en México, entre los primeros días de febrero de 1793 y agosto del mismo año, cuando ya se encontraba en España, es cuando debió de terminar los dibujos de la expedición, para lo que al parecer se le adscribió a la Academia de San Carlos.1 Por todo lo que hemos ido mencionando parece más que probable que lo que tenía Cardero para trabajar en México eran apuntes, bocetos, bosquejos, sobre los que luego debió de elaborar las láminas que ahora conocemos. Tomás de Suria se encontraba ya en México desde hacía tiempo. Recordemos que la Descubierta había arribado a Acapulco el 18 de octubre de 1791 y que Suria marchó a México y se reincorporó a su anterior destino, la Academia de San Carlos, el 18 de noviembre. Allí, y como ya también hemos mencionado, durante ocho meses siguió trabajando en los dibujos, para lo que recibió ayuda de José Guío, recuperado de su enfermedad, y de dos colegas de dicha academia.2 Fue en México también donde los apuntes de unos dibujantes seguramente fueron retocados y terminados por otros pintores. El 1 de febrero del mismo año de 1793, Juan Francisco de la Bodega y Quadra había arribado al puerto de San Blas en el bergantín Activo. Es bastante probable que con Bodega llegasen también José Mariano Moziño y el pintor Atanasio Echevarría y Godoy, miembro de la Academia de San Carlos, asignado al naturalista José Maldonado, que a su vez había
asesorado a José Mariano Moziño, en materias de historia natural. Los dibujos que realizó Echevarría en Nootka, más de 20, debieron de ser solamente apuntes y bocetos de los que tendría la intención de terminarlos más tarde. Pero en cuanto regresó a México fue asignado a la expedición botánica al sur de la capital.3 Los bocetos preliminares de Echevarría se dejaron a los miembros de la Academia de San Carlos y José Cardero y Tomás de Suria fueron llamados a colaborar en este trabajo. Es por ello por lo que nos encontramos con la aparente contradición de encontrar láminas firmadas por ambos pintores que representan escenas que no pudieron ser contempladas por ellos, como ya hemos mencionado. Recordemos la lámina que ilustra la ceremonia de la menarquia y proclamación de la hija de Maquinna, firmada por Cardero, o «La pesca de la sardina», firmada por Suria, que hemos comentado en su momento. En este sentido puede ser interesante mencionar los dibujos, muy conocidos y reproducidos, de la «Vista interior de la casa de Macuina...». Uno de ellos, el firmado por «Vasques», que se encuentra en el mismo manuscrito 146 catalogado con el n.º 27.4 El otro, tan parecido que es casi imposible distinguirlos, se encuentra en el manuscrito 11 del MAE, firmado por Gabriel Gil. José María Vásquez y Gabriel Gil eran pintores de la Academia de San Carlos de México y no estuvieron nunca en Nootka. Podemos suponer que los dibujos se hicieron sobre algún apunte de Echevarría y que se representa en ellos la visita de Bodega y Vancouver a la casa de Maquinna en Tahsis para cumplimentar a su hija, recién proclamada heredera, como ya se narró anteriormente. Pero una mirada sobre ambos di-
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Cutter, D. (1963): 155. Ibidem: 153. Cutter, D. y Palau, M. (1977): 23-24.
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Ibidem: 156. Palau, M. y Sprätz, P. (1998): 201 y 210.
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Lámina 78. Vista interior de la casa de Macuina...
bujos hace que en seguida tengamos una sensación de clara irrealidad, algo «chirría». Se supone que la joven nativa dibujada a la izquierda sería la princesa Istocotitlemoc. Lo malo es que su indolente postura, recostada a la occidental, con las piernas cruzadas y mostrando muslo, es algo que jamás hubiera representado alguien que hubiera estado entre los nativos. Por otro lado, el «coro» de nativos, dibujado a la derecha como acompañantes de la danza del jefe, parecen por sus vestidos —unas cortas túnicas adornadas con diseños geométricos— y sus máscaras los componentes de un grupo pseudofolklórico pseudoazteca, y empleo a propósito la redundancia. Tendemos a suponer que los pintores de San Carlos, encargados de terminar los bocetos de Echevarría, tomaron como modelo los ya conocidos en esas fechas dibujos del interior de la casa de Maquinna de John Webber, el dibujante de James Cook, ya que la estructura interior de dicha casa (el mascarón del soporte de las vigas, las plataformas que sirven asiento, en fin, la disposición general de ese interior) es casi la misma que puede verse en los dibujos de Webber. Los pintores colocaron en ese interior unas figuras distintas, to-
madas de los apuntes que les entregaron, y lo hicieron con un absoluto desconocimiento de la ceremonia que se supone se estaba representando. Esta disgregación sobre unos dibujos y unos pintores que no pertenecieron a la expedición Malaspina la hemos hecho para reafirmar lo que ya se mencionó en la introducción de este trabajo. Excepto en algunos casos y solamente en lo referente a Tomás de Suria, la mayor parte de los dibujos contemplados hoy pasaron por dos y hasta más manos, con lo que lo que tenemos ante los ojos ha ido sufriendo una serie de distorsiones que hace que su valor como documento etnográfico sea relativo. Hay además intervenciones más tardías sobre los dibujos ya en Madrid y una vez terminada la expedición. En este sentido destaca Fernando Brambila, tal vez el pintor más reconocido desde el punto de vista de la historia del arte. Sería en Madrid donde Brambila elaboraría su pintura de la «Pira y Sepulcros de la familia del actual Ankau» de Puerto Mulgrave, semejante al firmado por Cardero que hemos comentado, pero que presenta una perspectiva distinta. Y podemos recordar con este ejemplo que los apuntes originales, según
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todos los diarios —y según él mismo—, los realizó Tomás de Suria; el dibujo posterior lo terminaría José Cardero, en México, y además existe una tercera versión de Brambila realizada en Madrid... Otra pintura de Brambila, que hemos comentado, es la «Vista de una Galería Natural...», las Malaspina Galeries de la isla Gabriola, realizada, también en Madrid, a la vista de un apunte de Cardero. En este caso y dado que conocemos el lugar personalmente, hay que reconocer que sorprende la semejanza del dibujo con el original teniendo en cuenta las manos por las que ha pasado, pero estamos ante un llamativo accidente geológico, no ante una escena ceremonial de nativos. De Brambila es también una «Vista del establecimiento y puerto de Nootka», tal como se encontraba en 1792, en la que es evidente introduce la corbeta Atrevida cuasi calcada de un dibujo de Suria. Hay también versiones de Fernando Brambila, con añadidos del autor, de dibujos de Cardero, como el del encuentro de Secundino Salamanca con nativos en el brazo al que los españoles dieron su nombre. Brambila aproxima a un primer plano un fragmento de tierra firme a la derecha y ensombrece el bosque, dando mayor protagonismo a los nativos «acechantes». Introduce también algunas canoas más y, en general, añade a esta lámina mayor dramatismo que el que se encuentra en el dibujo de Cardero. A otro importante elemento natural, un glaciar en este caso, se refiere también la intervención de otro pintor que, junto con Brambila, se incorporó en México a la expedición, tras la campaña de la Costa Noroste, el italiano Juan Ravenet, que realizó la «Vista del Puerto del Desengaño».5 El propio Malaspina escribía la satisfacción que le produjo la incorporación de esos pintores: «La Hunion de los Sres. Ravenet y Brambila Pintores agregados a la Expedicion, dara lugar a que se represente esta pintura con aquellos colores, à que no puede alcanzar una descripcion de mano sumamente debil».6 La lectura de estas palabras de Malaspina nos produce la sensación de que el comandante buscaba que se realizasen pinturas bonitas antes que reales. Pero a pesar de todas las reticencias que hemos manifestado, debemos concluir afirmando que los dibujos de los pintores de la expedición Malaspina tienen un indudable valor, desde el punto de vista de la etnohistoria como es nuestro caso, pero siempre y cuando se consideren conjuntamente con los textos y se sea consciente de lo que se está contemplando. Podemos, por lo tanto, terminar mencionando, a modo de recapitulación, aquellos aspectos de la cultura tradicional ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 5
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Sobre los pintores Brambila y Ravenet remitimos de nuevo al lector a Sotos, C. (1982 I). Malaspina, A. (1791): f. 142v.
de los nativos de la Costa Noroeste que encontramos ilustrados y representados en los dibujos que hemos tenido ocasión de comentar. La tecnología, la cultura material, es tal vez el aspecto que destaca en primer lugar, aunque debe ser manejado con ciertas reservas. Todos los temas referentes al atuendo tradicional se encuentran representados, aunque luego volveremos sobre ellos, ya que también tienen que ver con distintivos de rango y por lo tanto con diferencias sociales. La ropa, de piel sobre todo en el norte, en la bahía de Yakutat, y de fibras de corteza y hebras de lana en la entrada de Nootka y en latitudes más meridionales, entre los pueblos de lengua salish y kwakwala, aparece siempre dibujada con bastante exactitud, probablemente por tratarse del elemento visual que produce un primer impacto a ojos de cualquier observador ajeno. Tenemos así ante nuestro ojos: mantos atados sobre el pecho, vestidos semejantes a túnicas, generalmente para las mujeres, lo mismo que las esclavinas y, en contadas ocasiones, los taparrabos masculinos. Unido siempre a los dibujos de mujeres y representado en algún caso con mucho detalle, se encuentra el característico portabebés, objeto que debió llamar sin duda la atención a los pintores y que como mencionamos es característico de todos los pueblos tradicionales de América del Norte. Es evidente que llamaron mucho la atención los sombreros cónicos de cestería, elementos necesarios en cualquier ambiente lluvioso, dibujados con detenimiento y que cuando se trata de objetos de prestigio, el detalle se cuida aún más. Además de los sombreros, la manera en la que se disponen el cabello y los peinados se reproduce también cuidadosamente. En este apartado, son los sombreros que dibuja Cardero en el curso de la expedición de Alcalá Galiano y Valdés de salish y kwakwaka’wakw los que habría que considerar con más reservas. Los medios de transporte, los kayak en el norte y las canoas realizadas a partir de un tronco ahuecado se representan constantemente y con bastante exactitud. Fueron los primeros dibujos comentados, ya que fueron los primeros objetos de los nativos que los expedicionarios tuvieron ocasión de contemplar. Esa coexistencia llamativa en el norte de ambos tipos de embarcaciones y los diferentes estilos de canoas que existían a lo largo de la Costa Noroeste, en función de su utilidad —transporte, pesca, guerra— y de su procedencia étnica, se encuentran bien documentados. Los instrumentos para la obtención de recursos no se encuentran representados de una manera llamativa, aunque sí hay dibujos precisos de aquellos instrumentos que llamaron más la atención. Es el caso del peculiar rastrillo de arenques que aparece, tanto de modo individualizado en las manos de
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un nativo de la entrada de la Nootka, como ya en las canoas en los rápidos Arran, e incluso en plena actividad, más o menos realísticamente representada por Suria. De igual modo podemos recordar los peculiares arpones dibujados por Cardero, en algunas canoas en el curso de la expedición de la circunvalación de la isla de Vancouver. Las armas parece que fueron objeto de mayor atención, sobre todo en la bahía de Yakutat. El conocido y reproducido dibujo del Cuaderno de Suria del jefe yakutat tlingit permite apreciar la colocación sobre el cuerpo de la tradicional armadura de tlabillas, así como la del llamativo morrión sobre la babera. Vemos también la posición en la que se colocaba el tradicional arco corto de dura madera. La daga que llevaban todos los guerreros tlingit aparece también representada con toda claridad. Las viviendas y los poblados no se dibujaron de un modo minucioso, pero los escasos dibujos de los mismos permiten hacernos una idea tanto de los asentamientos temporales, en la bahía de Yakutat, como de los grandes poblados de invierno, con las grandes casas de linaje con las fachadas decoradas con el emblema de los propietarios, entre los kwakiutl. Del mismo modo las estructuras internas de esas grandes casas de linaje se dibujaron también con detenimiento. Mención especial merece algún dibujo de un poblado de invierno con las estructuras de las viviendas al descubierto, de un modo individualizado en algún caso, o en la representación del conjunto de un poblado, aunque no se encuentre en el lugar en el que debía hallarse. Un comentario semejante merece el dibujo de un poblado fortificado con la tradicional empalizada de madera, evidencia visual de un hecho común tradicional en el área desde antiguo: la guerra. La percepción de que los visitantes se encontraban ante sociedades estratificadas, y que se recoge claramente en los textos como hemos mencionado repetidas veces, aparece también reflejada en los diversos dibujos. En primer lugar porque los artistas no solamente representan sino que incluso ratifican al pie que están pintando a nobles, a plebeyos y, probablemente aunque no se explicite tan claramente, a esclavos. Y no solamente es que rotulen así los dibujos, es que en ellos reproducen fielmente y con detalle los peculiares distintivos de rango que de un modo general solemos denominar adornos. Es el caso de los sombreros pintados de la bahía de Yakutat; los vemos no solamente colocados en la cabeza de algún jefe, sino incluso dibujados aislada y particularmente, en este caso un sombrero ceremonial con el peculiar remate de anillos de cestería. O el de los sombreros de los jefes balleneros de la entrada de Nootka y de la bahía Neah, probablemente el objeto reproducido con más detalle hasta el
punto de que casi pueden identificarse con ejemplares concretos de museos. O los llamativos tocados que dibuja Cardero entre los salish y kwakwaka’wakw, tal vez con algunos detalles añadidos por su cuenta. Las orejas perforadas se muestran con diversos tipos de colgantes; las narices, perforadas con diferentes adornos nasales y probablemente el adorno que más les llamó la atención, el bezote o plato labial de las mujeres de la bahía de Yakutat, continuamente dibujado en las representaciones femeninas y que incluso mereció un estudio aparte por parte de Suria. En las composiciones escénicas la situación de determinados personajes y su atuendo revelan también esa percepción de la desigualdad. En casi todas las canoas hemos tenido ocasión de contemplar, además de a los remeros, generalmente desnudos, a una hierática figura, generalmente envuelta en una piel, tocada con un sombrero y sentada en el centro de la embarcación: alguien digno de respeto. Debemos mencionar que, aunque se encuentran en los dibujos representaciones de ceremonias, como las danzas en la playa de Friendly Cove dibujadas por Suria, o la fiesta de la menarquia de la hija de Maquinna que acaba terminando Cardero, en ningún caso se trata de representaciones del potlatch. Esta institución de nombre no aborigen, ya que el término significa ‘dar’ y procede de la jerga chinook en el siglo XIX, implica siempre y necesariamente la representación escénica por parte de los nobles de los mitos y privilegios familiares que legitimaban —y legitiman— las diferencias sociales y que culminaba —y culmina— con un reparto ceremonial de regalos.7 Tal vez la antropología académica se ha fijado con excesiva atención en el potlatch, olvidando la existencia de lo que existía en la época tradicional, realmente una serie de fiestas, fiestas de la nobleza, fiestas de la gente común, que refrendaban el ciclo económico a lo largo del año, y que legitimaban y acentuaban las diferencias sociales, siendo necesarias para que un jefe de importancia fuera reconocido como tal. Lo que vemos en los dibujos son: por un lado, la aceptación de un modo ceremonial de un valioso regalo, una vela, y la celebración de un festejo por parte de los súbditos del jefe que la recibe: danzas y cantos, celebrando el acontecimiento. Por otro, y como ya mencionamos, la presentación oficial de ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– 7
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Recordemos que Alcalá y Galiano sí refiere un potlatch propiamente dicho realizado por el jefe Quiocomasia, véase de nuevo Alcalá Galiano, D. (1793): ff. 22-23. Pero a título de curiosidad, el lector puede encontrar la magnífica, extensa y primera descripción de un potlatch tsimshian en Caamaño, J. (1792): ff. 47v-49, potlatch en la que el oficial intercambió su nombre cermonialmente con el del jefe Jammisit. Una descripción somera de lo que era y es un potlatch puede verse en Sánchez Montañés, E. (2009).
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la heredera del jefe Maquinna dio lugar también, y aún más acusadamente en este caso, a una fiesta de los súbditos, presidida por su jefes, con la especial asistencia de los oficiales españoles invitados. Temas de más difícil comprensión e interpretación, como el ámbito ideológico, el de las creencias y su reflejo en el arte, se han visto también representados. Es el caso de los complejos monumentos funerarios del entorno de la bahía de Yakutat, donde los emblemas de los linajes dominantes aparecen reflejados con la monumentalidad apropiada. Son la mejor muestra de que el peculiar y llamativo arte emblemático de la región septentrional de la Costa Noroeste y que se ha mantenido hasta hoy, e incluso se ha extendido a todo lo largo del área, ya se encontraba vigente y desarrollado antes del contacto con el mundo occidental. Aunque también es evidente que el florecimiento artístico del área acontecería en fechas posteriores, ya en el siglo XIX, y ayudado por la introducción de las herramientas de hierro, si bien esa explicación resulta demasiado simplista y la profundización en el tema desborda las perspectivas de este libro.
Como colofón, debemos recordar que, además de los artistas de la campaña de la Costa Noroeste de la expedición Malaspina y el de la expedición de límites de Bodega y Quadra, existen otras expediciones, no españolas, que también contaron con la presencia de dibujantes y por lo tanto con un valor añadido para el estudio de los textos de esas expediciones desde la perspectiva de la etnohistoria. Expediciones inglesas, rusas, francesas a la Costa Noroeste contaban también con la presencia de pintores y dibujantes que dejaron un variado, a veces curioso, otras sorprendente, muestrario de tipos y «costumbres» de los nativos. Esos dibujos se encuentran repartidos entre varias instituciones, archivos, museos, de diferentes países. Y es triste constatar cómo los diferentes países tienden a conocer, valorar y divulgar solamente lo que se encuentra en sus instituciones, ignorando en muchos casos lo que se encuentra en otros países; y cuando no se ignora, se minusvalora. Esperamos en el futuro continuar con trabajos de investigación de esta índole, pero en ese caso con dibujos de expediciones de otras nacionalidades.
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TOPÓNIMOS ESPAÑOLES MENCIONADOS Y SUS CORRESPONDENCIAS ACTUALES *
NOMBRE ESPAÑOL
NOMBRE ACTUAL
SITUACIÓN
NOMBRADO POR
Ali Ponzoni, ensenada de Alva o Alba, isla de Amigos, cala de los Ancau, estero o arroyo del Ancau, lagunas del Anclaje, surgidero del Angeles, pto. de N.ª S.ª de los Apodaca, isla de Apodaca, bocas de
sin nombre Dundas Island Friendly Cove Ankau Creek Ankau Lagoons Meir Point Port Angeles Bowen Island desde McLean Arm hasta Moira Sound Fin Island Punta Arboleda Cape Hichinbrook
N Cordero Ch., E Frederick Arm, BC O Portland Canal SE Nootka I., BC Monti Bay, Yakutat Bay, AK Phipps Peninsula, SE Yakutat Bay, AK medio E Galiano Island, BC SO Fuca Strait, WA Howe Sound, BC SE Prince of Wales I., AK
Galiano 1792 Caamaño -1792 James Cook 1778 Malaspina 1791 Malaspina 1791 Galiano 1792 Eliza 1791 Narváez 1791 Caamaño 1792
Araoz, isla de Arboleda, punta de la Arcadio o Español, cabo Aristizabal, isla de Asunción, bahía de la, o entrada de Heceta Asunción, puerto de la Bagial-Bajial-Bayeal, puerto Bala, puerto de Balda, brazo de Baldinat o Baldonat, canal de Barrientos, punta Bauzá, puerto de Baylio Bazán, puerto del Bazán, puerto de Bering, bahía de Bernaci (véase Vernaci) Billalva, ensenada de Bodega, boca de Bodega y Quadra, puerto de Bodega, punta de Bonilla, punta de Boyse-Boiset, punta de Brok, puerto Bucareli, bahía, entrada o puerto de
entre Farrant + Gil Islands, S Pitt I., BC Caamaño 1792 NO Suemez Island Arteaga 1779 SO Hinchinbrook I., AK Arteaga 1779, Fidalgo 1790, Malaspina 1791 S Caamaño Sound Caamaño 1792 estuario del Columbia River Heceta 1775
Aristizabal Island Columbia River Port Asumcion Port Bagial (N) Deer Point Thompson Sound O Tribune Channel + Bond Sound Point Manby Beaver Cove + Telegraph Cove Port Bazan Port Bazan Dry Bay
NE Baker Island Caños Trocadero, Bucarelli Bay extremo SE Banks Island, BC N Knight Inlet, BC N Knight Inlet, BC
Arteaga 1779 Arteaga 1779 Caamaño 1792 Galiano 1792 Galiano 1792
O Yakutat Bay North Vancouver Island, BC SO Dall I., AK SO Dall I., AK SE AK
Malaspina 1791 Galiano 1792 Caamaño 1792 Caamaño 1792 Tchirikov 1741
Freshwater Bay Sinaku Inlet Port Discovery Calamity Point Bonilla Point Cape Cook Brooks Bay Bucareli Bay
O Port Angeles, WA SE Alaska SE Fuca Strait N Vancouver city, BC N Port San Juan, Vancouver Island NO Vancouver Island NO Vancouver Island E Prince of Wales I.
Quimper, 1790 Caamaño 1792 Quimper 1790 Narváez 1791 Narváez 1789 Martínez 1789 Caamaño 1792 Bodega 1775
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Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Bucareli, rada de Buen Tiempo, monte, cabo Caamaño, boca o canal Caamaño, cabo Calamidad, isla de la Caldera, puerto de Canel, río Cardero, canal de Carmelo, bocas del Carmelo, monte del Carmen, canal N.ª S.ª del (Ensenada y Gran Boca de) Carmen, isla del Carrasco, puerto de Carrew, punta
Grenville Bay Mount (and Cape) Fairweather Admiralty Inlet extremo S. Cleveland Peninsula Banks Island Port Caldera Deep Creek Cordero Channel Howe Sound Mount Baker Clarence Strait
S Point Grenville, WA Heceta 1775 N Glacier Bay, AK James Cook 1778 N Puget Sound, WA Quimper 1790 N Behm Canal, SE AK Caamaño 1792 N Caamaño Sound, BC Caamaño 1792 O Trocadero Bay, O Prince of Wales I.,AK Arteaga 1779 E Pillar Point, WA Eliza 1791 N Strait of Georgia Galiano 1792 N Vancouver City Narváez 1791 NO Washington State Quimper 1790 E Prince of Wales Island Caamaño 1792
Kayak Island Barkley Sound Point Carrew
Cayuela, puerto de
Clayoquot Sound
S AK SO Vancouver I. NO Phipps Peninsula, SE Yakutat Bay, AK O Vancouver I., BC
Cepeda, punta de Cevallos, brazo de Cevallos, isla de Chacón, punta o cabo Chupador, cabo Claucuad, archipielago de
Point Roberts Zeballos Inlet Bartlett Islet Chacon Pt. Cape Suckling Clayoquot Sound
Clayoquot Sound
Clayoquot Sound
Comandantes, angostura de los Arran Rapids Compañía, isla de la Campania Island Córdova, puerto de Esquimalt Harbour Córdova y Córdova, puerto de Cordova Bay harbour Cortés, isla de West Redonda Island Cuesta, río de Elwha River Davila, punta de Ediz Hook Descanso, cala del Descanso Bay Descubierta, canal de la Johnstone Strait Desengaño, puerto o bahía del Disenchantment Bay Desolation Sound Desolation Sound Dolores, isla de los Destruction Island Dolores, puerto de los Port Dolores Dolores, puerto de Nª Sª de losMcLeod Bay Dos Puntas, cabo Eliza, rada de Elizabeth, cabo Engaño, cabo del Engaño, canal del Engaño, punta del Enriquez, isla de Entierros, paraje de los
Cape Two Point Pedder Bay Cape Elizabeth Cape Edgecumbe Phillips Arm S Sisters Is. Pitt Island Old Cemetery
Español, cabo Español, cabo
Cape Hichinbrook Cape St. Elias
Arteaga 1779 Quimper 1790 George Dixon 1787
Martínez-Narváez 1789 Point Roberts, WA Narváez 1791 N Esperanza Inlet, O Vancouver I., BC Malaspina 1791 NO Calm Channel, BC Galiano 1792 punta S Prince of Wales I., AK Caamaño 1792 S Alaska James Cook 1778 O Vancouver I., BC (nombre nativo, corrupción inglesa de Tla-oqui-aht) O Vancouver I., BC (nombre nativo, co rrupción inglesa de Tla-o-qui-aht) N Stuart I., BC Vernaci + Salamanca 1792 N Caamaño Sound, BC Caamaño 1792 S Vancouver Island Quimper 1790 SO Prince of Wales I., AK Caamaño 1792 E Campbell River, BC Galiano 1792 O Port Angeles, WA Quimper 1790 N Port Angeles, WA Quimper 1790 NO Gabriola Island, E Nanaimo, BC Galiano 1792 N Vancouver Island Galiano 1792 N Yakutat Bay, AK Malaspina 1791 N Strait of Georgia, BC Vancouver 1792 S Hoh River, WA Bodega + Heceta 1775 N Suemez Island, Bucareli Bay, AK Arteaga 1779 extremo SE de Dall I., AK (ubicación Caamaño 1792 del poblado llamado "Kaigani") S Three Saints Bay, Kodiak I., AK James Cook 1778 S Vancouver Island Galiano 1792 E Cook Inlet, AK James Cook 1778 S Kruzof Island, AK Bodega 1775 N Cordero Ch., BC Salamanca, 1792 SE Banks Island, BC Caamaño 1792 N Caamaño Sound, BC Caamaño 1792 N Phipps penn, O Ankau Creek, Malaspina 1791 Yakutat Bay, AK SO Hinchinbrook I., AK Arteaga, 1779 SO Kayak I. Malaspina
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TOPÓNIMOS ESPAÑOLES MENCIONADOS Y SUS CORRESPONDIENTES ACTUALES
Esperanza, bahía de la Espinosa, brazo de Esquivel, golfo/bahía de Estero, canal del
Esperanza Inlet Espinosa Inlet Gulf of Esquibel Frederick Arm
Estrada, puerto de Estrella, puerto de la Evia, punta de
Masset Harbor Port Estrella Approach Point
Ferrer, ensenada o abra de Fidalgo, boca de Filipps, punta
Yakutat Bay Rosario Strait Phipps Peninsula
Flon, boca de Flores, puerto de Floridablanca, boca de Floridablanca, canal y boca de
Deception Pass Patton Bay English Bay + Burrard Inlet Burrard Inlet + Frazer River + Boundary Bay
Floridablanca, puerto de Garzón, laguna de Garzón, punta de Gastón, puerto de Gastón, seno de Gaviola o Gabiola, punta de
Parry Passage Lake Terrell Point Whitehorn Union Passage Bellingham Bay Rowboat Point
Goletas, canal de las Gorostiza, puerto de Gorostiza, seno de Gravina, isla de
N Nootka Island, O Vancouver Island, BC NE Esperanza Inlet, N Nootka Island, BC NO Bucareli Bay, AK N Cordero Ch., BC
Goletas Channel Shushartie Bay Nepean Sound Gravina Island (+Annette I.+ Duke I., creyendo ser una) Guadalupe, puerto / ensenada de Shelikof Bay Güemes, canal de Guemes Channel Güemes, isla de Guemes Island Güemes, puerto de Hardy Bay Haenke, isla de Haenke Island Hanape, brazo de Zeballos Inlet Haro, puerto de Barkley Sound Heceta, entrada de Columbia River (estuario) Heceta, isla de Heceta Island Hesquiat, peninsula Hesquiat Peninsula Hijosa, isla de Insulto, fondeadero del Insulto, isla del Invisible, punta Juan Pérez, entrada de Khantaak, isla de Lángara, isla de Lángara, punta de Laredo, canal de León, bocas de Loera, punta de López, isla de López de Haro, canal de Madre de Dios, islas de la
Martínez 1789 Malaspina 1791 Mourelle 1779 Vernaci + Salamanca 1792 N Grahan Island, BC Caamaño 1792 E Ulloa Ch., O Prince of Wales Island, AK Mourelle 1779 E Grindall I, E Ksaan Peninsula, Caamaño 1792 E Prince of Wales I., AK O Yakutat Bay Malaspina 1791 E Strait of Juan de Fuca Quimper 1791 SE Yakutat Bay, AK George Dixon, 1787 (corrupción de Malaspina) N Whidbey I., WA Narváez, 1791 S Montague Island, AK Martínez 1788 Vancouver City, BC Galiano 1792 Vancouver City, BC Narváez 1791 (creyendo estar comunicados) NO Grahan I., frente a Langara I., BC Caamaño 1792 E Birch Bay, WA Narváez, 1791 S Birch Bay, WA Narváez 1791 SE Farrant Island, BC, N Squally Channel Caamaño 1792 Bellingham Bay , WA Narváez 1791 N Acorn Island, al SE Gabriola Island, Galiano 1792 O Georgia Strait, BC NO Vancouver Island, BC Galiano 1792 Goletas Channel, NO Vancouver Island Galiano 1792 SO Pitt Island, BC Caamaño 1792 SE Revillagigedo Island, AK Caamaño 1792
O Kruzof Island, AK Anacortes, WA E Rosario Strait, WA N Vancouver Island Disenchantment Bay, N Yakutat Bay AK NE Espinosa Inlet, N Nootka Island, BC SO Vancouver Island Columbia River N Gulf of Esquibel, N Bucareli Bay, AK E Nootka Sound, O Vancouver I., frente a Friendly Cove, BC Middleton Island S Montague Island, S AK Forward Bay S Cracroft Island, BC Cracroft Island N Johnstone Strait, N Vancouver I., BC Rose Spit NE Graham Island, BC Dixon Entrance N Queen Charlotte Islands, BC Khantaak Island SE Yakutat Bay, AK Langara Island NO Graham Island, BC Point Grey O Vancouver city Squally Channel + Laredo Channel N Laredo Sound, BC Nakat Bay, AK Frontera AK-BC Sandy Point N Lummi Bay, WA Lopez Island Rosario Strait Haro Strait E Strait of Juan de Fuca Madre de Dios Is. E Caños del Trocadero, Bucareli Bay, AK
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Bodega 1775 Narváez 1791 Narváez 1791 Galiano 1792 Malaspina 1791 Martínez 1789 Narváez 1789 Heceta 1775 Mourelle 1779 nombre nativo Martínez 1788 Galiano 1792 Galiano 1792 Caamaño 1792 Bodega 1775 nombre nativo Caamaño 1792 Narvaez 1791 Caamaño 1792 Caamaño 1792 Narváez 1791 Galiano 1792 Eliza 1791 Arteaga 1779
Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Magdalena, isla de Magdalena, puerto de la Mala Indiada, punta de la Malaspina, canal de Maldonado, brazo de Martin, punta de Martínez, punta de Mártires, punta de los Marvinas ó Mar-huinas
Hinchinbrook Island Double Bay McCreight Point Malaspina Strait Tuwartz Inlet Point Martin Cape Flattery Cape Elizabeth Marvinas Bay
S Alaska Arteaga 1779 NO Hinchinbrook I., AK Arteaga 1779 extremo S de Pitt Island, BC Caamaño 1792 E Texada Island, BC Galiano 1792 S Pitt I., NO Squally Channel, BC Caamaño 1792 O Controller Bay, AK Malaspina 1791 Punta SO entrada del Estrecho de Fuca, WANarváez, 1789 N Quinault River, WA Heceta 1775 O Nootka Sound, N Friendly Cove, BC Martínez 1789 (corrupción de nombre nativo) NE Baker Island-SE AK Mourelle 1779 S Jervis Inlet, BC Galiano 1792
Mayoral, puerto de Mazarredo, bocas de Mazarredo, isla de Mazarredo, puerto de Menéndez, ensenada de Miranda, monte de Monti, bahía de Moñino, boca de Moñino, bocas de Moreno de la Vega, punta Muchalat Inlet
Mayoral Cove Agamemnon Channel + Bargain Bay Nootka Island Nootka Sound, BC Virago Sound N Graham Island, BC Sheep Bay N Orca Bay, E Prince William Sd., AK Iliamna Volcano O Cook Inlet, AK Monti Bay SE Yakutat Bay, AK Jervis Inlet Jervis Inlet, BC Douglas Channel + Verney Passage E Caamaño Sound, BC George Point S Bentinck Island, SE Vancouver Island Muchalat Inlet NE Nootka Sound, O Vancouver I., BC
Mulgrave, puerto Muñoz, cabo Muñoz Gocéns, cabo de Murfi o Murphy, fondeadero de Narváez, puerto de Nimpkish, río Nodales, canal de Nodales, surgidero de Novales, punta
Port Mulgrave Point Munoz Cape Muzon Murphy's Anchorage Clayoquot Sound Nimpkish River Nodales Channel sin nombre Point Martin
Nuñez, punta de Núñez Gaona, bahía de Nutka o Nootka, entrada de Once Mil Vírgenes, archipiélago de las Pacheco, canal de Pacheco, isla de Pantoja, punta de Peligro, punta del Pineda, canal o boca de Pineda, isla de Porlier, boca de
Nunez Point Neah Bay, WA Nootka Sound Numerosas islas al S de Brown Passage, BC Hale Passage Lummi Island Klashwun Point Prince Leboo Island E Tribune Channel Knight Island Porlier Pass
Príncipe, canal del Príncipe Guillermo, entrada del Quadra, bocas de Quadra, puerto de Quema, isla de la Quimper, pº o ensenada Quintano, boca-brazo de Rada, cabo de Real Marina, puerto de la Redonda, isla
Principe Channel Prince William Sound Boca de Quadra Discovery Bay Kinghorn Island New Dungeness Bay Bute Inlet Point Baks Port Real Marina East + West Redonda Island
SE Khantaak I., en Yakutat Bay SO Khantaak I., Yakutat Bay, AK S Dall I., AK E Stuart I., BC O Vancouver I. N Vancouver I., BC entre North Thurlow y Sonora I., BC East Thurlow I., N Nodales Ch., BC cerca de Katalla, O Controller Bay, O Kayak I., AK S Prince of Wales I., AK SO Strait of Fuca O Vancouver I., BC Entre Prince Rupert y Kitkatla (N BC) E Lummi I., O Bellingham, WA Lummi Island, WA N Graham I. BC SO Dundas island, BC N Knight Inlet, BC E Yakutat Bay AK O Georgia Strait, entre Valdés y Galiano Islands, BC entre Banks y Pitt Is. BC S Alaska O Revillagigedo Ch. AK SE Fuca Strait, WA S Desolation Sound, BC S Fuca Strait, WA N Strait of Georgia BC NE Shuyak I, North Kodiak I,, AK Bucareli Bay, AK NE Desolation Sound, BC
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Martínez 1789 Caamaño 792 Fidalgo 1790 Arteaga 1779 George Dixon 1787 Narvaez 1791 Caamaño 1792 Quimper, 1790 nombre nativo (corrupción inglesa) George Dixon 1787 Malaspina 1791 Caamaño 1792 Galiano 1792 Narváez 1789 nombre nativo Galiano 1792 Galiano 1792 Malaspina 1791 Caamaño 1792 Quimper 1790 Juan Pérez 1774 Caamaño 1792 Narváez 1791 Narváez 1791 Caamaño 1792 Caamaño 1792 Galiano 1792 Malaspina 1791 Galiano 1792 Caamaño 1792 James Cook 1778 Caamaño 1792 Quimper 1791 Galiano 1792 Quimper 1790 Galiano 1792 Martínez 1788 Arteaga 1779 Galiano 1792
TOPÓNIMOS ESPAÑOLES MENCIONADOS Y SUS CORRESPONDIENTES ACTUALES
Refugio, fondeadero del Refugio, puerto del
Burnt Bluff Port Refuge
Regla, isla de la Regla, puerto de la Remedios, puerto de los Remolinos, canal de los
Kenai Peninsula (confundió isla-peninsula) N Elizabeth Island Sea Lion Bay Yuculta Rapids
Retamal, bahía de Revillagigedo, puerto de Robledo, fondeadero de Rojas, ensenada de Rosario, gran canal de N.ª S.ª del Salamanca, canal de
Call Inlet Sooke Inlet sin nombre Clallam Bay Strait of Georgia Loughborough Inlet
Salvi, punta de San Agustín, cabo San Aniceto, isla de San Antonio, isla de San Antonio de Padua, punta de San Bartolomé, punta de San Blas, isla de San Carlos, isla de San Cristóbal, canal de
Angeles Point Cape Agustine Elizabeth Island sin nombre Point San Antonio Cape Bartolome Dall Island Forrester Island entre Prince of Wales y San Fernando Islands Skidegate Plateau Cape St, Elias Mt. St. Elias Estevan Group Estevan Point Cape Felix San Fernando Island Mt. Edgecumbe
San Cristóbal, sierras de San Elías, cabo San Elías, monte San Estevan, isla de San Estevan, punta de San Félix, cabo San Fernando, isla de San Francisco o San Jacinto, monte de San Ignacio, isla de San Jacinto, monte de San Joaquín, islas de San José, punta de San Josef, seno de San Juan, puerto de San Juan Bautista, isla de San Lorenzo, rada de San Miguel, isla de San Miguel, isla de San Rafael, punta de San Roque, cabo San Roque, surgidero de Separación, canal de la Separación, surgidero de la Sta. Clara, punta de Sta. Cristina, isla de Sta. Cruz, puerto o ensenada de la Sta. Cruz de Nuca, puerto de Sta. Gertrudis, punta de Sta. Margarita, isla
E Cordero Ch, E Horn Bay, N Dent I, BC Galiano 1792 O Ulloa Channel, E Suemez I., Mourelle 1779 Bucareli Bay, AK S Cook Inlet, AK Arteaga 1779 S Cook Inlet, AK NO Kruzof I., AK entre Sonora I. y Stuart I., BC O Cracroft I., S Knight Inlet, BC S Vancouver I., BC E Stuard I., S of Murphy's Anchorage S Fuca Strait, WA SE Vancouver I., BC N Cordero Channel, N West Thurlow Island, BC O Port Angeles, WA O Dall I., AK S Cook Inlet AK Middle of Tuwartz Inlet, BC SO Baker I., AK S Baker I., AK O Dixon Entrance AK O Dall I., AK Bucareli Bay, AK
Arteaga 1779 Bodega 1775 Vernaci y Salamanca 1792 Galiano 1792 Quimper 1790 Galiano 1792 Quimper 1790 Narváez 1791 Galiano 1792 Quimper, 1790 Bodega 1775 Arteaga 1779 Caamaño 1792 Arteaga 1779 Arteaga 1779 Bodega 1775 Juan Pérez 1774 Arteaga 1779
O Graham I., BC Juan Pérez 1774 S Kayak I., AK Bering-Tchirikov 1741 O Yakutat Bay AK Bering-Tchirikov 1741 O of Campania I., BC Caamaño 1792 S Hesquiat Peninsula, O Vancouver I., BC Juan Pérez 1774 SO Suemez I., S Bucareli Bay, AK Arteaga 1779 O Trocadero Bay, Bucareli Bay AK Mourelle 1779 O Sitka Sound, Baranof I., AK Bodega 1775
St. Ignace Island Mt. Edgecumbe Scott Islands Birch Point Squally Channel Port San Juan San Juan Bautista Island Quees-Pees Hog Island Hinton Island Kwomais Point Cape Dissapointment cala sin nombre Lewis Channel cala sin nombre Maquinna Point Forrester Island Port Santa Cruz
E Baker I., Bucareli Bay, AK Arteaga 1779 O Sitka Sound, Baranof I., AK Bodega 1775 NO Vancouver I. BC Caamaño 1792 N Birch Bay, WA Narvaez 1791 S Pitt Island, BC Caamaño 1792 SO Vancouver I., BC Narváez 1789 Bucareli Bay, AK Mourelle 1779 SE Nootka I., O de Friendly Cove Juan Pérez 1774 SE Nootka Island Martínez 1789 S Pitt Island, O Farrant I., BC Caamaño 1792 E Boundary Bay, WA Narváez 1791 N boca río Columbia Heceta 1775 S Pitt Island-S Tuwartz Inlet, BC Caamaño 1792 N Desolation Sound, BC Galiano 1792 O East Redonda I., SO Teakerme Arm, BC Galiano 1792 SO Nootka Island, BC Juan Pérez 1774 O Dall Island AK Juan Pérez 1774 O Suemez I., Bucareli Bay, AK Bodega, 1775 Arteaga 1779 Nootka Sound / Friendly Cove Nootka Sound / O Vancouver I., BC Martínez 1789 Munro Island extremo S Aristizabal I., BC Caamaño 1792 Langara Island NO Graham I., BC Juan Pérez 1774
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Emma Sánchez Montañés • LOS PINTORES DE LA EXPEDICIÓN MALASPINA EN LA COSTA NOROESTE
Sta. Margarita, punta Sta. Mª Magdalena, cabo Sta. Rosalía, cerro de Santiago, puerto de Sasamat, canal de Sasamat, entrada o boca de Socorro, puerto del Sotoaguilar, ensenada de Susto, ensenada/bahía del Sutil, canal de la Sutil, punta de la Tabla, canal de la Tasis, brazo de Terán, punta de Texada, isla de Tres Santos, bahía Trinidad, o San Juan Crisóstomo, o Floridablanca, isla de la Tilli, bocas de Trinidad, puerto de la Trocadero, caños del Tutusi, isla de Tlupananulg, brazo de Ulloa, canal de
St. Margaret Pt. Cape Muzon Olympic Mt. Port Etches Vancouver Harbour + Indian Arm English Bay-Burrard Inlet Chuckanut Bay East Pillar Point, WA Sitka Sound Sutil Channel Cape Sutil Toba Inlet Tahsis Inlet Larsen I. Texada Island Three Saints Bay Trinity Islands
North Langara I. BC Juan Pérez 1774 S Dall I. AK Juan Pérez 1774 Olympic Pen., WA Juan Pérez 1774 O Hinchingbrook I., PWS, AK Arteaga 1779 Burrard Inlet + Indian Arm, Vancouver, BC Galiano 1792 Vancouver, BC Narvaez 1791 S Bellingham Bay, WA Narvaez 1791 E Pillar Point, WA Quimper 1790 Sitka, AK Bodega 1775 NO Cortes Island, BC Galiano 1792 N Vancouver Island, O Goletas Channel, BC Galiano 1792 N Desolation Sound, BC Valdés 1792 NE Nootka Sound, BC Martínez 1789 punta N de Banks I., BC Caamaño 31792 E Strait of Georgia BC Narváez 1791 SO Kodiak I., AK López de Haro 1788 SO Kodiak Island, AK Martínez 1788
Very Inlet Trinidad Bay Trocadero Bay Tatoosh Island Tlupana Inlet Ulloa Channel
SE AK Caamaño 1792 N California Heceta 1775 O Prince of Wales I., Bucareli Bay, AK Mourelle 1779 entrada E Strait of Juan de Fuca, WA Quimper 1790 N Nootka Sound, BC Martínez 1789 entre Suemez I. y Prince of Wales I., S Mourelle 1779 Bucareli Bay, AK E Prince William Sound, AK Fidalgo 1790 SO Hope Island, NO Vancouver Island, BC Galiano 1792 SE Vancouver I., BC Quimper 1790 N Johnstone Strait, SE Gilford Island, BC Galiano 1792 O Port Angeles, WA Quimper 1790 E Vancouver Island Narváez 1791 S Alaska nombre nativo O Portland Canal, BC Caamaño 1792
Valdés, ensenada de Port Valdés Valdés, puerto de Bull Harbour Valdés y Bazán, rada o puerto de Royal Roads Vernaci, brazo o canal de Knight Inlet Villalba, o Billalva, ensenada deFreshwater Bay Winthuysen, bocas de Nanaimo Harbour Yakutat, bahía de Yakutat Bay Zayas, isla de Zayas Island –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
* Este listado no pretende ser exhaustivo. Solo aprovecha unas notas de trabajo de León C.C. Un listado más completo ocuparía una extensión que no le corresponde en este libro. Sobre todo en Alaska, distintos expedicionarios dieron nombres distintos a un mismo lugar, bien por ignorancia, bien por atenerse a mediciones geo-astronómicas contradictorias. A veces el mismo expedicionario hacía lo mismo al contrastar su información con la de otros viajeros españoles o extranjeros, o cuando, a su regreso a San Blas, hacía correcciones sobre su posición geográfica o atendía a los requerimientos de algún superior. En todo caso, aquí se incluyen la mayoría de los nombres y los más comunes que se pueden encontrar en la documentación de la época, incluyendo los mencionados en este libro. 1 Al igual que el brazo de Espinosa, fue visto por primera vez por el cabo Gabriel del Castillo y el pilotín Juan Kendrick el 28-29 de septiembre de 1789. Luego fueron reconocidos por Caamaño con la fragata Princesa en julio de 1790. El reconocimiento más completo del área lo hacen, en 1791, José Espinosa y Ciriaco Cevallos, oficiales de la Expedición Malaspina, quien da los topónimos y encarga a Bauzá que lo cartografíe. El brazo más oriental del Esperanza Inlet sería llamado de Cevallos (hoy Zeballos Inlet, pronunciado [se-ba-los]). Martínez, en 1789, había llamado a este brazo de Hanape, por el jefe nativo del lugar. El brazo central llevaría el nombre de Espinosa (hoy Espinosa inlet). Y el más oriental se llamaría de Eliza (hoy Port Eliza), comandante del establecimiento de Nootka cuando Caamaño lo reconoció e incluso durante la estancia de Malaspina. 2 La desembocadura del río Frazer ha cambiado mucho y muy deprisa desde entonces. Narváez no pudo adentrarse por Boundary Bay debido a su gran dimensión y su escasísimo fondo, ni por las bocas del río Frazer por las fuertes corrientes contrarias. Por ello pensó que acababan uniéndose al Burrard Inlet y les dio el mismo nombre general. La expedición de Galiano, sin embargo, sí se adentró por Burrard Inlet e Indian Arm, a los que da el nombre de canal de Sasamat, y confirmó que no estaba unido a Boundary Bay, aunque la separación no sería mucha. Los mapas de ambos muestran el actual Stanley Park de Vancouver como un islote separado, aunque hoy esté unido a tierra. 3 Malaspina, en algún mapa y documento, llama Cabo Muñoz al actual Point Carrew (NW Phipps Peninsula, al suroeste de Yakutat, donde embarrancan al salir), aunque en varios documentos se refiere al actual Ocean Cape (punta suroeste de Phipps Peninsula). Hoy se llama Point Munoz al cabo suroeste de la isla Khantaak, opuesto a Port Mulgrave. Todo ello genera confusiones al leer las fuentes. 4 El río Nimkish, el lago homónimo por el norte, continuando hacia el sur con el lago Woos y el río Tahsis constituían un paso natural que dio origen a la senda Nimpkish desde la actual Alert Bay, al norte, hasta Tahsis, al sur. Esto facilitaba (relativamente) la comunicación entre los 'namgis (Nimpkish en corrupción inglesa), a quienes los españoles llamaban nuchimases, y los mowachaht y demás pueblos del Nootka Sound. 5 Juan Pérez lo llamó Entrada de San Lorenzo. Después Cook lo llamó King George Sound en 1778, pero un malentendido suyo sobre el nombre nativo del lugar popularizó el nombre de Nootka. Finalmente, los españoles acabarían adoptando el nombre de San Lorenzo de Nutka para que hubiera correspondencia con la cartografía inglesa debido a los problemas políticos existentes. 6 Cook lo llamó Sandwich Sound, pero los editores de sus mapas lo cambiaron por el nombre actual.
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Editada bajo la supervisión de Editorial CSIC, esta obra se terminó de imprimir en Madrid en junio de 2013
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FUENTES ETNOGRáFICAS
FUENTES ETNOGRáFICAS
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2. Josef de Acosta, Historia Natural y Moral de las Indias, ed. de Fermín del Pino-Díaz, 2008. 3. Juan José Prat Ferrer, Bajo el árbol del Paraíso. Historia de los estudios sobre folclore y sus paradigmas, 2008. 4. Aurelio M. Espinosa, Cuentos españoles recogidos de la tradición oral de España, introd. y rev. de Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas, 2009. 5. Fermín del Pino-Díaz, Pascal Riviale y Juan J. R. Villarías Robles (eds.), Entre textos e imágenes. Representaciones antropológicas de la América indígena, 2009. 6. Enrique Flores Esquivel y Mariana Ana Beatriz Masera Cerutti (coords.), Relatos populares de la Inquisición Novohispana. Rito, magia y otras «supersticiones», siglos XVII-XVIII, 2010. 7. Susana Asensio Llamas, Fuentes para el estudio de la música popular asturiana. A la memoria de Eduardo Martínez Torner, 2010. 8. Tomás de la Torre, De Salamanca, España, a Ciudad Real, Chiapas (15441546), ed. de Pedro Tomé y Andrés Fábregas, 2011. 9. Alejandro Vivanco Guerra, Una etnografía olvidada en los Andes. El valle del Chancay (Perú) en 1963, ed. de Juan Javier Rivera Andía, 2012.
Los pintores de la Expedición Malaspina en la Costa Noroeste Una etnografía ilustrada
Una etnografía ilustrada Emma Sánchez Montañés
1. Albert Klemm, La cultura popular de Ávila, ed. de Pedro Tomé, 2008.
Los pintores de la Expedición Malaspina en la Costa Noroeste
Emma Sánchez Montañés
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mismo modo que en los planes originales de la conocida y estudiada expedición Malaspina no se contemplaba la exploración de la región de la Costa Noroeste de América del Norte, tampoco los dos pintores principales que ilustraron dicha campaña eran los que se habían vinculado originalmente a la expedición: Tomás de Suria y José Cardero. Sin embargo, tanto en el mes de junio de 1971, en la bahía de Yakutat, como en agosto en el establecimiento español de San Lorenzo de Nootka, y al año siguiente, en el viaje de circunnavegación de la isla de Vancouver realizado por las goletas Sutil y Mexicana, dichos pintores realizaron una serie de dibujos que ilustran varios aspectos de la cultura tradicional de los pueblos nativos que allí se encontraban. Dichos dibujos han sido en su mayoría reproducidos y publicados en numerosas ocasiones. En este trabajo se procede a un estudio etnográfico de la información que aportan, pero desde el punto de partida de que esas ilustraciones no son instantáneas fotográficas, aunque algunos sean apuntes, aparentemente tomados del natural con trazos rápidos. Muchos se terminaron y hasta se compusieron posteriormente, en México e incluso en España, sobre los apuntes de otros, entremezclando elementos de distintas culturas nativas, a veces introduciendo elementos ajenos y componiendo, por lo tanto, representaciones relativa o totalmente ‘irreales’, a lo que contribuía la formación académica de los artistas que los realizaron. Los dibujos deben ser y han sido aquí siempre analizados en compañía de la información textual que se recoge en muchos diarios e informes de la expedición. Aislados por completo carecen de valor etnográfico, que es lo que aquí se pretende: información sobre algunos pueblos nativos de la Costa Noroeste a finales del siglo XVIII y sus relaciones con los españoles. EL
ISBN: 978-84-00-09684-7
Los pintores de la Expedición Malaspina en la Costa Noroeste
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Emma Sánchez Montañés
CSIC
EMMA SÁNCHEZ MONTAÑÉS, arqueóloga y antropóloga, es profesora titular del Departamento de Historia de América II (Antropología de América) de la Universidad Complutense. Ha realizado numerosos trabajos arqueológicos en Perú, Ecuador, Guatemala y México, y es autora de varios libros sobre arte indígena americano. Desde finales de los ochenta se ha dedicado a la investigación y enseñanza del arte y las culturas nativas norteamericanas en el citado departamento, habiendo dirigido, en la década de los noventa, los únicos proyectos españoles de investigación etnográfica en la Costa Noroeste de América del Norte. Sus líneas de investigación actuales se centran en la historia y cultura de los pueblos nativos del Pacífico norteamericano sobre la base de los diarios y documentos de las expediciones españolas al Pacífico norte en el último tercio del siglo XVIII. Entre sus últimas obras se encuentran la coedición de Norteamérica a finales del siglo XVIII: España y los Estados Unidos (Marcial Pons, 2008) y de Norteamérica y España. Percepciones y relaciones históricas: una aproximación intedisciplinar (Sepha, 2012), así como una serie de artículos en Anales del Museo de América sobre las piezas del museo traídas por las mencionadas expediciones.