196 52 23MB
Spanish; Castilian Pages 350 [352] Year 2000
Esteban Mira Caballos
Las Antillas Mayores, 1492-1550
Esteban Mira Caballos
Las Antillas Mayores,
1492-1550 (Ensayos y documentos)
Vervuert
• Iberoamericana
• 2000
Die Deutsche Bibliothek - CIP - Einheitsaufnahme Ein Titeldatensatz für diese Publikation ist bei Der Deutschen Bibliothek erhältlich
Reservados todos los derechos © Iberoamericana, 2000 Amor de Dios, 1 - 28014 Madrid Teléfono: 34 91 429 35 22 Fax: 34 91 429 53 97 [email protected] www.iberoamericanalibros.com © Vervuert, 2000 Wielandstrasse, 4 0 - 60318 Frankfurt am Main Teléfono: 49 69 597 46 17 Fax: 49 69 597 87 4 3 [email protected] www.vervuert.com ISBN 84-95107-70-8 (Iberoamericana) ISBN 3-89354- 108-X (Vervuert) Depósito Legal: M-5872-2000 Cubierta: Gustavo Antonio Asuar C o u p é Impreso en Gráficas Almeida S.L. Tel.: 914 295 273 • [email protected]
ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN
9
LOS ORÍGENES DE LOS REPARTIMIENTOS Y LAS ENCOMIENDAS INDIANAS: ALGUNAS REFLEXIONES
13
1. Los orígenes feudales de la encomienda 2. La introducción de los repartimientos en Indias 3. La aparición de la encomienda en las Indias A. La controversia por la perpetuidad 4. Indios naborías y de encomienda
13 17 21 26 27
LA ECONOMÍA EN LA ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS DEL TESORERO CRISTÓBAL DE SANTA CLARA (15051507)
31
1. La producción de oro en La Española (1505-1507) 2. La renta del almojarifazgo 3. La renta del diezmo 4. Otras rentas reales Apéndices
33 40 43 46 48
EL PLEITO DlEGO COLÓN-FRANCISCO DE SOLÍS: EL PRIMER PROCESO POR MALOS TRATOS A LOS INDIOS (1509) ....
141
1. Las relaciones hispano-indígenas en torno a 1509 A. Vencedores y vencidos B. El sistema laboral indígena C. Las huidas indígenas 2. El proceso de aculturación en la época de Ovando Apéndice documental
146 146 149 151 153 157
CACICAZGOS Y PUEBLOS INDÍGENAS D E CUBA
197
1. Caciques y cacicazgos 2. Pueblos indígenas: la necesidad de una revisión demográfica
197 200
LA MEDICINA INDÍGENA EN LA ESPAÑOLA Y SU COMERCIALIZACIÓN (1492-1550)
203
1. Introducción 2. El behíque y los conocimientos médicos indígenas 3. La comercialización de fármacos indígenas: el caso del bálsamo .. A. El bálsamo y sus propiedades curativas B. El monopolio de Antonio de Villasante C. El fin del monopolio
203 204 209 211 212 216
LAS A R M A D A S DE AVERÍAS Y LA DEFENSA NAVAL DEL CARIBE (1492-1556)
217
1. La A. B. C. D. 2. La A.
navegación en la primera mitad del siglo xvi El tonelaje y la sobrecarga de los navios La preparación de la tripulación La navegación en conserva La creación de las Armadas de Indias defensa del Caribe La organización de las Armadas caribeñas a. Las autoridades de las Armadas b. Los navios de la Armada c. La financiación de la Armada: la avería d. El problema de la artillería 3. Conclusiones Apéndice documental
217 217 219 220 223 225 228 229 231 233 236 237 239
IGLESIA, INQUISICIÓN Y EVANGELIZACIÓN EN LAS ANTILLAS: A L G U N O S APORTES
249
1. Iglesia y evangelización durante el gobierno de Nicolás de Ovando (1502-1509) A. La organización de la Iglesia indiana B. Moralidad pública y evangelización durante su gobernación .... 2. Los intentos evangelizadores del indio antillano
249 251 255 258
A. El desinterés del indio por la nueva religión B. Los eclesiásticos y la administración de los sacramentos C. El continuismo en sus ritos prehispánicos 3. Inquisidores e Inquisición A. Los primeros inquisidores B. La oposición a la institución C. Los casos juzgados por la Inquisición
260 263 266 269 271 276 279
UNA ETNIA CONFLICTIVA: MESTIZOS EN LAS ANTILLAS EN LAS PRIMERAS DÉCADAS D E LA COLONIZACIÓN
285
1. Los orígenes del mestizaje en las Indias 2. La educación de los mestizos a ambos lados del océano 3. El estatus social del mestizo
286 290 294
U R B A N I S M O Y A R Q U I T E C T U R A EN LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS ESPAÑOLES EN LAS ANTILLAS
297
1. 2. 3. 4. 5. 6.
El primer urbanismo en las Antillas Las primeras construcciones: la arquitectura efímera La arquitectura militar La arquitectura doméstica Los templos El elemento humano A. Los oficiales B. La mano de obra: indios y negros
297 301 304 310 312 315 316 318
LOS CABILDOS ANTILLANOS: ASPECTOS INSTITUCIONALES (1492-1542)
323
1. El carácter oligárquico de la institución 2. Estructura de los cabildos antillanos A. Los regidores B. La justicia ordinaria C. Los escribanos del Cabildo D. Otros cargos del Cabildo
324 327 328 332 335 338
BIBLIOGRAFÍA
343
INTRODUCCIÓN
En e s t e libro h e m o s sintetizado diez e n s a y o s r e f e r i d o s a las Antillas M a y o r e s en las primeras décadas de la Colonización. Algunos de esos trabaj o s son totalmente inéditos, mientras que otros son el resultado de diversas ampliaciones a trabajos ya publicados previamente por nosotros. E s t o s e n s a y o s representan algunos de los aportes m á s relevantes que en relación a las primeras décadas de la Colonización hemos llevado a c a b o en casi una década de investigación. Nuestro interés abarca muy diversas temáticas que incluyen aspectos políticos, sociales, económicos, sanitarios y artísticos. Sin embargo, toda esta diversidad se encuentra unificada por dos nexos en común, a saber: primero, todos ellos se refieren a las Antillas Mayores, y muy especialmente a L a Española que, como es de sobra conocido, ejerció durante décadas el papel de cabecera de las nuevas tierras descubiertas. Y segundo, que el marco cronológico abarca de 1492 a 1550, incidiendo, sin duda, en uno de los períodos más apasionantes de toda la historia de América. Fue en estos años y en este marco espacial cuando se fraguó el modelo de colonización que mutatis mutandis tendrá una vigencia de más de tres siglos en la América española. Por otro lado, se trata de un período que ha sido densamente estudiado por los investigadores lo que nos confirma la importancia de esta etapa para comprender toda la historia colonial española en ultramar. Pero q u e r e m o s advertir algo: pese a la extensa bibliografía existente, las Antillas Mayores, y en especial L a E s p a ñ o l a , en los orígenes de la Colonización, siguen siendo un c a m p o de análisis. Prueba de ello es la existencia de un nutrido grupo de estudiosos que en los últimos años han venido realizando aportes fundamentales a la temática. Entre ellos no queremos dejar de citar a G e n a r o Rodríg u e z Morel, Roberto C a s s á , Ricardo Alegría, Jalil Sued Badillo, Justo L . del R í o Moreno, fray Vicente Rubio O. P., Marcio Veloz M a g g i o l o , Lynne Guitar, Francisco M o s c o s o , Carlos Estevan Deive y L u i s Arranz Márquez entre otros - n o muchos m á s - . Es más, en nuestra opinión, aún hoy, y a diferencia de lo que ocurre para otras áreas del continente americano, está por hacer un trabajo mínimamente satisfactorio que sintetice el modelo de colonización creado en las Antillas Mayores en el siglo xvi. Un estudio global que resultaría fundamental para entender el modelo colonial implantado durante más de tres siglos en la América Hispana.
10
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
En el libro incluimos diez ensayos diferentes cuyos aportes más destacados pasaremos a comentar a continuación. El primero de ellos está dedicado a los orígenes de los repartimientos y las encomiendas en Indias. Una temática fundamental por la importancia de esta institución para la historia social de Hispanoamérica. Pese a los extensos estudios realizados no se tenía certeza de quién, cuándo, cómo y por qué se introdujo la encomienda en La Española. A todas esas interrogantes intentamos dar respuesta en este ensayo, dejando bien clara, asimismo, la diferencia existente entre los repartimientos y las encomiendas así como la introducción de estas últimas por Nicolás de Ovando en 1505. En el segundo abordamos las cuentas del tesorero de La Española Cristóbal de Santa Clara. El comentario previo ha sido publicado por nosotros en una revista especializada, pero aquí presentamos de forma adjunta el extenso expediente documental. Los datos y aportes de las cuentas de Santa Clara, que abarcan de 1505 a 1507, muestran la vitalidad de la e c o n o m í a de La Española en los primeros años del siglo xvi. Este proceso junto a los pleitos Ovando-Tapia y Diego Colón-Francisco de Solís, constituyen tres piezas fundamentales para reconstruir la sociedad y la economía de La Española en los albores de la colonización. El tercero ensayo lo dedicamos al pleito Diego Colón-Francisco de Solís, instruido como es bien sabido en La Española en 1509. Este ya fue publicado por nosotros en 1993 pero el texto del proceso - s u m a m e n t e interesante por su temprana f e c h a - tan sólo fue editado parcialmente debido a los lógicos límites de espacio de toda revista. Con algunos comentarios adicionales publicamos el texto íntegro de este proceso, conservado, como es de sobra conocido, en los repositorios del Archivo General de Simancas. En el cuarto ensayo presentamos el mapa indígena de la isla d e Cuba. Éste fue incluido por nosotros en nuestra Tesis Doctoral - p u b l i c a d a en 1997-, sin embargo, aparecía sin un comentario exhaustivo de sus aportes, que ahora hemos creído oportuno incluir. Basándonos en documentación inédita del Archivo General de Indias reconstruimos los c a c i c a z g o s y los principales asentamientos indígenas de la isla. En él se muestran nuevos cacicazgos como el de Arabacuco, del que no se tenía noticia hasta la fecha. Igualmente aparece configurado el gran cacicazgo de Guantanabo que había comenzado a extender su dominio sobre otros territorios limítrofes. Finalmente constatamos la presencia de varias decenas de pueblos completamente desconocidos por la arqueología y la historiografía actual, confirmándose la alta densidad demográfica de la parte oriental de la isla. El capítulo quinto lo constituye un pequeño trabajo dedicado a la medicina indígena en La Española. En él destacamos los importantes conocimientos herborísticos que llegaron a poseer los curanderos o behíques indígenas. Estos ocultaron a los españoles su sabiduría herborística como forma de conservar su situación social privilegiada, por un lado, y por el otro c o m o otra
INTRODUCCIÓN
II
forma más de rechazo hacia el grupo conquistador. Los españoles pronto se percataron de la importancia que tenía la herborística indígena como empresa económica, comenzando pronto un lucrativo comercio de licores y plantas medicinales con destino a la Península Ibérica. En el siguiente capítulo indagamos en la Armada del Caribe a lo largo de la primera mitad del siglo xvi. La protección de las costas caribeñas en este período de tiempo se procuró, al igual que en la Península Ibérica, mediante la creación anualmente de armadas guardacostas. En los primeros años los corsarios se quedaban en el cabo de San Vicente, esperando el regreso de los buques españoles, sin embargo, a partir de la tercera década del siglo xvi comenzaron a adentrase en el océano. La respuesta a estos ataques, especialmente intensos en el Caribe, fue la creación de armadas guardacostas, financiadas a costa de la avería. Evidentemente, su objetivo principal no fue tanto la defensa de los habitantes caribeños como la protección de las rutas seguidas por los navios de la Carrera de Indias a su paso por el área caribeña. El capítulo séptimo está dedicado a la Iglesia y a la evangelización en los primeros años de la colonización. En realidad se trata de varios trabajos diferentes unificados bajo este genérico título. Se tratan aspectos completamente diferentes: uno, la institucionalización de la Iglesia indiana en tiempos de frey Nicolás de Ovando; dos, la introducción de la Inquisición en las Antillas, y tres, los intentos evangelizadores del indio antillano. Tradicionalmente se ha a f i r m a d o que frey Nicolás de Ovando, que estuvo al frente de la gobernación de las Indias entre 1502 y 1509, desatendió los aspectos relacionados con la Iglesia. Concretamente Giménez Fernández - c o r r i g i e n d o al padre F i t a - afirmó que el período denominado por este de "Orfandad de la Iglesia" en Indias se extendía de 1495 a 1513. En estas líneas ponemos de manifiesto, basándonos en f u e n t e s tanto documentales como historiográficas, que, contrariamente a lo que se ha postulado, durante el gobierno de Ovando se llevó a cabo una ingente tarea de institucionalización de la Iglesia, sentándose las bases para su futura expansión. En un período donde no es fácil ofrecer nuevos aportes, presentamos, como primicia más destacada, la nómina de clérigos que el gobernador situó en las principales villas de la isla con el fin de que asistieran espiritualmente a los españoles. Gracias al traslado de las cuentas del tesorero de La Española, Cristóbal de Santa Clara, hemos podido conocer la distribución de los religiosos entre las villas más importantes de la isla, es decir: Santiago, Verapaz, Villanueva de Yáquimo, Azúa, Puerto Plata, La Buenaventura, Salvaleón de Higüey, Bonao y Concepción de la Vega. Queda claro asimismo que fue en estos años cuando se inauguró una política de estrecha colaboración entre el Estado y la Iglesia, que tantos frutos dio a España durante toda la época colonial. Asimismo analizamos las causas que llevaron al fracaso de la evangelización de los indios antillanos. Una empresa fomentada desde los primeros
12
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
momentos por la Corona, ya que siempre concibió la conquista c o m o algo íntimamente ligado al proceso evangelizador. Sin embargo, los resultados fueron totalmente desalentadores, tanto por la rápida fuga de religiosos suficientemente preparados como por la pronta extinción de los indígenas y su resistencia al cambio de mentalidad. Especialmente importante fue este último factor, pues los españoles jamás previeron el desinterés extremo de los indios por la religión de los conquistadores. Y realmente ha quedado suficientemente demostrado en este trabajo que el problema fundamental no fue que no alcanzasen a comprender los elevados dogmas cristianos, sino que no querían creer en una religión que consideraban totalmente ajena. En el octavo ensayo analizamos el tema del mestizaje en las Antillas en la cronología o b j e t o de este libro. Un mestizaje que c o m e n z ó casi desde la misma llegada de los españoles, dada la ausencia de mujeres en las primeras expediciones. Sin embargo, si temprano apareció el mestizaje en las Antillas, también tempranamente desapareció. Así, debido a la pronta extinción de los indios tainos, los mestizos antillanos fueron en un breve plazo asimilados racialmente. El cruzamiento de una mestiza con un blanco originaba el castizo y un nuevo cruce de este último con otro blanco daba el "español", denominado así porque los rasgos indígenas eran ya imperceptibles. En la tercera década del siglo xvi era ya difícil encontrar mestizos puros en las Antillas Mayores. El aborigen taino se extinguió y con él el grupo mestizo. En el capítulo noveno tratamos el urbanismo y la arquitectura en la primera mitad del siglo xvi, determinados por la espontaneidad propia de los primeros años. El traslado de la cuadrícula urbana y de los demás patrones de asentamiento vigentes en España no resultó tan fácil ni automático como se había pensado. Igualmente se desarrolló una arquitectura muy peculiar teniendo en cuenta los materiales efímeros de clara inspiración indígena, por un lado, y, por otro, el carácter eminentemente práctico. Pocos años después se inició una arquitectura donde primó un estilo gótico-mudéjar, caracterizado por su escasa elevación y por sus reducidas dimensiones. Sin duda, todo estuvo ello motivado tanto por la presencia de huracanes como por la poca pericia de algunos de los primeros canteros y alarifes que trabajaron en las Antillas. Por lo demás, una vez transcurridas las primeras décadas fue necesario sustituir los artesonados mudéjares por bóvedas ya que, pese a los bajos costes iniciales, se supo que debido a la humedad del clima era necesario restaurarlos continuamente, con graves costos para los vecinos. Finalmente, en el décimo y último ensayo realizamos un estudio institucional del cabildo antillano. Así, aunque se produjo un trasplante de la institución castellana, lo cierto es que tuvo un desarrollo peculiar debido a las circunstancias del Nuevo Mundo. Sin duda la lejanía, la lenta comunicación y la enorme extensión de los nuevos territorios determinaron la introducción de elementos muy peculiares en estos primeros cabildos indianos.
LOS ORÍGENES DE LOS REPARTIMIENTOS Y LAS ENCOMIENDAS INDIANAS: ALGUNAS REFLEXIONES
La bibliografía sobre los repartimientos y las encomiendas de indios es muy abundante; casi abrumadora. Desde que don Silvio Zavala llevara a cabo su afamado estudio 1 se han escrito decenas de trabajos que han particularizado la evolución de la institución en las distintas regiones americanas 2 . Pues bien, pese a los magníficos y amplios trabajos que se han elaborado sobre la temática existían hasta la fecha muchas dudas sobre el origen de los repartimientos y las encomiendas, así como sobre los motivos que llevaron a su introducción en el Nuevo Mundo. Realmente había cuatro interrogantes claves sin una respuesta clara, a saber: quién, cuándo, c ó m o y por qué se introdujo la encomienda en las Indias. A todas estas preguntas intentaremos dar respuesta en este ensayo.
1. L O S O R Í G E N E S FEUDALES DE LA E N C O M I E N D A
Un aspecto muy controvertido ha sido considerar la encomienda c o m o una institución genuinamente americana. Silvio Zavala, reconociendo por supuesto sus orígenes feudales, afirmó que la encomienda había nacido en las Antillas 3 . Esta aseveración, de por sí algo tajante, ha sido repetida hasta la
1
Zavala, Silvio: La encomienda indiana. México, Editorial Porrúa, 1973. C o m o sería imposible mencionar aquí ni tan siquiera las obras más importantes sobre la institución, nos limitaremos a citar tres repertorios bibliográficos. Zavala, Silvio: Suplemento documental y bibliográfico a la encomienda indiana. M é x i c o , U N A M , 1994; Navarro García, Luis: "La encomienda, primera clave de la sociedad indiana", Cuadernos de Historia Latinoamericana, N.° 3. Munster, 1996, pp. 33-47, y finalmente mencionaremos el reciente trabajo de Hidalgo Nuchera. Patricio, y Muradás García, Félix: La encomienda en América y Filipinas: su impacto sobre la realidad socio-económica del mundo indígena. Bibliografía. Madrid, Tres Cantos, 1999. 2
1
Zavala, Silvio: La encomienda
indiana...,
p. 13.
14
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
saciedad por numerosos autores coetáneos y posteriores. Así, otro prestigioso especialista, Ots Capdequí, afirmó que la encomienda, pese a su innegable origen medieval castellano, adquirió "caracteres que la hicieron diferenciarse plenamente de su precedente peninsular" 4 . Finalmente por citar a un autor más reciente, Beatriz Fernández Herrero escribió que la encomienda, aunque tenía una clara ascendencia castellana, "adquirió pronto un carácter netamente americano" 5 . Nosotros queremos matizar estas opiniones, con las que obviamente no estamos totalmente de acuerdo. Ya hace algunos años Lesley Byrd Simpson vinculó directamente la encomienda con el feudalismo al afirmar que ésta era un "vigoroso vástago del sistema feudal" 6 . Más recientemente Ruggiero R o m a n o llamó la atención sobre este punto, afirmando que la encomienda indiana era una institución netamente feudal con la que no presentaba diferencias importantes 7 . Realmente basta con analizar a fondo la institución, antes y después de su implantación en el Nuevo Mundo, para darse cuenta de que se trata exactamente de lo mismo. La encomienda no es "genuinamente americana", sino todo lo contrario, "genuinamente feudal". Sus orígenes más cercanos a la realidad americana hay que verlos en la Castilla bajomedieval, desde donde como es obvio pasó a los nuevos territorios. Sin embargo, ¿por qué no vamos a buscar sus orígenes remotos mucho más atrás en el tiempo? Efectivamente en el bajo Imperio Romano encontramos unas circunstancias políticas que favorecieron la aparición de algunas instituciones netamente feudales, o al menos protofeudales. Debido a las continuas usurpaciones al poder del emperador Honorio, comenzaron los campesinos a encomendarse a un señor, haciendo su aparición instituciones c o m o la " e n c o m e n d a c i ó n " y el "patrocinio". García de Valdeavellano ha explicado la formación de estos encomendados con gran clarividencia como podemos observar en el texto que exponemos a continuación: El grupo social de los encomendados o patrocinados, numeroso en la época del Bajo Imperio Romano y en el Reino Hispanogodo, encontró en la España cristiana de la alta Edad Media un ambiente propicio a su desarrollo por razón de que muchos hombres libres, que en su mayor parte eran pequeños propietarios
4 Ots Capdequí, José María: El estado español en las Indias. México, Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 25-26. 5 Fernández Herrero, Beatriz: La utopía de América. Teorías, leyes, experimentos. Barcelona, Editorial Anthropos, 1992, p. 189. 6 Simpson, Lesley Byrd: Los conquistadores y el indio americano. Barcelona, Editorial Península, 1970, p. 7. 7 Romano, Ruggiero: Consideraciones. Lima, Fomciencias, 1992, pp. 76-77. Con anterioridad algunos historiadores también habían considerado la encomienda como una institución genuinamente feudal. Por ejemplo, Simpson afirmó que la encomienda era "un vigoroso vástago del sistema feudal". Simpson, Lesley Byrd: op. cit., 1970, p. 7.
L O S O R Í G E N E S DE LOS R E P A R T I M I E N T O S Y L A S E N C O M I E N D A S I N D I A N A S .
15
territoriales, se vieron en la necesidad de buscar amparo en quienes pudieran prestarlo, de acogerse al patrocinio de un señor que les protegiese y defendiese en una sociedad perturbada por el constante estado de inquietud derivado de las guerras, las discordias civiles y devastaciones militares y en la cual la debilidad del poder público carecía de medios eficaces para proteger y garantizar la seguridad de personas y bienes...8 A la luz de este texto está clara la relación existente entre la encomienda medieval de los reinos peninsulares y la institución de la encomendación que surgiera en el bajo Imperio Romano. En la Península Ibérica, donde el feudalismo tuvo un devenir muy particular, apenas si tuvo vigencia la encomienda en la alta Edad Media. Sería ya a partir del siglo x, con motivo del avance de la Reconquista hasta el valle del Duero, cuando se dieron las circunstancias adecuadas para el desarrollo de la encomienda. C o m o bien se ha escrito, a medida que se iban reconquistando territorios a los árabes se implantaba un sistema de jerarquización del espacio de signo netamente feudal 9 . Robert S. Chamberlain sitúa el origen de la e n c o m i e n d a en la reconquista, cuando, según afirma, el Rey asignaba la propiedad de las aldeas moras tomadas a los guerreros que participaban en su conquista 1 0 . García de Valdeavellano, por su parte, ha definido la encomienda medieval c o m o un tipo especial de señorío, consistente, no necesariamente en un dominio, sino a veces tan sólo en una población, cedido de forma temporal o vitalicia, para que asumiese su protección y d e f e n s a " . El receptor de la encomienda se llamaba e n c o m e n d e r o - c o m e n d a d o r en las Órdenes Militares-, y las personas cuya protección asumía, encomendados 1 2 . En definitiva la base de la servidumbre feudal radicaba en que el campesino debía prestar su excedente laboral al señor, bien en forma de servicios personales, o bien en m o d o de renta, ya fuera en especie o en dinero 1 3 . Efectivamente en los reinos peninsulares el vasallo n o r m a l m e n t e pagaba los impuestos feudales - j u r i s d i c c i o -
8
García de Valdeavellano, Luis: Curso de historia de las instituciones españolas. Madrid, Alianza Universidad textos, 1986, p. 339. 9 Matellanes Merchán, José Vicente: "La encomienda santiaguista de Segura de la Sierra (1235-1335)", Historia Moderna. Córdoba, 199, p. 73. 10 Chamberlain, Robert S.: "The Castilian Backgrounds of the Repartimiento-Encomienda", en Contributions to American Anthropological History, 1939, p. 25. " García de Valdeavellano: op. cit., p. 522. En determinadas regiones españolas se ha descrito un tipo de encomienda infantil en el siglo xvi. Esta encomienda implicaba la protección y manutención de un joven a cambio de su servicio. Véase a este respecto el trabajo de Jiménez Jurado, María Isabel: "La encomienda infantil: una modalidad de dependencia personal en la Almería del siglo xvi", Hespérides, 1990, pp. 173-178. 12 lbidem. 13 Hilton, Rodney: Conflictos de clase y crisis del feudalismo. Barcelona, Editorial Crítica, 1988, pp. 185-186.
16
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
nales, territoriales y regalianos-, pero no en pocas ocasiones encontramos prestaciones laborales 14 . Por otro lado, la encomienda castellana, según la hipótesis sostenida por Ruggiero Romano, deriva de la behetría, en la cual la persona encomendada, pese a su situación servil, no perdía su condición de vasallo del Rey 15 . Efectivamente, escribe García de Valdeavellano, estas personas encomendadas continuaban " s o m e t i d o s a la suprema autoridad y jurisdicción del poder regio" 16 . Por tanto, podemos afirmar que el siervo en la Castilla bajomedieval no era propiedad del señor aunque dependiera totalmente de éste 17 . En definitiva la encomienda bajomedieval castellana implicaba la entrega a un señor de una jurisdicción o de unas personas, las cuales, a cambio de protección, debían prestar un servicio personal o tributario. Pese a su cesión en régimen servil, estos individuos continuaban siendo en todos los sentidos vasallos de la Corona. C o m o hemos visto, el desarrollo del feudalismo en Europa estuvo muy condicionado por el vacío humano que se generó. En este marco, la base de la economía y de la fortuna no era la posesión de la tierra - q u e sobraba- sino el control de la mano de obra 18 . Curiosamente en América la encomienda va a experimentar una expansión sin precedentes precisamente porque se daban las mismas circunstancias que en la época feudal europea. En el Nuevo M u n d o los españoles encontraron inmensos territorios donde la tierra no tenía valor si no había mano de obra para explotarla. Así, por citar un ejemplo concreto, en el pleito Ovando-Tapia, generado en 1509, el testigo Antonio de Villasante declaró que "las haciendas de esta tierra no son nada sin indios", opinión que fue repetida por otros declarantes 19 . La encomienda era idónea para sujetar la mano de obra a la tierra, tal y como había ocurrido en la época medieval. Por tanto, el surgimiento de este tipo de compulsión al trabajo debió estar favorecida por la existencia, desde el primer momento, de una abundante mano de obra, así como de un mercado asegurado para toda la producción 2 ". En el período conocido como "el ciclo del oro", donde la proIJ
Matellanes Merchán: op. cit., p. 76. Romano: op. cit.. p. 86. 16 García de Valdeavellano: op. cit., p. 523. 17 Cortés López, José Luis: La esclavitud negra en la Expaña peninsular del siglo xvi. Salamanca, Publicaciones de la Universidad de Salamanca, 1989, p. 17. '* Duby, George: Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea (500-1200). Madrid, Siglo xxi, 1989, p. 17. " Por citar otro ejemplo, Francisco de la Barrera afirmó que las haciendas sin mano de obra indígena "no se pueden regir". Rodríguez Demorizi, Emilio: El pleito Ovando-Tapia, comienzos de la vida urbana en Santo Domingo. Santo Domingo, Editora del Caribe, 1978, p. 32. También en otra obra del mismo autor: Los dominicos y las encomiendas de indios en la isla Española. Santo Domingo, Editora del Caribe, 1971, p. 33. 20 Véase Littlejohn, James: Estratificación social. Madrid, Alianza Universidad, 1983, p. 83. 15
L O S ORÍGENES DE LOS REPARTIMIENTOS Y LAS ENCOMIENDAS INDIANAS.
17
ducción - t a n t o agropecuaria c o m o m i n e r a - era totalmente absorbida, se dio el c a l d o de cultivo idóneo para la aparición de los repartimientos y las encom i e n d a s de indios.
2 . L A I N T R O D U C C I Ó N D E L O S R E P A R T I M I E N T O S EN I N D I A S
E x i s t e una gran c o n f u s i ó n a la hora de e x p l i c a r la i m p l a n t a c i ó n d e los repartimientos y las e n c o m i e n d a s en la A m é r i c a Hispana. Tradicionalmente la m a y o r í a de los historiadores habían c o n s i d e r a d o a m b o s c o n c e p t o s c o m o s i n ó n i m o s , a c e p c i ó n q u e , a n u e s t r o j u i c i o y c o m o v e r e m o s en las p á g i n a s siguientes, no es exacta. F u e Kirkpatrick en 1939 el p r i m e r o q u e r e l a c i o n ó ambos conceptos, utilizándolos indistintamente21. Esta interpretación f u e aceptada y d e f e n d i d a posteriormente por la m a y o r parte de la historiografía c o n t e m p o r á n e a . Así, por e j e m p l o , Silvio Zavala no establece distinción entre a m b o s c o n c e p t o s , a f i r m a n d o q u e los r e p a r t i m i e n t o s y las e n c o m i e n d a s se introdujeron por Cristóbal Colón en 1499, y se legalizaron en d i c i e m b r e de 1503, e s t a n d o f r e y N i c o l á s de O v a n d o al f r e n t e d e la g o b e r n a c i ó n d e La Española 2 2 . Otros autores posteriores han d a d o por válida esta interpretación q u e ha sido repetida hasta la saciedad 2 3 . Nosotros q u e r e m o s insistir en q u e se han ligado dos conceptos c o m p l e t a mente diferentes, a saber: los repartimientos a secas que introdujo Cristóbal C o l ó n y se legalizaron en d i c i e m b r e de 1503 y los repartimientos "en régim e n d e e n c o m i e n d a s " q u e e s t a b l e c i ó f r e y N i c o l á s de O v a n d o a p a r t i r d e 1505. Esta diferenciación entre repartimientos "a secas" y repartimientos de indios "a título d e e n c o m i e n d a " ya lo estableció a c e r t a d a m e n t e Ots C a p d e q u í hace varias décadas, a u n q u e sin precisar e x a c t a m e n t e ni una c r o n o l o g í a concreta ni sus respectivas definiciones 2 4 . A c o n t i n u a c i ó n i n t e n t a r e m o s a c l a r a r el c o n c e p t o d e r e p a r t i m i e n t o así c o m o su d e s a r r o l l o hasta 1505, f e c h a en la que, c o m o ya h e m o s a f i r m a d o , f u e s u s t i t u i d o p o r el r e p a r t i m i e n t o en e n c o m i e n d a , o s e n c i l l a m e n t e por la encomienda.
:l Véase Kirkpatrick. F. A.: "Repartimiento-encomienda", The Híspame American Histórica! Revien. Vol. XIX. N.° 3. August, 1939, pp. 272-279. :: Zavala: La encomienda indiana..., pp. 13-14. Entre ellos Lewis Hanke que plantea el origen de los repartimientos y las e n c o m i e n d a s indianas justo en los mismos términos que Zavala. Hanke, Lewis: La lucha por la justicia en la conquista de América. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1949, p. 29. Beatriz Fernández identifica t á c i t a m e n t e a m b o s c o n c e p t o s al a f i r m a r q u e C o l ó n introdujo "la e n c o m i e n d a " en 1499. F e r n á n d e z Herrero: op. cit.. p. 191. C a r l o s E s t e b a n D e i v e a f i r m a por su parte q u e la e n c o m i e n d a se creó por la C é d u l a del 20 de d i c i e m b r e d e 1503. Deive, C a r l o s E s t e b a n : La Española y la esclavitud del indio. Santo D o m i n g o , Fundación García Arévalo, 1995, p. 74. :4 Ots Capdcquí: op. cit.. p. 25.
18
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Para aclarar este término es preciso acudir de nuevo a la bibliografía medievalista. En la baja Edad Media el repartimiento no se entendía más que como eso, es decir, como un reparto ordenado de los bienes y de los esclavos de las tierras reconquistadas 2 5 . Una distribución que se hacía teniendo en cuenta el estatus social de los individuos así como su participación en la guerra. Los repartimientos realizados eran registrados en un libro que tenía una doble finalidad: en primer lugar, controlar los repartos, y en segundo lugar, otorgar legalidad al acto 26 . Éste, y no otro, es el tipo de repartimiento que introdujo el Primer Almirante en la última década del siglo xv. La palabra repartimiento, pues, alude a un concepto general que no supone más, como la propia palabra indica, que un reparto, en este caso concreto, de solares, tierras e indios. No se refiere, obviamente, al régimen de relaciones entre el poseedor del repartimiento y los indios incluidos en él, dado que las características de estas relaciones a nivel personal debían ser legisladas paralelamente. Sólo la C o r o n a tenía poder para repartir - y a fuesen tierras, solares o indios-, sin embargo, esta atribución la solía delegar en sus gobernadores. Cristóbal Colón, Francisco de Bobadilla, Nicolás de Ovando, Diego Colón repartieron tierras e indios durante sus respectivos mandatos. Excepcionalmente el Cabildo de Santo Domingo repartió "tierras, aguas y solares" 27 pero también determinadas autoridades locales repartieron indios por delegación expresa del Comendador Mayor frey Nicolás de Ovando 28 . C o m o es bien sabido el origen de estos primeros repartimientos indianos debemos situarlo en torno a 1496, cuando el Almirante procedió, por primera vez, a repartir mano de obra aborigen entre algunos de los españoles que le acompañaban. Así, en 1496, cuando el Almirante hizo entrega a su hermano Bartolomé de una caballería de tierra en el Árbol Gordo 29 , le debió repartir gran número de indios para destinarlos no sólo al cultivo de la tierra sino
25
García de Valdeavellano: op. cil., p. 242. lbidem, pp. 242-243. 27 R e s p u e s t a d e Su M a j e s t a d a la c i u d a d de S a n t o D o m i n g o , B u r g o s , 15 de f e b r e r o d e 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 13, ff. 17-21. Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Santo D o m i n g o , Monzón, 5 de j u n i o de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 13, ff. 195-196. Real C é d u l a a Sebastián R a m í r e z de Fuenleal, Toledo, 21 d e abril de 1529. AGI, Patronato 18, N.° 1 , R . 6 . 28 Mira C a b a l l o s , E s t e b a n : El indio antillano: repartimiento, encomienda y esclavitud (1492-1542). Sevilla, M u ñ o z M o y a Editor, 1997, p. 104. w La concesión de la caballería aparece en el inventario de los papeles de Colón que había en las Cuevas de Sevilla. A H N , Consejos Suprimidos 21.474, N.° 34. Arbol Gordo, se situaba a legua y media de d o n d e después se ubicaría la villa de la Buenaventura, y que posteriormente perteneció al licenciado Lebrón. AGI, Justicia 12, N.° I, R. 2. La concesión de esta caballería por el Almirante prueba que éste repartió tierras antes de recibir la patente de los Reyes Católicos para hacerlo, lo cual no ocurrió hasta el 22 de julio de 1497. Rodríguez Demorizi: El pleito Ovando-Tapia..., p. 48. 26
L O S ORÍGENES DE LOS REPARTIMIENTOS Y LAS ENCOMIENDAS INDIANAS.
19
al trabajo directo en las minas de San Cristóbal que se encontraban a una legua de distancia. No olvidemos que un reparto de tierras en esa época no tenía ningún sentido si no iba acompañado de otro reparto paralelo de mano de obra. Precisamente, este comienzo de los repartimientos en 1496 queda ratificado en un manuscrito de mediados del siglo xvn, en el cual se mencionaba lo siguiente: "principio de los repartimientos y encomiendas por don Cristóbal Colón, en la isla de Santo Domingo 1499, si bien el año 1496 ya hubo algo de esto..." 30 Ahora bien, hemos de hacer dos advertencias: primera, que no se refería en concreto a la institución de la encomienda, sino a los repartimientos, siendo el motivo de la utilización de este vocablo, la redacción del texto en el siglo xvn, cuando se interpretaban ya ambos términos como sinónimos. Y segundo, que, por supuesto, no se trata tampoco de repartimientos generales, sino tan sólo de repartos de indios a nivel individual, sin que exista en estos momentos una legislación definida, ni unas condiciones concretas en la tenencia de los indios. Tres años después, es decir, en 1499, Cristóbal Colón vuelve a repartir indios dando "a cada uno tierras a discreción con mil matas de yuca, y como se obligase a los caciques vecinos a hacer cultivar aquellos terrenos por sus subditos, de ahí tomaron principio esas reparticiones de indios" 11 . Al parecer el Almirante debió aceptar de buen grado los repartimientos de nativos por tres causas: una, porque consideraba que su número era inagotable y no mermaría sus propios intereses; dos, para evitar nuevas rebeliones como la de Roldán, y tres, para contentar a los pobladores recién llegados 32 . Con todo, no sabemos hasta qué punto fueron importantes estos repartos a nivel individual, pues algunos historiadores han defendido el carácter colectivo de esta institución en sus comienzos 3 3 . En este sentido, y siguiendo al padre Las Casas, fue usual juntar a dos o más españoles en una compañía para que se sirviesen de manera conjunta de un sólo cacique 34 . Realmente desconocemos la mayoría de los detalles sobre estos primeros repartimientos, pues ni tenemos constancia del número de aborígenes que se repartió, ni a qué españoles,
Tabla cronológica desde el año 1492 al de 1653. Biblioteca Nacional, Manuscrito 11.205/2. (ff. 118-130), f. 119. " Charlevoix, padre Pierre François-Xavier de: Historia de la isla Española o de Sanio Domingo. Santo Domingo, Editora del Caribe, 1979, p. 153. 32 Moya Pons, Frank: La Española en el siglo xvi, ¡493-1520. Santo Domingo, UCMM, 1978, p. 27. " Para Pérez de Tudela el repartimiento individual, en 1499, fue un caso "raro y muy raro y casi por la fuerza otorgado a personajes como Francisco Roldán y otro alguno". Pérez de Tudela Bueso, Juan: "La quiebra de la factoría y el nuevo poblamiento de La Española". Revista de Indias, N.°60, Madrid. 1955, p. 208. M Citado en Arranz Márquez, Luis: Repartimientos y encomiendas en la isla Española (el repartimiento de Alburquerque de 1514. Madrid, Fundación García Arévalo, 1991, p. 75.
20
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
ni tan siquiera por cuánto tiempo. Lo único que sí podemos afirmar es que estos dos primeros repartimientos no debieron ser demasiado gravosos para los naturales ya que, por un lado, afectó a un contingente reducido de ellos, y, por el otro, aún no se habían descubierto los principales yacimientos auríferos 35 . El 23 de agosto de 1500 arribó a La Española el pesquisidor Francisco de Bobadilla, que arrebató muchos indios a los colonistas pero que no hubo solución de continuidad en el sistema laboral. Para el indio, sin embargo, fue un período de tiempo muy difícil donde fue obligado a un trabajo intensivo, aunque a f o r t u n a d a m e n t e hubo regiones enteras que todavía escaparon al sometimiento español, dada su incipiente colonización. No se plantearon en estos momentos leyes protectoras para los indios, pues acaso no se pensaba aún en una colonización sino tan sólo en un aprovechamiento por unos años y el abandono posterior de los territorios. Hay una frase muy conocida atribuida a Francisco de Bobadilla y que es muy significativa al respecto: "Aprovecháos cuanto pudieredes, porque no sabéis cuánto este tiempo os durará" 36 . El indígena trabajó sin descanso en los placeres auríferos, lavando en los ríos y cavando o "escopetando" según la terminología de la época. Cuando en 1502 arribó Nicolás de Ovando a Santo Domingo lo primero que hizo, cumpliendo instrucciones precisas del 16 de noviembre de 1501, fue disponer que ningún español se sirviese de indios si no fuese por expresa voluntad de éstos, y pagándole por su trabajo lo que "buenamente pudieran merecer" 3 7 . Los aborígenes, sin embargo, no querían servir y huían a los montes a la primera oportunidad que se Ies presentaba. Por ello, el Comendador Mayor tuvo que escribir a la Reina Isabel, diciéndole "que por ninguna manera estos indios podían ser cristianos ni venir al conocimiento de nuestra Santa Fe Católica si no venían a poder de los cristianos y así conversando con ellos verían las cosas de nuestra Fe..."3* Los Reyes Católicos, que desconocían la realidad del Nuevo M u n d o , tuvieron en consideración lo expuesto por el Comendador Mayor y por una Real Provisión, expedida, como es de sobra conocido, en Medina del Campo, el 20 de diciembre de 1503, se restituyeron y legalizaron los repartimientos de indios 39 . Sin embargo, debemos advertir que en 1503 no se hablaba abso-
,5
Cassa: Los indios..., p. 197. •"' Arranz: Repartimientos..., p. 82. " Mira Caballos: El indio amillono..., p. 101. Carta de los religiosos d o m i n i c o s al Señor C h i c b v r e s . Santo D o m i n g o , 4 de junio de 1519. AGI, Patronato 174, R. 12. w Real Provisión a frey Nicolás de Ovando, Medina del C a m p o , 20 de diciembre d e 1503. CODOIN, Serie 1 .*, T. XXXI, pp. 209-212. Chacón y Calvo, José María: Cedulario Cubano, T. I, Madrid, S/F, pp. 85-87. Zavala: op. cit., p. 4. Konetzke, Richard: Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica (1493-1810), T. I. Madrid, C S I C . 1953, pp. 16-17.
L O S O R Í G E N E S DE LOS R E P A R T I M I E N T O S Y LAS E N C O M I E N D A S INDIANAS.
21
lutamente nada de encomiendas, sino que tan sólo se mencionaba un apremio de los indios al trabajo con unas condiciones determinadas. Los indios podrían ser obligados a trabajar, pero pagándoles un salario justo y permaneciendo como "personas libres" y no "como siervos". C o m o ya hemos afirmado, en 1503 no se alude en ningún momento a las encomiendas. Evidentemente no sólo no aparece tal palabra en el documento, sino que el sistema laboral que plantea no se parece en nada a la reciprocidad y a la servidumbre que supone la encomienda y de la que hablaremos con detenimiento en páginas posteriores. En diciembre de 1503 ni la Corona ni Ovando estaban pensando en la encomienda. Lo que sí es cierto es que en 1503 se introdujo una novedad que supuso un precedente de lo que será el régimen de encomiendas. Los indios serían libres, es decir, vasallos de la Corona de Castilla. Este matiz ya fue observado por Roberto Cassá cuando afirmó que mientras en los repartimientos de Bobadilla el indio quedaba en propiedad del español beneficiario del repartimiento, los que se realizaron bajo la gobernación de Ovando respetaban el vasallaje real del indio 40 . Esta diferencia ha hecho pensar a algún historiador que fue en 1503 cuando se introdujeron los repartimientos "dentro de la nueva modalidad de la encomienda", hecho que como veremos a continuación no se produjo realmente hasta 150541.
3. L A APARICIÓN DE LA ENCOMIENDA EN LAS I N D I A S
La cronología de los repartimientos creemos que ha quedado bien clara. En 1496 se introducen y continúan de manera más o menos ininterrumpida hasta mediados de 1502, momento en el que el Comendador Mayor, siguiendo las instrucciones de 1501, los suprimió. En vista de que los indios no querían servir en diciembre de 1503, tras más de un año y medio de supresión, se reinstauraron los repartimientos. Pero la Corona, que aún no había decidido la introducción de la encomienda, incluyó algunos matices a este nuevo repartimiento. Fundamentalmente compatibilizó su reparto con el mantenimiento a nivel legal de su libertad como vasallos de la Corona de Castilla. Pues, bien, en 1505, coincidiendo con el repartimiento general de indios de La Española, Nicolás de Ovando dejó de repartir indios a secas y comenzó a concederlos en régimen de encomiendas 4 2 . El viejo gobernador actuó
40 Cassá, Roberto: Historia social y económica de la República Dominicana, T. I. Santo Domingo, Editorial Alfa y Omega, 1993, p. 43. 41 Moya Pons: op. cit., p. 51. 4 - El término encomienda lo encontramos por primera vez en dos documentos fechados en 1509, es decir, en el pleito Ovando-Tapia en una carta escrita por frey Nicolás de Ovando en Lisboa el 9 de noviembre de 1509. En el primer instrumento se afirmaba que cuando el licen-
22
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
sin autorización expresa sencillamente porque, tras la muerte de la Reina en 1504, se daba un Ínterin donde el gobierno ovandino fue prácticamente autónomo. En realidad existía una verdadera problemática social porque el término repartimiento estaba vacío de contenido legal. Nicolás de Ovando, que era encomendero mayor de la Orden de Alcántara, conocía perfectamente esta problemática y también su posible solución a través de la encomienda. Se trataba de una institución que conocía a la perfección, pues, no en vano, en la Orden de Alcántara se concedían tierras en encomienda con las personas que vivían en dicha demarcación. Éstas estaban sometidas a la supervisión en última instancia del comendador mayor de la Orden 43 . Así, a través de visitadores se evitaban los abusos de los poseedores de la encomienda sobre sus vasallos, incentivando el poblamiento 44 . Desde luego lo que está fuera de toda duda es que la implantación de la encomienda por Ovando no respondió a un capricho personal. Más bien al contrario, pues, como escribió García Gallo, se debió a una reacción deliberada para solventar una problemática política, social y económica 45 . Existían serias razones, casi todas de orden económico, para trasladar a los nuevos territorios esta señera institución castellana. En primer lugar, mientras el repartimiento quedaba fuera del control real la encomienda era plenamente dirigida por la Corona. Efectivamente después de hacer un repartimiento era muy difícil convencer a los españoles de que devolviesen lo que ellos creían que se les había entregado legalmente. En cambio, la encomienda no presentaba esta problemática porque era una regalía regia. Sólo a la Corona correspondía decir quién recibiría una encomienda, con cuántos indios y, finalmente, por cuánto tiempo. De hecho en las instrucciones dadas a Diego Velázquez en 1522 quedó muy clara esta idea al pedir que se repartiesen los nativos en régimen de encomiendas "porque los tengan mientras fuere la voluntad nuestra" 46 . La facultad de encomendar indios la podía delegar la Corona en el repartidor, pero en cualquier caso estaba sujeto en todo momento a su estricta supervisión. De hecho la Corona en 1509 pidió a Diego Colón que en materia de
ciado Becerra arribó a la Española en 1506 el Comendador Mayor le "encomendó" los indios del cacique Ortiz. Y en el segundo documento el Comendador Mayor pedía que no se le quitasen los indios y naborías de casa que tenía "en encomienda" en la isla Española. Véase Mira Caballos: op. til., pp. 79-80. 43 Torres y Tapia, Alonso de: Crónica de la Orden de Alcántara, T. II. Madrid, 1786, p. 592. 44 Lamb: frey Nicolás..., p. 25. 45 García Gallo, Alfonso: "El encomendero indiano", Revista de Estudios Políticos, N.° 35. Madrid, 1951, p. 141. 44 Citado en Mira Caballos, Esteban: "El sistema laboral indígena en las Antillas (14921542). Cuadernos de Historia Latinoamericana, N.° 3. Münster, 1996, p. 17.
L O S ORIGENES DE LOS REPARTIMIENTOS Y L A S ENCOMIENDAS INDIANAS.
23
encomiendas le consultase siempre "porque de otra forma seguirán muchos inconvenientes" 47 . Incluso la encomienda, institución tradicionalmente defendida por la élite, podía llegar a resultar incómoda para ésta por el control regio que implicaba sobre la fuerza productiva. Por este motivo, Lucas Vázquez de Ayllón, que no se caracterizó nunca por el buen trato hacia sus indios, cuando fue a poblar la Florida solicitó que no se estableciese la encomienda 48 . El motivo que alegó fue la protección del indio, sin embargo, es probable que pretendiese más bien un control personal de la mano de obra indígena sin las incómodas ingerencias externas. Aunque el proyecto de poblamiento de la Florida fracasó por la prematura muerte de Vázquez de Ayllón, se trata posiblemente de la primera vez que un encomendero de la élite negaba la validez de la institución para regular el sistema laboral indígena. En segundo lugar, la encomienda implicaba un respeto por el vasallaje real del indio a diferencia de lo que había ocurrido durante la época de Cristóbal Colón y del pesquisidor Bobadilla. No obstante en diciembre de 1503, en ese ambiguo sistema de repartimiento, se estableció ya una supuesta libertad del indio que sólo la encomienda garantizaba. Y en tercer y último lugar, la encomienda regulaba las relaciones de reciprocidad existentes entre el encomendero y el encomendado. De hecho, la encomienda, de forma similar a lo que ocurría en la Castilla bajomedieval, no consistió más que en la entrega de cierto número de aborígenes a un español para que, a cambio de beneficiarse de los servios personales, los tutelase e instruyese en la fe 49 . En sus planteamientos teóricos intentó aunar nada menos que tres intereses regios, a saber: primero, cumplir con su compromiso de evangelización de los indígenas; segundo, saldar su deuda con los conquistadores, entregándoles indios en remuneración por sus esfuerzos 5 0 , y, tercero, satisfacer sus propios intereses económicos. Los Reyes de España se mostraron, pues, dentro de una "vital contradictio in terminis" entre dos polos antagónicos, la libertad y la conversión del indio, por una parte, y su
47 Citado en Utrera, fray Cipriano: Polémica de Enriquillo. Santo Domingo, Editora del Caribe, 1973, p. 130. 48 Capitulación con el licenciado Lucas Vázquez de Ayllón, Valladolid, 12 de junio de 1523. Del Vas Mingo, Marta Milagros: Las Capitulaciones de Indias en el siglo xvi. Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1986, pp. 194-195. 49 Ots Capdequí, José María: Instituciones sociales de la América Española en el período colonial. La Plata (República Argentina), Biblioteca de Humanidades, 1934, pp. 18-19. 50 La Corona se vio en la obligación de recompensar a los conquistadores que habían arriesgado sus bienes y sus propias vidas en la toma de los nuevos territorios. Así, por ejemplo, en una carta del licenciado Gaspar de Espinosa al Rey, fechada en 1530, le exponía la imposibilidad de quitarles los indios al licenciado Salmerón en Pacora (Panamá), porque le fueron dados en "remuneración de lo que sirvió en la conquista, pacificación, población y descubrimiento de aquella tierra, costa y Mar del Sur..." Carta del licenciado Gaspar de Espinosa a Su Majestad, Santo Domingo, 10 de abril de 1530. AGI, Santo Domingo 49, R. 1, N.° 3.
24
LAS ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
explotación como fuerza de trabajo en las minas, por la otra 51 . En este sentido, y siguiendo a Hoffner, la Corona estuvo guiada por tres principios básicos: la conversión de los indios, su trato humano y la obtención de los máximos ingresos posibles 52 . Desgraciadamente, el primer objetivo no alcanzó el resultado esperado; el segundo se logró demasiado tarde, cuando el aborigen estaba abocado a la extinción, y, finalmente, el tercero, sí tuvo y con creces el fruto deseado por la monarquía española. En lo que concierne a la figura del repartidor, debemos decir ante todo que su nombramiento siempre fue regio, pues, sólo al Rey competía la facultad de encomendar sus subditos. Esta función de repartidor la delegó el Rey en el gobernador, el tesorero o la Audiencia. En cualquier caso, el cargo de repartidor no era inherente al nombramiento de gobernador, sino que debía ser designado con independencia del puesto público que desempeñase. Tan sólo Cristóbal Colón repartió indios sin expresa delegación real, sin embargo, la institución aún no estaba configurada como tal. Posteriormente, el gobernador Ovando, en cuyas instrucciones de 1501 no se incluyó el reparto de indios, tuvo que pedir al Rey una autorización para poder ejercer el cargo de repartidor de indios 53 . Pocos años después, Diego Colón, que siempre aspiró a tener el mismo poder que Ovando, efectuó un nuevo repartimiento general sin tener expresa autorización para ello. La Corona le recriminó duramente, aunque se vio en última instancia obligada a confirmarlo para evitar una temprana discordia que hubiese acelerado el proceso de luchas políticas que sufrió la isla en la segunda década del siglo xvi 54 . Estaba claro que si la Corona no incluyó el poder de repartir indios entre las facultades del gobernador se debió sencillamente a que no era inherente a este oficio. En realidad, la actitud del segundo Almirante estaba justificada en la reivindicación que había hecho en Sevilla sobre su capacidad para repartir indios, lo cual no fue aceptado en ningún momento, pues en los Pleitos Colombinos "fue declarado y determinado pertenecer solamente a nos y a los Reyes que después de Nos viniesen el repartimiento de los indios así de la isla Española y de San Juan
51 Calvo Buezas, Tomás: "Interacción de los hispano-indios en la Florida y en el Caribe desde el punto de vista antropológico y cultural". La influencia de España en el Caribe, Florida y La Luisiana( 1500-1800). Madrid, 1983, p. 162. Este aspecto puede verse también en Castañeda Delgado, Paulino: "Un capítulo de ética indiana española: los trabajos forzados en las minas". Anuario de Esludios Americanos, T. XXVII, Sevilla, 1970, pp. 817 y ss. 52 Hoffner, J.: La ética española del Siglo de Oro. Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1957, p. 212. 51 Konetzke, Richard: Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica ¡493-1810, T. 1. Madrid, CSIC, 1953, pp. 16-17. 54 D e hecho ni en su nombramiento como gobernador, en donde se especificaban sus facultades, ni en sus instrucciones de gobierno se incluyó el repartimiento de indios, facultad que fue concedida en provisión aparte el 14 de agosto de 1509 y para reconocer unos hechos consumados. Arranz: Don Diego..., T. I. Madrid, CSIC, 1982, pp. 184-186, 2 0 6 - 2 2 0 y 2 2 4 - 2 2 5 .
L o s O R Í G E N E S D E LOS R E P A R T I M I E N T O S Y L A S E N C O M I E N D A S I N D I A N A S .
25
como de todas las otras islas, Indias y Tierra Firme del mar océano descubiertos y por descubrir" 55 . Creemos pues que en ningún momento desde la institucionalización de los repartimientos la facultad de repartir indios fue implícita al cargo de gobernador, pese a que, como ya hemos visto, en algunas ocasiones recayeron ambos poderes sobre la misma persona 56 . Para ser encomendero era necesario cumplir unos requisitos mínimos. Supuestamente dos: uno, jurar fidelidad al Rey y acudir con las armas cuando fuera necesario, Y dos, velar por la protección y educación de sus encomendados, lo cual sólo era posible residiendo en su encomienda 57 . Realmente en las Antillas en los primeros años no encontramos ningún caso de ritual de pleitesía, aunque es probable que en el momento de la entrega de la Real Cédula de encomienda se produjese algún acto en este sentido. Por lo demás el hecho de que la encomienda llevase implícita una contrapartida por parte de su poseedor incapacitaba de por sí a determinados grupos, a saber: los menores de edad - n o r m a l m e n t e menores de 25 años-, los mestizos y mulatos - d e b i d o a su ilegitimidad-, los extranjeros y los no residentes. A diferencia de lo que ocurrirá posteriormente en el Continente 58 , se recomendaba el contacto personal con los indígenas para procurar su pronta educación como "labradores castellanos", así como su rápida cristianización. Por ello, Nicolás de Ovando evitó durante sus siete años de gobierno que los absentistas y cortesanos poseyesen encomiendas 59 . Otra cuestión bastante oscura es el concepto de demora, es decir, ese período de tiempo que los indios encomendados debían servir a sus encomenderos. La duración anual de esta temporada que debían los indios servir ha sido muy controvertida. Se ha hablado de períodos de tiempo que van desde los cinco meses seguidos de cuarenta días de descanso, los seis meses y, finalmente, los ocho meses anuales 60 . Sea como fuere la evolución de la demora desde 1503, lo cierto es que en los últimos años de la primera década del siglo xvi se fijó, al parecer definitivamente, en ocho meses. De hecho esa misma duración va a tener no sólo en las demás Antillas Mayores, sino también en aquellas zonas del Continente donde había encomienda de servicio. En cualquier caso, de la demora lo desconocemos casi todo, desde la evolución exacta de su duración hasta los motivos de estos cambios. Posible-
55 Real Provisión al gobernador de la isla de Cuba, D i e g o Velázquez, Valladolid, 8 de mayo de 1513. AGI, Santo Domingo 9, R. 2, N.° 16. 56 Luis Arranz defendió que hasta Diego Colón el cargo de gobernador "llevaba consigo el privilegio de repartir indios", aseveración que como puede comprobarse no coincide con nuestra opinión a este respecto. Arranz, Luis: Don Diego..., T. I, p. 141. 57 Fernández Herrero: op. cit., p. 190. 5 » Ibidem, p. 192. 59 Mira Caballos: El indio antillano..., p. 106. 60 Véase Mira Caballos: El sistema laboral indígena..., pp. 20-21.
26
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
mente el aumento de la duración de la demora debió estar condicionada por una presión de los encomenderos similar a la que les llevó a conseguir la concesión de las encomiendas por dos vidas en 1513.
A. La controversia
por la
perpetuidad
Sobre esta cuestión se produjo una lucha constante por parte de los encomenderos que reivindicaron la sucesión a perpetuidad, hecho al que se negó la Corona desde un principio. Desde luego estos conflictos hay que verlos sin duda en el marco de las luchas señoriales ocurridas en Castilla a lo largo de los siglos xiv y x v . Los Reyes Católicos primero, y después Carlos V, mantendrán una lucha encarnizada en contra de la perpetuidad de las encomiendas, evitando de esta f o r m a la introducción de un verdadero sistema señorial en los nuevos territorios. Las disputas por la perpetuidad duraron prácticamente toda la época colonial, evitando finalmente la Corona que la América Hispana se convirtiese en territorio de señorío. Como es bien sabido, en las Antillas en un primer momento se otorgaban sencillamente, como se especificaba en las cédulas de concesión, "mientras fuese voluntad" de la Corona 61 . De hecho, mientras el repartimiento general de 1505 tuvo una vigencia de cuatro años, el de 1509 la tuvo de cinco, pues se volvió a repartir en 1514. Las dos vidas, es decir, por vida del encomendero y de un heredero, no se concedieron en La Española hasta fines de 1513, cuando por primera vez se ordenó a los repartidores Alburquerque e Ibarra que así lo hicieran 6 2 . Sin embargo, esta medida no afectó más que a La Española, pues, por ejemplo, en el repartimiento de 1522 en Cuba se continuó repartiendo por una sola vida. En esta isla la concesión por dos vidas no se otorgó legalmente hasta el 6 de n o v i e m b r e de 1528, c u a n d o se dispuso que las viudas e hijos de los fallecidos pudiesen heredar sus encomiendas 6 1 . Y finalmente para toda la América Hispana se amplió a dos vidas por Real Provisión del 25 de marzo de 1536, teniendo tan sólo una vigencia de seis años, pues en las Leyes Nuevas de 1542 se volvió a reducir a una sola vida 64 .
61
Mira Caballos: El indio antillano..., p. 91. Arranz: Repartimientos..., pp. 263-274. 61 Exactamente decía que "me fue suplicado y pedido por merced mandase que cuando algunos indios vacasen por fallecimiento de las tales personas casadas, no se quitasen los dichos indios a sus mujeres e hijos, aunque los tales hijos no fuesen legítimos, y que si el dicho difunto no dejase hijos ningunos, no se quitasen a su mujer..." Real Cédula a los oficiales de la isla de Cuba, Toledo, 6 de noviembre de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 13, fol. 433v. Transcrita en Konetzke: Colección de documento.'!..., pp. 108-109. 64 Ots Capdequí: El estado español..., p. 26. Zavala: La encomienda indiana..., pp. 18-19. Fernández Herrero: op. cit., p. 30. 62
L O S O R Í G E N E S DE LOS R E P A R T I M I E N T O S Y LAS E N C O M I E N D A S I N D I A N A S .
27
Los pareceres pidiendo la perpetuidad se repitieron sin cesar en los a ñ o s siguientes. U n o de los argumentos q u e esgrimían era q u e los españoles trataban peor a sus indios si sabían q u e los perderían, " p o r q u e los unos q u e entran hambrientos c h u p a n el z u m o q u e hallan y salidos aquellos entran otros h a m b r i e n t o s d e n u e v o " 6 5 . A s í en 1516 los j u e c e s de a p e l a c i ó n d e L a E s p a ñ o l a fueron acusados de explotar a sus indios de e n c o m i e n d a , porque "sabían q u e se los c a m b i a b a n cada vez q u e estos morían" 6 *. D e hecho, para m a n t e n e r s e siempre en una situación privilegiada, c u a n d o fallecían una parte importante de sus indios presionaban para q u e se volviese a hacer un repartimiento general. U n a carta escrita por los d o m i n i c o s de la isla Española, en 1516, al señor de Chiévres, es s u m a m e n t e reveladora en este sentido, c o m o p o d e m o s ver en el texto q u e transcribimos a continuación: De aqueste matar cada uno a sus indios vino a la isla una manera de buscar nuevos repartimientos en esta color diciendo el repartimiento que fulano hizo fue injusto por tal razón y tal no lo puedo hacer por tanto venga otro que más justamente entienda en el hacer repartimiento y no deje tantos agraviados y en la verdad muy Ilustre Señor no era ésta la causa sino que aquellos principales a los que les habían dado grandes repartimientos de indios como a los que residían en Castilla o a otros factores suyos que acá tenían puestos habían muerto la mayor parte de los indios que les eran dados y no tenían otro mejor color para tornarse a entregar en el cumplimiento de sus repartimientos sino viniendo repartimiento nuevo tornando todos los indios a montón y ya ellos estaban informados cuales eran buenos indios o malos, conviene a saber más provechosos o menos provechosos... 67
4.
INDIOS NABORÍAS Y DE ENCOMIENDA
O t r o a s p e c t o q u e c o n v i e n e d e j a r b i e n c l a r o es la d i f e r e n c i a e n t r e los indios naborías y los de e n c o m i e n d a s , p o r q u e es otra de las cuestiones q u e se han p r e s t a d o a múltiples discusiones. El v o c a b l o naboría, de origen indígena6*, designa a aquellos indios q u e estaban en una situación legal m u y parecida al esclavo, no constituyendo m á s q u e una variante jurídica de la esclavi-
65 Parecer de fray Domingo de Betanzos sobre la perpetuidad de los indios, 1543?, A H N , Diversos, doc. de Indias 22/47. Juicio de Residencia a los Jueces de Apelación, Lucas Vázquez de Ayllón, Marcelo de Villalobos y Matienzo, 1516. Respuesta de Francisco de Monroy a la octava pregunta del interrogatorio. AGI, Justicia 42, pieza Ia. 67 Carta de l o s d o m i n i c o s de La Española al S e ñ o r de Chiévres, Santo D o m i n g o , 4 de junio de 1516. Marte: op. cit., pp. 160-180. 68 Entre los indios de la época prehispánica existían los naborías, que eran indios vinculados a un cacique, al que tributaban.
28
L A S ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
tud. La única gran diferencia existente entre un término y otro es que los naborías no se podían vender legalmente. N o en vano, en esta situación cercana a la esclavitud lo sitúan cronistas con mentalidades tan diferentes c o m o Fernández de Oviedo y el padre Bartolomé de las Casas 69 . Igualmente, en un documento, fechado en 1543, se definían los naborías c o m o aquellos indios "que servían contra su voluntad, casi c o m o esclavos, aunque no se vendían y es de esta manera que los tenían depositados para servirse de e l l o s en las minas y en sus haciendas y si se querían ir a un cabo no podían porque se llaman naborías..."7" Estos indios, a medio camino entre la libertad y la esclavitud, no solían ser herrados, aunque en el Juicio de Residencia que, en 1528, se le tomó al gobernador de la isla de Cubagua se le hizo cargo de herrar en la cara a los indios esclavos y en el brazo a los naborías para distinguirlos, ya que se habían introducido en la isla muchos de forma ilegal 71 . Según el tipo de trabajo que desempeñaran los naborías podían ser de dos tipos: los que se designaban "de granjerias y minas", y los que se denominaban "de casa". Estos últimos servían en las viviendas de los españoles, desarrollando fundamentalmente tareas domésticas. Era más frecuente que fuesen mujeres, haciendo éstas las v e c e s de "mayordomas", curanderas y concubinas. Los indios "de casa" vivían todo el año en casa del español, por lo que estaban desarraigados de sus lugares y de su cultura, estando, pues, sumamente aculturados o ladinizados 72 . Estos naborías empleados en labores domésticas eran mejor tratados que el resto de los indios, ya que, después de unos años de convivencia con los
m
Fernández de Oviedo los definía así: "Había entre aquellos pobladores, primeros, más de mil e quinientos indios c indias naborías que servían a los cristianos en sus haciendas e casas; pero, porque adelante se tocará, algunas veces este nombre de naborías es bien que aquí se declare. Naboría es el que ha de servir a su amo, aunque le pese; e él no lo puede vender ni trocar sin expresa licencia del gobernador; pero ha de servir hasta que la naboría o su amo se muera. Si la naboría se muere, acabado es su cautiverio; y si muere su señor, es de proveer de tal naboría al gobernador, y dala a quien él quiere: Y estos tales indios se llaman naborías de por fuerza, e no esclavos; pero yo por esclavos los habría, cuanto a estar sin libertad." Fernández de Oviedo: p. cit.. T. III, Lib. XXIX, Cap VIII, p. 232. Las Casas, por su parte, los definía de la manera que sigue: "Naboría quiere decir que le sirven continuamente en casa, de la misma manera que esclavo, sino que pública ni secretamente los pueden vender sin pena: De manera que solamente difieren en el nombre porque en efecto lo mismo es..." Las Casas: En defensa..., p. 128. 70 Información sobre la libertad de los indios hecha a petición de Gregorio López del Consejo de Indias, Sevilla, 23 de junio de 1543. AGI, Patronato 231, N.° 1, R. 4. 71 Pesquisa que se tomó en la isla de Cubagua por el Juez de Residencia Gaspar de Espinosa, Nueva Cádiz, 26 de noviembre de 1528. AGI, Justicia 50, Pieza 1*. 72 En una probanza hecha en la Española por Diego Méndez se decía lo siguiente: "Item, si saben que los naborías de casa suelen servir todo el año a los que los tienen encomendados sin huelga ni intermisión de ninguna parte del dicho año y así es público y notorio..." Pleito entre Diego Méndez y Juan Roldán, Santo Domingo, 1529. AGI, Justicia 6, N.°4.
L O S O R Í G E N E S DF. LOS R E P A R T I M I E N T O S Y L A S E N C O M I E N D A S I N D I A N A S .
29
españoles, terminaban congraciándose con ellos. En este sentido, cuando el licenciado Villalobos fue acusado de no haber dejado los indios que se le mandaron quitar, alegó que sólo le quedaban cinco o seis, que las mujeres las había casado y que "los varones no quisieron salir de la casa del dicho licenciado porque nacieron y se criaron en ella" 73 . Por esas mismas fechas, Francisco Tostado, escribano público de la Audiencia, declaró que había casado a muchas criadas tanto de Castilla como de la tierra y que tenía la intención de hacer lo mismo con otras indias naborías que poseía 74 . Incluso, en el momento de dictar los castellanos su última voluntad, solían acordarse de los indios naborías, a los que se les solía conceder la libertad, o bien, dejarles ciertas sumas de dinero para su sustento. Así, por ejemplo, en su testamento, Diego Velázquez ordenó a sus albaceas que entregasen de sus bienes a los indios naborías sayos, caragüelles, camisas y zapatos, y a las indias camisas, naguas, servillas y paños 75 . En una posición de menor estatus estaban los naborías de "granjerias y minas", cuya suerte era bien distinta a la de los naborías "de casa", pues solían trabajar en las minas, mientras durase la demora de los indios de repartimiento, y el resto lo hacían en la hacienda de su señor, mientras los indios de repartimiento iban a descansar a sus "conucos". La media de días de trabajo al año oscilaba entre 300 y 320, es decir, todo el año, excluyendo los domingos y los días de fiesta. Su situación era de total servidumbre, trabajando sin descanso para los castellanos y viviendo en la misma estancia de los españoles en unos bohíos habilitados para tal efecto en el entorno de la vivienda de sus señores. En el interior de estos bohíos, y pese a la cercanía permanente a los españoles, siguieron practicando sus ancestrales ritos y sus tradicionales métodos curativos 76 . Con respecto al tiempo que debían servir a los españoles, existían los naborías de repartimiento y los otorgados a perpetuidad. Los primeros trabajaban lodos los días del año para un español, hasta que se hiciese un nuevo
7 ' Juicio de Residencia tomado a los oidores y al fiscal de la Audiencia de Sanio D o m i n g o por el licenciado Gaspar de Espinosa, 1527. AGI, Justicia 50, Pieza I a . Al año siguiente, el Rey ordenó a los oidores que viesen si era cierto lo que la m u j e r de Villalobos afirmaba acerca de que los indios no se querían ir de su casa, hecho que parece ser se confirmó. Real Cédula a los oidores de Santo Domingo, Madrid 21 de agosto de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 13, ff. 315v-316v. 74 I n f o r m a c i ó n hecha por F r a n c i s c o Tostado, e s c r i b a n o público. Santo D o m i n g o , 28 de junio de 1527. AGI, Santo D o m i n g o 9. R. I , N ° 15. 7Í Pleito entre los herederos de Diego Velázquez en el que se inserta el testamento fechado en Santiago. II de junio de 1524. AGI, Justicia 975, N.° 1, R. 5. Transcrito con algunos errores en CODOIN Serie I a , T. XXXV, pp. 500-547. 76 Mira Caballos. Esteban: "El pleito Diego Colón-Francisco de Solís: El primer proceso por malos tratos a los indios en La Española (1509)", Anuario de Estudios Americanos, T. L, N.° 2, Sevilla, 1993, p. 326.
30
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
repartimiento o hasta que el repartidor se los encomendase a otra persona. En cambio, los concedidos a perpetuidad, estaban adscritos vitaliciamente a un individuo, heredándolo sus sucesores como si de un esclavo se tratase. La única diferencia con el esclavo, nuevamente, sería la de que no se podía vender 77 . En cambio, el indio de encomienda servía sólo durante la demora en las minas, yendo, el resto del año, a sus propios "conucos". Con respecto a la duración de la demora ha existido hasta la fecha una enorme controversia, pues mientras para unos autores duró seis meses, para otros eran períodos de cinco meses seguidos de cuarenta días de descanso 78 . Nosotros tenemos algunas referencias documentales que indican que durante el gobierno de Ovando y de Diego Colón la encomienda duró ocho meses ai año 79 . Sin embargo, es probable que la duración fuese variable y que, al menos a nivel legal, tuviese distintas evoluciones que no han sido descritas hasta la fecha. Eso a nivel teórico, porque en la práctica sabemos que los indios de encomienda eran retenidos en las minas todo el año.
77
Mira Caballos: El sistema laboral indígena.... pp. 23 y ss. lbidem. p. 20. 7 " lbidem. pp. 20-21. 78
LA ECONOMÍA EN LA ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS DEL TESORERO CRISTÓBAL DE SANTA CLARA (1505-1507)
El trabajo que ahora presentamos está basado en una relación de cuentas que figuran en una información hecha por el antiguo tesorero de La Española, Cristóbal de Santa Clara, en 1531 y cuyo texto original se conserva en los repositorios del Archivo General de Indias 1 . Gracias a esa relación podemos reconstruir en buena parte la economía de la isla, durante el gobierno del C o m e n d a d o r Mayor de la Orden de Alcántara frey Nicolás de Ovando, y especialmente en el período comprendido entre 1505 y 1507, fecha esta última en la que el mencionado tesorero fue sustituido en el cargo por Martín de Gamboa, al detectársele un desfalco importante a la hacienda pública 2 . No cabe duda de la importancia que tienen las cifras aquí ofrecidas, ya que ponen de manifiesto la capacidad de frey Nicolás de Ovando a la hora de establecer las bases de un sistema económico que mutatis mutandis se va a mantener vigente durante todo el período colonial español. Este proceso era conocido gracias a las escuetas noticias que fray Bartolomé de Las Casas nos dejó en su "Historia de las Indias", las cuales fueron recogidas posteriormente por otros historiadores 3 . Por lo demás, las primeras referencias que se hicieron a la documentación que, en relación a este proce' Información del Tesorero Cristóbal de Santa Clara, Santo Domingo, 13 de octubre de 1531. AGI, Justicia 990, N.° 1. Este artículo fue publicado por nosotros en la revista IberoAmerikanisches Archiv, Vol. 24, N.°3-4. Berlín, 1998, pp. 247-265. El apéndice documental permanecía inédito. - No vamos a entrar ahora en el estudio de la vida y personalidad del cacereño frey Nicolás de Ovando, sin embargo, puede verse un estado de la cuestión en Mira Caballos, Esteban: "En tomo a una biografía sobre frey Nicolás de Ovando: estado de la cuestión", XXV Coloquios de Historia de Extremadura. Trujillo, 1996 (en prensa). El dominico citaba siempre al tesorero como Santa Clara sin especificar su nombre de pila. Ursula Lamb erróneamente lo confundió con otro poblador de la isla llamado Bernardino de Santa Clara. Lamb. Ursula: Frey Nicolás de Ovando gobernador de las Indias. Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1977, p. 154. Otros investigadores siguiendo a Lamb han incurrido en el mismo equívoco. Véase por ejemplo Moya Pons, Frank: La Española en el siglo xvi. 1493-1520. Santiago de los Caballeros, 1978, p. 90.
32
LAS ANTILLAS MAYORES.
1492-1550
so, se conservaba en el Archivo General de Indias las ofreció el infatigable investigador fray Vicente Rubio O. P. en un libro editado en 197 8 4 . Como es bien sabido, Cristóbal de Santa Clara era natural de Salamanca, y fue nombrado en el cargo por frey Nicolás de Ovando para sustituir al desacreditado tesorero del pesquisidor Boba- dilla, Rodrigo de Villacorta. Cuando arribó a La Española tenía entre dieciocho y veinte años, pues, en 1530, se decía que tenía entre 4 6 y 48 años. Este mozo cayó en gracia al serio gobernador, quien tras la repentina muerte de Villacorta, lo nombró como sustituto a la espera de las credenciales reales. Según relató el ya citado fray Bartolomé de las Casas, el tesorero Santa Clara se dedicó a dar grandes fiestas, tomando dinero de la hacienda real que después no pudo devolver 5 . Efectivamente, fue alcanzado en nada menos que 80.000 castellanos de oro, que pudo pagar gracias a los 92.000 castellanos que obtuvo de la subasta de la mayoría de sus bienes raíces 6 . Sin embargo, como puede observase en la probanza que realizó el propio Santa Clara, el alcance se debió fundamentalmente a las deudas contraídas con el fisco por los vecinos, que no pudieron pagar. Además, el propio Santa Clara se encargó personalmente de reparar los perjuicios, dedicándose nada menos que trece años a recaudar en las fundiciones los citados débitos. Negligencia hubo; no obstante, no se debió tanto a la fastuosidad de las fiestas que, según la historiografía tradicional, celebraba, como a la quiebra de muchos de los pequeños mineros. Cristóbal de Santa Clara continuó siendo un personaje destacado de la isla, ostentado durante muchos años el puesto de regidor del Cabildo de Santo Domingo. Incluso tras su muerte, se despachó una Real Provisión, fechada el 23 de mayo de 1539, en la que se nombraba regidor de Santo Domingo a su hijo Luis de Santa Clara 7 . En cualquier caso, este desfalco salpicó desde luego al gobernador que debía estar al corriente de las irregularidades cometidas por su tesorero. No en vano, unos meses antes de descubrirse oficialmente el fraude, escribió una carta al Rey para que ordenase un juicio de residencia a sus oficiales 8 . Esta petición la debió hacer como medio de adelantarse a las circunstancias, sin embargo, la respuesta del Rey no pudo ser más comprometedora para Ovando, al decirle que no era necesario dicho proceso porque confiaba plenamen4 Rubio, fray Vicente O.P.: Datos para la historia de los orígenes de Santo Domingo (proceso Corvera-Roldán v Pasanumte-Roldán). Santo Domingo, Fundación García Arévalo, 1978. pp. 10-11. 5 Las Casas, fray Bartolomé de: Historia de las Indias, T. 11. Santo D o m i n g o , Ediciones del Continente, 1985, Lib. II, Cap. XLII. pp. 344-345. 6 L a m b : op. cit., p. 155. 7 Real Provisión al Cabildo de Santo Domingo, Toledo, 23 de m a y o de 1539. AGI. Santo D o m i n g o 868, L. 1. f. I76v. 8 Real Cédula a frey Nicolás de Ovando, Toro, 27 de diciembre de 1504. AGI, Indiferente General 418, L. I . f f . 141 v-!42v.
L A E C O N O M Í A EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
33
te en él1'. Pero es más, según el padre Las Casas, la amistad de Ovando con el tesorero Santa Clara era tan grande que, incluso después de ser acusado, lo apoyó, pues, prometiendo prebendas y buenos repartimientos de indios, consiguió que los vecinos pujasen en la subasta de los bienes del tesorero. Incluso sabemos que mantuvo a Santa Clara en el cargo hasta avanzado el año de 1507, fecha en la que decidió finalmente cesarlo en el cargo, dadas las dimensiones que estaba cobrando el asunto. Es evidente, pues, el duro golpe que supuso para el prestigio del hasta entonces incorrupto gobernador, ya que a la larga proporcionó sólidos argumentos en su contra al nuevo partido influyente en la corte, centrado, como es bien sabido, en torno al obispo Fonseca. No debemos olvidar que el desfalco era responsabilidad última del gobernador, pues entre sus obligaciones figuraba la de velar por los intereses de la Corona, administrando sus propiedades y cobrando los impuestos a ella pertenecientes 10 . De hecho, los vecinos tuvieron muy clara si no la implicación directa del gobernador, al menos sí su responsabilidad, pues, no en vano, escribieron al Rey denunciándolo por "darles lugar a que tanto hubieren metido la mano en la hacienda" 11 .
1. L A PRODUCCIÓN DK ORO EN L A E S P A Ñ O L A ( 1 5 0 5 - 1 5 0 7 )
Como es de sobra conocido, frey Nicolás de Ovando a su llegada a la isla en 1502 llevaba instrucciones muy precisas y detalladas de c ó m o debía gobernar la isla. Concretamente, lo primero que debía hacer era residenciar al Comendador de la Orden de Calatrava, Francisco de Bobadilla, así como recaudar todas las deudas que los vecinos tenían contraídas con el fisco, aunque, eso sí, "con templanza", para evitar en la medida de lo posible la quiebra económica de la isla 12 . Pero fundamentalmente Ovando tenía instrucciones muy precisas para fomentar la explotación de los placeres auríferos en la isla Española, cometido que cumplió con creces, pues, no debemos olvidar que la producción de metal precioso siguió una línea ascendente a lo largo de toda su gobernación 13 . Para ello estableció un sistema restringido de fundiciones localizadas, una en la Buenaventura, a orillas del río Hayna - d o n d e se encontraban las
9 Concretamente le respondió lo siguiente: "...en lo de la residencia que pedís para vuestros oficiales no es menester porque yo confío de vos todas las cosas de justicia haréis c o m o conviene y no consentiréis que vuestros oficiales hagan cosa que no deban", lbidem. 10 Lamb: op. cil., p. 159. 11 Arranz Márquez, Luis: Don Diego Colón, T. I. Madrid, CSIC, 1982, p. 92. 12 Herrera, Antonio de: Historia general de los hechos de los castellanos, T. I. Madrid, 1935, p. 396. " Lamb: op. cit., p. 133.
34
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
ricas minas de San Cristóbal-, y otra en la villa de Concepción de la Vega, en las cercanías del gran yacimiento minero del Cibao. Hasta 1505 hubo una sola fundición anual en cada una de estas dos villas, mientras que desde 1506 se hicieron dos en cada localidad. Los vecinos siempre presionaron para que se pudiese fundir en cualquier momento del año, pero el gobernador jamás consintió esta circunstancia, ya que deseaba que en las fundiciones estuviesen presentes los oficiales reales para evitar posibles fraudes. Como es lógico, difícilmente podían estar presentes los oficiales reales si las fundiciones se hubiesen prolongado a lo largo de todo el año. Así pues, Ovando organizó en los primeros años todo el sistema de explotación minera, no sólo el régimen de explotación, sino también el régimen de fundiciones. Pese a todo, esta organización de la minería no fue ideada por el propio Ovando, que carecía de conocimientos sobre la materia, sino que se limitó tan sólo a cumplir fielmente las instrucciones reales 14 . No en vano en una respuesta dirigida al gobernador de 1503 se le instó a que crease dos fundiciones, una en el sitio del Árbol Gordo, a una legua de las minas de San Cristóbal, y otra, a seis leguas de las minas del Cibao, "y que todo se funda allí" 15 . A continuación presentamos el cuadro N.° I en el que aparece reflejado el oro fundido en La Española entre 1505 y 1507.
CUADRO I Oro fundido en La Española (1505-1507)16 Año
Quinto
Total fundido
Aumento
1505 1506 1507
17.188 37.930 42.810
85.940 189.650 214.050
220% 112%
TOTAL
97.928
489.640
_
De las cifras expuestas en el cuadro anterior se deduce el aumento constante que experimentó la producción aurífera, pues entre 1505 y 1506 fue del 14 En el caso de la minería, Ovando no pudo ser original porque no tenía ninguna experiencia en este sentido en su Extremadura natal. Muy diferente fue el caso de las explotaciones agropecuarias, que Ovando desarrolló mejor que nadie dada su experiencia previa al frente de la encomienda mayor de la Orden de Alcántara. 15 Respuesta a frey Nicolás de Ovando, Alcalá de Henares, 10 de abril de 1503. AGI, Indiferente General 418, L. 1, ff. 202v-203. 16 Los datos están extraídos del Apéndice I. Hemos despreciado los tomines y los granos.
35
L A ECONOMIA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
PRODUCCIÓN DE ORO LA ESPAÑOLA Miles
25
(1505- 1507 J
2 2 0 % , mientras que en relación al año siguiente aumentó un 112%, mostrand o c l a r a m e n t e el é x i t o d e las m e d i d a s e c o n ó m i c a s t o m a d a s e n t r e 1504 y 1505 17 . A d e m á s , a la luz de este cuadro I se c o n f i r m a con cifras concretas la asev e r a c i ó n hecha hace y a varias d é c a d a s p o r U r s u l a L a m b en r e l a c i ó n al y a c i t a d o aumento p r o g r e s i v o de la producción aurífera durante la g o b e r n a c i ó n del C o m e n d a d o r M a y o r 1 8 . A s í , p o d e m o s observar c ó m o en tan sólo tres años la p r o d u c c i ó n de o r o r o z ó los 500.000 pesos de o r o , c i f r a realmente notable si la c o m p a r a m o s p o r e j e m p l o c o n los p o c o m á s d e 6 2 4 . 0 0 0 p e s o s q u e se f u n d i e r o n en C u b a entre 1515 y 1547 ! 9 . U n a p r o d u c c i ó n aurífera realmente alta, aunque en cualquier c a s o m e n o r a la m e n c i o n a d a por el padre las Casas, quien a f i r m ó que en t i e m p o s de la g o b e r n a c i ó n d e O v a n d o se fundían en la isla entre 4 5 0 y 460.000 pesos de o r o anuales 20 .
17
C o m o y a h e m o s d i c h o , en 1504 se e s t a b l e c i e r o n las d o s f u n d a c i o n e s en la isla, y s e
r e g u l ó el t r a b a j o i n d í g e n a en las m i n a s . En 1505 se t o m a r o n otras m e d i d a s , tales c o m o e n v i a r un c e n t e n a r d e n e g r o s a trabajar a las minas, así c o m o 150 asnos para facilitar el transporte d e l p r e c i a d o m i n e r a l . R e a l C é d u l a a f r e y N i c o l á s d e O v a n d o , S e g o v i a , 15 d e s e p t i e m b r e d e 1505. A G I , I n d i f e r e n t e G e n e r a l 4 1 8 , L . l , f f . 180v-181 v. 18
L a m b : op. til.,
"
S e g ú n L e v í M a r r e r o , entre 1515 y 1547 se f u n d i e r o n en la isla 6 2 4 . 1 1 5 p e s o s d e o r o .
M a r r e r o , L e v í : Cuba,
p. 133. economía
y sociedad,
T . II. P u e r t o R i c o , E d i t o r i a l San Juan, 1972, p. 20.
El r e c i e n t e l i b r o d e G a r c í a R e g u e i r o , O c t a v i o : Oro y población. (1511-1542), 20
Producción
de oro
en
Cuba
M a d r i d , 1994, no o f r e c e n u e v o s datos s o b r e las f u n d i c i o n e s en C u b a .
L a s C a s a s : op. til.,
T . II, L i b . II, C a p . X L I I , p. 343. Esta c i f r a aportada p o r el d o m i n i c o
s e v i l l a n o ha s i d o r e c o g i d a en numerosas obras posteriores.
36
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Por tanto, Ovando consiguió organizar la explotación aurífera de la isla, llevando a c a b o e f i c a z m e n t e las órdenes reales en c u a n t o al r é g i m e n de explotación y fundición e implantando un sistema laboral indígena basado en la institución de la encomienda 2 1 . En este sentido no debemos olvidar que, hasta la llegada del C o m e n d a d o r M a y o r a la isla, el l a b o r e o en las minas había sido un auténtico desastre, especialmente gravoso para la Corona, que vio reducidos sus ingresos sustancialmente al decretar Francisco de B o b a d i 11a, sin autorización expresa, que se pagase del oro que se recogiese el onceno, en vez del tercio que estaba dispuesto. Así, pues, a la llegada de Ovando a L a Española lo primero que hizo fue reclamar a los vecinos el pago, en un primer momento, de la mitad del oro que habían recogido durante el tiempo que estuvo c o m o pesquisidor en la isla Bobadilla, y, desde abril de 1503, el tercio 2 2 . No obstante, incluso esta última i m p o s i c i ó n debió resultar e x c e s i v a m e n t e gravosa para los v e c i n o s que, debido a su falta de liquidez, no tardaron en manifestar su malestar frente a estas r e c l a m a c i o n e s reales. El propio O v a n d o c o m p r e n d i ó pronto la n e c e s i d a d que había de introducir algunos c a m b i o s f u n d a m e n t a l e s para relanzar la e c o n o m í a minera. Concretamente, en 1504 se despacharon varias medidas de una gran importancia en el desarrollo posterior de la explotación aurífera, a saber: en primer lugar se dio un permiso general para que todos los españoles residentes pudiesen extraer oro, con la única condición de que registrasen su solicitud ante las autoridades de la isla, y, en segundo lugar, se e s t a b l e c i ó que tan sólo se pagase el quinto del oro y no el t e r c i o c o m o se estaba exigiendo desde 1503. Por lo demás, y c o m o podemos observar en el cuadro N.° II que exponemos a continuación, la producción de las minas del Cibao y de San Cristóbal fue bastante homogénea, fundiéndose poco más metal aurífero en C o n c e p ción de la Vega que en La Buenaventura. Efectivamente, según se deduce de este cuadro N.° II, la producción aurífera en a m b a s minas fue muy similar, fundiéndose en L a C o n c e p c i ó n un 51,41 % y en la villa de La Buenaventura un 4 8 , 5 9 % . Sin embargo, esas diferencias se deben casi exclusivamente al año de 1 5 0 6 , cuando entraron algo más de 2 . 0 0 0 pesos más en La Concepción, mientras que en los dos años restantes la cantidad de oro que se fundió en ambos lugares fue casi la misma.
21
C o m o es bien sabido. Ovando fue el auténtico creador del sistema de los repartimientos
y las encomiendas indianas. Sobre este particular pueden verse mis trabajos siguientes: " E l sist e m a laboral indígena en las Antillas ( 1 4 9 2 - 1 5 4 2 ) " , Cuadernos
de Historia
Latinoamericana,
N.° 3. Munster, 1 9 9 6 , p. 15, y " R e c t i f i c a c i o n e s en torno al gobierno de frey Nicolás de O v a n d o en la Española ( 1 5 0 2 - 1 5 0 9 ) " , Revista de Esludios
Extremeños,
T. LII, N.° 1. Badajoz, 1 9 9 6 , pp.
84-85. 22
R e s p u e s t a al g o b e r n a d o r frey N i c o l á s de O v a n d o , A l c a l á de H e n a r e s , 10 de abril d e
1 5 0 3 . AGI. Indiferente 4 1 8 . L. 1, ff. 2 0 2 v - 2 0 3 .
37
L A E C O N O M Í A F.N L A E S P A Ñ O L A A T R A V É S D E L A S C U E N T A S .
CUADRO II Comparación entre las fundiciones de la Buenaventura y Concepción Fundición
1505
1506
1507
Total abs.
%
La Buenaventura La Concepción
8.420 8.766
17.860 20.070
21.308 21.502
47.588 50.338
48,59 51,41
TOTALES
17.186
37.930
42.810
97.926
100
En general, ya hemos visto cómo el aumento de la producción aurífera fue espectacular, de forma que si entre 1507 y 1508 la Corona apremió en varias ocasiones al gobernador Ovando para que no descuidase las minas y aumentase la producción 2 3 se debía fundamentalmente a dos causas: primero, a la avidez insaciable de oro en Castilla, y, segundo, a que sólo una pequeña parte del oro y de las demás rentas producidas en La Española llegaban realmente a Castilla. Así, sabemos que entre marzo de 1506 y marzo de 1508 tan sólo se enviaron a Castilla, consignados a Su Majestad, 87.306 pesos de oro donde se incluían no sólo el quinto sobre el oro fundido sino también las demás rentas reales obtenidas en la isla - a l m o j a r i f a z g o , rentas de la sal, rentas de las explotaciones agropecuarias reales, etc. 24 El hecho de que sólo llegase a Castilla una mínima parte de lo recaudado en La Española por los oficiales reales se debía a tres causas f u n d a m e n talmente: primero, a una incipiente pero notable burocracia llegada a la isla con el propio frey Nicolás de Ovando, y que tan sólo en salarios suponía un desembolso superior a los 1,6 millones de maravedís anuales 25 . Segundo, a las importantes partidas gastadas en obras públicas, muy necesarias en los primeros años. De hecho, en las cuentas de Santa Clara 21 Por ejemplo en una Real Cédula, fechada el 21 de octubre de 1507, se le ordenaba al gobernador que no se viniese a España sin solucionar los problemas de las minas. Real Cédula a frey Nicolás de Ovando, Burgos. 21 de octubre de 1507. AGI, Indiferente 1961, L. 1, ff. 4-5. En este sentido se dirigen también otras dos Reales Cédulas al gobernador, fechadas el 25 de enero y el 30 de abril de 1508. AGI, Indiferente General 1961, L. 1, ff. 7v y 37-37v. 24 Véase el apéndice II. 25 Concretamente se pagaban los siguientes salarios: el gobernador 366.000 mrv.; el capitán de armada Andrés Velázquez, 5 0 . 0 0 0 ; el letrado del gobernador, 5 0 . 0 0 0 ; el contador, 80.000; el veedor, 70.000; el factor, 50.000; el físico, 50.000; el cirujano, 30.000; el boticario, 20.000, "mas otra suma c o m o pago a otros servidores del gobernador. Pago de salarios por Ovando, el documento está fechado en 1501, dato que es erróneo pues se cita como veedor a Diego Márquez, nombrado para el cargo el 17 de abril de 1505. Así pues, en este último año debemos fechar dicho documento. Marte, Roberto: Santo Domingo en los manuscritos de Juan Bautista Muñoz. Santo Domingo, Fundación García Arévalo, 1981, p. 21.
L A S ANTILLAS MAYORES,
38
1492-1550
aparecen reflejados numerosos descargos abonados a "los oficiales de manos" que trabajan en las obras de Santo Domingo 26 . Y tercero y último, a la quiebra de muchos de los mineros españoles, debido a la revolución de los precios que se vivió en la isla durante los primeros años. El propio padre Las Casas dejó bien claro el negocio ruinoso que suponía la explotación de oro al decir lo siguiente: Fue también una regla en esta isla general que los que no echaban los indios a las minas, sino que los ocupaban en otras granjerias y trabajos, como menos reprobados y menos aflictivos de los inocentes indios, tuvieron menos necesidad y más medraban27. En la isla en los primeros años los precios se dispararon y el propio padre Las Casas decía que aunque sacasen 500 o 1.000 pesos todo se lo gastaban porque un azadón costaba 10 ó 15 castellanos, una barreta hasta 5 castellanos, un almocafre 2 ó 3 castellanos de forma que cuando Ovando les pidió el tercio de lo que habían extraído "no se hallaron con un maravedí" 28 . Incluso el alimento más básico de la isla, como podía ser el cazabe extraído de la yuca, se conseguía a precios bastante elevados. No debemos olvidar que una de las tácticas pasivas que utilizaron los indios para intentar expulsar a los españoles fue destruir sus conucos de yuca 29 . Así, por ejemplo en 1501 se tasaba el coste de mil montones de yuca en nada menos que 60 pesos de oro, disminuyendo su precio hasta 1508 en un 57%, pues se vendía la misma cantidad de yuca en tan sólo 25,8 pesos 30 . No debemos olvidar que los precios se regulaban mínimamente en Castilla a través de la alhóndiga 1 1 , institución que aunque aparece ya en los tiempos de Ovando lo cierto es que en estos m o m e n t o s no sirvió más que para proporcionar a los españoles algunas herramientas traídas de Castilla.
26
AGI, Justicia 990, N.° 2. Las Casas: op. cit., T. II, Lib. II, Cap. XLII, p. 344. 28 Ibidem, T. II, Lib. II, Cap. VI, p. 225. En las cuentas de Alonso de Santa Clara se reflejan también otros precios: una potranca 80 pesos; una yegua con su potra 100 pesos (9-XII1505); una herramienta de metal 5 pesos, 4 tomines (sep. de 1504). 3.700 montones de yuca 114 p 6 t. (1507); 3 esclavos indios 100 pesos de oro; 1 esclavo 12 pesos de oro; en 1506 215 cargas y 19 libras de cazabe 176 pesos, 4 tomines y 3 granos; 2 hamacas 7 pesos, 3 tomines y 6 granos; una canoa 70 pesos; 6 quintales de hierro y 1 romana: 20 pesos, 5 tomines y 8 granos; un fuelle, un yunque y un martillo: 46 pesos. Una arroba de aceite 5 tomines (25-IX-1506); 1.000 ladrillos 3.000 maravedís; una camisa pequeña, dos espejuelos y unos zapatos 6 tomines y 9 granos; 7.500 tejas 50 pesos de oro. 29 Esta afirmación está desarrollada en nuestro libro: El indio antillano: del repartimiento a la esclavitud (1492-1542). Sevilla, Muñoz Moya Editor, 1997. 30 Cuentas del tesorero Santa Clara, Santo Domingo, 153. AGI, Justicia 990, N.° 2. 31 Véase por ejemplo Hamilton, E. J.: Guerra y precios en España, 1651-1800. Madrid, 1988, p. 225. 27
L A E C O N O M Í A E N L A E S P A Ñ O L A A T R A V É S D E L A S CUENTAS.
39
En cuanto a los alimentos traídos desde Castilla, evidentemente fueron m u c h o más privativos. S a b e m o s que en algunas ocasiones el gobernador consiguió licencias concretas para importar trigo de Castilla con destino al gasto de su casa, sin embargo, ésta fue una práctica completamente excepcional, debiéndose conformar usualmente con los productos que proporcionaba la tierra, básicamente cazabe y carne porcina y bovina 32 . Estos excesivos precios de las manufacturas españolas y de los alimentos, unido al débito del tercio que impuso la Corona a todos aquellos que tan sólo habían pagado el onceno durante el gobierno de Bobadilla, provocó la ruina de muchos de los modestos mineros de La Española 33 . Este endeudamiento fue tal que sabemos que el 34,6% de los diezmos que se debieron pagar entre 1503 y 1507 los tuvo que cobrar la Corona entre 1507 y 1512 por falta de solvencia de los colonos. Igualmente sabemos que en 1508 había en la isla numerosas minas confiscadas por el gobernador por no pagar al fisco, por lo que tuvo que salir al paso la Corona para que se desembargasen. El propio Ovando reconoció que no se hubiera podido mantener en la isla con su salario - q u e no olvidemos era el más alto de todo el funcionariado de la isla- si no se hubiese dedicado a "granjear conucos y ganados y yeguas" 34 . E f e c t i v a m e n t e el C o m e n d a d o r M a y o r tuvo la clarividencia de ver en la explotación agropecuaria una fuente importante de riqueza, actitud muy diferente a la que mostraron la mayoría de los españoles que "ninguno o muy raros son los que quieren ocuparse en sembrar pan o poner viñas..." 35 Precisamente contaba López de Gomara que cuando en 1504 Ovando le ofreció a Cortés un solar y tierras para labrarlas éste le respondió "que prefería ir a coger oro" 36 . 12 Así, por ejemplo, conocemos sendas Reales Cédulas de 1502 y 1505 para que el factor de Ovando, Pedro Gutiérrez, pudiese enviar a Ovando trigo, vino y otras cosas necesarias para el mantenimiento del gobernador y su casa. Real Cédula a los oficiales de Sevilla, Córdoba, etc..Toledo, 1 8 d e julio de 1502 AGI, Indiferente General 418, L. I, ff. 81-81 v. Dejase a Pedro Gutiérrez enviar 500 fanegas de trigo a frey Nicolás de Ovando para su mantenimiento y el de su casa. Real Cédula al licenciado Maluenda, lugarteniente de asistente de Sevilla para que deje al factor de Ovando, Pedro Gutiérrez enviarle a la Española 500 fanegas de trigo para su mantenimiento. Salamanca, 15 de noviembre de 1505. AGI, Indiferente General 418, L. 1, ff. 185-185v. " Evidentemente hubo una élite poderosa de mineros, dotados con importantes encomiendas de indios que no se vieron afectados por estos problemas económicos. En este sentido no debemos olvidar que fueron las fortunas amasadas por algunos de estos mineros las que se invirtieron a partir de la década de los veinte en la naciente industria azucarera de la Española. Rodríguez Morel, Genaro: Santo Domingo. De la economía del oro a la del azúcar (inédito). ,4 Rodríguez Demorizi, Emilio: El pleito Ovando-Tapia. Comienzos de la vida urbana en América. Santo Domingo, Editora del Caribe, 1978, p. 180. 15 Fernández de Oviedo, Gonzalo: Historia general y natural de las Indias, Madrid, Atlas, 1992, T. II, Lib. III, Cap. XI, p. 80. 16 López de Gómara, Francisco: Historia general de las Indias, T. II. Madrid, Orbis, 1985, p. 15.
40
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
También intentó Ovando una diversificación de la economía c u a n d o quiso explotar las minas de cobre descubiertas en Puerto Plata en 1505. En cualquier caso, y aunque escribió al Rey habiéndole de sus posibilidades, al poco tiempo se tuvo que retractar, ya que "el fruto que sacaron no llegó al costo invertido" 37 . Para fundir y afinar el cobre fueron llevados desde Castilla varios maestros, como Eusebio de Galapentel de Saboya, Antón García, Andrés de Sevilla, Domingo de Génova y Rodrigo de Vergayo, que fueron despedidos finalmente en mayo de 1506 cuando se demostró su falta de rentabilidad 38 .
2. L A R E N T A D E L A L M O J A R I F A Z G O
La renta del almojarifazgo fue impuesta en las Indias desde muy pronto, pues ya en las instrucciones otorgadas a Ovando en 1503 figuraba la facultad expresa para que gravase todas las mercancías que llegasen a la isla con el 7,5% 3 y . Esta orden real se complementó con otra expedida en Medina del Campo el 15 de febrero de 1504 en la que se daba una autorización general para que pudiesen comerciar con el Nuevo Mundo siempre que pagasen la tasa del almojarifazgo 4 0 . En el apéndice III aparecen reflejadas las rentas del almojarifazgo pagados en La Española desde los últimos meses de 1505 a los primeros meses de 1507. Lógicamente, dado lo parcial de las cifras referidas a 1505 y 1507, los únicos datos que nos pueden aproximar a la realidad son los referidos a 1506, que se muestran completos. Lo primero que salta a la vista en el cuadro es la primacía de Santo Domingo como primer puerto de la isla, pues, controlaba nada menos que el 80% del comercio. Igualmente nos llama poderosamente la atención las grandes cantidades que se facturaron en tan sólo un año, de forma que si se pagaron 9.807 por el 7,5% del volumen global de las transacciones comerciales, en la isla ascendieron nada menos que a 130.760 pesos de oro, o lo que es lo mismo unos 164.550 ducados. Por tanto, mientras en 1506 el volumen comercial supuso unos ingresos de unos 130.760 pesos de oro, la fundición arrojó un total de 189.650 pesos de oro; por lo que es evidente que el
" Bargallo, Modesto: La minería y la metalurgia en la América española durante la época colonial. México, Fondo de Cultura Económica, 1955, p. 49. También Las Casas: Historia de las Indias, T. II, Lib. II, Cap. XLI, p. 341. " Cuentas del tesorero Cristóbal de Santa Clara, Santo Domingo, 1931. AGI, Justicia 990,
N.° 1.
Haring, Clarence: Comercio y navegación entre España y las Indias. México, Fondo de Cultura Económica, 1979, p. 7. 40 CODOIN, Serie I. T. XXXI, pp. 233-237.
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS...
41
CUADRO III Almojarifazgo cobrado en 1506 en La Española 41 Puerto
Cantidad absoluta
% del total
Santo D o m i n g o Puerto Plata
8.232 1.575
83,94 16,06
TOTAL
9.807
100
comercio sin llegar a la magnitud de la minería constituía la segunda actividad en importancia de la isla. Pero es más, comparando la renta del almojarifazgo de La Española en 1506 - 9 . 8 0 7 pesos o lo que es lo mismo unos 4 , 4 millones de maravedíscon las de Sevilla, valoradas en 8 millones de maravedís, podemos apreciar en su justa medida el importante movimiento comercial que se desarrolló en esta isla antillana en la primera década del siglo xvi 4 2 . A la luz de estos datos comparados podemos decir que el c o m e r c i o desarrollado por unos pocos cientos de españoles en La Española fue poco más de la mitad del que se desarrolló en una ciudad tan populosa e importante c o m o era la Sevilla del Descubrimiento. Con estas cantidades de ventas en 1 5 0 6 no quedan dudas en torno al endeudamiento que sufrieron los españoles de la isla, que debieron pagar precios desorbitados por la compra de manufacturas y productos alimenticios procedentes de España. No debemos olvidar que el total de oro fundido oficialmente en 1505 y 1.506 ascendió a 8 5 . 9 4 0 y 1 8 9 . 6 5 0 pesos de oro respectivamente, por lo que es evidente que apenas si pudieron hacer frente a las compras de los productos que traían los navios procedentes de Castilla. En la relación de comerciantes figuran algunos que viajaban con cierta regularidad como podemos observar en el cuadro IV. En el cuadro se mencionan algunos de los más importantes comerciantes con L a E s p a ñ o l a en la primera mitad del siglo x v i . Entre éstos había una enorme competencia de forma que, pese a que a veces partían juntos, había una gran rivalidad por llegar antes para vender a precios más elevados. Concretamente Francisco López de Gomara hizo referencia al viaje que en 1504
41 Cuadro basado en el apéndice III. Las cantidades están expresadas en pesos y hemos despreciado los tomines y los granos. Las cantidades exactas fueron las siguientes: 8.232 pesos, 6 tomines y 7 granos en Santo Domingo y 1.575 pesos, 5 tomines y 9,5 granos en Puerto Plata. 42 El dato de Sevilla está referido a 1510, ya que no tenemos referencias de los años anteriores. Morales Padrón, Francisco: La ciudad del Quinientos. Sevilla, 1977, p. 233.
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
42
CUADRO IV Comerciantes principales (1505-1507) (en pesos) Comerciante Diego Rodríguez Colchero Juan Rodríguez Tizcareno Juan Franco Alonso Núñez Esteban Truecho Hernando de Morales Cristóbal y Diego Vallés Alonso Costa Bartolomé Colín Juan Manuel Alonso Quintero Pedro de Arbolancha Francisco López Francisco de Triana Diego de Esquivel Alonso Sarmiento Lope Sánchez Otros TOTAL
Almojarifazgo
Total comerciado
% Total
1.605 1.389 856 702 695 675 621 612 601 539 536 497 488 476 441 408 405 8.629
21.400 18.520 11.413 9.360 9.266 9.000 8.280 8.160 8.013 7.186 7.146 6.626 6.506 6.346 5.880 5.440 5.400 115.053
8,04 6,96 4,29 3,51 3,48 3,38 3,11 3,06 3,01 2,70 2,68 2,49 2,44 2,38 2,21 2,04 2,03 43,25
20.175
265.995
100
hizo Alonso Quintero, nave en la que viajaba el futuro conquistador de México, Hernán Cortés: Alonso Quintero por codicia, partió una noche sin hablar con sus compañeros, para llegar antes a Santo Domingo y vender más pronto o más caro sus mercaderías que ellos; pero así que se hizo a la vela, cargó tanto el tiempo, que le rompió el mástil de la nave, por lo cual le fue forzoso volver a la Gomera, y rogar a los otros que lo esperasen, pues aún no habían salido, mientras él adobaba su mástil. Ellos lo esperaron y partieron todos juntos... Quintero, que vio el tiempo calmado, se adelantó otra vez de la compañía, poniendo, como anteriormente, la esperanza de la ganancia en la rapidez del camino; y como Francisco Niño de Huelva, que era el piloto, no sabía guiar la nao, llegó un momento en que no sabían de sí, cuanto más donde estaban. Sorprendíanse los marineros, estaba triste el piloto, lloraban los pasajeros, y ni sabían el camino hecho ni el por hacer... Y se entristecieron mucho, pero no perdieron las esperanzas de ver pronto tierra. Y así la misma Pascua descubrieron la isla Española... Y al cabo de tres o cuatro días entraron en Santo Domingo, que tan deseada tenían, donde ya hacía muchos días que estaban las otras cuatro naos 41 . 41
López de Gómara: op. cit., T. II, pp. 14-15.
43
L A ECONOMIA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
Salvo de este Alonso Quintero, que sabemos navegó años después por aguas de las costas peruanas, apenas si tenemos información sobre los mercaderes citados. Sin duda la temprana fecha hace que desconozcamos muchos aspectos de estos primeros comerciantes castellanos que se decidieron a ampliar sus negocios a ultramar. Por lo demás, aparece el nombre de Alonso Sarmiento, primer miembro de la familia que se dedicó a los negocios de ultramar, llegando su hijo Juan Sarmiento a desempeñar el cargo de consejero de Indias 44 .
3.
L A RENTA DEL DIEZMO
C o m o es de sobra conocido, desde 1501 se implantó en las Indias una tasa denominada el diezmo y que gravaba a todo los productos derivados del suelo -incluido el ganado- en beneficio de la Iglesia 45 . Pese a todo, la Corona consiguió del Papa una bula por la que además del derecho a la presentación de dignidades en las Indias se le facultaba para recaudar el diezmo, de ahí que aparezca en el libro de Santa Clara entre las rentas reales. A continuación mostramos el cuadro N.° V en el que aparecen reflejadas las cantidades cobradas de diezmos en las distintas localidades de La Española entre 1505 y 1507. CUADRO V Diezmo de La Española (1505-1507)46 Localidad
1505
1506
1507
Deudas
Total
Santo Domingo Concepción de la Vega Buenaventura Bonao Santiago Puerto Plata San Juan de la Maguana Verapaz Azúa Villanueva de Yáquimo
4.309 1.807 1.378 1.103 1.683 176 338 276 204 170
2.401 2.307 1.026 695
3.488
6.619 1.653 847 1.818 1.065 382 159
16.817 5.767 4.303 3.616 2.748 844 835 634 508 170
11.440
7.715
TOTALES
44
-
286 338 358 304 -
-
1.052 -
-
-
-
-
-
4.540
11.043
36.242
Carande, Ramón: Carlos Vy sus banqueros, T. I. Barcelona, Crítica, 1990, p. 313. Haring: op. cit., p. 165. 46 Las cifras están expresadas en pesos. El apartado deudas corresponde al diezmo de 1504 a 1507, que se cobró entre 1507 y 1512. 45
44
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
RENTAS DEL DIEZMO S a nto Do m ing o Santo Domingo 1 6817
4 303
Bonao 36 16
160 4- 150 7
La p r i m e r a idea q u e llama la atención de los datos p r e s e n t a d o s en este c u a d r o N.° V es el total recaudado que ascendió nada menos q u e a 36.242, lo q u e indica q u e la producción agropecuaria en estos tres años debió ser superior a los 3 6 0 . 0 0 0 pesos de oro. Es decir la producción a g r o p e c u a r i a en La Española m o v í a una media anual de 120.000 pesos de oro, q u e si bien no llegaba a superar la p r o d u c c i ó n aurífera sí q u e se muestra m u c h o más i m p o r tante de lo q u e se podía imaginar en un principio. A d e m á s en este diezmo no se i n c l u í a n los r e m a t e s q u e se h a c í a n con los v e c i n o s p a r a c a z a r c e r d o s " m o n t a r a c e s " , ya q u e en las cuentas del tesorero Santa Clara aparecen reseñ a d o s aparte. Ya los c r o n i s t a s se hicieron e c o de este h e c h o y por e j e m p l o B e r n a b é C o b o a f i r m ó lo siguiente: Hanse multiplicado los puercos con tanto exceso en muchas partes, que se han hecho cimarrones y andan en grandes manadas por los campos y desiertos, sin dueño, con que se hacen bravos como si fueran jabalíes. En la isla Española hay mucho de este ganado alzado y van a la caza de él como de cualquiera otros animales monteses... 47 D o c u m e n t a l m e n t e s a b e m o s q u e en los p r i m e r o s a ñ o s del siglo xvi 100 puercas preñadas q u e tuvieron en compañía Francisco de Garay y Francisco d e Vergara - d o s e n c o m e n d e r o s de La E s p a ñ o l a - , en tan sólo d o s años, se multiplicaron por veinte, llegando a su mar un total de 2.000 cabezas 4 8 .
47
Cobo, Bernabé: Historia del Nuevo Mundo. Madrid, 1943, p. 45. Pleito entre Francisco de Garay y Francisco de Vergara, 1510-1511. AGS, Cámara de Castilla-Diversos 45, N.° 1. 48
L A F.CONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A T R A V É S D E L A S CUENTAS.
45
Además, muchos de estos cerdos, como muy bien se expone en el texto antes citado de Bernabé Cobo, se hacían salvajes, de forma que en los libros de contabilidad de Santa Clara aparecen asentados varios ingresos abonados por Lope Muñoz, por el ajuste que se hizo con él para que los vecinos de Puerto Plata pudiesen cazar cerdos montaraces en la Isabela Vieja 49 . Pese a todo, las moderadas cifras que aparecen en los libros de Santa Clara para nada nos hacen sospechar que por este concepto se pudiera producir nada menos que 12.000 pesos de oro, como se ha afirmado 50 . Por otro lado notamos un descenso en la recaudación de este impuesto, fruto tanto del endeudamiento de los vecinos como de la disminución del valor, sobre todo de los carneros y los cerdos. Este descenso del valor del ganado fue una realidad a lo largo del gobierno de frey Nicolás de Ovando, disminuyendo el precio del arrelde a medida que se multiplicaban las cabezas de ganado 51 . Por lo demás, la renta del diezmo puede ser bastante representativa de la actividad económica de las principales ciudades y villas de la isla. Lógicamente, la que más renta produce es Santo Domingo, con el 46% de los diezmos. Es decir casi la mitad de los diezmos recaudados procedían de Santo Domingo, lo cual es normal si tenemos en cuenta que igualmente concentraba a una parte importante de la población española residente en la isla. Le siguen en importancia Concepción de la Vega y Buenaventura, que contribuyen con el 27,78%, lo cual es perfectamente razonable si tenemos en cuenta que en esas dos villas se hacían las fundiciones de oro durante la época de Ovando y que, por tanto, todos los aspectos de su actividad económica debían estar muy desarrollados. A continuación aparecen Bonao y Santiago, poblaciones que se situaban en las inmediaciones de la zona aurífera y que gozaron de una cierta prosperidad en estos años merced a la economía del oro. En cuanto a Puerto Plata, basaba su actividad en el sector portuario pero con escaso éxito, ya que el comercio se vio en todo momento monopolizado por Santo Domingo. Las demás villas apenas si tuvieron desarrollo económico ni tan siquiera en los primeros años transcurridos tras su fundación y no en vano tuvieron tan poco éxito que en la década de los treinta estaban algu-
AGI. Justicia 990, N.° 1. García, José Gabriel: Compendio de la Historia de Sanio Domingo, T. I. Santo Domingo, 1893, p. 77. Este descenso del precio del arrelde de cerdos y carneros ha sido analizado para el caso de Nueva España en el período comprendido entre 1523 y 1541. En 1523 se estimaba el precio el arrelde den 334 maravedís, mientras que en 1541 se estimaba en tan sólo 8 maravedís. El descenso del precio de la carne entre 1523 y 1526 fue del 94,02%. Río Moreno, Justo L. del: "El cerdo. Historia de un elemento esencial de la economía castellana en la conquista y colonización de América (S. xvi)", Anuario de Estudios Americanos, T. LVIII, N.° 1. Sevilla, 1996, p. 20. 50
46
LAS ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
ñas de ellas - c o m o Lares de Guahaba, Villanueva de Yáquimo, Santa Cruz de Icagua, etc.- casi despobladas 52 .
4.
OTRAS RENTAS REALES
Se ha afirmado que la renta de la sal fue muy importante en La Española, en tanto en cuanto se descubrieron las minas de Puerto Hermoso que se subastaban a altos precios 53 . Sin embargo, los datos documentales de que disponemos no nos hacen suponer una importancia tal de las rentas de la sal. El propio Ovando manifestó en 1505 el poco interés que producían las salinas en La Española, atribuyendo la causa a la sal que se llevaba de España 54 . Lo cierto es que, pese a la prohibición expedida por el Rey en 1505 para que no se llevase sal desde la Península Ibérica, la renta de la sal sólo ascendió entre 1503 y 1507 a un total de 1.477 pesos y 11 granos de oro. Pese a todo, cuando los vecinos pidieron a la Corona que cediera las cortas rentas de la sal para las obras públicas ésta se negó 55 , sin duda con la intención de evitar precedentes que menoscabasen los intereses reales.
CUADRO VI Renta de la sal en La Española (1503-1507)56 Localidad
Total
%
Macorix, C i b a o y Tortuga Villanueva de Yáquimo Azúa San Juan de la M a g u a n a
1.033 207 122 20
70,17 14,06 8,28 1,35
TOTALES
1.472
100
Es evidente la importancia que tenía la renta de la sal en Macorix, Cibao y Tortuga frente a al resto de la isla, pues tan sólo en estos lugares se totali-
52 Carta de los oidores de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 30 de marzo de 1528. AGI, Patronato 172, R. 24. 53 García: op. cit., p. 77. 54 Real Cédula a frey Nicolás de Ovando, Segovia, 15 de septiembre de 1505. AGI, Indiferente General 418, L. 1, ff. 180-181 v. 55 Lamb: op. cit., p. 162. 56 Como en los casos anteriores, hemos despreciado los tomines y los granos.
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS..
47
zaba el 70% de las ganancias de la sal. No obstante, es evidente lo insignificante que resultaban los 1.472 que se obtuvieron de renta en los años comprendidos entre 1503 y 1507. Asimismo, otro de los conceptos por los que la Corona tenía ingresos era la alhóndiga, institución que, como ya hemos afirmado, encontramos en la isla desde la primera década del siglo xvi. Sin embargo en estos años su actividad estuvo muy limitada y con funciones muy diferentes a la que desempeñaba en Castilla. Así, mientras que en Castilla el cometido fundamental era quedarse con parte de las cosechas para momentos de carestía, en La Española en los primeros años, su función principal era suministrar a los vecinos algunas herramientas de hierro procedentes de España. En cualquier caso, tan sólo detectamos en las cuentas de Santa Clara algunas ventas concretas de estos útiles, que no supusieron en total más que un ingreso para la alhóndiga de 397 pesos y 6 granos de oro.
APÉNDICES APÉNDICE I Q u i n t o Real en L a Española (1505-1507)" Fecha
Fundición
III-1505 a XII-1505 III-1505 a XII-1505 1-1506 a IV-1506 1-1506 a IV-1506 IV-1506 a XII-1506 IV-1506 a XII-1506 1-1507 a IV-1507 1-1507 a IV-1507 IV-1507 a XII-1507 IV-1507 a XII-1507
Buenaventura La Concepción Buenaventura La Concepción Buenaventura La Concepción Buenaventura La Concepción Buenaventura La Concepción
TOTAL FUNDIDO
Quinto 8.420 8.766 9.886 10.542 7.974 9.528 11.655 12.903 9.653 8.599
p. p. p. p. p. p. p. p. p. p.
97.930 p.
4 7 7 2 7
t. t. t. t. t.
5 t. 2 t.
5g28 g. 9g2gHg11,5 g. 0,5 g. 4,5 g. 8,5 g. 3,5 g.
1 t.
11.5 g.
-
-
A P É N D I C E II Oro enviado a Colón y a Su Majestad (1506-1508) Fecha
Destinatario
22-111-1506 22-111-1506 24-1V-1506 24-IV-1506 26-VI-1506 2-VIII-1506 4-VIII-1506 3-X-1506 29-XII-1507 29-XII-1507 10-11-1507 5-II-1507 5-III-1507
Su Majestad Cristóbal Colón Su Majestad Cristóbal Colón Su Majestad
Cristóbal Colón Su Majestad
Cantidad 12.586 4.000 3.000 2.000 3.000 4.000 226 6.000 4.000 2.000 6.493 4.000 6.000
p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p. p.
5 t.
4g-
7g-
11.
llg-
57 AGI, Justicia 990, N.° 2. L a s siglas utilizadas son las siguientes: p: Pesos; t: tomines y g: granos.
49
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS..
Fecha
Destinatario
Cantidad
28-111-1507
6.000p.
29-VI-1507
"
"
27-VII-1507
"
"
2 . 0 0 0 p.
25-VIII-1507
"
"
1 2 . 0 0 0 p.
7 . 0 0 0 p.
25-XI-1507 13-XII-1507
Cristóbal Colón
2 . 0 0 0 p. 1 . 3 0 0 p.
6-II-1508 23-111-1508
Su Majestad Cristóbal Colón
4 . 0 0 0 p. 2 . 0 0 0 p.
A P É N D I C E III Almojarifazgo cobrado en L a Española (1505-1507) Fecha 1505? 1505? XI-1505 XI-1505 XII-1505
Puerto Arribada Santo Domingo Santo Domingo Santo Domingo L a Isabela y Santo Domingo
Maestre/Propie. Luis de M e s a Alonso de Ojeda -
luán Rodríguez Tizcareno
Santo Domingo
Bartolomé Colín
9-XII-1505
Santo Domingo
13-1-1506 16-1-1506
Santo Domingo
Pinillo luán Rodríguez Tizcareno Pedro de Arbolancha Francisco L ó p e z
16-1-1506 4-II-1506 5-II-1506 5-II-1506
Santo Domingo Santo Domingo Puerto Piata Santo Domingo Santo Domingo
-
7-III-1506
Santo Domingo
Pedro Chacón
11-III-1506 15-III-1506
Santo Domingo Santo Domingo
15-III-1506
Santo Domingo
Luis Hdez. Alfaro Diego Rodríguez Colchero Cristóbal Vallés
23-IV-1506 23-IV-1506 28-V-1506
Santo Domingo Santo Domingo Puerto Piata
28-V-1506
Puerto Piata
28-V-1506 28-VI-1506 1-VII-1506 5-VIII-1506
Alonso Sarmiento Juan Manuel
Tasa 2 t.
3p. 14 p. 4 0 8 p.
1 t. 7 t.
597 p. 601 p.
2 t.
6 0 p. 325 p. 497 p. 4 8 8 p. 3p. 298 p. 5 3 9 p. 2 7 0 p. 4 0 2 p.
-
6 t. 5 t. 1 t. 61. 7 t. 6 t. 6 t. -
9g5,5 g. 2g. 5g5g7,5 g. 3g8g6g4g2,5 g. 8g3,5 g.
383 p. 329 p.
1 t. 2 t.
11 g6g-
5 t.
5g-
Francisco Niño
239 p.
6 t.
Alonso Quintero Alonso Ñúñez
2 5 0 p. 702 p.
61.
6g8g. 3,5 g.
Juan Vinatrel
335 p.
5 t.
10,5 g.
Puerto Piata
-
533 p.
2 t.
4g-
Santo Domingo
-
286 p.
Santo Domingo
Esteban Truecho
695 p.
6 t. 41.
Santo Domingo
Juan Rodríguez Tizcareno
4 6 6 p.
41.
3,5 g. 8,5 g.
5-VIII-1506
Santo Domingo
Juan Franco
856 p.
3 t.
3,5 g.
16-VIII-1506
Santo Domingo
Diego Padilla
368 p.
7 t.
11 g.
-
50
L A S ANTILLAS MAYORES,
Fecha
Puerto Arribada
1492-1550
Maestre/Propie.
Tasa
X-1506
Santo D o m i n g o
Cristóbal Vallés
276 p.
41.
1,5 g.
7-XII-l 506
Luis Hdez Alfaro
6,5 g.
Alonso Costa
352 p. 612 p.
5 t.
8-XII-1506 12-XII-1506
Santo D o m i n g o Santo D o m i n g o
3 t.
Santo D o m i n g o
Pedro Chacón
292 p.
1 t.
5g10,5 g.
1507
Santo D o m i n g o
61.
0,5 g.
Santo D o m i n g o
Alonso Rodríguez Alonso de la Peña
263 p.
1507
214 p.
61.
2,5 g.
1507
Santo D o m i n g o
Esteban de Santa Olalla
170 p.
1 t.
1507(**)
Santo D o m i n g o
Pedro Vallés
16 p.
2 t.
3g6,5 g.
1507(***)
Santo D o m i n g o
Pedro Vizcaíno
1507
Santo D o m i n g o
Alonso Quintero
1507
Santo D o m i n g o
Diego Grajeda
35 p.
-
2 8 6 p. 269 p.
5 t. 1 t. 5 t.
9g. 3g0,5 g.
1507
Santo D o m i n g o
Juan de Simbano
258 p.
1507
Santo D o m i n g o
Feo. de Triana
476 p.
1 t.
2g-
1507
Santo D o m i n g o
Juan Bernández
270 p.
5 t.
1507
Santo D o m i n g o
Diego Rodríguez
735 p.
3 t.
5g2,5 g.
1507
Santo D o m i n g o
Luis Hernández de Alfaro
374 p.
9g-
1507 1507
Santo D o m i n g o
Lope Sánchez
4 0 5 p.
61. 41.
Santo D o m i n g o Santo D o m i n g o
Cristóbal Vizcaíno Antón Martín
227 p. 253 p.
41.
3g3,5 g.
Puerto Piata
Hdo. de Morales
675 p.
1 t.
3g-
1507
Puerto Piata
Diego Miruelo
407 p.
3 t.
1507
Puerto Piata
Diego de Esquivel
441 p.
10-1-1507
Diego Sánchez Colchero Alonso Martín Villarín
487 p. 231 p.
41.
10-1-1507
Santo D o m i n g o Santo D o m i n g o Santo D o m i n g o
2g6,5 g. 8,5 g. 10,5 g.
Pedro de Llanos
249 p.
1 t.
7,5 g.
II-1507(*) 4-III-1507
Santo D o m i n g o Santo D o m i n g o
Alonso Sarmiento Hernando Bonilla
109 p. 394 p.
3 t. 3 t.
10 g.
l l .
2g-
1507 1507
10-1-1507
TOTAL (*) El documento indica que este navio se perdió en la Saona. (**) Se perdió en el puerto de Santo Domingo. (***) Se perdió en los bajos de Babuécar.
19.404 p.
61.
-
3g-
9g-
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
51
APÉNDICE IV Información del tesorero Alonso de Santa Clara, Santo Domingo, octubre de 1531. (Incluye un traslado de las cuentas de su período tesorero de La Española.)
13 de como
"En la muy noble ciudad de Santo Domingo de la isla Española de las Indias del mar océano a trece días del mes de octubre de mil y quinientos y treinta y un años, ante los señores presidente y oidores de la Audiencia y Chancillería Real de Sus Majestades que en estas partes del mar océano residen y en presencia de mi Diego Canales, escribano de Su Majestad y de la dicha su Real Audiencia y chancillería, pareció Cristóbal de Santa Clara, vecino de la dicha ciudad, y presentó ante los dichos señores una petición y juntamente con ella una cédula original de Su Majestad firmada de la Emperatriz y Reina nuestra señora y refrendada de Juan de Samano su secretario con ciertas firmas y señales en las espaldas de ella el tenor de lo cual uno en pos de otro es esto que se sigue: Muy poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino de esta ciudad, hace presentación en esta Real Audiencia de una Cédula Provisión Real de Vuestra Majestad en que manda a sus oidores que hayan información del tiempo que yo serví en las fundiciones y cobranza de las deudas de Vuestra Majestad y se la envíen según que en la dicha cédula más largo se contiene y pido y suplico a Vuestra Majestad, sus oidores la obedezcan y cumplan como en ella se contiene mandando hacer y efectuar lo en ella contenido con toda brevedad sobre lo que pido justicia. Yo la Reina. Presidente y oidores de la Nuestra Audiencia y Chancillería Real que reside en la isla Española y Cristóbal de Santa Clara, vecino de esa isla, me hizo relación que el tuvo cargo de nuestro tesorero de esa isla cierto tiempo y que de más de los muchos agravios que se le hicieron en la cuenta que le tomó Cristóbal de Cuéllar, que a la sazón era contador del dicho cargo, después que le fue quitado el dicho oficio al dicho Cristóbal de Santa Clara sirvió en las fundiciones por espacio de once o doce años, dando aviso a los que aquel dicho tiempo fueron tesoreros de quien eran los deudores y lo que debían que ninguna persona en la isla sabía ni tenía noticia de lo suso dicho sino sólo el dicho Cristóbal de Santa Clara y que mediante su diligencia y servicio se cobraron para nos cincuenta y cinco mil y tantos pesos de oro de diversas personas lo cual no se cobrara si él no residiera en las fundiciones y que todo el dicho tiempo envió a su costa y que hasta ahora por ello no se le ha dado ni pagado cosa ninguna como dijo que parecía por cierta probanza de que ante nos en el Nuestro Consejo de las Indias dijo que hacía presentación y me suplicó y pidió por merced le mandásemos pagar y gratificar lo que como dicho es nos sirvió o como la mi merced fuese por ende yo vos mando que luego veáis lo suso dicho y hagáis información y sepáis cómo y
52
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
de qué manera ha pasado y pasó y que tanto tiempo se ocupó en lo susodicho el dicho Cristóbal de Santa Clara y si fue a su costa y que provecho de ello se nos siguió y si se le siguió a él algún p r o v e c h o y de todo lo demás de que cerca de esto viéredes que debemos ser informados para mejor saber la verdad cerca de lo susodicho y la dicha información habida y la verdad sabida firmada de vuestros nombres y signada del escribano ante quien pasa y cerrada y sellada en manera que haga fe, la enviad al dicho C o n s e j o de las Indias para que y o lo mande ver y proveer lo que convenga. Hecha en Ocaña a veinte y dos días del mes de diciembre de mil y quinientos y treinta años. Y o la Reina, por mandado de Su Majestad Juan de Samano. Y así presentada la dicha petición y el original de Su Majestad o vista por los dichos señores presidente y oidores la obedecieron con el acatamiento d e b i d o y mandaron se reciba i n f o r m a c i ó n sobre lo c o n t e n i d o en la dicha cédula de Su Majestad y que los oficiales de Su Majestad de la dicha ciudad de Santo D o m i n g o de la isla Española traigan ante ellos la razón de l o que dice el dicho Cristóbal de Santa Clara para que visto se provea sobre e l l o lo que fuere justicia. Y después de lo susodicho en la dicha ciudad de Santo D o m i n g o a diez y seis días del mes de octubre del dicho año pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó el interrogatorio de preguntas siguientes y pidió por él se examinen sus testigos. L o s testigos de i n f o r m a c i ó n que fueron presentados por Cristóbal de Santa Clara en lo tocante a lo que sirvió a Su Majestad en las fundiciones en la cobranza de las deudas debidas a su real patrimonio sean preguntados por las preguntas siguientes: 1 .-Primeramente sean preguntados si conocen al dicho Cristóbal de Santa Clara y de qué tiempo a esta parte. 2.-Item si saben que el dicho Cristóbal de Santa Clara tuvo cargo de tesorero de Su Majestad en esta isla los años pasados de quinientos y dos y quinientos y tres y quinientos y cuatro y quinientos y cinco y quinientos y seis y quinientos y siete años. 3.-Item si saben que por en fin de este dicho tiempo le fue tomada cuenta del dicho cargo por mandado de Su Majestad por Cristóbal de Cuéllar contador que a la sazón era en esta dicha isla. 4.-Item si saben que tomada la dicha cuenta y cargo se hizo cargo del dicho o f i c i o de tesorero a Martín de Gamboa, tesorero que fue de Su M a j e s tad al cual le fue proveído del dicho cargo por el Comendador M a y o r gobernador que a la sazón era en esta dicha isla. 5.-Item si saben que después de lo susodicho vino a esta isla proveído por tesorero de Su M a j e s t a d de esta isla M i g u e l de Pasamonte, tesorero general que en ella fue. 6.-Item si saben que al tiempo que el dicho Cristóbal de Santa Clara dio la cuenta de su cargo se debían a Su Majestad mucha cantidad de deudas las
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
53
cuales debían mucha copia de personas, vecinos y habitantes en todos los pueblos de esta isla las cuales dichas deudas habían procedido desde el tiempo que fueron tesoreros Francisco Velázquez y Rodrigo de Villacorta. 7.-Item si saben que no embargante que el dicho Cristóbal de Santa Clara no tenía el dicho cargo de tesorero y había tesorero que era el dicho Martín de Gamboa y después el dicho Miguel de Pasamonte siempre sirvió y residió en las fundiciones que se hicieron en la ciudad de la Concepción y en la villa de la Buenaventura y en esta ciudad por m a n d a d o del dicho gobernador desde el dicho año de Quinientos y siete hasta que Pedro de Isasaga, vino a esta isla por contador de cuentas por mandado de Su Majestad para dar aviso a los dichos tesoreros de quien eran los deudores y lo que debían y de donde procedían las deudas que se debían a Su Majestad porque no había en la isla quien tuviese noticia de lo susodicho sino el dicho Cristóbal de Santa Clara y que así lo saben todos los testigos porque lo vieron y oyeron. 8.-Item si saben que en todo el dicho tiempo el dicho Cristóbal de Santa Clara residió en las dichas fundiciones, sirvió bien y diligentemente teniendo los libros y copia de las dichas deudas teniendo mucho avío y memoria de las personas que venían a fundir su oro y debían deudas a Su Majestad y que por su aviso se cobraban las deudas que se debían. 9.-Item si saben que en todo el dicho tiempo que el dicho Cristóbal de Santa Clara residió y sirvió dando los dichos avisos a los dichos tesoreros se cobraron más de cincuenta y cinco mil pesos de oro, digan lo que saben. 10.-Item si saben que si el dicho Cristóbal de Santa Clara no residiera en las dichas fundiciones c o m o dicho es no se cobraran las dichas deudas y pesos de oro que se cobraron o a lo menos en la cobranza de ellas hubiera mucha dificultad por razón del poco conocimiento que los dichos tesoreros tenían de las personas que debían las dichas deudas ni tener noticia de donde procedían ni de la claridad de las cuentas que con los dichos deudores se tenía. 11 .-Item si saben que en todo el dicho tiempo del dicho servicio para el dicho gobernador ni por ninguno de los dichos tesoreros le fue dado ni pagado al dicho Cristóbal de Santa Clara ni por el contador librado ningún salario antes siempre sirvió a su costa y misión y las veces que salía fuera de esta ciudad llevaba de más de su persona un mozo y un caballo y otra bestia en que llevaba los libros y que si algún salario le fuera dado y pagado los dichos testigos lo vieran o supieran. 12.-Item si saben que de todas las veces que salió de esta dicha ciudad el dicho Cristóbal de Santa Clara en el dicho servicio no le venía ni redundaba ningún provecho más de para hacer el dicho servicio o si algún provecho le viniera los testigos lo vieran y supieran. 13.-Item si saben que según la calidad de la persona del dicho Cristóbal de Santa Clara y de los trabajos de los caminos y de la costa que tuvo y del trabajo de residir en las dichas fundiciones y del dicho su servicio ajusta y
54
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
comunal estimación merecían y merece en cada un año cien pesos de oro y antes más que menos, digan lo que podrá merecer. 14.-Item si saben que de lo susodicho haya sido y sea pública voz y fama, digan lo que más cerca de esto saben. Y así preguntado el dicho escrito de interrogatorio los dichos señores presidente y oidores mandaron que por él se tomen y examinen los testigos que el dicho Cristóbal de Santa Clara quisiere preguntar cerca de la dicha información. Después de lo susodicho en la dicha ciudad de Santo Domingo de La Española a diez y seis días del mes de octubre del dicho año el dicho Cristóbal de Santa Clara para en prueba de su intención presentó por testigos a Alonso de Avila y a Esteban de la Roca y al secretario Diego Caballero y a Alonso de Valencia y a Lope de Barde^í y a Benito de Astorga y al factor Juan de Ampiés y a Melchor de Castro, vecinos de la dicha ciudad de Santo Domingo, los cuales y cada uno de ellos juraron en forma debida de decir y a la fuerza y conjunción de él dijeron sí juro y amén. Después de lo susodicho en la dicha ciudad de Santo Domingo a diez días del mes de enero de mil y quinientos y treinta y cuatro años ante los dichos señores presidente y oidores pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó una petición y pregunta mandada del tenor siguiente: Muy poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara en la información que en esta Real Audiencia se hace por m a n d a d o de Vuestra Majestad en lo tocante a lo que yo serví y residí en las fundiciones digo que a mi derecho conviene que demás de las preguntas que tengo presentadas en mi interrogatorio los testigos que presentare sean preguntados por la pregunta de yuso contenida. Pido y suplico mande al receptor en poder de quien ésta la dicha información pregunte y examine los dichos testigos por ella y sobre todo por justicia. Item si saben que el dicho Cristóbal de Santa Clara sirvió y residió en las dichas fundiciones desde el tiempo que Martín de Gamboa fue nombrado por tesorero que fue en el año pasado de mil y quinientos y ocho años hasta que Pedro de Isasaga tomó cuenta al dicho Cristóbal de Santa Clara que fue en fin del año pasado de mil y quinientos y veinte y un años, digan lo que saben. Así preguntada la dicha petición y pregunta añadida los dichos señores presidente y oidores mandaron que por ella se examinen y tomen los dichos testigos que el dicho Cristóbal de Santa Clara quisiere preguntar. Y después de lo susodicho en la dicha ciudad de Santo Domingo de La Española a doce días del dicho mes y año susodichos el dicho Cristóbal de Santa Clara, para en prueba de su intención en el dicho negocio, presentó por testigos a Pedro de Talavera y a Martín de Solís y a Pedro de Villarcorta, vecinos de esta dicha ciudad, los cuales y cada uno de ellos a la fuerza del dicho juramento dijeron sí juro y amén.
L A E C O N O M Í A EN L A E S P A Ñ O L A A T R A V É S D E L A S CUENTAS.
55
De los dichos testigos y cada uno de ellos dijeron y depusieron en sus dichos y deposiciones siendo examinados por las preguntas del dicho interrogatorio y pregunta añadida presentada por el dicho Cristóbal de Santa Clara lo que dijeron secreta y apartadamente es lo siguiente. El dicho Alonso Dávila, vecino y regidor de esta ciudad, testigo presentado por el dicho Cristóbal de Santa Clara, habiendo juntado en forma y según derecho y siendo presentado dijo lo siguiente: A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara de diez y siete y diez y ocho años a esta parte de vista y habla y conversación. A la segunda pregunta dijo que lo contenido en la pregunta oyó decir a muchas personas en esta ciudad y en esta isla y fue muy público y notorio lo contenido en la pregunta, preguntado a quién lo oyó decir dijo que al tesorero Miguel de Pasamonte y al contador Cristóbal de Cuéllar y al factor Luis de Lizarazo y al veedor Cristóbal de Tapia y a otras muchas personas y que este testigo fue contador de Su Majestad en esta isla y por los libros parece haber tenido el dicho Cristóbal de Santa Clara el dicho cargo de tesorero y porque vio este testigo que Pedro de Isasaga al tiempo que a esta isla vino por contador de cuentas tomo cuenta al dicho Cristóbal de Santa Clara del tiempo que fue tesorero como la tomó a los otros oficiales de Su Majestad y el dicho Santa Clara la dio. A la tercera pregunta dijo que lo contenido en la pregunta oyó decir este testigo a los oficiales de Su Majestad arriba contenidos y que demás de habérselo oído decir lo contenido en la pregunta por los libros de Su Majestad que este testigo tuvo en su poder como contador de esta isla vio como por ellos pareció que el dicho Cristóbal de Santa Clara dio la dicha cuenta al dicho contador Cristóbal de Cuéllar y él se la tomó. A la cuarta pregunta dijo que no la sabe más de haber oído decir lo contenido en la pregunta a los oficiales de Su Majestad que fueron en esta isla que declarado tiene en la segunda pregunta y a otras personas y al dicho Martín de Gamboa. A la quinta pregunta dijo que lo que de esta pregunta sabe es que vio al dicho tesorero Miguel de Pasamonte usar en esta ciudad el oficio de tesorero por provisión del Rey Católico la cual provisión este testigo vio y por virtud de ella este testigo, como contador, le libraba su salario. A la quinta pregunta dijo que lo que de esta pregunta sabe es que oyó decir lo contenido en la dicha pregunta a los dichos tesorero Miguel de Pasamonte y Cristóbal de Cuéllar y veedor Cristóbal de Tapia oficiales que fueron de Su Majestad en esta isla y a otros vecinos de esta ciudad antiguos demás que este testigo lo vio por los libros y cuentas de Su Majestad que en poder de este testigo solían estar. A la séptima pregunta dijo que lo que de esta pregunta sabe es que del dicho tiempo de diez y ocho años a esta parte que ha que conoce al dicho
56
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Cristóbal de Santa Clara siempre le vio este testigo ir a las fundiciones de la Vega y de la Buenaventura y a las que se hacían en esta ciudad y a las refundiciones y residía en ellas hasta que se acababan todo, ida y venida y estada(sic) a su costa avisando de las deudas que se habían de cobrar y de quien teniendo delante de si se libró en la tabla de los oficiales de Su Majestad y en todo mirando lo que convenía a su Real servicio lo cual hizo hasta que vino Pedro de Isasaga por contador de cuentas todo lo cual que dicho es sabe este testigo porque lo vio todo el tiempo que fue contador de Su Majestad porque como tal contador residía en las fundiciones. A las ocho preguntas dijo que dice lo que dicho tiene en la pregunta antes de esta y que lo contenido en la pregunta vio este testigo que el dicho Cristóbal de Santa Clara lo hacía e hizo según y de la manera que en la pregunta dice. A las nueve preguntas dijo que vio este testigo en el tiempo que fue contador que por los avisos y buena diligencia del dicho Cristóbal de Santa Clara se cobró en las fundiciones y refundiciones mucha cantidad de pesos de oro que se remite al cuánto a los libros de Su Majestad y a la cuenta que el dicho Santa Clara dio al dicho Pedro de Isasaga por do parecerá lo cobrado. A las diez preguntas dijo que lo que de esta pregunta sabe es que a lo que este testigo vio en las dichas fundiciones el tiempo que en ellas residió como contador el dicho Cristóbal de Santa Clara como dicho tiene en las preguntas antes de esta dio muchos avisos por do se cobró mucha suma de pesos de oro y que no se cobraran si no residiera como residió el dicho Cristóbal de Santa Clara en las fundiciones no se cobrara mucha parte de lo que se cobró porque los oficiales de Su Majestad no tenían noticia de las personas deudores ni los conocían como el dicho Santa Clara que los conocía y aclaraba a todos ellos lo que se debía. A las once preguntas dijo que dice lo que dicho tiene en la pregunta antes de esta y que este testigo vio que cuándo el dicho Cristóbal de Santa Clara iba a las dichas fundiciones y refundiciones llevaba un caballo y mozo y otra bestia en que llevaba los libros y su repuesto y que este testigo en todo el dicho tiempo que le vio ir a servir a las dichas fundiciones nunca vio ni oyó decir que al dicho Santa Clara en recompensa de su trabajo y costa se le pagase cosa alguna. A las doce preguntas dijo que este testigo no vio que al dicho Santa Clara de la ida a las dichas fundiciones o refundiciones le viniese provecho ninguno más antes trabajo a su persona y gasto de su hacienda. A las trece preguntas dijo que el dicho Cristóbal de Santa Clara es persona honrada y así se ha siempre tratado y el trabajo que tuvo de ir y venir a las dichas fundiciones y refundiciones y estar y residir en ellas fue mucho y según los gastos de esta tierra y la calidad de su persona le parece a este testigo que merece los dichos cien pesos de oro y aún más porque un mayordomo de una hacienda en esta isla que es de menos calidad que el dicho Cristóbal de Santa Clara gana cien pesos de oro cada un año y algunos más y otros menos.
L A ECONOMIA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
57
A las catorce preguntas dijo que dice lo que dicho tiene y es la verdad y lo que sabe para el juramento que hizo y firmolo Alonso Dávila El dicho Esteban de la Roca, testigo presentado por el dicho Cristóbal de Santa Clara, habiendo jurado en forma y según derecho y siendo preguntado dijo lo siguiente: A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara de veinte y dos años a esta parte y más tiempo de vista y habla y trato y conversación. A la segunda pregunta dijo que lo que sabe de esta pregunta es que ha visto los libros y cuenta que Pedro de Isasaga, por mandado de Su Majestad, tomó a los oficiales de esta isla y entre ellos está la cuenta que tomó al dicho Cristóbal de Santa Clara del dicho cargo la cual cuenta este testigo tiene con las otras que se tomaron al tesorero Miguel de Pasamonte en los archivos de la Casa de la Audiencia Real y que lo contenido en la pregunta es público y notorio en esta isla. A la tercera pregunta dijo que no la sabe. A la cuarta pregunta dijo que vio este testigo al tiempo que a esta isla vino que usaba el dicho oficio de tesorero el tesorero Pasamonte y era público que lo usaba desde que lo tiraron al dicho Martín de Gamboa. A la quinta pregunta dijo que la sabe como en la pregunta se contiene, preguntado cómo la sabe dijo que porque a la sazón que este testigo vino el dicho tesorero Pasamonte de Castilla y le vio este testigo usar el dicho oficio de tesorero en esta isla hasta que murió. A la sexta pregunta dijo que lo que de esta pregunta sabe es que por las dichas cuentas del dicho Pedro de Isasaga tomó al dicho Cristóbal de Santa Clara parece lo contenido en esta pregunta a las cuales cuentas dijo que se refiere. A la séptima pregunta dijo que este testigo en algunas fundiciones que vio hacer en la ciudad de la Concepción y villa de la Buenaventura, siendo tesorero el dicho Miguel de Pasamonte vio residir en ellas al dicho Cristóbal de Santa Clara con su libro y cuentas porque tenía noticia de las deudas de Su Majestad y lo demás en la pregunta contenido que no lo sabe. A las ocho preguntas dijo que le vio este testigo tener los dichos libros y cuentas en las fundiciones que dicho tiene y que daba los avisos de los deudores de Su Majestad para que se cobrase lo que se debía. A las nueve preguntas dijo que se refiere a los libros de las cobranzas de los dichos tesoreros. A las diez preguntas dijo que lo cree como en la pregunta se contiene, preguntado cómo lo cree, dijo que porque el dicho Cristóbal de Santa Clara tenía conocimiento de todas las personas que debían deudas a Su Majestad en esta isla y porque otro ninguno no podía tener tanta noticia de do procedieron las dichas deudas como el dicho Santa Clara. A las once preguntas dijo que en las cuentas que tomaron el tesorero Miguel de Pasamonte por el contador Gil González y por el factor Juan de
58
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
Ampiés y por las que tomó Pedro de Isasaga que este testigo vio que pasó todas con el presidente y obispo de esta isla no parece ni está librado salario alguno por razón de lo susodicho al dicho Cristóbal de Santa Clara. A las doce preguntas dijo que no la sabe más de que cree que ningún provecho le podrá redundar al dicho Santa Clara en ir a su costa y sin salario a residir en las dichas fundiciones y lo cree porque como dicho tienen no llevaba salario sino gasto. A las trece preguntas dijo que al parecer de este testigo cree que podría merecer el dicho Cristóbal de Santa Clara cada un día de los que se ocupó en ir y estar y volver de las dichas fundiciones un peso de oro antes más que menos por ser como eran entonces los mantenimientos muy caros y la persona del dicho Cristóbal de Santa Clara persona honrada e iba con su caballo y mozo y todo lo necesario a una persona de honra. A las catorce preguntas dijo que dice lo que dicho tiene y es la verdad y lo que sabe para el juramento que hizo y firmolo Esteban de la Roca. El dicho factor Juan de Ampiés testigo presentado por el dicho Cristóbal de Santa Clara habiendo jurado en forma y según derecho y siendo preguntado dijo lo siguiente: A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Santa Clara desde el año de quinientos y doce a esta parte. A la segunda pregunta dijo que este testigo en el tiempo que el dicho Santa Clara decía que fue tesorero de Su Majestad este testigo estaba en esta isla pero que vino a ella oyó decir lo contenido en la pregunta a los oficiales del rey que eran Miguel de Pasamonte y Cristóbal de Cuéllar y a otras muchas personas porque fue muy público lo contenido en la pregunta. A la tercera pregunta dijo que lo contenido en la pregunta oyó decir este testigo a los dichos oficiales y a otras personas que decían que se había tomado cuenta al dicho Cristóbal de Santa Clara por el contador Cristóbal de Cuéllar y los otros oficiales de Su Majestad. A la cuarta pregunta dijo que no la sabe. A la quinta pregunta dijo que la sabe c o m o en la pregunta se contiene, preguntado cómo la sabe dijo que porque al tiempo que este testigo vino a esta isla proveído por factor de Su Majestad que fue el dicho año de quinientos y doce halló en ella por tesorero al dicho Miguel de Pasamonte y usó el dicho oficio de tesorero hasta que murió. A la sexta pregunta dijo que lo que de esta pregunta sabes es que ha visto este testigo por las cuentas de los libros de Su Majestad que se debían a Su Majestad mucha copia de deudas al tiempo que se tomaron las cuentas al dicho Santa Clara porque este testigo no sabe donde procedían ni otra cosa alguna de lo contenido en la pregunta. A la séptima pregunta dijo que lo que de esta pregunta sabe es que después que este testigo vino a esta isla vio en las fundiciones las veces que este testigo fue a ellas que estaba el dicho Santa Clara con sus libros en las dichas
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
59
fundiciones y decía que daba declaración al tesorero de las deudas de Su Majestad para que se cobrasen las que a su cargo habían sido. A las ocho preguntas dijo que no la sabe más de lo que dicho tiene en la pregunta antes de ésta porque la cobranza estaba a cargo del tesorero y este testigo no se entremetía en cosa de ella. A las nueve preguntas dijo que no la sabe pero que cree que hacía harto fruto el dicho Santa Clara en las dichas fundiciones en la cobranza de las deudas de Su Alteza preguntado por qué lo cree dijo que porque el dicho Santa Clara había sido tesorero y se habían hecho las deudas en su tiempo muchas de ellas y era persona antigua en la isla y tenía conocimiento de los deudores y libros de los otros tesoreros. A la diez preguntas dijo que este testigo no ha sabido hasta ahora que al dicho Santa Clara se le haya dado salario por ir a las dichas fundiciones ni se le debía y que al tiempo que iba no podía el dicho Santa Clara ir con menos gente y cabalgaduras de las contenidas en la pregunta. A las once preguntas dijo que no la sabe. A las doce preguntas dijo que no la sabe. A las trece preguntas dijo que no la sabe. A las catorce preguntas dijo que dice lo que dicho tiene y es la verdad de lo que sabe para el juramento que hizo y firmolo Juan de Ampiés. El dicho Melchor de Castro testigo presentado por el dicho Santa Clara habiendo hecho juramento y siendo preguntado por las preguntas de su interrogatorio dijo lo siguiente: A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara de tiempo de más de veinte años por vista y por conversación de habla que con él ha tenido. A la segunda pregunta dijo que oyó decir lo contenido en la dicha pregunta públicamente en esta isla porque al tiempo que este testigo a ella vino ya el dicho Cristóbal de Santa Clara no era tesorero, preguntado a que personas lo oyó decir dijo que como dicho ha, era y es público en esta isla lo susodicho que no tiene memoria particularmente de las personas a quien lo oyó decir. A la tercera pregunta dijo que lo que de esta pregunta sabe es que es notorio que le fue tomada cuenta al dicho Santa Clara del cargo de tesorero que tuvo y que este testigo ha visto los libros por donde se le tomó la cuenta y se le hizo el cargo y que de esta pregunta no sabe más. A la cuarta pregunta dijo que oyó decir lo contenido en la dicha pregunta a muchas personas de cuyos nombres no tiene memoria. A la quinta pregunta dijo que la sabe c o m o en ella se contiene porque este testigo vio usar del dicho oficio y ponerlo en esta isla al dicho tesorero Pasamonte desde que este testigo a ella vino hasta que falleció el dicho tesorero que podrán ser quince años que lo conoció en el dicho oficio de tesorero.
60
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
A la sexta pregunta dijo que lo que sabe de esta pregunta es que este testigo vio muchas veces en poder del dicho Santa Clara y del dicho tesorero Pasamonte las copias de las deudas que se debían en esta isla a Su Alteza por las cuales parece sus antiguas y vio como en las dichas copias parecían ser las dichas deudas de los años pasados de quinientos y siete años atrás y que por ser las dichas deudas tan antiguas cree este testigo que procedieron del tiempo de los tesoreros contenidos en la dicha pregunta. A la séptima pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene, preguntado como la sabe dijo que porque este testigo es escribano de minas se halló presente muchos años a las dichas fundiciones y vio como residía en ellas el dicho Cristóbal de Santa Clara con sus libros y cada vez que alguno fundía cree él era el que por sus libros y memorias miraba si se debían dineros a Su Alteza y avisaba a los oficiales para que los cobrasen y por su aviso vio este testigo que se cobraron mucha cantidad de dineros de las dichas deudas. A la octava pregunta dijo que dice lo que dicho tiene en la pregunta antes de esta y que de esta pregunta no sabe más. A la novena pregunta dijo que como dicho tiene en la séptima pregunta vio este testigo que se cobraron por su aviso del dicho Santa Clara mucha cantidad de pesos de oro y que de esta pregunta no sabe más. A la décima pregunta dijo que este testigo cree lo en ella contenido y que lo cree porque si el dicho Cristóbal de Santa Clara no entendiera en ello se perderían muchos pesos de oro en la dicha cobranza porque los tesoreros que después de él vinieron no conocían ni tenían noticia de las personas que debían las dichas deudas como el dicho Santa Clara. A la undécima pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene, preguntado c ó m o la sabe dijo que este testigo como dicho ha es escribano de minas y relaciones y que cuándo a alguno se libraba alguna cosa por el contador se traen a poder de este testigo los libramientos para los asentar en sus libros y que si alguna cosa se le hubiera librado al dicho Santa Clara por lo susodicho este testigo lo hubiera sabido por lo que dicho tiene y que vio como cuando iban a las fundiciones muchas veces que el dicho Santa Clara llevaba lo contenido en la dicha pregunta porque iban juntos. A la duodécima pregunta dijo este testigo que no sabe que se le siguiese al dicho Santa Clara de la ida a las dichas fundiciones cosa alguna más de hacer lo que dicho tiene y que esta era la causa principal porque el iba a las dichas fundiciones según que siempre lo oyó decir así al dicho Santa Clara y que vio que se quejaba del trabajo que tenía en hacer lo susodicho sin que por ello le diesen cosa alguna. A la décima tercera pregunta dijo que no sabe este testigo lo que podía merecer el dicho Santa Clara por lo que trabajaba pero que este testigo no tomara cuidado de hacer lo que hacía en ir dos veces cada año a las fundiciones el dicho Santa Clara por cien castellanos que le dieran y que de esta pregunta no sabe más.
L A E C O N O M Í A EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS D E L A S CUENTAS.
61
A la décima cuarta pregunta dijo que dice lo que dicho tiene y que de ello es público entre las personas que de ello tienen noticia y firmolo Melchor de Castro. El dicho Pedro de Talavcra, testigo presentado por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara en la dicha razón habiendo hecho juramento y siendo preguntado por las preguntas de su interrogatorio declaró lo siguiente: A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara de más tiempo de veinte y dos años por vista y por conversación que con él tenía. A la segunda pregunta dijo que sabe que el dicho Cristóbal de Santa Clara fue tesorero por Su Majestad en esta isla no sabe qué tiempo, preguntado c ó m o lo sabe dijo que porque lo oyó decir y era cosa pública en esta isla haber tenido el dicho cargo el cual al tiempo que este testigo vino ya el dicho Cristóbal de Santa Clara lo había dejado. A la tercera pregunta dijo que oyó decir lo contenido en la dicha pregunta, preguntado a qué personas lo oyó decir dijo que a muchas personas especialmente al tesorero Miguel de Pasamonte y a otras muchas que no se acuerda de sus nombres lo cual fue público en esta isla. A la cuarta pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene, preguntado cómo la sabe dijo que la sabe porque vio este testigo usar el dicho oficio de tesorero de Su Majestad al dicho Miguel de Pasamonte desde que este testigo vino a esta isla hasta que falleció que podría haber seis años que falleció. A la sexta pregunta dijo que lo que de esta pregunta sabe este testigo es que se debía a Su Majestad mucha cantidad de pesos de oro y deudas recogidas por los vecinos de esta isla, preguntado cómo lo sabe dijo que porque vio este testigo como se cobraban por el tesorero Pasamonte en las fundiciones pero que no sabe si era y procedía del tiempo de los tesoreros contenidos en la dicha pregunta y que de esto no sabe más. A la séptima pregunta dijo que lo que de ella sabe es que este testigo vio residir y estar en las dichas fundiciones contenidas en esta pregunta con sus libros y memorias de lo que a Su Majestad se debía al dicho Cristóbal de Santa Clara desde el año de quinientos y nueve de Isasaga vino a esta isla a tomar las cuentas al tesorero Pasamonte y estar continuo en las fundiciones y faltar alguna vez y algún rato de la fundición y tener diferencia los oficiales sobre la cobranza de alguna deuda y hacer llevar al dicho Santa Clara para la averiguar. A la octava pregunta dijo que sabe lo contenido en la dicha pregunta, preguntado cómo lo sabe dijo que porque estando este testigo en las fundiciones vio pasar lo de la pregunta contenido y que si el dicho Santa Clara no se hallara presente con sus libros y memorias se dejara de cobrar mucha cantidad de pesos de oro que se cobraron por su aviso. A la novena pregunta dijo que no sabe este testigo la cantidad que se cobró pero que cree que se cobró mucho como dicho tiene.
62
L A S ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
A la décima pregunta dijo que dice lo que dicho tiene en la octava pregunta. A la undécima pregunta dijo que este testigo no sabe que le hubiesen pagado ni librado por el dicho servicio al dicho Santa Clara por ninguna persona cosa alguna y que si librado o pagado se le hubiera cree este testigo lo hubiera visto y sabido por la mucha conversación que con el dicho Santa Clara ha tenido y con los oficiales de Su Majestad y que en cuanto a la costa que dice en la pregunta que haría en ir a las dichas fundiciones que así lo vio este testigo como en la dicha pregunta dice. A la d u o d é c i m a pregunta dijo que este testigo no sabe ni vio al dicho Santa Clara hiciese otra cosa en provecho se le fuese ni hacer lo que dicho ha en las fundiciones salvo servir a Su Majestad en aquello y que si en otra cosa el dicho Santa Clara entendiera que provechosa le fuera que este testigo lo viera y supiera por la conversación que con él tenía y por se hallar presente a las fundiciones como dicho ha. A la décima tercera pregunta dijo que según los gastos que en los caminos y pueblos se seguían y los trabajos que se recibían que este testigo si no le dieran cada un año cien pesos de oro no lo tomara a su cargo de lo hacer como lo hacía el dicho Santa Clara. A la décimo cuarta pregunta dijo que dice lo que dicho tiene y que ésta es la verdad para el juramento que hizo y firmolo Pedro de Talavera. El dicho Martín de Solís, vecino y escribano público de esta ciudad de Santo Domingo, testigo presentado por el dicho Cristóbal de Santa Clara habiendo jurado según derecho dijo lo siguiente: A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara de veinte y cuatro años a esta parte poco más o menos, preguntado por las preguntas generales dijo que será de cuarenta y seis o cuarenta y ocho años y que no le empece ni toca ninguna de las preguntas generales y que vence este pleito quien tuviere justicia. A la segunda pregunta dijo que este testigo vino de Castilla en la nao de la Duquesa Grande que fue en el año de quinientos y siete y cuando llegó este testigo a este puerto ya el dicho Cristóbal de Santa Clara estaba quitado del dicho cargo de tesorero que decían públicamente que había tenido. A la tercera pregunta dijo que no la sabe. A la cuarta pregunta dijo que en el dicho tiempo vio este testigo que el dicho Martín de Gamboa se proveyó por tesorero por el dicho gobernador y el vio usar y ejercer el dicho cargo. A la quinta pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene, preguntado cómo la sabe dijo que porque lo vio y se halló en esta isla cuando el dicho Miguel de Pasamonte se recibió por tesorero de Su Majestad. A la sexta pregunta dijo que no la sabe. A la séptima pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene, preguntado cómo la sabe dijo que porque este testigo en los dichos tiempos conteni-
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
63
dos en la dicha pregunta este testigo se halló presente en muchas de las dichas f u n d i c i o n e s y vio lo que se contiene en la dicha pregunta y que el dicho Santa Clara estaba presente en las dichas fundiciones con su libro para dar razón de los deudores que debían las dichas deudas y trabajaba en ello todo lo que podía. A la octava pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene, preguntado cómo la sabe dijo que porque este testigo se halló presente como dicho tiene en muchas fundiciones y vio que el dicho Santa Clara ponía toda la diligencia y trabajo como en la dicha pregunta dice. A la novena pregunta dijo que así lo cree este testigo como en la dicha pregunta se contiene por razón que el dicho Santa Clara conocía a todos los deudores y vecinos y estantes y los otros no los podían conocer por ser nuevamente venidos. A la oncena pregunta dijo que los gastos que dicho tiene en la pregunta susodicha este testigo vio que lo hacía el dicho Cristóbal de Santa Clara y que en c u a n t o al dicho salario nunca oyó ni vio este testigo que al dicho Santa Clara le diesen ni librasen cosa alguna por razón de ello. A las doce preguntas dijo que es verdad lo que dice la dicha pregunta, preguntado c ó m o es así dijo que porque este testigo no debía entender al dicho Santa Clara en las dichas fundiciones en una cosa salvo entender en las dichas cobranzas. A las trece preguntas dijo que a este testigo le parece que según los gastos y trabajos se reciben en las dichas fundiciones que merece bien el dicho Santa Clara los cien pesos de oro cada año porque en aquel tiempo cualquier procurador ganaba en cobranzas más de trescientos pesos en cada fundición y que ésta es la verdad para el juramento que hizo y firmolo de su nombre Martín de Solís, escribano. El dicho Pedro de Villárdiga vecino de esta ciudad, testigo presentado en la dicha razón y habiendo jurado según forma de derecho y siendo preguntado dijo lo siguiente: A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara de treinta y un años a esta parte. A la segunda pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene porque lo vio. A la tercera pregunta dijo que sabe que el dicho Cristóbal de Cuéllar le tomó cuenta como la pregunta lo dice en fin del dicho tiempo. A la cuarta pregunta dijo que la sabe porque lo vio. A la quinta pregunta dijo que la sabe porque lo vio. A la sexta pregunta dijo que sabe que diversas y muchas personas debían mucha cantidad de dineros a Su Majestad en los más pueblos de esta isla desde el tiempo que habían sido tesoreros los contenidos en la pregunta y del tiempo que el dicho Cristóbal de Santa Clara había sido tesorero porque lo vio. A la séptima pregunta dijo que la sabe porque la vio.
64
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
A la octava pregunta dijo que vio recudía a las dichas fundiciones y tenía los dichos libros y cobraba las dichas deudas porque conocía a los deudores y daba aviso para que las dichas deudas se cobrasen lo cual hacía con toda diligencia. Por esta diligencia se cobraron cantidad de dineros que cree que no se cobraran si él no residiera a las dichas fundiciones por falta de conocer a las dichas personas que debían las dichas deudas. A la novena pregunta dijo que dice lo que dicho ha en la pregunta antes de ésta. A la décima pregunta dijo que dice lo que dicho tiene en la pregunta antes de ésta. A las once preguntas dijo que sabe que cuando iba a las dichas fundiciones llevaba un caballo en que iba y un mozo y otro caballo en que llevaba los dichos libros porque así se requería según la distancia había de esta ciudad a la Vega y que nunca este testigo vio ni oyó que le pagasen por lo contenido en la pregunta cosa alguna. A las doce preguntas dijo que no sabe provecho ni interés que se le siguiese al dicho Cristóbal de Santa Clara de lo susodicho antes oyó decir al tesorero Miguel de Pasamonte que convenía que estuviese en las fundiciones el dicho Cristóbal de Santa Clara para cobrar y dar aviso de las deudas que a Su Majestad se debían rezagadas y que cree que por este respeto lo hacía y que esto sabe. A la trece preguntas dijo que según la persona del dicho Cristóbal de Santa Clara y según las costas de esta isla que merecía y merece los dichos cien pesos de oro en cada un año porque a mozos que tienen cargos de ingenios se dan cien pesos de oro y a otros más y a otros menos y la calidad del dicho Cristóbal de Santa Clara era más y ésta es la verdad y lo que sabe de este caso y firmolo Pedro de Villárdiga. El dicho Lope de Bardecí, testigo presentado por el dicho Cristóbal de Santa Clara, habiendo jurado en forma de derecho dijo y declaró lo siguiente: A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara de veinte y dos años a esta parte poco más o menos. A la segunda pregunta dijo que ha oído decir públicamente lo contenido en la dicha pregunta porque el dicho oficio tuvo el dicho Cristóbal de Santa Clara antes que este testigo viniese a esta isla. A la tercera pregunta dijo que asimismo ha oído decir públicamente lo contenido en la dicha pregunta porque fue antes que este testigo viniese a esta isla. A la cuarta pregunta dijo que asimismo oyó decir lo contenido en la dicha pregunta a muchos vecinos de esta isla porque asimismo fue antes que este testigo viniese a esta isla. A la quinta pregunta dijo que al tiempo que este testigo vino de Castilla era tesorero de Su Majestad el dicho Miguel de Pasamonte contenido en la dicha pregunta.
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
65
A la sexta pregunta dijo que este testigo como dicho ha no estuvo presente a las dichas cuentas porque como dicho ha aún no era venido a esta isla pero que ha visto la relación de las dichas deudas en las fundiciones muchas veces son algunas de ellas del cargo de los dichos tesoreros contenidos en la dicha pregunta. A la séptima pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene esto desde que este testigo vino a esta isla porque siempre residió este testigo en las fundiciones que en el dicho tiempo se hicieron y vio que residió en ellas el dicho Cristóbal de Santa Clara y vio que tenía el dicho Cristóbal de Santa Clara los libros y cuentas de las dichas deudas en la mesa de las dichas fundiciones y daba aviso de las dichas deudas al tesorero y a sus oficiales y que cree que ninguna otra persona de esta isla pudiera dar los avisos que él daba y tener la diligencia que él en lo susodicho tenia. A la octava pregunta dijo que dice lo que dicho ha en la pregunta antes de esta y que vio que el dicho Cristóbal de Santa Clara tenía en las dichas cobranzas mucha diligencia y solicitud y mucha memoria y conocimiento de los dichos deudores y que por su aviso se cobraban las dichas deudas. A la novena pregunta dijo que vio como dicho ha que lo que se cobraba de las deudas rezagadas era por aviso y diligencia del dicho Cristóbal de Santa Clara porque como dicho ha tenía los libros y memorias de ello en la dicha fundición pero que la cantidad que fue no la sabe pero que cree que fue mucha suma porque fue en muchas fundiciones. A la décima pregunta dijo que dice lo que dicho ha en la pregunta antes de esta y que cree que si el dicho Santa Clara no diera los avisos y declaración de las dichas deudas y deudores que no se cobraran con mucha suma la cantidad que se cobró porque como dicho ha ninguna persona la podía dar como él. A la oncena pregunta dijo que este testigo no sabe que le fuese dado ni pagado cosa alguna de salario por razón de lo susodicho antes este testigo y otras muchas veces hablaban en el trabajo que el dicho Santa Clara tenía sin llevar salario alguno y que veía que iba generalmente a las dichas fundiciones y llevaba la costa contenida en la dicha pregunta porque este testigo y muchos de los otros oficiales de Su Majestad así generalmente dicen y van juntos. A las doce preguntas dijo que este testigo nunca supo que provecho ninguno se le siguiese al dicho Santa Clara en lo susodicho más de ir a la declaración de las dichas deudas y residía continuamente en la mesa de la fundición para ello y que cree que si algún provecho se le siguiera lo supiera este testigo por el mucho trato y conversación que con él tenía y porque residía en la dicha casa de la fundición este testigo y veía lo que allí pasaba. A las trece preguntas dijo que al parecer de este testigo es poco el salario que el dicho Santa Clara pone porque generalmente suelen tomar las fundiciones sesenta y setenta días y demás de esto la costa que tenía que le parece poco el salario que pone el dicho Santa Clara en esta pregunta.
66
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
A la catorce preguntas dijo que lo que ha dicho es la verdad y entre los que de ello tienen noticia es público y firmolo Lope de Bardecí. El dicho Juan de Rojas, vecino de esta ciudad, testigo presentado en la dicha razón y habiendo jurado según forma de derecho y siendo preguntado dijo lo siguiente. Fue preguntado para la pregunta últimamente conocida y dijo lo siguiente: A la dicha pregunta, siendo por ella preguntado aclaró y dijo que la sabe como en ella se contiene porque lo vio Juan de Rojas, Miguel de Salcedo, escribano de Su Majestad. En la ciudad de Santo D o m i n g o viernes veinte y tres días del mes de enero de mil y quinientos y treinta y cuatro años ante mi Melchor de Mata escribano de Su Majestad y su receptor en su Real Audiencia que reside en esta dicha ciudad presentó Cristóbal de Santa Clara por testigo a Benito de Astorga para ser preguntado por unas preguntas las cuales, siéndole tomado juramento en forma de derecho, dijo y depuso lo siguiente: El dicho Benito de Astorga testigo presentado y jurado según dicho es, habiendo sido preguntado por la dicha pregunta para que es preguntado por testigo dijo que lo que sabe de esta pregunta es que siempre vio en las fundiciones de la Vega y Buenaventura residir al dicho Cristóbal de Santa Clara desde cuando el dicho Martín de Gamboa fue nombrado por tesorero que fue el año de quinientos y ocho hasta el año de quinientos y veinte que este testigo se partió para los reinos de Castilla lo cual sabe porque este testigo siempre se halló presente en las dichas fundiciones y que esto es lo que sabe en este caso y es acordado para el juramento que hizo y firmolo de su nombre, va testado, Benito de Astorga, Melchor de Mata, escribano de Su Majestad y su receptor. El dicho Alonso de Valencia testigo presentado y jurado según dicho es siendo preguntado por la dicha pregunta añadida dijo que lo que sabe de ella es que desde que el tiempo que el dicho Martín de Gamboa fue nombrado por tesorero en esta isla Española es acordado este testigo que vio que el dicho Cristóbal de Santa Clara hasta que vino por tesorero Miguel de Pasamonte y después hasta que vino por contador de cuentas Pedro de Isasaga a esta dicha isla estuvo y residió el dicho Santa Clara en la fundición de la Buenaventura y en la de la Vega para alumbrar y declarar las deudas que debían a Su Majestad para que se cobrasen en las dichas fundiciones mayormente en la de la Buenaventura porque de allí vino como iba el dicho Cristóbal de Santa Clara con los oficiales de Su Majestad a la fundición de la Vega para e f e c t o de lo que dicho tiene y así era cosa pública que el susodicho entendía y residía en lo susodicho y que también después de venido el dicho Pedro de Isasaga vio lo que se ha acordado que desde esta ciudad iba el dicho Cristóbal de Santa Clara a las dichas fundiciones y que esto es lo que sabe y se acuerda y que es la verdad para el j u r a m e n t o que hizo y firmolo de su nombre Alonso de Valencia.
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
67
El dicho Pedro de Talavera, vecino de esta dicha ciudad, testigo presentado en razón de lo susodicho por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara en la pregunta añadida y siendo preguntado por el tenor de ella dijo y depuso lo siguiente: A la primera pregunta añadida dijo que lo que de ella sabe es que desde el año de quinientos y nueve años hasta el año de quinientos y veinte y un años siempre en las fundiciones que se iban a hacer a la ciudad de la Vega residía en ella el dicho Cristóbal de Santa Clara entendiendo en las cobranzas y libros de Su Majestad lo cual este testigo vio porque en todo el dicho tiempo siempre tuvo que hacer en las dichas fundiciones y que oyó decir públicamente que lo m i s m o hacía en las fundiciones que se hicieron en el dicho tiempo en la Buenaventura y así fue público y notorio y una vez este testigo le vio en la Buenaventura en la fundición que allí se hacía cree el año de quinientos y once o doce años y que esto sabe y es verdad para el juramento que hizo y firmolo de su nombre Pedro de Talavera. El dicho Gonzalo Hernández, vecino de esta dicha ciudad, mayordomo de ella, testigo presentado en razón de lo susodicho por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara el cual habiendo jurado y siendo preguntado por el tenor de la pregunta añadida dijo y depuso lo siguiente: A la primera pregunta dijo que lo que de ella sabe es que este testigo vino de Castilla el año de quinientos y seis o quinientos y siete y vio tener cargo y residir al dicho Cristóbal de Santa Clara a las fundiciones que se hacían en la ciudad de la Vega donde este testigo era vecino a la sazón desde ha p o c o tiempo después de que este testigo vino a esta isla hasta que vino Isasaga a tomar las cuentas que fue el año contenido en la pregunta poco más o menos teniendo cuenta de lo que se cobraba con sus libros y todos los años iba desde esta ciudad con el tesorero y contador que eran y que esto es lo que sabe de este caso y es verdad para el j u r a m e n t o que hizo y firmolo de su n o m b r e Gonzalo Hernández. Pasó ante mi Diego de Herrera, escribano y receptor. El dicho Benito de Astorga, vecino de esta ciudad, testigo presentado en razón de lo susodicho por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara el cual habiendo jurado según derecho y siendo preguntado por las preguntas de la dicho interrogatorio dijo y depuso lo siguiente: A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara desde el año de quinientos y siete hasta ahora. Preguntado por las preguntas generales dijo que es de edad de cincuenta años poco más o menos y que no le toca ni empece ninguna de las generales ni lleva intereses en la causa. A la segunda pregunta dijo que lo que de ella sabe es que vio tener cargo de tesorero de Su Majestad al dicho Cristóbal de Santa Clara el año de quinientos y siete y que oyó decir públicamente en esta ciudad que había tenido el dicho cargo otros años atrás y que en las cuentas que se le tomaron lo vio así.
68
LAS ANTILLAS MAYORES.
1492-1550
A la tercera pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene porque vio tomar las dichas cuentas al dicho Cristóbal de Santa Clara. A la cuarta pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene porque lo vio y pasó así como en ella lo dice. A la quinta pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene porque lo vio y pasó así como en ella lo dice. A la sexta pregunta dijo que este testigo vio las copias contenidas en la pregunta la que por ellas parecía y por los libros deberse dineros a Su Majestad del tiempo que fueron tesoreros Francisco Velázquez y Rodrigo de Villacorta. A la séptima pregunta dijo que dice lo que dicho tiene en una pregunta añadida que en este caso está preguntada cerca de lo contenido en esta pregunta y que vio que el dicho Cristóbal de Santa Clara siempre residía en las dichas fundiciones con su libro, dando aviso de las personas que debían dineros de lo que así debían para que lo cobrasen el tesorero Esteban de Pasamonte o sus oficiales en su nombre. A la octava pregunta dijo que dice lo que dicho tiene en la pregunta antes de esta y que por ello sabe lo contenido en esta pregunta que pasó así como en ella dice. A la novena pregunta dijo que sabe que se cobraron muchos dineros y los veía cobrar y que el cuánto que no lo sabe. A la diez pregunta dijo que lo que de ella sabe es que si el dicho Cristóbal de Santa Clara no residiera en las dichas fundiciones se detuvieran en la cobranza y se dejaran de cobrar algunas deudas por no haber quien tuviese tanta claridad como tenía el dicho Cristóbal de Santa Clara ni haber persona que estuviese tan astuto en eso. A las once preguntas dijo que este testigo cree y tiene por cierto que nunca el dicho Cristóbal de Santa Clara se le dio salario ninguno por que si se le diera este testigo lo viera y supiera por tener como ha tenido noticia de las cuentas del tesorero Miguel de Pasamonte y haber tenido cargo de la cobranza de lo perteneciente a Su Majestad en las fundiciones. A las doce preguntas dijo que la no sabe (sic) A las trece preguntas dijo que le parece a este testigo que el dicho Cristóbal de Santa Clara merecía en cada un año de los dichos años que así residió en las dichas fundiciones los cien pesos de oro que en la pregunta dice y antes más que menos por los gastos y trabajo que le vi pasar. A las catorce preguntas dijo que dice lo que dicho tiene en que se afirma y es la verdad para el juramento que hizo y firmolo de su nombre Benito de Astorga, pasó ante mi Diego de Herrera, escribano y receptor. El dicho Diego Caballero, secretario de la dicha Audiencia real, testigo presentado en la pregunta añadida y habiendo jurado dijo lo siguiente: A la dicha pregunta añadida dijo que sabe y vio que el dicho Cristóbal de Santa Clara sirvió y residió en las fundiciones de la Vega y de la Buenaven-
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
69
tura todo el tiempo contenido en la pregunta lo cual sabe porque este testigo iba a las dichas fundiciones y lo vio y así es público y firmolo de su nombre Diego Caballero. Pasó ante mi Diego de Herrera, escribano y receptor. Y después de lo cual en la dicha ciudad de Santo D o m i n g o en catorce días del mes de junio de mil y quinientos y treinta y ocho años ante los dichos señores presidente y oidores pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó la petición siguiente: Muy poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad, digo que yo presenté en esta Real Audiencia una Cédula Real de Vuestra Majestad por la cual manda que se haga información del tiempo que yo serví en las fundiciones de esta ciudad y de la Vega y de la Buenaventura después que dejé de ser tesorero para que se me gratificasen los servicios y la dicha información se hizo ante Juan de M a j a d o s , escribano de Vuestra Majestad, el cual al tiempo que examinó los testigos no les preguntó por las preguntas generales ni que edad tenían y a mi derecho conviene que sean preguntados por las preguntas generales y que edad tenían al tiempo que dijeron sus dichos. Pido y suplico se mande que los dichos testigos sean preguntados por las preguntas generales o lo que dijeren y declaren se ponga en los dichos de cada uno de ellos y esto hecho se me mande dar la dicha información para que yo la lleve y presente ante Vuestra Majestad. Así presentada y leída la dicha petición por los dichos señores presidente y oidores fue dado cerca de ello un auto y un mandamiento del tenor siguiente: En la ciudad de Santo Domingo de la isla Española en diez y siete días del mes de junio de mil y quinientos y treinta y ocho años visto por los señores presidente y oidores de esta Real Audiencia los pedimentos e informaciones y lo demás hecho en este negocio y lo que conviene alegar y probar en nombre de Su Majestad y de su real hacienda y así lo hagan y que se tornen a tomar otra vez los testigos en este caso tomados y recibidos a los cuales y a cada uno de ellos se les pregunte por las preguntas generales para lo cual sea citado el dicho fiscal y Santa Clara y para ver preguntar y jurar y conocer los dichos testigos y así los mandaron y hecho lo susodicho se traiga a esta Real Audiencia donde se vea y provea lo que sea justicia. Después de lo cual en viernes veinte y un días del dicho mes y año fue notificado lo aquí contenido y de suso es dicho al dicho Cristóbal de Santa Clara en su persona, testigos Nicolás López t Alvar Gómez, escribanos de Su Majestad. Después de lo cual en sábado veinte y dos días del mes de junio del dicho año fue notificado lo aquí contenido al bachiller Juan Carrillo, fiscal de esta Real Audiencia en su persona estando en su casa y por testigo Simón su criado. El dicho Alonso de Valencia, testigo presentado por el dicho Cristóbal de Santa Clara en la dicha razón e información habiendo jurado en forma de
70
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
derecho y siéndole mostrada la dicha deposición que d i j o y habiéndole visto d i j o que en e l l o se ratificaba y ratificó y si necesario era de nuevo lo tornaba a decir porque es la verdad y lo sabe c o m o dicho tiene y que es de edad de sesenta años p o c o más o menos y que c o n o c e al d i c h o Cristóbal de Santa Clara de treinta y cinco años a esta parte y que no le toca ni le pesa ninguna de las preguntas generales ni le va interés en esta causa y que venza el que tuviere justicia y esta es la verdad para el juramento que hizo y firmolo de su nombre A l o n s o de Valencia. El dicho M e l c h o r de Castro, vecino de esta ciudad, testigo presentado por el dicho Cristóbal de Santa Clara en la dicha información habiendo jurado en f o r m a de d e r e c h o y s i é n d o l e mostrado el d i c h o y d e p o s i c i ó n que d i j o y habiéndolo visto d i j o que en aquello se ratificaba y ratificó y si necesario era de nuevo lo tornaba a decir porque es la verdad y lo sabe c o m o dicho tiene y que es de e d a d de más de cuarenta y c i n c o años p o c o más o menos y que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara y que no le toca ni empece ninguna de las preguntas generales de la pragmática ni lleva intereses en esta causa y que venza quien tuviere justicia y que ésta es la verdad para el juramento que hizo y firmolo de su nombre M e l c h o r de Castro. El d i c h o P e d r o de V i l l á r d i g a , v e c i n o de esta ciudad, testigo presentado por el dicho Cristóbal de Santa Clara en la dicha información habiendo jurad o en forma de derecho y siéndole mostrado el dicho y deposición que d i j o en esta causa d i j o que en e l l o se ratificaba y ratificó y si necesario era lo tornaba a d e c i r de n u e v o y que c o n o c e al d i c h o Cristóbal de Santa Clara de treinta y cinco años a esta parte y que es de edad de cincuenta y cinco años y que no le toca ni e m p e c e ninguna de las preguntas generales y que no lleva intereses en esta causa y que venza quien tuviere justicia y que ésta es la verdad para el juramento que hizo y firmolo de su nombre Pedro de Villárdiga. El dicho Martín de Solís, escribano público y vecino de esta ciudad testig o presentado por el dicho Cristóbal de Santa Clara en la dicha información, habiendo jurado en forma de derecho y siéndole mostrado el dicho t deposición que d i j o en esta causa d i j o que en ello se ratificaba y ratificó y si necesario es lo tornaba a decir de nuevo y que no le toca ninguna de las generales y que venza quien tuviere justicia y que ésta es la verdad para el juramento que hizo y firmolo de su nombre Martín de Solís. El dicho Benito de Astorga, vecino de esta ciudad, testigo presentado en razón de l o susodicho por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara, habiendo jurado según derecho y siéndole mostrado el dicho y deposición que d i j o y h a b i é n d o l o v i s t o d i j o q u e en a q u e l l o que d i j o se ratificaba y ratificó y lo decía ahora de nuevo porque es la verdad para el juramento que hizo y firmolo de su nombre Benito de Astorga. El dicho G o n z a l o Hernández, m a y o r d o m o v e c i n o de esta dicha ciudad, testigo presentado en razón de lo susodicho por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara el cual, habiendo jurado según derecho y siéndole mostrado el
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
71
dicho y deposición que dijo en esta causa dijo que en él se ratificaba y ratificó y si necesario fuere lo tornaba a decir de nuevo porque ésta es la verdad y que esto es lo que sabe para el juramento que hizo y firmolo de su nombre y que este testigo conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara de más de treinta años a esta parte y que es de edad de más de cincuenta años y que no le toca ni empece ninguna de ellas ni lleva interés en esta causa y que venza quien tuviere justicia. Gonzalo Hernández. El dicho Diego Caballero secretario de la Audiencia Real de Su Majestad que en esta ciudad reside, testigo presentado en razón de lo susodicho por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara habiendo j u r a d o según f o r m a de derecho y siéndole mostrado y leído el dicho su dicho que dijo y depuso en esta causa dijo que en él se ratificaba y ratificó y si necesario es lo tornaba a decir de nuevo porque es la verdad y que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara desde el año de quinientos y ocho años que ha treinta años poco más o menos y que es de edad de cuarenta y cinco años y que no le toca ni empece ninguna de ellas y que no le van intereses en esta causa y que venza quien tuviere justicia y que ésta es la verdad y firmolo de su nombre Diego Caballero. El dicho Lope de Bardecí, vecino de esta ciudad, testigo presentado en razón de lo susodicho por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara, habiendo jurado según forma de derecho y siéndole mostrado y leído el dicho que dijo y depuso en esta causa dijo que en él se ratificaba y ratificó y si es necesario lo tornaba a decir de nuevo porque es la verdad y que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara de veinte y siete años a esta parte poco más o menos y que no le toca ni empece ninguna de ellas y que no le van intereses y que ésta es la verdad y firmolo de su nombre Lope de Bardecí. El dicho Pedro de Talavera, vecino de esta ciudad, testigo presentado en razón de lo susodicho por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara, habiendo jurado según forma de derecho y siéndole mostrado y leído el dicho su dicho que dijo y depuso en esta causa dijo que en él se ratificaba y ratificó y si es necesario lo tornaba de nuevo a decir porque es la verdad y que conoce al dicho Cristóbal de Santa Clara de veinte y nueve años a esta parte y que es de edad de cincuenta años poco más o menos y que no le toca ninguna de ellas ni le van intereses en la causa y que venza quien tuviere justicia, firmolo de su nombre Pedro de Talavera, pasó ante mi Diego de Herrera, escribano y receptor. En la ciudad de Santo Domingo veinte y dos días del mes de julio año del Señor de mil y quinientos y treinta y ocho años ante el escribano y testigos de yuso escriptos pareció presente el bachiller Juan Carrillo, fiscal de Su M a j e s t a d y dijo que porque él ha sido letrado en esta causa y no la puede seguir como fiscal que daba y dio su poder cumplido cual de derecho en tal c a s o se requiere a Francisco de Escobar, procurador de esta Real Audiencia, que está ausente bien así como si fuese presente para que por él y en nombre y en voz que toca a la hacienda Real de Su Majestad pueda seguir
72
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
y fenecer esta causa por todas instancias y en razón de ello parecer en juicio y hacer todos los autos que convengan y que él haría y hacer podría como tal fiscal siendo presente en nombre de la hacienda Real de Su Majestad y le relevo según derecho y otorgo este poder bastante siendo presentes por testigos Juanes de Az$eyn y Nicolás López, escribanos y Melchor Gómez, estantes en esta ciudad el bachiller Juan Carrillo, pasó ante mi Alvar Gómez, escribano de Su Majestad. Y después de lo susodicho en la dicha ciudad de Santo Domingo de La Española a diez días del mes de julio del dicho año ante los dichos señores pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó la petición siguiente: Muy Poderosos Señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad, digo que en el pedimento que he hecho de lo que serví en las fundiciones en la ciudad de la Concepción y Buenaventura y en esta ciudad de Santo D o m i n g o por esta Real Audiencia fue proveído que tornasen a tomar los testigos y que el fiscal fuese citado para ello y le fue mandado que hiciese la probanza e información que conviniese y alegase todo lo que quisiese y hecho se trajese a esta Real Audiencia para proveer en ello lo que fuese justicia lo cual fue notificado al bachiller Juan Carrillo, fiscal de Vuestra Majestad, y han pasado algunos días y no ha hecho la tal probanza ni ha alegado ni hecho cosa alguna porque en la verdad no hay qué decir ni alegar ni probar. Pido y suplico que a mayor abundamiento pues este negocio se ha de ver en el su muy alto Consejo se le mande al dicho fiscal que dentro de un breve término que para ello se le ponga diga, alegue y pruebe todo lo que viese que conviene en favor de Vuestra Majestad y de su Real Hacienda para que sin más le citar ni apercibir se ponga todo en el proceso que sobre esta causa está hecho para que visto por Vuestra Majestad en el dicho su Consejo provea en ello c o n f o r m e a lo que tengo pedido y si más me conviene pedir pido justicia. Así presentada y leída la dicha petición por los dichos señores presidente y oidores vista, mandaron que el fiscal haga y cumpla lo que se pide por esta petición dentro de diez días lo cual se mandó presente el fiscal. Después de lo cual en veinte y tres días del dicho mes de julio del dicho año ante los dichos señores presidente y oidores pareció Francisco de Escobar y presentó la petición siguiente: Muy Poderosos Señores: Francisco de Escobar por la Real Cámara de Su Majestad respondiendo a lo que por parte de Cristóbal de Santa Clara, tesorero que fue de Vuestra Majestad en esta isla se suplicó a Vuestra Majestad en razón de la remuneración que pide se le haga porque dice que anduvo en las fundiciones enseñando los deudores que debían deudas a Vuestra Majestad digo que no se le debe dar cosa alguna por lo susodicho porque si el dicho Cristóbal de Santa Clara iba con los oficiales de Vuestra Majestad a las fundiciones como dice que no afirmó aquello sería y fue a enseñar los deudores
L A E C O N O M Í A EN L A E S P A Ñ O L A A T R A V É S D E L A S CUENTAS.
73
de las deudas del tiempo de su cargo y porque las dichas deudas se cobrasen y no se le hiciese cargo de ellas por la negligencia que tuvo en no las cobrar cuando debía c o m o era obligado y siendo así claro parece no haber ido a las dichas fundiciones en servicio de Vuestra Majestad sino por su pro e interés particular por tanto pido y suplico a Vuestra Majestad se mande pronunciar y d e c l a r a r no h a b e r lugar lo pedido por el dicho Cristóbal de S a n t a C l a r a y pido j u s t i c i a con costas e imploro su real oficio. Y así presentada y leída la dicha petición y por los dichos señores presidente y oidores vista mandaron dar traslado de ellas al dicho Cristóbal de Santa C l a r a y que diga y alegue sobre ello de su derecho lo cual se mandó presente el dicho Santa Clara. Después de lo cual en la dicha ciudad de Santo D o m i n g o , a primero día del m e s de a g o s t o del dicho año ante los d i c h o s señores p a r e c i ó el d i c h o Cristóbal de Santa Clara y presentó la petición siguiente: M u y poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, v e c i n o y regidor de esta ciudad en el debate de la remuneración que pido se me haga por el tiempo que estuve en las fundiciones y sobre lo demás en mi pedimento contenido, respondiendo a un escrito por parte del fiscal presentado digo que no ha lugar de c o s a alguna de lo en contrario pedido porque si estuve y asistí con los oficiales de Vuestra Majestad en las fundiciones fue por servir a Vuestra M a j e s t a d y porque las deudas se c o b r a s e n y porque los deudores que las debían fuesen c o n o c i d o s al tiempo que iban a fundir su oro y porque no se perdiese c o s a alguna de la Real hacienda de Vuestra Majestad y no por mis propios intereses porque no era obligado al tiempo que me tomaron la cuenta a más de dar los deudores que debían las deudas y siendo c o m o es a s í claro parece que yo no fui ni asistí en las dichas fundiciones sino por lo que dicho tengo. Por tanto pido y suplico a Vuestra Majestad me mande hacer la merced y remuneración que tengo pedida sin embargo de lo en contrario alegado sobre lo cual si más me conviene pedir pido justicia y costas y concluyo. A s í presentada y leída la dicha petición y por los dichos señores presidente y oidores vista mandaron de ella dar traslado al dicho fiscal y que responda y c o n c l u y a a la primera audiencia y que notifique lo cual fue notificado al dicho Francisco de E s c o b a r c o m o fiscal. Después de lo cual en nueve días del dicho mes de agosto del dicho año ante los dichos señores pareció F r a n c i s c o de E s c o b a r en nombre de la Real Cámara de Su Majestad y presentó la petición siguiente: M u y p o d e r o s o s señores: F r a n c i s c o de E s c o b a r , en n o m b r e de la R e a l Cámara de Vuestra Majestad en el pleito con Cristóbal de Santa Clara, regidor, sobre las idas a las fundiciones digo que sin embargo de lo en contrario alegado s e r á y debe hacer, según y c o m o suplicado tengo, porque el dicho Cristóbal de Santa Clara iba a las dichas fundiciones por sus propios intereses c o m o tengo alegado y la persona que le tomó cuenta y le hizo cargo de
74
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
todas las deudas rezagadas y no se pudo a menos hacer pues se habían hecho en su tiempo y nos las había cobrado y porque los oficiales le descontasen de su alcance lo que cobrase de las dichas deudas iba a las dichas fundiciones y no por servicio de Su Majestad como afirma la parte contraria. A Vuestra Majestad suplico mande hacer y haga según y como pedido y suplicado tengo y sobre todo pido justicia con las costas y concluyo. Así presentada y leída la dicha petición y por los dichos señores presidente y oidores vista mandaron que el dicho Cristóbal de Santa Clara para la primera audiencia concluya en esta causa. Y después de lo cual ante los dichos señores presidente y oidores a trece días del mes de agosto del dicho año pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó la petición siguiente: Muy poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad en el pleito que trato con el fiscal de Vuestra Majestad, en lo tocante a las fundiciones digo que sin embargo de lo por la parte dicho y alegado se debe de hacer lo que por mi parte está pedido porque como alegado tiene no me iba intereses ningunos en residir en las dichas fundiciones ni por ello se me dio salario ni otro provecho alguno sino de servir a Vuestra Majestad a mi costa en el tal residir así en la ciudad de Santo Domingo como en la ciudad de la Concepción y en la villa de la Buenaventura par que se cobrasen las deudas que se debían y los deudores y fuesen conocidos porque en toda esta isla no había persona alguna que de ello tuviese noticia como yo la tenía. Por tanto pido y suplico a Vuestra Majestad mande hacer en la dicha causa según que por mi está pedido y suplicado y concluyo. Así presentada y leída la dicha petición y por los dichos señores presidente y oidores vista dijeron que habían y hubieron este pleito por concluso en forma. Y después de lo susodicho martes veinte días del mes de agosto de mil y quinientos y treinta y ocho años visto este proceso por los dichos señores presidente y oidores de la dicha Real Audiencia dijeron que el fiscal de esta Real Audiencia dé la información de lo que le convenga en este caso con término de diez días primero siguientes y la otra parte de lo contrario de ello si quisiere en el dicho término y fueron citados en forma en haz del dicho fiscal y luego este día se notificó al dicho Santa Clara en su persona y fue citado en forma, testigos Nicolás López. Después de lo cual en la dicha ciudad de Santo Domingo a veinte y tres días del dicho mes de agosto del dicho año ante los dichos señores presidente y oidores pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó la petición siguiente: Muy poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad, digo que en el debate que traigo con el fiscal de Vuestra Majestad sobre lo del residir en las fundiciones digo que el término probatorio fue de diez días en el cual no he podido acabar de hacer mi probanza por ser
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS D E LAS CUENTAS..
75
breve el término pido y suplico que atento que soy autor se me prorrogue otros diez días para hacer mi probanza. Así presentada y leída la dicha petición y por los dichos presidente y oidores vista mandaron que se haga así como por la dicha petición que pide de pedimento y consentimiento de las dichas partes. Y después de lo susodicho este dicho día y mes y año susodichos ante los dichos señores pareció el dicho Francisco de Escobar y presentó la petición y posiciones siguientes: M u y poderosos señores: Francisco de Escobar, en nombre de la la Hacienda de Vuestra Majestad en el debate con Cristóbal de Santa Clara sobre el servicio que dice que hizo a Vuestra Majestad en las fundiciones pongo por posiciones a la parte contraria las preguntas de este interrogatorio que presento y pido y suplico a Vuestra Majestad se le mande que las jure y declare conforme a la ley y la pena de ella y juro y pido justicia. Por las preguntas siguientes sean preguntados si examinados los testigos que son o fuesen preguntados por el fiscal de Su Majestad en nombre de su Real Hacienda que por Francisco de Escobar en su nombre en el debate con Cristóbal de Santa Clara sobre el servicio que dice que hizo en las fundiciones. Primeramente sean preguntados si conocen a los dichos fiscal de Su Majestad y Cristóbal de Santa Clara y de cuánto tiempo acá. Item si saben, creen, vieron u oyeron decir que el dicho Cristóbal de Santa Clara fue cierto tiempo en esta isla tesorero de Su Majestad, digan lo que saben. Item si saben que en la cuenta que tomó al dicho Cristóbal de Santa Clara del dicho cargo de tesorero por el contador Cristóbal de Cuéllar le fue hecho cargo al dicho Cristóbal de Santa Clara de todas las deudas que en esta isla se debían a Su Majestad y a los Reyes Católicos nuestros señores que entonces eran por razón de haber sido negligente en la cobranza de ellas, digan lo que saben. Item si saben que las deudas que en las fundiciones se cobraron por industria y aviso del dicho Cristóbal de Santa Clara son y fueron las propias de que el dicho Cristóbal de Cuéllar le habían hecho cargo y no otras algunas, digan lo que saben. Item si saben y creen que lo que se cobraba de las dichas deudas y lo que estaba hecho cargo al dicho Cristóbal de Santa Clara se le descontaba y quitaba del alcance que el dicho contador Cristóbal de Cuéllar le hizo, digan lo que saben. Item que de lo susodicho es pública voz y fama. Y así presentada la dicha petición y escrito de posiciones los dichos señores presidente y oidores mandaron que el dicho Cristóbal de Santa Clara jure y aclare a las dichas posiciones en el término de la ley so la pena de ella lo cual se mandó presente el dicho Santa Clara.
76
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Y lo que dijo y declaró el dicho Cristóbal de Santa Clara a las dichas posiciones habiendo jurado de calumnia en forma debida de derecho y siendo preguntado por los cinco artículos de verdad decir dijo y d e p u s o lo siguiente: Juramento de calumnia que hizo Cristóbal de Santa Clara en el pleito que trata con el fiscal sobre el servicio de las fundiciones. A la primera posición dijo que conoce al fiscal de Su Majestad y que este que depone es el dicho Cristóbal de Santa Clara contenido en la dicha posición. A la segunda deposición dijo que la confiesa porque fue tesorero de Su Majestad por tiempo de seis años poco más o menos. A ia tercera posición dijo que es verdad y confiesa que el contador Cristóbal de Cuéllar tomo ciertas cuentas a este que depone y en ella le cargó muchas deudas que se debían a Su Majestad pero que no le entregó las copias de ellas y le hizo alcance de las dichas deudas como si las hubiera recibido en dineros contados a este que depone y que fenecidas las dichas cuentas el mismo día que se fenecieron fue preso y le metieron en la fortaleza de esta ciudad y se le quitó el dicho oficio de tesorero por manera que no fue a su cargo la cobranza y cargo de las dichas deudas por lo que declarado tiene y que demás de lo susodicho las dichas deudas después que a este que declara se le quitó el dicho oficio de tesorero las cobraron el tesorero Martín de Gamboa y el tesorero Pasamonte como pareció por el partido primero de la cuenta que Pedro de Isasaga tomó a este que depone y que esto declara del contenido en la posición y la demás niega. A la cuarta posición dijo que es verdad y confiesa que las deudas que le cargaron como dicho tiene en la posición antes de ésta fueron las que le cargaron estando en las dichas cuentas el dicho Cristóbal de Cuéllar las cuales él nunca cobró como dicho tiene y las hubieron los dichos Martín de Gamboa y tesorero Pasamonte como dicho tiene en la posición antes de ésta a la cual se refiere y lo demás niega. A la quinta posición dijo que la niega y no la cree. A la sexta posición dijo que dice lo que dicho tiene y en ello se afirma y ratifica y que ésta es la verdad so cargo del juramento que hizo y firmolo de su nombre Cristóbal de Santa Clara. Lo que los dichos testigos y cada uno de ellos dijeron y depusieron siendo preguntados por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara en esta dicha causa y siendo citado para los ver jurar el dicho Francisco de Escobar en nombre de Su Majestad y lo que dijeron y depusieron siéndoles mostrado y leídos sus dichos, habiendo jurado cada uno dijo lo siguiente: El dicho Gonzalo Hernández, mayordomo de esta ciudad, testigo presentado por el dicho Cristóbal de Santa Clara en esta razón el cual habiendo jurado según forma de derecho y siendo demostrado el dicho que tiene dicho en este pleito y causa y ratificación del dicho que lo que dicho tiene es la ver-
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
77
dad y se ratificaba y ratificó en él y si necesario era ahora lo decía de nuevo y ésta es la verdad para el juramento que hizo y firmolo de su nombre Gonzalo Hernández. El dicho Melchor de Castro, vecino de esta dicha ciudad de Santo Domingo, testigo susodicho, habiendo j u r a d o en forma y siendo presentado por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara por testigo en este dicho pleito y causa dijo que él había dicho en esta causa su dicho y deposición y después se había en él ratificado lo cual todo pidió le fuese mostrado y siéndole leído dijo que lo que dicho tiene en el dicho su dicho y deposición que le fue mostrado como en la ratificación de él, es la verdad y lo que sabe de este caso y si necesario es ahora de nuevo lo dice y en ello se afirmaba y ratificaba y ratificó y que esta es la verdad so cargo del juramento que hizo y firmolo de su nombre Melchor de Castro. El dicho Pedro de Talavera, vecino de la dicha ciudad de Santo Domingo de La Española, testigo susodicho presentado en esta causa por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara, y habiendo jurado en forma y siéndole leído el dicho que tiene dicho en esta causa y lo que después respondió a la pregunta añadida y la ratificación de todo ello que le fue leído de verbo adverbum dijo que todo ello es la verdad y este testigo lo dijo y si necesario era ahora de nuevo le decía y declaraba y en ello se ratificaba y ratificó y que ésta es la verdad so cargo del juramento que hizo y firmolo de su nombre y dijo que no le empece ninguna de las preguntas generales y de esta que ayude Dios a la verdad y que ha de edad de más de cincuenta años, Pedro de Talavera. El dicho Alonso de Valencia alcalde ordinario de esta ciudad de Santo Domingo de La Española, testigo susodicho, siendo preguntado por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara y habiendo jurado en forma y siéndole leído su dicho y deposición que dijo en esta causa y la ratificación de él dijo que aquello que tiene dicho y depuesto en el dicho su dicho y deposición y ratificación es la verdad y si necesario es ahora de nuevo lo decía y declaraba y en ello se ratificaba y ratificó y ésta es la verdad so cargo del j u r a m e n t o que hizo y dijo que es de edad de sesenta y más años y no es pariente de las partes ni empece ninguna de las otras preguntas generales y decía que los ayude a la verdad y firmolo de su nombre Alonso de Valencia. El dicho Martín de Solís, escribano público de la dicha ciudad de Santo D o m i n g o , habiendo j u r a d o en forma y siendo preguntado por testigo por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara habiéndole leído su dicho y deposición y la ratificación del que dijo en esta causa dijo que en todo ello se ratificaba y ratificó y si necesario era lo decía de nuevo porque aquello era la verdad de lo que tiene dicho y lo firmó de su nombre Martín de Solís. El dicho Lope de Bardecí, vecino de esta dicha ciudad de Santo Domingo, testigo susodicho, presentado por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara habiendo jurado en forma y siéndole mostrado su dicho que dijo en
78
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
esta causa y la ratificación de él dijo que en ello se ratificaba y ratificó y si necesario era lo decía de nuevo porque así era la verdad so cargo del juramento que hizo y firmolo de su nombre Bardecí. El dicho secretario Diego Caballero, testigo susodicho, testigo presentado por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara habiendo jurado en forma y siéndole mostrado su dicho que dijo en esta causa en la pregunta añadida y la ratificación de él dijo que lo que dicho tiene en el dicho su dicho y ratificación era la verdad y si necesario era lo decía de nuevo y en ello se ratificaba y ratificó y es la verdad so cargo del j u r a m e n t o que hizo y firmolo de su nombre Diego Caballero. El dicho Benito de Astorga, vecino de esta dicha ciudad de Santo Domingo, testigo susodicho presentado por parte del dicho Cristóbal de Santa Clara, habiendo jurado en forma y siéndole mostrado su dicho y deposición que dijo en esta causa así por el interrogatorio y pregunta añadida como en la ratificación de todo ello dijo que si necesario es ahora de nuevo lo tornaba a decir porque aquello era la verdad y en ello se ratificaba y ratificó y es la verdad so cargo del juramento que hizo y firmolo de su nombre Benito de Astorga. Después de lo cual en la dicha ciudad de Santo Domingo a tres días del mes de septiembre del dicho año ante los dichos señores pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó la petición siguiente: Muy poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad en el debate que traigo con el fiscal sobre lo de las fundiciones digo que en el término probatorio y de prorrogación no he podido acabar mi probanza a causa que algunos de los testigos que tengo de presentar están en el Macorix y en otras partes de esta isla, suplico se me prorrogue otros diez días atento a que soy autor. Así presentada y leída la dicha petición y vista por los dichos señores presidente y oidores le prorrogaron y alargaron el término que pide por la dicha petición con que pueda acabar de hacer su probanza. Después de lo cual en primero día del mes de octubre del dicho año ante los dichos señores pareció Francisco de Escobar, en nombre de la Real Cámara de Su Majestad y presentó la petición siguiente: Muy poderosos señores: Francisco de Escobar, en nombre de la Real Cámara de Vuestra Majestad en el pleito con Cristóbal de Santa Clara sobre el ir a las fundiciones digo que a mi me conviene presentar en este proceso un traslado de la cuenta que Cristóbal de Cuéllar tomó al dicho Cristóbal de Santa Clara a Vuestra Majestad, suplico se m a n d e a los oficiales que la saquen y me la den en un breve término para la poner en este proceso y pido justicia. Así preguntada y leída la dicha petición y vista por los dichos señores presidente y oidores mandaron que los oficiales de Su Majestad le den la cuenta que pido para que vista se provea lo que fuere justicia.
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
79
En Santo Domingo de La Española cinco días del mes de octubre de mil y quinientos y treinta y ocho años se notificó lo aquí proveído y mandado al tesorero Alonso de la Torre y al contador Alvaro Caballero en sus personas, testigos el bachiller Carrillo, fiscal, Alvaro Gómez, escribano. D e s p u é s de lo susodicho en primero día del dicho mes de octubre del dicho año ante los dichos señores pareció el dicho Francisco de Escobar en nombre de la Real cámara y presentó la petición siguiente: M u y poderosos señores: Francisco de Escobar en nombre de la Real Cámara de Vuestra Majestad en el pleito con Cristóbal de Santa Clara sobre el ir a las fundiciones suplico a Vuestra Majestad se le mande que declare si las deudas que se cobraron por su aviso en las fundiciones son las mismas de que le hizo cargo Cristóbal de Cuéllar contador de Vuestra Majestad y por qué estuvo preso y pido justicia. Así presentada y leída la dicha petición y por los dichos señores presidente y oidores vista mandaron que el dicho Cristóbal de Santa Clara jure y declare lo que pasa sobre lo contenido en esta petición lo cual se mandó presente el dicho Santa Clara. Después de lo cual en tres días del mes de octubre del dicho año ante los dichos señores pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó la petición siguiente: M u y poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad en el debate que traigo con el fiscal de Vuestra Majestad en lo tocante a lo de las fundiciones y a la causa digo que la causa es su marcha, yo estoy fletado en el primer navio que saliere de este puerto para ir con él a Castilla y si hubiese de aguardar a hacer los autos martes y viernes que son días de audiencia recibiera mucho agravio porque la nao se haría a la vela de aquí a quince días y no podría ir en ella. Y pido y suplico se m a n d e que en las dichas causas cada día se me de audiencia para que se hagan los autos y de licencias que convengan atento a la brevedad del tiempo. Así presentada y leída la dicha petición por los dichos señores presidente y oidores, vista mandaron dar traslado de ella al fiscal y que para el sábado primero responda y concluya para que se proveyera lo que fuese justicia. En Santo Domingo de La Española a tres días del mes de octubre de mil y quinientos y treinta y ocho años se notificó lo aquí proveído y mandado a Francisco de Escobar en nombre de la cámara de Su Majestad en su presencia testigos Alonso Domínguez procurador y Alvar Gómez, escribano, Nicolás López, escribano. Después de lo cual en cinco días del mes de octubre de mil y quinientos y treinta y ocho años ante los dichos señores presidente y oidores pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó la petición siguiente: Muy poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad en el debate con el fiscal de Vuestra Majestad en lo tocante a las
80
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
fundiciones digo que ha pedido la otra parte que declare si las deudas que en las f u n d i c i o n e s se cobraron por mi aviso son las mismas de que me hizo cargo Cristóbal de Cuéllar a cuya causa estuve preso en la fortaleza de esta ciudad y fue proveído que yo declarase la verdad en ello digo que para en cumplimiento de lo susodicho juro a Dios y a esta cruz y en forma que las mismas deudas que se cobraron por mi aviso en las fundiciones son las mismas deudas de que el dicho Cristóbal de Cuéllar me hizo cargo por que estuve preso por que me hizo alcance de ellas como si las hubiera cobrado de contado sobre lo cual he declarado otra vez en las posiciones que el dicho fiscal me puso esta declaración y aquella es toda una y a ella me refiero. Porque la dicha causa está en estado de publicación suplico se mande hacer, Cristóbal de Santa Clara. Así presentada y leída la dicha petición y por los dichos señores presidente y oidores vista en su presencia juró el dicho Cristóbal de Santa Clara lo que declaro por esta petición y estando presente el dicho Francisco de Escobar en nombre de la Real Cámara de Su Majestad los dichos señores mandaron hacer publicación de consentimiento de ambas las partes. Después de lo cual en ocho días del mes de octubre del dicho año pareció el dicho Francisco de Escobar en nombre de la Real Cámara de Su Majestad y presentó una petición y j u n t a m e n t e con ella ciertas cuentas que fueron exhibidas por los oficiales de Su Majestad que residen en esta isla firmadas de sus nombres y del tenor siguiente: M u y poderosos señores: Francisco de Escobar, en nombre de la Real Cámara y hacienda de Vuestra Majestad, en el debate con Cristóbal de Santa Clara sobre el ir a las fundiciones hago presentación de esta cuenta que es la que le tomó Cristóbal de Cuéllar y suplico a Vuestra Majestad se mande poner en el proceso y se haga según y como pedido y superado tengo y sobre todo pido justicia con costas concluyo. Nos los oficiales de Su cesárea y católicas majestades de la isla Española de las Indias del mar océano damos fe y verdadero testimonio a todos los señores que la presente vieren como por parte de Francisco de Escobar en nombre de la Cámara de Su Majestad nos fue notificada una petición con cierto mando en ella contenido la cual por el dicho Francisco de Escobar fue dada a los señores presidente y oidores de la Real Audiencia y chancillería que reside en esta isla Española el tenor de la cual y de lo por ella proveído junto con la notificación de ella es este que se sigue: M u y poderosos señores: Francisco de Escobar, en nombre de la Real Cámara de Vuestra Majestad, en el pleito con Cristóbal de Santa Clara sobre el ir a las fundiciones digo que a mi me conviene presentar en este proceso un traslado de la cuenta que Cristóbal de Cuéllar tomó al dicho Cristóbal de Santa Clara. A Vuestra Majestad suplico se mande a los oficiales que la saquen y me la den en un breve término para la poner en este proceso y pido justicia.
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
81
En martes primero de octubre de mil y quinientos y treinta y ocho años la presentó, que se la den dentro de seis días. En Santo Domingo de La Española a cinco días del mes de octubre de mil y quinientos y treinta y ocho años se notificó lo aquí proveído y mandado al tesorero Alonso de la Torre y al contador Alvaro Caballero en sus personas, testigos el bachiller Carrillo, fiscal, Alvar Gómez, escribano. Por ende nos en cumplimiento de lo susodicho que nos es mandado decimos que en los libros que están en poder de mí el contador Alvaro Caballero parece una relación de una cuenta con cargo y descargo que se tomó a Cristóbal de Santa Clara, receptor de la hacienda del patrimonio Real en esta isla Española de que se le hizo cargo desde quince días del mes de noviembre de mil y quinientos y cinco años que se feneció cuenta con él hasta doce días del mes de abril de mil y quinientos y ocho años del oro y pan y ropas y esclavos y otras cosas pertenecientes al dicho patrimonio Real la cual dicha relación con el dicho cargo y descargo en el cabo de ella estaba firmada del licenciado don Alonso Maldonado, alcalde mayor que era a la sazón en las islas y Tierra Firme del mar océano y de Cristóbal de Cuéllar, contador que era de la dicha isla y junto con la dicha relación original está un traslado de ella el cual por nosotros fue visto, corregido y concertado con el original y lo hallamos cierto y verdadero y lo firmamos de nuestros nombres en el cabo de él el cual va junto con esta nuestra fe y testimonio que es hecha en la ciudad de Santo Domingo de La Española a ocho días del mes de octubre de mil y quinientos y treinta y ocho años, Alonso de la Torre, Alvaro Caballero.
RELACIÓN DE LA CUENTA QUE SE HIZO CON CRISTÓBAL DE SANTA CLARA RECEPTOR DE LA HACIENDA DEL PATRIMONIO REAL DE ESTA ISLA ESPAÑOLA DE QUE SE LE HIZO CARGO DESDE 15 DÍAS DEL MES DE NOVIEMBRE DE MIL Y QUINIENTOS Y CINCO AÑOS QUE SE FENECIÓ LA CUENTA CON EL HASTA 12 DÍAS DEL MES DE ABRIL DE MIL Y QUINIENTOS Y OCHO AÑOS ASÍ DE ORO Y ROPA DE ALGODÓN Y ESCLAVOS Y GUANINIES COMO DE OTRAS COSAS LA CUAL DICHA CUENTA DIO Y SE LE TOMÓ EN LA MANERA SIGUIENTE: CARGO -Hácese cargo al dicho Cristóbal de Santa Clara regidor de 22.720 pesos de oro 7 tomines y 10 granos de oro fundido que quedo debiendo de alcance que le fue hecho por la cuenta que con él fue fenecida del cargo que tuvo hasta los dichos quince días de noviembre del dicho año de quinientos y cinco y más de ciertos esclavos y ropa de algodón y otras cosas del dicho su cargo de que le fue hecho alcance por el dicho fenecimiento de cuenta según
82
L A S ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
se contiene en ella que está firmada del señor gobernador y de los oficiales de Su Alteza y del dicho receptor. - C á r g a n s e l e más trescientos y cincuenta pesos de oro fundido que se recibió de Francisco Velázquez, vecino de Santo Domingo, los cuales debía por la hacienda de conucos y bohíos que Sus Altezas tenían en el término de la Buenaventura y se vendió en almoneda pública por el dicho precio en dieciocho de diciembre de quinientos cinco años. - I t e m se le hace cargo de ochenta pesos de oro fundido que recibió del dicho Francisco Velázquez por una potranca castaña de las de Sus Altezas que se vendió en almoneda día, mes y año susodicho. - O t r o s í se le hace cargo de cien pesos de oro que recibió de Francisco de Herrera por una yegua castaña tuerta de las de Sus Altezas con una potranca que se vendió en almoneda por el dicho precio en diez y nueve de diciembre de mil y quinientos y cinco años. - I t e m se le hace cargo más de ciento y setenta pesos y tres tomines y tres granos de oro de oro (sic) f u n d i d o que hubo de recibir de Bernardino de Becerril, recaudador de la renta de los diezmos de Villanueva de Yáquimo, del año de quinientos cuatro que comenzó desde 28 días de julio del dicho año y se cumplió a 28 de julio de quinientos cinco que son fiadores de mancomum Francisco Bravo y Juan de Escalante. - H á c e s e l e más cargo de trece pesos y cinco tomines y un grano de oro que hubo de recaudar de García de Castro, vecino de Villanueva de Yáquimo, como recaudador de las primicias de la dicha villa del año de quinientos cuatro que comenzó a veinte y ocho de julio del dicho año de quinientos cuatro y se cumplió a veinte y ocho de julio de quinientos cinco y entran en esta cuenta los once al millar y derechos de oficiales a Sus Altezas pertenecientes. - M á s se le hace cargo al dicho receptor de ciento y siete pesos y cuatro tomines y seis granos de oro que hubo de cobrar y recibir de Cristóbal de Medina, vecino de Villanueva de Yáquimo, recaudador de la renta de la sal para (a)bastecer la dicha villa el año de quinientos cuatro que comenzó la renta a veinte y ocho de julio del dicho año y se cumplió a 28 de julio quinientos cinco y de Alonso Tejero y Juan Griego, vecinos de la dicha villa como fiadores de mancomum. - M á s se le hace cargo al dicho Cristóbal de Santa Clara, receptor, de doscientos y setenta y seis pesos y tres granos de oro que hubo de cobrar de Rodrigo de Morales y Pedro de Solís, vecinos de la Verapaz, arrendadores que fueron de los diezmos de dicha villa desde el año pasado de quinientos cuatro y de Juan Freyle y Diego Ramírez, vecinos de la dicha villa, como sus fiadores de mancomum que comenzó este dicho arrendamiento a nueve días de septiembre del dicho año de quinientos cuatro y se cumplió a nueve de septiembre de quinientos cinco años. - I t e m se le hace cargo de ciento y doce pesos y cinco tomines y un grano de oro fundido que recibió de Pedro de Braña, vecino de la villa de Verapaz
L A ECONOMIA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE L A S CUENTAS..
83
del valor de la renta de la sal de la dicha villa de tiempo de un año que comenzó a nueve de septiembre del dicho año de quinientos cuatro con los once al millar de derechos de oficiales a Su Alteza pertenecientes. -Cárganse más al dicho receptor diez y ocho pesos y un tomín y siete granos de oro fundido que recibió de Francisco de Madrid, vecino de la villa de Verapaz, arrendador que fue de las primicias de la dicha villa tiempo de un año que comenzó a nueve de septiembre de quinientos cuatro y se cumplió a nueve de septiembre de quinientos cinco. -Cárgansele más cuatrocientos y cuarenta y ocho pesos y tres granos de oro fundido que hubo de cobrar de ciertas personas contenidas en una copia que de ellos se le dio los cuales pertenecieron a Sus Altezas de lo que se hubo de la cabalgada de esclavos en la guerra que se hizo al cacique Aniguayagua y a sus secuaces que se rebelaron contra el servicio de Sus Altezas y les fue hecha guerra por mandado del señor gobernador siendo capitán general el teniente Diego Velázquez el año de quinientos cuatro años. -Item se le cargan ciento y catorce pesos y seis tomines del oro que hubo de cobrar de otras ciertas personas contenidas en una copia firmada de Juan de Escalante, escribano público de Villanueva de Yáquimo, los cuales son de tres mil setecientos montones de yuca que se vendieron de un conuco que tenían Sus Altezas en la dicha villa en el mes de septiembre del año de quinientos cuatro. -Item, se le cargan más doscientos pesos de oro que hubo de recibir y cobrar de otras ciertas personas contenidas en otra copia que de ellos se le dio que son de cuatrocientas cargas de pan ca9abi que se hicieron del dicho conuco de Sus Altezas de que en el capítulo antes de este se hace mención que se vendieron para proveimiento de la gente que hizo la guerra al dicho cacique Aniguayagua. -Item, se le hace cargo de noventa y siete pesos y seis tomines de oro que hubo de cobrar de otras ciertas personas contenidas en otra copia que se le dio que son de ciertas armas de las de la alhóndiga de Sus Altezas que se les vendieron para hacer la guerra al dicho cacique Aniguayagua. -Item se le hace cargo de cinco pesos y cuatro tomines de oro que recibió del teniente Diego Velázquez que los debía por cierta herramienta de la alhóndiga de Sus Altezas que se envió a San Juan de la Maguana para sacar la vena del azul y después de gastada y desmochada se quedó en su poder y está en el dicho precio. -Item se le hace cargo de veinte pesos de oro que recibió de Hernando de Andino, vecino de San Juan de la Maguana, de cierta sal que vendió en la dicha villa el año de/quinientos tres por mandado del teniente Diego Velázquez por comisión que para ello tenía del señor gobernador según pareció por cierta cuenta que de ello dio el dicho teniente Diego Velázquez. -Cárgansele n>ás doscientos y treinta y seis pesos y cinco tomines y seis granos deOro fundido que hubo de recibir de ciertas personas contenidas en
84
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
una copia que se le dio que los debían de cierta ropa y cosas de rescate de las de la alhóndiga de Sus Altezas que hubo llevado Alonso de Sandoval que fue por capitán de una carabela de Sus Altezas por mandado del señor gobernador el año de quinientos dos a las partes de Xaragua a rescatar ropa de algodón y otras cosas para Sus Altezas porque todo el dicho rescate y ropa de Castilla que así llevó no se pudo despachar quedó en poder de fray Juan de la Duela y el dicho teniente Diego Velázquez la hizo vender en almoneda por el dicho precio. - I t e m se le hace cargo de tres pesos y dos tomines y ocho granos de oro que recibió de Juan Ponce, vecino de Santo Domingo, que los debía para cumplimiento del tercio del oro que había cogido en tiempo del comendador Bobadilla y había quedado por pagar por hierro de cuenta. -Cárgansele más setenta pesos de oro que recibió del dicho Juan Ponce del valor de las primicias de la Buenaventura de los años de quinientos dos y quinientos tres. -Cárgansele más dos pesos de oro que recibió de Pedro Camacho vecino de Santo Domingo albacea de Alonso Pérez, marinero difunto, del tercio de oro que cogió en tiempo del comendador Bobadilla y quedó por pagar por hierro de cuenta. -Cárgansele más treinta y ocho pesos de oro que recibió de Miguel de la Casa, vecino de Santiago, por cierta ropa de algodón de Sus Altezas que se trajo de Xaragua y por los alcaldes de la dicha villa le fue entregada para que la tuviesen guardada en su casa hasta en tanto que la vendían o de ella remanesció (sic) en su poder cierta parte que fue tasada en la dicha cantidad. - C á r g a n s e l e más cuatro pesos y cuatro tomines de oro que recibió de Lope Muñoz, vecino de Puerto de Plata, de cierta carne que vendió de la montería de los puercos salvajes de la Isabela vieja del año de quinientos cuatro que era a su cargo por comisión que tenía del dicho señor gobernador. -Cárgansele más cincuenta y seis pesos de oro por fundir y por ellos cincuenta y tres pesos de oro fundido que hubo de cobrar de Francisco de Salamanca, vecino que fue del Bonao, que los debía para cumplimiento del tercio que a Sus Altezas perteneció del oro que se cogió en tiempo del comendador Francisco de Bobadilla. - C á r g a n s e l e más un peso y seis tomines de oro fundido que recibió del comisario frey Alonso del Espinar, de la orden de San Francisco que se lo dieron en confesión y que pertenecían a Sus Altezas. - C á r g a n s e l e más tres pesos y tres tomines de oro que recibió del dicho comisario que dijo que se los había dado otra persona en confesión y que pertenecían a Sus Altezas. - M á s se le hace cargo de veinte y dos pesos y tres tomines y seis granos de oro que recibió de Francisco Gómez, maestre del carabelón de Sus Altezas, por el flete de ciertas cosas que llevó a Higüey donde estaban los cristianos haciendo la guerra a los caciques que estaban alzados contra el servicio de Sus Altezas.
L A E C O N O M I A E N L A E S P A Ñ O L A A T R A V É S D E L A S CUENTAS.
85
- H á c e l e cargo más de diez y nueve pesos y dos tomines que el dicho comisario frey Alonso del Espinar le entregó que se lo dieron en confesión para Sus Altezas. - H á c e s e l e cargo más de sesenta y tres pesos 1 y tres tomines y seis granos de oro que recibió de ciertas personas, vecinas y moradoras de la villa de la Concepción, contenidas en una copia que de ello se le dio que los debían de los diezmos de la dicha villa del año pasado de quinientos tres por iguala que con ellos hizo Juan de Pastrana, fiel que fue nombrado para hacer los dichos diezmos. -Cárgansele más cuarenta y siete pesos de oro que fueron de otras ciertas personas vecinos de la dicha villa de la Concepción contenidas en otra copia que se le dio que los debían de sus diezmos del año de quinientos cuatro por igualá que hicieron con el dicho Juan de Pastrana, fiel. - C á r g a n s e l e más cincuenta y cinco pesos y cuatro tomines de oro que recibió de otras ciertas personas vecinos y moradores de la villa de Santiago contenidas en otra copia que se le dio que los debían de resto de sus diezmos del año pasado de quinientos cuatro por igualá que con ellos hizo Juan de Morales, fiel que fue puesto para lo susodicho. -Cárgansele más mil y seiscientos y noventa y siete pesos y siete tomines y diez granos de oro fundido que recibió de otras ciertas personas, vecinos y moradores de la dicha villa de la Concepción, que son que los debían de sus diezmos del año pasado de quinientos cinco años por igualá que con ellos hizo el dicho Juan de Pastrana, fiel para ello nombrado, de los cuales de le dio copia para que los cobrase de las personas en ella contenidas. - I t e m se le hace cargo de mil y quinientos y ochenta y tres pesos de oro que recibió de ciertos vecinos y moradores de la dicha villa de Santiago contenidos en otra copia que se le dio que los debían de las igualás de sus diezmos del año de quinientos cinco. - C á r g a n s e l e más ochenta y siete pesos y cuatro tomines de oro fundido que recibió de otras ciertas personas, vecinos y moradores de la dicha villa de Santiago, que los debían de las primicias del dicho año de quinientos cinco por igualás que con ellos hizo el dicho Juan de Morales, fiel. - I t e m se le hace cargo de cinco pesos y cuatro tomines y seis granos de oro del valor de cuarenta y cuatro varas y media de lienzo de Urtrel que un Hernán Sánchez, vecino de Palos, que solía vivir en esta isla envió desde Castilla con Esteban de Guecho, maestre, diciendo que era en cargo a Sus Altezas de cierto diezmo que debía hasta en cuantía de tres pesos de oro los cuales había empleado en el dicho lienzo para que en esta isla se vendiese y su valor se entregase a quien por Sus Altezas los había de haber y se vendió el dicho lienzo en almoneda pública por la dicha cuantía.
1
En el margen pone 66 pesos en vez de 63.
86
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
- C á r g a n s e l e más cien pesos de oro que recibió de A l o n s o de Mora estante en las minas que los debía de tres esclavos de los de Sus Altezas de los de la guerra de A n i g u a y a g u a que estaban a cargo de A l v a r o G a l l e g o que tenía c a r g o de la h a c i e n d a de Sus A l t e z a s en la 9abana de Santo D o m i n g o y se vendieron en a l m o n e d a p ú b l i c a por el d i c h o p r e c i o y los c o m p r ó el d i c h o A l o n s o de M o r a para los pagar la primera demora que se hiciese en la B u e naventura el año de quinientos y siete. - C á r g a n s e l e más cincuenta pesos de oro fundido que trajo ante el licenciado A l o n s o Maldonado, alcalde mayor, el padre frey A l o n s o de Espinar el cual dijo se los dieron ciertas personas en c o n f e s i ó n que pertenecían a Sus A l t e z a s los c u a l e s entregó en veinte y siete de f e b r e r o de quinientos siete años. - C á r g a n s e l e más dos pesos y c i n c o tomines y un grano de oro f u n d i d o que el dicho frey A l o n s o de Espinar entregó, diciendo que se lo dio una persona en c o n f e s i ó n que pertenecían a Sus A l t e z a s entrególos en veinte y uno de marzo de quinientos siete años. - C á r g a n s e l e más ciento y cinco pesos que recibió de Pedro de San V i c e n te del valor de tres esclavos que se le vendieron en almoneda pública que son de los de A n i g u a y a g u a de los que estaban a cargo de Hernando de las Heras en la sabana de Santo D o m i n g o . - C á r g a n s e l e más c i n c u e n t a y o c h o pesos y siete tomines de oro que el d i c h o c o m i s a r i o trajo al dicho licenciado alcalde m a y o r que dijo que se lo dio una persona en confesión, diciendo que pertenecían a Sus Altezas. - C á r g a n s e l e más doce pesos de oro que recibió de C o s m e Guillén, estante en esta isla, que los debía por un esclavo de los de la guerra de A n i g u a y a g u a que estaba puesto en guarda y en poder del licenciado alcalde mayor y lo vendió por el dicho precio un criado suyo creyendo que era del dicho licenciado. - C á r g a n s e l e más un p e s o y cuatro tomines y seis granos de oro que le entregó A l v a r o B r a v o , alguacil mayor, que dijo pertenecían a Sus A l t e z a s . - C á r g a n s e l e más o c h o mil y cuatrocientos y veinte pesos, cuatro tomines y cinco granos de oro fundido que recibió del quinto del oro que se fundió en la Buenaventura en la demora que corrió desde Pascua de Resurrección de quinientos cinco hasta el día de Navidad siguiente. - C á r g a n s e l e más o c h o mil y seiscientos y cuarenta y o c h o pesos y diez granos de oro fundido que recibió en la fundición que se hizo en la C o n c e p c i ó n la d i c h a d e m o r a q u e c o r r i ó desde el t i e m p o c o n t e n i d o en el c a p í t u l o antes de éste del quinto del oro que se c o g i ó en la dicha demora con lo que se hubo de la escobilla y relavés. - C á r g a n s e l e más ciento y once pesos de oro que recibió de ciertas personas contenidas en una c o p i a que se le dio que los debían de ciertas igualás que hicieron con L o p e M u ñ o z , vecino de Puerto de Plata, que tuvo cargo por mandado del dicho gobernador de la montería de los puercos salvajes de la Isabela vieja del año de quinientos cinco.
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
87
-Cárgansele más veinte y nueve pesos y un tomín y dos granos de oro que recibió del dicho Lope Muñoz que los había cobrado de ciertas personas de igualás que con ellos hizo y de carne que vendió de la dicha montería del dicho año. -Cárgansele más dos pesos y seis tomines y seis granos de oro que recibió del dicho Alvaro Bravo, alguacil mayor en diez y siete de diciembre del dicho año de quinientos cinco que dijo que se lo habían dado dos personas diciendo que los debían a Sus Altezas. -Cárgansele más noventa y siete pesos y siete tomines y seis granos de oro que recibió en trece de enero de quinientos seis años en esta manera que se metieron a fundir 95 pesos de oro agrio que hayan quedado depositados en su poder desde veinte y nueve de julio del año de quinientos seis que eran de la escobilla de la concepción de la fundición pasada que se hizo la pascua de la resurrección y otros doce pesos de oro agrio que salieron de los relavés de la dicha escobilla cuales tenía el dicho receptor depositados que montó en todo ciento y siete pesos lo cual fundido y afinado y sacados los derechos del fundidor quedaron los noventa y siete pesos y siete tomines y seis granos de oro fundido y marcado. -Cárgansele más nueve pesos y nueve granos de oro que recibió el dicho día trece de enero de quinientos seis en esta manera que se metieron a fundir diez pesos, cuatro tomines y siete granos de oro por fundir que en él estaban depositados, los siete pesos, siete tomines, nueve granos que los trajo un indio al señor gobernador en tres de octubre de quinientos cinco y dos pesos, nueve granos que le trajo asimismo el cacique Doma en dos de noviembre del dicho año y tres tomines y once granos de oro que dio Francisco Flores, alcalde de la Buenaventura, en siete de diciembre de quinientos cinco que son los dichos diez pesos y cuatro tomines y siete granos lo cual fundido y sacados los derechos del fundidor quedaron los dichos nueve pesos y nueve granos de oro. -Cárgansele más un peso y tres tomines y once granos de oro que recibió en los dichos trece de enero del dicho año lo cual era de cierto oro por fundir que se halló en la dicha casa de la fundición y se tomó para Sus Altezas y fundido salió la dicha cuantía. -Cárgansele más nueve mil y ochocientos y ochenta y seis pesos y siete tomines y nueve granos de oro fundido que recibió en la fundición que se hizo en la Buenaventura del quinto del oro perteneciente a Sus Altezas de lo que se cogió en las minas de San Cristóbal en la demora que corrió desde primero de enero del año de quinientos seis hasta en fin de abril del dicho año con cierto oro de la escobilla y relavés que quedo de la otra fundición antes pasada. -Cárgansele más diez mil y quinientos y cuarenta y dos pesos y dos tomines y dos granos de oro fundido que recibió en la fundición que se hizo en la Concepción del oro que se cogió en las minas de Cibao en la demora susodicha del quinto que de ello perteneció a Sus Altezas.
88
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
- C á r g a n s e l e más once mil y trescientos y sesenta y un pesos y cuatro tomines y ocho granos y medio de oro fundido que recibió en la fundición que se hizo en la villa de la Buenaventura del oro que se cogió de la demora que corrió desde en fin de abril del dicho año de quinientos seis hasta el día de navidad siguiente. -Cárgansele más trescientos y cincuenta y cuatro pesos y cuatro tomines y cinco granos y medio de oro fundido que recibió de ciertas personas que los pagaron para en cuenta del tercio del oro que debían del oro que cogieron en tiempo que el comendador Bobadilla era gobernador en esta isla según está asentado en los libros de su cargo. -Cárgansele más cincuenta pesos de oro que recibió de Pedro de Cervantes, vecino de Puerto de Plata, que los debía por unos fuelles de hierro con su aderezo que estaban en las minas de cobre de los que echaron los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla. - C á r g a n s e l e más nueve mil y quinientos y veinte y ocho pesos y once granos y medio de oro fundido que recibió del quinto del oro que se fundió en la villa de la Concepción de la dicha demora que corrió desde en fin de abril del dicho año de quinientos seis hasta el día de navidad siguiente. -Cárgansele más dos mil y trescientos y veinte y ocho pesos y cinco tomines y siete granos de oro fundido del valor de cierta moneda de plata y del vellón que recibió desde veinte de febrero de quinientos seis años hasta veinte y siete de agosto del dicho año la cual enviaron los oficiales de Sus Altezas de la Casa de la Contratación de Sevilla en los navios de Juan Manuel vecino de Sanlúcar de Barrameda y de Luis Hernández y de Diego Rodríguez y de Alonso Núñez, vecinos de la ciudad de Sevilla en las piezas y según está especificado y declarado por menudo en los libros del cargo del dicho receptor. -Cárgansele más dos mil y ochocientos y setenta y cuatro pesos y nueve granos y medio de oro que recibió del quinto que perteneció a Su Alteza de los esclavos y preseas y otras cosas que se hubieron en la guerra que se hizo a los indios que se rebelaron contra su servicio en la provincia de Higüey el año de quinientos cinco y de cierto pan y ajes de los de Sus Altezas que se vendió a la gente que hizo la dicha guerra según está asentado por extenso en el libro del cargo del dicho receptor. - H á c e l e cargo más al dicho receptor de ciento y setenta y seis pesos y cuatro tomines y tres granos de oro que hubo de recibir de Alonso de Cepeda y Francisco de Bobadilla vecinos de la Concepción del valor de doscientas y quince cargas y diez y nueve libras de casabi que pareció por cierta cuenta que dieron que vendieron del pan que hicieron por mandado del gobernador de un conuco que Sus Altezas tenían cerca de la fortaleza de la dicha Concepción y más se le cargan doscientas y noventa y cuatro cargas y dos libras del dicho pan ca?abi de lo que se hizo del dicho conuco que los susodichos prestaron a ciertos vecinos y moradores de la dicha villa según se contiene en una copia que de ello dieron de que tiene el traslado el dicho receptor.
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
89
-Cárgansele más cuatrocientos y ocho pesos y cinco tomines y dos granos de oro fundido que recibió de los fletes que pagaron de mercaderías y pasajeros que vinieron a esta isla de Castilla en las tres carabelas latinas del Rey nuestro señor que enviaron los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla y llegaron al puerto de Santo Domingo en el mes de noviembre del año de quinientos cinco y de los derechos de siete y medio por ciento que se apreciaron las mercaderías y ropas y otras cosas que en las dichas carabelas trajeron ciertos mercaderes y otras personas según se contiene en la cuenta que de ello está asentado por extenso en el dicho libro de su cargo del dicho receptor. - O t r o s í se le hace cargo de doce mil y seiscientos y cincuenta y o c h o pesos y siete tomines de oro que recibió de los derechos a Sus Altezas pertenecientes al siete y medio por ciento de las mercaderías y otras cosas que de los reinos de Castilla a esta isla vinieron y se descargaron en ella desde los dichos quince de enero del dicho año de quinientos cinco hasta en fin de marzo de quinientos siete en esta manera: - D e cierta ropa que se vendió de pasajeros que iban en la carabela nombrada la Gutierra Grande que partió de Santo Domingo para ir a Castilla que con tiempos contrarios volvió al Puerto de Plata en cuatro de febrero de quinientos seis que montaron los derechos al dicho respeto 3 pesos y 7 tomines y 4 granos de oro. - D e cierta ropa que se descargó en el puerto de Santo Domingo de personas que vinieron con Luis de Mesa capitán de un carabelón de los que llevó Alonso de Ojeda a descubrir a la costa de Urabá y volvió al puerto de Santo Domingo con ciertas perlas 3 pesos y 2 tomines y 9 granos de oro. - D e otra cierta ropa que se descargó en el dicho puerto de Santo Domingo de personas que vinieron en compañía del dicho Ojeda del viaje que fue a descubrir catorce pesos y un tomín y 5 granos y medio. - D e los derechos de la carabela de Bartolomé Colín que vino al puerto de Santo Domingo en el mes de diciembre del año de quinientos cinco seiscientos y 1 peso y 2 tomines y 5 granos y medio. - D e los derechos del navio de Juan Rodríguez Tiscareno que vino a esta isla a la Isabela vieja y después a este puerto de Santo Domingo en el mes de noviembre del dicho año de quinientos cinco, 597 pesos y 5 granos. - D e los derechos del navio de Pinillo que vino a este dicho puerto de Santo Domingo a nueve de diciembre del dicho año de quinientos cinco 60 pesos y 6 tomines y 7 granos y medio. - D e l navio de Alonso Sarmiento que vino al dicho puerto de Santo Domingo en cinco de febrero de quinientos seis 298 pesos 6 tomines 2 granos y medio. - D e l navio de Juan Manuel que vino al dicho puerto de Santo Domingo el dicho día antes de esto contenido 539 pesos 6 tomines 8 granos. - D e l navio de Pedro Chacón que vino al dicho puerto de Santo Domingo a 7 de marzo del dicho año de quinientos seis 270 pesos 3 granos y medio.
90
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
- D e Luis Hernández de Alfaro que vino a 11 de marzo de quinientos seis al dicho puerto de Santo Domingo 402 pesos un tomín 11 granos. - D e l navio de Diego Rodríguez Colchero que vino al dicho puerto de Santo Domingo en 15 de marzo del dicho año de quinientos seis 383 pesos, 2 tomines 6 granos. - D e l navio de Cristóbal Vallés que vino al dicho puerto de Santo Domingo el dicho día 15 de marzo de quinientos seis 329 pesos 5 tomines 5 granos. - D e l navio de Francisco Niño que vino al dicho puerto de Santo Domingo a 23 de abril de quinientos seis 239 pesos 6 tomines 6 granos. - D e l navio de Alonso Núñez que vino al Puerto de Plata en 28 de mayo de quinientos seis años 702 pesos 6 tomines 3 granos y medio. - D e l navio de Juan Vinatrel que vino al dicho Puerto de Plata el dicho día 335 pesos 5 tomines 10 granos y medio. - D e l navio nombrado "La Gutierra Grande" que vino al dicho Puerto de Plata en el mes de mayo del dicho año de quinientos seis 533 pesos, 2 tomines, 4 granos. - D e l navio de Esteban Guecho que vino al dicho puerto de Santo Domingo en primero de julio de quinientos seis 695 pesos 4 tomines tres granos y medio. - D e l navio de Alonso Quintero que vino al dicho puerto de Santo Domingo el 23 de abril del dicho año de quinientos seis 250 pesos 8 granos. - D e l navio llamado "la Gutierra pequeña" que vino a 28 de junio de quinientos seis 286 pesos 6 tomines. - D e l navio de Juan Rodríguez que vino al dicho puerto de Santo Domingo a 5 de agosto de quinientos seis 466 pesos 4 tomines 8 granos y medio. - D e l navio de Diego de Padilla que vino al dicho puerto de Santo Domingo a 16 de agosto del dicho año de quinientos y seis 368 pesos 7 tomines 11 granos. - D e l navio de Juan Franco que vino al dicho puerto de Santo Domingo en 5 de agosto de quinientos seis 856 pesos 3 tomines 3 granos y medio. - D e l navio del dicho Juan Rodríguez Tiscareno que vino otra vez al dicho puerto de Santo D o m i n g o en 13 de enero de quinientos seis 325 pesos 5 tomines 3 granos. - D e l navio de Pedro de Arbolancha que vino al dicho puerto de Santo Domingo a 16 de enero del dicho año de quinientos seis 497 pesos 1 tomín 8 granos. - D e l navio de Francisco López que vino al dicho Puerto el dicho día 488 pesos 6 tomines 6 granos. - D e l navio del dicho Luis Hernández de Alfaro que vino al dicho puerto de Santo Domingo en 7 de diciembre de quinientos seis 352 pesos 5 tomines 6 granos y media. - D e l navio de Cristóbal Vallés que vino al dicho puerto en el mes de octubre de quinientos seis 276 pesos 4 tomines 1 grano y medio.
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS D E LAS CUENTAS...
91
- D e ia nao de Alonso Costa que vino al dicho puerto a 8 de diciembre de quinientos seis 612 pesos 3 tomines 5 granos. - D e l navio de Pedro Chacón que vino a 12 de diciembre de quinientos seis 292 pesos, 1 tomín, 10 granos y medio. -Del navio del dicho Diego Sánchez Colchero que vino al dicho puerto a 10 de enero de quinientos siete 487 pesos 4 tomines 8 granos y medio. -Del navio de Alonso Martín Villarín que vino el dicho día al dicho puerto 231 pesos 10 granos y medio. -Del navio de Pedro de LLanos que vino al dicho puerto el dicho día 249 pesos 1 tomín 7 granos y medio. -Del navio de Alonso Sarmiento que vino y se perdió en la Saona en el mes de febrero del dicho año de quinientos siete de los derechos de alguna ropa que se cobró 109 pesos 3 tomines 10 granos. - D e l navio de Hernando Bonilla que vino en 4 de marzo de quinientos siete 394 pesos 3 tomines 9 granos. Que suman los dichos doce mil y seiscientos y cincuenta y ocho pesos y siete tomines de oro Cárgansele más la ropa de algodón que de yuso dirá que se halló en un arca de Cristóbal de Romero que trajo un carabelón de los de Sus Altezas del puerto de Yáquimo y se entregó al dicho receptor en tres de marzo de quinientos seis que es la siguiente: - D o s camisas sin manga. -Seis camisas con mangas. -Ocho medias camisas. -Una hamaca con cabuyas y otra hamaca sin cabuyas. -Tres pares de hizos. -Unas naguas. - 3 8 ovillos y una madejuela de algodón. - D o s redes de algodón una grande y otra pequeña. Cárgansele más otra cierta ropa de algodón que de yuso se dirá que recibió de Juan Pérez, vecino de la Maguana, que la debía de resto de cierta ropa de algodón que le dio el teniente Diego Velázquez para que entregase a los alcaldes de la villa de Santiago y le faltó por entregar y fue mandado por el gobernador que la entregase la cual entregó en 25 de marzo del dicho año de quinientos seis y es la siguiente: - D o s hamacas con sus cabuyas. -Diez camisas. - 1 6 ovillos. -Item se le hace cargo de otra cierta ropa de algodón que de yuso dirá que recibió en tres de julio del dicho año de quinientos seis de Diego de Soto, criado del teniente Diego Velázquez, que era del quinto perteneciente a Sus Altezas de cierta ropa que rescató en Xaragua para el gobernador es la siguiente:
92
L A S A N T I L L A S MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
- D o s hamacas, la una sin cabuyas y la otra con ellas. - C i n c o camisas pequeñas de algodón la una sin mangas. - I t e m se le hace cargo de siete pesos y tres tomines y seis granos de oro fundido que recibió del valor de dos hamacas y de seis pares de naguas de las de su cargo que se vendieron en almoneda desde veinte y nueve de marzo del año pasado de quinientos seis hasta veinte y uno de junio del dicho año. -Cárgansele más seiscientos y setenta y seis pesos y dos tomines y seis granos y medio de oro que ha de recibir de Diego Gaseo, vecino de San Juan de la Maguana, arrendador de los diezmos y primicias de la dicha villa y su término de los años de quinientos cinco y quinientos seis y de Luis Costilla y Diego Hornaza y Francisco de Salamanca y Pánfilo de Narváez y Hernando Cifón sus fiadores de mancomún que son del precio porque se arrendaron las dichas rentas de los dichos dos años con más los once al millar de derechos de oficiales a Sus Altezas pertenecientes que entran en la cuenta susodicha. - C á r g a n s e l e más trescientos y cincuenta y ocho pesos y dos tomines y cuatro granos y medio de oro fundido que ha de recibir de Diego Ramírez, vecino de la villa de Verapaz, arrendador de los diezmos de la dicha villa el año de quinientos seis, y de Pedro de Requena y Domingo García, vecinos de la dicha villa, sus fiadores de mancomum que son por el precio por que se arrendó la dicha renta con los once al millar y derechos de oficiales a Sus Altezas pertenecientes que entran en la cuenta suso dicha. -Cárgansele más ocho pesos y tres tomines y siete granos de oro que recibió Bernardino de Santa Clara, teniente del dicho receptor, en Puerto de Plata del flete de cierta ropa y personas que fueron en una carabela de Su Alteza nombrada Santiago de que era maestre Francisco Gómez, capitán Pedro de Salazar desde el dicho Puerto de Plata al Puerto Real la cual partió del dicho Puerto de Plata a dos de agosto de quinientos seis años. - C á r g a n s e l e más diez y ocho pesos y cinco tomines y cuatro granos de oro que recibió el dicho Bernardino de Santa Clara, teniente de receptor en el dicho Puerto de Plata, del flete de otras ciertas personas que llevó otra carabela de las de Su Alteza nombrada Santa Cruz para Puerto Real, en siete de diciembre de quinientos seis. - I t e m se le hace cargo de ochocientos y noventa y nueve pesos y cuatro tomines y seis granos de oro del valor de los diezmos de la villa del Bonao del año de quinientos cinco de que se le dio copia de las personas de quien los ha de cobrar. - I t e m se le hace cargo de doscientos y veinte y nueve pesos y dos tomines y un grano de oro que valieron las primicias de los vecinos y moradores de la villa del Bonao de los años de quinientos dos quinientos tres quinientos cuatro quinientos cinco de que se le dieron copias de las personas de quien los ha de cobrar de cada uno de los dichos años la cuantía siguiente en esta manera: - D e l año de quinientos dos 35 pesos y 7 granos.
L A E C O N O M Í A E N L A E S P A Ñ O L A A T R A V É S D E L A S CUENTAS..
93
- D e l año de quinientos tres 5 1 , 1 tomín, 2 granos. - D e l año de quinientos cuatro 65 pesos y tres tomines y 8 granos. - D e l año de quinientos cinco 77 pesos, 4 tomines y 8 granos que son los dichos 229 pesos y 2 tomines y 1 grano de oro. -Cárgansele más veinte y siete pesos y cuatro tomines y cinco granos de oro fundido que recibió de ciertas personas vecinos y moradores del Bonao de que se le dio copia que los debían de sus diezmos de el año de quinientos tres que manifestaron ante Pedro de Arbolancha y no se igualaron y después por comisión del gobernador hizo las igualas de ellos Diego López de Béjar, vecino de la dicha villa. - I t e m se le hace cargo más de treinta y tres pesos y un tomín y once granos de oro fino dado que recibió de otros ciertos vecinos de la villa del Bonao contenidos en una copia que de ellos se le dio que los debían de sus diezmos del año de quinientos cuatro que habían manifestado ante el dicho Arbolancha y quedaron por iguala e hicieron sus igualas ante el dicho Diego López de Béjar. - C á r g a n s e l e más mil y cuatrocientos y cuatro pesos y cinco tomines y once granos que fueron de los diezmos de los vecinos y moradores de la villa de la Buenaventura de los años de quinientos tres quinientos cuatro quinientos cinco conviene a saber del año de quinientos tres doscientos y setenta y cuatro pesos, cuatro tomines y seis granos. Del año de quinientos cuatro cuatrocientos ochenta pesos, dos tomines y un grano y medio. Y del año de quinientos cinco seiscientos y cuarenta y nueve pesos, siete tomines, tres granos. - I t e m se le hace cargo de mil y veinte y seis pesos y un 1 tomín y nueve granos y medio de oro fundido que hubo de recibir de ciertos vecinos y moradores de la villa de la Buenaventura contenidos en una copia que de ellos se le dio que los debían de sus diezmos del año de mil quinientos seis años. -Cárgansele más siete pesos y dos tomines y seis granos de oro fundido que hubo de recibir de Francisco de Madrigal vecino de la dicha Buenaventura que los debía del diezmo de los años de quinientos cuatro quinientos cinco quinientos seis años. -Cárgansele más seis pesos y cuatro tomines de oro que recibió de Francisco de Caballos y de Diego de Morales, vecinos de Puerto de Plata, que los debían del diezmo de quinientos cuatro. - C á r g a n s e l e más ciento y sesenta y nueve pesos y cinco tomines y seis granos de oro que fueron de los diezmos de los vecinos del dicho Puerto de Plata del año de quinientos cinco de que se le dio copia para los cobrar. - I t e m se le hace cargo de diez y nueve pesos que recibió de ciertos vecinos de Puerto de Plata que los debían de las primicias del año de quinientos cinco de que se le dio copia de las personas de quien los había de cobrar. - I t e m se le hace cargo de doscientos y ochenta y seis pesos y tres tomines y diez granos de oro que recibió de ciertos vecinos del dicho Puerto de Plata
94
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
que los debían de sus diezmos del año de quinientos seis de que se le dio copia para los cobrar. - I t e m se le hace cargo de veinte y dos pesos y cuatro tomines de oro que recibió de los dichos vecinos de Puerto de Plata que los debían de las primicias del año de quinientos seis de que se le dio copia para los cobrar. -Cárgansele más cuarenta y cinco pesos y cinco tomines de oro que recibió de ciertos vecinos y moradores de la villa de Santiago que los debían de sus diezmos que no habían manifestado el año de quinientos cinco años, diósele copia para los cobrar. -Cárgansele más cinco pesos y cuatro tomines de oro que recibió de ciertos vecinos de la dicha villa de Santiago que los debían de sus primicias del dicho año de quinientos cinco que quedaron para manifestar de lo cual se le dio copia para los cobrar. -Cárgansele más noventa y cuatro pesos y seis tomines de oro que recibió de ciertos vecinos y moradores de la dicha villa de Santiago que los debían de sus primicias del año de quinientos seis años. -Cárgansele más siete mil y novecientos y setenta y cuatro pesos y siete tomines y once granos de oro fundido que recibió los cuales se cogieron y sacaron para Sus Altezas en la demora que corrió desde primero del mes de enero del año de quinientos siete hasta en fin del mes de abril del dicho año que se habían descubierto en las minas nuevas de San Cristóbal por ciertas personas y el gobernador las tomó para Sus Altezas porque se hallaron sus mineros conformes a las provisiones y declaratoria de Sus Altezas que para ello tiene. - C á r g a n s e l e más once mil y seiscientos y cincuenta y cinco pesos y medio grano de oro fundido y marcado que recibió del quinto perteneciente a Sus Altezas del oro que se cogió en las minas de San Cristóbal en la dicha demora de que de suso en el capítulo antes de este se hace mención y se fundió en la fundición que se hizo en la villa de la Buenaventura en fin del dicho mes de abril del dicho año de quinientos siete años. -Cárgansele más dos mil y trescientos y siete pesos y dos tomines y seis granos fundidos y marcados que recibió de ciertos vecinos y moradores de la villa de la Concepción que los debían de sus diezmos del año de quinientos seis de los cuales se le dio copia para los cobrar. - C á r g a n s e l e más veinte y nueve pesos y cinco tomines y seis granos de oro fundido y marcado que ha de cobrar de ciertos vecinos y moradores de la villa del Bonao que quedaron debiendo de sus diezmos del año de quinientos cuatro de que se dio copia de las personas de quien los ha de cobrar. - C á r g a n s e l e más ciento y quince pesos y tres tomines y diez granos de oro fundido que recibió de ciertos vecinos y moradores de la villa del Bonao contenidos en una copia que se le dio que los debían de sus diezmos que quedaron por manifestar e igualar el año de quinientos cinco años. - C á r g a n s e l e más doce mil y novecientos y tres pesos y cuatro granos y medio de oro fundido y marcado que recibió del quinto que perteneció a Su
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS..
95
Alteza del oro que se cogió en las minas de Cibao y se fundió en la Concepción en la demora que se cumplió en fin del mes de abril del dicho año de quinientos siete. -Cárgansele más ciento y veinte y cinco pesos y seis tomines de oro que le entregó frey Alonso de Espinar, provincial de la orden de San Francisco, que dijo que se lo habían dado ciertas personas que eran a cargo de ello a Sus Altezas en veinte y dos de septiembre de quinientos siete años. -Item se le hace cargo de catorce pesos y siete tomines y seis granos de oro fundido que le entregó el dicho provincial en veinte y seis de octubre del dicho año de quinientos siete que se lo dieron ciertas personas en confesión que eran a cargo de ello a Sus Altezas. - M á s se le cargan diez y seis pesos y un tomín y tres granos de oro que salió fundido de diez y siete pesos y un tomín, seis granos de oro por fundir que recibió de ciertas personas que lo trajeron al gobernador en ciertas veces desde diez y seis de octubre del año de quinientos siete hasta en treinta de diciembre del dicho año. -Cárgansele más setenta y cinco pesos de oro que recibió de Francisco de Grado, alcalde ordinario de la Concepción, en diez y nueve de noviembre del dicho año de quinientos siete que son del valor de una taza y un jarro y un salero de plata que se tomó a Juan de Riobo, vecino de la Concepción, porque lo hizo traer de Castilla contra el vedamiento de Su Alteza y el alcalde lo sacó en la almoneda por el dicho precio. -Cárgansele más veinte y cinco pesos de oro que recibió el dicho día de Miguel de la Casa, vecino de Santiago, que los debía por cierta ropa de algodón que restó en su poder de la rbpa de algodón de Su Alteza que le hubo entregado Juan Pérez, vecino de San Juan de la Maguana. -Item se le cargan cuatro mil y ochocientos y trece pesos y seis tomines y un grano de oro que recibió de los derechos de siete y medio por ciento a Sus Altezas pertenecientes de las mercaderías y otras cosas que de los reinos de Castilla se trajeron en los navios que vinieron al puerto de Santo Domingo desde primero de abril del año de quinientos siete años hasta en fin del mes de diciembre del dicho año de quinientos siete que son las siguientes en esta manera: - D e los derechos de las mercaderías que vinieron en el navio de Alonso Rodríguez 263 pesos 6 tomines medio grano. -Del navio de Alonso de la Peña 214 pesos 6 tomines 2 granos y medio. -Del navio nombrado San Miguel que era de Esteban de Santa Olalla que se perdió en Nigua 170 pesos, 1 tomín, 3 granos. -Del navio de Pedro Vallés que se perdió en el puerto de Santo Domingo 16 pesos 2 tomines y 6 granos y medio. -Del navio de Pedro Vizcaíno que se perdió en los bajos de Babuecar 35 pesos 9 granos. -Del navio de Alonso Quintero 286 pesos 5 tomines 3 granos.
96
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
- D e l navio mayor de la Reina de que era capitán y maestre Diego de Grajeda 269 pesos 1 tomín y medio grano. - D e otro navio mediano de la Reina de que era maestre Juan de Simbano 258 pesos 5 tomines. - D e l navio de Francisco de Triana 476 pesos un tomín 2 granos. - D e l navio de Juan Bernández 270 pesos 5 tomines 5 granos. - D e l navio de Diego Rodríguez que era maestre Antón Pisano 735 pesos 3 tomines 2 granos y medio. - D e l navio de Luis Hernández de Alfaro 374 pesos 6 tomines 9 granos. - D e la carabela consignada de que es maestre Lope Sánchez 405 pesos 4 tomines 3 granos. - D e la carabela menor de la Reina de que vino por maestre Cristóbal Vizcaino 227 pesos 4 tomines 3 granos. - D e l navio de Antón Martín, vecino de Triana, 253 pesos 6 tomines 3 granos y medio. Que son los dichos 4.813 pesos y 6 tomines y un grano de oro. -Cárgansele más nueve mil y seiscientos y cincuenta y tres pesos y cinco tomines y ocho granos y medio de oro fundido que recibió del quinto a Sus Altezas perteneciente del oro que se cogió en las minas de San Cristóbal en la demora que corrió desde primero de junio de quinientos siete hasta en fin de diciembre del dicho año y se fundió en la fundición que se hizo en la Buenaventura en el mes de diciembre del dicho año en que entran trece pesos y un grano que se tomaron para Sus Altezas de ciertas personas y doscientos y veinte y tres pesos, dos tomines, dos granos y medio de oro del quinto de la escobilla y relaves de otras fundiciones pasadas según por extenso está asentado en el libro de su cargo. -Cárgansele más seiscientos y cuarenta y ocho pesos y un tomín y ocho granos de oro que recibió de ciertos vecinos y moradores de la villa del Bonao que los debían de sus diezmos del año de quinientos seis años de que se le dio copia para los cobrar. -Cárgansele más cuarenta y siete pesos y dos tomines de oro que recibió de ciertos vecinos y moradores de la villa del Bonao que los debían de sus primicias el año de quinientos seis años de que se le dio copia. -Cárgansele más novecientos y cuarenta y nueve pesos y cuatro tomines y cuatro granos de oro que recibió de ciertos vecinos y moradores de la Buenaventura que los debían de sus diezmos del año de quinientos siete años de que se le dio copia para los cobrar. -Cárgansele más cuarenta y cuatro pesos y siete tomines de oro que recibió de ciertos vecinos y moradores de la dicha villa de la Buenaventura que los debían de sus primicias del año de quinientos siete de los cuales se les dio copia para los cobrar. -Cárgansele más ciento y tres pesos y seis tomines y cinco granos de oro fundido que recibió de ciertas personas contenidas en una copia que se le dio que los debían de diezmos de aves y hortalizas que habían criado y granjea-
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
97
do en las minas de San Cristóbal en ciertos años pasados hasta en fin del año de quinientos siete años. - C á r g a n s e l e más mil y cuarenta y cuatro pesos y cinco tomines y tres granos de oro que recibió de Hernando de Paz, factor de Juan Sánchez de la tesorería por los cuales se le hizo alcance en la cuenta que con él se averiguó del cuarto del interés a Sus Altezas pertenecientes de las mercaderías que el dicho Juan Sánchez envió en las seis carabelas el año de quinientos y tres años. -Cárgansele más mil y ochocientos y noventa y cinco pesos y cinco tomines y diez granos y medio de oro que recibió de Pero García de Carrión, hermano de Juan Hortega de Carrión, difunto factor que fue de la hacienda de Sus Altezas en esta isla, los cuales son del alcance que fue hecho al dicho Ortega de Carrión d i f u n t o su hermano en la cuenta que se le tomó de la hacienda que fue a su cargo y el dicho Pero García su hermano los debía a Su Alteza como heredero. - C á r g a n s e l e más tres mil y novecientos y setenta y ocho pesos y tres tomines y cinco granos de oro que recibió de Cristóbal de Tapia, procurador de los herederos de Hernando de Monroy, difunto factor que fue de la hacienda de Sus Altezas en esta isla los cuales son del alcance que fue hecho al dicho Hernando de Monroy y al dicho Cristóbal de Tapia en su nombre en la cuenta que se le tomó de la hacienda de Sus Altezas que fue a su cargo. -Cárgansele más ciento y cincuenta pesos de oro que recibió de Juan de Pastrana, vecino de la Concepción, como arrendador que fue de las primicias de la villa de la Concepción de los años de quinientos cinco y quinientos seis años por el cual dicho precio se arrendó por los dichos dos años y más tres pesos y un tomín y tres granos de oro de los derechos de los once al millar pertenecientes a Sus Altezas y derechos de oficiales que son ciento y cincuenta y tres pesos, un tomín, tres granos. -Cárgansele más doscientos y tres pesos y cinco tomines y siete granos y medio de oro que recibió de Gómez Iñiguez y Alonso de Sandoval, vecinos de Azúa, recaudadores que fueron de la renta de los diezmos de la dicha villa de los años de quinientos tres quinientos cuatro quinientos cinco por los cuales fue rematada en ellos la dicha renta con los once al millar y derechos de oficiales a Sus Altezas pertenecientes. - C á r g a n s e l e más sesenta y un pesos y cinco tomines y tres granos y medio de oro que recibió de los dichos Gómez Iñiguez y Alonso de Sandoval recaudadores que fueron de la sal de la dicha villa de Azúa de los dichos años de quinientos tres quinientos cuatro quinientos cinco las cuales valió la dicha renta con los once al millar y derechos de oficiales a sus pertenecientes. - C á r g a n s e l e s más diez pesos y tres tomines y once granos de oro que recibió de los dichos Gómez fñiguez y Alonso de Sandoval, recaudadores de las primicias de la dicha villa de Azúa, que los debían del valor de la dicha
98
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
renta de los dichos años de quinientos tres quinientos cuatro quinientos cinco con los dichos once al millar y derechos de oficiales a sus pertenecientes. -Cárgansele más trescientos y cuatro pesos y seis tomines y cinco granos y medio de oro que recibió de Pedro de Vergara y Francisco de Reinoso, vecinos de la dicha villa de Azúa, recaudadores que fueron de la renta de los diezmos de la dicha villa el año de quinientos seis. -Cárgansele más diez pesos y tres tomines y once granos de oro fundido que recibió de los dichos Pedro de Vergara y Francisco de Reinoso recaudadores que fueron de las primicias de la dicha villa de Azúa del año de quinientos seis. - C á r g a n s e l e más sesenta y un pesos y cinco tomines y tres granos y medio de oro fundido que recibió de los suso dichos del valor de la renta que arrendaron de la sal de la dicha villa de Azúa el dicho año de quinientos y seis años. -Cárgansele más cincuenta y cinco pesos y nueve granos de oro fundido que recibió de ciertos vecinos de las villas de la Concepción y Santiago y Puerto de Plata contenidos en una copia que se le dio que los debían de igualás que con ellos hizo Lope Muñoz, vecino de Puerto de Plata, por las licencias que les dio para la montería de los puercos monteses de la Isabela vieja y sus comarcas el año pasado de quinientos seis por virtud de la comisión que tuvo del señor gobernador y gozaron la dicha montería el tercio primero del dicho año. - C á r g a n s e l e más doscientos y cuarenta y siete pesos y tres tomines y siete granos de oro fundido que recibió de ciertas personas, vecinos y moradores de las dichas villas de la Concepción y Santiago y Puerto de Plata contenidos en otra copia que se le dio que los debían de igualás que se hicieron con Grabiel de Barahona por licencias que les dio para montear los dichos puercos monteses de la dicha Isabela y su término el dicho año de quinientos seis y alguna parte del año de quinientos siete años. -Cárgansele más mil y treinta y tres pesos y cuatro tomines y nueve granos y medio de oro que recibió de G ó m e z Gallego, vecino de Santiago, recaudador que fue de la renta de las salinas del Macorix y Cibao y la Tortuga del año de quinientos siete que comenzó a diez y nueve de enero del dicho año y se cumplió a diez y nueve de enero del año de quinientos ocho los cuales don del precio porque se le arrendó la dicha renta quinto el prometido que en ella ganó y con los once al millar a Su Alteza pertenecientes y derechos de oficiales. -Cárgansele más trescientos y cincuenta pesos y dos tomines y tres granos de oro por fundir que se halló y averiguó que debían a sus las personas que de yuso serán declaradas del tercio del oro que cogieron en las minas el tiempo que el comendador Bobadilla era gobernador de esta isla por hierro que hubo en las cuentas que con ellos se hicieron a la razón cada uno de ellos la cuantía siguiente:
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS..
99
- A l o n s o Loro, vecino de Santo Domingo, veinte y cinco pesos y tres tomines y ocho granos. - D i e g o González, monedero difunto, vecino que fue de Sevilla y sus herederos o fiadores por él ocho pesos y seis tomines y cuatro granos. -Juan de Albornoz, vecino que fue del Bonao, y sus fiadores por él veinte pesos. -Francisco de Garay y Miguel Díaz, vecinos de Santo Domingo, doscientos y ochenta y seis pesos y tres granos. -Luis de Bruxelas, difunto, y sus herederos por él diez pesos que son los dichos trescientos y cincuenta pesos y dos tomines y tres granos de oro por fundir de los cuales se descuentan veinte y un pesos y tres granos que puede haber de disminución en la fundición de ellos a razón de seis por ciento quedan trescientos y veinte y nueve pesos y dos tomines y un grano de oro fundido que se le hace cargo. -Cárgansele más setecientos y treinta y ocho pesos y seis tomines y ocho granos de oro fundido que recibió de las personas que de yuso serán nombradas que los debían por ciertos conucos y bohios y haciendas que Sus Altezas tenían en término de Santa Cruz del Valle de Ycagua y eran a cargo de Alvarado y se vendieron a cada uno de ellos por la cuantía siguiente en la manera siguiente: - D e Gómez Hernández y Juan Gómez su hermano, vecinos de la dicha villa, ciento y treinta y cuatro pesos y dos tomines y ocho granos. - D e Juan Pérez de Yebra y de Alonso Pérez de Córdoba otros ciento y treinta y cuatro pesos y dos tomines y ocho granos. - D e Francisco Montesinos y Cristóbal de Quesada, vecinos de la dicha villa, otros ciento y treinta y cuatro pesos y dos tomines y ocho granos. - D e Juan Briceño y Francisco de Almenara vecinos de la dicha villa otros ciento y treinta y cuatro pesos y dos tomines y ocho granos - D e Gregorio de Villadiego vecino de la dicha villa sesenta y siete pesos y un tomín y cuatro granos. - D e Pedro de Baltanas vecino de la dicha villa otros ciento y treinta y cuatro pesos y dos tomines y ocho granos. Que son los dichos ciento y treinta y ocho pesos y seis tomines y ocho granos de oro. -Cárgansele más cincuenta pesos y diez granos y medio de oro fundido que recibió de Andrés de Corral vecino que fue del Bonao, para cumplimiento de lo que debía del tercio del oro que cogió en las minas en el tiempo que el comendador Bobadilla era gobernador de esta isla. -Cárgansele más diez y seis pesos y siete tomines y cuatro granos de oro que recibió de Lorenzo de Benalcázar vecino del Bonao, para en cuenta de lo que debía del tercio del oro que cogió en el dicho tiempo. -Cárgansele más siete tomines y once granos de oro que pesaron dos ojos de oro de guayca que unos indios trajeron presentados al gobernador en cinco de diciembre de quinientos seis años los cuales recibió el dicho receptor.
100
L A S ANTILLAS MAYORES.
1492-1550
- H á c e s e l e cargo más de dos pesos y dos granos de oro fundido que el bachiller Ayllón alcalde mayor entregó en la fundición que se hizo en la Concepción en fin de diciembre del dicho año de quinientos seis lo cual se halló en una forja que no se supo cuyo era. -Cárgansele más tres mil y seiscientos y cuarenta y tres pesos y siete granos de oro que recibió de ciertos vecinos de la villa de Puerto Real que los debían de ciertos conucos y haciendas que sus tenían en las minas del cobre en término de la dicha villa y las compraron por ciertos precios contenidos en una copia que se le dio de lo que cada uno debía, firmada de escribano público. -Cárgansele más ciento y setenta y tres pesos y dos tomines de oro fundido que recibió de ciertas personas contenidas en una copia que de ello se le dio que se debían de cierto pan cazabe que se les vendió de lo de sus que se hizo de los dichos conucos que tenía en las dichas minas del cobre. -Cárgansele más cincuenta y siete pesos y un tomín de oro que recibió de otros ciertos vecinos de la dicha villa de Puerto Real contenidos en otra copia que se le dio que los debían de ciertas herramientas que compraron de las que sus tenían en las dichas minas de cobre y en las haciendas y conucos que se vendieron las cuales se vendieron en almoneda. -Cárgansele más mil y quinientos y veinte y tres pesos y cuatro tomines y once granos y medio de oro que recibió de los derechos de siete y medio por ciento de las mercaderías y cosas que se trajeron de Castilla en los navios de Hernando de Morales y Diego de Esquivel y Diego Miruelo que vinieron al Puerto de Plata el dicho año de quinientos siete de cada uno de ellos la cuantía siguiente: - D e l dicho navio de Hernando de Morales que surgió en el dicho Puerto de Plata nueve de junio del dicho año de quinientos siete seiscientos y setenta y cinco pesos y un tomín y tres granos. - D e los derechos del navio de que es maestre el dicho Diego Miruelo y llegó al dicho Puerto de Plata en once de agosto del dicho año, cuatrocientos y siete pesos y tres tomines y dos granos. - D e los derechos de la dicho navio del dicho Diego de Esquivel que llegó al dicho puerto a tres días de octubre del dicho año cuatrocientos y cuarenta y un pesos y seis granos y medio. Que son los dichos mil y quinientos y veinte y tres pesos y cuatro tomines y once granos y medio de oro. -Hácesele cargo más de cuarenta y ocho pesos y un tomín y ocho granos de oro fundido que recibió de ciertas personas los cuales son que los pagaron de alquileres que debían de ciertas cosas que sus tienen en el dicho Puerto de Plata que las tuvieron alquiladas cierto tiempo del dicho año de quinientos siete según está especificado por menudo en el dicho cargo que de ello está hecho. -Cárgansele más ochenta pesos de oro del valor de cuarenta cabezas de ganado ovejuno machos y hembras que dieron Francisco de Garay y Miguel
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A T R A V É S D E L A S CUENTAS.
101
Díaz, vecinos de Santo Domingo, de diezmos de sus ovejas de los años de quinientos tres y quinientos cuatro años del dicho año de quinientos tres diez y seis cabezas, y del dicho año de quinientos cuatro veinte y cuatro cabezas las cuales se vendieron por los dichos ochenta pesos de oro. -Cárgansele más tres tomines y seis granos de oro que recibió de García de Salas albañil que los debía del diezmo del año de quinientos tres. -Cárgansele más mil y ochocientos y setenta y siete pesos y cuatro tomines y diez granos de oro fundido que recibió de ciertos vecinos y moradores de la villa de Santo Domingo contenidos en una copia que los debían de sus diezmos del año de quinientos cuatro. -Cárgansele más ciento y cincuenta y cuatro pesos y un tomín de oro fundido que recibió del valor de las primicias de la dicha villa de Santo Domingo del año de quinientos cuatro años. - C á r g a n s e l e más ocho mil y doscientos y ochenta y tres pesos y cuatro tomines y tres granos y medio de oro fundido que hubo de recibir y cobrar de ciertos vecinos y moradores de la dicha villa de Santo Domingo de que se le dieron copias que los debían de los diezmos y primicias de los años de quinientos cinco quinientos seis quinientos siete demás y allende del diezmo del ganado vacuno y ovejuno que por otra parte se ha de cargar al dicho receptor de cada un año la cuantía siguiente: - D e los diezmos del dicho año de quinientos cinco dos mil y trescientos y cincuenta y dos pesos y cinco tomines y nueve granos. - D e las primicias de este dicho año de quinientos cinco ciento y cuarenta y ocho pesos y cuatro tomines y seis granos. - D e los diezmos del año de quinientos seis, dos mil y cuatrocientos y un pesos y cinco tomines y tres granos y medio. - D e las primicias del dicho año de quinientos seis ciento y cincuenta y seis pesos y tres tomines. - D e los diezmos del año de quinientos siete tres mil y cincuenta pesos y cuatro tomines y tres granos. - D e las primicias del dicho año de quinientos siete ciento y setenta y tres pesos y seis tomines y seis granos. Que montan los dichos ocho mil y doscientos y ochenta y tres pesos y cuatro tomines y tres granos y medio. - C á r g a n s e l e más cuatrocientos y treinta y ocho pesos y dos tomines y tres granos de oro que recibió de Francisco de Garay y de Miguel Díaz, vecinos de Santo Domingo, que los debían de sus diezmos y primicias del dicho año de quinientos siete en el diezmo del ganado vacuno y ovejuno. -Cárgansele más cuarenta y cinco pesos de oro que ha de recibir de Francisco de Herrera y Alonso de Vargas, vecinos de la villa de Puerto Real, que los deben por una cacona que de Su Alteza se compraron en la dicha villa en almoneda pública según parece por una fe de Hernando Anes escribano de la dicha villa de la obligación que los susodichos hicieron la cual se entregó al dicho receptor.
102
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
-Cárgansele más setenta pesos de oro fundido que ha de recibir de Juan de Texerina vecino de dicha villa de Puerto Real que los debe por una canoa de Su Alteza que compró en la dicha villa en almoneda según parece por de del dicho Hernando Anes escribano de la obligación que se hizo la cual se entregó al dicho receptor. -Cárgansele más diez y nueve pesos y seis tomines de oro que ha de recibir de Hernando de Pedrosa, vecino de Puerto Real, que los debía por treinta y una cargas y treinta y cuatro granos de cazabi de sus que Sebastián de Ocampo que iba por capitán de ciertas carabelas que fueron a la isla de Cuba dejó en la costa del cacique Guanagrax porque estaba dañado y se dio a razón de cinco tomines la carga en el mes de enero de quinientos siete años 2 . -Cárgansele más veinte pesos y cinco tomines y ocho granos de oro fundido que ha de recibir y cobrar de ciertos vecinos de la villa de Puerto Real contenidos en una copia que se le dio que los debía del precio de seis quintales de hierro y una romana de sus que se vendió en almoneda en el mes de mayo de quinientos siete años. -Cárgansele once pesos de oro que ha de recibir y cobrar de Juan López de Garita y de Gómez Gallego vecinos de la dicha villa de Puerto Real que los debían por una canoa de sus que perdieron y fueron condenados por sentencia de juez a que pagasen por ella el dicho precio. -Cárgansele más cuarenta y seis peso de oro que ha de recibir y cobrar de H e r n a n d o Alonso Herrero vecino de la dicha villa de Puerto Real que los debía por unos fuelles armados de fragua y por un yunque y martillos de oficio de herrero que compró de lo de sus por el dicho precio en el mes de septiembre del año de quinientos seis que son de los fuelles y aparejos de herrero que estaban en las dichas minas de cobre. -Cárgansele más nueve pesos y siete tomines de oro que ha de recibir y cobrar de ciertos vecinos de Lares de Guahaba contenidos en una copia que se le dio que los debían de ciertas herramientas de sus de las que estaban en las dichas minas del cobre y se les vendieron en almoneda pública que se hizo en la dicha villa en el mes de abril del dicho año de quinientos siete. -Cárgansele más tres mil y veinte y dos pesos y dos tomines y dos granos de oro y medio que recibió de Juan de Córdoba factor de la hacienda de sus en la villa de Puerto de Plata los cuales cobró por él en las fundiciones que se hicieron en la concepción de ciertas personas que los debían al dicho Juan de Córdoba por hacienda de sus que de él compraron. - C á r g a n s e l e más ocho mil y quinientos y noventa y nueve pesos y dos tomines y tres granos y medio de oro que recibió del quinto que a Su Alteza 2
Este dato es sumamente revelador para el estudio de esta exploración a la isla de Cuba, realizada en 1506 y no entre 1509 y 1511 como se ha venido afirmando hasta nuestros días. Véase mi trabajo: "En torno a la expedición de Sebastián de Ocampo a la isla de Cuba (1506)", Revista de Indias, Vol. LVI, N.° 206. Madrid, 1996.
L A ECONOMIA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS..
103
perteneció del oro que se cogió de las minas de Cibao en la demora que corrió desde primero día de mayo del año de quinientos siete hasta en fin del dicho año y se fundió en la villa de la Concepción en fin de la dicha demora. -Cárgansele más siete pesos y un tomín y seis granos de oro fundido que recibió de ciertas cosas que se tomaron por perdidas en Puerto de Plata y el bachiller Ayllón las aplicó para sus porque las sacaron del navio escondidamente sin lo registrar y se vendieron en almoneda por la dicha cuantía. Y así que monta todo lo que el dicho Cristóbal de Santa Clara receptor ha recibido y cobrado de que se le hace cargo según de suso se contiene doscientos y tres mil y doscientos y un pesos y tres tomines y dos granos y medio de oro fundido y marcado y más los guanines y ropa de algodón y otras cosas que en el cargo antes de esto escrito y en el cargo que se le hizo y en la cuenta que se le tomó de su cargo hasta quince de noviembre de quinientos cinco años como al principio de esta cuenta se hace mención se contiene que son las siguientes: -Tres macacos de Guanin que pesaron una onza y tres tomines y seis granos 3 . -Ciento y treinta y tres naguas. -Ochenta y siete camisas. -Sesenta ovillos de algodón. -Ochenta medias camisas. -Seis pares de hizos de cabuyas. - D o s redes de pescar para indios. -Veinte y siete arrobas y trece libras de algodón en ovillos. - U n a guayca 4 y un yaguey con un rostro de hueso. -Treinta y seis duhos de asentar 5 . -Treinta y seis barretas. - U n marco y una onza y 4 ochavas y 3 tomines de $ibas que se dicen niguey 6 . -Veinte y dos bracas de 9¡bas y yaries en doce sartas7. ' Al parecer el guanin era una aleación de cobre, plata y oro traída de tierra firme porque, c o m o es bien sabido, los tainos de las Antillas no conocían la fundición. Vega, Bernardo: Santos, Shamanes y Zerará. Santo Domingo, Fundación Cultural Dominicana, 1987, p. 44. 4 Se trataba de una máscara utilizada por los señores y caciques tainos, normalmente realizadas en madera y con incrustaciones de pedrería. 5 C o m o es bien sabido el Duho era una especie de banco ceremonial normalmente labrado en madera de guayacán. 6 Indudablemente las ?ibas eran cuentas de pedrería de variados colores. Véase Tejera, Emiliano: Palabras indígenas de la isla de Sanio Domingo. Ciudad Trujillo, Editora del Caribe, 1951, p. 133. Sin embargo no hemos encontrado una definición aceptable de la palabra niguey. 7 La palabra yaries hemos de interpretarla como cuentas de oro. Tan sólo se conocía una referencia a la palabra Yari que, según Emiliano Tejera, era una piedra de oro. Tejera: op. cit., p. 443. Hemos de entender que se trataba de collares con piedras de colores y oro.
104
L A S ANTILLAS MAYORES.
1492-1550
- T r e s manojos de cabuyas. - S i e t e alpargates de algodón. -Veinte y cinco piezas de esclavos de los de la primera guerra de Higüey. - U n cerní de lenya con ojos y cataras de oro y una trenza de algodón al pescuezo y otra poco de leña que peso todo veinte pesos y cuatro tomines, seis granos. - U n puñal viejo.
DATA - Q u e dio y pagó por un libramiento hecho a diez y seis de noviembre de quinientos y cinco años a frey Alonso del Viso que tenía poder de Diego Velázquez, teniente de alcalde mayor en San Juan de la Maguana, quince pesos y dos tomines y cinco granos de oro fundido y marcado los cuales don del oro que el cacique Ortiz de la Maguana trajo a fundir. - Q u e dio y pagó otro libramiento hecho a diez y nueve días del mes de noviembre de quinientos y cinco años a Pedro de Lemos doce pesos de oro que los hubo de haber por lo que gastó con los esclavos negros de Su Alteza que trajo a Santiago en el navio de Juan Bermúdez que vino a Puerto de Plata con la hacienda de sus. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a diez días de diciembre de quinientos cinco años a Alonso Giral, clérigo cura que ha sido en la iglesia de la villa de Santiago, cuarenta y un pesos y cinco tomines y cuatro granos de oro fundido y marcado los cuales hubo de haber y le eran debidos de su salario desde primero día de enero hasta en fin de mayo de este presente año de quinientos y cinco que son cinco meses a razón de cien pesos de oro por año como Su Alteza manda dar a cada uno de los clérigos curas de esta isla. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y cuatro de diciembre de quinientos y seis años a Francisco Martín, carpintero, dos pesos y dos tomines de oro que los hubo de haber por otros tantos que dio a seis hombres que cupo a soldada por tres días para cortar madera para las obras de Su Alteza. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y cinco de septiembre de quinientos seis años a Juan Fernández de las Varas cinco tomines de oro que los hubo de haber por una arroba de aceite que de él se compró para mantenimiento de los esclavos negros de Su Alteza. - D i o y pagó por otro libramiento hecho en postrimero día de diciembre de quinientos y cinco años a frey Alexandre del Fresco, sacerdote, cincuenta y ocho pesos y dos tomines y ocho granos de oro fundido y marcado los cuales hubo de haber y le eran debidos de su salario del tiempo que sirvió de cura en las villas de Verapaz y Villanueva de Yáquimo que fue desde quince días de enero de quinientos y cinco años hasta quince de agosto del dicho año
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
105
que se despidió que son siete meses en que montan los dichos cincuenta y ocho pesos y dos tomines y ocho granos a razón de cien pesos por cada año. - Q u e dio y pagó por una nómina y fecha en dos de enero de quinientos seis años a los oficiales de manos de Su Alteza ochenta y siete mil y seiscientos y sesenta y ocho maravedís los cuales hubieron de haber y le eran debidos de su salario del tercio postrero del año de quinientos cinco que son ciento y noventa y cuatro pesos y seis tomines y seis granos. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a quince días del mes de enero de quinientos y seis años al bachiller Hernán Suárez, clérigo cura de la dicha iglesia de la villa de Santiago, cincuenta y ocho pesos y dos tomines y nueve granos de oro f u n d i d o y marcado los cuales les eran debidos de su salario que comenzó a servir desde primero día de junio del año de quinientos y cinco años hasta en fin del mes de septiembre que son siete meses en que montan los dichos cincuenta y ocho pesos y dos tomines y ocho granos de oro a razón de cien pesos por año. - Q u e dio y pagó por otro libramiento firmado del dicho señor gobernador y del contador Cristóbal de Cuéllar hecho a dos días de enero de mil y quinientos y seis años a Francisco López, contramaestre de la nao de Juan Rodríguez Tiscareno, siete mil y doscientos y noventa maravedís los cuales hubo de haber por razón de dos mil y cuatrocientos y treinta ladrillos que de él se compraron a precio de tres mil maravedís el millar los cuales se dieron y entregaron a Diego Velázquez alcaide de la fortaleza de Villanueva de Yáquimo para la obra de la dicha fortaleza los cuales dichos maravedís le dio y pagó en diez y seis pesos y un tomín y siete granos y medio de oro fundido y marcado a razón de cuatrocientos y cincuenta maravedís cada peso. - Q u e di y pague por otro libramiento hecho a veinte y siete de enero de mil y quinientos y seis años a Rodrigo de Bastidas tres mil y novecientos maravedís que le mandaron dar por mil y trescientos ladrillos a razón de a tres mil maravedís el millar los cuales se entregaron a Diego Velázquez alcalde de la fortaleza de Villanueva de Yáquimo para la obra de la dicha fortaleza que son ocho pesos y cinco tomines y ocho granos. - Q u e dio y pagó por otro libramiento firmado del dicho señor gobernador hecho a veinte y siete días de enero de quinientos y seis años a Diego Cansino, maestre vecino de Palos nueve mil y ciento y setenta y siete maravedís los cuales se le mandaron dar por tres mil y cincuenta y nueve ladrillos que de él se compraron a razón de tres mil maravedís por el millar los cuales se entregaron a Diego Velázquez, alcalde de la fortaleza de Villanueva de Yáquimo, para las obras de la dicha fortaleza los cuales dichos maravedís se le dieron y montó veinte y tres pesos y tres tomines y dos granos. - Q u e le han de ser recibidos en cuenta por otro libramiento hecho en tres de febrero de quinientos y seis sesenta y seis mil y seiscientos y sesenta y seis maravedís que hube de haber y le eran debidos de su salario desde primero día de mayo de quinientos y cuatro años hasta fin de diciembre de quinientos
106
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
y cinco años que es un año y ocho meses a razón de cuarenta mil por año los cuales dichos maravedís montan ciento y cuarenta y ocho pesos y un tomín y dos granos a razón de a cuatrocientos y cincuenta maravedís cada peso. - Q u e dio y pagó por otra nómina hecha a nueve días del mes de febrero de quinientos y seis años a Diego López de Saucedo en nombre y c o m o m a y o r d o m o que es del señor gobernador para si y para la gente de sueldo que a su cargo tiene y a Cristóbal de Cuéllar, contador, y a Diego Márquez, veedor, quinientos y trece mil y quinientos y noventa y siete maravedís los cuales hubieron de haber por razón que les eran debidos de su salario del tercio postrero del año de quinientos y cinco años que suma todo mil y ciento y cuarenta y un pesos y dos tomines y siete granos y medio de oro. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y ocho de febrero de quinientos y seis años Juan Maya seis mil y doscientos y veinte maravedís los cuales son por razón del sueldo que había de haber con el almirante don Cristóbal Colón los cuales dichos maravedís montan trece pesos y seis tomines y siete granos. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a cuatro días del mes de marzo de quinientos y seis años a Pero Sánchez diez mil y doscientos y noventa maravedís que los hubo de haber por razón que vino a sueldo de sus con el almirante don Cristóbal Colón el año pasado de noventa y ocho los cuales dichos maravedís montan veinte y dos pesos y seis tomines y once granos y medio. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a siete de marzo de quinientos y seis a S a n c h o de Salazar que vino por maestre de la carabela de Su Alteza llamada Santiago dos mil y doscientos y noventa y cuatro maravedís que los h u b o de haber y le eran debidos para c u m p l i m i e n t o de seis mil y ciento y noventa y cuatro maravedís que ganó de sueldo por maestre de quince días de julio de quinientos seis años que fue recibido hasta ocho de septiembre del dicho año que fue despedido a razón de mil y trescientos maravedís por mes los cuales dichos maravedís montan cinco pesos y nueve granos que dio y pagó por otro libramiento firmado del dicho señor gobernador hecho a diez días de marzo de quinientos seis años a Francisco Rodríguez, marinero que fue de la carabela de Su Alteza llamada Santa Cruz, tres mil y setenta maravedís los cuales el dicho hubo de haber para cumplimiento de cinco mil y seiscientos y veinte y nueve maravedís que ganó de sueldo en la dicha carabela desde ocho días de agosto de quinientos y cinco años hasta veinte y siete de febrero de quinientos y seis años que se despidió a razón de ochocientos y cincuenta maravedís por mes que son los dichos maravedís seis pesos y seis tomines y nueve granos. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a diez días del mes de marzo de quinientos y seis años a frey Alonso del Viso, fraile de la orden de Calatrava, treinta mil maravedís por cada año que le fueron librados desde quince días de abril de quinientos cuatro hasta quince días de abril primero que ven-
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS D E LAS CUENTAS..
107
drá de quinientos y seis años que son dos años en que montan los dichos treinta mil maravedís los cuales dichos maravedís montan sesenta y seis pesos y cinco tomines y cuatro granos. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a diez de marzo de quinientos y seis años a Gonzalo Vázquez, maestre de la carabela de Su Alteza llamada San Juan, mil y seiscientos y sesenta y ocho maravedís que los hubo de haber para cumplimiento de cinco mil y quinientos y veinte maravedís que ganó de sueldo desde treinta de julio de quinientos y cinco años que fue recibido por maestre en la dicha carabela hasta ocho de diciembre del dicho año a razón de mil y trescientos por mes los cuales dichos maravedís montan tres pesos y cinco tomines y ocho granos. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a 11 días del mes de marzo de quinientos y seis años a Andrés de Córdoba veinte y cuatro pesos y dos tomines de oro fundido que los hubo de haber por veinte y cuatro camisas de lienzo labradas y unas naguas de paño y tres bonetes colorados de grana y dos sombreros guarnecidos y dos pares de caragüelles los cuales se compraron de él por el dicho precio lo cual se dio a los caciques Yaguax y Caysedo y a sus mujeres y naborías por lo que trabajaron en las obras y otras cosas de Su Alteza en esta villa de Santo Domingo hasta en fin. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a 15 días del mes de marzo de quinientos y seis a S a n c h o de Salazar con poder que tomó de Juan de Almoguera grumete que fue de la dicha carabela de Su Alteza nombrada llamada Santiago setecientos y veinte maravedís los cuales hubo de haber por su sueldo que ganó de grumete en la dicha carabela desde 2 de agosto de quinientos y cinco años que fue recibido hasta 8 días de diciembre del dicho año que son 4 meses u 6 días a razón de seiscientos maravedís por mes y los otros restantes recibió en Castilla los cuales dichos maravedís montan un pesos y cuatro tomines y diez granos. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a 15 días del mes de marzo de quinientos y seis años a Juan Rodríguez de Tizcareno, maestre que fue de la carabela de Su Alteza nombrada Santa Cruz, tres mil y trescientos y setenta y nueve maravedís que ganó de sueldo en la dicha carabela desde 8 días de agosto de quinientos y cinco años que fue recibido por maestre hasta 26 días de enero de quinientos y seis años y los otros maravedís restantes recibió en Castilla los cuales dichos tres mil y trescientos y setenta y nueve maravedís montan siete pesos y cuatro tomines y un grano. - Q u e dio y pagó por otro libramiento firmado del dicho señor gobernador y del dicho contador hecho a 15 días de marzo del dicho año de quinientos y seis al dicho Juan Rodríguez de Mafra, maestre suso dicho, en nombre y con poder que tiene de Antón Pérez, vecino de Utrera, grumete que f u e de la dicha carabela Santa Cruz mil y novecientos y cuarenta maravedís que hubo de haber y le fueron debidos de su sueldo que ganó en la dicha carabela desde 5 de septiembre de quinientos y cinco años que fue recibido hasta 12 días de
108
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
este mes de marzo y los otros maravedís restantes recibió en Castilla cuales dichos maravedís son cuatro pesos y dos tomines y seis granos. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a 15 días de marzo de quinientos y seis años al dicho Juan Rodríguez de Mafra, maestre susodicho en nombre y con poder que tiene de Alonso de Molina, grumete que fue de la dicha carabela Santa Cruz, dos mil y cuatrocientos y sesenta maravedís que hubo de haber y le eran debidos de su sueldo que ganó desde 9 días de agosto de quinientos y cinco años que fue recibido hasta 12 días de este mes de marzo y los otros maravedís restantes recibió en Castilla los cuales dichos maravedís son cinco pesos y tres tomines y nueve granos de oro. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a 18 de marzo de quinientos seis años al dicho Juan Rodríguez, maestre suso dicho de la carabela, novecientos y setenta y dos maravedís que los hubo de haber y le eran debidos por razón que se averiguó que los había gastado en la Gomera en adobar el mástil de la dicha carabela y en una viga que compró para el dicho mástil los cuales dichos maravedís montan dos pesos y un tomín y tres granos y medio. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a 18 de marzo de quinientos y seis años al dicho Juan Rodríguez de Mafra suso dicho en nombre y con poder que tiene de Cristóbal Calderón, grumete de la dicha carabela Santa Cruz, mil y sesenta maravedís que los hubo de haber y le fueron debidos del sueldo que ganó en la dicha carabela desde 5 de septiembre de quinientos y cinco años que fue recibido hasta 29 días de enero de este presente año los cuales montan dos pesos y dos tomines y diez granos y medio de oro fundido y marcado. - Q u e di y pagué por otro libramiento hecho a 18 de marzo a Juan Rodríguez Tiscareno, maestre, vecino de Sevilla, veinte y seis pesos y nueve granos de oro fundido y marcado que los hubo de haber por flete de doscientos y noventa y cinco quintales y dos arrobas y una libra de brasil que llevó de Su Alteza a Castilla. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a 18 de marzo de quinientos y seis años a Bartolomé Colín, maestre vecino de Palos, veinte y ocho pesos y cuatro tomines de oro fundido y marcado que los hubo de haber por Hete de trescientos y veinte y dos quintales y dos arrobas y veinte y una libras de brasil que llevó a Castilla de Su Alteza en su nao. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a 22 de marzo de quinientos y seis años a Cristóbal Príncipe, maestre de la carabela de Su Alteza, llamada Santa Cruz, y a los marineros y grumetes de ella y a Andrés de Morales, piloto, ochenta mil y ciento y treinta y nueve maravedís los cuales hubieron de haber por lo que han servido y sirvieron hasta en fin de agosto primero que vendrá los cuales dichos maravedís les dio y pagó en ciento y setenta y ocho pesos y ocho granos y medio de oro fundido y marcado. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a 22 de marzo de quinientos y seis años diez y seis mil y quinientos y ochenta y seis pesos y cinco tomi-
L A E C O N O M Í A EN L A E S P A Ñ O L A A T R A V É S D E L A S CUENTAS.
109
nes y cuatro granos de oro fundido y marcado a los capitanes Francisco Morón que fue en la nombrada San Pedro y San Pablo de que es maestre Bartolomé Colín, vecino de Palos, que llevó ocho mil y doscientos y noventa y tres pesos y dos tomines y ocho granos y Alonso de Sepúlveda que fue en la nao de que es maestre Juan Rodríguez Tiscareno, vecino de Sevilla, los otros ocho mil y doscientos y noventa y tres pesos y dos tomines y ocho granos restantes para que los diesen y entregasen a los oficiales de Su Alteza que residen en la ciudad de Sevilla en la Casa de la Contratación de las Indias los cuales dichos diez y seis mil y quinientos y ochenta y seis pesos y cuatro tomines y cuatro granos de oro son los doce mil para Su Alteza y los cuatro mil para que los dichos oficiales los den al almirante don Cristóbal Colón para en cuenta de parte del pago de la décima parte de la renta de esta isla que le pertenece por virtud de la merced que de sus tiene y los otros quinientos y ochenta y seis pesos y cinco tomines y cuatro granos de oro restantes son de valor de seis mil reales de plata de a cuarenta y cuatro maravedís cada uno que los dichos oficiales enviaron a esta isla de manera que son los dichos diez y seis mil y quinientos y ochenta y seis pesos y cinco tomines y cuatro granos de oro. - Q u e dio y pagó por una nómina hecha a 10 días del mes de abril de quinientos y seis años a los carpinteros y albañiles y aserradores y otras personas que sirvieron en las obras de Su Alteza ciento y veinte y cuatro mil y setecientos y sesenta y tres maravedís que los hubieron de haber del tercio primero de este año de quinientos y seis de sus sueldos y mantenimientos que sus les mandar dar los cuales dichos maravedís montan doscientos y setenta y siete pesos y dos tomines. - Q u e dio y pagó por otro libramiento firmado del dicho gobernador hecho a 16 de abril de quinientos y seis años a Pero Gallego, vecino de la villa de Santo Domingo, treinta pesos de oro fundido y marcado los cuales hubo de haber para en cuenta de lo que ha de haber de la teja que ha dado y ha de dar para la casa de la fundición de la villa de la Buenaventura. - Q u e dio y pagó por otro libramiento firmado del dicho gobernador hecho a diez y siete días de abril del dicho año de quinientos y seis años a Melchor Bastala, clérigo cura que fue en la iglesia de la villa de Compostela de Azúa, ciento y treinta y tres pesos y dos tomines y ocho granos de oro fundido que los hubo de haber de su salario desde 16 de noviembre de quinientos y cuatro años que comenzó a servir en la dicha iglesia hasta quince días del mes de marzo de quinientos y seis que se despidió que es un año y cuatro meses en que montan a razón de cien pesos cada un año los ciento y treinta y tres pesos y dos tomines y ocho granos. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y ocho días del dicho mes de abril de quinientos y seis años a Martín de Bilbao, g r u m e t e de la carabela de Su Alteza, llamada Santa Cruz, de que es maestre Cristóbal Príncipe mil y ochocientos y veinte maravedís que le eran debidos de su sueldo a
110
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
razón de seiscientos maravedís por cada mes desde treinta días de enero de este presente año que fue recibido hasta en fin del mes de abril que son tres meses y un día en que montan los dichos mil y ochocientos maravedís que son cuatro pesos y cuatro granos y medio. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y nueve días del mes de abril de quinientos y seis años a Hernán Pérez, maestre vecino de esta villa de Santo Domingo, sesenta y cuatro pesos y siete tomines y seis granos de oro fundido y marcado que hubo de haber y le eran debidos para cumplimiento de ochenta y dos pesos y cinco tomines de oro en que fue apreciada cierta ropa de algodón del dicho Hernán Pérez que recató para si cuando llevó cargo del rescate de sus en la carabela que fue a rescatar por la isla la cual trajo con la ropa de sus que se rescató y le fue entregado y fue averiguado que se le debió volver y los otros diez y seis pesos y cinco tomines y seis granos de oro restante para cumplimiento de los dichos ochenta y dos pesos y cinco tomines de oro que se descontaron al dicho Fernán Pérez por cierta ropa que rescató para sus que quedó en su poder lo cual se apreció en los dichos diez y siete pesos y cinco tomines y seis granos según que más largamente se contiene en la cuenta que con él se hizo que está asentada en los libros de Su Alteza que tiene Cristóbal de Cuéllar contador de Su Alteza. - Q u e dio y pagó por otra nómina hecha a treinta días del mes de abril de quinientos y seis años a Francisco Gómez, maestre de la carabela de Su Alteza llamada San Juan, y a los marineros y grumetes de ella cincuenta y dos mil y dos maravedís y medio los cuales les eran debidos de sus sueldos desde que entregaron la dicha carabela hasta en fin del mes de quinientos y seis años los cuales dichos maravedís montan ciento y quince pesos y seis tomines y un grano de oro fundido y marcado. - Q u e dio y pagó por otra nómina firmada del dicho gobernador hecha a postrero día del mes de abril de quinientos y seis años a Alonso de Triana, maestre del carabelón de Su Alteza, y a los marineros y grumetes de ella cincuenta mil y seis maravedís que los hubieron de haber y les eran debidos de sus sueldos del tercio postrero del año de quinientos y cinco años y del tercio primero del año de quinientos y seis los cuales dichos maravedís montan 111 pesos y 1 tomín de oro. - Q u e dio y pagó por otra nómina librada y firmada del dicho señor gobernador y hecha a postrimero día del mes de abril de quinientos y seis años a Hernán Pérez, maestre de la carabela de Su Alteza, llamada Santiago, y a los marineros y grumetes de ella 53.746 maravedís y medio de los cuales le eran debidos de su sueldo del tercio postrero del año de quinientos y cinco y del tercio primero del año de quinientos y seis los cuales dichos maravedís montan ciento y diez y nueve pesos y tres tomines y seis granos de oro. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a dos días del mes de mayo de quinientos y seis años a Juan Manuel, vecino de Sanlúcar, veinte y cinco pesos y seis tomines de oro fundido y marcado que los hubo de haber por doscien-
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS..
111
tos y noventa quintales y tres arrobas y diez y nueve libras de brasil que llevó a Castilla en su navio para los dar y entregar en la ciudad de Sevilla a los oficiales de la Casa de la Contratación de las Indias que residen en la ciudad de Sevilla los cuales se tasaron en catorce toneladas y media a razón de diez y siete quintales por tonelada y cada una tonelada a precio de peso y medio. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a once días del mes de mayo de quinientos y seis años a Cristóbal de Cuéllar cinco pesos y siete tomines de oro fundido y marcado que los hubo de haber y le eran debidos por otros tantos que el gastó en dar de comer a ciertos esclavos indios y a otros indios del cacique Manicautex y más un peso de oro que lo hubo de haber por una albarda con su cincha para un asno de los que sirven en la obra de la fortaleza de la villa de Santo Domingo de manera que son los dichos cinco pesos y siete tomines de oro fundido y marcado. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y cuatro días del mes de mayo de quinientos y seis años a Alonso Tafar que va por capitán a Castilla en la nao de que es maestre Luis Hernández de Alfaro y al dicho Luis Hernández tres mil pesos de oro fundido y marcado para que los dejen y entreguen en la ciudad de Sevilla a los oficiales de Su Alteza que residen en la Casa de la Contratación de las Indias. - Q u e di por otro libramiento hecho a veinte y cuatro días del mes de mayo de quinientos y seis años a Diego de Escobar que va por capitán a Castilla en el navio de Cristóbal de Vallés que ha por nombre San Juan y al dicho Cristóbal Vallés maestre tres mil pesos de oro fundido y marcado para que los lleven a Castilla y los diesen y entregasen en la ciudad de Sevilla a los oficiales de Su Alteza que residen en la Casa de la Contratación de Sevilla de las Indias. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y cuatro días del mes de mayo de quinientos y seis años a Alonso de Ervás en nombre y con poder que tiene del almirante don Cristóbal Colón dos mil pesos de oro fundido y marcado los cuales hubo de haber para en cuenta y parte de pago de la décima parte del interés de esta isla que ha de haber conforme a la merced que de sus tiene. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a quince días del mes de junio de quinientos y seis años a Gonzalo Vizcaíno, vecino de la villa de la Buenaventura, siete mil y trescientos y treinta y tres maravedís que los hubo de haber y le eran debidos para cumplimiento de cuarenta y siete mil y doscientos y setenta y cuatro maravedís que ganó de sueldo en esta isla desde veinte días de agosto del año de noventa y tres años que fue recibido hasta diez y nueve días del mes de junio de noventa y nueve años que se avecindó a razón de seiscientos y sesenta y seis maravedís cada mes los cuales le dio y pagó en diez y seis pesos y dos tomines y cuatro granos y medio. - Q u e dio y pagó por otro libramiento firmado del dicho señor gobernador hecho a diez y seis días de junio de quinientos y siete años a García de Cam-
112
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
pos y a Diego Deza y a Juan Gómez, mercaderes, doce pesos y nueve granos de oro fundido y marcado que hubieron de haber y le fueron debidos de ciertas cosas que de ellos compraron las cuales se dieron a la cacica Leonor de Analiana* y a sus naborías por setenta y cinco días que trabajaron en hacer el bohío para los oficiales de manos que trabajan en las obras y en otras cosas del servicio de Su Alteza doce pesos y nueve granos les di y pago en esta manera al dicho García de C a m p o s siete pesos y seis tomines de oro por ocho camisas y unas servillas y cinco pares de alpargatas y un sombrero y cuatro ma^os de cuentas menudas que de él se compraron, del dicho Diego Deza seis tomines, nueve granos de oro por una camisa pequeña y dos espejos y unos zapatos que de él se compraron y al dicho Juan Gómez tres pesos y cuatro tomines por unas naguas de paño con trepas de terciopelo que de él se compraron que montan los dichos doce pesos y nueve granos. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a diez y siete de junio de quinientos y seis años a Pero Gallego, regidor, vecino de esta villa de Santo Domingo, veinte pesos de oro fundido y marcado que los hubo de haber y le eran debidos para cumplimiento del pago de cincuenta pesos de oro que hubo de haber por siete mil y quinientas tejas que dio para la casa de la fundición que se hizo en la Buenaventura a razón de tres maravedís cada teja que montan los dichos cincuenta pesos los cuales dichos veinte pesos se le dieron de más de otros treinta pesos de oro que le fueron librados. - Q u e dio y pagó por una nómina hecha a veinte y cinco días de junio de quinientos y seis años a Diego de Saucedo, mayordomo del señor gobernador, para él y para la gente que a su cargo tiene y a Lucas de Ayllón alcalde mayor por el dicho señor gobernador de las villas de la Concepción y Santiago y San Juan de la Maguana y sus términos y Cristóbal de Cuéllar contador de Su Alteza en esta isla y Tierra Firme y a Diego Márquez, veedor de la fundición, 561.921 maravedís los cuales le eran debidos de sus salarios del tercio primero de este dicho año que se cumplió en fin del mes de abril pasado los cuales dichos 561.929 (sic) maravedís montan mil y doscientos y cuarenta y ocho pesos y cinco tomines y diez granos de oro a razón de cuatrocientos y cincuenta maravedís cada peso. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y seis de julio de quinientos y seis años a Hernando de Quintanilla que tuvo cargo de la hacienda y conucos de Su Alteza que están en término de la Buenaventura veinte y siete pesos y siete tomines, tres granos de oro fundido y marcado
8
Es interesante este dato ya que esta cacica pasa engrosar la lista de no más de veinte o treinta cacicas que se conocen por la documentación española del siglo xvi. El caso es sumamente interesante porque también se mencionan las naborías que ésta tenía a su cargo. Jalil Sued Vadillo defiende el poder efectivo de estas cacicas más allá del valor puramente honorífico de su cargo que ha defendido la historiografía tradicional. Véase Sued-Badillo, Jalil: La mujer indígena y su sociedad. Puerto Rico, Editorial Cultura, 1989.
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS D E LAS CUENTAS..
113
que los hubo de haber y le eran debidos para cumplimiento del pago de los maravedís que le eran debidos del tiempo que sirvió en la dicha hacienda en sacar oro para Su Alteza en las minas. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y seis días de junio de quinientos y seis años al dicho Hernando de Quintanilla que va por capitán a Castilla en el navio nombrado Santa Ana de que es maestre Sánchez Colchero, vecino de Triana, y el dicho tres mil pesos de oro fundido y marcado para que los lleven en el dicho navio a Castilla para Su Alteza y los den y entreguen en la ciudad de Sevilla a los oficiales de Su Alteza que residen en la Casa de la Contratación de las Indias. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a once de julio de quinientos y seis años al bachiller Macías, clérigo que es de la iglesia de la villa de la Buenaventura, cien pesos de oro fundido y marcado que los hubo de haber y le fueron debidos de su salario de un año cumplido que sirvió y residió en el dicho oficio de cura en la dicha iglesia de la Buenaventura desde diez y siete días del mes de abril de quinientos y cinco años que se cumplió en diez y siete días de abril de este año de quinientos y seis conforme a lo que a Su Alteza manda dar a los clérigos curas que sirven en los pueblos de esta isla y en cada uno de ellos. - Q u e dio por otro libramiento hecho a dos días de agosto de quinientos y seis años a Diego Márquez, veedor de las fundiciones del oro y otros metales en esta isla y Tierra Firme que va por capitán a Castilla en el navio nombrado la Trinidad de que es maestre Alonso Quintero y al dicho maestre dos mil pesos de oro para que los llevasen en el dicho navio y los diesen y entregasen en la ciudad de Sevilla a los oficiales de Su Alteza que residen en la Casa de la Contratación de las Indias. - Q u e dio por otro libramiento hecho a dos días de agosto de mil y quinientos y seis años a Diego de Escobar que va por capitán a Castilla en el navio nombrado Santa Clara de que es maestre Francisco Niño, vecino de Palos, y al dicho maestre dos mil pesos de oro fundido para que los llevasen a Castilla en dicho navio y los diesen y entregasen en la ciudad de Sevilla a los oficiales de Su Alteza que residen en la su Casa de la Contratación de las Indias. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte de agosto de quinientos y seis años a Luis Hernández, albañil, veinte y nueve pesos y un tomín y ocho granos y medio de oro fundido y marcado los cuales le fueron debidos de ocho meses y veinte y tres días que sirvió en las minas de cobre en su oficio de albañil y en otras cosas necesarias en las dichas minas a razón de cuarenta pesos por cada año. - Q u e dio por una nómina hecha a cuatro de septiembre de quinientos y seis años a los oficiales de manos que sirven en las obras de sus en la fortaleza de esta villa de Santo D o m i n g o ciento y treinta y un mil trescientos y veinte y ocho maravedís que los hubieron de haber y les fue debido de sus
114
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
sueldos y m a n t e n i m i e n t o s del tercio segundo de este presente año de la fecha de esta n ó m i n a q u e se c u m p l i ó en fin del m e s de a g o s t o los c u a l e s d i c h o s m a r a v e d í s m o n t a n d o s c i e n t o s y noventa y un pesos y seis t o m i n e s y nueve granos de oro a razón de cuatrocientos y cincuenta maravedís cada peso. - Q u e d i o y p a g ó p o r otro l i b r a m i e n t o firmado del s e ñ o r g o b e r n a d o r y hecho a doce de septiembre de quinientos y seis años a Bernardo de Espinosa en n o m b r e y con p o d e r q u e tiene de A n d r é s de Sevilla que ha servido en las minas del c o b r e cinco pesos y seis tomines y cuatro granos de oro fundido y m a r c a d o los cuales le eran debidos al dicho Andrés de Sevilla para en cuenta y parte de p a g o del tiempo que sirvió en las dichas minas del cobre a razón de cuarenta pesos cada año. - Q u e d i o y p a g ó por otro l i b r a m i e n t o h e c h o a diez y siete días de sept i e m b r e de q u i n i e n t o s y seis años al bachiller A n t o n i o S e r r a n o , regidor de esta villa de Santo D o m i n g o , depositario de los bienes de los difuntos de esta dicha villa treinta y siete pesos y cuatro t o m i n e s de oro f u n d i d o y m a r c a d o los cuales h u b o de h a b e r por U s e b i o de Galapentel de S a b o y a , d i f u n t o q u e falleció en esta dicha villa, las cuales el dicho Usebio g a n ó de sueldo en las minas del cobre q u e tenían cargo Antón García, afinador, desde 16 de marzo de quinientos cinco años que c o m e n z ó a servir hasta 30 de abril de quinientos y seis que se despidió en el cual dicho tiempo hizo de fallas seis días que m o n t a n los dichos treinta y siete pesos y cuatro tomines a razón de cuarenta pesos. - Q u e dio y p a g ó por una nómina hecha a veinte y c i n c o días del mes de s e p t i e m b r e de q u i n i e n t o s y seis a ñ o s a D i e g o de S a l c e d o m a y o r d o m o del d i c h o señor g o b e r n a d o r en su n o m b r e para él y para la gente que a su cargo tiene y al dicho Cristóbal de Cuéllar, contador, y a D i e g o M á r q u e z , veedor de la fundición del oro, quinientos y trece mil y quinientos y noventa y siete maravedís los cuales hubieron de haber y le fueron debidos del tercio segundo de este año de quinientos y seis los cuales dichos quinientos y trece mil y quinientos y noventa y siete maravedís montan mil y ciento y cuarenta y un pesos y dos tomines y siete granos y medio de oro fundido y marcado. - Q u e d i o y p a g ó por otra n ó m i n a hecha a veinte y seis días del m e s de s e p t i e m b r e d e q u i n i e n t o s y seis a ñ o s a los m a r i n e r o s y g r u m e t e s de ella y h o m b r e s de pie q u e fueron a la Tierra Firme en la carabela de Su Alteza, llam a d a Santa Cruz, q u e fue por capitán de ella Cristóbal Serrano a la costa de las perlas para ver el sitio d o n d e hacer la torre que Su Alteza m a n d a que se haga o c h e n t a y d o s mil y ochocientos y diez maravedís los cuales le fueron debidos desde primero día de m a y o hasta quince de septiembre de quinientos seis a ñ o s y d e s d e el d i c h o p r i m e r o día de m a y o hasta en fin de agosto del d i c h o a ñ o los c u a l e s d i c h o s m a r a v e d í s m o n t a n c i e n t o y o c h e n t a y c u a t r o pesos y dos granos de oro. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento firmado del dicho señor gobernador y del contador Cristóbal de Cuéllar hecho a dos días de octubre de quinientos
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
115
y seis años a B a r t o l o m é Rodríguez, contramaestre de la carabela de Su Alteza llamada Santiago, y a Juan García, su hijo, g r u m e t e de la dicha carabela, dos mil y setecientos y setenta y un maravedís los cuales hubieron de haber y les eran debidos de su sueldo en esta m a n e r a al dicho B a r t o l o m é R o d r í g u e z mil y o c h o c i e n t o s y un maravedís q u e les son debidos de sus sueldos d e s d e p r i m e r o día de m a y o de este año hasta 15 días de j u n i o q u e f u e d e s p e d i d o a razón de mil y c i e n t o y cincuenta m a r a v e d í s por m e s al dicho Juan García, g r u m e t e , novecientos y sesenta maravedís que le fueron debidos de su sueldo d e s d e el dicho p r i m e r o día del m e s de m a y o hasta 18 días del m e s de j u l i o q u e f u e d e s p e d i d o a razón de s e i s c i e n t o s m a r a v e d í s c a d a m e s los c u a l e s dichos mil y setecientos y sesenta y un maravedís son seis pesos y un tomín y un grano. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a dos días del mes de octubre de quinientos y seis años a Francisco Medel, m a r i n e r o de la carabela de Su A l t e z a , n o m b r a d a S a n t a C r u z , y a D i e g o R o d r í g u e z , g r u m e t e d e la d i c h a carabela, mil y cuatrocientos y setenta y cinco maravedís los cuales hubieron de haber y le eran debidos de sus sueldos en esta manera: al dicho Francisco M e d e l mil y d o s c i e n t o s y sesenta y c i n c o m a r a v e d í s q u e le f u e r o n d e b i d o s d e s d e 8 días d e n o v i e m b r e hasta o c h o días d e d i c i e m b r e de q u i n i e n t o s y cinco años que sirvió en la dicha carabela de Su Alteza llamada Santiago q u e es todo el dicho t i e m p o un mes y m e d i o en que montan a razón de ochocientos y c i n c u e n t a m a r a v e d í s por m e s los d i c h o s mil d o s c i e n t o s y s e s e n t a y c i n c o m a r a v e d í s al d i c h o Diego R o d r í g u e z , g r u m e t e , doscientos m a r a v e d í s que le fueron d e b i d o s desde el dicho primero día de septiembre hasta 15 días del que fue d e s p e d i d o a razón de cuatrocientos maravedís por mes los cuales dichos maravedís montan tres pesos y dos tomines y un grano. - Q u e d i o por o t r o l i b r a m i e n t o h e c h o a tres días del m e s de o c t u b r e de quinientos y seis años a Diego Rodríguez, grumete, vecino de Sevilla, maestre de la nao n o m b r a d a Santa Catalina, seis mil pesos de oro f u n d i d o y marcado los cuales ha de llevar a su cargo en la dicha su nao a la dicha ciudad de Sevilla y dar y e n t r e g a r a los oficiales de la C a s a de la C o n t r a t a c i ó n de las Indias q u e residen en la dicha ciudad por Su Alteza. - Q u e dio por otro libramiento hecho a cuatro días del mes de octubre de quinientos y seis años al dicho Diego Rodríguez, comitre, vecino de la dicha c i u d a d de Sevilla, m a e s t r e de la d i c h a n a o n o m b r a d a S a n t a C a t a l i n a , d o s cientos y veinte y seis pesos y siete granos y m e d i o de oro f u n d i d o y marcado los cuales m o n t ó la m o n e d a de vellón q u e el dicho Diego Rodríguez trajo en el dicho su navio la cual dicha m o n e d a le dieron y entregaron los oficiales de la Casa de la Contratación de las Indias que residen en la dicha ciudad los cuales dichos doscientos y veinte y seis pesos y siete granos y m e d i o de oro f u n d i d o y m a r c a d o ha de dar y e n t r e g a r en la dicha c i u d a d de Sevilla a los dichos oficiales q u e residen en la dicha ciudad de Sevilla en la su Casa de la Contratación de las Indias.
116
LAS ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
- Q u e dio y pagó por una nómina firmada del dicho señor gobernador hecha a diez y seis días del mes de octubre de quinientos y seis años a Francisco Gómez, maestre de la carabela de Su Alteza nombrada San Juan, y a los marineros y grumetes de ella treinta y cinco mil y seiscientos y sesenta y seis maravedís los cuales hubieron de haber y le fueron debidos de sus sueldos del tercio segundo de este presente año de la fecha de esta nómina los cuales dichos treinta y cinco mil y seiscientos y sesenta y siete maravedís montan sesenta y nueve pesos y dos tomines y un grano. - Q u e dio y pagó por otra nómina hecha a dos días del mes de noviembre de quinientos y seis años a Hernán Pérez, vecino de esta villa de Santo Domingo, maestre de la carabela de Su Alteza, llamada Santiago, y a los marineros y grumetes de ella veinte y un mil novecientos y noventa y un maravedís y dos cornados 9 que los hubieron de haber y le fueron debidos de sus sueldos del tercio segundo de este dicho año que se cumplió en fin del mes de agosto que ahora pasó los cuales dichos maravedís montan cuarenta y ocho pesos y seis tomines y once granos y medio. - Q u e dio y pagó por otra nómina formada y librada del dicho señor gobernador hecha a 16 días del mes de noviembre de quinientos y seis años Cristóbal Príncipe, maestre de la carabela de Su Alteza, llamada Santiago, y a los marineros y grumetes de ella veinte y tres mil y seiscientos y sesenta y un maravedís y dos cornados los cuales hubieron de haber de su sueldo desde primero día de septiembre de este año de quinientos y seis años hasta en fin de este de noviembre del dicho año que son tres meses los cuales montan cincuenta y dos pesos y cuatro tomines y ocho granos y medio de oro. - Q u e dio y pagó por otra nómina hecha a diez y ocho días del mes de noviembre de quinientos y seis años al piloto y marineros y grumetes de la carabela de Su Alteza nombrada Santiago veinte y un mil y ciento y cincuenta maravedís y dos cornados los cuales hubieron de haber y le fueron debidos desde primero día de septiembre hasta en fin de noviembre del dicho año los cuales dichos veinte y un mil y ciento y cincuenta maravedís y dos cornados montan cuarenta y siete pesos. - Q u e dio y pagó por un libramiento hecho a veinte y seis días de noviembre de el dicho año de quinientos y seis a fray Pedro de Sanlúcar, cura que ha sido de la iglesia de la villa de Puerto de Plata, ciento y cincuenta pesos de oro fundido y marcado que los hubo de haber de su salario desde primero día del mes de mayo del año pasado de quinientos cinco años que comenzó a servir hasta en fin del mes de octubre que pasó de este año de quinientos y seis años que es un año y medio a razón de cien pesos de oro cada un año como sus mandan.
9 S e trata de una moneda de vellón poco usual en América que se acuñó en Castilla y Navarra y que llevaba en el anverso la figura del Rey coronado.
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS..
117
- Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y siete de noviembre de quinientos seis años a Diego de Salcedo, mayordomo del señor gobernador, en nombre y con poder que tiene del bachiller Lucas de Ayllón, alcalde mayor de las villas de la Concepción y Santiago y Azúa, diez y seis mil y seiscientos y sesenta y seis maravedís y medio que el dicho bachiller Lucas de Ayllón hubo de haber y le fue debido de su salario del tercio segundo de este año de quinientos y seis que c o m e n z ó desde primero día del mes de mayo que pasó de este dicho año hasta en fin de agosto que son cuatro meses a razón de cincuenta mil maravedís por año los cuales dichos diez y seis mil y seiscientos y sesenta y seis maravedís y medio montan treinta y siete pesos y tres granos y medio. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y siete de noviembre de quinientos seis años a Juan de Morales, marinero, que sirvió en la carabela de Su Alteza nombrada Santiago tres mil y seiscientos y cincuenta y cinco maravedís los cuales hubo de haber de su sueldo desde diez y siete de junio que fue recibido y comenzó a servir en la dicha carabela hasta veinte y seis días de octubre de este año de quinientos y seis que son cuatro meses y nueve días a razón de ochocientos y cincuenta maravedís los cuales dichos maravedís montan ocho pesos y un tomín de oro. - Q u e dio y pagó por otro libramiento firmado hecho a primero día del mes de diciembre de quinientos y seis años a Juan Mateos, clérigo cura que fue de la iglesia de la villa de Salvaleón de Higüey, veinte y dos pesos y seis tomines y tres granos de oro fundido y marcado que montó en el sueldo que hubiere de haber desde 8 días del mes de septiembre de este año de quinientos y seis que empezó a servir por cura de la dicha iglesia de Salvaleón hasta en fin del mes de diciembre del dicho año que son tres meses y veinte y dos días a razón de cien pesos por año. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a dos días del mes de diciembre de quinientos y seis años a Diego Jiménez, herrero que ha sido de las obras de Su Alteza, diez mil maravedís los cuales hubo de haber y le eran debidos de su sueldo desde primero día del mes de enero del año que pasó de quinientos y cinco años que c o m e n z ó a servir en adobar y alzar todas las herramientas que eran necesarias para servicio de las obras de Su Alteza hasta en fin de diciembre del dicho año que es un año cumplido a razón de los dichos diez mil maravedís por año los cuales dichos maravedís montan veinte y dos pesos y un tomín y nueve granos y medio. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a dos días del dicho mes de diciembre del dicho año de quinientos y seis años a Antón Ruiz, herrero que ha sido de las obras de Su Alteza, veinte y nueve pesos y un tomín de oro fundido y marcado que los hubo de haber y le eran debidos por una reja grande que hizo para la ventana de la sala principal de la fortaleza que se hizo en esta villa de Santo Domingo y por otras herramientas clavazón y otras cosas que hizo para servicio de las dichas obras de la dicha fortaleza y para reparo
118
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
de las carabelas de Su Alteza según se contiene en la cuenta q u e de ello dio por m e n u d o . - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a doce días del dicho m e s de diciembre de quinientos y seis años a Andrés de Sevilla que ha servido en las m i n a s del c o b r e veinte y un pesos y d o s t o m i n e s de o r o f u n d i d o y m a r c a d o los cuales h u b o de haber y le eran debidos de su sueldo desde veinte y c i n c o días del m e s de j u n i o del año p a s a d o de q u i n i e n t o s y c i n c o q u e c o m e n z ó a servir en las d i c h a s m i n a s hasta en fin de abril de este a ñ o de q u i n i e n t o s y seis q u e f u e d e s p e d i d o que son diez meses y cinco días a razón de cuarenta pesos por año de los cuales dichos se le descontaron dos meses y cinco días q u e hizo de fallas en todo este dicho t i e m p o que sirvió a s i m i s m o cinco pesos y tres t o m i n e s y cuatro granos de oro q u e le han sido librados por otro libram i e n t o para en cuenta y parte de p a g o del dicho sueldo. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y dos días del mes de diciembre del dicho año de quinientos y seis a Juan Ferro que ha servido en la labranza y c o n u c o s de Su Alteza q u e es en término de la villa de Puerto Real cuarenta y cinco pesos y siete tomines y un grano de oro fundido y marcado los cuales hubo de haber y le eran debidos de su sueldo desde siete días del mes de abril del a ñ o p a s a d o de q u i n i e n t o s y c i n c o años q u e c o m e n z ó a servir en la dicha labranza de conucos de Su Alteza hasta quince días del mes de octubre de este año de quinientos y seis que fue despedido que fue un año y seis meses y ocho días a razón de cuarenta pesos por año y los otros quince pesos de oro restantes que faltan para cumplimiento de paga del dicho tiempo que sirvió se le d e s c u e n t a n del d i c h o s u e l d o por razón de treinta gallinas q u e es a c a r g o d e pagar de cierta crianza de aves que crió y multiplicó estando en la dicha labranza de Su Alteza que se descuenta por cada gallina cuatro tomines de oro el cual dicho Juan Ferro era de los que se cogieron para servir en las minas del cobre. - Q u e dio y p a g ó por otra n ó m i n a hecha a veinte y cuatro días del mes de d i c i e m b r e del d i c h o a ñ o de q u i n i e n t o s y seis a ñ o s a los o f i c i a l e s de m a n o s q u e sirven en las obras de Su Alteza en la fortaleza q u e se hace en esta villa de S a n t o D o m i n g o c i e n t o y treinta y dos mil m a r a v e d í s y m e d i o los c u a l e s h u b i e r o n de h a b e r de sus s u e l d o s y m a n t e n i m i e n t o s del tercio p o s t r e r o d e este p r e s e n t e a ñ o d e la f e c h a de esta n ó m i n a q u e se c u m p l e en fin de este m e s d e d i c i e m b r e del d i c h o a ñ o los c u a l e s d i c h o s m a r a v e d í s m o n t a n d o s cientos y noventa y tres pesos y cinco tomines y seis granos y medio. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a veinte y nueve días del mes de diciembre de quinientos y siete años a Alonso Malaver que va por capitán a Castilla en el n a v i o de q u e es m a e s t r e Juan F r a n c o , v e c i n o de Palos y al dicho maestre cuatro mil pesos de oro f u n d i d o y m a r c a d o los cuales son para llevar a Castilla en la dicha nao para Su Alteza y los dar y entregar a los oficiales del Rey nuestro señor q u e residen en la Casa de la Contratación de las Indias en la c i u d a d de Sevilla los cuales dichos c u a t r o mil pesos se pesaron delante del dicho capitán y maestre.
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
119
- Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y nueve de diciembre de quinientos y siete años a Alonso Hernández en nombre y como procurador y con poder que tiene de Diego Colón almirante de estas islas y tierra firme del mar océano dos mil pesos de oro fundido y marcado los cuales se le libraron por virtud de una cédula del Rey nuestro señor según en el dicho libramiento se contiene los cuales son para en cuenta y parte de pago de lo que ha de haber de la décima parte del oro y otras cosas que le pertenecían de esta isla. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y nueve días del mes de diciembre de quinientos y seis años a Diego de Padilla, maestre, doce pesos de oro tundido y marcado los cuales hubo de haber y le eran debidos por dos mil ladrillos que de él se compraron a razón de seis pesos el millar los cuales se llevaron a Villanueva de Yáquimo para edificar la fortaleza que en la dicha villa se hace. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y seis días del mes de febrero de quinientos y seis años a Antón Ruiz, herrero, que ha tenido cargo de adobar y calzar y hacer todas las herramientas y otras cosas de su oficio que ha sido menester para las obras y navios de Su Alteza diez mil maravedís los cuales hubo de haber y le eran debidos de sus sueldo de un año que comenzó a primero día de enero de quinientos y seis y se cumplieron en fin de diciembre del dicho año según se asentó con él los cuales dichos tantos maravedís montan veinte y dos pesos y un tomín y nueve granos y medio. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y siete días del mes de enero de quinientos y siete años a Francisco Tostado en nombre y con poder que tiene del bachiller Hernán Suárez, clérigo cura de la villa de Santiago, sesenta y seis pesos y cinco tomines y cuatro granos de oro fundido y marcado que hubo de haber y le eran debidos de su salario de los dos tercios primero y segundo del año pasado de quinientos y seis que comenzó a primero día de enero y se cumplieron en fin de agosto del dicho año a razón de 100 pesos de oro cada año. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a diez de febrero de quinientos y siete años a Luis Hernández de Alvaro, maestre, vecino de Sevilla, que va por capitán de su navio y del navio de que es maestre Juan de Medina y al dicho maestre a ambos a dos juntamente dos mil y cuatrocientos y noventa y tres pesos y siete tomines y once granos de oro fundido y marcado los cuales van en el dicho navio del dicho Juan de Medina a cargo del dicho Luis Hernández y del dicho Juan de Medina para que se den y entreguen en la ciudad de Sevilla a los oficiales de la Casa de la Contratación de las Indias que en ella residen y son los dos mil pesos de oro para Su Alteza y los otros cuatrocientos y noventa y tres pesos y siete tomines y once granos y medio de oro restantes son del valor de la moneda de vellón que los dichos oficiales enviaron a Puerto de Plata. - Q u e dio por otro libramiento hecho a primero día del mes de marzo de quinientos y siete años a maestre Julián carpintero y calafate que sirve en los
120
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
navios y otras obras de Su Alteza ocho mil maravedís los cuales hubo de haber y le eran debidos de su sueldo del tercio postrimero del año pasado de quinientos y seis años que comenzó a primero día de septiembre y se cumplió en fin de diciembre del dicho año a razón de veinte y cuatro mil maravedís por año los cuales dichos maravedís montan diez y siete pesos y seis tomines y tres granos. - Q u e dio por otro libramiento hecho a diez de febrero de quinientos y siete años a Luis Hernández de Alfaro, vecino de Sevilla, maestre de su navio nombrado San Juan que va por capitán a Castilla del dicho su navio y del maestre de que es maestre Juan de Medina, vecino de la dicha ciudad, cuatro mil pesos de oro fundido y marcado los cuales son para que lleve el dicho maestre en su navio a Castilla a la dicha ciudad de Sevilla y los de y entregue a los oficiales de la Casa de la Contratación de las Indias que en ella residen para Su Alteza. - Q u e dio por otro libramiento hecho a cinco de marzo de quinientos y siete años a Hernando de Córdoba que va por capitán a Castilla en el navio de Francisco López y al dicho Francisco López maestre cuatro mil pesos de oro fundido y marcado los cuales son para Su Alteza y los han de dar y entregar en la ciudad de Sevilla a los oficiales de Su Alteza que residen en la Casa de la Contratación de las Indias. - Q u e di por otro libramiento hecho a cinco de marzo del dicho año a Andrés de Córdoba vecino de la ciudad de Sevilla que va por capitán del navio de Juan Rodríguez tiscareno y al dicho Juan Rodríguez Tiscareno cuatro mil pesos de oro fundido y marcado los cuales son para Su Alteza y los han de dar y entregar en la ciudad de Sevilla a los oficiales de Su Alteza que residen en la Casa de la Contratación de las Indias. - Q u e dio por otro libramiento hecho a cinco días del dicho mes del dicho año a Alonso de Valderrama que va por capitán del navio de que es maestre Cristóbal Vallés y al dicho maestre Cristóbal Vallés dos mil pesos de oro los cuales son para Su Alteza y los han de entregar en Sevilla a los oficiales de la su Casa de la Contratación de las Indias. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a once de marzo de quinientos y siete años a Juan Tregas que sirvió de marinero en la carabela de Su Alteza llamada Santiago de que es maestre Hernán Pérez dos mil y doscientos y treinta y siete maravedís que hubo de haber y le eran debidos de sus sueldo desde primero día de septiembre de quinientos y seis años hasta diez y nueve días de noviembre del dicho año que se despidió del dicho servicio que son diez meses y diez y nueve días en que montan a razón de ochocientos y cincuenta maravedís por mes y dos mil y doscientos y treinta y siete maravedís que son cuatro pesos y siete tomines y nueve granos. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y ocho de marzo de quinientos y siete años a Gómez de Solís que va por capitán a Castilla en la nao nombrada Santa Catalina de que es maestre Alonso Cota y al dicho maestre
L A E C O N O M Í A E N L A E S P A Ñ O L A A T R A V É S D E L A S CUENTAS.
121
ambos a dos juntamente cuatro mil pesos de oro fundido y marcado los cuales llevaron a Castilla en el navio susodicho para que los den y entreguen en la ciudad de Sevilla a los oficiales de Su Alteza que residen en la su Casa de la Contratación de las Indias los cuales son para Su Alteza. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y ocho días de marzo de quinientos y siete años a Juan Gil, vecino de Cádiz, que va por capitán a Castilla de la nao de Pedro de Arbolancha de que es maestre Antón García, vecino de Moguer, y al dicho maestre a ambos a dos juntamente dos mil pesos de oro fundido y marcado los cuales son para llevar a Castilla en el dicho navio y los den y entreguen en la ciudad de Sevilla a los oficiales de Su Alteza que en ella residen. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y cinco días del mes de abril de quinientos y siete años a Alonso Hernández, clérigo cura que fue en la iglesia del Bonao, ciento y cincuenta pesos de oro fundido y marcado los cuales hubo de haber y le eran debidos de su salario de un año y medio que sirvió en la dicha iglesia a razón de cien pesos de oro en cada un año en esta manera desde cinco días de junio del año pasado de quinientos y cinco hasta diez días de enero de quinientos y siete años que dejó el dicho cargo es un año y siete meses y cinco días y el dicho Alonso Hernández juró que hizo de faltas del dicho servicio en el dicho tiempo treinta y cinco días así que queda el año y medio en que montan al dicho respecto los dichos ciento y cincuenta pesos. - Q u e dio y pagó por una nómina hecha a primero día de mayo de mil y quinientos y siete años a los oficiales de manos que sirven en las obras de Su Alteza ciento y treinta y cuatro mil y doscientos y sesenta maravedís los cuales hubieron de haber y le fueron debidos de sus sueldos y mantenimientos del tercio primero de este año de quinientos y siete que se cumplió en fin de abril que ahora pasó los cuales dichos maravedís montan doscientos y noventa y ocho pesos y dos tomines y diez granos y medio. - Q u e dio y pagó por otra nómina hecha a dos de mayo de quinientos y siete años a Diego de Salcedo mayordomo del dicho señor gobernador en su nombre y para él y para la gente que a su cargo tiene y al bachiller Lucas de Ayllón, alcalde mayor por el dicho gobernador de las villas de la Concepción y Santiago y Puerto de Plata y San Juan de la Maguana y sus términos, y al dicho Cristóbal de Cuéllar contador de Su Alteza en estas islas y tierra firme y a Diego Márquez, veedor de la fundición del oro un cuento y sesenta mil y quinientos y veinte y seis maravedís los cuales hubieron de haber del tercio postrimero de este año pasado y del dicho tercio primero de este dicho año los cuales dichos un cuento y sesenta mil y quinientos y veinte y seis maravedís montan dos mil y trescientos y cincuenta y seis pesos y cinco tomines y nueve granos y medio de oro a razón de a cuatrocientos y cincuenta maravedís. - Q u e dio y pagó por otra nómina hecha a dos de mayo de quinientos y siete años al maestre y marineros y grumetes de la carabela de Su Alteza nombrada San Cristóbal ochenta y ocho mil y ciento y sesenta y tres marave-
122
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
dís los cuales hubieron de haber de sus sueldos q u e ganaron en la dicha carabela d e s d e p r i m e r o d e j u n i o de quinientos y seis años hasta postrero día de abril los cuales dichos maravedís les dio y p a g ó en ciento y noventa y cinco pesos y siete t o m i n e s y cuatro granos y m e d i o de oro. - Q u e dio y p a g ó por un libramiento hecho a o c h o de m a y o de mil y quinientos y siete años al licenciado H e r n a n d o Becerra, físico, cincuenta mil y o c h o c i e n t o s y treinta y dos m a r a v e d í s y m e d i o que h u b o de haber y le eran d e b i d o s de su salario con el dicho oficio y cargo desde veinte y seis del mes de j u n i o del año p a s a d o de quinientos y seis que se hizo a la vela del puerto de S a n l ú c a r de B a r r a m e d a para venir a esta isla en la nao de D i e g o Rodríguez, comitre, vecino de Sevilla, d o n d e vino el dicho licenciado según parece por una i n f o r m a c i ó n de testigos q u e de ellos presentó el dicho licenciado f i r m a d o y s i g n a d o de e s c r i b a n o público hasta en fin de abril de este año de quinientos y siete q u e son 10 meses y 5 días q u e montan a razón de sesenta mil maravedís por año c o m o Su Alteza por su cédula m a n d a los dichos cinc u e n t a mil y o c h o c i e n t o s y treinta y d o s m a r a v e d í s los cuales son c i e n t o y doce pesos y siete t o m i n e s y o c h o granos de oro a razón de cuatrocientos y cincuenta maravedís cada peso. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a doce de m a y o de quinientos y siete años a Juan Mateos, clérigo cura de la iglesia de la villa de Salvaleón de Higüey, treinta pesos de oro f u n d i d o y m a r c a d o los cuales le dan para en cuenta de lo q u e ha de haber de su salario con el dicho cargo. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento h e c h o a veinte y siete de m a y o de quinientos y siete años a Enrique Yáñez q u e sirvió de marinero en la carabela de Su Alteza llamada Santa Cruz de que es maestre Cristóbal Príncipe tres mil maravedís q u e h u b o de haber y le eran debidos de sueldo desde primero día de diciembre de quinientos y seis años hasta en fin de febrero de este año de quinientos siete años q u e son tres meses en que montaron los dichos tres mil maravedís a razón de mil maravedís por mes los cuales dichos maravedís montan seis pesos y cinco tomines y cuatro granos. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a cuatro de j u n i o de quinientos y seis años a Francisco G ó m e z , maestre de la carabela de Su Alteza, nombrada San Juan, y a los marineros y grumetes de ella sesenta y seis mil y cuarenta m a r a v e d í s los cuales hubieron de haber de sus sueldos d e s d e primero día de s e p t i e m b r e de q u i n i e n t o s y seis hasta p o s t r i m e r o día de abril de este año q u e son o c h o meses los cuales dichos sesenta y seis mil y cuarenta maravedís son ciento y cuarenta y seis pesos y seis tomines y medio. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a once de j u n i o de quinientos y siete a Pero S á n c h e z de Béjar, albañil, veinte pesos de oro los cuales se le m a n d a r o n dar para en cuenta de lo que ha de haber por el tiempo q u e sirvió a Su Alteza en hacer la fortaleza de Villanueva de Yáquimo. - Q u e d i o y p a g ó por o t r o l i b r a m i e n t o h e c h o a d i e z y seis de j u n i o de! dicho año a Cristóbal R o d r í g u e z , contramaestre de la carabela de Su Alteza
L.A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
123
llamada San Cristóbal, de que es maestre Alonso de Triana mil maravedís que hubo de haber de su sueldo de veinte días que sirvió en la dicha carabela después que fue librado por contramaestre a razón de mil y quinientos maravedís por mes los cuales dichos maravedís son dos pesos y un tomín y nueve granos y medio de oro. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a diez y nueve días de junio de dicho año al bachiller Macías, cura de la iglesia de la Buenaventura, cien pesos de oro que los hubo de haber de su salario de un año que ha servido de cura en la dicha iglesia según que en el dicho libramiento más largamente se contiene. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y nueve de j u n i o de quinientos y siete años a Diego de Nicuesa que va por capitán a Castilla en el navio nombrado Santa María de la Cruz de que es maestre Antón Suárez y al dicho maestre Antón Suárez tres mil y quinientos pesos de oro los cuales ha de llevar a Castilla en el dicho navio y los han de dar y entregar a los oficiales de Su Alteza que residen en la su Casa de la Contratación de las Indias que son para Su Alteza. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y nueve de junio del dicho año a Antonio Serrano que va por capitán a Castilla en el navio de que es maestre Sancho de Salazar tres mil y quinientos pesos de oro los cuales se han de llevar a Castilla en el dicho navio y lo han de dar y entregar a los oficiales del Rey nuestro señor que residen en la ciudad de Sevilla en la su Casa de la Contratación de las Indias los cuales son para Su Alteza. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y siete días del mes de julio de quinientos y siete años a Alonso Hernández en nombre y con poder que tiene del Almirante don Diego Colón dos mil pesos de oro los cuales hubo de haber el dicho don Diego Colón para en cuenta de lo que ha de haber y le pertenece de la décima parte del interés de esta isla conforme a la merced que sus le hicieron. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a diez y ocho días del mes de agosto de mil y quinientos y siete años a Juan Mateos, clérigo cura de la iglesia de Salvaleón de Higüey, nueve pesos y tres tomines y dos granos de oro fundido y marcado que hubo de haber y le eran debidos de sus salario de más de oíros cincuenta y dos pesos y seis tomines y tres granos que le fueron librados que son todos sesenta y dos pesos y un tomín y cinco granos los cuales hubo de haber desde ocho de septiembre de quinientos y seis años que comenzó a servir en el dicho cargo hasta veinte y un días del mes de abril de este año de quinientos y siete que son siete meses y catorce días a razón de cien pesos de oro al año. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y tres de agosto de quinientos y siete años a Pero Martín de la Vaquera, maestro de mineros, veinte y cinco pesos de oro que hubo de haber según que en el dicho libramiento se contiene.
124
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
- Q u e dio y pagó por otro libramiento aquel día a Juan de Cuevas maestro de mineros veinte y cinco pesos de oro que hubo de haber según en el dicho libramiento se contiene. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho en el día del dicho año a Hernán González veinte pesos de oro que le son debidos según el dicho libramiento se cuenta. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y cinco días del mes de agosto de este año a Diego Rodríguez de Grajeda que fue por maestre y capitán a Castilla en el navio nombrado la Magdalena Mayor que es de la Reina nuestra señora seis mil pesos de oro los cuales dichos seis mil pesos ha de llevar a Castilla y los dar y entregar a los oficiales de Su Alteza que residen en su Casa de la Contratación de las Indias los cuales son para su Alteza. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y cinco días de agosto de quinientos y siete a Lorenzo de Ahumada que va por capitán a Castilla del navio nombrado Santa Magdalena que es de la Reina nuestra señora de que es maestre Juan de Subrino y al dicho Juan de Subrino, maestre, cuatro mil pesos de oro los cuales el dicho capitán y maestre han de llevar a Castilla en el dicho navio y los dar y entregar a los oficiales de Su Alteza que residen en la ciudad de Sevilla en la Casa de la Contratación de las Indias que son para Su Alteza. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y cinco días del dicho mes de agosto del dicho año a Francisco de Hinojosa que fue por capitán a Castilla del navio nombrado Santa María de Regla de que es maestre Juan Bermúdez y al dicho Juan Bermúdez maestre dos mil pesos de oro los cuales han de llevar a Castilla en el dicho navio y los dar y entregar a los oficiales de Su Alteza que residen en la su Casa de la Contratación de las Indias que son para Su Alteza. - I t e m le han de ser recibidos en cuenta por otro libramiento hecho a veinte y seis días del dicho mes de agosto siete pesos y cuatro tomines de oro los cuales son que hubo de hierro en una cuenta que se hizo de Lorenzo de Ahumada de la ropa que trajo en el navio de Diego Sánchez Colchero que entró en este puerto de Santo Domingo a 15 días del mes de marzo de quinientos y siete años los cuales dichos siete pesos y cuatro tomines le están cargados en el cargo que se muestra hecho de los derechos de los navios y de otras cosas y porque después de hecho el dicho cargo se han tirado y descontado al dicho Lorenzo de Ahumada los siete pesos y cuatro tomines según que en el libro de la descarga del dicho contador se contiene. - Q u e dio y pagó por otro libramiento nómina hecha a cuatro días del mes de septiembre de quinientos y siete años a los oficiales de manos que sirven en las obras de Su Alteza ciento y veinte y seis mil y seiscientos y sesenta y un maravedís los cuales hubieron de haber y les fue debido de sus sueldos del tercio segundo de este año que comenzó desde primero día de mayo y se cumplió en fin de agosto de este presente año los cuales dichos maravedís
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
125
montan doscientos y ochenta y un pesos y tres tomines y nueve granos y medio de oro. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y dos de septiembre a Rodrigo Mexía de Trillo en nombre y con poder que tiene de Juan Martínez de Benavente cura de la iglesia de Verapaz ciento y sesenta y tres pesos y siete tomines y un grano de oro que el dicho Juan de Benavente hubo de haber de su salario de un año y siete meses y veinte días que sirvió en la dicha iglesia de la dicha villa según que más largamente en el dicho libramiento se contiene. - Q u e dio por otro libramiento hecho a cinco de noviembre de quinientos y cinco años a Antonio de Vallejo y a Francisco de Lizáur ambos dos juntamente ciento y cincuenta y siete pesos y cuatro tomines y medio grano de oro fundido y marcado los cuales recibieron en nombre y con poder que los sobredichos tienen de fray Rodrigo, clérigo cura de la iglesia de la villa de San Juan de la Maguana, que los hubo de haber de su salario desde cuatro días del mes de marzo de año pasado de quinientos y seis que comenzó a servir en el dicho cargo hasta postrero de septiembre de este año de quinientos y siete que es un año y seis meses y veinte y siete días en que montan a razón de cien pesos por año los dichos ciento y cincuenta y siete pesos y cuatro tomines y medio grano de oro los cuales recibieron el dicho Francisco de Vallejo y Antonio de Lizáur en esta manera el dicho Antonio de Vallejo cien pesos de oro y el dicho Francisco de Lizáur los cincuenta y siete pesos y cuatro tomines y medio grano. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y dos de noviembre de quinientos y siete años a Alonso del Viso, clérigo, veinte y dos mil y quinientos maravedís los cuales hubo de haber y le eran debidos de sus salario de un año y medio que sirvió que comenzó a quince de abril del año pasado de mil y quinientos y seis años y se cumplió a quince de octubre de este presente año de quinientos y siete a razón de quince mil maravedís por año los cuales dichos maravedís son cincuenta pesos de oro. - Q u e dio por otro libramiento hecho a veinte y cinco del dicho mes de noviembre a Diego López de Aguirre que fue por capitán en el navio de Luis Hernández de que es maestre Diego Rodríguez y al dicho Diego Rodríguez maestre dos mil pesos de oro fundido y marcado los cuales han de llevar a Castilla en el dicho navio y los dar y entregar a los oficiales de Su Alteza que residen en la su Casa de la Contratación los cuales dichos dos mil pesos de oro don para Su Alteza. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a trece de diciembre de quinientos y siete años a Alonso de Heintres en nombre y con poder que tiene del Almirante don Diego Colón mil y trescientos pesos de oro fundido y marcado los cuales el dicho Almirante hubo de haber para en cuenta y parte de pago de lo que le pertenece del interés de esta isla conforme a la merced que de Su Alteza tiene.
126
LAS ANTILLAS MAYORES.
1492-1550
- Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a veinte de d i c i e m b r e de quinientos y siete años a Juan Ponce de León, fiel y cogedor de los diezmes de la villa de S a n t o D o m i n g o y su t e r m i n o , y del año p a s a d o de q u i n i e n t ) s y seis treinta y nueve pesos de oro f u n d i d o y marcado que le eran debidos por razón de veinte y seis cargas de ca^abi que dio a Francisco G ó m e z y a Hernán Pérez, maestres de las carabelas de Su Alteza, para el m a n t e n i m i e n t ) de la gente q u e en ellas andaban a razón de un peso y cuatro tomines cada c¿rga. - Q u e d i o y p a g ó por otra n ó m i n a h e c h a a dos de e n e r o de q u i n i e n t ) s y o c h o años a D i e g o de S a u c e d o m a y o r d o m o del dicho señor g o b e r n a d o r y al bachiller Lucas de Ayllón y a Cristóbal de Cuéllar, contador, y a D i e g o Márquez, veedor, un cuento cincuenta y cuatro mil y seiscientos y noventa y tres maravedís los cuales el señor g o b e r n a d o r h u b o de haber y le eran debidos de los d o s tercios s e g u n d o y p o s t r e r o del a ñ o de quinientos y siete los c u i l e s dichos maravedís montan dos mil y trescientos y cuarenta y tres pesos y seis t o m i n e s y un g r a n o y m e d i o de o r o a razón de a c u a t r o c i e n t o s y cincuenta maravedís cada peso. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a tres de enero de q u i n i e i t o s y o c h o a H e r n a n d o Quintero ciento y cincuenta y cinco pesos y los hubo de haber y le eran debidos por razón de ciento y diez cargas de ca^abi q u e se le d e b e n por un c o n u c o de seis mil m o n t o n e s q u e se le t o m a r o n en la sabana d o n d e es ahora esta villa de Santo D o m i n g o según que en el dicho l i b r a m e n to se cuenta. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a cuatro del dicho m e s y í ñ o a Pedro de Fuentes, vecino que fue de esta villa, sesenta pesos de oro qu; se le m a n d a n dar por razón de mil m o n t o n e s de yuca que dio por m a n d a d o del c o m e n d a d o r Bobadilla según más largamente en el dicho libramiento se contiene. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a cuatro del dicho m e s a Carcía de la Vega q u e ha servido en las obras de Su Alteza tres mil y quinieitos maravedís los cuales h u b o de haber de tres meses y m e d i o q u e sirvió en las dichas obras los cuales dichos maravedís montaron siete pesos y seis t o n i nes y dos granos y medio. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a o c h o de enero de q u i n e n tos y o c h o a ñ o s a Juan R o d r í g u e z de Sevilla q u e ha servido en las mina; d e cobre treinta y tres pesos y un tomín y nueve granos que h u b o de haber x>r razón de diez m e s e s y catorce días q u e sirvió en las dichas minas seguí s e contiene en el dicho libramiento. - Q u e d i o y p a g ó por o t r o l i b r a m i e n t o h e c h o a o c h o del d i c h o mis a D o m i n g o de G e n o v a diez pesos de oro q u e h u b o de haber y le son d e b i l o s por tres m e s e s q u e sirvió en las minas del c o b r e según q u e m á s largamente en el dicho libramiento se contiene. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento h e c h o a once de enero de q u i n e n tos y o c h o a ñ o s al licenciado H e r n a n d o Becerra cuarenta mil maravedís los
L A E C O N O M Í A EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS D E L A S CUENTAS.
127
c u a l e s h u b o de h a b e r de dos tercios s e g u n d o y p o s t r e r o del a ñ o p a s a d o de quinientos y siete años que se cumplieron en fin de diciembre del dicho año los cuales dichos maravedís montan ochenta y o c h o pesos y siete t o m i n e s y un g r a n o y m e d i o de oro. - Q u e dio y p a g ó por otra n ó m i n a hecha a trece de enero del dicho a ñ o a Alonso de Triana, maestre de la carabela de Su Alteza n o m b r a d a San Cristóbal, y a los marineros y grumetes de ella setenta mil y quinientos y tres maravedís los cuales hubieron de haber de sus sueldos de los dos tercios s e g u n d o y postrero del año p a s a d o de quinientos y siete los cuales dichos maravedís montan ciento y sesenta y seis pesos y cinco tomines y cinco granos de oro a razón de a cuatrocientos y cincuenta maravedís cada peso. - Q u e dio y p a g ó por otra n ó m i n a hecha a tres del dicho mes y a H e r n á n Pérez, maestre de la carabela de Su Alteza n o m b r a d a Santiago, y a los marineros y g r u m e t e s de ella ciento y cincuenta y un mil y seiscientos y o c h e n t a y tres m a r a v e d í s los cuales le f u e r o n d e b i d o s de sus s u e l d o s de los d i c h o s dos t e r c i o s s e g u n d o y postrero del d i c h o a ñ o los c u a l e s d i c h o s m a r a v e d í s son trescientos y c i n c u e n t a y nueve pesos y dos t o m i n e s y c u a t r o g r a n o s y medio. - Q u e dio y p a g ó por otra nómina hecha a trece del dicho mes a Cristóbal Príncipe, maestre de la carabela n o m b r a d a Santa Cruz, y a los m a r i n e r o s y g r u m e t e s de ella c i e n t o y treinta y un mil y novecientos y cincuenta y o c h o maravedís los cuales hubieron de haber y les fueron debidos de sus salarios de lo q u e han servido en la dicha carabela los cuales dichos maravedís m o n tan doscientos y noventa y tres pesos y un tomín y once granos de oro. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a Pedro de Grecia, calafate, tres mil maravedís los cuales hubo de haber por tres meses que trabajó en las carabelas según que en el dicho libramiento se contiene que son seis pesos y cinco tomines y cuatro granos. - Q u e d i o y p a g ó por otro l i b r a m i e n t o h e c h o a d i e z y o c h o de e n e r o a Martín R o d r í g u e z de Origücla en n o m b r e y con p o d e r q u e tiene de H e r n á n Suárcz clérigo de la iglesia de la villa de Santiago cien pesos de oro los cuales el dicho Hernán Suárez hubo de haber de su salario según que en el dicho libramiento se contiene. - Q u e dio y p a g ó por otro libramiento hecho a veinte y dos días del m e s de e n e r o del d i c h o a ñ o a F r a n c i s c o G ó m e z , m a e s t r e de la c a r a b e l a d e Su Alteza, n o m b r a d a San Juan, y a los m a r i n e r o s y g r u m e t e s de ella sesenta y siete mil y cuatrocientos y cuarenta y tres maravedís los cuales le eran debidos de su salario de los dos tercios segundo y postrero del año p a s a d o de quin i e n t o s y siete a ñ o s los c u a l e s d i c h o s m a r a v e d í s son c i e n t o y c u a r e n t a y nueve pesos y siete tomines. - Q u e dio por o t r o libramiento h e c h o a veinte y c i n c o del d i c h o m e s de enero a A l o n s o de Ervás en n o m b r e y con poder q u e tiene del almirante don Diego Colón mil pesos de oro los cuales el dicho don D i e g o Colón h u b o de
128
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
haber de lo que le pertenece del interés de esta isla conforme a la merced que de Sus Altezas tiene. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a treinta días del dicho mes a Sebastián de la Torre, maestro de mineros, y que saca oro en los mineros de Su Alteza cincuenta pesos de oro que se le mandaron dar para en cuenta de lo que hubiere de haber por el servicio que ha hecho y hace en sacar oro para Su Alteza en los dichos mineros. - Q u e dio por otro libramiento hecho a seis días de febrero del dicho año de quinientos y ocho años a Bartolomé López de Reina que fue por capitán del navio de la Reina Nuestra Señora nombrada La Magdalena de que es maestre Cristóbal Rodríguez Vizcaíno, vecino de la ciudad de Sevilla, y al dicho maestre a ambos a dos juntamente cuatro mil pesos y asimismo dad a H e r n a n d o de Ortega que va por capitán a Cartagena del navio n o m b r a d o Santa María de la Rábida de que es maestre Juan Rodríguez Hocero, vecino de Palos, y al dicho maestre a ambos dos juntamente tres mil pesos de oro que llevándolos Dios a salvamento los den y entreguen en la ciudad de Sevilla donde a de ser su derecha descarga a los oficiales de Su Alteza que residen en la Casa de la Contratación de las Indias. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a catorce de enero del dicho año de quinientos y ocho a Alonso de Cepeda cincuenta pesos de oro los cuales se le dieron para el gasto del horno de teja y ladrillo que el señor gobernador manda hacer en la villa de la Concepción y para proveimiento de la gente que anda sacando oro de Su Alteza en los mineros de Copequin. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a quince de enero del dicho año de quinientos y ocho a Rodrigo de Vergayo que sirvió en las minas del cobre treinta pesos de oro que hubo de haber de su sueldo de nueve meses que sirvió en las minas del cobre desde 16 de mayo de quinientos y seis descontándole algunas faltas que hizo en este tiempo a razón de cuarenta pesos por año. - Q u e me han de ser recibidos en cuenta mil y doscientos maravedís que me fueron cargados en la cuenta que se tomó de mi cargo hasta 15 del mes de noviembre de quinientos cinco años que se feneció cuenta conmigo que los había de recibir y cobrar Gonzalo Mexía que los debía del cuarto que a Sus Altezas perteneció de ciertas cosas que trajo de Castilla y vendió en esta isla que son dos pesos y cinco tomines y cuatro granos. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a diez y siete de marzo de quinientos y ocho años a Antón Ruiz, herrero de las obras de Su Alteza, diez mil maravedís los cuales hubo de haber y le eran debidos de su salario del año pasado de quinientos y siete los cuales dichos maravedís montan veinte y dos pesos y un tomín y nueve granos y medio. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y dos de marzo de quinientos ocho a Alvar Pérez de Nava, vecino de la villa de la Concepción, albacea y testamentario de los bienes de Alvar Pérez Osorio, difunto, vecino
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS D E LAS CUENTAS.
129
que fue de la villa de Santiago, doscientos y diez pesos de oro que es la mitad de cuatrocientos y veinte pesos de oro que es la mitad de que se vendieron en a l m o n e d a pública en la dicha villa una hacienda de c o n u c o y bohíos del dicho difunto que se hubo para Su Alteza la cual está a cargo de Sancho de Peña vecino de esta dicha villa. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y dos del dicho mes de marzo de quinientos y ocho años a Alonso de Chaves, clérigo cura de la villa de Puerto Real, cien pesos de oro que ha de haber y le son debidos de sus salarios desde diez y ocho días de diciembre del año pasado de quinientos y seis años que comenzó a servir en el dicho cargo hasta en fin de diciembre de quinientos y siete años que fue despedido del cual dicho tiempo se le descontaron trece días que hizo de fallas por manera que queda un año que son los dichos cien pesos. - Q u e dio por libramiento hecho a veinte y tres de marzo del dicho año a Alonso de Ervás en nombre y con poder que tiene del Almirante don Diego Colón dos mil pesos de oro los cuales le fueron debidos para en cuenta de lo que hubiere de haber el dicho Almirante del interés de esta isla conforme a la merced que de Sus Altezas tiene. - Q u e dio y pagó por otro libramiento hecho a veinte y cuatro de marzo de quinientos y ocho años a Alonso Jiménez, clérigo que sirvió de cura en la iglesia de la villa de la Concepción, veinte y siete pesos y tres tomines y diez granos y medio que hubo de haber y le fueron debidos de su salario desde veinte y tres del mes de diciembre de quinientos y siete años hasta postrimero día de este presente año de mil y quinientos y ocho años que son tres meses y nueve días a razón de cien pesos por año. - Q u e le han de ser recibidos en cuenta por otro libramiento hecho a once de abril de quinientos y ocho años sesenta y cuatro pesos y cuatro tomines de oro que dio a ciertas personas contenidas en el dicho libramiento los cuales se dieron por ciertas esteras y bizcocho y casabi para el mantenimiento de la gente que sirve en las carabelas de Su Alteza. - Q u e me han de ser recibidos en cuenta por otro libramiento hecho a doce de abril de quinientos y ocho años seis pesos y tres tomines de oro que hubo de haber por siete cajones de madera, cuerdas con cordeles y clavazón que era para enviar a Castilla en ciertos navios según que en el dicho libramiento se contiene. Así que montó todo lo que el dicho Cristóbal de Santa Clara receptor ha dado y pagado y se le recibe en cuenta según que de suso se contiene ciento y diez y seis mil y doscientos y treinta y ocho (116.238) pesos y siete tomines y cuatro granos y medio de oro fundido y más once hamacas y treinta y seis naguas y veinte y dos camisas de algodón lo cual descontado de los dichos doscientos y tres mil y doscientos y un (203.201) pesos y tres tomines y dos granos y medio de oro y de la ropa de algodón y otras cosas contenidas en su cargo antes de esto escrito finca debiendo el dicho Cristóbal de Santa
L A S ANTILLAS MAYORES,
130
1492-1550
Clara al Rey y a la Reina nuestros Señores ochenta y seis mil y novecientos y sesenta y dos pesos y tres tomines y diez granos de oro fundido y más las cosas que de yuso irán declaradas que son las siguientes: - T r e i n t a y cinco hamacas de algodón que restan para cumplimiento de las que están cargadas. -Noventa y siete naguas de algodón. -Sesenta y cinco camisas de algodón. - O c h o medias camisas de algodón. -Sesenta ovillos de algodón hilado. - D o s redes de pescar para indios. - S e i s hizos de cabuyas. -Veinte y siete arrobas y trece libras de algodón hilado. -Tres mazos de guanín que pesaba una onza y tres tomines y seis granos. - U n a guayca y un yaguey con un rostro de hueso. -Treinta y seis duhos de asentar de madera. -Treinta y seis bateas de madera. - U n marco y una onza y cuatro ochavas y tres tomines de ^ibas que se dicen niguey. -Veinte y dos bracas de (¿ibas y aries en doce sartas. - T r e s manojos de cabuyas. -Veinte y cinco piezas de esclavos de los de la primera guerra de Higüey. - S i e t e alpargates. - U n cerní de lenia con ojos y cataras de oro y una trenza de algodón al pescuezo y otra poca de leña que peso todo veinte pesos y cuatro tomines y seis granos. - U n puñal viejo"'. Fue hecha y sacada y averiguada esta dicha cuenta con el dicho Cristóbal de Santa Clara en presencia del licenciado Alonso de Maldonado, alcalde mayor de estas islas y Tierra Firme del mar océano, que a ella estuvo presente en lugar del dicho gobernador en la villa de Santo Domingo del puerto de la dicha isla Española a 10 días del mes de abril del año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil y quinientos y ocho años y el dicho Cristóbal de Santa Clara, regidor, juró en forma de derecho que esta cuenta es buena, cierta, leal y verdadera y que en ella ni en parte de ella no ha habido ni intervenido ni hay ni interviene fraude cautela ni encubierta ni alusión alguna contra sus en el cargo ni en la data y que si a su noticia viniere en
10
Estos datos tienen un alto valor etnohistórico para el conocimiento de la cultura taina. Están recogidos en nuestro trabajo: "Aportes a la cultura taina de las G r a n d e s Antillas en la documentación española del siglo xvi". Congreso de Epistemología de las Culturas Aborígenes del Caribe. Santo D o m i n g o , 1999 (en prensa).
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
131
algún tiempo algún hierro o encubierta que esta dicha cuenta haya pasado por inadvertencia o en otra cualquier manera que lo manifestara y hará saber al dicho gobernador o a otra persona a quien competa el remedio de ello en nombre de sus para que se enmiende y deshaga el tal hierro o agravio testigos que fueron presentes Pedro de Arbolancha y Francisco Tostado y Alonso de Hervás y Juan de Cacella, hiciéronse de esta dicha cuenta tres escrituras firmadas del dicho alcalde mayor y de Cristóbal de Cuéllar contador y de Cristóbal de Santa Clara receptor una de las cuales es esta licenciado Maldonado, Cristóbal de Cuéllar, Cristóbal de Santa Clara. - H á c e s e l e alcance más al dicho Cristóbal de Santa Clara, receptor, quinientos y sesenta y siete pesos y tres tomines y ocho granos de oro fundido y marcado que recibió de Miguel de ia Casa, vecino de Santiago, recaudador que fue de las salinas del Macorix y £ i b a o y la Tortuga, en el año de quinientos y seis que los debía del precio porque arrendó la dicha renta en la cual dicha cuantía entran los once al millar y derechos de oficiales a sus pertenecientes y no le está hecho cargo de ellos en esta dicha cuenta. Cristóbal de Santa Clara, Alonso de la Torre, Alvaro Caballero. Va escrita esta dicha cuenta en veinte pliegos de papel de letra antigua forrados con este. Alvaro Caballero. Presentada la dicha petición y cuenta de suso incorporada en la manera que dicho es y visto por los dichos señores presidente y oidores lo mandaron poner en el proceso y que la otra parte para mañana diga y concluya en esta causa para que se haga sobre ello justicia lo cual se mandó presente el dicho Santa Clara. Después de lo cual, miércoles nueve días del mes de octubre del dicho año ante los dichos señores presidente y oidores de la Real Audiencia y la mi presencia pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó una petición juntamente con una relación de cuentas y conocimiento formado de Miguel de Pasamontc original su tenor de lo cual uno en pos de otro es esto que se sigue: Muy poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad, en el debate que trajo con el fiscal de Vuestra Majestad en lo tocante a lo de las fundiciones respondiendo al escrito por la parte contraria presentado digo que la cuenta que tiene presentada hace mucho a mi propósito y por ella consta que las mismas partidas que me tenían cargadas diciendo haberlas cobrado las cobraron después los mismos Martín de Gamboa y Miguel de Pasamonte, tesoreros de Vuestra Majestad de manera que consta no haber cobrado cosa alguna de las partidas. Para que más claramente conste ser verdad lo que dicho tengo hago presentación de estas cuentas por donde parece que el mismo Martín de Gamboa recibió y cobró las mismas partidas de que a mi me hicieron cargo de los diezmos de los años de quinientos y tres y cuatro y cinco y seis y siete así de los vecinos de Santo D o m i n g o c o m o de San Juan de la M a g u a n a y de las
132
L A S A N T I L L A S MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
otras villas y lugares y mineros y otras personas de esta isla Española de las cuales por la cuenta del alcance que se me hizo parece que se me hicieron cargo de ellos diciendo haberlos cobrado siendo la verdad en contrario asim i s m o para más ratificación de la verdad de c o m o me fueron cargadas las dichas partidas diciendo haberlas cobrado y c o m o después las cobraron los dichos tesoreros hago presentación de esta carta de pago, firmada del tesorero Miguel de Pasamonte por la cual consta que cobró de los vecinos de Santo D o m i n g o cuatro mil y trescientos y cuarenta y cinco pesos y granos de oro de los mismos años de quinientos y cuatro y cinco y seis y siete y asimismo de las otras ciudades y villas y lugares de esta dicha isla y de mineros y de otras personas los dichos años de quinientos y cuatro y cinco y seis y siete por donde consta claramente que habiéndome hecho cargo de ellas diciendo haberlas cobrado c o m o no entraron en mi poder cosa alguna de ellas. Por tanto pido y suplico a Vuestra Majestad que atento que consta lo susodicho ser así verdad me den por libre y quito de lo contra mí pedido y me hagan la merced y remuneración que tengo suplicado pues serví a Vuestra Majestad el tiempo que alegado tengo a mi costa y misión en las fundiciones a donde por mi industria se cobraron mucha cantidad de pesos de oro para Vuestra Majestad de las deudas recaudadas que estaban por cobrar sobre lo cual pido justicia y concluyo. Relación de los pesos de oro que Martín de Gamboa tesorero que fue de esta isla recibió para en cuenta del alcance que a mi Cristóbal de Santa Clara m e fue hecho según fue averiguado ante mi el dicho Martín de Gamboa al tiempo que él dio cuenta de su cargo ante el señor gobernador y los oficiales de Su Alteza y está asentado en mis libros y los suyos que son de la manera siguiente: - T i e n e recibidos de las deudas propias mías que yo di para en cuenta del dicho alcance dos mil y setecientos y treinta y tres pesos y tres tomines y cuatro granos de oro fundido. - T i e n e más recibidos de las deudas que se debían a Su Alteza Mil y setecientos y cuarenta y un pesos y dos tomines y ocho granos de oro. - T i e n e más recibidos de las almonedas que se hicieron de mi hacienda dos mil y setecientos y cincuenta y seis pesos y nueve granos y medio de oro. - T i e n e recibidos más de una almoneda de cierta ropa de algodón once pesos y seis granos de oro. - R e c i b i ó más de Rodrigo de Villadiego, vecino de la Concepción setecientos y cuarenta y un pesos y dos granos para en cuenta de lo que el dicho Villadiego me debe a mi. - R e c i b i ó más de los diezmos y primicias de los años de quinientos y tres y cuatro y cinco y seis mil y doscientos y treinta pesos y un tomín y seis granos de oro. - R e c i b i ó más de los diezmos de San Juan de la Maguana de los años de quinientos y cinco y seis ciento y cincuenta y nueve pesos y seis tomines de oro.
L A ECONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS..
133
- R e c i b i ó más de los diezmos y primicias de Santo Domingo de los años de quinientos y cuatro y cinco y seis y siete dos mil y doscientos y setenta y cuatro pesos y un tomín y un grano y medio de oro. -Recibió más de los diezmos del Bonao de los años de quinientos y tres y cuatro y cinco y seis y de las otras pesquisas del dicho año de quinientos y tres quinientos y cuarenta y cinco pesos y cinco tomines y cuatro granos de oro. - R e c i b i ó más de los diezmos de los habitantes de las minas de San Cristóbal desde el año de quinientos y tres hasta en fin del año de quinientos y siete veinte y tres pesos y tres tomines y ocho granos de oro. - R e c i b i ó más de los diezmos de la villa de la Concepción de los años de quinientos y cuatro y cinco y seis novecientos y diez y seis pesos y cuatro tomines y ocho granos de oro fundido. - R e c i b i ó más de las otras pesquisas de los diezmos de Santiago del año de quinientos y cuatro cuarenta y dos pesos de oro. - R e c i b i ó más de los diezmos y primicias de Santiago de los años de quinientos y cinco y seis quinientos y cuarenta y tres pesos y siete tomines y cuatro granos de oro. - R e c i b i ó más de las otras pesquisas de la dicha villa de Santiago del año de quinientos y cinco pesos. - R e c i b i ó más de los diezmos de la villa de Puerto de Plata de los años de quinientos y cinco y seis setenta y seis pesos y tres tomines y nueve granos de oro. - R e c i b i ó más de lo que se debe a la Alfóndiga que fue a cargo de Hernando de Monroy, factor que fue de esta isla, ciento y diez pesos y cinco tomines y seis granos de oro. - R e c i b i ó más noventa y seis pesos y cuatro tomines de oro fundido en una cadena que a Bemardino de Santa Clara se tomó. - R e c i b i ó más trescientos y un pesos y dos tomines que el dicho Bemardino de Santa Clara dio y entregó. - R e c i b i ó más ciento y siete pesos y tres tomines y seis granos de oro que se hallaron en una zanja. - R e c i b i ó más ciento y sesenta y un pesos y un tomín de oro fundido que eran de unos eslabones de una cadena. - R e c i b i ó más en la fortaleza once mil y setecientos y veinte y ocho pesos y seis tomines de oro que llevaron los navios la fianza y la espindola. - R e c i b i ó más dos pesos y tres granos de oro que eran de una poca de gamilla. - R e c i b i ó más del maestre Diego de la Villa quince pesos de oro que son para en cuenta de lo que debe de los diezmos de siete y medio por ciento. -Recibió más el dicho tres macucos de oro que pesaron seis pesos y cinco tomines. - R e c i b i ó más el dicho un cerní de leña con ojos de oro y dos contezuelas azules y unos pedazos de guanín y una piedra verde para la cohoba.
134
L A S ANTILLAS MAYORES.
1492-1550
- R e c i b i ó m á s un cerní de oro q u e pesó 6 pesos y un tomín q u e estaba en mi poder depositado q u e se h u b o en la segunda guerra de Higüey. - R e c i b i ó m á s 10 pesos y 2 tomines de oro q u e p a g ó Hernán S á n c h e z por Hernán Suárez clérigo q u e los debía de la montería y del diezmo del año de quinientos y cinco en la villa de Santiago. Es verdad q u e yo Miguel de Pasamonte, tesorero general de sus en estas islas y tierra f i r m e del m a r o c é a n o , r e c i b í de vos Cristóbal de S a n t a C l a r a 27.399 pesos de oro f u n d i d o que m e pagaron por vos diversas personas desde p r i m e r o día del m e s de e n e r o del año q u e paso de mil y quinientos y nueve hasta veinte y siete días del mes de octubre de este presente año de quinientos y doce en esta manera q u e m e pagaron por vos los vecinos de la villa de Santo D o m i n g o 4 . 3 4 5 p e s o s y 5 g r a n o s y m e d i o de o r o para en c u e n t a de lo q u e debían de los d i e z m o s y p r i m i c i a s de los años de quinientos y cuatro y quinientos y cinco y quinientos y seis y quinientos y siete y los vecinos d e la villa de la Buenaventura 823 pesos y 7 tomines y 5 granos de oro para en cuenta de lo q u e debían de los d i e z m o s y primicias de los años de quinientos cuatro y quinientos y cinco y quinientos y seis y quinientos y siete y otras ciertas pers o n a s m i n e r o s d e las m i n a s de San Cristóbal c i n c u e n t a y un p e s o s y siete tomines y un g r a m o y medio de oro para en cuenta de los diezmos de ciertos años rezagados y los vecinos de la villa del Bonao mil y doscientos y setenta y tres pesos y diez granos y m e d i o de oro para en cuenta de lo que debían de los d i e z m o s y primicias de los años de quinientos y tres y quinientos y cuatro y quinientos y cinco y quinientos y seis y los vecinos de la villa de la C o n c e p ción setecientos y treinta y seis pesos y cinco tomines y un grano y medio de oro para en cuenta de lo que debían de los diezmos de los años de quinientos y tres y quinientos y cuatro y quinientos y cinco y quinientos y seis y los vecinos de la villa de Santiago cuatrocientos y setenta y nueve pesos y tres tomines y o c h o granos de oro para en cuenta de lo q u e debían de los diezmos y primicias de los años de quinientos y cuatro y quinientos y cinco y quinientos y seis y los vecinos de la villa de Puerto de Plata trescientos y seis pesos y nueve granos de oro para en cuenta de lo que debían de los diezmos y primicias de los años de quinientos y cinco y quinientos y seis y que cobré por vos de diversas personas siete mil y ciento y treinta y tres pesos y un grano de oro para en cuenta de lo que las tales personas debían a Su Alteza de que a vos fue hecho cargo en el tiempo q u e fuistes receptor en esta isla Española y que cobré por vos de otras ciertas personas tres mil y trescientos y noventa y nueve pesos y c u a t r o t o m i n e s y c i n c o y m e d i o g r a n o s de o r o para en cuenta de lo que las tales personas debían a vos el dicho Cristóbal de Santa Clara de dudas vuestras propias y q u e cobré por vos de otras ciertas personas ocho mil y cuatroc i e n t o s y v e i n t e y tres p e s o s y seis t o m i n e s y c i n c o g r a n o s de o r o para en cuenta de lo q u e las tales personas vos debían de diversas cosas q u e sacaron en las a l m o n e d a s q u e de v u e s t r o s b i e n e s se h i c i e r o n al t i e m p o q u e se vos secuestraron por m a n d a d o del C o m e n d a d o r M a y o r de Alcántara gobernador
L A KCONOMÍA EN L A E S P A Ñ O L A A TRAVÉS DE LAS CUENTAS..
135
que fue de esta isla y que cobré por vos de ciertas personas por Rodrigo de Villadiego 436 pesos y 4 tomines y 5 granos de oro para en cuenta de lo que el dicho Rodrigo de Villadiego debía a vos el dicho Cristóbal de Santa Clara que sumó todo lo que dicho es los dichos 27.399 pesos y 10 granos de oro los cuales partida por partida y como se cobraron y de quien y en qué día y mes y año está escrito y asentado en el libro de recibo de mi el dicho tesorero y de cada partida de las contenidas en el dicho libro tengo dada carta de pago a cada una de las dichas personas de quien así lo recibí y porque ahora doy a vos el dicho Cristóbal de Santa Clara esta carta de pago y podría ser que vos hubiese dado otra alguna digo que todas las cartas de pago que yo he dado así a vos el dicho Cristóbal de Santa Clara como a las tales personas de quien por vos así los cobre y esta es toda una que en esta cuantía entren todas las cartas de pago que de vuestro cargo yo he dado desde el dicho día primero de enero de quinientos y nueve hasta el dicho día 27 de octubre de quinientos y doce los cuales dichos 27.399 pesos y 10 granos de oro son para en cuenta del alcance que fue hecho a vos el dicho Cristóbal de Santa Clara en la cuenta que de vos se tomó del dicho cargo de receptor que por Su Alteza tuviste en esta dicha isla del cual dicho alcance está hecho cargo a mi el dicho tesorero hecha en la villa de Santo Domingo a veinte y ocho días del mes de octubre de mil y quinientos y doce años, va testado y dicha es la cuantía veinte y siete mil y trescientos y noventa y nueve pesos y diez granos de oro, Miguel de Pasamonte. Presentada la dicha petición juntamente con las dichas escrituras y vistas por los dichos señores presidente y oidores y estando presente el dicho fiscal pidió que el dicho Santa Clara declare si la firma que está en las cuentas es suya y declara que es suya que concluya y concluyó sin embargo de lo por él dicho y alegado el cual estando presente dijo que es suya la dicha firma y por tal la reconocía y reconoció y luego las dichas partes que estaban presentes dijeron que concluían y concluyeron este pleito y causa. Después de lo cual diez días del mes de octubre del dicho año ante los dichos señores presidente y oidores de la Real Audiencia pareció el dicho Santa Clara y presentó la petición siguiente: Muy poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad en el debate que traigo con el fiscal de Vuestra Majestad sobre lo de las fundiciones digo que ayer yo presenté un conocimiento de cierta cobranza, firmado del tesorero Miguel de Pasamonte ya difunto y porque a mi derecho conviene que aquel sea reconocido y los testigos vean la firma y digan y declaren si es del dicho tesorero pido en su público mande que lo vean los testigos que yo presentaré porque desde acá vaya reconocido ante Vuestra Majestad y para ello nombro al secretario Diego Caballero y a Lope de Bardegía y a Juan Mosquera y al contador Alvaro Caballero y a Melchor de Castro. Presentada y vista por los dichos señores presidente y oidores proveyeron y nombraron que los dichos testigos vean el dicho conocimiento y firma y visto digan sus dichos.
136
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Lo que los dichos testigos dijeron en la dicha razón es lo siguiente: En Santo Domingo de la isla Española en doce días del mes de octubre de mil y quinientos y treinta y ocho años, Juan Mosquera y Melchor de Castro, vecinos de esta dicha ciudad de Santo D o m i n g o habiendo visto el conocimiento de la cobranza que f u e presentada por el dicho Cristóbal de Santa Clara en este proceso sobre el juramento que hicieron dijeron que le hagan relación que la firma del dicho conocimiento donde dice Miguel de Pasamonte les parece ser la firma y letra que hacía el dicho Miguel de Pasamonte porque muchas veces le vieron escribir y firmar y ésta es la verdad y lo firmaron de sus nombres, Juan Mosquera, Melchor de Castro. En Santo Domingo de La Española a diez y nueve días del mes de octubre de mil y quinientos y treinta y ocho años el secretario Diego Caballero, habiendo visto el dicho conocimiento de la cobranza que fue presentado por el dicho Cristóbal de Santa Clara en este proceso que está firmado de una firma donde dice Miguel de Pasamonte y habiendo jurado dijo que la firma y letra del dicho conocimiento que le fue mostrado donde dice Miguel de Pasamonte es de la propia mano del dicho Pasamonte porque este testigo le vio firmar y escribir muchas veces y firmolo de su nombre Diego Caballero. Después de lo cual doce días del dicho mes de octubre del dicho año ante los dichos señores presidente y oidores pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó la petición siguiente: Muy poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad en el debate que traigo con el fiscal de Vuestra Majestad sobre lo tocante a las fundiciones digo que el término y términos que se dijeron al dicho fiscal para que diese la información que le convenía y de lo contrario son pasados y ambas las partes hemos hecho las informaciones y presentadas las escrituras y hechas las diligencias que cada uno pudo y la dicha causa está conclusa en estado de se me dar por testimonio a la letra todo lo que ha pasado firmado de su muy reverendo presidente y oidores y signado de uno de los secretarios de esta Real Audiencia conforme a la Cédula Real de Vuestra Majestad que en esta causa está presentada. Pido y suplico a Vuestra Majestad que pues el dicho fiscal no tiene más que decir ni alegar en esta dicha causa pues está conclusa me manden dar testimonio de todo lo susodicho en la manera que dicho es para lo llevar y presentar ante Vuestra Majestad en u Real corte a donde se verá y se proveerá lo que s real servicio fuere conforme a la dicha cédula. Así presentada y leída la dicha petición por los dichos señores presidente y oidores vista proveyeron y mandaron que se traiga todo lo que sobre esto está hecho para lo ver y proveer sobre lo que sea justicia y mandaron que el fiscal diga si tiene que decir o alegar alguna costa sobre esto que lo haga y alegue para el mes luego siguiente. En doce de octubre de mil y quinientos y treinta y ocho años se notificó lo aquí proveído y mandado por los señores oidores a Francisco de Escobar
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS D E LAS CUENTAS.
137
en su persona en nombre de la Real Cámara de Su Majestad el cual respondió q u e se daba por notificado, testigos el bachiller Carrillo y Francisco Ximénez, procurador de corte, Nicolás López, escribano. Después de lo cual en quince días del dicho mes de octubre del dicho año ante los dichos señores presidente y oidores pareció el dicho Francisco de Escobar, fiscal, en nombre de la Real Cámara de Su Majestad y dijo que no tiene más que decir ni alegar que esta causa era concluida. Visto este proceso de pleito los señores presidente y oidores de la Audiencia Real de Su Majestad que en estas partes residen en Santo Domingo de La Española a diez y seis días del mes de octubre de mil y quinientos y treinta y ocho años dijeron que atento que el bachiller Carrillo de esta Real Audiencia dio poder en esta causa a Escobar sin lo hacer saber en ella ni pedir licencia en que he sido abogado del dicho Cristóbal de Santa Clara mandaba y mandaron que el licenciado Juan Carrillo vea este proceso y causa y lo que convenga decir y alegar y decir en nombre de su Real Hacienda y para esto le nombraban y nombraron por fiscal y lo diga y alegue y reafirme en esta causa dentro de seis días primeros siguientes para que sobre todo se haga lo que Su Majestad manda y se le mandó al dicho licenciado que se informe con toda diligencia lo que conviene al Real servicio de Su Majestad. Notificóse este auto al licenciado Carrillo en su persona, testigo Francisco de Talavera. Después de lo cual diez y seis días del dicho mes de octubre del dicho año en la dicha Real Audiencia pareció el dicho Cristóbal de Santa Clara y presentó la petición siguiente: Muy poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara en los debates con el fiscal así en lo de las causas así como en lo tocante a las fundiciones digo que yo tengo calidad que en cada proceso se ponga un testimonio de como el bachiller Juan Carrillo era fiscal de Vuestra Majestad. Pido y suplico se mande al secretario que las ponga en los procesos para que conste de como era tal fiscal porque así conviene a mi derecho. Presentada y vista por los dichos señores mandaron que se ponga en este proceso una fe de como el bachiller Juan Carrillo era fiscal la cual es ésta que se sigue: Yo Juan Barba de Vallecillo, escribano de cámara de Su Majestad y de la su Real Audiencia y chancillería que en estas partes del mar océano reside doy y hago fe en como a diez y ocho días del mes de junio de mil y quinientos y treinta y ocho años los señores presidente y oidores de la dicha Real Audiencia y chancillería de Su Majestad proveyeron y criaron por procurador fiscal de la dicha Real Audiencia al bachiller Carrillo, en lugar y por ausencia del licenciado Juan de Frías a quien Su Majestad tiene hecha merced del dicho oficio, y el dicho bachiller Carrillo, como tal fiscal, ha entendido en las cosas tocantes y concernientes al dicho oficio hasta veinte y siete días del mes de septiembre del dicho año que fue destituido del dicho oficio
138
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
en fe de lo cual por m a n d a d o de los dichos señores y de p e d i m e n t o de Cristóbal d e S a n t a C l a r a di la p r e s e n t e f i r m a d a del mi n o m b r e q u e es h e c h a en Santo D o m i n g o a diez y nueve días del mes de octubre de mil y quinientos y treinta y o c h o años, Juan B a r b a de Vallecillo, escribano de cámara. D e s p u é s d e lo c u a l , en d i e z y n u e v e días del d i c h o m e s de o c t u b r e del dicho año, ante los dichos señores presidente y oidores de la Real Audiencia, p a r e c i ó el licenciado Juan Carrillo, fiscal de Su M a j e s t a d , en n o m b r e de su Real Hacienda, y presentó la petición siguiente: M u y p o d e r o s o s s e ñ o r e s : El l i c e n c i a d o J u a n C a r r i l l o , fiscal de V u e s t r a M a j e s t a d , c a u s a en el pleito con Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad, tesorero que fue de Vuestra M a j e s t a d sobre la gratificación y p a g o q u e pide le sea hecho de! servicio de once o doce años que dice sirvió a Vuestra M a j e s t a d en ir y estar en las fundiciones de esta isla a su costa y data y hacer cobrar m u c h a s cuantías de pesos de oro a Vuestra M a j e s t a d debidos, los cuales sin su industria y trabajo y diligencia dice q u e no se cobraran; digo q u e n o ha l u g a r lo q u e p i d e la d i c h a parte c o n t r a r i a p o r q u e si el f u e a las dichas f u n d i c i o n e s a su costa y trabajo el tiempo que dice en hacer cobrar las d i c h a s d e u d a s a Vuestra M a j e s t a d de verdad f u e por su p r o p i o p r o v e c h o e interés y q u e en ir a las villas se le seguía porque las dichas deudas le fueron c a r g a d a s , s i e n d o t e s o r e r o por el c o n t a d o r Cristóbal de C u é l l a r y al t i e m p o q u e le f u e t o m a d a la cuenta del dicho cargo por el dicho contador y por m a n d a d o de don frey N i c o l á s de O v a n d o , g o b e r n a d o r que a la sazón era en esta isla, le f u e hecho alcance de ochenta y seis mil y novecientos y setenta y dos pesos y cuatro tomines y diez granos los cuales estaban por cobrar las dichas d e u d a s y por el dicho alcance el dicho tesorero era obligado a las cobrar para q u e se le descargasen y d e s c o n t a s e n del dicho alcance c o m o d e s p u é s se las d e s c o n t ó t o d a s las c o b r a d a s P e d r o de Isasaga, j u e z de c u e n t a s por Vuestra M a j e s t a d , por lo cual pues el trabajo en lo sobredicho por sus propios intereses está por c u m p l i r y pagar el dicho alcance se hizo cobrar las dichas d e u d a s no es a su cargo de Vuestra M a j e s t a d de le pagar el dicho trabajo. P o r q u e a Vuestra M a j e s t a d pido y suplico declaren no haber lugar lo pedido por el d i c h o Cristóbal de Santa Clara y den por quito a la parte del fisco de Vuestra M a j e s t a d de lo por la parte contraria intentado por lo cual su real oficio imploro. P r e s e n t a d a c o n s t a en la m a n e r a q u e dicho es m a n d a r o n dar traslado a la otra parte del d i c h o Santa Clara y que respondiese a la primera audiencia el cual estando presente dijo que no quiere decir ni alegar ni presentar más q u e con lo q u e dicho tiene concluía y c o n c l u y ó y pedía y pidió se le den los testim o n i o s de t o d o c o m o tiene p e d i d o el d i c h o fiscal q u e estaba p r e s e n t e dijo q u e no tiene m á s q u e decir y q u e concluía y c o n c l u y ó y los d i c h o s señores presidente y oidores le hubieron por concluso. D e s p u é s de lo cual hoy dicho día, mes y año susodicho estando los señores o i d o r e s en v i s i t a c i ó n d e la c á r c e l p a r e c i ó el d i c h o C r i s t ó b a l d e S a n t a Clara y presentó la petición siguiente:
L A ECONOMÍA EN L A ESPAÑOLA A TRAVÉS DE LAS CUENTAS.
139
M u y poderosos señores: Cristóbal de Santa Clara, vecino y regidor de esta ciudad en el debate con el fiscal de Vuestra Majestad sobre lo tocante a las fundiciones digo que estando el negocio concluso a mayor abundamiento por esta Real Audiencia se nombró por fiscal al licenciado Carrillo para que viese el proceso y pidiese lo que convenía a la Real Hacienda de Vuestra Majestad el cual lo vio y alegó que quiso ya concluir sin embargo que da por concluso porque las naos se van a Castilla el lunes y yo estoy fletado para ir en una de ellas por donde suplicar a Vuestra Majestad se me mande dar por testimonio el proceso que sobre ello se ha hecho conforme a su Real Cédula para lo llevar y presentar ante Vuestra Majestad donde se vea y provea lo que su Real servicio sea. Así presentada y leída la dicha relación y por los dichos señores oidores vista proveyeron y mandaron que se den al dicho Cristóbal de Santa Clara los testimonios de lo que pide en esta petición y se lleven ante ellos para los firmar conforme a la Cédula de Su Majestad que sobre es toda dada. En fe y testimonio de lo cual por mandado de los dichos señores presidente y oidores de pedimento del dicho Cristóbal de Santa Clara se sacó este testimonio del proceso y autos que sobre ellos se hicieron los cuales quedan en poder de mi el escribano yuso escripto y se dio y entregó este testimonio al dicho Cristóbal de Santa Clara en la ciudad de Santo Domingo de la isla Española a veinte días del mes de octubre de mil y quinientos y treinta y ocho años. Y yo el dicho Diego Camacho, escribano de Su Majestad y de la dicha Re(al Audiencia) fui presente a lo que dicho es y lo hice trasladar de proceso y autos que en mi poder quedan y por ende hice aquí este mi signo original en testimonio de verdad. Rubricado Diego Camacho.
EL PLEITO DIEGO COLÓN-FRANCISCO DE SOLÍS: EL PRIMER PROCESO POR MALOS TRATOS A LOS INDIOS (1509)
El documento que ahora presentamos procede del Archivo General de Simancas, de su sección "Diversos de Castilla" 45, N.° 2. Se trata de unos 42 folios de letra prieta en los que aparecen multitud de informaciones referentes a las relaciones entre conquistadores y conquistados en la etapa final del gobierno de frey Nicolás de Ovando 1 . No es el primer pleito importante que aparece en los fondos del Archivo General de Simancas, pues ya el pleito Ovando-Tapia fue descubierto en este repositorio y publicado, en 1978, por Emilio Rodríguez Demorizi 2 , documento que por su temprana fecha y por los ricos datos que ofrece resulta de un gran interés para el estudio de la isla Española en los primeros momentos de la colonización. Otro de estos procesos publicados es el Corvera-Roldán (1511) dado a conocer por el investigador fray Vicente Rubio O. R 3 , también en 1978, y que igualmente constituyó una interesante aportación para la historia de la ciudad de Santo Domingo. El pleito Colón-Solís, que ahora analizamos y transcribimos parcialmente, aporta igualmente un caudal importante de informaciones, especialmente en lo concerniente al estudio de las relaciones sociales en los orígenes de la colonización española en el Nuevo Mundo. El Almirante Diego Colón llegó a Santo Domingo el 9 de julio de 1509 4 con provisiones reales para relevar al comendador mayor en la gobernación de 1 Este texto es fruto de una revisión de un artículo publicado por nosotros bajo este mismo título en el Anuario de Esludios Americanos, T. L, N.° 2. Sevilla, 1993. El texto completo del proceso se publica en este libro por primera vez. Al parecer en un trabajo publicado en 1985 en la República Dominicana, que aún no hemos podido consultar, se hicieron referencias a este proceso. Dobal Márquez, Carlos: Santiago en los albores del siglo xvi (El solar de Jacagua). Santiago de los Caballeros, Universidad Católica Madre y Maestra, 1985, pp. 133 y ss. 2 Rodríguez Demorizi, Emilio: El pleito Ovando-Tapia (los comienzos de la vida urbana en América). Santo Domingo, Editora del Caribe, 1978. ' Rubio, fray Vicente: Datos para la historia de los orígenes de Santo D o m i n g o (proceso Corvera-Roldán y Pasamonte-Roldán). Santo Domingo, 1978. 4 Arranz Márquez, Luis: D. Diego Colón. Madrid, 1982. p. 108.
142
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
las Indias. En principio llegó con tan amplios poderes como había tenido su antecesor Nicolás de Ovando, es decir: "la gobernación de la isla y oficio de juzgado de ellas, por la parte que a mi toca el tiempo que mi merced y voluntad fuere, con los oficios de justicias y jurisdicción civil y criminal, y alcaldías y alguacilazgos y escribanías de ellas" 5 . El nuevo gobernador no tardó en utilizar plenamente sus facultades, pues, en poco más de tres meses desde su llegada, inició un pleito contra un poderoso encomendero de la villa de Santiago, sin duda cercano a la facción ovandina, llamado Francisco de Solís, por ocasionar la muerte a dos indios, Francisquito -también llamado el Gasparico- y Guayabax, dando origen al documento que ahora publicamos íntegramente. Francisco de Solís era un antiguo poblador de la isla, muy probablemente llegado a América en los años finales del siglo xv 6 y ocupaba, en el momento en el que fue acusado, el cargo de alcalde ordinario de la villa de Santiago. Llama la atención la prontitud con la que el hijo del descubridor de América llevó a cabo este pleito, aunque pensamos que el descenso de la población aborigen, merced al mal tratamiento que le proporcionaban los españoles, era ya una realidad conocida en Castilla antes de la llegada del nuevo gobernador, de ahí la rapidez que mostró en emprender el juicio. No olvidemos que ya hacia abril de 1508 se había reunido en Burgos la Junta de Procuradores de La Española, pidiéndose soluciones para la isla, "pues se han apocado tanto (los indios) y se apocan de cada día que, si no se remediara, en pocos días se despoblara de indios" 7 . De esta manera, el litigio comenzó el 20 de octubre de 1509, iniciando los procesos, en calidad de alcalde mayor de la villa de Concepción de la Vega "y de las otras partes a él cometidas...", el licenciado Juan Carrillo*. Era lógico que fuese él el que instruyese el caso, ya que la villa de Santiago estaba dentro de su jurisdicción. Sin embargo, pronto fue inhibido voluntaria o forzosamente por las fundadas sospechas de amiguismo con el encausado. No debemos olvidar que el procesado, Francisco de Solís, además de ser un poderoso encomendero, llevaba dos años como alcalde ordinario de la villa de Santiago, siendo al fin y al cabo un subordinado del propio Carrillo. Sea como fuere, lo cierto es que el juez que instruyó el caso fue Marcos de Aguilar, alcalde mayor de la ciudad de Santo Domingo, y miembro destacado del partido colonista 9 . 5 lbídem, p. 101. '' El testigo Marcos Pérez de Cáceres, preguntado por cuánto tiempo hacía que vino ante Francisco de Solís, respondió: "que ha más de diez años que vine con él de Castilla." Pleito Diego Colón-Francisco de Solís. Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Diversos de Castilla 45. N.° 2, fol. 2v. (en adelante se citará como el pleito Colón-Solís). 7 Ibidem, fol. 95. 8 Ibidem, fol. 1. 9 En la isla no existía un solo alcalde mayor sino varios. Sin embargo se ha dicho que Marcos de Aguilar era en 1509 alcalde mayor "de las islas y Tierra Firme". Rodríguez Demorizi:
E L PLEITO DIF.GO C O L Ó N - F R A N C I S C O DE S O L Í S .
143
No aparece señalado en el proceso quién fue la persona que denunció los malos tratos ante las autoridades. Sospecha fray Vicente Rubio O. P. que debió ser Diego de Morales, un visitador de indios de la época de Ovando que se identificó plenamente con la causa indígena 10 . Además del trato humanitario que daba a los indios era responsable como visitador de la villa de Santiago, de los malos tratos a los indios de su jurisdicción". Con estos nuevos aires de proteccionismo hacia el aborigen antillano comenzó el gobierno de Diego Colón, aunque, como bien dice Luis Arranz, no pasará de ser una ilusión, ya que no hubo solución de continuidad en el sistema de trabajo indígena impuesto por su antecesor frey Nicolás de Ovando 12 . Evidentemente el proceso se debió más a una cuestión política que a una voluntad real por defender la dignidad de los vencidos. Muy probablemente Diego Colón no pretendió más con este pleito, dirigido contra un miembro de la élite encomendera de Ovando, que hacer una demostración de fuerza de su autoridad. Los testigos presentados en el litigio se pueden dividir en tres grupos, en función de las respuestas que aportaron al interrogatorio: en primer lugar, un grupo de españoles, todos encomenderos de la villa de Santiago, que eran amigos de Francisco de Solís, y que declararon en su defensa. Entre ellos destacan Pero Sánchez, Juan Barba y Gonzalo de Villegas. Con este último personaje mantuvo una amistad especial, pues tenían estancias vecinas en las cuales se intercambiaban indios como mano de obra de una a otra según las necesidades de cada uno 11 . En segundo lugar, otro grupo de españoles que eran los mozos y sirvientes que trabajaban en la hacienda "La Esperanza". Entre ellos podemos citar a Marcos Pérez, Gonzalo de Niebla y Gaspar Briceño. Todos ellos hablaron en defensa de su " a m o " . Sin embargo, hubo una diferencia vital con los declarantes anteriores y es que aquéllos defendieron a Solís voluntariamente, mientras que éstos lo hicieron bajo fuertes presiones y amenazas. En este sentido Marcos de Cáceres y Gonzalo de Niebla, tras ser sometidos a tortura, confesaron que sus declaraciones habían sido decididas por Francisco de Solís:
op. cil., p. 82. Es probable que a partir de esta fecha Diego Colón decidiese centralizar la justicia de la isla en la figura de Marcos de Aguilar. Muy posiblemente, a partir de este momento el alcalde mayor en la villa de Concepción y su partido fue un mero delegado de Aguilar. 10 Reseña al presente artículo en el Diario El Caribe, 27-V1II-1994. 11 Ibidem. 12 Arranz Márquez, Luis: Repartimientos y encomiendas en la isla Española (el repartimiento de Albuquerque de 1514). Madrid, Fundación García Arévalo, 1991. " El indio Guayabax. por ejemplo, se encontraba trabajando justo antes de su muerte en la hacienda de Gonzalo de Villegas, pues Francisco de Solís se lo había prestado. Pleito ColónSolís, fols. 28 y 55.
144
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Y luego, el d i c h o s e ñ o r alcalde m a y o r le m a n d ó volver a poner la tora y dar otro jarrillo d e agua y luego el dicho M a r c o s dijo q u e le tirasen la tora q u e él d i n a la verdad c o m o D i o s es verdad f u e l e tirada la d i c h a tora y d i j o que c u a n d o este testigo f u e d e aca d e decir su dicho el dicho Solís le preguntó qué es lo q u e había j u r a d o y q u e este testigo se lo dijo y que c o m o había dicho que el d i c h o Solís le d i j o no te a c u e r d a s tu que lo azotó G o n z a l o y que c o n esto q u e le d i j o el d i c h o Solís por un c a b o y G o n z a l o por el otro le hicieron decir lo que dijo y varió a la postre en su d i c h o y q u e la verdad es q u e el d i c h o Solís lo azotó y que m u ñ ó el dicho indio no el día que lo azotaron ni otro sino otro... 1 4
En tercer lugar, un conjunto de españoles que estaban a medio camino entre los testigos anteriores y los declarantes indios. Son españoles que nada tienen que ver con la élite encomendera, siendo exclusivamente testigos presenciales que se limitaron a contar los hechos tal y como ocurrieron, aunque restándole alguna dureza y dramatismo a la situación. Entre ellos estaban Cristóbal de Valdovinos, que f u e el que trajo al indio Francisquito del Marien, y Francisco de Burgos "El Chocarrero", una especie de "bufón" que recorría las estancias contando "chocarrerías" a cambio de manutención y que se encontraba en la hacienda "La Esperanza" en el momento de acontecer los hechos. Con todo, pese a que intentaron restar dureza a lo ocurrido, en la probanza que realizó Solís en su defensa, los desacreditó como testigos calificándolos de "perjuros", "viles" y de "poca opinión", pues tenía la intención de desmentir todo lo que se le imputaba 1 \ Finalmente, y c o m o cuarto grupo, encontramos como declarantes a los indios naborías de Francisco de Solís, que fueron testigos presenciales, y una india llamada Catalina, que era esclava del ya citado encomendero Gonzalo de Villegas. En el pleito puede observarse cómo todos los indios fueron uniformes en sus declaraciones, al afirmar unánimemente que el indio Guayabax murió de los azotes recibidos. Como ejemplo de lo alegado por los indígenas sirva la declaración del indio Miguelito, referente a la muerte de Francisquito: D i j o el d i c h o i n t é r p r e t e q u e el d i c h o indio M i g u e l i c o d e c í a q u e vio que el d i c h o Solís hizo atar las m a n o s altas al d i c h o Francisquito a la dicha tiranta y los pies q u e llegaban a mala pena al suelo con un hizo y que Francisco Chocarrero, por m a n d a t o del d i c h o Solís, con un cordel de la cincha del caballo, le dio obra d e c u a r e n t a azotes y que el d i c h o Solís t o m o el azote d e la m a n o al d i c h o Francisco C h o c a r r e r o y q u e le dio él m i s m o Solís otros m u c h o s azotes diciéndole a cada azote q u e le d a b a "axura higuerito, axura señor porque vos a c o r d é i s " y q u e c u a n d o el d i c h o Solís le c o m e n z ó a dar al dicho indio que ya el dicho indio lenía
14
Pleito C o l ó n - S o l í s , fol. lOv.
15
Ibidem, fol. 28 y ss.
E L PLEITO DIEGO COLÓN-FRANCISCO DE SOLÍS.
145
corriendo la sangre las espaldas... D i j o el dicho intérprete que decía el dicho indio Miguelito que el dicho Francisquito murió de los azotes, a lo que él cree porque venía sano y bueno y comía y bebía16. L l a m a la atención el hecho de que todos los naborías que declararon tenían - e n m a y o r o m e n o r g r a d o - un c o n o c i m i e n t o de la lengua castellana. T o d o s ellos fueron preguntados en castellano y respondieron en la misma lengua, muy a pesar de que se habían buscado los servicios de nada menos q u e cuatro intérpretes españoles. E v i d e n t e m e n t e se trataba de aborígenes q u e estaban en c o n t a c t o p e r m a n e n t e con los españoles y la aculturación debía ser, por tanto, mucho mayor. L a sentencia, dictada por el alcalde m a y o r de L a Española el 15 de agosto de 1510, y notificada a Solís tres días después, lo condenó al destierro de la v i l l a de Santiago y a la pérdida de su encomienda. El dictamen fue, sin embargo, recurrido al C o n s e j o Real, presentándose en Sevilla el 26 de marzo de 1511. D e l resultado de esta apelación no tenemos ninguna información, aunque en principio nos llama enormemente la atención el hecho de que se recurriera, ya que en los casos de indios los litigios solían sentenciarse en la misma ciudad de Santo D o m i n g o 1 7 . A s í , en un pleito de indios transcurrido entre 1529 y 1531 los testigos van a afirmar: " q u e los tales pleitos de indios no se acostumbran a ir a Castilla sino que fenecen y se acaban y así el proceso entero y esto es uso y costumbre general en esta isla usado y guardado..." 18 N o obstante, creemos que la sentencia fue ratificada por el Consejo, pues en el repartimiento de Albuquerque de 1514 aparece Francisco de Solís no c o m o vecino de Santiago, sino c o m o de Santo D o m i n g o , con una encomienda de 34 indios de repartimiento y naborías 19 . Se trata sin duda de un veredicto indulgente si tenemos en cuenta que se probó su participación directa en la muerte de los dos desdichados nativos. A l parecer, Solís marchó en los años sucesivos a Cuba para pasar a continuación a Nueva España con Hernán Cortés. En agosto de 1520 llevó a cabo el conquistador de M e d e l l í n una información sobre su labor conquistadora y entre los testigos aparecía Francisco de Solís 20 . Es posible que p o c o después retornase a la isla de Cuba, pues fray Vicente Rubio afirma tenerlo documentado allí en 152521. D e s d e este año se pierde la pista de Francisco de Solís,
16
"
Ibidem, fol. 5-5v. Ibidem, fol. 39.
18 Pleito entre Diego Méndez y Juan Roldán. Interrogatorio de Diego Méndez, 1529-1534. A G I , Justicia 6, N.° 4.
"
Arranz: Repartimientos..., p. 535. Información hecha por Hernán Cortés, Veracruz, 25 de agosto de 1520. A G I , Patronato 15, R. 17. 21 Reseña al artículo en El Caribe, 27-VIII-1994. 20
146
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
pues las referencias posteriores de que d i s p o n e m o s aluden muy p r o b a b l e mente a otra persona del m i s m o nombre 2 2 .
1.
L A S RELACIONES HISPANO-INDÍGENAS EN TORNO A
A. Vencedores y
1509
vencidos
En el documento objeto del presente estudio se pueden analizar perfectamente dos puntos de vista antagónicos, es decir: la visión que tanto vencedores c o m o vencidos tenían de sus contrarios, ya que, por primera vez, encont r a m o s , e n t r e los testigos p r e s e n t a d o s en una m i s m a causa, a indios y a españoles. La visión que el español tiene del aborigen queda bien patente en los testimonios de los allegados de Solís. Se les considera ante todo personas, aunque de poco juicio y entendimiento. Es, pues, una convicción ontològica de la inferioridad del indio con respecto al "cristiano", sutilmente utilizada por el reo Francisco de Solís para invalidar las acusaciones que sobre él vertían, obviamente, los testigos indios. Así, la pregunta octava de su defensa va a ir al f o n d o de esta cuestión, al poner en e n t r e d i c h o la facultad de los indios para ser presentados por testigos en un juicio. Textualmente decía así: I t e m , si s a b e n y c r e e n q u e t o d o s los i n d i o s g e n e r a l m e n t e s o n h o m b r e s d e p o c a c o n c i e n c i a , q u e n o t e m e n a D i o s ni c u m p l e n s u s m a n d a m i e n t o s , ni s a b e n q u e d a ñ o se r e c r e c e d e j u r a r f a l s o y n o d e c i r v e r d a d . . . Y e n p o c o t e m o r y d á d i v a s d i c e n lo q u e e s y lo q u e n o e s , p o r t a l e s s o n h a b i d o s y t e n i d o s c o m ú n m e n t e r e p u t a d o s 2 1 .
T o d o s los t e s t i f i c a n t e s p r e s e n t a d o s por Solís respondieron afirmativamente a esta pregunta, pues habían sido especialmente seleccionados por el propio Francisco de Solís. Así, por ejemplo, Juan de Aguirre respondió: "Que es verdad todo lo contenido en la dicha pregunta porque así es notorio y por tal este testigo lo tiene, y tienen muchas tachas allende de las contenidas en
22 Los d o c u m e n t o s relativos a Francisco de Solís que c i t a r e m o s a continuación c r e e m o s que no se refieren al violento alcalde de la Española sino a un joven sevillano del mismo nombre que obtuvo su licencia para ir a Nueva España en los años 30. Real Provisión nombrando a Francisco de Solís c o m o regidor de la villa de San Cristóbal de los Llanos de Chiapas, 13 de m a r z o de 1535. AGI, Audiencia de G u a t e m a l a 393, L. 1, f. 124. Real Provisión de receptoría para la justicia del reino a pedimiento de Francisco de Solís en el pleito que trata con Diego y Rodrigo de Illescas, 21 de enero de 1557. AGI, Patronato 284, N.° I, R. 4. Provisión de receptoría a la justicia a petición del procurador del difunto Francisco de Solís en el pleito que trataba con Diego y Rodrigo de Illescas, 8 de julio de 1558. AGI, Patronato 284, N.° 2, R. 44. 21 Pregunta octava del interrogatorio presentado para su d e f e n s a por Francisco de Solís. Pleito Colón-Solís, fols. 28v-29.
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O D E S O L Í S .
147
e s t a s p a r t e s q u e son largas de d e c i r " 2 4 . N o o b s t a n t e , s a b e m o s , p o r o t r a s m u c h a s referencias d o c u m e n t a l e s " , q u e una gran m a y o r í a de los e s p a ñ o l e s así los consideraban, es decir, c o m o h o m b r e s de poca conciencia, no cristianos y volubles en sus pensamientos. Por tanto, h o m b r e s racionales pero inferiores, lo cual ha sido siempre una constante en todas aquellas culturas q u e con un estadio m á s avanzado entraban en c o n t a c t o c o n o t r a s c u l t u r a s i n f e r i o r e s . Ya los g r i e g o s , 1.300 a ñ o s antes, habían dicho que "lo griego era el crisol superior de un m u n d o diverso". L o s españoles se planteaban ahora la visión desde la m i s m a óptica q u e a q u e l l o s g r i e g o s : " L o s m e j o r e s s o m o s n o s o t r o s y lo n u e s t r o , p u e s t o q u e s o m o s los únicos q u e nos planteamos tales cuestiones" 2 6 . M u c h o más interesante y novedosa resulta ser la visión q u e el indio tenía del castellano. Ante todo, muestra un cierto r e c h a z o hacia una parte i m p o r tante de la cultura hispana, pese a q u e los testigos indios son naborías " m u y l a d i n o s " , p u e s , según se d i j o en el p l e i t o , " a s í p a r e c i ó c l a r a m e n t e p o r los dichos Sebastianico, M e n c í a y Catalina p o r q u e lo m i s m o dijeron en lengua c a s t e l l a n a , q u e son ladinos" 2 7 , no a c e p t a n d o la religión cristiana - a s p e c t o q u e a n a l i z a r e m o s con d e t e n i m i e n t o m á s a d e l a n t e - y c o n t i n u a n d o c o n m u c h o s de sus comportamientos tradicionales. Todos los testigos españoles declararon q u e el indio sentía un gran o d i o hacia el español. Así, uno de ellos manifestó: " q u e claro está que quieren mal a los cristianos y q u e los querrían ver m u e r t o s p o r q u e los castigan y aprem i a n , lo cual es a s í p ú b l i c o y n o t o r i o en esta isla" 2 8 . I n c l u s o se cita a un indio, llamado Escobar, que fue m a n d a d o azotar por Francisco de Solís "porq u e t o m ó un cuchillo para matar (a) un cristiano" 2 9 . I g u a l m e n t e , el español Rodrigo de M a n z o r r o , en su declaración a f i r m ó de los indios: " q u e sabe q u e son personas de muy p o c o juicio y saber y q u e no saben que cosa es conciencia ni j u r a r y que quieren mal a los cristianos y aun a quien los trata bien, la m a y o r parte de ellos" 1 0 . Por su parte, el testigo P e d r o H e r n á n d e z H e r r a d o r declaró a la misma pregunta lo siguiente: 24
Ibidem. fol. 30v.
25
I n t e r r o g a t o r i o d e los J e r ó n i m o s , 1 5 1 7 . A G I , I n d i f e r e n t e G e n e r a l 1 6 2 4 , R . 3, N . ° 1. R e p r o d u c i d o p a r c i a l m e n t e en CODOIN. S e r i e I a , T. I, pp. 201-229. L a s r e s p u e s t a s d e V á z q u e z de Ayllón y d e f r a y B e r n a r d o d e S a n t o D o m i n g o en G i m é n e z F e r n á n d e z , M a n u e l : El plan C i s n e r o s - L a s C a s a s p a r a la r e f o r m a c i ó n d e las I n d i a s . M a d r i d , 1984, p p . 5 7 3 - 5 9 6 . Y d e f o r m a casi
íntegra en Rodríguez Demorizi, Emilio: Los dominicos y la encomienda Española.
de indios en la isla
S a n t o D o m i n g o , 1971, pp. 2 7 3 - 3 5 4 .
García. Alejandro: Civilización y salvajismo en la colonización del Nuevo Mundo. Un ensayo sobre la penetración de la cultura europea. Madrid, Universidad de Murcia, 1986, p. 54. 21
P l e i t o C o l ó n - S o l í s . fol. 21 v.
Ibidem. fol. 34. Ibidem. fol. 30. Ibidem. fols. 31-31 v.
148
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
Que cree todo lo que en la dicha pregunta se contiene, preguntado que por qué lo cree dijo que porque algunas veces en casa del Comendador Mayor ha habido Alonso de Cáceres, indio, que es lengua bien entendido estar borracho con hierbas u otros muchos indios decir mentiras y que claro está que quieren mal a los cristianos y que los querrían ver muertos porque los castigan y apremian lo cual es así público y notorio en esta isla31. No obstante, pensamos que esta última afirmación puede tratarse de una acusación justificada tan sólo en el intento de desacreditar a los indios como testigos en un juicio. De hecho, no conocemos otros pleitos en la isla Española en los que participen indios bajo juramento, lo que quizás indique que quedó prohibido. Esto además se puede confirmar por un cargo que se le hizo al licenciado Altamirano, gobernador de la isla Fernandina, en su juicio de residencia: Item, se le hace cargo que estando proveído y no usado en estas partes que ningún indio se le tome juramento en ningunas causas por ser los tales indios incapaces y no saber que cosa es juramento ni en qué consiste el odio se les tomó juramento a indios bozales contra un Antonio de Valladolid12. Por lo demás, y contrariamente a lo que habían dicho los españoles, los indios, en sus respuestas al interrogatorio del Alcalde Mayor, a la par que declararon sin miedo todo lo sucedido con los indios azotados, afirmaron que no querían mal a los españoles, sino que sólo deseaban que se hiciese justicia en ese caso concreto. Igualmente, sabemos que estos indios eran incluso capaces de hacer juicios de valor y distinguir el comportamiento de unos españoles con respecto a otros. En este sentido, resulta muy significativo lo expuesto por el indio Sebastianico sobre Francisco de Solís cuando lo denomina, en su declaración, con el apodo de Francisco "el loco". El indígena aparece, pues, como un ser racional que es capaz de aprender lo que le interesa y que tiene conciencia individual, de sentirse diferente de lo castellano y por extensión de lo cristiano. De manera que, si bien es cierto que no se pudo desarrollar entre los indios una conciencia de grupo, debido, entre otras causas, a los repartimientos indiscriminados que se hicieron sin respetar tribus ni clanes, no es menos cierto que sí hubo una conciencia individual de sentirse diferente, e incluso, de discernir entre lo bueno y lo malo de los nuevos pobladores.
" lbidem, fol. 34. 32 Juicio de residencia al licenciado Altamirano, gobernador de la isla de Cuba, Santiago, 1525. AGI, Justicia 49, N.° 2, R. 1.
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE SOLÍS..
B. El sistema laboral
149
indígena
Toda la ordenación del trabajo indígena que llevaron a cabo los españoles se articuló a través de la figura del cacique, que se convirtió desde los primeros momentos en el instrumento básico de control sobre los indios. Esta circunstancia fue muy pronto comprendida por las autoridades españolas, pues, según una carta que en 1516 dirigieron los dominicos de La Española al Señor de Chiévres, le decían que "para servirse de los indios (los españoles) prendían los caciques porque ha sido gente que tenían mucho amor a sus señores y éranles muy leales de tal manera que por tenerlos seguros que no se fuesen bastaba tenerles preso a su señor..."33. Todavía en un parecer del Consejo de Indias de 1533 se ordenaba claramente que no se le quitase superioridad a los caciques, "porque sino se perderían todos los indios y no querrían servir" 3 4 . Esta función del cacique queda bien patente en el pleito que analizamos, pues cuando el alguacil del campo salió a buscar a Guayabax tan sólo necesitó acudir al cacique Nibrón para que lo trajese sin dilación, cosa que hizo eficazmente 35 . Sin embargo, queda mucho mejor definido en este documento la figura jurídica del indio naboría, pues, excepto Mencía, que era esclava, el resto de los indios que participan en el pleito son naborías. Este término designa a un indio con un estatus laboral y social distinto al del repartimiento. Más concretamente, y según se define en la documentación de la época, eran aquellos "que servían contra su voluntad, casi como esclavos, aunque no se vendían y es de esta manera que los tenían depositados personas para servirse de ellos en las minas y en sus haciendas y si se querían ir a un cabo no podían porque se llamaban naborías..." 36 . Conocemos dos tipos diferentes de naborías: los que se denominaban de casa, y los de granjerias y minas. Ambas situaciones están perfectamente definidas en el pleito. Entre los primeros, es decir, entre los de casa, aparece tan sólo Catalina, que era la cocinera de Francisco de Solís, o la mayordoma, según la denominó uno de los testigos españoles 37 . Esta india trabajaba diariamente, y a lo largo de toda su vida, de manera ininterrumpida, en casa de Francisco de Solís, motivo por el cual se encontraba totalmente ladina. Igno-
" Carta de los dominicos al Señor de Chiévres, Santo Domingo, 4 de junio de 1516. Marte, Roberto: Sanio Domingo en los manuscritos de Juan Bautista Muñoz. Santo Domingo, Fundación García Arévalo, 1981, pp. 160-180. 14 AGI, Patronato 170, r. 41. Parecer del Consejo de Indias, Madrid, 8 de diciembre de 1533. 15 Pleito Colón-Solís, fol. 15v. ^ AGI, Patronato 231, N.° I, r. 4, Información sobre la libertad de los indios. Declaración del testigo Luis de Morales, 23 de junio de 1543. 17 Declaración de Francisco de Burgos. Pleito Colón-Solís. fol. 15.
150
L A S ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
r a m o s , sin e m b a r g o , si esta india d o r m í a en la e s t a n c i a " L a E s p e r a n z a " en una h a m a c a que, según se menciona, había en la cocina, o si durante la noche iba a d o r m i r con el resto de los indios naborías de la h a c i e n d a al b o h í o del capitán. En cualquier caso, la vida de estas naborías de casa era substancialm e n t e m á s f a v o r a b l e q u e la del resto de los indios, h a c i e n d o de c o c i n e r a s , " m a y o r d o m a s " , c u r a n d e r a s y, en m u c h o s casos, de c o n c u b i n a s de los españoles a los q u e estaban e n c o m e n d a d a s . L o s otros indios naborías, es decir, los de granjerias y minas, trabajaban en los placeres auríferos durante la d e m o r a con los d e m á s indios de repartimiento, e j e r c i e n d o el otro tercio del año en la labor de la hacienda de Francisco de Solís, mientras q u e los indios de repartimiento m a r c h a b a n a holgar a sus c o n u c o s o p e q u e ñ a s p a r c e l a s de cultivo. E r a n u s a d o s p r á c t i c a m e n t e c o m o esclavos, p u d i é n d o s e prestar y alquilar sin ser un hecho punible, aunq u e sí estaba castigada su venta. En este sentido, G o n z a l o de Villegas declaró q u e los indios d e Solís los t r a j o él a su h a c i e n d a p o r q u e éste se los p r e s t ó para q u e "los t r a j e s e en su c o n u c o hasta q u e se hubiesen de ir a las minas" 3 8 . El trato debió de ser más d u r o , i n c l u s o , q u e el de c u a l q u i e r e s c l a v o , ya q u e é s t o s , al c o s t a r d i n e r o , suponían una inversión en m a n o de obra q u e había q u e conservar, mientras q u e los indios eran explotados al límite, pues, los e n c o m e n d e r o s sabían "que se los c a m b i a b a n cada vez que estos morían" 3 9 . Hasta tal punto se explotaba a estos indios q u e ni siquiera las dolencias eran excusa suficiente para dejar, d u r a n t e u n o s días, el t r a b a j o . Así, por e j e m p l o , el indio G u a y a b a x , tras ser azotado y pese a tener la espalda sangrante y padecer calenturas, f u e obligad o a ir al c o n u c o de G o n z a l o de Villegas "y adolesció en el dicho c o n u c o y le d i e r o n c a l e n t u r a s y c a d a n o c h e se venía d e s d e el c o n u c o a d o r m i r a c a s a " hasta q u e murió 4 0 . Pese a la c o m u n i c a c i ó n continua con los españoles, la "ladinización" sólo implicaba el c o n o c i m i e n t o de la lengua española y la habilidad para desarrollar e f i c a z m e n t e su trabajo en las minas y en los labrantíos, no afectando, en c a m b i o , a o t r a s c u e s t i o n e s de su cultura. En este sentido, s a b e m o s q u e no residían b a j o el m i s m o t e c h o q u e los c a s t e l l a n o s , sino en u n o s b o h í o s que había al lado de las estancias de los españoles, m a n t e n i e n d o allí parte de su cultura tradicional, sus c o m i d a s , sus ritos y sus tradicionales m é t o d o s curativos 41 .
,s
Pleito Colón Solís. fol. 23v. AGI. Justicia 42, Pieza I. Declaración que hizo Francisco de Monroy a la octaba pregunta en el Juicio de Residencia de los jueces de apelación, 1516. 40 Declaración de Gonzalo de Villegas. Pleito Colón-Solís, fols. 23v-24. •" Véase, por e j e m p l o , lo q u e se dice en el Pleito D i e g o C o l ó n - F r a n c i s c o d e Solís, fol. 1 v. ,9
E L PLEITO DIEGO C O L Ó N - F R A N C I S C O DE SOLÍS.
C. Las huidas
151
indígenas
En el documento que ahora analizamos se distingue perfectamente el concepto de indio huido, que es al que se alude, y no al otro término bien distinto de alzamiento. El primer vocablo se refiere tan sólo a un rechazo del indio al servicio y a la comunicación con el español, mientras que el segundo, implica una conciencia de ataque hacia todos los intereses españoles. El alzamiento, por su parte, estaba castigado con la esclavitud, mientras que el ausentamiento se penalizaba con un castigo consistente en unos moderados azotes con vistas al escarmiento. El comendador mayor frey Nicolás de Ovando había dejado la tierra perfectamente pacificada, de manera que después de las matanzas de Xaragua e Higüey, los indios se ausentaban de sus encomenderos pero, desde luego, no había una intención de ataque hacia ellos. El acusado, Francisco de Solís, reconoció haber azotado a lo largo de su ejercicio como alcalde ordinario a muchos indios que se ausentaban por no servir a los españoles. De hecho, afirmó haber azotado al indio Guayabax "porque era bellaco, que no quería reposar en mi casa, ni en las minas y se huía y se ausentaba" 42 . Está claro, como ya hemos afirmado, que el castigo para estos indios no era la esclavitud, sino tan sólo un escarmiento, ordenándose lo primero tan sólo en el caso de que el indio ausentado ya fuese esclavo previamente. No en vano, este mismo tono van a tener las Instrucciones dirigidas a Nicolás de Ovando en 1508, en las que se autorizó a que volviesen a la servidumbre aquellos indios que se hubiesen esclavizado en las primeras guerras de La Española y que se habían ausentado luego a los montes 43 . Nuevamente se trataba de evitar que estos esclavos huidos sirviesen de ejemplo al resto de los indígenas. En caso de huidas, era el alcalde ordinario quien entendía en primera instancia, tanto para los asuntos de españoles como de los indios. Este ordenaba su búsqueda y, una vez traído a su presencia, decidía el correctivo exacto en función de las circunstancias de su fuga o de su posible reincidencia. Creemos que en este territorio había cierta legislación, posiblemente oral y consuetudinaria, sobre el castigo que los alcaldes ordinarios debían dar a los indios, pues si nos atenemos a lo expuesto por Solís, vemos cómo su intención no fue otra sino la de castigarlos "como se suele y acostumbra a hacer en esta isla, a los indios que no quieren servir a las personas a quien se encomiendan" 44 . Por otro lado, hemos de reseñar la ausencia de la figura del visitador, que no se menciona en ningún momento del pleito, ni existía además en la villa
J2
lindan, fol. I9v. ' Instrucciones a frey Nicolás de Ovando, Burgos, 30 de abril de 1508. AGI, Indiferente General 1961, T. 1, fols. 31-36v. 44 Pleito Colón-Solís, fols. I9-I9v 4
L A S ANTILLAS MAYORES,
152
1492-1550
de Santiago para estas fechas. Se trata, sin duda, de una cuestión importante, ya que hasta ahora se creía, por referencias del padre Las Casas, que esta institución había sido creada por el gobernador frey Nicolás de Ovando, punto que era aceptado, sin discusión alguna, por la historiografía reciente 4 5 . Es más, en relación a esto, el testimonio del testigo Juan Carrillo Mexía nos confirma esta situación al responder en una de las preguntas: "que el dicho Francisco de Solís siendo alcalde azotaba algunos indios, como juez" 4 6 , todo lo cual nos hace pensar que los visitadores durante la época del gobernador Ovando, sólo tuvieron una existencia ocasional. Esto, además, es fácilmente deducible de las Leyes de Burgos, expedidas como es bien sabido en 1512, en las cuales se dedicaban varios capítulos a este cargo de visitador con la intención de regular, de una vez por todas, su actividad 47 . Por todo ello, pensamos que el visitador comenzó a tener alguna importancia desde los años del gobierno de Diego Colón, y que será ya a partir de 1514 cuando se institucionalice tal figura de una manera permanente en La Española, Los indios ausentados eran buscados por los alguaciles de c a m p o que había en cada villa de españoles. Se confirma, pues, con el estudio de este pleito, otro dato del que sólo se tenía conocimiento a través de la obra del dominico padre Las Casas, cuando habló de "ciertos alguaciles de c a m p o que los iban a montear y traerlos (a los indios)" 48 . Así, nos aparece la figura de Gaspar Briceño que ejerció este oficio en la villa de Santiago y cuya misión era traer a los indios ausentados que el alcalde ordinario le señalaba buscar. Por tanto, los alguaciles del c a m p o existieron desde los primeros tiempos de la colonización, con la función específica de traer indios que se escapaban a los montes, misión que más adelante se adaptaría a las nuevas circunstancias al encargársele la traída de negros alzados 4 ' J . En resumen, podemos decir que la huida fue un fenómeno común en la época del gobernador Ovando, siendo el castigo común un azote ejemplar y no la esclavitud, c o m o bien queda de manifiesto, con lo anteriormente expuesto. 45
El padre Las Casas afirmó que el comendador mayor creó la figura del visitador en cada una de las villas de La Española: "Un vecino, el más honrado caballero del pueblo, al cual püso nombre visitador, y a quien por sólo el oficio, c o m o por salaño, sin el repartimiento que le había cabido de indios, le daba otros cien indios, que como los otros le sirviese". Las Casas, fray Bartolomé de: Historia de las Indias, Madrid, FCE, 1957, T. XI, p. 39. Citado también por Arranz: Repartimientos..., p. 102. 46 Pleito Colón-Solís, fols. 33-33v. 47 Los capítulos en los que se hace referencia al visitador en las Leyes de Burgos son el 24 y del 29 al 33. El texto que hemos utilizado ha sido el que ofrece Muro Orejón, Antonio: "Ordenanzas reales sobre los indios. (Las Leyes de 1512-1513)", en Anuario de Estudios Americanos. Vol. XIII, Sevilla, 1956, pp. 417-471. 48 Citado por Arranz: Repartimientos, nota 165. 4 ' Juicio de Residencia del licenciado Alonso de Fuenmayor y los oidores de la Audiencia de Santo Domingo. 1541. AGI, Justicia 61, N.° I, fol. 260.
E L PLEITO DIEGO COLÓN-FRANCISCO DE SOLÍS.
153
2. E L PROCESO DE ACULTURACIÓN EN LA ÉPOCA DE OVANDO
El indio antillano asimiló con cierta rapidez una parte de la cultura española: en concreto la material y tecnológica. Ya en un temprano documento de 1503 se decía que había algunos indios que utilizaban a los perros para cazar 50 . En otro documento, en este caso referido a los aborígenes de la isla de Cuba, aunque perfectamente extrapolable a los de La Española, se hacía referencia a los indios naborías, que pese a estar 30 ó 40 años en casa de los españoles, no rezaban e! Ave María. Sin embargo, "todos los más (indios) andan a caballo y tienen caballos y algunos de ellos tres o cuatro caballos, y los días que andan a montear se les da caballos a algunos de ellos en que traigan la carne, y en sus caballos de ellos mismos o de sus amos la traen..." 51 De manera que la cultura material se aceptó sin problemas, siendo este pleito una muestra más de esta aceptación, al comprobar cómo cuando Francisco de Solís ordenó enterrar al indio Francisquito los indios cogieron una azada de metal para cavar su tumba 52 , signo de estar aceptando un elemento de la tecnología hispana. En cuanto a los aspectos religiosos, y según se infiere en el pleito ColónSolís, la evangelización del indio en la época del gobernador Ovando dejó mucho que desear. Es conocida una cédula del Rey a Diego Colón pidiéndole que procurase la evangelización del indio de la isla de Santiago para que no ocurriese lo que en La Española "que no tienen más de cristianos sino el nombre, salvo los muchachos que crían los frailes que aquellos, dicen, que los hacen bien..." 53 En cualquier caso, como analizamos en otro ensayo, este fracaso no se debió tanto a la negligencia del devoto gobernador como a la falta de religiosos y al desinterés de los aborígenes. Sea como fuere, lo que sí es cierto es que el indio de La Española jamás abandonó sus ancestrales ideas religiosas, pues los documentos de la década de los cuarenta son tan pesimistas en este sentido como los de los primeros años de la decimosexta centuria 5 4 . Parece claro, en consecuencia, que los bautizos que hicieron el padre Boíl y los demás frailes los recibieron los indios "más por lo que les mandaban sus amos, que movidos a devoción" 55 .
50 Real cédula a frey Nicolás de Ovando, Segovia, 27 de noviembre de 1503. AGI, Indiferente General 418, L. l . f o l . 19- 19v. ?l Juicio de Residencia al gobernador de Fernandina Juanes Dávila, 1545. AGI, Justicia 69, N.° l . f o l s . 51 y 231 v. 52 Pleito Colón-Solís, fol. 3. 51 Respuesta al almirante Diego Colón, Sevilla, 6 de junio de 1511. AGI, Indiferente General, 418, 1. 11 l . f o l s . 77v-82. 54 Véase, por e j e m p l o . Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Santo Domingo, Toledo, 25 de octubre de 1538. AGI, Audiencia de Santo D o m i n g o 868, 1 . 1 , fol. 149. 55 Mendieta, fray Gerónimo de: Historia eclesiástica Indiana. México, 1980, cap. VI, p. 33.
154
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
N o t a m o s , pues, en los indios una gran resistencia al c a m b i o ideológico y en e s p e c i a l religioso, sin d u d a p o r q u e estaban p l e n a m e n t e c o n v e n c i d o s de q u e eran sus dioses tradicionales sus auténticos protectores y los que satisfacían sus necesidades psicológicas 5 6 . Estos, pronto identificaron los símbolos cristianos con la sumisión a la opresión española, c o m o parece desprenderse de u n a c a r t a d e los f r a i l e s de L a E s p a ñ o l a al s e ñ o r de C h i é v r e s en la q u e reconocían ya en 1518: " q u e entre los indios ya había opinión q u e los frailes no iban allá sino a amansarlos para que los cristianos los tomasen para matarlos" 5 7 . D e h e c h o , en el pleito q u e a n a l i z a m o s , p o d e m o s c o m p r o b a r en general c ó m o todos los castellanos declararon que, pese a ser ladinos los indios naborías presentados c o m o testigos, no creían en Dios. Esta idea se puede observar en declaraciones c o m o la que hizo el testigo Miguel de la Casa a la octava pregunta de la probanza de Solís: Q u e ( l o s ) t i e n e p o r h o m b r e s de p o c a c o n c i e n c i a y q u e ni t e m e n a D i o s , ni s a b e n q u e cosa es ni en q u é se p e r j u r a n o dañan sus c o n c i e n c i a s , p r e g u n i a d o por q u é los t i e n e por tales d i j o q u e p o r q u e a l g u n a s veces ha o í d o d e c i r a indios que creen en c e m í e s y q u e no q u i e r e n ser cristianos ni saben q u e son los m a n d a m i e n tos y q u e este testigo y q u e este testigo (sic) n i n g u n a c o s a creía de ellos d i c i e n d o j u r a m e n t o ni aun sin él p o r q u e a l g u n a s veces los ha visto c o n t r a d e c i r s e y no saber si se c o n t r a d i c e n ni si no 5 x .
Es e v i d e n t e el r e c h a z o de los indios no sólo hacia el c r i s t i a n i s m o sino hacia todos los cristianos. N o es que no alcanzasen a creer en los elevados c o n c e p t o s católicos, sino q u e "no querían ser cristianos", ni mostraban interés a l g u n o por aprender las bases teológicas de la fe católica. Un aspecto muy sintomático de todo lo que e s t a m o s diciendo lo constituye el e n t e r r a m i e n t o de los indios azotados F r a n c i s q u i t o y G u a y a b a x . En el caso del primero, se m a n d ó enterrar en el c a m p o , a u n q u e desde luego se hizo sin ningún tipo de liturgia católica, pues f u e sacado del bohío de los indios y l l e v a d o a s e p u l t a r sin la p r e s e n c i a de f r a i l e a l g u n o . Esta c i r c u n s t a n c i a no d e b e , sin e m b a r g o , s o r p r e n d e r n o s d e m a s i a d o , p u e s t o d a v í a en 1514 se l a m e n t a b a el Rey de q u e los indios q u e fallecían en las minas "los entierran en el c a m p o c o m o a infieles..." 5 9 , p r o p o n i e n d o al r e s p e c t o q u e se tuviesen
56
Nishert, Robert y otros: Cambio social. Madrid, Alianza Universidad, 1988, p. 54. Carta de los dominicos de La Española al Señor de Chiévres, Santo Domingo, 4 de junio de 1518. Citada por fray Juan Manuel Pérez, O. P. "Estos ¿no son hombres?" Santo Domingo, Fundación García Arévalo, 1984, p. 15. 58 Respuesta del testigo Miguel de la Casa. Pleito Colón-Solís, fol. 33. 59 Real cédula a Diego Colón y a los jueces de apelación de la isla Española, Valladolid, 27 de septiembre de 1514. AGI, Indiferente General 419, Lib. V, fols. 37-37v. 57
E I . PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O D E S O L Í S .
155
libros de n a c i m i e n t o s y d e f u n c i o n e s para impedir, en la m e d i d a de lo posible, estas situaciones. El caso del indio G u a y a b a x se muestra totalmente diferente, ya que, pese a que fue m a n d a d o sepultar, los testigos declararon u n á n i m e m e n t e q u e no lo llegaron a enterrar, sino que s i m p l e m e n t e "lo echaron en la sabana" 6 0 . Resulta interesante esta cuestión, pues aparece esta tendencia aborigen a no enterrar a sus m u e r t o s c o m o era su c o s t u m b r e , pese a q u e así f u e o r d e n a d o por F r a n c i s c o de Solís. Es evidente, por tanto, q u e esta circunstancia n o p u e d e ser atribuida a un acto concreto, sino, m á s bien, a una práctica usual entre los indios desde la época prehispánica. Hay que poner, pues, todo esto en relación con el b a j o n ú m e r o de enterram i e n t o s indígenas q u e se han e n c o n t r a d o en La E s p a ñ o l a , lo q u e ha h e c h o sospechar a los a n t r o p ó l o g o s c historiadores que tan sólo se enterraría a los c a c i q u e s y gentes principales 6 1 . Ya el padre Las Casas en su Historia de las Indias decía que era c o s t u m b r e de los indios a b a n d o n a r a los viejos y enferm o s en los b o s q u e s c o n p e q u e ñ a s r a c i o n e s de a g u a y c o m i d a 6 2 . T a m b i é n Mártir de Anglcría se hace e c o de esta práctica entre otros indios isleños q u e p u e d e servir para reforzar la tesis q u e p l a n t e a m o s . C o n c r e t a m e n t e decía lo siguiente: T a m b i é n d e l o s d e Cariari c o n s e r v a n , d e s e c á n d o l o s e n parrillas, l o s c a d á v e r e s de s u s p r o c e r e s y s u s padres, e n v o l v i é n d o l o s e n hojas d e á r b o l e s , para el p u e b l o l o s b o s q u e s y las s e l v a s les sirven d e s e p u l c r o 6 3 .
También en el aspecto medicinal, q u e ha estado en todas las culturas primitivas muy ligado al m u n d o mágico-religioso, n o t a m o s un c o n t i n u i s m o en la cultura indígena. Sin duda, los curanderos tainos rivalizaban, en los primeros tiempos, con los modestos barberos y médicos españoles, cuyos conocimientos eran m u y restringidos y sus remedios se limitaban a realizar sangrí-
m 61
Véase, por ejemplo, la declaración de la india Mencr'a. Pleito Colón-Solís, fols. 16-16v. Cassá. Roberto: Los tainos de La Española. Santo Domingo, Editorial Buho, 1990, pp.
180-181.
Ibidem. p. 181. Anglería, Pedro Mártir de: Décadas del Nuevo Mundo. Madrid, Ediciones Polifemo, 1989, década III, cap. IV, p. 191. Por su parte, Fenández de Oviedo decía lo siguiente de los enterramientos: "Diversas maneras de enterrar los difuntos entre sí tienen; unos los entierran con agua en las sepulturas, poniéndoles en la cabecera mucha comida, creyendo que para el camino de la otra vida o en ella de aquello se mantengan; lloro ninguno ni sentimiento hacen por los que mueren. Otros tienen queste uso, que cuando les parece que el enfermo está cercano a la muerte, sus parientes más cercanos lo llevan en una hamaca al monte, y allí, colgada la hamaca de dos árboles, un día entero les hacen muchos bailes y cantos, y viniendo la noche, pénenle a la cabecera agua y de comer cuanto le podrá bastar por tres o cuatro días, y dejanló allí, vanse y nunca más lo visitan..." Fenández de Oviedo, Gonzalo: Historia general y natural de las Indias. México. 1951, t. II. I, I. cap. CLXIV, p. 122. M
L A S A N T I L L A S MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
156
as y preparar algún emplasto de hierbas, curando tan sólo las heridas de superficie. De manera que, en el pleito se dice que cuando el indio Francisquito agonizaba, en un último esfuerzo por salvarlo, lo llevaron los indios al bohío del capitán "para que lo curasen mejor" 64 . Desgraciadamente, en este texto no se especifican los sistemas médicos que empleaban los curanderos indios. Parece evidente, pues, que los indios, en la primera década del siglo xvi, habían asimilado la parte de la cultura que les interesaba, que eran capaces de asimilar también la religión, pero que sus m e c a n i s m o s culturales de defensa les impidieron aceptar la nueva creencia y abandonar sus ritos tradicionales, produciéndose así el sincretismo religioso que caracterizó a las culturas indígenas del Nuevo Mundo durante la colonización española.
M
Pleito Colón-Solís, fol. Iv.
APÉNDICE DOCUMENTAL Proceso de indios entre Francisco de Solis y la Justicia de La Española, sobre malos tratos a los indios. Empieza en la villa de Santiago el 20 de octubre de 1509 y se presentó en la ciudad de Sevilla el 26 de marzo de 1511 apelado por el dicho Francisco Solís. "En la villa de Santiago, veinte días del mes de octubre año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mi! quinientos y nueve años, el muy virtuoso señor el licenciado Juan Carrillo, Alcalde Mayor de la villa de la Concepción, y de las otras partes a él cometidas por el ilustre y muy magnífico señor don Diego Colón Almirante, Visorrey y Gobernador de las dichas islas y Tierra Firme de mar océano por sus Altezas el señor Alcalde Mayor mandó hacer cierta información de ciertos indios que dicen que mató Francisco de Solís, alcalde ordinario de la dicha villa de Santiago, y por ante Cristóbal de la Torre, escribano público de la dicha villa. Se recibió juramento de los testigos que se siguen: En este día juró Marcos de Cáceres y siendo presentado por el dicho señor Alcalde Mayor dijo que la demora pasada le trajeron un indio al dicho Francisco de Solís que se llamaba Gasparico a la estancia de la Esperanza, que andaba ausentado y que lo trajo Cristóbal criado del dicho Solís y otro indio que se llamaba zoquillo que también andaba ausentado y que el dicho Solís lo hizo atar y le dijo que "axura el higuerito" 1 y que por qué se había ido y nota y que venía el dicho indio Gasparico mal y que con un hizo 2 . Le dio obra de ocho o diez azotes y que cree que antes y por látigo, que no hizo, con que le dio y que el dicho Francisco de Solís le dio los dichos azotes y que estaban presentes este que depone y Cristóbal que lo había traído y Francisco el Chocarrero y que podría ser hora de vísperas cuando lo azotó y que después el dicho indio azotado se fue a la cocina y el dicho a comer pan y carne y que este testigo lo dio a una india, que se llama Catalina, o otra cocinera, y que aquella noche le echó este que depone y el dicho Francisco tomaron el dicho indio que lo oían dar gemidos y que le echaron aceite por la boca, creyendo que había bebido agua de yuca 3 y que así estuvo gimiendo 1 Pese a que hemos utilizado varios vocabularios indígenas no hemos podido averiguar el significado de tales palabras. Aunque una interpretación podría ser la siguiente: "Axura" podría ser adjura, e "Higuerito" el nombre indígena de Francisquito, por lo que podría entenderse que mientras le pegaba le decía "adjura Higuerito" y el indio respondía "adjuro señor". 2 El término hizo proviene de hiza (Sapium lateliflorum) que es un árbol leñoso originario de ciertas regiones americanas. En sentido figurado puede entenderse como palo o rama recia. En el texto aparecen algunos datos sobre ciertos tratamientos médicos utilizados en los primeros momentos de la colonización. Así, c o m o vieron los españoles al indio agonizando, creyeron que había tomado hierbas para suicidarse y para intentar curarle le dieron a beber aceite, utilizado, sin duda, como laxante.
158
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
toda aquella n o c h e y otro día lo pasaron a otro bohío de indios para q u e lo curasen m e j o r y q u e después dende a dos o tres días que estaba sin habla se murió y lo e c h a r o n en una sabana en un hoyo q u e hicieron. F u e p r e g u n t a d o por el dicho Señor Alcalde M a y o r si sabía de o t r o indio q u e el dicho Solís azotó q u e le habían traído los alguaciles del c a m p o en su casa, dijo que no sabe más de oírlo decir a uno y a otros q u e iban a la estancia, q u e no se acuerda quién son. F u e p r e g u n t a n d o si el dicho Francisco de Solís ha m a n d a d o a este testigo q u e los días de fiesta trabajase con los indios, especialmente el día del C o r pus Christi p a s a d o . D i j o que no y q u e esta es la verdad y no sabe otra cosa. F i r m o l o de su n o m b r e M a r c o s de C á c e r e s , Cristóbal de la Torre, e s c r i b a n o público. En la villa de S a n t i a g o , a diez y nueve días del m e s de o c t u b r e a ñ o del n a c i m i e n t o de Nuestro Señor Jesucristo de mil y quinientos y nueve años, el noble y m u y virtuoso señor el señor licenciado M a r c o s de Aguilar, A l c a l d e M a y o r de estas islas y Tierra F i r m e del mar o c é a n o descubiertas y por descubrir por el ilustre y muy magnífico señor don Diego Colón Almirante, Virrey y G o b e r n a d o r d e e l l a s por sus A l t e z a s , en p r e s e n c i a de mi E s t e b a n de la R o c a , e s c r i b a n o d e su J u z g a d o y A u d i e n c i a q u e r i e n d o p r o s e g u i r y p r o s i g u i e n d o la pesquisa e información c o m e n z a d a a hacer por el dicho licenciad o Juan Carrillo A l c a l d e M a y o r hizo parecer ante si al d i c h o M a r c o s Pérez de C á c e r e s y le hizo las preguntas siguientes: F u e p r e g u n t a d o q u e mal cree él q u e traía el dicho indio G a s p a r i c o , d i j o q u e traía calenturas, fue p r e g u n t a d o c o m o lo sabe, dijo q u e p o r q u e le atent ó l e ) y vio q u e la tenía y que Cristóbal Valdovinos que traía al dicho indio le dijo a este testigo q u e traía al dicho indio el e n e m i g o por el c a m i n o y se le e c h a b a p o r q u e traía q u e lo hacía de roncero 4 y no porque tuviese d i c h o mal. Fue p r e g u n t a d o si sabe q u e el dicho Solís estando presente al t i e m p o que el dicho Cristóbal Valdovinos traía el dicho indio y diciéndole el d i c h o Cristóbal de V a l d o v i n o s el mal q u e el d i c h o indio traía, no o b s t a n t e a q u e l l o , le azotó luego. A la otra dijo este testigo que sabe y vio q u e el dicho F r a n c i s c o de Solís azotó luego al dicho indio c o m o dicho tiene en su primer d i c h o que d i j o ante el licenciado Carrillo. Y fue p r e g u n t a d o que c u a n t o t i e m p o ha q u e vine ante el d i c h o Francisco de Solís, dijo q u e ha más de diez años que vine con él de Castilla y acá y q u e vino con él a estas partes y hoy día vive con él. F u e p r e g u n t a d o si quiere mal o bien el dicho Francisco de Solís, d i j o q u e le quiere bien q u e es su Señor y que no le tiene mala voluntad ninguna. M a r c o s Pérez.
4 Esta palabra v i e n e d e ronzal, que significa cuerda que se ata a la cabeza de una bestia de carga para sujetarla o conducirla. En sentido figurado, y c o m o se puede observar a través d e las declaraciones d e otros testigos, significaría que el indio venía atado y sujeto.
E I . PLEITO D I L G O C O L Ó N - F R A N C I S C O D E S o L f s .
159
Y después de lo susodicho, sábado veinte días del mes de octubre se presentó este testigo q u e se sigue: G o n z a l o de Niebla, criado de García de Paredes, vecino de esta villa de Santiago, testigo recibido j u r a d o y preguntado. Y él f u e p r e g u n t a d o cerca del caso d i j o q u e lo q u e sabe es q u e un Valdovinos trajo al dicho indio, c u y o n o m b r e este testigo no se acuerda, salvo q u e sabe q u e es aquel indio que después m u r i ó de suso han tenido y que oyó decir al d i c h o Valdovinos q u e no le podía traer al d i c h o indio p o r el c a m i n o q u e le t o m a r í a el diablo y que lo entregó al dicho Solís y q u e el dicho Solís d i j o a este testigo luego c o m o vino el dicho indio c o m e n z ó darle de azotes p o r q u e se acuerde de nosotros y que este testigo t o m ó un látigo y le dio en él media d o c e n a de azotes y que después que así lo h u b o azotado este testigo el dicho F r a n c i s c o de S o l í s d i j o a M a r c o s q u e le m e t i e s e a la c o c i n a y le d i e s e d e c e n a r y q u e el d i c h o M a r c o s dio de c e n a r al d i c h o i n d i o q u e d e s p u é s q u e c e n ó el d i c h o indio se q u e d ó allí en la c o c i n a a d o r m i r aquella n o c h e y q u e luego otro día siguiente casi a m e d i o día el d i c h o indio se f u e a su b o h í o a d o n d e e s t a b a n los otros indios y q u e d e n d e a c u a t r o o c i n c o días el d i c h o M a r c o s dio a beber al dicho indio un p o c o de aceite y q u e después de a unos tres o cuatro días después que el dicho indio bebió el dicho aceite vio m u e r t o este testigo al d i c h o indio y vio sacar una azada para lo enterrar. Y q u e f u e p r e g u n t a d o por el dicho Señor Alcalde M a y o r que le había dicho q u e bebiese este testigo en este caso y dijo que viniendo este testigo con cierto maíz de la estancia del dicho su a m o le dijo Francisco de Solís a este testigo G o n z a l o de N i e b l a testigo q u e hiciste q u e has de ser testigo y ve allá al d i c h o A l c a l d e M a y o r y dirás tu dicho y que esto q u e se lo dijo el dicho Francisco de Solís estando preso dentro en la cárcel pública de esta dicha villa en presencia de los q u e allí estaban el viernes q u e pasó día de San Lucas y q u e esto es lo q u e sabe de este hecho para el j u r a m e n t o que hizo y firmolo de su n o m b r e G o n zalo. Y d e s p u é s de los susodicho este dicho día sábado veinte días del m e s de octubre y del dicho año, el dicho señor Alcalde M a y o r visto el dicho y deposición de G o n z a l o de Niebla testigo en esta causa recibido y por el cual dice q u e él azotó el sobre dicho indio q u e se m u r i ó y visto el dicho y deposición del d i c h o M a r c o s P é r e z que dice q u e el d i c h o F r a n c i s c o de Solís a z o t ó al dicho indio que se murió m a n d ó parecer ante si a los dichos M a r c o s Pérez y a G o n z a l o de Niebla para los aparear y luego preguntó so cargo del j u r a m e n to q u e tiene h e c h o el dicho G o n z a l o de N i e b l a si es verdad lo c o n t e n i d o en su d i c h o y d e p o s i c i ó n y luego el d i c h o G o n z a l o d i j o q u e es v e r d a d q u e él azotó el dicho indio. Y luego en faz del dicho G o n z a l o de Niebla preguntó el d i c h o S e ñ o r A l c a l d e M a y o r al d i c h o M a r c o s P é r e z m e d i a n t e j u r a m e n t o en forma q u e del recibió que si es verdad su d i c h o c o m o lo tiene dicho en esta causa y f i r m a d o de su nombre sobre este caso y en e s o el dicho M a r c o s Pérez dijo q u e so cargo del dicho j u r a m e n t o q u e no sabe q u e de los s u s o d i c h o s lo a z o t ó y q u e a h o r a se a c u e r d a q u e lo a z o t ó el d i c h o G o n z a l o d e N i e b l a , y
160
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
luego, el dicho señor Alcalde Mayor, mandó a Francisco de Garay, Alguacil Mayor de esta isla, que los llevase ambos a la cárcel. Y después de lo susodicho, lunes veinte y dos días del dicho mes de octubre y del dicho año el dicho Señor Alcalde Mayor recibió juramento en forma de dicho don Cristóbal Valdovinos, estante en esta isla, en virtud del cual fue preguntado que en que manera había pasado lo de la muerte del dicho indio Francisquito de que de suso se hace mención aunque puede haber siete meses poco más o menos que viniendo este testigo con el dicho Francisquito de Solís, por m a n d a d o del dicho Francisco de Solís fue al monte en busca de ciertos indios que andaban ausentados de los de su repartimiento y que este en Puerto Real en la hacienda de Buyaba que es de Francisco de Herrera y otro indio que se dice Francisquito en casa del cacique Arroyal, los cuales dichos dos indios, Miguelico y Francisquito, este testigo trajo a la hacienda de Esperanza que es del dicho Francisco de Solís, pidió un hizo para atar los dichos indios y que este testigo se fue a comer y que oyó dar voces a uno de los dichos indios que le azotaban y que este testigo, fue allá a ver que cosa era y halló al dicho Francisquito atadas las manos arriba a una tiranta, altos los pies del suelo, que llegando al suelo solamente las puntas de los pies y que antes que llegase a las voces que daba el dicho indio oyó y sintió que le daba de azotes y que estaban allí unos mozos del dicho Francisco de Solís, que el uno se dice Francisco Chocarrero y otro cuyo nombre no se acuerda y que vio que el dicho Francisco de Solís se arremansó del brazo y dijo a uno de los dichos mozos dame acá ese látigo que no le sabéis vosotros dar y que entonces el dicho Francisco de Solís dijo al dicho indio Francisquito "Axura Higuerito, Axura señor" por que se vos acuerde y que le dio obra de seis azotes bien recios y que luego le desataron. Fue preguntado si vio que cuando el dicho Francisco de Solís tomó el dicho látigo para azotar al dicho indio si tenía el dicho indio algunas señales de azotes que le hubiesen dado; dijo que sí tenía y que cree este testigo que se los había dado el dicho Francisco Chocarrero que está en Santo Domingo porque este testigo oyó decir al dicho Solís como dijo veamos Francisco que hombre serás para darle y también porque oyó los dichos azotes y después vio como el dicho Francisco de Solís tomó el látigo de la mano de uno de los dichos mozos y le dio en su presencia los azotes que dicho tiene. De suso fue preguntado si al tiempo que trajo al dicho indio Francisquito si venían doliente, dijo que el dicho Francisquito le decía por el camino que se sentía malo porque lo traía atado, fue preguntado si sabe que el dicho indio Francisquito murió de los dichos azotes, dijo que sabe que luego esa noche porque el dicho indio no hacía sino roncar y que el dicho Francisco Chocarrero y este testigo y los otros mozos le dieron a beber un poco de aceite creyendo remediarle y que esa misma noche se murió y que cree este testigo que por el mal de que dicho indio se quejaba por el camino no moriría porque andaba y comía como sano cuando venía con él y que este testigo le vio muerto en el
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE S O L Í S .
161
bohío del Capitán a donde fue llevado luego como le azotaron. Fue preguntado si quiere mal al dicho Francisco de Solís, dijo que no le quiere mal y que antes le quiere bien, preguntado si le fue dado o prometido algo porque diga su dicho en esta causa, dijo que no y que querría que venciese quien tuviere justicia y que había veinte y cinco años este testigo y que esto es lo que sabe so cargo del dicho juramento y Esteban de la Roca escribano. Y luego incontinenti este dicho día el dicho señor Alcalde Mayor mandó parecer ante si al dicho Miguelico, indio del dicho Francisco de Solís de suso contenido, y siendo intérprete jurado en forma de derecho Alonso de Rivera, natural de Rivera del maestrazgo de Santiago, vecino de esta villa de Santiago y para la declaración del dicho indio el dicho Señor Alcalde Mayor dijo al dicho intérprete que le pregunte al dicho indio que es lo que sabe cerca de la muerte del dicho indio Francisquito de que de caso de hace mención y luego el dicho intérprete le preguntó cerca de ello y dijo que el dicho indio decía que en el tiempo de Valmaseda este indio se huyó y que después el dicho Cristóbal de aquel criado del dicho Francisco de Solís fue el M a n e n por este dicho indio y por otros que allá estaban huidos del dicho Francisco de Solís y que el dicho Cristóbal de aquel camino trajo de allá del Marien este indio Miguelico y al dicho Francisquito a la hacienda de Esperanza del dicho Francisco de Solís a donde al presente estaba el dicho Francisco y sus criados. Fue preguntado el dicho indio por el dicho intérprete si vio que el dicho Solís azotó o hizo azotar al dicho indio Francisquito las manos atadas alto a una tiranta que a mala pena llegaba las puntas de los pies al suelo. Dijo el dicho intérprete que el dicho indio Miguelico decía que vio que el dicho Solís hizo atar las manos altas al dicho Francisquito a la dicha tiranza y los pies que llegaban a mala pena al suelo con un hizo y que Francisco Chocarrero por mandado del dicho Solís con un cordel de la cincha del caballo le dio obra de cuarenta azotes y que el dicho Solís tomó el azote de la mano al dicho Francisco Chocarrero y que le dio el mismo Solís otros muchos azotes diciéndole a cada azote que le daba "Axura Higuerito, axura Señor, porque vos acordéis" y que cuando el dicho Solís le comenzó a dar al dicho indio que ya el dicho indio tenía corriendo sangre las espaldas y que luego lo hizo desatar y lo envió al bohío del Capitán y que vio el dicho indio resistir aquel día y noche revesana el dicho indio y que otro día siguiente enterraron al dicho indio j u n t o ante el río. Item le preguntó el dicho intérprete al dicho indio Miguelico que si cuando los traía del Marien el dicho Cristóbal de Valdovinos si el dicho Francisquito venía sano o doliente, dijo el dicho intérprete que decía el dicho indio que el dicho Francisquito siempre vino sano y bueno por el camino y comiendo y viniendo como sano. Item le preguntó el dicho intérprete al dicho indio si sabe que el dicho indio murió de los dichos azotes. Dijo el dicho intérprete que decía el dicho indio Miguelico que el dicho Francisquito murió de los azotes a lo que él cree porque venía sano y bueno y comía y bebía bien salvo que desde que le dio los dichos azotes que nunca
162
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
más comió hasta que murió y que el dicho intérprete dijo que esto era lo que el dicho Miguelico declaraba y declaró so cargo del juramento que hizo. Fue preguntado a dicho intérprete si tiene o dio mala voluntad al dicho Francisco de Solís o si fue avisado, sobornado y para que deba hacer sin esta relación en la declaración del dicho indio, dijo que no y que quería que venciese esta causa el que tuviere mejor justicia y trajere la verdad y firmolo de su nombre Alonso de Rivera. Y luego incontinenti el dicho Señor Alcalde Mayor hizo parecer ante si a Cristóbal, indio del dicho Francisco de Solís, al cual hizo preguntar por el dicho Alonso de Rivera intérprete cerca del caso a lo cual dicho Alonso de Rivera intérprete dijo que decía el dicho indio es lo siguiente: que sabe y vio estando este dicho indio en la hacienda de la Esperanza con el dicho Solís, vio que un Cristóbal Valdovinos, criado del dicho Solís, trajo del Marien a Miguelico y al dicho Francisquito que murió, que estaban allá huidos a que luego como llegaron allí a Esperanza un día por la mañana antes de medio día que el dicho Francisco de Solís hizo atar con un hizo a un tirante de manera que a mala pena llegaban los pies al suelo y que entonces el dicho Francisco de Solís mandó a Francisco Chocarrero su criado que tomase un cordel de la cincha del caballo y le diese de azotes y que el dicho Francisco Chocarrero azotó el dicho indio con el dicho cordel y que después el dicho Solís tomó el dicho cordel al dicho Francisco de la m a n o y le c o m e n z ó a decir por que te vas no te vayas, diciéndole "Axura Higuerito" dándole de azotes y cuando el dicho Francisco Chocarrero le dejó de azotar antes que el dicho Solís le tomase el dicho cordel el dicho Francisquito tenía las espaldas corriendo sangre y que después el dicho Solís le dejó de azotar le hizo llevar al bohío del Capitán y que el dicho Francisquito iba revesando muy mal y que le daban de comer y no quiso comer y que aquella misma noche murió el dicho indio y lo enterraron otro día siguiente junto ante el río. Fue preguntado por el dicho intérprete si venía malo o qué tal venía el dicho Francisquito c u a n d o llegó allí a Esperanza, dijo el dicho intérprete que decía el dicho indio que el dicho Francisquito vino sano y bueno y que cuanto el cree que el dicho Francisquito murió de los dichos azotes y que esto es lo que sabe de este hecho y lo que el dicho intérprete dijo que el dicho indio decía y declaraba so cargo del juramento que hizo. Fue preguntado el dicho intérprete por la señal y pregunta satisfizo lo mismo en la aclaración del otro testigo indio y antes de este dijo y que no sabe en él cosa alguna de las contenidas en la dicha pregunta y que venza quien tuviere justicia. Y firmolo de su nombre Alonso de Rivera. Y después de los suso dicho este dicho día el dicho Señor Alcalde hizo acarrear ante él a los dichos Cristóbal de Valdovinos y Gonzalo de Niebla y así acarreados preguntó al dicho Cristóbal que como se llama el indio que el dicho Solís hizo azotar y azotó que murió luego aquella noche. Dijo que se llamaba Francisquito según dicho tiene en su dicho. Fue preguntado el dicho
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE SOLÍS.
163
Cristóbal si al dicho Francisquito si le azotó el dicho Gonzalo o si estaba allí. D i j o que no se acuerda. Y luego, fue preguntado el dicho Gonzalo si es el dicho Francisquito que murió el que el dice en su dicho que azotó, dice que no es aquel porque el que azotó es un indio de Paredes y que al tiempo que le azotó no estaba allí el dicho Francisco Chocarrero y que este era el que decían que era endemoniado y que aunque dijo en su dicho que había traído el dicho indio el dicho Cristóbal de Valdovinos y que la verdad es que otro mismo lo hube traído del Marien y que está vivo y que no es el que murió aquel que él azotó salvo éste que dicho tiene, que la verdad es que el dicho Francisquito de Solís dijo a este testigo que no te acuerdas del indio que azotaste y que este testigo le dijo que el indio Señor y el dicho Solís dijo de un indio que azotaste que trajo Valdovinos y que este testigo le dijo ¿qué indio? y que el dicho Francisco de Solís le dijo: uno que le tomaba el diablo y que entonces este testigo que si acordaba que el dicho Solís le dijo pues cata que así de ser testigo de esto y que le ha de ser preguntado y que después esta noche pasada este testigo viéndose preso puso en si lo que había jurado y que no podía dormir diciendo mezquindad de mi que merezco que me quiten los dientes porque jure lo que no era recordándose que no era aquel el indio que él había azotado y que ésta es la verdad. Y firmolo de su nombre Gonzalo de Niebla. En la villa de Santiago de esta isla Española, miércoles veinte y cuatro días del mes de octubre año del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil y quinientos y nueve años a la audiencia de la tercera estando el noble y muy virtuoso señor el licenciado Marcos de Aguilar, Alcalde Mayor de estas islas y Tierra Firme del mar océano descubiertas y por descubrir, por el ilustre y muy magnífico señor don Diego Colón Almirante, Virrey, gobernador de las dichas islas y Tierra Firme por Sus Altezas, visitando los presos que están en la cárcel pública de esta dicha villa dijo que por cuanto por el respecto de Marcos y Gonzalo que están presos en la dicha cárcel por su mandado y razón por cierta causa criminal parecía en ellos ser menos de veinte y cinco años y por ello eran incapaces para se defender en juicio que el de su oficio les proveerá y proveyó de curador y diligente a Diego de Alcocer, vecino de esta dicha villa y aceptante del cual dicho Diego de Alcocer el dicho señor Alcalde Mayor recibió juramento en forma de derecho so virtud del cual el dicho Diego de Alcocer prometió de defender su justicia de los sobre dichos y de cada uno de ellos y que donde viese su daño se lo arredraría y su bien y pro se lo llegaría en todo lo a él posible y que no les dejaría indefensos ni decrecer su justicia y dio por su fiador a la dicha cura a Francisco de Garay, alguacil mayor de las dichas islas y Tierra Firme, el cual se obligó por si y por sus bienes que el dicho Diego de Alcocer usaba bien y fielmente el dicho cargo de curador, testigos Bartolomé López de Reyna y Francisco Gurricio, alguacil de esta dicha villa, y otros. Y después de lo suso dicho este dicho día a la audiencia de la tarde el dicho señor Alcalde Mayor dijo que hacía e hizo cabeza de proceso contra
164
L A S A N T I L L A S MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
los dichos Marcos y Gonzalo en razón y diciendo que siendo traídos por testigos por parte de la justicia real para haber información de ellos sobre la muerte de Francisquito, indio naboría de Francisco de Solís, alcalde ordinario de esta dicha villa que fue muerto a azotes dijeron sus dichos con juramento especialmente el dicho Marcos que lo dijo una vez ante el señor licenciado Juan Carrillo Alcalde Mayor y después lo tornó a decir ante el dicho señor Alcalde Mayor Marcos de Aguilar y se ratificó en él y en su primer dicho dijo que el dicho indio había sido azotado por el dicho Francisco de Solís y que le había traído Cristóbal Valdovinos y se ratificaba en ello segunda vez y después con juramento tornó a decir ante el dicho señor licenciado Marcos de Aguilar Alcalde Mayor suso dicho que el dicho Solís no había azotado al dicho indio salvo Gonzalo de Niebla y eso mismo el dicho Gonzalo de Niebla dijo en su dicho y con juramento que el había azotado al dicho indio que trajo Valdovinos y no Francisco de Solís y después tornó a decir con juramento que el no le había azotado sino el dicho Solís y que el indio que él azotó había sido otro de Paredes que era endemoniado el cual es vivo y que por haber los susodichos dicho sus dichos ante juez c o n j u r a m e n t o y después dicho y afirmando lo contrario de lo que primero dijeron así mismo con juramento juraron falso y merecen ser punidos y castigados en razón de lo cual dijo que hacía e hizo la dicha cabeza de proceso contra ellos para hacer lo que fuese justicia de la cual dicha cabeza de proceso les mandó dar traslado y que responda a ella hoy en todo el día con apercibimiento que con lo que respondieren y no respondieren había y hubo desde ahora este dicho pleito por consenso. Y después de los suso dicho este dicho día les fue notificada en sus propias personas la dicha cabeza de proceso a las dichos Marcos y Gonzalo presos y al dicho Diego de Alcocer su curador ad literi que ende estaba presente y les fue dado traslado de ella y hecho el apercibimiento en ella contenido. Testigos Francisco de Solís y Gonzalo de Villegas y Francisco de C a m p o vecino de Lares. Y después de los susodicho jueves nona veinte y cinco del dicho mes de octubre y del dicho año, ante el dicho Señor Alcalde Mayor pareció el dicho Diego de Alcocer, curador de los sobre dichos, y presentó en el dicho nombre este escrito que se sigue: Noble y muy virtuoso señor licenciado Marcos de Aguilar, Alcalde Mayor de estas islas y Tierra Firme, por el ilustre y muy magnífico señor don Diego Colón Almirante, Visorrey y Gobernador de esta isla y de las islas y Tierra Firme del mar océano, Marcos criado del dicho Francisco de Solís preso que estoy en esta cárcel pública de esta dicha villa pareció ante Vuestra Merced en la mejor forma y manera que puedo y dicho a lo cual respondiendo a vuestra cabeza de proceso que cualquiera que por Vuestra Merced contra mi fue hecha que diz que yo siendo traído por testigo por parte de la justicia sobre la muerte de Francisquito, naboría de Francisco de Solís, que fue
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O D E SOLÍS..
165
muerto a azotes y dije mi dicho ante el licenciado Juan Carrillo Alcalde Mayor y lo torné a decir y me ratifique en él ante Vuestra Merced diciendo que Francisco de Solís había azotado al dicho indio y torné a decir mi dicho ante Vuestra Merced dije que el dicho Francisco de Solís no había azotado el indio sino Gonzalo de Niebla por lo cual yo había jurado falso y merecía ser castigado lo cual todo esto más largamente en la dicha cabeza de proceso se contiene la cual habida he aquí por repetida digo que la verdad de esto es que el dicho Gonzalo de Niebla azotó el dicho indio por mandado del dicho Francisco de Solís y que si yo en el principio en mi dicho dije que el dicho Solís había azotado sería porque no me acordaba bien de ello y después de ser venido a esta villa el dicho Gonzalo de Niebla yo le dije lo que pasaba y como yo lo había jurado y el respondió que lo había azotado y trayéndome a la memoria como fue y yo viendo que aquella era la verdad para el caso de mi conciencia y para que la verdad mejor se supiese y la justicia ejecutase fue ante Vuestra Merced y dije que aquí estaba quien sabía la verdad de lo que pasaba a cerca de aquel indio y quien lo había azotado y Vuestra Merced tomo su dicho del dicho Gonzalo de Niebla cerca de ello y así a mi me vino a repreguntar y yo amo mejor sobre la verdad como ya estaba informado de ella del dicho Gonzalo de Niebla y porque a mi así se me acordó que había pasado torne a decir que el dicho Gonzalo de Niebla lo había azotado porque así era la verdad y si yo otra cosa al principio había dicho era porque de ello no me acordaba y no con ánimo de mentir ni de callar la verdad y después por lo que tocaba a mi conciencia aclaré y dije la verdad de todo lo que cerca de ello pasaba por do parece que esto yo no hice ni dije con ánimo de me perjurar, sino porque la realidad de la verdad sea sabida porque los culpantes fuesen castigados y la justicia fuese asentada y porque esta claro y notorio que yo no lo hice por otra causa porque cuanto a la pena que al dicho Francisco de Solís se debía dar no hacía al caso que yo jurase que el dicho Francisco de Solís le había dado los dichos azotes al dicho indio ni que se los mandase dar pues ni por eso excusaría de tanta pena dándoselos como mandándose los dar por donde se prueba mi inocencia y lo haber declarado con buena conciencia y no con falsedad siendo tal hacer yo en algo herré será y fue con poco saber creyendo que yo en ello no herraba por así segunda vez aclaré lo que pasaba en el hecho de la verdad por lo cual yo no sería tan merecedor de pena como aquellos que a sabiendas se perjuran creyendo otra cosa en contrario porque susodicho yo en algo fue culpado pues mi intención fue buena y no de herrar se haya conmigo piadosa y templadamente y por lo cual y más necesario el noble oficio de Vuestra Merced imploro y sobre todo se me hecho entero cumplimiento de justicia y las costas pido y presto, cesante y no vacío negando lo por justicia se concluyó. Y así preguntado el dicho escribano en la misma que dicha es el dicho Diego de Alcocer dijo en nombre del dicho Marcos que concluía y concluyó y en cuanto toca a lo del dicho Gonzalo de Niebla que el dicho Gonzalo de
166
L A S A N T I L L A S M A Y O R E S , 1492-1550
Niebla se refiere a su postrero dicho y que en aquel se afirma y aquella es la verdad y así mismo que concluía y concluyó. Y luego el dicho señor Alcalde Mayor dijo que concluía y concluyó aquellos y hubo este dicho pleito por concluso y las razones del por enterradas y dio y pronunció sentencia a prueba en el término de la ley. Y luego incontinenti el dicho señor Alcalde Mayor dijo que él en nombre de la justicia real hizo presentación en este proceso de los dichos del dicho Marcos y Gonzalo con sus contradicciones según y como los dijeron siendo traídos por testigos por parte de la justicia Real contra el alcalde Francisco de Solís sobre la muerte del dicho indio. Y después de lo susodicho sábado veinte y siete días del dicho mes de octubre del dicho año la nona el dicho señor Alcalde Mayor visto la contradicción y vacilación de los dichos Marcos de Cáceres y Gonzalo de Niebla y vista la calidad y condición de sus personas tales que no se deben creer ni admitir por testigos contra persona alguna sin tormento y porque de su oficio quiere que digan sus dichos contra el dicho Francisco de Solís sobre la muerte del dicho Francisquito indio y para saber en cual de sus dichos dijeron la verdad los mandó poner a cuestión de tormento y que sea dado en la forma acostumbrada. Luego, incontinenti, el dicho señor Alcalde Mayor requirió al dicho Gonzalo porque le quiere dar tormento por testigo por razón de sus vacilaciones y contradicciones como arriba dicho tiene que le requiere que le diga la verdad de lo que sabe de este hecho sobre que es traído por testigo contra Francisco de Solís so protestación que le hace que si por no la decir en el tormento le viniere muerte o lesión o perdimiento de miembro alguno sea a se cargo y culpa no al suyo pidiolo por testimonio. Y luego el dicho señor Alcalde Mayor mandó desnudar al dicho Gonzalo de Niebla y fue desnudo y le mandó atar los brazos Alonso Sánchez Moreno carcelero de la dicha villa de Santiago estando así atados los brazos el dicho Gonzalo el dicho señor Alcalde Mayor recibió juramento en forma de derecho del dicho Gonzalo de Niebla por testigo el cual dicho Gonzalo de Niebla por virtud del dicho juramento prometió de decir verdad de lo que supiese e fuese preguntado y si cuando preguntado cerca de este hecho dijo que este testigo vino a esta villa por mandado de García de Paredes sin amo para llevar cierto maíz a las minas y que un mozo del dicho Solís lo fue a llamar por su mandado que fuese a la cárcel donde estaba y que este testigo fue a la cárcel a ver que quería el dicho Solís y que como llegó el dicho Solís le dijo le dijo Gonzalo no te acuerdas del indio que se trajo a la estancia que tu lo azotaste que lo trajo Valdovinos y que este testigo le dijo que si acordaba y que entonces el dicho Solís le dijo pues acá que has de ser testigo de ello y que después de los susodicho que desde a dos días vino Marcos de Cáceres a este testigo y le dijo Gonzalo no te acuerdas de este indio que azotaste que lo llevamos a la cocina y comió y que después que como lo llevamos al bohío del
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE SOLÍS..
167
capitán y le dimos aceite y no viste el azada que sacaron y lleváronlo a enterrar y que este testigo dijo que si acordaba y que se siguió por aquello que los dichos Solís y Marcos le dijeron y que aunque él dijo que lo azotó al dicho Francisquito y que se murió que la verdad es que el nunca le azotó salvo a un otro indio de García de Paredes que se decía Diego que había buenos días que este testigo le había azotado por mandado del dicho Solís en la dicha estancia de Esperanza y porque este testigo nunca vio azotar ni morir al dicho Francisquito salvo que oyó decir que había muerto un indio en la dicha estancia esperanza este testigo fue incitado por el dicho Marcos para que dijese su dicho diciéndole que no se fuese hasta decir su dicho sino que irían por el a su costa y que este testigo en aquel temor no se fue y esperó a decir su dicho. Y luego el dicho señor Alcalde Mayor mandó que le fuese leído delante su dicho primero y segundo y siendo leído delante el primer dicho dijo que es la mayor mentira del mundo que el diablo se le revistió en las tripas y se lo hizo decir y que la verdad es lo que dijo en su segundo dicho. Y luego el dicho señor Alcalde Mayor visto el dicho y posición que ahora el dicho Gonzalo ha dicho por testigo y visto el segundo dicho que primero dijo que conforme con este ahora dijo por donde parece que es verosímil y que ha dicho la verdad y visto que es hombre lisiado y flaco y mal dispuesto le mandó desatar los brazos. Y luego incontinenti el dicho señor Alcalde Mayor dijo al dicho Marcos Pérez que por le querer dar tormento por testigo vistas sus vacilaciones y contradicciones que dijo en su primer y segundo dicho y para saber la verdad de este hecho que le requería y requirió que le dijese la verdad con presentación que le hizo que si por no la decir en el tormento muriere o perdiere algún miembro que sea a su culpa y no a la suya. Y luego incontinenti el dicho señor Alcalde Mayor mandó desnudar en cueros al dicho Marcos Pérez y bajada la camisa y mandó Alonso Sánchez carcelero de esta dicha villa que le atase los brazos con un cordel y estando así atado el dicho Alcalde Mayor presentó al dicho Marcos Pérez en que manera había pasado la muerte del dicho indio sobre que fue presentado por testigo del cual recibió juramento en forma de derecho por virtud del cual el dicho Marcos Pérez dijo que es verdad que el dicho indio según depuso en el primer dicho que dijo que se llamaba Gasparico que ahora dicen que se llama Francisquito y que lo trajo a Esperanza Cristóbal Valdovinos y dijo que lo azotó Solís o Gonzalo de Niebla que no se acuerda cual de ellos y que después de azotado el dicho indio lo enviaron a la cocina y que este testigo dio carne y cazabi a una india cocinera que no se acuerda si era Catalina o otra para que le diese al dicho indio pero que no sabe si lo comió o no y que a la media noche se levantó Francisco Chocarrero al dicho indio que se quejaba y que este testigo se levantó y lo hallaron echado sobre la ceniza al fuego y lo levantaron de allí y lo echaron en una hamaca en la cocina y allí se estuvo hasta otro día que lo llevaron al bohío del capitán en el cual el dicho indio
168
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
estuvo más tres o cuatro días y que en el día que lo llevaron al bohío del capitán y le dieron a beber aceite este testigo y el dicho Francisco Valdovinos y que estaba presente el dicho Solís pensando que había tomado yuca para que la lanzase y decían las indias que estaban allí en casa que había tomado yuca y que el dicho indio murió desde a tres o cuatro días que lo azotaron y que dieron una azada a unos indios para que lo enterrasen y que lo llevaron a enterrar hacia el río y que el dicho Cristóbal Valdovinos le dijo delante de todos que el dicho indio se le echaba por el camino y creía que lo tomaba él enemigo y que este testigo le atentó al dicho indio antes que le azotasen y que le halló que tenía calentura. Fue preguntado por el dicho señor Alcalde Mayor si hubo llamado a Gonzalo de Niebla para decir su dicho en esta ciudad y si lo trajo el a juntar, dijo ante el dicho señor Alcalde Mayor fue a casa de Villegas que es la casa do pasaba Solís su amo y que halló allí al dicho Gonzalo y que el dicho Gonzalo dijo a este testigo que habéis jurado y que este testigo le dijo todo lo que había jurado y de la manera que lo había dicho y que el dicho Gonzalo dijo no sabéis vos como lo trajeron y lo ataron que mandó Solís a mi que lo azotase y que este testigo le dijo como le azotasen y que el dicho Gonzalo le dijo que el dicho Solís le había mandado que lo azotase y que lo azotó y dio seis o siete azotes y que este testigo dijo al dicho Gonzalo de la manera que había dicho su dicho y lo que había dicho su dicho y lo que había dicho al dicho Gonzalo que así lo dijo al dicho Solís. Y luego, incontinenti, el dicho señor Alcalde Mayor mandó a dicho Alonso Sánchez carcelero que tendiese en una estaca de palo al dicho Marcos y así tendido le hizo atar los brazos con ciertas vueltas de cordeles y la dicha estaca de una parte y de otra de ambos brazos y así mismo le mandó ligar y atar las piernas a la dicha estaca con ciertas vueltas de cordel y estando así atado de brazos y piernas en la dicha estaca le f u e luego puesta una tora mojada sobre la boca el dicho Marcos de Aguilar y teniéndola así puesto el dicho Alonso Sánchez. Y luego, por mandado del dicho señor Alcalde Mayor le fueron dados un jarrillo de agua. Y luego, el dicho Marcos le dijo que diría la verdad y fuele quitada la tora por mandado del dicho señor Alcalde Mayor y estando quitada dijo que no sabía que se dijese. Y luego, el dicho señor Alcalde Mayor le mandó tornar a poner la tora y le hizo dar un medio jarrillo de agua y dijo que quería decir la verdad, fuele tirada la tora por mandado del dicho señor Alcalde Mayor, dijo que no sabía que se decir que ya había dicho la verdad. Y luego, el dicho señor Alcalde Mayor le tornó a mandar poner la tora y le dio otro medio jarrillo de agua, dijo que quería decir la verdad y dijo que aquello que había dicho es la verdad salvo en lo de Gonzalo que no se acuerda bien.
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE SOLÍS.
169
Luego, el dicho señor Alcalde Mayor le hizo tornar a poner la tora y dar otro jarrillo de agua, dijo que quería decir la verdad. Fuele tirada la tora y dijo que es verdad que trajeron al dicho indio y como lo azotaron y enterraron como dicho tiene y que andaba dando golpes por allí y rabiaba después que lo azotaron y murió de aquello que no sabe si de los azotes o si del mal. Y luego, el dicho señor Alcalde Mayor le mandó volver a poner la tora y dar otro jarrillo de agua y luego el dicho Marcos dijo que le tirasen la tora que el diría la verdad como Dios es verdad, fuele tirada la dicha tora y dijo que cuando este testigo fue de acá de decir su dicho el dicho Solís le preguntó que es lo que había jurado y que este testigo se lo dijo y como había dicho que el dicho Solís le dijo no te acuerdas tu que lo azotó Gonzalo y que con esto que le dijo el dicho Solís por un cabo y Gonzalo por el otro le hicieron decir lo que dijo y varió a la postre en su dicho y que la verdad es que el dicho Solís lo azotó y que murió el dicho indio no el día que le azotaron ni otro sino otro. Y luego, el dicho señor Alcalde Mayor no habiendo por acabado el dicho tormento porque parece que el dicho Marcos estaba algo d e s m a y a d o lo mandó desatar del dicho tormento. Y después de lo suso dicho Lunes nona veinte y nueve días del mes de octubre y del dicho año ante el dicho Señor Alcalde Mayor pareció el dicho Diego de Alcocer en nombre del dicho Marcos de Cáceres y sin parte presentó este escrito que se sigue: Noble y muy virtuoso señor licenciado Marcos de Aguilar, Alcalde Mayor en esta isla y Tierra Firme por el ilustre y muy Magnífico Señor don Diego Colón, Almirante, Visorrey y Gobernador de esta isla y de las Islas y Tierra Firme del mar océano, Marcos, criado de Francisco de Solís, preso que estoy en esta cárcel pública parezco ante Vuestra Merced en aquella manera que mejor puedo y de derecho a lo ser alegando de mi derecho en auto público en que Vuestra Merced hizo contra mil cabeza de proceso y procede diciendo yo haberme por contrariado en mi dicho el afirmándome en todo lo por mi dicho y alegado en la dicha causa, digo y pongo yo ser hijosdalgo y de solar conocido y que según las leyes y fuero de España Vuestra Merced no puede ni debe proceder contra mi por la vía y forma que procede y estoy presto y aparejado de pronunciar mi hidalguía en aquella manera que las leyes y ordenamientos mandan que se pruebe porque a los hijosdalgo les eran guardadas sus exenciones, libertades y privilegios de que deben gozar porque pido a Vuestra Merced me reciba la prueba de lo susodicho y me guarde la dicha libertad y privilegio de los hijosdalgo así en el proceder como en el sentenciar en esta causa, lo cual pido y requiero a Vuestra Merced en la mejor vía y forma que puedo y de derecho a lo ser y juro a Dios y a esta señal de la Cruz que esto yo no lo alego por dilatar sino porque en la verdad es así y que yo soy hijosdalgo según tengo dicho. Otrosí señor, por cuanto los números de los testigos de que me entiendo aprovechar están en la villa de San Juan de la M a g u a n a y en otras partes
170
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
fuera del término de esta dicha villa pido a Vuestra Merced que después de recibido a prueba de lo susodicho me mande dar término convenible y su número de receptoría para que sean tomados los dichos de los testigos que nombrare para lo cual todo que dicho es el noble oficio de Vuestra Merced imploro y se me hecho entero cumplimiento de justicia. Y así presentado el dicho escrito en la manera que dicho es el dicho señor Alcalde Mayor dijo que sin pedimiento alguno el ha por bien que pruebe lo que dice que le traiga testigos sobre ello y que hará lo que sea justicia. Por la culpa que de este proceso resulta y parece contra Gonzalo de Niebla preso y vistos sus dichos y disposiciones sus contradicciones y variaciones hechos en este proceso en el cual fue recibido por testigo por parte de la Justicia Real contra Francisco de Solís, alcalde ordinario, sobre la muerte de Francisquito indio por donde parece que confiesa el dicho Gonzalo haber jurado falso acatando que es menor de veinte y cinco años según parece por su aspecto y que está enfermo y lisiado de bubas habiéndome en el piadosamente fallo que lo debo de condenar y condeno a que sea caballero en un asno con una soga a la garganta atadas las manos y sea traído por las calles públicas acostumbradas por las cuales les sean dados cien azotes y le sea puesta una mordaza en la lengua desde al dicha cárcel hasta que lo vuelva a ella y condenole más en las costas de este proceso cuya tasación en mi recibo y por esta mi definitiva sentencia juzgando así lo pronuncio cuando en estos escritos y por ellos el licenciado Aguilar. Dio y pronunció esta dicha sentencia el dicho señor Alcalde Mayor lunes veinte y nueve días del mes de octubre de quinientos y nueve años a la audiencia de la nona en faz del dicho Gonzalo y de Diego de Alcocer su curador estando dentro en la cárcel pública de esta dicha villa. Testigos el licenciado Juan Carrillo Alcalde Mayor y Francisco de Molina su escribano y Francisco de Solís y Gonzalo de Villegas, vecinos de esta ciudad, y Mateo Sánchez, criado del dicho Señor Alcalde Mayor. Y luego, incontinenti, el dicho señor Alcalde Mayor mandó dar y dio su mandamiento para Francisco Gorricio alguacil de esta dicha villa para que ejecutase la dicha sentencia según que en ella se contiene el cual dicho mandamiento le fue dado en forma. Y después de lo susodicho martes en la tarde treinta días del mes de octubre del dicho año el dicho Alguacil Francisco Gorricio por virtud del dicho mandamiento ejecutó e hizo ejecutar la dicha sentencia en el dicho Gonzalo de Niebla públicamente en público pasando por las calles acostumbradas de esta dicha villa siendo pregonero que pregonan Alonso Sánchez, pregonero y carcelero de ella, y un indio que lo azotó como en ella se contiene Esteban de la Roca, escribano. Y después de lo susodicho viernes diez y ocho días del mes de enero de mil y quinientos y diez años a la tercera el dicho señor teniente por ser mejor informado de la verdad recibió juramento en forma de derecho de su oficio
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE SOLIS.
171
de Francisco de Burgos so virtud del cual le preguntó como había pasado la muerte de Francisquito indio naboría de Francisco de Solís que hubo traído del Marien Cristóbal Valdovinos su criado el cual se había huido: dijo que estando este testigo en la hacienda de Esperanza ante el dicho Francisco de Solís les hizo atar las manos ambas con un hizo a un tirante del dicho bohío y los hizo azotar, no se acuerda si fue lazo o hizo los cuales azotes le daba un m o z o del dicho Francisco de Solís y que aquel, uno de los dos, después murió venía algo flaco y que el dicho Francisco de Solís tiró el azote de las manos al dicho mozo y le dio ciertos azotes diciendo "axura higuerico", el dicho indio diciendo "axura señor" y que le desataron y se sentó luego allí y de allí se fue a la cocina y que luego otro día siguiente el dicho indio adolesció y que hubo india que se dice la mayordoma dijo a este testigo y a otros y al dicho Francisco de Solís que el dicho indio era bellaco y que decía que había de tomar hierbas y que luego aquella noche comenzó el dicho indio a dar gritos y este testigo se levantó y halló al dicho indio en el suelo tendido cabe el hueso tendido revolcándose que estaba hipando como si le saliese el alma diciendo que le dolía la barriga y este testigo y otros mozos le dieron a beber aceite porque echaba espumarajos creyendo que sanaría y que luego aquella noche murió y que otro día por la mañana le vio sacar del bohío muerto que no sabe donde lo enterraron y que esta es la verdad de lo que sabe so cargo del juramento el cual sirvió Francisco de Burgos. En la villa de Santiago de esta isla Española a veinte y dos días del mes de octubre de mil y quinientos y nueve años, el noble y muy virtuoso señor licenciado Marcos de Aguilar Alcalde Mayor de estas islas y Tierra Firme descubiertas y por descubrir por el ilustre y muy magnífico señor don Diego Colón Almirante, Visorrey y Gobernador de ellas por sus Altezas, hizo parecer ante si a Gaspar Briceño, natural de Arévalo, criado de Juan de Berlanga, vecino de la villa de Puerto de Plata del cual recibió juramento en forma de derecho so virtud del cual le preguntó que declarase y dijese que indios trajo este testigo a Francisco de Solís, vecino de esta villa de Santiago, siendo este testigo alguacil del Campo de esta dicha villa. Dijo este testigo que puede hacer seis meses, poco más o menos, que este testigo fue a casa del cacique Nibrón, por mandado del dicho Solís, por un indio que se decía Guayabax y otro que se decía Antoñico y que este testigo no los halló en casa del dicho Nibrón y que el dicho Nibrón fue a la estancia de Sagredo y los trajo a los dichos dos indios y los entregó a este testigo y este testigo los trajo y entregó al dicho Francisco de Solís aquí en su casa en esta villa. Fue preguntado, si sabe que el dicho Solís azotó o mandó azotar a los dichos indios luego como se los trajeron, dijo que sabe que c o m o este testigo llegó con los dichos indios el dicho Solís m a n d ó a este testigo que atase las manos altas a una tiranta al dicho Guayabax y que este testigo se las ató altas al dicho indio con una cuerda a la dicha tiranta y le dio con un látigo obra de veinte azotes, antes menos más, y que luego le desataron. Fue preguntado, so le corrió san-
172
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
gre de los dichos azotes al dicho indio, dijo que no se le hicieron cardenales. Fue preguntado si sabe que Francisco de Solís mandó a Francisco Chocarrero su criado que tornase azotar al dicho Guayabax y el dicho Francisco le azotó y murió de ello el dicho indio: dijo que lo nom (sic) sabe porque oyó decir Cristóbal de Valdovinos, criado el dicho Solís, que había oído decir a un esclavo de Gonzalo de Villegas, alguacil que fue de esta villa, que el dicho Solís y el dicho Francisco Chocarrero por su mandado tornaron a azotar al dicho indio y que lo al contenido en la pregunta que lo nom sabe(sic) salvo que oyó decir al dicho Sagredo que el dicho indio Guayabax era muerto y que esto es lo que sabe so cargo del juramento que hizo y firmolo de su nombre Gaspar Briceño. Y después de lo susodicho miércoles veinte y cuatro días del dicho mes de octubre y del d el dicho señor Alcalde Mayor hizo parecer ante si Mencía india, criada de Villegas, y siendo intérprete jurado con la firma del dicho Juan de Morales, vecino de dicha villa de Santiago, así preguntar dicha india Mencía que es lo que sabe a cerca de la muerte del dicho indio Guayabax y lo que el dicho Juan de Morales dijo que la dicha india Mencía dijo que sabía es que vio como Gaspar Briceño, alguacil del Campo de esta dicha villa, trajo al dicho indio Guayabax y que decía que lo traía del bohío de Cabrejas, que andaba huido lo trajo aquí a Santiago a casa del dicho Francisco de Solís y que el dicho Francisco de Solís mandó al dicho Gaspar Briceño que el atase al dicho Guayabax las manos altas con un hizo a una tiranta y que le diese de azotes y que el dicho Gaspar Briceño le dio tantos azotes con un cabo de una soga de Castilla que dice que era recia como un palo que le hizo vaciarse al dicho indio y que después de muy azotado que lo hizo desatar y que lo envió a la cocina y que le dio luego calentura al dicho indio que le daban a comer y no quiso y que le tocaron la cabeza y que le daban guaymuros y que no quería comer diciendo que le dolía el corazón. Y que otro día siguiente por la mañana, después de aquella noche que le azotaron al dicho indio el dicho indio se fue con la dicha Mencía que depone al bohío de Villegas y que estuvo allí un día y que como le Restañó el mal de calentura volvió aquel mismo día a la dicha villa de Santiago o que desde a cuatro o cinco días el dicho indio murió y que vinieron unos indios y lo llevaron a echar a la sabana. Fue preguntada si antes o después que el dicho Briceño azotó al dicho Guayabax si le azotó otra persona alguna, dijo que no y esto es lo que el dicho intérprete dijo la dicha india decía so cargo del dicho juramento que hizo y así parece y que la misma india habla razonablemente la lengua castellana. Y luego incontinente este dicho día el dicho señor Alcalde Mayor hizo parecer ante si a Catalina india naboría del dicho Solís por el dicho Juan de Morales intérprete mediante el dicho juramento que de él recibió. Y lo que el dicho intérprete dijo que la dicha india siendo por el preguntada decía es que sabe y vio Gaspar Briceño, alguacil del campo, trajo al dicho indio Guaya-
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE SOLÍS..
173
bax que andaba huido y que el dicho Guayabax venía flaco y que el dicho Solís hizo al dicho Gaspar Briceño que atase las manos altas aquellas al alto de la puerta al dicho indio con una cabuya y que hizo que el dicho Gaspar le azotase con unas riendas del caballo y que el dicho Gaspar le dio tantos de azotes que le hizo vaciar las piernas y que le salía de las espaldas sangre de los dichos azotes porque tenía sarna el dicho indio y que el dicho Francisco de Solís tomó después las riendas al dicho Gaspar Briceño y le dio unos ocho azotes el mismo diciéndole "axura higuerito, axura señor" y que le dio dos bofetadas y lo hizo desatar y que el dicho Solís dijo a esta india que después lo llevase a la cocina y le diese de comer y que el dicho indio no quiso comer que decía que le dolía el corazón y que luego vino calentura estuvo en la noche con ella que otro día en la mañana Villegas mandó a los indios que fuesen a su hacienda que está cerca del pueblo a poner maíz y que la dicha M e n c í a testigo antes de estar recibido llevó al dicho Guayabax (sic) a la dicha hacienda del dicho Villegas y que aquella misma noche el dicho Guayabax se vino a la dicha villa y con calentura muy mal y se puso cerca del f u e g o c o m o persona calosfriada(sic) y que nunca quiso comer más que se echó allí en la ceniza por de el fuego y se estuvo allí aquella noche otro día. Y que otro día por la mañana que fue el cuarto día murió el dicho indio del dicho mal y que lo llevaron ciertos indios y un cristiano a la cabaña el dicho Solís los mandó que lo llevasen a enterrar y que no sabe si lo enterraron o no y que al tiempo que lo azotaron el dicho indio estaba allí el dicho Solís y Francisco Chocarrero y el decía no le deis más señor no le deis más para que se ensucia y que todavía el dicho Solís le daba diciendo "Axura higuerito, axura señor" hasta que lo hizo desatar como dicho tiene y que esta es la verdad y lo que la dicha india y el dicho interprete dijo que decía so cargo del juramento que hizo y así parece en verdad porque la dicha india es algo ladina de manera que claramente se entendía todo lo que dijo. Y luego incontinenti el dicho señor Alcalde Mayor hizo traer ante él a Sebastianico indio criado y naboría del dicho Solís y estando delante el dicho Juan de Morales, intérprete, siendo preguntado el dicho cerca del caso en lengua castellana claramente depuso y dijo que vio que se halló presente al tiempo que el Gaspar Briceño trajo al dicho indio Guayabax y que el dicho Francisco de Solís mandó al dicho Gaspar que le atase las manos altas con un hizo al umbral alto de la puerta y que estando atado el dicho Solís envió a este testigo a llamar a Juan Barba y cuando tornó halló que estaba desatando las manos al dicho indio y que estaba todo ensuciado y que le salía sangre de las nalgas y que vio a Francisco "el loco" tener un látigo de caballo en la m a n o y que Antoñico, otro indio que el dicho Briceño trajo con el dicho Guayabax, le dijo a este testigo que el dicho Gaspar Briceño le había azotado y que después de desatado lo llevaron a la cocina y que el dicho Solís mandó que le diesen de comer y que Catalina india le daba a comer y que probaba a comer que no sabe si comía o no y que luego le dio al dicho indio calentura y
174
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
que luego otro día por la mañana por mandado de Villegas, lo llevó Mencía india al conuco a poner maíz y que aquella noche se volvió muy malo y que se echó allí par del fuego con calentura y no quiso comer y que desde a tres o cuatro días se murió el dicho indio echado en una tabla y que el dicho Solís mandó llevarlo a enterrar y que no sabe si lo enterraron o si lo echaron en la sabana y que esto es lo que sabe de este hecho y dijo que este testigo es cristiano y bautizado. Fue preguntado el dicho intérprete por la séptima pregunta dijo que no sabe en ella cosa alguna de lo contenido. Y después de lo suso dicho en la dicha villa de Santiago de esta isla Española miércoles veinte y cuatro días del mes de octubre, año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil quinientos y nueve añosa la audiencia de la nona ei dicho señor licenciado Marcos de Águilar Alcalde Mayor de estas islas y Tierra Firme del mar océano descubiertas y por descubrir por el ilustre y muy magnífico señor don Diego Colón, Almirante, Visorrey y Gobernador de las dichas islas y Tierra Firme por el rey y por la reina nuestros señores: dijo que por cuanto a su noticia es venido que Francisco de Solís, alcalde ordinario de esta dicha villa, teniendo por sus naborías a Francisquito y a Guabayax indios porque se le fueron y ausentaron cuando fueron traídos les mandó dar y dio por sus manos tantos y tales azotes que murieron de ellos especialmente el dicho Francisquito indio en su hacienda de Esperanza lo azotó puede haber siete meses poco más o menos tiempo y luego otro día siguiente renació muerto de los dichos azotes y lo mandó enterrar cabe un río y el dicho Guayabax que fue azotado en las casas de su morada puede haber seis meses poco más o menos por él y por su mandado le corrió mucha sangre y se ensució de ellos de los cuales azotes murió desde a tres o cuatro días y lo echaron por su mandado en la sabana de esta dicha villa y por haber azotado en tal manera a los dichos indios que murieron de los dichos azotes el dicho Francisco de Solís cometió delito grave y merecía ser punido y castigado en razón de lo cual dijo que quería proceder contra el dicho Francisco de Solís según hallare por dicho y hacía e hizo cabeza de proceso contra él y hacer lo que fuese justicia y mandóle dar traslado de ella y que responda en todo el día en apercibimiento que a su respuesta o sin ella había desde ahora para entonces este pleito por concluso. Y luego este dicho día fue notificada esta dicha cabeza de proceso en persona al dicho Francisco de Solís preso y dado traslado de ella y hecho el apercibimiento en ella contenido testigos Francisco de Campo, vecino de Lares, y Diego de Alcocer y Gonzalo de Villegas. Y después de lo susodicho jueves nona veinte y cinco días del mes de octubre del dicho año ante el dicho señor Alcalde M a y o r pareció Diego de Alcocer en nombre y c o m o procurador especial que es del dicho Francisco de Solís para la prosecución de la presente causa de cuyo poder yo el dicho escribano doy fe que se lo otorgó hoy dicho día ante mi en presencia de Francisco de Campo y de Gonzalo de Villegas por testigos y presentó este escrito que se sigue:
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE S O L I S . .
175
Noble y muy virtuoso señor licenciado Marcos de Aguilar, Alcalde Mayor en estas islas y Tierra Firme, por el muy magnífico señor don Diego Colón Almirante, Visorrey y Gobernador de esta isla y de las islas y Tierra Firme del mar océano Francisco de Solís, alcalde y vecino de esta villa de Santiago, preso que estoy en esta cárcel pública parezco ante Vuestra Merced en la mejor forma y manera que puedo y de derecho a lo ser respondiendo a la cabeza de proceso que por Vuestra Merced contra mi fue hecha en la cual en efecto se contiene yo haber azotado dos indios mis naborías y que de los dichos azotes se habían muerto por lo cual dice yo debo ser castigado lo cual todo más largamente en la dicha cabeza de proceso se contiene cuyo tenor habido aquí por repetido digo que la niego en todo y por todo según y como en ella se contiene porque sabrá Vuestra Merced que la verdad de lo que pasa sobre este caso es que puede haber seis o siete meses poco más o menos que el alguacil que era del campo a vueltas de otros indios de los que se habían ausentado algunos cristianos me trajo un indio mío que se llamaba Francisquito y me lo dio estando en una hacienda mía que es en Esperanza el cual dicho indio había muchos días que andaba ausentado sin querer estar en la dicha mi hacienda y yo por le castigar y porque asegurase mandé a un mozo que allí estaba que se dice Gonzalo de Niebla que le diese media docena de azotes el cual se los dio con un látigo de la silla de mi caballo bien templada y moderadamente y no se hallará por verdad el dicho indio había muerto de los susodichos azotes ni tal es de creer pues no le salió sangre ni hubo herida alguna y después de le haber dado los susodichos azotes el dicho indio vivió y estuvo bueno y si después se murió sería de su dolencia como la muerte sea natural a todos y el dicho indio tenía una dolencia que echaba espumarajos por la boca y hacía vascas quejándose del corazón y es de creer que murió en la dicha dolencia y no de los azotes cuanto más que no es de. creer ni yo tuve ánimo de matar al dicho indio ni tal dichos que era ni mi intención sea de le mandar castigar sino como se suele y acostumbra a hacer en esta isla a los indios que no quieren servir a las personas a quien se encomiendan y el castigo fue moderado y lícito en caso permitido sin que se excediese el modo de castigo así que no es hecho punible aunque de ello hubiese muerto, lo que niego y en lo demás contenido en la dicha cabeza de proceso yo haber muerto el dicho indio Guayabax que murió desde a tres o cuatro meses días de los dichos azotes digo que lo niego y la verdad de estos es que yo le mandé dar ciertos azotes porque era bellaco que no quería reposar en mi casa ni en las minas y huía y se ausentaba lo cual hice porque le dicho indio castigase y el castigo fue moderado y después de esto el dicho indio estuvo bueno y sano más de tres o cuatro meses trabajando con Gonzalo de Villegas en los conucos y aquí en el pueblo en un bohío y después adolesció y yo le mandé curar y plugo a Dios que el dicho indio muriese y así murió de su dolencia y no de los azotes. Y si ahora dicen que el dicho indio murió de los azotes es por que haya Vuestra Merced por verdad que estos indios aunque mueran
176
L A S A N T I L L A S MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
desde a dos o tres años que les hayan dado una bofetada o comido algunas cosas de los mantenimientos de Castilla echarán que murió de aquello y así lo cree y lo tiene por abusión por lo cual todo que dicho tengo esta claro y notorio y de no haber sido en culpa de la suerte de sus dolencias como Dios quiso y no de otra manera. Porque pido a Vuestra Merced me absuelva de la instancia de su juicio y me de por libre y quito de lo contenido en la dicha cabeza de proceso pronunciando yo no haber sido en culpa alguna cerca de lo susodicho. Por lo cual y más necesario el noble oficio de Vuestra Merced imploro ser me hecho entero c u m p l i m i e n t o de justicia y las costas pido y protesto y cesante y no vacío negando lo perjudicial concluyó el bachiller Prado. Y así preguntado el dicho escrito en la manera que dicho es el dicho Diego de Alcocer dijo en el dicho nombre que concluía y concluyó. Y luego el dicho señor Alcalde Mayor así mismo dijo que concluía y concluyó con lo que hubo este pleito por concluso las razones de él por enterradas y dio sentencia a prueba en el cual término de la ley. Después de lo susodicho este dicho día el dicho señor Alcalde Mayor dijo que mandaba y mandó a Francisco de Solís, vecino y alcalde de esta dicha villa, que tenga por cárcel toda la casa y cuadra de cabildo y cárcel y que pueda andar y estar en ella sin prisión en tanto que de fianzas que tendrá y guardara la dicha carceleria y que no la quebrantará ni saldrá de la dicha casa y prisión en sus pies ni ajenos so pena de mil castellanos de oro para la cámara y fisco del Rey y de la Reina nuestros señores en la cual pena lo contrario haciendo lo ha por condenado desde ahora que diese fianzas de ello. Y después de los susodicho este dicho día el dicho Francisco de Solís se obligó por si y por sus bienes de tener y guardar y cumplir la dicha carceleria según y por la forma y manera que en el auto y mando del dicho señor alcalde mayor de suso contenido se contiene y so la pena de los dichos mil castellanos de oro en el dicho auto contenida y dio luego incontinente por su fiador a Juan Castillo vecino de la dicha villa de Santiago, el cual e s t a n d o presente se obligó por su fiador en la dicha carcelería y se constituyó por su carcelero comenzariese y que el dicho Francisco de Solís no quebrantare la dicha carcelería antes la guardara y cumplirá y que si la quebrantare que pagará por si y por sus bienes los dichos mil castellanos de oro para la dicha cámara y fisco de pena(sic) y para ello renunció la ley de sanamente de "fide in soribus" y todas las otras leyes en contrario hacientes testigos que fueron presentes Gonzalo de Villegas de esta dicha villa, Juan Carrillo, Francisco de Solís. Y después de lo susodicho viernes tarde de veinte y seis días del dicho mes de octubre y del dicho año el dicho señor alcalde mayor en nombre de la justicia real presentó por testigos a Cristóbal de Valdovinos, testigo recibido en la sumaria información del cual recibió juramento en forma de derecho y siendo preguntado en razón de lo contenido en la dicha cabeza de proceso
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE S O L ( S .
177
d i j o que ya hubo dicho su dicho en esta causa pidió que le fuese mostrado, fuele mostrado por mi el dicho escribano y leído delante, d i j o que se afirmaba y a f i r m ó en él en todo y por todo según que en él se contiene y que lo en él contenido es la verdad y lo que de este hecho sabe para el juramento que hizo. Y después de lo suso dicho, sábado, veinte y siete días del dicho mes y del dicho año el dicho señor A l c a l d e M a y o r hizo parecer ante si a Escobar indio naboría de Solís y estando presentes por intérpretes Luis de Sanabria, criado de Francisco de Barrasa, A l o n s o Delgado, criado del bachiller Juan de Becerra, de los cuales recibió juramento en forma de derecho sobre la declaración y deposición del dicho indio Escobar mandó a los dichos intérpretes que le preguntasen que en que manera había pasado la muerte del dicho Francisquito y siendo preguntado d i j o que ya había d i c h o l o que sabía y f u e l e dicho por los dichos intérpretes su dicho que hubo dicho en esta causa paso a paso y cosa por cosa según que se contiene y dijeron los dichos intérpretes que el dicho Escobar decía y d i j o que así era la verdad c o m o lo había dicho en su primer dicho y que en e l l o se afirmaba y afirmó y que no quería mal al dicho Solís. Y luego, el d i c h o señor A l c a l d e M a y o r mandó a los dichos intérpretes que preguntasen a Sebastianico indio naboría del dicho Solís cerca del caso y habiéndole preguntado los dichos intérpretes dijeron que el dicho Sebastianic o decía que ya hubo dicho lo que sabía, fuele tornado por los dichos intérpretes a decir su dicho pasó por paso c o m o el lo hubo dicho y declarado siénd o l e d i c h o d i j o que aquella era la verdad y que en a q u e l l o se a f i r m a b a y afirmó y que no se le acordaba otra cosa ni tenía que añadir ni disminuir. Fue preguntado por los dichos intérpretes si quiere mal al dicho Solís, d i j o que no y que le quiere bien. Y luego, incontinenti el dicho señor A l c a l d e M a y o r hizo que los dichos intérpretes preguntasen a M e n c í a india naboría de Villegas cerca del caso los cuales dichos intérpretes habiéndole preguntado a la dicha M e n c í a d i j o que ya había dicho lo que sabía, fuele mostrado y dicho y declarado su dicho por los dichos intérpretes paso a paso, c o m o en el se contiene, d i j o que se acuerda que sangraron al dicho indio y cuanto toca al tiempo que v i v i ó el dicho Guayabax después que lo azotaron que no se acuerda bien y que todo lo otro contenido. Y dicho su primer dicho es verdad según que en él se contiene en el cual dicho que se ratifican y ratificó. Y luego, incontinenti el dicho al señor A l c a l d e M a y o r hizo que los dichos intérpretes preguntasen a Catalina india del dicho Solís cerca del caso d i j o que ya hubo dicho lo que sabía. Fuele declarado y dicho su dicho que hubo dicho paso por paso c o m o en él se contiene y d i j o que es verdad lo contenido en el d i c h o su primer d i c h o y que se afirmaba y a f i r m ó en él salvo q u e en cuanto toca a la calentura cuando dio al dicho Guayabax d i j o que f u e en el conuco del dicho Villegas luego otro día siguiente después que lo azotaron y no el m i s m o día que lo azotaron, que el d i c h o Guayabax c o m i ó pero muy
178
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
poquito y q u e esta es la verdad en la cual y en todo lo d e m á s c o n t e n i d o en el dicho su dicho dijo q u e se ratifican y ratificó. F u e preguntada, si quiere mal al d i c h o Solís, dijo q u e no y q u e esto es lo q u e los d i c h o s indios los dichos intérpretes dijeron q u e decían y q u e esta es la verdad so cargo del dicho juram e n t o q u e hicieron. Y así p a r e c i ó c l a r a m e n t e por los d i c h o s S e b a s t i a n i c o , M e n c i a , Catalina p o r q u e lo m i s m o dijeron en lengua castellana q u e son ladinos. Y d e s p u é s de lo s u s o d i c h o , viernes, veinte y tres días del d i c h o m e s de o c t u b r e del d i c h o a ñ o ante el d i c h o s e ñ o r A l c a l d e M a y o r p a r e c i ó el d i c h o Diego de Alcocer en el dicho n o m b r e y presentó un escrito de interrogatorio q u e está delante con su probanza y presentó por testigos a Juan Barna y Pero S á n c h e z B a r b e r o los cuales juraron y lo que los dichos testigos dijeron es lo siguiente: M u y virtuoso señor por los artículos y preguntas siguientes sean preguntados los testigos q u e son o fueren preguntados por mi Francisco de Solís en razón de una cabeza de proceso que contra mi por Vuestra M e r c e d fue hecha. 1 . - P r i m e r a m e n t e sean preguntados los dichos testigos si conocían a mi el dicho Francisco de Solís alcalde en esta villa de Santiago. 2.-Item, si saben creen o vieron o oyeron decir q u e p u e d e h a b e r siete u o c h o meses, p o c o m á s o menos, q u e yo m a n d é dar media docena de azotes a un indio m í o q u e se llamaba G u a y a b a x los cuales m o d e r a d a m e n t e y templad a m e n t e y tales q u e de ellos no se presumiría q u e ningún mal le viniese por f u e r o de la prima que se suele dar a otros indios que los castigan porque son bellacos y no quieren servir. 3.-Otrosí, si saben, y creen que después de haber d a d o los dichos azotes al dicho indio desde a tres o cuatro meses anduvo labrando b u e n o y sano en los c o n u c o s en un b o h í o con los otros indios q u e así a n d a b a n t r a b a j a n d o y q u e los traía G o n z a l o de Villegas. 4.-Item Si saben q u e después de pasado el dicho t i e m p o de los dichos tres o cuatro meses que el dicho indio adolesció y yo le hice traer a mi posada lo hice s a n g r a r y c u r a r y p l u g o a D i o s q u e m u r i ó d e a q u e l l a d o l e n c i a c o m o hacen otros indios. 5.-Item, si saben que todo lo susodicho y cada una cosa y parte de ello es pública voz y fama. Juan Bara, vecino de esta dicha villa testigo presentado a la dicha razón y r e c i b i d o j u r a d o y s i e n d o p r e s e n t a d o por la general p r e g u n t a d i j o q u e n o es pariente del dicho Francisco de Solís ni le quiere mal ni fue avisado ni soborn a d o para decir su dicho en esta causa y q u e querría que venciese esta causa quien tuviere justicia y q u e p u e d e haber cincuenta años p o c o m á s o menos. 1 .-A la primera pregunta dijo que c o n o c e al dicho Francisco de Solís. 2.-A la segunda pregunta dijo que la non sabe (sic). 3.-A la tercera p r e g u n t a dijo q u e p u e d e h a b e r c i n c o o seis m e s e s q u e el dicho indio estuvo haciendo algo en la hacienda del dicho G o n z a l o de Ville-
E I . PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE SOLÍS.
179
gas q u e está j u n t o con la hacienda de este testigo y q u e de cuantos indios el dicho Villegas allí traía no trabajaba n i n g u n o mejor que él y este testigo se lo loaba m u c h o al d i c h o Villegas y q u e en c u a n t o toca a los dichos azotes q u e este testigo no sabe ni vio ni oyó c u a n d o f u e azotado el dicho indio ni si f u e antes o después de la labranza en la dicha hacienda. 4 . - A la cuarta pregunta dijo que la non sabe. 5.-A la quinta pregunta dijo que la non sabe. 6 . - A la sexta pregunta dijo que dice lo q u e dicho ha y que esta es la verdad para el j u r a m e n t o que hizo y firmolo de su n o m b r e Juan Barna. P e d r o S á n c h e z Barbero, vecino de esta dicha villa, testigo preguntado en la d i c h a razón j u r a d o y p r e g u n t a d o . S i e n d o p r e g u n t a d o p o r la general pregunta dijo q u e no es pariente ni criado ni p a n i a g u a d o de n i n g u n o de los Solís d i c h o s ni les quiere mal ni fue avisado ni s o b o r n a d o para decir su dicho en esta causa y q u e querría q u e venciese quien tuviere justicia y q u e ha cuarenta y cinco años poco más o menos. 1 .-A la primera pregunta del dicho interrogatorio dijo q u e c o n o c e a Francisco de Solís. 2.-A la segunda pregunta dijo que la non sabe. 3.-A la tercera pregunta dijo q u e la non sabe. 4 . - A la cuarta pregunta dijo que es verdad que llamaron a este dicho testigo para sangrar un indio del dicho Solís pero que no se acuerda si le sangró ni q u e indio era. 5.-A la quinta pregunta dijo que la non sabe. 6.-A la sexta pregunta dijo que dice lo q u e dicho ha y que esta es la verdad so cargo del j u r a m e n t o que hizo y q u e no se acuerda de más y firmolo de su n o m b r e Pero Sánchez. Y d e s p u é s de lo s u s o d i c h o en la villa de S a n t o D o m i n g o del p u e r t o de esta isla E s p a ñ o l a a dos días del m e s de m a y o del d i c h o año el d i c h o señor Alcalde M a y o r de su oficio recibió j u r a m e n t o en f o r m a de d e r e c h o de G o n zalo de Villegas vecino de Santiago. Y lo q u e dijo y d e p u s o es lo siguiente: 1.-Gonzalo de Villegas vecino de la villa de Santiago, testigo presentado recibido y j u r a d o en la dicha razón dijo a la primera pregunta que c o n o c e al dicho Francisco de Solís de dos años a esta parte p o c o m á s o menos. P r e g u n t a d o por las generales preguntas dijo que no es pariente del dicho Francisco de Solís ni m e n o s fue avisado ni sobornado para decir su dicho en esta c a u s a y q u e q u e r r í a q u e v e n c i e s e q u i e n h u b i e s e j u s t i c i a y q u e p u e d e haber este testigo veinte y seis años p o c o más o menos. 2.-A la segunda pregunta dijo q u e puede haber quince meses p o c o más o menos q u e vio todo lo c o n t e n i d o en esta pregunta c o m o en ella se contiene. P r e g u n t a d o c o m o lo vio o sabe d i j o q u e p o r q u e se halló p r e s e n t e al t i e m p o que trajo G a s p a r alguacil del c a m p o al d i c h o G u a y a b a x y a otro q u e se llam a b a A n t o ñ i c o de la e s t a n c i a de S a g r e d o q u e e s t a b a n allá h u i d o s p o r q u e m o r a b a en su c a s a de e s t e t e s t i g o el d i c h o S o l í s a la s a z ó n le vio dar los
180
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
dichos azotes por mandado del dicho Solís el dicho Gaspar que pudieron ser ocho o diez poco más o menos desnudo y las manos atadas a un hizo alto y que le fueron dados los dichos azotes templadamente de manera que este testigo no cree que el dicho Guayabax peligrase de ello 3.-A la tercera pregunta dijo que la sabe como en ella se contiene, preguntado como lo sabe dijo que porque este testigo le trajo en un conuco que este testigo tenía en compadre de Juan Barba al dicho indio y al dicho Antoñico y a Jorgico y a otros dos que el dicho Solís se los dio que los trajese en su conuco hasta que se hubiesen de ir a las minas y que después que el dicho Solís lo hizo azotar al dicho Guayabax tres meses después poco más o menos le traje este testigo en su conuco como dicho tiene el cual todo aquel tiempo anduvo bueno y sano y trabajaba mejor que ninguno de los otros indios. 4.-A la cuarta pregunta dijo que sabe que el dicho indio adolesció en el dicho conuco y le dieron calenturas y cada noche se venía desde el conuco a dormir a casa y que como le dieron las dichas calenturas este testigo nunca le vio más al dicho indio y le hizo sangrar a un Pero Sánchez, barbero de Santiago, y le hizo curar y hacer todos los beneficios que pudo y porque ensordeció de aquella dolencia le hizo crecer lo hizo venir a maestre Juan cirujano que le curase y le hizo hacer unos emprastos de hierba buena con ciertas cosas para ponerle en las sienes que desde a quince o veinte días que le dieron las dichas calenturas murió de ellas. 5.- A la quinta pregunta dijo que oyó decir a Cristóbal Valdovinos que trayendo al dicho Francisquito de casa de Carvanera, cacique que está cerca de Puerto Real se le echaba por el camino y se revolcaba por el suelo y que echaba espumarajos que parecía que le tomaba el diablo y que un Francisco criado de Juan Gutiérrez de la Cava que lo ayudó a levantar bien cuantas veces por el dicho camino cuando le traía y que todo lo susodicho oyó este testigo al dicho Valdovinos en su casa de este testigo en Santiago después de muerto el indio Francisquito. 6.-A la sexta pregunta dijo que dice lo que dicho ha y que esto es lo que de este hecho sabe para el juramento que hizo. Y después de lo susodicho, sábado nona cuatro de mayo de quinientos y diez años ante el dicho señor Alcalde Mayor y en presencia de mi el dicho escribano y de los testigos de yuso escriptos, pareció Juan García procurador especial para en esta causa del dicho Francisco de Solís cuyo poder esta ante mi el dicho escribano y doy de fe el cual dicho nombre pidió a su merced mandase hacer e hiciese publicación de los testigos y probanzas en este proceso presentados y le mandase dar copia y traslado de ellos. Y luego el dicho señor Alcalde Mayor mandó hacer la dicha publicación y hubo por abiertos y publicados los dichos testigos y principal y le mandó dar traslado de ellos. Y después de lo susodicho martes nona siete días del dicho mes de mayo del dicho año ante el dicho señor Alcalde Mayor pareció el dicho Juan Gar-
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE SOLIS.
181
cía C a b a l l o en el dicho nombre y presentó este escrito de tachas que se sigue: Noble y muy virtuoso señor licenciado Marcos de Aguilar Alcalde Mayor de todas estas islas y Tierra Firme del mar océano por el ilustre y muy magnífico señor don Diego Colón, Almirante, Visorrey y Gobernador de las dichas islas y Tierra Firme por Sus Altezas, Francisco de Solís estante en esta isla ante Vuestra Merced pareció en el pleito criminal que conmigo hay y trata la justicia Real sobre razón de la muerte de los indios que me acudan calumniosamente y digo que a los testigos en la dicha causa presentados por parte de la dicha justicia Vuestra Merced no les debe atribuir fe ni crédito alguno ni los debe admitir en estas causas ante los debe repeler de su juicio por las razones siguientes: Lo primero, porque los dichos testigos contra mi presentados en el dicho proceso de pleito por parte de la dicha justicia no fueron procurados en tiempo ni conforme a derecho contra mi ni para los ver presentar y jurar y conocer yo no f u e llamado ni e m p l a z a d o ni por la sentencia interlocutoria de prueba apercibido en las presentaciones de los testigos se hicieron en la principal causa como se requería y son solos y singulares desórdenes y varios y dan diferentes razones de sus dichos allende de las dar de oídas y de vanas creencias y no certificándolo con cierta sabiduría como se requería y requiere por lo cual sus dichos y deposiciones contra mi no deben de valer ni valen aun queriendo particularmente decir contra los dichos testigos y contra cada uno de ellos. Digo que su dicho y deposición de Cristóbal de Valdovinos, testigo presentado por parte de la dicha justicia, antes y al tiempo que en esta causa dijese su dicho allende de padecer tachas y autos generales susodichos particularmente es hombre pobre y vil y hombre de muy poco seso y juicio y muy liviano que sus cosas que de ligero se cree y desdicen y tal que según quien es de presentirse que quien quiera le haría decir lo que no es por lo cual por poca dádiva que le fuese dada o promesa que le fuese prometida es de él de presumir diría el contrario de la verdad y de su dicho resulta ser perjuro por cuanto dice y testifica Francisco Chocarrero ser muy mozo porque nunca lo fue que de ni ganó soldada jamas por lo cual su dicho no vale y por lo que dicho tengo y sea visto y tenido y comúnmente reputado entre las personas que lo conocen así mismo se perjura el dicho Valdovinos en cuanto dice que murió aquella noche el dicho Francisquito y Gonzalo de Niebla y Marcos Pérez y todos los demás dicen lo contrario. Lo otro porque menos me da pena ni a la justicia real aprovecha sus dichos de pasiones de Marcos Pérez y de Gonzalo de Niebla, testigos presentados por parte de la dicha justicia contra mi porque al dicho tiempo eran perjuros y se perjuraron en esta causa y pleito y por ello fueron infamados y sentenciados criminalmente por ante Vuestra Merced especialmente Gonzalo de Niebla en quien se ejecuto el dicho perjuro y esto allende de padecer las
182
L A S ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
dichas tachas generales y ser varios con los otros testigo y por tales son tenidos y habidos y c o m ú n m e n t e reputados. Ni m e n o s m e da p e n a su d i c h o y d i s p o s i c i ó n de F r a n c i s c o de B u r g o s C h o c a r r e r o y el de A l o n s o de Rivera, interprete de los indios, porque al tiempo son y fueron personas viles y pobres especialmente el dicho Francisco de Burgos C h o c a r r e r o y truhán y por tal le pusieron el n o m b r e F r a n c i s c o C h o carrero haciendo diversas vilezas que a hombres de honra no parece bien q u e a r t i c u l a n d o p r o t e s t ó d e c l a r a r e c h a n d o sus v e r g ü e n z a s de f u e r a . Y el d i c h o A l o n s o de Rivera, lengua, h o m b r e parlero y de p o c a o p i n i ó n y c r é d i t o los cuales Francisco y A l o n s o de Rivera padecen especialmente las dichas tachas a l l e n d e de las s o b r e d i c h a s g e n e r a l e s Y por tales son h a b i d o s y t e n i d o s y, c o m ú n m e n t e reputados. L o otro p o r q u e m e n o s me dañan los dichos y deposiciones de los indios e indias contra mi costa presentadas por parte de la dicha justicia c u y o s n o m bres son: M e n c í a , esclava de G o n z a l o de Villegas, Catalina y Sebastianico y E s c o b a r y Miguelico, naborías del dicho Francisco de Solís porque p a d e c e n las tachas s u s o d i c h a s y discordan según parece por sus dichos p o r q u e u n o s dicen que m u r i ó aquella noche y otros desde a tres o cuatro días. Y Sebastianico dice que fue azotado con un látigo y M e n c í a con una soga de Castilla y C a t a l i n a con unas riendas por lo cual verá Vuestra M e r c e d la falsedad y es causa criminal y ellos son indios esclavos y las más de ellas esclavas y m u j e res no j u r a decir porque no tienen conciencia ni temen a Dios ni c u m p l e n sus m a n d a m i e n t o s ni saben que daño resulta de j u r a r falso y no decir verdad para sus conciencias testimonieros de si m i s m o omitidas y otras m u c h a s diversas tachas que articulando proceso declaran m u c h o s de los cuales castigaba siendo alcalde por e x c e s o s q u e m e decían haber h e c h o q u e lo m e r e c í a n d o n d e resultaba q u e me querían mal y por p o c o odio dicen lo que no es y por tales son habidos y tenidos y c o m ú n m e n t e repuntados. Y lo otro p o r q u e no es de presumir de mi lo q u e ellos dijeron y testificaron ni tal es de mi p r e s u m i r según en venir y la m a n e r a q u e los trataba por ser servidor de sus Altezas y de su justicia y h o m b r e que no es de p r e s u m i r de mi q u e con á n i m o de matar indio ni a nadie los castigase ni excediese el d e b i d o castigo permitido y por tal soy tenido y c o m ú n m e n t e reputado. Porque pido a Vuestra M e r c e d que por el visto lo por mi dicho y alegado contra las personas y dichos de los dichos testigos contra mi presentados por parte de la dicha justicia o por lo más j u s t o de ello deseche y no atribuya fe ni crédito alguno a los dichos testigos ni por sus dichos y deposiciones pron u n c i e sentencia alguna p u e s en sus personas, d i c h o s y d e p o s i c i o n e s p a d e cen las s o b r e d i c h a s tachas por mi contra ellos p u e s t a y si de h e c h o Vuestra M e r c e d los recibiere pues de d e r e c h o no ha lugar y vieren deba de d e r e c h o ser recibo a prueba de las dichas tachas me reciba si a mi d e r e c h o conviniere p o r q u e p o r mi p r o b a d a s todavía Vuestra M e r c e d h a g a en esta c a u s a según por mi está p e d i d o d a n d o por quito de la dicha acusación y cabeza de proce-
E I . PLÍZITO D I L G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DL SOLI'S.
183
so c o n t r a mi h e c h a y p a r a ello el n o b l e o f i c i o de Vuestra M e r c e d i m p l o r o pidiendo sobre todo entero c u m p l i m i e n t o de justicia n e g a n d o lo perjudicial salva prueba de tachas innovación cesante concluyo. Y j u r o a Dios y a esta señal de cruz que estas tachas y objetos contra los dichos testigos, sus deposiciones p o n g o y alego no las alego en á n i m o de los injuriar ni afrentar salvo porque entiendo de lo aprovechar para alzarme entero c u m p l i m i e n t o de justicia, cerca de lo d i c h o c o n t r a mi p o r q u e m e f u e r o n procurados. Y así p r e s e n t a d o el d i c h o escrito de tachas en la m a n e r a q u e antes d i j o que concluía y c o n c l u y ó y pedía ser recibido a prueba de ellas. Y luego el d i c h o s e ñ o r Alcalde M a y o r en n o m b r e de la j u s t i c i a real así m i s m o d i j o q u e concluía y c o n c l u y ó y h u b o este pleito por c o n c l u s o en las razones del por encerradas y asignaba y asignó término para dar en sentencia para luego y dende en adelante para de cada día que forzado no sea. Y d e s p u é s de lo susodicho miércoles nona o c h o días del m e s de m a y o y del d i c h o a ñ o el d i c h o señor A l c a l d e M a y o r dijo q u e recibía y recibió a la pena de tachas al dicho Francisco de Solís y al dicho Juan García su procurador en su n o m b r e para la cual prueba hacerle asignó t é r m i n o de nueve días primeros siguientes. Y después de lo susodicho viernes nona diez días del dicho mes de m a y o y del dicho año ante el dicho señor Alcalde M a y o r pareció el dicho Juan García en el dicho nombre y presentó un escrito de interrogatorio que está adelante con su principio. Y así m i s m o presentó luego incontinenti por testigos a G o n z a l o de Villegas y a Juan de Aguirre, vecino de la villa de Santiago, los c u a l e s j u r a r o n . Y luego el dicho Juan García en el dicho n o m b r e le pidió al dicho señor Alcalde M a y o r que porque su merced estaba o c u p a d o en otros m u c h o s negocios c o m e t i e s e la recepción de los testigos a mi el dicho escribano. Y luego el dicho señor Alcalde M a y o r al dicho pedimicnto m e c o m e t i ó a mi el dicho escribano la dicha recepción de testigos. Y d e s p u é s de lo s u s o d i c h o , s á b a d o , n o n a trece días del d i c h o m e s de mayo y del dicho año ante dicho señor Alcalde M a y o r pareció el dicho Juan García en el dicho n o m b r e y dijo que el tiene necesidad porque en el primer termino no pudo haber a Miguel de la Casa y a Juan Carrillo Mexía, vecinos de Santiago, que están ahora en esta villa y A l o n s o Gutiérrez y a Pero Hern á n d e z H e r r a d o r y a P e r o B c n í t c z e s t a n t e s en esta villa q u e su m e r c e d le otorgue un cuarto plazo para los presentar y j u r o en ánima de su parte que no lo pide maliciosamente. Y luego el dicho señor Alcalde M a y o r se lo otorgó de seis días primeros siguientes. Y luego incontinenti el dicho Juan G a r c í a en el d i c h o n o m b r e p r e s e n t ó por t e s t i g o s a los d i c h o s M i g u e l de la C a s a y a Juan C a r r i l l o M e x í a . Pero Hernández Herrador y a Pero Bcnítcz y A l o n s o Gutiérrez los cuales firmaron
184
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
y este por los dichos testigos por sus dichos y deposiciones dijeron y depusieron es esto que se sigue: Por los artículos y preguntas siguientes sean preguntados los testigos que son y serán preguntados por parte de Francisco de Solís en el pleito que ha y trata con la justicia real para en prueba de las tachas y objetos que el dicho Francisco de Solís tiene puestas contra los testigos por parte de la justicia contra el presentados cerca de la muerte de los indios de que es acusado, son las siguientes: 1.-Primeramente sean preguntados si conocen al dicho Francisco de Solís y de que tiempo. 2.-Item si conocen a Cristóbal de Valdovinos a Marcos Pérez y a Gonzalo de Niebla y a Francisco de Burgos Chocarrero y Alonso de Rivera lengua y a Mencía, esclava de Gonzalo de Villegas u a Catalina y a Sebastianico y Escobar y Miguelico naborías del dicho Francisco de Solís indios testigos todos presentados por parte de la justicia real contra el dicho Francisco de Solís y de que tiempo acá. 3.-Item sean preguntados si saben creen vieron oyeron decir el dicho Cristóbal de Valdovinos testigo presentado contra el dicho Francisco de Solís antes y al tiempo que dijese su dicho en esta causa era y es hombre pobre y vil y de muy poco seso y juicio muy liviano en sus hechos y que de ligero se cree y desdice en poco rato y tal que según quien es de presumir de él que quien quiera le hará decir lo que no es sobre que por poca dádiva o precio, señal o miedo se puede sobornar y por tal es habido y tenido y comúnmente reputado. 4.-Item si saben y creen que Francisco Chocarrero nunca fue criado ni asoldado del dicho Francisco de Solís y nunca venir con él en esta isla ni en Castilla y si alguna y si alguna(sic) fue a la estancia del dicho Francisco de Solís sería como era truhán se iría a holgar allá y no porque era su mozo. 5.-Item si saben Marcos Pérez y Gonzalo de Niebla testigos presentados por parte de la justicia al dicho tiempo que dijeron sus dichos ser perjuros y haberse perjurado por ello fueron acusados criminalmente y el Gonzalo de Niebla f u e sentenciado criminalmente azotes por ello la cual sentencia se ejecutó en él públicamente en la villa de Santiago y el otro por ausentarse no se ha seguido contra él los cuales por tales son habidos y tenidos. 6.-Item si saben y creen que el dicho Francisco de Burgos ser Chocarrero al dicho tiempo ser hombre pobre y vil y de poca opinión y truhán y chocarrero y por tal le pusieron el nombre de Chocarrero y que andaba diciendo truanerías por las calles echando sus vergüenzas de fuera y otras vilezas que a ninguna persona de honra sería bien atribuido y por tal es tenido comúnmente y reputado. 7.-Item si saben el dicho Alonso de Rivera, intérprete, ser hombre parlero y de poca opinión y crédito y allende de ser hombre senil y pobre y tal que según su trato y conversación no se le debe dar ningún crédito en causa algu-
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE S O L Í S . .
185
na, cuanto más en esta que es criminal y por tal es habido y c o m ú n m e n t e reputado. 8.-Item si saben y creen que todos los indios generalmente son hombres de poca conciencia que no temen a Dios ni cumplen sus mandamientos, ni saben que daño se recrece de jurar falso y no decir verdad a sus conciencias testimoniaron de si mismos y mecidos agoreros no cristianos cualquier mal a la gente de Castilla porque le hacen servir en sus haciendas y por poco que le castiguen toman enemistad y otras muchas tachas los cuales testigos declaren que tantas y cuantas saben aquellos y en poco temor y dádiva dicen lo que es y lo que no es por tales son habidos y tenidos comúnmente reputados. 9.-Item si saben M e n c í a y Estebanico, Escobar, Catalina, Miguelico naborías del dicho Francisco de Solís ser indios e indias, especialmente Mencía, y allende de ser india es esclava de Gonzalo de Villegas personas que siendo indias caben en ellas las sobre dichas tachas de los indios y tal es de presumir y creer. 10.-Item si saben que el dicho Francisco de Solís no es de presumir según quien él es y según su venir y manera y según ha sido y es servidor de Sus Altezas y de su justicia haber querido castigar a ningún indio ni castigarlo con ánimo de matar ni haber excedido castigo en ellos más de lo permitido en tal posiciones habido y tenido y comúnmente repuntado siendo como es hidalgo. 11 .-Item si saben que todo lo susodicho y cada cosa y parte de ello es público y notorio en esta isla en la mayor parte de ella entre las personas que de ello en noticia y conocimiento y seanles hechas a los dichos testigos del oficio de Vuestra Merced todas las otras preguntas al caso pertenecientes al cual para ello imploro. El dicho Gonzalo de Villegas testigo jurado en este caso dijo lo siguiente: 1 .-A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Francisco de Solís de dos años a esta parte poco más o menos. 2.-A la segunda pregunta dijo que conoce a los contenidos en la dicha pregunta de dos años a esta parte cada uno en su tiempo. 3.-A la tercera pregunta dijo que este testigo conoce al dicho Cristóbal de Valdovinos y que sabe que cabe en él todas las tachas contenidas en la dicha pregunta y por tal este testigo lo tiene y es habido y tenido entre quien lo conoce. 4.-A la cuarta pregunta dijo que sabe que el dicho Francisco Chocarrero no lleva soldada con el dicho Francisco de Solís más de cuanto se iba a casa y a su estancia por ser Chocarrero le daban alguna j o y a y que esto que lo sabe porque este testigo estaba con el dicho Solís en una posada todos juntos y lo supiese si viniese con él por que lo viere. 5.-A la quinta pregunta dijo que sabe lo contenido en la dicha pregunta porque estaba este testigo presente al tiempo que los acusaron y que sabe que le dieron sentencia a darle cien azotes y que le fue dados por esta villa y que
186
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
al d i c h o M a r c o s P é r e z sino se soltara c o m o se soltó cree este testigo c r e e (sic) q u e también le dieran otros tantos azotes porque trayéndolo de la Buenaventura para esta villa se fue y q u e esto sabe de esta pregunta. 6 . - A la sexta p r e g u n t a d i j o q u e sabe lo c o n t e n i d o en la d i c h a p r e g u n t a p o r q u e sino le daban de c o m e r no tenía de que c o m e r y q u e todo lo otro contenido en la pregunta sabe porque lo veía muchas veces. 7.-A la séptima pregunta dijo q u e sabe que el dicho A l o n s o de Rivera es pobre h o m b r e de b a j a suerte y q u e ha oído a m u c h o s que es hablador congraciándose m u c h a s veces y que por esto este testigo cree q u e en tal caso c o m o este no se le debe dar crédito. 8.-A la octava p r e g u n t a dijo q u e sabe lo c o n t e n i d o en la dicha pregunta p o r q u e es notorio y q u e así m i s m o lo sabe porque si les castigan algún cristiano luego le quieren mal. 9 . - A la n o v e n a p r e g u n t a dijo q u e este testigo dice lo q u e d i c h o ha en la pregunta antes de esta y que por tales este testigos los tiene y que aunque les h a g a m u c h o bien s i n o e s t á n c o n t e n t o s l u e g o se q u e j a n y se les m a n d a n m u c h a s veces el propósito que tiene que esto es notorio. 10.-A la d é c i m a p r e g u n t a d i j o q u e este testigo por tal lo tiene c o m o la pregunta lo dice porque sabe su condición y que sabe que c u a n d o era justicia ni tenía algún indio para castigar no le daba la pena que merecían y esto sabe p o r q u e así lo veía y q u e sabe que el dicho Escobar le quería muy mal porque el d i c h o F r a n c i s c o de Solís lo había h e c h o azotar p o r q u e t o m ó un cuchillo para matar un cristiano y que cree q u e por esto cualquier cosa diría contra el dicho Francisco de Solís. 1 I .-A la once pregunta dice lo que dicho ha y en ello se afirma y llrmolo de su n o m b r e G o n z a l o de Villegas. Y el d i c h o Juan de Aguirrc testigo j u r a d o en esta razón habiendo j u r a d o según d e r e c h o dijo lo siguiente: 1.-A la primera pregunta dijo q u e c o n o c e al dicho Francisco de Solís de dos años a esta parte. 2.-A la segunda pregunta dijo q u e c o n o c í a Valdovinos y a Francisco de B u r g o s y A l o n s o de Rivera y todos los otros contenidos en la pregunta excepto al dicho Miguelico. 3.-A la tercera pregunta dijo que dice y sabe lo contenido en la dicha pregunta p o r q u e todo sabe en él c o m o la pregunta dice y porque este testigo por tal le c o n o c e p o r q u e no sabe si daría el contrario de la verdad o si se perjuraría. 4 . - A la c u a r t a p r e g u n t a dijo este testigo no cree q u e venía con el dicho S o l í s el d i c h o F r a n c i s c o p o r q u e no era h o m b r e para v e n i r con n a d i e sino d o n d e le daban de c o m e r ahí se allegaba y que sabe que estaba algunos días en casa del d i c h o Solís pero no porque viviese con él. 5 . - A la q u i n t a p r e g u n t a dijo q u e vio azotar al d i c h o G o n z a l o de Niebla pero q u e no sabe otra cosa.
E L P L L I T O D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DF. S O L Í S .
187
6.-A la sexta pregunta dijo que este testigo le conoció por h o m b r e chocarrero y de baja suerte pero que lo d e m á s que no sabe. 7.-A la séptima pregunta dijo que este testigo lo tiene por tal c o m o la pregunta lo dice al d i c h o Rivera y le conocí y que es muy pobre y q u e y q u e este testigo no lo presentaría por testigo ni caso q u e a el le fuese algo por que no tendría su dicho en nada. 8.-A la octava p r e g u n t a dijo q u e es verdad todo lo c o n t e n i d o en la dicha p r e g u n t a p o r q u e a s í es notorio y por tal este testigo tiene y tienen m u c h a s tachas allende de las contenidas en esta partes q u e son largas de decir. 9.-A la novena pregunta dijo q u e dice lo q u e dicho ha en la primera pregunta antes de esta. 10.-A la d é c i m a p r e g u n t a d i j o q u e este testigo por tal lo tiene c o m o la p r e g u n t a lo dice y q u e no c r e e q u e el no c r e e ( s i c ) q u e h a b r á c o s a q u e no debiese en lo q u e le piden porque se conoce por buen hombre. 11 .-A la o n c e pregunta dice q u e dijo lo q u e dicho ha en ello se afirma y no lo firmó de su n o m b r e porque no sabía. AI dicho R o d r i g o M a n z o r r o testigo j u r a d o en forma dijo lo siguiente: I .-A la primera pregunta dijo q u e c o n o c e al dicho Francisco de Solís de año y medio a esta parte. 2.-A la segunda pregunta dijo que c o n o c e a Valdovinos y a Francisco de Burgos y A l o n s o de Rivera y a la dicha M e n c í a y que los d e m á s contenidos en la pregunta q u e los no conoce. 3.-A la tercera p r e g u n t a d i j o q u e es h o m b r e de p o c o saber y m u d a b l e y s i m p l e y lo d e m á s q u e lo no sabe y q u e lo sabe lo q u e d i c h o ha p o r q u e ha visto decir una cosa y luego decir otra y por tal habido y tenido. 4 . - A la c u a r t a p r e g u n t a d i j o q u e n u n c a este testigo o y ó d e c i r ni vio en esta isla vivir con el d i c h o Francisco de Solís p o r q u e en Castilla no lo sabe. 5.-A la quinta pregunta dijo q u e la no sabe porque no los conoce. 6.-A la sexta pregunta dijo que la sabe porque así lo ha visto porque tal es la pública voz y f a m a pero q u e nunca le vio e c h a r sus vergüenzas de fuera. 7.-A la séptima pregunta dijo que la sabe que es hombre mentiroso y trampón y q u e lo sabe p o r q u e por tal es habido y habido en la villa de Santiago. 8.-A la octava pregunta dijo q u e sabe que son personas de muy poco juicio y saber y q u e no saben que cosa es conciencia, ni j u r a r y q u e quieren mal a los cristianos y aun a quien los trata bien, la m a y o r parte de ellos. 9.-A la novena pregunta dijo lo que dicho ha. 10.-A la d é c i m a pregunta dijo que la cree porque este testigo le tiene por h o m b r e de seso e hidalgo y cree que no le daría con pensamiento de matarlo. II .-A la o n c e pregunta dijo que dice lo q u e dicho ha y en ellos a f i r m a y firmolo de su n o m b r e R o d r i g o Monzorro. El d i c h o J u a n C a r r i l l o M e x í a testigo j u r a d o en f o r m a d i j o lo siguiente: l . - A la p r i m e r a pregunta dijo que c o n o c í al d i c h o Francisco de Solís d e año y m e d i o a esta parte y así m i s m o a Francisco C h o c a r r e r o conoce.
188
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
2.-A la segunda pregunta, dijo que no conoce a los contenidos en la dicha pregunta más de al dicho Valdovinos y Alonso de Rivera. 3.-A la tercera pregunta dijo que este testigo que no sabe, si es pobre pero que sabe que lo tiene por hombre liviano y chocarrero y es hombre asoldadado que solía venir con el dicho Francisco de Solís y este testigo lo tiene por hombre liviano y que este testigo no lo preguntaría en cosa que le tocase por testigo porque pensaría que sería ruin y liviano en lo que jurase porque según a este testigo le parece sabe muy poco. 4.-A la cuarta pregunta dijo este testigo cree que no vivió con él porque no le conoció más de cuanto sabe que es chocarrero y por tal es público en esta isla y truhán. 5.-A la quinta pregunta dijo que la non sabe. 6.-A la sexta pregunta dijo que este testigo que por tal le conoció otro oficio sino el susodicho de truhán y de aquel le veía venir y que lo demás que lo non sabe. 7.-A la séptima pregunta dijo que sabe que es hombre pobre pero que lo demás lo non sabe. 8.-A la octava pregunta dijo que sabe que son personas de poco juicio y entendimiento y mal acondicionados y que lo sabe porque es notorio y que usen mal a los cristianos generalmente aunque les hacen bien. 9.-A la novena pregunta dijo que la non sabe porque los no conoce. 10.-A la décima pregunta dijo que cree este testigo que el dicho Francisco de Solís según su persona y manera no castigaría a ningún indio con voluntad dañada de matarle salvo azotarle si lo merecía y que este testigo no lo tiene en tal posición que haría lo susodicho. 11 .-A las once preguntas dijo lo que dicho ha y en ello se afirma y firmolo de su nombre Juan Carrillo. El dicho Miguel de la Casa testigo presentado por el dicho Francisco de Solís habiendo jurado en forma: 1 .-A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Francisco de Solís de dos años a esta parte. 2.-A la segunda pregunta dijo que conoce a Valdovinos y al Chocarrero y Alonso de Rivera y a Mencia que los otros conocen aunque los había visto algunas veces los cuales conoce de cinco años y de dos años y de un año a esta parte. 3.-A la tercera pregunta, dijo que el dicho Valdovinos es hombre de poca manera y hombre que vive de soldada y que todos lo tienen por hombre no muy atento y que cree este testigo que no es nombre que tiene juicio natural preguntado porque lo cree dijo que ha visto en juicio demandar al dicho Valdovinos un curador que procurase por él y que lo demás no lo sabe. 4.-A la cuarta pregunta dijo que no oyó decir que dicho Chocarrero viviese con el dicho Solís más de cuanto algunas veces le vio comer en su casa como hacía en casa de este testigo y de los otros.
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE S o L f s .
189
5.-A la quinta pregunta dijo que no sabe lo susodicho se perjuraron más de cuanto vio este testigo que uno de estos dos y otro fueron sentenciados azotes y vio este testigo azotar uno de ellos pero que no sabe como se llama y que por tal lo tiene este testigo ante él azotado. 6.-A la sexta pregunta dijo que lo que de ella sabe es que muchas veces vio que el dicho Francisco de Burgos decía chocarrerías en Santiago y aullaba c o m o lobo y ladraba como perro y hacía otros autos de tacha y Chocarrero y que lo demás que lo non sabe. 7.-A la séptima pregunta dijo que conoce al dicho Alonso de Rivera y que lo tiene por hombre pobre de baja manera y hombre mentiroso que miente más que habla porque no es hombre autorizado ni tal que cumple a hombre de honra y este testigo y en la dicha villa por tal es tenido según público y notorio y lo demás que lo non sabe. 8.-A la octava pregunta dijo este testigo que tiene por hombres de poca consciencia y que ni temen a Dios ni saben que cosa es, ni en que se perjuran o dañan sus conciencias, preguntado porque los tiene por tales dijo que porque algunas veces a oído decir a indios que creen en cemíes y que no quieren ser cristianos ni saben que son los mandamientos y que este testigo y que este testigo ninguna cosa creía de ellos diciendo juramento ni aun sin él porque algunas veces los ha visto contradecirse y no saber si se contradicen ni si no. 9.-A la novena pregunta dijo que dice que lo que dicho tiene en la primera pregunta antes de esta y en ella se afirma y dice en esta pregunta lo que en la de arriba. 10.-A la décima pregunta dijo que algunas veces ha visto que el dicho Francisco de Solís siendo alcalde azotaba algunos indios como juez y que nunca le vio hacer cosa demasiada ni cree este testigo que su intención fue de matar ningún indio ni lo mató, preguntado por qué lo cree dijo porque en tanto tiempo que ha que conoce al dicho Francisco de Solís y le tiene en buena reputación y por hombre de conciencia y por tal es habido y tenido cerca de las personas que con él han tratado. 11 .-A la duodécima pregunta dijo que dice lo que dicho tiene y que así es pública voz y fama y esta es la verdad so cargo del juramento que hizo y firmolo de su nombre Miguel de la Casa. El dicho Pero Hernández, herrador, testigo presentado por el dicho Francisco de Solís jurado en forma: 1.-A la primera pregunta dijo que conoce al dicho Francisco de Solís de un año y medio a esta parte. 2.-A la segunda pregunta dijo que la non sabe ni conoce a lo en ella contenidos y cerca al dicho Francisco de Burgos que lo conoce de un año a esta parte. 3.-A la tercera pregunta dijo que no la sabe. 4.-A la cuarta pregunta dijo que la non sabe.
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
190
5.-A la quinta pregunta dijo que la non sabe. 6 . - A la s e x t a p r e g u n t a d i j o q u e no e m b a r g a n t e q u e a r r i b a d i c e q u e n o c o n o c e a los en la segunda pregunta contenidos dijo c o n o c e al dicho Francisc o de B u r g o s C h o c a r r e r o y q u e sabe q u e es c h o c a r r e r o y d e s v e r g o n z a d o y h o m b r e senil, p r e g u n t a d o c o m o la sabe d i j o q u e p o r q u e este testigo le vio m u c h a s veces d e c i r c h o c a r r e r í a s y tirar pedos y aun en la boda de T o s t a d o e c h ó sus vergüenzas de f u e r a este testigo se las vio y otras m u c h a s cosas q u e no son de h o m b r e de pro y por tal es habido y tenido. 7.-A la séptima pregunta dijo que la non sabe. 8.-A la octava pregunta dijo q u e cree todo lo q u e en la dicha pregunta se c o n t i e n e , p r e g u n t a d o q u e por q u e lo cree dijo q u e p o r q u e algunas veces en c a s a del C o m e n d a d o r M a y o r ha h a b i d o A l o n s o de C á c e r e s 5 , indio, q u e es l e n g u a bien e n t e n d i d o e s t a r b o r r a c h o con h i e r b a s y o t r o s m u c h o s i n d i o s , decir mentiras y q u e claro está q u e querían mal a los cristianos y q u e los querrían ver m u e r t o s por q u e los castigan y a p r e m i a n lo cual es así p ú b l i c o y notorio en esta isla. 9 . - A la n o v e n a p r e g u n t a d i j o q u e no c o n o c e las d i c h a s indias p e r o q u e bien cree que las dichas tachas caben en ellos y por lo q u e dicho tiene y por otras m u c h a s cosas que les ha visto hacer a los indios en esta Isla. 10.-A la d é c i m a pregunta, dijo que cree este testigo q u e el dicho Francisco de Solís no castigaría a ningún indio por lo matar ni herir d e m a s i a d o , preg u n t a d o por q u é lo cree dijo que porque este testigo tiene por h o m b r e hidalg o al d i c h o F r a n c i s c o de Solís y de buena c o n c i e n c i a a ningún indio q u e el castigase cree haberle hecho cosa alguna porque le quisiese matar ni vengarse de él ni m e n o s así de decir que hiciese castigo no d e b i d o a los indios cuando fue alcalde salvo ahora y que esto es así pública voz y fama y la verdad so cargo del j u r a m e n t o y no sabe escribir. El dicho Pedro Benítez, testigo presentado por el dicho Francisco de Solís habiendo j u r a d o : 1.- A la primera pregunta dijo que c o n o c e al dicho Francisco de Solís de dos años a esta parte. 2 . - A la s e g u n d a p r e g u n t a d i j o q u e n o c o n o c e a los en ella c o n t e n i d o s excepto al dicho Francisco de Burgos que lo c o n o c e de un año a esta parte y q u e a l g u n o s indios del d i c h o F r a n c i s c o de Solís pero q u e no se a c u e r d a de estos. 3.-A la tercera pregunta dijo q u e no la sabe.
5
Este Alonso de Cáceres que se menciona en el texto es sin duda el mismo al que alude el Interrogatorio de los Jerónimos. Este fue puesto en libertad j u n t o al cacique Diego Colón para " e x p e r i m e n t a r " su capacidad. Pese a su carácter ladino se seguía " e m b o r r a c h a n d o con hierbas", es decir, continuaba haciendo sus cohobas y areytos c o m o lo habían hecho sus antepasad o s durante generaciones. Sobre este experimento de libertad p u e d e verse Mira Caballos: El indio antillano.... pp. 1 10-1 I 1.
EL. P L E I T O D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O D E S O L Í S .
191
4 . - A la cuarta pregunta dijo q u e n u n c a vio al dicho Francisco de B u r g o s venir c o n el dicho F r a n c i s c o de Solís ni tal ni m á s de c u a n t o algunas veces c o m í a en su casa c o m o otros. 5 . - A la quinta pregunta dijo que no la sabe. 6.-A la sexta pregunta q u e este testigo tuvo todo el dicho t i e m p o al dicho F r a n c i s c o C h o c a r r e r o por h o m b r e pobre, vil y truhán, preguntado por q u é lo tuvo por tal dijo q u e porque le vio andar en esta villa diciendo truhanerías y chocarrerías y lo de más que lo non sabe. 7.-A la séptima pregunta dijo q u e la non sabe. 8 . - A la octava p r e g u n t a d i j o q u e este testigo tiene por h o m b r e s de p o c a conciencia a. los indios y que no temen a Dios ni lo conocen ni creen en él, preguntado por qué lo cree y lo tiene así dijo que el allende de muchas cosas que de ellos ha visto y ha sido en Xaragua fue una india casada a decir al C o m e n d a dor M a y o r que su marido se echaba con otra su hermana y que la hermana lo fue a decir y dijo que se había echado el marido de su hermana con ella y que el C o m e n d a d o r M a y o r se i n f o r m ó de la verdad y halló q u e era mentira q u e lo habían hecho porque les habían dicho que quien dormía con dos hermanas lo habían de q u e m a r 6 y que sabe que quieren mal a los cristianos y porque esta testigo lo ha visto decir a muchos indios que son bellacos los cristianos. 10.-A la décima pregunta dijo q u e cree este testigo que el dicho Francisco d e Solís no castigaría ningún indio con intención de lo matar ni mataría, p r e g u n t a d o por q u é lo cree dijo p o r q u e le c o n o c e q u e es h i d a l g o y le tiene por h o m b r e de buena conciencia y tal q u e no querría matar a nadie no haciendo cosa por que lo cual no le harían los indios. 11 .-A la o n c e n a pregunta dijo q u e así es pública voz y f a m a y esta es la verdad so cargo de justicia q u e hizo prometer. A l o n s o Gutiérrez testigo j u r a d o en forma dijo ¡o siguiente: 1 .-A la primera pregunta dijo q u e c o n o c e al dicho Francisco de Solís. 2.-A la segunda pregunta dijo q u e no c o n o c e sino al dicho F r a n c i s c o de Burgos Chocarrero. 3.-A la tercera pregunta dijo q u e la non sabe. 4.-A la cuarta pregunta dijo que este testigo nunca vio ni conoció al dicho F r a n c i s c o de B u r g o s f u e s e c r i a d o del dicho Solís ni a q u í ni en Castilla p o r -
* Esla orden impuesta por el gobernador Ovando apunta, quizá, hacia una poligamia entre los indios mayor de lo que se había sospechado hasta ahora, pues historiadores como Roberto Cassá. basándose en textos de cronistas, defendían que ésta tan sólo fue frecuente entre caciques y principales. Cassá: Los tainos de La Española. .. p. 145. Sin embargo este supuesto ordenamiento de Ovando debió surtir poco efecto pues todavía en 1517 el licenciado Vázquez de Ayllón, en un memorial dirigido a los Jerónimos proponía que se castigase a todos los indios "que se echaren, de cualquier nación que sea, con madre e hija o con dos hermanas o parientas..." AGI, Indiferente General 1624, R. I, fol. 51 v. También en Giménez Fernández, Manuel: El plan Cisneros-Las Casas para la reformación de las Indias, T. I. Madrid, 1984, pp. 573-596.
192
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
que sabe que cuando vino de Castilla oyó decir que era criado de Francisco de Ovando pero que después acá nunca lo había visto sino andar hecho chocarrero como es público. 5.-A la quinta dijo que la non sabe. 6.-A la sexta pregunta dijo que la non sabe. 7.-A la séptima pregunta dijo que la non sabe. 8.-A la octava pregunta dijo que por tales los tiene como la pregunta los dice y que así es público y manifiesto y que por poca cosa que les fuese dada dirían lo que le estuviese bien y que no son personas de juicio ni entendimiento ni Ies debe admitir su dicho por verdadero. 9.-A la novena pregunta dijo que la non sabe. 10.-A la décima pregunta dijo que dice lo que dicho ha y que en ello se afirma y afirmolo de su nombre Alonso Gutiérrez. Y después de lo susodicho lunes nona veinte días del dicho mes de mayo a pedimiento de la parte el señor Alcalde Mayor hizo publicación. Y después de los susodicho lunes nona veinte y siete días del mes de mayo del dicho año ante dicho señor Alcalde Mayor en presencia de mi el dicho escribano pareció el dicho Juan García en el dicho nombre sin parte presentó este escrito que se sigue: Noble y muy virtuoso señor licenciado Marcos de Aguilar, Alcalde Mayor de estas islas y Tierra Firme y juez susodicho, Francisco de Solís estante en esta isla ante Vuestra Merced pareció en el pleito que trató con la justicia real sobre razón de las que dicen muertes de indios de que he sido acusado y digo que por Vuestra Merced visto con diligencia y examinados lo procesado testigos y pronuncia así por mi presentados como por parte de la dicha justicia hallará ella no haber probado ni su procurador en su nombre la dicha acusación ni cosa alguna de lo en ella contenido ni menos haber sido yo en culpa de muerte alguna de los dichos indios antes hallará Vuestra Merced yo haber probado cumplidamente cuanto pronunciar debía o me convenía mis excepciones y alegaciones en contrario puestas alegando y probando la negativa quitada por tiempo por cuanto probé de los dichos indios de que se me acusó decir haber yo muerto menos verdaderamente haber estado vivos y venir mucho tiempo más de aquel tiempo que dijo la dicha justicia en su acusación yo haber muerto lo cual yo probé con testigos más fidedignos que la dicha justicia por cuanto los testigos por ella presentados yo tache por sus pruebas y dichos y poniendo contra ellos muchas tachas concluyentes tales que serían de recibir para extensión de los dichos testigos las cuales adplemun como los artículos probé porque allende de parecer aquellas tachas padecen otras muchas más y más graves que por evitar prolijidad no articulé no porque no se pudiera probar las cuales probé con testigos fieles católicos cristianos temerosos de Dios de sus conciencias fidedignos y de toda razón mayores deponen en todas las preguntas del dicho interrogatorio de vista de cierta ciencia y sabiduría y no por oídas allende de ser concientes y unifor-
E L PLEITO DIEGO COLÓN-FRANCISCO DE SOLIS..
193
mes y de los dichos algunos que se les infieren muchos perjuros en los dichos de los testigos por la justicia presentados especialmente Cristóbal de Valdovinos que dijo haber venido conmigo Francisco de Burgos Chocarrero no habiendo venido conmigo y probando lo contrario allende de los perjuros de los testigos y de la poca opinión ni ningún crédito son que quedan por lo por mi probado lo cual caso no probara salvo como preso lo vio ser hombre que según la manera de mi venir de quien he sido y soy servidor de sus altezas y su justicia haberse de presumir de mi no castigar a nadie con ánimo de lo matar caso se probara las dichas muertes que no probaron por solo lo que tengo probado de mi intención y la presencia mía debo de ser dado por quito pronunciando yo no haber sido en culpa alguna de lo que soy acusado calumniosamente. Porque pido a Vuestra Merced pronuncie y declare por su sentencia definitiva la dicha justicia contra mi no haber probado cosa alguna y yo haber probado lo que probar debía y me convenía asaz cumplidamente y en consecuencia por esta misma sentencia me de por libre y quito de la dicha justicia con todo lo que en ella contenido contra mi puesto, calumniando de las cosas para lo cual si en lo demás necesario cumplidero al oficio noble de Vuestra Merced imploro negando lo perjudicial toda novación cesante contrario para definitiva lo cual pido y en ella justo pronunciamiento. Ortiz Sánchez. Así presentado el dicho escrito en la manera que dicha es dijo que según hallará el tener bien aprobadas sus excepciones y definiciones que alego y que la justicia real no probó cosa alguna que le aproveche a él o puesta a que por tanto negando la perjudicial en contrario dicho y alegado y acusado concluya y concluyó. Y luego el dicho señor Alcalde Mayor en nombre de la justicia real dijo que concluía y concluyó y así firmaba y asignó término para dar cualquier sentencia para luego y dende en adelante para de cada día que forrado non sea. En este proceso de pleito que es entre partes de la una la justicia real en sentencia y de la otra reo defendiente Francisco de Solís el cual dicho pleito se cursó sobre razón de ciertos indios que el dicho Francisco de Solís fue acusado diciendo que los mató y visto la cabeza de proceso que contra él fue hecha y las excepciones y defunciones que por parte del dicho Francisco de Solís contra él la fueron alegadas y vistas las probanzas presentadas por parte de la dicha justicia Real y las probanzas hechas por el dicho Francisco de Solís y vistas las dichas 'alegaciones y la probanza sobre ellas hecha por parte del dicho Francisco de Solís visto todo lo demás que se debió ver juntándolo con la disposición del derecho a que me refiero falló que debo absolver y absuelvo al dicho Francisco de Solís de la cabeza de proceso contra él hecha sobre la muerte de los dichos indios porque no embargante que la justicia real hizo probanza sobre la dicha cabeza de proceso el dicho Francisco de Solís alegó y probó excepciones y defensiones y objetos contra la dicha
194
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
cabeza.de proceso tales y en tal manera que excluyen y eliden la dicha cabeza de proceso contra él hecha para por algunas causas que de e l l o m e mueyen y de lo procesado resulta mandó que el dicho Francisco de Solís por esta razón, salga sentenciado de la villa de Santiago y que no entre en ella sin mi licencia y mando so pena de un marco de oro para la cámara y f i s c o de sus A l t e z a en la cual dicha pena desde ahora le he por condenado lo contrario haciendo y por causa que a e l l o m e mueven no hago condenación de costas salvo que cada una de las partes separe a las que hizo y por esta mi sentencia definitiva j u z g a n d o así lo pronuncio y mando en estos escritos y por él los del licenciado Aguilar. Y dada y pronunciada f u e esta sentencia por el d i c h o señor A l c a l d e M a y o r en ausencia de las partes en miércoles nona catorce días del mes de agosto año del Señor de mil y quinientos y diez años. F u e l e n o t i f i c a d a en persona al d i c h o Francisco de Solís sábado d i e z y siete días del dicho mes de agosto del dicho año estando presentes por testig o s Vicente L ó p e z y García Herrador estantes en esta dicha. Y después de los susodicho m i é r c o l e s nona veinte y un días del dicho mes de agosto del dicho año ante el dicho señor A l c a l d e M a y o r pareció el d i c h o Juan García Caballero en el dicho nombre y presentó este escrito de apelación que se sigue: El r e m e d i o de las apelaciones es hallado en derecho para los que temen ser y son acusados por los jueces inferiores por los superiores sean relevados y desagraviados, por tanto, y o Francisco de Solís sintiéndome por agraviado de una sentencia que contra mi dio el noble y muy virtuoso señor licenciado M a r c o s de Aguilar A l c a l d e M a y o r de estas islas y Tierra Firme y en un pleito que contra mi trató la justicia Real de su o f i c i o sobre razón d e ciertos indios que dicen q u e había muerto en la cual sentencia me c o n d e n ó a que f u e s e desterrado de la v i l l a de Santiago por cuanto fuese la voluntad del señor A l c a l d e M a y o r según más largamente por la dicha sentencia se contiene el tenor de aquella v i o y que por repetido hablando en acatamiento d i g o que la dicha su sentencia es ninguna ni en caso alguno fuese muy injusta y azuzada y digna de revocación por todas las cosas de meridades y agravios que de l o procesado resulta junto la disposición del dicho a que m e refiero y por las demás que protesto causas en el grado superior que por tanto de su m e r c e d del d i c h o señor A l c a l d e M a y o r y de la dicha su llamada sentencia salmo jure militans apelo ante el R e y o la Reina nuestros señores y para ante los señores presidente o i d o r e s del su muy alto y real c o n s e j o y para allí y donde con derecho puedo y d e b o y pido y respeto a su merced una y dos y más veces m e otorgue esta dicha apelación en todo lo procesado y por todos los cuales pido se sepis sepins instanter inistanti vos y otra v e z con todas las instancias solemnidades y airamientos del dicho requeridos y protesto que el térxnino foral ni otro término alguno no me c o m i e n c e a correr hasta que m e sea dado lo procesado en forma para ir o enviar en seguimiento de la dicha
195
E L PLEITO D I E G O C O L Ó N - F R A N C I S C O DE S O L Í S .
apelación y haya navio para esto y para partir a Castilla y de como lo digo y requiero pido a vos el presente escribano me lo deis por fe y testimonio para en guarda de mi derecho y a los presentes llamado rango sean de ello testigos Bartolomé Vázquez. Y así presentado el dicho escrito de apelación en la manera que dicha es el dicho señor Alcalde Mayor dijo que lo oía y le mandó que vuelva por la respuesta testigos Juan de Espinosa y Tomás de Castellón estantes en esta villa. Y después de lo susodicho viernes nona veinte y tres días del dicho mes de agosto ante dicho señor Alcalde Mayor pareció el dicho Juan García en el dicho nombre y dijo que venía a oír respuesta de la dicha apelación. Y luego, el dicho señor Alcalde Mayor dijo que él no le agravió ni hizo agravio alguno de que pudiese ni debiese apelar y que donde no hay agravio no hay apelación por acatamiento de Sus Altezas ante quien apela que se la otorga si de derecho ha lugar testigos que fueron presentes Fernando de Montilla y Alonso de Porras estantes en esta dicha villa. Y después de lo susodicho, jueves diez y seis días del mes de enero año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil y quinientos y once años, ante el dicho señor Alcalde Mayor, pareció el dicho Francisco de Solís y dijo que por cuanto su merced al tiempo que le otorgó la apelación no le señaló término en que se presentase en presencia de ella que pedía y pidió a su merced se lo diese y señalase. Y luego, el dicho señor Alcalde Mayor dijo que le señalaba y señaló término en esta manera que se parta en este navio de Lope García que ahora está de partida y que llegando al puerto de Castilla y surgiendo en él que se presente con lo procesado ante Sus Altezas o ante quien con derecho deba si estuviere de los puertos acá quien de dentro de quince días primeros siguientes y si estuviere de los (palabras ilegibles) testigos que fueron presentes Hernando de Montilla y Alonso de Porras estantes en esta dicha villa. Va entre renglones decir y si estuviere de los puertos allende dentro de cuarenta días primeros siguientes súbalo y no lo empezar. Yo Esteban de la Roca, escribano público de esta dicha villa de Santo Domingo, que de la audiencia y juzgado del dicho señor licenciado Marcos de Aguilar, Alcalde Mayor y juez susodicho, en todo lo que dicho es que ante el dicho señor Alcalde Mayor pasó por entero este presente proceso, hice escribir según que ante mi pasó e hice en él este mío según no a tal en testimonio de verdad. ESTEBAN DE LA ROCA
Escribano
público.
CACICAZGOS Y PUEBLOS INDÍGENAS EN CUBA
En estas páginas vamos a comentar un nuevo mapa indígena de la isla de Cuba a la llegada de los españoles. El mismo apareció en un trabajo nuestro publicado en 1997', aunque sin una valoración de las novedades que en él se aportaban. En realidad, y dada la validez del mapa publicado por don José M a n a de la Torre en 1841, lo que hicimos fue trabajar sobre él, completando sus aportes en unos casos y modificándolos en otros. Para ello contamos con documentación inédita localizada en los repositorios del Archivo General de Indias. Por otro lado, queremos advertir que la ubicación de los pueblos es aproximada. En la mayoría de los casos tan sólo tenemos como referencia su ubicación en un cacicazgo determinado. En unas pocas ocasiones nos consta algún dato adicional, como su posible situación marítima, que nos ha permitido ajustar algo más su situación en el mapa. Ni que decir que los datos aquí ofrecidos tan sólo tienen una validez relativa que debe ser contrastada y examinada con fuentes arqueológicas, así como con la toponimia de cada zona.
1. CACIQUES Y CACICAZGOS
Como se puede observar en el mapa adjunto, son varios los aportes tanto en lo concerniente a los cacicazgos como a los pueblos indígenas existentes en la isla. En lo concerniente a los cacicazgos, mantenemos esencialmente el mapa de don José de la Torre incorporando las siguientes modificaciones: primero, el antiguo cacicazgo de Baytequeri - q u e de la Torre menciona como bayaquitiri- no lindaba por el frente occidental con Macaca, sino con un cacicazgo hasta ahora desconocido llamado Arabacuco. Segundo, eliminamos los cacicazgos de Maguanos, Guaimaya y Maive, en cuyos territorios incluimos los cacicazgos de Turquino y Guamayabón. 1 Mira Caballos, Esteban: El indio antillano: repartimiento, (1492-1542). Sevilla, Muñoz Moya Editor, 1997, p. 432.
encomienda
y
esclavitud
198
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
En la documentación que hemos podido consultar aparecen sobradamente mencionados estos dos cacicazgos, y ubicados en función a su documentada situación fronteriza con Baraxagua y Bayamo. Y tercero, incorporamos un nuevo cacicazgo que ejerció su primacú en una parte de la región oriental: Guantanabo. Los documentos mencionan distintos pueblos ubicados con toda certeza en los territorios de Baní, Banxágua y £ a g u a como dependientes del cacicazgo de Guantanabo. Por cita- un ejemplo concreto, en 1527 se depositó una india en Juan Millán que res día en el pueblo del Caguahano (£agua) que pertenecía "a la provincia de Giantanabo" 2 . De forma similar, en 1528 se encomendaron dos indios a Juan v ázquez que eran originarios del pueblo de Banibacoa, que pese a estar ei el cacicazgo de B a n í se decía era perteneciente a la "provincia de Guaitanabo" 3 . El hallazgo de este cacicazgo plantea muchas interrogantes que desde luego deberán ser analizadas en investigaciones posteriores. Sin que tergamos constancia de las relaciones exactas entre el cacique Guantanabo y los caciques de £agua, Baraxagua y Baní, lo cierto es que encontramos por primera vez en Cuba una confederación de caciques liderados por uno de elos. D e s c o n o c e m o s hasta qué punto el cacique de Guantanabo tuvo un peder similar a otros caciques famosos Caonabo o Boechio. La historiografía tradicional ha insistido en que Cuba, al ser la últimi de las Grandes Antillas en ser tomada por los tainos, estaba en un estadio de desarrollo muy inferior al de Puerto Rico y La Española 4 . Esta visión ha ¡ido sintetizada por Sued-Badillo hacia una doble agrupación, por un lado, Pierto Rico y La Española con un nivel más alto de desarrollo, y, por el otro las Bahamas, Cuba, Jamaica y las Antillas Menores con un desarrollo políico, social y económico más rudimentario 5 . Efectivamente, los tainos originarios de la zona sudamericana del Oriioco penetraron siguiendo la ruta de las Antillas Menores, Puerto Rico, La Espinóla y, finalmente, Cuba. Dado el avance taino, el primitivo pueblo cibmey quedó restringido a las áreas más occidentales de La Española y Cuba 6 . Queda claro, pues, que siempre se le ha otorgado a Cuba un nivel micho más bajo de desarrollo que Puerto Rico y La Española. Sin embargo, ;ste esquema tradicional, válido en sus líneas generales, debe ser matizado. En la 2
Ibidem, pp. 415-428. Ibidem. 4 En este sentido puede verse: Pericot, Luis: América indígena. Barcelona, Editoria Salvat, 1936, pp. 574-576. Krickeberg, Walter: Etnología de América. México, FCE, 194i, pp. 246-247. 5 Sued-Badillo, Jalil: La mujer indígena y su sociedad. Puerto Rico, Editorial Culural, 1989, p. 11. 6 Véase, por ejemplo, la obra de Alcina Franch, José: Manual de Arqueología Amervana. Madrid, Editorial Aguilar, 1965, pp. 486-487. 3
C A C I C A Z G O S Y PUEBLOS INDÍGENAS EN C U B A
199
misma isla Española el esquema de los cinco grandes cacicazgos- que dominaban la isla se ha puesto en duda en las últimas décadas. Según Roberto Cassá, de los cinco cacicazgos mencionados por Fernández de O v i e d o y el padre Las Casas tan sólo los de Xaragua y Maguá parecen haber llegado a constituir verdaderas confederaciones 7 . Continúa este historiadorqueilomás común en la isla fueron "diversos niveles de uniones tribales bastante extensas, con subordinación de caciques e influencias sobre otros..."* En Puerto Rico al parecer todos los caciques respetaban la supíemaofa dé un cacique superior llamado Agueybaná, que pudo ser debido a las nece&ida^ des que imponía la lucha permanente con el agresivo grupo eanbejque estaba invadiendo la isla 9 . Se ha afirmado tradicionalmente que estas confederaciones caciquiles, existentes en La Española y Puerto Rico, estaban en un grado mucho menor de desarrollo en Cuba. Es posible que sea así, sin embargo a la luz de¡Jos nuevos datos presentados existían algunas confederaciones caciquiles como la de Guantanabo en el este de la isla. Un cacicazgo que debía estar en pitoceso de expansión y que, por las dimensiones que estaba adquiriendo, e s muy probable que hubiese llegado a dominar todo el este insular. Pero no es el único caso que encontramos en Cuba, pues todo parece indicar que el cacique de Camagüey tenía autoridad sobre el extenso cacicazgo de Sabaneque. Así, se explica que cuando en 1527 se depositó un indio del pueblo de Yaguayguano en un vecino de Santi Spíritu se dijese que pertenecía a la provincia de Camagüey 1 0 . Sin embargo, se da la circunstancia de que el pueblo de Yaguayguano es uno de los pocos que se encuentran desde hace tiempo bien localizados en la costa del cacicazgo de Sabaneque. Todo parece indicar una dependencia de la "provincia de Sabaneque" al cacicazgo d e Camagüey. Por otro lado, el mismo Cristóbal Colón señaló la existencia de caciques poderosos en Cuba, cuando se refirió a un cacique de esta isla que, venía "con más de doscientos hombres y que lo traían en unas andas cuatro hombres"". En definitiva, queremos decir que obviamente sin llegar al mvel.de complejidad caciquil de la vecina isla Española, lo cierto es que el proceso de formación de c o n f e d e r a c i o n e s caciquiles había comenzado en el este de Cuba.
7 Cassá, Roberto Los tainos de la Española Santo Domingo, Editorial Búho, 1990, p 124 Los indios de las Antillas Madrid, Editorial Mapfre, 1992, pp 123-124 8 Ibidem 9 Cassá Los indios de las Antillas , p 124 10 Mira Caballos op al, pp 415-428 " Citado en Alcina Franch "La cultura taina como sociedad en transición entre los niveles tribal y de jefaturas", en La cultura taina. Madrid, Editorial Turner, 1989, p 72.
200
L A S ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
2 . P U E B L O S INDÍGENAS: LA NECESIDAD DE UNA REVISIÓN DEMOGRÁFICA
Siempre se ha afirmado que en la isla de Cuba la capacidad productivi de los indígenas era mucho menor y, por tanto, la densidad poblacional dtbía ser notablemente inferior a la de La Española. Nuevamente debemos insistir en la necesidad de revisar todos e.tos aspectos tradicionalmente sostenidos. Ya Arturo Sorhegui defendió la n e c e dad que había de profundizar en una cuestión tan peliaguda como era la apacidad técnica para producir alimentos alcanzada por los tainos cubancs12. Evidentemente éste debe ser el punto de partida para adentrarnos con ci;rta Habilidad en la problemática demográfica. Hasta ahora se suponía que la densidad poblacional era mayor en la pirte oriental de la isla, especialmente en los cacicazgos de Baracoa, Maiei y Maniabón 13 . Sin embargo, la lista de pueblos documentados - m á s de 7 5muestra una alta densidad demográfica no sólo en esas "regiones", sinc en toda la parte este de la isla desde Camagüey. De hecho, por el tiempo en que se envió a Cuba al capitán Diego Velázquez, afirmaba el padre Las Casas que "no se sabía más que era isla y buena tierra, y abundante de comida y estiba llena de gente..."1* En la zona occidental, donde se vivía de la caza y di la recolección, obviamente la densidad poblacional debió ser más reducda. Pero también es cierto que la isla Española presentaba asimismo un mtnor poblamiento en su vertiente oriental. Por otro lado, sospechamos que, sin llegar a aproximarse al área oriental, en las provincias de Habana, Hanab;na, Jagua, y Guamohaya hubo una población indígena considerable. No queremos ofrecer aquí cifras concretas sobre la población en Ciba, sencillamente porque la información de que disponemos no nos lo pernite. Sin embargo, si la cifra más probable de población a la llegada de los e pañoles era de 100.000 habitantes en La Española y 50.000 en Puerto Rio 1 5 , en Cuba la cifra debió ser con toda seguridad superior. Tan sólo diremos que Cuba, siendo casi trece veces más grande que Puerto Rico, debía cu;nto menos duplicar, triplicar o cuadruplicar el número de aborígenes de ésta De
12 Sorhegui, Arturo: Historia de Cuba /. De la organización tribal a la dominación apañóla (1492-1553). La Habana, Universidad de La Habana, 1990, p. 68. 11 L e v í M a r r e r o a f i r m a : " L a s e c c i ó n oriental de C u b a , d o n d e p r e d o m i n a b a n los taños, estaba en c o n d i c i o n e s de sostener una población relativamente densa, partiendo de la r e l c i ó n entre población y disponibilidad directa d e alimentos, tan decisiva para las poblaciones pimitivas... Según se avanzaba hacia el oeste, la densidad d e m o g r á f i c a iba disminuyendo, junti c o n el nivel cultural de la población. Marrero, Leví: Cuba: economía y sociedad, T. I. Puerto iico. Editorial San Juan, 1972, p. 56. 14 Citado en Marrero: op. cit., T. 1, p. 52. " Véase Mira Caballos: op. cit., p. 34. C o m o es bien sabido existen escuelas c o m o a d e B e r k e l e y q u e s o s t i e n e n c i f r a s m u c h a s m á s altas: 1.100.000 h a b i t a n t e s en S a n t o D o m i i g o y 6 0 0 . 0 0 0 en Cuba.
C A C I C A Z G O S Y PUEBLOS INDÍGENAS EN C U B A
201
hecho, en Puerto Rico se tienen confirmadas unas 18 aldeas caciquiles mientras que en Cuba están documentadas más de 75. Por tanto, sin afán de establecer una cifra concreta, diremos que en nuestra opinión la cifra poblacional debió ser superior tanto a Puerto Rico como a La Española, y en todo caso superior a los 100.000 habitantes.
Mapa Guanabacoa
Pueblos existentes no localizados - Abayari -Manimano -Toa -Camanie -Alcala -Amani -Minimano -Hubahaybana
-Chipiono -Cubayabayacoa -Guaxquinavacoa -Hanabuya -Minico -Guaynabo -Cananabatoa
indigena
i de Cuba
V
* —
iguayguano
Cabatiaguey
Caonao ORNOFAY
vGuaramanQO
CAMAGUEY
vGuacanycarao
CÇAYAGUAYO
jAguahan
Maguayûbon
Banibacoa Guamanicao Sevilla Guayiarana Guamayaba Juragua taguahano ' Jarobaco ,Haymayabon ' ,Guantanabo
GUACAMAYABO Gueynayo Guanacobi Manzanilla/ Córaha te N, Caguamo ^Hayaguano MacacaGuajuanica Arabuco Sanlucar Guanarob Tinama
GuQycabon
uayguano
'Aguayguano
Grayga
Guamayoybon
LA MEDICINA INDÍGENA EN LA ESPAÑOLA Y SU COMERCIALIZACIÓN (1492-1550)
1. INTRODUCCIÓN
A la llegada de los españoles a la isla Española se encontraron con unos aborígenes que, pese a vivir en un estadio muy bajo de civilización, estaban perfectamente adaptados al medio. Evidentemente, conocían el medio natural, con el que coexistían en perfecta armonía, y las enfermedades tradicionales de la isla 1 . No cabe duda de que en los primeros tiempos debieron rivalizar los barberos y cirujanos españoles con los behíques indígenas, pues no debemos olvidar que en el período estudiado por nosotros la infraestructura médica española fue insuficiente. A La Española llegaron en los primeros años numerosos sanitarios que tenían dificultades para practicar la medicina en la Península, bien debido a carecer de título o bien por pertenecer a alguna minoría étnica. Así, Fernández de O v i e d o advirtió que la mayoría de los médicos y cirujanos que iban a La Española olvidaban sus títulos, acaso "porque nunca los tuvieran" 2 . Igualmente, la infraestructura hospitalaria en esta época fue francamente insuficiente para cubrir las necesidades de los españoles que, c o m o bien decían los documentos de la época llegaban a esta isla después del viaje bastante mermados. A estas deficiencias tanto de personal sanitario como de instituciones hospitalarias habría que unir la existencia de enfermedades desconocidas hasta entonces por los españoles, y que los sanitarios españoles se vieron impotentes para curarlas. De ahí que en las primeras décadas encontremos numerosas licencias concedidas por el Rey a algunos españoles residentes en La Española para 1 Este artículo es una revisión de otro publicado por nosotros en la Revista Asclepio, Historia de la Medicina y de la Ciencia, Vol. XIV, N.° 2. Madrid, 1997. 2 Citado en nuestra obra: "Sanidad e instituciones hospitalarias en las Antillas (14921550)", Asclepio, Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, Vol XLVI, fase. 2, Madrid, 1994, (pp. 181-196), p. 184.
LAS ANTILLAS MAYORES,
204
1492-1550
venirse a Castilla a curar de algunos achaques 3 . En estos documentos se señalaban como causa de las dolencias "la naturaleza" y el clima de la isla; sin embargo, estaba claro que también se trataba de fiebres y de patologías tropicales desconocidas hasta entonces para el grupo conquistador. Evidentemente, aunque ya en 1502 se le pidió al gobernador frey Nicolás de Ovando que hiciese hospitales en cada villa para curar españoles, esclavos e indios 4 , lo cierto es que los naturales de aquella isla preferían ponerse en manos de sus behfques. Así, cuando en 1509 un indio, llamado Francisquito, f u e azotado por Francisco de Solís, después de atenderle en primera instancia los españoles, otros indios se lo llevaron al bohío del Capitán "para que lo curasen mejor" 5 . A no dudarlo, los indios continuaron practicando su medicina tradicional en la intimidad de sus casas o bohíos y, como veremos a continuación, al margen de la ciencia médica española.
2 . EL BEHÍQUE Y LOS CONOCIMIENTOS MÉDICOS INDÍGENAS
Por desgracia, los españoles tan sólo llegaron a conocer algunos de los conocimientos médicos que los indígenas tenían de su flora. No debemos olvidar que los aborígenes ocultaron desde un primer momento los remedios médicos como medio de persuadir a los españoles a abandonar su territorio y, c o m o decía Pedro Mártir de Anglería, "abolir toda memoria de ellos" 6 . Para ello, habida cuenta de la superioridad de las armas españolas, llevaron a cabo una resistencia pasiva que se catalizó en alzamientos a los montes, destrucción de sus conucos y un mutismo en sus remedios a las enfermedades propias de sus territorios 7 . En relación a este último aspecto, tenemos una referencia muy interesante de Peguero que se hace eco de un hecho ocurrido pasadas las primeras 1
Por citar algunos ejemplos concretos Real Cédula a Diego Colón para que dejase venir a Castilla a curarse al Escribano Mayor de Minas Juan de Serralonga, Sevilla, 21 de junio de 1511. AGI, Indiferente General 418, L. 3, ff. 113-113v. Real Cédula a Miguel de Pasamonte autorizándolo a venirse a España a curarse, León, 28 de noviembre de 1514. AGI, Indiferente General 419, L. 5, ff. 120-121. Real Cédula a Gómez García, 15 de julio de 1525. AGI, Indiferente General 420, L. 10, ff. 19v-20. Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Santo Domingo autorizando a la mujer de Melchor de Torres a venirse a Castilla para curarse de una enfermedad contagiosa, Toledo, 20 de diciembre de 1538. AGI, Santo Domingo 868, L. 1, ff. 153-154. 4 Instrucciones a frey Nicolás de Ovando, Zaragoza, 29 de marzo de 1503. AGI, Indiferente 418, L. l , f f . 94v-98. 5 Mira Caballos, Esteban: "El pleito de Diego Colón-Francisco de Solís...", Anuario de Estudios Americanos, T. L, N.° 2, Sevilla, 1993, p. 326. 6 Anglería: op. cit., p. 41. 7 Estas afirmaciones están ampliamente desarrolladas en nuestro trabajo: "El indio antillano...", pp. 312 y ss.
L A MEDICINA INDÍGENA E N L A E S P A Ñ O L A Y SU C O M E R C I A L I Z A C I Ó N ( 1 4 9 2 - 1 5 5 0 )
205
décadas de la colonización. Peguero relató que a un español le entró el mal de las bubas y que su mujer, que era india, porque no les pegase la enfermedad a sus hijos le proporcionó unas hierbas curativas, advirtiéndole "que en cuanto me descubras, yo moriré y me matarán mis parientes, que no quieren que ustedes sepan el cómo se cura este mal por ver si mueren todos" 8 . Igualmente, los indios se reservaron para sí el método para curar las heridas causadas con flechas envenenadas que tantos estragos hicieron entre los españoles hasta 1540 en que se averiguó por fin el remedio 9 . Por tanto, queda claro que los aborígenes ocultaron de manera consciente sus conocimientos médicos a los españoles como un sistema más de oposición hacia ellos. Evidentemente, nadie como los indios conocía las soluciones médicas a las patologías de la isla 10 . Además, de todo esto estaba claro que a estos chamanes o behíques indígenas no les convenía difundir sus métodos curativos, pues, a la sazón ya durante sus ceremonias prehispánicas, pedían a la mayoría de los asistentes que se fuesen mientras le aplicaban la medicación. Evidentemente, su poder radicaba en la exclusividad de sus conocimientos, que no estuvieron nunca dispuestos a compartir con el resto de los indígenas, ni muchísimo menos con los españoles. Entrando ya en el análisis de algunas de las soluciones médicas empleadas por los aborígenes debemos decir que nuestro conocimiento se limita a lo que escribieron los cronistas especialmente Fernández de Oviedo, el cual en su ya citada Historia General y Natural de las Indias le dedicó algunas páginas. Los behíques, buhitis o boicios son tres de los nombres que más frecuentemente utilizaron los cronistas para señalar los shamanes o hechiceros indígenas". Estos formaban parte de la élite dirigente, y eran personas muy respetadas por toda la población, aunque subordinadas en cualquier caso al cacique 12 . Así pues, pese a su subordinación al cacique, algunos de ellos en función a sus méritos personales como sanadores tuvieron una "grandísima autoridad" 13 .
8
Peguero, Joseph: Historia de la conquista de la isla Española de Santo Domingo, trasumptada el año de 1762, T. I, Santo Domingo, Museo de las Casas Reales, 1975, p. 140. 9 Así lo relata Fernández de Oviedo. Fernández de Oviedo: op. cit., T. I, Lib. VI, Cap. XLVIII, pp. 210-211. 10 Evidentemente sus remedios se limitaban a las enfermedades comunes de las islas, no a las que los españoles trajeron de España, de las que, como muy bien escribió Peguero, "no conocían ni se sabían curar, y así murieron infinitos..." Peguero: op. cit., T. I, p. 177. " Nosotros vamos a utilizar el más difundido que es lógicamente el de behíque. Véase Tejera: op. cit., p. 73. 12 Cassá, Roberto: Los indios de las Antillas. Madrid, Mapfre, 1992, p. 114. " Benzoni, Girolamo: Historia del Nuevo Mundo. Madrid, Alianza Editorial, 1989, p. 149.
206
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Lo cierto es que aunque fueron acusados de farsantes por algunos cronistas, c o m o el padre Las Casas, tenían un amplio conocimiento de la herborística q u e d e b í a dar buen r e s u l t a d o en las e n f e r m e d a d e s más c o m u n e s q u e p a d e c í a n los i n d í g e n a s , s o l v e n t a n d o , p u e s , las c a l e n t u r a s , las f r a c t u r a s " e n v o l v i e n d o los m i e m b r o s en yaguas m o j a d a s " , y las heridas más c o m u nes 1 4 . E v i d e n t e m e n t e , el prestigio de estos behíques sólo se afianzaría con reiterados éxitos médicos y con la confianza real de los demás miembros de su comunidad 1 5 . Así, refiriéndose a los curanderos indios, a f i r m ó Mártir de Anglería lo siguiente: Las calenturas se las curan fácilmente conjugo de hierbas, y con igual facilidad las heridas con tal que sean curables. Tienes y conocen mucha clase de hierbas salutíferas... Y no usán ningún otro género de medicinas, ni quieren más médico que a los viejos de experiencia o a los sacerdotes conocedores de las ocultas virtudes de las hierbas...16 I g u a l m e n t e , G o n z a l o F e r n á n d e z de O v i e d o p u d o c o m p r o b a r p e r s o n a l mente en La Española los grandes conocimientos de estos chamanes indígenas, tal y c o m o podemos o b s e r v a r e n el texto que exponemos a continuación: Éstos, por la mayor parte, eran grandes herbolarios y tenían conocidas las propiedades de muchos árboles y plantas e hierbas', y como sanaban a muchos con tal arte, teníanlos en gran veneración y acatamiento como a Santos... 17 Efectivamente, aunque los behíques revestían todas sus sesiones con un amplio ritual mágico-ceremonial en el que supuestamente intentaban extraer al e n f e r m o su m a l ' \ lo cierto es que sus éxitos curativos estaban f u n d a m e n -
14 Pino y de la Vega, Mario del: Apunten para la historia de los hospitales en Cuba (15231899). La Habana, Ministerio de Salud Pública, 1963, p. 13. El padre Las Casas, refiriéndose a los indios de Tierra Firme, aunque aplicable a los tainos de las Antillas, afirma que eran muy aficionados a hacerse sangrías en lomos y pantorrillas. Las Casas, Bartolomé de: Historia de Indias. T. II, Lib. I, Cap. CLXV, p. 122. " De hecho, c u a n d o el paciente moría y se demostraba haber habido negligencia por parte del behíque, éste era r e p r e n d i d o e incluso g o l p e a d o salvajemente. Véase por e j e m p l o Deive, Carlos Esteban: "El c h a m a n i s m o taino", en La cultura taina. Madrid, Editorial Turner, 1989, p. 85. 1,1 Anglería: op. cit., pp. 433-434. 17 Fernández d e Oviedo: op. cit., T. I, Lib. V, Cap. I, p. 112. Por su parte José Peguero, un h i s t o r i a d o r del siglo XVIII se hizo e c o de estas i n f o r m a c i o n e s d e F e r n á n d e z d e O v i e d o y de Herrera al afirmar lo siguiente: "Eran los sacerdotes; por la mayor parte muy arbolarios, y con el conocimiento que tenían de las virtudes d e las hierbas medicinales, curaban las dolencias de los indios, y les hacían creer, que estas curas eran milagros que ellos hacían con facultad que les habían d a d o sus dioses." Peguero: op. cit., T. I, p. 112. 18 N o vamos a insistir en los detalles del ritual, ya que fue descrito a la perfección por el padre Las Casas, Fernández de Oviedo, Antonio de Herrera, fray Ramón Pané. Una buena des-
L A M E D I C I N A I N D Í G E N A E N L A E S P A Ñ O L A Y SU C O M E R C I A L I Z A C I Ó N ( 1 4 9 2 - 1 5 5 0 )
207
tados en sólidos pilares, a saber: primero, en sus ya mencionados conocimientos herborísticos, los cuales no eran privativos de los tainos de La Española, sino extensibles a otras zonas del continente19. Y segundo, en sus grandes dotes psicológicas perfectamente descritas en algunos relatos de los cronistas. Así, según Pedro Mártir de Anglería, una vez acabado el ritual y concluida asimismo la curación, el behíque "sale corriendo a la puerta, que está abierta, y abriendo las manos las sacude y persuade que ha quitado la enfermedad y que pronto quedará bueno el enfermo. Pero, acercándose por la espalda, le quita de la boca el pedacito de carne como un prestidigitador, y le grita al enfermo diciendo: Mira lo que habías comido sobre lo necesario, te pondrás bueno porque te lo he quitado" 20 . No cabe duda de que esta persuasión que ejercía el behíque sobre sus pacientes y sus familiares era muy beneficiosa para su rápida recuperación 21 . Esta circunstancia, unida a la profunda fe que los indios tenían depositada en sus behíques hacía que en la mayoría de las enfermedades simples el éxito estuviera asegurado. Habida cuenta de que el behíque se debía consolidar por sus propios méritos, sólo de esta forma lograba un prestigio importante sobre el resto de la población. Incluso cuando se equivocaban podían ser recriminados y duramente castigados por los familiares, si se demostraba que había sido por negligencia. Sin embargo, todos los cronistas coinciden en que esta situación no era frecuente, ya que les era fácil demostrar que había sido fruto de la providencia divina. Incluso los propios indios, cuando consideraban que la persona padecía una enfermedad que excedía los conocimientos curativos de los behíques, lo llevaban al monte con agua y comida y lo abandonaban 22 . No cabe duda de que los propios indígenas eran sabedo-
c r i p . i ó n . basada en los escritos de Pané, puede verse en Cassá, Roberto: Los tainos de La Espcñola..., pp. 178-179. También Deive: op. cii.. pp. 82-83. 9 Por ejemplo, Motolinía, refiriéndose a los indígenas de Nueva España dijo, que "hay alguios de ellos de tanta experiencia, que muchas enfermedades viejas y graves, que han padecido los españoles largos días sin hallar remedio, estos indios los han sanado..." Motolinía, fray T o r b i o de: Historia de los indios de la Nueva España. México, Editorial Porrúa, 1990, T. II, C a p VIII, p. 102. 0 La cursiva es nuestra. Anglería: op. cit., p. 83. :l La influencia que tiene este factor psicológico es muy importante. Ya Nicolás Monard e s , e n el siglo xvi, refiriéndose a las enfermedades, recomendaba permanecer lejos de ella, entrt otras cosas porque "la imaginación es muy gran obradera en el cuerpo, y estando lejos no imajinará en ello ni adolecerá por imaginación..." Monardes, Nicolás: Sevillana medicina que trate el modo conservativo y curativo de los que habitan en la muy Insigne ciudad de Sevilla, la cial sirve y aprovecha para cualquier otro lugar de estos reinos. Sevilla, Imprenta de Enriq u e ^asco, 1885, p. 334. 2 Esta situación la describió el padre Las Casas con gran detalle como podemos observar en hs líneas que reproducimos a continuación: "Que cuando les parece que el e n f e r m o está cercino a la muerte, sus parientes más cercanos lo llevan en una hamaca al monte, y allí, col-
208
L A S ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
res de la limitación de su medicina naturista y de sus behíques, por lo que en situaciones extremas, ni ellos mismos confiaban en su curación. Antes de proceder a la aplicación del tratamiento le hacían un sahumerio con la intención de adormecerlos. En este sentido, Benzoni, tan agudo c o m o siempre, afirmó que los behíques cuando "querían curar a algún e n f e r m o , iban a visitarlo, le suministraban ese humo y cuando estaban bien aturdido(s) le hacían la mayor cura" 23 . Entre las habilidades que más brillantemente solventaban estos behíques estaba el restañamiento de heridas, para lo cual conocían numerosas pócimas que se elaboraban con diferentes plantas. Uno de los procedimientos que nos refiere Fernández de Oviedo para remediar las heridas eran unos polvos que extraían de un árbol llamado Yaruma. Dado el interés del texton lo reproducimos en las líneas siguientes: E s t i m a b a n m u c h o los i n d i o s a q u e s t o s árboles y d e c í a n q u e eran b u e n o s para curarse las llagas... Y d i c e n ( l o s e s p a ñ o l e s ) que e s c o m o un cáustico, y q u e majad o s los c o g o l l o s tiernos d e las puntas de las ramas d e e s t e árbol, los han d e p o n e r sobre la llaga, y aunque sea vieja, le c o m e n la carne mala, y la ponen en lo v i v o y s a n o , y la s e s e n c o n a n , y c o n t i n u á n d o l a s la e n c u e r a n y t o t a l m e n t e s a n a n la llaga... 2 4
No era este el único sistema empleado por los indios para sanar las heridas, ya que, por ejemplo, Peguero cita una especie de palmera datilera, llama Tamarinda, cuya corteza se molía y la echaban los indios en las heridas para restañarlas 25 . Igualmente curaban las diarreas, para lo cual utilizaban frecuentemente las dietas "porque se están tres y cuatro días sin comer ni beber" 2 6 . Luego consumían la fruta del guayabo que, a decir de Peguero era de muy buena digestión "y son buenas para el flujo del vientre, y restriñen cuando se comen
gada la hamaca de dos árboles, un día entero les hacen muchos bailes y cantos, y viniendo la noche, pónenle a la cabecera agua y de comer cuanto le podía bastar para tres o cuatro días, y déjanlo allí, vanse y nunca más lo visitan. Si el enfermo come y bebe de aquello y al cabo convalece y se vuelve a su casa, con grande alegría y ceremonias lo reciben; pero pocos deben ser los que escapan, pues nadie, después de puestos allí, los ayuda y visita..." Las Casas: op. cit., T. II, Lib. I, Cap. CLXV, p. 122. 25 Benzoni: op. cit., p. 149. 24 Fernández de Oviedo: op. cit., T. I, Lib. VIII, Cap. X, p. 255. Para la curación de heridas también utilizaban los indios el Guaconax, del que extraían un licor que los españoles llamaron Bálsamo. Dado su interés, lo trataremos más adelante en un epígrafe aparte. 25 Peguero: op. cit., T. I, p. 257. Fernández de Oviedo cita otros sistemas utilizados por los indios para curar las llagas como un polvo que se hacía con las pepitas del mamey. Fernández de Oviedo: op. cit., T. I, Lib. VIII, Cap. XX, p. 260. 26 Las Casas: Historia de las Indias... T. II, Lib. I, Cap. CLXV, p. 122.
L A MEDICINA INDÍGENA EN L A ESPAÑOLA Y SU COMERCIALIZACIÓN ( 1 4 9 2 - 1 5 5 0 )
209
no del todo maduras, que estén algo durillas, para que cese el flujo del vientre..." 27 Asimismo tenemos noticias de que los indios curaban fácilmente la enfermedad de bubas, que "quitó la vida a tantos españoles" antes de averiguar el secreto de los indios21*. Los indios la curaban cociendo el palo del guayacán, y extrayendo sus z u m o con tal éxito que a decir de Fernández de Oviedo "entre los indios no es tan recia dolencia ni tan peligrosa como en España, y en las tierras frías" 29 . Finalmente, sabemos que los indios utilizaban otras muchas plantas con cualidades medicinales, como el bálsamo o guaconax, que después comercializarían los españoles, la semilla del Manzanillo como purgante 30 , la grasa de la iguana para reducir hinchazones 3 1 , el zumo del hobo para los problemas de estómago 3 2 , etc. Por desgracia, los d o c u m e n t o s callan cualquier referencia a los sistemas medicinales utilizados por los indios y sólo contamos con descripciones de algunos cronistas que, como Fernández de Oviedo, estuvieron muy interesados en la historia natural. Sin duda, la m a y o r parte de la ciencia herborística taina murió con la desaparición de su cultura, llevándose a la tumba los behíques su sabiduría.
3. L A C O M E R C I A L I Z A C I Ó N D E F Á R M A C O S INDÍGENAS: EL C A S O DEL B Á L S A M O
Desde la llegada de los españoles al Nuevo Mundo se interesaron por sus virtudes médicas y creyeron extraer de las nuevas plantas americanas licores y elixires mágicos 3 3 . Numerosos oportunistas intentaron inventar medicinas para comercializarlas tanto en el Nuevo Mundo como en Castilla. Para empezar, debemos hablar del tabaco, utilizado por los indios tanto en sus fiestas y areitos como médicamente para adormecer al paciente. Lo consumían de dos formas básicamente, a saber: en forma de polvos, que aspiraban por la nariz, y haciendo sahumerios hasta "emborracharse" 3 4 . En un primer m o m e n t o fue mal visto por los españoles y tan sólo los negros se aficionaron a él 35 , sin embargo, los españoles no tardaron en descu21
Peguero: op. til., T. I, p. 260. * Ibidem. T. I, pp. 75-76. 2 " Fernández de Oviedo: op. cit.. T. II, Lib. X, Cap. II, p. 9. M Aunque Oviedo advierte de su peligro, ya que a algunas personas apenas les afecta y a otras les da muy fuerte. Fernández de Oviedo: op. cit., T. II, Lib. X, Cap. IV, P. 14. Ibidem, T. II, Lib. XII, Cap. VII, p. 35. ,2 Fernández de Oviedo dice que esto lo aprendieron los españoles de los indios. Ibidem, T. I, Lib. VIII. Cap. VI, pp. 253 y ss. " Mira Caballos: Sanidad e instituciones..., p. 186. M Aunque existe mucha bibliografía al respecto puede verse la voz cohoba en Tejera: op. cit., p. 144 y ss. Benzoni: op. cit., p. 148. 2
210
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
brir las supuestas virtudes de esta planta para calmar los dolores de cabeza y olvidar problemas. No olvidemos que el tabaco fue considerado en las primeras décadas como una planta medicinal que curaba los dolores de cabeza y era además cicatrizante, purgante y expectorante 36 . Así, sabemos que ya en 1518, fray Ramón Pané envió unas semillas de tabaco a Castilla para el jardín de Carlos V 37 , aunque evidentemente el fin fue exclusivamente ornamental. Unas pocas décadas después, el tabaco arraigó en los gustos de los españoles, siendo de las pocas plantas "medicinales" indígenas que llegó a cultivarse en España 38 . A partir de la década de los veinte la Corona se interesó bastante en el envío de las plantas medicinales a Castilla, no sólo por los beneficios médicos que se podrían obtener, sino también por la posibilidad de que resultase una empresa lucrativa 39 . Sabemos que al menos desde 1530 se consumían grandes cantidades de palo de Guayacán, procedente de La Española en el Hospital de las Bubas de Sevilla. Concretamente, en julio de 1531, el Rey concedió dineros al administrador del Hospital de las Bubas de Sevilla, Juan de Miranda, ya que había ochenta enfermos en el mencionado hospital "que se habían curado con el palo del agua del guayacán", pero que no tenían fondos para seguir adquiriendo el producto 40 . Resulta sin duda muy llamativo que recetas médicas descubiertas por los españoles apenas unos años antes se estuviesen administrando a los enfermos de los hospitales sevillanos. Sin duda, esta circunstancia nos da idea de la rapidez con la que las plantas medicinales indígenas fueron introducidas en el mercado europeo.
,6 Ibidem. " Regueiro y González-Barras, Antonio M.: "La flora americana en la España del siglo XVI", En América y la Expaña del siglo xvi, T. II. Madrid, CSIC, 1982, p. 214. " Regueiro: op. til., p. 206. w La ilusión por estos elixires fue tal que, en la década de los treinta se encontró en Cubagua un brote aceitoso -posiblemente petróleo- y se autorizó para utilizarse c o m o medicamento. Incluso, en 1536, la Corona pidió a las autoridades de Cubagua que enviasen muestras a Castilla de ese "aceite petróleo" para experimentar con él y analizar su utilidad. Real Cédula a los oficiales de Cubagua, Madrid, 10 de diciembre de 1532. AGI, Santo Domingo 1121, L. 3, ff. 33v-34. Real Cédula a los oficiales de Cubagua, Valladolid, 3 de septiembre de 1536. AGI, Santo Domingo 1121, L. 3, f. 122. 40 Real Cédula a los oficiales de Sevilla, Ávila, 31 de julio de 1531. AGI, Indiferente General 1961, L. 2. Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla para que informasen de la cantidad de guayacán que había en las atarazanas de Sevilla, Ávila, 31 de julio de 1531. AGI, Indiferente General 1961, L. 2, ff. 88v-89.
L A M E D I C I N A I N D I G E N A EN L A E S P A Ñ O L A Y SU C O M E R C I A L I Z A C I Ó N
A. El bálsamo y sus propiedades
(1492-1550)
211
curativas
Sin duda, el elixir indígena que más ampliamente se comercializó y se difundió por España fue el bálsamo 41 . Este licor se extraía del Guaconax o Boní, planta que abundaba en La Española, especialmente en la región de Higüey 42 . La receta y sus virtudes la describió Fernández de Oviedo con gran lujo de detalles: Digo que hay ya muchos en esta isla que saben hacer este bálsamo, el cual, según algunos afirman, se hace de trozos pequeños de estos tales árboles, que, cocidos en agua, sale de ellos un licor como aceite, o más espeso, de color de arrope claro; y usan de él para las heridas frescas y cuchilladas o lanzadas, o cualquier otra herida reciente, porque inmediatamente restaña la sangre, y no se ha visto ni se sabe otra cosa medicinal que tan presto suelde y cierre la llaga...43 Efectivamente, parece ser que este licor tenía unas excelentes propiedades curativas que fueron ratificadas tanto por médicos de La Española como de Castilla. Concretamente, el licenciado Barreda, que había intentado boicotear el monopolio negando los beneficios para la salud del bálsamo, reconoció en 1529 el daño que se hacía a la población concediendo su explotación a Villasante. Según afirmó, se había experimentado en la isla y "la virtud más principal que se halla en el dicho licor es resteñir la sangre en las llagas frescas..." 4 4 Igualmente, en España fue probado en Sevilla por el doctor Morales, quien escribió a Su Majestad explicándole la mejoría de los pacientes a los que se le había aplicado 45 . Poco después en la villa de Cuéllar, el doctor Juan de Vargas aplicó el bálsamo a ciertos enfermos también con el mismo éxito 46 . En torno a 1530 se envió bálsamo para su experimentación a nada menos que 22 médicos de distintas ciudades españolas 47 . Asimismo, se
41 Estando este libro a punto de entrar en prensa apareció un trabajo de Gimeno Gómez, Ana: "Notas sobre el origen, explotación y comercio del bálsamo en Indias", Vil Congreso Internacional de Historia de América, T. III. Zaragoza, 1998, pp. 1511-1526. 42 Fernández de Oviedo: op. cit., T. II, Lib. XI, Cap. IV, p. 19. 43 Ibidem, T. II, Lib. X, Cap. III, p. 11. 44 Relación del licenciado Barreda a Su Majestad, Santo Domingo, 26 de octubre de 1529. AGI, Patronato 174, R. 43. 45 Real Cédula al Doctor Morales, Madrid, 5 de abril de 1530. AGI, Indiferente General 422, L. 14, ff. 68-69. 46 En esta ocasión, Carlos V para enterarse de una vez de las propiedades exactas del bálsamo pidió a las autoridades de la villa que enviasen a la Corte a las personas que habían sanado con el bálsamo para, bajo juramento, interrogarlas. Real Cédula al alcalde mayor y a los alcaldes ordinarios de la villa de Cuéllar, Segovia, 16 de octubre de 1532. AGI, Indiferente General 422, L. 15, ff. 197v-198. 47 Concretamente en Baeza: al Bachiller Andrés de Jódar, médico, y al bachiller Francisco Cansino, también médico. En Sevilla: al Doctor del Hierro, médico; al Doctor Arenas, médico;
212
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
aplicó este fármaco, aún experimentalmente, en los hospitales del Cardenal de Toledo, del Cardenal de Sevilla, del Rey de Burgos, de Santo Domingo de la Calzada, de Santiago de Galicia, del hospital Real de Granada y en la enfermería del monasterio de Guadalupe 48 . Los resultados debieron ser positivos según se desprende de las felicitaciones que Carlos V le remitió a algunos de estos doctores 49 .
B. El monopolio
de Antonio de
Villasante
A mediados de la década de los veinte Antonio de Villasante 50 pidió a Su Majestad la confirmación del monopolio que, sobre la explotación del bálsamo, le había concedido D i e g o Colón 5 1 . Se trataba de una planta que, según explicó Villasante, se extendía por La Española, Cuba, San Juan, Tierra Firme "y quizás en la Nueva España". Él lo había aprendido después de más de treinta años de residencia en La Española, casado con una mujer india y
al D o c t o r Cristóbal Guillén, cirujano; al Doctor Hernán G ó m e z , m é d i c o ; al L i c e n c i a d o Borbón, médico y cirujano; al Doctor Andía, médico; al Doctor Ayala, m é d i c o y al c i r u j a n o Maestre Andrés. En Granada: al Doctor Mexía, médico. En Segovia: al Bachiller de León, médico. En Toledo: al Doctor Juan Núñez, médico; al Doctor Diego Núñez, médico; al Maestre Juan Valenciano y al c i r u j a n o M a e s t r e D i e g o Pero. En Madrid: al Doctor F e r n a n d o del M á r m o l , m é d i c o y al Doctor Cristóbal de Morales, médico. En Santo D o m i n g o de la Calzada: al Doctor A m a y a , médico. Y sin especificar el lugar: al Maestre Francisco, cirujano; al Licenciado Hernando de Soria, médico y cirujano de Su Majestad y al Doctor Abarca, médico de Su Majestad. G i m e n o G ó m e z : op. cit., p. 1523. 48 Real Cédula a los visitadores del hospital del Cardenal de Toledo, del Cardenal de Sevilla, del Rey de Burgos, de Santo D o m i n g o de la Calzada, d e Santiago d e Galicia y Real de Granada, Madrid, 5 de abril de 1530. AGI, Indiferente General 422, L. 14, ff. 72-72v. Real Cédula al prior y frailes del monasterio de Guadalupe, Madrid, 2 2 de diciembre de 1530. AGI,Indiferente General 1961, L. 2, ff. 16v-17. 49 Real C é d u l a al D o c t o r Morales, Madrid, 5 de abril de 1530. AGI, Indiferente General 422, L. 14, ff. 68-69. Real Cédula a las justicias de la villa de Cuéllar, Segovia, 16 de octubre d e 1532. AGI, Indiferente General 422, L. 15, ff. 197v-198. 50 En unos d o c u m e n t o s aparece c o m o Antonio de Villasante y en otros c o m o Villasanta. Sin embargo, nosotros los h e m o s unificado todos con el primer apellido, que es el m á s repetido. Este colono no se sabe c u á n d o arribó a La Española, aunque vivía ya en la isla durante el g o b i e r n o d e f r e y N i c o l á s de O v a n d o . Se i n c l u y ó de m a n e r a m á s o m e n o s tácita d e n t r o del grupo de los colonistas. Véase Schäfer, Ernst: "Antonio d e Villasante, descubridor droguista en la Isla Española", Investigación >• Progreso, año IX. Madrid, 1935, (pp. 13-15), p. 13. 51
Según su relación se llamaba Bálsamo en castellano, en lengua de indios boni, en otras p r o v i n c i a s G u a c u n a e y en T i e r r a F i r m e c a n a g ü e y . R e l a c i ó n d e A n t o n i o de V i l l a s a n t e a Su Majestad, Santo D o m i n g o , S/F. AGI, Indiferente General 857. A d e m á s d e 300.000 maravedís perpetuos en la renta del bálsamo, Colón le concedió 50.000 maravedís en la renta del r u b a r b o y 50.000 maravedís en la renta de las d e m á s drogas. Real Cédula a Antonio de Villasante, Granada, 9 de noviembre de 1526. AGI, Indiferente General 421, L. 11, ff. 292v-293v.
L A M E D I C I N A INDÍGENA E N L A E S P A Ñ O L A Y SU C O M E R C I A L I Z A C I Ó N ( 1 4 9 2 - 1 5 5 0 )
213
de la " c o n v e r s a c i ó n " con otros indios 52 . Las propiedades curativas del bálsam o eran exaltadas en el memorial por Villasante c o m o si se tratara de un elixir m á g i c o , pues no sólo cerraba heridas, sino que c a l m a b a el dolor de estóm a g o , c u r a b a c a t a r r o s , d o l o r e s de hígado, h i n c h a z o n e s , d o l o r de m u e l a s , etc. 5 3 Incluso, según decía Villasante, usado con reiteración " r e f r e s c a m u c h o la c o m p l e x i ó n humana y no envejecen los hombres" 5 4 . En 1 5 2 8 la C o r o n a fijó definitivamente los privilegios e x a c t o s c o n Villasante, estableciéndose la tercia parte de los beneficios no sólo del b á l s a m o sino de c u a l q u i e r otra " d r o g a " que quisiera c o m e r c i a l i z a r , siempre que no e x c e d i e s e la renta de 8 . 0 0 0 ducados al año 5 5 . Igualmente se le c o n c e d i e r o n otros privilegios, c o m o la tenencia de la fortaleza de Santo D o m i n g o cuando vacase, un regimiento en Santo Domingo, la posibilidad de establecer m a y o razgo, un repartimiento de todos aquellos indios que estuviesen vacantes en L a E s p a ñ o l a y en Tierra Firme, la posibilidad de alquilar una c a s a en Santo D o m i n g o y la e x e n c i ó n del p a g o de almojarifazgo de las herramientas que hubiese de llevar 5 6 . S e trataba de unos privilegios e x c e p c i o n a l e s que muestran c l a r a m e n t e el interés que puso la C o r o n a en este proyecto, que a d e m á s de servir en "beneficio y utilidad de la salud de los cuerpos humanos", podría constituir una alternativa económica 5 7 .
52 Real Cédula a Antonio de Villasante, vecino de Santo Domingo, Granada, 9 de noviembre de 1 5 2 6 . AGI, Indiferente General 4 2 1 , L. 11, ff. 2 9 2 v - 2 9 3 v . Según Fernández de Oviedo, el descubridor del licor extraído del bálsamo fue un tal Micer Codro, quien al parecer le comunicó su s e c r e t o a Villasante antes de morir. Citado en G i m e n o G ó m e z : op. til., p. 1 5 1 4 . Tal extremo no ha podido ser demostrado documentalmente y parece fabulación del cronista. En cualquier caso, ni fue invento, ni tan siquiera descubrimiento, sino redescubrimiento, pues los indios conocían sus cualidades desde tiempo inmemorial.
" Además en esta relación le habló de otras hierbas y árboles que los indígenas utilizaban m é d i c a m e n t e y que eran muy útiles, c o m o el caquen, que aliviaba el dolor de c a b e z a , turbi, cahigua, ruypontito, haygua, manzanillos " d e donde se c o j e la c a m o n e a " y haoyno " d e donde los españoles sacan la trebentina". Relación de Antonio de Villasante a Su Majestad, S/F. AGI, Indiferente General 8 5 7 . También en Marte: op. cit., pp. 4 4 9 - 4 5 3 . 54 Real Cédula a Antonio de Villasante, Granada, 9 de noviembre de 1526. AGI, Indiferente General 4 2 1 , L . 11, ff. 2 9 2 v - 2 9 3 v . 55 Asiento entre el R e y y Antonio de Villasante, Madrid, 4 de abril de 1528. A G I , Indiferente G e n e r a l 4 2 1 , L . 13, ff. 8 5 - 8 6 v . Villasante intentó comercializar sin éxito otras drogas, c o m o la mirra, de la cual se decía que tenía muy buenas propiedades y que había sido utilizada durante siglos por los indígenas. Sabemos que, al menos en 1531, envió a Sevilla ciertas cantidades de este licor. Real Cédula a los oficiales de Sevilla, Ocaña, 4 de abril de 1531. AGI, Indiferente General 1961, L. 2, ff. 4 9 - 4 9 v . 56 Ibidem. También Real Cédula a los oficiales de la isla Española, Madrid, 2 2 de abril de 1528. AGI, Indiferente General 4 2 1 , L . 13, ff. 9 4 v - 9 5 . 57 Por desgracia, Villasante no disponía de capital para poner en funcionamiento su empresa, por lo que tuvo que recurrir al capital del genovés Benito de Basinana cediéndole a c a m b i o una quinta parte de sus ingresos a perpetuidad. Real Cédula a Antonio de Villasante, Monzón, 5 de junio de 1528. AGI, Indiferente General 4 2 1 , L. 13, ff. 1 9 I v - 1 9 2 .
214
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
La empresa comenzó a funcionar en los primeros años con grandes resultados, pues, en 1529, ya se habían llevado a la Casa de la Contratación de Sevilla cantidades importantes de bálsamo, que había sido distribuido a numerosos hospitales españoles 58 . El éxito fue tal que Carlos V quiso probar personalmente las virtudes del fármaco. Por ello, el 4 de abril de 1531 se expidió una nueva Real Cédula para que se enviase una muestra del licor de bálsamo ya elaborado a la propia corte de Carlos V 59 . En cuanto a cifras concretas, sabemos que hasta 1532 envió Villasante a Sevilla 29 arrobas y media de bálsamo ya elaborado, cifra a la que habría que unir el que se introdujo ¡legalmente, que a juzgar por las numerosas quejas debió al menos igualar la mencionada cantidad®. El negocio fue tan rentable en sus comienzos que hubo grandes dificultades para que los vecinos no sólo de La Española sino de otras partes del Continente americano le respetasen el monopolio. El descontento de la población era grande debido a que debían pagar por un producto que abundaba en la isla y que creían necesario para la salud. Hubo problemas a nivel personal, incluso con el propio fray Bartolomé de las Casas, el cual fue acusado de mandar bálsamo a su hermana Catalina que se encontraba en México 6 1 . El Cabildo de Santo D o m i n g o también se opuso al monopolio de Villasante, por un lado, impidiendo la recogida del tan preciado producto, y por el otro, negándole los indios de repartimiento asignados por la Corona 62 . Muchos vecinos de La Española enviaban bálsamo "secretamente" a sus familiares españoles, e incluso los Belzares, desde Venezuela, estaban
58 Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Toledo, 24 de agosto de 1529. AGI, Indiferente General 1952, L. 1, ff. 2v-3. " Schäfer: op. cit., p. 15. 60 Real Cédula a los oficiales de Sevilla, Madrid, 17 de noviembre de 1532. AGI, Indiferente General 1961, L. 2. 61 Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación para que averigüen si el bálsam o que mandó Bartolomé de Las Casas desde Puerto Plata lo envío antes de establecerse el asiento con Villasanta, Madrid, 13 de diciembre de 1529. AGI, Indiferente General 1952, ff. 31-31 v. 62 El 22 de abril de 1528 el Rey informó a la Audiencia de Santo Domingo que Villasante había informado de la existencia de muchos indios ociosos en la rivera del Yguamo, de los que "se pusieron en libertad para la experiencia de su habilidad y capacidad". El 2 de octubre de 1528 Antonio de Villasante se quejó de que aunque había muchos indios vacantes en la Española "no se los habían querido depositar, poniéndole ciertas excusas y dilaciones". En 1530 aún no se los habían concedido. En una carta escrita por la Audiencia a Su Majestad el 3 0 de junio de 1530 explicaban sus razones: uno, porque consideraban más conveniente que los indios que vacasen sirviesen a quien "mejores obras les hicieren". Dos, por la dureza del beneficio del bálsamo que "no es para indios por ser personas de poco trabajo..." Y tres, porque Villasante no tenía haciendas para poder sustentar y alimentar a los indios que se le asignasen. La Corona v o l v i ó a replicar en una dura Real Cédula, fechada en Ocaña el 25 de enero de 1531. Junta de procuradores de la isla Española, 1518-1545. AGI, Santo D o m i n g o 77, R. 1.
L A M E D I C I N A I N D Í G E N A E N L A E S P A Ñ O L A Y SU C O M E R C I A L I Z A C I Ó N ( 1 4 9 2 - 1 5 5 0 )
215
haciendo grandes beneficios con este producto medicinal. Precisamente con estos últimos se generó un largo pleito con Villasante por el monopolio del bálsamo, ya que, pese a la oposición de Villasante, esta compañía alemana consiguió, en 1537, licencia real para explotar el bálsamo en su demarcación 63 . La fiebre del bálsamo llegó hasta tal extremo que en 1531 los encargados de distribuirlo en Sevilla, nombrados por Villasante, se quejaron de que se vendía mucho bálsamo falso, lo que redundaba, primero, en un perjuicio del fármaco ya que se vendía adulterado, y, segundo, en una reducción notable de las ventas 64 . La Corona se vio obligada a tomar partido, ordenando, en primer lugar, a los oficiales de La Española que impidiesen el envío de bálsamo de toda persona no autorizada expresamente por Villasante 65 . Asimismo, en Sevilla ratificó la autorización que Benito de Basinana y Francisco Leardo tenían para distribuir, por tres años, el bálsamo en Sevilla 66 . Además, para conseguir que se bajase el precio a 16 reales para que lo pudiese disfrutar "todo el m u n d o " se ordenó a los administradores de las alcabalas que no cobrasen el impuesto de la venta del bálsamo 67 . Igualmente, se ordenó a todos los corregidores y justicias del reino que los favoreciesen 68 , pidiendo al mismo tiempo que ningún médico difamase el fármaco sin antes experimentar con él 69 . El negocio debió resultar rentable durante algunos años, pues, en 1531, se decía que éste obtenía tan sólo en las cinco tiendas que tenía en Santo Domingo más de 100 pesos de oro anuales 70 . Por ese tiempo, en España el
61 La licencia fue concedida por Real Cédula dada en Valladolid el 19 de enero de 1537. Hay documentación sobre este asunto en el Archivo General de Indias en las secciones de Justicia 11, N.° 7, Contratación 5090, L. 1, f. 26 e Indiferente General 1206, N.° 3. 64 Real Cédula a los corregidores y justicias de los reinos de Castilla, Ocaña, 25 de enero de 1531. AGI, Indiferente General 422, L. 15, ff. 5v-6v. 45 Real Cédula a los oficiales de La Española, Madrid, 5 de abril de 1530. AGI, Indiferente General 422, L. 14, ff. 69-70. 46 Real Cédula a Benito de Basinana y Francisco Leardo, Madrid, 5 de abril de 1530. AGI, Indiferente General 422, L. 14, ff. 61-64. Estos a su vez contaban con los servicios del cirujano Juan de Peralta, el cual se encargaba de "ir por toda el Andalucía y otras partes a curar, vender y distribuir el bálsamo". Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación, Madrid, 22 de diciembre de 1530. AGI, Indiferente General 1961, L. 2, ff. 16-16v. ,7 Real Cédula a los recaudadores del alcabalas, Madrid, 5 de abril de 1530. AGI, Indiferente General 422, L. 14, ff. 65-66. t8 Real Cédula a los corregidores y justicias del reino, Madrid, 5 de abril de 1530. AGI, Indiferente General 422, L. 14, ff. 64-65. Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación, Madrid, 5 de abril de 1530. AGI. Indiferente General 422, L. 14, ff. 57v-58. Carta de D i e g o Caballero a Su Majestad, Santo Domingo, 18 de marzo de 1531. Marte: op. cit., p. 353.
216
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
bálsamo se cotizaba a 10 y 20 ducados la onza, aunque su precio tendió a descender con el paso de los años 71 .
C. El fin del
monopolio
Parece ser que Antonio de Villasante falleció en algún año de la década de los treinta, pues en los años sucesivos se le pierde el rastro totalmente. Sabemos que en 1539 los edificios donde estaban sus tiendas fueron empleados para otro fin, lo que podría indicarnos que el negocio ya no existía 72 . Es probable que en un primer m o m e n t o ni sus sucesores ni sus socios continuaran con el negocio. Probablemente la Corona, tras su muerte, eliminó el monopolio, desapareciendo su tráfico comercial al menos como negocio. Sin embargo, en 1561 encontramos a una curandera india, llamada la Villasanta, que se ha querido identificar como la viuda del afamado droguista de La Española 7 3 . Sea c o m o fuere, lo cierto es que esta m u j e r gozó de mala fama en vida y en cualquier caso fue incapaz de seguir ni de restablecer el negocio farmacológico de Antonio de Villasante. A modo de resumen, podemos decir que los conocimientos herborísticos de los indígenas de La Española, al igual que los de las demás Antillas, fueron bastante amplios. Sus curanderos, o behíques, tenían unos amplios conocimientos médicos en los que se sustentaba precisamente su prestigio. Igualmente queda claro que los indígenas, como un medio más de la resistencia pasiva mostrada frente al grupo hispano, intentaron ocultar esos conocimientos para que las enfermedades los disuadieran a abandonar las islas. Asimismo, queda bien de manifiesto la fe que tuvieron algunos españoles en la medicina indígena y que los llevó a comercializar los fármacos a España, durante algunos años al menos con un gran éxito. Llama la atención, sin duda, el hecho de que, en 1530, cuando la realidad americana se percibía aún tan difusa en Castilla se consumiesen en muchos hospitales las medicinas que durante siglos habían utilizado los desdichados indios americanos.
71
C i t a d o en G i m e n o G ó m e z : op. át„ p. 1526. Ugarte, María: Estampas coloniales, T. I. S a n t o D o m i n g o , C o m i s i ó n p e r m a m e n t e de la feria N a c i o n a l del Libro, 1998, p. 198. 75 Ibidem. 72
LAS ARMADAS DE AVERÍAS Y LA DEFENSA NAVAL DEL CARIBE (1492-1556)
1. L A NAVEGACIÓN EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVI
Ya hemos afirmado que fue la presencia de piratas en puntos claves de la Carrera de Indias lo que obligó a la Corona a reorganizar el sistema de navegación, aumentando el tonelaje de los navios, mejorando su artillería y procurando que éstos navegasen juntos, es decir, en conserva 1 . Realmente se pensaba que una defensa eficaz contra los corsarios se debía asentar no sólo en la creación de las llamadas "Armadas de averías", sino sobre todo cuidando que todos los navios que participasen en la Carrera estuviesen bien artillados y preparados para resistir un eventual ataque enemigo.
A. El tonelaje y la sobrecarga
de los navios
Las ordenanzas en torno a la artillería de las naos y al moderado cargamento que debían transportar se sucedieron reiteradamente a lo largo de toda la centuria decimosexta, a saber: en 1531, 1534, 1535, 1539, 1541, 1543, 1568, etc. 2 Prácticamente en todos estos documentos se menciona la poca prudencia de los maestres al cargar demasiado sus naves, resultando, además, insuficiente la artillería que llevaban para resistir cualquier ataque corsario, por leve que fuese. Incluso, para garantizar el cumplimiento de esta nueva legislación sobre navegación, se proveyó un visitador en Sanlúcar de Barrameda, pues, se ave1 Este término, que aparece frecuentemente en la documentación de la época, sigue utilizándose aún hoy en el argot naval. 2 En un expediente sobre la reforma de la navegación, fechado en 1568, se decía sobre el problema de la artillería lo siguiente: "Buscan artillería e s p e c i a l m e n t e la de bronce que no sirve de nada sino de visitarse la nao con ella y para que los visitadores entiendan que lleva artillería y que es suya y no les pongan embargo en la salida y esto hacen los maestres prestándose unos a los otros la artillería para el efecto de la visita..." Memoria sobre la reforma de la navegación, 13 de diciembre de 1568. AGI, Indiferente General 2673, f. 10.
218
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
riguó que, tras pasar la revisión en Sevilla, descargaban toda la artillería, sobrecargando los navios de mercancías. Los comerciantes sabían utilizar todo tipo de estrategias para asegurarse los mayores beneficios posibles. En este sentido, sabemos que adquirían por unos días una artillería que les resultaba muy cara de comprar y a su llegada a Sanlúcar la descargaban para a cambio introducir un buen número de mercancías de contrabando. De esta forma, según decía un documento de la época, "los navios no podían pelear ni bien navegar" 3 . Sin embargo, la situación no mejoró en todo el siglo xvi, siendo la sobrecarga una causa continua de zozobra y de capturas por parte de los franceses. Así, en 1521, el Rey fue informado de que - e n abierta contradicción con las disposiciones vigentes- los maestres sobrecargaban los navios "de manera que llevan más sobre cubierta que debajo y hasta el barco que va dentro va cargado..." 4 Girolamo Benzoni, por su parte, describió esta situación con la agudeza que era habitual en él, c o m o p o d e m o s ver en el f r a g m e n t o que reproducimos a continuación: La avaricia de los españoles ha sido la causa que los franceses les capturasen tantos barcos; porque cuando zarpaban de España era tanta la codicia de los armadores de la nave, queriendo cargarla de mercancías y pasajeros, que no se preocupaban de llevar la artillería adecuada renunciando a defenderse cuando se veían asaltados por un barco enemigo...5 A esta situación había que unir además el hecho de que los navios que se vendían en Sevilla eran viejos "porque hay grandes compradores y grandes precios y no se ven los daños que llevan" 6 , no surtiendo efecto alguno lo dispuesto en las ordenanzas en tomo a que ningún navio pudiese ir a las Indias "sin ser primero varado..." 7 Todavía, en un memorial sobre la "reformación de la Carrera de Indias", fechado en 1568, se insistió en el engaño que solían practicar los maestres, quienes "por codicia de llevar más toneladas de mercancías y hacerlas de más porte que ellas son les hacen obras de carpintería y las alzan y hacen cubiertas y puentes y toldos, y otras obras muy dañosas, apartándose de su
' Mira Caballos, Esteban: "La Armada de la Guarda de las costas de Andalucía", en Andalucía y América. Córdoba, 1994, p. 82. 4 Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Logroño, 20 de julio de 1521. AGI, Indiferente General 420, L. 8, ff. 309v-310. 5 Benzoni, Girolamo: Historia del Nuevo Mundo. Madrid, Alianza Editorial, 1989 p. 165. 6 Ordenanzas de navegación, Palencia, 28 de septiembre de 1534. AGI, Indiferente General 1961, L. 3, ff. I64v-168. 7 Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación, Sevilla, 22 de abril de 1535. AGI, Indiferente General 2673, R. 1.
L A S ARMADAS DE AVERÍAS Y LA DEFENSA NAVAL DEL C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
219
c o m p á s queriendo hacer sobre navios pequeños gran volumen de que las naos vienen a ser tormentosas y no marineras" 8 . También las ordenanzas solían hacer hincapié en el tamaño que debían poseer los navios que hiciesen la Carrera de Indias, prohibiendo que ninguna e m b a r c a c i ó n m e n o r de 80 toneladas pudiese viajar al Nuevo M u n d o . El aumento del tonelaje fue una tendencia constante en la legislación naval; sin embargo, la medida era normalmente desatendida por varias razones: primero, porque la escasez de navios en los puertos peninsulares obligaba a tomar los que hubiese disponibles sin importar su tonelaje. Segundo, porque no era tan evidente que las embarcaciones de mayor porte fuesen más seguras, al menos si éstas no iban suficientemente artilladas. Y tercero, y último, porque para llevar a cabo los descubrimientos y rescates en las nuevas tierras hacían falta navios ligeros y de poco calado, lo cual constituyó una excusa constante a la hora de permitir su paso a las Indias, con la supuesta intención de participar en tareas descubridoras.
B. La preparación
de la
tripulación
Igualmente se intentó mejorar la preparación de los pilotos, maestres y demás "gente de mar", pues, si bien es cierto que muchos de los más grandes marinos del m o m e n t o eran naturales del Reino de Castilla - r e c u é r d e n s e n o m b r e s c o m o el de Antón de Alaminos, Vicente Yáñez Pinzón, Andrés Niño, Sebastián Caboto, Juan Díaz de Solís y Pedro de Ledesma, entre otros-, no es menos cierto, que la gran demanda de estos profesionales hizo que se admitiesen a muchos que no estaban lo suficientemente preparados. Precisamente por este motivo, se aceptaron igualmente pilotos de nacionalidad portuguesa, como fue el caso Bernardo de Aguilera, quien obtuvo sin dificultad alguna un permiso de las autoridades españolas para tripular navios de la Carrera de Indias 9 . Además, con frecuencia los exámenes no se llevaban a cabo con la justicia y transparencia necesaria, motivo por el cual la Corona acusó, a mediados de la decimosexta centuria, a los pilotos mayores y cosmógrafos de no examinar con rigor "por no tomar juramento a los testigos de las informaciones", responsabilizándolos asimismo de los 29 navios perdidos en tan sólo dos años 10 .
8 Ordenanzas de navegación, Madrid, 13 de diciembre de 1568. AGI, Indiferente General 2673, R. 2, f. lv. ' Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Granada, 6 de octubre de 1526. AGI, Indiferente General 421, L. 11, ff. 229-230. 10 Los navios perdidos eran de los siguientes (unas veces se pone el nombre del armador y en otras el nombre del navio): de Domingo Alonso, de Vargas, de Jácome Raso, de Nicolás Misarlo, de Zárate, de Lauregui, "del Virrey", de Juan de Sesa, de Miguel de la Borda, de San-
220
L A S ANTILLAS M A Y O R E S ,
1492-1550
Ciertamente, la demanda de pilotos sobrepasó con creces a la oferta por lo que fue necesario contratar, c o m o ya hemos dicho, a aquellos profesionales que hubiese disponible, estuviesen o no preparados para navegar por el derrotero para el que se les solicitaba. D e hecho, y pese a las prohibiciones legales, c o n o c e m o s numerosos pilotos a los que se les otorgó l i c e n c i a para navegar por zonas para las que no habían sido e n s e ñ a d o s " . U n a situación parecida ocurrió con el resto de la tripulación, pues era tal la demanda, que había que aceptar a personas sin preparación que no sabían en absoluto "marinear los barcos". Así, encontramos que desde la década de los treinta algunos de los grumetes y de los pajes eran negros "por falta de no hallar copia de b l a n c o s " 1 2 . D e manera que pese a que las ordenanzas de 1534 compelían a los pilotos a que todos los tripulantes fuesen "gente de m a r " , lo cierto es que en realidad "iban muchas personas por marineros que no son hábiles para el dicho oficio..." 1 3 Por tanto, en lo que concierne a las tripulaciones debemos concluir, pues, que había una élite, andaluza principalmente, que era la más preparada del mundo en aquellos m o m e n t o s , pero que j u n t o a éstos había una m a y o r í a poco cualificada.
C. La navegación en conserva Otra de las medidas que se tomaron para asegurar la navegación frente a los ataques corsarios fue la instauración del ya mencionado sistema de convoy o " c o n s e r v a " . E s t e tipo de navegación c o l e c t i v a se impuso paulatinamente debido a los continuos ataques que, desde la tercera década del siglo x v i , asolaron tanto las c o s t a s andaluzas c o m o las principales rutas de la Carrera de Indias. E s t e sistema se utilizó por primera vez en 1522, cuando la C o r o n a ordenó que los navios fuesen a las Indias en " c o n s e r v a " y custodiados por buques de guerra. Dado el interés del documento, lo transcribimos parcialmente a continuación: c h o de Zapatillo, de Juan de Dueñas, de Juan Veces, de Alonso Granillo, de A l o n s o Martínez, de L u c a s Oberto, de Colombres, de Andrés Núñez, de Juan de Nápoles, de Manuel Carres, el navio la Catalina, de Cristóbal Díaz, de Pcdrianes, San Juan de B e r m e o , J á c o m e R a s o en Río Grande, Benito de Guadalupe, la Canaria, la Francesa y la Salvadora. Relación de los navios que se han perdido de dos años a esta parte, S / F 1 5 5 1 ? AGI, Indiferente General 1961, L. 3, ff. 145v-146. " A esta cuestión se hace alusión en una Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de S e v i l l a , T o l e d o , 21 de m a y o de 1 5 3 4 . A G I , Indiferente G e n e r a l 1 9 6 1 , L . 3, ff. 145v-146. 12 Carta de la Audiencia de Santo D o m i n g o a Su Majestad, Santo Domingo, 12 de marzo de 1533. AGI, Audiencia de Santo Domingo 4 9 , R . 4 , N.° 25.
" R e a l Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla. Madrid, 2 de julio de 1535. AGI, Indiferente General 1961, L. 3, ff. 2 9 4 - 2 9 5 v .
L A S A R M A D A S D E A V E R I A S Y L A D E F E N S A NAVAL D E L C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
221
Allá habréis sabido los daños, presas y robos que los corsarios franceses este año han hecho en la ropa de nuestros subditos que han ido y venido a esas partes y para remedio de lo cual la católica Reina mi Señora y yo habernos mandado hacer cierta Armada que será bastante para asegurar la navegación y resistir los dichos franceses y demás de aquella asimismo habernos mandado que vayan juntos ocho navios que al presente están cargados de mercaderías en la barra de Sanlúcar juntamente con otras dos carabelas que van con ellas de armada para si por caso algunos franceses hubiesen tenido atrevimiento de ir la vuelta de esas islas y porque por la misma causa conviene y les habernos mandado que vuelvan juntos como van... en conserva con las dichas dos carabelas armadas...14 El d o c u m e n t o es interesante, ya que hasta la fecha habían existido muchas dudas a la hora de establecer la primera navegación en conserva. Así, por ejemplo, algunos autores hablan de 1524 como fecha en que se tramitó tal orden 15 , mientras que otros, como Pérez-Mallaína, retrasan la fecha del primer convoy protegido hasta nada menos que 1543 16 . Sin embargo, a la luz del documento citado anteriormente, queda claro que la navegación en "conserva" tuvo sus orígenes en 1522. Los continuos ataques piratas así como las numerosas pérdidas de navios (Véase el Cuadro I) hicieron imposible la vieja aspiración de los registros sueltos. De manera que, efectivamente, en 1522, partió de Sevilla una flota compuesta por ocho barcos y bajo la protección de dos navios de Armada 17 . Al año siguiente nuevamente se informó que tres carabelas estaban preparadas para zarpar hacia las Indias, prohibiendo las autoridades, en última instancia, su partida, alegando que "ni tres, ni seis serán suficientes para resistir" 18 . Finalmente, en 1525, se puso en práctica el primer gran proyecto de navegación en conserva, al planearse una flota de más de veinte buques 19 , sin que conozcamos más detalles sobre su devenir. Como la pérdida de navios era alarmantemente importante, las disposiciones referentes a la navegación en conserva se repitieron continuamente. Así, por ejemplo, en 1526 y 1527 se expidieron sendas Reales Cédulas, disponiendo que los navios sólo fuesen a las Indias en conserva, alegando que había rumores de que habían partido para las costas de Andalucía Occidental 14 Real C é d u l a a los o f i c i a l e s d e la isla Española, Valladolid, 11 d e s e p t i e m b r e d e 1522. AGI, Indiferente General 4 2 0 , L. 9, f. 35. 15
Friederici, Georg: El carácter deI Descubrimiento y de la Conquista de América. México, FCE, 1973, p. 3 1 9 . 16 P é r e z - M a l l a í n a , P a b l o E.: Los hombres de! Océano, S e v i l l a , G r á f i c a s del Sur, 1 9 9 2 , p. 18. 17 Memorial de remedios para la isla Española dirigido a Su Majestad, 1523? AGI, Patronato 172, R. 6. 18 Ibidem. " Haring, Clarence H.: Comercio y navegación entre España y las Indias en la época de los Habsburgos. M é x i c o , F o n d o d e Cultura E c o n ó m i c a , 1939, p. 4 2 1 .
222
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
tres galeones de Bretaña y dos de Normandía 20 . Así pues, en este último año se escribió a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla para que extremasen las medidas de seguridad y no permitiesen a ningún navio ir a las Indias fuera del régimen de rigurosa conserva 21 . Por tanto, el libre registro, vieja pretensión de los comerciantes, se vio postergado por la presencia de corsarios y por las perentorias necesidades de defensa. Esta aspiración fue manifestada ya por la Junta de Procuradores de la isla Española, en 1508, al solicitar que pudiesen comerciar libremente con cualquier punto de la Península Ibérica 22 , petición que se volvió a formular en la junta de procuradores de La Española de 1519 y en memoriales posteriores, como el de 1527, que decía como sigue: Y otra cosa que convenía para la población y bien de aquellas partes que V. M. les mande dar libertades y favores especialmente que de todos los reinos y señoríos puedan ir a ser aprovechados en aquellas partes y llevar mantenimientos de cualquier puerto de vuestros reinos y no que esté a la voluntad de la ciudad de Sevilla matar de hambre a los de las Indias y ponerlos en tanta estrechura...23 El cambio de actitud de la Corona no se produjo hasta 1528, fecha en la que por primera vez se planteó la posibilidad de liberalizar en alguna medida el comercio con las Indias. En este año las peticiones para la apertura fueron especialmente enérgicas y provenientes sobre todo de la isla Española. Las reivindicaciones planteadas por los comerciantes antillanos fueron desde un primer momento bien recibidas por el Emperador, que prometió que se volvería "a platicar y a estudiar la propuesta" en el Consejo de Indias, para proveer lo más conveniente 2 4 . Se trataba, sin duda, de la primera vez que se cuestionaba seriamente la posibilidad de instaurar el libre registro. La apertura de varios puertos peninsulares al comercio indiano llegó, definitivamente, en 1529 25 , sin embargo, como muy bien afirmó Haring, esta ley de libre comercio para algunos puertos no fue más que letra muerta, puesto que ni supuso libertad de comercio ni por supuesto registros sueltos 26 . Así,
20 Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Valladolid, 14 de septiembre de 1522. AGI, Indiferente General 420, L. 9, ff. 29v-31v. 21 Ibidem. 22 Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, 14 de julio de 1523. AGI, Indiferente General 420, L. 9, f. I68v. 21 Respuesta de Su Majestad a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Valladolid, 23 de junio de 1527. AGI, Indiferente General 421, L. 12, ff. 123-125. 24 Respuesta de Su Majestad a los procuradores de la ciudad de Santo Domingo, Burgos, 15 de febrero de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 13, ff. 17-21. 25 Real Provisión a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, 15 de enero de 1529. AGI, Patronato 170, R. 39. 26 Haring: op. cil., p. 20.
L A S A R M A D A S DE AVERÍAS Y LA DEFENSA NAVAL DEL C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
223
en los años siguientes a la expedición de la nueva ley primó un precario sistema de libre comercio, que sólo se desarrolló en los tiempos de paz, dejando para años conflictivos el sistema de navegación en "conserva". Por otro lado, la primera vez que encontramos planteada una ordenación del sistema de flotas - e m b r i ó n de lo que serán hasta las últimas décadas del siglo XVIII- fue en 1543, cuando el Rey, informado de los rumores sobre la presencia de veleros enemigos en las costas, ordenó a los oficiales de las Casa de la Contratatación que se plantease la navegación en los siguientes términos: Que las flotas no sean de menos de diez naos y que salgan dos flotas al año, una por el mes de marzo y otra por el mes de septiembre y que no vayan más de dos flotas durante el tiempo de la guerra27. Además, se dispuso que durante el tiempo que durase la guerra se pusiese especial cuidado en que las embarcaciones no viajasen sobrecargadas, reduciendo el número de toneladas de carga permitida por navio 28 . De esta forma se pretendía una mejor defensa en caso de un hipotético ataque corsario. La navegación en convoy, pues, fue creada en la primera mitad del siglo xvi tan sólo para ocasiones de emergencia; sin embargo, dada la situación de guerra continua con los franceses se convirtió de hecho en la auténtica regla del comercio y de la navegación indiana.
D. La creación de las Armadas de Indias Otra de las medidas que se tomaron para defender la Carrera de Indias contra los asaltos piratas fue el envío de Armadas a América con la misión específica de recoger el metal precioso y las demás mercancías de valor y traerlas con seguridad a la Península. Sin embargo, este sistema se utilizó sólo en contadas ocasiones a lo largo de la primera mitad del siglo xvi, sien-
Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Valladolid, 23 de octubre de 1543. AGI, Indiferente General 1963, L. 8, ff. 275-277v. Aunque debemos decir que ya en 1537 se había establecido, más vagamente, el sistema según se deduce del informe dirigido por el Rey a los oficiales de la Casa de la Contratación: "Que durante el tiempo que la guerra durare que tenemos con Francia ningún oro, ni plata venga sino fuere en la dicha armada o en conserva de ella porque con hacer la dicha armada dos viajes cada año a la dicha ciudad de Santo D o m i n g o en que traerá todo el oro que allí hubiere recogido parece que harto cómodamente los mercaderes se podrán servir y aprovechar de sus haciendas..." Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación. Valladolid, 28-1-1537. AGI, Indiferente General 1962, L. 5, ff. 60-61. 28 Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Guadalupe, 3 de abril de 1547. AGI, Indiferente General 1964, L. 10, ff. 182v-184.
L A S ANTILLAS MAYORES,
224
1492-1550
do mucho más frecuente, como medio de protección, la creación de las ya mencionadas Armadas guardacostas que recorrían puntos estratégicos de la Carrera. En un primer momento se creó la Armada Guardacostas de Andalucía para proteger las flotas que salían y entraban del puerto sevillano 2 9 , y posteriormente la Armada Guardacostas del Caribe. Los navios de Armada tenían las mismas características técnicas que los que iban en las flotas, con la única diferencia de que iban bien pertrechados de armamento, pues, como dijo Ramón Carande, "no existía teóricamente diferencia entre los navios de Armada y los de flotas"30. Así, mientras las flotas iban prácticamente desarmadas, acompañadas en cualquier caso por un número variable de buques de guerra, las Armadas, en cambio, iban perfectamente artilladas y con soldados entre su tripulación. La primera Armada que cruzó el océano fue la del general Blasco Núñez de Vela, en 1537, año en el que las noticias de corsarios a lo largo de toda la Carrera de Indias arreciaron, como podemos observar en las líneas que mostramos a continuación: Que durante el tiempo que la guerra durare que tenemos con Francia ningún oro, ni plata vaya sino fuere en la dicha Armada (de Blasco N ú ñ e z ) o en conserva de conserva de ella porque con hacer la dicha Armada dos viajes cada año en la dicha ciudad de Santo D o m i n g o en que traerá todo el oro que allí hubiere recogido parece que harto c ó m o d a m e n t e los mercaderes se podrá servir y aprovechar de sus h a c i e n d a s e s p e c i a l m e n t e v i n i e n d o c o n la seguridad que c o n esta orden esperamos... 3 1
En 1542, tenemos noticias de una nueva Armada que partió a América al mando del capitán general Martín Alonso de los Ríos 32 . En principio se planteó con 12 navios y 2.500 hombres de guerra, no obstante, ante la falta de artillería - q u e fue necesaria traerla finalmente de Málaga, Cartagena y Alic a n t e - y de navios adecuados, fue reducida a la mitad de embarcaciones y a tan sólo 500 hombres de guerra 33 . En definitiva, y a modo de conclusión, los aspectos comentados en este trabajo nos revelan los esfuerzos que hizo la administración española por conseguir la máxima seguridad de los navios españoles. Esfuerzos que no
29
Sobre esta armada puede verse: Mira Caballos. Esteban: La Armada Guardacostas de Andalucía y la defensa de la Carrera de Indias (1521-1550). Sevilla. Muñoz Moya Editor, 1998. 10 Carande, Ramón: Carlos Vy sus banqueros, T. I. Barcelona, Crítica, 1990, pp. 352-353. 11 Real Cédula a lo oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Valladolid, 28 de enero de 1537. AGI, Indiferente General 1962, L. 5, ff. 60-61. " Relación de los gastos que se han hecho en la armada de 1542, de la que fue capitán Martín Alonso de los Ríos, s/f. AGS, Consejo y Juntas de Hacienda 24, doc. 387. " lbidem.
L A S A R M A D A S DE AVERÍAS Y LA DEFENSA NAVAL DEL C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
225
dieron los frutos deseados por dos circunstancias: primero, por la oleada masiva de corsarios en torno a las costas españolas para la que no estaban realmente preparados. Y segundo, por el afán de los propios españoles de conseguir beneficios mercantiles a costa de sobrecargar los navios y disminuir drásticamente sus posibilidades defensivas. De esta forma, los buques españoles constituían un fácil blanco para los corsarios.
2. L A DEFENSA DEL CARIBE
La protección de las costas caribeñas en este período de tiempo se procuró, al igual que en la Península Ibérica, mediante el apresto de Armadas guardacostas. Hemos de tener en cuenta que en esta época las flotas protegidas por varios navios de guerra fueron muy esporádicas, de ahí que el sistema más utilizado para defender las puntos críticos de la Carrera de Indias fuese el de estas Armadas de averías. Así pues, en líneas generales, hemos observado un gran paralelismo en la organización y en las funciones de las Armadas del Caribe con las que por el mismo tiempo se pertrecharon en las costas de Andalucía Occidental, para proteger a los navios que llegaban de las Indias o partían para ellas. Igualmente, hemos de destacar que esta Armada del Caribe puede considerarse como el precedente remoto de lo que será la Armada de Barlovento que desarrolló su actividad, como es de sobra conocido, entre 1640 y 176834. Sin embargo, como veremos a continuación, existen diferencias sustanciales entre ambas Armadas: primero, mientras la Armada del Caribe se financiaba a través de la avería, la de Barlovento lo hacía a través de otros impuestos como la alcabala. Segundo, la sede de la primera fue la ciudad de Santo Domingo, donde residían los jueces de la Armada, mientras que la segunda tenía su base de operaciones en el puerto mexicano de Veracruz. Tercero, la primera utilizaba naos y carabelas mientras que la segunda exclusivamente galeones. Y cuarto, sus objetivos eran distintos, pues, mientras la primera se dedicó a la protección de las Antillas, la segunda extendió su actividad a las costas mexicanas, escoltando con frecuencia a las flotas de Nueva España. La presencia de corsarios en el Caribe fue aumentando rápidamente desde los albores del siglo xvi, pese a que, como bien ha afirmado Haring, son muy pocas las noticias que tenemos de sus acciones bélicas en los primeros treinta años de la colonización 3 5 . Sin embargo, los temores de las autoridades
M Sobre esta Armada puede verse el trabajo de Torres Ramírez, Bibiano: La Armada Barlovento. Sevilla, 1981. Haring: op. cit.. pp. 289-290.
de
226
L A S ANTILLAS M A Y O R E S ,
1492-1550
indianas por el posible aumento de los ataques corsarios eran bien patentes ya en 1528, según vemos en el texto que reproducimos a continuación: Y como piensan (se refieren a los corsarios) y tienen noticia que de estas partes va mucha cantidad del oro con que se sostiene la guerra por Vuestra Majestad que vista la poca defensa que acá hay se tiene mucho temor que como lo vieran enviarán sobre esta tierra a hacer en ella todos los daños que pudieren...36 Estos corsarios llegaban ya en la década de los treinta perfectamente informados de toda la geografía caribeña tanto en lo referente a la fecha de salida de los navios españoles c o m o de sus posibilidades defensivas 3 7 . Cada vez más los corsarios se decidían a cruzar el océano, confiados en arrebatarles las mercancías a unos navios españoles demasiado sobrecargados y mal armados 3 8 . N o en vano, en la década de los cuarenta, informaba la Real Audiencia de Santo D o m i n g o que ni aún en tiempos de paz entre España y Francia dejarían de venir los corsarios a estas islas "porque las presas son muy grandes y sin riesgo ni resistencia ninguna..." 39 Cuatro años después, es decir, en 1545, se ratificó nuevamente esta idea al informar el Almirante al Rey que lo que animaba a los corsarios a navegar rumbo a las Indias era "parecerles... que tienen lejos el castigo" 40 . Y nuevamente en 1549 el cabildo de Santo D o m i n g o informó de la necesidad de que hubiese una Armada permanente en el Caribe, porque "un s o l o navio de los dichos corsarios por pequeño que sea lo anda y corre todo muy a salvo" 41 .
16 Carta de los licenciados Alonso de Zuazo y Espinosa a Su Majestad, Santo Domingo, 30 de marzo de 1528. Archivo General de Indias (en adelante AGI), Patronato 174, R. 36. " Así se deduce de otra misiva escrita por el Cabildo de Santo Domingo a Carlos V en 1537 en la que le decían textualmente lo siguiente: "Así porque las presas que hacen son muy ricas como porque traen consigo pilotos y otras gentes vasallos de Su Majestad que tienen noticia de todo lo de acá y saben la poca defensa de armas y otras fuerzas que en estas tierras hay para se les defender, cuanto más para ofender..." Carta del Cabildo de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 23 de diciembre de 1537. AGI, Santo Domingo 49, R. 8, N.° 58A. 38 De nada sirvieron las ordenanzas que reiteradamente expidió la Corona para conseguir que los navios partiesen bien pertrechados y sin sobrecarga. Concretamente en un documento fechado en 1521 se decía que los navios españoles iban tan cargados que "no podían pelear ni bien navegar". Mira Caballos: La Armada de la Guarda..., p. 82. " Carta de la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 4 de julio de 1541. AGI, Santo Domingo 49, R. 12, N.° 83. 40 Carta del Almirante a Su Majestad, Nueva Sevilla, 18 de enero de 1545. AGI, Patronato 174, R. 57. Los ataques se realizaban incluso en tiempos de paz, pues, según escribió la Audiencia de Santo Domingo en 1541, "aunque Vuestra Majestad tenga paces con el cristiano Rey de Francia que estos ladrones no han de dejar de pasar a estos mares porque las presas son grandes y sin riesgo de resistencia ninguna..." Carta de la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 4 de julio de 1541. AGI, Santo Domingo 49, R. 12, N.° 83 Bis. 41 Carta del Cabildo de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 10 de septiembre de 1549. Rodríguez Morel, Genaro: Cartas del cabildo de Santo Domingo en el siglo xvi. Santo Domingo, Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español, 1999, p. 188.
L A S A R M A D A S D E AVERFAS Y LA D E F E N S A NAVAL D E L C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
227
En medio de este panorama, las medidas que se tomaron desde la década de los veinte por la Corona fueron muy tímidas; entre ellas, la creación de la Armada del Caribe, financiada como ya dijimos a costa de la avería 42 . Evidentemente, y al igual que ocurría con la Armada Guardacostas de Andalucía, su objetivo principal no fue tanto la defensa de los habitantes caribeños c o m o la protección de las rutas seguidas por los navios de la Carrera de Indias a su paso por dicha área geográfica 43 . En las instrucciones otorgadas al capitán general Juan de Lalo, se le especificó su misión de una manera muy clara: La principal causa por que nos hemos movido a hacer esta Armada ha sido por la seguridad de la flota que al presente está aparejada para ir a España y de la que se espera que al presente viene de camino de España habéis de llevar cuidado y atención de asegurar el dicho viaje por donde han de ir y venir las dichas naos y flotas...44 No d e b e m o s perder de vista la peligrosidad del área caribeña donde, según calculó H o f f m a n , se perdieron un 40 por ciento de todos los navios desaparecidos en la Carrera de Indias entre 1535 y 1547 45 . Pese a todo, uno de los elementos con los que jugaron los corsarios fue con el de la sorpresa, ya que los rumores solían llegar con muy poca antelación c o m o para aprestar la Armada antes del ataque. Además los corsarios, conscientes de esta realidad, se presentaban en los puertos con sus banderas arriadas para intentar pasar inadvertidos hasta el último momento. Por este motivo se hizo común en los puertos antillanos disparar "tiros sin pelota para que amainen y hagan señales de paz..." 46 Incluso, desde 1538, se acordó disparar salvas con bolaños a los navios que llegasen al puerto para que alzasen su bandera 4 7 , pues, precisamente en esta fecha, unos navios franceses, tras
42
No estamos, pues, completamente de acuerdo con Bibiano Torres, quien afirmó que la primera vez que se comenzó a pensar en las armadas costeras fue en 1543, mientras que Irene Wright afirmó que las armadas antillanas no hicieron su aparición hasta la segunda mitad del siglo xvi. Wright, Irene A.: Historia documental de San Cristóbal de La Habana en la primera mitad del siglo xvt. La Habana, 1930. Torres Ramírez: op. cit., p. 17. 41 Torres Ramírez, Bibiano: "La defensa naval de las Indias durante el siglo XVI", en América y la España del siglo xvi. Madrid, CSIC, 1983, p. 115. 44 Véase el apéndice documental. 45 Höffman, Paul: "El desarrollo de las defensas del Caribe. Siglo xvi y principios del xvii", Influencia de España en el Caribe, La Florida y La Luisiana, 1500-1800. Madrid, 1983, p. 19. 4 Información hecha por Francisco de Tapia en la isla Española, Santo Domingo, 8 de diciembre de 1527. AGI, Santo Domingo 9, R. 2, N.° 21. 47 Carta de la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad, Valladolid, 8 de abril de 1538. AGI, Santo Domingo 49, R. 9, N.° 59. Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Santo Domingo, Valladolid, 8 de octubre de 1536. AGI, Santo Domingo 868, L. 1, ff. 1-2.
228
LAS ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
hacerse pasar por españoles, saltaron en tierra c e r c a de Azúa e hicieron un gran destrozo, tomando 3 . 0 0 0 arrobas de azúcar así c o m o algunos carneros para su avituallamiento 4 *.
A. La organización de las Armadas caribeñas C o m o ya h e m o s afirmado, esta A r m a d a se c a r a c t e r i z ó por su c a r á c t e r eventual, es decir, tan sólo se pertrechaba cuando se avistaban corsarios en las costas. Sin duda, esta circunstancia limitó mucho su eficacia. En muchas o c a s i o n e s su c o m e t i d o se restringió a acudir al resto de las islas caribeñas para dar aviso del peligro y evitar de este modo que los navios partiesen de sus puertos 4 9 . En otras ocasiones las autoridades de las distintas islas antillanas no esperaban a que la Audiencia de Santo D o m i n g o tomase la decisión de aprestar la Armada, defendiéndose con alguna embarcación que estuviese en el puerto. Así, por ejemplo, en 1538, los franceses capturaron en las costas de Cuba un bergantín español y desde la misma isla se armó un batel a cargo de D i e g o Pérez, que c o m b a t i ó durante un día c o m p l e t o con los franceses, hasta que lograron finalmente recuperar el navio robado 5 0 . P e s e a todo, no faltaron peticiones unánimes para que esta A r m a d a del C a r i b e tuviese una presencia permanente. En lo que sí diferían los m e m o riales es en el tipo de barcos que la debían formar, pues, según unos, deberían ser galeras, y según otros, dos carabelas y un bergantín o dos fustas 5 1 . Sin e m b a r g o , a j u z g a r por el carácter eventual que siempre tuvo la Armada, n i n g u n a de estas p e t i c i o n e s fueron e s c u c h a d a s por las autoridades españolas.
4 8 Memorial de la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad. Santo Domingo, 10 de abril de 1538. AGI, Santo Domingo 4 9 , R. 9, N.° 59. 4 9 Era usual que el bergantín lo enviase la primera isla que avistase a los corsarios. Puede verse por ejemplo Real Cédula al licenciado Cerrato, Valladolid, 8 de agosto de 1544. AGI, Santo Domingo 8 6 8 , L. 2, ff. 217v-219. Carta del licenciado Grajeda, oidor de la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 23 de junio de 1548. AGI, Santo Domingo 4 9 , R. 18, N ° 113. 5 0 Información que se hizo en la isla de Cuba, Santiago, 2 de mayo de 1538. AGI, Santo Domingo 10, R. 2, N.° 18. " Informe de Antonio Henríquez Pimentel, s/f. AGI, Patronato 173, N.° 2, R. 11. Carta de la Audiencia de Santo D o m i n g o a Su Majestad, Santo Domingo, 3 de enero de 1541. AGI, Santo Domingo 4 9 , R. 12, N ° 82. Carta de Diego Caballero al Emperador, Santo Domingo, 18 de enero de 1549. Marte: op. cit., p. 4 2 3 . En 1552 Diego Caballero pidió al Rey que en las costas de la isla Española "anduviese a la continua una armada para que la navegación estuviese más segura". Carta de Diego Caballero a Su Majestad, Santo Domingo, 12 de abril de 1552. AGI, Santo Domingo 7 1 , N.° 2.
L A S A R M A D A S DE AVERIAS Y LA DEFENSA NAVAL D E L C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
229
En 1528, la demanda llegó más lejos, pues los oidores de Santo Domingo plantearon al Rey la idea de crear en esa isla el centro naval y defensivo más importante de todo el continente americano 5 2 . Concretamente propusieron ubicar en La Española "una puerta por donde entren y salgan todas las gentes y mercadurías, que estuviese suficientemente artillada y que allí convengan (sic) todas las flotas que vengan de Nueva España y Tierra Firme" 5 3 . Evidentemente el proyecto no tuvo una buena acogida y la defensa, tanto de la propia isla Española como de las demás islas caribeñas, se solventó precariamente con esta Armada de Averías. Como ya hemos afirmado, la sede central de la Armada fue Santo Domingo, aunque en algunas ocasiones esporádicas se proyectó y aprestó desde la Península Ibérica. Concretamente, en 1556, se dispuso que se aprestase una Armada en Sevilla "que anduviese en la guarda de las costas de La Española" 54 . La Armada estuvo en servicio finalmente desde el 1 de junio de 1557 hasta el 20 de junio de 1559, estando capitaneada por don Juan Tello de Guzmán 55 . Como ya hemos afirmado, el envío de este tipo de Armadas desde Castilla f u e algo muy excepcional, por una sencilla razón: por la interminable demora que se producía desde que aparecían los primeros rumores sobre la presencia de corsarios hasta que se aprestaba la Armada y llegaba al Caribe.
a. Las autoridades de las Armadas Al igual que en otras Armadas de averías el poder máximo recaía en el juez de Armada, que era asesorado por varios diputados de mercaderes. Normalmente, en España este cargo era de nombramiento Real, sin embargo, en el Caribe, por motivos obvios, su designación quedó delegada en la Audiencia de Santo Domingo, que tenía poder a su vez para nombrar para ese cometido a uno de los oidores 56 . Este poseía poderes casi absolutos en todo lo concerniente a su organización y a su funcionamiento. Asimismo estaba facultado para ordenar el cobro de la avería, para embargar los navios necesarios y la artillería, así como para nombrar capitanes y veedores 57 . En 1556,
52
Carta del licenciado Espinosa y Alonso de Zuazo a Su Majestad, Santo Domingo, 30 de marzo de 1528. AGI, Patronato 174, R. 36. " Ibidem. 54 Véase el apéndice II. 55 Ibidem. í6 Información que se hizo en la isla Española, Santo Domingo, 9 de agosto de 1528. AGI, Santo Domingo 9, R. 3, N.° 28. 57 Instrucciones a Francisco Tello, Madrid, 6 de abril de 1536. Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Consejos y Juntas de Hacienda 12, N . ° 4 I .
230
LAS ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
por e j e m p l o , se designó c o m o "presidente" de la Armada al licenciado C e p e da, por ser el o i d o r más antiguo de la Audiencia 5 8 . M u y p r o b a b l e m e n t e el cargo de j u e z de A r m a d a desapareció en el tercer tercio del siglo x v i . D e s d e ese m o m e n t o la m á x i m a responsabilidad de la A r m a d a del C a r i b e pasó a ostentarla el Capitán General de la Flota de Tierra Firme 59 . L o s diputados de mercaderes eran corrientemente tres aunque c o n o c e m o s años en los q u e e x c e p c i o n a l m e n t e hubo uno más 60 y se elegían e x c l u s i v a mente por los mercaderes de la Española. L a duración del o f i c i o estaba en directa relación con el carácter temporal de la Armada, que tan sólo cobraba actividad, c o m o hemos dicho, cuando se tenían noticias fehacientes d e la presencia de buques enemigos en las costas. Igualmente, existía un contador general de la A r m a d a con la facultad de fiscalizar
las cuentas y asesorar en cuestiones económicas al juez 6 1 . A d e m á s ,
entre sus cometidos estaba la de hacer el inventario de todos los bienes que se tomasen al e n e m i g o . A continuación debía extraer el quinto real y repartir el resto entre la tripulación de manera equitativa y en f u n c i ó n al r a n g o desempeñado por cada uno en las acciones bélicas 62 . L a A r m a d a estaba mandada por un capitán general, nombrado por el juez, prefiriéndose para este puesto a aquellas personas de ascendencia noble. Esta circunstancia no era privativa de esta A r m a d a , sino que era normal que los altos mandos de todas las flotas y Armadas de Indias perteneciesen al menos a la baja nobleza o poseyesen un hábito de alguna orden militar 63 . Tenemos constancia documental de los nombres de algunos de los capitanes que tuvieron las Armadas del Caribe, entre ellos Juan de L a l o que estuvo al frente de la capitanía general de la A r m a d a al menos durante 1528. Por desgracia d e s c o n o c e m o s casi todo sobre su vida, aunque sí que lo tenemos
58
V é a s e el a p é n d i c e II.
59
En 1584 el presidente d e la A u d i e n c i a d e Santo D o m i n g o se lamentaba d e la necesidad
que había d e q u e los d e l i t o s c o m e t i d o s por la g e n t e d e las galeras d e la A r m a d a los j u z g a s e el C a p i t á n G e n e r a l d e la isla y n o el C a p i t á n G e n e r a l d e la F l o t a d e T i e r r a F i r m e . T r a s l a d o d e unos capítulos e n v i a d o s por el presidente d e la A u d i e n c i a d e Santo D o m i n g o a Su M a j e s t a d el 10 d e j u n i o de 1584. A G I , Patronato 269, N . ° 2, R . 6. 60
A s í , por e j e m p l o , en 1528 figuraban c o m o diputados d e mercaderes S a n c h o d e M o n e s -
terio, H e r n a n d o d e N e b r e d a , F r a n c i s c o N ú ñ e z y R o d r i g o d e M a r c h e n a . I n f o r m a c i ó n hecha en la isla E s p a ñ o l a , S a n t o D o m i n g o , 9 d e a g o s t o d e 1528. A G I , S a n t o D o m i n g o 9, R . 3, N . ° 28. 61
S a b e m o s q u e en 1557 cobraba este f u n c i o n a r i o 150.000 maravedís al año. R e a l C é d u l a
a F r a n c i s c o T e l l o d e G u z m á n y al c o n t a d o r P e d r o d e M a l l e a , V a l l a d o l i d , 6 d e j u l i o d e 1557. A G I , Contratación 5090, L . 1, f f . 162v-163. R e a l C é d u l a a P e d r o d e M a l l e a , V a l l a d o l i d , 28 de n o v i e m b r e d e 1558. A G I , Contratación 5090, L . 1, f f . 163-163v. 62
V é a s e el a p é n d i c e I.
63
A s í por e j e m p l o en la A r m a d a del R e i n o d e Granada se prefería a los m i e m b r o s d e órde-
nes militares " p o r q u e no tienen hijos ni mujer q u e les estorbe..." Instrucción al capitán general d e la A r m a d a del R e i n o d e Granada, s/f. A G S , Guerra y Marina 1315, N . ° 230.
L A S A R M A D A S DE AVERÍAS Y LA DEFENSA NAVAL DEL C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
231
documentado en 1508, como maestre de una nao de Indias64. Asimismo, en 1542, ostentó la capitanía general de la Armada Ginés de Carrión, un prestigioso maestre 65 . En 1552, se designó a frey Juan de Mediarechaga, caballero de una orden militar, para ir a la Española a la "protección de sus costas", cometido que no llegó a realizar 66 . Alternativamente se nombró a Alonso López de Ayala, "que es hidalgo que se halló en esta ciudad, vecino de Cartagena"67. Y finalmente, en 1556, estuvo al frente de ella Juan Tello de Guzmán, caballero de la Orden de San Juan68. La remuneración de estos capitanes, al igual que la del resto de la tripulación, se componía de un salario fijo69 más el incentivo que suponía el reparto del botín capturado a los enemigos, eso sí, excluyendo el quinto de Su Majestad70.
b. Los navios de la Armada Básicamente, los navios utilizados fueron naos y carabelas, apoyadas casi siempre por alguna embarcación de menor porte. Solía ocurrir que los improvisados ataques corsarios obligaban a tomar sencillamente los navios que hubiese disponibles, a veces deficientemente pertrechados, e incluso, en mal estado. En otras ocasiones se veían obligados a utilizar navios de gran tonelaje poco aptos para dar alcance a los enemigos, los cuales solían ir en pataches, navios de los que se decía que eran "peque-
M Proceso entre Juan de Lalo, maestre de la nao "La Veracruz, e Isabel de Aguilar, como heredera de Juan Ballesteros sobre ciertos maravedís que este último le prestó, Valladolid, 27 de marzo de 1518. AGS, Consejo Real 35, f. 4. 65 Fernández Duro: op. til., T. I, p. 430. 66 Curiosamente en esta ocasión se decidió enviar nuevamente desde España. La armada no llegó a partir para aguas caribeñas porque, después de su apresto, se destinó finalmente a la protección de la flota de las Indias que se encontraba en las islas Azores. Fernández Duro: op. cil., T. I, p. 446. 67 Carta de los oficiales de la isla Española a Su Majestad, Santo Domingo, 15 de agosto de 1552. AGI, Santo Domingo 71, N.° 2. 68 Relación de cuentas que dio Juan Tello al Consejo, 1557. AGI; Patronato 288, R. 122. 6V En 1552 el capitán general cobraba 6 ducados diarios, mientras que cada uno de los capitanes de navio tan sólo 2. Los Iombarderos, los marineros y los soldados 8, 5 y 4 pesos al mes respectivamente. Carta de los oficiales de la isla Española a Su Majestad, Santo Domingo, 15 de agosto de 1552. AGI, Santo Domingo 71, N.° 2. En 1556 se dispuso que el capitán general cobrase 5 ducados diarios. Véase el apéndice II. 70 Aunque a veces este quinto solía ser cedido, como ocurrió en 1543, en que se ordenó, por una Real Cédula, que del navio francés capturado se tomase la artillería para las fortalezas reales y el resto del botín se repartiese íntegramente entre la tripulación. Real Cédula al presidente y oidores de Santo Domingo, Valladolid, 7 de septiembre de 1543. AGI, Santo Domingo 868, L. 2, ff. 200v-201v.
232
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
ños pero al propósito de esta tierra" 71 . A continuación presentamos un cuadro en el que podemos observar el número y tipología de los navios utilizados en algunos años:
CUADRO I Navios utilizados en las Armadas de Averías del Caribe (1528-1556)72 Año 1528 1537 1538 1539 1542 1543 1556
Galeones
Naos
Carabelas
Bergantines
Total
1
3
_
2
-
4 3 3 2 4 4 3
>
?
1
-
-
1
1 2 2 3 9
?
-
2 1
0 1
-
1
-
-
8
2
23
A la luz de los datos presentados en el cuadro I está claro que los navios más utilizados fueron, como ya hemos señalado, las naos y las carabelas, que totalizaron aproximadamente tres cuartas partes del total de buques empleados 7 3 . A veces resultaban más eficaces los navios ligeros que los de gran tonelaje hasta el punto de que, por ejemplo, en 1528, el mejor remedio que se utilizó para luchar contra los franceses f u e un bergantín, al mando del capitán Francisco Gorbalán, y dos canoas con varias decenas de indios flecheros procedentes de la isla Margarita 74 . Éstos se enfrentaron a la Armada
71 Carta de la Audiencia de Santo D o m i n g o a Su Majestad, Santo Domingo, 7 de octubre de 1549. AGI, Santo D o m i n g o 49, R. 19, N.° 124. 12 En el caso de 1537 desconocemos los tipos de navios utilizados aunque sí conocemos su número total. " S a b e m o s que, por contra, en la segunda mitad del siglo xvi hubo galeras en la defensa de las Antillas. Concretamente, en 1584 llegó al puerto de Santo D o m i n g o una galera de la que se quejó el presidente de la Audiencia que en su reparación se gastaron todos los fondos de la avería "y d e esto entenderá Vuestra Majestad cuan mal se podrán sustentar dos galeras". Traslado d e ciertos capítulos d e una carta que el licenciado Cristóbal de Ovalle, presidente de la Audiencia de Santo D o m i n g o , envió a Su Majestad el 10 de j u n i o de 1584. AGI, Patronato 269,
N.° 2, R. 6.
Carta de los oficiales de la isla de San Juan a Su Majestad, Puerto Rico, 26 de septiembre d e 1528. AGI, P a t r o n a t o 176, R. 15. R e l a c i ó n de la A u d i e n c i a de Santo D o m i n g o a Su Majestad, Santo D o m i n g o , 19 de agosto de 1528. AGI, Santo D o m i n g o 9, R. 3, N.° 27.
L A S A R M A D A S DE AVERIAS Y L A DEFENSA NAVAL D E L C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
233
TIPOS DE NAVÍOS DE LA ARMADA 1500-
1550 CWWBEIAS
francesa, capitaneada por Diego Ingenios 75 y formada por una nao, una carabela y un patache. El resultado fue la muerte de numerosos enemigos y la fuga de los navios enemigos. En cuanto al número de navios que solían aprestarse para esta Armada, solía oscilar entre dos y cuatro, según se observa en el cuadro anterior.
c. La financiación de la Armada: la avería Esta Armada estuvo financiada a través de la avería, un viejo impuesto castellano que gravaba con un porcentaje determinado las mercancías que entraban o salían de los puertos 7 6 . Las quejas por esta imposición fueron continuas, tanto por parte de los mercaderes como de las mismas autoridades de La Española, que pedían soluciones. Según se afirmaba en 1544, el cobro de la avería causaba un gran daño a la ciudad de Santo Domingo "porque los navios que vienen de paso no osan entrar en esta ciudad" 77 . Así pues, los costes recayeron sobre los comerciantes, que en reiteradas ocasiones reivindicaron el hecho de que también las mercancías de la Coro-
75 Diego Ingenios fue un corsario originario de Cartaya (Huelva) y que tras residir en Cubagua se alistó entre las filas corsarias. Junto a él traía consigo "franceses e ingleses y vizcaínos y portugueses, genoveses y levantiscos". Otte, Enrique: "La Rochelle et Espagne. L'expedition de Diego Ingenio a l'ile des Perles en 1528", Revue D'Histoire Economique et Sociale, vol. XXXVII, N.° 1, Paris, 1959, p. 50. Sobre este impuesto puede verse la clásica obra de Céspedes del Castillo, Guillermo: "La avería en el comercio de Indias", Anuario de Estudios Americanos, T. II, Sevilla, 1945. 77 Juicio de residencia tomado a las justicias de la isla Española, 1543-1544. Declaración de Rodrigo de Marchena "El Viejo" a la pregunta N.° 15 del interrogatorio. AGI, Justicia 62.
234
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
na estuviesen sujetas al gravamen, hecho que nunca llegó a ponerse en práctica78. Éstos alegaban que también debían pagar la avería para la Armada que se hacía en Castilla y que era gravoso que tuviesen que financiar dos Armadas, una en el Caribe y otra en las costas del suroeste peninsular. Por ello solicitaban que la Corona también estuviese sujeta al pago de este gravamen, según podemos observar en el texto que transcribimos seguidamente: Item, que en la avería contribuya el oro y perlas de Su Majestad y de otras cualesquieras personas particulares eclesiásticas y seglares y todas las mercadurías que viniesen de Castilla y todas y cualesquieras naos y carabelas que entraren o salieren de este puerto y de otros cualesquieras puertos de esta isla, quien venga de Castilla o de la Nueva España, de Cubagua y Tierra Firme, isla de San Juan y de otras partes numerando el porte de cada navio para que pongan un tanto por tonelada al respecto de las que por nosotros se repartieren y entiéndase que de los negros e indias que vinieren a estas partes no se lleve más de la mitad de la avería porque no corren tanto riesgo de franceses c o m o las otras mercaderías 79 .
Las reivindicaciones de los mercaderes no fueron atendidas, quedando en todo momento eximidos del pago tanto la Corona como los eclesiásticos 80 . Por lo demás desconocemos si los cargamentos de esclavos negros estuvieron gravados con el impuesto, aunque creemos que no, pues realmente tenían razón los traficantes cuando declaraban que los barcos negreros no solían ser objetivo de los corsarios 81 . Al igual que lo que ocurría en España, el porcentaje de la avería oscilaba dependiendo de la necesidad que había de armar más o menos navios. Así,
78 Incluso los licenciados Espinosa y Zuazo llegaron a proponer infructuosamente que tan sólo la Corona corriese con los gastos de las armadas. Carta de los licenciados Alonso de Zuazo y Espinosa a Su Majestad, Santo Domingo, 30 de octubre de 1528. AGI, Patronato 174, R. 36. 79 Relación de los mercaderes a Su Majestad, Santo Domingo, 20 de agosto de 1528. AGI, Santo Domingo 9, N.° 28, ff. 31-34v. 10 Según ha afirmado Paul Hóffman la Corona sólo estuvo sujeta al pago de la avería hasta 1528. Hóffman: op. cit., p. 17. Antes de 1528 tenemos detectado el pago por la Corona del mencionado impuesto, pues en las cuentas del tesorero de la isla Española Miguel de Pasamonte aparecía el siguiente dato contable: "Descargo a Bartolomé Carreño 12 pesos, 4 tomines y 1 grano de oro que parecía por fe de Diego Caballero, escribano de la dicha Audiencia, que por el presidente y oidores de ella fue acordado y mandado que los oficiales de Su majestad diesen y pagasen a la avería de lo que se montase del oro que iba para Su Majestad en la nao del dicho Bartolomé Carreño y que cumplieron los dichos 12 pesos 4 tomines y 1 grano." AGI, Indiferente General 1205, N.° 61. 81 Tan sólo conocemos un caso, ocurrido en 1549, en que los franceses tomaron un barco que traía 120 negros procedentes de Santo Tomé. Relación de la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 7 de octubre de 1549. AGI, Santo Domingo 49, R. 19, N.° 124.
L A S A R M A D A S D E A V E R Í A S Y LA D E F E N S A NAVAL D E L C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
235
por poner algunos ejemplos, mientras que en 1527 se cobró el 2 por ciento, en 1543 tan sólo el 0,5 por ciento 8 2 , y, finalmente, en 1549 el 1 por ciento 8 3 . Todas las islas y todos los puertos principales del Caribe estuvieron sujetos al p a g o de la avería, a u n q u e e v i d e n t e m e n t e las c a n t i d a d e s con las q u e c o n t r i b u y e r o n al s o s t e n i m i e n t o de esta A r m a d a f u e m u y desigual, d e p e n d i e n d o del g r a d o de n e g o c i o comercial de c a d a lugar. En el c u a d r o II q u e e x p o n e m o s a continuación se p u e d e ver claramente la cantidad con la q u e contribuyó cada región al sostenimiento de la Armada.
CUADRO II Contribución a la avería por zonas 84 Región o isla
Cantidad (en ducados)
%
La Española Isla Margarita Cuba Jamaica Caracas, Cumaná y Curazao Puerto Rico
12.000 10.000 5.000 2.000 2.000 1.000
37,50 31,25 15,62 6,25 6,25 3,12
TOTAL
32.000
100
Pese a que no podemos precisar el año exacto en el que se pueden fechar las cifras presentadas en este cuadro, lo cierto es que es muy representativo para valorar en su justa medida el nivel de actividad comercial de cada isla. Así, d e b i d o a su alta a c t i v i d a d , e n t r e la isla E s p a ñ o l a , M a r g a r i t a y C u b a cubrían casi el 85 por ciento de los gastos que generaba la Armada. Las cantidades que hacían falta para sufragarla debían ser importantes, pues, además de la cifra planteada en el cuadro II, en 1549, sabemos que se tomaron nada menos que 20.000 pesos de oro para financiar dicha Armada 8 5 .
82 Relación de la ciudad de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 24 de octubre de 1527. Marte: op. cit., pp. 329-330. Relación de la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 8 de abril de 1543. AGI, Santo Domingo 49, R. 14, N.° 93. Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Santo Domingo, Valladolid, 7 de septiembre de 1543. AGI, Santo Domingo 868, L. 2, ff. 200v-201v. 81 Fernández Duro: op. cit., T. I, p. 430. 84 Relación del gasto de 5 galeras que han estado en la guarda de las costas de la isla Española y demás costas circundantes, s/f. AGI, Indiferente General 857. 1,5 Fernández Duro: op. cit., T. I, p. 438.
LAS ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
236
CONTRIBUCIÓN A LA AVERÍA LA ESPAÑOLA
ISLA MARGARITA 10
m jflHWj
w
OTROS
CUBA
d. El problema de la artillería Nuevamente de forma similar a la Armada Guardacostas de Andalucía, el principal problema que aquejó a esta Armada fue la carencia de artillería que llegaba, en estos primeros tiempos, muy escasamente y a precios muy elevados. Con frecuencia se optaba por confiscar provisionalmente la cañonería que hubiese en la fortaleza de Santo Domingo" 6 . Concretamente, sabemos que en 1538 la Audiencia quiso hacer una Armada y además de no encontrar más que una galera y dos carabelas apenas si consiguieron un par de piezas de artillería para su pertrecho. Por ello las peticiones de cañonería por parte de la Audiencia de Santo Domingo fueron reiteradas, afirmando que si hubiese artillería en los puertos caribeños los corsarios "no osarían entrar" ni ofenderían como lo habían hecho hasta entonces* 7 . Muy significativo es el caso ocurrido en 1538, cuando se personaron varias embarcaciones enemigas en la isla Española. El pertrecho de la Armada del Caribe se demoró bastantes días, pues, además de no haber más embarcaciones disponibles que un galeón de 100 toneladas y dos carabelas de 50 "no había artillería, ni pólvora, ni gente, ni aparejo..."** Para colmo, la escasa artillería que había, al ser de hie-
m Véase lo que afirma sobre la carencia de artillería para la d e f e n s a de la isla Española. Utrera, fray Cipriano de: Historia Militar de Santo Domingo. Ciudad Trujillo, 1950, pp. 257 87 Relación de la Audiencia de Santo D o m i n g o a Su Majestad, Santo D o m i n g o , 10 de abril de 1552. AGI, Santo D o m i n g o 49, R. 22, N.° 136. "8 Memorial de los oidores de Santo D o m i n g o a Su Majestad, Santo Domingo, 10 de abril de 1538. AGI, Santo D o m i n g o 49, R. 9, N.° 59.
L A S A R M A D A S DE AVERIAS Y LA D E F E N S A NAVAL DEL C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
237
rro y no de bronce, duraba muy poco en el clima tropical caribeño, debido a la humedad, de ahí que se pidiesen en 1549 cañones de bronce para artillar la Armada de averías que se quería hacer en La Española 89 . Incluso existía el problema de la pólvora, pues, solía ocurrir que, tras varias semanas, embebía tal humedad que resultaba completamente imposible abrir f u e g o con ella. Su producción en las Antillas, al menos en esta época, se vio imposibilitada por la escasez de salitre de esos territorios 9 0 , muy a pesar de que la Corona insistió reiteradamente en que se buscasen yacimientos de salitre y azufre en todas las Indias 91 .
3.
CONCLUSIONES
Sin duda, esta Armada del Caribe no alcanzó los resultados deseados debido a una serie de motivos estructurales. En primer lugar, por su propio carácter eventual que la dotaba de una gran ineficacia, ya que, en la mayoría de los casos, cuando se armaba ya estaban los enemigos lejos de las costas antillanas. Y en segundo lugar, por la falta de buques adecuados y de artillería lo que les impedía capturar a los enemigos. Sirva de ejemplo, el hecho de que tras la llegada de un navio inglés "de tres gavias" a Santo Domingo, en 1527, se afirmó que estaba tan bien artillado "que todas las naves del puerto de Santo Domingo no podrían con él" 92 . Efectivamente, es una constante la idea de la inferioridad de los navios de la Armada con respecto a los enemigos. En la mayoría de los casos lo único que conseguía la Armada era ahuyentar a los corsarios una vez hecho el daño. Pero además de ineficaz, esta Armada resultó ser muy costosa para los bolsillos de los mercaderes. De hecho, en 1538 se lamentó la Audiencia de que además de los destrozos que hicieron los corsarios en la isla y de que se llevaron más de 4.000 pesos de oro "en ropa y otras cosas", la Armada que se hizo supuso un gasto de más de 2.000 pesos de oro y no sirvió de nada, pues, cuando se aprestó, ya se habían marchado los corsarios 93 .
m
Fernández Duro: op. cit., T. I, p. 438. Carta de la Audiencia de Santo D o m i n g o a Su Majestad, Santo Domingo, 23 de mayo de 1548. AGI, Audiencia de Santo Domingo 49, R. 18, N.° 114. 91 Real Cédula a los oficiales de la isla Española, Talavera, 15 de m a y o de 1541. AGI, Santo D o m i n g o 868, L. 2, f. 76. 92 Información que se hizo en la ciudad de Santo D o m i n g o , noviembre de 1527. AGI, Santo D o m i n g o 9, R. 2, N.° 20. 91 Relación de Fuenmayor a Su Majestad, Santo Domingo, 10 de abril de 1538. Marte: op. cit., pp. 375-376. También en AGI, Santo Domingo 49, R. 9, N.° 59 y N.° 62. Otros datos sobre este ataque corsario se pueden ver en Utrera: op. cit., pp. 271-272. 90
238
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Evidentemente, también hubo ocasiones d o n d e las acciones de esta Armada consiguieron grandes éxitos frente a los adversarios. Así, en 1543, se pertrecharon cuatro navios desde la isla Española para ir contra varios navios franceses - d o s naos y un patache-, siendo tomada la Capitana, prendida su tripulación y repartido el botín 94 . Aún así, las medidas siempre fueron insuficientes y los resultados insatisfactorios. Las peticiones - r e i t e r a d a s a lo largo del siglo x v i - para que la A r m a d a f u e s e p e r m a n e n t e no tuvieron eco alguno. Incluso, durante gran parte de la segunda mitad del siglo xvi, dejaron de aprestarse estas Armadas de averías, limitándose la defensa a alguna galera o patache que la Corona enviaba al puerto de Santo Domingo. Así estaban las cosas cuando Drake, en 1586, entró en Santo Domingo y saqueó la ciudad sin resistencia alguna. Por desgracia, los temores de la élite política de la isla se vieron dramáticamente confirmados. La invasión de Drake fue el colofón a décadas de desprotección naval y militar del área caribeña y muy especialmente de La Española.
M En un documento se dice que fueron prendidos además del capitán 36 franceses y en otro que fueron un total de 4 0 los capturados. Relación de la Audiencia a Su Majestad, Santo Domingo, 8 de abril de 1543. AGI, Santo Domingo 49, R. 14, N.° 93. Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia, Valladolid, 7 de septiembre de 1543. AGI, Santo Domingo 868, L. 2, ff. 200v-201 v.
APÉNDICE DOCUMENTAL APÉNDICE I
instrucciones al capitán general de la Armada del Caribe Juan de Lalo, Santo Domingo, 30 de agosto de 1528: " L o que vos Juan de Lalo capitán general por esta Real Audiencia y oficiales de Su Majestad nombrado en nombre de su Majestad de los navios y gente y Armada que al presente se hace para ir contra los franceses corsarios que han pasado y venido a estas partes hasta ahora y pasaren de aquí adelante habéis de hacer en la prosecución de vuestro viaje y en tanto que estuviéredes ocupado en la dicha Armada y servicio de Su Majestad y en la defensión de esta isla Indias y Tierra Firme del mar Océano es lo siguiente: Primeramente que toméis vos las naos y carabelas que está acordado que vayan en la dicha Armada que son la nao de Diego Sánchez Colchero que es la capitana en que vos habéis de ir y la carabela de Juan de Urrutia y la carabela de Gorbalán y la carabela portuguesa que cargaron los franceses que son cuatro navios y munición y armas necesarias que se han podido haber y con hasta número de doscientos hombres y salgáis de este puerto de esta ciudad con la buena ventura en busca y seguimiento de los dichos franceses corsarios y los busquéis con toda la diligencia posible por las partes y lugares que de yuso serán declaradas y topándolos y hallándolos procuréis de los tomar y prender así a sus personas y bienes como a todos los navios que trajeren y si se pusieren por cualquier vía o manera en defensa los podáis hacer guerra a fuego y a sangre sin que para hacer lo susodicho seáis obligado a hacerle algún requerimiento ni amonestación así por estar como está apregonada (sic) la guerra a fuego y a sangre contra los franceses y todos sus reinos y señoríos por mandado del Emperador Nuestro Señor como por ser como son corsarios y personas que han venido y vienen a robar y hacer guerra y otros daños en estas partes como lo han hecho. Otrosí porque la principal causa por que nos hemos movido a hacer esta Armada ha sido por la seguridad de la flota que al presente está aparejada para ir a España y de la que se espera que al presente viene de camino de España habéis de llevar cuidado e intención de asegurar el dicho viaje por donde han de ir y venir las dichas naos y flotas que es desde que saliéredes de este puerto de Santo Domingo ir la vía que llevan las naos que van a España y buscar con toda diligencia todos los puertos y partes que hay o pudieren haber donde las dichas naos francesas estén y puedan estar en salto y aguardando las dichas flotas por manera que no se deje cosa por buscar y saber de los puertos y lugares donde las dichas naos puedan estar y haya disposición para ello pues lleváis navios sutiles y todo lo necesario para poderlo así hacer todo j u n t o lo que acá parece que debéis principalmente mirar y buscar son
240
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
las partes siguientes Santa Catalina y la Saona y la Mona, cabo Rojo, San Germán y la Guarda Vieja. Otrosí habéis de tener manera como los vecinos españoles que están en la isla de San Juan así en Puerto Rico como en San Germán o en otra cualquier parte de ellas vean la dicha Armada que lleváis para que vista se esfuercen y aseguren porque para su relación sabemos que están muy desasosegados y alterados y con miedo de los dichos franceses de lo cual se sigue m u c h o daño especialmente para que los negros cobren ánimo para hacer alguna ruindad y en este caso os encargamos que los hagáis lo mejor que pudieredes y conforme a la disposición y tiempo que se ofreciere y con tanto que principalmente tengáis por principal el buscar de las dichas naos francesas y todo lo demás por accesorio. Otrosí nos parece que habiendo andado todos los puertos donde puedan estar surtas alguna nao o naos de los franceses según de suso se contiene por manera que de seguro el pasaje para las naos que al presente están de camino para España habéis de pasar y os poner en las partes que conviniere para recoger y acompañar la flota que se espera que ha de venir de Castilla por manera que la flota que va y la que viene puedan tener el pasaje seguro lo cual habéis de hacer salvo si tuviéredes noticia de la nao francesa porque en tal caso le seguir y buscar aquella habéis de tener por principal. Otrosí, porque podría ser que la flota que viene de España se detuviese tanto tiempo que no pudiese del aguardar a recogerla y también que estuviésedes tan certificados de ser idos los franceses y no haber quedado ninguno en la tierra ni haber porque se deba temer de ellos en tal caso quiero y mando que estando cierto de lo susodicho así dentro de dos meses contados después de doblada la Saona no viniere la dicha flota de España después que así fuéredes salido de este puerto os habéis de venir a este puerto de esta ciudad o a lo menos enviarnos una carabela de las que lleváis quedándoos vos en la M o n a o en otra parte que pareciere que más convenga antes que la dicha Armada se desarme. Otrosí habéis de tener especial cuidado que la gente que lleváis españoles todos vayan bien apercibidos y lleven sus armas aderezadas cada uno con las que hubiere de pelear y el artillería muy apercibida y puesta en toda orden y los artilleros y personas que la han de regir así mismo en vuestra nao y verlo y visitarlo por vista de ojos y a los otros capitanes y maestres que llevardes en los dichos navios que de ello tengan especial cuidado y así mismo que ninguno reniegue ni diga mal a Dios que no sea muy bien castigado. Otrosí, en lo de la navegación que hubiéredes de hacer se mire y comunique mucho con los maestres y pilotos de los dichos navios y llevéis un farol cuando viéredes que conviene y señas y apellido comunicado con todos por manera que si hubiéredes de pelear por él os conozcáis y traigáis acordado y prevenido todo lo necesario y en caso que tapéis con los dichos franceses y hayáis de pelear con ellos conforme a la disposición del tiempo y lugar en
L A S A R M A D A S DE AVERIAS Y L A DEFENSA NAVAL D E L C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
241
que se ofreciere la dicha afrenta y pelea y de todo y en todo vais bien proveído y ordenado. Otrosí, que miréis en la manera del acometer a los dichos franceses todo lo que se debiere mirar para hacerles mucho daño y vuestra gente el menor que pudiéredes por manera que no se deje de hacer cosa que conviene al servicio de Su Majestad y al cargo que lleváis. Y en caso que os diere Dios victoria topando los dichos francés como lo esperamos habéis de hacer poner por escrito e inventario toda la presa que se hiciere estando presente Lorenzo de Benalcazar veedor de la dicha Armada por nosotros nombrado y ante el escribano que lleváis para que se divida y reparta según y como está acordado de manera que nadie reciba agravio. Otrosí, se os da comisión y facultad para que podáis prometer y prometáis a las tres personas primeras que entraren en la dicha nao francesa o en cualquiera de ellas todo lo que a vos os pareciere hasta en cuantía de trescientos pesos de oro repartidos por primero y segundo y tercero en su día como y en la cantidad que a vos os pareciere. Otrosí, porque en las cosas de la mar no se puede dar regla ni parecer cierto lo que aquí se os dice es por manera de consejo y aviso y vos conforme a ello y a lo que sucediere y el tiempo ofreciere habéis de hacer lo que pudiéredes y de manera que teniendo noticia de las dichas naos francesas y pudiéndolas prender a ellas o a cualquiera de ellas hagáis en ello lo que os pareciere y más pudiéredes que conviniere a Su Majestad y bien y pacificación de estas partes. Otrosí, nos parece que debéis mandar en la isla de la Mona a los indios de ella que hagan pan del conuco que allí hay para que en caso que tuviéredes necesidad de mantenimientos podáis ser proveído de la dicha isla y lo mismo nos parece que debéis hacer en la villa de San Germán porque según el pasaje a donde os halláredes podáis con la más brevedad que pudiéredes ser proveído. La cual dicha Armada de la dicha nao y tres carabelas se despacharon y salieron de este puerto de Santo Domingo en Domingo treinta días del mes de agosto del dicho año de mil y quinientos y veinte y ocho años". (AGI, Santo Domingo 9, R. 3, N.° 27, ff. 80v-83v.)
242
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
A P É N D I C E II
Finiquito de la cuenta que dio en el Consejo don Juan Tello de Guzmán, capitán general de la Armada que anduvo en guarda de la isla Española, de los dineros que recibió de la hacienda de Vuestra Majestad en la dicha A rmada. " D o n Felipe, por la Gracia de Dios digo q u e por cuanto por el año p a s a d o de mil y quinientos y cincuenta y seis nos m a n d a m o s hacer una A r m a d a para q u e a n d u v i e s e en g u a r d a de las costas de la isla Española y n o m b r a m o s por nuestro capitán general de ella a vos don Juan Tello de G u z m á n , Caballero de la Orden de San Juan, la cual dicha A r m a d a se hizo y a n d u v o en guarda de !a dicha isla hasta q u e nos m a n d a m o s q u e se despidiese y al licenciado C e p e d a q u e servía d e p r e s i d e n t e , c o m o o i d o r m á s a n t i g u o en la nuestra A u d i e n c i a Real de la dicha isla y a los nuestros oficiales que en ella residen q u e tomasen c u e n t a de las c o s a s de la d i c h a A r m a d a y enviasen relación de ella ante los del n u e s t r o C o n s e j o de las Indias, y así t o m a r o n c u e n t a a vos el d i c h o don Juan Tello de G u z m á n de los maravedís y pesos de oro q u e recibisteis así de los n u e s t r o s o f i c i a l e s q u e r e s i d e n en la c i u d a d de S e v i l l a en la C a s a d e la Contratación de las Indias c o m o de los que recibisteis de los dichos nuestros oficiales q u e residen en la dicha isla Española y de algunas cosas q u e vendisteis de las de la dicha A r m a d a , la cual presentaste ante los del d i c h o nuestro C o n s e j o y habiéndose por ellos visto vos he hecho el cargo y recibido el descargo en la f o r m a y manera q u e adelante dirá q u e es la siguiente: CARGO: - P r i m e r a m e n t e se vos hizo cargo a vos el d i c h o don Juan Tello de G u z m á n de c u a t r o c i e n t o s d u c a d o s q u e valen c i e n t o y c i n c u e n t a mil m a r a v e d í s q u e en tres de j u l i o del a ñ o p a s a d o d e mil y q u i n i e n t o s y c i n c u e n t a y siete recibiste en la villa de Sanlúcar de B a r r a m e d a de Ortega de M e l g o s a , nuestro c o n t a d o r de la dicha Casa de la Contratación de Sevilla de nuestra hacienda al tiempo q u e os embarcasteis para ir en la dicha A r m a d a . - O t r o s í se vos hizo cargo a vos el dicho don Juan Tello de cuarenta mil y ciento y setenta y tres maravedís q u e cobraste de Pedro Bernal, piloto m a y o r de la dicha A r m a d a . - A s i m i s m o se vos hizo cargo de ciento y tres mil y cuatrocientos y veinte y un maravedís q u e cobraste de B a r t o l o m é Fariña, piloto de la nao Almirante de la dicha A r m a d a en esta manera, los cien mil maravedís que nos debía de cierta condenación y lo d e m á s q u e se hicieron de costas para c o m p r a r aparej o s para su oficio. - I t e m se vos hizo cargo de tres mil y novecientos y cincuenta y un p e s o s y seis t o m i n e s y seis granos de oro q u e recibisteis en m o n e d a corriente en la
L A S A R M A D A S DE AVERÍAS Y LA DEFENSA NAVAL D E L C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
243
ciudad de Santo D o m i n g o de la dicha isla Española y de otros setenta y nueve pesos y cuatro tomines que asimismo recibisteis de los nuestros oficiales que residen en la dicha isla que fueron todos cuatro mil y treinta y un pesos y dos tomines y seis granos que contados dos pesos de mala moneda que corre en la dicha isla por un ducado de Castilla de trescientos y setenta y cinco maravedís son dos mil y diez y seis ducados que montan setecientos y cincuenta y seis mil maravedís. - A s i m i s m o se vos hizo cargo de dos mil y quinientos pesos de la dicha mala moneda que son mil y doscientos y cincuenta ducados que valen cuatrocientos y sesenta y ocho mil y setecientos y cincuenta maravedís en los cuales vendisteis veinte y cinco pipas de vino de lo que iba para provisión de la dicha Armada que recibisteis de Luis de Butrón, maestre de la nao capitana. - O t r o s í se vos hizo cargo de setecientos ducados que valen doscientas y sesenta y dos mil quinientos maravedís en los cuales vendisteis una nao francesa de las de la dicha nuestra Armada don Pedro de Cabrera. - I t e m se vos hizo cargo de otros sesenta y ocho pesos de la dicha mala moneda que valen treinta y nueve ducados que son catorce mil y seiscientos y veinte y cinco maravedís en que se vendió un velacho mayor y un papahígo mayor y una vela del trinquete de la nao capitana. - A s i m i s m o se vos hizo cargo de catorce mil y veinte y cinco maravedís que recibisteis de Francisco Baez, piloto segundo de la dicha Armada. - O t r o s í se vos hizo cargo de cuatro mil y ochocientos y setenta y cinco maravedís por dos ballestas y una pica y dos gallardetes y una bandera de lo que había en la dicha Armada que recibisteis de Rodrigo Alonso, maestre de la nao capitana. - O t r o s í se vos hizo cargo de treinta ducados que valen once mil y doscientos y cincuenta maravedís que recibisteis en cuatro versos de hierro con ocho cámaras y arroba y media de pólvora de cañón y doce balas que por vía, orden y mandado entregó Luis Butrón, maestre de la nao almiranta de la dicha Armada a Baltasar de Jaén, maestre, y más una ballesta de lo que había para provisión de la dicha Armada. - A s i m i s m o se vos hizo cargo de quinientos y sesenta y dos maravedís por una ballesta que os dio el dicho Luis de Butrón, maestre de la dicha nao Almiranta. - O t r o s í se vos hizo cargo de mil pesos de la dicha mala moneda que son quinientos ducados que valen ciento y ochenta y siete mil y quinientos maravedís y sesenta y nueve ducados que valen doscientas y trece mil y trescientos y sesenta y cinco maravedís que recibisteis de los dichos nuestros oficiales de la dicha isla Española. - A s i m i s m o se vos hizo cargo a vos el dicho don Juan Tello de Guzmán de seiscientos ducados que valen doscientos y veinte y cinco mil maravedís que recibisteis por virtud de una nuestra cédula firmada de la Serenísima
244
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Princesa de Portugal nuestra muy cara y muy amada hermana gobernadora que a la sazón era de estos nuestros reinos por ausencia mía de ellos y refrendada de Juan de Samano, nuestro secretario, fecha en la villa de Valladolid a cuatro días del mes de diciembre del año pasado de mil y quinientos y cincuenta y cinco, recibisteis en la dicha ciudad de Sevilla de Francisco Tello, nuestro tesorero de la dicha Casa en dineros contados de los cuales dichos seiscientos ducados distes carta de pago. Por manera que sumó y montó el dicho cargo que se vos hizo en la manera que dicha es, dos cuentos y cuatrocientos y cincuenta y cuatro mil y seis maravedís. Que se vos recibieron y pasaron en cuenta a vos el dicho Juan Tello de Guzmán los maravedís y pesos de oro que distes y pagasteis de los contenidos en el dicho vuestro cargo en cosas que comprasteis para provisión de la dicha Armada y en lo que socorristeis a cuenta de sus sueldos al veedor, pilotos, marineros y otros oficiales de los que sirvieron en la dicha Armada, y es lo que se os pagó por el sueldo que os perteneció del tiempo que en el dicho cargo de capitán general los ocupasteis y en otras cosas que pagasteis y os pertenecieron todo en esta primera. DATA: -Primeramente se vos recibieron y pasaron en cuenta a vos el dicho don Juan Tello de Guzmán cuarenta y seis mil y cuarenta y siete maravedís que pagasteis en esta manera los doscientos y treinta y dos maravedís a Pedro García de Gaviria, maestre de la gallaceta San Juan de la dicha Armada por sacar una amara que había dejado en el puerto de Melenar de Gran Canaria y los cuarenta y dos mil y trescientos y setenta y cinco maravedís por catorce reses vacunas que comprasteis en Gran Canaria para provisión de la dicha Armada que se entregaron a los maestres de ella y los tres mil y cuatrocientos maravedís que pagasteis a Francisco de Tovar, veedor de la dicha Armada, a cuenta de su sueldo que son todos los dichos cuarenta y seis mil y cuarenta y siete maravedís. - O t r o s í se vos recibieron en cuenta cuarenta mil y ciento y setenta y tres maravedís que pagasteis a Pedro Bernal, piloto mayor de la dicha Armada, a cuenta del sueldo que le perteneció por servir en la dicha Armada. - A s i m i s m o se vos recibieron y pasaron en cuenta sesenta y tres mil y setecientos y once maravedís que pagasteis a Bartolomé Fariña, piloto de la nao almiranta de la dicha Armada, a cuenta de su sueldo. - A s i m i s m o se vos recibieron y pasaron en cuenta dos mil y quinientos pesos de la dicha mala moneda que pagasteis a algunos marineros de la dicha Armada a cuenta del sueldo que hubieron de haber como constó por cuenta de Pedro Martínez Clavijo, escribano mayor de la dicha Armada, los cuales se pusieron a cuenta de las personas que los recibieron que valen los dichos
L A S ARMADAS DE AVERIAS Y LA DEFENSA NAVAL DEL C A R I B E ( 1 4 9 2 - 1 5 5 6 )
245
pesos mil y doscientos y cincuenta ducados que montan cuatrocientos y sesenta y ocho mil y setecientos y cincuenta maravedís. - I t e m se vos recibieron y pasaron en cuenta treinta pesos de la dicha mala moneda que son quince ducados que pagasteis a Pedro Bernal, piloto mayor de la dicha Armada, que se le debían de un trasmallo que para ella compró. - O t r o s í se vos recibieron en cuenta otros veinte pesos que son diez ducados que pagasteis a Diego Gómez, piloto a cuenta de su sueldo. - A s i m i s m o se vos recibieron y pasaron en cuenta siete pesos de la dicha mala m o n e d a que son tres ducados y medio que valen mil y trescientos y doce maravedís que pagasteis a Diego Hernández, alférez de la nao Almiranta, a cuenta de su sueldo. - I t e m se vos recibieron y pasaron en cuenta ocho pesos de la dicha mala moneda que son cuatro ducados que valen mil y quinientos maravedís que pagasteis a Alonso Carrillo, gentilhombre de la dicha Armada, a cuenta del dicho su sueldo. - O t r o s í diez pesos de la dicha mala moneda que son cinco ducados que valen mil y ochocientos y setenta y cinco maravedís que pagasteis a Pedro Martínez Clavijo, escribano mayor de la dicha Armada, a cuenta de su sueldo. - A s i m i s m o se vos recibieron y pasaron en cuenta a vos el dicho don Juan Tello de Guzmán cuatro mil y doscientos y cincuenta y cinco ducados que valen un cuento y quinientos y noventa y cinco mil y seiscientos y veinte y cinco maravedís que montó en el sueldo que os perteneció por nuestro capitán general de la dicha Armada, conforme a una nuestra cédula fecha en la villa de Valladolid a veinte y nueve días del mes de junio del año pasado de mil y quinientos y cincuenta y siete, firmada de la dicha Serenísima Princesa y refrendada del secretario Ledesma por la cual mandamos que hubicsedes de salario en cada un día de los que os ocupaseis en el dicho cargo de nuestro capitán general cinco ducados que valen mil y ochocientos y setenta y cinco maravedís, y según constó y pareció por un testimonio que los dichos nuestros oficiales de la dicha Casa de la Contratación de Sevilla para que se entendiese desde que día había de correr puntualmente el dicho vuestro sueldo pareció que la dicha nuestra Armada estuvo a punto para seguir su viaje a primero día del mes de junio del año pasado de mil y quinientos y cincuenta y siete y desde este día hasta veinte y uno de junio del año de mil y quinientos y cincuenta y nueve que fue el día que por nuestro mandado se despidió la dicha Armada que son doscientos y veinte y un días se os contó vuestro sueldo y más cien días que conforme a una nuestra carta firmada de la dicha Serenísima Princesa y refrendada del secretario Ochoa de Luzando, fecha en Valladolid a diez y nueve de diciembre del año pasado de quinientos y cincuenta y ocho, mandamos que se os contasen por el tiempo que os ocupaseis en venir a estos reinos de la dicha isla de manera que fueron todos los días que se os contaron y ganasteis salario ochocientos y cincuenta y un días que
246
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
a los dichos cinco ducados cada día montó el dicho un cuento y quinientos y noventa y cinco mil y seiscientos y veinte y cinco maravedís. - O t r o s í se vos recibieron y pasaron en cuenta trescientos y cincuenta ducados que valen ciento y treinta y un mil y doscientos y cincuenta maravedís que por auto pronunciado por los del dicho nuestro Consejo se vos mandaron recibir en cuenta por causa que por vuestra parte se pidió ante los del dicho nuestro Consejo que por cuanto antes que saliéseis del puerto de Sanlúcar de Barrameda con la dicha Armada para ir a la dicha isla os habíais ocupado en hacerla aprestar y aderezar casi dos años de que no habíais llevado salario alguno y que asimismo en la dicha isla por falta de navios os habíais detenido después que se hizo la otra con vos más de otro año y que de todo este tiempo no estaba hecha cuenta con vos ni se os había pagado salario se os pagase y por todo lo susodicho habiéndose visto por los del dicho nuestro Consejo vos mandaron recibir y pasar en cuenta los dichos trescientos y cincuenta ducados y no os pertenece otro derecho ninguno contra nos de todo el dicho tiempo. - O t r o s í se vos recibieron y pasaron en cuenta doscientos y cincuenta ducados que valen noventa y tres mil y setecientos y cincuenta maravedís que en la dicha ciudad de Toledo a primero día del mes de octubre de año p a s a d o de mil y quinientos y sesenta entregasteis en dineros contados al dicho secretario Ochoa de Luzando que fueron a cumplimiento de los seiscientos ducados que os van cargados que recibisteis en Sevilla del dicho tesorero Francisco Tello sobre los trescientos y cincuenta ducados que os fueron descontados en la partida antes de ésta. - I t e m se vos recibieron y pasaron en cuenta a vos el dicho Juan Tello seiscientos y treinta y ocho maravedís que en treinta y un días del mes de marzo de mil y quinientos y sesenta y tres años pagasteis al dicho secretario Ochoa de Luzando con lo cuales acabasteis de pagar los dos cuentos y cuatrocientos y cincuenta y cuatro mil y seis maravedís que montó el dicho vuestro cargo y no nos quedasteis debiendo cosa alguna de él y quedo la data igual con el cargo. Y ahora vos el dicho don Juan Tello de Guzmán nos suplicasteis y pedisteis por merced que pues habíais dado la dicha cuenta del dicho vuestro cargo y por ella parecía que no nos quedabais debiendo cosa alguna de lo que en él montó vos mandásemos dar nuestra carta de finiquito o como la nuestra merced fuese y nos tuvímoslo por bien y por la presente loamos y aprobamos la dicha cuenta que así por los del dicho nuestro Consejo vos fue tomada y la habernos por buena, cierta y leal y verdadera y damos por libre y quito a vos el dicho don Juan Tello y a vuestros herederos y sucesores del dicho cirgo que así vos f u e hecho para ahora y para siempre j a m á s y queremos y nos place que en lo que a él toca que contra vos ni contra ellos no nos quece ni finque acción ni derecho ni otro recurso alguno y manda del dicho nuestro Consejo de las Indias así a los que ahora son como a los que serán de iquí
L A S A R M A D A S DE AVERÍAS Y LA D E F E N S A NAVAL D E L C A R I B E
(1492-1556)
247
adelante que por razón de lo susodicho no vos llamen ni hagan llamar para que las hayáis de dar otra vez esta dicha cuenta. Otrosí mandamos a cualesquieras jueces y justicias de estos nuestros Reinos y señoríos que contra lo en esta nuestra carta contenido no vos vayan ni pasen ni consientan ir ni pasar en tiempo alguno ni por alguna manera so pena de la nuestra merced y de diez mil maravedís para la nuestra cámara a cada uno que lo contrario hiciere y de esto vos mandamos dar y dimos esta nuestra carta de finiquito, firmada de nuestra mano y refrendada de nuestro infrascrito secretario, librada por los del dicho nuestro Consejo de las Indias, y sellada con nuestro sello. Dada en la villa de Pinto a cuatro días del mes de abril año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil y quinientos y sesenta y tres años, yo el Rey. Yo Francisco de Braso, secretario de Su Majestad Real la hice escribir por su mandado. Presidente licenciado Juan Sarmiento, el licenciado Castro, el licenciado don G ó m e z Zapata, el doctor Francisco Hernández de Liébana, el licenciado Alonso Maldonado. Nota final: Corregido este registro con la carta de finiquito original de Su Majestad de donde se sacó un cierto y verdadero escrito en cuatro pliegos de papel con este y el fin de cada plana señalado de esta señal y en utilidad lo firmé de mi nombre en Madrid a diez de abril de mil y quinientos y sesenta y tres años. Antonio de Villegas". (AGI, Patronato Real 288, R. 122)
IGLESIA, INQUISICIÓN Y EVANGELIZACIÓN EN LAS ANTILLAS: ALGUNOS APORTES
En este ensayo trataremos diversas cuestiones relacionadas con la Iglesia y la evangelización en las Antillas en las primeras décadas de la colonización. La bibliografía existente sobre esta temática es muy extensa, motivo por el cual nos hemos centrado en aquellos aspectos en los que creemos aportamos nuevos datos o nuevos puntos de vista.
1.
IGLESIA Y EVANGELIZACIÓN D U R A N T E EL G O B I E R N O DE NICOLÁS DE O V A N D O
(1502-1509)
C o m o es bien sabido, en los años previos a su llegada prácticamente no hubo un intento de organización institucional serio ni, por supuesto, un plan racionalizado de evangelización de los indígenas. Se trató, pues, de una etapa que ha sido denominada por el padre Fita como de "orfandad de la iglesia antillana" 1 . En toda una década lo único que se hizo en materia religiosa fue enviar al padre fray Bernardo Boíl al mando de cuatro o cinco franciscanos, tres mercedarios y un ermitaño de la Orden de San Jerónimo sin que obtuviesen, c o m o veremos a continuación, resultados positivos. Lo cierto es que pocos proyectos podía e m p r e n d e r fray Bernardo Boíl con tan reducido número de religiosos y ante tal ingente cantidad de "infieles". Además, sabemos que la preparación de estos cenobitas era escasa, ya que ni tan siquiera fray Ramón Pané - q u e llegó a aprender la lengua de los i n d i o s - tenía más formación doctrinal que "el Ave María y el Pater Noster" 2 . En realidad, salvo figuras muy excepcionales - q u e desde luego las hubo-, los religiosos que se embarcaron en estos primeros años rumbo al Nuevo Mundo eran personas poco doctas como bien explicó, unos años después, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo: 1 Fita, padre Fidel: "Primeros años del episcopado en América", Boletín de la Academia Real de la Historia, Vo!. XX. Madrid, 1892, pp. 261-300. 2 Mendieta, fray Jerónimo de: Historia eclesiástica indiana. México, 1980, L. I, Cap. VI, p. 35.
250
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Que estas tierra manan o que llueven frailes; pero, pues son sin canas todos y de treinta años abajo, plega a Dios que todos acierten a servirle 1 . E n t r a n d o de lleno en el tema q u e ahora nos trae, diremos q u e tradicionalm e n t e se le ha r e p r o c h a d o a O v a n d o la e s c a s a a t e n c i ó n q u e p r e s t ó a los aspectos religiosos y espirituales. C o n c r e t a m e n t e G i m é n e z F e r n á n d e z afirm ó q u e durante su g o b e r n a c i ó n apenas si h u b o en la isla unos pocos " c a p e l l a n e s d e los e s c l a v i s t a s , c u y o s a b u s o s d i s i m u l a b a n o i m i t a b a n , c o m o lo d e m u e s t r a n los r e p a r t i m i e n t o s de indios a o b i s p o s , d i g n i d a d e s , c l é r i g o s y aun a los f r a n c i s c a n o s c o n v e n t u a l e s . . . " 4 E s t e h i s t o r i a d o r llegó a p o n e r en d u d a la p e r i o d i z a c i ó n e s t a b l e c i d a por el p a d r e Fita, a m p l i a n d o el p e r í o d o d e n o m i n a d o por éste de " o r f a n d a d de la iglesia en Indias" hasta nada m e n o s que 1513\ Sin e m b a r g o , y a h a c e varias d é c a d a s q u e la r e c i e n t e m e n t e m a l o g r a d a p r o f e s o r a Ú r s u l a L a m b , sin aportar p r u e b a s al respecto, destacó q u e era un error considerar el g o b i e r n o de frey Nicolás c o m o "un c o m p á s de e s p e r a " en materia religiosa 6 . Por nuestra parte, nos ha bastado indagar en la d o c u m e n tación de la é p o c a para p o s i c i o n a r n o s j u n t o a la p r o f e s o r a n o r t e a m e r i c a n a . En este s e n t i d o n o d e b e m o s olvidar el e n o r m e interés de la C o r o n a por a s e g u r a r la c o n q u i s t a y c o l o n i z a c i ó n de los nuevos territorios con el a p o y o d e la Iglesia 7 . Por ello, la C o r o n a se apresuró en el f o m e n t o de esta institución j u s t o d e s p u é s de recibir en 1501 el privilegio de c o b r a r los d i e z m o s a c a m b i o del sostenimiento de la naciente Iglesia indiana. Las propias instrucc i o n e s d a d a s a frey N i c o l á s de O v a n d o son s u m a m e n t e reveladoras, por la
Fernández de Oviedo, Gonzalo: Historia natural y general de las Indias, T. I. madrid, Atlas, 1990. El padre Las Casas fue bastante más contundente en sus afirmaciones, al plantearse a si mismo la siguiente pregunta: ¿Qué doctrina podían dar hombres seglares y mundanos, idiotas y que apenas, comúnmente y por la mayor parte, se saben santiguar, a infieles de lengua diversísima de la castellana..." Las Casas: Historia de las Indias. México, 1951, T. II, Lib. III, Cap. XIV, p. 479. 4 Giménez Fernández, Manuel: Bartolomé de las Casas, T. I. Sevilla, EEHA, 1953, p 43. En otra obra suya discutió al padre Fita la cronología. 5 Giménez Fernández, Manuel: La política religiosa de Fernando V en Indias. Madrid, 1943, p. 29. 6 Lamb, Úrsula: Frey Nicolás de Ovando, gobernador de las Indias. Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1977, p. 166. 7 Como es bien sabido, desde los orígenes de la colonización existió una íntima colaboración entre las dos grandes instituciones del momento: la Iglesia y el Estado. A este respecto puede verse García Añoveros, Jesús María: La Monarquía y la Iglesia en América. Madrid, 1991. Sin duda la Corona fue consciente del apoyo que le prestaba la Iglesia c o m o elemento de sumisión del aborigen, pues, c o m o ya afirmó en el siglo xix Muzquiz y Callejas, la conquista se debió más a "la palabra y virtud del misionero, que a la espada, coraje e intrepidez de sus soldados". Muzquiz y Callejas, Joaquín: Una idea sobre la cuestión de Santo Domingo. Madrid, Imprenta de Antonio Pérez Dubrull, 1864, p. 51.
I G L E S I A , INQUISICIÓN Y E V A N G E L I Z A C I Ó N E N L A S A N T I L L A S .
251
importancia que se le dan a los aspectos relacionados con la evangelización de los aborígenes. Además, retrasar esta inciativa hasta 1513, hubiera significado poco menos que un incumplimiento del pacto con el Papado. Asimismo, y al margen de las cuestiones meramente legales, no podemos perder de vista el c a r á c t e r p r o f u n d a m e n t e religioso q u e m o s t r ó el p r o p i o Comendador M a y o r durante toda su vida y que lo llevó a cuidar minuciosamente no sólo los aspectos temporales sino también los espirituales 8 . C o m o tendremos ocasión de comprobar en las líneas siguientes, a su llegada a La Española en 1502 no existía ningún tipo de organización eclesiástica - n i tan siquiera un proyecto razonado a corto o medio p l a z o - , mientras q u e al final de su m a n d a t o estaban e s t a b l e c i d a s las bases de la estructura secular y regular de las Indias.
A. La organización
de la Iglesia
indiana
Desde el m i s m o m o m e n t o en que se proyectó la gran flota ovandina de 1502 se p r o d u j o un c a m b i o de tendencia en lo referente a los aspectos religiosos y eclesiásticos indianos. Por eso se puede hablar de un segundo períod o en el proceso expansivo y organizativo de la Iglesia en Indias, que abarcaría precisamente los siete años de gobierno de Ovando comprendidos, c o m o y a hemos d i c h o , entre 1502 y 1509. En esta etapa dio c o m i e n z o una gran tarea institucionalizadora de la Iglesia en La Española con el fallido intento de fundación de obispados, la dotación de curatos y la erección de recintos conventuales. D e esta f o r m a , la C o r o n a t o m a b a abiertamente la iniciativa, poniendo en práctica la bula de 1501 en la que se le cedía, c o m o es de sobra conocido, los diezmos de las Iridias a c a m b i o del mantenimiento de la Iglesia. Este interés por la evangelización es perceptible al analizare! pasaje de la misma flota de 1502 en la que, c o m o ya hemos dicho en páginas precedentes, viajaban doce frailes profesos y cuatro legos a las órdenes de fray Alonso dsl Espinal O.F.M. J u n t o a los religiosos se envió una gran cantidad de material litúrgico que había sido comprado en distintas ciudades andaluzas, siguiendo un inventario de "enseres necesarios" elaborado por fray Juan de Robles. En el libro de A r m a d a , d o n d e f i g u r a una t r a n s c r i p c i ó n libre del inventario de la Armada, realizada en el siglo xix, se menciona genéricamente le siguiente: incienso, lienzos, paños, cálices, copones, misales así c o m o
8 El carácter profundamente creyente del Comendador Mayor lo demostró continuamente a lo lirgo de su vida. De hecho varias fueron sus fundaciones pías, como el conocido hospital d e Sai Nicolás de Bari en la Española o la cofradía de la Inmaculada Concepción en el mismo hosptal. Esta cofradía instituida en 1503 pasa por ser la primera fundada en el Nuevo Mundo.
252
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
algunos tabernáculos y pequeños crucificados, posiblemente de tamaño académico 9 . El provincial franciscano fray Alonso del Espinal debía poseer grandes dotes personales y humanas pues, fray Bartolomé de Las Casas, que no desaprovechaba ninguna ocasión para criticar a la Orden de los franciscos, le otorgó los elogiosos calificativos de "varón religioso y persona venerable" 10 . Es más, Antonio de Herrera escribió que pocos días antes de partir Ovando para las Indias, estando despidiéndose de los Reyes, el señor de Coca, Antonio de Fonseca, le dijo que vigilase estrechamente "cómo paraba lo que tocaba para reverencia de Dios y sus cultos"". Por lo demás, en las mismas instrucciones del 20 de marzo de 1503 dadas al gobernador Ovando se insistía en la necesidad de que él mismo facilitase y supervisase la evangelización de los indígenas 12 . El hecho de que se le dediquen a este asunto las dos primeras instrucciones nos está indicando la importancia que le otorgaron los Reyes Católicos. Además de recomendar el buen tratamiento a los indios, se recomendaba la construcción de casas junto a las iglesias, donde los niños indígenas "se reúnan y aprendan a rezar y a santiguarse" 13 . Como es bien sabido, en 1504 Julio II erigió las tres iglesias metropolitanas, a saber: la Hyguatensis, que incluía las provincias de Higüey, Xaragua y la misma Santo Domingo la Maguacensis con sede en Concepción de la Vega y, finalmente, la Bayunensis cerca de Lares de Guahaba, al noroeste de Santo Domingo 1 4 . Unas demarcaciones que, c o m o bien escribió el mismo padre Fidel Fita, no llegaron a ponerse en práctica porque no se adaptaban a las necesidades reales 1 5 . A este respecto escribió el padre Las Casas que "se conoció que en los sitios de las iglesias que el Papa tenía eregidas y señaladas ya no había a quien convertir ni predicar, sino era a los pájaros y árboles..." 16 Pese a todo, lo que es indudable es que constituyeron el primer intento de estructurar la institución eclesiástica en el Nuevo Mundo. 9 El título exacto de este documento era como sigue: Colección de documentos históricos, noticias y extractos puestos en orden alfabético por Fernando Behnonte y Clemente, cinco tomos, 1886.Libro de Armadas, la flota de 1502. AGI, Contratación 3250. Más que transcripción, lo que hizo Fernando Belmonte fue una síntesis del documento original hoy desaparecido. 10 Las Casas, fray Bartolomé de: Historia de Indias, T. II. México, Fondo de Cultura Económica, 1951, p. 249. " Herrera, Antonio de: Historia General de los hechos de los Castellanos, T. I. Madrid, Academia de la Historia, 1935. 12 Instrucciones dadas a frey Nicolás de Ovando, Alcalá de Henares, 20-111-1503, (completadas en Zaragoza, 29-111-1503). AGI, Indiferente General 418, Lib. 1, ff. 94v-98v. También en CODOÍN, Serie 1 T. 31, pp. 156-174. 13 Ibidem. 14 Fita, Padre Fidel: "Primeros años del episcopado", op. cit., p. 267. También citado en Lamb: op. cit., p. 168. 15 Ibidem. 16 Las Casas: op. cit., T. II, p. 434.
253
I G L E S I A , I N Q U I S I C I Ó N Y E V A N G E L I Z A C I Ó N EN L A S A N T I L L A S .
Pero frey Nicolás de Ovando fue mucho más allá y, cumpliendo una disposición de 1503, distribuyó a los pocos clérigos q u e había en la isla entre las p r i n c i p a l e s villas f u n d a d a s por los e s p a ñ o l e s , p a r a que al m e n o s éstos estuviesen asistidos espiritualmente. CUADRO I Clérigos asalariados en La Española (1504-1507) 17 Nombre
Villa
Período
Fray Alonso del Espinal
Santo Domingo
1505-1507
Alonso Giral
Santiago
1-1-1505 a 30-V-1505
Frey Alexandre del Fresco
Verapaz y Villanueva de Yáquimo
15-1-1505 a 15-VIII-1505
Bachiller Hernán Suárez
Santiago
1-VI-1505 a l-X-1507
Frey Alonso del Viso
-
Melchor Bastala
Compostela de Azúa
16-XI-1504 a 15-111-1506
Bachiller Macías
La Buenaventura
17-IV-1505 a 21-IV-1507
Fray Pedro de Sanlúcar
Puerto Plata
1 -V-1505 a 30-X-1506
Juan Mateos
Salvaleón de Higiiey
8-IX-1506 a 21-IV-1507
Alonso Hernández
Bonao
5-VI-1505 a 10-1-1507
Juan Martínez de Benavente
Verapaz
1506-1507
Alonso Jiménez
Concepción de la Vega
23-XII-1507 a 30-III-1508
15-IV-1504 a 15-X-1507
17 El cuadro ha sido realizado a través de una información y traslado de las cuentas del tesorero Cristóbal de Santa Clara que, como es bien sabido, estuvo al frente de la contabilidad de la isla entre 1504 y 1507, apareciendo registrados los descargos a los clérigos de la isla, a razón de cien pesos de oro anuales. Información del tesorero Cristóbal de Santa Clara, Santo Domingo, 13 de octubre de 1531. AGI, Justicia 990, N . M , Pieza 2*.
254
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Q u e d a claro a la luz de los datos aportados en este cuadro I que, al marg e n d e la i n o p e r a n c i a d e las d i ó c e s i s p r o y e c t a d a s , N i c o l á s de O v a n d o se e n c a r g ó de distribuir a los clérigos entre los principales núcleos poblacionales f u n d a d o s por los españoles. Este hecho fue ya m e n c i o n a d o por historiadores c o m o J o s e p h P e g u e r o , quien en el siglo x v m a f i r m ó q u e O v a n d o dio "salario c o m p e t e n t e de la Real H a c i e n d a a los clérigos para q u e administrasen los S a c r a m e n t o s " 1 " . P e s e a todo, este historiador del siglo x v m p a r e c e ignorar q u e O v a n d o , c u m p l i e n d o estrictamente las instrucciones reales, reduj o el salario de los sacerdotes de 150 pesos de oro anuales - q u e les a b o n a b a el pesquisidor B o b a d i l l a - a tan sólo 100 l y . En Santo D o m i n g o p e r m a n e c i ó el provincial franciscano fray Alonso del E s p i n a l , con quien s a b e m o s q u e O v a n d o c o n f e s a b a y c o m u l g a b a todos los domingos. Pero existe un hecho más que demuestra el interés del gobernador por las cuestiones relacionadas con la Iglesia y con la evangelización y es la petición q u e hizo en algunas ocasiones a las autoridades españolas para q u e enviasen m á s clérigos. C o n c r e t a m e n t e , en 1504 solicitó un prelado y varios clérigos para la administración de "oficios divinos" en la isla, a lo que respondió la C o r o n a en diciembre de ese año que ya estaban proveídos. Sin embargo, no t e n e m o s constancia documentalmente de la llegada de más religiosos a la isla hasta finales de 1508, c u a n d o arribaron ocho franciscanos a las órdenes de fray A n t o n i o de Jaén, que traía el cargo de Custodio de las Indias 20 . O b v i a m e n t e , en estos años c o m e n z a r o n a construirse las distintas capillas e iglesias locales, a u n q u e la mayoría de ellas sobre la base de materiales vernáculos 2 1 . Esta circunstancia se debía no tanto a la carencia de fondos c o m o a la dificultad para encontrar canteros y albañiles en los primeros años de la colonización 2 2 . Sin e m b a r g o , ya en 1504 se dedicaba una persona a la "fábrica y reparto de iglesias" en la isla Española 2 1 .
18 Peguero, Joseph: Historia de la conquista de la isla Española, trasumplada el año de 1762, T. I. Sanio D o m i n g o , Publicaciones del Museo de las Casas Reales, 1975, pp. 140-141. 19 D e lo q u e no hay c o n s t a n c i a d o c u m e n t a l es de que O v a n d o hubiese h e c h o devolver - c o m o se le ordenó desde instancias s u p e r i o r e s - a los dos clérigos asalariados que tenía Bobadilla los 50 pesos de más que se les habían abonado el año antes. 20 Real Cédula a frey Nicolás de Ovando, Valladolid, 7 de agosto de 1508. AGI. Indiferente General 1961, Lib. l . f o l . 71. 21 A este respecto puede verse mi trabajo: "Espontaneidad y medievalismo en las primeras construcciones de la Española ( 1492-1550)", Actas del Congreso Conmemorativo del V Centenario de la Fundación de Santo Domingo. Santo Domingo, 1996, pp. 175-191. 22 Un grupo importante de canteros y oficiales de albañilería llegaron en 1510 a la Española para t r a b a j a r en las iglesias de la isla. N o o b s t a n t e f u e en la tercera d é c a d a del siglo xvi c u a n d o llegaron algunos artistas notables c o m o Gutiérrez Navarrete, Rodrigo de Liendo o Luis de Moya. Citado en Nouel, Carlos: Historia eclesiástica de la Arquidiócesis de Santo Domingo, Primada de América, T. I. Santo Domingo, Editora de Santo Domingo, 1979, pp. 100-101. 21 Respuesta del Rey a los oficiales de la Casa de la Contratación, Medina del Campo, 26 d e agosto de 1504. En Marte, Roberto: Santo Domingo en los manuscritos de Juan Bautista Muñoz.. Santo D o m i n g o , Fundación García Arévalos, 1981, p. 55.
I G L E S I A , I N Q U I S I C I Ó N Y E V A N G E L I Z A C I Ó N EN L A S A N T I L L A S .
255
En definitiva, p o d e m o s afirmar q u e el C o m e n d a d o r Mayor, al p o c o tiemp o d e p a c i f i c a r la isla, e s t a b l e c i ó la p r i m e r a e s t r u c t u r a e c l e s i á s t i c a en L a E s p a ñ o l a , instituyendo curatos en casi todos los c o n f i n e s de la isla. Evidentem e n t e , h u e l g a decir, q u e no c o m p a r t i m o s t o t a l m e n t e la a f i r m a c i ó n del ya m e n c i o n a d o p r o f e s o r G i m é n e z F e r n á n d e z , q u i e n a c u s ó al C o m e n d a d o r M a y o r de e m p l e a r los d i e z m o s a su a n t o j o sin construir iglesias ni p a g a r a los clérigos 2 4 .
B. Moralidad
pública
3' evangelización
durante su
gobernación
El C o m e n d a d o r M a y o r vigiló sin titubeos la adecuada virtud de los vecinos de la isla, g o b e r n a n d o , a nuestro juicio, con la austeridad de un militar y c o n la m o r a l i d a d de un c e n o b i t a . E s t a a u s t e r i d a d y r i g u r o s i d a d le llevó a hacer c u m p l i r estrictamente la disposición, establecida tras la muerte de Isabel de Castilla, q u e impedía llevar oro, plata y objetos suntuarios a las Indias sin una licencia especial 2 5 . A s i m i s m o , veló por q u e no se instalasen en La Española j u d e o c o n v e r s o s "ni hijos de q u e m a d o s ni c o n d e n a d o s por la Santa Inquisición". En este sentido, L ó p e z de G o m a r a a f i r m ó que vedó "la ida y vivienda en aquellos lugares de h o m b r e s s o s p e c h o s o s en la fe..." 2 6 D i f í c i l m e n t e podía prohibir d e s d e las Indias el e m b a r q u e de estos perseguidos por la Inquisición, sin e m b a r g o , sí q u e p a r e c e s e g u r o q u e c u i d ó en t o d o m o m e n t o del m a n t e n i m i e n t o d e la o r t o d o x i a c r i s t i a n a , n e g a n d o solares, o f i c i o s p ú b l i c o s y e n c o m i e n d a s de indios a aquellas personas sospechosas en la fe o tan siquiera no aptas para e n s e ñ a r a los indios en la moralidad cristiana 2 7 . Pero no sólo vigiló el buen c u m p l i m i e n t o de la ortodoxia religiosa en su g o b e r n a c i ó n , sino t a m b i é n la integridad moral de los p o b l a d o r e s , r e e m b a r c a n d o r u m b o a España a aquellos españoles q u e cometían delitos graves. En
24
Giménez Fernández: op. cit., T. II, p. 356. El C o m e n d a d o r Mayor hizo cumplir con severidad dicha disposición, c o m o revela el hecho de que aparezcan algunas piezas suntuarias confiscadas en las cuentas de su tesorero Cristóbal de Santa Clara. Así por ejemplo en 1507 ingresaron en las arcas reales setenta y cinco pesos de oro del valor de un jarrón y un salero de plata que fue confiscado a un vecino de Concepción "porque lo hizo traer de Castilla contra el vedamiento de Su Alteza..." Información y cuentas del tesorero Cristóbal de Santa Clara, Santo Domingo, 13 de octubre de 1531. AGI, Justicia 990. N.° 1, Pieza T . 36 L ó p e z de Gomara, Francisco: Historia General de las Indias, T. I. Madrid, Editorial Orbis, 1985, p. 66. -7 El tema de las encomiendas durante el período de Ovando ha sido tratado en mi trabajo: El indio antillano: repartimiento, encomienda y esclavitud (1492-1542). Sevilla, Muñoz Moya Editor, 1997. pp. 100-111. 35
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
256
este sentido decía el padre Las Casas que "después de la muerte" no había cosa que temiesen más los españoles que su destierro a España 28 . Evidentemente, otra cuestión diferente fue la evangelización de los indios, de la que efectivamente debemos reconocer que apenas si se avanzó durante su gobernación, aunque, como veremos seguidamente, no se debió tanto al desinterés de las autoridades como a la falta de medios. El padre Las Casas se muestra muy duro al afirmar lo siguiente: Que por todo el tiempo que el Comendador Mayor esta isla gobernó, que fueron cerca de nueve años, no se tuvo más cuidado de la doctrina y salvación de ellos (se refiere a las indios), ni se puso más por obra, ni hubo más memorial ni cuenta de ella ni con ella que si los indios fueran palos o piedras o gatos o perros...29 No menos crítico se mostró el propio Fernando el Católico en una Real Cédula dirigida a Diego Colón, en 1511 30 . En ella le pedía que procurase la evangelización en la isla de Santiago - d e s p u é s se conoció como J a m a i c a para que no ocurriese lo que en La Española, "que no tienen más de cristianos sino el nombre, salvo los muchachos que crían los frailes que aquellos, dicen, que los hacen bien..." 31 Pero queremos insistir en que no se trataba de una falta de voluntad por parte del gobernador, sino que realmente la empresa excedía con creces sus propias posibilidades. Ovando se mostró siempre obsesionado por que los indios fuesen bautizados, y de hecho, dicen los cronistas, que le dio "mucho golpe de conciencia" la muerte de la cacica Anacaona "sin bautizar". El indio antillano no fue evangelizado en estos años por dos causas: en primer lugar, por su propia resistencia al cambio 12 . En este sentido no debemos olvidar que la estructura mental es la más resistente al cambio, pues, todas las religiones, c o m o bien a f i r m ó Burckhardt, pretenden durar "al menos tanto c o m o el m u n d o visible" 3 3 . Algunos frailes llegaron incluso a afirmar la total incapacidad del indígena para "las cosas de la fe", sin embar28
Citado en Mira Caballos, Esteban: "Los prohibidos en la emigración a América (14921550)", Estudios de Historia Social y Económica de América, N.° 12. Alcalá de Henares, 1995, p. 52. w Las Casas: op. cit., T. II, p. 249. ,0 Respuesta al Almirante Diego Colón, Sevilla 6 de junio de 1511. AGI, Indiferente General 418, L. 3, ff. 77v-82. Transcrita también en Arranz, Luis: Don Diego Colón, T. I. Madrid, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1982, pp. 302-313. " Ibidem. 52 Este aspecto concreto lo analizamos con detalles en páginas posteriores. 35 Burckhardt, Jacobo: Reflexiones sobre la Historia del Mundo. Buenos Aires, 1945, p. 64. Precisamente, la destrucción violenta de una religión indígena, por parte de una civilización superior, como ocurrió en algunos lugares del Continente Americano, está considerado como una causa fundamental de extinción de una civilización. Gordon Childe, V: Qué sucedió en la Historia. Barcelona, 1985, p. 27.
I G L E S I A , I N Q U I S I C I Ó N Y E V A N G E L I Z A C I Ó N EN L A S A N T I L L A S .
257
go, está bien claro que no se trataba tanto de incapacidad como de desinterés por aprender una religión que consideraban extraña 34 . Y en segundo lugar había, como ya hemos comentado, una gran escasez de religiosos, hasta el punto que apenas si bastaban para satisfacer las necesidades de los españoles. Grandes esfuerzos debieron realizar los frailes para bautizar a los indios, aunque sólo fuese, c o m o indican las fuentes de la época, n o m i n a l m e n t e . Caso excepcional fue, sin duda, el de fray Ramón Pané que, pese a vivir entre miles de indios "paganos", sólo los bautizaba después de haberlos doctrinado, cuando tenía la certeza de que cumplirían con los preceptos morales de la religión cristiana 35 . Pese a todo, se hicieron notables avances en la organización de la Orden franciscana, pues, mientras en 1504 se estableció una Comisaría General en La Española, en 1505 se fundó la provincia franciscana de Santa Cruz 36 . Precisamente este departamento, que en estos años contó con dos monasterios - e l de Santo D o m i n g o y el de Concepción de la V e g a - está considerado como el auténtico embrión de la expansión misional indiana. Y este avance de la Orden se realizó con el apoyo del propio gobernador, quien, según Joseph Peguero, los favoreció mucho, tanto por ser "religiosos muy ejemplares" c o m o por su aplicación en la enseñanza de los aborígenes 3 7 . Durante estos años los franciscanos pidieron al Cardenal Cisneros y a otras autoridades peninsulares el envío de nuevos frailes a La Española, petición que no fue atendida hasta 1508, cuando se envío, como ya hemos afirmado, a fray Antonio de Jaén con ocho religiosos de la Orden. Además, el gobernador, haciendo un buen cumplimiento de las Instrucciones de 1503, fomentó los matrimonios mixtos entre indios y españoles con la intención de procurar una rápida integración social. Esta política de miscigenación debió dar pronto resultados positivos, pues en 1514 se censaban sesenta matrimonios mixtos además de un buen número de españoles que tenían sus esposas en Castilla y estaban amancebados con indias 38 .
,J El cronista A n t o n i o de Herrera explicó muy significativamente que c u a n d o los Jerónimos llegaron a la Española se dieron cuenta de que "era por de m á s pensar que un clérigo o un religioso, entre cincuenta o cien indios, bastase, no sólo a doctrinarlos, pero ni aún a persuadir-
los que admitiesen la doctrina, tanta era su mala memoria, que por una oreja les entraba cuanto se les enseñaba y por otra se les iba, y que c u a n d o se imprimía en algunos la doctrina, en tres días q u e le dejasen d e la m a n o se le salía todo c o m o si j a m á s f u e r a instruido..." Herrera: op. cit., T. IV, Cap. III, p. 95.
" Saranyana, Josep Ignasi (dir) y otros: Teología en América Latina, T. I. Desde tos orígenes a la guerra de Sucesión (1493-1715). Madrid, Iberoamericana, 1999, pp. 35-37. ,6
Varela, C o n s u e l o , y Gil, J u a n : "Nueva d o c u m e n t a c i ó n sobre f r a y Juan d e Trasierra".
Actas del 1 Congreso Internacional sobre los franciscanos y el Nuevo Mundo. La Rábida, 1985, pp. 689-690. 37 Peguero: op. cit., T. I, p. 139. 18
Serrano y Sanz, Manuel: Orígenes de la dominación española en América. Madrid,
B a i l l y - B a i l l i é r e , 1918, pp. C C C L X X X I V - C C C L X X X V . T a m b i é n en R o d r í g u e z D e m o r i z i ,
258
LAS ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
Asimismo, se encargó personalmente de velar por la moralidad de los indios, castigando duramente los casos de poligamia y las prácticas incestuosas. N o se trataba más que de viejas prácticas indígenas algo difundidas entre los caciques y los nitainos y que chocaban abiertamente contra la probidad cristiana. Para evitar lo que Ovando consideraba un auténtico pecado capital, es decir, el incesto, estableció una ley en la que se penaba este delito con la hoguera39. N o sabemos ni el año exacto de tal disposición ni tan siquiera si llegó a ajusticiar a algún aborigen por este motivo. En cualquier caso, queda constancia del celo del Comendador Mayor por evitar situaciones poco ejemplarizantes para el resto de los indios, e incluso, para los españoles. Se ocupó igualmente de confiscar cuantos cemíes - o dioses indígenas- se encontraban en la isla. Por ejemplo, en un cargo asentado el 5 de diciembre de 1506 en los libros del tesorero Santa Clara se mencionan dos ojos de oro de un cerní "que unos indios llevaron al gobernador" 40 . En estas líneas, pues, hemos dejado bien claro que la gobernación del Comendador Mayor, lejos de ser un paréntesis en la organización eclesiástica, constituyó un período muy intenso en el establecimiento de las bases de la Iglesia indiana. Además, fue en estos años cuando se inauguró una estrecha colaboración entre los dos grandes poderes, Iglesia y Estado, que va a tener una larga continuidad en el resto de la época colonial. Queda demostrado asimismo que fue durante la gobernación de Ovando cuando se estableció todo un entramado de capillas, servidas permanentemente por clérigos, y ubicadas en casi todos los rincones de la isla. Y, finalmente, se fundaron los primeros recintos conventuales, los primeros centros sanitarios - c o m o el de San Nicolás de Bari- e, incluso, la primera hermandad establecida en el Continente americano, la de la Inmaculada Concepción.
2. L O S INTENTOS EVANGELIZADORES DEL INDIO A N T I L L A N O
La conquista y colonización de América tuvo un tinte de evangelización que hoy ya nadie puede dudar, pues, como bien ha afirmado Joseph Hóffner, "el espíritu español de cruzada era innegable, el cristianismo meramente fingido era inconcebible" 41 .
Emilio: Los dominicos y las encomiendas de indios en la isla Española. Santo Domingo, Editora del Caribe, 1971, p. 16. 39 Mira Caballos, Esteban: "El pleito Diego Colón-Francisco de Solís: el primer proceso por malos tratos a los indios en La Española (1509)", Anuario de Esludios Americanos, T. L, N.° 2. Sevilla, 1993, p. 341. 40 Información y cuentas del Tesorero Santa Clara, 1531. AGI, Justicia 990, N.° I, Pieza 2\ 41 Hóffner, Joseph: La ética colonial española en el Siglo de Oro. Cristianismo y dignidad humana. Madrid, ECH, 1957, p. 111.
IGLESIA, INQUISICIÓN Y EVANCELIZACIÓN EN LAS A N T I L L A S .
259
Pese a todo, también es cierto el carácter consciente que tuvo la Corona del apoyo que le prestaba la Iglesia como elemento de sumisión del aborigen, pues, como escribió en la centuria decimonónica don Joaquín de Muzquiz y Callejas, la conquista se debió más a "la palabra y virtud del misionero, que a la espada, coraje e intrepidez de sus soldados" 42 . Sin duda, la Corona entendió la cristianización de los indígenas como el auténtico cimiento de la conquista 43 . Sin embargo, la conversión de los indios no resultó tan sencilla como la Corona y la Iglesia habían planeado desde la Península. Los indígenas, ante la presión de los españoles en contra de sus ancestrales cosmovisiones y ritos, mostraron diversas actitudes en función de su grado de evolución y de desarrollo político y social. Respuestas que fueron desde la aceptación de las nuevas ideas religiosas - d e mejor o peor grado- a la indiferencia, la resistencia pasiva, o incluso, el rechazo abierto. En el caso que ahora nos trae, es decir, el de los indios antillanos debemos decir que su evangelización resultó sumamente problemática por su resistencia al cambio de mentalidad. Más bien, hemos de hablar de un rechazo por parte de los nativos a todo lo que suponía el cristianismo, pues no tardaron en asimilar este concepto con el de sumisión al español. Así, en una carta escrita por los Jerónimos al Señor de Chiébres y fechada en 1518, le explicaron que entre los indios "ya había opinión que los frailes no iban allá sino a amansarlos para que los cristianos los tomasen para matarlos" 44 . Por otro lado, no cabe duda de que la estructura mental es la más resistente al cambio, pues, todas las religiones, como bien afirmó Burckhardt, pretenden durar "al menos tanto como el mundo visible" 45 . Precisamente, la destrucción violenta de una religión indígena por parte de una cultura superior, como ocurrió en algunos lugares del continente americano, está considerada como una causa fundamental de extinción de una civilización 46 . De manera que las sociedades primitivas solían tener una religión sencilla pero perfectamente adaptada a sus necesidades, estando sus miembros plenamente convencidos de que eran sus dioses tradicionales sus auténticos protec-
42
Muzquiz y Callejas: op. cit., p. 51. En una respuesta dada por el Rey a Diego Colón se reconocía la conversión del indio como "el cimiento principal sobre que fundamos la conquista de estas partes...". Respuesta del Rey a Diego Colón y a los oficiales de la isla Española, Sevilla, 6 de junio de 1511. Arranz Márquez, Luis: Don Diego Colón, T. I, Madrid, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1982, pp. 302-313. Marte, Roberto: Santo Domingo en los manuscritos de Juan Bautista Muñoz. Fundación García Arévalo, Santo Domingo, 1981, pp. 89-91. 44 Citado en Pérez, fray Juan O. P., Éstos ¿no son hombres? Santo Domingo, Fundación García Arévalo, 1984, p. 15. 45 Burckhardt: op. cit., p. 64. 46 Gordon Childe: op. cit., 1985, p. 27. 43
260
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
tores, los cuales colmaban plenamente sus necesidades psicológicas 4 7 . En el caso concreto de los tainos antillanos, podemos afirmar que su religión era más afectiva, pragmática y antiintelectual que la católica 48 , pues "contaban con dioses de características morales muy elevadas", que ellos sabían valorar y admirar 49 . A s í pues, está claro que la religión de los aborígenes, c o m o ya escribió el padre Las Casas, cubría espiritualmente sus necesidades más cotidianas, c o m o podían ser la siembra, el nacimiento de sus hijos o la lluvia 50 . Antes de comenzar con el desarrollo del tema hemos de destacar lo difícil que ha sido para nosotros intentar establecer el grado en que fue convertido el aborigen a la religión que profesaban los españoles, ya que, c o m o es bien sabido, no vivieron lo suficiente c o m o para dejar testimonio de sus más profundas convicciones 5 1 .
A. El desinterés
del indio por la nueva
religión
Ya en un trabajo publicado por nosotros en fechas recientes mencionam o s la capacidad que tuvo el indio para asimilar muchos e l e m e n t o s de la cultura material española y, por contra, su negativa a aceptar la nuevas ideas religiosas 52 . En estas líneas vamos a hacer hincapié en este aspecto, reseñando nuevos casos que ilustran perfectamente esta actitud pasiva del taino.
47
Nishert, Robert y otros, Cambio social. Madrid, Alianza Editorial, 1988, p. 54. Vovelle, Michel: Ideología y mentalidades. Madrid, Editorial Ariel, 1985, p. 124. 4g Evans-Pritchard, E. E.: Las teorías de la religión primitiva. Madrid, 1989, p. 171. 50 C o n c r e t a m e n t e el d o m i n i c o a f i r m ó lo siguiente: " D e a q u í es que las r e p ú b l i c a s que ordenaron por la ley o por costumbre que se sacrificasen a los dioses en algunos tiempos y días o fiestas, hombres, tuvieron mejor y m á s noble concepto y estimación de sus dioses, y supuesta ceguedad y error en tener opinión que aquellos eran Dioses o dioses, y que les podían hacer bien y mal, socorrer y ayudar en sus necesidades, y que los males que les venían eran por haber sido negligentes en su culto, c o m o se mostrará, y que f u e opinión vulgatísima y universal de todos los gentiles, aquellas tales repúblicas (digo) proveyeran más y mejor, según razón natural, y con más prudencia, a la salud, prosperidad y conservación y perpetuidad del bien público y común, que los que no lo hicieron, o prohibieron que h o m b r e s no se sacrificasen..." Las C a s a s , f r a y B a r t o l o m é de: En defensa de los indios. Sevilla, Editoriales A n d a l u z a s Unidas, 1985, p. 67. 48
51 En realidad s a b e m o s m á s de sus creencias en la é p o c a prehispánica q u e d e su conversión al catolicismo. S o b r e la mitología y las creencias prehispánicas de los tainos c i t a r e m o s algunas de las o b r a s f u n d a m e n t a l e s : Alegría, Ricardo E.: Apuntes en torno a la Mitología de los Indios Tainos de las Antillas Mayores y sus Orígenes Suramericanos. Barcelona, Centro de E s t u d i o s A v a n z a d o s d e P u e r t o R i c o y el Caribe, 1978. A r r o m , Juan José: Mitología y Artes Prehispánicas de las Antillas. México, Siglo X X I , 1975. Arnáiz, Francisco José: "El m u n d o religioso taino visto p o r la fe católica e s p a ñ o l a " , La cultura taina. Madrid, Editorial Turner, 1989. Pané, f r a y R a m ó n : Relación acerca de las Antigüedades de los Indios. Madrid, Siglo XXI, 1974. 52
Mira Caballos, Esteban: "El pleito Diego Colón-Francisco de Solís...", pp. 323 y ss.
I G L E S I A , I N Q U I S I C I Ó N Y E V A N G E L I Z A C I Ó N EN L A S A N T I L L A S .
261
La indiferencia de los aborígenes a la hora de aprender y asimilar los preceptos básicos de la religión cristiana fue tal que m u c h o s españoles, e, incluso, algunos religiosos, defendieron su total incapacidad para "las c o s a s de la fe" 53 . Sin embargo, estaba claro que no se trataba tanto de incapacidad c o m o de desinterés por aprender una religión que consideraban extraña. El cronista A n t o n i o de Herrera captó perfectamente esta situación al decir muy signific a t i v a m e n t e que c u a n d o l o s J e r ó n i m o s llegaron a La E s p a ñ o l a se dieron cuenta de q u e "era por de más pensar que un clérigo o un religioso, entre cincuenta o cien indios, bastase, no sólo a doctrinarlos, pero ni aún a persuadirlos que admitiesen la doctrina, tanta era su mala memoria, que por una oreja les entraba cuanto se les enseñaba y por otra se les iba, y q u e c u a n d o se imprimía en algunos la doctrina, en tres días que le dejasen de la mano se le salía todo c o m o si jamás fuera instruido..." 54 Por otro lado, los tainos de la isla de Cuba, que en un principio dieron la impresión de que tenían una especial predisposición a aceptar la nueva religión, n o tardaron en mostrar la misma indiferencia ante las ideas cristianas. N o s parece evidente que esta "buena voluntad" que mostraron incialmente l o s t a i n o s c u b a n o s estaba determinada más por la i n t e n c i ó n de evitar los malos tratamientos de los españoles que por una verdadera convicción ontològica de la nueva religión. Concretamente el cronista G o n z a l o Fernández de O v i e d o afirmó a este respecto lo siguiente: Y no quieren ser más cristianos de lo que estos otros todos, aunque el cronista Pedro Mártir, informado del bachiller Enciso, dice maravillas de la devoción y conversión de un cacique de Cuba que se llamó el Comendador, y de su gente... Y por la experiencia que tengo de aquesta gente, creo que ningunos o muy pocos de ellos son cristianos de su grado; y cuando alguno se torna cristiano, que es hombre de edad, es más por antojo que por celo de la fe', porque no le queda sino el nombre, y aún aquel se le olvida presto... 55
53 Ya varios colonos como Francisco de Garay llegados a la corte en 1515 se habían encargado de manifestar la idea de que los indios eran incapaces de la fe. Sin embargo, a esta idea se unieron incluso franciscanos, como Francisco Ruiz, quien defendió esta idea en una carta dirigida a Chiébres y fechada en 1517. Giménez Fernández: Bartolomé..., T. I, pp. 405-406. Olaechea Labayen, Juan: "Experiencias cristianas con el indio antillano". Anuario de Estudios Americanos, T. XXVI, Sevilla, 1969, pp. 74 y ss. 54 Herrera: op. cit., T. IV, Cap. III, p. 95. Igualmente, Fernández de Oviedo afirmó de los indios de La Española que era "nación muy desviada de querer entender la fe católica". Fernández de Oviedo: op. cit., T. I, Lib. V, proemio, p. 111. Existen muchos testimonios documentales confirmando estas palabras de los cronistas de los que vamos a traer a colación aquí unas palabras que escribieron los Jerónimos refiriéndose al aprendizaje de los indios: "Que son gentes que siempre han menester el maestro ante los ojos, para que no olviden lo aprendido ayer...". Citado en Bayle, Constantino: El protector de indios. Sevilla, Escuela de Estudios Americanos, 1945, p. 1. 55 Fernández de Oviedo: op. cit.. T. II, Lib. XVII, Cap. IV, p. 115.
262
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Ya en 1514, el teniente de gobernador Diego Velázquez, c o n v e n c i d o de que no era tan fácil enseñarlos en la fe c o m o habían creído en un principio, llevaba siempre consigo a fray Juan de Tesín, bautizando a "toda la gente que hasta e n t o n c e s se había asegurado" 5 6 . Con el p a s o del tiempo se d e m o s t r ó que, c o m o h a b í a o c u r r i d o con los naturales de La Española, los tainos de C u b a no mostraban interés por la religión cristiana. Más concretamente, en un d o c u m e n t o f e c h a d o en 1546, se d e s c r i b í a la situación de la s i g u i e n t e manera: Yo he hecho parecer ante mi a algunos de ellos, de los más entendidos de la lengua castellana, preguntándoles cosas de cristianos y están tan ajenos a ellas como si a su noticia no hubiesen llegado; y porque de esto se podría echar culpa a los que lo tienen en cargo, me he satisfecho que no procede de la negligencia de su instrucción salvo de la poca voluntad que tienen a las cosas de la fe porque habiéndoles yo hecho aprender el Pater Noster y Ave María y encargándoles que lo dijesen cada uno y no lo olvidasen, teniéndolos en esta ciudad de Santiago sin trabajo alguno, pasados dos días que los llamé, no sólo no lo sabían pero a quien los fue a llamar dijeron que si el Pater Noster que si era cosa de comer...57 Algo similar ocurrió con los indígenas de Puerto Rico, pues, no en vano, el tesorero A n d r é s de H a r o llegó a afirmar de ellos que "eran incapaces de creer" 5 8 . N u e v a m e n t e , y c o m o ocurrió en las otras Antillas Mayores, no se trataba exactamente de incapacidad sino de desinterés, pues, precisamente, en una carta de Vasco de Tiedra a Su Majestad, fechada en 1536, se explicaba perfectamente esta situación: Yo entendí en ello (en la evangelización) con la diligencia que Vuestra Majestad manda, pero en esta isla hay tan pocos que al que alguno le ha quedado los tiene tan bien tratado cuanto es posible y los industrian todo lo que pueden, pero ellos lo toman con tanto descuido que se parece poco lo que con ellos se trabaja...59 Para finalizar con este punto, vamos a citar el caso de los indios de la isla Margarita - q u e no era antillana aunque sí caribeña-, donde algunos vecinos
56 Carta de Diego Velázquez a Su Majestad, Santiago, 1 de abril de 1514. AGI, Patronato 178, N.° 1. CODOIN, Serie 1', T. XI, pp. 412-129. 57 Carta de Juan de Chaves a Su Majestad, Santiago, postrero de junio de 1546. AGI, Santo Domingo 99, R. 6, N.° 20. 58 Carta de Andrés de Haro a Su Majestad, Puerto Rico, 21 de enero de 1518. Serrano y Sanz: op. cit., p. DLXXV. Brau, Salvador: La colonización de Puerto Rico, T. I. San Juan, Cultura Puertorriqueña, 1969, pp. 515-520. 59 Carta de Vasco de Tiedra a Su Majestad, Puerto Rico, 30 de agosto de 1536. AGI, Santo Domingo 155, R. 2, N.°8.
I G L E S I A , INQUISICIÓN Y EVANOELIZACIÓN EN LAS A N T I L L A S .
263
declararon en un juicio, llevado a cabo en 1545, que la instrucción en la fe de los indígenas había "aprovechado poco, porque no lo quieren aprender"60. Obviamente, la expresión utilizada en este último documento no deja lugar a dudas, pues estaba claro que los indígenas antillanos, al igual que los de la isla Margarita, más que una supuesta falta de talento para asimilar los fundamentos de la nueva religión lo que manifestaron fue una indiferencia ante una religión que siempre consideraron ajena.
B. Los eclesiásticos y la administración de los sacramentos A esta falta de interés por parte de los indígenas hemos de unir una escasa formación de los religiosos que marcharon al Nuevo Mundo, salvo, por supuesto, casos muy excepcionales. Y aunque, supuestamente, todos los españoles tenían obligación de evangelizar, en realidad, y como tan críticamente afirmó el padre Las Casas: "¿Qué doctrina podían dar hombres seglares y mundanos, idiotas y que apenas, comúnmente y por la mayor parte, se saben santiguar, a infieles de lengua diversísima de la castellana...?" 61 En medio de estas circunstancias tan poco propicias para su conversión, los indígenas continuaron con sus rituales paganos, haciendo caso omiso a los preceptos de la nueva religión. Así, desde un primer momento, no se les administró a los indígenas más Sacramentos que el bautismo, al considerarse que no eran aptos para recibirlos62. Poco después, y más concretamente en 1518, en las instrucciones dadas a Rodrigo de Figueroa se dispuso que cuando se le aplicase a algún natural los Sacramentos de la Extrema Unción y de la Eucaristía, llevasen al resto de los indios "para que se moviesen con ello a devoción" 63 . Igualmente, se dispuso 60 Así lo declaró el testigo Baltasar Sánchez en el juicio de residencia tomado a Pedro Ortiz de Sandoval, gobernador de la isla Margarita, 1545. AGI, Justicia 64, N.° 2, R 2B, f 72. La pregunta de la pesquisa secreta es muy significativa: "Item, si saben y creen que algunos de los dichos naturales de esta dicha isla han tratado y conversado con algunos de los dichos vecinos españoles teniéndolos y doctrinándolos en sus casas de quince y de veinte años a esta parte y no han tomado doctrina ni costumbre que de cristianos se puedan decir salvo andar escondidos por los montes haciendo sus malos usos y vicios, y son capitales enemigos de los tales religiosos que se lo reprenden y digan lo que saben". Ibidem. 61 Las Casas, Bartolomé de: Historia de las Indias. México, Fondo de Cultura Económica, 1951, T. II, Lib. III, Cap. XIV, p. 479. 62 Lucas Vázquez de Ayllón pidió, en 1517, que se pusiesen clérigos que bauticen, casen y enseñen a confesar a aquellos indios que tuviesen "habilidad para ello", por lo que hemos de pensar que hasta el momento no se le administraban. Citado en Giménez Fernández: Bartolomé...,!. I,p. 581. M Instrucciones a Rodrigo de Figueroa, Barcelona, 9 de diciembre de 1518. AGI, Justicia 45, Pieza 1", ff. 217-236v. Las referidas instrucciones aparecen fechadas en Santo Domingo,
264
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
que los indígenas confesaran una vez al año y que sus hijos se bautizasen antes de los ocho días después de su nacimiento 64 . Sin embargo, parece evidente que nada de esto tuvo vigencia práctica quedando, pues, en papel mojado. Efectivamente, los datos de que disponemos indican la nula conversión de los indígenas, que jamás observaron los preceptos católicos, con la única excepción de aquellos naturales que fueron criados desde pequeños en los monasterios franciscanos de La Española 65 . Tampoco se enterraban católicamente, ni siquiera aquellos que abrazaron la nueva religión, pues, según un documento de la época, "si algunos mueren los entierran en el monte, aunque sean cristianos, como se podrá ver porque j a m á s ninguno ha enterrado, ni entierra en sagrado ni nadie se lo ha visto enterrar" 66 . A partir de la década de los veinte la evangelización se hizo mucho más difícil debido a dos motivos que pueden ser válidos para todas las Antillas Mayores, a saber: primero, la aparición de un poblamiento disperso, y, segundo, la fuga de los pocos frailes "doctos" que habían poblado las Grandes Antillas en las primeros años de la colonización. En cuanto al primer motivo, diremos que a lo largo de esta década los españoles pasaron a residir en las haciendas y en los ingenios, en muchos casos muy lejanos de las villas donde se celebraban las funciones religiosas. Así, pese a las reiteradas peticiones que se hicieron, por ejemplo, en 1518 y en 1529 67 , para que hubiese clérigos en los asientos de los españoles, todavía en 1532 y nuevamente en 1535 la ciudad de Santo Domingo se quejó de que el Obispo, al no consentir que hubiese clérigos en las capillas, impedía que se administrasen los Santos Sacramentos no sólo a los indios sino también a los propios españoles 68 .
pero es evidente que se trata de un error, y que debe entenderse en Barcelona, donde se encontraba el Rey en aquel momento. 64 Ibidem. 65 Dejamos para otra ocasión los aspectos relacionados con la educación de los hijos de caciques, tanto en los monasterios españoles como en los antillanos. En cualquier caso, puede verse el trabajo ya citado de Olaechea Labayen: Experiencias cristianas..., pp. 86 y ss. 66 Información que hicieron las justicias de Cuba sobre doña Guiomar de Guzmán, Santiago, 22 de noviembre de 1546. AGI, Justicia 73, N.° 3. Un testigo presentado llamado Hernando de Oregón declaró sobre Guiomar "que deja de enterrar los indios y cristianos y criados y entierra perros como fue uno que enterró suyo de falda que se decía Marquecito que lo mandó enterrar a una criada suya y el Obispo quiso acudir contra ella por ello". Ibidem, f. 109. 67 AGI, Justicia 45, Pieza 1", ff. 217-236v. Así se estableció por ejemplo en las Instrucciones a Rodrigo de Figueroa, Barcelona, 9 de diciembre de 1518. AGI, Santo Domingo 1121, L. 1, ff. 26v-30. La orden se volvió a repetir en 1529, lo que lógicamente nos está señalando su incumplimiento. Real Cédula al Concejo, justicias y regidores de Santo Domingo, Madrid 22 de diciembre de 1529. 68 El Obispo se negaba a dotar a los ingenios de clérigos por un problema en torno a los diezmos. La ciudad de Santo Domingo se expresó en los siguientes términos: "Porque por no
I G L E S I A , INQUISICIÓN Y E V A N G E L I Z A C I Ó N EN L A S A N T I L L A S .
265
En realidad, estaba claro que la negativa de los Obispos a consentir que los españoles y los indios pudiesen recibir las atenciones espirituales en sus propias haciendas se debía a que no querían perder beneficios para su propia Catedral. Por su parte, algunos Obispos alegaron que los españoles no querían llevar a sus indios y negros a la Catedral porque preferían dejarlos trabajando en sus estancias, lo cual parece ser que no era totalmente cierto 69 . En realidad, muchas de esas estancias estaban a varias leguas de distancia de la capital como para acudir a la iglesia los días de precepto. Y aunque finalmente el Rey zanjó esta cuestión, ordenando que los clérigos pudiesen confesar en los lugares de residencia tanto a los españoles como a aquellos indígenas "que habrá que sepan confesarse..." 70 , lo cierto es que nunca hubo en la isla un número de predicadores suficientes como para llevar a efecto esta disposición. En relación a este último aspecto, y enlazando con el segundo motivo mencionado, diremos que el problema no fue tanto la escasez de religiosos como su escasa formación teológica 71 . Hasta tal punto fue grave esta carencia que, antes de mediar el siglo, los franciscanos de Santo Domingo solicitaron de su Orden que enviaran un clérigo letrado, pues era necesario para la continuación de dicha casa religiosa 72 . En el caso de la isla de Cuba la situación no era mejor, pues no en vano, en 1524, los franciscanos solicitaron clérigos que supiesen predicar, porque a causa de no haberlos "muchos de los dichos indios desesperan y se ahorcan, lo cual dicen que cesaría si hubiese los dichos predicadores que los enseñasen y consolasen..." 7 3 Incluso los pocos frailes de la isla tenían dificultades para sobrevivir pues, por ejemplo, el monasterio de San Francisco que se ocupaba "en la instrucción y conver-
los poner se d e j a b a n d e administrar los Santos S a c r a m e n t o s en los tales lugares y fallecían m u c h o s cristianos sin confesión y comunión c o m o alarabes y los q u e nacen m u c h o s mueren sin bautismo d e lo cual todos recibimos notorio daño..." Carta de la ciudad de Santo D o m i n g o a Su M a j e s t a d , S a n t o D o m i n g o , 25 de s e p t i e m b r e de 1532. AGI, S a n t o D o m i n g o 73, N.° 5. Unos años después, es decir, en 1535, la ciudad volvió a formular la misma petición. Carta de la ciudad de S a n t o D o m i n g o a Su Majestad, Santo D o m i n g o , 18 de j u n i o de 1535. Marte: op. cit., pp. 370-371. w C a p í t u l o s escritos por los vecinos de la villa de San G e r m á n a Su Majestad, San Germán, 13 de agosto de 1526. AGI, Santo D o m i n g o 168, R. 1 , N . ° 2 . 70 Real C é d u l a al O b i s p o de San Juan, M a d r i d . 20 de m a r z o d e 1528. AGI, I n d i f e r e n t e General 421, L. 13, ff. 70-70v. 71 N o olvidemos que el monasterio dominico de Santo D o m i n g o tenía en 1544 nada m e n o s q u e " c e r c a d e c u a r e n t a f r a i l e s " . C a r t a de los f r a i l e s del c o n v e n t o d e S a n t o D o m i n g o a Su Majestad, Santo Domingo, 5 de febrero de 1544. AGI, Santo D o m i n g o 95, R. 1, N.° 20. 72 Real C é d u l a al padre General de la O r d e n de San F r a n c i s c o , Madrid, 14 d e m a y o d e 1547. AGI, S a n t o D o m i n g o 868, L. 2. ff. 352-353. 7 ' Real C é d u l a al Padre General de la Orden de San Francisco, Vitoria, 20 d e f e b r e r o d e 1524. AGI, Contratación 5090, L. 6, ff. 3-3v.
266
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
sión de los naturales de esa tierra" 7 4 , no era otra cosa, en la década de los treinta, que un "bohío" de paja casi despoblado 75 . Igualmente en la isla de San Juan hubo una falta de clérigos letrados desde los primeros tiempos, hasta el punto de que, según escribió el Obispo de San Juan, los pocos religiosos que había eran "mancebos naturales virtuosos y medianamente doctos en latinidad..." 76 En otra ocasión, el propio Obispo declaró que tan sólo había unos pocos religiosos dominicos "y solo el prior es persona cualificada y de vida y ejemplo, presentado en teología. Los demás son mozos, aunque honestos y recogidos" 77 . Finalmente, en Jamaica, también encontramos, sobre todo a partir de la década de los veinte, una gran falta de religiosos, hasta el punto de que, según el padre Las Casas, a estos indios no se les proporcionó doctrina alguna "ni más cuidado con ellos se tuvo que si fueran brutos animales..." 78 Por supuesto, en el resto de las islas antillanas la evangelización fue igualmente precaria ya que carecieron prácticamente de clérigos. Sirva de ejemplo el caso de la isla Margarita, pese a no ser antillana, donde no hubo hasta 1533, ni clérigo que dijese misa 79 , ni capilla de piedra 80 .
C. El continuismo en sus ritos
prehispánicos
En todas estas islas hemos de hablar en líneas generales de una continuación de las tradiciones indígenas hasta prácticamente su extinción. No en vano, los documentos de la década de los cuarenta se muestran tan pesimistas en cuanto a su conversión como los de los primeros años de la colonización.
74 Real Cédula a fray Diego Sarmiento, Obispo de Cuba, Toledo, 26 de mayo de 1539. AGI, Santo Domingo 1121, L. 2, ff. 145v-146. 75 En 1533 constaba que había cuatro frailes mientras que dos años después sólo quedaban tres y todos ellos "mancebos" y sin letras. Real Cédula al cabildo de Santiago, Monzón, 13 de septiembre de 1533. AGI, Santo Domingo 1121, L. 1, ff. 160v-162. Carta de Manuel de Rojas a Su Majestad, Santiago, 13 de septiembre de 1535. AGI, Santo Domingo 124, N.° 17. Carta de los oidores de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 8 de junio de 1536. AGI, Santo Domingo 49, R. 7, N.°47. 76 Carta del Obispo de Puerto Rico a Su Majestad, Puerto Rico, 25 de julio de 1546. AGI, Santo Domingo 172, R. 1, ff. 110-112. 77 Carta del Obispo de San Juan a Su Majestad, Puerto Rico, 20 de marzo de 1544. AGI, Santo Domingo 172, ff. 104-106. 78 Citado por Morales Padrón, Francisco: Jamaica española. Sevilla, Escuela de Estudios Americanos, 1952, p. 156. 7 ' Relación de lo que han valido los diezmos hasta 1533. AGI, Patronato 179, N.° 3, R. 1. 80 Juicio de residencia tomado a Juan Suárez, teniente de gobernador de la isla Margarita, Nueva Cádiz de Cubagua, 28 de diciembre de 1533. AGI, Justicia 54, N.° 2, f. lOv.
IGLESIA, INQUISICIÓN Y EVANGELIZACIÓN EN LAS A N T I L L A S .
267
En el caso de La Española se decía, en 1538, que los indios vivían "infielmente" y celebrando comúnmente sus ritos y areitos81, idea que se repite en los años sucesivos. Concretamente, en 1547, se afirmó que apenas quedaban 157 indios naturales dispersos por el campo, que eran ladrones y borrachos y que realizaban sus areitos como lo habían hecho "en la gentilidad" 82 . Evidentemente, en lo referente a los calificativos, hemos de entender el documento en el contexto de la época, donde los indios recibían los mismos calificativos que los negros y las demás minorías étnicas. Sin embargo, sí nos parece importante subrayar la referencia a la práctica de sus ancestrales rituales, pues no deja lugar a dudas sobre la supervivencia de sus primitivos rituales. Igualmente, en Cuba la evangelización no llegó a ser nunca una realidad a juzgar por las numerosas pruebas documentales que hemos podido consultar. En este sentido, sabemos que en 1528 la Junta de Procuradores de la isla informó que los naturales vivían apartados de toda conversión y que "las Pascuas y domingos hacen sus areitos y juegos donde reciben mucho placer"83. Es interesante observar cómo los indios habían asimilado los días de las festividades cristianas aunque, por supuesto, para celebrar sus propios rituales. Incluso el tesorero de la isla, Lope Hurtado, llegó a escribir al Rey, informándole que ni tan siquiera los naturales enseñados por los franciscanos rezaban más que como "papagayos", sin que hubiese una verdadera convicción84. Así, al igual que ocurrió en La Española, los documentos de la década de los cuarenta nos informan del escaso grado de conversión de los indios cubanos, hasta el punto que, en el juicio de residencia tomado a Juanes Dávila, un testigo declaró "que él ha visto y ve muchos indios e indias y lo mismo los de casa que, al cabo de treinta o veinte años, no saben el Ave Mana" 85 . También en Puerto Rico, pese a que se llevaron los indios más "ladinos" de La Española para que sirviesen de ejemplo 86 , lo cierto es que continuaron 81 Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Santo Domingo, Toledo, 25 de octubre de 1538. AGI, Santo D o m i n g o 868, L. 1, f. 149. Evidentemente hubo excepciones, especialmente entre los hijos de los caciques que fueron especialmente enseñados tanto en sus lugares de origen como en España. Sobre estos aspectos puede verse la obra ya citada de Olaechea Labayen: op. cit., pp. 86 y ss. 82 Carta del doctor Montaño, Deán de la Catedral de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 25 de julio de 1547. AGI, Santo Domingo 95, R. I, N.° 110. " Junta de Procuradores de la isla de Cuba, Santiago, 1528. AGI, Santo Domingo 9, R. 3, N.° l . f f . 14-14v. 84 Carta del tesorero Lope Hurtado a Su Majestad, Santiago, 10 de noviembre de 1530. AGI, Santo D o m i n g o 118, R. 1, N.° 4. 85 Juicio de residencia tomado al gobernador de Cuba Juanes Dávila, 1545. AGI, Justicia 69, N.° 1, f. 31. En particular de un naboría que vivía con doña Guiomar nada menos que desde hacía cuarenta años se dijo que no sabía "el Ave María", lbidem, f. 51. 86 Por ejemplo, Miguel Díaz de Aux, con expresa licencia Real, llevó varios indios de la vecina isla Española con el fin de convertir mejor a los indios de Boriquén que eran "bozales". Pleito en la villa de San Germán, 7 de abril de 1525. AGI, Santo D o m i n g o 77, R. 2, N.° 36.
268
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
con sus prácticas habituales tanto en lo concerniente a rituales religiosos como al mantenimiento de sus prácticas poligámicas 1 ". Y finalmente, en Jamaica, la situación no fue mejor, ya que desde muy pronto los indios vivieron dispersos en las estancias, sin recibir una formación religiosa. No en vano, en 1515, se decía de ellos que no podían ser evangelizados porque estaban "apartados en sus bohíos todos juntos en sus estancias, usando de sus malas costumbres y viviendo de la misma manera que antes que fuesen bautizados, no teniendo por pecados los vicios y pecados en que antes estaban..." 88 La única excepción que hemos detectado - a d e m á s del reducido número de hijos de caciques educados en los monasterios- es la pequeña isla de la Mona, dependiente del obispado de Puerto Rico, donde parece ser que se consiguió en algún grado convertir a los pocos indios que en ella residían. En 1537 se destacó lo buenos cristianos que eran 89 , confirmándose tal aseveración varios años después, al afirmarse lo siguiente: "Tienen su iglesia (se refiere a los indios) con su pobreza ataviada en la cual se congregan dos veces al día, a la mañana y a la tarde, a decir la doctrina cristianaPese a todo, la información tan sólo delata la apariencia religiosa de éstos sin que, por supuesto, sepamos si realmente eran conscientes de lo que estaban venerando. Sin embargo, el hecho de que en este islote se consiguiese una mayor práctica religiosa por parte de los aborígenes se debió a varias causas: primero, al reducido número de indígenas que en ella habitaban y a su continua convivencia con los españoles, lo que permitía acelerar el proceso de aculturación. Y segundo, al hecho de no ser indios originarios del islote sino de la vecina isla de San Juan, con el consiguiente desarraigo de la tierra y de sus ancestrales costumbres y ritos. En definitiva, podemos afirmar que - s a l v o excepciones muy concretas-, aunque se bautizaron muchos aborígenes en estas islas caribeñas, lo cierto es que, c o m o afirmó Jerónimo de Mendieta, lo hicieron "más por lo que les mandaban sus amos, que movidos a devoción..." 9 1 De los Sacramentos es
87 En este sentido se le pidió a Diego Muriel, m a y o r d o m o del pueblo indio de Toa, que enseñase el matrimonio a los indios a su cargo para que "no anden dejando unas m u j e r e s y tomando otras porque cerca de esto dicen que ha habido en la dicha estancia mucha corrupción". Asiento que se tomó con Diego Muriel, Madrid, 10 de junio de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 13, ff. 176-176v. 88 Real Cédula a Francisco de Garay y a Pedro de Mazuelo, repartidores de la isla de Santiago, Aranda, 26 de julio de 1515. AGI, Contratación 5787, ff. 3-3v. " Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Santo Domingo, Valladolid, 10 de julio de 1537. AGI, Santo Domingo 868, L 1, ff 92-92v. 90 Carta del O b i s p o de San Juan a Su Majestad, Puerto Rico, primero de septiembre de 1548. AGI, Santo Domingo 172, R. 1, ff. 118-120. " Mendieta: op. til., Lib. I, Cap. VI, p. 33.
I G L E S I A , I N Q U I S I C I Ó N Y E V A N G E L I Z A C I Ó N EN L A S A N T I L L A S .
269
evidente que jamás llegaron a practicar más que el del bautismo y, como ya hemos afirmado, no de su propia voluntad sino de manera impuesta. En cuanto a los demás Sacramentos, su administración debió ser algo completamente excepcional, pese a que en algunas instrucciones a las autoridades de La Española se les pedía que fomentasen su administración entre los indios. El propio padre Las casas declaró haber dado la comunión a los aborígenes en varias ocasiones 92 , no dejando de ser sin embargo un hecho completamente aislado. Por lo demás, las causas concretas del fracaso evangelizador en las Antillas fueron las siguientes: la primera, su rápida extinción, que evitó un período prolongado de aculturación sobre una continuidad generacional. La segunda, la inexistencia de libros doctrinales bilingües, como ocurrió en otros lugares de América. La tercera, la rápida fuga de eminentes clérigos letrados de la talla, por ejemplo, de fray Pedro de Córdoba. Y la cuarta, y última, el desinterés de los propios tainos por aprender y asimilar los preceptos básicos de la nueva religión. Esta última causa nos parece fundamental, pues está claro que no se trataba de que no alcanzasen a comprender los elevados dogmas cristianos como ha afirmado en alguna ocasión la historiografía hispanista, sino que no querían creer, como bien se reconoce en algunas informaciones de la época aquí presentadas. Así, pues si bien es cierto que desde muy pronto aceptaron ciertos elementos de la tecnología hispana, también debemos decir que ni aún los más aculturados fueron capaces de rezar el Ave María después de servir 30 ó 40 años en casa de los españoles93. En definitiva, creemos que ha quedado perfectamente demostrado que ni tan siquiera los indios más aculturados llegaron a comprender y a practicar la religión cristiana, continuando aferrados a sus creencias tradicionales.
3.
INQUISIDORES E INQUISICIÓN
Como es bien sabido, desde los primeros años de la colonización la Corona se preocupó por el control de la emigración a las Indias con vistas, por un lado, a reservarse para sí el monopolio de las riquezas del Nuevo Mundo, y,
' 2 B a y l e , C o n s t a n t i n o : " L a c o m u n i ó n entre los indios a m e r i c a n o s " . Missionalia Hispánica, A ñ o I. Madrid, 1944, p. 14. " Mira Caballos: El pleito Diego Colón-Francisco de Solís..., p. 323. Es evidente q u e quer í a n s e g u i r c r e y e n d o en s u s c e m í e s . En e s t e s e n t i d o e s c r i b i ó el d o c t o r A l v a r e z C h a n c a q u e c u a n d o q u i s o e c h a r los c e m í e s al f u e g o los indios "hacíanles d e mal q u e querían llorar". C i t a d o en Gil, Juan, y Varela, C o n s u e l o : Cartas particulares a Colón y relaciones coetáneas. Madrid, A l i a n z a Universidad, 1984, pp. 173-174.
270
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
por el otro, a impedir la entrada de judeoconversos y personas de d u d o s a moral que diesen mal ejemplo a los indígenas 94 . El cumplimiento y ejecución de tales leyes se controló desde un principio por la Casa de la Contratación de Sevilla, institución que desde 1509 recibió la orden de registrar a todos los pasajeros que se embarcaban para las Indias, limitando el tráfico a una serie de grupos de excluidos, como los extranjeros, los herejes y los no católicos. Sin embargo, esta legislación prohibitiva no fue suficiente para evitar que los jurídicamente apartados pasasen a las Indias sin excesivas dificultades, como lo demuestran las altas cotas de emigración ilícita. En relación a los judeoconversos, las prohibiciones se repitieron en numerosas ocasiones: 1501, 1509, 1514, 1518, 1526, 1534, 1539, etc. Tan sólo hubo una excepción que duró legalmente entre 1511 y 1513 en la que se les autorizó a permanecer en América un máximo de dos años 95 . Sin embargo, pese a la legislación prohibitiva, pasaron muchos judeoconversos a las Antillas en las primeras décadas de la colonización. Así, en 1517, los Jerónimos en una carta dirigida al Cardenal Cisneros le informaron de lo numerosos que eran los herejes y conversos que allí habían llegado "huyendo de la inquisición" 9 6 . Incluso en 1526, en un juicio sobre unos conversos que habían ejercido oficios públicos, se declaró que había otros muchos en La Española que usaban los oficios públicos y reales 97 . Evidentemente, queda claro que pese a las prohibiciones legales hubo una emigración constante de judeoconversos y perseguidos por la Santa Inquisición que no encontraban ningún tipo de problemas para embarcarse rumbo a las Indias. En este sentido, conocemos el caso, sumamente representativo, de un judeoconverso, llamado Alonso Rubuelo, vecino de Santa Olalla (Huelva) y natural de Casas Rubias, que fue procesado en Castilla del Oro hacia 1529. Los testigos, presentados en un juicio que se le hizo, afirmaron que su padre fue judío "y se tornó cristiano y después fue reconciliado por la Santa Inquisición y murió con Sambenito". Alonso Rubuelo, siendo mayordomo del Señor de Santa Olalla, don Esteban de Guzmán, se fugó con cierta suma de maravedís a Sevilla donde, sin ningún tipo de problemas, pudo embarcarse para las Indias, viviendo largos años en Panamá y disfrutando, incluso, de una encomienda de indios 98 .
94 Para los aspectos relacionados con el tráfico ilegal a las Indias en este período pueden verse nuestros trabajos: "Los prohibidos en la emigración a América", Estudios de Historia Social y Económica de América, N.° 12, Alcalá de Henares, 1995, pp. 37-53 y "Los extranjeros en la emigración a América (1492-1550), Revista Espacio y tiempo, N.° 9. Sevilla, 1996, pp. 61-72. 95 Mira Caballos: Los prohibidos..., p. 47. 96 Ibidem, p. 48. 97 Ibidem, p. 49. 98 Ibidem.
IGLESIA, INQUISICIÓN Y EVANGELIZACIÓN EN LAS A N T I L L A S .
271
Por lo demás, todo parece indicar que las ideas reformistas tuvieron muy poco eco en la América Hispana en estos primeros años de la colonización. Evidentemente, la Corona puso un especial empeño para que los nuevos territorios no fuesen "contaminados" con unas ideas que hubiesen tenido desde luego importantes consecuencias políticas. Pero no se desconocían las ideas luteranas. En 1545, cuando aún vivía Martín Lutero, escribió Femando de Lepe a Su Majestad indicándole que las autoridades de San Juan no acataron una Real Provisión sobre la utilización común de las aguas, los pastos y los montes en la isla porque "la dicha Provisión Real era luterana, porque una de las opiniones de Lutero era que los bienes fuesen comunes" 99 . Queda claro, pues, que en América no se desconoció la problemática político-religiosa suscitada desde principios del Quinientos en Europa.
A. Los primeros
inquisidores
Desde muy temprano comenzaron a aparecer en las Antillas voces a favor de la introducción de la Inquisición, habida cuenta de la presencia de numerosos conversos en las Indias y de la relajación moral que se vivió en estos territorios 100 . No debemos olvidar que, como muy bien ha escrito Bartolomé Benassar, la Inquisición no fue un simple instrumento de tortura sino "un prodigioso instrumento de poder político y control social al servicio del Estado centralista..."101 Desde el mismo instante en que los dominios españoles comenzaron a extenderse las autoridades se concienciaron de la necesidad de implantar la Inquisición para de esta forma mantener al otro lado del océano la pureza de la región católica. Era, pues, sólo cuestión de tiempo que la institución llegase al Nuevo Mundo. Parece ser que ya el primer Obispo de Santo Domingo, Francisco García de Padilla, y el de Concepción de la Vega, Pedro Suárez de Deza, recibieron poderes del Inquisidor General Jiménez de Cisneros para que fuesen inquisidores en sus respectivas jurisdicciones 102 . Obviamente, estos prelados no lle-
" Carta de Fernando de Lepe a Su Majestad, h. 1545. AGI, Santo Domingo 168, R. 1. 100 Hemos de resaltar que en estos primeros años no hubo Tribunales de la Inquisición, sino tan sólo comisarios inquisidores que realizaban sus tareas con la ayuda de familiares y de alguaciles. 101 Benassar, Bartolomé: Inquisición española: poder político y control social. Barcelona, Editorial Crítica, 1984. 102 Medina, José Toribio: La Inquisición en el Río de la Plata. El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en las provincias del Plata. Buenos Aires, Editorial Huarpes, 1945, p. 13. Nouel, Carlos: Historia eclesiástica de la Arquidiócesis de Santo Domingo, Primada de América, T. I. Santo Domingo, Editora de Santo Domingo, 1979, p. 196.
272
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
garon a ejercer el oficio, ya que ni tan siquiera fueron a residir a sus respectivos Obispados. Sin embargo, todo parece indicar que en su lugar ejercieron estas funciones los respectivos cabildos catedralicios. No obstante, hacía falta quién coordinase la institución en toda la isla, de ahí que, en 1516, manifestase el padre Las Casas al Cardenal Cisneros la necesidad que había en las Indias de un Inquisidor General, pues se habían q u e m a d o dos apóstatas y había al menos 14 implicados más en casos de herejía 1 0 3 . P o c o después, es decir, en 1517, fueron los propios J e r ó n i m o s quienes señalaron la necesidad que había de "ministros de la Inquisición" por los "muchos herejes que han pasado y pasan" 1 " 4 . En un primer momento tal petición no fue escuchada, pues se respondió que "de m o m e n t o " no se debían enviar. Sin embargo, esta postura inicial fue reconsiderada en breve tiempo, dando poder el Cardenal Cisneros a los Jerónimos, para que "como inquisidores procediesen contra los herejes y apóstatas que hubiese" 105 . En los años posteriores debieron llevarse a cabo algunos contenciosos relacionados con la Inquisición por parte de los cabildos catedralicios y ante la pasividad de los Jerónimos que paradójicamente vieron limitados sus poderes a tan sólo las cuestiones de indios. Así, en una carta escrita por Rodrigo de Figueroa y dirigida a Carlos V, en 1520, decía lo siguiente: A q u í t e n e m o s infinitos e n o j o s y perjuicios a la jurisdicción Real por las descomuniones muchas y muy injustas que los oficiales de las iglesias catedrales ponen contra las justicias por no tener superior. P u e s otro r e m e d i o n o p u e d e haber c o n v i e n e m u c h o al s e r v i c i o de D i o s y de Vuestra Majestad que el A r z o b i s p o de S e v i l l a t u v i e s e acá oficial a quien recurriésemos... 1 0 6
Sin duda, debido a los abusos de los inquisidores de los cabildos catedralicios, en 1519 se decidió, por fin, el nombramiento de dos Inquisidores Generales: el dominico fray Pedro de Córdoba y el Obispo de Puerto Rico, fray Alonso Manso 107 . Sin embargo, el padre Córdoba apenas si llegó a inter-
"" Memorial de Bartolomé de las Casas al Cardenal Cisneros, h. 1516. Marte: op. cit., pp. 195-201. IM Real Cédula a los frailes Jerónimos de Santo Domingo, julio de 1517. AGI, Indiferente General 419, L. 4, ff. 5 v - l l v . 105 Medina, José Toribio: La Inquisición en el Río de la Plata..., p. 12. Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Chile. Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1952, p. 6. 106 Carta del visitador Rodrigo de Figueroa a Su Majestad, Santo Domingo, 6 de agosto de 1520. AGI, Patronato 174, R. 19. 107 No tenemos constancia de la fecha exacta del nombramiento, aunque sí de la notificación que se hizo a las autoridades indianas el 20 de mayo de 1519. Este documento ha sido publicado en reiteradas ocasiones: Medina, José Toribio: La Primitiva Inquisición Americana (1493-1569). Santiago de Chile, 1914, pp. 24-26. Coll y Tosté, C: "La inquisición en Puerto Rico", Boletín histórico de Puerto Rico, T. III. Puerto Rico, 1916, pp. 143-152. Murga Sanz,
IGLESIA, INQUISICIÓN Y EVANGELIZACIÓN EN LAS A N T I L L A S .
273
venir como inquisidor dada, por un lado, su prematura muerte por tuberculosis el 4 de mayo de 1521, y, por el otro, su carácter tolerante y en cierta medida contrario al espíritu rígido de la Inquisición. Por ello, c o m o Inquisidor General quedó en solitario el Obispo Manso, quien sí que hizo uso de su poder desde su llegada a Puerto Rico, en 1521, hasta su fallecimiento, ocurrido, como es bien sabido, el 27 de septiembre de 1539 108 . No en vano, en un proceso sobre Juan Fernández de las Varas, apelado posteriormente al Inquisidor General en Castilla, el Cardenal Tortosa, tan sólo se menciona al Obispo Manso como Inquisidor General "de estas islas" 109 . Ahora bien, los inquisidores de estas islas, y en última instancia el propio fray Alonso Manso, dependieron en todo momento del Inquisidor General del Arzobispado de Sevilla. En este sentido, conocemos múltiples referencias documentales y amenazas con llevar a los condenados al castillo de Triana, donde se encerraban los presos de la Inquisición del Arzobispado sevillano. Incluso hubo algunos envíos a Sevilla, como el de Juan de Villasante, quien, tras estar algún tiempo apresado en Puerto Rico, vino por él "un nuncio de los señores inquisidores de Sevilla" y se lo llevaron al Castillo de Triana 110 . Asimismo, detectamos envíos de ciertas cantidades de oro desde la isla de San Juan consignados al receptor de la Inquisición de Sevilla, no sabemos por qué concepto aunque desde luego demuestran una relación fluida con el inquisidor de Sevilla 1 ". Evidentemente este vínculo debía estar relacionado con el carácter "metropolitano" del Arzobispado de Sevilla, del que dependían, como es bien sabido, los primeros obispos de las Indias y a donde se apelaban en última instancia todos los pleitos tanto ordinarios como de inquisi' ' 112 cion' . Vicente: Cedulario Puertorriqueño, T. II. Río Piedras, Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, 1964, pp. 100-101. 108 Tapia, Alejandro: Biblioteca Histórica de Puerto Rico. Colección de crónicas y documentos de los siglos xvi, xvuy xvw. San Juan, 1945, p. 469. 109 Carta de los oficiales de La Española al Cardenal Tortosa, Santo Domingo, 12 de octubre de 1521. AGI, Patronato 174, R. 27. Citado también en Rodríguez Demorizi: El pleito Ovando-Tapia..., p. 88. 110 Pleito entre Juan Mosquera y Alonso Hernández, h. 1527. AGI, Justicia 2, N.°4, pieza 2*. 1 ' ' Concretamente en una Real Cédula enviada a los oficiales de Sevilla se hacía referencia a una partida de 457 pesos de oro que vinieron en la nao de Juan de León, consignados a Diego Jaime, receptor de la inquisición de Sevilla o en su ausencia a Sancho de Ríos, mercader burgalés. Real Cédula a los oficiales de Sevilla, Burgos, 13 de diciembre de 1527. AGI, Indiferente General 421, L. 12, ff. 253v-254v. 112 En 1536 se envió una consulta al Consejo de Indias, ya que muchas autoridades indianas habían pedido que se estableciesen dos obispados metropolitanos, uno en Santo Domingo y otro en México, donde se pudiesen apelar en última instancia los pleitos eclesiásticos ordinarios, ya que había un gran perjuicio en apelarlos a Sevilla que estaba a más de 2.000 leguas. Por ello pedían que la bula que se enviase para erigir en "iglesias metropolitanas" a Santo Domingo y México viniese "con derogación de cualquier otra concesión que se haya hecho a
274
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
Así pues, en Puerto Rico centralizó fray Alonso Manso la sede principal de la Inquisición no sólo en las Antillas Mayores, sino también en las Menores y en la Costa de las Perlas"3. En la ciudad de Puerto Rico se estableció la máxima autoridad inquisitorial de estos extensos territorios caribeños. Fue precisamente en esta isla donde esta institución eclesiástica se hizo valer de forma más virulenta, afectando incluso a altos cargos de la isla. Conocemos numerosos casos generados en esta isla que afectaron a altos funcionarios reales, como, por ejemplo, al licenciado Sancho Velázquez, que había sido juez de residencia y repartidor de indios en San Juan, o a Blas de Villasante, tesorero de la misma isla. Incluso conocemos el suceso ocurrido con un vecino de Puerto Rico, llamado Francisco de Morán, que fue prendido por la Santa Inquisición y estando en la cárcel pública "se desesperó y se ahorcó""4. El Obispo Manso utilizó desde 1532 la casa del tesorero como cárcel para casos eclesiásticos, independiente, por supuesto, de la cárcel pública" 5 . En las demás islas ejercieron el cargo de inquisidores los distintos Obispos de cada una de ellas, aunque siempre bajo el nombramiento expreso de fray Alonso Manso. En el caso de La Española, parece ser que tras la muerte de fray Pedro de Córdoba el poder de la Inquisición pasó al Obispo Geraldini, sin que tengamos noticias de su actuación al frente de esta institución" 6 . Por lo demás, sabemos que en 1533 ostentaba el oficio de inquisidor en La Española el Obispo de Santo Domingo y Concepción de la Vega, aunque actuaba prácti-
los arzobispos de Sevilla, pues cesa la causa que pudo haber para ello..." Consulta del Consejo de Indias, 26 de enero de 1536. AGI, Indiferente General 737, N.° 43. Como es sabido, pese a todo no fue aceptada la propuesta por el Vaticano hasta más de una década después, siendo tres y no dos las metropolitanas (México, Santo Domingo y Lima) y desde 1564 cuatro, pues se le unió Santa Fe de Bogotá. 113 Fray Vicente Murga demostró que aunque se intitulaba también como Obispo de Tierra Firme sólo se refería a la Costa de las Perlas y no a toda la extensa región de Tierra Firme. Murga: op. cil., p. XCVI. En otro documento fechado el 6 de enero se intitulaba como "teólogo y Obispo de esta ciudad e isla de Puerto Rico e inquisidor apostólico en estas partes, islas y Tierra Firme... contra la herética probidad y la apostasía..." Carta de don Alonso Manso a Su Majestad, Puerto Rico, 6 de enero de 1528. AGI, Patronato 176, R. 16. " 4 Real Cédula a los oficiales de la isla de San Juan, Valladolid, 15 de agosto de 1527. AGI, Indiferente General 421, L. 12, ff. 264v-265. 115 Allí tuvo apresados a dos personas durante tres o cuatro meses. Información hecha a petición del Obispo Alonso Manso, Puerto Rico, 23 de marzo de 1532. AGI, Indiferente General 1203, N.° 55. Carta de los oficiales de San Juan a Su Majestad, Puerto Rico, 2 de junio de 1532. AGI, Santo Domingo 166, ff. 110-113. 116 Se ha afirmado que tras la muerte del dominico, la Inquisición pasó a la Audiencia, hecho que nosotros dudamos. Rodríguez Demorizi: Los dominicos y las encomiendas de indios en la isla Española. Santo Domingo, Editora del Caribe, 1971, p. 66. Es muy posible que se trate de un error y que realmente Sebastián Ramírez de Fuenleal fuese inquisidor como Obispo y que al ser también presidente de la Audiencia se haya creído que el poder residía en la Audiencia.
IGLESIA, INQUISICIÓN Y EVANOELIZACIÓN EN LAS A N T I L L A S .
275
camente como mero delegado de Alonso Manso. Así, en este año, el Obispo M a n s o recriminó al Obispo de Cuba el hecho de haber d e s c o m u l g a d o al oidor Vadillo "en ciertas cosas so color que son de inquisición y estando el dicho licenciado fuera de vuestro Obispado..."" 7 En estas palabras se refleja la extralimitación del Obispo de Cuba al juzgar a un vecino de La Española, que sin duda debía estar sujeto, en primera instancia, al Obispo de esta isla y, en segunda instancia, al Inquisidor General don Alonso Manso. En el mismo documento Manso dio poder a "cualquier clérigo presbítero de Santo Doming o " para que pudiese absolver a Vadillo, lo que vuelve a demostrar que el Obispo de Puerto Rico tenía poder supremo en el área caribeña en todo lo referente a las cuestiones inquisitoriales. En la isla de Cuba el primer inquisidor fue el Obispo fray Miguel Ramírez, el cual usó y abusó del dicho cargo en su beneficio personal. Fray Miguel Ramírez concentró un enorme poder, ya que acumuló los cargos de Obispo, inquisidor y repartidor de indios - e s t e último puesto compartido con el gobernador Gonzalo de G u z m á n - " 8 . Sabemos que el Obispo de Cuba procesó a numerosos herejes, quemando en la hoguera a algunos de e l l o s " 9 . Su independencia y rigidez lo hizo enfrentarse no sólo con algunos oficiales y otras personas influyentes de la isla sino incluso con el propio Obispo Manso quien, c o m o ya hemos mencionado, lo llegó a amenazar de excomunión si no se desentendía de una causa que llevaba contra el oidor Vadillo 120 . Poco después, se expidió una Real Cédula en la que se nombraba a Pedro de Adrada, bachiller en artes y en teología, por "provisor fiscal o vicario general de la isla de Cuba", dándole poder para reprimir casos de inquisición 121 . Concretamente se le daba poder "para castigar cualquier delito en personas civiles o eclesiásticas y absolver descomulgados mayores y menores y podáis imponer penitencias publicas..." 122 En 1537 ejercía el cargo de inquisidor de Cuba el deán de la Catedral de Santiago, quien mandó prender al tesorero Lope Hurtado 123 . Sin embargo, a 117 Traslado de un oficio que Alonso Manso pasó a don Miguel Ramírez, Obispo de Cuba, Santiago, 3 de marzo de 1533. AGI, Patronato 177, N.° I, R. 14. 118 El Obispo y el gobernador fueron grandes amigos y se enriquecieron ambos abusando enormemente de su poder. Estos aspectos han sido tratados con detalle en nuestro trabajo: El indio antillano: repartimiento, encomienda y esclavitud (1492-1542). Sevilla, Muñoz Moya Editor, 1997, pp. 168 y ss. Carta del licenciado Vadillo a Su Majestad, Santo Domingo, 2 4 de noviembre de 1532. AGI, Santo D o m i n g o 49, R. 3, N.° 19. 120 Marrero, Leví: Cuba: economía y sociedad, T. II. Madrid, Editorial Playor, 1974, p. 157. 121 Real Cédula a fray Miguel Ramírez y fray Pedro de Adrada, Madrid, 24 de octubre de 1533. AGI, Contratación 5787, N.° 1, L. 1, ff. 51v-53.
122 121
Ibidem.
Carta de Leonor de Medina a Su Majestad, Santiago, 2 0 de febrero de 1537. AGI, Santo Domingo 77, R. 4, N.° 96.
276
LAS ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
la llegada, en 1538, del nuevo Obispo, Diego Sarmiento, éste a s u m i ó el cargo de inquisidor de la isla, oficio que usó tan enérgicamente que, tanto el Cardenal de Toledo como el propio Carlos V, tuvieron que pedirle moderación 124 . Concretamente, sabemos que en la capital de la isla de Cubagua, Nueva Cádiz, tenía situado un vicario suyo "con poder de inquisidor" 1 2 5 . Allí, se había organizado la institución con los cargos de alguacil, fiscal y d e m á s familiares de la inquisición.
B. La oposición a la institución La implantación de la Inquisición en las Antillas se llevó a cabo en medio de una fuerte oposición por parte de las élites que veían mermado su poder 126 . La resistencia fue incluso más generalizada que en la propia Castilla, donde, como es sabido, la Inquisición contó con un apoyo de la mayoría de la población 127 . Además estuvo dirigida por un amplio sector de las élites antillanas, entre los que se encontraban muchos de los oficiales reales 128 . Evidentemente, América se había convertido en una tierra de libertad a donde huyeron incluso muchos perseguidos por la Santa Inquisición castellana 129 . De hecho, ya hemos comentado en páginas anteriores la presencia en las Indias de conversos y de perseguidos por la Inquisición desde los primeros años. Las quejas contra los inquisidores c o m e n z a r o n al poco tiempo de su implantación, pues, ya en 1526, algunos pobladores pidieron al Rey que esta institución se encomendara a la Orden de Santo Domingo o de San Francisco
124
Marrero: op. cil., T. II, p. 157. Real Cédula al Obispo de San Juan, Monzón, 2 de agosto de 1533. AGI, Santo Domingo 1121, L. 3, IT. 64-65. 126 No estamos totalmente de acuerdo con José Toribio Medina cuando afirmó que en la América de los siglos xvi y xvn "el Santo Oficio no sólo fue aceptado sino aplaudido". Medina, José Toribio: Historia del Tribunal del Santo Oficio en Chile, p. VIII. La oposición a la Inquisición en los primeros tiempos fue bastante amplia. 127 Kamen, Henry: La Inquisición española. Barcelona, Editorial Crítica, 1988, pp. 67 y ss. 128 Resulta curiosa la oposición de este grupo político, pues, por ejemplo, en Lima entre 1570 y 1635 se ha demostrado que los familiares de la Inquisición solían ser precisamente oficiales reales. Castañeda Delgado, Paulino, y Hernández Aparicio, Pilar: La Inquisición en Lima (1570-1635), T. I. Madrid, Editorial Deimos, 1989, p. 61. 129 La huida fue una medida frecuentemente utilizada por los perseguidos por la Inquisición; ya antes del Descubrimiento de América, según escribió el cronista Fernando del Pulgar, muchos de ellos huyeron "al reino de Portugal y a tierra de moros, y a otros lugares de los señoríos..." Pulgar, Fernando del: Crónica de los Reyes Católicos. Madrid, Espasa Calpe, 1943, T. I, Cap. CXX, p. 439. 125
IGLESIA, INQUISICIÓN Y EVANGELIZACIÓN EN LAS A N T I L L A S .
277
para evitar así las tan temidas "pasiones" 130 . Otra de las reivindicaciones más frecuentes de los colonos fue que los inquisidores fuesen personas doctas, como ocurría en Castilla, pues, sólo de esa forma, se evitarían las parcialidades y el abuso de poder 1 3 1 . Esta petición fue reiterada en 1536, cuando los oidores de La Española pidieron que "en adelante los inquisidores sean letrados y en quien concurriesen las demás cualidades que se requerían para tan santo oficio porque lo demás es usar cada uno de sus pasiones... 132 Las críticas contra el Obispo de Cuba fray Miguel Ramírez fueron muy importantes, participando en ellas casi todos los cargos reales, con la única excepción del gobernador, y muchos antiguos pobladores. Así, en una información hecha por el alcalde mayor de la isla, se le acusó de tomar por causa de inquisición causas que no lo eran, como los escándalos públicos, y de estar despoblando la isla 133 . Concretamente, el tesorero Lope Hurtado declaró que había "visto a muchos vecinos irse porque estaban atemorizados por la Inquisición" y que era una de las causas de la despoblación que estaba padeciendo la isla en esos años 134 . Pese a todo, la mayor oposición se centró en la isla de San Juan, donde se encontraba la sede de la inquisición antillana. Las críticas fueron tan rotundas desde 1527 por parte de los cabildantes de Puerto Rico y otros vecinos que tuvo que ser contundente, en primer lugar, el propio Obispo M a n s o y, poco después, la Corona. Así, el 6 de enero de 1528 el Obispo de San Juan expidió una carta a "sus ovejas" sobre la inquisición amenazando de excomunión a todos los que atacasen "el dicho Santo Oficio y el ejercicio de él como contra el inquisidor y oficiales y ministros de él..." 135 Unos meses después tuvo que intervenir el propio Carlos V, advirtiendo a los vecinos que en realidad las palabras e intenciones del inquisidor eran "buenas y j u s t a s " y que por tanto debían buscar una conciliación con él 136 . 1,0 Memorial dirigido a Carlos V, h. 1526. AGI, Patronato 170, R. 27. Posteriormente, en 1542, el oidor Gaspar de Astudillo pidió que se nombrase por Inquisidor General en Santo Domingo a fray Rodrigo de la Vega, provincial de la Orden de Santo Domingo. Carta de Gaspar de Astudillo a Su Majestad, Santo Domingo, 26 de marzo de 1542. AGI, Santo Domingo 77, R. 5, N.° 127. 131 Real Cédula al Obispo de San Juan, Monzón, 2 de agosto de 1533. AGI, Santo Domingo 1121, L. 3, ff. 64-65. 112 Carta de los oidores de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 27 de julio de 1536. AGI, Santo Domingo 49, R. 7, N.° 48. Información hecha por el alcalde mayor de la isla de Cuba, Santiago, 1531. AGI, Indiferente General 857. 1,4 Ibidem. Las palabras de Lope Hurtado reflejan sin duda el estado de ánimo de una persona que estaba siendo acosada por la Inquisición, sin embargo, también es cierto que fueron muchos los testigos que coincidieron en que estaba la isla muy hostigada por la Inquisición. 135 Carta de don Alonso Manso a sus "ovejas" sobre la inquisición, Puerto Rico, 6 de enero de 1528. AGI, Patronato 176, R. 16. 136 Respuesta al concejo de Puerto Rico, Toledo, 6 de noviembre de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 13, f. 423.
278
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
Incluso la Audiencia de Santo D o m i n g o se enfrentó con el Obispo Manso, especialmente a partir de 1536, cuando la Audiencia envió al Doctor Blázquez por juez de residencia de la isla de San Juan y fue prendido por el Obispo. Supuestamente, el juez de residencia estaba realizando una información sobre el mal uso que hacía Manso de su cargo de inquisidor, según se puede observar por el testimonio escrito por los oidores a Carlos V en dicho año y que por su interés reproducimos a continuación: Y el principal auto que le opusieron (se refiere al Doctor Blázquez) fue por la información que hizo para enviar a Vuestra Majestad de c o m o sus subditos y vasallos los tenían atemorizados el dicho Obispo y sus oficiales, diciendo que no favoreciesen a la jurisdicción Real sino que allí estaba la Inquisición que les castigaría... 137
Evidentemente, las palabras de los oidores pueden ser también parciales, sin embargo, muestran perfectamente la oposición entre el poder de la Audiencia y el de la primera Inquisición americana. Pese a todo, La Corona no actuó contra la Inquisición y tan sólo solicitó que se le enviaran los poderes del Inquisidor y el mandamiento por el que prendió a Blázquez y al Doctor Carrera138. Nuevamente, en 1545, informó el licenciado Cerrato y Grajera a Carlos V del perjuicio que recibía la justicia con el abuso de poder de los inquisidores, según podemos observar en el texto que exponemos a continuación: Algunos de los Obispos de estas provincias y sus provisores c o m o ordinarios dicen que por se satisfacer de pasiones y diferencias que nunca les faltan en daño y asiento de los pobladores de estas tierras y aun también por quitar la facultad y poder que esta chancillería tiene de deshacer las fuerzas de los subditos y vasallos de Vuestra Majestad proceden a título de Santo o f i c i o de Inquisición por cosas que no son de Inquisición, diciendo que en este caso la Audiencia no puede conocer por vía de fuerza porque el proceso ha de ser secreto y también porque les parece que teniendo el remedio tan lejos podrían hacer lo que quisieren. Y porque si a esto se diese lugar la tierra recibiría daño, de aquí adelante cada y cuando ocurrieren por vía de fuerza o querella a esta Audiencia se mandará traer el p r o c e s o y deshacer cualquier fuerza que en e l l o hubiere hasta que Vuestra Majestad en ello otra cosa mande... 1 3 9
Curiosamente, varios días después de la fecha de la carta de los Licenciados Cerrato y Grajera, la Corona escribió a los oidores de Santo Domingo
157
Carta de los oidores a Su Majestad, Santo Domingo, 27 de julio de 1536. AGI, Santo Domingo 49, R. 7, N.° 48. 138 Real Cédula al presidente y oidores de Santo Domingo, Valladolid, 3 de febrero de 1537. AGI, Santo Domingo 868, L. 1, ff. 33.34. 139 Carta del Licenciado Cerrato y Grajera a Su Majestad, Santo Domingo, 23 de abril de 1545. AGI, Santo Domingo 49, R. 15, N.° 96.
IGLESIA, INQUISICIÓN Y EVANGELIZACIÓN EN LAS A N T I L L A S .
279
que bajo ningún concepto impidiesen la labor de los inquisidores "porque en tierra donde nuevamente se planta la fe es necesario que en ello haya mucho cuidado y así estad advertidos de no impedir a los prelados en ningún caso de herejía que conocieren..." 140 Está clara la intención de la Corona de defender la Inquisición en el Nuevo Mundo, muy a pesar de los numerosos memoriales que recibió de los nuevos colonos quejándose de dicha institución. Estaba claro el enorme fruto que esta institución estaba dando en Castilla como "instrumento de poder político y control social" como para privarse de sus beneficios en el Nuevo Mundo.
C. Los casos juzgados por la Inquisición Los casos de los que se ocuparon los primeros inquisidores americanos fueron los relacionados con la fornicación 141 , la usura y las proposiciones contra la iglesia y el dogma. Precisamente, los casos cursados por fornicación fueron, a diferencia de lo que ocurría en Castilla 142 , muy frecuentes, dada la generalización de las prácticas poligámicas en las nuevas tierras descubiertas. Precisamente en todos los juicios de residencia se solía preguntar si los enjuiciados vivían amancebados y si estos delitos eran suficientemente castigados. Sin embargo, también es cierto que se hizo la "vista gorda" en muchos de estos casos, dado que a veces eran los propios gobernadores y las altas autoridades indianas las que practicaban el amancebamiento. Concretamente, en el juicio de residencia tomado al gobernador de la isla de San Juan, Sancho Velázquez, el testigo Sancho de Arango respondió que no se castigaba a los que estaban amancebados, pues el propio Sancho Velázquez vivía con tres indias "y se echaba con todas tres" 143 . Pese a todo, poco después, el licenciado Sancho
140 Real Cédula al presidente y oidores de Santo Domingo, 29 de abril de 1545. AGI, Santo Domingo 868, L. 2, ff. 234-239. 141 Dentro de la fornicación debemos incluir el adulterio, la violación, el incesto y otras prácticas sexuales no heterodoxas. Véase Castañeda Delgado: op. cit., T. I, pp. 271-272. 142 Aunque en las Instrucciones a Torquemada ya se especificaba que se debía proceder contra los "sospechosos en la fe por doble matrimonio o blasfemia con pena pecuniaria y azotes", lo cierto es que fueron muy escasos estos juicios. El primero de ellos se dio en Zaragoza en 1488, pero, por ejemplo, en el Tribunal de Toledo el primer caso de poligamia no se dio hasta 1530. Compilación de las Instrucciones del Oficio de la Sania Inquisición, hechas por el Muy Reverendo Señor fray Tomás de Torquemada, prior del monasterio de Santa Cruz de Segovia, primero Inquisidor General de los Reinos y Señoríos de España. Madrid, Imprenta de Diego Díaz de la Carrera, 1667. Véase también la ya citada obra de Benassar: op. cit., p. 274. 143 Murga, fray Vicente: Historia Documental de Puerto Rico, T. II. Santander, Aldo S.A., 1957, p. 38.
280
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Velázquez f u e prendido por causa de inquisición, muriendo en la cárcel pública 144 . También fueron frecuentes los procesos por deudas y sobre todo por relajación en el cumplimiento de los dogmas cristianos. Así, por ejemplo, en 1532 fueron "prendidos y descabellados" por caso de Inquisición por el Obispo de Cuba un clérigo y un fraile, al parecer por no usar bien de sus respectivas condiciones de religiosos 145 . El juicio por Inquisición significaba la pérdida del oficio y la expropiación de sus bienes 146 . Las instrucciones para los inquisidores españoles eran muy claras cuando afirmaban "que los hijos y nietos de los tales condenados no tengan ni usen oficios públicos, ni oficios, ni horas, ni sean promovidos a Sacras órdenes..." 147 Los casos sobre la pérdida de oficios en las Antillas son múltiples. Entre ellos citaremos, por ejemplo, el caso de los hermanos Juan y Blas de Villasante, el primero, veedor y regidor de Puerto Rico, y, el segundo, tesorero y regidor de la misma ciudad, quienes al descubrirse que eran nietos de "quemado y condenado por la Santa Inquisición", se les confiscaron todos sus bienes y se les quitó su oficio a la espera de una investigación en su lugar de origen para confirmar si eran ciertas las sospechas 1 4 8 . Por supuesto, en caso de ser encomenderos también implicaba la pérdida de su encomienda, pues no se consideraban hábiles para cumplir esa educación que se le debía dar al indio como contrapartida por su trabajo. Concretamente, en la década de los veinte y referido a Tierra Firme y Santa Marta, el Bachiller Enciso pidió a Su majestad que ningún sentenciado por la Inquisición tuviesen indios "y los que están dados los mande quitar..." 149 Igualmente, hacia 1529, Alonso Rubuelo, que fue encomendero en Panamá, perdió su encomienda al averiguarse que era hijo de un judío que murió con "sambenito" 150 .
144 Relación del licenciado de La Gama sobre el juicio de residencia de Sancho Velázquez, Puerto Rico, 12 de junio de 1520. AGI, Patronato 176, R. 4. Carta de Antonio Sedeño al Cardenal deTortosa, Puerto Rico, 8 de marzo de 1521. AGI, Patronato 176, R. 13. 145 Carta del licenciado Vadillo a Su Majestad, Santo Domingo, 24 de septiembre de 1532. AGI, Santo Domingo 49, R. 3, N.° 19. 146 En Castilla muy excepcionalmente se consintió a los juzgados por caso de inquisición mantener sus oficios. Pese a todo conocemos un breve del Papa a Francisco de la Barrera, fechado el 22 de mayo de 1495, en el que pese a ser condenado por la inquisición se le consentía usar su oficio. Breve del Papa Alejandro, 22 de mayo de 1495. AGS, Patronato Real 28, N.° 16. 147 "Compilación de las Instrucciones", op. til., ff. 10v-l 1. 148 Expediente referido a Juan de Villasante, natural de la villa de Villadiego, s/f. AGI, Santo Domingo 166, R. 1. Estuvo en la cárcel de la inquisición hasta mediados de marzo en que, al enfermar, se le dio "su casa por cárcel". Carta de los oficiales reales a Su Majestad, Puerto Rico, 15 de junio de 1529. AGI, Patronato 176, R. 18. 149 Cartas del Bachiller Enciso a Su Majestad, s/f. AGI, Patronato 170, R. 33. 150 Auto contra Alonso Rubuelo, 8 de octubre de 1529. AGI, Indiferente General 1203, N.° 10.
IGLESIA, INQUISICIÓN Y E V A N G E L I Z A C I Ó N EN L A S A N T I L L A S .
281
A veces, habida cuenta de que las deudas se suspendían cuando era acusada una persona de delito de Inquisición, eran los propios deudores quienes denunciaban un supuesto caso de herejía a los responsables de la Iglesia. Así, por ejemplo, los deudores del tesorero de la isla de Cuba Lope Hurtado se negaron a satisfacer sus deudas alegando que éste fue acusado por la Inquisición. Por una Real Cédula se ordenó que se lo abonasen, pues, tras el litigio, fue declarado inocente por el Santo Tribunal 151 . Los autos dictados contra estos procesados por la Inquisición eran similares a los que se hacían en la Península, según algunas descripciones que hemos conseguido localizar. A continuación mostramos el auto que hizo el Obispo Manso contra el Doctor Blázquez en 1536: Que al Doctor Blázquez obligó el Obispo de San Juan a hacer ciertas penitencias y lo hizo salir en auto público con delincuentes del Santo Oficio con una soga atada al cuerpo y sin capa ni bonete y le hizo adjurar como si fuera crimen de herejía y el principal delito que le opusieron fue por la información que hizo para enviar a Vuestra Majestad como sus subditos y vasallos los tenía atemorizados, y lo descomulgaron y dijeron que era cosa de Inquisición...152 Por lo demás, era frecuente, al igual que ocurría en Castilla, que todos los presos en las cárceles de la Inquisición saliesen los domingos y fiestas para acudir a misa 153 . En cuanto a los indios se ha dicho que desde un primer momento no estuvieron sujetos a los inquisidores sino sencillamente a los tribunales eclesiásticos ordinarios 154 . Sin embargo, la primera vez que se ordenó expresamente que los inquisidores no procediesen contra los aborígenes fue en una Real C é d u l a expedida por Felipe II en 1575 y recogida en la Recopilación de Leyes de Indias 1 5 5 . Evidentemente, la tardía fecha de la mencionada Real Cédula nos está indicando que de forma más o menos frecuente las primeras autoridades religiosas y después los inquisidores debieron proceder contra los desdichados indígenas. En cualquier caso, la autoridad eclesiástica ordinaria actuó de la misma forma que la Inquisición, siguiéndose autos y procesos y causas semejantes.
151
Real Cédula a los oficiales de la isla de Cuba, Valladolid, 9 de agosto de 1538. AGI, Santo Domingo 1121, L. 2, ff. 116-116v. 152 Relación de la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 12 de julio de 1536. AGI, Santo Domingo 49, R. 7, N.° 48. 151 Consulta del Consejo de Indias a Su Majestad, 16 de diciembre de 1554. AGI, Indiferente General 737, N.° 109. 154 Véase, por ejemplo, Becker, Jerónimo: La política española en las Indias (rectificaciones históricas). Madrid, Imprenta de Jaime Ratés Martín, 1920, p. 112. 155 Recopilación de Leyes de Indias, Lib. VI, Tit. I, Ley 35.
282
L A S ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
Así, sabemos que desde los primeros tiempos de la colonización se actuó contra ellos c o m o si fueran herejes no sólo en las Antillas sino también en otras regiones de América 156 . Ya en La Española, poco después de la llegada de los españoles, unos indios del cacique Guarionex se apoderaron de unas imágenes de santos y las enterraron, siendo castigados los indios con la hoguera 1 5 7 . Parece ser que en realidad esta actuación de los indígenas más que un rechazo a los santos católicos era una "forma de adopción de los espíritus de los cristianos por los indios a su sistema religioso" 158 . Posteriormente, durante el gobierno del adelantado Bartolomé Colón, sabemos que, precedidos de breves procesos informales, fueron codenados a la hoguera numerosos indios acusados de sacrilegio 159 . Igualmente, durante el gobierno de frey Nicolás de Ovando, en La Española se castigó la poligamia y los incestos de los indígenas con el mismo castigo ya citado de la hoguera, pues, según parece, decretó que el indio "que dormía con dos hermanas lo habían de quemar" 1 6 0 . Pese a todo, no hemos podido documentar casos concretos en los que efectivamente se hubiesen juzgado y condenado a los indios por estos delitos. Por otro lado, fueron castigados duramente los indios que los españoles llamaban "hechiceros". Así, por ejemplo, en el juicio de residencia tomado a Alonso de Zuazo, en La Española, en 1518, los testigos declararon que un indio hechicero estuvo bastante tiempo en la cárcel de la iglesia y que otros habían sido ahorcados en el camino de la villa de Buenaventura 161 . En Puerto Rico conocemos el proceso que se hizo en tiempos de Sancho Velázquez a dos indias hechiceras, "a una por la que abogaron la sacaron a la vergüenza y la desterraron y a la otra la sacaron a la vergüenza con una carroza y la tuvieron en la picota cierto tiempo y la desterraron..." 162 . C o m o ya hemos afirmado, estos casos citados nos están indicando que realmente algunos indios fueron condenados y ajusticiados por causas frecuentemente competentes a la Inquisición, independientemente de que los ejecutantes fuesen o no inquisidores.
156 Así, por ejemplo, en Nueva España sabemos que el Obispo fray Juan de Zumárraga quemó en la hoguera a un nieto del Rey de Texcoco por haber practicado un sacrificio humano. Esta afirmación la hizo León Pinelo y viniendo de este jurista, aunque no tiene respaldo documental, parece bastante verídica. Citado en Becker: op. til., p. 113. 151 Citado en Cassa, Roberto: Los tainos de La Española. Santo Domingo, Editorial Buho, 1990, p. 221. 158 Ibidem. 159 Como bien afirmó José Mana del Valle "no serían éstos los últimos indios condenados a la hoguera". Valle, José María del: Bartolomé Colón. Madrid, Editorial Gran Capitán, 1946, p. 99. 160 Mira Caballos: El pleito Diego Colón-Francisco de Solís..., p. 341. 161 Juicio de residencia realizado a Alonso de Zuazo, 1518. AGI, Justicia 43, N.° 8, f. 117. 162 Murga: op. cit., T. II, pp. 38-39.
IGLESIA, INQUISICIÓN Y EVANGELIZACIÓN EN LAS A N T I L L A S .
283
Pese a todo, lo que sí está claro es que los actos de los desgraciados indígenas no constituían un ataque contra la religión católica, sino tan sólo una inocente prolongación de las costumbres que habían practicado durante siglos. Por ello, pudo afirmar un testigo en la pesquisa secreta del juicio de residencia de Alonso de Zuazo, "que si algunos pecados cometen (se refieren a los indios) es más por ignorancia que por malicia y que tienen tanto miedo que confiesan cosas que no han hecho" 163 .
163
Juicio de residencia de Alonso de Zuazo, 1518. AGI, Justicia 4 3 , N.° 8.
UNA ETNIA CONFLICTIVA: MESTIZOS EN LAS ANTILLAS EN LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA COLONIZACIÓN
Como es de sobra conocido, el mestizaje es un fenómeno que tuvo su origen prácticamente desde la misma llegada de los europeos al Nuevo Mundo. En general, estos joviales españoles que arriesgaban su vida en la peligrosa misión de cruzar el océano, fueron a las Indias no sólo con la intención de hacer fortuna sino también, como afirmó Pérez de Barradas, a "dar gusto a su cuerpo y propagar la estirpe" 1 . El mestizaje fue inevitable debido a la tardía incorporación de la mujer española a la empresa indiana. Existía un desequilibrio numérico en el sexo de los emigrantes que se igualó con la mujer indígena. Por eso, como bien se ha escrito, la mayor parte de los conquistadores, tanto los casados previamente en Castilla como los solteros, tuvieron hijos mestizos 2 . Por otro lado, es seguro que no hubo una repulsa racial por parte de los conquistadores hacia las mujeres indígenas 3 . En general, y c o m o se puede observar en las crónicas y los documentos de la conquista, el aspecto del indio no desagradó a los españoles, algunos de los cuales quedaron prendados por la belleza de algunas mujeres indígenas. Sin embargo, aunque no hubo rechazo, sí existió una discriminación de carácter racial. Efectivamente, el mestizaje en América no surgió sobre la base de la comprensión entre etnias sino "por la imposición de un dominio del hombre blanco" 4 . Esta idea se verifica claramente en el hecho de que jamás se dio el matrimonio entre indios y españolas. Esto se debió posible1
Pérez de Barradas, José: Los mestizos de América.
Madrid, Colección Austral, 1976,
p. 76. : Tabla Ducasse, José de la: "Si quieres casar toma tu par. Matrimonio y legitimidad de los grupos encomenderos de Quito y Lima", Cuadernos de Historia Latinoamericana, N.° 3. Münster, 1996, p. 147. ' Este aspecto fue desarrollado ampliamente en la obra de Mórner, Magnus: La mezcla de razas en la historia de América Latina. Buenos Aires, Paidós, 1969. 4 Castilla Urbano, Francisco: "El mal de la Historia: el Descubrimiento de Rafael Sánchez Ferlosio", Revista de Indias, Vol. LVI, Num. 206, Madrid, 1996, p. 246.
286
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
mente no sólo al corto número de mujeres blancas que cruzaron el Atlántico sino fundamentalmente a motivos políticos y sociales. En breve tiempo este fenómeno del mestizaje cobró unas dimensiones excepcionales no sólo en las Antillas sino también en el resto de las Indias Españolas, hasta el punto de que hoy se habla de Hispanoamérica como el continente mestizo 5 .
1. L O S ORÍGENES DEL MESTIZAJE EN LAS INDIAS
No cabe duda de que las relaciones sociales entre los vencedores y los vencidos no fueron nada fáciles, pese a que durante años una parte de la historiografía ha hablado idílicamente de la "conquista erótica de las Indias"6. De hecho, los mismos sucesos de la destrucción del fuerte Navidad en 1492 estuvieron provocados, al parecer, por los abusos cometidos sobre las mujeres indígenas 7 . Según parece, en 1493 nació el primer mestizo, un hijo del repostero real Pedro Gutiérrez, que murió violentamente antes de cumplir el año de edad1*. Sin embargo, el primer mestizo que alcanzó la mayoría de edad fue un tal Miguelito, nacido en La Española en torno a 1496, fruto de las relaciones del aragonés Miguel Díaz de Aux con una cacica que ha pasado a la historia con el nombre de "Catalina"9.
5
No obstante, el término "mestizo" no aparece en la documentación española hasta la tercera década del siglo xvi. Más concretamente la primera vez que encontramos este vocablo, utilizado para designar a los descendiente de indios y españoles, es en un documento fechado en 1529, generalizándose su uso a partir de 1530. Memorial de ciertos vecinos de la isla Española sobre su poblamiento, h. 1529. Marte, Roberto: Sanio Domingo en los manuscritos de Juan Bautista Muñoz. Santo Domingo, Fundación García Arévalo, 1981, p. 292. 6 Por ejemplo, el historiador Pérez de Barradas está dentro de esta línea, pese a reconocer la existencia de algunos casos donde se generó violencia. Concretamente citaremos un párrafo suyo donde se recoge esta idea: "Pero ni la violencia, ni el engaño, ni el abuso de autoridad eran precisos para la unión de los españoles con las indias, pues los padres les entregaban sus hijas y los hermanos sus hermanas. Las mujeres de La Española, según Fernández de Oviedo, eran continentes con los naturales, pero a los cristianos de grado se concedían y no les negaban sus personas..." Pérez de Barradas: op. cit., p. 107. 7 Konetzke, Richard: "El mestizaje y su importancia en el desarrollo de la población Hispanoamericana durante la época colonial", Revista de Indias, N.° 23, Madrid, 1946, pp. 10-11. Pueden verse más datos sobre las relaciones entre españoles e indios en sus primeros contactos en la obra de R a m o s Gómez, Luis: Cristóbal Colón y los indios tainos (de octubre de 1492 a diciembre de 1494). Valladolid, Serie Cuadernos Colombinos, 1993. 8 Gil, Juan: "Los primeros mestizos indios en España: una voz ausente". Entre dos mundos, fronteras culturales y agentes mediadores. Sevilla, EEHA, 1997, p. 15. 9 Fernández de Oviedo, Gonzalo: Historia General y Natural de las Indias, T. I. Madrid, Ediciones Atlas, 1992, Lib. II, Cap. XIII, pp. 50-51.
U N A ETNIA CONFLICTIVA: MESTIZOS EN LAS A N T I L L A S .
287
En los años inmediatamente posteriores son bien conocidos los desmanes que cometieron los compañeros del insurrecto Roldán en La Española y concretamente en la región de Xaragua, hasta el punto de que, tras capitular con ellos el Almirante, éste les autorizó a ir a España "acompañados cada uno por un esclavo y las mancebas que tenían preñadas y paridas"l0. E incluso en las instrucciones otorgadas a frey Nicolás de Ovando en 1501, el Rey fue sumamente contundente al decir: Item porque somos informados que algunos cristianos de las dichas Islas, especialmente de La Española, tienen tomadas a los dichos indios sus mujeres e hijas y otras cosas contra su voluntad, luego como llegáredes, daréis orden como se les vuelva todo lo que les tienen tomado contra su voluntad..." En los años siguientes, y tras asentarse la colonización, los abusos continuaron siendo frecuentes a juzgar por la documentación que hemos podido consultar. Por citar un ejemplo concreto, en 1516, el encomendero Diego Vázquez, debido a ciertos problemas que tuvo con el cacique García Durán, entró en su bohío y "le dio muchos palos y después de apalearse le ató a un palo y le trajo a su mujer y en su presencia se acostó con ella" 12 . La Corona llegó a tener noticias de estos abusos así como de los enormes perjuicios que ello provocaba a la conversión de los indios. De hecho, en una de las cláusulas de unas instrucciones otorgadas a Pedrarias Dávila se recomendó que evitara que los españoles tomasen a las mujeres indias "porque soy informado que una de las cosas que más ha alterado en la isla Española y que más ha enemistado con los cristianos ha sido tomarles sus mujeres..."'3 Estas situaciones más o menos violentas se siguieron produciendo en la conquista del Continente 14 . Estos amancebamientos fueron perseguidos desde un primer momento por las autoridades indianas. Precisamente, los casos cursados por las autoridades eclesiásticas antillanas por fornicación fueron muy frecuentes, dada la generalización de las prácticas poligámicas en las nuevas tierras descubiertas. Así, en 10
Pérez de Barradas: op. cit., p. 86. " Instrucciones dadas a frey Nicolás de Ovando, Granada, 16 de septiembre de 1501. CODOIN, Serie 1", T. 31, p. 13-25. Konetzke, Richard: Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica (1493-1810). Madrid, CSIC, 1953, pp. 4-6. 12 Juicio de residencia de los jueces de apelación de La Española, 1516. Declaración de Francisco de Monroy a la pregunta n° 65 de la pesquisa secreta. AGI, Justicia 42. " Citado en Serrano y Sanz, Manuel: Orígenes de la colonización española en América. Madrid, Bailly-Bailliére, 1918, pp. 283 y 286. También en Pérez de Barradas: op. cit., p. 106, y en Utrera, fray Cipriano de: Polémica de Enriquillo. Santo Domingo, Editora del Caribe, 1973, p. 275. 14 Por ejemplo el cronista Bernal Díaz del castillo fue en este sentido muy explícito al afirmar que muchos españoles iban a "robar a los indios y a tomar a sus mujeres por la fuerza". Citado en Pérez de Barradas: op. cit., p. 105.
288
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
casi todos los juicios de residencia había una pregunta en la pesquisa secreta destinada a averiguar si los enjuiciados vivían amancebados y si habían castigado estos delitos suficientemente. Sin embargo, también es cierto que se hizo la "vista gorda" en muchos de estos casos, dado que a veces eran los propios gobernadores y las altas autoridades indianas los que practicaban el amancebamiento. En este sentido, en el juicio de residencia tomado al gobernador de la isla de San Juan, Sancho Velázquez, el testigo Sancho de Arango respondió que no se castigaba a los que estaban amancebados porque el propio Sancho Velázquez vivía con tres indias "y se echaba con todas tres" 15 . Pese a todo, a Sancho Velázquez se decidió dar un castigo ejemplar no sólo por vivir amancebado sino también por otras prácticas ilícitas. Efectivamente, fue prendido por causa de inquisición, muriendo poco después en la cárcel pública" 1 . En cualquier caso, y pese a excepciones puntuales, la sociedad antillana en los primeros años f u e sumamente tolerante con las prácticas sexuales. América se convirtió en una especie de "paraíso de Mahoma", donde muchos conquistadores y colonizadores practicaron la barraganía y el concubinato. En este sentido existen muchísimos casos que ilustran esta afirmación, como el de un paleño llamado Alvaro, quien, según Bernal Díaz del Castillo, en tan sólo tres años tuvo treinta hijos con indias nativas sin que nadie lo acusase de nada ilícito 17 . De cualquier forma, lo que nos interesa destacar aquí es la importancia que tuvo el mestizaje en las Antillas desde la misma llegada de los europeos. Así, ha quedado claro que en los primeros años de la colonización debieron ser importantes los matrimonios mixtos, los cuales fueron fomentados por el propio frey Nicolás de Ovando, quien en 1503 recibió instrucciones en ese sentido. En 1514 vivían en la isla Española, según Serrano y Sanz, nada menos que 60 españoles casados con indias 18 , a los que habría que sumar otro número bastante superior de aquellos que, estando casados en Castilla, vivían simplemente amancebados. De hecho, y c o m o muy bien afirmó José Durán, cuando la Corona compelió a los españoles a casarse, muchos lo hicieron con mujeres castellanas, abandonando tanto a las indias c o m o a los hijos habidos con ellas 19 . 15 Relación del licenciado de La Gama sobre el juicio de residencia de Sancho Velázquez, Puerto Rico, 12 de junio de 1520. AGI, Patronato 176, R. 4. También existe información sobre este caso en una Carta de Antonio Sedeño al Cardenal de Tortosa, Puerto Rico, 8 de marzo de 1521. AGI, Patronato 176, R. 13. 16 lbidem. 17 Citado en Gil: "Los primeros mestizos indios en España...", p. 15. 18 La lista completa puede verse en Serrano y Sanz: op. cil., pp. 384-385. El dato también aparece recogido en Rodríguez Demorizi, Emilio: Los dominicos y la encomienda de indios en la isla Española. Santo Domingo, Editora del Caribe, 1971, p. 16. 19 Durán, José: La transformación social del conquistador. México, Editorial Porrúa y Obregón, 1953, p. 37.
U N A E T N I A C O N F L I C T I V A : MESTIZOS E N L A S A N T I L L A S .
289
Fue, como es bien sabido, el 27 de septiembre de 1514, cuando, por primera vez, se legalizó el matrimonio entre españoles e indios, ratificándose sucesivamente el 19 de octubre del mismo año, el 5 de febrero de 1515 20 y, por cuarta vez en menos de cinco meses, el 28 de febrero de 1515 21 . Evidentemente, la única explicación que encontramos a esta reiteración es la oposición con que fue recibida en La Española. No en vano, esta disposición real tuvo poca eficacia, ya que algunos españoles decidieron en última instancia casarse con mujeres españolas, mientras que otros - l a mayoría- continuaron amancebados. Sin duda, era la mujer indígena la que se llevaba la peor parte de este tipo de relación ilegal, pues cuando los españoles morían o sencillamente se marchaban quedaban abandonadas y a veces con varios hijos naturales. Precisamente en un documento, fechado en 1526, se decía a este respecto lo siguiente: Que muchos estancieros y recogedores y otros se casaban secretamente y escondidamente con mujeres naturales de la tierra sin tener con qué las poder mantener y las dejaban perdidas...22 Evidentemente, los españoles tenían muchas razones para estar con las indias "escondidamente", ya que su matrimonio con ellas, salvo casos muy excepcionales, les reportaba poco prestigio social. Además, desde 1516, debían pagar dos pesos de oro mensuales al encomendero por cada india que dejasen preñada 21 . Desde mediados de la segunda década del siglo xvi el número de mestizos aumentó notablemente a la par que disminuía alarmantemente la población indígena. Concretamente, en 1533, en una carta escrita por Francisco de Barrionuevo a Su Majestad le comentó el gran número de mestizos que había en La Española "que generalmente nacen en estancias y despoblados..." 2 4 Ante este aumento de mestizos las autoridades no tardaron en comprender la amenaza que suponía para los intereses españoles. Urgía, pues un plan de aculturación de estos mestizos.
20 Pérez de Barradas: op. til., pp. 90-91. Arranz Márquez, Luis: Repartimientos y encomiendas en ta isla Española (El repartimiento de Alburquerque de 1514), Madrid, Fundación García Arévalo, 1991, pp. 284-285. 21 Real Cédula a Diego Colón, Valladolid, 28 de febrero de 1515. AGI, Contratación 5089, ff. 6-6v. 22 Real Cédula a Gonzalo de Guzmán, Granada, 22 de diciembre de 1526. AGI, Justicia 52. Pieza l*,ff. 183v-184. 23 Decreto de los jueces de apelación de la Española, Santo Domingo, 27 de agosto de 1516. Archivo Ducal de Alba, Carpeta 247, Leg. 1, doc. 4. 24 Carta de Francisco de Barrionuevo a Su Majestad, Santo Domingo, 26 de agosto de 1533. Marte, Roberto: Santo Domingo en los manuscritos de Juan Bautista Muñoz. Santo Domingo, Fundación García Arévalo, 1981, p. 367.
290
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
Los mestizos se fueron convirtiendo poco a poco en un elemento relativamente n u m e r o s o y muy peligroso. D e ahí que comenzaran a llegar numerosos memoriales a la Península q u e j á n d o s e del daño que hacían estos mestizos, p u e s a n d a b a n l i d e r a n d o al resto de los indios en sus a l z a m i e n t o s . C o n c r e t a m e n t e , en 1533, escribió el capitán Francisco de Barrionuevo una carta a Su M a j e s t a d explicándole el problema de los mestizos y su posible solución: Son naturalmente bulliciosos, mentirosos y amigos de toda maldad. Convendría llevarlos a España muy niños, y no dejar volver sino al que saliese bueno: de otra suerte puede temerse algún alzamiento alterados negros y naturales por ellos. En este camino del bauruco he hallado dos de ellos alzados, uno con Enrique, otro con veinte indios en Punta del Tiburón 25 . La carta de Barrionuevo es s u m a m e n t e indicativa del peligro que representaban los mestizos para el poder español. Pero la cosa no quedó ahí, pues en e n e r o de 1535 se v o l v i ó a escribir al Rey - e s t a vez r e f i r i é n d o s e a los indios de la pequeña isla M a r g a r i t a - explicándole la situación de salvajismo en que se encontraban algunos hijos de cristianos 2 6 . Unos meses después, la C o r o n a d e t e r m i n ó que todos los mestizos se quedasen con sus padres para que fuesen instruidos en la fe cristiana y en las costumbres de los españoles, evitándose de esta f o r m a que se alzasen contra los hispanos 2 7 . Pese a que esta política no p u d o lógicamente ponerse en práctica en toda su integridad, revelaba desde luego la intención de la Corona de atraer hacia el lado hispano al peligroso y cada vez más numeroso contingente de mestizos.
2 . L A EDUCACIÓN DE LOS MESTIZOS A AMBOS LADOS DEL OCÉANO
C o m o ya h e m o s dicho, las autoridades españolas no tardaron en tomar conciencia de la necesidad que había de instruir a los mestizos. Precisamente, ya desde principios de la década de los veinte, residía en Santo D o m i n g o un preceptor de Gramática, llamado Gerónimo de Quintanilla, que estuvo al m e n o s hasta 1529 e n s e ñ a n d o exclusivamente a los hijos de los españoles 2 8 . En una probanza de méritos, presentada por este último, Pedro de Villárdiga,
25 Carta de Francisco de Barrionuevo a Su Majestad, Santo D o m i n g o 26 de agosto d e 1533. AGI, Santo Domingo 77, R. 3, N.° 69. 26 Relación sobre la isla Margarita, 4 de enero de 1535. AGI, Patronato 179, N.° 3, R. 2. 27 Real Cédula a los alcaldes ordinarios, Madrid 17 de agosto de 1535. AGI, Santo Domingo 1121, L. 3, ff. 104-104v. 28 Probanza de méritos del presbítero Gerónimo de Quintanilla, Santo Domingo, 15 de julio de 1529. AGI, Santo Domingo 9, R. 4, N.° 35.
UNA ETNIA CONFLICTIVA: MESTIZOS EN LAS ANTILLAS.
291
un vecino de Santo Domingo, declaró que vio al dicho Quintanilla "leer gramática en esta ciudad y este testigo tuvo puesto con él a un su hijo a aprender y educar con él ciertos días y después lo metió (a) fraile" 29 . En la década de los cuarenta se comenzó a hacer un estudio en unas casas donadas por la Corona donde "los hijos de los vecinos de esa isla y de las otras a ella comarcanas estudiasen y aprendiesen..." 30 A principios de 1541 residía en las mencionadas casas un latinista llamado fray Antonio de Mendoza, que tenía a su cargo a cerca de cincuenta estudiantes, todos ellos hijos de españoles 31 . En cuanto a los mestizos, también la Corona se mostró muy favorable a su traída a la Península, con la intención evidente de apaciguar los ánimos de un grupo especialmente activo. El objetivo era sin duda "ladinizarlos", es decir, formarlos en las costumbres hispanas. No en vano, es bien sabido que entre los indios alzados en las Antillas Mayores en la tercera década del siglo xvi había muchos de estos mestizos que, incluso, por su mayor conocimiento, capitaneaban al resto de los indígenas 32 . También las propias familias fomentaron su arribada a España, pues querían un futuro mejor para estos hijos naturales. No cabe duda que el objetivo último era su integración en la sociedad española "doctrinándolos en la fe católica y enseñándoles el comportamiento y la policía de los blancos" 33 . Por citar un ejemplo representativo, en 1554 le fue asignado un tutor a una mestiza de unos dieciocho o diecinueve años que se encontraba en Sevilla "en la casa de las niñas de la doctrina cristiana" 34 . Por tanto, existían sobrados argumentos para que las autoridades españolas facilitasen la llegada a España de los mestizos. Concretamente, la Corona tomó dos medidas: una, traer algunos mestizos para ser aculturados en España, y otra, facilitar las cosas a los españoles que a su regreso a la Península quisiesen llevarse consigo a sus hijos naturales. 29
Ibidem. En el documento no se hacía referencia alguna a los indios, pues, por entonces, estaban ya en vías de extinción. Real Cédula a los oficiales de la isla Española, Talavera, 11 de enero de 1541. AGI, Santo Domingo 868, L. 2, ff. 12-13. " Ibidem. Fernández de Oviedo definía el referido estudio de la siguiente manera: "Hanse fecho agora nuevamente unas escuelas para un colegio donde se lea gramática e lógica, e se leerá Filosofía e otras ciencias, que a do quiera será estimado por gentil edificio". Fernández de Oviedo: op. cii., T. I, L. III, Cap. XII, p. 81. En otra ocasión Oviedo afirmó "que le parece a este testigo (Oviedo) que aquella (casa) bastará para leerse en ella gramática y lógica y vivir un bachiller que leyera en tanto que Hernando Gorjón hacía las escuelas y colegio en que se lean las ciencias". Juicio de residencia que tomó el licenciado Cerrato, Santo Domingo 1 de abril de 1544. AGI, Justicia 45, ff. 143v-144. ,2 Mira Caballos, Esteban: El indio antillano: repartimiento, encomienda y esclavitud (1492-1542). Sevilla, Muñoz Moya Editor, 1997, pp. 313 y ss. " Gil: "Los primeros mestizos indios en España..., p. 22. 34 Ibidem, p. 32. M
292
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
En relación a la primera medida, debemos decir que la política fue similar a la empleada con algunos hijos de caciques. En este sentido, en 1547 se trajeron a Sevilla dos mestizos cubanos para ponerlos en un estudio o colegio con el fin de formarlos como españoles 35 . Y por otro lado, con vistas a la educación la Corona facilitó su traslado a la Península, expidiendo numerosas licencias desde 1513. Concretamente, en enero de este último año, se otorgó una autorización a un tal Juan García Caballero para llevar a Castilla a dos hijos suyos habidos con una indígena. El fin era muy explícito, es decir doctrinarlos y enseñarlos "en las cosas de nuestra Santa fe Católica" 3 6 . Posteriormente, y muy concretamente entre 1515 y 1524, conocemos al menos quince licencias más de estas características, referidas todas ellas a mestizos nacidos en las Antillas Mayores y en Tierra Firme 37 . Pero es más, en 1524 la Corona legalizó la migración de mestizos a Castilla, eximiendo de la licencia real como había sido habitual. Efectivamente, expidió una licencia general para que todas aquellas indias "que tuviesen hijos de un español" pudiesen embarcar para la Península, con tan sólo un informe del gobernador de la provincia de donde fuesen naturales 38 . Desde entonces la libertad de los mestizos para pasar a la Península fue absoluta. Pese a todo, la Real Cédula de 1524 sólo se refería a los mestizos menores de edad que viajasen con su madre. En el caso de ser mestizos adultos y arraigados a la tierra seguía siendo necesaria la pertinente licencia real. De hecho, conocemos algunas licencias expedidas con posterioridad que demuestran esta circunstancia. Así, por ejemplo, en 1538 un mestizo de La Española, llamado Francisco Marmolejo, recibió una Real Cédula, autorizándole a vender sus propiedades para marcharse a Sevilla 39 . Asimismo conocemos el periplo por Europa de un joven mestizo de situación social acomodada, llamado Diego de Avila 40 . Pese a tener resuelta su vida en México, decidió conocer Europa arribando a Sevilla en torno a 1549 41 . Desde Sevilla marchó a Roma como paje y secretario de un caballero llamado Antonio de Osorio. En 1556, una vez regresado a Sevilla, enfermó
15 Real Cédula a los o f i c i a l e s de la Casa de la Contratación de Sevilla, Madrid, 11 de marzo de 1547. AGI, Indiferente General 1964, L. 10, ff. 174v-175. 16 Real Cédula al gobernador Diego Colón, Valladolid, 17 de enero de 1513. AGI, Indiferente General 419, L. 4, f. 70v. 17 Gil-Bermejo: "Indígenas americanos en Andalucía", Andalucía y América en el siglo xvi. Sevilla, EEHA, 1983, p. 544. " Real Cédula de Carlos V, Burgos, 21 de mayo de 1524. Recopilación de Leyes de Indias, T. II, Lib. VI, Tit.I, Ley VIII, f. 189. Fue ratificada en Valladolid el 30 de agosto de 1555. 39 Real Cédula a los oidores de la Audiencia de Santo Domingo, Valladolid, 27 de junio de 1538. AGI, Santo Domingo 868, L. 1, ff. 132v-133. 40 Gil: op. cil., pp. 32-33. 41 Ibidem.
U N A ETNIA CONFLICTIVA: MESTIZOS EN LAS A N T I L L A S .
293
gravemente, muriendo al año siguiente en el hospital del Amor de Dios de Sevilla. En agradecimiento a las atenciones recibidas en el mencionado hospital dejó a éste nada menos que la tercera parte de su fortuna 42 . Sin embargo, no todos los mestizos habían nacido en las Indias. Así, por ejemplo, el tres de septiembre de 1559 se bautizaron en la parroquia de Santa María del Castillo de Badajoz dos mestizos, llamados Juan y Diego, "hijos de Catalina Sánchez, prieta de Leonor de Chaves" 43 . Por lo demás, no tenemos certeza del número exacto de mestizos que llegó a haber en la Península, aunque a juzgar por algunas informaciones con las que contamos debieron ser muy numerosos. Así, en un pleito llevado a cabo en la década de 1550, los testigos, al ser preguntados si habían visto mestizos, declararon unánimemente que habían conocido a muchos "en Indias y en España" 44 . Aunque se cumplió el objetivo de "ladinizar" a estos elementos revoltosos, lo cierto es que los mismos españoles percibían la diferencia entre los indios y los mestizos, no sólo en el aspecto físico sino también en su comportamiento más altivo. En este sentido conocemos una declaración de un regidor de la ciudad de Antequera, llamado Francisco López Tenorio, quien nos dejó una de las descripciones más tempranas de estos mestizos en Castilla, al decir textualmente: Q u e el d i c h o Juan indio es mestizo y que le parece y por tal lo tiene por su cabeza, cabello, c o l o r y habla y f i s o n o m í a porque este testigo ha visto m u c h o s mestizos en las dichas Indias de Su Majestad y en estos Reinos de España y también le parece indio m e s t i z o porque los indios son gente más simple que no los m e s t i z o s l o s c u a l e s s o n t o d o s d e s e n v u e l t o s y muestran más ser y valentía de ánimo que los indios y así el dicho Juan mestizo mostró en su manera ser hijo de español y en su desenvoltura y esto es lo que sabe 4 5 .
En ocasiones estos mestizos optaron por desposarse con personas de su misma condición, pues en Badajoz vivían en el último cuarto del siglo xvi
42 Codicilo de Diego de Ávila, Sevilla, 9 de mayo de 1557. Tanto este codicilo como su testamento, fechado el 16 de diciembre de 1556 han sido transcritos en Gil, Juan: op. cit., pp. 33-36. 4 ' Archivo parroquial de San Agustín de Badajoz, Libro de Bautismos N.° 1, f. 70v. Curiosamente al final de la partida aparece un formulismo que no encontramos en el resto de las partidas y que decía así: "y porque es verdad lo firmó de su nombre el dicho cura", lo cual delata claramente que el bautizo de mestizos constituía algo lo suficientemente "raro" como para que requiriese semejante colofón de refrendo. 44 Pleito entre Hernando Carrillo Rótulo, vecino de Almagro, y el mestizo Juan. 1558. AGI, Justicia 1023, N.° 1,R. 2. 45 Pleito entre el mestizo Juan y Hernando Carrillo Rotulo, 1558. AGI, Justicia 1023, N.° 1, R. 2.
294
LAS A E L L A S MAYORES, 1492-1550
un matrimonio de mestizos. Se trataba de Bartolomé Morera y Mencía Vázquez, que el 5 de agosto de 1588 bautizaron a un hijo suyo llamado Alonso 46 . Este dato confirma la existencia de familias mestizas plenamente integradas en la sociedad española, participando de sus costumbres, y cumpliendo los mandamientos de la Iglesia Católica. Obviamente muchos de estos mestizos j a m á s volvieron a sus lugares de origen, terminando sus días en Castilla y siendo asimilados por la cultura hispana.
3. EL ESTATUS SOCIAL DEL MESTIZO
Parece ser que todos los mestizos gozaron de libertad. Como es bien sabido, desde los primeros años se estableció la libertad para todos aquellos hijos de indias, independientemente de que el varón fuese español, indio o negro. Así, en el pleito por la libertad de un hijo de india y negro, un clérigo, llamado Rodrigo de Carvajal, declaró que éste sería mulato porque si fuera "hijo de india aunque no pidiera su libertad la justicia la hubiera dado, como ha hecho a los demás mestizos hijos de indias e indios y de indias y negros" 47 . Sin embargo, es evidente que su estatus estuvo muy por debajo del español pese a que, como ha escrito Javier de la Tabla, la primera generación de mestizos gozó de una situación menos restrictiva que las siguientes generaciones 48 . En cualquier caso, como en su mayor parte eran hijos naturales, procedentes de amancebamientos, raramente se les otorgaba un sitio importante dentro de la sociedad. N o en vano, en un documento, fechado en 1533, se reprimía la actitud del gobernador de la isla Margarita por consentir los amancebamientos de españoles casados en Castilla "teniendo hijos en ellas, estando predestinados y arraigados en el pecado" 49 . Estos mestizos, cuya vida transcurría a medio caballo entre dos culturas diferentes, no alcanzaban a disfrutar los privilegios de los europeos. Con toda probabilidad el mismo color de su piel crearía un cierto estigma. 44 La partida decía así: "En este dicho día, mes y años (5-VIII-1588) bauticé el dicho cura (a) Alonso, hijo de Bartolomé Morera y de Mencía Vázquez, su mujer, mestizos, fueron padrinos Juan de Z a f r a y su madre Mari Sánchez "la Mira", vecina de esta ciudad. Archivo de la parroquia del Sagrario de Badajoz, Libros de Bautismos, N.° 6. 47 Pleito por la libertad de Gaspar, indio de Hernando de Villanueva, 1561. AGI, Justicia 1025, N.° 1, R. 2. Otro de los testigos presentados en este pleito declaró igualmente que debía ser mulato "porque ningún mulato hijo de india es esclavo". 48 Tabla Ducasse: op. cit., p. 151. 49 Juicio de residencia tomado a Juan Suárez de Figueroa, teniente de gobernador de la isla Margarita, 1533. AGI, Justicia 54, Pieza 1". El testigo Rodrigo de Niebla, respondió a la pregunta cuarta, que muchos vecinos de la isla tenían "indias de la tierra de quien se sirven y es público y notorio que tienen con ellas cópula carnal y algunos tienen hijos en ellas..." Ibidem, ff. 29v-30.
UNA ETNIA CONFLICTIVA: MESTIZOS EN LAS ANTILLAS.
295
Sin embargo, debemos señalar dos situaciones bien distintas, a saber: por un lado, los mestizos que fueron criados por sus padres y posteriormente legitimizados, y, por el otro, los que no fueron reconocidos y fueron educados por la cultura materna. Con respecto a los que se legitimizaban, debemos decir que fueron la inmensa mayoría de ellos. Estos conseguían en la vida unas mejores expectativas, heredando los apellidos y con algunas limitaciones la fortuna del padre50. N o en vano el mestizo "Miguelico", que está considerado el primer mestizo nacido en el Nuevo Mundo, fue reconocido por su padre en su testamento protocolizado en Sevilla el 2 de julio de 1504, dejándole 200.000 maravedís "para lo criar y para que aprenda letras..." y 400.000 maravedís más si alcanzase el "orden clerical"51. Casi dos décadas después nos consta, asimismo, la legitimación que solicitó Francisco Tostado para un hijo suyo "habido con una india", a la que el Rey como en otras ocasiones accedió 52 . Algunas mestizas llegaron a tener relaciones tormentosas con españoles. Este es el caso de una mestiza, criada del licenciado Fuenmayor quien, después que se marchó su mujer, doña Inés de Zúñiga, a Castilla "la trataba muy bien y comía en su mesa y se le da el segundo plato y otras cosas..." 53 Sin embargo, un testigo presentado al juicio de residencia de Fuenmayor puso de manifiesto la otra cara de la moneda al decir que una noche el propio Fuenmayor vio a la criada hablando por la ventana con un mozo y "la arrastró por los cabellos y se los cortó"54. 50 Como es de sobra conocido, sobre los mestizos pesaron numerosas limitaciones aunque todas ellas establecidas a partir de mediados del siglo xvi. En 1549 se prohibió que los mestizos heredaran la encomienda, mientras que de la fortuna de su padre tan sólo podían heredar como máximo una quinta parte de los bienes. Ares Queija, Berta: "El papel de mediadores y la construcción de un discurso sobre la identidad de los mestizos peruanos (siglo xvi)", En Entre dos mundos, fronteras culturales y agentes mediadores. Sevilla, EEHA, 1997, pp. 39-40. 31 Dado el interés de la cláusula testamentaria la reproducimos a continuación: "Item mando a mi hijo Miguelico, que está en la isla Española, porque es de tierna edad, que es de edad de ocho años, que para lo criar y para que aprenda letras y sea clérigo, si a Dios plugiere, como yo lo tengo ofrecido a Nuestra Señora, que le den doscientos mil maravedís para que se críe y aprenda, y le ruego y mando so pena de desobediencia, que cuando fuere de edad, si Dios a ello le llegare, que reciba orden clerical, y mando se le den más después que fuere de orden sacra para con que viva, cuatrocientos mil maravedís; los cuales mando que si no fuere de edad y no tomare órdenes y no cantare misa, que no se les den..." Citado en Rubio, fray Vicente: "De los amores de Miguel Díaz con una cacica nació el primer mestizo de la isla Española", en El Caribe, 4 de abril de 1992, pp. 10-11. Este mestizo no optó finalmente por el sacerdocio sino por las armas, enrolándose en la empresa conquistadora de Hernán Cortés. 52 Real Provisión a los oficiales de la Casa de la Contratación, Pamplona, 28 de noviembre de 1523. AGI, Contratación 5090, L. 5, ff. 47v-48v. 53 Juicio de residencia tomado al licenciado Fuenmayor, 1543. AGI, Justicia 60, N.° 2, f. 23. 54 Ibidem.
296
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
En líneas generales, y salvando a l g u n o s casos excepcionales, los m e s t i zos f u e r o n m a r g i n a d o s por la sociedad, m u y a pesar de que d e s c e n d í a n del g r u p o d o m i n a n t e . La m a y o r í a de ellos se e d u c a r o n con sus m a d r e s sin q u e llegaran a ser reconocidos legalmente por sus padres. La situación de m u c h o s de estos mestizos fue bastante difícil a j u z g a r por las referencias d o c u m e n t a les d e q u e d i s p o n e m o s . Así, en o c a s i o n e s , e s t o s n i ñ o s eran r e p u d i a d o s , m u r i e n d o m u c h o s de ellos de pura necesidad 5 5 . A s í pues, p o d e m o s decir q u e mientras los mestizos criados con los p a d r e s e s p a ñ o l e s f u e r o n m e j o r tratados, los q u e se educaron en la cultura m a t e r n a fueron víctimas de las m i s m a s acusaciones q u e se vertían habitualmente c o n tra los d e s d i c h a d o s indios. C o n c r e t a m e n t e d e una mestiza, llamada L e o n o r Velázquez, se decía en 1531 lo siguiente: Que es mestiza y tal que cree este testigo no sabía declarar ningún juramento que le sea tomado, diciendo la verdad y temiendo a Dios porque este testigo la tiene por muy inocente y tal que es mentirosa en sus dichos y hablas 56 . A m o d o de conclusión, p o d e m o s decir que, debido a la pronta desaparición de los indios tainos, los m e s t i z o s antillanos f u e r o n en un breve p l a z o asimilados racialmente. El c r u z a m i e n t o de una mestiza con un blanco p r o d u cía el castizo y un nuevo cruce de este último con otro blanco daba el " e s p a ñol", d e n o m i n a d o así p o r q u e los rasgos indígenas eran ya imperceptibles. En la tercera d é c a d a del siglo xvi era ya difícil encontrar mestizos puros en las Antillas M a y o r e s . El a b o r i g e n taino se e x t i n g u i ó y con él la etnia m e s t i z a .
55
Real Cédula al gobernador y juez de residencia de la isla de San Juan, Monzón, 5 de junio de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 13, ff. 136v-137. 56 Es interesante observar la aparición de la palabra "mestizo", que encontramos por primera vez en estos años, ya que con anterioridad tan sólo se designaban como hijos de india y español. Juicio de residencia tomado a Gonzalo de Guzmán, 1531. Testigo Francisco de Agüero. AGI, Justicia 52, Pieza 1*, f. 657.
URBANISMO Y ARQUITECTURA EN LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS ESPAÑOLES EN LAS ANTILLAS
En general toda la colonización española en las Antillas Mayores estuvo condicionada por un carácter espontáneo. Una de las más genuinas y visibles manifestaciones de esta circunstancia fueron sin duda las primeras construcciones así c o m o el primer urbanismo. No cabe duda de que Fernández de Oviedo y el propio Obispo Geraldini exageraban desmesuradamente al describir la ciudad de Santo y compararla con la de Barcelona y Florencia respectivamente 1 . Al margen de estas descripciones anecdóticas y alejadas de la realidad, podremos comprobar a lo largo de este trabajo el urbanismo y la arquitectura espontánea que se desarrolló en estas islas en los primeros años de la colonización, lejos por supuesto de aquellos modelos en damero que habían mostrado tratadistas clásicos y bajomedievales 2 .
1.
E L P R I M E R U R B A N I S M O EN L A S A N T I L L A S
C o m o ya hemos afirmado, en un primer m o m e n t o se desplegó en las Antillas un urbanismo irregular muy característico. En este sentido ya señaló Bernales Ballesteros hace algunos años que, entre 1495 y 1526, se impuso en
1 Fernández de Oviedo, Gonzalo: Historia General y Natural de las Indias. Madrid, BAE, 1959, T. I, p. 81. Geraldini por su parte afirmó lo siguiente: "Los mismos edificios son altos y hermosos c o m o los de Italia; el mismo puerto capaz para todas las naves de Europa; las mismas calles largas y rectas de manera que ni las de Florencia pueden en algún modo compararse a ellas...", sin embargo, poco después la compara con la Catedral de Santo Domingo diciendo que estaba construida de "maderas, cieno y barro", concluyendo con las siguientes palabras: "De tal modo conmoví a todos que... piensan (todos) prestar ayuda a tan piadosa obra". Geraldini, Alessandro: Itinerario por las regiones subequinociales. Santo D o m i n g o , Editora del Caribe, 1977, pp. 145 y 146. 2
Sobre el tratadista medieval Eximenis puede verse el trabajo de Vila Beltrán de Heredia, Soledad: "Un modelo teórico de ciudad en el siglo xiv: la ciudad de Eximenis", Urbanismo e historia urbana en el Nuevo Mundo, T. I. Madrid, Universidad Complutense, 1985, p. 373.
298
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
el Caribe un tipo de urbanismo "rudimentario, de ciudades con calles estrechas, irregulares, y, básicamente concebidas c o m o r e f u g i o y protección defensiva" 3 . En estas líneas vamos a analizar con más detalle la casuística de las Antillas, confirmando esa situación experimental tan peculiar que se dio en estas primeras fundaciones, donde ante todo primaron las necesidades defensivas. Así pues, y como tendremos ocasión de demostrar, la aplicación en el Nuevo Mundo del modelo santafesino, pese a ser conocido por algunos de los primeros pobladores, no fue tan rápido como se había pensado. Además, este carácter espontáneo estuvo favorecido por la inexistencia de una legislación al respecto, la cual, como es bien sabido, se fue generando tras los hechos consumados. Realmente no fue hasta 1513 cuando por primera vez, en unas instrucciones dadas a Pedrarias Dávila, se sugirió un reparto de solares y terrenos públicos, cuidando que el "pueblo parezca ordenado" 4 . Pese a todo, fue ya en la década de los veinte cuando se reguló más detalladamente tanto la ubicación de las ciudades c o m o su posible distribución. Así, en 1523 se expidió una Real Cédula en la que se especificó que las fundaciones de ciudades se hicieran en lugares sanos, fértiles y de mediana altura para evitar tanto "las molestias de los vientos y la dificultad del servicio y acarreto" de los lugares altos c o m o la insalubridad de los lugares bajos 5 . Varios años después, y más concretamente en 1526, se despacharon unas nuevas ordenanzas en las que se definía con exactitud cómo debía trazarse la villa o ciudad, es decir, "a cordel y regla, comenzando desde la plaza mayor, y sacando de ella las calles a las puertas y caminos principales..." 6 Sin embargo, cuando se terminaron de regular legalmente estos aspectos, ya habían transcurrido varias décadas de colonización durante las cuales se había e n s a y a d o un urbanismo irregular en el que no se tuvo en cuenta el c o n o c i m i e n t o del c a m p a m e n t o medieval, heredado del m u n d o clásico, y plasmado en muchas ciudades españolas como Santa Fe o Puerto Real. Así, pese a la existencia de ciertos indicios sobre el trazado ordenado de la Isabela y de Santo Domingo, lo cierto es que en general primó la traza irregular hasta el punto de que podemos afirmar que Santo Domingo, en 1510, no era
3 Bernales Ballesteros, Jorge: "Aspectos teóricos legales y prácticos del urbanismo y arquitectura hispana en el Caribe", en La influencia de España en el Caribe, Florida y La Luisiana (1500-1800). Madrid, Instituto de Cooperación Iberamericana, 1983, p. 181. 4 Domínguez Compañy, Francisco: Política de poblamiento de España en América. La fundación de ciudades. Madrid, Instituto de Estudios de Administración Local, 1984, p. 67. También en Mira Caballos, Esteban: "Santa Fe y el urbanismo en Indias en los primeros tiempos de la colonización", El Reino de Granada y el Nuevo Mundo, T. II. Granada, Diputación Provincial, 1994, pp. 4 3 7 ^ 3 8 . 5 Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1973, T. II, Lib. IV, Tit. VII, Ley I. 6 Aguilera Rojas, Francisco Javier y Moreno Rexachs, Luis J.: Urbanismo español en América. Madrid, Editora Nacional, 1973, p. 12.
U R B A N I S M O Y ARQUITECTURA EN LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS.
299
más que un conjunto de casas de materiales efímeros, dispuestas irregularmente en torno a la única calle pavimentada que era la de las Damas 7 . Además, según se menciona en un Memorial de Diego Colón, fechado a fines de 1509, la iglesia de Santo Domingo era "de paja, muy pequeña, que el día santo no cabe en ella la mitad del pueblo, ni tiene compás para hacerse mayor, ni cementerio y está en medio de la plaza y no hay en todo el pueblo lugar a donde se pueda hacer..."8 En cuanto a la isla de Cuba, empezaremos hablando de su primera capital, es decir, de Santiago, donde las primeras autoridades encargadas de diseñar su trazado urbano se olvidaron de dejar sitio para hacer al lado de la Catedral las casas de morada y cabildo del Obispo 9 . De forma que éste se veía obligado a vivir a bastante distancia del templo y entre los seglares. Igualmente, en 1534, varios vecinos fueron obligados a ceder sus solares para hacer en ellos el cementerio de la catedral 10 . Asimismo, la villa de San Salvador del Bayamo fue instalada en un lugar de fácil defensa, pero donde "la tierra es de arena y no hay solidez para hacer edificios de piedra durable"". Además de no poderse hacer cimientos, la piedra había que traerla de unas canteras situadas a varias leguas de distancia y aun ésta "es demasiado blanda para edificar 12 . Por su parte, San Cristóbal de La Habana, un núcleo muy modesto en las primeras décadas del xvi, se construyó en un lugar donde no había agua dulce, de manera que todavía en 1578 se veían obligados a portearla desde más de dos leguas de distancia13. El caso de la isla de San Juan de Puerto Rico es bien distinto al de las otras Antillas Mayores, sobre todo porque su conquista resultó mucho más dura y peligrosa. Esto estaba motivado no tanto por los indios tainos que allí habitaban, sino principalmente por los continuos ataques caribes a los que se vio sometida la isla desde la llegada de los españoles. Fue este hecho el que doblegó las posibles concepciones urbanas de los españoles a merced de la necesidad básica de defensa. Esto va a traer como consecuencia que se insta-
7
Incluso en 1527 se describía la ciudad como un conjunto de casas pajizas, con una iglesia y un hospital realizados con materiales efímeros y con una fortaleza maltrecha de cantería. Palm, E. W.: Hospitales antiguos de La Española. Ciudad Trujillo, 1950, p. 9. 8 Memorial de Diego Colón, fines de 1509. Arranz, Luis: Don Diego Colón, T. I, Madrid, CSIC, 1982, pp. 249-267. Mira Caballos: op. cit., pp. 438-439. * Mira Caballos: op. cit., p. 439. 10 Real Cédula al gobernador de la isla de Cuba, Toledo, 4 de abril de 1534. AGI, Santo Domingo 1121, L. 2, ff. 20-2 lv. " Información hecha en Santiago sobre la villa de San Salvador del Bayamo, 1 de marzo de 1540. AGI, Santo Domingo 124, N.° 26A. 12 Ibidem. " Domingo de Orive, en nombre del Cabildo de San Cristóbal de La Habana, solicita a Su Majestad que destine treinta ó cuarenta negros para el porteo del agua, (s/f), h. 1578. AGS, Consejo y Juntas de Hacienda 171, N.° 12.
LAS ANTILLAS MAYORES,
300
1492-1550
len las p o b l a c i o n e s en lugares e l e v a d o s y m u y c e r c a n o s al mar, p e n s a n d o e n u n a r á p i d a h u i d a en c a s o de n e c e s i d a d . Por tanto, en esta isla n o se t u v i e r o n en c u e n t a o t r o s p a t r o n e s d e a s e n t a m i e n t o , c o m o p o d í a n ser la e x i s t e n c i a d e a g u a , b u e n a t i e r r a o la l l a n e z a del t e r r e n o , s i e m p r e m á s a t r a c t i v o s p a r a la vida. El c a s o m á s l l a m a t i v o d e e s t a isla e s el d e la p r o p i a c a p i t a l d e P u e r t o R i c o , c i u d a d q u e se instaló en un c e r r o m u y alto q u e existía en u n a isleta p e r f e c t a m e n t e d e f e n d i b l e . E n u n a r e l a c i ó n e s c r i t a , en 1527, p o r el O b i s p o d e S a n J u a n y d i r i g i d a a C a r l o s V le d e c í a lo siguiente: Que la ciudad se trazó en lo alto y ¡a plaza vino a caer en una ladera de una cuesta y que ahora, como en lo alto no se halla agua,toda la ciudad se ha venido a poblar en lo bajo de la cuesta, de manera que la plaza pública queda en el cabo de toda la ciudad y que además de esto está en un lugar muy barrancoso y fuera de conversación...14 P a r e c e e v i d e n t e q u e el ú n i c o p a r á m e t r o b á s i c o q u e se t u v o en c u e n t a p a r a la e l e c c i ó n de sitio f u e el d e f e n s i v o , pues, a d e m á s de n o tener buen a p a r e j o la t i e r r a y d e n o ser l l a n o , n o p o s e í a ni s i q u i e r a a g u a . E n c u a n t o a la p l a z a e s e v i d e n t e q u e se a l e j a b a b a s t a n t e de a q u e l l a simétrica y llana planta c u a d r a d a d e 120 p o r 140 varas d e q u e h a b l a b a n los tratadistas clásicos. I g u a l m e n t e , la villa de S a n G e r m á n , e n la m i s m a isla de San J u a n , t a m bién f u e f u n d a d a en un t ó m b o l o c o m o P u e r t o R i c o , d o n d e d e b i d o a su s u e l o p o c o c o n s i s t e n t e n o se p o d í a edificar. Su p l a z a era irregular y b a r r a n c o s a , la m a y o r í a d e las c a s a s p a j i z a s y el C a b i l d o , q u e se q u e m ó e n un i n c e n d i o , se h a c í a d e s d e 1527, " d e c a s a e n c a s a " sin q u e t u v i e r a un l u g a r fijo 1 5 . P a s a d o s u n o s a ñ o s y u n a vez s o m e t i d o s los indios, el C a b i l d o a c o r d ó trasladar la villa a u n a z o n a llana y " m á s a p a r e j a d a " . A h o r a e n su n u e v a f u n d a c i ó n sí q u e se t u v i e r o n e n c u e n t a f a c t o r e s c o m o la fertilidad d e la tierra y la a b u n d a n c i a d e a g u a , a s í c o m o su p e r f e c t o t r a z a d o en c u a d r í c u l a , s i g u i e n d o el m o d e l o de su recordada ciudad de Santa Fe. F i n a l m e n t e , m e n c i o n a r e m o s el c a s o d e N u e v a Sevilla, en la isla d e J a m a i ca, la cual f u e u b i c a d a en un sitio de fácil d e f e n s a p e r o insano, p o r lo q u e , en 1534, los v e c i n o s solicitaron p e r m i s o real p a r a c a m b i a r l a d e sitio, a l e g a n d o los s i g u i e n t e s y s i g n i f i c a t i v o s a r g u m e n t o s : Que está junto al puerto y entre puerto y puerto hay unas ciénagas y esteras y el aire que de la mar sale primero que toque en el dicho pueblo pasa sobre las ciénagas y cuando vienen al dicho pueblo viene infeccionado con fruto de aquel mal olor y que así de aquello como de estar unas sierras muy altas donde revocan los
14
15
Mira Caballos: "Santa Fe y el urbanismo en Indias...", p. 439.
Ibidem.
U R B A N I S M O Y ARQUITECTURA EN LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS.
301
v i e n t o s se tornan al pueblo dañado y viene m u c h o mal y se hallaba que en veinte a ñ o s no se han criado ni diez niños... 1 6
Este ejemplo de Nueva Sevilla vuelve a incidir en el hecho de que no se buscasen los lugares más sanos para el asentamiento sino los mejor situados para una eventual huida. Además, este caso de Nueva Sevilla llama bastante la atención, ya que su ubicación en este lugar no se hizo en la primera década del siglo xvi sino en la tardía fecha de 1519 por el adelantado Francisco de Garay. En resumen, todos los ejemplos citados nos han ratificado, pues, que en los primeros años se actuó espontáneamente, respondiendo a las necesidades de cada momento y prescindiendo de sus conocimientos previos en la Península o de la posible legislación real.
2. L A S P R I M E R A S CONSTRUCCIONES: L A A R Q U I T E C T U R A E F Í M E R A
A continuación vamos a intentar trazar las principales líneas de construcción desarrolladas en estos primeros asentamientos hispanos, partiendo de las construcciones efímeras y llegando hasta las obras de cantería, donde se introdujeron e l e m e n t o s muy peculiares, arraigados en el medievo y muy influidos por las circunstancias de los nuevos territorios. En los primeros momentos, las casas, los hospitales y las iglesias se edificaron con materiales efímeros, formados por una simple estructura de madera rellena con otros elementos vernáculos. No en vano, cuando en 1502, llegaron los franciscanos a Santo Domingo mandaron "hacer una casa de paja donde se metiesen y otra casa de paja donde dijesen misa, y después desde a 5 ó 6 años vino un huracán muy grande que lo derribó todo..." 17 Unos años después, y más concretamente en 1508, se decía de Santo Domingo que la mayoría de las casas eran de paja "y duran muy poco y están a mucho peligro del fuego..." 18 Todavía, y por mencionar una fecha tardía, en 1571, escribió fray Andrés de Carvajal que en Santo D o m i n g o además de la catedral había una parroquia dedicada a Santa Bárbara que es tan pobre "que no han tenido (los vecinos) posibilidad para hacerla de piedra ni tapia" 19 . Incluso las
16 Real Cédula al juez de residencia de la isla de Jamaica, Valladolid, 19 de julio de 1534. AGI, Santo Domingo 1121, L. 2, ff. 23v-25v. 17 En 1508, las dependencias del convento seguían siendo de materiales efímeros mientras que la capilla era un pequeño recinto de manipostería. Información hecha en Santo Domingo, declaración de Juan Mosquera, Santo Domingo, 24 de marzo de 1544. AGI, Santo Domingo 10, N.° 32. 18 Instrucciones a Nicolás de Ovando, Burgos, 30 de abril de 1508. AGI, Indiferente General 1961, L. 1, ff. 31-36v. " Angulo íñiguez, Diego: El Gótico y el Renacimiento en las Antillas. Sevilla, EEHA, 1947, p. 5.
302
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
primeras fortalezas no constituyeron más que meras empalizadas, tan sólo eficaces frente a las primitivas armas indígenas y a los ingenuos ataques que los pacíficos tainos proporcionaban 20 , pues, según explicaba la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad, "en los primeros tiempos pareció imposible pasar corsarios a estos mares" 21 . Las causas que determinaron estas construcciones tan livianas f u e r o n varias, a saber: la primera, la improvisación de los primeros m o m e n t o s , donde no existían oficiales ni maestros que supieran hacer ni tan siquiera "cal y ladrillo". Por este motivo fue necesario traer incluso los ladrillos de Castilla, al menos hasta 1511, cuando se dispuso que se fabricasen en las propias islas "porque es de mala cargazón y hunde los navios" 22 . Esta situación inicial f u e ratificada en una carta escrita por Francisco Tostado a Su Majestad en 1527, en la que declaró que los primeros edificios fueron realizados con materiales livianos "hasta que se supo hacer cal y ladrillo" 23 . Sin duda, en estos primeros tiempos hubo una gran falta de oficiales que fueran capaces de hacer construcciones sólidas, pues, no en vano, el cabildo catedralicio de Concepción de la Vega manifestó en 1536 que la mayor costa que tenían para edificar la catedral era de oficiales 24 . Igualmente, los vecinos de la villa de San Salvador del Bayamo declararon, en 1540, que no pudieron hacer casas de cantería porque no había oficiales. Más concretamente, un vecino, llamado Gonzalo Hernández de Medina, declaró que tan sólo encontró en Santiago "un Diego Núñez que sabía hacer cal y teja pero que no podía ir a San Salvador por ser muy viejo, y que de oficiales no encontraron por ningún precio" 25 . Todavía a mediados de siglo, los vecinos de la isla de San Juan se quejaron de que edificios tan necesarios como la casa de la Caldera se caían al suelo "por falta de oficiales que los hicieran" 26 , lo que nos da a
20 Martínez de Salinas Alonso, María Luisa: "La organización del sistema defensivo de La Española en los primeros años del siglo xvi". Actas del Congreso de Historia de los Descubrimientos, T. II, Madrid, Real Academia de la Historia, 1992, p. 105. 21 Mira Caballos: Apuntes sobre la organización militar..., p. 5. 22 Rodríguez Demorizi, Emilio: El pleito Ovando-Tapia. Comienzos de la vida urbana en América. Santo Domingo, Editora del Caribe, 1978, p. 100. 23 Información hecha por Francisco Tostado, escribano público, Santo Domingo, 28 de junio de 1527. AGI, Santo Domingo 9, R. 1, N.° 15. Posteriormente se hicieron varios tejares en Santo Domingo y en las otras islas antillanas, pero en torno a 1540 se valoraba el valor de doscientos ladrillos en un peso de oro. Juicio de residencia tomado por el licenciado Cerrato a Fuenmayor, 1543-1544. Respuesta de Hernando Gorjón a la pregunta 34 de la pesquisa secreta. AGI, Justicia 57. 24 Pleito entre el Deán y cabildo de Santo Domingo y Concepción de la Vega, 1536. AGI, Justicia 974, N.° 2, R. 5, I* pieza. 25 Información hecha en Santiago de Cuba en nombre de la villa de San Salvador, 1 de marzo de 1540. AGI, Santo Domingo 124, N.° 26A. 26 Información hecha por Luis Pérez de Lugo sobre un préstamo de la Real Hacienda, San Juan, 30 de julio de 1553. AGI, Santo Domingo 166, ff. 206-217.
U R B A N I S M O Y ARQUITECTURA EN LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS.
303
entender que esta falta de mano de obra cualificada se prolongó hasta muy avanzada la centuria. Y segundo, debió influir a la hora de optar por este tipo de construcciones la idea que tenían los primeros conquistadores y colonizadores de enriquecerse y volverse a España sin que, en principio, tuviesen la intención de "perpetuarse" en los nuevos territorios. Así pues, podemos decir que durante décadas hubo multitud de edificios realizados con elementos vernáculos, es decir, con madera y paja, inspirados claramente en los "bohíos" o casas indígenas. Igualmente, en Santiago de Cuba existió, desde poco después de la llegada de Diego Velázquez, un templo catedralicio realizado con puntales de madera y cubierta de paja. Pese a que, en 1522, Diego Velázquez dejó en su testamento 2.000 pesos de oro, y, sucesivamente, en 1523, se concedieron las tercias de los diezmos para empezar una catedral de cantería 27 , todavía en 1527 se decía de este edificio que "estaba hecho de madera y paja y se ha quemado algunas veces y ahora de nuevo se quemó con los ornamentos, libros y otras cosas que en ella estaban" 28 . Fue precisamente tras el incendio de 1527 cuando se tomó la decisión de hacer una iglesia de cantería, aunque las obras no comenzaron hasta 152929. Por las referencias documentales que poseemos, estos recintos pajizos no debían tener mucho tamaño. Concretamente contamos con una descripción del monasterio de San Francisco de la ciudad de Santiago, que dado su interés la transcribimos a continuación: Y la casa que hasta ahora tenemos hecha es de paja y hay en ella para poder estar cuatro religiosos con harto trabajo y hay una iglesia asimismo de paja de anchura de treinta pies y largo sesenta pies, donde continuamente se dicen las oraciones y se celebran los divinos oficios... 3 0
Según se desprende del texto, la capilla franciscana era un pequeño recinto de planta rectangular y de poco más de ocho metros de ancha y dieciséis 27
Real Cédula a los oficiales de la isla de Cuba, Valladolid, 3 de abril de 1523 y sobrecédula dada en Burgos, 7 de febrero de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 12, ff. 289v-290v. Pleito sobre los diezmos en Cuba, Santiago, 11 de diciembre de 1526. AGI, Santo Domingo 9, R. 2, N.° 1. 28 Carta de presentación de fray Miguel Ramírez a Su Santidad el Papa, Valladolid, 17 de mayo de 1527. AGI, Indiferente General 421, L. 12, ff. 81-81 v. 29 Los testigos presentados en una información realizada en julio de 1532 declararon que la catedral se comenzó a edificar hacía tres años poco más o menos. Durante el tiempo que se tardó en acabar las obras las misas se celebraron en el hospital "que es una pequeña casa donde la gente no cabe de pies muchas veces". Información hecha por Manuel de Rojas, Santiago, 5 de julio de 1532. AGI, Patronato 177, N.° 1,R. II. 30 Carta de los franciscanos de la ciudad de Santiago a Su Majestad, 8 de julio de 1532. AGI, Santo Domingo 153, N.° I.
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
304
de larga. Evidentemente esta arquitectura a base de materiales vernáculos no permitía la creación de grandes espacios cubiertos.
3.
L A ARQUITECTURA
MILITAR
También los primeros recintos fortificados de las Antillas estuvieron dominados, al menos en los primeras décadas de la colonización, por ese carácter experimental que, con razón, se ha atribuido a las Antillas. Para nada influyeron, en esta etapa, los Tratados como el que Durero publicó en 1527 ni a veces tan siquiera las viejas Ordenanzas Reales de la Edad Media castellana. Las primeras fortalezas mandadas construir por Cristóbal Colón en La Española estuvieron caracterizadas por la improvisación propia de la primera época, no constituyendo más que meras empalizadas. Ya en fechas posteriores y dependiendo de las circunstancias bélicas y económicas de cada lugar en unas ocasiones se dio un continuismo en este tipo de construcciones efímeras y, en otras, se ensayaron otros modelos más o menos consistentes y siempre dentro de una profunda tradición medieval. A continuación vamos a analizar los distintos tipos de construcciones defensivas que se ensayaron en las Antillas desde 1492 hasta 1550, empezando por las livianas y acabando por las fortalezas de cantería de claro abolengo medieval. Sin embargo, queremos dejar bien claro, antes de comenzar, que el orden que imprimimos a los epígrafes no corresponde a una secuencia cronológica sino que en cada momento se desarrolló el tipo de construcción más adecuado a las circunstancias. En los primeros tiempos de la colonización encontramos unas fábricas improvisadas en todos sus aspectos. Ya tras el primer viaje colombino se levantó el fuerte Navidad, con los restos de la nao Santa María, que no fue otra cosa sino "un castillejo de tierra y madera" 31 . En los años posteriores, y tras la vuelta de Colón en 1494, se erigieron toda una serie de fortalezas que, si exceptuamos la de la Isabela, tenían todas ese carácter efímero del mencionado fuerte Navidad 12 . Posteriormente, continuaron construyéndose estos fortines livianos, pues el que Juan de Esquivel edificó en 1502 en la parte oriental de la Isla Española, aunque no existen descripciones, debió ser de estas características, ya que, dos años después, los indígenas no tuvieron problema alguno para des-
" Memorial sobre el descubrimiento y conquista de la isla de Santo Domingo( 1520-1586). AGI, Patronato 18, N.° l , R . 1. ,2 Éstos fueron el fuerte Santo Tomás, la Magdalena, Santiago, Santa Catalina, Esperanza y la primera fortaleza de Concepción de la Vega.
U R B A N I S M O Y ARQUITECTURA EN LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS.
305
truirlo en su totalidad 3 3 . En los años sucesivos, se siguieron utilizando los materiales vernáculos, siendo un caso muy llamativo el de Cartagena de Indias que, aunque era un asentamiento que estaba fuera del marco antillano que ahora tratamos, supone un caso muy representativo del continuismo que aquí intentamos demostrar, ya que no tuvo más sistema defensivo hasta la segunda mitad del siglo xvi que una simple empalizada 34 . Las causas que determinaban una construcción tan efímera de madera y barro eran bien simples: la principal, e inicial, fue la improvisación de los primeros m o m e n t o s donde no existían oficiales ni maestros que supieran hacer ni tan siquiera "cal y ladrillo". Nos consta, además, como al menos hasta 1511 los ladrillos eran traídos de Castilla pues en este año se ordenó que no se llevasen más ladrillos a las Indias "porque es de mala cargazón y hunde los navios" 35 . Esta situación inicial queda confirmada en un memorial escrito al Rey hacia 1527 por los vecinos de La Española en que declararon muy significativamente que en los primeros momentos los edificios fueron de paja "hasta que se supo hacer cal y ladrillo" 36 . Igualmente, en estos primeros compases de la colonización no se tuvo en cuenta a la hora de asentar las defensas ni la existencia de materiales pétreos y barro ni la idoneidad del asentamiento. Así, contamos con casos llamativos como el de la villa de San Germán, en la isla de San Juan, que debido a las necesidades defensivas iniciales fue situada en una zona donde el suelo no era firme, pues en una relación de los procuradores de la villa al Rey, fechada en 1523, le explicaban que estaba "edificada sobre arenas muertas que no pueden en ella edificar casa de piedra porque en cavando está el agua a dos palmos, de causa de lo cual los vecinos no pueden edificar casa de piedra de que han recibido y reciben mucho daño..." 37 Esta queja se repitió en los años " Martínez de Salinas: op. cit., pp. 108-109. ,4 Borrego Pía, M* Carmen: Cartagena de Indias en el siglo xvt. Sevilla, EEHA, 1983, pp. 70-71. El caso de Santa Marta no es menos llamativo. Allí se decía en 1535 que la fortaleza "no es para hacer ofensa a nadie porque, según parece, no se hizo más de para defensa de los indios, los cuales no son gente para combatir fortaleza aunque fuese muy más liviana casa de lo que ésta es. Ella tiene una cerca de tapias de barro las cuales son de tan poca entidad que, si en esta tierra lloviese c o m o en otras, el agua sola daría con ella por tierra... El edificio de la casa de dentro de estas tapias está hecho de la misma forma y orden que se hacen las casas en Medina del Campo o en otras partes de Castilla; desde los cimientos hasta el primero suelo va de ladrillo y pizarras de gordor de ladrillo y mediano desde el primero suelo hasta arriba va armada sobre madera y lleno lo hueco entre las maderas de ladrillo, y algunas paredes hay de cañas embarradas..." La fortaleza se podía "decir antes casa de morada que no fortaleza..." Relación del doctor Infante a La Audiencia, Santa Marta, 13 de mayo de 1535. AGI, Santo Domingo 49, N.° 6, R. 41 A. " Rodríguez Demorizi: El pleito Ovando-Tapia..., p. 100. ' 6 Información hecha por Francisco Tostado, escribano público, Santo D o m i n g o , 28 de junio de 1527. AGI, Santo Domingo N.° 9, R. 1 N.° 15. " Real Cédula al oidor Lucas Vázquez de Ayllón, Juez de Residencia en la isla de San Juan, Pamplona, 24 de diciembre de 1523. AGI, Contratación 5090, L. V, ff. 6v-7v.
306
L A S ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
sucesivos, insistiendo los vecinos en los problemas que conllevaba no poder edificar ni casas ni fortalezas pétreas 38 , decidiéndose finalmente trasladar la villa a un lugar más acorde a las necesidades higiénicas y constructivas. El segundo de los motivos que podían inducir a llevar a cabo un recinto defensivo efímero era el escaso interés económico o estratégico que tuviera la zona o provincia que se quería dominar, pues al no poseer propios ni los cabildos ni las fortalezas las obras debían ser financiadas por los vecinos, mediante unas derramas o sisas que se establecían 39 , y por la propia Corona. Por este motivo, cuando era posible, las fortalezas se hacían livianas y de poco coste porque ni unos ni otros estaban dispuestos a financiar una fortaleza que no fuese estrictamente necesaria. Hasta tal punto fue escasa la inversión en defensa que ni tan siquiera se reparaban las pocas fortalezas sólidas ya levantadas, llegando a solicitar Fernández de Oviedo, como solución a los problemas defensivos, que se le señalasen propios a las fortalezas para procurar su autofinanciación 40 . Existieron otras fórmulas constructivas, a medio camino entre las livianas empalizadas y las costosas fortalezas, que la Corona impulsó como forma de combinar una cierta garantía defensiva con un abaratamiento de los costes. En primer lugar, se utilizaron de manera consciente, tanto por parte de la Corona c o m o por parte de los vecinos, simples casas de piedra con un fin defensivo en las Antillas. Ya en 1505, tras pacificar la provincia de Higüey, Juan Ponce de León hizo una casa de tapiería y cal con la expresa finalidad de fortalecer el pueblo frente a los posibles alzamientos indios, en la cual "tuvo puesto de continuo su casero y morador" 4 1 . Esta idea pasó a la isla de San Juan, donde los indios caribes solían incendiar los pueblos de españoles, por lo que se dispuso que todos los que tuviesen indios de encomienda hiciesen casa de piedra para que las villas estuviesen mejor defendidas 4 2 . De manera que ya en la primitiva villa de Caparra el ya mencionado Juan Ponce de León volvió a edificar una casa de piedra, de 30 palmos de alta, para procurar una mejor defensa de la población frente a los aborígenes, compelien-
M Capítulos que la ciudad de San Germán mandó a Su Majestad, San Germán, 13 de agosto de 1526. AGI, Santo Domingo 168, R. 1, ff. 23-30. " En Puerto Rico se estableció que la fortaleza se hiciese a costa de los encomenderos "dando de cada doce indios o esclavos uno". Real Cédula a los regidores del cabildo de Puerto Rico, Madrid, 2 de octubre de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. XIII, ff. 397v-398v. 40 Real Cédula al presidente y oidores de la isla Española, Madrid, 18 de julio de 1539. AGI, Santo Domingo 868, L. I, f. 191 v. 41 Real Cédula a los jueces de apelación de la Española, Burgos, 9 de noviembre de 1511. AGI, Indiferente General 418, L. 3, ff. 190-190v. 42 Carta de los oficiales de la isla de San Juan a Su Majestad, Puerto Rico, 8 de agosto de 1515. AGI, Patronato 175, R. 5.
U R B A N I S M O Y ARQUITECTURA EN LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS..
307
do a los vecinos a hacer lo mismo, pues así amén de estar "mejor asentado el pueblo" se estaría más seguro frente a los indios43. Hasta tal punto se fue consciente de la relación entre casa-vivienda y fortaleza, que cuando el gobernador Iñigo López de Cervantes se instaló en el fortín de Puerto Rico hizo de éste "casa llana abriendo ventanas casi a raíz del suelo algunas, y otras muy poco más altas..."44 Sin duda, la utilización de una o varias casas pétreas como fortalezas fue una solución utilizada de manera consciente en los primeros años de la colonización y que gustó, en principio, tanto a vecinos, que no se veían sometidos a tantas derramas, como a la Corona, siempre reacia a desembolsar fondos de su erario. Una segunda solución intermedia fue la utilización de un tipo de construcción que en la documentación de la época se denomina "cortijo o ciudadela". No contamos, para este período, con una descripción concreta de este modelo defensivo, aunque hasta donde se puede observar en la documentación se trataba de un sencillo y barato inmueble de planta rectangular o cuadrada, normalmente de cimientos pétreos y muros de tapiería, y sin torres en las esquinas. Su función era muchísimo más defensiva que ofensiva, ya que estaba claramente destinado a servir de refugio a los vecinos en caso de ataque. Sin duda, constituyó un interesante modelo del que existen pocos precedentes peninsulares y que fracasó, pues ninguno de los dos recintos que se mandaron construir, como ahora veremos, terminaron como "cortijos", sino que fueron rematados finalmente como auténticas fortalezas. Entre estos "cortijos" o "ciudadelas" estuvo el que se mandó construir en La Habana al gobernador Hernando de Soto, argumentando que la villa necesitaba protección "así para la guarda de ella como para amparo y defensa de los navios que van y vienen a las Indias" 45 . En un primer momento se pensó en una fortaleza, sin embargo, la Corona rectificó la idea inicial proponiendo hacer mejor "un cortijo o ciudadela" en el morro, cerca del puerto, donde se pudiesen recoger en caso de ataque todos los vecinos de la villa y estar a buen seguro mientras pasaba el peligro46. También en la isla Margarita, Isabel Manrique, viuda del gobernador de la isla, comenzó a construir en la década de los treinta una ciudadela en dicha isla para que allí se pudiesen refugiar los vecinos en caso de necesidad 47 . 43
Bernales Ballesteros: op. cit., p. 178. Juicio de Residencia tomado a íñigo López de Cervantes, 1546. AGI, Justicia 71, N.° 1, f. 103v. 45 Real Cédula al gobernador de la isla de Cuba, Hernando de Soto, Valladolid, 20 de marzo de 1538. AGI, Santo Domingo I121.L. II, f. 112. 40 Real Cédula a los oficiales de la isla de Cuba, Valladolid, 20 de marzo de 1538. AGI, Santo Domingo 1121, L. II, f. l l l v . 47 Carta del licenciado Alonso de Zuazo y del doctor Infante a Su Majestad, Santo Domingo, 13 de marzo de 1532. AGI, Santo Domingo 49, R. 3, N.° 15. 44
308
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
Sabemos que en 1535 tenía sacados los cimientos de buen aparejo de piedra 48 , aunque ya en la década de los cuarenta el nuevo gobernador, Pero Ortiz de Sandoval, acabó modificando el plan inicial y dándole el aspecto de fortaleza, ya que según una relación de 1545 "era de mampostería de cal y arena y piedra y tiene dos tercias y media de anchura de pared y cuarenta y cinco pies de hueco con su torre de Homenaje, con sus troneras y saeteras y puertas recias y proveídas de algunas armas ofensivas y defensivas y señorea el puerto y en caso de peligro los vecinos pueden entrar a defenderse..." 4 9 En realidad, y como ya hemos dicho, este modelo intermedio fracasó, no constituyendo más que otro de los experimentos que tan bien caracterizaron al área antillana en los primeros años de la colonización. Otra de las posibilidades para reducir gastos - a u n q u e referida a los materiales utilizados y no a la estructura como en los casos anteriores- era emplear la cal y el ladrillo en vez de la piedra, lo cual tenía dos claras ventajas: en primer lugar, el ya mencionado ahorro económico, de manera que, por ejemplo, en 1534 se dio la orden de que la fortaleza de Puerto Rico se hiciera de tapiería, salvo la pared que da al mar, porque "si se hubiera de hacer de cantería como estaba acordado antes sería muy excesiva costa" 50 . Y en segundo lugar, era muy útil en lugares de poco vecindario donde existía riesgo de caer en manos corsarias, porque proporcionaba una cierta defensa a los vecinos mientras se mandaban refuerzos desde Santo Domingo y, por otro lado, si por mala fortuna era tomada por los enemigos evitaba la posibilidad de que éstos perpetuasen su poder en la zona. En este sentido, la Corona ordenó que se hiciese de tapiería, y no de piedra, la fortaleza de la Yaguana, ya que al ser escaso el vecindario podría ser tomada fácilmente por los franceses y sería muy perjudicial que éstos poseyeran un edificio tan fuerte 51 . Pese a todas los tipos intermedios de fortalezas ya mencionados, el que realmente, y por motivos lógicos, tomó carta de naturaleza en las Antillas en los primeros momentos fue el tipo de recinto defensivo medieval, aún muy lejos de aquellos baluartes fortificados de planta poligonal que proliferarán años después en toda la geografía española y americana. Acaso, el esquema prototípico de esta fortaleza medieval en las Antillas sea una planta rectangular o cuadrada, de espesos muros almenados y con una torre de vigilancia o
48 Carta de Francisco de Castellón a Su Majestad, Nueva Cádiz de Cubagua, 2 de julio de 1535. AGI, Santo Domingo 74, N.° 28. 4g Juicio de Residencia a Pero Ortiz de Sandoval, gobernador de la isla Margarita 1545. AGI, Justicia 64, N ° 2, R. 2B. 50 Carta de Francisco Manuel de Lando a Su Majestad, Puerto Rico, 27 de febrero de 1534. AGI, Santo Domingo 155, R. 1 , N ° 5 . 51 Carta a los oficiales de Santo Domingo, Santo Domingo 28 de enero de 1541. AGI, Santo Domingo 74, N.° 54.
U R B A N I S M O Y ARQUITECTURA EN LOS PRIMEROS A S E N T A M I E N T O S .
309
del h o m e n a j e poco alta 52 . Algunas de las características más peculiares, c o m o son estas torres del homenaje gruesas y de poca altura, estuvieron determinadas por las circunstancias físicas y climáticas de la zona, habida cuenta de las frecuentes tormentas y huracanes a que estaban sometidas las islas caribeñas. En este sentido, ya en 1509 se le dio una instrucción al gobernador y Almirante Diego Colón para que los edificios de la isla Española se hiciesen "buenos y bien fuertes, aunque no sean altos ni muy suntuosos, porque las grandes tormentas que en esa isla comienzan a venir no los derriben..." 53 Estas fortalezas tan sólidas estaban destinadas a defender puntos neurálgicos de la geografía indiana, por lo que no se escatimaron en principio gastos. La primera de estas fortalezas fue la Isabela que, si hemos de creer al cronista Pedro Mártir de Anglería, estuvo construida bajo planta rectangular, de buena cantería, y guarnecida con su torre del homenaje y cercada toda ella de fosos y terraplenes 54 . Hacia 1507, por otro lado, ya estaban acabadas las antiguas fortalezas de Santo Domingo y de Villanueva de Yáquimo, de buena cantería la primera y de tapiería la segunda. Sin embargo, las prisas, la improvisación, y la poca pericia de los "oficiales de manos" - q u e así se mencionan en la documentación de la época- hicieron que estos primeros recintos de cantería tuviesen una traza y consistencia poco sólida. De manera que si la fortaleza de la Isabela fue destruida rápidamente, y la de Yáquimo se daba por desaparecida dos años después de su conclusión, también las de la Concepción de la Vega y Nueva Sevilla (Jamaica), estaban en la década de los treinta en franca ruina. En lo que concierne a la fortaleza de Santo Domingo, acaso la más representativa del Caribe, fue asentada sobre una peña socavada en su base por el mar, pese a estar legislado desde la baja Edad Media que no se construyesen edificios sobre "peñas bravas" 55 . La situación de la fortaleza llegó a ser tan precaria que hacia 1527 nos consta su estado casi ruinoso y el desprendimiento de un parte importante del lienzo de muralla y del colgadizo de acceso a la torre del homenaje 5 6 .
52 Una visión general de la evolución de las fortalezas puede verse en Gómez Piñol, Emilio: "Las fortificaciones Hispanoamericanas", Cátedra General Castaño, conferencias 198990. Sevilla, 1992, pp. 57-65. También en Calderón Quijano, José Antonio: "Visión general de las fortificaciones indianas en los distintos frentes continentales", II Congreso de Historia Militar, Academia militar de Zaragoza, Zaragoza, 1988, (pp. 144-186). 51 Real Cédula a D i e g o Colón, Valladolid, 14 de noviembre de 1509. Transcrita en Arranz, Luis: Don Diego Colón, T. I, Madrid, CSIC, 1982, pp. 233-244. 54 Citado por Martínez de Salinas: op. cit., p. 101. 55 A s í los disponía el Ordenamiento Real. Calderón Quijano, José Antonio: La defensa indiana en la Recopilación de 1680. Sevilla, 1984, p. 25. 56 Véase nuestro trabajo: "Apuntes sobre la organización militar en el Caribe", Temas Americanistas, N.° 10, Sevilla, 1992, p. 4.
310
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
4. L A ARQUITECTURA DOMÉSTICA
En cuanto a la casa antillana, tenemos que decir que ya se ocupó de ella ampliamente Erwin Walter Palm, el cual estableció dos tipologías de casas dominicanas: la primera más clásica de ascendencia romana, y, la segunda, más cercana al tipo de casa andaluza y extremeña 57 . Como bien afirmó Palm, es curioso ver estas casas abiertas con patios y azoteas en un clima tropical en el que no resultan totalmente apropiadas 58 . Sin embargo, pese al concienzudo estudio llevado a cabo por Palm sobre las casas aún existentes en La Española, nosotros vamos a aportar algunos datos documentales que, en su mayor parte, confirman lo afirmado por el citado historiador. No debemos olvidar que la arquitectura que se ha conservado ha sido precisamente la de cantería y no los edificados con materiales vernáculos, pese a que fueron muchísimo más numerosos. Empezando por los materiales empleados, diremos que fueron la piedra, la cal, la teja, el ladrillo y la madera. Debido al excesivo costo de la piedra se recomendaba su utilización tan sólo hasta los tres pies de altura, completándose el resto con ladrillos 59 . Precisamente debido a los altos costes, todavía en 1538 la Corona se lamentaba de que apenas hubiese casas de piedra, pues los españoles "se han estado y están en casas pajizas..." 60 En cuanto a la estructura, solían tener un zaguán, azotea 61 , patio central y huertos abundantes, los cuales proliferaron aún más que en España 6 2 . Tenemos numerosas referencias que aluden a la importancia de estas huertas, pues, ya el propio padre Las Casas, al referirse a las plagas de hormigas que hubo en La Española y Puerto Rico en 1518, afirmó que destruyeron muchas huertas que había en la ciudad de Santo Domingo, y muy especialmente la
57 Son numerosos los artículos que le ha dedicado, aunque un buen resumen puede verse en su siguiente obra: Palm, Erwin Walter: Arquitectura y arte colonial en Santo Domingo. Santo Domingo, Editora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1974, pp. 21 y ss. 58 lbidem, p. 25. 59 Instrucciones a Diego Colón del 12 de agosto de 1512. Citado en Rodríguez Demorizi: El pleito Ovando-Tapia..., p. 13. 60 lbidem, pp. 56-58. Debido precisamente a su reducido número, su venta o su alquiler alcanzaba precios muy altos, pues, en 1528 rentaba una casa que Juan de Vadillo tenía en Santo Domingo nada menos que 130 pesos de oro al año. Carta del licenciado Vadillo a Su Majestad, 26 de octubre de 1528. AGI, Patronato 174, R. 37. Igualmente, en 1537, a Juan de Villasante le rentaba una casa en la misma ciudad 120 pesos de oro al año. Real Cédula a los oficiales de la isla Española, 3 de febrero de 1537. AGI, Santo Domingo 868, L. 1. 61 Por ejemplo, sabemos que el licenciado Espinosa hizo en las antiguas casas del tesorero Miguel de Pasamonte una caballeriza, otra sala y una azotea. Carta del licenciado Vadillo a Su Majestad, Santo Domingo, 26 de octubre de 1528. AGI, Patronato 174, R. 37. 62 En España solían tener huertos los monasterios, mientras que lo normal era que en las casas además del patio central tuviesen un corral. Sin embargo, en las Antillas, la huerta adquirió una especial relevancia.
U R B A N I S M O Y ARQUITECTURA EN LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS.
311
que tenían los dominicos, donde se criaban "granados y naranjos dulces y secos y agrios..."63 Por otro lado, en una información hecha en la isla Española, en 1531, el testigo Hernando Velázquez declaró haber visto comprar a los frailes mercedarios "muchas casas en Santo Domingo con sus solares y huertas" 64 . Por su parte, Hernando Gorjón, cuando en 1540 manifestó su intención de destinar su capital a hacer una universidad y un hospital, pidió que se le diese espacio suficiente para "poner árboles y corral de gallinas con su pedazo de huerta como conviene a semejante edificio..." 65 Finalmente, citaremos el caso de Francisco de Escobar, el cual pidió, en 1541, unos solares sin repartir que estaban "por detrás de las casas y huertas del licenciado Zuazo y Francisco de Tapia..."66 En general, las dimensiones eran bastante reducidas, pues, por ejemplo, en 1530 se hizo una relación de las casas que había en Puerto Rico y además de las treinta de madera y teja y las veinte de paja, las de cantería medían entre cuarenta y sesenta pies de largo por veinte o treinta pies de ancho 67 . Incluso la casa que servía de hospital no medía más que cincuenta o sesenta pies de largo por 30 de ancho y estaba tan mal edificada que en una tormenta ocurrida en 1529 quedó parcialmente destruida68.
" Citado en Del Río Moreno, Justo: Los inicios de la agricultura europea en el Nuevo Mundo, 1492-1542. Sevilla, Gráficas del Guadalquivir, 1991, p. 171. A fines de este mismo año le fue concedido a los dominicos de Santo Domingo un solar contiguo, pues, como ellos mismos dijeron, "como no comen carne tienen más necesidad que otros de campo y anchura para huertas para hacer en ella legumbres y hortalizas para su mantenimiento..." Real Cédula a los frailes del monasterio de Santo Domingo. Zaragoza. 12 de diciembre de 1518. AGI, Contratación 5089, ff. 175v-178. M Información hecha a petición de la ciudad de Santo Domingo, 23 de noviembre de 1531. AGI, Patronato 172, R. 46. 65 Capítulos que se enviaron a los oficiales de Su Majestad en La Española, Madrid, 14 de agosto de 1540. AGI, Santo Domingo 868, L. I, ff. 266-268v. ** Real Cédula al presidente y oidores de Santo Domingo, Talavera, 14 de marzo de 1541. AGI, Santo Domingo 868, L. 2, ff. 44-44v. 67 La única excepción la constituía la casa de Su Majestad, que medía 116 pies de largo por 36 de ancho y era de dos cuerpos. Información que envió Manuel de Lando a Su Majestad, Puerto Rico, 9 de noviembre de 1530. AGI, Santo Domingo 155, R. 1, N.° 1. 61 Se trataba de construcciones muy rústicas que para nada recordaban los grandes hospitales españoles. Evidentemente, quedó en papel mojado aquella relación que hicieron ciertos frailes de la isla Española pidiendo que en cada villa se hiciese un hospital intitulado "del Rey" bajo las siguientes características constructivas: "a manera de cruz con cuatro ángulos cuadrados que puedan caber en cada ángulo cincuenta lechos o camas que sean 200 para los indios enfermos y en medio de todos cuatro que esté un altar para que todos desde las camas vean misa y que sea el dicho hospital de muy buena madera clavada con clavos de hierro y cubierto de paja o de caña que es como hojas de palmas y muy anchas..." Es curioso el modelo que proponen los frailes, que no es otro que el que Filareto hizo para el Hospital Mayor de Milán y que desde los primeros años del siglo xvi estaba difundiendo Enrique Egas en España. Relación que hicieron algunos religiosos sobre los excesos de los españoles, h. 1515. AGI, Patronato 252, R. 2.
312
LAS ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
5 . LOS TEMPLOS
A continuación dedicaremos algunas líneas a los templos que se construyeron en estas fechas, los cuales se realizaron siguiendo los gustos del góticomudéjar. Pero a diferencia de lo que ocurría en España, donde se iniciaba una etapa denominada "flamígera" en la que los edificios adquirieron una gran altura, en las Antillas encontramos -nuevamente determinado por las circunstancias- un gótico arcaico y de muy poca elevación. Concretamente, los franciscanos declararon que, pocos años después de llegar a La Española, edificaron la iglesia muy pequeña porque había muchos huracanes y porque estaba mal fundada "porque los oficiales que a la sazón había no estaban tan astutos en las obras de albañilería como ahora están" 69 . Efectivamente, no debía ser una buena construcción ya que, pese a ser de cantería y de una escasa altura, quedó destruida su capilla mayor en un huracán ocurrido en agosto de 15087H. Igualmente, y salvo excepciones, las cubiertas se hicieron en los primeros años de madera, siguiendo el gusto de los artesonados mudéjares españoles. Sin embargo, muchos de ellos fue necesario sustituirlos a los pocos años, ya que se descubrió que debido a la humedad de la tierra se deterioraban rápidamente. Así, por ejemplo, los ya citados franciscanos de La Española declararon, en 1544, que necesitaban 12.000 pesos de oro para cubrir de bóvedas la iglesia, porque "las maderas se pudren presto en esta isla..." 71 Para finalizar, dedicaremos algunas líneas a algunas de las catedrales antillanas, mencionando exclusivamente aquellos aspectos en los que aportamos alguna información. Por los datos de que disponemos se debía solemnizar el acto de colocación de la primera piedra, depositándose monedas, levantando acta del acontecimiento, rezando oraciones por su feliz construcción e incluso celebrando una misa de acción de gracias. Pero la picaresca no estaba ausente en los primeros tiempos. Así, con motivo de la colocación de la primera piedra de la cerca de Santo Domingo, se depositaron "ciertos doblones y reales debajo de las primeras piedras" que fueron hurtados esa misma noche 72 . Empezando por la catedral de Santo Domingo sabemos que se comenzó a hacer de cantería en 1521 73 ; sin embargo, todavía en 1533 se decía que esta-
69 Información hecha en Santo D o m i n g o , Santo D o m i n g o , 24 d e marzo de 1544. AGI, Santo Domingo 10, N.° 32. Evidentemente, el documento se refiere a una edificación de cantería realizada al poco tiempo de llegar a la isla y que sustituyó la inicial realizada a base de madera y paja. 70 Según el testigo Juan Mosquera, la iglesia quedó destruida al igual "que todos los otros edificios que estaban edificados en esta ciudad". Ibidem, ff. 11-12. 71 Ibidem. 72 Juicio de residencia tomado a las justicias de la isla Española, 1543-1544. AGI, Justicia 62, ff. lOOvy 150. " Ya hace varias décadas que fray Cipriano de Utrera advirtió q u e no f u e en 1514 sino durante el obispado de Geraldini cuando se iniciaron las obras de la catedral, c o n f i r m a n d o
U R B A N I S M O Y A R Q U I T E C T U R A E N L O S PRIMEROS A S E N T A M I E N T O S .
313
ba la mayor parte del cuerpo principal sin cubrir, pues la parte cerrada era tan reducida "que los días de fiestas principales no cabe la mitad del pueblo en ella..." 74 Por fin, hacia 1540, estaba prácticamente acabada, con sus bóvedas de nervadura gótica y su portada plateresca, faltando tan sólo por concluir la sala capitular y diez capillas laterales que estaban proyectadas 75 . La traza y construcción de la catedral de Santo Domingo debió llevarse a cabo íntegramente b a j o la dirección de Luis de Moya, quien, como veremos posteriormente, desempeñó el cargo de maestro mayor de las obras durante más de veinte años. No creemos que la participación del montañés Rodrigo de Liendo f u e s e relevante en este edificio, pese a que nos consta que colaboró en alguna ocasión. Evidentemente, casi todos los canteros que vivían en Santo Domingo - q u e no eran m u c h o s - debieron participar en alguna medida en tan importante edificio, sin embargo, es difícil pensar que un artista de tan modestas facultades como Liendo pudiese estar al frente de las obras catedralicias. Es más, incluso la bella portada plateresca creemos que puede ser obra del propio Luis de Moya, pues, por un lado, todos los historiadores reconocen la a s c e n d e n c i a sevillana de los finos grutescos ahí labrados, y, por el otro, ninguno de lo.^ otros canteros de los que se tiene noticia que residían en Santo D o m i n g o en esas fechas poseían la habilidad y delicadeza suficiente para emprender una obra de tal belleza 76 . Además, el abocinamiento y el parteluz que presenta la portada nos está indicando que estru;turalmente estaba aún cercana al estilo gótico aunque su decoración sea plateresca, lo cual no es nada excepcional, ya que no debemos olvidar que el plateresco es un estilo definido casi exclusivamente por la ornamentación. No en vino en España encontramos multitud de obras que conjugan una estructura jótica con un ornato propio del primer Renacimiento. Sin duda, L u i s ce Moya, que probablemente aprendió su oficio a orillas del Guadalquivir, tenía plenamente asumido tanto la solidez del gótico sevillano c o m o la belleza del nuevo arte plateresco, del que ya pudo admirar importantes e j e m p b s antes de partir hacia el Nuevo Mundo.
nosotros q u e f u e e n 1511 el a ñ o d e su inicio, pues así consta d o c u m e n t a l m e n t e . Utrera, fray Cipriano de: Dilucid¡acimes históricas, T. I. Santo Domingo, 1978, p. 68. 74 C a r t a de l o s o i d i r e s a Su M a j e s t a d , Santo D o m i n g o , 7 de j u n i o de 1533. AGI, S a n t o D o m i n g o 4 9 , R. 4-, N . ° '1. El dato es de cierto interés, ya que hasta la fecha se suponía que el recinto f u e cubiertto d e tóvedas en torno a 1529. 75 Informacióin hecia en Santo D o m i n g o sobre los diezmos, Santo D o m i n g o , 2 0 d e abril de 1540. AGI, Jus;tícna 91. N.° 2. R. 3. C o m o es de sobra conocido, la catedral f u e consagrada oficialmente en 1 5 4 2 . 76 Hace ya vairiais cicadas que Palm, biógrafo de Rodrigo de Liendo, descartó la posibilidad de que éste piudnesi haber tenido algo que ver con la realización d e la bella portada plateresca d e la Catedr al. Pam, Erwin Walter: Rodrigo de Liendo. Arquitecto en La Española. Ciudad Trujillo, Publiicaicioies de la Universidad de Santo Domingo, 1944, pp. 8-9.
314
LAS ANTILLAS MAYORES, 1492-1550
Igualmente, por estas fechas, se proyectó engrandecer el edificio con una gran torre, que finalmente no se realizó por la incomprensible oposición que mostró la Audiencia, la cual se quejó de que al ser más grande y fuerte que la de la fortaleza habría peligro de que "sojuzgase toda la ciudad" 77 . En lo que respecta a la primera catedral de Concepción de la Vega sabemos que fue construida en fechas muy tempranas, por lo que, en 1536, se solicitó ayuda para hacer una nueva capilla mayor "y derrocar la que tiene por ser muy chiquita y baja" 78 . Así pues, como en tantos otros casos mencionados, este primer recinto debió ser de muy reducidas dimensiones, con aspecto macizo y cubierta, su capilla mayor, por unas arcaicas bóvedas nervadas, y, la nave, con un artesonado rústico. En cuanto a la catedral de Puerto Rico sabemos que la primitiva fue mandada construir, entre 1524 y 1531, por el Obispo fray Alonso Manso. Esta f u e edificada con cimientos de cantería, muros de manipostería y cubierta con un artesonado mudéjar. La modesta iglesia tenía tres naves y una extensión de 165 pies de largo por 68 de ancho y poseía además un claustro, una puerta gótica intitulada del Perdón y una torre sacada de cimientos 79 . Sin embargo, en septiembre de 1540 se inició una nueva Catedral, afirmándose que la antigua "se hizo para suplir en tanto que se hiciese la que ahora tenemos comenzado para que sea perpetuo..." 80 Una de las causas que indujo a construir un nuevo templo fue nuevamente el hecho de que estuviese cubierta de madera, pues "se corrompe y con mucha costa se ha sustentado y se sustenta renovando maderas y reparándolas siempre" 81 . Para la nueva obra se aprovecharon de los sillares de cantería que tenía el viejo templo, para lo cual "batieron parte de la iglesia vieja" 8 2 . En septiembre de 1544
77 Real Cédula al presidente y oidores de la isla Española, Madrid, 23 de diciembre de 1546. AGI, Santo Domingo 868, L. 2, ff. 312v-313. Carta de la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 7 de octubre de 1549. AGI, Santo Domingo 49, R. 19, N.° 124. 78 Pleito entre el Cabildo de la Catedral de la Vega y el cabildo catedralicio de Santo Domingo, 1536. AGI, Justicia 974, N.° 2, R. 5, 1* pieza. Como es sabido toda esta Catedral se perdió en el terremoto de 1562. 79 Probanza hecha a pedimiento del Obispo de Puerto Rico, 28 de septiembre de 1531. AGI, Santo Domingo 9, R. 4, N.°41. Información que envió a Su Majestad Manuel de Lando, Puerto Rico, 9 de noviembre de 1530. AGI, Santo Domingo 155, R. I, N.° 1. Probanza hecha por el Obispo fray Alonso Manso, Puerto Rico, 28 de septiembre de 1531. AGI, Santo Domingo 9, R. 4, N.° 43. Información que hizo el Obispo fray Alonso Manso, Puerto Rico, 10 de octubre de 1531. AGI, Santo Domingo 174, R. I. ff. 7-18. 80 El 10 de febrero de 1542 se afirmaba que el nuevo templo fue comenzado hacía un año y medio. Memorial de los beneficiados de la Catedral de Puerto Rico a Su Majestad, 10 de febrero de 1542. AGI, Santo Domingo 174, R. 1, N.° 2. 81 Carta del Obispo de San Juan a Su Majestad, Puerto Rico, 3 de febrero de 1543. AGI, Santo Domingo 172, ff. 101-103. 82 Ibidem.
U R B A N I S M O Y ARQUITECTURA EN LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS.
315
estaba la capilla mayor y la sacristía totalmente acabadas y cubierta de tracería gótica, sin embargo, por falta de fondos, la obra se paralizó varios años 83 . También en Puerto Rico hemos de destacar la iglesia del convento de los dominicos, sin duda uno de los mejores edificios góticos que se conservan en América. Tan sólo queremos corregir un pequeño dato, pues se ha afirmado que dicho templo se c o m e n z ó en 1528 84 , mientras que nosotros pensamos que se inició en 1531 o en 1532. Así, en una información hecha por Manuel de Lando, en noviembre de 1530, el testigo Pedro de Espinosa declaró que en el monasterio de los dominicos estaban acabadas las habitaciones pero sin comenzar la iglesia 85 . Con respecto a la catedral vieja de Santiago de Cuba sabemos que en 1533 tan sólo le faltaba la cubierta de madera y teja, para lo cual hacían falta 500 pesos de oro 86 . Sin duda, debía ser un templo extremadamente modesto, pues, no en vano, fue sustituido varias décadas después. Y, finalmente, de la iglesia de Nueva Sevilla, sabemos que en 1533 se habían gastado 1.600 pesos de oro, abonados, la mitad, por la Corona, y, la otra mitad, por el Abad de Jamaica, Pedro Mártir 87 . Igualmente se trataba de un reducido templo de una sola nave con cimientos pétreos, alzado de tapiería y cubierta de madera 88 .
6. E L ELEMENTO HUMANO
La erección de estos recintos fortificados la llevaron a cabo albañiles, alarifes y canteros españoles con la ayuda de una mano de obra en principio india y, posteriormente, con la caída demográfica aborigen, primordialmente negra. Mientras que los maestros castellanos, como es lógico, dirigían los trabajos y realizaban las trazas, los peones indígenas se encargaban, tanto de labrar la piedra o de hacer la cal y el ladrillo según se necesitara, como de su
Carta del Obispo de San Juan de Puerto Rico a Su Majestad, Puerto Rico, 20 de marzo de 1544. AGI, Santo Domingo 172, ff. 104-106. Consulta del Consejo a Su Majestad, Valladolid, 8 de septiembre de 1544. AGI, Indiferente General 737, N.° 57. Este edificio fue profundamente reformado en 1666, quedando en la actualidad poco del templo gótico. Angulo Iñiguez: op. cit., p. 23. M Marco Dorta, Enrique: Arte en América y Filipinas, T. XXI de la colección Ars Hispaniae. Madrid, Editorial Plus Ultra, 1973, p. 22. s5 Información hecha por Manuel de Lando, Puerto Rico, 9 de noviembre de 1530. AGI, Santo Domingo 155, R. 1, N.° I. Real Cédula al gobernador de Cuba, Monzón, 13 de septiembre de 1533. AGI, Santo Domingo 1121, L. I, ff. 158-159. Real Cédula a Gil González Dávila, juez de residencia de Jamaica, Madrid, 16 de febrero de 1533. AGI, Santo Domingo 1121. L. 1, ff. 128-129. Ibidem.
LAS ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
316
porteo hasta el pie de la obra. En un primer momento, sabemos que este acarreo se realizaba a lomos de los desdichados indígenas, mientras que m á s adelante, y según nos consta por las distintas cuentas que hemos podido consultar, se hacía ya ayudados por parejas de bueyes.
A. Los
oficiales
Son muy pocos los datos que conocemos de la oficialía, es decir, de los maestros canteros, alarifes y carpinteros que llevaron a cabo la dirección de las primeras fortalezas americanas. Esto se debe al carácter anónimo de estos primeros constructores, que no eran ni muchísimo menos artistas - c o m o lo serán luego arquitectos de la talla de Antonelli-, sino meros trabajadores. De hecho, en la documentación aparecen frecuentemente los descargos dirigidos genéricamente al oficial o a los oficiales "de manos" sin ningún tipo de especificación añadida, de ahí que sólo hayan llegado hasta nuestros días unos pocos nombres. El salario que cobraban era relativamente alto, aunque esta circunstancia no se debía tanto a la estima que se tenía de su trabajo como a la extremada falta de estos maestros en el continente americano. De ahí que continuamente los vecinos se quejasen de la falta que había de personas que conociesen el arte de la construcción. Incluso solían impedir la marcha de cualquier maestro alarife o cantero que ocasionalmente arribaba a sus islas, como le ocurrió a Rodrigo de Liendo, cantero afincado en Santo Domingo, que cuando mostró en 1534 sus intenciones de marcharse de la isla los vecinos se lo impidieron, nombrándole Maestro Mayor de las obras de la fortaleza y confortándole con otras mercedes* 9 . Así, pese a que las obras se remataban en la plaza pública, igualándose al menor precio, sus salarios alcanzaban cifras relativamente elevadas. A este respecto, nos consta documentalmente que los canteros que en 1510 fueron a trabajar a las iglesias de La Española cobraban 100 pesos anuales y los oficiales 280 maravedís diarios 90 , cantidades sin duda muy respetables. Posteriormente, el maestro Francisco Aceituno cobró 100.000 maravedís por cada año que estuvo a cargo de la construcción de la fortaleza de La Habana, además de los gastos de manutención 91 . Carta de los oidores de la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 1 de agosto de 1534. AGI, Santo Domingo 49, R. 5, N.° 35. w Traslado del contrato que los oficiales hicieron para pasar a las Indias, Sevilla, 25 de mayo de 1510. AGI, Contratación 5089. También en Nouel, Carlos: Historia eclesiástica de la Arquidiócesis de Santo Domingo, Primada de América, T. I. Santo Domingo, Editora de Santo Domingo, 1979, pp. 100-101. 91 Real Cédula a Francisco de Aceituno, Madrid, 12 de marzo de 1540. AGI, Santo Domingo 1121, L. II, ff. 169-170.
U R B A N I S M O Y A R Q U I T E C T U R A EN L O S P R I M E R O S A S E N T A M I E N T O S .
317
De los maestros que trabajaron en Santo Domingo apenas nos constan unos cuantos nombres, como el del sevillano Luis de Moya - c u y a obra en la Península es casi desconocida-, que ostentó el cargo de maestro mayor de la catedral desde 15 1 7 92 , o el de Rodrigo de Liendo, que nos consta trabajó en las principales obras de la isla desde la década de los veinte, ostentando desde 1534 el titulo de maestro mayor de las obras de la fortaleza 93 . Este último maestro desarrolló un estilo muy arcaico, pues no en vano conocemos algunas de las obras que realizó en España, siendo una clara muestra de su estilo arraigado en una tradición provinciana profundamente medieval. A lo largo de su vida llegó a incorporar algunos elementos renacentistas a su quehacer artístico, que sin embargo no asimiló lo suficiente como para crear un estilo propio 94 . Otro de los maestros que merece la pena destacar es el carmonense Antón Gutiérrez Navarrete, un alarife que dominaba perfectamente el arte de la arquitectura, pero, eso sí, con una formación exclusivamente medieval 95 . En 1524 lo encontramos trabajando en la dirección de la iglesia de los mercedarios de Santo Domingo, templo que sorprendió a más de un viajero y del que se decía que era "muy suntuoso y se cree que será el m e j o r e d i f i c a d o (se refiere a las Indias)..." 96 Por lo demás, sabemos que Cristóbal de Tapia mandó hacer la mayor parte del primitivo recinto amurallado de la fortaleza de Santo Domingo, corriendo las obras a cargo del albañil Gómez García de Varela 97 , mientras que el cantero Juan Ravé labró, entre 1506 y 1507, la torre del homenaje. De este último personaje sabemos que había sido enviado un año antes, es decir, en 1505, junto con Cristóbal Serrano a levantar una fortaleza en la costa de
93
M a r c o Dorta: op. cit., p. 15. No obstante, c o m o ya h e m o s afirmado, las obras de la catedral no c o m e n z a r o n hasta 1521. g ' Sobre este maestro cantero puede verse: Palm, E. W.: "Rodrigo de Liendo, arquitecto de La E s p a ñ o l a " , op. cit. Documentos v testimonios relativos al arquitecto Rodrigo Gil Rozillo, llamado Rodrigo de Liendo. C i u d a d Trujillo, 1947, pp 2 8 1 - 3 3 5 . A l g u n o s d o c u m e n t o s q u e Palm transcribió sólo parcialmente se encuentran en el AGI, Santo D o m i n g o 94, R. 1, N.° 21. En lo que concierne a la participación de este cantero en las obras públicas, puede verse una reciente publicación de Laviana Cuetos, María Luisa, y Gutiérrez Escudero, Antonio: " L a s primeras obras públicas en el Nuevo M u n d o y su financiación: Santo D o m i n g o 1494-1572". Congreso de Historia del Descubrimiento, T. III, Madrid, 1992, pp. 523-577. 94
Palm: Rodrigo de Liendo..., p. 44. " En esta localidad está d o c u m e n t a d o su trabajo en la construcción de la antigua capilla del Sagrario de la parroquia d e San Pedro entre los años 1510 y 1517. C u a n d o en 1510 recibió la obra, el maestro saliente, Antón Gallego, declaró lo siguiente: " D e j o la obra a Antón Gutiérrez por ser persona hábil y suficiente como yo". Villa Nogales, Fernando de la, y Mira Caballos, E s t e b a n : " L a antigua capilla del S a g r a r i o d e la p a r r o q u i a d e San P e d r o d e C a r m o n a " , Archivo Hispalense. N.° 226. Sevilla, 1992, pp. 175-177. % Fernández de Oviedo: op. cit., T. I, Lib. III, Cap. XII, p. 81. " Véase el trabajo ya citado de Rubio, fray Vicente: op. cit.
318
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
las Perlas 98 . Igualmente, tenemos ciertas referencias de un cantero llamado Alonso Conquero - q u e había realizado varias obras medievalizantes en las Garrovillas y en C á c e r e s - , y que trabajó en diversas reparaciones que se hicieron en la fortaleza a lo largo de la primera mitad del siglo x v i " . Cabe mencionar también al albañil Pedro Sánchez de Béjar, del que nos consta que construyó la primitiva fortaleza de Villanueva de Yáquimo, la cual fue acabada en 1507 100 . Esta fortaleza debió resultar, sin embargo, muy precaria, tanto por los escasos 20 pesos de oro que cobró su maestro por la dirección y ejecución de las obras 101 , como porque dos años después ya no se contaba entre las fortalezas existentes en la isla Española 102 . Finalmente, el último de los maestros que mencionaremos es Juan de Borgoña, un albañil que en 1523 estaba afincado en la isla de Cuba 103 y que había laborado en la mayoría de las obras públicas de la ciudad de Santiago, siendo muy probable su trabajo en la fortaleza, hecho que por desgracia no hemos podido comprobar documentalmente. Igualmente, debió colaborar un viejo albañil, llamado Diego Núñez, que en 1540 era de los únicos que en esa isla sabía hacer "cal y teja" l(M . Pese a la parquedad con que se presentan las fuentes en lo que concierne a los canteros y albañiles que realizaron las fortificaciones, sí podemos concluir, tanto por los recintos defensivos que construyeron c o m o por lo que conocemos de sus orígenes peninsulares, que se trataba de maestros con técnicas muy arcaicas, aprendidas de generación en generación en sus respectivos núcleos, la mayoría rurales, de la geografía española.
B. La mano de obra: indios y negros Ya hemos afirmado que desde un primer momento se empleó al indio en las obras públicas antillanas, realizando las tareas más comunes de carreteros y picapedreros. Solía ser frecuente en los primeros años que en los repartimientos se señalasen indios para las obras públicas, como ocurrió, por ejemplo, en 1508, en que se mandó al gobernador frey Nicolás de Ovando y
" Real Cédula al gobernador Nicolás de Ovando, Salamanca, 15 de noviembre de 1505. AGI, Indiferente General 1203. w Información hecha por el cantero Alonso Conquero, vecino de las Garrovillas, Santo Domingo, 9 de diciembre de 1529. AGI, Indiferente General 1203, N 0 13. 100 AGI, Justicia 990, N.° 1, pieza 2 a . 101 Ibidem. 102 Martínez de Salinas: op. cil., p. 111. 101 Cargos y descargos del tesorero de la isla de Cuba, se inserta una cuenta de 1520. AGI, Contaduría 1052. 104 Información hecha por la villa de San Salvador del Bayamo, Santiago, 1 de marzo de 1540. AGI, Santo Domingo 124, N.° 26A.
U R B A N I S M O Y ARQUITECTURA EN LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS.
319
al tesorero Miguel de Pasamonte que señalasen "todos los indios que fueren menester" para trabajar en las obras de la fortaleza de Santiago (isla Española)105. Efectivamente, la utilización de mano de obra indígena en las obras públicas se dio desde el mismo momento en que Cristóbal Colón arribó a La Española, pues ya en la construcción del fortín Navidad colaboró el cacique Guacanagarí con muchos de sus indios, pues veía en esta fortaleza una posible protección frente a los indios caribes. Posteriormente sabemos que, entre 1506 y 1507, laboraron en la fortaleza de Santo Domingo los caciques "Yaguax, Caysedo y Manicautex y la cacica Leonor de Analiana", de quienes se decía que eran muy hábiles en el trabajo de albañilería 106 . Curiosamente se da la circunstancia de que hemos verificado la procedencia de estos aborígenes de la región de Xaragua, donde como es bien sabido se produjo el famoso alzamiento. Esta circunstancia parece indicar una especie de castigo que se pudo imponer sobre éstos al dedicarlos a la construcción, tarea que fue considerada con razón por Motolinía como la "séptima plaga" del aborigen' 07 . También Gonzalo de Guzmán, teniente de gobernador de Cuba, para la construcción de la fortaleza de Santiago repartió peonadas entre los vecinos, siempre en función de las posibilidades de cada uno, pues mientras unos tuvieron que prestar 5 aborígenes otros 8 e incluso 12108. En la isla de Jamaica, de forma similar a las demás Antillas Mayores, conocemos el trabajo de los indios en la fortaleza de Nueva Sevilla, llegando éstos a alcanzar un alto grado de destreza en su trabajo pues, unos años después, se solicitaron los mismos indios para hacer la iglesia, porque "el cacique que hizo la fortaleza de esa isla y su gente están diestros y mostrados en el hacer de la cal y ladrillo y en edificar porque ellos hicieron la fortaleza de esa isla..." 109 En momentos posteriores, debido a la caída demográfica tan drástica que sufrieron los aborígenes antillanos, la mano de obra dejó de ser india para ser primordialmente africana. Al igual que el indio, el esclavo africano se reclutò para trabajar en las obras públicas, bien mediante un reparto de peonadas entre los vecinos, o bien mediante una merced real para asignar a tal activi-
105 Real Cédula a Miguel de Pasamonte, Córdoba, 6 de octubre de 1508. AGI, Indiferente General 1961, L I, ff 83v-84. Real Cédula al gobernador frey Nicolás de Ovando, Córdoba, 6 de agosto de 1508. AGI, Indiferente General 1961, L. I, f. 84. IW ' Mira Caballos: El indio antillano..., p. 251. 107 Motolinía, fray Toribio: Historia de los indios de la Nueva España. México, Editorial Porrúa, 1990, pp. 16-17. 108 Juicio de Residencia que se hizo a Gonzalo de Guzmán. Pesquisa secreta, Santiago de Cuba, 1531. AGI, Justicia 52, N.° I, f. 24. 109 Real Cédula al gobernador y oficiales de la isla de Santiago, Madrid, 2 9 de enero de 1525. AGI, Contratación 5787, N.° 1, L. I, f. 36.
LAS ANTILLAS MAYORES,
320
1492-1550
dad un determinado número de ellos, como se hizo en 1541, cuando la Corona asignó para el trabajo en la fortaleza de Santo Domingo 40 esclavos negros" 0 . Por este motivo, cuando en 1545 el Rey ordenó echar de la isla Española a los esclavos berberiscos que en ella había, la Audiencia replicó que no se debía aplicar porque "ellos están casados y con hijos y que son oficiales de albañil y carpinteros y otros oficios muy provechosos a la población de la tierra..."" 1 A modo de conclusión, diremos que tanto el urbanismo como la arquitectura en las primeras décadas del siglo xvi estuvieron determinados por ese carácter espontáneo y experimental que tanto caracterizó a las Antillas. El traslado de la cuadrícula urbana y de los demás patrones de asentamiento vigentes en el solar peninsular no resultó tan fácil ni automático como se había pensado. Igualmente se desarrolló una arquitectura muy peculiar tomando c o m o base materiales efímeros de clara inspiración indígena, por un lado, y, por el otro, de un carácter eminentemente práctico. Pocos años después se inició una arquitectura donde primó un estilo gótico-mudejar, caracterizado por su escasa elevación y por sus reducidas dimensiones. Sin duda, todo ello motivado tanto por la presencia de huracanes como por la poca pericia de algunos de los primeros canteros y alarifes que trabajaron en las Antillas. Por lo demás, una vez transcurridas las primeras décadas, fue necesario sustituir los artesonados mudéjares por bóvedas, ya que pese a los bajos costes iniciales se supo que debido a la humedad del clima era necesario restaurarlos continuamente, con graves costos para los vecinos. Sin duda, las primeras edificaciones en La Española estuvieron condicionadas por la improvisación y por un carácter netamente medieval, lo cual no significa desde luego que excepcionalmente no existan importantes obras renacentistas en los primeros años, como, por ejemplo, el palacio de Diego Colón - q u e no obstante tiene también ciertos elementos medievales- o la portada plateresca de la catedral de Santo Domingo. Sin embargo, estas brillantes construcciones son precisamente las excepciones, porque ni se han conservado los edificios pajizos ni aquellos de manipostería o incluso de cantería realizados toscamente por maestros "poco astutos" - c o m o dicen los documentos de la é p o c a - , que además se tuvieron que enfrentar a factores climáticos, como los huracanes, totalmente desconocidos hasta entonces por ellos.
110
Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Santo Domingo, Sevilla, 29 de noviembre de 1541. AGI, Santo D o m i n g o 868, L. II, ff. I32v-I33v. ' " Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Santo Domingo, 29 de abril de 1545. AGI, Santo D o m i n g o 868, L. II, ff. 234-239.
U R B A N I S M O Y ARQUITECTURA EN LOS PRIMEROS ASENTAMIENTOS.
321
El resultado fue la construcción de unos edificios suigéneris de escasa altura, de espesos muros y contrafuertes y de unas ventanas que más parecían saeteras altomedievales. En unas fechas en las que en España se realizaba un gótico flamígero, en Santo Domingo se edificaban templos con elementos del primer período gótico e incluso con ciertas soluciones que recordaban al anterior estilo románico. Sin duda, las soluciones constructivas utilizadas por los españoles en los primeros años fueron más bien respuestas prácticas y funcionales a la realidad que encontraron al otro lado del océano.
LOS CABILDOS ANTILLANOS: ASPECTOS INSTITUCIONALES (1492-1542)
Q u é d u d a c a b e d e la i m p o r t a n c i a q u e han t e n i d o l o s c a b i l d o s e n el d e s a rrollo d e la v i d a diaria t a n t o d e E s p a ñ a c o m o d e H i s p a n o a m é r i c a . D e a h í q u e la h i s t o r i o g r a f í a a m e r i c a n i s t a h a y a h e c h o un g r a n h i n c a p i é e n su e s t u d i o n o s ó l o a n i v e l i n s t i t u c i o n a l , s i n o s o b r e t o d o e n el a n á l i s i s d e l o s g r u p o s d e p o d e r q u e e n e l l o s s e f o r m a r o n y q u e j u g a r o n un p a p e l d e c i s i v o e n la f o r m a c i ó n y e v o l u c i ó n d e la s o c i e d a d del N u e v o M u n d o 1 . C o n c r e t a m e n t e , el m u n i c i p i o i n d i a n o p u e d e s e r d e f i n i d o , e n p a l a b r a s d e M u r o O r e j ó n , c o m o " o r g a n i s m o s c o l e g i a d o s o c o r p o r a t i v o s q u e g o b i e r n a n las p o b l a c i o n e s tanto de e s p a ñ o l e s c o m o de indios y q u e se rigen por sus corresp o n d i e n t e s o r d e n a n z a s d a d a s por e l l o s m i s m o s a u n q u e a p r o b a d a s p o r el R e y o p o r s u s d e l e g a d o s , las a u t o r i d a d e s s u p e r i o r e s d e g o b i e r n o " 2 . E s t e C a b i l d o v a a tener e n c u a n t o a su estructura m u c h o s e l e m e n t o s t o m a d o s del C a b i l d o s e v i l l a no, al q u e c o n s t a n t e m e n t e s e h a c e a l u s i ó n e n l o s d o c u m e n t o s 3 . E n c u a n t o a su a c t i v i d a d , va a m o s t r a r s e c o m o un d e f e n s o r n o y a d e l o s i n t e r e s e s del p u e b l o s i n o d e l o s s u y o s p r o p i o s , al igual q u e l o s c o n c e j o s e s p a ñ o l e s d e a q u e l l a é p o c a 4 .
1
La historiografía sobre los cabildos es amplísima, sin embargo, no queremos dejar de mencionar tres obras clásicas que nos parecen claves para el estudio de esta institución. Avella Vives, Joaquín: Los cabildos coloniales. Madrid, 1934. Bayle, Constantino: Los cabildos seculares en la América Española. Madrid, 1952, y Ots Capdequí, José María: El régimen municipal hispano-americano del período colonial. Valencia, 1937. Para ver los trabajos más recientes, que cuentan a su vez con la bibliografía más actualizada sobre este aspecto, pueden consultarse: Martínez Ortega, María Isabel: Estructura y configuración socio-económica de los cabildos en Yucatán en el siglo xvui. Sevilla, 1993. González Muñoz, Victoria: cabildos y grupos de poder en Yucatán durante el siglo xvn. Sevilla, Diputación provincial, 1994. 2 Suñé Blanco. Beatriz: La documentación del Cabildo secular de Guatemala (s. xvi). Estudio diplomático y valor etnográfico. Sevilla, 1984, p. 44. 1 Por poner un ejemplo concreto, en una Real Cédula a la Audiencia de Santo Domingo se les especificó que el fiel ejecutor de la ciudad de Santo Domingo procediera en todo "como el fiel executor de Sevilla". Real Cédula al presidente y oidores de la Audiencia de Santo Domingo, Madrid, 30 de abril de 1547. AGI, Santo Domingo 868, L. 2, ff. 335v-336. 4 También las regidurías del concejo de Sevilla estaban monopolizadas en estas fechas por las familias Guzmán y Ponce de León que gobernaban de acuerdo con sus propios intereses. Suñé Blanco: op. cit.. p. 37.
324
LAS ANTILLAS MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
Pese a la extensa bibliografía existente sobre esta materia, podemos afirmar que no se ha realizado un estudio en profundidad sobre esta institución en el espacio antillano, a pesar de la importancia que tuvo en el desarrollo posterior de la institución en el continente. No debemos olvidar en este sentido que f u e en este m a r c o geográfico donde por primera vez se implantó, constituyendo pues los primeros experimentos de esta institución en las Indias Occidentales. Así, aunque c o m o es bien sabido se produjo un trasplante de la institución a las Antillas 5 , lo cierto es que se implantó con distintas variantes, ya que las circunstancias del Nuevo Mundo eran diferentes a las de España. Sin duda, la lejanía, la lenta comunicación y la enorme extensión de los nuevos territorios determinaron la introducción de elementos muy peculiares en estos primeros cabildos indianos. Por lo demás, hemos de señalar la gran dificultad con que nos hemos encontrado para estudiar este tema, ya que ni se han conservado la ordenanzas municipales de estas fechas ni tan siquiera los libros de actas capitulares. Pese a todo, en este trabajo intentaremos trazar su evolución histórica a nivel institucional.
1.
E L C A R Á C T E R O L I G Á R Q U I C O D E LA I N S T I T U C I Ó N
El Cabildo fue desde sus orígenes en el Nuevo Mundo una institución oligárquica. Así, aunque se ha hablado del Cabildo abierto como una "democrática institución de hondas raíces castellanas, que florece en el Nuevo M u n d o con fuerza propia..." 6 , lo cierto es que no fue así. Ya en un estudio monográfico publicado en 1957 sobre los concejos democráticos hispanoamericanos se reconoció que fueron pocas las veces en que funcionó el Cabildo abierto y que los aspectos democráticos que se podían observar en algunos artículos de la Recopilación de Leyes de Indias eran más aparentes que reales 7 . Posteriormente se han llevado a cabo otros estudios que han confirmado esta idea para diversas regiones indianas 8 . En este sentido, ya afirmó 5
Ots Capdequí: op. til., pp. 353 y ss. Domínguez Compañy, Francisco: La vida en laípequeñas ciudades hispanoamericanas de la conquista, 1494-1549. Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1978, p. 63. 7 Angulo y Pérez, Andrés: La democracia en los concejos municipales. Raíces de la democracia en América. La Habana, Editorial Selecta, 1957, pp. 8 y ss. Apenas conocemos unos pocos casos en que se dio el Cabildo abierto, como por ejemplo en Veracruz después de la llegada de Hernán Cortés. También en Panamá en las primeras décadas después de su fundación, los regidores eran elegidos por decisión popular cada tres años, aunque la Corona se reservaba la posibilidad de nombrar regidores perpetuos. Mena García, Carmen: La sociedad en Panamá en el siglo xvi. Sevilla, Diputación Provincial, 1984, p. 264. 8 En un estudio reciente se planteaba el carácter oligárquico del Cabildo de Santo Domingo desde sus mismos orígenes. Véase Rodríguez Morel, Genaro: Carlas del Cabildo de Sanio Domingo. Santo Domingo, Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español, 1999, pp. 15 y ss. 6
L o s C A B I L D O S ANTILLANOS: ASPECTOS INSTITUCIONALES ( 1 4 9 2 - 1 5 4 2 )
325
Lohmann Villena, refiriéndose a los cabildos de Lima, la necesidad que había de rechazar la idea de que los cabildos indianos supusieron una vuelta a los democráticos municipios de la reconquista 9 . Esta idea ha sido recientemente ratificada por Genaro Rodríguez Morel para el caso de los primeros cabildos de La Española, al afirmar que ninguno de estos surgió c o m o f r u t o de la decisión popular, sino impuestos por la élite 10 . Realmente, q u e r e m o s insistir que los pocos casos que se conocen de cabildos abiertos no son antillanos. Hasta tal punto es cierta esta afirmación que podemos decir que en este marco geográfico el Cabildo abierto fue algo totalmente inusual. No en vano, el Cabildo que se llevó en primera instancia a las Antillas y poco después a todo el continente americano no fue el altomedieval sino el oligárquico, pues, no debemos olvidar que, debido a la complejización de los problemas municipales, el Cabildo abierto había caído en desuso en la Castilla bajomedieval". Nosotros tan sólo h e m o s detectado un caso en el que observamos una cierta democratización de la institución capitular, es decir, en Cuba, donde tras las peticiones de la j u n t a de procuradores de 1528 se dispuso que los alcaldes ordinarios de la isla los eligiera el pueblo y no el propio Cabildo c o m o ocurría tanto en España c o m o en los demás territorios del Nuevo Mundo 1 2 . D i f í c i l m e n t e podía haber democracia en los cabildos cubanos durante la gobernación del despótico Gobernador Gonzalo de G u z m á n , quien en 1530 destituyó al procurador de los vecinos de la isla, Juan Barba, sin más justificación que el hecho de no ser de su agrado 13 . Pese a todo, al menos en 1535 seguía siendo popular la elección de los alcaldes ordinarios, a pesar de la oposición de la élite encomendera y cabildante, la cual se quejaba del inconveniente que suponía nombrar a personas "comunes y de poca suerte" como alcaldes ordinarios, que eran como "corregidores en España" 14 .
9 Lohmann Villena, Guillermo: "Los regidores del Cabildo de Lima desde 1535 hasta 1635", en Estudios sobre la ciudad Iberoamericana. Madrid, CSIC, 1975, p. 165. 10 Rodríguez Morel, Genaro: Carlas del Cabildo de la ciudad de Santo Domingo en el siglo xvi. Santo Domingo, Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español, 1999, p. 16. " García de Valdeavellano, Luis: Curso de historia de las instituciones españolas. Madrid, Alianza Universidad, 1986, p. 548. 12 Carta de Gonzalo de Guzmán a Su Majestad, Santiago, 15 de diciembre de 1535. AGI, Santo Domingo 124, N ° 2 1 . 13 Angulo y Pérez: op. cit., p. 10. 14 Ibidem. Por lo demás, conocemos otro caso cercano al del área antillana y es el de la isla de Cubagua, donde desde 1527 se dispuso que los alcaldes ordinarios fuesen e l e g i d o s por "votos de todos los vecinos y moradores cada un año..." Diez años después, es decir, en 1537, sabemos que todavía eran los alcaldes de elección popular. Carta de los vecinos de Nueva Cádiz de Cubagua a Su Majestad, Nueva Cádiz, 2 0 de febrero de 1537. AGI, Santo D o m i n g o 77, R. 4, N.° 97. Véanse algunas referencias sobre este caso de Nueva Cádiz de Cubagua en
326
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
L o q u e sí h u b o f u e u n a r e c l a m a c i ó n c o n t i n u a d e los vecinos de la isla para q u e los cabildos fuesen más democráticos sin que desde luego encontrasen e c o a l g u n o , ya q u e n o a g r a d a b a ni a las é l i t e s i n d i a n a s ni a la p r o p i a C o r o n a . Así, ya en 1518 los procuradores de La Española reunidos en Santo D o m i n g o reivindicaron la necesidad de q u e los regidores fuesen cadañeros, p o r q u e por el h e c h o de ser p e r p e t u o s tan sólo se p r e o c u p a b a n de su p r o p i o p r o v e c h o 1 5 . D i e z a ñ o s d e s p u é s , es decir, en 1528, los vecinos de la isla d e C u b a escribieron al Rey en este m i s m o sentido denunciando la "dominación y señorío" q u e sufrían por parte de los regidores perpetuos 1 6 . En cuanto a los alcaldes ordinarios pidieron q u e no fuesen elegidos por los regidores, ya q u e d e esta f o r m a " n o osan e j e c u t a r las penas a los regidores", q u e para c o l m o eran los q u e poseían los mejores repartimientos de indios 1 7 . Finalmente, en 1535 encontramos una nueva petición para que los cabildos se eligiesen popularmente. En este caso, la inciativa partió de la Audiencia de Santo D o m i n g o , pues, según informó, había muchos pueblos casi despoblados en la isla que casi no tenían regidores de nombramiento real. Por ello solicitaba q u e todos los años se juntasen los vecinos para elegir a sus autoridades 1 ". Tan sólo p o d e m o s explicar esta petición de la Audiencia - q u e c o m o las demás no f u e a t e n d i d a - por la e n o r m e rivalidad que mostró siempre con los poderosos capitulares del C a b i l d o de Santo D o m i n g o , pretendiendo desarticular de esta manera su control sobre el resto de las poblaciones de la isla. En definitiva, la idea q u e q u e r e m o s dejar bien clara antes de c o m e n z a r el estudio institucional del Cabildo antillano es que el Cabildo abierto fue algo tan e x c e p c i o n a l q u e no se p u e d e hablar en n i n g ú n caso de la existencia de una m a y o r libertad y d e m o c r a c i a en su c o n s t i t u c i ó n . La C o r o n a j a m á s vio con b u e n o s o j o s los cabildos abiertos en Castilla, ya que eran muy difíciles de controlar, cuanto m á s en las Indias d o n d e las distancias hacían que la relación de p o d e r fuese m u c h í s i m o más difícil' 1 '. El Cabildo antillano fue desde
B a y l e , C o n s t a n t i n o : " E l e c c i o n e s de los C a b i l d o s de I n d i a s " . Revista de Indias. N.° 3 7 - 3 8 . Madrid, 1949, p. 599. 15 Citado en Ramos, Demetrio: "Los Cabildos señoriales en la época de Colón", Revista de Historia del Derecho. N.° 5. Buenos Aires, 1977, pp. 235-236. 16 Carta de los p r o c u r a d o r e s de la isla de C u b a , 1528. AGI, Patronato 178. R. 10. Expediente de la reunión de procuradores de la isla de Cuba. 5 de marzo de 1528. AGI, Patronato 172. R. 29. 17 C o m o ya hemos comentado, los procuradores de Cuba no consiguieron que los regidores f u e s e n c a d a ñ e r o s , pero sí que los alcaldes ordinarios f u e s e n n o m b r a d o s por el pueblo. Real Cédula al j u e z de residencia o gobernador de la isla de Cuba, Toledo, 6 de noviembre de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 13, ff. 430v-431. 18 Carta de la Audiencia de Santo D o m i n g o a Su Majestad, Santo Domingo. 12 de octubre de 1535. AGI. Santo D o m i n g o 49, N.° 6, R. 41 A. '" Precisamente por esc motivo el tratamiento de estos cabildos abiertos en la Recopilación de leyes de Indias es muy escaso, limitándose a dos leyes. Recopilación de leves de Indias. Lib. IV, Tit. II, ley 2 y Lib. IV, Tit. X, ley 3.
L o s C A B I L D O S ANTILLANOS: ASPECTOS INSTITUCIONALES ( 1 4 9 2 - 1 5 4 2 )
327
sus primeros tiempos el mismo Cabildo oligárquico que estaba radicado en la España de los Reyes Católicos.
2. ESTRUCTURA DE LOS CABILDOS ANTILLANOS
Realmente resulta complidado saber con certeza el número de personas que integraron los cabildos antillanos, ya que, por desgracia, no se han conservado las actas capitulares. No obstante, en este epígrafe intentaremos reconstruirlos basándonos en la fragmentaria documentación conservada en el Archivo General de Indias. Las ordenanzas, que podrían definirse, de acuerdo con Aznar Vallejo, como las "normas de derecho local" propias de cada Cabildo 20 , eran elaboradas o al menos revisadas anualmente por los cabildos respectivos 21 . Salvo los regidores y los escribanos que eran, como veremos posteriormente, de n o m b r a m i e n t o real y a perpetuidad, el resto de los oficios del Cabildo, como el fiel ejecutor, el mayordomo, el procurador, el alcalde ordinario, etc., los solían desempeñar alternativamente el mismo grupo de personas, que casi siempre resultaban ser paniaguados de los regidores. Así pues, no es infrecuente encontrar personas que han servido sucesivamente los cargos de alcalde ordinario, procurador y mayordomo 2 2 . En líneas generales, el Cabildo antillano estuvo compuesto por un número oscilante de regidores, que iban desde los dos a los ocho, uno o dos alcaldes ordinarios, un escribano, un procurador, un fiel ejecutor, un alguacil y un pregonero. Normalmente se reunía el Cabildo una vez al día y, al menos en el caso de Santo Domingo, por la tarde 23 . En dicho Cabildo sólo tenían derecho a voto los alcaldes ordinarios y los regidores. En ocasiones también el escribano podía ejercer este derecho. El fiel, en cambio, no tenía derecho al
20 Aznar Vallejo, Eduardo: La integración de tas islas Canarias en la Corona de Castilla í 1478-1526). Aspectos administrativos, sociales y económicos. Madrid, Secretariado de publicaciones de la Universidad de la Laguna, 1983, p. 48. 21 Por ejemplo, los regidores de la villa de San Germán en la isla de San Juan declararon que "cada un año hace el dicho Cabildo las ordenanzas que les parece para el buen regimiento de la dicha villa". Real Cédula a los oficiales de la isla de San Juan, Valladolid, 17 de mayo de 1527. AGI, Indiferente General 421, L. 12. ff. 92-92v. 22 Así lo declararon varios vecinos de Santo Domingo de Manuel de Illanes y García de Villadiego, que supuestamente ocuparon sucesivamente los tres oficios. Información hecha a petición de Manuel de Illanes, Sevilla, 18 de agosto de 1540. AGI, Indiferente General 1206, N.° 42. Asimismo en el juicio de residencia tomado a las justicias de Santo Domingo en 1544 se hace mención a un García de Aguilar del que se decía "que antes que tuviese la vara de alcalde había sido mayordomo". AGI, Justicia 62. 23 Juicio de residencia a las justicias de Santo Domingo, 1544. Declaración del testigo Juan Ruiz a la pregunta N.° 3 de la pesquisa secreta. AGI, Justicia 62.
L A S ANTILLAS MAYORES,
328
1492-1550
voto aunque asistía al Cabildo a hacer relación de las cosas que convenía proveer. Una vez transmitida esta comunicación era invitado por los demás miembros a abandonar la sala capitular 24 . En las páginas que vienen a continuación nos o c u p a r e m o s con cierto detenimiento de cada uno de los cargos que estaban relacionados con el Cabildo antillano.
A. Los
regidores
Los regidores no fueron en ningún momento elegidos por el pueblo, de ahí que nunca defendiesen más intereses que los suyos propios 25 . El nombramiento fue siempre real, mediando previamente una propuesta por parte del interesado. Los requisitos mínimos exigidos eran lo siguientes: uno, ser vecino; dos, tener más de 25 años; tres, saber leer y escribir, y cuatro, poseer una fortuna que le permitiese vivir sin dedicarse a oficios serviles. Era muy recomendable haber desempeñado con anterioridad algún cargo en el Cabildo, tales como procurador, fiel o alcalde ordinario, pues era uno de los méritos que solían destacar en sus informaciones aquellos que solicitaban una regiduría 26 . Una vez que se enviaba la Real Provisión de nombramiento, el Cabildo se reunía y en sesión solemne recibía al nuevo regidor y le tomaba juramento 27 . Tan sólo durante el mandato de frey Nicolás de Ovando fue consentido que el propio gobernador eligiese los cuatro regidores y dos alcaldes de entre una lista de o c h o regidores y cuatro alcaldes que escogían los regidores salientes. Sin embargo, se trató de una concesión excepcional que la Corona no consintió a sus sucesores en la gobernación 2 ". Así, Diego Colón, que quiso
24 Juicio de residencia a las justicias de Santo Domingo, 1544. Declaración de Juan Mosquera a la pregunta 24 de la pesquisa secreta. AGI,justicia 62. 25 Lohman Villena ha dicho en este sentido: "Si los regidores hubiesen sido efectivamente designados por el común, es claro que ostentarían la representación del sector popular, pero al no emanar su investidura de esa delegación de poderes, es también evidente que no eran personeros de la masa y, por tanto, desaparece toda vislumbre de participación del pueblo por este conducto en las tareas y funciones de interés colectivo". Lohman Villena: op. cit., p. 164. 26 Por poner un ejemplo concreto, Alonso de Lugo en la información que hizo para conseguir la regiduría de San Juan de la Maguana, los méritos que alegó fueron que era persona honrada y que "los más de los años le han elegido por alcalde de la dicha villa". Sus alegaciones debieron resultar suficientes, pues, el 27 de noviembre de 1538, se le expidió el título de regidor. Real Provisión al Cabildo de San Juan de la Maguana, 27 de noviembre de 1538. AGI, Santo Domingo 28, N.° 5. 27 C o m o ejemplo, puede verse lo referido a la toma de posesión de Francisco Fernández de Talavera en el Cabildo de San Germán de la isla de San Juan. Real Cédula al Cabildo de San Germán, Valladolid, 5 de febrero de 1515. AGI, Contratación 5089, ff. 16v-17. 28 El propio Rey Católico reconoció que le dio excesivos poderes a frey Nicolás de Ovando para que pusiese orden en la isla "que estaba toda alzada y perdida y sin ningún provecho..."
L o s CABILDOS ANTILLANOS: ASPECTOS INSTITUCIONALES ( 1 4 9 2 - 1 5 4 2 )
329
continuar con esta práctica, fue reprimido por la Corona en la sentencia de Sevilla del 17 de junio de 1511, quedando claro que el poder de elegir regidores sólo correspondía a Sus Altezas 2 9 . Pese a la sentencia de Sevilla, el Almirante Diego Colón pretendió mantener esta prerrogativa 30 , sin embargo, no tardó en perder su cargo de gobernador y desde luego la prerrogativa de nombramiento de alcaldes y regidores. Por tanto, los regidores fueron siempre, salvando el período de Ovando señalado en las líneas precedentes, de nombramiento real, eligiendo los regidores salientes a los entrantes para a continuación ser confirmados por el Rey. De esta forma, los cabildos se convirtieron pronto, como se ha escrito, en una auténtica "behetría de compadres" 31 . El número de regidores ya hemos dicho que varió enormemente fundamentalmente dependiendo de la población de cada villa o lugar. En la Recopilación de Leyes de Indias se establecían doce regidores para las ciudades principales y seis para el resto de las localidades 32 , sin embargo, en las Antillas en estas fechas ningún Cabildo superó la cantidad de ocho regidores, aunque el mínimo sí que llegó a ser hasta de uno sólo. Así, por ejemplo, Santo Domingo, que en 1503 tan sólo contaba con cuatro regidores, en 1528 tenía tan sólo seis, es decir los cuatro oficiales - e l factor Juan de Ampiés, el contador Alonso Dávila, el tesorero Esteban de Pasamonte, el alcaide de la fortaleza Francisco de Tapia-, el licenciado Antonio Serrano y Juan Mosquera33. En cambio, por las mismas fechas, en Puerto Rico había ocho regidores, por lo que el mismo concejo manifestó su idea de rebajarlos a seis cuando
Mira Caballos, Esteban: El indio antillano: repartimiento, encomienda y esclavitud (14921542). Sevilla, Muñoz Moya Editor, 1997, p. 100. 29 Concretamente se decía así en esta sentencia: "Que a Sus Altezas pertenece el nombramiento y provisión de los regidores y jurados y fieles y procuradores y otros oficios de gobernación de las dichas islas y que deben ser perpetuos..." Citado en Ramos: op. cit., p. 2 2 6 . 10 Carta de la Audiencia de Santo Domingo a Su Majestad, Santo Domingo, 2 2 de febrero de 1513. AGI, Patronato 174, R. 1. 11 Gutiérrez del Arroyo, Isabel: Conjunción de elementos del medioevo y la modernidad en la conquista v colonización de Puerto Rico. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1974, p. 3 4 . , 2 Recopilación, Lib. IV, Tit. IX, Ley 2. " Expediente de la ciudad de Santo Domingo, Santo Domingo 1528. AGI, Patronato 172, R. 36. No es de extrañar tan corto número de regidores que en realidad fue frecuente en las primeras décadas habida cuenta de su poca población. Por poner un ejemplo de una zona relativamente afín a las Antillas, c o m o es el área panameña, podemos decir que tanto en esta capital c o m o en la localidad de Nata el número de regidores fue en un principio de seis aumentando con el paso de los años. Concretamente, en las actas de fundación de Nata (Panamá), los vecinos eligieron doce regidores y cuatro alcaldes para que el gobernador designase los seis regidores y dos alcaldes que formarían el cuerpo básico de la corporación municipal. Mena García, M.* del Carmen: La sociedad en Panamá en el siglo xvi. Sevilla, Diputación Provincial, 1984, p. 259.
330
L A S ANTILLAS MAYORES.
1492-1550
f u e r e n v a c a n d o 3 4 . L a i d e a n o f u e a c e p t a d a p o r la C o r o n a , q u e veía en las r e g i d u r í a s u n a b u e n a f o r m a de r e c o m p e n s a r por los s e r v i c i o s p r e s t a d o s a m u c h o s e s p a ñ o l e s sin d e s e m b o l s a r f o n d o s de su erario, de ahí q u e dictamin a s e q u e se a c o g i e s e n c o m o n u e v o s r e g i d o r e s a A l o n s o d e la F u e n t e p o r " v a c a c i ó n " de Nicolás F a j a r d o y a Miguel de Castellanos por Diego de Villalobos». En el punto opuesto conocemos el caso de la villa de Azúa, donde en t o m o a 1530 no había más que "un regidor nombrado por Vuestra Majestad", por lo que el 13 de noviembre de 1533 se proveyó a Antonio de Villarreal c o m o nuevo regidor para que al menos hubiese dos 36 . Probablemente en esta pequeña localidad, que por estos años contaba con tan sólo treinta o cuarenta vecinos suponemos q u e las decisiones de uno o dos regidores no debían tener ningún vigor si no estaban sancionadas por el resto de los vecinos. En estos casos concretos es donde p u d o darse de alguna manera los llamados cabildos abiertos. En las capitales de cada isla, cuatro oficiales reales ostentaban siempre el título de regidores, es decir, el factor, el contador, el tesorero y el veedor o el alcaide de la fortaleza, pese a la oposición que hubo en todo m o m e n t o . Así, por e j e m p l o , en 1535 el C a b i l d o d e P u e r t o R i c o debió suplicar a C a r l o s V que no fuesen regidores los oficiales de la isla, petición q u e no prosperó por la pronta actuación de éstos, q u e r á p i d a m e n t e escribieron al Rey i n f o r m á n dole del m e n o s c a b o q u e supondría esta nueva medida para los intereses reales 37 . Pese a todo, el cargo de regidor nunca f u e intrínseco al n o m b r a m i e n t o de regidor, pues, no en vano, solían transcurrir algunos meses entre el n o m b r a m i e n t o c o m o oficial real y c o m o regidor 3 *. Incluso p o d í a ocurrir que se n o m b r a s e un nuevo oficial real y no hubiese ninguna regiduría Yacante, c o m o o c u r r i ó c o n D i e g o C a b a l l e r o , q u e s u c e d i ó en el c a r g o de c o n t a d o r de La Española a Gil G o n z á l e z Dávila en 1527 y no había ningún puesto de regidor v a c a n t e , p o r lo q u e la C o r o n a p i d i ó q u e en a u s e n c i a de c u a l q u i e r r e g i d o r pudiese entrar en él "con voz y voto". A continuación reproducimos parcialm e n t e el texto que nos parece muy representativo:
14 Real P r o v i s i ó n al C a b i l d o d e P u e r t o R i c o . M o n z ó n , 5 de junio d e 1528. A G I . I n d i f e r e n t e G e n e r a l 4 2 1 . L. 13, ff. I 6 8 v - I 6 9 v .
" R e a l C é d u l a al C a b i l d o d e P u e r t o R i c o , M o n z ó n . 5 d e j u n i o d e 1528. A G I . I n d i f e r e n t e G e n e r a l 4 2 1 , L. 13, ff. I 6 8 v - 1 6 9 v . Real C é d u l a al C a b i l d o d e P u e r t o R i c o , M o n z ó n . 5 d e j u n i o d e 1528. A G I . I n d i f e r e n t e G e n e r a l 4 2 1 , L. 13, ff. I 7 0 - I 7 0 v . R e a l P r o v i s i ó n d a d a a A n t o n i o d e V i l l a r r e a l . 13 d e n o v i e m b r e d e 1 5 3 3 . A G I . S a n t o D o m i n g o 2 8 , N.° 4. 17 C a r t a d e B a l t a s a r d e C a s t r o y J u a n d e C a s t r o a Su M a j e s t a d . P u e r t o R i c o . 2 9 d e a g o s t o d e 1536. A G I , S a n t o D o m i n g o 166, ff. 1 5 2 - 1 5 3 . A s í A l o n s o d e la T o r r e f u e n o m b r a d o t e s o r e r o d e la E s p a ñ o l a el 3 0 d e j u l i o de 1535 y el 7 d e a g o s t o del m i s m o a ñ o r e g i d o r p e r p e t u o d e S a n t o D o m i n g o . Real P r o v i s i ó n a A l o n s o d e la T o r r e , M a d r i d . 3 0 d e j u l i o d e 1 5 3 5 . A G I , C o n t r a t a c i ó n 5 0 9 0 , L. 1, ff. 3 - 4 . R e a l P r o v i s i ó n al C a b i l d o d e S a n t o D o m i n g o , M a d r i d , 7 d e a g o s t o d e 1535. A G I . C o n t r a t a c i ó n 5 0 9 0 , L. 1, ff. 4 - 5 .
L o s C A B I L D O S ANTILLANOS: ASPECTOS INSTITUCIONALES ( 1 4 9 2 - 1 5 4 2 )
331
Que Diego Caballero, vecino de esa ciudad fue nombrado contador por renunciación de Gil González Dávila y como sabéis todos los nuestros oficiales son regidores y al presente a causa de no haber ninguno de aquellos oficios vacos no ha habido lugar de le proveer. En adelante en ausencia de cualquiera de los regidores entre en el Cabildo con voz y voto... 39 E n el c a s o de L a E s p a ñ o l a , el t e s o r e r o n o s ó l o a c u m u l a b a el c a r g o d e regidor perpetuo de Santo D o m i n g o sino también la alcaidía de la fortaleza de C o n c e p c i ó n d e la Vega. Así, p o r e j e m p l o , t a n t o M i g u e l de P a s a m o n t e , c o m o su s o b r i n o E s t e b a n de P a s a m o n t e y el s u c e s o r en el c a r g o d e éste, A l o n s o de la Torre, ostentaron esta alcaidía 4 0 . En casos concretos en los que la mayoría de los regidores estaban ausentes, se ingeniaron diversos m e c a n i s m o s para nombrar regidores interinos. El m á s c o m ú n f u e q u e la C o r o n a d e s i g n a s e una p e r s o n a para q u e e j e r c i e r a el c a r g o de regidor tan sólo c u a n d o hubiese alguna ausencia y en igualdad de c o n d i c i o n e s con los d e m á s . Ya h e m o s visto q u e este f u e el c a s o d e D i e g o C a b a l l e r o en S a n t o D o m i n g o , p e r o t a m b i é n en P u e r t o R i c o se o r d e n ó al C a b i l d o que c u a n d o faltase alguno de sus m i e m b r o s se llamase a F r a n c i s c o de Alvarado para q u e "entre en el Cabildo de esa dicha ciudad y tenga voz y voto c o m o nuestro regidor de ella y durante ese t i e m p o tenga todas las gracias y preeminencias'"". Esta solución era muy del agrado de la Corona, q u e controlaba totalmente las regidurías de los cabildos. M e n o s g u s t a b a , t a n t o a las p r o p i a s élites locales c o m o a la C o r o n a , el n o m b r a m i e n t o de regidores provisionales por parte de la A u d i e n c i a , c o m o ocurrió en 1535 en C o n c e p c i ó n de la Vega. El propio Chantre de la catedral escribió al Rey informándole del perjuicio que causaba la Audiencia al n o m brar - s i n tener poder para e l l o - regidores interinos " q u e ninguna cualidad en este cargo ha e x a m i n a d o ni tenido respeto al bien de m u c h o s por hacer honra a uno" 4 2 . Y, f i n a l m e n t e , c i t a r e m o s el c a s o del C a b i l d o de N u e v a C á d i z de C u b a g u a , pese a no ser antillana, donde eran los propios regidores y alcaldes o r d i n a r i o s los q u e e l e g í a n a los r e g i d o r e s i n t e r i n o s en c a s o d e p r o d u c i r s e
w
Real Cédula al Cabildo, justicias y regidores de Santo Domingo, Valladolid, 17 de m a y o de 1527. AGI, Indiferente General 421, L. 12, ff. 83-83v. 40 La alcaidía de Concepción fue concedida a Miguel de Pasamonte en 1508. estando desde entonces en manos de los tesoreros de la isla, al menos durante la primera mitad del siglo xvi. Sus sucesores en el cargo, Esteban de Pasamonte y Alonso de la Torre, tuvieron de forma aneja al cargo la alcaidía de C o n c e p c i ó n de la Vega así c o m o un regimiento en la ciudad de Santo Domingo. 41 Real C é d u l a al C a b i l d o , justicias y regidores de Puerto Rico, M o n z ó n , 30 de j u n i o de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 13, ff. 2 4 0 v - 2 4 l . J: Carta del Chantre de la catedral de Concepción de la Vega, Concepción, I de noviembre de 1535. AGI, Santo D o m i n g o 95. R. l . d o c . 12.
L A S A N T I L L A S MAYORES, 1 4 9 2 - 1 5 5 0
332
alguna vacante, aunque, por supuesto, siempre a la espera de que el Rey nombrase al regidor definitivo 43 . Estos oficios de regidor no reportaban beneficios económicos directos, aunque sí un gran prestigio social y unos privilegios que proporcionaban una buena plataforma desde la que hacer grandes negocios. Pese a que en líneas ' generales Bayle afirmó que los regidores cobraban sueldos 44 , lo cierto es que nosotros no hemos podido verificar tal circunstancia para las Antillas. En este marco geográfico, los regidores no cobraron salario alguno salvo en unos años muy concretos y de una forma casi simbólica en Santo Domingo. En esta localidad los miembros del Cabildo solicitaron que a cada regidor se le hiciese "merced" de cien fanegas de sal y dos docenas de "capones", ya que tenían muchas costas en una tierra tan nueva y no tenían salario como lo tenían los regidores de Castilla 4 5 . Poco tiempo después se les concedió a cada regidor doce fanegas de sal y 2.000 maravedís, que cobraron desde 1541 46 . Nuevamente, en 1547 reivindicaron un salario más digno, ya que con los 2.000 maravedís y las doscientas fanegas de sal decían que no se podían mantener y tal petición fue aceptada por el Rey, aunque desconocemos el salario que percibieron a partir de este año 47 .
B. La justicia
ordinaria
En casi todas las villas y ciudades de las Antillas existían dos alcaldes ordinarios, que entendían en primera instancia en los casos de justicia. Salvo en el caso ya citado del gobierno de frey Nicolás de Ovando, donde los elegía el propio gobernador de una lista de cuatro propuestos por los regidores, lo normal era que fuesen cadañeros y elegidos por los regidores, siendo meros títeres de éstos. Normalmente, y dado el amiguismo que tenían con los regidores, solían ser reelegidos una y otra vez, bajo la excusa de que lo "servían bien", alternando a veces con el cargo de alcalde de hermandad, pues en Santo Domingo algunos alcaldes estaban "un año y dos años y tres y más... Y Vasco de Tiedra lo fue año y medio y otros dos años y Andrés de Velosa, Benito de
45
Real Cédula al Cabildo de Nueva Cádiz de Cubagua, Madrid, 30 de diciembre de 1533. AGI, Santo Domingo 1121, L. 3, ff. 49v-50. 44 Bayle: Cabildos seculares.... p. 187. 45 Real Cédula al Obispo y presidente de la Audiencia Fuenmayor. Toledo, 18 de abril de 1539. AGI, Santo Domingo 95, R. I,N.° 15. 46 Real Cédula a los regidores de Santo Domingo, Talavera, 11 de enero de 1541. AGI, Santo Domingo 868, L. 2, ff. I3v-I4v. 47 Real Cédula a los oidores de la Española, Madrid, 22 de marzo de 1547. AGI, Santo Domingo 868, L. 2, ff. 330v-331.
L o s CABILDOS ANTILLANOS: ASPECTOS INSTITUCIONALES ( 1 4 9 2 - 1 5 4 2 )
333
Astorga, Antonio Meléndez y Alonso de la Peña fueron por dos años..." 48 Sin embargo, estaba claro que detrás de esta situación se escondían ciertas irregularidades, pues, según denunciaron algunos vecinos de Santo Domingo, el capitán de la Peña y Vasco de Tiedra fueron varios años nombrados alcaldes y otras alcaldes de hermandad "no mirando a otras personas honradas", por lo cual "la ciudad ha murmurado" de los regidores que fueron además reprendidos por los oidores 49 . Así, en el caso de la isla de San Juan, el Rey llegó a ser informado de las irregularidades en las que incurrían los alcaldes de esta isla, según podemos observar en el texto que reproducimos parcialmente a continuación: Que los alcaldes ordinarios son cadañeros y muchas veces amigos de los que incurren y pasan las dichas ordenanzas y a unos por pasión castigan más de lo que conviene merecen y a otros dejan por los respetos que ellos quieren y dan causa...50 Asimismo, se quejaban en la isla de San Juan de que los alcaldes ordinarios, al ser sustituidos anualmente, no ponían en práctica las ordenanzas municipales 51 . Tan sólo en el caso de la isla de Cuba existía tradicionalmente otra forma de elección, a saber: se echaban cinco papeles en un cántaro con cinco nombres, dos elegidos por el pueblo, dos por el regimiento y uno por el teniente de gobernador, y de ahí se sacaban los dos alcaldes 5 2 . Desde 1530 el Rey cosintió que los alcaldes fuesen nombrados por el pueblo, con gran oposición por parte tanto del teniente de gobernador como de las élites locales, pues, según decían, nombraban a personas que no sabían leer ni escribir y otras veces al "sastre y al carnicero y a otras personas semejantes" 5 3 . Esta situación de elección popular no sabemos exactamente cuándo fue abolida, pero creemos que tras 1533, en que la presión al Rey se hizo insoportable. Así pues, podemos decir que en líneas generales la elección la hacía el regimiento tan sólo con la excepción de Cuba, donde al menos entre 1530 y 1533 fue de elección popular.
48
Juicio de residencia a las justicias de Santo Domingo, 1544. AGI, Justicia 62. ' Juicio de residencia tomado a las justicias de la isla Española por el licenciado Cerrato, Santo Domingo, 1544. AGI, Justicia 62. 50 Real Cédula a los regidores de Puerto Rico y San Germán, Monzón, 5 de junio de 1528. AGI, Indiferente General 421, L. 13, ff. I45145v. 51 Murga, Vicente: Historia documental de Puerto Rico, T. I. Río Piedras, Editorial Plus Ultra, 1956, p. 176. 52 Real Cédula al lugarteniente de gobernador de la isla de Cuba, Monzón, 3 de octubre de 1533. AGI, Santo Domingo 1121.L. l , f f . 174v-175. 53 Ibidem. Real Cédula al teniente de gobernador, Madrid, 26 de mayo de 1536. AGI, Santo Domingo 1121, L. 2, ff. 75-76v. 4(
334
L A S ANTILLAS MAYORES,
1492-1550
La labor de estos alcaldes ordinarios era velar por el c u m p l i m i e n t o de la legalidad, teniendo p o d e r para j u z g a r delitos poco graves en primera instancia i m p o n i e n d o las multas correspondientes. Los alcaldes estaban obligados a p o s e e r el l l a m a d o "libro de c o n d e n a c i o n e s " , donde estaban asentadas los n o m b r e s de las personas multadas así c o m o la cuantía percibida 5 4 . Era oblig a c i ó n d e los a l c a l d e s r e c i b i r d i a r i a m e n t e relación de los pleitos y visitar varios días a la s e m a n a la c á r c e l " . Concretamente, varios testigos presentados en un j u i c i o de residencia, f e c h a d o en 1544, declararon que los alcaldes ordinarios de Santo D o m i n g o , Juan M o s q u e r a y Lope de Bardecí, tenían fijados c o m o días para visitar la cárcel "el martes, jueves y sábado, pero luego van todos los días, salvo c u a n d o no tienen presos" 5 6 . A veces, j u n t o a estos d o s alcaldes ordinarios, había un alcalde de herm a n d a d que se encargaba de la justicia en el medio rural, debiendo visitar las minas - s i las había en su t é r m i n o - y las estancias. Concretamente, en Santo D o m i n g o s a b e m o s q u e en la d é c a d a de los treinta habían sido a l c a l d e s de h e r m a n d a d Vasco de T i e d r a y el capitán de la Peña a l t e r n a t i v a m e n t e , Juan M o s q u e r a en 1542 y 1543 y Luis Guerra lo era en 1544 57 . En realidad, había en estos años tres alcaldes, dos ordinarios y uno de hermandad, con f u n c i o nes q u e no se diferenciaban m á s que los dos primeros actuaban en el núcleo poblacional y el otro en el m e d i o rural. De hecho, eran los m i s m o s alcaldes o r d i n a r i o s los q u e en d e t e r m i n a d o s años salían elegidos c o m o a l c a l d e s de hermandad. En el r e s t o de La E s p a ñ o l a y en las d e m á s islas a n t i l l a n a s , d o n d e n o h e m o s detectado la presencia de los alcaldes de hermandad, eran los propios alcaldes ordinarios los que se encargaban de impartir justicia en primera instancia en el m e d i o rural. Por este motivo, entre las obligaciones de los alcaldes ordinarios de la villa de San Salvador del B a y a m o en Cuba figuraba la de visitar "las minas y estancias de su término" 5 ". En c u a n t o a la r e m u n e r a c i ó n , s a b e m o s que tenían un salario fijo más un arancel por cada auto llevado a cabo, a u n q u e éste debió ser diferente d e p e n d i e n d o de la f e c h a y de c a d a isla o villa 5 9 . E v i d e n t e m e n t e , tanto el salario
54
En casi todos los juicios de residencia llevados a cabo a sobre las justicias de las islas se solía preguntar si habían tenido el libro de las condenaciones los alcaldes ordinarios. Véase por ejemplo el juicio de residencia a los alcaldes ordinarios, justicias y regidores, alguaciles mayores y demás justicias de Santo Domingo, por el licenciado Cerrato, Santo Domingo, abril de 1544. AGI, Justicia 62. 55 Ibidem. 56 Juicio de residencia tomado a las justicias de Santo Domingo, 1544. AGI, Justicia 62. 57 Ibidem. 58 Real Cédula al lugarteniente de gobernador de la isla de Cuba, Monzón, 3 de octubre de 1533. AGI, Santo Domingo 1121, L. 1, f. 175. 5