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Spanish; Castilian Pages 210 [209] Year 2020
La voz armada del soldado español Alonso de Medina (1549) Diálogos y cartas Estudio preliminar y edición de Rosario Navarro Gala
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El Fuego Nuevo. Textos Recobrados 14 Signo del renacimiento del sol y de la continuidad del mundo, el ritual mesoamericano del Fuego Nuevo funge aquí como metáfora de la recuperación de textos literarios virreinales y latinoamericanos injustamente caídos en el olvido, de difícil acceso o disponibles solo en antiguas ediciones. Obras y títulos inéditos, raros, olvidados y no canónicos, producciones de rango efímero, que no han entrado dentro del canon literario consensuado, que se consideraron escritura menor o que por sus dimensiones o su brevedad no parecían objeto de una edición crítica habitual. En cuidadas ediciones críticas, precedidos de completos estudios introductorios, los textos recobrados en El Fuego Nuevo aparecen bajo una actualizada y necesaria luz. Dirección Esperanza López Parada Comité editorial Carmen Bernand (Université Paris Nanterre) / Vittoria Borsò (Universität Düsseldorf) / Ivan Boserup (Det Kongelige Bibliotek) / Carlos Cabanillas Varela (Universitetet i Tromsø) / Sara Castro-Klarén (Johns Hopkins University) / Rodolfo Cerrón-Palomino (Universidad Católica del Perú) / María Augusta da Costa Vieira (Universidade de São Paulo) / Caroline Egan (University of Cambridge) / José María Enguita (Universidad de Zaragoza) / Judith Farré (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) / Paul Firbas (Stony Brook University) / Margo Glantz (Universidad Nacional Autónoma de México) / Roberto González Echevarría (Yale University) / César Itier (Institut National des Langues et Civilisations Orientales, CNRS) / Karl Kohut (Katholische Universität Eichstätt-Ingolstadt) / Almudena Mejías Alonso (Universidad Complutense de Madrid) / Julio Ortega (Brown University) / Sonia Rose (Université de Toulouse) / Carmen Ruiz Barrionuevo (Universidad de Salamanca) / Ana Vian Herrero (Universidad Complutense de Madrid) / Martina Vinatea (Universidad del Pacífico, Lima)
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La voz armada del soldado español Alonso de Medina (1549) Diálogos y cartas Estudio preliminar y edición de Rosario Navarro Gala
Ibero am ericana - Ver vuer t - 2020
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El presente libro se publica dentro del Proyecto de Investigación I+D del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia del Ministerio de Economía y Competitividad: “En los bordes del archivo: escrituras periféricas en los virreinatos de Indias”, FFI2015-63878-C2-1-P. «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www. conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)» Derechos reservados De esta edición © Iberoamericana, 2020 Amor de Dios, 1 — E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es © Vervuert, 2020 Elisabethenstr. 3-9 — D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-091-5 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96456-889-2 (Vervuert) ISBN 978-3-96456-890-8 (e-book) Depósito legal: M-6695-2020 Diseño de cubierta: Marcela López Parada The paper on which this book is printed meets the requirements of ISO 9706 Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro Impreso en España
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A la memoria de Alonso de Medina, “por desir (…) las verdades”
Para mis siempre niñas, M.ª José y Gala
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Índice
Prólogo.................................................................................................................................. 11 VIII. Estudio introductorio ................................................................................................. 15 1.1 El soldado español Alonso de Medina..................................................................... 15 1.2 Los documentos de Alonso de Medina.................................................................... 31 1.3 Los diálogos de Medina: lengua y retórica al servicio de un afán.............................. 49 1.4 El español de Alonso de Medina: ¿variación dialectal o nivelación?.......................... 65 1.5 Algunas consideraciones finales............................................................................... 73 Bibliografía............................................................................................................................ 79 VIII. Los manuscritos de Alonso de Medina......................................................................... 89 2.1 Descripción de los manuscritos editados................................................................. 89 2.2 La edición de 1964................................................................................................. 91 2.3 Criterios de nuestra edición.................................................................................... 92 VIII. Edición de los manuscritos de Alonso de Medina......................................................... 95 3.1 Diálogos................................................................................................................. 97 3.2 Cartas..................................................................................................................... 143 IIIV. Apéndice 1. Indigenismos quechuas y aimaras. Por Rodolfo Cerrón-Palomino............ 185 IIIV. Apéndice 2. Grafías para los fonemas /r/ y /r¯/.............................................................. 189
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IIVI. Apéndice 3. AGI, Carta de petición de Luis de Lara..................................................... 191 IVII. Láminas....................................................................................................................... 201 VIII. Índices......................................................................................................................... 207
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Prólogo El intento de reconstrucción del pasado, la recontextualización de los documentos que sometemos a estudio, es una tarea imprescindible que debe realizar todo filólogo para que los datos obtenidos no queden en una mera recopilación. Esto lleva, obligatoriamente, a acercarse a otras disciplinas. Para la historia del español, y más concretamente del español que llegó y se asentó con las gentes que lo hablaban en el Nuevo Mundo, es inexcusable, además, el trabajo en los archivos, pues de ellos extraemos la fuente principal que ha de servir para aproximarnos a la historia y evolución de nuestra lengua: los manuscritos. Afortunadamente, conservamos muchos de los documentos emanados de los virreinatos españoles en América tanto en España como en los países que un día integraron las provincias españolas de ultramar. La edición que hoy ofrecemos es uno de esos felices e inesperados encuentros que a veces nos regala el azar. Entre los archivos que visité durante la elaboración de un trabajo anterior (Navarro Gala 2015) se encontraba el de la Real Academia de la Historia de Madrid. Me llevó hasta él la búsqueda del acta fundacional del Cuzco, en concreto, la búsqueda del documento original, pues ya disponía de la copia que, en el siglo xvi, había sido realizada por Alçate. De este modo, revisando los dos legajos con la signatura 9-1830 y 9-1831 que contienen copias del siglo xviii de los documentos que trajo a España La Gasca a su vuelta del Perú, encontré un singular diálogo que venía acompañado de una viñeta satírica (véase lámina 2). Dicho fortuito hallazgo fue el germen de esta edición. La búsqueda del original me llevó a la edición de los documentos de La Gasca que se había realizado a mediados del siglo xx por López de Tudela (1964). Aunque, lamentablemente, dicha edición está basada en las copias del siglo xviii que conserva la Real Academia de la Historia de Madrid y carece del rigor necesario para los filólogos, me permitió conocer la localización de los manuscritos originales. Así pues, la edición que aquí se ofrece está realizada sobre los manuscritos originales que se encuentran hoy en la Henry E. Huntington Library, en San Marino, California. Agradezco a mi compañera de la Universidad de Zaragoza, excelente profesional documentalista de la Biblioteca María Moliner, María Concepción Giménez Baratech, la generosa ayuda que me ha prestado, en todo momento, en el complicado camino que fue necesario emprender para la consecución de los documentos que hoy aquí se editan. Sin su constante, paciente y efectiva profesionalidad, no hubiera podido salvar los obstáculos con los que tropecé. Asimismo,
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quiero agradecer a Simón Bernal la atención que ha prestado a este trabajo desde el primer momento, sus valiosos comentarios y su generosa participación en los índices de antropónimos y topónimos que aparecen al final de esta edición. Los documentos originales de Alonso de Medina han sido transcritos respetando rigurosamente las grafías de los manuscritos, solo se han tomado algunas licencias que no impiden su aprovechamiento para los historiadores de la lengua y, sin embargo, facilitan su comprensión para otras ciencias menos interesadas por el detalle gráfico como la literatura, la historia o la etnografía. La edición viene acompañada de abundantes notas que recogen las escasas correcciones que realizó el autor en su momento, así como información de carácter lingüístico y socio-histórico, que ayudan a entender e interpretar estos valiosos documentos. Asimismo, se incluyen, a diferencia de lo que ocurre en la edición de 1964, los dos dibujos realizados por Medina en sus manuscritos y la transcripción del diálogo que inserta uno de ellos. La edición viene acompañada de varias láminas, fotografías de los manuscritos, y tres apéndices. Dos de ellos recogen información lingüística. El primero analiza los términos quechuas y aimaras; su autoría corresponde a Rodolfo Cerrón-Palomino, a quien agradezco con efusión que haya tenido la generosidad de enriquecer con su sabiduría la presente edición. El segundo incluye todos los términos que han sido regularizados en la edición; estos se limitan al uso de las grafías r y rr. El tercer apéndice contiene la transcripción, respetuosa con el manuscrito original, de una misiva enviada al rey el mismo año que escribió sus cartas Medina a La Gasca, 1549, escrita por el caballero hidalgo Luis de Lara. Se trata de un texto muy crítico con la actuación de La Gasca y del arzobispo de Lima, Jerónimo de Loaiza. En el estudio introductorio, que antecede a la edición, se tratan cuestiones históricas fundamentales para estudiar con rigor científico la documentación. Se ofrece, por tanto, basada en los datos, una visión histórica del momento en el que se descubre y conquista una parte del mundo desconocida hasta entonces, de los hombres que vivieron una experiencia sin parangón hasta hoy, y que sufrieron, no obstante, el olvido y la injusticia ya durante sus vidas, como nuestro soldado Alonso de Medina. A estos españoles les tocó cabalgar entre dos épocas: la Edad Media en la que hundían sus raíces y la Edad Moderna que acabaría negándoles los bienes y parabienes por los que tanto se habían esforzado. El gran pacificador Pedro La Gasca ha pasado a la historia como un ejemplo de diplomacia, como el artífice de la paz en el Perú tras las revueltas ocasionadas por el intento de implantar las Leyes Nuevas, pero se omite sistemáticamente el hecho de que su política pacificadora alteró las bases de una sociedad en ciernes, subvirtiendo el orden establecido más allá de lo que imponían los nuevos tiempos, pues estos hombres, leales al rey, parecían dispuestos a sumarse a una Corona fuerte que centralizase el poder. Alonso de Medina, en sus cartas y diálogos, no dejará de hacer referencia a esta situación: “El mundo anda al revés, lo malo levantado y lo bueno arrastrado” (Carta 1), y alzará su voz rotunda en un intento, parece que desesperado, de mover a La Gasca para que cambiara su política hacia los conquistadores
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leales al rey, arraigados al Perú, donde, además de injusticias contra ellos, se cometían graves abusos contra los naturales como consecuencia de las decisiones de La Gasca. Así pues, sus cartas y diálogos no son relatos ficticios ni rememoran desde la distancia literaria acontecimientos acaecidos durante la vida del autor, sino que son reflejo directo de la zozobra y desazón que provoca la injusticia vivida. Medina, con la expresión de su sentir nos ofrece un fresco cargado de la tensión y de la emoción con la que se vivieron unos acontecimientos muy concretos de nuestra historia, con un lenguaje retórico que incluye un interesante y pintoresco catálogo de expresiones populares, algunas no recogidas hasta el momento. Es este, también, un periodo de indefinición genérica, en el que, como nos demuestra Medina, no solo las cartas-informe y de relación oscilaron desde lo no literario a lo literario, también las cartas de petición parecen haber tenido un desarrollo similar, vinculadas aquí al género dialógico, que tuvo un gran desarrollo durante el Renacimiento de la mano, sobre todo, del erasmismo. La misma selección de la tipología textual empleada es una señal inequívoca del fino discernimiento de Medina, pues la ficción dialógica le permite dirigir a Pedro La Gasca consejos y advertencias de una manera más eficaz y, sobre todo, menos comprometida que las cartas, a la par que le proporciona abundantes recursos retóricos para mover su ánimo con más facilidad. El análisis de los documentos de Medina y la información que la reconstrucción y recontextualización nos ha facilitado nos lleva a la conclusión de que nuestro soldado pudo ser, con mucha probabilidad, Alonso de Medina, hijo del jurado Fernando de Medina y de Catalina Suárez, natural de Sevilla, que embarcó el 3 de junio de 1534 hacia el Nuevo Mundo. Allí parece que conoció al siempre leal a la Corona don Alonso de Montemayor, caballero de origen, también sevillano, con repartimiento en Quito, quien se unió en Jujui a Diego de Almagro, en 1536, para emprender la conquista de nuevas tierras. Muy posiblemente con ellos estuvo Medina cuando marcharon a la infructuosa conquista de Chile. Es de suponer que gracias a su posible y temprana estancia en Quito aprendiera la lengua quechua, lo que le sirvió para realizar tareas de intérprete, tal y como él mismo indica en sus cartas. También delatan estas su origen andaluz: neutralización de las sibilantes medievales dental y alveolar, neutralización de la palatal lateral en favor de la palatal central, aspiración de la -s en posición implosiva, debilitamiento articulatorio de -r y -d en posición implosiva y final de palabra. El uso de algunos términos igualmente parece señalar el mismo origen: trespasar, saleroso o apañar. Cabría esperar en su fonética la existencia de la aspirada procedente de F-, pero sus escritos desmientan tal posibilidad. Tampoco se produce en su fonética confusiones -r/-l en posición implosiva ni parece existir una posible aspiración de la velar /x/ resultado de las medievales palatales /š/- /ž/. En el plano morfosintáctico se observa la convivencia de usos etimológicos y leístas, referidos estos últimos a la tercera persona masculina singular: “desque le vide” 36v, “le asote” 39r, “le matan y le acosan” 46v, “le ayudaron y favoresieron” 2r, etc. Estos datos hacen pensar que posiblemente dichos rasgos (aspiración de h procedente de F-, confusiones -r/-l y
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sistema pronominal etimológico) no fueran generales, en la época del descubrimiento, del andaluz occidental. No quiero poner fin a este prólogo sin manifestar mi reconocimiento a la labor del editor tristemente fallecido hace dos años, Klaus Vervuert, así como mi cariño, agradecimiento y admiración hacia su persona. Hasta su llegada al mundo editorial, era imposible encontrar editores que, como hizo él, arriesgaran su capital en la edición paleográfica de manuscritos, a pesar de que este tipo de ediciones son imprescindibles para el estudio de la historia de la lengua española. Gracias a su generosidad y buen hacer, el hispanismo se ha visto reforzado y fortalecido, pues, además, entre otras cosas, ha conectado investigaciones e investigadores, especialmente, de Europa, Estados Unidos y América Latina. Asimismo, quiero agradecer a Esperanza López Parada todas las facilidades que me ha brindado, también, para realizar el trabajo que hoy ve la luz, así como el entusiasmo con el acogió estos papeles de Alonso de Medina.
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I. Estudio introductorio 1.1 El soldado español Alonso de Medina 1.1.1 Las huestes conquistadoras Se suele olvidar que la conquista de América se basó en teorías jurídicas que, durante el siglo xvi, se consideraron justas. La propia Iglesia, “el mismo Sumo Pontífice, año de noventa y tres” colabora económicamente en el envío al Nuevo Mundo de “hombres buenos, temerosos de Dios, doctos y expertos, para instruir a los naturales de ella en nuestra santa Fe católica” López de Velasco (1971: 3, apud Bravo-García 1997: 19). Durante los primeros años del descubrimiento de América existían dos teorías sobre la licitud de la guerra. En la primera, la guerra se consideraba justa cuando se trataba de la ampliación de jurisdicciones y valores propios de Occidente, relacionados con la autoridad temporal del papa o la jurisdicción universal del emperador; de este modo, la categoría jurídica del indígena quedaba limitada, por tratarse de hombres bárbaros, pecadores, infieles o viciosos. Si los indígenas poseían alguna de estas características debían someterse pacíficamente, pero si se resistían, los españoles podían declararles la guerra justa. Unos años más tarde, prevaleció una postura contraria a la primera, representada, entre otros, por los españoles Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria (Zavala 1988: 15-21). La Corona española siguió el rumbo de las teorías de los pensadores de su época, de modo que, por ejemplo, en torno a 1513, el requerimiento que se entregó a los capitanes cuando se organizaba la expedición de Pedrarias Dávila al Darién, era del siguiente tenor: En nombre de don Hernando el Quinto de las Españas (…) muy poderoso y muy católico defensor de la Iglesia, siempre vencedor y nunca vencido… do-
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mador de las gentes bárbaras (…) [Debían hacer saber que Dios existía y había creado el mundo, así como que existía el papa, representante de este en la tierra] que de todos los hombres del mundo fuese señor e superior, a quien todos obedeciesen, y fuese cabeza de todo el linaje humano dondequiera que los hombres viviesen y estuviesen y en cualquier ley, secta (…) [que el papa] hizo donación destas islas y tierra firme del mar Océano [a la Corona española] y a sus sucesores (…) y que, como a tales reyes deben los indios obedecer [Si reconocen el poder del Rey y de la Iglesia otorgarán privilegios y exenciones y harán mercedes, pero si no fuera así] entraré poderosamente contra vosotros y vos haré guerra por todas las partes y manera que yo pudiere, y vos sujetaré al yugo y obediencia de la Iglesia y de Sus Altezas, y tomaré vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos, y los haré esclavos, y como tales los venderé, y dispondré de ellos como Su Alteza mandare, y vos tomaré vuestros bienes y vos haré todos los males y daños que pudiere, como a vasallos que no obedecen (…) y las muertes y daños que dello se recrecieren, sean a vuestra culpa y no de Su Alteza, ni mía, ni destos caballeros que conmigo vinieron (Serrano Sáez 1918, apud Zavala 1988: 78).
Los cambios derivaron no solo de los graves inconvenientes que traía la incomprensión que del castellano tenían los indígenas y viceversa, sino de la evolución de los hechos y de las ideas. Todo esto llevó a la Corona, siempre atenta a los debates sobre el tema, a reformular, en sucesivas ocasiones, su actuación en las Indias. Así, en 1526, se prestaba más atención al contacto con los indígenas: Cuando algunos capitanes, yendo en demanda de su descubrimiento, hubieren de salir a tierra en alguna isla, no lo puedan hacer sin facultad de los sacerdotes e oficiales reales. E la primera cosa que hicieren, en llegando a las tierras de su descubrimiento e pacificación, sea decir a los indios por medio de intérprete, que Nos los enviamos allá para apartarlos de sus vicios, e de comer carne humana, e para instruirlos en la santa fe para su salvación, e para atraerlos a nuestro señorío para ser tratados como nuestros demás súbditos e cristianos, sobre lo cual habrá de hacérseles el acostumbrado requerimiento (…) Hecha la dicha amonestación, procuren hacer para su seguridad algunas fortalezas e casas fuertes sin tomar a los indios sus bienes por fuerza, ni hacerles mal ni daño, sino animándolos e allegándolos e tratándolos como cristianos, de manera que por ellos e por el ejemplo de los cristianos, e por la predicación de los religiosos, vengan en conocimiento de nuestra santa fe católica e en perseverar en nuestra obediencia (…)
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No se les tome por esclavos si no fuere en caso que no consientan entre ellos a los clérigos e religiosos para instruirlos e que les prediquen la fe católica, e en el caso también que no quieran darnos la obediencia resistiendo con mano armada (García Icazbalceta, apud Zavala 1988: 94).
En la misma línea, pero profundizando en la prohibición de hacer esclavos de guerra a los indios, se encuentran las licencias que se dieron tras las Leyes Nuevas de 1542. A este segundo momento corresponden las guerras civiles peruanas en las que estuvo involucrado nuestro personaje. No se debe olvidar que la empresa americana se organizó a la manera medieval, mediante empresas de guerra o conquista1. Era época en la que todavía las historias de caballería estaban muy vivas y formaban parte, en cierto modo, de la cultura de nobles e hidalgos, acostumbrados, durante más de siete siglos, a guerrear en su propio territorio contra el infiel musulmán. Signo de los tiempos era el gusto de los españoles por dichas historias fabulosas, tanto que este tipo de ficción llegó a estar prohibida en América. Lo extraordinario fue que la realidad recién descubierta superaba, en no pocas ocasiones, las historias de dichos libros de caballería. Piénsese, por ejemplo, que Mendoza creyó los informes relativos a las “Siete ciudades de Cíbola”, lo que motivó, durante años, una infructuosa expedición de Vázquez de Coronado en busca de las famosas ciudades empedradas de esmeraldas. Este hecho histórico, sin embargo, llevó a descubrir, gracias al tesón y resistencia al sufrimiento de estos esforzados hombres, por ejemplo, el Gran Cañón del Colorado. Y es que quienes tomaron parte en la empresa americana fueron hombres que hundían sus raíces en la Edad Media, pero, como veremos, tenían la mirada puesta en las frondosas ramas del Renacimiento2. Un buen ejemplo de ello, lo encontramos al descubrir entre los libros que el noble Pedro de Mendoza llevaba consigo en sus expediciones, obras de Virgilio, Petrarca y, también, del propio Erasmo de Rotterdam3. Entre los estudiosos actuales, ya no se discute sobre la calidad de estos españoles que pasaron a América4, en buena parte hidalgos5, clérigos, mercaderes, artesanos, todos cristianos viejos, aunque pudieron pasar, de
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Sobre estos aspectos véanse, entre otros, Morales Padrón (1971, 1979, 1998, 2000 y 2001), Zavala (1988), Sánchez Albornoz (1983) y Leonard (1979).
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Morales (1971: 19) daba cuenta de esta circunstancia: “La Edad Media le proporcionaba [al español que marchó a Indias] un élan caballeresco y una finalidad de cruzada en su empresa; el Renacimiento le impulsaba a efectuar hazañas que prolongasen su memoria más allá del tiempo”. La influencia de las novelas de caballería en dicha cronotopía ha sido ampliamente estudiada. Véanse, por ejemplo, Green (1979) o Rodríguez Prampolini (1948).
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Sobre el descubrimiento del Cañón del Colorado y la expedición de Pedro de Mendoza, véase, entre otros, Leonard (1979: 102). En la crónica de Baltasar de Obregón están presentes las Siete Ciudades de Cíbola y Quivira (Bravo-García 1997: 16).
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Es fundamental el estudio de Rosenblat (1977). Véase, asimismo, Jiménez (1955).
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Recordemos que las huestes conquistadoras y colonizadoras estaban formadas por un alto porcentaje de hidalgos, alrededor de un tercio. Junto a ellos, destacan en número los hijos de, que suponían más o menos la mitad de la hueste. Se trataba de gentes que sin ser hidalgos tampoco eran plebeyos; en su mayoría eran peones que llevaban lanza, ballesta o arcabuz. Su origen geográfico solía ser castellano, mientras que los hidalgos solían ser andaluces y extremeños. Véase Gómez y Marchena (1985).
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Se suele pasar por alto que la empresa americana era una más de las llevadas a cabo durante estos años por la Corona española. No era raro que los conquistadores y pobladores hubieran pasado tiempo en contiendas europeas y africanas antes o después de la campaña americana. Así ocurrió con el padre de Baltasar de Obregón, quien tras su llegada a Tierra Firme vuelve a España por razón de salud y tras varios cargos en Italia retorna al Nuevo Mundo para establecerse definitivamente en Nueva España (Bravo-García 1997: 21). Algo semejante le ocurrió a Juan Ruiz de Arce, quien a su vuelta a España fue llamado por el rey para la guerra de Francia, si bien finalmente, antes de intervenir, fue enviado de vuelta a su casa con el resto de los soldados llamados (Stoll 2002: 17). Se refiere al andaluz Gonzalo Fernández de Córdoba, quien conquistó el reino de Nápoles para los Reyes Católicos. La leyenda de sus cuentas exageradas es falsa, no se ha podido demostrar que sea cierto el escrito del italiano Jovio; véase Luján (1994: 134-145). Es obvio que Medina lo reconoce como el gran capitán, leal a la Corona, que fue.
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manera clandestina, algunos que no lo fueran. Entre ellos, los había que participaron en las guerras en Europa6, como Francisco de Carvajal, y todos ellos tenían noticias (como demuestran los escritos de Alonso de Medina) de grandes hazañas, como las efectuadas por el Gran Capitán7, con quien sin empacho alguno se comparaban. Véase cómo Alonso de Medina, en su ficción dialogal, pone en boca de la personificada ciudad de Arequipa las siguientes palabras: Pues, desí, señor presidente, a este tal servidor, sin aver sido contra Su Majestad en nada, ¿por qué parte le dio vuestra señoría tres indios, que no le dan que coma ni tiene vn pan que comer, aviendo servido en obras y en voluntad más que el grand capitán, Gonsalo Hernandes? (Diálogo 6: fol. 3v).
Ese espíritu caballeresco mezclado con el individualismo que caracteriza al Renacimiento, y unidos ambos a un espíritu profundamente cristiano (la cristiandad era la bandera que unía a los territorios conquistados ya en la Península) dio vida, en sus inicios, a las primeras ciudades fundadas en América por unos españoles que habían abandonado una realidad conocida por otra ignota, a la que accedían con grandes esfuerzos y trabajos, pero llenos de esperanzas. Hemos recordado que el servicio al rey se hallaba vinculado al de Dios. Así había sido durante más de siete siglos de constantes guerras por recuperar para los cristianos la península, que, como bien sabemos, estaba en manos musulmanas. Muy posiblemente, esto llevó a los españoles de la época a considerar que tareas como la agricultura, la artesanía y, especialmente, las finanzas, siempre en manos de infieles, eran labores humillantes, pues las ejercían los enemigos de Dios. Como recompensa legítima, tras el denudado esfuerzo, merecían honor y una recompensa material. Sin embargo, en América, fueron pocos los que consiguieron, según el orden de su época, lo que estimaban merecían después de años de fidelidad, trabajos y tesón. Así, nuestro soldado español, en una de sus cartas a La Gasca, muestra la humillación que le supone, tras años de servicios al rey, tener que dedicarse, para ganarse su sustento y el de sus hijos, así como para evitar la cárcel, a bajos oficios: y por no estar preso, heme hecho mercader sobre fiansas, y hago mi ofiçio, aunque ya cansado, siquiera para comer. A vuestra señoría suplico, por amor de
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Dios y de su bendita madre, me remedie de algo de lo pedido, pues que a vuestra señoría no le va nada en ello, sino provehello con justiçia de tres cosas que yo he pedido a vuestra señoría. Limosna hes, como vuestra señoría lo ha de haser por vn prove, que lo haga comigo no hes muncho. En las manos de Dios quedo, que él, por su infinita bondad, hespire en vuestra señoría a que me provea de algúnd bien conplido, para remedio de mi provesa (Diálogo 8: fol. 18v).
Para intentar contextualizar convenientemente el contenido de las denuncias de Alonso de Medina es necesario recordar, también, si quiera brevemente, cómo se organizaron las campañas de descubrimiento y conquista. Las campañas de conquista eran de iniciativa privada, pero se realizaban, obligatoriamente, con permiso del rey. Mediante las capitulaciones, el rey autorizaba a un hidalgo que se comprometería a prestar su empeño y su fortuna en la conquista de un territorio durante un tiempo determinado. En concreto, el rey se comprometía a librar a dicho hidalgo del pago de tributos, a entregarle tierras y solares de las futuras poblaciones y a dotar dicha fundación de derechos y libertades iguales a las castellanas. Naturalmente, los territorios conquistados pertenecían al rey, quien, además, recibiría una quinta parte de los bienes y beneficios que se obtuvieran. El rey, asimismo, se ocupaba de determinar las funciones que debía realizar el capitán con la hueste, con los indígenas, las acciones militares, así como determinaba la obligación de que le fueran enviados informes de los resultados de las campañas. Véase un fragmento que da cuenta de las Instrucciones que los Reyes Católicos dieron a Cristóbal Colón: El Rey de la Reina (…) se deben e han de facer e proveer para la población de las islas e tierra firme, descubiertas e puestas so nuestro señorío, e de las que están (…) Primeramente, que como seáis en las dichas islas, Dios queriendo, procuréis con toda diligencia de animar a atraer a los naturales de las dichas Indias a toda paz y quietud (…) hayan de ir con vos el número de las trescientas treinta personas (…) habéis de mandar a hacer otra población o fortaleza (Morales 1979: 73-74).
La cuantía económica necesaria para llevar a cabo dichas campañas era, como es obvio, muy considerable, de modo que los interesados debían recurrir a personas que apoyaran su empresa económicamente; por lo general,
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Tras la campaña de Granada comienza la transformación del sistema empleado para la guerra. Ahora, en las guerras en Europa, el soldado estará bajo las órdenes estrictas de los jefes que imponga el rey y a las condiciones económicas que establezcan estos jefes. En cambio, en América se realizaban las conquistas bajo bandera de la Corona, pero por cuenta de los capitanes, la propia hueste y el capital de otras personas que habían querido colaborar en la empresa (Gómez/Marchena 1985: 157).
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Las siguientes palabras de Carmen Gómez y Juan Marchena (1985: 67) dan buena cuenta de los sentimientos que embargaban a estos hombres: “El hombre que estuvo en la Noche Triste, el que asistió al reparto de Cajamarca, el testigo de la fundación de Cartagena de Indias, el que anduvo con su caballo por las tierras de Chile, el que vio morir a un compañero en la entrada de Carex, el que mató con sus propias manos a los indios del pueblo de Turbaco, el que se endeudó para alistarse bajo el mando de Jiménez de Quesada… todos se sintieron únicos protagonistas y todos asumieron la conquista como su propia obra, ante sus compatriotas, ante los funcionarios que llegan cuando ya no quedaban más territorios por recorrer y, ante el rey, tan lejano mientras duró la conquista, pero tan insoportablemente presente cuando llegó el momento de organizar, mandar y explotar lo que ellos habían ganado”.
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clérigos, mercaderes y nobles. De este modo, conseguían navíos, armas y una parte de lo necesario para realizar su labor. Lógicamente, era imprescindible conseguir hombres dispuestos a colaborar sin recibir pago alguno; lo habitual era que los propios interesados llevaran sus caballos y armas. En los casos en los que no podían hacerlo, se les entregaba, como anticipo, lo necesario para sus tareas. El pago no era una contraprestación, como el lector poco avisado podría pensar8: este solo vendría si la empresa tenía éxito y, además, pago y cuantía eran otorgados por el rey, según los servicios de cada soldado. Entre los integrantes de las huestes no podían figurar (pues tenían prohibido su paso a América) moros, judíos, penitenciados por la Inquisición, gitanos, esclavos casados sin su mujer e hijos, etc. Las mujeres españolas también viajaron a las Indias; lo habitual era que pasaran las esposas de algunos soldados y nobles, pero junto a las huestes también viajaban soldaderas, esto es, mujeres que amenizaban la vida del soldado, cantaderas, danzaderas, etc. Así pues, a América pasa (o se forma ya en sus mismas tierras) un ejército constituido al modo medieval, guiado por capitanes y soldados imbuidos en mayor o menor medida del espíritu caballeresco que los impelía a servir a Dios y al rey, a cambio de obtener mercedes otorgadas por la Corona que incluían la concesión de títulos nobiliarios junto a territorios y vasallos. En realidad, no consiguieron lo esperado, como ya he señalado, pues el rey apenas otorgó algunos títulos nobiliarios y la noción de territorios y vasallos se transformó en encomiendas y dotación de indígenas que trabajaran la tierra y pagaran tributos9. Como contrapartida, los encomenderos debían asegurar la paz, mantener la hueste y pagar doctrineros para que los indígenas fueran adoctrinados en la fe católica. La realidad aún fue más cicatera con muchos de estos hombres, que, como Alonso de Medina, después de verse sometidos a los rigores de la conquista, tuvieron que vivir las disputas por el poder de sus capitanes y, pese a la enorme distancia de la metrópoli y el desconcierto que debieron de provocar los hallazgos realizados, mostraron su absoluta fidelidad a la Corona. Fidelidad que mantuvieron, incluso, cuando intentaba esta imponer importantes restricciones a sus derechos semifeudales. Cierto que, según algunos, las expectativas de estos conquistadores no tenían fin. Así, La Gasca, en carta dirigida al rey el 2 de mayo de 1549 escribe:
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Allende de que con su venida [del visorrey] yo saldré de la vida más congoxosa y de mayor importunidad que se puede tener, porque la gente desta tierra es la más importuna y de mayor cobdicia y más acostumbrada a ser señores de lo ajeno, y de más sin mirar a lo que se puede o debe hacer quiere que se haga lo que piden, y como a mí me han tenido por tan compañero, y vieron cuán largo al tiempo de la guerra con ellos gasté de lo de Su Majestad, pareseles que el mismo poder tengo para gastar con ellos y darles de la hazienda de su majestad ahora después de acabada la guerra (…) y fatíganme tanto, y muestran tan gran descontento (…) que he tenido muchas veces necesidad para ponelles freno, de los tropellar, y aun a algunos de ellos echar de la tierra, no solo por tractar sus importunidades con desvergüenza y desacato, pero aun por parescerme que era principio de desasosiego y alteración; y aunque no ha sido poca parte para enfrenar esta gente perdida, pero esme tan penoso venir a semejantes términos con personas que me han sido compañeros, que delante de Dios hablado que algunas veces me ha parescido que si lo que debe al servicio de Dios y de mi Rey no me lo estorbara, no tuviera en nada meterme en un navío y salir de entre esta gente (apud Pérez de Tudela 1963: 331).
Ni que decir tiene que La Gasca omite sistemáticamente el hecho de que el reparto no fue equitativo y que no se respetó la más elemental de las jerarquías, pues quedaron mejor situados soldados “infieles”10 a la Corona que otros muchos de los que habían permanecido siempre al lado de las filas reales; y, lo que es peor, estos hombres leales al rey fueron gobernados por otros contra los que habían peleado, durante años, en las guerras civiles, ya desde los primeros enfrentamientos entre Almagro y Pizarro, con los consiguientes problemas de rencillas y venganzas. De estos problemas Alonso de Medina, en sus escritos, nos ofrece un fresco cargado de la tensión y de la emoción con la que se debieron de vivir los acontecimientos de una época tan convulsa. Las huestes llevaban consigo dos documentos, el requerimiento y las ordenanzas. Desde 1526 las normas de los requerimientos, por influencia del dominico fray García de Loayza, primer presidente del Consejo de Indias, incidieron, muy especialmente, en la protección de los indígenas, tema esgrimido con tesón por Alonso de Medina en sus diálogos y cartas: 1. Serán castigados los capitanes que cometan tropelías con los indios. 2. Todo indio esclavizado injustamente será liberado, devuelto a su tierra y tratado como hombre libre.
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El concepto de traición a la Corona no es exacto, pues nunca se negaron los seguidores de Gonzalo Pizarro a reconocer la autoridad del rey. Se trataba, más bien, de la posición de poder desde la que quisieron negociar con la Corona los derechos derivados de sus conquistas. El problema se cifraba en que la Corona, además de buscar la salvación de su alma, cumpliendo con sus obligaciones de evangelizar a los nuevos siervos de dios, tenía las miras puestas en sufragar los gastos propios y, sobre todo, los derivados de sus guerras europeas. A ello contribuiría poderosamente, como veremos, la política de pacificación de La Gasca. De hecho, es evidente que la causa de Gonzalo Pizarro fue vista como una respuesta justa, así se deduce del testimonio recogido por Juan Calvete de Estrella (1962: 28) respecto de la existencia del libro Bello justo, basado en autoridades de la Sagrada Escritura y textos de cánones, que fue escrito por el clérigo Juan Coronel, canónigo de Quito, en defensa de la postura tomada por los conquistadores.
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Retrato de Pedro La Gasca. Valentín Carderera (1847).
3. Toda expedición llevará dos clérigos o religiosos para adoctrinar a los naturales “conforme a la bula de concesión”. 4. Los clérigos cuidarán que se dé buen trato a los indios. 5. Lo más importante y primero a realizar cuando se llegue a algún sitio es leerle a los indígenas el requerimiento “una y dos y más veces cuantas parecieren a los clérigos”. 6. El capitán siempre tomará el parecer de oficiales y clérigos antes de actuar. 7. Conviene estudiar si interesa levantar alguna fortaleza y casas para vivir escogiendo el mejor sitio, sin dañar, herir ni matar. 8. Los rescates se harán por las buenas, sin forzar y sin tomar nada por las fuerzas. 9. Queda prohibido hacer esclavos.
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10. Los indígenas no pueden ser compelidos a trabajar en minas, pesquerías o granjerías. Si acceden se procurará no darles demasiada tarea, procurando civilizarlos. 11. Para mejor civilización se les encomendará como a personas libres y según los indiquen oficiales y clérigos. 12. Las tropas serán alistadas en España, pues en Indias se están despoblando algunas zonas al reclamo de las conquistas continentales (cfr. Morales 1979: 371-372). Este será, como he dicho, uno de los reproches más frecuentemente esgrimido contra La Gasca. No en vano se encontraba Medina, cuando le escribía, recluido en el monasterio de Santo Domingo de Arequipa; no olvidemos que los dominicos eran punta de lanza en la defensa del indoamericano, recuérdese al arriba mencionado fray García de Loayza o a fray Bartolomé de Las Casas: Pues si esto, grand presidente, hesistes y Dios nuestro señor hos dio en la tierra sin muertes de honbres ni arcabusasos… ¡despertá naturales y clamá ante Dios y desí: “¡Señor jesucristo, no mos dotrinan en tu santa fe, ni vesinos d[e] Arequipa tienen clérigos que mos anseñen. Hoimos, señor Jesucrito, pues que moristes por nosotros, que el lisençiado Pedro Gasca, presidente, mos venden en pública almoneda a qui[e]n da más por nosotros; el que mos vende mos deja robados y desipados, y el que mos conpró, con desquitar lo que dio, no deja hijos ni mugeres ni mos dejan manta ni clavo!” (Carta 9: fol. 30v).
Medina llega incluso a advertir a La Gasca que será castigado por el rey a su vuelta a España, pues: Bien sabe, vuestra señoría, que la primera demanda que el fiscal de la justiçia real puso en España a Vaca de Castro, y que más le apretava, fue esta: que hechó a minas los naturales, en que fue cavsa que se murieron diez mill ánimas. ¿Cómo consiente vuestra señoría, agora, hechallos a minas de plata, si[e]n leguas? ¡Qué van cargados con sus ijos y mujeres, y dejan sus casas y descanso! (Carta 1: fol. 9v).
La falta de justicia, unida a la ausencia de la más elemental coherencia, no solo provocó el enfado de soldados como nuestro Medina. El 4 de septiembre de 1548 hubo un conato de motín en el Cuzco:
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de algunos a quien no había alcanzado del repartimiento, y de otros que, aunque les había cabido suerte, no tan llena como quisieran, y que habían hablado entre sí de poner las manos en el arzobispo y en otras personas, y que se sospechaba que había sido mucha parte del principio de esto un Francisco Hernández, teniente de Benalcázar en la gobernación de Popayán (Pérez de Tudela 1963: II, 274).
El miedo a la sublevación no era pequeño, así que La Gasca no dudó en desterrar a Diego García de Paredes (hijo), aunque no había intentado ser desleal al rey, porque “decía palabras sospechosas, y tan desacatadas que por ellas convenía sacarle del Perú y enviarle a España preso al Consejo Real de Indias, para que ellos, conforme a la información, hiciesen lo que les pareciese dél” (Calvete de Estrella 1963: 8). La pérdida de toda su hacienda y el destierro fue, igualmente, según parece, el destino de Alonso de Medina.
1.1.2 Aspectos biográficos Como ocurre con tantos otros esforzados conquistadores, apenas tenemos más noticia de su vida que la que podemos extraer de los escritos que nos han llegado, información esta casi siempre fragmentaria y dudosa. Sobre el origen geográfico de Medina tenemos alguna información de interés inferida de sus usos gráficos y del análisis lingüístico. Junto a dichos datos, hallamos inscrito en el Catálogo de pasajeros de Indias a un Alonso de Medina, hijo del jurado Fernando de Medina y de Catalina Suárez, natural de Sevilla, que embarcó el 3 de junio de 1534. Este podría ser nuestro Medina, y llevaría quince años en América cuando escribía sus cartas a La Gasca. Dicha fecha de embarque sería compatible con los años que podría llevar en América si consideramos que en sus escritos insiste en la importancia de haber permanecido entre catorce y diecisiete en América; para Medina llevar más de una decena de años parece ser un factor legitimador de mayores honores y recompensas que los que podrían merecer aquellos otros que los exigían y habían estado menos tiempo: [Llevan] catorse años y quinse años y desiséis años y desisiete años, perdidos en la tierra, y no tienen vna camisa ni qué se vestir ni qué comer ni vn real que
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gastar sin pecar contra Su Majestad y contra su real corona, ni contra su real justiçia, y andan que hes lástima de ver (Diálogo 3: fol. 44r). Y mire, vuestra señoría, mill y dosientos honbres justos en Potosí, ¡qué reñegos y qué blasfemias disen! Y no tienen rasón munchos dellos, porque a poco que entraron en la tierra (Carta 3: fol. 15r).
La existencia de seis hijos también podría apuntar hacia una estancia en Indias superior a siete años: “Si de la voluntad sale a vuestra señoría hasello, bien puede vuestra señoría. Lo vno ser yo prove y neseçitado y no tener qué comer con seis hijos” (Carta 4: fol. 18v). Asimismo, los estudios realizados sobre la composición de los grupos expedicionarios y conquistadores señalan que la edad media de los hidalgos que pasaban a América estaba en torno a los 27 años y el número de hijos que solían tener, entre los 40 y 50 años, estaba en torno a cinco, especialmente en aquellos que se habían casado en América (Gómez/Marchena 1985: 211). Estos datos casarían bien con un Alonso de Medina llegado a América con unos 27 años. Lamentablemente, el Catálogo de pasajeros no ofrece información sobre la edad que tendría en el momento de su embarque el Alonso de Medina que figura en la entrada mencionada arriba. Un aspecto más relacionado con su filiación familiar ha sido estudiado por Tormo y Woyski (1978: 1365); dichos investigadores infieren del contenido de una de las cartas de Medina que también habían pasado a América su padre y un hermano. El resultado de sus pesquisas proporciona información sobre la existencia de Gonzalo (o Pedro) de Medina, muerto en la batalla de las Salinas. Asimismo, Schäfer halla a Gonzalo (o Pedro) y a Alonso de Medina, muertos en 1538, datos que sirven a dichos investigadores para considerar que tal vez fueran el padre y el hermano del autor11. No obstante, en la misma fuente utilizada por Schäfer se encuentra, asimismo, un Gonzalo de Medina, natural de Medina Sidonia (Cádiz), que embarcó el día 2 de noviembre de 1512. Este también podría ser el padre del autor, supuestamente muerto en la batalla de las Salinas, quien habría permanecido en América, antes de su muerte, 26 años. El problema es que el fragmento del que infieren dicha información resulta ambiguo:
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Son habituales los errores en la adscripción de los nombres propios en los manuscritos, sobre todo, debido a la mala interpretación de las abreviaturas. También es factible que dieran por muerto a un soldado y luego apareciera vivo.
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Dárale vuestra señoría al virrey los poderes que vuestra señoría trae de perdonar la muerte de mi padre, y la muerte de mi hermano, y el robo del otro, y el agravio que le hicieron al otro, y la injusticia al otro, y están buenos y libres y comen y beben y ricos quien lo hizo, y desta manera se metieron debajo del estandarte (Carta 10: fol. 31r).
12
En nuestra edición se utiliza un color de letra diferente, en concreto, azul, para evidenciar dicho salto en el texto de un escribano a otro.
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Podría leerse Almonte, pero no he podido hallar información sobre este conquistador. La ausencia absoluta de información sobre su existencia me lleva a leer Alonso Monte, muy posiblemente, Alonso Montemayor, caballero sevillano que sirvió en Jujui a Diego de Almagro en 1536, cuando marchaba a la conquista de Chile (Mendiburu 1885).
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La alusión que hace Medina a la muerte de su padre y de su hermano no tiene que referirse, obligatoriamente, a sus verdaderos familiares, ya que los sustantivos padre y hermano pueden haber sido empleados como genéricos, esto es, pueden hacer referencia a los padres y hermanos de tantos que murieron a manos de los traidores. Además, la carta en la que se lee este dato no está completa ni firmada por Medina. Se trata, en concreto, según nuestra edición, de la carta décima, dirigida a La Gasca y a los oidores de la Audiencia de Lima. La mayor parte de ella fue escrita con letra procesal, posiblemente de un escribano de oficio; Medina solo escribe la última parte, esto es, un folio recto y vuelto12. Dado que nuestro soldado copia una carta también dirigida a La Gasca y a los oidores de Lima, cuya autoría atribuye a Pedro Hernández de Melonero, y puesto que la carta décima está incompleta, no sería raro que se tratara de una voz conjunta. Se observa, asimismo, cierta diferencia en el tono de la carta cuando toma la pluma Medina. Son, pues, estos datos sobre la existencia de un padre y un hermano de Medina, aunque posibles, meramente especulativos, por el momento. Por sus cartas sabemos que sirvió cinco años a Alonso Monte13, y que también sirvió al virrey Núñez Vela y a Pedro La Gasca, a este último como intérprete y mensajero: “le serví sinco años [a] Alonso Monte y al virrey, que Dios aya, pecho por tierra; y a vuestra señoría fue avisar de lo que avía, como los demás, a pie y descalso, por ríos y vados” (Carta 4: fol. 17v). Es muy posible que formara parte de la expedición de Alonso Montemayor que se unió a Diego de Almagro. Aunque no dice nada al respecto, es evidente en sus escritos la simpatía que siente por Diego de Almagro y por su hijo mestizo. Del contenido de sus cartas extraemos, igualmente, información sobre su conocimiento del quechua. En efecto, en una de ellas parece amenazar a La Gasca con realizar el mismo oficio que practicó como soldado de la
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Corona, ahora entre los indígenas: “Yo me parto desta çibdad, porque la anbre me aqueja y la provesa me acosa. Voyme a estar en vnos indios, por la comida, a servir de sayapay a otras jentes” (Carta 2: fol. 25v). Aunque no informa en ningún momento sobre una posible esposa española, mestiza o natural, sí repite en varias ocasiones que es padre de seis hijos14. La ausencia de información sobre la madre de su prole puede deberse a que fuera una española de origen humilde o a que se tratara de una mujer indígena o mestiza15: “Lo vno ser yo prove y neseçitado y no tener qué comer con seis hijos; y por no estar preso, heme hecho mercader sobre fiansas y hago mi ofiçio, aunque ya cansado, siquiera para comer” (Carta 4: fol. 18v). Por este mismo fragmento sabemos que, después de haber colaborado en las huestes de La Gasca, y dado que no recibió la recompensa merecida, se vio obligado a realizar oficios innobles para un hidalgo de la época, en este caso “mercader sobre fianzas”. Muy posiblemente, su conocimiento de la lectura y la escritura se deba a su condición de hidalgo, pero junto a esos objetivos conocimientos, Medina se considera con algún ingenio y formación, pues él mismo señala que ha escrito a La Gasca letras: “tomarnos qüenta del muncho mal que avemos hecho, atreviéndome a mis letras” (Carta 10: fol. 34v). Podríamos pensar que el término elegido es sinónimo de cartas, pero si analizamos en qué otras ocasiones lo emplea, vemos que se refiere a conocimientos humanísticos16:
14
Aunque en otra carta anterior dice tener cinco hijos. Es posible, que naciera el sexto durante los meses en que se escribieron las cartas que se conservan.
15
Según los estudios realizados por Gómez/Marchena (1985: 207) sabemos que el porcentaje más alto de matrimonios se produjo en Indias. De los 170 individuos estudiados por dichos investigadores 85 se casaron en Indias, de ellos la mayor parte contrajo matrimonio con mujer española (63) y en menor medida con mestiza o mulata (12) e india noble (10). En España habían contraído matrimonio 32 hombres. Del resto de expedicionarios casados no se tiene datos.
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Recordemos que, si se tratara del Alonso de Medina embarcado en 1534, era hijo de un jurado sevillano.
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Véase lo que señalan al respecto Tormo y Woyski (1978).
¿Quí[e]n pensó que vn presidente tan valeroso, cristianísimo, salió ser traidor de la corona real d[e] España, doto en todas las letras me hisiera a mí tanto agravio, sin oírme?, (Carta 7: fol. 6r). Pues, grand presidente, lo que aprometistes a Dios eterno quando aprendistes hesas letras que tenéis y quando hos apartastes de Su Majestad y del grand Consejo Real, le dejistes, (Carta 9: fol. 30v). Bien sabe, vuestra señoría, que las buenas letras que riguengen y goviernan en estas partes se lo paga el enperador en España como vuestra señoría lo aspera, y no chico cargo (Carta 10: fol. 31r).
Y, efectivamente, podemos ver que los escritos de Medina, muy especialmente los dialogados, en nada desmerecen el estilo propio de un escritor renacentista17. Asimismo, a través de los argumentos que esgrime el soldado español en contra de la actuación de La Gasca, se observa que era conocedor
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de las ideas que circulaban entre los grandes pensadores españoles de su época: Francisco de Vitoria, Soto, el padre Las Casas, etc., promotores del cambio de rumbo que la Corona había dado hacía ya varios años, especialmente en lo que atañía al trato que debían recibir los indígenas. Medina, no duda en poner frente a los ojos de La Gasca y de quien lo escuchara los actos absolutamente incongruentes con los preceptos cristianos y con las leyes reales que estaba llevando a cabo el que terminaría siendo, a su vuelta a España, obispo de Palencia y conde de Pernía18. Más tarde, Felipe II, le otorgaría el obispado de Sigüenza y su señorío. No calla Medina el trasfondo de las decisiones tomadas por La Gasca: Digo esto por lo que veo que vuestra señoría hase, que, a lo que alcanso, es, de todos quantos juiçios he hechado, que lo hase vuestra señor[í]a por asentar la tierra y por que vuele la fama de vuestra señoría por toda España, y digan las jentes que a puesto vn reino en paz. En esto e mirado, en esto [he] hechado mi juiçio y parese que me a encajado, y creo que a las jentes a enpremido, y no lo ha hecho vuestra señoría por otra cosa mala ni buena (/.), (Carta 9: fol. 29v). Yo no sé, Justiçia de la tierra, a qué lo heche ni sé que me diga, sino que me sueltes, Justiçia del sielo, y hasme soltar, que si vieses cómo me tienen se espantarían las jentes. Y hasme soltar, Justiçia del sielo, que el de La Gasca no quiere haser justiçia, sino que no quiere ni pretende sino a lo que le an de dar en España, (Diálogo 3: fol. 44v). Si es por traellos a la liga, yo bivo contento, mas no me entra que tal sea, porque conozco del señor presidente que lo hase de poco ánimo y, tanbién, por acabar el viaje, por lo que le an de dar en España (Diálogo 6: fol. 4r).
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Ya en España, otro Medina, Pedro de Medina, de la ciudad de Sevilla, le dedicó una obra dialogada titulada el Libro de la Verdad, en 1555 (Medina [1548-1555] 1944).
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Ya hemos dicho que Alonso de Medina considera impropio de su categoría social el oficio que se ve obligado a ejercer para evitar la cárcel y mantener a sus seis hijos; pues bien, para tratar de evitar verse obligado a realizar dichas tareas, le había pedido a La Gasca alguno de los siguientes beneficios: la tutoría del hijo de Picado o la de los hijos de Gómez de León, el cargo de fiel ejecutor de las ciudades de Arequipa, Cuzco y Potosí o bien el cargo de corredor de lonja con provisión sellada y mandato para los cabildos de Cuzco, Arequipa y Potosí: lo hase la suegra de Cornejo y su marido, que son tutores de su ñeto, hijo de Picado (…) los de Gomes de León me puede vuestra señoría encargar [la tuto-
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ría] (…)no tuviese voluntad de dallo, deme fiel isecutor d[e] Arequipa y Cusco y Potosí, que vesino mi rejidor no tuviese que haser en quanto hisiese justiçia y fuese pro del común y bien de los proves, que en poder de vesinos mal se puede hacer (…) Y si hesto no a lugar dármelo, deme vuestra señoría una proviçión y mandato sellada, con el sello real, que diga “don Carlos”, para los cabildos, que me resiban en el Cusco y Arequipa y Potosí por corredor de lonja, que nadie venda de si[e]n pesos para arriba sin que a mí me den parte de la tal venta y me paguen mis derechos, y ponga yo de mi mano corredores de lonja, y que sea apregonada en todos los tres pueblos mentados, y que ninguna venta valga ni sea fija, si no estuviere yo en medio (Carta 4: fols. 17v-18r).
También por sus cartas sabemos que fue condenado “por desir yo las verdades”, en un primer momento, a ser ahorcado19: “que lo metan en un navío y atado y a buen recavdo y, si no hubiese navío, que me llavasen por tierra y con arcabuseros (…) luego vuestra señoría me llamava para me ahorcar” (Carta 7: fol. 5r-v). Medina dice haber recibido noticia de que dicho mandamiento llegó a su trabajo, pero no reconoce haberlo recibido directamente, lo que le permitió refugiarse en el monasterio de Santo Domingo de Arequipa:
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Sobre el afán persecutorio de La Gasca tenemos otras noticias. Por ejemplo, Alonso de Alvarado se queja al rey de haber sido mal pagado y perseguido por La Gasca. La causa: haberle señalado el injusto reparto que había hecho tras haber vencido a Gonzalo Pizarro. El testigo Juan Maldonado Badía dice que “en Lima vio y conoció a muchas personas que se quejaban de que “por enojos de aire” les quitaba sus méritos e servicios (…) y lo daba a otros, aunque no tuvieran méritos”. Lo mismo declara el testigo Alonso de Torres “que Alvarado le había dicho a la Gasca que no estaba conforme con el Repartimiento, porque era injusto, y por eso le cogió inquina” (cfr. Pérez de Tudela 1954: II, 239-251).
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Es esta una de las estrategias que legitiman su discurso. No olvidemos que ejerció de intérprete durante la contienda, cargo que no solo se basa en el conocimiento de otra lengua, sino en transmitir la información de manera veraz.
Enbía vn mandamiento all alcalde mayor, el qual mandamiento allegó a mediada quaresma (…) Yo, como lo supe, que él me avisó, sin ver mandamiento, me retraje al monesterio del señor Santo Domingo, en el qual a vn mes que estoy retraído (Carta 7: fol. 5r).
El motivo de dicha condena es, según Medina, “las cartas que ha escrito” y pide ser oído: Vuestra señoría me a hecho mal en enbiar por mí, sengund dise el señor alcalde mayor, que yo no he visto mandamiento; pues si vuestra illustrísima señoría me quiere castigar por las cartas que he hecrito… Yo daré informaçión muy larga de todo. Hóygame de justiçia y, para hoírme, deme al grand favor, que la verdad, hella, no quiebra, mas adelgasa: joya hes de grand presio (Carta 2: fol. 25v).
Argumenta, asimismo, el soldado español que se ha limitado a contar la verdad20 sobre los actos de sus vecinos, y advierte que la condena que La Gasca ha hecho caer sobre él impedirá que otros la digan:
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Que al fin no a de aver testigo malo que diga contra ellos, pues que an visto al prove de Medina puesto en trabajo, retraído por vuestra señoría, pudiéndome hoír de justicia (Carta 2: fol. 26r).
Da cuenta, asimismo, de que ciertos vecinos, conocedores de las cartas que ha enviado a La Gasca acusándolos de un comportamiento ilícito, han intentado ejecutarlo: ¡Y ver a los vesinos contra mí! quiriéndome sacar de la igleçia, disiendo: “¡Muera el traidor!”. Nunca lo fue, bendito Dios y alabado por sienpre jamás, sino perdido por el rey y por su virrey en su real nombre (Carta 2: fol. 26r). ¡Si yo, por escrevir vnas cartas al mismo rey, que es el grande presidente Pedro Gasca con sus reales poderes, me querían sacar de la igleçia y ahorcarme! ¡Y estos no quieren enmendar sus vidas! Para que nadie hescriva dellos sus faltas que hasen cada día y cada hora… ¡O, grand presidente, si las provansas que manda vuestra señoría haser all alcalde mayor no fueran hechas entre conpadres! (Carta 2: fol. 25r).
A través de la lectura de sus cartas podemos inferir, igualmente, información sobre las redes sociales que conformaban la vida de Medina en Perú. De una parte, en su círculo más externo estarían los conquistadores de ambos bandos, pizarristas y almagristas, con quienes debió de estar en contacto desde su llegada al Perú, dada su relación con Alonso Montemayor y a tenor de los comentarios que realiza en su carta décima; más cercana es, sin duda, su relación con los dominicos, en cuyo monasterio se encuentra refugiado y a quienes dirige, muy posiblemente, como intermediarios, sus diálogos: “Esto suplico a vuestra paternidad anseñe al señor presidente y lo mande publicar” (fol. 24r). “Muy grande justyçia es la de Dios nuestro señor. Padres, sacerdotes, dad gritos en los púlpitos” (fol. 36r). “Vuestra paternidad lo mire y le suplico encamine al señor presidente” (fol. 50r).
Entre sus amigos, se encuentra el escribano público de Arequipa, Antonio Serón: “y vuestra paternidad me hescriva y vengan las cartas aquí, a casa del señor serón, escrivano público d[e] Arequipa, y en el sobreescrito diga: ‘Al gato en casa de serón, escrivano’” (Diálogo 2: fol. 24v). Muy posiblemente, la carta décima, escrita en su mayor parte con letra procesal, se
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deba a este amigo de Medina. También es posible que conociera a Pedro Hernández de Melonero, autor del memorial dialogado que copia Medina y que incluimos en esta edición (Diálogo 7).
1.2 Los documentos de Alonso de Medina Los documentos que aquí editamos son, muy posiblemente, una pequeña parte de la totalidad de la producción escrita por el soldado español Alonso de Medina. Estos documentos llegaron a España con La Gasca, después de acabar con las revueltas de los conquistadores21. Se trata de documentos originales y autógrafos que se hallan hoy en la biblioteca Henry E. Huntington Library de San Marino, con el nombre “Colección Pizarro-La Gasca”. El motivo por el que llegaron desde España a California, donde hoy se hallan, es desconocido, pero, obviamente, su traslado tuvo que producirse después de que se realizara la copia conservada en la Real Academia de la Historia de Madrid22. En dicha institución se guardan dos legajos con la signatura 9-1830 y 9-1831, que son copias de los originales realizadas en el siglo xviii por una misma mano; en el margen superior izquierdo indica el copista si la reproducción tuvo como fuente otra copia o un original23. Los diálogos de Alonso de Medina se escribieron24 a partir de los acontecimientos que tuvieron lugar una vez ganada la batalla de Jaquijahuana, que se produjo el 9 de abril de 1548. Fue esta la batalla en que Pedro La Gasca venció a Gonzalo Pizarro y donde se efectuó un primer reparto del botín de guerra. Pero el reparto no gustó a quienes no habían estado en el bando rebelde por considerarlo injusto, pues estos conquistadores no compartían las razones estratégicas (conocidas a lo que parece) que guiaban el comportamiento de La Gasca. Así, Medina, con intención satírica, hará decir al personaje alegórico Justicia de la tierra en el quinto diálogo: ¡Calla, Justiçia devina, que creo yo que a de ser como a los niños que asotan en España! ¡Calla, Justiçia devina, que tú y yo y yo y tú mos alegraremos andando el tiempo, que ya sabes que, quando vn muchacho es vellaco, no quiere allegarse a la madre por miedo que no le asote y, para cojello, dale vn pedaso de pan! Así,
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Como puede verse en los criterios de edición, no se ha conservado la totalidad de los documentos de Medina que tuvo en su poder La Gasca, así lo indica la numeración que recibieron los mismos, muy posiblemente realizada por la persona encargada, en el entorno de La Gasca, de mantener su correspondencia.
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En la Biblioteca Real de Madrid, se conserva también un libro cosido con los papeles de La Gasca, que contiene copias del siglo xvi.
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El copista del siglo xviii no duda incluso en reproducir el dibujo que acompaña a uno de los diálogos de Medina. Véase en el apéndice.
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Leandro Tormo y Segismundo Woyski (1978) consideran que estos escritos debieron de ser elaborados entre la batalla de Jaquijaguana y mediados de junio de 1549.
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Justiçia devina, a hecho el señor presidente a estos honrados destos vecinos [los españoles que apoyaron a Gonzalo Pizarro], que les a dado pan y pasas y indios y cargos de justiçia y mandos sobre los leales (fol. 39r).
El hidalgo español Luis de Lara, vecino de Lima a la sazón, tampoco compartía la estrategia seguida por La Gasca, y en carta escrita al rey, en 1549, lo alerta del peligro de nuevas revueltas, ya que el presidente había tomado, según su opinión, muy equivocadas decisiones: Después de publicado al repartjmyento, quedaron tan confusos aquellos a qujen se djo cosas… Los que quedavan sjn nada, en gran manera como gente que nunca tal avýan esparado, no sabjan qué se dezir nj cómo lo tomar porque todos ellos pensavan que debaxo de merçedes tan ar[r]esjda(…) y tan desmeresjdas avýa algún gran secreto; y dezían que tanto byen no era bjen y tan sjn esperallo, y pasaron algunos diaz por algunos, y estos de los más cuerdos, que no avýan tomado gusto nj plazer con la mucha prosperjdá que tan vyolenta se les ofresja, asta que, perdjendo el myedo y reselo, saltó en escarnyr de los pobres leales que poco antes lo tenjan por suyo, y desesperados ya de nyngún byen dezían lástjmas, y que el presjdente no era onbre y que onbre vmano no pudjera azer cosas tan pésjmas y que berdaderamente era Madalena de la †. Y ansj no le saben llamar por otro nombre, sjno Madalena de la Cruz (/). (…) El presjdente lo que procura es que mal hy bjen, como lo a enpasado [a] azer, llevallo al cabo asta saljr de la tjerra y dezir que la dexa debaxo del yugo de Su Magestad. Y sjerta, ellos gosan de yugo bjen suave, pero sj Su Magestad no qujere ser más deservjdo en esta tjerra y que pare aquj, es menester el yugo de manera muy pesada, que les meta la barba debaxo de la tjerra porque de no averse castigado los prjmeros desasosjegos desta tjerra a venjdo a lo que a venjdo, y a estar todas las Yndjas en riesgo de se perder (Apéndice III, fol. 1r).
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Es posible, no obstante, que algunas de las cartas que no están datadas sean anteriores, pues Medina argumenta que lleva tiempo informando a La Gasca de los efectos de sus decisiones y del comportamiento de los antiguos conquistadores desleales.
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En este caldo de cultivo, entre 1548 y 1549, debieron de ser escritos los diálogos que aquí editamos. En cambio, las cartas conservadas se escribieron25, sin duda, en 1549. Es probable que estos diálogos u otros semejantes fueran la causa de la condena de Medina. Podemos, asimismo, ubicar el espacio geográfico desde el que fueron escritas las cartas: Arequipa, concretamente, el monasterio de Santo Domingo. Desde allí, Medina escribe las cartas fechadas, así como algunas copias de otras ya enviadas con anterioridad a La Gasca y, probablemente, reescribe también los diálogos desde su encierro conventual.
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El detonante que dio origen a esta correspondencia, como ya hemos dicho, fue el mandamiento enviado por La Gasca al alcalde mayor de Arequipa para que Alonso de Medina fuera apresado y ahorcado. El motivo lo resume nuestro soldado con singular espontaneidad: “por desir yo las verdades”. Posiblemente, los escritos conservados, que estuvieron en manos de La Gasca, fueron los que le sirvieron para atenuar el castigo, que parece fue finalmente, según las mismas cartas, la pérdida de toda su hacienda y el destierro. Nada más sabemos, hasta el momento, del destino final de este soldado español. Concretando más, los documentos conservados son nueve cartas firmadas por Alonso de Medina y seis diálogos que no aparecen fechados ni firmados, pero cuya autoría está fuera de toda duda. Una de las cartas, inconclusa, la décima en esta edición, fue escrita en su mayor parte por un escribano. Es posible que dicho escribano fuera, como ya hemos dicho, su amigo Antonio Serón, pues la letra es de tipo procesal, propia de dichos profesionales, oficio al que se dedicaba, según Medina, su amigo. El soldado español solo escribe el último folio (34r-v). Entre los diálogos se encuentra, igualmente, uno, el sexto en nuestra edición, cuya autoría no corresponde a Medina; se trata de una copia realizada por este, en la que señala que su autor es Pedro Hernández de Melonero.
1.2.1 Las cartas Las epístolas que escribe Medina a La Gasca podrían denominarse “cartas de petición”, pues en ellas, su autor intenta conseguir del receptor una serie de ventajas que considera merecer. Ya hemos mencionado la existencia de diez cartas, de las cuales nueve fueron escritas y firmadas por Alonso de Medina y una décima, inconclusa, y en su mayor parte escrita por otra pluma. El orden que seguimos en la presente edición no se corresponde con la numeración de los folios, numeración que debió de ser hecha por quien conservó los documentos26. De modo que la disposición que empleamos responde, de una parte, a las fechas que figuran en algunas de las cartas y de otra, a lo deducido del contenido de las mismas.
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Aduzco las razones que me llevan a considerar esto en los criterios de edición.
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La primera carta está datada el 20 de abril; aunque no se incluye el año, es evidente que se trata de 1549, pues nuestro soldado ya ha recibido la notificación de su condena. La segunda carta está fechada el 3 de mayo de 1549, y en ella se hace mención al envío de algunas misivas junto a esta; parece que pudieron ser las cartas tres y cuatro, que aparecen sin fechar: “por que den las cartas a vuestra señoría, porque se suena acá que las lleva Retamoso. He daquí va el treslado dellas, que no le falta letra, sacado de mi juiçio y aqüerdo. Yo daré informaçión de todo con los casiques y españoles” (fols. 25v-26r). En estas epístolas (tercera y cuarta), Medina no dice estar refugiado ni menciona la existencia de ningún mandamiento para apresarlo. Son, por tanto, copias (posiblemente de memoria, como el propio autor señala) de otras que había enviado a La Gasca con anterioridad y que, ahora, añade a la carta fechada. En la carta quinta, también sin datar, alerta nuestro soldado a La Gasca de una posible rebelión y se queja del maltrato que reciben los indígenas (tema constante en sus escritos); culpa de ello a La Gasca y al arzobispo de Lima. Asimismo, parece aludir a que, tras su petición de ser oído, está esperando la respuesta de La Gasca: “esperando estoy castigo y bien de vuestra señoría” (fol. 20r), lo que reforzaría la idea de que fue escrita en fechas próximas a las dos primeras, así como a las sexta y séptima. La sexta misiva está fechada el cinco de mayo de 1549; en ella se queja del mal reparto de las tutorías y del abuso que de los indios hacen los conquistadores premiados por La Gasca. Se queja, asimismo, de que han abierto las cartas enviadas a La Gasca y las han dado a conocer: Mire, vuestra señoría, en qué le tienen su honra y la justiçia, que abren las carta selladas y serradas, y ¡el sobreescrito para vuestra señoría! Y ábrenlas y devúlganlas lo que va en ellas. Mire si osaran asello a Gonsalo Pisarro, con ser tirano… Agora digo que no se maraville vuestra señoría del mal que les quijo haser el visorrey, que Dios aya, viendo que vna jente de poco arte hosen abrir las cartas que ivan al rey, nuestro señor (fol. 27v). Por eso, mande vuestra señoría pareser mis cartas que tomaron, y déseme el castigo, si yo lo meresiere, y a ellos por el delito, pues que va la honra de Su Majestad (fol. 28r). Yo seguro que no me toman otras en los días de la vida ni yo alse péndola ni mano para escrevir, que veo que vnos con tocar en la misma
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“Gonzalo Pizarro Beheaded at Cuzco”, en A new and complete collection of voyages and travels, John Hamilton Moore, Londres (1785).
presona real, vuestra señoría los a honrado y les a dado indios y descanso y cargos de justiçia. Y a mí, con avisalle lo que cunple a Su Majestad y a su real justiçia y a su real serviçio y a vuestra señoría, en su real nonbre, y a su ánima y consençia, estoy retraído (fol. 28v).
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En la séptima carta, cuya data coincide con la anterior, encontramos semejantes reproches, si bien el tono es aún más desesperado: Denme mis cartas que yo hescreví, que bien conozco mi letra, y provaré lo que digo, que no le falte letra. Deme favor, vuestra señoría, y no me abata tanto. Esto he hescrito a vuestra señoría, porque en las que he hescreví, avía jurado selenemente, vn juramento selene, de no escrevir, mas acontesido caso que vue de menester asolverme, y es la cavsa [por la] que yo avía dado siertas cartas a llevar a vuestra señoría, con Alvarado, el sobrino de Inojosa, el qual se le olvidaron y no las quijo llevar, lo qual tengo hescrito más largo a vuestra señoría; y a esta cavsa ame sido forsoso haser saber a vuestra señoría, mis trabajos, que son grandes (fol. 6r-v).
Por este escrito sabemos que lleva un mes acogido a sagrado; es decir, que se vio obligado a recluirse aproximadamente el cinco de abril: “Yo, como lo supe, que él me avisó, sin ver mandamiento, me retraje al monesterio del señor Santo Domingo, en el qual a vn mes que estoy retraído” (fol. 5r). La octava misiva, aunque sin fechar ni rubricar, debió de ser escrita poco después de la séptima, pues en ambas manifiesta llevar un mes recluido: “Ya va mes largo que me retraje a este monesterio del señor Santo Domingo” (fol. 41r). Posiblemente, la novena carta fue llevada en mano a La Gasca: “como el que la presente lleva a vuestra señoría, que sirvió pecho por tierra, fue atormentado por los tiranos y robado çinquenta mill veces, y al anlo aquí sentenciado, en las tres partes de su hasienda”. Asimismo, sabemos por ella, que ha sido castigado, finalmente, no a la horca, pero sí a la pérdida de toda su hacienda y al destierro. Aunque la carta es una crítica enconada a la actuación de La Gasca en el Perú, en sus últimas líneas Medina pide humildemente ser perdonado: “Metiéndole miedo, anlo desterrado de los reinos, sin razón. Él no pide en lo que fue sentenciado, sino que mirando vuestra señoría su provansa ser grande, y serviçios a su rey y señor, suplico a vuestra señoría le deje canbiar y tratar, pues que es buen vasallo de Su Majestad (ya lo a sido). Y lo demás contará a vuestra señoría largo” (fol. 30v). La última carta, inconclusa, va dirigida a La Gasca y a los oidores de la Audiencia de Lima. En ella se hace un repaso crítico de los hechos acaecidos en el Perú desde su conquista y cuenta con la peculiaridad de incluir un di-
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bujo del busto de La Gasca, realizado a vuela pluma en el margen superior izquierdo. Dicha plana puede verse en esta edición. Buena parte de la misma está escrita en letra procesal, posiblemente se deba a Antonio Serón, escribano amigo de Medina. En su última hoja (fols. 34r-34v.) toma la pluma Medina.
1.2.2 Los diálogos Seis de los documentos de Alonso de Medina fueron escritos en forma dialogada. Dichos diálogos no cuentan con fecha ni rúbrica, pero la letra y el estilo pertenecen sin duda alguna a nuestro soldado. De ellos, cinco tienen como interlocutores a personajes alegóricos27: Justicia de la tierra y Justicia del cielo, trasuntos muy posiblemente del propio autor y de Carlos I, respectivamente. Dichos diálogos, que podríamos encuadrar en el tipo heurístico, tratan de demostrar, a través de una ficción conversacional que proporciona pruebas y argumentos, que La Gasca no es merecedor de la confianza del rey (Justicia divina), y está perjudicando seriamente el futuro de su alma y de su reino. Es posible que estos diálogos o alguna versión de ellos circularan entre los leales a la Corona que se vieron perjudicados por el reparto de La Gasca e, incluso, que fueran representados. De ello encontramos algunos indicios lingüísticos. Hacia dicha posibilidad apunta, asimismo, el que Medina pida expresamente en tres de ellos que sean “publicados”. El sexto diálogo tiene como interlocutores a las ciudades peruanas de Lima, Arequipa, Chuquiabo, Cuzco, Potosí y Guamanga, que conversan sobre los desmanes que se han cometido en ellas. Los diálogos tratan el mismo tema que las cartas, esto es, las injusticias cometidas por La Gasca y otros personajes de la época, pero a diferencia de las epístolas, los diálogos están exentos de noticias concretas sobre la vida del autor28. Diálogos y cartas son documentos complementarios, pues las cartas ofrecen información específica, el caso particular de Alonso de Medina, mientras que los diálogos suponen una literaturización de la realidad a la que se enfrentaron quienes habían sido leales a la Corona; ambos son documentos de un extraordinario interés lingüístico, literario e histórico.
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La forma alegórica aparece ya en los primeros testimonios de la literatura hispánica. En concreto en La Disputa del alma y el cuerpo, escrita a finales del siglo xii; cfr. Deyermond (2001).
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Hemos visto cómo el hidalgo Luis de Lara ponía de relieve, en carta dirigida a Carlos I, la gran confianza depositada por el monarca en La Gasca (absolutamente inmerecida, según opinan Lara y Medina), y es, precisamente, por la condición que ostentan ambos personajes de vasallos leales a la Corona, por lo que se sienten obligados a comunicar los graves errores cometidos por el presidente. Uno de ellos, Medina, a través de la ficción literaria, que iría dirigida a La Gasca y a la sociedad indiana; otro, Lara, a través de una carta enviada al rey. Alusión a esta circunstancia y a la dificultad que la Corona tenía para controlar lo que ocurría en sus nuevas tierras, encontramos también en el propio Medina: “Esto no lo vehe Su Majestad porque sus ojos no son tan largos. Ya que es sabidor que los que él enbía lo meten en ell infierno, es tanto el crédito que tiene el de La Gasca, que a de ser todo bueno quanto él hase, avnque vaya tuerto; y ¡qué tuerto que a todos alcansa su samarraso!” (Diálogo 3: fol. 43v).
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En esta edición hemos clasificado los diálogos siguiendo el orden de los acontecimientos que refieren. Es necesario aclarar que estos tienen, a lo que parece, como destinatario último a Pedro La Gasca, pero no parece que hayan sido creados para tan restringido auditorio, sino para una recepción mucho más general, compuesta, muy posiblemente, por los conquistadores, sobre todo los descontentos, así como por los indígenas y el clero (al menos una parte). De hecho, en tres de estos documentos como mediador y primer destinatario, dentro de la misma ficción dialógica, encontramos a anónimos representantes de la Iglesia. La mayor parte de estos documentos tienen como interlocutores personajes alegóricos (Justicia de la tierra/Justicia del cielo). No obstante, también escribe Medina un diálogo, como hemos señalado arriba, cuyos interlocutores son diversas ciudades peruanas. En los diálogos alegóricos, el personaje Justicia de la tierra rinde cuentas ante su superior, Justicia del cielo, de lo que está pasando en los reinos del Perú y de las enormes dificultades que tiene para realizar su tarea. En ellos, los interlocutores colaboran en el desentrañamiento de la verdad. El diálogo de las ciudades está incompleto, pero en él parece que estas compiten, irónicamente, para establecer cuál de ellas acumula más injusticias. Comienza el primer diálogo exigiendo la intervención activa del clero en el desvelamiento de la verdad y requiriéndole que actúe como intermediario entre el autor del texto y su destinatario último: Pedro La Gasca. Los receptores son unos anónimos padres, sacerdotes, que reciben el tratamiento de “vuestras reverencias”29: Padres, sacerdotes, dad gritos en los púlpitos y an de sonar sobre la haz de la tierra, que así lo manda Dios, nuestro señor, y pues que hos nonbráis saserdotes, y los sois, desid la verdad a gritos y, si no lo hisierdes, la maldiçión de Dios, nuestro señor y de sus santos, caiga sobre vuestras reverençias, si no lo hisierdes, y anseñéis esta carta al presidente, Pedro Gasca (fol. 36r).
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Según García Godoy (2019: 248), los religiosos sin oficio recibían el tratamiento de reverencia.
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Pese a que este diálogo se inicia con la seria advertencia que antecede a estas líneas, no se tratan en él las injusticias cometidas, según Medina, por La Gasca, sino que critica los hechos acaecidos antes de la llegada de este. El diálogo tiene lugar a instancias de Justicia del cielo que requiere a Justicia
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de la tierra para que rinda cuentas de su actuación. Da inicio, entonces, el personaje a la narración de los acontecimientos que lo han mantenido angustiado hasta la llegada de La Gasca al Perú: la conducta de Francisco Pizarro y los consejeros de Indias, las injusticias de Vaca de Castro y del virrey Blasco Núñez y, finalmente, el nombramiento de Gonzalo Pizarro como gobernador. Este último acontecimiento lo lleva a subir al cielo y quedarse allí, refugiado, durante casi cinco años. La llegada de La Gasca lo saca de su refugio y dice esperar que, a partir de su llegada, la justicia y la paz reinen en el Perú: “¡O, Justiçia devina de Dios nuestro señor, que estás en los sielos, y quánd hufana estoy en la tierra si no me burla Pedro Gasca (/.)!” (fol. 37v). En el segundo diálogo, Justicia de la tierra vuelve a ser convocada para dar cumplida información de lo que ha ocurrido. Con un estilo ágil, plástico y expresivo, relata, ahora, la nefasta situación en la que se encuentra el Perú tras la victoria de La Gasca sobre Gonzalo Pizarro. De nuevo la injusticia atenaza una sociedad apenas constituida. En la ficción literaria creada por Medina, Justicia divina ruega a una anónima “paternidad” que enseñe a La Gasca el diálogo y lo haga publicar. Pese a la anónima mención del intermediario, gracias a la forma de tratamiento30 empleada, podemos inferir que se trata del provincial de alguna orden religiosa, posiblemente de los dominicos, pues sabemos, por sus cartas, que fue acogido en el monasterio que dicha congregación tenía en Arequipa. Así pues, el provincial del monasterio de Santo Domingo en Arequipa a la sazón, podría haber sido el intermediario, la persona que haría efectiva la llegada de estos diálogos a los dos receptores finales, a Pedro La Gasca y a la sociedad de los territorios aludidos: Esto suplico a vuestra Paternidad anseñe al señor presidente y lo mande publicar. Si vuestra Paternidad no lo hisiere, yo daré tras dél, como enemigo mortal. Que se lo manda Dios, nuestro señor, a vuestra Paternidad, y su grande justiçia; y vuestra Paternidad me hescriva y vengan las cartas aquí, a casa del señor Serón, scribano público d[e] Arequipa, y en el sobreescrito diga: “Al gato en casa de Serón, scribano”. Jesucristo sea con todos. La Justiçia devina manda enviar esta a vuestra Paternidad (fol. 24r).
No obstante, los receptores, como ocurre en todos sus diálogos, son múltiples, por una parte, un público espectador, como he dicho antes, com-
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Los títulos honoríficos paternidad y reverencia solo se aplicaban a oficios eclesiásticos menores y, a título personal, lo recibían miembros del bajo clero. En la relación del tercer virrey del Perú (1628-1776) se precisan los títulos específicos de los religiosos. Así, los arzobispos recibían el honorífico de señoría ilustrísima; el obispo, el de señoría; los provinciales de las religiones, el de paternidad reverenda; los confesores de virreyes, el de paternidad reverenda y los religiosos sin oficio, el de reverencia; cfr. (García Godoy 2019: 248).
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puesto posiblemente por los ciudadanos de Arequipa, incluidos, claro es, los indígenas, en quienes de manera muy especial recaen las injusticias de La Gasca. Es posible que Medina enviara a La Gasca estos diálogos, en la forma que hoy se conservan, tras el mandamiento que lo condenaba a muerte. Posiblemente, al menos algunos de ellos viajaron junto a las cartas que dice reenviarle para evitar que le atribuyan otros documentos (más inapropiados que los suyos) que él nunca escribió. En el tercer diálogo no se incluye intermediario alguno. Si el anterior diálogo se centra en los acontecimientos sucedidos en Apurímac, en este, Justicia de la tierra dice estar ya junto a La Gasca, quien la tiene bien controlada y atada, mientras se cometen graves injusticias en Cuzco: “Entrados en el Cusco de la vitoria de Xaquixaguana” (fol. 43r). Lo acusa, entre otras cosas, nada menos que de condenar con sus acciones el alma del rey. En el cuarto diálogo, los personajes alegóricos siguen en el Cuzco. De nuevo Justicia del cielo convoca a su colega para que le dé noticias sobre la situación en la tierra. Este diálogo cuenta con dos peculiaridades, por una parte, la existencia de un dibujo, una caricatura, a modo de viñeta parlante que representa a La Gasca y al arzobispo de Lima dialogando y, de otro, un equilibrio entre las intervenciones de las dos justicias, que interactúan en unos parlamentos dotados de mayor dinamismo, que incluyen didascalias indicadoras de su posible representación (Navarro Gala 2019). Como ocurría en el diálogo anterior, no hay mención alguna a un posible intermediario que llevase el texto a La Gasca. De la misma manera que en los casos anteriores, carecemos de información que nos indique la ubicación de las dos Justicias, muy posiblemente debido a que estos diálogos fueron representados o, al menos, declamados ante un público con ayuda de imágenes. No obstante, parece que Justicia divina desciende a la tierra para recabar información sobre el estado del reino. Se diría que juntas observan las escenas que se desarrollan en el Cuzco. Así, asisten ambas, entre otras cosas, a la conversación mantenida entre La Gasca y el arzobispo de Lima, o a la venta de indígenas, lo que sería una gravísima mancha en la reputación del presidente. Sin embargo, ambos personajes no terminan sentenciando a Pedro La Gasca, pues Justicia de la tierra, cargada de ironía, y sirviéndose
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de un ejemplo referido a costumbres populares, asegura que lo hecho por el presidente ha sido realizado con buena fe, pues solo pretende engañar a los rebeldes a través de regalos, como hace una madre con su hijo, cuando quiere llegar a él para castigarlo31. No obstante, la amenaza queda patente al final de este diálogo: si La Gasca no castiga a los que fueron rebeldes y desleales al rey, si no deshace lo hecho hasta ese momento, pedirán su muerte. Se trata de un final en suspensión de juicio, de clara influencia ciceroniana. Terminan los diálogos de la Justicia, en Arequipa, ciudad en la que vivió Medina. Cuenta, como el segundo diálogo, con un intermediario anónimo, probablemente, el mismo provincial: “Más requiero a Vuestra Paternidad que esto todo: que Vuestra Paternidad lo cumunique con el señor presidente” (fol. 50v). En este diálogo se pone un énfasis muy especial en la permisión de La Gasca con los que un día fueron rebeldes al rey. Tan grande es su indulgencia, la suavidad en el trato a los sublevados, que La Gasca llega a permitir, incluso, la venta de los indígenas, insiste una vez más Medina. El mal infligido es muy importante, pues así se potencia que la sociedad que se está formando en el Perú se base en el dinero, en el interés, y no en la calidad de las personas y en la nobleza de los actos: “Pues negros de los que se conpran por dineros, sirviendo bien a sus amos, los dejan libres, pues estos, más razón sería que fuesen libres, pues que an servido con hijos y con hasienda y ellos mismos en persona, ¡y no les dan libertad!” (fols. 50r-v). Medina hace hincapié, también, en otro problema de la sociedad indiana: el papel de las viudas de los conquistadores desleales: Mira, Justiçia devina de los altos sielos, qué mal ay en la tierra, que vnas bivdas, que disen que sus maridos murieron en la batalla de Guarina, se sirven de repartimientos poderosos y de munchos indios, sin dar provecho en la tierra ni dar de comer a vn honbre prove, sino vendiendo el maís a dose pesos la hanega, y el trigo a catorse; matando los naturales por sacárselo para haser dineros; enbiando cargasones a Potosí con los propios indios; disiendo que sus maridos lo ganaron, con avello ellos rebu[e]lto, y llamando a Gonsalo Pisarro, que viñese para lo que sucedió (…) Que sería mejor que estas bivdas se casasen con alguno de los que an servido a Su Majestad, que no tienen camisa que se vestir, y desta manera dan poco fruto (fol. 50r).
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Ejemplificación claramente cargada de ironía.
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Es evidente por estas palabras que las mujeres viudas en el Perú, que no fueron pocas, adquirieron un importante papel en el origen de la nueva sociedad. Relevante es este diálogo, asimismo, por un lapsus calami que apunta a dos posibilidades: o bien, simplemente, Justicia de la tierra es trasunto de Alonso de Medina, el autor, y Justicia del cielo, a su vez, lo es del rey, o bien estos textos concretos, que recordemos tal vez fueron enviados a través del provincial del convento en el que se refugió Medina, son una versión algo dulcificada de otros que pudieron circular, en los que se sustituyó a los personajes verdaderos por estos alegóricos, a fin de atenuar el enfado de La Gasca. En cualquiera de los dos casos, uno de los personajes sería el rey y el otro, posiblemente, el autor. Véase: [Justicia de cielo] Yo te vengo a favoreser. ¡Alégrate, y no te pongas luto, que tarde que temprano a de pagar el [c]hico como el grande! [Justicia de la tierra] Yo no lo veheo heso que me dises, porque si el juez fuera bueno, como avía de ser, no hisiera tanto mal en los proves que lo an servido, y no [i] siera tanto bien a los traidores (…) Quiere Vuestra Majestad que me alegre (fol. 49v).
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El aparte es un medio de vincular el diálogo dramático con la situación. Los apartes dirigidos a los espectadores ya eran frecuentes en las obras de Plauto.
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En este escrito existen indicios que permiten suponer, como en el anterior, que fuera representado, ya que en él hallamos didascalias, acotaciones, apartes32, etc. Por ejemplo: “Responde la Justicia de la tierra y dise” (fol. 49v). El diálogo sexto está incompleto, carece de inicio y de final. El recurso retórico del que se sirve Medina en esta ocasión es la prosopopeya. En él, se establece un diálogo entre diferentes ciudades peruanas: Lima, Arequipa, Chuquiabo, Cuzco, Potosí y Guamanga. Las ciudades realizan una revisión de los acontecimientos que han tenido lugar en cada una de ellas, con el objetivo de destacar las injusticias cometidas y de hacer patente su inocencia. Lima focaliza su crítica en las mujeres, tema que ya en otros textos ha tratado Medina. Son mujeres que no fueron leales a la Corona y que, sin embargo, no fueron castigadas: ¿Qué te diré de Ana Suares, muger de Merlo? Hella hermosa es, hella rica es, hella descanso tiene; mas mira, Cusco, aquellas palabras que dijo a su mesa quando Pedro de Puelles le enbió vn presente dende Quito, y heran parte de las
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barvas del virrey, que dijo ella: “¡O, quán bien cunplió Pedro de Puelles lo que me aprometió!”. Y sacolas la señora Ana Suares y dixo: “¡Hed aquí las barvas del tirano!” (…) Cusco! ¿qué te diré de María d[e] Escobar, que dijo a Sepeda que le pusiesen la romana porque avía dado ahína aquella mañana a Sepeda que saliesen a prender al visorrey? Mira otras muchas, las quales no pongo aquí por mi honra (/.). Mira la muger de Juan Fernandes, casada con el señor Silva, que quando entró Gonsalo Pisarro en mí, Sivdad de los Reis, puso muncha confitura y agua rosada a la puerta, para que todos resibiesen colasión, y desían a grandes boses: “Bivan los serranos que mos vienen a libertad!” (fol. 45r).
Nada raro tenía en la época y en el contexto social en que nos encontramos este tipo de composiciones en el que dialogaban ciudades. Así, cuando poco tiempo después de terminada la batalla de Apurímac, Pedro La Gasca volvió a Lima, fue recibido a su entrada a la ciudad con arcos triunfales que representaban a distintas ciudades peruanas. En el primero hablaba la Ciudad de los Reyes. Nos lo narra Gutiérrez de Santa Clara: [en el arco triunfal] estaba pintado la gran cibdad de Lima, con su río caudaloso, y en medio dese arco triunfal estaban unas letras muy grandes que en esta forma y manera decían: “Yo soy la cibad de Lima/ Que tuve siempre más ley,/ Pues fui causa de dar cima/ A cosas de tanta estima/ En servicio de mi Rey./ Bendito sea el Redemptor/ Que tal hombre me envió/ En nombre del gran Señor,/ Que como buen gobernador/ De los tiranos me libró/ ¡Oh muy jocundo y gran varón!/ De discretos callados sois primor,/ Y del rey muy gran servidor (...)”. Más adelante había otro arco triunfal, hecho y adornado como el primero, que era de la cibdad de Toledo, en el Cuzco, cabeza de obispado; estaba pintado en él la gran catedral del Cuzco, como cabeza y señora que fue de aquel antiguo imperio, y estaba en él pintado el Guascar Inga y gran señor de todas aquellas provincias, de como estaba descabezado, que dos capitanes del gran Atagualipa, señor de Quito, le cortaban la cabeza, y en medio de la pintura estaban dos letreros que en esta manera decían: “Aunque los cizañadores/ Me poseyeron con maldad,/ No por eso mis regidores,/ Ni menos mis pobladores/ Dexaron a Su Magestad;/ Porque todos ellos fueron/ A Túmbez a tu llamado,/ En donde os rescieron/ Por señor, y obedescieron/ Vuestro buen mandado./ Mirando a la mar vide venir/ Un discreto varón por presidente,/ Que en el saber es muy prudente/ Para nuestros males destruir./ A grandes voces le oí decir:/ Aquí conmigo los que
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sois leales,/ Que yo destruiré vuestros males,/ Porque no los tengo de consentir”. Luego encontinente estaba más adelante un otro arco triunfal que era la ciudad de San Francisco (…) (1963: 192-193).
Obsérvese que tanto Medina como Hernández de Melonero se sirvieron para su crítica a La Gasca del mismo recurso retórico que había sido empleado para alabarlo a su llegada a Lima, tras el éxito de Apurímac. Es evidente la ironía que ya el empleo de este tipo de diálogos entre ciudades personificadas encierra.
1.2.3 Algunas cuestiones sobre la tipología textual de los documentos de Alonso de Medina Los escritos de Medina junto a otros muchos sobre dicho periodo histórico solo conocen una publicación, realizada en 1964 por Juan Pérez de Tudela bajo el título de Documentos relativos a Don Pedro de La Gasca y a Gonzalo Pizarro. En ella se considera memoriales a los diálogos, y cartas, al resto de la producción de Medina. No se indica la razón que ha llevado al editor a considerar los diálogos como memoriales. Para Tormo y Woyski (1978: 1358) los memoriales serían unos cortos ensayos histórico-sociales de carácter crítico. Sin embargo, no creen oportuno denominarlos ‘ensayos’, pues señalan que el género nació mucho más tarde, por lo que consideran bien designado este tipo de escrito como “memorial”, pese a ser un término “demasiado nebuloso”. Pero, aunque dichos estudiosos vieron en los escritos de Medina el fruto de un escritor renacentista, no vincularon sus memoriales al género dialógico literario. Sin duda, mucho tuvo que ver en ello el hecho de que el tema no es ficticio ni rememora, desde la distancia literaria, acontecimientos acaecidos durante la vida del autor, sino que son reflejo directo de la zozobra y desazón que provoca la injusticia, vivida en primera persona, de unos acontecimientos muy concretos de la historia. No obstante, como veremos, estos diálogos podrían caber bajo el marchamo de memorial en la época en que fueron escritos. En efecto, la ciencia diplomática considera que memoriales y peticiones forman parte de
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los documentos indianos lato sensu, aunque no estén destinados a conferir autoridad y fe pública el contenido de los mismos ni cumplan con el requisito de ser un negocio jurídico. A pesar de ello se incluye entre este tipo de documentos indianos, ya que puede ser origen de muchos otros stricto sensu. Se trata de textos que deben ser realizados por el propio solicitante o en su defecto por un representante legal, que debe contar con un poder otorgado por el peticionario. Las características formales son, en algunos aspectos, semejantes a las propias de las cartas. En concreto, se señala que tras la cruz pueden aparecer dos formas diferentes de introducción, esto es, bien puede aparecer el nombre del peticionario (o del apoderado) indicando su dirección y a veces su oficio, bien se dirige directamente al destinatario, a través de un vocativo. A cualquiera de estos dos posibles inicios, le sigue la exposición de los motivos que le llevan a realizar la petición, introducidos por “dice que”, “digo que”, seguida, en ocasiones, de los méritos y servicios del peticionario y antecesores. Una parte que se señala como esencial en este tipo de cartas es que la petición propiamente dicha vaya antecedida de las expresiones “suplica” o “pide y suplica”. Finalmente, la carta termina con una fórmula de cortesía. Por lo general, esta clase de textos no cuenta con fecha ni con rúbrica, posiblemente porque se entregaban en mano. Otras cuestiones formales los definen, a saber, debían estar escritas con buena letra y sin ningún tipo de enmienda ni tachaduras (Real Díaz 1991: 57-62). Micaela Carrera de la Red (2003), en su excelente estudio sobre el tema, señala que “las solicitudes de gracia y merced, incluyendo la petición de cargos, pertenecen al género argumentativo suasorio, y los actos de habla que contienen pueden considerarse pragmáticamente perlocutivos, porque en el discurso de petición se aspira a una reacción preferentemente positiva del interlocutor”. Es evidente que los documentos de Alonso de Medina tienen una clara intención suasoria. Su destinatario principal es La Gasca, quien debe corregir su política hacia Medina y hacia la recién formada sociedad peruana, en la que se incluye, claro es, a los indígenas. Por esta razón, los destinatarios de los diálogos son múltiples y no se limitan a La Gasca, sino que incluye a otros personajes que harían de intermediarios (Paternidad Reverenda, Reverencias) y al pueblo todo. Recordemos que pide que sus diá-
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Las peticiones, como en los textos de Medina, pueden ser enunciadas con un alto grado de exigencia.
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logos sean publicados. Los editores de la primera y única edición existente hasta el momento de estos documentos no se equivocaron por completo al calificar como memoriales los textos señalados arriba, aunque sí al calificar el resto de la documentación como cartas, sin más especificación. El criterio seguido parece haber consistido en considerar cartas, en cuanto a su forma, a los documentos que poseen alguna de estas características: comenzar con un saludo o vocativo que hace referencia a la calidad del destinatario y terminar con una despedida, fecha y rúbrica. En cuanto al contenido, consideran cartas aquellos textos petitorios en los que Medina trata el asunto de manera particular y concreta, mientras que el resto de sus escritos, los diálogos, son calificados como memoriales. Si nos fijamos en el contenido de los documentos escritos por Alonso de Medina desde el punto de vista de los actos de habla, estos son documentos de carácter petitorio33, pragmáticamente perlocutivos, tal y como señalaba Carrera de la Red (2003) para las cartas de petición, como hemos visto. Cabría suponer que, puesto que en ellos se realizan peticiones, estarían ausentes la descortesía, la amenaza, la ironía, la parodia, la burla o el sarcasmo. Pero en los textos de Medina, especialmente en los dialogados, abunda la ironía e incluso el sarcasmo; y es que el autor cree estar en posesión de la verdad, de modo que, en la ficción literaria, y, en ocasiones, en algunos fragmentos de las cartas, se expresa como representante de Dios en la tierra: Justicia de la tierra (Medina) en diálogo con Justicia del cielo (el rey); de esta manera, en la ficción literaria que suponen los diálogos, no duda en indicar a los sacerdotes cuál es su cometido, pues la verdad, que viene avalada por la calidad de sus personajes, le otorga ese poder: “Muy grande justiçia es la de Dios nuestro señor. Padres, sacerdotes, dad gritos en los púlpitos y an de sonar sobre la haz de la tierra, que así lo manda Dios, nuestro señor” (fol. 36r). Verbos de petición esperables en este tipo de textos –“pedir”, “rogar”, “suplicar”, etc.– están prácticamente ausentes de su discurso. Solo en un caso, en uno de los diálogos, utiliza el verbo “suplicar”, pero la súplica no va dirigida a Pedro La Gasca, sino al intermediario que ha de aceptar la responsabilidad de entregar la misiva. Además, dicha súplica es realizada por el personaje Justicia de la tierra:
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Esto suplico a vuestra paternidad anseñe al señor presidente y lo mande publicar. Si vuestra paternidad no lo hisiere, yo daré tras dél, como enemigo mortal. Que se lo manda Dios, nuestro señor, a vuestra paternidad, y su grande justiçia; y vuestra paternidad me hescriva y vengan las cartas aquí, a casa del señor Serón, escrivano público d[e] Arequipa (…) Jesucristo sea con todos. La justicia devina manda enbiar esta a vuestra paternidad (Diálogo 2: fol. 24r).
La súplica, la petición se han convertido en sus textos en exigencia, en un intento, tal vez desesperado, de mover a La Gasca a que cambie su política en el Perú. En el caso de las cartas, a dicha intención se añade el deseo de que el presidente cambie su actitud hacia el propio Medina. Solo en algunas cartas se registra alguna petición más humilde. Ya que este tipo de documentos, pragmáticamente perlocutivos, busca, por lo general, una reacción positiva de su interlocutor, podríamos pensar, ante la severidad empleada en los textos, que estamos ante un autor que no sabe contener su furia o que carece de sentido común, pero como veremos más adelante, parece que su comportamiento se sustenta en el empleo de recursos retóricos, propios del teatro, los diálogos y los sermones34, empleados para convencer a La Gasca de que ha de cambiar su política; recursos retóricos que, no obstante, a la luz de los resultados no surtieron, del todo, el efecto esperado, pues Medina es condenado al destierro y a perder toda su hacienda. En cuanto a la forma, los documentos de Alonso de Medina podrían caber, grosso modo, bajo la etiqueta, empleada por la ciencia diplomática, de memoriales y peticiones, pues esta ciencia señala la diversidad en su constitución y la frecuencia con la que estos documentos carecen, por ejemplo, del nombre del destinatario, de fecha y de rúbrica, ya que en muchas ocasiones eran entregados en mano. Precisamente, en algunas cartas se explicita esta circunstancia, junto a la dificultad que tiene el autor para encontrar a alguien que lleve sus misivas ante La Gasca35. Por tanto, estos documentos con pretensiones literarias, lúdicas y críticas a un mismo tiempo, que tratan los mismos temas que las cartas de petición, podrían ser considerados en cuanto a sus aspectos formales como “memoriales”, sobre todo, aquellos que llevan explícita la mención de los intermediarios que han de publicar y hacer llegar a La Gasca el escrito, si bien la petición se realiza dentro de la ficción
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Precisamente, el siglo xvi se caracteriza por la indefinición de géneros, lo que, como señalan Bustos Tovar (2000a) y Carrera de la Red (2003), favorece el cambio desde lo no literario a lo literario.
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Fue frecuente hasta 1571 la figura de la intercessio en las cartas de petición. Esta consistía en el acto por el cual una tercera persona, generalmente cualificada, influía en la autoridad pública para conseguir hacer efectiva la petición (Real Díaz 1991: 64).
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literaria. Es, pues, doble la pretensión del autor: despertar conciencias (no solo la de Pedro La Gasca) e intentar moverlo para que se sienta obligado a cambiar la dirección de sus actos. Para reclamar la atención del presidente sobre el bien y el mal y la doble direccionalidad que pueden tener los actos, se va a servir Medina, incluso de la ortografía, pues es llamativo el empleo constante que realiza de la y griega en todos sus escritos. Alusión a esta letra y a su significado hará el propio autor en uno de sus diálogos: “Yo, Justyçya de la tyerra, te demando que me ayudes de parte de dyos nuestro señor, a tantas synjustyçyas como hase el lysençyado Pedro Gasca, en endyendo la letra del byen y del mal, sabyendo que los que se mueren, sy no hasen lo devydo, que es la justyçya al chyco como al grande, se lo demandará la justyçya de dyos nuestro señor en este mundo y en el otro (/.)” (Diálogo 3: fol. 43v). Pese a las evidentes cualidades de Alonso de Medina como escritor –“el estilo apasionado, directo, sencillo, enriquecido por un número notable de refranes y expresiones populares (…) el empleo acertado de los recursos literarios que transforman algunos de sus Memoriales en unos verdaderos cuentos populares llenos de colorido” (Tormo y Woyski 1978: 1357-1358)– y pese a que conocía, a lo que parece, muy bien las teorías erasmistas, así como todos los cambios operados políticamente en la Corona respecto del trato que debían recibir los indígenas, no estamos ante un literato de la época, sino ante un soldado, muy posiblemente hidalgo, aunque sin fortuna, que vio en el Nuevo Mundo la posibilidad de mejorar su situación y su fama, e intentó demostrar que era merecedor de ello por su trabajo, entrega y fidelidad a Dios y al rey. De ambas cualidades sus cartas y diálogos son muestra palmaria. Precisamente, en su novena carta, es posible que la última enviada o entregada a La Gasca, con un tono humilde y triste (desconocido en el resto de sus escritos) hará evidente su fidelidad y deseo de perdón con estas palabras: Mirá que disen los malos que por dineros tienen indios y casa y honra; y a los proves, llevadas sus asiendas, que van dando gritos por las calles, como el que la presente lleva a vuestra señoría, que sirvió pecho por tierra, fue atormentado por los tiranos y robado çinquenta mill veces, y anlo aquí sentenciado, en las tres partes de su hasienda. Metiéndole miedo, anlo desterrado de los reinos, sin razón. Él no pide en lo que fue sentenciado, sino que mirando vuestra señoría su provansa ser grande, y serviçios a su rey y señor, suplico a vuestra señoría le
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deje canbiar y tratar, pues que es buen vasallo de Su Majestad (ya lo a sido). Y lo demás contará a vuestra señoría largo (fol. 30v).
Es este el único escrito en el que pide con verdadera humildad ser perdonado. Para ello, en contraste con las otras cartas escritas en primera persona, utiliza una tercera persona que lo convierte en el intercessio que no puede tener, pues ya hemos oído sus quejas sobre el aislamiento que sufre y las negativas recibidas ante la pretensión de que lleven sus cartas ante el presidente. Un intento más, aunque ajustado a su realidad, de buscar la conmiseración de Pedro La Gasca y moverlo al perdón. Los diálogos de Medina podrían caber bajo el marbete de memoriales, habida cuenta las numerosas posibilidades que ofrecen, así como el hecho de que Medina en algunos de sus diálogos incluya ciertas características formales, como la referencia al mediador que ha de dar difusión y entregar dicho escrito a su destinatario. No obstante, los diálogos son clara ficción literaria, aunque el carácter lúdico esté sometido aquí a un objetivo concreto muy vinculado a los intereses particulares del autor. Podría decirse que asistimos al trasvase desde una tipología no literaria hacia otra literaria. Estamos ante un magnífico ejemplo de literatura en sus márgenes. En un siglo de indefinición genérica, como lo fue el xvi36, no solo las cartas-informe y de relación oscilaron en Hispanoamérica desde lo no literario a lo literario, también parece que las cartas de petición tuvieron un desarrollo similar, vinculado, en este caso, al género dialógico, que tuvo una gran expansión durante el Renacimiento de la mano, sobre todo, del erasmismo.
1.3 Los diálogos de Alonso de Medina: lengua y retórica al servicio de un afán 1.3.1 El resurgimiento del diálogo Dado el amplio abanico de posibilidades que en la época que nos ocupa presenta el “memorial”, hemos visto que podríamos incluir estos diálogos de Medina en dicha tipología textual, si bien, en realidad, constituyen un
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Sobre estas cuestiones es fundamental el trabajo de Bustos Tovar (2000a).
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Como señala Vian (2010), el diálogo renacentista era un género dirigido al pueblo, que permitía al autor decir cosas que sin el recurso a la ficción dialógica le habrían resultado imposibles o imprudentes.
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Por ejemplo, Ferreras (2008) define el diálogo humanístico como un género específico, aunque híbrido, que se sitúa entre la carta y el tratado. No me parece oportuno ni necesario entrar a valorar aquí los diferentes nombres que pueden recibir los textos interactivos escritos. Para una panorámica general sobre el nacimiento del término, así como de los diferentes nombres empleados en la historia de la literatura según el número de los interlocutores, su extensión, etc., véanse, entre otros, los trabajos de Vian (2009 y 2010).
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Bobes (1992) considera el diálogo como actividad sémica e interactiva, realizada por dos o más hablantes, que se produce en una situación de cara a cara en actitud de colaboración, con unidad de tema y de fin.
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Bobes (1992) da cuenta, con gran acierto, de algunos de los signos lingüísticos que caracterizan el diálogo: uso frecuente de deícticos personales, temporales y espaciales, tiempos verbales que pertenecen al mundo comentado, señales axiológicas, uso frecuente relativamente del metalenguaje, etc.
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Las relaciones entre oralidad y escritura que se producen en los diálogos renacentistas han sido estudiadas en numerosos trabajos por Bustos Tovar (2001, 2006, 2009, 2011, etc.). Pueden verse, asimismo, sobre el tema Gómez (1988) y Cano (1991, 2001 y 2003).
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excelente ejemplo del paso de lo no literario a lo literario. La selección realizada por Alonso de Medina del diálogo como forma expresiva es una señal más de su fino discernimiento, pues la ficción dialógica le permite dirigir a Pedro La Gasca sus consejos y advertencias de una manera más eficaz y menos comprometida, a la par que le ofrece abundantes recursos retóricos para mover su ánimo con más facilidad37. Diálogo y retórica se habían unido a finales del siglo xv, convirtiéndose en el vehículo de expresión preferido, sobre todo, de los humanistas. Tan empleado fue, que entre 1525 y 1600 se escribieron una gran cantidad de diálogos, al menos, un millar (Murillo 2006). Precisamente, el hecho de que, a finales del siglo xv, pero sobre todo durante el xvi, se viviera el redescubrimiento de un género que había nacido en la Antigüedad clásica (Platón, Cicerón, Luciano) obliga a considerar, junto con el análisis de sus características, la posible autonomía del diálogo como género38. A fin de evitar equívocos, diré que parto de una concepción diferenciada de diálogo y conversación, pese a que ambos se manifiesten de manera interactiva. Entre diálogo y conversación existen dos diferencias sustanciales. De una parte, la conversación no puede trasladarse a lo escrito, en su totalidad, pues pertenece a la lengua hablada y, de otra parte, en el diálogo, la actividad de los interlocutores es complementaria y va dirigida a la creación de un sentido único, algo que no suele producirse en la conversación, que se caracteriza por su espontaneidad39. Aunque algunos estudiosos consideran que el diálogo no es un tipo textual concreto, es obvio que debería ser considerado como tal, pues es reflejo de una actividad social, con reglas concretas, como la alternancia de turnos, la progresión semántica y la interacción, y con características lingüísticas también concretas, si bien todavía estas últimas no están totalmente definidas40. Cuenta, pues, con características propias que superan la simple adición de enunciados producidos por diferente interlocutor. Entiendo, por tanto, el término diálogo, incluido el diálogo teatral, como texto escrito que podrá realizarse o no de manera oral, concebido de manera reflexiva y dilatada en el tiempo, no espontánea, que se moverá dentro del continuum inmediatez-distancia comunicativa (Koch y Oesterreicher 2007), según diversos factores41.
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Comparten diálogo y conversación, no obstante, otras características, como la convergencia de varios sistemas (paralenguaje, proxémica y kinésica)42, la alternancia de turnos regulada por normativa social y la presencia e intervención de dos o más sujetos. Por tanto, considero el diálogo como tipo textual que cuenta, además, con una larga tradición discursiva43 que tiene como antecedente a los griegos y comienza su andadura en castellano en la Edad Media de la mano de san Agustín, quien vincula la retórica con el cristianismo. Dejo el término “conversación” para cualquier otro tipo de expresión que utiliza como canal el medio oral y que, igualmente, puede hallarse en distintos puntos, según diversos factores, del continuum inmediatez-distancia comunicativa, pese a que con frecuencia podemos ubicarla, dadas sus características, en el extremo opuesto a la distancia comunicativa.
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Véanse Poyatos (1971) y su estructura triple básica del diálogo, y Bobes (1992).
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La ventaja que parece tener este modelo es su visión histórica abstracta más abarcadora que la de género, normalmente, asociada a la literatura. Véanse, entre otros, los trabajos de Stoll (1998), Kabatek (2008) y Koch (2008).
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Para referirme a los memoriales dialogados de Medina prefiero el término diálogo al de coloquio, pese a la escasa extensión de los mismos, por dos motivos fundamentales. De un lado, por considerar que los diálogos de Medina se continúan unos a otros, dándose la circunstancia de que muy posiblemente escribió otros que no nos han llegado, por lo tanto no conocemos su extensión real y, de otro lado, por considerar que el término diálogo tiene un carácter más abarcador y representa mejor un tipo textual concreto, con características singulares que, no obstante, puede presentar peculiaridades, según el tamaño, etc.
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Alonso de Medina en su ficción dialógica no solo se dirige a los españoles y a otros europeos que acompañaron a estos en su empresa americana, sino que incluye a indígenas y mestizos e incluso a los africanos.
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Este tipo de diálogo busca la mejor respuesta. En ellos tanto las preguntas como las respuestas obtienen la adhesión sobre lo que se discute, amplían y confirman los acuerdos iniciales y permiten hacer visible el consenso perseguido, porque esto es indicio de verdad. Buscan la verdad, a través del consenso (cfr. Vian 2010).
1.3.2 Los diálogos de las Justicias44 Los diálogos de la Justicia de Medina, como hemos visto, presentan a dos personajes que razonan al unísono sobre los acontecimientos que está viviendo la incipiente sociedad peruana45. El tipo de diálogo elegido es el heurístico o dialéctico, caracterizado por interlocutores nivelados y dotados de habilidades semejantes que buscan honestamente, por lo general, la verdad46. Es muy posible que los diálogos tres, cuatro y cinco fueran representados o declamados ante un auditorio, al menos parecen haber sido concebidos para ello. En cambio, los primeros son narraciones de carácter popular, pese a su forma dialogada y al reiterado uso de la primera persona. El carácter dramático de algunos de estos diálogos viene respaldado por el hecho de que incluyen apartes, acotaciones y didascalias. Por ejemplo, la siguiente acotación: “Responde la Justiçia de la tierra y dice” (Diálogo 5: fol. 49r), o algunos apartes. Por ejemplo, dirigido a Pedro La Gasca: “¡O, Pedro Gasca! ¿Por qué sois inpróquita y vendéis vino, y sale vinagre, por qué engañastes a Su Majestad en desille que le avíades de descargar su consençia, y se la metéis en los infiernos, abaxo, en lo más profundo? ¡O, Pedro Gasca, presidente por Su Majestad! ¿Y no acorda-
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Retrato de fray Jerónimo de Loayza (Municipalidad de Lima, 1999).
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La caricatura es uno de los recursos más populares y explotados por la sátira. Medina nos ofrece un dibujo de tintes satíricos de los personajes La Gasca y Loaiza, esto es, un retrato distorsionado, en el que exagera rasgos y crea con ellos una imagen de los personajes de gran parecido a las aves, en concreto a los cuervos.
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réis en vos que hos avéis de morir y que el justo juez y la justa justiçia me a de venir a desatar?” (Diálogo 3: folio 44r). Dirigidos también a los indígenas y al pueblo de Cuzco: “¡Abéis de mirar, jentes, estos llantos que hasen los naturales que dan gritos por las calles y disen: “Nuestros amos mos dejan robados y desipados y, agora, este presidente da lisençia que mos vendan en pública almoneda” (/.)”; “¡Dad gritos, naturales, que hos mandan vender y trespasar el viejo que vino a descargar la consençia de Su Majestad! ¡Dad gritos y desí así!: ‘¡Justiçia del sielo, pues que en la tierra no la ay! ¡Justiçia del sielo, pues que en la tierra la que hay no puede! ¡Justiçia del sielo, pues que no basta la que ay en esta tierra! ¡A ti la demandamos, que este viejo del bordón nos tiene vendidos como negros de Cabo Verde y da lisençia que nos vendan!’” (Diálogo 4: fol. 38r y v). Son también muy frecuentes las didascalias implícitas, esto es, instrucciones que están integradas en el diálogo mismo y que son necesarias para su puesta en escena. De hecho, es inherente al texto dramático la ambigüedad y la polisemia, que es resuelta por las didascalias explícitas e implícitas. En este texto podemos observar cómo la ausencia de acotaciones provoca problemas de comprensión, a veces de difícil resolución, debido a la ausencia de estos elementos que son indispensables para su comprensión escrita, pero que, en cambio, son innecesarios en una representación. Por ejemplo, en el diálogo cuarto, la introducción de un recurso típicamente dramático, el diálogo que presencian, sin ser vistas, las dos Justicias, expresado a través de una viñeta parlante, caricatura física y moral de Pedro La Gasca y del arzobispo Loaiza47, provoca ciertas disonancias propias del proceso de convertir un texto pensado para ser oral a los moldes escritos. En efecto, de ahí deriva que el marco de referencias compartido por los interlocutores pueda carecer de la información necesaria para que el receptor infiera el referente adecuado, así sucede en el enunciado proferido por Justicia del cielo ante la escena que presencia (el diálogo entre La Gasca y el arzobispo Loaiza): “¡O, buen obispo y qué buena maña te das! ¡Plega a Dios por su infinita bondad que yo vea tanta sisaña entre los dos, que no se puedan valer más! ¡Si le diese con el cayado munchos palos que le hisiese soltar el oro y la plata que a llevado…!” (fol. 38r). El primer enunciado parece haber sido pronunciado por Justicia del cielo, dirigiéndose al arzobispo con un tuteo,
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claramente despreciativo. El segundo parece dirigirse a Justicia de la tierra, pero el tercero resulta muy ambiguo, pues el lector carece de información suficiente para inferir quién debería dar con el cayado a quién. Tal vez, La Gasca al arzobispo, tal vez la propia Justicia que presencia la escena debería golpear al arzobispo o, tal vez, a La Gasca. Es este un buen ejemplo de cómo hay información imprescindible en un texto escrito que no es necesaria en una representación, pues el paralenguaje, la situación de los personajes en el espacio, los gestos, etc. completan el sentido. La ausencia de acotaciones, provoca dicha ambigüedad, pero evidencia, junto a otros datos, en mi opinión, que el texto que Medina envía a La Gasca, era, en origen, un texto dramático. Asimismo, podemos encontrar enunciados que implican ciertos gestos fáticos, conativos, deícticos, que motivan una orden motriz, implicadora de la necesidad de hacer un gesto48: “¡Calla, justizia devina” (fol. 39v), etc. Suponen, además de señalar el cambio de turno, un desplazamiento previo: “¡O, Justicia del cielo!” (fol. 38r), “¡O, Justicia de la tierra!” (fol. 38r), “Aquí tengo al presidente (...) Plega a Dios” (fol. 38r), “¡A ti, grande justiçia de Dios, hablo! (...) ¡y, agora este presidente...! (...) ¡Mira barroso, cómo se va!” (fol. 38v), “Este presidente (...) Dad gritos dese cusco (...) Da gritos, cusco (...) Dad gritos naturales (...) Este viejo del bordón (...) Ese viejo de cay(...) a, (...) Este perro viejo” (fol. 39r). Los diálogos no ofrecen signos condicionantes de escena, como cambios de iluminación, señalamiento de un lugar o distribución de los personajes en el espacio escénico, más allá de signos que marcan el movimiento del interlocutor que ha de desplazarse para dirigirse a distintos grupos sociales en diferentes momentos de su intervención (gentes del Cuzco, naturales, Barroso, etc.), pero el discurrir del texto parece responder a un desplazamiento de los interlocutores entre diversos lugares de la ciudad o tal vez, a la manera de los dioses griegos, desde las alturas, podían otear ambas Justicias el discurrir humano de la ciudad, quizás, ayudándose de una maqueta o retablo portátil, semejante al que portaban en sus mulas los clérigos para enseñar la fe cristiana y, que hoy pueden verse en museos limeños, por ejemplo. Naturalmente existe la posibilidad, nada desdeñable, de que fuera declamada o dramatizada desde el púlpito de una iglesia49 a la manera que podemos ver en el grabado que el mestizo mexicano Diego de Valadés nos ha legado.
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Véase sobre este tipo de didascalias aplicadas al teatro castellano primitivo, en concreto a las obras de Lucas Fernández, Hermenegildo (1986).
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Sabido es que los predicadores, y en especial los dominicos, manifestaron una clara inclinación hacia las maneras teatrales; de hecho la Ordo fratum praedicatorum se sirvió de sus técnicas y las recomendó. No era raro que los clérigos y curas permitieran representaciones teatrales, incluso profanas, en sus iglesias y monasterios, en las que llegaban a participar. Tampoco era rara la inserción en el sermón de diálogos y monólogos con los que el predicador ilustraba situaciones o comportamientos, por ejemplo, los sermones de San Vicente Ferrer (Pérez 2009).
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Diego de Valadés, Rhetorica Christiana, 1579.
Recordemos que en la Edad Media se añaden a la retórica las artes praedicandi, dictandi y poetiae, y que la enseñanza de la retórica en el Renacimiento se dividió, siguiendo el modelo anterior, en trívium (gramática, retórica, dialéctica) y quadrivium (aritmética, geometría, música, astronomía). El aprendizaje seguía tres procesos: el estudio de los preceptos (normalmente, la Rhetorica ad Herennium, la de Rodolfo Agrícola y la de Jorge de Trebisonda), la imitación de los modelos y la praxis personal (Rico Verdú 1973). Aunque Medina da muestras de conocer a los autores de su época y se muestra capaz de adaptar los modelos conocidos a su finalidad vital
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y concreta, es poco probable que tuviera conocimientos universitarios, así que, para conseguir su objetivo, tiene que recurrir a su bagaje cultural, aquel del que podría disponer un soldado español, hidalgo, que no desconocía que epístola y diálogo pertenecían al género oratorio y que conocía, como ya hemos dicho, las teorías de humanistas como Erasmo, aunque no fuera directamente. De hecho, en su primera carta hallamos el motivo del ‘mundo al revés’: “¡El mundo anda al revés, lo malo levantado y lo bueno arrastrado” (fol. 10r), tan explotado más tarde por Huamán Poma o por Quevedo, pero que se encontraba ya en autores renacentistas como Erasmo. Las redes sociales en las que se hallaba inmerso nuestro autor son un factor que necesariamente hay que tener en cuenta y, para este caso, los documentos muestran que Alonso de Medina tenía relación directa con indígenas, escribanos y clérigos, posiblemente estos últimos, tanto regulares como seculares, pero especialmente ligados a la orden de los Dominicos. Precisamente, los dominicos impulsaron la predicación y la retórica, dedicándose activamente a la predicación ante el pueblo50. De manera que, aun sin que nuestro autor hubiera tenido a su alcance una elitista formación, un hombre de su época que, como los documentos muestran, sabía escribir cartas y diálogos, además con un rico y colorido estilo, disfrutaba, obviamente, de conocimientos retóricos51. 50
En cambio, los franciscanos, que también impulsaron la predicación y la retórica, dirigieron su predicación a la nobleza y la realeza.
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Esos conocimientos son los que pone al servicio de su afán. Para ello, hemos visto, se sirve de cartas y diálogos. El arte de escribir cartas junto a las artes praedicandi y las artes métricas, como también hemos visto, se añadieron en la Edad Media a la retórica (Antonio Azaustre y Juan Casas 1997) y vehicularon las ansias comunicativas de los hombres desde su incorporación, pero de manera especial durante el Renacimiento.
1.3.3 Mover el ánimo a través de la ficción dialógica En los diálogos de Alonso de Medina destaca el tono severo y amenazante con el que se expresan sus personajes alegóricos, habida cuenta de que su intención era hacer llegar sus escritos a La Gasca. El empleo de dicho tono se explica, al menos, por dos motivos. De una parte, la ficción literaria, con el empleo de interlocutores alegóricos (las Justicias), le permite gozar de una autoridad que no posee en la vida real. De otra, la retórica del infortunio le ha enseñado que las amenazas pueden hacer reflexionar a las personas y el temor provocar un cambio en las voluntades. Esta teoría la encontramos en Aristóteles, cuya retórica fue retomada por Vives, personaje que tanto influyó en el fraile dominico Las Casas y otros intelectuales de su época.
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Alonso de Medina elige bajo la forma de diálogo un discurso de tipo deliberativo con la intención de que su lector (La Gasca) desee cambiar su conducta y realizar lo ‘recto’. Lo recto era uno de los tópicos en los que se dividía la ‘dignidad’. Véase, entre otros, López Grigera (1994).
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Véase el estudio realizado por Carneiro (2015). En él, su autora, realiza un interesante análisis a la luz de la retórica del infortunio de las narraciones de naufragios de Gomes de Brito y de Gonzalo Fernández de Oviedo.
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Aristóteles enfatiza en la relevancia de la retórica del temor, ya que este hace que deliberemos52. Vives, siguiendo a Aristóteles, señala que, ante los males e infortunios, el orador debe poner los males delante de los ojos, narrarlos con evidentia, de tal modo que más que narrarlos parecieran estar ocurriendo. Esta preceptiva, en origen jurídico-deliberativa, fue utilizada también en otros tipos de discurso e incluso por la retórica sagrada, con algunos cambios, y es la empleada por Alonso de Medina en sus diálogos y en sus cartas. Los consejos que estas retóricas ofrecen para conseguir sus objetivos de visualizar el mal y mover al cambio tienen clara relación con los mecanismos empleados en los diálogos, sermones y teatro: uso de prosopopeyas, parábolas, imágenes, comparaciones, repetición, exclamación, hipérboles, apóstrofes, imprecación, admiración, alegorías, etc. Todo ello empleando un estilo grave o elevado53. Así se explica, en buena medida, el tono que presentan los diálogos e incluso las cartas de petición que Medina envía a La Gasca. Otro aspecto que ha de tener en cuenta el lector poco habituado a enfrentarse con la documentación indiana escrita en época áurea, es la libertad con la que los conquistadores, normalmente nobles o al menos hidalgos, expresaban sus opiniones y daban consejos, no ya a La Gasca (como vemos hacer a Medina), sino al mismo rey. Luis de Lara, en 1549, desde Lima, no duda en tratar de convencer al monarca de que debe cambiar su opinión sobre La Gasca, ni titubea al pedirle que mande al presidente de vuelta a España y envíe un nuevo virrey. Asimismo, le aconseja que sustituya al arzobispo Loaiza, proponiéndole, incluso, el nombre de un sustituto adecuado. Y es que las epístolas tenían el objetivo de dar información y ofrecer consejos al monarca, pues la distancia impedía a este conocer lo que pasaba allende los mares o, en palabras del propio Medina, “Esto no lo vehe Su Majestad porque sus ojos no son tan largos” (fol. 44r). Véase el siguiente fragmento de la carta de Luis de Lara dirigida al rey, incluida en esta edición en el apéndice III: Avnque vuesa señorýa no me conosca nj tenga notjsia de my persona no dexaré de servyr a vuestra señorýa en avjsar de las cosas que en esta tierra pasan después quel ljsençyado de La Gasca entró en el Cuzco y enpesó a governan en qujeta paz.
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Y tengo creýdo que vuesa señorýa estará dudoso en las creer porque pareserán muy nuevas y contraryas a la reputasjón en que debe destar en todos esos reynos su persona, (…) [La Gasca] repartjó la tierra tradjos y contra su Rey y contra los próximos, y puso en grandjsjma admyrasjón (/) a los que djo la tjerra y a los que dexó sjn ella. Y los que myravan los vnos y los otros y a todos los perlados y reljxiosos de la tierra en gran confusjón, consjderando qué cosa tan osada y tan nueva y tan sjn nesesjdad echa. (…) y muy gran bjen serýa quel presjdente se fuese en breve, y vjnjese el que le a de suceder, porquel cada dja añade yerro a yerro. Y sj a vuestra señorýa no an hido muchas con quexas (…) das quanto de nyngún governador an hido, es la cavsa estar tan pobres y abatjdos los agravjados y, porque de cada dja se a esperado visorrey en esta tjerra, y ansj [a] avjdo acá myl nuevas: que vnas vezes se a dicho quel señor visorrey de la nu(…) Espa(…) venýa a governar esta tjerra, otras vezes se a dicho que el conde de Alcavdete, otras que vn ermano del duque de Náxara, otras quel marqués de Faljes (/)… Confiando que el que vjnjere, por perverso que sea, les ará más bjen quel presjdente. (…) Ocho ho nueve capitanjas quel presjdente a proveýdo, después questá en esta çibdad, para conqujstar tjerras nuevas, tambjén las a dado a onbres muy deljnqüentes en lo de Piçarro (…) Supljco a vuesa señorja me tenga por su servjdor y me [e] nvje vuestra señorrýa a mandar cosas de su servjsjo porque soy muy afisjonado al servjsio de vuesa señorja, de más de la obligaçión que qualqujer cavallero yjodalgo tjene de ser servjdor de vuesa señorja, por qujen vuestra señorja es. El señor ljsençiado Francisco Tello de Sandoval, podrá dezir a vuesa señorja qujén soy. Sj fuere servjdo de lo querer saber (/) (AGI, Audiencia de Lima, 118, Luis de Lara).
El mismo afán de informar declara tener Alonso de Medina en sus cartas a Pedro La Gasca, obligación propia de su calidad y condición: Avnque estoy prove y nesesitado, no dejaré servir a vuestra señoría en avisalle todo aquello que fuere serviçio de Dios, nuestro señor, y de su bendita madre (fol. 16v). Yo daré informaçión de todo con los casiques y españoles (fol. 25v). ¿Cómo, grande presidente, no a dado vuestra señoría crédito a mis cartas, con tanto deseo escritas, con tanta voluntad notadas? (fol. 29r).
En carta de 1547 escribe al presidente otro solado español que ya había servido al rey en las guerras europeas. Se trata del famoso Francisco de Carvajal, quien toma la pluma para defender tanto a Gonzalo Pizarro como a los indígenas ante las prácticas que lleva a cabo el “Reverendo capellán de
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la Gasca”. Véanse algunos de los argumentos y el tono empleado: Tan maravillado estoy de que vuestros desatinos, con los cuales habéis destruido estos reinos al Rey nuestro señor, que por la parte que de su leal vasallo me toca, no pudiéndolo más disimular, me paresció escrebirle estos renglones ¿En qué seso de vos, capellán, tan cuerdo como dicen que vuestra reverencia es (…) como tenía pensado el ladroncillo de Centeno (…) [cartas] en que vimos vuestros malos deseos y las obras muy peores, porque entre otras necedades que les enviábades a decir, era una y bien principal, que diesen la batalla al gobernador del Rey. Pues ¿en qué escritura sagrada habéis vos hallado, pregonado vuestras conciencia de raposo, que el Rey os diese a vos comisión pública ni secreta para que diésedes la batalla a su gobernador? (…) vista la destrucción destos reinos y de los naturales dellos, de la cual toda habéis vos dado la causa, yo espero justicia de Dios (…) yo los hice ahorcar, y van sobre la pecadorcita de vuestra animita (…) que es consejo de amigo, porque juro a Nuestro Señor que habéis de hacer mal fin, porque la sangre de los muertos, así españoles como indios, quotidie ad Deum clamant. Y porque después, en ningún tiempo me podáis decir no me lo dixo, digo que lo que se debe hacer para el servicio de Su Magestad, son dos cosas. La primera es que vuestra reverencia se despoxe de aquella ambición (…) y la otra que comencéis con toda Enfrentamiento entre Pedro de la Casca y Gonzalo la brevedad posible a tratar con Su Majestad que haga Pizarro (Felipe Guamán Poma de Ayala, Nueva copiosísimas mercedes al gobernador Gonzalo Pizarro, corónica y buen gobierno, 426). que tan señalados servicios le ha hecho desque nació, sosteniéndole estos reinos, y subcesivamente a todos los que como a su gobernador le servimos, a cada uno según la calidad de su persona, y estas son las verdaderas cartillas (apud Pérez de Tudela 1964: I, 372-374).
Años más tarde, en 1561, de nuevo un soldado español que había permanecido fiel a la Corona durante años, Lope de Aguirre, dirigirá una carta al rey en
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la que, con gruesas, pero serenas palabras, le hará partícipe de los motivos que le han llevado a seguir la senda de otros conquistadores como Gonzalo Pizarro: Creo bien, rey y señor, que para mí y mis compañeros no has sido tal, sino cruel e ingrato a tan buenos servicios como de nosotros has recibido, y también creo que te deben de engañar los que te escriben desta tierra, como estás tan lejos. Avísote, rey español, que cumple haya toda justicia y rectitud para tan buenos vasallos como en esta tierra tienes, aunque yo, por no poder sufrir más las crueldades que usan estos tus oidores, visorrey y gobernadores, he salido de hecho con mis compañeros (cuyos nombres después diré) de tu obediencia, y desnaturádonos de nuestras tierras, que es España, para hacerte en estas partes la más cruel guerra que nuestras fuerzas pudieren sustentar y sufrir (…) Mira, mira, rey español, que no seas cruel a tus vasallos ni ingrato; pues estando tu padre y tú en los reinos de España sin ninguna zozobra, te han dado tus vasallos a costa de su sangre y haciendas tantos reinos y señoríos como en estas partes tienes. Y mira, rey y señor, que no puedes llevar con título de rey justo ningún interés destas partes, donde no aventuraste nada, sin que primero los que en ella han trabajado y sudado sean gratificados (…) Hemos alcanzado cuán cruel eres y quebrantador de fe y palabra, y así tenemos en esta tierra tus promesas por de menos crédito que los libros de Martín Lutero (…) César y emperador tu padre conquistase con las fuerzas de España la superba Germania y gastase tanta moneda llevada de estas Indias, descubiertas por nosotros (…) Conquistaste a Alemania con armas y Alemania ha conquistado a España con vicios, de que cierto nos hallamos acá más contentos con maíz y agua sola, por estar apartados de tan mala errónea, que los que en ella han caído pueden estar con sus regalos (apud Díez Torres 2011).
El trato que recibe la autoridad, ya sea el propio rey o un delegado de este, no puede entenderse si se desconoce que participa todavía, en cierta medida, del principio medieval de vasallaje entre nobles, entre los que el rey solo es primus inter pares. Y es que, en las relaciones de vasallaje feudal (y ese había sido el sistema utilizado en la conquista de América) dos son las obligaciones básicas: la fidelidad al rey y el consejo. García Gallo (1972: 131) ya señaló que la libertad de expresión “durante cerca de medio siglo [siglo xvi]” fue absoluta: “conquistadores, pobladores, religiosos y funcionarios reales alegan su propia experiencia, sus puntos de vista y sus soluciones para inducir al rey y al Consejo de Indias a establecer el Derecho que a cada uno le parece justo”.
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Estamos ante hombres aguerridos, que habían luchado “pecho por tierra”, esto es, humildemente, blandiendo la bandera del rey y de Dios, conquistando y repoblando lugares ignotos, también para su rey y su Dios, sufriendo trabajos, hambre, enfermedades, desolación... La situación extrema por la que habían atravesado exigía una recompensa final, tanto más cuando de sus esfuerzos se habían obtenido grandes bienes, también pecunarios, que iban a parar, sobre todo, a las guerras en Europa. La injusticia, madre de muchas de las desgracias humanas, llevó a algunos de ellos primero a intentar cambiar la situación, pero, finalmente, ante las reiteradas injusticias, a la desesperación y a la muerte infame.
1.3.3.1 Algunos mecanismos de imitación conversacional Hemos dicho que no consideramos que conversación y diálogo sean un mismo tipo de discurso, pese a que el segundo, para conseguir sus objetivos, intente aproximarse al primero en lo que tiene este de dinámico, vivo y espontáneo. En no pocas ocasiones se han intentado definir los mecanismos que permiten crear la ilusión de lengua hablada en el diálogo, veamos a continuación, sin ánimo de exhaustividad, algunos de los mecanismos empleados, con dicho fin, por Medina en sus diálogos: 1. Los cambios de turno vienen señalados por vocativos, con cierta frecuencia se emplea una entonación admirativa: “¡O, Justiçia de la tierra! ¿Cómo te va?, Justiçia del sielo, aquí tengo” (fol. 38r). 2. La deixis personal de primera persona caracteriza los procesos interactivos. Bustos Tovar (2007) observa que su presencia se intensifica considerablemente en el diálogo renacentista como eje de organización del discurso diálogico. En los diálogos de Alonso de Medina su empleo es constante: “¿qué es lo que te mando yo que hagas? (…) Yo, Justiçia de la tierra, soy puesta de tu mano (…) Quedé yo tan doliente (…) Yo, Justiçia de la tierra, te demando (…) Duélete de mí, justiçia, que estoy en la tierra” (passim). También la deixis de segunda persona, aunque en menor medida, está presente en sus diálogos: “Veniste tú, justiçia de Dios nuestro señor, como reta” (passim).
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3. Deixis espacial. Destaca el empleo del deíctico “aquí”, que señala el lugar donde se produce el diálogo o donde se ubican sus personajes: “Justiçia del sielo, aquí tengo al presidente caído de su burra, que desía él que sabía muncho, y no sabe nada” (fol. 38r). “¡Hed aquí las barvas del tirano! Mira otras muchas, las quales no pongo aquí por mi honra” (fol 45r). “¿A qué me abajaste Justiçia del sielo aquí, a la tierra, si los que mandan y rijen me tratan tan mal y no ozo desir?” (fol. 43v). 4. El empleo de tiempos verbales del mundo comentado, especialmente en los diálogos tres, cuatro y cinco, los que parece fueron pensados para su dramatización: “Veo que me tiene muerta, veo que me tiene aporreada (…) Yo no quería venir, por miedo de los tiranos que andavan sobre la haz de la tierra, y vine viendo la justiçia de Su Majestad que me manda (…) Que por oro y por plata perdona tantos males, tantos robos, tantas muertes y tantas maldades como an hecho los que poblados están en la tierra (…) Si es para paçificasión destos reinos, tal sea mi vida; mas a lo que vemos, es para más mal, si el justo juez no hase que me desaten, que el de La Gasca me tiene en cadenas” (passim). 5. Interpelación al receptor, con la que se busca ampliar la información, provocar la acción o llamar la atención del interlocutor: “¡Mira, Justiçia del sielo, qué justiçia hase el de La Gasca! (…) ¡Responde, Justiçia de la tierra! ¡Mira qué te hablo, Justiçia del sielo! ¿Qué te hisieron quando acabaste la plática?”, etc. Muy frecuente es el empleo de los imperativos para introducir un aparte dirigido a diferentes destinatarios presentes en declamación o representación (indoamericanos, pueblo del Cuzco, etc.): “¡Dad gritos dese Cusco, que te roban en él a vanderas desplegadas! ¡Da gritos, Cusco, que te roban y te destruyen! ¡Da gritos, Cusco, y pide justiçia que este presidente da lisençia que es: “¡Vendan naturales! (…) ¡Dad gritos, naturales, que hos mandan vender y trespasar el viejo que vino a descargar la consençia de Su Majestad!” (fol. 39v). 6. Aclaraciones, matización de lo dicho, utilizadas con clara intención irónica: “Y para esto que veo, más valiera que lo poseyeran los traidores –digo los muertos, que los bivos poséenlo (/.)–” (fol. 43r). 7. Se usan, asimismo, las expresiones populares como mecanismo para reproducir la interacción cara a cara. Los escritos de Medina, y de manera especial sus diálogos, son un auténtico catálogo de expresiones, comparaciones
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y léxico popular, con los que trata, además, de dotar a sus diálogos unas veces de humor y otras de ironía y sarcasmo: “Se va a perder como pájaro que se viene al carnaje (…) Hello será como el repartimiento de l[a] Apurima, que se iso como ell obispo quixo (…) por eso no cae en las burradas que hace (…) caído de su burra (…) si no fuese a traidores que han hespantado la burra (…) que te roban en él a vanderas desplegadas (…) que tiene vnos dientes y quijadas como haca de los alquilehes, como camejllo muerto de anbre, como largarto que no a comido tres días (…) en la çibdad del Cusco, comigo, justiçia, a jugado a la pelota, dándome a mí a qui[e]n él a querido (…) Vosotros lloraréis con lágrimas de sangre (…) y ell obispo, como gallo fianbre, no asía sino amenasarme (…) y el señor presidente, regañando como mona, porque no me avía apañado (…) El mejor vesino que yo tengo, Cusco, es don Martín de Gusmán, aliviador de los sobacos y de los pies muy lijero”, etc.
1.3.3.2 Algunas cuestiones sobre la caracterización lingüística de las Justicias Medina, en la caracterización lingüística que realiza de sus personajes alegóricos, pretende seguir el estilo grave, de ahí que la fórmula de tratamiento elegida entre los interlocutores haya sido el tuteo, que no debe entenderse como un tratamiento simétrico, pues entre ellas existe jerarquía. La asimetría se hace aun más evidente si recordamos que son alter ego del propio autor y del rey de España. Es pues, un recurso retórico que conecta al texto con la poética clásica y responde al estilo grave que pretende seguir su autor. El tratamiento entre los personajes reales, en cambio, se corresponde con el propio de la época y está relacionado con la calidad de los mismos; de modo que se emplea el voseo verbal: “yo hos doy (...) para que seáis”, empleado por La Gasca hacia el obispo; el obispo responderá a Pedro La Gasca con tratamiento de tercera persona, en alusión a su dignidad: “Yo beso las manos de vuestra señoría”, tratamiento que reproduce La Gasca hacia el obispo: “el ánima mía y la de vuestra señoría irán” (fol. 38r). Uso asimétrico, de carácter despreciativo, encontramos en el tuteo que dedica al arzobispo el personaje Justicia del cielo, en el diálogo cuarto: “¡O, buen obispo y qué buena maña
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te das!”. Es en el empleo del léxico, de los refranes y expresiones populares donde se observa un desajuste importante, que responde, sin duda, al intento de ridiculizar, también lingüísticamente, pues ya lo ha hecho a través de su aspecto, a ambos personajes. Recordemos que, dentro de la poética clásica, en la teoría de los tres estilos, el humilde se correspondía con los personajes ridículos. Son expresiones alejadas de la calidad de los personajes y propias del registro popular: “caer de la burra”, “tirar de la burra”, “espantar la burra”, “llevar el diablo” o “poner del lodo”. Las comparaciones empleadas por estos personajes, asimismo, se alejan significativamente de lo esperable para un arzobispo y un enviado real: “el ánima mía y la de vuestra señoría irán como cuervos negros (…) se va a perder tras dél como pájaro que se viene al carnaje” (fol. 38r). Al estilo grave que caracteriza a sus personajes alegóricos se debe, asimismo, que eviten ambas Justicias utilizar expresiones coloquiales e insultos, aunque las situaciones de diálogo dejan filtrar no pocas construcciones propias de la inmediatez comunicativa y nos permiten comprobar que muchos de los rasgos lingüísticos (seseo, epéntesis nasales, el analógico mos, etc.) no se usan para caracterizar al personaje, sino que son rasgos propios de la competencia lingüística de Medina, ya que son comunes también en sus cartas. Algo semejante ocurre con ciertas construcciones morfosintácticas relacionadas con la inmediatez comunicativa, que encontramos en ambos tipos textuales. Queda excluida del discurso de las Justicias cualquier expresión popular, incluso para manifestar el enfado de Justicia del cielo, quien evita el insulto directo, sirviéndose de expresiones deícticas, que cumplen varias funciones, señalar, describir al personaje y mostrar desprecio: “Ese viejo que caduca, ese viejo del bordón, ese viejo de la cayada”. Son escasísimas las correcciones que realiza el autor, pero entre ellas destaca una que podría ser voluntaria, pues se trata de un adjetivo aplicado a La Gasca que aparece tachado, aunque es posible leer la palabra que había escrito originalmente: “Este perro viejo que envía a un Rejente a las Charcas” (fol. 39r):
(véase lámina 5).
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Ambas justicias emplean abundantes construcciones paralelas, recurso culto, especialmente en los apartes dirigidos por Justicia del cielo a los conquistadores del Cuzco y a los naturales. Son discursos en los que reproduce la voz potencial54 de algunos los receptores: ¡Dad grytos dese Cusco, que te Roban en él a vanderas desplegadas! ¡Da grytos, cusco, que te roban y te destruyen! ¡Da grytos, cusco, y pyde justyçya que este presydente da lysençya (...) ¡Justyçya del syelo, pues que en la tyerra no la ay! ¡Justyçya del syelo, pues que en la tyerra la que hay no puede! ¡Justyçya del syelo, pues que no basta la que ay en esta tyerra! (fol. 39v).
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Cartas y diálogos utilizan diversos procedimientos lingüísticos para reproducir las voces de otros actores de la sociedad que contribuyen, por lo general, en el sentido de la argumentación de Alonso de Medina. El mecanismo polifónico empleado es denominado por Roulet (1987) como diafonía potencial.
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Su compañera, empleará, igualmente, estructuras paralelas al final del texto, en un intento de argumentar, aparentemente, a favor del presidente: “¡Calla, justyzya devyna, que creo yo que a de ser como a los nyños que asotan en España! ¡Calla, justyçya devyna, que tú y yo y yo y tú, mos alegraremos andando el tyempo, que ya sabes que” (fol. 39v). Los diálogos de Medina, pese a que no son ajenos al empleo de recursos retóricos, nos permiten deslindar, con más claridad que aquellos escritos por literatos, los recursos empleados para imitar la conversación, de la competencia comunicativa de su autor. De hecho, nos ofrece información precisa sobre las estrategias lingüísticas que considera sirven para vivificar y poner ante los ojos de su receptor las injusticias y el sufrimiento que ellas causan. Así pues, como hemos visto, no realiza ninguna selección en las variantes gramaticales para caracterizar a los distintos personajes (fuera de la contención señalada, el uso de expresiones populares y las fórmulas de tratamiento). En nada se parece la caracterización lingüística de sus personajes a las realizadas, por ejemplo, por Rueda o Cervantes en sus diálogos dramáticos, pero es precisamente su carácter de crítica sociopolítica junto a la existencia de otros materiales de este mismo autor lo que nos permitirá desentrañar mejor cuáles son sus usos lingüísticos y cuáles los literaturizados y sometidos a principios retóricos propios del diálogo, al menos como los entendía Medina, así como los recursos que emplea para conseguir un texto irónico y satírico.
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1.4 El español de Alonso de Medina: ¿variación dialectal o nivelación? El análisis de los documentos de Alonso de Medina revela características lingüísticas que sugieren su origen andaluz55. Uno de los aspectos importantes relacionado con los cambios fonético-fonológicos que experimentó el español, posiblemente ya durante el siglo xiv,56 atañe al resultado de las medievales sibilantes /s/-/z/, /sˆ/-/zˆ/, /š/-/ž/. A América llegó un contingente de hablantes con diferentes realizaciones, desde aquellos que llevarían el proceso simplificador en marcha todavía, a otros que portarían ya los resultados actuales diferenciados. De modo que se diseminaron, más o menos arbitrariamente, por tierras americanas todo tipo de realizaciones, desde aquellas minoritarias que podrían conservar todavía las diferencias entre sordas y sonoras, hasta otras en las que el resultado fuera ya el actual en su variante norteña o meridional, pasando por realizaciones intermedias (Lapesa 1991: 563 y ss.). Naturalmente, a ello hay que agregar el proceso de nivelación producido desde muy pronto en el Caribe, donde parece que se formó una primera koiné57 en la que influyó de manera decisiva la solución simplificadora andaluza, ya que fueron muchos los hablantes de dicha procedencia que participaron en la conquista y repoblación de América58. Rivarola (2001 y 2002) atribuye la simplificación de sibilantes de orden alveolar y dental a un proceso de generalización en el marco de una reestructuración patrimonial del castellano que estuvo en el origen de la formación y difusión del español en América. Las pruebas documentales de la existencia del seseo aparecen en América desde muy pronto, por ejemplo, el estudio de Olga Cock (1969) sobre documentos de Nueva España entre los años 1550 y 1650 muestra que los indígenas y criollos de la región emplean ya un sistema simplificado hacia el seseo. Elena Rojas (1984) demuestra esta misma circunstancia para el caso del español de Tucumán y Beatriz Fontanella (1992) para Buenos Aires. El análisis e interpretación de los usos gráficos practicados en los manuscritos de Alonso de Medina deja traslucir no pocos rasgos de su fonetismo: 1. Respecto de la simplificación de las sibilantes del orden dental y alveolar, observamos el empleo de grafía s de manera prácticamente general, solo
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Muchos de los fenómenos que se citan aquí han sido comentados en nota a pie de página en la edición de los manuscritos de Medina. En este apartado solo se pretende realizar un sucinto análisis, clasificación y enumeración de los rasgos lingüísticos que ayudan a determinar el origen del autor.
56
Sobre una posible datación anterior, en concreto, ya en el siglo xiii, véase Frago Gracia (2008).
57
Sobre el proceso de koineización, véanse Rosenblat (1967), Fontanella (1993) y Granda (1994).
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No hacía mucho tiempo que Andalucía había sufrido, también, un proceso de simplificación al recibir gentes de distintas procedencias peninsulares, debido, igualmente, a la conquista y posterior repoblación de la zona (Frago García 1993). Peter Boyd-Bowman (1968 y 1974) demuestra en sus últimos estudios la destacada presencia de gentes llegadas a América procedentes del mediodía peninsular.
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se hallan casos aislados de ceceo (ozo ‘oso’ 43v) o de uso etimológico (zeloso ‘celoso’ 36v). Asimismo, es frecuente que aparezca la grafía propia del fonema dental sibilante sordo, sin diferenciación entre sordas y sonoras, en las abreviaturas formadas por la secuencia ç+i (justiçia 38v). Véanse algunos de los múltiples casos de seseo gráfico que presentan los documentos de Alonso de Medina: aseto ‘acepto’, (9r,) dyse ‘dice’ (9r), syen ‘cien’, vesynos ‘vecinos’, haser ‘hacer’, provansas ‘provanzas’ (todos en el fol. 9v), cargasón ‘cargazón’ (10r), desvergonsada ‘desvergonzada’ (10r), synco ‘cinco’ (10v), hasyenda ‘hacienda’ (10v), pas ‘paz’ (29r), torsyda ‘torcida’ (23r), syelo ‘cielo’ (23r), hasya ‘hacia’ (23v), passim. Es este un rasgo que hace pensar en el origen andaluz de Medina y muestra la existencia de la simplificación andaluza en 1549, solo un año antes de los casos registrados por Olga Cock en documentación de Nueva España. Los escritos de Medina, cuentan con la peculiaridad de presentar dicha simplificación de manera constante y en todos sus escritos, sin prurito alguno de corrección, lo que es signo inequívoco de que el fenómeno no estaba estigmatizado, al menos entre los primeros conquistadores. 2. Hallamos en los escritos de Medina, asimismo, lapsus que denotan el relajamiento articulatorio de -s en posición implosiva. Es este el fenómeno más diferenciador y de mayores consecuencias de la Romania, puesto que la conservación y pérdida de la /-s/ en los plurales ha dado origen a la diferenciación entre la Romania oriental y occidental (Alvar 1975: 63-96). En el mediodía español la -s implosiva se aflojó hasta convertirse en una aspiración. La primera datación de dicha aspiración es de 1492 en Alcalá la Real; en América, Lapesa (1991: 565) atestigua el fenómeno en “las cartas de sevillanos incultos (1559) (…) los quale”. En absoluto podemos calificar a Alonso de Medina como inculto, pero también hallamos en sus escritos lapsus que denotan dicha aspiración: “pues por los pecadores, proves no[s] a venydo samarraso” (fol. 24r), fato ‘fasto’ (41r). 3. Aunque no se observan neutralizaciones -r/-l en posición implosiva, fuera de un único registro en grupo consonántico: pruguera ‘pluguera’ (44r), las correcciones que realiza Alonso de Medina, aunque escasas, muestran la debilidad articulatoria de -s y -r en posición implosiva. Fenómeno no restringido a las hablas andaluzas, pero muy frecuente en ellas. Los docu-
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mentos de Medina atestiguan las siguientes correcciones de r por s: Sortuvo corregido en sostuvo (fol. 4r), cartigo corregido en castigo (41v) y percudan corregido en pescudan (41r). Debilidad articulatoria de -r- en posición intervocálica muestra el siguiente registro: alquilehes ‘alquileres’ (24r). 4. Asimismo, es muestra de debilidad articulatoria la elisión de -r y -d en posición final de palabra: mordé ‘morder’ (fol. 1r), bolvé ‘volved’ (30v), desí ‘decid’ (30v), mirá ‘mirad’ (30v), clamá ‘clamad’ (49r), etc. 5. El yeísmo es un fenómeno atestiguado en el castellano desde antiguo. Corominas (1953) encuentra llago por yago en manuscrito del Libro de Alexandre y en un Glosario de El escorial (c. 1400) atestigua llema, callado, papagallo. No cabe duda de que a América llegó el fenómeno: en México se halla atestiguado en 1527, en Cuzco en 1549, etc. Los documentos de Alonso de Medina, escritos en Arequipa, testimonian, igualmente, su existencia en 1549: Ayá ‘allá’ (fol. 25r). 6. Sobre la articulación de una glotal aspirada /h-/ procedente de /F-/ latina y de velar árabe, fenómeno adscrito, aunque no de manera exclusiva, a las hablas andaluzas, los documentos de Alonso de Medina no dejan lugar a dudas: para nuestro soldado dicho sonido no existe. Así, lo evidencia el empleo anárquico de la grafía h. Es frecuente que la utilice en términos que no proceden de F- latina ni de velar árabe: vehen ‘ven’ (fol. 9v), hos ‘os’ (30r), heso ‘eso’ (49v), hayla ‘hayla’ (9v). Asimismo, a veces, emplea h en otros que sí proceden de F- latina: hecho ‘hacer’ (9v), herramientas (9v), haser ‘hacer’ pero también aser ‘hacer’ (36v), oja ‘hoja’ (41v), ijos ‘hijos’ (24v). Lo mismo ocurre con la preposición de origen árabe hasta, que aparece grafiada indistintamente con h o sin ella: hasta (3r, 36v, 37v, 29r), asta ‘hasta’ (2r, 23v, 43r, 46r y v, 18r, etc.). Algunos usos léxicos parecen indicar, asimismo, el origen andaluz de Medina. Por ejemplo, la variante trespasar (fol. 39r) parece que se usaba todavía durante el siglo xvi especialmente en Sevilla y Córdoba; me avía apañado (24r) con el significado de ‘coger’, ‘componer’ también es de origen andaluz o el adjetivo saleroso (29v), corregido en valeroso y coordinado con el adjetivo sabio, empleados para calificar a Pedro La Gasca. Otros fenómenos hallados en sus escritos tienen un ámbito de uso más general que el propiamente andaluz, así ocurre con fenómenos que reflejan
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Juan de Valdés ([h-1535] 1969: 97) ya sentía el uso de este refuerzo velar poco correcto: “Aun juegan más con la h, poniendo algunas vezes, como ya os he dicho, la g en su lugar, así dizen güerta, güevo por huerta, huesa, huevo, etc., en las quales todas yo siempre dexo estar la h, porque me ofende toda pronunciación adonde se junta la g con la u, por lo feo del sonido”.
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tendencias evolutivas internas del castellano general, o que han tenido una extensión mayor geográfica y/o temporal. Así, la predilección absoluta de Medina por la asimilación de la -r del infinitivo cuando le sigue un pronombre átono: oylle ‘oírle’ (fol. 9r), miralle ‘mirarle’ (29v), dalles ‘darle’ (41v), ponelle ‘ponerle’ (23r, passim). De igual manera, es constante la epéntesis nasal en los adjetivos muncho e inproquita, palatalizaciones en términos castellanos del grupo NYod: vyñese ‘viniese’ (50r, 36r, 44r), Antoño ‘Antonio’ (26r, 5v, 27r) o ñeto ‘nieto’ (17v); metátesis, que en Medina no son de uso esporádico, sino constante en determinados vocablos: prove ‘pobre’ (29v, passim), provesa ‘pobreza’ (41v), passim, pedricare ‘predicare’ (49r), passim; algún caso de refuerzo velar en posición inicial59: güérfana ‘huérfana’ (29v); o el uso del analógico mos ‘nos’, que de manera casi constante emplea Medina en todos sus escritos. Aunque en la época que nos ocupa no estaba todavía totalmente fijado el uso gráfico de rr, r para las vibrantes múltiples y simples, destaca en Medina la irregularidad de uso cuando se trata de representar cualquiera de los sonidos vibrantes en posición intervocálica. Grafías simples para la vibrante múltiple: Aporeada (43v); arepentymyento (34v); Arovas (49v); aryba (1r, 10r, 18r); Baroso (49r); Buradas (1r); castygarrá (43v); coredores (18r); daryba (36r, 44r); gutyeres (3v); Peros (24r y v); Socores (43v); tyera (16r, 43v); Vyrey (1r (3), 17v, 36v, 37r, 46r); vysorey (27v, 46r), y R medieval en forma de lira, que representaba normalmente a la múltiple: AclaRe (9r); aRequypa (3r (3) y 3v, 18r, 20r); ayRe (17v); daRé (25v); dejaRé (16r); espantaRe (15v); fueRe (16r); hespyRe (18v); meRese; (4v); myRa (39r); myRe (10r, 15r); quyeRes (2r); reguRydad (9r). Lo mismo ocurre cuando se trata de representar la vibrante simple, aunque es menos frecuente su trueque que cuando se trata de la múltiple: corrasón (3v, 20v); corrona (2v, 6r, 23v, 45v (2); corroneles (1r); herra (5v); herran (6r, 9r, 50v; 41r); horro (46r); quarrenta (49v); serrado (24r); tesorro (16r); Torro (39v, 45v, 46r); tyrrano (2v, 27v, 28r, 45r); tyrranos (2v, 5v, 44r (2); tyrranýa (3r); tyrro (23v). La abundancia de cacografías, unida a la existencia de algunas autocorrecciones, obliga a considerar la posibilidad de que su uso no se deba exclusivamente a cuestiones gráficas y pudiera ser reflejo de problemas fonéticos en la adscripción de dichos sonidos. Tal vez debido a una pronunciación asibilada de r vibrante múltiple. Amado
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Alonso (1969: 157) atribuía este fenómeno a áreas navarras, aragonesas y riojanas, pero señaló, asimismo, que pudo estar más extendido de lo que se cree hoy, pues “se atiene en todo a las leyes internas del español vigente”. Sin embargo, el autor no confunde dichas grafías, en ningún documento, con ninguna otra asibilada, salvo las tres correcciones de r por s en posición implosiva que hemos señalado arriba. En dicha posición implosiva el autor da muestras del debilitamiento articulatorio de r, l, s, n, y, por tanto, no tenemos pruebas suficientes que nos permitan pensar en que la abundancia de cacografías se deba a dicho fenómeno de asibilación. Hay un aspecto que no solemos tener en cuenta los filólogos, pero que habría que considerar y es la posibilidad de que, si no es una cuestión meramente gráfica, Medina podría tener problemas con la pronunciación de las vibrantes, problema muy frecuente en los niños españoles de hoy y de todas las épocas y que en siglos pasados no recibía la atención que hoy se dedica a su corrección desde la escuela. En los escritos de Medina se atestiguan registros que para la primera mitad del siglo xvi empezaban a ser de escaso uso en la escritura. Ocurre así con la forma medieval estó ‘estoy’ (5r), rara ya en el siglo xvi; con el mantenimiento del adverbio medieval ý: A mi trabajo, ý, enbió vuestra señoría (5r); con el futuro tmético: castigallo hía (34v); o con el pretérito perfecto, todavía no totalmente gramaticalizado: ame sido forsoso haser (6rv), heme hecho mercader (18v). En absoluto se puede hablar de arcaísmo en el caso de un hablante, como Medina, que podía haber nacido a finales del siglo xv o en los primeros años del xvi. Piénsese que si nuestro soldado fuera el mismo Alonso de Medina recogido en el asiento antes mencionado, podría haber llegado a América a los 27 o 30 años (edad a la que normalmente arribaban los hidalgos) y, en tal caso, habría nacido en torno a 1504. En el uso del léxico se observa la convivencia de neologismos latinizantes: caduca (45v), a veces vulgarizados: consençia ‘conciencia’ (23v), sacases ‘secuaces’ (5r, passim), con la introducción de americanismos léxicos tratados con total naturalidad, sin explicación e, incluso, usados en comparación burlesca, que no entendería un chapetón: “no por miedo de su señoría, sino daquel obispo que me comiera a bocados, que tiene vnos dientes y quijadas
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Muchas de estas expresiones son explicadas en nota a pie de página en la edición que aquí se incluye.
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Véase la rigurosa edición y estudio de Eva Bravo-García (2018).
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(…) como lagarto que no a comido tres días” (24r) o barquinaso ‘barquinazo’ (37v). Los indigenismos de origen quechua y aimara jalonan su escrito, la naturalidad con la que los incorpora demuestra lo que ya sabemos por el contenido de sus cartas, que conoce el quechua, tanto es así que puede ser sayapay, esto es, intérprete, también, entre los naturales. Entre los indigenismos destaco la expresión no atestiguada hasta ahora: “Mira, Cusco, que tienes a Lope Martín, que no me dejó de papa para arriba y chuño para abajo” (1r), que como señala Rodolfo Cerrón-Palomino (véase apéndice I) resulta paradógica, pues el chuño se fabrica en las partes altas, mientras que las papas lo hacen en la parte baja. Esta expresión parece significar que Lope Martín tentaba la paciencia de la ciudad entera, la irritaba, significado este general en castellano, pero que en este autor parece haber adquirido un valor añadido, posiblemente, el de tratar de probar lo imposible con mentiras y engaños. Son muy abundantes, como ya hemos visto en otra parte de esta introducción, las expresiones, comparaciones y refranes que emplea Alonso de Medina en sus escritos60: “asobran a los proves yndios y danles de puntillas” (9v), “Heso me da que vuestra señoría lo crea como que no” (9v), “Están puestos en las nuves” (10r), “Trabajar pecho por tierra” (29v), “A pie de la letra haser justyçia al chico y al grande”, “Pasarse sin blanca” (30r), “Bolvé la oja”, “Ellos se lo mandan, ellos se lo demandan”, “Tomar los testigos hechos de barro” (41v), “Tomar el apellido de” (31r), “A donde va la soga vaya el candero y salgamos con ello” (35r), “Ir a hacer cara” (34r), La enfermedad que tenía por mandar como luçifer” (33v), “Dar de comer a quien avía escopido dientes y muelas”, “entender la letra”, “el obispo como gallo fiambre” (23v), “el presidente regañando como mona” (24r), “Mire vuestra señoría las sobras del corazón cómo salen por la boca”, “y lo que tienen en el buche cómo lo hechan sin tener miedo a rey ni a justicia” (20v), “En cada pueblo ay vna legua de mal camino” (1r), “Martín de Gusmán, aliviador de los sobacos” (46r), etc. Así pues, Alonso de Medina, en su fonética, presentaba algunas de las características propias de la variedad andaluza61: neutralización de las sibilantes medievales dental y alveolar, neutralización de la palatal lateral en favor de la palatal central, aspiración de la -s en posición implosiva,
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debilitamiento articulatorio de -r y -d en posición implosiva y final de palabra. El uso de algunos términos también parece señalar el mismo origen: trespasar, saleroso o apañar. Cabría esperar en su fonética la existencia de la aspirada procedente de F-, pero hemos visto que sus escritos desmientan tal posibilidad, tampoco se produce en su fonética confusiones -r/-l en posición implosiva ni parece existir una posible aspiración de la velar /x/ o del resultado de las medievales palatales62 /š/-/ž/. En el plano morfosintáctico se observa la convivencia de usos etimológicos y leístas, referidos estos últimos a la tercera persona masculina singular: “desque le vide” (36v), “le asote” (39r), “le matan y le acosan” (46v), “le ayudaron y favoresieron” (2r), etc. Dado que existen algunas dudas sobre su origen geográfico, su edad o tiempo de permanencia en el Nuevo Mundo, señalamos a continuación algunas hipótesis posibles, aunque no probables, en nuestra opinión. Así, la ausencia de aspiración, pese a la existencia de otros rasgos andaluces, nos podría hacer pensar que Alonso de Medina pudo haber sido originario de alguna de las áreas de Andalucía que estuvieron bajo la influencia de Toledo, y que siguieron al norte en la pérdida de la aspirada (Jaén y otras zonas del oriente andaluz63). Naturalmente, no habría que desechar la idea de que, siendo andaluz occidental, pueda no tener en su fonética la realización aspirada de F- latina ni la neutralización -r/-l implosivas. Tampoco podemos desechar la posibilidad de que Medina fuera castellano64 o extremeño, y que una prolongada estancia en América hubiera tenido un efecto dialectal nivelador (seseo), habida cuenta, además, la facilidad que demuestra tener Medina para aprender lenguas nuevas; recordemos que es intérprete de quechua. Aunque desconocemos con exactitud los años que llevaba nuestro soldado en América cuando escribió sus cartas y diálogos, no parece que pudieran superar los 17, pues por sus escritos parece que pudo integrar las huestes de Diego de Almagro, pero no hace alusión, en ningún momento, a acontecimientos anteriores al descubrimiento y conquista del Perú, por lo que es poco probable que hubiera formado parte de la koiné antillana. Llama la atención su ostentoso seseo gráfico65, que podría estar vinculado a un fuerte sentimiento de pertenencia, de identidad, en puridad no
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Para las diversas teorías sobre la evolución de las palatales medievales, véanse, entre otros, Frago Gracia (1993), Cano (2004) y Ariza (1994).
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Señala Cano (2004: 841) que hacia el oeste (Extremadura), y el sur (Andalucía occidental y sus prolongaciones malagueñas y granadinas) el fonema aspirado se mantendría.
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Téngase en cuenta, asimismo, la posibilidad de que existiera dicha neutralización en el centro peninsular; véase Vázquez y Sánchez-Prieto (2015).
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Entre las cartas de testamento del libro de protocolo del notario Pedro Quispe se encuentran algunas que fueron escritas por españoles, antiguos conquistadores, que vivían en el mismo barrio o en sus alrededores. En ellas se observa, asimismo, seseo gráfico constante que no se trata de corregir u ocultar (Navarro Gala 2015).
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Sobre un sentimiento criollo anterior a la primera generación de nacidos en América, véase Reyna (2016).
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criolla66, pues no parece que haya nacido en América ni hemos visto factible que pudiera superar los 17 años de permanencia en el Nuevo Mundo, aunque sí parece tener una marcada identidad de ‘servidor-repoblador de la Corona en el Nuevo Mundo’, que podría tener consecuencias lingüísticas. Dichas consecuencias también podrían derivar en que, siendo andaluz occidental, posiblemente sevillano, hubiera perdido la aspiración procedente de F-, igualmente, por un proceso de nivelación, tal y como años más tarde parece que le ocurrió al sevillano Diego Durán, según Frago Gracia (1994). Aunque posibles, considero poco probables las hipótesis apuntadas arriba de un potencial abandono, por nivelación, de usos fonéticos dialectales arraigados en el habla dialectal de Alonso de Medina o que, siendo castellano y presentando ya la solución norteña de las antiguas sibilantes, en 15 o 17 años de convivencia en América, hubiera llegado a un sistema simplificado, que plasmara en sus escritos de una forma tan constante sin que surgiera en, prácticamente, ningún momento la distinción de antaño, siendo, además, un hombre con cierta cultura y con la gran habilidad intelectual que demuestra tener Medina. Posiblemente, lo que hay que replantearse es si la aspiración de -h procedente de F- latina y la neutralización -r/-l implosivas fueron fenómenos característicos, generales, de las hablas andaluzas occidentales en el momento del descubrimiento del Nuevo Mundo. Tanto más cuando en carta de Luis de Lara, natural de Sevilla (véase apéndice III), se observan los mismos fenómenos fonético-fonológicos descritos aquí para la documentación de Medina. En efecto, la larga carta autógrafa y original de Luis de Lara muestra la simplificación de las sibilantes medievales dentales y alveolares: admyrasjón ‘admiración’, considerasjón ‘consideración’ (fols. 1r y v), passim, así como el posible yeísmo de su autor: allya ‘haya’ (fol. 2v) y la posible aspiración de -s en posición implosiva: ynterese ‘intereses’ (fol. 2v), pero ningún rastro hay de aspiración de la F- latina: azer, aziendo ‘hacer, haciendo’ (fols. 1r y 2v), aziendas ‘haciendas’ (fol. 2r), echa ‘hecha’ (fol. 1v), passim ni de confusión de -r/-l implosivas. Ambos autores muestran ya en sus documentos un sistema fonético-fonológico coincidente con los rasgos que triunfarán en el Nuevo Mundo y en Canarias.
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1.5 Algunas consideraciones finales Los documentos conservados de Alonso de Medina, cartas y diálogos, son textos de carácter petitorio y pertenecientes al género argumentativo suasorio, pese a la mordacidad y atrevimiento de su crítica. El autor trata de conseguir su objetivo, disuadir a Pedro La Gasca de su política, aplicando la retórica del infortunio en sus escritos, especialmente, a aquellos que ha literaturizado. A pesar del escaso éxito de sus intentos, Medina parece creer en la efectividad de la retórica del temor para hacer reflexionar al presidente sobre su comportamiento; un comportamiento que se encuentra, según Medina, muy alejado de lo esperable en un hombre de su dignidad. De modo que se afana en poner delante de los ojos de La Gasca las nefastas consecuencias de su política, mostrando que su laxitud con los rebeldes e impíos obra en perjuicio de los inocentes: los naturales y los españoles leales a la Corona y a la ley de Dios, amén de causar un perjuicio moral y económico a la sociedad entera. Los argumentos que emplea Alonso de Medina tienen un carácter dialéctico-polémico y están basados en la naturaleza social de la voz del locutor y de los enunciadores67. Antonio de Medina y sus voces (aquellas personas y grupos cuya voz reproduce) plantean una visión de su realidad, de su mundo, compartida por un sector de la sociedad en la que viven y a la que representan, que se enfrenta a los discursos de la verdad oficial: la de La Gasca y la de aquellos que creen en él o sacan partido de su actuación. De aquí se deduce el carácter polémico de estos escritos, que en algunos momentos llega a ser agresivo68; dicha agresividad polémica se proyecta no sobre las ideas, sino sobre los compartimientos, claro es que los comportamientos hablan mejor que la lengua de las ideas que subyacen. En estos documentos la argumentación gira en torno a dos polos contrarios buenos/malos, el bien/el mal que se explicitan no solo con los componentes semántico-pragmáticos y sintáctico, sino incluso en el medio ortográfico, como ya hemos visto. Y no me parece muy aventurado decir que esta alusión permanente a dicha bifurcación no sea signo también de los nuevos tiempos, de la libertad del hombre para elegir un camino u otro. Bustos Tovar (2012) señalaba un cambio ideológico a partir de 1530 consistente precisamente en ello.
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Sobre la figura del emisor y el receptor en la argumentación, es fundamental Ducrot (1984 y 1986). Véase, asimismo, Fuentes y Alcaide (2002).
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Señala Bustos Tovar (2009) que el grado de polémica de un texto se mide por la agresividad del enfrentamiento en el marco de la enunciación, y observa que el mecanismo preferido durante la Edad Media es el que consiste en pasar del vos al tú, como tratamiento despectivo. Para un estudio del Saqueo de Roma de Juan de Valdés y una evolución sobre la argumentación desde la Edad Media, véase Bustos Tovar (2009 y 2016).
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Indicaba Lázaro Carreter (1976: 66 y 87) la existencia de teatro de corte político más o menos desarrollado en la corte castellana, del que la “Égloga” es por ahora el único testimonio. No obstante, considera que pudieron ser también representables textos exclusivamente dialogados como las “Coplas” de Cota y Puertocarreño o incluso casos en los que el coloquio alterna con la confesión directa del poeta, a la manera de la comedia horaciana. Desde el siglo xiii fueron habituales las representaciones dramáticas en los templos tanto las litúrgicas como las profanas. Las representaciones profanas reciben el nombre de juegos de escarnio en las Partidas. Eran actividades, según Lázaro Carreter, “burlescas, paródicas, folklóricas, etc. con fuerte impronta juglaresca”, y es probable que estos juglares llevaran entre sus juegos rudimentarias piezas.
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La producción que editamos de Alonso de Medina puede tener como precedentes cultos –salvando las distancias– la “Égloga” de Francisco de Madrid, en cuanto obra representable de tema político-social69. La combinación de forma teatral con alegoría política descubierta que se le concede a esta “Égloga” como innovación, parece haber sido aprovechada por Medina en su texto, si bien Medina utiliza la prosa y no el verso y, además, sus personajes no se corresponden, en absoluto, con la literatura pastoril. Del mismo modo, salvando las distancias, el conjunto de los documentos conservados de Alonso de Medina, recuerdan a la obra de Vives De Europae dissidis (1526). En ella, el tema político prevalece y se distribuye entre una serie de cartas dirigidas a personajes políticos que anteceden al diálogo, obra central. Otra circunstancia parece unir a estos dos autores, tan alejados en su formación, y es la consideración de las ficciones literarias como instrumento para enmendar los vicios y para representar verdades ejemplares, que hemos visto emanaba de Aristóteles y fue seguida por los erasmistas. Algo más se asemejan los diálogos de Alonso de Medina a los de Juan de Valdés, muy especialmente a su Saqueo de Roma. Contamos, pues, con un corpus singular, producido por un soldado de origen posiblemente andaluz, profundamente arraigado a la nueva sociedad del Virreinato del Perú, todavía, en formación. Su bilingüismo quechua-castellano, así como el posible origen mestizo de sus hijos, parecen apuntar al mantenimiento de estrechos lazos con los naturales, a quienes defiende frente a la política del presidente. Pese a que muy posiblemente no contara con estudios universitarios, Medina vierte en sus escritos todo su saber, empleando recursos discursivos diversos (textos petitorios que incluyen narración, diálogo, dibujos, dramatización). Es obvio que la intención comunicativa de Medina no es la propia de los literatos: reproducir o mimetizar el habla real de sus personajes, sino conseguir disuadir a La Gasca, provocar en él un arrepentimiento que lo lleve a cambiar su política, darle aviso al presidente y a la sociedad peruana toda de la repercusión social, económica y espiritual que tienen los malos comportamientos, de manera especial en los dirigentes, en el caso que le tocó vivir. Para ello se sirve de una caracterización basada, en lo fundamen-
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tal, en la poética clásica, aplicando a los distintos personajes, en la medida de sus posibilidades, la teoría de los tres estilos. De hecho, las construcciones propias de la inmediatez comunicativa se dan de manera abundante en las cartas de Medina, con mayor intensidad y frecuencia que en los diálogos, claramente moralizantes, que participan, posiblemente sin proponérselo, en el proyecto erasmiano de hacer literatura útil, de desengaño, reveladora de verdades70. La revisión histórica que hemos realizado hace patente el injusto olvido en el que se encuentra la vida de muchos hombres que, como Alonso de Medina, vivieron una experiencia sin parangón hasta hoy. A estos españoles les tocó cabalgar entre dos épocas: la Edad Media en la que hundían sus raíces y la Edad Moderna que acabaría negándoles los bienes y parabienes por los que tanto se habían esforzado. En cambio, Pedro La Gasca ha pasado a la historia como un ejemplo de diplomacia, como el artífice de la paz en el Perú tras las revueltas ocasionadas por el intento de implantar las Leyes Nuevas, pero se omite sistemáticamente el hecho de que su política pacificadora alteró las bases de una sociedad en ciernes, subvirtiendo el orden establecido más allá de lo que imponían los nuevos tiempos, pues estos hombres, leales al rey, parecían dispuestos a sumarse a una Corona fuerte que centralizase el poder. Alonso de Medina, en sus cartas y diálogos, no dejará de hacer referencia a esta situación: “El mundo anda al revés, lo malo levantado y lo bueno arrastrado” (Carta 1) y alzará su voz rotunda en un intento, parece que desesperado, de mover a La Gasca para que cambiara su política hacia los conquistadores leales al rey, arraigados al Perú, donde, además de injusticias contra ellos, se están cometiendo graves abusos contra los naturales. Así pues, sus cartas y diálogos no son relatos ficticios ni rememoran desde la distancia literaria acontecimientos acaecidos durante la vida del autor, sino que son reflejo directo de la zozobra y desazón que provoca la injusticia vivida en primera persona, ofreciéndonos así un fresco cargado del dramatismo y de la tensión con la que se vivieron unos acontecimientos muy concretos de nuestra historia, con un lenguaje retórico que incluye un interesante y pintoresco catálogo de expresiones populares. Para mover al presidente a cambiar su política, Medina recurre a su bagaje cultural, el que podría
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Véanse, entre otros, los coloquios satíricos de Torquemada (1997).
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tener un hidalgo sin fortuna en la primera mitad del siglo xvi, que en su caso no era corto. Es este, también, un periodo de indefinición genérica, en el que, como nos demuestra la producción de Medina, no solo las cartas-informe y de relación oscilaron desde lo no literario a lo literario, también las cartas de petición parecen haber tenido un desarrollo similar, vinculado aquí al género dialógico, que tuvo un gran desarrollo durante el Renacimiento de la mano, sobre todo, del erasmismo. La misma selección de la tipología textual empleada es una señal inequívoca del fino discernimiento de Medina, pues la ficción dialógica le permite dirigir a Pedro La Gasca consejos y advertencias de una manera más eficaz y, sobre todo, menos comprometida que las cartas, a la par que le proporciona abundantes recursos retóricos para mover su ánimo con más facilidad. El análisis de los documentos de Medina y la información que la reconstrucción y recontextualización nos han proporcionado nos lleva a la conclusión de que nuestro soldado Medina pudo ser, con mucha probabilidad, Alonso de Medina, hijo del jurado Fernando de Medina y de Catalina Suárez, natural de Sevilla, que embarcó el 3 de junio de 1534 hacia el Nuevo Mundo. Allí parece que conoció al siempre leal a la Corona don Alonso de Montemayor, caballero de origen, también sevillado, con repartimiento en Quito, quien se unió en Jujui a Diego de Almagro, en 1536, para emprender la conquista de nuevas tierras. Muy posiblemente con ellos estuvo Medina cuando marcharon a la infructuosa conquista de Chile. Es de suponer que gracias a su posible y temprana estancia en Quito aprendiera la lengua quechua, lo que le sirvió para realizar tareas de intérprete, tal y como él mismo indica en sus cartas. Asimismo, sus cartas delatan el origen andaluz del autor: neutralización de las sibilantes medievales dental y alveolar, neutralización de la palatal lateral en favor de la palatal central, aspiración de la -s en posición implosiva, debilitamiento articulatorio de -r y -d en posición implosiva y final de palabra. El uso de algunos términos igualmente parece señalar el mismo origen: trespasar, saleroso o apañar. Cabría esperar en su fonética la existencia de la aspirada procedente de F-, pero hemos visto que sus escritos desmientan tal posibilidad, tampoco se produce en su fonética confusiones -r/-l en posición implosiva ni parece existir una posible aspiración
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de la velar /x/, resultado de las medievales palatales /š/-/ž/. Estos datos hacen pensar que, muy posiblemente, dichos rasgos (aspiración de h procedente de F-, confusiones -r/-l y sistema pronominal etimológico) no fueran generales, en la época del descubrimiento, del andaluz occidental. Queda, no obstante, mucho por hacer. El estudio de estos fascinantes manuscritos puede aportar al conocimiento de la historia de la lengua, la historia y la literatura, en sus márgenes, abundante y valiosa información.
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II. Los manuscritos de Alonso de Medina 2.1 Descripción de los manuscritos editados Entre los papeles que La Gasca trajo de vuelta a España tras su empresa pacificadora, se encuentra una serie de manuscritos originales, escritos por uno de los soldados que participaron, a lo que parece, como intérprete, en las batallas que le dieron la victoria sobre las tropas de Gonzalo Pizarro. Los manuscritos que hoy editamos, junto a muchos otros sobre la misma temática, se encuentran actualmente en la Henry E. Huntington Library de San Marino (California), catalogados bajo el nombre “Colección Pizarro-La Gasca, 1537-1580”. Desconocemos las causas que motivaron su traslado a California, pero debió de producirse con posterioridad al siglo xviii, ya que en la Real Academia de la Historia de Madrid se conservan dos legajos, con la signatura 9-1830 y 9-1831, que son copias de dichos originales, realizadas en el siglo xviii, en su mayor parte, por una misma mano. En el margen izquierdo de las copias indica el amanuense, con rigor poco habitual, si la reproducción tuvo como fuente otra copia o un original. El amanuense que efectuó los traslados madrileños durante el siglo xviii no duda en copiar, incluso, la caricatura de La Gasca y del arzobispo Loaiza que realizó Medina en uno de sus diálogos (véase lámina 2 y compárese con el original, lámina 1). Igualmente, en Madrid, pero en la Biblioteca Real, se conserva un libro cosido con otros papeles de Pedro La Gasca que tratan, igualmente, sobre su estadía en el Perú con la misión de acabar con las revueltas de los conquistadores. En este caso son copias realizadas en el siglo xvi.
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La letra y griega era una grafía de signo cultista de la que gustaban no pocos autores, pero solía ser empleada en posición inicial y en los diptongos decrecientes. No conozco ningún otro manuscrito que realice un uso tan constante y persistente como el que sigue Medina.
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de
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La Henry E. Huntington Library permite, a través de su página web, obtener la documentación que aquí editamos. Para nuestra edición se ha contado con fotografías en blanco y negro de los manuscritos originales. Asimismo, y para acompañar la misma, se han solicitado a la Huntington Library fotografías en color de algunos de los manuscritos, las cuales incluimos en un apéndice. El tipo de letra empleado por Alonso de Medina tiene rasgos propios de la cortesana y humanística. Emplea grafías cortesanas, como la medieval r en forma de lira o algunas s, semejantes a la sigma, mientras que en los pocos folios que toma la pluma, probablemente, su amigo el escribano Antonio Serón, se emplea un tipo de letra procesal (véase lámina 3). Esta última presenta algún pequeño problema de lectura derivado de enlaces y abreviaturas; en cambio, la letra de Alonso de Medina es clara y fácil de leer, apenas encontramos autocorrecciones. Destaca en el soldado español la intencionada elección de la grafía y griega para todo sonido vocálico /i/ en cualquier posición1 y en todos sus escritos (véanse sus láminas). Como se ha dicho en páginas anteriores, dicha elección no es sino un recurso más en su estrategia de persuasión, pues la y griega es signo tradicional de la bifurcación entre el bien y el mal. Y esta parece ser la pelea que, a través de sus escritos, entabla Medina con La Gasca. Los manuscritos conservados están numerados en el margen superior derecho. La foliación no se debe a Medina, sino, probablemente al secretario o a alguno de los ayudantes de los que dispuso La Gasca. Parece que, en su día, Pedro La Gasca contaba con 50 folios escritos por nuestro soldado, pero no se han conservados todos. Faltan varios de ellos y algunos presentan una numeración equivocada, pues no siguen la secuencia lógica. En concreto, faltan los manuscritos 7-8, 11-14, 21-22, 40, 42 y 47-48. Los errores en la numeración antes señalados se corresponden con la carta décima, que fue escrita, en su mayor parte, por un escribano. En concreto, están desordenados los folios 41-45 y 1-4 de dicha carta. En esta edición se ordenan los manuscritos siguiendo criterios objetivos (la datación) y cuando esta no existe se sigue un criterio lógico (el contenido). No se considera adecuado seguir el orden de la foliación de los manuscritos, por ser esta arbitraria y, en ocasiones, errónea. No obstante, se incluye el dato en la edición, apareciendo el número de folio entre llaves,
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por ejemplo: {1r}{1v}. A fin de facilitar el estudio de los documentos cada uno de ellos ha recibido un número, y se han agrupado según se trate de diálogos o de cartas; por ejemplo, diálogo 1, 2, etc., carta 1, 2, etc. Toda la documentación, con alguna excepción, ha sido escrita por Alonso de Medina, pues no cabe duda de que la letra de la rúbrica se corresponde con la de los manuscritos (véase lámina 4). No obstante, hay dos excepciones: la carta décima, que ha sido escrita en su mayor parte por un escribano, y el diálogo sexto, que, aunque fue copiado por el propio Medina, no es de su autoría, sino de Pedro Hernández de Melonero, como él mismo se encarga de indicar. A fin de ampliar la información y contrastarla, se ha añadido una carta de Luis de Lara, hidalgo de origen andaluz, que escribe una carta al rey, desde Lima en 1549, en la que muestra su descontento con la política de La Gasca, (AGI, Audiencia de Lima 118; véase apéndice III).
2.2 La edición de 1964 Hasta el momento solo se ha realizado una edición de los documentos de Alonso de Medina. En efecto, estas cartas y diálogos, junto a otros muchos documentos sobre la pacificación del Perú por La Gasca fueron publicados en dos volúmenes por Pérez de Tudela, en 1964, bajo el título Documentos relativos a Don Pedro de La Gasca y a Gonzalo Pizarro. En dicha edición se ofrece una transcripción, sin anotar, basada no en los originales que se conservan en California, sino en las copias del siglo xviii conservadas en el archivo de la Real Academia de la Historia de Madrid. El editor dice ser respetuoso con los usos gráficos “que representaban valor fonético”, aunque moderniza la ortografía, pero el cotejo de la transcripción realizada con los manuscritos madrileños muestra que no existe tal respeto, pues, por ejemplo, moderniza las grafías seseo-ceceosas que se encuentran en la copia madrileña. Tampoco es respetuosa dicha edición con la integridad de los manuscritos, ya que ni siquiera menciona la singular existencia de un dibujo a modo de viñeta parlante que contiene uno de los diálogos de Medina (véanse láminas 1 y 2). En cuanto al orden, sigue el arbitrario discurrir que marca la numeración de los manuscritos y no indica,
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por ejemplo, la particularidad de la carta décima (en nuestra edición), esto es, que la mayor parte fue escrita por otra pluma.
2.3 Criterios de edición Consideramos que, de una parte, un texto editado con finalidad científica debe sufrir el menor número posible de alteraciones. Solo se deben actualizar aquellos aspectos que puedan quedar recogidos de alguna otra manera en la edición. Es conveniente, de otra parte, actualizar aquellos aspectos que permitan facilitar su lectura, siempre y cuando la intervención en el documento no anule aquellos rasgos característicos de la época en que fue escrito, esto es, el texto no debe perder su identidad. De modo que se impone reflexionar sobre el hecho de que determinadas actualizaciones impiden que investigadores de los diversos saberes puedan acudir al texto para obtener información fidedigna. Piénsese, por ejemplo, en los ortógrafos que intentan dilucidar las convenciones ortográficas de la época y su evolución. ¿Por qué sustituir una grafía u por una v o viceversa cuando el escribiente utiliza las dos grafías en su escrito tanto para valores consonánticos como vocálicos? ¿Acaso impide la comprensión del texto dicho uso gráfico? Uso gráfico que, por otra parte, hallamos en nuestra lengua desde sus orígenes hasta, al menos, el siglo xviii. Del mismo modo, las grafías pueden desempeñar un importante papel para determinar la evolución fonética de nuestro idioma, ¿por qué corregir una s por c o viceversa, cuando todo investigador conoce o ha de conocer que la simplificación de sibilantes, resultado de su evolución medieval, hoy forma parte de la identidad lingüística de la inmensa mayoría de hispanohablantes, y cuando, además, las confusiones gráficas han servido, y sirven, para determinar el origen y evolución de tan importante fenómeno? ¿Acaso es posible no comprender un texto que presente dicha particularidad? Aunar la necesaria fidelidad al texto y el respeto a su identidad e integridad con la comprensión del mismo y su fácil lectura es una tarea complicada que hemos intentado resolver adoptando las decisiones que se detallan a continuación.
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1. Se respeta siempre la ortografía del autor, salvo en el empleo de la y griega que, pese a tener una importancia capital para las intenciones del escribiente (aspecto que ya hemos comentado), entorpece la lectura y no ofrece información lingüística relevante. Nada aporta, en este caso, dicha grafía culta al estudio de la fonética o la ortografía, ya que su empleo, como he dicho es constante, esto es, Medina en su manuscrito no utiliza más signo gráfico que la y griega para toda vocal /i/. Asimismo, se ha regularizado el uso de las grafías r, rr y r en forma de lira , que fluctúa en la ortografía de nuestro soldado. Los fonemas /r/ y /r¯/ simple y múltiple no habían fijado aún sus grafías, de modo que es habitual en cualquier texto de la época encontrar fluctuaciones en su uso. Para que no se pierda información que es valiosa al estudioso de la historia de la lengua se incluye en estas páginas todos los usos de dichas grafías, ordenados según su valor: ortográfico y fonético o solo ortográfico (apéndice II). Los documentos escritos por otras manos que no presentan dicho uso homogéneo de la grafía (Luis de Lara y escribano) mantienen estas grafías tal y como fueron dibujadas en los originales. 2. Medina emplea tres tipos diferentes de grafía s: Una s espiral, semejante a la sigma
, que suele emplear en posición inicial, la s larga
, que acostumbra a emplear en posición interior cuando le sigue una t y la s , que emplea en el resto de ocasiones. En todos los casos se ha transcrito como s, puesto que solo se trata de polimorfismo gráfico, y no entraña diferencia fonética alguna. 3. En los casos en los que el texto presenta variantes habituales en su época, aunque la forma triunfante haya sido otra, se respetan dichas variantes en el cuerpo del escrito, y en nota a pie de página se explica dicha circunstancia. 4. Las correcciones que un escribiente realiza pueden ser de importancia para determinar aspectos lingüísticos y de otra índole, de modo que, en este caso, las pocas correcciones que realiza Medina aparecen comentadas a pie de página. 5. Las abreviaturas aparecen en cursiva.
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6. Las pocas tachaduras que encontramos aparecen en la edición, igualmente, tachadas. 7. Cuando el autor escribe alguna palabra o letras sobre la caja de escritura, en nuestra edición se escriben, asimismo, sobre la caja de escritura. 8. En la época en la se escribe este manuscrito todavía era habitual emplear contracciones propias de la fonética sintáctica, se han respetado los casos en que esta no era abrupta. No obstante, cuando se tratan de sinalefas abruptas o cuando ha sido necesario utilizar la mayúscula, se ha restituido la vocal. En dichos casos la vocal restituida aparece entre corchetes [ ]. 9. Todo lo que se ha añadido aparece entre [], incluso en los casos en los que se ha repetido la información o se ha cambiado su orden, así, por ejemplo, con la datación de las cartas, que, según costumbre de la época, aparece al final de las mismas; en nuestra edición la fecha se repite al comienzo de la carta insertada entre corchetes, por ejemplo, en la primera carta: [Arequipa, 20 de abril de [1549]]. 10. En algunas palabras se ha restituido la vocal que faltaba. Por ejemplo, quin, sin, etc., añadiendo entre corchetes la vocal que falta: qui[e]n, si[e] n. Se restituyen, pues su ausencia considero que se ha visto originada por convención ortográfica del autor y no por la forma medieval (quin) o por simplificación de diptongo (cien). 11. Alonso de Medina a veces olvida escribir alguna letra; en tales casos se ha restituido el elemento ausente entre corchetes. 12. Hemos actualizado, siguiendo los criterios actuales, los finales de línea, la puntuación, el uso de las tildes y de las mayúsculas. Aunque se actualiza la puntuación, los casos en los que Medina emplea algún signo de puntuación se recogen entre ( ). El autor no emplea tildes ni mayúsculas. 13. La disposición del manuscrito ha sido respetada en su integridad. No obstante, se han realizado determinados añadidos en los diálogos a fin de facilitar su lectura y comprensión. De manera que se ha incluido entre corchetes información sobre los turnos de intervención de los distintos interlocutores, por ejemplo: [JUSTICIA DE LA TIERRA], [QUITO], etc. 14. En nota a pie de página se ofrece información de tipo sociohistórico y lingüístico.
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III. Edición de los manuscritos de
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Batalla de Iñaquito y muerte del virrey Blasco Núñez Vela. Grabado de la Historia general de las Indias de Francisco López de Gómara.
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3.1. Diálogos (Diálogo 1) † {36r.} Muy grande justiçia es la de Dios, nuestro señor. Padres, sacerdotes, dad gritos en los púlpitos y an de sonar sobre la haz de la tierra, que así lo manda Dios, nuestro señor, y pues que hos nonbráis saserdotes, y los sois, desid la verdad a gritos y, si no lo hisierdes, la maldiçión de Dios, nuestro señor y de sus santos, caiga sobre vuestras reverençias1, si no lo hisierdes, y anseñéis esta carta al presidente, Pedro Gasca. [JUSTICIA DEL CIELO] ¡Habla, Justiçia de la tierra del Perú! [JUSTICIA DE LA TIERRA] ¡Justiçia devina, que estás en los sielos, rejida y gobernada por el justo juez Jesucristo, tengo temor de hablar y tienblo de hoírte que me llamas! [JUSTICIA DEL CIELO] Pesqúdote2 justiçia que estás en la tierra, ¿qué es lo que te mando yo que hagas? Que estés todo sienpre derecha, al chico y al grande, y que por oro ni por plata ni por ruegos ni por dádivas te aqüestas a ninguna vanda. Y a qui[e]n de ti escapare, el que meresiere pena corporal, será porque de ti y de qui[e]n te rije a ti querrá husar de misericordia (/.); y esta misericordia no a de ser sino a consentimiento de partes (/.).
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1
Según García Godoy (2019: 248), los religiosos sin oficio recibían el tratamiento de reverencia.
2
‘Término rústico, pero de buen origen: vale por preguntar’ (TLCE, s.v.). Se utilizó con frecuencia en cancioneros y en libros de caballerías de la Edad Medía, durante los primeros años del siglo xvi. Asimismo, se emplea abundantemente en la Composición del arte de la aritmética y geométrica del fraile zaragozano Juan de Ortega, 1512. Desde mediados del siglo xvi hasta finales del siglo xvii se encuentra en la Comedia de Sepúlveda, en la comedia El esclavo del demonio de Antonio Mira de Amescua, en Amar su propia muerte de Juan de Espinosa, en Elegías de varones ilustres de Indias de Juan de Castellanos y en los Villancicos de Sor Juana Inés de la Cruz (cfr. Corpus diacrónico del español, [29/01/2019]).
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‘Hollar uno a otro es tratar mal y tenerle en lo que trae debajo de sus pies’ (TLCE, s.v.).
4
La forma conecer ha existido y existe en gallego-portugués. También está documentada en judeoespañol de Marruecos, en catalán conèixer y en varios dialectos del occitano. En la Propaladia del extremeño Torres Naharro, asimismo, se emplea la forma conecer (cfr. DCECH, s.v. conocer). Durante el siglo xiv se halla en dos autores anónimos. En concreto, Obra sacada de las crónicas de San Isidoro, de Don Lucas, Obispo de Tui (Pontevedra) y en la Traducción de la versión occitana del Fuero de Jaca (cfr. Corpus diacrónico del español, [23/02/2019]).
5
Viniese de arriba.
6
‘Lo extremado de bueno, que lleva los ojos tras sí con su lustre y resplandor’ (TLCE, s.v.).
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[JUSTICIA DE LA TIERRA] Yo, Justiçia de la tierra, soy puesta de tu mano, Justiçia del sielo, y a ti, como prinsipal justiçia y verdadera y reta, tengo de dar qüenta. Mas, ¿qué quieres, justiçia devina?, que estoy doliente y mala y hollada3 y me traen debaxo los pies, y dende que la tierra se descubrió no vuo tantos males como agora, con nombrarse los que rijen justiçia del rey (/.) Has de saber, justiçia de Dios nuestro señor, que don Francisco Pisarro me tenía hosurpada y desconesida4 con desir que él ganó la tierra y la descubrió y, con este apellido y hecharme a mí, Justiçia de la tierra, en cohechos, los letrados del Consejo de las Indias, los pasados, por donde ellos quixeron, dando muncha de mí a don Francisco Pisarro, y quitándola a don Diego d[e] Almagro, se atrevió a mandar a Hernando Pisarro que matase a don Diego d[e] Almagro y le cortase la cabesa. Quedé yo tan doliente y con tanto trabaxo, que el vno me tomava y el otro me dexava, dando clamores a ti, Justiçia de Dios, nuestro señor, que viñese darriba5 a donde tú hestás, pues que la de la tierra andava allí, cahe cada rato y cada hora, {36v.} tanbién. Justiçia del sielo de Dios nuestro señor, hordenada y rejida y governada por su santísima mano, luego vino Vaca de Castro y a mí, Justiçia de la tierra, tratome tan mal que estuve hechada en la cama: ya me voy, ya me muero. Dándome presentes por que callase y me alegrase, dándome oro y plata infinito por que consintiese en lo que el ladrón de Vaca de Castro quería aser: vender los naturales en pública almoneda como si fuesen cativos; hechallos a las minas, que murieron niños y mujeres de hanbre, más de veinte mill ánimas, por desollallos y sacalles lo que tenían; y consentir que los quemasen bivos, por oro y por plata. Y a mí, justiçia dacá baxo, me tenían atada y en cadenas, por que no me soltase y diese gritos, por las calles y canpos y caminos y veredas, de Vaca de Castro, ladrón famoso. Veniste tú, justiçia de Dios nuestro señor, como reta que eres y de justo juez mandada y rejida y gobernada, y, como viste que yo estava atada, tú, como señora y esmerada6, castigaste a Vaca de Castro en que hisiste que le jugasen la moneda los que se la llevavan a Castilla. Hisiste que le tomase Su Majestad parte della. Hisiste, grande Justiçia devina, que saliese huyendo, que, a no salir, lo matava Gonsalo Pisarro y le dava el castigo que meresía.
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Y tanbién lo hisiste prender en España, el qual a [e]stado7 preso y a recavdo. ¡O, Justiçia de Dios, y quán bien castigas y por reta justiçia (/.)!/23 Grande justiçia de Dios, nuestro señor, como yo me vide suelta y que podía hablar, esforseme, que estava flaca, y dime buena maña, toda la que pude, y abrásome con el virrey Blasco Nuñes Vela8, grande varón, zeloso de la justicia, temeroso de Dios nuestro señor y de su bendita madre. Yo, abrasado con él y muy alegre y fuerte porque vía9 que no me daría más pesadunbre, como los pasados. Yo, desque le vide fuerte y que quería haser justiçia, andava tan alegre y tan galana y me señoreava como vna reina, disiendo yo, entre mí: “Agora jentes{37r} del Perú, pagaréis tanto mal y tan muertes de naturales y de cristianos como avéis hecho”.
Yo, desque vide que tenblavan dél y se encojían con pensar que venía a haser justiçia de lo pasado y presente, estava, yo, tan hufana10 que hera hespanto de ver (./). ¡Ho, justiçia de lo halto, de mano de Dios hordenada y puesta para la pas y quietud de los reinos! Andando yo tan hufana, a cabo de dos meses, poco más o menos, me puse llena de luto y cahí tan flaca que ni podía tenerme, porque en la tierra no me querían ver, porque me avía pegado con el virrey Blasco Nuñes Vela. Los vesinos de la çibdad de Lima, juntamente con los oidores, dan comigo vn barquinaso11 que era espanto de verme, y disen a grandes boses: “Ni aya justiçia ni razón ni verdad, sino el que quixere matar, que mate; y el que quixere hurtar, que hurte. Y no ay otra cosa más desta”.
Y como no se podían sostener por ser munchos, toman por cavdillo a vn asno de Gonsalo Pisarro, y yo, Justiçia de la tierra, como me vide sola y desmanparada12, allégome a los frailes a esconderme. A ellos les pequdé si me querían acoger. Respondiéronme que no, porque no que-
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7
El autor ha escrito por fonética sintáctica: ‘astado’. Aquí tal vez la sinalefa abrupta no solo se deba al habla, pues es posible que Medina esté jugando con el significado de ‘astado’ como animal que tiene astas, esto es, cuernos. No olvidemos que uno de los apellidos de este virrey es Vaca.
8
El avilense Blasco Núñez Vela fue virrey del Perú en 1543. No obstante, la Audiencia de Lima no lo aceptó como tal, debido a su intento de implantar las Leyes Nuevas. Enviado de vuelta a España, logró reunir un ejército en Tumbes para luchar contra el recién nombrado gobernador Gonzalo Pizarro, pero fue derrotado y muerto en 1546; cfr. Mendiburu (1876).
9
Veía. La forma empleada por el soldado español es frecuente desde la Edad Media.
10
‘El que tiene presunción y satisfacción de sí mismo’ (TLCE, s.v. ufano).
11
Americanismo léxico que se encuentra hoy en Guatemala, El Salvador y Nicaragua con el significado de caída violenta que causa un gran golpe (DAM, s.v.). En el Romancero General (1663) se encuentra este término con el significado de ‘vuelco’ ‘cambio drástico’; cfr. Corpus diacrónico del español, [08/05/2018]. Medina emplea este término con el significado de tirar, golpear.
12
Se trata de una variante de ‘desamparada’ que se encuentra documentada en textos de la Edad Media y de manera aislada en textos de los Siglos de Oro; cfr. Corpus diacrónico del español, [08/05/2018]. Covarrubias define este término como ‘destruir y dejar de favorecer al que tenía necesidad de nuestra ayuda y amparo’ (TLCE, s.v.).
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‘El báculo del pastor, con que encamina y rige el ganado, que por la parte de arriba está torcido y tiene un gancho para asir con él el pie de la res. De otro género de cayados o báculos usan los viejos para sustentarse por la flaqueza que sienten en los pies’ (TLCE, s.v.).
14
En principio postulábamos un origen aimara para el nombre. Nos rectificamos ahora, ya que proponemos que la forma antigua del topónimo debió haber sido *Qutqu, voz puquina que hacía referencia a una especie de falcónida, considerada ave sagrada de los incas. La pronunciación de qusqu es producto de su aimarización (véase apéndice I).
15
Es variante de banderas desplegadas, expresión que hallamos con frecuencia en Medina.
16
Lomienhiesto, lominhiesto, ‘engreídos’. La locución verbal aquí empleada se recoge en el diccionario fraseológico de Julio Cejador, quien la define como ‘holgar y pasear, no trabajar, holgazanear’ (DFSSOO s.v. andar).
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rían justiçia ni razón. Vnos dezían que Gonsalo era bueno, otros desían que no, sino la justiçia. Yo, prove de mí, desque vide que no podía caber, súbome al sielo y allá me estoy quatro años, y cerca de sinco (/.), que no osé abaxar acá hasta que Dios, nuestro señor, por su grande misericordia, me abaxó a la tierra y me mandó y castigó que anduviese derecha y que no torsiese por ningund valor(/.). Yo, sabido por nueva sierta que avía venido vn presidente, Pedro Gasca, con un cayado13 en la mano, en ábito de sacerdote, lleno de qüentas, metido en el serviçio de Dios, nuestro señor, aconpañado de saserdotes, que no le cunplía haser cosa que fea fuese, yo, abaxé tan galana vestida y adornada; y, para aquitarme el miedo, me aconpañó la Justiçia del sielo {37v.} y me puso en la tierra sin miedo ninguno. Yo, desque me vide hecha señora, en la çibdad del Cusco14, abrásome con el señor presidente y hágome tan hufana, que dixe yo: “Desta hecha, naturales, ternéis descanso y quietud; desta hecha, vasallos, beviréis en justiçia; desta hecha, vesinos, beviréis en toda razón y verdad; desta hecha, frailes, beviréis en vuestras hórdenes; desta hecha, provinsiales, no andaréis mercadeando y con vanderas tendidas15; desta hecha, letrados, no robaréis ni daréis pareseres ni leys, ni diréis que es bueno alsarse contra Su Majestad y contra mí, que soy su justiçia; desta hecha, jentes vagamundas, no andaréis lomiiestos16 por las calles, comiendo y jugando y deseando la guerra; desta hecha, traidores, aunque tenéis indios y casas y descanso, cúnpleos abrir los ojos y mirar los alcaldes que se asen por año nuevo”.
¡O, Justiçia devina de Dios nuestro señor, que estás en los sielos, y quánd hufana estoy en la tierra si no me burla Pedro Gasca (/.)! Dios, nuestro señor, me encamine (/.).
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(Diálogo 2) † {23r.} [JUSTICIA DE LA TIERRA] ¡O, Justiçia del sielo, reta17, no torsida, porque el juez de lo alto es Dios nuestro señor, y es Reto juez, es justa justiçia! Yo, Justiçia de la tierra, estoy puesta, Justiçia del sielo, por tu mano, y vn presidente, Pedro Gasca, me tiene hecha cayado18 y tuerta, que no bastó, ni a bastado, que me a hechado a renpujones19 porque le defendía en el río de l[a] Apurima20 que no diese la tierra a traidores que an muerto y robado y destruido y desipado. Respondiome que, por apasiguar la tierra, lo hasía (/.). Respondile yo, Justiçia del sielo, pues que por eso lo haçía, que no llevase consigo a vn obispo21 que sabe conoser la plata y el oro, y está lleno de codisias que no le hartaran22 con ponelle la boca en las minas de Potosí23, porque tiene vara y media de pesqüeso, y desque acaba de comer, para metello adonde tiene su asiento el mantenimiento, es vna legua de camino, larga: así es en la codisia; aunque le den todo el oro y la plata que ay en la tierra no le basta, porque quiere aprovecharse para llevar a la otra vida (/.). Que piensa de allar allá al señor presidente, porque así está hecha la conpañía. Yo, desque vide que tomava las memorias24 y él y ell obispo se apartavan y davan
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17
Recta. Era frecuente en la época no escribir los grupos consonánticos cultos.
18
Covarrubias recoge la expresión empleada aquí con el significado de ‘cuando una cosa está muy torcida decimos estar hecha un cayado’ (TLCE, s.v.). Por contraposición a ‘andar derecha como un uso’, que pone en boca de Chuquiabo: “no venir a ti vn juez que la justiçia y él, y él y la justiçia anduviese tan derecha como vn huso” (fol. 1v).
19
‘El golpe o empellón que se da a otro, para moverlo del lugar en que estaba’ (DA s.v.).
20
El nombre del río, que se reconstruye como *Apu rimac ‘el oráculo mayor’, en quechua, no aludía al río originariamente, sino al santuario que quedaba a orillas del mismo y que fuera destruido por los españoles (véase apéndice I).
21
Se refiere al arzobispo de Lima, a la sazón, Jerónimo de Loayza. El diálogo cinco cuenta con un dibujo parlante en representación de La Gasca y del arzobispo. En dicho diálogo se muestra la connivencia entre ambos personajes. Según Calvete de Estrella (1963: 2), el 11 de julio, La Gasca se marchó de Apurima “por huir importundiades” sin hacer el repartimiento de indios. De ello se encargó Jerónimo de Loayza, pues consideraba La Gasca que el arzobispo de Lima tenía noticias de las personas que habían servido al emperador y sabía los méritos de cada uno y la merced que conforme a ellos se les podía y debía hacer. Hasta la victoria sobre Gonzalo Pizarro La Gasca se había hecho acompañar del arzobispo de Lima, Jerónimo de Loayza, de los obispos del Cuzco y de Quito y del provincial, fray Tomás, de la Orden de los Dominicos.
22
Medina emplea con frecuencia las formas en -ra con su valor condicional, como aquí. Este fue uno de los valores que tuvo esta forma desde antiguo.
23
La etimología de este nombre remonta a *Putu-chi-q ‘el que hace evaporar’, con referencia a los metales, con metátesis aimara, que deviene primeramente en Putuqchi y luego se castellaniza en la forma registrada (véase apéndice I). Otras referencias a la codicia de este obispo: “Yo acojíme a los pies, no por miedo de su señoría, sino daquel obispo que me comiera a bocados, que tiene vnos dientes y quijadas como haca de los alquilehes, como camello muerto de anbre, como lagarto que no a comido tres días. ¡Hay quando comiensa a morder no se harta!” (Diálogo 2: fol. 24r).
24
‘Libro o cuaderno en el que se apunta algo para tenerlo presente’ (DRAE, s.v.).
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de comer a qui[e]n25 avía escopido26 dientes y muelas, y la buena barra y el buen oro… Yo, Justiçia de la tierra, no lo pude soportar y dije: 25
Medina parece utilizar en todos sus escritos la forma medieval del relativo de antecedente personal. No obstante, tiende a eliminar la vocal e en las preposiciones y en algún otro caso, por lo que, asimismo, podría tratarse de una mera cuestión gráfica.
26
Escupido. La variante que emplea el autor fue frecuente durante la Edad Media y los Siglos de Oro. Era habitual la fluctuación de la vocal, especialmente, en los verbos de la tercera conjugación.
27
Hipócrita, cultimo, que aquí aparece con epéntesis de una nasal y metátesis. En la época de composición de este escrito parece que no era una forma usual, pues no encuentro registro de dicha variante. Hoy es vulgarismo, que se halla con frecuencia en Andalucía, especialmente con la adición de la nasal.
28
El amarillo, además de relacionarse con el oro, se relaciona con la enfermedad, la palidez. ‘Entre los colores se tiene por el más infelice, por ser de la muerte y de la larga y peligrosa enfermedad y la color de los enamorados’ (TLCE, s.v.). Con el significado de enfermedad es usado por fray Antonio de Guevara, fray Vicente de Burgos, etc.: “la sed mucha, el comer poco y el dormir ninguno; la cara amarilla y la boca negra”, “turbado, la cara amarilla de ver (…) tal discordia” (fray Vicente de Burgos, 1494, cfr. Corpus diacrónico del español, [13/07/2018]).
29
Sinalefa abrupta de un. Estos casos de fonética sintáctica son frecuentes desde la Edad Media en cualquier tipo de escritos.
30
Vivirás. Recuérdese lo señalado sobre la fluctuación de las vocales en los verbos de la tercera conjugación.
31
Había escrito ayogada que corrige en ahogada.
32
De Pedro López solo sabemos por carta de Francisco de Carvajal a Gonzalo Pizarro, fechada en 1545. En ella indica Carvajal que “Pedro López, el secretario, esta aquí [Aporima] y sirve a vuestra señoría con mucha afición (…) es un verdadero amigo y criado de vuestra señoría”, cfr. Pérez de Tudela (1964: I, 471).
33
Vide.
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“¡O, grande presidente!, ¿esto fue el resar conpletas y maitines, esto fue el ayunar y el desir ‘no quiero nada’”? Esto fue tornarse inproquita27 y mostrar a las jentes la cara amarilla28 para que me digan que soy santo, y hago obras, las quales an visto las jentes.
[JUSTICIA DEL CIELO] ¡Responde, Justiçia de la tierra! ¡Mira qué te hablo, Justiçia del sielo! ¿Qué te hisieron quando acabaste la plática? [JUSTICIA DE LA TIERRA] Tomome el viejo del presidente dun29 cabo y el obispo del otro, disiéndome: “¡Agora, Justiçia, bevirás30 ahogada31 y no ablarás las verdades!”.
Y héchanme all agua y mandan a Pero Lopes32, secretario, que esté de la otra vanda y no me dejen salir a tierra. Yo, desque me vida33 flaca y tuerta y que no podía nadar, por ser el río malo, salgo, puestas las {23v.} manos pidiendo perdón de lo que avía hablado. Y el obispo, como hera piadoso, me allegó a sí (y tanbién por que callase) y el viejo honrado, el de La Gasca, de los ábitos largos, estava enojado,
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que entendía la letra34 que yo, justiçia, hise aquello por acabar de ver lo que pasava; y nunca me llamavan a sus secretos. Yo ívame como malisiosa tras dellos y, porque hera justiçia, sienpre, a pesar suyo, me allegava, y el viejo de La Gasca y el obispo sienpre gruñían por qué [e]ra yo tan entremetida. Asentávanse ellos en sillas y, a mí, me hasían estar en pie; yo, callar por que otra ves no me hechasen all agua (/.). Y, luego, acabado de repartir y dallo a traidores y dexar traidores en la tierra con indios, yo, callar, aunque vía35 que hablava Pero Lopes y que le ametían36 lo que él desía y por qui[e]n rogava. Preguntávanme a mí que si estava bueno el repartimiento, yo, callar, asta acaballo todo, porque, si ablava, all agua me hechavan y me metían debajo del agua (/.). Llegado que fueron a la pinsión37, ya no puede Justiçia del sielo, reta de reto juez y mandada y rejida y gobernada, sino yo, como Justiçia de la tierra, also mis aldas38 y dígole al grande presidente, Pedro Gasca: “Yo, Justiçia de la tierra, digo que vuestra señoría a hecho vn repartimiento malo y mal acordado y mal aconsejado y de muncha cavtela39, y con grande cargo40 de consençia, y con poco temor de Dios y de sus santos. ¡Quitar la tierra a qui[e]n lo avía servido, y dallo a traidores y aleves contra la Real Corona, dejar a tantos traidores en la tierra, ve-
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Posiblemente se trata de la locución adverbial: ‘a la letra’, ‘al pie de la letra’, esto es, entera y sin variación, literalmente.
35
Forma medieval de ‘veía’ que todavía era frecuente en los Siglos de Oro.
36
Admitían, simplificación de grupo culto y cambio en el timbre de la vocal pretónica, por asimilación. La forma empleada por Medina fue habitual en la época, no se restituyen los grupos cultos hasta el siglo xviii. Asimismo, conviene recordar que los verbos de la tercera conjugación presentaban abundantes casos de cambio de timbre.
37
Pensión: ‘cierta cosa impuesta sobre los frutos de algún beneficio eclesiástico por gracia y concesión de Su Santidad’ (TLCE, s.v.). La variante empleada por Medina se encuentra, también, en documentación administrativa de la segunda mitad del siglo xvi, escrita por españoles en la Audiencia de Charcas: “Vn diego lopez de çuñiga corregidor nombrado por licençiado castro persona que no tiene indios En encomienda sino çierta pinsion que se le dio por mandado de v.m.”, cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), . Asimismo, se hallan registros de esta forma en documentación del siglo xvi y principios del xviii en Corpus diacrónico del español, [07/05/2018].
38
Haldas, hoy faldas, quizás de origen franco (DRAE, s.v.).
39
‘El engaño que uno hace a otro ingeniosamente, usando de términos ambiguos y de palabras dudosas y equívocas’ (TLCE, s.v.).
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Había escrito carco, debajo de la g, se lee una c.
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sinos de antes y después, y sin ser vesinos, que si fuego avía en poder de los traidores, más lo ay agora!”. 41
‘El báculo en el que se sustenta el que camina a pie y le sirve de caballo, aunque bastardo y por eso se llamó bordón, a burdo, como se dijo muleta, de mula. Y porque los religiosos de la orden de San Francisco caminan de ordinario a pie con alguna cayada o báculo, le llamaron el caballo de San francisco’ (TLCE, s.v.).
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Aunque no la encuentro documentada, es evidente que se trata de una expresión equivalente a “Como el gallo de Morón: sin plumas y cacareando”, que se dice de quienes conservan algún orgullo, aunque en la pendencia o negocio en que se metieron quedan vencidos; cfr. Iribarren (1994: 216).
43
‘Arrebatar súbitamente de alguna cosa como la amenaza que hacen a la gente ruin, diciéndoles: “Yo os prometo que si apaño un garrote…” dejando trocada la razón (…) Vale hurtar alguna cosa a vista de su dueño, y vale tanto como apuñar, de puño. También significa recoger y poner en orden la cosa porque no esté mal puesta, sino ceñida como lo que se aprieta en el puño’ (TLCE, s.v. apañar). Con el primer significado es usado por Medina. En cambio, con el significado de robar lo hallamos en otros textos de la época, como en carta escrita en México, en 1529, por el fraile de origen vasco Juan de Zumárraga: “Se juntaron por la industria del factor y por la gana que tenían de apañar (…) de todos los señores”. Asimismo, en carta del obispo de Bastidas, de origen sevillano, desde Venezuela: “los indios (lll) dejan la obediencia de sus caçiques y se vienen (…), y quien más puede apañar más apaña”; cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), . Hoy, con el significado de coger y recomponer, se encuentra en el Tesoro léxico de las hablas andaluzas, así como en Córdoba, Granada, Huelva, Jaén y, de manera aislada, en León; cfr. Corpus Oral y Sonoro del Español Rural, [07/05/2018].
44
Trajiste. La variante empleada por Medina es frecuente en la época. Puede verse su uso, igualmente, en la carta de Luis de Lara que se incluye en esta edición: “Y njnguna persona trujera los poderes quel truxo que no huvjera” (fol. 4v).
45
Daca es interjección con el significado de ‘dame acá’. En la crónica de Huamán Poma se utiliza en varias ocasiones esta misma interjección: “daca oro, toma oro, daca mitayo, toma” (396), “daca camarico, toma camarico” (532), “daca carneros, daca lana” (624), “daca plata” (900) (1122); cfr. Navarro Gala (2000).
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Yo, como hablé esto, el presidente Pedro Gasca, arremete a mí, él y ell obispo con el bordón41, y van tras mí. Ellos pensaron que me avía de echar all agua como la otra ves, y tiro y tomo la puente de l[a] Apurima, y desque me vide yo en lo alto y las espaldas seguras, y ell obispo, como gallo fianbre42, s no asía sino amenasarme y desir: “Para esta justiçia que vos lo paguéis”.
Y el señor {24r.} presidente, regañando como mona, porque no me avía apañado43. Yo, en esto, como los vide los dos juntos, also las manos, hincó las rodillas en tierra y digo mi orasión: “¡O, justo juez! ¡O, justa justicia! Que no basta venir a estas partes hermitaños y saserdotes por juezes, sino que, pasados acá, se tornan diablos. ¡O, justo juez, o, justa justiçia! ¿A qué me trujiste44 a la tierra, pues que el señor presidente no avía de llevar las cosas por justiçia, sino hasello a su voluntad y la del obispo? Mira esta pinsión que hecha en la tierra, que la paguen los naturales y cargue sobre s ellos. ¡O, proves dellos, que la pinsión avíades de pagar vosotros y los proves que no tenemos vn pan! Que el que le an dado indios dise: “Perros, daca trigo, daca maís, daca carneros, daca oro45 para pagar
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esta pinsión y este cabesón”. Y así no a lusido, sino que todo lo ha llevado el diablo; y la jente, más descontenta agora que el primer día, pues por los pecadores, proves, no[s] a venido samarraso46, que ni allan de comer en los pueblos ni maís ni trigo ni carne, sino por vendello; mas lo enbían a Potosí, y desta manera cahe sobre todos la pinsión, y más en los proves naturales, que los desuellan serrado47 (/.)”.
Hecha mi orasión, yo, Justiçia de la tierra, ellos me estavan mirando y mandaron que fuesen tras de mí. Yo acojime a los pies, no por miedo de su señoría, sino d[e] aquel obispo que me comiera a bocados, que tiene vnos dientes y quijadas como haca48 de los alquilehes49, como camejllo muerto de anbre, como largarto50 que no a comido tres días. ¡Hay, quando comiensa a morder, no se harta! Y todo el enojo deste obispo que tenía comigo, hera porque le quitava la contratasión de lo que avía de ganar, en trocar las sédulas, quitallas de vnos y dallos a otros, y a qui[e]n dava más. Esto, el dicho de las jentes, y no se dise nada en este mundo que no sea parte dello, aunque no todo. Y, hecho esto, Justiçia devina, véngome a la çibdad del Cusco asperar51 la buena venida del señor obispo, y ¡veréis la grita de los soldados proves, hechar plegarias a Dios, nuestro señor!
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46
Zamarrazo. Covarrubias establece una diferencia entre zamarro y zamarra. ‘Zamarro es la vestidura de pieles de cordeunas o abortos, que son delgadas y tiene el pelo blando y corto. Estos son los zamarros de gente regalada; a otros llaman zamarras, propio hábito de pastores, de mayores pieles, aunque atufadas’ (TLCE, s.v.).
47
Posiblemente se refiere a las seras. Seras es un término de origen árabe equivalente a espuertas. Aquí parece utilizado con el significado de ‘a espuertas’, es decir, intensamente (DRAE, s.v.). Entre la documentación editada por Pérez de Tudela (1964: II, 464) se encuentra una carta del padre Luis de Santa Cruz a Juan Gutiérrez en la que se lee este mismo término acompañado de un sinónimo de origen latino: “los libros quedaron en Canilleja en once seras o cofines”.
48
‘Caballo pequeño, que de su natural no llega su estatura como redrojo o enano. “Estar a diente como haca de buldero” significa tener a uno todo el día sin comer’ (TLCE, s.v.).
49
Alquileres. La grafía h posiblemente refleja la relajación extrema de r intervocálica. Se trata de una comparación muy expresiva, pues es evidente que las jacas de alquiler pasaban mucha hambre. No he encontrado esta comparación, pero sí, “como haca de atabalero o cominero” con ese mismo significado (DFSO, s.v. haca). Véase, asimismo, nota supra.
50
Obviamente, se trata del americanismo léxico. Se refiere a los caimanes.
51
Es variante de esperar registrada en la Edad Media y Siglos de Oro. Valdés decía a propósito de esta variante: “Diziendo asperar en cosas ciertas y esperar en cosas inciertas, como vosotros usáis de aspettare y sperare, y así digo: “Aspero que se haga hora de comer” y digo: “Espero que este año no abrá guerra”. Bien sé que pocos o ninguno guarda essa diferencia, pero a mí me ha parecido guardarla, por dar mejor a entender lo que scrivo”; cfr. Valdés ([1535] 1969: 180-181). Parece que Medina establece dicha diferencia. No obstante, no podemos determinar si se trata realmente de la forma asperar o de una sinalefa abrupta de ‘véngome (…) a esperar’, fenómeno que es frecuente en la época que nos ocupa y que, en ocasiones, observamos también en Medina.
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Y aquel día vuo torromotos52 y vientos quando entró el señor obispo, que se pensó que se hundía el mundo (/.). {24v.} Yo, alegre de aver salido lo que yo digo con verdad, y la tierra estar marañada. Agora yo, Justiçia de la tierra, estoy hecha vna reina y señora, con pasar por verdad lo que he visto y en la cara se lo desían (/.). ¡O, Justiçia del sielo! Yo, no contenta con esto, ayúdame a desir más desta tierra que el de La Gasca a hecho. Mira qué sinjustiçia que hasen a los naturales, que es esta: que hase a los proves naturales (…) esclavos, si[e]ndo libres. Que están estas biudas, en este pueblo, gordas y frescas, cargadas de indios y oro y plata, y llamando a los naturales: “Perros, que sois mis esclavos”
52
Torromoto es variante de terremoto, documentada en América, en cartas escritas en Santiago de Chile en los siglos xvi y xvii, por autor de origen castellano; cfr. Academia Mexicana de la Lengua, Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), . Asimismo, es variante que se encuentra documentada en los siglos xv, xvi y xviii junto a un registro del xvii; cfr. Corpus diacrónico del español, [12/01/2019]. Covarrubias lo define como ‘el temblor de la tierra que causa ruina en los edificios’ (TLCE, s.v. terremoto).
53
‘Patada propinada con zapatos de mujer de la época, denominados chapines’ (TLCE, s.v.).
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matándolos por muncho maís, por muncho trigo y maís; mordiéndoles las narises; sacándoles de qüajo las orejas y matándolos a chapinasos53, disiendo que son esclavos de sus ijos. Mira, justiçia de Dios nuestro señor y de su bendita madre, cómo vn presidente [a] acontesido avisalle de todo y no lo a querido haser. Mira, justiçia devina, qué hase este presidente, quántas sinjustiçias, quántos agravios hase, que asta a los proves indios los hase cativos, sirviendo a ellos, en quanto traidores;
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sirviendo a ellas, en quanto bivdas. Claman que no quieren servir a sus ijos, porque no son esclavos, sino libres. Esto suplico a vuestra paternidad anseñe al señor presidente y lo mande publicar. Si vuestra paternidad no lo hisiere, yo daré tras dél, como enemigo mortal. Que se lo manda Dios, nuestro señor, a vuestra paternidad, y su grande justiçia; y vuestra paternidad54 me hescriva y vengan las cartas aquí, a casa del señor Serón, escrivano público d[e] Arequipa, y en el sobreescrito diga: “Al gato55 en casa de Serón, escrivano”.
Jesucristo sea con todos. La Justiçia devina manda enbiar esta a vuestra paternidad.
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54
Los títulos honoríficos Paternidad y Reverencia solo se aplicaban a oficios eclesiásticos menores y, a título personal, lo recibían miembros del bajo clero. En la relación del tercer virrey del Perú (1628-1776) se precisan los títulos específicos de los religiosos. Así, los arzobispos recibían el honorífico de señoría ilustrísima; el obispo, señoría; los provinciales de las religiones, paternidad reverenda; los confesores de virreyes, paternidad reverenda y los religiosos sin oficio, reverencia; cfr. García Godoy (2019: 248).
55
Son frecuentes las referencias que Medina hace a este animal, asociado a los escribanos, pero también, desde antiguo, con la sagacidad. No obstante, su uso aquí es irónico, pues, sin duda, hace referencia a los intentos de La Gasca y del obispo, narrados arriba, de echarlo al agua para que se calle. Recuérdese el juego de echar el gato al agua, de donde proviene la expresión, y la dificultad que entrañaba el mismo. Sin duda, se refiere a la dificultad que existe de que se cumpla su objetivo y de que él, transmutado en la justicia, se resigne ante los hechos.
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(Diálogo 3) †
{43r.} [JUSTICIA DEL CIELO] ¡O, Justiçia de la tierra! ¿Cómo te va? 56
[JUSTICIA DE LA TIERRA] Responde y dise: Justiçia del sielo, derecha en toda verdad y razón, asta agora no tengo qué te contar del lisençiado Pedro Gasca, sino que me temo que a de ser peor que los pasados. As de saber, Justiçia de Dios, nuestro señor, que las culpas y pecados de los hombres hasen esperalles término a que se enmienden y buelvan sus ojos a mirar su salvasión; ya que57 no quieren, pagan por mí, Justiçia guiada por ti, que estás en los sielos. Entrados en el Cusco de la vitoria de Xaquixaguana58, el lisençiado Pedro Gasca me puso buen asiento y me asentó cabe sí, y como, con él, a la mesa. Si no, míralo, Justiçia del sielo, en los pregones que se dan para castigo, que lo primero que nonbran con bos alta, nónbranme a mí y disen: “Esta es la justiçia que manda haser Su Majestad, por mano de Dios, nuestro señor, puesto en la tierra para que me mande a mí”. 56
Este documento viene acompañado de una carta, según los editores de xix.
57
La locución conjuntiva ‘ya que’ tiene aquí un valor condicional, propio de la Edad Media.
58
La etimología que postulamos es *Shaqsha-wana, tautología semántica en la que la voz quechua shaqsha, ‘primoroso’, viene a significar lo que wana en puquina, en referencia a la fortaleza (véase apéndice I).
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Yo, como humilde y sierva, haga lo que me mandare (/). ¡O, Justiçia del sielo, y quánd mal me tratan estos letrados desta tierra! ¡O, Justiçia del sielo y cómo me temía del mal que me avía de venir! ¡O, Justiçia del sielo y quánd mal me a tratado el lisençiado Pedro Gasca! ¡O, Justiçia del sielo, y quál hando en la tierra! Vnos me disen: “Mira qué sinjustiçia se hase en la tierra, que por dineros se libran los honbres y andan por estas calles dando alaridos los honbres y llamando a grandes bozes: ‘¡Justicia del sielo, venga, pues que de la tierra no la ay!’”.
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Yo, como Justiçia de la tierra (ya cansada de tratarme los juezes tan mal, que a nadie la veo haser, y en esta tierra no se hase) ver a vn presidente que a sido inproquita, que todo lo que a hecho no es de cristiano, que a hechado a perder el reino y lo a destruido. Justiçia de los altos sielos, por la mano de Dios guiada y hordenada y mandada, ¿a qué me traxiste a la tierra si vn lisençiado, Pedro Gasca, presidente, cargado de consençias, a destruido el Reino y lo asuela59 y destruye y hecha fama en sí, {43v.} que adelante los castigará60. Miren, si carne fianbre supo bien ni justiçia se hiso por bien, andando el tienpo, todo lo nuevo aplase61, da sabor, queda la tierra desenbarasada; quítanse traidores della, que la chupan; biven los honbres en mí, con justiçia; ámanse vnos a otros; conténtanse con lo que es bueno. Y este juez me trae abatida y desonrada; yo no sé adónde me meta (/.). ¡O, Justiçia del sielo, por mano de Dios hordenada! Yo, Justiçia de la tierra, te demando que me ayudes de parte de Dios nuestro señor, a tantas sinjustiçias como hase el lisençiado Pedro Gasca, en endiendo62 la letra del bien y del mal, sabiendo que los que se mueren, si no hasen lo devido, que es la justiçia al chico como al grande, se lo demandará la justiçia de Dios, nuestro señor, en este mundo y en el otro (/.). ¡O, justiçia de Dios nuestro señor! ¡Avé misericordia de mí, que el de La Gasca me tiene en cadenas y atada y no me dexa hablar lo que veo por mis ojos: desipar el Reino y asolallo y destruillo! Y para esto que veo, más valiera que lo poseyeran los traidores –digo los muertos, que los bivos poséenlo (/.)–. ¡O, Justiçia de Dios, reta de reto juez hordenada y rejida y governada! Duélete de mí, justiçia, que estoy en la tierra, que el de La Gasca me tiene en cadenas, que no me quiere soltar, que no bastó que el lisençiado Simacas63, en la çibdad del Cusco, comigo, justiçia, a jugado a la pelota, dándome a mí a qui[e]n él a querido. Yo, como justiçia, quería ir con qui[e]n la tenía, y él, como honbre de fuersas y con poder de Su Majestad, me dava renpujones y me desía que no avía de ir sino con qui[e]n él quería. Veo que me tiene muerta, veo que me tiene aporreada64, veo que me tiene desonrada, veo que me tiene abatida ¿A qué me abajaste65 Justiçia del
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59
‘Destruir, echar por el suelo y allanar los edificios’ (TLCE, s.v. assolar). Es variante que llega hasta nuestros días del verbo asolar en presente de indicativo, de subjuntivo y en imperativo.
60
Castigará.
61
‘Dar contento y gusto’ (TLCE, s.v. aplazer).
62
‘Dividir por medio alguna cosa’ (TLCE, s.v. hender). Participio del verbo hender. El significado de este verbo es abrir, atravesar, rajar. Sin duda en alusión a la letra y griega, símbolo de la bifurcación entre el bien y el mal, que es constantemente empleada en sus escritos a La Gasca.
63
Se trata del licenciado en Leyes, de origen vallisoletano, Andrés de Cianca. Viajó al Perú con Pedro La Gasca y participó en la derrota de Gonzalo Pizarro. Tras la muerte de este y de Francisco de Carvajal fue nombrado justicia mayor del Cuzco. Parece ser que se encargó del reparto entre los conquistadores; su actuación provocó numerosas revueltas. Hizo ahorcar a Juan de Estrada y desterró a varios conquistadores descontentos. Volvió a Lima, donde murió en 1553, siendo gobernador, a la espera del nuevo virrey; cfr. Mendiburu (1890).
64
‘Dar a otro de porrazos, y en el rigor de su sinificación había de ser con porra, pero comúnmente es darle en el cuerpo con el puño cerrado’ (TLCE, s.v. aporrear).
65
‘Descender de lo más alto a lo más bajo’ (TLCE, s.v. abaxar).
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66
Tiene aquí un valor de causa conocida o presupuesta.
67
Había escrito truciste, debajo de la j una c.
68
‘Subyugada, oprimida. Poner prisiones de hierro’ (DME, s.v. aherrojar). Parece que había escrito: aheRoda (/). Más tarde corrige la d en j, y añade la sílaba da. Un error de anticipación. Tal vez porque esté copiando de un borrador.
69
Viniese. Recuérdese también el caso de ñeto, en este mismo autor. Medina palataliza el grupo castellano NYod, así como algunas n en posición inicial.
70
Ha corregido una anterior pruguiera.
71
Le hubiera placido a dios que no me hubiera engañado con los pasados, que me trataban mejor, aunque eran tiranos. Medina utiliza esta forma en -ra, con el valor de pluscuamperfecto de subjuntivo.
72
La lexicalización de esta conjunción es más débil que otras, como pues que, y, por ello asume significados diferentes, según los contextos. Entre esos significados se encuentran, como en este texto, el de concesión. Sin embargo, en el siglo xvi el uso temporal era más frecuente que el causal y el concesivo; cfr. Pérez Saldania (2014: 3557-3558).
73
El repartimiento de Cuzco lo hicieron el arzobispo de Lima, Loayza, Diego Centeno y el provincial de los Dominicos; cfr. Pérez de Tudela (1963: II, 251).
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A lonso
de
M edina
sielo aquí, a la tierra, si los que mandan y rijen me tratan tan mal y no ozo desir? ¿Por qué dádivas, por qué tesoros, por qué ruegos no hoso hablallo? ¡Que me veo en prisiones y está en su mano afrentarme y mandarme matar! ¿Qué más asían los pasados para ser traidores? Pues, ¡cómo Justiçia del sielo, reta, por mano de Dios nuestro señor hordenada! Pues que66 me trujiste67 a la tierra, mira que me tratan mal y, si tú, Justiçia, no me socorres y te tardas… A ti, grand jues, Dios nuestro señor, como reta justiçia, te demando contra el La Gasca, que ase desatinos y sinjustiçias, {44r.} y más a estos proves de naturales. ¡O, justo juez, remédiame, que me tiene el de La Gasca en cadenas y aherrojada68! ¡O, justo jues, enbía tu justiçia del sielo para que me suelte, pues que mandaste, señor, que viñese69 a la tierra! Yo no quería venir, por miedo de los tiranos que andavan sobre la haz de la tierra, y vine viendo la justiçia de Su Majestad que me manda. Sus ministros anme tratado, y tratan, tan mal, que estoy desollada y robada y quitada de mis fuersas. Pluguiera70 a Dios que no me engañara71 con los pasados, que mejor me tratavan (/.), aunque tiranos. Esto no lo vehe Su Majestad porque sus ojos no son tan largos. Ya que72 es sabidor que los que él enbía lo meten en ell infierno, es tanto el crédito que tiene el de La Gasca, que a de ser todo bueno quanto él hase, avnque vaya tuerto; y ¡qué tuerto que a todos alcansa su samarraso! ¡Mira, Justiçia del sielo, qué justiçia hase el de La Gasca! Que por oro y por plata perdona tantos males, tantos robos, tantas muertes y tantas maldades como an hecho los que poblados están en la tierra. Si es para paçificasión destos reinos, tal sea mi vida; mas a lo que vemos, es para más mal, si el justo juez no hase que me desaten, que el de La Gasca me tiene en cadenas. Mira, justa Justiçia d[e] arriba, del sielo, lo que se a hecho en el Cusco, que el que no a tenido, va en cadenas, y el que a tenido, queda en la tierra con indios casas y descanso73.
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¡O, Pedro Gasca! ¿Por qué sois inpróquita y vendéis vino, y sale vinagre, por qué engañastes a Su Majestad en desille que le avíades de descargar su consençia, y se la metéis en los infiernos, abaxo, en lo más profundo? ¡O, Pedro Gasca, presidente por Su Majestad! ¿Y no acordaréis en vos que hos avéis de morir y que el justo juez y la justa justiçia me a de venir a desatar? Yo daré gritos como una loca por las calles (/) de lo que se a hecho y hase: ver mill hombres que a74 catorse años y quinse años y desiséis75 años y desisiete años, perdidos en la tierra, y no tienen vna camisa ni qué se vestir ni qué comer ni vn real que gastar sin pecar contra Su Majestad y contra su real corona, ni contra su real justiçia, y andan que hes lástima de ver. Yo no sé, Justiçia de la tierra, a qué lo heche ni sé qué me diga, sino {44v.} que me sueltes, Justiçia del sielo, y hasme soltar, que si vieses cómo me tienen se espantarían las jentes. Y hasme soltar, Justiçia del sielo, que el de La Gasca no quiere haser justiçia, sino que no quiere ni pretende sino a lo que le an de dar en España. Justiçia del sielo, quando viene vn hombre por justiçia76 no a de enbiar el pensamiento a lo que le an de dar en España, sino aser justiçia al pie de la letra, y no andar tras del oro y de la plata, y tras de la codiçia del mundo. ¡O, presidente Pedro Gasca, y quánto mal as puesto en la tierra y quánta confusión (/.) [JUSTICIA DEL CIELO] ¡O, Justiçia de la tierra! Clamores tan grandes an de dar juntamente comigo de vn presidente, Pedro Gasca, que a acabado de77 destruir este Reino; y él mismo lo78 asuela con lo que a consentido haser en él. [JUSTICIA DE LA TIERRA] ¡O, naturales, clamá a Dios y dad gritos, aunque sois infieles! ¡O, proves que estáis en la tierra, que avéis servido a Su Majestad, pecho por tierra79, sin pecar contra Su Majestad y contra su real justiçia, clamá y dad gritos, que yo hos ayudara, si no estuviera80 preso, que me tiene el de La Gasca presa, que no me quiere soltar ni dexarme por que no diga sus maldades ni traisiones ni lo que a hecho.
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74
Posiblemente se trata del verbo haber en expresiones impersonales de tiempo. Fue habitual durante toda la Edad Media y persiste en el español áureo (Keniston 1937). Fue sustituido paulatinamente por una estructura homóloga con el verbo hacer, que es la que ha triunfado. Hoy sigue usándose en Andalucía y en áreas rurales de Chile, Puerto Rico y Paraguay (Granda 2003: 154).
75
Estas formas monoptongadas son frecuentes en la época. Están documentadas en españoles en México, por ejemplo.
76
Había escrito sustiçia, debajo de j se lee una s. Posiblemente se trata de un simple lapsus escriturario sin transcendencia fonética, pues en el texto ha escrito varias veces su justiçia.
77
Esta preposición ha sido añadida con posterioridad en el espacio que había dejado entre palabras.
78
Es corrección de unos signos ilegibles.
79
‘Venir con humildad’ (TLCE, s.v. pecho).
80
En esta oración condicional irreal, el empleo de las formas en -ra tiene el valor de imperfecto de subjuntivo en la subordinada y condicional en la principal. Se observa en los escritos de Alonso de Medina la convivencia de todos los valores que tuvo dicha forma verbal (pluscuamperfecto de indicativo, de subjuntivo y condicional).
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de los manuscritos de
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de
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Que a sido tanto mal, que es espanto; que la tierra sespanta de ver lo que a hecho vn hombre en ábitos de saserdote y qüentas en la mano, pensando las jentes que era cristiano, y a salido diablo y qué diablo, que los indios ses81 espantan, aunque bestias, y dan gritos y desir y quexarse: 81
Esta s en posición final, parece que no se ha completado, está trazada solo la mitad inferior, posiblemente Medina se percató del error antes de terminar de realizar el trazo completo.
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“¿Esta hes justiçia del enperador? ¡No es esta la justiçia que nosotros pensábamos, sino peor que la pasada!”.
Dios sea con todos y nos dé grasia que digamos las verdades del mal que la justiçia del rey, nuestro señor, a hecho (/.).
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(Diálogo 4) † {38r.} [JUSTICIA DEL CIELO] ¡O, Justiçia de la tierra! ¿Cómo te va? [JUSTICIA DE LA TIERRA] Justiçia del sielo, aquí tengo al presidente caído de su burra82, que desía él que sabía muncho, y no sabe nada. Justiçia del sielo, as de saber que se llama a engaño el presidente, que dise que este obispo83 le engañó, y que él a sido cavsa de venderse los naturales en pública almoneda, porque dise que le dixo el señor obispo que mirase su señoría lo muncho que abía gastado, y que le diese el repartimiento, que él lo llevaría al Cusco, y que diese de comer a honbres que le pudiesen dar merçedes, y pagar lo que [ha] ablado por ellos y no a jente que no tiene de comer, ni camisa.
82
‘Desengañarse uno de que no era buena su opinión o el camino y orden que llevaba de proceder’ (TLCE, s.v. burra). Julio Cejador ([1864-1927] 2008) ofrece como primera documentación una carta de 1600. Es evidente que se usaba mucho antes, como demuestra el texto de Medina.
83
Se refiere al arzobispo de Lima, Jerónimo de Loayza, aunque no le dé el grado de arzobispo del que ya disponía.
84
Equivale a ‘quiera dios’. Conviven ambas formas desde la Edad Media. Alternan, por ejemplo, en las obras de Alfonso X. La encontramos en El Scholástico de Villalón, en la Historia de la Linda Melosina, en la traducción de Lanzarote del Lago, en Diego de Valera, en Pedro Arias de Benavides, en Gonzalo García de Santa María, en fray Bernardino de Sahagún, en Hernando del Pulgar, en Hernando Arias de Saavedra, en Alfonso Martínez de Toledo, en Micael de Carvajal, en Alonso de Salas, en Alonso de Salaia, etc. Alfonso de Palencia, cuando enumera los tipos de oración del castellano, en su Universal vocabulario en latín y castellano, señala: “La optatiua con deseo o con ruego: como plega a dios”; cfr. Corpus diacrónico del español, [24/02/2019].
85
La ambigüedad del referente puede deberse al hecho de que este texto fuera representado. En el escenario el lenguaje no verbal haría innecesario aclarar dicho referente. Si no fue representado, sin duda fue leído en voz alta, posiblemente, junto a un mural con representaciones gráficas, semejantes a la, antes mencionada, de Valadés. La ambigüedad se debe a que, siendo un texto escrito, y pese al dibujo, no es posible desambiguar el referente de ‘le’: ¿se trata de La Gasca, se trata del propio enunciador, esto es, de Justicia del cielo?
[SE DIRIGE AL OBISPO] ¡O, buen obispo y qué buena maña te das! [SE DIRIGE A LA JUSTICIA DEL CIELO] ¡Plega a Dios84 por su infinita bondad que yo vea tanta sisaña entre los dos, que no se puedan valer más! ¡Si le85 diese con el cayado munchos palos que le hisiese saltar el oro y la plata que a llevado…!
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de los manuscritos de
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[LA GASCA] Obispo, yo hos doy este repartimiento del reino para que seáis aprovechado antes que lo lleve el diablo todo(./). [OBISPO] Yo beso las manos de vuestra señoría por las merçedes hechas. 86
Covarrubias explica la expresión ‘poner del lodo’ como ‘estragar o errar el negocio’ (TLCE, s.v. lodo).
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[LA GASCA] Yo lo porné todo del lodo86, y el ánima mía y la de vuestra señoría irán como cuervos negros desta vida(/:), que para esto vine d[e] España, a poner
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del lodo a naturales y a proves y a güérfanos, y no para haser bien nenguno, si no fuese a traidores que han hespantado la burra87 al que no a {38v.}a querido seguir sus intereses y traisiones y maldades.
87
‘Amenazar a alguno y ponerle miedo’ (TLCE, s.v. burra). La misma expresión se halla en Pedro Valdés, Libro de Refranes y sentencias publicado en 1549.
88
El pronombre mos en lugar de nos existe desde los orígenes del idioma y se prolonga su empleo hasta hoy en usos vulgares. La documentación antigua nos permite rastrearlo en áreas de León, en concreto, en el siglo xiii: “que auiemos o mos otras”, “nuestra parte o destrana o mos meismos”. También en documentación de tipología forense, lo hallamos en poder general otorgado por Pizarro en 1535 “e cada uno de mos avemos e tenemos”. Durante el siglo xvi registramos esta forma sobre todo en comedias y obras de carácter alegórico de tipo religioso, especialmente, aunque no de manera exclusiva, en autores de origen extremeño. Así, es muy habitual en obras de Bartolomé Torres Naharro: “desde oy más mos abracemos”, “Dios mos ha hecho la costa, aunque mos dan los çaticos/ y el vino hecho vinagre/ no mos verná la polagre” y Diego Sánchez de Badajoz: “Desde las uvas de antaño/ mos andovimos en estas. Si queréis todos cantemos/ y cantando mos iremos/ por aquí, por este atajo”, “Tú, que mos das en tinelo/ las fritadas…Tú que mos hartas…/Tú que mos das las pañotas”, etc. Asimismo, el sevillano Lope de Rueda en la caracterización lingüística de sus personajes “que si no le atajáramos, que mos hiziera encreientes”; cfr. Corpus diacrónico del español, [24/02/2019]. En Hispanoamérica, en 1601, encontramos atestiguado su uso en el criollo mexicano, Juan de Oñate, si bien el transcriptor del documento no se dio cuenta de que se trataba del pronombre, lo que me hace pensar que en algunas transcripciones ha podido ser corregido su uso: “y asegurándoles nosotros de que la queríamos, mos, llego toda la gente de mugeres y niños”; cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), . Aunque por lo general se ha atribuido el uso de dicha forma pronominal a los judíos conversos, los autores que hemos señalado arriba lo emplean para caracterizar a personajes de baja condición, criados y aldeanos.
89
Hay una corrección, pero no he podido determinar en qué sentido, parece que debajo de la j había una l, o una c.
90
‘Viejo caduco, el que está ya de la condición de los niños y que tiene el pie en la sepultura’ (TLCE, s.v. caduco).
91
Había utilizado el presente de indicativo y lo sustituye por presente del subjuntivo.
[JUSTICIA DEL CIELO] ¡O, Justiçia del Reino! [JUSTICIA DE LA TIERRA] ¡A ti, grande Justiçia de Dios, hablo, contigo me entiendo! Que mires cómo se venden los naturales en pública almoneda a qui[e]n da más. Y mercan los traidores, mercan los mercaderes, mercan los levantiscos. [SE DIRIGE AL PÚBLICO ESPAÑOL] ¡Abéis de mirar, jentes, estos llantos que hasen los naturales que dan gritos por las calles y disen: “Nuestros amos mos88 dejan89 robados y desipados y, agora, este presidente da lisençia que mos vendan en pública almoneda” (/.).
[JUSTICIA DEL CIELO] Ya te entiendo, Justiçia de la tierra, de lo que hase este viejo que caduca90. [JUSTICIA DE LA TIERRA] Justiçia del sielo, yo no sé lo que me diga, que no ay honbre que acá pase,91 que no se torne diablo por este oro y esta plata.
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¡Mira este presidente, que pensávamos que de sus aldas92 se hasían melesina93, y mira lo que a hecho, que a dado la tierra a traidores, aleves que mataron a su[s] padres y se hecharon S con sus padres y mataron a Su Majestad y a su real presona (/.)!/17 [JUSTICIA DEL CIELO] ¡Justiçia de la tierra! ¡No me dejes de responder! ¡No me dejes de responder! ¡Y mira lo que se hase! [JUSTICIA DE LA TIERRA] Justiçia del sielo, ya te entiendo.
92
Faldas.
93
Medicinas. La forma empleada por el autor se atestigua desde la Edad Media, hoy sigue viva, aunque considerada de uso vulgar.
94
Posiblemente por disimilación. Durante la Edad Media se registra trespasar en documentación notarial, en biblias ladinas y en el Cancionero castellano de París; cfr. Corpus diacrónico del español, [24/02/2019]. Parece que dicha forma se mantuvo viva en determinadas áreas peninsulares, pues la hallamos mantenida en cartas escritas en Sevilla (1574) y Córdoba (1580); cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), .
95
Posiblemente impostando la voz, al modo que hacían juglares y actores.
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[JUSTICIA DEL CIELO] ¿No me dises que el presidente vende los naturales en pública almoneda y da lisenzia para ello? ¡Mira Barroso cómo se va, y los vendió (/)! {39r.} Mira, Justiçia de la tierra, que des gritos, que te lo manda Dios, de un vjejo como este presidente que destruye el reino y lo a destruido. ¡Mira que si no los das, que te castigaré yo! [SE DIRIGE AL CUZCO] ¡Dad gritos dese Cusco, que te roban en él a vanderas desplegadas! ¡Da gritos, Cusco, que te roban y te destruyen! ¡Da gritos, Cusco, y pide justiçia que este presidente da lisençia que es: “¡Vendan naturales!”.
Que Vaca de Castro, con quanto malo hera, no asía lo que este hase. ¡Dad gritos, Cusco, que te roban los traidores! [SE DIRIGE A LOS NATURALES] ¡Dad gritos, naturales, que hos mandan vender y trespasar94 el viejo que vino a descargar la consençia de Su Majestad! ¡Dad gritos y desí así!95:
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“¡Justiçia del sielo, pues que en la tierra no la ay! ¡Justiçia del sielo, pues que en la tierra la que hay no puede! ¡Justiçia del sielo, pues que no basta la que ay en esta tierra! ¡A ti la demandamos, que este viejo del bordón nos tiene vendidos como negros de Cabo Verde y da lisençia que nos vendan!”.
[SE DIRIGE A LA JUSTICIA DE LA TIERRA] Justiçia de la tierra, yo te aprometo96 que hese viejo de la cay(…)a, él avrá su pago. (/) [JUSTICIA DEL CIELO] Pues mira, Justiçia de la tierra, que as de mirar muy bien lo más que hase este perro viejo, que enbía a vn rejente a los charcas para que dende allá haga la tasasión. Yo seguro que tu veas, Justiçia de la tierra, la moneda que trahe.
96
Esta forma con prótasis es empleada en la literatura para caracterizar a personajes de escasa cultura. Se puede encontrar en la égloga de Juan de París (1536) o en la Farsa de Fernando Díaz (1554); cfr. Corpus diacrónico del español, [08/05/2018]. También la hallamos en carta escrita por un espadero toledano en 1570; cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), . Ninguna connotación negativa tenía la forma aprometo para este soldado español, pues la pone en boca de la Justicia del cielo.
97
La jota ha sido superpuesta. No se lee la letra que hay debajo.
98
Posiblemente, de nuevo, impostando la voz de los vecinos del Cuzco.
99
‘Carnicería, destrozo y mortandad’ (DME, s.v.). Recuérdese que ha comparado líneas arriba al obispo de Lima y a La Gasca con cuervos negros y la asociación que existía entre los cuervos y los cuerpos muertos.
[SE DIRIGE A LOS NATURALES] Yo seguro, naturales, que tengáis más trabajos97 agora que el primer día, porque la tasasión será como el repartimiento será. Vosotros lloraréis con lágrimas de sangre. Yo seguro que vosotros lloraréis98: “Que no basta, Justiçia del sielo, que mos ayan vendido, sino que mos tase vn fraile con codiçia {39v.} deste oro y plata, que se va a perder tras dél como pájaro que se viene al carnaje99. Hello será como el repartimiento de l[a] Apurima, que se iso como ell obispo quixo”.
[JUSTICIA DE LA TIERRA] ¡Calla, Justiçia devina, que creo yo que a de ser como a los niños que asotan en España! ¡Calla, Justiçia devina, que, tú y yo y yo y tú, mos alegraremos andando el tiempo, que ya sabes que, quando vn muchacho es vellaco, no quiere allegarse a la madre por miedo que no le asote y, para cojello, dale vn pedaso de pan! Así, Justiçia devina, a hecho el señor presidente a estos honrados destos vesinos, que les a dado pan y pasas y indios y cargos de justiçia y mandos sobre los leales.
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Alonso de Toro fue teniente de Gonzalo Pizarro en el Cuzco. Murió a manos de su suegro, quien lo mató debido al maltrato al que sometía a su mujer, Catalina de Salazar. Del Toro vivía amancebado con una india, llamada Beatriz; cfr. Gutiérrez de Santa Clara (1963: 177-178).
100
Está sobre escrito, pero no se entiende lo que había debajo.
101
Forma del condicional, sin epéntesis y con metátesis. Esta misma forma se encuentra en hablantes españoles afincados en México y Panamá desde 1537 hasta 1578. La procedencia de estos hablantes era extremeña y andaluza; cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), (www.cordiam.org). Su uso parece que fue frecuente en el siglo xvi, pues hallamos 177 casos en 72 documentos; cfr. Corpus diacrónico del español, [09/02/2019]. En Medina es la única empleada.
102
Estos adjetivos han sido corregidos, la concordancia, en inicio, atendiendo al género del autor, era masculina.
103
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[JUSTICIA DEL CIELO A LOS VECINOS] ¡Guardá la buelta del Toro100, no hos hartéis101, vesinos, de la sangre de los naturales, que ternéis102 que dar más qüenta a Dios, nuestro señor, y a su real justiçia(/.)! Que si esto no fuese así, porque en ello lleva camino, yo ternía al de La Gasca por honbre tan malo como vosotros. [JUSTICIA DE LA TIERRA] Yo, Justiçia de la tierra, y tú, Justiçia del sielo, daríamos grita por las calles, y andaríamos locas, heschas locas103, por las calles dando gritos a Dios eterno: “¡Que mate al de La Gasca, pues que no a querido desaser lo pasado hecho por el señor presidente!”
Nuestro señor nos dé grasia para alaballe y dalle grasias.
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(Diálogo 5) † {49r.} [JUSTICIA DE LA TIERRA] ¡O, Justiçia del sielo, verdadera y reta, mandada por Dios y rejida por su mano! ¿No vehes qual handa en la tierra104?
Ver Arequipa poblada de jentes y bivdas, traidores en el día y traidores en la noche. ¿Adónde se vido, justiçia devina, que vn presidente, Pedro Gasca, mande vender los naturales en pública almoneda? Que anda vna grita, que es espanto de ver, que Carmona105 vendia mercó indios por ocho mill pesos, que el presidente dio lisençia a Inojosa106 que mercase los de Noguerol107 para dos traidores, y vendiéronlos en quinse mill pesos. ¡Que siendo libres y háselos cativos108! ¡Que no bastó repartir la tierra y dalla a traidores y aleves, sino dar lisençia que se vendan los naturales! Dio lisençia a Jibraleón, que conprase los indios de Godines109 en diez mill pesos; a vendido Cáseres110 sus indios [a] Alberto111, en
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El folio lleva como encabezamiento estas tres líneas que hemos situado en la transcripción a la derecha.
104
Emigraron a América varios andaluces con el apellido Carmona. Entre ellos Alonso de Carmona, que en 1539 tuvo como destino Arequipa. Tal vez se trate de este personaje. Hallamos, igualmente, un Marcos de Carmona, que en 1530 fue a Nueva Galicia, y Fernán Díaz de Carmona, quien, en 1536, se dirigía a México; cfr. Miracaballos y Villa (1999: 375).
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Se trata del extremeño Alonso Álvaro de Hinojosa, que estuvo en las filas de Pizarro, y pasó al ejército de La Gasca, tras haber sido destituido de su cargo de alcalde en el Cuzco. También podría tratarse, y esto parece más probable, del general Pedro Hinojosa, también extremeño, que estuvo en el bando de Gonzalo Pizarro, pero se alió con La Gasca e intentó convencer a Gonzalo de que volviera a las filas del rey; cfr. Mendiburu (1880).
106
Noguerol de Ulloa, natural de Medina del Campo, parece que fue un buen negociador; estableció alianzas tanto con almagristas como con pizarristas, lo que lo llevó a obtener importantes encomiendas. En las revueltas de Gonzalo Pizarro se unió al bando realista bajo el ejército formado por Diego de Centeno. Fue muy bien recompensado por La Gasca; cfr. Mendiburu (1885).
107
Es variante del semicultismo cautivo que podemos ver con frecuencia en la época, por ejemplo, en Bernal Díaz del Castillo.
108
Es posible que se trate del extremeño Vasco Godínez. Fue uno de los conquistadores que, como Medina, no recibió ningún repartimiento de La Gasca. En 1553 se alzó contra la autoridad virreinal; cfr. Mendiburu (1885).
109
Ha quedado memoria de dos conquistadores con el mismo apellido, ambos acabaron en las filas de La Gasca. Juan Cáceres, que, según se cuenta, fue uno de los hombres que rompió la vara de Juan Vélez, enviado por Cristóbal Vaca de Castro. Se posicionó a favor de la expulsión del virrey Blasco Núñez y militó en las filas de Gonzalo Pizarro hasta la llegada de La Gasca. Su homónimo, el capitán Alonso Cáceres, apoyó al virrey Blasco Núñez. No estuvo en las filas de Gonzalo Pizarro, así que una vez fue proclamado gobernador, fue condenado a muerte, pero se le perdonó la vida. Poco después huyó; cfr. Mendiburu (1876).
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Se trata muy posiblemente de Juan de Alberto, vecino de Arequipa, casado con doña María de Arana, viuda, y fiel a Gonzalo Pizarro, según se pone de manifiesto en carta escrita en Arequipa al mismo: “habrá vuestra señoría sabido lo que yo he servido en otras partes, y cómo por amor de mí y de la diligencia que yo puse, Centeno y sus secuaces no mataron al capitán Alonso de Mendoza (…) del capitán Francisco de Carvajal y de todos los soldados que han ido destas partes vuestra señoría se mande informar, para que de aquí adelante me tenga en la cuenta de sus servidores (…) Suplico a vuestra señoría que se tenga memoria de mí como de servidor”; cfr. Pérez de Tudela (1964: II, 47-48).
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quinse mill pesos. Vn levajntisco, vn bujarrón112, ¿a de tener indios en la tierra? Más se verá que esto: dio lisençia a Barroso113, que venda los suyos. ¿Qué es esto, grande justiçia real de Dios nuestro señor ordenada? ¿Qué de mal es esto, qué sinjustiçias son estas que hase este presidente en la tierra? ¿No sabe que a de morir? [JUSTICIA DE LA TIERRA SE DIRIGE A LOS NATURALES] ‘Vale tanto como horadado, quasi bucorón’ (TLCE, s.v.). ‘El hombre vil e infame, que comete activamente el pecado nefando’ (DA, s.v.).
112
Muy posiblemente se trata del segoviano Pedro Barroso. Pizarro lo envió a Huánuco como teniente de gobernador. Más tarde repobló Huánuco bajo el gobierno de Vaca de Castro; cfr. Mendiburu (1876).
113
‘El enemigo preso y habido en guerra justa. Esclavo es el mismo siendo infiel’ (TLCE, s.v. captivo).
114
Había escrito ‘estacosas’, pero vuelve sobre sus pasos para restituir el plural al determinante.
115
Forma del futuro con metátesis, muy frecuente todavía en la época en la que se escriben estos documentos.
116
Postulamos el étimo quechua *Wama-nqa ‘(Lugar) de sorpresas (o de cosas raras)’ (véase apéndice I).
117
‘Peso de veinticinco libras’ (TLCE, s.v.).
118
‘La cosa que tenemos por vil y sucia la escupimos’ (TLCE, s.v. escupir).
119
‘Cosa que se da graciosamente’ (DME, s.v.).
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¡O, clamá, naturales, dad gritos a Dios nuestro señor, que sois libres y hos hasen cativos114, sois libres y hos venden en almoneda, sois libres y hos dan mill muertes! ¡Clamá ante Dios, dad gritos y desí que justiçia de Dios venga sobre el presidente y sobre qui[e]n no pedricare estas115 cosas a gritos en los púlpitos. Y a boses clamá, naturales, que hartos clamores dan los servidores de Su Majestad. ¡Clamá y dad gritos, que consiente Pedro Gasca venderos como negros de Cabo Verde, en pública almoneda!
¡Allá va Alberto, vn levantisco, a mercar indios! ¡Allá va este bujarrón! Yo seguro que él los traiga, que qui[e]n oro y plata tiene el día de hoy, hese gosará de la tierra como vn rey y como vn duque. Hese terná116 indios. Hese será leal. Hese será juez. Y el otro, que no tuvo que dar, no será nada. {49v.} [JUSTICIA DEL CIELO] ¡O, Justiçia de la tierra, alégrate, engórdate, que yo, Justiçia del sielo, yo daré tal pago al presidente, que antes que salga de la tierra, por sus culpas y pecados, yo le haré que tema el juisio de Dios nuestro señor y su real justiçia! [JUSTICIA DE LA TIERRA] Pues mira, Justiçia del sielo, quál me tratan, que ell obispo, conpañero del presidente, dio lisençia para traer el vino de Guamanga117 y manda traer quarenta arrovas118, y, por otro cabo, el obispo da lisençia para todo, y vuo honbre que metió çi[e]n arrovas por los indios de Silva, en indios, y, segund bos y fama, hescupieron119 all obispo dádivas120 por que callase.
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[JUSTICIA DEL CIELO] Mira, Justiçia de la tierra, que mal lo hasen contigo y que maldito juez es este que a venido a estas partes (/.). ¿Cómo quieres, Justiçia de la tierra, que no te llame? Yo te vengo a favoreser. ¡Alégrate, y no te pongas luto, que tarde que temprano a de pagar el [c]hico como el grande! [JUSTICIA DE LA TIERRA] Responde la Justiçia de la tierra y dise: Yo no lo veheo heso que me dises, porque si el juez fuera bueno, como avía de ser, no hisiera tanto mal en los proves que lo an servido, y no [i]siera tanto bien a los traidores. ¿No vehes a vn Sepeda121, gordo y bivo y leal por ser su mujer parienta122 del presidente? ¿No vehes a vn vehedor con indios y con muncho oro y plata? Él hescupirá para ell obispo, él dará al juez con qué calle, él se librará con oro que tiene como médico que sabe curar las enfermedades, él les anseñará el carnaje123 en que se seven. ¿No ves a vn Cristóval de Burgos124, lleno de oro y de plata, con indios y descanso si[e]ndo traidor contra el rey en todo quanto pudo? Él se librará, él quedará por leal, que conose la codisia del obispo y la conpañía que está hecha entre él y el juez. Con mostralle con qué se seve de lo amarillo125, él se abatirá como pájaro que lo conose y sabe quánto vale el peso del oro y de la plata. Esto, justiçia devina, veo y no otra cosa. de ¿Quiere Vuestra Majestad que me alegre126? ¡Que veo llena la tierra de vellacos y, con honra {50r} y descanso, y indios a manadas! Mira, Justiçia devina, quán poca justiçia hase Pedro Gasca que vehe all obispo cargado de oro y de barras, y calla. Mira, Justiçia devina, que vehe a Siancas127 cargado de oro y de piesas de Cajamarca y de esmeraldas, y no le abla ni le dice: “¿En qué lo ganaste?”. Todos se huelgan con la ganansia y con tener y con mandar. Plega aquel justo juez Jesucristo que, por su infinita bondad, yo vea tal milagro en que el presidente, Pedro Gasca, pague por la justiçia de
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El vallisoletano Diego Vázquez de Cepeda fue enviado a Lima por Carlos I como uno de los oidores de la Audiencia de la capital del virreinato. Aunque su cometido era obedecer al virrey Blasco Núñez se posicionó junto a Tejada para dar apoyo a Gonzalo Pizarro. De este modo, favoreció su nombramiento como gobernador. No obstante, en la batalla de Jaquijahuana pasó al bando de La Gasca; cfr. Mendiburu (1885).
121
Martín Alonso recoge la forma femenina, cfr. (DME, s.v.).
122
‘Carnicería, destrozo y mortandad’ (DME, s.v.).
123
Fue uno de los conquistadores que firmaron la carta de 14 de octubre de 1546 en la que se conminaba a La Gasca a volver a España y a no entrar en el Perú. Asimismo, fue padre del oidor de Lima Juan Lisón de Tejada; cfr. Pérez de Tudela (1964: II, 367368, 177, 275, 371,466, 471, 572).
124
Aquí hace referencia tanto al oro como al color de los cuerpos muertos.
125
Véase este significativo lapsus en el que hace referencia al rey en lugar de al personaje alegórico Justicia del cielo, quien le había pedido que se alegrara líneas arriba.
126
El licenciado Andrés de Cianca.
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Se refiere a la batalla de Huarina, que tuvo lugar en 1547. En ella se enfrentaron los ejércitos de Gonzalo Pizarro y de Diego Centeno. Fue una batalla muy sangrienta. Pese a que el ejército de Centeno era más numeroso, venció el de Gonzalo Pizarro. El étimo del topónimo peruano es *Wari-na ‘(Lugar) de vicuñas’, con genitivo aimara-puquina (véase apéndice I).
128
‘Cargar para Indias y cargazón lo que se hace de mercadería’ (TLCE s.v. carga).
129
Es forma propia del gallego-portugués, si bien también se halla en el aragonés Jerónimo de Mondragón, en obra de 1598; cfr. Corpus diacrónico del español, [11/02/2019]. Se trata de la palatalización del grupo NY, tendencia interna del castellano, que en Medina es frecuente.
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Dios lo que debe; que yo creo que lo a de pagar en este mundo y en el otro (/.). Mira, Justiçia devina de los altos sielos, qué mal ay en la tierra, que vnas bivdas, que disen que sus maridos murieron en la batalla de Guarina128, se sirven de repartimientos poderosos y de munchos indios, sin dar provecho en la tierra ni dar de comer a vn honbre prove, sino vendiendo el maís a dose pesos la hanega, y el trigo a catorse; matando los naturales por sacárselo para haser dineros; enbiando cargasones129 a Potosí con los propios indios; disiendo que sus maridos lo ganaron, con avello ellos rebu[e]lto, y llamando a Gonsalo Pisarro, que viñese para lo que susedió. Justiçia del sielo, ¡que tal consiente el lisençiado Pedro Gasca! Que sería mejor que estas bivdas se casasen con alguno de los que an servido a Su Majestad, que no tienen camisa que se vestir, y desta manera dan poco fruto. ¡O, Justiçia de Dios, pues que en la tierra no la ay! Que los proves indios an de ser hesclavos dellos, con aver sido traidores, y an de servir a sus hijos y a los ñetos130. Pues negros de los que se conpran por dineros, sirviendo bien a sus amos, los dejan libres, pues estos, más razón sería que fuesen libres, pues que an servido con hijos y con hasienda y ellos {50v.} mismos en persona, ¡y no les dan libertad! ¿Qué justiçia tal consiente? Si es porque fueron traidores los proves indios, yo buelvo y digo que ellos fueron leales, que ayudaron a Diego Senteno con comida y con todo lo que avían de menester, y sus propios amos heran los traidores, que mataron la presona real y le sacaron los ojos y bevieron su sangre. Pues, de justiçia reta, más leales son los indios que no los vesinos. Vuestra s paternidad lo mire y le suplico encamine al señor presidente, que basta ya lo que se a robado, y que no sea tan codisioso por este oro y esta plata, y que se aparte de la conpañía del señor obispo, y que se parta la moneda que se a ganado, pues que todo se ase por ella. Más requiero a vuestra paternidad que esto todo: que vuestra paternidad lo cumunique con el señor presidente. ¡Que su ánima arda en los profundos de los infiernos, tan bien rije y govierna la tierra y estos reinos!
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Espantado se hestá todo el mundo de ver la amistad que a tomado el presidente, Pedro Gasca, con estos traidores, que todo les da quanto le piden. Justiçia de Dios, pues me pusiste en la tierra, ayúdame y no me dejes, que este de la Gasca me tiene atribulada131 y muerta. Esto es que quiero desir. Que Dios, nuestro señor, nos encamine en su santo serviçio (/.).
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‘Causar tribulación. Atormentar. Pena, congoja, aflicción o tormento que inquieta y turba el ánimo’ (DME, s.v.).
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Muy posiblemente el documento no empieza en este folio, pues carece de la cruz que encabeza todos los escritos de Medina. Lo mismo parece indicar el contenido.
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Parece que se mostraba poco piadosa. En carta de fray Francisco de Santana a Gonzalo Pizarro (1546) se queja este de que Ana Suárez se niega a cederle unos terrenos para edificar un monasterio; cfr. Pérez de Tudela (1964: I, 224-225).
133
Es posible que se trate de Luis Merlo de Lafuente, natural de Valdepeñas y casado con la hermana de Hernando de Santa Cruz y Padilla, contador mayor del Tribunal de Cuentas de Lima. El virrey Cañete lo envió a Chile como visitador; cfr. Mendiburu (1885).
134
El capitán Pedro Puelles, de origen sevillano, llegó al Perú con Pedro Alvarado en 1534. Recibió la gobernación de San Francisco de Quito en 1536. Estuvo del lado del nuevo gobernador Cristóbal Vaca de Castro e incluso fundó por tercera vez la ciudad de Huánuco, dándole el nombre de León de Huánuco, en honor del gobernador. Asimismo, estuvo en las filas del virrey Blasco Núñez Vela, cuando este llegó al Perú, pero acabó aliándose con Gonzalo Pizarro y se convirtió en uno de sus más fieles colaboradores al lado de Francisco de Carvajal. Vencido el virrey en Quito, evitó que fuera degollado en el mismo campo de batalla por Benito Suárez. El virrey fue condenado a muerte y decapitado por un esclavo negro en 1546. El capitán Puelles llevó a la ciudad de Quito los restos del virrey y las barbas fueron llevadas a Lima como testimonio de su muerte. Murió Puelles a manos de los conquistadores que pasaron al bando de La Gasca; cfr. Soto Villanueva en .
135
Se postula *Kitu ‘variedad de paloma torcaza’, pero este puede ser etimología popular (véase apéndice I).
136
El verbo haber con su significado medieval de posesión.
137
Secuaces; se trata de un neologismo latinizante, cuya forma vulgarizada estuvo, según parece, bastante extendida. Encuentro las formas secaz, secaces, por ejemplo, en el Cancionero de Sebastián de Horozco: “De Ovidio sois muy secaz/ sólo os falta ser poeta/ para estar con él en paz”; asimismo, el marqués de Santillana: “en todas las artes estenso, famoso,/ non solamente en vna nin dos,/ secaz e diçiplo del Febo delfós,/esperto en las lides, valiente, animoso”; cfr. Corpus diacrónico del español, [19/06/18]. En carta de petición o queja de Luis de Lara, Lima 1549, se halla esta misma forma: “cada dja en los que a echo como lo aze todos los cargos de justiçia a los secazes los a dado (…) va poco en que los secases tengan la justiçia y se aga dentre tjranos” (AGI, Audiencia de Lima 118, fol. 3r). La transcripción de esta carta se encuentra, asimismo, en esta edición, en el apéndice III.
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(Diálogo 6) {45r.} [LIMA] 132 ¡O, Cusco! ¿Qué te diré de Ana Sua133 res , muger de Merlo134? Hella hermosa es, hella rica es, hella descanso tiene; mas mira, Cusco, aquellas palabras que dijo a su mesa quando Pedro de Puelles135 le enbió vn presente dende Quito136, y heran parte de las barvas del virrey, que dijo ella: “¡O, quán bien cunplió Pedro de Puelles lo que me aprometió!”.
Y sacolas la señora Ana Suares y dixo: “¡Hed137 aquí las barvas del tirano!”.
¿Quál es el jues que tal deja en la tierra? ¿Quál hes el presidente que tal consiente? Que vna muger tan perjudiçial esté en estos reinos, que tiene solapada el mundo de moneda mal avida, y es de Su Majestad; que Gonsalo Pisarro y sus sacases138 se la dejaron para que dijese bien por sus ánimas. ¿A dónde se sufre que vna muger como esta pos[e]a indios sin tener derecho para ello? Muger que hiso matar a quatro y descubrió vn serviçio de Su Majestad que querían haser sus servidores. ¡O, Justiçia, a dónde estás que tal muger como esta aya destar en esta tierra (/.)!
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¡O, Cusco! ¿qué te diré de María d[e] Escobar?139, que dijo a Sepeda que le pusiesen la romana140 porque avía dado ahína141 aquella mañana a Sepeda que saliesen a prender al visorrey. Mira otras muchas, las quales no pongo aquí por mi honra (/.). Mira la muger de Juan Fernandes142, casada con el señor Silva143, que quando entró Gonsalo Pisarro en mí, Sivdad de los Reys, puso muncha confitura y agua rosada a la puerta, para que todos resibiesen colasión144, y desían a grandes boses: “Bivan los serranos que mos vienen a libertad!”.
¡O, mira, presidente, esto, no te envarases145 en la moneda! Mira, grand presidente, tanto mal como este. Castigá, grand presidente, que para heso venistes a la tierra, castigar, grand juez, lo malo, no paresca que todo se hase con robo. Ya, Cusco, te [he] dado qüenta de lo que en mí a pasado, suplícote que me digas qué fue la cavsa de haserse vn repartimiento tan malo y de tan mala desisión. ¿Qúal diablo te engañó a consentillo? ¿No te bastó consentir tantas traisiones y maldades como en ti, Cusco, [han] acontesido? Dime, Cusco, ¿qué a sido la cavsa que el señor presidente a poblado de traidores
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Doña María de Escobar, de origen extremeño, llevó desde España trigo para ser plantado en el virreinato del Perú. Durante tres años se ocupó de que su cultivo se extendiera y de que no se hiciera pan con él, a fin de conseguir su cultivo. Por sus servicios y los de su marido, el conquistador Diego de Chávez, recibieron una encomienda de indios en la provincia de Lima; cuando murió su marido, se trasladó a Cuzco; cfr. Mendiburu (1878).
139
‘Metafóricamente ‘hacer la romana’ es tener fuerza y eficacia para hacer valer o determinar alguna cosa, oponiéndose de su parte o inclinándose a algún partido’ (DA, s.v. romana).
140
‘Palabra bárbara muy usada con que damos priesa a que se haga alguna cosa’ (TLCE s.v. aina).
141
Son varios los conquistadores que tuvieron este mismo nombre. Puede tratarse de un soldado de origen portugués que estuvo al lado de Gonzalo Pizarro. En carta de 1545, escrita por Bachicao para Gonzalo Pizarro se lee: “Ya aquello está seguro porque a Juan Fernández dexé en el armada como a hombre que es de nuestras entrañas”; cfr. Pérez de Tudela (1964: I, 351, 427, 573, 574), cfr., asimismo, Mendiburu (1878).
142
Podría referirse al capitán Diego de Silva Guzmán, quien, según parece, siempre estuvo del lado de la Corona. Gonzalo Pizarro lo apresó en Lima y lo condenó, pero fue perdonado más tarde y se marchó al Cuzco, donde intentó que Toro se pasase a las filas de Centeno; cfr. Mendiburu (1887).
143
‘La confitura o bocado que se da de beber y en los desposorios, se solía usar entrar muchos pajes con platos de confitura. Algunas veces significa los vecinos que son de una misma parroquia o tribu’ (TLCE, s.v. colación).
144
‘Ocuparse, empacharse y detener alguna cosa’ (TLCE, s.v.).
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la tierra? O él es loco o de muncha hedad caduca, que ni ay juisios que lo basten a entender {45v.} ¡Dime, Cusco! ¿Por qué no ablas, siendo traidor a la Corona Real? ¡Habla, no te pares traidor! Mira este perro deste repartimiento, que se a hecho de mano de vn presidente. Salió, a lo que parese, cristiano, al dicho de las jentes, y en ello se an engañado; tales cosas a hecho (/.).
Parece que se refiere al sevillano Pedro de Cabrera, gobernador de Nombre de Dios a la llegada de Pedro La Gasca. Poco sabemos de su vida, pero parece que fue enviado a Sevilla, donde fue condenado y ajusticiado en la plaza de la ciudad; cfr. Pizarro y Orellana (1639).
146
Embarazador.
147
Se refiere al extremeño Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, padre del Inca Garcilaso. Entró al servicio de Pedro de Alvarado y participó en las conquistas de México y Guatemala. En 1534, junto a Alvarado pasó al Perú y se unieron a Francisco Pizarro. Durante las guerras civiles estuvo en las filas de Gonzalo Pizarro, pero en la batalla de Jaquijahuana pasó al ejército de La Gasca junto a Diego Vázquez de Cepeda. Fue corregidor del Cuzco de 1554 a 1556.
148
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[CUZCO] ¿Qué te parece, Çibdad de los Reys, quál me deja el señor presidente? Poblada de vellacos y traidores, siendo yo, Cusco, leal a mi rey y señor, que no bastó que yo, Cusco, le di en la mano a los traidores, para que dellos hisiese justiçia, sino darme tan mal galardón. ¡O, Çibdad de los Reys, cómo se hespantan las jentes de ver a vn letrado, como este, aver hecho tantos desatinos como hase! ¡No se sirve Dios, nuestro señor, y el rey desto! Mira, Çibdad de los Reys, vn don Pedro de Cabrera146, co[r]sario en la tierra, enbarasador147 de los puertos poblados por Su Majestad, traidor en la cuna, malo en la leche. ¡Cátalo ahí, con descanso! ¡Tal salud le dé Dios al presidente, qual don Pedro hes! Mira, Çibdad de los Reyes, vn Garsilaso148 que con el bocado en la boca se arrepintió, allándose en todo contra Su Majestad.
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¡Cátalo ahí, con sus indios, y descanso, y en el Cusco! Tal salud le dé Dios al señor presidente, qual él ha hecho. Mira Tomás Vasques149, Çibdad de los Reys, que lo hiso leal por fuersa con ser traidor, durmiendo y velando, de noche y de día, queda con d indios y casa y descanso y au[n]150 hes parte de quedarse con la hasienda151 de Alonso de Toro, traidor a la Corona Real d[e] España. Mira, Çibdad de los Reys, vn Juan Jullio de Hojeda152, siendo rejidor, se desajunava153 sirviendo a Gonsalo Pisarro, noches y días, y supo cómo se avían quemado las provisiones de Su Majestad en la puente de l[a] Apurima (/.). Queda con descanso de indios y casa y todo quanto quijo. {46r.} Mira vn Manso Ser[r]a154, traidor en la muerte quando servía a Gonsalo Pisarro, que muerto hera, pues que no quería servir al rey; traidor en quanto bibo, sin averse arrenpentido, queda con indios y casa y descanso. ¡Mira, Sivdad de los Reys, cómo quieres que no brame con este presidente! Mira, Sivdad de los Reys, a Masirelas, el viejo, que dio harmas y caballo para Gonsalo Pisarro, y indios de carga, y fue traidor contra el virrey: queda con indios y descanso. Mira, Sivdad de los Reys, a vn Quiño155 nes , traidor en Quito, traidor en la Çibdad de los Reys, traidor en mí, Cusco: queda con indios y descanso.
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Tomás Vázquez estuvo claramente al servicio de Gonzalo Pizarro a tenor de la abundante correspondencia que recopila Pérez de Tudela (1964: I y II 183, 187, 189, 194-198, 309-311, 341, 370, 469/ 79, 357, 402, 469, 519, 532). Por ella sabemos, entre otras cosas, que fue gran amigo de Alonso del Toro y que se ocupó de su casa y de su mujer tras la muerte de este.
149
Podría haber escrito también an, pues, a veces, escribe de la misma manera las aes, ues y enes.
150
‘Empleado aquí como americanismo léxico: terreno de gran extensión dedicado a la agricultura y ganadería’ (DAM s.v.). Covarrubias definía este término del siguiente modo: ‘Se dijo de hacer, que es trabajador, porque el que trabaja hace hacienda y el que huelga la deshace y consume. Tómase por caudal y que cada uno tiene’ (TLCE, s.v.).
151
Capitán Juan Julio de Ojeda.
152
Muy posiblemente esta forma se debe al gallego jajun jajuar, cfr. (DCECH, s.v. ayunar).
153
El diccionario de Mendiburu no da indicios de dicha infidelidad a la Corona. Fue uno de los primeros fundadores del Cuzco y marchó a apoyar al virrey Blasco Núñez Vela. Sin embargo, cuando llegó, ya había muerto. En Lima fue perseguido por Carvajal hasta que Gonzalo Pizarro fue nombrado gobernador; cfr. Mendiburu (1887). Convivió durante años con la coya inca Beatriz Huailas, de la que tuvo un hijo. Es conocido el arrepentimiento que mostró en su testamento por el maltrato a los indígenas.
154
Tal vez se refiera a Antonio de Quiñones, pero según Mendiburu (1887) no fue un traidor. Estuvo a las órdenes del gobernador Vaca de Castro y en la batalla contra el hijo de Almagro. Abandonó a Pizarro cuando este se dirigía a Lima para hacerse gobernador. En 1548 se encontraba en el ejército de La Gasca.
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Se refiere al extremeño Alonso Álvaro de Hinojosa. Estuvo en el ejército de Pizarro y sustituyó a Alonso del Toro como capitán y alcalde del Cuzco, tras la muerte de este. Sin embargo, cuando Gonzalo Pizarro llegó al Cuzco y perdió dichos empleos, conspiró para que Centeno se adueñase del Cuzco, y pasó a servir en las filas de La Gasca; cfr. Mendiburu (1887).
156
Juan de Pancorvo, clérigo, descubridor y conquistador del Cuzco.
157
Visorrey.
158
Carabaya o Callahuaya. El étimo es el híbrido aimara-puquina *Qara-waya ‘pendiente pelada’, con cambio propio del antiguo aimara cuzqueño (véase apéndice I).
159
El gran entusiasmo que causó el oro entre los españoles puede verse en el uso del léxico; para ello es fundamental el estudio ofrecido por Enguita (1982).
160
El capitán salmantino Diego Maldonado Nieto, recibió el sobrenombre de ‘el rico’ por su gran fortuna. Llegó al Perú con Francisco Pizarro y fue regidor del Cuzco y uno de sus principales vecinos. Las disputas entre los dos bandos hizo que Almagro lo encarcelara en Cuzco. Tras la muerte de Almagro se puso al servicio del gobernador Vaca de Castro. Parece que se vio obligado a firmar su aprobación a la declaración de Gonzalo Pizarro como gobernador del Perú, pero apoyó al virrey Núñez Vela. Sin embargo, cuando Vela fue vencido se pasó a las filas de Gonzalo Pizarro. Allí sufrió diversas intrigas que acabaron provocando su huida y paso al ejército de La Gasca; cfr. Mendiburu (1885).
161
Equivale, sin duda, a la forma actual cojitranco, si bien, de momento, no la encuentro documentada. Covarrubias recoge cojitranca y lo define como ‘cojo travieso’ (TLCE, s.v. cojo).
162
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Mira, Sivdad de los Reys, a vn Inojosa156, teniente por Gonsalo Pisarro; mató a los que servían a Su Majestad; no quijo servir al rey asta que por fuersa le hisieron servir: tiene indios y descanso. Tal salud le dé Dios, nuestro señor, al presidente, qual estos son y qual ellos lo han hecho. Mira, Zidad de los Reys, Pero Lopes, secretario, que Dios perdone, quánta ventura tiene con todos. Tal salud le dé Dios al presidente qual él hase la justiçia y qual él lo reparte, y qual deja la tierra, este vali[d]o: con Vaca de Castro y con el traidor don Gonsalo Pisarro y, tanbién, con el señor presidente. Mira, Zibdad de los Reys, a Pancorvo157, que no quijo acodir al visorrey158, sino estarse en las minas de Calavaya159 sacando horo160, y después acudió a Toro, traidor: diole el señor presidente indios. El mundo qual el señor presidente lo a hecho, tal salud le de Dios, nuestro señor. Mira Maldonado161, el rico, traidor en la mosedad, traidor en la vejes; mira lo que a hecho: queda por rejidor y con indios y casa y descanso. {46v.} Y qual Maldonado es, y qual él a servido, tal salud le dé Dios a vuestra señoría y a él. Mira, Sivdad de los Reys, Maldonado, rejidor, avnque cojo, y señalado tomador de la moneda de la caja con tres llaves. Tal salud le dé Dios a vuestra señoría y a él, qual él cojo traso162 es.
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Pues mira, Çidad de los Reys, a Guamanga, toda junta sin tardansa y sin más apelasión, hecha la fundisión, ya apurados, ya los buenos, a soplar bien el carbón en senisa; sean tornados tales son, y sus servisios todos juntos sean quemados asta que ayan pagado las muertes y robos que an hecho y causado (/.). Habla, Çidad de los Reys, y mira la qüenta que te he dado, que qual estos de Guamanga son, tal salud le dé Dios a ellos y al señor presidente, que alsan la tierra a su tienpo, por no tener en nada la justiçia (/.). Comen y beuen y huelgan y quedan leales. Mira, sivdad d[e] Arequipa, qué buena justiçia hiso el de La Gasca. ¡O, Chuquiabo, pueblo nuevo de jente honrada! No te alabes ni tomes gravedad porque es mal hecho, que te pueblas de la jente más sinvergüensa que ay en el mundo, que se toman conosiendo con su rey y le matan y le acosan, y el presidente les da parias163 de miedo que tiene dellos. [CHUQUIABO] Responde Chuquiabo: Cusco, tú me das estos vesinos que yo harto me [he] estado sin poblarme; mas, mirando lo que a hecho el presidente, qual ellos son y an servido, tal salud le dé Dios a vuestra señoría, y a ellos, qual ellos son y an sido. que Aunque anduvieran a buscar tan mala jente, no se allará que mataran164 {1r.}165 a vn virrey y le bevieran la sangre. Mas, Cusco, en cada pueblo ay vna legua de mal camino. El mejor vesino que yo tengo, Cusco, es don Martín de Gusmán166, aliviador de los sobacos y de los pies muy lijero167. Pues siendo, Cusco, este el mejor, mira qué tal serán los otros. ¡O, qué niños, Cusco! A dedo contarás los buenos si no es Barrionuevo168, que para salvar ell ánima le dio el señor presidente indios. Mala vejés tenga qui[e]n se los dio, y Barrionuevo que los resibió. Anda, Cusco, que más peores los tienes tú. Mira que tienes por vesino qui[e]n corrió puertos poblados por Su Majestad y corrió la Mar del Sur, y robó y mató.
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‘El tributo que paga un príncipe a otro, en razón de reconocimiento y mayoría’ (TLCE, s.v.).
163
En el margen izquierdo se lee con letra posterior, posiblemente de la misma época en la que se hicieron las copias del siglo xviii conservadas en la Biblioteca de la Academia de Historia de Madrid: “Nota. Sigue al fol. 1º y siguientes”.
164
En el margen izquierdo se escribe: “Nota –viene aquí desde el folio 46 vuelto”, con letra del siglo xviii. Se trata, muy posiblemente, del mismo copista que trasladó en dicho siglo todos estos documentos de La Gasca que se encontraban en la Biblioteca de la Academia de la Historia de Madrid.
165
Se trata del capitán sevillano Martín de Guzmán. Acompañó a Francisco Pizarro en su expedición al Perú. Se sabe que estuvo del lado de Vaca de Castro en la batalla contra el hijo de Almagro. Tuvo que colaborar con Francisco de Carvajal con dinero y soldados para conseguir que le dejaran volver al Cuzco; cfr. Mendiburu (1880).
166
Sin duda se refiere a los atributos de sucio, apestoso y cobarde.
167
Se trata de Alonso Barrionuevo. Llegó al Perú con el virrey Blasco Núñez Vela, pero cuando este fue vencido se pasó, obligado, a las filas de Gonzalo Pizarro que ya había sido nombrado gobernador. No obstante, aprovechó, en cuanto tuvo ocasión, para pasarse al ejército de La Gasca que ya había llegado al Perú; cfr. Mendiburu (1876).
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Se trata del general, de origen zamorano, Gerónimo Costilla. Fue caballero de la Orden de Santiago y vecino y encomendero del Cuzco; cfr. Mendiburu (1876).
Mira, Cusco, que tienes a Lope Martín169, que no me dejó de papa para arriba y chuño para abajo170. ¡Bien sirvió a Gonsalo Pisarro! ¡O, Cusco, si vieses las Charcas171 pobladas de capitanes y coroneles, no te digo del capitán don Baltasar, que tal salud le dé Dios al señor presidente qual él es! Estotros son don, de capa de grana172, bonitos como vn oro. Nonbrallos me tienblan las carnes. ¡O, qué an comido de bienes de difuntos! ¡O, qué han hecho de males! ¡O, qué han hecho de robos, póngotelos aquí, Cusco, no porque el presidente, que mala vejes tenga, lo alcansa, porque hes de mal de sant Lásaro tocado173, que todo el día y la noche se le va en comesón174, y por eso no cae en las burradas que hase. Pues, qué te diré, Pueblonuevo, de Costilla175, que es rejidor, y corrió al virrey y huyósele y vínose a Gonsalo Pisarro, y ayudó asta que lo mató el prove virrey; rejidor es de mí, Cusco, y con indios y casa y descanso. ¡O, este viejo, el presidente, es loco o no se le entiende, mas tales cosas hase como estas, qué te diré yo, Cusco!
Se trata del capitán Bartolomé Terrazán. Se sabe que estuvo con Almagro en la campaña de Chile. El repartimiento de indios que tuvo se llamó Achanquillo, en él cultivó vides. Las primeras uvas que conoció Cuzco fueron enviadas por él; cfr. Mendiburu (1890).
[CUZCO] A ti, pueblo de Chuquiabo, ¡si vieras a vn Terrasas176 llevar tresientos indios a Po-
Lope Martín Pereira, de origen portugués, estuvo en las filas de Gonzalo Pizarro como se ve por numerosas cartas dirigidas por distintos personajes a este último; cfr. Pérez de Tudela (1964: I y II, 196, 198, 293, etc.). No obstante, se pasó a las filas reales y fue uno de sus capitanes más destacados; cfr. Mendiburu (1885).
169
Posiblemente indica la paradoja de tener papas en la parte alta y chuño en la parte baja, cuando este último se cultivaba en las partes altas (véase apéndice I). Parece significar que Lope Martín tentaba la paciencia de la ciudad entera, la irritaba, trataba de probar lo imposible con mentiras y engaños.
170
Se refiere a las provincias de Charcas, en la actual Bolivia. Podría postularse *ch’allka, voz puquina, que alternaría con ch’arka, y que significaría ‘tierra semi-labrada’ (véase apéndice I).
171
Es posible que se trate de la capa consistorial, que, según Autoridades, era color carmesí; cfr. (DA, s.v. capa).
172
La lepra, enfermedad que produce ardor y picazón en la piel.
173
‘Picazón que se padece en alguna parte del cuerpo o en todo él’ (DME, s.v. comezón).
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tosí, cargados de comida, si[e]nto çinqüenta leguas y, con ellos, sacar plata! Y sale Costilla a vesitar el Collao177, y pone en los tanbos que no den a vn prove nada; pues mira, traidor, este vesino que lleva a los pobres de naturales cargados con granjerías178, sacándolos de su natura (…) asía (…) Gonsalo Pisarro, siendo traidor. Mira Alonso de Men{1v.}dosa179, que guardó puertos, guardó puentes, atormentó a jentes: diole cargo el señor presidente, que mala vejes tenga, y la flor del Collao, indios, a manadas, oro, como tierra, y está por justiçia en mitad del Collao y vehe pasar a los vesinos por caminos secretos que, anque180 secretos, todo lo alcansa por dicho de indios, y como los vehe, déjalos pasar por no mordé a otro perro ravioso como él, y toda la justiçia que hase es mal grande: provesillo traidor de los de Gonsalo Pisarro, que andan huyendo. Por aserse leal a él y bueno, quiere vengar la justiçia en este. [CHUQUIABO] Yo, Chuquiabo, estoy espantado de ver qué vesinos, Cusco, me an dado, que anque los anduvieras a buscar, no me los he[c]haras tan malos. Mas busca entre ellos vna docena de servidores de Su Majestad y hallarás tan pocos que es espanto, sino qui[e]n mató a su padre y se hechó con su madre, qui[e]n no a dejado de matar y robar, quinse años ha, por tener indios.
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Originariamente, *Qulla-waya es un topónimo compuesto de origen posiblemente puquina, que alude a una región, y que se sincopa siguiendo las reglas del aimara y del quechua (véase apéndice I).
177
‘La ganancia que se hace de la granja. La posesión que se tiene en el campo con casa y caseros, que tienen cuidado de lo que allá se cría como las aves, los lechones, las palomas, los conejos (…) y de allí se extendió a cualquier género de trato del cual se saque alguna ganancia y provecho’ (TLCE, s.v.).
178
Se trata del capitán, de origen extremeño, Alonso de Mendoza. De él decía Gómara: “Es uno de los señalados hombres de guerra que hay en el Perú, en quien ninguna comparación tenía Centeno ni Carvajal”. Estuvo del lado del gobernador Vaca de Castro en la batalla que acabó con el hijo de Almagro. En 1544 pidió perdón para pasar a las filas del virrey Núñez Vela. Parece que conspiró para dar muerte, a traición, a Gonzalo Pizarro, pero fue perdonado y puesto en libertad. Finalmente pasó a las filas de La Gasca; cfr. Mendiburu (1885).
179
An ‘aun’ y anque ‘aunque’ se encuentran con frecuencia en la lengua popular del siglo xvi. Son formas que utilizan Rueda o Torres Naharro en la caracterización de sus personajes.
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‘Lugar y sitio fragoso barrancoso y lleno de maleza y broza’ (DA, s.v.). Hoy se cree que es término de origen taíno.
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Se trata de Huaina Cápac, el padre de Atahualpa y Huáscar. Fue un gran guerrero y conquistador. El nombre se etimologiza como *Wayna Qhapaq ‘el poderoso joven’, voz híbrida quechua-puquina (véase apéndice I).
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La etimología del nombre es desconocida, y seguramente no es de origen peruano, a menos que se quiera caer en interpretaciones absurdas. De hecho, el étimo de *pirwa ‘troje’, en quechua, es fantasiosa (véase apéndice I).
183
Julio Cejador ([1864-1927] 2008) explica esta locución verbal como ‘El contento, como tira arriba, pónela hecha un huso’ (DFSO, s.v. huso).
184
La etimología remonta a *Chuqi sakha, voz híbrida aimara-puquina, que significa ‘barranco de oro’ (véase apéndice I).
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Metátesis de tomadlo frecuente en la Edad Media.
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¡O!, ¿qué es esto, Cusco, que los que Su Majestad enbía hagan tan grandes desatinos: dar a ladrones riquesas, dar a traidores galardón, dar a malos descanso? Pues yo, Chuquiabo, yo no sé qué enojo avía hecho al señor presidente en echarme tan malos vesinos. ¿A dónde están tanto bueno que sirvió a Su Majestad, muriendo por los arcabucos181, huyendo noches y días porque avían servido a Su Majestad como son obligados? ¿A dónde están estos robados de batallas sin pecar contra Su Majestad? Destos quijera yo que me sustentaran y me poblaran. El natural conosiera que dava galardón Su Majestad a qui[e]n le servía, como Guaina Cava182 a sus vasallos; conosiera él indios, dava pena a qui[e]n avía ido contra él. Esto quijera yo, que se holgaran ellos comigo, yo con ellos. ¿Es posible que anden al revés el mundo y la tierra? ¿Es posible que la justiçia ande tan baja que no se dé a nadie, sino a los que tienen dineros y favor? Pues que la justiçia del rey se atreva a haser tanto mal, o es que el mundo se acaba, o es por nuestros pecados. ¡O, Perú183, que de suelo lo llevas, no venir a ti vn juez que la justiçia y él y él y la justiçia anduviese tan derecha como vn huso184. Y ganarían munchos dineros y estarían bien con Dios y con su rey, que acá los enbió. [POTOSÍ] Responde Potosí y dise: {2r.} Pues, ¿cómo, Chuquiabo y Cusco y Sivdad de los Reys, no hasés qüenta de mí, ni me nonbrás? ¡¿Hasés qüenta de Chuquisaca185, siendo yo agora la flor del reino por este metal que tengo en mí, que yo soy la que os mantengo de plata, que es infierno?! Yo soy la que hos robo los mantenimientos y vosotras morís de anbre. Yo soy la que hos harto vuestras codisias de muncha plata. Bien meresco, sivdades, que me nombréis, pues que tal metal hecho de mí. Yo, asiento de Potosí, mantengo munchos bellacos y traidores, y tanbién honbres de bien, y cavalleros, mas tomaldo186 por el capitán
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Rojas187, que a metido la mano asta los sobacos, al cabo de su vejes, y toda la plata que pueden allegar para el señor presidente, la allega. Envía el señor presidente a mandar que no se consienta que los naturales de lejos188 caminos estén en Potosí sacando plata, fuera de su natural, cayendo la mina sobrellos, tomándolos bivos de debajo. Viene el capitán Rojas para salvar su ánima y enbía a desir al señor presidente que no ay nenguno189 que por fuersa saque plata, que todos están a su contento. Y tiene él la mitad, y tiene Polo190 la otra mitad, y entre sus criados está repartido lo demás. ¿Qué quieres, Chuquiabo, que descobrí yo estas minas, y heche este metal de mí para proves y güérfanas? Veo que me lo toman las justiçias y me lo sacan de mi poder, y no dejan gosar a ningund prove. Veo que en mí, asiento de Potosí, se venden las anaconas. Veo en mí, asiento de Potosí, tomar minas las justiçias y entrar en granjerías y tratos debajo de cavtela. Veo en tres meses y en seis y en ocho a las justiçias con minas con plata a carretadas. Veo a los traidores que fueron con Caravajal y le ayudaron y favoresieron a matar cristianos y roballos, y robar la tierra y destruilla. Véolos con minas. Véolos con dineros.
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Se trata del capitán segoviano Gabriel de Rojas. Sirvió al gobernador Pedro Arias Dávila. En 1533 fue llamado por su amigo Francisco Pizarro al Perú. En las disputas con Almagro se posicionó del lado de Almagro, pero, años después, defendió que el hijo de este debía morir, pese a reconocer que su error se había debido a su juventud y a malos consejeros. Estuvo del lado del virrey Blasco Núñez y lo acompañaba en su viaje de vuelta a España cuando fue capturado y condenado a muerte por Gonzalo Pizarro. Sin embargo, este lo perdonó y pasó a su servicio. Poco después desertó y se incorporó a las filas de La Gasca. Murió en 1548, según Garcilaso en Chuquisaca, donde había ido con el licenciado Polo de Ondegardo para recaudar. Dice Mendiburu (1887), respecto del buen trato que ha recibido este personaje por parte de los historiadores: “Pero no seremos tan indulgentes, para no advertir que su flexibilidad para amoldarse a todo y aceptar a los partidos por contradictorios que fuesen, representan más egoísmo y flaqueza que circunspección y consecuencia”. Esta observación concuerda con la opinión que de él tenía Medina, al menos tras el repartimiento; opinión, muy posiblemente, compartida por buena parte de sus coetáneos vecinos del Perú.
187
Hoy ‘lejanos’, pero ‘lejos’ fue una forma habitual desde la Edad Media.
188
Es forma general en la Edad Media y todavía muy frecuente en los Siglos de Oro.
189
Se refiere a Juan Polo de Ondegardo, licenciado en leyes en Valladolid. Pasó al Perú en la flota del virrey Blasco Núñez Vela. No parece que estuviera nunca alejado del respeto a la Corona. Pasó a las filas de La Gasca cuando este se encontraba en el valle de Jauja; cfr. Mendiburu (1885).
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Sabemos poco de este conquistador español, pero su nombre aparece en cartas de testamento de indígena cuzqueño. Según dicho documento fue encomendero en las proximidades del Cuzco, en el camino que llevaba hacia territorio colla y, en consecuencia, se podría inferir que se trata del encomendero del que tomara el nombre Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui (Navarro Gala 2015). Puente (1992) señala a Hernando de Santa Cruz como titular de la encomienda de Achaya, en 1561, y de Guataoma, en 1568, ambas en la jurisdicción del Cuzco. Pérez de Tudela (1964: I y II, 113,74, 350, 458, 32, 63) edita varias cartas en las que se cita a Santa Cruz. En misiva de 8 de marzo de 1547 se dice que es alcalde de las minas de Potosí. Lo mismo en carta de 25 de febrero de 1547, donde se incluye su nombre propio, Juan de Santa Cruz. La correspondía que recogió La Gasca muestra su fidelidad y amistad con el bando de Gonzalo Pizarro. No obstante, también se recoge a quien tal vez fuera un homónimo suyo, que aparece en carta escrita en Nazca el 23 de noviembre de 1546 en la que el capitán Martín Monje destierra a Chile “a el Santacruz”, que estuvo al lado de Centeno y de Lope de Mendoza.
191
‘La justicia de Peralvillo, que después de asaetado el hombre le fulmina el proceso, fúndase en que los delitos que se cometen en el campo, que merecen muerte son atroces y piden breve ejecución, constando del delito’ (TLCE s.v. peralvillo). La versión que emplea Medina parece posterior a la recogida por Covarrubias. En Iribarren (1994: 211-212) encontramos ‘La justicia de Peralvillo, que, ahorcado el hombre, hacíale pesquisas del delito. Es el modo con que se moteja a un tribunal o autoridad de haber procedido con suma ligereza en su determinación. También se dice metafóricamente de los que empiezan cualquier negocio por donde deberían acabarlo’.
192
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Véolos leales por dar a tres mill pesos al Rojas, por dar tres mill pesos al lisençiado Polo, por dar mill pesos al rey. Desto me quejo, Chuquiabo, que eres pueblo nuevo. Yo, como asiento de Potosí, clamo y lloro, que he visto ir el mando de traidores con muncha plata y véolos ir por leales; y porque contentaron a los jueses, les dieron sédulas de leales. Si desta manera pasa, yo lloro {2v.} y ruego a nuestro señor que él, por su santa pasión, hesconda este metal del lisençiado Polo y su familia, que segund él está lleno, ya no tiene ningund contento ni quiere ver libros ni cosa ninguna. ¡O, Chuquiabo! ¡Si vieses a Santa Cruz Tejero191, que robó y hurtó para él y Caravajal y consintió vender los naturales en tienpo de los tiranos! Tomó minas como cosa suya sirviendo al traidor de Gonsalo Pisarro, sosteniéndolo Caravajal, maestre de canpo, partiendo con él. Mira, Chuquiabo, ¿cómo quieres que no lloré, que este, porque a dado plata al lisençiado Polo y al capitán Rojas y a dado al presidente dineros, anque lo claro se nonbra para Su Majestad, cátolo aquí con sinqüenta mill pesos, sacando minas que él avía hurtado en tienpo de los tiranos. Esto puedes desir, Chuquiabo, que es justiçia de Peralvillo192: que a qui[e]n quiere la justiçia ahorca y después de ahorcado le lehen la sentensia. Esta hes justiçia entre conpadres, esta hes la mala ventura.
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¡O, tierra de bellacos! ¡O, tierra de traidores, que a los buenos abajas y a los malos subes! ¡O, Chuquiabo, que lloro por lo que veo! Que veo a vn lisençiado Castro193 lleno de moneda, y será señor de sien mill pesos en tratos y granjerías; y, agora, como casó vna hija con vn hijo del lisençiado Siancas194, ayúdanle en todo lo que puede y trata claro y resgata195. Miren este clérigo quánto vale por el señor lisençiado. Yo, asiento de Potosí, doy gritos, que veo a vn hoidor por Su Majestad tener mina, y no bova196, tener anaconas197, y no pocos, asiéndole boyo198 los indios de Su Majestad, con llevar partido de Su Majestad.
Se trata de Pedro o Nuño Castro. Fue capitán de Francisco Pizarro y estuvo a su lado en los conflictos con Almagro. No obstante, pasó a las filas del gobernador Cristóbal Vaca de Castro; cfr. Mendiburu (1876).
193
Se trata del licenciado en Leyes, de origen vallisoletano, Andrés de Cianca. Viajó al Perú con Pedro La Gasca y participó en la derrota de Gonzalo Pizarro. Tras la muerte de este y de Francisco de Carvajal, fue nombrado justicia mayor del Cuzco. El reparto que realizó entre los conquistadores provocó numerosas revueltas. Hizo ahorcar a Juan de Estrada y desterró a varios conquistadores descontentos. Volvió a Lima, donde murió en 1553, cuando era gobernador, a la espera del nuevo virrey; cfr. Mendiburu (1805-1890). El capitán Villegas, estuvo en el bando de Gonzalo Pizarro y contra el virrey. No obstante, más tarde se pasó al bando de Centeno; cfr. Mendiburu (1805-1890). 194
Posiblemente, por influencia gallego-portuguesa, debió de ser variante conocida, el mismo término se encuentra en carta escrita el 18 de octubre de 1546 por Rodrigo de Zamudio, posiblemente de origen vasco: “Yo traxe once mil y cien pesos en plata del resgate en texuelos” (Pérez de Tudela 1964: II, 32). Desde finales del siglo xv se testimonia la existencia de esta forma que permanece viva durante el xvi y comienza su declive en el xvii, según se puede deducir de los datos que aporta CORDE. Fray Bartolomé de las Casas la utiliza con frecuencia; cfr. Corpus diacrónico del español, [07/06/2019]. Se testimonia, asimismo, su uso en documentos de 1529 escritos en Santa Marta, Colombia, así como en los siglos xvii-xviii en Santa Fe, Nueva España; cfr. Academia Mexicana de la Lengua, Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), . Medina parece dudar en el empleo de la grafía g. En los diccionarios medievales y de la época solo se encuentra ‘rescatar’, es decir, ‘recobrar por precio los cautivos y prisioneros cogidos por el enemigo. Hacer prisionero para venderlos mediante rescate’ (DME, s.v. rescatar).
195
Entre sus acepciones se encuentra, como coloquialismos hoy, la de ‘cumplida, no escasa’ (DRAE, s.v.).
196
[CHUQUIABO] Responde Chuquiabo (/.) y dise: No llores, asiento de Potosí, que el lisençiado Siancas lo merese, que es buen letrado y entró en la batalla de Jaquijaguana, y plugo a Dios que no fue nada, que mirando, asiento de Potosí, lo que está hecho en la tierra, no hes nada esto, para lo que se hase.
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Yanacona: reinterpretación de *yana yaku-kuna, que pasa a significar ‘ayudante’ (véase apéndice I). Parece que existió una forma anacona para referirse a ‘ayudante’ o ‘mayordomo’ indígena, pues Gutiérrez de Santa Clara también la utiliza en lugar de yanaconas. Medina y Gutiérrez de Santa Clara consideran femenina la palabra. Encuentro, asimismo, anaconas en Cieza de León, en Fernández de Oviedo, etc., para estos escritores el término era masculino.
197
Dado el contexto podría tratarse de ‘hacer bollos’, esto es, ‘levantar en alguna cosa plana bollos y así suelen hacer fuentes de plata abolladas relevándolas y así quedan hundidas’ (TLCE, s.v. abollar). Ya hemos visto otro caso en el que se pone de manifiesto el yeísmo de Medina. No obstante, también podría tratarse del indigenismo de origen taíno, bohío: ‘cabaña hecha de madera y ramas, cañas o pajas y sin más respiradero que la puerta’ (DRAE, s.v.).
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Calla y sopórtalo, que tanbién es mercader en la Çibdad del Cusco, conpañía con Mateo del Castillo, segund bos y fama y, lo que las jentes disen, más bien ayudado y favoresido a Su Majestad y a su real corona y a su real justiçia: {3r.} que a los traidores dio por leales y a los leales dio por traidores. Mira, asiento de Potosí, que verás de clérigos que los consienten, los obispos agora, de nuevo, llevar cargasones, ir a resgatar199 y más metidos en el mundo que el día primero.
Rescatar: añade la g con posterioridad. Había escrito Res atar, dejando un espacio entre la s alta y la a, al que luego añade la g prácticamente encima de la grafía a que le sigue. Véase
199
. ‘Cubrirse con el broquel para no ser ofendido. Vale por translación, ampararse, defenderse, escudarse, tomando el resguardo conveniente para estar o quedar asegurado en las ocasiones de aprieto o empeño: como sucede en un lance de honor, acogiéndose al amparo de una persona de autoridad’ (DA, s.v. aproquelar).
200
‘Cargar para Indias y cargazón lo que se hace de mercadería’ (TLCE, s.v. carga).
201
La s ha sido sobrescrita. No se puede leer la letra que había debajo.
202
La constante adjetivación ‘honrados’ hacia La Gasca y hacia sus vecinos conquistadores desleales al rey, además de irónica, remite al erasmista juego de apariencias en el que todos parecían a los ojos de los que les veían lo contrario de lo que eran.
203
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[POTOSÍ] Mira este padre Castro, que tiene quarenta mill pesos y se abroqueló200 con Caravajal con los dineros de vn defunto, y guardó los suyos, y vuelve a Potosí con cargasón201. Esto hécholo yo que parten con los obispos, pues que lo vehen y lo desemula. [CHUQUIABO] Habla Chuquiabo y dise: Minas de Potosí, ¿avéis mirado allá si tiene mina ell obispo de la Çibdad de los Reys? [POTOSÍ] Responde Potosí: Qui[e]n quita, Chuquiabo, que vn hombre que tal repartió en el río de l[a] Apurima por la codisia deste oro y desta plata, que tuviese minas no me es espanto. Tan largas tenga las narises como él tiene la codesia202, porque se espanten dél en España. Otras cosas, Chuquiabo, tengo que te desir, mas no quiero hablar más, no me hagan algund mal porque digo las verdades (/). ¡O, río de l[a] Apurima, y no salieras de madre y te hestendieras por que estorvaras vna tan mala repartisión! Mas de ti, Cusco, me espanto, que son tus límites consentir tanto mal. Mira, río, qué mala cosa hesiste, que a los malos diste halas para ser más malos, y a los buenos los abajaste, para que hotra ves sepan más y no sean engañados por vn viejo honrado203.
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¡O, Arequipa! ¿de qué te alabas y de qué te muestras muy leal, sosteniendo la tiranía tanto tienpo de mano de vn muchacho borracho y sinvergüesa? Bien te puedes abajar si no fuera por los buenos que en ti moran, anque pocos (/). [AREQUIPA] Responde Arequipa: ¿Por qué lo dises, Guamanga? [GUAMANGA] Anque estás lejos de mí, dígolo por ti, Arequipa, teniendo puerto no que{3v.}jiste servir a Su Majestad. [AREQUIPA] Responde Arequipa: No hables, Guamanga, pues que fueste la más bellaca que ay en el mundo, que de ti salió mensajeros y dio ahínco204 a Gonsalo Pisarro, que fuese con si[e]n honbres y no más, que el cabildo de la Sivdad de los Reys lo daría atado. De ti, Guamanga, salió Garsi Martines con cartas y mensaje, llamando a Gonsalo Pisarro que fuese seguro, que ya estava todo solapado. De ti, Guamanga, salió Gonsalo Pisarro y en ti mataron a Felipe Gutierres205 porque era servidor por Su Majestad. En ti mataron a(…) s Maldonado, por servidor de Su Majestad. Mira, Guamanga, el socorro que le diste, que le diste a Palomino206, que no bolvió a ti hasta que lo mató en Quito.
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‘Es fuerza que hacemos y diligencia grande que ponemos para alcanzar alguna cosa’ (TLCE, s.v.).
204
Se trata del madrileño Felipe Gutiérrez y Toledo. Recibió del rey Veraguas, pero llegado allí solo encontró calamidades y huyó abandonando a sus hombres a su suerte. Desde Nombre de Dios pasó al Perú, donde se incorporó al ejército de Francisco Pizarro; no obstante, defendió a Almagro cuando fue vencido en la batalla de las Salinas. Se sabe que estuvo del lado del gobernador Vaca de Castro y que intentó pasarse a las filas reales, pero fue arrestado por Puelles y condenado a muerte; cfr. Mendiburu (1880).
205
Se trata del capitán Juan Alonso Palomino. Formó parte tanto del bando de Pizarro como del de Almagro. Apoyó al gobernador Vaca de Castro, pero ante la imposición de las Leyes Nuevas se pasó al bando de Gonzalo Pizarro. Más tarde, volvió al ejército real, mandado por La Gasca; cfr. Mendiburu (1885).
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Tal vez se trate de Juan Garay Otáñez, que llegó al Perú con su tío Ortiz de Zárate, en 1544. Estuvo, junto a su tío, siempre del lado de la Corona; cfr. Mendiburu (1880). En la documentación que recoge Pérez de Tudela (1964: I, 214 y 230) aparecen dos personajes homónimos: Antonio Garay y su padre, el adelantado Francisco Garay. Antonio Garay, aunque del lado de La Gasca, había sido amigo de Gonzalo Pizarro y, sobre todo, de Puelles.
207
Es posible que se refiera a Esteban de Sosa, contador de La Gasca; cfr. San Martín Payo (1992: 271).
208
Posiblemente se trate de Hernando de Cárdenas, natural de Madrid. En este personaje, como casi en todos los nombrados, se hace patente el cambio en las voluntades que tanto critica Alonso de Medina. En carta de 22 de noviembre de 1546 dirigida a Gonzalo Pizarro, Cárdenas dice lo siguiente sobre La Gasca: “El licenciado de la Gasca diz que tiene gran deseo de pasar acá. Bien creo vuestra señoría habrá mandado que le muestren camino por donde vino, y si por caso él pasase por este pueblo, yo quiero esperalle, y si él saliere dél, que lo pague yo. Mas mejor será que le den algunas calenturas en Panamá de las que daría el marqués a los que venían delante deste a México”. El 3 de enero de 1547 fue nombrado regidor de San Miguel por Gonzalo Pizarro y poco después, en carta escrita por La Gasca a Francisco de los Cobos, el 11 de agosto de 1547, se lee que fue hecho capitán por ser hombre leal a la Corona; cfr. Pérez de Tudela (1964: I y II, 296, 214,451, 452,453, 592-594).
209
‘Aunque en rigor vale divulgar alguna cosa, sea buena o mala, en nuestra lengua castellana vale deshonrar y publicar de alguna cosa mal hecha de que se le sigue mal nombre e infamia’ (TLCE, s.v. disfamar).
210
Debajo de la R en forma de lira, había dibujado una r minúscula.
211
Se trata del vallisoletano Francisco Noguerol de Ulloa. Embarcó rumbo a América en 1534. Participó en la desgraciada expedición de Diego Almagro a Chile, pero estableció alianzas tanto con almagristas como con pizarristas, lo que le permitió poseer varias encomiendas. Con la llegada del virrey Blasco Núñez se alió al ejército real. Como recompensa recibió de La Gasca varias encomiendas; cfr. Juan Manuel Rodríguez, . No cabe duda de que se trata de este personaje, pues, como dice Medina, recibió como recompensa de La Gasca las encomiendas de Yaque Collaguas y collaguas.
212
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Mira, Guamanga, qué diste a Garay207, y a Sosar208 y Cárdenas209 y a los demás, que pocos dellos bolvieron hasta que lo mataron. Dejaste, Guamanga, a Fontiveros por teniente que enbía los honbres en presente para que Toro, traidor, los matase, porque servían a Su Majestad; y a los naturales mandávades que de los de Senteno matásedes, y el hato les tomásedes. Tenéis indios y descanso. [GUAMANGA] Responde Guamanga y dise: Anda, vete, Arequipa, mira tus duelos y deja los míos. Mira los que entienes y no mires lo que yo tengo. ¿Piensas que eres leal porque alsaste vandera ya que era tarde y no podías hacer otra cosa? Nonbra lo que en ti ay, como [he] hecho yo en mí en esta jente que mora en mí, que me an disfamado210 (/). Yo, Sivdad d[e] Arequipa211, tengo a Noguerol212, que en ver de ir a s(…)vir al rey, con saber que los enbiava a llamar, serví en el cami(…) a Gonsalo Pisarro, porque mi tardansa fue a ver en qué parava,{4r.} porque no le salía del corasón servir al rey, por lo que ellos meresían, no quiriendo ir al llamado del Rey, y su allegada fue en tienpo que Gonsalo Pisarro, fue señor por fuersa darmas. Fue a Quito con Gonsalo Pisarro,
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bolvió con Caravajal, dando favor que Caravajal hechase y hisiese tan mal; favoresió lo que pudo y sostuvo213 a Gonsalo Pisarro. Por tres horas d[e] arrepentimiento le dio el señor Presiden a los collaguas214. Pesqudo yo a vuestra señoría a dónde se sufre pagar tan bien el poco arrepentimiento. Más meresía él, que no fue traidor poco nin muncho (/). [AREQUIPA] ¿Qué te diré, Guamanga, de los demás vesinos, que con ser traidores les pagó doblado? Más meresía él, que sirvió a Su Majestad hallándose en su real serviçio, debajo de su real bandera por los montes y despoblados, perdiendo lo que tenía, como vn Pero Belasco215, viejo y muy honrado, acosado y cansado en el serviçio de Su Majestad, tras de los capitanes que andavan en su real serviçio. Pues, desí, señor presidente, a este tal servidor, sin aver sido contra Su Majestad en nada, ¿por qué parte le dio vuestra señoría tres indios, que no le dan que coma ni tiene vn pan que comer, aviendo servido en obras y en voluntad más que el grand capitán, Gonsalo Hernandes216? A los malos, todos los indios y toda la tierra, y a él, que era solo servidor de Su Majesad, tres gatos217, que conpra lo que a de comer. Suplico a vuestra señoría yo, Sivdad d[e] Arequipa, se lo suplico, que lo tenga en la memoria para más bien, porque en lo que tiene hes nonbradía de tener indios y busca qui[e]n te mantenga. Este, Çibdad de Guamanga, a sido leal, a sido servidor sin pecar mortal ni venialmente contra Su Majestad. En este y en otros servidores de Su Majestad me holgara, Çibdad d[e] Arequipa, que tuvieran bien de comer. Este quijera yo que valiera en esta çibdad, porque avía servido a Su Majestad tan bien que dello estoy contento. {4v.} Mira, Çibdad de Guamanga, qué tal es el señor presidente, que si fuese vn servidor de Su Majestad, tal como este, mentado a pedir lisençia para trespasar sus indios, el señor presidente, pongo en duda si se la diese, y dala a los traidores aleves por tenellos contentos. Yo no sé, Çibdad de Guamanga, a qué lo heche este amor que tiene el señor presidente a estos que mataron y prendieron y robaron y asolaron la
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Había escrito sortuvo.
213
Nombre del grupo étnico, procedente de la región del Collao (ver *Qulla-waya) (véase apéndice I).
214
Es posible que se trate del capitán burgalés Pedro de Velasco y Martínez de Revilla. Participó en las conquistas de Perú, Colombia y Ecuador.
215
Se refiere al andaluz Gonzalo Fernández de Córdoba, quien conquistó el reino de Nápoles para los Reyes Católicos. La leyenda de sus cuentas exageradas es falsa, como tantas otras; no se ha podido demostrar que sea cierto el escrito del italiano Jovio que le dio tal fama; cfr. Luján (1994: 134-145). Es obvio que Medina lo reconoce como el gran capitán, leal a la Corona, que fue.
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‘Carecer de importancia o relevancia. Es forma más antigua que cuatro gatos’ (DFSO, s.v.).
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‘Confederación que hacen entre sí los príncipes o estados para defenderse de sus enemigos o para ofenderlos’ (DME, s.v.).
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Efectivamente, La Gasca mostró su deseo de volver inmediatamente a España, una vez hubo ganado la batalla de Jaquijaguana. No obstante, se vio obligado a permanecer hasta el 6 de diciembre de 1549. Un mes antes, habían salido cuatro navíos que llevaban 17 cajas de plata para la Corona. El resto, lo llevaría el propio La Gasca; cfr., entre otros, San Martín Payo (1992).
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tierra, les da lo que quieren y más de los que quieren. Si es por traellos a la liga218, yo bivo contento, mas no me entra que tal sea, porque conozco del señor presidente que lo hase de poco ánimo y, tanbién, por acabar el viaje, por lo que le an de dar en España219. Y si por esto lo hase, Dios, nuestro señor, le dé el pago como él lo merese, que quedamos muriendo de anbre y adevdados y puestos del lodo (/).
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(Diálogo 7) {21r.} 220 [c. 1548] Los Reyes, Lima Pedro Hernández de Melonero, con letra de Alonso de Medina. † [LIMA] Muy poderosos señores, presidente y hoidores desta Real havdençia: Yo, Çibdad de los Reys y çibdad del Cusco, pedimos a vuestra señoría y a vuestras mercedes en el r[e]al de nonbre de Su Majestad, que mos dé por leales, porque nadie se atreva a llamarme a mí, Çibdad de los Reis, traidora, porque disen que en mí huvo traisión contra Su Majestad. Pido a vuestra señoría y mercedes me den por leal, pues que a los que moran en mí los an dado por leales y les an dado indios y descanso. Y heso221 mismo dise el Cusco que pido yo, como matrona222 y, con poder que tengo del Cusco, pido lo mismo. [PRESIDENTE LA GASCA y LOS OIDORES] Responde el señor presidente y sus hoidores: “Mira, Çibdad de los Reys, que en lo que pides, pides contra toda justiçia, y tú, Cusco, lo mismo; que en las leis que hablan contra traidores, toda çibdad que es traidora a su rey, manda la ley que sea arada de sal. No mirando nosotros a tu flaquesa, mandamos que des algunos dineros de los que en ti quedaron de Gonsalo Pisarro, y esto mesmo determinamos que se aga del Cusco, y luego mandaremos a pregonar que ninguno sea osado a desirte traidora ni que en ti se prendió el virrey ni que tú fueste la cavsa; ni al Cusco le llamen que es traidor, sino que venía a suplicar”. [LIMA que responde también por CUZCO] Yo, respondo, cus Çibdad de los Reys, por mí y el Cusco, y digo que yo daré dos mill pesos en plata, y el Cusco dará tres mill, y daremos gritos que se mos hase sinjustiçia porque de nuestro{21v.} acuerdo ni consentimiento no fue pecar contra Su Majestad ni contra su real justiçia, ni tal firmamos, pues que los que moran en nosotras quedan libres y con indios, con avelle
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Letra de Alonso de Medina, no está rubricada.
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Había escrito ‘hiso’, bajo la e se lee una i.
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‘Madre de familia noble y virtuosa’ (DME, s.v.).
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muerto y robado y destruido el reino. Pedimos y suplicamos y de derecho a lugar pedimos, espresiando agravios, que vuestra señoría y mercedes mos den por libres mirando que comen pan otras jentes más malas que nosotras, y mos den nonbre de leales y si no, apelamos para Su Majestad, que él, como rey y señor, lo haga, y en ello mire lo que fuere justiçia. Tanbién alegamos que munchas çibdades en España, por los moradores dellas, an sido en cosas contra Su Majestad y avemos visto pagar los de dentro y no nosotras, çibdades. Puestos que moran en mí y en el Cusco [y] no pagaron, sino antes, los an dado por leales, a nosotras, ¿para qué nos demandan dineros?, pues que no los tenemos, que los de dentro, vesinos y soldados, mos los an comido y gastado y destruido, y me dejan sin blanca. Pido y suplico a vuestras mercedes me den por libre de lo pedido y me den mi nonbre de leales, y manden a los hescrivanos públicos que lo pongan en los obligasiones que hisieren daquí adelante, y para esto el muy illustre ofisio de vuestras mercedes inploro, y las costas protesto. Y pedimos justiçia. Pero Hernandes Melonero, en nombres destas çibdades.
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3.2. Cartas
Desorden y desconcierto en el modo de hacer una cosa. Vale también por desgracia o suceso (DA, s.v.). Todavía hoy, el Diccionario académico recoge en su segunda acepción el significado de ‘desgracia’, que tiene aquí el término (DRAE, s.v.).
223
Piadad fue variante que se documenta con frecuencia en la Edad Media. Se recoge esta forma en el (DME, s.v.) y en el (TLCE, s.v.) Asimismo, está incorporada como andalucismo (TLHA, s.v.).
224
(Carta 1) [En el sobrescrito se lee]: Al muy illustre señor el lisençiado Pedro Gasca, presidente en estos reinos por Su Magestad (/).
Había escrito antes de corregir: reguredad.
225
Reguridad fue empleada a lo largo de la Edad Media y los Siglos de Oro. Durante los siglos xvi y xvii contendió con la variante riguridad; cfr. Corpus diacrónico del español, [23/01/2019]. Reguridad ha sobrevivido hasta la actualidad, pues hoy se encuentra en el Diccionario académico (DRAE, s.v.), aunque como voz desusada, con el significado de ‘rigor’. Asimismo, se recoge en Andalucía con el significado de ‘Energía, fortaleza’ (TLHA, s.v.).
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[Datada en: Arequipa, 20 de abril de 1549] †
{9r.} Muy illustre señor: Grande a sido mi pérdida y mi desmán223. Mas con pensar que vuestra señoría es cristiano y temeroso de Dios, nuestro señor, y sabe que a de morir, sienpre querrá vuestra señoría restituir lo que vuestra señoría me a hecho: el mal y daño por desir yo las verdades… ¿Qué mereçía?, ¡¿que me hechase vuestra señoría a perder y me destruyese con vn mandamiento venido de vuestra señoría, para que me enbarcasen y metiesen en el navío, y a buen recavdo, y con grillos y cadena, y, si no vuiese navío, por tierra, y a buen recavdo?! Aclare vuestra señoría el mal que yo [he] hecho, y proseda contra mí con piadad224 y no con reguri225dad226, que estoy prove y con sinco hijos y e servido a Su Majestad; y lo que he hescrito, puedo provar con toda la tierra y poblados della (digo, buenos cristianos, tamerosos227 de Dios, nuestro señor, y de su rey (/.)). Mire vuestra señoría que, en la çibdad del Cusco, Semana Santa, tienpo aseto228 para salvar las ánimas y para ser los onbres cristianos y temerosos de Dios, nuestro señor, no estuvieron en la çibdad diez vesinos de quarenta que ellos heran, sino todos desollando a los proves naturales y no dejándoles criar su[s] ovejas ni tejer sus mantas ni olgarse con sus mugeres ni con sus hijos.
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Aparece así escrito. No obstante, sobre la a parece haber una raya que podría indicar la corrección de un simple lapsus. No se encuentra documentada una posible forma disimilatoria tameroso.
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‘Conceder, otorgar’ (TLCE, s.v. acetar). La simplificación de alveolares y dentales es constante en los escritos de Medina, se trata del término aceto. Hoy, el Diccionario académico (DRAE, s.v.) recoge este término como desusado y remite a acepto. Obsérvese que se trata simplemente de la simplificación de grupo consonántico culto, fenómeno general en la época, aunque hoy se considera vulgarismo.
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Recogido, apartado, refugiado.
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El leonés Cristóbal Vaca de Castro llegó al Perú en 1541. Allí actuó como gobernador frente a los rebeldes. Persiguió a los almagristas tras el asesinato de Francisco Pizarro. Consiguió vencerlos en 1542 y mandó ejecutar a Diego de Almagro el Mozo. Con la llegada, en 1543, del virrey Blasco Núñez Vela fue confinado por este en un barco anclado en el Callao, pese a haber recibido al virrey y haberle traspasado sus poderes. Cuando Gonzalo Pizarro llegó a Lima, Vaca de Castro consiguió hacerse con el barco en el que lo habían encarcelado y huir, poniendo rumbo a España. Allí lo esperaba un juicio por enriquecimiento ilícito. Fue declarado culpable y encarcelado durante 10 años (Mendiburu 1890). Según Medina, una parte de dicho enriquecimiento se debió al abuso cometido contra los indígenas, explotados en las minas y muertos como consecuencia de dichos trabajos.
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Topónimo de origen híbrido quechua-puquina. La forma empleada por Medina está aimarizada por el cambio /r/>/l/ (veáse apéndice I). Hoy Carabaya. Las minas de Caravaya, además de estar situadas a gran altura, en la actual provincia de Puno, eran de oro.
231
‘El examen que se hace de la cosa que se va averiguando jurídicamente’ (TLCE, s.v.).
232
‘Exceder o sobrepujar a otra cosa en peso, número, valor o calidad’ (DA, s.v.). No encuentro documentada esta forma con ‘a’ protética. Posiblemente, su existencia se deba a la cercanía semántica entre sobrar y abusar.
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¡O, Justiçia devina! ¡O, justo jues! ¡Enbiá vuestra s justiçia, pues que en la tierra no la ay! Que, porque Medina dise las verdades, an enviado mandamiento contra él; y se le perdió mill pesos, que le hurtaron, ajenos, y más de quinientos que se le fueron con ellos, y estoy retraído229 en esta santa casa de Santo Domingo; y estos padres reverendos me an dado de comer por amor de Dios, y me lo dan. Esto, grande presidente, como cristiano, se a de mirar, y no enbiar a destruir a ningund prove sin oílle de justiçia. {9v.} Bien sabe, vuestra señoría, que la primera demanda que el fiscal de la justiçia real puso en España a Vaca de Castro230, y que más le apretava, fue esta: que hechó a minas los naturales, en que fue cavsa que se murieron diez mill ánimas. ¿Cómo consiente vuestra señoría, agora, hechallos a minas de plata, si[e]n leguas? ¡Qué van cargados con sus ijos y mujeres, y dejan sus casas y descanso! ¿Cómo quiere vuestra señoría que no vengan asotes por nuestros pecados? ¡Que no se contentan los vesinos con hechallos a minas de plata, sino hechallos a minas de Calavaya231, que an conprado todas las herramientas para ello! ¡O, Justiçia de Dios! ¿Para esto no ay justiçia y hayla para Medina? Que está retraído y prove, y perdido lo que tenía por el rey, nuestro señor, y por su grand presidente y oidor (/.). ¡¿Cómo quiere vuestra señoría?! Que me dijo vn negro que está con Escobedo, sobrino del lisençiado Caravajal: “Nunca tan maltratados an sido los naturales en la vida, como el día de hoy”. Que pidió [Escobedo] a sus indios, ganado y ropa y chuño y maís en cantidad, y indios para Calavaya, y indios para Potosí; y con esto se ahorcan, que no lo pueden soportar. Enbíara vuestra señoría a haser provansas232 a los vesinos que están con cargos de justiçias, y porque ellos hasen otro ta(…) asobran233 a los
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proves indios y danles de puntillas234(...); y los indios, como vehen al juez airado y bolver por el amo, bota235 a huir el casique, y no hosa pedir justiçia. ¡Heso me da que vuestra señoría lo crea como que no! Véome yo perdido y retraído, y robada mi hasienda, y el vesino holgarse y comer y beber. ¡O, desdichado de ti, Medina, prove, y retraído, por el señor presidente! {10r.} Vieran a Pacheco, sobrino del lisençiado Caravajal, con quarenta mill pesos d[e] enpleo de cargasón236 y con sinqüenta indios con él… Este se quedará con las hasiendas de Su Majestad, disiendo que fue leal y servidor del rey; y robó los indios de Su Majestad quando tuvo cargo de fabor. Y, con todo, se queda disiendo que se lo robó Caravajal. ¡Justiçia de Dios, nuestro señor, caiga sobre esta tierra, que estos, con ser traidores, están puestos en las nuves! ¡Prove de ti, Medina, por servir al rey, perdido y retraído en el monesterio! ¡El mundo anda al revés, lo malo levantado y lo bueno arrastrado237! (/.) Enbió vuestra señoría un mandamiento all alcalde mayor, para que ninguno pasase arriba, a Potosí, sin anseñar238 sédula y lisençia de vuestra señoría. Hello se apregonó239. Busque vuestra señoría qui[e]n lo bu cunpla, que, si fuera Medina, en la color del paño buscara240 los malos, y los buenos bivieran bien, y quedara241 la tierra en pas.
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Covarrubias no recoge el significado que tiene aquí el término. ‘Punta pequeña de un cuchillo’ es la definición más próxima que encuentro, ya en el xviii (DA, s.v. puntilla). Medina tal vez lo emplee con el significado innovador, cercano al actual, de ‘rematar las reses con la puntilla repetidamente’. Cejador ([1864-1927] 2008) recoge la expresión ‘darle de puntillazos’ con el significado de golpes con la punta de los pies (DFSO, s.v. puntillazo) significado que también podría tener en esta carta de Medina, si bien no utiliza la forma con el aumentativo -azo.
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‘Botar afuera, echar alguna cosa que está dentro de otra con alguna violencia’ (TLCE, s.v.).
235
‘Cargazón, cargamento’, término vinculado, sobre todo, al cargamento de naves; es empleado con frecuencia por fray Bartolomé de las Casas; cfr. Corpus diacrónico del español, [05/01/2019].
236
La referencia al mundo al revés, tan explotada, más tarde, por Quevedo o Calderón en la Península y por Huamán Poma en los Andes peruanos, se encuentra ya en algunos creadores renacentistas como Erasmo. Referencias a dicha idea hace Alonso de Medina a lo largo de sus escritos ya en 1548-1549.
237
Enseñar. Hoy sigue viva la forma anseñar como vulgarismo en cualquier área hispánica.
238
Es forma con prótesis frecuentemente empleada por Cieza de León y en sermonarios medievales; cfr. Corpus diacrónico del español, [05/02/2019].
239
Oración condicional con uso medieval de las formas en -ra, equivalente a formas de pasado: Si hubiera sido Medina, en la color del paño hubiera buscado a los buenos y a los malos.
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Es frecuentemente empleada en Medina la forma en -ra con significado condicional ‘vivirían’ ‘quedaría’, así como con significado de pluscuamperfecto de subjuntivo ‘hubiera quedado’. Lo vemos en los verbos bivieran y quedara.
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de los manuscritos de
El capitán Villegas, estuvo en el bando de Gonzalo Pizarro y contra el virrey. No obstante, más tarde se pasó al bando de Centeno; cfr. Mendiburu (1805-1890).
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La carta está fechada el 20 de abril, parece tratarse de un error del autor. Posiblemente se refiere al mes de marzo.
243
Juan Romo, natural de Palos de Moguer (Huelva), llegó al Perú con Almagro, con él fue a Chile y estuvo en la batalla de las Salinas. Fue uno de los vecinos fundadores de Arequipa y de profesión, escribano; cfr. Porras Barrenechea (1948).
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En el resto de sus escritos dice tener seis hijos. Si no se trata de un error, podría deberse al nacimiento en este corto periodo de tiempo del sexto.
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A vuestra señoría requiero, de parte de Dios y del rey, que mire por la tierra y paz y quietud della, que es estado de que Dios, nuestro señor, se sirve y se sustentan los reinos con ella. Mire vuestra señoría por la tierra, que me estoy espantado de ver la jente della quánd mala es, y quánd desvergonsada, y quánd poco temor tiene a Dios y a su justiçia. ¿Qué se te dá a ti, Medina, que se hunda o que la lleve el diablo, pues que el presidente y Siancas enbiaron mandamiento por ti, que te llevasen preso y a recav(…), y te an destruido y asolado (/.)? {10v.} Salió el capitán Villegas242 a desinueve deste mes de mayo243 con si[e]n indios cargados con munchas lansas y alabardas a sus pueblos. Juan Romo244 me hes testigo, que dirá a vuestra señoría la verdad. ¡O, prove de ti, Medina! ¡¿Qué se te da a ti que se hunda la tierra, que se mueran los indios?! ¡Que los lleve el diablo si así, por desir las verdades, estás retraído y con sinco245 hijos, y robada tu hasienda, y no hoírte de justiçia, y perdido! Nuestro señor guarde, y en mayor hestado acresiente la muy illustre presona de vuestra señoría, como vuestra señoría lo desea. Yo, criado de vuestra señoría, lo deseo. Fecha en esta çibdad d[e] Arequipa, a veinte días del mes de abril. Año. Criado de vuestra señoría, Alonso de Medina (rúbrica).
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(Carta 2) [En la sobrecarta se lee]: Al muy illustre señor el lisençiado Pedro Gasca, presidente en estos Reinos por Su Majestad, (/) mi señor [Datada en: Arequipa, 3 de mayo de 1549] † {25r.} Muy illustre señor: ¡Ayá246 la consençia y ánima de vuestra señoría! ¿Cómo queríades, grand virrey Blasco Nuñes Vela247, castigar esta jente? ¡Si yo, por escrevir vnas cartas al mismo rey, que es el grande presidente Pedro Gasca con sus reales poderes, me querían sacar de la igleçia y ahorcarme! ¡Y estos no quieren enmendar sus vidas! Para que nadie hescriva dellos sus faltas que hasen cada día y cada hora… ¡O, grand presidente, si las provansas que manda vuestra señoría haser all alcalde mayor no fueran hechas entre conpadres! ¡Y quánto me alegrara y, Noguerol, quánto bramara248, porque dijéramos en sus bienes…: “Esto hes de Dios, dese a Dios; y esto hes de los indios, dese a los indios; y esto hes del mundo, dese al mundo; y esto hes del rey, de dese al rey”! Y viéramos lo que quedara y, entonces, biviera yo todo aquello que la voluntad de Dios, nuestro señor, fuera servido; y así lo digo por Cornejo249 y por los demás vesinos poblado en esta çibdad y
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Allá. Se trata de un claro caso de yeísmo.
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El abulense Blasco Núñez Vela fue virrey del Perú en 1543. A su llegada a Lima, los oidores de la Audiencia no lo aceptaron como tal debido a su intento de implantar las Leyes Nuevas, y fue enviado de vuelta a España. No obstante, en Tumbes, reunió un ejército para luchar contra el recién nombrado gobernador, Gonzalo Pizarro, pero fue derrotado y muerto en 1546; cfr. Mendiburu (1805-1890).
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‘Bramar y dar bramidos es de fieras, como el toro en tiempo de la brama, y cuando las reses salvajes están con celo, como los ciervos y gamos. También se utiliza cuando el aire es muy fuerte y con gran sonido decimos que brama, lo mismo que el mar’ (TLCE, s.v. bramar). El significado que tiene en esta carta de Medina ‘manifestar uno con extraordinaria violencia la ira de que está poseído’ lo encontramos en el Diccionario medieval español (DME, s.v. bramar).
248
Miguel Cornejo fue uno de los primeros soldados de la conquista del Perú. Perteneció al bando de Pizarro y fue uno de los primeros pobladores de Arequipa. Se cuenta que hospedó a Francisco de Carvajal cuando llegó a a dicha población y no conocía a nadie. Aunque en las guerras entre Gonzalo Pizarro y La Gasca acabó siendo fiel al rey, en 1546, cuando arribó al Perú el virrey Blasco Núñez con las nuevas ordenanzas, Cornejo arengó al pueblo desde el púlpito de una iglesia para que no respetara dichas ordenanzas en lo referente a la herencia de los repartimientos. Sus palabras provocaron tumultos en Arequipa y en otros lugares. A resulta de ello, Gonzalo Pizarro se decidió a hacer los preparativos que acabarían en la rebelión que sofocó La Gasca; cfr. Mendiburu (1876).
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‘Sonarse una cosa, vale por divulgarse’ (TLCE, s.v. sonar).
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El capitán Francisco de Retamoso recibió permiso para pasar al Perú en 1534. En la Relación de las cosas acaecidas en las alteraciones del Perú se dice que murió en la batalla entre Gonzalo Pizarro y Diego de Centeno; cfr. Casas de las (2003: 307). Si realmente fue así, debe tratarse de un hijo suyo que ha tomado su mismo nombre.
251
Esta forma disimilada fue muy frecuente en la Edad Media y el siglo xvi; cfr. Corpus diacrónico del español, [25/02/2019].
252
Considero que las cartas a las que se refiere Medina son aquellas que no cuentan con fecha ni con sobrecarta en el corpus que conservamos, por esta razón se editan a continuación de esta.
253
Da muestras, Medina, de estar en contacto también con indígenas.
254
Esta fue forma habitual en la época, hoy sigue viva, aunque con la consideración de vulgarismo.
255
Indigenismo quechua formado de /saya- pa-y/ ‘estar de mayordomo’ (literalmente ‘permanecer parado delante de alguien o de algo’) Pasa a significar, también, por extensión ‘intérprete’ (véase apéndice I).
256
Admita. Se trata de la simplificación de un grupo culto, algo habitual hasta, al menos el siglo xviii.
257
‘Ocioso’ (DME, s.v.).
258
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en las demás tierras, por que den las cartas a vuestra señoría, porque se suena250 acá que las lleva Retamoso251. He daquí va el treslado252 dellas, que no le falta letra, sacado de mi juiçio y aqüerdo253. {25v.}Yo daré informaçión de todo con los casiques y españoles254. Deme favor, vuestra señoría, que ya no le hoso hescrevir ni ay jentes que me hosen llevar carta con el grand miedo que les a metido. Yo me parto desta çibdad, porque la anbre me aqueja y la provesa255 me acosa. Voyme a estar en vnos indios, por la comida, a servir de sayapay256 a otras jentes. Dirán a vuestra señoría, de palabra y de cartas, lo que pasa y quánd grandes señores son estos señores vesinos. Vuestra señoría me a hecho mal en enbiar por mí, sengund dise el señor alcalde mayor, que yo no he visto mandamiento; pues si vuestra illustrísima señoría me quiere castigar por las cartas que he hecrito… Yo daré informaçión muy larga de todo. Hóygame de justiçia y, para hoírme, deme al grand favor, que la verdad, hella, no quiebra, mas adelgasa: joya hes de grand presio. Mi honra anda abatida entre honbres de bien y vesinos. No amita257 vuestra señoría las provansas hechas ante ell alcalde mayor, sino antes, le demande los tributos que gosó de los casiques que estavan vacos258, en esta çibdad, todo el tienpo que vuestra señoría estuvo por repartir la tierra.
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Y tanbién el capitán Martín de Robles259, que gosó de poco; sí, de trigo y maís con que trunfava260. Y métase todo en la caja de Su Majestad, pues que ell alcalde mayor llevava su salario. Tal salud le dé Dios, qual él lo a llevado y a buelto por la república, {26r.} sino por los vesinos. Y quiero callar por el tienpo en que me hallo, que le quiero enformá261 mal por sus obras, que se abate262 a pocas cosas por tener dineros, y qué gastar. La tierra lo lleva y no lo hase otra cosa. Toman estos juezes dechado263 en vuestra señoría, que lo que alcansa a saber no creo yo que bastan ruegos, si no son estas provansas contra estos vesinos. Que al fin no a de aver testigo malo que diga contra ellos, pues que an visto al prove de Medina puesto en trabajo, retraído por vuestra señoría, pudiéndome hoír de justiçia. ¡Y ver a los vesinos contra mí! quiriéndome264 sacar de la igleçia, disiendo: “¡Muera el traidor!”. Nunca lo fue, bendito Dios y alabado por sienpre jamás, sino perdido por el rey y por su virrey en su real nombre. Y agora, por el rey retraído y en la igleçia, sin hoírme de justiçia y con más de mill pesos de pérdida (no míos, sino de vn Antoño Serón, hescrivano, que por haserme bien, le viene mal; que como me vido tan prove, quíjome remediar, y ale salido a mal con el mandamiento de vuestra señoría).
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El capitán Martín de Robles fue uno de los primeros conquistadores del Perú. Estuvo contra Almagro el Mozo y, por tanto, en ese momento, en el bando leal al rey. El virrey Blasco Núñez Vela lo nombró capitán en 1544; seguía, pues, en el bando real. No obstante, se pasó al partido de los oidores de la Audiencia de Lima y fue uno de los capitanes que colaboró activamente para que tal Audiencia tomara preso al virrey Blasco Núñez Vela y fuera enviado de vuelta a España. Más tarde, volvió a pasar al ejército realista y luchó contra Gonzalo Pizarro. Según cuenta Rosenblat (1977), acostumbraba a proferir dichos ofensivos, lo que le granjeó no pocos enemigos. Dice Garcilaso que los amigos le reprendían esta costumbre y él respondía que tenía por menor pérdida la de un amigo que la de un dicho gracioso y agudo dicho a su tiempo y coyuntura. Según parece, uno de estos dichos graciosos le costó la vida.
259
El cultismo ‘triunfar’ no desconoce esta forma con simplificación del diptongo. La hallamos en la Crónica del Rey Henrico Octavo de Ingalaterra, obra anónima, publicada entre 1549-1554: “Y el conde luego comenzó a trunfar como solía, y servir á su dama”. Asimismo, en la Comedia del saco de Roma y muerte de Borbón y coronación de nuestro invicto emperador Carlos Quinto, de Juan de la Cueva, publicada en 1579: “De quien trunfó de tantos con victoria”; cfr. Corpus diacrónico del español, [29/01/2019]. La Nueua corónica y buen gobierno de Huamán Poma, escrita h. 1615, también registra esta forma: “Este está muy rrico porque no juega ni trunfa. ¡Noble cauallero desta sentencia!”; cfr. (Navarro Gala 2000). Igualmente, la emplea Bernal del Castillo en su crónica, publicada en 1568; cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), de la Academia Mexicana de la Lengua.
260
Informar. Enformar fue forma frecuente en la Edad Media; cfr. Corpus diacrónico del español, [29/01/2019].
261
‘Descender una persona a situación oficio o menester humillante o indigno’ (DME, s.v.)
262
‘Ejemplar, muestra que se tiene presente para imitar’ (DME, s.v.).
263
La inestabilidad vocálica es un rasgo típico de esta época. Se atestigua con frecuencia en el siglo xvi; cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), de la Academia Mexicana de la Lengua.
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de los manuscritos de
‘Se dize zahiriendo lo que parece mucho en obra o hecho o dicho’ (VRFP, s.v. copa).
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La asimilación de infinitivo + pronombre personal átono fue frecuente desde la Edad Media. Estas formas asimiladas mostraron más vitalidad en áreas meridionales. Medina, en sus escritos, evidencia, asimismo, otros rasgos que hacen pensar en su origen andaluz.
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Piadad fue forma frecuente en la Edad Media y Siglos de Oro.
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Este cultismo conoció desde orígenes la forma monesterio, posiblemente por asimilación; hoy sigue viva esta misma alteración vocálica, con la consideración de vulgarismo.
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No lo [he] hecho por capa265 que me a dado vuestra señoría, que a ocho anacona me dio y salieron insiertas; y no me dieron nada. No dirá vuestra señoría: “Medina lo a hecho por robar o por dádivas”. Limosna he demandado a vuestra señoría como vn prove la puede demandar y, vuestra señoría, hasella266 como rey que hes. {26v.} Nuestro señor Jesucristo por su santa paçión y piadad267 guarde la vida y honrra de vuestra señoría en mayor hestado. Como vuestra señoría lo desea, yo, criado de vuestra señoría, lo deseo. Fecha en esta çibdad d[e] Arequipa, en el monesterio268 de Santo Domingo269, a donde estos padres reverendos me an favoresido, día de Santa Cruz, de mayo, que son tres días del mes deste año de mill y quinientos y quarenta y nueve años. Criado de vuestra señoría, que pies y manos besa, Alonso de Medina [rúbrica].
Los conventos de esta congregación parece que se posicionaron a favor de los conquistadores insatisfechos con el reparto de La Gasca. Parece ser que el convento de Santo Domingo del Cuzco acogió muchas juntas secretas que dieron paso a revueltas posteriores a la sofocada por Alonso de Alvarado en 1551.
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(Carta 3) † {15r.} 270Muy illustre señor: Todas las cosas que Dios, nuestro señor, encamina por su infinita bondad son guiadas a todo el fin verdadero que hes, la salvación dell ánima, la cosa más presiada que Dios, nuestro señor, echó271 en el mundo. Y, mire vuestra señoría, qué presiada hes ell ánima, y qué preçiado hes su fin, que hes la gloria para sienpre jamás si el honbre no lo pierde en quanto bive. Y, mire vuestra señoría, quánd presiada cosa hes que la amó Dios, nuestro señor, y puso la vida y sangre por ella, y murió por ella: joya hes de grand presio y grand valor (/.) Despierte vuestra señoría y diga: “¡O, ánima, que as de dar qüenta a Dios, nuestro señor, y a su real justiçia, y as de aver pena por el mal, y bien por el bien!”. Si hesto alcansa vuestra señoría, ¿a qué se encargó de dos consençias: la vna, de vuestra señoría y la otra, de Su Majestad, el enperador más cristianísimo que [a] avido en el mundo? Que esto, grand presidente letrado, sabio, sagás, cristiano al pareser de las jentes, y en las obras no conplido272 como cristiano ni como presona273 que tiene a cargo dos mill leguas poblados de cristianos y de indios, jente no despierta en las cosas {15v.} que tocan a su salvaçión. ¡O, grand presidente, cómo a marañado274 vuestra señoría esta tierra por juntarse con presonas codiçiosas, llenos de toda codiçia! Si vuestra señoría se a confesado a él y le a descubierto secreto de justiçia, callaran275 los naturales y no clamaran276 por el Collao, que andan a sacar raíses de totora277 para su mantenimiento, diziendo a grandes bozes: “¡O, justo juez, trabajos y robos con los traidores, trabajos y robos con la justiçia real, sacándonos nuestras comidas para enbiar a Potosí, sacándonos nuestras comidas para vender en las zibdades, a dose pesos el maís, y el trigo a desiséis, y nuestros hijos y mugeres muriendo de hanbre!
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Carta sin fecha ni sobrecarta; posiblemente es una copia de cartas enviadas con anterioridad a la Gasca, tal como menciona en la misiva anterior.
270
Aparece sobreescrito y no se ve con claridad lo que había escrito debajo.
271
‘Completo, cabal’ (DME, s.v.). Fueron frecuentes las alteraciones en el timbre de los verbos, especialmente, de la tercera conjugación.
272
Esta forma con metátesis fue frecuente en la Edad Media y Siglos de Oro. Hoy se conserva con la consideración de vulgar.
273
‘Es propiamente la seda cuyos hilos están tan revueltos unos con otros, que no se puede devanar. En las comedias llaman marañas los enredos dellas. Enmarañar una cosa, revolverla; desenmarañarla, averiguarla y sacarla en limpio’ (TLCE, s.v. maraña).
274
Las formas del imperfecto de subjuntivo también tuvieron, como aquí, desde muy pronto, un valor condicional, que en este caso señala la irrealidad: callarían.
275
Al igual que en el caso señalado en la nota anterior, señala la irrealidad: clamarían.
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Indigenismos quechua /tutura/ ‘totora’ (var. de junco’) (véase apéndice I).
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Debajo se lee: encaminen, sobre ‘n’ ha escrito ‘i’ y ha añadido ‘s’ en el ajustado espacio que quedaba.
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‘Reniego, un género de blasfemia que castiga el derecho y el Santo Oficio, según la calidad del reniego’ (TLCE, s.v. renegar). El permanecer ocioso y el reniego eran comportamientos sancionados en la época.
279
En sus escritos existen otras alusiones al tiempo que se lleva en Perú, relacionando este con el derecho a solicitar mercedes. Muy posiblemente Medina lleva 15, 16 o 17 años; véase la siguiente observación de uno de sus documentos: “[llevan] catorse años y quinse años y desiséis años y desisiete años, perdidos en la tierra, y no tienen vna camisa ni qué se vestir ni qué comer ni vn real que gastar sin pecar contra Su Majestad y contra su real corona, ni contra su real justiçia, y andan que hes lástima de ver” (Diálogo 3: fol. 44r).
280
Se trata del oro que La Gasca estaba preparando para llevar al rey.
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¡O, justo juez jesucristo, rey de los reys, por vuestra infinita bondad y misericordia, nos tengáis de vuestra mano y nos encaminéis278 en vuestro santo serviçio!”. ¡Despertá, grande presidente, valeroso y despavilá vuestros ojos! Y mire, vuestra señoría, mill y dosientos honbres justos en Potosí, ¡qué reñegos279 y qué blasfemias disen! Y no tienen rasón munchos dellos, porque a poco que entraron en la tierra280. Hartos dellos, y con ver que tienen la tierra ladrones y traidores, hásensele agravios a estos que, de resta justiçia, piden razón, y vuestra señoría, que los a dejado allegar todos juntos, plega a Dios que sea agua linpia y clara, porque nuestros pecados son tan grandes, que por asotes que vengan no me espantare {16r.}re (/.). Lo otro que cunple a vuestra señoría: despertar y abrir los ojos, claros, hes ver vn tesoro tan grande, detenido en Potosí281, que mete a los honbres codiçia, que sean malos y hagan desatinos por codiçia deste metal, porque vuestra señoría poco a poco no a hecho mensaje que se llevase abajo (/.). Lo otro que le cunple a vuestra señoría: despertar y no hestar durmiendo, que en esta çibdad hay munchas jentes que apuestan que se a de halsar la tierra; y lo disen por las calles a gritos, y no ay castigo en ellos, ni hay juez que lo de defienda ni castigue, sino que todos desean la guerra, todos desean robar y desipar la tierra.
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¡O, quánto mal veo! ¡O, quánto daño hay en ella! Y todo lo a cavsado vuestra señoría, por no mirar lo que se a hecho ¡Ver a los traidores libres y leales por oro y plata! ¡Ver mandar la tierra, y tenella traidores y aleves282! ¡Ver a todos, con codiçia, desollar a los proves naturales y sacalles las entrañas! ¡Ver tanta locura y sobervia! ¡Ver quánd poco miedo se tiene a la justiçia real! ¡Ver la justiçia cohechadora, y robar a vanderas desplegadas283! {16v.} Avnque estoy prove y nesesitado, no dejaré servir a vuestra señoría en avisalle todo aquello que fuere serviçio de Dios, nuestro señor, y de su bendita madre. Nuestro Jesucristo dé grasia a vuestra señoría, que mire el pro y bien destos naturales y pro destos reinos, como vuestra señoría lo desea. Yo, criado de vuestra señoría, lo deseo (/.). Criado de vuestra señoría, Alonso de Medina [rúbrica]
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‘El que es traidor y se levanta contra su señor’ (TLCE, s.v.).
282
Recoge Cejador ([1864-1927] 2008) la siguiente explicación: ‘Lo que a pendón herido: a imitación de la guerra hacen contra alguno a todo su poder, o en favor de otro’ (DFSO, s.v. bandera). ‘Lo mismo que abierta y licenciosamente, con toda libertad’ (DA s.v. bandera). La autoridad que cita el diccionario académico es Francisco de Quevedo. Sin embargo, se usa desde antiguo; así, en la Edad Media, en obras como las Crónicas de los Reyes Católicos, La Crónica de Enrique IV o, ya en los Siglos de Oro, la emplea Pedro Gutiérrez de Santa Clara en su historia sobre las guerras civiles peruanas; cfr. Corpus diacrónico del español, [01/02/2019].
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Muy frecuentemente empleado en las obras de autores de su época como fray Bartolomé de las Casas, Diego Sánchez de Badajoz, fray Íñigo de Mendoza, Bartolomé Torres Naharro o Lucas Fernández; cfr. Corpus diacrónico del español, [29/01/19].
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‘Disipar, gastar, desperdiciar’ (DME, s.v.). La forma disimilada que emplea Medina, la encontramos en otros textos de la Edad Media y del siglo xvi; cfr. Corpus diacrónico del español, [29/01/19].
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Es general en gallego-portugués y astur-leonés, si bien se conoce también en el resto de las áreas hispánicas como tendencia interna propia de la lengua castellana.
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Antonio Picado llegó al Perú desde Centroamérica con el adelantado Pedro de Alvarado. Allí pasó al bando de Almagro y más tarde (antes de las disputas entre Almagro y Pizarro) consiguió la confianza de Francisco Pizarro, quien lo nombró su secretario. Murió a manos del bando del hijo de Almagro. Parece que fue un hombre “astuto, altivo y apto para intrigas”; cfr. Mendiburu (885).
287
Podría leerse Almonte, pero no he podido hallar información sobre este conquistador. La ausencia de información sobre un conquistador, que hubo de ser importante, dado que lo menciona como personaje relevante al que sirvió, me lleva a leer Alonso Monte, muy posiblemente Alonso Montemayor, caballero sevillano que se unió en Jujui a Diego de Almagro, en 1536, cuando marchaba a la conquista de Chile. Fue hombre de confianza de Almagro. Marchó con él cuando ya contaba ya con un repartimiento en Quito. No obstante, fue fiel a la Corona y defendió tanto a Vaca de Castro como al virrey Blasco Núñez. Fue desterrado por Gonzalo Pizarro a Chile, pero el barco en el que viajaba se amotinó y se dirigió a Centroamérica donde se le perdió la pista; cfr. Mendiburu (1885).
288
Se refiere a Blasco Núñez Vela, a quien también sirvió Alonso de Montemayor.
289
‘Venir con humildad’ (TLCE, s.v. pecho).
290
Término quechua /chuqllu/ ‘maíz tierno’ (el maduro es /sara/) (véase apéndice I).
291
Indigenismo de origen quechua. Hoy en determinadas zonas, sobre todo europeas, se prefiere la forma híbrida patata. Sobre terminología agraria andina, véase Ballón y Cerrón-Palomino 2002.
292
Término náhuatl que solo encuentro en Autoridades, que lo define como ‘una especie de arca hecha de cueros u pellejos o de madera cubierta de ellos’ (DA, s.v.). Cita el diccionario académico como autoridad la obra del Inca Garcilaso.
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(Carta 4) † {17v.} Muy illustre señor: Suplico a vuestra señoría, por amor de Dios y de su bendita madre, que vuestra señoría me dé, de lo suplicado a vuestra señoría, algund bien dello. Yo he pedido a vuestra señoría me diese limosna, como lo a dado a otros, en darme vna tutoría destas bivdas, pues que sus hijos son chequitos284 y, ellas, con ser sus madres, no dan fruto ninguno, sino matar los indios y desipallos285 y sacalles los hígados, como lo hase la suegra de Cornejo y su marido, que son tutores de su ñeto286, hijo de Picado287; y se an aprovechado de trese mill pesos que les an sacado a los indios; y no sirvieron a Su Majestad, como yo, ni lo pensaron servir; y yo, con mi provesa, le serví sinco años [a] Alonso Monte288 y al virrey289, que Dios aya, pecho por tierra290; y a vuestra señoría fue avisar de lo que avía, como los demás, a pie y descalso, por ríos y vados. Diome vuestra señoría ocho anacos, que en ser ocho no fueron nada, y, si fueran más, fueran menos, así que fueron todas las más y las menos en ell aire. Pues Dios nuestro señor es jues y justa justiçia, que sabe lo que trabajé yo el viaje de vuestra señoría, y con qué voluntad vine descalso por los ríos, comiendo choclo291 y papas292, perdiendo vna petaca293 con seis mill pesos descrituras que avía de cobrar. Ya
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vuestra señoría no me dio nada, sino ocho anaconas, que ellas por toda qüenta no heran nada, y por mala qüenta salieron insiertas; como rey ques vuestra señoría, y con sus reales poderes, lo puede remediar o desir que no gaste tanto papel en ello, {18r.} y descansarán mis trabajos y terná descanso mi corasón. Y, si hesto no a lugar, los de Gómes de León294 me puede vuestra señoría encargar, porque, segúnd veo, su madre se quiere casar con honbre que tiene indios; pues dos repartimientos, juntos, asta ser el muchacho de hedad, hes grand agravio. A vuestra señoría suplico, por amor de Dios, si hes posible, que se me dé en tutoría, y dello verá vuestra señoría lo que redunda de haserse muncho295 bien; ya que296 todo esto me faltase, y vuestra señoría no tuviese voluntad de dallo, deme fiel isecutor d[e] Arequipa y Cusco y Potosí, que vesino ni rejidor no tuviese que haser en quanto hisiese justiçia y fuese pro del común y bien de los proves, que en poder de vesinos mal se puede haser, porque son señores de la comida y no quieren aser limosna ninguna en dalle barato y vendello a buen presio, sino antes se les pudre, que vendello, porque son de mala desistinsión297. Y si hesto no a lugar dármelo, de vn deme vuestra señoría una proviçión y mandato sellada, con el sello real, que diga “don Carlos”, para los cabildos, que me resiban en el Cusco y Arequipa y Potosí por corredor de lonja, que nadie venda de si[e]n pesos para arriba sin que a mí me den parte de la tal venta y me paguen mis derechos, y ponga yo de mi mano corredores de lonja, y que sea apregonada en todos los tres pueblos mentados, y que ninguna venta valga ni sea fija, si no estuviere yo en medio. Mercedes son que vuestra señoría, en el real nonbre de Su Majestad, puede haser a los que le sirvieron pecho por tierra como yo, sin pecar en cosa contra Su Majestad, sino sirviéndole toda mi vida. {18v.} No ay más que avisar a vuestra señoría para remedio de mi provesa, sino esto mentado. Si de la voluntad sale a vuestra señoría hasello, bien puede vuestra señoría. Lo vno ser yo prove y neseçitado y no tener qué comer con seis hijos; y por no estar preso, heme hecho mercader sobre fiansas, y hago mi ofiçio, aunque ya cansado, siquiera para comer. A vuestra señoría suplico, por amor de Dios y de su bendita madre, me remedie de algo de lo pedido,
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Fue uno de los fundadores de Arequipa.
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No era raro muncho, con epéntesis de nasal, en lugar de mucho, si bien parece que su empleo fue más frecuente en Andalucía, como hoy.
295
Con valor condicional hallamos la locución conjuntiva ya que. Pérez Saldania (2014: 3558) indica la escasez de ejemplos de este valor condicional, pero señala su existencia en carta escrita en México en 1534.
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‘Disentir es la diversidad de voluntad y parecederes’ (TLCE s. v. disensión). También ha sido definido como ‘acción de desistir o apartarse de alguna cosa’ (DA, s. v.). El sustantivo empleado por Alonso de Medina no lo encuentro documentado ni recogido en ningún diccionario. El Diccionario de Autoridades proporciona dos sustantivos ‘desistencia’ y ‘desistimiento’. Sí encuentro registros de desistión con el significado de desistir, deshacer. Así, en carta de 1545: “envío las escrituras de desistión y de deshacer de la compañía con esta carta” o en carta de Santa Teresa de Jesús, en 1579: “Mucho han padecido las almas, y de mala desistión”. También se halla el mismo término con un significado equivalente a digestión en sentido figurado. Lo documento en el anónimo Refranes glosados, de 1541: “Mas si por mouimiento de ira queras hazer algun mal deues te reposar y dormir sobre ello: porque puedas hazer buena desistion dentro de ti para que mejor puedas delibrar”; cfr. Corpus diacrónico del español; [13/01/2019].
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de los manuscritos de
‘Echar el espíritu; si se toma por el aire con que respiramos es alentar; mas ordinario es morir’ (TLCE, s.v. espirar). El significado que tiene en la carta de Medina se corresponde mejor con el que hoy ofrece el Diccionario académico: ‘infundir espíritu, animar, mover, dicho especialmente del Espíritu Santo’ (DRAE, espirar). También el Diccionario medieval (DME s.v. inspirar) ofrece un significado acorde con el que parece tener el texto: ‘inspirar o soplar dentro’.
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pues que a vuestra señoría no le va nada en ello, sino provehello con justiçia de tres cosas que yo he pedido a vuestra señoría. Limosna hes, como vuestra señoría lo ha de haser por vn prove, que lo haga comigo no hes muncho. En las manos de Dios quedo, que él, por su infinita bondad, hespire298 en vuestra señoría a que me provea de algúnd bien conplido, para remedio de mi provesa. Nuestro señor Jesucristo por su infinita bondad y misericordia guarde y ahumente el hestado de vuestra señoría illustrísima por munchos años, y buenos, como vuestra señoría lo desea. Yo, criado de vuestra señoría, lo deseo (/.). Criado servidor de vuestra señoría, Alonso de Medina (rúbrica)
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(Carta 5) [En la sobrescrito en forlio aparte se lee]: {19r.} Al muy illustre señor, el lisençiado Pedro Gasca, presidente en estos reinos por Su Majestad (/.), mi señor. † {20r.} Muy illustre señor: Muy illustre señor, aqüérdese vuestra señoría que a de morir, y mire el mal que se hase en el Collao, que se an ahorcado munchos casiques porque les sacan lo que tienen; y, si no les dan, les dan tormentos. Y por que no los maten, se ahorcan de vnas tirantes299. Enbía por juez, vuestra señoría, a honbres, vesinos, y de poca consençia300 y ánima, que por no haser mal a ellos [a los vecinos], no castigan lo malo. Abra los ojos vuestra señoría y mire por ell ánima, que es trabajo ver a los indios dando gritos por las calles y canpos y despoblados, con cruses en las manos, sacadas las entrañas, que no tienen ya tras de qué parar, que es espanto lo que vuestra señoría encargó al rejente. ¡Quál sea su ventura, qual él lo ha hecho, si no procuró lo que le conviene! ¡Que tiene trese mill pesos en Arequipa y trae consigo dose mill pesos! ¡Esto, grand presidente, es de mirar y de {20v.} abrir los ojos! ¡Si no, juro a Dios que el diablo llevará a vuestra señoría y a el obispo que bien lo a marañado301! Esperando estoy castigo y bien de vuestra señoría. Andan por esta sivdad vesinos que les quitó vuestra señoría sus indios porque los tenía por Gonsalo Pisarro, y desean la guerra, y ruegan a Dios, nuestro señor, por ella. Y [ha] avido vesino que a dicho que si el rey, nuestro señor, se toma con los vesinos, que tiene mal güeso que roer302. Mire vuestra señoría las sobras del corasón cómo salen por la boca303, y lo que tienen en el buche cómo lo hechan sin tener miedo a rey ni a justiçia.
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‘Se llama así a un madero más delgado que quartón, angosto y largo, por lo que parece como este nombre, es decir, ‘tirar’’ (DA, s.v.).
299
Esta forma sin diptongar la hallamos en textos literarios desde la Edad Media hasta el siglo xx; cfr. Corpus diacrónico del español, [03/02/2019]. Asimismo, se encuentra en México y Argentina desde el siglo xvi; cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), .
300
Utiliza aquí la forma medieval. En los Siglos de Oro contendían las formas amarañar y enmarañar, esta última hoy triunfante; cfr. Diccionario crítico etimológico (DCECH, s.v.).
301
‘Cuando se da cosa sin provecho’ (TLCE, s.v. hueso). Juan Calvete de Estrella (1964: 29) da noticia de que Juan de la Torre “decía palabras de gran desvergüenza y desacato, y como tenía a la vergüenza tan perdida, y su maldad era ya tan sin medida, se atrevía a poner la lengua en el Emperador don Carlos que públicamente no dudaba de decir que traía pleito con el mayor bellaco de Castilla; y preguntándole quién era, respondía: ‘Ese Carlos de Castilla’”.
302
Se trata, sin duda, de una expresión popular, si bien no he podido encontrar referencia a la misma, encuentro una alusión semejante en los diálogos de Núñez Alba ([1589] 2003: 83): “Si el hombre tuviese las puertas en el pecho (que deseaba el otro filósofo) por donde se le viese el corazón, para que no pudiese fingir, ni encubrir, más ni menos de los que en el tuviese”.
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Forma frecuente en la Edad Media, que encuentro, asimismo, en las comedias del aragonés Jaime de Huete (1535, 1528); cfr. Corpus diacrónico del español, [29/01/19]. Asimismo, se halla esta forma en carta de 1574 del extremeño Alonso Ortiz y de Pedro García Camacho, natural de Cabezarados (Ciudad Real) en 1580; cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), . En la crónica escrita por el indígena Huamán Poma de Ayala, también se lee esta forma sin diptongo, Navarro Gala (2000: 328).
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Grandes robos ay por acá y grandes males y grandes sinjustiçias. Todo está dañado y perdido. No lleva camino… Dios, nuestro señor, lo remedie. Por qui[e]n304 él hes, no deje vuestra señoría de lehellas todas305 y remediar lo que más convengan. Nuestro señor, por su infinita bondad le dé graçia a vuestra señoría para governar estos reinos. Como vuestra señoría lo desea. Yo, criado, lo deseo. Criado de vuestra señoría, Alonso de Medina (rúbrica)
Podríamos deducir que junto a esta carta enviaba otras sin sobrescrito.
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(Carta 6) [Datada en: 5 de mayo de 1549]306 † {27r.} Muy illustre señor: ¿Cómo le digo a vuestra señoría, daquellas provansas que enbió a haser vuestra illustrísima señoría all alcalde mayor, Serda307? Hellas van ni más ni menos que vn poco de todo haire. Noguerol supo, y Retamoso308, la cosa; trajeron testigos, los que hellos hallaron y quijeron buscar, que dijo lo que ellos querían. Medina se quedará por mentiroso y los proves indios sin manta, y la prove india sin manta, y todo irá con el diablo y así, así anda él en esta tierra, hasiendo marañas para llevar ánimas all infierno. Que yo no sé lo que me diga ni lo que able, que veo a vn Madueño309, que le dieron la tutoría de un Diego Hernandes310, y vino el capitán Cáseres311 y denunçió dél por sierto enojo que dél tuvo sobre siertos indios que le tenía tomados el Madueño; y denunçia dél de dosientos indios que llevó cargados el Madueño de vino a Potosí, çi[e]nto y sinqüenta leguas con ropa y vino, más de quatrosientos indios; y el Madueño quijo denunçiar el capitán Cáseres de otro tanto que él llevalla. Y pasó ante Antoño Serón, hescrivano, la cosa. Y todo se hiso entre conpadres, y ell alcalde
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La misma datación encontramos en el siguiente documento. En él Medina se refiere al extravío de otras cartas, posiblemente por esta causa el mismo día escribe también esta otra misiva. Decía así en la anterior carta: “Mas acontesido caso que vue de menester asolverme, y es la cavsa [por la] que yo avía dado siertas cartas a llevar a vuestra señoría, con Alvarado, el sobrino de Inojosa, el qual se le olvidaron y no las quijo llevar, lo qual tengo hescrito más largo a vuestra señoría, y a esta cavsa ame sido forsoso haser saber a vuestra señoría, mis trabajos, que son grandes; los quales bien puede vuestra señoría remediar, como rey que hes, con los reales poderes de Su Majestad” (fol. 6 r y v).
306
Tal vez se refiera a fray Alonso de la Cerda, de la Orden de Santo Domingo, español de origen extremeño, que tomó los hábitos en Lima en 1545; cfr. Mendiburu (1805-1890).
307
Tenemos escasa información sobre Francisco de Retamoso. Según relación hecha en 1586, poseía en la provincia de Lare Collagua una encomienda, junto a Alonso Picado, con 2.500 indios tributarios, cfr. Cabral ([1581] 1914: 261-262). Asimismo, sabemos que estuvo casado con Violante de la Torre y Padilla y fueron vecinos de Arequipa, allí cedieron un local para la construcción del convento de la Merced; cfr. Mendiburu (1805-1890).
308
Francisco Madueño, natural de Granada, fue nombrado corregidor de Camana en 1565 y un año después, de Ilo, Anca y Tarapaca. Fue vecino de Arequipa y corregidor de naturales y mitimaes del valle de la ciudad de Arequipa; cfr. Mendiburu (1885).
309
Tal vez se trate de algún descendiente de Diego Hernández de la Cuba y Maldonado, uno de los fundadores de Arequipa.
310
Del capitán Alonso Cáceres los primeros datos que tenemos señalan que en 1539 estaba junto con el capitán Mercadillo en la búsqueda del país de los Chupachos. En 1544 era ya vecino del Cuzco. Huyó a Arequipa para evitar a Gonzalo Pizarro y apoyó activamente al virrey Blasco Núñez Vela. Cuando Gonzalo Pizarro fue proclamado gobernador del Perú, Cáceres fue apresado y condenado a muerte, pero fue poco después perdonado. Algo semejante vuelve a ocurrir cuando llega La Gasca al Perú: Cáceres intenta huir para pasarse a su ejército, pero es apresado y condenado a muerte. Sin embargo, tampoco entonces se ejecutaría el mandato, pues fue perdonado por la intercesión de Inés Bravo. Se cuenta que, cuando recibió este perdón, le dijo a Gonzalo Pizarro: “¡O, príncipe del mundo! Maldito que te niega hasta la muerte”. Tres horas después huía hacia el ejército de La Gasca; cfr. Mendiburu (1876).
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También en Huamán Poma ‘secutar’. Fue forma frecuente en la Edad Media y el siglo xvi.
312
‘Ordenar, componer o ataviar una cosa’ (DME, s.v.). Todavía hoy el DRAE s.v. recoge esta acepción, si bien como desusada.
313
Precisamente en la cuarta carta pedía a La Gasca la tutoría de los hijos de Gómez de León.
314
La voz se etimologiza como *kama-riku-q ‘persona encargada de disponer y aparejar cosas’ (por ejemplo, en las posadas o mesones’). Es voz del quechua colonial (véase apéndice I).
315
‘Como consta’ (TLCE, s.v. letra).
316
Ha corregido una s inicial en i.
317
Deprender, variante de aprender, aquí vemos una forma híbrida, no documentada. Covarrubias la define como “de aprehender, procede de ‘aprender’ que es aprehender en el entendimiento y conservar en la memoria alguna cosa” (TLCE, s.v. deprender).
318
Había escrito sosa, y corrige la s inicial en c, con posterioridad.
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mayor hiso los amigos, y el prove indio lo pagó, que fue cargado y, quisá, murió en el camino. ¡¿Esta hes justicia?!, que si asotasen quantos alguaçiles ay en los tanbos, ellos secutarían312 lo que les hes mandado, {27v.}que dende el Cusco asta Arequipa no dejaría alguasil que no asotase, ni dende el Cusco asta las Charcas ni dende las Charcas asta Arequipa, estas tutorías qual las paran313. ¡Plegá a Dios, nuestro señor, que Dios se lo demande [a] qui[e]n aconsejó que las diesen a qui[e]n las tienen! El vno, mercader, y hase su hasienda Cornejo, y su suegro los desuella. Retamoso, sin vergüensa, la va a pedir, después que se casó con la de Gomes de León314, por tener grand camarico315 y dormir a[s]ta medio día, y no haser más bien que el rico avariento. Esto, grand presidente, es de mirar y lo de las provansas hechas ante el lisençiado Serda, que qual ellas van hechas, tal salud le dé Dios all alcalde mayor. Mire, vuestra señoría, en qué le tienen su honra y la justiçia, que abren las carta selladas y serradas, y ¡el sobreescrito para vuestra señoría! Y ábrenlas y devúlganlas lo que va en ellas. Mire si osaran asello a Gonsalo Pisarro, con ser tirano… Agora digo que no se maraville vuestra señoría del mal que les quijo haser el visorrey, que Dios aya, viendo que vna jente de poco arte hosen abrir las cartas que ivan al rey, nuestro señor. Yo seguro que, si yo fuera el que tomara las informasiones, que vuestra señoría viera maravillas. Y no yo, sino vno que quijera servir a Dios, nuestro señor, y a su rey, y haser lo que vuestra señoría le mandara al pie de la letra316, ¡con rasón se quejaran de mí! Yo no sé qué ventura es esa desta tierra: a vnos muncho y317 a otros no nada. Mas, enpero, hágase como vuestra señoría fuere servido, que por eso hes letrado y sabio y alcansa más que yo, aunque adeprenda318 munchos años. {28r.} Por eso, mande vuestra señoría pareser mis cartas que tomaron, y déseme el castigo, si yo lo meresiere, y a ellos por el delito, pues que va la honra de Su Majestad. ¡O, cómo servi(…)n estos a Gonsalo Pisarro y a Caravajal, tirano, en esto, que no hasían vn desaguisado en cartas ni en otra cosa319 ninguna que
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tocase a la honra de Gonsalo Pisarro, traidor! ¡Quánto más que ivan las cartas a vuestra señoría, que es la misma persona real! Yo no sé lo que se ará vuestra señoría en ello; mas ellos no se les da tanto como alsar vna paja320. Yo seguro que no me toman otras en los días de la vida ni yo alse péndola ni mano para escrevir, que veo que vnos con tocar en la misma presona real, vuestra señoría los a honrado y les a dado indios y descanso y cargos de justiçia. Y a mí, con avisalle lo que cunple a Su Majestad y a su real justiçia y a su real serviçio y a vuestra señoría, en su real nonbre, y a su ánima y consençia, estoy retraído. Por el galardón dello, me qüesta más de mill pesos, con vn mandamiento de vuestra señoría; y si tengo qué comer, como, y, si no, bosteso. ¡Justo juez Jesucristo, jues derecho, a ti pido justiçia, que estoy retraído por vn mandamiento del señor presidente! ¡Justiçia de Dios venga del sielo, que comensava a ganar de comer y remediar seis hijos que tengo, y dame el pago el señor presidente que me lleven atado y en cadenas! ¡Justiçia de Dios, a ti la pido! {28v.}¡Que venga del sielo, que toda la que [ha] avido en esta tierra, vos, señor, la avéis enbiado del sielo, viendo que la de la tierra no la tienen en nada, los que están poblados en ella! ¡Justiçia de Dios, justiçia de Dios nuestro señor, que muero de anbre y no tengo vn pan que comer! Nuestro señor Jesucristo, por su santísima paçión, envolunte a vuestra señoría, que me haga bien y no mal, que, yo, ganando estava de comer por mi sudor y trabajo, y ámelo hechado a perder vuestra señoría. Nuestro señor guarde y en hestado acresiente la muy illustre presona de vuestra señoría, como vuestra señoría lo desea. Yo, criado de vuestra señoría, lo deseo. Fecha hoy, domingo, cinco días del mes de mayo año de mill y quinientos y qüarenta y nueve años. Criado de vuestra señoría, que pies y manos besa, Alonso de Medina (rúbrica).
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Sbarbi (1980) recoge la expresión ‘No importar o no montar una paja’ con el significado de despreciar alguna cosa por inútil o de poca entidad. En el Autoridades se halla ‘No pesar una paja’ con la explicación: ‘Phrase metaphorica, con que se da a entender la ligereza, poca importancia y substancia de alguna cosa’ (DA s.v. paja).
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(Carta 7) A finales de marzo.
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Según estos datos, se refugió en el monasterio de Santo Domingo a primeros de abril de 1549.
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Había escrito pepo y corrige, con posterioridad, la p en c.
323
‘Admitir es recibir en sí alguna cosa o aceptarla’ (TLCE, s.v.). Admetir encuentro en documento notarial de principios del siglo xvi: “he escrito e suplicado diversas vezes a nuestro muy santo Padre la pluiese no admetir en ninguna manera de concordia ni partido”, Anónimo, 1502; cfr. Corpus diacrónico del español, [19/06/18]. La simplificación de grupos cultos fue de uso general hasta el siglo xviii, hoy se considera vulgarismo. Admetió es también forma empleada por Huamán Poma de Ayala en su crónica: “No le/43 admetió ni le dio lugar” (937).
[En el sobreescrito se lee]: Al muy illustre señor, el señor presidente Pedro Gasca, presidente en estos reinos, por Su Majestad, mi señor. [Datadada en: Arequipa, 5 de mayo] †
324
Podría interpretarse, asimismo, como: y les dava de comer de lo que ganaba a mi trabajo; ý/y enbió vuestra señoría vn mandamiento, segund disen. Debido a la inexistencia de registros que muestren el uso preposicional ganar a mi trabajo, en lugar de ganar con mi trabajo o ganar de mi trabajo, fuera de las construcciones ganar al ajedrez, etc. de significado diferente, he optado por la transcripción que aparece en el cuerpo. Cabe hacer notar que Cuervo ofrece algún ejemplo del verbo ganar con preposición ‘a’ para indicar medio en construcción de pasiva refleja: ‘El vestido del hombre me puso codicia y, como el dinero no se ganó a cavar, hacíame cocos’ (DCLC, s.v. ganar).
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{5r.} Muy illustre señor: Yo no sé la causa de mi delito, en qué [he] enojado a vuestra señoría. ¿En ver asperar mercedes de vuestra illustre señoría, como las a hecho vuestra señoría a toda la tierra poblada? Enbía vn mandamiento all alcalde mayor, el qual mandamiento allegó a mediada quaresma321. Yo, como lo supe, que él me avisó, sin ver mandamiento, me retraje al monesterio del señor Santo Domingo, en el qual a vn mes que estoy retraído322. Yo no alcanso a saber lo del mandamiento, más de que me disen por boca dell alcalde mayor: “Que me metan en vn navío, y atado y a buen recavdo”. Ase perdido mill pesos de lo que avía trabajado por mi sudor y trabajo, como Adán desque peco323, que le dijo Dios nuestro señor: “¿Adote Adán, adónde te as escondido?”. ¡Qué bien sabía Cristo adónde estaba! Y dijo Adán: “Señor, la mujer que me diste me hiso pecar”. Dijo Cristo: “De tu sudor de tus manos comerás”. Pues, grand presidente, si yo he pecado en mis cartas (vuestra señoría es la cavsa en ametirme324 en ello) pensando que la verdad diera contento y no descontento, aunque muy sierto estó yo que a vuestra señoría le a da-{5v.}do contento. Y de mis manos y sudor mantenía mis ijos, y les dava de comer de lo que ganaba. A mi trabajo, ý, enbió vuestra señoría vn mandamiento, segund disen las jentes, con tanto enojo, que me a puesto en grande tribulaçión de mi honra, y pérdida de mi trabajo, y en las igleçias, retraído325.
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Que quando no vuiese navío, que me llevasen por tierra, y con arcabuseros. Luego vuestra señoría me llamava para me ahorcar, en llegando. Pues, ¡prove de ti, Medina!, ¡hese hes ell amor que as tenido y tienes al serviçio de Su Majestad, que por avisalle las cosas que pasan en su reino (que vuestra illustre señoría no las vehe) me dan tal pago! ¡O, soberano Jesucristo, de toda bondad y misericordia! ¡O, misericordioso Dios de toda misericordia conplido! ¡Sed vos, señor, el que envoluntéis326 al señor presidente, que aplaque su ira y me dé el castigo segund yo he hablado en los puntos de la verdad, y huse de misericordia en los puntos y hablas327 que no tienen cordura, que destos su señoría no haga caso! ¡O, señor presidente, que es grand la ravia de la provesa!, que venido el mandamiento, los niños por vn cabo y, por otro, robáronme lo que tenía. Algunos que me devían fuéronseme con ello. El que me avía ayudado, que hera vn Antoño Serón, hescrivano desta çibdad, a perdido más de mill pesos de pérdida de su hasienda, y menoscabo de sus bienes. Aquí estoy esperando la misericordia de Dios, nuestro señor (/.). ¡O, tierra! ¿Y qui[é]n no te a conosido?, que das el pago a los que te an despreçiado, que andando huyendo de los tiranos hoía desir a los sacases328 de Gonsalo Pisarro: “¡Bolvé por el rey, que al fin hos dará su pago!”. ¡Qué neseçidad tenía yo, sino buscar mi vida para {6r.} me mantener y no morir de anbre! Y mataron al indio, y quemaron al quraca329 y ahorcaron al curaca. Que en el Collao, en los pueblos de Horduña, me disen que ahorcaron vn casique. Yo no sé si es verdad ni mentira, ¡qué se me dava a mí, pues que tal pago me dan! ¡O, justo juez y Jesucristo! ¿Qui[é]n pensó que vn presidente tan valeroso, cristianísimo, salió ser traidor de la corona real d[e] España, doto330 en todas las letras me hisiera a mí tanto agravio, sin oírme? ¡De justicia, enbiar vn mandamiento contra mí, qué no me a quedado capa ni camisa, y no ay onbre que me vea ni que me dé vna jarra de agua!
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No se recoge el término en los diccionarios de la época. Sin embargo, lo encuentro documentado en traducciones, escritas sobre todo en la Edad Media. Así, se lee en la Traducción castellana del libro de El Kuzari de Iehudah Halevi, h. 1450; en la Biblia Ladinada, h. 1400; en la Guía de los Perplejos de Maimónides, 1419-1432, y en la Biblia de Ferrara de 1553; cfr. Corpus diacrónico del español, [01/02/2019].
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‘Acción de hablar, sentencia, refrán, consejo’ (DME, s.v.).
327
Secuaz. En el Cancionero de Sebastián de Horozco, se encuentra la forma sacaz, por secuaz: “De Ovidio sois muy secaz/ sólo os falta ser poeta/ para estar con él en paz”; asimismo, el marqués de Santillana: “en todas las artes estenso, famoso,/ non solamente en vna nin dos,/ secaz e diçiplo del Febo delfós,/esperto en las lides, valiente, animoso”. Cfr. Corpus diacrónico del español, [19/06/18]. En carta de petición o queja de Luis de Lara, Lima 1549, se halla esta misma forma: “cada dja en los que a echo como lo aze todos los cargos de justiçia a los secazes los a dado (…) va poco en que los secases tengan la justiçia y se aga dentre tjranos” (AGI, Audiencia de Lima 118, fol. 3r). La transcripción de esta carta se encuentra, asimismo, en esta edición.
328
Término de origen quechua /kuraq(a)/ ‘hermano maior; cacique’. Se trata de la forma aimarizada de /kura-q/ ‘el que es mayor’. La aimarización está dada por la /a/ paragógica, regla aimara obligatoria para asimilar términos extraños que acaben en consonante.
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Doctor.
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Son conocidos los valores concesivos o próximos a dicho significado de la conjunción porque.
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Se trata de un lapsus calami, tal vez pensaba escribir el pretérito perfecto. También podría deberse a una simple anticipación de la he siguiente.
332
Selene fue variante del semicultismo solemne desde la Edad Media.
333
Hube.
334
Absolverme. Cultimos con la habitual simplificación del grupo consonántico.
335
Se trata del extremeño Alonso Alvaro de Hinojosa, que estuvo en las filas de Pizarro y pasó al ejército de La Gasca tras haber sido destituido de su cargo de alcalde en el Cuzco. También podría tratarse, y esto parece más probable, del general Pedro Hinojosa, también extremeño, que estuvo en el bando de Gonzalo Pizarro, aunque más tarde se alió con La Gasca e intentó convencer a Gonzalo de que obedeciera al rey; cfr. Mendiburu (1880).
336
Variante de quiso que para la primera mitad del siglo xvi era empleada para caracterizar el habla de los criados o villanos en las comedias. Así, la encontramos en la Farsa Teologal del extremeño Diego Sánchez de Badajoz (1525), en la Comedia Imenea del extremeño Torres Naharro (1517) o en las églogas del salmantino Lucas Fernández (1514). El extremeño Gonzalo Correas, en su Arte de la lengua castellana (1625) incluye en su explicación sobre los pretéritos las formas quixo y quixon sin ninguna alusión a un supuesto uso vulgar. En América, además de en los documentos de Medina, la hallamos en 1568 en Bernal Díaz del Castillo. En el siglo xvii solo la documento en el virreinato del Perú. Allí se sigue empleando tanto por españoles como por el indígena Pachacuti Yamqui (Navarro Gala 2007); cfr. Corpus diacrónico del español, [19/06/18] y Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), .
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¡O, grand presiden!, mirá, señor, que el enperador es cristianísimo y temeroso de Dios, y no quiere que se les aga a sus vasallos…! Yo soy el menor, y me agravió de mi mala ventura y desdicha, de más de mill pesos, que no heran míos, y de mi honra abatida, y por las igleçias retraído. Denme mis cartas que yo hescreví, que bien conozco mi letra, y provaré lo que digo, que no le falte letra. Deme favor, vuestra señoría, y no me abata tanto. Esto he hescrito a vuestra señoría, porque331 en las que he332 hescreví, avía jurado selenemente333, vn juramento selene, de no escrevir, mas acontesido caso que vue334 de menester asolverme335, y es la cavsa, que yo avía dado siertas cartas a llevar a vuestra señoría, con Alvarado, el sobrino de Inojosa336, el qual se le olvidaron y no las quijo337 llevar, lo qual tengo hescrito más largo a vuestra señoría; y a esta cavsa {6v.} ame sido forsoso haser saber a vuestra señoría, mis trabajos, que son grandes; los quales bien puede vuestra señoría remediar, como rey que hes, con los reales poderes de de Su Majestad. Nuestro señor Jesucristo, por su infinita bondad guarde y, en hestado, acresiente la muy illustre presona de vuestra señoría, en mayor hestado, como vuestra señoría lo desea. Yo, criado de vuestra señoría, le deseo. Fecha en esta çibdad d[e] Arequipa, a sinco días el mes de mayo.(/) Criado vuestra señoría, que pies y manos beso. Alonso de Medina (rúbrica).
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(Carta 8) † {41r.} Muy illustre señor: Yo, estando retraído, y estoy, en esta çibdad d[e] Arequipa, poblada de jentes tan honradas, fuera del serviçio de Dios, nuestro señor, y de su rey y señor. Llámolos honrados, porque los llama el mundo así, que el mundo tiene por condiçión que al que vehe vestido de sedas y paños finos, llámanle honrado338. Porque munchas veses se vehe que el que tiene indios y fato339 pesqudan340 en la çibdad qui[é]n es aquel: vn vesino, y honrado por ell ábito que está en él. Pesqudan por otro y disen: “¿qui[é]n es aquel?”; hes vn honbre prove o es vn soldado, dan desdén dél, en que no hase el mundo qüenta dél (/.) Yo estoy retraído en esta çibdad por vn mandamiento que vino de vuestra señoría all alcalde mayor que está en esta çibdad d[e] Arequipa. Ya va mes largo que me retraje a este monesterio del señor Santo Domingo. Herrera341, el hescrivano en la calle y plasas, disiendo que hera yo vn traidor y que me avían de sacar de la igleçia. Conortome342 que los buenos me favoresen y los traidores no me pueden ver (/.). Luego que me retraje, los vesinos, a gritos tras de mí, disiendo que yo escrevía dellos sus males que hasen, y robos y agravios en esta çibdad, así a los indios como
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La constante adjetivación ‘honrados’ hacia La Gasca y hacia sus vecinos conquistadores desleales al rey, además de irónica, remite al erasmista juego de apariencias en el que todos parecían a los ojos de los que les veían lo contrario de lo que eran.
338
Posiblemente se trata de la elisión de -s implosiva: fasto. ‘La arrogancia y la soberbia en tratarse alguno con extraordinario modo, en el número de criados y servicio de casa y ostentación de riquezas vanas’ (TLCE, s.v. fasto).
339
Había escrito perqudan, debajo de -s se lee -r. ‘Término rústico, pero de buen origen: vale por preguntar’ (TLCE, s.v.). Se utilizó con frecuencia en cancioneros y en libros de caballerías de la Edad Medía y de los primeros años del siglo xvi. Asimismo, se emplea abundantemente en la Composición del arte de la aritmética y geométrica del fraile zaragozano Juan de Ortega, en 1512. Desde mediados del siglo xvi y hasta finales del xvii se encuentra en la Comedia de Sepúlveda, en la comedia El esclavo del demonio de Antonio Mira de Amescua, en Amor su propia merte de Juan de Espinosa, en Elegías de varones ilustres de Indias de Juan de Castellanos y en los Villancicos de Sor Juana Inés de la Cruz; cfr. Corpus diacrónico del español, [29/01/2019].
340
Es posible que se refiera al escribano Alonso de Herrera, quien escribe una carta firmada por Ramiro de Mendoza, Juan Vázquez de Tapia, Francisco de Retamoso, Lope de Mendieta, Diego de Zúñiga y Diego de Almendras a Gonzalo Pizarro, en 1546, alabando la labor realizada por Carvajal, en Chuquisaca; cfr. Pérez de Tudela (1964: 149-150).
341
‘Consolarse un hombre a sí mismo buscando razones para no tener por tan pesado un trabajo’ (TLCE, s.v. conhortar). Esta es forma medieval que pierde frecuencia a lo largo de los Siglos de Oro, si bien se documenta en el siglo xvii junto a la forma consolar en carta datada en 1639, en México; cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), y Corpus diacrónico del español, [29/01/2019].
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Al final de, después de.
343
Hacia mediados de abril.
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Diego Centeno, natural de Ciudad Rodrigo, Salamanca, parece que llegó al Perú en 1534. Muerto Francisco Pizarro, se declaró a favor de la causa del rey. Sin embargo, cuando el virrey Blasco Vela le pide que lleve las ordenanzas al Cuzco, al llegar a dicha ciudad se pasa al bando de los sublevados y toma parte en los tumultos. Pronto se arrepintió de sus actos y pidió perdón al virrey Vela ofreciéndole, incluso, la muerte de Gonzalo Pizarro. A partir de ese momento conspiró contra él. En la batalla de Guarina, Centeno no participó porque, según parece, estaba enfermo; sin embargo, a la hora de huir pudo tomar un caballo y marcharse a Lima junto a un sacerdote vizcaíno. Hecho poco honroso que, sin duda, debió de ser recriminado por no pocos soldados. En el reparto que posteriormente hizo La Gasca, Centeno no recibió la recompensa esperada, si bien pudo conservar el repartimiento de Pucuna del que ya antes disfrutaba; cfr. Mendiburu (1876). Pedro Gutiérrez de Santa Clara (1964: 163) recoge una anécdota sucedida a Francisco de Carvajal que da buena cuenta de cómo se le consideraba un cobarde: “Francisco de Carvajal le dijo a Centeno, cuando le estaban llevando preso, pese a que lo defendía de otros que lo querían herir ‘Señor, ¿quién es vuestra merced, que tanto bien me hace?’ Y Centeno respondió. ‘Cómo, y no me conoce?, mire yo soy Diego Centeno ‘(…)’ Por Dios, señor Diego Centeno, que como siempre vide a vuestra merced de espalda, y agora teniéndole de cara no le acababa de conocer’”. Tampoco Pedro Pizarro presenta un retrato muy favorecedor de Centeno, cuando relata la traición con la que acabó con la vida de su amigo, el conquistador Almendras: “Como amigo llegose Centeno a la cama donde Almendras estaba fingiendo que le llevaba una carta y abrazose con él y díjole: “Sed preso”. Almendras dijo: “¿Por quién?” Centeno le respondió: “Por el rey” (…) y lleváronle preso a la posada del Centeno y allí le cortó la cabeza” (Gutiérrez de Santa Clara 1964: 234).
345
Esta forma monoptongada la encuentro en el fiscal toledano Blas Fernández de Mes, en obra escrita en 1664; cfr. Corpus diacrónico del español, [29/01/19].
346
Sin voz.
347
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a los españoles, como a proves, como a ricos. Ellos se lo mandan, ellos se lo desmandan. Yo daré informaçión de todo. Bien sé yo que, si vuestra señoría illustrísima me diera comisión, vuestra señoría {41v.} se maravillara dello, y dijera que hera más que lo que Medina hablava. Mas es tanta mi provesa que (que por Dios) a vuestra señoría digo que quiero comer y no tengo, y alabo a Dios nuestro señor por ello; con seis criaturas, y no tener qué dalles de comer y, retraído, que me qüesta el mandamiento de vuestra señoría más de mill pesos de pérdida, y de dejar de ganar de comer (/.). Vuestra señoría sabrá que a cabo de343 quatro días, domingo de ramos344 santísimo, entró en esta çibdad d[e] Arequipa vn Veles, maestre sala del capitán Diego Senteno345, y me apartó, y trajo cartas para ell alcalde mayor, que hisiese siertas provansas contra los vesinos desta çibdad, las quales me estoy espantado y maravillado de vuestra illustrísima señoría, si[e]ndo346 tan grande letrado y cristianísimo y con poderes tan grandes de Su Majestad, y si[e]ndo vuestra señoría de quarenta años, y saber que a de morir, y que a de dar qüenta a Dios nuestro señor: abatir y maltratar a los que a vuestra señoría avisan las cosas que tocan all ánima y a la consençia. Lo otro de que me espanto, y quedo sin juiçio y atónico347, hes ver enbiar a haser provansas al señor alcalde mayor, que antes
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que ellas se comiensen a haser, ya está sabido en el tiangués348 entre los indios. Lo otro, que para hasellos, como son padres y comadres, se toman los testigos hechos de barro, que no hablan más de lo que ellos quieren. Y al fin Medina será mentiroso y el indio se quedará sin manta, y el prove sin capa, y la prove sin manto. Juez justo hes Dios y de toda verdad, de toda justiçia. Él me dará castigo349 sobrellos. Y esto será por nuestras culpas y pecados. Vuestra señoría me a destruido. Yo alabo a Dios, nuestro señor, por ello, que él por su infinita bondad me ayude.
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La primera documentación del término tianguez data de 1525 en carta de Rodrigo de Albornoz, escrita en México: “en sus tianguez o mercados”; cfr. Corpus diacrónico del español, [29/01/19]. La variante tiangues la encuentro documentada por primera vez en 1536, en México; cfr. Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (Cordiam), . Se desconoce el origen de este término.
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Inicialmente había escrito cartigo, pero corrige la r por s.
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(Carta 9) [En la sobrescrito, que está al final de esta carta, en el folio 30v, se lee]: Al muy illustre señor el lisençiado Pedro Gasca, presidente en estos reinos por Su Majestad, mi señor
‘Señalar o marcar una cosa para que se conozca’ (DME, s.v.).
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† {29r.} Muy illustre señor: Yo no sé qué pecado a sido este que a puesto a vuestra señoría tanta seguera y tan grande velo delante de los ojos corporales, que no mira ni quiere mirar cómo la tierra se pierde. ¡¿Qué bocado le an dado a vuestra señoría, qué bevida le an dado a vuestra señoría tan grande, que le a hecho perder la vista de los ojos corporales, y perder el gusto de lo que toca all ánima y a la consençia?!, la qual es vna escritura suave para vuestra señoría, que a sido parte [en] no mirar lo que toca a la pas y quietud destos reinos, y al bien y pro de los proves indios (/). ¿Cómo, grande presidente, no a dado vuestra señoría crédito a mis cartas, con tanto deseo escritas, con tanta voluntad notadas350? Hellas, de prove juisio son y de poco saber, mas mirando lo que se a hecho en la tierra hasta hoy en día, y mirando el poco descanso que los naturales tienen, y los munchos robos que ay, y el mal que está en la tierra: ver poca verdad, ver poca razón, vello todo marañado, ver dos mill honbres perdidos, ver que nadie quiera trabajar, sino pretender ser otro Gonsalo Pisarro; y esto lo a cavsado ver los malos, malos en obras y en todo, con descanso y quietud; espántanse las jentes y disen: “Si aquel vino comigo d[e] España, y a dos años que entró en la tierra, ¿por qué a meresido más que yo? Ell otro porque dio dineros, tiene indios; yo que no los tuve, no los tengo. Ell otro que tuvo mula, y bien gorda, quedó, con indios. Ell otro que tuvo esmeraldas, tiene indios; yo, que no las tuve, no los tengo, y estoyme {29v.} perdido”. No ay juiçio que lo baste a entender, ni razón que lo entienda ni ojos que lo miren ni boca que lo hable. Lo mejor es alabar a Dios y dalle gracias por todo lo que él hase, y plégale a él, que él se sirva dello (/.).
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Bien avrá sabido vuestra señoría que Dios, nuestro señor, hes justa justiçia y justo juez verdadero, y que castiga, quando él hes servido, a los malos, y encamina a los buenos en su santo serviçio (/.). Pues vuestra señoría mire bien por el mundo, no le burle, porque veo que qui[e]n más fuçia351 tuvo en él, más perdió. Mire que los más letrados y sabios, por la mayor parte, se an engañado con él en tener fuçia en él y en sus codiçias y metales, y quanto más se abarca dello tanto menos se aprieta (/.). Digo esto por lo que veo que vuestra señoría hase, que, a lo que alcanso, es, de todos quantos juiçios he hechado, que lo hase vuestra señor[í]a por asentar la tierra y por que vuele la fama de vuestra señoría por toda España, y digan las jentes que a puesto vn reino en paz. En esto e mirado, en esto [he] hechado mi juiçio y parese que me a encajado, y creo que a las jentes a enpremido352, y no lo ha hecho vuestra señoría por otra cosa mala ni buena (/.). Pues, grand presidente, sabio y vasaleroso, ¿adónde está ell ánima, qué es lo que aprometió vuestra señoría a Su Majestad, de miralle por el reino, de poner paz en él, de mirar por la prove, de mirar por la güérfana, de mirar por el prove indio, de mirar al que avía trabajado pecho por tierra sirviendo a Dios, nuestro señor, y a su rey? No tiene vna camisa, no tiene qué comer. Esto es, grand presidente, de mirar. Pues, grand presidente, lo que aprometistes a Dios eterno quando aprendistes hesas letras que tenéis y quando hos apartastes de Su Majestad y del grand Consejo Real, {30r.}le dejistes: “Yo llevo a cargo la consençia de Vuestra Majestad y la mía. Yo haré, como soy obligado. Yo descargaré la consençia de Su Majestrad y la mía”. Respondistes, grand presidente, al Consejo Real y le dejistes: “Yo juro a Dios y a las palabras de los santos avanjelios353 y a la señal de la crus que hago, y como cristiano y como honbre que nasí para morir, de mirar el reino, y no tener codiçia ninguna, sino, al pie de la letra354, haser justiçia al chico y al grande, y dar a cada vno lo que hes suyo, y, al malo, castigo con misericordia, y, al bueno, premio, por que conoscan las jentes que es bueno servir a Su Majestad y guardar y temer su justiçia real (/.)”. Pues si esto, grand presidente, hesistes y Dios nuestro señor hos dio en la tierra sin muertes de honbres ni arcabusasos…
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‘Confianza’ (TLCE, s.v.).
351
‘La señal que deja una cosa en otra’ (DME s.v. imprimir). Covarrubias no incorpora este término. Se trata de una variante de imprimir que estuvo en uso, al menos, en la Edad Media y los Siglos de Oro; es empleada, entre otros, por Alonso de Borregán, Fernando Bernal, Alfonso Martínez de Toledo o Ruy Díaz de Isa; cfr. Corpus diacrónico del español, [19/06/2018].
352
Documento esta misma forma en Sermón de Amores, escrito hacia 1480 por el barcelonés Francesc Moner. El autor tomó parte en la Guerra de Granada y estuvo al servicio de los cordobeses duques de Cardona; cfr. Corpus diacrónico del español, [19/06/2018].
353
‘Contar una cosa puntualmente sin quitarle ni ponerle nada’ (TLCE, s.v. letra).
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Hoinos, Óyenos. Se trata aquí, de nuevo, de la forma analógica pronominal ‘mos’.
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‘Moneda menuda, se recoge, asimismo, la expresión ‘no haber blanca’ con el significado de no tener dinero’ (TLCE, s.v. blanca).
356
Había escrito inicialmente una s, que corrige en y.
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¡Despertá naturales y clamá ante Dios y desí: “¡Señor jesucristo, no mos dotrinan en tu santa fe ni vesinos d[e] Arequipa tienen clérigos que mos anseñen. Hoimos355, señor jesucrito, pues que moristes por nosotros, que el lisençiado Pedro Gasca, presidente, mos venden en pública almoneda a qui[e]n da más por nosotros; el que mos vende, mos deja robados y desipados, y el que mos conpró, con desquitar lo que dio, no deja hijos ni mugeres ni mos dejan manta ni clavo!”. ¡No es esto, grand presidente, lo que jurastes! ¿Cómo es esto (/.)? Pues, ¿qué es esto grand presidente? ¿Cómo podéis servir a dos señores? Vno, a la codiçia de lo que hos han de dar en España; otro al mundo. Que es vanagloria entrar en España, con gloria de vensimiento, y no mirar lo que toca all ánima y a la de Su Majestad, que dejáis al indio sin capa, y a la india sin manta, y al traidor con indios y dineros, y al indio hecho hesclavo, en pública almoneda vendido; y todo por allegar dineros para España. No los quiere Su Majestad tales dineros ni los a de menester, que diez años se a pasado sin blanca356, {30v.} también se pasará agora. ¡Bolvé la oja, grand presidente, y desí a grandes boses, y clamá, y mirá la tierra senbrada de traidores, que tienen agora más renta que los señores d[e] España, y no hestán contentos! Mirá que disen los malos que por dineros tienen indios y casa y honra; y a los proves, llevadas sus asiendas, que van dando gritos por las calles, como el que la presente lleva a vuestra señoría, que sirvió pecho por tierra, fue atormentado por los tiranos y robado çinquenta mill veces, y al anlo aquí sentenciado, en las tres partes de su hasienda. Metiéndole miedo, anlo desterrado de los reinos, sin razón. Él no pide en lo que fue sentenciado, sino que mirando vuestra señoría su provansa ser grande, y serviçios a su rey y357 señor, suplico a vuestra señoría le deje canbiar y tratar, pues que es buen vasallo de Su Majestad (ya lo a sido). Y lo demás contará a vuestra señoría largo. Nuestro señor dé graçia a vuestra señoría para bien bevir y governar estos reinos. Como vuestra señoría lo desea, yo, criado, lo deseo (/.). Criado de vuestra señoría, Alonso de Medina (rúbrica)
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(Carta 10)
† {31r.} 358Muy poderosos señores presidente e oidores de la Real Cibdad de los Reyes: El día que la nueva se supo, cómo vuestra señoría avía llegado al puerto del Nonbre de Dios con la flota real, los de su magestad, avnque secreta y solapada, debaxo de otra cubierta, por que los tiranos no cayesen en ella y viniesen al conoszimiento como vinieron. Bino nueva cómo vuestra señoría benía en ábito de saserdote, y así paresçió ser verdad. Los naturales alçaron las manos a Dios, nuestro señor, avnque infieles, y dixeron que para el bien de la tierra venía, y que serían señores de su pobre
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El texto comienza con la letra de un escribano anónimo. Podría tratarse del amigo del autor, Antonio Serón.
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manta y camiseta; que bebirían en justicia y en razón, la qual no avían tenido en todo tiempo que la tierra se avía descubierto. Alababan a Dios los pobres onbres casados que se vían en tierra rica, y avía justicia y razón y remedio para ganar en vjda; y que vn saserdote benía, que no podía dexar de servjr a Dios y mirar el pro del reino cristiano, temeroso de Dios, serujdor de la Corona Real, fuera de la codiçia de esta vida, no amigo de la moneda, que es metal que pone más sed en esta pobre vida. Daban gracias a nuestro señor, los serbidores de la Corona Real que avían seruido por arcabuces y montes a Su Magestad sin ser contra la Corona Real en solamente vn pelo, sino sirviéndole, las caras acuchilladas y destruidos, tomadas sus haciendas, por no querer tomar el apellido de Gonçalo Piçarro. Daban graçias a nuestro señor (/) dos mill pobres mestizas de doze años, sin padres, que abían muertos en las batallas por seruir a Su Magestad, y con dezir: “Viene vn onbre tan santo a la tierra, no dexaremos de ser remediadas”. Y todo esto a sido hasta que vuestra señoría da la batalla en Xaquixaguana. Que no an mentido los consejeros, el rezar que vuestra señoría hazía: maitines y conpletas, era mostrarnos y darnos a entender que quería lo de arriba y no lo de abaxo; que era la gloria, y no los bienes de la tierra. Bien se acordará, vuestra señoría, que le a dio vn poder Su Magestad, mayor que se a dado a juez que a estas partes aya pasado (/). Bien se acordará, que traxo dos consençias a cuestas: vna, de Sus Magestad, y otra, de vuestra señoría (/). Bien sabe, vuestra señoría, que le manda que {31v.} Su Magestad que le descargase su conçençia y no la metiese en el infierno. Bien sabe, vuestra señoría, que el emperador, nuestro señor, es cristianísimo y se confiesa cada día (/). Bien sabe, vuestra señoría, que no quiere agraviar ni llebar a ningund basallo suyo en vn cabello (/). Bien sabe, vuestra señoría, que escoxe letrados, los mejores que ay en España, cristianísimos, temerosos de Dios, y por eso buscó a vuestra señoría, que viniese acá (/). Bien sabe, vuestra señoría, que las verdades que an pasado en estas partes no se saben en España (/).
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Bien sabe, vuestra señoría, que no es mançebo, sino onbre de 50 años, y que si bien lo hiziere en estos Reinos, le ayudará Dios en la otra vjda y, en esta, al cuerpo (/). Bien sabe, vuestra señoría, que las buenas letras que riguengen y goviernan en estas partes se lo paga el enperador en España como vuestra señoría lo aspera, y no chico cargo (/). Porque ya, vuestra señoría, sabrá lo pasado y lo presente, es bueno tornárselo a la memoria (/); no para que vuestra señoría lo castigue, que ya está perdonado (/). Dirá vuestra señoría que ya ganó la vitoria y que el virrey no supo lo que hizo por ser soberbio. Darale vuestra señoría al virrey los poderes que vuestra señoría trae de perdonar la muerte de mi padre y la muerte de mi hermano, y el robo del otro, y el agravio que le hicieron al otro, y la injusticia al otro, y están buenos y libres y comen y beben y, ricos, quien lo hizo; y desta manera se metieron debaxo del estandarte; quel pobre virrey quería castigallo todo y dar galardón y premio a quien lo merecía, que así lo manda la justicia.(/) Bien sabemos que don Francisco Pizarro, questá en la otra vida, y con fabor de frates García, cardenal, que está en la otra vida, y con fabor del doctor Beltrán359 y el obispo de Lugo360, hizo don Francisco Pizarro lo que hizo: dar licencia a vn Hernando Pizarro, traidor a la Corona Real, que matase a vn don Diego de Almagro361, malo y tollido
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Perteneció al consejo de Vaca de Castro. Asimismo, su hijo contribuyó llevando soldados desde Panamá, si bien no tenían experiencia y estaban enfermos; cfr. .
359
Posiblemente se trata de don Juan Suárez de Carvajal. Según parece, había sido destituido del Consejo de Indias. Era hermano del factor de la Real Hacienda en el Perú, Illán Suárez (este había perecido a manos del virrey Blasco Núñez Vela) y hermano, asimismo, del licenciado Benito Suárez de Carvajal; cfr. Pérez de Tudela (1964: 112).
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El manchego Diego de Almagro, de origen ilegítimo, consiguió pasar a América en 1514 en la expedición que estuvo al mando de Pedro Arias de Ávila. Tras un periodo en Panamá, donde nació su hijo mestizo, y tras expediciones realizadas desde 1524 al Perú, se alió con Francisco Pizarro, quien en 1529 había obtenido autorización de la Corona para conquistar y gobernar el Perú. En 1532 Almagro y Pizarro comenzaron la conquista. Almagro prosiguió su expedición con la intención de tomar los territorios de Chile, pero este empeño resultó un rotundo fracaso, por lo que volvió al Cuzco para intentar ganar su gobernación, gobernación que la Corona otorgó a Almagro, pero que Pizarro y sus hermanos no estaban dispuestos a abandonar. Murió tras su derrota en la batalla de las Salinas, en 1538; cfr. Mendiburu (1876).
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‘El mal que llaman francés, que tanto ha cundido por todo el mundo (…) Esa enfermedad se propagó en la guerra de Nápoles, cuando Carlos VIII, rey de Francia, se apoderó de él excluyendo a don Fernando. Pegábase principalmente por la comunicación deshonesta (…) La verdad es que vino del Nuevo Mundo donde este mal de las bubas es muy ordinario’ (TLCE s.v.).
362
Si bien es posible postular *purqu como su forma originaria, resulta enigmático el significado. Es posible que se trate de una voz de origen puquina, pues no es aimara ni quechua (véase apéndice I).
363
Estas minas fueron explotadas antes que las de Potosí.
364
Llegó a Puerto Rico en 1517, de allí pasó a Panamá. Su función en ambos casos fue la de tomar residencia como funcionario de Hacienda. Llegó de España con sueldo y con prohibición de tener indios, naborías u otros aprovechamientos. Protegió y defendió a Francisco Pizarro. Pese a la prohibición real que traía, se quedó con unos indios del gobernador Ríos. Enterado el rey de esto, le ordenó que los dejase para que “con más imparcialidad entendiera en la conservación y libertad de los naturales”. A partir de entonces se prohíbe volver a emplear indios que ya habían servido a españoles. De Panamá pasó al Perú donde intentó negociar un acuerdo pacífico con Almagro, pero no lo consiguió. Efectivamente, tal y como dice Medina, estuvo de acuerdo con la muerte de Almagro; de hecho, le escribió a Carlos I: “E agora que es muerto [Almagro] quiero decir á V. M. una verdad, la cual no padece contradicción, según lo que acá pasaba é vi, y es que para el bien común é quietud general, era conveniente, según el fuego andaba encendido, que muriese Almagro o los Pizarros”; cfr. Mendiburu (1880).
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de bubas362, y avía sido cavsa descubrir estos reinos. Y siendo vn governador por Su Magestad, con sus reales provisiones, están bibos traidores que le aconsejaron al dicho don Francisco Pizarro que la cortase la cabeza don Diego de Almagro, con aber muerto en la batalla de las Salinas dozientos y çinqüenta onbres después de ren{32r.}didos. Y salir vn Hernando Pizarro por el Collao y robar los pobres naturales, y quemar ochenta y tantos caçiques, y tomales quanta comida tenían, y traella a la zbdad del Cuzco, y mandar a pregonar que nadie venda maís y chuño, si él no allega a las Charcas, y tomar las minas de Porco363 y Yugar364 y dar licencia a los soldados en las que las juzgasen, y conprallas él por dineros; repartir en tierra y tomar la mitad para él propio y para sus hermanos. Bibo está oy quien firmó en la muerte de don Diego de Almagro por que le diesen indios, que fue el licenciado de la Gama365. Coxose (/) DCC mil pesos, Fernando Pizarro y fuese a enbarcar sin vergüença ninguna a la Zbdad de los Reyes, e presentose ante Su Magestad, y paresçiose a Su Magestad, como es buen cristiano y temeroso de Dios de guardarles su justicia. Déxolo en [E]spaña y buélbome al Perú (/). En el reino del Perú quedavan dos mill honbres: los mill de Chile, caballeros y de sangre que avían perdido con don Diego de Almagro todo lo que tenían. Esperaron quatro años, el hijo y los demás, para ver si
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venía justicia de Su Magestad, comiendo de por amor de Dios. Y el hijo de don Diego de Almagro se quiso embarcar a pedir justicia a Su Magestad, y vn fraile de la Merced los descubrió, que se dize fray Miguel, provinçial de la orden de la Merced. Quítanles el navío, las velas y el temón y prenden al dicho don Diego de Almagro. Pónenle guardas que lo belavan de noche y de día, al pobre muchacho, hasta que ya no pudo asperar más viendo los grandes favores que del Consejo de Indias le venía a don Francisco Piçarro. Salen como onbres desesperados (/), domingo después de misas, y mátanlo a puñaladas, dentro, en sus casa (/), de lo qual estará vuestra señoría informado dello, (/) que a sido todo esto por sentencia de Dios y no por justicia que en la tierra [ha] aujdo. Entró Vaca de Castro366 con poderes del Consejo Real de las Indias y de Su Magestad, y júntase con quinientos onbres pobladores y vecinos del Perú, que avían sido cavsa de todas las malaventuras pasadas {32v.} y muerte de vn governador como don Diego de Almagro. Que todos por su muerte tuvieron indios, y por contentar a Hernando Piçarro, le desatacaron367 la bragueta368 cabe la picota369, y le dezían que hera retajado370; pues todo esto de pagarse tenía por la justicia real. Y con estas cosas y otras [ha] avido tantas maldades en la tierra.
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El leonés Cristóbal Vaca de Castro fue enviado al Perú por Carlos I con la encomienda de investigar las causas de la guerra civil y todo lo tocante a la muerte de Diego de Almagro. Asimismo, debía revisar la justa distribución de encomiendas y las quejas recibidas del comportamiento de los Pizarro. Fue enviado al Perú como miembro del Consejo de Castilla y fue facultado para ocupar el lugar de Francisco Pizarro, si a este le ocurría algo. La muerte de Pizarro, acaecida mientras Vaca de Castro se hallaba de camino, propició que llegará al Perú como gobernador. Allí se enfrentó a las revueltas ocasionadas por los enfrentamientos entre pizarristas y almagristas e intentó poner orden en la zona. Acabado su cometido, esperó al virrey Blasco Núñez Vela para cederle el mando, pero el virrey por miedo a que Vaca de Castro conspirara contra él, lo confinó en un barco. Cuando estalló la revuelta de Gonzalo Pizarro, Vaca de Castro aprovechó para escapar y volver a España; cfr. Mendiburu (1890).
366
‘Soltar las agujetas o cordones con que está cerrada y ajustada alguna cosa’ (DA, s.v.).
367
‘La cobertura en la horcajadura de las calzas’ (TLCE, s.v.).
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‘La horca hecha de piedra, de pica’ (TLCE, s.v.).
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‘El que se ha circuncidado y quitado el capullo o prepucio. Era ceremonia de los judíos y hoy también lo hacen los moros’ (TLCE, s.v.).
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Término de origen quechua /willka-s/ ‘sacro’. En el texto, sin embargo, alude al topónimo Vilcas castellanizado (resilabificado) como Vilicas. No obstante, la palabra originaria era de procedencia aimara y significaba ‘sol’. Hoy es distrito de la provincia de Huancavelica (véase apéndice I).
371
Con el valor medieval que tenía esta forma ‘hubiera hecho’.
372
Las formas en -ra de apódosis y prótasis tienen un valor de pluscuamperfecto de subjuntivo, tal como fue frecuente en la Edad Media.
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Locución adverbial que todavía hoy se recoge en el Diccionario académico (DRAE, s.v. cuarto) con el significado que vemos aquí: ‘descuartizar’.
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Y juntados con el dicho Vaca de Castro, el vno por governar y tornarse señor y destruir el reino y matar los naturales en las minas, y los otros, por entrar en sus casas y matar los indios que no los avían ganado y más batallas canpales, se juntaron y dieron la batalla a don Diego de Almagro, su hijo, el qual dicho don Diego de Almagro, se ati(…)se con su rey y con su mandato. Escrivió vna carta a Vaca de Castro, en Bilicas371, en que dezía que se apartase Vaca de Castro de los que avían muerto a su padre y le avían tomado su tierra y governaçión, que Su Magestad le avía hecho merced de ella. El dicho Vaca de Castro respondió que no quería, que él era gobernador por Su Magestad y que tenía mill onbres juntos y que, si no querían meterse debaxo de su bandera, que le darían batalla. El pobre muchacho bien lo hiziera372, si no fuera por los mismos suyos porque si lo hiziera, lo mataran373. Y el dicho don Diego de Almagro avía enviado al licenciado de La Gama por mensajero al dicho Vaca de Castro, para que tuviese por bien que no vbiese muertes de onbres, y que la esperaba despachos de Su Magestad, y que con lo que proveyese, que él haría todo lo que él mandase (/). Y el Vaca de Castro no quiso por el ahínco grande que le tenían los vecinos y porque le tenían aprometido de dalle a ganar D mil pesos. Y, dada la batalla de Chupas, los vel[l]acos de Guamanga, pobladores, hiziéronse leales a donde eran traidores, echando la culpa a los pobres de Chile, diziendo que eran traidores, y el que quería matar onbre, lo mataba, y el Vaca de Castro, por agradallos, hazía todo lo que le mandavan (/). Y el traidor del licençiado de La Gama, por mandar y vengarse dellos, aviendo comido de la caxa de Su Magestad, que le dio don Diego de Almagro X mil pesos {33r.} y le prometió de hazer todo aquello que le rogaba, que fuese seruicio de Su Magestad; y el mismo licenciado de La Gama lo sen(…) tençiava a hazer quartos374. Y el pobre muchacho de don Diego de Almagro da la buelta y viénese al Cusco, y los mismos sus amigos allí le prendieron y hecháronlos preso en vn cabo. Y Garçilaso, R leal de tres oras arrepentido, entra por Vaca de Castro y toma el dicho don Diego en sí y pónele cadenas y grillos. Entra el dicho Baca de Castro a cabo de quinze días en la zbdad del Cusco con toda la solenidad que él pudo, y toma todos indios vacos en su cabeza, y comiensa a poner
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tienda de mercadería: vendía el paco375 y la oveja y la coca376 y el maís; y después de asentado su casa, procede contra don Diego, y a sus mesmos enemigos hazía juezes de la cabsa. Probó el pobre muchacho de don Diego, que hera de dies e nueve años y que no era en su mano hazer lo que hizo, porque si no lo consintiera, los suyos le mataran. Y el dicho licenciado de La Gama y el licenciado León377 y el licenciado Guerrero y el licenciado Niño378 dieron su paresser que muriese, porque si el dicho don Diego de Almagro iva a España, quellos eran los traidores que no él, y les descubriría sus vellaquerías dellos. Y el dicho Vaca de Castro no lo quiso sentenciar a muerte porque le paresçió quera contra toda justicia. Remítelo al licenciado de Gama y da sentencia contra toda razón que lo saquen a degollar en la plaça al dicho don Diego, y el dicho don Diego apeló para ante Su Magestad, y no se la quisieron otorgar por lo que dicho tengo. Y, sacado con pregón, el pobre muchacho, como inoçente, y que le matavan por tomalle los indios y las haciendas (/). Cortáronle la cabeça en la plaça de la zbdad del Cuzco, y hartose el licenciado de La Gama y todos los demás traidores pobladores de la sangre del pobre de don Diego de Almagro, de su padre. Esto no lo digo a vuestra señoría porque la justicia de Dios se a secutado en esta
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Término quechua /paqu/ ‘alpaca’ (véase apéndice I).
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Vocablo de origen quechua /quqa/ ‘árbol de la coca’, y por metonimia ‘hojas de coca’ (véase apéndice I).
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Ambos aparecen citados con frecuencia en los documentos recogidos por La Gasca y referidos a su relación con Gonzalo Pizarro. Así, por ejemplo, aparece la firma de León, junto a 63 más, en carta dirigida a La Gasca en 1546, solicitándole su vuelta a España; cfr. Pérez de Tudela (1964: I, 370).
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El licenciado Rodrigo Niño era hijo del regidor de Toledo. Llegó a Perú en 1544 en una partida designada por el virrey Blasco Núñez Vela para perseguir al gobernador de Huánuco, Pedro Puelles, que se había pasado al bando de Gonzalo Pizarro. Sin embargo, no cumplió su cometido y toda la partida se pasó también al bando de Pizarro, excepto Niño, que volvió a pie a Lima. El virrey honró la aparente lealtad de Niño, pero, según parece, este volvió con el cometido de enviar a Gonzalo Pizarro más seguidores, pues así lo hizo en colaboración con los oidores Cepeda y Álvarez. También estuvo de parte de la Audiencia para expulsar al virrey, y colaboró activamente en ello. Ya en el bando de Gonzalo Pizarro siguió con sus intrigas e intentó, a través del engaño, acabar con Maldonado. Cuando fue descubierto se le castigó con el destierro, pero no se cumplió dicho castigo y, más tarde, se unió a La Gasca. Cuando ya había vencido este a Gonzalo Pizarro, fue llamado por su padre para que tomara posesión en España de un mayorazgo y volvió con 83 reos, de los que solo llegó vivo uno, al que mató a su llegada. Fue juzgado y condenado a no volver a América, pero tras varias vicisitudes lo volvemos a encontrar en Perú, en 1554, haciendo la campaña contra Hernández Girón. Más tarde fue alcalde de Lima, durante los años 1555, 1558 y 1564. En su poder tenía nada menos que la encomienda del pueblo del Cercado; cfr. Mendiburu (1885).
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‘Una especie de lepra que nace en la cabeza, que va royendo la piel del casco y corrompiéndola’ (TLCE, s.v. tiña).
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Pedro Padilla, en su Romancero de 1583, emplea también este término que designa, a lo que parece, un tipo de tela muy valioso. No se encuentra en ninguno de los diccionarios consultados.
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‘Instrumento de boca a modo de trompeta derecha sin vuelta’ (TLCE, s.v.).
381
‘Instrumento de metal que se alarga y encoge en sí mismo’ (TLCE, s.v.).
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En el margen inferior, se lee con letra del siglo xviii: “Nota –sigue al folio 35”.
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tierra, mas que no la del rey, porque no la [ha] avido n[i] se ha hecho, y a venido por los {33v.} que poco pueden tienen (/). El dicho Baca de Castro, entrando en la zbdad del Cusco (/) como atrás digo, comiensa a poner su casa de mercadería y desollar los naturales por sacárselo, y hecha minas de Car[a]vaya a los repartimientos. Y los vecinos, como vieron que las (…) cabeças destruía el reino, hecharon ellos de CXX leguas los repartimientos y hazíanlos ir cargados con sus hijos y casas a cuestas, dando gemidos por esos caminos; y el bellaco del minero les tomava la comida, y el pobre indio no tenía con qué bolber a sus negros pueblos y casa y mujer e hijos; quedábase en una triste quebrada, muriendo de hambre, que los habían de en XXX en XXX muertos de hanbre, y los otros, con tiñezes379 en las manos, pidiendo para santa María. Muriéronse XV mill ánimas en las minas y, en acabando el bezino de sacar los XV mil pesos, jugábalos y gastábalos en terciopelos y tramasirgos380. Sin estas cosas, muchos robos y cohechos y sacalle más de CCC mil pesos en las minas, y no pagar el quinto de mas de XL mil a Su Magestad. Y, esto se a hecho en esta tierra, y vender los naturales en pública almoneda y, antes que los vendiesen los tenían ya desollados y sacados lo que tenían. El pobre natural daba gemidos y llamaba a Dios del çielo que le favoresçiese. Este letrado de Baca de Castro atrevíase al Consejo de las Indias que lo tenía de su mano como caxa serrada, porque se supo claro y notorio quel día que se proveyó virrey en [E]spaña puso luto y quitó las guardas y cheremías381 y tronpetas y sacabuches382 con que se sirvía y, por mandar, metía el ánima en los infiernos. Y traía cinco mill ducados de partido de su magestad, y robó seisçientos mill. Y todo lo llevó el diablo. Y Su Magestad, como cristianísimo, para más serteficase en la justicia, haze enviar otra ves a hazer provanças, toman juramento a los naturales en sus ánimas y conçençias, y sespantaron cómo ya no está quemado. Desta manera se atreven los letrados383 {35r.} a hazer estas cosas y otras en estos reinos; como ven que no se castigan en España, porque no lo alcança Su Magestad… Pues vuestra señoría lo alcança, avise del[l]o a Su Magestad pene para que no pene su ánima en la otra vida.
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Mas es tanta la paedad de vuestra señoría, que no quiere hazer mal a ningund letrado, pues que a Çepeda384 lo guarda vuestra señoría para fiambre385 y lo engorda para llevar a España y metello en la abdiençia. En fuerte ora naçieron los pobres, que no alcançaron desta que le reluze. Luego, el señor virrey entró en la tierra con poderes de Su Magestad y, mirando las cosas sucedidas questaban antél presentes, y a ojos claros, no podían desemulallos386 ninguna manera porque la tierra lo tragara. Y lo otro, los grandes conbates de la justicia que quiere que se castigue el malo y se gratifique el bueno, porque tenga lugar la paz de guardar en las zibdades y reinos poblados, los vecinos, y con mala intençión. Y con pensar que era reto juez y que no torçía justicia por ninguna dádiva ni dinero, entra en la tierra, y rezíbenlo, y diéronle paz, y al pobre de Gonzalo Piçarro llámanle, que no osaron estos vellacos hechalle mano conosçiendo (…) en Piçarro la enfermedad que tenía por mandar como Luçifer. Bino luego a llamamiento de los cabildos y vecinos y hazen la junta pasada y comunidad. El rey, de nuestro señor, de hecho, bien lo puede perdonar, mas la justicia da gritos y se pone luto porque no se venga vna tan grande injuria como se a hecho a Su Magestad, en alçarse contra él y no obedeser sus reales provisiones. Y luego, a la ora, la reziben en Cabildo y le salen a reszibir y, sabido por ellos como
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El vallisoletano Diego Vázquez de Cepeda fue enviado a Lima por Carlos I como uno de los oidores de la Audiencia de la capital del virreinato. Aunque su cometido era obedecer al virrey Blasco Núñez se posicionó junto a Tejada para dar apoyo a Gonzalo Pizarro. De este modo, favoreció su nombramiento como gobernador. No obstante, en la batalla de Jaquijahuana, pasó al bando de La Gasca. Alonso de Medina dirá más adelante respecto de la injusticia que comete La Gasca al aceptar a este traidor: “si el juez fuera bueno como había de ser, no hiciera tanto mal en los pobres… ¿No ves a un Cepeda, gordo y vivo y leal por ser su mujer parienta del presidente?”. Y, efectivamente, Diego La Gasca, hermano de Pedro La Gasca, estaba casado con una prima de Cepeda. Pese a este desenlace, aparentemente feliz, más tarde fue enviado a España y allí fue encarcelado. Murió envenenado, parece ser que por su propia voluntad y a través de su prima, dadas las terribles condiciones en que estaba; cfr. Rosenblat (2002). Medina hace referencia aquí a los planes que, según parece, había hecho públicos La Gasca, de enviarlo a España para ser castigado.
384
‘La carne que después de asada o cocida se come fría, manjar que el estómago le abraza muy mal’ (TLCE, s.v.).
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Esta forma la podemos encontrar en textos de los Siglos de Oro; cfr. Corpus diacrónico del español, [29/01/19].
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Posiblemente se refiere al andaluz Nicolás de Ribera y Laredo, que recibió el apelativo ‘El Viejo’ por su larga permanencia en América. Fue uno de los Trece de la Fama y primer alcalde ordinario del Cabildo de Lima.
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‘Poner pared de tierra’ (TLCE, s.v. tapiar). El diccionario académico recoge junto a la explicación que da Covarrubias el significado metafórico de estorbar, impedir ofuscando (DRAE, s.v. tapiar).
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Caldero. Sebastián de Horozco ([h. 1600] 2005: 327) recoge y explica el siguiente refrán: ‘La soga tras el caldero’. “Si alguno por entender/ en alguna granjería/ comienza parte a perder/ y a saviendas proceder/ en la perdida porfia/ y no queriendo atajar/ aqueste desaguadero/ sino siempre porfiar/ dirase por este echar/ la soga tras el caldero”.
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Gonzalo Piçarro estaba en el Cuzco, conçiertan de prendelle y hechalle mano. Hazen la junta en la chácara de Ribera387, el viejo, no mirando estos traidores que era la presona real de Su Magestad, {35v.} y le avían reszibido como al mismo rey, sino miravan sus intereses y que avían quemado al cazique y avían tapiado388 al pobre prenzipal. Tenían los indios de batallas canpales y queríanlos sostener a pesar de Su Magestad y de su gran justicia. Avían muerto gobernador (/) y dado quinientas batallas y, porque todo se sabía y venía a secutallo la justicia, no lo quisieron obedeser y lo predieron; y antes que lo prendiesen hechaban sus juizios y dezían: “Si saldremos con ello o no”. Enviavan sus cartas Gonzalo Piçarro; dezíanle que abaxe con dozientos onbres a Xauxa, que ellos le prenderían con su favor y se lo darían atado, por sostener a los malabenturados de los naturales, por comeles las [ca]nnes y chupalles la sangre. Dexó al dicho Gonzalo Piçarro questava en el Cuzco (/); demandava justiçia mayor y capitán general al dicho Cabildo (/). Vnos dezían: “No se lo demos que somos traidores; basta que sean capitán general”. Los otros dezían: “A donde va la soga vaya el candero389, y salgamos con ello (/), y por que sepa el rey con quién se toma, que mos quiere castigar ahora lo que avemos hecho”. Y ellos, en esto, fírmanle capitán general y hazen su junta de comunidad y hazen fermar a todos los mercaderes y estantes y
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abitantes, y en esto entra los diego Çenteno y Lope Martín390, que avían ido por espías de Gonzalo Piçarro dendel Collao, y danle firmas del cabildo y Lima que fuese a más andar, no porque el dicho Diego Çenteno no tenía buen coraçón, a las cosas de Su Magestad, a lo que paresçía a las gentes, mas a la postre y al fin, también ayudó su parte. Y luego incontinente vino Gaspar Rodríguez391 con diez e nueve arcabuzes, y el apellido e inttençión deste no era sino por Vaca de Castro, por392{34r.} que le quería casar con vna hija y, como se vido, el Baca de Castro, apretado de la residençia, envía a Gaspar Rodríguez a gran priesa dende Guamanga, que muniese393 la tierra para suplicar de lo quel virrey traía. Y, llegado al Cuzco, halló a Gonzalo Piçarro en la demanda a la qual venía, y elose y pasmose de lo comensado, (/) no siendo Gonzalo Piçarro, gouernador, sino que Vaca de Castro, como gobernador, que suplicase a lo que el señor virrey traía. Y luego entró el traidor del lisençiado Caravajal394, perdonado de a quinze días de serviçio, y este venía [a] aser cara395 con Gonsalo Pisarro, por que no le quitasen los indios a el dicho lisençiado Caravajal y a su ermano, el fator, que está en la otra vida, dada qüenta de lo muncho que a rebuelto en esta tierra, y de lo muncho que a sido parte de la destruisión396 destos reinos. Él firmó en la muerte de don Diego d[e] Almagro, el viejo, por que le diesen indios
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Se trata del portugués Lope Martín Pereira. Estuvo siempre en el bando real y sirvió fielmente en este conflicto a La Gasca, quien se lo llevó a su vuelta a España. Tras prestarle servicios en su viaje de vuelta y en Flandes, volvió al Perú donde encontró la muerte en otra revuelta, la de Hernández Girón; cfr. Mendiburu (1885).
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El leonés Gaspar Rodríguez de Campo-Redondo participó con Pizarro en la batalla de las Salinas. Como indica aquí Medina, apoyó a Vaca de Castro, pero, más tarde, tomó partido por Gonzalo Pizarro. Según parece no era fiel a Gonzalo, pues Carvajal lo mandó ajusticiar en 1544 por conspirar contra la vida de Gonzalo Pizarro. Fue hermano de Pedro Anzurez Henríquez de Campo-Redondo; cfr. Mendiburu (1887). En la relación de La Gasca al Consejo de Indias de 1547 indica cómo Lope tenía tratos con indígenas, a los que llevaba en sus filas por el respeto que le tenían: “Traía Lope Martín a un indio que se llama Cayatopa, nieto de Guainacaba, e a otro tío suyo con número de indios orejones e cañares que Bostinza traía para mejor poder fazer su negocio, porque a estos tienen los caciques e indios gran respeto”; cfr. Tudela (1964: II, 357).
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En nota a pie de página se lee con letra del siglo xviii: “Vuelve al folio 34”. Es obvio que la numeración se realizó con posterioridad. A partir de este folio, 34r, toma la pluma Alonso de Medina.
392
‘Llamar, convocar a las juntas o a otra cosa’ (DA s.v. muñir).
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Peculiar personaje fue el salmantino Francisco López Gascón, llamado Francisco de Carvajal, y conocido en el virreinato como “el Demonio de los Andes”. Antes de llegar al Perú había sido capitán en las campañas de Italia, en las que era famoso tanto por su ferocidad como por su agudeza de ingenio. Acompañó a los Pizarro en sus rebeliones hasta el final. La Gasca lo condenó a muerte, como a Gonzalo Pizarro. Murió ahorcado, por no ser hidalgo; cfr. Mendiburu (1876).
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‘Hacer contradicción y oponerse y es lo mismo que hacer rostro’ (TLCE, s.v. cara).
395
La vocalización del grupo consonántico culto en este semicultismo ‘destrucción’ esta abundantemente documentada a lo lardo de la Edad Media y Siglos de Oro; cfr. Corpus diacrónico del español, [12/01/2019].
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Variante de trasquilar frecuente en la Edad Media y Siglos de Oro. No obstante, con su significado figurado, que es el empleado aquí, no la encuentro en dichas épocas.
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Él le cohechó diez mill pesos, al dicho don Diego d[e] Almagro, por los hermanos que tenía en el Consejo de las Indias. Él fue cavsa del mal susedido, que si él dixera a su ermano, el lisençiado Caravajal: “Ermano, vente adonde está el rey, nuestro señor”, ni él muriera ni vuiera acontesido tanto mal; sino, como vido que quitavan a los ofiçiales de Su Majestad los indios, y él hera fator, y su ermano avía sido teniente por don Françisco Pisarro y avía dado mandamiento para tomar la balsa que iva a Su Majestad, y (…) el fator, robado de los pueblos de Su Majestad más de çinquenta mill pesos; que los tuvo dies años, metiendo sobrinos, y salían ricos. Y con esto enbió vna carta al fator, a su ermano: “íhos, vos, al Cusco, y si Gonsalo Pisarro se alsare, vos allá, yo acá, haremos lo que solemos”. ¡O, presidente, Dios nuestro señor, por su infinita bondad le dé a vuestra señoría mal siglo all ánima, y en esta vida mal acabamiento al cuerpo! ¡Así a sido notorio todo el mal que estos an hecho, y les da indios y mandas de justiçia, y a los sobrinos, indios, con ser traidores públicos! Y tanbién vn Pacheco Sobrino se quedará con todo lo de Su Majestad, que lo a robado de las asiendas y cajas de Su Majestad y ase agora provansa de cómo se lo tomó {34v.} Caravajal, y él se quedará con ello asta siento y vn año. Yo iré a España y daré gritos a Su Majestad de lo que vuestra señoría a hecho en la tierra, que por más crédito que tenga vuestra señoría con Su Majestad, que no se querrá ir a los infiernos, que vuestra señoría tresquila397 por lo que le an de dar en España, que cada vno labra por su interés. Yo llamaré ladrones y robadores quantos vuiere en España, que vengan a esta tierra, que por vna hora de arrepentimiento les da el señor presidente a sien mill pesos de renta, y los hase justiçia y les da toda la tierra. ¡Destruiçión de Dios nuestro señor venga sobre vuestra señoría! ¡Que me da a mí anaconas y no las quieren dar (/.)! Y luego entra el lisençiado de La Gama, vn traidor aleve contra el rey don Carlos, nuestro señor, y contra su real corona, y contra su real justiçia, disiendo a grandes boses que se mos entra a Su Majestad a tomarnos qüenta del muncho mal que avemos hecho, atreviéndome a mis letras. Este traidor firmó en la muerte de don Diego de Almagro, el viejo, que Dios aya, y diéronle indios.
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Este fue teniente en la çibdad del Cusco por don Francisco Pisarro. Este a robado a naturales y, quemándolos, por oro y plata. Este dava lisençia que los vesinos quemasen sus caçiques, por que les diesen tributos. Este y Gonsalo Pisarro quemaron dos señores, los mayores de toda la tierra; que el vno se llamava Villahome y el otro Tanbo, y fue fama que les sacaron çinqüenta mill castellanos de su parte y aprometieron vn millón para Su Majestad, y no quixeron dalles la vida, por que no descubriesen sus ladronerías398. Este cohechó a don Diego d[e] Almagro, el moso, dies mill pesos y que él iría a Vaca de Castro y trataría pazes, y jurolo en el santísimo sacramento, y fue después carnisero. Este prestó veinte mill pesos a Vaca de Castro, por que le diese la vara de teniente, y ahorcava y asía quartos por su mandado quantos avía sin oíllos de justiçia. Este hechó cartas a Vaca de Castro para que matasen a don Diego d[e] Almagro, el moso, por que no fuese a España, y Su Majestad sabría lo malo destos traidores, y castigallo hía. Y, por eso, lo mató y lo sacó del mundo y lo metió debaxo de la tierra.
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No se registra este sustantivo en ningún diccionario de la época, pero sí ladronía en el Diccionario medieval español (DME, s.v.). No obstante, este debió de ser y es vocablo empleado en el habla popular. Se atestigua su uso en la Corónica de Huamán Poma: “Como uen esta ladronería, tanbién los rreligiosos andan a la rronda toda la noche en áuito de indios, cin dejar casa de los indios” (Navarro Gala 2000: 504). En el siglo xx se rastrea su uso en Perú y en España; cfr. Corpus diacrónico del español, [24/02/2019].
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IV. Apéndice I Indigenismos quechuas y aimaras Por Rodolfo Cerrón-Palomino *Anaconas, fol. 2r La base de la palabra es yanacona, reinterpretación de *yana yaku-kuna, que pasa a significar ‘ayudante’. * Apurima, fol. 23r El nombre del río, que se reconstruye como *Apu rimac ‘el oráculo mayor’, en quechua, no aludía a este originariamente, sino al santuario que quedaba en sus orillas y que fuera destruido por los españoles. *Arequipa, fol. 49r Postulamos ahora el compuesto puquina *Ati-kipa, con el significado de ‘lugar cercado para la caza de vicuñas’. *Bilicas /willka-s/ ‘sacro’. En el texto alude al topónimo Vilcas, castellanizado (resilabificado) cono Vilicas, a partir de la escritura de la palabra con uve, que luego podía leerse como /b/ (ya sea b o v; es decir, como en vicuña /wikuña/). La palabra originaria era de procedencia aimara, y significaba ‘Sol’, fol. 32v. *Calavaya, fol. 46r El étimo es el híbrido aimara-puquina *Qara-waya ‘pendiente pelada’, con cambio propio del antiguo aimara cuzqueño. *Camarico, fol. 27r La voz se etimologiza como *kama-ri-ku-q ‘persona encargada de disponer y aparejar cosas’ (por ejemplo, en las posadas o mesones’). Es voz del quechua colonial. También era la cuota (en víveres) que debían dar los indios como parte de los servicios del cura de la parroquia. *Coca /quqa/ ‘árbol dela coca’ y por metonimia ‘hojas de coca’, fol. 33r. *Collaguas, fol. 4r Nombre del grupo étnico, procedente de la región del Collao (ver *Qulla-waya).
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quechuas y aimaras
*Collao, fol. 1r Originariamente *Qulla-waya, es un topónimo compuesto de origen posiblemente puquina, que alude a una región, y que se sincopa siguiendo las reglas del aimara y del quechua. *Curaca /kuraq(a)/ ‘hermano mayor; cacique’. Se trata de la forma aimarizada de /kura-q/ ‘el que es mayor’ (la aimarización está dada por la /a/ paragógica, regla aimara obligatoria para asimilar términos extraños que acaben en consonante; por ejemplo /lunis(a) ‘lunes’. *Cusco, fol. 37v Originariamente postulábamos un origen aimara para el nombre. Nos rectificamos ahora, ya que proponemos que la forma antigua del topónimo debió haber sido *Qutqu, voz puquina que hacía referencia a una especie de falcónida, considerada ave sagrada de los incas. La pronunciación de qusqu es producto de su aimarización. *Charcas (los) (grupo étnico) fol. 39v y (las) Charcas (espacio geográfico) fol. 1r Podría postularse *ch’allka, voz puquina, que alternaría con ch’arka, y que significaría ‘tierra semi-labrada’. *Choclo /chuqllu/ ‘maíz tierno’ (el maduro es /sara/). *Chuquiabo, fol. 46v El compuesto remonta al aimara *Chuqi yapu ‘heredad de oro’. *Chuquisaca, fol. 2r La etimología remonta a *Chuqi sakha, voz híbrida aimara-puquina que significa ‘barranco de oro’. *Guaina Cava, fol. 1v El nombre se etimologiza como *Wayna Qhapaq ‘el poderoso joven’, voz híbrida quechua-puquina. *Guamanga, fol. 49v Postulamos el étimo quechua *Wama-nqa ‘(Lugar) de sorpresas (o de cosas raras)’. *Guarina, fol. 50r El étimo es *Wari-na ‘(Lugar) de vicuñas’, con genitivo aimara-puquina. *Paco /paqu/ ‘alpaca’, fol. 36r, passim *Papa /papa/ patata, fol. 17v y passim *Perú, fol. 1v La etimología del nombre es desconocida, y seguramente no es de origen peruano, a menos que se quiera caer en interpretaciones absurdas. De hecho, el étimo de *pirwa ‘troje’, en quechua, es fantasiosa. *Porco, fol. 32r Si bien es posible postular *purqu como su forma originaria, resulta enigmático el significado. Es posible que se trate de una voz de origen puquina, pues no es aimara ni quechua.
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*Potosí, fol. 23r La etimología de este nombre remonta a *Putu-chi-q ‘el que hace evaporar’, con referencia a los metales, con metátesis aimara, que deviene primeramente en Putuqchi y luego se castellaniza en la forma registrada. *Quito, fol. 45r Se postula *Kitu ‘variedad de paloma torcaza’, pero este puede ser etimología popular. *Sayapay /saya-pa-y/ ‘estar de mayordomo (literalmente ‘permanecer parado delante de alguien o de algo’). Pasa a significar también, por extensión, ‘intérprete’. *Tanbos, fol. 1r Se postula una forma originaria *tampu ‘mesón, hospedaje’, pero la voz es de origen incierto. No debe descartarse una etimología puquina. La pronunciación tambo es propia del quechua general difundido por los incas. *Totora /tutura/ (variedad de junco), fol. 15v * Xaquixaguana, fol. 43r, Jaquijaguana, fol. 2v La etimología que postulamos es *Shaqsha-wana, tautología semántica en la que la voz quechua shaqsha ‘primoroso’ viene a significar lo que wana en puquina, en referencia a la fortaleza. *Mira, Cusco, que tienes a Lope Martín, que no me dejó de papa para arriba y chuño para abajo, fol. 1r Posiblemente indica la paradoja de tener papas en la parte alta y chuño en la parte baja, cuando este último se fabrica en las partes altas.
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V. Apéndice II Grafías para los fonemas /r/ y /rˉ/ Hemos indicado en los criterios de edición que los elementos ortográficos eliminados, esto es, las grafías empleadas por Medina para representar las vibrantes simples y múltiples, dadas la transcendencia que pueden tener para analizar fonética y ortografía, se incluyen en este apartado.
1. Grafía r en forma de lira La encontramos en los siguientes contextos: 1.1. En posición inicial. En nuestra edición ha sido sustituida por r minúscula, salvo si ante ella había un punto y seguido o punto y aparte: Ramos 41v; Rasón 15v; Rayses 15v; Razón 15v; 29r y v; 30v; Real 6r, 9v, 15v, 16r, 18r (2), 26r, 28r (5), 29v, 30r (2), 34v (2), 38v, 39v, 44v, 49v, 4r, 2v, 44r (3); Reales 6v, 17v, 25r; Rebu[e]lto 50r; Rebuelto 34r; Recavdo 5r, 9r, 10r; Redunda 18r; Regañando 24r; Rejente 20r, 39r; Rejyda 23v; 36r, 36v, 43v; Rejydo 46r y v; Rejydor 1r (2), 18r, 45v; Remédyame 44r; Remedyar 6v, 17v, 20v, 26r (2), 28r; Remedye 18v, 20v; Remedyo 18v (2); Renpujones 43v; Renta 30v; Reñegos 15v; Repartydo 2r; Repartymyento 38r (2), 39r (2), 45r, 23v (2), 45v; Repartymyentos 18r, 50r; Repartyó 3r; Repartyr 23v, 49r; Repartysyón 3r; Repúblyca 25v; Requyero 10r, 50v; Resar 23r; Resgata 2v; Responder 38v (2); Resta 15v; Restytuyr 9r; Resyban 18r; Reta 36r y v, 43v (3); 50v; Retamoso 25r; 27r (2); Reto 23r; 23v (2); 43v; 43v; Retraje 5r; 41r (2); Retraýdo 5r, 6r, 9r, 9v (2), 10r y v, 26r (3), 28r (2), 41r; Reverençyas 36r; Reverendos 9r, 26v; Revés 1v, 10r; Rey 1v, 3v (2), 5v, 6v, 9r,10r, 15v, 17v, 20v (2), 25r (2), 26r (3), 27v, 29v, 30v, 34r, 36r, 41r, 46v, 49r; Reyna 24v, 36v; Reyno 2r, 5v, 29v (2), 30r, 38r, 39r, 43r y v, 44v; Reynos 10r, 16r; 20v, 29r, 30v (2), 34r, 37r, 50v; Reys 2r, 3r (2), 3r, 15v, 45v (2), 46r (6), 46v; Robado 34r; Robados 30r; Roban 39v; Robar 16r; Robó 10r; Robo 45r; Robos 29r, 20v; Rodyllas 24r; Roer 20v; Rogava 23v; Rojas 2r; Romo 10v; Ruegos 26r, 36r; Rycos 34r; Ryje 50v; Ryjen 36r, 43v; Rýo 3r (1), 23r; Rýos 17v; Ryquesas 1v.
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190 | G rafías
para los fonemas
/r/
y
/ˉr /
1.2. En posición implosiva y en grupo consonántico. En todos los casos han sido sustituidas por r minúscula: abRásome 36v; contRa 9r; cReo 29v; cRus 30r; enpRemydo 29v; favoreseR 49v; gaRsy 3v; gRand 15r; hosuRpada 36r; largaRto 24r; letRas 29v; moryR 30r; myraR 16r, 29v; onbRes 9r; poR 15r y v (2), 20r, 29v (2), 50v; poRné 38r; pResente 3v; soltaR 43v; syenpRe 23v; tRes 18v; veRgüensa 27v; yllustRe 6v. 1.3. En posición intervocálica para representar a la vibrante múltiple. En todos los casos ha sido sustituidas por rr: aheRojada 44r; aRastrado 10r; aRemete 23v; aRenpentydo 46r; aRepentymyento 4r; aRepyntyó 45v; caRetadas 2r; samaRaso 44r; vyRey 34r. 1.4. En posición intervocálica para representar a la vibrante simple. En todos los casos ha sido sustituidas por r: AclaRe 9r; aRequypa 3r (3) y 3v, 18r, 20r; ayRe 17v; daRé 25v; dejaRé 16r; espantaRe 15v; fueRe 16r; hespyRe 18v; meRese; 4v; myRa 39r; myRe 10r, 15r; quyeRes 2r; reguRydad 9r.
2. Grafías rr y r 2.1. Grafías rr para representar a la vibrante simple y ante n. En todos los casos han sido sustituidas por r: corrasón 3v, 20v; corrona 2v, 6r, 23v, 45v (2); corroneles 1r; desonrrada 43v (2); herra 5v; herran 6r, 9r, 50v; honrra 5v, 6r, 25v, 27v, 28r (2), 30v, 45r, 49v; honrrada 46v; honrradas 41r; honrrado 3r, 4r, 28r, 41 (2); honrrados 39v, 41r; horro 46r; quarrenta 49v; serrado 24r; tesorro 16r; Torro 39v, 45v, 46r; tyrrano 2v, 27v, 28r, 45r; tyrranos 2v, 5v, 44r (2); tyrranýa 3r; tyrro 23v. 2.2. Grafía r para representar a la vibrante múltiple. En todos los casos ha sido sustituida por rr: Aporeada 43v; arepentymyento 34v; Arovas 49v; aryba 1r, 10r, 18r; Baroso 49r; Buradas 1r; castygarrá 43v; coredores 18r; daryba 36r, 44r; gutyeres 3v; Peros 24r y v; Socores 43v; tyera 16r, 43v; Vyrey 1r (3), 17v, 36v, 37r, 46r; vysorey 27v, 46r.
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VI. Apéndice III [Archivo General de Indias, Audiencia de Lima, 118, Carta de petición de Luis de Lara, hidalgo. Lima, 3 de agosto de 1549] † {1r.} Muy hilustre señor: Avnque vuesa señorýa no me conosca nj tenga notjsia de my persona no dexaré de servyr a vuestra señorýa en avjsar de las cosas que en esta tierra pasan después quel ljsençyado de La Gasca entró en el Cuzco y enpesó a governan en qujeta paz. Y tengo creýdo que vuesa señorýa estará dudoso en las creer, porque pareserán muy nuevas y contraryas a la reputasjón en que debe destar en todos esos reynos su persona. Después que se hizu justi[ci]a de Gonçalo Piçarro y de algunos de los que fueron presos con él, al presidente se vyno al Cuzco, y todo el canpo con él, adonde estuvo algunos días, y de allj se saljó y, con él, el arsobjspo de Lima y vn secretaryo byen culpado en las cosas de Piçarro1. Y se vyno doze o treze lenguas a vn pueblo de indios, que es en el camyno que vyene a esta çiudad de Lima, [a] azer allj el repartjmiyento. Y allí estuvyeron solos aziendo el repartjmyento beynte y sjnco dýaz, por
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Se refiere, claro es, al antes mencionado en las cartas de Medina: Pedro López. De él, entre otras cosas dice Medina: “luego, acabado de repartyr y dallo a traydores y dexar traydores en la tyerra con yndyos, yo, callar, aunque výa que hablava Pero Lopes y que le ametýan lo que él desýa y por quy[e]n rogava” (Diálogo 2: fol. 23v). Poco antes, relata Justicia de la tierra cómo Pero Lopes, en compañía de La Gasca y del arzobispo de Lima, la persiguen para echarla al río.
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Fluctuación vocálica frecuente en la época, especialmente, como en este caso, cuando se trataba de los verbos de la tercera conjugación.
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Veían. Vían es forma medieval, frecuente todavía en el siglo xvi.
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Traidores.
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solo su pareser del presidente y arsobyspo y, en parte, por la relasjón que el secretaryo dava de los mérjtos de cada vno. En la çivudad del Cuzco quedó toda la gente aguardando el repartjmyento de la tjerra. Los que en las cosas pasadas avýan sjdo leales servydores de Su Magestad, confiando en sus servysios y lealtad y en las grandes muestras quel presjdente dava de los gratificar, tjnyendo2 creýdo que era venjdo tjenpo en que serýan remunerados. Y los que avýan sjdo traydores, syn nynguna esperança de pensar que les avýan de azer más merçedes que las que tenýan resebjdas del perdón de las vjdas y aziendas de que ya gozavan. Y todos creyendo que los pueblos que tenýan encomendados se los qujtarýan y darýan a los leales servydores de Su Magestad, tjniendo poca esperança de quedar en la tjerra; y muchos dellos aj vjan supljcado al presjdente les dexase vender la que tenýan y diese ljsençia para se yr a España. Y muy contentos con esto, myrando que ellos, sus grandes esesos se medjan, y confesasavan su merced aver husado con ellos de grandjsima clemençia y vmanjdad, en avelles perdonado las vydas (/). El más prjnsipal dellos qujziera por el menor de los leales y tener sus mérytos para gosar de alguna esperença de quedar con algo de lo que tenýan y destar sjn reselo (/). Sjn pretender más de nuevo (/), estando mydjéndose los deljnqüentes. Y ansj, medydos por sus obras, tan feas, y la sangre de los que se avýa echo justiçiaria fresca y por elar sobre la tjerra. Y ellos vyendo y considerando que aquellos que allj výan3 descabeçados con Piçarro eran justos conpara{1v}dos con muchos dellos. Todas estas cosas y otras muchas se mostravan frescas y patentes a favor del presidente para repartjr la tyerra y remunerar, según los mérjtos de cada vno, y dalla a los que avýan sjdo leales vassallos y servydores de la Corona Real. Y avýan pasado muchos peljgros y grandes calamydades por servyr a su Rey (/), y sacalla de poder de los tjranos que la avýan tenjdo tjranjzada (/). Y sin nynguna consjderasjón destas, ny de azer justjçia ny del favor della que en esta coyuntura tan subjdo estava, y sjn tener respeto a la mucha confiança que Su Magestad dél azía en avelle dado tan largos poderes (/), repartjó la tierra tradjos4 y contra su Rey y contra los próximos, y puso en grandjsjma admyrasjón (/) a los que djo la tjerra y a los que dexó sjn ella. Y los que myravan los vnos y los otros y a todos los perlados y reljxiosos de la
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tierra en gran confusjón, consjderando qué cosa tan osada y tan nueva y tan sjn nesesjdad echa. Era maldjçión que tenýa esta tjerra sobre sj, que nunca en ella cosa se asertase de las que conuenýa para el servjsjo de djos y del Rey y de la pasificasión della. Echo el repartymjento por el presjdente y arzobispo, encargose el arsobjspo de llevar el repartymjento al Cuzco para lo publjcar y, según paresjó, por ganar sus albrysjas, el presjdente (/) partjó luego en el punto para esta çibdad de Ljma, huyendo de la confusjón en que los dexava; y no venýa despasjo… Llegado el arsobjspo al Cuzco, publicó el repartjmyento en esta manera: al lisensjado Carvajal, el mexor repartjmyento de todos los del Cuzco, adonde era vezino; a un marjne(…), portugués5, ochenta myll castellanos de renta; a Martjn de Robles, setenta myl castellanos de renta; a Pedro de Ynojosa, questava por capitán en Panamá por Piçarro, trezientos myll castellanos de renta, según la fama muy averjguado. Y todo lo que djo y repartjó, que fue toda la tjerra sin dexar repartjmyento por remover y dar de su mano, lo djo desta manera, todo a personas de los mérjtos destos (/). Y a sjncuenta myl y a treynta myll y a veynte myll, a los quales cupo djes myll castellanos de renta, quedó muy mal contento. Finalmente, dyo tota la tjerra a los que más avýan deservjdo a Su Magestad, y más notablemente. Y los apoderó de toda ella en lo más rico y más fuerte, y a todos juntos, echos vna pella, sjn derramallos ny entremeter leales entrellos. En toda la tjerra se alla aver dado de comer a sjete y hocho de los servydores de Su Magestad, y los que les djo, no son salvados de los otros. Y djóselo de manera que cada vno tjene pleyto con lo que le djo porque le qujtó a otros que lo avýan servydo. Todos los más a qujen djo de comer es gente de baxa suerte y popular. Este repartjmyento quel arsobjspo llevó al Cuzco para publjcar no yva echa sédula firmada a cada vno, sjno en vn plj[e]go señalado a cada vno lo que avýa de aver, y avaxo de todo, la firma del presjdente. Después de publicado al repartjmyento, quedaron tan confusos aquellos a qujen se djo cosas… Los que quedavan sjn nada, en gran manera como gente que nunca tal avýan esparado, no sabjan qué se dezir nj cómo lo tomar porque todos ellos pensavan que debaxo de merçedes tan aresjda(…)6 {2r.} y tan desmeresjdas avýa algún gran secreto; y dezían que tanto byen no era bjen y tan sjn esperallo, y pasaron algunos diaz por algunos, y estos de los más
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Había escrito portuguéz, y corrige con posterioridad la z en s.
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Tal vez, arrecidas.
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En la época fue ejemplo de falsa santidad una monja cordobesa llamada Magdalena de la Cruz. Se decía que era una santa y fue elegida abadesa los años 1533, 1536 y 1539. Sin embargo, para 1542 había empezado a ser considerada una mujer endemoniada; cfr. Mackay y Wood (1991).
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Había escrito con anterioridad juntaronze.
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Posiblemente ‘sabidos’.
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cuerdos, que no avýan tomado gusto nj plazer con la mucha prosperjdá que tan vyolenta se les ofresja, asta que, perdjendo el myedo y reselo, saltó en escarnyr de los pobres leales que poco antes lo tenjan por suyo, y desesperados ya de nyngún byen dezían lástjmas, y que el presjdente no era onbre y que onbre vmano no pudjera azer cosas tan pésjmas y que berdaderamente era Madalena de la †. Y ansj no le saben llamar por otro nombre, sjno Madalena de la Cruz7 (/). Y, bjendo que los enemygos de Su Magestad y suyos se quedaban con la tjerra, juntáronse8 y anduvyeron en corrillos, y consertaron de matar a todos los quel presjdente avýa dado la tjerra, y al arsobjispo con ellos, por cuyo consejo paresía averse echo el repartjmyento. Y dezíanle en su cara muchos denuestos y sobornos que avýa tomado, llamándole don Corpas (/). Y desían que más querjan que se puziese en cabesa de Su Magestad, que no que la tuvyesen los que tanto le avýan deservydo. Según se dize, avýa en esta determynaçión myl onbres, y estuvyeron altercando a qujén arjan su capitán para efetuar su propósjto. Y echaron mano del capi(…) Francisco Ernandes, vn muy onrado onbre, y que a servjdo a Su Magestad mucho. Este dysimuló con los que le llevaron el mensaje y, por otro cabo avysó al liçençiado Sianca, questava por justiçia mayor allj, y ansj se derramó y no huvo efeto, como gente sjn cabesa. Por sjenpre a estado y está la tjerra muy vedrjosa, y la gente sjenpre muy alterada. A algunos de los de Piçarro que no les alcançó nada del repartjmyento oy dja procura remedjallos y les da lo que vaca y ay de nuevo cada dja, y dexa de dallo a los que dexó prjmero; y todo lo que aze, toda su manera de gobernar, va de la manera del repartjmyento: onrando y aprofechando y favoresjendo sobre toda manera a todos aquellos que sigujeron a Piçarro, y apoderándolos cada dja más de la tjerra. No ay nynguno destos a qujen djo repartjmyento que antes que sigujese a Piçarro no meresjese la muerte muchas vezes por averse allado en todas las disensjones y muertes de onbres y de governadores que [a] avydo en esta tjerra. Y an sjido asueltos y perdonados, no por contrjsjón nj sastisfasjón nj por penjtençia, nj menos por firme propósjto de no tornar a pecar, sjno por añadjr los mayores deljtos y esesos que de nyngunos tjranos, por bárbaros nj ynfieles que fuesen, se allan savjtos9 nj en memorya de gentes. Y con todos estos
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defetos se lles echas {2v.} las mayores y más cresjdas mercedes, a todos en generalmente, que xamás se an echo por nyngún prjnçipe del mundo, por mucho que le huvjesen servido (/); y dexando pidjendo por djos a los que las mereçýan. Y lo que más sjenten estos myserables es el corrymyento que les azen estos. Aquj se djo la tjerra sobre mesa y en las plaças y en el mesmo palasjo del presjdente, diziéndoles que coman de su lealtad y de sus servjçios en esta tjerra. No ay cosa de mayor escarnyo que comentar qual el servysjo de Su Magestad, porque dizen que a sydo grangerja aser lo contraryo, sj no, que lo vean por el pago que se a dado a los leales. Y sjerto, todas estas partes de yndjas an resebjdo grandescándalo con lo quel presjdente a echo en esta tjerra y a entjvyado mucho los coraçones leales y anjmado los desleales (/). Sj no es en las muertes de onbres que se azían en tjenpo de Piçarro, en todas las otras cosas de sus vergüenças y desacatos más ay oy dja que nunca. Esto no prosede de questo(…) sean parte para tornar a levantar la tjerra, sjno de ver el favor del presjdente para con ellos porque les loa lo echo. Y por otro cabo, ven el disfavor que muestra a los servjdores del Rey, que todas las vezes que qujziere él que vjnýen a governar esta tjerra les podrá cortar las cabesas hu echallos della sjn que allya10 escándalo, con tal que no venga desde su casa amenazando como Blasco Núñez Vela, que su lengua dyo cabo dél, que no tenýa prudençia para callar lo que convenýa para azer su ofiçio (/). Todo quanto en esta tjerra [a] avydo, a sjdo cosa de comunjdad y onra; se huvyera todo caýdo sjn que huvjeran venjdo perdones porque con el mesmo nonbre real tjranjzavan la tjerra. El presjdente lo que procura es que mal hy bjen como lo a enpasado [a] azer llevallo al cabo asta saljr de la tjerra y dezir que la dexa debaxo del yugo de Su Magestad. Y sjerta, ellos gosan de yugo bjen suave, pero sj Su Magestad no qujere ser más deservjdo en esta tjerra y que pare aquj, es menester el yugo de manera muy pesada, que les meta la barba debaxo de la tjerra porque de no averse castigado los prjmeros desasosjegos desta tjerra a venjdo a lo que a venjdo, y a estar todas las Yndjas en riesgo de se perder. Y como el presjdente lo a enmendado, por lo que arriba djgo se verá, y muy gran bjen serýa quel presjdente se fuese en breve, y vjnjese el que le a
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Lapsus calami que corrige el propio autor antes de seguir, pero que denota el yeísmo en su habla.
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de suceder, porquel cada dja añade yerro a yerro. Y de las cosas que cada dja toma al revez aze por no se le da (/) nj menos quel que vjnjere a governar alle tanta morrana. Y sj a vuestra señorýa no an hido muchas con quexas (…) das quanto de nyngún governador an hido, es la cavsa estar tan pobres y abatjdos los agravjados y, porque de cada dja se a esperado visorrey en esta tjerra, y ansj [a] avjdo acá myl nuevas: que vnas vezes se a dicho quel señor visorrey de la nu(…) Espa(…){3r.} venýa a governar esta tjerra, otras vezes se a dicho que el conde de Alcavdete, otras que vn ermano del duque de Náxara, otras quel marqués de Faljes (/)… Confiando que el que vjnjere, por perverso que sea, les ará más bjen quel presjdente. Algunos de los que sigujeron al visorrey, ynportunando al presjdente que los remedje de verse aquexado, a respondjdo que ellos eran los alborotadores y que sj no le sigujeran quel se saljera de la tjerra vjéndose solo. Estas palabras, prjmero, las dixo el arsobjspo y, después, el presjdente, porques mucha su conformydad oy dja con saber el presjdente todas sus cosas. Ocho ho nueve capitanjas quel presjdente a proveýdo, después questá en esta çibdad, para conqujstar tjerras nuevas, tambjén las a dado a onbres muy deljnqüentes en lo de Piçarro. A estas entradas qujziera el presjdente mucho que fueran a trabaxar de nuevo los servjdores de Su Magestad para quedar él más desenbaraçado y azer más cada dja en los que a echo como lo aze. Todos los cargos de justiçia a los secazes los a dado y, si vaca alguno, torna a dalle a otro de aquel jaez y para estas cosas no busca los menos culpados, al fin los a echo verdugo y esecutores de los justos. Dize él, que los cargos de justiçia y alcaldjas mayores que no se an de dar sjno a los vezinos ricos, a qujen él djo la tjerra, porque sjendo ricos no qujeren partjdo. Parese que con la color de djez maravedjs de ynterese para Su Magestad va poco en que los secases tengan la justiçia y se aga dentre tjranos. Después questá en esta çibdad an vacarado algunos repartjmyentos gruesos y an venjdo a pedjrselos, no los que quedaron sjn nada, questos, avn para pedjr poco, no se atreven, sjno los muy ricos porque si vaca vn repartjmyento de sjen myl castellanos vyene a pedille el que tjene ochenta
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mjll, y dize quel suyo de ochenta se dé a Blayno que tjene sesenta. Por sjerto que para vno que vacó que vjnjeron por la posta a pedírsele con ynportunación onbres de a sjncuenta myl castellanos de renta y de a cuarenta y de a veynte y el que menos tenýa destos tenja djes myl de renta y sjen myl en azienda. Por aquj verá vuesa señorja en qué le tjene el favor que tjenen dél; y él no se atreve en nynguna manera a dezilles de no, porque como lo que les djo fue tan sospechoso para ellos y él aya sentjdo el reselar dellos, parésele ques bjen echalles vna capa y otra y otra sobre las que tjenen; parésele a él que vjstjéndolos más cada dja los desnuda más de sospecha y está engañado, {3v.} que ansj consjben más sospecha cada dja. A lo que parece, el11 presjdente se rige en todo por el arsobjspo, y no se aze otra cosa sjno lo quél qujere. Es averjguado averse el arsobjspo aprovechado del repartjmjento de coechos y sobornos de más de dozientos myl castellanos, porque como entendjeron muchos quera toda la parte con el presjdente, prometjéronle muy largo sj les azía dar yndjos, y ansj el que más le prometjó, mejor repartjmyento llevó; y los que no entendjeron byen la cudjsja deste perlado, y tomaron descuydo en la confiança de lo que avjan servjdo, se quedaron sjn nada en el repartjmyento. Se echó pinçión a los que djeron los yndios para cunplir con otros soldados, dándoles djneros, y todos estos djneros, que fueron muchos, cobró el arsobjspo sjn su pinçión prjmera; y él lo llevava para repartjr a su motjvo. Y son muy pocos los soldados a qujen djo djneros desta pinçión y del no se sabe que se le aya tomado cuenta nynguna. Venjdo a esta sjvdad le djo el presjdente el mejor repartjmyento de toda esta çivdad. El arsobjspo es cuerpo y alma de todos los que an segujdo la opinjón de Piçarro y an tenjdo en él maravjlloso procurador para sus cosas, y no se tjene duda que, sj no huvjera estado tan al lado del presjdente, quel presjdente no huvjera echo tan grandjsjmos yerros, avnque no le desculpa nada12. Esto, según fama públjca y muy çierta, a sjdo los prjmeros alborotadores en la prjsjón del Vjrrey, y dízese dél que aconsejava cómo se devja resestjr su entrada en esta çivdad y que no fuese admjtjdo, y13 le costase a él el ábjto que tray vestjdo y no le dexasen entrar en esta çivdad. Entre la maneras que daba vn para defendelle la entrada
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Había escrito en un primer momento en.
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Es el mismo argumento que late en los textos de Alonso de Medina.
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Con valor concesivo.
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Posiblemente se refiere a la forma que tienen los huesos que conforman la pelvis femenina, preparada para el parto, que tienen forma de alas de mariposas. No encuentro dicha expresión en ningún diccionario.
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era vna que le resistjesen con ponsoña y, después que Piçarro saljó desta çivdad para qujta (...) sjgujmjento del Vjrrey, algunos cavalleros y otros soldados que se quedaron aquj y no le qujzieron seguir, se juntaron aquj y determjnaron de matar a Lorenso de Aldana, tjnjente en esta çivdad por Piçarro y, muerto, alçarse con la çivdad por el Rey; y, tjnjéndolo todo a punto para lo efetuar, vno dellos que tenýa más comunjcasjón con el arsobjspo y hynonorava sus obras, le djo parte de la cosa, creyendo que, sjendo perlado y avjendo resebjdo de Su Magestad tantas mercedes, que se olgarja y que se aprovecharjan de su favor para el negosjo; y él djo muy buen oýdo a lo que le dixeron de su deter{4r.}mjnaçión, y mostró olgar mucho dello y de meter él toda la color que pudjese; y de questuvo bjen informado, qujen eran las personas más prjnçipales quentendjan enllo, avjsó al tjnjente Aldana que se guardase y los prendjese, y ansj, quando estavan más seguros, fueron presos. Y por el arsobjspo, por entonses, no se reduzió esta sjudad al servjsjo de Su Magestad y se desyzo Piçarro del todo, y el Vizorrey rescibyvó muchas cosas y muy feas. Se podrjan dezir deste perlado que pare sin alas de arriba14. Cunple mucho al servjsj de Su Magestad y a la pasjficaçión desta tjerra que salga della. Y çierto, quanto es este perlado de aboreçido y tenjdo en mala opinjón descandaloso y cudjsjoso sobre toda manera, en tanto más es tenjdo el Objspo de Quito, es muy gentjl perlado y muy qujsto de todos, a mucho (…) questá en esta tjerra y e vjsto muchos males y muertes de onbres en tjenpo de los governadores marqués Piçarro y Almagro y trabajó todo loa el posjble en concordallos, y sjenpre estuvo de por medjo con sana yntjnçión, puesto quera allegado a la casta del Marqués y, agora, en tjenpo de las tjranjas de Gonçalo Piçarro estuvo muy costante en servjçio de Su Magestad y procuró mucho de llevalle consjgo quando yva tras el Vjzorrey; y no lo pudo acabar a(...) la respuesta que le djo fue que cómo querja que fuese con él, yendo con la opinjón que yva, avjendo resebjdo de Su Magestad tantas mercedes, él se escusó lo mejor que pudo y sjenpre fue tenjdo en sospecha que qujziera Gonçalo Piçarro, que pues avja sjdo muy amjgo del Marqués, su ermano, que tanbjén lo fuese suyo. Es el más notable onbre que acá ay, ansj de ecleziásticos como de legos, es muy pobre porque vale muy poco su objspado, y sjerto estuvjera muy en concordja de
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todos muy bjen en él, en sjlla desta yglesja. Esta tjerra es muy rica y serja muy bjen afortunada sj vjnjese a governalla algún generoso que fuese prudente, y no cudjsjoso, convenja mucho que a esta tjerra, vjnjesen relixiosos de la Nueva España para que se plantase la fe en esta tjerra, ques gran lástima que a cabo de tanto tjenpo que djos la djo a cristjanos no se aya echo njngún fruto en ella nj aya crjstjanos entrestos naturales, y tantos (/) ayan muerto por las disensjones de lo españoles y por el poco zelo que los que an governado la tjerra an tenjdo del servjsjo de djos. Y ansj an parado en lo que pararon (/). Esta tjerra es toda serros de oro y de plata, espesial de pla[ta], que sjn duda en el mundo{4v}todo, no ay njnguna tjerra tan rica y, sj se toma poljsja en el labrar de las mjnas, más la rentara a Su Magestad esta tjerra que todos sus reynos juntos de solos los qujntos de lo que se sacare cada año y, mucho aprovechauan en ella alemanes de los diestros en las mjnas, porque son los más espirjmentados en labrallas de todos (/). A poco tjenpo que se dan a labrar mjnas de plata en esta tjerra, digo que an de cantjdad de gente en ellas, pero las que antes se labravan son pobres conparadas con lo que dizen de Potosj, de que vuesa señorja terná15 ya muy larga relaçión por cartas del presjdente. El ljsençiado Caravajal murjó y, dentro de ochos djas adelante, murjó Djego Senteno, y perdjó Su Magestad en el vn muy gran servjdor y muy leal y mereçedor por sus servjsios de muchas merçedes. Y con verdad se puede dezir quél dezizo a Piçaro, y no el presjdente, porque sj Senteno no se alsara16 con el Cusco, y con todo lo de arriba… El presjdente entró muy sjego en esta tjerra y muy ynconsjderado y él se perdía en no guardar el socorro de la Nueva España y de las demás governasjones. Y njnguna persona trujera los poderes quel truxo que no huvjera (...) duzido la tjerra al servjsjo del Rey, a mucho menos costa de la rep(...) sy vn real y a mucho de djneros menos costa, que no el presjdente (/), más estava gue(...) dada para él esta suerte. Supljco a vuesa señorja me tenga por su servjdor y me [e]nvje vuestra señorrýa a mandar cosas de su servjsjo porque soy muy afisjonado al servjsio de vuesa señorja, de más de la obligaçión que qualqujer cavallero yjodalgo tjene de ser servjdor de vuesa señorja, por qujen vuestra señorja
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Tendrá allá. Es frecuente en esta época la forma de futuro con metátesis y sin epéntesis dental del futuro de indicativo.
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Con el valor medieval de las formas en -ra para la hipótesis irrealizable. Sin embargo, la oración principal aparece aquí en indicativo. Interpreto una puntuación en suspensión, propia de los discursos orales.
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Puede que ambos nacieran en Sevilla, que se conocieran durante sus estudios en Salamanca o en el barco camino a las Indias. Luis de Lara no señala a una persona más o menos cercana al rey, sino al que había sido mismísimo inquisidor del virreinato de Nueva España. Tello de Sandoval había nacido en Sevilla hacia 1508, realizó sus estudios en el Colegio Mayor de San Bartolomé en Salamanca. En 1543 fue nombrado por Carlos I visitador y oidor de nueva España y poco después, también inquisidor para dicho virreinato. Tello de Sandoval llegó a América ese mismo año en el barco en el que también viajaba el nuevo virrey del Perú, Blasco Núñez Vela. Una vez llegado a Nueva España, consiguió que, pese al enorme rechazo que causaron las Leyes Nuevas, también en México, no se siguiera el camino del virreinato peruano. Pese a la buena relación que mantuvo con el virrey Mendoza, en 1546 presentó 44 casos en contra de la conducta del virrey, pero la familia de Mendoza en España intervino y, en 1548, fueron recusadas sus quejas por “odio y mala fe”. Ya de vuelta en España volvió a sus tareas como consejero de Indias. Fue especialmente conocido por el gran respeto y fidelidad que guardó siempre a la Corona; cfr. Patrick Williams, .
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es. El señor ljsençiado Francisco Tello de Sandoval17, podrá dezir a vuesa señorja qujén soy. Sj fuere servjdo de lo querer saber (/). Nuestro señor la muy hilustre persona y estado de vuesa señorja guarde y acresjente por muy largos tjenpos. Desta çibdad de Ljma, a tres djas del mes de agosto deste año de cuarenta y nueve. Serbidor de vuesa señorja, Luys de Lara (rúbrica).
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VII. Láminas
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Lámina 1. Diálogo entre La Gasca y el arzobispo de Lima, Loaiza (Diálogo 4).
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Lámina 2. Copia del siglo xviii, conservada en la Real Academia de la Historia de Madrid (Diálogo 4).
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Lámina 3. Letra procesal, posiblemente, del escribano Antonio Serón (Carta 10).
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Lámina 4. Véase la firma de Alonso de Medina (Carta 1).
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Lámina 5. Obsérvese la tachadura ‘perro viejo’ (Diálogo 4).
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VIII. Índices Antropónimos Adán 162 Alberto 119, 120 Alcaudete, conde de 57, 196 Aldana, Lorenso de 198 Almagro, Diego de (el Viejo) 13, 21, 26, 71, 76, 98, 127, 128, 129, 130, 131, 133, 135, 137, 138, 144, 146, 154, 173, 174, 175, 176, 177, 181, 182, 198 Almagro, Diego de (el Mozo) 149, 183 Alvarado, Alonso de 29, 150 Alvarado, [?] (sobrino de Hinojosa, 36, 159, 164 Alvarado, Pedro de 124, 126, 154 Baltasar, capitán 130 Barrionuevo, Alonso 129 Barroso, Pedro 120 Belasco, Pero 139 Beltrán, doctor 173 Blayno 197 Burgos, Cristóbal de 121 Cabrera, Pedro de 126 Caravajal, licenciado 133, 134, 136, 139, 144, 145, 160, 181, 182, 199 Cárdenas, [Hernando de] 138 Carlos I 37, 121, 174, 175, 179, 200
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Carmona 119 Cáseres, capitán 159 Castillo, Mateo del 136 Castro, licenciado 103, 135 Castro, padre 136 Cornejo, Miguel 28, 147, 154, 160 Costilla, Gerónimo 130, 131 Escobar, María de 43, 125 Escobedo 144 Fernandes, Juan 43 Fontiveros 138 Garay 138 García, Frates 173 Garsilaso / Garçilaso (padre del Inca Garcilaso de la Vega) 126, 133, 149, 154, 176 Gasca, Pedro La 11, 12, 13, 18, 20, 21, 22, 23, 24, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 55, 56, 57, 58, 61, 62, 63, 67, 73, 74, 75, 76, 89, 90, 91, 97, 100, 101, 102, 103, 104, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 113, 114, 117, 118, 119, 120, 121, 122, 123, 124, 126, 127, 128, 129, 131, 133, 134, 135, 136, 137, 138, 140, 141, 143, 147, 150, 151, 152, 157, 159, 160, 162,
164, 165, 166, 168, 170, 177, 179, 181, 191, 202 Guerrero, licenciado 177 Gusmán, Martín de 62, 70 Gutierres, Felipe 137 Hernandes /Hernández de la Cuba, Diego 159 Hernandes, Gonsalo 18 Hernández, Francisco 24 Hernández / Hernandes Melonero, Pedro 26, 31, 33, 44, 91, 141, 142 Herrera, Alonso de 165 Hojeda, Juan Julio de 127 Inojosa, sobrino de 36, 159 Jibraleón 119 La Gama, licenciado 176, 177, 182 Lara, Luis de 12, 32, 37, 56, 57, 72, 91, 93, 104, 124, 163, 191, 200 León, Gomes de 28, 160 León, licenciado 177 Lopes, Pero 103, 128, 191 Luçifer 70, 179 Madalena de la Cruz 32, 194 Maldonado Nieto, Diego 128 Martín, Lope 70, 130, 181, 187 Martines, Garsi 137 Masirelas 127 Medina, Alonso de 3, 5, 7, 12, 13, 14, 15, 18, 19, 20, 21, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 36, 37, 38, 39, 40, 41,
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42, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 60, 61, 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 74, 75, 76, 89, 90, 91, 93, 94, 95, 99, 100, 101, 102, 103, 104, 105, 107, 110, 111, 112, 113, 118, 119, 122, 124, 133, 134, 135, 138, 139, 141, 143, 144, 145, 146, 147, 148, 149, 150, 152, 153, 154, 155, 156, 158, 159, 161, 163, 164, 166, 167, 170, 174, 179, 181, 189, 191, 197, 205 Mendosa / Mendosa, Alonso de 119, 131 Mendoza, Antonio de 17, 200 Mendoza, Pedro de 17 Merlo de la Fuente, Luis 42, 124 Monte, Alonso 26, 154 Náxara, duque de 57, 196 Niño, licenciado Rodrigo 177 Noguerol de Ulloa, Francisco 119, 138, 147, 159 Núñez Vela, Blasco 26, 39, 96, 99, 119, 121, 124, 127, 128, 129, 133, 138, 144, 147, 149, 154, 159, 166, 173, 175, 177, 179, 195, 200 obispo de Lugo 173 Obregón Baltasar de 17, 18 Pacheco [sobrino] 145, 182 Palomino, Juan Alonso 137 Pancorvo, Juan de 128 Picado, Alonso 28, 159 Picado, Antonio 154 Piçarro/ Pisarro, Fransisco / Pizarro, Francisco 21, 39, 98, 115,
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126, 128, 129, 133, 135, 137, 144, 154, 166, 173, 174, 175, 182, 183 Piçarro / Pisarro, Gonsalo / Pizarro, Gonsalo , 29, 31, 32, 34, 35, 39, 41, 43, 44, 57, 58, 59, 89, 91, 98, 99, 101, 102, 109, 118, 119, 120, 121, 122, 124, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 131, 133, 134, 135, 137, 138, 139, 141, 144, 146, 147, 148, 149, 154, 157, 159, 160, 161, 163, 164, 165, 166, 168, 172, 179, 180, 181, 182, 183, 191, 192, 193, 194, 195,196, 197, 198 Piçarro / Pisarro / Pizarro, Hernando 98, 173, 174, 175 Piçarro / Pizarro, Pedro 166 Polo de Ondegardo, Juan 133 Puelles, Pedro de 42, 43, 124, 137, 138, 177 Quiñones, Antonio de 127 Retamoso, Francisco de 34, 148, 160, 165 Ribera, el Viejo 180 Robles, Martín de 149, 193 Rodríguez, Gaspar 181 Rojas, capitán 133, 134 Romo, Juan 146 Senteno / Centeno, Diego 58, 110, 119, 122, 125, 128, 131, 134, 135, 146, 148, 166, 181, 199 Sepeda 43, 125 Serda/ Cerda, Alonso de la 159, 160, Serón, Antonio 30, 33, 37, 39, 47, 90, 107, 149, 159, 163, 171, 204
Siancas, licenciado 135, 146 Silva Guzmán, Diego de 43, 125 Suares, Ana 42, 43, 124 Tanbo 183 Tello de Sandoval, Francisco 57, 200 Toro, Alonso del/de 118, 125, 127, 128, 138 Vaca de Castro, Cristóbal 23, 39, 98, 116, 119, 120, 124, 127, 128, 129, 131, 135, 137, 144, 154, 173, 175, 176, 177, 181, 183 Vasques, Tomás 127 Vázquez de Cepeda, Diego 121, 126, 177, 179 Veles 166 Villahome 183 Villegas, capitán 135, 146 Topónimos Apurima, río 62, 101, 104, 117, 136, 185 Arequipa 18, 23, 28, 29, 30, 32, 33, 37, 39, 40, 41, 42, 47, 67, 94, 107, 119, 129, 137, 138, 139, 143, 146, 147, 150, 155, 157, 159, 160, 162, 164, 165, 166, 170, 185 Bilicas 185 Cabo Verde 52, 117, 120 Calavaya 144, 185 Castilla 98, 157, 175 Charcas 63, 103, 117, 130, 160, 174, 186
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Chile 13, 20, 26, 76, 111, 124, 130, 134, 138, 146, 154, 173, 174, 176 Chupas 176 Chuquiabo 37, 42, 101, 129, 130, 131, 132, 132, 133, 134, 135, 136, 186 Collao 131, 139, 151, 157, 163, 174, 181, 185, 186 Cusco / Cuzco 11 23, 28, 29, 35, 37, 40, 42, 43, 52, 53, 56, 61, 62, 64, 67, 70, 101, 105, 108, 109, 110, 113, 116, 117, 118, 119, 124, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 131, 132, 134, 135, 136, 141, 142, 143, 150, 155, 159, 160, 164, 166, 173, 174, 176, 177, 178, 180, 181, 182, 183, 186, 187, 191, 192, 193, 199 España 23, 24, 27, 28, 31, 56, 59, 62, 64, 89, 99, 111, 114, 117, 121, 125, 127, 133, 135, 136,
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140, 142, 144, 147, 149, 163, 168, 169, 170, 172, 173, 174, 175, 177, 178, 179, 181, 182, 183, 192, 200 Guamanga 37, 42, 129, 137, 138, 139, 176, 181, 186 Guarina 41, 166, 186 Las Salinas 25, 137, 146, 173, 174, 181 Lima 12, 26, 29, 32, 34, 36, 37, 40, 42, 43, 44, 52, 56, 57, 91, 99, 101, 109, 110, 113, 117, 121, 124, 125, 127, 135, 141, 144, 147, 149, 159, 163, 166, 177, 179, 180, 181, 191, 202 Mar del Sur 129 Nonbre [Nombre] de Dios 126, 137, 171 Panamá 118, 138, 173, 174, 193 Perú 11, 12, 13, 24, 30, 36, 38, 39, 41, 42, 47, 71, 74, 75, 89, 91,
97, 99, 107, 109, 121, 124, 125, 126, 128, 129, 131, 133, 135, 137, 138, 139, 144, 146, 147, 148, 149, 152, 154, 159, 164, 166, 173, 174, 175, 177, 181, 183, 186, 200 Porco 186 Potosí 25, 28, 29, 37, 41, 42, 105, 122, 132, 133, 134, 135, 136, 144, 145, 151, 152, 155, 159, 174, 187 Quito 13, 21, 42, 43, 76, 94, 101, 124, 127, 137, 138, 154, 187, 198 Sivdad / Çibdad / Zidad / Zibdad de los Reys [Ciudad de los Reyes, Lima] 43, 125, 126, 127, 128, 132, 136, 137, 141, 171 Xaquixaguana 40, 172, 187 Yugar 174
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