Los Derechos De Los Otros

  • 0 0 0
  • Like this paper and download? You can publish your own PDF file online for free in a few minutes! Sign Up
File loading please wait...
Citation preview

Seyla Benhabib LOS DERECHOS DE LOS OTROS

C la *D e *M a

Filosofía

LOS DERECHOS DE LOS OTROS Extranjeros, residen tes y ciudadan os

Seyla Benhabib

T it u lo (lol III l^ llin l

Tin- HitfhtN of'Othvnt Alir ti a, Rflsidents and Citizens

am pliam ente erosionada, ésta continúa reafirm ándose vigorosam ente y las fronteras nacionales, aunque más porosas, siguen allí para m antener afuera a extranjeros e intrusos. Las viejas estructuras políticas pueden haber declinado pero las nuevas form as políticas de la globalización aún no están a la vista. Somos com o viajeros navegando p o r u n terreno desconocido con la ayuda de viejos mapas, hechos en u n m om ento diferente y en respues­ ta a necesidades diferentes. M ientras el terreno en el que viajamos, la sociedad m undial de estados, ha cam biado, nuestro m apa norm ativo no lo ha hecho. N o preten d o tener un nuevo m apa para reem plazar al antiguo, pero espero co n trib u ir a una m ejor com prensión de las líneas de falla em ergentes del territo rio desconocido que atravesamos. Las crecientes incongruencias norm ativas entre las norm as de derechos h u ­ manos internacionales, en particular en lo que atañe a los «derechos de otros» -inm igrantes, refugiados y asilados- y la afirm ación de la sobe­ ranía territo rial son los rasgos novedosos de este nuevo paisaje.

Un régimen internacional de derechos humanos El p erío d o com prendido a p artir de la D eclaración U niversal de los D erechos del H o m b re de 1948 ha atestiguado el surgim iento de n o r­ mas de derechos hum anos internacionales. Los m ovim ientos de p erso ­ nas a través de fronteras y en particular los de refugiados y asilados, ahora están sujetos a un régim en internacional de derechos hum anos.2 E ntiendo p o r régim en de derechos hum anos internacional u n conjun­ to de regím enes globales y regionales interrelacionados que se super­ ponen parcialm ente y que incluyen tratados de derechos hum anos junto con la ley internacional consuetudinaria o la «ley blanda» internacional (expresión utilizada para describir acuerdos internacionales que no son tratados y p o r tanto no están cubiertos p o r la C onvención de Viena so­ bre la Ley de Tratados) (N eum an, 2003). Estam os presenciando este desarrollo en al m enos tres áreas interrelacionadas.

Crím enes contra la hum anidad, genocidio y crímenes de guerra El concepto de crímenes contra la hum anidad, articulado p o r prim era vez po r las potencias aliadas en los juicios de N u rem berg de criminales de guerra nazis, estipula que los funcionarios del Estado, al igual que los individuos privados, deben tratarse en concordancia con ciertas norm as

lu jo condiciones de hostilidad extrema y gueSe proscriben I.i limpieza étnica, las ejecuciones en masa, la viola. mu v Ion castigos crueles e inusuales al enem igo tales com o desm em I>i am iento, que se dan bajo condiciones de un «ataque extendido o sistemático», y to d o esto puede constituir bases suficientes para la acu•..u ion y el procesam iento de individuos responsables de estas acciones, .muque sean o hayan sido funcionarios del E stado o subordinados que .u t uaron bajo órdenes. La frase del soldado y el b u ró crata-« S o lo estab.i cum pliendo con mi d eb er» - ya no es argum ento aceptable para abrogar los derechos de la hum anidad en la persona del otro, aun cuan­ do y especialm ente cuando el o tro sea su enemigo. I .1 continua rearticulación de estas categorías en las leyes interna­ cionales y, en particular, su extensión de situaciones de conflicto arm a­ do internacional a guerras civiles dentro de u n país y a las acciones de Kobiei nos contra su p ropio pueblo, a su vez ha alentado la aparición «leí concepto de «intervenciones hum anitarias».3 u n l u s o \ | >ii i i ' . . m í e n l e

ii .i

lu lo venciones hum anitarias I .......... .. práctica de la intervención hum anitaria, a la que apelaron I ti.idos I luidos y sus aliados de la O T A N para justificar sus acciones ........ i I.i limpieza étnica y los continuos crímenes contra la población < i v1 1 en llosnia y Kosovo, sugieren que, cuando u n E stado-nación solu'iiino viola notoriam ente los derechos hum anos básicos de u n seg­ mento ile su población en razón de su religión, raza, etnia, lenguaje y i ulnn.i, existe una obligación m oral generalizada de term inar con ac. iones i.iles com o eTgenocidio y los crímenes contra la hum anidad (lint hanan, 2001). E n tales casos las norm as de derechos hum anos esi .in por encima de la reivindicación de soberanía estatal. N o im porta lo controvertidas que puedan ser en térm inos de interpretación y aplicac ion, las intervenciones hum anitarias se basan en el creciente consenso de que In soberanía del Estado para disponer en cuanto a la vida, la li­ ben,ul y la propiedad de sus ciudadanos o residentes no es incondicio­ nal ni ilimitada (D oyle, 2001). La soberanía del Estado ya no es el árbiiro últim o del destino de ciudadanos o residentes. El ejercicio de la sobeianía estatal, incluso d en tro de las propias fronteras, está en form a i iec icnte sujeto a norm as internacionales reconocidas que prohíben el l’ctmcidio, el etnocidio, las expulsiones en masa, la esclavización, la violación y los trabajos forzados.

IN

La tercera área en la que las norm as internacionales de derechos hum a­ nos están creando guías obligatorias para la voluntad de los estados na­ ciones soberanos es la de la migración internacional. Las intervenciones humanitarias tienen que ver con el trato dado p o r los estados naciones a sus ciudadanos o residentes; los crímenes contra la hum anidad y los crí­ menes de guerra conciernen a las relaciones entre enemigos u oponentes tanto en marcos nacionales com o extraterritoriales. Las migraciones transnacionales, en cambio, corresponden a los derechos de individuos -n o en la m edida en que se los considera m iem bros de comunidades concretas delimitadas, sino en la m edida en que son seres humanos simpliciter- cuando entran en contacto con com unidades delimitadas terri­ torialm ente, buscan ingresar en ellas o quieren convertirse en miem bros de ellas. La D eclaración U niversal de los D erechos H um anos (N aciones U nidas, 1948) reconoce el derecho a la lib e r t a d d e m ovim iento a tra ­ vés de las fronteras: el derecho a e m ig ra r-e s decir, a dejar el p aís-, pe^ ro no el derecho a inm igrar, es decir, el derecho a entrar en u n país (artículo 13). El artículo 14 establece el derecho a disfrutar del asilo bajo ciertas circunstancias, m ientras que el artículo 1 de la D eclaración proclam a que todos tienen «el derecho a una nacionalidad». La segun­ da m itad del artículo 15 estipula que «A nadie se privará arbitraria­ m ente de su nacionalidad ni del derecho a cam biar de nacionalidad» (w w w .u n h ch r.ch /u d h r/lan g /sp n .h tm ). La D eclaración Universal guarda silencio sobre la obligación de los estados de perm itir el ingreso de inmigrantes, sostener el derecho de asi­ lo y perm itir la ciudadanía a residentes y ciudadanos extranjeros. Estos derechos no tienen destinatarios específicos y no parecen establecer obligaciones específicas que deben cum plir las segundas y terceras partes implicadas. Pese al carácter transnacional de estos derechos, la Declara­ ción sostiene la soberanía de los estados individuales. Así se incorporan a la lógica de los docum entos legales internacionales más abarcantes una serie de contradicciones internas entre los derechos hum anos universa­ les y la soberanía territorial. La C onvención de G inebra de 1951 Relativa al E statuto de Refugia­ dos y su Protocolo agregado en 1967 son los segundos en im portancia entre los docum entos legales internacionales que gobiernan los m ovi­ m ientos transnacionales. A un así, ni la existencia de estos docum entos ni la creación del Alto C om isionado de las N aciones U nidas para los Refugiados han alterado el hecho de que esta C onvención y Protocolo son de cum plim iento obligatorio solo para los estados firmantes y pue­

den si-i clt'Si unoi idos com pletam ente por los no firm antes y, en ciertos m o m e n to s , incluso p o r los estados firmantes. Algunos lamentan el hecho de que, dado que se invocan en form an i reciente las normas de derechos hum anos internacionales en disputas relacionadas con inm igración, refugiados y asilo, las naciones territoi ialmente delimitadas no solo se ven cuestionadas en su derecho a con­ trolar sus fronteras sino tam bién en su prerrogativa de definir las -I rom eras de la com unidad nacional» (Jacobson, 1997: 5). O tros critii an la Declaración Universal p o r no avalar el «cosm opolitism o in ter­ nacional» y por sostener u n orden «interestatal» en vez de un orden verdaderam ente cosm opolita internacional (O ’Neill, 2000: 180). Pero hay una cosa clara: el trato de los estados a ciudadanos y residentes dentro de sus fronteras ya no es una prerrogativa libre. U na de las piedi.ts angulares de la soberanía westfaliana, a saber, que los estados dislim an de la autoridad últim a sobre todos los objetos y sujetos dentro tic mi territorio circunscrito, ha sido deslegitimada a través de la ley intei nacional. I ( Hales deberían ser entonces los principios norm ativos guía para 11 |92; 11996] 2003; 2002a). La pertenencia y cuestiones relaciona­ das de inclusión y exclusión han sido molestas para la teoría discursiva desde mis inicios. La prem isa básica de la ética discursiva afirma que -solo son válidas aquellas norm as y arreglos institucionales norm ati­ vos que pueden ser acordadas p o r todos los interesados bajo situacio­ nes especiales de argum entación llamadas discursos» (véanse H abermas, 11983] 1990; Benhabib, 1992: 29-67; 2002a: 107-114). Llamo a este principio una m etanorm a, en el sentido de que normas específicas que puedan considerarse válidas deben ser probadas a través de procedi­ mientos que respondan a este criterio. E n mi interpretación, esta metanorma presupone los principios de respeto m oral universal y reciproci­ dad igualitaria. El respeto universal significa que reconocem os los dei cellos de todos los seres capaces de habla y acción com o participan­ tes en la conversación moral; el principio de reciprocidad igualitaria, intei prelado dentro de los límites de la ética discursiva estipula que, en los dist ursos, cada uno debería tener los mismos derechos a varios ac­

tos de habla, a iniciar nuevos temas y reclamar la justificación de los presupuestos de las conversaciones. D entro de la ética discursiva, el problem a del alcance, la cuestión de quién debe ser incluido o no en discursos, siempre ha planteado una difi­ cultad. En una prim era lectura, la teoría parece excluir de la entidad m o­ ral y la representación moral a quienes no son capaces de habla y acción plena. Según la fuerza con la que se defina «la capacidad de habla y de ac­ ción», m uchos seres que quisiéramos reconocer com o agentes morales y víctimas morales, tales como niños muy pequeños, las personas de capa­ cidades diferentes y los enfermos mentales, parecerían quedar excluidos de la conversación moral. Lo que es más, puede haber seres con los que estamos en deuda por obligaciones morales y que pueden convertirse en víctimas morales en virtud de ser impactados p o r nuestras acciones pero que no pueden representarse a sí mismos: seres sensibles capaces de sen­ tir dolor, tales com o animales con sistemas nerviosos desarrollados y, se­ gún algunos, incluso los árboles y los ecosistemas, pues estos están vivos y pueden verse afectados por nuestras acciones. ¿La ética discursiva puede hacer justicia a sus demandas morales y su condición moral? He sugerido en otros contextos que los intereses morales de seres que no son partici­ pantes plenos en discursos morales deberían ser y pueden ser efectiva­ mente representados en contextos discursivos a través de sistemas de re­ presentación moral (Benhabib, 1992: 58 n. 30; 2002a: 190-191, n. 7). C onsiderado con relación al derecho a m em bresía política, el p ro ­ blema del alcance discursivo plantea un conjunto de dificultades dife­ rente. D ado que la teoría discursiva articula una postura moral univer­ salista, no puede limitar el alcance de la conversación moral solo a quienes residen dentro de fronteras reconocidas nacionalmente; debe ver la conversación moral com o extendiéndosej?otencialm ente a toda la hum anidad. D icho sin rodeos, cada persona y todo agente moral que tiene intereses y a quienes mis acciones y las consecuencias de mis ac­ ciones pueden im pactar y afectar de una m anera u otra, es potencial­ mente un participante en la conversación m oral conm igo: tengo la obli­ gación m oral de justificar mis acciones con razones ante este individuo o los representantes de este ser. R espeto el valor m oral del otro recono­ ciendo que debo proveerle una justificación de mis acciones. Somos to ­ dos participantes potenciales en tales conversaciones de justificación. Las estipulaciones de la ética discursiva, p o r tanto, no pueden exten­ derse al dom inio de la mem bresía política sin la ayuda de una m ayor elaboración norm ativa, ni es necesario hacerlo. U n abordaje discursivo debe poner limitaciones significativas a lo que puede contar com o prác­ ticas m oralm ente permisibles de inclusión y exclusión dentro de entes políticos soberanos.

D eb id o a lo abierto de los discursos de justificación m oral habrá una inevitable y necesaria tensión entre las obligaciones m orales y los deberes resultantes de n uestra pertenencia a com unidades circunscritas y la perspectiva m oral que debem os ad o p tar com o seres hum anos sim pliciter. D esde u n p u n to de vista universalista y cosm opolita, los lím i­ tes, incluyendo los lím ites y fronteras estatales, requieren una justifica­ ción. Las prácticas de inclusión y exclusión siem pre están sujetas a cuestionam iento desde el p u n to de vista de la conversación m oral infi­ nitam ente abierta. E sto co n fro n ta al teórico discursivo que exam ina prácticas de m em ­ bresía política con u n dilema: u n rasgo com ún de todas las norm as de m em bresía, incluso - p e ro no s o lo - las norm as de ciudadanía, es que quienes están afectados p o r las consecuencias de tales norm as y, en p ri­ m er lugar, p o r los criterios de exclusión, p e r definitionem , no pueden ser p arte de su articulación. Las norm as de m em bresía afectan a quie­ nes n o son m iem bros, precisam ente distinguiendo a los pro p io s de los extraños, a los ciudadanos de los no ciudadanos. El dilem a es el si­ guiente: una teoría discursiva es sim plem ente irrelevante para las p rá c­ ticas de m em bresía dado que n o puede articular n ingún criterio justifi­ cable de exclusión o sim plem ente acepta las prácticas existentes de exclusión com o contingencias históricas m oralm ente neutras que no requieren más validación. Pero esto sugeriría que una teoría discursiva de la dem ocracia es quim érica en la m edida en que una dem ocracia p a­ recería req u erir u n cierre m oralm ente justificable que la ética discursi­ va no puede aportar. A diferencia de los com unitarios, que reducen las dem andas de m o ­ ralidad a los derechos de com unidades específicas éticas, culturales y políticas, y a diferencia de los realistas y posm odernistas, que son es­ cépticos respecto de que jamás se p uedan su b o rd in ar norm as políticas a norm as m orales, el discurso ético insiste en la necesaria disyunción así como en la necesaria m ediación entre lo m oral y lo ético, lo m oral y lo político. La tarea que le com pete es de m ediaciones, no de reducciones. ¿C óm o se puede m ediar el universalism o m oral con el particularism o ético? ¿C ó m o se p ueden m ediar norm as legales y políticas con norm as morales? Las cuestiones de m em bresía nos co n frontan continuam ente con tales desafíos de m ediación: si n o diferenciam os entre lo m oral y lo ético, no podem os criticar las prácticas excluyentes de ciudadanía y m em bresía de com unidades culturales, religiosas y étnicas específicas. Y si no diferenciam os entre m oralidad y legalidad, no podem os criticar l is norm as legalm ente prom ulgadas de m ayorías dem ocráticas aunque so nieguen a adm itir refugiados entre ellos, rechacen a quienes buscan .isilo en la entrada y cierren sus fronteras a inm igrantes. Finalm ente, si

no diferenciam os entre m oralidad y funcionalidad, no podem os cues­ tio n ar las prácticas de inm igración, naturalización y co ntrol de fro n te ­ ras p o r su violación de las creencias m orales, constitucionales y éticas que valoram os. N u e stro destino, com o individuos de la m odernidad tardía, es vivir atrapados en u n perm anente tira y afloja entre la visión de lo universal y las ataduras de jo particular. E n u n «universo desencantado», en el sen­ tid o de Weber, valores que com piten entre sí reclam an nuestra fidelidad (Weber, [1922] 1958:147-156). Si bien para W eber esta condición signi­ ficaba u n inevitable politeísm o de valores, para m í sugiere la m ala in ­ tención detrás de todos los esfuerzos p o r sim plificar el cam po de la tensión m oral elim inando aspectos im portantes de nuestras fidelidades m últiples y conflictivas. A sí com o no p odem os dejar de conciliar las necesidades de nuestros seres q ueridos con las dem andas de las obliga­ ciones institucionales im personales, así com o n o podem os dejar de m e­ dir las acciones de n uestros entes políticos a la luz de los derechos de los extranjeros, así com o no p odem os dejar de participar en diálogos con quienes adoran diferentes dioses, del m ism o m o d o no podem os fu n d ir lo m oral universal en lo particular, lo legal o lo funcional. ¿Puede h ab er entonces u n a justificación teórica discursiva del cie­ rre dem ocrático? E ste lib ro resp o n d e que hay algunas prácticas de cierre dem ocrático que son más justificables que otras, p ero que p o ­ tencialm ente todas las prácticas de cierre dem ocrático están abiertas al cu estionam iento, el cam bio de significado y la desinstitucionalización. El p ro y e c to de solidaridad p o snacional es u n p ro y e c to m oral que tras­ ciende las fro n teras estatales existentes y en ninguna parte son más evidentes las tensiones entre las dem andas de la solidaridad universa­ lista posnacional y las prácticas de p ertenencia exclusiva que en el si­ tio de las fro n teras y lím ites territoriales. E n «The E uro p ean nation-stltte» (El E stad o-nación europeo), Jü rgen H ab erm as ha observado: H a y u n a brech a conceptual en la co n stru cció n legal del E stado c o n stitu ­ cional, un a brecha que resu lta te n ta d o r llenar co n u n a concepción n a tu ra ­ lista del p u eb lo . N o se p u e d e explicar en térm in o s p u ra m e n te n o rm ativos cóm o d ebió haberse c o m p u esto el univ erso de quienes se reú n en p ara re­ gular su vida en com ún p o r m edio de legislación positiva. D esde u n p u n to de vista n o rm ativ o , las fro n teras sociales de u n a asociación de asociados li­ bres c iguales bajo la ley so n perfectam ente co ntingentes. (1998: 115-116)

I )esde el siglo XIX y extendiéndose hasta las form aciones que em er­ gieron luego de la descolonización y el fin del com unism o, esta «bre­ cha co n cep tu al- lia sido llenada p o r la ideología y práctica del naciona­

lismo. I .1 i iinl.nl,mi,i y l,i.s pi .idicas de la m em bresía política son los ritnales a través de los cuales se rep ro d u ce espacialm ente la nación. El con tro l tic fronteras territoriales, lo q ue es coexistente con la soberanía del listad o -n ació n m o d ern o , busca asegurar la p u re za de la nación en el tiem po a través del co n tro l policial de sus con tactos e interacciones en I n pune por motivos instituciona

les, en parte p o r razones filosóficas, no puede reco n stru ir la dura dico­ tom ía entre derechos hum anos y derechos ciudadanos. En contraste c o n lílo , desarrollo u n argum ento para cerrar la brecha que ella abre entre estas dos dim ensiones de afirm ación de derechos. M i estrategia es in co rp o rar los derechos de ciudadanía a u n régim en universal de dere­ chos hum anos. El capítulo 3 bosqueja el concepto de m em bresía justa abordando teorías contem poráneas neokantianas de justicia global. C om ienzo con una consideración sobre El derecho de gentes de Jo h n Rawls y analizo p o r qué la m igración está relegada a aspectos de teoría no ideal. Los crí­ ticos contem poráneos de R aw ls tam bién desconocen la m igración com o pro b lem a filosófico. C o m o correctivo de la concentración de Rawls en los «pueblos» (térm ino cuya definición es cuestionada), arti­ culan los principios de justicia cosm opolita para los individuos. La jus­ ticia d istributiva global para los individuos desconoce el prim er princi­ pio de la distribución, a saber, la distribución de seres hum anos com o m iem bros de diversas com unidades. ¿Cuáles son los principios para la justa d istrib u ció n de la m em bresía? Las teorías contem poráneas de la justicia distributiva no solo ignoran la m em bresía justa sino que ade­ más adolecen de u n «déficit dem ocrático», p o rq u e prestan poca aten­ ción a la legitim idad dem ocrática de su política de distribución. H a y una tendencia im plícita en estas teorías a favorecer el gobierno m undial u otros entes su p ra - o transnacionales de distribución cuyas credencia­ les dem ocráticas se dejan en su sp en so . El federalism o cosm opolita, en cam bio, es una visión de justicia global que es tam bién dem ocrática y que p rocede de la interdependencia de la dem ocracia y la distribución. Esta perspectiva nos perm ite reconceptualizar las m igraciones transna­ cionales. Los capítulos 4 y 5 se cen tran en cuestiones más institucionales y empíricas. E n el capítulo 4 exam ino el desagregado de los derechos de ciudadanía, en p articular en referencia a la U n ió n Europea. La id enti­ dad colectiva, los privilegios de la m em bresía política y el derecho a be­ neficios sociales ya no van u n id o s d en tro de una institución unificada de ciudadanía nacional. Son desagregados y quedan bajo la égida de distintos regím enes de derechos y soberanías m últiples, incrustadas. Pero la ciudadanía desagregada n o es ciudadanía cosm opolita. Los de­ sarrollos que describe pueden estar p rom oviendo la m ovilidad m u n ­ dial de pueblos sin adhesión dem ocrática ni com prom isos cívicos, lle­ vando a la form ación de un p roletariado m undial, participante de m ercados globales pero falto de u n demos. I I capítulo 5 aborda la interpenetración de lo local, lo global y lo i i .u ional y destaca la pr.u tica de iteraciones dem ocráticas. Sostengo

«1 1 1 < la ciudadanía cosm opolita) im plica el reclamo y el reposjciona.... ... tic lo u niversal -s u iteració n - d entro tlcl m an •> de lo local, lo lesiona!, u otro s sitios de activism o c intervenc ión dem ocráticos. Me ■ ni i n en u es casos extraídos de proceso! curoptoi rielantes para ilusii.ir prácticas de iteración dcniocraiii .1 en aei ion: el «-caso del fular» en I rancia; el caso de una m aesiia i;eiiii,iiiu alcana a la que se le negó el derecho de ensenai con mi cabeza 1 ubicua y la decisión de la C o rte C onstitucional alemana sobte la cuestión y, finalm ente, una decisión de 1990 de la < lorie < Ion si mu ii nas. I I derecho de hospitalidad se sitúa en los lím ites del ente políti< i», delim ita el espacio cívico regulando relaciones entre m iem bros y luíasteros. I )e allí que el derecho de hospitalidad ocupa el espació en11 < • Ii >■>derechos hum anos y los derechos civiles, entre el derecho de h u ­ m anidad en nuestra p ersona y los derechos que nos co rresp o n d en en la nú dida en que som os m iem bros de repúblicas específicas. K ant escri-

"l’tiiii l.i vciMtin en castellano hemos u tilizado: K ant, Im m anuel, La p a z p erp e­ tua 111 .nliii i n ni ili I Rivera Pastor) de la Biblioteca V irtual Miguel tic Cervantes, va n lrs\ ii n i . il t tini. I m o vale para Coda* las citas traducidas al > .in d ia n o de es ir rn spuahilad expresa to d o s los dilemas de u n ord en republicano cosm o­ polita en apretada síntesis: a saber, cóm o crear obligaciones casijggalnienic validas a través de com prom isos vohantarios v en ausencia_de-un |m )dci soheiano irresistible con derecho últim o de im p o sición. , Peí o cuál es exactam ente la JüsH T icádonde K ant del «derecho de \ isiiante»? ¿P or qué se im pone este derecho a la voluntad del soberano n pnhlicano? Al reflexionar sobre el «derecho de visitante» (Besuchs>(•lia!s)si bien hay reglas claram e n te d e fin id a s de cooperación - a l m enos en p rin c ip io - respecto de cóm o se venden y com p ran acciones, cóm o se d eterm inan sus valores y cosas p o r el estilo, en ú ltim a instancia lo que hace funcionar a la bolsa es precisam ente la «lógica de las consecuencias n o intencionales». U na vez establecidas estas norm as de cooperación, nadie puede p redecir y en prin cip io nadie debería p o d e r pred ecir qué resultado p ro d u ce el m ercado. E stá p ro h ib id o o p erar basándose inform ación in tern a de las em presas p o rq u e va en c o n tra de la lógica de las consecuencias no in ­ tencionales, al d estru ir la equidad de las reglas de cooperación. A dife­ rencia de los partid ario s del libre m ercado, n o tengo ninguna fe en que la lógica de las consecuencias n o intencionales sea siem pre racional o justa. O b viam ente, los gobiernos y o tro s entes regulatorios interfieren precisam ente para rectificar disfuncionalidades que resultan del juego de las fuerzas de m ercado. Es difícilm ente concebible, p o r ejem plo, que un gobierno p erm ita que quiebre el fondo de la seguridad social com o resultado de los caprichos del m ercado, aunque se ha sabido de id eó lo ­ gos del libre m ercado y p rofetas de la privatización que p ro p o n e n licuificar tales activos. Si concedem os a Raw ls que la econom ía m undial n o es u n sistem a p u ro de cooperación, sino u n dom inio m ixto que m uestra rasgos de cooperación y com petencia, de organización y de ló­ gica de las consecuencias n o intencionales, ¿qué sucede con la posición redistrib u tiv a global? La econom ía m undial, que n o llega a ser u n sistem a de cooperación, es de significativas interdependencias con consecuencias distributivas no despreciables para los jugadores involucrados. D en tro de este siste­ ma, hay entes y organizaciones internacionales que tienen funciones regulatorias tales com o la O rg an izació n M undial del C om ercio, el P o n d o M o n etario Internacional y la A gencia In ternacional de D esa­ rrollo [AID] y asociaciones de tratad o s tales com o el A cuerdo G eneral sobre A ranceles y C om ercio [GATT] y el A cuerdo de L ibre C om ercio de A m érica del N o rte [NAFTA]. Estas organizaciones en form a crecien­ te avanzan hacia un m odelo de cooperación global, que controlaría y reduciría el d año que puede causar la lógi,ca.d.ejas consecuencias no in­ tencionales. Así, los teóricos de In ju sticia global)tienen razón al d e­ m andar, c o n tra Rawls, q u e estos entes internacionales deben estar cada ve/ mas obligados a una rcndii ion de i lientas p o r sus acciones y ser ca-

da vez más transparentes en su to m a de decisiones para aquellos a qu ie­ nes responden. A u n q u e la econom ía m undial no es un sistem a de co o ­ peración, precisam ente p o rq u e revela significativos p atrones de in ter­ dependencia, así com o q u e es influenciado p o r entes cuasi gobernantes, hay m u ch o lugar para reform as aquí que p o d rían ir m ucho más allá del d eb er natural de ayuda a p u eb lo s co n problem as. Q u ie ro sugerir que la com unidad m undial debe verse com o una so­ ciedad civil global en la que los pueblos organizados com o estados son jugadores im portantes p ero de ningún m o d o los únicos jugadores. U na perspectiva cosm opolita tiene com o p u n to de p artida l^Tvisión kantiana) de que «si las acciones de u n o pueden afectar las acciones de otro», en­ tonces tenem os la obligación de regular nuestras acciones bajo una ley com ún ele libertad que respete nuestra igualdad com o agentes morales. J^as consecuencias de nuestras acciones generan obligaciones morales; una vez que nos hacem os conscientes de cóm o influyen de hecho en el bienestar y la libertad de los demás, debem os asum ir responsabilidad p o r las consecuencias p o intencionales e invisibles de nuestros haceros individuales-^ colectivos. C onstan tem en te descubrim os tales interde­ pendencias y tom am os conciencia de que lo que com em os, bebem os, fum am os y consum im os com o energía en nuestros hogares y nuestros autom óviles tiene u n im pacto sustancial en la vida de otros con quienes pod em o s n o estar siquiera rem otam ente vinculados. H ay una dialéctica aq u í entre el crecim iento del conocim iento social y la dism inución do la responsabilidad m oral. E n lenguaje kantiano, si la voluntad de uno pue de lim itar la voluntad de o tro en el dom inio externo de acciones, enion ces quedam os enredados en la red m oral de responsabilidades y obliga ciones. Tal es la situación co n la econom ía m undial: si bien no siem pre se contará con juicios m uy claros respecto de efectos específicos de M tt o aquella política sobre la vida y el bienestar de otros, constantem ente enfrentam os el desafío de com prender las im plicaciones m orales de nuestras acciones d escubriendo consecuencias no intencionales y lo m ando conciencia de las m edidas regulatorias e intervencionistas de en tes que gobiernan el m undo. Tal conocim iento crea responsabilidad m oral. Ya no es m oralm ente perm isible que los choferes de autom óviles y las industrias en C hicago, p o r ejem plo, ignoren que sus acciones están causando lluvia acida en C anadá; tam poco debería ser posible para quienes viven en los E stados U nidos ignorar qu e la abundancia agrope cuaria de C alifornia se debe en gran m edida, si no del todo, al sudor, la sangre y el trabajo de o b rero s m exicanos ilegales, cuyo trabajo estañ o nal barato ha hecho posible la cosecha di' abundancia que recibim os I.a conclusión que Beitz y l’ogge sacan de análisis similares es que debe sci aplicable al sistem a económ ico m undial un principio tedisti i

butivo global. B eitz escribe que «en particular, si el principio de dife­ rencia (“las desigualdades sociales y económ icas se deben o rd en a r de m odo que sean [...] p ara el m ay o r beneficio de los m enos aventaja­ d o s”) se ad o p tara en la posició n dom éstica original, tam bién sería adoptado en la posición global original» ([1979] 1999:151). Pogge está de acuerdo (2002: 42). N o m e interesa p ro seg u ir co n el debate respecto de si u n principio redistributivo global debería form ularse com o alguna versión de un principio de diferencia raw lsiano o en alguna versión del principio igualitario global de Pogge. C o n cu erd o co n la visión cosm opolita libe­ ral de B eitz y Pogge acerca de que, en u n m u n d o de interdependencias radicales y n o m eram ente accidentales y transitorias entre la gente, nuestras obligaciones distributivas van m u ch o m ás allá del deber n a tu ­ ral de d a r ayuda. P ero me siento incóm oda con la im posición de un principio red istrib u tiv o global p ara crear justicia económ ica entre los pueblos, a m enos y hasta que se exam ine la com patibilidad de tal p rin ­ cipio con el au to g o b iern o dem ocrático. Presentaré tres objeciones al redistribucionism o global y distinguiré este ú ltim o de la perspectiva cosm opolita federalista, que deseo defender y que tiene im plicaciones redistribucionistas tam bién. Llam aré a la p rim era objeción epistémica; a la segunda, herm enéutica y a la tercera, dem ocrática.

l a objeción epistémica Aun si la econom ía m undial se entiende de la m ejor m anera com o un sistem a de interdependencias con patro n es significativos e interco n e­ xiones causales, es difícil hacer juicios generalizados acerca de re sp o n ­ sabilidades agregadas. Si bien pod em o s calcular cóm o están dañando la atm ósfera del m u n d o los niveles de em isión de m onóxido de carbono de los países industriales avanzados, es m u ch o más d ifíc il-in clu so si es que no im p o sib le - calcular cóm o los patro n es de consum o de carne en listados U n id o s p ueden o n o estar afectando la econom ía m exicana o si la baja económ ica de A lem ania está causando desem pleo en G recia y qué debe hacerse al respecto. ( Con referencia a las causas económ icas de la m igración, p o r ejem ­ plo, I lania Z lo tn ik escribe: «D ado que hay consideraciones económ i• 1 1 ul com unicativa y es fundam en

tal a esta lib ertad com unicativa el derech o a re tira r el co n se n tim ien to a existir d e n tro de ciertas fro n te ra s estatales. P o r su p u e sto q u e esta m an era de p re se n ta r el p ro b le m a se refracta a través de las prem isas altam ente individualistas de la teo ría del c o n tra ­ to social: las razo n es p ara la m igración rara vez so n sim plem ente p e r­ sonales o idiosincrásicas. E n la m ay o ría de los casos, las causas de fo n ­ do de la m ig ració n son la p o b re z a , el h am b re y la p ersecu ció n p o r m o tiv o de raza, religión, etnicidad, lenguaje, género y preferencia se­ xual, así co m o etnocidios, genocidios, guerras civiles, terrem o to s, p la­ gas y cosas p o r el estilo. E stos eventos crean refugiados y asilados ta n ­ to co m o m igrantes. C laram en te, las condiciones de p rim e ra adm isión para inm ig ran tes son de u n tip o d iferen te de aquellas para refugiados y solicitantes de asilo. Los estados tien en m ás discreción para estipular co ndiciones de ingreso en el caso de inm igración que cu a n d o se tra ta de refugiados y asilados. Sus obligaciones respecto de estos g ru p o s son m orales y, p ara los estados q u e so n signatarios de la C o n v en ció n de G i­ neb ra so b re la co n d ició n de los refugiados (N aciones U nidas, 1951) y su P ro to c o lo de 1967, son legales. U n a vez q u e se da la ad m isió n inicial, ¿cuál es la obligación de u n E stad o liberal p ara con quienes h a adm itido? ¿ H a y u n d erecho h u m a ­ no a ser m iem b ro ? Q u ie ro so ste n e r q u e sí y q ue este derecho es el an ­ verso de la p ro h ib ic ió n de la d esn atu ralizació n. D esde el p u n to de vis­ ta de la te o ría discursiva, el arg u m e n to m oral te n d ría que p ro c e d e r del siguiente m o d o : «Si u sted y y o en tram o s en u n diálogo m oral y y o soy m iem b ro de u n E stad o del que u sted busca ser m iem b ro y no lo es, en ­ tonces d e b o p o d e r m o strarle co n b u en fu n d am en to , co n u n fu n d am en ­ to que sería aceptable p ara am bos igualm ente, p o r q u é n o pued e nunca p erten ecer a n u estra asociación y co n v ertirse en u n o de no so tro s. D e ­ ben ser fu n d am en to s q u e u ste d aceptaría si estuviera en m i situación y yo en la suya. N u e stra s razo n es d eben ser recíp ro cam en te aceptables; deben aplicarse p o r igual a cada u n o de n o so tro s» . ¿ H a y tal fu n d am en ­ to que sería recíp ro cam en te aceptable? C laram ente, las razones que le im pidieran a u ste d ser m iem b ro p o r el tipo de ser que u sted es, sus a tri­ b u to s adscrip tiv o s y n o electivos tales com o su raza, género, religión, etn icid ad ,2 co m u n id ad de lenguaje, o sexualidad, n o serían perm isibles, p o rq u e en to n ces y o estaría red u cien d o su capacidad de ejercer la lib e r­ tad co m u n icativ a a aquellas características q u e le fu e ro n dadas p o r ca­ sualidad o accidente y que u sted n o eligió. (H istó ricam en te, la co n v er­ sión religiosa siem pre fue co n sid erad a una vía para la aceptación de gente extraña ,i la co m u n id ad y p o r tan to no se veía co m o un a trib u to .ulscriptivo sin o electivo.) N in g u n a razón q u e im pidiera a ciertos g ru ­ pos de in d iv id u o s I.i m cm hi'i’sí.i en lo n n a p erm an en te p o r el tipo de selO.t

res hu m an o s que son p o d ría ser recíprocam ente aceptable. Sin em b ar­ go, los criterios que estipulan que u sted debe m o strar ciertas califica­ ciones, capacidades y recursos p ara convertirse en m iem bro son perm i­ sibles p o rq u e n o niegan su lib ertad com unicativa. P o r cierto que puede abusarse, en la práctica, de la im posición de condiciones en to rn o de la extensión de la perm anencia, el d o m in io del lenguaje, una cierta p ru e ­ ba de co nocim ientos cívicos, la d em o stració n de recursos m ateriales o capacidades com ercializables, p ero desde el p u n to de vista de la teoría norm ativa estas condiciones n o violan la au to co m p ren sió n de las de­ m ocracias liberales com o asociaciones que respetan la libertad co m u n i­ cativa de los seres hum an o s q u a seres hum anos. Este derech o a la m em bresía im plica un derecho a saber p o r parte del extranjero que busca ser m iem bro: ¿C ó m o pueden cum plirse las condiciones de naturalización? La respuesta a esta pregunta debe estar públicam ente a disposición de to d o s, debe ser tran sp aren te en sus fo r­ m ulaciones y n o estar sujeta al capricho b urocrático. D ebe haber u n p ro ced im ien to claro, ad m in istrad o de m o d o legal, a través del cual puede darse la naturalizació n y debe h ab er u n derecho de apelación en caso de u n resultado negativo, com o lo hab ría en la m ayoría de los ca­ sos civiles. N o se debe crim inalizar al inm igrante y al extranjero; se de­ be salvaguardar su derecho a d eb id o p roceso, a la representación legal en la p ro p ia lengua y el derecho al asesoram iento legal independiente. El derech o h um ano a ser m iem bro está a caballo de dos categorías amplias: derechos h um anos y derechos civiles y políticos. Sostengo que el hech o de que a u n a p erso n a le correspondan to dos los derechos civiles -in c lu so los derechos de asociación, a la p ropiedad y al c o n tra ­ to - y eventualm ente los derechos políticos debe ser considerado en sí m ism o u n derech o hu m an o . E sto sugiere que la discreción soberana de la com u n id ad dem ocrática está circunscrita: u n a vez que s e d a In a d m i­ sión, el cam ino a la m em bresía n o debería_verse bloqueado. La distin ­ ción de K ant entre el derecho tem p o rario de perm anencia y el derecho de más largo plazo de visita ya n o p u ede sostenerse (véase cap. 1), da­ do que desde un p u n to de vista teórico -d iscu rsiv o no pu ed o justificar­ le a usted con b uen fu n d am en to p o r qué u sted debe ser u n extranjero perm anente en esta tierra. E sto equivaldría a negar su libertad co m u n i­ cativa y su personalidad m oral. Se pued e p lantear una seria objeción co n tra esta línea de argum en­ tación: insistir en que el derecho de m em bresía -e s decir, de naturaliza­ c ió n - se deriva de u n p u n to de vista ético-discursivo parece atar la vo­ luntad del sob eran o dem o crático de acuerdo con una concretización específica de derechos. ¿Pero entonces no se estaría im poniendo un program a especifico de derechos i pu>« esos de form ación de la voluntad

dem ocrática? ¿Q u é cantidad de variaciones dem ocráticas en los p ro ­ gram as de derechos es co m p atib le con las prem isas teórico-discursivas? In tro d u je más arriba u n a distin ció n entre el principio de los dere­ chos y u n program a de derechos que estaría determ inado p o r cada sob eran o dem ocrático. ¿Se pued e consid erar el derecho hu m an o a la m em bresía u n a violación de esta distinción? Si se entendiera p o r el derech o h um ano a la m em bresía el contenido específico del derecho a la ciudadanía en u n ente político específico, entonces se p o d ría arg u m en tar que tal d erecho no debería con sid erar­ se u n derech o m o ral o h u m an o básico sino u n derecho político o de ciudadano .E n cam bio sugiero q u e el derecho hum an o de m em bresía es más general q u e la legislación específica sobre ciudadanía de tal o cual país. A lgunos entes políticos p u ed en req u erir un exam en de lenguaje escrito p ara d em o strar com petencia, o tro s p u ed en estar satisfechos so­ lo con u n a d em o stració n oral; algunos países pueden req u erir una resi­ dencia de siete años, o tro s p u e d e n estar satisfechos con tres. A lgunos p u ed en o to rg a r a los residentes perm anentes el derecho de v o ta r en elecciones m unicipales, com o es el caso en H o lan d a, el R eino U n id o e Irlanda; o tro s, tales com o A lem ania, p u ed en p e rm itir el v o to solo des­ pués de la n aturalización. E stas son variaciones d e n tro de los pod eres y p rerrogativas del pueb lo dem ocrático. L o que sería objetable desde un p u n to de vista m oral es la ausencia de cualquier pro ced im ien to o p o si­ bilidad p ara que los extranjeros y los foráneos residentes se conviertan en ciudadanos; es decir, si la naturalizació n no fuera perm itid a en ab so ­ lu to o si fuera restringida so b re la base de fu ndam entos religiosos, ét­ nicos, raciales y de preferencia sexual, esto violaría el derecho hum an o a ser m iem b ro . E n este sentido, el derecho h um ano a la m em bresía es un aspecto del principio del derecho, es decir, del reconocim iento del in­ d iv id u o c o m o rnTser que merece respeto moral, un ser cuya libertad co­ m u n ica tiva debem os reconocer? El d erech o h u m an o a ser m iem b ro n o es m eram ente u n «deber» m oral abstracto , sino que es in c o rp o ra d o de m o d o creciente en regím e­ nes de d erechos existentes a través de varias prácticas e instituciones. El m argen de divergencia c o n re s p e c to n o solo a los derechos hum anos si­ no tam bién a derechos civiles y p o lítico s está d ism inuyendo en m uchas dem ocracias liberales. El privilegio soberano de la naturalización apa­ rece de fo rm a creciente com o u n a reliquia de una era pasada de su p re­ macía estatista. D ad o el nivel de integración de no nacionales y no ciu­ dadanos en regím enes de derechos, la ciudadanía nacional ha dejado de ser la única base para la ad scripción de derechos. Ktl lo que sigue, consideraré la transformación de las instituciones de I.i ciudadanía en I.i Europa contem poránea, l.os desarrollos institu­

cionales co n tem poráneos ap u n tan en direcciones contradictorias. P o r u n lado afirm an la significación de la ciudadanía nacional; al m ism o tiem po m inim izan la distinción entre la condición legal de los ciudada­ nos y los extranjeros. E stos desarrollos han llevado a la desagregación del m odelo unitario de ciudadanía en sus elem entos com ponentes. La inclusión de este estudio de caso cam bia el terreno del debate de una perspectiva norm ativo-analítica)a una institucional-sociológica. N o quiero sugerir con esto que los procesos em píricos p o r sí mismos p u e ­ den resolver los dilemas norm ativos de los derechos de membresía; sin em bargo, es im portante para la filosofía política tom ar conciencia de ten­ dencias y transform aciones concretas. Al hacerlo, sigo el ejem plo de la Filosofía del derecho de H egel, que trató de situar la libertad en el m u n ­ do de «Espíritu objetivo» ([1821] 1973 )._A través de una crítica interna de los potenciales contradictorios de instituciones que enm arcan nuestra vida, logram os una com prensión más clara de nuestros derechos y liber­ tades. En mis consideraciones no hay ninguna prom esa de una teleología de reconciliación com o la había en la filosofía hegeliana; ni puede red u ­ cirse el «deber» moral al «es» institucional. Pero creo que apreciarem os m ejor la naturaleza contradictoria del presente si tenem os una visión más clara de las transform aciones institucionales existentes en el d o ­ minio dé los derechos de mem bresía. D em asiado tiem po la teoría políti­ ca norm ativa y la sociología política del E stado m oderno han ido p o r ca­ m inos separados. Este libro es u n reclamo de su fructífera colaboración.

Un modo sociológico de derechos ciudadanos I ,a ciudadanía en el m u n d o m o d ern o ha significado la m em bresía en una com unidad política circunscrita que era un E stado-nación, u n E s­ tado m ultinacional o una estru ctu ra de m ancom unidad de naciones. El régim en p olítico de soberanía circunscrita territorialm ente, ejercitado a I I aves de procedim ientos^adm inistrativos form ales-racionales y dep en ­ diente de la form ación de v oluntad dem ocrática de u n grupo de p erso ­ nas más o m enos hom ogéneo culturalm ente, solo podía funcionar delinicndo, circunscribiendo y co n tro lan d o la ciudadanía. El ciudadano es el individuo que tiene derechos de m em bresía de residir d e n tro de un territo rio , que está sujeto a la jurisdicción adm inistrativa del E stado y que, idealm ente, es m iem bro de u n soberano dem ocrático en nom bre del cual se prom ulgan leyes y se ejerce la adm inistración. Siguiendo a Max W eber podem os decir que esta un id a d de residencia, sujeción ad­ m inistrativa, participación democrática y m em bresía cultural co n stitu ­ ye el m odelo «ideal típico» de la i ludadam.i en el E stado-nación m olOr,

cierno de O ccidente (véase Weber, [1956] 1978: 901-926). La influencia de este m odelo, se co rresp o n d a adecuadam ente o n o con las condicio­ nes locales, se extiende m u ch o más allá de O ccidente: las naciones en vías de m o dernización en Á frica, el O rien te M edio y Asia, que en tra­ ron en el p roceso de form ación del E stado con po sterio rid ad a sus co n ­ trapartes de E u ro p a occidental, tam bién co p iaro n este m odelo d o n d e ­ quiera que pasaran a existir. ¿ C uál es la condición de la ciudadanía hoy, en u n m undo de una p o ­ lítica crecientem ente d esterritorializada? ¿C óm o se está reconfigurando la ciudadanía según las condiciones contem poráneas? ¿C ó m o ha afectado a la teoría y la práctica de la ciudadanía el deshilacliado de las cuatro funciones del Estado: territorialidad, control adm inistrativo, le­ gitim idad dem ocrática e iden tid ad cultural? La p ráctica e institución de la ciudadanía pued e desagregarse en tres com ponentes: id en tid ad colectiva, p riv ilegios de la m em bresía política y derechos y reivindicaciones sociales. M ientras los teóricos de la polí­ tica tien d en a centrarse p rim o rd ialm en te en los privilegios de la m em ­ bresía política, los científicos sociales e h istoriadores sociales han esta­ do más interesados en la form ación de identidades colectivas y la evolución de las dem andas de derechos asociadas con la condición de la ciudadanía (B enhabib, 2002a: 162-171). La visión de que la ciudadanía es una condición que confiere a cada u n o derechos y beneficios así com o obligaciones deriva de T. H . M arshall (1950). El catálogo de M arshall de ^erech o s civilé’s, políticos y so­ ciales está m odelado sob re la lógica acum ulativa 3e las luchas p o r la ex­ pansión de la dem ocracia en el siglo X I X y com ienzos del X X . Los «derechos civiles» nacen co n el E stado absolutista y en su form a más tem pran a y básica im plican los derechos de p ro tección d e la vida, la li­ b ertad y la p ropiedad, el derecho de libertad de conciencia y ciertos d e­ rechos de asociación, tales com o los de com erciar y de m atrim onio. > L os «derechos políticos» en sentido estrecho se refieren a los dere- ( chos de autodeterm inación, de o cu p ar cargos y postularse para ellos, de establecer asociaciones p o líticas y no políticas, e incluyen una prensa libre e instituciones libres científicas y culturales. Los «derechos so ­ ciales» son los últim os en el catálogo de M arshall; se lograron h istó ri­ cam ente a través de luchas de m ovim ientos de trabajadores, de m ujeres y otro s m ovim ientos sociales de los últim os dos siglos. Los derechos sociales incluyen el derecho de fo rm ar sindicatos así com o otras aso­ ciaciones profesionales y de oficio, derechos de atención de la salud, Compensación p o r desem pleo, pensiones para los ancianos, cuidados, para los niños, vivienda y subsidios educativos. E stos derechos sociales varían m ucho entre países y dependen de los co m prom isos sociales de

clases p revalecientes en cu alq u ier d em ocracia de bien estar social dada (Soysal, 1994). Su in clu sió n en cu alq u ier catálogo aco rd ad o in te rn a c io ­ n alm e n te de d erech o s h u m an o s -m á s allá del m ero d erech o al em pleo y a u n nivel de vida d e c e n te - es m o tiv o de d isp u ta entre d istin to s p aí­ ses co n d istin tas persp ectiv as económ icas. Q u ie ro ilu stra r este efecto de desagregación co n referencia a los re ­ gím enes de d erecho s de la U n ió n E u ro p e a c o n te m p o rán e a, en la cual los d erech o s de ciu d ad an o s de los países m ie m b ro s de la U E están fu e r­ tem e n te d em arcad o s resp ecto de los de nacionales de tercero s países, d e n tro de u n p a tc h w o rk de regím enes de d erech o s locales, nacionales y su p ran acio n ales. E l m o d elo u n ita rio , q u e co m b in ó la residencia c o n ­ tin u a en u n te rrito rio d a d o c o n u n a id en tid ad nacional co m p artid a, el d isfru te de d erech o s p o lítico s y la su jeció n a u n a ju risd icció n ad m in is­ tra tiv a co m ú n , se está desh acien d o . Se p u e d e te n er u n c o n ju n to de d e ­ rech o s p e ro n o o tro :¿ e j> u e d e n te n e r d erech o s políticos sin ser nativo, co m o es el caso de nacionales de la U E ; p e ro es m ás c o m ú n te n e r d e re ­ chos y beneficios sociales en v irtu d de ser u n tra b a ja d o r ex tran jero , sin c o m p a rtir la m ism a id en tid ad colectiva o te n e r los privilegios de la m em b resía política. E l p elig ro en esta situ ació n es el de la «extranjería perm a n e n te » , a saber, la creación de u n g ru p o en la sociedad que dis­ fru ta de los d erech o s de p ro p ie d a d y de la sociedad civil sin te n e r acce­ so a d erech o s p o lític o s.4

La ciudadanía en la Europa contem poránea Según el «T ratado p o r el q u e se establece u n a C o n stitu c ió n para E u ro ­ pa» (2003, q u e aú n d eb e ser ratificad o p o r los estados m iem b ro s) y lue­ go del T ratad o de M aastrich t (1992), «Toda p e rso n a que tenga la n acio ­ n alid ad de u n E sta d o m ie m b ro posee la ciu d ad an ía de la U n ió n , que se añade a la ciu d ad an ía nacio n al sin su stitu irla» .5 L os nacionales de to d o s los países q u e son m iem b ro s de la U n ió n E u ro p e a -A le m a n ia , A ustria, Bélgica, C h ip re , R ep ú b lica C heca, D in am arca, E slovaquia, E slovenia E spañ a, E sto n ia, F in lan d ia, F rancia, G recia, H u n g ría , Irlanda, Italia, H o la n d a , L etonia, L itu an ia, L u x em b u rg o , M alta, P o lo n ia, P o rtu g al, el R ein o U n id o y S u ecia- tam b ién son ciu d ad an o s de la U n ió n E u ropea. ¿Q u é significa ser ciu d a d a n o de la U E ? ¿ Q u é privilegios y resp o n sa b i­ lidades, q u é d erech o s y deb eres im pone? ¿L a ciudadanía de la u n ió n es m eram en te u n a categoría de co n d ició n social, igual que la m em bresía en el Im p e rio ro m a n o ? 6 ¿La m em b resía de la u n ió n significa algo más q u e p o se e r u n p asap o rte q u e p erm ite p asar p o r las p u ertas indicadas al p asar fro n te ra s? 7 ION

C la ra m e n te se b u sca q u e la m em b resía de la u n ió n sea más q u e eso. N o solo u n a c o n d ic ió n pasiva, ta m b ié n b u sca d esignar u n a id en tid ad cívica activa. L os ciu d ad an o s de los estados de la U E p u ed e n estab le­ cerse en cu alq u ier lu g ar en la u n ió n , o c u p a r p u e sto s de trab ajo en los países q u e eligen y v o ta r así c o m o p o stu la rse en elecciones locales y en elecciones p a ra el P a rla m e n to d e E u ro p a .8 T ien en el d erecho a d isfru ta r de re p re se n ta ció n co n su la r y d ip lo m ática en el te rrito rio de terceros países en los q u e los estados m iem b ro s de los q u e so n nacionales p u e ­ den n o te n e r rep resen tació n . T ien en d erech o a p e tic io n a r al P arlam en ­ to E u ro p e o y h acer so licitu d es al o m b u d sm a n e u ro p e o (T ratado de la C o n stitu c ió n , artícu lo 1-8-2, w w w .c o n stitu c io n e u ro p e a.e s/p d f/c o n stitu c io n e u ro p e a .p d f). A l p ro g re s a r la in teg ració n m o n etaria y eco n ó m i­ ca eu ro p ea, los m iem b ro s de la U E están d e b a tie n d o si la ciud ad an ía de la u n ió n d eb ería ex tenderse a u n p a q u e te de d erech o s y beneficios so ­ ciales equiv alen te, tales c o m o co m p en sació n p o r desem pleo, seg u ro de salud y p en sio n es p o r vejez, de los q u e p o d ría n d isfru ta r los m iem b ro s de estad o s de la U E n o im p o rta en q u é país de la U E establezcan su re ­ sidencia. E l an v erso de la m em b resía en la U E es u n a dem arcació n m ás n íti­ da de las co n d icio n es de los q u e so n n o m iem b ro s. L os acu erd o s de Schengen y D u b lín buscab an u n ifo rm a r el o to rg a m ie n to de asilo y de la c o n d ic ió n de refu g iad o en to d o s los estados m iem b ro s.9 E sto s a cu er­ dos, a los q u e se hacía referen cia co m o « arm o n iz a ció n legal» a c o m ie n ­ zos de la d écada de 1990, hacían crecien tem en te d ificu lto so a d q u irir es­ ta tu to de refu g iad o y asilad o .10 El T ratad o de A m sterd am , aco rd ad o el 17 de ju n io de 1997, co lo có las p o líticas de n a tu ra lizació n , inm igración, refug io y asilo d e n tro de la U E en el T ercer P ilar del D ere ch o E u ro p e o e inició el « m éto d o ab ierto de co o rd in ació n » . E l P rim e r P ilar refiere a leyes y reg lam en tacio n es de alcance en to d a la U E ; el Segundo P ilar conciern e a m edidas de seg u rid ad c o m ú n y co o p erac ió n , en p a rtic u lar aquellas c o rre sp o n d ie n te s a la crim in alid ad y a la lucha c o n tra el n a rc o ­ tráfico; el T ercer P ilar es d e fin id o co m o « d erecho in terg u b ern am en tal» y está su jeto a a cu erd o discrecio n al y co o p eració n al igual que las c o n ­ venciones de d erech o p ú b lic o in tern acio n al. E n estas áreas se halla v i­ gente hasta 2004 u n p ro c e d im ie n to de decisiones u n á n im e y el m é to d o ab ierto de co o rd in a c ió n (véase de Jo n g , 2000: 21-25). Si bien los países m iem b ro s de la U E retienen la d iscrecio n alid ad so b eran a so bre sus p o ­ líticas de in m ig ració n y asilo, el T ratad o de A m ste rd a m in c ru stó las p olíticas de inm ig ració n y asilo en el m arco de la U E (Van K rieken, 2000: 25). Las reso lu cio n es del C o n s e jo E u ro p e o co n c re tad as en T am pere, I ¡nlatiilin, el I '> lí> de o c tu b re de 1999, re ite ra ro n este c o m p ro m iso de

la in teg ració n eu ro p ea so b re la base del re sp e to p o r los derech o s h u ­ m anos, las in stitu cio n es d em ocráticas y el im p erio del derecho. El C o n se jo en fatizó q u e estos p rin cip io s n o d eb en verse com o exclusivos de los p ro p io s ciu d ad an o s de la u n ió n . «Sería, adem ás, c o n tra rio a las tradicio n es eu ro p eas negar esta lib ertad a aquellas perso n as a las que sus circunstancias co n d u cen ju stificad am en te a tra ta r de acceder a n u e stro te rrito rio . P o r esta razó n , la u n ió n ha de d e sarro llar políticas com unes en m ateria de asilo e inm ig ració n , te n ie n d o en cu en ta al m is­ m o tie m p o la necesidad de llevar a cabo u n c o n tro l co h eren te de las fro n te ra s exterio res p a ra p o n e r fin a la inm ig ració n ilegal y p a ra lu char c o n tra quien es la o rg an izan y co m eten d elito s in ternacionales co n e­ xos» (ibíd., 305). Pese a estos deseos de u n a política de inm igración y asilo coherente a nivel in terg u b ern am en tal de las instituciones de la U E , las condiciones legales e institucionales p ara inm igrantes y asilados varían m u ch o entre los estados m iem bros. C o m o d ejaron m u y en claro los cam bios p o líti­ cos en A ustria, Italia, D inam arca, P ortugal, E spaña y H olanda, que lle­ v aron al p o d e r a p artid o s de derecha op u esto s a la inm igración a fines de la década de 1990 y com ienzos de la de 2000, las cuestiones de inm igra­ ción y asilo siguen siendo b om bas de tiem p o en m anos de dem agogos y políticos de derecha, listas a explotar en cu alquier m om ento. La cu m b re de los m in istro s del C o n sejo E u ro p e o en Sevilla en ju nio de 2002, luego de los eventos del 11 de sep tiem b re de 2001, d io claras indicaciones de que estaban en riesgo las declaraciones de A m sterdam y T am pere y que el m éto d o ab ierto de co o rd in a c ió n p racticado hasta ahora en m ateria de inm igración, refugiados y asilo sería reem plazado p o r p o líticas más restrictivas e in to leran tes p o r p arte de los países m iem bros. Las C onclusiones de la Presidencia de la reu n ión del C onsejo E u ro ­ peo en Tesalónica (19-20 de ju n io de 2003) dan u n lugar pro m in en te al «desarrollo de una política co m ú n en m ateria de inm igración ilegal, fro n ­ teras exteriores, repatriación de los inm igrantes ilegales y cooperación con terceros países» (w w w .eu2003.gr/es/artiiculos/2003/6720/3121/). U rgiendo el desarrollo del Sistema de Inform ación de Visas que podría co o rd in ar la inform ación relevante o btenida de los gobiernos nacionales, el C o n sejo alienta el uso de «identificadores biom étricos o datos biom él ricos, que daría lugar a soluciones arm onizadas en m ateria de do cu m en ­ tos para los nacionales de terceros países, pasaportes de los ciudadanos de la UK y sistem as de inform ación» (ibíd.). Si bien la decisión de perm i­ tir o negar el ingreso sigue siendo prerrogativa de los gobiernos naciona­ les, de fortna creciente se com parte l.i inform ación en el nivel de la U E y se agilizan los procedim ientos p.n.i oinig.u visas.

E n u n p aso extrem ad am en te im p o rta n te hacia la creación de u n sis­ tem a c o m ú n eu ro p eo de asilo, el C o n sejo E u ro p e o p ro p u g n a a d o p ta r «norm as m ínim as sobre los req u isito s y la co n d ició n a la que pu ed en o p ta r ciu d ad an o s de terceros países y perso n as apatridas para ser re fu ­ giados o beneficiarios de o tro s tipos de p ro te c ció n internacional» y el desarro llo de «norm as m ínim as de p ro ced im ien to p a ra [...] co n ced er o re tira r la co n d ició n de refugiado» (ibíd.). Si bien el C o n se jo reitera su ad h esió n a la C o n v e n ció n de G in eb ra sob re refug iad o s y asilados de 1951 y su P ro to c o lo de 1967, la U E b u s­ ca u n a m a y o r co o p eració n co n teix ero s países que so n tierras re m ite n ­ tes en la read m isió n y regreso de sus nacionales que llegan ilegalm ente a te rrito rio de la U E . Se h a n in crem en tad o los esfuerzos cooperativos con países rem iten tes p ara m e jo ra r los co n tro les de fro n teras, in te r­ ceptar inm ig ran tes ilegales y crear sistem as de asilo. D a d o que en m u ­ chos casos los in d iv id u o s q u e b uscan asilo y refugio escapan de regí­ m enes o p reso res, ilegales e in clu so asesinos, de sus p ro p io s países, u n a m ay o r co o p e ra c ió n con estos g o b iern o s p u ede ten e r efectos d esastro ­ sos so b re su vida. U n peligro m u y serio que p la n te a ro n estos hechos es el socavado del sistem a basado en d erechos individuales de la C o n v e n ­ ción de G in e b ra y de las obligaciones m orales ta n to co m o co n stitu c io ­ nales de estados individuales hacia refugiados y solicitantes de asilo, en vista de sus p ro p ias histo rias pasadas de co lab o ració n o resistencia al fascism o y el to talitarism o , seg ú n el caso." Si bien las políticas de ad m isió n en los países m iem b ro s de la U E se vuelven m ás estrictas, p ara los ex tran jero s q ue ya están en la U E el avance de las condiciones de ciu d ad an ía en la u n ió n ha dad o su rg i­ m ien to a d iscrepancia en tre quien es son ex tran jero s y nacionales de tercero s países y quienes so n ex tran jero s p e ro m iem b ro s de la U E . La co n d ició n de d o s niveles de la extranjería ha evolucionado: p o r u n la­ do h ay nacionales de tercero s países extranjeros residentes en países eu ro p eo s, algunos de los cuales h an n acido y fu e ro n criados en esos países y n o c o n o cen o tra p a tria ; p o r el o tro lado h ay quienes p u ed en ser casi to ta lm e n te extrañ o s al lenguaje, las c o stu m b res e h isto ria del país an fitrió n p e ro d isfru ta n de condiciones y privilegios especiales en virtu d de ser nacionales de u n E stad o m iem b ro de la U E (eu ro p a .e u .in t/sc a d p lu s/c itiz e n s/fr/d 7 .h tm ). La consecu en cia de estos d esarro llo s es u n paisaje a cuadros, en el qu e n o so lo hay prácticas d iferen tes en d istin to s países, sino que im ­ peran p rin c ip io s n o rm ativ o s divergentes en d istin to s co n tex to s. La desagregación de la ciu d ad an ía d e n tro de la U E se da siguiendo varios ejes:

///

1) Ser o no acreedor a derechos ya n o depende de la condición de ciu­ dadanía. E xtranjeros que sean residentes legales han sido in co rp o ra ­ dos a regím enes de derechos hum anos, así com o que son protegidos p o r legislaciones supra y subnacionales. 2) P ero la cond ició n de extranjeros residentes in docum entados, así co­ m o la de refugiados y asilados sigue en ese terren o oscuro entre la legalidad y la ilegalidad. H a sta que sus solicitudes son aprobadas, los refugiados y asilados n o tienen derecho a elegir librem ente su dom icilio o a aceptar em pleo. R ecientem ente ha sido aprobada una resolución p o r el C onsejo de M inistros de la U E que perm ite tra b a ­ jar a quienes tienen su solicitud en proceso luego de tres meses. E n algunos casos hijos de refugiados y asilados pu ed en ir a la escuela; en general los asilados y refugiados tienen derecho a ciertas form as de atención de su salud. E n cam bio los m igrantes indocum entados están im pedidos de g ozar de derechos y beneficios y la m ayoría vi­ ve y trabaja clandestinam ente. 3) L a d eterm inación de las condiciones de ingreso en países m iem bros de la U n ió n E uropea, pese a las declaraciones de los Tratados de A m sterd am y Tam pere, perm anece en el T ercer P ilar del derecho de la U E y es c o n tro lad o p o r las legislaturas nacionales de los estados m iem bros, d e n tro de lím ites fijados p o r las guías com unes de la U E y la C o n v en ció n de G in eb ra sobre la cond ición de los R efugiados (N aciones U nidas, 1951). 4) D ad o que el acceso al ingreso aún es determ inado p o r los estados in ­ dividuales, la condición de nacionales de terceros países está sujeta a considerable variación entre las fronteras individuales de la U E. Los derechos de m ovilidad, dom icilio y em pleo no abarcan to d a la unión. El artículo 11-105 del T ratado de la C o n stitución dice vaga­ m ente que «Podrá concederse libertad de circulación y de residencia, de conform idad con lo dispuesto en la C on stitución, a los naciona­ les de terceros países que residan legalm ente en el territo rio de un E stado m iem bro» (h ttp ://eu ro p a.eu .in t/eur-lex/lex/L exU riServ/site/es/o j/2 0 0 4 /c_ 3 10 /c_ 3 1020041216es00410054.pdf). 5) E n to d a la U E la separación del origen nacional y cultural de los privilegios de la m em bresía política es visible: la ciudadanía de la U n ió n E u ro p ea posibilita v o tar por, postu larse a y ocupar cargos en elecciones locales y de to d a la u n ió n para to d o s los ciudadanos de la U E ; esto n o vale en el caso de nacionales de terceros países. Sus d e­ rechos políticos siguen atados a sus orígenes nacionales y culturales. E n este sen tid o tam bién hay cam bios visibles en toda la U E: en D i­ nam arca, Suecia, Finlandia y I lolanda nacionales de terceros países pueden particip ar en elecc iones locales y regionales; en Irlanda se

o to rg an estos derechos en el nivel local p ero no regional. En el Kci no U n id o los ciudadanos de la M an co m unidad pueden v o tar lam bién en elecciones nacionales. 6) Los cuadros 4.1 y 4.2 sin tetizan los regím enes de derechos a los que están sujetos d istin to s grupos de individuos. Procesos co n tem p o rán eo s d e n tro de la U n ió n E uropea revelan tan to la desagregación de la ciudadanía co m o la u n ió n problem ática de I.i ( Convención Europea

sobre D erechos H um an o s y Libertades Fundam entales, sus derechos de m ovim iento, em pleo y asociación están fuertem ente lim itados. D e ­ penden com pletam ente de la v oluntad del E stado soberano que les o torga estadía tem poraria. La naturaleza transitoria de su perm anencia se ve acentuada aun más p o r las restricciones a sus capacidades de em­ pleo. C onfinados a m enudo a núcleos de vivienda segregados en centros rurales y urbanos, frecuentem ente separados de la com unidad en torno de ellos y negándosele el derecho a buscar em pleo, los refugiados y so­ licitantes de asilo a veces se convierten en blancos fáciles para estallidos y sentim ientos xenófobos. Los estados naciones los retienen en un esta­ do de «excepción» (Schmitt, [1927] 1996: 47-49). N o pueden apelar las decisiones relativas a su condición y no pueden plantear reclam os con­ tra órdenes de deportación. Los refugiados y asilados son tratados co­ m o si fueran elementos cuasi crim inales, cuya interacción con la socie­ dad en general debe ser co ntrolada férream ente. Existen en los límites de todos los regím enes de derechos y revelan el p u n to ciego en el siste­ m a de derechos, donde el im perio de la ley se convierte en su opuesto: el estado de excepción y el siem pre presente peligro de violencia.

Identidades e instituciones: esperanzas e ilusiones de la nueva Europa Al acercarse entre sí los países de E u ro p a p ara forjar una «unión cada vez más estrecha entre los p ueblos de E uropa» (Tratado de R om a, 1957), los traum as del pasado, así com o los sueños de futuro, han crea­ do u n p roceso de búsqueda de la p ro p ia identidad sin precedentes. Se han d ado configuraciones discursivas y geopolíticas llamativas en el Viejo C ontinente: algunos ven la condición actual com o un re to rn o al Im perio rom an o y el su rgim iento de una nueva p a x romana. C ada vez más sujetos a u n cuerpo de derecho adm inistrativo, con la capacidad de d isfru tar de los beneficios y lujos de la existencia civil y económ ica en toda E u ro p a, los ciudadanos de la U E de h o y recuerdan a los antiguos rom anos, p ero no en su p e río d o de virtu d republicana. Más bien, es el I m perio rom ano, con su estilo de vida decadente y pacífico y sus capa­ cidades políticas y marciales republicanas, lo que tiene resonancia con la im aginación de hoy. Los que invocan este recuerdo m uchas veces se lam entan de la desaparición de instituciones republicanas de soberanía y au to g o b iern o p o r o b ra de las ordenanzas de una crecientem ente p o ­ derosa Eurocracia (G u éh en n o , 1995). O tro s sostienen que E u ro p a está experim entando el renacim iento de un "nuevo mcdievalism o» (Fricdrichs, 2001). El proceso de integra-

Tipos de derechos v títulos

C

(ciudadano) (residente)

Nativos de terceros TUE (temporario) países, residentes

Derechos

Plenos

Plenos

Plenos

Plenos

Parciales

RUE

humanos/derechos chiles P^necaón de la vida, la Jhertad y la propiedad; de 'pido proceso legal trúcalo 6 déla CEDH); derechos de dsoaaaón en la ionomía, la sociedad ó e i j U vida cultural; de palabra y apiraór. artículo 11 de * CEDH) Derechos políticos Postularse, ocupar y votar por cargos en todos los niveles: local, regional y nacional; establecer asociaciones políticas, aviles y culturales

Servido M ilitar

N in g u n o

Sin derechos nacionales de voto; votar, postularse y ocupar cargos en elecciones locales, regionales y de la UE, luego de completar la residencia

Pleno

N in g u n o

N ativos de terceros Refugiados y asilados países, temporarios (en proceso)

A lgunas restricciones Restringidos

R estringidos

Derecho de traslado limitado dentro de estados de la UE; derechos limitados de empleo y contrato; ningún derecho de domicilio distinto de los de los países de residenáa; algunas limitaciones sobre derechos políticos de asociación

Sin derechos de traslado excepto lo estipulado por el país anfitrión; derecho limitado de empleo después de 3 meses Libertad de palabra, opinión y matrimonio; pero ningún derecho de asociación política Derechos limitados de apelación de deásiones relativas a estatuto de asilo/refugiado

Lim itados N in g u n o D inam arca, Finlandia, H olanda, Suecia

N in g u n o

otorgan derechos electorales locales y regionales a extranjeros que han cumplido con los requerimientos de residencia; Irlanda, Italia otorgan derechos localespero no regionales (Italia: legales pero no vigentes);

N in g u n o

España, P o rtu g al

N in g u n o

N in g u n o

ejercitan derechos de reciprocidad; Ciudades holandesas

otorgan derechos de voto municipal luego de 5 años; G ra n B retaña otorga derechos de voto local y nacional a residentes y ciudadanos de la Mancomunidad A lgunos Francia e Italia: los residentes así como los asilados pueden ser conscriptos (no hay servicio militar obligatorio en Italia para aquellos nacidos después del 1/1/1985)

Clave. CEDH: Convención Europea para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales. R: Ciudadano de la UE residente en un país de la UE distinto del de su nacionalidad por más de 6 meses; se otorga «residencia permanente» después de cinco años. T: Ciudadano de la UE que visita, reside, etc. temporariamente en un país de la UE distinto del de su nacionalidad. \ativos de terceros países, residentes: Nativo de tercer país que reside en un país de la UE con un permiso de residencia oficial. Sativos de terceros países; temporarios: Un nativo de tercer país en visita o residencia temporaria en un país de la UE. Refugiados y asilados (en proceso): Refugiados y asilados cuyas solicitudes están siendo consideradas y cuyo estatuto es indeterminado. \ ota y fuente: Quiero agradecer a Willem Maas y Raluca Eddon por su ayuda para compilar y preparar esta información. Me ha sido de oran utilidad Guild 1996, 47-50.

T UE N ativos de terceros (temporarios) países, residentes

N ativos de terceros Refugiados y asilados países, temporarios (en proceso)

Plenos

N in g u n o o limitados P or ejemplo, estudiantes

Plenos

N in g u n o N in g u n o o limitados Por ejemplo, estudiantes

Parciales

N in g u n o

Derechos sociales

C RUE (ciudadano) (residentes)

Negociaciones colectivas y sindicatos

Plenos

Pensiones p o r vejez

Plenos

(plan en países de origen y contrato laboral)

Beneficios de desempleo

Plenos

Cuidados de salud

Plenos

Parcial

N in g u n o

N in g u n o

Parciales

N in g u n o

Dependen de los términos del contrato de empleo entre huésped y país anfitrión

(país de origen)

Parciales

N in g u n o

N in g u n o

Algunos

A lgunos

Dependen del contrato laboral; puede llevar a la terminación del permiso de residencia y no renovación de la condición Plenos

A lgunos

Plenos

Por ejemplo, estudiantes

Por ejemplo, estudiantes

Vivienda /cuidados de Plenos niños /subsidios educarnos

Plenos

Derechos culturales escuela en lengua de origen, subsidios culturales y artísticos)

A lgunos D epende del tamaño y la historia de la comunidad de residentes no nacionales (educación en la propia lengua puede o no estar disponible; subsidios culturales y artísticos estarían disponibles)

Plenos Regímenes culturales para m inorías nacionales

(si es que existen)

A lgunos

La m ayoría

A lgunos

Los estudiantes pueden tener acceso a algunos beneficios

Subsidios para viviendapara familias de bajos ingresos; educación de los niños en su propio idioma en algunos casos; recursos para cuidados de niños

Alojamiento Vivienda gratis; estudiantil; cursos de educación p ara los niños idiomas y educación vocacionalpara trabajadores extranjeros

Lim itados Tendrían derechos de residentes de UE

A ctualm ente cuestionados; permite grandes variaciones entre naciones. A lem ania, H olanda

Lim itados Com parten Derechos de N T P residentes; por ejemplo, si es estudiante

ofrecen generosos subsidios religiosos, de idioma y culturales; Francia promueve asociaciones culturales; Reino U nido los ofrece en el nivel de representaciones municipales, por ejemplo, Londres

A lgunos

Algunos Asesoramiento y representación legal en su propio idioma (derechos humanos garantizados por CED H ); puede haber disponible educación para niños en su idioma nativo

ción euro p ea ha socavado las instituciones del E stado-nación y ha p e r­ m itido a entes y actores subestatales ad q u irir u n a nueva autonom ía. La U E alienta el regionalism o y, de hecho, subsidia y provee incentivos para la co o p eració n regional europea. La co o p eración económ ica y p o ­ lítica entre Barcelona, M arsella y ciudades del n o rte de Italia tales co ­ mo M ilán y B olonia es más extensa e intensa que la cooperación de es­ tas regiones co n o tras ciudades y regiones en sus pro p io s países. A dem ás, el p rin cip io de «subsidiariedad», u n a de las piedras basales del nuevo g o b iern o eu ro p eo , establece que los pro b lem as y asuntos debe­ rán ser resueltos en el nivel ele los afectados m ás directam ente p o r ellos "(articulo r-9, «Tratado que E stablece u n a C o n stitución»). E n m uchos casos, la subsidiariedad alienta a esquivar o evitar el p o d e r de las a u to ­ ridades nacionales centralizadas. Los «nuevos medievalistas» sostienen que el regionalism o, ju n to con el prin cip io de subsidiariedad, genera estru ctu ras de soberanía que sem ejan cada vez más las unidadeiTdesccntralizadas, interrelacionadas y anidadas de la E u ro p a m edieval. A diferencia de lo que sucede en el E stad o -n ació n m o d ern o , no hay su ­ perposición ya entre territo rialid ad , au to rid ad y soberanía; más bien se ha d esarro llad o u n sistem a funcional de au to rid ad que a su vez está in­ tegrado en unidades supranacionales y extraterritoriales. Finalm ente están los que consideran que estos dos escenarios prece­ dentes son co nstrucciones fantasiosas y q u e señalan que E u ro p a sigue siendo una E u ro p a de estados naciones y que la U E tiene más sem ejan­ za con los sueños del siglo XVIII de una federación europea gobernada p o r ideales cosm opolitas que con la R epública R om ana o el pasado m e­ dieval. El lenguaje del federalism o y el confederalism o en el que los eslados naciones con tin ú an existiendo com o unidades discretas con el po der de decisión últim o sigue siendo la visión que guía a la élite políi ica y la b urocracia de la U E . La redacción y adopción del T ratado que Establece u n a C o n stitu c ió n para E u ro p a ha d ad o nuevas esperanzas y energía a los «eurofederalistas». El lema del T ratado C onstitucional, ■■unidad en la diversidad»,'hábilm ente deja am bigua la cuestión de si la rúente de esta diversidad son los estados m iem bros o los pueblos de Europa! Es claro que no so ñ ld e n tic o s, d ado que hay pueblos no esta­ tales en E u ro p a tales com o los vascos, los k u rd o s y los gitanos, entre otro s, que n o están representados en los órgan o s oficiales de la U E. I )esde los acuerdos de C o p en h ag u e de 1993, las condiciones para la adm isión co m o m iem bros plenos han sido definidas de m odo m uy ge­ neral para que incluyan I) una dem ostración del co m p ro m iso del país con el funcio n am ien to de instituciones dem ocráticas, los derechos h u ­ m anos, el im perio tic la ley y el respeto v la p rotección de m inorías, 2) 111 i.i econom ía de m ere,ido com petitiva .r.i com o la capacidad de mane

no

jar presiones com petitivas y 3) evidencias de que el país es capaz de asum ir las obligaciones de la m em bresía, in clu y en do la adhesión a o b ­ jetivos de u n id ad política, económ ica y m onetaria. A l centrarse en cri­ terios institucionales tan am plios, la U n ió n E u ro p ea espera evitar las cuestiones m u ch o más co n tro v ertid as relativas a las identidades c u ltu ­ rales, lingüísticas, religiosas y étnicas. La U E su p u estam ente se basa en u na capacidad d em o strad a de so sten er un c o n ju n to de instituciones que, si bien se o rig in aro n en O ccid en te, son en prin cip io capaces de funcio n ar en otras tierras y o tras culturas tam bién. N o se da a la id en ­ tidad euro p ea u n a capa cultu ral o histórica gruesa; no se hacen llam a­ dos excluyentes a la co m u n id ad de historia o fe, lenguaje o costum bres. Pese a estos nobles deseos de c o n stru ir la U E sobre criterios in sti­ tucionales liberal-dem ocráticos «delgados» en vez de identidades cul­ turales «gruesas», tan to d e n tro de los estados m iem bros com o en sus fronteras, se ha d esarrollado u n p ro fu n d o conflicto entre los principios institucionales y la id entidad. L a negativa del acceso de T urquía a n e­ gociaciones p ara su in co rp o ració n en diciem bre de 2003 y su p o sp o si­ ción hasta 2004 se conv irtió en la ocasión p ara u n debate co n tro v ertid o respecto de los criterios de C o p en h ag u e y la p ro p ia identidad cultural de la U E . ¿P odía la U E to le ra r u n a nación de m ay oría m usulm ana con una p o b lació n de 65 m illones en su in terior? In capaz de llegar a un consenso en to rn o de esta cu estió n el C on sejo E u ro p e o p o spuso la dis­ cusión (véase B enhabib, 2003). C o m o ha sucedido a m en u d o en la historia europea, la política xe­ nófoba es fácil, p ero los factores sociales y las tendencias institu cio n a­ les detrás de las tendencias in m igratorias en la E u ro p a contem poránea son m u ch o m ás com plicados y difíciles de entender¡;L os «otros» de E u ro p a, sean trabajadores ex tranjeros o refugiados, solicitantes de asi­ lo o m igrantes, se han co n v ertid o en u n cen tro obvio para las ansieda­ des e in certid u m b res generadas p o r la «otración» de la m ism a E uropa, su tran sfo rm ació n de u n co n tin en te de estados naciones en una entidad política transnacional, cuya fo rm a constitucional y política precisa si­ gue siendo incierta. D e to d o s m o d o s, com o lo indican los desarrollos institucionales delineados más arriba, liayvuri^ dinám ica hacia u n a re­ ducción de la divisoria que separa los derechos hum anos de los d e re ­ chos ciudadanos, o los derechos básicos de los derechos políticos. La integración de nacionales de terceros países en el régim en de derechos de la U E está avanzado y, d ad o el creciente papel de la C o rte de J u s ti­ cia E u ro p ea y la C o rte E u ro p ea de D erechos H u m an o s, estas te n d e n ­ cias son bastante irreversibles. Precisam ente d eb id o a que el ingreso inicial p o n e en m ovim iento una dinám ica hacia la plena integración, es probab le que la política fu tu ra en la UK sea restringir el acceso a las

fro n teras de m o d o más severo en vez de desm antelar los derechos de extranjeros residentes.

La dialéctica de derechos e identidades Este capítulo com enzó con u n a exploración filosófica de la justifica­ ción de derechos en u n universo posm etafísico. Sostuve que, si la prác­ tica de la justificación ha de ten er significado, entonces la libertad com unicativa de los individuos de in c u rrir en tales prácticas justificatorias debe darse p o r supuesta. Sostuve que los derechos se pued en ver, com o las precondiciones que p erm iten el ejercicio de la libertad com u­ nicativa, es decir, de la capacidad de cada u n o de asentir o disentir con las regulaciones norm ativas p o r m edio de razones. D istinguí además entre el principio Je los derechos- v el program a de derechos: Sostuve que este últim o p o d ía ten er variaciones dem ocráticas entre países y le­ gislaturas, depen d ien d o de u n a gran cantidad de factores. A l exam inar la evolución de u n régim en de derechos com unes en la E u ro p a co ntem poránea, vem os claram ente que se dan las m ayores va­ riaciones entre naciones en el d o m in io de los derechos sociales, econó­ m icos y culturales. M ientras los derechos políticos se están reconfiguran d o en to d a la U E , los derechos hum anos y los derechos civiles se basan en in stru m en to s de derechos generales, tales com o la D eclara­ ción de D erechos H u m a n o s de la O N U y la C on v ención E uropea para la P ro tecció n de D erechos H u m an o s y las L ibertades Fundam entales. Los derechos hum an o s h an adqu irid o u n a condición fundam ental, no negociable; se busca que sean los que están sujetos a la m en o r variación país p o r país. C o rre sp o n d e n a la p erso n a hum ana p o r su dignidad h u ­ mana. D e to d o s m odos, y aunque se han d ado grandes avances desde la Se­ gunda G u e rra M undial en la m ejora de la condición de los pueblos sin E stado, los refugiados y los solicitantes de asilo, la observación de H a n n a h A re n d t en el sentido de que p e rd e r la condición de ciudadanía aparecía com o equivalente a la p érdida de derechos hum anos p o r com ­ p leto n o es del to d o equivocada. Incluso en u n o de los regím enes de derechos más desarrollados de n u estro m u n d o , los refugiados y los so­ licitantes de asilo aún se en cuentran en u n a condición cuasi criminal. Sus derechos hum an o s se ven lim itados; n o tienen derechos civiles y políticos de asociación y representación. La extensión de plenos dere­ chos hum anos a estos individuos y la dcscnm inalización de su estatuto es u n a de las tareas más im portantes de la justicia cosm opolita en núes tro m undo.

E stos procesos tam b ién sugieren una dialéctica de derechos e idcn tidades: com únm ente, se sup o n e que el ind ividuo que es sujeto de de rechos tiene algún derecho de id entidad fija que precede al acceso al derecho en cuestión, p e ro lo que a m en u d o n o se tiene en cuenta es que el ejercicio de los derechos m ism os y la p ráctica de la actividad política p u ed en cam biar estas identidades. Las identidades políticas son endó genas y no exógenas a pro ceso s de iteración dem ocrática y la form a ción de derechos. D el m ism o m odo, los significados de las dem andas de derechos se ven alterados cuando son ejercidos p o r sujetos cuya cond ició n legal y política n o ha sido prevista o anticipada norm ativa m ente en las fo rm ulaciones iniciales de derechos. Q u iero sugerir o dría averiguarlo si quisiera. U n sistem a de cooperación, p o r oposición a un sistem a di «consecuencias n o intencionales», se basa en reglam entos conocibles. P ero la vid;i social \ económ ica está gobernada p o r am bos esquem as: p o r sistem as de cooperación así com o | » h la lógica de las consecuencias n o intencionales. El m ercado económ ico es una esleí .i ■u i.il q ue co m b in a am bos rasgos. A lgunos incluso sostendrían que p uede funcionar com o un sistem a de cooperación precisam ente porq u e se basa en la lógica de las consecuem i,i \ i....... tencionales. 13. E n u n a conversación N a n c y Fraser p lan teó la siguiente objeción. ¿N o habí i.i d in i gencias epistém icas y herm enéuticas sim ilares tam bién dentro de los estados y .................i plicaría que las m edidas redistributivas d en tro de los entes políticos son ilegítim a1,r1 < n o que hay vastas diferencias de op in ió n epistém icas y herm enéuticas sobre estas c u c h i ...... en todas las sociedades dem ocráticas. P ero a diferencia del contexto global, tales sociedad* dem ocráticas exhiben varios rasgos: a) una esfera pública de opinión e intercam bio n i l.i que puede realizarse el libre debate acerca de quiénes son «los m enos aventajados■■d riu in de la población; b) u n m arco co m ú n de gobierno que crea líneas claras de responsabilidad, de tal m o d o que los cam bios en la política redistributiva pueden m edirse y articularse, c) la posibilidad, tan to com o la necesidad de forjar pu n to s tem porarios de convergencia dentó c rític a para reconciliar concepciones divergentes de igualdad. Entes co m o el l MI, el Banco M undial y la AID están asum iendo en form a creciente fim ( iones de gobierno sin estar sujetos a estas obligaciones dem ocráticas. P ero deberían estai lo. Mi argum ento no es en absoluto antirredistribucionista; es un in ten to p o r reconcilia! la lom a de decisiones dem ocrática con políticas redistributivas. 14. < IIi. Heitz, que escribe: I'.s un error identificar demasiado estrecham ente el ali an i e ile los principios y el alcance de las instituciones necesarias para implementarloi, poiqui *., Véase artículo 1-8 del «T ratado p o r el q u e se establece u n a C o n stitu ció n p.11.1 I' 11111 p.i-, (w w w .co n stitu cioneuropea.es/pdf/constitucioneuropea.pdf); la form ulación 01 igiu.it del T ratado de M aastricht, artículo 8 de C , P arte 2, dice: «1. Q u ed a establecida la ciudad .1 ilf.i ile I.i U nion. Toda persona qu e tenga la nacionalidad de un E stado m iem bro será ciud.i (luna de la U nión» (reproducción facsim ilar en archivo en po der del autor). U n análisis m i e h111 iso de estas cuestiones aparece en B enhabib, 2002a: capítulo 6.

If.1

6. A l referirm e a la ciudadanía rom ana en este contexto, estoy reco rd an d o algunas de las críticas cívicas republicanas de la extensión de la civitas rom ana a élites provincianas y a aquellos que servían en las fuerzas m ilitares. A l co n q u istar R om a más pueblos y territorios, la ciudadanía rom ana p erdió su carácter hereditario y se volvió m ás territorial. C o n el as­ censo del im perio, este derecho p erdió su significación. D esde M aquiavelo pasando p o r el joven H egel, hasta E d w ard G ib b o n , se ha considerado que la extensión de la civitas y la de­ clinación de la república van unidas. El h isto riad o r contem poráneo M ichael M ann sostie­ ne que la invención d e la ciudadanía territorial extensiva tam bién d io a R om a u n a ventaja sobre o tro s entes tales co m o C artago. Véase M ann, 1986: 254. E n este co n tex to solo q uiero señalar que el topos de la transición de la república al im ­ p erio y la declinación de la ciudadanía activa está presente en la m em oria de m uchos obser­ vadores europeos co n tem p o rán eo s cuando reflexionan sobre las transform aciones p ro d u ­ cidas p o r la U n ió n E u ro pea. Q u iero agradecer a W illem M aas p o r sus observaciones y sugerencias extrem adam ente útiles en la m ateria. 7. La institu ció n de la ciudadanía entre individuos q u e no com parten u n lenguaje co­ m ú n , una esfera pública com ún y canales efectivos de participación ha dado surgim iento a u n a cantidad de debates en la teoría política y en la jurisprudencia. A lgunos ven la ciuda­ danía europea com o una hoja de parra que busca c u b rir la considerable reducción de los p oderes dem ocráticos d e los pueblos soberanos a favor de un a «E urocracia» anónim a con asiento en Bruselas y so n m ás aún los que alertan de u n creciente «déficit dem ocrático» en la u n ión. Sostienen que en el h o rizo n te se avizora la ciudadanía sin participación. Véase Preuss, 1995; Balibar, 1996; L ehning y Weale, 1997. E ste caso ha sido planteado m ás recien­ tem ente y con fu erza p o r W eiler (1999). 8. E ste capitulo fue concluido d urante el acceso a la U E de diez nuevos estados m iem ­ b ro s en la prim avera de 2004. Los derechos de traslado de ciudadanos de estos nuevos m iem b ro s para establecer su residencia y o b ten er em pleo en el territo rio de los antiguos q uince m iem bros de la U E han sido restringidos p o r u n período de hasta siete años. E n es­ te m o m en to tam p o co es claro cuál será la reglam entación final de los d erechos de movili­ dad interestatal, en concordancia con criterios de autosuficiencia económ ica, seguro de sa­ lu d y política d e bienestar. 9. Véase N eu m an , 1993. La convención de D u b lín y el segundo acuerdo de Schengen fu ero n firm ados en ju n io de 1990. A m bos acuerdos contienen reglas para determ inar un «estado responsable» q u e acepta procesar a u n solicitante de asilo de u n país no m iem bro de la U E. 10. H an ia Z lo tn ik observa que «el nú m ero total de solicitudes presentadas a países eu­ ro p eo s cayó en u n 3 7 % entre 1989-93 y 1994-98» (2001: 236). 11. E n 1999-2000 la coalición del P artid o S ocialdem ócrata y los Verdes en A lem ania p u so en peligro la vigencia de la Ley de asilo de la C o n stitu ció n alem ana, m ás bien genero­ sa y liberal, p ara asegurarse la cooperación de las conservadoras U n ió n D em ó crata C ristia­ na y U n ió n Social C ristian a en la aprobación de una ley de inm igración en el parlam ento. A com ienzos de 2004 el gobierno Blair en G ran B retaña prom ovía sim ilares acuerdos. El go b iern o británico h a estado planificando d e p o rtar asilados a nuevas «áreas de procesado regional» (A PR ) y «centros de procesado de tránsito» (C P T ). M ientras los prim ero s esta­ rán ubicados en la región de la crisis de refugiados, los últim os se su p o n e que deben estar cerca d e las fro n teras externas de la U E . Las C onclusiones de la Presidencia de la C u m b re de la U E d e Salónica decidió no in corporar las propuestas de centros de procesam iento de trán sito en su agenda, p ero se analizarán los m éritos de las áreas de procesado regional o zonas de protección, sostenidas p o r los gobiernos británico y danés en particular. C o m o observa G rcg o r N o li: « N o es ninguna exageración afirm ar que podría m uy bien signilii ,n el fin d e la C o n v en ció n so b ie Refugindoü de 19 5 1 l seiu u lm cnle, los ^obicr nos lu ii.mico,

H ,4

danés y o tro s que lo sostienen buscan intencional y activam ente crear u n E stado pcrm a n ente de excepción en el régim en internacional de refugiados» («Vissions o f the Exceptio nal», 27 de ju n io de 2003, w w w .openD em ocracynet). 12. Los tu rcos y los ku rd o s étnicos (en la m ayoría de los casos ciudadanos turcos) si >n el m ay o r g ru p o de extranjeros n o solo en A lem ania sino en E u ro p a occidental en genri al E n 1993 eran 2,7 m illones. D e ese total, 2,1 m illones viven en A lem ania y en 1999 represen taban el 2,86% d e la población. El segundo g ru p o de extranjeros p o r su n úm ero son los m iem bros de ex estados yugoeslavos, m uchos de los cuales disfrutan de la condición de i e fugiados plenos o tem porarios: 1,8 m illones de croatas, serbios, bosnios, m usulm anes y al baneses. E ste cu ad ro se ve com plicado p o r la presencia en países tales co m o Francia de im cionales de antiguas colonias, tales com o argelinos. En el censo de 1990 Francia contaba co n 614.200 individuos nacidos en A rgelia en su población y 572.200 m arroquíes. I'.n 19% extranjeros nacionales de terceros países representaban el 6,3% de la población en Fi am i.t. en 1999 este p o rcentaje cayó al 5,6% y, de acuerdo con las cifras de 2002, oscila en mi im del 6,1%. Luego d e la caída del com unism o en E u ro p a oriental y central, la migración >l< estos países a la U E co ntinuó. E n 1998, un total de 100.000 ciudadanos polacos ingresaron en la U E . C o n el ingreso de Polonia en la u nión en 2004, cam bió su estatuto. E n 1998, lia bía alrededor de 20.500 ciudadanos rusos residentes en Finlandia. Véase S O P E MI l’ublu a tions, 1998.

Capítulo 5 1. «Las diferencias de estatuto pueden recibir el sello de legitim idad en térm inos di n id>> |" " la actividad social que no está sujeta a las lim itaciones de p ro v en ir ni i.i que >ii.......i i «u ln que llam am os la legislación form al. Incluso cuando instituciones aiiton nl.i, i ........... . crear significado p ara los preceptos articulan, actúan, en ese respecto, d e ......I........ .. il giado» (1983: 18). 3. Partes de este análisis han aparecido previam ente en B enhabib, 200.’.i ’>' h»i I n p articular he revisado los apartados de conclusiones. 4. P rim ero una nota de clarificación term inológica: la práctica de liso del velo r n i ir l.i* m ujeres m usulm anas es una institución com pleja qu e exhibe grandes v.u i.u iones entie mu ellos países m usulm anes. L os térm inos chador, hijab, niqab y fular refieren .i ítem s ile.tin tos de vestim enta que so n utilizados p o r m ujeres m usulm anas provenientes de distintas i n m unidades m usulm anas: p o r ejem plo, el chador es esencialm ente iraní y re lie n 1 ,i l.i I.i i |-,,i túnica y m anto negro usados de m odo rectangular en to rn o del rostro; el niqal’ es un u lu que cubre los ojos y la b oca y solo deja expuesta la nariz; puede o no usaise en i m ijuni ion ro n el i hadar. I .a m ayoría de las m ujeres m usulm anas de Turquía tienden .t us.ii l.n iv >s ,i i b ie to d o s y un fular o un carsaf (vestim enta negra que se asemeja mas que nada a l . h.nhti),

/A)

E stos ítem s de vestim enta tienen una función sim bólica d entro de la com unidad m usulm a­ n a misma: las m ujeres de distintos países se indican unas a otras sus orígenes étnico y na­ cional a través de su vestim enta, adem ás de indicar su distancia o proxim idad co n la tradi­ ció n al hacerlo. C u a n to m ás brillantes los colores de sus sobretod os y fulares -a z u l, verde, beige o lila brillante p o r oposición a m arrón, gris, azul m arino y, p o r supuesto, n e g ro - y cu an to m ás a la m oda el corte y el material según estándares occidentales, m ay o r es la dis­ tancia que po d em o s su p o n er de la ortodoxia islám ica p o r p arte de las m ujeres q u e las usan. V isto desde afuera, sin em bargo, este com plejo sem iótico de códigos de vestim enta se re­ duce a u n o o dos ítem s de vestim enta que entonces asum en la función de sím bolos crucia­ les en com plejas negociaciones entre com unidades m usulm anas y culturas occidentales. 5. Mi análisis de estos incidentes se apo y ó prim ordialm ente en d o s fuentes: G aspard y K hosrokhavar (1995) y u n excelente trabajo p o r M arianne B run-R ovet, presentado en m i sem inario sobre «N aciones, estados y ciudadanos». H arv ard University, D ep artam en to de G o b iern o (B run-R ovet, 2000), en m is archivos. 6. Salvo indicación contraria, las traducciones de este capítulo [al inglés] son mías. 7. La severidad de la ley aprobada p o r la A sam blea N acional Francesa el 10 de febrero de 2004, p ro h ib ien d o el uso del fular y o tro s sím bolos religiosos en escuelas públicas, hará m u ch o más difícil el surgim iento de u n Islam m oderado. P ero los procesos de iteración de­ m ocrática co ntinuarán, d ado que m uchos grupos fem eninos franceses e incluso organiza­ ciones de docentes cuestionan lo acertado de esta legislación. Sin duda, grupos de derechos hu m an o s tan to co m o organizaciones m usulm anas tam bién accionarán contra esta ley en el nivel de las cortes europeas. Véase «D erriére la voile», 2001. 8. Los legisladores alem anes respondieron al m andato de la corte aceleradam ente y, luego de B aden-W ürttem berg, Bavaria tam bién ap ro b ó u n a ley p ro h ib ien d o el u so de fu­ lares en las escuelas. N o se incluyeron sím bolos cristianos y judíos en esta prohibición. O r ­ ganizaciones y gru p o s defensores de derechos civiles que representan a m usulm anes que viven en A lem ania (estim ados en 3,2 m illones) han criticado la p rohibición propuesta. 9. Q uisiera agradecer al d o c to r en abogacía O liver H . G erstenberg p o r varios inter­ cam bios de correo electrónico provechosos acerca de los fundam entos del razonam iento d e la corte. 10. E m cke señala que en u n a decisión an terio r concerniente a la presencia de crucifijos en el aula, lo que declaró inconstitucional la C o rte C onstitucional alem ana n o fue la exis­ tencia de sím bolos religiosos en espacios públicos o escuelas públicas, sino la obligación de m o strar el crucifijo de form a perm anente. «E n este sentido -c o n c lu y e - n o h ay fundam en­ tos constitucionales co n tra los sím bolos religiosos com o tales» (Em cke, 2000: 284). 11. El estado libre de H am b u rg o se em peñó en u n cam bio sim ilar en sus leyes electo­ rales d e m odo de p erm itir a sus residentes extranjeros de al m enos ocho años en esa condi­ ció n p articipar en la elección de asambleas m unicipales locales ( Bezirkversammlungen ). D a d o que H am b u rg o n o es u n a provincia federal (Land) sino una ciudad-estado libre, con su p ro p ia constitución, algunos de los aspectos técnicos de esta decisión no son paralelos a los de Schlesw ig-H olstein. Yo decidí centrarm e solo en este últim o caso. P ero de todos m o d o s es im p o rtan te n o tar que el gobierno federal, que se había opuesto a las reform as electorales de Schlesw ig-H olstein, apoyó las de H am b u rg o . Véase BVerfG 83, 60, II, N r. 4, p p . 60-81. 12. El affaire del fular en Francia es seguido atentam ente en Turquía, u n a dem ocracia secular m ultipartidista, con u n a población m ayoritariam ente m usulm ana. A lo largo de las décadas de 1980 y 1990, T urquía se enfrentó a su p ro p ia versión del affaire del fular cuan­ d o los p artid o s islám icos increm entaron su p o d e r en el parlam ento y cantidades sin prece­ dentes de m ujeres turcas islámicas com enzaron a estudiar en las universidades. Desde el p u n to de vista de las autoridades estatales turcas, el fular se ve com o un a violación del prin

cipio de «laiklik» ( laicité) articulado p o r A tatü rk , el fu n d ad o r de la república. La C orle C o n stitucional tu rca se expidió en 1989 co n tra el u so de fulares y turbantes en universa!» des. E studiantes y organizaciones islámicas que los representaban p ro testaro n apelando .il artículo 24 d e la co nstitución turca, que garantiza la libertad de expresión religiosa y al .11 tículo 10 que p ro h íb e la discrim inación p o r creencias religiosas y diferencias de lenguaje, etnicidad y género. Su reclam o fue rechazado. P ara u n m ayor análisis véase Benhabib, 2002a: 203.

Conclusión 1. L os conceptos de «soberanía divisible», «desagregación de soberanía» y «dcscmpa q u etado de soberanía» ahora circulan en la teoría política y del derecho. M ichael I.i nd si >s tiene el argum ento de que el «desem paquetado de la soberanía» y la delegación por el pile b lo de ciertos atrib utos de soberanía, tales com o la autodefensa o el derecho a negocim con la O rg an izació n M undial del C om ercio, p o r ejem plo, en diversas instancias m ulti y stipi .1 nacionales, m ientras tal delegación sea consensual y revocable, n o d estruye la ¡dea de sobe ranía popular. P ero n o se fijan lím ites a lo que no puede delegarse para que un pueblo üi^iI siendo soberano. ¿C u án to p o d e r de legislación puede ser delegado efectivam ente a iiisun cias distintas de las q u e representan dem ocráticam ente al pueblo sin renunciar p o r com ple to a la representación dem ocrática? Véase L ind, 2004: 11-14. 2. O tto Bauer (1881-1938) fue u n o de los principales m iem bros de la escuel .1 Ji ni ni m arxista, que se d esarrolló en Viena a fines del siglo XIX. O tro s m iem bros e i .111 M.m Adler, R u d o lf H ilferd in g y K arl R enner. B auer es conocido principalm ente poi su . sin dio del p ro b lem a de las nacionalidades, que fue publicado en 1907 con el título de / ' tionalitdtenfrage und die Sozialdemokratie (La cuestión de la nacionalidades \ li cialdem ocracia).

Bibliografía

Al I libri, Azizah Y. 1999. Is W estern patriarchal feminism gond Im 1'lunl W orld/m inority w omen?, en O k in et al. 1999, pp. 41-46. Alcinikoff, A lexander T. 2 0 0 2 . Semblances o f Sovereignty: The c,Robn l I I iQO¿. Wlio Wt l»i

\ h h lo i y i¡l Th/iiiI.a M .itiuthiliun I'■m

ceton, NJ, y O xford, I’i inccton l Jnivoi mi v I Wischke, Mirko. 2002. Dic Politik dci Mcnsi h en in htr un ’/ rit.d iri dci Clio balisierung: Z ur aktuellen Diskussion in dcr Politiselicn I’hilosophic und Rechtsphilosophie, Philosophische Rundschau, núm. 49, pp. 224-244. W ittgenstein, Ludwig. 1953. Philosophical Investigations. O xford, Reino U ni­ do, Blackwell. [Investigaciones filosóficas. Barcelona, Altaya, 1999.J Wolfe, Alan. 2001. Alien nation, N ew Republic, 26 de marzo. Zlotnik, Hania. 2001. Past trends in international migration and their implications for future prospects, en M. A. B. Siddique (comp.), International Mi­

gration into the Twenty-First Century: Essays in Honor o f Reginald Appleyard. Boston, MA, Edw ard Elgar, pp. 227-262. Zolberg, Aristide R. y Long Litt-W oon. 1999. W hy Islam is like Spanish: cul­ tural incorporation in Europe and the U nited States, Politics and Society, vol. 27, núm. 1 (marzo), pp. 5-38. Zolberg, Aristide R. y Benda, Peter M. 2001. Global Migrants, Global Refu­ gees: Problems and Solutions. N ueva York y O xford, Reino U nido, Berghahn Books.

índice temático

acción, política, 89,123 Acuerdos de Copenhague, 120-121 Administración C linton, Estados U nidos, 90 affaire del fular, 28, 132 en Alemania, 142-144 en Francia, 133-142 Affaire Dreyfus, 52 Afganistán, 72 Agencia Internacional de Desarrollo [AID], 80 Alemania acceso a cargos públicos, 143 affaire del fular, 142-144 ciudadanía, 133,144, 145,146-150 como país de inmigración, 146, 149 C orte Constitucional, 28, 133, 142-144, 146-149, 155, 166-167 derechos de voto, 117, 145, 147, 152 H am burgo, 28, 132, 147-149, 166 Jus sanguinis, 53, 113 «impuesto eclesial», 139

Ley Básica, 142, 144-146 ley de ciudadanía, 146, 149 ley electoral, 145,148 maestros, estatuto de, 148 naturalización, 113-114, 133, 146 Partido de la U nión Demócrat.i Cristiana y la U nión Social Cristiana, 145,164 Schleswig-Holstein, 28, 132, 144, 146-148, 166 separación de la Iglesia y el Estado, 132,134, 140 trabajadores visitantes, 149 A l-Qaeda, 72 América latina, 69, 153 amnistía de deuda, 83 A rendt, H annah, 45-59, 61-62, 74, 97, 99, 101, 122, 141 derecho a tener derechos, 26, 99, 112 Aristide, Jean-Bertrand, 90 asilo derecho de, 19, 32, 58-59, 156 otorgam iento, 58-59, 109 asilo, solicitantes (asilados), 16,

11

l i r n r l u i in m,

102-103, 122-123 condiciones para, 109-110,

l i r n r l i c l i n d i I i i p i u 'i I , i i i m i . i l , ‘M

111-112

cuasi criminalización de, 122-123, 129 derechos de, 50, 90-91, 93-94, 122-123 en la U nión Europea, 114, 120-121 políticas de, 109-110, 128-129 sistema europeo com ún de asilo, 110-111 y soberanía, 93-94 asociación, derecho de, 32-33, 36-37, 45,114, 122-123 Australia, aborígenes, 69 autarquía, 79 autoconstitución, 24, 42, 44, 57, 90, 128, 153 autodefinición, 25, 90,146 autodeterminación, 14, 39, 43-44, 62-63, 85-86, 88, 93 autogobierno, 24-25, 66-67, 127 democrático, 40-41, 42, 62-63, 88, 154, 155 instituciones de, 115-120, 127-128 y ciudadanía, 45, 96 autonomía personal, 23-24,100,102, 135-136 pública, 136-137, 154, 156 autopreservación, 36-37, 98 ayuda extranjera, 73-74, 89 ayuda para el desarrollo, 83 Banco M undial, 83, 161 Barber, Benjamín, 133 Bauer, O tto, 154, 167 Bayrou, Frangois, 136 Bayrou, Guías, 136 Beitz, Charles, justicia global, 14, 62, 77-78, 79, 81-82 gobierno mundial, 82-83 pueblos, 64, 65, 68-69, 76

B enhabib, 20, 21,

'H, ’iii,

'>1

3 5 Wi, SK S9, H9 9 0 , 9fS

Ir.. VI, M , 69,

84, 91, 98, 107, 121, I I 36, 149 Bentham, Jeremy, 97 bien, concepción del, 70-71 bienes sociales com partidos, 93-94 bienestar, medida de, 84 Bohman, James, 12, 29 Bosnia, 18 Brun-Rovet, Marianne, 134, 166 Buchanan, Alan, 14, 18, 64, 69 Burke, Edm und, 93 Calidad de vida, medición de, 84 Canadá, Primeras Naciones, 69 capitalismo, 79, 88 Carens, Joseph, 11, 76 Cesarani, David, 92 Checoslovaquia, 48 Cheniére, M. Ernest, 134 China, concesiones comerciales, 31 cierre democrático, 23-25 ciudadanía, 23-24, 42-43, 45, 69, 96, 152,154 admisión, 101-102,146-147 condición de, 106-107, 126 condición y privilegios, 76 cosmopolita, 27-28, 125 definición, 146, 147 derecho a, 61,105 derechos de, 42-43, 45-46, 61, 63-64, 85-86, 107 desagregación de, 63-64,112-113, 125, 147-148, 152, 153-154 desagregada, 14-15, 25-26, 27-28, 44, 107-108, 125-129 desterritorializada, 127-128 devaluación de, 88-89, 125 dual, 152-153, 154 Europea, 27-28, 95-96, 97-113, 125, 147, 154 flexible, 153-154 Jus sanguinis, 52-53 Jus solí, 52-53

ley ilc, I 46 miníelo idealizado de, 95, 10 10/ m odelo sociológico de, 106 IOS m odelo unitario de, 107-108, 129-130

nacional, 13, 27-28, 105-106, 154 normas de, 22 política, 89 segunda clase, 42-43 significado de, 85-86, 147 teoría de la declinación de la ciudadanía, 62-63, 96, 122, 149-150 transformaciones de, 62-63, 95-96, 97-113, 129, 133 y la democracia, 88-89, 127-128, 147, 149,150 Colé, Philip, 24 Colombia, 153 Colonialismo, 32-33, 61, 78-79, 101-102 en África, 46-47, 61, 78 comunidad cultural, 91 de destino, 145-147, 149-150 mundial, 81 comunidad mundial, 68 comunidades circunscriptas, 14, 42-43, 63-65, 106-107 cívico-jurídicas, 100-101 comunitarismo, 101 condición de persona, 50-51, 59, 71, 93, 129 conflicto, intraestatal, 69, 133-134 Conrad, Joseph, 47 consecuencias, no intencionales, 79-81 Conseil d ’Etat, Francia, 134-136, 138, 143 Consejo Europeo, 109-111, 121 Consejo Musulmán, Francia, 138 contrato social, 52,103 contrato, original, 40-41 Convención de Ginebra sobre el

I i n t u t o d r Krlu^iadoN, I'*, l ’>,

58, 103, 111-112 Convención Europea para la Protección de los Derechos H um anos y las Libertades Fundamentales, 114-115, 122, 139 cooperación, internacional, 79 HI, 84-85, 86-87 C orte Criminal Internacional, SH C orte Mundial, 58 Cortes europeas, 166 cosmopolitismo, 20,81,96, 12/, l'xi legal, 76-77 liberal, 76-77 moral, 75-77 y los teóricos de la decimal ión de la ciudadanía, 87-88 Cover, Robert, 25, 131, 165 crímenes contra la humanidad, 17 19,157, 158 cultura, 73, 89-90, 140, 143-144 de Jong, Cornelius, 109 Deberes del acuerdo de Dublín de ayuda, 36, 73, 77,81,90 negativos, 51 perfectos e imperfectos, 36 Debza, Karima, 139, 140 Declaración Universal de los Derechos H um anos/del H om bre, 17,19-20,59, 101, Ift.’ definiciones, culturales, 90 democracia, 20, 41, 69, 76, 91, 103-104, 129, 141 principio de, 146 social, 88 y el igualitarismo global, 84-8S y el liberalismo, 20, 2 5 ,101 y el nacionalismo, 24 y la integración europea, 110 y la membresía, 89 y soberanía, 93 demos, 24-27, 44, 53, 86, 130, 146-150, 152-155, 163 y ethnos, 53, 147-148, 150, 163

derecho de ciudadanía, 53, 146 de refugiados, 58 constitucional, 45 intergubernamental, 109 internacional, 17, 45, 57-59, 128, 153 moral, 99 derecho a tener derechos, 45-59,114 derecho cosmopolita, 26, 29-40, 45, 52, 56, 62, 64, 74, 75 D erecho de Gentes, véase Gentes, Derecho de derecho, principio del, 75, 99,121-122 derechos, 18, 46-50, 56, 85 a la vida, la libertad y la propiedad, 41, 97,107 básicos, 100, 121-122 civiles, 50, 104, 105, 107, 122 cosmopolitas, 26, 29-38 culturales, 49, 69, 122 de forasteros y extranjeros, 37 de humanidad en la persona, 51-52 de los ciudadanos, 26-27, 41, 50, 93 de propiedad, 98 de visita, 105 e identidad, 96,121-123, 148 económicos, 122 educativos, 49 en la U nión Europea, 112, 118 jurídico-civiles, 97 justificación de, 99, 100, 121-122 legales, 76 morales, 76, 97 naturales, 97, 98, 132 políticos, 95-96, 104, 105, 107, 121-122,152 programa de, 75,104,105, 121-122,132 regímenes, 100, 106, 107 reivindicaciones, 112 sociales, 107, 122, 125 tipos de, 50-51 universales, 88, 94

V i i ll d . t d t i i i l . t , ’lti , t i ,

10V

l.’f, 127, l'is M6 y l.i integral ion política, 9.’ y la migración, 19 y las minorías, 48 derechos devoto , 145-146, 152, 153, 156 en elecciones municipales y de distrito, 133, 202, 203 derechos humanos, 43, 46, 53, 75, 97-100 comunicativos, 100, 102 de membresía, 100-106 declaraciones, 14, 17 derecho de asilo, 58-59 fijación de, 75 normas internacionales, 16, 20, 88, 95, 153, 156 principios, 14,93, 128, 129 régimen internacional, 17-20, 94, 126-127 universales, 2 4,26, 41, 89, 107,129 y autonomía, 100 y colonialismo, 47 y derechos ciudadanos, 26-27, 46,105, 121-122 y derechos civiles, 122 y el derecho a tener derechos, 49 y la inmigración, 92-93 y la integración europea, 109-

,

110 121-122 y nacionalismo, 54 y soberanía, 39, 40, 43, 53, 55-59, 89, 93 Derrida, Jacques, 130 desarrollo económico sustentable, 87 descolonización, 23, 75, 101 desnaturalización, 58, 100, 101 interdicción de, 101, 103 y las minorías destrucción de un extraño, 46, 49, 57, 61 docum entos de viaje, 58 Doyle, Michael, 18 droit d ’aubaine, 31 D w orkin, Ronald, 139, 162

econom ía m undial, 79, 80, Hl, MI H'i

Federación N acional de

elecciones; véase también derechos de voto Kmckc, Carolin, 12, 142, 166 emigración, 14, 70, 102, 160 esclavos, afronorteamericanos, 43 Estado constitucional, 23-24 estados interés propio, 73-74 legitimidad de, 92 obligación de perm itir el ingreso de inmigrantes, 19 y pueblos, 65, 75 estados naciones, 13, 23, 49, 53, 54, 75, 106-107 A rendt sobre, 45-59 desleimiento de, 46, 88, 127 en Europa, 120 territorial, 76 y ciudadanía, 101, 118, 125 y colonialismo, 47, 101 y derechos de migración, refugio y asilo, 94 y soberanía, 120 Estados Unidos, concepto de ciudadanía, 152 conscripción, 151 constitución, 95 derechos de voto, 152, 153 indios estadounidenses, 42, 69 inmigrantes ilegales, 142, 153 políticas de inmigración, 95,151, 152 ethnos, 53, 147-148, 150, 163 y demos, 24-27, 44, 53, 86, 130, 146-150, 152-155, 163 extranjeros, tratam iento de los, 30-31, 35-36, 38, 129; véase también asilados, refugiados, migración, inmigrantes

Musulmanes en Francia, I '5 federalismo cosmopolita, 8 1-82, 128,151 I S(i mundial, 30, 38, 39-40, 33, 128 fin-en-sí-mismo, 51 Fink, Carole, 48 Fiss, O wen, 95 Flikschuh, Katrin, 29, 34-35 Fondo M onetario Internacional [fm i], 79-80, 83 Francia affaire del fular, 28, 132, 133 II.1. 148 affaire Dreyfus, 53 ciudadanía, 135, 136, 137, 140 Conseil d ’Etat, 134,135-136, 138, 142 esfera pública, 137, 138 Gabriel-Havez, College, 134 imperialismo, 150 Islam en, 139, 142 laicité, 132, 134, 136-137, 139, 167 «Marianne», 140-141, 166 sistema educativo, 134, 135, 137 tratam iento de los musulmanes, 142 y tratados sobre minorías, 48, 57 Foucault, Michel de, 148 Friedrichs, Jórg, 115 fronteras control de, 14, 15-17, 24-25, 89-90 justificación de, 22, 88 porosas , 75, 87, 89, 90-91, 149, 156 y democracia, 42 Fulbrook, Mary, 92 fundamentalismo, 128

falacia naturalista, 97, 98 petittio principii, 99 fascismo, 111

Gabriel-Havez, College, Francia, 134 Gaspard, Frangoise, 134, 135, 137, 166

IHi

C JA T T , KO

di'tlllil

genocidio, 17 IH, 101, 157 1SK

en

Gentes, D erecho tic, 30, 61 -97, 159 globalización, 15-16, 88, 89, 126127, 133, 153 e identidad nacional, 136 inversa, 133 política, 29 gobierno constitucional, 42, 68-69, 76-87, 128 gobierno mundial, 38, 53, 56, 76, 81, 84-85 Góle, Nilüfer, 138 Guéhenno, Jean-M arie, 115 guerra, 66 guerra civil, 40, 47 guerra, crímenes de, 17,18 Gutiérrez, cabo primero José, 151,152 Haberm as, Jürgen, 20, 23, 24, 41 H aití, 90 H am burgo, 28, 132, 147-149, 166 H athaway, James, 58 Hegel, G .W . F.,98, 106, 164 H eld, David, 39 H erzl, Teodoro, 54 Hitler, Adolfo, 49, 162 H obbes, Thomas, 98 H obsbaw m , Eric, 79, 88 H olanda, 105, 113-114 Hollifield, James F., 150 H olocausto, 54 homogeneidad nacional, 48, 67, 68, 76, 126, 148, 154 H onig, Bonnie, 89 hospitalidad, 26, 29-33, 35-36, 38, 45, 52,61, 97, 129 idealización, 65 identidad, 68-69, 135 cívica, 109 colectiva, 55-56, 68-69,107, 126-127 cultural, 54, 94, 95-96, 121,139, 143-144, 156

I . l i l i , t , ' *' >

'l(i

I.i I lin ó n I ni up e ,!, 11H 122

étnica, 54, 14 » 144 francesa, 136 nacional, 127, 136 política, 123, 127 religiosa, 143-144 tradicional, 148 y derechos, 122-123 Iglesia católica, 70,140 igualdad, 54, 56, 85 Im m igrant W orkers’ Freedom Ride, 156 im perativo categórico, 51 imperialismo, 38, 46-47, 62, 79 Im perio austro-húngaro, 48, 75 imperio de la ley, 96, 115, 120 Im perio español, 75 Im perio otom ano, 31, 48, 75 Im perio ruso, 75 inclusión, 56, 67, 128, 146-147 reglas de, 129 y soberanía, 21, 26 India, 31,47, 78,153, 161 inmigración, 19, 58, 62, 73, 75, 9 4 ,148 com o amenaza, 72, 94 condiciones para, 89, 102 políticas sobre, 89-90, 92-93, 110, 128 prim er ingreso, adm isión inicial o primera admisión, 1 9 ,102, 112 razones para limitar, 72-73 y política, 121, 126-127 inmigración, derecho a, 19 inmigrantes, 133 absorción de, 102 condiciones legales para, 110 derechos de, 50 en la U nión Europea, 121 incorporación de, 102, 113 inmigrantes, indocumentados, 111, 112, 151, 152-153, 156 condiciones para, 112 instituciones, 20, 84-85, 130, 155

91, 92- 93, ')> 135

iiu c u t .ic ió n , In té g rité ,

interdependencia, 6 2 ,6 3 , 77, 78, 79, 81-82, 85, 153 intervenciones hum anitarias, 18-19, 40 Irlanda, derechos de v o to , 105, 112-113, 147 Islam «protestización» de, 139 y los derechos de la m ujer, 147 Israel, 54, 161,163 Italia, 48, 108,110, 120 iteración dem ocrática, 26, 28, 87, 123, 139,147-149,166 definición de, 130-132 y políticas jurisgenerativas, 128-133 Jacobson, D avid, 20, 88, 94, 156 Japó n, concesiones com erciales, 31 Jefferson, T hom as, 102 Jo sp in , L ionel, 136 Judíos en A lem ania, 57 en E u ro p a, 31, 48, 54 en los E stados U n id o s, 42 en Palestina, 54 hogar para, 54 R usia, 49 Jus cosmopoliticum, 29, 34, 64 Jus/ius gentium, 34 Jus sanguinis, 53,113 Jus soli, 53, 113, 148 justificación, 22, 99,1 0 0 justicia, 35, 46, 55, 66, 78, 84-85 cosm opolita, 26-27, 122 distributiva, 14, 26-27, 61, 76-82, 97 global, 14, 26-27, 62, 75, 80, 85, 86, 87, 125 internacional, 14-15, 63, 64, 77 liberal-dem ocrática, 63 redistributiva, 84-85, 96 y la dem ocracia, 41, 87 y m em bresía, 14, 15, 89

K tn t, lin n u n u rl, I9 18, '> l , i..', I Vi beneficcnc i.», 3 1, ss s, IIH, MI de conciencia, I >2, I H , I 15, I Vi, 140, 142, 143-144 de expresión, 135 de religión, 134, 135, 136, 140 externa, 35-36 L iga de las N acio n es, 39, 48, 58 L ocke, Jo h n , 33, 98, 102 L udin, Fereshta, 142-144, 149 L utz-B achm ann, M atth ias, 29 M aas, W illem , 12, 164 M acedo, Stephen, 66-67 M aine, Sir H en ry , 126 M arshall, T. H ., 107, 126, 165 M artens, T hom as, 38 m em bresía cultural, 63, 106-107 justa, 14-15, 26-27, 95 m em bresía política, 13-14, 29, 62-63, 93, 96, 127, 156 d erecho a, 62-63, 101-105 derecho de, 66 en la U n ió n E u ro p ea, 112-113 perm anente, 56 privilegios de, 107,144 reglas de, 129, 145, 147, 156 transform aciones de, 105 y la teoría discursiva, 20-26 M éxico, 151,153-154 M ichelm an, F ran k , 25, 50, 123, 131 m igración transnacional, 13-14, 1 8 -19,27,61 am enaza de, 87-88 causas de, 82, 103 derechos, 62, 73, 94, 95 d escrim inalización de, 58 fases de, 102 ingreso inicial de, 129 R aw ls y, 26-27 tendencias en la, 15-16 M ili, Jo h n Stuart, 65 m inorías, 48, 49, 62, 69-70 m oralidad, 22 im perativo m oral, 50

iitti ni iili

99,

i mui il M

i«A /O,

ION

resp eto inoi.il, univci -..iI, .!0 reivindicaciones m orales, 51 universal, 57 y legalidad, 22, 29 y política, 21 M o to m u ra , H iro sh i, 152 m ujeres; véase también m ujeres m usulm anas M ujeres m usulm anas, u so del fular, 132, 134,138, 148-149, 165-166 ingreso en la esfera pública, 135, 136, 137, 138, 148-149 m u lticu ltu ralism o , 1 3 4 ,1 3 7 , 149 M u th u , Sankar, 33 n acionalidad y ciudadanía, 112-113, 114 nacionalism o, 23-24, 68, 87, 155-156 cívico, 52, 53-54 m o d elo s de, 53 y la co n d ició n de p u e b lo , 67 N a cio n e s U n id as A lto C o m isio n ad o p a ra los R efugiados, 19, 58 NAFTA, 80 N ag el, T hom as, 99 n atu ralizació n , 45, 90-91, 9 4 ,1 0 1 , 1 0 2 ,113 d erech o de, 46 leyes q u e la g o biernan, 104, 146, 152, 156 m odelos europeos de, 113-114,148 política, 92 N e u m a n , G erald, 17, 95, 157, 164 n o rep atriació n fo rzad a, p rin c ip io de, 35-36 n o rm as cosm opolitas, 129 de derechos h u m an o s, 16, 20, 88, 9 4 -9 5 ,1 5 2 , 153, 156 im ponibles, 32 legales, 137 « n o so tro s, el p u eb lo » , 128, 130, 150 N u re m b e rg , juicios de, 17, 157

l V N e ill, ( >ni .1, l l , ’i), i v i

obligaciones, 51, 52, ,5(>, / S /*>, 76-77, 100 O ffe, C laus, 88 O n g , A ihw a, 125,153 ON U C arta sobre los D erechos hum anos, 101-102 ONU C onsejo de Seguridad, 86 O N U D eclaración de los D erech o s del H o m b re , 19, 101-102,122 O rg an izació n M u n d ial del C o m ercio [ o m c ] , 79, 8 0 ,1 6 7 Palestina, residentes árabes de, 54 particip ació n política, 89, 106-107, 114 P artid o U n ió n D e m ó crata C ristian a / U n ió n Social C ristian a ,145, 164 p asaportes, 102, 110 Pensky, M ax, 12, 128 perm anencia tem p o raria, d erecho de, 30-31, 32, 40, 55-56, 100, 105, 118 justificación de, 39 relevancia co n tem p o rán ea, 35-39 personas desplazadas, 49 personas desplazadas intern am en te, 15-16 pluralism o, 70-71, 75,143 Pogge, T hom as cosm opolitism o , 76-77 gobierno m undial, 84 justicia global, 14, 62, 77, 78, 82 prin cip io igualitario global, 82 p rincipio red istrib u tiv o global, 85 política jurisgenerativa, 25, 123,125, 129,131 política, 89, 140, 142 posesión co m ú n de la tie rra (en K ant), 32-33 P otencias aliadas y asociadas, 48 p rin cip io de la diferencia, 81-82, 83-84 p rin cip io del derecho, 99, 105

principio irdixliibulivo nloli.il, 81 8 2 ,86 o bjeción d em ocrática, 84 8 / objeción epistém ica, 82, 84 objeción herm enéutica, 84 p ro letariad o , m undial, 27 p ro p ied ad , 33, 98 derechos de, 98 y ciudadanía, 42, 51 P ro te sta n te ética, 79 P u tn am , R o b ert, 89 racism o, 48 R aw ls, Jo h n , 26-27, 76-87, 126 I ’ justicia internacional, 77, 79 D erech o de G en tes, 62, 6 \ 76 p osició n original, 84 p rin cip io de diferencia, 83 sociedad cerrada, 63-65, 70, !\ "< teo ría ideal, 65, 68-69, 73 74 «velo de ignorancia», 76, 84 realism o, 55 recip ro cid ad , 20, 99-100, 116, 144 reflexividad, política, 129 refugiado, e statu to de, 109, 110 refugiados, 15-16, 49, 57, 58, 96, 10-’,

122 condiciones p ara, 112 cuasi crim inalización de, 58, I 1 ’, 129 d erech o al refugio, 32 derechos de, 50, 58-59, 89-90, 94, 122 derechos de adm isión, 156 en la U n ió n E u ro p ea, 118, 121 estatu to de, 109,111 políticas so b re, 37 ,1 2 8 p rin cip io de n o repatriación forzada, 35-36 y ciudadanía, 43 y soberanía, 94 regionalism o en la U n ió n E uropea, 115-116 R eino U n id o derechos de v o to , 104 y tratad o s de m inorías, 48

relativism o ético, 101 rendición de cuentas, 80 representación, 92, 122, 154, 155, 156 representación consular, 58, 109 R epública D om inicana, 153-154 republicanism o, 30, 40, 45, 56, 87, 88, 134 condiciones para, 39, y cosm opolitism o, 32, 76-77 y soberanía, 40-41 res nullius, 33, 37 residencia perm anente, 37, 45, 56,100, 106107,150, 152-153 tem poraria, 31-32, 42, 150 territorial, 154 responsabilidad, 82,127 R ieff, D avid, 16 riqueza de las naciones, 78-79 R osenau, Jam es, 127 R ousseau, Jean-Jacques, 41, 98 R ushdie, Salman, 133 Sandel, M ichael, 88 Schlesw ig-H olstein, 2 8 ,1 3 2 , 144, 146-148, 166 Schm itt, C ari, 24, 115, 130 Schuck, Peter, 95 Sciolino, Elaine, 139 Sen, A m artya, 11, 84,161 separación de la Iglesia y el E stado, 132, 134, 140 separación de poderes, 155 Shapiro, Ian, 86 significado, original, 130 sím bolos religiosos, 134, 136, 138, 166 sim patías com unes, 65-68, 70 sin E stado, 49, 58-59, 61-62, 101,

111 H an n ah A re n d t sobre, 26-27, 46, 58-59,100, 122 sionism o, 54 sistem a com ún de asilo europeo, 110

Si»W‘MM di- I lili il ni ti li Hi i Ir Vlti.iv, U nión l'.tirnprá, 110 Sm ith, Rogcn, 69 soberanía, 16-17, 26, 32, 43, 57, 66, 129, 151-156 democrática, 41, 133, 146-147, 153 e inm igración, 91, estado, 13, 14, 15, 24, 66 instituciones de, 119, 120 liberal internacional, 39-41 m odelo w estfaliano de, 15, 20, 26-27, 39-40 popular, 25-26, 42, 43, 55-56, 145-146 prerro g ativ a de o to rg ar m em bresía, 38, 40, 57, 58-59, 8 9 ,105 territorial, 25-26, 44, 45, 49, 66, 106-107 y ciudadanía, 104, 118 y derechos h um anos, 18, 19, 39-40, 43, 53, 55-59, 89, 93 sociedad, 66, 70, 71 cerrada, 63-65, 70, 71, 72-74, 75 civil, 52, 86, 131 sociedad cerrada véase Raw ls, Jo h n sociedad civil, 51, 52, 86, 130 sociedad m undial, 37, 64 solidaridad, 23, cosm opolita, 2 6 ,1 2 6 Soysal, Yasemin, 108,127 Streeck, W olfgang, 88, 162 sufragio universal; véase también derechos de voto Sw arns, Rachel, 151, 178 Tam pere, A cuerdo de, 109-110,112 teo ría de la declinación de la ciudadanía, 62-63, 97, 123, 149, 150 teo ría discursiva, 20-21, 22, 86 y derechos, 75, 96, 97, 99 y la m em bresía política, 20-26 territo rialid ad , 15-17, 57-58, 152, 153, 155

terrorisnio, 128, 162 'l'ichenor, D avid, 152 T ierra, esfericidad de la, 34-35, 45 Tillie, Jean, 114, 162 totalitarism o, 46-47, 111 trabajadores visitantes, 130, 133 tradición, cultural, 91,143-144 transparencia, 86 T ratado de A m sterdam , 109 T ratado de Basilea, 29 T ratado de M aastricht, 28, 108, 133, 147,163 T ratado de M inorías polaco, 48 T ratado de R om a, 58, 115 T ratado que E stablece una C o n stitu ció n para E uropa, 120 tratados, 43, 66, 80, 153 tratados sobre m inorías, 49 Tully, Jam es, 33 T urquía, 57, 121, 165, 166 U n ió n E uropea, 108,120 ciudadanía, 27, 96, 97-113,125, 154 confederalism o, 120 cooperación con terceros países, 111

derechos, 107, 132 estatus de la población m usulm ana, 142 estatus de tercer país nacionales, 111, 112, 113, 118, 148, exclusión, 56, 68 de las niñas m usulm anas, 134 reglas de, 129 y soberanía, 21, 26, 42, 146-147 identidad en, 118-122

incorpin .u iiHi ilc rnmiKi .mn 113 instituciones de g o bierno en, 118-122 integración, 136 integración económ ica y m onetaria, 45 m em bresía de, 109, 120- 121 m étodo ab ierto de cooper.ii ion, 109, 110 naturalización, 113 participación política, I IH política de asilo, 109, 110 III política de inm igración, 9 5 , I I políticas de adm isión, II I. II.' regionalism o, 119 sistem a de inform ación di­ visado, 110 v o lu n tad general, 41 universalism o, 150, 156, 160 d

valores, 23, 68 visita, derecho de, 104 visitante, perm anente, 30

W alzer, M ichael, 89-93, 126, 140, 150, 162 m igración, 63, 87, 88, 92-93, 12/, 150 W eber, Max, 23, 79, 106-107 W einer, Tim , 151 Weltbürgerrecht, 26, 30 W ilson, W oodrow , 48 W ischke, M irko, 61 W ittgenstein, L udw ig, 131 Yugoslavia, ex, 47-48, 158 Z lo tn ik , H ania, 16, 82-83, 164

l'tl