Lecciones del cuerpo
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Roger Gentis

Lecciones del Cuerpo Ensayo crítico sobre las nuevas terapias corporales



disa editorial

sayo crítico sobre las nuevas terapias corporales por Roger Gentis

gedisa editorial

Título del original francés: Legons du corps O by Flammarion, 1980

Traducción: Irene Agoff Diseño de cubierta: Rolando-Memelsdorff

Segunda edición, marzo de 1997, Barcelona Derechos para todas las ediciones en castellano

O by Editorial Gedisa, S.A. Muntaner, 460, entlo., 1. Tel. 201 60.00 08006 - Barcelona, España

ISBN: 84-7432-116-6 Depósito legal: B-11.069/1997 Impreso en Romanyá Valls, S. A. Verdaguer, 1 - Capellades

Impreso en España

Printed in Spain

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o cualquier otro idioma.

Quizá podríamos comenzar explicando el por qué de este libro. Los por qué, más bien. Responde, por supuesto, a una necesidad personal, como todos los libros, pero también a una necesidad del momento. Tengo ganas, si se quiere, de proponer algunos puntos de referencia; en primer lugar para mí mismo, pero también para otros, que en este momento me parece que están tan perdidos como yo. ¿Perdidos? ¿Dónde están los perdidos? En todo lo que leemos sobre las nuevas terapias sólo hay profetas, magos, grandes: descubridores, taumaturgos. ¡Realmente, en este asunto, el único que se considera perdido es Gentis! Es posible que nadie más se considere así. Lo cual ho impide que yo vea montones de perdidos a mi alrededor: personas cuyas teorías ya no responden en absoluto a la práctica. O personas que a toda prisa amañan teorías con cualquier cosa: Freud, Reich, Jahov, Tomatis, el Shia-tsu, el orgón, los chackras, el árbol de los Sebirot, el Yin y el Yang; todo lo que cae en sus manos. Perdidos, sí, aunque ellos no se den cuenta. Y aunque se las den de listos. Exagerando un poco, podríamos decir que en este momento las nuevas lerapias son eso: tipos perdidos en su vida que se hacen atender por otros, perdidos en sus teorías.

Es tanto más gracioso cuando uno ve las pretensiones que esas nuevas terapias pregonan. Siempre éxitos, triunfos. Como si de golpe hubieran salido a la luz verdades que estaban ocultas desde el comienzo del mundo. Como si de golpe hubiéramos descubierto la Verdad, la Terapia, sí, como si de golpe nos percatárade de algo simplísimo, que bastaba trataba mos que se Hasta con pensar. preguntarnos por qué hemos estado tanto pasando tiempo por el costado sin verlo. En todo esto hay un profundo anti-intelectualismo. Esa vuelta a la simplicidad, a las cosas simples, a las nociones simples... Al buen sentido, si se quiere... Detrás de todo esto hay una considerable dosis de demagogia. De demagogia y de comercialización. Insisto en la demagogia de este anti-intelectualismo: mandemos a paseo todas esas historias de intelectuales; son ellos quienes lo complicaron todo, lo enredaron todo; son ellos quienes nos impidieron ver qué simple era, cómo estaba al alcance de todo el mundo... Fascismo, fascismo latente. Fascismo latente que sólo pide afirmarse, expandirse. El anti-intelectualismo corre parejo con la vocación totalitaria. Esto se hace muy evidente en ciertas terapias, que llegan a erigirse explícitamente en modo de vida y hasta en religión. No sé si todo el mundo lo sabe, pero existe una religión, la cientología, basada en un método psicoterapéutico: la dianética. Estamos ya en plena ciencia-ficción. Y, desde luego, felizmente al igual que muchos otros, la dianética pretende ser el único método psicoterapéutico válido, el único verdadero, el único científico. La comparación es un poco brutal, y es probable que no poca gente empiece a gritar cuando yo diga lo siguiente: que esa vocación totalitaria ya estaba presente en Reich. Hay que ver con qué empeño trataba de dar un status científico, irrefutable, a sus empresas terapéuticas, lo cual siempre me inquietó un poco.

Quedo perplejo cuando leo (en La función del orgasmo, p. 162) «Desde el punto de vista biológico, el organismo humano sano requiere de tres mil a cuatro mil coitos en el curso de una vida genital de treinta a cuarenta años. El deseo de descendencia se satisface plenamente con dos a cuatro hijos.»

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tiemblo al leer (siempre en La función del or-

gasmo, p. 273)

«Cabe esperar que algún día la ciencia logre dominar la energía biológica como hoy domina la energía eléctrica.»

No vayamos demasiado rápido. Con estas primeras páginas ya habría materia para un libro, o al menos para dos o tres capítulos. Además, es probable que tengamos ocasión de volver sobre esto. Sin embargo, quisiera añadir dos paJabras a lo que dije con respecto a la teoría: que todo el mundo estaba perdido en la teoría. También quisiera decir que en cierto sentido esto no me parece mal. No soy para-.nada contrario a que uno busque su bien donde sea, el Taichi, el tantrismo, la Cábala, ¿qué importa? En muestra cultura y en muchas otras se han elaborado un montón de prácticas del cuerpo, y algunas han integrado la experiencia de decenas de generaciones. Es indudable que acerca de estas prácticas queda por cumplir todo un trabajo de estudio, de búsqueda, de experimentación, de reflexión. Siempre que reconozcamos que, por ahora, estamos didos. Quiero decir que no se hacen entrar de perese modo prácticas sacadas del Tai-chi o del yoga tántrico en un método terapéutico occidental, aunque fuera el de Reich. Estas prácticas no son recetas, son ejercicios específicamente articulados a una filosofía, una cosmolo9

gía, una fisiología sumamente complejas que forman

una totalidad, un sistema conceptual y ACETATO No es posible meterse ahí y tomar lo que conviei

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Lowen, uno escoge un ejercicio del Tai-chi, tiene que reintegrarlo en la teoría tica, teorizarlo de nuevo. La mayoría de los terapeu actuales no se preocupan por este problema, en dad prefieren no verlo. Esto les permite coger ros de la derecha y de la izquierda, unos en aquello, y constituirse un método persona Te a o Ea (para los ton tiene por lo menos promncES as i originalidad. Sin que, puesto que el orientalismo está queda bien ponerse de moda desde hace

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la Eutonía, o en Frangoise Thérese de El libro Bertherat, que en lo: zieres... gran últimos años tuvo mucho éxito, muestra claridad la convergencia entre el método de Mézieres y la bioenergía tal como la practica Lowen. Pero aú bién estoy pensando en todo un mal conocido por poco publicado, en toda clase e , foques del cuerpo elaborados por los que se podrían aprovechar muchas cosas. me pecto, uno de los libros que últimamente teresó es el de Boris Dolto, Le corps entre les mains, que demuestra cómo se orientan las teóricas de un kinesiólogo que ha leído a Reich, Lowen L

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y a Lacan. No debe olvidarse que pep el marido de Frangoise. Por muy freudiana Dolto es 10

que sea, esto hace pensar que ella no se desinteresa por lo que se está haciendo en una línea reicheana. Y en esto no sería la única: actualmente hay en Francia algo más que un pequeño puñado de analistas, algunos incluso de la Escuela freudiana de París, que se interesan muy de cerca por estas nuevas terapias, aunque no lo proclamen demasiado abiertamente. Pero en este asunto, ¿qué pasa conmigo? ¿Cómo conciliar mi práctica de analista con los nuevos métodos? No puedo decir que lo esté consiguiendo, y por eso decía que me encontraba perdido. Prefiero presentarme como perdido, es más hohesto. A partir de aquí, uno puede intentar reflexionar. También por eso decía yo que este libro respondía a una necesidad personal... Sí, necesito ver en esto un poco más. claro. Lo mejor será empezar por una pequeña historia: cómo me ocurrió a mí, cómo fue que me cayeron encima estos problemas. Puede decirse que todo comenzó en agosto de 1976, cuando hice mi primer seminario con los Assens. Lo sé, no son tan conocidos. Es gente que no se hace publicidad. Se los conoce así, de oídas... Claro, no,era una razón suficiente. Lo que me inspiró confianza fue una discusión que tuve con ellos unos meses antes. Los conocí por una vía totalmente Indirecta, hasta podría decir que a través de la hislorieta, porque fue mi yerno Philippe Bertrand el que me dijo «deberías ver a los Assens», y Philippe hace historietas para Libé, para Charlie, para no sé quién más, también hizo los dibujos de N'étre. Eran toda tina banda,* pues, que sacaban una hoja algo underground llamada Zinc, de la que aparecieron una decena de números... En fin, no sé por qué cuento todo Esto, es un poco anecdótico, ¿no? * A lo largo del párrafo se despliega un juego de palabras Intraducible en torno a bande: par la bande, «indirectamente»; bande dessinée, «historieta»; bande, «banda». (N. del 7.)

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si llegó a No, no es anecdótico. Quiero decir que esto marginal, mí por ese lado, por un lado un poco afuera desde de verme no es indiferente. Cuando trato trabaja mucho serio, que alguien muy como veo me bastante de graves, la y en terrenos que calificaré Entonces, para consepsiquiatría, el psicoanálisis... serio, demasiado en para no guir no tomarse la cosa solemne, creo que idiota y volverse completamente cuando De en vez antídoto. de uno necesita una especie darse una hay que sumergirse en algo un poco alocado, ahí de uno no raro que vueltecita por las orillas, y es se lleve algo. Un libro, por ejemplo. Cuando digo que quisiera escribir éste para propode orden ner algunos indicadores, para poner un poco cierto y en mis ideas, y no sólo en las mías, esto es quiero procierto Es lo que es. al mismo tiempo no lo hice en todo el poner indicadores, y para mí ya a estrabajo de notas y borradores que me condujo hacerlo al cribir este libro. Pero también es cierto que de desasosiego, de me gustaría suscitar una especie confusión en todos aquellos que practican las nuevas terapias y que en su mayoría creen firmemente estar avanzando por un terreno sólido, mientras que yo, lo veo como una especie de por mi parte, más bien de ciénaga conceptual. En los analistas también, pero la ciénaga, es el no ellos peligro otro tipo, porque en sino más bien el estarse cementando demasiado. Por último, uno de los sueños que me incitan a escribir con este libro sería confrontar lo que viene de Freud de las una cosas decir Reich —por lo que viene de en manera esquemática— y ver qué pasa. Instaurar, mucho extrañaría que forzado, me y suma, un diálogo esto no revelera unas cuantas fisuras por todas partes. física, Lo siento como una necesidad verdaderamente entiendo que en todas estas historias uno tiene una fisuras para poder respirar. gran necesidad de algunas sucede así en todos los terrenos: Además, creo que 12

cuando la Verdad comienza a alcanzar un cierto espesor, nos empieza a faltar el aire. Los Assens conocían a los tipos de Zinc, Jean Assens había incluso publicado en la hoja un texto bastante chalado, bastante ido, me parece que en uno de los últimos números. En fin, fue así: Philippe me dice «es. absolutamente necesario que conozcas a esa gente, ya verás, con toda seguridad tendréis cosas que deciros». Y en efecto, la primera vez discutimos durante dos horas, y es cierto que teníamos cosas que decirnos. Entonces me inscribí en uno de sus seminarios, y así empezó. Son seminarios de cinco días, en internado, con , dieciséis personas por lo general, y dos terapeutas. Y el primer seminario fue, ¿cómo decirlo? Asombroso, ésa es la palabra. Asombroso. Y, sin embargo ! yo más bien desconfiaba, obviamente. Parece que me contradigo, pero no. Simpaticé mucho con los Assens, bueno, me gustaron mucho pero con reservas. Eran como todas las personas apasionadas: llenas de posiciones tomadas acerca de ciertas cosas y en particular, por supuesto, del freudismo del análisis freudiano. Pero yo desconfiaba sobre todo porque me estaba documentando sobre las nuevas tempias, leía todo lo que caía en mis manos acerca del lema y en conjunto todo eso me parecía más bien débil, Precisamente después de esa primera entrevista ton los Assens, si no recuerdo mal, Lowen vino a París hacer un show. Fui a verlo trabajar y lo menos que puedo decir es que lo encontré más bien idiota. Y Me más no muy honesto. Allí había cuarenta personas que habían pagado mucho para asistir y aprender algo y hacer lo que él hacía con cuarenta personas digamos sensibilización la bioenergía, consideré ue que una a Era tomarle un poco el pelo a todo el mundo. No di o ento por despecho, lo aclaro, porque a mí me Invitado y gratis, sólo para una jornada pero sin pagar, pues vista la tarifa de otro modo no hubiera

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lo ido. No, francamente, con doce personas, veinte a la rozaba sumo, habría sido correcto; con cuarentaal llegar al estafa. En fin, todo esto para decir que tenían exasseminario todas esas cosas más bien me

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he esNo es que yo sea anti-Lowen, por cierto que sobre algunos crito cosas... digamos que matizadas, de él en de sus libros. Leí todo lo que se publicó obra, y toda su francés; es decir, poco más o menos de hablar volver de a más de una vez tendré ocasión cabe no Lowen, ella. Hay cosas muy interesantes en duda. Y si a uno le interesan las nuevas terapias, y uno con mayor razón si trata de ponerlas en práctica, sus trabajar detenimiento, mucho quiere leerlo con él uno es que en interesante más lo Jibros. Pienso que siente que posee una enorme experiencia, una extenCuansísima práctica, y un sentido clínico muy sólido. cuando no se de práctica, y su do habla concretamente teóconsideraciones ella sus de en demasiado aparta de ricas, vale realmente la pena. Tengo la impresióntodo Pero haber aprendido no pocas cosas al leerlo. de una filoeso en medio de un parloteo inverosímil, sofía de drugstore que puede seducir unos cuantos lo hace espíritus simples y apresurados, pero que franceses, lectores francamente ilegible para muchos bobos que el que en conjunto deben de ser menos conclusión la que público americano; vamos, ésta es nivel del decir a quiero igual, es Janov Con saco yo. de que es parloteo, pero con Lowen da la impresión aún más fullero que Janov. En el plano comercial, de esto no entiendo. Los dos tiburoson buenos hombres de negocios, es patente: hombuenos los todos nes, ni más ni menos que como Lowen decir es lo que bres de negocios. No, que quería el plano intelectual, el me parece un gran fullero en de las ideas. Pero no tengo ganas de hablar más de cuál Lowen por ahora. Lo que dije fue para mostrar seminario: más era mi disposición al llegar al primer 14

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y un sacro pasado profesional detipo que está curado de espanto, vamos. o os Assens, en unas pocas horas todo mi quedó barrido, trastornado. El seminario Ne e hna mañana alas diez; al mediodía iodí — 0, por : uu digamos que para la cena— supe que mA de las más grandes aventuras en Tn de penetr: que acababa ul ar en un mund ió huevo. Si hago cuent: as, , debió la se r tercera gran reveev | y

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fue el universo de la locura, la primera "e un pisé servicio psiquiátrico. Y la segunda ue: pue puesto, el amor, ¡como todo el mundo! Realmen. : le, la clase de c osas que pueden pu hacernos, cuestionarlo

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II Añtes de seguir adelante es indudable que habría aclaraque precisar algunos puntos, hacer algunas

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el comienzo he utilizado el término nuevas Si me propuy lo hice por pura comodidad.

terapias, siera tratar aquí todos los métodos psicoterapéuticos en su mayoria nuevos o más o menos recientes, lo es que un Unidos, Estados los de cierto nos llegan solo libro no sería suficiente. Es posible hacerse una idea de la abundancia de esos métodos leyendo, por ejemplo, el trabajo de Jérome Liss: Débloquez vos ámotions, que sin embargo está lejos de ofrecer un repaso completo y tampoco pretende hacerlo. Otro aspecto de estas muevas terapias complica aún más el problema: hoy en día nadie, o casi nadie, menos que lo haya utiliza un método bien definido los de terapeutas mezclan las inventado él. La mayoría añaden les su grano de sal técnicas, las combinan, difícil en ellas, reconocerse más personal. Cada vez es cuadro simun y me parece del todo imposible trazar métodos. todos esos ple y coherente de o De buena gana habría empleado la expresión teraellas repias reicheanas, o neoreicheanas. En efecto, de principal las nuevas terapias, presentan la corriente evidente filiación entre Reich, y en todo caso existe una Lowen y Janov, que son los nombres que mencionaré con mayor frecuencia.

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Pero en el género de terapia que descubrí con los Assens, que desde entonces vengo estudiando y sobre el cual me interrogo actualmente, hay otra aportación importante, la de la Gestalt-therapy de Frederick Perls. Y aunque algunos digan otra cosa, no considero a Perls como un heredero de Reich ni como uno de sus muchos plagiarios. Aunque encontremos convergencias entre Perls y los reicheanos (por ejemplo, la imporlancia concedida a la manifestación directa de las emociones), opino que la teoría guestaltista se sitúa básicamente fuera de la corriente reicheana. Por el contrario, la terapia primal de Janov realiza una especie de convergencia entre la aportación reicheana y la de Peris, sin dejar de asegurarse una oripinalidad propia. En síntesis: cuando hablo de nuevas, terapias esta denominación resulta muy vaga, extensiva y mal deliMmitada; cuando hablo de terapias neoreicheanas me usloy refiriendo a Lowen, Janov y sus satélites. Unas pocas líneas para bosquejar la corriente reitheana, que a menudo evocaré en este libro y cuyo Trazado se irá precisando a medida que avancemos en Bi lectura. Reich parje de Freud. Aunque éste se negó a analizarlo, a partir de 1920 participó en los trabajos de la Sociedad psicoanalítica de Viena y dos años más arde fundó y dirigió el Seminario de técnica psicoanalítica. Pero muy pronto se aparta y diverge cada vez más nitidamente de la corriente freudiana ortodoxa. Primero se rebela contra el laisser-faire de los analistas, intenta planificar la cura para acelerarla y hacerla más Eficaz, Esto lo lleva a poner el acento en la estructura Nel enrácter como foco de la resistencia y armadura lle In neurosis, crea el término coraza caracterológica 116 propone elaborar una técnica analítica que apunte 1 la disolución de esa coraza. Hacin el comienzo de los años 30, advierte que la 17

en una coraza muscucoraza caracterológica se repite musculares crólar, en un conjunto de contracturas las disposiciones nicas que manifiestan a nivel corporal neuróticas caracterológicas. reicheana se vuelDesde ese momento la corriente Reich comienza a tocar el ve abiertamente autónoma. masajes localizados, cuerpo de sus clientes, a practicar pe manipulaciones precisas. contiene la his«Cada rigidez muscular, escribe, función del (La toria y el significado de su origen.» 234.) orgasmo, actitudes caracte«Aflojando» (analíticamente) las emocionales a veces viorológicas, provoca arranques a menudo especlentos, manifestaciones vegetativas desbloqueando la taculares. Relajando los músculos, ser parece análogas; y respiración, obtiene reacciones a esta vía de privilegio concede mayor cada vez que a ser entonces acceso. Su análisis del carácter pasa DP.

vegetoterapia caráctero-analítica. del afecto» precede Por este método, la «descarga los recuerdos corresde en general a la rememoración carrera como psicode pondientes. Sobre el final lasuvía más segura, rápida terapeuta, ésta es para Reich restablecimiento del reflejo orgástico, y eficaz hacia el (el el criterio absoluto de la curación

del que hace podemos definirlo reflejo orgástico no es el orgasmo; de todo el cuerpo para los como la disponibilidad que comnmovimientos involuntarios y «vegetativos» ducen al orgasmo). la práctica de Cuando, hacia 1950, Reich abandona Alexander Lowen es quien la vegetoterapia, su alumno la y lo convierte en principalmente retoma el método sólo método verdad, este terapia bioenergética. A decir puntos relativamente algunos Reich en difiere del de también puede la menores y por una flexibilidad en que verse cierto confusionismo. 18

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Lowen desarrolló mucho el aspecto ortopédico urista ya presente en la vegetoterapia de Reich. toda una gama de «ejercicios bioenergéti-

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seguro anuncios del Nouvel Observateur. después el tipo Evidentemente, cuando unos añosforzosamente que haga sus cuentas no comprenderá dinero y hacer tantas conto! tenga que gastar tanto natural y gratis. siones para gozar de una maneradesde luego, que sólo Un comercio tan floreciente, mucho cuidado y no tiru puede prosperar si uno tiene di parece una apuesta abajo la cosa. A primera vista en los sociedad la que fícil de sostener: decir «es la felices», y al mismo ferma, la sociedad les impide ser bicnl a esa sociedad, adaptarse muy

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tiempo adaptarse nada... inclusive, no cuestionar básicamentehace algunos años desde No deja de sorprenderme, joven (no siempre tan la ingenuidad de alguna gente sinceridad, encuentrall toda joven, además) que, con de vivir se precipitan en lu y a esta sociedad imposible pensando hallar en terapias | bioenergía y las nuevas de sus aspiraciones. ellas una respuesta a algunas estas almas puras manifiesto que lo que seducelaa Naturaleza que reina p— ardientes es la ideología de sin discusión en todas estas prácticas. saber, ya hat Sin embargo, estos jóvenes deberían |

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pregunpobre tipo empieza, efectivamente, más... tarse por qué razón no gozará observándolo «Sé lo que es», dice usted entonces todavía uno «usted es con afectuosa conmiseración,de nuestra educación de de esos infelices productos los valores naturales en el tres por cuatro que pisotea imbécil del Ego basado en provecho de un culto lo que Vea, tengo prestigio social y la competencia. usted necesita...» del tipo uno de esos bellos Y mete usted e n el cesto hacen hoy en día, con un objetos de lectura que se plastificada, digamos por desnudo artístico en la tapa Alexander Lowen. ejemplo: El placer, del Dr. de darle las se Me olvidaba: ya que está no deje individuo en cuestión, al ñas de dos o tres terapeutas a ponerse a leer los que no se va a despabilar y Y el

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evidente cuanto que es todo ductor y parece tanto más de una falta de amor; sí, a cierto. Sí, hemos sufrido padres nos quisieron la mayoría de nosotros nuestros comienza precisamente a samal; sí, nuestra sociedad varios siglos de oscurantismo lir, si es que lo hace, delo relativo a la atención de los e imbecilidad en todo niños y su educación... así los focos, al reducir Pero véase que al dirigir afectivas» del lactante, el problema a las «necesidades infinitamente más inquie los se ocultan otras perspectivas ellas las que se revelan en son porque tantes, vértigos de la locura. ocultamiento es el La operación realizada en este en ningún mo salvavidas de la Razón occidental, que neoreicheanas las teorías mento se ve amenazada porteorías se debe, en el fondo, dichas de El gran éxito pude decir hasta ahora, mucho más que a todo lo que inteligibilidad eminente de a que proponen esquemas nuestros espíritus, forma

mente tranquilizadores para dos a la occidental.

fuera del campo Por otra parte, debe señalarse que explica lo! Bateson de las nuevas terapias, cuando un teoría del double Su trastornos esquizofrénicos por se desvelan por mos Esterson Laing y bind, o cuando esquizofrénicos son literalmentt trar que los síntomas al enfermo (El equi fabricados por el medio que rodea no hacen alg familia), la librio mental, la locura y una inteligibilidad distinto: se trata de fundamentar las operaciones si de la psicosis que no contravenga «buen sentido». bre las cuales se apoya nuestro de Lowen que Ju Consideren el esquema etiológico citado más arriba: del placer, privi «Esta secuencia —búsqueda di ansiedad y después ción, frustración o castigo, todo explica fensa— es un esquema general que personalidad.» la los problemas de

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maravillosamente tranquilizador, apaciguanE un encadenamiento causal tan i — au el mundo puede comprent todo , que Eplicarlo todo? Llego así a lo que considero el punto nodular, el de este libro: las teorías neoreicheanas punto crucial en relación con Freud, una regresión fantáslo que piensen muchas mentes apresuUT y las poco inquietas por informarse, Me1

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Misión fue Freud.

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una precisión, la gran subversión es el — 1920. El gran escándalo es la teoría de la 1d Milsión de muerte. todos los espedos los intentos de taponamiento, cubrir con revoque la racionalidad esta——_ Er que nos ocuentro del campo teórico-práctico" ” e se d ss alrededor es e siempre jugó lodoo de muerte. E pulsión el revolupibezando por Reich, sí señores. Reich sociedad la de el 4 gran despreciador Reich el analista Reich proletario que occidental, — al conservador, al burgués oponemos mente aci Sigmund Freud, el propio Wilhelm — sublevándose contra el concepto de pulsión de y llevando el contraataque con la fogosidad y de su plena madurez, Reich salvaba de la caL el eje mismo de nuestra penes que los muebles, Conalidad: la idea de una naturaleza humana norde

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que impide ver las implicaciones de la posición feich es el hecho de que él siempre proclamó e E Cmuy alta que rechazaba la pulsión de muerte a declarar la inocencia de la represión las fuerzas de destrucción que actúan en o Lo

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una manera esquemática y maniquea de las cosas. La teoría freudiana de ningún la inocencia de la sociedad, basta con

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consultar los textos para darse cuenta de que Reich

no supo o no quiso leerlos. Por otro lado esta incomprensión sorprendre, es más que probable que nadie hubiese entendido nada en la Reich se sublevó y la mayoría siguió fingiendo entender, nada más, quizá

de Reich no nos en aquella época teoría de Freud al Maestro; pero creyendo que en

tendían, algunos... Éstos —la troupe de los seguidores, los fieles in condicionales— en conjunto no soportaron mejor qué Reich la pulsión de muerte. Sin duda la admitieron intelectualmente —ilo decía Freud!— pero en lo más hondo de sí mismos la rechazaron, la repudiaron, li apartaron con violencia. También ellos emprendieron en la teoría un trabajo de taponamiento, de revoque de reparación por los vertiginosos deslizamientos in ciados por el coup de force teórico de 1920. Hubo que esperar a Lacan para que la teoría freu diana, libre de todos los aderezos que la desfiguraban recuperara el poder subversivo que había instalado el el centro de nuestra Razón. Conviene examinar con atención de qué modo st operó históricamente la divergencia entre Reich Freud. En La función del orgasmo (segunda versión 1947), autobiografía analítica de Reich, encontramo! un relato detallado pero a todas luces parcial. Pero el texto capital, el que consumó la rupturi el artículo sobre «El carácter masoquista», publ es cado en el Internationale Zeitschrift fir Psychoanalys en 1932, accesible hoy en Análisis del carácter, capi tulo XI. Lo que Reich no puede admitir y rechaza categór| camente es, pues, la hipótesis de la pulsión de muert formulada por Freud en 1920 en Más allá del principi del placer, y utilizada por él desde entonces como un instrumento teórico fundamental (El yo y el ello, 1921 El problema económico del masoquismo, 1924; Males tar en la cultura, 1931; etc.). E

confrontación del artículo de 1932 sobre «El caHicler masoquista», con los textos freudianos, hace ver Nue la argumentación de Reich, aparentemente rigulin, presenta algunas fisuras tanto más significativas Minto que provienen del desconocimiento de textos la Freud. Tal desconocimiento es en verdad asombroso traMindose de Reich, quien, por otra parte, en esa época, E decir, entre 1920 y 1932, muestra ampliamente haIlse al tanto de todo lo que se hacía y publicaba en el La

IMuvimiento psicoanalítico.

Puede uno interrogarse, por ejemplo, acerca de este Miije del artículo en cuestión: haciendo una especie reseña histórica de los conceptos, Reich escribe

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posterioridad, Freud abandonó este condel masoquismo como formación secundaria cepto y Jo reemplazó por el concepto opuesto de que el sadismo es masoquismo vuelto hacia el mundo exlerior; supuso la existencia de una tendencia biológica primaria hacia la autodeterminación, un masoguismo primario o erógeno. Este concepto se convirtió más tarde en el de “instinto de muerte”, el antagonista del “eros”.» «Con

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222):

¡Qué significa ese «más tarde», esa imprecisión en ronología? Reich sabe perfectamente que Freud Emite la existencia de un «masoquismo primario» al tiempo que enuncia la hipótesis de la «pulsión muerte» (es decir, en Más allá del principio del y al mismo tiempo que reestructura su teoría pulsiones de modo que en lo sucesivo ésta va a en el par antagónico Eros-pulsión de muerte. Reich añade (p. 223):

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«El concepto original de Freud era que el desarrollo psíquico tiene lugar en el seno del conflicto entre instinto y mundo exterior. Ahora, el concepto 77

Exactamente lo opuesto. Este concepto se basaba en la nueva hipótesis de la antítesis entre eros e instinto de muerte, y hacía pasar a segundo plano, cada vez más, la significación del frustrante y punitivo mundo exterior. La respuesta a la pregunta de dónde proviene el sufrimiento, era ahora: “de la voluntad biológica de sufrir, del instinto de muerte y la necesidad de castigo”. Esto hacía olvidar convenientemente la respuesta correcta: del mundo exterior, de la sociedad frustrante. Esa formulación bloqueó el camino de acceso a la sociología, camino que la formulación original del conflicto psíquico había dejado expedito. La teoría del instinto de muerte, de su voluntad biológica de autodestrucción, conduce a una filosofía cultural tal como la expuesta por Freud en Das Unbehagen in der Kultur, una filosofía según cuya aseveración el sufrimiento humano es pues las tendencias autodestructoras son indominables. A la inversa, la formulación original del conflicto psíquico lleva inevitablemente a una crítica del orden social.»

convirtió en otro según el cual el conflicto psíquico era resultado de un conflicto entre eros (sexualidad, libido), e instinto de muerte, instinto de autodestrucción, masoquismo primario.» se

Este «equivalía a decir» da a entender que Reich reduce aquí las tesis freudianas. Y, en efecto, no se limita a reducirlas sino que, además, las acomoda a su manera y así empezamos a ver a dónde quiere llegar. Tanto en Más allá del principio del placer como en los textos ulteriores, Freud se guarda de renegar del papel del «principio de realidad» («el mundo circundante» en la frase de Reich). Jamás en Freud el conflicto psíquico «originador» de neurosis queda reducido a un conflicto «interior» al sujeto, y aún menos el a un conflicto entre «instintos» que operarían en plano biológico. Todo el párrafo que sigue (p. 224) está basado en este pasmoso desconocimiento del texto freudiano; y dicho párrafo constituye verdaderamente la clave del debate: aquí se opera la ruptura decisiva entre la corriente freudiana y la corriente reicheana. Es, por lo tanto, bien notable, e insisto en la cuestión, que esa ruptura procede, en la teoría, de una mala fe que deja a Reich absolutamente ciego. Lo ciega a él, porque es más que seguro que esa mala fe, ese desconocimiento eran en Reich completamente inconscientes, pero también ciega, después de casi cincuenta años, a sus epítomado gonos y partidarios, que no parecen haberse se el trabajo de remitirse a los textos y contentaron con aceptar como incuestionables las tesis polémicas de Reich. Veamos, pues, el párrafo in extenso:

«La formulación original decía que la neurosis resulta del conflicto entre instinto y mundo extc rior (libido-miedo al castigo). Ahora sostenían que la neurosis resultaba del conflicto entre instinto y necesidad de castigo (libido-deseo de castigo) 78

inevitable"

Hacerle decir a Freud que el sufrimiento tiene su en «la voluntad biológica de sufrir, del instinto muerte y Ta necesidad de castigo», implica efectuar UN amalgama que nada en los textos justifica, una Uilidera deformación del pensamiento freudiano, perE /imente claro y explícito en todas estas cuestiones. Consciente, sin duda, de las incertidumbres que, UN lo relativo a su teoría del masoquismo, habían subluego de la introducción de la hipótesis de la de muerte y la correlativa admisión de la exisde un «masoquismo primario», Freud publicó 1974 un texto denso y decisivo, El problema econó¿el masoquismo, que Reich no podía desconocer UN iecho, si bien en su artículo de 1932 no suelta parespecto, alude a él en La función del or-

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De este texto surge con toda claridad que: — La pulsión de muerte, que «reina» entre los seres vivos pluricelulares, es esa pulsión que «tiende a descomponer estos seres celulares y a conducir cada organismo elemental al estado de estabilidad anorgá-

nica» (Freud, El problema económico del masoquismo, O.C., T. 1, p. 1026). — El «placer del dolor» o «masoquismo erógeno» tiene un «fundamento biológico y constitucional»: es el «masoguismo primario», que no debe ser confundido con la pulsión de muerte, pues resulta de la «domesticación» de ésta por la libido. La libido, que encuentra a la pulsión de muerte en el organismo, «debe cumplir la tarea de volver inofensiva esa pulsión destructora». De dos maneras lleva a cabo la tarea: dirigiendo hacia el exterior una parte de la pulsión de muerte, y «ligando libidinalmente» la otra parte en el propio organismo. La parte «ligada» es lo que constituye el masoquismo primario. — En cuanto a la «necesidad de castigo» o «sentimiento de culpabilidad inconsciente», no se elabora en el plano biológico, y es aquí donde Reich efectúa su maniobra. Su amalgama apunta a hacer creer que todo se juega para Freud en el plano biológico, «en el interior del organismo», y que de este modo Freud oculta todo el problema de la represión social de las pulsiones. Nada es más falso, y vale la pena examinar este punto con mayor detención. Freud introduce (en El yo y el ello) la noción de «sentimiento de culpabilidad inconsciente» al mismo tiempo que la noción de «Superyó». Primeramente presenta este «sentimiento» como un descubrimiento clínico: «En nuestro análisis comprobamos que hay per sonas en quienes la autocrítica y la conciencia moral son inconscientes...» (Freud, S.: El Yo y el Ello, OC, Tomo II, p. 16.) 80

|

Cel término vuelve a aparecer en el siguiente pasaje mismo texto: «El superyó conservará el carácter del padre, y cuanto mayores fueron la intensidad del complejo de Edipo y la rapidez de su represión (bajo la influencia de las enseñanzas religiosas, de la autoridad, la instrucción, las lecturas [el subrayado es mío, R. G.] [réfoulement], y más severamente reinará después sobre el yo, como conciencia moral o quizá también de un sentimiento inconsciente de culpabilidad [el subrayado es mío, R. G.].» (Ibídem, p. 18.)

Para Freud, pues, no hay ninguna ambigiiedad: el “limiento de culpabilidad inconsciente», efecto de Ni tensión entre el yo y el superyó, es un producto ltural, más bien contemporáneo de la liquidación complejo de Edipo. Freud nunca se apartará de concepción, y en ningún momento reducirá el timiento de culpabilidad inconsciente» a una promútica biológica. En El problema económico del masoquismo Freud “oca, ciertamente, el - «masoquismo erógeno» (de “Mndamento biológico y constitucional», ya lo vimos) fondo» de las otras formas de masoquismo, en Micular del «masoquismo moral», que caracteriza a Necesidad de castigo»: o

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«Su carácter peligroso, dice, proviene del hecho de que tiene su origen en la pulsión de muerte, que corresponde a la parte de ésta que ha evitado ser proyectada hacia el mundo exterior en forma de

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ya obligatoriamente dentro de un contexto cultural,obtesolicitado veces a —y es el siempre castigo que nido— de un «representante parental». Si pudiera subsistir alguna oscuridad sobre el pala «nepel que cumple el «masoquismo primario» en el siguiente cesidad de castigo», quedaría disipada por in pasaje de El malestar en la cultura (Das Unbehagen Reich su atacado en por der Kultur, 1931, vivamente artículo de 1932, y que por lo tanto éste había leído y supuestamente entendido): «El super-yo es una instancia psíquica inferida de las funciones por nosotros; la conciencia es una está destinada a otras; a le junto atribuimos, que del yo, juzgánvigilar los actos y las intenciones El senticensoria. actividad dolos y ejerciendo una del severidad —la super-yo— de culpabilidad miento la perequivale, pues, al rigor de la conciencia; es de vigilancia que se le esta cepción que tiene el yo entre tensiones de las impone; es su apreciación del super-yo; las exigencias tendencias y sus propias rela: por fin, la angustia subyacente a todas estas la o sea, crítica, instancia ciones, el miedo a esta instin manifestación es una de castigo, necesidad la tiva del yo que se ha tornado masoquista bajo términos, otros influencia del super-yo sádico; en es una parte del impulso a la destrucción interna un que posee el yo y que utiliza para establecer vínculo erótico con el super-yo. Jamás se debería hablar de conciencia mientras no se haya demos trado la existencia de un super-yo; del sentimiento cabt o de la conciencia de culpabilidad, en cambio, aceptar que existe antes que el super-yo y, en con secuencia, también antes de la conciencia (moral) Es entonces la expresión directa e inmediata del temor ante la autoridad exterior, el reconocimiento de la tensión entre el yo y esta última; es el prode ducto directo del conflicto entre la necesidad amor parental y la tendencia a la satisfacción pul sional, cuya inhibición engendra la agresividad. 14 82

superposición de estos dos planos del sentimiento de culpabilidad —el derivado del miedo a la autoridad exterior y el producido por el temor ante la menudo la compreninterior— nos ha dificultado sión de las relaciones de la conciencia moral.» S.: El malestar en la cultura, O.C. Tomo IL, a

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Está claro, entonces, que si el «masoquismo prima(«biológico y constitucional») interviene en la «nede castigo», es porque el Yo «lo utiliza» en UN conflicto con el Superyó. Pero este mismo conflicto desenvuelve íntegramente en el plano cultural, | donue instalado por el complejo de Edipo. En cuanto a la pretensión de Reich de que la nueva Morización de Freud «relega cada vez más a un seMundo plano el papel de la frustración y la represión por el mundo exterior», para llegar a escribir EU hace falta realmente escotomizar al propio capriUN toda una vertiente del pensamiento freudiano en El yo y el ello, en El problema económico del masoquismo o en El malestar en la cultura (que precisamente, los textos incriminados por Reich) mud no deja de hacer referencia a la «represión culMal de las pulsiones», como demuestran los pasajes citados. ¡Y podríamos encontrar muchos otros! Mús aún, al disfrazar así la teoría freudiana Reich Monoce, oculta, ignora deliberadamente Toda una Un de esa teoría que resuena como un potente eco UA propias preocupaciones. Desde 1924 y el artículo bre el masoquismo, Freud trata de explicar por qué Uepresión cultural de las pulsiones» (son sus pabra) halla una complicidad tan perturbadora en hropio sujeto que es víctima de ella; paradoja que Miiletará a Reich mientras viva. Entonces ¿por qué — sistemáticamente lo que EUA esCNDÍA y las soluciones que intentaba aportar — No»

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impuesta desde fuera) crea la conciencia moral, que su vez exige nuevas renuncias pulsionales.» (Tbid.,

Freud busca una explicación en el juego de las pulsiones sádicas y masoquistas, y su reanudación por

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el Superyó y el Yo en el conflicto que los opone —y los une—. Y concluye:

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«La primera renuncia pulsional es impuesta por poderes exteriores y crea entonces la moralidad que se expresa en la conciencia moral y exige más am1, plias renuncias a las pulsiones.» (Op. cit., O.C. Tomo página 1026.)

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Siete años después (El malestar en la cultura), vuelve al problema y enriquece su pensamiento:

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«(...) ante todo se produce una renuncia instin tual por temor a la agresión de la autoridad exteel rior —pues a esto se reduce el miedo a perder amor, ya que el amor protege contra la agresión punitiva—; luego se instaura la autoridad interior, miedo con la consiguiente inhibición pulsional por moral conciencia la a ésta; es decir, por el miedo a En el segundo caso se equipara la mala acción col la intención malévola de modo que aparece el sen timiento de culpabilidad y la necesidad de castigo La agresión por la conciencia moral perpetúa así la agresión por la autoridad.» (Freud, S.: El matestal en la cultura, O.C. Tomo III, pp. 50-51.)

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párrafo concluye con estas líneas, que no entiende cómo pudieron escapar a Reich: Y

página 51.)

Pido disculpas por estas largas citas, que el lector Imiliarizado con la obra de Freud podrá saltearse con Nila comodidad. Pero tengo claramente la impresión ide que en los medios interesados, al menos en Francia duda también en otras partes, se funciona según principio del Freud o Reich: los freudianos conocen | licich apenas de oídas, y los reicheanos, partiendo del Mn establecido prejuicio de que Freud es un pesiMía y un conservador al que Reich, en la materia IN justó definitivamente las cuentas, no se toman el Mubajo de consultar los textos freudianos. bi los pasajes por mí citados pudieran persuadirque no hay que confiar en nadie, ni siquiera en de que es mejor verificar las cosas por uno Eh, ycuando esa posibilidad está a su alcance, quizás les abriría a unos cuantos ciertos horizontes y Eiciaría un debate en el que me parece observar una tendencia a la coagulación en posiciones doc-

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«(...) toda renuncia pulsional se convierte enton moral ces en una fuente dinámica de la conciencia aumenta satisfacción la renuncia a toda nueva severidad y su intolerancia. Si lográsemos concilia mejor esta situación con la génesis de la concien 1: cia moral que ya conocemos, estaríamos tentados sustentar la siguiente tesis paradójica: la concich cia moral es la consecuencia de la renuncia pulso sidt nal; o bien: la renuncia pulsional (que nos ha

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VII orgasmo (p. 75), Reich relata Se trata de brevemente una de sus primeras terapias. diciembre envió le en un joven obsesivo que Freud En La función del

de 1920:

fantasía «Después de algún tiempo apareció una masturse incestuosa y por primera vez el paciente ello desaparecieron de re bó con satisfacción, Con el curso de una pente todos los síntomas, pero en Al masturbarse semana retornaron gradualmente. a desaparc por segunda vez, los síntomas volvieron Tal proceso al poco tiempo. cer, sólo para retornar se repitió durante varias semanas.»

ulterio! La mejoría durable del paciente sobrevino mente, cuando, dice Reich, de culpa re «fue posible analizar sus sentimientos lativos a la masturbación y corregir algunas prácti la gratificación cas y actitudes que interferían con completa».

fenó Desde 1921 Reich observó y tomó nota de un en hasta de repetirse meno que, según parece, 10 dejó la su práctica de la «vegetoterapia», que representades la última culminación de su método analítico: de las tensiones, el levantamiento «satisfactoria» carga 86

le los bloqueos corporales que se oponen a la libre rculación de la energía y la instalación del «reflejo Mpástico» suelen ir habitualmente seguidos de una enuación y hasta una desaparición transitoria de los ntomas; pero en un plazo más o menos breve éstos Isornan. Todos los terapeutas neoreicheanos, cuando son lnestos, reconocen la dificultad del problema. Digo «cuando son honestos», porque es evidenteMente fácil —y tentador— poner a la vista los «éxitos» IMinsitorios obtenidos con ayuda de ejercicios, masay manipulaciones corporales emparentados de cerde lejos con los que practicaba el propio Reich

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tiempos de la «vegetoterapia». rechazo ni menosprecio, lejos de esto, tal tipo le maniobras corporales que actualmente dan lugar a Ni investigación creciente. Es manifiesto que algunos Mipeutas gozan de un real talento en este dominio, que hoy en día se está elaborando es una práctica cuerpo en parte nueva, que desborda el arte habiMl del kinesiólogo, y que con toda probabilidad un cercano desembocará en perspectivas terapéuticas mamente interesantes, en particular dentro del camde la medicina psicosomática. Al respecto no debe vidarse que a principios de este siglo, nada menos Groddeck y su maestro Schweninger trataban esenlmente a sus clientes por medio de masajes y maniMilaciones corporales muy sofisticados, cuya técnica Milece haberse perdido después. Pero es necesario resguardar una conciencia prede los límites de estas prácticas, como lo hace, UN ejemplo, Thérese Bertherat, quien las designa como ievias» (previas a una psicoterapia auténtica o a un Namiento médico). El peligro de mistificación se debe a todas luces a E mejorías relativas y pasajeras que esas prácticas Uporales traen aparejadas. Los terapeutas —algunos Eipeutas— no son, por otra parte, los únicos en UU

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es prinde mistificación. Incluso mantener t: al género usuarios, los pacientes, donde cipalmente entre losfacilidad. Las terapias corporales, prospera con mayora su aspecto ortopédico, permiten cuando se reducen una psicoterapia verahorrarse muchos a dejar claramente aquello que se prefiere dadera y no ahondar en indefinien la sombra. las practica regular e Por otra parte, si se del cuerpo (lo propone damente como una higiene bioenergéticos), en cierta Lowen para sus ejercicios algunas de las mejorías caracmedida pueden hacer durables el plano psicológico y obtenidas, inclusive en comprenestá dispuesta, y €S terial, y mucha gente esta clase de alivio.de ciertos sible, a contentarse con incluso desaparición Pero atenuación O curación. Lowen, que conoce síntomas no quiere deciresquiva la dificultad, atribuye bien el problema y noresultados alcanzados a las exila precariedad de los actual: gencias de la vida sensaciones «Lamentablemente, estas magníficas de la vida tensión bajo lá producen la se no siempre moderna. El ritmo, la cotidiana de nuestra cultura son de nuestros tiempos presión y la filosofíaEl reflejo puede perderse con a antítesis de la vida. el paciente no ha aprendido mucha frecuenciia si de su vida sin recurril bandearse entre las presiones (Bioenergética, conducta.» de a pautas neuróticas página 28.) forzosamente falsa, pero m Esta explicación no es además Lowen no se detient y parece muy insuficiente,que le faltan herramientas con manifiesto Es ella. en correctamente el problemi ad ceptuales para formular consecuencia, resolverlo, pero lo en y, terapéutico dónde reside el problema, y vierte perfectamente como tera él hace pensar que su práctica de teú dice que superior a sus elaboraciones claramente es peuta ricas. 88

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del pasaje que acabo de citar, Lowen cuenuvo que atender a dos pacientes de Reich, que

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(pp. 309 y ss.), Lowen vuelve a la la ras algunos párrafos consagrados a psicoanálisis y del lenguaje verbal, escribe:

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por lo tanto que Reich intentase ir —_ e palabras y tratarse los problemas del las

nivel corporal o energético nada más fracasó? Porque, si bien es pre-1 Y arse totalmente de ellas, 1 as palabras ciso indispensables para el funcionamiento

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: del lenguaje de de Le inexactitud , conceptualización, ; nos suti cial del problema ti Monto en el punto cruci | 1 cierto es que a Lowen no le falta más que u na s todo en su sitio, esa i es también está (y e

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j i mismo pasaje vuelve a un episodio decicon Reich. Ésta se había u propia terapiade 1942, con un aullido por i —“. i sperado y desprovisto de toda feparticipaREO UN emocional, provocado por una maniobra "1

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89

de terapia», escribe «Necesité unos nueve meses P- 20), (Bionergética, op. cit., arrancado más adelante Lowen había qué era lo que me «para averiguarla sesión primera. No había vuelto a la imito en creí experimentar me r el tiempo,había una imagen que n positiva de queel techo en postura supina asustaba. Observandocomo $1 algún días fuese a apa mi desde la cama, sentí fin: era la cara*de ocurrió por Así intensa de recérseme. con una expresión el madre que mé miraba en seguida que era Comprendí ojos. los la expt cólera en metido miedo. Reviví rostro que me había en aquel mis sucediendo riencia como si estuviese nueve meses, un bebé de unosmi casa. Habín mo momento. Era delante de tendido en UN carricoche mi madre. Ella, natural a 10 estado llamando a gritos hacer en la casa, por que cosas más Salió mente, tenía berridos la molestaron. de persistentes mis cama la en que Tendido allí ahora, mí. mirando contra furiosa años, me quedé co Reich, a los treinta y tres palabras que no podía qué profiriendo imagen, “¿Por su a niño, porque le dije: es porque nocer cuando era Si grito y lloro, estás enojada conmigo? te quiero.»

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lo'eor «revive» una una escena traumática; eso anda es maravilloso. Muy peutas parecen ar que esa «revivencia» n por su peso en ab: soluto, y que plantea cantidad de blemas teóricos que puede ser bastante maltano

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terapia, añade

experimenté este sentimiente «Era niño cuando siendo adulto.» con palabras expresé lo pero

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Lowen,

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sin embargo, coloca deliberadamente

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expresarme sobre esto, objetivé a, me ara mí como para quien Él la comprendió i Ae i r am conmigo. Al ser compartido po olvidar, Tio más real, porque si yo 310. a él podría recordármela.» (Ibid., p. «Al

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Observemos ahora que al analizar las virtudes de verbalización, Lowen habla en realidad del relato él hizo a Reich de su «experiencia». No vuelve, timbio, sobre esta otra verbalización, las palabras iirige a la imagen de su madre: «¿Por qué estás enfadada conmigo? Si lloro es porque te deseo, Bin embargo, hay algo que decir sobre esto. Tales abras «de adulto» formulan un deseo que no podía

formulado por un niño de nueve meses. Aun cuanfuera una «madre buena», mamá Lowen no habría ese deseo sino a través de los gritos, chillidos, el Njuaje del cuerpo» de su bebé... feinta y tres años después (la edad de Cristo al ¿tendrá esto importancia?...) Lowen, en el diván eich, da a reconocer su deseo a su madre evocada 1

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realmente. que se produce en esta escena es, pues, un juepresencia y ausencia en un doble nivel. Lowen madre (ausente) un mensaje que sólo Reich Nile) puede oír, y un acontecimiento pasado (au) es hecho presente, representado como dije, en NUÍ y ahora» de la terapia... llión no reconocerá en este juego de presencia y Nin un trabajo de simbolización, homólogo al del carrete que describe Freud en Más allá del lo del placer? por otra parte casual que, en la auto-observaLowen, se trate de lo mismo que en la historia por Freud? En ambos relatos lo que está en 1 la presencia y el amor de la madre —su desy su pérdida—; esa pérdida, esa ausencia, "o en el universo es lo que induce al niño a IN al símbolo y a «curar» así de la pérdida del E

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largamente, en su medio familiar, a dieciocho meses, un niño increíble que 93

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ausencias de su madre, aunque nunca llora durante las la cual esté muy apegado a ésta,

sino que continuaba ocu «no sólo lo había criado, él casi sin auxilio nin constantemente de

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guno ajeno».

sin embargo ela fasti

lo: Este «niño excelente» tiene a lo lejos todos diosa costumbre» de proyectar sus manos, emitiendo, objetos pequeños que caen en

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satisfecha, «con expresión interesada y juicio de la madre y a 0-0-0-0, que, largo sonido interjección sino que mío, no correspondía a una (fort). significaba la palabra fuera modo una secuencia com UN



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de madera atado a uni «El niño tenía un carrete llevarlo arrat cuerdecita, y no se le ocurrió jamás sino qué coche, al trando por el suelo, esto es, jugar de la cuerda, 16 teniéndolo sujeto por el extremo encima de la bi por arrojaba con gran habilidad de tela, haciéndolo dl randilla de su cuna, forrada entonces Lanzaba misma. saparecer detrás de la tiraba luego de la cuerda significativo 0-0-0-0-0, Y la cuna, saludando su rei hasta sacar el carrete de Éste era, pues, parición con un alegre “aquí”. reaparición, luck y juego completo, desaparición a cabo más qu nunca casi llevaba se no del cual rep incansablemente era cual la primera parte, la el mayor place de que a pesar tida por sí sola, al segundo acto.» (OF estaba indudablemente ligado 1101.) cit., O.C. Tomo LI, p.

observación admili En estas pocas líneas, en esta simplicidad y evidenclt ble de Freud, admirable por su terapéutico. Si qu está implicado todo el problema el proyecto que persigo cn siera reducir a una frase ésta: este libro, sin duda elegiría

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Freud observa de este pleja:

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terapias reicheanas. en el punto del desenganche, en el : 4 o Y ruptura, ya que —lo he dicho— Reich se —e Freud con motivo del problema de la pulA muerte. Y el juego del carrete es, precisamente los fenómenos de repetición que obligan a — allá del principio del placer, ir más 1920, Í ió ipótesi de la pulsión de cir en la teoría la hipótesis IN

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niño se entrega. primer nivel, hay sustitución del objeto: la “a Te es «representada» por el carrete (o por cualquier pequeño objeto .que el niño " por cualquier otro A lo lejos). Éste es el nivel de lo puec a asir y lanzar a psicología infantil llaman «el juego funcional» que vivirlos pasivamente, el niño reproduce 4 Mimente la desaparición y reaparición de la madre este drama a un registro donde él es su Meño, € onde puede disponer a su capricho de los Esta clase de juego es, desde luego —— del importancia capital en todo el desarrollo 0, y cualquiera puede hallar cantidad de ejemplos así como en sus propios recuerdos E sminivel. Ci segundo un hay livre I, p. 195):

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“Este juego del carrete va acompañado de una localización que es característica de lo que consti “el Nive el fundamento mismo del lenguaje desd Eo punto de vista de los lingilistas, y que es lo comprender el problema de la Miber, una oposición simple. no es que el niño diga las palaL, ES ort/. su lengua materna equivalen en a, que ns. ' Lejos/Aquí, y además las pronuncia de un mod desde Moximado. Lo importante es que hay allí

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manifestación de lenguaun principio, una pr ¡mera el niño je. En esa oposición fonemática P fenómeno el lleva a un plano simbólico sencia y de la ausencia...» de

como En este segundo nivel, ya no puede servir el niño emsímbolo cualquier co. sa. Los vocablos quede un modo plea (y que por ahora sólo reproduce de un del aproximado), los recibe, dice Lacan, de exterior, una lengua que cons tituido, sistema simbólico mundo de los el él, de en fuera iste antes que él, Los hombres que, como él, donde nai uno para sí esos vocablos del exterior, dueño de ellos la «puerta Para el niñoin | carrete, el Fort/Da es que los sím de entrada» a ese mundo del lengua je encircunstancial, bolos no poseen, como el carrete, va lor sino valor universal. Lacan, una vez más:

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humaniza ct «...el momento én que el deseo se también aquel en que el niño nac (Ibid., p. 19 y Ecrits, p. 319.)

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Antes de proseguir será bueno demorarse un poco el juego del carrete, que es absolutamente funda-

ental; si uno comprende bien lo que allí sucede, mucosas van a clarificarse al mismo tiempo en la lctica de nuestras terapias. Lo cual no significa que todo vaya a clarificarse, hacerse claro y límpido... 'or cierto que no. Dije al comienzo que se trataba proponer algunos jalones, de instalar algunos indies teóricos en un dominio donde todo es aún una engañifa y falsas evidencias. Pero no tengo la sión de exponer aquí una teoría completa de las plas reicheanas. Quizá lo haga otra vez, no sé, pero

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Percibo una suerte de paralelismo, de homotecia los dos niveles de la terapia y los dos niveles Juego del carrete, tal como lo presentó Freud y 10 lo retomó Lacan. Porque el segundo nivel, el de Merta de entrada» al lenguaje, en Freud no es Xplícito. Lacan dice que él «acentúa... lo que ll no dice pero que está ahí, patente». Y, en efecto, lo uno relee el texto de Freud después de haber el comentario de Lacan, tiene realmente la imde que lo que dice Lacan estaba «ahí, pa|

lodos modos, ¿podemos hablar de un nivel de 96

97

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es lo que parece deducirse del paralelismo esEsto “lblecido entre los dos juegos, el del carrete el

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simbolización no verbal de simbolización verbal...?. No sé. a ny hablar de un nivel de dicha. de simbolización propiamente Y me parece que establecer el juego de estos dos niveles —en parte y en las terapias por la otra— e interesante, una hipótesis

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98

ya al principio. Con la diferencia de que en la “lerapia no se puede decir quién juega. Eso” juega: lo que podemos decir. Eso juega con el cuerpo, Un los con lo que allí hay y se presta al Eso llego. juega a simbolizar, o a presimbolizar... 4 Con cualquier cosa. Aunque podamos decir que una las condiciones previas de la terapia es delimitar el mpo de juego, encerrarlo dentro de unos límites, Mignarlo en un marco donde uno pueda empezar a lender algo. Pero no quisiera ir con tanta prisa. de apoyarme en algunos ejemplos concretos. Imaginémonos en uno de esos weel-ends terapéuque tanto se hacen. Digamos que es un domingo la mañana, la atmósfera está tensa, no es mérito terapeuta el haber hecho notar al grupo, hace un Mimento, que había «agresividad en el aire»... terapeuta invita a una joven a arrodillarse sobre E colchón. Ante ella han colocado un gran cojín. A su Miledor está el grupo, observando. uta joven ni siquiera necesita que le digan qué de espera de ella. Por la manera en que el animaha dispuesto la escena sabe bien lo que tiene que UN Como la mayoría de los otros participantes, se le además muy nerviosa, y de buena gana, con 0 placer, se pone a darle puñetazos al cojín coloante ella. los golpes se van haciendo cada vez más secos y tes. La joven se crispa, pierde el aliento. El Peuta le grita que respire, que afloje la garganta, Mielte un grito... pronto, la cosa se produce. Su grito se infla, A

de Nate distinguir bien — de teles y utilizar las clarific: ción y simbolización debería . : so O resimbolización» marcaría bien “ trata de una etapa preparatoria... a ha adquir: se síntesis, que en este nivel no nada, como ya hicieron notar pertecta Y que el nivel de presimbolización E la etapa siguien ' de veras porque prepara "de

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que

Podemos llamar juego terapéutico. Podemos llamarlo así e incluso éste es uno de los Iiminos que mejor caracterizan a la terapia, lo diji-

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francés «eso», designa en psicoanálisis el Es freudiano, «Ello». (N. del T.)

99

los labios se llena de rabia. La boca está bien abierta, Ella no presta se contraen y muestran los dientes... fenómenos perfectamente estos atención a ninguna observables, está totalmente inmersa en su furor, Aunque quisiera hacerlo ya no podría parar..., y cuando le gritan que dirija sus golpes a alguien, es a su sobre el qu padre al que invoca, al que insulta, vierte su rabia... Escena corriente, hiperclásica en estos tiempos. Tan corriente, tan frecuente hoy que es difícil en: tender cómo la mayoría de los terapeutas siguen des conociendo alegremente que lo que allí sucede perte puede ser nece al orden de la simbolización. Algo (que pueda aporrearlo sin cualquier cosa, siempre que uno hacer estropicios) es puesto allí para «presentificar», menudo una per para representar otra cosa, o más a sona, realmente ausente. E Que lo eficaz sea la representación y que uno sc odio, sienta mejor después de tal descarga de cólera y (los lo confirma esta observación perfectamente necia inteligentes nuevos terapeutas son sin duda demasiado le el rompe si hacerla): paciente para rebajarse a de que es esto prever padre, la su cara a realmente él, efectos (sobre mismos los absoluto no tendrá en en el retrato sin hablar del padre) que si le demuele efigie. : Me extenderé más en otro ejemplo, igualmente todo común en las terapias neoreicheanas y sobre de de «primal desde que Janov popularizó la noción nacimiento». —No cabe duda de que hay que reservar el término de la termi «primal de nacimiento», para no abusar de las nacimientos a «revivencias» janoviana, nología difíciles, que según él son los únicos traumatizantes

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1

«El nacimiento —aclara— es un proceso natural traumático» y no creo que nada natural pueda ser 106.) (El grito primal, p. 100

todas formas, cuando en el curso de una terapia lpuien «revive» su nacimiento, resulte haber sido éste Ilifícil o no, ello no deja de plantear algunos probleMas, problemas que por otra parte habitualmente Nadie se plantea. Se habla escuetamente de «revivenLn», como si se tratara de algo que cae por su peso; lino revive, reedita el acontecimiento pasado un poco si volviera a escuchar una cinta grabada... Y es seguro, en alguna parte tuvo que haber un Tepistro de algo. Conocemos ejemplos casi irrefutables le personas que lo ignoraban todo acerca de las caMeterísticas de su nacimiento y que, efectuada la inJestigación, pudieron verificar que se había cumplido tomo lo mostró su «primal» (pienso, por ejemplo, en Nacimientos de nalgas o en nacimientos por cesárea, a todas luces proporcionan «revivencias» atípicas ueh menudo muy características). En cuanto al registro, la fijación mnémica (que ls neurofisiólogos localizarán sin duda en el ADN lle las neuronas cerebrales) de las sensaciones del Micimiento y de muchos otros sucesos arcaicos, en Manto a la realidad de este almacenaje mnémico no ciertamente en tela de juicio en la crítica que uiero efectuar. Esto no significa que haya que creer a pies juntillas No recuerdo surgido en terapia, aunque aparezca en hedio de una intensa y auténtica exaltación emocional. Crítica de la memorización es algo que también hay € hacer, o más bien recordar, porque ya hace muho tiempo que Freud —entre otros— dijo cosas deDe

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hivas al respecto.

por el momento podríamos postular Pero imal de nacimiento traduce fielmente lo M

que todo que sucedió la realidad, y esto no cambiaría nada en mis afirclones. Éstas apuntan únicamente, hasta nueva or, A las modalidades de esa traducción. Por el contrario lo que se podría decir, cuando se MWencia una «revivencia de nacimiento», es que en 101

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esta clase de conciencia se caracteriza además por una doble que de conciencia nivel permanente, un , a las 4 a las sensaciones actuales y al —_— «aquí y ahora», y otro nivel quelo general, la con : llo de la escena arcaica. Por Trelatl a primera sólo se borra eldurante paroxismos uno tiene orgasmo; mente breves, como en por una fuerza irresis la impresión de ser

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ella. irse con UN



7 en el ma del niño aspecto, la expulsión por mento del nacimiento es realizada de por principalmente el cuerpo materno, y an L. e uterino. Si hay una participación e quie cual después de todo no es imposible, comparación en irrisoria resulta forma hacerle pasar por la hilera zas necesarias para de nacimiento Pa se efectúa un primal lo al que exterior paciente fuerza _ ninguna é más superficial observación evidencia Te revive sino que interpreta su nacimiento. lo convierte se apoya en su propio cuerpo, uña s reproducir y así se propulsa y logra evocadora. «primal», más que semejante, Si el primal de nacimiento fuera una y el pact cia se desenvolvería como en un sueño, En Neo

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102

de una manera alucinatoria la serie de ¡nsaciones supuestamente registradas en las células llérviosas. A veces es verosímil que esto se produce, lo en sesión de terapia sino más bien bajo el efecto lle ciertas drogas. Pero el sistema muscular permanece Milonces casi inerte, apenas si se limita a esbozar que se agita los movimientos, elcomo el durmiente sueño, y la «revivencia» perteMyamente durante lieéce más bien al orden de lo puramente «sentido». El primal de nacimiento es algo muy diferente, es lina escena, según la expresión misma de Janov, que UN desenvuelve en presencia del terapeuta y a menudo lle otras personas. En esta escena no sólo se trata de Uevivir» para sí mismo el propio nacimiento, sino Mmbién, como dice Lowen, de «hacerle compartir» experiencia al terapeuta. Los movimientos del cuerpo puestos en juego poMn a la vez la función de movilizar sensaciones arlcas y significar al terapeuta lo que uno está viviendo. Mnificancia que en los mejores casos resulta tan exiuña, que el terapeuta experimentado y suficientemente Misado en obstetricia puede hacerse una idea perfecmente precisa de las peripecias que caracterizaron

perimentaría

escena pasa lo mismo que en sentimientos traducía Lowen con su madre: de adulto. vi el cuerpo del paciente que nacimiento» es el cuerpo de un adulto, EE Mor al mundo. del cuerpo del niño que viene ¡_— distribución del tono muscular, metabolismo, al namiento cardiovascular, todo es diferente; síntesis, sl hay ese adulto respira... En real, sino en un cuerj ella no se produce en un cuerpo

el fondo

7

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nacimiento. Esto resulta particularmente impresionante cuanlo tales peripecias eran desconocidas por el propio Ujeto. Está bien claro que puede dirigirse una buena ílica a dicha ignorancia del sujeto, que en muchos debe resultar del olvido de informaciones anteNormente recogidas. Pero sería ridículo e ingenuo Midir fe a toda declaración de ignorancia, aunque Minpoco hay que caer, me parece, en un exceso de

os

Eepticismo.

Supongamos inclusive que todos aquellos que iglas circunstancias de su nacimiento en realidad Biyan olvidado lo que de él se les dijo. Quedaría enMilices por explicar cómo puede ser que personas que EN tienen noción ninguna de obstetricia consigan in-

an

103

terpretar, con su cuerpo adulto, una parodia de naci miento de impresionantes parecido y verdad (impre sionantes para el médico que sabe cómo es un parto). Reproducir, por ejemplo, los diversos movimientos de torsión y flexión-extensión del cuello durante la bajada, o el despliegue de los miembros al salir... la Aquí lo que se plantea es todo el problema de slimiahora tengo que memoria inconsciente, y por tarme a plantearlo, señalando la importancia espectacular del nuevo material que arrojan al debate las terapias neoreicheanas. Bien. Pero si ahora volvemos a lo que nos ocupaba..., de «primer nivel» . es decir, las manifestaciones en la práctica terapéutica..., hemos llamado pre... es decir, del nivel de lo que simbolización..., las claras que efectivamente el proceso . vemos a de presimbolización utiliza elementos muy heterogédel neos: tanto un pobre cojín como los recursos cuerpo propio del sujeto... del carrete y el proceso ... pero que entre el juego terapéutico existe una diferencia de envergadura. El niño freudiano opera sus sustituciones por sí mismo (sólo en el segundo nivel intervienen los otros, los adul tos que lo rodean y le aportan un sistema simbólico el sujeto ya constituido), mientras que en terapia «presimboliza», representa para otros algo que él eventualmente ignora y que en esa representación se de dica a descifrar. Además esto parece de una trivialidad lamentable, de estar y al escribirlo se tiene en verdad la impresión obli lamentable Lo verse es descubriendo la pólvora. recordarlo. gado a escribirlo, y a En efecto, las nuevas terapias han llegado a un grado tal de decadencia teórica que, hoy en día, la así sec mayor parte de los terapeutas o de los que el de proceso persuadidos que intitulan parecen estar terapéutico tiene lugar en el interior del paciente, en 104

interior de su cuerpo, que supuestamente funciona una totalidad cerrada en sí misma. moParece ignorarse (y que se quiere ignorar) el prinde toda investigación experimental (las elemental pio huevas terapias constituyen en cierto modo un terreno lle investigación experimental) de que en cada momen1) debe tomarse en cuenta la totalidad de las condi-

El

lones

de la experiencia. de que, por lo tanto, aquí nunca es cuestión de "onsiderar lo que sucede en el cuerpo de una persona ln terapia, subrepticiamente abstraída de todo su enlomo, sino el conjunto de la situación terapéutica. Conjunto en el cual es conveniente, por supuesto, Meluir la ideología, la filosofía, la mitología —y la horía— del método terapéutico en cuestión. Pero evidentemente, si a este método se lo presenta «natural», no habría por qué hablar de su ideobpía... Y



«La

terapia primal suprime toda transferencia.»

(El grito primal, p. 239.)

Dentro del sistema janoviano esta posición resulta Janov, desde un colenzo se ha hecho la distinción entre sentimientos Unles» y sentimientos «irreales» o «simbólicos», encomportamientos «reales» y comportamientos «simlicos», necesidades «reales» y necesidades «simbóDis», etc. Lo cual le permite escribir (op. cit., p. 239):

ectamente coherente. Para

x Hablemos, pues, de la transferencia. Y señalemos de entrada que, al igual que Reich, Lowen la tiene constantemente muy en cuenta. Y no sólo en sus declaraciones de principio, pues las nu merosas observaciones clínicas que hallamos en su obra muestran a las claras que, en su práctica efec tiva, el «manejo» de la transferencia ocupa un lugar muy importante. Tan importante incluso es en su método que

«Perder tiempo en analizar la transferencia me parecería empeñarse en una discusión sobre un comportamiento derivativo, fuera de lugar y simbólico, antes que llegar a la necesidad básica.» ”

(p. 239): «Parece una noción tan sencilla la de que si el paciente arrastra sentimientos hacia sus padres y los proyecta en el médico, esos sentimientos proyectados y desplazados no son en realidad importantes. Lo esencial reside en esos sentimientos tempranos hacia los padres. El hecho de experimentarlos eliminará la neurosis y la transferencia.»

S

«...en la relación entre el terapeuta y el paciente existe una dimensión suplementaria, inexistente en psicoanálisis. Como el trabajo terapéutico se desen vuelve en el plano físico, además del análisis a nivel verbal, de esto resulta que el analista está más implicado que dentro del marco de las técnicas con vencionales. ¿Qué pasa en esta situación con la trans ferencia y la contratransferencia? Son los puentes que permiten a las ideas y los sentimientos viajarel entre dos individuos. En la terapia bionergética, contacto físico pone más en evidencia la transferen cia y la contratransferencia. Esto vuelve más fácil la dimensión afectiva del trabajo analítico...». (Le langage du corps, pp. 12-13.) Janov, por su parte, corta los puentes. Su posición es perfectamente tajante: 106

Una vez más, la posición de Janov es interesante caricaturesca. Esta deliberada puesta a un lado de problemática transferencial constituye una de las racterísticas notables de todo un sector de las nue-

DE

5

terapias.

Por cierto, que la posición sólo raras veces es tan herente como en Janov. No por simplista su teoría de estar fuertemente articulada. En otros a veces ulta, con toda probabilidad, una posición ingenua. | desprecio, a priori, del intelectualismo, y en concuencia del freudismo, se ha extendido tanto en estos edios, que en ellos la incultura hace verdaderos es-

a

107

tragos y llega a convertirse en objeto de orgullo. No se le puede pedir a esta gente que se haga demasiadas preguntas. Por otra parte, me parece que suele tratarse más de comodidad que de ingenuidad. Reconocer la proble mática transferencial equivaldría a complicarse singu larmente la tarea, y esta gente, por lo general, no tar daría en perder pie fuera del estrecho surco”de su teoría y de su práctica, y de todos modos tiene dema siadas ganas de hacer dinero cuanto antes para admi tir semejantes complicaciones. En cuanto a Janov, ni comodidad ni ingenuidad, bien éstas quedan elevadas al plano de los más o principios: la transferencia está prohibida en la tera pia primal porque ésta trabaja sobre lo «real». Sin embargo, cuando Janov pide a su cliente que «se eche al suelo gritando directamente a sus padres ¡ámenme, ámenme!» uno queda, como mínimo, per plejo. ¿No es este comportamiento tan «irreal» y «sim bólico» como todo lo que el paciente puede «proyectar» en la transferencia? La mistificación janoviana entera descansa, de he cho, en este original malabarismo, la distinción opera da entre «real» y «simbólico». Es una verdadera estala intelectual. En cualquier psicoterapia, sea la que fuere, todo lo que se dice, todo lo que se hace, está captado en ul proceso de simbolización. No hay lugar para ninguna realidad, ni la del «sentimiento» ni la de «la emoción» ni la que fuere. La transferencia sobre el terapeuta es, si se quiere un vector particular, y a menudo privilegiado, del campo de simbolización terapéutica, y no resulta in pensable que, técnicamente, en determinados momen tos uno ponga entre paréntesis ese vector particulal Por el contrario, no es pensable, salvo en una la perspectiva de estafa y mistificación, «prohibir» transferencia para arrojar al paciente en una realidui 108

lmulada donde supuestamente éste se reencontraría

Tendremos que preguntarnos qué es in|lucidomismo. a encontrar —y no a reencontrar— el paciente SÍ

esa curiosa realidad. En su crítica de las situaciones de transferencia, Junov se las toma muy especialmente con cierto tipo ¡le transferencia «positiva» en la que el paciente, que ficuentra junto al terapeuta benevolencia y comprenlón, es propenso a mantener ese engaño (y a prolonr indefinidamente la terapia) haciendo cuanto puede y mantener la benevolencia de que goza. Esto está muy bien, aunque la crítica sea un poco lemental y probablemente no todos los analistas, inhidos los americanos, caigan en trampas tan conoIN

das.

Pero lo curioso es que Janov, a quien le es fácil Minguir la paja en el ojo ajeno, no parece pensar por un momento que su método terapéutico no apa a tal género de riesgos; que escapa a ellos tanto Mos cuanto que el terapeuta, siguiendo las instrucones de Janov, no quiere ni oír hablar de transfelicia.

Sin embargo, para cualquier paciente normalmente Nstituido.nó hay nada más sencillo que revolcarse Y el suelo gritando «¡papá, mamá, ámenme!», cuanha comprendido que este modo de actuar pega con teorías del terapeuta y es susceptible de complalo. ¡Y cómo no iba a conocer las teorías de Janov basta con abrir El grito primal para aprender a

[ar «papá, mamá»! Quiero creer que Janov es demasiado buena pieza Mi tragarse anzuelos tan groseros y que, aunque él Mlegue el aspecto transferencial de este comportanto, al menos percibe su «irrealidad»... Pero no se puede decir lo mismo de todos sus hilos. Hasta se puede afirmar que, con ayuda de la lla, es probable que actualmente haya una mayoría MMuevos terapeutas» que no persiguen más que dos

109

objetivos: la expresión «directa» de los etecios y al gran desfonde emocional. De todo aquel que jucea el juego se supone que se está atendiendo y que estú gastando inteligentemente su dinero. Y como hay muchas personas que se aburren, qué harían cualquier cosa por ser reconocidas y que no empeñan de veras en cambiar en profundidad, estal psico-festines tienen mucho éxito, todo el mundo sa , ( provecho de ellos y ellos no se toman siquiera de el nombre trabajo de engalanarse con Al respecto, volveré sobre el famoso «prima de nacimiento» que es, con toda certeza, la tarta de cremi de todas las terapias de inspiración janoviana. Un primal de nacimiento siempre da placer: he aquí una fórmula que parece muy simplona y que es pro fundamente verdadera. A Apartemos o no todo lo que se llame y contratransferencia, que nada cambiará: un rima de nacimiento da placer, a la vez, al paciente y a euta. pe estoy diciendo que todo primal de nacimiento represente principalmente una gratificación, por que no. Pero sí digo que este aspecto nunca es comp! tamente descuidable y que con seguridad nos obstina mos en no querer tomarlo en cuenta. Cuando se trabaja en grupo, como casi siempie ocurre, fácilmente se desarrolla una actitud competl tiva entre los participantes, y la realización de un pri mal de nacimiento pasa a ser, con toda naturalidad, una de las bazas capitales de dicha competencia. Esta situación competitiva induce, como es evi dente, actitudes muy diversas entre los participantes y (hay, por ejemplo, como dicen los ingleses, winners en automáticamente losers, tipos que se ponen posl ción de vencedores y otros que se ponen en posición de perdedores), actitudes que constituyen repeticiones de disposiciones más o menos patentes y que pertene cen, al mismo orden que la transferencia. $

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Cuando hay varios terapeutas, como en la práctica lual de grupo suele ocurrir, la realización de un pride nacimiento también puede jugarse sobre el de una rivalidad entre los terapeutas mismos. porque éstos, efectivamente, hayan caído en la clase de relaciones, ya sea, en el mejor de los hos, que el que fantasee la rivalidad sea el grupo de

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Otra eventualidad: sin que haya precisamente rivaentre los terapeutas, se opera en su seno una Mente de especialización, de diferenciación funcional, lino de ellos pasa a ser el encargado de los primales nacimiento —el partero— del grupo. Entonces se torna difícil no hablar de transfereny no plantearse algunas cuestiones al respecto, se comprueba que todos los primales de nalento se hacen con el mismo terapeuta y que nadie A hace nunca con los demás. Pero si vengo acentuando estos aspectos más bien Mecdóticos del campo transferencial, es para introldir una noción que me parece absolutamente funlental y de la cual no encontramos ninguna huella, UN lo que sé, en los escritos de los nuevos terapeutas: E función iniciática de tales «renacimientos». A decir verdad, que nadie suelte palabra sobre el unto no puede sorprendernos. A partir del momento que la «revivencia» del nacimiento (así como cualller otro suceso arcaico) es situada en el plano de realidad, a partir del momento en que se quiere Mer de ella otra cosa que una representación, resulta Niposible comprender qué deseo viene a significarse Esa escena y cuáles pueden ser sus efectos. Sin embargo, no es inoportuno recordar que a vés del mundo y del tiempo innumerables culturas IN elaborado rituales iniciáticos más o menos explíllos, donde el drama central está constituido por NI escena de renacimiento. Dichos rituales siempre cumplen una función muy

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111

precisa: el paso de un status a otro. El impetranl: baja el telón sobre su vida precedente (suele moril simbólicamente para esa antigua vida) para renacer diferente, para renacer miembro de otro grupo social (clase de edad, cofradía, sociedad secreta, etc.). Renacer diferente es la fórmula clave de todas las iniciaciones. El cruce del umbral iniciático es el paso de un mundo a otro, de un mundo que se deja tras sí, accede pol que se abandona, a otro mundo al que se de los desde ahora, eres reconocimiento; la vía del nuestros. Estas simples consideraciones permiten entender dos cosas capitales: 19 Hacer un «primal de nacimiento» es borrúl simbólicamente lo que se vivió hasta entonces, volver más acá del punto cero, manifestar el deseo de cambiar radicalmente, de convertirse en otro. Al retroceder hacia más acá del umbral natal, al volver a franquearlo simbólicamente, anulo lo que yo era antes, lo quí habían hecho de mí, vuelvo a empezar. de ¿Cómo eludir estas significaciones del primal credo el janovit nacimiento desde el momento en que es «él de nosotros cada al uno nacer postula que no de el origen mismo», «real» de parte a parte, y que está en «irrealidad», todos nuestros males, de nuestra el trato que nos hicieron padecer nuestros padres y li sociedad en su conjunto? 29 El acceso a otro mundo por la vía del recono cimiento iniciático es la posibilidad para un grupo una mi para una organización, de constituirse como más menoi o estructurada, crosociedad más o menos alternativa. Los grupos janovianos, donde se reúnen durante años aquellos que han pasado por una terapia primal: del quizá no sean tan diferentes de las comunidades A.A.O. o de las misiones de la Iglesia de Cientología donde los rituales iniciáticos que regulan la pertencn cia y la participación están ostensiblemente revestido de atavíos terapéuticos. 112

Me parece bastante probable

que en los años pró-

a asistir a la eflorescencia de una multide grupos, unos francamente marginales y los s perfectamente bien integrados a la sociedad calista bajo apariencias contestatarias, donde el reocimiento mutuo se operará por mediación de una ca «terapéutica» adaptada, esmeradamente artida a una ética y una ideología pintadas con los res de las ciencias naturales. "Tal será —ya lo es— una parte del legado de Reich. o hay duda de que si él pudiera contemplar este lace de su obra no dejaría de exclamar que jamás 0s vamos

algo así. ero se trata de una aventura muy corriente, y d, en relación con otras cuestiones, quizás en este to no resultó más agraciado que Reich.

|

113

Por supuesto que sólo estoy resumiendo, a fin de una idea del estado de desconcierto en el que ov sume, deliberada y metódicamente, a sus pantes. En realidad se trata casi de una deprivación

Miles

de que ciertos terapeutas quisieron llegar aún lejos que Janov y encerraron a sus pacientes en as con aislación acústica y uniformemente blan-

los 5

obvio que no estoy emitiendo ningún juicio sobre el empleo de estos métodos, en la medida

XI Quienes nunca leyeron a Janov (pienso particular mente en mis amigos analistas, a los que por lo comun esta clase de lecturas les repele a priori), quienes nun ca leyeron a Janov podrían encontrar en la lectura de lo que he dicho hasta ahora un apoyo para su desdén y obtener de ella una razón suplementaria para ali rrarse tal castigo. Les aconsejo vivamente pasar por alto esa prever ción, pues Janov es un autor importante que habra marcado poderosamente el panorama terapéutico con

temporáneo. Jean Assens fue el primero en señalarme, en época en que Janov no me interesaba para nada, que su importancia se debía primeramente a que habl: osado, había osado llegar más lejos que todos demás, someter a sus pacientes a stress de enorme 1 veridad, pasearlos por los confines de la psicosis A quienes no leyeron El grito primal les señalo, e efecto, que la originalidad del método primal resi: en gran parte en el marco terapéutico que Janov (ii pone para sus pacientes. Éstos pasan tres sema: completamente aislados en una habitación; no puede comunicarse con el exterior, no pueden leer ni cs: char la radio ni fumar ni tomar medicamentos, único contacto humano es con el terapeuta, durant una sesión cotidiana de tres horas...

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114

1

validez como métodos terapéuticos. " "or el momento me limito a constatar (tanto en la

acarrean efectos muy espectaculares, lo cual esperar. Sean cuales fueren los llicios empleados para obtener dichos efectos, es tiso analizarlos y explicarlos en la medida de lo Nos

lA todas luces de

e

1

primera vista, tanto la práctica como la teoría todo el aspecto de estar talladas hazos; llamarle el «Terapeuta con martillo» sería Te mucho honor, sin embargo, a Janov. Y con todo, leyéndolo con mayor detenimiento, uno cata de que a menudo está mejor informado y s profundo y sutil de lo que en un principio a, A los ojos de un psicoanalista parisino quizás 0 conduzca a mucho, pero sin embargo, si nos esentamos a Janov como una especie de excava| que ha venido a trastornar el paisaje terapéutico, mos que es una excavadora que a veces se detiene pensar y vislumbra problemas que han escapado lichos otros terapeutas. bvianas ofrecen

115

(p. 27) tiene una El capítulo II de El grito primal Janov denomina interesantísima exposición de lo que escenas primales. El niño, dice, tuvo primero —escenas pri «innumerables experien cias menoressido ridiculizado, ha las que males secundarias— en inducido a repre rechazado, descuidado, humillado, todos esos aconte sentar. Llega el momento en que a cobrar sentida cimientos perjudiciale s empiezan crucial parece 1€ tecimiento para el niño. Un acon! de to das esas experiencias púcs sumir el significado ” Este significado sadas. “No les gusta cómo soy. catastrófico.»

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sólo he presentado un grupo de citas, pero si entero podrá constatarse que la esce—— cuando existe (no la encontramos principal, primal

y

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parece resumirse siempre para Janov a; nomina órmula: «¡Ellos no me aman como soy!» Janov

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a ningún ejemplo de escena primal principal que construida según una fórmula diferente. Por otra parte, y una vez más, esto es muy cohe-

*

decisivo en que el niño cae en la «irrealidad». señalado que era tentador reconocer en la

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la ineluctabilidad de la muerte. Janov no suelta palabra sobre este descubrimiento, y se entiende, dado le

(ibid.) como Janov describe esta experiencia

natural, y puesto que según Janov lo natural No puede hacer mal a nadie, en su teoría a este

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desgarrador de

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más «el acontecimiento singular de soledad helada momento el Es niño. vida del las epifanías..» todas de cósmica, la más amarga Y aporta aún esta precisión:

No sé si tendré ocasión de volver sobre el tema y eso prefiero decir ya ahora algunas palabras más. »

primerr lugar, la imagen de síÍ

hi

cesariamente «La escena principal no es ne No 1

tral

tien vista objetivo. mática desde un punto deautomovilístico acti un o un choque por qué ser comprensión: bien una dente de aviación. Es más de la verdad que gol aterrador, un atisbo rápido, lo que puede ser un aconte | pea al niño durante miento común.» el significado «1 «No es la escena como tal; esvuelve destructora: la lo que tiene para el niño (pp. 32-33). suele producirse € «La principal escena primal años de edad. Entonces tre los cinco y los siete generalizar a partir de a cuando el niño aprende momento en que pue experiencia concreta. Es el el significado de cada acon empezar a entender le ha ocurrido antes» (p. M cimiento dispar que

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de sí mismo) tal como la magen cuya, «irrealidad» es tan evidente lue

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el mito de Narciso.

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que es un rasgo esencial de las terapias el trabajar, sin decirlo, sobre imágenes. 0, porque toda su teoría se basa en una ideo: «real», y una gran parte de su eficacia deri18

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cuya contemplación nos arrastra fáciln vértigo mortal, r como bieT

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lo

de esta misma mistificación. de escena primal principal, capital $ LP E janoviana y en la práctica de la terapia el inmenso interés de evocar, en forma —_ o. pere como ya dije respecto de un problema noción igualmente capital en la teoría , "o Udiana y en la práctica analítica.

——

Fe una

117 116

El Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis da la siguiente definición del a posteriori [aprescoup *] «Palabra utilizada frecuentemente por Freud en relación con su concepción de la temporalidad y de la causalidad psíquicas: experiencias, impresiones y huellas mnémicas son modificadas ulteriormente en función de nuevas experiencias o del acceso á un nuevo grado de desarrollo. Entonces pueden adquirir, a la par que un nuevo sentido, una eficacia psíquica.»

Y más adelante, Laplanche y Pontalis reagrupan bajo tres rúbricas aquello que da especificidad a la concepción freudiana del a posteriori: «1.*) Lo que se elabora retroactivamente [apréscoup] no es lo vivido en general, sino electivamente lo que, en el momento de ser vivido, no pudo integrarse plenamente en un contexto significativo. El prototipo de ello lo constituye el acontecimiento traumático. »2%) La elaboración retroactiva [aprés-coup] viene desencadenada por la aparición de acontecimientos y situaciones, o por una maduración orgánica, que permiten al sujeto alcanzar un nuevo tipo de significaciones y reelaborar sus experiencias anteriores. »3.%) La evolución de la sexualidad favorece notablemente, por los desfasamientos cronológicos que implica en el ser humano, el fenómeno de la retroactividad [aprés-coup].» * Se transcriben los párrafos aludidos, directamente del Diccionario de Psicoanálisis, de J. Laplanche y J.-B. Pontalis, Editorial Labor, Barcelona, 1971, con la salvedad de que disentimos de sus traductores en cuanto a la formulación española de nachtráglich, en francés aprés-coup. No se trata, a nuestro entender, de un efecto de «retroactividad», pero los límites exigidos por el carácter de la nota de traducción nos imponen detener aquí el debate conceptual. Como se apreciará, esta traducción considera preferible la forma latina, incorporada a la lengua española, «a posteriori», (N. del 7.)

118

Hay que releer atentamente estas líneas, pues aporlan una herramienta conceptual fundamental para todos los que practican las terapias neoreicheanas, y a Muchos deberían permitirles comenzar a entender por fin algo de lo que hacen. En el libro I del Seminario de Lacan hallamos conbideraciones sumamente luminosas sobre el fenómeno del a posteriori. No siempre se expresó Lacan de la manera tortuosa laberíntica y que fue perfeccionando con la edad, y que fiparta de su obra y su pensamiento a muchos lectores “potenciales. Al menos sus primeras producciones son por completo accesibles al lector medio, y con toda Seguridad que lo que allí se descubre merece el desplazamiento. El pasaje al que me refiero constituye el capítulo XV de la obra mencionada. Lacan comenta El hombre de los lobos, texto de Freud que ocupa un lugar central en la elaboración de la teoría freudiana del trauma y

del a posteriori.

En efecto, el análisis de Serguei Petrov, el «Hombre de los lobos», lleva a Freud a pensar que la escena traumática (el espectáculo de los padres haciendo el

«escena primal principal». En el transcurso de su sueho de angustia esa escena (el coito de los padres) aduirió bruscamente una significación para Serguei, y cobró (cito a Lacan) «en el plano imaginario su valor de trauma, a causa de la forma particularmente trastornante para el sujeto de la primera integración simbólica». (Op. cit., p. 215.)

119

A los cuatro años de edad, en efecto, el niño está internado a fondo en una fase de su desarrollo, de su maduración, en la que

«aprende a integrar los acontecimientos de su vida en una ley, en un campo de significaciones simbólicas, en un campo humano universalizante de significaciones». (Ibid.)

«la escena primal es, pues, un acontecimiento que no es plenamente experimentado. Permanece desconectado y sin resolver» (p. 33), y

,

cuando introduce en su teoría la noción de división: «La escisión producida en la escena principal í significa el fin del niño como ser humano integrado y conectado» (p. 27).

Valoren ustedes cada una de estas palabras, son de una importancia capital para comprender lo que sucede en terapia, y nadie, fuera de los analistas freudianos, la pronuncia nunca... La escena arcaica que ha presenciado lo concierne de manera directa, lo interpela en su misma persona —en su «realidad», diría Janov—, por eso el recuerdo vuelve, llama a la puerta, insiste en ser integrado dentro del campo de significaciones simbólicas del sujeto. Pero esta primera integración simbólica de la escena arcaica es, como dice Lacan, «demasiado trastornante para el sujeto». Y la significación que ella adquiere y que él no puede aceptar, va a quedar reprimida:

Lo que Janov desconoce, y a esto quería llegar, es ue la terapia procede del mismo principio que su esfena primal principal, por integración y modificación te significaciones. Para él, la terapia hace revivir acontecimientos que Tealmente han sucedido, y al revivir esos acontecimientos con toda su carga emocional, con todo su peso de sufrimiento, el sujeto abandona poco a poco us defensas y se reencuentra poco a poco a sí mismo:

«En ese momento, algo se separa del sujeto en mundo simbólico que está integrando. De ahora en adelante, ya no será algo del sujeto. El sujeto ya no hablará de ello, no lo integrará. Sin embargo, quedará ahí, en alguna parte, hablado, por así decir, por álgo cuyo dominio el sujeto no posee. Será el primer núcleo de lo que después se considerará como sus síntomas.» (Ibid.)

Es evidente que una fórmula como ésta habla a las multitudes. ¡Lástima que esté basada en una superMería teórica! Sería tan tentador deshacer como un lejido de punto lo que se hizo de través... su parte, Lacan dice exactamente lo contrario: neurosis infantil del Hombre de los lobos es para él

el

Es manifiesto que Janov explora la misma problemática, y lo hace en un lenguaje por desdicha muy aproximativo cuando escribe que «la escena primal principal es un salto tivo en la neurosis» (op. cit., p. 25), 120

cualita-

«La terapia primal es, por así decir, el proceso neurótico al revés.» (Op. cit., p. 23.)

Por 1

«exactamente lo mismo que un psicoanálisis: consuma la reintegración del pasado» (ibid.). Es esto lo que Janov y los terapeutas neoreicheanos pueden ver porque demolería todo su edificio teóTico, basado en el postulado de una naturaleza original del ser humano que es, al mismo tiempo, su realidad, ho

121

su verdad y su norma. Como el análisis, sus terapias funcionan según el principio del a posteriori. Ellas una reintegraoperan una reorganización simbólica, simbólicas, una de significaciones ción a un campo «en pasados acontecimientos los 1 de «reinscripción» un campo humano universalizante de significaciones», La terapia no devuelve a un estado de equilibrio, bienestar y salud que se habría conocido en un prin cipio y que después se habría estropeado, perdido, pel

vertido. La terapia no desenmohece, no restituye, no hace volver a ser. La terapia es un proceso creador. Hastn sólo ei puede decirse, y parecerá sorprendente, pero cosas) otras paradójico en apariencia, creador (entre ¡de inconsciente!

Lacan lo dice con toda claridad: en el momento la reorganización simbólica del a posteriori, «algo st lo incons separa del sujeto» y cae, por así decir, en no saben los terapeutas ciente. En la medida en que lo que hacen, y en general no se preocupan por ello, las nuevas terapias son una gran fábrica de incont ciente; ¡es un negocio que marcha, hay una gran pro ducción! Hasta podemos decir que en casi todos los casoh las nuevas terapias pueden concebirse como una cin De allí su gusto por presa de fomento del inconsciente. la estandarización. rectificación, la la normalización, la ortopedia, ofrecidas bajo la etiqueta de un retorna fresca y a la naturaleza, a una naturaleza humana gozosa... sim Pero sucede que el campo de significaciones el el cual sujeta bólicas que propone la terapia, y en neutro. es no historia, ereinscribir» su va a Del mismo modo en que el pequeño Serguei, entir bien los tres y los cuatro años, se construía, mal que 1.

Fliess.

122

de

omo cada uno de nosotros—, su historia y su idenad, integrando el mundo simbólico en el que iba iendo, del mismo modo el sujeto en terapia se scribe, reintegra nuevas significaciones dentro del po simbólico que se le ofrece. La circunstancia de que esto sea desconocido, ca0, ocultado por las teorías neoreicheanas forma le de la estructura mis ma de su campo ca E de simboa terapéutica. ción

-

«Lo que Freud, (p. 215), «es

por ende, nos muestra», añade que el sujeto se realiza en la medida en que el drama subjetivo es integrado en inun mito que posee un valo: humano am i

E,

Tr

cluso universal». y

E

luestro próximo paso consistirá, pues, en estudiar pacio terapéutico como campo de mitificación.

Término ya empleado por Freud, en 18%, en una carli 123

XII

Una

consideremos a Janov como la última de la reicheana: última etapa, por corriente esultante del envilecimiento del pensamiento de Reich erto, 'avés de las obras de sus epígonos; pero resultante ién, indiscutiblemente, de la lógica del pensaento reicheano, presente en este pensamiento y observable en él ya en 1920. Si las 480 páginas de El grito primal lo desalientan, vez más

n

:

imiento

TE

Nada menos. Janov hace un desimiento. Entiéndalo usted: él no formula un con0, no articula una teoría, no propone una hipótesis; descubre, revela algo que ya estaba ahí y nadie anque él había visto. Como Cristóbal Colón descu-

pio

fue siempre de descubrimiento en desiento; la palabra reaparece constantemente en obra: descubrimiento de la función del orgasmo, cubrimiento de la coraza caracterial, descubrimienana. Reich

e:

instein, por su parte, no descubrió nada: elaboró teoría, y que funcionó bastante bien, a Dios grans. Pero los reicheanos descubren: la Naturaleza está 125

ahí, permanente, eterna, plena, consistente, verdadera, Basta con revelarla, descubrirla. Entonces, uno apre hende directamente la naturaleza de las cosas. Ingenua epistemología que hoy tenemos que colocar en el estante de las mitologías. Si cito a Einstein es porque hace muchísimo tiempo que los físicos —quienes sin embargo también estudian la naturaleza de las cosas— saben bien que no se descubre nada que tenga un carácter sólido, palpable, definitivo, intangi ble. Los físicos construyen teorías más o menos acer tadas, que funcionan más o menos bien, pero de todos modos no son otra cosa que construcciones de la mente, reunión de conceptos, disposición de signos. Y de todos modos son provisionales: tarde o temprano se verán reemplazadas por otras teorías... Pero leamos a Janov: «Hace algunos años oí algo que había de cambiar curso de mi vida profesional y la vida de mis pacientes. Lo que oí quizá pueda cambiar la índole de la psicoterapia tal como se la conoce hoy: un grito espeluznante nacido de las profundidades de un joven tendido en el suelo durante una sesión terapéutica.» (El grito primal, p. 9.)

«He llegado a considerar ese grito como el producto de los dolores centrales y universales que se encuentran en todos los neuróticos.»

Centrales, universales: se trata, realmente, de un “evangelio. Y además, el imperialismo no se halla lejos: «La terapia primal es lo único que, en mi opinión, puede eliminar la neurosis.» (Ibid.) Y note usted también cómo ese grito «originador» brota «del fondo de las entrañas de un hombre joven», lle la región más vegetativa del cuerpo humano. SeguTo que si este grito viniera de la garganta o del pecho, El mito perdería algo. «...el fruto de tus entrañas»,

ice

el Avemaría. En cuanto al hombre joven... (p. 9):

«...le llamaremos Danny Wilson, estudiante universitario de veintidós años. No era un psicótico ni lo que se llama histérico; era un pobre estudiante, retraído, sensible y tranquilo».

el

En este primer párrafo de su primer libro ya se muestra todo el genio publicitario de Janov. Oh, es algo sutil, encubierto, disimulado... Pero observe ustei cómo todo «se origina» en un instante puntual. En ese instante algo se vuelca hacia el mundo, un mensaje revolucionario comienza a germinar (la gestación du rará meses y meses, sólo poco a poco se irá abriendo camino la verdad en la mente del profeta). En síntesis, Janov acaba de tener una revelación; aunque, como les suele pasar a los chamanes, él empiece por no en tender, por defenderse contra lo que le está haciendo señas, contra su misión. Pero finalmente tiene que inclinarse, rendirse a lu evidencia (p. 11):

126

probablemente meritoAlguien que debe pasar fácilmente desapercibido Y, sin embargo, ¡cuánta riqueza esconde! Ni psicótico | histérico, nada que pueda molestarle a usted si tiene de identificarse con él. Y tampoco corre el riesgo — ¡le que se lo llame Tancredo o Polisteno, como hacen 5 analistas parisinos cuando escriben sobre sus ca5; no, Janov lo llama Danny Wilson, algo así como aniel Martin entre nosotros. Si uno quiere entretenerse un poco puede medir el fvilecimiento del pensamiento reicheano por la dislicia que separa a este Danny Wilson, que representa N bien a las clases medias, la mayoría silenciosa de América contemporánea, del joven obrero Zadniker lie enseñó a Reich, en la Viena de los años 20, tantas sas también simples y fundamentales. Muy simpático, el joven. Y

0.

127

En Reich, el recurso a una figura proletaria viene a dar sostén, y de un modo algo demagógico —se lo diga o no— (léase el pasaje consagrado a Zadniker en Les hommes dans l'Etat, pp. 112-115), a su culto de los valores simples y naturales: ¿acaso Zadniker no com prende las cosas «visceralmente» (con sus entrañas, también él)? Reencontramos esta mitificación del proletario, más afirmada, en este pasaje de La función del orgasmo (página 159), que adquiere todo su peso cuando uno considera la perfección humana que representa para Reich lo que él llama «carácter genital»: «Existen seres humanos de un cierto tipo, bajando por aquí y por allá, discretamente, están equipados con una sexualidad natural: los “caracteres genitales”. Los he encontrado frecuencia entre los obreros industriales.»

traque son con

En otra parte (Les hommes dans l'Etat, p. 114), nos enteramos de que el obrero vienés, estaba sano, abrazaba complicación».

«si

a su amiga con amor y

sin

Esta simplicidad proletaria parece haberse propa gado hasta Lowen, quien sin embargo no tiene aspecto de frecuentar a los «robustos torneros y obreros de la construcción» de que se rodeaba Reich. La erotolo gía loweniana conserva toda la grandeza de las cosas simples y naturales: «Normalmente, los preliminares deberían parar en el momento en que los órganos genitales están preparados para el coito. Cuando la vagina está bicn lubrificada y el pene en plena erección y cargado (sic), toda postergación antes de comenzar el coito amenaza debilitar la excitación» (Amour et orgas me, p. 175.) , «Suspiros, gritos, gemidos y gruñidos nada dicen, 128

salvo que algo está pasando. Fuera de algunas siones de sorpresa (?) en el momento en expreque se acerca el paroxismo y el orgasmo nos invade, una sesión sexual satisfactoria puede ser algo tranquilo y relajado, pero intenso. Y los gemidos y gruñidos, que son más bien signos de dolor, deberian ser interpretados como tales» (p. 184). ¿No hablé acaso de mayoría silenciosa? Si bien por momentos cobra una forma algo ingeha, al meños visto desde hoy, el mito proletario de Reich no deja de manifestar un aliento revolucionario le singular poder. Y si en la actualidad el pensamiento Ieicheano puede gozar de tal influencia y seguir enNendiendo las energías y la imaginación, es realmente Jorque supo proyectar ese aliento en figúraciones mícas notablemente fuertes y expresivas. Pero también es porque, sin duda con toda inocenMa y sinceridad —en lo que a él se refiere no es cueslón de hablar de superchería—, Reich supo disimular ls figuraciones míticas en tanto que mitos; disimulilas en la ideología, la teoría, y hasta en la experimentación científica. Únicamente así los mitos reicheanos podían funlonar plenamente y cumplir sus funciones míticas, TMovilizar la energía y el deseo, guiar una revolución. igual que en todas las épocas y culturas, los mitos lesempeñan un enorme papel en nuestra vida de hombres modernos, pero preferimos no saberlo y seguir Nventándonos cuentos respecto de aquello que nos Nice actuar, pensar y actuar. mito viviente, ése que nos propulsa, guía y sosNene, hay que ir a buscarlo en otro discurso; allí se Nicuentra integrado y disimularlo, como la imagen alfombra o la silueta del conejo en el árbol de la ilivinanza gráfica. Dentro de la más sólida tradición marxista, el ario es ante todo, para Reich, portador de los prova—

Al

la

129

lores del futuro y de las esperanzas de la humanidad Inclusive encarna esos valores, y les da un comienzo de realización en esta sociedad profundamente inhu mana y transitoria. En el plano intelectual, y en el de la vida amorosa, el comportamiento de ciertos pro letarios manifiesta esa sana evidencia de las cosas de la naturaleza sobre la cual Reich basa la esperanza de una sociedad finalmente humana, una sociedad sin odio donde las relaciones entre los hombres obedece rían armoniosamente a la sola regulación espontánea de las leyes naturales. : Y ya está aquí el homo reicheanus. Al carácter ge nital, la más alta realización de la vida y de la huma nidad en el hombre, se lo encuentra ya «frecuentemen te» entre los trabajadores de la industria... : Sólo hacia el final de su vida, y siguiendo él mismo la «pendiente reicheana» que mencioné, Reich trans ferirá del proletario al recién nacido aquella función mítica: la de llevar consigo, encarnar en el presente la simple perfección de la naturaleza al mismo tiempo que las esperanzas de la humanidad. "a Mito, también éste, poderosamente movilizado: Pero, por una imprevisible ironía de la lógica de las ideas, el mito revolucionario se acerca aquí peligrosa mente al mito adaptativo, y bastará un empujoncito para hacerlo caer en él. De los «niños del futuro» de Reich a las tristes larvas janovianas no hay más qu un paso. Por el momento, Reich todavía no ha desesperado de la clase obrera, todavía no ha operado su transfor mación de valores. Cuando «en los alrededores de 1929» comienza a entrever que «el conflicto psíquico entre la sexualidad y la mora lidad opera en las profundidades biológicas del 01 ganismo como un conflicto entre la excitación placen tera y el espasmo muscular» (La función del orgas mo, p. 203, las itálicas son de Reich),

130

Je ha

entregado a fondo a la acción política (desde 1927 Irabaja en el Socorro obrero austríaco, en 1929 efectúa tin viaje a la U.R.S.S., al año siguiente se instala en Derlín y se afilia al Partido Comunista alemán...), y tonduce con una sola mano, podríamos decir, su reflepolítica y la profunda elaboración de su teoría lerapéutica. deja Alemania tras el incendio del Reichstag. Un ese mismo año publica la primera edición de El nálisis caracterial. Antes se había producido la exIraordinaria llamarada de Sexpol, la Asociación aleMana para una política sexual proletaria... Estos hitos temporales son importantes. Entre 1929 y 1933 Reich cumple su actividad política más intensa, Y también la más original, la más afirmada en sus : etas y principios. Exactamente en la misma época instala las bases Óricas y técnicas de su método analítico propio, el hálisis del carácter, que después culminará en la vegeDlerapia caráctero-analítica, última peripecia de su étodo propiamente psicoterapéutico, del cual saliehn todas las terapias neoreicheanas. Cuando Reich pone las bases sobre las cuales aún Dy trabajan, lo reconozcan o no, todos sus retoños, ha voluntad de síntesis absolutamente prodigiosa gobierna su pensamiento. Terapeuta, higienista, sociólo, Militante político forman, literalmente, una sola ersona. La introducción a la primera edición de CharakterNalyse, redactada en Berlín en enero de 1933, conEnsa en unas cuantas páginas de increíble densidad Eclaraciones teóricas que marcarán profundamente la Iscusión ideológica ulterior y todavía hoy muestran ha gran vivacidad.

ón

Reich

«En la sociedad de clases, la clase gobernante asegura su posición con ayuda de la educación y la institución de la família, haciendo de sus propias 131

Oa.



ideologías las ideologías rectoras de todos los bros de la sociedad. Pero no se trata imponer a los miembros de la sociedad ideolog E actitudes y conceptos. Más bien se trata de ceso de profundos alcances en cada nueva ge ción, de la formación de una estructura (o) que corresponda al orden social existente, de los estratos de la población.» (Análisis del car , ter, p. 20.)

ia--

Y

a

esto culmina en la lapidaria fórmula (p. 22):

«La estructura del carácter es, pues, la zación del proceso sociológico de una determinada época.»

En cierto sentido la empresa analítica, IET Entica, se convierte con Reich en una empresa política y aque Jucionaria. Atacar mi propia neurosis es que el orden social ha inscrito en mí, aquello que a ha hecho de mí: es atacar al orden social en mí. + Inútil será subrayar que hoy en día estas de la fortuna. hecho Hagamos han revolución, pero comencemos por tratar de cambiar nosotros mis

E".

E

— ueno

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incluso: la verdadera revolución la tenemos hacer en nosotros, es esto lo que cambiará al O incluso: eduquemos a niños de otro modo sí por hará sola... se y ,

Nine apra . ión

no previó estos

o!

a

y

mientos, estas distorsiones de su neneamiento. “a por más que los neoreicheanos debiliten todo lo po sible el pensamiento de Reich, por más mu puevicag las implicaciones políticas de su terapia, la —estatura del Maestro sigue proyectando su som ra -, su

peryoica sobre los servicios que ellos Banos: hay uno solo, tanto del lado de Lowen como e de Janov, no hay uno solo que no pretenda hacer aa " por cambiar la sociedad, ni uno solo que no esté st 132

guro de que, bien difundido, su método conducirá indefectiblemente a las masas hacia una vida mejor, Reich, «en los alrededores de 1929», dispuso el escehario terapéutico como teatro político. Desde entonces, lo que se representa sobre este escenario es un combate contra el orden establecido. Por otra parte, muy pronto el escenario se focaliza y delimita con gran precisión. La lucha entre las fuerzas de la vida y las potencias de la opresión viene a librarse en el cuerpo mismo del sujeto. El cuerpo pasa a ser teatro. Porque es realmente drama lo que se desarrolla bajo los ojos de Reich: un «En Copenhague, en 1933, tuve ocasión de tratar a un hombre que ofrecía una resistencia especialmente intensa contra mi empeño de desvelar fantasías homosexuales pasivas. Tal resistencia sus manifestaba en una actitud extrema de rigidez se en el cuello. Después de un enérgico ataque a su resistencia, cedió de pronto, pero en forma bastante alarmante. Durante tres días presentó agudas nifestaciones de shock vegetativo. El color de masu rostro cambiaba rápidamente de blanco a amarillo o azul; la piel aparecía manchada y de varios tintes; sentía dolores agudos en el cuello y el occipucio; los latidos del corazón eran rápidos, tenía diaTrea, se sentía agotado y parecía haber perdido el control.» (La función del orgasmo, p. 211.)

Es cierto que Ferenczi ya había vislumbrado el problema y propuesto a los analistas una «técnica lictiva». Pero fue en Copenhague, donde un enfermo iónimo, en 1933, da sin saberlo el puntapié inicial a lo que luego se convertiría en una industria tan floreMiente.

Porque los principios entonces establecidos por Reich gobiernan todavía, lo harán y probablemente por Mucho tiempo, todas las terapias surgidas de la vena ICaráctero-analítica». A continuación de esta observa133

ción, que según dice viene a coincidir con una gran cantidad de hechos clínicos, Reich propone esta fórmula: —

energía sexual puede ser fijada por tensiones musculares crónicas» (op. cit., p. 211). «La

diosa tutela parental y al mismo tiempo de las estúpidas conminaciones de la sociedad—, en el drama de su propia terapia vive un drama universal, actual y eterno: el del hombre sublevado que lucha por asegurar a los hombres un porvenir mejor.

y postula la identidad funcional entre la «coraza muscular» y la «coraza caracterológica». A partir de aquí el neurótico luchará contra fuerzas de represión inscritas en su propio cuerpo, y lo hará con el apoyo y las intervenciones tácticas del terapeuta. Para algunos, y tengo conciencia de ello, estas reflexiones tienen que resultar tan chocantes, tan sorprendentes, que sin duda no será inútil que aclare un poco mi posición. De ningún modo estoy denunciando una mistificación. La autenticidad de los fenómenos observados por Reich no se halla en tela de juicio, y tampoco la validez de los artificios técnicos perfeccionados por las diversas escuelas terapéuticas para producir determinados efectos (eventualmente esa validez puede ser discutida, pero no es esto lo que me ocupa ahora). Lo que digo es que al instituir el cuerpo del sujeto como escenario, como teatro político, Reich llevó al mismo tiempo la historia de este sujeto, tal como viene a manifestarse en la terapia, a inscribirse ya en su emergencia en un drama de valor universal. El sujeto interpreta las peripecias de su historia personal sobre un escenario donde cobran un sentido que las desborda, donde reproducen, particularizándolas, las luchas y los enfrentamientos de un conflicto más general y que extrae su valor universalizante del hecho de ser presentado como Historia de la humanidad en marcha hacia el futuro. El «enfermo» que, a fuerza de sufrimiento, emoción y violencia, acaba finalmente con el viejo hombre que llevaba en sí —que por fin se deshace de la insi134

135

XIII or contrario, en Janov la mistificación es pante. Basta con abrir su segundo libro publicado en aducción francesa, L'Amour et Venfant (prologado el pobre Frédéric Leboyer, a quien decididamente creíamos tan superficial), para caer, ya en la pripágina de la introducción, en estas líneas pasel

-—



E



«Este libro resulta de la observación de pacientes que están reviviendo su infancia. Lo que sienten, y las experiencias que atraviesan, nos permiten conocer las múltiples formas en que los padres pueden hacer daño a los niños y volverlos neuróticos. Quizá su sufrimiento contenga las lecciones “que ayudarán a evitar que se haga daño a otros niños. El fin de este libro es contribuir a poner término al infortunio de los niños...»

“¡Vamos! Ni

por un segundo se le ocurre a Janov en apariencia, a la mayoría de sus lectores— que que «reviven» pretendidamente los pacientes no ser tomado forzosamente al pie de la letra, y que los recuerdos y las fantasías es a menudo impodistinguir (o lo es habitualmente, cuando se de los primeros años de la vida). Freud se dio

Ni,

>

1

a de ello en

1897:

137

la «...en el inconsciente no existe un “signo de la realidad”, de modo que es imposible distinguir verdad frente a una ficción afectivamente cargada». (Carta de Fliess del 21-9-97.)

¿Ingenuidad o estafa? ¿No se le ocurre a Janov que («despuede tratarse de una fantasía cuando una cliente esto?: le cuenta primal») de terapia pués de un mes a casa después de una sesión de grupo, las bragas y con las manos me abrí total me quité Entonces me permití sentir lo que la vagina. mente había que sentir. Para mi asombro, me volvió un «Volví

recuerdo al mismo tiempo que empezaba a sentir dolor en la vagina. De pronto estaba en la cuna; mi madre me cambiaba con rudeza los pañales y me pellizcaba la vagina. Yo sentía que se cerraba tuve la pri para detener ese dolor. Al día siguiente marido.» (El mi indolora con sexual relación mera 281.) primal, p. grito

A

partir de millares de «recuerdos» como éste pre

«¡lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer el y alentar, decir y no decir!». (L'Amour lenfant, p. 10.)

,

Janov efectúa la asimilación de la fantasía a la ren lidad, de la «ficción afectivamente cargada» a la vel dad, por mediación de otro malabarismo teórico: li distinción entre el «cerebro que piensa» y el «cerebro que siente».

«Trauma es lo que no es experimentado.» grito primal, p. 76),

(1

es decir, que lo que se «revive» en terapia primal son sufrimientos que no se sintieron conscientemente, causa de la división del sujeto. Allí donde Freud sitúa 138

5

Aquí

tende Janov indicar a los padres

a.

verdad del deseo, que él opone a la dudosa autentiacontecimiento traumático, Janov postula la Tealidad de un sufrimiento para ser sinceros no perci'bido en el momento de los hechos, pero «revivido» (sin que se lo haya vivido realmente nunca) en la terapia primal. Janov deposita tanta confianza en sus talentos de lusionista (y tiene unas cuantas razones para confiar) incluso cuenta (L'Amour et lenfant, pp. 41-42) la ue historia de una enferma que curó de una depresión Postpuerperal «reviviendo» (en el dolor) un parto efecTuado con analgesia... Pero para Janov —y para la multitud de creyentes 1 el evangelio janoviano— no se admite ninguna duda. lo que está en juego en un primal es realmente del drden de lo revivido. Al fin y al cabo basta con pohierse de acuerdo en las palabras: lo que se revive no lo que se vivió verdaderamente, sino lo que se habría debido vivir... según la teoría janoviana, por hu

idad del

estoy hablando de Janov, pero seguimos colodos en la recta línea reicheana. Después de Reich, Pasó a ser un postulado admitido sin discusión por

bos |

los terapeutas que las emociones «vividas» en

apia representan casi siempre emociones no vividas la infancia, porque muy tempranamente estableció

sujeto mecanismos de defensa destinados a sofo-

las. La realidad de tales mecanismos no me parece du0sa. Lo que cuestiono es más bien el valor de los erdos y rememoraciones asociados a dichas mani-

taciones emocionales. Después de todo, las emociode que se trata siempre se reducen a reacciones imamente generales y elementales: miedo, cólera, deesión (los psicólogos les llaman reacciones protopá5), que pueden estar asociadas a centenares o mide situaciones efectivamente vividas o fanta" i"as.

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Esperan a poder ofrecerle a su E íÍnimo de base teórica antes de nueva prácarrie de

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áci no es fácil realizar esto último sin | enos que insultar. P Por el lado de los i i todo el mundo considera eso com o . u lería, y ya está, nadie se toma el trabajo de ira ; lerto que si: uno leía las Mer primeras publicaciones á

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4

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E 173

salidas en Francia sobre la cuestión, no daba tantas ganas. Pero la gente de la que hablo, entre los cuales tengo algunos auténticos amigos, se pasaron a la bioenergía con todos sus trastos (digo a la bioenergía, o a la vegetoterapia reicheana, porque la terapia primal es cuando menos demasiado débil teóricamente, no se hubieran atrevido). Uno tiene la impresión de que bajaron el telón sobre Freud, sobre su pasado analítico, como si de repente lo hubieran olvidado todo. Decía que se habían cambiado de bando con todos sus trastos, pero no, es al revés, más bien se presentaron desnudos, como si fueran principiantes; dejaron todo su equipaje en la puerta. ¿Por qué? Es que no veían cómo conciliar ambas cosas, su equipaje freudiano y sus nuevas prácticas, Pero posiblemente también porque viven este paso como una suerte de traición, de transgresión. Se pre sentan como tránsfugas, con una especie de vergiienza quizá, de mala conciencia que los empuja a fingir que olvidan. Es completamente idiota: tampoco el freu dismo debe ser una religión. Uno hace lo que le gusta, lo que le interesa, y no tiene por qué rendirle cuentas a nadie. Pero el Superyó existe. Sigue existiendo, incluso entre los analizados, incluso entre los analistas... Aun Cuan que el Superyó los analistas lo institucionalicen. lo fabrican. do no tienen bastante, Lo que más los paraliza, creo, es el miedo a decir imbecilidades, a parecer un imbécil. Esto los paraliza y los constipa, los pone tiesos. Pol eso hay tantos escritos de analistas que son cagones; da la impresión de algo almidonado, de que están com pletamente rígidos allí dentro como en lo que llaman una minerva. Y escriben también en un ñivel muy alto. Un allí simo nivel de cultura y dificultad. La literatura ana lítica se convierte en literatura de catedráticos; no el divertido. Todos quieren ventosear más alto qu 174

sus Q.L., si me permiten. Y entonces se los ve como en la cuerda floja, apretando las nalgas, con el suelo muy, muy lejos, allí abajo: ¡Atención, si digo imbecilidades será la catástrofe, me mato! Lo dije hace ya mucho tiempo: el derecho a la imbecilidad es fundamental, debería estar inscrito en la declaración de los derechos del hombre. El día en que miedo a decir imbecilidades seremos lipo Jugar cuanto queramos con las ideas,

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días en que uno tendría ganas de decir imbecilidades a propósito, para dar el ejemplo y mostrar que a fin de cuentas no tiene ninguna importancia Y después nos confesamos que no vale la pena esforZarse, igual decimos bastantes sin querer. Lo que aterroriza a los intelectuales debe ser el miedo a la castración: si escribo, si teorizo, muestro mi pajarito. Y entonces corro el riesgo de que me lo dicen que no pero mírenme a ese estúpido, acer creer que tiene uno y es un pajarito de ;

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Entonces para no correr riesgos exhibimos sólo un modelo patentado. El modelo lacaniano, ejemplo por O el modelo reicheano, ahora. Pero sí, sí que ... Empieza a haber una ortodoxia reicheana. Y hasta hay Escuelas que se disputan el monopolio, es desopilante Incluso entre los lowenianos, esto está empezando a ocurrir. Hay obsesivos que intentan fundar una ortolloxia loweniana: ¡cuando uno conoce la incoherencia llel pensamiento de Lowen resulta verdaderamente graEloso! Por eso, de vez en cuando hay que en E cara a toda esa gente que se ement erio, ié les tiene que hacer bien; ien; también

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El fastidio es que haya tantos problemas de pasta letrás. Sobre todo ahora, con todos esos jóvenes en paro y que harían cualquier cosa por tener un empleo El hay tanta gente que se toma en serio, no olvidemos 175

que también es por su imagen de marca. Están obligados a dar una impresión de seriedad, de competencia, de respetabilidad. Es preciso que se les tome en serio para que puedan ponerse las botas. La terapéu tica se detiene ahí: no pueden permitirse curar, ¡sería la ruina! Pero lo más divertido es que todas estas terapias se pretenden liberantes, liberadoras. Liberamos el cuer po, dicen. ¡Habla!: a ver qué pasa con esa liberación del cuerpo en el plano de las ideas, a ver cómo se encierran esos tíos en los esquemas de pensamiento más probados, más tradicionales, ¡en el buen sentido, vamos! Uno se pregunta realmente de qué nos hemos liberado, y si valía la pena. Esto es lo que dije a todo lo largo del libro, esto lo es que traté de mostrar. No se puede aspirar a libe la rar a gente y al mismo tiempo reducirla a una norma, Y a una norma tremendamente estrecha, encima. Bas ta con leer las páginas que Janov consagra al hombre normal, o lo que Lowen entiende por sexualidad sana y adulta; no da tantas ganas de normalizarse. Pero desde el momento en que hemos postulado la existencia de una Naturaleza Humana ya no podemos escapar a esta normalización... Si admites una Naturaleza Humana, ya no sales de ella, has edificado tu prisión. Por eso encuentro apa sionante la reflexión de Sow con respecto a las culturas africanas, cuando dice que para los africanos no podría haber hombre natural. Esto me parece extraordinario, si lo consiguiéramos sería para nosotros una liberación fantástica: conseguir no mistificarse más con esos cuentos de Naturaleza Humana, llegar a comprende que hagamos lo que hagamos nunca pensaremos cel mundo, nunca nos concebiremos a nosotros mismos sino dentro de un universo de significaciones simbó licas. Sí, por definición, no podemos pensar el mundo sino en un sistema de significaciones simbólicas. Y a 176

partir del mismo momento en que pronuncio la palabra naturaleza, o la palabra mundo, esa naturaleza, ese mundo del que hablo se sitúan en el orden simbólico y en ninguna otra parte. Lo que hay de este lado del orden simbólico, la realidad de las cosas si se quiere, es inaccesible para siempre. A partir del momento en que uno habla de ella, así fuera suspirando, «¡Naturaleza, Naturaleza!» Ya no estamos en la realidad de las cosas sino en el orden simbólico, ése que permite a los hombres entenderse y que quizá especifica a la humanidad. Si uno se empeña absolutamente en hablar de naturaleza humana, dicha naturaleza consistiría en un ser simbólico, en una criatura simbólica... Y en un ser creado por lo simbólico. Precisamente lo que se aprehende en terapia no es un cuerpo naturdl sino un cuerpo creado por lo simbólico, trabajado, marcado, moldeado, influido por lo simbólico: habitado por lo simbólico. Lévi-Strauss escribió hace mucho tiempo un artícu-

lo decisivo Sobre el tema. Se llama «La eficacia simbólica», y muestra cómo las curas de los chamanes

curar de veras realizando únicamente un tra—ajo sobre lo simbólico. Curar incluso enfermedades

que nuestra cultura considera orgánicas. Pienso que “5 volvemos a leer este artículo hallaremos en él muChas nociones que fui llevado a reencontrar en la práctica, completamente mistificada, de los nuevos lerapeutas. Lo que es importante decir, y repetir, es que estas prácticas curan precisamente reintegrando al sujeto en un sistema de significaciones simbólicas, en una consItucción mítica preparada para ese efecto, pero que evidentemente nunca se presenta como mito, porque dle otro modo la gente no creería en ella y por lo tanto ho podría curarse, pues ese sistema de significaciones simbólicas no tendría valor Universalizante, como dice Lacan. En nuestra cultura el mito se tiene que presen177

tar con todas las apariencias de la ciencia

y del buen

sentido; entonces sí puede funcionar como mito. Por eso podemos decir que estas terapias son fundamente adaptativas. Ellas adaptan al sujeto aprola sociedad actual, a su ideología. Los mitos seudocientíficos de las nuevas terapias me parecen una de pieza de empalme, una pieza intermedia que ma al sujeto con la ideología de nuestra sociedad. Dejándole creer, además, que se sitúa a contracorrien: te de esa sociedad, o en la vanguardia. Es realmente astuto. es donde adquiere todo su peso la ción con las terapias tradicionales, por ejemplo las africanas. Cuando uno lee lo que pasa en esas ve bien que se trata de readaptar al sujeto a un Use ma simbólico que nosotros, occidentales, tendemos a considerar como una mistificación de sacerdotes o brujos, buena para los primitivos, para personas que viven en una cultura precientífica. No nos damos Cue ta de que nuestras nuevas terapias hacen lo mismo, pero de una manera mucho más disimulada.

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Son técnicas de alienación. Decíamos que ellas encerraban, reintegraban al su jeto en una prisión, pero en una prisión donde él se cree libre; es íntegramente la imagen de la sociedad moderna tal como ella quisiera ser, aunque por suerte todavía no lo consigue del todo. Pero es muy posible le que las nuevas terapias, cuando estén bien a punto, presten una poderosa ayuda en ese sentido. : ¿Puede ser de otro modo? Quiero decir: los méto dos, las técnicas de intervención inventadas, o) contradas, por estas nuevas terapias, ¿se los puede hacer servir para otra cosa que para sojuzgar, alienar, z

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adaptar? : Es un problema célebre. Por mi parte pienso qui sí, que puede ser. La primera condición sería, sin dudal declarar que una terapia nunca está terminada. Que jamás se alcanzará un suelo firme, definitivo, en cl !

178

que uno pueda poner los pies diciendo: esta vez ya está, se trata realmente de mí, soy realmente yo mismo. Ésta es la primera mistificación, quizá la más gruesa: pensar que un día se pueda ser verdaderamente uno mismo, coincidir con una realidad de sí. Ésa es la primera libertad, no encerrarse en un sí mismo, o' en un Yo. Admitir que el Yo es una consprecaria, vacilante, incierta, y que muy triste trucción será que un día eso comience a solidificarse: sólo quedará esperar la muerte. Sin embargo quisiera formular una objeción. Decir que lo que existe fuera del orden simbólico, del orden humano —que se podría evocar como la realidad de las cosas— nos es para siempre inaccesible, implica desdeñar con cierta ligereza toda clase ¿no de experiencias espirituales, toda clase de prácticas extáticas, no sólo orientales, que pondrían en contacto con esa realidad de las cosas, que llevarían a una conciencia inmediata de esa realidad? El problema es apasionante. Pero tal vez hay que Comenzar por ponerse de acuerdo en las palabras. Cuando uno habla de éxtasis, de experiencias extáticas, hor ejemplo, esto puede recubrir toda clase de cosas. Etimológicamente, éxtasis quiere decir que uno está fuera de sí mismo, que uno está al costado de sus zapatos. Se habla del éxtasis del chamán, o del practicante del vudú, que me parecen literalmente poseídos bor lo simbólico. Esto no tiene nada que ver con una Inmediatez de la conciencia, una iluminación corque locircuitaría el lenguaje. Me parece cuando se habla de la iluminación de la conciencia que lo hacen como los orientales, esto implica siempre una disolución, lina borradura del lenguaje. «El que habla no sabe / el que sabe no habla», dice Lao-Tse.

Hoy esto es muy bien conocido. Hacer callar el parloteo interior y todo lo demás. Extraerse del orden simbólico, finalmente. Es importante recordar estas

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179

sas porque en la corriente de las nuevas terapias hay también un entregarse a toda una desviación de estas la prácticas, que son fundamentalmente del orden de ascesis, que son prácticas de una elevada exigencia. Y hoy se las pervierte, se las trivializa. Se hacen imitaciones comercializables, adaptadas al consumo de masas. Imitaciones que sólo dan la ilusión de lo que pueden ser unas prácticas, unas experiencias seme-

jantes.

Perls cuenta en su autobiografía cómo fue a estudiar el Zen al Japón para importarlo a los Estados Unidos. Un gancho publicitario casi general de las nuevas terapias consiste en pretender que se conduce a la gente a la inmediatez, a vivir en el presente. El Zen se presta particularmente bien a esta mistificación porabsoluque no hace de la inmediatez una experiencia modo instancia un tamente excepcional, sino en última de vida, una manera de ser. Y el proyecto es, efectivamente, retomado con muastucia publicitaria por el coro de los nuevos teracínicamente peutas. Por si fuera poco, los métodos másoccidental acsociedad la adaptativos (adaptativos a al dados más los son tual, a la sociedad capitalista) al la conciencia, de perpresente Zen, a la inmediatez manente. Pienso en Eric Berne, por ejemplo, en el análisis transaccional, que abiertamente se presenta como una manipulación adaptativa. Y desde luego en Janov, que no habla del Zen pero vivir en el presente constituye una de sus promesas terapéuticas más explícitas y uno de los rasgos esenciales de la normalidad que él promueve. “Es repugnante. Repugna que se puedan realizar prácticas tan exigentes, no encuentro adjetivo mejor, la existencia que comprometen de manera tan absoluta toda de una vi toda del sujeto, que son inseparables vida la de profunda sión del mundo, de una filosofía mente aristocrática —hay que decirlo—, es repugnan te que se pueda condicionar eso para el consumo de

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180

masas, echarlo en forma de pienso a las clases medias para hacer circular mejor la pasta. El satori garantizado al cabo de tres semanas de terapia, es un poco así. usted no lo logra, es sencillamente porque su Caso era más grave que el promedio: usted necesita un

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añadido... Siempre se vuelve al mismo punto: todos estos timos resultan posibles a partir del momento en que se hace de la terapia un medio para recobrar algo, que no puede concebirse sino como plenitud de ser ' “ade-

cuación a sí mismo. Siempre el mito del paraíso perdido, el paraíso anterior al nacimiento, anterior a la conciencia, anterior ala negatividad fundadora del orden simbólico. La plehitud del ser, la completud, la indivisión, la pura positividad del tiempo primordial en que la muerte no existía. Ni la diferencia de sexos... O, si existía, no traía problemas. Son la conciencia el conocimiento, la dicotomía del Bien el Mal los que y crean el problema. El instante en que los signos se separan, en que lo positivo se vuelve coexistente con lo hegativo, en que.no hay pura positividad sin negatividad, en que ambas existen la una por la otra. El instante en que Adán y Eva empiezan a hacerse problemas por su desnudez, en que Adán toma conciencia de no estar hecho como Eva, y Eva de no est: hecha como Adán. todo esto se percató Reich en el ocaso de su vida, de que por el hecho de ser un hombre, un sujeto humano, ya no hay verdadera adecuación así mismo; de que uno es forzosamdente un ser incompleto dividido, habitado por lo negativo. Que en definitiva el paraíso se perdió, que nos recorre como nostalgia, , como pesadumbre, como desesperanza. Y que no podríamos recobrar ese estado paradisíaCo sin perdernos como sujetos humanos... e

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Podríamos volver una vez más a la historia del carrete. En lo que se ha dicho de ella no se ha destacado todavía que Freud piensa que el niño tiene estar animado por un deseo de venganza. Su madre lo deja y él se venga expulsándola ai zara Tengo la impresión de que es esto lo que Reic pudo en modo alguno admitir, no pudo admitir entre esta madre y su hijo hubiese algo semejante a

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Reich, en efecto, no puede haber odio, destructividad natural en el individuo humano. El odio, la destructividad, resultan forzosamente de las frustraciones impuestas por la sociedad y la educación. Desconoce así que el acceso al orden simbólico, que especifica al sujeto humano, se cumple en un miento de odio, destructividad y violencia. El impone literálmente una violencia al asumir la pérdida de la madre, y esto es lo que Freud llama primario, al mismo tiempo que mata simbólicamente a su madre, que la hace desaparecer. Se haga lo que si haga por amar mejor a los niños, en SUE laNED iento rapia, y en cualquier lugar del mundo, se caerá en une fantasía de madre mala; es una fantasía constitutiva, fundadora del sujeto humano. a de esto Los reicheanos se vedaron la comprensión fuere lo de en lo Se vedaron la comprensión que simbolización, no la bólico, y en porque a que el momento originario, aquel que especi e aquel en humanidad, la es que pertenencia a niñd asume la pérdida de su madre, en que se hace sujeto Ja de su ausencia. Esto es lo que hace él busca clientes: le a permite mistificar nov, y sus por todas partes un «sufrimiento primal» o un «trauml prototípico», y evidentemente los encuentra. ¿En —no habría de encontrarse algún sufrimiento o algún trauma? Y si excepcionalmente no se hallara aconte cimiento o escena traumáticos en la historia real del sujeto, los hallaríamos en forma de fantasía.

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— la deglutición se efectúa con la glotis cerrada mientras que el esfínter labial se afloja. La producción del sonido M, por su parte, asocia la apertura de los labios con la de la glotis, y las cuerdas vocales son puestas en vibración por el paso del air expirado. Podríamos explorar aún más, y estudiar también en detalle los sonidos inarticulados emitidos por el lactante, en particular los vagidos y gritos que muy pronto adquieren función de llamada. Ya hace mucho tiempo la teoría analítica registró el hecho de quí según se presente o no la madre a estas llamadas, el niño pasa del registro del sentimiento de omnipotencia al del desamparo impotente en la diferencia absoluta del todo o nada. En la terapia neoreicheana el trabajo desencadena, es bien posible, en ciertos momentos reacciones neurovegetativas, neuroendocrinas, molri ces, etc., que no carecen de relaciones con lo que sti cede en el lactante. Pero de momento sólo quisiera sugerir, extendió dome con alguna amplitud sobre estos estadios pri paratorios de la producción verbal, un cierto número

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de cosas: 1) Que el paso al plano simbólico, primeraments marcado también por el advenimiento del sujeto pel sonal, se efectúa indudablemente de manera bastant: nítida como cruce de un hiato, catástrofe existencial tli que implica una reorganización completa del modo funcionamiento del niño. Pero que este salto, esta mu tación catastrófica es precedida por todo un trabaje de preparación, de pruebas, de establecimiento de la esquemas sensoriomotores (que serán empleados o 16 retomados o no después en el nivel de integración perior), trabajo achaparrado característico de lo quí designé como nivel de presimbolización. Dicho de otro modo, podría haber aquí una intensas producción de formas muy diversas, que pulsarían tula el teclado de los recursos del cuerpo y algunas de las 200

201

«El desarrollo del carácter es un proceso progre fun sivo de disociaciones y oposiones de simples ciones vegetativas...»

4) Claro está que este nivel de presimbolización evolutivo. El no debe ser concebido como un estadio trabajo de presimbolización continúa permanentemen mi te y durante toda la vida, pero sólo una fracción el plano nima de su producción llega a inscribirse en simbólico. del desa 5) Pero en el estadio llamado preverbal vida de y, por rrollo del niño, en sus primeros meses estos procesos de qué no, antes de su nacimiento, la escena de exclusividad presimbolización tienen la € maniobras ciertas Por groseras que todavía resulten, reichea los terapeutas intervenciones inventadas por corporales) técnicas de ellos otras tomadas (o por nos dominio. de este indican una vía de abordaje las Como escribí al comienzo de este libro, una de estos descubrí cuando cosas que más me impresionó la métodos terapéuticos fue la relativa facilidad con motores en que se movilizaban sensaciones, esquemas apariencia muy arcaicos. los Pero ciertamente que no podemos confiar en teóricos reicheanos para obtener una interpretación todo aceptable de estos fenómenos. Hay que retomarlo descifrado de y queda por cumplir un enorme trabajo y teorización.

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de febrero de 1979

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terminar este libro dirigiéndome a ti, Jean efecto de transferencia ién en debe haber, seguramente , y también be desde el comienzo del libro lo que escribí me instalé ante mi máquina el 23 de diciemUU: acaso ser de otro modo? En cierto i escribir fue también una continuaci u otra etapa de mi búsqueda. puesto que he querido desmontar los mitos reiS, puesto que no me reconozco en ellos y no Teconozco en ellos mi lugar en el mundo, ahora es , i i preciso que les oponga mi propio mito, que trat: : ] mi propia mitología, como al fín y al lacen los esquizofrénicos y muchos otros E que que deliran. i Permíteme, pues, deli rar un YE

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dónate, trata de seguirme i Primero que todo v: ayamos directamen el problema de la energía. del fundamental en la corriente rei. insipto, es tanto como yo. ; Desde u n princ , desde finales de la década del 20, Reich da el , y

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neuróticos, a lo que en su enfoque de los trastornos es decir, para económico; situamos como el problema avatares de los circulación y él, lo que concierne a la Y desde entonces no cesa la energía en el organismo. bioenergía, y de orgón— en de hablar de energía —de si no recuerdo quien Janov, el campo reicheano. Hasta la energía en su primer mal no está muy inclinado a se ve como forzado después libro, El grito primal, pero a recurrir a ella... está nada claro. Ya Este asunto de la energía noel propio Reich, en el y que dije que era un embrollo definiciones contradictorias, dos lib presenta ro, mismo en ese trabajo re lo cual seguramente se debe a que sin cuidarse de su tomó textos de épocas diferentes

incoherencia. última posición: Más tarde Reich permaneció en su está en juego en la que la energía de la que él habla, «atmosférica» y cósmica, energía sus terapias, es una Por su parte, Lowen llega al sujeto desde el exterior...más tradicional, más prefirió volver a una posición su «bioenergía» es pro médica, menos revolucionaria: y el metabo ducida simplemente «por la respiración contem fisiólogos Jos lismo», nada que pueda erizar a poráneos. a esta cuestión No es llamativo, por otra parte, que que al me Yo pensaba de la energía le falte claridad. saber qué cosa es la energía, nos los físicos tenían que de ella lo que con ella con y hay que ver cómo hablan físico que conozco algo, un a Y bien, siguen hacer... le en la investigación atómica, Y pre un tipo que trabaja ellos, me los físicos, la energía... gunté qué era para sus la conoce por contestó que a la energía sólo seconstruir teorías ma efectos, y que con ella se podían de la naturaleza misma de temáticas pero que acerca decir nada... Seríamos la energía seguía sin poderse si quisiéramos estar mejo! sin duda muy pretenciosos al respecto... que los físicos de los efectos de esa enc! Pero, en cuanto a hablar 204

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de sus manifestaciones en terapi ¿POr qué no? de aquí empiezo a decir in quier cosa, y no ates de detenerme: me diviert mplemente observo a dónde conduce. Yo postulo en primer término u na energía actuante, a en la neurosis, en el proc eso terapéutico y en í ida social en general. No digo HU T yamos descubierto nu apeque estemos hablando de una alg o que exis

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seminarios: durante varios días uno siente que todo un trabajo interior se va cumpliendo, uno que sigue teniendo sueños productivos, recuerdos que se van remontando, y después, poco a poco todo se calma y uno se encuentra distinto de antes, a veces con síny tomas nuevos... Esto es concreto, ¿no? Esta hipótesis (siempre muy próxima, en mi opihión, al pensamiento freudiano) posee en todo caso implicaciones que me parecen muy importantes. En primer lugar implica que los sistemas simbóliCos están cargados energéticamente, lo cual explica su cohesión y solidez (no es fácil disolver O reestructurar un sistema simbólico, ¡lo vemos todos los días!), y también explica que la disolución o la reestructuración de un sistema simbólico se efectúa, por lo general, a través de una crisis, de una travesía catastrófica. Esta hipótesis implica igualmente que la energía que va a ligarse al plano simbólico en cierto modo se exterioriza, deja el organismo, consigue la a gravitación del organismo, lo cual haría escapar pensar que en la otra eventualidad, cuando no hay al plano paso simbólico, la energía queda, de hecho, dentro del orgahismo, es provisionalmente liberada y queda flotante en el interior del organismo pero no logra evadirse de él. Y aquí, pues, mi delirio me lleva a una teoría realmente extraña, y sin embargo no tanto, pues al fin y al cabo todo esto tiene que ver con el principio de la conservación de la energía: la energía en cuestión, que on adelante sería más simple llamar energía de simbolización, no proviene de la combustión de los alimentos, como pensó primeramente Reich como y postula Lowen, y tampoco del exterior del de organismo, la atmósfera ambiente, como afirmó Reich después... Sencillamente, ella ha estado siempre ahí, o más bien le ha ido acumulando al mismo tiempo que el orgahismo se construía. Si quieres, Jean, puedo dar esta forma a mi delirio Mmetabiológico: a partir de la célula inicial —del óvulo 207

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i iación, ió toda fecundado— toda división celular, todo N (en definitiva, : toda creación nueva i A ió prosigue has a construcción delimiindivi duo quebrote de vida todo después deliónacimiento), constituci ética, | : como tensión energética, como carga una AP implica carga positiva que Ln er de cero, del estado neutro, no puede hal diferenciación sino por ul ar In cluso se puedel cargas opuestas. ópi crea dor de : tensiones, o imaginar neguentrópico sobre la cua i especie de membrana e Jástica uno fuerza localizada, y entonces se crea una tens ili fue rza... q ue equilibra esa semana: en suma, de lo que Freud designó bajo pulsión de muerte. Esta puesta vida, la todo lo q e a : ue todo lo que emerg que tiende contrario sentido de dera crea una fuerza a lo neutro... a devolverlo a lo indiferenciado, lo ves, Esta teoría también me divierte, decir que eu cuentro muy gracioso llegar a 1 de papá de la muerte pulsión reicheana y drían ser, al fin de cuentas, la ará, si has s no se i te escapara, Porque i te mi razonamiento, q' ue en esa eventualida ción , la sería muy exactamente la energía negativa, y que freudiana q rresponde a la pulsión de muerte lo que estaría en Jueb Jlamo energía de simbolización, en el proceso terapéu tico. la —-R E inclusive se puede agregar que el quantum que consigue energía, imbóli E se lico, sólo puede hacerlo cambiando ; ió estado prect su ivizá tido, negativizándose en relación con sad >. (son deriter Tendríamos pues, en iori na da impide invertir priori, de - itrariasSarizea positivas, que resultarían del — creadora la pulsión vital, lo que podemos denominar formas vivas, ; , “a a las positl equilibrarían — cargas negativas, que UL

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vas precedentes, manifestándose como pulsión de muerte, fuerza entrópica, tendencia al retorno a lo indiferenciado, — y cargas nuevamente positivas (por negativización de las cargas negativas) en el plano simbólico, el cual aparece así como la reedición, en el piso superior, del nivel inicial, el de la creación de las formas vivas. Sería, en definitiva, el proceso mismo de la vida, de la evolución, que se proseguiría a través de la especie humana por un salto evolutivo, la aparición del orden simbólico (idea, por lo demás, ultracomún, la hallamos por lo menos desde hace treinta años en un montón de antropólogos y biólogos). Dos breves acotaciones a propósito de lo que precede. Primero, para decir que estoy prestando atención a lo que digo cuando hablo de aparición: del orden simbólico. Se me podría objetar que la simbolización existe mucho antes, antes inclusive de la aparición de la especie humana; que, en realidad, está presente en todo el proceso evolutivo. Pero con el orden simbólico propiamente dicho se produce un verdadero salto, aparece algo radicalmente nuevo porque justamente eso se constituye como orden, con su estructura y sus leyes internas, y sus .leyes de articulación también con el orden biológico. En el nivel inferior prefiero hablar de presimbolización, partiendo, como recordarás, de lo que me parece ser una exigencia teórica de la práctica terapéutica; pero en el nivel especulativo nada impide pensar que estos procesos de presimbolización pertenecen al mismo orden que los que actúan en el conjunto del proceso evolutivo, pero de esto nada sé y me limito a mencionar el problema para dejarlo de lado. Lo otro que quería decir es que hace un momento he utilizado los términos de pulsión vital, pulsión de muerte. Es obvio, y pienso que lo has comprendido, que aquí sólo se trata de recursos teóricos. No vayamos N creer que en la naturaleza actúan unas fuerzas ele209

mentales a las que sólo habría que poner un nombre, En realidad, diré incluso que la noción de pulsión vital me parece en cierto modo subjetiva: somos nos algo otros los que experimentamos como pulsiones sería duda Sin que nos viene de las profundidades... las formas más acertado caracterizar la creación de como un naturales, formas las vivas, la evolución de hecho está lenguaje proceso sin sujeto... Pero nuestro sin sujetos difícil pensar de tal modo que nos es con tanta faci personalizamos eso verbos, sin y por y lidad: Eros, Ello, la Vida, la Naturaleza, Dios, la Evo lución, etc. Siempre estamos en busca de un sujeto de verbos, sin él para hacer funcionar nuestro equipo no sabemos bien qué decir... Pero tengo que volver atrás, porque si posees espí falla de mi ritu crítico ya habrás reparado en una razonamiento. Si lo que se equilibra mediante una la creación misma de las carga energética negativa es de formas vivas, ¿cómo es posible que los quantasi el simbólico, energía vayan a cargarse al plano sistema estuviera equilibrado? Indefectiblemente esto me lleva a proponer ottu de un postulado: la especie humana debe disponer podríamos definición, sobrante de energía que, por llamar energía de simbolización. moción Es necesario precisar de inmediato esta de variedades energín Quiero decir que no habría dos energía equilibra o dos stocks compartimentados, una vivas, consti formas las de da y estática en el interior Al constitución de tutiva de esas formas, una energía más o menos lo se quiere, y otra más o menos libre, simbolización. de tante, que sería la energía bien dispo No, al individuo humano lo veo más de energía nu cantidad de una niendo globalmente fuerza menor o mayor brante, a lo sumo ligada con de energia exceso este Quizás el drama esté aquí, en

hacer. Tal vez pol con el que no se sabe mucho qué tantas enter fabrica Groddeck, se uno eso, como dice 210

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cáncer y todo lo demás... Lo cual, en suma uno consiguiera simbolizar lo suficienz

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gracioso ver cómo yendo en posiciones reicheanas se i i por volver a encontr: arse con Reich. dean do P ala modo invertido , porque después de ¡toto tod i i terapia logra s us fines, : es deci r, cuando lograra simrectamente lo que asíÍ debe ser simboli olizado E responde a una necesidad i i especie humana; que 1 a terapia se sitúa , en natural de evolución. proceso con la condición de admitir que el hombre R ura simbólica, y productora de simbólico

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invertirse, literalmente, las posiciones de recuperar un ser natural 1 iendo a una aut orregulación lació natura 6 humanas. Se trata de una Íti i a y aleatoria, tanto en política ti como y ningú ina creación que no puede apoyarse sobre obre ningún moRo ninguna base, sobre ninguna ley natural trascendente, porque el orden que producimos y nos gobierna no obedece : pre "E biológicas sino a sus leyes propias; es otro Re también él evolutivo. 7 un mundo i Wardin, el hombre, - estimado ecía desciende del signo...* i No terminado, pues aún podrías pre: : nde proviene ese sob rante de energí : a la especie humana. En primer que nada obliga a atribuir a nuestra perfectamente posible que ié de imales disponga gan también u ; , ante de energía, evidentemente pero en a

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El autor juega aquíí con la paronomasia entre signe, «signo», singe, «mono». (N. del T.) ;

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chísimo menor. Incluso me parece bastante satisfactorio pensar que en el correr de la evolución la cantidad de energía sobrante fue creciendo progresivamente en determinadas estirpes evolutivas, y que en alguna parte, éntre los prehomínidos, hubo cruce del umbral, salto de lo cuantitativo a lo cualitativo o algo así... Suponiendo, pues, que en el transcurso de la evolución haya habido acumulación progresiva de energía sobrante, encuentro una explicación posible para esa acumulación, explicación que vale lo que vale; seguro ella. Se dice que no pondría las manos en el fuego por o sea que que la ontogénesis reproduce la filogénesis, embrión del el desarrollo del embrión, y en particular humano, pasa por diferentes estadios que suponen características esenciales de las formas animales de las que hemos salido. Cada estadio embrionario supera, integrándola, la forma que lo precede. Yo supongo que en cada uno de esos pasos, en cada una de esas superaciones, queda sin emplear un sobrante de energía, quizá pequeñas cantidades cada vez, pero que al sumarse las unas a las otras pueden llegar a constituir un stock considerable de energía potencial. Digo de energía potencial porque me parece que en esa hipótesis tal energía debe quedar ligada tan pronto como se vuelve excesiva: dicho de otro modo, cada paso evolutivo, para efectuarse, debe ligar de inmediato la energía sobrante liberada por la no utilización de ciertas estructuras de la forma precedente. ¿Me sigues? Ahora supongo que esa energía sobran te está ligada en estructuras bien precisas: incluso en los sistemas neurónicos que tienen la función de inhibir las estructuras no utilizadas de la forma prece dente, estructuras no utilizables, a decir verdad, porque cada especie sólo se constituye debilitando ciertos rasgos que se han vuelto inoportunos, en particular en el dominio del comportamiento. Esta hipótesis reclama otra que considero digna del mayor interés: lo que Reich llama represión social 212

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los instintos, que es una realidad innegable, en definitiva no sería una invención de la cultura o de la vida social. Dicha represión no haría más que suceder, en la etapa cultural, a toda una cadena de otras repreSlones que aseguraron el desarrollo ontogenético del individuo. Mi hipótesis es, exactamente, ésta: que la «represión» ontogenética de las fases evolutivas superadas instala sistemas inhibidores análogos a los establecerá más tarde la represión cultural otro modo: los sistemas neurónicos inhidores de estadios evolutivos se comportarían también ellos como lo que he denominado formas de presimbolización; es decir, que la energía ligada en sistemas sería susceptible de ser liberada para exterioeventualmente como energía de imbeliZación yendo un poco más lejos, e que es igual,noaunque Re practicamente existiría ningún límite teórico para el proceso de simbolización terapéutica. Pero ¿podemos hablar todavía de terapéutica? La disolució (por emplear el término reicheano) de las formas ue presimbolización —o de las formas inhibidoras— ús dría proseguirse extremadamente lejos en el embriogenético del individuo, a condición, por de poner a punto técnicas que permitan una diso ución regresiva semejante. Esto abre una perspectiva muy vertiginosa pero no, parece, completamente gratuita. Fuera de que personalmente realicé algunas experiencias puntuales se explicarían muy bien mediante una hipótesis de U género, en determinados libros y particularment Reich, hallamos ciertas extrañas reflexiones ue E claridad si se Cturmiera a “e la tarea de buscarlas si dejo es

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éuti ifici un artificio terapéutico de llegue en un sistema de ai hacer que se simbolicen i de valor universa lizante... ciones 7 al Pondré fin a mi delirio energético con una ción. Dije antes que la simbolización, El S imbóli E —_ simbólico, implicaba una exteriorización ; exteriol precedentemente ligada al nivel inferior. ción de «exteriorización»— no era más od A destinada a hacer comprender que luego, que gracias a

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mática individual (que metafóricamente po siderar «en el interior» del sujeto) a algo individual, , que está más allá de los individuos, ql ; exterior» a ellos. va L del Pero si se mantiene el modelo nismo que intenté construir, no se iría energía de simbolización i a i nismo, en cierto espacioio metafísico do icarí los fornicarían. Esa energía se liga en el p orga nismo (cambiando de signo, de acuerdo in no tesis), y no es difícil decir : i urónicas filogené en i las formaciones neurón y evo recientes, las que icara cterizan el salto ; e: lo que y —— decir, humana; especie ómi articular, el p: en aunque llaman córtex, neo y tómicos iva, el córtex prefri no de manera exclusiva, desarrolla en el hombre de un modo enteramente - rendente. “Si quieres, podemos concebir el cerebro ñando nada, como un gig: a no te estoy enseñan | de posibilidades ivo. al j nada manejo de lo simbólico; ból ao relativo pequeña calculadora doméstica a que lo reduc .

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