Libro centroamericano de los muertos
 6079444437, 9786079444433

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BALAM RODRIGO LIBRO CENTROAMERICANO DE LOS MUERTOS PREMIO BELLAS ARTES DE POESIA AGUASCALIENTES

2018

LIBRO

CENTROAMERICANO

DE LOS

MUERTOS

Libro centroamericano de los muertos

BALAM RODRIGO

Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2018

POESfA

FONDO

DE

CULTURA

ECONÓMICA

Primera edición, Primera reimpresión,

2018 2020

[Primera edición en libro electrónico, 2018) Balam Rodrigo Libro centroamericano de los muertos/ Balam Rodrigo. - México:

2018 142 p.: fors.: 23 x 15 cm - (Colee. Poesía) ISBN 978-607-16-5669-8 (FCE) ISBN 978-607-9444-43-3 (rcx) ISBN 978-607-605-534-2 (INBAL)

FCE, ICA, INBAL,

l. Poesía mexicana 2. Literatura mexicana l. Ser. II. t.

LC PQ7298

Dewey M861 B12Sl

Distribución mundial Esta obra literaria se realizó con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Sistema Nacional de Creadores de Arte, 2014-2016. D. R.© 2018, Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura Av. Paseo de la Reforma y Campo Marte, s. n. Colonia Polanco Chapultepec Alcaldía Miguel Hidalgo; 11560 Ciudad de México D. R.© 2018, Instituto Cultural Aguascalientes (1CA) Venustiano Carranza, 101; 20000 Aguascalientes, Ags. D. R.© 2018, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México www.fondodeculruraeconomica.com Comentarios: [email protected] Tel.: 55-5227-4672 Diseño de la colección: León Muñoz Santini Diseño de porcada: Laura Esponda Aguilar Fotografía:© Moysés Zúñiga Santiago. 20 de julio de 2014. Arriaga, Chiapas. Un hombre recibe una bolsa de comida a bordo del tren de carga que miles de migrantes centroamericanos y centroamericanas emplean para cruzar México con rumbo a Estados Unidos. Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

ISBN 978-607-16-5669-8 (rcE, rústico) ISBN 978-607-9444-43-3 (1CA, rústico) ISBN 978-607-605-534-2 (1NBAL, rústico) ISBN 978-607-16-5720-6 (electrónico-epub) ISBN 978-607-16-6242-2 (electrónico-mobi) Impreso en México • Printed in Mexico

El jurado del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2018, compuesto por Mariana Bernárdez, Jorge Fernández Granados y Óscar Oliva, decidió otorgar por unanimidad el premio al trabajo titulado Libro centroamericano de los muertos, firmado con el pseudónimo Zapaluta, por hallar en esta obra altas cualidades poéticas que alcanzan tal intensidad en su lenguaje que abre diversos registros literarios; estos atributos permiten ahondar en la comprensión de la condición humana y dar testimonio de una experiencia vital que refleja el presente.

Balam Rodrigo (Villa de Comaltitlán, Soconusco, Chiapas-reza) es exfutbolista, biólogo y diplomado en teología pastoral. Autor de veinticinco libros de poesía, los más recientes: Logomaquia (2012), Braille para sordos (2013), El órgano inextirpable del sueño (2015), El corazón es una jaula de relámpagos (2015), Desmemoria del rey sonámbulo (2015), Iceberg negro (2015), Bardo. Pequeña antología (2016), Sobras reunidas (antología de poesías & pensamientos inúti­ les) (2016), Silbar de mirlos para la hermusa (2016), Colibrije (2017) y Marabunta (2017). Entre los galardones que su obra ha merecido se encuentran el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2011, Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2012, Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2014, Premio Nacional de Poesía José Emilio Pacheco 2016 y Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2017. Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, polaco, portugués y zapoteco, apareciendo en diversas antologías, revistas y diarios de Alemania, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Honduras, México, Perú, Polonia, Portugal, Puerto Rico y República Dominicana. Es miembro del Sistema Nacional Creadores de Arte.

7

SUMARIO

Nota del autor

13

Libro centroamericano de los muertos. Brevísima relación de la destruición de los migrantes de Centroamérica, colegida por el autor, de la orden de los escribidores de poesía, año de MMX!V Sermón del migrante (bajo una ceiba) De la provincia e reino de Guatimala Álbum familiar centroamericano (1) De la provincia de Cuzcatán e Villa de Sant Salvador Álbum familiar centroamericano (2) De la provincia e islas de tierra firme de Honduras Álbum familiar centroamericano (3) Del reino e provincias de Nicaragua , Album familiar centroamericano (4) Del reino e comarcas de Méjico Álbum familiar centroamericano (5) [Post}prólogo y posfacio

19 23

43

47 63 69

87 91 101 107 127 13

5

[Fue escrita la presente obra y palimpsesto en la muy noble e muy leal ciudad de Jovel/Ciudad Real/San Cristóbal de las Casas Índice general

9

139

A Víctor Manuel Pérez García, mi padre: hermano, amigo, benefactor y defensor de cientos de migrantes centroamericanos A Gabriela Hemández García, mi madre: costurera de las heridas del mundo, siempre con amor A Aldo Adrián, Canek, Ixchel Itzá, Exa Zamná, Cisteil Xinum, Jerjes ]onás y Gabriela Quitzé, mis hermanos A todos los centroamericanos que fueron y son parte de mi familia, y a todos los migrantes de Centroamérica: para ustedes mi lengua y mi corazón trashumante A Itzel, Yari y Víctor Kaleb, con ágape

11

NOTA

DEL

AUTOR

En el presente libro, tanto el subtítulo y el epígrafe inicial, como los subtítulos y los epígrafes de todas las secciones corresponden a fragmentos de la obra Brevísima relación de la destruición de las Indias, colegida por el obispo don fray Bartolomé de las Casas o Casaus, de la orden de Santo Domingo, año 15 5 2. Sin embargo, realicé intervenciones, actualizaciones, incorporaciones y reapropiaciones en dichos epígrafes a manera de palimpsesto, las cuales se encuentran en cursivas. Sin embargo, he respetado la sintaxis, la ortografía y la gramática particulares del texto de don fray Bartolomé de las Casas.

LIBRO CENTROAMERICANO DE LOS MUERTOS Brevísima relación de la destruición de los migrantes de Centroamérica, colegida por el autor, de la orden de los escribidores de poesía, año de MMXIV

15

ARGUMENTO

DEL PRESENTE POEMARIO

Y PALIMPSESTO

FIEL

Todas las cosas que han acaecido en México, contra los migrantes centroamericanos en tránsito hacia los Estados Unidos[ ... ] entre estas son las matanzas y estragos de gentes inocentes [ ... ] que en este país se han perpetrado, y que todas las otras no de menor espanto. Las unas y las otras refiriendo a diversas personas que no las sabían, por lo que fui rogado e importunado que de estas postreras pusiese algunas con brevedad por escripto. Así, muy a pesar mío, y con toda la indignación y la rabia míos, testifico que[ ... ] muchos insensibles hombres que la cobdicia y ambición ha hecho degenerar del ser hombres, y sus facinorosas obras traído en reprobado sentido, que no contentos con las traiciones y maldades que han cometido, despoblando con exquisitas especies de crueldad a aquellas gentes, los centroamericanos de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicara­ gua, y aun de otros muchos países más [ ... ]para tornarlas a cometer y otras peores (si peores pudiesen ser), acordé presentar esta suma poética, de lo que cerca de esto escribí, para Vd. Sr. Lector. Y esta es la razón del siguiente epítome, o brevísima relación literaria. Fin del argumento

SERMÓN DEL MIGRANTE (BAJO UNA CEIBA)

Declaro: Que mi amor a Centroamérica muere conmigo. FRANCISCO MORAZÁN

Y Dios también estaba en exilio, migrando sin término; viajaba montado en La Bestia y no había sufrido crucifixión sino mutilación de piernas, brazos, mudo y cenizo todo Él mientras caía en cruz desde lo alto de los cielos, arrojado por los malandros desde las negras nubes del tren, desde góndolas y vagones laberínticos, sin fin; y vi claro cómo sus costillas eran atravesadas por la lanza circular de los coyotes, por la culata de los policías, por la bayoneta de los militares, por la lengua en extorsión de los narcos, y era su sufrimiento tan grande como el de todos los migrantes juntos, es decir, el dolor de cualquiera; antes, mientras estaba Él en Centroamérica, esa pequeña Belén hundida en la esquina rota del mundo, nos decía en su sermón del domingo, mientras bautizaba a los desterrados, a los expatriados, a los sin tierra, a los pobres, en las aguas del agonizante río Lempa: "El que quiera seguirme a Estados Unidos, que deje a su familia y abandone las maras, la violencia, el hambre, la miseria, que olvide a los infames caciques y oligarcas de Centroamérica, y sígame"; y aún mientras caía, antes aun de las mutilaciones, antes de que lo llevaran al forense hecho pedazos para ser enterrado en una fosa común como a cualquier otro centroamericano, como a los cientos de migrantes que cada año mueren asesinados en México, mientras caía con los brazos y las piernas en forma de cruz, antes de llegar al suelo, a las vías, antes de cortar Su carne las cuadrigas de acero y los caballos de óxido de La Bestia, antes de que Su bendita sangre tiñera las varias coronas de espinas que ruedan sobre los rieles clavados con huesos

a la espalda del Imperio mexica, el Señor recordó en visiones a su discípulo Francisco Morazán y le dio un beso en la mejilla, y tornó un puñado de tierra centroamericana y ungió con ella su corazón y su lengua, y recordó que Morazán le preguntó una vez,

mientras yacían bajo la sombra de una ceiba, aquella en la que había hecho el milagro de multiplicar el aguardiente y las tortillas: "Maestro, ¿qué debemos hacer si nos detienen y nos deportan?", a lo que Él respondió: "Deben migrar setenta veces siete, y si ellos les piden los dólares y los vuelven a deportar, denles todo, la capa, la mochila, la botella de agua, los zapatos, y sacudan el polvo de sus pies, y vuelvan a migrar nuevamente de Centroamérica y de México, sin voltear a ver más nunca, atrás ... "

DE LA PROVINCIA E REINO DE GUATIMALA

Digo verdad que de lo que todos estos genocidas hicieron en mal, y señaladamente de los que fueron asesinos de los migrantes originarios del reino de Guatimala, porque[ ... ] podría expresar e collegir tantas maldades, tantos estragos, tantas muertes, tantas despoblaciones, tantas y tan fieras injusticias que espantasen los siglos presentes y venideros e hínchese dellas un gran libro. Porque esta masacre excedió a todos los pasados y presentes, así en la cantidad e número de las abominaciones que hizo y consintió el Estado mexicano, como de las gentes que destruyó e tierras que hizo desiertas, porque todas fueron infinitas. FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

/

HABLA OTTO RENE CASTILLO

Vámonos patria a migrar, yo te acompaño.

27

Este es el origen de la reciente historia de un lugar llamado México. Aquí migraremos, estableceremos la muerte antigua y la muerte nueva, el origen del horror, el origen del holocausto, el origen de todo lo acontecido a los pueblos de Centroamérica, naciones de la gente que migra. Vine a este lugar porque me dijeron que acá murió mi padre en su camino hacia Estados Unidos, sin llegar a ver los dólares ni los granos de arena en el desierto. Bajé de los Cuchumatanes, desde los bosques de azules hojas de la nación Quiché, desde la casa en donde habitan la niebla y los quetzales hasta llegar, cerca de Ayuda, a la orilla del río Suchiate. Abandoné el olor a cuerpos quemados de mi aldea, la peste militar con sus ladridos de "tierra arrasada" mordiendo hueso y calcañar con metrallas y napalm, su huracán de violaciones y navajas que aniquilaba a los hombres de maíz con perros amaestrados por un gobierno que alumbra el camino de sus genocidas con antorchas de sangre y leyes de mierda. Hui del penetrante olor a odio y podredumbre; caminé descalzo hasta el otro lado del inf ramundo para curarme los huesos y el hambre. Nunca llegué.

28

Dos machetazos me dieron en el cuerpo para quitarme la plata y las mazorcas del morral: el primero derramó mis últimas palabras en quiché; el segundo me dejó completamente seco, porque a mi corazón lo habían quemado los kaibiles junto a los cuerpos de mi familia. Dicen algunos que en la ribera de este río se aparece un fantasma, pero yo sé que soy, que he sido y seré, el unigénito de los muertos, guardián de mi propia sombra, negro relámpago de mi pueblo, bulto ahogado en esta poza en donde inicia Xibalbá. Dos fichas de cerveza Gallo pusieron en mis ojos: todos los días veo cruzar por estas aguas a los barqueros de la muerte, a los comerciantes del dolor que llevan en sus canoas de tablas y cámaras de llanta las almas de los migrantes enfiladas puntualmente hacia el tzompantli llamado México. Dicen polleros y coyotes que ven mi fantasma en la ribera, por eso se santiguan y rezan al cruzar las aguas rotas de este espejo seco en el que escriben su nombre con el filo estéril de las hachas votivas. Todos los días veo pasar a las hileras de muertos, a los que migran sin llegar a Estados U nidos: parvadas de cuerpos en pena, tristes figuras humanas, barro entre los insomnes dedos de Dios.

29

Yo, primogénito de los migrantes muertos, los recibo con un racimo de filosos machetes en lugar de brazos, iluminado por la cara oculta de esta luna leprosa: bienvenidos al cementerio más grande de Centroamérica, fosa común donde se pudre el cadáver del mundo. Bienvenidos al abierto culo del infierno.

30

HABLA BALAM K'ITZE'

(POPOL

WUJ)

¿Sólo migras y narcos habrá bajo los bejucos?

31

14º53'37.o"N

92º14'49.o"w

-

(TAPACHULA, CHIAPAS)

Perseguidos por el genocida Efraín Ríos Montt mis padres huyeron de Guatemala el año de 1982 y se refugiaron en un pedazo de selva en Chiapas, México. Lejos de las montañas del Quiché, nací ixil en tierras mexicanas. Volvimos después de la firma de los acuerdos de paz, pero nadie firmó un acuerdo para terminar con el hambre. No teníamos maíz ni para sembrar. Cuando me llegó la luna decidí bajar de las montañas a Tapachula y trabajar de cocinera en una casa. Prometían buena paga, pero mis primas me engañaron al llegar y me vendieron como un bulto a la dueña de un prostíbulo en la frontera. Me hacían abrir las piernas y cerrar, casi siempre, la boca; basta decir que todos me golpeaban. Hasta que hui con Daniel, taxista de Tapachula, borracho y drogadicto, pero me mató a patadas nomás saber de mi embarazo. Tiró mi cuerpo al río, al pútrido Coatán, donde antes lanzó también al niño. Enterrada en esta tumba del Panteón Jardín, sin nombre, estoy perdida, acompañada por los varios rostros difusos de otras gentes. 32

Quiero decirles que ni todo el peso de la tierra me asfixia tanto como el peso de uno solo de los cuerpos jadeantes y sucios que en vida soportaba. Sé que mi madre me busca en caravanas, llevando en el pecho una foto mía, esa en la que aparezco vestida en día de fiesta. Mi tía la acompaña, cargando un abanico con tres imágenes más. Pero mis primas están malditas, porque siguen vivas, abiertas y partidas por el sudor y los erectos machetes de carne de los choferes y estibadores del mercado San Juan. Ojalá que mi madre vuelva a San Gaspar Chajul y se quede dormida bajo la incandescencia de nuestro sol de maíz, recién nacido de la muerte, como yo.

33

,

EL RIO SUCHIATE

,

CENTROAMERICANA

-LUGAR DE TRÁNSITO

DE INDOCUMENTADOS-; DURANTE EN UNA FRONTERA Y RECORRE ,

8I

Y TRÁFICO ILEGAL

SU TRAYECTO SE CONVIERTE

NATURAL ENTRE MÉXICO Y GUATEMALA,

KILÓMETROS

PARA DESEMBOCAR

PACIFICO. DIVIDE LOS POBLADOS Y CIUDAD

/

NACE EN EL VOLCAN TACANA EN LA SIERRA MADRE

HIDALGO,

,

,

EN EL OCÉANO

,

DE TECUN UMAN, GUATEMALA,

MEXICO

Subí al volcán Tacaná, desde Tapachula, casi a la medianoche. La mañana y la tarde anterior había colectado plantas para el listado florístico de 1ni sitio de estudio: filogenética y evolución floral de Gunnera mexicana -planta de enormes hojas conocida como "capa de pobre"-. Estacioné la camioneta en la aldea de Talquián, a un lado de la cancha de básquet, Era tarde para darle su botella de licor a mi guía, don Urbano, indígena mam que, seguramente ebrio, dormía bajo el grosor del techo de pasto de su casa. Hacía un frío todavía soportable y de las cañadas llegaban los ladridos lastimeros de los perros, el machete oscuro del viento sobre los helechos, las copas de los árboles y su ejército negro. Conocía los caminos del Tacaná con tacto de ciego. El cielo mostraba la claridad de un silencio atado, y sólo el eco de mi corazón golpeando el pecho, así como el ligero tropiezo de mis pasos, hacían ruido. 34

Llegué hasta el magnífico bosque de bambú, único en su tipo en todo México; el viento desató sus nudos entre los troncos, que chocaban y tañían su cáscara verde. La música del Tacaná y mis botas tocando alfombras de hojas lánguidas; acaso caminaba en el aire. Me detuve un momento a beber el cielo, rasgado en zigzag por la delgadísima punta de los bambúes en su inútil intento por borrar las estrellas. Encendí un momento el

GPS:

casi la una de la mañana.

Volví al camino, pero me detuve, bajaba la ladera una procesión de sombras. Treinta hombres, quizá más, todos hablando bajo, excepto algunos. Eran rnigrantes guatemaltecos, niños, mujeres y hombres. Abandoné el sendero lentamente, pero arranqué algunas piedras con mi paso. Los hombres se detuvieron: el que hablaba -sin duda el coyote- alumbró hacia el origen del ruido. Sin hablar, tiró un balazo al vacío, luego otro. Salgan de ahí, cabrones, gritó nervioso. Corrí hacia el bosque de bambú, despeñándome entre zanjas y árboles. Algunos niños lloraban. ¡Cállense hijos de la chingada! el relámpago y el zumbido de una bala más. 35

Me interné entre las marimbas del bambú hasta que ya no pude ver las luces. Esperé sentado; tenía los testículos en la garganta, el corazón sin sangre y un sudor de hielo arañándome la espalda. Temblaba, así que me puse la cazadora y me quedé dormido, enroscado como serpiente entre las hojas. Desperté, no sé en qué momento, sobresaltado. Abandoné mi escondite y volví al sendero: un tajo débil y violeta era la amenaza del amanecer sobre el cielo, rayando la corpulencia del volcán Tajumulco. Aún estaba entumido. Escuché voces, claras risas rebotar y bajar los barrancos desde arriba. Sentí un olor a copal de liquidámbar: un puñado de indígenas mam fumaba su tabaco de hojas enrolladas y perfumaba el bosque de alquitranes. Venían desde la aldea Tacaná, Guatemala, y bajaban hacia Unión Ju árez, México, para mercar panes y flores. - "B uenos díias canc h e: ¿compras, sh ecas "" r Traían su carga envuelta en gigantes hojas de "capa de pobre", lo que me pareció una señal de que estaba vivo y debía continuar mis colectas para el herbario. Nos despedimos y me quedé rumiando shecas sobre una piedra. Necesitaba con urgencia un tarro de café, así que comencé a subir hacia el campamento. 36

Ojalá estuviera intacto. Miré de nuevo hacia atrás; los mam se disolvían entre los árboles. Supe de inmediato cuántos de ellos fumaban: ardían los tizones rojos en sus bocas y sus grandes algodones de humo se fundían con el azul de la niebla.

37

27º54'14.4"N

99º53'44.9"w

-

(SABINAS, COAHUILA)

"La indígena guatemalteca María 'N', de 19 años, murió en el río Bravo, del lado mexicano, y perdió la lucha por alcanzar un mejor futuro[ ... ]". México soltó sobre mí todos sus perros de presa, su virgen de las amputaciones, su violación masiva y patriarcal, sus niños clandestinos eyaculando asfixia sobre las vías; y en el altar de la gonorrea, orando con gravedad de santos, la jauría de los asesinos del viento; y nosotras exhaustas, clandestinas y fugitivas del fuego nuevo, hincadas ante el aullido metálico de La Bestia, trepanados nuestros cráneos por machetes, por balas que nos redimen de la inanición, y los bárbaros con el corazón más rabioso y amaestrado que un lebrel ejecutor: he aquí a los homicidas, a los profanadores, a los prevaricadores, sin redención alguna, hinchados de alcohol en lupanares de humo, acariciando a sus bestias, babeantes, hienas al amparo de un amo demencial, oteando las vías del tren, filosas como las hojas de acero de una tijera gigantesca que yace en guardia, a la espera de una caída para recortar nuestros cuerpos con la torpeza inocente de un ángel párvulo que tiene entre sus manos un monigote de pan, un sexo de papel, y juega y cercena dulcemente alas y cabezas, ungiendo los pedazos con aceitoso pasmo, deleitándose en su risa imbécil, en el trepidante aullar de las góndolas y la máquina totémica que los arrastra

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sobre el cuerpo inerte de este país alargado, enteco, dejando a su paso lenguas y manos carcomidas por el sol; no obstante, es el sol de los desposeídos, sol de los desterrados, sol sin luz que muere en este río, el río Bravo: abismo, entrada, y pórtico del horror.

39

EMIGRA

,

,

EL QUETZAL HACIA LA BIOSFERA DEL VOLCAN TACANA

,

Unión ] uárez, Chiapas. ­ La Comisión Nacional de A reas N atu­ rales Protegidas detectó que en la biosfera de la reserva del volcán Tacaná se ha registrado un incremento considerable de quetzales, por ello los trabajos de preservación se han reforzado con las brigadas de comuneros. [ ... ]salí de aquellas azules montañas como del pelaje ensombrecido de un negro y gemelo jaguar. Tiempo de hojas revueltas entre la niebla, yesca molida por azares, nómada lienzo de alas de carbón para tejer arterias. Ahora que escribo estos gritos con sangre de quetzales digo que no gemía la muerte así de hondo desde los años del presidente Ubico: tierra y carne arrasadas. Muñones cortados como la milpa seca. Cosecha de lamentos en el amanecer. Soy el último indígena mam: rastrojo de sílabas de miel sobre la lengua[ ... ] El quetzal está emigrando a nuestro territorio, principalmente en las laderas del coloso y comunidades serranas de Cacahoatán y Unión juárez. El encargado de la biosfera del volcán Tacaná explicó que el quetzal es un ave exótica en peligro de extinción, por lo que de manera coordinada se han realizado trabajos para su conserva­ ción y protección, así como mecanismos para evitar la cacería de estas especies. [ ... ]alumbro mi camino hacia México con una tea de sangre bajo un cielo enzopilotado que picotea mi lengua y los brillantes ojos de mi cabeza cercenada[ ... ] 40

"Este hallazgo es uno de los más importantes dentro de los trabajos de morutoreo y preservación de esta ave endémica de México y Gua­ temala, de la cual se calcula sólo quedan unos mil ejemplares", abundó un ornitólogo.

[ ... ] tirados a un lado en los caminos de extravío, mordidos por alambradas, destrozados por manos muertas, atropellados por trenes que gritan en medio del vacío como pájaros despedazados por mandíbulas de óxido, lo que antes fueron pantalones, zapatos, blusas, tela, son ropas e hilachos sin cuerpo, rastrojo, recientes formas sin carne, piezas hormadas por la muerte extendiendo su cordón umbilical de suciedad y trapos desde el río Suchiate hasta el río Bravo[ ... ] Opinó que el motivo por el cual esta especie ha emigrado a territorio de la biosfera del Tacaná, pudiera consistir en que cuenta con un bos­ que en buen estado de conservación y presenta cadenas alimenticias muy específicas, que facilita su vida silvestre. [ ... ]como el rastro de sangre que deja el animal herido por los tajos del machete, así las huellas, los músculos, los muñones regados a los lados de las vías del tren por las que pasa La Bestia con su parvada de guadañas: rieles, escaleras de acero cosidas al dorso de México, columna vertebral de un país completamente desmembrado [ ... ]

41

ÁLBUM FAMILIAR CENTROAMERICANO

(1)

Mi familia con migrantes, Villa de Comaltitlán, Chiapas, Centroamérica

(foto de Gabriela Hemández García, 1985).

,

PRIMERA FOTOGRAFIA DE MI PADRE, MIS HERMANOS MIGRANTES

Y YO CON

,

DE CENTROAMERICA

Mi padre es el hombre de la extrema izquierda, arriba. Se asoma entre el sombrero de Nicolás (hondureño) y mi hermana Cisteil. Nicolás era afable, trabajador, el filo de su sonrisa partía la dureza o los modos fieros de cualquiera. Arriba también, cargando a mi hermana Exa, justo en el medio, Orlando (hondureño); evangélico, tranquilo, con esa paz de las reses que van al matadero. Se quedó en casa mayor tiempo que los demás. Del lado derecho, Carlos (bond ureño ): de su cabeza nace aquel torcido árbol de nance y su codo toca la exacta mitad de la calle Central (por la que bajaba mi padre cuando llegaba por las noches, ebrio de risa, luego de conversar con los muchachos en el parque), tenía la voz y las maneras de un hombre negro teñido de piel mestiza; era sin duda el más alegre de los migrantes y favorito de mi hermano Canek (es el niño más sonriente; aún hoy conserva el hacha limpia de su boca) a quien cargaba siempre que podía. Entre Orlando y el brazo derecho de Carlos (que se recarga en su hombro izquierdo y le hace cuernos) un tercer hondureño; dejé su nombre entre los signos de aquel año y dudo que mis hermanos lo recuerden; era callado como una sombra, quizá por eso se nos luyó su nombre. Delante de él, mi hermano Aldo saluda con la rama de su mano extendida, en gesto amable, a mi madre (ella tomó la foto). Abajo y en cuclillas, 45

casi en el medio, a los pies del difuso manojo de caras, dos guatemalrecos: las letras de su nombre son pájaros de olvido. Llegaron después que Nicolás, Carlos y Orlando, pero marcharon juntos, excepto el último, que subió al tren un mes después: mi padre le regaló un viejo sombrero y un morral, y antes de partir al norte lo adiestró para emular a un campesino costeño. Libró todas las casetas migratorias, coyotes y polleros. Luego de varios meses, sorteando miles de kilómetros de odio, nos escribió una carta desde Canadá, a donde llegó para escribir su futuro en páginas de invierno. Yo aparezco en cuclillas, en el extremo izquierdo de la foto; desde entonces llevaba la manía del tic que todavía conservo: sujetarme el índice de la mano derecha haciendo una pinza con la zurda; voy descalzo, al igual que mis hermanos. Ninguno de nosotros vive ya en el pueblo, todos migramos, buscando librarnos de las garras del dios de la miseria y su violencia. Si pudiéramos entrar en la foto treinta años atrás y dar vuelta sobre la calle a mano derecha, encontraríamos a mi padre en el andén - sería imposible confundirlo: niño colocho, descalzo y curtido por el sol- vendiendo palomitas de maíz, cargando las maletas de los agentes viajeros, saltando las manchas de diesel quemado sobre los durmientes de madera, asido a un vagón en dirección a la memoria, ese débil murmullo que se rompe con el aullido de un tren que atraviesa por el país de la niebla.

46

DE LA PROVINCIA DE CUZCATÁN E VILLA DE SANT SALVADOR

De infinitas obras horribles que en este reino hicieron estos infelices y malaventurados tiranos e sus sicarios (porque eran sus capitanes no menos infelices e insensibles [ ... ] con los demás que les ayudaban) fué una harto notable: que arremetían contra las gentes de la provincia de Cuzcatán, donde agora o cerca de allí es la villa de Sant Salvador[ ... ] ¡Oh, cuántos huérfanos hicieron, cuánto robaron de sus hijos, cuántos privaron de sus mujeres, cuántas mujeres dejaron sin maridos, de cuántos adulterios y estupros e violencias fueron causa! ¡Cuántos privaron de su libertad, cuántas angustias e calamidades padecieron muchas gentes por ellos! ¡Cuántas lágrimas hicieron derramar, cuántos sospiros, cuántos gemidos, cuántas soledades en esta vida e de cuántos damnación eterna en la otra causaron, no sólo de migrantes salvadoreños, que fueron infinitos, pero de los infelices migrantes de otras naciones centroamericanas de cuyo consorcio se favorecieron en tan grandes insultos, gravísimos pecados e abominaciones tan execrables! FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

49

Tengo 11 años, ahora y para siempre.

Nací en el Barrio FendeSal de Soyapango, cerca de San Salvador, pero a mí nadie, nunca, me salvó. Mi padre fue asesinado por pandilleros de la Mara Salvatrucha, le quitaron una soda y una cora; no tenía más, ganaba tres dólares al día en el vertedero. Yo le ayudaba jalando el carro y a veces encontrábamos comida en las bolsas de desechos que llegaban de Metrocentro y regresábamos contentos a la casa. Huí de Soyapango con Pablo, de quince años, mi amigo de la calle. Quería ser futbolista como yo y jugar en la Selecta, iríamos a la MLS a probar suerte, por eso intentamos llegar a Estados Unidos, donde hay más dólares que pandillas. En un local de tortas mexicanas, en Coatepeque, Guatemala, miré en la tele un bárbaro documental sobre el Mágico González: jugando para el mejor Cádiz de la historia le metió dos goles al Barcelona el año en que nació mi padre: 1984; lloré de la emoción. 51

Dos días hasta llegar a la frontera con México; atravesamos el río y subirnos al tren La Bestia adelante de Tecún, en Ciudad Hidalgo. Antes de Arriaga me quedé dormido y todavía sigo cayendo. Llevaré para siempre, como el Mágico, un 11 tatuado en la espalda; quizá por el número de bolsas en que guardaron, todo partido, mi cuerpo; tal vez porque traía puesta la camisa de la Selecta con la misma cifra o porque la muerte lleva el 11 infinito de las vías del tren grabado en el vientre. Antes de caer, Pablo me contó este sueño: Veía yo a Roque Dalton levantarse de entre los vivos y venir de nuevo al mundo de los muertos. A su diestra, el Mágico González driblaba a la muerte y le hacía la "culebrita macheteada" pateando cabezas decapitadas de pandilleros cuscatlecos, haciéndole tremendo caño entre las piernas. El estadio Flor Blanca estaba lleno, había un velorio inmenso donde la muchedumbre velaba a todos los migrantes muertos. Sé que Dios juega futbol allá en el cielo. Pero aún no quiero estar en su equipo. Me quedaré esperando en la banca hasta que me llamen, sonriendo, mi amigo Pablo y el Mágico González para jugar con ellos.

52

,

FELIX

Era del corazón de Santa Ana, El Salvador, Félix. Fue el primer salvadoreño que conocí y del que guardo su imagen astillada en espejos. Vivió algún tiempo en nuestra casa de alquiler, erguida con humo a orillas de la Ciudad de México, en una colonia sucia y torcida como una maqueta escolar roída por las polillas -humanasy con ese aire de proyecto sin terminar, bordeada hasta el día de hoy por la tinta negra de un canal que atraviesa el aire con el filo de su hedor a mierda líquida. Era la populosa y pandillera Nueva Atzacoalco a finales de los años setenta. A Félix lo recuerdo alto, blanco, de bigote oscuro. Ayudaba a mi padre a vender sus cajas de metal en los comercios, en las fábricas; gastaban la lengua negra de sus únicos zapatos en aquellas calles trazadas por el polvo y el asfalto en el oriente indómito de la urbe. Era tacaño, quizá más que Ebenezer Scrooge, pero no tan flaco como ese viejo anglicano soñado por Dickens y que conocí en las ilustraciones de los Clásicos Juveniles de la Editorial Posada, antes de que a mi padre le alcanzara la plata para comprarme libros. 53

Félix había sufrido la guerra civil en El Salvador y ahora que tenía pesos en los dos bolsillos del pantalón procuraba gastar sólo un puñado. Comía tacos de plátano y un plato de frijoles al día,

lo que hacía rabiar a su mujer, también salvadoreña y más flaca que la ración de Félix. Un día lo asaltaron y los ladrones le devolvieron la miseria en un solo pago: llevaba consigo todos los ahorros de su corta vida en México. Pero no aprendió, maldijo y gritaba que este país al que había llegado era más feo que Santa Ana e incluso más pobre. Creo que tenía razón. Sin embargo, mi padre lo llevó a Plaza Satélite, un burdo anillo de oro labrado en medio del mierdero citadino. Al caminar entre los fastuosos aparadores, Félix se hincó a llorar, dijo que no podía creer el contraste que veían sus ojos. "Será peor en Estados Unidos, así que vete acostumbrando: allá los ricos y los pobres lloran en dólares", le dijo mi padre. Al regreso, Félix llevó a su mujer a un restaurante, pidieron un bistec y ahorraron lo suficiente para viajar a Estados Unidos. Eso recuerdo.

54

Eran los años setenta, cuando todavía les decían mojados a todos los migrantes, incluso a los centroamericanos. No sé qué será de Félix, de su mujer; es posible que los dos hayan cruzado al otro lado sin contratiempos. Es posible también que sus hijos sean gringos y ya no coman tacos de plátano, ni puñados de frijoles negros. Sin embargo, cada vez que estoy en una plaza comercial llena de aparadores y vitrinas me siento ajeno y sufro las mismas náuseas que Félix: me dan ganas de vomitar sobre los cristales limpios, transparentes, donde se exhibe la miseria del mundo.

55

I

8º07' 34·

I "N

94 ° 29'01 .4 "w - ( COATZACOALCOS,

VERACRUZ)

Quise ser cantante de corridos, pero ya no canto, migro sin descanso. Sólo sé que no soy mudo. Lejos de Centroamérica, me quedé sin voz. Me atraparon en Coatzacoalcos los zetas, los de la letra última, la que no es ni el alfa ni la omega, sino aquella con la que se escribe en México, con mayúsculas, el nombre de la ira. Cuando me vine de mi tierra El Salvador/ con la intención de llegar a Estados Unidos/ sabía que necesitaría más que valor/ sabía que a lo mejor quedaba en el camino [ ... ]. El cantante, aquel que soy, que era, ahora muerde silencio, puños de llanto, tierra negra, sangre coagulada por estrellas. El cantante se ha quedado sin lengua, sin cabeza. Lo único que no me decapitaron fueron las palabras, aunque también las desangraron. Y aunque no es mudo, el cantante se ha quedado sin voz. 56

En Guatemala y México cuando crucé/ dos veces me salvé me hicieran prisionero / el mismo idioma y el color reflexionen / cómo es posible que me llamen extranjero[ ... ].

Me quedé aquí, en este suelo, lejos del río Lempa. Me quedé sin vos, mi amada Centroamérica.

57

CARLOS

Recorríamos el camino a La Finquita saltando el cadáver largo de las vías del tren. Era el tiempo de secas, cuando los árboles de guanacastle erguían la sombra corpulenta que aplastaba nuestros pasos y las huellas del ganado en las veredas hacia el potrero de Tomasón. Había en el aire un encendido olor a agua podrida y las hojas en la ribera del río Vadoancho semejaban esqueletos de peces cámbricos tendidos en la playa con su piel de clorofila y escarnas color sepia que se descarnaban en los meandros junto a los fermentados higos de los grandes amates, delicia vegetal para el mordisco del sol. Exmilitar, salvadoreño, Carlos sembraba postes de madera en las lindes de nuestro terreno; tenía los ojos inyectados por hondas raíces rojas. Recargado en un árbol de mandarina china, fumaba un grueso tocón de mariguana y parecía un marino vietnamita quemando la tea de sargazos que brillaba en el erizo negro de su boca. "No le digan a su padre, ustedes nunca fumen esto". Levantaba el peso de los troncos cubiertos de diesel que hacían las veces de horcones y los hundía en las axilas del suelo; luego las rellenábamos de tierra y piedras; al terminar, clavábamos las grarnpas y el alambre de púas en la cara externa de aquellos mástiles: 58

pentagrama de espinosos cables donde las notas vivas y emplumadas de los pájaros se posarían por las tardes para escribir, en su algarabía, música de guanacastles. Carlos fue el primero en decirnos el nombre de aquella canción que pulsaba con necedad en la consola: Hotel California, dijo.

No sé por qué, pero no le creímos. Cuando estaba en casa, casi no hablaba o muy poco. Se quedaba en algún rincón del patio, haciendo fantasmas de tabaco, pensando. Antes de marcharse le dejó a mi padre unas gafas negras, como de luto. Fueron las primeras que usé para vencer al sol del Soconusco. Meses después, Carlos regresó a la casa, ya en tiempo de agua, vestido de vaquero, con los ojos más pequeños, más rojos y más llenos de raíces que antes. Trabajaba de guarura con uno de los mafiosos del pueblo. Entró a la casa callado, ausente, para tomar café; olía a sudor, a velorio, a humo de mariguana, "¿Cómo les va en el colegio, muchachos?" Bien, Carlos, bien. Hubiéramos querido que siguiera trabajando para mi padre, pero el sargazo de la yerba y una mejor plata lo llamaban con una voz más poderosa y profunda, incluso, que sus tribulaciones o el hambre. Sabíamos que rumiaba la tristeza de sus crímenes de guerra, que fumaba verde para aletargar el odio y el dolor del corazón. Nunca volvimos a verlo; no supimos si lo asesinaron o lo mató el tren, como él quería, o si pudo, finalmente, hospedarse en el Hotel California, bajo un cardumen de águilas gringas volando en círculos sobre su cabeza. 59

Dicen algunos que lo mataron los narcos; otros, que sigue preso en la cárcel. Ojalá Carlos haya montado en el tren de la tarde y descendido a las puertas de su hotel para luego enrollar en sábanas de papel cebolla su largo hachón de mariguana, y así, en hondas bocanadas de niebla, fumar a nuestra salud hasta desatar los nudos del odio, del hambre, y ese agudo alambre de púas que le ahorcaba la fruta podrida del corazón.

60

17º26'48.o"N

91º23'40.7"w

-

(TENOSIQUE,

TABASCO)

A mí 1ne gustaba partir verga a cualquier hijuepueta que no los tuviera bien puestos. Mi nombre comenzó a sonar desde que lo escribí con sangre en las paredes de la cárcel de Cojutepeque en El Salvador. 14 años cabales y 20 muertos, todos tripeados con chimba y con machete. Tres puntos sobre la mejilla. Al salir franco, me contrataron Los Ferrones del Oriente porque le pasé verga a dos culos sureños que, según ellos, les parían madre. Música de banda mexicana, narcocorrido y dos líneas diarias - rieles de coca- me protegían (y vos también, Malverde). Cuando mataron a Chepe Luna, mi jefe, me llamaron para trabajar en Tenosique, Tabasco, donde me sumé a los de la letra. Sabían que mis paisanos y otros pollos centroamericanos pasaban en el monte por caminos de desvío. Allí cumplí los 20 y sumé a mi cuenta no sé cuántos cuerpos más. Veía a los hombres torcerse de dolor, a las mujeres pedir que ya no las montara; después de destazarlos, jugaba a completar los cuerpos. Siempre me equivocaba con las piezas: cabeza negra en tronco blanco. Me daba risa, igual que cuando era cipote en la vida loca y me llenaba de cinto mi madre cuando algo le faltaba. Siempre dormí como bendito; fue mi talón de Aquiles. A veces me soñaba con cerveza Pilsener, ceviche y una hamaca en las playas de La Libertad; su arena negra lamiéndome los pies, pupusas de arroz con su loroco, pescado frito. Dejé mi chimba sobre un tronco y otro zeta envidioso por mujeres, culero, me pegó con ella un tiro. Quizá dos para dejarme un par de huecos más donde tenía los ojos, ahí donde el sol siembra sus huevos de mosca, su mara de zompopos, su mordida. En México todas las fosas son comunes, y sin contar la mía, llené docenas. Seguro estaré mejor aquí que allá en Cojutepeque y sus barrotes de mierda. Si Dios o mi madre me hubieran visto así, también me habrían pegado un tiro. Quizá dos. Uno para mis lunas de sangre, otro para la pus del sol. Mirá que nunca tuve nombre, no, ninguno. Vos podés llamarme hijueputa. Lo sé. Vergón. 61

ÁLBUM FAMILIAR CENTROAMERICANO

(2)

¿DÓNDE HA QUEDADO

NUESTRA LENGUA?

I .

Una honda tristeza me golpea en estos días. ¿Qué sentido tiene todo lo que hago y escribo? No se inmutan los astros. Ríe Dios, nos sueña. Sólo la respiración nocturna de mi mujer y mis hijos me dice que estoy vivo. Cierro los ojos a ratos y mi cuerpo cae en el vértigo de la sangre sin sueño. Reconstruir los rostros de la infancia, los de aquellos migrantes centroamericanos que vivieron, comieron y soñaron entre los horcones de mi casa. Sus cuerpos y nombres se han vuelto niebla, dibujados con cal en la memoria, como los difusos garabatos que tajo en este libro.

2.

El tren de la memoria se descarrila, de golpe, en mis manos. Manos con las que mis hermanos y yo -monedas de carne aplastadas por el tiempoponíamos las cabezas de níquel de los héroes de la patria sobre rieles para que las aplastara el tren hasta lograr macabras muecas, dolorosos y deformes rictus, risas torcidas, desvanecidas, migrantes hacia el rumbo sin norte de los sueños.

65

3. Busco los rastros de la infancia como quien busca una pepita de oro en la basura: llego al pueblo, camino por la calle Central, doblo en su esquina solar y allí, sin almendros, al frente de este incendio sin fuego, se yergue mi antigua casa en el centro del mundo. Apenas me acerco, busco mis huellas, pero no encuentro ninguna. Camino hacia el andén y luego hacia el puente del ferrocarril: sólo rescoldos aplastados por La Bestia del tiempo sobre los duros y filosos rieles de la existencia. (Migré por la vida y salí decapitado por su imparable y despiadado tren.)



Al escribir me asaltan dudas violentas y rabiosas: ladran y resuellan como perras frente al mar. Música de tumbas. Ecos. El filoso machete del silencio lo taja todo. Soledad, su mar oscuro de principio a fin. Brevedad y náusea en la garganta, vértigo en la médula de los huesos. Me quiebro de polvo y de vacío. Yazgo a merced de mis escombros, de mis ruinas, fragmentos de azar con los que levanto estas páginas en medio de la nada como un castillo de ego, fortaleza de naipes ajados por las manos de Dios, por su voz de relámpago sin eco. 66

5. Mientras escribo, me quema la garganta y los ojos

el rostro de mi padre, la antorcha amarilla de su hígado que alumbra la claridad de mi dolor. Las manos fuertes de mi padre, pájaros ardiendo entre los árboles, su mirada de arcángel degollado, dulce y siniestra, y sus ojos, que siempre me visitan en los buses, escriben su mirada con letras de sangre en estas líneas. (Debo desollar y tender, con estacas de sal en este libro, el pellejo de mi corazón hacia los cuatro rumbos del dolor.)

6. Aplastados contra el asfalto de la noche, somos luna perforada contra la negra tela del cielo en este octubre viejo, desconsolado, vacío, ancestral memoria del hombre que solloza frente a la hoguera. ¿Qué tren -quizá el de Dios- nos desfigura como a las monedas deformes, sucias, tintineantes y aplastadas contra el cielo, caídas desde los bolsillos rotos de la infancia?



Entre los rieles de este libro yace mi lengua: descuartizada.

67

DE LA PROVINCIA E ISLAS DE TIERRA FIRME DE HONDURAS

Desde a pocos días mataron a muchísimos migrantes [ ... ]y después suscedieron otros muchos tiranos crudelísimos de distintos cárteles que con matanzas e crueldades espantosas y con hacer esclavos e venderlos a los tratantes de seres humanos, a los pederastas, a los va­ rones de la droga [ ... ] e con la tiránica servidumbre ordinaria, desde el año de mil y novecientos ... ? y hasta el día de hoy año de dos mil e catorce [ ... ] asolaron a aquellas gentes migrantes de las provincias e reino de Honduras. FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

71

25º46'27.3"N

103º15'43.2"w

-

(FRANCISCO

l. MADERO,

COAHUILA)

Los cielos masacraron a la luz, que está deshilachada y en colgajos -fósiles estrellas decapitadasdesmembrada a ras de cielo. Así nosotros, desperdigados en el desierto, la ropa salpicada entre arbustos y espinales, flores de informes corolas, desteñidas. Los elementos descarnan lo que queda; en balde y lejanas, las plegarias. Nos secuestraron en la estación de buses de Torreón, Coahuila, a plena luz del día, racimos de jóvenes sicarios, bárbaros de AK-47 con la violencia maquillada por la blancura del polvo, humanos carniceros con filo de rutina en la sangre. A golpes y tablazos, a los hombres; con palos y dolor, a las mujeres; nos arrancaron números y dientes para llamar a nuestra gente, extorsionarlos a miles de kilómetros, más allá de nuestra ruina. Pasto seco, sol sin aire, zopilotes en círculo resguardan nuestras cabezas. Abandonados y encogidos en la incandescencia del frío, morimos de dolor, de sed, a veces de hambre; y seguimos con las manos juntas, encintados de pies y quijadas, la lengua enroscada como víbora seca. Arriba, la luz descuartizada y su cadáver, túmulos de estrellas en rotación. En las montañas de Santa Rosa de Copán, Honduras, tierra mía, florecen las orquídeas. En esta zanja crecen enjambres de moscas sobre mi carne azul. El cielo, para siempre, es negro. 73

ALONSO

Entró a la casa con la procesión húmeda, cansada, de fieles hondureños. Al invitarlos a la mesa para tomar café con pan, uno de ellos dijo que le gustaba así, amargo, y se bebió la taza rápido, con dos tortillas recién alzadas del fogón; el azúcar se nos había terminado una tarde antes, de esas que huelen a hornos craquelados por las brasas de un fuego hecho con leña musical de árboles de cedro y de marimbo. Era el tiempo del trópico más rojo, del corazón quemado. Volví del tendejón de La Muda con la bolsa de azúcar; al verla, aquel muchacho dijo: "bueno, me gusta un poco". Y echó cuatro grandes cucharadas a la taza cuando volvimos a servirle café, lo que desató el huracán de la risa entre todos. El aguacero en carcajadas de aquella media docena de hombres apagó los ruidos de la lluvia. Alonso decidió quedarse a trabajar en la bananera del pueblo, entre matas de guineos de seda, manzano y plátano roatán, cargando por diez horas las pencas verdes y llenas de etileno que embarcaban en bolsas de plástico hacia Estados Unidos. (¿Quién fuera un racimo de guineo para llegar al otro lado sin más papeles que un periódico, con el corazón verde y dormido, cadáver dentro de cuatro tablas en una caja de madera?) 74

Alonso ahorraba la miseria de su paga y esperaba por las tardes, a la orilla del campo de f utbol, el paso de los trenes

y el zumbido como de avispas atrapadas dentro de un frasco de vidrio que hacen los rieles al chirriar cuando la locomotora guillotina en seco el aire húmedo y el andamiaje de acero. Una tarde, al llegar de la escuela primaria, mi hermano Aldo y yo nos enteramos que Alonso había encontrado a Canek, entonces de seis años, caminando hacia el Norte, lejos de la casa, por la orilla de la carretera. "Ya no quiero ir a la escuela, me voy a trabajar a Estados Unidos, como ustedes", le confesó al hondureño con firmeza. Alonso dio aviso a mi madre, que alcanzó 1nuy pronto al "migrante" que yacía sentado bajo unos árboles de 1nango, cansado del fuego redondo de la tarde y su aire espeso y caliente, en esa hora infernal en la que todo el pueblo dice: "hasta suena el sol". Mi hermano nunca perdonó a Alonso por haberlo delatado, pues al enterarse mi padre, enderezó con una vara el carácter curvo de aquel muchacho necio que amenazaba con torcerse como un árbol de mangle dentro de su pecho. A la misma hora, en el parque, bajo una tromba de plumas y el griterío de los niños, lloraban los pájaros. Semanas después visitamos la bananera donde Alonso trabajaba y nos dio de comer tantos guineos que nos hartamos de una vez por todas para ésta y cualquier otra vida. Masticábamos ruidosamente la carne color hueso de los guineos y el agua de río nos desataba los pastosos nudos del pescuezo; reíamos y apedreábamos la sombra de los peces que saltaban, con siluetas gordas y plateadas, buscando salvarse entre las raíces de bronce de los amates. 75

Alonso y los muchachos partieron una tarde cuando el sol pardeaba, cazando al tren de carga para colgarse al ramaje de los fierros. Mi madre les hizo algunos tacos que llevaban en bolsas amarradas a la cintura. Nos despedimos de sus rostros más allá del túmulo del andén, entre el olor de los tamarindos y sus vainas podridas, hasta que todos se subieron a los vagones y se hundieron, para siempre, en la maraña de trapos de la noche. En el pueblo aún prenden los hornos con leña de mangos y rnarimbos para cocer el pan de lluvia; aún madura el etileno las pencas de guineo en las bananeras; aún chirrían los trenes profundos gritos de óxido al pasar sobre los rieles, tajando cuerpos dormidos y cansados.

Aún suben la sombra los muchachos en racimos y la cuelgan en góndolas cariadas hasta perderse con el bramar de los silbatos. Aún.

76

27º36'07.r

"N

99º34'33.6"w

-

(NUEVO LAREDO,

TAMAULIPAS)

A mí me agarraron los narcos en Nuevo Laredo, Tamaulipas. No tenía dólares, me los habían arrancado los policías de Reynosa como quien corta por la fuerza los frutos verdes de un árbol. Me registraron del culo a la garganta, y si la mierda y todos los cerotes míos hubiesen valido su peso en oro, me habrían secuestrado por más días y puesto a cagar durante siglos. ¿Cuál es el teléfono de tus parientes al otro lado, grandísimo cabrón?¿ Cuánto nos pueden dar por ti, pendejo? No conocía a nadie en Estados Unidos. Mi último lazo de sangre en esta tierra fue cortado a pedradas en Nanchital, Oaxaca; lloré durante meses la muerte de mi medio hermano, aquel de mi dolor entero. Mira, cabrón, serás burro, y si entregas la carga del otro lado quedas libre. Cuidado con escaparte, pues rogarás que la muerte te haga el amor muy recio. Me encintaron al cuerpo varios paquetes de droga, los encadenaron a mi pecho cerrándolos con un candado grande, nuevo. La llave la tenía un muchacho de McAllen, Texas, al otro lado, un burrero que me esperaba con más ansias que la muerte. 77

Me abandonaron al pie de unas lomas llenas de arena, de viento, antes de cruzar el río. Nomás 1ne libré de su vista, quise arrancarme las cadenas, los paquetes, y me doblé el brazo derecho hasta quebrarlo. Grité con todas mis fuerzas; aún me zumba el oído aquí, bajo la tierra. Luego jalé la cadena, pero se me atascó en el cuello. Vale decir que yo solito me asfixié, aunque de cualquier forma lo habrían hecho los burreros. Quiero decirles que no estoy en el paraíso, sino en un pozo olvidado a orillas del río Bravo. Como una medalla al valor, aún cuelga en mi pecho el candado nuevo, brillante, como el que guarda las puertas de San Pedro -Sula- en el cielo.

78

"LEVANTA" 11LEVANTÓ11

COMANDO A OCHO

A OCHO

MIGRANTES:

MIGRANTES

TRES HOMBRES Y CINCO

MUJERES,

UN COMANDO

CENTROAMERICANOS, CUANDO

REZABAN EN UN TEMPLO

DE LA RANCHERÍA

BUENAVISTA DEL MUNICIPIO

A 80 KILÓMETROS

AL SUR DE VILLAHERMOSA,

LA POLICÍA

DE MACUSPANA, TABASCO,

CONFIRMÓ

LOCAL

Levantar (privación ilegal de la libertad): solemos usar en el lenguaje noticioso "levantar" y palabras derivadas para referirnos al delito de privar a una persona de la libertad ilegalmente: "Levantan a hombre, regresa herido" [El Norte, noviembre 11, 2013] o "Graban levantón" [AM, octubre 18, 2013]. "Levantar" a alguien significaba, en ciertos contextos, "recogerlo", "pasar por él". En su acepción hoy generalizada mediáticamente, tal vez dicha expresión provenga del argot delincuencial o policial que la acuñó para disimular la retención, secuestro o detención ilegal o arbitraria de personas (con frecuencia seguida de secuestro, tortura, asesinato o desaparición). "Levantar", también se refiere a una detención arbitraria, es decir, cometida por un servidor o funcionario público. (Oración del migrante) No quiero levantarme, padre. No me levantes, madre. Prefiero caer, prefiero caer, en los filosos y amorosos brazos de La Bestia. Nadie quiere ser levantado, madre. Nadie quiere ser levantado, padre. Me levantabas para ir al colegio, padre. Me levantabas para ir a jugar, madre. 79

Me levantaba del sueño la caricia de tus manos, madre, me levantaban de la mesa tus palabras, padre, y yo levantaba la cara hacia el sol. Una vez levantados íbamos a la milpa, íbamos al bosque, a los yerbajes del tiempo. Pero aquí en Tenosique, padre, otros me han levantado, madre. Con humillaciones, con torturas, con violaciones, con masacre. Me han levantado más temprano y más tarde que usted, madre, y para siempre, Padre. No quiero ya que me levanten. Nunca levantarme, que nadie más me levante. Las sábanas que cubren mi rostro no son blancas, están teñidas de sangre. Llévense mi cuerpo en andas, hasta Honduras. Llévense mis lágrimas, mi cuerpo, a lomo de ataúd. Llévense mis huesos negros y entiérrenlos en Tegus. No quiero que vuelvan a levantarme, padre. No quiero que regresen a levantarme, madre.

80

No quiero ser levantado. Díganles que no estoy. Nunca me levantes, padre. N u nea me levantes, madre.

81

IDENTIFICAN

RESTOS DE

8

MIGRANTES

HONDUREÑOS

EN MÉXICO

Era el tiempo de las decapitaciones, de los bosques de renglones en blanco, del aire oscurecido por parvadas de mudos pájaros. La sangre había perdido su color por la anemia del miedo, pero la lluvia era más roja que la vergüenza y ametrallaba sin piedad al corazón, ese casquillo sin pólvora, sílaba de carne percutida por el pánico. La luna estaba muerta, roja gota pisoteada contra el cielo por las botas de los bárbaros que habían derramado sus vísceras de luz entre los rieles.

82

ASESINADOS

20º30'21.211N

99º52'03.611W

-

(SAN JUAN DEL RÍO,

QUERÉTARO)

Era oscura como la tierra, más alta y más bella que todos los árboles de Honduras. Mi vecina y yo migramos a México entre sombras. Atravesamos este país ardiente como vacas que pasan por los cuchillos del horror segando labios, tajando lenguas, hincando los cereales del dolor en todo lo que tocan; subimos a las góndolas del tren mascando los alcoholes del hambre y de la sed, ocultas por las gasas del miedo que todo lo oscurecen; luego el deseo de no volver, de no mirar ya nunca, atrás. Sufrimos los tormentos de los hombres, su crueldad florida, su repetida guerra que apuñala nuestra luz, la herida. Así, violadas, aniquilan la flor de nuestra risa. No queda más que seguir las reglas del tormento, pagar kilómetros de rieles con jirones de cuerpo. Y nos acostumbramos a la víbora de los cigarros en la piel, al puñetazo de los bárbaros en la quijada, al veneno seminal eyaculado entre las piernas por los débiles del amor, precoces a la hora de matar, impotentes que lloran por las noches y no descansan ni sueñan. Esclavas de la usura, abandonamos desde siempre nuestros cuerpos a la infamia, y apenas niñas, acostumbramos la carne a la música yugular de la violencia paterna, a las heridas maternas, a la explotación herrnanal, y aquí, en nuestro éxodo por México, nos secuestra un huracán de suicidas para apaciguar su sed en nosotras, para mercar con nuestro sexo, y sin lástima mutilar nuestros pechos mordidos y así los pechos de sus madres para luego vendemos y olvidarnos en jaulas de pequeños dioses proxenetas que se beben la sangre de un trago y sorben la médula, y erigen llamas en su altar de rabia en el que adoran ídolos de llanto, de muerte, de poder. Amanecí con la luna reseca, como un ala que agoniza entre pinzones muertos. Sólo me queda el recuerdo de Atlántida, 83

mi casa, pedazo de mar en la garganta del Caribe, azúcar de Dios besándome cabellos en la arena; pero también allá deambulan los fantasmas violentos de mi padre; él, sumido en el alcohol, vendió a su hijas a la prole de los desinhibidos. Pájaros ahogados en el lodo, así mis asesinos con ardor en el orín y con testículos mordidos por la brama, su sed de destruirlo todo con el filo de un machete que siega los miembros de los ángeles, las manos y la yugular de Dios, y, ay, la mía, cetrina y olvidada entre la muchedumbre de las plegarias, rogando en cada estación la misericordia de la migra, de la policía, del narco y la mara, la compasión de los compañeros de camino quienes ofrecían mi sangre para ofrendarla a la lujuria de los otros y salvarse; les rogué que ya no nos violaran, que no sembraran más su asco ni la mierda de su ser en nuestros vientres. Estéril esta tierra que me sepulta, estéril este país y su cruel fardo de hombres que viola, mancilla y descuartiza a las hijas inocentes de Centroamérica y las exhibe sin pudor en sus vitrinas aquí en los prostíbulos de San Juan del Río, Querétaro, para que sus hijos, proxenetas también, compren la carne del dolor y nos masacren en los mismos lechos donde los arrullan los paternales y erectos falos que violan sin descanso a sus propias madres.

84

ESTIMAN

QUE

SON VIOLADAS

80°/o

DE MUJERES MIGRANTES

EN MÉXICO

CENTROAMERICANAS

AL INTENTAR CRUZAR A ESTADOS UNIDOS

Sorgo maduro, baldíos herbazales como el pellejo de cien perros sarnosos por el que caminas desnuda, descalza como la ira, y tus pechos apuntando como un doble fusil hacia los astros, perdidos migrantes en el yerto y espeso pelaje de la noche. Gotas, goteras. Goteras de sangre. El animal herido busca siempre la maraña del monte, así como la codicia del varón busca la yerba tierna del pubis en la valva núbil. Y la herida, sí, la abierta herida goteando. Aquí las animalas somos nosotras, . nos cazan y nos persiguen olisqueando el verde almizcle de nuestra carne vendida por miserables dólares. Gotas, goteras, charcos de sangre negra, espejos en los que se refleja Centroamérica. Mi cuerpo amoratado gotea muñones, brazos, piernas, tajos.

85

(La muerte recuesta su cabeza y la tuya sobre constelaciones de yerba y de maíz. Y el inundo llora, gira sobre tu cuerpo sin hallar consuelo. Y gira, descalzo.)

86

ÁLBUM FAMILIAR CENTROAMERICANO

(3)

1.

M igrantes "abarrotan" La Bestia

He visto a los ángeles caer y desplumarse sobre rieles quemados por hileras de sangre.

2.

Desperté cuando el tren ya me estaba destrozando

Acecha el silencio en el monte como una jauría de relámpagos. Este es el día del tábano y la lengua pesa igual que un siglo. He visto los ojos de la noche picoteando la sangre y su parvada. El mar, lejano, se agita y revuelve en toda su rabia azul. Avanzo con remos de sal entre una y otra frontera. Cabalgo sobre un cetáceo de hierro y recorro una distancia sólo medida por el sueño de los pájaros. La luna es el tronco de mi cuello amputado: yazgo en el charco de mi sangre, redondo espejo del cielo. 89

3. "México es un país de pesadilla",

dicen migran tes de Centroamérica mutilados por La Bestia

Sepan que en el lugar del corazón llevo la lengua, por eso hablo con latidos, con golpes de aire, con el taro taro de los ladridos del tambor: habito el costillar de una serpiente desecada por la luz del desierto, su esqueleto alargado, infinito, cascabel víbora rematada por una maquinal cabeza, ciclópea, férrea, ojo de luz que alumbra estos senderos de tiniebla y arena.

4. Coatzacoalcos, capital del secuestro de migrantes

La reverberación y el rumor de las voces de los migrantes sobre La Bestia devoran los varios kilómetros de rieles y bautizan con su miedo las líneas perfectas de las vías. Dueños de la charla y el insomnio, dormitan los viajeros, mientras el manto de la noche cuelga sobre los vagones. Dardos de voz se hunden en la nada y empañan de sueño los ojos apenas abiertos, los miembros entumidos. Alguien grita con ácidos ladridos de huracán: ¡Ahí vienen los narcos! Y el silencio crece, crece con aterradora inmensidad. La Bestia se detiene, exhala su último aliento, se queda sin aire, muere entre los árboles. (Adelante nos esperan los bárbaros.) 90

DEL REINO E PROVINCIAS DE NICARAGUA

A estas gentes de Nicaragua [ ] hiciéronles estos tiranos de México, con sus tiranos compañeros ( j tantos daños, tantas matanzas, tantas crueldades, tantos captiverios e sinjusticias, que no podría lengua humana decirlo( ... ] no dejaban hombre, ni mujer, ni viejo, ni niño a vida, por muy liviana cosa( ... ] E cuando algunos cansaban y se despeaban de las grandes cargas y enfermaban de hambre e trabajo y flaqueza, por no desensartarlos de las cadenas les cortaban por la collera la cabeza e caía la cabeza a un cabo y el cuerpo a otro. Véase qué sentirían los otros. E así, cuando se ordenaban semejantes masa­ cres y atrocidades, como tenían experiencia los migrantes de Nicara­ gua que ninguno volvía, cuando salían iban llorando e suspirando ( ... ]: "y, aunque trabajábamos mucho para llegar a Estados Unidos, en fin volvíamonos a cabo de algún tiempo a nuestras casas e a nuestras mujeres e hijos; pero agora vamos sin esperanza de nunca jamás volver ni verlos ni de tener más vida". FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

93

14º54'18.811N

92º21'14.111W

-

(HUEHUETÁN, CHIAPAS)

Se hunde el sol en el azul agua del Archipiélago de Solentiname, en el Gran Lago de Nicaragua. Pero aquí donde estoy, La Bestia deambula una y otra vez sobre mi cuerpo tendido, estirado como la piel de un lobo que se alarga hasta volverse una maraña de tendones e hilos desteñidos. A mi lado se yergue, colosal, una ceiba, vegetal ciudad para los pájaros, gigante de clorofila que anda sobre la tierra con pies de savia, mole corpulenta y despeinada que habla con voz de hojarasca, como los muertos, como yo, esperando en cada estación de lluvias, en cada estación de tren, ser habitación de bandadas de pájaros como las hordas silbantes, desperdigadas, de migrantes, de paisanos míos, de madres y padres míos, hijos de mi raíz que buscan otras ramas, otros nidos, para trinar lejos, muy lejos de aquí. Extraño las flores de los lirios, el evangelio terrestre de los muelles en comunión con las barcas. Pasa el tren afilando esféricos machetes. Estiro los huesos hacia el rizoma de la muerte. Árbol sin ramas, a mi cuerpo le han talado hasta la sombra.

95

ATAQUE A TREN EN MÉXICO

HIERE A MIGRANTES

DE NICARAGUA

Una bandada de ángeles sube al tren del suicidio: cruza México para llegar a Estados Unidos.

96

LAS PATRONAS,

I

7

A LOS MIGRANTES. ,

AÑOS DE AYUDA CONCRETA POR LOS ESFUERZOS ,

TACO Y AGUA, DIA A DIA DESDE I 99 MIGRANTES GRUPO

5,

QUE IMPLICA SIN RECIBIR

QUE VIAJAN EN EL TREN CONOCIDO

DE MUJERES VERACRUZANAS

OFRECER

UN

UN PESO, A LOS

COMO LA BESTIA, EL

RECIBE PREMIO

DE DERECHOS

HUMANOS

Para Las Patronas, que tienen más güeuos que cualquier gallo

Tormenta en La Patrona, Amatlán, Veracruz. Es una noche encendida con lámparas de petróleo; la luz se ha ido -la del sol, la de los cables-. Riñe con furia la lluvia contra el techo, agua en láminas vencidas por el tableteo de las metrallas. Café de tortillas quemadas, negras hasta el carbón, coladas con un trapo de manta. No hay más que tortillas para saciar el hambre, frijoles hervidos con leña. El fuego ilumina rostros, calienta sombras. Tiritan los migrantes con tazas en la mano, pequeñas hogueras de agua, velas de azúcar para el camino. Hablan poco, llevan los ojos a la tierra, a sus grietas, y la ceniza escarcha los pies con su nieve de maderas calcinadas. 97

Trepida el tren la tierra con sus pasos; brama profundo, hace morir los restos del sol. Dos nicas abren las pupilas como salvajes gatos:

"mañana subiremos a La Bestia, mañana". Sin embargo, se levantan.

98

FALLECE EN HOSPITAL

MUTILADO

POR LA BESTIA

Oteando hacia el norte, aquí, tirado en jirones, recién parido de La Bestia, me llega un olor a hibiscos, un olor a bisbiseantes flores, las que mi abuela cortaba en Matagalpa, Nicaragua.

99

19º35'29.9"N

99º09'03.3

"w -

(TULTITLÁN, ESTADO DE MÉXICO)

En vida me llamé Walter. Y heme aquí, con mis huesos blanqueando el basurero municipal de Tultitlán, Estado de México. Crucé medio México y su odio entero montado en La Bestia, . . . . . y a veces a pie, sin respiro, para seguir mi sueno: escapar de la cuota serial de las pandillas y comprar con dólares algunos trastos y una estufa para mi madre. Jamás llegué, truncaron mi destino. Ahora no tengo descanso ni sepulcro. Sólo espero el día de la resurrección para levantarme, a la luz de la luna nicaragüense, y tener una muerte mejor, Sería feliz si mi madre hiciera nacatamales y nezquizara el maíz en su fogón. Pero sé que no llora por el humo. Allá en Managua otro estará con mi mujer; uno más le tatuará mis hijos. No muy lejos de aquí, mis asesinos calzan mis zapatos, visten mis ropas; policías municipales con más saña y más rabia que la de las pandillas. Arriba, las máquinas trituran lo poco que queda de mis huesos y un chucho mastica sin descanso mis últimos tendones. Dejé un breve recuerdo en el albergue del padre Alexander: "aquí estuvo Walter, originario de Managua, Nicaragua, C.A." Y aquí sigo.

100

ÁLBUM FAMILIAR CENTROAMERICANO

(4)

Alarma por masacre de ocho policías de Salcajá, Guatemala, atribuidas a narcos del cártel mexicano de Sinaloa o Los Zetas 1.

Mi lengua es una llave para abrir el laberinto gris del corazón, sus recovecos de sangre. Mis ojos son dos gotas de espejo, mi corazón es Luna de Xelajú, alta luna líquida. Y en mi boca una parvada de pájaros ciegos canta una canción de cuna, una canción de niebla mientras calla el mar y sus jinetes de sal sueñan que no hay fronteras. (Hui de la masacre de Salcajá. Sé que no soy gente buena, pero también sueño que no hay fronteras. Aquí todo es sol, humo de holocaustos de muerte, y el camino es agua de espejos enterrados donde es necesario caminar hacia atrás, llevar la espalda a cuestas y ser enterrado boca abajo para sentir todo el peso del cielo y de la tierra, en los brazos, en las manos.)

Acusan al gobierno mexicano de facilitar ataques a migrantes

2.

El odio es una rama alta quebrada por el viento, una espalda besada por los labios del dolor.

103

3. Asaltan y dan machetazos a migran te

Hay un país de sal debajo de mi rostro, un rostro que yace con los ojos abiertos para mirar dentro del corazón de las hojas y las piedras. ¿Cómo, si estoy hecho pedazos, seré resucitado?

4. La Mara Salvatrucha intenta retomar control en ruta

migrante de Chiapas, México Recuerdo que el sol - sucio- en el cielo era una pupusa de Los Planes de Renderos, en Panchimalco, aplastada contra el asfalto: agonizante sobre las calles de San Salvador. Así mis brazos o relámpagos heridos no son otra cosa que ramitas de loroco recién mordidas por las ruedas del tren, aquí en Ixtepec, Oaxaca. Y el cielo solo, vacío como un espejo que jamás reflejará mi rostro.

5. El "comandante" suele ser un zeta viejo o un cobra

viejo. Esta diferencia estriba en el origen militar, para el primero, y civil, para el segundo. Ocupa el sitio del conductor. El lugar del copiloto corresponde a un zeta nuevo o un cobra nuevo o un exkaibil, soldado desertor de las fuerzas especiales guatemaltecas Oh, San Cristóbal Totonicapán, 104

mi eterno Valle de la Felicidad, mi hermosa Puerta de Occidente, mi barrio de San Salvador. Oh, barrio de Chigonón, sos como una mujer chapina, de desear, como si fueses la misma jerusalén bailando en medio de la juncia de tus pinos, olorosa, virgen. Oh, Valle de la Felicidad. Oh, Chichoy, alta por tus viudas de guerra unidas para trabajar el cielo y la tierra, sus cuerpos humeantes soportando el tableteo del sol y olvidando el pasado. Se quedaron viudas, arando y sembrando la tierra que los militares arrasaban. Oh, Valle de la Felicidad, mientras los hombres combatían, mientras los hombres morían. Oh, mientras los militares aplastaban cuerpos y violaban niñas en Chupo 1, en su destacamento limpio y perfumado con litros de cloro, como todos los galpones de los genocidas. Oh, Nueva Guatemala de la Asunción, aquí vamos tus hijos migrando juntos, tu hermoso hijo de milicias, tu exkaibil y yo, muriendo juntos; yo, hijo de Chichoy, y aquel que me asesina, él, hijo militar de la gran aldea de Chupol, nacido de violación:

105

tuve que esperar veinte años para que la misma sangre genocida me alcanzara en tierras mexicas. Oh, Guatemala de los Kaibiles: debés saber que he cumplido con creces, mi destino.

6. Masacre en San Fernando, Tamaulipas: por negarse a ser sicarios los fusilaron Hemos caído desde las fauces de La Bestia sólo para caer en las garras de peores bestias, . esas que asesinan y cercenan amparadas por la ley de las matanzas: y hoy, como todos los días, amanece nublado en el cielo de los migrantes.

106

DEL REINO E COMARCAS DE MÉJICO

Con esto quiero acabar hasta que vengan nuevas de más egregias en maldad (si más que éstas pueden ser) cosas, o hasta que volvamos allá a verlas de nuevo, como cincuenta años o más ha que los veemos

por los ojos sin cesar, protestando en Dios y en mi consciencia que, según creo y tengo por cierto, que tantas son las maldiciones, daños, destruiciones, despoblaciones, estragos, muertes y muy grandes crueldades horribles y especies feísimas dellas, violencias, injusticias, y robos y matanzas que en aquellas gentes que migran y transitan por estas tierras se han hecho (y aún se hacen hoy en todas aquellas partes de México), que en todas cuantas cosas he dicho y cuanto lo he encarescido, no he dicho ni encarescido, en calidad ni en cantidad, de diez mil partes (de lo que se ha hecho y se hace hoy) una. FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

109

HABLA FRAY BARTOLOME

1.

,

DE LAS CASAS

México es un país de pesadilla

"Particularmente, no podrá bastar lengua ni noticia e industria humana a referir los hechos espantables que en distintas partes, e juntos en un tiempo en unas, e varios en varias, por aquellos huestes públicos y capitales enemigos del linaje humano, se han hecho dentro de aquel dicho circuito, e aun algunos hechos según las circunstancias e calidades que los agravian, en verdad que cumplidamente apenas con mucha diligencia e tiempo y escriptura no se pueda explicar. Pero alguna cosa de algunas partes diré con protestación e juramento de que no pienso que explicaré una de mil partes. [ ... ] Fué una cosa esta que a todos aquellos reinos y gentes puso en pasmo y angustia y luto, e hinchó de amargura y dolor, y de aquí a que se acabe el mundo, o ellos del todo se acaben, no dejarán de lamentar y cantar en sus areítos y bailes, como en romances (que acá decimos), aquella calamidad e pérdida de la sucesión de toda su nobleza, de que se preciaban de tantos años atrás".

Como México no hay dos:¿ Qué cosecha un país que siembra cuerpos?

2.

El corazón es un animal en exilio cuya patria es el amor. El migrante es un ángel sin patria cuyo país es el dolor. El exilio es una patria sin corazón cuyo nombre es México. 111

México es un animal con rabia . . que migra, sin amor.

3. El Zurde VeracruZ, triángulo de laz Bermudaz para loz migrantez Zólo VeracruZ eZ bello. Zólo VeracruZ eZ miedo. Zólo VeracruZ eZ violazión. Zólo VeracruZ eZ zeetreztro. Zólo VeracruZ eZ extorzión. Zólo VeracruZ eZ dezaparizión. Zólo VeracruZ eZ narco. Zólo México eZ 1-nazacre bello.

4. M igrantes en México: los muertos de nadie

En este inhumano mar humano no alcanzarían ni todas las estrellas ni los granos de arena del desierto para contar la muchedumbre de los muertos, los desaparecidos, los violados, los torturados, los vejados, los prostituidos, los aniquilados, los desmembrados, los masacrados, los hijos de Centroamérica deambulando entre las llamas de un abismo llamado México.

11 2

5. México es una tumba clandestina

"Después de las tiranías grandísimas y abominables que éstos hicieron en el país de Méjico y en muchas de sus ciudades y tierra mucha (que por aquellos alrededores e interiores tierras de Baja California, Chiapas, Coahuila, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Mi­ choacán, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz, entre las peores, donde fueron muertas infinitas gentes sobre todo las que son masa­ cradas y secuestradas al intentar subir o bajar del tren apodado La Bestia), pasó adelante esta su tiránica pestilencia y fué a cundir e inficionar y asolar a la provincia de San Fernando, Tamaulipas, por ejemplo, que era una cosa admirable la multitud de los migrantes que secuestran y los estragos y matanzas que allí hicieron y hacen con todos ellos".

113

LOS ZETAS

BUSCAN CIERTO

POR EJEMPLO,

QUE LAS PERSONAS

ENTRENAMIENTO RECLUTAN

MILITAR,

TAMBIÉN

VEN FUERTES,

PERFIL

COMO

A QUIENES

PARA SUS RECLUTAMIENTOS. HAYAN TENIDO LOS KAIBILES

CIERTO

DE GUATEMALA;

FUERON POLICÍAS,

A LOS QUE SE

A LOS QUE PUEDEN INSPIRAR CONFIANZA

CON LOS

OTROS MIGRANTES

a) Kaibil: tigre/ soldado de élite para matar guerrilleros; militar que arrasa poblaciones indefensas.'

b) Lema Kaibil Si avanzo, sígueme; si me detengo, aprémiame; si retrocedo, mátarne.

e) Lema del Migra/ Policía/ Mara/ Narcol Militar Si migra, cázalo; si migra, secuéstralo; si migra, mátalo.

1

Voses de Guatemala (Carlos López, Editorial Praxis, México, 2005). 11 4

HABLAN

LOS XAHIL

a) Violencia de bandas y en el seno familiar, detrás de éxodo de niños: UNICEF 11. Nosotros, pues, fuimos entonces, nosotros los Consejeros, cuan-

do nos fue ordenado ir, por nuestras madres, nuestros padres. "Id, oh hijas mías, oh hijos míos; vuestras Mansiones, vuestros clanes han partido. Tú no seguirás siempre así, tú, el hijo mozo; en verdad, grandes serán tu destino y tu sostén". 2

b) Caravana de madres centroamericanas en busca de sus hijos desparecidos en tránsito por México: N otimex Este camino es una lengua ácida que nos lame las llagas, el agua yugular que atraviesa, como una lenta brasa, los ojos y el cuerpo. El pastor de la iglesia nos explicó: según La Palabra, entre las aguas de los ríos Tigris y Éufrates estaba el Jardín de Dios, esa hermosa lasca del corazón divino, tierra de abundancia infinita en la que moraban Adán y Eva: la perfecta creación del Señor llamada Edén. Y entre las lenguas de fuego del río Bravo y el río Suchiate, este enorme jardín de muerte para los niños difuntos de Centroamérica, fértil camposanto llamado México:

2

Anales de los Xahil (traducción y notas de Georges Raynaud, Miguel Ángel Asturias y

J. M. Gonzálcz

de Mendoza,

UNAM,

1943). 11 5

lejos de Dios y cerca, muy cerca, de polleros, policías, migras, narcos, coyotes, proxenetas, pederastas, traficantes, asaltantes ...

e) Un rumor en Centroamérica dispara la migración de menores hacia Estados Unidos: El País Los clanes importantes, los primogénitos [aunque sean niños], aquellos cuyos consejeros ocupan por derecho hereditario de clan, las más altas funciones, son los que guían las migraciones.3

3

J. M.

Anales de los Xahil (traducción y notas de Georgcs Raynaud, Miguel Ángel Asturias y González de Mendoza,

UNAM,

1943). 11 6

SALVE PATRIA QUERIDA,

DULCE GUATEMALA, SALVE; DELICIA,

SURTIDORA DE VIDA, MANANTIAL DE LA MÍA( ... ] YA PARÉCEME VISLUMBRAR TUS SELVÁTICAS MONTAÑAS DON DE INACABABLE

PRIMAVERA

Y TUS VERDES CAMPOS EN

(RUSTICATIO

MEXICANA, RAFAEL

LANDÍVAR)

a) Entrevista del autor de este libro a un indígena mam, habitante de los bosques de la Reserva de la Biósfera Volcán Tacaná (México, agosto de 2003): ¿Es usted originario de Guatemala o de México? -Soy del Tacaná.

b) Primeras palabras del reclamo a gritos de una indígena mama Ernesto Zedilla Ponce de León, expresidente de México, demandando apoyo del gobierno (año de 1994) en la comunidad Pavencul, volcán Tacaná: - ¡Señor presidente municipal de Guatemala ... !

c) Recuperación del conocimiento tradicional de la etnia mam de Chiapas sobre plagas de cultivos como base para la mejora de su calidad de vida. Centro Iberoamericano de la Biodiversidad (c1s10); Universidad de Alicante, España; Colegio de la Frontera Sur, México; Dr. Eduardo Galante Piño, responsable: "Los indígenas mames en sus primeros tiempos en México se presentaban en bajas densidades, sin embargo, incrementaron paulatinamente su población a pr1nc1p1os del siglo pasado debido a la 11 7

erupción del volcán Tacaná, que ocasionó una fuerte migración proveniente de Guatemala. Los mames mexicanos perdieron gran parte de su cultura debido a las migraciones y disposiciones de autoridades locales, quienes obligaron a los mames mexicanos a cambiar su vestimenta, a fin de distinguirles de los mames guatemaltecos. El atraso histórico de las comunidades indígenas en Chiapas incluye a los campesinos de la etnia mam. Este atraso ha sido selectivo y manifiesto en al menos tres aspectos que han sufrido y aún continúan sufriendo, en alguna medida, diversas comunidades indígenas de Chiapas ... "

11 8

RELEVAN A

7

DELEGADOS

ESTATALES DEL INM TRAS ACUSACIONES

POR PLAGIO

1. OAXACA, Oax., julio 6 (EL UNIVERSAL).­ "Los del Instituto de

Migración nos bajaron del autobús en el que íbamos y enseguida hicie­ ron una llamada por teléfono a Los Zetas, dijeron: 'hey güey, ya tenemos la mercancía'". Así empieza el relato de "Sara", una migrante nicara­ güense que fue víctima de secuestro en Tamaulipasy que narró su odisea a la alta comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. a) i. jura: judicial, policía, agente, soplón, matón, delator, judas, polizonte, detective, migra, investigador, uniformado, autoridad, tira. Hijo de las 70 mil carretadas de putas que todavía no deja en paz lo que queda del país."

ii. Ex/militar: aliado y colaborador de los cárteles mexicanos del narco. Coadyuva con eficacia en el secuestro, extorsión, desaparición forzada, tortura, violación, desmembramiento, trasiego de droga, decapitación, etc., y otros trabajos ordenados por la clase política de este país para obtener millones de dólares y mantenerse en el poder mediante tácticas de terror contra otros y contra su propio pueblo.

iii. Exlkaibil: excelente milico de élite que participa, en general, en labores de barbarie, eliminando enemigos de otros cárteles, asesinando opositores políticos (al interior de los grupos del mismo crimen organizado, en su mayoría conocidos políticos), y en particular, cometiendo actos de genocidio contra la población indefensa del país, principalmente contra los migrantes centroamericanos, muchos de ellos paisanos suyos (guatemaltecos, salvadoreños, hondureños, nicaragüenses).5 Versión Libre y palimpséstica del vocablo registrado en Voses de Guatemala (Carlos López, Editorial Praxis, México, 2005). 5 Idem. 4

11 9

2. "[ ... ]esta depuración ocurre luego de las denuncias penales inter­

puestas en contra de agentes migratorios señalados como presuntos responsables en el secuestro de migrantes, incluidos extranjeros que según su testimonio fueron "vendidos" a grupos delictivos por estos representantes del lNM." b) iv. Migra: agente del Instituto Nacional de Migración (INM) cooptado por el crimen organizado que trabaja en forma proactiva, cooperativa y participativa cumpliendo diversos objetivos, entre otros, plagio masivo de migrantes centroamericanos para venderlos a grupos delictivos, abuso de autoridad, violación de los derechos y libertades fundamentales, estupro de niñas y niños migrantes, desaparición forzada de cientos de personas, encubrimiento de criminales, falsos operativos en caminos de extravío y carreteras, trata de personas, enriquecimiento ilícito y otras excelentes funciones de genocidio multitasking características de estos servidores públicos al servicio del gobierno de México.

120

HABLAN LOS QUE MIGRAN POR MÉXICO

I .

Arriba el temblor del cielo. Abajo tiemblan los corazones, los rostros, castañean los dientes y los muñones en el frío, rechinan la hileras de dientes, rotos como estrellas cariadas en la boca del cielo. Arde la luna como tea inmóvil, muerta, y La Bestia se alarga, hacha de lenguas gemelas que va partiendo la tierra y los cuerpos que yacen a los pies de Dios. Alguien enciende un cigarro y arden también, por un momento, los rostros. Los cigarrillos son tábanos de luz hiriendo el aire. Orión agoniza en el techo del cielo, va sin espada, lleva un machete. El cíclope de acero repta por la espalda de una patria muerta. La corpulencia de La Bestia contrasta con la anorexia de las sombras: árboles esqueléticos tiemblan contra la niebla, al igual que nosotros, harapos de carne inmersos en la coagulación de la noche. 121

Alguien que grita contra el frío, reza: ¿Centroamérica, Centroamérica, por qué me has abandonado?

2.

Me lleno las pupilas y las manos con flores y cabezas recién cortadas. Luna carnívora en traje de muerte, roja erección de un cielo yerto, duro sobre nuestras cabezas, zarzas de fuego negro, dolientes. Esféricas guillotinas giran alrededor del corazón: a los lados del camino cadáveres recién nacidos, tatuados de óxido y acero por la estampida de los caballos redondos que cabalgan sobre raíles. Sobre los cadáveres las señales del fin del mundo, los signos del abandono de Dios: ángeles con alas de mosca hincan sus dientes desbocados, hambrientos, sobre la carne, pastando larvas y lunas podridas bajo los picotazos del sol que relincha y calcina el corazón, ese perro dormido bajo los árboles y la música sorda de las cigarras, aquí, justo bajo el tamborileo del huracán, y yo inmóvil, aullando lluvia negra, 122

silbando serpientes de agua sobre mi sábana de arena y piedras.

3. Aquí yazgo, subterráneo, lánguido, durmiendo en las góndolas como los bulbos de una flor carnívora que sueña con abrirse a la primera caricia de la niebla para crecer frente al abismo. Escucho el silbo funeral del tren, su estrépito de vertebrales máquinas: parvadas de ángeles con alas de lluvia vuelan hacia la nada, hacia el norte. Y de pronto el zumbido, la ira de los tábanos formando nubes, enjambres de rostros borrosos, exangües, perros que lamen la sangre seca de los inocentes y escriben el destino de su abominación (los genocidas no saben escribir con tinta). Balan los rebaños de migrantes y se duermen, fríos hasta el acero, ebrios de hollín. Sobre sus ojos apagados, sobre sus cabezas, giran estrellas de diesel.



Pero nunca pagué el "impuesto de guerra" de las pandillas y eso me costó la muerte:

y ofrecieron mis vísceras al estrépito de las estaciones, a la molicie de la luz

que nombra huesos con voz calcárea y enciende en el pecho su trapo de fósforo que restalla hondo como el trueno. No olvides alumbrar tus ojos con antorchas de sangre: seré delicia de los que aduermen, de los que lavan el cuerpo de los suicidas. La sed es la estación más cruel, tanto como el libro y las páginas de odio que escribimos aquí. Espesa, marchita, la sombra de los árboles es imán para los pájaros. La espiga de los cadáveres está madura y los enemigos del amor trillan los corazones con su hoz de hombres rabiosos, asesinos en horda, rojos y violentos hasta la médula. Y en un abrir y cerrar de alas se dará la resurrección de los desaparecidos, se erguirá sobre la furia y la venganza la legión de los migrantes. Los élitros de los insectos volverán a tajar el aire, y el rumor ensordecedor de La Bestia será sólo un eco mudo, y dejará de reptar en dirección de la sangre. Días y días crucificados en los maderos que sostienen los rieles por los que viaja el dolor del mundo, 124

y los huesos del migrante, dispersos todos, se reunirán alrededor de su cuerpo sin cuerpo, floreciendo hasta erguirse en la carne del día, hermosamente altos, azules. Todos regresarán del viaje hacia sí, y en sus ojos, casamatas roídas por insectos, crecerá nuevamente la flor de la lluvia. Y el mar no tendrá descanso,

ni sitio donde ponerse. Agotados, seguiremos aquí, esperando el día de la vergüenza, el día de la resurrección y la venganza: con la lengua y los huesos en eterna rotación.

125

EL MIGRANTE

Y cuando despertó, la migra todavía estaba allí.

126

ÁLBUM FAMILIAR CENTROAMERICANO

(5)

Mis hermanos, Ervin Iguanita y yo, con migrantes, río Despoblado, Poza "Silba", Villa de Comaltitlán, Chiapas, Centroamérica (fotografía tomada por Víctor Manuel Pérez García, 1985).

SEGUNDA MIGRANTES

,

FOTOGRAFIA

DE MI PADRE, MIS HERMANOS

Y YO CON

DE CENTROAMÉRICA

Azotábamos un canto rodado sobre el otro, y el estruendo de chispas de la voz caliza brotaba del ósculo espontáneo de las rocas que aturdían bajo el agua peces y mojarras que salían flotando a la superficie sin aletear, anestesiados buzos bajo escafandras de escamas color plata; emergían hipnotizados por el puñetazo de las aguas y los relámpagos de piedra, y se entregaban, dóciles niños dormidos, en nuestras manos. Era nuestra pesca un sueño del neolítico, memoria de ancestros Cromañón y su corazón vegetal, sin más herramientas que la fuerza de una roca latiendo entre las manos; párvulos que encendíamos hogueras de agua en los meandros de los ríos, juntando sardinas y su moneda dulce para matar el hambre y comprar con monedas de sol los peces que chisporroteaban en el aceite del sartén de mi madre para comerlos fritos en manteca, una vez vueltos a casa, cansados, llenos los ojos de sueños y hojarasca: Paso de Lima y Zapaluta, ríos que se unen en una Y mayúscula esperando la eterna conjunción de mis cenizas. Río Despoblado: hay dos difuntos en la foto. El primero es Ervin Iguanita. Jugó futbol en el Comalchis, nuestro equipo de la infancia; hábil y de sobra arisco, reptiliano, mejor portero al atajar las penurias del mundo. 129

Era oscuro como la grasa que untaba en los zapatos que boleaba, día tras día, lavando pies de polvo en las bancas de cemento del parque. Guardaba todas las herramientas del oficio en su pequeña caja de bolero. Fue asesinado cobardemente cuando rayaba quince años por Martín Cochero, homicida con filo de cuchillo hundido en la tetilla izquierda de Ervin, clavándolo para siempre al madero de la agonía. Cochero se enojó porque Iguanita cambió la incesante y repetida canción en la rocola de la cantina, lo que a Martín no le gustó. Sin embargo la canción de Iguanita siguió rebotando por siglos de un minuto en la palapa de Tomboy, y terminó justo cuando Ervin boleaba el piso de la cantina con su sangre. El otro difunto de la foto es mi padre, aunque está erguido en el tiempo justo detrás de la cámara. Nunca supe por qué, pero desde muy joven fue amigo de varios centroamericanos, a quienes trató y ayudó con la fuerza de un hermano mayor. Cuando conoció a mi madre, el 1 °de julio de 1972 en la Ciudad de México, iba platicando en un vagón del metro con un amigo -por más señas costarricense- y el tono alegre y centroamericano de los dos llamó la atención de mi madre y su amiga. Los cuatro cruzaron palabras en la estación Pino Suárez y acordaron salir juntos el fin de semana siguiente. El tico y la amiga de mi madre sólo se vieron una vez más, pero mi padre y mi madre tuvieron una cita de 36 años hasta que mi padre murió (aproximadamente 300 centroamericanos después, ya que docenas de ellos, entrañables hermanos y amigos, compartieron el café y las tortillas en la mesa de cedro de nuestra casa en Chiapas, entre 1981 y 1987).

130

Cierto, en la casa del pueblo vivieron varios centroamericanos; Isaac, salvadoreño: nos enseñó a fabricar pequeños sombreros de aluminio con la boquilla maleable del tubo de la pasta dentífrica; pintaba los diminutos sombreros con maestría y algunos de ellos están perdidos

en las cajas y gavetas de la familia entre papeles amarillos con olor a cedro; Dina y Rubi, jóvenes hondureñas, que siempre nos decían "báñate, olés a puro coco rancio"; las dos cocinaban un exquisito pan de guineo; mi madre las llevó en tren -un suplicio ferroviario de dos días y medio- a la Ciudad de México donde estuvieron en casa de mi tío Manuel hasta que cruzaron la frontera para cocinar en Estados Unidos sus maravillas de coco y guineo; Donald, chapín, mitómano, con más mañas que ganas de partir al otro lado; nos enseñó sus dotes de piromaníaco una noche de diciembre en la que vimos brotar fuego azul de sus manos, alimentadas con altas llamas de alcohol; decía extrañar el diario pudín que su madre le dejaba como postre en la mesa y lloraba como niño por las noches; San Martín de Porres -así lo bautizó mi padreadolescente negro de San Pedro Sula, contaba con 14 años y quizá más de veinte de pasar trabajos y hambres; comedido como ninguna otra persona que haya conocido, guardaba en el cuerpo un infinito miedo a los agentes de la migra; una tarde, mientras tomaba el fresco sentado en la banqueta de la casa, algún maldoso del pueblo le gritó ¡ahí viene la migra! y San Martín de Porres se metió corriendo debajo de la cama de mis padres, con los ojos y el corazón llenos de espanto, de incontenible horror (ahora lo entiendo, ahora lo entiendo: tenía razón); jamás olvidaré a José, salvadoreño, exmilitar: nos enseñó acrobacias y ejercicios marciales, como los famosos tiburones 131

(primero planchas con el pecho a tierra, luego un impulso con los brazos hacia atrás, y finalmente, un fuerte aplauso con las palmas en la espalda) así como técnicas de sobrevivencia en el monte. Durante el sueño lo remordían terribles pesadillas y casi no dormía; nos confesó que había matado, por equivocación, a varios niños de la guerrilla, de ahí su errancia por Guatemala y México. Se quedó en el pueblo muchos años y formó un grupo de scouts con otros niños, incluidos nosotros (y lavar así, sin duda, sus pecados de guerra); al explorar el monte o la orilla de los ríos, nos hacia cantar en voz alta aquella canción: "allá tú saldrás chiva chivita, allá tú saldrás de ese lugar ... ";

para las fiestas de fin de año hacía piñatas hechas con grandes ollas de barro y cubiertas con infinidad de sábanas de periódico y colochos de papel china; luego les ponía una maraña de alambres y cemento encima; eran irrompibles las piñatas, todos los niños pasábamos dos o tres rondas golpeando las timbas de colores hasta casi quebrar nuestras manos, así como dos o tres leños; José reía, le saltaba por la boca el corazón inmenso, luego tomaba un fuste durísimo y de un solo golpe rompía las piñatas llenas de dulces, frutas y memoria, de harina que enmascaraba nuestros rostros y borraba, quizá, los rostros de aquellos niños ametrallados por su mano. Olvido rostros y nombres de muchos centroamericanos más; algunos son fantasmas o apariciones en mi cabeza, llena de raíces, ramas y hojarasca de los ríos de mi pueblo, tupida con la maraña y la sombra de los amates, cubierta con el agua espesa y transparente que bautizaba nuestros cuerpos, pero que no mojaba los pelos de alambre de Óscar, aquel mulato hondureño que reía con toda la blanca marimba de sus dientes y hablaba silencio.

132

El eco de las voces de aquellos centroamericanos de mi infancia retumba en las paredes de estas páginas, en las cartas que enviaron desde Estados Unidos y Canadá, prometiendo el regalo de su visita, agradeciendo la bendición de nuestra amistad. ¿Quiénes de ellos descansarán en fosas comunes, quiénes de ellos habrán muerto atravesados por la sed y el hambre en el camino, en el desierto, quiénes habrán sido asesinados por coyotes, engañados por infames polleros, policías o migras, quienes habrán sido mutilados por el tren? Una parvada de lenguas migratorias me susurra al oído: Corno la sombra de los árboles que buscan su tronco en el ardor de la madera donde incineran labios y manos, hay sombras que deambulan por los restos del camino buscando sus miembros, el rastro de sus cuerpos o al menos su ropa desteñida que se pudre en pozos, en el fondo de abismos y barrancos, nómadas fantasmas o apariciones que buscan su ombligo, la llave de su casa, hasta hundirse en la niebla como los pájaros que vuelan sin parvada una tarde de sol negro entre las nubes: el humo de los trenes asciende por el cielo, bosque de sílabas cuyas hojas alcanzan la muerte y el otoño; La Bestia respira honda y profundamente mientras su ojo de cíclope otea en línea recta afilando las paralelas guillotinas que tajan el cuello del destino. Vuelvo a la foto anterior: arriba, de izquierda a derecha, Orlando, ¿Rafael?, un mancornado Nicolás y Carlos (hondureños los cuatro). Abajo, de la mano diestra a la zurda, Ervin lguanita guindando cuernos a mi hermano Aldo; 133

yo aparezco justo debajo de la barbilla de Nicolás, abrazando a mi hermano Canek, que lleva los brazos cruzados en el pecho como un arcángel difunto. No existen ya ni la poza Silba ni los otros espejos de agua del pueblo, como tampoco los remansos y peces del río Despoblado. Hace unos años se los llevó la tormenta Stan; a todos los migrantes se los llevó el tren -una tarde de sol decapitadoaños antes de que fuese llamado La Bestia. Pero las aguas de los ríos siguen su rumbo hacia el mar, cruzan esteros y meandros en los que descansan cuerpos hinchados, troncos incompletos de cadáveres, reses perdidas y rnigrantes, hijos clandestinos de países sin pájaros que viajan con los sueños enjaulados y son arrojados a las fosas comunes, y mueren sin nombre, sin eco, como una paletada más de una tierra que sella su destino y hace callar esa palabra de amor que nadie más podrá escribir ni pronunciar en sus labios.

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[POST]PRÓLOGO

Y POSFACIO

[ ... ]Muy alto e muy poderoso señor Lector, y tú también, mi Dios,

esperando que me escuches: [ ... ]Considerando, pues, yo (muy poderoso Lector), los males e daños, perdición e jacturas (de los cuales nunca otros iguales ni semejantes se imaginaron poderse por hombres hacer) de aquellos tantos y tan grandes e tales reinos, y, por mejor decir, de aquel vastísimo e nuevo mundo de México[ ... ] siendo en aquellas tierras presente los he visto cometer; que, constándole a la Humanidad algunas particulares hazañas de ellos, los que atentan contra los migrantes centro­ americanos, no podría contenerse de suplicar a V d., Lector con instancia importuna que no conceda ni permita las que los tiranos inventaron, prosiguieron y han cometido que llaman plagio, secues­ tro, tortura, masacre, violación, etcétera, en las cuales, si se permitiesen, han de tornarse a hacer, pues de sí mismas (hechas contra aquellas gentes que migran por México, pacíficas, humildes y mansas que a nadie ofenden), son inicuas, tiránicas y por toda ley natural, divina y humana, condenadas, detestadas e malditas; deliberé, por no ser reo, callando, de las perdiciones de ánimas e cuerpos infinitas que los tales perpetraran por toda la provincia e reino de México, poner en molde algunas e muy pocas que los días pasados colegí de innumerables, que con verdad podría referir, para que con más facilidad V d., amabilísimo Lector las pueda leer. Y puesto que [ ... ] el ansia temeraria e irracional de los que tienen por nada indebidamente derramar tan inmensa copia de humana sangre e despoblar de sus naturales migrantes matando mil cuentos de gentes, aquellas tierras grandísimas, e robar incomparables tesoros en dólares, crece cada hora importunando por diversas vías prin­ cipalmente en las ferroviarias, por las que camina La Bestia e varios fingidos colores, que se les concedan o permitan las dichas masacres, genocidios, crímenes de lesa humanidad (las cuales no se les podrían conceder sin violación de la ley natural e divina, y, por consiguiente, 137

gravísimos pecados mortales, dignos de terribles y eternos suplicios), tuve por conveniente servir a Vd., asombradísimo Lector con este sumario brevísimo, de muy difusa historia, que de los estragos e perdiciones acaecidas se podría y debería componer. Suplico a Vd. Lector lo resciba e lea con la clemencia e real benignidad que suele las obras de sus criados y servidores como éste que suscribe que puramente, por solo el bien público e prosperidad de los derechos humanos fundamentales, de la Declaratoria Universal de los Derechos del Hombre, servir desean. Lo cual visto, y entendida la deformidad de la injusticia que a aquellas gentes inocentes, mi­ grantes centroamericanos, se hace, destruyéndolas y despedazándolas sin haber causa ni razón justa para ello, sino por sola la codicia e ambición de los que hacer tan nefarias obras pretenden, Vd. Lector tenga por bien de con eficacia suplicar e persuadir a otros, a ¿Dios, quizá? que deniegue a quien las pidiere tan nocivas y detestables empresas, antes ponga en esta demanda infernal perpetuo silencio, con tanto terror, que ninguno sea osado desde adelante ni aun solamente se las nombrar. Cosa es esta (muy alto Lector) convenientísima e necesaria para que todo el Estado mexicano, espiritual y temporalmente, Dios lo prospere e conserve y haga bienaventurado. Amén. FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

Fue escrita la presente obra y palimpsesto en la muy noble e 1nuy leal ciudad de Jovel/Ciudad Real/San Cristóbal de las Casas, Altos de la Provincia de las Chiapas, Centroamérica, en casa de mi mujer y mis hijos, todos lectores de libros. A Jehová, mi Dios, y a Jesucristo, mi Salvador. Año de MMXIV.

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ÍNDICE

Nota del autor

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Libro centroamericano de los muertos. Brevísima relación de la destruición de los migrantes de Centroamérica, colegida por el autor, de la orden de los escribidores de poesia, año de MMXIV

Argumento del presente poemario y palimpsesto fiel Sermón del migrante (bajo una ceiba)

Y Dios también estaba en exilio, migrando sin término... De la provincia e reino de Guatimala

15 17 19 21 23

Digo verdad que de lo que todos estos genocidas hicieron en mal... Habla Otto René Castillo 14°40'35.5"N 92º08'50.4"W - (Suchiate, Chiapas) Habla Balam K'itze' (Popo] Wuj) 14°53'37.0"N 92°14'49.0"W - (Tapachula, Chiapas) El río Suchiate nace en el volcán Tacaná en la Sierra Madre Centroamericana -lugar de tránsito y tráfico ilegal de indocumentados-; durante su trayecto se convierte en una frontera natural entre México y Guatemala, y recorre 81 kilómetros para desembocar en el Océano Pacífico. Divide los poblados de Tecún Umán, Guatemala, y Ciudad Hidalgo, México. 27°54'14.4"N 99º53'44.9"W - (Sabinas, Coahuila) Emigra el quetzal hacia la biosfera del volcán Tacaná

34 38 40

Álbum familiar centroamericano (1)

43

25 27 28 31 32

Primera fotografía de mi padre, mis hermanos y yo con migrantes de Centroamérica 45 De la provincia de Cuzcatán e Villa de Sant Salvador

139

47

De infinitas obras horribles que en este reino hicieron estos infelices y malaventurados tiranos e sus sicarios (porque eran sus capitanes no menos infelices e insensibles [ ... ].. . 16°07'12.1"N93º48'11.7"W - (Tonalá, Chiapas) Félix 18°07'34.l"N 94º29'01.4"W - (Coatzacoalcos, Veracruz) Carlos 17°26'48.0"N 91°23'40.7"W - (Tenosique, Tabasco)

Álbum familiar centroamericano (2) ¿Dónde ha quedado nuestra lengua?

49 51 53 56 58 61 63 65

De la provincia e islas de tierra firme de Honduras 69 Desde a pocos días mataron a muchísimos migrantes [ ... ]y después suscedieron otros muchos tiranos crudelísimos de distintos cárteles que con matanzas e crueldades espantosas y con hacer esclavos e venderlos a los tratantes de seres humanos... 71 25°46'27.3"N

- (Francisco l. Madero, Coahuila) Alonso

73 74

- (Nuevo Laredo, Tamaulipas)

77

103°15'43.2"W

27°36'07.1"N99º34'33.6"W

'Levanta' comando a ocho migrantes: un comando "levantó" a ocho migrantes centroamericanos, tres hombres y cinco mujeres, cuando rezaban en un templo de la ranchería Buenavista del municipio de Macuspana, a 80 kilómetros al sur de Villaherrnosa, Tabasco, confirmó la policía local Identifican restos de 8 migrantes hondureños asesinados en México 20°30'21.2"N 99º52'03.6"W - (San Juan del Río, Querétaro) Estiman que 80% de mujeres migrantes centroamericanas son violadas en México al intentar cruzar a Estados Unidos

Álbum familiar centroamericano (3) 140

79 82 83 85 87

Del reino e provincias de Nicaragua A estas gentes de Nicaragua[ ... ] hiciéronles estos tiranos de México...

14°54'18.S"N

91 93

92°21'14.l"W - (Huehuetán, Chiapas)

95

Ataque a tren en México hiere a migrantes de Nicaragua Las Patronas, 17 años de ayuda concreta a los migrantes. Por los esfuerzos que implica ofrecer un taco y agua, día a día desde 1995, sin recibir un peso, a los migrantes que viajan en el tren conocido como La Bestia, el grupo de mujeres veracruzanas recibe premio de derechos humanos Fallece en hospital mutilado por La Bestia

96

97 99

19°35'29.9"N 99º09'03.3"W - (Tultitlán, Estado de México)

100

Álbum familiar centroamericano (4)

101

Del reino e comarcas de Méjico

107

Con esto quiero acabar hasta que vengan nuevas de más egregias en maldad (si más que éstas pueden ser) cosas... Habla fray Bartolomé de las Casas Los Zetas buscan cierto perfil para sus reclutamientos. Por ejemplo, que las personas hayan tenido cierto entrenamiento militar, como los kaibiles de Guatemala; reclutan también a quienes fueron policías, a los que se ven fuertes, a los que pueden inspirar confianza con los otros migrantes Hablan los Xahil Salve patria querida, dulce Guatemala, salve; delicia, surtidora de vida, manantial de la mía [ ... ] Ya paréceme vislumbrar tus selváticas montañas y tus verdes campos en don de inacabable primavera (Rusticatio mexicana, Rafael Landívar) Relevan a 7 delegados estatales del INM tras acusaciones por plagio Hablan los que migran por México El migrante 1 41

109 111

114 115

117 119 121 126

Álbum familiar centroamericano (5) Segunda fotografía de mi padre, mis hermanos y yo con migrantes de Centroamérica

[Post}prólogo y posfacio [ ... ]Muy alto e muy poderoso señor Lector...

127 129 135 137

Fue escrita la presente obra y palimpsesto en la muy noble e muy leal ciudad de ]ovel/Ciudad Real/San Cristóbal de las Casas... 138 ,

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Indice

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Libro centroamericano de los muertos, de Balam Rodrigo, se terminó de imprimir y encuadernar en agosto de 2020 en Impresora y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. V. (IEPSA), calzada San Lorenzo, 244; 09830 Ciudad de México. El tirajc fue de 2 000 ejemplares.

BALAM RODRIGO

OTORGA

A LOS CENTROAMERICANOS

LA VOZ P081CA

QUE REALIZAN UN 8