La Transición de las Sociedades Cazadoras-Recolectoras a Pastoras-Agricultoras en el Mediodía Peninsular a Través de los Restos Óseos: Los modos de vida y de trabajo de las sociedades cazadoras y productoras 9781841713496, 9781407326023

Los modos de vida y de trabajo de las sociedades cazadoras y productoras

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Spanish; Castilian Pages [244] Year 2003

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Prologo
Sumario
Introducción
Capítulo 1: Categorías Sociales
Capítulo 2: Técnicas de Análisis en Zooarqueología
Capítulo 3: La Formación Social de las Sociedades Cazadoras-Recolectoras
Capítulo 4: El Debate Sobre las Últimas Sociedades Cazadoras-Recolectoras en el Sur Peninsular Durante el Pleistoceno
Capítulo 5: Los Recursos Faunísticos de las Bandas Cazadoras-Recolectoras en el Sur Peninsular
Capítulo 6: Tipo de Análisis en el Estudio de las Sociedades Cazadoras-Recolectoras
Capítulo 7: La Formación Social Tribal
Capítulo 8: Bases del Registro de la Economía de Producción desde el Análisis Faunístico. Registro del Asentamiento de "El Retamar" (Puerto Real, Cádiz), una Ocupación de Sociedades Tribales
Capítulo 9: La Transición de las Sociedades Cazadoras-Recolectoras a Pastoras Agricultoras en el Mediodía Peninsular a Través de los Restos Óseos. Propuestas de Investigación
Bibliografía
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La Transición de las Sociedades Cazadoras-Recolectoras a Pastoras-Agricultoras en el Mediodía Peninsular a Través de los Restos Óseos: Los modos de vida y de trabajo de las sociedades cazadoras y productoras
 9781841713496, 9781407326023

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La Transici6n de las Sociedades Cazadoras-Recolectoras a Pastoras-Agricultoras en el Mediodia Peninsular a Traves de los Restos Óseos Los modos de vida y de trabajo de las sociedades cazadoras y productoras

Isabel Caceres Sanchez

BAR International Series 1194 2003

Published in 2019 by BAR Publishing, Oxford BAR International Series 1194 La Transición de las Sociedades Cazadoras-Recolectoras a Pastoras-Agricultoras en el Mediodía Peninsular a Través de los Restos Óseos © Isabel Cáceres Sánchez and the Publisher 2003 The author’s moral rights under the 1988 UK Copyright, Designs and Patents Act are hereby expressly asserted. All rights reserved. No part of this work may be copied, reproduced, stored, sold, distributed, scanned, saved in any form of digital format or transmitted in any form digitally, without the written permission of the Publisher. ISBN 9781841713496 paperback ISBN 9781407326023 e-book DOI https://doi.org/10.30861/9781841713496 A catalogue record for this book is available from the British Library This book is available at www.barpublishing.com BAR Publishing is the trading name of British Archaeological Reports (Oxford) Ltd. British Archaeological Reports was first incorporated in 1974 to publish the BAR Series, International and British. In 1992 Hadrian Books Ltd became part of the BAR group. This volume was originally published by John and Erica Hedges in conjunction with British Archaeological Reports (Oxford) Ltd / Hadrian Books Ltd, the Series principal publisher, in 2003. This present volume is published by BAR Publishing, 2019.

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LA TRANSICION DE LAS SOCIEDADES CAZADORAS-RECOLECTORAS

A PASTORAS-

AGRICULTORAS EN EL MEDIODIA PENINSULAR A TRAVES DE LOS RESTOS OSEOS

Los modos de vida y de trabajo de las sociedades cazadoras y productoras

ISABEL CACERES SANCHEZ

Para Ana Marfa y Antonio (mis padre s), in memorian

PROLOGO

El trabajo de Isabel Caceres que aquf se presenta se enmarca en una lfnea te6rica-metodol6gica de la Arqueologia Social. Esta pretende ser un planteamiento critico y alternativo tanto a los modelos hist6rico­ culturales, como a los adaptativos-ecol6gicos y posprocesuales que dominan buena parte de la Arqueologfa Prehist6rica. El estudio de su autora tiene la valentia de asumir esta posici6n te6rica, que es contrastada con unos registros empfricos procedentes del sur de la Peninsula lberica. Desde esta contrastaci6n metodol6gica ha generado unas hip6tesis, que son una alternativa explicativa al estudio de la transici6n de la formaci6n social cazadora-recolectora a al formaci6n social tribal comunitaria. El hilo conductor del trabajo son los restos 6seos, analizados en su contexto espacial y tecnol6gico. Desde la perspectiva que ]as formaciones sociales son mucho mas que cultura y que adaptaci6n ecol6gica incide en los procesos de trabajo, para intentar inferir aspectos de las relaciones sociales de producci6n y de reproducci6n. Isabel Caceres expone de manera coherente las categorias de analisis basicas para su propuesta: modos de producci6n, de vida y de trabajo. Desa1TOlla su proyecci6n en el campo de la Zooarqueologfa como procedimiento tecnico de an:ilisis para una aproximaci6n al tema central de la transici6n de sociedades cazadoras-recolectoras a sociedades tribales agropecuarias. Analiza la situaci6n geografica y latitudinal de! sur de la Peninsula Iberica teniendo muy presente los contextos norteafricanos. Al cabo esta tratando de esta zona Atlantico-M editerr:inea donde se desarrollan procesos hist6ricos con gran personalidad. Esta region ha gozado a lo largo de la Historia con un medio natural y condiciones climaticas particulares, en relaci6n a Europa, en el transcurso del Pleistoceno y del Holoceno. Con estas bases analiza la secuencia de fom1a crftica y valora la singularidad de la misma, frente a modelos difusionistas. El hecho de poder demostrar la presencia de algunos registros animales desde el Pleistoceno en esta region ayuda a la exposici6n de procesos de domesticaci6n con gran personalidad. El estudio del transito a la economfa de producci6n en diversas areas geograficas del planeta nos muestra que el nuevo modo de producci6n basado en formas agrfcolas y ganaderas se relaciona con una diversidad tecnol6gica. La situaci6n expuesta por Isabel Caceres contribuye a cuestionar el modelo dual basado en la colonizaci6n y en diversas formas de aculturaci6n. Este trabajo viene a aportar elementos para la reflexi6n y el debate. La nueva realidad de investigaci6n en el sur de la Penfnsula Iberica confirma la diversidad de modelos en las estrategias econ6micas de las ultimas comunidades cazadoras-recolectoras, que se manifiesta en los registros originates faunfsticos y en la variedad de sus materiales. Queremos valorar ademas el esfuerzo personal de Isabel Caceres, que ha debido realizar su formaci6n especffica en Zooarqueologfa, en multitud de viajes y estancias con colegas especialistas, sin ninguna ayuda ni

I

beca, compartiendo esa ilusi6n en la investigaci6n con su trabajo como docente en lnstituto. Por todo, creemos de justicia destacar su perseverancia, esfuerzo e ilusi6n.

Jose Ramos Munoz

Carlos Dfez Fernandez-Lomana

Profesor Titular de Prehi toria

Profesor Titular de Prehistoria

Universidad de Cadiz

Universidad de Burgos

II

SUMARIO INTRODUCCION CAPITULO 1

ANA.LISIS Y CATEGORIAS. FIJACION Y DEFINICION

4

1.1. lPor que desde una perspectiva hist6rica? Posici6n te6rica

4

1.2. Conceptualizaci6n

7

1.3. Categorfas de analisis

8

14

1.4. Metodo

CAPITUL02 TECNICAS DE ANA.LISIS EN ZOOARQUEOLOGIA

21

2.1. Orfgenes de la Arqueologfa Prehist6rica

21

2.2. Zooarqueologfa y Prehistoria. Su trayectoria

23

2.3. Tafonomfa, su campo de estudio

25

2.3. l .

Procesos bioestratin6micos

27

2.3.1.1.

Procesos bioestratin6micos naturales

28

2.3.1.2. l. Desplazamientos ffsicos. Modificaciones hfdricas

28

2.3.1.2.2. Alteraciones por exposici6n subaereas

29

2.3.1.3. Modificaciones por agentes biol6gicos

30

2.3.1.3. l. Modificaciones producidas por bacterias e insectos

31

2.3.1.4. Modificaciones por pisoteo

31

2.3.1.5. Modificaciones por carnfvoro

31

2.3.2. Procesos bioestratin6micos humanos

31

2.3.2. l. Fracturaci6n intencionada

32

2.3.2.2. Marcas de carnjcerfa

32

2.3.2.3. Modificaciones producidas por cremaci6n

34

2.3.3. Procesosfosildiageneticos

34

2.3.3. l. Fracturaci6n

35

2.3.3.2. Modificaciones ffsico-quimicas

35

2.4. Parametros utilizados en et estudio zooarqueo16gico

36

III

CAPITUL03 LA FORMACION SOCIAL DE LAS SOCIEDADES CAZADORAS-RECOLECTORAS

43

3.1. Contraste entre posiciones teoricas y metodo16gicas en el campo de sociedades cazadora -recolectoras: cultural, funcional y social

43

3.2. Crftica a la vision adaptativa, desde et analisis del estudio de las formas econ6micas y sociales de las comunidades cazadoras-recolectoras

51

3.3. Establecimiento de hip6tesis para la integracion de las categorfas de analisis en los registro del Pleistoceno de las sociedade s cazadoras-recolectoras

52

3.4. Los modos de vida y de trabajo de las bandas cazadoras-recolectoras, su relacion con la naturaleza

54

3.4. 1. La caza

55

3.4.2. La division 'exual del trabajo

58

CAPITUL04

EL DEBATE SOBRE LAS ULTIMAS SOCIEDADES CAZADORAS-RECOLECTORAS EN EL SUR PENINSULAR DURANTE EL PLEISTOCENO

62

4.1. El debate sobre las ultimas sociedades cazadoras-recolectoras en el sur peninsular durante el pleis toceno

62

4.2. El poblamiento humano en el ur penins ular

62

4.3. Apuntes sobre la relaci6n Atlantica-mcditerranea peninsular y el norte de Africa, 70

desde una perspectiva cultural y antropol6gica CAPITULOS

LOS RECURSOS FAUNISTJCOS DE LAS BANDAS CAZADORAS-RECOLECTORAS EN EL SUR PENINSULAR

74

5.1. Area de estudio

74

5.2. Paleovegetacion

75

5.3. Fauna

77

5.4. Censo de lo mamiferos del Plei toceno en Andalucfa

79

5.4.a. Pleistoceno Inferior (Mp 1 8)

79

5.4.b. Pleistoceno Medio (Mp 19)

82

5.4.c. Pleis toceno Superior (Mp 20)

83

5.5. Con ideraciones sobre la interrelacion de la fauna, vegetaci6n, condiciones climaticas y estrategias IV

de subsistencia de las sociedades cazadoras-recolectoras en el sur peninsular

86

5.5.a. Pleistoceno Inferior

86

5.5.b. Pleistoceno Medio

89

5.5.c. Pleistoceno Superior

91

5.6. Balance de los restos 6seos del Pleistoceno en el norte de Africa

91

5.7. Balance de los restos 6seos del Pleistoceno en el suroeste de Portugal

94

5.8. Paleoclima y establecimiento de un ecosistema circunmediterraneo

96

CAPITULO 6

INTERPRETACION DE LOS PROBLEMAS DE LAS SOCIEDADES CAZADORAS-RECOLECTORAS EN EL SUR PENINSULAR. CATEGORIAS DE ANALISIS Y VISION HISTORICA

107

6.1. Registro de la Cueva del Higuera! de Motilla (Jerez de la Frontera, Cadiz), una ocupaci6n de comunidades cazadoras-recolectoras

107

6.1. l . Localizaci6n

107

6.1.2. Dinamica Sedimentaria

107

6.2. Metodologfa

108

6.3. E tudio de los restos 6seos

108

6.3.1. Cuantificaci6n de especies

109

6.3.2. Acceso al animal

110

6. 3.2.J. El Numero Mfnimo Animal (NMJ)

110

6.3.2.2 Unidad Minima Animal (MAU-UAM)

115

6. 3.2.3. Edad de las es pecies

116

6.4. Evidencias Humanas. Exploraci6n del esqueleto animal. Cadena operaciva

119

6.4.1. El Cervus elaphus

119

6.4.2. Capra pyrenaica

120

6.4.3. Oryctolagus cuniculus

122

6.4.4. Bos primigenius

124

6.5. Agentes de Acumulaci6n

125

6.6. Procesos tafon6micos

127

6.7. Actividad funcional

128

6.8. Experimentaci6n

135

6.9. Analisis paleoecol6gico del yacimiento

147

6.10. Yaloraci6n socioecon6mica

149

V

CAPITUL07 LA FORMACION SOCIAL TRIBAL

151

7.1. El proceso hist6rico de lal> sociedades con economia de producci6n del Vl0 al IV0 milenio a.n.c. en el sur peninsular

151

7.1.1. Contrastaci6n entre posiciones: cultural, funcional y social

152

7.1.2. La perspectiva aut6ctona, ante la ola de avance. El papel de los substratos locales en las especies aut6ctonas

153

7.2. Asentamiento de comunidades con una formaci6n econ6mica social tribal

155

7.3. Censo de los mamfferos del Holoceno en Andalucfa

157

7.3.1. Censo de los mamfferos del Holoceno en el norte de Africa

160

7.3.2. Analisis de los resto 6seos del Holoceno en el suroeste de Portugal

161

7.4. Es tablecimiento de hip6tesis para la integraci6n de las categorfas de analisis en los registros del Neolftico de las sociedade s tribales

164

7.4.1. Los modos de vida y de trabajo de las sociedades tribales y su relaci6n con la Naturaleza

168

7.4.1.a. La domesticaci6n como proceso de cambio

170

7.4.1.b. La ganaderfa, una alternativa a la economfa de las sociedades productoras

175

CAPITULO 8 BASES DEL REGISTRO DE LA ECONOMfA DE PRODUCCION DESDE EL ANA.LISIS FAUNISTICO. REGISTRO

DEL

ASENTAMIENTO

DE

"EL

RETAMAR"

(PUERTO

REAL,

CADIZ),

UNA

OCUPACTON DE SOCrEDADES TRIBALES

177

8.1. Localizaci6n

177

8.2. Dinamica sedimentaria y estratigraffa

177

8.3. Metodologfa

178

8.4. Estudio de los restos de fauna

178

8.4.1. Lista faunfstica

178

8.4.2. Cuantificaci6n de cspecies

178

8.4.3. El MNJ (Numero Mfnimo de Jndividuos)

180

8.4.4. Edad de las especie

183

8.4.5. Determinadas especies

184

8.5. Analisis osteometrico

185

8.6. Evidencias humanas. Explotaci6n de la carcasa animal. Cadena operativa

188

8.7. Agentes de acumulaci6n

193

8.8. Procesos tafon6micos

193

8.9. Actividad funcional

196

VI

8.10. Analisis paleoecol6gico del yacimiento

197

8.11. Yaloraci6n socioecon6mica

198

CAPITUL09 LA

TRANSICION DE

LAS

SOCIEDADES

CAZADORAS-RECOLECTORAS

A PASTORAS-

AGRICULTORAS EN EL MEDIODIA PENINSULAR. PROPUESTAS DE INYESTIGACION

205

BJBLIOGRAFIA

209

VII

INTRODUCCION Este libro , su contenido y su est ructura corresponden en su mayor parte a mi Tesis Doctoral que defendf en abril del afio 2003. El tribunal estuvo compuesto por el Prof esor Dr. Oswa ldo Arteaga Matut e, titular de! area de Pr ehistoria de la Universidad de Sevilla, que ejerci6 de pres idente del tribunal , el Dr. Antonio Rui z Bu tos, titular de] Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra de Granada (CSIC), el Dr. Jordi Estevez Escalera, prof esor titular del area de Prehistoria de la Universidad Aut6noma de Barcelona y el Dr. Antonio Rosa s Gonza lez, titular del area de Paleobiolo gfa del Mu seo Nacional de Ciencias Naturale s (CSIC) de Madrid, que actuaron como vocales y el Dr. Vicente Castaneda Fernandez, profe sor del area de Prehistoria de la Universidad de Cadiz, que actu6 como secre tario. Mi agradecimiento a todo s ellos por haber accedido a formar part e de este tribunal , por sus criticas y comentarios positivos que me han ayudado a realizar este trabajo. El trabajo elaborado esta vinculado al estudio zooarqueol6gico de las espec ies animales constatado en los registros arqueol6gicos que disponemo s en el sur de la Penin sula Iberica , sin perder de vista los proce sos hist6rico s y desde una posici6n te6rica con base en la Arqueologia Social. He centrado dicho trabajo en esta zona concreta (en conexi6n con las regione s geog rafica s actuales del suroes te de Portu ga l y con el norte de Africa) porque por sf so la tien e un dilatado campo de estudio. Somos conscientes de la amplitud de dicho trabajo y de los probl ema s que encierran

us planteamiento s.

Creo que era necesa rio reali zar una puesta al dfa del registro que disponemo s actualmente (aleja dos de paralelo s con otras zonas y modelo s establecidos), para llega r a ordenar una serie de hip6te sis vinculadas con la rea lidad natural. La zona tiene unas caracterfsticas naturale s (clima, suelo y divers idad orografica) que influiran en el desarro llo y evo luci6n de la fauna. E tabl ece mos una conexi6n con el resto de las areas indicada s porqu e la consideramos dentro de una misma region hi t6rica en el concepto de I. Var gas y no como reg iones indep endientes. El sur peninsular dispone de rec ursos propios , que de de difer en tes posicione s neopos itivi stas y funcionalistas han pretendido cuadrar la facies cultural con la esc uela francesa y la fauna como migraciones

centroeuropeas guiado s por modelo s si temico s-adaptativo s. Sin embar go, dicha zona viene mostrando una gra n variabilidad de factores como son los topograficos, cronol6gicos, climaticos-eco16gicos, faunisticos y

culturales, que nos marcan unas ruptura s diacr6nica s y sincr6nicas en el proce so hist6rico . A pesa r de ser un trabajo de zooa rqueo logfa con una repr ese ntaci6n zoo 16gica bastante significativa , dada mi formaci6n como historiadora , usare categorfas de analisis comunes a toda ciencia hist6rica , que seran las categorfas explicativas ge nera tes y culturales de: formaci6n eco n6mica -soc ial y modo de producci6n . Lo procesos tafon6micos en mi invest igaci6n se configuran como la profundizaci6n y extension del estudio de las ev iden cias humana s, ya sea producida por agentes biol6 gicos no humano s, como carnf voros, roedor es o bien ffsicos-quf mi cos ; y en la acumulaci6n y evoluci6n en el tiempo de las acumulaciones faunisticas objeto de estudio: Cueva de Higueral de Motilla (Jerez de la Frontera, Cadiz) y El Retamar (P uerto Real, Cadiz).

El trabajo se estructura en tres part e . Una primera part e titulada: Metodologia y tecnica, dond e e analiza la posici6n te6rica y metodol6 gica que se basa el trabajo. Una segunda part e: El modo de produ cci6n cazador-recolector en el sur peninsular. Bases de una economia

apropiadora. Relacion entre Los grupos humanos y Los restos 6seos. Dond e se esta blece un balanc e genera l de lo recurso fauni ticos pre ente en nue tra area de estud io. Mediante una serie de metodo logfas, por una part e la metodolo gfa de espectro biocen6tico, llega mos a determinar por la interpretaci6n de los datos el habitat en que se de arrolla la fauna. Mediant e la elaboraci6n de biocenogramas que interrelacionan la fauna de mamiferos, habitat s vegetate

y condicion es climati ca

llega mos a esta blecer la ex i tencia de un

ecosistema circunmediterraneo durant e I Cuate rnario en la cue nca mediterranea . He preferido injciar el est udio desde el Plio-pl eistoceno hasta el Holoceno para determinar la renovaci6n faunf stica que

e produc e en la zona promovida por las o cilacione

Plei toceno Infer ior especie diferente

e suceden una serie de tluctuacione

d

temperatura.

A lo largo del

climatica s que provocaran una diver sidad de

de mamffero . Por otra parte , la ap licac i6n del metodo 16gico analftico, nos permite e tablecer las alteracione s produ cidas en las superfic ies de los resto 6seos que, ap licadas a las categorfas de

analisis, llegamo a determjnar el modo de producci6n cazador-reco lector durante Uno de los objetivos en nuestro e tudio e centrarno

I Plei toceno.

en las estrategia econ6micas que llevaron a cabo las

soc iedade de cazadores-reco lec tore : c6mo obtienen los recur sos carnico (caza, carroiieo ..). C6mo usan los utile y produ cto obtenidos de dicho anima le (pieles, industria 6 ea, grasa ..). Estas actividades realizada entre f, y unida prehi t6rica s, e

a lo modo

de producci6n , nos daran a conoc er c6mo se organizan e ta

ociedades

decir, que estrateg ias han seguido en la producci6n del in trumental lftico, c6mo

e

planifican en la obtenci6n de dicho recur sos que el medio le iba proporcionando. En estas estrategia econ6micas no solo nos debemos centrar en los recur sos faunisticos de la zona , ino que hay qu

Lener en cuenta otros factores como la territoriali zaci6n dond e se lleva a ca bo dicha explotaci6n

eco n6mica , la ocupaci6 n de la difer entes areas geogra ficas, la diver ificac i6n de lo rec urso exp lotado (zona del interior , rfo ' , mar. ..), sin perder de vista nuestro obj tivo principal , es dec ir, quien lleva a cabo toda s e as e trateg ias eco n6mi ca (lo grupo s humano s).

He crefdo conveniente reali zar un breve desarrollo de lo que ha ido la voluci6n antropo 16gica para dar una respuesta a esta. cue tion es, principalm ente e l binomio humano s /natural eza, lo dos van unido s, los recursos que la Natural eza nos propor ciona son apropiados por los humano s para su subsi tencia. Una la tercera part e: El modo de produ cci6n agropecua rio. Los recursos faunisticos producidos; e plantea un balance del panorama del " Neolftico" en la zona ur penin ular . Igual que para el Pleistoceno , e t no es nada alentador, por cuanto , 610 poseemo estudio parcial e de lo quc se ha dado en Hamar el proce so de " neoliti zaci6n ," dividido a su vez, desde una perspectiva de la Arqueolo gfa Tradi cional en un Neolftico Antiguo, Neolft ico Med io y Neo lftico Final. Dicho proceso ha venido de arrollandose

bajo difer ntes

perspectivas de e tudio . Los recurso s faunfstico s producido

es tan basados en Ii tados de e pecies y analisi

porcentual es para

verificarnos una mayor o menor presencia de la caza y/o de la dome ticaci6n , pero sin unas implicacione s ocioecon6mica

de contex to. Se hace menci6n en los estudio

de una presencia avanzada en niveles

Epipaleolfticos de una fauna domes tica pero hay un sentimi ento rece ptivo por part e de lo inve tigadores/a a

2

no aceptar la dom esticaci6n en la Penin sula Iberica de forma autoctona. Guiado s estos ma s bien por una falta de dato s en los registros referente s a los agriotipo s corr espondi entes y movido s o influ enciado s por explica ciones con mati z evolu cionista y/o difu sionista que han upu esto una losa bastante pesada en los estudio s cientffico s de nuestro pai s. Pero con la incorporaci6n de lo estudio s de la Biologia, como veremos, lleg amo s a establ ecer los mecani smo s evolutivo s que la fauna nos ofrece . Poco a poco , y debido a las nuevas corri entes de estudio , a las apertura s de front era s, a las nuevas metodolo gfas arqu eol6gicas y la incorpora ci6n de otra s disciplina s, la prehistoria nos permit e una nueva sec uencia cultural planteando nueva s hip6t esis de trab ajo donde se van esclar eciendo lo modo s de vida y de trabajo de las comunidad es que habitaron en el sur penin sular. Para cerrar esta introducci6n quiero ag radecer la confian za que los dir ectores del trabajo Dr. Jo se Ramo s Muno z y Dr. Carlo s Diez Fernand ez- Lomana depositaron en mi investigaci6n y en las posibilidad es que este ofr ec fa, mi ma s sincero agradecimi ento. A los Dres. Patri zia Ancon etani y Antonio Rui z Bustos por haberme tran smitido sus conocimi ento s en el campo de la zooarqu eologfa y las metodolo gfas aplic ada s. Al Prof esor Enriqu e Vallepf que aunqu e no pudo estar en el tribunal siempre ha apoyado este trabaj o y nos ha enriqu ecido con su pensami ento. A D. Franci sco Giles Pach eco, la Dra. Marfa Lazari ch y al Dr. Jose Ramo s por haberme facilitado los restos 6seos para su estudio. Al Dr. Salvador Domin guez y D. Pedro Cantal ejo por su buena predispo ici6n en todo mom ento en la reali zac i6n de las fotos. A mi s compafiero/ as de grupo Vice nte Castaneda, Nuri a Herrero y Manuela Perez, por sus palabras de animo. A Ona Angustfas Sant a-Barbara Martin ez por su lectura crftica y por los grato s momentos que nos hac en eguir el dfa a dfa. Mi agradecimi ento general a todo

los inves tigador es/a s que desde us distintas posiciones te6 rica me ha

servido de ba e para llevar a cabo mi investigaci6n y e pec ialmente a los que me han ofrec ido u apoyo y me han facilitado biblio graffa: Dra. Soledad Cor ch6n, Dra. Ana Ma Roo s, Dr. A. Ruiz Bustos, Dr. M. Perez Ripoll , Dr. E. Carbon ell, Dr. J. E tevez, Dr. Radmilli , Dr. B. Martfn ez, Dr. J.J. Riqu elme, Dra. P. An conetani , Ora. C.Liesau von Lettow , Dr. L. Rapo so, Dr. Boschian.

Al Dipartim ento di Scienze Geologiche e Pal eontolo giche de la Univ ersita di Ferrara al frente del Dr. Benedetto Sala por su buena acog ida . Asf, como al CNR Direz ione Central e Rapporti Int ernaz ionali e Re lazioni Esterna de Roma (Itali a) por haber finan ciado mi estancia para mi forma ci6n. Y, sobre todo , a Ana Ma Sanch ez y Antonio Ca ceres, por su afecto, su apoyo incondi cional y haber sido mi s mejor es y ma s califi cado s maestros. A todos vosotro s I as mi mas sincero y cordi al agradec imiento.

3

CAPITULO 1

CATEGORIAS SOCIALES

1. ANALISIS Y CA TEGORiAS. FIJACION Y DEFINICION

1. 1. ;,Por que desde una perspectiva hist6rica? Posici6n te6rica

Para la elaboraci6n de e te trabajo he preferido hacerlo desde la perspectiva de la Historia , unido a u vez a la A rqu eo logia y la Zoo logia. No pre guntamo s, wor que un e tudio hasta ahora considerado exc lu ivo de la Biolo gfa y/o Paleontolo gfa nos lo planteamo

de sde la interpretaci6n de la Historia ? Porqu e partimo s de que, "cada interpretaci6n de una forma

co nscie nte e incon scie nte obedece o emana de una ideo logfa dotada a u vez de u propia metodologfa" (Prieto , 1976 : 14); y de us propios proceso hist6rico s tomado s de sus modo de vida y cultura . En nue tro paso por la aulas, nos han pre entado a la Hi toria co mo un dep6sito de nombr es, cro nologfa , hec ho , uceso , guerras etc ., analizado

dicho. hec hos en genera l des de e l Historicismo Cultural , no pudiendo

ratificarlos

porqu e la institucionali zac i6n academica

cognitivo s

inamovibl es.

acontecimiento

En

nues tros trab ajo s

de

e

irrevoca ble y co n unos ca.nones proce dim entales y

inves tigac i6n

pod emo s y/o debemo

superar

esto

e ir incorporando a nue tro es tudio s una teoria del co nocimi ento y de la 16gica para llega r a un

co noc imiento de la rea lidad . Di c ha labor la estamo

lleva ndo a ca bo las nuevas ge nerac iones de arque61ogas/o , al ir incorporando nueva

propu es tas de anali sis al co njunto de hip6te i para e n un futuro y co n nuevo reg istros ir co ntra tandol a . El hec ho de partir de una mi ma po ic i6n te6 rica en nue tra inve tigaci6n, la tomaremo co mo una es tructura abierta , flex ible y criticable. Y como historiador es que somo "no vemo s obligado a escoge r e ntre la multitud de dato s que co noce mos, o que podrfamo s llega r a co noce r, aquellos que nos par ece n relcvante

para co nstruir una

int rpr etac i6n de lo probl ema o de los aspec tos qu e co nsidera mos fundam ental es" (Fontana , 1973:74), dentro de una ciencia de la historia de las formacione

ociales (D 'Hondt , 1973:96).

Para determinar nues tras hip6t es is de trabajo, nos ayudamo

de dicha di sc iplina auxiliar e , para ampliar el

co nocimi ento sobre la rea lidad pa sada , dentro de la forma ci6n de la historia como un proc eso, para poder exami nar las relaciones ca mbiant es entre la interpr taci6 n arqueol6gica y su med io soc ial, animal y c ultur al. Por e llo , no debemo fen6meno

co nsiderar a la cien ias auxi liare

como realidade s multifuncionales o multilat era le de lo

soc iales, sino que debemos de aprovecharnos de toda s las spec iali zac ione c ie ntffi ca , y de todo los

ava nc e tec nico que nos aportan , dentro de un anali is e mpfri co. Y llegar a es tabl ece r un pensamie nto humano de la historia va liendono s de toda s la di sc iplina

e pec iali zadas

para tal fin , ya que est as; "sirven a l historiador al ser indi spensables para identificar , compr ender, e tabl ece r el tiempo y e l luga r de lo

uce o , ya valorar crftica mente la fuente hist6r ica" (Semkovicz , 1951 :5).

Hoy dfa vemos co mo la cu ltura c ientffica se esta dejando lleva r ma bien por una especia lizac i6n positivi ta de us co ntenido , movida por motivo

coyu ntural e cultural es y dejando a un lado la cu ltur a hum ani ta qu

4

toda

investigac i6n debe llevar. No debemos olvidar que la ciencia solo sirve para crear ciencia mientra s que las humanidad es engloban al pensamiento genera l (epistemolo gfa). A lo largo de la Hi toria del pensami ento, las personas han intentado ir dando explicac iones a todos los fen6menos que iban ocurriendo a su alrededor. Asf, van surgie ndo difere ntes disciplina s parti culares, tanto de la ciencia s soc iales como de las ciencias natural es, como son la Etnografia, Palinolo gfa, etc. Todo es tos hechos han trafdo como consecuencia unos progresos que han supuesto cambio s tanto cualitativo s como cuantitativos. Somo s conscientes que ante tal complejidad de hechos social es y tambi en ante el avance cada vez mayor de la ciencia que pone a nuestro servicio una serie de analisis y tec nicas, para todo ello, se neces ita una e pec iali zac i6n. Toda esta multipli cac i6n de di ciplina s parti culare

va surgiendo e incorpor ando e a la

Arqueologfa, la mayorfa proveniente de las ciencias naturale y reflejando hecho comprobabl es empfricamente. Pero sin perder de vista la conexi6n de estos analisis con todos los elementos de la vida social. Es tamo s de acuerdo con Estevez ( 1984), Dfez (1992) y Bla sco (1992), en la neces idad de unos estudio s zoo l6gicos y paleontolo gicos pero desde la perspectiva de la Historia , para mantener la unidad en la ciencias sociales. Por que no queremos estudiar parce las del "hombr e" en la Hi storia , sino a los humano s en soc iedad con e l "objeto de que la Historia no es solo el hombr e en sociedad , sino el hombr e inmerso en unas relacione

sociales

concreta ; solo asf podemos comprender el engranaje de la Hi storia y las motiva ciones o intereses de cla e, que son en ultima instancia los que e tan moviendo los hilo de la Historia" (Prieto, 1976:3 1). Por ello , consideramo s la "necesidad de una historia interna complementaria de la teorfa que mida su vitalidad en cuanto programa de investigac ion guiado por la busqueda de la verdad" (Anderson, 1988:35), que es lo que separa el Materialismo Hist6rico de cualquier variante del pragmati mo, del relativismo y del dogmati smo. Como dice H. Lefevre, "no hay ninguna Providencia que propor cione al historiador h chos brutos, hechos data do s por lo extraordinario de una exi tencia rea l perfecta mente definida , simple, irreductible. Es el historiador quien da a luz los hec hos hist6ricos, incluso lo mas humild es" (Lefevre, 1971: 158). Tampoco queremos caer en el t6pi co del totalitari mo o historia total como bien decia P. Vilar cuando afirmaba "decirlo todo de todo", sino "de lo que se trata tan solo es de indicar aquello de lo que depende el todo y aquello que depe nde del todo" (Vi lar, 1975:9 9). Desde nuestra praxi s, considera mos la Arqueologia como disciplina de la cie ncias sociales, que compa rte el rnismo objetivo de investigaci6 n y lo

mismos procedimi entos metodol6g ico

genera les que la

demas

disciplina s. F. Bate, considera que su objetivo es el de "la soc iedad como un proceso total, cuya hi toria esta regida por leyes que adquieren parti cularid ades en cada etapa de su desarrollo , pre entando se como la unid ad de la multiplicid ad de singularidad en cada caso y momento concreto" (Bate, 1982: 17). Lo qu e diferencia a la Arqueologia de otra disciplinas e su conocimiento de la historia, como as f lo es tablecen F. Bat e y M. Gandara "la arqueologia es una tradici6n de oficio en el conocimiento de la Hi storia de la socie dad es a traves de una clase parti cular de dato

empfricos. A partir de los materiales y contextos

arqueo16gicos, la arqueologia conoce alguna de las actividades cotidiana s, bajo su singular forma cultural. Y con esa informa ci6n se intenta inferir las regularidad es que rigen a los procesos genera les de la totalidad soc ioeco n6mica , con el fin de explicar lo distinto aspectos del desa rrollo hi t6rico concreto" (Bat e y Gandara, 1991:32). Las nueva generaciones de arqueologa /os no inclin amos cada vez mas por nueva catego rfa de analisis donde

5

basar nuestros trabajo s empfrico s, a. f como afirma Tri gge r que para co mprend er el regi tro arqueol6gico o la cultur a material hay que hacerlo desde el co mport amiento humano . Y a la inversa para conocer a fondo el cambio cultural y el comportami ento hum ano en el pa ado se deben hallar procedimi ento

a partir d

lo dato

arqueol6gicos. Solo a trave de l studio del comportami ento hum ano, la arqueologfa podra relacionarse con las dema cie ncias soc iales (Tr igger, 1992:344). Tanto la Paleontologia co mo la Tafonomia , co ncebida aquf como tec nica s al serv icio de la Hi stori a, no ayudan a enriqu ecer el conocim ie nto sobre el origen y gene is de los yacimiento , y esto aspecto nos ayudan a su vez a co mpr ender la cone pci6n que tenemo s de las ociedade , tanto en sus a pecto

cientfficos co mo sociale y

eco n6mico. No debemos considerar los estudio

paleontol6gicos

co mo hechos

aislados porque cae rfamo

en una

"pa leo ntografia" , y u trabajo en f mismo carece de validez o utilidad para el historiador. Dicha inve tigaci6n e tara orientada en su mayor part e hi t6ricamente , bajo las ciencias auxi liare

para la cont ra taci6n de sus

hip6tesi s, de una teorfa y de una posici6n ideol6 gica . "La teorfa incluye una dobl e relaci6n entre teorfa y praxi s: investiga, por una parte , el co ntexto hist6rico de co nstituci6 n de una situaci6n de intereses a la que aun pertenece la teorfa, a traves del acto de co nocimiento; y, por otra part e, inves tiga el contexto hi t6rico de acci6n

obre e l que la teorfa puede ejercer una influ ncia que

orienta la acci6n" (Hab erma , 1997: 13). E l conjunto de teorfa s de ·arrollada s a lo largo de la historia, ha dado lugar a lo que Kuhn ha llamado paradi gma de la investigac i6n, que ha definido a lo paradi gma s como rea lizac ione cientffica s univ ersalmente reco nocidas que, durant e cierto tiempo , proporcionan mod elo de probl ema s y solucione

a una comunidad cientffi ca (Kuhn ,

1997). Mu cha vece no preguntamo s si para "inve tigar " y det rminar resto arqueo16gico , i,hace falta una teoria? l Qu e nos determina una teorfa de investigac i6n? l Que no aporta la teoria en un trabajo de investigac i6n dedicado a "huesos"? Par a contestar a tales pregunla s, diremos que la teo rfa es la ba e de la inv tigac i6n, sin teo rfa no habrfa inves tigaci6n , 610 tendrfamo s informa ci6n empfrica de det erminado s dato an6malo s, por eso creemos nece ario partir de una teorfa de conjunto para la unifi cac i6n de toda

la ciencias sociale y no un partidi mo entre

di ciplina s. Para Gandara , el objetivo que deb e perseguir toda teo rfa es "que debe ser el de explica r/compr ender un fen6meno o proc eso" (Gandara , 1993: 19). Por eso, e 'tamo s de ac uerdo tanto con Gandara como con Klejn , cua ndo co n idera que teorfa ign ifica alguna co ncepci6n, algun sistema de propo ·icion es basada s en una idea fundam ental, ella nos concepto

idea te y op ra con ellos de cara a u tituir , en ultima instancia, los concepto

co ncreto

y traspa ar las conclu iones inferida

de las operacione

irve para construir idea tes por otros

co n conceptos idea les a los co nceptos

concretos (Ruiz y Vic ent, 1992) . La adquisici6n de un modelo te6rico determinado y el es tabl ec imiento de leyes no permite trabajar con una cierta concepci6n en los mecani smos funcional es de la

varia bles

registro arqu ol6gico .

6

oc iales, para luego contra starlo

con lo

Por ello, nosotros vamos a partir de un mismo marco te6rico para las diferente s disciplina s, que vamo s a uti)izar para explicar las sociedades dentro de un proce so Hist6rico. Partiremo s tambien de la nece sidad de una teorfa y una praxi , como elementos indispensables para el conocimiento cientffico; que van parejo dialecticamente en un modelo de hip6te sis, antftesi s y sfntesis. Todos estos hecho s deben vincu]ar se a varios hechos concretos como son: -Metodo: toda investigaci6n debe de ir precedida de un razonamiento , donde se deben formular unas hip6te sis, elaborar una s categorias de analisis a seguir e inferir consecuencias. -Verificaci6n: las hip6te sis en la investigaci6n deben ser contra stada s o refutada s por varias investigadora s / es. -E1ecci.6n del enfoque o posici6n: cada investi gaci6n debe partir de su posici6n te6rica basada en unos objetivos, metodo s y una interpretaci6n de los hechos, es decir , debe cumplir una funci6n heurf stica. -Explicaci6n: el analisis en ciencias sociales debe partir de lo particular a lo general. La Arqueologfa nos ira dando las clave s para la explicaci6n de los proceso s sociales. F. Bate establece tres problemas ontol6gicos para determinar las inferencia s en cualquier propue sta metodol6 gica

como son: -El materialismo hist6rico , o teorfa sustantiva de los proce sos sociohist6rico s. -La historia de los contextos arqueol6gicos. -La historia real de la producci6n de la informaci6n.

1.2. Conceptualizaci6n

La teorfa sustantiva con la que vamos a trabajar es el Materialismo Hist6rico , desde la perspectiva de la

Arqueologia Social, formulada inicialmente por el grupo de Oaxtepec Latinoamericano, seguida y desa rrollada por autores que trabajan en Espana como: 0 . Arteaga, A. Ruiz, F. Nocete, J . Ramo s, J. Estevez y A. Vila , etc. Desde dicha perspectiva , se integran a la propo sici6n te6rica las categorfas de formaci6n-social (modo de

produ cci6n) , modo de vida, modo de trabajo, cultura y adopta una epistemologfa materialista, gn6stica , dial ectica, social e hist6rica (Gandara, J993). La relaci6n entre el pensamiento y el ser es el punto de partida de toda s las categorfa del mater ialismo dial , ctico, que cumplen una funci6n ontol6gica y gnoseol6gica (Kopnfn, J 973:83).

Di chas categorfas cumplen un pap 1

especial en el proce so del conocimiento humano, proce so por el cual los humano s van conociendo las leyes objetivas por las que e rige la natural eza y la sociedad. Por ello, el principio de la unidad de la dialectica , la 16gica y la teor fa del conocimiento ofrecen la unica idea ju sta a las vfas de desarrollo y perfeccionamiento de la dialectica materiali sta, de su conjunto de categorfas en relaci6n con el progre so genera l del conocimiento humano , y de toda la practica hist6rica (Rosental, 1978:92). Teniendo prese nte a la Sociedad, que dentro de la Historia y la Arqueologfa, se plantea desd

us aspectos

metodol6gico s y te6ricos, consideramos a los humano s dentro de su estructura soc ial, con unos contenidos de conciencia y modos de vida que les vienen deterrninado s por su actitud y por unos condicionamientos tanto culturales como econ6mico s y polftico s. "Los hombr es no se contentan con vivir en socie dad , sino que producen la sociedad para vivir, en el curso de su existencia inventan nueva s manera s de pensar y de actuar sobre e llos mismos asf como sobre la natural eza que les rodea " (Godelier, 1989:97).

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1.3. Categorias de analisis

En nuestra investigac i6n , tomaremos dichas categorfas de anali i como formulaciones generale (Bat e, 1998:56) . Con el u o de e tas ca tegorfa

de anali is s pretende enmarcar un procedimiento onto16gico y heurfstico; por

tanto no hacemos d ella un catecismo rfgido sino que se plantean como e quemas conceptuale

de trabajo , con

una intenc i6n dial ec tica. De todas las que analizamos la basica en este estudio on las de formaci6n (social), los aspectos productivos que se vinculan del analisis de la fauna , e decir , todo lo vinculado co n los modos de

produccion y modo de vida.

Formaci6n social

La categorfa de formaci6n social nos determina que la unidad basica de toda ociedad e el hecho social. Una formaci6n social e debe concebir como una vincu laci6n dada de modo s de producci6n , dondc uno de e tos modo s de producci6n pueden conve rtir se en hegem6nico s o bien pueden de embocar en la creaci6n de nuevo modo

de producci6n que pueden convertirse

n pionero s. La formaci6n soc ial caracterizara

la naturaleza

eco n6mica y soc ial de la soc iedad que estudiamo s (Page , 1983). G. Sarmiento , defi ne a la formaci6n soc ial co mo "la unidad organica de los medio s ese ncia le entr e el ser soc ial (modo s de produ cc i6n y modo de vida) y la super structura" (Sarmiento, 1993:97).

Fuerzas Productivas

El concepto de proc eso productivo viene determinado por el Materialismo Hist 6rico (Marx , 1972) , es decir, la producci6n de la vida mat erial de soc iedad e en constante cambio. Mar x con idera a los humano s productore s de biene s materiale . "La prim era premi a de toda hi toria humana e , naturalm ente, la ex istencia de individuo s humano s vivient

. El primer e tado de hec ho comprobabl e es, por tanto, la organizaci6n corp6rea de e to

individuo s y, como co n ec uencia de e llo, su co mportami ento hacia el re to de la Naturaleza. Pod e mos distinguir al hombr e de los animates por la co nciencia, por la religion o por lo que se quiera. Pero e l hombr e mismo se difer encia de los animates a partir del mom ento en que empieza a producir su medio de vida, pa o halla condicionado por su organizaci6n

corporal. Al produ cir

e te que

se

us media s de vida, el hombr e produc e

indirectam ente u propia vida mat er ial. El modo como los hombr e produc en us medio s de vida depe nde, ante todo, de la natural eza misma de los medio s de vida co n que se encuentran y que se trata de reproducir. Este modo de producci6n no debe cons iderar e so lam nte en cuanto e

la reproducci6n de la exi tencia ffsica de los

individuos. Es ya, ma bien, un deter minado modo de vida de los mi mo . Tai y como los individuo s manifie stan su vida , a f on. Los que co inc iden, por co nsiguiente, con su producci6n, tanto con lo que producen como con el modo c6mo producen. Lo que los individuo s son dependen , por tanto , de las condiciones materiale s de su producci6n" (Marx y Engels , 1970: 19-20 ). K. Mar x, decreta la base de la historia en la fuerza productiva

al estab lecer que " los hombre s no on libres de

elegir su fuerza productivas, pue to que cada fuerza productiva es una fuerza adquirida, producto de la actividad anterior. Por con iguiente, las fuer zas productivas

on el re ultado de la energfa humana practica: pero esta

8

energfa esta a su vez condicionada por la circunstancias en que se hallan los hombres, por las fuerzas productiva s ya conquistada , por la forma social preexistente [... ]" (Marx, 1968:23). Establece, K. Marx, la producci6n como una nece sidad. Lo

humanos producen para

atisfacer una serie de

nece sidade s. Estas nece sidade tienen que ser creadas o inventada , luego el hombre y la mujer se convierten en creadores de sus propias nece sidade s. Por eso, el trabajo entendido como producci6n "es lo que eleva al hombre sobre la naturaleza

exterior y sobre su propia naturaleza , y en esta superaci6n

de su ser natural consiste

propiamente su autoproducci6n" (Sanchez Vazquez , 1972). Hay una serie de hecho s, tanto soc iale

como materiale , que han otorgado a los miembros de una soc iedad

producir y reproducir sus medio s de exi tencia para poder de envolverse en esa soc iedad. A f, para M. Godelier, las fuerzas productivas "son los medios materiales e intelectuale s que utilizan los miembro s de una socie dad , despue

de haberlo s inventado , copiado o heredado , en los distinto s procesos laborale s mediante los cuales actuan

sobre la naturaleza para extraerle sus medio s de existencia, medios que constituyen desde ese momento una parte socia lizada de la naturaleza. Y considerando las relacione s de producci6n entre los hombres , cualesquiera que sea n, asumen la triple funci6n de determinar la forma social de acceso a los recurso s y el control de los medio de producci6n ; redi stribuir la fuerza de los miembro s de la soc iedad en lo distintos proc esos laborale s y organizar e l desenvolvimiento

de estos mi smos; y de determinar la forma

ocial de la circulaci6n y distribuci6n

de los

producto s del trabajo individual o colectivo" (Godelier, 1989: 158). Para M. Duverger , el individuo queda definido por las condicione

soc io-econ6mica s, pero al tener conciencia de

esta det erminaci6n puede actuar . obre ello. Asf, las fuer zas produ ctivas son el motor del de arrollo soc ial, que conducen, a dar pree minencia al hombr e (Du verger, 1981 :39). Hay que tener en cuenta que , para que un grupo produzca es necesario que se controlen los elementos que requiere dicho proce o, tales elementos son: instrumento

de trabajo, objeto

de trabajo y fuer za de trabajo

(Sarmi ento , 1993:98) . Teni e ndo e n cuenta dicho s elementos pod emos det er mjnar que las fuerzas productiva s soc iales se desarrollan bajo tre s elemento

ese nciale : las herramienta s (compuestas de materia prima y terreno de dond e se ex traen), los sere

humano s que usa n dicha s herramienta s y lo objetos sobre los que aplicamo

e as herrami en ta , es decir, las

fuerza s productiva s "con isten en el proc eso de transformaci6n de la naturale za por e l hombr e para la producci6n de bien es materiale s" (Dhoquois, 1977). Las fuerza s productiva s de una ociedad no pueden dar se si no existen una s re lacione s de producci6n , entre los sere s humano s unjdo s, para producir una s herramienta Entendida

y los objetos determinado s en el proce so productivo.

asf, tanto la fuerzas productivas como las relaciones de produ cci6n no deben considerarse como

categorfas diferente

sino que van entrelazada dando lugar a unas formas materiale

y soc iale

d

la nucva

producci6n , es decir , dan lugar a la categorfa de modo de producci6n, introducida por Marx (Marx, 1970). "La

relaciones soc iales estan fntimamente relacionada s a las fuerza s productiva s. Al adquirir nueva s fuerzas

productiva s, los hombres cambian de modo de producci6n , y al cambiar el modo de producci6n , la man era de ga nar se la vida, cambian toda s sus re lacione s sociales. Los hombr es, al establecer las relacione

soc ial es con

arreglo al desa rrollo de la producci6n material , crean tambi en los principio s, las ideas y las categorfas conforme a sus relacione

soc iale s" (Marx, 1968: 23).

9

De sde esta per pectiva , las fuerzas productiva s han determinado las principale s tran formaciones en la evoluci6n de las soc iedade s "el desarro llo de e tas estructuras normativa s marca e l pa so de la evoluci6n social , pue s lo nu evos principio

organizativo

ultimas a su vez , permiten incrementar la complejidad

de la organizaci6n socia l signi fican nueva aplicar

la

fuerza s productiva s disponible

forma de int egrac i6n socia l y estas o generar otras nuevas, asf como

ocial" (Ha berma s, 1997: 120).

Modo de produccion

E l modo de producci6n, como elemento esencial , ha sido definido como el conjunto de los procesos eco n6rnico y de relacione s soc iales destinadas

a la produ cc i6n y reproducci6n

de la vida soc ial , reflejando

eco n6rni cos de producci6n , distribuci6n , cambio y con umo , que fuerzas productiva

on determinado s por e l desarrollo

Lo

de las

(Bate, 1998).

El modo de producci6n , la estructura eco n6mica de la sociedad, no sirve para asentar los periodo bajo uno criterio

los proc esos

metodologico

de la historia

de raciona lizac i6n (Pages, 1983 :269).

modos de producci6n van unido s a la fuerza produ ctiva "un modo de produc ci6n determinado sie mpr e es

inseparabl e de un modo de coo peraci6n

ocial y la organizaci6n

de l trabajo e

en

f misma un a "fuerza

productiva". La can ti dad de las fuerza productiva s, el pod er sobre la naturale za condiciona co ncretarnente a toda ociedad ; el e tudio de toda

ociedad supon e, por consiguiente,

(ffsica, geog rafica , biol6gica , etc.) , lo

instrumento

el es tudio de su. relacione s con la naturaleza

(tecnico ); del uso de los instrumento s (orga nizac i6n y

divi sion de l trabajo) ; es dec ir, e l es tudio de las fuerzas productiva

y de la re lacione s soc iale s de producci6n"

(Lefevre, 1971:155 ). En cualquier soc iedad , los modos de producci6n configuran la

agrupaci6n de lo proc eso

econ6rnicos y la

relacione s soc iale a trav es de los cual es satisface n y se reprodu ce n la co ndic ione de vida mat er ial (Sa rmiento , 1993:97 ).

Relaciones sociales de produccion

K. Marx , ex pre sa qu e los grupo s humano

produ ce n . u medio

de vida. "Al producir sus medio

hombr e produc e indir ec tam ente su propia vida material. Tai y como lo individuo

de vida, el

manific stan u vida, asf son.

Los qu e son co inc ide, por co nsiguiente, co n u produ cc i6n , tanto co n lo qu e produ ce co mo el modo c6 mo lo producen.

Lo que los individuos

producci6n . E ta producci6n

son dependen , a

u vez, por tanto , de las co ndic ione

mat erial es de

u

610 aparece al multiplicar e la poblaci6n. Y pre upone, a su vez, un intercambio

entre los individuo s. La forma de es te intercambio se halla condicionada,

a su vez, por la producci6n"

(Marx ,

1970: 18). Las relacione transforrnan,

de producci6n

no so n es table s, sino que al ser re lacione s van cambiando

al ca mbiar y de arrollarse

los medio s de produ cci6 n, la

producci6n forman e n su conjunto lo que s

"por tanto , se

fuerzas productivas. Las relaciones

llam an las relaciones socia les, la sociedad , y, concretamente,

ociedad co n un determinado gra do de desarrollo hi t6ri co" (Marx , 1968).

10

de una

G. Dhoquois, determjna que las relacione

de producci6n "consisten en las relaciones entre los seres humanos

para el funcionamiento de las fuerzas productiva , es decir , en la circulaci6n de la informaci6n que se considere adecuada para e te funcionamiento , informaci6n cuya forma elemental viene determinada por la circulaci6n simple de biene s" (Dhoquois, 1977:97). En el anali sis de Dhoquois tanto el concepto de fuerza productiva como las relaciones de producci6n no se pueden dar el uno sin el otro, ya que uno nos determina el trabajo productivo , y el otro el trabajo improductivo pero ambos son necesario s en una estructura econ6mica.

Cultura

Consideramo

la categoria de cultura, como una categorfa genera l del Materialismo Histori co. F. Bate (1998)

erige que cualquier epoca hist6rica tiene una erie de caracterf tica s cornunes independientemente de la sociedad que tratemos; cualquier trabajo de investigaci6n nos define los procedimiento s y nos permit e extraer infere ncia s de los modos de vida y las formaciones sociale s de la base de dato s empiricos con los que trabajemos. Plant ea cinco estadios de relaciones entre cultura y formaci6n social:

-Establec iendo conceptualmente la cultura como formas fenornenicas que desarrollan toda sociedad real , es dec ir, estableciendo interaccione las actividade

con todos lo elemento s de la sociedad. Lo vfnculo que desarrollan los humano con

y los objetos que le proporciona y le integra n en el rnedio donde de arrollar su vida social , dando

lugar a u territorio social y no limiLandose solamente a las expre ione de la conciencia social. -Bate esta blece la sociedad como sisterna, incorporando una diferencia entre grupos sociales dentro de la forrnaci6n social, estableciendolo s como "subcultura s" con base a: sistemas de relacione s ociales de producci6n , a la divi ion del trabajo , seg un su origen hist6rico-geogra fico , segun su genero. Asf, defi ne a la cultura global o total de una soc iedad concreta, como "la singular manife taci6n fenomenica de la unidad de los diver sos grupo s sociale cuya imbricacion conslituye la sociedad . En la cultura se manifie sta de manera aparente, a la vez, lo que los difer encia y los que los une de una totalidad dinamica" (Bate, 1998:7 l). -El orden de las forma cullurale , es decir, el orden general de los contenidos de la formaci6n social reflejados en la cullura, posee diversas determjnacione s particulares

y calidade

especfficas dependiendo del grado de

desarrollo de la fuerzas productiva s. -Singularidad cultural y cantidad social: donde cultura es efecto fenomenico de la articulaci6n de neces idad y contingencia, entendiendo los factores que determinan dicha contingencia las singularidad es culturales como lo factores geog rafico s y eco l6gicos, natural y contingencias hist6rica s interna s de la sociedad y contingencias hist6rica

xterna .

-Dinamjca de la correspondencia entre cultura y formaci6n soc ial. Para discernir la dialectica de la reciprocidad de la cultura con la formaci6n social, mediada tambien por e l modo de vida, e necesario analizar el sistema de mediacione

que se establecen entre esos nivele s interpretado s de la totalidad socia l. Para explicar dicha s

relacione s dinamica , las categorfas que se utilizan son las de la dialectica (Bate , 1982). En general, podemo decir que, cultura es un conjunto de idea , actitude , valore y modo de vida dispuesto en patrone s que poseen una e tabilidad dentro de una sociedad dada , de modo que influyen en su conducta y

lJ

structura . La c ultura queda refl ejada en una serie de objetivos cognitivo s que es tan por encima de la natural eza y la sociedad , de esta forma la co lectiv idad tiene asegurada sus cree nc ias, valores y actitudes, etc.

Superestructura

K. Mar x, co nsidera las representaciones

ideaJes co mo efec tos de una situaci6n eco n6mica

dada .

La

superes tructura se co mpon e d dos nive les, el ma s inmediato a nosotro s que esta constituido por lo politi co y jurfdico; y el mas eleva do o ideo 16gico que esta co nstituid o por lo religioso, lo artfstico, lo filos6fico, etc. Po tula que la hi toria se pude exp licar mo stra ndo c6mo la evo luci6n de la base (fuerzas productivas)

provoca la

modifi cac i6n ultima de la superestruc tura (R iss, 2000:43).

Polftica + ideas: e l es tado, la ley, las artes, la reli gion (ideologfa) SUPERESTRUCTURA

i

Sociedad + es tructura e eco n6mica (relacio nes de producci6n) ES TRUCTURA

t Ciencia + tecnolo gfa + fuerza de trabajo (Juerzas pr oductivas)

t BAS E

En dicha catego rfa de pensa miento , las idea s que tie nen lo humano s son remesas de las re lac iones soc iales en I.as que vive, que a su vez lo son de las fue rzas de produ ctividad de la epoca en que vive. A f, "los mismo s hombr es que establ ece n las relacion es soc iales conform e a su produ ctividad mat erial produ ce n tambi en los principio , las ideas, es tas catego rfas res ultan tan poco eterna s co mo las re lac iones que ex pre an. Son produ ctos hist6rico s y tran sitorio . Hay un continuo movimiento de crecirniento de las fuerzas productiva s, de dest rucc i6n en la re lac ion e sociale s, de formac i6n en las ideas; no hay nada inmutabl e mas qu la abstracci6 n del movimiento" (Marx, 1970). Podemos determinar que las relacion e de produ cc i6n e ex presa n e n re lacione de propi edad y dond e la cla se dominant e produ ce, en funci6n de una s circun stanc ias hist6ri cas prodi giosamente compleja , co mo son las superestructura s jurf dicas, polf ticas, religiosas, artf sticas, ideol6gicas que corre pond en a la base sob re la cual se establece su dominaci6n . Las superes tru ctura s co rres pond en, pues, por un lado a la base, a las fu rzas productivas y re lac iones de prod ucci6n, y a las exigencias de la clase dominant e, que quiere r sta blecer, o co n olidar , o ma ntener su dominaci6n (Lefevre, 1971).

12

La teorfa de la base y la supere structura han sido los objetivo s principal es del estudio de la sociologfa del conocimjento, basada en la obra de Marx y Engels. La relaci6n que ex iste entre la conciencia soc ial y la ex istencia social es una relaci6n entre la uperestructura y la base. Considerando a la existencia ocial como la ba e sobre la que se sustenta la superestructura (co mpue ta e ta por las ideas, opinion es, pensamientos y las representacione s de lo hombr es y las mujere s). En palabra s de Schaff (1974: I 99) " [ ...] forman part e de esta las fuerza s productiva s, categorias que incluy e la tecnica , las materia s prima s y los hombre s capacitados para la utilizaci6n de determinada tecnica , y las relaciones de produc ci6n corresponde al nivel alcanzado por la

fuerzas produ ctiva s. La categorfa de

relacion es de producci6n comprende todas las relacione s interindividuale s indi spen ables para que se pueda producir un proc eso real de produc ci6n. Se trata , pues, de las mas diver sas relaciones, desde las relaciones que contraen los hombre s directarnente en el proceso del trabajo hasta las relaciones de propiedad que regulan el derecho de los hombre instrumentos de trabajo , a las materia

prima s y a los producto

a los

del trabajo . Las fuerza s productiva s y las

relacione de produ cci6n existente s en una epoca deterrninada , cuyos ajustes e interac cione s dese mpefian un papel considerabl e en el conjunto del movimi ento y del desa rrollo de la soc iedad , forman lo que denominarno s la base social, la ex i tencia social o el modo de produc ci6n".

Distribuci6n, cambio y consumo

El consumo es un factor que esta prese nte en todas la sociedade , incluida s la prehist6rica s. Para que haya consumo , aunque este no tiene por que ser inmediato a una relaci6n produ cc i6n-consumo , tiene que haber una distribuci6n e intercambio como enlace al proc eso produ ctivo. Desde esta perspectiva vamos a analizar las relaciones de intercambio y distribuci6n de lo grupo s humanos en el sentido de que estas se ven afectadas tanto por su eco nomfa corno por su organizaci6n social. Para K. Mar x, la producci6n es la apropiaci6n y tran sformaci6n de una serie de elemento que por medio de la fuerza del trabajo genera n un con umo. "En la produ cc i6n los miembro s de la sociedad adaptan lo produ ctos natural es a la

neces idades humana s, la distribuci6n determina la propor ci6n en la que cada individuo

participa en estos producto s; el ca mbio les proporciona los producto s particular e en los qu e quiere convertir la cuota que le ha correspondido mediant e la distribuci6n, finalm ente en el consumo los produ ctos e convierten en objetos de disfrute" (Marx, 1977: 11). Teniendo en cuenta esto, "en la produ cc i6n, los hombr es no actuan

olamente sobre la natur aleza, sino que

actuan tambien unos sobre los otros. No pueden producir sin asociarse de cierto modo , para actuar en comun y esta blece r un intercambio de actividades" (Marx , 1968). Las relaciones eco n6mico- socia les de produ cc i6n, intercambio y consumo son las relacion es que constituyen el origen de los humano s. A trav es del trabajo , los hombr e y mujeres transforman la Natural eza y con ello las relaciones eco n6mico- sociales. Bajo el binomio produc ci6n / consumo e interpone la di tribuci6n como reparto de bienes, pero inmersa en las leyes de la produc ci6n y sujeta a los mecani smos sociale .

13

F. Bat e, establ ece uno s criterio e n los proce os de intercambio uno

objetivo

minimo : parti cipan do

de la

ociedade , donde deben c umplir se

o mas age ntes; se dan do s movimi entos (dar-rec ibir ). Es tos

movimientos deben tener do momento s que pueden er en el mi mo mom ento o a po terio ri (Bat e, 1986:24) . Sin embargo, M. Godelier detem1ina estructuralmente

los movimiento

eco nom fa capi tali sta , al afirmar que "todo producto , incluida

de los producto s de sde la base de la

la fuerza d

trabajo , e

una merca ncfa

intercambiable ; las relacione s entre todos los indi viduos son re lac iones de intercambio de mercancia s y las relacione s de intercambio

on relaciones co ncurr ente " (Go delier, 1972:20).

Para que los e lementos de l proceso de distribu ci6n e intercambio tenga un buen de arrollo, deben de alcanzar un buen nivel de e peciali zaci6 n en la divi i6n del trabajo. E l analisis de e to proce o es necesario e nmar car los en una vision soc ial en lo est udio de la fauna desde una perspectiva

micro e pacial.

posibi lidades de interpretaci6n. interesa la distribuci6n

En ase ntamientos Aquf, no separamo

con amp lias superficie

excava da s ofr cen

de alternativas tafon6micas funcionalistas.

de la fauna en un ambito

ocial en que las relaciones

mucha

Ya que nos

soc iale s de producci6n

interviencn y regu lan el co n umo. Para J . Es tevez, el co nsumo es ta orientado hacia animates pro cesa do s co mo fuente de mat ria prim a, que vendrian a producir objeto s de co n umo y resi duo de fabricaci6n. Los destinado s a objeto "este proce so se pueden produ c ir ca rcasa res to

e nteras y por ciones no co nsumida s (co mo res tos de "cocina"),

ometidos al trabajo de prepara c i6n o c ulinario

ex trac c i6n de otras mat eria s (huesos fracturado porcione

co n umid a

(seca do , asado , hervido s ... ), restos ometido s a la

para obtener la medul a, la grasa), de hec ho de co nsumi ci6n:

pero art iculad as, por cione

individuali zada

(E tevez, 2000: 16). De de esta per pec tiva podemo ociedades

de co nsumo en

y co n umida ... (re to

inferir la organizaci6n

de "mesa")"

eco n6mi co-soc ial de las

n e tudio .

1.4. Metodo

La metodologia co n tituy e tanto la tec nica co mo lo proc edimi e ntos utili zados en e l a na lisis de cualqui er proceso hi t6rico. Asf , e l papel que debe jugar e l metodo , e n cualqui er inve tigaci6 n e e l de posibilit ar e l co ntac to entre la teo rfa y la rca lidad empfri ca mediant e la contra staci 6n. Para

llo, partir e mo s de la dialectica co mo metodo de co noc imiento que fue rec upera da por K. M arx al

desprenderla

de la idea abstracta e inex iste nte y e nco ntrarl a e n la materia misma . "E l mundo no puede

concebirse como un conj unto de obj eto termi nados, sino co mo un co njunto de proce o [ ... ] los co ncep to pa sa n por un ca mbio interrump.ido , por un proc eso de deve nir y de aparecer [ ... ]" (Engels, 1969 :51) . En dicho metod o dialectico

se ba a el Profe or 0 . Arteaga para exp licar e l proce so hist6rico e intenta

"co ntemplar al hombr e en oci dad ; co n objeto de eva luar su pape l prot ago ni ta [...] en e l proc e o hist6r ico, valorandolo

a f co mo e lemento co ntradictori o y por e llo mi smo coa dyu vante de mucha

de las

tran sformacion es acusada . en el proc eso natural , durante los tiempos c uaternario " (Ar teaga y Hoffman , 1999:36).

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Desde esta perspectiva epistemol6gica, intentamo s explicar que son "las formacione

sociales y no sus

manifestacione s culturales, las que traducen en el tiempo y en el espacio los procesos llamado s hist6rico s" (Arteaga, 1992:181).

I. Lakatos, nos establece que la heuristica posibilita un programa que enumera una secuencia de modelo s crecientemente complicados simuladores de la realidad. Por eso, cualquier programa de investi gaci6n deb e seguir unas reglas metodol6gicas, algunas nos dicen las ruta s que no debemo s de seguir en cualquier investigaci6n (heuristica negativa) y otras las que debemos de seguir (heuristica positiva). La heuri stica negativa determina si la metodologfa es irrefutable , mientras que la heuri tica positiva determina el tipo de sugerencia s o pistas sobre como modificar y desa1rnllar la versiones refutabl es, dicha heurfstica es mas flexible que la heuristica negativa. Cuando un programa de inve stigaci6n entra en una fase regresiva como podrfa ser un cambio creativo de su heuristica positiva puede impul sarlo de nuevo hacfa adelante dando paso a nueva s verificacione . F. Bate , llega a determinar que aun partiendo de la misma concepci6n te6rica de la realidad en general y del

materialismo historico como teorfa particular de los proce sos sociale s, no existe un metodo unico (Bat e, 1982). Por eso, para llegar a determinar nuestra s hip6te sis, nos vamo a basar en varias metodo logfas con tecnica s de analisis diferente s, para llegar a determinar nuestro conocimiento. Para el analisis zooarqueologico y tafonomico he utilizado la metodologfa CSAS (Classification System for

the Archeozoological

Study) (Anconetani , 1995a). Es un metodo l6gico-analitico de recogida de dato s,

estructurado en forma de lexico tematico a esquema abierto, incluyendo las respue ta codificadas de tipo num erico y alfanumerico. El metodo se compone de cinco secc iones principale s: 1.-Dato s sobre el trabajo de campo (excavac i6n). 2.- Dato

obre la definici6n anat6mico-taxon6mica del reparto (documentada por los restos o teol6gicos).

3.-Datos sobre las alteraciones evidenciadas en la superficie de los huesos (documentadas por lo res tos osteol6gico

que lleva n evidencia s de alteraciones producida s por los carnfvoros, actividad antr6pica de

proce amiento del esqueleto del animal, agentes ffsico -quf mico s). 4.-Datos

sobre la replica experimental

de las actividade

computadas

(documentada

osteol6gicos obtenidos de la expe rimentaci6n: carnicerfa y fracturaci6n intencionada ). 5.-Dato sobre morfotipo s de fracturaci6n intencionada .

De forma amplia esta metodo logia esta definida por los siguient es campos:

1 -Individualizacion del resto.

a. -Identificaci6n estratigrafica y planimetrica. b.-Nivel , cuadrfcula, complejo, inventario de la excavaci6n y diario.

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por los restos

2 -ldentificaci6n del segmento 6seo.

a. -l dentificac ion anatomica del segrne nto . b .-De termina ci6 n taxonomica (ge nero ye pec ie). c. -G rado de de sarrollo (juveni l, adu lto).

3 -Posicionamiento anat6mico del fragmento con relacion al segmento 6seo.

a .-Lon gitudinal (proxim al, proximal -media na, mediana , mediano-di tal). b.-Tra n ver al (anterior , posterior, medial , lateral ).

4-Medidas.

a.-Lar go, ancho ye pe or maximo de lo hueso . b. -Largo y ancho de las porcione s puntia gudas.

5-Analisis de las fracturas.

a. -Plano s de fractura s: -Cuantificacion y num erac i6n. -Localizaci6n (longitudinal y tran versa !). -Angulo que el piano de fractura forma con la cara cor tica l (ag udo , recto, obtu so). -Morfologia de la secc ion del piano de fractura (simpl e, multipl e care nada, en V, en alabarda) . -As pecto de la super fic ie del piano de fractura (lisa , rugo sa, es amo a, irreg ular). -Pa so del borde cortica l (rec tilfneo, convexo, co ncavo, sinuo so, en pico de tlauta , en L, d ntado ). b. -Re laci6n entre lo difcr ente piano de fractura (incidentes, perpendic ular es, para lc los) . c. -Rela ci6n entre los hord es co rtica les (subparal clo , converge ntes , div erge ntes) ,

6 - Puntos de impactos.

a. -Identifi cac ion y num eracion. b. -Pa so dcl borde afectado por el impacto (lfnea rectilfnea, lfnea c6 ncava o inuosa, denticular co mpuesta rec tilfnea, c6 ncava, sinuo sa). c.-Medida

del area de impacto (lar go o co rto y profundo ).

d .-As pecto de la porc i6n del bord e intere ado por e l impacto (sin es tigma , con cupula s, co n aplastamiento). d. -As pecto del area de impa cto en fase medular (pre enc ia o au encia de l leva ntamiento). f. -Tipo de leva ntamie nto (simple, normal , piano , alzado , esca mo so). g.-Amplitud de los leva ntami ento (e pe sor). h. -Vari edad de leva ntami ento (standard , en e ca la, lamin ar).

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7 - Analisis de las estrias.

a. -Denominaci6n de las mismas. b. -Po sicio nami ento de las marca s en su cara cortical y en su cara medular de spues de haber dividido en 4 cuadrantes cartesianos e tas caras. c.-Direcci6n de las estrfas respec to al eje longitudinal (transversal, oblicuas, longitudinal es). d. -Subdivi si6n de las estrias para su estudio. e.-Subdivi si6n e n clases f.-For ma de las es trfas (rectilineas, curvas , sinuo sa ). g.-Es pe or de las estrfas (superficiales, profunda s). h.-Secci6n de las estrfa (en "U" , en "V"). i.-Est ructura de la estrfas (simple, doble , multiple s, deso rganizada s).

8 - Notas diver sa, deta lles, etc.

Para el estudio de las superficies 6seas, en particular para la dete rminaci6n de marcas de ca rnicerfa se han utili zado dos tec nica s basicas en este tipo de analisis , como son la Lupa Binocular y la Microscopfa Electr6nica de Barrido . Hemos utili zado co mo una tecnica mas de analisi

la experimentacion , ya que es una observaci6n procesada

y diri gida a la consecuci6n de un objetivo. Se introdu ce en el desarrollo de un fen6me no uno o vario factore artificiale

y compara ndo los re ultado obtenjdos con los que e producirian en ausencia de toda intervenci6 n

se puede med ir la influ encia de lo factore

introdu cido s. El ex perim ento se rea liza para verificar la exac titud

de una s hjp6t esi previa ment e defi nida (Duvenger, 1981). Tomare ideas de la etnoarqueologia dedicada al est udio de las soc iedad es primitiva tiene por objetivo conocer determinados

contempor anea que

nivel es de l inconsciente (pe nsamiento, acciones , etc.) de la vida

soc ial y de los analisis de la experiencia de dicha organizaci6n soc ial. L. Bartram , co nsidera que la etnoarqu eo logfa por sf sola no nos sirve para comp render el pa sado, pero no proporciona uno de lo mejo res co ntex tos para eva luar tipolo gfas obre la conducta, y nos permite ex plorar de alguna man era las tecnicas analiticas y estadfsticas utilizada s en zooarqueologfa que a veces distor sionan nue stra s caracterizaciones sobre el conjunto faunfstico arqueol6gico. Algunas de sus observaciones no pueden ayudar a: "Determinar que elementos del conjunto de hue os nos proporcionan medida que nos permiten re flexionar sobre la variabilidad funcional entre los campamento -Determinar en que forma nues tro metodo s habituate

de cazado res-reco lector e . . de e tudio de arqueofauna refleja n la variabilidad de

los comportamientos que quieren explicar. -Reconocer la forma arqueol6gica de los patrone s de subsistencia. -Desarro llar una metodolo gfa empfrica para contrastar hip6t esis sobre el comportamiento prehist6rica" (Bartram, 1995:4 1).

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de sub istencia

La elnolo gfa va rnuy unida a lo e tudio

es tructuralita s, ya que van parejo

acontecirniento s y estructura ;

diacronfa y sincronia hi t6rica , de ahi que el e tudio de l etnoarque6logo/a no perrnane zca impa ible ante los proce o hist6rico , ni a los fen6meno s soc iale de l pasado. Pero f deberfa impli ca r e s gun nue tra posic i6n te6 rica en un anali si hi t6rico. Para determinar el habitat de la fauna regi trada me basare en la metodologfa Espectro biocen6tico y

Biocenogramas (Rui z Bu tos, 1976, 1990 ,1995 , 1997). E ta metodolo gfa co n i te en utili za r la fauna de mamifero

co mo medio capaz de integrar de forrna j erarqui zada , seg un su pap e l, tanto la informaci6n que

facilita el co njunto de la espec ie de un yacimiento , co mo la que ugiere individuaJment e ca da una de ella en funci6n de sus requerimjenlo

eco l6gicos.

La interpr elac i6n de lo daLOs se basa en la re lac i6n entr e alimento y fauna de mamif ero . E to implica que las es pec ies de mamif ero que ex i ten en un habitat , en e te hay un de arroll o vege tal uficie nte para a limentarla. y e llo es posible si las co ndiciones cl imatica de dicho habitat son las adec uadas. E n el Espec tro biocen6tico , cada e pec ie es utilizada co mo indicador de habitat y simult anea mente al co nsidera da

en

u co njunto re flejan la diver idad y e tructura de la bioceno i . De es la forma, un

Biocenograma "es tablec e y cuantifica

una re ferencia

concreta

entre lo

dato

de fauna , vegetaci6n,

geo morfolo g fa y situa c i6n g ografica del yacimiento determjnado" (Rui z Bu sto , 1987 ; 1991). Para determinar las condicione s eco l6gica elaboramo

de l area de dond e proc eden la

lo Biocenogramas . Este consiste en una tabla de dobl e entrada,

dato s de habitat s vegetate

e peci es de un yacimiento n una de ella se registran los

posibles en una region y e n otro las especies de mamffero . En

I continente

Europeo el bioceno grama utiliza como habitat s po sible s lo siguiente : A, tundra y de sierto s frfos. B , e tepas, pradera s frfas, pradera s arbolada s. C, bo sque de conffera . D , bo que caducifolio. E, bo que e cler6filo. F, pradera

sec a , matorral , abana. G, arroyo , aguas frfa , vege taci6n de ga lerfa . H, laguna , agua s calidas,

vege taci6n de ribera. I, desiertos, zona aridas. La valoraci6n de la afinidad (pre ferencia ) de los mamff eros d un yacimiento por determinado

habitat s, e to, da como re ultado lo fndice de biotopo s, qu e e xpre an lo

habitat s pre se ntes en la region n porce ntaje . Este

i tema de medida : Unidad de diversidad de mamiferos (UDM) se utili za como unidad para la

caracterizaci6n

de un habitat f6 ii y de sus co ndicion e ambi entale , es dec ir, no. determina la co ndic ione

mfnjma s en que habilarfa una es pec ic de mamff ero . Cada habitat del bioceno grama represe nta una s condicione

climati ca qu e e ex pre an mediant e los terrnino :

frfo, calido, seco y hum edo. Es tos permit e n e tabl ecer las ca tego rfas: 1. muy frfo y seco; 2. frio y seco; 3. frfo y hum edo ; 4. ca lido y hum edo ; 5. ca lido y seco; 6. ca lido y muy seco. En consec uencia , lo habitat s ba icos (A , B , C, D , E, F, G , H, I) , eleg idos para los biocenograma europ os, y por tanto , tambi en lo b ' ticos, son atribuidos a las siguie nte cat gorfa , climatica . A, muy frfo y seco. B, frfo y seco . C, frfo y hum edo. D , calido y hum edo. E, calido y humedo. F, calido y eco. G, frfo y humedo. H, calido y hum edo. I, muy eco y calido. El bioc enograma transforma los fndice

de habitat

en para metro s climatico , e tos ex presado

sistema de medida definido co mo Unidades Climaticas de Mamifero (UC M).

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en un

El parametro Frio (Fr), es la uma de los fndices de los habitat s cla ificado s como frfos-sec os (habitat B) y frfo -humedo s (habitats C y G). Con relaci6n al habitat A , con idera do como muy frfo, el valor del fndice de habitat e multiplicado por dos. El parametro Calido (Cl), es la suma de lo indi ce de los habitat s cla sificado s como ca lido- seco (habitat F e I) y calido-humedo (habitats D, E y H).

El parametro Seco (Sc), es Ia suma de lo indic es de los habitat s cla sificado s como frfo-seco (habitat B), calido-seco (habitat F) y muy frfo- eco (habitat A). Con relaci6n al habitat I, considerado como muy seco, el valor del fndice de habitat es multiplicado por dos. El parametro Humedo (Hm), es la suma de los fndices de los habitat s cla sificado s como frfo-hum edo (habitat s C y G) y calido-humedo (habitat s D, E, H ,). De acuerdo con estos calculo , el param etro Frfo (Fr) es la suma de los indice

(2*A) + B + C + G. Calido

(Cl) es igual a D + E + F + H + I. Seco (Sc) : A+ B + F + (2* I) y Hum edo (Hm): C + D + E + G + H . La suma de Frio (Fr) y Calido (Cl) es expresada mediante porcentaj e, y lo mi smo ocurr e con la suma de los param etros Seco (Sc) y Hum edo (Hm).

Parti endo de leyes hipotetica s explfcitas que a lo largo de la invest igac i6n iremo s contrastando o bien !eyes hipot etica s parcial es o local e que vayamos confirmando, podr emos utili zarla s par a obtener explicac iones generate que seran contra stada s en el tiempo , cuando se dispon ga de mas dato s y ma s informa ci6n de los yacimientos de la zona. A si, partimo s de las siguientes hip6tesis: - Establecimiento

de un ecos istema circunm editerraneo en la cuenca Medit erranea con una unificac i6n de

espec ies de tipo templado durante el Cuatemario. - La sociedad e

caza dora -reco lec tora s a finales del Pleistoceno ej erc iero n un acceso primario

obre los

animate mediant e la tecnica de la caza, teniendo un acceso sec undario a ello los camf voro o viceve rsa. - Reco nstrucc i6n de la tran sici6n biocenosis (asociaci6n (co njunto de re to de lo individuo

de los individuo s vivientes); tanatocenosis

muerto s) y tafocenosis (co njunto de restos posterior al enterrami ento).

Por medio de la e laboraci 6n de la totalidad de los dato s manejado s. -La intervenci6n de camfvoros o lagomorfo s pudo producir removili zaciones de l material f6 ii e inc luso destru cci6n de re tos en el yacimiento. -La ausencia de determinada destru cc i6n tafon6mica

part e

e. queleticas en alguno

diferencial dado que la

yacimientos

condicion es ff sico-quf mica

de estudio se debe a una de l yacimiento

on poco

favorables o bien e debe a que las piezas de caza no fuero n lleva da s enteras al yacimiento. -Los hogares sirven para dar ca lor y para preparar alimento

tanto los de co nsumo inmediato como para ser

consumidos con posterioridad. -Si las tec nicas de explota ci6n, consumo y abandono han sufrido ca mbios a lo largo del Plei toce no y del Holoc eno. Es dec ir, posiblemente la sociedad e. cazadoras-recolectoras

utili za ban la mismas tec nica s de

caza y explotaci 6n de los recurso natural es que el de las sociedad es tribal es .

19

-Las sociedad es pesca dora s-reco lectora s-caz adora s esta blece n

us asentamientos

con relaci6n

a su

conocimi ento de la e tacionalidad de la pesca o bien se d splazan a la co ta en epoca s de res rva cinegetica o bien on soc iedad es especializadas en la pesca . -Valora ci6n de la ganad erfa aut6ctona en el ur penin ular y control del mant enimiento de la caza en las sociedades del "Neolitico " en la zona. Para dar res puestas a nuestras hip6te i desde una coherenc ia te6rica-metodol6gica utilizaremos "los estudio tafonomico

y la defi nici6n de la repre sentati vidad del regi tro arqueo l6gico, desde un posicionamiento y

conceptuali zac i6n dial ectico" (Estevez, 2000: 12).

20

CAPITUL02

2. TECNICAS DE ANALISIS EN ZOOARQUEOLOGIA

2.1. Origenes de la Arqueologia Prehistorica

A modo de introducci6n en el campo de la Pal eontolo gia, realizaremos una breve referencia a la trayec toria que ha seg uido es ta ciencia a lo largo de la historia sin pretender hace r un estudio historiografi co de la misma . Ma bien, una breve rese fia de lo que ha sido y lo que nos aporta la Paleontologia al estudio de la Prehistori a, para el conocimiento de las espec ies animat es. La Pr ehistoria, como ciencia dedicada a la inve tigaci6n de las sociedad es del pasa do y parti endo de una s fuentes arqu eol6 gicas, se val e de otra s disciplina s como la Geologfa, la Sedim entologfa, Estratigraff a, Climatolo gfa, Ffsica, Qufmica, Zoolo gfa, Botani ca, Palinolo gfa, Estadfstica, etc., par a determin ar los modo s de vida y cultura de dichas sociedad e . Sin embar go, la Paleontolo gia esta muy relac ionada con la Biolo gfa, E strati graffa y Sedimentologfa. Para ello, partir emo s principalmente de los autores que se han dedicado al de cubrimi ento de los f6sile de mamfferos por ser a este orden al que se va a dedicar el estudio , con tatando la evid encia de es tos descubrimi entos cientfficos que marcaran la evoluci6n de la Prehistoria. Emp ez aremos por Leonardo de Vinci , que fue el prim ero en propon er el ori gen biol6gico de los f6siles .

Miguel Mercanti ( 1541), sent6 las ba es de lo que mas tarde serfa Hamada Arqu eologia Prehi t6rica, al co nsiderar que es tas comunid ades de hombr es y mujeres, a lo largo del tiempo habfan usado la piedra pa ra rea lizar sus trab ajo s, pasando po teriormente al Bron ce y al Hierro . En los s. XVIT y XVIII , se produjo un gran avan ce en la ciencias natural es con la incorp oraci6n de nuevo instrum entos de ob servaci6n. La obr a sistematica de Linneo , Systema Naturae (173 5), fue dec isiva para la ordenaci6n de los seres vivo (animat e y planta s). Elabor6 una taxonomfa de categorfa j erarqui zada de lo anim ates, establec iendo tant o u se mej anza . como us dif erencia . En esta obra, Linneo rea liza tres cos as: a cada orga nismo le dio una clase, un nombr e latino binomial ; fue desc ribiendo sus caract rfsticas a la vez que lo diferenciaba de otro orga nismo s semej antes a el. Un a vez diferenciado s todo s los organi smos e tablece una clasificaci6n jerarqui ca que ha servido de base a lo e tudio s posteriore . Asf, todo s los animat es pertenece n a: Reino, Cla se, Ord en, Fa milia , Genero y Especie. En el s. XVIII ante la evidencia de los f6siles,

lleg6 a formul ar por part e de los pen adores de la epoca la

teo rfa "dilu vialista," de esta form a la creac i6n teo 16g ica del mom enta quedaba salvaguardad a.

W. Buckland , desc ubre una serie de artefac to en piedra, herramientas y adorn o de hueso asoc iado a un esqueleto human o y f6siles de animal es extinguido

(osos,

lefante

y rinoceront es) . Buck.land fue un

naturali sta cata strofi sta que conce bfa la evoluci6n como algo divino y no en el mundo natural. E n I s. XIX, Lamarck fue el prim ero en formular una teorfa sobre el pensami ento de la evoluci6n (el hombr e desc iende del mono ) al establ ece r la filiaci6n entre los seres vivos. Debemos de considerarl o co mo el prec ursor en des ignar una ciencia objetiva y materialista aunqu e no ha sido reconocida por la historia. Ex pon e su teor fa en Filosofia zool6gica ( 1809), aunque ningun cientffico utiliz6 sus concepto en sus e crito .

21

Lyell public6 la teorfa denominada "uniformit ari smo" en dond e planteaba qu

si determ inado

agente s

geo l6gicos actuan hoy dfa obre la tierra como puede ser el viento, heladas, corr iente de ag ua , vulcani smos, formaci6n de montafia s, re ulta que en el pa ado tambien oc urrfan de forma semejante o uniforme tale s hecho. Las premfaas basicas de u obra era n el hecho de que lo seres vivo estan distribuido s en una esca la que va de los ma simpl es a los ma compl ejo s, y esa esca la es imperfec ta, puede haber organismo s que no sigan una esc ala evo lutiv a regular. A rafz de la obra de Cuvier, la Paleontologfa adquiri 6 un caracter ma cientffico , "utiliz6 su co nocimiento de anatomia co mparada para recon struir e queleto completos de cuadrup edos f6 iles. De e ta forma se dio cuenta de qu

muchas espec ies animates se habfan extinguido. Ob serv6 que cua nto ma ant iguo eran los

e trato s geo l6g ico , lo re tos animat e. que contenfan eran meno parec idos a las especie

co noc ida en la

actua lidad" (Trigge r, 1992). Sus prin cipio

metodol6 gico

ossements Josi/es.

ba tant e

fluctuant e

quedaron expre ado s en

u obra Recherches sur Les

e vali6 de termi nos co mo cataclismos geo/6gicos para explicar -la desa parici6n de

determinada esp c ies dentro de la evo luci6n natural. A lo largo del s. XIX , la ba es de la investigac i6n pal eontol6gica se fuero n afianzando cada vez ma s con la incorpora ci6n de grandes obra s de naturali ta como C. Darwin (1809 - 1882), G. Wallac e ( 1823- 1913), T . Huxl ey (1825-1895) , E. Haeckel ( 1834- 1919) y las investigacion e prehist6rica con la obra s de E. Lartet (1801-1871), G. Mortill et (1821-1898), H. Falconer, M. Boul e (1906-1921), E. Piette ( 1827- 1906) .

J. Boucher de Perthes , comenz6 a bu car en la orilla de las grave ra. ye n za njas rea lizada para construir fortificaciones

en Abbeville, dond e se

ncontr6 con elemento

de sflex que mostraban

sefiales de

manipulaci6n humana asociadas a re tos de elefa nte y rinocero ntes ya extinguidos y que pla sm6 en u obra

Antiquites celtiques et antediluviannes. E ta obra , no fue muy bien aceptada por los investigador e france e de ideo logfa ca tastrofi sta. Diri gi6 nton c Britani ca d

u trabajo hacia lo · inve tigador es ingleses sicndo la A ociaci6n

la Ciencia s (Londr es) dond e queda reco nocida la ex istencia de un hombr e antediluviano. Se

inician a f lo modelos epi temol6g ico que han aco metido

I analisi de la teorfa de la evo luc i6n y de la

pre histori a, rompi endo asf, el enigma de! habitat en cuevas.

Edouard Lartet (1801 - 1871), determin 6 que podfan individuali zar e a trave

I Pal eo lftico estaba co nform ado por una erie de edad e que

de los dif erentes tipos de artefacto s y su asociaci6n a animate . "Su

clasificaci6n la ba 6 en cr iterios paleontol6gico s, de ma moderno a mas antiguo: l. uro o bi ont s; 2. ciervos; 3. mamut y rinoceronte

lanudo s; 4. o ode la caverna " (Tri gge r, 1992:97).

La gran contribuci 6n de Lart et a la paleo ntolo gfa human a fue su obra: L'An ciannite geologique de f'esp ece

humane dans I 'Europe Occidental, donde da una vision de co mo e de sarroll6 la vida de los caza dore reco lectores en Francia.

M. Boule dife renci6 cinco etapas o perfodos para el Cuaternario : Plio ceno Superior o epoca de lo Elefante s, Plio ceno Inferior o epoca del Hipop6tamo , Pleistoceno Medio o epoca del Mamut , Plei toceno Superior o , poca del R no y Holoceno o fauna ac tual y dome tica.

22

Todos los planteamiento

naturali stas desa rrollado s a lo largo del s. XIX e verfan fraguados en las obras de

C. Darwin: El origen de las especies, La descendencia def hombre y la selecci6n en relaci6n con el sexo y La expresi6n de las emociones. Que conformaban la teorfa de la evo luci6n . C. Darwin , plant ea en su obra la naturale za animal del hombr e, aunque este concepto ya lo habfa incluido

Linneo en u clasificaci6n zoo l6gica , aunque de forma esta tica y no en una meca nica evo lucioni sta como la conci bi6 Darwin. Las obras de Linneo y de Malthu s establece n que el meca nismo natural manti ene el equilibrio en los animates, estos plantea mientos unido s a la obra de Lyell co n sus fen6menos geo l6gicos como la erosion , edim entacion y vulcanismo , se van e tableciendo la constatacion de una ser ie de transformaciones en el planeta a lo largo del tiernpo. La union de esto conceptos con conocimientos de Embriologfa y Anatomfa Comparada, permit en a C. Darwin esta blecer su idea de la evoluci6n , en la que el ser humano es un animal que desc iende de especies antigua ya ex tinguida s. En genera l, podemos considerar que la teorfa de C. Darwin es en cierto modo materialista, teniendo en cuenta la ideologfa imperant e en su epoca (antropo ce ntri smo). Con una moral profundam ente religiosa , el habfa convertido dicha ideologfa en una cie ncia objetiva, al cons iderar que esta nace de los instinto socia les y de las eleva da facultades mentales del animal humano . Su punto evo luc ionista tambien lo reflej6 en la evo luci6n cultural que la con ideraba como una continua cio n de la evo luci6n biol6 gica. El evo lucionista Mortillet , esta blec io la clasificacion preh ist6ri ca mas sobre la base de los tipo de artefactos que obre la fauna registrada. Asf, es tableci6 una epoca Eo lithiqu e: Thenay ienne y Puycourni enne (que serfa el eq uivalente al Achelen e);

Paleolithique

(Chellee nne,

Acheuleenne,

Mousterienn , Solutreenne ,

Ma gdal enien ne, Toura sienne) y Neo lithiqu e (Ta rdenoisie nne, Ca mpignye nne y Rob enhausienne) (Tr igger , 1992:99). Ya en s. XX, el abate H. Breuil

stablece una subdivi sion del Paleolftico: Paleolftico Inferior (Chelense,

Achelense),

(Musterie nse),

Pal eo lftico

Medio

Paleolftico

Superior

(Aurina ciense,

Solutrense

y

Magdalenien e). E ta clasificacion es la ma aceptada y mas utili zada por la mayorfa de los prehistoriadores (Lami ng-E mpera ire, 1968), como base de un modelo normati vo de suces i6n evo lutiva de productos lftico . Todos esto ' autores y otros mucho s mas (Lucas Mallad a, Ezq uerra del Bayo, Guillermo Schulz, Gil , Maestre , Crusafont, etc .) han contribuido a ir sentando la base cientfficas de una teorfa 16gica y cohcren te de la evo luci6n que hoy dfa configurarfa la Paleontologfa y la Prehi toria ciemffica de nuest ra epoca.

2.2.

Zooarqueologia y Prehistoria. Su trayectoria

El ca mpo de estudio de la Prehistoria esta ma vinculado con las ciencias human as . En la ultimas decadas e ta cie ncias e tan evo lucionando a unos nive le vertiginoso

con la incorporacion de los nuevo progreso '

tec nol6 gico , metodo de estudio y la aplicaci6n de num erosas disciplinas. Por ello, queremos hacer hincapie en la necesi dad de ir incorporando al est udio de los yac imientos la espec ializaci6n de la zooarqueologia-tafonomia

por parte de preh istoriadora /es, e

bi6lo ga/o y la paleont6loga/o est udian la suces i6n de acontecimiento

decir, aunque la

evo lutivo s e histor icos, esto estudio s

e quedan en una fase empirica de los hec hos. La paleont6loga/o estudia "la circunstancias, las formas y las

23

particularidad e d I de arrollo hi t6rico de la evo luci6n , e decir, las modalidad es de la evoluci6n" (Deviller s y Chaline 1993: 158), rnientra que la Biolo gfa aporta los meca ni mos y lo proc eso de la evo luci6n del reino animal (Dev ille y Chaline, 1993: 197). El prehi storiador/a profundi za ademas de la part e epi temol6gica del proce o hist6rico , la de arrollo

ocial de la humanidad. Por e o creemo

que e nece aria en los nuevo

plane

voluci6n y el de e tudio una

a ignatura que abarque el campo de la Zooarqueologfa y Tafonomia para el e tudio de la

ociedade

prehi st6ricas. Exi ten multipl e

ver ione sobre que termino

e debe aplicar al e tudio de lo resto

d

fauna en los

yac imiento arqueol6gico : zooar qu ologfa , paleozoologfa , etnozoo logfa, etc. Estas disciplina s se refie ren al estudio de los re tos 6 eo en ontrado por tanto un area de conocimiento que participa

en yaci miento arqueol6gico , y serfa

de la informaci6n

arqueol6gica, peleomorfol6gica ,

paleontol6gica y tafon6mica . No otro preferimos el termino zo arqueo logfa como disciplina basada en una erie de metodo s (estadf ticos , experimentales, .. ); que no ayuda a la interpretaci6n de los dat o taxo n6m icos, eco 16gicos y c uantifi cativos de lo re to 6 eo en un yacimicnto arqueo l6gico de donde inferimo s una pal oeconomfa de ub i tencia de las co munidad e human as y animale . La zooarqu eo logfa, ca da vez mas, e va valiendo de nuevo metodo y t , cnicas para completar e tudio como son

u anali is de

I M .E.B y la inforrnatica. A trav e de una inve tigac i6n zooa rqueo16gica se pretende

responder a una erie de probl ematica en lo regi tro f6 ile como son : -El origen de la acumulaci6n 6sea. -Parametros de distinci6n de acumulaciones natural es ode origen humano . -Lectura de la actividad desa rrollada en el sitio a trav es de lo re to faunf tico (selecc i6n de la especie, edad, s xo, egmento anat6mico , pre encia de mar ca de cami cerfa y de de articulaci6n , evidencia

de fractura

intencionada , tc. ) (A nco netani , 1996). Gabory-C sank, defini6 la Zooarqueologfa

como "la actividad

proporcionar una informacion valida sobre la de cuartizami nto antes dcl tran port

tec nica

paleontol6 gica que permit

extraer o

de caza, cl tran porte de la presa, su eve ntual

selec tivo al yacimicnto,

obre el numero de habitant e en el lugar y

obre numero os probl ema. de orden arqueo16gico conce rniente a la ocupaci6n" (Gabory -

ank, 1968: 12).

Para A. Moral es, e l fin de la zooa rqu eo logfa es "reco nstruir el comportami ento y entorno ambiental d la antigua

comunidade

humana en la medida en que lo permite el e tudio de lo re to animale " (Moral es,

1998:38 1). C. Dfez, part e del anali i

de la fauna con plant ea miento, tafon6mico

para llega r a una soluci6n

interpretativa. Para el, la Zooarqueologfa "pretende el conocimiento de la relacion e que ex isten entre los grupo

humano

y lo re -tante

vertebrado , procurando e tablecer el ca racter y ignifica do de la pieza ·

e queletica qu apar ece n en los yacimi nto ·" (Dfez, 1992:23). En Espana , lo trabajo s modemo en el e tudio de la fauna de yacimiento . arqueol6 gico comi enzan con lo pal eont61ogos Je us Altuna (1965) y Em ilian o Aguirr e (1996). En Torralba y Ambrona, Ag uirre realiza e tudio s tanto experim ental e como compara tivo de fracturaci6n antr6pica en los resto , al igual que e tudio de industria 6 ea (Bib erson y Aguirre , 1965).

24

En la Region Cantabrica destacan los trabajo

realizado por Altuna y Bernaldo de Quiro s en yacimientos

del Pal eo lftico Superior junto con los de Freeman (1973), Castafios (1986) y Clark (1972), todos ellos orientado hacia un arn.ilisi pal eoeco logico de la evo lucion cultural de esta reg ion. En la vertiente mediterranea tenemos los trabajos del Prof. J. E tevez, (1981, 1985); Perez Ripoll ( l 992) y David son ( 1989), mientra s que el Prof. Moral es y su equipo de la Universidad Aut6noma de Madrid han reali zado numero so estudio s en el centro penin sular , jun to a lo trabajos de P. Castafios ( 1986), R. Martf nez (1997), C. Fdez. Rodri guez (1989) y J.M. Martine z (1989). En Catalufia estan los trabajo s del equipo del Laboratorio de la Universidad Rovira y Vir gili al frente de E. Carbonell yen la Universidad Aut6noma de Bar ce lona los trabajos de J . Estevez (1981,1985). Para J. E tevez, la Zooa rqueo logfa empieza prim ero con la informa cion arqueo16gica sobre la posic ion cro nocultural del yacimiento para termi nar con una discusi6n taxon6mica y morfom etrica de las piezas . Su lfnea de estudio zooa rqueo logico en los yacimientos del Pleistoceno Superior ha sido la de un arque61ogo social, aunque considera conveniente y necesa rio aplicar previamente los conocimientos tafon6mico s para conoce r la dinamica de formaci6n de los yacimientos (Estevez, 1991; Estevez et al., 1985). El Prof. Perez Ripoll basa su trab ajo prin cipalm ente en las mar cas de ca rnicerfa y fracturaci6n antropica en yacimientos del Plei toceno Superior y Holoceno, con finalidad paleoeco nomica prin cipalm ente (Perez, 1992). Davidson, hace estudios centrados en la relacion entre subsiste ncia y eco logfa en buena part e de la Prehistoria , sobre base funcional es con cier ta dependencia adapt at iva, cierta mente reduccionista (Dav idson, 1989). Por lo que re pecta a Andalucia, lo pionero en el est udio de la fauna en yacimientos holoceno s fueron Boess neck ( 1979); Angela Yon den Orie ch (1980), con sus trabajos en Cueva de la Dehesilla, Tabernas , Cerro de la Encina, Cerro de la Virge n, Cerro del Rea l, Mon ac hil, Zambujal, etc ., pero desde una perspectiva de identificac ion de espec ies, tallas, biom etrfa, dimorfi smo y cuantifica cion de res tos, que nos ayuda a aclarar el tema de la dom est icac i6n. Asf, como los trabajos en Mont efrfo de H . P. Uerpmann. El paleont6 1ogo Martfnez Navarro , ha rea lizado num ero o est udio

paleontol6gicos de cuantificaci6 n de

fauna y del posible papel hum ano en yacimientos del Plioceno y ha realizado estudi o sobre la etologfa de los car nfvoro de Yen ta Micena (Martf nez, 199 1).

2.3.

La Tafonomia, su campo de estudio

El termino Tafonomfa (del griego taphos: enterra miento y nomos: leye ) e debe a Efremov , que la define como "el estudio de un proceso cuyo resultado final es que los restos de los organismos que sucumb en en las div rsas partes de la Biosfera una vez fosilizados , e convierten en parte de la litosfe ra" (Efr mov, 1940 : I ). Este autor ha rea lizado un intenso est udio obre las alteraciones y modifi cac iones que experimentan los huesos desde que el animal muere hasta que estos son enterrados. Mas tarde MUiier diferenci6 la bioe tratinomia de la diage nes i co mo do

fases diferentes del proceso

tafonom ico. Asf, la bioestratinom fa es el proceso de deposici6n y enterrami ento de los restos, y la diagene is como el proceso transcurrido desde el enterrami ento y la excavac ion del dep6si to (MUiier, 195 1).

25

Aunque Efremov y MUiler, ya en lo afio

l 940 y 1950 no estaban dando los plant ea miento

tafon6mico

bajo una metodolo gfa analitica y evo lutiva , sobre lo proc esos que influy en en la formaci6n de un yacimiento y los fen6m eno qu e actuan en u de trucci6n , no e ha s ta bien entrada la deca da de lo ochenta c uando los pal eo nt6lo go/a incluy en dicha di sciplina en el e tudio del regi tro arqueol6gico. Esta materia era impartida en la aula de Geologfa y Paleontologfa. La Tafonomfa no s ayuda a distinguir la incronfa y diacronfa de los pro cesos de arrollados por lo diferente s fen6m enos y/o proc eso en un resto 6 eo.

La Tafonomia

tiene en co mun co n la zooar qu eo logfa "e l intere arse por lo

valores inform at ivo

que

sumini stra n los f6 iles, mas alla de la identifi cac i6n taxon6mica de lo organismos que repre e ntan , de las cuestio ne de anatomfa comparada y de biologfa o filogenia que pueden ilustrar" (Ag uire, 1998:8). Aunque, la po ibilidad es de co n ervaci6n de lo resto s 6seo

son limit ada , ya que mucho s e lemcnto

pierden por la de strucci6n de los carni voros, el clima , los sue lo acidos, por desplazamiento

e

de corriente

de

agua, etc. , hay numero sos factore que ayudan a qu e los restos faunfst ico per i tan hasta su ex humaci6n. Lo e tudio s de inve tigac i6n de Tafonomfa que han adqu irid o ma s auge y han ge nerado ma informaci6n interpretaci6n han

ido los trabajo

e

ang loamericanos, vincu lados principa lme nte al es tudi o de asentamiento

de l Plio ce no-Pleistoc eno de Africa. U no de los trabajos pion ero fue el de Behre meye r y Kidw e ll, que de finen a la di c iplina co mo "e l e tudio de los proc esos de prese rvac i6n y c6 mo han ai ctado a la inform ac i6n e n el registro f6sil" (Behresmeye r y Kidwell , 1985: 105), es decir , que agentes natural es o humano

permit en ex plicar la pre sencia de lo

e lemento 6seo e n lo yacimientos. La metodolo gfa qu e han lleva do a cabo se basa prin cipalm ente en do . hec ho ca ntidad de huesos acumulados

en e l lugar y otro e l tipo de

edimentaci6n

fundam ental es: uno es la qu e ha intervenido en el

enterrami ento. En e llo han influido factores co mo : abundancia d vertebrado , la ce rca nfa de los hue o · a a mbientes depo sicional e , di spo sic i6n potencial

d

lo

hu esos, la proporci6n

de hueso

qu e muestran

ex po ici6n atmosferica y ac tividad es de carni voros (Behre meye r, I 975:565). La Tafonomfa es una disc iplina ba tant e rec ie nte para lo prehi toriador s/a , ya qu e no ha afios 1980 cuando ha tenido una mayor importan cia, gracia

ido hasta los

a los es tudio s de los investigadores/as

que

intentaban dar luz a la interpr etac i6n de los pro ceso d pre-e nterrami ento para llega r a co nclu iones de lo co mport amiento de la co munidad e prehist6ricas, sobre todo en yacimientos de l Plio-Pl ei toce no . Para C. Dfez, la tafonomfa arqueol6gica

tendrfa como finalidad el co nocimi ento de lo pro cesos que han

act uado en la formaci6n de lo yac imi e ntos arqueo16gico s, permitiendo la recon strucc i6n d I regi tro ause nte y el co noc imiento de las co ndi cione originales de las co munidad es biol 6g ica , en parti cular de la human a (Dfez, 1995). Fernandez Lopez , ha dot ado a dicha di sciplin a de una teo rfa y una

er ie de co ntenido s metodol6gico

co ne ptual e y finalidad e . Para el lo re to 6 eos son ge ne rador es de informaci6n , ya que cada uno de los proc e o

que han ex peri mentado

pu eden manife tar e en el grado y tipo de pre ervac i6n y en la

caracte rf tica ma cro y microsc6pica de lo eleme nto (Fe rnande z Lopez , l 986). Para J. Fernand ez-Ja lvo , la Tafonomfa co nsiste "en e l co njunto de procesos que han tenid o luga r de de que e l organi mo del pa sado dej 6 de ser una entidad viva hasta la actua lidad " (Fe rnandez Jalvo , 1998: 114) . Dicha

26

inve tigadora reati za en su Tesis Doctoral un estudio sobre resto de microvertebrado s con el fin de reconocer la posible intervenci6n de predadore s en las acumulaciones de microfauna en los yacimientos karsticos. Desa rrolla la metodolo gfa de Andrews ( 1990) para distin guir los agentes de aportaci6n y consumici6n de los microvertebrado s. F. Blasco Sancho, hace un estudio de las dos disciplina s junta s: "Arqueotafonomfa" , que se plasma en los estudios de recon strucci6n de los proc esos de formaci6n de yacimi entos de los grupos humano s del pasado. Su principal aportaci6n es la divulgaci6n de la tafonomfa entre los arque61ogos espafioles (Blasco, 1992). Para J. Estevez, la Arqueotafonomfa "trata de detectar ju stamente aquellas anomalfas que son las que nos permitirfan reconocer el caracter preci so de un registro, es decir , verificar que es lo que repr esenta, cual es su significado , la informaci6n que contiene. Y para ello es preciso reali zar un ejercicio previo de reconocimiento de la historia que ha tenido cada regi stro " (E tevez, 2000: 13). Medi ante la Tafonomia (Fig. I) , un arque6logo prete nde conocer c6mo han llegado al yacimiento los res tos 6seos y que proce sos han expe rimentado hasta su exhumaci6n. La Tafonomia , por tanto , proporciona a la arqueologfa nuevo s instrum entos te6rico

y metodol6 gicos que nos permiten caracterizar las modificacion es

ffsica s, qufmica s y biol6 gicas por las que atraviesa todo organismo. Frente a las concepciones antropocentricas, que han preva lecido en los estudios arqu eol6gicos hasta los afios I 960, la Tafonomfa permite insertar la actividad humana en su marco natural. Asf entendida, la Tafonomia no s6 1o permite acercarnos a la paleoecolo gfa de los hominido s, sino que nos ayuda a discernir los proc esos generado

por los seres humano s de los restantes agentes y nos da las bases s61idas de inferencia s

pal eoeco n6mica s. Cualquier yacimiento con un registro dond e hayan participado seres vivos sufre una serie de fase hasta u formaci6n como f6sil, como es la muerte, el enterramiento y el descubrimiento. Para su estudio e requi ere el conocimiento de varias subdisciplina s, nosotros no centraremos en la Bioestratinomia y la Fosildiagenesis. En nuestro estudio partir emos de una Arqu eotafo nomfa que considera

ademas de las alterac iones

pal eontol6gicas (Tafonomia ), las producida s por la propia intervenci6n humana (Estevez, 2000: I 7) (Fig. 2) .

2.3.1.

Procesos Bioestratin6micos

Los estudios bioestratin6mico s comienzan con la muerte y/o producci6n de un organismo y terminan con el enterramiento final y ordenaci6n de los restos del animal en un paleosuelo. Bioe stratinomfa , es la parte de la Tafo nomfa que estudia la evoluci6n tafon6mi ca de los organismos desde qu e se produjeron hasta que son enterrado s, es decir, que acontece desde que se produ ce o muere un animal, que fen6menos ocurren en la biosfera que les afecten y que intlu encia s tendran para su e tado act ual. Para determinar tale conclusiones de c6mo llegaro n dicho s f6siles de la Bio fera a la Litosfera, Fe rnand ez Lopez utiliza termino s como acumulaci6n, resedimentaci6n y retrabajamiento (Fernand ez Lopez, 1984:316 ). La primera en tidad biol6gica que tenemos en un si tema tafon6mico es el "registro f6 ii" , que esta formado por todos los restos de entidade s biol6 gicas preterita s que se conservan en la Litosfera. Para que se de una acumulaci6n, los elementos registrado s han tenido que ser acumulado

dentro , o en,

material es de la Litosfera, pero no es neces ario que hayan sido sedimentado s despues de ser produ cidos. Una

27

vez producida la acumulaci6n de elemento s, actua la resedimentaci6n que e el de plaza mjento d dichos elemento

sobre el ubstrato antes d

er enterrado . E te de pla za miento puede er tanto latera l como vertical

y pued e ocurrir inclu o en el mismo lugar de acumulaci6n (Fde z Lop ez, 1984: 216).

Lo proce . o bioestratin6rruco

-Naturale .

lo dividimo s en:

- Humanos.

Entre los agentes naturales provocador e de modifica cion s superficia les tenemos:

-Acci6n de! agua o transporte acuffero . -A lteracio nes subaerea s de origen ambiental. -Intervenci6n de agente biol6gico .

Las modificacione

de origen antr6pico son:

-Fractura ci6n intencional. -Marca s de ca rnic erfa y artfsticas. -Modificacion es producida

por el fuego.

Aquf, hare hincapie en lo agentes que han producido modificacione s en los re tos 6seo de los asentamicnto estudiado en este trabajo ; hay otro agente

qu actuan obre los hueso ·, pero en e te ca o en concreto han

tenido poca rep rcusi6n, como por ejemplo la modificacion e producida s por carnfvoros.

2.3.1.2. Procesos bioestratinomicos naturales 2.3.1.2.1. Desplazamientos fisicos. Modificaciones hidricas

M. Yoorhi e , ha realizado

xperimento

sobre

I

movimi ento de los hueso

bajo corrientes de agua y ha

observado que influy e tanto la densidad , como la forma y el peso, que hacen que el hu so se comporte de dif erente manera ante ta! acc i6n . Ob erv6 como resto de animale , en concreto oveja y coyote somctido s a transport e tluvial , pued en dar lugar a diferentes tipos de tran sporte egu n su mayor o menor resi t ncia a la corr iente. Asf la

vertebra , cos tilla s, falanges y ulna s

on lo

e lementos que ma

transportado , debido a que pesa n poco mientra s que cra neos, mandfbula s y cu ma

facilmente

son

. on las de mayor

resistencia. E n genera l, lo el mento ma pequefio , de poca densidad y de espec ie de pequefia talla on los primero

en

er arrastrados en una corriente de agua (Voorhie , 1969). Segun C. Bad gley, los restos 6seos que han ex perim entado transport e pre entan en ge neral una

erie de

carac terf ticas, entre ellas, la existencia de eleme ntos desarticulado s, re tos 6seos dispcrso , porcentaje medio de individuo

juveniles , hueso

pulido

y ab ra ivos, sc go e quel ' tico hidraulico (Ba dg ley, 1986). Factores

qu e hay que tener en cuenta en un e tudio tafon6mico.

28

Otro crit erio adrnitido es el de las orientacion es que tiene el conjunto de huesos ante la existencia de corrientes de agua, bien sean estas fuerte s o debiles; por la capacidad de alinear los elementos que tiene el tran sport e fluvial y egun la morfolo gfa y densidad de los elementos, esto tienden a situar se en paral elo o perpendicular a la direcc i6n de la corriente (Voorhi es, 1969; Behrensmeye r, 1978). Los res tos sometido s a esta acci6n prese ntan sus apices redond eados, segun el gra do de la corriente, y patina s lustrada s muy suavi zada s y algo brillant es. J. P. Brugal (1994), esta blece una serie de proce sos en la acci6n del agua. La acci6 n del agua produ ce una serie de modifica ciones sobre los restos 6seos concernientes a la acumulaci6n y a la conservaci6n de los elemento s esqueleticos: la alteraci6n (fragmentaci6n y abrasion) y el tran sporte (ac umulaci6n , dispersion ) son los meca nismo s de la actividad quimica y motri z del agua. La forma en como se ha produ cido la acumula ci6n de res tos, la alteraci6n o el tran sport e llevado a cabo por el agua conduc en a una dispersion del material. Asf, para el estudio de las represe ntacion es de las parte s del esquel eto desc ubierta s en contextos aluviales, deben tenerse en cuenta las partes que faltan y tratar de estimar la part e de informa ci6n resultant e de Ia actividad del agua (F ig. 3). La relaci6n con la dinamica sedimentaria de lo dep6s itos y relleno es fundamental, y el transporte de las part es del esqueleto obedece en gra n medida a las carac terfstica s sedim entaria s asociadas a las propi edad es fisicas (den idad, volumen) de los huesos (Bruga l, 1994).

2.3.1.2.2. Alteraciones por exposicion subaerea

Las alteracione

por exposici6n suba erea compr ende la intervenci6n de l ambiente como la insolac i6n, clima y

dep6 sito. P. Auguste, establece como fen6menos tafon6mi cos los factores edafi cos en el estado de co nservac i6n de los restos 6seos (A uguste, 1994) (Fig. 4). Los factores res ponsables de la formaci6n de los lugares de ase ntamiento van a ser los climaticos, edafico , biol6 gicos y fluvial es, en los que solamente los agentes edafico s van a intervenir en la fosilizaci6n de estos lugares (Fig. 5).

Modificaciones por fen6menos climatico-edafico

Hay una ser ie de factore s que son tant o climatico s co mo edafi cos como son el "wea thering" y la gelifraci6n. EI clima va a actuar como factor modifi cador en el tejido 6seo. Desde luego, la natur aleza de l clima (bien sea artico , templado o tropical en que se ha formado el yacimiento) va a ca racteriza r los parametros circundant es (mo dificaci6n de l estado de la superficie 6sea y de la cohes ion mecan ica de es tos) y los atmo sfericos variables que van a ser lo agentes perturbador es. Lo s efectos post-deposicional es van a sufrir las consecuencias de las variacione

climatica

cfclicas del

cuaternario co n la alternancia de la condiciones glaciares y templadas (A uguste, 1994). Esta alteraci6n , tambien denominad a meteorizac i6n, afecta sobre todo a la cara del hueso expuesta a los efectos climati cos y a los animale

de pequefia talla (Behrensmeye r, 1978), aunque P. Andrews (] 994)

29

prefiere distinguir entre meteorizac i6n sobre e l suelo y durant e el enterrami ento, ya que aquf actuan ma la humedad , raic es, insec to y el tipo d sedim ento . Laborde , sin embar go, co nsidera que es te agrietamiento que e produ ce en los re to 6 eos produ cido por la meteorizaci6 n o los fen6m eno climatico s cuand o el dep6 ito 6seo contenido de agua de la

e ha llevado en cueva, es debido al

arcillas, que provocan fen6menos de contracci6n y ex pan sion provocando la s

consiguientes grieta (Laborde , 1987). En toda acumulaci6n 6 ea hay que ten er en cuenta la formaci6n del dep6 ito, si ha ido al aire libr e o en cueva y al tipo de sedim ento del yacimiento .

Weathering .

K. Behren meye r, lo de fine como "el proc e. o en el cual los com ponentes organicos e inorganicos micro sc6picos de un hueso e tan epara do los unos de los otros y de tru idos por agentes ffsicos y qufmico activos in situ, bien sea en la uperfici e bien sea en el interior del uelo" (Behren m yer, 1978: 18). La investigadora diferencia sei etapa ca racterfstica para el estado de con ervac i6n del hueso espec ffico: -E tadio 0: hay algun signo de deterioro , el hue o esta aun graso, la medula e ta prese nte, la pi I y la came pueden aun pers i tir . -Estadio I : apar ece n las fisuras o cra quelados paralelas a la estructura fibro sa (longitudinalmente

para los

hue sos largos). -E tadio 2: la esca ma s de la uperfici e apar ece n acompanada

de fisura s.

-E tadio 3: la uperficie del hueso e prese nta rugosa y fibro sa. -E tadio 4: la fisura se abren mas. -E tadio 5: las gruesa fisura s se eparar an del hue o.

Gelifraci6n

La ge lifraci6n e ta limit ada prin cipalm ente en la reg ione de clima frfo, in cobert ra v getal.

2.3.1.3. Modificaciones por agentes biol6gicos

E ntre las alteracione s provocada s por la intervenci6n de age ntes biol6 gicos tenemos desde la desco mposici6n de los cadaver es y el de plazamiento de elementos por habito eco-e tol6g ico , hasta la bioturba c iones. Pero aquf mencionare 610 la ma important e por hab er ido reco nocida en el material de est udio. Los animal es cuando mu eren sufren un proce so de fosilizaci6 n, su componentes organicos e de truyen en un tiempo que puede oscilar

ntre 4 y 50 ano s. En det erminada s ocasiones los hue os no son destruidos

totalm ente y u component es se fo iliza n qu dando totalm ente minerali zados, en este proceso interviene la compo ici6n geoquimica del lugar (MUiler y Simon, J980).

30

2.3.1.3.1. Modificaciones producidas por bacterias e insectos

Los primero s microor gani smos que actuan en la descompo sici6n de un organi smo son los insecto s y bacterias. Su actividad modifica la morfologia del hue o, produci endo perforacione s de pequeiio diam etro, poco profunda s y perfectament e redondeada s en sus bordes (Villalain , 1992).

2.3.1.4. Modificaciones por pisoteo

Una de las modalidade s produ cidas por la bioturbaci6n es el pisoteo o presi6n que sufren los huesos depositado s en el sustrato , bien por animal es o por los seres humano s que tran sitaban por el yacimi ento. Las estrfas producida s sobre la superficie del hueso por la acci6n de arra stre del hueso contra el sedim ento, dejan unos surco s con secci6n en "U". Dicha s estrfas estan en relaci6n directa con el tipo de sedim ento, bien sea arena, grava , canto s, etc., y con una disposici6n irregular en la superficie anat6mica del hueso. Sobre este tipo de marca s de pisoteo o "tramplin g" han sido realizados distinto s estudios experimentales (And ews y Cook , 1985; Behrensmeyer et al., 1986; Olsen y Shipman , 1988; Gibert y Jim enez, 1991). Es tos tipo s de estrfas son sensibles en el ambito ma crosc6pico pero su corr ecta detecci6n se realiza bajo lupa binocular y microscopio electr6nico de barrido. Adema s de las modifi cacion es que provoca el pisoteo, tambi en es un elemento de dispersion y fracturac i6n de los res tos 6seos (Andrews y Cook , 1985) y de desplazamjentos verticales, mezclando elementos de distinlos niveles (Villa , 1983).

2.3.1.5. Modificaciones por carnivoros

La actividad de los carnfvoro s como agente modifi cador es de un conjunto de restos 6 eos es muy amplia . Por ejemplo , las hienas consumen todo tipo de cam e, asf como la medula de los huesos largos, tanto cuando cazan como cuando e hacen con carrofia. Si sus presas consisten en animal es j 6venes dejan los huesos sin fracturar (su cavidad medular no tiene aun grasa s6lida ), cuando las presas son de talla mediana el grado de fragmentaci6n es muy alto. Es frecuente que realice n traslados de las pre a a sus cuevas. No debemos olvidar la reali zada por los carnivoro s y por otros proc esos pre y post sedim entario s destaca ndo dentro de ellos la cafda de bloqu es por gravedad , presi6n y compactaci6n de edim entos, fen6m enos microt ect6nicos, pisoteo de arumal e , etc. Los felinos caz an sobre todo animat es de talla pequefia, preferibl emente adulto s, seguidos de juv eniles. Suel en ocup ar las cuevas para alimentarse o como cubil para sus crfas (Brain , 1981; Brum enschine, 1986).

2.3.2. Procesos bioestratin6micos humanos

Son mucha s las alteraciones que los seres humano s realizan sobre los res tos 6seos de la fauna , aquf, me centrar e en las que se han registrado en los resto 6seos aparec idas en los yacimientos que estudio .

31

2.3.2.l. Fracturaci6n intencionada

En un yacirniento arqueol6gico, los resto 6seos uelen prese ntar evidencia de haber sido fracturado s, y dicha acci6n puede correspond er a varias finalidades. Por una part e tenernos la actividad antr6pica , que es la realizada por los grupo s hurnanos para obtener rnedula y grasa; por otra, rnateria prirna para fabricar utensilios (Delpech y Rigaud, 1974). P. Villa y Mahi eu (1991) , han partido de una erie de criterios para la el.aboraci6 n del am.iii is de las fracturas corno on: angulo, trazado y borde de la fractura, circunferencia y fra gmentaci6n de la diafi sis, asf como relaci6n entre la anchura y la longitud de los fragrnentos. M. P , rez Ripoll , co nsidera que la morfologia de la fractura originad a por la actividad human a genera do tipo de fractura: a) fractura ca u ada por el propio golpe del percutor , con el cua l el hueso se machaca y se a tilla en pequcfias e quirla s. b) fractura re ultante por la fuerza indirecta d I impacto , que hace que el hueso

fracture en la zona de

contacto con el yunqu e (Perez, 1992). Sadek-Kooros,

ha rea lizado un e tudio ex perimental de fracturaci6n

patron es de fractura

obr

intencional para determinar

uno

Io metatar os de las ovejas de la Cueva d Jaguar. Para ello, ha seg uido uno

criterio de forma, fractura y funci6n los huesos .. Lo datos fueron obtenidos con el objetivo de establece r una diferenciacion de una tecnica de fracturacion intencional. Y llega a e tablecer una dif erenciacion de di tinta s clases de fragmentos de hueso fracturado

y

retocado intencionalrn ente y una identificaci6n de herrami entas elaborada sobre hueso. Dicho experim ento Jes demostr6 que las pata s de la oveja no habian

ido fracturada

de forrna intencional.

Solo en el 10- 15% de Io casos se habfa utilizado sobre lo metatar sos la tecnica de fractura e ta habfa dado como resultado una s categorfa

formates y unas cla ses de fragmento , lo qu

istematica , que le determino

qu dicho s fragm entos habfan sido retocado s y usados para diferentes func ione (Sadek-Kooro s, 1971; 1975).

2.3.2.2. Marcas de carniceria

La propia morfolo gfa de la cortica l de l hue o, cornpuesta de una microes tructura muy fina y lisa, no permite cuantificar estrfas, hue llas o mar cas producida s sobre dicha s uperfici es lisas, con la ayuda del micro copio. Lo important e e det erminar qui en produjo e as estrfas, si han ido produ cida por la acc i6n de lo humano o por la abrasion de partfcul as sedim entaria s o bien por corrosion de la rafc s de las plantas , alteracio nes postdeposicionales, etc. Hay que tener en cuenta que bajo la apariencia de marca s de corte hay surco de origen anat6mico, como lo urco va culare ; otra tienen origen biol6gico, co mo los dejado s por los diente de ro dores, y otros on de origen humano. E tas

on las denominada

marcas de corte, que

e produce n cuando los instrum entos

utili zados durant e la carniceria entran en contacto con la superfici e 6 ea. H. Bunn , lleg6 a carac terizar y distinguir las huellas de cor tes debida s a utiles lfticos. Los cortes producido co n mater ial lftico tenian secc i6n en "V" co n lados recto , mientras que las rafces dejan marca s irreg ulare y las partfcula s abrasivas deja n e trfa tenues y poco profundas (Bunn , 198 I).

32

Lo rasgos que definen a un corte producido por una actividad de seccionado e un surco en forma de "V", unos conos hercfnianos de resistencia y barba s con una serie de lfneas longitudinale s paralela s en su parte interior (Shipman, l 98 l; Pott s, 1988). Hay e tria que pueden ser producida s por pisoteo (Behrensmeyer, Gordon y Yanagi , 1986), las cuales son fina s, de escasa profundidad y no pre entan microestrfa interiores. Su fondo tiene forrna de "U" o piano. Perez Ripoll , hace un estudio de las marcas de corte con relaci6n a la profundidad y la anchura de las marcas y realiza una serie de clases morfol6gicas distinguiendo incisione s, incisiones estriadas y rascado (Perez, 1992). Para determinar una actividad de camicerfa en restos 6seo hay que tener en cuenta ademas la localizaci6n de dicha s marca s en el hueso, su particular

ituaci6n cercana a areas de inserci6n, a f, como su orientaci6n

(Binford, 1981; Noe- Nygaard , 1989). Tambien hay que Lener en cuenta el tipo de actividad desarrollada como puede ser: extracci6n de la piel o despellejamiento , desarticulaci6n , descarnaci6n, descuarti zamiento.

- Extracci6n de la piel: Suele ser la primera actividad realizada sobre el animal una vez abatido. Dicha acci6n deja una serie de es tr fas en lo hueso s con came: craneo, mandfbula , extremidades dfstales, falan ges y falan ginas (Noe-Nygaard, l 989). Estos corte no on muy profundo s y tienden a ser corto s y paralelos.

-Desarticulaci6n: Es la divi sion del animal en unidade s mas pequena , bien para tran sportar , desca rnar o compartir. La estrfas se originan pr6xima s a epffi is ya que lo que se corta son lo tendon es y ligamentos que unen los hue so , por lo que las estrfas suelen ser corta , profunda s y paralela s.

-Evisceraci6n : Es la extracci6n de las vfsce ras, pero en dicha actividad no suelen quedar mucha s marca s que nos indiqu en dicho aprovechamiento. Solo en el caso de los hioide s para extraer la lengua (Binford, 1981), debido a que hay que separar la masa muscular de la cara, se uel

dejar marca s de carnicerfa, y en las

costilla en su cara interna.

-Descarnaci6n: Dicha actividad

e realiza sobre las superficie

musculare s para la extracci6n de la masa

carnica, dejando estrfas alargada s y poco profunda s sobre la diafi sis de los hue sos largo , costillas y vertebras. Suelen ser oblicua s o longitudinal es al eje del hueso. Otra actividad que se desarrolla y es muy frecu ente entre las comunidad s cazadoras-recolectoras

es la

separaci6n del periostio, que Lie ne como objetivo primordial la extracci6n del perio tio tanto para conseguir una zona ma c6moda para

la percusi6n y a f extraer la medula (Binford , 1981), como para un intenso

aprovechamiento de la grasa animal. Estas estrf as on largas y raspado s finos y de gran de arrollo. Los diferente s tipos de marca s seg un Noe-Nygaard ( 1989) son:

-Incisiones (cut-marks): son corte estrecho y profundo s de morfologfa interna en forma de "V", de longitud variable segun e encaminen a la extracci6n de la piel, a la de carnaci6n o para obtener Liras de came (fileting mark s).

33

-Raspados (scraping marks): son cor tes ma anchos y uperficial es que las incisiones, agrupada

en hace .

El uten ilio e coJoca perpendicular al eje osteol6gico si e una lasca y paralelo i e trata de un ra pador.

-Aserrado (sawing marks) : forman surco

mas anchos que profundo , al incidir en un mismo lugar

moviendo el angulo del utensilio y levanta ndo la superfic ie 6sea en capas oblicuas producida

por

movimiento s en doble entido (hacia delante y hacia atras). Suelen pre entar un sentido transversal al hueso.

-Tajos (chop marks): son cortes muy profundos producidos al golpear o incidir con fuerza sobre la superficie 6 ea. A diferencia de las inci ione el util no realiza el movimjento de cortar sino de bender.

2.3.2.3. Modificaciones producidas por cremacion

El fuego e un factor tanto destructivo como modificador de los resto s 6seos. La alteraci6n que produc e el fuego se manifiesta en una diferencia de color producida por los cambios en la composici6n qufmica del hue o, e decir , en su textura. Tambien se aprecia una reducci6n de tamafio y fragmentaci6n. Est udios experime ntale realizado

por Shipman advierten que el cambio de color de lo re tos 6 eos es

probl ematico para ser aplicado en yacimientos de f6 iles , ya que ex i t n procc so · diagenctico s que pueden decorar o proporcionar una nueva coloraci6n a los resto . Tambi en e aprecia una reducc i6n de tamafio en Io mismos (Shipman et al., 1984). Sin embar go, estudio s llevados a cabo por Femand z-Ja lvo y Perales han observado cambio · diagen eticos de coloraci6n, y pueden determinar se (por la textura superficial de lo f 6 ile ) aquellos restos que han ido quemado , e inclu so a que inten sidad de calor e tuvieron expuestos (sin precisar la tempera tura en grados). F rnand ez-Ja lvo establ ece experimentalrnente tre area . de calor, como: ex tema , media y central, que van de menor a mayor grado de inten sidad de ternperatura con la con iguiente coloraci6n progres iva: marr6n -negrogris-blanco. Determina tambi en que los hue os expuestos directam ente al fuego llega n a fracturarse y e genera n esq uirla al e tallar el hue o. El tejido en la diafi is desapa r ce y por tanto se ob erva una perd ida de peso (F rnand ez-Ja lvo y Pera les, 1990).

2.3.3. Procesos fosildiageneticos

Las alteracione

fosildiageneticas

co mpl eta fosilizaci6n

on las que se realizan Lra el enterra miento final del re to 6seo hasta u

(MUiler, l 963) y comprenden

una larga fa ' e que acaba cuando lo

r to

son

ex humado s en la excavac i6n. Lo ag nte diagen ' tico s incluyen principalmente las alteraciones qufmica re to 6s o a partir de u enterramiento por los sedimento

y ffsicas que

xperimenta un

(Noe-Nygaar d, l 977).

En lo proce os diageneticos tenernos el retrabajamiento que impJica desenterramiento y desplazarniento , desd

la posici6n de enterrami ento, de entidade s previamente acumuladas o resedimentada

Lope z,1984:2 16). E

dec ir, se trata d

re to

(Fe rnandez

que han sido enterrados en do ocasiones , con una fase

intermedia de mayor a menor duraci6n. Lo proce os de retrabajamiento o reelaboraci6n suelen realizar e por animat es escarbado re , por los grupo humano s al crea r hoyos, o desenterramiento por coluviones o cor rientes hfdricas. En este ultimo ca o los

34

huesos estan rodados y su abra sion Jes produc e una serie de alteraciones en la fase sedimentaria (rafces, fractura s diagenetica s, etc.). Otro s criterios para reconocer dichos pro cesos son la ausencia de remontaj es, alteraciones diferenciales en los restos, fractura s transversales con fragmentos aislados, etc. Lo s prin cipal es factor es diageneticos que afec tan a los huesos son la fractura cion y la deforma cion plastica , por apla stami ento y compact aciones diferenciales . Fisuras por fenom enos fisicos, corro siones por el ambi ente de cueva o por el tipo de sedimento (Shipman , 1981).

2.3.3.1. Fracturaci6n

La fractura cion causada durant e los proce os diageneticos por agentes no biologicos, tienen una s caract erfstica s propia s que se difer encian de las produ cidas por los carnfvoro s o por la actividad antr opica. Los agentes que produ cen dicha fractura ci6n son la gravedad , pres ion de! sedim ento y deforma ciones, tran sport e hidrauli co, degradacion del propio resto oseo, deformacion del deposito, pisoteo producido por animate s de talla grande, etc. En general , en la fracturacion osea se diferencian varia s forma s segun se realice n sobre hue os secos o fresc os. La fractura cion en huesos mineralizados se caracteriza por pafios perpendiculares al eje longitudinal del hueso y con bord es o pafios netos, formando un angulo cercano a los 90° respeclo a la superficie corti cal. E l color del pafio sue le ser dif erente al de la cortical.

2.3.3. 2. Modificaciones fisico-quimicas

Ha y alteraciones producidas en lo huesos que han estado apenas cubierto de sedimentos, ya que prese ntan en la cortical un aspecto rugoso debido a la combina cion de pequefios surcos y oquedades distribuid as aleatoriam ente y sin ninguna direcc ion. Lo s f6 iles al encontrar se proximo s a la superficie son afectados por la composici6n qufmica del suelo, y junto al agua de infiltra ci6n son los que produ cen este color en el hueso, que a veces solo afec tan a la cortical, otras al hueso compl eto que queda impr egnado de dicha coloracion. Ha y restos oseos que en su superficie corti cal han sufrid o la abra sion de acidos procedentes de las rafce de planta s, quedando la impronta de dichas rafces sobre la superficie (vermi culaciones) . Este proce o aco ntece tambi en en Ia fase bioe tratinomica, pero es cuando queda recubierto de un estrato muy aireado y organi co cuando su acc ion es mas importante . Existe una gran variedad de forma s, tamafios y numeros de dichas mar cas, llegando algunas veces a confundir se con marcas de corte. Es tas marcas suelen encontrarse en una de las caras del hueso, lo que nos indica la posicion del hueso en el momento de su enterramiento y la ex istencia de una amplia cobertera vegetal. Segun Fernandez- Jalvo, los medio

basicos alteran la superficie de! tejid o oseo, visible tanto en las

desc am aciones superficiales como en agrietami entos en mosaico . Este tipo de alteraciones son mas propia s de ambi entes karsticos, ya que las condi ciones ba ica s son mas constantes que en otro s ambientes (Fernand ezJal vo, 1992).

35

Otro proce o qufmi co que afecta a l hue o en la fase dia gene tica e el provocado por acido urico (tfpico de sitio s con gran actividad biol6gica). Lo s acido s al e tar en contacto con el hueso actuan mediant e una cocc i6n co rrosiva obre lo res tos, llega ndo a desa parecer la co rtical de l hue o y su morfolo gfa. Otro s ag nte que ac tuan obre lo re to

on los 6x ido , en parti cular e l 6xido de manganeso. Los restos

6seos prese ntan cliferent es grado s de pigmentaci6n qu e van des de imple s man chas de co lor ma s o meno negra , ha ta man cha s qu e pued en c ubri r la superficie del hue o total o par cialm ente . E l 6x ido de man gane o e forma en co ndi ciones de enchar ca miento, que no tien e porque ser co nstant e (Fernandez- Jalvo , 1992).

2.4. Parametros utilizados en un estudio zooarqueologico

A partir de una mue tra de re to. 6 eos pre entes en un yacim iento, pretendemo s ex traer informaci6n referent e a tax6n , edad , exo, dato s cuantifi cat ivos y osteometrfa, etc., para ello nos ervimo s de una erie de param etros o fndi ces de l esque leto animal que no s van a determinar su prese nc ia o ausencia

en e l

a entamie nto. La elecc i6n de Ios fndicc s clasico. NMI (Nu mero mfnimo de indi viduo s) y NR (num eros de res to ), ha sido la mas utili zada en los e tudio s de arqueologfa , ya qu e no confund e n lo fndices de c uantifi cac i6n co n lo de interpretac i6n . En los ultimo

ano

la biblio gra ffa e ha nutrido d

nuevo

termino s que no d terminan co nce ptos mas

amplio s y especffico s en una muestra (Patou-Mathu s, 1994). Asf, te nemos:

NI: Num ero inici a l de indi viduos reunido s e n la tanatoc nosi , es un num ero te6 rico (Poplin , 1976 a). NRI: Num ero rea l de individuo s prese ntes en el yacimiento, de los cuale s al meno un resto e encu entra en la muestra (Poplin , 1976 a ; 1976 b).

QsP: Numero d huesos que produ ce un esqueleto por desa rtic ulac i6n, es te num ero con ta de l num ero de huesos de cada espec ie (Poplin , 1976 a) .

NR: Numero de re to , es el fndice ma bas ico en un reg i tro arqueo l6g ico. Para A. Mor ale pre enta una serie de inco nve nientc que seran solventado hec ho de qu e no todo s los animate

i sc utili za paral elamente co n el NMJ , estos son: e ignora e l

posee n el mismo num ero de hue o ;

I NR es muy se nsible a la

fragmentaci6n produ c ie ndo falsa image ne de abundan cia; en ca o de r cuperaci6n par cial de res to , I NR vuelve a suprarr eprc e ntar un dete rminado sec tor de l es p ctro faunf tico. E l NR enfati za la abundancia de las es pec ies que alcanzan

e l dep6sito intacta s frent

a aquella

que han sido tran portada s al dep6sito

de cuarti zada s (Moral es , 1989). E l NR e obtiene de la dctermina c i6n:

NRT: Numero total de res tos, e te termino e equival ente a la uma de NRDa ma s NRDt ma s num ero de re tos nod terminad os ND .

NRD: Num ero de res tos determinabl es (bie n todos junto s o por tasa) e puede dividir en: -NRDa: Num ero de res to dete rminable s anat6micamente.

ierto s fragmento

6seos pode mo id ntificarlo

anat6micame nte, in e mbargo no pod emo atribuir a que espec ie y edad pertenece. E te param etro ue le darse en animale s de la mi sma es peci o en talla .

-NRDt: Numero de res to determinado anat6micament e y taxo n6mica mente .

36

NME: Numero mfnimo de elementos, bien sea anat6mico o minimo numero de elementos que corresponde al numero de elementos de una parte anat6mica, sea cual sea la edad, el sexo, el lado. Este fndice se trata de una estimaci6n del numero minimo para una categorfa anat6mica designada (Binford, 1984 a).

ND: No determjnado s o esquirlas. A este grupo suelen pertenecer los fragmento s < de 2 cm, como suelen ser resto s de epffisis, diafi sis, fragmentos dentarios , hue sos quemado s o huesos alterados por la acci6n del agua y esquirlas producida s en la percusi6n de la fracturaci6n.

NMI: Numero mfnimo de individuos pre sentes en la mue tra. El NMJ de frecuencia viene dada por el numero maximo de un elemento anat6mjco seg un el Iado derecho e izquierdo.

UAM (MAU): Unidad mfnima arumal (Binford, 1978:64). Esta medida ha sido creada por Binford y de igna la frecuencia del NME y nece ita una conservaci6n con arreglo a la anatomia. Es la unidad ma utilizada por considerar el UAM igual al I 00 % de representaci6n.

NMUS : Numero mfnimo de unidade s esqueleticas. NMPS: Numero mfnimo de cada parte del esqueleto. Hemo s realizado una vision muy ge neral de las diferent es unidad es utili zadas en una mue trad e restos 6seos , la relaci6n entre ellas es muy diver sa, cada autor tiene una vision particular de los hechos. Nosotro s para nuestro estudio utilizaremo s ademas los indice s de fragmentaci6n y los de conservaci6n (Brugal y Patou -Mathu s, 1993): -El fndice genera l de intensidad de la fragmentaci6n que corresponde al % NRDt / NRT, que es el fndice de deficit en huesos por cada espec ie; % NMI / NRD nos dete rmina el fndice intensidad de fragmentaci6n de los

huesos de un tax6n , es decir, el porcentaje de hue sos enteros / hueso s fragmentado s. -El fndice general de conservac i6n esqueletica por cada especie, que nos determina el porcentaje de % hueso de! esqueleto craneal solament e / por huesos de! esqueleto postcraneal.

37

TAFONOMiA

Procesos Fosildiageneticos

Procesos Bioestratin6micos NATURALES

Acci6ndelagua

Alteraciones subaereas

HUMANOS

Fracturaci6n

Fracturaci6n intencionada

Modificaciones fisico-quimicas

Marcasde camiceria Intervenci6n de agentesbiol6gicos

Marcas artisticas

Bacterias ~eo

Carnivcr~

Fig.I: Tran.sformaciones que sufren /os restos 6seos en los procesos lafon6micos.

38

Alwl,alesquena,eren~ enIll Yltirnlrm

con;noinlclllde

Conjlni>de

~defltn

Aninales O pane$dellos IPOlfadas

i'tlrOcilcida II

poroCJos que VMfl enel yactrrin:>

yacin~

famavtv.len etplleolmblenle

Anlmlles o pns de elos lrllrodt£1dos porlage,ade!yaclmierm

nazas da n~

procesosde

ydedienll:sdeClffWOftlS

conswnlcl6n

Trausde~ yde1osc1eriec1ecn ..-os. HU505macNadas y diglerldm

Carrol'left,squeennn bulcando leslDIde aninlles

Descomposiei6n de Jamateriaorg&1ica Animlles que'Ml

lnlz•derodAS, seftalesmicJublDl6gica5

enII~ Anmales queernn casualmnlenel yaclmil!nt> Agerm nn05t&lcos y

Huesos lnlernperndos

blol6gm(raicesy rindlosdel suelo)

Sef'ales de clsolucion

Agnes rnecinlcos :

caidade piedras .

HW509Ides enseco

l'IICMlnllnD de 8enas.

HUP.SOS ~ciDnados

porblao__,

Sales de disolucion, hctlnciSnydebmicion

HU!SOS enanados

Acci6n qufmica y l5lca de 1ossedlmena

deloshuesos

fnltblaciSnd! lostuesos

Agertlsgeol6gicos

FraduraciSn

Huesos

desenl!nados

Huesos recuperados

Nnlda

Sales de hlmmil!ntas modemls

Fig. 2: Trayectoria arqueo1afon6mica de Los restos 6seos. Segun Esleve z, 2000.

39

CC'l"camieoto sedimentario propioen la fosilizacioo: sitios arqueologicosen "zonas humedas"

Sucesoscatastr6ficos: 1. Inundacioo: muerte en masa... 2. Trampanatw-al

Precipitaciones Tempenturas Humedad-aridez

TRANSPORTE

ALTERACION

Descomposicioo (microorganismos)

Acumulaci6n (centrfpeta)

Geoquimica.pH

Dispersa (centrifuga)

Desecaci6n/hidrataci6n

j

Creaci6nde yacimientos ----------.

Fragmentacion l.....,__... loogitudinal/trasversal

___ A_h_ra_s_i_on ___

Tanatocenosis Marcas

j

j

lmitaciongastrica de carnivoros

j DESTRUCCI6N

Imitaestriasde origenhmnano

Fig.3: Organigrama de la relaci6n produ cida por la acci6n del agua. Segun Brugal, 1.994.

40

Paleoecologia

POBLACION ANIMAL

Biocenosis

VIVlENfE

.

T

POBLACION ANIMAL

Tanatocenosis

MUER TA

A F

'

Bioestratonomia : pr~ deenterramiento. ••

0

POBLACION ANIMAL

N

ENI'ERRADA

0 M

Biodiagenosis: fnsilii.acioo y evolucim deldqmto.

,,

I

POBIACION ANIMAL

A

CONSER.VADA

Tafocenosis

Fig. 4: Dominancias de la intervenci6n de Losfactores edci.ficos y climci.ticos. Segitn Efremol', / . 940 ; Mi ller, 1.950; Lawren ce, 1.968 ; Noe -Nigaard , 1.977 y Auguste, 1.994.

41

!ANIMAL MUERTOI pasos de intervenci6o

I

ESQUELETO

/ ENTERO

I

I

"estado inicial anatcmico "

\

interveoci6o animal y/o bumana= tratamiento difereacial

ESQUELETO

DESORGANIZADO,

int~cioo

HUESOS FRACTURADOS

I

animal y/o humana: dep6sitos en el sitio

interve:nci6o climatica y geol6gica a:iterramiento

I

= conservaci6n

difereocial

I

I

HUESOS ENIERRADOS

IDtttvenciffl geologica y l,;ologica

HUESOS CONSERV ADOS DESPUES DE LA EXHUMACI6N

j

tecnicas de excavaci6n ballaz.gos diferenciados

HUESOS DETERMINADOS HUESOS INDETERMINADOS

intervencioo del pale.ont6logo: determinaci6o diferencial

Fig. 5: Int ervenc i6n de los factores eddficos y climciticos en el cu rso de Los procesos tafon6micos. Meadow , 1.976, M. Patou, 1.984: Davis , J.987 y August e, 1.994.

42

egun

CAPITULO 3

LA FORMACION SOCIAL DE LAS SOCIEDADES CAZADORAS-RECOLECTORAS

3.1. Contraste entre posiciones te6ricas y metodologicas en el campo de las sociedades cazadorasrecolectoras: cultural, funcional y social

Para situarno s en el estudio de las soc iedades cazadoras-recolectoras

tenemos que remontarno s a varios

plantea miento conceptuales qu e comienzan a ges tar se a finales del s. XIX, dond e e l evo luc ionismo c ultural se ve amenazado por un nacionali smo exace rbado , y surge una preoc upa ci6n por e l ori ge n de los pueblo (etnia ). Los paf ses qu e mas se volcaron en estas po sicion es fueron Francia e Inglaterra. Los estudio s antropol6gicos y etnografico s fueron surgiendo, asf Rat ze l aseguraba que instrum entos como el arco y la flecha ind ependientem ente del lugar donde se encontra sen tenfan un orige n comun y su difu si6n creaba area culturales o bloqu es de culturas similar es y adyacentes (Rat ze l, 1985). El enfoqu e hist6rico-cultural (po itivi smo , evo lucionismo y difu sioni smo) empez6 a

urgir cuando Io

arque61ogo /a s elaboraron una serie de listas taxon6mica s sobre la cu ltura mat erial de los halla zgo arqueol6gicos,

sin profundi za r en los proce sos hist6ri cos, y con el unico objetivo de e laborar difer ente

tipolo gfas y difundi endo los estudios de los regi stro s arqueo l6gicos. Dando paso a f a la incorpora c i6n de influencia s tanto ideol6gicas como polfti cas. Uno de los pion eros en e te tipo de es tudio s fue Kos ina que identificaba cultura co n etnic idad . Basaba sus es tudio

en art efacto s hallado s en los mu seos y seg un su di tribu c i6n de Ios grupo s tribal es, llega ba a

determinar dond e vivian estos grupo s eg un los difer entes a entami ento ( iedlun gsa rchao logie). Des taca ba el valor de los pueblo s indoeurop eos y en particular el de los germ anos, llegando a ser tomada su teo rfa co mo mode lo durant e el reg imen nazi. E le tipo de ejemplo se ve re flejado en div ersos pafses para ex plicar la tradi c iones nac ional es del origen de su pueblo s, re lac ionando la "cultura" con etnia , para ju stifica r las grand ezas de u. antepasados (Tri gge r, 1992: 159- I 60) y dond e se van ge tando los enfoqu e difu sionistas. Mu chos de los pafses de la Europa occ idental han abordado el Lema de la formaci6n de la cazadoras-recolectoras

ociedades

hasta la act ualidad bajo una per spectiva normativi sta o del hi torici smo cultural para

potenciar la grandeza de las nacion es . Como nos dic e B. Trigge r "el enfoque hist6rico-c ultural que potencia e l e tudio de la prehi toria de los pueblo individuat es, propor cion6 un mod e lo para la arqueologia nacional no 6 10 en Europa sino en todo e l mundo , y sigue

iendo el enfoqu e dominant e en la arqueologfa de muchos

pafse . Al igual que la historia nac ionali sta, a la que normalm ente e halla muy pr6x ima , e l enfoqu e hi t6rico cultural, puede ser utilizado para re forzar e l orgullo y la moral de la nacion es y lo grupo s ' tnicos " (Tri gge r, 1992: 167). El objetivo de dicha arqueologfa es el anali sis empfrico de los halla zgos arqueo l6gicos sin nin guna base te6 rica y mucho menos conceptual. Paral e lamente a esto es tudio s van

urgiendo nueva s interpretacion es con los aporte

Ciencias Natural es, Geo logfa y Biolo gfa, bajo tint es evolucionista

43

de los trabajo

de la

como son las cla ifica c iones de l mundo

animal de C. Darwin , o la incorporacion de la especie human a en la taxonomia de Linnee y la teorfa del progreso evo lutivo adaptativo de J. B. Lamarck. Todas e llas son idea evo lucio nistas co n aportacio ne tanto en el mundo de la Paleo ntolo gfa, como en el co nocimi ento e tratigrafi co, que tendran gra ndes repercusione s en lo est udio prehistori co . E tas propu estas tenfan como objetivo una bu queda de !eye en la evolucion , confianza en e l proce so unidireccional , intere

por modelo

univer sa les, busqueda de es labone s intermedios

en la cadena del tiempo y em pleo del metodo co mparati vo (Rodanes, J 988:88) . Los nuevo trabajo s que se van planteando de de perspectiva

y po icio nes autocto nas frente a modelos de

corte difu ioni ta, que cree n en el progre o se pued n vincular co n lo trabaj o de G . La place que introduce el concepto de polimorfi smo de ba

(Lap lace, J 966).

F. Enge ls, influ enciado por las idea s evolucionista s de la obra de L. H. Morgan y su interes por la Preru storia , 1 llevo a conceb ir la obra El origen de la familia, de la propiedad privada y el estado, 1884. Engels no aporta un conocimi ento soc iologico al estudio de la

ociedade

prehi torica s tanto por su teorfa del

parentesco co mo en la organizacion soc ial y eco nomica. Este desarrollo historici sta de las oc iedad es preru storica

perman ce a lo largo de todo el s. XX bajo lo

vfnculos de la burgue fa nacional, que reforta leci da con el de arrollo de la revo lucion industrial , se sentfa portador a de un progre so ocial (Trigger, 1992: l 09). A pesar de que Gordon

hilde pecara de "difu sioni ta" y "evo lucionista," fue uno de lo pioneros en romper

con el positivi mo hasta ahora impera nte en la epoc a. Su visio n del difu ionismo fue tomad a desde la optica de las migrac iones y de co ntactos entre la cultura s, y ni mucho meno de de la interpr etacione difu sioni ta de Smith . Fue uno de lo poco s arqueologo s que s atrevio a dar una vi ion del "Paleo lftico Superior " y del "Neo lftico" dentro de una dialect ica mat er ialista . Su vision de la historia era como un proc e o en con trucci6 n (Childe, 1986: J 14). De una forma general, E uropa ha p rmanec ido a la sombra de los debat es conceptual e. obre las ociedade prehistoricas que no

han aportado

lo

nortea merica no

tanto desde la Arqu eologfa como de d

la

Antropologfa. Estos lo han hec ho desde diferentes posiciones co mo el neoevo lucioni mo (Stewa rd, Whit e), Nueva Arqueologfa (Binford ), Mat eriali smo Cultural (Harri ) y la Arqu eologfa Social (Lumbr eras, Bate , Sanoja, Vargas, etc.). Sin embargo en Norteamerica , los es tudio s prehistorico europea, y ·e han

han ado ptado una metodolo gfa hi torico-c ultural

ce ntrado mas por desc ribir los distinto s tipo de ce ram ica para mar car la dii rencias

temporales y espaciale de la diversas cultura s, en vez de e tablecer una tipologfa de lo artefactos co mo lo han hecho lo europeo y lo evo lucioni tas se han enca rgado de ir subdi vidiendo la en difer entes cultura s. E n genera l, e l enfoqu e historico-c ultural en Norteamerica no tuvo mucha repercusion ya que e to vefan los ca mbio s produ cidos en la Hi toria fruto de las migrac iones de pueblos coloniali stas bajo una optica mas difu ionista. El enfoqu e funcionalista, hunde su rafces en la Antropologfa anglo ajona como reacc ion al difu ioni mo de Smith. Es ta co rriente teo rica ha crea do esc uela en Inglaterra (G. C lark) y Nort eamerica. Tanto B. Malinow ski como E. R. Radcliff e-Brown fuero n los pion eros en los afio treinta en manifestar e ante e l difu sionismo y el evo lucionismo unilin ea l que se e taba de arrolland o a finale Antropologfa

del siglo XIX. Esta

ocial que va urgiendo en esta epoca tiene u influ encia en el ocio logo Durkheim que en su

44

Tesis Doctoral: De la division du travail social, nos aporta una serie de estudio empfricos de diferentes areas especffica

de la s relacione s entre los individuo , acompafiada de una metodologia y teoria general

obre

sociologfa. Durkheim no utilizaba los dato s empfricos por si mismo sino que lo empleaba como material para mostrar cuale

eran los fundamento

del orden

ocial. En su obra: Les regles de la methode sociologique,

establece una serie de comparaciones entre elementos especificamente sociales como elementos integrantes de una serie de variable deberes, costumbres, antrop6logo/a

determinantes

que son externos al individuo, como pueden ser las obligacione s,

etc., de una sociedad. Su obra ha sido continuada tanto por soci6logo/as como

para establecer los cambios sociales en las sociedade prehist6rica s.

Lo Arque6logo/a s conservadores decepcionado s por las interpretaciones de los enfoques difu sioni stas y ante un recha zo al marxi mo, se interesaron por los estudios de la Antropologfa soc ial para explicar c6mo funcionaban las sociedades prehi st6ricas sin explicar c6mo se produce el cambio, nj porque. En los afios 50, el arque61ogo britaruco G. Clark en su obra, Prehistoric Europe: The Economic Basis 1952, trabaj6 en el estudio de la cultura material de los cazadores-recolectores

del Mesolftico y de los primero s

asentamientos agrfcolas po glaciares de Escandinavia, llegando a sustituir el termino de "cultura" por el de "territorios sociales". El int ere que de spierta lo estudios de G. Clark, es que fue uno de los pionero s en incorporar zo61ogos a lo trabajo s de excavaci6n (para identificaci6n y cuantificaci6n de especies) para determinar una interpretaci6n eco n6mica en los asentamjento s, donde el estudio de las sociedade s cazadoras-recolectoras

e ve fortalecido.

En ge neral podemo s decir que la arqueologfa britanica fue perdi endo interes en el estudio tipol6gico y se vio refo rmada por es tudio s de economfa prehist6rica s y los cambios soc iales producido en dicha s ociedades. Pod emos dec ir en general que la arqueologfa funcionali sta se intere a por una serie d aspectos concreto como on: explicar la naturaleza y funci6n de una instituci6n artefacto

ocial, la efectividad, los ra gos utilitario de lo

y su funcionalidad, olvidandose de aspectos sociales, cognitivos, eco n6mico , etc. , po tergandose

de los aspecto diacr6nico s de la historia. Lo

nuevos enfoque

neoevo lucioni stas que se van incorporando a la Antropologfa van a tener dif erente

rep ercu sione · en la Arqueolo gfa, ya que tanto los neoevolucioni tas como lo

neo funcionali sta

van a

e tabl ece r la ba e te6rica s de lo que ma s tarde sera la Nueva Arqu eologfa y el Materiali smo Cultural.

La Nueva Arqueologia o Arqueologia Procesual, tiene su origen en Nortea merica y en Europa. Esta corriente

arqueol6gica

adopla una vision adaptativo-ecol6gica

de la cultura que percib e el aumenlo

demografico como uno de los cambios culturales. Toma como base te6rica los estudios de la Antropologfa (Binford , 1972) y el metodo hipotetico -deductivo de C. Hempel. Propon e para la comprensi6n de las soc iedade

prehi st6rica s el uso de un estudio cientffico y concibe la

cultura como un sistema que comprende a su vez una serie de subsistema s interrelacionado poblaci6n , subsiste ncia , intercambio , tecnolo gfa y a traves de estos elementos tendremo

como erfa la

una concepci6n de l

pasado. E ta nueva corriente dotada de nueva

propuesta s en el estudio de las sociedade s cazadoras-recolectoras

no

deja de er funcionali sta y adaptativa en sus enfoques respecto a la cultura y la soc iedad. E tuvo muy de moda en Norteamerica en los afios e enta , teniendo a L. Binford como su maximo repre entante del debate con fines de renovaci6n metodol6 gica de las "facie Mu sterien se 'con F. Borde s.

45

obre todo a raiz

L. R. Binford se inclin6 por un mod elo de etnoarqu e logfa sobre los e quimale s nunamiut para llegar a obtener una serie de significado

del reg istro arqueol6gico. Sin embar go a pe ar de toda la critica s reci bida , a L. R.

Binford le de bemo la preoc upaci6n por el est udio de la fauna en lo reg istros arqueol6gicos, publi cado en

Nunamiut Ethnoarchaelogy y Bones, donde relaciona la fa una con la sociedade

del pa ado , lleva ndo a cabo

dicho es tudio zoo l6gico los propios arque6Iogos/as. Par a reconstruir la edad y sexo de las manada s con base a los huesos e nco ntrado

en los lugares de resid enc ia y del uso de l MNI , todo ello, co n una organizaci6n

es pacial y e tru clural de los asentamientos y el e tudio de dete rmin ado s fen6m enos tafon6micos (Binford , 1991).

A. R. Renfrew en e tructuras

u obra Before Civilization y Social Archaeology, prefi r

ma

lo

estudio

de las

ociale s, inclin ando se mas por una po tura autoctonista de lo cambio soc iales, "la arqueologia

tradicional so lfa ex plicar las cosas en termino s de "difusi6n" para

onocer lo cambios hist6rico s y ocia le ,

tenemos que conocer los proce sos que se producen localme nte en la zo na e tudiada" (R nfrew , l 99 1). D ntro de la Nueva Arq ueologfa late una serie de crisis producida s en su interior generada del debat e te6rico. La incorporaci6n de nueva s tecnicas para e l e tudio de lo materiale ca mbio s de cultura mate rial por aspectos ma

por el abandono

fue de plazando lo

adaptativo s- funcio nal e , y empieza a f a ges tar e una nueva

T oria General d Si t ma orientada en la co n tru cc i6n c ientffica de la arqueologfa. Ante la crisi de la "Nu eva Arqueologfa" surg cambios en los proc e o

una postura , "estructural", en la qu e se plantean unos

hist6rico s, una interacci6n

tanto de los hec hos politico s y econ6micos,

etc. E

incorporan nueva di sc iplina en e l campo de la inves tigac i6n. El enfoque estructuralista , surgi6 de la Antropologfa

oc ial en la decada de los sese nta . E n Arqueologia

des taca n las esc ue las: franc esa (Lev i-Strau s ), britanica (Hodd er) y la americana. La tres tienen en comun lo est udio de la

ociedade

pero con difer ente fines, metodo y co ntenido s. En tal postura influy6 mucho la

se mi6ti ca de la lingtifsLica de Saussure a la hora de analizar la organizaci6n de los signo par a pod er extraer de e llos un signifi cado. La ex trapola c i6n de l mod elo lingtifstico por part e de l e ' tructurali smo po st-saussuriano llev6 a varios autore a co nfu sione en sus aplicaciones. C. Levi-S trau s

en su

analisi

obre soc iedad es primitiv a , e tabl ece un

istema est ructural en su

inves tigacion e que le llev6 a la co nclu sion de que dic has ociedades no hay que verlas co mo una serie de es tructura

que ca rece n de co ntinuidad , sino ma s bien co mo un istema d reg las de func ionami e nto en e l que

se estudian una s norma . de tran formaci6n que permit en pasar de un sistema a otro (Lev i-Strau ss, 1985; Fontana, 1982: 171). E n su obra Pensee Sauvage, Levi -Strauss delermina que los hombre s y mujere s primitivo s perciben el orden natural por medio de sus entido s co mo lo hace un artista o un

scritor , pero al

xaminar la partes de un

objeto Hegan a definirlo , inte ntand o de esta manera aprehender la totalidad por intuici6n,

in detenerse en un

analisis porm enori zado qu e co n idera que no lleva a nin guna part e e enc ial y, sobre todo , a un e ntendimiento de lo que llama totalidad (Cas trod eza, 1999). Los enfoqu es e tru ctura listas hace n hinca pie en los intere es humano s que esta n dir igi do por creenc ias y co ncep to simb61icos y u obj etivo en el e tudio de las relacione

humanas e la e tructura del pensamiento

(ideas) que tie nen lo agentes humano que crearo n los regis tro arqu eo l6gicos.

46

El obj etivo principal del es tructurali smo es el ami]isis de los simbolo s y las es tructur as qu e rod ean los fen6m enos humano s, con cibiendo las "es tructura s" como la organi zaci6n de intercambio s en una soc iedad determin ada , es tablec ie ndose un mod elo predeterrninado con la rea lid ad concreta entr e las relaciones soc iales qu e se estudi en. Otro es tructura lista fue I. Hodd er quee n su obra Symbolic and Structural A rchaelogy 1982, trat a de redefinir e l con ce pto de cultura a la qu e considera como un sistema de sfmbolo s. Para el, e l es tructurali smo "es un siste ma de signos orga nizado s, por las es tructura s pro funda s qu e no se pu eden cuantifi car u ob servar dir ec tam ente . E n arqu eologfa se apoya la comunidad de intereses entre mente y significado , ya qu e es una teoria y metodo referido s a la mente y a los intereses simb 61icos, y porqu e ademas nos dice c6mo se organiza la ge nt e y c6mo se percibe el mundo" (Hodd er, 1987: 17). La arqu eologfa es tructurali sta lo que expon e de los reg istro s arqu eol6gicos son los signifi cado s de los dife rentes sfmbolo s que desa rroll an dicha s comunidad es a trav es de sus pintura s com o de u cultura mat erial. E n ge neral lo qu e distingui6 "al estructurali smo y al post-es tructurali smo fue la ex trao rdinaria ines tabilid ad de la s connotacion es polfti cas qu e asumi eron suces ivam ente, movid as por las moda s y ca pric hos del momento" (And erson , 1988 :66 ).

Arqueologia social. Tanto la teorfa como e l metodo del materialismo hist6rico fueron desarrollad as por K. Mar x y F . E ngels ant e la neces idad de co mpr ender la sociedad ca pitalista y con idea de tran sfo rmarl a. No con ce bfan la soc iedad como lo hace n Comt e o Spe ncer, para e llos lo soc ia l en sf no tenfa sentid o sino mas bie n una ex plicac i6n de lo soc ial qu e pro voc arfa un ca mbi o en lo eco n6mico. P ara K. Marx y F. Engels la soc iedad es ca mbio, en sus e critos no s6 1o inclu ye n las tec nicas materia les de la produ cc i6n ec on6rnica, sino las tec nica de la orga nizac i6n eco n6mi ca, es dec ir, las relaciones de Los medios

de pr oducci6n. D es de la teorfa del cono cimi ento materia lista se determin a qu e su dialec tica ex iste co n "independe ncia de l pe nsa rniento, com o leyes uni versa le

de l desarroll o de l univ erso, los cuales se reflej an en la co nc iencia

co lec tiva de l grup o hum ano y el hombr e piensa no en una unidad inm ediat a con la natural eza, ino e n unid ad co n la sociedad hist6rica mente determin ada que produ ce su vida material y es piritu al, y rea liza e l co ntacto humano con la natural eza " (Cardoso, 82:26) . A di ferencia de l po sitivismo y del histori cismo cultur al, el materia lismo no adopta la teo rfa de un sujeto pa sivo en el pro greso del conocimi ento sino que el "co noc imi ento es un proceso infinit o no so lo porqu e e l obj e to qu e reflej a e l conocimi ento es una serie infinit a de ca mbi os, sino ta mbi en porque el objeto de l con oc imi ento es infinit o desde el punto de vista de las interrelac iones y de las corr elac iones y, de las es tru cturas de las cosas y de los fen6menos que comp onen lo qu e denomin amos la rea lidad objetiva" (Schaff, 1974:232). Asf,

e va difundi endo e l materialismo dia lec tico com o el metodo de la cienc ia y de todo

con oc imiento leg ftim o. E l objetivo del materiali smo es el es tudio de las re]ac iones qu e intervienen en los elementos de una soc iedad, es decir , es tudi a los pro cesos soc iales, el cambio soc ial, su di ac ronfa . De ahf, qu e e l materialismo hist6rico des de su epistemolog fa y su metodo (dial ec tico) incorp ora a sus estudi os varia s metodologfas pa ra determin ar lo s cambio s sociales.

47

El materialismo empez6 a desarro llar e en la Union Sovietica dond e los arque61ogos rechazaban

la

arq ueologfa tipol6gica y de cultura s, pero hacian hincapi ' en una Arqueologfa con base s en la Hi toria , estudiando

us probl emas desde la cultur a material. A f, empezaro n a reconstruir la socieda des segun su

fuerzas de producci6n y las relacione s de producci6n como las fuerzas basica

del proceso hist6rico y las

re laciones ociales, como nos sefiala Trigger, por lo que su metodologia de excavaci6n empez6 a camb iar. Consideran que la Arq ueologfa "en u conjunto , su teoria mas general, organiza sus conocimi entos en un todo en funci6n de los obj etos analizado . De ellos surge e l desarrollo de la actividad vita l ocial de las sociedade particulares del pasado, a partir del cual forman sus conceptos fundamentale s. Lo principios que fundamentan e tos conceptos consisten en que los restos materiales d encon tradas en lo diferente

momento

la actividad de las

ociedades,

arqueo 16gicos reflejan la diver idad de la propia realidad hist6rica

pasada" (Guenni ng, 1988:38). Dicho s arq ue6 1ogos fueron pionero s en el estudio de la evo luci6n cu ltural. Trabajaron en diferente s tipos de asentamiento

y de arrollaron una explicaci6n soc ial de los dato s arqueol6gicos. Pero se enco ntraban sujetos a

uno dogmati smo polftico s aun imperante s en la epoca que se reflejaba en la interpretaci6n d lo hallaz gos. Partfan de una evo luci6n

ocial de e quema

unilineal es en sus formaciones

ocioecon6mica

frente a los

de arrollados por K. Marx y F. E nge ls, que eran mas bien e quema concept uale multilfnea le y dialectico en u evoluci6n ocia l. A partir de la Guerra Frfa, los arque6logos

ovieticos empezaro n a espec ializarse en est udios por "perfodos"

y "culturas" aunque no abandonaron el marxi smo reinante en su estudio s pero sf adoptaron una vision de lo hec hos ma "hi t6rica" . Esto trajo co mo co nsecuencia una ruptur a entre posiciones occidentale

y orientates.

La Arqueologfa sovie tica ufri6 un retroce o y se hizo mas aut6ctona , no fue hasta la decada de lo sesenta dond e se volvi6 a una colaboraci6n

y aplicaci6n de los metodo s y po iciones te6ricos e laborado

en

Occidente. El estudio del pal eo lftico "re ult6 ser ma s rico de lo que e espera ba. La inmen a pluralidad de cultura s de todas las epocas y difercntes tipos posibilit aron rec ur os arqueo 16gicos no vi to por u varieda d y riqu eza en otro pafses. Se co nsider6 co mo un parafso para las inv tigacio nes hist6ricas a gra n e ca la, e laborada

cas i

excl usivamente o en gran medida a tra ves de dato arqueo16gicos" (K lejn, 1993:59). Poco a poco e van introduciendo en la Arqueo logfa lo nuevo

metodos dejando atras la interp retac i6n

hist6r ico-arq ueo l6g ica de los artefactos

interpretacion es en los es tudio s de las

soc iedades cazadoras-recolectoras

para dar pa o a nueva

co n la incorporaci6n de informa ci6n proveniente de la geo morfolo gfa,

paleobiologfa , climatologfa , traceologfa (Pidop lichka, Do lujanov , Mikla ev, Semenov). De esta forma lo arqueologo s sovie ticos fueron de arrollando las base del materiali mo hi. t6rico en cuanto al desa rrollo dial , ct ico con los ca mbio s cua litat ivos del objeto produ cidos en las soc iedade

caza dora -

recolectora y lo modo s de producci6n. La arqueologfa sov ietica no ha entrado en un debate te6rico con E uropa Occ idental y Norteamerica en lo que respecta a lo enfoqu es hist6rico-c ultural , ya que ellos mant enfan una autoconfianza en la union de la Historia y la Arqueo logfa para determinar los procesos hist6rico s, la evoluci6n socia l y cultural. Los arque6 logo/as europeos y occidenta les junto con los norteamericano s materiali sta , en sus trabajo s de inve tigaci6n no toman lo factores econ6m ico como base de u estud io , (como puede er el desarro llo de

48

la soci edad es tribal es de comunid ades ca zadora s-recol ectora s, en dond e los anali sis empfrico , de su cultur a mat erial pueden ayudar a explicar su organi zaci6n soc ial). Sino qu e centran sus es tudio s en el ideali smo y el simboli smo. Es to

son partidario

de qu e lo

signifi cado s de lo sfmbolo

proc esos sociales . Pero hay qu e tener en cuenta qu e hay qu e conoc er la

se hallen relacionados con los ba ses econ6mica s de dichas

oci edad es para llegar a establ ece r es ta interrelaci6n , sino ca erfamo s en una arqu eolo gfa convencional. El princip al prec ursor de la arqu eolo gfa materiali sta en Europa Occid ental fue el arqu e61ogo Vere Gordon Ch.ilde qu e establ ec i6 las tres divi iones para e l Pal eolftico y bas6 mucha s de sus idea en la obra de Mor gan. Ha sta bien entrada la decad a de lo

setenta , la Antropolo gfa bajo uno s conc epto

evolucioni stas, ve la

neces idad de incorporar la teorfa de K. M arx y F . En ge ls a sus es tudio s de las soc iedad e primjtiva . A f, ayudado por la sociolo gfa de E. Durkh eim y el mar xismo clas ico surge la Antropologia Econ6mica, bajo autor es como God e lier, Friedman , Sahlin s y Service qu e desarrollaron los con ce pto s de ec onomfa a sus es tudio s sobre soci edades primitiva s. A partir de los setenta la esc ue la de Bandin elli y Carandini incorpora a sus investigaciones de arqu eolog fa clasica sus crit erios te6ricos y metodol 6g ico en e l pro ces o hist6ri co. E n la deca da de los setenta como opo ici6n al neopo sitivi smo anglo aj6n surge la A rqueologia Social qu e e une a la "Nu ev a arqu eologfa" en su crftica a la Arqu eologfa tradi cional , pero on opu es tas en los con ce pto s ba sico de cultura y soc iedad (Alcina , 1989:89 ). E n los anos oc henta la Arqu eologia Social Latinoamericana es ta represe ntada por autore como Fe lipe Bate, Iraida Var ga, Mari o San oja , Lui s Hurt ado , Lui Molin a, Gandara , Julio Montane, etc. Di cho aut ores part en de un mi smo objetivo "el objeto de e tudio de la arqu eo log fa es e l mj mo de toda s la disciplin a soc ia le : la soc iedad como un proces o soci al total" (Bate, 1982 : 17) y retoman e l esquema di alec tico, con siderand o co mo la mas important e la apr eciaci 6n de la arqu eologfa com o un a ciencia hjst6rica. E n Es pana , la arqueologia marxista se desa rrolla en vario s focos; inic ia lmente se desarroll a en la Uni ve rsidad de Granada con los Prof e ores M. Vi gil , A. Pri eto y 0 . Art eaga . Seg uida por la Uni ver idad de

Barcelona a l frente del grupo de prof esores J. E tevez , A. Vila, V. Lull y E. San ahuja y en e l Co leg io Univ ersitario de Jaencon A . Rui z y F. Noc ete. De de los anos oc henta se vienen desa rrollando

verdadera

re novaciones en pro yec to

y lfnea s de

inves tigaci 6n. Ha y qu e destaca r e l cambio su tan c ial metodo16g ico de arroll ado e n el pro yec to "Porcuna," al frente de l cual se encuentra e l Prof esor 0. Art eaga, Ana Ma Roo y Jo se Ramos Muno z. Dichos autor es es tan trabajando desde una base te6 rica y epistemol6 gica en la rec onstruc c i6n de l proce o hist6rico en el mediodfa atlantico-medit erraneo peninsular com enzando en e l normativo Paleolfti co Superior de la Pena de la Grieta para llega r has ta los tiempo s iberorromano s de la c iudad de Obulco, vinculando dichas sec uencias con las ev idenc ia de lo reg istros de l Sud es te, costa mediterraneas ye n el litoral atl antico de And a lucfa. Lo autore part en del estudio de las "indu stria s lftica s" e intentan es tabl ece r una re laci6n "con los diversos mod os de vida qu e mediante la aplicaci6n de di stinto s modo s de trab ajo las band as de cazador es- rec olec tores podfan des arrollar" (Art eag a, Ramo s y Roo s, 1998 :76). En e l ano 1981, se ce lebr6 en Sori a la prim era reuni on de arqu eol6 gos/a s criti ca con la vision tradi cional reali zad a en Es pana en aqu ella epoca. Entr e la diversidad de pon enci as e dejan entreve r nuevas propu e ta

49

rnetodol6gica

en pro ·pecci6n e informatica , e l grupo de la Universidad de Barc e lona dej6 Claro su po tura de

la Arqueologfa corno ciencia soc ial. Aunque han sido poco lo encuentro

que e han llevado a cabo en lo ultimo

cabo u participaci6n con su ponencia

te6rica

afio , es te grupo ha llevado a

de clara tendencia marxista como han sido la celebrada

Coloquios de Arqueologfa E pacial de Teruel (1984,J 986, 1989); Jornada

e n:

de Metodolo gfa e n la Historia en

Murcia ( 1985, 1986); Jomada , de Arqueologfa Social, en la Rabida (Hu elva , 1992; 1995 ). En la Univer idad de Barc e lona , e l grupo de inve tigac i6n del Prof e or Jordi E tevez ha integrado en e l e tudio de lo proceso

hist6rico

los anali i. zooarqueo l6gico con cri teria

inferir tanto medio s de ubsiste ncia co mo d organizaci6n base

metodol6 gica . . Para e l contra te de

y tafon6rnico

para

ocial de soc iedad es cazadora -reco lectora , bajo

u e tudios e hip6tesi

el gru po e ha basado en un intere ante

e tudio et nografico d la socie dad e cazado ra -reco lec tora -pescadora

Los conchalesfuegueinos"

taxon6rnico

pla mada en la obra ·'Encuentros en

(E tevez y Vila, 1995) con un estudio analf tico del registro.

Con la incorpora ci6n del Profe or Rui z Rodrfguez al Depanamento

de Prehistoria de! Co legio Universitario

de Jaen ( 1973-1974) y a l frente de la direcci6n del proyecto de inve tigac i6n "Poblamiento lb erico en la

Campiiia de Jaen" e va a con olidar e n la r gi6n uno de lo equipo de inves tigac i6n co n nuevos foco de analisi

te6 rico s. Hay qu e de tacar

incorpora nu vos criterio

u influencia marxi ta e tructurali ta de Maurice Godelier. E te grupo

metodol6gico

con las que va a contar el Materiali mo Hi st6rico en el campo de la

Arqueologfa y una apertura a la nueva tec nica d analisis en el e tudio de registro arqueol6gico. Para llevar a cabo u e tudio te6 rico y metodol6 gicos e lige n 1 curso medio y alto de l valle de l rio Guadalquivir , que e l equipo ha ido ampliando al poblami nto protohi st6rico de la region , para progr e ar en e l concepto del territorio hi t6rico. En la Unjver idad de Huelva lo trabajo . de F. Nocete

e de sarrollan con una lfnea de investigac i6n propia.

Defiende una e tructura soc ial en el poblami ento protohi st6ri co del Guadalquivir la

ociedades

par e ntal e .

stable ce una vinculaci6n

xistente de d la ruptura de

entre las soc iedade s precla ista

y las soci edade s

cla istas inicial e basada en la di posici6n de la fuer za d trabajo humana bajo el de arrollo de l nivel tec nico que crean lo mecani smo para ge nera r autoridad y sobreproduc c i6n. De sde e l reg istro arqueol6gico re pond er sobr

la re lacion s e ntre las cla e

ociale

e debe

que dan c uentan de l problema de lo estados y su

formaci6n. Dentro del mi smo enfoque pero ma s en la lfnea de la Arqueologia Social Latinoamerica def grupo de

Oaxtepec, e ta e l grupo de la Univer ·idad de Sevilla bajo la direcci6n del Dr. 0 . waldo Arteaga , en colaboraci6n

con G. Hoffmann

metodol6 gica a trave

y Anna M.a Ross . Dicho

del marco conceptual

dial ec tico de la "realidade

natural

autore

desa rrollan una alternativa

te6rica -

del "Proyecto Costas" ba ando e para ello en e l anali is

" y "la realidades

ociales" que "aplicado de. de la Geoarqueologfa, que

duda cabe de que pu de llegar a compr ender la concatenaci6n cuaternaria del Mundo , e n u actual proyecci6n (contradictoria) hacia el futuro. Sobr

todo , explicando la vertebraci6n de l Cuaternario en u di . curso, de de

la in epara ble co njugaci6n del proceso

natural con e l Proce o Sociohi t6rico" (Arteaga

1999: 100).

50

y Hoffmann,

El Profesor Artea ga ante el probl ema del "debat e antr6pico" tan en boga por lo paradi gma s meca nici stas y relativista

plant eados por las teorfas sistemjca , propan e la explicaci6n djalectica del "Proc e o Natural" y el

"Proce so Sociohi t6rico" que lo asume de sde la Arqueolog[a Social. Bajo una metodolo gfa geoarqueol6gica, aplicada para investigar los cambio

producido

en la linea de

co ta durant e el Holoceno en la vertiente mediterran ea de Andalucfa, "que siendo a la vez soc ial, ademas de geol6gica y geogra fica, no se mant enga anclada en el conformi smo intelec tual del conocimiento, sino que ma s bien en toda s las partes del Mundo se encuentre abocado en la crftica de la causa del pre sente consecuente: como unica forma de hacer que el preterito inac tivo se convierta en una experi encia practi ca ble del mafiana" el Prof esor Arteaga aboga por una toma de postura en el anali sis cientffico dond e la critica del presente vaya presidida de una critica del pasado (Art eaga y Hoffmann , I 999: I01). Propon en la excavac i6n sistematica para conseguir una relaci6n geoar queo l6gica entre los suelo s sociohist6rico s y la dinamka geoar queo l6gica , para una contrastaci6n dialectica de sus resultado s. Desde los mismos parametros de es tudio , el Prof e or Jo se Ramo s Muno z desarroll a sus est udio s en la Univ ers idad de Cadiz. Con los proyec tos de investigac i6n: "La ocupaci6n prehist6rica de la campina litoral y

banda atldntica de Cadiz" y "Andlisis de las formaciones econ6micas y sociales prehist6ricas de la banda atldntica de Cadiz". Aborda el analisis de las formaciones soc iales caza dora s-reco lec tora s, tribale y cla ista iniciale , sobre la base de: "-Fijar la

grandes fa es paleoambi ental es pleistocenas, con relac i6n a la ocupac i6n d

formacione s

eco n6micas y ociale de cazado res-reco lec tores. -Co noce r la caracterizaci6n del tran sito Pleistoce no Final-Holoceno , en el est udio de lo ultima s caza dor es y prim eros produ ctores. -Tran formaci6n social del medio en la Prehistoria R ciente, en el seno de socieda des tribal es que se van j erar qui za ndo co n el desarro llo de los modo s de vida aldea nos caciquiles" (Ramo s, 2001: 19). Dentro de la misma lfnea de investigac i6n tenemos los trabajo s que esta n lleva ndo a ca bo un gru po de arqueologos/as tanto en el area de prehi toria como en otras areas, desde las Universidades de Sevilla y Cadiz , como son: Vicente Castaneda ( I 996, 2000) ; Manu ela Perez (1997) , Isabel Cacere ( 1999), Olga Sanchez (e n pren a), Luis Igles ia. (en prensa), Elena Aguilera ( 1999), Nuria Herrero (2002) .

3.2. Critica a la vision adaptativa, desde el amilisis del estudio de las formas econ6micas y sociales de las sociedades cazadoras- recolectoras

En los afios cincuenta, los arque6 logos del evo lucionismo cultural sostenfan que la cultura y la natural eza eran es feras conceptualmente difer ente , se conce bfa a la soc iedad como explotador a de los rec ur o nat ural e para alca nza r determinados objetivos. Sin embar go, la "apropiaci6n" de la natural eza se rea liz6 bajo la estructuraci6n de la organizaci6n del trabajo y el uso de las herrami entas (Patt erson, 1990:7), que provoca en la soc iedad una serie de cambio s. Ma s tarde la N ueva Arqueologfa se habfa ido fraguando en la deca da de los setenta con unos orf gene neoevo lucioni stas y de la eco logfa cultural adaptativa. Esta considera como objetivo prioritari o la adaptaci6n del ser humano a la natural eza . No tiene en cuenta que las actividades de una soc iedad se tran Forman

51

contin uam ente en re puesta a lo

proce o

y fuerza s cambiante

de los ambiente

naturale

y soc iales

(Patterson , 1990: 1 1). Sin embar go el funcionalismo adaptativo de la decada de lo

ochenta qui so introducir en sus trabajo s

multidi sciplinare s de la Arqueolo gfa la Geomorfologia , que deriv6 a una Paleogeograffa

adaptativa sin

ninguna interpreta ci6n coherente co n la realidad prehi t6rica. En e ta nueva disciplina e me zclan conceptos deI evo lucionismo animal que intentan acoplarlo a la evoluci6n humana. Tanto C. Darwin como J. B . Lamarck, parten del concepto de adaptaci6n, entendida como el hecho de acomodaci6n de lo organismo al medio ambiente de la natural eza a trav e de la informaci6n prov eniente d estas. Sin embar go cada uno de ello tiene mati c s a la hora de desarrollar tal co ncepto . Asi para Lamarck , habla de tran smisi6n de lo ca ract eres adq uirido s: al percibir el cambio, una serie de organismo directam ente sobre e l cambio y lo van transmitiendo

a

responden

u de cendencia , de tat forma qu e los nuevos

organi mo tendr an una erie de ca ract ere ma adaptativo s al medio en que van a vivir. Sin e mbar go Darwin establ ece unos requisitos: todos los indi viduo

on distintos , hay una selecc i6n natural de individuo , hay

comp etitividad y hay un meca ni mo de herencia. De aquf , que no debamos identificar evo lucioni mo animal/evolucionismo caer en lo mismo

biol6gico d la es pec ie humana y

planteamiento s ha ta ahora llevados a cabo por la Arqueolo gfa Proc e ual de que e la

Natural eza la que tran sfo1ma a los seres humano s. Loq ue e n verdad diferencia a lo hombr es y mujere . de los animale s es e l momento en que em pieza n a producir

u medio de vida (Mar x y Engels, 1970 : 19).

Dentro del di scur o planteado anteriormente de la dial ec tica respec to al proce o natural y e l proce o hist6rico (Arteaga y Roo s, 1992, 1999; Ramo s, 1999) creemo s que es a lo grupo s humano a quien les correspo nde el aprovechamiento

y exp lotaci6 n de lo. recur so que la natural eza le ofrece. Alejado

enfoque s ambientalista , adaptativo

de toda influencia de

y co ntext uales, creemos que la "apropiaci6n" que se venfa de sarrollando

a lo largo de todo el Plei toceno e

co n ec uenc ia de lo

"modo

de producci6n"

que e l hombr e va

e tabl ecie ndo con la Naturaleza y la ociedad.

3.3. Establecimiento de hip6tesis para la integraci6n de las categorias de analisis en los registros del Pleistoceno de las sociedades cazadora -recolectoras

Para establ ece r un anali i de la

fuerza

productiva

de las

ociedades caza dora -recolectoras del Sur

penin ular tenemos que e tablecer la reciprocidad entr e la fuer za de trabajo y lo ''modo de producci6n" para llega r a determinar sus re laciones soc iales . Considerando la reciprocidad "co mo prin cipio fund amental de la organizaci6n

ocial de la banda s, ya que toda

u vida

ocial gira en torno a este concep to y a u

cumplimiento. Dicha reciprocidad impli ca la ex istencia de agrupacione ' di tribuida simetr icam ente mediante lazo de parent e co" (Alcina , 1999 :136). Las relaciones

soc iales entre dicho

individuos

tienen como objetivo

primordial

la superv ivenc ia y

reproducci6n del grupo (Va rgas, 1990). Con idera mo

que las

ociedades

territorio y con la e pec ie anima l, u edad , exo) y una

caza dora -reco lecto ra

manti e nen una consonan c ia co mpl eta con su

caz ada , que quedara refl ejada en sus caracterfsticas bio16gica

(la talla del

caract erf tica s ecol6 gicas que mediant e lo trabajo s de zooa rqu eo logfa nos

52

determinan si son poblacione s sedentarias o m6vile s, gregar ios o solitario s, si son animates de valle o de roquedo , de campo ahierto o forestal. Los modo

de vida vienen determinado

por un conjunto de actividades que tienen como fin obtener una

tecnologfa sobre la que gira la vida cotidiana de una comunidad (Ve loz, 1984). Hay que tener en cuenta que la vida cotidiana de una comunidad viene determinada por su " idio sincras ia" que engloba tanto las costumbr es, las tradiciones, ideologfa y ocio, es decir , la unidad soc ial minima (Var gas, 1987). Estos modo s de vida tambi en se complementan con trabajo s basados en la reco lecc i6n de fruto y en la apropiaci6n

I

desarrollada mediant e la tecnica de la caza para obtener alimentos para su subsistencia. Por

medio de su trabajo estas comunidad es lleva ran a cabo los proc esos de de pellej amiento, desca rnaci6n, desc uarti zac i6n y fracturaci6n de los animales. Estos animate bien serfan trasladados entero al ca mpam ento base o desc uarti zado s in situ para su posterior traslado. Las fuerzas productiva s vendran dete rmin adas por los modos de producci6n que posibilitan la apropiaci .6n de los rec ursos natural es. Los modo s de produ cc i6n de las banda s cazadoras-recolectoras estan basados seg un los registros en la caza y en la recolecci6 n de produ ctos vegetates. Constituyen una sociedad en con onancia con su ecos istema , dond e la apropiaci6n e la forma de obtener alimento para subsistir (Bate, 1986). Esta comunidad es de cazadores "t ienden a no sobreex plotar el medio ya mantener una relaci6 n de equilibrio entre el tamaiio de la pobla ci6n y la disponibilidad de recursos accesible a su tecnologfa" (Bate, J 989:7). Considero que en ociedades caza doras- reco lectora s no hay ex plotaci6n de los rec urso , son los mi mo cazadores lo que se apropian de la totalidad de la produc ci6n por medio de su trabajo , asf, el produ cto (bien sea utile , caza, reco lecc i6n de fruto s o vegetates, etc.) es apropiado por los grupo s humanos. La soc iedades del sur peninsular las podemos con idera r en un mar co del modo de producci6n caza dor recolector basadas en una

carac terfsticas climati cas y en unos rec ursos cinegetico

propio

que le han

lleva do a rea lizar diversos modo s de vida como han sido: caza dores, reco lecto res, pesca dores, mari scadores. Estos grupo s humano s aprenden de la vida animal, de su observaci6n, una ser ie de ca racteristica que le seran utiles para llevar a cabo su actividad de subsistencia, de e ta forma manti enen una con onancia con u territorio y la fauna que lo habita. Mediant e el trabajo dichas comunidad es aventajaron/solventaron

los diferente ob taculos que le imponfa la

natural eza que fueron mejorando con la ayuda de una tecnologfa lftica (Engels, 1955, Semenov, 1984) y con una organizaci6n soc ial ba ada en la cooperaci6n. Por ello, estas comunidad es con relaci6n a la climatolo gfa del medio y a lo rec ur os natur ales de que disponfan (tanto faunfsticos, como vegetates) han ido desarrollando unos modos de vida que derivan en unas pract ica produ ctivas para su subsistencia. Guiado por lo ciclos de movilidad bio16gicos de la fauna y de la tecnologfa que utilizan para supera r el medio natural. Estas comunidad es han superado lo obstaculos que la natural eza les impone con el fin de apropiarsela y transformar la para mejorar y atisfacer su nece idades bio16gicas, para ello se han servido de una tec nologfa, de una fuerza de trabajo y de su organizaci6n social, para lleva r acabo unos modos de vida.

3.4. Los modos de vida y de trabajo de las bandas cazadoras-recolectoras, su relacion con la naturaleza

53

Consideramos

que la

banda s cazadoras-recolectoras

en su relaci6n

co n la natural eza

e limitan a

tran formarla mediant e u trabajo , no "a daptar se", para asf llega r a obtener nueva condicio n s de vida in romper el •·equilibrio entre el tamafio de la poblaci6n y la di ponibilidad de recurso

accesib le a

u

tecnologfa " (Ba te, 1986) . Para ello se valen de la tecnologfa que "nos reve la la relaci6n directa del hombr e con la Naturaleza , el proce o natural de producci6n de su exi tencia y, por consiguiente, tambien las relacione

ociale

de su vida y las

repre sentacio nes espirit uale que de ella dimanan " (Marx y Engel s, 1970:32). La propiedad de las comunidad es n6mada caza dora s-recolectora di ponen de la fuerza de trabajo y de lo

e co lectiva. Lo compo ne ntes de la banda

instrum entos de producci6n necesarios para llevar a cabo la

apropiac i6n tanto del territorio como de los rec ur os naturale que genera dicho medio (Testart, 1980 ; 1985). La propiedad co lect iva egun los antrop 6logo

sue le ser tfpica de soc iedad e sin acumulaci6n de excedentes

alimentar ios no pere ce dero s y de una cierta movilidad de sus miembro s en busca de bienes materiale s. Son soc iedad es que viajan a pie y Beva n co n ellos sus enseres mas preciados como suelen ornamentos corpora tes y herramienta

er las ropas y

que tienen un valor de e laboraci6n como son la puntas de lanza .

(Te tart, 1985). La territorialidad , a diferencia del r ino animal que determin a un territorio en funci6n de la alim entaci6n, la sociedade

lo hace n obre la base de lo medio s natural es de produ cc i6n di ponibl es en un determinado

"territorio " que va desde la misma caza, pasa ndo por produ cto vegeta tes y minera le para la e laboraci6n de su tec nologfa.

La banda s caza dora s-reco lec tora s no son propietaria

de los territorio s que ocupan, al no interve nir con u

fuerza de trabajo en la reprodu cc i6n biol6 gica de las e pec ie

animat e

y vegeta te , ino ma s bien, van

ocupando determinado s habitat s en funci6n de su subsistencia. E n estas soc iedad es ex iste una pose ·ion consensual del territorio. Cada sociedad dispondr fa de una determinada limit aci6n de t rreno en la disposici6n de su producto

en la difere nte estac ione , donde

pudi eron coex i tir n el mi mo territorio con otra com unidad e dif erente . Consideramo co lec tividad

las socicdade s caza dora -recolectora

como igualitari as con una propi edad co lec tiva. La

tiene la ca pac idad de po es i6n y di persi6n de lo

produ cto

que

eran tran sfe rido a lo

produ ctores individuat es como obligaci6n (Bate, 1986). Cada comunidad ira disponiendo d uno medio natural es rico en produ ctos tanto vege tate como animate para la sub istencia de

us miembro s. Cuando en dicho territorio vaya n di minuyendo dicho ' recu rso la

co munidad ira desp lazando e en busca de nuevo. alimento . La propiedad e tas sociedad e se determina por las relacio ne de reciprocidad mediant e las cuale cualqui er miembro de una banda puede decidir sobre la fuerza de trabajo de los demas y viceversa (Vargas, 1990). Es ta

banda s son conoce doras de lo

biorritmo s reproductivo s d

la

e pec ies animate

(en su etapa

reprodu ctiva los animal s son ma faciles de capturar ) y se despla zarfa n en busca de pieza , tanto para la obtenci6n de alimento como para con eg uir materia prima para "movilidad " en la di tribuci6n de los asentamiento

u indu stria . Es tableciendose a f una

que pued n ir de de lo situado en el litoral , prelitoral y

en el interior. Dando se una disyuntiva costa / interior , dependi endo de la migrato rio de lo ungulado .

54

tacionalidad y de lo ciclos

La mayorfa de las especie animales de las que e alimenta el ser humano son herbfvoros que estan sometidos a continuos traslados estaci6nale en bu ca de pasto s fresco . Junto al conocimiento de los biotopo

y biorritmo s que supone el conocimiento del binomio naturale za /

humano no intere a conocer tambien los tipo s de asentamientos que contienen informaci6n sobre el medio natural donde la banda cazadoras-recolectoras desarrollan us modo de vida. El habitat viene determinado por el tiempo y el Lugar con recur os predecible s. El tiempo climato16gico era un factor determinante a la hora de e tablecer sus a entamiento

que vendran guiado

por las estaciones,

siguiendo el sistema cinegetico y vegetal. El lugar nos determinara una logfstica de movilidad y de protecc i6n de la fauna ante predadore s.

3.4.1. La caza

La caza es una actividad que cumple una funci6n social en el sentido que se realiza en grupo. Con el objetivo de alimentar a un grupo mayor, e tableciendo e asf una reciprocidad entre los miembro del grupo , una vez que el animal e cazado y trasladado al a entamiento se descuarti zada y e reparte entre los miembros del grupo. Tenemo

como referencia de esto

modo

de vida en los trabajo s etnografi cos de los fueguino

(Estevez y Vila , 1995). La herramienta s que ban sido elaborada sociedade

cazadoras-recolectora

a lo largo del pleistoceno son u adas en la vida cotidiana por las

para la caza, reco lecci6n y elaboraci6n de

tambi en otra s materias prima s como la madera para rea lizar lanza o jabalina per ecuci6n y acecho. Ten emo por ejemplo , las jabalina

u

producto s. Utili zando

y facilitar asf las tar as de ojeo,

de Lehringen (Alemania ), las de Clacton-on- Sea

(lnglaterra ) y Schoenrug en. El paso del Pleistoceno Inferior al Medio viene precedida de una mejora de la tecnolo gfa que upondra un cambio en la tecnica de caza y por ello un aumento de dicha actividad. El hecho de que esta comunidades 2

mejora sen su tecnica de caza no quiere decir que practi case n una caza de mesurada

ino que los grupos

humano s ejer cerfan un mayor control social y ecol6gico obre la espec ies a cazar. Esto

grupo s humano s se convertirfan en conocedore

de lo biorritmo

de la e pecie

animales que le

rodean , por lo que ejercerfan una movilidad estacional al amparo de sus pre a e tablec iendo e asf un binomio naturaleza / humano s. La caza se conviert

en una de las actividades de los modo s de trabajo de las banda s caz adora , con ma

prec i ion y habilid ad. E te hecho lleva a la sociedades del Paleolitico a tra ladar e y/o bien e tablece r u. campamcnto relaci6n al conocimiento de dicho s biorritmo s, esto acompafiado de unos cambio

con

en la climatologfa

conllevara a que se establezca una simbio sis entre territorio-alim ento. Durante el Pleistoceno Inferior se practicaba una apropiaci6n de las e pecie de gran tamafio que dejaban los carnf voros ante u aciedad, y/o bien una apropiaci6n de animal es herido

al caer por al gun precipicio y/o

moribundo , o bien perdidos de las manada , obre todo los juvenil es o atrapados en terr enos pantano sos. E to serfan de cuartizados con herrarni enta como biface s, pico y hendedore , que erfan aprovechado u came, gra a, medula y los hueso para la rea lizac i6n de herrami entas.

55

por

Durant

el Pleistoceno Medio observamos una homo geneidad en la fauna aquf prese nte qu

desaparici6n ma iva del Villafranquiense alguna s especies.

e produce un deter minado reemplazamiento

paulatino de

Como hemo s co mentado anteriormente , se produ ce n una serie de factore

bioclim atico como biogeografico bosque cerrado

donde

rompe con la

tanto

al adquirir la zona difer nte biotopo s como es el paso de una zona de

a una de bo que s abiertos y ca mbio en el clima. Se van de sarrollando una er ie de taxone

tfpico s de unas zonas mediterran eas que han favo rec ido una alternancia de espec ie de fauna co mo han sido lo ce rvido y b6vido . Durant e el Pleistoceno Superior con la aport aci6n d la indu tria lftica realizada en flex de forma s foliacea como punta s de pedun culo y aleta , punta de muescas elabor ada para ser suj ta a un man go po iblemente con tira s de cuero o elementos vege tales y la utilizac i6n del arco y la flecha; la caza mejo ra ost ensibleme nte dando e una diversificac i6n dee pec ie caza da . A f los reg istro

en el

ur no

indican que

e suele practicar una caza diver ificada de especies y

compl ementada co n lo. recur os natural e. de la zona. Asf, por eje mplo , en Cueva de Nerja a finales del Pleistoceno e inicio. del Holoc eno e diversifican los rec ur os marino s co n los de montana . La caza como tal es un modo de trabajo , dond e intervi ne la unidad de produ cc i6n-con umo . El modo de produ cc i6n d los caza dores-reco lec tore viene determinado por una erie de produ cto , uno van de tinado a la subsistencia y otro s a la obtenci6n y mejora de e a alimentaci6n. La s fuerzas productiva s estan ba ada en la productividad natural no controlada, mientra s que la relacione social e de producci6n s caract eriza n por no tener propi edad del objeto de trabajo y la co propi edad obre la fuerza de trabajo , como ocurre con lo in trumento s y los produ ctos. Es dec ir, en una ociedad cazadora las fuerzas productiva s serfan las que intervi enen en la captura y muerte de l animal que era cazado. Las relacion e

ociale s que genera e a caza

e vincularfan con todo

lo

miembro

de la banda , que

di frutarfan de la alimentaci6n dee e animal y d lo produ ctos que 'e obtendrfan de lo resto de dicha pieza

co mo pueden er: tendon s, gra as, pie l, hue ·o , cornam entas etc. Por tanto , la caza es produc ci6n en cuanto interviene el resultado de un trabajo que es la matan za dcl animal , su tra slado al ca mpam ento y su po terior des piece. En esta acci6n tambi en interviene el co nsumo dcl animal caza do y su preparaci6n para la alim entac i6n (despellejamiento, de cuarti zaci6n , ev i cerac i6n, fracturaci6n , etc.). En es te consumo de rec ursos natural es co mo e el ca o de la caza, tambi en interviene otro elemento de produ cc i6n que es la fabricaci6n de la herrami enta y otro utile (arco , jabalina , honda), para po steriorm ente ser utili zado en la capt ura de la piez a . En la caza los humano

invierten una fuerza de trabajo independientemente de la herrami enta que utilice

para ello. Por ejemplo , i se utili za una lanza o jabalina invier te una fuerza que e dir ctam nte propor cional a l recorrido que ejerce. E l arco y la flec ha que pue to en ten i6n extraordinaria con la natur al tiene tendencia a volver a u estado de inercia natural , dond e invierte una fuerza ce ntrf peta .

56

...__

>

0-15m

Jabalina

8-30m Propulsor

r

5-50m "'--------Arco--y-tl-e.dia-------.v

Fig. L: Las cuatro importantes armas de caza paleol[ticas y su radio de acci6n, segun conocimiento de la

Arqueolog{a experimental y etnograj[a. Segun ( Ulrich Stodiek y Harm Paulsen, 1996).

La honda , utili zada con un canto rodado y arrojado a una cierta distancia con el brazo ejerce una fuerza centrffuga que pued e matar a un animal en el acto. Todas estas tec nicas de caza estan incluida s en los modo s de producci6n de las sociedades cazadoras-recolectoras. La aparici6n de nuevas herramienta s lleva parejo el de sarrollo de estas t, cnicas de caza, que daran lugar a una caza mas selectiva , meno arriesgada y mas eficaz . Con la elaboraci6n de Las piezas leva llois, la lanza, el arco y la flec ha e podra dar caza a animales ma pequefios y donde se neces ita mover se con preci i6n, por

57

ejemplo en la caza de pequeiios ungulado

(ciervos, corzos, cabra ) donde interviene el factor de la direcci6n

del viento que delatarfa al cazador. Con e tas herramientas se caza a una cierta distancia, con e l arco y flecha la acci6n erfa rapida y seg ura.

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Fig. 2: Rendimiento comparado entre la tecnica y extension desarrollada por las armas de caza pal eoUticas

(propulsor, el arco y la jlecha) y el Jusil moderno. La velocidad de tiro en el momento de lanzamiento y disparo con el propulsor es de 28-35 m/seg y una energ{a cinetica de 40-45 J; con el arco la velocidad es de 40-45 m/seg y una energ{a de 20-30 J, mientras que con el fusil es de 600-1000 mlseg. Segun ( Ulrich Stodiek y Harm Paulsen, 1996).

3.4.2. La division sexual del trabajo

En est

apar:tado no pretendemo defend er una postura de dii renciaci6n hombr e / mujer, ino ma s bien dar

una vision del papel de la mujer en la Prehistor ia, desde el modo ma dialectico po ible de la diferenciaci6n como sere s humano s que somos, y don de son la comunidade

la que marcan una dif erenciaci6n social

asignando a cada sexo una determinada funci6n. La "relaci6n I diferenciaci6n entre lo sexo no es, por tanto, un hecho "natural"

ino una interacci6n

ocial

co nstruida y remodelada ince antemente. Es tambien una relaci6n hist6rica ca mbiant e y dinamica" (Narotzky, 1995:8).

58

La mujer ha desarrollado y desarrolla un trabajo y una funcion social desde la evolucion del genero humano y porque creo que desde la arqueologfa tradicional se no ha presentado a la sociedad prehistorica como un grupo de persona s donde los hombr es se dedican a la caza, talla , pesca, etc., y la mujer a la recoleccion y procr eaci6n. Desde su caract er androc entrico se quier e dejar intuir que no hay desigualdad entre hombr es / mujeres. Pero la recol ecci6n, l no es un trabajo ? l,La procreacion no es trabajo ? l,Las actividad es cotidiana s, no son un trabajo ? l,Por que el hombr e utiliza su dif erencia de genero para convertirla en des igualdad ? Partimo s de la idea de que '' la divi sion sexual del trabajo es un rasgo universal, pero es especffica la forma que adopta en cada sociedad , existiendo una gran variabilidad cultural " (Com as d ' Argemir, 1995:32). En e l momento que mana el problema de la subsistencia en las sociedades primitiva s, surge un trabajo a desarrollar , en una actividad tan simple como la caza como medio de alim entacion , se neces ita una erie de utiles y tecnica s que se desarrollan por medio de un trabajo , que este va dando paso a la "division del trabajo que expresa ademas de la j erarqui zacion de tareas la j erarqui zacion de persona s, asf como las ideas y repres enta ciones sobre tales actividad es y relaciones. El trabajo integra las distinta forma s de desigualdad social y por ello es una clave privil egiad a para entender tanto los sistemas de genero como su articulaci6n con otra s divi siones sociales" (Coma s d ' Argemir , 1995: 18). Las dif erentes investigaciones totalm ente empiri cas solo se han preocupado de prese ntarno s los di ferentes utiles elaborado s por las sociedades prehi storicas, pero se han olvidado de preguntas como: wara que sirve dichos utiles? l,Por que tanta diferenciacion de herramientas? l,Quien rea l.izaba dicho utiles? i,Para que fines los utili zaban ? l Quien utilizaba dichas herramientas? Lo que sf debemos de reconocer es que a lo largo de todo el proceso historico desarrollado "el caracter androc entrico de la ciencia se manifi esta la exclusion de las mujeres como agentes activos de las relaciones sociales y, por tanto , de los estudio s social es" (Ruiz del Olmo y Briz, 1998:79 ). Hay determinados antrop 61ogos (Service, 1973) que se han planteando esta diferencia no por sexos ino por respon sabilidad es familiar es y Testart abord a la division sex ual del trabajo bajo conceptos simb6licos e ideo16g icos por un !ado y econ6micos por otro (Testart , 1987). La muj er realiza unas tareas basica

con sus congeneres como son el amamant amiento, el cuidado y

protecci6n de la prole, ya que la caza requiere largos desplazamientos y trasladarse por lugare

poco

acces ibles o aptos para las mujeres embara zada s o criando. Con sideramo s la procreac ion con sus diferente vertientes : la fecundidad , el embara zo, el parto y la lactancia como modos de trabajo , pero debemos de considerar que no todas las mujeres son fertiles, no todas las mujeres procr ean a la mi ma vez, por lo que se puede dar una distribu cion del trabajo entre los diferentes miembro s de la comunidad. Creo que las mujeres participarfan directam ente en determin ado

trabajo s como podrfan ser la caza de

animat es de pequefia talla o bien colaborando en actividad es de ojeo o desv iando a las presas hasta el lugar de embo scada. Si tratamo la caza del ciervo por ejemplo , esta neces ita de una gran prec ision y habilidad ya que dicho animal es desconfiado y posee un olfato y ofdo excepcional por lo que su caza no es nada fa.c it. Es ma s factibl e que un grupo pequefio de personas dirija a una parte de la manada hacia un deterrninado lugar, dond e se encuentra el grupo de cazador es preparado s para su caza; en dicha actividad es ma fructffero que

59

participen hombre s/mujere s. Tambien en la elaboraci6n de tarea

arte sanale como seria la preparaci6n de

piele s y adorno . La mujer tuvo una labor importante en la recolecci6n de planta ya que e convirti6 en una ob ervadora de la evoluci6n de la diferente

clase . de plantas, emilla y tuberculo

que con el tiempo gener6

el de arrollo de la agricultura. Quiero dejar planteadas estas cuestio nes como una reflexion a tener en cuenta para futuros trabajos, no como simple s co njetura

que podemos ir infiriendo de lectura

bien partidi tas, sino a traves de analisis de trabajos

arqueologicos ir contrastando y desa rrollando el papel de la mujer como un trabajo recfproco dentro de su grupo e incorporarlo en el proceso historico. Comas, co n idera que '·no es sufic iente identificar actividades , ni tampoco identificar que personas hacen que cosa , ino que todo e llo deb

in cribirse en el conjunto de relaciones

los que e articulan la division del trabajo y lo Podemo

considerar

ociale y de significa do s cultural es por

istemas de genero" (Comas d ' Argemir , 1995:33).

la division sex ual del trabajo co mo una categorfa mas de anali is de la Juerzas

productivas . Somo

co nsc ie ntes de que en las ociedade

prehistoricas es diffcil co nstatar ha ta que punto llegaba esa

diferenciacion en tre sexos, so lo lo podremos aver iguar por medio de est udio etnogrtificos, pero sf podemos reflexionar

obre la relacion entre la divi ion d I trabajo , de sigualdad en lo recur . os, la eta es soc iale , etc.

NOTAS. 1

Estas primera s banda s cazadoras , han sido considerada

por la arqueologia tradicional como carrofiero que

compartfan dicha actividad con la recoleccion de fruto s vegetate , y poco a poco irfan derivando en caza y recoleccion. Aun , sigue la incognita en el aire , llo

neandertales eran pr dadore ? lC arrofiero ? o i,Eran ma

bien oportunistas? El primero en defend er esta hipot es is de que el "hombre era carrofiero" nos viene dada de de la arqueologfa procesual de la mano de L. R. Binford , a rafz del e ludio en e l yacimi nto africano Klasie s River Mouth , " le homme s ont chasse lcs tres petit e , especes aussi bien que le jeunc de grande espece s tandi qu e les re te. d 'a nimaux pe sa nt plu s de 40 kg onl ete prelcve

sur de s carca scs deja en partie consommees par d 'a utres

animaux. L s partie s Jes plu s ouvent charognee

sont les ex tremites de membre et la mandibul e ainsi que le

crane des animaux de taille modc ste .." (Binford, 1984 b) . En su libro Bon es: Ancient Men and Mod ern Myt hs plantea la vision de los homfnido s como carrofieros desde una per spec tiva eco logica. Para este autor, lo. homfnidos y las hienas compe tiran por la. pre as abandonadas por los grand es f Iinos. Lo homf nido consumiran la parte desprovi tas de cam e y las extremidades para ello

e servfan de piedra s para golpear los huesos y extraer a f la medula. El yacimiento de Torralba es

co nsiderado por e l como un "cazadero " donde los carnfvoro s daban mu er te a los animate

de gra n calla y eran

consumidos po. teriormente por los grupos humano s, basando e su interpretacion en lo informe emitidos por los excavadores

(How el, Freeman, Butzer ). La formaci6n de dicho yacimi nto esta aun por

determinar. Para dicho autor los seres humano cazar grand e animate

preliminare s

antes del 40.000 BP no disponfan de una t cno logfa util para

como los e lefa ntes, rinocerontes, equido s, b6vidos y cervidos (Binford , 1981; 1984 a;

1987). Ante e ta consid racion

habria que determinar que se entiende por carrofia.

60

Consideramos que las estrategias de caza o de carrofia llevadas a cabo por grupos de hominidos encierran varias con ideraciones, para ello habrfa que llevar a cabo un estudio de la productividad regional, cada territorio tiene unos modos de subsistencia basados en la apropiaci6n y caza, movidos por una variedad faun, stica diferentes, consolidadas en unos modos de trabajo con relaci6n a su medio natural. Tambien debemos considerar que el abatimiento de un animal de gran talla puede ser debido a varios factores: bien por caidas en trampas naturales, o bien debido a causas naturales como extravios de crfas de su manada o por muerte de predadores carnivoros que una vez aciada su hambre dejan partes anat6micas camosas utiles para ser apresadas por los grupos humanos, tanto por su came como por sus grandes huesos. Estos huesos no pueden ser trasladados debido a su peso por los cam, voros a sus guaridas y son apresados por los grupos humanos para obtener su medula, rica en proteinas y calodas. Desde nuestra posici6n consideramos mejor utilizar el termino apropiaci6n, considerando

"apropiacion" la

forma de obtener alimento por medio de unos procesos de trabajo que van encaminados a la adquisici6n de alimentos, como puede ser la caza, pesca o recolecci6n (Bate, J 986). Consideramos que lo grupos humanos desarrollan mas bien una actividad de tipo oportunista. 2

Las tecnicas de caza utilizadas por los grupos de cazadores pasarfan de ser simples a mas complejas,

aumentando as, su eficacia. Estas irfan de la simple trampa hasta el acoso con ruido y fuego, para lo cual se servirfan del rastreo, acecho, camuflaje y el ataque.

61

CAPITUL04

4.1. EL DEBATE SOBRE LAS ULTIMAS SOCIEDADES CAZADORAS-RECOLECTORAS EN EL SUR PENINSULAR DURANTE EL PLEISTOCENO

La mayorfa de la s inve tigaciones suelen co mpar ar en el mismo mar co cultural a la sociedade s caza dora srecolectora s del mediodfa Peninsular , con las cazadoras- reco lectora para.metros co ncep tual e

del Histor ici mo Cultural

mostrando una gra n variabilidad de factores co mo

del ce ntro y norte de E uropa , desde

y Difusionismo.

Sin embar go dicha zona , viene

on los topograficos, cronologicos, climatologicos-

ecologicos, faunisticos y culturales , que no mar ca ran unas ruptura s diacronica

y sincronica

en el proceso

historico . En este ca pftulo no vamos a desarrollar el proc e o antrop ogenico de la volucion humana , sino mas bien, hacer una breve refer ncia de los aspecto

ge neral es de u evo lucion biosoc ial, para enmar carla asf en un

proceso de div ersificacion y transicion de la historia soc ial de los sere humano s en el sur penin sular.

4.2. El poblamiento humano en el sur peninsular

Desde el esquema del Evolucionismo Unilin ea l que se ha basado el Historici smo Cultural y bajo los mismos para.metros culturales de la esc uela franc esa, el ''paleolftico" en el sur penin sular ha generado una enorm e biblio graffa basa da en hall azgo . arqueologicos

de materiales lfticos, dando so lo ca bida a un anali is de

modelo normativo s meca nicistas. En esta zona, el poblami ento humano ha sido es tudiado desde la orbita de l Historicis mo Cultural dando cabida so lo a registro

tecnologicos . En lo

ultimo

afios detenninado s investigadores de de posiciones

proc esual.istas ven la neces idad de incorpor ar es tudio s zooa rqueo l6gicos a sus propu e tas de trabajo. Andalucfa , no ha sido ajena a lo reg istro s del Pleistocenos inferior (l ,8-0,78 Ma ). Aunque e te periodo no ha sido abundante

n yac imiento co n regis tro s antropologico , f lo ha sido en u riqu eza y di ver idad

pal eontologica. Es ta ca restfa de reg istros admini strac ione

de be mas bien a una falta de interes por part e de las

n invertir en u patrimoni o prehistoric o y una falta de dispo icion de inves tigadores en

e ta area . Qu e se refleja en la ca rencia de formacion de equipo s interdisciplinar es necesa rio s para hacer frente a yacimiento E n esta zona,

de tale s ca racterfstica .

e puedc considerar , una serie de focos dondc ana lizar la concept ualizac ion del proceso

historico con presencia humana , como e la cuenca de Guadix-Baza (Rui z Bu to , 1984, Toro et al., 2000), las Terrazas altas del Bajo Guadalquivir (Vall espf, 1994), Guadalete (Gil e et al., 1989, 1993) y Banda

Atlantica de Cadiz (Ramos et al., 1995). En la region de Orce, el equipo del Profe sor J. Gib ert lleva trabajando desde lo aiios setenta , en co ncreto en e l yac imiento de Venta Micena, que cuenta co n reg istros atribuido s por el a la e pec ie H omo sp., con una datacion

uperior al 1 Ma (Gibert , 1989), aunque nos falta por saber

u filogenia. Po teriorment

se ha

r gi trado una diafi sis de ht'.imero, una falange y un molar qu corre pond e a un individuo infantil (Ca mpillo , 1989).

62

En los ultimos afios esta zona se ha visto enriqu ecida con la incorporacion de nuevo s proyecto s de investigacion y equipo s de trabajo, encaminad as sus investigacion es a desvelar como se formaron es tos yacimi ento s. En esta misma regi6n se encuentra el yacimiento de Fuente Nueva 3 y Barranco Leon con un registro de mas de cien piezas de utiles lfticos elaborado s por los grupo s humano s, en materia prima local (Oms et al., 200 , Toro et al., 2000). En la mi sma lfnea de investigacion , pero con un registro en cueva tenemos el yacimi ento de cueva Victoria (Carta ge na, Mur cia) que cuenta con un individuo que por sus caract erfsticas anat6mica s el autor las atribuy e a la espec ie de los Homo erectus (falan ge, humero , femur , incisivos) (Gibert, 1995:230 ). La secu encia estrati grafic a de dicho yacimi ento esta poco clara aun para el regis tro antropolo gico. Para el paleont61ogo J. Gibert se trata de un compl ejo kar stico que sirvi6 como cubil de hienas, hec ho que ha sido contra stado por factores geol6gico s, paleoecolo gico s y tafonomico s, que posteriorm ente se irfa rellenando con mat erial es detrftico s pro venientes de las laderas (Gibert et al., 1992 b: 134). Sin emb argo para los investigador es J. Agustf y S. Moya -Sola con sideran que en la cavidad se produj eron do s acumulacion es 6 eas en dos mom entos diferentes, la prim era compu esta principalmente por una brecha osffera en la que se encuentran restos de carnfvoro s y carrofia , posteriorm ente fue vaciado por erosion quedando dicha brecha adh erida a las paredes . Y una segunda ac umula ci6n que correspond e a una etapa de sedim enta cion posterior con material es pert eneciente s a dicha brecha (Agustf y Moya-Sala , 1991 :756). Con sidero que el complejo arqu eo16gico de la region de Orce (en concreto el yac imiento de Venta Mice na), supon e uno de los yacirnientos mas ricos en registro paleontol 6g icos prese ntes en Europa que no ha sido valorado en su ju sta medid a, y no asumido compl etamente por la biblio graffa europ ea. Se debe plantear anali sis de trabajo para llega r a una formul acion dial ectica del proceso natural y soc iohist6rico de dichas banda s (Art eaga y Hoffmann , 1999). En la dec ada de los ochenta , uno de los investigadores ma preoc upad o en la sec uencia del registro de las prim eras ocupa ciones humana en el Bajo Guadalquivir , ha sido el Prof esor E. Yalles pf, rompi endo as f, un vac fo de inv estigaci6n en la zona ur peninsular. Establ ece una ordenaci6n de niveles en las terrazas fluviales del Bajo Guadalquivir, documentando un desarrollo del Pal eolftico Inferior a lo lar go de las terrazas T-6 a T- 1 l co n una dat ac i6n que va desde el 950 .000 a 300.000 BP. En las terrazas de T-6 a T-9 destaca la genes i de los primeros poblamientos antiguo de la reg ion perteneciente al Pal eolf tico Inferior con una adscripcion Achelense y en las terrazas medias (T11) apar ece un Ache lense Pie no Iberico Anti guo con una tecnologfa de canto s tallados, bi faces, hendedores, triedro s y utill aje sobre lascas (Yallespf, 1994). En una sec uencia tambi en fluvial y con unos registros perteneciente a unos niveles hist6ri cos "ac he lenses " tenemo s las terrazas del rfo Guadalete. F. Gil es y su equipo plant ean la hip6tes is de un avance de ocup acion e humana s desde el litoral hacia el interior siguiendo las vfas de las redes fluvial es . Documentado en los tramo s alto s del rfo Guad alete, Ho zgargant a y arroyo de Posada-Blan ca, Pefi6n de las Motilla s, Laguna de Medina , Ca sa Color a, San Isidro , Ran cho Perea con una tec nolo gfa de "achelense pleno" y "achelense evolucionado" . El yacimiento de la Lag una de Medina segun sus autor es correspond e " [ ... ] a un paleolftico inferior indeterminado , ituado en la base del pleistoceno medio y las prim eras indu stria s de bifa ces " (Gil es et al., 1996).

63

En la vertiente atlantico meditemineo Palmon es. Bajo e l analisi

e sittfa e l yacimiento d El Chaparral

del Si tema L6gico Analitico se encuentra repre sentada toda la cadena operativa

de de las ba ses nega tiva s de prim era generaci6n cuadrandol a

sus autore

stratificado e n la T-3 del rio

hasta las ba ses nega tiva

en un "achelense ". En la vertiente mediterranea

de seg unda generaci6n , e localiza el asenta miento

Guadalquit6n -Borondo con una tecnologfa de l "Achelense superior" (Gil e et al., 1989, 1992, 2001; Santiago , 1989; Santiago et al., 1994). De ntro del panorama del paleo lftico inferior , no hay que olvidar lo

trabajos pionero

reali zado por H.

Breuil, E. Hernandez Pacheco y J. Ca hn~, para e l estudi o de l Plei toceno en los rebord es de la laguna de la Janda en el entorno de Vejer de la Fro ntera (Cadiz), en Tahivi lla, Tapatanilla y Fac ina s ad scritas a lo tecnocompl ejo s Achelense , Achelense pleno y Musteriense (Hernand ez Pa ch co, 1915 ; Br euil , 1917). Aunque estos estudio

se han realizado bajo la 6rbita del Historici smo Cu ltural su propue ta s han sido mu y

interesante s no so lo por u riqueza arq u ol6gica sino por e l reconocimiento de una sec uencia "pa leolitica" e n la historiograffa prehi st6rica de primeros de iglo , en e l sur peninsular. Un balance hi toriografico lo tenemo en Ca tafieda (200 l ). E ta misma

ec ue ncia se repiten n playas co mo: la Barro a, Punt alejo y El Roqu edo (Ramo s et al., 1994) de l rio Salado y e n zonas lacustre co mo e l camino de

y en las terra za de lo Arroyo de la Cueva y Terraza

lo Mar chant es I y II, Arroyo del Obi spo y La Mesa (Ramo s et al., 1994). En la Laguna de la Janda (Fernandez Lle brez et al., 1988) y en la banda Atlantica de Cadiz , todo s ellos adscritos al tec nocompl ejo "ac helense pleno" y "achelense superior " reali zado s en mat eria s prima s loca les (Ramo et al., 1995 ). Mientra s que co ntinua el debat

obr cual fue la prim era es pecie de homfnido que sa li6 d Afri ca para poblar

e l contin e nte europeo, e l sur penin ular dispon e ya de regi tro s bioe strati grafico s que no

avalan una

pre encia en e l sur de un poblami ento humano (a unqu e nos falta e l reg i tro antropo16gico). Serfan grupo s de homfnido

qu e se a entarfan en los hord es de las terra za fluvial es y zo nas lacustre con una tecnologfa de

Modo I y lleva rfa a cabo un modo de trabajo caza dor oportunjsta de es pec ies animate de tipo templado como por ejemplo: e lefa ntes, hipop6tamo s, rinoc ero ntcs, cervido y b6vido . Esto regi tro s arqu eo 16gico no determinan que e tas prim era comunidade uno s mom ento s avanzado

que ocupan e to territorio en

de l tecnocomplejo Achelen e; en co ncr eto lo que e l Prof esor Vall es pf denomin 6

Achelense pleno para e l sur pe ninsular , de las que tenemo s ev idencia s e n estrati graffa tanto por su reg i tro tec nol6gico co mo faunfstico probabl emente serfan grupo s de humano s desce ndient e de los prim ero Homo

antecessor u Hom o heidelbergensis, en la Ifnea evo lutiva d los grupo de Homo erectus europ eos, segun la propu esta del grup o de Ata puerca. Serfan latitud es baja

grupo s que se desplazarfan por la zonas del Subbetico , en u

y media , e n bu sca de materias prima

silfceas para la e labora ci6n de u · herrami entas de

trabajo (Vall e pf, 1994). Co n idera mo qu e en lo injcio del Pl eistoceno hay una ocupaci6n soc ial del territorio , por estas primeras comunidades que aprov ec han los modo s de subsistencia (carnicos y vegetates) susce ptibl es de se r apropiado en lo di tinto

medio s natural es tanto en periodo s de abundan cia o de e casez, ase ntados obre un complejo

tecnol6gico de Modo I-TI Biofun cional (Car bone ll, 1987). Es to

on gr upo s de caza dor e -recolectore

con

tecnologfa normativ a ache lense o Modo I-II que van desde la terraza. de lo rios (Guadalquivir , Guadal ete),

64

Iitoral (El Aculadero) , zonas lacustres (Orce, Fuente Nueva , Barranco Leon), hasta en cueva (Cueva Victoria). Durante el Pleistoceno Medio la mayorfa de los estudio

reali zados sobre el tran sito de los neandertal e

1

/

moderno s se han desarrollado sobre la base de los regi stros tecnol6 gicos asociado s a los restos humano s f6siles , sin abordar problemas como la convivencia , aculturaci6n, etc., que supondrfa el compartir el mismo territorio por grupo s de neandertales y sapiens sapiens. El mi smo equipo del Profesor Gibert y en la misma linea de estudio, en el yacimiento de Cabezo Gordo (Murcia), se ha locali zado dos mandfbula s de homfnido s, una pre senta caracteres de Homo sapiens arcaico

(CG-6) y otra pertenece a un Homo sapiens neanderthalensis (CG-1 ). Debido tanto a su difer encia s biometrica s y morfol6 gicas los autore s plantean la hip6te sis de que sea n mezcla s de poblacion es diferent es . Esta mezcla puede haber sido el resultado de una sucesi6n de diferente s poblacion es de grupos humano s a lo largo del Plei stoc eno Medio (Sanchez y Gibert, 1995:251). Dicho yacimiento serfa clav e para conocer las relacion es entre poblacion es y los niveles de tran sici6n en el sur peninsular durant e el Pleistoce no Medio . El re gistro de neand ertale s documentado hasta la fecha es aun muy escaso, estos se remiten a la cueva de

Carigiiela (Pinar, Granada) que se encuentran restos de Homo sapi ens neadertalensis en tres niveles de ocupaci6n de la sec uencia. En los niveles 6 y 7 se registran fragmento s de parietal es, en el nivel 9 un frontal y en el nivel 2, re stos de una mandfbula de Homo sapies sapiens, asociada al tecnocomplejo musteriense (Alma gro et al., 1976). En el boquet e de Zafarraya (Alcaucfn, Mala ga) se han registrados restos antropol6gicos (femur y mandfbula de do s individuo s) de Homo sapiens neadertalensis, con tecnologfa normativ a musteriense, y con una dataci6n de C-14 inferior a 32.000 BP (Barroso et al., 1993). C. Barro so

relaciona e ta cro nologfa tan

reciente junto a los analisis de la indu stria lftica, con un contacto entre grupo s de Homo sapi ens

neanderthalens is y grupos Homo sapies sapi ens (Barro so et al., 1980). En Gibraltar asociados a los restos antropol6gicos de Homo sapiens neanderthalensis (Stringer, 1994) se docum enta una tec nologfa enmarcada dentro del tecnocomplejo musteriense (Waechter, 1964). En Andalucia se viene desarrollando con personalidad especffica el tran sito de neandertale / moderno s desde una perspect iva local y de perduraci6n a unos esquema s tecnol6gicos previos a la leptolizac i6n. Por eso, creemos conveniente replantear nuevos analisi

de trabajo , esquema s epistemol6gicos y una formulacion

dial ec tica del proc eso natural y sociohi st6rico de dichas comunidade s, probl emas como aculturaci6n , enculturaci6n, re laciones de dependencia , etc. Entendiendo la aculturaci6n en el sur bajo unos para.metros tec no16gicos aut6ctonos del mundo "musteriense"2 • Y no como propu estas reducc ionistas como se pretende desde el Historici smo Cultural y Proc es ualismo entre los contac tos de neandertales / modernos (Herrero y Castaneda, 1997). Lo

investigador es que en la ultima deca da han dado una propu esta de trabajo para la perdura ci6n y

sustituci6n del Homo sapiens neanderthal ensis por grupo s de Homo sapies sapiens para el ur de la Peninsula Iberica han sido J. Ramos, V. Castaneda y N. Herrero. El Prof esor V. Castaneda considera la zona sur penin sular como una zona de ''refugio " para los cazadoresrecol ectore de neand ertales que perduran 10.000 ano s mas quee n el resto de Europa y dond e cohabitaron en un mismo territorio Homo sapiens neanderthalensi s y grupo de Homo sapies sapiens. Su propu esta de

65

e tudio para es tas oci edad es e desde la ba se de la aculturacion y encultura c ion qu e amba es pec ies llevarfan a cabo como perten ec iente a una misma formacion social (Cas taneda y Herrero, 1999). Aunque son mu chos lo antropologos que se dedican al es tudio de los neand rtales aun qu edan pr eg untas por det erminar , lS U baja nata lidad les hizo desaparecer ? l u tecnolo gia? lEra una es pecie

epar ada del resto ?

l Cohabitaron ? l Hubo acultur acion ? lE nculturacion ? l Canibali smo ? l Ritual ? l Enfermedad ? l Lo s genes de los Neandertale pe njn sular lo

co ntinuan co n los mod e rno ? Cada ve z on ma lo autore grupo

humano

ultimo de cubrimiento

de neandertal es cohabitaro n con lo

que co nsidera n que en el sur

sapiens sapiens. Confi e mo que lo

obre el ge noma humano nos e c lareceran las claves de d icha evo lucion.

Desde nuestra propu esta de estudio inc luimo a los nea ndertal es dentro de la forma c ion econ6mica y social de ociedade

caza dora s-reco lectoras, a l prese ntar un modo de produ cc ion y una

uperes tructura

ideologica

desa rrollada co n una serie de ra sgo bas ico de eres soc iale (Herrero y Ca tafieda , 1999; Ramos, 1999). Cree mo que la banda

caza dora reco lecto ra s del mediodfa penin sular dispo nen de uno s ra gos propio e n

est rat egias de subsiste ncia que deb emos de a bordar desde su reg i tro ambiental, tec nologico y pauta s de con sumo. Y a lejarno s de las ec uenc ias eta ica

que dc sde una base Mustericn se se van de arrollando e l

Aurifia ciense, Perigordien e, Gr ave tien e, Solutr en e y Magdal enien e propia s de la bioc e no si

(clima ,

vegetacion , fauna) de dicha reg ion. En e l sur penin sular los reg i tro no dan una vision hi torica de rasgos propio s. Para el Profe or Fortea , el tec nocompl ejo Aurifiaciense trajo la aparicion del Homo sapiens sapiens a la reg ion central de l mediterran eo dond e e produ c irfa la unifi cac i6n de dicha cultura en todo e l MediLerraneo (Forte a, 1985:36) . Desde una per pec tiva tec nolo gica el tran sito del "Musterien e" al Paleolitico Superior lo plantea C. Cacho en lo

yacimiento

de Pa lomarico , P m era , Yermej a y Zajara I en su rev ision de mat erial es de la

exc avacion es rea lizada s por L. Siret y bajo uno s param etro s france es dond e al tec noco mpl ejo Mu terien e le ucede el tecnocompl ejo Aurifiaciense , considerando la ausencia de " hate lperroni en e" como vacfo cultural (Cacho , 1980). Sin embar go el Profe sor Fortea no se mues tra partidario de uno s param etro paral lo a l mod e lo Fra nce

obre

todo para And a lucfa, aunqu e co nsidera que e l Pal eolftico Superior co mienza con I "Aurifiac iense" y le igue un "Gravetien e ". En e l sur, el tran sito de la tecnologfa " Mu terien se" a una Aurifiaciense e ha lleva do a ca bo bajo un modelo de es tudio e quematico de l Hi toric ismo Cu ltural. con registros muy escasos en asentamiento

como La s Areno a (San Jo

ra spador es y buril es acompafiado s de lamjna

J 997:399). La mayorfa de e tos reg i tro

f, lo tenemos regi trado en ase nta mie nto s a l a ire libre y

e del Vall e, Cadiz)

con prese ncia de

de hord e abatido , muescas y denticulado s (Gil es el al.,

pert e nece n a excavac ione antiguas carecie ndo d

una

ecuencia

En Cueva Hora, en el estrato IIJ hay una prese ncia "Aurifia c iense" (Toro y Almahalla, 1979). Yen

la cueva

cronoestratigrafica completa.

de Gorham (Gibraltar ) en u nive l D e ha docum entado una tec nologfa de l Pal eo lftico Superior (Waechter, 1964 ).

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Una secuencia mas es tudiada la tenemos en los tres niveles de la cueva de Nerja adscrita al Paleoliti co Superior inicial en concreto en la Sala de la Mina fec hadas en torno al 25.000 -2 1.000 BP , aunqu e puede relacionar se mas con una ocupa ci6n "Gravetiense" que con la "Aurifiaciense " (Aura et al., 1998). En el nivel 11 de la cueva de El Bajondillo segun sus autor es se registra una tecnologfa "Aurifiacien e " (Cortes y Simon , 1998). Con lo que denominamo s normativam ente Solutrense es cuando se produ ce un autentico poblami ento por parte de los humano s anatomi camente modernos en el sur peninsular. Loqu e se establece en la zona sobre la base de un tecnocompl ejo musteriense es un tecnocompl ejo de Modo IV Solutr ense que Jord a lo consider6 un "Solutr eogravetiense" con un desarrollo propio (Jord a, 1954, 1955; Fortea, 1985). Lo podemos encontrar desarroll ado en enclaves prelitorales como en el interior en la cueva de Nerja (Jord a, 1985;1986), cueva Ambro sio (Ripoll

Perello, 1961; Ripio Lopez, 1988), cueva de la Aran a (Ramo s

Fernandez, 1996), cueva de los Ojos (Toro y Almohalla , 1984), Pantano de Cubilla s (Toro y Ramo s, 1985), cueva de Higuer6n (Lopez y Cacho, 1979), cueva del Bajondill o (Marques y Ferrer, 1996), Tajo de Joro x (Marqu es y Ruiz, J 979), cueva de Higuera), cueva de Motilla s, cueva de Gibraltar (Giles et al., 1997 ), Pefia de la Grieta (Arteaga et al., 1998) y en la banda atlantica de Cadiz adscrito al tec nocompl ejo Solutr eogra vetiense es ta el asentami ento de la Fontanilla con un registro de indu stria en conexion estratigrafica (Ramo s et al. , 1999). Asentami entos al aire libre en la banda atlanti ca los tenemos en la cueva de Levante y Cubeta de la Paja con iderado s por sus autor es como ase ntamientos estaci6nales destinados al abastecimiento de recursos petreos y sus manufa ctura s adscritas al tec nocompl ejo Solutrense evolucionado (Mas Co rne lla et al., 1996) . Con la incorpora cion del "Proyecto Porcuna" en 1985, se abr

un campo de e tudio en la zona norte del

mediodfa peninsular hasta entonces sometida a un "vacfo de investigac ion" para el Pleistoceno Superior. En la

Pefia de la Grieta los autor es intentan dar una valoracion de la bandas caz adora -reco lectoras del valle alto del Guadalqui vir con un contra ste sincronico y diacronico del proceso social sin perder de vista los reg istros del sudeste, costas mediterraneas y el litoral Atlantico . La ba e paleolftica documentada en la Pefia de la Grieta es el Solutr eogravetiense con una tecnologfa rica en buril e y laminas con dorso abatido vinculadas a las actividad es de recolecc i6n. Tambi en se documenta el grupo de foliaceos relacionados con la caza especializada vinculados a unos modos de vida de bandas caza dora s-reco lectoras del Pl istoce no Sup rior (Arteag a et al., 1998). Esto ase ntami entos, regis trados normativamente tanto al Solutreogravetiense como a l Solutren e en su fase finales, se desarrollan en distinto s medios natural es (litoral , prelitoral e interior) asf como , los emplaza mientos con arte, caso de la cueva de la Pileta (Sanchidri an, 1994) y cueva de Ard ales (Ca nLalejo , 1995); los debemos de enmarcar en el estudio de una movilidad de las comunid ades cazadora -recolec toras dependiente de la e tacionalidad de los recurso faunisticos. Dentro del marco atlantico-m editerraneo del sur peninsular , y hasta nuevas aportaciones en los registros, con la incorpora cion de exc avaciones sistemati cas en extension y con una valoraci6n cronoestrati gra fica para inferir unos modo s de vida y de trabajo de las banda s cazadora s-recolec toras, debemo de con siderar que dichas band as estan asentadas bajo un compl ejo tecnologico de Modo IV. Podemos uponer que en los

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momento s avanzados , el llamado tecnocomplejo "Solutren se" puede ser sincr6nico en diferente s medio s con el tecnocomplejo "Magdaleniense " (Arteaga, Ramos y Roos , 1998). La plenitud de estos cazadores con una tecnologfa mas especializada de dorso

abatido s y microlito s

geometricos desarrollado s en el "foc o magdaleniense de la bahia de Malaga " (Fortea , 1973) lo podemo s encuadrar en torno a 15.000-11.5 00 BP. Estos mismo s esquemas de desarrollo son aplicables en el asentamiento de Pinar del Rey (Algecira s, Cadiz) (Ramo s et al., 1999), docum entado s tambi en en cueva de Tapada (Fortea, 1973) y cueva Hoyo de la Mina (Such, J920) . En estos asentamientos se van desarrollando unos modos de producci6n diversificado s en varios proc esos co nverge ntes durante el llamado Paleolftico Superior, segun los diferentes medio

natural es , para

mejorar el rendimi ento tecnol6gico y el aprovechami nto de los recurso que el medio Jes ofrecfa. Podemo s considerar el tran sito del "Magdaleniense" final al "Epipal eo lftico" en la secuencia de la cueva de Nerja y cueva de Hoyo de la Mina , con personalidad propia en su estrati graffa local , con la desarrollada en los ase ntamiento de Gibraltar (G iles et al., l 994), en un proceso de Magda lenizaci6n a un "Epipaleolftico" de rasgos aut6ctonos. Los trabajos sobre el tecnocomplejo Magdaleniense en la zona estan aun por determinar. La escasez de sus registros viene determinada superficiale

por una ausencia de proyecto s de investigac i6n, tanto de prospecc iones

como de excavacione . Los estudios de que di ponemos han ido encaminado s a "c uadrar " las

diferente s secuencias culturales guiados mas bien por los "f6s iles directore s", tratando de regi strar el tecnocomplejo Magdalenien se en base a la presencia de arpone s en los registros. Y los registro s sin arpone entrarfan a formar part e de un "Epipaleolftico". Hay autore s que desde propue stas en verdad esquematica cultural entre el normativamente

llamado Magdaleniense

pretenden establecer una barrera cronol6gica y y el Epipaleolftico,

estableciendo

para ello

diferente s nomenclatura s como "Magdaleni ense Superior Final, Magdalenjen e Final, Epipaleolftico lnicial , Microlamjnar , Epimagdaleniense", pero tenemos qu plant ea rnos si estas sociedad s, L,no se de sarrollaron en los mismos habitat ? L,No son las mismas sociedades con las misma s estrategias de caza? L,De obtenci6n de recur so ? , etc. De sde nuestra posici6n te6rica consideramos que on grupos quc pertenecen a la mi ma forrnaci6n

ocial y

participan del mismo modo de producci6n cazador-recolector. Podemo s considerar que la renovaci6n tecnol6gica del Plei stoceno Superior Final se produc e por una influencia de los comp) jo geometrico

que post riorm ente se documentarfa en lo que seran las sociedades

productora s. Para seguir nuestro estudio dentro de un proce so hist6rico diacr6nico llegamos a una etapa que ha sido Hamada por el Historicismo Cultural como "Epipaleolitico" para designar un p rfodo cultural que procedfa del Plei toceno Sup rior y prec edfa al normativo Neolftico. Pero , L,que es el Epipaleolftico? Dicho tecnocomplejo ha sido considerado desde las diferente s vertiente s hist6rica s como una etapa de "ruptura " entre el "paleolf tico" y el "neolftico ". La facies "Epipal eolftica" hunde sus rafces en

I norrnativamente llamado "epigravetiense " (Ober maier,

1925) que e caracteriza por una serie de tipos microlftico s y microraspadores con una introduc ci6n de e lemento s geometrico s que fueron considerados d origen "ca psiense" (Jorda , 1955).

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Basando e en los trabajo de F. Jorda , el prim ero en darno s una diferenciaci6n tipo16gica ordenada de la tecnologfa de las comunidad es "Epipal eolitica s" fue el Prof esor Fortea al establece r una diferenciac i6n en el conjunto de la cultura material. El difere nci6 un grupo denominado complejo microlaminar compue to princ ipalm ente de ra padores y laminita s con borde abatido y un alto porcentaje de ra padores frente a buriles, bien represe ntado s en los yacimientos de San Gregori y Malla etes con una cro nologfa de 8.420-105 BC. Dicha facies micro laminar se corr esponde con los niveles adscritos al "Epipal eolftico" de la Cueva de Nerja. El comp lejo geomet rico esta carac terizado principalmente por microburil es y una notable propor ci6n de la cas y lamina s con muescas y denticulado s. Para dicho autor, dicha facies cultural tiene una continuidad con los modos de vida y de trabajo de los grupo s "Magdal enienses " y establece unos rasgos propio para todo el "Epipal eolftico" Mediterraneo (Fortea, J 985). En las investigac iones de F. Jorda y Fortea, el tecnocomplejo Magdaleni ense Meditemineo recobra identidad propia alejandose de la secuencia cultural clasica para confirmar una sec uenci a sobre la que se conectarfan las comunidad es "Epipal eolfticas". En Andalucfa, los registros que disponemos hasta la fecha son escaso , y menos aun con e tudios faunfsticos. Siempr e se ha intentado incluir dicha facies cultural dentro de un registro de asentamientos en cuevas sin tener en cuenta una combinaci6n de a entami entos en cueva y al aire libre. Por ejemplo , en la cueva de Nerja hay que destaca r el aumento de la caza de la cabra y del jab alf y la disminu ci6n del ciervo, acompaiiada de lago morfo s, peces, moluscos y aves (Jord a Pardo , J 986). Dada la ituac i6n estrateg ica de la cav idad, la explot ac i6n de los recursos marino s se considera una act ividad caza dora -pesca dora d

la soc iedad es del

Paleo lftico Superior. Se sigue caza ndo la cabra montes y el jab alf disminu yendo la caza del cie rvo y empicza a adquirir import ancia la fauna marina, moluscos, crustaceos (Jorda Pardo, 1986) y la foca monj

(Perez

Ripoll , 1998). Entre los modo s de trabajo de dichas comunidad es e empieza a desarrollar la fabricaci6n de objetos de hueso, prefe rentemente de ciervo y ovicapridos, mediant e la fracturaci6n obtenida por medio de ranurado, percusi6n y astillamiento. Obteniendo asf, una serie de piezas apuntadas corta , micro punzones o anzuelos, des tinados a la caza de animates mediano y pequefio (Adan, 1998:326) . Segun Aura, tambien se utili zan huesos de aves de tamafio mediano y grande y lagomorfos que mediante la aplicaci6n de abra ion y el pulido confecc ionaron una erie de microp untas finas y dobles (A ura y Perez, 1998:340). Para A. Moral es, durant e el "Epipaleolftico" se seguira el mismo patron caza dor-pesca dor del Magdaleniense tardfo / final,

e produce un cambio

erfa en Io taxon 6m ico dentro de los grupos marinos. Como

consec uenc ia de los cambios de la Ifnea de costa, se pasarfa de una cos ta arenosa a otra mas rocosa como consecuencia de las subida s y bajada s del nivel del mar (Moral es et al., 1998:350) . La Cueva del Nacimiento se caracter iza por una representaci6n "Epipaleolftica" con geometrico s con una data ci6n en e l nivel B de 7620 BP - 5670 BP . (Alferez et al, 1981; Rodriguez et al., 1997). E l asentamiento d I rfo Palmones situado en una terra za fluvial , en el nivel de terraza T3 se co nstata una buena represe ntaci6n de lamina con hordes abatidos, que conecta con la tecnologfa de su trato vinculada en un sentido generico a una tecnologfa "Epipaleolftica" con una interesa nte relaci6n raspador -buril y

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repre sentaci6n de utillaje laminar y utillaje geo metrico de trian gulo . Son ociedades

caza dora -recolectoras

que posiblemente co noci eran una incipi ente eco nomia de producci6n (Ramo s, 1995: 235-245). Dentro de nue era po ici6n te6rica, no co nsideramo un tecnocomplejo Epipaleolftico "neolftico",

a la

difer entes de las ultima

ociedade

caza dora -reco lectora -p sca dora co n "paleolfticas" y de las iniciale

ociedade

del

ino qu e valoramos la continuidad en u modo de produ cci6 n, modo de vida y sus relaciones

ociale.

4.3. Apuntes sobre la relaci6n Atlantica-mediterranea peninsular y el norte de Africa, desde una perspectiva cultural y antropol6gica

y tipol6gico en la co ta Atlantica mediterranea norteafricana ha

El estudio paleoantropol6gico estudiado bajo lo promovida

parametro

del Historici mo

por el co loniali smo que ha

ultural , Difu ioni mo y de la Arqueologia

ido

Proce ual

ufrido la zo na, tanto por la sobera nfa francesa en su ver tiente

Occidental como la inglesa en su parte Oriental. Los inicios de estos e tudio

se de ben a la e cuela france a, que inte nta cuadr ar su tipolo gia a sus colonia s

(trabajo de G. Choubert, M. Gi gout y J. Mar